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5 classes
Cuando no se tiene nada que perder, esa podría haber sido la promo de esta magnífica película francesa. 13 Tzameti nos habla de los descensos a los infiernos, de búsquedas de tesoros, de miedo y de alimañas. Como un cuento perverso -aunque la mayoría lo son-, Babluani nos presenta a su propia Alicia viajando al otro lado del espejo y tomando el té con decenas de sombrereros locos.Si -como no era mi caso- el espectador acude sin haber visto ni el trailer saboreará mejor los primeros minutos del filme. Si llego a saber que era tan revelador, no lo cuelgo, hubiera colgado en su lugar a los artífices del mismo. Mis disculpas por ello.Que nadie se espere, tras la entrada al universo enfermizo en el que se adentra sin quererlo el protagonista, grandes sorpresas de guión ni giros inesperados. Babluani en su complejidad, ha hecho una película sencilla y se lo toma con calma utilizando numerosos planos subjetivos. Un director español -que no mencionaré para no dar pistas- trató este mismo tema y debo decir, que le sacó más partido en mi opinión. Pero es evidente que la intención del francés no es la misma, el metraje nos angustia pero de forma absolutamente minimal.En este caso, destacar la excelente fotografía no es una forma discreta de anotar que me he aburrido. El filme se narra en un exquisito blanco y negro que resta espectadores pero a mí personalmente me entusiasma. Así que un 10 para 13 Tzameti, que -apunto-: tzameti es 13 en georgiano, homenaje del realizador a su ciudad natalPD frívola: En los Renoir, el sábado, a las 22 de la noche, viendo esta película dos butacas delante de mí? estaba Pedrooooooooooooo. Yo, que siempre quise ser una chica Almodóvar como Bibí, como Miguel Bosé, ir con Madonna en una limousine y desayunar en Tiffanny´s con EL estuve muy tentada de desearle suerte para los Goya, de decirle que no me gustó Hable con ella, de preguntarle su marca de laca? de lo que fuera para que se fijase en mí. Permanecí insolitamente en silencio aunque a la salida, dicen mis acompañantes que me miró, diossssssss ¿será verdad?
Como un cuento perverso, Babluani nos presenta a su propia Alicia viajando al otro lado del espejo y tomando el té con decenas de sombrereros locos.
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Estimado Señor Edward Zwick:Usted no sabe quién soy soy y seguramente no llegue a saberlo nunca. Soy tan sólo un pobre cinéfilo que se dirige a usted con el firme propósito de ofrecerle mis más sinceras disculpas. Disculpas que creo necesarias porque, durante meses, he sostenido que no era usted el director adecuado para llevar a cabo un proyecto con un tema y unos actores tan atractivos.Hace unos días, merced a la amabilidad de Warner Bros España y la mediación de muchocine.net, tuve ocasión de ver "Diamante de sangre" (Blood Diamond). Mis expectativas iniciales, de encontrarme con una película correcta, carente de fuerza, no podrían haber sido más erróneas.Siempre le he achacado a sus películas una falta de pasión que, en mi opinión, era necesaria para las historias que nos muestra: "Leyendas de pasión" se quedaba a medio camino de la gran obra que debería haber sido y otro tanto, en menor medida porque su guión me parece inferior, se podría decir de "El último samurai". No me malinterprete, son buenas películas, pero no son grandes películas.En cambio, "Diamante de sangre"? eso sí es cine de verdad. Ahí sí que ha mostrado usted toda la pasión que la película requería. Tal vez su estilo no sea tan llamativo y reconocible como el de Spielberg o Scorsese; usted es más invisible para el espectador, pero esta vez ha dado lo mejor de sí mismo y ha sabido extraer lo mejor de los demás (algo muy importante en un director).Es verdad que le ayuda un estupendo guión de Charles Leavitt, que entra de lleno en lo esencial del asunto a tratar, sin perder el tiempo en explicaciones inútiles. Un guión que nos explica los personajes a la perfección. Un guión sin frases de más o de menos. Un guión casi perfecto al que, quizás, sólo le sobren las dos o tres páginas finales (aunque no me resulten molestas). Pero no destripemos nada, que nunca se sabe quién nos puede estar leyendo.Le felicito también, señor Zwick, porque creo que sus actores nunca han estado tan bien. Los tres actores principales son estupendos actores y no es difícil que estén bien, es cierto, pero lo meritorio no es que estén bien sino lo bien que están. Djimon Hounsou y Leonardo DiCaprio están increibles, viven sus papeles y nos los hacen vivir, llenan la pantalla en un duelo interpretativo de altura en el que nos estampan en la cara lo lejos que puede llegar un ser humano, aunque sea por motivos muy diferentes.No quisiera dejar de lado a una Jennifer Connelly, olvidada en los premios de este año, que está tan bien como sus compañeros y tiene aún mayor protagonismo del que yo esperaba. Para colmo, sus escenas con DiCaprio son pura química, algo muy difícil de ver hoy en día en el cine porque se suele olvidar que la química es algo que nace del cerebro, es fruto de la inteligencia y no se consigue simplemente con juntar dos cuerpazos y enseñar algo de piel. Y usted lo sabe, su guionista lo sabe, sus actores lo saben; por eso DiCaprio y Connelly echan chispas en ese enfrentamiento que mantienen entre el pragmatismo más radical y el idealismo más combativo. Sé que me repito pero no encuentro otra forma de decirlo: los actores de su película se comen la pantalla.Podría hablarle de la maravillosa fotografía de Eduardo Serra, de la banda sonora de James Newton Howard, del impactante sonido o del montaje de un Steven Rosenblum que a la tercera tal vez gane el oscar; todos ellos son parte muy importante en la creación de algunas de las escenas de acción más memorables de los últimos años.Lo que me sería muy difícil explicarle, señor Zwick, es lo emocionante que me resultó su película, lo desgarradoras y emotivas que son algunas de sus escenas o hasta qué punto disfruté y sufrí a la vez, viendo este retrato de lo que le hemos hecho entre todos a África. Todo ello sin tener, en ningún momento, la sensación de que me estuviesen vendiendo un panfleto.Porque ese acierto en el planteamiento inicial es su gran triunfo: haberse planteado la película como un alegato sin olvidarse de hacer lo que tiene que hacer; cine de calidad.Por todo ello, gracias señor Zwick y disculpe de nuevo mi falta de confianza.Atentamente: Jeremy Fox.PD: Si me pide mi opinión, yo le daría a su película un 9,5 sobre 10.PD 2: Lo sé, no me ha pedido mi opinión, pero los cinéfilos somos así de presuntuosos.PD 3: En moonfleet.es puede ver el póster en español de la película por si le resulta de interés.
Su gran triunfo es haberse planteado la película como un alegato sin olvidarse de hacer cine de calidad
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Me decía mi hermana adolescente, "Llévame a ver esa de la chica con el cuchillo sobre el charco de sangre" (en realidad decía Cry Wolf, que el género descriptivo no lo usa mucho). Y pensaba yo para mis adentros "Antes me arranco un huevo y me lo inserto por donde amargan los pepinos". Pero bueno, como se que estas películas de miedo para teenagers son cortitas, y a veces hay que invertir en hermanismo, pues no hubo otro remedio que verla.La película trata de un grupo de estudiantes de instituto que se inventan un juego, a raiz de un misterioso asesinato que hay en el pueblo. El juego consiste en crear un asesino en serie falso, basado en un correo electrónico inventado, con el objeto de divertirse entre ellos. Pero la cosa se tuerce cuando cosas misteriosas comienzan a suceder. Ah, que se me olvidaba, es un cerrado grupo de amigos donde llega un nuevo. ¿Será un dato importante? ¿Le habré querido dar un toque arcano a algo que no lo tiene? Sigan leyendo y lo sabrán.Mira que iba yo con reticencias, que no hicieron si no acentuarse a medida que el metraje avanzaba y todos los tópicos iban saliendo. Además, con bien de posibilidades para sacar desnudos, no salía ni uno, por lo que mi moral se iba mermando. Pero oye, con unos actores no demasiado malos, una protagonista que no se si actúa bien pero que tiene una miradita como para . y un argumento que se sostiene, pues la cosa tiró para delante. Y llegando al final, cuando en el minuto dos has dicho "Ese es el malo" te surgen las dudas, pues miras hacia atrás y dices horrorizado "Me ha gustado Cry Wolf". Sorprendente, desde luego.Resumiendo, película de chavales de instituto que casi dan la edad de eternos repetidores de COU (si soy viejo, ¿que pasa?), que inventan un macabro juego que parece hacerse realidad. Con un guión fácil de seguir, unos actores que dan el pego y una tensión que te mantiene despierto, se ha logrado una sorprendente mezcla para el género de terror juvenil.Lo confieso, me ha gustado.Besitos.P.D: Os dejo un extracto de mi reunión con cinéfilos anónimos:Tito Chinchan: Buenas tardes, me llamo Tito Chinchan.Cinéfilos Anónimos: Buenaaaaas taaaardes, Tito.TC: Vengo para confensar algo que me atormenta.CA: Diiiinos, Tito.TC: No se como explicarlo.CA: No te preoooooocupes, Tiiiiiiiito.TC: Es que . me ha gustado Cry Wolf!!!CA: Ohhhh, córcholis, por los ducados de Garci, ¿como ha sucedido?TC: No lo se, salvadme, quiero volver a disfrutar con Kurosawa y compañia.CA: Veremos que se puede hacer.
Película de chavales de instituto que casi dan la edad de eternos repetidores de COU, que inventan un macabro juego que parece hacerse realidad. Con un guión fácil de seguir, unos actores que dan el pego y una tensión que te mantiene despierto, se ha logrado una sorprendente mezcla para el género de terror juvenil.
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El azar no obsequió a Buñuel con la fe: tampoco convino. Esa suerte de intolerancia en materia teológica conformó una obra única que vino a representar, en parte, el convulso panorama político e ideológico de la España de la que Don Luis fue forzado a huir. Todo ese agitado ideario de apostasía militante y anarquía estética tienen están formidablemente escritas en El ángel exterminador, que vale tanto como vehículo estrictamente cinematográfico que como perfil de una personalidad compleja tallada en la adversidad y en cierta escuela de libre pensamiento y casi irrepetible talento ( Lorca, Dalí, Alberti ).La habilidad enorme de Buñuel ( y el riesgo infinito que contrae ) es hacer verosímil una situación enteramente absurda, rayana en la sinrazón: un nutrido grupo de comensales, invitados por los burgueses Nóbile no pueden ( de forma literal ) salir de una habitación por más que ninguna evidencia física les impida un acto tan elemental y simple. El curso natural de esos días de encierro les reviste de un salvaje instinto de supervivencia que choca frontalmente con el protocolo y las educadas y civilizadas maneras que exhibían antes del desastramiento de la situación."Durante el rodaje de «Viridiana» me encontré con el escritor José Bergamín, quien me dijo que se proponía escribir una obra de teatro con el título de «El ángel exterminador». Yo le dije que era un título magnífico y que si iba por la calle y lo veía anunciado, entraría a ver el espectáculo. Como Bergamín jamás escribió la obra, le escribí pidiéndole los derechos del título. Me respondió que no necesitaba pedírselos, puesto que esas palabras aparecían en el Apocalipsis." Así explicaba Buñuel el origen del título. El ángel exterminador es la crónica de una naufragio. De hecho la obra en la que libremente se basa se llamaba " Los naúfragos de la calle Providencia", nunca escrita, pero prefigurada en la mente de Buñuel y de Luis Alcoriza, su mano derecha en toda la experiencia mejicana. Y debemos entender la película como un naufragio y cómo los supervivientes deben aprender a comunicarse para lograr salir del encierro y abandonar la isla / la habitación. Hubiese sido mejor hacer la historia en Inglaterra ( contaba Buñuel ) por cuanto la sociedad allí es extremadamente educada y toda esa educación y refinamiento convenía muchísimo a la trama del film, que venía a ser la simple idea de que, en condiciones adecuadas, el ser humano es capaz de lo más perverso, aunque se le atribuyan ( por naturaleza, por cultura ) las cosas más sublimes. En muy resumidas palabras, El ángel exterminador es un retrato de la decadencia humana, pero tamizada por evidencias surrealistas. Quizá el pánico, el temor a la muerte o la soledad sean residuos de una forma surrealista de entender la realidad. Hay filósofos cuya absoluta escritura gira en torno a la idea de lo absurdo que es la muerte: la vida es una inercia, vivir es un continuo, y no un continuo que puede ser ( ilógicamente ) fragmentado, mutilado.Los invitados son seres deplorables, superiores en un sentido casi nazi del término: todo el esfuerzo de Buñuel escudriña hasta lo imposible el aborregamiento de una aristocracia culta, embebecida y altanera, que desprecia toda forma ajena a su beneficio, a su estricto protocolo. Puede parecer una tomadura de pelo a quien asista a la película con un exceso de espíritu crítico ( o cinéfilo ). Hay que querer ir más allá y entender que Buñuel hizo una bufonada, una astracanada, un descenso al bochorno de que el mundo tenga gentuza encopetada que mira de refilón a los demás por el mero hecho de se distintos. Este siglo XXI recién alumbrado ya ha pergeñado el término "otredad", que es un palabro, un recurso semántico horroroso para designar la evidencia del otro, su injerencia en nuestro mundo, que puede ( al cabo ) ser también el suyo.Película indispensable para hacer después mesa-camilla de sano diálogo: da igual que nos haya gustado mucho, poco o que consideremos que es un verdadero coñazo insoportable. Todo se acepta. Igual tiene un poco de todo eso y aglutina cine de altura y aburrimiento inconmensurable. A mí me ha llenado de gozo la revisión ( muchos antes después ) de una película que vi en tiempos de universidad, con la cabeza comida por fiebres gongorinas y un exaltado sentido de la injusticia del mundo. Ahora son otros tiempos o son siempre los mismos y se travisten para confundir nuestro aturdimiento generacional.
Cine surrealista, infinitamente rico, distinto, arriesgado hasta la extenuación. Película indispensable para hacer después mesa-camilla de sano diálogo.
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En los últimos años, es difícil encontrar una buena película hecha para los más pequeños, ya sea porque algunas caen en el error de no tratar a los niños como seres inteligentes, o porque pecan de excesivo edulcoramiento. Resulta casi increible asistir a la incapacidad de la actual industria cinematográfica para realizar dignas cintas infantiles que no sean de animación. Pero aún queda algún ejemplo que haga vislumbrar la esperanza, como esta Noche en el Museo.¿Quién no ha imaginado nunca que las figuras de un museo cobren vida? Pues ése es el planteamiento de esta amena y divertida película dirigida por Shawn Levy, y protagonizada por uno de los cómicos más populares del panorama cinematográfico actual, Ben Stiller. Lo que hay que tener en cuenta es que la película es un vehículo para el lucimiento de Ben Stiller y sus patochadas, así como para las de sus compañeros de terna Luke Wilson y Steve Coogan. Por contra, la siempre agradable y divertida presencia de Robin Williams, y los regresos de Dick Van Dyke y Mickey Rooney, sirven para nivelar la balanza. La cinta entretendrá y hará reir tanto a adultos como a pequeños, haciendo los delicias de éstos; y no serán pocos los niños a los que Noche en el Museo les despierte la curiosidad y el amor hacia la historia.
Noche en el Museo entretendrá y hará reir tanto a adultos como a pequeños, haciendo los delicias de éstos
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Durante un tiempo estaba muy considerado eso de haber leido El nombre de la rosa. Umberto Eco era un escritor con más sombras que luces para el gran público y era la primera vez ( no luego la última ) que un catedrático de Semiótica se enfangaba en ficciones en lugar de fomentar cuanto le era propio, esto es, el ensayo sesudo de título inasequible para los no iniciados ( Lector in fabula, Apocalípticos e integrados u Obra abierta ). Eran todo libros de cabecera del universitario de Letras o del siempre curioso lector, curtido en filigranas del pensamiento, buceador incansable de la, en palabras de un buen amigo, la trastienda del lenguaje. Después del libro, best-seller, boom, hito en la literatura de consumo de los ochenta, Eco tiró de esta nueva adquirida fama y dio luz a sus Apostillas al nombre de la rosa: opúsculo de varia lección en el que el escritor, a modo de extras en los dvd que consumimos, interrogaba al lector, cuestionaba la naturaleza propia del hecho de la lectura y daba, a tutiplén, sin miramientos, prontuarios, anecdotarios, capítulos ajenos a la trama del libro, pero ensamblables en ella. ¿ Y todo este amasijo de reflexiones de cuerda literaria para escribir sobre la película ? Pues un poco de todo eso tiene el film, que se aroma del mismo carácter culturalista ( gozosamente semiótico, como querría Eco ) que el libro. Annaud no cae en la trampa de hacer un film sobre un libro: es obviamente innecesario y, por demás, inútil. Annaud recrea un universo detectivesco-medievalista sucio, áspero, relegando los abundantes latines del libro y su corpóreo discurso teológico a pinceladas leves que no alteran, en ningún momento, el espíritu ágil de su obra. Digamos que las apostillas de Eco se reverdecen ( muy metafóricamente escrito ) en la película: todo se adelgaza, todo se simplifica, todo se deja contaminar por una precisión formidable, la que diferencia el cine ( palabra en movimiento ) con la literatura ( palabra que precisa del decodificador necesario, esto es, el lector cómplice ).Annaud es ambicioso: plantea su film como un muy exigente incursión en la Historia y lejos de pretender monopolizar un proyecto que le era especialmente grato se hizo acompañar por un director de fotografía mítico ( Tonino Delli Colli ) que bebió en Rembrandt, en Caravaggio para impregnar de su luz las tinieblas de las abadías del medievo. La trama de El nombre de la rosa es muy sencilla: en vísperas de que en una abadía benedictina se celebre una cumbre teológica algunos monjes aparecen siniestramente asesinados. Fray Guillermo de Baskerville y su joven discípulo Adso de Melk observan la influencia maligna de cierto libro. Crimenes, libros: nada nuevo.Detrás hay una visión descarnada de la tiranía de la Iglesia Católica y del papel notabilísimo de los monasterios a la hora de transmitir ( o de ocultar o de cercenar ) una cultura. El propio bibliotecario ( homenaje magnífico a Jorge Luis Borges ) es ciego. Y el libro que se constituye causa de todos los crímenes es uno de Aristoteles sobre la risa porque, a decir de Jorge de Burgos, el bibliotecario ciego antes citado, la risa prefigura el conocimiento, su verdad más lúdica y menos controlable, y aunque haga la reseña más larga transcribo lo que dice acerca de ésta porque no tiene desperdicio alguno:"La risa libera al aldeano del miedo al diablo, porque en la fiesta de los tontos también el diablo parece pobre y tonto, y, por tanto, controlable. Pero este libro podría enseñar que liberarse del miedo al diablo es un acto de sabiduría. Cuando ríe, mientras el vino gorgotea en su garganta, el aldeano se siente amo, porque ha invertido las relaciones de dominación: pero este libro podríaenseñar a los doctos los artificios ingeniosos, y a partir de entonces ilustres,con los que legitimar esa inversión. Entonces se transformaría en operación del intelecto aquello que en el gesto impensado del aldeano aún, y afortunadamente, es operación del vientre. Que la risa sea propia del hombre es signo de nuestra limitación como pecadores. ¡Pero cuántas mentes corruptas como la tuya extraerían de este libro la conclusión extrema, según la cual la risa sería el fin del hombre! La risa distrae, por algunos instantes, al aldeano del miedo. Pero la ley se impone a través del miedo, cuyo verdadero nombre es temor de Dios. Y de este libro podría saltar la chispa luciferina que encendería un nuevo incendio en todo el mundo; y la risa sería el nuevo arte,ignorado incluso por Prometeo, capaz de aniquilar el miedo. Al aldeano que ríe,mientras ríe, no le importa morir?"Un Sean Connery absolutamente magistral hace de Fray Guillermo de Baskerville y dota al personaje de una liviana chispa de gracia, de elocuencia y de naturalidad. No ocurre así con un novato Christian Slater en el papel del aprendíz, cuyo hieratismo ( luego amplificado con los años de oficio ) igual hasta conviene.
Thriller medieval de crimenes teológicos, cine negro con ribetes góticos, cine comercial muy bien hecho para disfrute de toda la parroquia de amantes de Sherlock Holmes, de Borges y Caravaggio. ¿ Alguien da más ?
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Arropada bajo el manto de Tarantino Presents nos llega una cinta del director de Cabin Fever que trata de transportarnos hacia los más sucios instintos humanos por via de una película de terror muy bien filmada pero con un guión bastante débil. Nos encontramos ante la segunda película como director de Eli Roth, inspirada en sucesos reales que surguierón de una coversación con su amigo Harry Knowles (webmaster de Aintitcoolnews.com)."Estábamos hablando de las cosas más enfermizas que podían encontrarse en Internet. Algo que fuera más allá de los ya habituales accidentes mortales de skateboard o lo de esas dos chicas japonesas vomitando cada una en la boca de la otra en una bañera cuando Harry me paso un link a una web en la que Por sólo 10.000 dólares, en Tailandia, a cualquiera que estuviera dispuesto le podían acompañar a una habitación, darle una pistola cargada y proporcionarle otro ser humano para matarlo".Roth tuvo la revelación de crear una película en la cual tres estudiantes comienzan a hacer turismo de mochila hasta que sin darse cuenta se ven victimas de un tenebroso negocio que consiste en torturar hasta la muerte a un ser humano por una cuantiosa cantidad de dinero.Tras estar un día hablando con su amigo Quentin Tarantino, Eli acabó contándole el nuevo enfoque de su película. Tarantino al parecer "se volvió loco". "Quentin es una persona animada, y nunca le había visto tan excitado por algo. Dijo algo así como: ?¡Joder! ¡Tienes que escribir ese guión! ¡Es la idea más jodidamente terrorífica que he oído para una película de miedo en mucho tiempo! Deja a un lado todo con lo que estés ahora, y ponte a escribir ese guión pero ya."Inspirado por el entusiasmo de Tarantino, Roth desconectó el teléfono, cerró el correo, se encerró en el despacho y empezó a escribir frenéticamente. "Llamaba a Quentin cada dos o tres días, cuando me atascaba en algún punto de la historia, y él me tranquilizaba y me decía que iba por buen camino o me ayudaba a seguir adelante", recuerda Roth. "Era increíble tener a alguien como él como caja de resonancia. Me encontré escribiendo veinte páginas diarias. No podía parar."Finalmente se puede decir que Eli a creado una película gore policticamente correcta en la cual el marketing y la distribución de esta crean en el espectador unos animos que se quedan defraudados ante una trama bastante simple y poco atrayente. La primera media hora recuerda a las películas de American Pie, las feminas que salen son lo unico que se salva de esta primera parte ya que son un autentico regalo para los ojos. Las escenas de torturas son muy reducidas y apenas gastan todo su potencial, además la mayoria de las escenas que anuncian los carteles oficiales no salen en la película.
Película gore policticamente correcta que defrauda por una trama bastante simple y poco atrayente
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Eli Roth, apadrinado nuevamente por un personaje importante, en este caso el inefable Quentin Tarantino, insiste en llamar la atención y crear polémica de cualquier forma posible para atraer a los espectadores al visionado de sus obras. Cuando no hay mucho más que ofrecer, lo más práctico suele ser acercarse a gente con renombre o llamar la atención intentando sembrar el pánico. Ambos casos se dan en la persona de Eli Roth.En su debut cinematográfico, "Cabin Fever", estar amparado por la figura de David Lynch fue un punto muy a su favor. Al observar que el nombre de un genio como Lynch está implicado, de alguna forma, en el proyecto, muchos se lanzarán a visionarla, aunque simplemente sea por mera curiosidad. Y esa está siendo su gran baza.Lo cierto es que Eli Roth necesita una poderosa campaña publicitaria de acompañamiento para que sus films no pasen desapercibidos y se queden en el más absoluto de los olvidos. Estar producido por un controvertido director, crear un revuelo relativo a la terrible y polémica temática de la película y pregonarlo por los cinco continentes es, sin duda, una forma muy efectiva de lograr su interesado propósito.Y es que el joven director no es más que otro fan de lo grotesco, seguidor acérrimo del culto cercano a lo que a día de hoy se denomina "friki" y perseguidor de la fama en los periódicos y revistas mundiales que quiere hacerse ver en el mundo del cine. Un mundo que, de una u otra forma, le atrae. Capta fans, alimenta su ego, gana dinero y se labra un polémico futuro para poder facturarse sus siguientes proyectos. Sí, lo ha conseguido gracias a que los espectadores caemos en su trampa. El daño está hecho.Ya se nos venía vendiendo "Hostel" desde hace bastante tiempo como una de las películas más violentas y brutales de los últimos años, algo no apto para los estómagos más sensibles. Y, en efecto, algo de eso hay. Pero, como suele ser habitual, la publicidad lo eleva todo a un límite cercano a lo desproporcionado. Como decía, ideas propias muy pocas. Por no decir ninguna. Pero lo poco que se tiene hay que exprimirlo al máximo. Y Eli Roth ha sabido sacarle jugo. Mientras que "Cabin Fever" se trataba de un conglomerado de los elementos de muchos directores que trataban el terror desde un punto de vista diferente (véase el propio David Lynch, Cronenberg, Hooper, etc.), convirtiéndose en un producto aparentemente tan atrayente como poco original, "Hostel" es una obra mucho más sencilla, directa en determinados aspectos.Lo que en un principio se presenta sorpresivamente como una película puramente adolescente y desenfadada, de esas que hacen pensar que para reflejar la vida social de los jóvenes no hay más que desarrollar la trama en base al sexo (o mejor dicho, a las ganas de obtenerlo) y a la fiesta, lentamente se irá convirtiendo en la explícita película que en realidad es. Así, el recorrido de los descerebrados de turno (que les conduce a Eslovaquia) se presenta como una paraíso para aquellos que sueñan con disparar de la forma más fácil y gratuita sus hormonas.Impresiona la facilidad con la que logran todos sus anhelos. Y ese sube y baja de descontrol y diversión queda reflejado en la pantalla de una forma puramente irreal que logra acercar a cualquier turista en busca de sexo fácil. Todo un panfleto para los más planos de mente. Y efectivo, claro. Aunque, evidentemente, más que impresionar, tal alarde de facilidad nos hace dudar.Un poco más de lo normal (mientras el espectador vislumbra una y otra vez los desvaríos de los protagonistas) tarda en llegar el punto de inflexión del film. Pero llega. Entonces, lógicamente, la brutalidad nos acosa y ya no nos dará respiro.A la misma velocidad que los personajes van desapareciendo, el clímax de violencia va aumentando sus cotas. Y, entonces, la velocidad de los sucesos sí que resulta extrema. No hay concesiones de ningún tipo. Eli Roth intenta que nos sumerjamos en ese ambiente lúgubre sin retorno posible. Y si lo hay, nuestro recuerdo impedirá que podamos escapar de allí.Se descubre la verdadera trama, y las torturas, vejaciones y brutales e incoherentes palizas no dejan de sucederse. Algunos logran escapar, pero se llega a plantear si realmente merecía la pena el haberse escapado. El ejemplo más claro se trata el de la oriental que forma parte de la escena más "insoportable" del film y que la mayoría ya reconocerá al vuelo. Ejemplo que nos hace reflexionar, incluso, sobre la importancia que hoy en día se le da al físico. Si te miras a un espejo y te ves deformado, mutilado o despojado de una de tus partes visibles. la vida no puede seguir. Es demasiado pesado y doloroso acarrearlo durante toda una existencia.La película parece guardar cierto apunte de interés social, pero que tan pronto como asoma su cabeza, la vuelve a esconder bruscamente. Una simple concesión para la galería que, por otro lado, nos hace reflexionar sobre la violencia y el sinsentido en el que el mundo se está convirtiendo. Ya no se sabe si uno actúa así por puro placer, divertimento, frustración o por causas que el mismo individuo infractor desconoce.La violencia está en cualquier esquina esperándonos. Como la pandilla de niños de Bratislava. Pero no nos engañemos ni busquemos cinco patas al gato. La película es sencillamente un museo de violencia, de intriga y de alta tensión que puede engancharnos al sofá tan fácilmente como hacer que nos levantemos de él o miremos hacia otro lado. Su premisa, pese a apuntes posiblemente sociales, es tan simple como la de provocar al espectador. Pero el eterno buscador del terror perdido en los films que no se engañe. Aquí terror no hay. De ambientación, bestialidad y suspense sí que obtendrá buenas dosis. Pero hasta los seguidores más acérrimos del "gore", del que se jactaba la publicidad de la película que nos ocupa, se sentirán decepcionados por la escasez de contenidos (exceptuando un par de escenas).Lo que está claro es que los estómagos sensibles y los corazones fáciles de impresionar sentirán náuseas en más de una ocasión. Se hace insoportable no visualmente, sino psicológicamente.En definitiva, un film absolutamente plano, sencillo, prescindible, gratuito y desagradable que lo único que puede ofrecer es entretenimiento y tensión. No nos dice nada nuevo y la palabra "idea" brilla por su ausencia. Posee una factura interesante, unas interpretaciones creíbles, una ambientación muy lograda y un in crescendo de la historia que va degenerando más y más en lo que es previsible como final. Sin ir más lejos, seguramente el propio Tarantino vio más que saciado su violento paladar. De hecho, la película bebe mucho de la violencia más pura del director de "Reservoir Dogs".Dejémoslo todo en una moda pasajera que en realidad es. Exactamente de la misma forma que impera el cine de Tarantino en nuestra época. A lo mejor le encuentran mucho más interés los seguidores de últimas películas como "Saw" (que, en comparación a ésta, hasta podrían parecer grandes joyas) o similares. Desde luego, es una nueva y extendida oleada que parece tener cabida en el concepto contemporáneo de cine.Todo se olvida, y el hostal, poco a poco, irá perdiendo clientes. Más adelante, a lo mejor las reservas se van agotando nuevamente. Todo es cuestión de observar nuestro avance y esperar a la evolución de los paladares del espectador. Nunca se sabe. Mientras tanto vamos a seguir torturando. Si es posible a americanos, que, como en el film, valen más puntos (sátira de humor negro patrocinada por los creadores de "Hostel"). Lo que está claro es que no nos dejarán de sorprender. Y la publicidad engañosa tampoco.
Cuando no hay mucho más que ofrecer, lo más práctico suele ser acercarse a gente con renombre o llamar la atención intentando sembrar el pánico
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Es sabido que retrata la burguesía como muy pocos y que su regularidad, asociada a su prolífica carrera como cineasta, ya lo encumbran en lo más alto. Yo tengo debilidad por Allen, no voy a esconderlo. Es un contador de historias que se engrandece en su oficio y en su estilo visual con cada una de sus películas. En esta ocasión es el turno de retratar la burguesía inglesa con una historia de amor en principio bastante convencional que además se desarrolla bastante lentamente. El director cambia el Jazz por la Opera y rueda por primera vez en Inglaterra. La retrata tan solo como el lo sabe hacer, mostrando lugares típicos, carismáticos, pero siempre sin abusar y concentrado en apoyar con las localizaciones ese ambiente de la clase alta. Johnatan Rhys Meyers encarna al joven protagonista y hace un buen trabajo, aunque a veces se le llega a notar un tanto limitado con esos ojitos todo el tiempo de quedarse dormido. Emily Mortimer, bella y acertada en su papel de esposa del protagonista. Scarlett Johansson sale, como por otro lado también era de esperar, arrebatadoramente sexy en su papel de mujer fatal, misteriosa y vulnerable a partes iguales, cerrando este triangulo de pasiones, engaños y sexo. Por otro lado, el resto de actores estan igualmente formidables, como Matthew Goode, en su salsa haciendo de niñito de papa.Después de ver la película, quizás no resulte muy original apuntar que esta cinta es, evidentemente y en gran parte, deudora de la anterior "Delitos y faltas", pero quizás si lo sea compararla con "El sexto sentido". "Match Point" es narrada con pulso pero con una gran parsimonia. Un ritmo que nos hace desear que los acontecimientos se sucedan de una vez por todas. Al final, al igual que en la cinta de M.Night Shyamalan, será un brusco giro argumental el encargado de retomar el tempo y hacernos vibrar. En "Match Point" ademas se cierra la historia con la metáfora deportiva con la que comienza y uno cae rendido ante la sabiduría, el control y la mano de Allen, un guionista inteligente, un director de orquesta inquieto, tremendamente intuitivo y verdaderamente amante de su oficio y de cada uno de sus propios trabajos.Tampoco esconde sus influencias, ni falta que le hace: Dovstoievski, Bergman, Hitchcock y mucho del propio Woody Allen para una muy conseguida reflexión sobre la suerte, el destino, el sentido de la vida, la justicia, la moralidad, el sentimiento de culpa, el egoísmo, el amor, el sexo y la naturaleza del ascenso social y profesional.No necesita demostrar nada a nadie tras sus casi tres docenas de películas, pero se agradece y se siente con cada visionado, su voluntad por seguir siendo genuino y fiel y por no querer ni permitir defraudar a todos sus seguidores manteniendo una calidad notable en cada una de sus citas. Cada Otoño un regalo siempre muy especial. Gracias Woody.
Genial Woody Allen
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A Spike Lee lo han comparado muchas veces con Woody Allen. Bueno, creo que ciertas películas de Lee pueden ser comparadas con las de Allen, porque efectivamente hay algo del cine del director neoyorkino en el cine de Lee. Pero creo que éste último ha sabido continuar su propio camino sin la influencia de Allen, sobre todo en sus últimas películas, donde nos encontramos con la maravillosa 'La Última Noche'. Además, anda que no le salen imitadores a Woody Allen, como para centrarnos sólo en Lee.'Inside Man', que ha sido traducida asquerosamente en nuestro país como 'Plan Oculto' empieza con el atraco a un banco, que enseguida se vuelve una situación con rehenes. En el lugar hacen acto de presencia las fuerzas del orden, con el detective Frazier a la cabeza. Sin embargo, el caso no parece el típico caso de secuestro o robo, como demuestra la aparición el lugar de Madeline White, alguien que vela por los intereses de un tercer personaje que tiene mucho que ocultar.Desde luego el argumento no es nada del otro mundo, y tampoco pretende serlo. La pericia de Lee en la puesta en escena y el milimétrico guión de Russell Gewirtz nos hacen olvidar la poca originalidad de su historia, y nos brindan un thriller como pocos se hacen hoy en día. Lleno de emoción, buenos personajes y sobre todo que estemos atentos a la pantalla, sin que nos deslumbremos con explosiones, tiros y persecuciones. Todo un logro, la verdad.Una de las cosas que más llama la atención es su extensa galería de personajes, todos muy distintos entre sí, y con diferentes intereses. Lee demuestra una gran inteligencia al hacer recaer en Jodie Foster un personaje que puede manejar todo el cotarro, con lo que las fuerzas del orden quedan en entredicho al haber alguien desconocido por encima de ellas. Por cierto, Foster sale increiblemente guapa toda trajeada. Sale poco pero se hace notar, aunque su personaje sea un poco insulso.Denzel Washington interpreta a un detective en su primer caso importante, y el actor está prácticamente como siempre: protestando y buscando la verdad. Obtenemos lo que se espera de él, e incluso en ciertas escenas vamos por delante de él, al anticiparnos a sus reacciones, aunque esto no lo digo como un defecto, sino más bien todo lo contrario.Para mí quien se lleva la palma es Clive Owen, con un personaje de lo más interesante, y sobre el que nunca llegamos a saber gran cosa. Ése es uno de los aciertos, su enigmática personalidad sigue siendo enigmática al concluir el film, y nos quedamos con ganas de saber más. Owen es un actor que no me parece tan bueno como muchos dicen, pero aquí está que se sale. El inicio, con él hablándole al espectador, es sencillamente espectacular.En los secundarios nos encontramos con el gran Christopher Plummer, que últimamente no para de trabajar, demostrando que con su sola presencia llega. También sale Willen Dafoe, aunque su presencia en el reparto parezca simplemente un reclamo taquillero, ya que su personaje no destaca. O quién sabe, quizá la intención de Lee era precisamente esa, que un personaje nada destacable lo interpretara alguien muy conocido, lo cual sería un punto a favor del film.Donde la película es una verdadera gozada es en la puesta en escena de Lee, totalmente sobria y elegante, aunque en algún momento se le vaya la mano con alguna secuencia un poco efectista, sobre todo una, en un momento de máximo clímax, en la que Washington se mueve a toda velocidad en primer plano. La secuencia tiene coña, está bien hecha, pero no deja de ser un capricho de su director, y que realmente no aporta nada a la película. Por otro lado, dentro del banco, Lee se lo pasa como un enano realizando un montón de planos secuencia que son una verdadera gozada. Lee le imprime un ritmo al film verdaderamente envidiable. Tengamos en cuenta que la película dura dos horas y eso es mucho metraje, el cual nunca se hace aburrido gracias al excelente montaje (ya podían aprender otros).Por último destacar la banda sonora del siempre interesante Terence Blanchard, y la canción titulada Chaiyya Chaiyya Bollywood Joint, interpretada por Sapna Awasthi y Sukhwinder Singh, con la que abre y cierra el film. Un film que desde luego es de lo mejorcito que hay ahora mismo en la cartelera, al lado de esas dos maravillas tituladas 'V de Vendetta' y '16 Calles'. Magnífica.
La pericia de Lee en la puesta en escena y el milimétrico guión de Russell Gewirtz nos hacen olvidar la poca originalidad de su historia
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La crónica hagiográfica tan en boga no tiene en este espectador un fan devoto: suelo evitar como pólvora caliente ese tipo de cine que crece alrededor de un mito o, en su ausencia, sobre un personaje con calado público, cuya notoriedad y relevancia suple las carencias de la historia porque, a fin de cuentas, todo el mundo sabe por dónde va a ir la historia y no se precisa demasiada pulcritud en su evidencia. Dreamgirls cumple las condiciones exactas para haber sido candidata a no verla jamás, a pesar de que la música de la Tamla Motown me entusiasma ( estas The Dreams son un remedo muy aceptable de aquellas The Supremes y Jennifer Hudson es una Diana Ross vocalmente creíble ) y el reparto tiene las campanillas suficientes como no dejar de sonar hasta que te pones en la cola del cine. Anduve en esas durante algunos días, pero luego la tentación ( es buen nombre ) me condujo como res al matadero de la butaca. Dreamgirls no es Chicago, que me resultó insoportable. Tampoco Cotton Club, que admiro. Bob Fosse hizo la ácida All that jazz ( Empieza el espectáculo ) en otros tiempos y ahora la máquina de Hollywood hace musicales porque hay que reflotar algunos géneros que de vez en cuando se quedan perdidos, gozosamente heridos en las vitrinas de la Historia del Cine, sin que ningún lumbrera con olfato ponga la pasta para que un director con talla y un reparto con nombradía hagan que ( nuevamente ) las palomitas y la coca-cola hagan pareja en la fila siete. A pesar de esta tunda de palos semánticos, Dreamgirls no es una mala película: podría haber sido incluso una excepcional si no se observaran en demasía ciertas irregularidades de planificación, algún descalabro en el argumento y, sobre todo, un débito excesivo a todos los tópicos que sobre el cine de músicos que escalafonan hasta que brillan, rutilantes, en el estrellato de la fama y del dinero se han escrito. Tenemos el trío de oro con sus roles ya muy previstos: la inocente, la discreta y la carnívora. Tenemos un abuso de números musicales como apoyatura para solventar lo que el guión no alcanza. Tenemos, por último, una ambientación tan impostada y amanerada que pareciera que estamos viendo una película. El cine ( el bueno, al menos ) debe alejarnos de la idea de que estamos asistiendo a una monumental impostura. El cine engaña, pero hay que maquillar la mentira de modo que todo sea asequible para nuestro asombro. Da igual que salgan astronautas, aliens en una bolera o yankees en la corte del rey Arturo. Estamos para lo que estamos: para divertirnos, para disfrutar. Dreamgirls, en este hilo argumental, no aprovecha el excelente material disponible y se estrella, sin mucho estrépito, todo sea escrito, contra los clichés de la prodigiosa maquinaria del sistema, que sabe siempre dónde pulsar para que el producto dé cuartel al boca a boca y, al final, como me paso a mí, todos dejemos nuestro pequeña contribución crematística.Diana Ross estará muy contenta porque su carrera, siempre tan renqueante, vuelve a estar en danza. El grasiento rhythm and blues de Detroit venderá de nuevo discos aquí y en su tierra porque la música no conoce las etiquetas de las geografías cuando es buena, y ésta lo es grande sumo. Jennifer Hudson canta de maravilla y ver la película trae de rondón la idea de adquirir después el cd con el soundtrack original. Todo eso está muy bien, pero Dreamgirls está, en su fondo más artístico, hueca: le sobran muchos minutos y le faltan otros tantos. Vale que Eddy Murphy demuestre que es un actor estupendo después de trescientas películas donde ha hecho el tonto, el gordo, el espabilado y el risitas o que Jamie Foxx siga demostrando que ese es su medio natural ( como en la también irregular y plomiza Ray ), pero podríamos haber encontrado un film más brioso, menos chic.Las divagaciones filosóficas de All that jazz quedan aquí tan lejos como Vladivostok, en cuya salas la exhibirán a mayor gloria del espectador siberiano, creo que digo bien. Yo, por si acaso, me apunto en la libreta de obligaciones buscar en la estantería mi copia de la cinta de Fosse y ahí todo mi amor ( por demás, escaso ) al musical o al biopic melómano quedará cumplidamente satisfecho. O Moulin rouge para poder oir una de mis canciones favoritas ( Your song de Elton John ) melifluamente llevada al paroxismo teatral por Nicole Kidman y Ewan McGregor.
Aceptable, sin alardes, musicalmente más que correcta, pero vacua, comida de amor propio, abarrotada de lugares comúnes en el género.
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Mira que había "visto" veces esta película. Concretamente os podría decir que la película va de una tía con tetas gordas, luego Nicole que sale vistiendose, luego se fuman un porro y se cabrean, después están en una orgía tremenda, finalmente una mujer está muerta para terminar de sopetón. Pues hoy la he visto con mi medio calabacín y resulta que entre los momentos de pechos de pezón saltarín también había diálogo. Qué locura.La película trata de una familia típica norteamericana, donde él es un prestigioso médico padre de una familia con una hija. Resulta que su vida marital anda algo fria, con lo que tienen pequeños escarceos extramatrimoniales que no terminan de cuajar. Total, que se fuman un porro y ella le cuenta que tiene un sueño erótico con un marinero que la da gustito ahí. Y él se ofusca y va vaga por la ciudad con prostitutas y pianistas, hasta que llega a la orgía. Y poco más pasa, ah, si que luego sale un tipo que se parece a Cesar Alierta (viva don Cesar que nos da de comer, viva).Tras leer la sinópsis, ¿necesitais que haga crítica? La película es de esas que todo se insinúa pero nada se dice. De esas que como diría Gila "Aquí alguien ha matado a alguien" por lo que no me he enterado bien. Parece como que el guión no está concluso, que se ha recortado, o que es para personas inteligentes. El tema fotográfico, pues muy chulo, con buenos planos de pechos femeninos que desafían las leyes básicas de la gravedad. El tema musical un poco más raro, a ratos pensaba que estaba tocando mi vecina el piano de los cojones, con chan y chaaaan parecidos a cuando arrojas un gato sobre un piano. Y el final es de esos de chin pún, su acabó. ¿No te has enterado? Ah, se siente.Resumiendo, extraña película que cierra el ciclo Stanley Kubrick, qué se propuso hacer una de cada género. Esta es la del género "paja mental" que pasará a la historia por la censura que tuvo, por Nikole en pelotas y por la tremenda fiesta que refleja que te deja pensando "¿Por que no tengo yo esos amigos?".
Extraña película que cierra el ciclo Stanley Kubrick, que se propuso hacer una de cada género. Esta es la del género "paja mental" que pasará a la historia por la censura que tuvo, por Nikole en pelotas y por la tremenda fiesta que refleja que te deja pensando "¿Por que no tengo yo esos amigos?"
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Temporalmente abandonada su carrera como actor, Mel Gibson se ha convertido en uno de los directores más interesantes de la actualidad y uno de los más independientes: él pone el dinero y hace lo que quiere. Por eso sus películas, especialmente las dos últimas, son tan personales y arriesgadas.Ser un actor tan famoso como él trae consigo una peligrosa carga: ver una película dirigida por Mel Gibson exige del espectador una importante falta de prejuicios. Prejuicios, por otra parte, basados casi todos en su presunta ideología (como si la ideología influyese en la calidad del cine). Mi recomendación a todos, es que os olvidéis de quién está tras las cámaras y disfrutéis del espectáculo visual que supone "Apocalypto".No voy a entrar a contaros la sinopsis de la película, con saber que es una aventura ambientada en la América precolombina es suficiente, pero sí me gustaría aclarar algunos aspectos por los que la película ha sido atacada.Gibson siempre ha presentado a su película como una cinta de aventuras, no como un tratado histórico sobre la cultura Maya. El que quiera verla de esa forma que se olvide del asunto. Pese a ello, sí hay aspectos que están muy bien reflejados. Los Mayas, en efecto, tenían amplios conocimientos de astronomía, tal y como se pude deducir viendo la película, en una secuencia que puede recordar a "Un yanqui en la corte del rey Arturo". Además, pese a lo manifestado en muchos medios, el Maya Yucateco no es una lengua muerta; aún es hablado hoy en día por más de 800.000 personas.Volviendo a la película hay que decir que es perfecta para Gibson, lo cual no es casualidad pues, no en vano, es coautor del estupendo guión junto a Farhad Safinia. Un guión repleto de emoción y aventura en el que se permiten incluso el lujo de hacer algún guiño humorístico e irónico al espectador. Uno de los cuales se ha convertido en uno de los momentos más comentados de la película: una broma final de mister Gibson que me cogió totalmente por sorpresa.Su cine, como digo muy visual y físico, es ideal para meternos de lleno en la aventura vital del protagonista y para hacernos sentir como nuestra una historia que trata, a fin de cuentas, sobre sentimientos muy básicos y elementales: la supervivencia, el miedo, la familia, el amor?Algo de lo que casi nadie hablará cuando comente esta película, son las impresionantes interpretaciones de todo el reparto. Los actores están tan bien que nadie les va a dar importancia porque interpretan con tal realismo a los Mayas de la época que la gente cree estar viendo auténticos mayas en lugar de personas del siglo XXI. El problema sería destacar a uno de los actores por encima de los demás, lo que no deja de confirmar que Gibson es un estupendo director de actores (recordar a Maia Morgenstern en "La pasión de Cristo" aún me emociona).Habrá gente que se queje de la impactante violencia que recorre toda la cinta y en la que, a decir verdad, el director se recrea en algunos momentos. Pero creo que dicha violencia está tan justificada por la historia que cuenta, que su utilización se convierte en algo natural y perfectamente comprensible.Si tengo que decir lo que menos me gustó de la película, diría que la entrada en la ciudad es un poco larga de más y puede cansar un pelín. Pero es el único bajón de ritmo de una película trepidante que mantendrá al espectador clavado en la butaca hasta el final de la función.Ardo en deseos de saber cual será el próximo reto del Gibson director. Lo que sé seguro es que, el día del estreno, estaré en primera fila para verlo.Valoración moonfleet.es: 9 sobre 10.
Una película trepidante que mantendrá al espectador clavado en la butaca hasta el final de la función.
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Muy impresionada he quedado con Diamante de sangre. Edward Zwick -experimentado en tragedias épicas- nos traslada al pasado reciente de Sierra Leona, en plena guerra civil. En este contexto caótico un soldado -más que de fortuna, de infortunio-, un desesperado lugareño y una periodista americana tratan de encontrar un diamante , como billete de vuelta a la cordura.Lo que más me ha gustado -y disgustado por lo verídico- ha sido la exhibición impúdica que hace el director de los baby killers, niños soldado que con menos de doce años son asesinos entrenados a los que se droga y manipula para que combatan en el conflicto. El filme impresiona, revuelve estómagos y conciencias principalmente y no deja indiferente.En cuanto a los asuntos meramente artísticos, DiCaprio, huele a Oscar. A mí personalmente, a pesar de sus esfuerzos, no me llega a convencer del todo ni siquiera en este papel. En algunas escenas le veo muy pasado de rosca y proporciona otras como improvisado ?demolition man?, en mi opinión, bastante exageradas.La película es larga, advierto, pero como se desarrollan a la vez varias tramas y no dejan de suceder cosas, no se hace pesada en ningún momento. La fotografía de Eduardo Serra -La joven de la perla- muestra toda la belleza de la lamentablemente beligerante zona. Tiene algún momento videoclip, apoyado por la música de James Newton Howard, que es algo pretencioso pero que sirve para relajar tensión acumulada. No obstante, si algo le sobra al filme es el toque hollywoodiense.Me explico, el pseudo tonteo entre Di Caprio y Connelly está de más y no cuela. El escenario es de lo menos idóneo para estos escarceos y apesta a productor reclamando: ?vamos a meter una chica mona aunque sea con calzador? -como la médico en Prison Break, más o menos-. El otro aspecto que me ha chirriado es el epílogo, que será real, pero es bastante moñas y parece urdido por el productor anterior.Salvo esos dos peros, una película de las de no perderse que se estrenará, intuyo que en multitud de cines, este viernes.PD: Tras ver el filme y absolutamente concienciada, quiero aprovechar esta plataforma para decir a mis numerosos pretendientes y admiradores: no me regaléis más diamantes, por favor. Diamond?s aren?t a girl?s best friend.
Muy impresionada he quedado con Diamante de sangre. Edward Zwick -experimentado en tragedias épicas- nos traslada al pasado reciente de Sierra Leona, en plena guerra civil.
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Viendo los carteles que han hecho de esta película, me doy cuenta que los diseñadores gráficos de los mismos tienen mucha más imaginación que los guionistas. Por cierto, en el cartel del tio de la motosierra, como la arranque le van a llamar los amigos en el bar "el muñones". Chico, no cogas la motosierra por los pinchos!!!La película trata de tres jóvenes, dos americanos y un islandés, que están de vacaciones por centroeuropa, en busca de los placeres terrenales que da la vida. Total, que no consideran suficiente a las tremendas mujeres y las drogas que encuentran en Amsterdam, que deciden ir a Eslovaquia, aleccionados por un tipo extraño con el morro enfermo, a por las mujeres más bellas que nadie a "montado" jamás. Total, que marchan para ese lejano país (que parece más bien medieval que actual) y se alojan en un "Hostel" (de ahí el nombre de la película, que se llama hostal o fonda o albergue juvenil). Y ahí empiezan a pasar cosas raras, como que se ligan a unas tremendas mujeronas, por ejemplo.Bueno, esta película es un bodrio bastante grande, que se le ha dado mucha publicidad, pero que tiene cuatro cositas. La historia podía haber sido muy interesante, sobretodo si nos fijamos en el dilema moral del cual nace esta película ¿te dejarías matar por dinero?. Pero como el director se ha centrado en el picadillo y la casquería gruesa, pues nos quedamos sin debate. Los personajes merecen morir desde la primera imagen en la que salen, aunque tengo que reconocer que su comportamiento general es bastante correcto (con la salvedad del absurdo final). Las escenas de picadillo me dejan el coño frio, dado que me esperaba mucho más asco, y tengo que reconocer que me impresionó muchísimo más el parto de mi mujer en cuanto a "gore" que la simplería de efectos especiales que tenemos aquí. Le salva que salen unas tías buenas, que termina como nos gusta a todo el mundo, aunque los sucesos que hay te dejan pensando "¿El director cree que somos gilipollas?".Resumiendo, picadillo bien hecho, pero picadillo sin un buen guion que lo avale. Si os gusta el gore, meteros en una página de medicina interna antes que ver esta película. Si os gusta el terror, cogeros una oriental tipo "The ring" o algo del estilo "¿Quien puede matar a un niño?". Si os apetece poner a parir una película, no os perdais esta.
Qué bonito dilema moral hemos perdido en favor de la casquería fina...
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Como todos los años, en los meses de Enero y Febrero, la mayoría de películas favoritas de cara a los Oscar cumplen puntualmente su cita con los cines españoles. Aunque esta vez varias de las cintas más nominadas se estrenaron en el curso del año natural, como Infiltrados, La Reina, Pequeña Miss Sunshine o Babel. Lo que es casi ineludible es que entre las favoritas haya un musical, o en todo caso un biopic (película biográfica) musical, y Dreamgirls es el ejemplo de esta temporada.Dreamgirls se basa en un musical de Broadway prácticamente olvidado, que a su vez se inspiraba libremente en la andadura del grupo musical The Supremes y en su líder, Diana Ross. Bill Condon quedó muy impresionado por dicho musical, y curtido en el género tras el guión de Chicago, emprende su adaptación cinematográfica. Las Dreamettes es un grupo formado por tres amigas que desean triunfar en la música, y por azares del destino, son contratadas para hacer los coros de James "Thunder" Early (Eddie Murphy). De ahí darán el salto al estrellato, pero pronto empezarán las luchas de egos y los enfrentamientos. El musical es uno de los géneros cinematográficos que más pasiones levanta, tanto entre sus admiradores como entre sus detractores, y por lo tanto siempre habrá alguien que alabe las virtudes de Dreamgirls (en su derecho está). Pero sinceramente, Dreamgirls, más que una historia con numeros musicales, es una sucesión de canciones con cierto relleno argumental ente ellas. Algunos de los números musicales están bien realizados, pero se acaban tornando insoportables al poco rato, aún para el más acérrimo amante del género. Una carencia de ritmo y una más que excesiva duración hacen el resto. Se trata de un film realizado como medio de lucimiento de la gran diva Beyoncé Knowles, a la que triunfar en la música no le basta, así como de la nueva estrella mediática estadounidense, Jennifer Hudson, ganadora del American Idol. La triste realidad es que Beyoncé, cuyo talento vocal es cuestioable, apenas tiene líneas de diálogo en todo el metraje, y en las pocas que tiene demuestra su total incapacidad interpretativa. La próximamante oscarizada Jennifer Hudson, alias la "triunfita", aunque no llega a los extremos de la Knowles, tampoco se queda corta, realizando una interpretación plana, carente de sentimiento u emoción. Eddie Murphy está en su línea habitual, mientras que el único que realiza un verdadero trabjo interpretativo, y además bueno, es Jamie Foxx. Habrá más de un espectador, que atónito ante semejante cúmulo de despropósitos, se tirará al suelo desesperado, gritando cosas como ¡que alguien me arranque los ojos! o susurrando a su compañero de butaca por favor, mátame ya y pon fin a mi suplicio. La pregunta del millón es ¿por qué un cineasta que ha hecho Dioses y Monstruos puede llegar a caer tan bajo?, duda que nunca podrá ser resuelta.
Dreamgirls, más que una historia con numeros musicales, es una sucesión de canciones con cierto relleno argumental ente ellas
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Detrás de V de Vendetta está Orwell, que ocupó mis primeras lecturas serias. También hay un sano ejercicio de contravenir reglas que se antoja fundamentales en la sociedad del Bienestar ( téorico ) de esta civilización nuestra. Se contraviene la legitimidad de un Estado ( aunque sea de Derecho y aparente fórmulas democráticas en su ejercicio ) y se da cuartel al terrorismo: se le acredita como legítimo y hasta convenimos que, en ocasiones, todas las palabras se manifiestan huecas cuando chocan ( frontal y brutalmente ) contra la ciega inercia de un Poder podrido, de un Estado Canalla que ha traicionado sus fueros, su organigrama básico en aras de la barbarie, sea cual fuere su máscara visible. ¿ Y entonces de qué hablamos ? ¿ V de Vendetta vindica el fascismo, la toma individual de decisiones que afectan a los demás por mor de un no justificado sentido del orden que probablemente nadie más comparte ? Para no escandalizar en exceso a las mentes bienpensantes y al bolsillo de la distribuidoras que van a dar salida al film, la obra de Alan Moore, viñetista gráfico sobre cuya obra también fueron llevadas al cine La liga de los hombres extraordinarios y Desde el infierno, se aligera notoriamente: se desarma de su mala leche y se inviste de una mediocre ( pero tolerable ) rebelión contra el Gobierno, que estrangula al ciudadano, según vemos, y le roban canallamente la libertad.Sin caer en la pose pop, que hubiera sido quizá lo más predecible, V de Vendetta utiliza una estructura visual rica donde prima la ideología sobre la acción y donde los personajes, sin ser tampoco profundos ni dignos de Shakespeare, satisfacen al espectador exigente que busca un poso dramático acorde al riesgo de la propuesta. Este Robin Hood moderno que es V, autodeclarado libertador del pueblo oprimido y decidido con denuedo a poner un tren de bombas debajo del Parlamento Británico, es también el tutor forzado de una Evey ( Natalie Portman ) pura y neutra, que ignora los dobleces de la política y acaba, como presentimos durante todo el metraje, identificada con V al punto de ser capaz de proseguir su Obra en su ausencia.Todo muy subversivo, aunque aromatizado con un reparto muy llamativo ( Hugo Weaving, Natalie Portman, Stephen Rea, John Hurt o Stephen Fry ). Todo muy anárquico, aunque relativizado por los hedores evidentes de la corrección polìtica en estos tiempos convulsos.Escrita por los hermanos Wachowsky y dirgida por James McTeigue, asistente de dirección de la célebre y sobrevalorada serie Matrix,V de Vendetta es una obra regular, que conmueve y suscita un diálogo. Como hay pocas películas regualres, que conmuevan y susciten un diálogo, declaro V de Vendetta una de las mejores películas que este espectador razonablemente crítico ha visto en los últimos tiempos, aunque esta vez haya sido el dvd el intermediario y no la apetecible pantalla grande. Por lo demás, chapeau.
Bajo una apariencia cruda, late un producto de consumo gratísimo, capaz de conmover al público goloso de experiencias ideológicamente fuertes y al otro, al que sólo le apetece ver una película bien hecha que distraiga dos horas del tedio mortal de algunas tardes de invierno.
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En los últimos años el cine parece haber recuperado una conciencia social que había perdido hacía bastante tiempo, y afortunadamente cada vez son más las películas comprometidas o que llevan al gran público hechos olvidados o pocos conocidos. Y si hay una región de la tierra que los seres humanos hemos tenido históricamente apartada y olvidada, y en buena parte seguimos haciéndolo, es el continente negro, África. Todo lo que ha afectado a África, desde las brutalidades cometidas durante el dominio europeo hasta los conflictos provocados por la falta de previsión del reparto post-colonial, han quedado en un segundo plano para acabar en el olvido.Edward Zwick rescata de ese olvido la guerra civil que sacudió a Sierra Leona hace menos de una década, y lo hace a través de uno de los protagonistas del conflicto, el tráfico ilegal de diamantes. Danny Archer (Leonardo DiCaprio) es un mercenario y traficante de diamantes que trabaja para una gran multinacional. Solomon Vandy (Djimon Hounsou) es un pacífico pescador forzado a trabajar en las minas de los rebeldes, donde encuentra y esconde un gran diamante. Con la ayuda de una periodista, Maddy Bowen (Jennifer Connelly), ambos iniciarán una huida para recuperar la preciada piedra y poder así escapar de sus respectivos infiernos. Con ese planteamiento arranca la película, una historia diseñada para tocar la fibra sensible del espectador y tratar de sensibilizarlo, valga la redundancia, sobre los problemas que como una plaga azotan a África. Sin embargo, Diamante de Sangre es uno de tantos films que se valen de un teórico deseo de concienciación y denuncia como mera excusa para ofrecer un sinfín de tiroteos y escenas de acción, a cual más espectacular. Edward Zwick, cuya habilidad en la silla de director nos pasa desapercibida, pasa de puntillas por los asuntos más espinosos, sin mojarse y sin ofrecer nada nuevo que justifique el pago de la entrada. El guión de Charles Leavitt hace aguas por los cuatro costados, ya que está repleto de situaciones que rayan en lo absurdo. Lo que no podía faltar es el típico y riguroso conflicto humano-lacrimógeno, representado en esta ocasión por el personaje de Djimon Hounsou y su hijo, cuyo clímax es una de las escenas más ridículas del film. Los personajes son planos, y aunque tienen una cierta evolución a lo largo de la trama, ésta es muy evidente y previsible. Respecto a sus protagonistas, poco se puede esperar de Leonardo DiCaprio, cuya interpretación a pesar de no dejar de ser correcta, resulta algo vacía y distante. Djimon Hounsou realiza un buen trabajo, pero sin alardes, mientras que Jennifer Connelly, además de no despeinarse pase lo que pase, no sabe ni sostener de forma convincente la cámara de fotos.Diamante de Sangre es una de esas películas que se valen de una historia que realmente merece ser contada para transformarla en una escena de acción detrás de otra. Es una lástima que con los medios disponibles se prefiera hacer la cinta al más puro estilo de Hollywood dejando a un lado la intención de profundizar en un conflicto olvidado.
Diamante de Sangre es uno de tantos films que se valen de un teórico deseo de concienciación y denuncia como mera excusa para ofrecer un sinfín de tiroteos y escenas de acción.
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El cine tiene una magia especial como bien ya sabemos, pero si nos parásemos a ver qué se esconde detrás de cada rodaje, de cada director, de cada actor, seguramente parte de esa magia desaparecería. Muchos actores han sido despreciables, los mejores rodajes fueron un infierno y los directores no han sido mejores. Por suerte lo que nos queda es su trabajo. En esta película, peliculón mejor dicho, es un reflejo, incluso un redimiento, de su director. Nos muestra como un delator es bueno y que se debe luchar por lo que cada uno considera justo. Respetable, pero opinable.La película trata de un ex boxeador Terry Malloy (Marlon Brando) que pierde su combate clave, por lo que se ve condenado a trabajar para un gángster que tiene el control del puerto más importante del mundo. Elimina sin ningún tapujo a cualquier estibador que quiera denunciarle, por lo que Terry tiene que implicarse en un asesinato. A partir de conocer a la hermana de la víctima, y a un cura luchador por las libertades, comienza un proceso de transformación para derrocar el imperio que tiene montado el hampa.Hubo una época en la que los actores tenían expresividad en sus caras, sus pieles parecían curtidas en mis batallas y sus gestos nos permitían entrever una riqueza de vida. Esta película es una de ese estilo. Cada uno de los personajes, hasta el más secundario, tiene interés e importancia en el argumento. Nos apetece saber más de ellos y nos damos cuenta rápidamente que representan a personas reales. La ambientación portuaria está muy lograda, con una muy buena fotografía. Marlon Brando actúa como los dioses, y eso que lo tiene difícil al lado de tan buen actor. Y el argumento lo tiene todo, todo lo necesario para ser una de las mejores películas de todos los tiempos.Resumiendo, peliculón con mayúsculas, de esas que puede acercar al público actúal a los clásicos. Si además la aderezamos con la polémica de su director Elia Kazan durante la caza de brujas, y con el Marlon Brando más guapo que pudo haber, pues ya lo tenemos todo.Para comprar la lata de la Fnac, que no aporta nada, pero queda bien en la estantería.Besitos.Momentos para el recuerdo:* La escena inicial del salto de la paloma.* El final, con un Marlon Brando finalizando lo que comenzó.* La conversación con su hermano en el coche.* La escena en que entra por la fuerza en la habitación de ella, para mostrarle su amor.* La arenga del cura en el puerto.* La lucha por trabajar, humillándose los trabajadores si es necesario.* Cuando entra en el palomar y descubre que su admirador le ha matado a todas las palomas.
Peliculón con mayúsculas, de esas que puede acercar al público actúal a los clásicos. Si además la aderezamos con la polémica de su director Elia Kazan durante la caza de brujas, y con el Marlon Brando más guapo que pudo haber, pues ya lo tenemos todo.
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1. "Sigue siendo maravillosa, ¿ verdad ? !Y sin diálogos! "La historia de Sunset Boulevard ( siendo el título aquí impuesto soberbio, El crepúsculo de los dioses, el original inglés es magistral ) está narrada por un muerto al que vemos en los primeros fotogramas flotando en una piscina historiada de una mansión de Hollywood. Joe Gillis ( William Holden ) es la voz en off que nos narra su propia defunción o la historia de un escritor de segunda fila, comida por las deudas, que se refugia accidentalmente en la mansión de una diva del cine mudo, enajenada, alimentada por la nostalgia y psicótica en su decadente soledad ( Gloria Swanson ).El crepíusculo de los dioses es un tesoro para el devoto coleccionista de imágenes del Séptimo Arte. A Scarlett O'Hara jurando con una puñado de tierra en la mano alzada, contra el ocre horizonte, jurando que no olverá a pasar hambre o al Rick de Casablanca con el inspector francés consintiendo el principio de una gran amistad mientras un avión parte en la niebla, sumamos a Norman Desmond ( inmortal Swanson, increíble, prodigiosa ) bajando la escalinata para ser detenida por la policía entre flashes y focos. Como una diva en un festival de cine.Antes hemos visto un travelling de quitarse el sombrero ( Billy Wilder siempre salía con uno ): una caravana de coches de policía que se acerca a la mansión con esa voz en off relatando: "Sí, esto es Sunset Boulevard, Los Ángeles, California. Son alrededor de las cinco de la madrugada. Es la brigada de homicidios, completada con detectives y periodistas. Han informado de un asesinato en una de esas enormes casas de la manzana 10.000. Podrá leerse en las ediciones de la noche, lo dirán por la radio y se verá en la televisión porque una vieja estrella está implicada, una gran estrella. ". La voz se detiene ante su cadáver, en la piscina. Nunca antes el cine se había atrevido a contarnos el final con tanto explícita crudeza: el protagonista es el muerto.2. "No necesitábamos diálogos. ¡ Teníamos rostros ! "Wilder tenía, en palabras de William Holden, cuchillas de afeitar en el cerebro. Igual convenían para sacar a flote la película, que nació silenciada y se grabó en secreto. El director engañó a Meyer, el productor todopoderoso del Hollywood de la Metro y del glamour, diciéndole que era otra, y con otro argumento, la que estaba siendo filmada. La razón proviene de la propia naturaleza transgreosra del film y de su propósito carnalmente homicida, canibal casi. Narraba el ocaso del cine mudo y se cebaba de forma ácida y sangrienta en los modos de Hollywood, en sus patéticos códigos de vida y en el anquilosamiento de la industria del cine, que prefería no arriesgar por mor de la corrección política y del agrado del nunca demasiado exigente público.El guión de Wilder y de Charles Brackett pervierte la estructura clásica de la escritura cinematográfica. Quizá por primera vez de un modo tan contundente. No es sólo el hecho de que sea narrada por quien ya sabemos que ha muerto sino también por la voluntad de hablar del cine dentro del cine y de hablar con acritud, ásperamente, sin pelos en la lengua. Esta metalingüística, formidablemente explicitada después por los hermanos Coen en Barton Fink, se refuerza con la inclusión acertada de pesos pesados del cine mudo, préstamos generosos, para dar más verismo a lo contado. Está Erich Von Stroheim ( mítico director alemán de la cinta Avaricia, 1.927 ) y Cecil B. de Mille ( padre adoptivo de ese cine primerizo que salía del laboratorio para inundar pantallas, que aquí hace de sí mismo, cómo no, con su natural y curioso modo de vestir, botas altas y ademanes de cazador en un safari ).Salpimentado de fatalismo, el guión es puro cine negro o cine negro aligerado con un drama griego de mucha altura, aunque Wilder aligera algunos tópicos de uno y de otro y se convence de que quizá un retrato muy impúdico de Hollywood, que él conocía bien por su etapa de guionista, podría no convenir para que el film tuviese el beneplácito de los jefes.Su osadía consiste en abofetear al Hollywood clásico, aristocrático y fetén y no se arredra Wilder en tirar de repertorio también clásico y aristrocrático y así asistimos a una partida de cartas asombrosa con Buster Keaton de jefe de naipes o los ya citados Von Stroheim o De Mille. La sordidez en lo narrado o el continuo recurso del flashback, una novedad en la forma habitual de contar las cosas en el cine de entonces, dan al film un tono artístico: como si Wilder hubiese notado que aquel material, en sus manos, podría revolucionar la Historia del Cine.No hay nada escabroso en la relación sentimental de Norma y Joe: el esplendor de la diva, su creencia en que ese brillo todavía late, y el fracaso del guionista ( otro guiño a la mediocridad del guionista mercenario de los peores films de la propia Metro en la época ) no adquieren nunca una entidad autónoma, sólida. Norma es una víctima de la tecnología (luego el video mataría a la estrella de la radio, pero eso es otra historia ) y se recluye en una mansión: se ata a la viejas bovinas con sus películas famosas, se embadurna con todos los aceites del mundo. La cosmética, el maquillaje, nos informa del verdadero trastorno de Norma Desmond: no es el cine, no es el abandono del ruido de los flashes y de las claquetas, es el tiempo, el inaplazable, ése es la verdadera causa de su locura. Los años han devastado su cordura. Vive con quien su primer marido y que ahora es el mayordomo perfecto, cínico y eficiente hasta la ebriedad. La llegada de Joe, que representa el mundo exterior, destapa su ansias dormidas por reverdecer la fama fugada, el ruido de los flashes y de las claquetas, el tiempo recuperado tal vez.3. "¡ Aún soy grande; es el cine el que se ha hecho pequeño!"El crepúsculo de los dioses, junto quizá a Ciudadano Kane, es la película que más bibliografía ha suscitado. Wilder quiso a Greta Garbo, pero ya retirada, rehusó el ofrecimiento. Mary Pickford, otra gloria silente, exigió más de la cuenta. Quería un biopic al uso y un film sobre el ocaso de un arquetipo. Mae West, aquella lagartona ávida de machos, alegó que ella era más joven que la Norma Desmond del guión. Gloria Swanson, empujada por George Cukor, fue la elegida. La transición del mudo al sonoro la llevó mal y se retiró a vivir de las suculentas rentas apareciendo en teatro, en radio o en la nueva reina, la televisión. Para Gillis, antes de Holden, desfilaron Montgomery Clift, que adujo que sus fans, legión, no le perdonarían que flirtease en pantalla con un esperpento arrugado. Fred MacMurray, del agrado de Wilder, fue rechazado por Meyer. Gene Kelly no vio una película de estilo reconocible en su vertigionosa carrera. William Holden no era considerado por el director un actor competente. Incluso en una revista le atacó frontalmente diciendo que era un mediocre actor de serie B, pero acabó aceptando y se rindió ante su soberbia interpretación. Pero entre todos, es Gloria Swanson la que da sustento dramático al film: la que lo mantiene intacto, quien ha grabado en nuestra memoria de cine su cara estirada, sus gestos de loca exquisita, el glamour y el patetismo, la locura sublime y también el amor olvidado. Bette Davis hubiese sido una Norma Desmond fantástica, apunto yo. El repertorio de matices gestuales de la Swanson es el inventario habitual de todas aquellas actrices del mudo, que decían con una mueca lo que luego necesitaba dos verbos y nueve adjetivos. Su desfile perfecto de tics ha pasado a la historia del cine.4. "Fuck you"Una curiosidad: El crepúsculo de los dioses tuvo un pase privado previo a su distribución. Es lo natural. Louis B. Mayer, el jefazo de la Metro, se acercó a Wilder y le espetó: " Usted, cabrón bastardo, ha desprestigiado a la industria del cine. La ha arrastrado por el lodo. Ha mordido la mano que le convirtió en alguien y que además le dio de comer. Deberían alquitranarle, emplumarle y arrojarlo del país.". Wilder sólo le respondió: "Que te jodan".Otra: La idea primera de Wilder era hacer que la película comenzase con el cuerpo de Joe Gillis en el mortuorio, debajo de la sábana,. hablando. Fue convencido por parte de Buckett, su alter-ego en la escritura, que aquello iba a hacer que todo fuese tomado a chacota.Addenda o posdata o lo que faltaba: sólo por la imponente bajada de Gloria Swanson por la escalinata cuando va a ser detenida vale la pena la película. Esa imagen perdura en la memoria de este escritor como el cielo azul o como la luna recortada en los tejados de mi casa. Sabemos, encima, que ha matado quizá para que por última vez los focos la miren y los flashes de los periodistas parpadeen como balas. Leí que todos los reporteros de esa escena no eran actores, sino reporteros auténticos. Y luego está el muerto formidable, el cadáver parlanchín, que da en su parlamento un ácido repunte de sana ironía, de crudeza limpia.En el año 2.230, El crepúsculo de los dioses será la película que fue en 1.950 y que ha sido esta noche cuando he tenido el placer absoluto de reverla. Y van..
Una de las dos o tres películas favoritas de este cronista y la mirada más ácida que el cine ha escrito sobre sí mismo. De necesaria revisión para mayor júbilo del alma. Joya cinéfila. En fin.... soberbia muestra del genio humano
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Hay cosas que uno entiende, pero que le fascinan. La religión es lo inaprehensible razonado. Bertrand Russell decía que la fe era la inteligencia chantajeada o el sentido comun secuestrado. Bajo ese estricto contexto, Tetsuo es una rara avis dentro del cine que uno pueda ver y no se parece en nada a ninguna otra película, aunque comparta idénticos patrones y un bastante similar sentido del espectáculo grotesco y del guignol fascinante de todos los radicalismos.Tetsuo es radical: o gusta mucho o repele bárbaramente. Yo zozobro entre la repulsión y esa extraña afinidad al consentir la idea de que, no siendo mala, la propuesta es alucinante, fantástica, tremebunda y grandilocuente como una montaña rusa en la cresta de un tsunami.Los japoneses van un poco a contrapelo del cine occidental y es éste último, ya más cansado de buscar y no hallar modelos nuevos de explotación, el que busca en su iconografía particular tendencias novedosas que mostrar al público europeo o al americano. Ahí tenemos a Scorsese y su Infiltrados, que es una lectura neoyorkina y nicholsiana de un producto de Hong Kong del que no hubiésemos tenido excesivos noticias si Scorsese no hubiese visto chispa en sus fotogramas. Hong-Kong no es Japón, pero Asia es Asia.Tetsuo es delicadamente anormal: fragmentaria, revolucionaria en su planteamiento-nudo-desenlace y, a lo David Lynch, perturbadora y adictiva. Nunca he usado el adjetivo "agradable" porque Tetsuo no es un pastelito para la sobremesa después de un solomillo al roquefort con un buen rioja. Parece un batido experimental de manga, Iron Maiden y tornillos psicodélicos.El fetichista del metal no es plato degustable, aunque hemos visto a personajes de Scorsese realizar brutalidades parecidas. Hasta el atormentado cerebro de Lynch, ya citado, nos regala martirios y aberraciones que no desentonan en este artefacto incontrolado y tóxico.Lo primero que llama la atención es ese blanco y negro sucio y una muy particular forma de contar la historia: no hay casi diálogo, una música estridente nos acongoja ( literalmente ) y los personajes parecen fantasmas, espectros acelerados, mínimas entidades vitales movidas por el capricho de algún dios rudimentario y cabroncete que les infringe mil dolores pequeños y algún tormento gigantesco para no acostumbrarlo a banalidades. Este hombre que se mete metal en el cuerpo como el que saborea un pastel de manzana es el icono de la depravación moral del hombre o no es nada de esto y tan sólo estamos asistiendo, perplejos, alucinados también, a nuevos modelos de procurarnos placer ya que los que tenemos ( el sexo natural, con sus espasmos y sus calambres ) van menguando su capacidad de satisfacernos. O es que los japoneses multitecnificados, hipermotivados por la ruidosa revolución de las máquinas, han erigido al metal en su dios fundamental y ofrecen estos sacrificios para contentarlo igual que los mayas de Gibson extraían corazones del pueblo para darle gustito a sus deidades cósmicas.No frivolizo con esa violencia gratuita: es detestable el abuso, la moda reciente de inventar nuevos lenguajes para hablar sobre la violencia, que es antigua y ha despertado el interés de todas las generaciones de seres humanos que sobre este perro mundo han sido, pero Tetsuo, el hombre de hierro, vale para quien necesite escaparse durante un rato ( dura una hora ) de todas las convenciones narrativas y discursivas del cine clásico ( que va de Sed de mal a Bambi ) y desee ( y debe desearlo de corazón porque si no es así va a salir tocado del experimento ) ir más allá, bucear en territorios no hollados. Vi en mi videoclub que hay un Tetsuo II: el cuerpo del martillo. No voy a descubrirla: puede que me pierde algo grande. Mi ración de espanto anual está cubierta. Shinya Tsukamoto no va a ser mi director favorito, pero se va a convertir en el atormentado favorito de mi lista de atormentados ( Lynch, Lynch, Lynch, ya no estás solo ).Esta mescolanza de lo biológico con lo metálico, esta hibridación anti-natura da un poema metalúrgico, el primero de la Historia del Cine. Cyberpunk para terminar un siglo.Tornillos, mutilaciones, taladros en sinfónica comandita para revolver el estómago inocente. ¿ merece la pena ? En cierto modo, por supuesto, aunque después de esta ingesta masiva de truculencias sensoriales cabe la posibilidad de sacar de la estantería de casa el dvd de Titanic y dejarnos llevar por el melifluo canto de sirenas de su tragedia.
Mescolanza de lo biológico con lo metálico, hibridación anti-natura de un poema metalúrgico, el primero de la Historia del Cine. Cyberpunk para terminar un siglo. Tornillos, mutilaciones, taladros en sinfónica comandita para revolver el estómago inocente.
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"Azul Oscuro, CasiNegro" es la ópera prima del director madrileño Daniel Sánchez Arévalo, conocido y premiado director de cortometrajes. Pese a ser una película "pequeña" sin un gran presupuesto, ni un reparto espectacular, ganó varias Biznagas de Oro en el reciente Festival de Málaga (incluído en el Premio Especial del Jurado). Pese a tener un título tan horrorosamente malo, y un cartel de esos en los que nunca te fijarías ha provocado un fenómeno boca a boca bastante considerable, sobre todo en la blogosfera, que me impulsó a verla. Y no me defraudó en absoluto. Sé que las comparaciones son odiosas, pero me gustó bastante más que "Volver" de Almodóvar, con la que competía directamente en la cartelera estas últimas semanas. Una película que respira frescura y talento, en estos tiempos en los que no parece que vayamos sobrados de esas cualidades en España (si no me creeis, mirar quienes quedaron ganadoras en los Goya).Jorge (Quim Gutierrez) es portero de un bloque de apartamentos, empleo que heredó de su padre, cuando éste contrajo el Alzheimer. Es un chico joven y con fuerza de voluntad (se ha sacado la carrera de Empresariales, compaginando el cuidado de su padre, y su trabajo en la portería) pero vive en un mundo sin oportunidades para alcanzar una vida mejor. Su novia está en Alemania estudiando, y su hermano en la cárcel; por lo que sólo puede compartir sus penas con su amigo Israel (Raúl Arévalo). Pero un día, Antonio (Antonio de la Torre), su hermano, sale de la cárcel, y le cuenta que ha conocido a una chica muy especial en el taller de teatro de la prisión. Jorge tiene que hacerle un favor muy importante a esa chica, que puede salvarle la vida.Analizándolo fríamente, ni la trama ni los diálogos están muy conseguidos, pero la película desprende verdad; como si esas historias les hubieran podido pasar a tus vecinos, y tu ni haberte apercibido. Además los personajes están muy bien caracterizados y sus motivaciones están plasmadas con muchísima ternura y sentido del humor. Tiene un par de momentos verdaderamente emocionantes, junto con otros que provocan un montón de risas. La banda sonora de Pascal Gaigne es bastante superior a la media también. Muy buena película, pero con la sensación de que si éste director/guionista sigue haciendo cine, "Azul Oscuro?" no será ni mucho menos la mejor de su carrera. A ver si consigo que tu también vayas a verla. Una gran Película.
Las comparaciones son odiosas, pero me gustó bastante más que ?Volver? de Almodóvar
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Viernes 9 de febrero. 16 horas.Sala 1-Diamante de sangre. Butacas disponibles: 2Sala 145-Días de cine. Butacas disponibles: todasYo en mis trece y además fan de Animalario, esa especie de freakshow (y la cantera de los actores más completos de España) que se inventaron sobre tablas hace ya siglos Andrés Lima and CIA (Recomiendo el libro Bonitas historias de entretenimiento sobre la humillación cotidiana de existir, editado por Plaza Janés ) y que de vez en cuando se pasan a la gran pantalla para hacer disfrutar a sus seguidores, logrando salir victoriosos la mayoría de las veces.Pero mira tú por donde.1977, Federico Solá (un a ratos inmenso Alberto San Juan) prepara Encerrados en la mina, un proyecto de denuncia social que, según su amigo Manolo (un Luis Bermejo tan serio tan serio que hace otra película) necesita una estrella, Silvia Conde, ex-niñaprodigio y folclórica en horas bajas, (interpretada por una excesivamente "sentía" Nathalie Poza) que no convence al director en absoluto y que además no tendría cabida en semejante proyecto.A partir de ahí se intenta crear una comedia absurda con tintes marxianos sobre un rodaje chapucero con un director de fotografía (y madre) alcohólico (y madre), un ayudante de dirección 100%real (desaprovechadísimo Diego Martín) y por supuesto, un productor hijoputa (Miguel Rellán, que grande has sido siempre)Bueno, pues la película Días de cine solamente funciona en esa primera hora rápida y (muy) divertida (a ratos), porque a partir del ecuador Días de cine se convierte en un fallido drama de denuncia que aburre a las piedras, porque ni siquiera las piedras están preparadas para pasar de una caricatura cachonda a un melodrama aburrido.Secundarios habituales como Javi Gutierrez y un Fernando Tejero tirando a lamentable repitiendo las mismas frases casi dos horas no ayudan a que la película remonte el vuelo, cameos de Coque Malla y Roberto Álamo haciendo por lo menos cuatro papeles, incluídos.
Sólamente funciona en esa primera hora rápida y (muy) divertida (a ratos), porque a partir del ecuador Días de cine se convierte en un fallido drama de denuncia que aburre a las piedras.
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Como habréis visto, voy de cine en cine. Mañana, seguramente, iré a ver Juegos secretos y el domingo Diamante de sangre. Y ayer, le tocó a Bobby, dirigida por Emilio Estévez. Ante todo, decir que nos encontramos ante un magnífico film, con intenciones más que buenas y un reparto, que sin duda, se merece recibir el nombre de sobresaliente.Hablar de política, señoras y señores, es muy, pero que muy difícil. O mejor dicho: retratar la política estadounidense en una pantalla de cine es increíblemente complicado. Uno puede expresar su opinión mediante el más absoluto patriotismo (he aquí films como Braveheart, de Mel Gibson) o bien, mostrar su lado más demócrata, como, en este caso, Emilio Estévez. Yo, personal y evidentemente, me decanto por los ideales del segundo, y por ello, he disfrutado (sobretodo en su parte final) con Bobby, el film más maduro (y famoso) de este, desde hace bien poco, gran director.Aunque uno, también, puede retratar sus pensamientos políticos centrándose, únicamente, en los acontecimientos, o bien, añadiendo a la trama política una serie de historias entrecruzadas con un mensaje, medianamente político, cada una. Y la película de Estévez, para rematar, utiliza dos aspectos con sus respectivas importancias: el asesinato de Robert F. Kennedy y las vidas de cada una de las personas que se encontraban en el hotel donde murió. Y esto, la verdad es que sólo hace que mejorar la calidad de la película. Además, dejando de banda la estructura tradicional de un film sobre un acontecimiento político, empieza narrando todo lo que pasó el día antes, y, concluyendo, el asesinato, dejando paso a un discurso (en off) de Kennedy totalmente maravilloso. Así que nos queda un guión, escrito por Estévez, totalmente increíble, escrito a medida, cuasi perfecto. Quizás el único fallo que le encontraría sería ese leve bajón de ritmo en medio del metraje o la parcialidad que se les da a las historias, aunque quizás lleva razón contando más unas que otras, pues son de mayor importancia y más provechosas.Todo buen guión cinematográfico se merece un buen reparto. Y he aquí, probablemente, el mejor reparto del año. Decir que cada uno de los intérpretes que aparecen en Bobby está sublime, aunque yo, destacaría especialmente a algunos: Anthony Hopkins, mostrando, por enésima vez, sus grandes dotes interpretativos y, aquí, haciendo el papel de un veterano mayordomo del hotel, el cual ha vivido muchísimos momentos importantes en la historia; Sharon Stone, dejando los cruces de piernas y secuelas absurdas, metiéndose en uno de los papeles más trabajados del guión y ofreciéndonos una actuación inmejorable; William H. Macy, haciendo un papel no muy corriente dentro de su filmografía, pues interpreta al dueño del hotel, con una amante por en medio; Christian Slater, aunque parezca mentira, está espléndido. Aunque su papel no sea agradable, la interpretación que nos ofrece es increíble; Laurence Fishburne, en uno de sus mejores papeles, dando vida a un cocinero con una personalidad y moral que sobrepasan lo normal. Probablemente sea el personaje que más me ha gustado; Freddy Rodríguez, también, en su mejor interpretación, llena de sensibilidad y, a la vez, seguridad; Lindsay Lohan, definitivamente, en el mejor rol que ha hecho hasta la fecha. Su papel es encantador, valiente, arriesgado, lleno de pasión, etc; Helen Hunt, como pareja de Martin Sheen. Ambos están espléndidos, aunque sus papeles no tienen demasiada profundidad (y esto, es, precisamente, lo que quiere conseguir el director); y todos los demás, que, como he dicho, también están espléndidos, como Demi Moore (aunque tampoco os lo creáis), el propio Emilio Estévez, Elijah Wood, Brian Geraghty y Shia LaBeouf (los que se toman un porro de más), Nick Cannon, Heather Graham o Jacob Vargas (el mexicano que se pelea con Fishburne en la cocina).A parte del impresionante guión y el sobresaliente reparto, Bobby presenta unos aspectos técnicos igual de inmejorables. Desde la perfeccionista fotografía, llevada a cabo por Michael Barrett, al increíble montaje, hecho con precisión y sentido rítmico. También destaca la música de Mark Isham, aunque me quedo con la canción Never gonna break my faith (nominada al Globo de Oro).En resumidas cuentas, podríamos decir que Bobby es un film magnífico, sin apenas fallos importantes, con un reparto coral absolutamente brillante y una dirección y un guión que merecen un aplasuo bien grande. ¡Sigue así, Emilio!
Bobby es un film magnífico, sin apenas fallos importantes, con un reparto coral absolutamente brillante y una dirección y un guión que merecen un aplasuo bien grande. ¡Sigue así, Emilio!
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Hay maneras y maneras, opiniones y opiniones. Gabriele Muccino, director de En busca de la felicidad, parece no tener, con este film, ni una manera clara ni una opinión personal clara. No es que esté criticando a la película de mala, no. La película es bastante buena, aunque tiene un fallo primordial: le falta personalidad. Quizás otros opinen que puede tratarse de uno de los films más conmovedores, trágicos y personales del año. Mi opinión es la siguiente: esta personalidad que le añaden la proporciona, únicamente, la estrella de la película (en todos los sentidos): Will Smith. Así que lo que aquí tiene vida propia es el actor protagonista y no el film en que aparece. Y posteriormente, añadiría: En busca de la felicidad es una correcta historia basada en lo mismo de siempre, el sueño americano, y con un peso interpretativo en ella que si careciera de él no sería absolutamente nada.¿Cuántas veces hemos visto una película norteamericana que trate el tema del sueño americano? Decenas. ¿Cuántas veces hemos visto a Will Smith haciendo una actuación conmovedora? Nunca. Así que, resumiendo, decir que la película en cuestión es bastante irregular. Una historia que todo el mundo sabe cómo (y no cuando) acabará. Y todo el mundo me refiero a todos aquellos que se dan cuenta de lo simple que es la idea de Muccino. ¿Es que no hay guionistas originales en Hollywood, por mucho que la gente diga que no se les acude nada más que remakes? Hablando de guionistas, opino que hubiera sido estupenda la elección de Paul Haggis, simplemente porque le hubiera proporcionado fuerza y originalidad a la historia. También es verdad que está basada en un hecho real (¡cómo no!) y que a veces es difícil escribir un guión acerca de un suceso ya ocurrido con toques novedosos. Pero es que aquí, exceptuando el cuadrado mágico, no hay ni una sola escena con aire innovador. En definitiva, que se podría haber sacado mucho más provecho. A parte de este defecto de la originalidad, En busca de la felicidad tiene otros puntos flojos: la película muestra ciertos aspectos de una forma un tanto repetitiva, como por ejemplo, las escenas en que el protagonista pierde la máquina para vender.Pero después de numerar todas estas características negativas, he de reconocer que el film tiene, también, bastantes cosas positivas. Primero de todo, y sin excepción, nombrar al señor Will Smith, que nos ofrece su mejor interpretación hasta la fecha, dotada de ingenio, carisma, realismo y emoción. Sus apariciones, las cuales aparecen durante casi todo el metraje, siempre son agradables de ver, al igual que los diálogos que entabla, estupendamente escritos. Así que el peso de En busca de la felicidad cae, indudablemente, en manos de este, ahora, excelentísimo actor llamado Will Smith. La pena es que los otros actores secundarios no se luzcan tanto como él, aunque he de decir que sus interpretaciones no son, ni mucho menos, malas. Tanto Tandie Newton, haciendo el papel de madre dotado de un dramatismo increíble (aunque a mi, personalmente, no me guste como esté tratado), como Jaden Smith, el cual interpreta al hijo de Smith en la realidad y la ficción de una manera excepcional, nos ofrecen unas brillantes interpretaciones, aunque un poco escasas.En resumidas cuentas, diríamos que En busca de la felicidad (The Pursuit of Happyness -¡qué gran detalle lo de la Y!-) es una correctísima película, con la superación de uno mismo y el sueño americano como punto fuerte dentro de la temática, y con una joya interpretativa: Will Smith. No sé si se merece el Oscar, pero desde luego, la nominación sí.
La película es bastante buena, aunque tiene un fallo primordial: le falta personalidad.
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Atrévete a penetrar en una historia que eres tan culpable como el que más.Atrévete a sentir el miedo, a palpar muy de cerca la realidad de que nadie está libre de pecado ni de sufrimiento.Atrévete a mirar dentro de ti, traicionarte, recrearte en tu violencia injustificada.Atrévete a jugar. Ya es demasiado tarde. Estabas jugando mucho antes de lo que creías.Una vez más, el director austríaco golpea duramente en la conciencia del espectador, hace con él lo que buenamente se le antoja.Cuando uno se para a reflexionar, se da perfecta cuenta de que ha caído en su experimento, en su trampa particular para humanos.Haneke es el titiritero, acróbata demoníaco que observa, manipula para mostrar la realidad. Nosotros las marionetas, obligados a abrir los ojos aunque miremos hacia otro lado.Con una lucidez que da verdadero pavor, terrorífica, espantosa, Michael Haneke no nos deja escapatoria. No hay excusa posible ante su ejercicio maestro de encarcelamiento personal.La única vía de escape es oprimir el botón de "stop" de nuestros reproductores o marcharnos de la sala de proyección. Aunque si nos descuidamos, la cinta a lo mejor vuelve a reproducirse ante nuestros ojos.Si hemos visto la película, nos guste o no, hemos sucumbido. Se ha salido con la suya. La razón reside en el verdadero sentido del film."Funny Games (Juegos Divertidos)" no es cine de entretenimiento, a pesar de que entretiene a la perfección para alcanzar su propósito."Funny Games" no es, para nada, cine violento, a pesar de su hilo argumental. No se muestra nada. La violencia es contenida, frívola, psicológica: la más hiriente.Los únicos sedientos de agresión, furia, ensañamiento, somos nosotros mismos."Funny Games" es cine autorreflexivo.Mediante guiños, miradas, gestos de los "delincuentes", Haneke nos hace cómplices de sus fechorías. Logra que nos sintamos verdaderos asesinos.Dos chavales educados a priori, la típica pareja, el listillo y el tonto, el gordo y el flaco. Figuradamente bien asentados (por aquello del golf).Los jóvenes matan, golpean, juegan. Sólo se aburren. No hay motivo aparente para hacerlo. No hay relación, ni móvil.Es un sinsentido en el que nosotros, los espectadores, nos recreamos. Aunque, siendo parte de la trama, a lo mejor nos resulta complicado, no queremos seguir con el macabro juego. Mentira. No nos engañemos. Queremos que al asesino le peguen un balazo en todo el cuerpo. Queremos continuar, queremos venganza.Aún si saber el motivo, como ellos, queremos ver violencia, queremos ser violentos.Entonces, cuando saltamos de alegría y regodeo al hacerse justicia, el director introduce uno de sus ases (para muchos muy discutibles) y deja al público con rostro de imbécil asombro y decepción.A fin de cuentas, lo que estamos celebrando se trata de un crimen.En la vida terrenal, en las películas de ficción, en todo momento, clamamos venganza. Deseamos que el que la haga la pague, pero, a ser posible, con sangre de por medio.Tiros, golpes, machetazos, un festín para los sentidos. La causa de que nuestro entorno se esté convirtiendo en lo que se está convirtiendo.Haneke pudo vislumbrar un filón en todo eso y creó un film necesario, un film que logra que veamos en la pantalla nuestro propio reflejo, y nos asustemos de lo que estamos visionando. Sí. Esos somos nosotros. Ya va siendo hora de que nos demos cuenta.Los dos compañeros de juego resultan, tomándoselo con cierta transigencia, muy rayanos con lo cómico. Sin embargo, por el otro bando, la tragedia se puede palpar con las yemas de los dedos. Esta mezcla hace del film algo realmente controvertido (provocativo si cabe). ¿Nos divierte? ¿Nos aterra?¿Es contradictorio tener que recurrir a un film de tal talante para condenar la violencia de la sociedad actual? Reflexionemos seriamente sobre ello, y meditemos si realmente hay otra forma más acertada y lúcida, que no resulte manida, obvia o facilona de relatar las cosas. Incidiendo en el hecho de que, por supuesto, en el film apenas se muestra. Al contrario: se evita.¿No es manipulador convertir al espectador en cómplice mediante señas, insinuaciones, para luego, por contra, recriminarle dicha actitud? En eso se basa el juego, señores.¿Pretenciosa, ególatra, mofa, tomadura de pelo, falta de respeto hacia la audiencia? A lo mejor es que nos hostiga reconocer que somos así.Haneke es un cabrón. Pero un cabrón sin pintas. En el fondo, aunque nos resulte embarazoso, sabemos que fundamentos no le faltan.El resto: planos opresivos, tiránicos, draconianos, asfixiantes. No sabemos en qué momento podemos estallar ante la frialdad y lo sosegado, pausado, tranquilo del rodaje de secuencias que, en esencia, son brutales. Tensión de la casa Haneke al cien por cien. No es necesaria ni la música para que el director nos someta a una atmósfera incómoda, cercana a lo inaguantable.Toda una macedonia que llevó a la mismísima Susanne Lothar a someterse a tratamiento psiquiátrico.Como dato adicional, se espera el "remake" americano de "Funny Games" para este mismo año, con un reparto encabezado por Naomi Watts y Tim Roth.Una noticia poco alentadora, de no ser porque el director será el mismo realizador austríaco. De todas formas, se me antoja muy poco necesario, a no ser que se realice para impartir clases de cine al otro lado del charco. Y viniendo de quien viene, no descarto dicha opción.¿Qué opino, por ende, del film? Que es una Obra Maestra y, sin lugar a dudas, una de las películas de mayor clarividencia de las últimas décadas.Atrévete a que Michael Haneke te tome el pelo. Conmigo lo ha logrado, no hay retorno posible. Pero me encanta.
Él se divierte, tú te diviertes. Todos nos divertiremos.
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El cubo de rubik o un cartel de la mítica "Toro salvaje" como símbolos distintivos de una época, inicios de los 80; y un actor Will Smith, como otro icono cinematográfico, éste actual, sea de los 90 o de inicios del siglo XXI, por su popularidad y ser un valor garantizado en taquilla.Todo nos sitúa de lleno para "En busca de la felicidad", o el último grito en drama de interés humano, perteneciente al subgénero denominado "basado en hechos reales"; y además, otra muestra más (ver "Noche en el museo"), del sub-subgénero de padre atribulado con problemas para encontrar su sitio en el mundo y con niño de por medio, o mejor dicho, a cuestas.Will Smith es Chris Gardner, un padre de familia que en 1981 tenía el agua hasta el cuello de facturas y deudas, habiendo invertido hasta su último centavo en unos carísimos escáneres óseos que casi ningún médico deseaba adquirir.Arrastrando esos omnipresentes maletines blancos de 20 quilos arriba y abajo, con una esposa cansada por una vida que ya no la hace feliz ( Thandie Newton), y una criatura de 5 años que lo contempla todo desde su perspectiva pura e ingenua, Gardner deberá hacer frente a mil y una adversidades para cumplir sus sueños: un trabajo como broker en Wall Street, y permanecer junto a su hijo.La película reune todos los requisitos propios de un drama ?made in Hollywood? para impactar fácilmente en la audiencia, aunque Will haya recurrido a un director italiano, Gabriele Muccino ("El último beso"), esperando conferirle al producto un empaque diferente.Huyendo de "felycidad."No importa que la película tenga sus trampas. Will Smith es demasiado simpático y su personaje demasiado inteligente para que lleguemos a dudar que es un fuera de serie que, tarde o temprano, alcanzará sus objetivos. Tampoco es un obstáculo que Will aparezca prácticamente en el cien por cien de todas las escenas, sólo cediendo en algunos instantes para otorgarle algun que otro plano al niño, tal vez cayendo en la cuenta que es su propio hijo (Christopher Syre Smith), también llamado Christopher en la película."En busca de la felicidad" consigue, aunque sea por insistencia, que nos metamos en la piel de este pobre diablo, o no tanto, llamado Gardner; que vibremos y nos mantengamos en tensión en nuestras butacas durante las casi dos horas de proyección. Todo aderezado con una buena factura, dosis justas de sentimentalismo, incluso alguna divertidísima broma acerca de camisas y pantalones, y una notable música compuesta por Andrea Guerra (la que precisamente estoy escuchando al escribir estas lineas).El toque de sarcasmo, seguramente involuntario, está en que la "felicidad" o esa "consecución del "sueño americano", pasa no sólo en mantenerse unido a su hijo sinó en la consecución del dinero, y poder tener algun día una bonita mansión en la que criar a su retoño (fuera de ese barrio donde escriben "felycidad", así, incorrectamente, con la primera "i" en griego).Y la curiosidad es este prototipo de persona hecho para sufrir, para estar siempre en tensión y al borde del colapso. La prueba es que el trabajo de broker no es precisamente de los que le ponen a uno relajado y cómodo.Teniendo en cuenta el tipo de película que es, y la óptima consecución de sus resultados, bien merece situarse por encima de otras propuestas parecidas que nos llegan desde "la industria".
Merece situarse por encima de otras propuestas parecidas que nos llegan desde ?la industria?.
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Si alguien espera un alimento más sólido o comprometido, ésta tampoco es su película. Es una comedia estadounidense, con muchísimos efectos visuales, protagonidada por Ben Stiller, y dirigida al público familiar. Sin más sorpresas que las de verificar cual es el nivel de los efectos especiales, si Ben Stiller, acompañado por su inseparable Owen Wilson, sufre el mal del cómico con muecas "cargantes" o ver si nos logra arrancar, al menos, alguna sonrisa.Intenta dar lo que ofrece, en generosas dosis y quizás con la mirada demasiado puesta en el público infantil. Pero contiene el aliciente añadido de toparnos con un particularísmo trío de pillos formado nada menos que por Dick Van Dyke ("Mary Poppins"), con ¡80 años! a sus espaldas, y hecho un chaval, incluso marcándose unos pases de baile; Billy Cobbs (secundario de lujo en títulos como "Cotton club" o "El color del dinero"), de 70 años, y el pequeño gran Mickey Rooney, nada menos que ¡85 años!, y hecho un gruñón de lo más simpático.No son los únicos actores "resucitados" para la ocasión. También tenemos a un Robin Williams (superados sus problemas con el alcohol), en plan colega entrañable, que encarna, y nunca mejor dicho, a la figura de Theodore Roosevelt.Aventuras en el gran museo.El invento permite desfilar ante nuestros ojos toda clase de personajes históricos, incluído un Cristóbal Colón que habla en genovés, faraones y ordas de bárbaros, romanos, vaqueros, mayas y hombres de Neanderthal. Y de otras especies animales de lo más simpáticas o peligrosas, desde un gamberro mono capuccino, hasta tiranosauros-rex, leones, mamuts o reptiles.Tal es la fauna que puebla el inmenso Museo de Historia Natural de Nueva York, con lo que se permite poner en marcha esa premisa, o sensación, que pasar allí una noche debe de ser inquietante, sobre todo si alguno de los objetos empieza a cobrar vida.La puesta en escena de Shawn Levy ("La pantera rosa") es tan funcional como efectiva intentando que tanto el guión como la estrella de Ben Stiller reluzcan sin chirriar y que la acumulación de tantos efectos no llegue a cansar, demasiado.Cumple medianamente con sus objetivos, sonrisas incluídas, e incluso nos deja un sabor, pero no la misma grandeza, a títulos de aventuras y de fantasía similares a los que se hacian en la década de los 80. No en vano Chris Columbus, guionista de "Gremlins", "El secreto de la pirámide" o "Los goonies", y director de "Aventuras en la gran ciudad" o "Solo en casa" (1991), se halla tras la producción.Por lo demás tomen a Ben Stiller convertido en un padre de familia, y hombre, fracasado, sin trabajo estable, divorciado y con un niño que anhela poder admirar a su padre. Y que, al igual que Federico Luppi, acabará encontrando su "lugar en el mundo", de la manera más increíble y de paso, para que todo sea redondo, también a una guía del museo de muy buen ver (Carla Gugino).
Cumple medianamente con sus objetivos, sonrisas incluídas, incluso nos deja un sabor a títulos similares a los que se hacian en la década de los 80.
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"Diamante de sangre" tiene el atractivo de haber elegido un marco poco visitado por el cine, por la prensa o por la mano de dios, el de las minas de diamantes de Sierra Leona, las guerras entre los rebeldes y las tropas del gobierno y los campos de refugiados gigantescos de Guinea. Solomon Vandy es un padre de familia africano que sufre en su carne las luchas entre facciones por controlar el poder, y, sobre todo, las minas. Los rebeldes llegan a su poblado con sus ametralladoras y le dan a elegir entre «manga corta o manga larga», un sarcasmo macabro con el tiene que elegir donde le van a cortar la mano. La casualidad, o la suerte, le lleva a trabajar una mina de diamantes donde encuentra la piedra que sirve de hilo argumental de la historia. Todos quieren ese diamante, pero él solo quiere volver a estar con su familia.DiCaprio interpreta a un mercenario sin escrúpulos que hace de intermediario entre la crueldad de la guerrilla africana y la codicia occidental. Él cambia armas por diamantes. En la carcel oye a un oficial hablar del diamante de Solomon y le sigue. DiCaprio interpreta al personaje que más puede hacer por restituirse.En un chiringuito de la playa, DiCaprio conoce a la chica y discute con ella de principios. Se trata de la periodista que interpreta Jennifer Connelly. Maddy Bowen representa la buena conciencia, el occidental que quiere ayudar, la esperanza de que alguien haga algo para cambiar las cosas.La película es excesiva, demasiado larga, demasiado ambiciosa. Después del generoso espectáculo de guerra y desesperación Zwick vuelve a sus mensajes, lo cual es una forma de desprecio hacia la historia.Uno no sabe muy bien quien es el "bueno", y eso es un fallo. ¿Es la historia de un padre africano que busca a su familia? Sí, pero el padre nos molesta cuando se interpone en los fines del traficante. DiCaprio es el protagonista casi todo el tiempo, porque nos preocupa que consigua la piedar. No sabemos por qué Solomon confía en él.Hay que esperar al final para darse cuenta de que la buena es la chica. La voz hueca que suelta frases de catecismo era, el el fondo, la estrella. No había una chica para que funcionara un romance. No, en realidad está para sostener la pancarta de que los blancos podemos arreglar África con un par de leyes. Que maja, ella.
La voz hueca que suelta frases de catecismo era, el el fondo, la estrella. No había una chica para que funcionara un romance. No, en realidad está para sostener la pancarta de que los blancos podemos arreglar África con un par de leyes. Que maja, ella.
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No se desde hace cuanto tiempo que lleva esta caja en lo más recóndito de la estantería, sin que nadie mancillase el impecable plastiquito de regalo dominical que la recubría. Hasta hoy, que en un arrebato de amor por el cine patrio, hemos cogido las tijeras, tras darle siete infructuosos bocados, y hemos sacado el DVD de su involuntario encierro. Y vaya si me alegro de haberlo hecho.La película trata de una pareja adúltera que en una de sus escapadas en coche matan a un anónimo ciclista. En un primer momento, él trata de ayudarle, pero ella le convence para huir. Ella es una mujer casada de clase alta, mientras que él es un profesor adjunto de clase media. En una fiesta a las que asiste ella, un amigo le hace un comentario extraño, lo que les hace pensar que fueron vistos y que conocen su secreto. A partir de este momento, se inicia un historia sobre moral, engaños y traiciones, hasta culminar en un apoteósico final.Películas como estas nos muestran la calidad de nuestro cine, que en tiempos claramente podía competir con el que nos venía del otro lado del charco. Una historia muy bien trenzada, con tramas paralelas y personajes muy bien definidos, desde luego ayuda la calidad de los actores. Además de una grandísima película, nos muestra una imagen de la España de aquella época. Esas diferencias de postguerra en las que más adelante se ha querido profundizar, consiguiendo un hastío total en los espectadores. Aquí ni se juzga ni se deja de juzgar, simplemente se muestran los estratos sociales, las diferencias y las costumbres, y todo eso en ni ochenta minutos. ¿Quien puede dar más?Resumiendo, imprescindible película que todo amante del cine debe tener en sus estanterías. No es una película sólo para cinéfilos empedernidos de bigotes amarillos de fumar ducados, si no para un público mucho más amplio, que simplemente busque una buena película que ver una tarde de domingo.
Imprescindible película que todo amante del cine debe tener en sus estanterías. No es una película sólo para cinéfilos empedernidos de bigotes amarillos de fumar ducados, si no para un público mucho más amplio, que simplemente busque una buena película que ver una tarde de domingo.
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Hace tres años Michael Winterbottom inauguraba con 9 songs lo que podríamos llamar ?indie-porn?, cine independiente con numerosas escenas de sexo explícito. El filme mostraba sin tapujos el intercambio de fluídos de una pareja que compaginaba esta actividad con ir de concierto en concierto. El sexo en esta cinta -de grandes silencios- era pura exhibición al sevicio de una trama sin pies ni cabeza.Todo lo que era superfluo y gratuito en la anterior cobra sentido en la excelente Shortbus. El director firma una comedia que bien podrían haber realizado unos sueltecitos Robert Altman o Woody Allen. John Cameron Mitchell, muestra sexo sí, pero en todo su esplendor: sexo solitario, sexo para huir de la soledad, sexo en grupo? pero como vehículo para expresar la situación emocional de cada personaje, no como impúdica excusa para mostrar carne.El shortbus del título es el nombre que reciben los autobuses que llevan a la escuela a los niños con dificultades que necesitan más atención y el club libertino donde se reúnen los protagonistas. En este local todos pueden dar rienda suelta a sus fantasías. Allí coinciden una pareja gay en busca de un tercero que avive su relación, una consejera sexual anorgásmica y una dominatrice incapaz de mantener vínculo emocional con ser humano alguno sin el látigo en la mano.En general, almas perdidas y cuerpos que se encuentran. Como fondo Nueva York que, como dice uno de los personajes, es la ciudad a donde acude la gente a redimir sus pecados. Y hablando de pecados, esta película contiene montones: felaciones, eyaculaciones, cunnilingus, sodomía? nada se insinúa, es sexo en vivo.El espectador mojigato o que sienta rechazo al contemplar pornografía no aguantará ni tres minutos de proyección. El curado de espantos disfrutará de un filme divertido que habla de todos nosotros en algún momento de nuestra vida. Pero decir que Shortbus es pornografía, es como decir que Comer, beber, amar es un filme sobre gastronomía asiática. Yo me siento mucho más herida en mi sensibilidad cuando contemplo en pantalla grande las bacanales gore de Mel Gibson -por ejemplo- que festines genitales, pero soy así de rara y casquivana.Quiero apuntar también que no estoy de acuerdo con las frases de reclamo publicitario de esta cinta: ?Si Almodóvar rodase por primera vez, haría esta película?. Ni hablar. Las escenas más o menos atrevidas de Pepi Luci Bom o Laberinto de pasiones eran pura provocación y transgresión en un momento histórico determinado. En Shortbus no hay mal gusto de ningún tipo, como no lo hay en la cama de dos amantes.
El espectador mojigato o que sienta rechazo al contemplar pornografía no aguantará ni tres minutos de proyección. El curado de espantos disfrutará de un filme divertido que habla de todos nosotros en algún momento de nuestra vida.
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La simple idea de que por la noche, cuando todos los visitantes se han ido, las figuras de un museo cobren vida, ya es algo que llama la atención y que de un modo u otro, todos nos lo hemos planteado o pensado sobre muchas cosas. Este es el arranque de esta película de Shawn Levy, (Doce en casa, La pantera rosa), que cuenta con un reparto muy interesante y consagrado como son Ben Stiller, Robin Williams, Carla Gugino, Owen Wilson, Dick Van Dike, Mickey Rooney y Bill Cobbs entre otros. Larry Daley, interpretado por Stiller, es un padre divorciado, que harto de andar de trabajo en trabajo, y ante la posibilidad de tener que trasladarse y dejar de ver a su hijo, decide aceptar el puesto de vigilante nocturno del museo de historia natural de Nueva York. Una vez allí conocerá a los antiguos vigilantes (Van Dike, Cobbs y el mítico Rooney) que le darán un par de consejos antes de dejarle "solo".Tras habituarse al lugar y comenzar a hacer el ganso, Stiller se da cuenta de que algo no es muy normal, y que por las noches todas las criaturas del museo cobran vida. Desde un tiranosaurio Rex, a legiones diminutas de romanos, vaqueros e indígenas mayas, hasta Atila y los hunos, pasando por Mamuts, Vikingos, hombres de neandertal y el presidente Roosevelt, interpretado por Robin Williams. Con claras reminiscencias a "Jumanji", aunque en un nivel inferior, "Noche en el museo" se presenta como una entretenida aventura para todo los públicos, que lo pasarán en grande viendo todo lo que ocurre en ese museo, y en parte deseando que nos hubiese pasado esto cuando éramos pequeños. Daley tendrá que encargarse de todos los problemas que generan los inquilinos del museo, además de otras tramas y conflictos que se le plantean, y que tendrá que hacer frente antes del amanecer.Es cierto que hay algunas lagunas, partes de guión bastante flojas o hasta incoherencias, pero nadie viene o pretende encontrarse con "El padrino", y especialmente el público a quién está destinada no es tan exigente, así que los objetivos y campos en los que tiene que destacar, lo hace y sobradamente. "Noche en el museo" cuenta con unos efectos especiales muy buenos, no obstante cuenta con el supervisor de este departamento de la trilogía de "El señor de los anillos", así como la empresa "Rhythm and Hues", encargada de "Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario".También es de ensalzar el equipo de producción y arte, ya que recrear un museo de estas dimensiones no es tarea sencilla.El final es el punto más infantil de toda la película, pero pese a esto, "Noche en el museo" se hace un producto interesante y recomendado para todos aquellos que disfrutan con aventuras del estilo de "Jumanji", a la vez que rememoran las historias y cuentos de su niñez y que no quieren dejar de disfrutar de esa etapa de sus vidas.
El final es el punto más infantil de toda la película, pero pese a esto, ?Noche en el museo? se hace un producto interesante y recomendado para todos aquellos que disfrutan con aventuras del estilo de ?Jumanji?
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De poco le ha servido a su director haber acariciado este proyecto durante casi 4 décadas y contar con un presupuesto de 15 millones de euros para su realización. Salvando Alatriste, ésta una de las producciones más caras de la historia del cine español, y ya que hemos mencionado el título de Agustín Díaz Yanes, parece que tendremos que esperar a su estreno para ver una correcta película ambientada en el pasado con personajes de peso. Después de 24 películas, Tirante el blanco vuelve a ser una adaptación, esta vez de un clásico de caballerías publicado en valenciano en 1490 por Joanot Martorell. Vicente Aranda lo encuentra irónico y sensual, algo que ha intentado trasladar mediante imágenes y un guión pobre que se centra en la correrías de la corte y en la virginidad de una princesa como seguro de vida de un pueblo y sus gobernantes. Salvo excepciones como Juana la loca, desde Amantes, rodada en 1991, el catalán parece no acertar en sus dramas, que siempre quedan cojos (el caso de Carmen), se alargan innecesariamente (La pasión turca) o terminan solucionándose con finales acelerados tras un desarrollo coherente (Libertarias).Versiona Aranda sólo parte de la novela, en la que se dan ingredientes de aventuras, misterio y política, y no es que destaque de sus páginas la fuerte carga erótica ?no hablamos de sensualidad precisamente- sino que en torno a ella gira todo el argumento de la película. Triste es decirlo ante un realizador tan inteligente, pero no sorprende con su nueva propuesta: sexo sin tapujos y, sin ánimos de parecer pudoroso, poco contextualizado, una postura que se contrarresta con un lenguaje moderno, curioso incluso, y el divertido retrato del mandato de las intrigantes mujeres a la hora de mantener la salud del imperio, contrariando al orden masculino establecido.Las damas de la corte son quienes hacen la política y son ellas, las actrices, las que intentan aupar una trama que flojea en todo momento, pareciendo circular a modo de vodevil barato, y carente de emoción. Mucho más Leonor Watling e Ingrid Rubio (dos caras de una misma moneda) que Victoria Abril y la debutante Esther Nubiola ?lo de ella se explica, lo de Abril no- logran captar la atención por méritos profesionales. Este punto se agrava con el desacertado elenco masculino, encabezado por unos inexpresivos Caspar Zafer y Rafael Amargo. El primero como el caballero que llega a Constantinopla para luchar contra los invasores y el segundo dando vida al Gran Turco. Achacan el resultado a los problemas de producción y es verdad que las cosas no se dispusieron como al principio le prometieron al veterano cineasta: cambiar Sicilia por Estambul a última hora es sólo un ejemplo del sudor que le ha debido costar. Pero debemos juzgar por lo que vemos en pantalla y el resultado, por mucho que nos duela al tratarse de uno de los grandes del cine europeo, no es gran cosa.
La trama flojea en todo momento y parece circular a modo de vodevil barato y carente de emoción
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Dirgida por Gabriele Muccino (El último beso), "En busca de la felicidad" nos narra las desgracias que tiene que superar Chris Gardner para poder salir adelante.Junto a él está su hijo, que se presenta como un gran descubrimiento. Es cierto que el hecho de ser realmente su hijo facilita el trabajo, logrando que haya una química que con otro actor costaría mucho más, pero pese a ello, Christopher Syre Smith logra llenar la pantalla y complementarse con "el principe de Bel Air".En casi todas las familias hay una madre, y en esta película este papel recae en Thandie Newton (Crash), que interpreta a la atormentada y hastiada esposa de Gardner. Ambientada en los ochenta, en la ciudad de San Francisco, "En busca de la felicidad" nos presenta las miserias y desgracias, las alegrías y sacrificios que tiene que sufrir un padre para sacar adelante a su familia, y Will Smith realiza uno de sus mejores trabajos, por no decir el mejor. No en vano, la Academia le ha recompensado con (de momento) una nominación al Oscar. Además de los actores citados, una buena película se logra teniendo unos secundarios que ayuden a creernos todo, y en este caso tanto los ejecutivos y brokers de la empresa, como su amigo y vecino, o el hombre de la máquina de viajar en el tiempo, nos ayudan a empatizar con Smith y con la película en general.Hay otros muchos aspectos que ayudan a que una película sobresalga, y Andrea Guerra es gran responsable, creando una música muy acertada.En definitiva, "En busca de la felicidad" no es el peliculón del año, pero se muestra como una interesante propuesta para todos aquellos que quieran emocionarse y sufrir con los avatares de Chris Gardner, magníficamente interpretado por Smith, y que sean amantes de los finales felices.
Will Smith vuelve a las carteleras, con una película muy diferente de las que suele protagonizar. En este caso no tiene que enfrentarse a robots ni a extraterrestes, en esta ocasión tiene un rival mucho más difícil, la vida real.
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Uno de los mayores lastres que ha sufrido el arte y la cultura española en el siglo XX ha sido la dictadura franquista y su censura. Y como cualquier arte, el cine fue una de las principales víctimas de ese lastre. Ya no sólo porque se restringieran la libertad y creatividad de nuestros cineastas, como Bardem o Berlanga, sino por la imposición de un tipo de cine que a posteriori se ha dado en llamar "las españoladas". Las películas de los niños prodigio como Joselito o Marisol, las folclóricas, Paco Martínez Soria, Gracita Morales? y un largo etcétera han hecho mucho daño a la salud de nuestro cine. Durante la transición llegó una etapa opuesta a la anterior con la llegada de la libertad, pero igualmente dañina para el cine español, el "destape", y en esa época sitúa David Serrano su nuevo trabado, Días de Cine.Después del éxito de Días de Fútbol, Serrano nos ofrece una historia que cuenta las dificultades de Federico (Alberto San Juan) para rodar su primera película como director. Para Silvia Conde (Nathalie Poza) y su productor José María Culebras (Miguel Rellán), este proyecto es la última oportunidad de regresar al cine, o por lo menos, despedirse de él dignamente. David Serrano plantea su nuevo trabajo como un homenaje en tono de comedia a los directores de aquella época, auténticos héroes de nuestra cinematografía, que lucharon contra todo y contra todos con tal de poder realizar su obra. La idea inicial es buena, pero a Serrano le falla su desarrollo, y comete un grave pecado, no tomarse en serio lo que cuenta. La cinta pretende abarcar tanto la comedia disparatada como el drama humano puro, y ya conocen el refrán. Si ese fuera el peor de los males de Días de Cine, los espectadores aún podrían sentirse afortunados, pero desgraciadamente no lo es. El guión, en el que ha participado Alberto San Juan, no es más que una sucesión de despropósitos, a cual peor, mientras que los personajes son meras marionetas vacias, sin profundidad ni desarrollo. Los elementos cómicos de la cinta no son más que humor burdo, chistes fáciles, situaciones absurdas que llegan a provocar la vergüenza ajena, y que dejan a las obras de la España del destape en cumbres de la comedia inteligente. Los momentos dramáticos son para echarse a llorar amargamente, ya que no poseen intensidad ni transmiten la más básica de las emociones. Ante semenjante panorama, poco o nada pueden hacer los actores, aunque reconforta el regreso a las pantallas de Miguel Rellán.Días de Cine es una de las peores películas españolas de los últimos años, a la que le sobra vulgaridad y le falta por encima de todo dignidad. Como comedia, no tiene ni pizca de gracia, y como drama humano y social, es de risa. Esperemos que a partir de esta buena idea se realice una cinta que se tome en serio la historia que cuenta, y que lo haga con lo que le ha faltado a Días de Cine, dignidad.
Días de Cine es una de las peores películas españolas de los últimos años, a la que le sobra vulgaridad y le falta por encima de todo dignidad
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Ordet no es una película para quien no tenga un cierto compromiso con el cine como vehículo de satisfacción espiritual. No me estoy refiriendo al cine como transmisor de valores o al cine como mero espectáculo de masas que se mueven en busca de un propósito o el cine como caramelito para endulzar las mañanas dominicales con la familia.Ordet es una evidencia de que los milagros existen: de que el comportamiento humano se ajusta a unos cánones espirituales y que hay directores que tienen la suficiente sensibilidad ( y la adecuada maestría ) para explicitar con unos elementos mínimos una filosofía, un metafísica. Los Borgen, una familia campesina amantísima y políticamente correcta, aboca su vida de retiro bucólico a la fatalidad por un hijo obsesionado por la religión. Hay una resurrección que no sabemos si se atiene a la eficaz lectura de la palabra de Dios o a un salida de guión del danés Dreyer, que era un creyente de tomo y lomo y escribía guiones como quien hace una pastoral o eleva su cántico para que Dios le dé cuartel y oiga su súplica. El padre es el referente religioso familiar y de alguna forma transmite a su hijo mayor esas preocupaciones: Johannes lee como un maníaco a Kieerkegaard y se cree, por momentos, Jesucristo . Ordet ( La palabra ) cuenta lo que todos sentimos con independencia de nuestra filiación moral. La mía, por demás escasa, cuando no, nula, se dejó llevar por la apastelada voz de Johannes y consentí el rubor de la fe aunque fuese por dos escasas horas. . Tener fe, entiéndase, no obedece estrictamente a mandato o devoción religiosa. Tampoco esta reseña se ha propuesto hacer un ensayo sobre las profundidades del alma humana. No es el lugar y no hay ni empeño ni conocimiento en el tema para llevar ninguna tesis a ningún puerto.La fe que profesan los Borgen, en general, es una fe utilitarista: convenida para afrontar los embites del día, la dureza del campo, la peregrina sensación de que otro mundo mejor probablemente pueda existir. El único que en verdad cree es el loco, el iluminado, el lector voraz que todo lo transmuta en obediencia ciega a la palabra. Dreyer filma como si de una representación teatral se tratase: en muy pocas ocasiones, que yo recuerde, una cámara es un espectador cómodamente sentado. Es cine teatral sin otra traba que el diálogo fluido de todos los personajes. Esta cámara es la que, sin embargo, también deambula por los estrictos límites de una habitación cuando lo que en esa habitación pasa es relevante para el desarrollo de la, por otra parte, muy escasa ( argumentativamente ) trama. Hay una escena en la que el doctor y Johannes se ensarzan en una acaloradoa discusión teológica. Uno conmina que la fe es la salvación del mundo y el médico, lastrado por su laicismo militante, cientifista, arguye que el mundo se salvará por la acción política y por el materialismo crítico. Todo eso bien pespuntado por el movimiento de la cámara, que nos hace involucrarnos de una forma absoluta en el pensamiento de cada púgil en este combate místico.El espectador de esta película tiene conciencia de que este cine está fuera de toda jerarquía: que más que función cinematográfica está asistiendo a una revelación moral dispuesta como si fuese una película, un concatenado razonado y lógico de fotogramas. Quien haya colocado el cine como un modo de vida deben ver Ordet al menos una vez en la vida. Este cronista no asevera que cada espectador se deje invadir por la sutilidad de su propósito. Habrá quien vea el numen y habrá quien, teniéndolo enfrente, no lo perciba. Al fin y al cabo, razono, la fe es eso. O se cree o no se cree. El cine es eso: o estás dentro o únicamente te entretiene. La palabra, el verbo, se hizo carne lúcida, vértigo de ideas.Otro aspecto muy a considerar es la belleza de las escenas que suceden extramuros: el viento agitando el maíz, la modestísima coreografía de las nubes.. Esos detalles enfrentan la naturaleza mental del film ( la religión, la redención, la carne, la salvación, el milagro que sabemos que va a llegar en cualquier momento ) y la el orden secreto del universo, que no precisa cánticos, rezos o digresiones morales para emocionar.Es preciso insistir en el halo de sentimiento puro que exhala todo el film. Dreyer está ebrio de vida. Ordet es un monumento absoluto al cine con mayúsculas, un hito, un verdadero tributo a la naturaleza moral del hombre por encima de sus desviaciones, de sus pecados y de su errática permanencia en el mundo.Addenda: Ordet es una película extrema en muchos sentidos. O se considera una obra de arte, tal es mi opinión, o un coñazo, una broma pesada, un exceso insoportable. Si no se ve, como siempre pasa, no se puede opinar, así que opinen, búsquenla, dense el gustazo de tener vela en este entierro.
Cine arriesgadísimo, negación del cine casi porque se preocupa mínimamente de las convenciones habituales de la cinematografía como arte y se deja llevar por el espíritu, por la palabra, por lo teatral.....
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Me acuerdo que la primera vez que vi "Cadena Perpetua" hace ya algunos años en un pase de madrugada por La2, se produjo, entre la película y yo, uno de estos "flechazos" que notas nada mas ver las primeras imágenes en la pantalla. Y se me hizo un nudo en la garganta al final, cuando Red y Andy al final se encuentran. Desde entonces, cada vez que pasaban la película por la televisión, dejaba lo que tenía en manos y me ponía a verla.Finalmente, la adquirí en DVD. Hace algunos días, volvía a echarle un vistazo para poder escribir este artículo con algo de propiedad y de nuevo comencé a sentir el viejo nudo que a menudo me acompañaba cuando tenía la oportunidad de sentarme frente a ella. Con un guión basado en un relato de Stephen King, Cadena perpetua, del director Frank Darabont, realmente puede ser considerada una de las grandes produciones de la década de los 90.Andrew Dufresne(Tim Robbins) no tendría mucho que destacar si lo viéramos por la calle. Correctísimo, incorruptible en grado sumo, es el ejecutivo de un gran banco.Una cara común, una vida común. Corren los años cuarenta. El hecho es que la existencia de esta persona da un giro por completo cuando descubre que que es engañado por su mujer con un jugador de golf. Se emborracha. Llega a pensar en matarla. Con el arma en la mano, temblorosa, pensaba si hacerlo o no.pero no lo hizo. Mientras tanto, la misma noche alguien asesinó a su mujer y a su amante dejando un montón de pruebas que apuntaban a Andy. Condenado a dos cadenas perpetuas, fue conducido a prisión, donde sus sueños fueron encerrados bajo siete llaves entre guardas abusivos y presos violentos."Cadena Perpetua" podría ser vista como un film acerca de una amistad, de cómo Andy encuentra en su compañero Red(Morgan Freeman)toda la nobleza y confianza que, en un entorno tan hostil parecería imposible imaginar. Pero la verdad es que el verdadero leit motiv de la película es el sentimiento de esperanza. Sobre cómo los sueños persisten vivos e intensos durante lustros y lustros, aun en circunstancias bajo las cuales, la desesperanza y la desilusión harían mella en cualquiera.En un momento del metraje, uno de los reclusos mas ancianos, Brooks, finalmente recibe su condicional. Lo que debería ser un motivo de alegría para el viejo bibliotecario se acaba transformando en gritos y lágrimas. "Después de 50 años aquí, estas paredes es todo lo que el conoce", diría Red. Y eso era lo que pasaba. El mundo de fuera, para el viejo Brooks se había transformado en un monstruo que se devoraba a sí mismo. El ya se había acostumbrado a la carcel. Aquel era su mundo. Aquellos muros eran su libertad. Aquellos prisioneros eran sus verdaderos amigos. Y ese miedo de vivir fuera de la prisión de Shawshank hacen que Brooks prefiera huir de otra manera: colgado desde una cuerda en su cuarto alquilado nada más salir a la calle. Pero Andy no funcionaba así, el no se conformaba. Aun después de dos décadas a base de sufrir los peores abusos-tanto físicos como psicológicos- a los que un ser humano puede ser sometido, el aun así mantuvo la llama encendida. "Cuidado, la esperanza es peligrosa aquí dentro" advertía Red. Pero Andy no lo oía. Y continuó esperanzado. No quería grandes lujos, sólo una vida simple, una playa en México, un barco viejo para navegar y ganar lo suficiente para subsistir.y una cerveza al sol, exactamente como aquel día sobre los tejados de la prisión. O como cuando Andy se cuela en la garita del guardia para ponerles por los altavoces un disco con "Las Bodas de Fígaro" a los reclusos (No tengo ni la más remota idea de qué coño cantaban aquellas dos italianas.y lo cierto es que no quiero saberlo, las cosas buenas no hace falta entenderlas. Supongo que cantaban acerca de algo tan hermoso que no podía expresarse con palabras, y que precistamente por eso, te hacía palpitar el corazón. Os aseguro que esas voces te elevaban más alto y más lejos que nadie viviendo en un lugar tan gris pudiera soñar.fue como si un hermoso pájaro hubiese entrado en nuestra monótona jaula y hubiese disuelto aquellos muros.y por unos breves instantes, hasta el último hombre de la prisión se sintió libre.claro que al Alcaide aquello no le gustó nada. A Andy le cayeron dos semanas en el agujero por aquel numerito)Y lo mismo vale para la esperanza: no importa cuantas palizas recibas, cuanto te humillen.ella, la esperanza, está siempre allí, guiándote y haciéndote seguir adelante. Y para hombres como Andrew Dufresne, la esperanza nunca desaparece.Lo que más llama la atención de esta producción es el guión, que está muy bien elaborado y trabajado, enfatizando la dura realidad de quien está detrás de los muros de una prisión y que tiene que sobrevivir sabiendo que no tiene ni la más remota posibilidad de salir a la calle y que encima es inocente. Nos presenta todas las situaciones que pueden ocurrir en una cárcel, desde las discusiones entre los reclusos hasta la corrupción existente en algunos funcionarios y administradores. También uno de los puntos fuertes de su historia es la forma en la que la prisión es reflejada de tal manera que es un mundo totalmente aparte del exterior, con unos valores que no tienen por qué ser iguales a los nuestros, a los ciudadanos libres. En cuanto a los personajes, sus diálogos están excelentemente elaborados. Mientras Andy demuestra esa esperanza de la que hablábamos arriba, Red asume el papel del hombre que esta allí para consolarlo y para mostrarle la realidad donde vive, es más realista, más resignado con su destino.y al final acaba ilusionándose con Andy, protagonizando en el término de la proyección un reencuentro que deja totalmente sin palabras.La conclusión que saqué de este filme es que podemos encarcelar a una persona, a su cuerpo, pero jamás conseguiremos encarcelar su mente, su espíritu. Es una pena que quizás no se llevara ninguno de los Óscars a los que estaba nominado (aunque ya sabemos como funcionan estos premios), pero su gran acogida entre el público fue quizás la mayor recompensa que se pudo llevar. En 1966 Andrew Dufresne se fugó de la prisión de Shawshank. Lo único que encontraron fue su ropa de presidiario manchada de barro, una pastilla de jabón y un viejo martillo de gemas prácticamente gastado de tanto uso. Recuerdo que había pensado que un hombre tardaría 600 años en cavar un tunel en el muro con él. El viejo Andy lo hizo en menos de veinte. A Andy le encantaba la geología, supongo que encajaba con su naturaleza meticulosa.Para él, el tiempo transcurría despacio, como en la era Glacial. La geología es el estudio de la presión y del tiempo y de hecho, eso es lo único que hace falta: presión.y tiempo, eso y un póster bien grande.Tal como dije antes, en la cárcel un hombre hace casi cualquier cosa para mantener su mente ocupada, el pasatiempo favorito de Andy era llevar trozos de esa pared al patio, puñado a puñado. La noche de su fuga, Andy hizo lo que se le mandó: dejó los zapatos del Alcaide como dos espejos. Los guardas, ni se dieron cuenta.yo tampoco, sinceramente, ¿Cada cuánto te fijas en los zapatos que lleva puesto otro hombre?. Andy alcanzó la libertad arrastrándose por 500 yardas en una tubería llena de porquería que apestaba como no me puedo ni imaginar.o quizás no quiera imaginármelo.500 yardas, la longitud de cinco campos de fútbol, casi media milla.a la mañana siguiente, más o menos cuando Raquel Welch revelaba su pequeño secreto, un hombre al que nadie había visto antes entró en el Banco Nacional de Maine, hasta ese momento no había existido nada más que sobre el papel. Llevaba su documentación en regla y su firma coincidía con la del hombre que tenían delante. Aquella mañana Andy pasó por casi una docena de bancos, en total se fue de la ciudad con más de 370 mil dólares del dinero que había estado blanqueando el Alcaide Norton con una identidad imaginaria: su "indemnización" por los 19 años".
Es una pena que quizás no se llevara ninguno de los Óscars a los que estaba nominado (aunque ya sabemos como funcionan estos premios), pero su gran acogida entre el público fue quizás la mayor recompensa que se pudo llevar.
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Hay algunas situaciones en la vida que nos producen una curiosa sensación de algo ya vivido, de déjà vu, como si fuéramos protagonistas de un flashback, por usar lenguaje cinematográfico. La presencia de Juegos Secretos en la 79ª edición de los Premios Oscar es una de esas situaciones, ya que hace cinco años, el anterior trabajo de Todd Field, En la Habitación, también tenía una presencia destacada en los Premios Anuales de la Academia.En Juegos Secretos, Todd Field adpata la novela homónima de Tom Perrotta, el cual también ha participado en el guión. La calma y tranquilidad de un barrio residencial se trunca cuando vuelve Ronnie J. McGorvery (Jackie Earle Haley), un pedófilo recién salido de la cárcel. Algunos vecinos, preocupados por los niños, crean un comité cuyo objetivo es mantenerse alerta vigilando a Ronni, e intentar echarlo del vecindario. Mientras tanto, la rutinaria vida de Sarah Pierce (Kate Winslet) da un vuelco cuando conoce a Brad Adamson (Patrick Wilson). Todd Field nos plantea una historia que explora el lado oculto de las vidas que se desarrollan en un pacífico barrio residencial norteamericano, vidas llenas de mentiras, engaños y sueños rotos. La propuesta inicial del film, a pesar de una desastrosa narración en forma de voz en off, cautiva al espectador, con una primera media hora muy atractiva. Sin embargo, poco a poco la trama se va debilitando, sin tardar demasiado en desmoronarse por completo. El guión, en el que no hay ni un atisbo de originalidad, que flojea ostensiblemente, decae y rápidamente se produce un gran abismo narrativo, en el cual se hunde la atención e interés del espectador. Por su parte, los personajes son meras caricaturas, planos, sin motivaciones ni capacidad de evolución. El ritmo, lento, que imprime Todd Field a la historia y la duración de la cinta son los elementos que dan la puntilla a Juegos Secretos. b>Sólo las interpretaciones y una cierta curiosidad malsana y hasta cierto punto masoquista mantienen al público en su butaca. Kate Winslet realiza un trabajo brillante, como nos tiene acostumbrados de gran contención y sobriedad, interpretación que le ha valido su quinta nominación al Oscar con sólo 31 años. Por su parte, Jackie Earle Haley hace humano a su personaje, lo cual ya es meritorio y digno de aplauso. Patrick Wilson realiza una interpretación correcta, mientras que a Jennifer Connelly, como viene siendo habitual, no hay quien se la crea.Juegos Secretos es una fallida disección de la sociedad media norteamericana, llena de situaciones manidas y lugares comunes. Todd Field vuelve a decepcionar cinco años después, demostrando no estar a la altura de las expectativas. Como entonces, el único atractivo de la película son las interpretaciones de sus actores.
Juegos Secretos es una fallida disección de la sociedad media norteamericana.
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Advierto que no soy una de esas personas que adoran a Sofia Coppola y a todo lo que ésta hace. "Lost in Translation", aunque bonita estéticamente, me parece simploncilla y, la historia me resulta muy irritante, con una tipa sufriendo por sus vacaciones pagadas en Tokio y mucho cachondeo de americanos-en-Japón sobre lo curiosos que son los orientales y lo mal que hablan inglés. "Las vírgenes suicidas" sí me gustó, pero claro, la película adapta con mucha fidelidad la preciosa novela de Jeffrey Eugenides, así que no cuenta. En general, creo que la Coppola está muy sobrevalorada y que trabaja en lo que trabaja, en gran parte, gracias a ser hija de quien es. Por otra parte, no me suelen gustar esas películas que juegan con elementos actuales en contextos o ambientes de otras épocas, y considero "Romeo+Julieta" y "Moulin Rouge", de Baz Luhrmann, más como un experimento fallido que como otra cosa. Dicho todo esto, supongo que no resulta sorprendente que diga que fui a ver "María Antonieta" sin esperar nada más que un alarde de lo modernita que puede llegar a ser su directora. Y, para ser sincera, al principio creí que me había equivocado. En un primer momento, la cosa prometía y, aunque es cierto que detalles como la música o los peinados a capas no son demasiado rigurosos -ni pretenden serlo-, no era algo que llamase la atención exageradamente ni que resultase molesto. Al principio, claro. Luego se desmadra totalmente y empieza el "todo vale", con bailes que muestran esa banda sonora de manera demasiado obvia o escenas propias de anuncios publicitarios. Habrá a quien lo de que aparezcan unas Converse le resultará muy gracioso. Supongo que lo es, pero, desde luego, también es representativo de lo que es la película: mucho envoltorio "pop" y poco contenido. Y, para colmo, durante mucho rato. Porque esa es otra: "María Antonieta" va pasando por largas "fases". La fase en la que nada importa más que su virginidad y su enemistad con la amante del rey, la fase música, pasteles y colorines, la fase bucólica "ovejitas y jardín", y así hasta el final -precipitadísimo, por cierto-. Saltando de una cosa a otra sin ninguna conexión coherente, ni siquiera meramente formal. En fin, que a pesar de su cuidada imagen, esta reinterpretación de la historia de la famosa reina no me gustó. De hecho, creo que es lo peor que ha hecho la directora. Pero ya he advertido que no soy una de esas personas que adoran a Sofia Coppola?
En un primer momento la película promete, pero acaba siendo mucho envoltorio "pop" con poco contenido.
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Regreso a un mundo a parte, el mundo de Tim Burton donde dirige con Mike Johnson la nueva entrega de este universo propio, donde los muertos no lo están tanto y los vivos no parecen serlo.Tim Burton continua con su ya mencionado universo propio, en la línea de pesadilla antes de navidad, recreando ahora una antigua leyenda rusa, que encaja perfectamente en ese estilo obsesivo por buscar formas refinadas e imposibles dentro de esa característica atmósfera sombría y fantasmagórica, que ya nos mostrase en obras como Bitelchus o Eduardo Manos Tijeras, pero alejadas del colorismo de algunas de sus ultimas obras como Big Fish o Charlie y la Fábrica de Chocolate.Para la recreación de esta leyenda rusa Burton se sirve de una técnica ya antes usada como es el stop-motion, para la creación de los personajes y de la historia se ha servido de un gran equipo de animadores entre los que se encuentran dos hermanos catalanes, lo hermanos Grangel los cuales han conseguido que sus creaciones se parezcan significativamente a sus dobladores, entre los que se encuentran Johnny Deep que pone la voz a Víctor Van Dort, Helena Bonham Carter que cede la voz a La novia cadáver, y Emily Watson a Victoria Everglot, dotando a sus respectivos personajes vida propia .En esta leyenda, Víctor de la familia Van Dort, ricos pero sin caché y Victoria de la familia Everglot aristócratas arruinados, son dos jóvenes pertenecientes a la época Victoriana que van a contraer matrimonio sin haberse conocido antes, es un matrimonio por conveniencia aunque rápido surge la chispa entre ambos, en el ensayo de la boda Víctor no es capaz de pronunciar sus votos , por lo que muerto de miedo sale corriendo y practicando por un tenebroso bosque encaja el anillo en un vieja rama que resulta ser el dedo de una difunta, muerta en el día de su boda, arrastrado así al mundo de los muertos, haciendo que su prometida espere desolada en el mundo de los vivos.La vida y la muerte nunca están tan particularmente representadas como cuando a ello se pone Tim Burton, concediéndole un tratamiento esperpéntico, criticando con ello a la sociedad actual. En este nuevo film se nos proponen dos mundos el mundo de los vivos y el mundo de los muertos. El mundo de los vivos destila hipocresía, convencionalismos e intereses lo que provoca una sociedad triste apagada y sin color alguno, mientras que el mundo de los muertos todo es mas sencillo, prestándole importancia a los sentimientos de sus habitantes mirando por su felicidad, lo que provoca un mundo colorido, divertido espontáneo y sincero, prueba de ello es la calidez con la que reciben a los nuevos huéspedes. Inteligente utilización de la música y las canciones incluidas en el film, teniendo el tiempo exacto y sin llegar a cansar, están en su justa medida.Esplendido film que te atrapa con toda su ternura y espontaneidad, haciéndote sentir participe del viaje de sus protagonistas hacia la consecución de su amor, aportando exquisitas pinceladas de amor y nostalgia que hechizan en su fabulosa puesta en escena.
La vida y la muerte nunca están tan particularmente representadas como cuando a ello se pone Tim Burton, concediéndole un tratamiento esperpéntico, criticando con ello a la sociedad actual.
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Rara película para nosotros argentinos, que no tenemos tan a la mano los problemas de discriminación racial como algunos países europeos pero no parece casual que aparezca hoy, después del conflicto de los suburbios franceses. De este modo, la película puede interpretarse como una alegoría. Situándonos: ¿qué son los videos? ¿qué papel cumplen y qué pueden representar para esa familia? Los videos son "la mirada del Otro". El "Otro" nos espía y nos atemoriza, no sabemos desde dónde y qué es lo que ve o lo que vio.El temor surge por el sentimiento de culpa del protagonista y su mujer, que en la alegoría es la sociedad blanca, acomodada y burguesa, frente al "Otro", a los marginados de origen africano que viven en los suburbios. El primer indicio lo da la casi pelea callejera con el joven ciclista negro en condiciones de propinarle una paliza al protagonista, quien depués de insultos y bravatas, opta por eludir el pleito con un pedido de disculpas por parte de la esposa. El segundo indicio es la desconfianza del chico blanco hacia su madre. Hay varios otros. Se nota en todo el desarrollo un ambiente asfixiante, cuyo motivo no se ve, como no se ve al "Otro" que filma, pero que siempre está presente y su presencia se siente. La familia blanca no quiere que exista el "Otro"; la distrae de sus quehaceres, de su vida a la que tiene derecho, la intimida, pero el Estado, la Policía, no la puede ayudar a quitárselo de encima porque.el "Otro" no le ha hecho nada. No hay motivos para que intervenga la policía. Si hay un agresor, es el protagonista. Los dibujos recuerdan el conflicto infantil entre el blanco y el argelino, donde hubo un perdidoso y un ganador. El que pierde es el argelino, hijo de quienes vinieron a la Europa de posguerra a trabajar en la reconstrucción y que quedaron allí como kelpers, como ciudadanos de segunda. Esa generación se perdió, no tuvo la educación para la integración económica y el resultado está a la vista en el pequeño y sórdido departamento de Majid, en contraste con la cómoda y fría vivienda de la familia blanca. Majid crió a su hijo sin resentimientos y sin olvido pero no pudo sobrevivir a la depresión de su generación marginada, que vio el progreso, el confort y la cultura?desde afuera. Su muerte se hace efectiva enfrente de su verdugo infantil. Su sangre se mezcla, se confunde con la del gallo que le valió la expulsión de la casa, de la cultura y del progreso. El gallo?el gallo francés que anuncia el mañana, el progreso, el adelanto. muere degollado igual que Majid, cuyos padres fueron sacrificados en el Sena por los blancos durante el conflicto con Argelia. No hubo progreso, no hubo integración para ellos, sólo muerte; el gallo no cantó para ellos. La escena final muestra a los hijos de los protagonistas a la salida del colegio, conversando? Eso podría resolver el enigma de los videos y puede ser un nuevo gallo que canta para ambos, siempre y cuando vayan juntos al colegio; siempre que el Otro deje de ser otro un Otro ajeno, enfrentado, sino que se lo reconozca como parte igualitaria de una sociedad todavía deudora.
Los videos son "la mirada del Otro", el "Otro" nos espía y nos atemoriza
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Well we all shine onLike the moon and the stars and the sunWell we all shine onEvryone come on( Instant Karma, John Lennon )Un comienzo:Un coche amarillo por una carretera que bordea un lago entre montañas tomado desde arriba: así arranca El resplandor ( The shining, tomado de la canción de Lennon ), pero el director no estuvo en Oregon filmando esa escena: delegó la toma a Douglas Milsowe y a la pericia de su hija, que supervisó toda la localización de exteriores de la película.Jack Torrance es un escritor en busca de una novela, un escritor alcohólico, casado con una mojigata y padre de un hijo de una sensibilidad paranormal sobresaliente. Le contratan para hacer el mantenimiento del Overlook, un hotel de lujo en las Rocosas que cierra en temporada baja por la nieve. En cinco meses de aislamiento, se prefigura Jack, podrá escribir su novela y hacer un trabajo sencillo. Grady, el anterior vigilante, le informan, se volvió loco: mató a su mujer y a sus hijas a hachazos y luego se suicidó. La vida en el hotel conduce a que Jack se vuelva loco y haga de Grady durante el último metraje del film.Todo lo demás:Danny, el hijo de Jack, recorriendo los pasillos con su triciclo. Richard Donner acusó a Kubrick de plagiarle ya que un niño con un triciclo aparecía en su existosa "La profecía".La habitación 237: Danny es invitado por dos gemelas a que juegue con ellas para siempre. Antes hemos visto un ascensor que vomita una tonelada de sangre.Un barman espectral sirve a Jack un whisky en una especie de fiesta en The Gold Room, la sala gigantesca del Overlook. El hotel, salvo por los Torrance, sabemos que está vacío. La habitación 237 otra vez: Jack ve allí a una joven desnuda en una bañera: al besarla se convierte en una vieja con pústula y llagas.El ballroom del Overlook está atestado de gente: Jack sufre un accidente, un camarero le vierte una bebida sobre la ropa. La charla animada en el servicio sirve para que sepamos que el camarero es Grady, el vigilante anterior, el que asesinó a su mujer y sus hijas a hachazos, aunque el Grady que vemos no recuerda ser tal. " Siento mucho disentir. El vigilante es usted. Usted siempre ha sido el vigilante. Lo recuerdo bien. Yo siempre he estado aquí ", le dice a Jack mientras le recompone.La máquina de escribir: "Although one will rise early, it won?t dawn sooner " o lo que viene a ser lo mismo. " No por mucho madrugar, amanece más temprano". Kubrick, detalloso hasta la obsesión, se encargó personalmente de que en cada país la máquina de escribir exhibiese un texto acorde a la fraseología popular. La frase se repite hasta la naúsea.Jack se pone cabroncete: Wendy, su mujer, intenta escapar cuando ve ya un poco tocado a Jack. Lo encierra en un armario y se echa un rato. Jack, con la ayuda de un razonablemente agradable Grady, escapa: blande un hacha ( el hacha más famosa de la historia del cine ) y rompe la puerta de la habitación en donde Wendy se refugia. Ahí suelta el célebre: "Aquí está Jaaaaaaaack ", que tiene su leyenda, por su puesto. Al parecer la frase fue improvisada por un voluntarioso Nicholson y, aunque a Kubrick le agradó, la hizo repetir 157 veces. Ya no sabemos, en este punto, si el cabroncete es Jack o es Stanley. Jack mata a Halloran, el antiguo cocinero del Overlook, que ha venido al hotel por la telepatía que le une a Danny.Jack, el hacha, la nieve y Danny, huyendo: el trabajo técnico de Kubrick sirve un alucinante ejercicio de steadycam bruta por el laberinto de nieve o por los pasillos del hotel. Un fantasma con la cabeza herida le dice a Jack Torrance, ya completamente ido: "¿Una bonita fiesta, verdad ¿ Jack Nicholson está aquí en la salsa de su gestualidad salvaje, embriagado de sí mismo como pocas veces hemos visto.La foto final: Kubrick, en manos de Grady, nos enseña la foto que cierra o abre todas las preguntas. Vemos a Torrance en The gold room, en el baile del 4 de Julio de 1.921. Grady parece que tenía razón con todo lo que le contó en el servicio.Inventario de curiosidades:Todos los interiores de la película son reales. Un rumor: desechos de la toma inicial de Kubrick con el coche enfilando las montañas fueron usadas por Ridley Scott para la fuga de Dekker con la replicante en Blade Runner.Es la película de Kubrick, junto con Barry Lindón, en la que hay más repeticiones de escenas. Jack Nicholson se enfrentó repetidamente con Kubrick por este abuso. La timorata de Shelley Duvall fue continuamente maltratada por el director para sacar de ella un más natural, en sus palabras, "estado de stress o de pavor o de mala uva".Kubrick cuidó muy especialmente la banda sonora del film como siempre fue su costumbre: desfilan Ligeti, Bartok, Penderecki, Berilos..o la orquesta de Ray Noble en las canciones de jazz que salpimentan alguna parte del film.El doblaje: la protuberante y espléndida voz de Rafael Taibo cubre a Halloran, el cocinero. Ni la Verónica Forque que dobla a Wendy ni el doblista de Jack Nicholson contentaron al público español, aunque la elección ( cosa harto curiosa, en verdad ) corrió a cargo del propio Kubrick.Stephen King no estuvo satisfecho del trabajo de Kubrick. Sí, por el contrario, se entusiasmó con una miniserie para televisión filmada por su amigo Mike Garris. En la novela de King, el hotel arde. Kubrick lo vio risible. Una vulgaridad.Concluyendo:La mejor película de terror de los ochenta. Una de las mejores de todos los tiempos. Únicamente por la locura genial de Nicholson merece la pena toda ella. King fue merecidamente homenajeado en Carrie y en Misery. Ésta es la más lograda, la que contribuye más sólidamente a su amor por dejar filmar sus obras.
Una de las mejores películas de Kubrick, aunque siempre fue considerada obra menor. Es también la mejor adaptación de una novela de Stephen King. Y es la mejor actuación de un casi siempre sobresaliente Jack Nicholson. ¿ Se precisa más ?
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Voy a aventurarme con esta película, dado que todo apunta a que es un remake de otra japonesa que no tuvo gran fama en occidente y que un director espabilado ha decido traersela para acá. La estética y la temática es 100% nipona, con esos malos de cara blanca que te chupan la sangre. Por cierto, ¿quien ha copiado a quien? El personajes malo es igual que los dementores de Harry Potter.La película trata sobre un grupo de chavales, de esos de cuerpos diez, con amplios conocimientos de informática. Total, que uno de ellos, el que más sabe es atacado por un nosequé que hace que se vaya poniendo morado hasta que aparece su novia y este se suicida. Y la cosa sigue así, con la televisión advirtiendo de un nuevo virus que se transmite por el ordenador, por las palm y hasta por las tostadoras. Y llegando al final no queda ya ni Dios, por que esto debe ser una crítica a la sociedad en que vivimos, donde se ha perdido el humanismo de las relaciones personales en pos de las relaciones frias e impersonales del ordenador. O yo que sé, que no me enteré bien.Nada, esto es un infierno. Dicen que es una película de miedo, pero da tres sustos que vienen predecidos de un chan-chan que le quita todo el miedo. Bueno, tengo que reconocer que si soy el de la primera escena me cago allí mismo, pero desde la butaca no paso de un mero "Uy que sustito". La trama es curiosa, con un virus que viaja por los ordenadores y que sale a robar la vida que no tiene a los seres humanos. Así, hasta incluso diría yo que tiene un toque Matrix. Los actores estan de muy bien ver, pero no entiendo como no salen desnudos innecesarios o similares. Como actores no son gran cosa, no me hacen vibrar, desde luego.Resumiendo, película america de terror al estilo japonés sobre un virús que trata de robar la vida de los seres humanos para de esa manera conseguir tener una propia. Mucho miedo no da, pero la idea te puede dejar pensando un rato.
Película americana de terror al estilo japonés sobre un virús que trata de robar la vida de los seres humanos para de esa manera conseguir tener una propia. Mucho miedo no da, pero la idea te puede dejar pensando un rato.
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Si no he visto esta película 20 veces no la he visto ninguna vez, y esta ha sido la primera en que por fin he visto la escena inicial. No se por qué, pero esa entrada en el campo de concentración nunca había pasado por mi retina. Además esta vez me he enterado que está basada en un hecho real, con los que los pelos como escarpias habituales se han convertido en pelos como vigas de rascacielos. Que maravilla de película.La película trata sobre un moderno campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. En él caen todos los presos militares que han sido capturados y recapturados muchas veces, o sea, experetos en fugas. Según la filosofía del jefe al mando, han metido a todas las manzanas podridas en un cesto. Así que los presos deciden, guiados por un lider natural, hacer la mayor fuga que nunca se hizo, para lograr que las tropas nazis pierdan el tiempo en buscarles, en vez de luchar en el frente.Esta película es de las pocas de la Segunda Guerra mundial en la que no se muestran crueldades, ni horrores de guerra ni de los campos de concentración. Se nos muestra una cara muy amable de la Guerra, con unos nazis muy inocentes, que rozan la candidez absoluta. Por el otro lado, los aliados son astutos e inteligentes en su mayoría, con un gran sentido del honor y del deber. Quizá demasiada cándida la visión que da, pero desde luego una película tremenda. Un reparto buenísimo, con una historia real que pone los pelos de punta y llama a la épica, logra mantener una tensión durante casi tres horas, cosa nada fácil de hacer.Resumiendo, imprescindible película semi bélica, que nos muestra la mayor fuga de presos que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Dinámica, intrigante, tensa, emotiva, personal, con miles de pequeñas historias que han hecho de la misma una de las mejores películas de todos los tiempos.
Imprescindible película semi bélica, que nos muestra la mayor fuga de presos que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial. Dinámica, intrigante, tensa, emotiva, personal, con miles de pequeñas historias que han hecho de la misma una de las mejores películas de todos los tiempos.
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"Todo gran truco de magia consiste en tres actos. El primero recibe el nombre de La Promesa: el mago muestra algo ordinario, pero, como es de esperar, probablemente no lo sea.El segundo acto se llama El Giro. El mago hace que ese algo ordinario realice algo extraordinario. Ahora bien, aunque busques el secreto, no lo vas a encontrar.Es por esto que hay un tercer acto, llamado El Prestigio. Esta es la parte de los giros y los cambios inesperados, en la que la vida pende de un hilo, y ves algo sorprendente que jamás has visto antes"En esta frase, que se repite en varias ocasiones, se resume buena parte de la filosofía de "El truco final (El prestigio)", la última película de Christopher Nolan, el interesantísimo director de perlas como "Memento" o "Batman Begins". En ella, los guionistas (Nolan y su hermano Jonathan) nos están hablando directamente a nosotros los espectadores, avisándonos de lo que va a suceder; la película entera considerada como un truco de magia.Al construir un misterio cinematográfico hay que tener mucho cuidado con resolverlo bien y, más aún, si te pasas toda la película comentando que el final va a ser la leche y que tienes que estar muy atento ("are you watching closely?" repiten sin cesar). Mi mayor problema con la película es que, finalmente, la resolución me resulta insatisfactoria. Tanto rollo para, al final, sacarse de la chistera (sí, me ha salido un chiste) una resolución tan facilona, me resulta bastante decepcionante.Pero también hay aspectos que me gustan, y muchos, empezando por las interpretaciones de todo el reparto. Hugh Jackman, actor que crece poco a poco y que aún nos dará muchas alegrías, sabe mostrarnos todas las debilidades, dudas y transformaciones de su personaje. Christian Bale, un actor experimentadísimo pese a su juventud, se exhibe en su papel de obseso por la magia. De Michael Caine ya no se puede decir nada que no se haya dicho antes; es un grande de la pantalla que aunque sale poco da gusto verlo. En breves intervenciones podemos anotar a Scarlett Johansson, que para lo que sale podrían haber contratado a cualquier otra, y a un David Bowie que aporta un aire aristocrático, lunático y misterioso a un personaje al que se le podría haber sacado más jugo.La ambientación está realmente lograda, tanto por la excelente dirección artística capaz de meternos en la época, como por una fotografía que oscila entre lo realista y lo mágico con gran naturalidad. No por casualidad son éstas las dos únicas nominaciones de la película en los Oscars. De esta manera, entre la cuidada producción, las estupendas actuaciones, una historia con garra y esa capacidad que tiene Nolan de atrapar al espectador, se pasa un rato muy entretenido.Es ésta una de esas películas que valdrá la pena ver más de una vez para poder apreciar todos los pequeños detalles que hay esparcidos por el guión (atención a los paralelismos entre lo que le acontece a uno y otro protagonista). Un guión que nos hace ir cambiando de punto de vista, identificándonos alternativamente con el personaje de Bale y con el de Jackman, en esa espiral de odio y admiración en la que se enredan los dos personajes.Esa ambigüedad moral resulta inquietante y atractiva pero el problema es que el espectador, al no identificarse finalmente con nadie, puede despegarse un poco de la trama. Trama que se va complicando hábilmente, de giro argumental en giro argumental, hasta que se estropea todo con unas presuntas sorpresas que no son tales porque nos las han estado lanzando a la cara de forma bastante burda durante el último tercio de película. Por eso considero los cinco minutos finales, esos en los que nos iban a dejar con la boca abierta, como lo más decepcionante de la película. El propio Nolan lo dice en el guión: una vez que se conoce el truco uno se siente decepcionado. Por eso, muchas veces es mejor sugerir que mostrar.Mi sensación al salir del cine era de vacío, algo parecido a un coitus interruptus (supongo). Y es que la preparación y el desarrollo son obra de un buen mago del cine, capaz de crear un entretenimiento de primer orden con momentos fascinantes. Pero Nolan, por desgracia, no ha sabido rematar el truco.
La preparación y el desarrollo son obra de un buen mago del cine que, por desgracia, no ha sabido rematar el truco.
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Ingmar Bergman sobre Andrei Tarkovsky: "Mi primer descubrimiento de Tarkovski fue como un milagro. De repente me hallaba junto a la puerta de acceso a un recinto en el que yo siempre había querido entrar, pero cuya llave jamás me había sido dada, y en el que Tarkovski se movía libre y confiadamente. Me sentí animado, estimulado: alguien había expresado aquello que yo siempre quise decir, sin saber cómo. Tarkovski es para mí el más importante. Ha creado un lenguaje nuevo, que se corresponde con la esencia del cine, porque presenta la vida como reflexión, la vida como un sueño".En efecto, de lo citado versa "Zerkalo". Sueño, reflexión poética, amada, evocada, de un pasado que pertenece al propio director, pero también es el nuestro.El ayer que se funde con el coetáneo, para edificar el mañana, el futuro más universal.Es "El Espejo" la obra con mayor carga autobiográfica de Tarkovsky, pero no por ello se puede considerar hermética, impermeable.Muy personal, con elementos exclusivos de sus recuerdos, que se forman cual burbujas transportadas por el aire, fuego y agua consumidos en el devenir de su despertar, no deja de ser un retrato que nosotros mismos podremos reconocer. "Zerkalo", como su título indica, es el espejo en el que todos nos miramos. Se trata de la narración de un pasado que confluye con un presente futuro y pasará a ser la esencia de la naturaleza, de nuestra condición humana.Es el recorrido necesario para autoreconocernos, transcribir nuestra entidad, alcanzar el punto en el que nos convertimos en agua cristalina y somos capaces de sincerarnos frente a nuestro reflejo. Tema recurrente en la totalidad de la obra de Tarkovsky.En "Zerkalo" no existe la narración basada en un hilo clásico argumental. No existe orden cronológico ni, por ende, lógico. Tampoco importa (ni viene al caso) al explorar el verdadero valor y sentido del film.La historia en sí misma se rompe para formar un ciclo cargado de elementos oníricos, recuerdos, disociaciones, retazos de una realidad vivida por uno y representada para todos.Tarkovsky da el sentido más metafísico, enaltecido, grandilocuente de su filmografía a su recurrente frase de "Esculpir en el Tiempo". Crea formas, figuras, a veces transparentes, a veces turbias (como el agua que fluye desde nuestra vida), para adornarlas en nuestro interior."El Espejo" no es una película compleja. Nosotros la convertimos en compleja.Así se evidencia en una introducción para no pocos incoherente, difusa y cuya explicación no tiene nada que ver con el conjunto del film. Pero, como el propio director afirma, si buscamos en nuestro interior la respuesta es mucho más sencilla de lo que aparenta. Dicha escena, sigue absolutamente la senda final de la obra, ese camino en busca de nuestra sinceridad, de nuestra verdad más profunda, la que nos hará encontrar la libertad perdida, escondida en nuestro dolor.Persigue el reflejo, excavado y finalmente hallado en forma de hipnosis curativa de un joven tartamudo. La recuperación del habla espontánea como fiel analogía del encuentro de nosotros mismos, de nuestra condición cercenada por un régimen draconiano que no nos deja actuar como, en esencia y naturalmente, desde nuestro nacimiento, deberíamos actuar.El cuarto largometraje del director ruso estuvo a punto de llevarle a la cárcel, por la inclusión de imágenes ambiguas que servían como forma y refugio a una dura crítica que terminó por enfrentarle con las autoridades. Todo ello en una dictadura comunista de la U.R.S.S. por aquel entonces imposible de rebatir, a no ser que quisieras que tu vida corriera serio peligro.La película, obviamente censurada, tuvo un estreno inicial muy retrasado y complicado, y solamente fue proyectada en lugares minoritarios y muy reservados. Antes maldita, hoy obra de culto. Mucho más que eso: obra de arte, patrimonio cultural de una Rusia que se esboza en todo el mundo.En esos tiempos difíciles, por ello, había que buscar formas, mediante metáforas, imágenes sutiles, inteligencia escapista, para huir de lo evidente, no mostrarlo, hacerlo inasequible para mentes obtusas.Únicamente las mentes abiertas, en busca de continuo crecimiento, podían comprender su magnitud y adaptarla a sus vidas y su entorno cultural.Eso daba al cine un sentido supremo, universal, que era precisamente la máxima de Tarkovsky.La censura, como todos bien sabemos, acrecenta la imaginación. Sin ella, como muchos afirman con talante irónico y desairado, el cine nunca volverá a ser lo mismo. Y no falla la razón, analizando la tesis desde el punto de vista creativo.Y, también siendo conocedores de la situación, en el caso que nos incumbe de la obra, la enfermedad es siempre punto de inflexión (o de inicio) para comenzar a replantearnos cuestiones trascendentales, vitales, que se nos escapan a lo largo de nuestra anterior existencia por diversos motivos. Al límite de nuestras vidas, al borde de la muerte (tema en común con Bergman, pero tratado en ambos de un modo muy desigual) empezamos a comprender, o, al menos, lo intentamos.Así, Alexei (alter ego del propio Andrei), en el transcurso de su mal, se transforma en alguien muy tendente a la reflexión. No deja de mirar a su pasado, a sus errores, su camino recorrido, la forma de identificarse con él para, al mismo tiempo, identificarnos a nosotros. Formamos parte de esos recuerdos, para constituir los nuestros propios.Es como si recorriera el tiempo cual fantasma, observando, aprendiendo, tomando para sí, insertándose en vidas ajenas para sentir el sufrimiento que se apodera de ellos, sus pensamientos y sentimientos (que también son, en muchas ocasiones, los suyos propios, los de su infancia) ante un devenir que se antoja doloroso, sea por causa de una guerra venidera, por la recuperación del amor perdido, o por la redención frente a la causa de un daño al que no se sabe cómo indultar. Alexei, el personaje, es todos. Todos somos él. Pertenece (mos) a su memoria. Es un conjunto inseparable si queremos encontrarnos y comprender.Gran parte de los recuerdos (sueños) conciernen a su niñez, los vuelve a vivir de la forma que puede invocarlos, a veces es personaje activo de los mismos, a veces permanece escondido, aparece sólo su palabra ( de ahí el predominio de lo espiritual sobre lo físico para Tarkovsky), no su persona.Puede que algunos sean recuerdos relativamente ajenos, visionados únicamente, otros difíciles, quebradizos, tenebrosos, pero muchos son su pasado, herida pendiente de cubrir, perdones a la espera de manifestarse.Sin duda, reminiscencias unidas a su inocencia y, al mismo tiempo, a su seno materno (queda para el recuerdo cinematográfico histórico la impresionante secuencia onírica de levitación).Por ende, en "Zerkalo", los ciclos y espacios se funden de forma alocada para constatar que, simplemente, el tiempo "no existe". Hay sentimientos universales, las épocas de los mismos son innecesarias.Ejemplo perfecto de ello sería el pájaro que Alexei alberga en su mano, traspasando su pasado cultural a un futuro que respira esperanza, anhela historia que narrar.Seguramente haya momentos en los que sea imposible discernir pasado, presente o futuro, pues son exclusivos del director, únicamente él los asocia. Pero a nosotros no nos debe importar, el mensaje es global, universal. Podremos insertar una vivencia cualquiera, nuestra, de nuestro hábitat.La película transita por paraderos que van desde lo lírico y lo hermoso, hasta lo oscuro y terrorífico (por pasado no completo o aprehendido, que es como un abismo que genera miedo, pero no terror al uso, facilón, sino miedo real), pasando por lo misterioso, excitante o subyugante.No nos dejemos guiar por la superficie, que en apariencia es puramente críptica, incomprensible. De lo contrario, solamente veremos sucesiones inconexas en tiempo y espacio, no sabiendo distinguir sin estamos en presente, pasado o futuro, o si somos nosotros los que estamos ahí, si son los mismos personajes o si tienen o dejan de tener continuidad. Nada tendrá sentido. Pero de eso, nada importa.Efectivamente, puede resultar complejo en tanto en cuanto la memoria, las imágenes vertidas, no son nuestras (son del propio Tarkovsky, son sus vivencias). Si no nos place tomarlas como propias, aplicarlas a nuestra vida, no habrá espejo en el que mirarse. No habrá camino por recorrer.Aún así, aquí la memoria no actúa simplemente como generadora de recuerdos, como componente ajado (como se altera y maltrata en la mayoría de films), sino como método para recomponernos, para tomar de ella destrezas y aplicarlas a nuestro aprendizaje, a nuestro crecimiento espiritual.Esa misma memoria, huella del camino a tomar, desaparecerá cuando podamos situarnos en la senda, la cual ya deberá ser recorrida únicamente por nosotros.De ahí emana el histórico plano secuencia final, formando un travelling larguísimo (marca de la casa Tarkovsky) que recorre la naturaleza, la visión hacia la misma como unión con el ser humano, haciéndolo inmortal, logrando una infinidad plagada de belleza y esplendor.La memoria citada como generadora de unión de todas las edades, los niños, la madre, la abuela (interpretada por la propia madre del director). Todos al unísono en la libertad que la naturaleza nos ha otorgado, libres de escisiones, contemplando su fulgor al ritmo de la elevadora, magistral, sublime, espiritual música de Bach. Un final antológico, inmediato a lo divino, al que nada de lo que se nombre hace verdadera justicia.¿Esperanza ingenua? Eterna duda de si la felicidad yace en la memoria o en el olvido de la misma. Eso ya es cuestión de reflexión propia e intransferible.La memoria conduce, pero entonces ocupará un segundo plano para vislumbrar la unión de generaciones que han sido unas el reflejo de las otras (un divorcio que se repite, un perdón que no se sabe cómo ofrecer: más sacrificio en la obra del genio). Ahora nos encontramos solos frente a nuestro camino.Que la naturaleza es nuestra verdadera madre, según Tarkovsky, queda reflejado a la perfección con todo lo citado. Ella nos conduce, une la totalidad de los tiempos y, en parte, nosotros también hacemos que sea canalizada. Un tema imprescindible y recurrente en su filmografía: "Somos parte de aquella fuerza que va desde la piedra al agua". Sin duda, todo muere y llega a su fin, pero, mediante la madre y su esencia, gracias a ella, si se busca en el interior, permanecerá vivo por siempre para nuestros ojos.Para cuando uno quiere percatarse de lo que está tratando, llega el colosal final de "El Espejo", llega el cénit del trayecto para retomarlo de nuevo. Y, aún sin comprenderlo del todo, las lágrimas brotan por las mejillas. No urge secarlas. Tampoco urge adivinarlo íntegramente.Lo verdaderamente enjundioso es que no ha llorado nuestra persona, nuestra porción física. El espíritu es el que ha derramado las lágrimas. Porque, por primera vez en su biografía, ha sido tocado con los dedos.Porque, para brindar un lirismo inexplicable al metraje, Arseni Tarkovsky, padre poeta de Andrei, recita unos versos propios, unos poemas repletos de preciosismo, ritmo de ensoñación, pasión y esencia.Porque el último escalón no es solamente uno de los mejores de la historia que el cine conoce. Se extiende más allá del celuloide, de la cultura, de todo lo que conocemos en vida. No nos queda más que agradecer a Andrei Tarkovsky el hacer una obra inabarcable, de una magnitud y estilo jamás alcanzados. Una obra para todos los tiempos.Pues no estamos únicamente ante una Obra Maestra: nos encontramos ante una Obra de Arte imperecedera, soberbia, emocionante. Una oda a la existencia, un poema a la vida.Como esos relatos en los que el mero voyeur, espectador aséptico, pasa a convertirse en parte imprescindible de los mismos: desde el nacimiento a la muerte, desde la génesis hasta la consumación.Como una sonata que entona en otoño el ocaso de las hojas, y los árboles vigilantes salen a empujones del útero.Como en un cristal se percibe el pulso de los ríos, sangrantes de savia y asombro ante el hueco diáfano de la tempestad.Como el susurro que escapa por la escalera, vestido de éxtasis que se funde con las húmedas lilas, y nos lleva lejos, a sus dominios, al otro lado del espejo.
El recuerdo como un viaje a la posteridad.
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En Los amigos de Peter concurren circunstancias muy favorables para que la impresión de su visionado sea excelente y dure lo suficiente como para que la película sea recordada con un cariño especial. La primera es un reparto deslumbrante: Kenneth Brannagh, que dirige, Emma Thompson, su esposa entonces y el siempre eficiente Stephen Fry, visto recientemente en Hijos de los hombres, que son tres de los mejores actores británicos de su generación. Luego está el primoroso guión de Martin Bergman, Rita Rudner y el propio Brannagh, que bascula entre la comedia a lo Woody Allen ( diez amigos se reunen tras diez años en casa de uno de ellos, el tal Peter, Stephen Fry ) y la mirada ácida, sentimental, burlona, más escorada al drama a lo Woody Allen también ( los diez amigos no sólo se cuentan batallitas y hacen chistes sobre la vaginitis de la hija del presidente sino que le meten los dedos en la boca y rascan allá donde el picor después muta en daño ).La película se beneficia del estado de gracia del reparto, pero también de la implacable evidencia de que los sentimientos y las confesiones que afloran en esa reunión en casa de Peter ( y su luctuosa conclusión inaplazable ) son asequibles a cualquier corazón sensible, íntimamente trenzados a su propia experiencia vital.No precisa Los amigos de Peter la maquinaria abigarrada de otros filmes de Brannagh, tan amigo del bizarro verbo shakesperiano y de las complejas estructuras narrativas como En lo más crudo del crudo invierno o el Frankestein de Mary Shelley. Al modo en que Love boat, aquí Vacaciones en el mar, abría su andanada frivolona de amores de crucero caribeño, de pequeñas orgías del azar, el film de Brannagh descubre también un muestrario apetecible, predecible, es cierto, pero sincero, de arquetipos, que van configurando la concatenación de revelaciones, confesiones y decepciones que lastran a Peter a confesar, al final, lo que verdaderamente atenaza su corazón y todos saben / todos sabemos a qué viene la función.Brannagh renuncia a su querencia al texto vitaminado de epítetos y rimbombancias para ofrecer un entretenimiento dignísimo que, en ocasiones, bien pudiera confundirse ( y eso es una loa ) con un episodio suelto de la BBC para televisión, pero que vemos con agrado, plácidamente conmovidos por la riqueza de unos personajes desafectados y cuerdos, sinceros, agarrados a la vida, lúcidos y cercanos.
Los amigos de Peter son los nuestros, esa parte de nosotros que vamos dejando por el camino, pero a la que podemos acudir cuando queremos. El film es un cántico, sobre todo, a la amistad, a la necesidad de contar con amigos para hacer llevadero el trasiego a veces insorpotable de la vida. Y Peter lo sabe perfectamente.
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Matinee debe ser tomada muy serio, aunque adopte maneras frívolas y su estilo sea una apuesta descarada por el cine pulp de los cincuenta y de los sesenta en donde los norteamericanos dormían con el miedo a ser abducidos o a que el grifo manara agua radioactiva que les convirtiera en escarabajos capitalistas. La seriedad de Matinee estriba en su contexto: el aliño habitual de este tipo de películas es la prolífica serie B de aspecto casposo y cutre, de presupuesto escaso y fantasía desorbitante que abundó durante la Guerra Fría en los EE:UU como descompresor cultural de la tensión bélica y del ruido estremecedor de las bombas que, no cayendo, apuntaban a todos los lados.Estremece pensar que la ficción de Dante se aliña con terrores cotidianos extraídos de esa realidad convulsionada por el litigio entre rusos y americanos y toda la turba de países adscritos a uno u otro bando que torpedeaban la estabilidad con pequeñas guerras civiles interesadas. La guerra fría era la amenaza para escombrar el mundo y Lawrence Moosley, un John Goodman prodigioso, es el mago de la impostura, el genio gordo de las ferias de pueblo que engaña a las familias para que compren su mejunje, que es cine de palomitas, cine desactivado de toda pretensión de durabilidad, como el propio cine de Dante o como esta película. Tenemos así cine dentro del cine, una película que habla sobre las películas de una época en donde Bruce Banner, el héroe de la Marvel, el Hulk verde afectado por las radiaciones en una prueba militar, era el icono de un futuro borroso. Mant, la película que Moosley publicita estupendamente en Matinee habla de todo esto: de hormigas atómicas y de rayos perversos, de sueños en la Luna y de hombres trabajadores que abren mucho los ojos cuando se sientan en una sala de cine para dejar que la magia, la mentira, la falsedad, el engaño, los retiren de la barbarie del mundo durante dos horas.Luego están las matinales históricas de la juventud, ahora perdidas por mor de las nuevas filias tecnológicas que apelan al individualismo, al segregacionismo social y a cierto exclusivismo elitista. Dante, que fue primero caricaturista y después montador para Roger Corman, de quien aprendió que se podían hacer buenas película a bajo coste, posee un estilo desenfadado, generoso en guiños a las series televisivas y rico en niños y en adolescentes, emparentándose en eso con su mentor Spielberg, aunque éste sea más ampuloso en el mensaje, más guignolesco, grandilocuente y refinado.Matinee es una disfrazada sátira burlesca de una sociedad agitada a caballo entre el susto nuclear ( Bahía de Cochinos, los misiles cubanos, los soviéticos en las playas de California como amenaza suprema ) y la cicatrización de las heridas de la Segunda Guerra Mundial. Y el cine contribuye espléndidamente a que nada traumatice en exceso. Lo que Woosley hace es lo que Dante, en el fondo, pretende, aunque éstos sean otros tiempos y las amenazas y los miedos sean también otros y tengan otros disfraces. Dante es un obrero inspirado al que se le ha encomendado entretener a la tropa mientras se arman las barricadas: entretener es distraer, conmover, sugerir, emocionar, enseñar y, en todo caso, procurarnos el júbilo que nos roban los teletipos.Matinee es un retrato costumbrista muy atinado de la América "fría" salpimentado con la sal gorda del humor más burdo ( el que se ve en la película en blanco y negro de Woosley ) y con otro humor, corrosivo esta vez, duro, aunque no hiriente, que explica la patología de un pueblo atrincherado en el estupor por el porvenir.Durante el desarrollo de la historia es posible oler a un Vietnam en ciernes y descubrir que los adolescentes que protagonizan la sesión no tienen ni puñetera idea de lo que es el comunismo y si esa ideología puede desmontar el american way of life que sus padres han edificado con sangre, sudor, barras y muchas estrellas.
Híbrido entre el cine de Ciencia Ficción de los 60, pobretón y patético, y el drama sobre adolescentes. Una película ingenua, divertida, recomendable siempre, que da una visión muy precisa de una época.
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¿Mito o realidad? ¿La historia vista a través de la lupa de los siglos? Poco es lo que se sabe con seguridad acerca de la batalla de las Termópilas, pero una cosa sí es cierta: respira épica por los cuatro costados. Frank Miller estuvo años preparando su historia gráfica sobre la mítica gesta espartana contra el ejército persa de Jerjes y editó uno de sus más famosos libros. Años después, nos llega en forma de película para disfrute de todos los amantes del cine de acción. 300 soldados espartanos a las órdenes de su rey Leónidas se enfrentaron al millón de persas que, bajo la dirección del temible Jerjes, invadían todo a su paso allá por el siglo V a.C. Si las cifras son o no son, si los espartanos fueron llamados por Atenas o se bastaron ellos solos, si llevaban siervos o fueron a pecho descubierto? Quitaos todos esos prejuicios y dilemas al entrar al cine. La historia está en las bibliotecas, aquí sólo hay honor, sangre, valentía, guerra y muerte. Y Warner Bros., de la mano de Zack Snyder, nos la presenta a los ojos en toda su majestuosidad e impacto visual.Por gentileza de Warner Bros. Entertainment España y la inestimable colaboración de www.muchocine.net, a los que agradecemos enormemente las atenciones desde estas líneas, tuvimos el privilegio de asistir a la primera proyección del "300" en España, que se estrenará al público el próximo 23 de marzo. La proyección fue en versión original, al estar aún en fase de doblaje.Buena es la impresión tras un primer visionado. La calidad estética nos sumerge en la atmósfera opresiva del arte de Miller. Nubes, luces crepusculares, tierra polvorienta, fuertes contrastes de luz y texturas logradísimas en los primeros planos (el bronce de cascos y escudos, la tela de las capas, rojas como la sangre que salpica en la que es, quizás, la referencia más literal al cómic) nos ayudan a identificarnos, por pura proximidad sensorial. Los que tengan el privilegio de verla en la versión Imax, imagino que entenderán perfectamente lo que digo. La trama, fácilmente comprensible, también nos centra en la historia que se cuenta, que no olvidemos que es tan simple como la determinación de unos soldados en una misión con un destino único e inevitable. Y el guión hace bien en no complicarla innecesariamente. Por un lado, los guerreros combaten como héroes. Sólo hacen eso, pero lo hacen como los mejores. Por otro lado, la ciudadanía de Esparta debate en la retaguardia el futuro de su sociedad amenazada. Aunque bien es verdad que esa trama desarrollada en la propia Esparta le otorga credibilidad al hecho de la partida de sólo 300 hombres a enfrentarse a un ejército como el persa, en el desarrollo de la película se torna en su lastre, en esa especie de "intermedios" que dejan descansar a los guerreros y alargan el metraje hasta la hora y cincuenta minutos, aproximadamente, que parece ser algo políticamente correcto, hoy día, pero que no tendría por qué coartar la creatividad de una obra. Se puede dejar aquí en el aire una pregunta: ¿Cuándo se atreverán los estudios a hacer películas de una hora? ¿Cuando nos atrevamos a pedirlas? No quiero decir con esto que se haga larga, ni mucho menos. Al contrario, parecen pasar volando las casi dos horas. Pero el ritmo de la película se resiente. El juego cámara rápida ? cámara lenta es magistral y funciona muy bien en las batallas o en la fabulosa chica del oráculo, pero no en el guión, el cual sufre frenazos cuando el cuerpo te pide más. Y ya al final, surge para mí el gran fallo de la producción: referencias que nos recuerdan, mucho más de lo que debieran para quedarse en simples referencias, a Troya y, sobre todo, Gladiator. Una cierta falta de originalidad, que sí se había demostrado a lo largo de todo el film, que nos deja un pequeño amargor en la boca. Algo que era fácilmente evitable. No quiero, sin embargo, quitarle mérito a lo que es el gran centro de gravedad de la película. Las escenas de batallas imposibles, de heroicidad extrema, son de una espectacularidad pocas veces vista en el cine. Una gran coreografía que alcanza su culmen en la primera horda persa que ataca de frente a los espartanos y en cómo son rechazados y aniquilados. El último tramo de la escena se desarrolla como un ballet majestuoso y sublime en un logradísimo travelling de perfil puramente griego. Soberbio.En lo que se refiere al reparto, creo un gran acierto del casting (aunque no sé si obligados por presupuesto, ya que se lo tuvo que llevar casi enterito la postproducción digital) la elección exclusiva de buenos actores de papeles secundarios, sin estrellas, ya que eso le da realismo y credibilidad a los personajes. Tan sólo asoma a nuestra mente Faramir, hijo del Senescal de Góndor. De ese modo, el espectador se centra mucho más en la historia y se evita lo que sí sucedió en Sin City, por hablar de un referente cercano: que uno se entretenía en encontrar los rasgos de Frodo en el malo de las gafas blancas?Gerard Butler cumple como el rey Leonidas, en un papel sobrio, que tampoco permite más alardes que sus contundentes frases, arengas y, eso sí, unas miradas de odio a Jerjes que taladrarían su propio casco de hoplita. Lo que sí luce, y mucho, es cuerpo, al igual que todos sus compañeros de fatigas. Las chicas que disfrutaron con el Brad Pitt de Troya tienen aquí para soñar unas cuantas semanas? [Como anécdota de la versión original, es curioso que a un rey espartano se le escape de vez en cuando cierto acentillo escocés].En el otro bando, reinando sobre un sádico ejército persa plagado de monstruos, mercenarios y esclavos, está el emperador Jerjes, interpretado por un Rodrigo Santoro al que no reconocería ni su propia madre, pues tal es el cambio de imagen al que se ha visto sometido para este papel. Dueño de un turbador harem, ejerce de Dios en la Tierra ayudado por su imponente figura sobrenatural. En este sentido, uno de los detalles más vistosos de la película es toda la imaginería persa, a base de pendientes anillados, cadenas de oro, máscaras y sus voces distorsionadas para parecer más graves, cavernosas. Esto último me parece un toque muy acertado.Lena Headey está bellísima como la reina Gorgo, pero le toca protagonizar la parte insulsa de la película. Junto a ella, está muy convincente Dominic West como malo malísimo. En cuanto a la banda sonora, era una de las grandes incógnitas que rodeaban el estreno tras ver el espectacular trailer con "Just like you imagined", de Nine Inch Nails. Finalmente se han decantado por una composición clásica de Tyler Bates (habitual de Snyder), que también bebe de otras grandes bandas sonoras bélicas, como Gladiator (de nuevo, sobre todo en las voces) o La Delgada Línea Roja, a quien se acerca en momentos de la primera mitad de la cinta. Sin embargo, los momentos más logrados y contundentes, mucho más acordes para mi gusto con las imágenes, son aquellos en los que se usa el rock más cañero. Y es ahí, desde mi punto de vista, donde también la película peca de timorata. Otro acto de valentía sería el haberle dado a Trent Reznor, o alguien similar, la posibilidad de crear una banda sonora completa que para nada habría desmerecido el carácter histórico del film.Es cierto que al basarse en un cómic de tal envergadura, que no deja de ser, para el film, un magnífico storyboard previamente publicado, se constriñen mucho las libertades de adaptación, pero un mayor equilibrio en la trama o, incluso, el centrarse sólo en la batalla le habría dado mucha más fuerza a la película. ¿La acusarían de videoclip largo, de pervertir el cómic de Miller? Es posible, pero yo habría corrido el riesgo de hacer algo más atrevido y no quedarse con ese regustillo a Gladiator que te acompaña en los últimos 15 minutos de película. Regustillo que también creo que era evitable aún ajustándose al cómic.Resumiendo, y desde mi personal punto de vista, a la película le falta valentía donde le sobra oficio y técnica. A veces es preferible pecar de vanguardista que de imitador de Ridley Scott (hay cosas que superan el "inspirado por"). Y el poso que deja Zack Snyder es el de haber perdido una gran oportunidad. Ojo, que no el de haber hecho una mala película, que son cosas diferentes. Para quien vaya al cine sin querer ver Ciudadano Kane, el resultado es más que notable.No os la perdáis, la disfrutaréis enormemente. Una película para la agenda de esta primavera .
Buena es la impresión tras un primer visionado. La calidad estética nos sumerge en la atmósfera opresiva del arte de Miller. Nubes, luces crepusculares, tierra polvorienta, fuertes contrastes de luz y texturas logradísimas en los primeros planos.
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El hecho de que Sofia Coppola sea hija de alguien tan importante en el cine del último siglo, probablemente la haya ayudado para hacerse un hueco en el mundo del cine. Pero también es cierto que gran parte de la culpa la tiene ella misma: su primer film, 'Las vírgenes suicidas', ya fue algo polémico, pero gustó. No obstante, fue 'Lost in translation' la película que le hizo dar el salto a la fama: buen guión, gran Bill Murray.Pero con 'María Antonieta' le ha querido dar un toque muy peculiar a su cine. Característico, sin duda. Distinto, original.aburrido. Rompedor, polémico.ñoño. Atrevido.pero soso. Coppola ha querido hacer su visión personal sobre la vida de la reina, pero con un guión de 3 páginas y una trama casi inexistente, poco se puede llegar a hacer. Bueno, se puede contentar a sus fieles seguidores.pero a pocos.El último film de Sofía Coppola nos muestra el lado más personal de la soberana francesa: su llegada a palacio, sus problemas en la cama con su marido, Luis XVI; sus escarceos amorosos con duques extranjeros.su afición al juego. Todo de una forma bastante distinta a la que el cine nos tiene acostumbrados: original, sí.pero soporífero a más no poder. Entiendo que haya querido darle su 'visión', pero por el camino se ha dejado una pequeña atención al interés del espectador.Las actuaciones son de lo más justitas: una correcta Kirsten Dunst aporta cara bonita y poco más. El resto de secundarios son poco conocidos (se agradece) y tienen un papel no muy complejo. No obstante, el punto más comentado desde que se presentó la película en Cannes, es el tema de su banda sonora. Y a decir verdad.es lo mejor. Música moderna, chocante con el clasicismo de la época, pero bastante agradecida.Y es que poco más se puede decir: Sofia Coppola hace de su último trabajo un objeto de culto para determinados snobs, con algunas virtudes (además de la mencionada banda sonora, también hay que aplaudir el mostrar un punto de vista diferente); pero con defectos notables: aún estoy esperando darme cuenta de que en realidad me han contado algo más de lo que vi.
Sofia Coppola hace de su último trabajo un objeto de culto para determinados snobs, con algunas virtudes (además de la mencionada banda sonora, también hay que aplaudir el mostrar un punto de vista diferente); pero con defectos notables.
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Syriana es un meritorio puzzle cuyas ensamblaje rige los destinos del mundo o, dicho de otra manera, Syriana es un compendio práctico de geopolítica finisecular, un mirada inteligente a los poderes en la sombra. Ya no es Dante ni es ese amor que él ponía como motor del mundo. "El amor que mueve el sol y las estrellas". Ni como decía el ya tristemente ido Hilario Camacho que cantaba que el peso del mundo es amor. Donde antes Dante o Camacho, cada uno con sus maneras y conforme al tiempo que les tocó vivir y morir, ahora es un príncipe árabe, quizá instruido en Cambridge, sibarita de los pecados occidentales, aunque fiero baluarte de su idiosincrasia popular. Y el peso del mundo ( ahora ) es el petróleo y su turbamulta acelerada de alucinados que en algún reservado de lujo en un hotel de muchas estrellas rigen nuestros destinos y organizan la colocación de las fichas en el tablero.Syriana es también un espectacular documento sobre las complejas estructuras del discurso financiero del mundo, pero no es una excelente película. Tampoco es buena. Transita una mediocridad forzada, un territorio en el limbo entre el documentalismo salvaje de un Michael Moore en vena o la ficción verosímil de John Le Carré.. La malean los leves indicios de que toda la trama está pillada por excesivas pinzas. Arrastra infranqueables obstáculos. La coreografía de la burocracia internacional exhibe bufetes de abogados de una sagacidad sorprendente, conspiraciones dentro de los despachos del Estado, analistas financieros con influencias formidables, príncipes árabes con lámparas mágica bajo los zapatos de mil dólares y talibanes del terror, los terroristas de siempre, ignorantes y exvotos jubilosos de su causa, que suele siempre coincidir con nuestras pesadillas.Esta argamasa cualificada de gente importante construye una casa comunitaria y bajo ese techo está el lector y está quien esto escribe. Ahí amamos y lloramos, sonreímos y cantamos. El problema es que la inteligencia de Stephen Gaghan, director y guionista de este interesante ( aunque ya he dicho que fallido ) film obliga al espectador ocioso, no ducho en todas las tonalidades cromáticas de la política y de sus sótanos, a un continuo ( y cansado ) ejercicio de complicidad y la trama, alambicada, generosa en escenarios y en ideas, desactiva con demasiada frecuencia nuestra capacidad de atención, que se ve sobrepasada por una avalancha torrencial y sofisticada de pequeñas tramas que, ensambladas más tarde, procuran una gran trama o La Gran Trama, el puzzle visionario, apocalíptico, el mapa de sombras del mundo.Syriana precisa un opúsculo para explicar los espacios en blanco en nuestro cerebro. Precisa también una dosis grande paciencia: la necesaria para soslayar esos huecos, los trozos aparentemente deslavazados, toda la urdimbre de esta paranoia global. Al solventar estas inconveniencias, la película fluye con otro ritmo, el que Gaghan le imprime: vertiginoso, agilísimo, contaminado de la adrenalina de estos tiempos de fundamentalismo religioso, relativismo moral ( por mucho que le pese al Santo Padre de Roma ) y fiebre bursátil.Barnes, un George Clooney convicente, que engordó más de veinte kilos en un mes y se dejó crecer una angustiosa barba, abandona su gesto socarrón habitual para ser el agente de la CIA enviado al próximo Oriente para asesinar a un heredero de un emirato petrolífero que está siendo sospechosamente asesorado ,a ojos yankees, por un ambicioso analista financiero ( Matt Damon ). "La mayor adicción de los EE:UU es el petróleo extranjero barato", dice Gaghan, autor también de un guión muy libremente basado en el libro de memorias de un agente americano en Oriente Medio, Robert Baer.El tráfico de influencias en esas altas esferas que desconocemos no imagino que da para argumentos tipo Jean Claude Van Damme: todo debe ser así, espeso, de una espesura densa y orgánica. Y es esta densidad la que lastra al film a donde debe: al dudoso sueño de las películas de ciencia ficción política, género con no abundantes títulos, pero con su legión de fieles que ven en pantalla sus reflexiones sobre las cuestiones aquí tratadas, que no son pocas ni irrelevantes, a poco que se afine el oído y prestemos toda la atención que sabemos a lo manifestado en estas dos horas y poco de trapos sucios y de oro negro.Los personajes son piezas accidentales del argumento: no hay un esmero en crearlos cercanos sino más bien todo lo contrario: no existe empatía, se nos antojan mercenarios, gente definitivamente irrecuperable para vivir en la sociedad de todos los días. Es de recibo elogiar su distanciamiento ideológico: su asepsia, su indiferencia casi. Lo que se nos muestra, y que únicamente al final medio entendemos, no requiere una vinculación del narrador. Los acontecimiento son "bigger than life" como dicen los críticos americanos del show business. Igual a este cronista de la actualidad cinematográfica le faltan todavía dos o tres hervores de Historia y cuatro o cinco cucharadas soperas de geopolítica internacional para pillar todas las sutilezas del guión que, francamente, apabulla, intimida, deja al espectador ( a éste que escribe en particular ) fuera de onda, desinteresado por cualquier pensamiento profundo y relevante que pueda querérsenos colar. Y no dudo que los haya. Y grandes. Yo no llego a tanto.Ni voy a hacer ningún cursillo intensivo para verla en breve o dejarla para cuando mi mente está menos agitada por la falta de tiempo libre. Que de todo hay.Addenda: Curiosidades / Frases1.- Syriana es el nombre para referirse a un hipotético nuevo escenario en Oriente Medio.2.- George Clooney : "No hay ninguna intención en la película de presentar a los musulmanes como malos ". Ni como buenos tampoco.3.- Matt Damon: " Nadie puede decir que sea proárabe o antiárabe. Ni antiamericano. (La película ) habla por sí misma. No da una respuesta". Tampoco hace las preguntas adecuadas o hace muchas y nos quedamos asfixiados por tanto signo de interrogación.4.- Stephen Gaghan: " Para hacer la película, hablé con espías, traficantes de armas, petroleros, políticos, intermediarios, miembros de casas reales, terroristas. Un agente de la CIA me ayudaba, quería que yo le entendiera, que lo pillara bien. Era un mentiroso profesional, pero creo que me ha ayudado a capturar la esencia". Igual habló con un solo personaje y resultó ser, al tiempo, espía, petrolero, político, traficante, miembro de una casa real...5.- Syriana se filmó en cinco idiomas y en cuatro contienentes.6.- El reparto es numnerosísimo: más de cien personajes de los cuales casi setenta tienen diálogo.7.- Clooney, el galán de Hollywood aquí gris y eficiente como agente de la CIA-mercenario, consintió el engorde y el poblamiento salvaje de la barba, pero no afeitarse, como quería Gaghan, su cabeza. No hay exigencias del guión que puedan con el amor propio de algunos divos.
Infumable cursillo intensivo de geopolítica internacional hecha con innegables y talentosas formas cinematográficas, pero lastrada por un excesivo manejo de situaciones, personajes y subtramas que acaban por derrumbar lo que podía haber sido un vistoso edificio.
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Anoche fuí al cine a ver la película de Tirante El Blanco (Tirant lo Blanc) de Vicente Aranda. Me tocó ir a los cines Yelmo Cineplex, pues en los Abaco no estabán, asi que fuí a la competencia jejeje. La verdad esperaba mucho más de esa película, sólo con el comienzo ya me dejo con mal sabor de boca, como siempre lo único bueno es lo que domina este director: las escenas de desnudo.Un comienzo con expectación de la película y un decorado que se notaba que era decorado, puro y duro, poco cuidado ese aspecto, .después las batallas, malas, muy malas. Esperaba mas acción en ellas y solo veía carnicería de caballos (lluvia de sangre) y cuatro espadazos que parecían de escuela cuando te enseñan a cruzar las espadas y dar mandobles. La verdad muy pésima, las batallas poco cuidadas.Lo mas característico, ver a Rafael Amargo como gran jefe turco, la verdad que cuando lo vi, tenía un buen parecido, pero sólo lo encajaba en que me daba que se marcaría algún baile como gran bailador que es.Mención especial a Victoria Abril, bueno ella en su línea de sus papeles, lo enseña todo, comienza con un recital de felpudo para nuestro Tirante y mas adelante los pechos y ya para acabar desnuda completamente .sin duda es su fuerte .esas escenas las explota como nadie.ya está encasillada.el público lo sabe y lo dice.Como conclusión decir que hay una escena de la película que se me quedo marcada. para no desvelar la película no contare detalles pero saber se sabe que es algo erótica.la escena donde todos ayudan al Tirant lo Blanc a "coitar" (esa creo que es la palabra que define esa escena) impedido de sus piernas que están rotas, traído en camilla, dado la vuelta..llevado a la princesa Carmesina, en posición de misionero y con una doncella, actuando de mamporrera y todos empujando al Tirantlo hacia dentro y hacia fuera para que pueda desvirgar a la dulce Carmesina llena de lujuria. no doy mas detalles de porqué se llega a ese límite , pues desvelaría gran parte de la película y aunque es algo mala.bueno sinceramente, bastante mala, te ríes de las situaciones, algunas muy chocantes e hilarantes.
Lo único bueno es lo que domina este director: las escenas de desnudo
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Diré sin sonrojo que estamos ante una de las mejores cintas de animación del año, hay un par de planos en la cinta que bien valen el precio de la entrada a la sala para verlos, la cinta, muy al estilo Burton narra situaciones calculadas casi al milímetro y es que nada ocurre en la cinta "porque si" sino que todo tiene una razón de ser y finalmente (la cinta apenas dura hora y cuarto) el resultado no decepciona.Además, aunque hacia la mitad de la cinta la película baja un poquito de ritmo, el resultado final es excelente, la música de Danny Elfman (colaborador habitual de Burton) no rompe en ningún momento la narración, y aunque no es una película especialmente recomendada para los peques de la casa, los más mayores difrutarán de ella de principio a fin.Cuidadisima la estética de uno y otro lado (el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.) la ambientación victoriana de la película esta medida y estudiada, y el principio de la película, tal vez con un par de notas de "mala baba" hacia Disney hacen que sea tan sumamente hipnótica que al salir del cine uno no pueda parar de pensar en la película una y otra vez.
Diré sin sonrojo que estamos ante una de las mejores cintas de animación del año, hay un par de planos en la cinta que bien valen el precio de la entrada a la sala para verlos.
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Como canta Edith Piaf, "Paris sera toujours Paris, la plus belle ville du monde". Pues esto y mucho más es lo que expresa esta película. Sin duda una de las más esperadas, deseadas y esperanzadoras películas de este inicio del 2007.Quien no conoce Paris va a poder admirar aquí su esencia, lo que hace a Paris diferente. Quien lo conoce tiene aquí una oportunidad única de alejarse de guías de turismo y adentrarse en las entrañas de la ciudad, en esos rincones que llenan los libros y las historias, perderse por sus calles, cenar en algún bistrôt escondido, perderse en alguna pequeña galeria de arte, en algún puesto ambulante y vivir la ciudad como es, no como nos la quieren vender. Y quien ama al cine va a poder sentir que todavía es posible sentarse en una butaca, llorar, reír y en definitiva sentir, con una gran película hecha de 18 pequeñas historias.Un días paseando por Paris escuche como una turista española le preguntaba a su acompañante ¿por qué la llamarán la ciudad de la luz? con lo gris que es. Señora, la llaman así no por la luz que recibe del sol, sino por que es la propia ciudad la que ilumina a todos los que están en ella. Paris irradia luz por todas sus esquinas, y esta película es un claro ejemplo de ello.Los directores: Joel Coen, Ethan Coen, Isabel Coixet, Alfonso Cuaron, Christopher Doyle. Wes Craven, Gus Van Sant, Tom Tykwer, Alexander Payne y Walter Sayles. Y ahora unos cuantos actores: Natalie Portman, Steve Buscemi, Elijah Wood, Nick Nolte, Willem Dafoe, Bob Hoskins, Ben Gazarra, Gena Rowlands y Maggie Gyllenhaal.Actores: Bruno Podalydès, Leïla Bekhti, Cyril Descours, Marianne Faithfull, Elias McConnell, Gaspard Ulliel, Julie Bataille, Steve Buscemi, Axel Kiener, Frankie Pain, Catalina Sandino Moreno, Barbet Schroeder, Li Xin, Sergio Castellitto, Emilie Ohana, Miranda Richardson, Leonor Watling, Juliette Binoche, Martin Combes, Willem Dafoe, Hippolyte Girardot, Yolande Moreau, Paul Putner, Sara Martins, Nick Nolte, Ludivine Sagnier, Lionel Dray, Maggie Gyllenhaal, Joana Preiss, Seydou Boro, Aïssa Maïga, Fanny Ardant, Bob Hoskins, Wes Craven, Olga Kurylenko, Elijah Wood, Emily Mortimer, Alexander Payne, Rufus Sewell, Melchior Beslon, Natalie Portman, Gérard Depardieu, Ben Gazzara, Gena Rowlands, Margo Martindale, Florence Muller
Como canta Edith Piaf, ?Paris sera toujours Paris, la plus belle ville du monde?. Pues esto y mucho más es lo que expresa esta película. Sin duda una de las más esperadas, deseadas y esperanzadoras películas de este inicio del 2007.
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Además de para descubrir el gran talento interpretativo de Tom Wilkinson, En la habitación me sirvió para seguir la pista de un director capaz de hurgar en los sentimientos con la precisión de un cirujano. Pese a su apariencia de telefilme, aquella cinta, primer largo de Todd Field, sentó las bases de sus virtudes cinematográficas como realizador: un modélico trabajo en la dirección de actores y el ritmo sosegado de un cine que desentraña, con el mayor detalle, los distintos pliegues de sus personajes. En Juegos secretos (inapropiada traducción del original Little children), los aciertos de su predecesora siguen intactos, e incluso mejorados, pero también adolece de algunos de los defectos de aquélla. Como su preferencia por determinados personajes, mejor perfilados, frente a otros que tienden a ser retratados con brocha gorda y tirando de estereotipos. O la utilización, más bien precipitada, del tentador recurso de cerrar historias cruzadas con un trágico final.Pese a todo, Little Children es una interesante cinta que asume el difícil reto de relatar, sin adoctrinar o incluir moralina, cómo conviven varias familias de clase media/alta en la típica urbanización norteamericana. Centra su narración en el idilio estival que viven Brad Adamson (Patrick Wilson) y Sarah Pierce (magnífica Kate Winslet) a espaldas de sus respectivas parejas: Kathy Adamson (Jennifer Connelly) y Richard Pierce (Gregg Edelman). Sin justificar con cursis coartadas románticas ni censurar la relación adúltera, ésta es planteada como la consecuencia de un aburrimiento infantil o de una ingenua búsqueda de la felicidad nacida de esa constante insatisfacción vital tan común entre nuestras sociedades.La voz en off del relato, proveniente del personaje de Winslet, describe su hartazgo hacia su marido o hacia su hija, a quien califica de caprichosa y egoísta sin reparar en la condición de niña de aquélla. Así, cuando en su vida irrumpe una inesperada bocanada de aire fresco a raíz de su relación con Brad, cree sentirse sumida en una felicidad pura y cristalina, en las antípodas de su gris y rutinaria vida. Y a Brad le ocurre algo parecido. No es infeliz en su rol de amo de casa o como principal responsable de la crianza de su hijo, pero tampoco es feliz en su continuo debatir estas obligaciones domésticas y la presión familiar para que apruebe el examen que le resta para graduarse en Derecho. Se siente como despojado de sus años de juventud al haber asumido responsabilidades desde temprana edad.Otro personaje, cuya historia sirve para hilvanar el conjunto, es el pedófilo Ronald James McGorvey (magnífico Jackie Earle Haley pese a estar muy mal doblado). Aunque es consciente de su patológica atracción hacia los niños, no consigue superar su condición de enfermo ni con el apoyo de su madre, única persona por la que se siente querido. Y menos aún en un barrio donde es vigilado y perseguido hasta la extenuación por padres asustados por la amenaza que Ronald representa para sus hijos (excelente la escena de la piscina, con guiño incluido a las estampidas que el Tiburón de Spielberg generaba entre los bañistas). La historia de Ronald viene emparejada con la del policía retirado Larry Hedges (Noah Emmerich), un hombre con un matrimonio fracasado, perdido tras su expulsión del cuerpo policial por un grave error que cometió estando en servicio y, como otros personajes del filme, necesitado del cariño y el reconocimiento de un niño grande que se siente marginado.Al final, Little children solapa con algunos de los aciertos apuntados puntos más flojos como un ritmo irregular por momentos y el uso abusivo, casi colindante con el apunte autoexplicativo, de la voz en off. Pero sí profundiza, dando en la llaga con precisión clínica, en esa irrenunciable naturaleza infantil que nos es común y nos sitúa ante inseguridades, caprichos o huidas que tambalean nuestra existencia, pero también la de quienes son tenidos por personas cuerdas, sensatas y ponderadas. De forma que, en más de una ocasión, seamos y nos comportemos como unos niños grandes que los adultos que aparentamos ser.
Profundiza, dando en la llaga con precisión clínica, en esa irrenunciable naturaleza infantil que nos es común y nos sitúa ante inseguridades, caprichos o huidas que tambalean nuestra existencia.
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En esta vida en la que la originalidad y la innovación en las artes parecen pecado, cada vez más se tiende a buscar los caminos más sencillos, yendo a lo teóricamente seguro. En el cine, eso se transforma en remakes, nuevas versiones u adaptaciones, y una interminable lista de secuelas, precuelas, spin-off. etc. Los productores, en su búsqueda de mayores beneficios con la menor cantidad de riesgos posibles, tratan de seguir explotando a la gallina de los huevos de oro, pero, ¿qué pasará cuando no de más de sí?Manuale D'Amore ha sido una de las comedias más frescas y originales que se han realizado en los últimos años, ya no sólo en Italia o Europa, y ello la convirtió en un éxito de público. Su mayor virtud era que recuperaba el espíritu de las comedias italianas de episodios clásicas, con cuatro capítulos que analizaban ese misterio llamado amor. Menos de dos años después, Giovanni Veronesi nos ofrece cuatro nuevos episodios, sin aparente relación entre sí, salvo la conexión de un programa de radio. En honor a la verdad, Manuale D'Amore 2 es un perfecto ejemplo de secuela fallida y totalmente innecesaria. Esta continuación carece de la gracia y originalidad de su predecesora, y sus distintos episodios se tornan vacios y aburridos hasta un extremo que roza el tedio. El humor escasea en la cinta, y el poco que hay no es de la elegancia y finura de la original, sino que es burdo, cruzando la línea del mal gusto en varias ocasiones. Veronesi comete un grave error, y es dejar en varias ocasiones la comedia a un lado e intentar contar la historia desde un punto de vista más cercano al drama lacrimógeno que a otra cosa. Este fallo garrafal se nota en el primer episodio, pero especialmente en el tercero, el más desafortunado de todos dicho sea de paso. Sólo los actores ponen algo de luz en el abismo que es Manuale D'Amore 2, entre los que destaca Carlo Verdone, no en vano considerado por muchos como el heredero del gran Alberto Sordi. A aquellos que disfrutaron y se mondaron de risa con el primer Manuale D'Amore, la mejor recomendación que les podemos hacer es que se mantengan lo más alejados posibles de su secuela. Esta continuación es una comedia sin gracia, burda y aburrida, por lo recomendamos encarecidamente que se ahorren la entrada, y disfruten del grato sabor de boca que dejó la original.
Perfecto ejemplo de secuela fallida e innecesaria. A aquellos que disfrutaron y se mondaron de risa con el primer Manuale D'Amore, la mejor recomendación que les podemos hacer es que se mantengan lo más alejados posibles de su secuela.
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Giovanni Veronesi vuelve a la carga con una nueva entrega de su Manuale D´amore. En esta ocasión, y tras los excelentes resultados cosechados por la primera parte, cuenta con un reparto más sonado, en el que repite Carlo Verdone y aparecen como deslumbrantes bellezas femeninas Monica Bellucci y una Elsa Pataky que sigue intentando parecer una actriz y que a ratos incluso lo consigue. Este segundo Manuale utiliza la fórmula de contar varias (cuatro en este caso) historias diferentes e independientes. Es éste un método que nunca me ha gustado porque según pienso yo, una de las virtudes máximas de un filme es tener una continuidad en el argumento y que la conexión entre sus diferentes tramas y subtramas sea, cuanto menos, aceptable. Grosso modo, la primera historia narra el amor arrebatador que surge de un accidentado hacia su fisioterapeuta; la segunda trata de una joven italoespañola que vuelve a Roma a presentarle su hijo a su padre; la tercera, de una pareja gay; y la cuarta sobre un matrimonio que acude a una clínica de inseminación artificial. Cuatro "historietas" comprimidas en poco menos de dos horas, aunque tampoco es que dieran para mucho más. Las interpretaciones son correctas, especialmente la de una Monica Bellucci de la que nuestra Elsa Pataky puede haber aprendido mucho. Se agradece, eso sí, el aire de comedia europea, tan diferente en los tempos y las maneras de la típica americanada. En cualquier caso, y teniendo por delante una larga semana de carnaval, no sería yo el que me metiera en una sala de cine a ver esta película. Aunque claro, que si la situación requiere pasteleo, la ocasión la pintan calva.
Mediocridad a lo largo de cuatro "historietas" que pretenden abarcar mucho más de lo que realmente pueden.
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Combinando la aventura con el documental y la denuncia social, y por supuesto con fines lucrativos, llega a nuestras pantallas Diamante de sangre, dirigida por Edward Zwick (Traffic, El último Samurai) y protagonizada por un Leonardo DiCaprio en constante búsqueda de si mismo, Djimon Hounsou (Éragon, La Isla) y la siempre dulce y correcta en sus interpretaciones Jennifer Conelly (Semillas de rencor, Una mente maravillosa). Diamante de sangre es por encima de todo un drama que está ubicada en la cruenta y brutal ¿acaso alguna no lo es? guerra civil que asoló Sierra Leona en los noventa. Ambientada por una buena fotografía, que recoge parajes sin pares y dominada por un ritmo trepidante, no estamos ante la clásica película que bien podría haberse quedado en un documental y poco más. Y es que Diamante de sangre está rodada con una enorme visión comercial, y no sólo por su terceto protagonista principal, sino también por el tempo dinámico, los diálogos un tanto "amoldados" a nuestra temática, teniendo en cuenta que todos, excepto Jennifer Conelly hacen de africanos. El tráfico y contrabando de diamantes ha sido un género que ha dado bastantes títulos al cine, y éste es sólo uno más. No es una gran película, pero tampoco es un horror de los que últimamente hemos venido soportando. Quizás un poco larga, casi dos horas y media, pero que se hacen bastante llevaderas. Lo malo y lo bueno de esta película es que te hace reflexionar acerca de la condición del ser humano, del valor de una vida en el continente abandonado y de hasta dónde es capaz de llegar el hombre por lo dinero. Y digo lo bueno porque algo que te incita a reflexionar es virtuoso; lo malo es la conclusión a la que llegas.
Equilibrada combinación de denuncia social y cine comercial, siguiendo la moda del cine denuncia que reporta multimillonarios beneficios.
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Klimt es una desapasionada visita la Historia del Arte reciente: un viaje amateur, sin visos de perdurabilidad en la memoria, a la mente de un obseso del color, del erotismo refinado de ninfas rodeadas de oro y de flores. No hay casi nada memorable en este telefilm vistoso que llega a las pantallas con el reclamo de John Malkovich, creíble, aunque excesivamente perdido en un personaje también excesivo. Raoul Ruiz establece un juego de lentes muy original: factura un film extraño, subyugante, conciso en su brillantez involuntaria, pero deja una impresión tan etérea como los limbos de esos cuadros oníricos y flambeados de sueños.Se presupone un interés por el personaje que luego deriva en un interés por lo que el personaje representa: el erotismo, la cordura fugada, la presencia de gente importante en ese convulso principio de siglo ( Melies, por ejemplo ). El academicismo, la ortodoxia y la corrección formal de la que huía Klimt se refleja perceptiblemente en la ausencia de ortodoxia y de corrección formal de esta película que desatenderá muchas esperanzas y abrirá, no lo dudo, otras, pletóricas de deseos de saber más sobre el pintor austríaco porque este biopic es pobre en información y rico ( desgradaciadamente rico ) en florituras de biógrafo enamorado de su biografiado. Mal aconsejado, Ruiz se reviste de una intelectualidad forzada que pretende ( y consigue a medias ) recrear un periodo de la historia del siglo XX trascendente y relevante en aspectos sociales y artísticos.Cierta incontinencia en el uso del desnudo femenino podría inducir que se trata de una película erótica con ínfulas de biopic convenientemente documentado, pero no hay lucimiento ni empeño en las escenas meramente sensuales ni en la plasmación de una época o en la explicitación de las razones de un genio.La sífilis que devastó el tino de este pintor ha desastrado también el pulso cinematográfico de un director en posesión de un material convincente, válido para levantar un tributo al Arte, del que el cine escasea. Malkovich tampoco es el buen actor que conocemos: como si entendiese que no es ésta la película por la que va a ser recordado.Acudí en busca de suntuosidad y salí embadurnado de tedio. Me quedó, en materia de vida de pintores, con El loco del pelo rojo o con Sobreviviendo a Picasso, que sin ser nada del otro mundo, explicaba con mesura e interés la vida del artista malagueño con un apoteósico Anthony Hopkins. Malkovich, ajeno a este mundillo de Belle Epoque transmutada en gris paleta de emociones mutiladas, sobrevive, como Picasso, pero no más.addenda: y las mujeres, como si fuesen modelos niponas, tienen un cuidado rasurado del pubis que en nada corresponde a aquellos tiempos. (pero, vamos, esto es una apreciación muy personal.)
Malogrado (de nuevo) de hacer biopics de altura. Éste se queda en un inventario caótico de mujeres desnudas, colores y alucinaciones varias. ¿Será la sífilis del pintor o la ebriedad artística del director?
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Todavía puedo escuchar las carcajadas de David Lynch detrás de la pantalla. El muy bastardo ha conseguido tenerme tres horas sentado en la butaca viendo. algo.Empezaré avisando de que todas las pelis de Lynch, salvo Una historia verdadera, me dan miedo. Esta es la sinopsis oficial, atención: La historia de un misterio. La historia de un misterio en un mundo dentro de otros mundos que se revelan alrededor de una mujer. Una mujer enamorada y en problemas. Já Já JáInland Empire es un autohomenaje que se brinda el chiflado de Lynch (es oficial, está loco) como en su momento y salvando las distancias se dieron Kevin Smith en Jay y Bob el silencioso contraatacan o Carpenter en Fantasmas de Marte. Y si no me creéis mirad los créditos finales. Inland Empire es una historia de actrices, de putas y de una familia de conejos que vive entre risas enlatadas. Y de terror, porque Inland Empire es una peli de terror.A ratos expresionista, a ratos videoclipera, siempre diferente (y digital), necesita la absoluta entrega del espectador desde el primer momento para no salir por piernas a la media hora. Podría ser también el piloto incompleto de una nueva serie de misterio cancelada antes de terminar el rodaje.O también podría ser una revisión lynchiana de la "mítica" La fin absolue du monde, no te jode.Yo que sé. Me gusta. La odio. Ponle tú la nota cuando la veas. Pero vete a verla.
Todavía puedo escuchar las carcajadas de David Lynch detrás de la pantalla. Yo que sé. Me gusta. La odio. Ponle tú la nota cuando la veas. Pero vete a verla.
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Toda la película está ya resumida en sus primeros minutos: una pareja burguesa con un hijo se dirige con su Range Rover hacia su casa a orillas de una lago. Arrastran un velero de dimensiones obscenas. El entretenimiento consiste en ir adivinando, gozosa, lúdicamente, qué piezas de ópera van sonando en el reproductor de cd. De pronto la música clásica deja de sonar y la banda sonora del film apabulla con una machacona apisonadora de hard rock industrial, ruido reposado sobre dudosas bases melódicas .El resto es un desasosegante thriller cuya consistencia reside en las implicaciones morales y en las justificaciones sociales de una pareja de psicópatas que abordan la plácida vida aburguesada de una familia con la inexcusable tarea de matarlos sin que en ninguna circunstancia del film se nos informa sobre la naturaleza del crimen o sobre las consecuencias de su ejecución. A tal efecto, Funny games se reviste de provocación y va transitando, sin apenas recursos estrictamente cinematográficos, por lugares trillados por otros films, pero que aquí están ampulosamente llevados a un extremo brutal, aunque jamás nos escandalice ninguna escena porque lleve aparejado un componente violento explícito: aquí no se el pornográfico y truculento gore de otros adalides de la provocación como el Tarantino de Pulp Fiction o de Reservoir dogs o el pseudointelectual Oliver Stone de Natural born killers. Haneke obvia el regodeo: se instala en los planos larguísimos, estáticos casi, de personajes varados en la tiniebla de la inmoralidad ( los yuppies que asaltan la casa y ejecutan su siempre absurdo plan ) y personajes lastimosamente anclados en la incomprensión y en la impotencia de no saber el objeto del juego al que han sido empujados.El episodio de la ópera mutada en ruido metálico es la referencia: ahí está, aunque leí que Haneke no lo tenía claro del todo, la línea argumental de todo el film: cómo la vida se sustenta en muy frágiles cimientos y cómo el azar ( qué si no ) puede variar el acomodaticio merecido ocio de estos burgueses amantes del bel canto hacia la tragedia sin paliativos. Sin solución de fuga.Lo que la cinta no plasma con alguna elocuencia es la razón de estos cabrones que usan la violencia como juego, un juego divertido, como dice el título. Kubrick hizo La naranja mecánica con una muy clara idea de qué pretendía esa aparente apología de la violencia. La novela de Burguess ya principiaba un sólido alejamiento de toda idea frívola de la violencia. Drugos y nadsat fatigaban las calles en busca de diversión como estos niñatos de Funny games. Incluso hay un tributo a ese film en éste: Alex ( Malcolm McDowell ) es lenguaraz, vivo, culto y refinado, y tiene a un adlátere lerdo, fofo y primitivo, su "drugo". Igual sucede aquí. Los dos personajes están construídos con idénticos mimbres psicológicos si es que alguna psicología pueda usarse para razonar el comportamiento de ese tipo de gentuza. Haneke deconstruye la gramática del thriller con psicópata y prisionero que sabemos que va a morir antes de los títulos de crédito: lo hace eliminando todo signo de gratuidad erótica: la mujer es obligada a desnudarse pero nunca hay más piel enseñada que la necesaria . Tampoco se ensaña en las muertes que se van produciendo: las retrata asépticamente, casi sin un empeño en denunciarlas. Es significativa la última, que parece un accidente de la climatología más que la pérdida trágica de un ser humano.Los secuestradores o los asesinos o los yuppies tarados ( qué importa ) juegan también con el espectador, que es una pieza más en la trama: lo implican en el juego, le obligan a determinar una postura o a razonar con ellos la lógica de lo que está sucediendo. Hay incluso una escena en la que la película se autorebobina: lo que parece un final feliz o, al menos, el camino para que ese final feliz se produzca es violentamente censurado por el asesino. Cuando su amigo es escopeteado, busca nerviosamente el mando a distancia de la televisión para echar atrás lo que acaba de suceder ( nosotros vemos como la cinta va hacia atrás efectivamente ) y borrar esa incomodidad ( que su amigo muera ). Lo que esta agresiva e incómoda cinta promete es un espectáculo transgresor como pocos: la exquisita educación de los asaltantes va aditamentazo su comportamiento esquizoide, su impulso criminal. Duele pensar que una mente lo suficientemente despierta y culta como para pedir huevos por favor y excusarse por parecer maleducado luego sea capaz de disparar a un niño o reventar un futuro con esa pasmosa facilidad.Esta turbia constatación de que el mundo va mal y de que todos los que en él andamos fagocitamos las mismas débiles promesas de que quizá algún día va a ser mejor no puede sustraerse de ser catalogada como la película insoportable que reposa en nuestra colección de películas a la espera de que un amigo con ganas de emociones fuertes nos pida algún entretenimiento nocturno. Hablando exclusivamente de cine, Funny games no es cine: es una especie de experimento basado en las técnicas del cine, pero se escapa de esa categoría conceptual cuando Haneke contradice todo sentido lógico de la narración y se queda dos minutos parado en un fotograma, que bien pudiera parecer un cuadro. Yo me sentí desasistido, ajeno de pronto a todo cuanto había visto antes. Deseé ( y lo hice vehementemente ) poder rebobinar la cinta hacia delante. Lamenté no tener a mano un mando a distancia ( ¿ el de la película ¿ ) para poder avanzar unos minutos y perder de vista el plano fijo, reventón, exasperante, tedioso, abusivo, de un hombre con la pierna destrozada en una silla o una mujer cerca del cadáver de su hijo, al que han matado, pero no lo hemos visto.En muy concisas palabras, hay que tener muchas ganas de pasar un mal rato para dejarse atrapar por Funny games. Caso de que esas ganas existan o de que uno no tenga no puñetera idea de qué va el asunto ( cosa que me pasó a mí ), hay que apencar luego con el mal rato. Saber llevar el resto del día. Dormir a pierna suelta después de verla sin que pesadillas tenebrosas sobre la maldad y sobre la mala leche de muchos, algunos de los cuales igual están irremediable y lamentablemente cerca de nuestra plácida vida.Parece que Haneke va a volar a Hollywood para hacer allí un remake de su Funny games con estrellas del celuloide ( Tim Roth y Naomi Watts ). Ignoro por completo si he visto una película buena o mala. No caben aquí calificaciones, jerarquías, sometimientos a una escala que a veces no es fiable. Aquí hay que desconfiar de todo. Hay que tragar saliva. Hay que cerrar los ojos. O abrirlos mucho. O no pensar. O pensarlo de golpe todo y a una velocidad muy rápida.Qué mundo.addenda: no he leído ( ahora voy ) la crítica de Funny games en Cine de autor de esta noble y valiosa página cibernética del amigo Víctor. Podríamos, qué razones hay para lo contrario, hacer un Especial "Funny Games". ¿ O no ?
Transgresora, incómoda, necesaria, improcedente, terrorífica, inteligente... Vamos a buscar más adjetivos y los colocamos aquí. En todo caso, cine convulso, como la vida. Si naciste pa' martillo, del cielo te caen los clavos.....
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La pasada semana pude ver Azul oscuro casi negro, y la verdad es que por distintas circunstancias la vi dos veces. La primera de ellas fue el pasado martes 11 de abril, que fui como cualquier persona, pasé por taquilla y cuando estaba haciendo unas compras, vi una llamada perdida. Al entrar en la sala, el gerente del cine me dijo que me había llamado, que es que el próximo viernes iba a venir Daniel Sánchez Arévalo a presentar la película con su posterior coloquio, y para que asistiese. Así pues el martes la vi por primera vez y me encantó. Posteriormente pondré mi crítica.El viernes volví a acudir y me encantó de nuevo, Daniel salió a presentarla desapareciendo después para volver a aparecer a mitad de película y sentarse en una de las primeras filas. Me resultó muy curioso, porque había leído el post o noticia (como lo queráis llamar) que había escrito él en su página, en el que detallaba como se había metido el otro día en una sesión de un cine de barrio para volver a verla y observar a los espectadores. Así que ahí estaba yo, observando al observador que como bien dice, - yo soy de los que va al cine con palomitas y cocacola ? que por supuesto acompañaban su visionado.Posteriormente se celebró un coloquio en el que Daniel comentó distintos aspectos de su película y sobre el panorama cinematográfico actual. Es curioso y a la vez "triste" que por ejemplo programas como Buenafuente y otros, no lleven a este director y a algunos de sus actores para hablar de la película por el hecho de no ser "famosos". Ya que como subrayaba el propio Sánchez Arévalo, el público de estos programas es bastante afín al que tiene Azul oscuro casi negro, por lo que hay un rango de casi dos millones de telespectadores que podrían interesarse y acudir a ver la película, pero claro, al no aparecer en estos programas pues se pierde esa oportunidad.Bueno a continuación voy a poner la crítica, pero antes que nada, y aunque yo no tenga nada que ver, agradecer a Daniel que acudiese a Santander para presentarla. Hay mucha gente que desconocía la figura de Daniel Sánchez Arévalo, pero antes de esta ópera prima ya nos había encandilado con otras pequeñas joyas: sus cortos. Azul oscuro casi negro retoma los personajes de Física II, aunque no por ello olvida situaciones y aspectos que le han hecho crecer como director, por lo que incorpora partes del mundo creado por él en sus anteriores trabajos: Exprés, Gol, Profilaxis y La culpa del alpinista.Esta es una de esas películas que hacen que la gente que "odia" el cine español se tenga que callar, o por lo menos puede decir que no le gusta pero no lo típico de que es una mierda, porque esta ópera prima es casi magistral.Daniel como buen guionista que es, ha sabido dosificar y hacer que Azul oscuro casi negro nos encandile y nos haga reír y llorar con unos personajes humanos y muy cercanos. Personajes que nos podemos encontrar en cualquier ciudad o hasta en nuestros círculos más cercanos. Historias urbanas que dan la posibilidad de demostrar que en el cine hay algo más que explosiones y asaltos, y que permiten a los actores disfrutar con unos personajes que les van a hacer crecer y explorar varios registros.Desde un sensacional Quim Gutiérrez pasando por Marta Etura, Raúl Arévalo, Manuel Morón, Antonio de la Torre, Ana Wagener hasta Héctor Colomé. Sin duda un reparto espectacular, que aunque a mucha gente le parezca desconocido, a partir de ahora le empezará a ser familiar.Hay mucha gente que dicen si una película es buena o mala según lo que les haya parecido, en parte es lógico, aunque además de tener esa apreciación hay que atender y prestar atención a muchos otros aspectos que forman el producto que se acaba de ver.En base a todo esto, Azul oscuro casi negro, se confirma como una buena película, aunque me atrevo a calificarla de excelente (una de las mejores del año, y eso que estamos en abril) ya que la gente vibra con la película, no creo que haya nadie que le sea indiferente y no esté inmerso con los personajes y sus vivencias. Además de eso, ya en un plano técnico, la dirección del "novato" Arévalo es muy acertada. La planificación, utilización de la cámara, de sus escasos movimientos, de los escuadres, de la música, de la dirección artística, del casting, en definitiva de todo lo que hay que tener en cuenta para que la casa no se desmorone, está sacado a flote y de qué manera. La verdad es que si con su próxima película consigue igualar o elevar el nivel conseguido con esta, tenemos un director que puede dar mucho al cine español y al séptimo arte en general.
Esta es una de esas películas que hacen que la gente que ?odia? el cine español se tenga que callar
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Quien acuda al cine a ver una adaptación de la conocida (más en Inglaterra que en nuestro país) y curiosa novela de nueve volúmenes La vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, se llevará una decepción. La película no es, al menos en el contenido, una fiel traslación a la pantalla del libro ?objetivo harto dificultoso por su peculiar carácter, todo sea dicho-. Sin embargo, sí se puede afirmar que Witerbottom ha captado y reflejado, en cierta manera, la esencia de este texto del XVIII. Como ya hiciera la obra literaria en su momento, la obra cinematográfica supone parodia y experimentación de las estructuras narrativas convencionales.El filme arranca contando la historia del libro, hasta llegar a una segunda parte en la que la acción se traslada al propio set de rodaje de la película. Es entonces cuando oímos "¡corten!" y asistimos en directo a los entresijos de un rodaje real: rivalidad entre los protagonistas, problemas de financiación, romances entre la plantilla, cambios de guión,? El director inglés abandona la película y nos abre una puerta a su rodaje, imprimiendo a las escenas un sentido de humor irónico que despierta la carcajada en el espectador.En ambas partes de la película es Steve Coogan quien lidera el reparto. El actor acarrea con casi todo el peso de la película, estupendo en su doble papel de Tristam Shandy y del egocéntrico y competitivo actor que le da vida en el rodaje. Coogan co-protagoniza con Rob Brydon -ambos habían trabajado con Winterbottom en 24th hour party- algunas escenas de rivalidad que no pueden elevarse a la categoría de duelo, si acaso duelo ridículo, precisamente por ese carácter paródico. Como ridículas e hilarantes son muchas de las escenas reflejadas, aunque del todo realistas.Winterbottom, cuya heterogénea filmografía hasta el momento fluctúa entre el mainstream y el underground, nos muestra con esta producción su faceta más independiente. Tristram Shandy es una película de autor que sin ser redonda, ni tampoco la primera que aborde el tema del cine dentro del cine (lo han hecho antes Un final made in Hollywood, El juego de Hollywoodo o Ed Wood, sólo por citar algunas recientes) proporciona bastantes momentos geniales de humor. Humor disparatado, como la realidad misma, que en esta ocasión es la de un rodaje.
Winterbottom utiliza como excusa la adaptación de la novela Laurence Sterne para acabar contando una historia del cine dentro del cine, sobre el que ofrece una visión paródica sin restarle credibilidad.
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Tal vez, calificaría esta película como aquellas, que no puedes "revisitar", al igual que "Requiem por un sueño" esta es una de esas películas que la sensación, el mal cuerpo y el azote que siente tu estómago, te acompañará durante una muy larga temporada en tu conciencia, vaya, como decía mi padre, es una de esas películas que "deja poso".Para empezar con ese comienzo, plagado de algunos momentos que forman parte de la memoria colectiva de muchos que ya, o peinamos canas, o perdemos pelo, acompañados de la excelente banda sonora de Lluis Llach.Tal vez, una de las pegas que le pongo a la película es que esté hablada casi en su totalidad en catalán, y que aunque te manejes un poco (como es mi caso), acabes necesitando de subtítulos para comprenderla, esto al espectador le descoloca un poco, asi como la estúpida manía de acompañar a las escenas de acción con música estridente.He alucinado con la facilidad con la que Daniel Brühl habla tanto catalán, como castellano, vaya que parece que el chico lleve toda la vida viviendo en España.Por otra parte, quería destacar la excelente fotografía, donde en algunos momentos el B/N se hace partícipe de la pantalla y donde solo destaca la sangre (roja) que si aparece en color.Por último, y no por ello menos importante, excelentes todos los actores, aunque tal vez destacar a Celso Burogallo, puesto que sin decir ni una sola palabra en todo el metraje, es verle la cara y el estómago se te retuerce por completo, dando la credibilidad y la complejidad necesaria al papel del padre del protagonista.En fin, una cinta que sin lugar a dudas removerá conciencias.
Salvador es una cinta que sin lugar a dudas removerá conciencias.
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El cíclico estreno de una cinta basada en un superhéroe de cómic le sigue siendo muy rentable al cine, pero tanta sobreabundancia puede resultar perniciosa por la repetición de esquemas y estilos narrativos en cada nueva entrega. Posiblemente, la causa de que las adaptaciones sean cada vez más rutinarias esté en el origen de estos proyectos, concebidos casi todos como el inicio de una secuela que deparará cuantiosos réditos comerciales. Con cada puesta de largo de un héroe de viñetas se ansía constituir una franquicia . Y así, estas entregas sobre el origen de los personajes suelen copiarse unas a otras en sus estructuras y contenidos. Partimos con el personaje sin sus superpoderes, explicamos el trauma ?en caso de que lo haya? por el que le son otorgados los mismos, y luego la historia sigue el predecible curso de un héroe que ajusticia a sus antagonistas y combate el mal.El motorista fantasma sigue al dedillo este guión y, para su argumento, ha preferido tomar ideas de los cómics recientes de este personaje, desarrollados en ambientes urbanos, y desechar (menos en un tímido guiño de la película) las primeras ?y mejores? historietas recreadas en áridos y solitarios desiertos. Todo el juego que este personaje podía ofrecer por la ambivalencia que se da entre el motorista acróbata Johnny Blaze y el ente diabólico que de él se apodera, un sicario de Mefistófeles, se va al traste por impericia del guionista o por esa necesidad comercial de crear un filme para un público de todas las edades; apostaría sin dudarlo a que esta adaptaciones-molde responden más a esta última causa.Desde la propia elección del reparto, ya se advierte un tufillo poco osado en este nuevo 'mainstream-comiquero'. Nicolas Cage, que perdía el culo por hincarle el diente a un superhéroe, vuelve a estar pasado de rosca y con la gestualidad propia de un yonqui. Peter Fonda, perdido en la marabunta de 'tv-movies' norteamericanas, retorna al universo hollywoodiense para hacer de Mefistófeles. El hijo rebelde de American Beauty, Wes Bentley, que también andaba un pelín desaparecido, hace de malo como hijo del Diablo. Y la voluptuosa Eva Mendes (una mujer para quitar el hipo) asume obedientemente el protocolario papel de bella novia del héroe de marras.Así, al final uno sale empachado de tanto truquito visual generado por ordenador y sin haber encontrado atisbo alguno de épica u emoción en una cinta que, precisamente, debería ofrecer ambas cualidades a raudales. Esto del 'cine-cómic' me empieza a aburrir.
Uno sale empachado de tanto truquito visual generado por ordenador y sin haber encontrado atisbo alguno de épica u emoción en una cinta que, precisamente, debería ofrecer ambas cualidades a raudales.
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Ya la primera entrega de este tontón decálogo de autoayuda audiovisual para "enamorados del amor" nos pareció un sucedáneo facilón, entretenido pero, en definitiva, mix de ciertos guiños curiosos y muchos no tanto por recurrentes.Es lo que tiene la novedad y la cinta resultaba fresca por lo sorprendente de su montaje y el correcto hilado de su argumento. También gracias a actores solventes y muy conocidos en Italia como Jasmine Trinca (La mejor juventud), pero con poca repercusión mediática fuera del país. La experiencia nos hace listos y se nota el trabajo de marketing, incluyendo en el reparto a Elsa Pataky y la gran Monica Bellucci. Confesada mi predilección por la actriz, me embarco en la tarea de hacerles ver que en el paso de una creación artesanal a una producción en serie se pierde y mucho.De la factoría de churros sale este título que engarza algunas perlas ?pocas, la verdad- con bisutería barata. El resultado es un collar algo kitsch que te puedes poner una, dos veces quizás, pero ya está. Amenazan con editar actualizaciones del dichoso manual y, avisamos, dejará de provocar el efecto perseguido. Aquí ya le cuesta a Giovanni Veronesi, director y uno de los tres guionistas que escriben un par de historias simpáticas, pero tampoco mucho más interesantes que las otras dos, cogidas un poco con pinzas para rellenar el pavo.Ahora bien, no hay duda de que este Manuale d'amore 2 será un éxito, de igual forma que lo fue el primero, no sólo en la taquilla italiana sino en sus ventas internacionales y en cuanto a premios ?aspiró a unos cuantos David de Donatello-. De cara a la promoción y a las ventas, Barcelona es el marco donde se desarrolla parte de dos de los relatos.El enamoramiento, la maternidad, el matrimonio menos convencional y el amor extremo. Son los subterfugios del amor tratados de manera amable aunque carentes de estricto interés cinematográfico, ya que por ejemplo le falta ritmo en sus dos últimas historias. Ahora bien, si concebimos el cine como objeto de divertimento, vaya a ver este fresco sobre los lances y los encantos del amor, no se arrepentirá, siempre y cuando no acabe con la sensación de que abusan de su confianza.
El primero fue un éxito y por eso repiten la fórmula con un título corregido y aumentado o, mejor dicho, estirado y ligerito.
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Wes Craven, convertido en factoría, nos vuelve a contar una prescindible historia con reiterativos elementos en los ya clásicos títulos de terror con y para jóvenes.Reincide en la idea de que los muertos están entre nosotros, más de lo que algunos creen, y son sin cabe más espabilados en cuanto al uso de las nuevas tecnologías se refiere. Estos seres de ultratumba ya se saben los trucos y nosotros, como espectadores, también, aunque a veces, y ese es el milagro del cine en pantalla grande, no hace falta que nos creamos lo que nos relatan para pasar un rato encogidos en la butaca y, he de reconocerlo, entretenidos. Esa es la única virtud de un título que repite los mismos patrones de la mayor parte de películas de terror venidas de Estados Unidos: atmósfera de misterio, chicas guapas que mueren más tarde que sus compañeros -más feos que ellas-, correrías y poco más.Si la tomamos como algo original ?y créanme que es difícil-, su planteamiento engancha y su concepción hasta cierto punto sorprende al ir de la típica sucesión de muertes hasta la panorámica de un presente apocalíptico. La crítica a nuestro estilo de vida contemporáneo no es sutil, sino todo lo contrario, aunque ya sabemos que los excesos no conducen a nada: el metraje se viste de un nerviosismo y una estética que acaba resultando cansina.Wes Craven, perdón, el realizador Jim Sonzero, no se moderniza sino que se ancla en fórmulas que dan buenos resultados. Al final todo queda en una nueva revisión de lo que han hecho otros -y muchos de ellos, mejor-. El cocinillas del terror adapta la acción que transcurre en la nipona Kairo, de 2001, y adereza el relato con los habituales jóvenes universitarios nacidos en el país de las oportunidades y los sustos típicos de sus producciones, ya sean en forma de sueños o a través de cibernéticas soluciones bastante catastrofistas.
Repite los mismos patrones de la mayor parte de películas de terror venidas de Estados Unidos: atmósfera de misterio, chicas guapas que mueren más tarde que sus compañeros -más feos que ellas-, correrías y poco más.
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El debutante Koldo Serra siempre dejó claro que quería hacer una película acerca de la incomunicación que acaba generando confrontación: en la pareja, entre diferentes clases sociales y entre culturas. El punto de partida, aunque recurrente, puede resultar atractivo. De hecho durante todo el metraje podemos permanecer inmóviles, expectantes ante lo que va a suceder, engañosamente abstraídos.Una lástima que tanta tensión se vaya al garete con un relato mal resuelto que por supuesto no desvelaremos. Es más, no esgrimiremos la pluma para desmontar el trabajo. Lo podríamos hacer porque flancos en los que atacar tiene esta ópera prima, aunque vista la manga ancha que se le da a tantas producciones estúpidas, estereotípicas y absurdas, aquí vamos a hacer defensa de lo indefendible por una razón: es un modelaje de cine que tiene visos de mejorar.Intenta innovar, dándole la vuelta a los patrones establecidos. Ahí está el hecho de que vayan cayendo los buenos como moscas, los actores principales sean los que menos luzcan al final y se dote de sustrato psicológico a ciertos personajes a analizar por un terapeuta especializado en familia. Pese a todos los esfuerzos no funciona como producto, quizás al mezclar tantos aspectos y luego no diseccionarlos bien a lo largo de un hilo argumental lineal, con pocos picos de emoción inesperados.Las historias sobrenaturales, con misterios o protagonizadas por asesinos de lo más estrambótico encuentran en los bosques del norte de España la mejor ambientación. Pero el escenario no sirve de mucho cuando hay más acción que contenido y se mantienen tantas puertas abiertas, es por ello que nos sentimos un poco estafados. Tampoco contribuye el plantel de estrellas, que además conforma un sustancioso material interpretativo desaprovechado en un recorrido que se nos antoja irregular y pobre.Aún así aseguramos que hay que seguirle los pasos a Serra. A nadie le han comprado la opinión ni tampoco el que suscribe se ha vuelto loco: este creador en ciernes promete aunque su debut no sea en absoluto brillante; lo hace por arriesgar, aunque se equivoque. No es comparable pero por momentos su criatura me recordaba a la fastuosa ¿Quién puede matar a un niño?, de Narciso Ibáñez Serrador, donde los acosados se convertían en ejecutores y no nos resultaba extraño.
A pesar de ser un homenaje explícito a clásicos del género, a veces resulta interesante que un cineasta cocine un plato con los mismos ingredientes y empleando una misma receta.
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Antes incluso de que en su prodigiosa recta final todas las piezas de Little Children encajen, sus personajes hace ya tiempo que se han revelado como parte de un pedazo de vida mayor. Retazos suburbanos, tristes, dolorosos, extirpados desde detrás del porche y presentados bajo un denominador común, el de la atenta, casi inquietante mirada de un niño al que luchamos por ignorar, con lo que eso conlleva de esquivar de paso a nuestro futuro. Es por eso que esta película de gemidos y silencios, de verdades a media voz, de historias que colisionan (como los trenecitos de juguete) y de fragmentos que se reflejan los unos en los otros (el policía en el exhibicionista y este a su vez en los amantes), es el ejemplo de como el cúmulo de nuestros errores lo acaba sufriendo quién menos culpa tiene. Ahí está sino el pederasta cuyo crimen es querer en demasía a los niños, y ahí están también, al otro lado del barrio, los padres cuyo delito, menos punible pero no por ello más excusable, es el de no quererlos lo suficiente. Pero no hay que limitar Little Children a una reflexión sobre el sufrimiento del menor, ni a un pensamiento en voz alta acerca de como a los 30 seguimos sin madurar, en cambio si hay que entenderla como el retrato fiel de nuestra facilidad para escapar de la felicidad. Con su (per)turbadora y silente puesta en escena, esta lección de vida(s), en la que los padres presentan como única diferencia con sus hijos la de exigir amor en lugar de entregarlo, narra el deambular común de unas cuantas personas a las que acaba quedándoles claro que aquel que afirmó que enamorarse era cosa de niños tenía más razón de la que él mismo pensaba. Ya estamos después los adultos para complicarlo todo.
Retazos suburbanos, tristes, dolorosos, extirpados desde detrás del porche y presentados bajo un denominador común, la mirada de un niño al que luchamos por ignorar.
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Tres (se les supone) respetables madres y amas de casa en un parque observan a lo lejos y, si se hace necesario, con un prismático, al objeto sexual de sus deseos, un fornido y atractivo padre que acude al lugar con su hijo. A pesar que su presencia las turba y excita, nunca cruzarán la barrera del decoro para ni siquiera entablar cuatro palabras con él.Otro personaje, un expolicia frustado por un error del pasado (Gregg Edelman), también observa a un exconvicto con antecedentes de pedofilia (Jackie Earle Haley). Pero lo hace con otra intención; con la autoimpuesta misión de hacerle notar que es vigilado, e incluso verter pintadas lapidarias en su jardín o amenazarle personalmente si lo cree oportuno. Él sí que se siente (socialmente) legimitizado para cruzar la barrera con ese extraño aunque sea para violar su espacio personal.Entre un extremo y otro, lo que se nos es permitido y lo que no; lo que somos y lo que desearíamos ser y tener, se mueve la segunda película de Todd Field. Un retrato tan frío como contundente del día a día de una típica urbanización estadounidense, los seres que la habitan, sus anomalías, deseos y frustaciones.Y lo hace tomándole un pulso que oscila entre el Sam Mendes de "American beauty" y el mejor Todd Solondz, deteniéndose en lo más bizarro de las conductas de sus criaturas. Salpicando además su relato con un humor tan estóico como cortante, por inesperado, que se asemeja al de Wes Anderson.Madame Bovary le guiña a Spielberg.Entre tanta referencia, Todd Field mantiene su terreno intacto: el de las miradas, silencios, vacios o complicidades encontradas; también el de seres respetables que se atreverán, obligados o no, a cruzar la linea de lo inapropiado o directamente de lo punible moral o judicialmente.Y lo hace realizando un film no perfecto: alargado en su metraje, con un narrador en off innecesario, a veces conduciendo su propuesta a medio gas. Pero muy estimable, y poniendo en escena al menos tres grandes cuestiones, relacionándolas entre si e implicando en ellas a sus personajes.La primera es: la búsqueda de la felicidad supone un acto de rebeldía, de subversión, contra las normas establecidas, y puede también causar dolor a las personas queridas o cercanas. Así es para Sarah Pierce (Kate Winslet), una madre y ama de casa que, como una Madame Bovary moderna, descubre los placeres del adulterio para llenar el hueco de un matrimonio y un marido con el que ya sólo comparte techo e hija.Lo es para el desorientado Brad Adamson (Patrick Wilson), atrapado en un estado de niñez permanente, incapaz de dedicar su tiempo a trabajar en algo que tampoco le apetece, y relegado a la sombra de su bella esposa (Jennifer Connelly), la que lleva los pantalones, y el dinero, en casa.Y lo es también para Ronald (Jackie Earle Haley), otro adulto en una mente ya no tan infantil y sí enfermiza, mimado por su comprensiva madre (excelente Phyllis Somerville), que vive en la propia cárcel de su irrefrenable desviación sexual, la pedofilia, y retenido por los barrotes de una comunidad que se siente amenazada por la presencia de este depredador de niños. Lo que incluye una secuencia con un agudísimo guiño al "Tiburón" de Spielberg.Sublevaciones cotidianas.Segunda cuestión: ¿nuestros defectos, vicios y limitaciones nos permiten ser la persona que realmente desearíamos? ¿Hasta que punto somo culpables de no haber logrado lo que creemos que nos merecemos? Así sufren sus personajes, incluídos ese expolicia o el pederasta.Las experiencias, las circunstancias, el destino, los otros influyen, pero también me viene a la mente la fábula del escorpión y la rana, donde la naturaleza de cada uno resulta determinante aunque ello signifique hundirnos en nuestras miserias.Por ejemplo, un personaje secundario, Sheila, interpretado por Jane Adams (que parece recién salida del "Happiness" de Todd Solondz), deambula brevemente por un par de escenas. Y lo hace coincidiendo con la cita a ciegas, mediante un anuncio de prensa, con el pederasta Ronald. Después que éste la invite amablemente, y dentro de la acogedora luminosidad de un restaurante, a "compartir algo dulce", pasamos al exterior de noche y un coche. Allí , Sheila sentirá no la "dulzura" de un postre, sinó el inevitable y amargo "aguijón" de su efímera pareja.La felicidad tal vez se haye mientras estamos instalados en esa comodidad, despojada de responsabilidades, que nos ofrece la infancia, momento en el que donde todo parece que es posible. Con lo que nos conduce hasta el tercer tema: el de la niñez, la capacidad no siempre lograda de madurar, y el inexorable paso del tiempo."Juegos secretos" se abre con unas imágenes de figuras de porcelana que recuerdan la infancia, lo antiguo y lo que nos aferra al pasado; y con planos detalles de relojes con sus sonidos y agujas marcando ese transcruso de segundos, minutos, años?. Más adelante, habrá un (vano) acto para destruir estos objetos, tan ornamentales como simbólicos. También habrá algun intento de sublevación más, pero al final (casi) todo seguirá igual.
Todd Field mantiene su terreno intacto, pero muy estimable, y poniendo en escena al menos tres grandes cuestiones, relacionándolas entre si e implicando en ellas a sus personajes.
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"Ghost Rider: El Motorista Fantasma" es el último producto ambientado en el universo Marvel que llega a nuestras pantallas. Protagonizado por Nicholas Cage, un gran fan de los comics, que parece que incluso ha "ayudado" con el guión. Es tal su afición a los tebeos que a uno de sus hijos lo ha bautizado como Kal-El (el nombre original de Superman). Si ha sido capaz de cometer esa crueldad con un pobre niño, imagínense lo que puede hacer con una película.Resumiendo, la película cuenta la historia de Johnny Blaze (Nicholas Cage), un motorista acrobático que para salvar a su padre de una muerte segura hace un pacto con el diablo (Peter Fonda). A cambio de la salvación, Blaze se convierte en un esbirro de Satanás, cuyo trabajo es recolectar las almas que el señor de abajo requiere. En moto. Cuando aparece en escena un poderoso contrato manuscrito por la venta de mil almas, que tanto Mefistófeles como su hijo Blackheart (Wes Bentley) quieren, Blaze ha de apañárselas para salvar el legajo, patear el trasero a los malos y ligarse a Roxanne (Eva Mendes), y todo ello sin que se le caiga la peluca. Porque oigan, Nicholas Cage lleva una peluca que parece que le han untado la calva en brea y lo han obligado a correr por una peluquería de caballeros. Espantoso. El director y guionista es Mark Steven Johnson, que aquellos que sigan el género de los superhéroes recordarán como el perpetrador de "Daredevil". Aquí vuelve a hacer de las suyas. Cualquier atisbo de interés más allá de los efectos especiales que el personaje del Motorista Fantasma pueda tener, se ha ido por el retrete. La historia original, que se desarrollaba en gran parte en torno a un hombre que había vendido su alma al diablo pero que encontraba el perdón ante Dios gracias al amor verdadero, un tema que ha dado lugar a grandes clásicos de la literatura como "Fausto" o hasta cierto punto "Don Juan", aquí se convierte en un ring de peleas ridículas. Pero qué se espera de un hombre que ha dicho sobre su personaje: "un héroe vengativo demoníaco, una suerte de Orfeo o Fausto". Definir a Orfeo como un héroe vengativo demoníaco viene a ser igual que decir que la Gallina Caponata es un ave de rapiña, más o menos.El guión, además de pisotear el personaje original, se pisotea a sí mismo. Los personajes son todos increíblemente malos. El protagonista tiene intelecto y diálogos propios de un fronterizo; Eva Mendes se limita a enseñar el escote y a poner cara de tonta. Satanás parece un presentador de teletienda y tiene menos autoridad que un guardia urbano. Blackheart, el temible antagonista venido del mismo infierno, resulta tan amenazador como un hombre con una resaca muy mala. Además, ninguno de ellos parece tener unas motivaciones claras, o al menos la película no se molesta en mostrarlas. Para qué. El caso es sacar muchas motos.El desarrollo de la historia es muy irregular. Tarda mucho en arrancar, tras una larga presentación de personajes que no sirve para nada, porque a pesar de que plantea las relaciones básicas entre ellos, pasa por alto detalles insignificantes como por qué Satanás escogió a Johnny Blaze, o qué es lo que le ha hecho, o para qué. Por supuesto, todo ello se aclarará más adelante, cuando un personaje lo explique de viva voz. El antagonista verdadero aparece bien pasados los tres cuartos de hora, y todo termina por resolverse aprisa y corriendo, cuando más o menos todos los protagonistas se encuentran al doblar una esquina.A nivel visual, "Ghost Rider" es un auténtico espanto. La mayor creación de la película, el Motorista, es espantoso, y tiene unas proporciones que más que semejar al Motorista Fantasma, hacen que parezca el Motorista Microcefálico. Los efectos especiales son bastante pobres. No técnicamente, sino en su diseño. Todos los demonios, espíritus y fantasmas que pululan por ahí parecen haber sido sacados de otras películas, y nada sorprende en ningún momento, salvo Nicholas Cage.Miren que en esta página siempre esperamos poco de Cage. Esperamos que nos duela poco verlo en pantalla. Pero en "Ghost Rider" nos agracia con la que es, sin duda alguna, su peor interpretación hasta la fecha. Es absolutamente ridícula. Sus dos personajes son un motorista solitario y taciturno y un demonio que por cara tiene una calavera cubierta en llamas, y Cage consigue que ambos tengan la misma expresividad: la de un mechero. Su lenguaje corporal es el de Elvis en su peor época, y por encima parece que no lleva del todo bien el tema de su envejecimiento, lo que motiva planos ridículos en los que enseña su poderosa musculatura, esconde uno de los lados de su cara (que a mí me da que ha pasado por el quirófano, muy malamente), lleva un maquillaje horrible, o directamente le ponen una media delante de la cámara.Sus compañeros de reparto hacen lo que pueden. Eva Mendes tiene un personaje ridículo, la quintaesencia del personaje femenino florero que le ríe las gracias al protagonista y que ha de ser salvado. Peter Fonda, quién te ha visto y quién te ve. Y por ahí aparece también Sam Elliot, que hace lo de siempre: de vaquero que escupe al suelo.En fin, una aburrida película, digna sucesora de "Daredevil" en la carrera de su director. Recomendada para los que le hayan puesto el Metra-Kit a su scooter.
El guión, además de pisotear el personaje original, se pisotea a sí mismo. Los personajes son todos increíblemente malos. El protagonista tiene intelecto y diálogos propios de un fronterizo.
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Gore Vervinski se atreve a con este drama tragicómico tras haber superado el terror con The Ring (La señal), la aventura con Piratas del Caribe y la road movie con The Mexican. Lo interesante de esta nueva propuesta es que se trata de una película bastante atípica. No llega a convencer del todo, pero nos hace reflexionar sobre muchos aspectos de la vida. Nicolas Cage es un hombre que tiene mucho éxito en su trabajo pero en su vida no está muy realizado. Tiene problemas con la gente, desconocidos que le tiran comida cuando le ven por la calle, y los más importantes: con su familia. Michael Caine interpreta a su padre (lo cual ya es un aliciente) con el que tiene una buena, aunque compleja relación. Luego se encuentran sus hijos, su ex mujer y el novio de ésta. David Spritz (Nicolas Cage) es el hombre del tiempo de una televisión local, al que pueden fichar para una de las cadenas nacionales, con el consiguiente aumento de sueldo y lujos que ello conlleva. Hasta ahí bien, pero por otra parte es un hombre apático, irritado, metepatas, un personaje que acaba cayéndote bien y del que sientes compasión en muchos momentos por lo inepto que llega a ser. Pero no todo es malo en él, lo que pasa que se le suelen torcer las situaciones. Intenta ayudar a su hija, ofreciéndola distintas aficiones que ella rechaza por completo, como por ej. El tiro con arco. Dicha afición se convertirá en bálsamo para todos sus problemas y le ayudará a relacionarse un poco mejor con la gente, ya que suele ser muy irascible con cualquier persona que le reconoce y le preguntan cómo va a estar el clima. También intenta volver con su ex mujer pero no obtiene éxito con sus estrategias. También Vervinski nos ofrece el lado positivo y negativo de ser un rostro popular. Lo duro que es el colegio cuando eres pequeño y no te amoldas a los estereotipos habituales, como ocurre con la hija de Cage; y así como la confianza y las acciones que hay que hacer por nuestros familiares. En definitiva "El hombre del tiempo" es una película curiosa e interesante, que no va a llegar a todo el mundo, como ocurrió con "A propósito de Schimdt" y "Extrañas coincidencias".
Película curiosa e interesante, que no va a llegar a todo el mundo, como ocurrió con ?A propósito de Schimdt? y ?Extrañas coincidencias?
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"Juegos secretos" es una (otra más) "ácida mirada a la típica familia americana", "una desgarradora y nada complaciente mirada al infierno cotidiano de las relaciones matrimoniales", "una fábula moderna" o la última obra del "nuevo cine neoindependiente USA". No me lo he inventado. Todo esto se dice por ahí, en la prensa especializada. Nosotros, que parece que hemos sido de los pocos que no han tenido una experiencia religiosa durante su visionado, y que no hemos visto a Dios en el fondo del cartón de palomitas, nos limitaremos a decir que es bastante aburrida.Hija bastarda de "Crash" y "American beauty", la película de Todd Field radiografía la vida de un tranquilo y típico barrio residencial americano, de esos que a estas alturas ya todos sabemos que están llenos de psicópatas, infelices, onanistas, amas de casa insatisfechas, niñas procaces y el carrito de los helados. En este caso, la historia se centra en torno a dos progenitores, que ahora ya no se puede decir padres; el progenitor A es Brad (Patrick Wilson), un hombre joven y sin trabajo, casado con la pudiente Kathy (Jennifer Connelly), una esposa bastante castrante. El progenitor B es Sarah (Kate Winslet), mujer joven y educada que se ha casado con Richard (Gregg Edelman), un esposo que debería ser castrado. Ambos se conocen paseando a sus críos, y teniendo en cuenta el hastío vital en el que viven, pasa lo que tiene que pasar. De fondo hay también un pederasta que acaba de reinsertarse, Ronnie (Jackie Earle Haley), y un policía un tanto radical e intransigente pero que en el fondo es bueno, Larry (Noah Emerich). Lo típico de uno de estos vecindarios.Aunque los dos progenitores son claramente los protagonistas, cada uno de los personajes tiene su propia historia, que se desarrolla plenamente a lo largo de toda la película. Esto ayuda mucho a que dure más de dos horas, así que nada de ir al cine con almorranas, diga lo que diga el anuncio de la crema esa. Todas las tramas son bastante impermeables, y están unidas porque el director tiene a bien colocar a uno de los protagonistas siempre en pantalla. Con lo cual la película carece prácticamente de estructura, saltando de persona en persona y de lugar en lugar sin fin. Además Todd Field se permite ciertos lujos, como rodar un partido de fútbol americano, que aunque relativamente integrados en la historia, le dan un acabado todavía más heterogéneo al conjunto.Pero todo esto no es lo auténticamente molesto. Ni siquiera el aburrido tono pedantuelo y gafapasta de toda la película, con escenas visualmente muy rebuscadas y que requieren que los personajes hagan piruetas por el encuadre para colocarse como Dios manda, o el hecho de que todo el mundo ande por ahí citando a Flauberto o a Tolstoy. Lo peor e insoportable es la insidiosa voz en off con la que Todd Field ametralla al espectador. En todo momento hay un hombre contándonos de fondo, con todo lujo de detalles, qué es lo que siente cada uno de los personajes que aparecen en pantalla. Espantoso.Aún así, "Juegos secretos" ha conseguido tres nominaciones a los Oscar, una para su guión y dos más para su reparto, que como suele ser habitual en estas películas viene a ser lo más destacable. El papel más agradecido es el de Kate Winslet, que sale desnuda y con poco maquillaje, y eso siempre da idea de que lo da todo por el arte. Por lo demás, es una actuación bastante convencional, que no obstante le ha conseguido una nominación a la mejor protagonista.Jackie Earle Haley tiene lo mismo pero para actor secundario, por su interpretación de un pederasta que lo mismo podría haber sido ludópata, drogadicto, cleptómano o periodista del corazón. Aunque su actuación probablemente sea la mejor de la película, el personaje no está demasiado bien dibujado. Pero eso sí, es un pederasta, que siempre puntúa muy alto en esto del nuevo neocine.El protagonista masculino, Patrick Wilson, dijo en una entrevista, hace ya un tiempo, que uno de sus propósitos para el nuevo año era participar en películas en las que no tuviese que desnudarse. Otra vez será.Ambos cónyuges, Jennifer Connelly y Gregg Edelman, están simplemente por figurar, y en el caso de ella, para lucir cuerpo, por contraste con Kate Winslet, que es lo que Todd Field, que se lo podría hacer mirar, pretende hacernos pasar por mujer entrada en carnes y poco atractiva.En fin, una pretenciosa y aburrida película, que en cuanto se resuelvan las nominaciones comenzará a caer en el olvido. Recomendada para gente que viva en barrios malos, para que sepan que no hay nada peor que ser clase media-alta.
Nosotros, que parece que hemos sido de los pocos que no han tenido una experiencia religiosa durante su visionado, y que no hemos visto a Dios en el fondo del cartón de palomitas, nos limitaremos a decir que es bastante aburrida.
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Pocas novedades trae recientemente el cine de terror como para echar campanas al vuelo por el anuncio de otro producto crecido al amparo de la influencia nipona y pertrechado de todos los tópicos del género sin que falte ninguno. Pulse no es mala de solemnidad. Tampoco es buena. Y mediocre será un adjetivo que igual le viene largo cuando uno ha salido del cine y piensa en frío qué timo le han soltado. No está mal hecha, sin estar bien facturada. No tiene un guión de campanillas por mucho que el cartel entusiasme por lo bizarro de la imagen y la idea de agobio metafísico. Los actores no son brillantes. Tampoco malos. Mediocres es un adjetivo que igual les viene largos cuando uno ha salido del cine y piensa en frío bla bla bla.La inclusión de una amenaza cibernética da un punto de novedad que se viene inmediatamente abajo cuando el director ( es posible que no tenga ni idea del nombre y de que no tenga ningún empeño en enterarme ) se lanza de lleno a desarrollar su historia, que es corta, que podía dar de sí caso de que a otro le hubiese caído la tarea de dirigirla. ¿ Wes Craven, Christophe Gans, todavía encantado con los sustos de Silent Hill ?En fin. Cine entretenido ( ahí no hay discusión ) que se olvida con presteza. De todo tiene que haber en la viña del Señor. Dan ganas luego ( eso sí ) de compensar el error con alguna cinta de más enjundia, de esas que se pegan a los sentidos durantes varios días y que no nos abandonan. Apocalypto, para este escribiente, este año. O El laberinto del fauno, por nombrar un producto cuasinacional. Y en cine de toda la vida Jezabel de William Wyler, pero esto es lo bueno ( lo estupendo, lo maravilloso ) que tiene este vicio nuestro: poder resarcirnos de amores perdidos con amores antiguos.
En fin. Cine entretenido ( ahí no hay discusión ) que se olvida con presteza. De todo tiene que haber en la viña del Señor. Si no fuese por las palomitas......
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Cierto es que algunos realizadores cinematográficos desprenden un tufillo a rancio del que les es difícil desprenderse. En su día, Daredevil adoleció de un estilo como mínimo cuestionable, con el cuernecitos saltando por los tejados entre diálogos ridículos y hits pop/rock totalmente olvidables. Mark Steven Johnson empezaba a soltar esos malos efluvios, y la sensación de que le iban a acompañar durante toda su carrera era muy fuerte.Ayer mismo se estrenaba en cines de todo el mundo Ghost Rider. Mark se ponía manos a la obra de nuevo, y el resultado no es ni más ni menos de lo que cabía esperar. Igual que en las aventuras del Hombre Sin Miedo, nos encontramos con una peli sosa como pocas, jalonada con efectos digitales televisivos y no muy dinámica (ni coherente) argumentalmente. No obstante en algunos detalles se rebajan las pretensiones de su predecesora, como los villanos, encabezados por Black Heart, que recuerdan tristemente a los malogrados malutos de Elektra.En esta ocasión, Jonhy Blaze es un artista circense que hace un pacto con el diablo (por error, primera estupidez) y al que, más tarde, el mismo Mefistófeles engaña burdamente. Peter Fonda interpreta al peor Satán que recuerdo, decorado con efectos especiales malísimos, pero sin una brizna de carisma.El sabor a Coca-Cola Zero es insoportable: Nicolas Cage finje ser un motero antitabaco que no bebe alcohol sino caramelos ¿? y es adicto a los documentales de monos. Eva Mendes interpreta a una novia inverosímilmente confusa por que a su novio le arde la cabeza. El eterno sidekick no está ni para bromas? En definitiva, aguachirri.La banda sonora es despreciada, cuando todo parecía indicar que los temas rokeros y metaleros pegaban a la perfección con el personaje; ya no nos machacan con éxitos pasajeros de la MTV, pero que uno de los temas lo interprete Ozzy tampoco soluciona el desaguisado.Las secuencias de acción son un plomazo bueno y en la mitad del rollo ya estás mirando el reloj. Quizá lo único reseñable sea la caracterización del propio motorista y la intro que cuenta la historia del Jinete Fantasma (personalmente también destaco la extraordinaria chupa de cuero, de las que ya no hay quien encuentre, al menos a un módico precio).Estas pelis tan malas sólo necesitarían cierta dosis de sinvergüencería y bizarrismo para resultar simpáticas. Sin embargo, en los nuevos tiempos de CGI y calificación para menores de trece, la serie bé a muerto, no provocando otra cosa que bostezos.Es una pena todo esto, cuando hace años entrábamos en los cines para ver cosas como Robocop con nuestra cara de niños, y sin embargo aquí estamos? Yo aún no me he cargado a nadie con la UCI que guardo en casa.Concluyendo, si vais a ver El motorista fantasma ya sabéis lo que os espera: sobredosis de azúcar, absurdez y bastante aburrimiento? y sino que se lo digan a mi acompañante.
El sabor a Coca-Cola Zero es insoportable: Nicolas Cage finje ser un motero antitabaco que no bebe alcohol sino caramelos ¿? y es adicto a los documentales de monos.
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Si me preguntan ¿te ha gustado la última de Lynch?, diría que sí. Si a continuación añaden ¿me la recomiendas?, la respuesta es? ni de coña!. Principalmente, porque no me gustan las represalias.¿Y por qué esta contradicción? Porque algunas partes de Inland Empire me han entusiasmado, porque soy fan del director y me gusta cómo en esta cinta se parodia a sí mismo, porque respeto su derecho al vacile y? porque me salió gratis.Lynch ha hecho lo que le ha salido de su delirante sesera sin tener en cuenta que al espectador -aún iniciado en su mundo- una ración de tres horas le puede resultar indigesta. La película no tiene pies ni cabeza, apunta brillantes historias que quedan como siempre en el aire y si sales de la sala dándole vueltas a este homenaje mental a Onán que has visto puedes acabar a los diez minutos en un frenopático.Al lado de Inland Empire, Mulholland Drive y Cabeza Borradora tienen una línea argumental tan asequible como la de Yo soy Bea. Pero los momentos de los episodios de Rabbits, la actuación de Grace Zabriskie, la música, la secuencia en que la chinita cuenta la historia de su amiga que tiene un mono por mascota y un homeless le grita: ¿Por qué nos cuentas esa mierda?, son geniales. Así podría seguir unas líneas más porque 180 minutos dan para mucho.En conjunto, entre el suspense inicial, algo de sopor a la mitad del metraje, los giros que ya sabes que no te llevarán a ninguna parte y demás? la única conclusión es que Lynch se ha pasado un poquito ensamblando pesadillas que, como en los sueños, no tienen coherencia ninguna. ¿Es esta película una gilipollez? no sé, es subjetivo? ¿es un cuadro de Miró una chorrada que haría tu sobrino de cinco años? Tú mismo.
Lynch se ha pasado un poquito ensamblando pesadillas que, como en los sueños, no tienen coherencia ninguna. ¿Es esta película una gilipollez? no sé, es subjetivo? ¿es un cuadro de Miró una chorrada que haría tu sobrino de cinco años? Tú mismo.
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El tema de las traducciones de los títulos de las películas es curioso. Por ejemplo en esta, han pasado de ser ases fumadores a ases calientes, que es mucho más sugerente para el espectador. Por cierto, no entiendo por qué en inglés se llama ases fumadores, dado que no fuma casi nadie en la peli. Ases si que salen, un rato.La película trata sobre un mafioso chivato llamado Israel que otro mafioso quiere liquidar y que le arranquen el corazón por un "quita me allá esas penas". Así que ofrecen un millón de dolares por el órgano vital este, lo que hace que acudan un grupo de asesinos de los más dispar, y a cada cual más y más violento y despreciable. En estas, un par de policías del FBI tienen que tratar que no le maten, dado que es clave en un caso contra la Mafia.Madre mía, que orgía de ritos y más tiros, violencia y más violencia. Una sinfonía de brutalidad no apta para el ojo tierno y sensible. Hubo ratos de la película que me estresaron muchísimo, bien por el volumen que como siempre es brutal, bien por la cantidad de cosas desagradables que pasaban. Que digo yo que se puede contar lo mismo con un poco más de sutileza. Pero dejando esto aparte, tengo que reconocer que me sorprendió mucho el desarrollo de la misma y que debajo de las dosis violentas hay un guión y una historia con un final interesante y sorprendente. Con decir que a mi medio calabacín le gustó está todo dicho.Resumiendo, ultraviolenta película de mafiosos y asesinos, que discurre en su mayoría en un hotel, mostrándonos los más elaborados métodos para matar a alguien. A mí no me encantó, pero estoy convencido que se convertirá en una película de referencia del género.
Ultraviolenta película de mafiosos y asesinos, que discurre en su mayoría en un hotel, mostrándonos los más elaborados métodos para matar a alguien. A mí no me encantó, pero estoy convencido que se convertirá en una película de referencia del género.
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Hace no mucho leí en una revista la clasificación de las mejores películas de la historia, todo al hilo de la últma entrega de Rocky (que por cierto no aparecía la original en el listado). En la primera posición estaba Toro Salvaje, un clásico de esos que todo ser humano debe ver, y como soy un ser cada vez más humano, en un arrebato de gasto me compré en la Fnac un pack de Scorsese que mi medio calabacín quiere devolver por que ninguna peli le ha gustado.La película nos relata la vida del boxeador Jake La Motta, desde sus comienzos hasta su retirada y vida posterior. Nos muestra a un personaje violento, excesivamente violento, misógeno, cabezota y empecinado. Su boxeo es el mejor, y rápidamente sube en el ranking hasta que llega un momento que ningún boxeador desea enfrentarse con él, pero no consigue el cinturón de campeón por que en ningún momento acepta ayudas de nadie. A esto se le suma su cada vez peor relación con su hermano y su mujer.Tengo que reconocer que la película no me ha gustado, dado que estas películas tan violentas, de violencia real y palpable, me ponen mal cuerpo. El trato que da Jake a las mujeres me crispa, y las escenas de boxeo son demasiado explícitas. Alguien dirá, ¿y por qué ves una peli de boxeo? Hombre, por que un clásico es un clásico y habitualmente las pelis de boxeo me gustan, pero en esta hay ensañamiento. Por lo demás, es un peliculón impresionante, con un De Niro grandísimo (que tuvo que engordar muchos kilos durante el rodaje para adaptarse a su personaje). La ambientación es genial, y los actores secundarios me gustan, dado que son muy expresivos, cualidad que se ha perdido en el cine moderno. Por cierto, hay un guiño (o como el espectador lo quiera ver) con La ley del silencio, en el momento en que se encuentra hablando con el espejo como si fuera su hermano. Esto es calcado a la escena del coche de la película de Marlon Brando.Resumiendo, posiblemente la mejor película de boxeo de la historia del cine, con un Robert de Niro espectacular en el papel de Jake la Motta. Ha desatado en mí un gran sentimiento de repulsa, pero de eso se trata el cine, de hacer que los sentidos se despierten, del modo que sea.Me quedo con Rocky.Besitos.P.D: La escena clave del combate contra Janiro es brutal.
Posiblemente la mejor película de boxeo de la historia del cine, con un Robert de Niro espectacular en el papel de Jake la Motta. Ha desatado en mí un gran sentimiento de repulsa, pero de eso se trata el cine, de hacer que los sentidos se despierten, del modo que sea.
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No sé muy bien el motivo por el que me interesé por la película, tal vez porque el poster me encanta, y al verla con tanto premio y tanto bombo me dije, seguro que me gusta, una vez contemplada solo creo que me ha gustado al 50 % y es que esperaba más de la 2ª película de Todd Field, un drama con varias historias entremezcladas muy al estilo de "Vidas Cruzadas" de Robert Altman (QEPD), un referente en este tipo de rebuscadas historias.Para empezar su excesiva duración, para mi gusto alargada hasta la saciedad con ese indecente narrador, que recuerda más a un cuento que a una película adulta, y donde se nota en demasia el paso de la novela al cine, algunas veces es mejor intuir que contarnos a viva voz.He de romper una lanza a favor de Jennifer Connelly y de Kate Winslet, esta última tal vez lo mejor de la película, lo de Connelly es mención aparte, y es que solo aparecer, aunque aparece poco, se me cae la baba con ella.Con unos diálogos bastante cuidados (aunque algunas veces sean un pelín estúpidos), y con un argumento predecible, tanta trama entreabierta merecía un final más notable, nos muestra aquello tan sabido de que "todos tenemos secretos", lástima que en algunos momentos, el que calla otorga, llevando a sus actores a situaciones limite de las que no siempre saben salir con soltura.En definitiva: un buen ejercicio de cine, muy mal resuelto.
Con unos diálogos bastante cuidados (aunque algunas veces sean un pelín estúpidos), y con un argumento predecible, tanta trama entreabierta merecía un final más notable, nos muestra aquello tan sabido de que "todos tenemos secretos", s, sigue siendo menos.
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Cuando uno se planta a ver este tipo de películas debe de dejar salir de su interior el niño que lleva dentro, ese que dejamos sentado en un rincón hace ya bastantes años, ponerse la cabeza de medio lado e intentar disfrutar con la proyección, lo curioso, es que en el pase de prensa (hay que darles las gracias a Deaplaneta por su pressbook y regalos para que seamos benévolos con la critica.). Sé que esta película me hubiera encantando con 10 años, la putada es que ya tengo 30 y si me dejan las cosas a la mitad me suelo enfadar y la sensación de vacío que me deja me suele acompañar al plasmar mi opinión en un texto que luego, tal vez va a leer alguien antes de ver la película.Vayamos por partes; si bien el argumento, la ambientación, incluso la interpretación de los chavales es cojonuda, la película se pierde en un mix de cosas que, o a mi me ha resultado poco menos que sorprendente, sobre todo esas conversaciones filósofico-morales sobre la vida, la religión y demás historias, en una película que va directamente destinada a "la chavalería" me parecen poco adecuadas, tal vez, ese mensaje los chicos no lo capten, pero el olorcillo que se les quedará a los mayores será malo para el boca a boca de la película.Weta Digital se ha dado maña desde "el señor de los anillos" en cuidar los efectos para las películas donde participa, una vez más, todos los efectos digitales realizados por la empresa neozelandesa son excelentes, trabajados, cuidados, y cuasi-realistas. Que aprendan de ellos en Hollywood.Por último, se hubiera echado en falta un ósculo entre los 2 protagonistas, ya que aunque son chavales ¿Quién no ha vivido su primer amor?
Sé que esta película me hubiera encantando con 10 años, la putada es que ya tengo 30 y si me dejan las cosas a la mitad me suelo enfadar.
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N, no trata sobre mí la película (ya, yo tampoco lo entiendo, pero parece ser que no soy el único que empieza por V?). En fin, el caso es que tenía ganas de Ver esta película? Estar escrita por los hermanos WachoVscky la aVala, ya que fueron los creadores del fenómeno Matrix. Y la Verdad es que es entretenida, pero no llega a ser como su predecesora.La historia es muy compleja, y hay momentos en que con tanto nombre y tanto giro te llegas a perder un poco? está muy bien hilada, y al final Ves como todo el puzzle encaja de forma sorprendente y correcta, pero sigo pensando que es demasiado enreVesada? Además de eso se mete en temas complicados? a mi modo de Ver es demasiado política, yo le habria quitado un poco de carga ?social? para darle un poco más de acción.El tema trata de un "terrorista" según el gobierno, luchador por la libertad del pueblo, según él. Está basado en un comic, es cierto, pero es un tema delicado? porque justificar la Violencia es un tema que no se puede tratar a la ligera? Pero bueno, basémonos en lo que es la película en sí.Las interpretaciones están muy logradas, bueno, el protagonista lo tiene más fácil? porque no se le Ve la cara nunca? ¿será un actor famoso? ¿Habra sido siempre la misma persona que estaba debajo de esa mascara? ¿Habrá hecho casting para ese papel? ¿Probándoles la mascara?. Pues os resuelVo las dudas: V es ni más ni menos que Hugo WeaVing, el Agente Smith. Sí, el malo de Matrix!! Ahora pienso para mí: habrá sido siempre él? En fin, eso nunca lo sabremos?Natalie Portman espectacular, tremenda? qué gran actriz? cuando la Veo me acuerdo de esa pedazo de película llamada "Leon (el profesional)", probablemente mi película faVorita? Natalie era genial de pequeña y lo sigue siendo ahora. Así pues, es una película entretenida, no llegará a ser un fenómeno de masas, pero te lo pasas bien en el cine. Luego para entrar en debate y buscarle más pies al gato, ya estarán otros
Demasiado política, yo le habría quitado carga social y le hubiera dado más acción
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Babel es un primoroso ejercicio de investigación sobre la incomunicación. Emotiva y conmovedora, a ratos grandilocuente, esta tercera película de González Iñarritu completa lo que el autor llamó "la trilogía del dolor" junto a Amores perros y 21 gramos. La narrativa quebradiza de su argumento subraya el carácter también fragmentario de la condición humana: el bien y el mal no existen como nomenclatura sistematizable, todo se amolda y se deshace arbitrado por sutiles y, en ocasiones, intangibles hilos. Un suceso ocurrido en el pasado puede condicionar inevitablemente el futuro. Un gesto fortuito ( el regalo de un Winchester que un turista japonés hace a un guía marroquí ) puede condicionar un abanico inmenso de otros hechos, también fortuitos, años después. Este efecto mariposa adquiere en Babel dimensiones dramáticas enormes, fundamentadas sobre sentimientos universales y desarrolladas con contundencia, sin ternura, espléndidamente reposadas sobre un discurso sincero que habla, entre otras muchas cosas, del dolor y de la felicidad fugada ( el matrimonio que va a Marruecos a ver si allí, estando solos, se encuentran ) o la improbable concatenación de casualidades que pueden descontrolar nuestra plácida vida y nuestro mullido entorno.Para contar todo esto, González Iñarritu monta tres películas en una: no es nada nuevo ya que Amores perros o 21 gramos también desarrollaban esta técnica narrativa con distintos resultados. Marruecos, Japón y la frontera de Méjico y los Estados Unidos son los escenarios para colocar las piezas de este crucigrama racial, intercultural, globalizado y babélico que termina por apoderarse de toda nuestra capacidad de asombro hasta dejarnos desconcertados por la levedad del ser, como decía Kundera, y por la ampulosa magnificencia del azar.Todos los personajes de Babel están marcados por un error: los niños marroquíes y el disparo trágico, la chacha mexicana que no se lleva la autorización paterna para sacar de EEUU a los niños, la muchacha sordomuda japonesa que no ha superado su incomunicación y la pérdida de su madre, el matrimonio americano que pretende reflotar su amor en la gris postal del Atlas.Este cine no tiene fecha de caducidad: se atrinchera en unas virtudes imperfectas, pero emotivas. Es cierto que González Iñarritu ya está cargante con este modelo narrativo excesivamente anclado en un patrón formal y lingüísticamente superado, pero todavía sentimos una comezón, un dulce arrebato en las imágenes perfectas de este artista mexicano que igual sabe meterse en el neón de Tokyo que arrastrar su cámara golosa por los caminos de polvo del Magreb. En su demérito, algún episodio alargado ( la boda en México ) o el tiempo excesivo que le dedica a la muchacha japonesa, cuyo concurso ( siendo relevante ) no marca el tono de los acontecimientos sobre los que se apoya la película. Esto no perjudica la impresión general: la de que estamos asistiendo a una pieza magistral orquestada con oficio y sentimiento y que explicita, mal que nos pese, las barbaries del mundo, su desencanto.. En un aparte necesario, hago constar el agradable sentimiento de rebaja de caché que han ofrecido divos como Brad Pitt o Cate Blanchett para hacerse cargo de sus personajes y hacerlo de una forma honrada y exenta del glamour al que nos acostumbran. El támden González Iñárritu-Arriaga, director y guionista, parece que han pactado una separación. Igual conviene. El combinado dolor-emoción-tragedia está ya suficientemente explotado.Únicamente por el muy metódico proceso de montaje del film ya merecería capítulo consistente en la Historia del Cine con indepedencia de que esté siendo nutrida por tanto premio y esté ahí abocada ( luego habrá que corregir o aumentar el post ) a tumbar a pesos pesados ( Eastwood, Scorsese ) en los Óscars por venir.
Obra épica de este siglo XXI recién alumbrado. Generoso regalo para generaciones futuras para ilustrar el desquiciamiento de esta sociedad de ahora. Emotivo regalo también para quienes aquí vivimos y encontramos este terrible espejo de nuestras diferencias y de nuestras semejanzas...
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Mientras preparaba Banderas de Nuestros Padres, visión americana de la batalla de Iwo Jima, Clint Eastwood conoció la existencia de un libro que recogía las cartas que los soldados japoneses de la guarnición de Iwo Jima escribieron a sus familias. Entonces, Eastwood decidió rodar una segunda película que contase la visión japonesa de uno de los más sangrientos enfrentamientos de la Segunda Guerra Mundial.Contar un mismo hecho histórico, más una batalla, desde dos perspectivas distintas no es algo nuevo en el cine, por ejemplo ya se hizo en esa gran cinta bélica que es ¡Tora, Tora, Tora!. Cartas Desde Iwo Jima prometía completar los huecos de Banderas de Nuestros Padres, y sin duda, los rellenará para aquellos espectadores no muy avezados en materias históricas. La historia se centra en el general Kuribayashi (Ken Watanabe), comandante al mando de las tropas en Iwo Jima, y en un soldado raso, Saigo (Kazunari Ninomiya), que sólo desea sobrevivir y regresar a su hogar. La primera parte del film se centra en los preparativos previos a la batalla, en los sentimientos de los personajes, y en las discrepancias entre los mandos. Estos primeros minutos no tienen la fuerza que uno podría esperar de una cinta de Eastwood, pero en cuanto comienza la batalla, la historia gana intensidad y dramatismo. La atmósfera que crean los túneles es agobiante y enrarecida, transmitiendo aún más el sufrimiento de los personajes. Sin embargo, hay varios detalles que chirrían, que no terminan de encajar muy bien en la historia. Uno de ellos es toda la secuencia con el soldado norteamericano capturado. Además, los flashbacks tampoco terminan de funcionar, ya que en vez de dar más empaque al conjunto, tienen el efecto contrario. En las escenas bélicas la cinta se resiente ligeramente, ya que dichas escenas están metidas con calzador entre las escenas de Banderas de Nuestros Padres. La fotografía casi en blanco y negro de Tom Stern vuelve a ser absolutamente magistral. Por su parte, las interpretaciones son buenas, destacando especialmente la de Kazunari Ninomiya.A pesar de sus fallos, Cartas Desde Iwo Jima sigue siendo una muy buena película, en la que Clint Eastwood vuelve a demostrar que sabe rodar como pocos cineastas hoy en día. Y cualquier excusa es buena para meterse en un cine y disfrutar con el trabajo del último gran clásico de Hollywood
A pesar de sus fallos, Cartas Desde Iwo Jima sigue siendo una muy buena película, en la que Clint Eastwood vuelve a demostrar que sabe rodar como pocos cineastas hoy en día.
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Malo es que al principio de la película te cuenten casi un 75 % de ella (en texto), malo es que la banda sonora sea lo más ruidosa e insulsa posible, malo es que se le intente dar un aire "rollito videojuego" sin saber muy bien como hacerlo. Uwe Boll que ya dirigió de manera nefasta "House of Dead" basada en el Videojuego del mismo nombre, repite con "Alone in the dark" que trata de esa saga de Survival horror que apareció en los pcs mucho antes del ya mítico "Resident Evil", una película que intenta beber de infinidad de fuentes (copiando sin parar) desde "Resident Evil" hasta "Alien" pasando por "Predator" o por "Los niños del maiz"o incluso a la serie "Alias" con esas vistas aereas de L.A. El prota, Christian Slater ya esta mayor (aunque se haya machacado en el Gym para la película) en algunas escenas se le ve literalmente "echando el bofe" cuando tiene que correr o hacer algún que otro movimiento alejado de lo normal, le acompaña Tara Reid, antes de su operación de pecho, sinceramente esta chica que se limite a la comedia romántica ("American Pie" "Van Wilder") y que se deje de experimentos como este, y para finalizar esta Stephen Dorff que tras el primer "Blade" y muchas películas de serie C (de esas que van directas a video) aqui pone su careto habitual y pretende ser "El salvador de la causa".Una hora y treinta y ocho min., que empiezan casi igual que como acaban y que uno poco a poco llega a comprender el gran fracaso que ha sido la película en los USA tanto de público como de critica. Ni un solo susto y todo más previsible que un episodio de "Ana y los siete".
Una hora y treinta y ocho min., que empiezan casi igual que como acaban y que uno poco a poco llega a comprender el gran fracaso que ha sido la película en los USA tanto de público como de critica.
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Viendo esta película me he acordado de los cupones estos nuevos de la Once, ya que si miramos la película por encima, y sin raspar no llegaremos al premio, ya que por encima no es más que una estúpida comedia, donde solo hay 2 o 3 gracias que encima se revelan en el trailer, pero. si raspamos un poco nos encontramos con una cruda y mordaz crítica a la sociedad, (más a la USA que la mundial), donde vemos a un presidente inútil, que ni sabe hablar, ni le preocupa la política, ni tiene idea de lo que es el mundo en el que vivimos, un presidente deprimido y asqueado que no sabe muy bien que hacer con un puesto que le viene grande ¿Les suena de algo?Por otra parte, tenemos los concursos televisivos, donde la gente es capaz de hacer el más bochornoso de los ridículos con tal de tener sus 15 min. de fama, luego esta el problema del terrorismo islámico (y es que a fin de cuentas son tan occidentales como nosotros), asi que en fin, la película por encima es una mierda, pero rascando se encuentra algo más.Original, pero sin llegar a impactar.
No es más que una estúpida comedia, donde sólo hay 2 o 3 gracias que encima se revelan en el trailer, pero si raspamos un poco nos encontramos con una cruda y mordaz crítica a la sociedad.
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Aun recuerdo como todos los años en Semana Santa, junto con las películas de la biblia y Jesucristo, añadían a la programación una película de los héroes galos, "Las 12 pruebas de Asterix", "Asterix en Egipto". forman parte de esas películas que uno ha podido ver sentado en el suelo de casa degustando un sandwich de nocilla.Y esta nueva entrega no podía ser distinta, tiene el aire a las películas de entonces, a pesar de que la chavalería que poblaba la sala anulara los pocos pero rebuscados chistes y es que en el cine donde vi la película, solo había 2 sesiones disponibles. (Señores distribuidores, a los "mayores" también nos gusta el cine de animación.) y todos los "enanos" poblaban la sala y comentaban a voz en grito la película, flaco favor que hacen estos "futuros" aficionados al cine.En fin, tal vez la única nota discordante, es ese tono de "actualización" que tiene la película, con la paloma del protagonista, o el nombre de los vikingos (donde hay hasta una Ikea) por ahí rondando. una feliz revisión de las películas de animación que veíamos de peques.
Una feliz revisión de las películas de animación que veíamos de peques.
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Estamos a comienzo de año y ya tenemos el primer megataquillazo con nosotros. Noche en el Museo, que aquí en España ha tenido relativamente un gran éxito de público, ni se puede comparar con el exitazo que ha tenido en EEUU, donde su recaudación ha sobrepasado los 200 millones de dólares, lo que la convierte en el primer gran Blockbuster del año. También hay que decir que allí se estrenó en plenas vacaciones navideñas, lo que la impulso definitivamente, y no entiendo como en España y en el resto de sitios no la estrenaron también en esas fechas, porque casi de seguro la recaudación sería incluso el doble de la que han conseguido. No nos engañemos, Noche en el Museo es una película infantil, con todos los topicazos infantiles y destinada a un público que no es nada exigente y se conforma con (casi) cualquier cosa. Dirige el cotarro Shawn Levy, un director que tiene a sus espaldas, atentos al impresionante curriculum: Recién casados , Doce en casa y finalmente ese horror inclasificable que es La Pantera Rosa. Está claro que alguna vez tendría que aceptar con alguna película que interesara mínimamente al público, y es en esta ocasión que lo ha conseguido. Con tan tremenda taquilla ya se ha asegurado una segunda parte de la película (totalmente innecesaria), aparte de que su nombre se asocia con grandes proyectos que anteriormente tenía vetados, como es ni más ni menos que la dirección (aunque me estoy esperando que la va a destrozar) de una adaptación de Flash a la gran pantalla (Dios mío!!!).En cuanto a la película que nos ocupa, es la típica película infantil-familiar de las navidades, con un padre un poco torpe, que tendrá que ganarse el cariño de su hijo demostrándole que es responsable y trabajador entrando a trabajar en el Museo de marras, en el que por una maldición todo lo que hay en el Museo cobra vida por las noches. Por en medio, unos malos de medio pelo, intentaran atracar el museo, pero bueno, no os cuento más porque si no la película puede perder la ya poca gracia que de por sí cuenta.El guion, plano como el mapa del mundo antes del descubrimiento de América por Colon, sin ninguna sorpresa, con un final superesperadísimo, pero que a los más pequeños de la casa les va a encantar, ya que en lo que destaca esta película es en unos más que eficientes Efectos Especiales. Así que, durante todo el metraje, nos encontraremos rondando por los pasillos del Museo desde un Tyranosaurus Rex, hasta Leones y monos, pasando por una figura de la Isla de Pascua e incluso un Genghis Kan bastante venido a menos, la verdad.El protagonista absoluto, Ben Stiller, actor malo donde los haya, pero que no sé cómo se arregla para apuntarse siempre en algún pelotazo taquillero como este que nos ocupa. Su actuación en el mismo tono que siempre, misma cara, muchas muecas exageradas, y nada más. Creo que nunca lo veremos recogiendo un Oscar.Acompañan a Stiller Carla Gugino, lo único salvable de toda la película, y aunque tiene un papel bastante pequeño, ella correcta como es su tónica en todas sus interpretaciones. También aparecen por ahí, Mickey Rooney y Dick Van Dyke, creo yo que mas como homenaje que por otra cosa, pero bueno, incluso al lado de Stiller demuestran ser muchísimo mejores que él como actores, incluso a sus años.Otros dos que no se pierden el follón son Robin Williams, interpretando a un acartonado Teddy Roosevelt, y como no podía ser menos, el casi novio oficial de Stiller, Owen Wilson, pasándoselo en grande haciendo de vaquero del Oeste, sin poca interpretación que destacar.En definitiva, una película entretenida que encantara a los mas peques de la casa y a todos aquellos que todavía conserven al niño que llevan dentro, pero que horrorizara al resto de la gente que pueda acudir despistada pensando que va a ver algo más que lo que se puede ver en el tráiler.
Típica película infantil-familiar de las navidades, con un padre un poco torpe, que tendrá que ganarse el cariño de su hijo demostrándole que es responsable y trabajador.
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Venus es una de esas películas que voluntariamente jamás hubiera ido a ver al cine. Todos tenemos puntos débiles y yo, huyo de todo filme que incluya a un niño, a perritos o a viejecitos como protagonistas. Así, han quedado excluídas de mi retina o me la han anegado filmes como: Elsa y Fred, La vida es bella, Cinema Paradiso , Campeón? Esta película entra en la categoria de vetos de mi alienista y desde el fotograma uno me entró una congoja que aún me continúa.Peter O? Toole interpreta a una vieja gloria de la interpretación que, en la actualidad, sobrelleva el mono de los focos prestando las arrugas de su voz y de su piel para papeles de agonizante o semi moribundo. No le ha debido ser difícil meterse en este personaje ya que hace veinte años que este actor de dicción perfecta y porte de gentleman no interpretaba un protagonista.El caso es que Lawrence de Arabia no es el típico viejecito entrañable, es una suerte de cínico viejo verde que, con la bula que dan los años, es un insolente y aún coquetea con descocadas jovencitas. En los últimos telediarios de su vida, se cruza una veinteañera y entre ellos comienza una relación en la que el veterano es más un pigmalión que Benny Hill. El filme no es, a pesar de todo, un pastelón sentimentaloide y lacrimógeno -ya he dicho que a mí personalmente, el tema me sensibiliza- es una hábil comedia dramática con excelentes momentos de humor brindados sobre todo por los encuentros con los compañeros de generación del protagonista -Richard Griffiths y Leslie Philips- con un guión muy brillante del artífice de Mi hermosa lavandería o Intimidad.En tono de sorna, se dibujan en el metraje las miserias de la vejez: la soledad, las limitaciones físicas, el ir despidiendo a los amigos? y algo muy importante que dice el protagonista: ?Me estoy muriendo y todavía no me conozco?. Toda una reflexión muy recomendable sobre los paralelismos entre adolescencia y senectud que habla de lo que fuímos, somos o seremos algún día. (snif)PD: El señor O? Toole me debe unos cinco litros de líquido, ya que casi me deshidrato hace años también viendo El hombre de La Mancha.
El filme no es, a pesar de todo, un pastelón sentimentaloide y lacrimógeno -ya he dicho que a mí personalmente, el tema me sensibiliza- es una hábil comedia dramática con excelentes momentos de humor.
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Lleva esta película en la estantería, dentro del pack "Stanley Kubrick" lo menos un lustro, pero no me animaba a verla. El cartel la verdad que no es muy interesante, hasta que me comentó mi medio calabacín que era de risa. Así que con esa premisa, y dado que mi carrera como crítico cinematográfico tiene que estar trufada de referencia a arcaicos films, me dispuse a verla con el bebé, que va a aprenderse los diálogos de memoria.La película trata sobre un alto mando del ejército, que decide declarar la guerra nuclear a los rusos. Para ello lanza una señal a todos los aviones que tienen armamento de este tipo, lo que les obliga a lanzar su carga sobre emplazamientos estratégicos soviéticos. Encerrado queda en la base el alto mando, junto con un cargo intermedio que trata de evitar el desastre. Por otra parte, el presidente del gobierno norteamericano reune a sus consejeros para tratar de resolver la situación, teniendo que tratar con el embajador ruso y hasta con el mismísimo presidente.A mí las películas de humor antiguas me suelen resultar muy pueriles y no me terminan de gustar. Pero esta no tiene nada que ver, el humor que utiliza es muy ingenioso a la par que absurdo. Pero no sólo es una cinta de humor, si no que nos muestra una situación muy real y alarmantel, lo sencillo que puede resultar destruir el mundo. Basta con una serie de coincidencias y a criar malvas todos. Muy recomendable, dado que no ha perdido demasiado de actualidad, sólo han cambiado los "actores" que nos dominan.Resumiendo, tremendo peliculón de humor y crítica, que se rie de un momento histórico muy crítico en la historia de la Humanidad como fue la guerra fría. Muy recomendable para todo el mundo, en especial para aquellos que nos gobiernan.
Tremendo peliculón de humor y crítica, que se rie de un momento histórico muy crítico en la historia de la Humanidad como fue la guerra fría. Muy recomendable para todo el mundo, en especial para aquellos que nos gobiernan.
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La curiosidad hizo que me acercase a ver la nueva película de James Wong, quien ya dirigió la primera parte de esta saga, y que porque no decirlo aquella me gustó. En esta ocasión no puedo decir lo mismo, si segundas partes nunca fueron buenas, pues terceras ya ni os cuento. Ya podía intuir que la película no iba a ser ninguna obra maestra, pero es que ya desde el principio se podía ver la catástrofe y el suplicio que iba a ser aguantar todo el metraje. Si por algo se caracteriza la saga es por su arranque, momento en el que ocurre la tragedia que posteriormente será un presentimiento del protagonista que hará variar el curso de la muerte. En "Destino final 3" transcurre en un parque de atracciones, concretamente en una gigantesca montaña rusa, pero la verdad es que ni utilizando un medio tan propicio Wong logra que nos entre el vértigo, ni el miedo ni la tensión de ir en un vehículo tan rápido y que tanta angustia crea en mucha gente.Todo el guión es previsible, con diálogos realmente simples, cayendo es los estereotipos más vulgares y con alguna secuencia que realmente da vergüenza. Si ya partimos de esa base es difícil que se pueda hacer algo digno, por lo que el plano actoral os podéis imaginar como será. He de decir que la protagonista Mary Elizabeth Winstead (Sky High, The Ring 2) se salva de la quema, que visto lo visto no es poco. Lo más divertido son las muertes de los protagonistas, que hacen que la película recobre un poco el interés perdido en esas divagaciones acerca de quien será el próximo en morir y en esas interpretaciones que hacen de unas fotos que sacaron en el parque de atracciones y que les sirven como guía de prevención. Lo más lamentable y preocupante es que está teniendo buena recaudación y que para lograr un producto tan malo haya detrás un numeroso grupo de profesionales. "Destino final 3" vuelve a situar en horas bajas al cine fantástico y de terror, en cuanto a calidad ya que a base de remakes y películas absurdas, en taquilla está sobreviviendo. La verdad es que recomendar esta película sería de muy mala leche, pero si lo tengo que hacer, el público más acérrimo serán aquellos adolescentes que disfrutan con ejercicios vagos de entretenimiento y que buscan situaciones previsibles, diálogos infantiles, ver un par de tetas y un poco de sangre.
Si segundas partes nunca fueron buenas, pues terceras ya ni os cuento
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En el 98 español, España dolía: a Clint Eastwood, a su manera, le duele su país, y lo expresa de un modo políticamente heterodoxo. El modelo histórico abastecido de héroes, orgullo y honor es aquí modificado. Banderas de nuestros padres hilvana una trama sencilla, pero dura de roer, en la que no se vindica la gloria ni se hace apología de la patria sino que se cuestionan los razonamientos que mueven a un pueblo a forjar sus mitos y a levantar, en ocasiones, héroes allá donde sólo existen personas que luchan por unos ideales o, como dicen en la película, por salvarse o salvar a quienes tienen cerca.Aunque Iwo Jima sea hoy la señal que indica el comienzo del fin de los fascismos, el film rescata lo que no se ha contado o se ha contado sesgadamente y contradice ( de manera abierta y hasta descarada ) el libro de texto de escuela que ha ocupado durante sesenta años los pupitres en los Estados Unidos de América.Warhol escribía que no había más profundidad que la propia superficie. En esto es en lo que Eastwood y su guionista Haggis ( Crash, el último Bond ) se fijan: en la superficie, en el icono y en su poder ancestral para cautivar y para seducir y cómo ese icono ( la foto legendaria de la bandera de barras y estrellas en la montaña Suribachi en la isla japonesa de Iwo Jima) esconde una impostura.La foto de Joe Rosenthal, fallecido recientemente, arde en las manos del pueblo: los soldados eran otros y, como explican ellos mismos, los héroes son los heridos y los muertos y no los que se limitaron a ser mano de obra mandada que necesitaron toda la ayuda del mundo porque el mástil que se improvisó pesaba mucho, pero la maquinaria propagandística de la guerra precisa de héroes y el gobierno de Roosevelt (primero) y de Truman (después) requiere adalides de la épica, soldados cómplices del engaño ( los que clavaron la bandera eran otros, y ya no están ) dispuestos a no desmontar la farsa y motivar al pueblo americano para que se afloje el bolsillo en bonos de guerra. Truman pidió 14.000 millones de dólares en el plazo de dos meses: recaudaron 27.000, que equivalía a casi la mitad del presupuesto del Estado en un año.Banderas de nuestros padres no es una epopeya bélica, aunque las imágenes de campo no escatimen espectacularidad y el director no se amedre en mostrar la barbarie de la guerra con truculencias varias y detalles poco vistosos. Tampoco es un film de cuño patriótico porque no se articula el patrón al uso de buenos y de malos que fascina a todos los adoradores ciegos de banderas. Recuerdo ahora un chiste de El Roto en El País que venía a decir que todas las banderas del mundo se fabrican en Hong-Kong.Eastwood deconstruye el arquetipo del héroe: lo rebaja a instrumento del poder para embaucar a los ciudadanos y darles aliento y leyendas a partes iguales con el fin de que el folclor se reconstituya y las nuevas generaciones tengan ídolos, iconos y merchandising variado para ocupar el altar de los sueños.La película se esmera en remarcar la importancia del tour que los tres héroes fingidos hacen para recaudar fondos para el gobierno. Los políticos son los verdaderos héroes de esta trama: los impostores más sibilinos, los que no aprestan el cuerpo en el campo de batalla, pero dibujan los perfiles incendiarios del mártir de la causa: causa que, al final, en todas las guerras, en todos los bandos, siempre beneficia a los mismos, a quienes no mueven un dedo y no disparan una bala.A falta de ver Cartas de Iwo Jima, la visión del conflicto desde el lado nipón, Eastwood vuelve a desmostrar que es un autor modélico, inteligente, comprometido con el cine como vehículo de emociones y de responsabilidades , independiente y personalísimo.La película no es sobresaliente porque hay un exceso de flashbacks que lastran el hilo narrativo y condicionan cierta pereza para seguir la historia, que se malea cuando indiga en exceso en la vida cotidiana de los mal llamados héroes en su regreso a casa. Sobran los minutos finales y hay un exceso ( justificable, en todo caso, pero penoso ) de minutaje de campo de batalla.La desdicha del falso héroe se subraya con ese regreso a la cotidianidad: ahí está el soldado indio que se envalentona ( ebrio ) con unos policías porque no le sirven en un bar por causa de su raza, aunque luego un estadio entero le espere para ver cómo escenifica la clavada de la bandera en un aparatoso ejercicio de artificio invariablemente yanki. La curiosa marca Spielberg-Eastwood en la producción asegura cine de calidad. Eso no se pone en duda, pero aquí el maestro no ha dado en la diana de la excelencia como nos tiene últimamente acostumbrados: se limita a contarnos una historia noble, necesaria, difícil de masticar en la piel de un americano, pero poco matizada si uno es de fuera y asiste a este espectáculo grandilocuente de farsas, de hombres-anuncio y de vistosos himnos para el regreso de los chicos a casa.
Clint Eastwood es un valiente, un director honesto, hábil y generosamente creativo, aunque aquí ha desperdiciado un material excelente al no calibrar bien un reparto anodino y un montaje pesado.
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Las proyecciones de los padres no siempre cuajan en el horizonte de los hijos. Esta viene a ser la frase que da luz a esta desconcertante ópera prima de Vera Fogwill, directora y actriz argentina que se reserva el papel principal del film, Florencia, que es una ex-drogadicta que malvive en una indigencia asumida con una hija muy madura que, entre juego y juego, intenta rescatarla del lugar oscuro en donde cree que se halla. El trasfondo social de la película cuestiona la integridad de la familia, su ancestral vocación de núcleo de la sociedad y también el concepto tradicional de la mujer como eje absoluto de su mantenimiento, pero aquí la madre ocupa el rol de hija ( por su desasimiento y por su abandono ) y la hija adopta el papel potente de madre responsable y arquetípica. La decadencia del film, su escoramiento voluntario a la pérdida de los valores morales que debe tener una madre, está muy conseguida. El tratamiento casi indie del guión se sostiene por dos actrices estupendas y una música cómplice en todo momento ( Los Babasónicos ).Cine feminista con un repunte ácido, corrosivo, simpático en ocasiones, que habla también de la penuria de una sociedad argentina convaleciente de corralitos y de miserias políticas que han zarandeado el futuro de un país enorme, visionario, creativamente rico y con un espíritu de superación admirable.El film se estrenó ( triunfalemente ) en 2.005 allá en Argentina. Llega aquí ahora precedido de un acúmulo de premios ( Mejor película en el Festival de Milán, Mejor película para el público en el Festival de Las Palmas de Gran Canaria, Mejor película en el Festival Latino de Los Ángeles y presentada como mejor película para los afamados Golden Globe ). Este palmarés ( excesivo, quizá ) da fe del espíritu combativo del film y de su interés más allá de percibir su irrenunciable vocación de drama intergeneracional o, si se quiere, de conflicto madre-hija.
Análisis a la argentina de los conflictos familiares. Cine feminista con un repunte ácido, corrosivo, simpático en ocasiones, que habla también de la penuria de una sociedad argentina convaleciente de corralitos y de miserias políticas.
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Tras un elegante movimiento de cámara, el privilegiado espectador contempla el devenir de la gente por la calle desde una perspectiva zenital. Empieza a llover sobre los adoquines que llenan la pantalla como si de una pared de ladrillos se tratara. Sobre dicha pared se proyectan los créditos de la película. Los transeúntes, cubiertos enteramente por sus paraguas de colores, se deslizan entre los nombres de los responsables del film como si fueran obstáculos. Así, al compás de la música de Michel Legrand, tipografía y paraguas andantes danzan juntos olvidándose de su distinta naturaleza.Con este juego coreográfico, a mi entender, representativo de lo que va a suponer el metraje posterior, empieza Los Paraguas de Cherburgo, film con el que Jacques Demy se llevaría la Palma de Oro de Cannes en 1964. Geneviève es una atractiva joven que vive con su madre a la vez que le ayuda en la tienda de paraguas que poseen. Conocerá a Guy, un apuesto y bondadoso mecánico, y en seguida se enamorarán. Pese a que Madame Emery, la madre de Geneviève, no aprueba la relación por la juventud de su hija y la pobreza de Guy, será el servicio militar el que separe la pareja: Él será destinado dos años a Argelia y quizás no se vuelvan a ver. Embarazada de su amado, pero sin recibir noticias suyas, Geneviève cederá ante los deseos de su madre y se casará con Roland Cassard, un rico vendedor de joyas. Un tiempo después, Guy volverá a la ciudad.A juzgar por el argumento del film, que ya se nos ha contado más de una vez, podríamos pensar que nos encontramos ante un musical melodramático cualquiera; sin embargo, no tardaremos en darnos cuenta de que nos hallamos ante un film inusual. Tras los créditos iniciales comentados, nos veremos sorprendidos por unos personajes que hablan cantando. Ni números espectaculares insertados a la fuerza ni momentos musicales motivados por la trama; en el Cherburgo fílmico de Demy, en el que los parajes reales presentan los colores saturados propios de los decorados del género musical, el canto es la forma natural de expresión de los personajes que lo habitan.La inquietud invade al espectador: ¿Nos encontramos ante la sublimación de las constantes del género? ¿Ante un homenaje? Perplejos frente al recital que no cesa y la coreografía perfecta de cámara y puesta en escena, no podemos dejarnos de cuestionar sobre el porqué de semejante hazaña técnica. Una estructura clásica y previsible, cristalizada en tres episodios que delatan el marco de enunciación, así como unos personajes estereotípicos que incluso llegan a ironizar sobre su propia condición (Madame Emery: ¡Solo se muere de amor en las películas!), nos inducirán a plantearnos la naturaleza lingüística de lo que estamos viendo, y a comprender el innovador contrato que nos ofrece Jacques Demy: El director opta por cortar con las ataduras que esclavizan el desgastado musical cinematográfico a la tradición teatral, dejando de lado el número cabaretero y convirtiendo las constantes del género en códigos que rigen el mundo del film, que determinan su naturaleza. Así, de mano de Demy, el musical deja de ser un combinado de elementos de origen dispar para convertirse en un modo de narrar esencialmente cinematográfico.Cierto es que la conclusión anterior es el resultado de una reflexión posterior al visionado de la película, sin embargo, podemos confirmar la posición consciente del espectador durante la proyección del film. Solo a través de su voluntad de participar en el juego planteado por Demy, podemos explicar su implicación en un mundo que se le antojó tan hermético. El espectador se deshace voluntariamente de su coraza y se muestra vulnerable, permitiendo, de este modo, que lo que en un principio le llego a parecer risible, le conmueva profundamente. Escenas como la triste despedida de los enamorados, y un final muy cercano a nuestra realidad, nos recordarán que, pese a la madurez alcanzada por el cine y su espectador, la pantalla puede seguir desbordada de emoción.
Escenas como la triste despedida de los enamorados, y un final muy cercano a nuestra realidad, nos recordarán que, pese a la madurez alcanzada por el cine y su espectador, la pantalla puede seguir desbordada de emoción.
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Con el film "Ed Wood" (1994), Tim Burton daría el definitivo empujón al proceso de revalorización de la obra del cineasta conocido popularmente como el peor director de la historia del cine. Vilipendiado por la época en que le tocó vivir, Ed Wood, controvertido cineasta donde los haya, se ha convertido en el mayor exponente de lo que hoy en día conocemos como cultura basura (concepto de naturaleza ambigua). Un acercamiento a "Glen or Glenda?", su opera prima, nos permitirá esclarecer, en la medida en que sea posible, el valor de este singular director.Un misterioso anciano interpretado por Bega Lugosi, actor que encarnó al Conde Drácula en la celebrada versión de Tod Browning (Dracula, 1931) y que Ed Wood se encarga de rescatar del olvido, nos introduce en el film desde un sofá en medio de un pequeño, y extrañamente decorado, laboratorio. Tras llevar a cavo un humeante experimento, Lugosi, convertido en una suerte de demiurgo, se dirigirá directamente al espectador para dar paso a la narración de los hechos: En la ciudad, un travestido se ha suicidado. El policía que se encarga del caso, sorprendido ante la condición del fallecido, pedirá explicaciones a un psiquiatra. Este, le ilustrará sobre el travestismo y el transexualismo con dos historias que ocuparán el resto del metraje. La primera, significativamente más desarrollada, tratará la historia del atormentado Glen (alter ego de Wood e interpretado por el mismo), quien no se atreve a confesar a Bárbara, con quién está prometido, su condición de travestido. La segunda, relatará brevemente la vida de Alan, quién verá cumplidos sus sueños al someterse a una operación de cambio de sexo.El realismo teatral con el que se retratan las estampas cotidianas de la vida de Glen, como por ejemplo la escena en la que mira el televisor vistiendo ropa de su hermana, se acercará al video institucional a través de la superposición del discurso pseudocientífico del psiquiatra. Este punto de vista médico que nos mantiene distantes del protagonista con el que, en principio, nos tenemos que identificar, se entroncará con el tratamiento onírico que recibe el personaje omnisciente interpretado por Lugosi. El espectador, acostumbrado a una narrativa hecha en favor de su situación privilegiada, asiste atónito a una gramática confusa y desbocada cuyo surrealismo, al igual que el tormento de Glen, va en aumento: metáforas grotescas (véase la estampida de bisontes) y otras imágenes extravagantes desembocarán en un largo sueño en el que se escenificarán, recordándonos el ínfimo presupuesto de la producción, los fantasmas que torturan la mente del protagonista. Sexo, fetichismo, deseo, violencia, remordimiento. Finalmente verá la luz a través de una situación que, por su simbolismo más que evidente, resulta irrisoria: Glenda, el alter ego femenino de nuestro personaje, no podrá salvar a Bárbara de un tronco caído que le aprisiona, el viril Glen sí que lo conseguirá. Tras resolver la pesadilla, se atreverá a explicar el problema a su amada y esta, por amor, lo aceptará.Alguien podría pensar en Ed Wood, por su voluntad de vehicular un discurso íntimo a través de una narrativa tan peculiar (ya que el travestismo le afectó de por vida), como un estrambótico precursor de la modernidad cinematográfica. Sin embargo, su inconsciente negación de la tradición que le precede, parece convertirle en un caso único, en una rareza de la historia del cine. Su voluntad de hacer cine convencional choca de bruces con una personalidad poco común que parece no haber integrado el modo de representación establecido. El resultado: una película que (re)inventa el cine sin proponérselo, que se antoja delirante a los ojos de todos aquellos que nos hemos visto educados bajo un canon narrativo determinado. La convicción con la que utiliza sus efectos de barraca de feria, la inocencia de sus metáforas, la interpretación de sí mismo, el ofuscamiento narrativo. Todo ello desplaza el interés del espectador, convirtiendo la figura de Ed Wood cineasta en el auténtico protagonista del film. Su obcecación por una empresa repudiada por el establishment, su honestidad perpetuada en un cine incomprensible, son capaces de conmover profundamente al espectador. Así parece haber ocurrido con Tim Burton quien, lejos de caer en el actual culto a lo freak, heredero de la vieja feria de monstruos, ha dignificado a Wood convirtiéndole en el héroe incomprendido de una de sus mejores películas. Nos podría parecer contradictorio que el célebre director de "Eduardo Manostijeras" (Edgard Scissorhands, 1990), acomodado en su propia marca de fabricación autoral, enaltezca a un cineasta como Ed Wood. Pero si algo podemos afirmar tras ver Glen or Glenda? es que la convicción con la que trabaja en su obra a contracorriente no nos deja indiferentes.
La obcecación del director por una empresa repudiada por el establishment, su honestidad perpetuada en un cine incomprensible, son capaces de conmover profundamente al espectador.
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Ultimamente la falta de ideas en Hollywood me deja bastante alucinado, para empezar de un artículo en una revista salió la saga "A todo gas", también de este modo apareció en las pantallas la película "En el filo de las Olas", pues bien, esta cinta que hoy nos trae viene a raiz de una llamada telefónica, si, de una llamada, ni más ni menos, un "ring" ¿Qué tal? ¿quién es? Y Zas! Película al canto.Una cinta, que, aunque excelentemente bien ambientada y con un desarrollo bastante bueno, (y corta, que no se me olvide), acaba con un muy mal cierre, y es que la cinta que protagonizan Robin Williams, Toni Collete y Sandra Oh, no sabe llevarnos al final de donde debería hacerlo, puesto que su simplón punto y final hace daño al inicio prometedor del relato; un drama efectista de esos que podemos ver cualquier día en un canal de TV (en la sobremesa, por supuesto).Tal vez, el problema que la veo a la cinta, es que el ritmo narrativo, es infame, al intentar, a pequeñas dosis, muy mal administradas, poner toda la carne en el asador, y dejar (con pequeñas trampas) que el espectador tenga una de cal y otra de arena en los esasos 75 min. de metraje (eso de que dura 90 min. será con los créditos), para que de un carpetazo "simple" demos por concluida la proyección.Resumiendo, me quedo con una frase que ha dicho una de las personas que me acompañaba en el pase: menudo tostón sin pies ni cabeza.
Una cinta, que, aunque excelentemente bien ambientada y con un desarrollo bastante bueno, (y corta, que no se me olvide), acaba con un muy mal cierre. Menudo tostón sin pies ni cabeza...
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Modelo de crítica minimalista o corta o menguada o reducida a cuatro ideas principales y tres secundarias que redundan en la misma idea: la película es mala.Lleva toda la vida el bueno de Antonio Gasset con su estupendo Días de cine para que ahora hagan una película con ese título y, encima, sea mala con avaricia. No tiene nada que merezca considerarse bueno: se deja llevar por el cine casposo, sencillo hasta lo naïf y bruto como una patada en las partes nobles que nos ha venido acompañando durante mucho tiempo, y que todavía ( de vez en cuando ) aflora.Es mala, ya se ha dicho: pésima sin bondades que aminoren el dictamen. Estremece de tan terrible: será que se gustaron en películas anteriores ( Días de fútbol, El otro lado de la cama y compañía ) y aquí quisieron rizar el rizo, en fin, discutir sobre la cuadratura del tomate y el aliento de las estatuas.Así que esto se va a convertir, más que en una crítica, en una reseña de un espectador contento o furioso, en un aviso: no vayan, no pierdan el tiempo en el cine con una burda historia como ésta. Saquen a sus hijos de paseo por los parques. Queden con los amigos y divaguen sobre la bondad de la política de Bus. Establezcan un sólido pacto con su sentido común para no volver a dejarse llevar por la publicidad y perpetrar desatino semejante. Y si es de cine de lo que tienen ganas, si verdaderamente es eso, yo tengo un racimo sabroso de carnosos uvas hechas fotogramas. Ahora se me ocurre Apocalypto, que no sé si todavía resiste en cartelera. O Lolita de Kubrick, con esa nínfula de carnes ambiguas y muchas ganas de dejarse pervertir por un catedrático de Literaturas Germánicas. Digo yo.No por una película vamos a masacrar al cine español. No lo hacemos con otros que también entregan basura semejante. El cine español está levantando cabeza, pero llega luego un título de esta guisa y la agacha.. Ay, y cómo...
No por una película vamos a masacrar al cine español. No lo hacemos con otros que también entregan basura semejante. El cine español está levantando cabeza, pero llega luego un título de esta guisa y la agacha...
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Enésima cinta de terror influenciada por elementos asiáticos que nos llega a la cartelera de nuestro país, y una vez más lo hace desde el lugar en el que nacen estrellas con sueños y se mudan en sueños estrellados.Mientras sigan generando beneficios, como actualmente lo hacen, seguirán otorgando sentido a la frase rotulada en la frente del conejo de Duracell."Pulse" es otro claro ejemplo de que el terror está condenado a extinguirse en su sentido más verdadero. Se le encasilla dentro de dicho género porque no se sabe en cuál colocarlo exactamente. Quizá suspense, una macedonia repleta de tensión acaso. Pero nada de terror, nada de turbación.Ya no dejan espacio ni para el sobresalto, simuladamente advertido de antemano y con ánimo de reincidencia molesta.No va a ser un servidor el que contradiga que el film que nos ocupa llega a distraer una tarde vacía, pero, como sospecha evidente, el espectador en busca de cine (no mero pasatiempo) inmenso, o, siendo más indulgentes, cine como medio artístico, no encontrará ningún filón aquí.Es más. Si nos invade una tarde con tareas acumuladas, con cierta irritación previa o nos vemos en la obligación de pagar su entrada, seguramente lanzaremos todo tipo de improperios (y no sin razón) contra la madre que alumbró a Jim Sonzero.Dice el adagio que la paciencia es la madre de todas las ciencias, y nosotros no vamos a ser, en toda esa paz espiritual y humana que nos inunda, los que rectifiquemos su mensaje. Respirando profundamente todo adquiere mejores tintes.Pues todos estamos perfectamente avisados de que "Pulse" no es más que otra película para llenar los bolsillos de unos mientras (sin pudor, por supuesto) se van deshabitando los de otros. Vamos, la ley de la propia vida.Este remake en forma de subproducto (nadie ha dicho que la original tampoco lo sea, a pesar de que las intenciones de ambas son bien diferentes) bebe de todo un poco, y al final, obviamente, se agarra una cogorza asombrosa. Un sorbo de "Resident Evil", otro de "28 Días Después", otro más de "Silent Hill" y, para no quedarse con tan poco, varios tragos largos de todas las cintas orientales que se nos ocurran: "The Ring", "Llamada Perdida", etc. Y eso que muchas de las citadas, a su vez, eran clones de otras ya iluminadas.Quizá con "La Maldición" la cosa tenía su chispa, pero, a estas alturas, ya no sorprenden las apariciones fantasmales, las niñas cuyas madres desconocen el concepto de la limpieza al ver sus camisones mugrientos (vale, aquí lo que vemos son espectros borrosos y parpadeantes, reconozco su gran paso hacia lo singular), el goteo de los grifos, los baños solitarios, los golpes precedidos de subidas de volumen, las cámaras fantasmagóricas, los móviles que no dejan de sonar: muy fácil, todos los tópicos acumulados durante la última década en esta clase de películas. Pretender sorprendernos así no evidencia más que una presuntuosidad patosa y ridícula.Podríamos, sin mayores contratiempos, trabajar como montadores en su equipo, ya que sabemos mejor que el propio director el momento en el que brincará un gato, saldrá una sombra o pegará un grito el vecino.Y para más inri, se vislumbra cierto mensaje moralista/crítico hacia una sociedad en la que la informática, la piratería y la tecnología avanzan a un ritmo terrorífico, pudiendo generar conflictos insalvables. ¿Quién demonios es el guionista? En efecto: el inefable Wes Craven aparece en el recorrido de los créditos.Claro que sí. Tampoco falta el final fatalista, desértico, caótico que caracteriza a películas como algunas de las citadas al inicio del texto.Pero hay días en los que uno se levanta benévolo, y en lugar de engendrar una explicación sencilla y directa que defina al film como una basura monumental (fruto de la pérdida de tiempo sufrida), se dedica a buscar sus puntos favorables. Seguramente en "Pulse" no habrá ninguno si lo que examinamos es cine, pero, sin meditarlo más, apuntaré dos: su evidente carácter de entretenimiento hueco, y la atmósfera oscura, quizá apocalíptica, pero siempre conseguida y consecuente con la intención del film.Nada más que reseñar. Nadie se pierde nada, así que vamos a dejar de dar pie a obviedades. Para eso está "Pulse".El resto, cada espectador es perfectamente consciente de lo que está comprando y de lo que le venden. Todo nos conduce al comercio cinematográfico de la actualidad: unos trabajan, otros se lanzan a lo pragmático. Unos ganan, otros pierden. Pero, ¿quién ha dicho que éste sea el juego al que todos jugamos?
Virus informáticos que se extienden, apariciones fantasmales, un futuro en peligro: todo un pulso a la paciencia del espectador.
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Ópera prima de Jean-Pierre Jeunet, luego reconocido por otras obras de más impacto mediático ( Amelie ), pero menor calado cinematográfico, Delicatessen es una historia de amor entre caníbales. Ya se advierte el carácter juguetón, naïf casi, del film en sus delirantes títulos de créditos. Luego la historia es ya clásica en el reciente cine europeo, tan huérfano de películas de este cuño ( aquí tenemos a Guillermo Fesser que facturó El milagro de P. Tinto y Las aventuras de Mortadelo y Filemón a remolque de esta Delicatessen fundacional ). Ha habido una especie de cataclismo nuclear o algo parecidos y estamos a las afueras de París. Se alza un edificio cochambroso en el que vive una curiosa y consentida comunidad. El carnicero que regenta el negocio de los bajos los va matando y da por pollo o por vaca lo que no deja de ser carne humana. Todos consienten el desmán porque hay necesidad de comer y nadie cree que vaya a tocarle en desgracia ser el próximo. La llegada al edificio de un artista de circo en busca de su jefe trastoca la rutina y obliga a todos los inquilinos a replantearse la cadena trófica. El artista se enamora de la hija del carnicero, que representa justo lo contrario que su padre, en parte porque es vegetariana.No revelo nada relevante con esta sinopsis leve ( no siendo yo amigo de escribir nunca detalles del argumento porque no éste el sitio ni a mí me place destripar lo que no debe saberse ), pero evidencio la surrealista maquinaria narrativa de Jeunet.La comicidad del film se sustenta sobre trazos gruesos de humor tan burdo como efectivo. El barroquismo de las escenas ( que es, con mucho, el atractivo fundamental de la película ) fascina tanto que estamos durante unos pocos días ( y con todas las películas que en esos días podamos ver ) contagiados de las extravagancias plásticas de un artista genuino y perverso, quién sabe si antaño lector de alguna edición francesa de 13 Rue del Percebe de nuestro inmortal Ibáñez. El edificio se antoja, comido por la bruma, castillo gótico poblado de fantasmas. ¿ O es que sus habitantes no lo son en realidad ?La truculencia de su propuesta se aligera con la historia de amor y la humanidad del payaso, pero pesa mucho más el expresionismo, la distorsión de la luz, cierta capacidad hipnótica de conciliar realidad y fantasía, lógica y desorden en un puñado de excelentes imágenes.Jeunet saltó a los EEUU para rodar un Alien: los prodigios quedaron en Francia. El autor no voló: no pudo escribir su particular imaginario simbólico. Aquí explota en cada rincón de la casa, en los gestos de todos los personajes.Delicatessen es cine apocalíptico, escatológico, hermoso en su herrumbre, mezcla poética de cómic perverso y cuento de hadas moderno, de cine negro y de pastiche romántico.La vi en su estreno, en sala grande, y me fascinó. La revisión, en pantalla de televisión, generosa, pero escasa siempre, no me ha defraudado casi veinte años después. He apreciado más la fastuosa y deliciosa música ( que realizan objetos inesperados como serruchos o muelles que rechinan ) y he podido ralentizar el vértigo de la acción, mirar detrás y detener la reproducción cuando se me antojaba. Privilegios del cine en casa, dice un amigo.Jeunet y Caro, su otro compinche en estas farras, se separaron poco después. Si hay una película fantástica, en el uso más legítimo y lingüístico de este adjetivo, es Delicatessen. Si no la han visto, búsquenla. Hagan lo que puedan por sentarse dos horas y dejarse contaminar de esta locura maravillosa. El film termina con una apoteosis visual inmejorable: el edificio, contaminado por la epopeya ridícula y trágica de sus inquilinos, se viene abajo.addenda: la fotografía tan exquisita del film es obra de Darius Khondji, que luego trabajaría con David Fincher en la desasosegante Se7en. addenda 2: Al morir una vieja, su hija se apena por no haber podido despedirse de ella. El marido, famélico, resuelve diciendo que todavía están a tiempo.
Mezcla poética de cómic perverso y cuento de hadas moderno, de cine negro y de pastiche romántico. 13 rue del percebe llevado al cine por David Lynch
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Que tras poco más de dos semanas, una película como "Azul oscuro casi negro", que viene de estrenarse por todo lo alto con tres Biznagas en el festival de Málaga, no se pueda ver en ninguno de los dos multicines de San Cugat del Valles, y ya únicamente se proyecte en cuatro cines en toda la ciudad de Barcelona, refleja a la perfección la situación de nuestro cine nacional.Me pregunto, con desesperanza, la suerte que le deparará a esas otras obras españolas que no fueron premiadas o ni siquiera estrenadas en Málaga. El cine no llega al público y muere, irremediablemente, sin una industria engranada y eficaz, protegida legalmente, independiente y con un poder real de distribución. Este desastre, esta evidente y permanente crisis del cine español, no tiene nada que ver, por mucho que así nos lo quieran vender, con los problemas de la piratería por Internet. Es Internet, precisamente y en este caso, desde donde se está consiguiendo, en gran parte, crear un merecidísimo boca a boca sobre esta película que está impulsando a mucha gente a ir al cine.Aunque, en realidad, nunca pretendo ser objetivo, me sería también imposible serlo al escribir sobre esta opera prima de Daniel Sánchez Arévalo. En mi caso, conozco los cortometrajes de Daniel y también lo conozco a él. La película, sin embargo, se disfruta por si sola y esta hecha, sin duda alguna, para el gran publico. Es por eso que la mayor preocupación de Daniel es que su primer largo pase desapercibido para la gran mayoría. Pudimos hablar no hace demasiado en Salamanca, Daniel se mostraba seguro, tranquilo, sabiendo que ha conseguido crear una pieza honesta y de calidad. Que ha cumplido con creces sus propias expectativas como autor inteligente, director eficaz e intuitivo y como espectador sensible. Pero es precisamente por ello, que Daniel no se muestra ajeno en absoluto ante el panorama azul oscuro casi negro de nuestro cine.La trama de la película comienza donde termina uno de sus últimos cortometrajes, su estupendo y aclamado "Fisica II". Rescata aquí los mismos personajes para trazar una historia sencilla, pero emotiva y retratada con asombrosa destreza. Destreza en lo visual, para marcar un estilo, pero sin empachar. Para narrar con el lenguaje visual y separar a los personajes cuando lo precisan, unirlos cuando deben de estar juntos, para sugerir y recrearse con pequeños simbolismos y guiños. Destreza en una puesta en escena acertada y unas actuaciones sobrias y reales, con diálogos entretenidos e inteligentes. Porque sabemos que conseguir hacer reír en las situaciones dramáticas no es nunca tarea fácil.Otra pirueta mortal es la de lograr mezclar el realismo social con el género comercial. Saber tratar el tema social aligerando lo justo el drama y no abandonándose al ya tan trillado y denostado estilo de cámara en mano, manteniendo la decisión de dejar la cámara en el trípode o sobre la dolly. Y además, Daniel consigue marcar su estilo, porque es fiel a sus principios, a su pasado como cortometrajista, a su filosofía de director que cree en la gran importancia del guión y en la dirección actoral. De quien crea desde el respeto y la humildad y sabe y consigue transmitir al espectador su propia ilusión por la historia que recrea. Y eso, es ya más de medio paso al paraíso.Y como también existe en el film algún pero, decir que el evidente academicismo de su autor, y la indudable fé en las estructuras dramáticas, en las formulas de genero y reglas de guión, le resta a la historia espacio para la sorpresa. La historia resulta siempre bastante predecible. Además, para conseguir mantener el pulso a tanta y tan lograda pirueta, algunos momentos acaban por mostrarse además algo inverosímiles y poco creíbles. Sin embargo, está todo tan mimado y contado con tanto respeto, sensibilidad e ilusión, que esto no entorpece para nada una brillante y talentosa opera prima que sabe a buen cine y a reto conseguido.Terminar apuntando únicamente dos cosas, por un lado vaticinar lo evidente, un esperanzador futuro para Daniel Sánchez Arévalo, y por otro, haceros llegar un mensaje muy claro:No se arrepentirán. ¡Vayan a verla!
Daniel consigue marcar su estilo, porque es fiel a sus principios, a su pasado como cortometrajista, a su filosofía de director
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Hay que joderse, hombre. Hace unos meses alquilé "Narc" y quedé conmocionado por una película demoledora, dura y espartana hasta la médula. Una película vacía de cualquier artificio en que Ray Liotta, tirando a obeso, estaba soberbio. Una película sobre la amistad, el amor, la lealtad y la traición que, con unas dosis de violencia muy ajustadas a lo que contaba, transcurría a la velocidad justa, con el ritmo adecuado.Por eso, cuando vi que se estrenaba esta "Ases calientes", escrita y dirigida por el mismo Joe Carnahan de "Narc", me froté las manos. Y cuando leí que la cosa iba de mafia y crimen organizado. pues casi levité, que uno tiene debilidad, notoria y confesa, por ese género.Y, sin embargo, ¡qué decepción más brutal y tremenda! Resulta que "Ases calientes" no es más que un Gran Guiñol sin gracia ni sentido alguno. Una colección de personajes estrambóticos que no dudarán en masacrarse los unos a otros sin la más mínima consideración o recato, sin que en ningún momento lleguemos a comprender las razones y, lo que es peor, sin que nos importe un carajo. ¿Es la sombra de Tarantino demasiado alargada? Quizá. Pero "Ases calientes", más bien, entronca con la demencia lisérgica del peor Oliver Stone, el de engendros como "Alejandro" o "Asesinos natos". Una estética de la violencia que pretende pasar por graciosa y que resulta patética; que intenta impresionar y sólo aburre.Tiros por aquí, tatuajes por allá, gadgets por acullá. parlamentos pseudo-místico-intelectuales pronunciados por personajes supuestamente enrollaos y estampas de cartoon tan lamentables como las de los tres hermanos psicópatas.Querido Joe: ¿Qué pasó en tu cabeza entre la contención formal y la emoción sin límites de "Narc" y esta bobada de "Ases calientes"? ¿Sufriste una apoplejía y aún no te recuperaste? ¿Tuviste un mal viaje con un tripi caducado? ¿Cómo convenciste al bueno de Liotta, al cada vez menos interesante Andy García o al alternativillo de Ben Affleck para que se unieran a este cúmulo de despropósitos?Macho, háztelo ver porque según las revistas del ramo, tú serás el que ruede la próxima adaptación para la pantalla grande de una novela de James Ellroy: "Jazz blanco". Y mira, si esta payasada de "Ases calientes" se te puede disculpar porque todos tenemos derecho a pasar una mala racha o a emborracharnos una noche y hacer el ridículo; con Ellroy no se juega. Así que, amigo Joe, ten mucho cuidado ahí fuera.
Resulta que ?Ases calientes? no es más que un Gran Guiñol sin gracia ni sentido alguno. Una colección de personajes estrambóticos que no dudarán en masacrarse los unos a otros sin la más mínima consideración o recato.
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