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Existen diversos factores que influyen en el paso de sustancias a la leche materna como, por ejemplo, la unión a proteínas plasmáticas, ionización, grado de liposolubilidad, peso molecular, etc. Tales parámetros varían según los fármacos.
Además, no hay suficientes estudios para un número elevado de medicamentos, sobre todo para los de reciente comercialización.
De hecho, la recomendación «contraindicado durante la lactancia», hace referencia sobre todo a la falta de estudios farmacocinéticos sobre la excreción en leche materna, y no a la existencia de observaciones clínicas.
En este artículo se exponen los datos disponibles sobre fármacos de uso común y algunos principios sencillos para facilitar la labor de los profesionales de la salud a la hora de prescribir medicación a una mujer durante la lactancia.
El asma es una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias que provoca una obstrucción bronquial reversible.
En los países industrializados, la prevalencia y la gravedad se encuentran en aumento desde 1970, pero la mortalidad permanece estable.
El diagnóstico, sobre todo clínico, se basa en el interrogatorio.
Luego ha de confirmarse mediante la espirometría, que pone de manifiesto el trastorno ventilatorio obstructivo y su reversibilidad.
Para tratar la enfermedad, es fundamental identificar todos los elementos desencadenantes y/o agravantes de la misma (neumoalérgenos, rinitis y sinusitis, irritantes, etc.).
La intensidad de los síntomas y el flujo espiratorio máximo constituyen los parámetros de la gravedad del asma.
El tratamiento se prescribe según esta escala de gravedad, y se pretende limitar los síntomas, las exacerbaciones y la necesidad de fármacos así como mantener una función ventilatoria normal.
Por lo general, el tratamiento farmacológico consiste en una asociación de corticoides (inhalados en la mayoría de los casos) y agonistas β 2 adrenérgicos.
Asimismo, resulta imprescindible brindar explicaciones que faciliten la adhesión del paciente al programa terapéutico.
Las dilataciones bronquiales o bronquiectasias son frecuentes y los mecanismos que las causan bien conocidos.
Los adelantos en las técnicas de diagnóstico por imagen han grandemente contribuido al enfoque diagnóstico, completando una historia y una presentación clínicas a menudo muy características.
Casi en el 50% de los casos son idiopáticas, aunque las afecciones que las originan o que están asociadas se pueden detectar hoy en día con mayor facilidad.
El tratamiento actual está bien definido y se basa en el control de los elementos del círculo vicioso descrito por Cole.
La tuberculosis es una enfermedad infecciosa que se transmite de persona a persona y que se debe a Mycobacterium tuberculosis; el 33% de la población mundial está infectada por este bacilo, con una mortalidad que alcanza los 3 millones de personas al año.
Un porcentaje minoritario de los pacientes infectados desarrollan la enfermedad tuberculosa.
El tratamiento está bien establecido, pero depende de un número limitado de antibióticos activos, lo que obliga a un cumplimiento riguroso, para evitar la aparición de cepas resistentes del bacilo.
El tratamiento de las disfunciones eréctiles ha evolucionado en los últimos años.
Aunque el tratamiento etiológico continúa siendo de actualidad, el tratamiento sintomático se ha convertido en el objetivo primordial cuando no puede identificarse la etiología.
Los tratamientos orales (inhibidores de las fosfodiesterasas V) que facilitan la erección, cuyas características farmacológicas permiten, en algunos casos, evitar la programación del acto con escasos efectos secundarios, han pasado a ser, desde hace algunos años, la opción terapéutica principal.
Sin embargo, las inyecciones intracavernosas de prostaglandina E1 siguen ocupando un importante lugar como tratamiento de elección o como recurso cuando fracasan los tratamientos orales.
Los erectores de vacío también son una alternativa útil para los pacientes que no pueden recibir inyecciones.
Pese a los progresos de la farmacología, los implantes peneanos se siguen utilizando cuando fracasan los tratamientos menos agresivos.
En los pacientes bien informados tratados por urólogos con experiencia en este tipo de cirugía, los porcentajes de buenos resultados son altos.
En pocos años el arsenal terapéutico ha aumentado de manera considerable, y hoy en día es posible tratar prácticamente a todos los pacientes impotentes que lo solicitan.
La orina normal es estéril y, cuando se recoge por micción aséptica, se acepta la presencia de 10 5 colibacilos y 10 4 leucocitos/ml.
La mayoría de los gérmenes urinarios son enterobacterias, fundamentalmente Escherichia coli.
No obstante, las infecciones nosocomiales pueden deberse a otros Gram negativos o positivos.
Una infección urinaria puede ser primaria, aparecer en un tracto urinario sano y deberse normalmente a un germen uropatógeno que contiene adhesinas.
La infección urinaria secundaria es consecuencia de una uropatía o de una intervención urológica.
En la mujer, estas infecciones se manifiestan a través de cistitis, aisladas o recidivantes, o por pielonefritis aguda que requiere algunas técnicas de diagnóstico por imagen y que se trata fácilmente con una antibioticoterapia adaptada.
En cambio, una pielonefritis aguda con obstrucción es una urgencia urológica.
En varios contextos, las pielonefritis son peligrosas: fundamentalmente en las mujeres embarazadas, en el diabético (en los que son frecuentes las necrosis papilares) y en los pacientes con trasplante renal.
En el hombre, las prostatitis agudas requieren un tratamiento prolongado para evitar la evolución hacia una prostatitis crónica.
La insuficiencia renal crónica es una enfermedad general.
Las dos principales causas son la diabetes mellitus y las nefropatías vasculares crónicas.
La edad de los pacientes aumenta progresivamente y, en la primera diálisis, tienen en promedio más de 60 años.
La detección precoz, la cuantificación y el seguimiento del déficit funcional renal se basan, en la práctica, en una correcta interpretación de la creatininemia.
Cuando la tasa de filtración glomerular disminuye más del 50%, es necesario tratar activamente al paciente: tomar todas las medidas necesarias para intentar reducir la velocidad de degradación de la insuficiencia renal, asegurar un buen control de la homeostasia y proteger los dos principales órganos amenazados, los sistemas cardiovascular y osteoarticular.
Las técnicas de tratamiento de la insuficiencia renal terminal son la hemodiálisis, la diálisis peritoneal y el trasplante renal.
Si es necesario, estos tratamientos pueden combinarse, garantizándose supervivencias muy prolongadas, de más de 30 años en la actualidad.
Existen factores extrarrenales que determinan la supervivencia: la edad y, sobre todo, las enfermedades sistémicas asociadas, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
Todos los esfuerzos deben converger en una mejor definición de los grupos de riesgo de insuficiencia renal, una detección más precoz de la enfermedad en esos grupos y una mejor prevención.
Este artículo considera las diferentes formas de presentación de las nefropatías glomerulares, precisa las diferentes pruebas complementarias útiles para orientar el diagnóstico y la importancia de la biopsia renal por punción.
Se estudian también las principales causas de las nefropatías glomerulares agudas y crónicas.
La incidencia acumulada de litiasis urinaria es del 10% en varones y del 5% en mujeres.
Una litiasis no diagnosticada o que no ha sido adecuadamente tratada puede producir el deterioro de la función renal.
La litiasis sigue siendo una causa de insuficiencia renal terminal que puede requerir la realización de diálisis.
Por ello, este trastorno requiere un diagnóstico etiológico completo cuyo primer paso consiste en el análisis del cálculo.
No se debe concluir el tratamiento del cólico nefrítico hasta comprobar la desaparición del cálculo.