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Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Si", "uno", "pretende", "filmar", "una", "película", "con", "toques", "ficticios", ",", "que", "no", "abuse", "." ]
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Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Y", "eso", "parece", "que", "Tony", "Scott", "no", "lo", "ha", "entendido", "aún", "." ]
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Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Creo", "que", "ya", "es", "suficientemente", "buena", "la", "idea", "de", "tratar", "esa", "sensación", "tan", "estimulante", "del", "déjà", "vu", "como", "para", "luego", "añadir", "un", "programa", "inventado", "que", "te", "permita", "viajar", "en", "el", "tiempo", "de", "una", "forma", "realmente", "nada", "creíble", "." ]
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Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Así", "que", "buena", "parte", "del", "film", "(", "en", "concreto", ",", "la", "primera", "hora", ")", "se", "basa", "en", "esta", "tontería", "sin", "sentido", "que", "te", "lía", "y", "hace", "que", "el", "film", "tenga", "una", "calidad", "bastante", "inferior", "a", "la", "que", "hubiera", "tenido", "si", "se", "hubiera", "evitado", "." ]
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Otro defecto es el del falso dramatismo, sí.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Otro", "defecto", "es", "el", "del", "falso", "dramatismo", ",", "sí", "." ]
2
En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "En", "El", "fuego", "de", "la", "venganza", "había", "dosis", "a", "raudales", "de", "drama", "puro", "y", "duro", ",", "que", "resultaban", "medianamente", "creíbles", "." ]
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Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Aquí", ",", "en", "Déjà", "Vu", ",", "resultan", "totalmente", "ajenas", "a", "nuestros", "sentimientos", "." ]
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Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton).
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
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Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Así", "que", "los", "principales", "defectos", "de", "esta", "película", "se", "basan", "en", "los", "abusos", "de", "géneros", "o", "términos", "que", "en", "una", "cinta", "de", "este", "tipo", ",", "más", "vale", "evitarlos", ",", "bien", "sea", "porque", "resulte", "más", "creíble", "y", "entenedora", ",", "y", "por", "lo", "tanto", ",", "más", "amena", ",", "o", "por", "el", "simple", "hecho", "de", "que", "sobran", "." ]
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Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora).
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Pero", "también", "hay", "que", "felicitar", "al", "hermano", "de", "Ridley", "por", "saber", "transmitirnos", "la", "sensación", "de", "déjà", "vu", "excelentemente", "y", "proporcionarnos", "una", "cinta", "entretenídisima", "(", "sobretodo", "en", "la", "última", "hora", ")", "." ]
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Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Esta", "última", "parte", "se", "basa", "en", "el", "desencadenamiento", "de", "la", "trama", ",", "de", "una", "forma", "tan", "poco", "creíble", "que", ",", "en", "esta", "ocasión", ",", "te", "hace", ",", "por", "lo", "menos", ",", "entrar", "en", "el", "juego", "." ]
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No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "No", "destriparé", "más", "la", "trama", "porque", "sino", "acabaré", "por", "explicaros", "ese", "interesante", "final", "." ]
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Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director).
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Y", "otro", "aspecto", "bueno", "del", "film", "es", "la", ",", "siempre", "agradable", "de", "ver", ",", "actuación", "de", "Denzel", "Washington", "(", "auténtico", "colaborador", "del", "director", ")", "." ]
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No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "No", "es", "que", "tenga", "una", "interpretación", "brillante", ",", "ya", "que", "su", "papel", "tampoco", "es", "que", "lo", "sea", "mucho", ",", "pero", "da", "gusto", "verlo", "hacer", "esas", "bromillas", "de", "siempre", "y", "proporcionar", "a", "su", "Doug", "Carlin", "un", "poco", "más", "de", "humanismo", "." ]
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La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "La", "resta", "del", "reparto", "está", "sencillamente", "correcta", ",", "aunque", "la", "semi-protagonista", ",", "Paula", "Patton", ",", "está", "realmente", "mal", "." ]
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No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "No", "sabe", "llorar", ",", "no", "sabe", "proporcionar", "credibilidad", "." ]
2
En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "En", "fin", ",", "que", "hubiera", "mejorado", "mucho", "con", "la", "magnífica", "Ashley", "Judd", "." ]
2
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "Un", "film", "más", "que", "pasable", ",", "con", "una", "última", "hora", "absolutamente", "entretenida", ",", "con", "sus", "virtudes", "y", "defectos", "(", "yo", "creo", "que", "por", "igual", ")", ",", "y", "que", "tampoco", "creo", "que", "sea", "recordada", ",", "al", "menos", "que", "la", "volvamos", "a", "sentir", "." ]
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La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada.
Desde luego, cada vez se están luciendo más con la traducción de títulos (o subtítulos) en los últimos estrenos cinematográficos de España. Sú último "logro" es Déjà Vu (cambiando el pasado). Ya sé que puedo parecer muy exigente, pero es que este subtítulo sobra. "Déjà vu" quiere decir "ya visto" y no "cambiando el pasado". Aunque vayamos al grano. La nueva película del hermano del prodigioso (en ocasiones) Ridley, Tony Scott, ha vuelto a lo suyo: ritmo frenético con una fotografía espeluznante, pero sin embargo, con un guión sencillito y con varios engaños (respecto al público). No es que Déjà Vu sea una película poco creíble, sino que es directamente una película cien por cien increíble. Aunque es verdad que el director tampoco pretende que nos la creamos. Vale, queda claro que esa sensación ya vista o vivida es un efecto mental, pero por Dios, lo del programa a lo Minority Report (pero visionando el pasado) no es ningún truco de la mente, es simplemente una chorrada. Así que podríamos decir que Déjà Vu presenta una mezcla de géneros, para mi gusto, demasiado abusiva: ciencia ficción, thriller, acción, aventura, drama y romance (estos dos últimos bastante alejados de lo que se podía esperar del director de El fuego de la venganza). Pero bueno, por otra parte se le agradece a Scott el equilibrio entre todos ellos, por mucho que algunos me parezcan inadecuados. Desde luego, si le hubiera de encontrar defectos a la película le encontraría, y varios. Empecemos por ese programa tan estimulante para los protagonistas, que les permite viajar en el pasado mediante una teoría (o paranoia) que se ha inventado un tales Terry Rossio y Bill Marsilii. Si uno pretende filmar una película con toques ficticios, que no abuse. Y eso parece que Tony Scott no lo ha entendido aún. Creo que ya es suficientemente buena la idea de tratar esa sensación tan estimulante del déjà vu como para luego añadir un programa inventado que te permita viajar en el tiempo de una forma realmente nada creíble. Así que buena parte del film (en concreto, la primera hora) se basa en esta tontería sin sentido que te lía y hace que el film tenga una calidad bastante inferior a la que hubiera tenido si se hubiera evitado. Otro defecto es el del falso dramatismo, sí. En El fuego de la venganza había dosis a raudales de drama puro y duro, que resultaban medianamente creíbles. Aquí, en Déjà Vu, resultan totalmente ajenas a nuestros sentimientos. Me explicaré: el film no te sabe transmitir esa sensación de desesperación del protagonista y mucho menos la de la víctima (una insuficiente, en términos artísticos, Paula Patton). Así que los principales defectos de esta película se basan en los abusos de géneros o términos que en una cinta de este tipo, más vale evitarlos, bien sea porque resulte más creíble y entenedora, y por lo tanto, más amena, o por el simple hecho de que sobran.Pero también hay que felicitar al hermano de Ridley por saber transmitirnos la sensación de déjà vu excelentemente y proporcionarnos una cinta entretenídisima (sobretodo en la última hora). Esta última parte se basa en el desencadenamiento de la trama, de una forma tan poco creíble que, en esta ocasión, te hace, por lo menos, entrar en el juego. No destriparé más la trama porque sino acabaré por explicaros ese interesante final. Y otro aspecto bueno del film es la, siempre agradable de ver, actuación de Denzel Washington (auténtico colaborador del director). No es que tenga una interpretación brillante, ya que su papel tampoco es que lo sea mucho, pero da gusto verlo hacer esas bromillas de siempre y proporcionar a su Doug Carlin un poco más de humanismo. La resta del reparto está sencillamente correcta, aunque la semi-protagonista, Paula Patton, está realmente mal. No sabe llorar, no sabe proporcionar credibilidad. En fin, que hubiera mejorado mucho con la magnífica Ashley Judd. Un film más que pasable, con una última hora absolutamente entretenida, con sus virtudes y defectos (yo creo que por igual), y que tampoco creo que sea recordada, al menos que la volvamos a sentir.La frase "Atentos, estáis a punto de presenciar un asesinato".
[ "La", "frase", "\"", "Atentos", ",", "estáis", "a", "punto", "de", "presenciar", "un", "asesinato", "\"", "." ]
2
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Yo", ",", "que", "siempre", "me", "he", "quedado", "con", "Roger", "Moore", ",", "no", "temía", "en", "absoluto", "a", "Daniel", "Craig", "." ]
3
Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Es", "más", ",", "tenía", "ganas", "de", "que", "le", "cambiaran", "la", "cara", "a", "James", "Bond", ",", "tras", "unas", "ridículas", "películas", "protagonizadas", "por", "Pierce", "Brosnan", "que", "rozaban", "la", "ciencia-ficción", "." ]
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Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Pues", "ahora", ",", "el", "agente", "más", "prestigioso", "de", "Gran", "Bretaña", "ha", "vuelto", ",", "más", "innovador", ",", "real", ",", "maduro", "e", "imperfecto", ",", "aunque", "con", "un", "giro", "de", "argumento", ",", "ya", "que", "la", "nueva", "aventura", "se", "basa", "en", "la", "primera", "aventura", ",", "escrita", "por", "Ian", "Flemming", "y", "titulada", "Casino", "Royale", "." ]
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El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "El", "hecho", "que", "una", "película", "esté", "escrita", "por", "Paul", "Haggis", "ya", "es", "decir", ",", "y", "mucho", "." ]
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El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "El", "doble", "ganador", "del", "Oscar", "y", "nominado", "por", "su", "perfecto", "guión", "de", "Million", "Dollar", "Baby", ",", "aporta", "al", "guión", "principal", "de", "la", "película", "(", "escrito", "por", "Neal", "Purvis", "y", "Robert", "Wade", ")", "un", "toque", "más", "de", "seriedad", ",", "realismo", "y", "brutalismo", "." ]
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Y la verdad es que se nota, y mucho.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Y", "la", "verdad", "es", "que", "se", "nota", ",", "y", "mucho", "." ]
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El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "El", "nuevo", "Bond", "es", "un", "agente", "con", "defectos", ",", "equivocaciones", "en", "su", "trabajo", ",", "ironía", "y", "sobretodo", ",", "muy", "bruto", "." ]
3
La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "La", "película", "se", "abre", "en", "un", "blanco", "y", "negro", "precioso", ",", "con", "un", "abundante", "contraste", "." ]
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James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond).
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "James", "Bond", ",", "un", "agente", "sin", "licencia", "para", "matar", ",", "se", "carga", "con", "un", "par", "de", "tiros", "a", "un", "soplón", "en", "su", "oficina", ",", "aunque", "anteriormente", "habiéndole", "explicado", "cómo", "acabó", "con", "su", "contacto", "(", "atentos", "a", "las", "movidas", "escenas", "del", "baño", ",", "rodadas", "con", "un", "sadismo", "inédito", "en", "los", "últimos", "Bond", ")", "." ]
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A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "A", "partir", "de", "ahí", ",", "empiezan", "los", "magníficos", "títulos", "de", "crédito", ",", "con", "mezclas", "de", "juegos", "de", "cartas", "y", "pistolas", "y", "personajes", "en", "movimiento", "formados", "por", "ases", ",", "rombos", "y", "corazones", "." ]
3
El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "El", "caso", "es", "que", "Casino", "Royale", "tiene", "un", "comienzo", "cuidadísimo", ",", "sin", "apenas", "fisuras", ",", "atrayente", "." ]
3
El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora).
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "El", "resto", "de", "la", "película", "será", "mejor", "que", "lo", "veáis", "vosotros", ",", "ya", "que", "sino", "pierde", "toda", "la", "gracia", "(", "bueno", ",", "ya", "la", "ha", "perdido", "con", "lo", "que", "he", "dicho", "ahora", ")", "." ]
3
Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Vayamos", "a", "hablar", "de", "Daniel", "Craig", ",", "pues", "." ]
3
He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "He", "de", "decir", "que", "me", "siento", "absolutamente", "contento", "por", "la", "elección", "de", "este", "actor", ",", "qué", "digo", ",", "actorazo", "." ]
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Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Nadie", "mejor", "que", "él", "podría", "haber", "interpretado", "a", "este", "tipo", "duro", ",", "aunque", "un", "pelín", "fantasma", "(", "pero", "no", "de", "tirarse", "al", "vacío", "por", "un", "pantano", ",", "no", ")", ",", "con", "ironía", "inglesa", ",", "elegante", "cuando", "hace", "falta", "y", "bestia", "y", "sádico", "cuando", "también", "la", "hace", "." ]
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Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Además", ",", "en", "esta", "nueva", "entrega", ",", "el", "agente", "secreto", "mantiene", "una", "relación", "amorosa", "larga", ",", "nada", "pasajera", ",", "como", "solía", "ocurrir", "con", "los", "anteriores", ",", "por", "lo", "que", "el", "rasgo", "de", "embobado", "por", "esa", "delicia", "que", "es", "Eva", "Green", "también", "ha", "de", "destacar", "." ]
3
En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "En", "fín", ",", "que", "este", "actor", "inglés", "diría", "que", "es", "el", "Bond", "perfecto", "." ]
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Ahora vayamos a por la chica Bond.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Ahora", "vayamos", "a", "por", "la", "chica", "Bond", "." ]
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Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Eva", "Green", ",", "destacada", "por", "su", "actuación", "en", "Soñadores", ",", "de", "Bertolucci", ",", "también", "podría", "tratarse", "de", "la", "chica", "Bond", "perfecta", "." ]
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¿El porqué?
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "¿", "El", "porqué", "?" ]
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Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Pues", "la", "verdad", "es", "que", "tiene", "varias", "razones", ":", "empata", ",", "por", "así", "decirlo", ",", "con", "el", "protagonista", ",", "ya", "que", "se", "crea", "tal", "química", "picaresca", "entre", "ellos", "dos", "(", "al", "principio", "de", "su", "relación", ")", "que", "hace", "que", "Vesper", "Lynd", "(", "así", "es", "como", "se", "llama", ")", ",", "sea", "una", "mujer", "de", "carácter", "fuerte", "y", "para", "nada", ",", "un", "débil", "símbolo", "de", "más", ",", "como", "ocurría", "en", "los", "otros", "Bond", "." ]
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Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Aquí", ",", "tanto", "Bond", "como", "Vesper", "son", "símbolo", "de", "fuerza", "." ]
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En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "En", "resumidas", "cuentas", ",", "ambos", "son", "el", "Bond", "y", "la", "chica", "Bond", "perfectos", ",", "y", "eso", "hace", "que", "Casino", "Royale", "sea", "Casino", "Royale", "." ]
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Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Otro", "punto", "fuerte", "de", "la", "película", "son", "las", "numerosas", "escenas", "de", "acción", "." ]
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Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Todas", "ellas", ",", "desde", "la", "que", "abre", "el", "film", ",", "situada", "en", "Madagascar", ",", "son", "realmente", "vertiginosas", ",", "llenas", "de", "tensión", ",", "largas", ",", "pero", "sin", "embargo", "nada", "pesadas", "." ]
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Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Podría", "destacar", "cada", "una", "de", "ellas", ",", "y", "es", "que", "tanto", "la", "ya", "nombrada", "de", "Madagascar", ",", "como", "la", "del", "aeropuerto", ",", "la", "de", "Venecia", "o", "la", "que", "está", "situada", "en", "el", "museo", ",", "por", "no", "dejarme", "los", "hiper-tensos", "intermedios", "entre", "cada", "partida", "de", "póquer", ",", "hacen", "que", "la", "película", "muestre", "su", "lado", "más", "aventurero", "y", "a", "la", "vez", "más", "realista", "." ]
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Y es que a Casino Royale no le falta de nada.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Y", "es", "que", "a", "Casino", "Royale", "no", "le", "falta", "de", "nada", "." ]
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Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Hemos", "hablado", "de", "amor", "y", "de", "acción", ",", "por", "lo", "que", "me", "falta", "el", "dramatismo", "." ]
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La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "La", "cinta", "tiene", "muchos", "toques", "de", "este", "género", ",", "tantos", ",", "que", "destacaré", "algunos", "de", "ellos", ":", "la", "pesada", "conciencia", "que", "tiene", "metida", "en", "la", "cabeza", "Vesper", ",", "después", "de", "ver", "a", "James", "luchando", "en", "la", "escalera", "del", "casino", ",", "la", "hace", "sumergirse", "en", "la", "ducha", "del", "hotel", "para", "olvidarse", "de", "lo", "pasado", ",", "por", "lo", "que", "Bond", ",", "cómo", "no", ",", "la", "ayudará", "sentándose", "a", "su", "lado", "." ]
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O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "O", "en", "ese", "mismo", "trozo", ",", "no", "os", "perdáis", "al", "agente", "sangrando", "como", "un", "desesperado", "y", "medio", "llorando", "por", "haberse", "cargado", "a", "ese", "par", "." ]
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Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Eso", "Brosnan", "nunca", "lo", "haría", ",", "vamos", ",", "que", "ni", "se", "despeinaría", "luchando", "." ]
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Atentos, SPOLIER.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Atentos", ",", "SPOLIER", "." ]
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Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Y", "por", "último", ",", "la", "última", "escena", "en", "que", "aparece", "Vesper", ",", "ahogándose", "en", "el", "sumergido", "ascensor", "de", "un", "edificio", "veneciano", "y", "con", "Bond", "intentándola", "sacar", "de", "allí", ",", "aunque", "sabiendo", "perfectamente", "que", "está", "salvando", "a", "la", "mujer", "que", "lo", "ha", "traicionado", "." ]
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Esta escena es, simplemente, la mejor de la película.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Esta", "escena", "es", ",", "simplemente", ",", "la", "mejor", "de", "la", "película", "." ]
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Fin del SPOLIER.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Fin", "del", "SPOLIER", "." ]
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Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Por", "último", ",", "dentro", "de", "los", "aspectos", "más", "artísticos", "de", "la", "película", ",", "destacar", "al", "malvado", "Le", "Chiffre", ",", "interpretado", "por", "el", "danés", "Mads", "Mikkelsen", "." ]
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En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás).
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "En", "todas", "las", "películas", "de", "James", "Bond", ",", "el", "villano", "de", "la", "función", "siempre", "había", "pretendido", "acabar", "con", "el", "mundo", "entero", ",", "o", "bien", "destruyéndolo", "(", "Panorama", "para", "matar", "o", "Muere", "otro", "día", ")", "o", "liquidándolo", "(", "todas", "las", "demás", ")", "." ]
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En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "En", "Casino", "Royale", ",", "el", "malvado", "no", "pretende", "hacer", "este", "tipo", "de", "cosas", "." ]
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Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Su", "intención", "es", "su", "trabajo", ",", "el", "tráfico", "de", "armas", ",", "y", "en", "vez", "de", "someter", "a", "Bond", "a", "máquinas", "que", "rozan", "la", "ciencia", "ficción", ",", "lo", "tortura", "con", "un", "látigo", "directamente", "(", "atentos", "a", "esa", "escena", "." ]
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Es terrible y a la vez irónica).
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Es", "terrible", "y", "a", "la", "vez", "irónica", ")", "." ]
3
Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Pues", "decir", "que", "Mads", "Mikkelsen", "está", "espléndido", "en", "su", "papel", ",", "tanto", "llorando", "sangre", "como", "haciendo", "llorar", "lágrimas", "a", "sus", "enemigos", "." ]
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Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Dentro", "de", "los", "aspectos", "técnicos", ",", "Casino", "Royale", "no", "carece", "del", "más", "mínimo", "detalle", "." ]
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La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano).
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "La", "música", ",", "estupendamente", "llevada", "a", "cabo", "por", "David", "Arnold", "y", "Chris", "Cornell", "(", "en", "la", "magnífica", "canción", "principal", ",", "You", "know", "my", "name).Y", "por", "supuesto", ",", "los", "efectos", "visuales", ",", "que", "sin", "ser", "pasados", "de", "rosca", "(", "he", "ahí", "Muere", "otro", "día", ")", ",", "resultan", "increíblemente", "creíbles", "(", "como", "la", "escena", "del", "derrumbamiento", "del", "edificio", "veneciano", ")", "." ]
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En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "En", "resumidas", "cuentas", ",", "la", "película", "de", "Martin", "Campbell", "es", "una", "auténtica", "maravilla", "del", "entretenimiento", "-del", "bueno-", "." ]
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Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Una", "cinta", "repleta", "de", "acción", "auténtica", "y", "realista", ",", "que", ",", "pese", "a", "su", "larga", "duración", "-144", "minutos-", ",", "no", "se", "hace", "pesada", ",", "ni", "mucho", "menos", "." ]
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No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "No", "os", "perdáis", "Casino", "Royale", ",", "aunque", "no", "sois", "fans", "de", "James", "Bond", "." ]
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Diría que eso es mejor aún.
Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
[ "Diría", "que", "eso", "es", "mejor", "aún", "." ]
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Auténtica maravilla del entretenimiento. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada.
Yo, que siempre me he quedado con Roger Moore, no temía en absoluto a Daniel Craig. Es más, tenía ganas de que le cambiaran la cara a James Bond, tras unas ridículas películas protagonizadas por Pierce Brosnan que rozaban la ciencia-ficción. Pues ahora, el agente más prestigioso de Gran Bretaña ha vuelto, más innovador, real, maduro e imperfecto, aunque con un giro de argumento, ya que la nueva aventura se basa en la primera aventura, escrita por Ian Flemming y titulada Casino Royale. El hecho que una película esté escrita por Paul Haggis ya es decir, y mucho. El doble ganador del Oscar y nominado por su perfecto guión de Million Dollar Baby, aporta al guión principal de la película (escrito por Neal Purvis y Robert Wade) un toque más de seriedad, realismo y brutalismo. Y la verdad es que se nota, y mucho. El nuevo Bond es un agente con defectos, equivocaciones en su trabajo, ironía y sobretodo, muy bruto. La película se abre en un blanco y negro precioso, con un abundante contraste. James Bond, un agente sin licencia para matar, se carga con un par de tiros a un soplón en su oficina, aunque anteriormente habiéndole explicado cómo acabó con su contacto (atentos a las movidas escenas del baño, rodadas con un sadismo inédito en los últimos Bond). A partir de ahí, empiezan los magníficos títulos de crédito, con mezclas de juegos de cartas y pistolas y personajes en movimiento formados por ases, rombos y corazones. El caso es que Casino Royale tiene un comienzo cuidadísimo, sin apenas fisuras, atrayente. El resto de la película será mejor que lo veáis vosotros, ya que sino pierde toda la gracia (bueno, ya la ha perdido con lo que he dicho ahora). Vayamos a hablar de Daniel Craig, pues. He de decir que me siento absolutamente contento por la elección de este actor, qué digo, actorazo. Nadie mejor que él podría haber interpretado a este tipo duro, aunque un pelín fantasma (pero no de tirarse al vacío por un pantano, no), con ironía inglesa, elegante cuando hace falta y bestia y sádico cuando también la hace. Además, en esta nueva entrega, el agente secreto mantiene una relación amorosa larga, nada pasajera, como solía ocurrir con los anteriores, por lo que el rasgo de embobado por esa delicia que es Eva Green también ha de destacar. En fín, que este actor inglés diría que es el Bond perfecto. Ahora vayamos a por la chica Bond. Eva Green, destacada por su actuación en Soñadores, de Bertolucci, también podría tratarse de la chica Bond perfecta. ¿El porqué? Pues la verdad es que tiene varias razones: empata, por así decirlo, con el protagonista, ya que se crea tal química picaresca entre ellos dos (al principio de su relación) que hace que Vesper Lynd (así es como se llama), sea una mujer de carácter fuerte y para nada, un débil símbolo de más, como ocurría en los otros Bond. Aquí, tanto Bond como Vesper son símbolo de fuerza. En resumidas cuentas, ambos son el Bond y la chica Bond perfectos, y eso hace que Casino Royale sea Casino Royale. Otro punto fuerte de la película son las numerosas escenas de acción. Todas ellas, desde la que abre el film, situada en Madagascar, son realmente vertiginosas, llenas de tensión, largas, pero sin embargo nada pesadas. Podría destacar cada una de ellas, y es que tanto la ya nombrada de Madagascar, como la del aeropuerto, la de Venecia o la que está situada en el museo, por no dejarme los hiper-tensos intermedios entre cada partida de póquer, hacen que la película muestre su lado más aventurero y a la vez más realista. Y es que a Casino Royale no le falta de nada. Hemos hablado de amor y de acción, por lo que me falta el dramatismo. La cinta tiene muchos toques de este género, tantos, que destacaré algunos de ellos: la pesada conciencia que tiene metida en la cabeza Vesper, después de ver a James luchando en la escalera del casino, la hace sumergirse en la ducha del hotel para olvidarse de lo pasado, por lo que Bond, cómo no, la ayudará sentándose a su lado. O en ese mismo trozo, no os perdáis al agente sangrando como un desesperado y medio llorando por haberse cargado a ese par. Eso Brosnan nunca lo haría, vamos, que ni se despeinaría luchando. Atentos, SPOLIER. Y por último, la última escena en que aparece Vesper, ahogándose en el sumergido ascensor de un edificio veneciano y con Bond intentándola sacar de allí, aunque sabiendo perfectamente que está salvando a la mujer que lo ha traicionado. Esta escena es, simplemente, la mejor de la película. Fin del SPOLIER. Por último, dentro de los aspectos más artísticos de la película, destacar al malvado Le Chiffre, interpretado por el danés Mads Mikkelsen. En todas las películas de James Bond, el villano de la función siempre había pretendido acabar con el mundo entero, o bien destruyéndolo (Panorama para matar o Muere otro día) o liquidándolo (todas las demás). En Casino Royale, el malvado no pretende hacer este tipo de cosas. Su intención es su trabajo, el tráfico de armas, y en vez de someter a Bond a máquinas que rozan la ciencia ficción, lo tortura con un látigo directamente (atentos a esa escena. Es terrible y a la vez irónica). Pues decir que Mads Mikkelsen está espléndido en su papel, tanto llorando sangre como haciendo llorar lágrimas a sus enemigos. Dentro de los aspectos técnicos, Casino Royale no carece del más mínimo detalle. La música, estupendamente llevada a cabo por David Arnold y Chris Cornell (en la magnífica canción principal, You know my name).Y por supuesto, los efectos visuales, que sin ser pasados de rosca (he ahí Muere otro día), resultan increíblemente creíbles (como la escena del derrumbamiento del edificio veneciano). En resumidas cuentas, la película de Martin Campbell es una auténtica maravilla del entretenimiento -del bueno-. Una cinta repleta de acción auténtica y realista, que, pese a su larga duración -144 minutos-, no se hace pesada, ni mucho menos. No os perdáis Casino Royale, aunque no sois fans de James Bond. Diría que eso es mejor aún.
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La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "La", "noche", "de", "los", "girasoles", "es", "una", "original", "historia", "de", "suspense", "rural", "ambientada", "en", "un", "pueblo", "tranquilo", "en", "el", "que", "parece", "que", "nunca", "pasa", "nada", "." ]
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Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "Es", "el", "relato", "de", "una", "noche", "en", "la", "que", "la", "vida", "de", "unos", "personajes", "cambia", "por", "completo", "tras", "vivir", "una", "situación", "límite", "que", "los", "marca", "a", "todos", "de", "una", "manera", "u", "otra", "." ]
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Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "Una", "película", "de", "intriga", ",", "de", "suspense", "policial", "a", "raíz", "de", "un", "asesinato", "en", "el", "que", "debido", "a", "una", "serie", "de", "casualidades", "se", "ven", "implicadas", "un", "grupo", "de", "personas", "desconocidas", "entre", "ellas", "." ]
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Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
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La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "La", "novia", "de", "Esteban", ",", "Gabi", ",", "les", "acompaña", "hasta", "allí", "pero", "no", "entra", "con", "ellos", "y", "decide", "esperarlos", "en", "un", "paraje", "cercano", ",", "al", "pie", "de", "la", "montaña", "." ]
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Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "Pero", "cuando", "los", "espeolólogos", "regresan", ",", "se", "encuentran", "a", "Gabi", "presa", "de", "un", "ataque", "de", "ansiedad", "." ]
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En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "En", "cuanto", "tienen", "la", "oportunidad", ",", "los", "chicos", "deciden", "vengarse", "de", "la", "persona", "que", "ha", "atemorizado", "a", "Gabi", "pero", "erróneamente", "asesinan", "a", "otro", "individuo", "que", "tiene", "la", "mala", "fortuna", "de", "aparecer", "en", "el", "momento", "equivocado", "." ]
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La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "La", "historia", "se", "estructura", "en", "forma", "de", "puzzle", "en", "el", "que", "las", "piezas", "van", "encajando", "poco", "a", "poco", "a", "lo", "largo", "de", "la", "historia", "." ]
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Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "Cada", "capítulo", "de", "la", "historia", "se", "encabeza", "por", "un", "rótulo", "que", "puede", "darnos", "pistas", "sobre", "sus", "protagonistas", "(", "el", "hombre", "del", "motel", ",", "los", "espeleólogos", ",", "el", "hombre", "del", "camino", ")", "y", "no", "sigue", "un", "orden", "lineal", "sino", "que", "el", "director", "juega", "a", "explicar", "la", "historia", "mediante", "saltos", "en", "el", "tiempo", "o", "flashbacks", "de", "manera", "que", "la", "historia", "se", "cuenta", "desde", "todos", "los", "puntos", "de", "vista", "de", "los", "distintos", "personajes", "." ]
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No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "No", "obstante", ",", "a", "pesar", "de", "saber", "el", "final", "de", "algunas", "secuencias", ",", "el", "interés", "del", "espectador", "por", "saber", "cómo", "se", "desarrolla", "la", "historia", "permanece", "intacto", "." ]
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La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "La", "trama", "está", "perfectamente", "explicada", "aunque", "deja", "algún", "cabo", "suelto", "." ]
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El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "El", "director", "sabe", "dosificar", "la", "tensión", "durante", "toda", "la", "historia", "aunque", "es", "a", "partir", "del", "punto", "de", "inflexión", "que", "supone", "el", "asesinato", "cuando", "el", "espectador", "no", "deja", "de", "sorprenderse", "y", "no", "deja", "de", "hacer", "cábalas", "sobre", "lo", "que", "va", "sucediendo", "." ]
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La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "La", "escasez", "de", "luz", "ayuda", "a", "fomentar", "esa", "atmósfera", "intrigante", ",", "de", "manera", "que", "se", "consigue", "un", "ambiente", "en", "el", "que", "todo", "parece", "posible", "." ]
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Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
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La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
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Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo).
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
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El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
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El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "El", "cineasta", "explicó", "en", "una", "entrevista", "que", "le", "interesaba", "mucho", "profundizar", "en", "el", "desarrollo", "psicológico", "de", "los", "personajes", ":", "\"", "son", "personajes", "corrientes", "enfrentados", "a", "situaciones", "extremas", ",", "y", "quizá", "uno", "de", "los", "grandes", "objetivos", "de", "la", "película", "sea", "precisamente", "el", "de", "plantear", "cómo", "esa", "gente", "corriente", "puede", "llegar", "a", "provocar", "una", "situación", "tan", "complicada", "y", "dramática", ";", "cuáles", "son", "las", "circunstancias", ",", "y", "los", "mecanismos", "psicológicos", ",", "personales", "y", "emocionales", "que", "les", "llevan", "a", "hacer", "lo", "que", "hacen", "y", "sobre", "todo", "a", "justificarse", "en", "sus", "acciones", "para", "seguir", "viviendo", "." ]
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No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "No", "es", "una", "película", "de", "buenos", "y", "malos", ",", "es", "una", "película", "de", "personajes", "muy", "humanos\"", "." ]
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Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "Una", "historia", "que", "nos", "hace", "reflexionar", "sobre", "las", "casualidades", ",", "sobre", "la", "mala", "suerte", ",", "sobre", "cómo", "te", "puede", "cambiar", "la", "vida", "en", "una", "sola", "noche", "y", "cómo", "la", "vida", "de", "muchas", "personas", "puede", "cambiar", "a", "raíz", "de", "una", "sola", "circunstancia", "o", "a", "raíz", "de", "la", "actuación", "de", "una", "sola", "persona", "." ]
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Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona.
La noche de los girasoles es una original historia de suspense rural ambientada en un pueblo tranquilo en el que parece que nunca pasa nada. Es el relato de una noche en la que la vida de unos personajes cambia por completo tras vivir una situación límite que los marca a todos de una manera u otra. Una película de intriga, de suspense policial a raíz de un asesinato en el que debido a una serie de casualidades se ven implicadas un grupo de personas desconocidas entre ellas.Pedro (Mariano Alameda) y Esteban (Carmelo Gómez) son dos espeleólogos que llegan a un pueblo de una zona de montaña para explorar una cueva. La novia de Esteban, Gabi, les acompaña hasta allí pero no entra con ellos y decide esperarlos en un paraje cercano, al pie de la montaña. Pero cuando los espeolólogos regresan, se encuentran a Gabi presa de un ataque de ansiedad. En cuanto tienen la oportunidad, los chicos deciden vengarse de la persona que ha atemorizado a Gabi pero erróneamente asesinan a otro individuo que tiene la mala fortuna de aparecer en el momento equivocado.La historia se estructura en forma de puzzle en el que las piezas van encajando poco a poco a lo largo de la historia. Cada capítulo de la historia se encabeza por un rótulo que puede darnos pistas sobre sus protagonistas (el hombre del motel, los espeleólogos, el hombre del camino) y no sigue un orden lineal sino que el director juega a explicar la historia mediante saltos en el tiempo o flashbacks de manera que la historia se cuenta desde todos los puntos de vista de los distintos personajes. No obstante, a pesar de saber el final de algunas secuencias, el interés del espectador por saber cómo se desarrolla la historia permanece intacto. La trama está perfectamente explicada aunque deja algún cabo suelto. El director sabe dosificar la tensión durante toda la historia aunque es a partir del punto de inflexión que supone el asesinato cuando el espectador no deja de sorprenderse y no deja de hacer cábalas sobre lo que va sucediendo. La escasez de luz ayuda a fomentar esa atmósfera intrigante, de manera que se consigue un ambiente en el que todo parece posible.Aparte de una película de suspense, se trata de una drama de desarrollo de personajes e incluso de una historia costumbrista en la que se refleja la preocupación en los pueblos por su casi inevitable abandono. La ópera prima del español Jorge Sánchez-Cabezudo cuenta como protagonistas con Carmelo Gómez, Judith Diakhate, Celso Bugallo, Manuel Morón, Mariano Alameda y Vicente Romero. Las interpretaciones son destacables en su totalidad pero quizá el papel más inquietante lo encarna el jefe de policía (Celso Bugallo). El personaje del jefe de policía se encuentra en el dilema de elegir entre actuar según lo que le dicta su ética profesional o según sus propios intereses.El cineasta explicó en una entrevista que le interesaba mucho profundizar en el desarrollo psicológico de los personajes: "son personajes corrientes enfrentados a situaciones extremas, y quizá uno de los grandes objetivos de la película sea precisamente el de plantear cómo esa gente corriente puede llegar a provocar una situación tan complicada y dramática; cuáles son las circunstancias, y los mecanismos psicológicos, personales y emocionales que les llevan a hacer lo que hacen y sobre todo a justificarse en sus acciones para seguir viviendo. No es una película de buenos y malos, es una película de personajes muy humanos".Una historia que nos hace reflexionar sobre las casualidades, sobre la mala suerte, sobre cómo te puede cambiar la vida en una sola noche y cómo la vida de muchas personas puede cambiar a raíz de una sola circunstancia o a raíz de la actuación de una sola persona. Una drama que deja un halo de tristeza, de fatalidad, porque lo que se narra desde la ficción puede acercarse mucho a nuestra realidad.
[ "Una", "drama", "que", "deja", "un", "halo", "de", "tristeza", ",", "de", "fatalidad", ",", "porque", "lo", "que", "se", "narra", "desde", "la", "ficción", "puede", "acercarse", "mucho", "a", "nuestra", "realidad", "." ]
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Barcelona.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
[ "Barcelona", "." ]
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Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
[ "Una", "gran", "ciudad", "que", "esconde", "multitud", "de", "pequeñas", "historias", "." ]
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En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
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Personajes que callan mucho más que lo que dicen.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
[ "Personajes", "que", "callan", "mucho", "más", "que", "lo", "que", "dicen", "." ]
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Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
[ "Personajes", "que", "muestran", "mucho", "menos", "de", "lo", "que", "esconden", "." ]
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Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
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Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
[ "Sólo", "el", "espectador", "será", "testigo", "de", "todo", ":", "de", "sus", "mentiras", ",", "secretos", ",", "deseos", "ocultos", "e", "infidelidades", "." ]
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Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
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Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
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Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
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Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
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Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.
En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo.
Barcelona. Una gran ciudad que esconde multitud de pequeñas historias. En este escenario urbano, un grupo de amigos nos abren las puertas de sus casas y de sus vidas para dejarnos ser testigos de lo que les ocurre en su día a día. Personajes que callan mucho más que lo que dicen. Personajes que muestran mucho menos de lo que esconden. Es la historia de uno grupo de amigos treintañeros que se ven a diario, comparten todas sus vivencias pero que ocultan una parte importante de sus vidas: sus sentimientos más privados. Sólo el espectador será testigo de todo: de sus mentiras, secretos, deseos ocultos e infidelidades.Eduard Fernández (integrante del reparto de Alatriste) -y que obtuvo un premio Goya como mejor actor de reparto por su papel en esta película- encarna al personaje de Mario, un tipo atormentado que sospecha que su mujer, Sara, (Vicenta N?Dongo) lo engaña y que luchará durante toda la película para intentar confirmar sus dudas.Irene (Mónica López ) muestra una actitud de rechazo y evita ver a su amiga de facultad con la que se reencuentra tras años sin verse. Su matrimonio no funciona aunque su marido Manu (Chisco Amado) no cesa en esforzarse a satisfacerla en todos sus deseos.Tomás (Alex Brendemünl) también oculta algo: su relación con una menor de edad, que para colmo es la sobrina de su amigo Mario. Y por último, Sofía (María Pujalte) presa de una una relación con un francés cuyos desplantes intenta justificar constantemente frente a los demáspor no quedar como una despechada.La historia plagada de engaños recuerda a Tapas, aunque en esta última el drama se disfraza de comedia en un intento de quitarle hierro al asunto. En la ciudad es la historia de lo poco que a veces nos conocemos aunque convivamos juntos: de cómo nos engañamos a nosotros mismos sobre nuestra vida y cómo engañamos a los demás para que nuestra existencia sea un poco más fácil o simplemente por orgullo. Resulta fácil empatizar con estos personajes porque, al fin y al cabo, como dice una de las protagonistas: "Todos tenemos secretos, ¿no?".
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