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Hace unas horas vi The Prestige (2006), traducida al castellano como El Gran Truco o El Truco Final. La vi por recomendación de varios redactores de EBC, por lo cual me extraña que esta sea la primera reseña de la película en este blog (¡chiquita!).Me encantó. Las actuaciones estuvieron espectaculares y el tema para mí es apasionante: el detrás del telón de los actos de magia.Supongo que intentar resumir la historia sin caer en el spoiler es bastante difícil, así que sólo diré que se trata de la batalla de dos jóvenes magos por vengarse del otro, por ser el mejor, por maravillar al mundo con un truco imposible. Estos magos son Robert Angier "El Gran Dalton" (Hugh Jackman) VS Alfred Borden "El Maestro" (Christian Bale).Dos personajes serán sus cómplices a lo largo de sus carreras: el diseñador/ingeniero de trucos, Cutter (Michael Caine) y la bella asistente Olivia (Scarlett Johansson).La película describe un mundo de ilusión, secretos, rivalidad y obsesión, donde no se puede confiar realmente en nadie, excepto en uno mismo. Y sólo uno mismo puede sacrificarse por sí mismo. Si no entiende esta última línea tendrá que ir a ver la película y sólo entonces cobrará sentido.¿Por qué el título original de la película? The Prestige o El Prestigio. Pues la explicación es que todo acto de magia consiste de tres partes: 1. La promesa (se enseña un objeto). 2. El cambio (el objeto desaparece). 3. El prestigio (el objeto reaparece) y sólo entonces el mago recibe el homenaje de los aplausos. Sin el prestigio, el truco no vale nada.En sí misma la película es como un gran acto de magia, en donde sólo el final nos revelará su propio "prestigio". Gran parte del perpetuo suspenso a lo largo del film corresponde a la labor de edición no lineal en el tiempo.El director de esta cinta (y también guionista de la misma junto a su hermano Jonathan) es Christopher Nolan, quien anteriormente ya había trabajado con la dupla Christian Bale y Michael Caine, dirigiéndolos en Batman Begins (2005). Sin embargo, El Gran Truco nos hace más bien recordar otra muy buena película de Nolan: Memento (2000) en donde el juego de los tiempos atrás-adelante es también fundamental. Si no la han visto, véanla, es muy buena. Después de todo, el verdadero mago de la historia parece ser Nolan.
n sí misma la película es como un gran acto de magia, en donde sólo el final nos revelará su propio "prestigio". Si no la han visto, véanla, es muy buena. Después de todo, el verdadero mago de la historia parece ser Nolan.
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Happy es como me describiría a mí misma pues estuve de viaje y fui a caer en una ciudad con ¡dos salas Imax! Imax= Image Maximum. Es decir, ver las películas en pantallas gigantes de 22m x 16m, con una calidad y un sonido espectaculares.Son pocas las películas diseñadas para este formato y son menos las películas comerciales desarrolladas para Imax(también) (aunque me parece que cada vez son más.) y tuve la suerte de estar en el estreno de la última película animada en versión IMAX: Happy Feet (2006).Pensé que se trataba de un estreno a nivel mundial, pero uno de los amables caballeros de EBC me informa que en Perú se estrena el 7 de diciembre, me imagino que como jugada comercial navideña. Pero estoy segura de que todos ya han visto algún preview de la película de lindos pingüinos entonando conocidas canciones, ¿verdad? Además las cuestiones de merchandising de Happy Feet están por todos lados.La historia va así: cada pingüino emperador (los mismos de la película documental La marcha del pingüino, reseñada en EBC) tiene en su interior una canción que definirá su vida romántica y por ende familiar. Fue por sus grandes voces que los padres de Mumble (Nicole Kidman y Hugh Jackman), el protagonista, se conocieron y enamoraron y por ello resulta por demás inexplicable que Mumble (Elijah Wood) no pueda entonar ni una nota. Desde siempre Mumble es el pingüino raro del grupo. En vez de cantar, zapatea (sin zapatos obviamente) lo cual es considerado como una conducta muy antisocial. Es repudiado por su clan y pronto se encuentra acogido por otro grupo más relajado de pingüinos (comandado por Ramón con la voz de Robin Williams). Lo gracioso es que estos son los pingüinos latinos. ¿Cuándo dejarán de vernos de esa manera los gringos?En fin, les diré que la historia no tiene nada de novedosa. Es un "patito feo" con más ambiciones, pero las canciones son bonitas y está súper buena para llevar a los sobrinos e hijos chicos, quienes de seguro pasarán un buen rato violence-free.Ahora, ¿tanta película sobre los pingüinos emperador estará teniendo un buen efecto medioambiental? En la misma película se toca el tema del ser humano, ese ser alienígena que puede destruir la naturaleza y también salvarla.Otro plus de haberla visto estando de viaje es que pude escucharla con las voces originales, ojalá llegue a Perú en versión subtitulada. Vale la pena, pues los actores interpretan todas las canciones. Nicole Kidman ya nos había demostrado sus dotes de cantante anteriormente en Moulin Rouge.De todas las películas animadas del 2006, definitivamente me quedo con Cars. ¡Si no la vieron, alquílenla!!!
En fin, les diré que la historia no tiene nada de novedosa. De todas las películas animadas del 2006, definitivamente me quedo con Cars.
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Hace tiempo no veía una película tan mala y me siento en la obligación moral de decirles: no vean Miami Vice (2006).A pesar de los buenísimos créditos:-Escrita y dirigida por Michael Mann, director de las muy recomendables Colateral (2004) y El Informante (1999). Michael Mann fue el productor de la serie televisiva con el mismo nombre en los 80's. Según el resultado, creo que su "homenaje" no lo hizo con demasiado cariño.-Protagoniza como el detective Ricco, Jamie Foxx, quien hace poco interpretó genialmente al músico invidente Ray Charles en Ray (2004), valiéndole muy justamente el Oscar y el BAFTA (el premio de la academia británica) por mejor interpretación masculina en el 2005.-Colin Farrell (El Nuevo Mundo), secunda a Foxx, interpretando a su pareja de trabajo, el detective Sonny. Si bien Farrell no es ningún actorazo, tiene cierto peso en la industria hollywoodense.¡Una estafa señores! De principio a fin la película no tiene sentido alguno. Los diálogos son sosos, técnicos e incoherentes. La acción no tiene nada del otro jueves. Las actuaciones son completamente irrelevantes y estereotipadas. Las situaciones están llenas de lugares comunes. Al parecer Mann cree que la escena non-plus-ultra del erotismo debe ser un "agarre en la ducha" pues la repite con ambos protagonistas innecesariamente. ¿Quiso aprovechar el set de la ducha? ¡Quién sabe!Los que estén buscando a la "rubia bonita de Miami" aunque sea para alegrarse el ojo, perdieron. Aquí la mala sexy es Li Gong, que qué se creen, tiene su blog. ¡A ver si lo entienden! Ella tampoco es moco de pavo. Algunos tal vez la recuerden como la malvada Hatsumono en Memorias de una Geisha.No entiendo. ¿qué hacían todos estos buenos intérpretes en una producción tan mediocre? Estoy pensando comprarme el guión para usarlo de soporífero en mis noches de insomnio.De lo poco que recuerdo de la serie televisiva, no quedó nada. No recuerdo que fuera mi serie de TV favorita, pero sí que era entretenida, cosa que esta película definitivamente no es.Si se les ocurre que de todas maneras quieren ir a comprobar lo que les digo, aunque sea por burlarse de la moda ochentera estrafalaria, característica de la serie de TV original, pues tampoco encontrarán eso. Aquí Ricco y Sonny se visten como cualquier hijo de vecino.Se nota que es una película donde se han invertido millones (sobretodo en locaciones) para obtener un resultado paupérrimo. ¡Una total decepción!
Una película donde se han invertido millones (sobretodo en locaciones) para obtener un resultado paupérrimo. ¡Una total decepción! Miami Vice con m de malaza.
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Con un argumento levemente más original de lo habitual en este tipo de desechos fílmicos, Cry Wolf es otro subproducto de la decadente y abominable parte de la industria cinematográfica americana orientada a producir un bodrio tras otro para adolescentes cuya inteligencia menosprecia y ofende constantemente, ofreciéndoles basura en forma de ¿filmes? que carecen de la más elemental de las lógicas y se limitan a ser una sucesión de gritos, vísceras, muertes y persecuciones absurdas en las que un tipo que camina a paso ligero alcanza a gente que corre desesperadamente. Como he dicho antes, su guión tiene ciertos toques de originalidad, aunque insuficientes para llegar a convertir esta aberración en una película. Plagada de tópicos a lo largo de todo su metraje (el móvil con distorsionador de voz, el encapuchado, las sospechas entre ellos, los gritos histéricos, etc.), resulta vergonzoso que encima llegue a nuestro país con dos años de retraso, y que lo haga para restar posibilidades de proyección a películas de verdad que quedarán condenadas al ostracismo y pudriéndose en los almacenes. Mientras, esta bazofia, por difícil que sea de creer, seguramente tendrá una recaudación decente gracias a la horda de adolescentes que acudirán a las salas a pasar el rato, y que afortunadamente le prestarán poca atención.De los actores, poco que decir, excepto que es llamativa la patética presencia del decadente Jon Bon Jovi, empeñado en aparecer en la gran pantalla aunque sea para hacer el ridículo. Cry Wolf no es un thriller, ni es una película de terror, ni de suspense, ni nada de nada. Es simplemente una hora y media tirada a la basura.
Nuevo menosprecio de la industria americana a la inteligencia de los espectadores, a los que no ofrece más que basura enlatada en unos metros de celuloide cuyo mejor destino sería el de servir de alimento a una piara de marranos.
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No es que sea un apasionado del cine de Darren Aronofsky, he visto "Requiem por un sueño" y pare usted de contar, máxime cuando al finalizar esta una sensación de "mal rollito" me invadió durante al menos 3 o 4 días, asi que no me quedaron ganas de seguir buceando en la filmografia del director, hasta que en un pase de prensa alguien me habló de "The Fountain" (la fuente de la vida), alabando tanto las virtudes de Aronofsky como las magistrales interpretaciones de Hugh Jackman y de la esposa del director, Rachel Weisz.Explicar la película con palabras es complicado, ya que es una historia que se desarrolla en 3 épocas distintas (pasado, presente y futuro) y donde la busqueda de la vida eterna es el quid de la cuestión, el pasado y el presente son fáciles de entender, el futuro, personalmente se me quedó una cara de primo tremenda y por más que le he dado vueltas poco, por no decir nada, he llegado a entender; es cierto que tal vez, y basandome unicamente en las imágenes vistas, sea una de las cintas más poéticas a las que me he enfrentado como espectador; tal vez mucho más que "el perfume", que destilaba poesia en casi todo su metraje.Por otra parte, y a nivel sonoro, Aronofsky repite Kronos Quartet, asi que ese ritmillo que ya conocí en "Requiem por un sueño" empieza a ser, sonoramente marca de la casa del director, acompañando no solo de manera lógica y sincera lo que acontece en pantalla, sino que musicalmente (si cerraramos los ojos y solo escucharamos la musica), nos lleva a un universo diferente.A nivel interpretativo tanto Jackman como Weisz estan excelentes, tendré que romper una lanza a favor de Hugh, al que siempre veía en pantalla como Lobezno y del que no podía separar la interpretación en X-Men del resto de papeles que le veía interpretar; Weisz es caso aparte, siempre me ha gustado y me ha parecido una excelente (a la par que preciosa) actriz.En fin, no es fácil de entender, pero es una alucinante película que merece la pena descubrir.
Explicar la película con palabras es complicado. No es fácil de entender, pero es una alucinante película que merece la pena descubrir.
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Entre 1.976 ( Rocky ) y 1.990 ( Rocky V ) Stallone dibujó las ya previsibles y rudimentarias líneas de un personaje que le daría fama y, al tiempo, enconados litigios con el gremio de la crítica, que arrumbaba con menosprecio la franquicia del púgil Balboa al anaquel más desvencijado del videoclub de serie B más humilde.La quema pública de esta saga salvaba milagrosamente la entrega primera, que se granjeó el aplauso de la Academia de Hollywood ( tres estatuillas: director - Avildsen -, montaje y fotografía ): Rocky era un noble trabajo sobre el mundo del boxeo con un Stallone aún sin pulir ( ni falta que hacía ) en el papel del púgil solitario y tozudo que se redimía de los peligros de la calle a base de mamporros en el cuadrilátero.Las otras cuatro entregas insistían en lo prescindible: Balboa, sin dinero, volviendo al ring; Balboa ayudando a un amigo al que, en la cuarta, venga en Moscú; Balboa entrenando a un joven prometedor remedo de sí mismo. Ésta quinta parte es, sustancialmente, una película igual de desechable, pero contiene un sentido de la dignidad admirable del que las otra carecían por completo. Stallone, mal actor, es perro viejo en esto del cine y sabe que volcando su personalidad en la historia del personaje, o viceversa, qué sabemos, hará que los sesudos de la pluma busquen tres pies al gato y descubran, pasmados por el hallazgo, que en realidad de lo que se trata es de la verdadera historia de Sylvester Stallone, de su gloria y de su declive, de cómo la vida te puede dejar sonado, pero no tonto del todo.El acta de defunción de este Rocky está escrita en una caligrafía sobria y abunda, pese a los tristes precedentes, en demasiados clichés: los mismos que antaño era bandera, himno y forro de todos los minutos. No evitaré advertir de cierta querencia a perpetuar las frases tremendas que parecen copiadas de cualquier novelón-pastelazo de serie B baja a lo Estefanía, pero en inglés y con lona de fondo.Este Balboa del siglo XXI está ya fondón, vive en su restaurante, viudo, con un hijo que no le tiene en consideración. Los principios morales de este nuevo Rocky son la pasta o la redención: ambas tal vez. Ve uno en este resucitamiento una muy inteligente operación de marketing diseñada al hilo de los héroes en decadencia, del final de la vida y de la puesta de largo del mito que regresa. Stallone lo ha hecho por amor a la pasta y en el 2.007 promete una revitalización de Rambo, a la que prometo no acudir.Suena inmarcesible Gonna fly now, la inmortal melodía de la banda sonora primigenia y vemos de nuevo a Rocky en la escalera del Museo de Arte de F¡ladelfía con la sección de viento de Bill Conti a todo trapo.Metacinematográfica, convincente en su legítima revisión de la causa, Rocky Balboa proporcionará un rato de placer fugaz a quienes asisten con un ojo en el ya talludito Stallone y otro en la película multipremiada de 1.976. ¿ Qué hiciste tú en 1.976 cuando Stallone reventaba la nariz de Apollo Creed ? Yo estaba en Primaria y escuchaba Hotel California de la The Eagles, pero eso es otra historia e igual puede contarse en otra reseña. Ah, y las escenas de boxeo puro están logradas.
Marketing, cine, redención y sangre en la lona otra vez. Metacinematográfica, convincente en su legítima revisión de la causa, Rocky Balboa proporcionará un rato de placer fugaz a quienes asisten con un ojo en el ya talludito Stallone y otro en la película multipremiada de 1.976.
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Érase un pueblo con su falso mesías y una chica que vino de ninguna parte, huyendo de una tiniebla. Escapada de un averno de lobos fue a caer en un pozo de lobos disfrazados. Vino el tiempo de probar la valía y la resistencia de un colectivo enjaulado en sí mismo por aparentar, por querer ser sin ser, por miedo. Todo termina con una decisión cuyo origen se encuentra en lo hondo de la conciencia humana, la mirada de un dios compasivo. La conciencia puede ser peligrosa, son las llamas del infierno las que se esconden al otro lado. Puede que a veces sea mejor no mirar, no pensar, no desear el bien de la humanidad. Somos demasiado frágiles para asumir tan inmensa responsabilidad.Lars Von Trier creo una alegoría cruda y desnuda desde su forma externa hasta sus profundidades. Lo que nos dice es demasiado grave para ser dicho: no lo dirán los políticos, ni los pensadores, ni ningun cantante pop contestatario. La verdad se disfraza de absorbente y devastadora parábola, perturbadora para las almas receptivas que lleguen a aprehender el significado último del relato: estamos presos de una fragilidad que supera nuestra noosfera de códigos morales y éticos, y puede llegar un punto de desesperación tan desestabilizadora que ésa misma esfera de la cultura humana termina por dar paso al horror de la violencia, consciente y razonadamente justificada.La desnuda escenografía esta al servicio de la mirada desnuda y directa con la que Trier nos introduce en el poblado que representa al conjunto de la sociedad, según el juego alegórico propuesto. No es ninguna pedantería puesto que esa disposición de los elementos escenográficos permite englobar la totalidad de los seres y los hechos que alientan dentro y fuera de los hogares con un sencillo montaje de encuadres, cámara en mano, situando al espectador en un punto de vista (el ojo de la cámara) que le permite conocer la vida del pueblo sin el convencional límite impuesto por fronteras físicas (puertas, paredes, etc). Esto, además, tiene una función elemental en la construcción de la historia: enfatizar los perfiles y el contenido humanos por encima de un entorno minimalista, y crear un ente colectivo que fluye e interactúa como un todo enfrentado a los dos personajes centrales. Gran ejemplo de cómo ejecutar un concepto abstracto (en su configuración alegórica) que da pie a la recreación de la vida de un pueblo bajo una cierta mirada omnisciente, no restringida a los planos en picado, sino en cualquier angulación y en torno a cualquiera de los personajes inseridos en el ente colectivo. En suma, una soberbia orquestación y dibujo de cada uno de los elementos de la alegoría, interconectados con dinamismo a la vez que alcanza una potente dimensión realista (reforzada por los movimientos de la mano que guía la cámara).A pesar de su abstracción alegórica, la historia nos narra unos sucesos que podrían ocurrir en cualquier parte del mundo, en nuestra inmediata realidad. La traslación de una realidad inmediata al espacio alegórico facilita el juego y el discurso articulado en los distintos perfiles, y al mismo tiempo, le otorga una significación local a problemas universales: la hipocresía, la insatisfacción, el vacío existencial, la fe o la desconfianza en el otro, la débil línea que separa la pureza de la perversión, las sombras que enturbian la distinción entre víctima y verdugo, el peligro de sentirse moralmente superior a un estrato concreto de la sociedad y el peligro de ser demasiado consciente de ello. Hay un cierto cariz nihilista en su conclusión: no hay más leyes que las que cada uno forja por sí mismo, y éstas pueden justificar un genocidio, sin remordimientos que valgan. Leía yo en alguna parte que a Von Trier habría que meterlo en la cárcel. Ciertamente, su parábola tiene un poder destructor, punzante y sin tapujos.Así pues, si en la traslación de lo conceptual a lo representado filmicamente supone un verdadero logro, también triunfa en el desarrollo de la relación entre la misteriosa fugitiva y los lugareños: las interacciones cuentan con ese punto de ambigüedad que requiere la correcta representación de un conflicto social. De la incertidumbre inicial a la posterior armonía y convivencia, y la vuelta al desequilibrio por lo desconocido, la paranoia, la malicia, la violencia, el recelo y la desconfianza en una progresión que va degenerando hacia la amargura de la traición. El fuego que destruye ése micro mundo, el cual durante cerca de tres horas nos ha mostrado un flujo de actos humanos, justifica y significa la transparencia y la austeridad del escenario. Como un estallido de dolor y de ignorancia, te deja sin palabras. No sé si Lars Von Trier es un genio, pero en "Dogville" hizo un impecable trabajo de creación y realización conceptual y técnica y, además, demostró que su arte es un firme catalizador para sus profundas inquietudes espirituales.
No sé si Lars Von Trier es un genio, pero en ?Dogville? hizo un impecable trabajo de creación y realización conceptual y técnica y, además, demostró que su arte es un firme catalizador para sus profundas inquietudes espirituales.
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El número trece no suele pasar inadvertido para muchos de nosotros, bien porque se admira o, por el contario, porque se teme. Para el protagonista de "Tzameti" (trece en georgiano) este número significará aún mucho más, será su pasaporte hacia un destino incierto.Apostando por el blanco y negro, Gela Babluani, nos regala una ópera prima donde el gusto por la cámara intimista y el desarrollo de símbolos narrativos nos traen reminiscencias del mejor cine clásico de suspense. Huyendo de los edulcorantes visuales, la narración se sustenta bajo un sólido guión y una gran labor interpretativa. Con esto no quiero decir que la fotografía no esté cuidada, por el contrario, de ella se desprende un delicado uso de las luces y los planos subjetivos.Como buena película de suspense, nos tendrá con los nervios encrespados hasta el final, consecuencia de un buen uso de los tiempos narrativos y de una labor de montaje que ha dado como resultado, y atención que esto es casí imposible en los tiempos que corren, una obra de tan sólo noventa y tres minutos (¡Aleluya!)Mención aparte, merece la interpretación del protagonista, Georges Babluani (hermano del director) y que ha demostrado su valía por méritos propios. Primerísimos primeros planos muy duros que no serían aceptados por muchísimos actores de sobra conocidos.Todos estos ingredientes le han hecho ser ganadora de cuatro premios en distintos festivales (y a diferencia de lo que pasa con otras películas, éstos son merecidos). La historia ha gustado tanto que el director ha firmado un contrato para realizar un remake en Estados Unidos (aunque me temo que me gustará más la original).Entre tanta calidad sólo he encontrado un pero y es que la base del argumento tiene cierta similitud (que no total) con una película de nacionalidad española y cuyo nombre no mencionaré para evitar destripar el guión. Vean la película y descubran cuál es.
Entre tanta calidad sólo he encontrado un pero y es que la base del argumento tiene cierta similitud (que no total) con una película de nacionalidad española y cuyo nombre no mencionaré para evitar destripar el guión. Vean la película y descubran cuál es.
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No debería ser causa de extrañeza que una película pivote exclusivamente sobre la personalidad de uno de sus protagonistas o que, dicho de otra manera, una película sea un actor y no podamos bajo ninguna circunstancia imaginarla sin su presencia. Si encima el personaje en cuestión es secundario y apenas sale en pantella asistimos a un fiasco.Algunos hombres buenos es un fiasco, en cierto modo, pero Jack Nicholson la reflota y la eleva a un meritorio elenco de películas que pudieron haber sido notorias y que, inexplicablemente, caen en el olvido.El cine yankee ha vivido muchas veces de este reclamo publicitario. Películas de Bogart o de Gregory Peck o de James Dean. También hay discos que funcionan por una sola canción. O libros de los que sólo nos quedamos con una frase, con un brillo tenue que perdura en nuestra memoria como oro en la mano del avaro.Algunos hombres buenos sobrevive por un juicio donde todos los actores ( Tom Cruise incluido ) dan la talla y donde Jack Nicholson da la vida, pero la da sin esfuerzo, imperceptiblemente. El engaño de la hora y media previa se excusa y sale uno del cine ( bueno, yo ayer la vi en mi dvd doméstico ) con una sonrisa satisfecha: no sintiéndonos timados en exceso.El guión, que crece hasta el formidable final, revela los rígidos códigos del honor del ejército americano y cómo un joven abogado ( Cruise ) desmonta el tinglado de proteccionismo, la disciplina del silencio y, sobre todo, el status intocable de un ( repito ) Nicholson en estado de gracia absoluto, en uno de los papeles más ajustado a su desajuste mental, a su genialidad creativa y a su cara de mala leche tremebunda.Secundarios notables como Kiefer Sutherland o Kevin Bacon dan un contrapunto atractivo. Demi Moore rellena, como casi siempre y Tom Cruise, sin pulir, pipiolo aún, es correcto en su rol de militar con principios, aunque frívolo en un primer momento.Años después de su estreno, Cruise ha elevado vuelo, a pesar de que recientemente las distribuidoras, las dueñas del parné, hayan retirado parte de su confianza porque sus franquicias, sus saltos y sus carreras ( mira que corre el tío en todas las películas ) no dan caja como quisieran.Nicholson pasa de caja y nadie se plantea que una película suya vaya a tapar los agujeros habituales de las productoras, pero esto se sabe y Jack, mi adorado Jack, está para lo que está: para hacernos creer que la interpretación es un Arte y merece elogios absolutos cuando se ejecuta con esa pasmosa clarividencia.¿ Se nota cuál uno de mis actores favoritos ? Pues por Jack acudan al videoclub favorito, alquilen estos hombres buenos o cómprenla. Comprar cine es una inversión, aunque no la estudien quienes escriben esos periódicos de papel amarillento que hablan de índices dow-jones y de tantos por cientos imposibles de entender para mentes sencillas como la mía.
Vehículo perfecto para un breve pero deslumbrante Jack Nicholson. Algunos hombres buenos es un fiasco, en cierto modo, pero Jack la reflota y la eleva a un meritorio elenco de películas que pudieron haber sido notorias y que, inexplicablemente, caen en el olvido.
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Dicen los gringos que las actrices actuales mas sexis son Scarlett Johansson, Angelina Jolie, Jessica Alba, Jessica Simpson, Keira Knightley y Halle Berry. Pero pienso que a partir de hoy tienen que considerar a una nueva actriz que compite en belleza con todas ellas, caballeros, les presento a Flora Martínez quien desde hoy debe de ser recordada por su excelente trabajo en Rosario Tijeras. Y no sólo es una mujer guapa y exuberante, es también una brillante actriz que plasma a la protagonista de la cinta, con tanta fuerza, justicia, precisión y alma, que hace que la película resulte totalmente creíble. Una actriz colombiana que lo a hecho de todo, desde telenovelas, teatro en EEUU y cine. Una actriz que como el propio autor de la novela en la que se basa la cinta dijo; "Flora me hizo sentir y creer que ella era la verdadera Rosario Tijeras". Dicen que Rosario es la reina de los sicarios de Colombia. Que ha matado a miles de hombres. Que por matar a un hombre cobra un millón y por acostarse un millón y un céntimo, pues como ella misma dice, es más difícil amar que matar. Dicen que a sus víctimas les da un beso antes de matarlos, pues ella cree que cualquier basura se merece algo antes de irse. Dicen que nunca ha amado. Y ella dice que de todo esto, solo la mitad es verdad.Basada en la exitosa novela del mismo nombre del autor Jorge Franco, Emilio Maillé dirige su primer largometraje después de una larga lista de documentales producidos en distintos países incluido Francia, donde reside desde hace mucho tiempo. Realizando una profunda, conmovedora, desgarradora aunque hermosa cinta. Plasmando la vida de los barrios bajos del un mítico Medellín, Colombia, donde la esperanza, el amor, la pasión conviven con la violencia y la desgracia. Una compleja ciudad captada con toda justicia y no solo como un escenario violento, bajouna excelente fotografía que nos regala imágenes inolvidables. El bien adaptado guión mezcla a la perfección la tragedia con una subtrama sexy y amena, que te acercan a Rosario y te ayuda a conocerla mejor y disfrutar más la cinta. Y aunque el tercer acto resulta lento y repetitivo, la película vale mucho, apoyada siempre con las buenas actuaciones de un reparto multicultural formado por el colombiano Manolo Cardona, el español Unax Ugalde y el mexicano Rodrigo Oviedo. La sola secuencia del ritual del velorio de uno de los personajes resulta por demás memorable al mostrar claramente la forma latina de ver la vida y la muerte, una colección de desesperados intentos por cubrir la muerte con fiesta y alegría, coronando la secuencia con la increíble e inolvidable escena del streptease. Una cinta potente, fuerte, que conmueve y duele, pero que extrañamente se hace amar. Una muestra de que el cine latinoamericano tiene mucha cuerda para rato. Aunque la mayoría de los espectadores sólo se sentirán atraídos por el erótico póster (en ese aspecto tampoco, nadie saldrá defraudado).
Por matar a un hombre cobra un millón y por acostarse con el un millón y un céntimo
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Diamante de Sangre (2006) es un peliculón con inolvidables interpretaciones de Leonardo DiCaprio como Danny Archer, un mercenario africano de brillantes, Jennifer Conelly, como Maddy Bowen, una aguerrida periodista que busca contribuir a hacer un mundo mejor y Djimon Hounsou, como Solomon Vandy, un simple y buen hombre de familia que se ve envuelto en la guerra civil de su país.De verdad, me quito el sombrero ante DiCaprio quien ha estado trabajando muy bien (Infiltrados) en los últimos tiempos. Un actorazo que brilla tanto como el diamante alrededor del cual gira la historia.Reconozco ser muy ignorante sobre las múltiples crisis del continente africano, por voluntad propia. Vivo en un país tan lleno de crisis (Perú) que me angustia saber que en otras partes del mundo pasan cosas tan o más terribles que las de mi patria y peor, que no puedo hacer nada al respecto. Pero es una actitud egoísta, lo sé. Felizmente existen películas comprometidas como Diamante de Sangre que ayudan a hacer más visibles estos problemas que nadie quiere ver.La acción transcurre en Sierra Leona, uno de los países afectados por la guerra civil financiada justamente por la minería. Los anillos de compromiso con los que sueñan las novias de América financian la muerte de miles."In America, it's bling bling. But out here it's bling bang"Solomon Vandy es el orgulloso padre de Dia, un inteligente niño que asiste a la escuela y quien tiene un futuro prometedor, hasta que la fracción rebelde (Frente Revolucionario Unido) toma por asalto su pueblo. La madre y las hijas acaban en un campo de refugiados, Dia es obligado a unirse al grupo armado rebelde y Solomon es obligado a trabajar en una mina de diamantes para los rebeldes, en donde un buen día encuentra un raro diamante rosado (mucho más valioso que los diamantes comunes). Ese diamante cambiará su suerte porque será codiciado por todas las partes, incluyendo al contrabandista Danny Archer, con quien hará dupla y amistad a lo largo de la película.Otro personaje que se introduce en la vida y el corazón de Danny es la periodista Maddy, quien busca hacer la diferencia con su trabajo. Ella será fundamental para recuperar el diamante rosado.Solomon busca a su familia, Danny busca el diamante y Maddy busca una buena historia. Para conseguir sus objetivos los tres (amigos poco probables) deben unirse en una riesgosa aventura.¡Una película muy recomendable!
Me quito el sombrero ante DiCaprio quien ha estado trabajando muy bien (Infiltrados) en los últimos tiempos. Un actorazo que brilla tanto como el diamante alrededor del cual gira la historia.
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Hace ya unos años que estrenaron esta película, y sigue siendo la segunda más taquillera del cine español. A pesar de esto, la crítica la ha despellajado hasta la nausea la cinta, tildándola de todo. Esto me hace pensar que puede que los espectadores tengamos unos gustos muy diferentes a los que deben de aconsejarnos qué ver y qué no ver. ¿Puede ser que el espectador demande más Torrentes y menos Garcis? ¿Puede ser que el espectador es suficientemente inteligente como para elegir lo que realmente es lo bueno? No se, me preocuparía si a la hora de criticar fuese contra la tercera película más vista del cine español. A esta, desde luego, no le afecta la crisis, ni el cine extranjero ni nada por el estilo, se vende sin problema.La película trata sobre Torrente, un záfio, ruín, asqueroso y todos los adjetivos calificativos negativos posibles, que vive en Marbella gastando millones y millones (los adquirió en la primera película). Como se funde todo el capital, tiene que volver a trabajar, por lo que se ve envuelto en una conspiración de un magnate loco que pretende destruir Marbella si no recibe unos milloncejos. ¿Podrá Torrente y su inseparable Cuco terminar con Jose Luis Moreno y su mono? Hagan sus apuestas, señores.Torrente 2 supuso, para mí, un cambio radical en el panorama del cine español. Para empezar, se autofinanció, cosa que ya es de mérito. Luego nos acercó el típico cine norteamericano de despilfarro de medios, pero con personajes de aquí, de los que hacen gracia al público. Y nos enseñó que segundas partes pueden ser mejores que las primeras. Una vez que Santiago Segura se libró de tener que mostrarnos las virtudes de Torrente, arma una especie de hilo conductor (no me atrevo a llamarlo guión) que le sirve para poder sacar miles de momentos hilarantes, con personajes de todos los pelajes que se pliegan a sus deseos. Las actuaciones de Jose Luis Moreno, de malo bondiano total, o de Gabino Diego, que ha pasado a ser el paradigma de yonki simpático del cine español, o de Tony Leblanc, como especie de patriarca salido, ensalzan una cinta que se vende sola. Que no necesita que nadie la halague y que nadie te la venda (y mira que Santiago Segura se empeñó en hacerlo). Una cinta muy del gusto del público español, que dificilmente puede ser exportada.Resumiendo, película imprescindible para cualquier amante del cine de entretenimiento. Humor patrio que rebosa ironía y dudoso gusto por todos los poros, pero que nos demuestra que el público es suficientemente inteligente como para discernir entre ficción y realidad. Además de acentuar la zanja que separa al espectador del crítico.Genial.Besitos.P.D: He conseguido hacer la crítica sin referirme apenas a la primera, que creo que marca un hito en la crítica cinematográfica española, ja, ja, ja.Momentos para el recuerdo:* La presentación al estilo James Bond con Torrente colgando de un pezón.* La primera escena con Cuco al volante del coche.* "¿Quien ha echado un negro a la piscina?" que dice cuando se están bañando.* El momento que Cuco se despierta en el bar y pide un zumito mientras levanta la mano viéndosele que lleva pinchada la chuta en el brazo mientras dice "Ponme un zumito, que tiene muchas vitaminas".* El rato con Cristina Tárrega "Follar no, que me canso, mejor una afiladita del sable".* La escena de Tony Leblanc y las braguitas de la muchacha.* "Ese reves, ese revés" que le dice Torrente a Carlos Moyá.* (Cuco disfrazado de mujer en la embajada) "Cuco, tápate, que me la estás poniendo morcillona".* "Franco, ha muerto" dicho por Cuco tras la muerte del perro de Torrente.* "Nos hacemos unas pajillas" dice Torrente. "¿Con la mano o con la boca?" responde cuco. "¿Con la boca? pero tu eres un degenerado . ummm . bueno, vamos a ver como es eso" dice Torrente mientras se desabrocha la bragueta.* Al final, cuando Torrente tiene que tirar el misil al mar y dice "¿al mar? no chaval, a Gibraltar! Español o de nadie!".* "¿Sabes que las mujeres tienen 5 muñequitas? La barby (tocando la barbilla), las muñecas, la barriguitas (tocandole la barriga) y la chochona!!!!!!"* "¡Dí que el Fary es Dios! di que tu madre es puta. bueno, eso no lo digas, que ya lo sabe todo el mundo".
Película imprescindible para cualquier amante del cine de entretenimiento. Humor patrio que rebosa ironía y dudoso gusto por todos los poros, pero que nos demuestra que el público es suficientemente inteligente como para discernir entre ficción y realidad. Además de acentuar la zanja que separa al espectador del crítico.
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Mel Gibson, como persona, es bastante indigesto. Es un hombre empeñado en ser todo lo peor: misógino, racista, ultra conservador religioso u homofogo son algunas cosas visibles en su personalidad o, al menos, en algunas de sus entrevistas u actos en público quedando en evidencia por sus palabras poco adecuadas. Ahora bien, si entramos a valorar a Gibson como cineasta, como director de cine, la cosa cambia considerablemente. Y es que este tipejo es, en realidad, uno de los mejores directores que tenemos en la actualidad, además de un autor como la copa de un pino, de los pocos que quedan hoy día dentro del cine comercial americano. Posiblemente, junto al genial aunque odiado por muchos M.Night Shyamalan, una de las pocas esperanzas que nos quedan para pensar que, el cine, lejos de los remakes, secuelas y precuelas, puede deparar películas que impliquen un riesgo artístico, una creatividad sorprendente y momentos de cine con mayúsculas sin tener que tirar de la pedantería mal asumida de otros mejor considerados (1).Todo empezó con una pequeña película titulada "El hombre sin rostro", de la que recuerdo más bien poco. Fue más tarde con una obra maestra llamada "Braveheart" cuando comenzó a ser tomado en serio como director, más allá de su faceta de estrella taquillera. El verdadero boom llegó con "La pasión de Cristo", película que cosechó criticas variopintas pero que arrasó en todo el mundo convirtiéndose en un autentico fenómeno social. Más allá de su éxito comercial, esta película ya nos dejaba ver en su director a un tipo con las ideas claras respecto a su cine, de marcada violencia y pasión, así como un estilo visual arrebatador que no deja a nadie indiferente. Gibson se convirtió en autor y nos regaló otra obra maestra acogida con prejuicios por muchos.Ahora, con "Apocalypto" se confirma como autor definitivamente, como sello diferenciador marcado por una particular visión del cine y del mundo (2).Se nota que a Mel Gibson le gusta hablar del sufrimiento humano a través de las torturas (3) y, si "En la pasión de Cristo" este sufrimiento era la base para todo el metraje, en "Apocalypto" no se queda atrás. La muerte, en forma de cacería salvaje, nos saluda desde el primer minuto de película. Es aquí cuando vemos a un grupo de mayas, entre los que se encuentra el protagonista, perseguir a un animal por la selva hasta darle caza. Acto después, uno de ellos se come sus testículos guiado por una broma de sus compañeros, que le aseguran que, de ese modo, podrá vencer sus problemas sexuales.Poco después entran en escena los villanos del relato o, al menos, los más salvajes y despiadados ciudadanos de la historia. Su intención no es otra que asesinar el poblado del protagonista y a los pocos supervivientes que queden llevarlos a su poblado para exterminarlos mediante un ritual en el que dan sus corazones a un Dios (que no es otro que el sol) para, de esta forma, calmar su sed. Rápidamente, y sin contar mucho más, la película se convertirá en un espectáculo de acción que no tiene nada que envidiar a cintas míticas como "Acorralado" o "Depredador". Una violenta caza al hombre que nos depara algunos momentos espectaculares y arrebatadoramente realizados, en la mejor tradición del género. Todo con un ritmo compacto y (casi) perfecto. Bien es cierto que, entre las intenciones de su director, no esta contarnos al cien por cien una película histórica, aunque no se olvide detalles de todo tipo, por mucho que algunos sean de dudosa credibilidad. Por tanto, lo que Gibson pretende, sobretodo desde la segunda mitad del relato, es ofrecernos una historia épica de acción y aventura. Y, en esto, no se equivoca en nada. "Apocalypto" provoca al espectador con su gore desatado y sin complejos, con sus paisajes deslumbrantes y su fotografía, en ocasiones, magistral. Aturde por su concepto del cine-espectáculo con ese toque de verdadero autor tan reconocible y sorprende por la labor de caracterización de los personajes, por la cuidada selección de casting y por el riesgo asumido desde su propio bolsillo al invertir una cantidad cercana a los 50 millones de dólares (algunos dicen que más) para llevar a cabo una película hablada en el idioma maya y con actores desconocidos que, en su mayoría, se tratan de verdaderos indígenas. Al final, "Apocalypto" se saldo con alrededor de 50 millones de dólares en la taquilla de Estados Unidos y, parece ser, un interés aun mayor por Europa, donde empieza a dar que hablar por su violencia y provocación, al igual que sucedió con "La pasión de Cristo", aunque a menor escala. Y esto, aunque no sea espectacular, son las cifras esperables, o más aun, para una película que implica tanto riesgo como la que nos ocupa pero que, como suele pasar con el buen cine de autor, sabe como venderse gracias al nombre de su responsable, que ya es motivo de visita al cine para muchos aficionados o, en todo caso, gente con ganas de comprobar hasta donde puede llegar con cada nueva película."Apocalypto" es una película notable, que no sobresaliente. No entusiasma, pero funciona perfectamente. Tiene un mecanismo efectivo, que no es otro que el de cualquier maquina con las piezas bien incorporadas. Vamos, que tiene que funcionar sin problemas. Y es que viendo películas como esta, a uno le asaltan ciertas dudas sobre como se pueden rodar ciertos planos, sobre como alguien puede crear una ambientación tan hiper realista y creíble sobre una cavilación tan difícil y controvertida. A fin de cuentas, esta es la película de un director que sabe lo que se tiene entre manos y al cual la cámara no le hace temblar el pulso. Por esa razón podemos ver en "Apocalypto" grandes momentos de cine sin la necesidad de juegos pretenciosos ni de caer en absurdos que entorpezcan el ritmo. Gibson va al grano y no nos deja escapar hasta que han pasado dos horas. Y, volviendo a M.Night Shyamalan, se trata de dos de los pocos directores que podemos encontrar en la actualidad, dentro del cine comercial , que tienen el don de rodar y escribir con una facilidad innata, con una notoria devoción hacia el cine y lo que significa cada plano. En definitiva, dos directores que se dan la mano, en sus respectivos estilos, para crear cine de calidad sin caer en terrenos farragosos que impregnen la pantalla de tedio, que saben conjugar el ritmo con el tono pausado sin que les salga el intento rana, y que comprenden que, el cine como otras artes, necesita de un corazón cuando se quiere hacer algo que de verdad llegue e impacte a la audiencia. Otra cosa es la respuesta que muchos les den.(1) ¿Alguien me puede explicar por qué se aplaude todo lo que hace, por ejemplo, Christopher Nolan, sin ir más lejos "El truco final", cuando la diferencia abismal de calidad y trabajo entre aquella película y "Apocalypto" o "La pasión de Cristo" salta a la vista? De acuerdo, es cuestión de gustos. Aun así, se nota el trabajo de un creador, de alguien de veras concienciado con lo que hace y su manera de contarlo. Yo, por más que lo intento, no logro ver dichas virtudes en el más plano y vació Nolan.(2) Para Mel Gibson, el mundo parece ser un lugar duro y lleno de maldad. La violencia llega de la religión, de los mandatos del pueblo desatado en locura a merced de unos supuestos superiores, ya sean sobrenaturales o terrenales. Por eso mismo, "Apocalypto" no deja de ofrecernos una visión del mundo que no dista demasiado de la realidad actual.(3) En "El hombre sin rostro" la tortura interior y exterior de un hombre destruido por su horrible cara servia para articular los miedos superficiales del ser humano en forma de tortura, una de las más primarias, la nuestra propia; En "Braveheart" William Wallace terminaba siendo torturado hasta la muerte por luchar contra la tirania de aquellos seres supuestamente superiores de los que antes hablaba; "La pasion de Cristo" compone la explicación en imágenes perfecta de la tortura por antonomasia de la historia: la de Cristo por la humanidad.
Apocalypto es una película notable, que no sobresaliente. No entusiasma, pero funciona perfectamente. Tiene un mecanismo efectivo, que no es otro que el de cualquier maquina con las piezas bien incorporadas.
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El arte - contemplado bajo un proceso de consciente autoafirmación ontológica- da un paso gigantesco cada vez que un artista crea un universo. No tiene ningún sentido dedicar la vida al arte sin, de antemano, reconocer que éste es la faceta más noble y trascendente de la condición humana. El potencial humano alcanza su máxima meta en el acto creador, aquel transpirar del alma pensante por medio del cual el creador se proyecta a sí mismo hacia un mundo irrepetible. O sea, nos regala un pedazo de algo propio, algo que no puede ser sentido ni comprendido en el nivel convencional de la comunicación. De esta forma, lo intransferible se vuelve transferible, y el arte, en tanto que acto de comunicación, se convierte en una vía de fraternidad entre los seres sensibles y creadores."Europa", de Lars Von Trier, constituye un objeto único por su significado y su forma. La idea fundamental del texto base consiste en una inmersión en las profundidades de la mente del narrador omnisciente que se hace explícito mediante voz en off (Max Von Sydow en el original). Son los miedos, fantasmas e inquietudes escondidos en la mente de Trier los que van desfilando disfrazados de amargo llanto por el continente europeo y su desgraciada historia reciente y presente. Aunque el argumento se sitúa en la alemania nazi de post-guerra, las situaciones, las palabras, los gestos, los tramas de conspiración, el odio y la irracionalidad que motivan a los distintos entes que conllevan la esencia de los personajes humanos, son elementos del más inmediato presente, pasando por la guerra de los balcanes o cualquier conflicto latente entre los "nuestros" y los "otros" que todavía amenazan la convivencia pacífica de algunas zonas de Europa ( Irlanda, País Vasco). Por tanto, una parte del contenido temático consiste en un llanto elegíaco en torno a conflictos universales desde un marco contemporáneo.En otro estrato del contenido, aparece un motivo constante en la filmografía del realizador danés, la figura del inocente perdido entre el bosque de conflictos, víctima de los intereses de unos y otros, conocido como Leo Kessner. Es, al mismo tiempo, protagonista y observador imparcial, materialización de la conciencia del espectador, la que va siendo guiada por la voz en off según el viaje que nos propone Trier. Un viaje lleno de sombras y fantasmas que atosigan con su rol de personajes corruptos o esclavos de sus asesinatos o complicidades con los organismos implicados en la contienda.Ése es otro de los constituyentes básicos del contenido: su tonalidad onírica, propia de una atmósfera imaginada por Franz Kafka, y aquí Trier fija el pulso de su cámara en un espacio visual que contenga la máxima información posible para tal fin: la profundidad de campo y la ordenación de los distintos perfiles a escena siempre busca posicionar a Leo Kessner en un punto de neutralidad respecto al conjunto restante, pero, ante todo, subraya la sensación de ahogo entre el acoso, los imperativos y el engaño perpetrado por dicho conjunto de entes Kafkianos.En cuanto a la escritura, el guión recoge distintos carices temáticos y emocionales: tonos satíricos y/o sarcásticos, melancolía, decepción, Apocalipsis, paranoia, amor, desamor, aprecio, desprecio. Es fascinante lo magníficamente estructurados que estan toda esa cantidad de tonalidades y Lars Von Trier lo logra mediante una sencilla historia de amor y desengaño en un ambiente de hostilidades ideológicas, nada original en ese sentido. Pero la trascendencia de Europa no reside en la historia, sino el cómo es abordada: la imaginación visual de Trier queda patente en numerosísimos planos, travellings y en el uso de los recursos cromáticos para crear distintas dimensiones narrativas dentro de un mismo relato y en una misma escena, de lo cual se produce una intencionada ambigüedad-confusión entre lo real y lo irreal, acentuando así el carácter onírico de la representación. La destrucción final viene precedida por las tensiones en el marco psicológico de Leo Kessner, el cual, superado por la banalidad y la estupidez percibida en sus semejantes, decide que, al fin y al cabo, el genocidio es la única salida, siguiendo el hilo más turbulento de las inquietudes de Trier, como ya vimos a propósito de "Dogville".En vista de todo esto, "Europa" viene a ser un juego intelectual y creativo de su autor, caprichoso en la elección de los temas y las formas utilizadas, de enorme variedad, pero no en su construcción e intención últimas, que es la de comunicar un universo de imágenes que surgen de sus pesadillas y de los peores recuerdos autobiográficos, organizados y representados mediante una alegoría dantesca sobre los conflictos en nuestra civilización moderna y sobre el peligro de la incomunicación y la soledad. Mejor dicho, el peligro de la incomprensión, que es el factor que puede hacer que, cualquiera de nosotros, en un huida desesperada, tomemos la decisión de activar la bomba que da paso al horror. Terminando, y atendiendo a sus grandes cualidades en el orden temático (por tratar temas complejos con una estructura eficaz), a la policromía visual en consonancia con la multifacética representación de estados emocionales y narrativos, por estar dotada de un sello personal lo cual la convierte en una pieza única, y considerando que el arte debe producir obras genuinas, obras de las cuales se dice en coloquial expresión: "sólo él pudo hacer una obra como esa", o sea, que parte de la idiosincrasia del autor nos sea regalada mediante su producción estética (nos regala, en cierto modo, una visión del mundo que enriquece y amplía la del propio espectador, por eso tiene mucho más valor intelectual que limitarse a ofrecer una visión manierista o panfletaria, es decir, una visión no creativa y fosilizada, como ocurre en el discurso de Spielberg en "Salvar al soldado ryan", el cual no es más que una mera copia del discurso estatal norteamericano. El arte es mucho más que eso.) , desde "Imágenes y Palabras" no nos queda otra opción que la de calificar a "Europa", de manera indiscutible y absoluta, como obra de arte.A algunos les puede parecer una pedantería, como suele suceder en cualquier obra de autor en la línea del cine europeo más libre y vanguardista. Pero eso sólo lo dicen los cursis y los ignorantes.
A algunos les puede parecer una pedantería, como suele suceder en cualquier obra de autor en la línea del cine europeo más libre y vanguardista. Pero eso sólo lo dicen los cursis y los ignorantes.
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Nadie, absolutamente nadie, daba un duro por este Rocky; nadie creía en que Stallone fuese capaz de devolver a la saga a lo que fueron sus primeras entregas, al igual que nadie daba un duro porque Rocky plantase cara en su último combate; pero Stallone lo ha conseguido, ha creado un producto a la altura de lo que fue en su momento la saga. Es un broche de oro para una saga que no merecía terminar en Rocky V.Es imposible no gozar con esta película aquéllos que de pequeñazos disfrutábamos con cada gancho del potro italiano. "Rocky Balboa" es una visión nostálgica del mito, quizás en ocasiones excesivamente cargada de nostalgia, pero son sus defectos también parte de sus virtudes; vemos a un Rocky lleno de fantasmas del pasado, más dolorido por los golpes de la vida que por los del cuadrilátero, al que solo le queden los recuerdos de un pasado más brillante y un puñado de anécdotas que contar a los clientes de su bar. Es un continuo regreso al pasado, un homenaje a Rocky y al propio Stallone, una bonita y a veces tontorrona pero muy honesta reflexión sobre las viejas glorias y el paso del tiempo.Encomiable el trabajo de Stallone con esta película. Podría haberse limitado a vendernos un combate de un Rocky viejo y con problemas con las drogas, con el famosote de turno; pero su amor por el personaje se lo impedía y tenía que darle un final digno a la saga. Quizás como punto más negativo de la cinta sea que el rival carece de carisma y no está a la altura, pero da igual, porque el protagonista absoluto de esta cinta es Rocky. Es en definitiva un cariñoso y emocionante homenaje a un mito viviente.
Es imposible no gozar con esta película aquéllos que de pequeñazos disfrutábamos con cada gancho del potro italiano. Un cariñoso y emocionante homenaje a un mito viviente.
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Con el tiempo Pedro Almodóvar se ha convertido en un icono y figura mediática de la industria española sobre el que se han dicho y escrito tal vez demasiadas cosas, algarabía comprensible teniendo en cuenta los posicionamientos ideológicos y el bombardeo constante a cuento de los premios, las galas, los homenajes, bla bla bla bla. Desde un cierto sector intelectual -muy encallado en la red internauta - viene siendo costumbre subrayar la sobrevaloración de su papel como cineasta, aunque habría que meter matices para no despistarse demasiado. Si alguien quiere colocar a Almodovar en una posición de "cineasta genial", obviamente colgarle el calificativo de "cineasta sobrevalorado" será un gran acierto. Si comparamos su labor con la mediocridad imperante en el cine español, Almodovar , sin duda, esta entre los cineastas españoles más talentosos e importantes de los últimos treinta años.Ante todo, Almodóvar hace cine, y lo hace con precisión más que con pretensión. Hay que partir de un conocimiento ineludible: que una película con una estructura bien organizada ya es casi una buena película (a falta de analizar contenidos y significados). En "Volver", al igual que en una gran parte de la filmografía del director manchego, se hace patente de inmediato el tacto y el cuidado de los personajes en relación con la historia que se quiere contar. Poniendo la mirada en sus cuatro protagonistas femeninas, ninguna de ellas deja de formar parte integral de una narración que progresa desde un punto de inicio (en el cual las cuatro se encuentran en un estado psicológico muy concreto y definido mediante hechos y palabras) hasta un final en el que las cuatro reencuentran-descubren-se reconcilian con algo o alguien, dando paso a un estado diferente.Eso es contar una historia, y Almodóvar lo hace con una honestidad y una claridad de ideas encomiable. No es un cineasta caprichoso, sino que cuenta unas historias que a él más que a nadie le afectan y le interesan (cargadas del dolor por el pasado escondido o por un presente agónico de inanidad y desorientación), y que todo espectador que tenga la capacidad de percibir "en sintonía" con la sensibilidad del autor podrá disfrutar de igual modo.Sí, "Volver", no es una genialidad, es una historia típica, sobre un pasado oculto que a partir de un momento dado en el que determinadas variables afectan e irrumpen en la rutina de los acontecimientos (la muerte de la tía), progresivamense se va desvelando, empezando con unas imágenes en un cementerio en el que se evoca un hecho crucial. Y ése es el motivo que nos arrastra a lo largo de todo el desarrollo. La imagen que cierra el filme nos muestra, al fin y al cabo, a un alma en pena (Carmen Maura alejándose hacia el interior de la casona manchega, reprimiendo las lágrimas porque "los fantasmas nunca lloran", unas palabras en absoluto arbitrarias, ya que estan definiendo el estado psicológico del personaje, y además, con el adecuado cariz metafórico) que encierra una historia dramática y que se ve abocada a pagar sus deudas, su cementerio particular. Principio y fin de la narración visual se solapan en la configuración del significado, el punto final que demuestra que Almodovar sabe utilizar el lenguaje del cine para unos fines muy específicos y personales, su cine es íntimo, lo tomas o lo dejas.Es muy encomiable el trato y la orquestación del elenco femenino (tan habitual en Almodovar), ya lo hemos dicho, no le sobra ni le falta nada. La historia es trágica, los personajes estan dotados de esa dimensión de lo real que los aleja del mero esquema, y todas sus reacciones son coherentes con sus características. Lo que le da más versatilidad a todo ése conjunto es la mirada a medio camino entre la frialdad y la sensibilidad. Es una película sobre una España profunda, con su folclore y sus mitos, sus sinsabores cotidianos, sometida a un tratamiento de amarga nostalgia, con esas casas de pueblo manchegas que guardan el pasado, en las que Almodovar se recrea con planos generales, el patio de luces, los pasillos, las fotografías de los que ya no están, los vientos que barren las calles, la superstición de los vecinos.Es decir, a un esquema narrativo tan claro y conciso, Almodóvar le añade su propia poética, fruto de sus paisajes, sus raíces autobiográficas.y de su dolor. No pasará a la historia como un genio, probablemente le han dado más premios de los que se merece (y los que vendrán), pero no deja de ser un narrador con un gusto exquisito por sus propios paisajes, ya sea un espacio geográfico muy particular o un alma femenina (sus paisajes interiores). Es por eso que sus filmes tienen carácter de autor, y en "Volver" tenemos un buen exponente de su cine.
Poniendo la mirada en sus cuatro protagonistas femeninas, ninguna de ellas deja de formar parte integral de una narración que progresa desde un punto de inicio hasta un final en el que las cuatro reencuentran-descubren-se reconcilian con algo o alguien, dando paso a un estado diferente.
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Películas como "Noche en el museo", o "Parque Jurásico" y libros como "El Código Da Vinci" quieren acercar el mundo de los gustos masivos y el de la cultura. Hacen algo parecido a la mamá que añade nata al yogur que no se quiere comer el niño. El peligro está en que el niño se quede con la nata y deje el yogur. Muchos se irán del cine sin acordarse de Atila, los romanos o el antiguo Oeste, y recordarán que el Tiranosaurio movía la cola como un caniche. Lo cual, por otro lado es un acierto increíble.Quien haya visto el trailer de "Noche en el Museo" sabe ya toda la película. Ben Stiller trabaja de guardia nocturno y descubre que todo el museo vuelve a la vida cuando se hace de noche, miniaturas de cowboys, miniaturas de romanos, La figura de cera de Theodor Roosvelt, el esqueleto del Tiranosaurio, la estatua de la Isla de Java, una selva africana, guardianes de la momia de un faraón, Atila y cuatro de sus hunos. ¿Qué es lo que explica para nuestras mentes racionales semejante maravilla? A parte, claro está, de las ganas que a todos nos devoran de que algo extraño ocurra cuando nos vemos obligados a ir a un museo y nos morimos de aburrimiento. La película no ofrece la explicación hasta muy avanzado el metraje, parece confiar en que el espectáculo puede sostenerse mucho rato sin explicaciones, y tiene razón.El espíritu bienpensante de la película consiste en convencernos de que los museos son valiosos, y que la cultura sirve para algo, en contra de toda la evidencia que ofrece la televisión en la dirección contraria. El juego que propone para demostrarlo es ingenioso. Ben Stiller tiene que mantener en orden el museo si no quiere que lo despidan. Para que sus figuras no le destrocen la planta tiene que investigar sobre ellas: tiene que aprender historia, paleontología, ciencias naturales. La cultura se convierte, con esta fórmula, en un kit de supervivencia. Se convierte en algo terriblemente concreto, una especie de tanda de preguntas y respuestas, más parecidas a un concurso de televisión que a un libro de verdad. Pero la idea funciona.El protagonista tiene, incluso un arco dramático, una evolución. Con tantos accesorios, no me extraña que haya sido un taquillazo. Ben Stiller es un fracasado que no consigue un trabajo fijo y su hijo le pregunta por qué no puede ser como los demás. La peripecia supone, para él, demostrar que sí es especial. Los secundarios, reales o figuras, menudean llenos de quejas y problemas. Y el segundo acierto de construcción es el modo en que la trama tiene respuesta para todos. No deja ni uno sólo olvidado.Quizá la película no sea un buen argumento para demostrar lo útiles que son los museos. A mi me reafirma en que son un tostón, porque todo lo que ocurre sólo ocurre en las películas. Pero lo que sí consigue una instantánea de la sensación que produce un alboroto, y la tranquilidad a la que se llega después de negociar con todo el mundo. Después de conectar.
Para que sus figuras no le destrocen el museo tiene que investigar sobre ellas: tiene que aprender historia, paleontología, ciencias naturales. La cultura se convierte, con esta fórmula, en un kit de supervivencia.
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Una tragedia siempre da empaque y profundidad a una obra. Y si no que se lo pregunten a Shakespeare, a los clásicos griegos o a Harold Crick, este tercero un individuo para nada reconocido ni popular, más bien un solitario y anodino inspector de hacienda, un burócrata entregado a miles de rituales diarios que se repiten constantemente en su existencia gris.Y de hecho, nunca le conocerán si no ven "Más extraño que la ficción". Pero lo que importa aquí es destacar que Harold Crick (un ajustado Will Ferrell) también suscribiría esta opinión a píes juntillas, aunque ello le suposiera poner fin a su propia vida.La segunda apreciación es que al guionista Charlie Kaufman, y a sus comedias filosóficas, aficionadas al metalenguaje, originales y reflexivas del tipo "Olvídate de mí", "Adaptation (El ladrón de orquídeas)" o "Como ser John Malkovich", le ha salido un imitador, Zach Helm, quien por cierto no lo hace nada mal con "Más extraño que la ficción".Su disparatado argumento, convenientemente aliñado con notables dosis de romanticismo, empieza por elevar a la máxima potencia la idea del escritor, o artista, como creador y demiurgo. Una suerte de Dios que puede jugar, alegremente o no, con el destino de sus criaturas.Como salvar la vida.En este caso una depresiva escritora, Karen Eiffel (Emma Thompson), con crisis de inspiración y una musa, Penny Escher (Queen Latifah), impuesta, por decreto de su editorial. Y Karen, sea por el azar o por una inexplicable intervención divina-creadora, dará un vuelco a su existencia, junto a su personaje, menos ficticio de lo que desearía. Probada la certeza inexorable de la muerte, verán que la vida también puede tener otro lado más luminoso.Tal vez ello no sea del agrado de otro ilustre colega, el profesor, literato y psiquiatra Jules Hilbert (Dustin Hoffman), pero por lo menos la pasional y rebelde propietaria de un humilde restaurante, Ana Pascal (Maggie Gyllenhaal), seguro que agradecería que no toda obra maestra esté fatalmente marcada por lo fúnebre.En fin, que ni siquiera deben preocuparse por tratar de descifrar esta crítica, pero si desean ver una película original y distinta, además de notable y de ser la mejor película de Marc Forster ("Monster's ball", "Descubriendo Nunca Jamás" o "Tránsito"), no la dejaría escapar.Nos habla de obras y personajes, de realidad y destino, de lo sublime y lo terrenal, incluso de relojes de pulsera y de guitarras eléctricas, y por mucho que la sombra negra de la Muerte planee sobre sus encuadres, también nos vislumbra aquelllo que nos puede salvar la vida, sea en forma de "matices, anomalías y sugerencias" o de una película como ésta a descubrir.
Nos vislumbra aquelllo que nos puede salvar la vida, sea en forma de ?matices, anomalías y sugerencias? o de una película como ésta a descubrir.
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Su número es el 13 pero, de números, los tiene todos para en erigirse en una película de culto, si es que ya no lo es. "Tzameti" es este mismo número en georgiano; un homenaje del director, el debutante Géla Babluani, a su tierra en esta co-producción con Francia, y que se paseará con este título por todo el mundo, con parada en Hollywood, donde los estadounidenses ya están pensando en crear su particular ?remake?."13 Tzameti" es como un Quentin Tarantino a lo pobre, o como un Roman Polanski rememorando sus inicios para submergirse en lo más retorcido de la mente.Si su presentación es un tanto morosa y decepcionante, a cambio el nudo de la trama nos arrastra hacia la angustía total. Una sensación incrementada con la fotografía en blanco y negro y casi treinta minutos de metraje que colocan no sólo a su aterrorizado protagonista (Georges Babluani), un joven obrero de 22 años, empapado de sudor y en el punto de mira de una macabra apuesta, sinó al mismo espectador como si tuviera una arma cargada apuntándole en la sien.Un mundo implacable.Que conseguir dinero fácil conlleva enormes riesgos es tan cierto como que hay gentuza con lo límites de la moral trastocados en busca de sensaciones fuertes.Las ansias de unos y las precariedades de otros convierten las vidas humanas en meras fichas o peones, sea en "13 Tzameti" o en cualquier guerra. Puede que se recree demasiado en su inicio con todo tipo de personajes que aparecen y desaparecen, con miradas acechantes, y juegos de persecuciones y despistes. También que la música tenga un tono ?amateur?, casi más apropiado para un cortometraje, reforzando la idea que su propuesta es algo estirada.Pero ante la escasez de medios, y la abundancia de, una parte, de los resultados, este juego de horror, por lo siniestro y las debilidades de la naturaleza humana, bien merece su distinción por su retrato de un (sub) mundo frío e impacable, plagado de juegos sucios, por desgracia, demasiadado parejos con la realidad. Y de paso que sirva para que Eli Roth, y su "Hostel", tome buena nota, o para que el tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo mantenga "intacta" su capacidad para crear más cine.
Merece su distinción por su retrato de un (sub) mundo frío e impacable, plagado de juegos sucios, por desgracia, demasiadado parejos con la realidad.
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No. Esta vez no voy a usar una película como pretexto para exponer mis ideas o pensamientos mas dementes/racionales/insensatos. Esta vez, y lo juro ante el sagrado Necronomicón de Lovecraft, pienso hablar de la película en si (por primera vez y esperando que no sirva de precedente), aunque creo que es evidente que prefiero que una película me haga reflexionar sobre cualquier aspecto que en ella se de cita. Quizas algún dia hable sobre todo lo que significa la saga de novelas de Rowling (anda que no tengo cosas de las que hablar) desde una perspectiva menos mitológica y mas profunda.Parto de la base de que soy un autentico fan de los libros, los adoro, me parecen de lo mejorcito que ha salido en fantasia, con un personaje principal realmente interesante y atormentado a todos los niveles por todo lo que su no-existencia está implicando. Parto de la base, que cuando se adapta un libro a la gran pantalla, lo que menos me interesa es su posible fidelidad o no (aunque seria un autentico hipócrita si negara que me importa un bledo). Parto de la base, que lo que mas me gusta ver en una adaptación, es ver plasmado en imagenes lo que los libros me sugirieron con palabras.Tras estas premisas, indico como preludio, que las adaptaciones de Columbus me parecieron bastante interesantes, acordes con lo que los libros narran y reflejando en imagenes todo lo que disfruté en cada uno de los dos volumenes llevados a la gran pantalla por el director de solo en casa. Tambien me gustaria indicar, que la tercera pelicula, dirigida por Alfonso Cuaron, si bien a nivel tecnico me parecio bastante sorprendente (a excepción de ese anorexico hombre lobo), no me acabó de convencer, es mas, me defraudó muchisimo, porque no vi el espiritu de la novela reflejado en la pantalla. Rowling puede decir que la pelicula le encanta y mil cosas mas, pero si a mi me ponen un cheque de 10 millones de dolares sobre la mesa, digo si hace falta que dios existe por mucho que traicione todo lo que la novela implicaba.Con estas breves reseñas, y como indicaba, tras el fiasco sufrido con Harry Potter y el prisionero de Azkaban, he acudido al cine, sin ninguna información (no queria sentirme influido a ningún nivel, ni predispuesto a sentirme decepcionado, ni predispuesto a sentirme satisfecho) a ver la cuarta película del mago huerfano. ¿Que me he encontrado en la película?, pues no mucho, lo que mas me a sorprendido es que un libro de 650 paginas, aun habiendo obviado ciertos pasajes, haya sido mas que correctamente sintetizado en 150 minutos de pelicula, me he encontrado con un director, Mike Newell (realizador entre otras de Cuatro bodas y un funeral, y a priori el menos indicado para una película como esta), que a sabido trasladar la idea global que inspiraba la novela a los 35mm. Sorprendente sin lugar a dudas. Me he encontrado tambien con unos individuos que representaban en las anteriores peliculas a los personajes de las novelas actuando minimamente, aunque Daniel Radcliffe tenga menos talento que la araña a la cual Ojoloco Moody le lanza las maldiciones imperdonables. Mucho efecto visual -inevitable-, absolutamente apabullantes y en ocasiones excelentes (con especial mención para el colacuerno hungaro), buen ritmo narrativo, y algunas escenas que precisaban de mas metraje (especialmente el ataque de los mortifagos, que con lo genial que queda su entrada en escena, uno desea mucho mas). En USA el filme a sido calificado PG-13, en España PG-7. Bueno, es cierto que es muy oscura (algo por otra parte heredero del espiritu de la novela -y me estoy repitiendo con el jodido espiritu-), tiene momentos "terrorificos" como la citada aparición de los mortifagos en los mundiales de quidditch y tiene momentos divertidos. Eso es la película, los fans mas radicales de Harry Potter la amarán, los fans mas puristas la repudiaran, entre los menos radicales habrá gente a la que le guste y otra a la que le deje indiferente, y a los que no se han leido las novelas pues les parecera entretenida. Yo, que siendo seguidor de los libros, prefiero situarme en un termino medio, ni tan increible como estoy leyendo por ahi, ni tan mala como se podría esperar viniendo del director que viene. Una película interesante que a mi modo de ver mejora muchisimo el fiasco de Cuarón.De todas formas, dentro de 20 años, veremos si la saga cinematográfica del mago londinense sigue siendo recordada o se quedará en el olvido mas absoluto. Será digno de verlo, si se me permite una reflexión rapida.. soy de los que piensan que los filmes no aguantarán el paso del tiempo como si lo harán las novelas.Y por ultimo, recomendaciones para los productores, para la orden del fenix olvidaros de David Yates y contratad a Guillermo del Toro, para the half blood prince yo apostaria por un Shane Carruth (director de Primer) y para el septimo libro, aun sin haberlo leido, Darren Aronofsky, del cual una vez mas reivindico el urgente estreno de The fountain, que servidor, desde que vio Requiem por un sueño, ansia ver la tercera obra maestra de este director tan destroyer.PD: En caso de no ser Aronofsky, un Takashi Miike seria tremendo.
Interesante adaptación de la novela de Rowling
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De la mano de Quentin Tarantino, Eli Roth nos presenta una nueva versión de los clásicos del cine de terror, en el que un grupo de jóvenes acaba en un pequeño pueblecito en el que nada es lo que parece y del que no les será fácil escapar. Normalmente el escenario utilizado para ambientar estas películas suele ser la América profunda, pero en este caso y para darle un toque más exótico han decidido trasladarlo a Europa, concretamente a Eslovaquia.El origen de la película viene porque a Roth le comentaron que existe la posibilidad de matar a alguien por 10.000 dolares. Esto es posible (o eso dicen) en Tailandia, acto seguido Roth se quedó petrificado y pensó que sería un argumento perfecto para su próxima película. Tras estos comentarios ya os podéis imaginar el argumento: un grupo de chicos (dos americanos y un islandés) recorren Europa en busca de sexo y estando en Ámsterdam les recomiendan ir a un pequeño pueblecito eslovaco en el que las bellas mujeres se vuelven locas por los extranjeros, especialmente por los americanos. Como era previsible, nuestros protagonistas van en su búsqueda, y también de un modo previsible, encontrarán mucho más que placer sexual.He de decir y agradecer que la película no es tan fuerte como la venden. Tiene sus dosis de casquería, pero no es lo que más abunda ni lo más desagradable, ya que lo que realmente da miedo es que se puedan producir hechos en la realidad como los que nos cuentan, y que hasta cierto punto sería fácil que sucediesen.Eli Roth no nos cuenta nada nuevo, ni innova dentro de un género bastante agotado, pero hace una revisión de clásicos como La matanza de Texas incluyendo algunos ingredientes del cine asiático. A este respecto hay que comentar el cameo que realiza el director Takashi Miike (uno de los máximos exponentes del género) interpretando a un sádico cliente de las cacerías de lujo. En el plano actoral no hay nada que destacar, salvo la belleza y descubrimiento de la actriz checa Barbara Nedeljakova, ya que el retrato de los personajes no pasa del tópico.Hay que decir que Roth combina en determinados momentos el terror con la comedia, dando un par de toques de humor negro que se agradecen. Un buen aporte, que supo explotar perfectamente Chicho Ibáñez-Serrador, es la figura de los niños como ente y personificación del mal, siendo ellos los protagonistas de un par de grandes momentos de la película.Hay dos partes muy diferenciadas: la primera dedicada a mostrar el viaje y comportamiento de los protagonistas y ya una segunda en la que la felicidad se torna en horror. Jay Hernandez es el único que cuenta con un papel un poco más dinámico y profundo, ya que nos narra un hecho que tuvo cuando era pequeño y que más tarde intentará redimir, mostrando así un acto de valor que muchos otros hubiesen declinado. Pero pese a esto no deja de ser un mero personaje más, bastante plano. Tarantino y su equipo han sabido vender la moto, ya que mucha gente tiene la idea de que es otra película del genial director, y cuando ven el título que acredita la dirección al creador de Cavin Fever pues se llevan un chasco. Otro punto a su favor ha sido la manera de publicitarla como la obra más bestia que se ha rodado jamás, lo cual va a arrastrar a numerosos adolescentes y no tan jóvenes, a ver lo que esperan sea el mayor festín sangriento de la historia del cine. En definitiva, una película del montón que hará las delicias de los amantes del género y que sorprenderá a las nuevas generaciones. Por último decir que no le hacen muy buena publicidad a Eslovaquia, y como curiosidad comentar que hay muchos americanos que están preguntando si realmente existe este país de la Europa del este. Si es que al final como en España en ningún sitio.
Película del montón que hará las delicias de los amantes del género
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Banderas de nuestros padres no es el nuevo clásico instantáneo de Eastwood que muchos esperábamos. Ofrece momentos aislados de magnífico cine, escenas bélicas tan espectaculares como crudas (la estela de Spielberg es perceptible en ellas), una elegante fotografía de sombras al estilo de Million Dollar Baby y el acompañamiento sonoro de las parsimoniosas notas del propio Eastwood. Pero el conjunto del filme no ofrece tantos quilates de buen cine como el trabajo citado o la excelente Mystic River. Al menos aún cabe la posibilidad de un rápido resarcimiento a través de Cartas desde Iwo Jima, una propuesta de partida más original al adoptar el inhabitual punto vista del contendiente bélico norteamericano.La cinta asume un patrón narrativo bastante convencional: el hijo de uno de los soldados que posó para la famoso foto de Joe Rosenthal rastrea el papel jugado por su padre y sus compañeros en la guerra del Pacífico y, en particular, tras aquella histórica instantánea. En sus pesquisas para su libro descubrirá la desoladora verdad enterrada por el tiempo y el silencio de los protagonistas de los hechos. Y averiguará cómo esa foto fue convertida en estandarte por los estamentos militares con el fin de recaudar fondos para una guerra que estaba dejando exhaustas las arcas nacionales. También contemplará cómo se utilizó la imagen de tres soldados, a regañadientes en el caso de dos de ellos, para una mastodóntica campaña de marketing bélico en la que no hubo reparos para mentir, exagerar y, sobre todo, faltar a la memoria de los compañeros caídos en combate.Así, la cinta ofrece un discurso crítico en la revisión de aquella campaña promocional, pero, sobre todo, pretende homenajear a quienes lucharon en aquella sangría que fue la campaña de la isla de Iwo Jima. De manera que las refulgentes imágenes de los soldados convertidos en estrellas de rock durante su peregrinaje por todo el país tienen un oscuro y cruento envés: el de las incontables bajas de imberbes soldados incapaces de doblegar a los japoneses. El principal problema del filme, y el que lo lastra a la postre, es la poca armonía en el ritmo del relato por culpa de unos saltos temporales mal estructurados. Así, cuando la cinta profundiza en el drama de la triunfal vuelta a casa de los tres soldados, volvemos de improviso al horror de la guerra que de cuando en cuando les sobreviene a cada uno de ellos. Y a estas dos dimensiones temporales, además, se añade una tercera: la del tiempo presente con el hijo del soldado "Doc" Bradley (Ryan Phillippe) entrevistando a veteranos de guerra para su libro. Por tanto, aunque no deja de resultar interesante, la penúltima propuesta de Eastwood (la de mayor presupuesto de su carrera como director) no está bendecida por su maestría de los últimos tiempos. Quizá Cartas desde Iwo Jima (nominada al Oscar a mejor película) nos devuelva la mejor versión del director de San Francisco.
El principal problema del filme, y el que lo lastra a la postre, es la poca armonía en el ritmo del relato por culpa de unos saltos temporales mal estructurados.
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En un intento de continuar con sus ideas visuales bizarras, ya establecidas en "Eternal Sunshine of the Spotless Mind", Gondry trenza una historia en la que la ídem, precisamente, ocupa un segundísimo plano. Claro que, no estando presente Charlie Kaufman era de prever."The Science of Sleep" nos habla de la necesidad de soñar, crear nuestro propio mundo interior, para defendernos del aburrimiento del mundo exterior, de una realidad decadente y estancada en la rutina. Y de la necesidad de luchar por el amor. Una vez más.El autor de la cachonda "Human Nature" lanza una propuesta visualmente interesante, pero con un guión un tanto carente de gancho y que se erige como un claro ejemplo de retomar la senda pasada creando una continuación con identidad propia.Pero el motivo principal por el que un cinéfilo acude a visionar un film de Gondry es por ver cómo se las arregla sin el genio de Kaufman. Había que comprobar si el director francés es capaz de salir airoso de un proyecto cinematográfico con todo su peso, más allá de propuestas videocliperas para la MTV. Y, a su forma, posiblemente se está haciendo un hueco. Pero, aún siendo interesante, no logra desembarazarse de su pasado. Ni por el lado de Kaufman ni por el de la MTV.Cuando uno se sienta a ver "La Ciencia del Sueño", no puede evitar pensar en películas de la medida de "Punch-Drunk Love" de Paul Thomas Anderson o la propia "Eternal Sunshine of the Spotless Mind" del mismo director que nos ocupa (aunque con la inestimable ayuda de uno de los guionistas más transgresores de los últimos tiempos).Y es que la sombra de los maestros es demasiado alargada.La propuesta de Gondry aquí es prácticamente la misma que la de su film anterior. Una peculiar, enrevesada, divertida y moderna forma de definir el romanticismo. Reinventar el género romántico. Sobrepasar sus barreras llevándolo todo al límite. Pero el invento ya está patentado. Y la irregularidad hace un excesivo acto de presencia.Aunque, por momentos, la sensación de "déjà vu" deja en el espectador un ligero aura de sopor, que provoca determinados baches en el visionado del film y evita que sigamos la historia con total interés (los párpados pesan demasiado), es bien cierto que los momentos hilarantes, las situaciones y escenas extravagantes y los ingeniosos gags hacen que nos levantemos de golpe y empecemos a reírnos.Su humor absurdo, metafóricamente surrealista, si bien ya está explotado, lo cierto es que genera situaciones rayanas en lo tronchante y delirante. Uno no sabe dónde meterse cuando Stéphane abre la boca para soltar una de sus brutales ocurrencias. Gael García Bernal realiza un trabajo estupendo, además de absolutamente distanciado a sus trabajos anteriores. Se muestra como pez en el agua en un terreno desconocido para él: el de la comedia absurda.Pero no es él el único desquiciado mental de "The Science of Sleep". El plantel de secundarios es una auténtica galería de "frikies", que nos regalan frases y situaciones de lo más esperpéntico y risible.No es el apartado humorístico/ingenioso lo único destacable del film. Asimismo, el aspecto visual es netamente interesante. Desde decorados cartón/piedra, que simulan movimientos cercanos a un "stop-motion" enrarecido, hasta imaginería situacional de lo más curiosa.Gondry se nutre de sus conocimientos para regalarnos una imagen para nada abusiva desde el punto de vista efectista, ni tampoco gratuita. Ejerce un gran poder revelador para seguir detalladamente el curso de la historia y de su significado.Y termina por otorgar a la obra un carácter relativamente entrañable. Así se podría definir la última propuesta de Gondry. A diferencia de su anterior película, esta se centra más en la diversión y el optimismo. Menos melancólica. Más infantil (algunos dirán que peca en exceso de ingenua). Más tierna. Y, efectivamente, sin su magia ni genialidad.Sí. "La Ciencia del Sueño" es simplemente un intento de continuar con la huella que un director pretende dejar. No por ello deja de ser entretenida e interesante, pero, pasado cierto tiempo, uno se olvida de lo que ha visto. Ni "Punch-Drunk Love" ni, por supuesto, "Eternal Sunshine of the Spotless Mind" dejan que nos olvidemos de ellas.Gondry, en esta ocasión, no ha logrado dar el toque definitivo para convertirla en algo más. En una película mayor.Se ha quedado en un intento, válido, pero intento relativamente fallido al fin y al cabo. Da la sensación de que el film carece de alma y, por tanto, de supervivencia más allá de nuestros ojos.El tiempo dirá si su separación de Kaufman para ganar mayor protagonismo con sus films ha sido fructífera. O si, al contrario y como su compañero Spike Jonze, debería haber apostado por la genialidad y la "seguridad" del amparo de un guionista con talento innato. Pero? ¿alguien ha dicho que Gondry no lo pueda tener? Todo está por ver. Y todo terminará situándose donde merece.Esperemos que no caiga en su propia trampa y deje su pasado para centrarse un poco en su propia personalidad de "cine de autor" que él mismo pretende crear.Por lo pronto, ya se va ganando sus primeros defensores y sus primeros detractores. Punto obligado en todo director que se sale un poco de lo habitual.
Gondry perseverando, reinventando y quedándose en el intento.
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Recuerdo las críticas que, hace unos meses, recibió la película "Los fantasmas de Goya"; la mayoría no fueron muy buenas y casi todas estaban basadas en un falso concepto segun el cual la obra intentaba ser una biografía del excelente pintor y, claro, desde ese punto de vista resultaba pobre e, incluso, incorrecta. En su momento, ya dije que el largometraje no era, bajo ningún concepto, una biografía, sino que, basándose en la filosofía y vida del pintor, Milos Forman, fue capaz de introducir a un personaje histórico en una trama imaginaria (algo que no es tan sencillo como parece). Dicho esto, todos os preguntaréis, ¿y a cuento de qué viene ésto ahora? Pues muy simple, esos mismos críticos que maldijeron tanto la dirección del señor Forman, hablaban maravillas a la salida del pase de prensa de "Klimt", una biografía bastante caótica sobre uno de los pintores más destacados del siglo XIX.Pues bien, mi primera recomendación es que si usted no conoce la obra y vida del pintor, tiene dos opciones: o bien se documenta sobre la vida de Klimt o bien no vaya usted a ver la película. Le aviso, si entra a verla sin conocer datos sobre el artista, saldrá con las mismas nociones, bueno, no, exagero? Usted sabra algo más: pintaba señoras desnudas, tuvo una gran amiga con derecho a roce, su arte no gustó a algunos de sus contemporáneos y la sífilis dañó gravemente su sistema nervioso. Además de este contenido, usted podrá apreciar un trabajo artístico impresionante. Tanto la fotografía como los colores están sumamente cuidados para introducirnos en la simbología de Gustav Klimt pero, por lo demás, la película tiene más errores que aciertos:Cierto es que este pintor fue conocido por su amor hacia el cuerpo femenino y que existen multitud de óleos y dibujos sobre la fisionomía de la mujer con todo lujo de detalles, pero, no es menos falso que no sólo seleccionó para ello a jóvenes delgadas sino que, también, nos mostró el cuerpo ajado de las ancianas o las redondeces de las embarazadas.Es verdad que tuvo una gran amistad (quizás algo más) con Emile Louise Flogë y, por eso mismo, se dice que cuando el pintor murió de un ataque de apoplejía pidió que la trajeran a su lado, datos que al director no le ha interesado, para él Klimt murió diciendo "flores".Klimt tenía un gran cariño a su madre y tras su muerte, su paleta se convirtió más sobria y oscura, pues para Raoul Ruiz tampoco es importante, es más, lo único que deducimos de la película es que madre y hermana compartían enfermedad y alucinaciones.Así podríamos seguir unas cuantas puntualizaciones más pero no pretendo aburrirles demasiado, así que, para resumir, demasiadas pretensiones visuales para disfrazar una escasa labor de documentación y, señores, en este caso el género que se nos presenta sí que es una biografía.
Demasiadas pretensiones visuales para disfrazar una escasa labor de documentación y, señores, en este caso el género que se nos presenta sí que es una biografía.
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Infamante forma de titular una memorable película, posiblemente motivado por el temor del distribuidor a que el personal hispano se pensara que estaba ante una recreación progresista-solidaria del naufragio de aquel petrolero frente a las costas gallegas y las posteriores repercusiones que tuvo para con el gobierno de Chema Graznar. Y es que la falta de imaginación de los "tituladores" patrios es lamentable y patética. Que estamos ante una película de magia, pues hala, a ponerle un "truco" en el título, no vaya nadie a llamarse a engaño, precisamente cuando el engaño y la simulación están en la raíz de la última película de Christopher Nolan, uno de los directores más interesantes que tenemos en activo y que, por rodar películas de superhéroes, como el último Batman; o policíacas, como "Memento" o "Insomnia"; o de corte fantástico, como este "The prestige", está pasando demasiado inadvertido entre el común de los espectadores y, por supuesto, de las Academias y Asociaciones que conceden los premios anuales de la cosa.Dicho lo cual, pasemos a glosar las enormes, poderosas y potentes virtudes de esta "The prestige", una película con tantas aristas, dobleces, sombras y mala leche como aquella otra portentosa "La guerra de los Rose". Y es que cuando dos artistas empiezan a escalar hacia la cima, son muchas las sensaciones y sentimientos que se entrecruzan entre ellos, desde la admiración y el reconocimiento a la envidia, el odio y las ganas de destrozar al adversario, de verle hundido, machacado, arrasado y aniquilado. En "El Dorado", una de las grandes obras maestras de Howard Hawks, coinciden dos pistoleros. Uno de ellos, Nelse Mcleod, le plantea a John Wayne la posibilidad de unirse a su grupo. Ante la negativa de Wayne, Nelse le espeta algo como: "Quizá sea mejor así. Cuando dos hombres como nosotros cabalgan juntos, siempre surgirá la cuestión de quién es el mejor." Y sobre esa base está construida "The prestige": dos magos de notable talento que trabajan juntos se separan por un trágico accidente, comenzando desde entonces una destructiva rivalidad que les llevará a crecerse y elevarse hasta los cielos en su arte y a hundirse y enfangarse hasta lo repugnante en su relación personal. Con una fascinante narración fragmentada basada en continuos saltos en el tiempo y gracias a una labor interpretativa majestuosa tanto de los actores principales como de unos secundarios de lujo ?impagables Michael Caine y David Bowie-, con un guión perfecto en que todas sus piezas componen un mecanismo de relojería que funciona con precisión suiza y con un realismo sucio ambiental que sirve para enfatizar la vileza y la corrupción de los personajes; "The prestige" es una película gloriosa, envolvente, táctil y estupenda que, sin maniqueísmos, se convierte en un prodigioso juego de espejos en que se ve perfectamente representada la esencia contradictoria del ser humano.Parece que Nolan, Bale y Caine repiten juntos en "The dark knight", la esperadísima secuela de su también espléndida "Batman begins", en la que la dualidad también juega, por supuesto, un papel esencial y que ya estamos esperando, rendidos de admiración, todos los espectadores que hemos alucinado con "The Prestige". Esperemos que la espera no sea muy larga.PD.- ¿Sabe alguien si el título de "The dark knight" hace referencia a la famosa novela gráfica de Frank Miller que tanto ha emocionado a los lectores de tebeos de los últimos veinte años?
Guión perfecto en que todas sus piezas componen un mecanismo de relojería. ?The prestige? es una película gloriosa, envolvente, táctil y estupenda.
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Precedida de una descomunal campaña de promoción, que por lo abultado y nutrido de la asistencia a la sala del cine, ha resultado ser de lo más efectiva, se ha estrenado "Noche en el museo", un divertimiento que funciona perfectamente como comedia de humor blanco, destinado a todos los públicos.Jugando con los más modernos efectos especiales y contando con un actor encasillado en su papel de amable, torpón y bienintencionado cuarentón post-adolescente, "Noche en el museo" es un perfecto ejemplo de screwball comedy en que los personajes se dan mamporros, golpes y porrazos de todo tipo, tartazos y tortazos incluidos, demostrando que el humor clásico de siempre sigue funcionando a las mil maravillas.La anécdota: un mocetón, contratado como vigilante nocturno del Museo de Historia Natural se da cuenta de que las figuras, animales y demás naturalezas muertas, embalsamadas, disecadas, momificadas y enceradas del mueso, cuando cae la noche, cobran vida, presas de una vitalidad desbordante, caótica y un tanto destructiva. Del esqueleto del Tiranosaurio Rex que tanto juego le dio a Howard Hawks en "La fiera de mi niña" pasando por los fieros leones o por esos monos siempre cachondos y juguetones, la acumulación de tópicos del cine cómico es tan constante como está bien lograda.Y poco más se puede decir de una película que da al espectador exactamente lo que promete. Ni más ni menos. Un divertimento de guante blanco que hace pasar un rato entretenido. Una película de ver, sonreír y olvidar sobre la marcha que no incomoda, no molesta y no cansa. Y, curiosamente, será una película que batirá récords de taquilla, algo muy ilustrativo sobre la apachorrada sociedad en que vivimos, sin ganas de calentarse la cabeza, sin ganas de verse molestado, zaherido o incomodado en su bienestar cotidiano. "Noche en el museo", la perfección técnica al servicio de una película para niños que, curiosamente, arrastra a masas de adultos al cine. Lo dicho. El signo de los tiempos, por que, ¿cuántos de los espectadores de esta película también irán, por ejemplo, a ver "Apocalypto", "Banderas de nuestros padres" o "The queen", por poner tres ejemplos de películas actualmente en cartelera que hablan sobre las cosas que nos pasan o nos han pasado en nuestra historia reciente? Ésa es la cuestión.
Película que da al espectador exactamente lo que promete. Ni más ni menos. Un divertimento de guante blanco que hace pasar un rato entretenido. Una película de ver, sonreír y olvidar sobre la marcha.
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Dice George Lucas a propósito del Supercine de época rollo Cecil B. De Mille en el documental de moda en los blogs, A Personal Journey with Martin Scorsese Through American Movies, que nadie en la actualidad haría una secuencia con dos mil extras teniendo los avances tecnológicos que tiene el cine americano.Y yo digo: esperemos un par de pelis más de Mel.Apocalypto es una película de acción. Como Acorralado, como Depredador o como Arma letal. Está muy bien rodada, faltaría más (ya lo estaba la para mi superior La Pasión de Cristo) y tiene momentos de cine furtivo maravilloso.Pero es una peli de acción y aventuras que recurre a tópicos que parecían olvidados (la catarata de El Fugitivo.) y a efectismos modernos del tipo "momento anuncio de Pirelli" (Ronaldinho con el jaguar detrás.) la mar de entretenida.Y es una peli de autor. No me atrae más que Maria Antonieta pero si bastante más que Banderas de nuestros padres.PD: Puede que sufra el síndrome de "Todos la han visto ya y dicen que es cojonuda" o puede que en la nota interfiera el señor que roncaba ¡¡¡tumbado!!! en tres butacas con su señora (me levanté, les puse a caldo y se largaron a la altura del ataque de la aldea) o la mamá Disney que exclamaba Oooohhhh! cada vez que un niño aparecía en la pantalla. Yo lo exclamaba cada vez que alguien era destripado. Y no hay tantos. Hay más sangre en la espalda de James Caviezel que en la aldea de Jaguar Paw.
Apocalypto es una peli de acción y aventuras que recurre a tópicos que parecían olvidados.
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Odio los biopics. Lo he dicho muchas veces, pero es que tengo la sensación de que nadie me escucha. Para un amante de las historias, no hay peor historia que la biografía de una persona. Toda la historia de las "Dreams" está contada para que acabemos descubriendo que uno de los personajes era el malo. Hasta el peor guionista huviera avisado al público de que este tipo era malo en la primera escena. "Dreamgirls" lo presenta como un tipo estupendo que les ayuda a subir. No es que el guionista sea malo, es que ocurrió así. Dios no sabe escribir guiones. No sé por qué el cine se empeña en fusilárselos. Si cobrara copyright le dejarían en paz, pero como no cobra, tendremos que seguir aguantando biopics. Y no sé si lo he dicho, pero odio los biopics.El malo es tan malo que por su culpa el cantante Jimmy Early no pudo dejar droga. Le censuró una canción y Early se lanzó a por su equipo de jeringuillas y demás herramientas de heroinómano que, caray que casualidad, tenía preparado en un bolsillo de la chaqueta. Pero si no es por eso, Early se salva. En esta película hay mucha gente que hace daño a otra gente, gente que salva a otra gente, gente que destruye la vida de otra gente. Es una película en la que nadie tiene la culpa lo que le pasa, siempre hay una mano negra. La culpa de todo la tiene el malo. La verdad, yo no me imagino a nadie arruinando mi vida. Estos personajes incansables que causan tantas bajas me parecen escapados de una pesadilla, pero nunca he conocido al original de los retratos.
No es que el guionista sea malo, es que ocurrió así. Dios no sabe escribir guiones.
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Al hilo de El ilusionista, compleméntandola sin pisarla, ocupando ambas diferentes zonas de un mismo ángulo narrativo, El truco final ( El prestigio ) se afianza en la cartelera como un título interesante, digno, de una manufactura sobria y un plantel absolutamente esplendoroso ( Christian Bale, Hugh Jackman, Michael Caine, Scarlett Johansson ). Dirige Christopher Nolan, que entregó la fastuosa y alambicada Memento, el thriller Insomnio ( con unos muy comedidos y sorprendentes Al Pacino y Robin Williams, en papeles de una contención proverbial siendo quiénes son ) y esta última entrega de Batman, alejada del cliché de la política de Hollywood y escorada, con fortuna, al estudio más sagaz de los personajes y un alejamiento consciente de las formas clásica de los superhéroes para reinventar ( lo hizo, no me cabe duda ) el género. Pues habida cuenta de todo esto, El truco final ( El prestigio ) debería haber sido un peliculón o, al menos, una pelìcula con mimbres de calidad, entretenida, con las suficientes referencias para el cinéfilo exigente y con toda la metralla comercial para el consumidor de cine más pasivo, menos entregado a buscar debajo de las piedras los alacranes del genio.Esa esperanza se difumina al poco de avanzar el metraje que a mí se me antojó confuso, embarrullado, carente de gancho, frío quizá. Viene a pasar con esto de los trucos de magia que una vez que se ha visto el "prestigio", como dicen en la cinta, nada es ya relevante. Y Nolan hace trucos fastuosos, gesta una vigorosa puesta en escena que no carece de elementos brillantes ( hay un tono gótico, un regusto casi malsano por bucear en las raíces más perversas de la venganza ), pero que cae ( con estrépito, diría yo ) en el tramo final: cuando las cartas ocultas se ponen boca arriba y asistimos a la racionalización de la fantasía.Bale y Jackman están muy por debajo de lo que esperamos. Caine cumple. Scarlett Johannson no acaba de encontrar el papel definitivo y languidece como ayudante-amante de los dos magos en un papel extraño, que no acaba de producir empatía en el espectador.La magia y la ciencia no matrimonian nunca: se repelen. Todo cuanto fascina y deslumbra por mágico trae después decepción y desencanto en lo racional. Entrar en más detalle sería desvelar los vericuetos argumentales que hacen llevadero ( digamos que simplemente llevadero ) el (excesivo ) metraje.O lo que pasa ( no lo tengo claro ) es que mis entenderas hayan estado hoy a un nivel por debajo de lo habitual, que tampoco digamos que es mucho, y todo lo que Nolan cuenta y cómo lo cuenta se me haya quedado a medias. Sin hacer efervescencia en mi cerebro. Sin despertar mi inteligencia. ¿ Y hace falta ser muy inteligente para ver una película como ésta ? Creo que no, la verdad. Inteligencia, la justa. Sólo un estar despierto, un querer pillar los detalles, un no abandonar la trama porque hay, en exceso, trampas, trucos, cómo no, que luego devienen simplezas de poco ingenio, argucias de un guionista que le ha venido el asunto grande en exceso y que luego, al final, el truco no ha sabido cerrarlo como mandan los cánones de la magia, sin que veamos la raíz, la semilla, el secreto.Que Bowie aparezca hace que todo tenga un plus de morbo: uno no puede evitar ( yo, al menos, no pude, fascinado por ver al Gran Duque Blanco, al genio absoluto de la música, al camaleón mítico de la vanguardia del rock de las tres últimas décadas ) sentir un cosquilleo en la boca del estómago de modo que al terminar el film agarré mi estantería de cd's y oí ( del tirón ) Ziggy Stardust and the Spiders of Mars.. y oh my god, ahí agradecí a Nolan, a la magia, al cine que exista la música y que detrás de todo quizá la película únicamente haya servido para recordarme que hay discos perfectos, durmiendo el sueño de la espera hasta que la mano cómplice los saca de su funda y los introduce, golosa, deleitosa, pecaminosamente en la bandeja del reproductor, agarra el potenciómetro del amplificador, vigila que la familia no está excesivamente cerca y deja que los decibelios ( diré ahora que durante un rato apabullantes ) inunde el aire, perfumen la noche, abandonen en mi memoria júbilo y alegría, amor y también reconciliación con el mundo y sus barbaries. ¿ He escrito de cine o he escrito de Bowie ? Pues yo lo tengo muy claro.
Película de humo, prestidigitación impostada, fabulación fría, todo lo que no debería ser el buen cine de magos.
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No siempre los trapos sucios del reluciente mundo de las estrellas se han lavado en casa. A veces, la industria del cine ha aireado sus propias vergüenzas a través de lo que mejor sabe hacer: películas. Probablemente, en la cúspide de trabajos de esta temática siempre esté el clásico de Wilder Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses). También Robert Altman (en El juego de Hollywood) retrató con acidez las miserias de quienes dirigen el cotarro de esta fábrica de ilusiones capaz de generar tanta basura de puertas para adentro. Hollywoodland, primer largometraje del realizador televisivo Allen Coulter (12 capítulos de Los Soprano y uno de A dos metros bajo tierra, entre otras series, le avalan), es también un relato sobre estos sumideros basado en la triste historia real del suicido de George Reeves, actor que se hizo famoso por su papel en la serie Las Aventura de Superman.La extraña muerte de Reeves a los 45 años de edad siempre se prestó a diversas hipótesis. La ?oficial? venía a decir que el actor, amargado por su encasillamiento en el papel televisivo de Superman y tras dar por acabada su carrera como actor de cine, decidió poner fin a su vida de un disparo. Pero las dudas nunca llegaron a disiparse, y en torno a ellas gira el núcleo central de Hoollywoodland. Un detective privado sin grandes casos sobre su mesa, Louis Simo (Adrien Brody), ve en esta investigación la ocasión perfecta para levantar vuelo dado el gran alcance mediático del caso. Pero, conforme indaga en la vida de Reeves, más paralelismos encontrará con su propio drama personal: divorciado de su esposa, con un hijo del que poco sabe y una amante/secretaria que le engaña. Así, las secuencias de la vida de Reeves se mezclan con la de Simo y el tono de thriller de la investigación con el drama de las historias de ambos personajes.El trabajo de Coulter en la realización es aseado, pero lo mejor de esta cinta son las magníficas interpretaciones del reparto. Comenzando por el mejor trabajo de la carrera de Ben Affleck, un actor del que algunos ya dudaban que poseyera tal condición. El californiano ganó la Copa Volpi y estuvo nominado en los Globos de Oro por un papel lleno de matices para dar vida a Reeves, "un hombre ?afirma Affleck? al que le llamaban ?George el honrado?, e intentaba siempre hacérselo pasar bien a los demás, aunque en cierto sentido lo hacía para sentirse querido él mismo". También añade el actor, quien se documentó concienzudamente para su personaje, que "era generoso y prestó más dinero del que en realidad tuvo, (?) pero no era perfecto; era ambicioso e impaciente y puede que algo superficial". Del resto del reparto, Adrien Brody está tan bien como casi siempre, algo que no es noticia en su caso, una guapísima Diane Lane demuestra que mejora como actriz como un buen vino y Bob Hoskins vuelve a exhibir su talento para un papel ya habitual en él, el del temible pez gordo que no amenaza en balde. En suma, una más que notable película para conocer la amarga trastienda oculta bajo el ?glamour? y el lujo de aquellos años de oro del cine.
Una más que notable película para conocer la amarga trastienda oculta bajo el ?glamour? y el lujo de aquellos años de oro del cine.
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El caso Slevin se presenta como una interesante propuesta dentro del panorama cinematográfico actual, ya que cuenta con un buen reparto y con un trailer muy apetecible. A diferencia de otras producciones, el trailer no nos engaña y nos propone alrededor de 100 minutos de diversión y entretenimiento. Con un regusto a Hitchcock y su "Con la muerte en los talones" Paul McGuigan nos presenta los avatares que tiene que sufrir Josh Hartnett al ser confundido con otra persona. Lo interesante de la película es que al principio ni ella misma se toma en serio, lo cual nos deja libertad para tomárnosla con humor y presenciar situaciones que de otro modo nos parecerían irreales y hasta un poco ridículas.Es un gran acierto el casting que nos ofrece este thriller, ya que nos identificamos y simpatizamos con los personajes, lo cual facilita el camino para dejarnos llevar por los acontecimientos que Jasón Smilovic ha escrito. El ritmo y el montaje hacen el resto, y de una manera muy acertada, ya que no nos perdemos en las explicaciones que dan, ni en las presentaciones de los personajes, cosa que en otras como la reciente Syriana, si ocurría.Hay que alabar el guión, ya que tiene unos cambios muy acertados y efectivos, y no por ello se nos hacen artificiales, lo cual facilita también la labor de los actores, como en Josh Hartnett y de manera más leve en Bruce Willis.Sir Ben Kingsley, Morgan Freeman y Lucy Liu son el trío de ases que acompañan a la citada pareja, interpretando a las dos jefes mafiosos y a la vecina del protagonista respectivamente. En definitiva El caso Slevin es una acertada película que cuenta con un interesante guión, que nos puede hacer recordar al de Sospechosos habituales, y que hará las delicias de aquellos aficionados al cine de acción, con varios personajes, en el que se van dando pistas, resoluciones atemporales, y que admiren a Tarantino, Rodríguez y Doug Liman.
Acertada película que cuenta con un interesante guión
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Flags of Our Fathers (2006) traducida en Perú como La Conquista del Honor y en España, más literalmente, como Las Banderas de nuestros Padres es la primera parte de una interesante propuesta del director Clint Eastwood para contar la historia de la batalla de Iwo Jima (fundamental en la Guerra Mundial II) desde dos puntos de vista: el estadounidense, que corresponde a esta película y el japonés, que corresponde a la película Cartas desde Iwo Jima.Miren la imagen del afiche. ¿Cuántas veces han visto esta imagen? Supongo que muchas, pues EE.UU. está plagado de monumentos que la representan. Creo que esta foto de un grupo de soldados trabajando en equipo para colocar la bandera en una colina que acaban de tomar en Iwo Jima, es tan famosa como la del primer hombre en la luna colocando la bandera estadounidense. Y ambas fotos han sido acusadas de ser meros montajes para controlar al colectivo e incrementar el sentimiento patriota. Y es que las imágenes son así de poderosas.Flags of Our Fathers narra la historia alrededor de está imagen y sus protagonistas a través de la voz de uno de sus hijos, el hijo del soldado enfermero, John "Doc" Bradley, interpretado por Ryan Phillipe (Crímenes de la Mente).Sin gustarme nada el género bélico, pienso que es una muy buena película, con personajes bien construídos e imágenes poderosas y violentas, que nos muestran como la guerra tiene más víctimas que las que mueren en ella.La película está basada en el libro bestseller de James Bradley y Ron Powers que cuando Clint Eastwood leyó quizo convertir en película. Sin embargo, los derechos ya habían sido adquiridos por Steven Spielberg. Después de un tiempo Eastwood y Spielberg se cruzaron en un afterparty del Oscar 2004 y Spielberg accedió a filmar la película como productor si Eastwood fungía de director. Y cuando Eastwood le propuso filmar la versión japonesa del asunto también accedió. Buenas cosas pueden suceder cuando dos grandes se juntan.No creo que sea lo mejor de ninguno de los dos, pero es una buena película, sobretodo si eres fan del género bélico y por ejemplo, te gustó La Delgada Línea Roja. Por mi parte, creo que no veré la contraparte, Cartas desde Iwo Jima.
No creo que sea lo mejor de ninguno de los dos, pero es una buena película, sobretodo si eres fan del género bélico y por ejemplo, te gustó La Delgada Línea Roja.
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El género de ciencia-ficción es un sugestivo instrumento para explorar los deseos y las inquietudes del alma humana, especialmente en el marco de la era espacial, abriendo una infinidad de posibilidades en el ámbito creativo, una proyección de fantasías o miedos o una excusa para desarrollar la potencialidad de las nuevas técnicas infográficas, de todo ha habido y habrá. "Inteligencia Artificial", de Steven Spielberg, probablemente sea la película más infravalorada de los últimos años, aunque ya mismo, desde ciertos sectores cinéfilos, se nos está advirtiendo y se pregona su condición de futura obra maestra, un clásico para la posteridad, una joya desperdiciada y menospreciada en nuestro tiempo. De la mano de la ciencia ficción más filosófica y poética, nunca antes el desamparo y la realización de los sueños inalcanzables tuvo un tratamiento tan directo, desgarrador y sentido como en esta historia sobre un ente que sueña con llegar a ser lo que no es, idea de un marcado carácter religioso y una de los pilares básicos de un entramado conceptual muy denso. Nuestro objetivo, no obstante, no es dar lecciones de filosofía. Centrémonos en el contenido inmediato.¿Cuento de hadas crepuscular?. ¿Metáfora sobre dios y el ser humano?. Ambas cosas a la vez. La historia se divide en tres segmentos que ofrecen un contraste a diferentes niveles: tras el prólogo que nos conduce sobre el discurso filosófico a desarrollar, segmento primero( el calor de la familia, el hogar, ambientes de paz y seguridad), segmento segundo (los peligros del mundo, las tinieblas de un bosque, la soledad, la violencia), segmento tercero (viaje al "fin del mundo", retorno al origen, fin de la búsqueda). Las distintas partes sirven de estructura para canalizar un proceso vital que abarca distintas facetas y niveles de la existencia humana, representadas en la vida del niño-robot: su creación, del rechazo inicial a la progresiva aceptación por parte de su familia, el despertar de la conciencia que ama (la impronta), los peligros inherentes del ser sensible y consciente ( la idea de que el amor nos hace vulnerables, los celos, el miedo a quedarse solo, el miedo a la muerte), el descubrimiento del hecho diferencial y la búsqueda de una condición superior (convertirse en "un niño de verdad"), la soledad y la búsqueda de un sentido a la vida.Como vemos, Spielberg se mueve en terreno farragoso, temas y motivos trascendentales para un cineasta que prefiere el espectáculo y la emoción frente a un contenido denso y complejo, en lo que a valores intelectuales se refiere. Ahora bien, como explicaremos luego, en este caso tiene la habilidad de conjugar todo eso de tal forma que consigue llevarlo al terreno que le interesa sin meter demasiado la pata.Se ha dicho y escrito muchas veces, y es necesario repetirlo una vez más: el primer segmento de la narración, aproximadamente los primeros cuarenta minutos (desde el inicio hasta el plano que nos muestra la imagen de David reflejada en el retrovisor del coche) es una auténtica maravilla y virguería narrativa, la cual resulta muy útil como exposición ejemplar en todas las escuelas de cine: es un ejemplo de eficacia y habilidad, de un lenguaje cinematográfico tan desprovisto de artificios innecesarios como ilustrativo del contenido argumental y emocional que encierra y se despliega a lo largo del primer fragmento. La historia de una familia que ha perdido a su hijo "real" y que adopta a un niño "artificial", la progresión que va desde el rechazo inicial en Mónica (la madre), el aprecio y la aceptación posterior (proceso que culmina en un acto tan cotidiano como una cena, un espagueti colgando en la comisura del labio, lo cual provoca la risa espontánea de David, un signo de humanidad que termina por conmover a la familia), los celos que acentúan la vulnerabilidad de David, la incomprensión y el más absoluto desamparo representado en esa imagen del retrovisor que de forma paulatina se aleja, se oscurece, se torna profundamente dramática. Mención aparte merece uno de los momentos más bellos de la cinta (y uno de los mejores momentos de toda la filmografía de Spielberg), la impronta que se enciende en la conciencia de David mediante invocación y recitación de palabras inconexas: la mano de Mónica en la nuca de David, la postura hierática e inexpresiva del niño frente a la expresión de temor en el rostro de la madre, el momento en el que el rostro de David se transfigura desde lo hierático vacío de sentimientos hasta lo sensible del ser consciente que ama y que, además, ésa será su tragedia, SABE que ama. El maravilloso encuadre de Spielberg nos muestra el abrazo entre madre e hijo en una posición central, bañados por la luz de una ventana. Escueta imaginación visual la del señor Spielberg, pero además, directa, honesta, eficaz y sencilla, comunicando lo que merece ser expresado bajo un prisma de íntima sensibilidad. A Spielberg, demasiado a menudo, se le acusa de ser lacrimógeno o "ñoño", gran error, al menos en la película que hoy nos ocupa, no hay otra cosa más que sensibilidad sincera. Y el que no se lo crea, que repase la escena en cuestión, entre otras. (Claro que, la mayor parte del público y crítica necesita que le expliquen la diferencia entre la manipulación emocional y la sensibilidad).Sin apenas diálogos, sin explicaciones, reiteraciones o subrayados innecesarios, mediante planos y encuadres que recogen la información visual necesaria para comprender lo que está pasando, comprender porqué Mónica piensa lo que piensa, porqué sus pensamientos respecto a David comienzan a cambiar, porqué el hermano siente celos, porqué David se siente diferente y necesita de una fantasía en forma de cuento de hadas para justificar sus deseos.La enorme expresividad visual de Spielberg se hace patente también en la escena en la cual David esta sumergido en el fondo de una piscina, tras agresión involuntaria al hermano a causa de un miedo provocado por el exceso de vulnerabilidad desencadenada en la invocación de la impronta, previa al dolor del cuchillo : la cámara subjetiva nos coloca en la perspectiva de David, solo y desamparado respecto a los humanos, las aguas que enturbian esa percepción sirven de simbólica expresión de su estado alienado, la desestructuración-desconexión entre su mundo íntimo y el mundo de los otros. Luego viene ese plano general de la piscina con David solo y perdido en su centro, con los brazos abiertos, esperando un afecto que no tiene, la perfecta expresión visual del desamparo.Lo dicho: son tantas las cualidades cinematográficas de esos primeros cuarenta minutos que se nos haría eterno.La segunda parte del relato, quizá la más problemática, nos cuenta la aventura de David para encontrar al hada azul. En contraste con el hogar y la familia, tras ser abandonado, David se enfrenta a un mundo más oscuro y hostil: los lobos que persiguen a los protagonistas a través del bosque, el basurero de los "mecas", la luna surgiendo amenazante en un horizonte de arbustos, la feria de la carne.Una curiosa mezcla de elementos de ciencia-ficción y los tópicos del cuento de hadas tradicional, aunque no hay nada que sea fascinante más allá de la mirada subjetiva de cada espectador. En ese tramo, la imaginación visual de Spielberg se reduce a las posibilidades de una ambientación que genera una extraña mixtura entre lo cibernético y lo ensoñador: el oso Tedy corriendo a través de las colinas en busca de David, una canción de cuna que suena desde lo alto, el rock estridente en la feria de la carne.todo ello da pie a muchas impresiones y sugerencias, pero la puesta en escena no está a la altura del material utilizado. O sea, Spielberg, sin perder la contundencia narrativa, no aprovecha al máximo las posibilidades de ciertos pasajes.El pasaje de la feria de la carne, ciertamente grotesco, pero si lo que Spielberg pretendía era provocar empatía y dramatismo en la mente del espectador, el fracaso es completo. Los droides ejecutados se reducen a un manojo de artilugios animados sin una personalidad que sea significativa, por tanto, no llega a generarse una conexión emocional en ese sentido. Esta es una de las críticas habituales: el tono utilizado por Spielberg en el pasaje de la feria de la carne no es el adecuado, la caracterización de los robots mutilados y torturados (?) es demasiado banal, cuando no infantil, para una escena que debió tener un tono mucho más sórdido. Pero, ojo, el objetivo del filme, y de la escena, por encima de un pretendido dramatismo, es el de reflejar que David es un robot distinto a los demás, él es el robot con alma, el resto son chatarra. Precisamente por eso, la niña identifica a David en la celda. Como vemos, aunque seguramente la escena de la feria de la carne nunca nos resultará lo suficientemente satisfactoria, Spielberg no se desvía un ápice del propósito esencial. Gigoló Joe merece un párrafo aparte. No es un personaje que tenga demasiado peso en la narración, simplemente hace la función de acompañar a David en su búsqueda. Pero lo cierto es que sus bailoteos, sus pareados, las piruetas y la fría bonhomía de sus gestos esconden un personaje inolvidable, o, cuando menos, deja un muy buen sabor de boca, a pesar de que es un personaje que se integra en la historia cogiéndolo con alfileres: hay que ver cómo y dónde desaparece de la narración.Lo dicho: cogido con alfileres.Terminando con el segundo segmento, nos queda la impresión de que se alarga demasiado, ocurren demasiadas cosas prescindibles: la llegada a Rouge City, una variante futurista de Blade Runner pero no aporta nada nuevo ni a la narración ni al diseño, la visita al doctor Known, de la ciencia ficción filosófica pasamos a una iconografía propia de Disney. El problema no es el doctor Known, el problema es el diseño y la ambientación de la escena (el tono), muy infantilizada y, en consecuencia, carente de ese poder fascinador que deben tener los oráculos, más aun el oráculo que señalará el camino hacia el origen y el fin.El tercer y último segmento transcurre en Manhatan, ciudad inundada por los mares a causa del deshielo, y aquí Spielberg recupera el pulso para darle el broche final. El reencuentro con el profesor Hobby (el creador), que personifica el discurso esencial: los sueños y la fe religiosa como atributo distintivo de la especie humana. La agonía de David es la agonía del ser humano, que quiere ser más de lo que es y creer en cosas que no existen, el gran error humano. David descubre su origen, como Adán enfrentándose al creador, toma conciencia de ser el primero de una nueva especie de droides. En este orden de cosas radica uno de los significados más importantes de la cinta: de algún modo, "Inteligencia Artificial" narra un proceso de ampliación de la conciencia del niño-robot, desde la vida inerte, artificial y vacua de un muñeco mecánico hasta el descubrimiento del amor consciente, desembocando en la revelación de su verdadero creador, su propósito y su origen. No es tanto una película religiosa como mística.Imágenes desoladoras de la ciudad de Nueva York devastada por las aguas acompañan a la soledad de David. Su encuentro con el hada azul, en las profundidades sumergidas de la ciudad, no esta desprovisto de un gran lirismo; su aparición entre la oscuridad de las aguas, y la imagen del rostro de David que se hace uno con el del hada azul reflejado en el cristal del vehículo, es otro gran momento de inspiración visual, unifica al ser que anhela con aquello anhelado, el principio y el final del sueño.Muchos cinéfilos han opinado que la película debió terminar en ese punto, con David frente al hada de piedra y cartón, esperando una respuesta que nunca llegará. Olvidan, en tal caso, que Spielberg es un cineasta de sueños, y es una constante en su filmografía: lo que la realidad no puede darnos, podemos alcanzarlo en el sueño, en la esperanza, en otra vida, en otro mundo. No en balde, Stanley Kubrick le encargó el proyecto a Spielberg porque sabía que la historia de Brian Aldiss encajaba mejor con la sensibilidad del director norteamericano.Por otro lado, tendemos a pensar que David tiene una faceta demasiado unidimensional, la cual no corresponde al discurso pretendido; es decir, en un momento dado, el padrastro de David dice aquello de "si es capaz de amar también puede sentir odio". Pero resulta que David es un ente amoroso en esencia, sus actos se orientan casi exclusivamente hacia el amor y la ternura. ¿Existe, pues, una incoherencia entre el discurso y el relato? ¿Es David un personaje demasiado plano?. En principio parece ser que sí, pero no olvidemos la escena en la cual David se enfrenta a una de sus réplicas; cuando es consciente de no ser el único, arremete con violencia contra su homólogo. "Nunca será tuya". Los celos nacen del amor, y conducen al odio. Pero no es más que un momento puntual, el personaje no termina de cuajar un perfil complejo. Aunque Spielberg cumple con unos mínimos en lo referente a la personalidad de David, no deja de ser un perfil demasiado simple para un contenido complejo y un terreno espinoso. Éste es uno de los defectos del filme. No es que David sea un personaje mal construido en un sentido funcional, pero la película hubiera sido mucho mejor si se le hubiesen añadido más aristas, más ambigüedad, más dinamismo a su desarrollo. En ciertos aspectos y pasajes de la película, la complejidad del discurso y de los motivos argumentales se topan con una dirección demasiado plana (un contenido complejo necesita de algo más que un encuadre atractivo y algunos momentos de puro efectismo, para entendernos). Tras el rescate efectuado por un nuevo grupo de droides, dos mil años después, David se acerca por última vez al hada azul de piedra y cartón, y ésta, en otra escena desoladora, se resquebraja y revela su falsedad. David descubre que el hada azul era tan artificial como él mismo. Metáfora del ser humano frente a los falsos dioses y el fin de una esperanza: que los dioses puedan regalarnos nuestros sueños.Spielberg no soporta la cruda realidad y necesita un final feliz. La última pirueta argumental echa mano de la ciencia ficción más entonada, y ha sido ampliamente discutida. Atendiendo a que estamos ante un cuento de hadas metafórico, no tiene sentido decir que dicha pirueta rompe las reglas del género o del tono global; el hecho de reproducir la vida de una persona muerta recuperando la información de su conciencia en el tejido espacio-tiempo no es más inverosímil que el hecho de fabricar robots dotados de conciencia. No es, por tanto, nada forzado, y además sirve para encauzar la historia hacia el final deseado por el autor, y en ese terreno poco o nada puede decir el crítico. No lo olvidemos; en el marco del género fantástico, no es más valiente o tiene mayor valor intelectual un final realista que un final idealizado, estaríamos, en cualquier caso, hablando de dos discursos diferentes, de igual valor intelectual, siempre y cuando el cineasta respete el tono y las leyes con las que esta construyendo su narración. Incluso se podría decir que un final feliz es un acto creativo de valor: Spielberg quiere que triunfe la esperanza depositada en los sueños, y así nos lo muestra sin tapujos. Es el carácter de la obra lo que definirá las reglas y los criterios de valoración, y Spielberg no pretende mostrar una resolución cruda, sino esperanzada.El reencuentro de David con su madre, y las lágrimas de aquél frente a las palabras de amor que siempre había querido escuchar, justifican toda la odisea. Es el momento de felicidad que se articula con el gran dilema moral planteado en el prólogo: ¿Cuánta responsabilidad exige la creación de un ente capaz de amar, el cual necesita una correspondencia?. Y sin embargo, el final no es tan feliz como parece: con el último sueño de Mónica, muere la esperanza. Mónica solo era un recuerdo recuperado durante un solo día de entre los miles de tiempos y recuerdos perdidos en el cosmos. A David, como espécimen único, con la raza humana desaparecida, solo le queda la soledad y el sueño. Esa es la profunda desesperación que late al final: que no queda otra opción que soñar para vivir los deseos, y en última instancia, David esta solo en un cosmos vacío de cualquier ente que pueda corresponder a su naturaleza.A medio camino entre la esperanza y la desolación, Spielberg concluye su relato con un final de significado poliédrico, construyendo una obra lírica, de sensibilidad sincera, y la sensación de desamparo que puede llegar a experimentarse con el visionado de esta película no tiene parangón con ninguna otra pieza del género fantástico. Su belleza está mucho más allá de la percepción actual e inmediata que ahora le otorgamos. Son los analistas y los aficionados del futuro quienes la colocarán en la posición que merece."Inteligencia Artificial" es el equivalente actual a "Blade Runner". O sea, una película de género fantástico-filosófico a la que se le ha hecho muy poco caso en su día, pero se convertirá en un clásico y en una obra de culto imprescindible. Tiempo al tiempo.
Inteligencia Artificial, de Steven Spielberg, probablemente sea la película más infravalorada de los últimos años, aunque ya mismo, desde ciertos sectores cinéfilos, se nos está advirtiendo y se pregona su condición de futura obra maestra, un clásico para la posteridad, una joya desperdiciada y menospreciada en nuestro tiempo.
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Directa y sencillota como un puñetazo en la mandíbula, "Rocky Balboa" supone el regreso a las pantallas del sin par Sylvester Stallone. Indiscutible star en los 80, vagabundo sin dirección en los 90 y misteriosa incógnita en la actualidad, el "potro italiano" nos lega con este filme su testamento cinematográfico. Y es que la sexta entrega de Rocky bien podría ser entendida, no sólo como el final de una saga, sino también como la despedida del venerable actor de la voz gangosa. No por otra cosa la peli está cargada de nostalgia. Nostalgia por un tiempo que jamás volverá, donde la taquilla siempre respondía y el mundo entero coreaba su nombre; Nostalgia por un rostro que aún no había evidenciado los estragos del botox y el bisturí. Nostalgia, en fin, por esos músculos que fueron traicionándole con el paso del tiempo, hasta convertirse en los lamentables colgajos que ahora contemplamos. Como el viejo Balboa a los clientes de su restaurante, Stallone se pone cansino en esa primera hora repleta de diálogos crepusculares, lugares comunes y ñoñería barata, pero es un peaje que hay que abonar para que los sentimientos se desborden en su emocionante segunda mitad. Y es que es sonar el "Gonna fly now" y llenársete los ojos de lágrimas, leñe. Que los clichés abundan, pues sí. Que algunos secundarios dan lástima, pues también. Que todo desprende cierto tufillo a telefilme ochentero, por supuesto. Pero Stallone queda muy digno como protagonista y muy inteligente como director. Recupera ese viejo cine para todas las edades, trufado de buenos consejos y mejores sentimientos, y consigue el aplauso del público en ese imposible combate final donde, por no faltar, no faltan ni los logos del PayPerView y la HBO. Todo el guión es demencial, ya lo sabemos, pero la peli insospechadamente funciona y es de tan fácil digestión que nadie sale enfadado. Niños, creed en las hadas y no fuméis crack, os lo dice vuestro querido tío Rocky.
Que los clichés abundan, pues sí. Que algunos secundarios dan lástima, pues también. Que todo desprende cierto tufillo a telefilme ochentero, por supuesto. Pero Stallone queda muy digno como protagonista y muy inteligente como director.
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Algo debió sucederle a Christopher Nolan para interesarse tanto por los personajes atormentados, marcados a fuego por la muerte de un ser querido. Tanto el protagonista de "Memento" como el renovado Bruce Wayne de "Batman Begins", pasando por el culpable policía de "Insomnio", todos se encuentran traumatizados por el asesinato de alguien cercano. Y esto se repite con el mago decimonónico que clava Hugh Jackman en esta entretenida "El truco final". Son las marcas de la casa Nolan. Como esa cuidada fotografía, el ritmo pausado (a veces demasiado), la magnífica dirección de actores, la segmentación del "tempo" narrativo. y, no podemos olvidarlo, esa vocación de jugar siempre con el espectador. "El truco final" ha sido concevido como un gigantesco, monstruoso, número de magia. Ya Michael Caine, al comienzo de la cinta, nos advierte: "Quiero que estéis atentos", invitándonos de esta forma a participar en ella. Y a partir de ahí, comienza la función. Tres actos: "La Presentación", donde conocemos a los personajes principales de la historia, sus diferentes caracteres, sus metas. "La Actuación", en la que los trucos del guión comienzan a sucederse y la historia gira, gira y gira hasta casi darse de bruces contra el suelo. Y finalmente, "El Prestigio", o lo que es lo mismo: la conclusión, ese último gran truco que nos debería dejar con la boca abierta y hacernos estallar en una tremenda ovación. Desgraciadamente para Nolan, su novedoso espectáculo no está a la altura de su ambición y presenta abundantes errores que empañan, al menos parcialmente, su resultado final. Para empezar, las personalidades de los dos magos en cuestión (a pesar de estar correctamente interpretados) se encuentran vistas muy por encima. Sus motivaciones, sus paranoias, no me resultan reales y esto le resta carga dramática a la película. Segundo, conforme las obligatorias vueltas de tuerca se van multiplicando, merman también en credibilidad y capacidad de sorpresa.Mal asunto éste para un complicado juguete que debería ser apasionante. Pero el mayor fallo del filme, lo que le niega ese ansiado aplauso, reside en su último segundo, en ese "chis-pún" en el que Chris Nolan ha basado gran parte de su película. El "Prestigio" de esta función titulada "El truco final" probablemente sí que nos haga abrir los ojos de asombro, pero me temo que no dejará a nadie satisfecho.No es de recibo que una película que se ha mantenido en una línea realista durante todo su extenso metraje se descubra, en su momento cumbre, como una absurda fantasía de sci-fi. Esta es una trampa no merecida que se carga la buena presentación del conjunto. En ese sentido, Nolan es un poco como el personaje de Hugh Jackman: carece de magia pero sabe como vender su espectáculo. Veremos en la segunda de Batman.
Desgraciadamente para Nolan, su novedoso espectáculo no está a la altura de su ambición y presenta abundantes errores que empañan, al menos parcialmente, su resultado final.
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Embutida en un traje de divertimento adolescente o infantil, la película puede entretener al público adulto, pero dudo que alguien con cierto interés cinéfilo acuda a verla salvo que lleve a la tropa de chiquillos, sean hijos, sobrinos, vecinos o la clase de Cuarto de Primaria. Noche en el museo cumple con creces su cometido lúdico: hay una ración generosa de efectos especiales deslumbrantes, un guión trepidante y un desenfado, en general, muy de agradecer en estos tiempos de cine muy pensado incluso cuando los receptores van a ser niños ( la Caperucita, el Shrek o el Nemo eran artefactos animados de dudosa filiación infantil porque transpiraban mala leche adulta por muchos costados ).El responsable de esta cinta es Shawn Levy, que antes conocíamos por La pantera rosa o por Doce en casa: se mueve, pues, por terreno abonado, conoce el oficio de carpintero de atracción de feria. No se le puede exigir lo que le exigimos a Martin Scorsese o a Todd Solondz. Levy se afilia a este segmento validísimo de cine orientado al más genuino consumo familiar: todo es festivo, todo se deja conducir por una mansa corrección política y, por añadidura, el guión ( que en su simplicidad cela variados registros y propone un amplio abanico de lecturas ) da un sugestivo repaso por la Historia, aunque sea Historia de andar por casa y no indague más allá de los saludos de los romanos o de la rudimentaria gestualidad de los hombres de las cavernas. Esta pedagogía simplista no abunda en el cine para niños: a la salida del cine, uno le explicaba a otro que los romanos tenían un ejército "buenísimo" y que los mamuts y los dinosaurios ( en sus entendederas ) nunca habían coincidido en la Historia. Pues puede ser. El caso es que una película, una sin excesivas pretensiones de perdurabilidad, había suscitado un diálogo tan escasamente habitual que ya sólo por eso, por ese inédito contrapunto, todo valía la pena y no podíamos, con sinceridad, vapulear tan atinado ejercicio reflexivo.Triste consecuencia sería que la Cultura pasase por estos filtros yankees de palomitas y blockbuster masivo: la Cultura viene por otros lados, o debe venir por otros lados, pero Noche en el museo, al menos, suscita un diálogo entre la realidad y la ficción que tiene como nexo de unión los flecos de ese cultura, sus extremidades más frívolos, pero no por ello ( en estos tiempos de decaimiento libresco, en general ) menos importante.Ben Stiller hace estupendamente lo que sabe: poner caras, dar su bis cómica en generosas raciones. Este padre en apuros, pobre, desubicado en el mundo, necesita esas noches en el museo para que su hijo le tome en consideración: este plus de psicología barata no desarma la traca fabulosa de efectos especiales cuando todas las figuras de cera del museo cobran mágica vida y campan a sus anchas, anárquicos y tozudos, llevando sus tópicos a extremos desternillantes: hay una escena ( la mejor, sin duda ) en la que el guardia nocturno Larry ejerce de psicoanalista de Atila y lo hace llorar como un crío. Aire fresco, que falta hace.Y si no tiene sobrinos, hijos o allegados a de corta edad a quien dar un rato estupendo de cine, vaya usted. Quizá no se arrepienta del todo y salga rejuvenecido como cuando aquellas sesiones matinales de sábado le hacían sentir que el mundo era perfecto y que no importaba dejarse engañar por una historia. Una buena: un llena-cines absoluto ( Nunca en una sesión de domingo por la mañana he visto yo el cine al que acudo tan pletórico, tan vivo, tan lleno )
Cine desprovisto de ambiciones más allá del divertimento sano ( muy sano ) y de cierta complicidad con la cultura como pretexto.
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«El día que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.»Imagínense que a Santiago Nasar le dejan leer el principio de "Crónica de una muerte anunciada". El pobre hombre buscaría desesperadamente a García Marquez para que cambiara el final, y, por ende, también el título. Eso es lo que le ocurre al protagonista de "Mas extraño que la ficción". Will Ferrer descubre que es parte de una novela en la que va a morir, pero no sabe quien es la escritora, así que visita a un profesor de literatura. El profesor le demuestra que no se puede cambiar el final porque la tragedia es una obra maestra con ese final.La cuestión no se suele plantear abiertamente, pero cada película lo hace entre líneas. En "Infiltrados" Scorsese nos hace sufrir a cada momento por el destino del soplón bueno y del malo. Se carga a uno con una decisión incorrecta, y sin embargo todo el mundo aplaude. En "Apocalipto", el protagonista tiene la muerte en los talones, un resbalón y Mel Gibson lo puede matar en cada escena. Si sigue vivo, o si lo mata, responde a un pacto con el espectador. Un pacto implícito. "Mas extraño que la ficción" es una discusión en voz alta acerca de ese pacto.Cuando Will Ferrer descubre que está en una novela y acude al profesor él le pregunta si se trata de una comedia o una tragedia. Dependiendo de que sea una u otra, él va a vivir o no. Así que apunta en dos páginas de su libreta las pistas que tiene. Cuando la chica le responde mal, le pone un palito a la tragedia, cuando parece que le acepta, lo pone en la comedia. La chica no entiende los palitos en su cuaderno. Esa lista es una ocurrencia.La idea de hablar de narración en una narración parece de Andy Kauffman. Unamuno la tuvo antes pero él la dejaba en ocurrencia. "Mas extraño que la ficción" la hace dramática, una discusión entre un personaje y su autor. La historia de amor parece un trámite, pero al final resulta entrañable. El reloj que da unidad a las coincidencias es de manual, pero tiene gracia. "Más extraño que la ficción" parece un ejercicio, pero funciona como película.
Imagínense que a Santiago Nasar le dejan leer el principio de "Crónica de una muerte anunciada". El pobre hombre buscaría desesperadamente a García Marquez para que cambiara el final, y, por ende, también el título.
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La cara de Ben Affleck es un misterio de la ciencia moderna. Muchos se empeñan en que si la Mona Lisa sonrie, que si tiene hemorroides, que si se está aguantando un pedo, que si es un hombre, que si es así y punto. Pero descuidan la cara de este señor, que si se esfuerza es capaz de lograr expresar con la misma cara alegría, tristeza, tragarse un pomelo y clavarse un alfiler en el genital izquierdo. Curioso, desde luego, aunque menos expresivo es el que hace de Superman. Que siempre me han alucinado los que tienen un hoyito en la barbilla, por lo varoniles que resultan.La película trata de un investigador privado de medio pelo que de pronto se encuentra con el caso de su vida, descubrir quien fué el asesino de Superman. Bueno, concretamente el actor que encarnaba a dicho personaje a finales de los 50. Poco a poco va descubriendo que la vida de Hollywood poco tiene que ver con la ficción que se proyecta hacia el exterior, y que el glamour y el lujo no esconden si no miserias y más miserias.Empecemos por lo bueno. La película tiene una ambientación muy lograda, tipo cine negro, pero con un toque actual que es complicado de quitar. La idea del guión es muy buena, destapando las miserables vidas de los que caen en Hollywood con la idea de ser superestrellas. Pero luego el desarrollo se vuelve lento y tedioso, con un continuo ir y venir de flashback que terminan por despistar. Tiene momentos muy tristes y crudos, que contrastan con otros en que con un poco de suerte te dormirás.Resumiendo, sobre una idea muy buena e interesante, se ha logrado una perfecta ambientación para desarrollar una lenta y pesada película que nos deja el regusto amargo de habernos hecho unas espectativas que no se llegan a cumplir.
Sobre una idea muy buena e interesante, se ha logrado una perfecta ambientación para desarrollar una lenta y pesada película que nos deja el regusto amargo de habernos hecho unas espectativas que no se llegan a cumplir.
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Muchos no estarán de acuerdo conmigo, pero en mi opinión DiCaprio (Infiltrados) esta volviendo a recuperar la credibilidad que tanto le costo conseguir, y que tan rápido perdió en algunos de sus anteriores filmes, la calidad de su trabajo en esta cinta, es meramente indiscutible, como ya viene a tenernos acostumbrados últimamente llena la pantalla sin darnos ni un solo resquicio en el que podamos dudar sobre su interpretación en esta gran película en la que Edward Zwick (El ultimo Samurai), ha querido contarnos los sucesos acontecidos en Sierra Leona a finales del siglo pasado durante la guerra civil que allí se libró, con las minas de diamantes como telón de fondo.Película dura donde las haya, en la que aparte de catalogarse por la edad, debería también de hacerlo por la resistencia de nuestros estómagos, al menos es como yo veo el shock de ver a un niño blandir un arma utilizándolo con mas odio y sanguinolencia que si de un asesino entrenado se tratara, sin despreciar con la tranquilidad que se amputan brazos y se siegan vidas durante una buena parte de la proyección. Aparte de tratar hacernos abrir los ojos respecto al sufrimiento y dudosa procedencia de un gran porcentaje de dichas piedras preciosas, el filme también trata de darnos un grito de alarma a las dormidas mentes occidentales de el abandono al que están sometidas algunas regiones del África negra, y los problemas que han llevado a un país basto en riquezas, a la hambruna y a la desesperación a consecuencia de la explotación fraudulenta de ellas.Es una película constante, que no sufre en ningún momento de altibajos y en la que no hay espacio para el aburrimiento, no se realmente si podría hacer diferenciación alguna en cuanto al trabajo de los tres actores principales, ya que Djimon Hounsou (La Isla) hace un trabajo espléndido y totalmente creíble, en el que da vida Solomon Vandy, un padre desesperado, que lucha por encontrar a su familia habiendo sido este apartado de ella por la guerrilla, con la ayuda de un traficante de diamantes y una periodista, interpretada por la ganadora de un Oscar de la Academia Jennifer Connelly (Little Children), que tampoco decepciona en ningún momento, a pesar de la escasa aparición de su personaje.En definitiva, es una película de las que no se pueden dejar de ver, las razones que alegaré son tan simples como que no puedo ocultar mi favoritismo hacia la carrera de lo que yo creo es un gran actor que aun tiene mucho que mostrar (hablo de DiCaprio, y si no denle tiempo al tiempo), es una cinta de peso y mucha calidad, y nos muestra lo que no nos cuenta nadie cuando pasan estas cosas en tiempo real.
Es una cinta de peso y mucha calidad, y nos muestra lo que no nos cuenta nadie cuando pasan estas cosas en tiempo real.
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En las películas de David Lynch hay siempre un desajuste moral, una especie de disonancia que, en casos extremos, obsequia al espectador avezado con un espectáculo grandioso de perversión, de retorcimiento, pero Lynch nunca cae en lo chabacano, jamás se permite la licenciosa gratuidad de consentir frivolidades, sentimientos de naturaleza plana: todo en él propende a lo convulso, todo se escora estruondosamente a la anomalía. Ahí reside su singularidad y su voz incuestionable en el cine de los últimos casi treinta años.Su periplo como director es un viaje azaroso a lo tenebroso del alma humana, un recorrido minucioso por el vicio, por el pecado, por la soledad y por la angustia: como un Tom Waits que se acodara en la barra de un bar y cantara/contara las broncas del cuerpo, los espasmos del alma y las tinieblas del corazón.Nadie como Lynch para transmitir ambientes, sensaciones, colores: "El mundo es extraño", dice un personaje de Terciopelo azul y no se nos va de la cabeza la oreja cortada en el césped, como premonición de lo que va a continuar, todo ese desfile de personajes al borde de la locura o locos en posesión de una conciencia exacta de su desatino.Siempre que Lynch tenga control sobre el proceso final de su trabajo, hay que esperar productos de mucha altura o de mucha hondura, cine auténtico, visceral, entregado desde su vértigo. Eso pasó con Terciopelo azul.Lynch venía de hacer Dune, que fue un desastre enorme. Dino de Laurentiis, el productor, juró no volver a contar con un alucinado, según dijo en prensa y David juró no contar con un hombre de miras tan cortas, aunque probablemente ninguno de los dos se expresó con esta dulzura semántica. Todo fue mentira: volvieron a verse en esta cinta y el productor decidió asumir su error en Dune y dar al director carta blanca para hacer la película que quisiese. Afortunadamente. Una cámara sinuosa recorre el confort de una confortable calle de viviendas familiares. Estamos en Lumbort, un pueblo maderero que parece pintado para que Lynch lo refunda con su paleta de colores. Todo es seguridad, plácida seguridad. La oreja humana en la hierba del jardín, al tiempo que Bobby Vinton desgrana la inmortal Blue velvet, nos devuelve al cerebro de Lynch, a su iconografía rupturista, a su pacto con lo retorcido. Un anciano tiene lo que parece un infarto: la obstrucción de su manguera es el colapso de su corazón en una toma genial de concisión gráfica.Jeffrey ( Kyle MacLachlan ) comienza aquí a penetrar en el infierno mismo. Él será el conductor de ese infierno compartido que hace que su mundo perfecto de novia estable ( la aquí estupenda Laura Dern ) se tambalee al entrar en un mundo canalla de sadomasoquismo, cabaret y luz de puticlub que encarnan Dorothy Vallens ( Isabella Rossellini ) y Frank Booth ( Dennis Hopper ), cantante de club y enloquecido traficante de drogas, respectivamente. Jeffrey es el voyeur asombrado de lo que, pero incapaz de mirar hacia otro lado. Su ojo es el nuestro: su asombro, el nuestro. Jeffrey, sin quererlo del todo, se inviste de investigador de lo real: escruta lo visible para encontrar lo cercenado, las orejas en la hierba, lo que no debe estar, pero aparece.El tono enfermizo del color, el arriesgado uso de la música, que en todo momento dirige la escala de sentimientos que van adquiriendo, conforme la oscura trama avanza, todos los protagonistas. Luego Tarantino o Scorsese han usado con igual talento el score, la banda sonora, pero aquí el manejo de las canciones es magistral. Lo que cuenta Terciopelo azul es la máscara de la América idílica, su fracaso, el endulzado envoltorio y la bilis fluyendo como un veneno debajo, aunque Lynch nos da una lección inmejorable de cómo contar una historia ( un secuestro, digamos ) y asumir, como espectadores embaucados, que la historia no podía haber sido contada de otra manera. Eso creo yo que es la magia de un director. Y Lynch lo es ( al menos aquí ) en grado muy sumo.Y tiene uno de los mejores finales que yo haya visto: un regreso brusco al lugar de donde partimos, una negación a la tremenda de todo lo que hemos visto. Como si Tom Waits se rebajase a contarnos el numen que lo ilumina y nos confesase, entre bourbon y calada de cigarro, aunque diga que no bebe y que ya fuma, todos los secretos de su corazón salvaje, podrido y único. Y los pájaros trinan y el mundo sigue girando a pesar de que hemos asistido a una sesión golfa de maligna belleza. El mundo es extraño.
Lynch nos da una lección inmejorable de cómo contar una historia . Terciopelo azul es Thriller de autor, radiografía sagaz de la América idílica, espasmo del alma.
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Esta claro que no voy a iluminar a nadie a estas alturas de la película si hago un comentario, sobre si Clint Eastwood (Million Dollar Baby) es un buen director o no, es por eso por lo que no voy ni a molestarme ya que pierdo el tiempo, pero si puedo decir que para esta película ha decidido no contar con un reparto especialmente espectacular, a pesar de encabezarlo Ryan Phillippe (Caos), actor al que no tengo por mediocre pero que tampoco sobresale, y acompañarle Paul Walker (La prueba del crimen) del que nada se puede comentar, ya que apenas balbucea un par de palabras en toda la cinta. Esta claro que Eastwood no necesita nada mas que agitar su varita mágica para que lo que por lógica seria un caos empiece a tomar sentido por si solo, y yo creo que es, no por la historia que cuenta, si no como, y desde que perspectiva la cuenta, muchos pensaremos en el parecido de la puesta en escena de otro conocido filme que también trata la incombustible Segunda Guerra Mundial, pero aquí no se cuenta lo cruenta que puede ser una guerra, eso ya se contó en la otra, en Salvad al Soldado Ryan, aquí se profundiza mas, y se hace tratando de tirar un poco de ese telón que tapa la pista central del gran circo de espectáculo, orquestas y fuegos artificiales, que no es mas que sencillamente que el gran salvador de la Europa ocupada por los Nazis, comandado por sus grandes generales como ya hicieron hace algo mas de un siglo con su 7º de caballería.La historia que nos narra, es tan simple y cotidiana, como la de unos soldados convertidos en héroes con el fin de conseguir y manipular a las masas para poder seguir financiando su guerra, y así tener el control y poder necesarios para llegar a donde a día de hoy han llegado. Nos da a ver que antaño las cosas no eran tan diferentes a lo actual, soldados convertidos en héroes del momento, lo fuesen o no, que terminan siendo olvidados tanto por su país como por su gobierno, ya que lo importante no es el individuo, haya muerto o no en el cumplimiento de su deber defendiendo a la patria, lo importante es la consecución del fin que se marca, y hay que llegar a ello fuere como fuere, incluso si hay que tocar el bombo y la pandereta marcando el paso de los "Héroes" mas cobardes del conflicto. El fin es que el pueblo vaya a la guerra en masa y además la financie para beneficio de quienes la declaran, ya lo decían los Absolutistas Ilustrados, "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo".Solo hay un aspecto mas que voy a destacar del filme, y es que en mi opinión a Eastwood le sobran como unos diez minutos de metraje, esos que aglutinan historias sentimentaloides de esas que tanto le gustan a su amigo Spielberg. Sean ustedes los que decidan si la película es buena o no lo es, a mi me gustó, y también lo que narraba, lo que si que creo que es primordial, es ver su media naranja para hacer un computo global de los resultados.
Le sobran como unos diez minutos de metraje. Sean ustedes los que decidan si la película es buena o no lo es, a mi me gustó, y también lo que narraba.
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Uf, pobre ardilla, lo mal que lo pasó en la primera y lo mal que pinta en la segunda mirando el cartel. Y yo todavía no me explico como no se la come, dado que tiene que estar ya desfallecido de tantas aventuras. ¿Qué comerá? Angelico, que penica que me da (y lo que me rio, claro).La película trata sobre un grupo peculiar, comprendido por un perezoso, un mamut y un tigre de dientes de sable en la época del deshielo. Dado que el valle en el que viven se va a inundar en poco tiempo, todos lo que lo habitan comienzan una peregrinación hacia una supuesta barcaza que les salvará de la inundación. Por el camino, el mamut sufre una crisis de soledad, dado que se da cuenta que es el último de su especie con vida. Por suerte, tres zarigüellas (una de gran tamaño) se cruzan en su camino. Paralelamente, una ardilla lucha por su bellota contra todos los que se interpongan en su camino.Bueno, la película me ha encantado. Me he reido mucho, me he emocionado y no me he aburrido nada de nada. Todos los personajes me han encantado, y se han quitado muchas cosas que no me gustaban de la primera. El perezoso es muy gracioso, teniendo su momento estelar y resolviendolo de un modo genial (sobretodo para los peques). El dientes de sable no tiene un gran papel, aunque deja una lección de superación muy interesante (un poco ñoña, pero es una película de dibujos para niños). Y el mamut me encanta, aunque no se bien porqué. Aunque lo mejor de todo son los personajes secundarios, como las zarigüellas o los adoradores del perezoso. Bueno, miento, lo mejor de toda la película es la historia de la ardilla, que está hecha de maravilla. Soy fan de ella desde el primer momento que la ví, y en esta parte tiene un papel fundamental y muy largo.Resumiendo, una película muy bonita para niños y que le gustará a los adultos con mentalidad juvenil. Lo malo es que tiene escenas que puede dar miedo a los más peques.
Me he reido mucho, me he emocionado y no me he aburrido nada de nada
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Mel Gibson vuelve a darnos una lección de cine, en este caso con "Apocalypto". A este actor y director australiano, se le pueden achacar muchas cosas, pero lo que nadie le puede negar es su talento detrás de las cámaras. Es uno de los mejores narradores que nos podemos encontrar actualmente, y sus imágenes tienen una fuerza asombrosa. Si en su anterior propuesta nos reveló la Pasión de Cristo, y cómo era la vida en esa época, ahora nos muestra la cultura maya. Visualmente es espectacular, y hay que agradecer que haya rodado en escenarios naturales, pudiéndonos mostrar así de forma más creíble los avatares de esta civilización.Rodada en maya, y llegando a las pantallas sin doblar, "Apocalypto" nos envuelve desde los primeros fotogramas en un mundo fantástico, en el que se nos van presentando los distintos personajes, y en el que nos transmiten el mensaje de que con miedo no se va a ningún lado. El miedo es una enfermedad, que corroe por dentro y con la que no se puede vivir. Algo que tendrá que tener en cuenta nuestro protagonista, si quiere poder continuar disfrutando de su existencia.Tras este inicio, se nos presenta a la otra civilización, con los que estaremos el resto del metraje. Viajes, esclavos, profecías, sacrificios y por último, la supervivencia.Gibson nos muestra un final de película asombroso y trepidante. Un rodaje muy físico, donde apenas hay diálogos y que nos introduce de lleno en la jungla, mostrándonos las capacidades y los límites del ser humano a la hora de sobrevivir. Hay varios mensajes que se pueden sacar, desde que nos hace falta un Dios para guiarnos y tomar un rumbo adecuado, a que el mal está entre nosotros y que debemos de vencerlo apoyándonos y ayudándonos en familia. También está la cita con la que se abre la película, que nos dice que cualquier gran civilización no sucumbe por un poder exterior sino porque anteriormente se ha destruido por dentro.Habrá gente que saque otras interpretaciones, pero lo principal es que Gibson nos cuenta una historia, y de una manera asombrosa. Tiene momentos fuertes, al igual que en "La Pasión de Cristo" que nos muestran lo duro y lo sanguinarios que eran en esa época.Por último, hay una imagen brutal (y no por violencia) que tiene lugar al final de la película y que obviamente no voy a destripar."Apocalypto" hará las delicias de todos aquellos amantes de las emociones fuertes y del buen cine.
Apocalypto hará las delicias de todos aquellos amantes de las emociones fuertes y del buen cine.
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Muchos aún se preguntan por qué Leonardo Di Caprio no ha sido nominado al Oscar por su muy buen trabajo en 'Infiltrados'. La respuesta está, claro, en 'Diamante de sangre', la última película de Edward Zwick, de profesión sus dramas épicos, y excelente vehículo para las interpretaciones de sus dos nominados protagonistas.En la convulsa Sierra Leona de 1998, la guerra civil se encuentra en su apogeo. Los miles de diamantes de contrabando que salen del país financian por igual a las tropas del gobierno y a los guerrilleros del FUR, y ahogan al pueblo en su propia sangre. Un soldado de fortuna sudafricano, un pescador que busca a su familia y una periodista americana se ven envueltos en la búsqueda de un gran diamante rosado, que puede sacarles del infierno en que se encuentran.Pocos peros se le pueden poner a Zwick en esta ocasión, quizá los mismos de siempre, pero algo menos. Su estilo (sobre todo su filmografía más conocida) está definido desde su primera gran producción, 'Tiempos de gloria': puesta en escena grandilocuente, protagonistas con códigos morales propios que se transforman en medio de grandes conflictos, secundarios que retratan a la gente de a pie. todo muy correcto, muy pulcro, eso sí.'Diamante de sangre' es una vuelta de tuerca a ese esquema, un guiso con todos los ingredientes pero un puntito más crudo. Y menos mal, porque hablar de algo tan tremendo como las masacres en África o los niños soldado precisaba poner toda la carne en el asador. Y Zwick me ha sorprendido al mostrar sin remilgos una de las mayores atrocidades de la actualidad, ver a críos de 10 años fusilando sin piedad aldeas enteras. Bien por él. Pero tampoco remata la faena esta vez.El tratamiento de la extrema situación que narra es acertado y trepidante en la primera mitad de la película. De la mano de Solomon Vandy (soberbio, potentísimo Djimon Hounsou) conocemos el drama de los millones de refugiados que ven cómo la guerra civil destruye sus vidas en nombre de una revolución que no llega. Más adelante, Danny Archer (excelente Di Caprio con acento sudafricano incluido) surge como el mercenario descreído y egoísta, capaz de sacrificar a cualquiera con tal de conseguir su objetivo. Ambos son supervivientes, en constante peligro y con intereses diferentes, aunque complementarios por momentos. Les diferencia su actitud ante la vida (y la muerte), pero les une su fuerza de voluntad. Y siempre están en tensión, desconfiando uno del otro. Gran pareja, el mayor acierto de la película.Pero llega un momento, tras mostrar todo el horror de esa guerra, en el que la trama debe avanzar hacia algún lado. Y es ahí donde aparece la reportera Maddy Bowen (correcta Jennifer Conelly), para operar el cambio en el corazón del antihéroe Archer. Es por ahí por donde 'Diamante de sangre' pierde fuelle como violenta película de acción para girar hacia la reflexión humanitaria. Y si bien Archer sigue sin perder su esencia de mercenario sin escrúpulos (ver a Di Caprio disparando a bocajarro a niños, por muy armados que estén, es impactante), la película se va preparando para un tercio final que sigue los cánones de Hollywood. Es efectivo, pero deja de arriesgar en lo moral. Y el epílogo, pues bueno, por muy acorde que sea con la historia real, yo creo que sobra. Como película de acción, desde luego, me quedo con la barbarie sin adulterar de 'Apocalypto', por muy incorrecta que sea.En lo técnico, Zwick demuestra que sabe moverse en tinglados de este estilo sin problemas. Cuenta además con la valiosa ayuda de Eduardo Serra en la fotografía, de Dan Weil en el diseño de producción y de James Newton Howard en la música. El resultado es brillante, desde luego.Total, que en contra de lo que sugería el tópico trailer, 'Diamante de sangre' es un entretenimiento superior a la media del Hollywood de ahora, con un brillantísimo dúo protagonista (mejor en V.O., intuyo) y facturado con agilidad y brillantez. Lástima que las pretensiones de trascender lo minen en parte al final. Un 7.
'Diamante de sangre' es un entretenimiento superior a la media del Hollywood de ahora, con un brillantísimo dúo protagonista y facturado con agilidad y brillantez. Lástima que las pretensiones de trascender lo minen en parte al final.
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Por fin he tachado "Babel" de la lista, ya era hora. Y me ha encantado; sin duda una de las mejores películas que he visto últimamente. El primer largometraje de Alejandro González Iñárritu, "Amores perros", me gusto muchísimo -no así "21 gramos", que me dejó algo fría-, pero "Babel" supera todo eso. Tengo entendido que es bastante larga. No lo sé, a mí se me pasó volando. Las cuatro historias me tuvieron completamente enganchada hasta el final. La de Japón, pese a ser posiblemente la menos "trágica" y la más desligada del resto -o precisamente por eso-, me conmovió especialmente, por esa manera de retratar un drama mucho menos evidente. Las interpretaciones de los actores son espectaculares. También lo es la agilidad y, sobre todo, la humanidad con la que el director ha puesto en escena ese magnífico, pero difícil, guión de Guillermo Arriaga. Entre todos han conseguido mostrar con coherencia y sin superficialidad mundos completamente diferentes, narrar tragedias sin caer en el sentimentalismo y transmitir ternura a pesar de todas las imperfecciones y errores de los personajes. Para variar, la tuve que ver doblada. ¿Cómo se le ocurre a alguien doblar esta película? Supongo que habría sido incluso mejor en versión original, pero, en cualquier caso, "Babel" consiguió eso que cada vez resulta más difícil a medida que pasan los años. Salí del cine emocionada, "tocada", sintiéndome diferente a como había entrado y reflexionando sobre lo que acababa de ver. Y por todo eso os recomiendo que no la dejéis pasar.
Consigue mostrar con coherencia y sin superficialidad mundos completamente diferentes, narrar tragedias sin caer en el sentimentalismo y transmitir ternura a pesar de todas las imperfecciones y errores de los personajes.
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Si con "Babel" se cerró una trilogía sobre el dolor humano, con "María Antonieta", se pone el broche (no se si final) de las trillizas intimistas de Sofia Coppola. Mujeres que buscan su identidad, su papel en el mundo.La Coppolina provoca pasiones arrebatadoras y odios feroces. Pero no olvidemos que ha marcado un hito en el cine moderno, hace lo que le da la gana (sí, en parte gracias a su apellido) y se mueve en su salsa contando las historias que le apetece.Su cine es básicamente contemplativo, un cine de imágenes y sensaciones, que se presta casi siempre a la pretenciosidad por su pose gafapasta y tendencia cool, kitsch, psicodélica y demás palabros chachiguays, pero debajo de esa superficialidad aparente de bellezas plásticas y visiones semilíricas queda un espacio para el sentimiento humano, que nos provoca una extraña atracción por sus personajes y las historias que éstos protagonizan.Con "Maria Antonieta" la Hijísima nos descubre la otra cara de la figura histórica de la reina consorte de Francia, dejando fuera de palacio los acontecimientos históricos que se estaban produciendo a las puertas de la revolución. Pretende que vivamos en el palacio de Versalles con una adolescente atemporal educada entre algodones.El film arranca en Austria cuando María Antonieta es trasladada con apenas 14 años a Francia para contraer matrimonio con el enclenque de Luis XVI. Ya en Versalles, deberá adaptarse al modo de vida de palacio, donde la pomposidad, el lujo y el derroche de caprichos se le brindan de forma habitual. Entre tanto vemos como es incapaz de ofrecer un heredero a la corona por culpa de su marido (el matrimonio tarda varios años en consumar). Mientras tanto la joven disfrutará de todos los lujos que se le brindan en compañía de una pequeña corte de mala reputación que hace las veces de colegas de correrías en fiestas de champagne y fresas, apetecibles pasteles, partidas de cartas, majestuosos vestidos y carísimos zapatos, de ahí su apodo como "Madame Déficit". El envoltorio de este valiente y controvertido film es abrumador, la dirección artística, los decorados, el vestuario, el maquillaje, la peluquería. todo es sublime.Se que mi opinión sobre la peli provocará varios desmayos y muchas carcajadas hirientes pero a mi Mari Sofi me convence, me gustan las historias que quiere transmitir, que sí, que la película es absolutamente snob o sea, te lo juro por los cordones en blanco roto de mis Converse All Star, y vacía de elemetos históricos para llamarle biopic, pero no vacía de contenido ya que abundan preciosos momentos narrativos, y por tanto, buen cine (véase la elipsis de los cuadros, la escena del balcón o la secuencia del final). Me ha gustado "María Antonieta", aunque tampoco para tirar cohetes de placer, retrata de forma valiente una figura histórica, libre de corsés al innovar en la puesta en escena, me gusta porque Sofia Carmina Coppola sigue brindando sensaciones, no tan imperecederas y logradas como su obra mayor "Lost in Translation", pero consigue que su "María Antonieta" sea un deleite para los sentidos, todo un mérito para esta infravalorada obra.¡Larga vida a la pija!
"María Antonieta" es un deleite para los sentidos, todo un mérito para esta infravalorada obra.
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Tras años de fracasos y sin productores o directores que apuesten por él, Sylvester Stallone se ha lanzado a una operación de recuperación con la que pretende recobrar parte de la gloria perdida.El primer paso de dicho proceso ha consistido en la realización de la sexta parte de las andanzas del personaje que más gloria le ha reportado: "Rocky Balboa".Hoy en día cuesta imaginarlo pero, en 1976 Stallone, un actor y guionista desconocido, conquistaba a los estadounidenses con la historia de un boxeador de poca monta al que se le presenta la oportunidad de celebrar el combate de su vida.Era la película que los Estados Unidos, deprimidos tras la derrota en la guerra del Vietnam, necesitaban. Stallone fue nominado a mejor actor y guión original en la ceremonia de los Oscars de aquel año, algo que sólo habían conseguido hasta entonces Charles Chaplin y Orson Welles con "El Gran Dictador" y "Ciudadano Kane" respectivamente. Lo cierto es que con el tiempo, estas comparaciones suenan ridículas pero así fue.Para su regreso, Stallone ha optado por no correr riesgos y apostar sobre seguro retomando el esquema del primer Rocky, al menos al principio. En efecto, la primera hora es bastante más digna de lo que cabría esperar y se mueve en un terreno no muy alejado del drama independiente de bajo presupuesto. Así, con contención, es como consigue Stallone los mejores momentos de la proyección.Lo malo es que en la media hora final decide que tiene que contentar a cierto tipo de espectador (¿a quién puede contentar así? me pregunto yo) y comienza un montaje caótico, confuso y sin sentido que elimina por completo toda emoción que pudiese suscitar el más que previsible desenlace de la cinta.De no ser por esa media hora final, podríamos estar hablando de una películilla pasable, pese a sus defectos, pero tamaño despropósito final y el hecho de que encima no remate la historia definitivamente (para hacer esto mejor que no hubiese hecho nada) me hacen decantar la balanza hacia un claro suspenso.
De no ser por la media hora final, podríamos estar hablando de una películilla pasable.
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Uno de los primeros films de ficción que abordó el genio Kieslowski. Durante todo el metraje se puede ver su especial enfoque cinematográfico, aún siendo una obra muy diferente y menos estética y poética que lo que haría posteriormente.Es una película de estructura sencilla, pero su motivo es bastante complejo y puede dar pie a diversas divagaciones. No es de extrañar que para muchos, en un primer visionado, resulte algo difícil de seguir y experimente un desarrollo lento que no deja adivinar qué dirección tiene la intención de tomar o qué pretende explicarnos. Y es que gran parte de los films de Kieslowski tienen su significado último una vez acabados. En el mismo momento en el que te empiezas a plantear la película, reflexionar profundamente sobre ella y adosarla a la vida real es cuando logras comprender el camino que el director quería trazar.A pesar de la dificultad mencionada, "El Aficionado" seguramente sea la obra más directa de Kieslowski.Algunos diálogos fueron escritos entre el director y el propio Jerzy Stuhr, actor principal de la película (Filip). Y el resultado fue un film de evidente carácter autobiográfico.Que Kieslowski gira la cámara hacia su propia persona, es algo que todos sus seguidores sabemos. Siempre lo hace de una forma muy sutil, para que el propio espectador pueda investigar, ya que inicialmente ni se percatará de ello. Nunca revela, simplemente susurra. Todas y cada una de sus obras hablan de porciones de su personalidad, y, de forma global, todas miran hacia la misma dirección: la libertad y el amor. Dibujadas ambas de diversas formas, pero siempre como telón de fondo.Y "Amator" no es una excepción. Al contrario. El protagonista nos mete en la piel de un cineasta en sus primeros pasos, con sus virtudes y sus defectos, sus facilidades y dificultades.Obviamente, aunque nunca lo reconociera abiertamente (nunca hablaba de su propia persona), todo el metraje se refiere a sus complicados comienzos, a sus miedos morales y a la confrontación de principios éticos a los que siempre hacía alusión a la hora de filmar.En muchas entrevistas aseguraba que habitualmente le entraban ganas de dejar sus películas sin terminar, que no podía filmar las lágrimas reales de los actores, que se veía incapaz de retratar su sufrimiento (paradójicamente -una palabra que se repite en la obra y persona del director polaco-, lo hacía mejor que nadie) ya que lo consideraba como un atentado contra la vida íntima de las personas, y que sus principios morales se veían en la cuerda floja en numerosas ocasiones. Y eso es algo cierto en un marco social y político como el de la Polonia de aquella época. La censura y el comunismo podían utilizar en contra de las personas filmadas cualquier cuestión acontecida en películas y documentales. El comunismo hablaba de libertad, pero el libre albedrío no era más que una mentira. Una utopía.El hecho de que el director polaco rodara anteriormente documentales deja entrever el por qué de muchos de sus condicionamientos morales y luchas internas. Por ello, Kieslowski siempre se planteaba la dificultad de filmar, el derecho a ejercer como una especie de Dios a la hora de plasmar la realidad en sus obras. ¿Hasta dónde nos permite llegar nuestra moral? ¿Podemos grabar algo que puede ser utilizado en contra de las personas? ¿Podemos filmar una muerte real? ¿No deberíamos dejar a la gente morir sin que su paz interior sea degradada?Así, la película trata sobre las vicisitudes de una persona que comienza con una cámara solamente para filmar a su bebé, para tomar su propio micro-mundo y esconderlo en el seno de su familia. No para que el mundo lo vea.Pero poco a poco va sumergiéndose en el mundo del cineasta, rodando documentales, grabando películas. Y sus principios morales y humanos se ven en entredicho. A la hora de mostrar al público sus inquietudes para con la vida real surgen los principales problemas. ¿Hasta dónde se puede llegar a filmar?La película es ideal para los cineastas "amateurs", para poder entender un poco la complejidad de filmar y para saber aplicar ciertas técnicas, no solo mecánicas, sino también humanas. El eje de "El Aficionado" podría convivir en todo lo relativo al poder de una cámara. Su poderío para mostrar, pero también su fatalidad para destruir.De tal forma, el film va desarrollándose magistralmente, comenzando por la inocencia de un principiante y continuando con su timidez y sus dudas, todo ello desembocando en la destrucción y pérdida de todo lo que ama. Es como si la cámara subyugara todo lo que concierne a la vida real del personaje, como si la lente tuviera el poder de, mediante la ficción, alterar la realidad, dañarla.Por ello, conmueve de especial manera la forma de la que Filip va perdiendo su familia, su trabajo y alguno de sus amigos. ¿Culpa de él? ¿De ellos? ¿De la cámara? Eso solamente lo descubrirá cuando gire la lente hacia sí mismo. Entonces comprenderá que todo lo filmado, su obra, comienza y termina en su propia persona. Entenderá que las decisiones no pueden tomarse a la ligera, que la crueldad y el humanismo deben convivir en todas y cada una de nuestras relaciones. El mundo se desvanece a su alrededor, pero entonces, en la soledad de su pérdida, podrá saber que el único dueño de su vida debe ser él mismo. Solamente él es responsable de sus propios actos, nunca de los ajenos. La libertad siempre presente en la obra de Kieslowski.En esta obra, además de confluir el pesimismo del saber y el optimismo del deseo, podemos observar que el director polaco hace gala de sus primerizas ideologías políticas y sociales. La censura está presente en varias ocasiones a lo largo del metraje, con el compañero de trabajo de Filip, con su niña, rodeándole en su vida cotidiana. El compañero de trabajo es el ejemplo ideal de la duda cinematográfica ética y moral. Utilizar como medio a una persona, para conmover, o simplemente mostrar la realidad tal y como es, retratar la vida de una persona con dificultades. Pero, ¿entonces no estás utilizando?Es evidente para todo aquel que escuchara hablar a Kieslowski que, muchas veces, le dolía filmar retazos de la realidad mediante la cámara, lo consideraba un medio demasiado peligroso y poderoso. No podía decidir sobre las realidades de esas personas, afirmaba tajantemente que no tenía tal derecho.Además, como decía, todo eso podía ser utilizado en contra de la gente que estaba a cargo del proyecto o simplemente aparecía en él.La escena inicial en la que el halcón ataca a un pájaro indefenso es un claro ejemplo de las inquietudes de Kieslowski en esos tiempos (de las que en años siguientes renegaría). Se trata de una clara metáfora (recordad la pesadilla de Irka) que refleja la lucha entre el que tiene el poder y los que están debajo, la lucha entre el portador de la cámara (una especie de poder que se permite jugar con lo filmado) y los personajes de esa realidad cotidiana que son filmados. Personajes que, como el ave, pueden ser dañados mediante esa filmación. La eterna lucha entre lo individual (el director) y lo colectivo (la vida real). Lucha siempre presente en la moral cinematográfica.En ese marco social y político plagado de censura, sus documentales no hacían más que hurgar en una herida que consideraba muy profunda en su interior (le afectó personalmente hasta un punto que hizo cambiar de forma radical su forma de expresarse públicamente). Y, en más de una ocasión, nos asalta la eterna cuestión de "a quién pertenece realmente la película" (cosa que también sucede en el presente, no nos engañemos).¿Quién tiene la decisión última sobre detalles finales del film? Está claro que el que invierte el dinero (cuando no hay otra forma de obtenerlo), comercialmente, tenía la última palabra (en el caso que nos afecta al menos). Y más en esa situación, que vuelve a hacer aflorar el sentimiento que aparece en más films de Kieslowski de que somos marionetas que pendemos de un hilo. Pero ese hilo, puede ser movido por nuestra voluntad.Así, al final, sí que hay algo que es suyo, propiedad de Filip: su propio aprendizaje, su conocimiento de que él solamente es responsable de lo que graba cuando él aparece en ese entorno.En cuanto al plano técnico del film, en el reparto grandes desconocidos que rayan a gran nivel. Especialmente Jerzy Stuhr, que ya apareció en diferentes grabaciones de Kieslowski como "The Calm" o "Decálogo".Resulta admirable cómo Kieslowski hace tanto con tan pocos recursos, con una proyección absolutamente aséptica, sin efectos ni golpes de ningún tipo. Una evidente limitación visual, pero que queda en un segundísimo plano y no encarece para nada el resultado de la obra.Carece de la magia visual de "La Doble Vida de Verónica" o la trilogía de "Tres Colores", pero es totalmente lógico debido a su presupuesto."Camera Buff" fue la película que lanzó a Kieslowski al éxito (muy relativo y limitado en el espacio, por aquél entonces), y pese a las carencias ya comentadas, le posibilitó avanzar en el ámbito cinematográfico e investigar en el alma humana, en los sentimientos más profundos, ya mediante una estética más preciosista, musical y poética.En definitiva, una obra muy interesante para meterse de lleno en la moral e ideología de un cineasta. A lo mejor resulta difícil saborearla en su plenitud en un primer visionado, pero si realizamos la obligada reflexión que merece, llegaremos a ser partícipes de su profundidad.Puede que el único punto en su contra sea ese mismo, que es un tipo de film que no logras disfrutar la primera ocasión, ya que no sabes con exactitud en qué dirección nos quiere llevar Kieslowski. Hecho que no afirma, para nada, que sea el film más complejo del fallecido director polaco.El legado de Kieslowski es algo que el cine agradece y necesita (sobre todo para recordarnos que la época en la que irrumpió fue una de las más pobres por las que ha pasado el séptimo arte) y que, a su estilo, nadie podrá recuperar. El espíritu humano y artístico es algo que no se puede emular, por mucho empeño que se ponga.Para muchos, es la obra maestra del movimiento denominado en Polonia como "cine de inquietud moral", del que Kieslowski era uno de sus fundamentales estandartes, junto a la película iniciática que ocupa la crítica que nos atañe.El espectador es el que tiene la última palabra y otorgará (o no) significado al film, tildándolo de pedantería ética o reflexión elevadora.No hay otro portador de la cámara que no sea el de nuestra propia lente.
¿Hasta dónde puede llegar una cámara? ¿Tiene el permiso moral de filmar todo lo que su lente puede ver?
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La comedia ha sido siempre uno de los géneros más cultivados en el cine español, y algunas de las mejores obras de nuestra cinematografía son en efecto, comedias. A través de ellas, muchos de los más grandes cineastas españoles han desarrollado su ingenio, algunos sorteando la censura amparándose en la inocencia de la risa.Sin embargo, en los últimos años, la comedia es una rara avis en el panorama nacional, si exceptuamos los ejemplos zafios y groseros que predominan en el género a nivel mundial. Inés París y Daniela Fejerman han sido las responsables de dos de los mejores trabajos cómicos de los últimos años, y ahora nos llega el primer trabajo en solitario de una de ellas, de Inés París. Ante todo, Inés París rinde con Miguel y William un profundo homenaje a los dos mayores genios de la literatura universal, a dos mentes privilegiadas del Siglo de Oro: a Miguel de Cervantes Saavedra y a William Shakespeare. Lo hace imaginando un hipotético encuentro entre ambos, a comienzos del siglo XVI, encuentro que será posible gracias a Leonor (Elena Anaya), hija de un rico comerciante, que busca a un autor que escriba una obra para ella y así poder cumplir su deseo de ser actriz. A pesar del tono general de comedia que tiene Miguel y William, Inés París realiza también un retrato de aquella Castilla lúgubre y dominada por la religión y la superstición, donde las mujeres eran consideradas como ciudadanos de segunda; en definitiva, un esbozo de ese reino lleno de recelos recién unificado con Aragón, de ese embrión de la España que hoy conocemos. En este aspecto, es inevitable la comparación con cierta gran súper producción de época, situada un siglo después en el tiempo, y dejamos al entendimiento de cada uno qué película sale victoriosa en esa lid. Volviendo a la cinta, se trata de una comedia relativa, con algunos momentos muy humorísticos, aunque es de aquéllas que se ven con una sonrisa permanente, en algunos casos agridulce. Miguel y William es una propuesta fresca y diferente a las típicas historias prefabricadas acerca de grandes autores de época que el cine de Hollywood nos acostumbra a regalar. El guión es ágil y original, y una de sus mayores virtudes son las constantes referencias a las obras aún no escritas de los dos genios literarios. El film tiene buen ritmo, como exige una comedia, y con su metraje preciso hace que no se vuelva pesado en ningún momento. Los aspectos técnicos están muy cuidados, entre los que destaca una gran dirección artística, que hace creible la recreación histórica. Entre un excelente reparto (qué decir de José María Pou o Geraldine Chaplin), destacan una radiante, fresca y divertida Elena Anaya, confirmando sus grandes dotes interpretativas, y Juan Luis Galiardo, que nada más aparecer llena la pantalla, y es imposible imaginar a alguien más en la piel del manco de Lepanto. También llama la atención Carolina Lapausa, joven actriz curtida en el teatro que dará mucho que hablar en el futuro. Miguel y William es una película entretenida, que hará pasar al espectador un rato muy agradable, pero que sobre todo sirve como un gran homenaje a dos genios que, casualmente, murieron el mismo día, del mismo mes, del mismo año. Y como escribió uno de ellos, bien está lo que bien acaba.
Inés París rinde con Miguel y William un profundo homenaje a los dos mayores genios de la literatura universal.
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Por si fuera poco aguantar la serie en las mañanas de una emisora nacional y en más de uno de los canales temáticos, ahora trasladan de nuevo al cine al repugnante, grosero, mal educado y zafio Shin Chan, ese asqueroso niño que hace de emborracharse, mostrar sus partes íntimas y proferir constantes procacidades una forma de vida. En una época en la que incluso se ha marcado un horario protegido para la infancia (donde tienen cabida todos los bodrios de programas en los que se dedican a discutir quien tiene más silicona o retar a las personas a demostrar ante una máquina con quién se han acostado), no se debe tolerar la existencia de estas producciones.Sinceramente no sé qué es lo que le encuentran los niños a estos dibujos. Están mal hechos, las historias son absurdas e inculcan valores de lo más negativos para unas mentes en formación. Esta enorme fama del bicho éste es atribuible a los sinvergüenzas de los programadores de las cadenas de televisión, que al parecer no deben tener hijos, o deben importarles muy poco. Todo vale para conseguir audiencia. El absurdo argumento consiste en llevar a Shin Chan a liderar un grupo que pretende contrarrestar a una pandilla que se dedica a drogar a los adultos para que se comporten como infantes. Bajo el manto de la libertad de expresión se cometen muchas aberraciones, y una de ellas es que se permita la emisión de esta basura. Pero ningún gobierno es capaz de arriesgarse a que le tachen de retrógrado por tomar una medida que protegería la salud mental de los niños. También tienen mucha culpa algunos padres, que permiten que sus hijos se empapen de esta mugre. Pero claro, si el niño sale problemático, es más fácil echarle la culpa a los profesores.
Pura basura en el que un niño apologiza todas las groserías posibles ante la impasibilidad de los organismos que luego se jactan de proteger al menor y defender sus intereses. Aunque claro, siempre es más sencillo culpar a los profesores del slavajismo imperante en muchos centros educativos..
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La primera vez que tuve contacto con Noviembre fue gracias al videoclub del barrio, muerto y enterrado ya hace tiempo. Fué una de esas cintas que ves por cubrir tu propio cupo de cine patrio, que coges por que no encuentras nada que te apetezca menos, o por que tienes un día tonto y te quieres redimir con el mundo. Ahora ya la poseo, dado que me dejó tan sumamente perplejo, que necesitaba tenerla. Como anécdota, no me dí cuenta que era un documental inventado hasta casi el final (neuronas, volved conmigo!!!).La película trata de Alfredo (Oscar Jaenada) que es un joven murciano que llega a Madrid para estudiar Bellas Artes. Al poco de estar en la escuela, se va dando cuenta que allí no va a aprender lo que el quiere. Él está interesado en otro tipo de arte, un arte que realmente llegue al público, que se aleje de lo comercial, que te lo puedas encontrar en cualquier lugar, en cualquier momento. En definitiva, un arte libre, sólo sujeto a la capacidad creativa de los autores. Poco a poco, su idea va ganando adeptos, hasta formar un grupo de teatro al que llamarán Noviembre.Qué película más extraña y más original. El modo de grabarla es de documental, aunque lo que cuenta es inventado. Una persona audaz se daría cuenta nada más empezar, dado que las fechas no concuerdan, a mí me costó casi noventa minutos. El argumento es muy original, mostrando unas ideas utópicas llevadas al extremo consiguiendo un despiertar de los sentidos. El elenco de actores digamos que es surtido, por un lado los consagrados que son los que cuentan el documental y por otro los jóvenes, que resultan curiosos de ver por la evolución que han seguido. En el lado negativo, tiene una pequeña pérdida de ritmo, quizá causada por un exceso de representaciones.Resumiendo, película de alto nivel de cine español que nos demuestra que una buena idea puede tener un bajo presupuesto. Crítica social que nos hace sentir muy vivos y nos muestra un mundo desconocido por la mayoría. De utopías imposibles y utópicos imprescindibles.
Película de alto nivel de cine español que nos demuestra que una buena idea puede tener un bajo presupuesto. Crítica social que nos hace sentir muy vivos y nos muestra un mundo desconocido por la mayoría. De utopías imposibles y utópicos imprescindibles.
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"Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro", con esta frase del historiador francés W. Durant comienza la nueva película de Mel Gibson. Es el prólogo de una cinta que resulta más apabullante por su potencia visual que por su mensaje subyacente condensado en la cita anterior. Una arriesgada apuesta de un director ajeno a modas de la industria o a intromisiones comerciales. Porque se tiene que estar muy al margen de todo ello para rodar una película sobre el final de la otrora poderosa civilización maya, hacerlo en yucatec y con un reparto de actores sin experiencia previa reclutados desde México, Nuevo México, el Sur de California, toda América Central y Canadá. Y el resultado es una magnífica cinta en todo su andamiaje audiovisual e interesante en su relato, claramente dividido en dos: la presentación de la vida tribal de una aldea, y la destrucción de ésta a manos de una fuerza invasora diezmada por las enfermedades que, con pavor, achacan a la furia de sus dioses.Antes de ese punto, Gibson hace una aproximación con el mayor afán de verismo posible a la vida cotidiana de los miembros de una aldea maya: dedicados a la caza y la crianza de sus hijos. Se toma su tiempo el filme es describir aquella vida en la que se respetan las leyes de la naturaleza y los ancianos son venerados como fuente de sabiduría. Pero la semilla de un destino terrible ya es plantada en ese prólogo cuando Jaguar Paw (Rudy Youngblood) contempla un hecho que la inquieta durante una jornada de caza. Por primera vez en su vida el miedo se apodera de él de forma extraña; una desagradable sensación de la que su padre le advierte severamente como si ésta fuese una peste capaz de contagiar a todo su pueblo.Y con miedo asistirá al espectador a la salvaje destrucción de la aldea de Jaguar Paw. Ahí es donde comienza una segunda parte del relato más familiar para el espectador, con la estructura típica de una cinta de acción pero, en este caso, envuelta toda ella por unas potentes imágenes rodadas con el nervio de quien maneja con absoluta destreza el lenguaje del cine. La riqueza de recursos con la que están rodadas las persecuciones y las luchas apenas tienen parangón. Y aún así no desaparece en esta parte el halo poético de todo el conjunto.En esta adrenalítica parte del metraje, Paw asistirá a la cruel destrucción de su pueblo y al terrible abandono de los niños tras ser capturados todos los adultos. Ellos serán conducidos a una gran ciudad maya en pleno declive, azotada por la enfermedad, la corrupción y el esclavismo. Las mujeres serán vendidas como esclavas, mientras que los hombres serán conducidos a una gran pirámide-altar para ser sacrificados como ofrendas a Kukulkan, el gran dios del Sol, a quien ruegan porque cesen la sequía y las plagas. La suerte, en forma de eclipse, le salva el pellejo a nuestro protagonista, quien tiene una poderosa razón en su aldea para luchar por su vida hasta la extenuación.Como si de una cacería se tratase, en la que los papeles de cazador y presa se invierten constantemente, Paw será perseguido por sus captores una vez consiga escapar. En esta parte, siguiendo la tónica general del filme, la explícita violencia se agudiza. Una violencia que ha acarreado no pocas polémicas, no sólo por ser excesiva hasta la repulsión, sino porque quienes se consideran herederos de ese pasado califican el filme como una difamación de la civilización maya.No sé hasta qué punto el rigor histórico ha flaqueado para sucumbir a ese lado tan 'gore' de Gibson. Por ejemplo, en el artículo que enlazo hablan de que se describen "a los mayas como practicantes del sacrificio humano, al sacar el corazón de la víctima en un espectáculo público en la cima de una pirámide. Éste era un ritual azteca y no maya, un hecho muy conocido para cualquier estudiante de historia mesoamericana (.)". No obstante, el conjunto del relato es más que notable y en su epílogo remacha el argumento expresado en la cita de Durant.
Una magnífica cinta en todo su andamiaje audiovisual e interesante en su relato, claramente dividido en dos.
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Siempre que vamos a ver una película basada en un comic nos tememos que hayan cambiado muchas cosas respecto del original. Después, dependiendo de la calidad del film podemos sentirnos más o menos cómodos en la butaca, y es que si la película es buena siempre se pueden hacer concesiones. Esto es lo que en mi opinión ocurre con "V de Vendetta". En su momento le di a la novela gráfica una nota de 9'5, la más alta de las que he dado desde este blog sobre películas, libros o comics con los que haya disfrutado (o no). Y de hecho, expresé mis dudas al respecto de lo que pudiera salir en la gran pantalla.Pues bien, a mi la película me ha gustado, y mucho; a pesar de algunas críticas negativas que ya había leído por ahí fui con ganas al cine. Y si bien no es tan buena como el comic (era muy difícil, reconozcámoslo) sí que resulta entretenida. Debo decir que el personaje de V me enganchó desde el primer momento, y si bien cambian algunas cosillas respecto del comic (no desvelaremos cuáles) en muchos momentos ocurren las cosas tal y como se ven en la obra de Alan Moore. Obviamente, se han omitido una serie de detalles que hubieran estado muy bien, y en otros casos se ha pasado muy de puntillas, lo cual le da a la película una velocidad excesiva (su pega principal). Y es que en cuestión de dos horas nos narran hechos que se producen a lo largo de un año. Además, sin solución de continuidad, ni letreritos del tipo "tres meses después" constantemente, que eso sí, hubieran ralentizado la emoción.La actuación de Natalie Portman a mi me ha gustado, y creo que con esto se la puede desencasillar de su papel de Amidala definitivamente. Impactante, e impresionante sobre todo a partir de la espectacular "rapada". En cuanto a Hugo Weaving, el recordado Agente Smith de Matrix, o Elrond en 'El Señor de los Anillos'. pues la verdad es que lo tenía muy difícil para interpretar un papel en el que no se le ve el rostro en ningún momento. Sus gestos debían ser lo bastante expresivos para transmitir las emociones deseadas, y lo consigue. Eso sí, hay que decir que hubiera estado muy bien ver la versión original para escuchar su entonación, su voz. pero es que al menos el doblaje es muy bueno. De verdad, consigue lo que se buscaba, de lejos: emocionar, implicarse con un tío que está tarado pero que despierta simpatías desde el principio.Por otra parte, puedo deciros que vi la película con personas que no habían leído el comic, y la película les pilló en fuera de juego en ese par de giros inesperados que pega durante la trama, les sorprendió de veras, así que esta película puede llegar a gustar incluso a los que no leen comics.Destacar dos cosas para terminar: se nota la mano de los Wachowski a pesar de no dirigir, incluso con el famoso "efecto Matrix" en algún momento. Pero en mi no causó la risa que parece haber causado en otras personas. Al contrario, me lo tomé como un guiño, y además, no abusan de ello. Y la banda sonora de Dario Marianelli me ha parecido muy buena para la película. Emociona en los momentos que debe hacerlo. vaya, que ya me he hecho con ella.En definitiva, no llega al comic, pero me ha gustado mucho. Así que me debato entre el 7'5 y el 8. seré benévolo, no como ciertos profesores de Universidad.
Puede llegar a gustar incluso a los que no leen comics
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Lujos, champán, joyas, escándalos, cotilleos, festines culinarios, vestidos confeccionados con las telas más exquisitas, bailes y fiestas hasta el atardecer. La nueva película de la ganadora de un Oscar Sofia Coppola refleja perfectamente los excesos que se vivieron en la corte de Versalles durante el siglo XVIII, un lujo extremo radicalmente distinto a las deplorables condiciones de vida del resto de la población francesa, un lujo que llevó a la perdición a los monarcas del lugar.La historia, protagonizada por Kirsten Dunst y Jason Schwartzman, se centra en la figura de Maria Antonieta, una mujer que tuvo qué abandonar rápidamente su niñez para convertirse en reina de Francia. La película empieza con el viaje de la niña de su Austria natal a la corte de Versalles donde le esperaba su prometido para contraer matrimonio, una boda a partir de la cual se verían satisfechos los intereses políticos de ambos países. Pero esa alianza no sería efectiva hasta que no naciera el heredero de la corona, un niño que tardaría en nacer debido a la impotencia del príncipe. Se trata de una película arriesgada en la forma cercana de presentarnos el siglo XVIII, habitualmente representada de manera muy encorsetada. Y es que los reyes también pueden ser impotentes, aunque la historia oficial generalmente es demasiado complaciente y tiende a maquillar un poco la realidad para evitar mostrar según qué aspectos menos convenicionales. Pero Soffia Coppola se atreve a presentarnos una visión muy personal y realista de lo que ocurrió en la época de la opulenta corte francesa.La ambientación de la corte está perfectamente recreada, sin escatimar en vestuario ni en mostrar toda aquella opulencia y recreándose en planos notablemente largos ?muy en el estilo de la directora- para poder apreciar a la perfección cada mínimo detalle. Ahora bien, es necesario preguntarse si realmente es imprescindible para la comprensión de la trama la repetición casi exacta de algunas escenas. La primera hora de la película es totalmente redundante ya que se da una recreación innecesaria: ¿hace falta repetir tres veces una secuencia para que quede clara la falta de entendimiento sexual entre los príncipes?Otro punto polémico es la banda sonora de la película, estamos acostumbrados a asociar un tipo de música a una época en concreto. En este caso se opta por una banda sonora genial pero totalmente inadecuada, según mi punto de vista, para el tipo de película ante el que nos encontramos. La banda sonora incluye a grupos modernos como The Strokes, The Cure, Phoenix, New Order y Siouxie And The Banshees. Si bien es cierto que en ocasiones algunas canciones no chirrían tanto, otras parecen totalmente fuera de tono (como ocurre en la escena del baile). En cuanto a las interpretaciones, Kirsten Dunst parece haberse estancado en su papel de adolescente superficial. De hecho el papel de una reina que se evade de sus responsabilidades y problemas de una forma frívola y derrochadora parece que le viene como anillo al dedo. Del resto de personajes no hay nada que destacar puesto que son un mero acompañamiento de la protagonista. Sin embargo, lo que sí es digno de elogio es la voluntad de la directora de experimentación y de reinterpretación de la historia, el problema es que el producto final no tiene la calidad que se podría exigir a la creadora de la magnífica Lost in translation. Resumiendo: una historia que no acaba de arrancar y una vez lo consigue acaba a medio gas.
El producto final no tiene la calidad que se podría exigir a la creadora de la magnífica Lost in translation. Resumiendo: una historia que no acaba de arrancar y una vez lo consigue acaba a medio gas.
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"Todo gran truco de magia consiste en tres actos. El primero se llama 'La presentación': el mago muestra algo que parece ordinario, pero, por supuesto,. no lo es. El segundo acto se llama 'La actuación': el mago hace que lo ordinario se transforme en algo extraordinario. Ahora bien, si buscas el secreto. no lo encontrarás, es por eso que hay un tercer acto llamado 'El prestigio': ésta es la parte con los giros inesperados, en la que la vida cuelga de un hilo, y entonces ves algo impactante que nunca habías visto antes". Con estas palabras explica Michael Caine el funcionamiento de los espectáculos de magia al principio de la película The Prestige, pero que ha llegado a nuestras pantallas con el título 'El truco final' (horrenda traducción al español).Dos magos (Hugh Jackman y Christian Bale), ambos aprendices del mismo mago e incialmente colegas, empiezan a odiarse tras un trágico accidente. Su rivalidad por conseguir el mejor truco de magia les llevará a intentar boicotearse constantemente, esta obsesión por ser el mejor les acarreará unas consecuencias inesperadas. Una lucha por alcanzar el éxito profesional que nos hará plantearnos a cada momento qué personaje es menos despreciable hasta que nos damos cuenta de que ambos son moralmente igual de mezquinos.Obviamente, las interpretaciones masculinas (Jackman, Bale y el siempre correcto Michael Caine) se llevan todo el protagonismo. Como ocurre en el caso de muchos directores, parece que Nolan mantiene su tendencia a invisibilizar a los personajes femeninos, que se convierten en meros objetos de acompañamiento de los protagonistas. Scarlett Johanson parece tener en la película el único cometido de lucir su corsé. Únicamente al personaje de la esposa de Bale se le concede un papel en el que puede sobresalir más (no demasiado).En lo que quizá falla la película es en el disfrute de los espectáculos de magia porque el espectador está demasiado ocupado intentando descifrar el truco para dejarse embaucar por él. Además, el hecho de que al espectador se le explique el truco de casi todas las exhibiciones (menos de la más importante, obviamente) le resta emoción al asunto. Algo que no ocurría en El ilusionista. Otro problema es que por momentos el film se vuelve algo repetitivo, ya que da muchas vueltas sobre la misma idea de la obsesión por conocer el truco final.Sin embargo, el guión no deja de ser sorprendente ya que el director siempre se guarda ?como los magos- un as en la manga para mantener la atención del espectador. La película cumple perfectamente con el cometido de cualquier espectáculo de magia: entretener y engañar constantemente a un espectador que se pasará toda la película preguntándose qué es lo que ocurrirá despuésLa película esconde un mensaje aterrador: para triunfar en la vida todo es lícito. El fin justifica los medios para estos magos en que se valen del engaño y la manipulación para conseguir sus objetivos. Una lucha agresiva por llegar a la fama, a ser reconocido como el mejor ante la sociedad. Una competitividad que no entiende de amistad, de amor ni de ningún otro aspecto que no esté relacionado con el prestigio social. Una lucha en la que se pone en peligro las propias relaciones personales e incluso la integridad física de los competidores.Christopher Nolan nos regala una historia perfectamente ambientada y con vueltas de tuerca de guión sorprendentes en la que se pone de manifiesto el peligro de las obsesiones, que pueden acabar en tragedia. Sentimientos tan universales como la envidia, el rencor, la competitividad y la ambición son experimentados al límite por los dos protagonistas hasta su destrucción moral. Porque el camino al éxito de los dos protagonistas es también el camino hacia su destrucción personal.
Christopher Nolan nos regala una historia perfectamente ambientada y con vueltas de tuerca de guión sorprendentes en la que se pone de manifiesto el peligro de las obsesiones, que pueden acabar en tragedia.
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Monster House nos narra la simple historia de una casa encantada, que ataca a todo aquel que se le pone delante y especialmente los niños. Pero detrás de la simplicidad y lo tópico de la historia se esconde un guión cómico que sonará a nunca visto y que mantiene el suspense durante la práctica totalidad de la película.DJ Walters es un niño que se obsesiona con el vecino de la casa de enfrente, el viejo gruñón Nebbercracker. El anciano despierta el temor de los niños de todo el barrio ya que se apodera de todo aquel objeto que cae en su césped. El día de Halloween desaparece balón de baloncesto de su amigo Chowder y se dan cuenta de que la casa tienen vida propia y una agresividad fuera de límites. Con la ayuda de su ingeniosa amiga, los tres deciden investigar qué ocurre con la misteriosa casa, y ahí empieza una aventura en la que el terror y el humor se entremezclan a partes iguales. En el plano cómico destacan sobretodo los personajes secundarios: el gordito graciosillo Chowder y el ayudante de polícia que investiga lo que ocurre con la casa nos arrancan más de una carcajada. Incluso hay espacio para el amor, ya que los dos niños se disputarán la atención de la pequeña que los acompañará en su aventura y al final de la película descubriremos que el amor puede llegar a límites insospechados en el caso de Nebbercracker.Filmada mediante la técnica de animación utilizada en la película The Polar Express (una mezcla de actuaciones reales y animación digital), los personajes parecen de carne y hueso, de manera que a pesar de ser una película de animación parecen mucho más creíbles al ganar en expresividad. Entretenida, sin perder el ritmo en ningún momento, se trata de una buena propuesta tanto para niños como para adultos. Una genial candidata a ganar el premio como mejor película de animación en los premios Oscar 2007.
Entretenida, sin perder el ritmo en ningún momento, se trata de una buena propuesta tanto para niños como para adultos.
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En el cine, como todo en la vida, lo mejor que uno puede hacer es no encasillarse, que la gente no sepa de antemano qué es lo nuevo que ofrecerá un director. Así, si tienes un cambio radical de registro, nadie se sorprenderá de manera drástica. Y este es el caso de Gabriele Salvatores, que con su último trabajo, Quo Vadis Baby?, sorprende tanto a público como a crítica, ya que se trata de una historia de mistereio e intriga, con poso dramático, eso sí. En Italia la película ha sido un gran éxito, tanto que se planea hacer una serie televisiva a partir del personaje protagonista. Giorgia Cantini (Angela Baraldi) es una detective ruda, desaliñada y sin prácticamente vida social, hasta que recibe un paquete que dará un vuelco a su vida. El paquete contiene el diario que su hermana Ada (Claudia Zanella) grabó en cintas de video, y Giorgia busca en ellas una razón que explique el por qué su hermana se suicidó 16 años atrás. Pronto, Giorgia descubre que la aparentemente perfecta vida de Ada no era tal, y que ésta tenía un amante, el misterioso A, tal vez involucrado en su muerte. Así, comienza una búsqueda que hará que Giorgia se replantee su vida y afronte la verdad que se ha mantenido oculta todos estos años. Gabriele Salvatores nos ofrece una propuesta interesante y atractiva, al menos en principio, y no sólo la típica historia de misterio. Desgraciadamente, en pocos minutos ese atractivo se diluye, el ritmo parece detenerse en el continuo espacio tiempo, y la cinta cae en lo previsible y lo obvio. Salvatores navega entre dos aguas, entre el thriller puro y duro y el trasfondo social, el mensaje que encierra el film, y ese dualismo termina por perjudicar notablemente a la historia. Quo Vadis Baby?, a pesar de sus limitaciones, no deja de ser una más que digna película de intriga y misterio, que mantendrá entretenido al espectador, pero que éste olvidará a los cinco minutos de haber salido del cine.
Quo vadis baby?, a pesar de sus limitaciones, no deja de ser una más que digna película de intriga y misterio
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Películas con líneas argumentales aparentemente dispersas que al final convergen no han sido nunca santo de mi devoción cinéfila: en ocasiones, el director acaba entregándose con mayores bríos a la pirotecnica formal que al refinado y coherente hilo natural de las cosas.Pulp fiction obró el milagro de mi reconciliación con ese cine de divergencias, de miradas que se cruzan y de destinos revocados que acaban afiliados a la misma estructura narrativa.Christopher Nolan hace en Memento un recomendable ejercicio de rebobinado para que sepamos, al final de la película, qué pasó al principio. Lejos de que este recurso excesivo, probablemente innecesario, lastre el resultado final del film, aquí lo catapulta a niveles de hondura dramática absolutos de modo que no se concibe Memento sin que todo esté así tan en atropellado.Esta abolición de la línea temporal se asienta sobre la propia naturaleza del personaje protagonista: Leonard Shelby ( un entregado Guy Pierce ) padece una enfermedad que le imposibilita para recordar los hechos más recientes. Esta realidad fracturada en la mente de Leonard es la realidad fracturada del film: su obsesión por desmontar el plano cronológico y fatigar al espectador ( bendita fatiga ) con un puzzle de estética cartesiana más cerca de la literatura de Cortázar que de la escritura del Hollywood más utilitarista.Acudir al tópico del deslavazamiento narrativo, insistir en exceso en su amnesia como motor de investigación criminal, es restarle aciertos, minusvalorar un muy trabajado ejercicio de composición que deja los obvios campos abiertos, las dudas necesarias para que ninguna evidencia sea tajante y todo se avenga al frágil territorio de la especulación: no sabemos a ciencia cierta si el asesino ( John G.) muere cada vez que Leonard da con un John G., aunque mejor no revelar más de la trama, que es lo suficientemente esquinada, inteligente y perversa como para atrapar nuestra atención ( y luego nuestra rendición sin condiciones ) durante estas dos más que recomendables horas de cine.Film híbrido entre el videoclip ochentero y el cine negro de escuela, Memento es la crónica de un desajuste moral, la historia de una venganza ( la mujer de Leonard es asesinada y violada ). Se rodó en un mes escaso y a pesar de recibir un excesivo número de malas críticas ( se remarcó el hecho de que el barullo argumental impedía adquirir un conocimiento nítido de por dónde iba la historia, lo que yo consideraba obstáculo para tomarme en serio el film, como escribí al inicio de esta reseña ), ganó la batalla del público y es a día de hoy, a tan escasos años de su estreno, película de culto por lo muy original de su planteamiento.Sólo es nuestro lo que perdimos, escribe Jorge Luís Borges magistralmente. Leonard posee el objeto físico de la fotografía, la escritura epidérmica que le vale de prontuario de acciones: la rutina como método de composición de la realidad. Y ese inventario de recursos deben, además, guiarle por la maraña de la investigación ( bizarra, poliédrica ) que conduce a revelarnos por qué razón tenemos al comienzo del film un hombre con la cabeza abierta y quién fue el asesino y violador de su esposa resultando que al final ( o es el principio ) advertimos que quizá ( y no estoy contando nada relevante ) todo resulte un barroco puzzle en el que el montador sabe de antemano que la pieza que falta no está en la mesa sino en su bolsillo.
Cine polimórfico, singularísimo, inteligente, constructivo, genial.
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Existen argumentos que requieren mucha violencia (El padrino, 1972) y violencia sin ningún tipo de argumento (La naranja mecánica, 1971). En este apartado podríamos incluir la última película de Joe Carnahan, "Ases calientes", supuesta comedia de acción donde podremos encontrar un reparto con caras tan conocidas como Ben Affleck, Andy García, Ray Liotta o la cantante Alicia Keys.La narración se desarrolla a través de varios grupos de asesinos a sueldo que, sabiéndose potenciales ganadores de un millón de dolares, intentan acabar con la vida de un mago bastante repugnante, al que la policía protege ya que testificará contra la mafia. La diversión empezará cuando todos acaben juntos en el hotel donde se esconde la supuesta víctima. Allí cada uno sacará lo peor de si mismo y, junto a esto, arcenal suficiente como para acabar con un cuartel de la guardia civil. En una historia como esta no nos podemos olvidar de introducir personajes extremadamente violentos y surrealistas porque esto es muy cómico y huele a lo que algunos llaman cine independiente (concepto, por cierto, que nunca entendí: independiente de qué o de quién). Al final, le damos un giro al argumento y nos creemos que hemos hecho un guión aceptable, vamos, a lo que comúnmente se le ha llamado tener fe.Sin duda, este tipo de largometrajes tiene una ventaja bastante exponencial: si no sabes cómo resolver una situación dramática, cárgate a algunos de sus protagonistas, si no sabes cómo resolver dos situaciones, cárgate a más. Y dicho y hecho porque como diría mi madre "Aquí no se salva ni el apuntador". En definitiva, kilos de carne para hamburguesas acompañados de sus correspondientes litros de ketchup y aderezados con un supuesto humor negro; conjunto que guarda más parecido con un video-clip de la MTV que con un largometraje de acción.Quedando claro mi desfavoritismo por esta película, tengo que decir que no creo que le vaya mal en taquilla ya que sus dinámicos juegos visuales suelen ser digeridos con bastante facilidad por la población adolescente (tal y como ocurre con cierto tipo de comida).
Quedando claro mi desfavoritismo por esta película, tengo que decir que no creo que le vaya mal en taquilla ya que sus dinámicos juegos visuales suelen ser digeridos con bastante facilidad por la población adolescente.
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Vi este Quo vadis, baby ? con cierta desgana: no me entraba el título, más deudor de las comedietas de humor burdo y erotismo casposo de un Ozores que de lo que la cinta pretende, un thriller o un drama intimista, que de ambos hay. La decepción tardó en llegar, pero acudió a su cita: no puede uno albergar buenos sentimientos, dejarse llevar por las intuiciones y sospechar, entre el marasmo de cine europeo ligerísimo o pesadísimo, una película de interés que reflote mi opinión ( últimamente negativa y en grado sumo ) del cine italiano, que otrora me procurara tantos ratos buenos cuando uno en esto de ver películas con cierta asiduidad y con mucha pasión.Quo vadis, baby ? es un híbrido extraño entre la historia detectivesca, de cuidado detallismo y guión previsible, pero sobrellevable, y la hondura con pretensiones del drama de personajes, en donde yo me dejo llevar por Cassavettes o por Ivory y no por Salvatores, que quiere dar mucho en mucho campo y queda en poco en escasos metros.Pareciera ( esa impresión tuve durante el último medio tramo del film ) que el director ha tirado de algún solucionario de problemas y ha atajado por el camino más corto, que suele coincidir con el peor y con el más evidente. Se salva el arranque, que está trenzado con hebras más personales y donde se plasman las preocupaciones más terrenales de un director excesivamente conmovido por los telefilms, escuela válida para cierto cine de exigencias menudas y de recorridos cortos.El título no merecerá el repudio absoluto porque (insisto) tiene maneras de otro cine, que ya querríamos, pero que no vemos. El argumento podría haberse estirado hasta redondear un noir puro y obviar toda intención dramática: ya sabemos que los detectives son duros y tiernos a la vez y que, como decía Rubén Blades en su Pedro Navaja inmortal, " si naciste pa' martillo del cielo te caen los clavos".Estos clavos dejan el ataúd a medio cerrar o a medio abrir, pero el cadáver no atufa en demasía: se deja querer, se preocupa por desentumecer su cuerpo devastado y hacer que el espectador (con un sano espíritu samaritano ) salga del cine confiado en que la próxima vez ( la habrá ) no dará oportunidades a títulos tan nefastos. Hay mucho cine para ver: esta noche, sin ir más lejos, tiro a ver Babel, que todo el mundo tiene opinión de la cinta y yo, a dos velas, no puedo entrar en las conversaciones de café con los amigos.
El título no merecerá el repudio absoluto porque (insisto) tiene maneras de otro cine. Telefilm digno, película pequeña, entretenimiento de videoclub, en todo caso.
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Jennifer, una joven modelo, y Gary, un joven chófer, son capturados y encerrados en un zulo por un misterioso psicópata que se dedicará a explotar sus más profundos miedos y a adelantarse a todos sus movimientos. ¿Podrán Jennifer y Gary escapar de las garras de su cruel captor?Hasta ahí, la sinopsis de 'Captivity', la última película de Roland Joffé, sí, ése, el de 'La Misión' y 'Los gritos del silencio'. El guión lo firma Larry Cohen, el legendario creador de 'Los invasores', 'Estoy vivo', 'Maniac Cop', 'La serpiente voladora' o más recientemente 'Última llamada'. Podíamos esperar una buena película, ¿no?Pues no. 'Captivity' es el enésimo refrito de 'Seven', con todos los clichés que llevamos viendo/sufriendo desde la película de Fincher. Créditos incluídos. Además, tiene detalles que la convierten en una parodia del subgénero, probablemente sin la mínima intención de ello por parte de sus creadores.El caso es que 'Captivity' arranca con un mínimo de intriga y buen hacer por parte de Joffé, mostrando una brutal muerte a cargo del tarado de turno y extractos del secuestro de Jennifer con cierto gusto y ritmo. Pero a medida que avanza el film, el tono de psicothriller se va diluyendo entre grandes marcianadas (un policía neoyorquino que sabe leer en griego "porque estudió griego") y no menos grandes meteduras de pata (una experta en psicópatas que a los diez segundos de entrar por la puerta pone a la policía sobre la pista exacta del secuestrador), y acaba siendo una de las candidatas a comedia del año a fuerza de puro despropósito. Todo esto sin ningún esfuerzo a la hora de ser original (la ya nombrada 'Seven' y 'Saw' son referentes muy, muy directos). Mención aparte merecen los ya clásicos giros de guión, tramposísimos (y sin ninguna intención de que sean evidentes, a diferencia de los de 'The Prestige') y los momentos de comedia absurda (la increíble intuición de los policías, que A) Dan con la clave para encontrar al sospechoso mirando un escaparate o B) Encuentran la evidencia del crimen ¡cambiando de canal en la tele!). Para colmo, llega el final de la película te das cuenta que la primera escena no tiene absolutamente nada que ver con el resto de la película, es un pegote que ponen para darle un toque 'Hostel'. Qué penoso.Y hay más, pero no es cuestión de hacer más sangre.En el apartado de interpretaciones, de lo anodino a lo ofensivo. Elisa Cuthbert es la tópica rubia jamona top model y Daniel Gillies el no menos tópico maromo seductor e impetuoso chófer. Laz Alonso y Michael Harney son una de las más absurdas parejas de polis de la historia reciente. El resto del reparto es digno de un telefilm de William Baldwin rodado en Barcelona, como mucho.Cuando uno ya no espera sorpresas en el trillado mundo de los psychokillers, llega 'Captivity', capaz de hacerte reir con sus chapuceras ocurrencias. Un 2, por la Cuthbert y las risas.
Cuando uno ya no espera sorpresas en el trillado mundo de los psychokillers, llega 'Captivity', capaz de hacerte reir con sus chapuceras ocurrencias.
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Miguel de Cervantes, nacido en 1564, muerto en 1616. William Shakespeare, nacido en 1547, muerto en 1616. 'Miguel y William', producción española que arranca en Londres en el año de gracia de. ¿1500?En fin, a lo mejor me he equivocado. O a lo mejor Inés París, su directora y guionista, nos quiere dejar claro de antemano que la propuesta es jugar al anacronismo evidente, como ya se hiciera con el mismo personaje en 'Shakespeare in love'. Lo que importa es que el punto de partida es interesante: Will Shakespeare viaja a Castilla en pos de su enamorada Leonor, prometida al poderoso duque de Obando. Allí luchará por su favor nada menos que con Miguel de Cervantes, en una peripecia que servirá para que ambos den lo mejor de sí mismos como escritores.Y teniendo en cuenta que la película se esfuerza, y mucho, en desmarcarse del tono cutre de la comedia española en los últimos años, uno esperaría un duelo de ingenio entre estos dos personajes centrales con la excusa de la dama en cuestión. Pero el error garrafal del guión de Inés París es poner el foco en Leonor, la verdadera protagonista, y olvidar durante demasiados minutos a los dos autores, que ejercen de secundarios cómicos, de comparsas de un entremés tirando a vulgar.Así, lo que arranca como un entretenido intento de comedia anacrónica con personajes modernos en un mundo antiguo, acaba desarrollándose como 'Celeste no es un color', más o menos. Leonor (blandita y muy llorona Elena Anaya) es la mujer independiente y dueña de su destino, pero que protege a capa y espada su virginidad (?); Shakespeare (cargante Will Kemp) es un guiri bufón que sólo quiere escribir comedias, y dedica su tiempo a declararse enamorado de Leonor y, mientras tanto, tirarle los tejos a medio reparto femenino. Miguel de Cervantes (apagado Juan Luis Galiardo) es un recaudador de impuestos casado y desencantado con la escritura, que se enamora de Leonor al oir unos versos que él cree de ella. El duque de Obando (guiñolesco José Mª Pou) es el prometido celoso y desagradable, que acoge en su castillo a los dos pretendientes de Leonor (??). Los demás, pues de relleno: Malena Alterio hace que su Belén de 'Aquí no hay quien viva' dé un salto de 400 años en el tiempo y parezca la hermana de Cenicienta; Geraldine Chaplin, buf, qué mal estará la cosa para que haga lo que hace aquí; y la única que merece mención especial es Miriam Giovanelli, la niña del inolvidable corto 'ya no puede caminar' de Luiso Berdejo, y que aquí gana a los demás por goleada, con un papel de lo más absurdo, tan sólo a base de presencia en pantalla. Lo mejor de la película, sin duda.Luego está el presunto punto fuerte de la película, las referencias literarias. Algunas son sutiles y funcionan dentro de la narración. Otras están metidas a calzador para que cualquiera que haya leído 'El Quijote', 'Othello', 'Mucho ruido y pocas nueces' o 'Ricardo III' las reconozca y diga "ja-ja, yo sé de dónde viene eso", sin molestarse en integrarlas en la trama. A mi parecer, es el otro punto débil de la película, no explotar a fondo este recurso.Por último, tanta pretensión de comedia sofisticada y hay tantos detalles de brocha gorda como en una película de Ozores (dos zurullos pisados, un pedo, dos amantes retozando y una tercera mujer debajo de la misma cama, un enano, una tía bañándose.). La diferencia es que Ozores con absoluto convencimiento, e Inés París lo hace porque si no no arranca la sonrisa del personal.En el apartado técnico, correcta ambientación (aunque se notan las limitaciones, sobre todo en el arranque en Londres y en los horrendos cuadros de época), fotografía tirando a normalita y música tópica (flamenquito/medievo mix).Seguimos sin dar señales de inteligencia por encima de la media en el género cómico patrio. A ver si con 'Días de cine' (la película, no el vehículo de lucimiento de Antonio Gasset) levantamos el vuelo. Un 4.
El error garrafal del guión de Inés París es poner el foco en Leonor, la verdadera protagonista, y olvidar durante demasiados minutos a los dos autores, que ejercen de secundarios cómicos, de comparsas de un entremés tirando a vulgar.
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Resulta curioso el cuantioso número de cintas corales que vienen poblando la cartelera últimamente. No quiero pensar que el fenómeno Crash haya sido el detonante del mismo, pero empiezo a sospechar que muchos han elegido tal fórmula atraídos por el tufillo de la estatuilla dorada. Bobby, el tercer largometraje dirigido por Emilio Estévez, también apuesta fuerte por un relato fragmentado siguiendo la estela de una indisimulada influencia reconocida por el propio Estévez, la del maestro de las historias-mosaico, Robert Altman.La cinta pivota entre el homenaje al legado ideológico del senador Robert Francis 'Bobby' Kennedy y el recuerdo nostálgico de unos años clave en la historia norteamericana desde el punto de vista político y social. En aquella etapa nacieron grupos por la liberación femenina, de lucha contra el racismo o el movimiento 'hippie', entre otras manifestaciones contraculturales. Además, todo aquel ambiente fue el caldo de cultivo que impulsó la liberación sexual y la experimentación psicodélica con las drogas propias de los 60 y 70. Pero, como también retrata el filme, en aquellos años la población contaba con una fuerte conciencia política espoleada por las protestas contra la guerra de Vietnam. La gente abrigaba francas esperanzas en un cambio para superar los diversos frentes abiertos en su país. Y Bobby Kennedy, como si se tratase del último clavo ardiendo al que agarrarse tras los asesinatos de JFK y Martin Luther King, personificó y aglutinó los anhelos de cambio para un país dividido.Así, la cinta concentra el relato de las diversas historias personales en torno a la horas previas al asesinato del senador por Nueva York y candidato demócrata a las presidenciales. Las secuencias de cada una de las historias se intercalan unas con otras y con imágenes de archivo de algunos de los discursos y actos públicos de Kennedy. Todas destilan el espíritu de esperanza que impregna el relato, pero sólo algunas consiguen emocionar. Por tanto, los acierto de unas se ven ensombrecidas por la flojedad de otras, y el conjunto del filme quizá se ve lastrado por un exceso de discurso político, pese a que el fondo del mismo sea compartible al cien por cien.Estévez, con el cómplice respaldo de un pléyade de estrellas y amigos, se ha embarcado en un proyecto muy personal que quizá sea su mejor filme como realizador pero que se queda a varios peldaños de la excelencia.
La cinta pivota entre el homenaje al legado ideológico de Bobby Kennedy y el recuerdo nostálgico de unos años clave en la historia norteamericana desde el punto de vista político y social.
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Cojase una buena lista de películas taquilleras (Empezando por "El código Da Vinci", siguiendo por "Serpientes en el avión", "X-Men", "Charlie y la fábrica de chocolate", "Saw", "Supernacho", "Las crónicas de Narnia", algunos programas televisivos made in USA, e incluso, "Scarface", "Mission Impossible", "Superman Returns", la saga "Harry Potter", las aventuras de "Piratas del caribe", "Click" e incluso a "Borat" al que al final han metido con calzador, incluso algunas pinceladas de "Pasado de vueltas", "Star Wars" y las nuevas aventuras de "007").Lo mejor de estas películas es que la ambientación, maquillaje y decorados calcan exactamente a la película original, el resto, lo más simple, penoso y olvidable que he podido contemplar en mucho tiempo.En el reparto destacar la presencia de Carmen Electra, Jennifer Coolidge (la famosa madre de Stifler de "American Pie", el cameo de David Carradine, asi como Kal Penn, que participó además en una de las cintas parodiadas ("Superman").En fin, poco más que destacar.
Lo mejor de estas películas es que la ambientación, maquillaje y decorados calcan exactamente a la película original, el resto, lo más simple, penoso y olvidable que he podido contemplar en mucho tiempo.
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Ayer, y gracias a Digital + (bueno, gracias a mi bolsillo que lo paga.) pude disfrutar de una película que es para mi toda una asignatura pendiente, y es que, tuve una época que buscaba la cinta por videoclubes y bibliotecas sin éxito, finalmente acabé desistiendo y ¡école! (como decía un profe mio del colegio), ayer, sin venir a cuento acabé visionándola.Kenneth Branagh famoso por adaptar al cine una y otra vez las obras de su paisano William Shakespeare, compone aqui una película donde, la voz cantante la lleva Robert De Niro, Helena Bonham Carter, e Ian Holm, y donde Branagh alarga el metraje en exceso, siendo en algunos momentos muy pesado su visionado. Si a eso le unes un poco de modorra a la hora de verla, estamos ante una cinta perfecta para dormitar en el sofá.Por otra parte, la ambientación, el vestuario y la fotografia son excelentes, incluso el maquillaje que convierte a De Niro en el famoso monstruo que antes dio vida en pantalla Boris Karloff, sin embargo, una lentitud extrema, una manera lenta y pesada de ir al meollo y un predecible final flaco favor hacen a la producción de la misma.La partitura que Patrick Doyle compone para la cinta, da notas tanto de terror gótico como de una sonoridad perfecta para una cinta de estas características, parece que aqui Branagh ha sabido elegir al compositor adecuado.En resumidas cuentas, una película que podía haber sido mucho más y que se queda, tristemente, en mucho menos.
Una película que podía haber sido mucho más y que se queda, tristemente, en mucho menos.
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Que la realidad supera a la ficción, además de ser un tópico muy recurrente, en muchos casos es cierto, al igual que lo que reza otra frase muy manida, que el arte imita a la vida. Hay ocasiones en las que un suceso real es tan increible que parece sacado de la mente de algún guionista, y casualidades de la vida, muy probablemente ese suceso verídico acabará dando pie a alguna película "inspirada en una historia real". Bien, ese es el caso de En busca de la Felicidad, aunque el hecho en el que se basa no es una de esas historias que se convierten en titular de las noticias en medio mundo.Chris Gardner (Will Smith) es un hombre que arrastra una mala situación ecónomica a raiz de una mala inversión en aparatos médicos. Sin embargo, y a pesar de la precariedad, intenta mejorar su vida gracias a su habilidad innata para las matemáticas y a un programa de entrenamiento de una importante agencia de valores. Lo cierto es que la cinta se acerca más al melodrama de "usar y tirar" que a otra cosa, con todos los respetos para el verdadero Chris Gardner, el cual tiene un cameo en las escenas finales. Se trata de un subproducto genuinamente hollywoodiense, con la única razón de ser de demostrar y exportar la validez y vigencia del sueño americano, ya que cualquier persona, si se lo propone y actúa con perseverancia, es capaz de lograr metas a priori inalcanzables. Bueno, realmente hay otra meta, algo más oculta entre tanto edulcoramiento barato, y es la búsqueda por parte de su protagonista de una nueva nominación al Oscar, y quién sabe si la estatuilla misma. Sin embargo, Will Smith no está a la altura de las circunstancias y de la salvaje promoción de la que ha sido objeto, y realiza una interpretación plana, sin transmitir ningún tipo de emoción o sentimiento. El guión no es más que otro burdo calco de las típicas historias de superación humana (tan de moda últimamente), lleno de frases gandilocuentes y vacías, de lugares comunes, situaciones ridículas (¡esa escena del cubo de Rubik en el taxi por favor!). Los personajes son un estereotipo detrás de otro, y que nadie espere la más mínima evolución en ellos. Decir que En Busca de la Felicidad es previsible es poco, ya que desde el mismo trailer, cualquier espectador es capaz de dibujar mentalmente el nudo y desenlace de la trama.En definitiva, En Busca de la Felicidad es otra de tantas películas dedicadas a vender al mundo el sueño americano, aunque en el camino se olviden de mencionar ciertos detalles como la suerte o la habilidad innata de una persona y que las demás no poseen.
En Busca de la Felicidad es otra de tantas películas dedicadas a vender al mundo el sueño americano.
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La revolución francesa y la constitución americana se inspiraron en pensadores anteriores como John Locke (1632-1704) que formulaba en su contrato social los derechos a la libertad, a la vida y a la propiedad. Thomas Jefferson añadió la terna a la constitución americana en la versión de Samuel Johnson que había cambiado la tercera por el derecho a la felicidad. Y así es como está hoy.Dice Javier Ocaña en El País que las películas que empiezan con "Basado en una historia real" anuncian una historia inverosímil. Si a un héroe de una película le tocara la primitiva saldríamos del cine escandalizados. Y sin embargo toca cada semana.Chris Gardner, el protagonista de "En busca de la felicidad" es un hombre en apuros. Su mujer le abandona con un niño de cinco años, él vende escáneres óseos. Necesita vender dos para pagar el alquiler y para ir tirando. Le ponen multas que va coleccionando como sellos. El mundo está confabulado contra él, un día es un cepo, otro día es un hippy que le roba un escáner, otro día es la policía, y otro es el casero al que no paga, o un amigo que no le devuelve una deuda. A veces, muy de vez en cuando, ocurre algo bueno.En el otro lado está su sueño. Chris era bueno en el colegio, y sueña con ser broker. Echa su solicitud y hace todo para que una firma lo acepte en un curso. Pero hacer ese curso significa pasar seis meses sin cobrar y él tiene que mantener a un niño. De los veinte aspirantes que acaben el curso sólo van a contratar a uno.Muccino nos cuenta una historia estupenda de calamidades. Crea un personaje con gancho que sabe encajar golpes y que sabe reírse de sus propias miserias cuando puede, como en la entrevista: ("¿Qué pensaría usted si un hombre se presentara a la entrevista sin camisa y le diéramos el puesto?") Pero no sabe premiarlo. No sabe porque no lo conoce a fondo. Muccino no ha conocido a muchos Chris Gardners. Hay gente que necesita adversidades para vivir. Gente que entrega la solicitud cuando se ha pasado el plazo, pero la necesita desesperadamente, gente que espera al embargo para pagar la factura, gente que va estresada a la cita cuando tuvo tiempo de prepararla. Hay gente que se chuta con calamidades. Dales una vida tranquila, un buen empleo, una agenda con todo calculado y has acabado con ellos. Si Muccino quiere un final feliz (los finales reales, ya saben, son inverosímiles), no puede domesticar al héroe, porque hemos llegado a quererle con sus chutes de adrenalina y con sus desgracias.
Hay gente que necesita adversidades para vivir. Gente que entrega la solicitud cuando se ha pasado el plazo, pero la necesita desesperadamente, gente que espera al embargo para pagar la factura, gente que va estresada a la cita cuando tuvo tiempo de prepararla. Hay gente que se chuta con calamidades.
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Dos momentos definen a la perfección qué supone este Rocky Balboa sexagenario de comienzos de siglo. Por un lado, el final de la película, con las grabaciones caseras de los turistas que, en Filadelfia, suben corriendo las famosas escaleras y, cuando llegan arriba, se ponen a dar saltos en plan campeón, lanzando golpes de boxeo al aire, emulando a Rocky.A ver. Un ejercicio de sinceridad: tú, tú y tú que vivisteis los combates contra Apollo Cread y que creísteis durante un par de horas que la guerra fría se podía ganar sobre un cuadrilátero, en caso de ir a la gélida Filadelfia, ¿no haríais exactamente igual que los turistas del final de "Rocky Balboa"? Por algo será ¿no?El otro momento definitorio lo marca uno de los comentaristas televisivos, alborozado, cuando no puede evitar una sonrisa mientras dice: "Me he criado viendo las peleas de Rocky Balboa. Nunca pensé que tendría la ocasión de transmitir uno de sus combates". Y eso es lo que nos pasa a los espectadores, que nunca nos planteamos la posibilidad, tras aquel mojón infumable que fue "Rocky V", de volver a ver al potro italiano subido en un ring.Vamos al cine, por tanto, en una especie de homenaje a una juventud que se nos fue y que, de repente, nos sale al encuentro en forma de boxeador torpón y medio sonado, bienintencionado, majete y apañao. Y, mira, Stallone ha sido lo suficientemente inteligente como para escribir un guión sencillo, coherente y de guante blanco en que todos quedan bien: los blancos y los negros, los jóvenes y los viejos, los padres y los hijos, los vivos y los muertos.Escrita y filmada como un auto-homenaje a un personaje que está en la historia del cine por méritos propios (no olvidemos que el primer Rocky noqueó en los Óscar nada menos que al Taxi driver de Scorsese), "Rocky Balboa" te hace sonreír a menudo, te convence con esa filosofía de autoayuda sobre abrirse-camino-en-la-vida-a-golpes y te ilusiona con el esperado entrenamiento a base de golpear piezas de carne, levantamiento de barriles de cerveza y esforzadas carreras bajo la nieve, escaleras arriba, al ritmillo de esa música que todos salimos tatareando del cine.Una película que apela a la nostalgia de un personaje que ha tenido un digno colofón, mucho mejor que aquella pelea callejera con el nieto de John Wayne, y que, al calor de las cervezas post película, nos llevó a buen grupo de amiguetes, Paco, Juan, Enrique, Nacho e Isaac, a recordar aquellas veladas nocturnas frente al televisor, disfrutando con Tyson, Hollyfield, Foreman, De la Hoya, Chaves, Poli Díaz o Lenox Lewis.Y es que, al final, el bueno de Rocky, como los abueletes de aquel anuncio de un coche, tiene razón: ya no hay boxeadores como los de entonces.
Una película que apela a la nostalgia de un personaje que ha tenido un digno colofón, mucho mejor que aquella pelea callejera con el nieto de John Wayne.
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Junto con el western en estado puro, el otro género cinematográfico que no goza en absoluto del favor del público actual, sobre todo no estadounidense, es el musical. Si no es amante del musical las probabilidades que le guste "Dreamgirls" se reducen a lo ínfimo.Y de paso tiene todas las posibilidades de perderse una de las mejores adaptaciones de un musical de Broadway al cine, en este caso, inspirado en la trayectoria de las Supremes. También presenta otro escollo, el bajón de interés notable a partir casi de empezar el metraje, hacia el minuto 20, dispersándose en cuanto a personajes y situaciones. Pero, por arte de magia, y contra todo pronóstico, logra remontar espectacularmente antes de la hora de proyección.Y ello gracias al talento de una coreografía, decorados, vestuario y poses tan estudiadas, vistosas e imaginativas como puestas al servicio de la historia. Y también, sin lo que "Dreamgirls" no sería nada, gracias al talento en la puesta en escena de Bill Condon y de las interpretaciones, especialmente Jennifer Hudson, nueva estrella procedente de American idol, el O.T. a la americana, y que protagoniza un número, el de la separación con el resto del grupo, que la deja sóla exhibiendo sus artes.Elegancia y pasión.Lo que se trata es escenificar la pasión por la música, incluso despreciando, o pasando de puntillas con leves pinceladas, con lo que era el tumultuoso contexto histórico de la época: Martin Luther King, disturbios raciales, Vietnam, protestas juveniles? ¡Nada!, el argumento y los personajes van a lo suyo.Productores musicales implacables, posesivos e inhumanos, encarnados en Curtis Taylor (Jamie Foxx), que nos hacen ver la frialdad y falta de escrúpulos hacia las personas, no hacia el dinero, de los avispados del mundillo discográfico.O el contraste entre el verdadero talento, encarnado por Effie (Jennifer Hudson), ensombrecido ante la imagen bonita que puede vender, la de Deena Jones (una apagada Beyoncé Knowles).Si incluso Eddie Murphie está sobrio y comedido en su interpretación (no por ello merece el Óscar), poniendo toda la carne, y voz, en el asador. A destacar la mirada de entre determinación y desamparo, cuando procede a inyectarse coca ante sus amigos, que resume todo lo que hay de frágil en su personaje. (Atención: spoiler!) Más adelante, dejado de la mano de su protector musical, Curtis Taylor, se le dedicará un fundido en negro que es premonición de una bajada del telón fulminante. (Fin del spoiler)Lo peor, un montaje deslabazado, que salta, o danza, de un personaje y hecho a otro, que hace transcurrir los años sin que nos inmutemos. Pero un musical puro y duro (la secuencia del "robo" de la canción es antológica), realizado con exquisitez y pasión, y a saborear con los mismos requisitos. Douglas Sirk estaría orgulloso.
Un musical puro y duro, realizado con exquisitez y pasión, y a saborear con los mismos requisitos.
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Después de más de 6 años vuelve Paul Verhoeven, y supone también el regreso del holandés a Europa. De paso echa por tierra algunos tópicos que solemos aplicar al cine hecho en Hollywood, el que se limita a seguir unas pautas, sólo busca vender o limita la capacidad creativa del autor.Porque podría despachar esta crítica diciendo que "El libro negro" es un drama de intriga, sexo, amores, lealtades y traiciones con el nazismo y la resistencia como telón de fondo, y tan eficaz como simple. Y anque hay elementos propios del cineasta, éstos son mucho menos abundantes, arriesgados, atrevidos, provocadores e inconformistas de los que cabría esperar.Cualquiera de sus trabajos en los EUA contiene más interés, a excepción de la decepcionante "El hombre sin sombra", que esta obra narrada con una pulcritud y belleza formal tan notable como anodina. Sus virtudes se limitan a cumplir como entretenimiento, a descubrirnos una buena actriz, Carice van Houten, y a un par o tres de escenas e ideas destacables, sin las cuales, sería una película tan plana como el concepto de globo terráqueo que tenían nuestros antepasados.¡Supervivientes!Paul Verhoeven ha vuelto para gustar, y para no desentonar demasiado con una historia de espionaje y pasiones que contempla, muy de lejos, a Hitchcock en su horizonte.Está la secuencia de la protagonista, una suerte de mata-hari infiltrada en el cuartel general de la Gestapo en la invadida Holanda, tiñiéndose el vello de sus partes más íntimas de rubio para elevar sus encantos como devoradora de hombres; el hecho de presentar a nazis buenos, porque no todos estaban a favor de los horrores de Hitler; o la polémica de incluir las humillaciones que la población infringió a los colaboracionistas, hartos de tanto tiempo de invasión y miedos, una vez terminada la contienda.Pero su arquetipo es el del bonito papel couché, donde incluso un tonel de heces humanas está tan embellecido que parece delicioso chocolate. Por desgracia, también queda esa idea que las guerras nunca terminarán, en una espiral de violencia e intolerancia infinita. Y la necesidad de supervivencia, entendiéndose con ello la capacidad de adaptarse a las circunstancias pero al mismo tiempo siendo fiel a uno mismo. Sea de una manera más comprometida, como Rachel, la protagonista, o más frívola, como su amiga, Ronnie (Halina Rejin). Pero no es el mejor Verhoeven, es un Verhoeven domesticado, contento por volver a casa y, como un novato, aplicándose para agradar con un telefilm de lujo.
Es un Verhoeven domesticado, contento por volver a casa y, como un novato, aplicándose para agradar con un telefilm de lujo.
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Hay quien admira al ya tristemente finado Robert Altman por su heroica actitud de cineasta a contracorriente, ácrata, decadente, y no atinan a ver que por encima de esa politización de su cine late, hermosa, una mirada pulcra, singularísima que elude toda concesión a la gratuidad ( salvo la muy lamentable Pret-a.porter ) y se ofrece libre, complejo, intelectualizado sin ser hermético en ningún momento.Short cuts ( Vidas cruzadas ) es un alambique de historial hábilmente engarzadas: el entramado argumental es de una urdimbre espesa, pero el puzzle ensambla con precisión y el cuenta-historias de Altman nos da en la conciencia con una historia llena de vida, que exhala vida, que nos toca a todos y que todos podemos considerar parte de nuestra historia, fragmento de nuestra propia vida.La rutina de los personajes, que son muchos y de muy variado pelaje, deviene en épica: rutina y épica hermanadas, confundidas, son la fotografía gris de la plomiza patria del director, a la que fustiga como un Michael Moore más lírico, menos frío.Por Vidas cruzadas desfila una decena larga de seres errabundos, anodinos, perdedores, signados por el fracaso, baluartes involuntarios de una moral bragada en batallas diarias contra la soledad y contra el desencanto. Y de una u otra forma, el mundo de Altman ( o de las historias cortas de Raymond Carver en las que se basa el film se abastece de gente quebrada por el dolor, pero ajena a veces a su evidencia en sus vidas: sólo al final terminan por reconocerlo, como el toxicómano que únicamente se pone serio con su adicción cuando sufre un viaje demasiado voltaico. Aquí hay pérdidas irreparables y pequeños abandonos más frívolos, pero están barnizados por la fina indiferencia de un director que no mete la mano en lo que cuenta y deja que todo fluya con naturalidad: lo que hace pasmosa la visión de esta película es la capacidad de un genio para montar todas las historias y que sean, al final, una. El cine coral de Robert Altman es la referencia en la que Paul Haggis ( Crash ) debió beber antes de abordar su oscarizado ( injustamente ) film. O Paul Thomas Anderson y su muy superior Magnolia ( con el mejor Tom Cruise delante de una cámara que yo haya visto ).Altman no deja a nadie solo: ni un pastelero, aparentemente inconsustancial, innecesario, nos parece obviable, aunque sólo salga en pantalla escasos diez minutos. Hasta el terremoto del final es un personaje.Vidas cruzadas o Short Cuts ( Cortes cortos, un título de una sonancia estupenda en castellano ) es un collage prodigioso de historias: la deliberada atomización de su trama, la excesiva maquinaria actoral, se resuelve después en un bien engrasado ascenso al desenlace, que trae también su moralina, pero no digamos lo que no debemos.En estos tiempos de cine desguionizado ( ésa es mi reclamación en el desierto de un espectador solitario ), Vidas cruzadas es alegato ácido de la importancia de contar con un texto de altura. No he leído en su totalidad la obra de Carver, pero sí algunos de los relatos que orientan el film. Luego cada uno cogerá la historia que más le guste ( o que más le conmocione, en fin. ) Yo me quedo con la del policía que interpreta Tim Robbins, detestable, cabronazo hasta el paroxismo, y su historia de reconciliación conyugal por vías verdaderamente insólitas.Consiguió el León de Oro en la Mostra de Venecia, que además concedió, inusualmente, el premio de mejor interpretación a todo el elenco. . En los Globos de Oro crearon para Vidas Cruzadas una categoría especial que daba también al reparto el premio interpretativo. Altman aspiró ( fracasando ) al Oscar a mejor director.
Collage ácido de la sociedad norteamericana ( y no estaba Bush todavía ). En estos tiempos de cine desguionizado Short cuts es un alegato de la importancia de contar con un texto de altura.
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Krzysztof Kieslowski: "La libertad es un concepto contradictorio con la naturaleza humana". Cualquier elección supone una restricción y una negación de otras posibilidades, que pasan a ser inviables desde ese momento. La libertad para Kieslowski suponía algo inalcanzable, ya que el ser humano es limitado, pero también era una ilusión. Y en su foro más interno siempre la estaba buscando, entendiendo y comprendiendo. Para empatizar con Kieslowski (dentro de lo posible) deberemos entender que, a pesar de su resignación real, estaba deseando soñar con algo tan ingenuo como teóricamente inalcanzable. Todos anhelamos alcanzar cierto grado de plenitud.La verdadera cuestión, según el propio director, no era si somos o no somos libres, sino si realmente queremos serlo. Si en verdad estamos dispuestos a desatar las cadenas de nuestra inevitable condición humana. Si queremos separarnos del camino que viene de fábrica. Nuestras elecciones tienen gran importancia en ello, partiendo desde un punto de vista "virginal" e inexistente, el cual solamente se podría alcanzar con nuestra desaparición, lógicamente.Todas esas reflexiones conducen de forma fatal al film que estamos tratando. "Sin Fin" es, a buen seguro, la obra más pesimista de Kieslowski, su creación más oscura en la búsqueda de pequeños resquicios hacia la libertad, hacia la ingenuidad de unos sueños que terminan reventando en nuestro propio rostro."Bez Konca" supone un antes y un después en la filmografía del director polaco (muchos films suyos podrían adquirir dicho significado, pero ninguno de una forma tan vital y radical como éste). Supone internarse en las fauces de la política más dentro que nunca, para, al salir de ellas (si es posible hacerlo con vida), no volver jamás.Esta película sería el inicio de la relación entre Kieslowski y Piesiewicz, futuro coguionista también en obras de la talla de "La Doble Vida de Verónica", "Azul", "Blanco" o "Rojo". "Sin Fin" sería la antesala para el mítico "Decálogo" (también con la mano del compañero Piesiewicz), obra cumbre en el cine de Kieslowski.Se evidencia aquí el sufrimiento del autor en primerísima persona. Las dolorosas consecuencias de vivir bajo la Ley Marcial, de sentir la represión hacia el sindicato "Solidaridad", completamente prohibido en aquel marco.La luz de la creación, del arte como forma de denuncia y expresión humana, de las ideas como forma de concienciación social; todas ellas se convierten inexorablemente en nuestro peor enemigo y nos conducen a nuestra propia condena.Cualquier decisión supondrá un error que nos encadenará de por vida. Y la única escapatoria, si es que realmente hay una que resulte válida, es la muerte.Podríamos decir que es la película en la que Kieslowski se acerca más peligrosamente a la rendición. Todo lo realizado, la mirada hacia su pasado, sus hechos y creaciones, se tornan oscuras y el pesimismo se apodera en exceso de su persona, creando un film en el que toda esperanza "viva" se desvanece.Efectivamente, el peor momento de su vida hizo de éste un film truculento de renuncia."Sin Fin" posee nexos en común con la futura "Azul", muchos se dirán. Por la historia, sus personajes, su desarrollo.Pero son simples apariencias. Ambas terminan en una curva abrupta. Sin embargo, una da al mar, a la esperanza. Otra da al abismo.Ulla en "No End" y Julie en "Azul", tras la muerte de sus maridos, intentan buscar una vía de escape, sea a través del sexo o de la soledad. En ese recorrido se encontrarán con diversos detalles (a veces inapreciables para nosotros) que les mostrarán que la libertad está "maltratada", que es algo mucho más complejo de lo que muchos nos intentan hacer ver. El Kieslowski reconciliado con el amor y la libertad (y ya desprendido de cualquier aureola política), tras el bache citado, nos vuelve a mostrar su inocencia, robada por un instante en "Sin Fin", y vuelve a creer en el ser humano en "Azul" (ya desde el "Decálogo" confía tímidamente en él).Pero en la película que nos ocupa, aturdido, descompuesto, desconfía de cualquier elección en busca de la libertad. La política y la sociedad de la época pesaban demasiado sobre unos hombros ya agotados.Por ello, y más que nunca, aquí las respuestas no serán fáciles de topar. Es más, no habrá respuestas. Él mismo desconocía el rumbo a tomar.El film se torna denso, muy incómodo, no sabremos a qué agarrarnos. Todos los símbolos y metáforas son increíblemente escurridizos, desde la trampa para ratones hasta las misteriosas y aparentemente "vanas" apariciones del difunto marido. Pero todo tiene un sentido más allá de lo metafísico o espiritual, mostrándonos claramente, en esta ocasión, la imposibilidad entre la vida privada y la vida política. Lo público y lo personal, a la hora de elegir, se adhieren dando como resultado la ineficacia en la búsqueda de una separación entre ambos. Se nos relata la no existencia de una libertad eficaz. La mujer, eje principal pero no único, vacilante, no sabe qué rumbo otorgar a su vida. No dándose en un comienzo cuenta de ello, Ulla termina por aceptar que necesita a su marido, que su vida sin él es totalmente inabarcable (cosa que sucede al revés en "Azul") y que no puede olvidarle. No hay sexo que tape. Y, en su foro interno, pese a sus esfuerzos, no quiere ignorarle.Su desesperación es inminente, y su rendición acecha. Mientras tanto, el marido, conciencia de su propia desesperanza, observa.Más críptico que nunca, Kieslowski duda y hace dudar al obrero (Artur Barcis), otro de los protagonistas clave en la totalidad de la filmografía del director. Un personaje que no sabe si quedarse o marcharse, sintiendo que cualquier decisión le conducirá a su cárcel personal. Las ataduras de una política equivocada harán que nosotros mismos encontremos a nuestra particular traición.El polaco arremete brutalmente contra el comunismo, una vez más, y, otra vez más, tuvo que pagar el precio (tal y como le sucediera en "El Azar") de irritar a los altos mandatarios, que, escépticos ante la posibilidad de una crítica oculta que no llegaban a comprender, decidieron censurar el film."Sin Fin" es una película plagada de mensajes, simbolismos, coincidencias, oportunidades, creencias, fe, convicciones personales y libertades en busca de amor. Es una película compleja como la que más en su obra, ya que no da ni pretende dar respuestas. Es el Kieslowski más minucioso, más cercano al límite, que provoca, por momentos, la lógica incomodidad de no entender si no estás preparado para comprender que no hay nada para comprender, y que, efectivamente, sobrepasa ese límite acercándose al mismísimo infierno.Pero nadie dijo que el recorrido fuera fácil. Ulla y Barcis son ejemplos reales.Ambos se auto condenan. Por un lado, se vislumbra la renuncia a la supervivencia como única manera de conservar la dignidad. Pero, ¿será válida? ¿Será, al mismo tiempo, digna? Simplemente es otra escapatoria, que no nos permitirá encontrar nuestra anhelada respuesta.Por el otro, vemos vacilaciones vitales del personaje de Barcis, perfectamente adaptables al propio Kieslowski, contradictorias, paradójicas, humanas, por tanto. Ese obrero que conoce la limitación de las elecciones en un entorno tan poco orgánico, que se consume por dentro, pero al mismo tiempo se resigna, y que, a lo largo de todo el "Decálogo" aparecerá como alma en pena, conciencia de Kieslowski, consejero mudo de los protagonistas, tratando de acercar su experiencia en los momentos álgidos, límite, en los que se trata de tomar una decisión. Sin embargo, no hará nada. Estará. La decisión únicamente será nuestra.Cuando se pide ayuda, la desesperanza hace acto de presencia. Como Ulla en el momento que se dirige a nosotros, los espectadores, en busca de una explicación. Ella no comprende, pero nosotros tampoco podremos ofrecerle respuestas.Quién sabe si en un futuro, en la oscuridad y podredumbre que nos rodea, hallaremos subterfugio. Inocencia teñida de verde. Punto vítreo en el que nuestra felicidad (o parte de ella) tenga cabida. De la misma forma que Kieslowski, insondable, vasto, impenetrable, lo guardaba en su interior.Imperioso, forzoso, menester que el espectador se domine y sepa integrarse en el film si no quiere sufrir un desconcierto insalvable. Y, por tanto, un sopor inquebrantable.De la misma forma, también es básico ser conocedor de la trayectoria vital del artista, de sus experiencias políticas y sociales, de lo contrario no se podrá comprender su postura ni sus ideas.Etapa oscura del director polaco, hasta la creación del "Decálogo" centra sus films en lo moral, ético, social y político en busca de una posible y relativa libertad. A partir de entonces pondrá total énfasis sobre lo espiritual, humano y trascendental, dejando a un lado "obviedades" políticas. Pero siempre presentes el azar, las decisiones volitivas, el amor y la libertad. Un conjunto inseparable.Cabe destacar en "No End" la presencia de una gran Grayzna Szapolowska, presente en títulos posteriores como "No Amarás", que realiza una interpretación elogiable, contenida, repleta de gestos necesarios, dotada de un gran acierto."Bez Konca" se erige como punto de inflexión y, aparentemente, también como punto de unión de personajes vitales a partir de entonces en el entorno de Kieslowski. Además del coguionista Piesiewicz, aquí también conoce al que sería, posteriormente, su colaborador musical inseparable: el excepcional Zbigniew Preisner. Con él consiguió piezas maestras inolvidables. En este film destaca con un misterioso, inquietante y subyugante comienzo y un oscuro y no menos misterioso final (con ese ritmo. ¿fúnebre?).Concluyendo. Film inquietante y reflexivo del fallecido director polaco, que, pese a pecar un tanto de pesimista e inconformista, no deja de ser una obra muy personal y un ejercicio de gran saber cinematográfico.No será su mayor acierto, pero sí un paso obligado en su deliciosa filmografía. Una nueva oportunidad para conocer con y mediante él el lugar que ocupa la persona en la sociedad. Una coyuntura singular para saber a su imagen y semejanza, mejor que nadie, que no sabemos nada. Para estar más seguros que nadie de que no estamos en absoluto seguros. Para buscar una verdad que no era tal: nuestra verdad.
¿Es posible separar la vida privada de la vida política sin entrar en conflicto? ¿Se puede elegir sin traicionar? ¿Es posible... olvidar?
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Tim Burton es un director de cine muy peculiar, por lo menos para mí. Hace películas muy extrañas, de escenarios increibles y personajes absurdos. Puede gustarte o no, pero hay que reconocerle la originalidad y calidad de sus trabajos. Y cada película que pasa, creo que consigue rematar mucho mejor la faena. Además, sus películas no pierden vigencia con los años, son totalmente atemporales. Da igual cuando se grabasen, tienen tal calidad que pueden ser inmortales, tal y como se demuestra en Big Fish.La película trata sobre un señor que cuenta historias que parecen poco reales. Historias increibles e imposibles que a todo el mundo encandilan. ¿A todos? Bueno, a todos menos a su hijo que a punto de ser padre, se ha hartado de las "mentiras" de su padre. Le parece injusto que haya tenido que vivir envuelto en esa farsa que crea su padre y por ello le odia. Llegando el fin de la vida del cuenta cuentos, se reunen de nuevo, y esta vez algo ha cambiado.Puff, ¿qué decir de Big Fish? Tiene un comienzo algo lento, con multitud de historias increibles que llegan a resultar incluso "faltas de imaginación" de lo absurdas que resultan. Pero a medida que la historia avanza, y que se va descubriendo que no todo es falso, que el protagonista no hace otra cosa que adornar la realidad, que enriquecer los hechos para hacerlos más atractivos, la película consigue atraparte en sus redes. Consigue sacarte esa vena sensible que todos tenemos, para dejarnos listos para un final muy emotivo en que se desatan las emociones más básicas. Tim Burton desde luego me tiene cogida la medida.Resumiendo, película imprescindible en cualquier deuvedeteca que se precie. Un trabajo delicioso de manufactura perfecta, con un guion sobresaliente y repleto de momentos entrañables y emotivos. Para verla una y mil veces.
Película imprescindible en cualquier deuvedeteca que se precie. Un trabajo delicioso de manufactura perfecta, con un guion sobresaliente y repleto de momentos entrañables y emotivos. Para verla una y mil veces.
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Si hay algo de lo que estoy orgulloso es de mis prejuicios. No sé si son el motor del mundo pero sí al menos de mi vida. Películas que no veo porque la fama de "calité" del director me tira de espaldas, otras que veo sólo porque el director de fotografía es el mismo que el de HEAT, discos que no escucho porque no me gusta la tipografía de la portada, etc?La única razón que tenía para hacer una entrada sobre V de Vendetta en Julio del 2005 fue porque Natalie Portman salía en ella con la cabeza rapada. Ni el cómic de Alan Moore, que no he leido pero lo haré, ni el guión de los Hermanos Wachosky ni ostias. Yo la quería ver por la cabeza rápada de Natalie y como el resto de cosas me parecían totalmente secundarias no me molesté en leer de qué iba la película, dónde estaba ambientada o qué críticas había recibido; yo a lo mío. Parece que V de Vendetta no ha despertado mucha expectación porque nos metieron en la sala más pequeña de los cines para verla. Obviamente se llenó porque sus dimensiones eran como las del salón de mi casa. No voy a hacer un resumen porque seguro que todo el mundo ha leido el cómic (yo soy un ignorante sobre este tema, así que agradecería cualquier consejo. Hágamos de los comentarios algo útil!) y porque sería absurdo. Pero por si a alguien le interesa mi opinión, decir que en varios momento tuve taquicardias, espasmos, se me puso la piel de gallina en varias ocasiones y con el final lloré. Hay pocas cosas que me emocionen pero un motrollón de explosiones al ritmo de Tchaikovsky es algo que me toca la fibra. En fin, que porque no me gustan los tatuajes pero si no me haría uno en la frente de V for Vendetta.Ya he dicho antes que soy un ignorante en lo que a tebeos se refiere (en eso y en otras muchas cosas, vaya), pero no entiendo como una película que se rodó en mayo-junio del 2005 puede basarse en una obra gráfica donde se parte de los atentados en el metro de Londres que tuvieron lugar en julio de ese mismo año. Puede que yo tenga mal las fechas, puede que los guionistas hicieran cambios de última hora y usasen un hecho real como base, o puede que la ficción de Alan Moore se hiciera realidad el 7 de Julio del año pásado. Vista la foto supongo que no hará falta decir que merecen la pena pagar 6 euros, aunque aborrezcas la película (cosa harto improbable si tienes un mínimo de sensibilidad y de masa encefálica), sólo por ver esa cabeza sin pelo.
Hay pocas cosas que me emocionen pero un motrollón de explosiones al ritmo de Tchaikovsky es algo que me toca la fibra
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Vi Raíces profundas ( Shane ) hace veinte años. Quizá más. La programó la solemne y única Televisión Española en horario de tarde y brasero. Igual hasta llovía. Así aprendí yo a ver cine: a amarlo. Recuerdo tardes enormes con Oliver Twist o Ben-Hur o David Coppefield. Nada de eso queda ya para la chiquillería y la juventud de hoy cuyos héroes son de metal o del manga japonés, que tanto detesto, pero no voy aquí a pontificar sobre mis vicios porque son también tan detestables - quién soy yo para decir lo contrario - como los de cualquiera.uno veía ( sigue por la misma cuerda ) lo que el programador programaba ( valga el bucle fonético ). Mi avituallamiento de películas dependía enteramente de los demás al carecer de vídeo ( vhs, beta, 2000, palabras ya en desconocidas para estas generaciones que viven del blue ray y del disco duro ) o de no poder ir al cine de pantalla grande siempre que quería. Estos son otros tiempos. uno ve lo que quiere, hasta cierto punto. Se alquila o se compra o lo da un canal de cable o satélite a horarios asequibles y repetidamente. Sirva toda esta perorata sentimental para ubicar Shane en el contexto que quiero:Shane es la película de la infancia o, al menos, de la mía. Yo era el niño rubio de la granja de Alabama cuyos padres, honrados y buenos a más no poder, no pueden con la tiranía de un cacique barbudo y grasiento que quiere echarles para que sus vacas pasten más plácidamente. Yo era el niño fascinado por el lenguaje de las armas que forja su identidad con la épica del pistolero retirado y errático que busca también su identidad en la mirada inocente del niño. Juego recíproco, cómplice, bellísimo.Entonces yo no escudriñaba el cine: no buscaba códigos y lenguajes ocultos, señas de autor y tres pies al gato de la fotografía. Nada de eso importaba: lo que primaba era la historia, que debía estar bien contado ( uno ha sido siempre meridianamente exigente en eso ).No vi yo a William Manning en el personaje del pistolero de Alan Ladd. Sí, el Manning de Sin perdón que, por otra parte, todavía no existía. No reconocía la semilla infinita de John Ford porque simplemente no había visto La diligencia o Centauros del desierto, pero advertí que aquel final era, por necesidad, un final de mucha altura: ahí estaba el niño y su héroe, despidiéndose, después de que Wilson ( el mercenario contratado para que la sangre vertida espante a los voluntariosos colonos reacios a irse ) hubiese sido abatido por la más rápida pistola de Shane, al que no volvería a ver nunca.Qué bonito es el cine. Qué bonita es Alabama. Cine emotivo, imprescindible, humano, eterno. Es un western, pero podía haber sido un drama rural de nuestra España más honda o un thriller de mafias con un visitante valiente y un niño sensible.
Cine emotivo, imprescindible, humano... Es un western, pero podía haber sido un drama rural de nuestra España más honda o un thriller de mafias con un visitante valiente y un niño sensible.
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Lo que Mel Gibson nos propone es un viaje a un subidón de peyote o a una de sus muchas lisergias por exceso de ego, pero Apocalypto es un obra de arte absoluta, un artefacto multidisciplinar que extrae lo mejor del cine de aventuras de toda la Historia del Cine, que ya es Historia, para dejarnos tan exhaustos como satisfechos, complementamente ebrios de jungla y de orgullo primitivo por gracia de un montaje prodigioso en un lenguaje ya conocido, pero revisitado aquí con astucia, pericia y mano ferrea para que salga todo perfecto. Giblson necesitaba muy poco para irse por los cerros del Yucatán y facturar un blockbusters de mayas en peligro que únicamente hubiese contentado a la tropa adolescente golosa de gore con fuste.Apocalypto habla de muchas cosas, aunque nunca hace las veces de altavoz pedagógico de una época ( la civilización maya ) por mucho que algunos hayan querido desmontar este tinglado alucinante de cine puro y duro con discursos que apelan más a la controversia absurda. No vamos al cine ( yo, al menos, no voy nunca al cine ) para que me enseñen cómo fue la vida de los eunucos o de los soldados de Cristo o de las tropas de Hitler en Stalingrado. No es que ignore toda ese rico utillaje cultural: lo aprecio en la medida en que el aprendizaje nunca sobra y vale más que sea lúdica y festivamente, pero el cine ( o la literatura ) es ficción y Apocalypto exhuma ficción: la ficción le chorrea por todas las lianas de la jungla y por todos los litros de sangre que Gibson ha tenido que comprar en Internet para que la película sea lo bastante cruda. Sin esa crudeza, me temo, igual no nos la hubiéramos creído. Yo creo. Y hermanada a la creencia va mi disfrute en la sala de cine. Hacía mucho tiempo que dos horas no pasaban en diez minutos. ¿ Hay mejor crítica de una película ?Leí que siendo los mayas astrónomos consumados no debía pillarles por sorpresa un eclipse, como pasa en el film. Es posible que fueran astrónomos consumados, pero el eclipse es el mcguffin de Gibson para que Garra de Jaguar tenga cien minutos más de película para que todos disfrutemos con su vértigo selvático, con su carrera por la vida, por su coraje y por su mujer, que alumbra en una apoteosis de lluvia un hijo submarino. No se puede pedir más.Leí también que era predecible y simple, lineal y voyeurista. Añado yo: es explícita, pornográfica en su sólido muestrario de detalles y, muy escoradamente, épica porque nuestro héroe corredor es el demiurgo, el dios posible, el hombre que ha venido al mundo para no dejarse arrebatar la vida, aunque un ejército pequeño de sanguinarios den la suya para ejecutar una venganza y consumar un capricho.Gibson ha recuperado la Historia ( o una historia ) de los mayas, pero lo que se narra es la Historia de la Humanidad, que es la supervivencia de unos por la injerencia cafre y animal de otros. Para finiquitar la trama, a Gibson no se le ocurra otra cosa que darnos una ración de barcos españoles en la playa: como si nos viésemos en el espejo, pero Garra de Jaguar y su familia lo tienen claro: van a esconderse en el bosque y buscar un nuevo comienzo. ( Absténganse lánguidos de espíritu, impresionables de corazón y dejen que los demás les digan la suerte que tuvieron al perdérsela )
Gibson recupera el cine de aventuras, el esplendoroso, el clásico... Absténganse lánguidos de espíritu, impresionables de corazón y dejen que los demás les digan la suerte que tuvieron al perdérsela.
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Mientras concluía el año 2006, tuvimos la "suerte" de presenciar dos películas con el tema de la magia por en medio, llamadas Scoop y El ilusionista. Después de estos simples entretenimientos, la gente (incluyéndome a mi, por supuesto), ansiosa, esperaba el estreno de la última película de Christopher Nolan, El truco final: El prestigio. Y he aquí mi crítica de la película, que sin duda alguna, he gozado de ella como si estuviera en pleno espectáculo de magia. Memento se estrenó en el 2000 y obtuvo un éxito descomunal. Y es que su increíble originalidad dejaba boquiabierto a cualquier persona que la viera. Antes de este film, Christopher Nolan había dirigido Following, o lo mismo que un experimento cinematográfico de novato (con buenas críticas, eso sí). Dos años más tarde del éxito de su segundo film, Nolan dirigió una brillante película -que sin embargo no superaba a la anterior- con Al Pacino y Robin Williams como protagonistas. Se titulaba Insomnio y su angustiante atmósfera y esa puesta en escena practicamente perfecta nos hacían llegar a la conclusión que este joven director era, sin duda alguna, un prodigio. En el 2005 estrenó Batman Begins, la cual supuso otro éxito desproporcionado (después de ser un pelo ignorada la de Pacino). He de reconocer que no es una mala película, pero podría haber sido mucho mejor, más personal. Pero para personal tenemos a El truco final: El prestigio, la última cinta del director, que supone ser, sin practicamente fallo alguno, su segunda mejor película después de Memento. El truco final: El prestigio destaca básicamente por su originalidad, tanto dentro de la historia como en el ambiente de dicha. Podría decirse que esta peculiar forma de contar y ambientar historias que tiene Nolan son totalmente personales, o al menos lo parecen. Ese ambiente oscuro y tenebroso, las atmósferas que parece que te atrapen, los callejones estrechos que parecen no tener salida y esos personajes tan caracterizados por sus fallos que de una manera u otra se ven recompensados o bien, esos que buscan venganza. He aquí ejemplos como Leonard Selvy, un hombre amnésico que intenta vengarse del hombre que asesinó a su mujer o otros personajes como Batman o Pacino en Insomnio, que más que vengarse, decide ocultar un hecho que si sale a la luz saldrá perjudicado. En El truco final: El prestigio los temas a tratar, principalmente, son la envidia y la rivalidad, entre otros muchos. Los protagonistas, después de pasar una etapa de amistad, por una consecuencia terrible empiezan a odiarse hasta llegar a límites insospechados. Este vendría a ser el sujeto principal de la obra de Nolan. Aunque, como he dicho, este es sólo el principal, pues hay, en este magnífico film, una serie de temas tan extremadamente delicados que, si no son tratados con dicha delicadeza, pueden derrumbar la película. Pero por suerte Christopher Nolan (y su hermano Johnatan) han sabido crear esta historia tan apasionante y compleja de una manera formidable, rozando la perfección. Temas como la locura, la sabiduría, el sentido común, la perfección y superación, el triumfo, la inteligencia o el mismísimo prestigio hacen que la película se complemente de detalles y hechos los cuales benefician la complejidad de la historia.Por otra parte, encuentro que se ha vendido en exceisividad este truco final tan aparentemente deslumbrante. Como sabréis, el título original de la película es The prestige (El prestigio), cosa que no deja tan a la vista este final "sorpresa", pero yo creo que el lema principal de la película, a parte de "estar atentos", como nos avisa Michael Caine al principio del film, de una manera absolutamente increíble (atentos a la imagen que aparece entonces y recordadla hasta que luego os sirva), es la simpleza de las cosas o bien, la aparente complejidad de todo. La obsesión que nos lleva a complicarnos a nosotros mismos mientras, cosas que son realmente simples de ver, no las vemos. Así que, más que trucos finales (que no los hay demasiados o más bien, son previsibles, la película de Nolan quiere mostrarte simplemente eso y puede que a alguien le decepcione por la ausencia de dicho final sorpresa (a no ser que no lo adivine -total, o parcialmente- antes de que ocurra, cosa que dudo bastante). Pero no por eso la película deja de ser interesante. ¡Todo lo contrario! Yo al menos prefiero que un final esté pensado con razonamiento y tenga una conclusión creíble que no que aparezca un giro de 90 grados el cual no concuerde con nada. Así que el final de El truco final: El prestigio es inesperado.A parte del guión, la obra de Christopher Nolan tiene muchísimos aspectos positivos. Uno de ellos es la ambientación. La película se situa a principios del siglo XX, en Londres, por lo tanto las calles, los alrededores, los teatros y todos los edificios han habido de ser construidos especialmente para el film. En fin, que no es una película de magos modernos (aunque sí con toques de ciencia-ficción) y por ello se han necesitado decorados de gran tamaño (y calidad). Otro punto a destacar es la estupenda fotografía. Wally Pfister es el encargado de crear unas sensaciones únicas, totalmente agobiantes (y a la vez esperanzadoras). Os recomiendo estar atentos a los números de magia, donde el director fotográfico se puede lucir filmando unos magníficos planos llenos de personalidad y sobretodo, con un gusto exquisito (fijaos en Hugh Jackman debajo del escenario, simulando que lo aplauden a él, con la luz que sale de entre las maderas. Quizás sea una de las secuencias con uno de los mejores planos). Después están el montaje y la edición, de los cuales sólo puedo decir que se merecen, como mínimo, una nominación a algún premio (al Oscar seguro que no, pues ya se han dado a conocer los nominados). Y por último, decir que la banda sonora de David Julyan es formidable, pues se adapta como un anillo a un dedo al metraje. Atentos, sobretodo, al tema final, totalmente emocionante. Después de mencionar todos los aspectos técnicos, sería injusto no nombrar a todos los intérpretes que aparecen en el film, ya que ellos aportan una mayor densidad y profundidad a la historia. Primero de todo nombrar a los dos protagonistas de la película: Hugh Jackman y Christian Bale. Dos auténticos maestros de la interpretación que, curiosamente, en este film es donde se lucen más. Habéis de prestar atención a los diálogos intensos que se producen en la parte final y también en las miradas penetrantes que se hacen entre los dos. Y dentro de los secundarios, todos de lujo, destacaría ante todo a Michael Caine. ¿Qué decir de este actor? Pues que aquí, pese a no aparecer demasiado, nos ofrece una interpretación brillante, dotada de inteligencia y sobretodo, sentido común. El reparto femenino no es que sea demasiado extenso, pero es verdad que tanto Scarlett Johansson como Piper Perabo interpretan a dos personajes claves del film, por lo que las hace más importantes, entonces. Por último, resaltar las apariciones de David Bowie y Andy Serkins en otros dos papeles que también tienen mucho que decir en la historia. El truco final: El prestigio carece de fallos importantes, así que podemos afirmar que casi llega a la maestría. Que no llegue quizás sea por el exceso de detalles que hacen que el film se empache de tantos de ellos y resulte un poco agobiante (en sentido más o menos positivo, pues al menos se agradece gozar de tal formidable guión, aunque tenga sus excesos).En resumidas cuentas, podríamos afirmar que El truco final: El prestigio es una excelente película que mezcla con magia y estilo variados temas y que, además, goza de unas interpretaciones absolutamente brillantes y un guión que se lo merece todo.
En resumidas cuentas, podríamos afirmar que El truco final: El prestigio es una excelente película que mezcla con magia y estilo variados temas y que, además, goza de unas interpretaciones absolutamente brillantes y un guión que se lo merece todo.
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Tengo que reconocer que aunque la película me ha parecido un truño infumable, cantan como Dios. Bueno, como Dios cuando quiere decir algo a voces, por que vaya berridos que dan las muchachas. También he de admitir, que en España no tenemos cantantes así, o si los tenemos, la mierda de los triunfitos los eclipsan (esto no tiene nada que ver, pero ahí queda).La película trata de tres chicas de color (de color más bien mulato) que pierden un concurso de promesas del cante, pero ganan un manager que las debe lanzar al estrellato. De momento, consigue que actúen haciendo los coros de un cantante de moda, pero la ambición de estas tres muchachas no se queda ahí. Por lo que una se acuesta con uno, otra con el mismo, otra con el otro y así, cantando y dandole al tema transcurre la peliculilla.Estas cosas me pasan por ver películas sin saber de qué van. Resulta que no pasa nada de nada en todo el rato, más que cantan estas mozas y el Eddie Murphy. Y es que como se pasan todo el rato cantanto, pues no puede pasar nada. En la sinopsis os he contado hasta los últimos diez minutillos, para darle algo de emoción. Y claro, si supieramos inglés como para entender las canciones, quizá nos pudieramos subir al carro de la acción. Pero como nos quedamos en My tailor is rich (que viene significando mi tocayo el Richi) pues no nos enteramos de nada.Resumiendo, que no os engañen, es un musical. Corred, huid, fingid desmayos, lo que sea antes de entrar a ver esto si no os gustan los musicales. Además, como siempre nos gusta burro grande ande o no ande, pues el abominable volumen puede que nos haga sangrar por los oidos.
Que no os engañen, es un musical. Corred, huid, fingid desmayos, lo que sea antes de entrar a ver esto si no os gustan los musicales. Además, como siempre nos gusta burro grande ande o no ande, pues el abominable volumen puede que nos haga sangrar por los oidos.
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En la nueva película de Manuel Martín Cuenca ("La flaqueza del bolchevique"), el co-guionista y director opta por una estructura de historias cruzadas. Y consigue hacerlas atractivas, lo cual ya es un logro. Los personajes más variopintos pero nada almodovarianos (excepto por Watling) consiguen plagar la historia con situaciones cotidianas sin el carácter panfletario actual que supondría retratar a una trabajadora social en labores de ayuda a inmigrantes, a un cubano que intenta ganarse la vida y a un ex-convicto que intenta salir adelante.Los actores están estupendos y bien escogidos, aunque sorprendentemente el que peor esté sea Javier Cámara en un papel que no le da muchas opciones a registros (o bien no se las quiso dar). El guión es muy interesante y está bien explotado. Sin embargo el ritmo (dura dos horas aunque podría haber quitado 15 minutos perfectamente) es bastante irregular, convirtiendo algunas secuencias en una auténtica invitación a desconectar de la peli. La música no está bien usada. Su estética (grano y colores muy lavados) le da un toque más realista.Sin embargo lo que más me atrajo, y hacía bastante tiempo que no me sucedía con una película española, salvo por "El Método", es el guión. Lo mejor de la película es darte cuenta de que las incongruencias humanas son ilimitadas y se muestran de muchas maneras: la trabajadora social que ayuda a inmigrantes y que no es capaz de tratar a su propio hijo, el recién salido de la cárcel que una vez en libertad se encierra en recuerdos?Una buena opción para ver en dvd. Una película medianamente honesta que se sale de la media del cine español.
Una película medianamente honesta que se sale de la media del cine español.
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Querido C.C.Te escribo esta carta porque siento la necesidad de expresar mi fascinación por tu Elizabethtown de una forma más directa que con una crítica normal y corriente.Desde que vi el trailer de tu peli sabía que iba a ser una nueva joyita nostálgica. Entre tus grandes méritos está convertir una realidad que a veces nos sobrepasa y nos resulta totalmente extraña, alienante y surrealista en situaciones originales que, al menos a mi, provocan una sorpresa muy grata.Siempre me fascinó la forma que tenéis los americanos de "festejar" la muerte. Esos velatorios aquí no se estilan. Debe ser nuestra herencia religiosa que nos impide ver con cariño y regocijo el haber compartido momentos con alguien a quien queríamos. Aquí toca llorar. Llorar y lamentar. Pero siempre he preferido vuestro estilo: ya de por sí es triste perder a alguien, así que ¿por qué no centrarnos en un homenaje cariñoso y hablar de las buenas experiencias con esa persona (si es que las hay)?Pero la muerte de tu historia no es más que una excusa. Una magnífica excusa para decirnos que aprovechemos el tiempo que tenemos para disfrutarlo con quien queremos. Pero no a lo loco. No a lo "Casi famosos". Podría decirse que ahí hablabas de "quemar la vida" al máximo. No es lo mismo que la ruta en coche de Orlando Bloom (dile de mi parte que aquí está bastante bien y que no se puede quejar de los proyectos que le ofrecen), con esa maravillosa compañía. Te perdono que hayas puesto a Kirsten de azafata. No es que tenga ningún problema con ellas, simplemente que al principio me la creía más que como filósofa vital. También te perdono alguna que otra pueril frase y declaración de intenciones ñoña en boca de los protagonistas. Hay momentos bastante horteras, incluso decepcionantes para alguien que sabe escribir tan bien como tu. Pero no dudo que lo hayas hecho a propósito. A mi no me gusta, es lo único.Junto con Michael Mann creo que sois los dos directores actuales que mejor sentido musical tienen en sus películas. Y no me refiero a música original, que también, sino a hacer una selección sobresaliente de canciones poco conocidas y hacerlas tan tuyas, o sea, tan de la película que no se concibe esas secuencias sin ellas.Tu película es un espejo. Muchos nos encontramos con situaciones surrealistas a lo largo de nuestra vida: lo mismo en un funeral le das a alguien un pitillo y luego él en señal de agradecimiento te invita a una cerveza y te compra otro caja de tabaco. Pues tu peli está trufada de esas situaciones. Y son divertidas. Muy divertidas. Y lo mejor de todo, te ayudan a la historia y a nosotros a disfrutarla.Dales mi enhorabuena a todos los actores. Son estupendos y les has sabido dirigir excelentemente.Por esto te escribo esta carta. Creo que eres uno de los mejores guionistas actuales y uno de los directores más interesantes y originales de nuestro tiempo. Espero que no te encuentres con muchos problemas para hacer próximas películas. No creo que Cruise te de la espalda en ningún momento. Se ve que hacéis buenas migas. Y Tom siempre me pareció un tío con buen olfato para trabajar con buenos profesionales.Cuidate mucho y espero que nos sorprendas con tu próxima peli.Abrazos, YojimboP.D. Algún día quiero hacer lo que hace Orlando al final de la peli.Y al final del camino encontrarme lo que él.
Dales mi enhorabuena a todos los actores. Son estupendos y les has sabido dirigir excelentemente.
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Ya he visto la cacareada "obra maestra" y una prometedora película de Isabel Coixet. Entré con muchas ganas a verla porque es una de las promesas del cine español para este año, aunque esté rodada en inglés y con un reparto internacional en el que sólo está Javier Cámara por parte española. Producen los Almodóvar y MediaPro.Como no quiero darle demasiada publicidad, sólo diré que cumple con los típicos tópicos de obra que quiere ser profunda y densa. Repite constantes: personajes con un terrible y secreto drama en su pasado (en este caso añade una protagonista totalmente antipática y amargada), y todo sirve para una supuesta explosión de emociones contenidas que sirve de nexo de unión entre dos personas solas y heridas a su pesar. ¿A que suena a la típica explicación sesuda de "indie"?Pues así es. Esta película refleja cómo hacer un perfecto drama artificioso, cómo intentar conseguir lágrimas y emociones de la forma más pueril (aunque la relación Robbins-Polley son los mejores momentos) y alternar la atención de forma ingenua de un drama personal a un drama colectivo. Una de las cosas más atractivas en los guiones es lo que cuentan los personajes sin expresarlo verbalmente o al menos no abierta o directamente.Pero esta película será bautizada como obra maestra, cine puro y todo lo que quieran porque es "potita" y "herposa" y cumple perfectamente con todos los cánones de cine "indie" al igual que cumple con los tópicos del cine de acción una de Van-Damme, pero es cine artificioso en estado puro. Y como todo, tendrá sus espectadores, fieles, seguidores y admiradores? y detractores.
Pero esta película será bautizada como obra maestra, cine puro y todo lo que quieran porque es ?potita? y ?herposa?, pero es cine artificioso en estado puro.
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De vez en cuando los de Miramax nos sorprenden con buenas películas, y otras pocas veces con un cartel tan interesante como éste: Robert Redford, Morgan Freeman y Jennifer López.Para empezar, toque de atención a los distribuidores. Entiendo que haya que traducir los títulos de las películas por la generalizada costumbre en este país de adulterar un producto doblándolo a nuestro idioma, pero no sé qué perra manía han cogido a escoger títulos tan opuestos al original: incluso va en contra de la propia película.Hemos podido comprobar como una "Into the blue" se titula "Inmersión letal"? vamos, título de telefilme de sobremesa.En este caso, "An unfinished life" por "Una vida por delante".Cualquier juego o intención que el guionista, productores o quien fuera que le puso el título se van por el retrete.Por eso he titulado el post como su traducción más "fiel" aunque tosca.Los actores sirven para darle encanto a una historia sencilla, que no simple: el dolor por una pérdida accidental pero la búsqueda de culpables es la historia a la que nos lleva una Jennifer López que huye con su hija de un novio maltratador. Por eso se refugia en el rancho de Redford, su suegro. Éste convive con el dolor de haber perdido a su hijo y con su amigo de toda la vida, el personaje de Freeman. Él y Redford son vaqueros que tratan de seguir con sus vidas y superar un incidente con un oso que vuelve a aparecer en la zona.Una subtrama pseudo-ecologista pero con un transfondo más filosófico: la búsqueda del perdón.La película es una historia mínima pero explotada de forma maravillosa por unos hábiles guionistas y dirigida con buen gusto por Lasse Halström. Las frases lapidarias, llenas de filosofía, gran sentido del humor y humanidad van repartidas en una de las películas más recomendables del momento.
Es una historia mínima pero explotada de forma maravillosa. Gran sentido del humor y humanidad van repartidas en una de las películas más recomendables del momento.
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Estupendo documental, genialmente realizado (en la línea del ya comentado sobre Robert Evans), sobre uno de los hitos de la historia del cine: Deep Throat (Garganta Profunda).Este documental muestra esta película porno como punto de inflexión para una revolución o una rebelión sexual y como una denuncia sobre el constante peligro que se cierne sobre la libertad de expresión (aunque creo que sería más correcto hablar de libertad a secas).El porno, tal y como relata esta película, es la plataforma para muchos realizadores de sacar dinero rápido y obtener algún tipo de experiencia. Y muchos están en la cinematografía actual como Barry Sonnenfeld o Wes Craven, que sale en este documental "confesando" haber hecho más de una película X.Sin embargo este documental sirve para plantear muchos aspectos interesantes y todos relacionados todos con la moral: no sólo aboga abiertamente por la libertad de hacer porno (elevando esta película en varias ocasiones y de forma ingenua como mártir y héroe de esa cruzada), sino sobre la libertad de verlo.Obviamente demonizar estas "preferencias cinematográficas" es ridículo y sólo favorece a que el resto de la humanidad sienta curiosidad y le de un voto de confianza, sobre todo cuando es algo nuevo.Sin embargo relata, con algo más de pudor, medias tintas y menos entusiasmo todo lo negativo que conlleva una revolución: mafiosos que se benefician de la situación, oportunistas que no dudan en apoyar ese movimiento para luego volverse radicales y reaccionarios (en este caso las feministas, las peores machistas que hay) y la entronización de gente normal como héroes populares de la causa y de la chapa para luego olvidarse de ellos tan rápidamente como los eligieron.Este documental incluso mira con cierta nostalgia los primeros días del porno en contra de la industria que existe ahora mismo. También viene a cuestionar el cambio de moral o cómo la moral pueda interferir en las libertades ajenas. Y es una crítica (para variar) a la moral americana que, según deja caer, tiene actualmente las mismas leyes antiobscenidad de la época Nixon.Sin embargo no deja de ser curioso que la mayor parte de críticas contra USA provenga de ellos mismos (también son los que mejor se conocen), un acto de libertad en sí mismo que algunos practican simplemente cuando les conviene, al igual que aquí.Es impagable ver en este documental las discusiones de Arthur Sommer con su mujer, Terry, matrimonio que llevó en su momento un cine y que proyecto la película. Ambos recibieron, como muchos otros cines que ganaban mucho dinero con esa película, amenazas de la mafia por no darles un diezmo de sus beneficios.Y para los amantes de lo técnico y para que vean que cualquier medio es válido para hacer un trabajo dependiendo de su naturaleza, este documental se rodó en formato Mpeg IMX.Pero la pregunta para debatir que me surge al haber visto este documental es: ¿Ser libre es ver porno o poder ver porno?
Este documental sirve para plantear muchos aspectos interesantes y todos relacionados todos con la moral. Pero la pregunta para debatir que me surge al haber visto este documental es: ¿ser libre es ver porno o poder ver porno?
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Tuve la oportunidad de conocer a éste director gracias a un trabajo que realizamos en su momento para su primer largometraje, Japón, una histora durísima interpretada por actores no profesionales y que en principio podría resultar de muy difícil visionado por su estética y ritmo.Rodada en Super16mm con formato Scope (muy bien usado y fotografiado), la película se puede calificar de experiencia poco frecuente. Aunque comprendería que a muchos espectadores les eche para atrás este tipo de cine he de confesar que lo vi con interés.Ganó la Cámara de Oro en Cannes 2002, premio que relanzó su carrera y ha conseguido que esta película que se estrena el 14 de octubre en pocas salas (sólo en Alphaville y Verdi) haya tenido la oportunidad de competir en este festival y presentarse en San Sebastián.La historia de esta película distribuída por la siempre "indie" Golem no es fácil de resumir. Podría contar que es sobre un chófer (Marcos Hernández) y una enfermiza historia de amor con la hija de su "señor", una adinerada y preciosa joven (Anapola Mushkadiz) que se dedica a la prostitución por gusto. Marcos y su mujer han secuestrado al bebé de un familiar suyo para pedir un rescate, pero el bebé muere, algo que provoca en Marcos un gran sentimiento de culpabilidad que pretende confesar aunque no le dejan. Y todo desemboca en un final trágico.En pocas líneas podría destripar así la película.Pero hay que verla. Repito que a mi me resultó hipnotizante. Hay planos largos, casi eternos, pero no cansan.A veces parece abrazar el estilo documental pero sin llegar a serlo. A veces tienta a nuestra paciencia y buen gusto con un par de escenas de felaciones reales (alguna de ellas prescindible para no predisponer negativamente al espectador)? pero es inclasificable. Y puede amarse u odiarse. Yo prefiero quedarme en un término medio y darle un 7 porque es una película que se sale totalmente de los esquemas y no resulta ser un bodrio o un experimento de video-arte insufrible.En comparación con su anterior trabajo puede ser más accesible, más sencilla y menos compleja y completa, pero aún así sigue siendo una obra que se necesita ver porque no creo que existan antecedentes ni prejuicios en el 99% de los espectadores hacia este tipo de películas. Es cine diferente. Y lo de diferente se lo gana a pulso.
En comparación con su anterior trabajo puede ser más accesible, más sencilla y menos compleja y completa. Es cine diferente. Y lo de diferente se lo gana a pulso.
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La verdad es que empiezo a estar un poco harta de esta moda de llevar cómics a la gran pantalla. No es que, en sí, tenga nada en contra de ello, pero estas "rachas" (catástrofes, animales gigantes y peligrosos, historias épicas, etc.) me ponen un poco nerviosa. ¿Problemas creativos o apostar sobre seguro? No lo sé, pero parece que no pararán hasta que hayan adaptado todo lo adaptable. En fin, no importa. En los últimos años hemos podido ver, que recuerde, "Batman", "X-Men" (1, 2 y la 3, que viene ahora), "Una historia de violencia", "Los cuatro fantásticos", "Spiderman", "Sin City", "Ghost World", "Hulk" y muchísimas más. Algunas dejan mucho que desear y otras están bastante bien. "V de Vendetta" es la última adaptación que he visto y pertenece a este segundo grupo. De hecho, es una de las películas que más me han gustado últimamente. Los que conocían el cómic no parecen estar demasiado satisfechos con su paso al cine. Eso, de todas formas, no me sorprende, porque es frecuente que las adaptaciones -sean de cómics, de libros, de obras de teatro o de lo que sea- decepcionen a los seguidores del producto original. El cine tiene sus limitaciones y, normalmente, resulta difícil no dejarse algo atrás, por no hablar de que todo el mundo se hace su propia idea de cómo es la historia y ésta no suele coincidir con lo que luego vemos en la pantalla.Yo no había leído el cómic, por lo que, primero, no puedo opinar sobre él y, segundo, me importa un pepino si está bien adaptado o no. Me importa la película, y la película me parece magnífica. Como decía antes, es de lo mejor que he visto últimamente, y eso que tiendo a recelar de las grandes superproducciones basadas en cómics. Una historia interesante, aunque, desde luego, no sea la más original del mundo: el referente "1984" es evidente. Unos personajes fascinantes, una buena realización y una estética cuidadísima. Lo único que me sobra son esos toquecitos "Matrix" que tiene en algunos momentos -estos Wachowski se debieron de olvidar de que estaban haciendo otra película-, pero ni siquiera abusa de ese tipo de recursos efectistas. La historia y la imagen están por encima de los efectos, algo que para mí es fundamental. He leído en algunos sitios críticas hacia la película por el tema del terrorismo. Desde luego, estaba claro que eso sucedería, aunque los realizadores (sean los Wachowski, sea James McTeigue, que no está muy claro quién lleva aquí las riendas) se han asegurado de cubrirse las espaldas. El debate se plantea desde la propia película, el argumento "ellos me han convertido en lo que soy" es explícito y las explosiones no parecen afectar a ningún civil. Por otra parte, es que a veces parece que la gente no sepa diferenciar entre el cine y la vida real, por muy actuales que sean las analogías de la película. Bueno, la crítica siempre es buena, pero tomarse una película como si fuese un "manual para vivir" me parece un poco exagerado. No os cuento nada más sobre el argumento porque considero que ver una película sin saber exactamente de qué va es un placer. Sólo diré que al que le vayan las críticas al gobierno, a los medios, las revoluciones y los personajes carismáticos le gustará. Ahí queda eso.
A pesar de recelar de las grandes superproducciones basadas en comics esta película me parece magnífica
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Mi película favorita de 2006 junto con Hijos de Los Hombres, lo que no quiere decir que sea tan "buen film" como Infiltrados o The Queen, por poner un ejemplo. ¿Contradictorio? Sí pero Apocalypto, al igual que la genialidad de Cuarón, no se atiene a las normas cinematográficas habituales. No suelo emplear esta palabra muy a menudo porque desconfío del significado, pero "visceral" es un adjetivo que a esta maravilla le viene como anillo al dedo: una exhibición de fuerza de 125 minutos donde la imagen toma el mando y convierte el declive de la civilización maya en la mejor película de aventuras de los últimos veinte años, a la altura de Master and Commander (salvando las diferencias) y hermana de sangre de la igualmente fascinante La Selva Esmeralda.No tanto un estudio sociológico como una odisea de hostias verdaderamente brutales, Apocalypto presenta una idea fundamental: mantener las cosas simples. A Gibson se le ha llamado facha, reaccionario, fanático religioso, pero también es un tradicionalista en el mejor sentido de la palabra: uno que desprecia la autoridad y la civilización cuando faltan a su principal objetivo, y no solo entorpecen el desarrollo del hombre, sino que le aniquilan. Así que Garra de Jaguar, su familia y su tribu viven en paz y armonía, hasta que unos cretinos teóricamente más desarrollados les secuestran y les ofrecen como sacrificios humanos para controlar a la población. Qué de puta madre, ¿ein?. Pues para Gibson las reglas cambian en el momento que Garra de Jaguar se escapa y vierte sobre las cabezas de los desdichados que le persiguen la venganza más burra vista en años en una pantalla de cine. Amigo lector: Gibson no es Charles Dickens ni Camilo José Cela, para ver maravillosas disecciones y largas disertaciones de la sociedad, para eso está Babel, que seguro que la proyectan en la sala de al lado.¿Qué haces cuando te persigue una tropa de mayas? Correr, obvio.Al igual que su anterior film, La Pasión de Cristo, Apocalypto está rodada íntegramente en su idioma original, en este caso mauya con subtítulos. Es uno de los pequeños lujos que su director y productor se puede permitir y francamente, podría haberse doblado perfectamente (aunque nos perderíamos el esfuerzo de sus protagonistas para hablar esa lengua, que por otro lado no rechina al oído, al contrario que el arameo). Sin embargo, es parte de la forma que tiene Martin Riggs de integrarnos en el mundo en el que viven estas personas, donde la paz, la armonía y el cachondeo de la tribu de Garra de Jaguar (en la que destacan las escenas donde toman el pelo a su compañero Mellado, incapaz de tener hijos, por lo que se ve obligado a comer cojones de tapir, como suena) contrastan con el ambiente cargado de la gran ciudad maya, desde cuya pirámide principal un sacerdote cabrón se dedica a sacar el corazón a la peña y rebanarles la cabeza delante de una reina que parece un clon de Paris Hilton y de un pequeño principito, gordo como una foca y con una cara de niño cabrón que dan ganas de tirarle escaleras abajo.Esencialmente, Gibson confía en el poder visual de una de las mejores puestas en escena del año. No hay muchas florituras, al margen del empleo de la cámara lenta, pero sí hay mucha cámara en mano digital que nos pone directamente en la piel de los personajes. Es una película que además no deja pasar mucho rato desde que comienza hasta que termina: la odisea de Garra de Jaguar apenas dura un día, y no hay muchas elipsis de tiempo, lo que provoca sensación de agotamiento y claustrofobia (hay escenas que duran cerca de cuarto de hora, veinte minutos), pero este señor sabe rodar: la fotografía es excelente y la banda sonora, aunque está por todas partes, acompaña a la acción sin resultar molesta. La riqueza está en los primeros planos, los gestos y las miradas (magnífico Rudy Youngblood) y en el uso de los colores (esclavos pintados de blanco, los que van a ser sacrificados, cubiertos de azul; y Garra de Jaguar cubierto de barro negro, en los últimos momentos de la película).Pero insisto, esto es una película de acción, donde los buenos son muy buenos y los malos son unos verdaderos bastardos, en particular Ojo en el Centro y Lobo Cero (¿habéis visto alguna vez un nombre tan acojonante?). Todo es blanco y negro para Gibson, que pasa de complicarse la vida. Es por eso por lo que el film ataca directamente a la sed de sangre del espectador. Aviso: esta película es violenta. No artísticamente violenta como lo que hace Tarantino. No subnormalmente violenta como lo que hace Eli Roth. Me refiero a brutalmente violenta. Cráneos destrozados, caras devoradas por animales salvajes, fosas humanas, empalamientos, flechas en todo el coco, puñaladas y las hostias a puñetazos de toda la vida, sin recrearse mucho, pero sin cortarse un pelo, a eso me refiero. Y en lo que a acción se refiere, os lo aseguro, Apocalypto apenas conoce rival: es frenética, rápida, y algunas escenas son simplemente acojonantes, en especial todo lo que se refiere a sus últimos 40 minutos, en la que una partida de siete guerreros intenta dar caza a Garra de Jaguar, que intenta volver a lo que queda de su pueblo para salvar a su mujer y a su hijo.King Damián, en un videoclip de su nuevo tema de reggaeton "Tus pechos son hot, hot".Esta peli es una verdadera experiencia para los sentidos. Prescindiendo de lo que Gibson haga en la vida real (donde se le trata como a un moscón que perturba la apacible vida de los políticamente correctos), este tío ha encontrado su propia voz, en un momento de su carrera en el que ha llegado a un punto en el que puede hacer lo que le da la real gana. En vez de jugar al fútbol en las grandes ligas, este tío se dedica a hacer la clase de películas que él quiere ver, lo que le convierte en un verdadero outsider dentro de la industria, capaz de conectar con el público porque no se complica la vida lo más mínimo y porque realiza un tipo de cine que atiende mucho más al instinto que a la inteligencia. No es una película extraordinaria, pero sí es una gran, gran experiencia.
Gibson realiza un tipo de cine que atiende mucho más al instinto que a la inteligencia. No es una película extraordinaria, pero sí es una gran, gran experiencia.
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Ésta es la primera vez que anoto cosas durante la proyección de una película: no quería olvidarme de ningún detalle para comentarlo aquí.Para empezar iba con gran recelo a ver la nueva película del Ken Loach español. Siento la comparación, pero él mismo trata de convertirse en eso, no es un mote que le pongamos por odio. De hecho el director es quien parece odiar el mundo en el que vive y del que vive para hacer sus denuncias sociales. Y parece que usa a marginales como aliados para poder explicar en sus películas sus frustraciones ideológicas.Para empezar, el guión sigue empeñado en crucificar y condenar al más absoluto de los infiernos a sus "heroínas". Y el infierno él se encarga de reflejarlo muy bien, en algunas situaciones de forma verídica (por ejemplo, secuencias en la Casa de Campo con matrículas de coches ocultas bajo un pixelado). Y Don Fernando se encarga de no dar a sus protagonistas posibilidad de escape. Y lo ejemplifica perfectamente con la definición de "princesa" que da el personaje de Candela Peña.Todas las prostitutas, aparte de irredentas, son víctimas. El personaje de Candela Peña tiene el noble propósito de agrandarse las tetas. Pero da a entender que es temporal. Ésa debe ser su mentira, porque un personaje que tiene un objetivo claro pero tiene que hacer algo horrible querría dejarlo con la máxima urgencia. Y no es el caso.El personaje de Micaela Nevárez es el más creíble como el de una dominicana sin papeles a la que no le queda más remedio que prostituirse. Pero que también actúa como "mantis religiosa".Lo malo de las película panfletarias es que no hay quien se las crea.Y aparte no hacen ningún favor a quien retrata.Y en este caso, como De Aranoa quiere dignificarlas y convertirlas en heroínas (hace un paralelismo sobre Superman mejor usado que en Kill Bill 2), no sólo les escribe frases filosóficas de las que sueltas a la hora del café de sobremesa sobre Dios y la vida, sino que además las pone de profesoras de sexualidad (tiembla Lorena Berdún) o introduce algún personaje envidiable dentro de la profesión, como la querida de algún ministro que les regala un paseo en limusina.No faltan las historias no desarrolladas (como las de Candela y Micaela con sus "novios") que podrían defenestrar el discurso ideológico del director.Pero hay que destacar lo bueno de la película, que son un par de cosas: las actrices y la puesta en escena. Esta vez Fernando León se ha atrevido a llevar la cámara al hombro y hace una puesta en escena menos acartonada. Las actrices están de premio, y cabe destacar los descubrimientos de Antonio Durán Morris y Llum Barrera como excelentes secundarios.La película también puede contar con el privilegio de que Manu Chao haya compuesto una canción para la película "Me llaman calle", juego de palabras casi digno de Médem.Resumiendo, que el día que sepamos hacer cine de esta calidad y factura pero sin tantas "Reinas" y "Princesas" habrá que hacer una celebración doble, porque la gente irá a ver más cine español y al mismo tiempo menos propaganda.
El día que sepamos hacer cine de esta calidad y factura pero sin tantas ?Reinas? y ?Princesas? habrá que hacer una celebración doble, porque la gente irá a ver más cine español y al mismo tiempo menos propaganda.
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Basado en hechos reales (aunque a veces poco verosímiles). Coach Carter es la historia de Ken Carter, un jugador y entrenador de renombre que pasa a instruir a un desastroso equipo de baloncesto. Y como cuando hay caos hay que poner un poco de orden, el personaje de Samuel L. Jackson lo impone instaurando respeto y disciplina. Y el primer punto que distingue a esta película es lo curioso de su iniciativa: firmando un contrato para entrenarles. Un contrato en el que se comprometen a unas normas básicas lógicas y comprensibles: obtener unas notas mínimas, asistir a las clases, sentarse en las primeras filas y vestir una corbata. Éste último punto ya puede ser la excusa perfecta para que algún mendrugo la califique de "facha". Pues mendrugo, te recomiendo que no sigas leyendo, que te pondrás enfermito :P Lo curioso de la película es que la inevitable pero necesaria historia de "superación personal" no se trata con demasiado maniqueísmo. No lleva las situaciones a lo extremos en los que muchos espectadores nos echamos las manos a la cabeza o rebufamos de incredulidad y aburrimiento por saber de antemano lo que va a pasar. Esta película es un pelín diferente.A pesar de las múltiples reivindicaciones raciales (y racistas en algunos casos), se ve con agrado la progresión personal del equipo y de algunos de sus jugadores, sus "tropiezos" con los primeros éxitos y las consecuencias que conlleva el ver que consigues algo.Pero el baloncesto no es el tema de la película, sino la realización personal. No es cuestión de ganar, como bien confunde el entrenador en determinado momento de la película, sino ganar méritos para mejorar nuestra vida y tener más oportunidades. Claro está que la ambientación puede quedarnos un poco lejana, pero se pueden sacar buenas lecciones de esta historia. Aunque allí retrate una educación horrorosa en la que en los barrios pobres un alto porcentaje de jóvenes acaba en la cárcel o muerta, el simple hecho de plantearse no seguir una vida que prácticamente viene dada ya es un reto. Y un reto para mucha otra gente que puede verse en la misma situación aunque no en las mismas circunstancias.Desde luego no es una peli de superación personal al uso. Y si no, ¿cómo se explica que una peli americana termine con una derrota de los protagonistas "in extremis"? Normalmente es al revés? ¿no?
Desde luego no es una peli de superación personal al uso. Y si no, ¿cómo se explica que una peli americana termine con una derrota de los protagonistas ?in extremis??
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Hay películas que denomino "kamikazes" o suicidas. Son aquellas que desde su planteamiento están destinadas a ser malas, que cuentan con el empeño de gente que cree en ella y aún encima por su calidad en la realización firman su acta de defunción. Pero la firmarían en una industria que llamara como tal.Éste debería ser el caso. Pero a los "autores" y a "festivalitos" les da por darles premios y alabanzas.Esta película rodada íntegramente en La Coruña tiene una lejana intención de hacer un retrato tierno y emotivo sobre dos hermanos, uno de ellos con síndrome de Down. Y la verdad es que la idea es original. Y el actor, Guillem Jiménez, no está nada mal. Pero la intención no cuenta.Al menos en el cine.La habilidad del director reside en conseguir carcajadas intentando hacer algo serio.Quiere hacer un retrato de integración y propaganda a costa de gente con síndrome de Down, pero no escatima mediocridad para escribir secuencias delirantes como la de la Guardia Civil, el arrebato exhibicionista?Es una película que consigue lo contrario de lo que pretende, y precisamente no le hace ningún favor a la gente con síndrome de Down.Por otro lado cabe destacar la pobre actuación de Marta Larralde, actriz que normalmente convincente en un papel que no sigue pauta alguna, que cae antipático, que no tiene una "curva" definida ni justificada y que mantiene una relación incestuosa con su hermano.Gary Piquer haciendo de proxeneta decente (no perderse el acting y la puesta en escena del atraco a su tienda de novias) pasa sin pena ni gloria.Y ya no me extenderé con la fotografía (no está iluminada, sino alumbrada), el montaje, etc??ya que estoy seguro de que habrá más de una persona que no querría estar en los títulos de crédito.Una hora y cuarenta y tantos minutos. Una recomendación para aquellos que se dispongan a verla: por favor, id con la predisposición de ir a ver una mala película que quiere ser buena (ha ganado unos cuantos premios) y vedlo acompañados. Y a pasar un buen rato, porque desde luego no váis a ver una peli denuncia, sino "Rain man" a la gallega.
Es una película que consigue lo contrario de lo que pretende, y precisamente no le hace ningún favor a la gente con síndrome de Down.
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Títulos de crédito y aparece Donald Sutherland entre un montón de nombres chinos que no reconoces? Y la película se titula "El funeral del jefe"?Sigues mirando para ver qué es.Luego sigue una secuencia de una parturienta, pero es un rodaje. Y vemos a Donald que es el director: están en Beijing en un rodaje. Pero él se siente vació, decepcionado y deprimido porque no ha conseguido hacer nada decente en lo que lleva de rodaje. El rodaje se va retrasando y el productor decide retirar a Donald y traer a otro pero manteniendo al primero en los títulos de crédito como reclamo, algo a lo que Sutherland (a partir de ahora Tyler) se niega. Y en medio de toda ese problema, el veterano director se hace amigo del cámara que está haciendo el "making of"(Yo-Yo) justo antes de sufrir un infarto.Las últimas palabras del realizador son: quiero un funeral cómico.A partir de ahí comienza el surrealismo. Tyler es un gran director que está diagnosticado para morir en breve, pero quiere un gran show en su muerte.A partir de ahí se desvela el talento para la publicidad y los negocios de Yo-Yo.Y de toda la parafernalia que se monta a partir de ese evento.Esta película podría enmarcarla o agruparla en esas que juegan con un guión surrealista y se divierten en la frontera de la ridiculez (en este caso sin cruzarla). Podría venderse en pack con "Extrañas coincidencias" (bodrio absoluto) y "Anónimos". Muy interesante de ver salvo por algún momento falto de ritmo y alguna situación muy estirada.Pero no se puede olvidar algo: esta es una película china. Un interesante experimento chino.
Esta película podría enmarcarla o agruparla en esas que juegan con un guión surrealista y se divierten en la frontera de la ridiculez.
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Hay películas que quieren hacer justicia a un hecho real y dedican su guión y su empeño en volcarse con ello.En el caso que nos ocupa es el Apartheid y todas las matanzas y barbaridades cometidas.Lo que desconocía, y me imagino que así sería porque así lo relata la película, es que cuando acabó todo aquello se ofrecía amnistía a aquellos asesinos y torturadores que confesaran su crimen ante sus víctimas (o los que le sobrevivieran). Una actitud hoy por hoy bastante impensable pero basada en una actitud de perdón y obtención de la paz. Y una idea a transmitir muy interesante. Pero la película no ayuda en absoluto.El director y la guionista hacen de esta película un producto de vergüenza ajena. Existen dos conceptos a distinguir a la hora de llevar un hecho real a la pantalla. El hecho puede ser real, pero puede quedar muy poco verosímil.Y éste es un perfecto ejemplo (ejemplo: secuencia del niño mudo ante el asesino de sus padres). Precisamente porque trata un tema político lo orienta de esa forma y escoge a dos protagonistas como bastiones de la moral, la decencia y la justicia: dos periodistas (lamentablemente muy de moda hoy por hoy). Uno, Samuel L. Jackson, (afro)americano, racista y periodista del Washington Post que lo pasa fatal en USA y la otra Juliette Binoche, nativa pero blanca, poeta pero activista e idealista hasta la médula. Ambos se erigen como los protagonistas preocupados por hacer justicia cubriendo "periodísticamente" los juicios al resto del mundo.Eso si, tanto Jackson como Binoche y Brendan Gleeson están muy bien, pero de nada sirve si la historia no les avala. Producto ideológico y panfletario para regocijo de aquellos que no sientan vergüenza ajena.
Producto ideológico y panfletario para regocijo de aquellos que no sientan vergüenza ajena.
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La tan cacareada película de Robert Rodríguez y Frank Miller, creador del cómic, cumple (justitas) sus promesas. Bueno, técnicamente de sobra, pero me esperaba más espectacularidad en el uso de su estética del blanco y negro y algunas "intrusiones" cromáticas. No conozco el cómic, pero todos los que lo han leído dicen que es clavado. Y en las revistas no paran de compararnos alguna de las viñetas con fotogramas de la película.Pues bien, perfecto. Eso (lo más sencillo de imitar teniendo al creador del cómic como co-director) lo consiguen de forma sobresaliente. Por lo que tengo entendido, cada cómic contenía historias independientes. Y eso lo han mantenido en la película (3 capítulos) salvo por ciertos personajes que coinciden en determinados momentos. Todos son interesantes y curiosos, dan mucho de si y las historias podrían convertirse en grandes historias si se extendieran algo más, pero han sabido dar la longitud y el ritmo suficientes a cada "mini historia" como para dejarnos satisfechos.Pero precisamente esa subdivisión de 3 capítulos hace que el film se vea como una colección de cortos con puntos en común. Lo mejor de la película es que no hace falta conocer el cómic para disfrutar de su universo. Las historias son bastante sórdidas, violentas y crueles, me imagino que tal y como las había ideado Miller. La galería de personajes y actores que desfilan por la película es impresionante y se agradece ver caras conocidas participando en este proyecto.Pero todas las campanas que han repicado entusiasmadas en torno a esta película se pasan un pelín. Es un gran tanto de Rodríguez, un punto de inflexión en el que no ha hecho una secuela de El Mariachi o Spy Kids, y eso es de agradecer.Y por cierto, el modo en el que se refleja su trabajo en los títulos iniciales es clara "shot and cut by"? genérico pero muy descriptivo?
Las campanas que han repicado entusiasmadas en torno a esta película se pasan un pelín.
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Spielberg está en una etapa de madurez intelectual y creo que la quiere reflejar mediante la ciencia ficción. Después del bodrio insufrible de Inteligencia Artificial y la magnífica Minority Report le toca el turno a una película de ciencia ficción catastrofista. Si en la primera planteaba la posibilidad de los sentimientos en robots, la segunda reflejaba cómo mejorar nuestra seguridad con un sistema de predicción casi infalible (aunque la película sea totalmente reaccionaria), en esta tercera habla de nuestro exterminio. Vamos, qué pasaría si los primos de E.T. fueran malos y nos quisieran matar a todos.Que conste que me parece una idea maravillosa recuperar una historia de este estilo y llevarla a la gran pantalla de nuevo (todavía no he visto la versión de 1953). Aunque sea una revisión de una novela clásica es un gran tanto haber sacado este proyecto porque resulta original.Es una película excepcionalmente entretenida, con secuencias memorables y de gran estilo Spielberg (otro autor). Tom Cruise está como siempre (obsérvese que no hago valoraciones) y Dakota Fanning también (maravillosa) aunque en un papel algo más repelente que en Man on fire, y atención, ya de segunda en los títulos de crédito. John Williams está por compromiso (sólo hace temas incidentales, sin ningún leit-motive reconocible) e incluso habría sido más efectivo sin música. Es una película que no da tregua y con la que te lo pasas de maravilla. Como siempre Spielberg da un poco de cal (cierta crueldad) y otra de arena (resoluciones de tramas demasiado "potitas").
Es una película excepcionalmente entretenida, con secuencias memorables y de gran estilo Spielberg.
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Lo que principalmente queda en la mente de los espectadores es lo que cuenta la película: la historia. Y para ser más concretos, la historia y su enfoque.Alejandro Amenábar es un gran director con muchísimo talento, y he de reconocer que desde el momento que se anunció que iba a dirigir esta historia me sorprendió gratamente este giro de temática. Hasta el momento la que más me gustaba de él era Abre los ojos, desde luego con un planteamiento mucho más original que Tesis o Los Otros.Pero Mar Adentro es su mujer película. Y fue un éxito?Uno, por que escogió una historia y un personaje real en una situación polémica para la sociedad española, lo cual garantizaría el interés del público patrio.Dos, el buen hacer de Amenábar y el hecho de unirse con el impresionante Bardem es un tándem que puede vender tan bien como el de Spielberg-Cruise. Al menos dentro de nuestras fronteras.No sólo consiguió unanimidad de crítica y público, sino que además fue tomado como referente moral para desatar de nuevo la polémica de la eutanasia y recogió multitud de premios por su gran factura (incluso el Oscar).Pero aún así considero esta película como una mala película perfectamente hecha.¿Por qué?Precisamente por los dos puntos anteriores.Primero: escogió la historia de Ramón Sampedro como mártir de una causa como la eutanasia ("conjunto de métodos que producen una muerte sin sufrimiento, para acortar el tormento de la agonía o de una enfermedad muy dolorosa e irreversible." Gran Enciclopedia Larousse). Este "personaje" se erigió como líder de esta causa, pero en realidad él quería suicidarse.O sea, quería un "suicidio asistido". No es un juego de palabras. Era simplemente eso. Y está claro que él, como Maggie en Million Dollar Baby, podrían haberse suicidado en cualquier momento. De forma ruda, pero podía haberlo hecho si hubiese sido real su intención.En esto la película de Eastwood ya deja a la de Amenábar en evidencia (de actitudes).Y si ya nos empiezan a engañar con el tema, mal vamos.Segundo: precisamente por el buen hacer de Amenábar y Bardem consiguen una obra manipuladora emocional y conceptualmente. Yo lloré y me reí mientras la veía. Me dejé llevar por el corazón, pero al encenderse las luces sentí cabreo. Y mucho. Por que si caes en la lógica de la película, te das cuenta de que se vende el suicido como única alternativa a los tetrapléjicos. Y justamente es lo contrario. El 99% de la gente que está en la misma situación que el protagonista quiere vivir, por eso el caso de Sampedro fue tan cacareado.Pero ¿acaso sale en la película alguien en la misma situación del protagonista pero con la actitud contraria? Si. Un cura. Vaya por dios (nunca mejor dicho).¿Pero no podía ser nadie que no sea religioso? ¿Alguien como Ramón?No.Se le terminaría la peli. Así que decidieron dejar la peli como un alegato panfletario al suicidio (con el marketing añadido de la nueva superstar Ramona Maneiro confesando que ella le ayudó a morir y acompañando su confesión con libros y espacios en los periódicos para su opinión).No sé vosotros, pero independientemente de mi opinión sobre la eutanasia no hay nada que más me joda que me manipulen emocionalmente con un guión tramposo. Y como me importa más lo que me cuentan la considero mala.
Decidieron dejar la peli como un alegato panfletario al suicidio. No sé vosotros, pero independientemente de mi opinión sobre la eutanasia no hay nada que más me joda que me manipulen emocionalmente con un guión tramposo.
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Ridley Scott (vendido de forma insultante como "El director de Gladiator" como si el gran público no conociera al director de Blade Runner o Alien) ha escogido una historia interesante con un tratamiento anacrónicamente moderno y con un personaje totalmente repelente de manos de Orlando Bloom. Con la excusa de que el montaje original era de 3 horas y 40 minutos y que saldrá en dvd el año que viene, Scott ha editado la versión en cines y da la sensación precisamente de que hay problemas de montaje: demasiadas cosas en poco tiempo. Y lo peor de todo, muchísimos matices de personajes que enriquecerían la historia seguro que están en la hora y media que veremos el año que viene.Excepto Bloom (su presencia da bien en pantalla y en el personaje, pero no así su capacidad interpretativa), el resto de los actores están muy bien. Mención especial a Eva Green (¡tiene que prodigarse más en las pantallas!)Aunque Scott tenga la sana costumbre de recrear de forma real escenarios gigantescos, algunos planos digitales cantan. La música, otro elemento del que esperaba algo sobresaliente, se queda en una anécdota, ya que el tema principal de Gregson Williams "adorna" varias secuencias, dejando el resto de la película en temas incidentales, algún tema con coros (muy buenos), y con la "incomprensible" inclusión de un tema de la BSO de "Hannibal" y otro de "El guerrero nº 13and#8243; de Jerry Goldsmith. Da la impresión de que Scott no quedó demasiado satisfecho con el trabajo de Harry Gregson Williams.En resumidas cuentas, un espectáculo muy decente de ver pero que para seguidores de Scott puede ser una decepción, como es mi caso. Se queda en una película de aventuras épicas sin "chicha ni limoná".
Un espectáculo muy decente de ver pero que para seguidores de Scott puede ser una decepción, como es mi caso.
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Un minucioso estudio del cartel nos puede fastidiar toda la película. Así que os recomiendo que si quereis ver la película, no mireis el cartel, que esta merece la pena muchísimo como para que os estropeen nada de la misma. Es más, no deberiaís ni leer críticas, vaya a ser que os desvelen algo de esta imprescindible película. Por cierto, es de los creadores de Matrix (aunque mucho más moderada y me atrevería a decir que mejor que las dos últimas entregas). Y que no se me olvide contaros que proviene de un comic.La película está desarrollada en una Inglaterra futurista, que se ha convertido en un Estado policial. Estados Unidos se encuentra sumida en una guerra civil interna e Inglaterra ha pasado a ser una superpotencia. Dentro del caos reinante por el nuevo régimen (motivado por un ataque terrorista que encumbró al actual lider) surge una figura que se hace llamar "V" que trata de derrocar por todos los medios al poder. En estas, una joven va a ser violada por una especie de fuerza policial cuando el misterioso "V" les hace un corte de pelo al cuchillo volador que les deja niquel. ¿Quien será "V"? o mejor aún ¿De qué va todo esto?.Bueno, tenemos una película de esas que mejor no pestañear porque te pierdes detalles y, aunque al final ponen todas las piezas en su sitio, mucho mejor seguirla desde el origen. La historia que nos cuentan está realmente bien, con escenarios futuristas (aunque no mucho) que dan el pego perfectamente. Además, como "V" tiene careta, pues no podemos criticarle nada a la actuación del actor que lo interpreta. Y es de resaltar la puesta en escena que tiene, con unos detalles muy interesantes de fotografía que hacen de esta una gran película. En lo malo, que le sobra una media hora de rollo. No es que esté mal ese rato, pero da un corte a la acción que te puede sacar de la película.Resumiendo, película muy recomendable, con una trama muy trabajada que hace que estemos deseando de conocer el desenlace desde el primer fotograma. Por cierto, el final es genial, de esos que te gustaría ver en todas las películas.
Película muy recomendable, con una trama muy trabajada que hace que estemos deseando de conocer el desenlace desde el primer fotograma
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Subproducto de engorde adolescente al que no le falta casi nada para ser declarada la peor película de los últimos años. Y además parece ser que hace dos que se hizo. Luego podría haber entrado directamente en las estanterías de dvd de los videoclubs: ahí seguro que tiene su público. ¿ Que cómo caí yo tan bajo ? Porque el cerebro, en ocasiones, se desentiende de cinefilias y otras parafernalias del ego culto que todos llevamos dentro y se deja contaminar por pecadillos inocentes para poder luego ( en el café, en la cola del pan, en estos rinconcitos de la red ) despotricar a gusto y usar esos adjetivos canallas que pocas veces usamos y tanto nos agradan.Arranco: infame, banal, hueca, mínima. Pero después de estos cuatro calificativos, advierto que mi vocabulario va a quedar siempre extremadamente corto, prudente en su vejación voluntario, y que habrá alguien con más mala leche semántica ( hoy tengo un día feliz y hasta se me ocurren dos o tres bondados del film, que no voy a decir porque no me da la gana ) que destroce este grano de pus en las carteleras del mundo. Servidos.
Arranco: infame, banal, hueca, mínima. Pero después de estos cuatro calificativos, advierto que mi vocabulario va a quedar siempre extremadamente corto.
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Imagine que un día, mientras ve las noticias o un documental del canal Historia, asiste perplejo a la homogénea y radical formación de las Juventudes Hitlerianas o, en tiempo presente, a la de unos niños musulmanes adiestrados por talibanes. Probablemente piense que es horrible educar de esa manera a la inocente mente de un niño aún en plena fase de formación, y también piense para sí que sería imposible la aplicación de tácticas similares entre los niños y adolescentes de nuestras sociedades 'avanzadas y democráticas'. Pero si tiene la suerte de poder visionar el clarividente y espléndido documental Campamento Jesús (Jesus Camp), nominado al Oscar de su categoría este año, todo lo anterior le parece de lo más discutible.El documental de Heidi Ewing y Rachel Grady está rodado en EE.UU. y se centra en la rampante y poderosa comunidad de ciudadanos creada en torno a la Iglesia Evangélica. Concretamente, la cinta narra cómo son reclutados niños de unos 10 años y edades inferiores para el campamento de Dakota del Norte, Kids of fire, dirigido por Becky Smith. Una vez allí, uno presencia, con no menos perplejidad a la anteriormente vista en la fase de captación inicial, cómo estos niños son educados en 'supuestos' valores cristianos con prácticas propias del integrismo religioso más radical.Les instan a retomar el control de su país, al grito de que son soldados de Cristo, para evitar 'contaminaciones' procedentes de etnias no cristianas como musulmanas o de otra índole. Veneran cual paso de Semana Santa una fotografía del presidente Bush (declarado seguidor de los evangélicos) y piden a Jesús que ilumine a éste para poner toda la nación bajo Dios ("one nation under God"). Todo estos mensajes son presentados en espectaculares 'shows' similares a un concierto, con efectos de sonido y luz, a unos niños que llegan a entrar en trance en los momentos cumbre del acto. Se les ve llorar a lágrima viva cuando rezan o se arrepienten de sus pecados, o se les ve cómo convulsionan sus cuerpos como si les diese el baile de San Vito cuando el Espíritu Santo va a entrar en ellos.Pero el documental va más allá, y muestra como, tras todo este movimiento religioso, hay un manifiesto interés por acaparar el control político de las principales instituciones del país. De hecho, es ése, y no otro, el principal mensaje que machaconamente repiten en mucho de los actos de centrifugado cerebral, pidiendo el voto de manera descarada para grupos de poder similares al que Bush lidera en la Casa Blanca. Así, en estos 'shows' religiosos se habla más de poder y de identificar al enemigo (todos aquellos que no abrazan la fe de ellos, es decir, los distintos) para homogeneizar toda la sociedad en torno a sus principios evangélicos. De forma que no se ven muchas diferencias entre movimientos como éste y, por ejemplo, otros como el de supremacía aria.En el documental, el contrapunto a este grupo lo ponen desde el influyente programa de radio Ring of Fire, de Mike Papantonio y Robert F. Kennedy Jr. En el espacio se advierte sobre el brutal crecimiento de este movimiento, que alcanza entre a 80 y 100 millones de noteamericanos. Se denuncia cómo este grupo resquebraja la división constitucional entre Estado y Religión y cómo se aprovechan de la tierna mente de los niños para extender su mensaje de división entre las generaciones futuras.Terminado el documental, uno recapacita, entre la alucinación y el pavor, sobre el hecho de que alguien con ideas similares sea el presidente de la principal potencia del mundo. Pero, sobre todo, uno se queda apenado por esos niños a los que se les aplica un cruel lavado de cerebro y se les obliga a seguir, con sufrimiento, los desquiciados principios de esta nueva fórmula de integrismo occidental.
Uno se queda apenado por esos niños a los que se les aplica un cruel lavado de cerebro y se les obliga a seguir, con sufrimiento, los desquiciados principios de esta nueva fórmula de integrismo occidental.
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La ópera prima del director de origen georgiano ?aunque afincado en Francia- Géla Babluani resulta un impactante y brillante relato lleno de crudeza y tensión que convierten a este cineasta en una firme promesa de los últimos tiempos. Filmada en blanco y negro, con la característica estilización visual del mejor cine negro, al que añade cierta "suciedad" en la imagen que hace que gane en realismo, 13 Tzameti poco a poco nos introduce, con un toque formal expresionista, en un ambiente cada vez más sórdido y asfixiante, corrompido y degradado, poblado de "personajes vampiro que se alimentan de la sangre de otros". Como en toda película de cine negro, el hecho delictivo es el meollo de toda la trama ?flaco favor hace al espectador el trailer de la película al destriparlo- al que el director se aproxima paulatinamente consiguiendo crear cada vez mayor expectación. Babluani nos muestra como su protagonista/antihéroe (interpretado por George Babluani, hermano del director) se acerca hacia él, el nudo del argumento, o mejor dicho se ve envuelto en él, de manera voluntaria e involuntariamente al mismo tiempo. Llegando a un punto en el que no hay retorno posible en algo que empezó casi como un sencillo juego, al seguir las instrucciones de una carta dirigida a otra persona. El espectador con capacidad de empatizar con el protagonista puede acabar acumulando altos grados de tensión y nerviosismo agarrado a la butaca, imbuido de una atmósfera de creciente claustrofobia según avanza el guión. Los personajes están mínimamente perfilados en las cuestiones objetivas y materiales de sus vidas. Poco sabemos de sus motivaciones. Sin embargo, quedan profundamente analizados en su psicología y encarnan a la perfección (quizá por ese minimalismo biográfico) la sensación de soledad absoluta, incomunicación, desarraigo y desamparo. Personajes que cometen los actos más despreciables, sin plantearse ninguna cuestión moral. Es eso, al fin y al cabo, lo que nos impacta. La perversión de un ser humano completamente deshumanizado. El resultado final es una estremecedora metáfora de la ausencia de moral y conciencia que puede llegar a reinar en la naturaleza humana. Se convierte de esta manera el filme en una crítica árida y cruda a la moral de la sociedad, sin ningún tipo de concesión a la esperanza de confianza en la bondad o razón del hombre. Sin piedad, sin adornos, 13 Tzameti nos muestra lo peor de lo que es capaz el ser humano, en su ansia no tanto de dinero, que también, sino de sensaciones extremas que escapan de la normalidad y que se acercan a la más tenebrosa morbosidad. El mérito está en que todo nos resulta posible y creíble. ¿El hombre es un lobo para el hombre? Bablauni responde afirmativamente a la pregunta con este filme. Puro fatalismo pesimista llevado a la pantalla con maestría.
El término thriller se queda corto a la hora de encuadrar este filme que recupera lo mejor del género film noir, al que se acerca desde una nueva aproximación.
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El equipo de El otro lado de la cama, Los dos lados de la cama y Días de fútbol se marca otra originalidad, Días de cine. Y es lo que promete, nada. La acción se sitúa en esta ocasión a finales de los 70 donde un director de cine neurótico intenta hacer una película reivindicativa con una cantante que vivió sus mejores años como niña prodigio. Las presiones de la censura, del que pone la pasta y demás, convierten la idea original del realizador -Alberto San Juan- en un filme de destape con invasiones marcianas y demás desvaríos.Así a primer vistazo el cinéfilo bien informado observará que, salvo las anotaciones cañís, el guión se parece en demasía a Ed Wood -una de mis películas favoritas-. Pero ni San Juan es Johnny Depp, ni David Serrano es Tim Burton. Ni siquiera son los hermanos Ozores que hacían estas cosas, pero en su época tenían gracia. Y esta película es de esas con dos chistes medianamente afortunados que salen en el trailer.El fallo principal que han tenido esta vez, es que el público que vaya buscando otro inverosímil vodevil de parejitas se va a encontrar con un melodrama con tintes folklóricos. Así como los personajes de sus anteriores trabajos eran estereotipos más o menos identificables con el espectador, en Días de cine la época, las situaciones y las caracterizaciones -que en algún caso rozan lo carnavalesco- no llegarán a ese sector.En vis a vis con Serrano, me comentó que sus principales referencias habían sido la mencionada Ed Wood y? Balas sobre Broadway!!!! y se quedó tan a gusto, oye. Incluso en su megalomanía llegó a comparar como actor a San Juan con Woody Allen. Y proclamó sus maestros a Berlanga y Azcona. Como queda feo en estos eventos decirle al director del filme que te anote la dirección de su camello, pues enmudecí.Eso sí. Dió en el clavo cuando le pregunté si hacía las películas que a él le gustaría ver en el cine -es recurrente cuando no se tiene nada que preguntar- y me contestó que no lo sabía, que a él le salían así. Como churros, estuve a punto de añadir. Como broche declaró que la última película española que había visto, no le gustó nada y no me quería dar el título. Sospecho que se refería a la que acábabamos de ver hacía diez minutos.PD: Lo que sí que debo destacar positivamente es la actuación de Nathalie Poza y Fernando Tejero. Están estupendos como folklórica de Valladolid y ?mamá de la artista?. Los demás -Malena Alterio, Miguel Rellán, San Juan?-están bien, claro, pero sus papeles son los de siempre, ya se los saben. Como el ajo se repiten.PDI: Días de cine se estrena el viernes en numerosas salas, pero si el blog a blog funciona? no durará mucho.
Días de cine se estrena el viernes en numerosas salas, pero si el blog a blog funciona? no durará mucho.
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