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wav_new/47a237f9-ed2c-4171-b2d1-e95b3eb013f8_tmp.wav|La vida de un estudiante en Madrid
wav_new/19a8d369-b298-4bbb-aeb4-aa8ffecbee31_tmp.wav|SERÍAN las diez de la mañana de un día de octubre
wav_new/a7b5a0cb-9645-463b-a8eb-f685bf528b37_tmp.wav|En el patio de la Escuela de Arquitectura, grupos de estudiantes esperaban a que se abriera la clase
wav_new/f65e9a06-4aca-4523-b416-4fb9c22ae2e8_tmp.wav|Los chicos se agrupaban delante de aquella puerta como el público a la entrada de un teatro
wav_new/a29782b2-8dff-43e0-ac1d-4c1d700ef247_tmp.wav|Hurtado se volvió y se encontró con su compañero de Instituto Julio Aracil
wav_new/c31df7fd-d506-4593-9240-4be0a1361012_tmp.wav|Habían sido condiscípulos en San Isidro; pero Andrés hacía tiempo que no veía a Julio
wav_new/b67db4fe-f06d-4783-8f5c-54d5411daf3b_tmp.wav|Éste había estudiado el último año del bachillerato, según dijo, en provincias
wav_new/dab8a82a-96b7-43f4-997c-eb5fa43fb2a1_tmp.wav|Aracil se encontraba en compañía de un muchacho de más edad que él, a juzgar por su aspecto, de barba rubia y ojos claros
wav_new/a64d3e97-8412-4aac-86a9-119f59d61fa1_tmp.wav|Abrieron la clase, y los estudiantes, apresurándose y apretándose como si fueran a ver un espectáculo entretenido, comenzaron a pasar
wav_new/50e224c3-5fa0-42b6-be7d-666ac094f1e6_tmp.wav|Aracil, su amigo y Hurtado se sentaron juntos
wav_new/04725673-fbe4-4723-9aa9-b62a6ef2afab_tmp.wav|La clase era la antigua capilla del Instituto de San Isidro de cuando éste pertenecía a los jesuítas
wav_new/11407ad2-d58e-425f-ad72-2830f09ec6c2_tmp.wav|De pronto se abrió una puertecilla del fondo de la tribuna, y apareció un señor viejo, muy empaquetado, seguido de dos ayudantes jóvenes
wav_new/c0bcdfc5-b104-453c-9c69-f2d2b6ce5dd4_tmp.wav|El profesor era un pobre hombre presuntuoso, ridículo
wav_new/5828d570-7fbb-48ca-9645-5a451c2300e1_tmp.wav|Había estudiado en París y adquirido los gestos y las posturas amaneradas de un francés petulante
wav_new/68ad5137-8cba-4838-9e2f-5a9c340e7f26_tmp.wav|Que un hombre de mi linaje
wav_new/636bf40f-ca5d-4148-adc0-9d483488c816_tmp.wav|Los que estaban al lado del recitador irrespetuoso se echaron a reir, y los demás estudiantes miraron al grupo de los alborotadores
wav_new/2f7a8955-29f8-4206-8e34-180c68c8fe11_tmp.wav|Rieron los estudiantes con gran entusiasmo, el profesor dió por terminada la clase retirándose haciendo un saludo ceremonioso y los chicos aplaudieron a rabiar
wav_new/27e88547-ab6c-43ac-8445-dedc7b48db8f_tmp.wav|De la Universidad, Montaner, Aracil y Hurtado marcharon hacia el centro
wav_new/e3ad98f2-c768-4b16-b25e-9d315f13d5a9_tmp.wav|Andrés experimentaba por Julio Aracil bastante antipatía, aunque en algunas cosas le reconocía cierta superioridad; pero sintió aún mayor aversión por Montaner
wav_new/cd5b12ee-c212-49f7-8c06-b763821bf4f1_tmp.wav|Las primeras palabras entre Montaner y Hurtado fueron poco amables
wav_new/11a30d1f-ceb9-4bf9-a903-4a76be1684e1_tmp.wav|Montaner hablaba con una seguridad de todo algo ofensiva; se creía, sin duda, un hombre de mundo
wav_new/5b624095-98b1-4b81-9e6d-41a0af192a91_tmp.wav|Hurtado le replicó varias veces bruscamente
wav_new/3449650e-deb3-425c-9711-0af5a42183a4_tmp.wav|Los dos condiscípulos se encontraron en esta primera conversación completamente en desacuerdo
wav_new/cc0bf422-8ec8-4765-ac8e-911670c87e5f_tmp.wav|La hostilidad entre Hurtado y Montaner todavía se manifestó delante del escaparate de una librería
wav_new/b04113e0-46bf-4867-b2ad-fdf0bf882ddf_tmp.wav|Llegaron a la Puerta del Sol y tomaron por la Carrera de San Jerónimo
wav_new/e1c76a40-422a-44f8-8859-4d1b0f722657_tmp.wav|Fueron juntos a la plaza de Antón Martín y allí se separaron con muy poca afabilidad
wav_new/5c1743f0-2a89-48b9-b0f7-6bb283dda723_tmp.wav|EN esta época era todavía Madrid una de las pocas ciudades que conservaba espíritu romántico
wav_new/8d596f87-7c8d-42c2-8f08-8de1123536db_tmp.wav|Tales fórmulas, tal especial manera de ver, constituye un pragmatismo útil, simplificador, sintetizador
wav_new/1c862155-c29a-4f26-8bd9-395468319c3e_tmp.wav|En un ambiente de ficciones, residuo de un pragmatismo viejo y sin renovación vivía el Madrid de hace años
wav_new/0fa92e4f-1944-46de-abad-335dd468ee94_tmp.wav|España entera, y Madrid sobre todo, vivía en un ambiente de optimismo absurdo
wav_new/62ea04c8-bb8f-44fc-8694-62fba68009aa_tmp.wav|Todo lo español era lo mejor
wav_new/d1bd1d53-d3e2-48fb-8c22-e59bb529e744_tmp.wav|Esa tendencia natural a la mentira, a la ilusión del país pobre que se aisla, contribuía al estancamiento, a la fosilificación de las ideas
wav_new/ecbe4220-5313-4819-8cad-b52c407b2df6_tmp.wav|Aquel ambiente de inmovilidad, de falsedad, se reflejaba en las cátedras
wav_new/8d8ef5a4-066f-4913-9b83-2a27bde5be91_tmp.wav|Andrés Hurtado pudo comprobarlo al comenzar a estudiar Medicina
wav_new/806aae22-bfea-4be0-9efa-00fa4937490d_tmp.wav|Los profesores del año preparatorio eran viejísimos; había algunos que llevaban cerca de cincuenta años explicando
wav_new/a03e553c-65a9-413a-b4d1-baf0fa0f3f30_tmp.wav|Sin duda no los jubilaban por sus influencias y por esa simpatía y respeto que ha habido siempre en España por lo inútil
wav_new/1984b082-73cb-4531-8c8f-d89ce3d08625_tmp.wav|Sobre todo, aquella clase de Química de la antigua capilla del Instituto de San Isidro era escandalosa
wav_new/2141592d-806a-46c6-a903-a41e2794c4a5_tmp.wav|Satisfacía su pueril vanidad dejando los experimentos aparatosos para la conclusión de la clase, con el fin de retirarse entre aplausos, como un prestidigitador
wav_new/31dd5d83-5e33-4a4d-aa0a-2e811953c58e_tmp.wav|Los estudiantes le aplaudían, riendo a carcajadas
wav_new/c9bd1b03-2f43-48d4-bbb0-3c0530629dfb_tmp.wav|A veces, en medio de la clase, a alguno de los alumnos se le ocurría marcharse, se levantaba y se iba
wav_new/ca700646-04ce-4bbf-a1f4-322425f40709_tmp.wav|Había estudiantes descarados que llegaban a las mayores insolencias; gritaban, rebuznaban, interrumpían al profesor
wav_new/c7d1a83b-c70f-403e-8575-7b540b61f509_tmp.wav|Una de las gracias de estos estudiantes era la de dar un nombre falso cuando se lo preguntaban
wav_new/e8f0c4e9-9c8d-4b36-bbfe-ed75c4f1a514_tmp.wav|Andrés Hurtado los primeros días de clase no salía de su asombro
wav_new/51d83a90-ff11-42f1-bc06-d5535768ce56_tmp.wav|Su preparación para la ciencia no podía ser más desdichada
wav_new/6306f03f-1405-4fa5-bd1c-e9db63c04ad4_tmp.wav|EN casi todos los momentos de su vida Andrés experimentaba la sensación de sentirse solo y abandonado
wav_new/ee57f80b-92c4-47b4-8347-b2cd729c09ab_tmp.wav|La muerte de su madre le había dejado un gran vacío en el alma y una inclinación por la tristeza
wav_new/fe2d7611-cf3e-4bc0-a782-ba96890db744_tmp.wav|La familia de Andrés, muy numerosa, se hallaba formada por el padre y cinco hermanos
wav_new/a62242b2-5ffd-4148-9345-93d7440e9c93_tmp.wav|El padre, don Pedro Hurtado, era un señor alto, flaco, elegante, hombre guapo y calavera en su juventud
wav_new/823121a2-861e-4e65-85d5-143c70e664ec_tmp.wav|De un egoísmo frenético, se considera el metacentro del mundo
wav_new/028be15f-d7f4-461f-8ec3-91d87cb64f8b_tmp.wav|Tenía una desigualdad de carácter perturbadora, una mezcla de sentimientos aristocráticos y plebeyos insoportable
wav_new/a708e37f-c594-40f6-9627-c1528735d0b5_tmp.wav|Su manera de ser se revelaba de una manera insólita e inesperada
wav_new/7e5b8956-592a-430f-8f8f-25b8c60eff5e_tmp.wav|Dirigía la casa despóticamente, con una mezcla de chinchorrería y de abandono, de despotismo y de arbitrariedad, que a Andrés le sacaba de quicio
wav_new/284a5d83-fe06-419d-9230-425d1907cc9f_tmp.wav|Margarita contaba ya veinte años, y sabía atender a las necesidades familiares mejor que el padre; pero don Pedro no quería
wav_new/23e732d2-a666-48e8-ae0f-fe8ee4bf8216_tmp.wav|Su mujer, Fermina Iturrioz, fué una víctima; pasó la existencia creyendo que sufrir era el destino natural de la mujer
wav_new/d9b32167-c8a4-40c1-a573-c5f9f5a5402e_tmp.wav|Después de muerta, don Pedro Hurtado hacía el honor a la difunta de reconocer sus grandes virtudes
wav_new/cf10a870-7b59-43a6-b0a5-f4e32ffa8cb3_tmp.wav|De los hijos, el mayor y el pequeño, Alejandro y Luis, eran los favoritos del padre
wav_new/5f0d0c70-90a6-49c6-8430-a33426151b8c_tmp.wav|Alejandro era un retrato degradado de don Pedro
wav_new/460e1059-cefd-40eb-b8b3-48b6ab8e7347_tmp.wav|Alejandro daba espectáculos bochornosos en casa; volvía a las altas horas de las tabernas, se emborrachaba y vomitaba y molestaba a todo el mundo
wav_new/deaed078-2312-45d8-9d29-3e957d680960_tmp.wav|Al comenzar la carrera Andrés, Margarita tenía unos veinte años
wav_new/67fc5ef2-a7cb-4df6-aae5-ff713bcff29a_tmp.wav|Era una muchacha decidida, un poco seca, dominadora y egoísta
wav_new/de25bd55-07f9-4a21-898a-47048ce0e2b4_tmp.wav|Pedro venía tras ella en edad y representaba la indiferencia filosófica y la buena pasta
wav_new/46bfde4a-49b5-4666-bfd0-485c99acc7df_tmp.wav|Estudiaba para abogado, y salía bien por recomendaciones; pero no se cuidaba de la carrera para nada
wav_new/e4781529-2844-40b8-bc41-b5c3c2f3dfa4_tmp.wav|Iba al teatro, se vestía con elegancia, tenía todos los meses una novia distinta
wav_new/2cc1c504-47a1-4abb-b2ef-321b00455a55_tmp.wav|Dentro de sus medios gozaba de la vida alegremente
wav_new/121a9b85-63f2-43f0-ace4-d1b784e94053_tmp.wav|El hermano pequeño, Luisito, de cuatro o cinco años, tenía poca salud
wav_new/b79ad86e-b5ec-4a57-9917-c4f66a6f0def_tmp.wav|La disposición espiritual de la familia era un tanto original
wav_new/780b151e-7e92-4f7b-a525-03f990aabcc0_tmp.wav|Hubiera habido que profundizar mucho para encontrar en él algún afecto paternal
wav_new/b58bb350-e9fe-4ac5-8fae-2db94e7e5401_tmp.wav|Pedro era un poco indiferente; experimentaba algún cariño por Margarita y por Luisito y una gran admiración por Andrés
wav_new/a2f0b658-e442-4caf-b2e2-505ae509502e_tmp.wav|Entre padre e hijo existía una incompatibilidad absoluta, completa, no podían estar conformes en nada
wav_new/e3004e7c-2807-4ef3-9da7-445f4d53786e_tmp.wav|Bastaba que uno afirmara una cosa para que el otro tomara la posición contraria
wav_new/26efd6e6-bad6-49f5-9ce1-92036867134d_tmp.wav|LA madre de Andrés, navarra fanática, había llevado a los nueve o diez años a sus hijos a confesarse
wav_new/5b4cee9e-210f-43ad-8867-f5a9ecdea441_tmp.wav|Andrés, de chico, sintió mucho miedo, sólo con la idea de acercarse al confesonario
wav_new/6e624648-92a3-4d32-8eb1-75e1ec02bb21_tmp.wav|A la segunda confesión, Andrés fué dispuesto a no decir al cura más que cuatro cosas para salir del paso
wav_new/740b7b14-04f2-4c34-83e5-79a89e061327_tmp.wav|A la tercera o cuarta vez se comulgaba sin confesarse sin el menor escrúpulo
wav_new/17dd407e-2370-48fa-b80f-5dead96fe70b_tmp.wav|Aquel abandono y el andar con los chicos de la calle despabiló a Andrés
wav_new/5fc87443-57a3-4194-9090-14dc2de29957_tmp.wav|Se sentía aislado de la familia, sin madre, muy solo, y la soledad le hizo reconcentrado y triste
wav_new/59a9428b-e4fa-4ab5-a191-15953132903a_tmp.wav|No le gustaba ir a los paseos donde hubiera gente, como a su hermano Pedro; prefería meterse en su cuarto y leer novelas
wav_new/a2774bd1-2148-42d0-b8f8-4225bc2fbf80_tmp.wav|Su imaginación galopaba, lo consumía todo de antemano
wav_new/ae00cc6b-2a1a-4b20-a3de-19b0c9edbe95_tmp.wav|Cuando concluyó el bachillerato se decidió a estudiar Medicina sin consultar a nadie
wav_new/2393613e-06a2-421e-b879-72e53cd73548_tmp.wav|A pesar de decírselo y de recomendárselo el que su hijo siguiese sus inclinaciones sin consultárselo a nadie, interiormente le indignaba
wav_new/69fdd361-fd0b-4017-8f5d-8548e4fb501e_tmp.wav|Don Pedro estaba constantemente predispuesto contra aquel hijo, que él consideraba díscolo y rebelde
wav_new/78efc78c-0a36-487d-b387-df8d97fbd7eb_tmp.wav|Margarita tenía que intervenir en estas trifulcas, que casi siempre concluían marchándose Andrés a su cuarto o a la calle
wav_new/41af4a1d-7107-4572-b596-de198cfb63f6_tmp.wav|Don Pedro aseguraba que una persona decente no podía ser más que conservador
wav_new/99d751d9-ae98-49d5-a750-1f4b32bd267f_tmp.wav|En los partidos avanzados tenía que haber necesariamente gentuza, según él
wav_new/bb986142-6c1d-4dba-a7ea-c9067482d0b3_tmp.wav|Las discusiones de casa de Hurtado se reflejaban invertidas en el piso de arriba entre un señor catalán y su hijo
wav_new/35537097-de8e-4b97-ac61-10413e9b470a_tmp.wav|A medida que Andrés se hacía hombre, la hostilidad entre él y su padre aumentaba
wav_new/c58540a1-9bff-4acb-8693-dc2ddeeeaa89_tmp.wav|El hijo no le pedía nunca dinero; quería considerar a don Pedro como a un extraño
wav_new/784c5c2d-55c0-4ea2-8d3a-9affd832e379_tmp.wav|LA casa donde vivía la familia Hurtado era propiedad de un marqués, a quien don Pedro había conocido en el colegio
wav_new/359b9a57-d064-4c49-a2e2-c01ed6514362_tmp.wav|Hurtado conocía a toda la vecindad y era muy complaciente con ella
wav_new/5563de3b-b8c0-41cf-a820-8b55e89d5c18_tmp.wav|Guardaba a los vecinos muchas atenciones, menos a los de las guardillas, a quienes odiaba
wav_new/6574e95c-0867-49a7-a3e9-2a60488426c8_tmp.wav|En su teoría del dinero equivalente a mérito, llevada a la práctica, desheredado tenía que ser sinónimo de miserable
wav_new/57605577-cb93-4894-b72c-a84ab7a43ecf_tmp.wav|Sólo perdonaba a la gente pobre su pobreza, si unían a ésta la desvergüenza y la canallería
wav_new/04d172e0-f221-4cd8-a44c-ed2090fc0659_tmp.wav|Para la gente baja, a quien se podía hablar de tú, chulos, mozas de partido, jugadores, guardaba don Pedro todas sus simpatías
wav_new/b9e8e866-25ce-46d7-b88f-c4bf3a50cbc7_tmp.wav|En la casa, en uno de los cuartos del piso tercero, vivían dos ex bailarinas, protegidas por un viejo senador
wav_new/1fb0960e-2a80-43d8-86f5-a0fa8a886773_tmp.wav|La familia de Hurtado las conocía por las del Moñete
wav_new/48c117f0-5971-4b1c-94d1-63f440640011_tmp.wav|El origen del apodo provenía de la niña de la favorita del viejo senador
wav_new/9ca6224f-cb8e-4707-bb6d-91834f76a227_tmp.wav|A la niña la peinaban con un moño recogido en medio de la cabeza muy pequeño
wav_new/6bca68da-7cd9-467c-a7b3-6eacf3a4d9e4_tmp.wav|Únicamente a las horas de comer Andrés se reunía con su familia; en lo restante del tiempo no se le veía
wav_new/dc045f14-262e-45f8-acf6-52b17cc3abe4_tmp.wav|Margarita al principio se opuso; pero luego accedió, mandó quitar los armarios y baúles, y allí se instaló Andrés
wav_new/590fa6b0-216a-4850-ab04-88d911b4fcc3_tmp.wav|La casa era grande, con esos pasillos y recovecos un poco misteriosos de las construcciones antiguas
wav_new/dd5c1f3e-1725-4271-84e7-3146f6e1ca52_tmp.wav|Para llegar al nuevo cuarto de Andrés había que subir unas escaleras, lo que le dejaba completamente independiente
wav_new/bd436af3-302e-4f7b-ae08-c2a2c0e31d24_tmp.wav|Al final del primer año de carrera, Andrés empezó a tener mucho miedo de salir mal en los exámenes
wav_new/569e54dd-c5fa-4a2b-b772-f97a4720de82_tmp.wav|Llegó mayo y Andrés se puso a devorar los libros a ver si podía resarcirse del tiempo perdido
wav_new/eed521f3-9bd5-4ba3-ac77-8093bc345b6a_tmp.wav|Con gran asombro suyo aprobó cuatro asignaturas, y le suspendieron, sin ningún asombro por su parte, en la última, en el examen de Química
wav_new/f4962e1f-397d-4d79-a32d-97d59ad25007_tmp.wav|No quiso confesar en casa el pequeño tropiezo e inventó que no se había presentado
wav_new/2204fe2e-e2e8-4583-97e0-f912f9139a57_tmp.wav|Andrés decidió estudiar con energía durante el verano
wav_new/5514a700-ee9b-4fe3-a482-e8968637f950_tmp.wav|Allí, en su celda, se encontraría muy bien, muy tranquilo y a gusto
wav_new/1870cbd4-63b2-4c8f-b4bb-f8a1eb8b664a_tmp.wav|Por la mañana dos muchachitas aparecían en unos balcones lejanos
wav_new/0c4f2b7f-4749-42e0-98a3-11c005a2dafd_tmp.wav|Cuando se levantaba Andrés ya estaban ellas en el balcón
wav_new/47398d59-54df-4cf5-9d2c-239cefcb2452_tmp.wav|Se peinaban y se ponían cintas en el pelo
wav_new/7ef2a420-87c3-47a6-991e-9cdaa30da876_tmp.wav|Un chico que vivía enfrente de estas muchachas solía echarlas un rayo de sol con un espejito
wav_new/22d20ff4-d8b5-45ad-8fac-5977078d9dd8_tmp.wav|Ellas le reñían y amenazaban, hasta que, cansadas, se sentaban a coser en el balcón
wav_new/eaab9aaa-71ce-48de-8086-9c8ef68be259_tmp.wav|En una guardilla próxima había una vecina que, al levantarse, se pintaba la cara
wav_new/c24ee816-ce76-4b09-bf99-0e3e65728b57_tmp.wav|Sin duda no sospechaba que pudieran mirarle y realizaba su operación de un modo concienzudo
wav_new/b85305a5-1a6c-454d-91d0-511b1ba0261f_tmp.wav|Debía de hacer una verdadera obra de arte; parecía un ebanista barnizando un mueble
wav_new/29888d3e-6a1d-490f-b377-ec4ef6f53eca_tmp.wav|Andrés, a pesar de que leía y leía el libro, no se enteraba de nada
wav_new/5956f5c6-46aa-467e-870d-d93c1217c3ac_tmp.wav|Al comenzar a repasar vió que, excepto las primeras lecciones de Química, de todo lo demás apenas podía contestar
wav_new/93714679-29cc-44bd-8ab0-9d6bafc7fa12_tmp.wav|Salir bien en los exámenes es una cuestión mnemotécnica, que consiste en aprender y repetir el mínimum de datos hasta dominarlos
wav_new/ea23635e-f798-4da8-98d9-f85fef511184_tmp.wav|Andrés, fué a ver al catedrático, que le trató como a un recluta
wav_new/5d09a9e9-ae0e-49fa-a794-aa9aabd887dd_tmp.wav|El examen que hizo días después le asombró por lo detestable; se levantó de la silla confuso, lleno de vergüenza
wav_new/42d0924f-0b07-4b77-af70-720f3faaa9b3_tmp.wav|Esperó teniendo la seguridad de que saldría mal; pero se encontró, con gran sorpresa, que le habían aprobado
wav_new/cdde0fdd-6f76-433d-b039-82aa4422aff6_tmp.wav|EL curso siguiente, de menos asignaturas, era algo más fácil, no había tantas cosas que retener en la cabeza
wav_new/8e543a4e-4441-4697-a941-696b913d3778_tmp.wav|A pesar de esto, sólo la Anatomía bastaba para poner a prueba la memoria mejor organizada
wav_new/023584ee-5554-4b7b-a046-0f4f713a6724_tmp.wav|Unos meses después del principio de curso, en el tiempo frío, se comenzaba la clase de disección
wav_new/641e67b1-b1ba-4fec-a5ea-8e4ea8d34b6a_tmp.wav|Los cincuenta o sesenta alumnos se repartían en diez o doce mesas y se agrupaban de cinco en cinco en cada una
wav_new/aa9b284d-6432-4279-a0e9-513a5ce6ee0a_tmp.wav|Se reunieron en la misma mesa, Montaner, Aracil y Hurtado, y otros dos a quien ellos consideraban como extraños a su pequeño círculo
wav_new/6fea6f43-e4be-4701-8651-0e8b6cb97717_tmp.wav|Sin saber por qué, Hurtado y Montaner, que en el curso anterior se sentían hostiles, se hicieron muy amigos en el siguiente
wav_new/18e30389-638e-42f6-8d4e-703618ccdd61_tmp.wav|Estas blusas no eran nada limpias, porque en las mangas, sobre todo, se pegaban piltrafas de carne, que se secaban y no se veían
wav_new/12d01c1b-c401-43cb-90a8-5ce8497d5563_tmp.wav|Bien y tú, contestó el otro
wav_new/220328f7-9d6d-4380-9814-38f95ace12b2_tmp.wav|De otro caso sucedido por entonces se habló mucho entre los alumnos
wav_new/b401af24-8e28-4ca1-a17f-60ccf653504c_tmp.wav|El interno extrajo el cerebro y lo envió con un mozo al domicilio del médico
wav_new/e992c0f9-d6ae-43e5-80cb-f96ae85b35f9_tmp.wav|Se contaban muchas historias como ésta, fueran verdad o no, con verdadera fruición
wav_new/d15a4f73-570c-4dba-bbcd-49dea8c2c14e_tmp.wav|Andrés Hurtado no manifestaba más sensibilidad que los otros; no le hacía tampoco ninguna mella ver abrir, cortar y descuartizar cadáveres
wav_new/de9734b6-41f3-4acd-bc51-3e2ede469478_tmp.wav|Lo que sí le molestaba, era el procedimiento de sacar los muertos del carro en donde los traían del depósito del hospital
wav_new/aaf020a6-2ae5-481b-a212-1f6c934e948d_tmp.wav|Los mozos cogían estos cadáveres, uno por los brazos y otro por los pies, los aupaban y los echaban al suelo
wav_new/115025c5-be91-4dfb-848d-ebe224f4e1bf_tmp.wav|Eran casi siempre cuerpos esqueléticos, amarillos, como momias
wav_new/16ed9685-d5af-4389-bced-dbe56ffe80de_tmp.wav|A pesar de la repugnancia que le inspiraban tales cosas, no le preocupaban; la anatomía y la disección le producían interés
wav_new/076bc16b-7f9a-4120-acd9-33a15c3b7527_tmp.wav|Esta curiosidad por sorprender la vida; este instinto de inquisición tan humano, lo experimentaba él como casi todos los alumnos
wav_new/5ed68b90-861b-41a2-96da-cedea51d6f44_tmp.wav|Uno de los que lo sentían con más fuerza, era un catalán amigo de Aracil, que aún estudiaba en el Instituto
wav_new/b0312e2f-e2f6-47ed-b653-1a9eb893be73_tmp.wav|Con las piltrafas, según decía, abonaba unos tiestos o los echaba al balcón de un aristócrata de la vecindad a quien odiaba
wav_new/5626ef0e-1206-45f8-8bef-e02d092ea166_tmp.wav|Massó, especial en todo, tenía los estigmas de un degenerado
wav_new/0d767fc7-4ee5-48b4-b826-babb6bb47481_tmp.wav|Así, cuando iba a un café o al teatro salía por la misma puerta por donde había entrado para ir recogiendo el misterioso hilo
wav_new/83725c14-e580-4e88-a625-6afebf34b118_tmp.wav|Otra cosa caracterizaba a Massó; su wagnerismo entusiasta e intransigente que contrastaba con la indiferencia musical de Aracil, de Hurtado y de los demás
wav_new/35b978d8-157a-4d4d-8fac-4d1b8fb01cfc_tmp.wav|Aracil demostraba casi siempre una crueldad desdeñosa, sin brutalidad, de un carácter femenino
wav_new/a2915014-6691-42ff-8e95-27be142b3d82_tmp.wav|Una señora vieja, amiga de la familia, le regaló unas ilustraciones y la historia de la Revolución francesa, de Thiers
wav_new/77586048-c0bc-4935-b031-4a140a58e460_tmp.wav|Este libro, que comenzó treinta veces y treinta veces lo dejó aburrido, llegó a leerlo y a preocuparle
wav_new/d4191897-9c3a-4770-8210-0c658f77731c_tmp.wav|Con la lógica un poco rectilínea del hombre joven, llegó a creer que el tipo más grande de la Revolución, era Saint Just
wav_new/e938a2f5-13f5-4497-af2a-2176248a92cf_tmp.wav|En muchos libros, en las primeras páginas en blanco, escribió el nombre de su héroe, y lo rodeó como a un sol de rayos
wav_new/caf6cfd5-2fd4-4980-b7d9-8c3b4231d47c_tmp.wav|Este entusiasmo absurdo lo mantuvo secreto; no quiso comunicárselo a sus amigos
wav_new/5701c723-94a2-41c0-8aa6-af9cc21529c2_tmp.wav|Sus cariños y sus odios revolucionarios, se los reservaba, no salían fuera de su cuarto
wav_new/2a335d61-51fe-4c3a-8356-8bd258f30455_tmp.wav|Tenía Hurtado dos amigos a quienes veía de tarde en tarde
wav_new/910028bd-d6ee-42d5-a882-9c19b5de1439_tmp.wav|Con ellos debatía las mismas cuestiones que con Aracil y Montaner, y podía así apreciar y comparar sus puntos de vista
wav_new/58eff2ac-0bc8-4e25-a70b-0b0824e7001a_tmp.wav|De estos amigos, compañeros de Instituto, el uno estudiaba para ingeniero, y se llamaba Rafael Sañudo; el otro era un chico enfermo, Fermín Ibarra
wav_new/08fc9af9-9a5b-4743-acc0-13308474119b_tmp.wav|A Sañudo, Andrés le veía los sábados por la noche en un café de la calle Mayor, que se llamaba Café del Siglo
wav_new/5003381d-0396-4ff4-acad-e63ea18a000b_tmp.wav|Sañudo y sus condiscípulos no hablaban en el café más que de música; de las óperas del Real, y sobre todo, de Wagner
wav_new/88081a0b-8a3a-43e9-bcdb-2265036b3def_tmp.wav|Para ellos, la ciencia, la política, la revolución, España, nada tenía importancia al lado de la música de Wagner
wav_new/c7a86ec8-fbcd-4128-a2c3-2b0620254929_tmp.wav|Wagner era el Mesías, Beethoven y Mozart los precursores
wav_new/69eeb366-5a3c-4fd3-a705-4930adf9fd1e_tmp.wav|A Hurtado, que no le preocupaba la música, estas conversaciones le impacientaban
wav_new/718a1827-92ed-4f10-9c1e-f0cb1881efbf_tmp.wav|Empezó a creer que esa idea general y vulgar de que el gusto por la música significa espiritualidad, era inexacta
wav_new/95df195d-0b18-4048-a437-14d0446f1131_tmp.wav|Por lo menos en los casos que él veía, la espiritualidad no se confirmaba
wav_new/3e9badd7-395e-4876-8b47-7b3a5445cead_tmp.wav|Entre aquellos estudiantes amigos de Sañudo, muy filarmónicos, había muchos, casi todos, mezquinos, mal intencionados, envidiosos
wav_new/bcb310bd-0cf5-473f-a4f1-dc6bb6153f9f_tmp.wav|Entre ellas llamaba la atención una rubia muy guapa, acompañada de su madre
wav_new/8e18a469-2be0-4af5-86ff-5c5298dbe890_tmp.wav|La madre era una chatorrona gorda, con el colmillo retorcido, y la mirada de jabalí
wav_new/23a45da2-7627-450d-8cb2-4f01d418365d_tmp.wav|Hurtado comprendió que aquel no era su centro y dejó de ir por allí
wav_new/abc5c6d9-c47a-421d-b4e0-faa21e834737_tmp.wav|Varias noches, Andrés entraba en algún café cantante con su tablado para las cantadoras y bailadoras
wav_new/2ae259a9-eb49-4cdc-a0eb-c9df9fccf284_tmp.wav|La imaginación de Andrés le hacía ver peligros imaginarios que por un esfuerzo de voluntad intentaba desafiar y vencer
wav_new/53c5c8c6-0845-4ca0-9be4-d6c63ca97b15_tmp.wav|Al verla, Andrés se estremecía y se echaba a temblar
wav_new/fdf1a50d-1203-4751-ac93-ce5c65b00b5f_tmp.wav|Un día la oyó hablar con acento gallego, y sin saber por qué, todo su terror desapareció
wav_new/6654c2fd-106a-4a94-b954-b4d76aecd27a_tmp.wav|Muchos domingos por la tarde, Andrés iba a casa de su condiscípulo Fermín Ibarra
wav_new/2bea7281-a2e5-40c0-ad8f-c95e19f3fdcd_tmp.wav|Fermín estaba enfermo con una artritis, y se pasaba la vida leyendo libros de ciencia recreativa
wav_new/f4d2de96-e297-4344-a67d-5ea308ec8fdb_tmp.wav|Su madre le tenía como a un niño y le compraba juguetes mecánicos que a él le divertían
wav_new/f1395bc4-7803-40e3-87fc-3e98c8222f80_tmp.wav|Hurtado le contaba lo que hacía, le hablaba de la clase de disección, de los cafés cantantes, de la vida de Madrid de noche
wav_new/e5914874-3617-4058-9ec5-669a72044a71_tmp.wav|Fermín, resignado, le oía con gran curiosidad
wav_new/15a37656-2aff-42ac-9c0c-5a8037553572_tmp.wav|Cosa absurda; al salir de casa del pobre enfermo, Andrés tenía una idea agradable de su vida
wav_new/c8d56690-ff3d-424a-ad1b-a88cdbeaa8fb_tmp.wav|La vida en general, y sobre todo la suya, le parecía una cosa fea, turbia, dolorosa e indominable
wav_new/d0dc4cb9-676b-4ab2-abe5-c58bf19d8e94_tmp.wav|ARACIL, Montaner y Hurtado concluyeron felizmente su primer curso de Anatomía
wav_new/6c861890-e119-42ee-809b-148773f18aee_tmp.wav|Tal dosis de literatura, de crímenes, de aventuras y de misterios acabó por aburrirle
wav_new/25d6bef4-728b-4469-96d2-8d829b09edae_tmp.wav|Los primeros días del curso le sorprendieron agradablemente
wav_new/668b98d5-9e71-48b9-b304-2df84b41cb75_tmp.wav|Era imposible que con aquel texto y aquel profesor llegara nadie a sentir el deseo de penetrar en la ciencia de la vida
wav_new/f98c7218-359f-4eea-ab63-02b7a714f27f_tmp.wav|La Fisiología, cursándola así, parecía una cosa estólida y deslavazada, sin problemas de interés ni ningún atractivo
wav_new/ed6c6a23-c833-4cd5-8056-ff828f52ced6_tmp.wav|Era indispensable tomar la Fisiología como todo lo demás, sin entusiasmo, como uno de los obstáculos que salvar para concluir la carrera
wav_new/1f946a66-21a7-48bb-8ecb-a9977d3489e7_tmp.wav|Esta idea, de una serie de obstáculos, era la idea de Aracil
wav_new/68830718-c60a-4f8e-85a1-1f6ee47ec68f_tmp.wav|Él consideraba una locura el pensar que habían de encontrar un estudio agradable
wav_new/5af7deaa-100a-441a-81a7-829e0a557715_tmp.wav|Julio, en esto, y en casi todo, acertaba
wav_new/505fd480-efd8-4e9c-b3cd-eab3802ff1cf_tmp.wav|Su gran sentido de la realidad le engañaba pocas veces
wav_new/00ceaba4-775f-48ba-8410-3bb67ffbdf26_tmp.wav|Aquel curso, Hurtado intimó bastante con Julio Aracil
wav_new/a2aa0779-d383-4d36-9b52-74cf8c58c87f_tmp.wav|Julio era un año o año y medio más viejo que Hurtado y parecía más hombre
wav_new/b785d603-cbb3-4386-a473-859560553eaf_tmp.wav|Era moreno, de ojos brillantes y saltones, la cara de una expresión viva, la palabra fácil, la inteligencia rápida
wav_new/665153a1-ff69-46f9-a6dc-3836d84efe91_tmp.wav|Julio vivía con unas tías viejas; su padre, empleado en una capital de provincia, era de una posición bastante modesta
wav_new/ca137925-112a-4ffa-8f50-04a3a9bdd7f0_tmp.wav|Dada su tendencia práctica, era un poco paradójica esta resistencia suya a ser protegido
wav_new/bb81ae81-3780-47bb-b033-754aca9210b4_tmp.wav|Julio, muy hábil, no estudiaba casi nada, pero aprobaba siempre
wav_new/8d6fd3bf-f4b9-489c-9f34-07b6e8bb8c1a_tmp.wav|Buscaba amigos menos inteligentes que él para explotarles; allí donde veía una superioridad cualquiera, fuese en el orden que fuese, se retiraba
wav_new/6a17d6fd-da41-4ff0-a0dd-114f0bc8e0af_tmp.wav|Llegó a confesar a Hurtado, que le molestaba pasear con gente de más estatura que él
wav_new/e4c557a0-09ee-4cd2-b9c9-c1ff1e06f113_tmp.wav|Julio aprendía con gran facilidad todos los juegos
wav_new/dc20fd4b-aa35-4132-b5a8-7b9bfd980cde_tmp.wav|Sus padres, haciendo un sacrificio, podían pagarle los libros, las matrículas y la ropa
wav_new/6cda4b10-9c49-463a-bd60-e402b35e8b80_tmp.wav|Aracil era un poco petulante, se cuidaba el pelo, el bigote, las uñas y le gustaba echárselas de guapo
wav_new/4eb4fc4c-083b-423c-81dc-5db5ffacdbe6_tmp.wav|Hurtado le comparaba a esos insectos activos que van dando vueltas a un camino circular con una decisión inquebrantable e inútil
wav_new/13b63a88-9ff8-427d-8c01-3af55def9f17_tmp.wav|Una de las ideas gratas a Julio era pensar que había muchos vicios y depravaciones en Madrid
wav_new/64843182-20d0-4fb1-85cf-b87b6878364d_tmp.wav|Julio era un verdadero fenicio; procedía de Mallorca y probablemente había en él sangre semítica
wav_new/7f811e4d-1f6d-4b50-b91e-3e91b010fc42_tmp.wav|Por lo menos si la sangre faltaba, las inclinaciones de la raza estaban íntegras
wav_new/9d01eeb3-b4f6-4c55-8d20-999918d83990_tmp.wav|Soñaba con viajar por el Oriente, y aseguraba siempre que, de tener dinero, los primeros países que visitaría serían Egipto y el Asia Menor
wav_new/e9b78395-2262-465c-a8e9-5dfa460edf85_tmp.wav|Aracil era un ejemplar acabado del tipo semita
wav_new/c0ac3f15-9b67-4c4c-99b5-2ea9ecdc6caf_tmp.wav|Sus ascendientes debieron ser comerciantes de esclavos en algún pueblo del Mediterráneo
wav_new/17c06d7d-db6e-4340-919b-6c65cbbdea76_tmp.wav|Daba tanta importancia al dinero, sobre todo al dinero ganado, que el comprobar lo difícil de conseguirlo le agradaba
wav_new/1512bba9-5c95-4b8d-8bec-64d6a6b2fb47_tmp.wav|Como era su dios, su ídolo, de darse demasiado fácilmente, le hubiese parecido mal
wav_new/d6b30c28-0b2f-4feb-bfdf-5d08aca38373_tmp.wav|Otra de las condiciones de Aracil era acomodarse a las circunstancias, para él no había cosas desagradables; de considerarlo necesario, lo aceptaba todo
wav_new/934a260a-44cb-4af2-bd7b-1f300b7b90a5_tmp.wav|Con su sentido previsor de hormiga, calculaba la cantidad de placeres obtenibles por una cantidad de dinero
wav_new/ff4c3801-2de1-4356-9975-5b3bb53dc8fb_tmp.wav|Esto constituía una de sus mayores preocupaciones
wav_new/83480abb-eaa2-49b5-85f1-7139a900fd66_tmp.wav|Miraba los bienes de la tierra con ojos de tasador judío
wav_new/b2dca63d-d244-4124-9211-184f268ec398_tmp.wav|Si se convencía de que una cosa de treinta céntimos la había comprado por veinte, sentía un verdadero disgusto
wav_new/949b494f-8709-4ac5-8e70-2c704a7a8f73_tmp.wav|Julio leía novelas francesas de escritores medio naturalistas, medio galantes; estas relaciones de la vida de lujo y de vicio de París le encantaban
wav_new/dc04f450-4424-42c3-80cb-a805220f23cf_tmp.wav|De ser cierta la clasificación de Iturrioz, Montaner también tenía más del tipo semita que del ibérico
wav_new/5d459ff8-ad50-4e03-833a-829dd0b62d4c_tmp.wav|Era enemigo de lo violento y de lo exaltado, perezoso, tranquilo, comodón
wav_new/f76089bb-e2cd-4c3b-bf52-40d2e42d7135_tmp.wav|Cuando Andrés llegó a conocer a fondo a Montaner, se hizo amigo suyo
wav_new/583ffdab-217d-4d74-9225-4893483b92b1_tmp.wav|Concluyeron los tres compañeros el curso
wav_new/4130ca34-73a3-4ba5-a167-5a6220938366_tmp.wav|Aracil se marchó, como solía hacerlo todos los veranos, al pueblo en donde estaba su familia, y Montaner y Hurtado se quedaron en Madrid