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Bueno, volvemos a la carga con otro film del señor Miyazaki, el cual debe estar ya firmando el cheque mensual que me manda por las loas y alabanzas que le profeso. Creo que es el único director de cine extranjero del cual me se el nombre y seguro que del que más películas he visto.La película trata de una familia de dos niñas pequeñas y un padre que se mudan al Japón rural. La mamá está enferma, en un sanatorio cercano, y las niñas desean con todas su fuerzas que esta se ponga buena. Al llegar a la casa, descubren que está habitada por espíritus del bosque, así que los tienen que expulsar. Luego descubren un muñeco gigante y peludo, que tiene más boca que cuerpo, y que cuando grita nace el viento. Luego la mama se resfría y las niñas lloran. Y de pronto sale un gato-autobús y todos ríen y aparecen unos titulitos en japonés y se para la grabación. No me quiero ni imaginar que la película por la que beben los vientos ciertos críticos se pueda resumir en esto, debe ser el prólogo.Pues no, la película es eso. Por suerte es corta. Vamos con lo bueno, es preciosa. Los dibujos son encantadores, la musiquilla muy de acorde y los personajes son maravillosos. La fuerza y la vitalidad de las niñas es embriagadora, y el cachondeo que tiene Totoro es la caña. Los padres de las niñas se quieren mucho y todo es el mundo ideal ese que nos encantaría coger para llenarlo de fábricas y de progreso. En lo malo está que no pasa nada en toda la película. No existe una historia central, sino que Miyazaki nos va contando sus cositas, pero sin nada que nos enganche. Podrían echarla por Telecinco y no perderiamos el hilo en los innumerables anuncios.Resumiendo, si eres niño o fan de Miyazaki (por ejemplo, que te hayas tragado la de los mapaches) es muy recomendable. Si te gustó mucho El viaje de Chihiro y crees que es más de lo mismo, vas de culo. Yo personalmente la recomiendo con reservas, que es un poco defraudante que termine y no haya pasado nada de nada.Miyazaki, ¿qué me das ladrón?Besitos.P.D: Yo creo que es de esas que hay que ver muchas veces para deleitarse con las imágenes y personajes secundarios.P.D.2: La inclusión de las bolas de hollín (convertidas en no se qué del bosque) es simpática.P.D.3: La escena en la que la niña persigue a los peluches invisibles es muy graciosa.P.D.4: ¿Que comerá Totoro? Porque con esa boca no creo que coma poco. E imaginaros la cacas que echará, que horror.
Los dibujos son encantadores, la musiquilla muy de acorde y los personajes son maravillosos.
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Como me he leido una reseña sobre esta película, os la voy a resumir, que para una vez que me culturizo. Resulta que a Miyazaki (otra vez él) le pidieron un mediometraje de animación para unas aerolíneas, de tal modo que sus pasajeros despejaran mente y alma. Pero él se animó con el tema y creó una largometraje, en vez de lo pedido. Este es el motivo de porqué salen al principio los títulos en tantos idiomas. Que hay que explicarlo todo.La película trata de un cerdo que pilota hidroaviones (así dicho, que mal queda). Resulta que antes era humano, pero desencantado con la Humanidad se convirtió en cerdo. Como vive el surgimiento del fascismo en su país, a finales de la década de los 20, decide desertar del ejército y convertirse en cazarrecompensas. A pesar de ser un cerdo, es el mejor piloto y tiene encandilada a la más guapa mujer del bar de los hidroaviones, una tal Gina. Y luego pasan cositas y salen unos piratas del aire más tontos que una mata de habas.Bueno, si superamos la primera escena del cerdo piloto, tenemos antes nosotros una gran película de animación. El guión y el desarrollo del mismo está bastante bien, aunque no llega a ser sublime. Más bien parece estar orientada hacia un público más juvenil que adulto. La historia del cerdo está bien, aunque no se comprende como Gina se enamora de él. Debe ser una lección que nos da el director sobre mirar el interior de las personas y eso. Las escenas de acción están simpáticas y los piratas siempre tienen gracia, de lo tontos que son. Además, es de esas que nunca se ve morir a nadie (aunque sí mueren) por lo que es agradable.Resumiendo, que está bien. No es una maravilla, como muchos quieren hacernos creer, pero se deja ver tanto por niños como por adultos. Yo la recomiendo.Besitos.P.D: ¿Alquilará Porco Rosso su islote?P.D.2: Porco Rosso significa Cerdo Carmesí, je, je. Eres un cerdo carmesí, eres un cerdo carmesí!!!
Está bien. No es una maravilla, como muchos quieren hacernos creer, pero se deja ver tanto por niños como por adultos.
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He de admitir que soy un sufridor de esta clase de cine, y que cuando ayer, "mi santa" me propuso ver esta película, me revolví, casi de dolor, ante nuevamente 2 horas perdidas en un guión planificado al milímetro y donde se pasa por todos los estados posibles de este tipo de cine, y sin embargo, mi opinión no puede ser más satisfactoria, ya que esta cinta, comienza justo donde las otras terminan, vamos, el paso siguiente a "Y fueron felices y comieron perdices." (y a nosotros nos dieron, con el plato en las narices.), pues bien, aquí, los que se pegan (y de que manera) con el plato en las narices son una Jennifer Aniston, en su papel de siempre, y un Vince Vaughn, en su papel de siempre también. Y es que, la trama que todos conocemos; chico conoce chica, bla bla bla, se introduce rápidamente durante los títulos de crédito (acompañados de una canción de Queen "You?re best Friend") y acompañados de fotos que muestran breves retazos de su relación, y en un momento, nos metemos "al lío" (o trama principal), donde tanto Aniston como Vaughn se tiran los trastos a la cabeza, una y otra vez, sinceramente, me he sentido identificado con el papel de Vaughn en centenar de ocasiones, puesto que aquí, servidor, también suele llegar a casa y encender como alma que lleva el diablo, la XBOX, para, matando marcianos, metiendo goles, o triples, olvidarse durante unos minutos de su penosa rutina laboral.Como ya he dicho, Jennifer y Vince están normales, habituados a esta clase de cine, se mueven como pez en el agua, y no hay de ellos nada que destacar, o reseñar, correctos, sin duda, no se les puede pedir más, sin embargo, los que si consiguen llevarse el gato al agua son los secundarios, en especial, el ya, director de cine Jon Favreau, el rostro, nunca mejor dicho, de Cole Hauser, y un simpático Justin Long al que empezamos a ver habitualmente en las películas de Vince Vaughn, aquí como secretario, gay, de Jennifer Aniston.Tal vez, la única nota negativa que le veo a la película es que, amparada bajo el beneplácito de la "Comedia romántica", no llega nunca a su lado más correcto, y es que, cuando pretende ser dramática, es graciosa, cuando prentende dar risa, da pena, y cuando intenta ser moralmente correcta, acaba siendo mortalmente voraz, de manera, que a Peyton Reed (y yo que pensaba que este nombre era un pseudónimo), se le vuelve a ir nuevamente, ya le pasó en "Abajo el amor", el tiro por la culata.Sorprendentemente recomendable, para todos aquellos que vemos en estas películas, una y otra vez, lo de siempre; también útil para no creer que nuestra casa es el ombligo del mundo, desgraciadamente, todos (sin excepción) somos iguales.
Sorprendentemente recomendable, para todos aquellos que vemos en estas películas, una y otra vez, lo de siempre.
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No tengo palabras para describir esta película, simplemente es GENIAL. Felicity hace un gran trabajo y demuestra lo gran actriz que es y por qué se ha llevado todos esos premios (el Oscar lo tiene que ganar), yo sólo la había visto en Mujeres Desesperadas y el cambio de registro me ha encantado y si ves la película en VO se aprecia mucho más. Punto a favor: la misma que la dobla en la serie se ha encargado de ponerle la voz en la película, pero no la pone lo suficientemente grave, al principio un poquito, pero luego se le olvida. La primera media hora resulta un poquito lenta, pero una vez se van desarrollando las historias de los personajes te quedas enganchada en ese mundo. Decir también que me gusta más el tagline americano que el que han puesto en España; Life is more than the sum of its parts.Bree, antes Stan, está a punto de conseguir la autorización para someterse a su operación de cambio de sexo, pero recibe la llamada de un chico que dice ser su hijo. Su psiquiatra le dice que debe conocer al chico antes de firmarle la autorización. Bree a regañadientes acepta ir a Nueva York a sacar al chico de la cárcel, aunque la fianza es de 1$, Toby no es ningún angelito, con 17 años trapichea con drogas y ha sido detenido por prostitución. El chaval le convence para que le lleve a Los Ángeles, donde se hará actor porno, y compran un coche. El viaje está lleno de incidentes y mentiras. Bree no le ha dicho que es su verdadero padre y menos que en realidad es un hombre (le ha dicho que es de la Iglesia del Padre Potencial) y Toby acaba descubriendo su secreto. Aunque al principio reacciona mal, termina aceptando a Bree. Un hippie les roba el coche y los deja tirados en la carretera sin más ropa que la que llevaban puesta. En un bar, Bree liga con un hombre que los deja en Phoenix, en casa de los padres de Bree.La madre reacciona fatal al ver a su hija, pero el resto de la familia no parece tener ningún problema (sobre todo la hermana). Cuando les confiesa que Toby es su hijo, la madre empieza a tratarlo estupendamente, e incluso quiere que se quede a vivir con ellos como condición a pagarle el billete de avión a Bree para que llegue a tiempo a su operación. Bree, por fin le cuenta a Toby quien es en realidad y reacciona fatal, llegando a darle un puñetazo en un ojo. Ya en Los Ángeles, Bree se opera, pero ese día no es el más feliz de su vida, echa de menos a Toby.Lo mejor sin duda es la gran actuación de Felicity Huffman. Muchas de las frases "mi cuerpo puede estar aún en proceso, pero no hay nada malo con mi alma". La transexual rubia y sus amigos. La madre de Bree
Gran actuación de Felicity Huffman
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He de admitir que las 2 primeras películas me gustaron, es más, la primera, con la dirección del video-clipero Rob Cohen, fue una propuesta original, ideal para los locos del tunning y los vehículos deportivos, la segunda, con una floja dirección de John Singleton (película alimenticia donde las haya), es simplona, pero de nuevo Paul Walter y Eva Mendes consiguen salvarla, aparte de Cole Hauser, en ambas me agarro a algo que me gusta, pero ¿en esta? Seamos serios, complicado en esta clase de películas, una cinta donde a los 10 min. De proyección estas deseando que acabe, o que a los protagonistas les caiga un rayo. no es buena señal ¿verdad? Esto ocurre con ambos protagonistas, por un lado tenemos a Bow Wow (o como narices se llame), un muchacho al que conocí en "Like Mike" y que debe resultar tan barato como la señora de la limpieza del casting, puesto que últimamente aparece en bastantes películas, por otro al desconocido Lucas Black y es que sus papeles de secundario en "Cold Mountain" "Jarhead" y "Friday Nights Lights" tampoco dan para más.La estética videoclipera al más no poder, la música ensordecedora (bajé y subí el volumen del DVD al menos en 500 ocasiones), el argumento facilón, simple y previsible al más no poder, las chicas luciendo "chicha" (bueno esa la apunto en el lado positivo, no jodamos), los planos rápidos, casi realizados por el hermano manco de Michael Bay, flaco favor le hacen a la cinta.Y pensar que guardaba al menos, una pequeña esperanza de que me gustara.
Argumento facilón, simple y previsible, estética videoclipera al más no poder, la música ensordecedora, flaco favor le hacen a la cinta.
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Cuando alguien habla de un libro que no le ha gustado te dice que está bien escrito. Siempre que oígo a alguien decir que un libro está bien escrito pienso que lo ha acabado a la fuerza. Los libros que a mi me gustan no están bien escritos, simplemente son estupendos. "El perfume" me pareció un libro estupendo, por eso odiaba escuchar que estaba bien escrito. Odiaba sobre todo cuando alguien decía que Süskind sabía mucho de olores. "El perfume" no es un manual de olores. Si fuera un manual de olores no sería un libro estupendo.Los olores para Süskind son un ejercicio de sinestesia, algo así como hablar de colores para describir una música. De hecho, la película usa la música para que entendamos la emoción del protagonista. El olor es esa cosa indefinible que hace que unas personas nos agraden y otras nos sean indiferentes o insoportables. El perfume es lo que todo el mundo busca cuando se somete a cirugía estética, compra ropa cara, se mete en cursillos de hablar bien, buenos modales, o lee libros de como gustar a la gente. El perfume maravilloso, el que guste a todo el mundo es lo que todos queríamos encontrar, pero la única persona del mundo que sabe como fabricarlo es Jean-Baptiste Grenouille.De la película de Tykwer me gusta la lectura que ha hecho de Süskind. Si a alguien no le gusta no podrá decir que está bien escrita, pero puede hablar de la fotografía. Lo que Süskin se proponía, en el fondo, era lanzar un sarcasmo absolutamente perverso. Una vez conseguido lo sublime, a todos los personajes les da igual la justicia. Probablemente, también, a todos los espectadores. La broma, difícil de reír porque dura dos horas, y porque además es un poco filosófica, consiste en que el amor, esa cosa que tanto nos gusta, es una mentira. Nadie nos va a amar nunca, porque lo único que los demás pueden percibir, experimentar, desear o amar de nosotros es nuestro perfume.
La broma, difícil de reír porque dura dos horas, y porque además es un poco filosófica, consiste en que el amor, esa cosa que tanto nos gusta, es una mentira. Nadie nos va a amar nunca, porque lo único que los demás pueden percibir, experimentar, desear o amar de nosotros es nuestro perfume.
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Enésima adaptación a la gran pantalla de un videojuego y es que Hollywood, fábrica de sueños antaño, se ha convertido en una especie de esponja o embudo por donde pasa cualquier tema para ser llevado a la gran pantalla, a este paso veremos adaptaciones de "Tetris" o "Pac-man" a formato cinematográfico, sino, tiempo al tiempo.Esta, que nos lleva, es la adaptación de un juego de lucha, donde son las féminas las que "reparten el bacalao" y en cierta manera así es lo que sucede en pantalla, donde todo el poder narrativo lo llevan 4 féminas, y el único potencial es admirar (y también babear) su más que deseable buen físico, como cuesta trasmitir a formato literario la chabacana expresión "están más buenas que el pan con paté la piara".Corey Yuen, autor de cintas de acción como "Transporter 2", "el monje" o la oriental "So Close" (que recomiendo encarecidamente), firma la película, para deleite de los fans del juego, y amantes del cine de acción y lucha. Donde ese plantel de caras, desde Devon Aoki (vista en "A todo gas 2"), Jaime Pressly, vista en "La sucia historia de Joe Guarro", Sarah Carter (a los que muchos recordareis de la serie "Smallville" como la pérfida Alicia), y un Eric Roberts en unas horas tan sumamente bajas, que verle pelear en las poquísimas escenas de lucha donde interviene provoca la más grande de las carcajadas, no porque el hombre peleé mal, que empeño le pone, sino porque ya está mayor para semejantes barbaridades.En resumidas cuentas, la película gustará a todos aquellos que se han pelado los pulgares, dándole al mando en su casa, jugando al juego en el que está basada la película en casa (tengo entendido que los movimientos de las actrices están bastante bien inspirados en los de sus modelos virtuales en pantalla), al resto, pues les gustará ver carne (fresca) y poco más, olvidable, si no fuera por las féminas.(*) Pelar, dándole y casa en el mismo párrafo uy uy uy.
Gustará a todos aquellos que se han pelado los pulgares, dándole al mando en su casa, jugando al juego en el que está basada la película.
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Con "El perfume: Historia de un asesino" llega a nuestras pantallas un nuevo héroe: Jean-Baptiste Grenouille y su alter ego, el Hombre Pituitaria, que no es de acero como Superman, pero tampoco le hace falta, porque con su portentosa nariz puede oler las balas al viento y esquivarlas. Y si no me creen, vayan a ver la película, vayan.Basada en el conocido bestseller de Patrick Süskind, "El perfume: Historia de un asesino" cuenta la historia de Jean-Baptiste Grenouille (Ben Whishaw), desde su encarcelamiento y condena a muerte, punto en el que empieza la película, hasta su accidentado nacimiento y vuelta al presidio. Un huérfano parisino y miserable que ha nacido con una portentosa nariz, Grenouille puede distinguir con ella todo tipo de olores, uncluido el pachuli y verduras que la gente le arroja. Tras numerosas desventuras consigue arrancar su carrera como perfumista bajo la protección de Baldini (Dustin Hoffman), y con él descubre la existencia de un perfume perfecto que nadie ha podido sintetizar. Nadie salvo él, claro. Y así emprende viaje a Grasse, ciudad en la que intentará obtener la esencia a partir de sus ingredientes básicos: el olor de damiselas que Grenouille acogota previamente. Por supuesto, la desaparición de estas mujeres no le hace mucha gracia a Antoine Richis (Alan Rickman), uno de los concejales. De por sí, el guión no es necesariamente aburrido, a pesar de que haga un uso abusivo y bastante molesto de la voz en off de un narrador sexagenario, cuyo principal objetivo es el de explicar los sentimientos del protagonista, puesto que si éstos tuviesen que ser adivinados a través de la actuación de Ben Wishaw, la película necesitaría subtítulos. Además, uno de los componentes fundamentales de la historia es el mundo de los olores, al igual que en libro original. Pero mientras en éste el uso de la palabra permitía cierta holgura al escritor a la hora de intentar transmitir las sensaciones olfativas de su protagonista, en la película Tykwer trata de hacer lo propio de manera visual, pero lo que para Súskind era una holgura, aquí se convierte en apretón. Todos estos momentos se ven reducidos a uno o más actores con cara de éxtasis mientras de fondo pueden suceder las cosas más peregrinas y/u horteras, desde palomas arrullándose entre las flores de primavera a orgías multitudinarias.Tykwer tiene también otros problemas, puesto que descompensa mucho el ritmo de la película. Mientras que en determinados momentos se entretiene ofreciendo planos recurrentes de Grenouille dedicado a la más mundana de las tareas mientras de fondo suena una sinfonía, en otros la historia avanza treméndamente rápido, como si de repente alguien se hubiese dado cuenta de que ya llevaban dos horas y allí no pasaba nada. Y en uno de estos apurones, la película desemboca hacia el gran clímax final, momento en el que retoma la línea temporal de los primeros minutos. En este momento, "El perfume: Historia de un asesino" ofrece al espectador un final que en mi opinión contiene dos de las tres escenas peor rodadas y más ridículas de la historia del cine.Estamos ante una tremenda superproducción europea, con creativos alemanes y reparto anglófono, lo que sin duda la convertirá en película española candidata a muchos Goya. Y como tal superproducción, el aspecto visual y la ambientación están notablemente cuidadas, en la línea del histórico actual, que suele requerir que todo el mundo sea muy feo y sucio. De nuevo las pelucas blancas y el polvo de arroz tapan las uñas negras y la mugre que en "El perfume: Historia de un asesino" lo cubre todo. Además, Tykwer se recrea en los primeros planos, para que todos podamos apreciar el decaimiento de todo ser viviente que asoma por pantalla.En cuanto al reparto, está desigualmente dividido. Mientras que actores bastante incapaces como Ben Wishaw (el protagonista) roban casi todo el metraje, grandes profesionales como Dustin Hoffman o Alan Rickman se quedan con las migajas. A pesar de ello, y sobre todo este último, consiguen levantar bastante la película, especialmente en comparación con Wishaw. No es que el chico no tenga expresividad. Es un actor muy expresivo. Pero el problema es que sólo tiene una expresión, y con ella tiene que aguantar las casi dos horas y media de película, que se le hacen cuesta arriba al espectador, así que imagínese a él.En fin, una película un tanto aburrida que probablemente gustará a los incondicionales del libro y a tres personas más. Recomendada a los que se hurgan la nariz.
Una película un tanto aburrida que probablemente gustará a los incondicionales del libro y a tres personas más. Recomendada a los que se hurgan la nariz.
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Afortunadamente los tiempos han cambiado hasta para uno de los agentes más casposos del cine, el agente 007. Eso de ser machista, grosero e insensible nunca gustó a las mujeres (aunque los creativos de las asquerosas e ilegales campañas de AXE aún lo crean).El afortunado cese de Brosnan en su papel de 007 permitió al actor mostrar otro tipo de facetas (Matador, 2005) y a la productora realizar un giro de ciento ochenta grados sobre la imagen del agente secreto al que, en esta ocasión, conoceremos desde sus orígenes.Daniel Graig nos presenta un Bond mucho más humano, sensible, imperfecto y por qué no decirlo, mucho más guapo y escultural (haciendo callar a aquellas bocas que rápidamente lo criticaron). Pero no sólo el protagonista masculino ha cambiado en esta nueva entrega, ya que, la protagonista femenina (Eva Green) ya no se muestra sumisa e hipnotizada ante la presencia del "super macho" 007. Ella es guapa e inteligente pero no hace de su cuerpo una profesión y prefiere reservarlo para su vida privada.La película, basada en la obra homónima de Ian Fleming, cuenta con estupendas escenas de acción, realizadas en impresionantes decorados que se sustentan en un dinámico argumento al que, en ocasiones, se le podría recriminar algunos vacíos que pueden llegar a despistar al espectador (no sabemos con certeza cuántos días dura la partida en el casino, en el aeropuerto no se muestra con claridad cuándo Bond abandona su pistola para que no suene el detector de metales, etc.) No obstante, estos detalles no nublan la intensidad y calidad de la película puesto que, en su mayoría, no aportan información trascendental para el desarrollo de la trama.Merece la pena ver la película por varias razones: es una buena historia de acción que nos va a entretener, podremos ver la evolución que sufre un personaje clásico en el cine (aunque curiosamente fue esta la primera novela) y, además, podremos alegrarnos la vista durante más de dos horas. Por cierto, esta vez no serán ellas quienes salgan del mar, será él (y no os defraudará, prometido).
Daniel Graig nos presenta un Bond mucho más humano, sensible, imperfecto y por qué no decirlo, mucho más guapo y escultural.
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Aburrida, pomposa, mal interpretada? decepción en toda regla la a priori interesante El ilusionista.Decepción de las gordas porque solo hay algo peor que una peli mala: una peli mala y pretenciosa.Esta ¿historia? de un mago que? bueno? va de? hay un? ¿flashback?Ni hay argumento ni los actores parecen estar disfrutando de su trabajo: Eduard Norton nunca estuvo tan mal (bueno, en The Score puede que si) y, eso si, como novedad nos brinda una interpretación de la escuela de Steven Seagal, que manera de fruncir el ceño; Paul Giamatti debía tener un hueco en su agenda, Sewell lleva un ridículo bigote y la Biel? sale.La fotografía tampoco es todo lo prodigiosa que uno espera, y la banda sonora del turras de Philip Glass intenta parecerse a las de Mr. M (añádele una caperuza roja también si quieres?), provocando un empacho de proporciones épicas en el espectador.No hay emoción, ni una trama más o menos sólida, y se nota horrores que al contrario que The Prestige, que se basaba en una novela consistente, esta otra se basa en un relato corto y si, lo que quiero decir es que esta historia daría para un sencillo capítulo de The Twilight Zone en lugar de haber presentado una arrogante y sosa, muy sosa películas de esas que les gustan a las madres.Como El Zorro, pero sin acción ni humor, que esta es una peli seria y prestigiosa. ¿Quién ha sido el lumbreras del New York Post que afirma que se trata de una de las mejores películas del año?Y por cierto, de la moraleja que se intuye, mejor ni hablar, pero sospecho que el guinista es un tipo de dudosa moral? Es tan tristona que no merece la pena compararla con la de Christopher Notan. No me aburría tanto en un cine desde Lobo, aquella gema del terror que perpetró Mike Nichols hace unos añazos. Uno de los suspensos absolutos de la temporada, ¿por eso ha llegado antes que la otra?
¿Quién ha sido el lumbreras del New York Post que afirma que se trata de una de las mejores películas del año?
01
¡Agarrénse fuerte! El nuevo Bond cuenta con una réplica, a grito pelado y genial, que ya es Historia del cine, por lo menos para mí. No desvelaré nada más, pero transcurre en una secuencia que será también muy dolorasamente recordada, sobre todo, por los hombres, porque pega precisamente allí, ¡donde más duele!Y ahora debo citar otra frase que no es mía. Pertenece al crítico Paul Arendt, de la BBC británica: "Lo primero es lo primero: Craig no es un buen Bond. ¡Es un gran Bond!. Concretamente, es un 007 tal y como lo concibió Ian Fleming". ¡Amo a este crítico! (¡Bueno! No me malinterpreten).Y, tercer elogio, no sé lo que han tomado los guionistas, sea agitado o batido, pero no sólo es uno de los mejores títulos de acción jamás vistos en una pantalla sinó que además está trufado de diálogos brillantes e ingeniosos. Y la trama no es que sea especialmente complicada, pero tiene los suficientes giros desconcertantes.La dirección de Martin Campbell, cineasta ya curtido en los menesteres de 007, es eficaz, y lo último que se desea de un producto Bond es que sea el director, y no el personaje, quien imponga su universo y personalidad. Pero quien espere el mismo Bond, los mismos personajes, los mismos arquetipos, las mismas características o los mismos ?gadgets? de siempre, va a quedarse a medias. Para empezar, una de las marcas de la factoría Bond, el ?teaser?, elude el típico momento espectacular para engancharnos y a cambio nos ofrece el momento en que el agente secreto más famoso obtiene los "dos ceros delante", la licencia para matar. Las imágenes, en blanco y negro, durísimas; el montaje contundente y los diálogos, breves. Son un anticipo de lo que vendrá.Sin perdón.Se anunciaba un cambio en la evolución de la saga, y estos se concretan en un tratamiento más oscuro de los personajes, pero sobre todo en el hecho que James Bond abandona sus formas encantadoras y elegantes para convertirse en un tipejo más barriobajero, chulesco y tosco, pero áun así continua quedando impresionante sea empuñando un arma o vistiendo esmoquin.Sí, su rostro es animal, primario y salvaje. No se pierdan la contestación que le da a un camarero cuando le pregunta como prefiere el Martini, y que es de una mala leche descomunal.Durante años muchos se ha comentado que Bond, y así fue como lo ideó Ian Fleming, no era un héroe sinó un asesino frío e implacable. Y así es la composición de Daniel Craig, un bruto, pero con clase y gusto, y que no se fía ni de su sombra.Porqué para matar como lo hace él en todas sus películas hay que ser así, un diablo sin miramientos, sin lugar en su corazón para los sentimientos, ni sitio en su alma para el remordiento, como lo demostró William Bill ?Munny?, o séase, en la Obra Maestra de Clint Eastwood que es "Sin perdón" (1992). Y uno de los guionistas es precisamente Paul Higgis ("Crash"), firmante de los libretos de "Million dollar baby" o "Banderas de nuestros padres", también de Eastwood.Lo que sea más realista ya es otro cantar. Bond es capaz de atravesar paredes o de practicarse una "desfibriliación" (!), en otra de las secuencias más tensas del filme. Pero Bond siempre fue lo opuesto a los espías de John Le Carré. Como reflejo de su época, ya no se trata de la guerra fría o salvar el mundo sinó que el trasfondo es el terrorismo, una de las lacras que más preocupan, y enparanoian, el mundo actual. Y el villano de la función, aunque aparecen varios, es también vulnerable. Su nombre es Le Chiffre (Mads Mikkelsen), un banquero que se juega a las cartas el dinero de sus clientes, los terroristas.¡Cada penique!Y entre las chicas Bond hay dos pedazos de féminas: Solange (Caterina Murino), que luce lo que puede en las pocas escenas que le dan; y Vesper Lynd (Eva Green), en total química de odio y atracción con Daniel Craig. Además Bond, llega a descubrir lo que significa la letra "M" (intepretada de nuevo por la carismática Judi Dench, saltándose de paso el orden cronológico de los superiores del agente británico). Nunca lo llega a desvelar en pantalla, pero yo juraría que significa "Mother" (es decir, "Madre").Y citaba al principio una frase memorable, pero hay otros estupendos momentos como la persecución entre un edifico en construcción de Madagascar a un saltimbanqui (Sebastian Foucam, uno de los personajes-hallazgo del film), que son de puro vértigo; o las últimas miradas (de derrota y victoria, y a la inversa) entre Bond y el terrorista del aeropuerto.Hay otro diálogo extraordinario durante la presentacion, en un avión, entre Bond y Vesper. Ella es una tesorera del Estado que debe entregarle una altísima suma de dinero para que el espía se enfrente, ante y detrás de una mesa de póker, con Le Chiffre. "¡Aquí está el dinero!", irrumpe ella. Y Bond, más que contestar, exclama, referiéndose a ella: "¡Cada penique!". Como lo vale este nuevo Bond. ¿Es perfecto? Por supuesto que no. ¿Es extraordinariamente imperfecto!.
James Bond abandona sus formas encantadoras y elegantes para convertirse en un tipejo más barriobajero, chulesco y rudo, pero áun así continua quedando impresionante sea empuñando un arma o vistiendo esmoquin.
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Son muchos meses ya los que se lleva hablando de la nueva película del agente británico más famoso del último siglo, el personaje de Ian Fleming, James Bond. Existían muchas dudas sobre la idoneidad de Daniel Craig para la caracterización del espía, que en parte podían estar justificadas 'a priori' (rubio, demasiado musculoso.), pero que también sirvieron para darle una publicidad gratuita, pero agradecida.Pues bien, las dudas ya pueden quedar disipadas. Puede gustar, no gustar, gustar mucho o no gustar nada. ¿Y a mí? A mi me ha gustado. Más que otras de la saga: tiene una trama más interesante, menos liosa de lo que acostumbra, explica bastantes cosas del carácter de Bond y tiene, lo de siempre, acción, con varias escenas logradas (persecución por los tejados). Para dar, o al menos intentar, un golpe de efecto, se contrató al director de una de las mejores películas, como fue 'GoldenEye'. Y para rematar la faena, quisieron que Paul Haggis (guionista de la sobrevaloradísima 'Million Dollar Baby' y realizador de la estupenda 'Crash') se encargara del argumento. Y visto lo visto, el resultado es bueno. Al menos, mejor de lo esperado. Nos encontramos con uno de los Bonds más fríos, duros, personales y serios de los vistos hasta ahora: un cambio, sin duda. ¿A mejor, a peor? Al menos a peor no, pero debemos esperar al próximo film para poder tener ya una opinión más fundada.Eso sí, la película no es perfecta: el romance entre los personajes de Daniel Craig y Eva Green, está lleno de diálogos pretenciosamente inteligentes, pero carentes de.química. De sentido. Con 'declaraciones' que llegan a resultar chocantes y artificiales. Además, es posible que se haga algo 'larga', pues en los últimos 20 minutos parece que puede acabar sin dejar un amargo sabor de boca. Pero obviando esto, el producto tiene una valoración notable: quizás algo irregular, pero centrar la trama en el póquer, mientras nos refleja a través de los detalles 'secundarios' el resto de la historia, no sale del todo mal. Puede dejarte algo frío, pero para ello ya se agradecen ciertos toques de humor, que más de una carcajada (contadas, pero sonoras) harán soltar.Evaluando ya separadamente cada aspecto, se hace imposible no juzgar lo que todos teníamos ya en mente al ver la película: el trabajo de Craig. Como ya dije antes, no sólo cumple, sino que le da un toque personal, haciendo suyo al personaje, y haciéndo creerte que ése es Bond. Y lo tenía difiícil, pero lo consigue. Me gustó, y me alegro de que haya sido él. ¿Y Eva Green? Correcta, pero no comparable al resto de 'chicas Bond'. A mi me sigue dejando frío, y teniendo que asumir el rol que se le otorgó, dudo que ésto sea bueno. El resto de secundarios secundan el trabajo de los protagonistas, sin tampoco haber ninguna actuación destacable.Así pues, la saga de 007 vuelve, y lo hace a lo grande, con numerosos y notables cambios, que pueden o no ser del agrado de todos, pero que a mi parecer, eran necesarios y resultan eficientes. ¿Y Craig? Pues otra más, por favor.
La saga de 007 vuelve, y lo hace a lo grande, con numerosos y notables cambios, que pueden o no ser del agrado de todos, pero que a mi parecer, eran necesarios y resultan eficientes.
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En mi reciente visita a Londres, una de las películas que se estrenaba era esta "The Queen", recuerdo el revuelo que causaba la caracterización de Helen Mirren como la reina Isabel, cada vez que alguien levantaba la cabeza y veía el póster en la Londinense zona de "TheatreLand".La película, que narra los terribles acontecimientos que se sucedieron en Londres tras el fallecimiento de Diana de Gales, nos pone en el punto de mira, tanto de la familia real británica, como del primer ministro, Tony Blair y su esposa Cherie; caracterizada como una curiosa y antimonárquica mujer que empuja o provoca una sensación de desasosiego en su esposo.A nivel interpretativo, Helen Mirren lo borda, tanto en sus gestos, ademanes y posturas, y nos hace creer que estamos ante la reina real, y no ante una actriz, también James Cromwell como el duque de Edimburgo, está soberbio, tal vez, se le ve distraído, curioso y más preocupado por 4 chorradas que por la difícil situación que estaba viviendo la casa real en ese momento, no quiero olvidarme del actor que da vida al príncipe Carlos de Inglaterra, Alex Jennings, ocupado de que sus hijos sufran lo menos posible y dejando a un lado su exacerbante pasión por otra mujer, haciendo lo que un futuro rey debe hacer.Stephen Frears, compone un retrato bastante bien rodado, donde, imágenes de los noticiarios y de la vida real de la princesa de Gales, junto con los auténticos escenarios donde todo se desarrollo, ayuda a la completa verosimilitud del relato.Imagino que, muchos de los que la habéis visionado habréis pensado ¿Alguna vez veremos una adaptación al cine de la vida, obra y milagros de nuestra familia real? Resumiendo, una impresionante recreación de una familia real casi tan famosa como nuestra familia, no la real, sino la de casa.
¿Alguna vez veremos una adaptación al cine de la vida, obra y milagros de nuestra familia real?
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Comencé a leer el libro casi contrarreloj, puesto que no quería llegar al estreno de la película con el culo al aire, y es que siempre me ha gustado salir del cine y decir esa manida frase de "me gustó más el libro" , y es que aunque la novela me la pintaron como el mayor truño que se ha podido escribir en años, a mi me pareció alucinante, casi más entretenida que cualquier Best-Seller de consumo rápido (no citaré ninguno para evitar susceptibilidades y no ser tachado de cultureta gafapastil), e iba ya leyendo imaginando su traslado a la pantalla, para colmo de males en el pase de prensa de "The Prestige" tuve detrás a un par de críticos que alababan las virtudes de la película que nos trae, así que mi predisposición no podía ser mejor.Y así ha sido, la película me parece un derroche de belleza, dureza y buenas interpretaciones, que, diré sin sonrojo, de momento es lo mejorcito que he visto en este año 2006 al que le queda apenas un mes para dar cierre, Tom Tykwer compone un sólido grupo de actores, donde los que más peso podían llevar en la película (Hoffman y Rickman) pasan como meros secundarios y aquellos que deberíamos olvidar se agarran con fuerza a nuestras conciencias, Ben Whishaw hace increíblemente creíble el personaje de Grenouille marcando con un tempo increíble sus momentos de lucidez con los más absolutos y oscuros momentos de demencia, y Rachel Hurd-Wood que ya me enamoró siendo apenas una cría en el "Peter Pan" de P.J. Hogan, vuelve a llenar la pantalla con su incomparable belleza, y es que personaje de Laura es de lo mejor de la película.Siendo costumbre en mi aquello de leer la crítica para tomar el pulso al "sentir general", me ha llamado profundamente la atención aquello de que haya quien se haya rasgado las vestiduras ante una de las escenas cumbres del film, la de la orgiástica presencia de Grenouille en Grasse, en el libro, dicha escena es contada con todo lujo de detalles, tanto como a Patrick Süskind le es posible con sus palabras, mientras que en pantalla pasa de ser una mera anécdota en el metraje, no nos rasguemos las vestiduras tan pronto, por Dios!! (Nunca mejor dicho).Falta un capitulo del libro, una parte o algo realmente importante que ahondaría mucho más en la obsesión de Grenouille, y es que que este carezca de olor es importante en la trama, y aquí eso se pasa casi de puntillas, y se cambia parte del orden de lo que sucede, ¿tal vez por el tiempo de metraje? ¿Acudiremos gracias al DVD a una versión extendida del libro?En fin, a la salida del cine, coincidía en gusto con todos aquellos que hemos disfrutado de la novela, y en disgusto con aquellos que no han perdido una media hora diaria en degustarla, ahí dejo el quid del asunto.
La película me parece un derroche de belleza, dureza y buenas interpretaciones, que, diré sin sonrojo, de momento es lo mejorcito que he visto en este año 2006.
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Haneke, un año tras otro, se dedica a golpear la conciencia de los espectadores. Nos atiza de una forma brutal, hasta el punto de hacernos tambalear y que no sintamos prácticamente el suelo que nos mantiene erguidos. Con "Caché" no iba a ser de otra forma. Partiendo de una base formal aparentemente más clásica, simple y minimalista, Haneke, alejándose de lo explícito de "Funny Games" pero manteniéndose cercano a su ya establecida personalidad en la misma o en la brutalmente metafórica "La Pianista", vuelve a angustiarnos con sus narraciones críticas, pero asépticas al mismo tiempo, contra la moral humana.Aunque aparentemente la película no contenga la violencia visual de anteriores obras suyas, si desenmascaramos su verdadero contenido, descubriremos que la violencia, aunque contenida, es mucho mayor. Entonces recibiremos un terrible puñetazo.Haneke, en estado puro y más lleno de plenitud que nunca, ha ido arrasando por toda Europa, festival por festival. Tal y como sucede en sus films, no ha dejado títere con cabeza. Hasta desembocar en la entrega de premios de la Academia de Cine Europeo 2005, en la cual no dio respiro a ninguno de sus contrincantes. Se llevó a casa cinco galardones, entre los que estaban los más importantes del acontecimiento (mejor película, mejor director, premio de la crítica, mejor actor).Sin duda, Haneke ya estaba cansado de recoger tanto premio, que, de todas formas, al fin reconoce el buen hacer de uno de los directores más interesantes del paupérrimo panorama actual. A estas alturas, sobra decir que Haneke ha dedicado toda su obra a reflexionar duramente sobre la conciencia, la moral, la violencia escondida y la condición del ser humano.Dicha reflexión probablemente llega, en "Caché", a su máxima expresión. El director austriaco hace de mero observador, y nos reta a un juego: el juego de las adivinanzas. Acertijos que nos conducen a nuestra propia pesadilla, el miedo más horroroso que anida en nuestro interior, el terror a saber quiénes somos realmente.Ni siquiera necesita música para comenzar a recrear su pesadilla personal, para ambientar el tormento al que nos someterá, que irá alcanzando cotas de tensión verdaderamente inenarrables. No necesita de efectismos para lograr que el desarrollo angustioso de saber qué pasará se convierta en algo casi insoportable. Desde el primer hasta el último minuto, Haneke no nos da tregua. Nos mantiene en un vilo terrorífico que no da respiro. Su juego nos ha atrapado, y ya no tenemos oportunidad de volver hacia atrás. Como reza la Biblia: "Quizá hayamos acabado con el pasado, pero él no ha acabado con nosotros". Por tanto, si queremos jugar, tendremos que recibir mucho. Nos dolerá, pues es difícil saber quiénes somos realmente, conocernos para poder asegurar algo, o decir que nuestro pasado está limpio.Pues "Caché" habla primordialmente de los fantasmas del pasado. Bien es cierto que utiliza un hilo conductor (mejor dicho, un señor McGuffin) que es clavado al del "Lost Highway" de David Lynch. Pero, a pesar de que ambas tratan el tema de la conciencia, toman derroteros bien diferentes.Mientras Lynch se basaba en el tormento psicológico y la conciencia que acosaba a su personaje por hechos realizados anteriormente, Haneke lo hace de la misma forma pero dándole una vuelta de tuerca que se decanta más hacia la moral. Hacia una moral que creemos tener perdida, pero que realmente no es así. Ella está ahí, escondida, para sacar la cabeza lentamente y atormentarnos por nuestro oscuro pasado. Por lo tanto, el reto de Haneke se basa en excusas. El director quiere jugar con nosotros a lo imposible. Lo imposible desde el punto de vista de la colocación de la cámara que observa a Georges (o lo haría con nosotros mismos, de la misma forma), ya que no es más que una trampa inexistente. Lo imposible desde que recibe en su casa cintas que cada vez revelan más cosas sobre su pasado. Realmente nadie las está enviando. Lo que Haneke quiere es que veamos lo que nos está pasando. Y lo analicemos nosotros mismos. Él no nos quiere decir quién las envía por el simple hecho de que es algo que tenemos que descubrir nosotros mismos. Y saber que los vídeos son, realmente, nuestros recuerdos. Algo abstracto, puramente metafórico, y materialmente inexistente. Así, por muy seguros que creamos estar en nuestro trono, sabemos que nuestros actos más terribles siempre estarán esperando en lo más profundo.Estamos seguros de vivir una vida completamente normal, sin baches, sin delitos pasados que justifiquen un presente tan extraño y agobiante. Pero Haneke se encarga de ponerlo en entredicho y sacar la realidad más interna de nosotros. Se ocupa de asestar la bofetada a esa burguesía acomodada para que despierte de una vez por todas y sea capaz de ver lo que pasó y deje de negarlo a lo largo de toda su vida.Que escupa lo que en lo más profundo de sí mismo sabe que en realidad anida, a pesar de que en lo cotidiano ni siquiera lo recuerde.El sentimiento de culpa nos acosa continuamente, y, por lo tanto, el miedo (no es terror al uso, es el miedo al simple día a día) es algo que nos acompaña a cada esquina. Se mete hasta en nuestros sueños y nos lleva de la mano a la perdición.Con un montaje sensacional y una dirección simple (en ocasiones, nos recuerda a un trabajo casero) pero prodigiosa, Haneke reúne a dos grandes actores que realizan dos monstruosas interpretaciones: Juliette Binoche y Daniel Auteuil. La película rezuma una sobriedad casi extenuante y una ambientación soberbia y necesaria para conseguir lo que realmente busca: agobiar al protagonista, y, con ello, al mismo espectador. Porque, en definitiva, lo que persigue es dejar en entredicho nuestra supuesta buena moral a la hora de hacer una diferencia entre clases sociales. Diferencia abismal que provoca rechazo y evita el reconocerlo, debido a que unos despojan de todo a los otros para poder saborear su tan cómoda y asentada vida.Una vida manipulada, en esencia, por la información deformada que nos ofrecen en la televisión. Un medio que solamente se decanta por el lado que más le conviene. Le es indiferente si acontecen guerras, atentados suicidas o si la víctima es realmente la que aparenta serlo. Tal y como lo hacemos nosotros con todas nuestras decisiones en pos de lograr un futuro acomodado y tranquilo. Pasando por encima de quién sea necesario.Pero, tarde o temprano, por mucho que queramos negarnos a nosotros mismos y predicar por todo lo alto nuestra bondad y la vida tan ejemplar que hemos llevado, terminará volviéndose en nuestra contra. Nos atacará a lo más inestable de nuestro ser: la conciencia. Y el sentimiento de culpa terminará acosando a lo más débil que tenemos y a lo que sinceramente más queremos: nuestros hijos. Lo sepamos o no, lo iremos pasando de generación en generación. Y la bola irá creciendo. Hasta un punto tan inevitable como aterrador. La conciencia, de esa forma, es como si se heredase. Y si nosotros no lo comprendemos, seguirá ahí, escondida, observando, tan aséptica pero cruel como siempre, para que nuestros descendientes la sufran y la padezcan. Hasta que nos demos cuenta de lo que hemos provocado. Seamos nosotros o los que vienen después. Si algún día llegamos a hacerlo. La realidad, por muy oculta que esté, es lo más duro y cruel que nunca nos podrá atacar. Más que cualquier puñetazo, golpe o disparo.Pues no es un puñetazo visceral, que juzga, descarta, elimina o decide. Es un puñetazo que observa, analiza y escudriña. Que nos obliga a nosotros a decidir y reflexionar, sin posicionarse en ningún lado. Y es, en esencia, el tipo de puñetazo que más duele. Se trata del duro golpe del peso de la conciencia, del pasado que nos persigue y nos hace temblar hasta el punto de no sentir el suelo bajo nuestros pies. Nos muestra el miedo a ser observados y analizados por nuestros actos y decisiones. El miedo a ser juzgados por ello, a ser perseguidos hasta nuestra destrucción. A ser perseguidos por nadie más que. por nosotros mismos.Desde luego, el resto del mundo del cine, especialmente el cacareado de Estados Unidos, debería arrodillarse ante la evidencia de que "Caché" es lo mejor del 2005, de que la obra de Haneke es cine en estado puro, y que da esperanza ante el resto de obras tópicas que inundan el celuloide y hacen que los espectadores que buscan inquietudes nuevas se vayan sumiendo, cada día más, en la más profunda de las decepciones.Pero, como suele ser habitual, no todo el mundo estará dispuesto a jugar al juego de Haneke. Ni podrá soportarlo. Es algo que también entiende el director, como también lo entiende nuestra condición humana. Obra Maestra de Michael Haneke.
Cuando el suelo del pasado empieza a abrirse bajo nuestros pies...
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Bueno, os cuento. En lo que concierne a la película, os digo que me ha gustado mucho, es una película algo arriesgada, valiente, pero que si se le coge el puntito, se disfruta muchísimo, con una música y una fotografía muy buenas. Es muy bonita, muy triste, muy sincera, no sé, a mi personalmente me ha parecido una historia preciosa. Ya me he comprado la novela de Antonio Soler (que es malagueño).Antonio Banderas (malagueño de pro) a la dirección se ha portado medianamente bien, más que por la dirección en sí que esta muy correcta con algunos puntitos de lucidez muy buenos, porque al ser un proyecto tan personal suyo se recrea demasiado en algunos pasajes y escenas que dan un ritmo más lento de lo que debería a la película.Los actores están muy bien, quizá el hecho de que no vea 'Mis Adorable Vecinos' me haya hecho creerme a Alberto Amarilla como un Miguelito Dávila del 78, pero a mi me parece que todos lo hacen muy bien, en especial Raúl Arévalo, al que ya en la rueda de prensa un par de periodistas le asignaron el Goya Revelación de este año. Mención especial reciben los ya curtidos Juan Diego, Victoria Abril (en un personaje que me subyuga completamente) y un inmenso Lucio Romero (otro malagueño) en el papel de abuelo del personaje de Raúl Arévalo. Fran Perea es otro que tiene un personaje muy interesante, que me hubiera gustado que se desarrollara más, pero con este muchacho interpretando. mejor así.Comenzamos ahora con los dos puntos fuertes de la película: Antonio Meliveo (malagueño también) ha hecho una partitura para esta película realmente bonita, sencilla, sin demasiado artificio que le da un aire de tranquilidad y estar que hacía tiempo que no veía en una película, en ningún momento podía imaginarme la película con otra música más apropiada. Y elegir a los Who para meterlos en la banda sonora, también ha sumado puntos, jejeje. Xabi Giménez es otro que también se lo ha currado, el director de fotografía ha sabido plasmar muy bien, con muchísima belleza lo que Banderas quería de esta historia, porque la fotografía es realmente bella, incluso en esos momentos particulares en los que requiere un esfuerzo extra.Creo que no me dejo nada más en el tintero. Solo recomendárosla, que vayáis al cine a verla, que si se le pilla el punto se disfruta mucho, porque es una película que lo mejor que tiene no es verla, sino pensar en ella días después.Un abrazo!P.D. A destacar también de la mañana que pasé en el Teatro Cervantes el maravilloso dossier de prensa de la película, que ha pasado a ser desde este momento el más bonito de mi colección (que no es pequeña), sin ninguna duda. Y cómo no, ese cocktail con su jamoncito, su lomito en salsa, sus canapés de bacalao y vino de la tierra. ¡Hay que ver cómo cuidan a la prensa!
Al ser un proyecto tan personal se recrea demasiado en algunos pasajes y escenas que dan un ritmo más lento de lo que debería a la película.
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Aviso a navegantes, esta es una crítica de cine, no literaria. Ni me he leido el libro, ni se me ocurriría hacer referencias al mismo. Sólo digo que a mi medio melocotón, que si se lo ha leido, también le gustó la peli. Por cierto, que no se me olvide, si llegais diez minutos tarde al cine no pasa nada, salvo que os mentarán al oficio materno algún espectador. Me parece que no hacía falta un comienzo así.La película trata sobre un tipo que nace en el París de hace unos siglos, con un don increible, su olfato. Mas increible es, teniendo en cuenta la pestulencia que había en las calles de la orbe en aquel entonces. Como tiene un nacimiento accidentado, termina en un orfanato, donde le venden a un curtidor (no encurtidor como dicen en la peli, que esos venden berenjenas en vinagre) de pieles. Y así, malviviendo llega hasta un maestro perfumero que le coge como ayudante. Nuestro protagonista tiene una única obsesión, que es la de capturar la esencia de las cosas, ese olor que todos tenemos. Bueno, y un rollo de las 13 esencias que queda muy poético. Total, que pim pam, pim pam, la cosa se complica como dice el chiste "Si yo venía a por pan, ¿que hago con los pantalones por las rodillas?". Pero él matando lozanas muchachas.¿Que si me ha gustado la película? Me ha encantado, con excepción de los 10 primeros minutos que no eran necesarios ni mucho menos. La ambientación me parece excepcional, y el reparto bastante bueno, con excepción del protagonista (no me trasmite nada). El argumento brilla por su originalidad, y tengo que decir que la resolución me pareció de las más extrañas que he visto nunca (habrá más de uno que digan que era previsible, que oráculos no faltan). El desarrollo engancha y te llega a atrapar, aunque no consigue meterte en la mente del asesino. Y es que es muy difícil describir olores. Nada más que decir, que vayais al cine a verla.Resumiendo, intrigante, dramática, perversa, cruda e imprescindible historia de un tipo sin olor que extrae el suyo a jóvenes lozanas para obtener "El perfume". No me atrevo a recomendarla, dado que mi opinión en este caso es muy personal, pero me ha encantado.
Intrigante, dramática, perversa, cruda e imprescindible historia de un tipo sin olor que extrae el suyo a jóvenes lozanas para obtener "El Perfume"
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Toda fórmula de éxito precisa evolucionar para no estancarse en una monótona repetición. En las películas-franquicia de Bond, la evolución suele venir de la mano de un nuevo actor que recoge el testigo de otro en la encarnación del agente británico. En esta Casino Royale hay tantas novedades en el estilo del filme, en sus personajes o en su historia que la relevancia de éstas es similar o mayor a la comentada, y polémica, incorporación de Daniel Craig a la lista de agentes Bond. Desde el inicio de la película, cuando Bond se gana sus galones de agente doble cero matando implacablamente a los dos objetivos requeridos para el cargo, se percibe una clara intención de poner tierra de por medio con los últimos trabajos protagonizados por Brosnan, más emparentados con el estilo habitual de la serie de cintas basadas en el famoso espía de Ian Fleming.La elegancia, el lujo suntuoso y las bellas mujeres siguen ahí, pero Bond, que está al comienzo de su carrera como 007, es más visceral, menos sofisticado y, sobre todo, más humano. La violencia es más explícita y Bond pasa verdaderos apuros en secuencias de acción que antaño solventaba sin despeinarse. Por ejemplo, memorable es la persecución inicial que este hercúleo Bond hace de un delincuente por las calles de Magadascar al comienzo del filme, con un ritmo y un montaje visual deslumbrantes. Los enemigos, un elemento siempre clave en esta cintas, tienen objetivos más mundanos y carecen de los delirios de destrucción global de sus predecesores. Tampoco se repite la ritual visita al experto en 'gadgets' mortíferos y las mujeres objeto no aparecen con tanta profusión como en otras cintas de exhibición testironil de 007. De hecho, y pese a este perfil más duro de Bond, éste se mostrará de lo más vulnerable ante la bella Vesper Lynd (una guapísima Eva Green). Con ella vivirá un idilio amoroso muy distinto, y de mayor calado, al compartido con otras 'chicas Bond'.Por tanto, si los productores querían distanciarse de las cintas previas, lo han logrado sobradamente. Otro gran acierto es haber situado el relato del filme en los inicios de la carrera de Bond como agente 007. Así, la cinta juega un notable papel como precuela y prepara el terreno a venideras entregas protagonizadas por Craig (algo ya previsto). Quizá sean discutibles la extensa duración de la película (dos horas y media) y el cierto desquilibrio en el ritmo que propician las secuencias transcurridas en el casino. Pese a todo, el trabajo de Martin Campbell aporta una bocanada de aire fresco al personaje y cumplirá las expectativas del público que vaya a ver Casino Royale con el ánimo de ver buen cine de entretenimiento. Ah, y aunque sea un detalle superfluo, también sabremos que a este nuevo Bond, más etílico que nunca, poco o nada le importa que sus 'martinis' estén agitados o mezclados. Sólo quiere que se los sirvan pronto.
La cinta juega un notable papel como precuela y prepara el terreno a venideras entregas protagonizadas por Craig.
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Hay mucho de que reírse, pero también cagadas innecesarias, literalmente. Hay buenos gags. Pero también otros, como luchar al desnudo y romper cosas, a los que dedica mucho tiempo cuando la verdad no tienen nada de nuevo y, a mi particularmente, no me dan mucha risa. Pero el resto del tiempo te hace reír de cosas de las que jamás pensarías que te reirías. Políticamente correcto?no es.Baron Cohen se compromete con su personaje hasta las últimas consecuencias. Tiene que hacerlo porque la mayor parte de las veces sólo tiene una toma y de otra manera no funcionaría. La película es un pseudo documental, o más bien una parodia a los documentales. Pero también tiene una narrativa de ficción, aunque se queda algo floja.Intenta ofender a muchos. Judíos, mujeres, homosexuales, conservadores, homófobos. Es como si quisiera cancelar las críticas de ir en contra de un grupo, yendo en contra de todos. Funciona. Las personas a las que confronta Borat realmente sacan lo peor de si mismas, pero hay veces que son inocentes. Como Pamela (Si, la de Vigilantes de la playa). Nunca pensaría que me alinearía para defenderla, pero lo que le hizo me pareció realmente cruel. En realidad solo la menciono a ella porque de otra forma tendría que contar más de la película, y siendo una película de chistes es mejor no adelantar nada. Eso si, si sufres de pena-ajena, sufres mucho.Ver la publicidad de Borat en el metro es realmente refrescante. Entre el habitual mal gusto publicitario casi siempre resaltan los carteles de cine, pero el de Borat rechina. Mal gusto con ganas. Y eso se agradece entre carteles que por no atreverse son cada vez más parecidos.Para mi el mal sabor que me dejo la película sobre pasa todo lo que me reí, me alegro de haberla visto pero no me atrevería a recomendarla.
Me alegro de haberla visto pero no me atrevería a recomendarla.
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Toma, toma y toma, que el Tito Chinchan lo ha conseguido y os traido una película que no hubierais visto (ni vereis) en la vida. Nada más y nada menos que La Batalla Tanuki de la Era Heisei Pom Poko, que os lo creais o no, existe de verdad. Es del director Isao Takahata y os voy a contar de que va. Antes de eso, sabed que en España no está publicada y que si la conseguis ver, será con subtítulos. Aún así es curiosa.La película trata de unos mapaches que viven en unos bosques. Un día descubren (llegan una excavadoras y les expulsan de la casa donde vivían) que los humanos tienen planes contra sus territorios. Hasta aquí casi normal. De pronto, los mapaches pelean por no se que motivo y resulta que no son mapaches de verdad, sino Tanuki, así que se transforman en cosas para pelear. De pronto sale uno de ellos que creo que es una hembra (parece una drag queen) y les dice que tienen que pelear contra los humanos. Así que todos se alían y aprender a tranformarse en humanos y cosas así.Creo que es la película más original que he visto nunca, eso ante todo. Es graciosa aunque el argumento se hace muy difícil de seguir. No se si es porque tienes que ir leyéndolo o qué, pero me costó. Debe tratarse de una crítica hacia los humanos o algo así, pero no lo terminé de pillar. Luego los Tanuki tienen muchísimos problemas que no se a qué venían, pero que desvían la atención de su problemón con los humanos. No puedo terminar la crítica sin comentar una escena. Durante el comienzo, llama la antención los testículos que tienen los mapaches, perfectamente dibujados pero sin pilila. Bueno, pues está el maestro hablando con sus alumnos sobre una gran alfombra roja (cabrían unos 25 mapaches medio osos) Bueno, pues dice "La tranformación es un arte, por ejeplo, ¿veis la alfombra sobre la que estais? Pues son mis testículos" Así que los recoge y todos los mapaches se caen al suelo. Yo también me cáí de culo.Resumiendo, que la pelí es cachonda, aunque no se si era la intención del autor. Yo creo que en occidente no se comprende demasiado bien (no me enteré de nada, vamos).
La pelí es cachonda, aunque no se si era la intención del autor. Yo creo que en occidente no se comprende demasiado bien.
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La experiencia de una generación no es transmisible a ninguna otra: se transmiten los detalles, los símbolos, pero no la Historia no se regenera, íntegra, corregida, para que el futuro aprenda de sus errores y consienta una esperanza. Pudiera estar reflexión servir como punto de partida para comprender una película como ésta.El cine no es testigo mudo de la Historia: es Historia, inventario de modas y de culturas, de etnias y de religiones. La Lista de Schindler es una película formidable y es una página de un libro de Historia.El espectador es arrebatado de su ambiguedad: se le conmina a que tome una postura y las imágenes son de una sobriedad tan brutal que no existe escapatoria.Oskar Schindler ( Liam Neeson ) se opone a los nazis contratando a judíos que salvan así su vida. Este viene a ser, muy sucintamente, el argumento de la película, pero hay más. Está el horror de la guerra retratado como pocas veces: con fría objetividad, con grises demoledores, con absoluta asepsia. Quiere Spielberg no involucrar su ojo en lo que filma: se limita a encuadrar, a mover la cámara por donde la acción lo requiere, pero no se deja contaminar por lo que ojo ve, que es ( insisto ) la estulticia del hombre, el miedo del hombre, la guerra que el hombre interpone entre su felicidad y su destino.Estos tiempos de reconversión de los idearios políticos precisan que una película como La lista de Schindler exista para que la vida triunfe, y esto que acabo de escribir no es una frase de libro de frases rimbonbantes: es la forma más eficiente de expresar el sentimiento que queda en el alma después de que hayamos visto su apasionante trama.La Lista de Schindler es un canto a la vida desde la ausencia de vida. Un poema de tres y pico con rima canalla en los pares y dolor en los impares. Cuenta Oskar Schindler en una escena de ampuloso tenebrismo al oficio nazi al mando del Campo cómo el poder se reconoce por la benevolencia y la flexibilidad de quien lo ejerce. Le dice que el reo se sabe muerto antes de la ejecución y que reconoce al amo por la posibilidad que éste tiene de resucitarlo o de aplazar su muerte. Sobre esta concepción de la autoridad, en tiempos de guerra, Spielberg levanta un monumento de ternura y de llanto con un blanco y negro ( soslayado únicamente en la llama del principio y del final del film ) exquisito, preciso, hermoso hasta la ausencia de palabras que puedan expresarlo.El muy genuino sistema de vida americano, tan amigo de virar a un lado o a otro de la prudencia y de la justicia, comete de cuando en cuando el pecadillo de consentir películas como ésta: faro de luz que debe alumbrar la ceguera del hombre, rezaba en una publicidad de la época de su estreno.Ben Kingsley y Liam Neeson, aun protagonistas, no llevan el peso del film, a pesar también de que su capacidad dramática esté a la altura de las muy graves circunstancias que representan.Aquí no hay actores: el personaje borra al actor. Spielberg aparcó sus mitos de infancia ( el extraterrestre, el héroe con látigo, Peter Pan, los dinosaurios ) y saldó una cuenta con la Historia.Su reciente Munich no puede contemplarse desde todas esta perspectiva, si bien guarda innegables similitudes con La Lista de Schindler.Curiosidades al hilo de la película:1.- Una costumbre judía es ir depositar una piedra en la tumba de un ser querido en señal de agradecimiento eterno. Al final de la película, se ve como una comitiva de judíos va dejando piedras en la tumba de Schindler. Son los judíos que en la vida real fueron salvados por el propio Schindler.2.- Steven Spielberg no pudo conseguir el permiso para firmar dentro de Auschwitz, así que las escenas del campo de exterminio fueron realmente rodadas en un escenario que pretendía ser una copia exacta de aquél.3.- El guión de la película pasó por manos de Martin Scorsese, que se echó atrás por mor de su ascendencia judía y por no saber si acometería la empresa con la suficiente objetividad.4.- Tom Hanks y Kevin Costner también aspiraban a ser Oskar Schindler, pero Spielberg permitió al más novato y menos conocido Liam Neeson hacer el papel de su vida.No tenemos aquí la mejor película de nazis o la mejor película sobre el Holocausto: es una de las mejores películas de los últimos años y, sin duda, la mejor ( en mi opinión ) de Steven Spielberg. Y la banda sonora más adaptada ( junto con la de El piano de Michael Nyman ) al objeto que orquesta. John Williams es, no hay duda, un maestro.
Estos tiempos de reconversión de los idearios políticos precisan que una película como La lista de Schindler exista para que la vida triunfe.
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A mi el 007 este nunca me terminó de gustar, aunque gracias a la afición de mi padre por el refinamiento bondiano, me he tragado todas en repetidas ocasiones. Antaño, el visionado de una de sus cintas era todo un acontecimiento familiar porque, aunque no te gustase mucho, había que reconocerle que las explosiones, la acción, los cachivaches que usaba, etc, eran únicos en las pelis de la época. Ahora el tema ha cambiado y cualquier película tiene unos efectos especiales de escándalo, por lo que cuesta más que destaque las pelis con "licencia para matar".La película trata de un agente secreto al servicio del gobierno británico que mata a dos señores para ser doble cero. Luego en su primera misión casi crea un conflicto internacional, por lo que le dan unas vacaciones, que aprovecha para tirar del hilo y descubrir a un tipo taco de malo que llora sangre por un ojo. Así que se mete en una partida multimillonaria para dejar en cueros a este señor y quitarle millones al terrorismo internacional (si le hubiese dado un tiro al principio de la peli, ahí terminaría).¿Que qué me parece la película? Me alegra que me haga esta pregunta, amigo. La película me ha resultado bastante floja, y eso que me esperaba poco. Para empezar han cogido (el actor y el personaje) a un Bond bastante garrulo, con modales poco refinados que le humanizarán, pero que le quitan todo el glamour. Quizá sea correcto para los tiempos que corren, pero prefiero un personaje anacrónico. Nos muestran la evolución del personaje, como madura durante la grabación, pero en el cine de entretenimiento puro y duro eso sobra. Luego, ¿donde está la acción? Tiene tres escenas "trepidantes", algo de sexo y amoríos, una partida eterna y aburrida para los que no entendemos el poker, algo del humor caracterísitico y que me gusta y poco más. La cinta no derrocha acción como se espera y tiene una profundidad de guión que no me pareció necesaria. Por cierto, la escena de la tortura es un poco patética.Resumiendo, película de poca acción sobre un agente secreto que empieza en esto de las licencias para matar. Casi mejor nos esperamos a su versión en DVD y la disfrutamos un día lluvioso.
Película de poca acción sobre un agente secreto que empieza en esto de las licencias para matar. Casi mejor nos esperamos a su versión en DVD y la disfrutamos un día lluvioso.
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El jueves tuve el placer de ir al cine después de mucho tiempo, y me dejó muy buen sabor de boca El Laberinto del Fauno, del mexicano Guillermo del Toro. Una película que quizá pueda llevar a confusión, porque se la venda de algo que no es exactamente, pero para mí, desde luego, una confusión que me proporcionó una sorpresa mayúscula.Ofelia es una niña aficionada a los cuentos de hadas que le ha tocado vivir los tiempos de la posguerra civil española. Junto a su madre, Carmen, se dirije a un molino situado en la montaña donde el Capitán Vidal tiene montado el frente de operaciones contras las últimas resistencias republicanas. Nada más llegar allí descubre un antiguo laberinto situado a pocos metros de la morada.Con esta primera premisa, Del Toro compone una historia con (pocos) tintes fantásticos sobre la imaginación, la supervivencia y el horror de la guerra (en este caso posguerra). Un texto que si bien carece de ciertos detalles para que se le considere mejor, coloca a nuestro cine en muy buena posición, y ésta si, con una calidad más que aceptable (no como Alatriste), a falta de ver Los Borgia (que no me llama nada, entre otras cosas por el elenco, ya que la historia es muy sugerente).Los actores están todos bastante bien (incluso Maribel Verdú), destacando por supuesto a un inmenso Sergi López, que si bien ya sabíamos que era un grandísimo actor, aquí lo sigue demostrando, pedazo de personaje el que construye y pedazo de interpretación. Música acorde, sin demasiada floritura, una dirección muy 'à la Del Toro' y una fotografía y direción de arte de quitarse el sombrero, porque realmente, la película no sería nada del otro mundo sin el toque tétrico que inunda las imágenes y la currada direción de arte que te sumerge en un mundo de fantasía (incluso cuando no se trata el mundo de la fantasía), desde luego, estéticamente un trabajo muy notable.Un aspecto que me he encontrado muy comentado en las críticas de la gente (concretamente en FilmAffinity) es la posición ideológica de la película. Sinceramente me parece un tema banal, simplificar esta película en una historia de buenos y malos me parece algo demasiado facilón para utilizarlo como argumento. Bien es cierto que para contar una historia se debe posicionar en algún lado, pero sinceramente, no se si es por afinidad, por dejadez o porque me parece un tema tan pasado de vueltas, que no me paré a pensar en ese detalle hasta que llegué a casa y vi a los mismos jaleosos de siempre metiendo cizaña. Una pena.Pero bueno, volvamos con el tema que nos ocupa. Tenéis que ir a verla! Y ya está.
Una película que quizá pueda llevar a confusión, porque se la venda de algo que no es exactamente, pero para mí, desde luego, una confusión que me proporcionó una sorpresa mayúscula.
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Capote me plantea, otra vez, la cuestión de si el cine puede permanecer neutral frente a la realidad. Hace poco veía en "7 vírgenes" a un canalla sin nombre intentando forzar a una niña de 12 años delante de una cámara impávida, flácida, una cámara suspuestamente "objetiva"."Es que esa es la realidad", me dicen, "¿Quién es el cineasta para cambiar nada?" Parece mentira que me pongan una pregunta tan fácil de responder: es un ser humano.Capote narra la historia de un best seller. Truman Capote lee en el periódico sobre una matanza en el estado de Kansas y se desplaza para seguir el proceso de cerca. Conoce a las víctimas, conoce a los policías. Los asesinos son capturados en poco tiempo. El escritor se acerca a ellos. Consigue retrasar la sentencia de muerte contratando abogados de lujo que redactan las apelaciones y llegan a la Corte Suprema de Kansas, al Tribunal Federal?Capote no trata de esa maloliente sensación que uno tiene de que en EEUU sólo sólo mueren ejecutados los pobres. Capote trata de la maloliente sensación que uno tiene de que para sobrevivir en este mundo tienes que darle carnaza a los ricos. El escritor mantiene con vida a los dos asesinos porque necesita conocer esa noche atroz. Necesita conocer ese mundo morboso que se pasea por los programas sensacionalistas y la prensa rosa. Alarga la vida de los asesino igual que la audiencia alarga la cuenta de ingresos de aquellos que le dan carnaza.Pero Capote es una película neutral. La cámara no condena lo que ve, todo parece bien, o mal, según como se mire. Todo vale; igual que en una violación. Si se pone la cámara en un cierto ángulo se puede violar a una adolescente y no pasa nada. Lo que yo digo es que la neutralidad es la connivencia innombrable con el verdugo; y que no es tolerable cuando hay víctimas.
Capote trata de la maloliente sensación que uno tiene de que para sobrevivir tienes que darle carnaza a los ricos
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Esta película de reparto de campanillas con pretensiones de película de misterio (JA!), es lo peor que ha pasado por mi reproductor de DVD. sin gracia, sin línea argumental definida, con ocho mil tramas abiertas, con personajes planos, estúpidos, incoherentes, con temática pobre, con publicidad descarada e incómoda, con líneas de diálogo disparatadas, con Rossy de Palma. es que no puede ser peor!Lo único salvable es, sin duda, Milo O'Brannigan, el personaje interpretado por Stephen Rea, un fotógrafo sobrado, cabrón, sin escrúpulos, de sangre fría, pasado de rosca, pero con más razón que un santo. Al aparecer en escena aporta un cierto interés, una cierta curiosidad, vaya, entretiene, porque el resto de la película, ni eso.
Esta película con pretensiones de película de misterio es lo peor que ha pasado por mi reproductor de DVD...
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Estimado Gore:Perdona que te tutee, pero con unas cuantas pelis a tus espaldas y otras tantas entradas del cine a las mías, creo que ya hay confianza. Durante el visionado de ésta tu 'Piratas del Caribe. El Cofre del Hombre Muerto' me ha asaltado una duda, la misma que cuando vi su predecesora. ¿Por qué no hacer una manifiesta adaptación al cine del videojuego 'El Secreto de Monkey Island' y dejarse de guiños, escenas copiadas y demás fruslerías? ¿Tanto dinero da Disney por decir que os basáis en su atracción de feria? ¿Es casualidad que ILM esté ahí, siendo LucasArts la dueña de los derechos? Muchas preguntas para ninguna respuesta. Eso sí, me vas a permitir una reivindicación: Adaptación cinematográfica de las aventuras de Guybrush Threepwood ¡YA!En lo concerniente a la película, macho, te has esmerado, efectos especiales muy currados (cortesía de tito Lucas), unos actores decentitos, una historia flojita pero resultona y una ambientación de escándalo. aunque has utilizado la técnica fácil, la de dar más de lo mismo y en mayores cantidades. Nada de lo que hay decepciona, pero pierde la frescura de la primera parte, donde todo era novedoso, aquí ya te hueles las cosas a la legua y si además le unes que la película dura dos horas y medias (que se hacen larguitas) pues va perdiendo encanto.Mención aparte reciben tus guionistas, que han tenido a mal hacer esta parte de la trilogía una película no auto-conclusiva, lo que resta puntos, pero los gana recuperando a ese gran personaje que se perdió en la primera y que dará guerra en la tercera. Buen cambio, a mi parecer, y una estrategia que a mi siempre me ha gustado. Veo que Hans Zimmer se ha enrolado en el barco. una buena elección, pero, aunque medio mundo crea que la primera banda sonora era una bazofia de refritos y plagios, Gore, tengo que contarte un secreto, a mí, me encantó.En definitiva amigo Verbinski, que aunque me lo he pasado teta viendo tu peli, creo que podrías haber arriesgado un poquito más y haber hecho las cosas en condiciones, haber cuidado un poquito más el guión y esas cosas, pero bueno, te entiendo: que mala es la prisa y que poder tiene la pasta, y mucho más si es Mr. Bruckheimer el que te la mete (la prisa, y la pasta). Un abrazo, colega!Atentamente, y esperando la tercera parte,Pablo.P.D. No se si en la tercera pondréis escena después de los créditos. pero si lo hacéis sólo un detalle: poned algo interesante. Gracias!
Amigo Verbinski, que aunque me lo he pasado teta viendo tu peli, creo que podrías haber arriesgado un poquito más y haber hecho las cosas en condiciones.
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La película en sí es un churrete gordo, la historia es de lo más simplona, plana, estúpida, reiterativa y poco coherente que se ha visto en pelis de superhéroes (que ya de por sí suelen tener alguno de estos aspectos), hace hincapié en datos que se sobreentienden más que de sobra y luego se deja en el tintero, o da por sabido otros que no son tan evidentes. El elenco es correcto. y punto. Ni Routh es Reeve, ni Spacey es Hackman, eso para empezar, pero para seguir, parece que el protagonista tuviera siempre en mente 'quedar bien' con el público haciendo una interpretación intentando parecerse a Christopher Reeve. Spacey es magnífico, y el papel le viene que ni pintado, pero creo que está algo desaprovechado, tiene solo un par de escenitas en las que realmente me ha convencido al 100%.En el apartado técnico cabe destacar por encima de todas las cosas habidas y por haber la gloriosa y magnífica dirección de Bryan Singer que dota a la peli de un ritmo perfecto, unas escenas de acción (pocas) fantásticas y unas imágenes maravillosas (quizá con un exceso de planos cenitales. que a mí me encantan), sin duda lo mejor de la película. La fotografía es muy buena, con unas imágenes realmente impactantes y más en IMAX. y más en 3D! y Ottman sale bastante airoso de la dura prueba de comparación con el maestro Williams, creando una partitura muy buena para el metraje.En definitiva, una película que técnicamente es una virguería, que no decae en ningún momento, pero con uno de los grandes pilares gravemente dañado, el del guión, tedioso, reiterativo y simple hasta la extenuación. Eso sí, entretenida es un rato largo.
Técnicamente es una virguería, que no decae en ningún momento, pero con uno de los grandes pilares gravemente dañado, el del guión.
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Parece que este año en Joslibul no necesitan a Almodóvar para agitar las mentes de los conservadores en cuanto a orientaciones sexuales se refiere: tenemos por ahí a Ang Lee y por otro lado a la película que hoy nos compete: TransAmerica, una peliculita hecha con cuatro duros, un coche escacharrado y un pene de goma.Si bien las películas de 'parece que está pasando esto.' me gustan en su justa medida (reciente tengo aún la magistral Lo Que Queda del Día), creo que para temas como estos que la gente tiende a no querer escuchar, conviene mejor mostrarlos tal y como son, sin posibilidad a la duda de 'esto significa una cosa, pero también puede significar otra'. Y quizá Ang Lee peca un poco de eso, de dejar el intimismo, la sencillez y la autorreflexión a merced de un tema tan interesante y tan importante como el que trata en su Brokeback Mountain, mientras que en TransAmerica se muestran sin pudor la vida de un transexual que a una semana de su operación de cambio de sexo descubre que tiene un hijo adolescente, con todo el problema que le acarrea, unido a los que ya tenía anteriormente. Me ha parecido curioso que a la par que Lee muestra la homosexualidad en los vaqueros (en este caso concreto mas bien cabreros, ¿no?), esta road movie nos presenta a un personaje con ascendencia india. ¿casualidad, o característica?Sobresale de la película una Felicity Huffman muy bien nominada a los Oscar y un guión que se mueve entre la ñoñería más edulcorada y la hijoputez mas absoluta, haciendo paradas en puntos intermedios que suponen varias de las mejores escenas del film. Aún así, el guión tiene agujeritos varios que no estaría de más que hubieran rellenado, pues los 100 minutos que dura la película se pasan volando.En definitiva, una pequeña película que nos muestra a una Felicity Huffman en estado de gracia (continuo, desde su aparición en Mujeres Desesperadas) y que nos plantea una historia muy interesante para conocer un poco más la vida del colectivo transexual en América. Eso sí, aunque haya puesto a caldo a Lee, debo decir que su película es bastante mejor película que ésta, pues las limitaciones, ya no técnicas, sino artísticas, son bastante notables.
Una peliculita hecha con cuatro duros, un coche escacharrado y un pene de goma.
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Es difícil criticar u opinar de una película cuando se acaba de salir del cine, pero con la ropa aún mojada del diluvio que me esperaba a la salida os escribo esto, porque desde luego es una película merecedora de ello, de esto, y de mucho más.Cuando todo apuntaba a que 'Munich' iba a ser la nueva obra maestra del ya de por sí maestro Spielberg, llegó la fecha del estreno, y no sólo se confirmó, sino que superó con creces el calificativo de 'obra maestra' y paso a ser algo mucho más grande. Una película sobre la venganza es un proyecto muy arriesgado, y una pelicula sobre la venganza, y que además incluyan a israelíes y palestinos podría facilmente ser considerada de 'bomba de relojería'. Pero no hay nada imposible para Steven Spielberg.Siendo sincero, nada de lo que diga de éste director será nuevo, y tampoco será comparable a lo que nos ha brindado con esta película. Spielberg es, simple y llanamente, un director inconmensurable, genial, magistral, que dota a esta película de una fuerza visual y de un ritmo formidable, tres horas pegado a la butaca sin pestañear no se consiguen con cualquier golpe de cámara. La película es una bofetada a la moral de todo ser humano medianamente cuerdo, un canto a la paz, una crítica a la violencia sin sentido, y sobretodo un toque de atención al ser humano, el unico animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Por cierto, la escena de Eric Bana con el padre de Louis ('Puedes llamarme Papa'), es muy muy similar a la conversación sobre los calcetines entre Morgan Freeman y Clint Eastwood en 'Million Dollar Baby', piedra angular de la narración, que deja entrever grandes características de los dos personajes, y del colectivo que representan.Janusz Kaminski adquiere, con este trabajo, la categoría de maestro, mostrando fotografías dispares (lo que puede descolocar al principio) según las ambientaciones de la película, pero todas, y repito, todas, dignas de la maestría más absoluta. Ya lo demostró con 'La Guerra de los Mundos', mostrandonos unos paisajes desoladores, unas ciudades destruidas realmente bellas, pero la fotografía de esta película otorga a la narración una atmósfera realmente intrigante, al más puro estilo del cine negro y de intriga.John Williams es otro fiel a los proyectos de Spielberg, y como no podía ser de otra manera muestra una partitura que, aunque se muestre discreta en el relato, es muy efectiva y realmente bella. La música aparece cuando se la necesita, y colabora al ritmo de la película con cortes dignos de las mejores películas de intriga, los mejores thrillers y sin duda, el mejor Williams. Mención especial merece Rick Carter, el director artístico de la película, también colaborador de Spielberg en otros proyectos, que nos hace llegar a creer que Spielberg ha tenido esta película escondida 33 años y que la grabó mientras los sucesos tenían lugar allá por el año 1972 y posteriores.En fin, una obra maestra más del maestro Spielberg, acompañado una vez más del maestro Williams y que con la colaboración del gran Janusz Kaminski y de una dirección artística de las que hacen mella, nos traen una película que no dejará indiferente a nadie. Una película madura, una película comprometida, una película valiente, y en definitiva, una película necesaria e imprescindible.Al salir del cine lo he pensado, y os lo escribo aquí. Después de haber visto las que parecen ser las dos claras favoritas a los Oscar (la de los vaqueros por la crítica y ésta por mí), debo deciros que si de mí dependiera, 'Munich' sería la gran ganadora de la noche, pues, en ninguno, y sí, he dicho bien, en ninguno de los aspectos nominables, puede siquiera 'Brokeback Mountain' hacer sombra a una película como ésta. Ésto sí es arriesgado, ésto sí es transgredir las mentes de los académicos norteamericanos, y no lo que el taiwanés Ang Lee y su pareja de vaqueros de identidad sexual dudosa pretenden colarnos como obra maestra.
Cuando todo apuntaba a que 'Munich' iba a ser la nueva obra maestra del ya de por sí maestro Spielberg, llegó la fecha del estreno, y no sólo se confirmó, sino que superó con creces el calificativo
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Hoy ha tocado ir al cine a ver el nuevo trabajo del irregular Ang Lee. Esperaba con ansias esta película, y mucho más tras los Globos de Oro, pero no ha sido tanto como esperaba. Advierto que este comentario contiene spoilers de la película, así que el que no la haya visto que no lo lea, o lo lea bajo su propia responsabilidad.Muchos premios, menciones y nominaciones precedían el nombre de 'Brokeback Mountain', lo que yo aproveché para hacerme unas expectativas enormes sobre lo que prometía ser la película del año. Pues bien, llegado el día, y una vez fuera de la sala debo decir que la película me ha gustado bastante (no se si por la propia calidad de la película, o porque mi subconsciente me dice que TIENE que gustarme), pero que tiene varios aspectos que no hacen de ella una película redonda y, ni mucho menos, a mi sano juicio, una película de Oscar.La historia, que pretendía mostrarse como 'una historia de vaqueros gays', es, en ocasiones, bastante efectista, pero ahonda en aspectos que no desarrollan la trama principal (el amor entre ellos), sino en unas subtramas que pretenden enriquecer una trama principal que no esta en absoluto desarrollada y es casi inexistente, por lo que al final queda una película algo coja e inverosímil con lo que pretendía ser la propuesta tan arriesgada de Hollywood.Los actores están correctitos, a falta de una buena versión original que echarme a la cara, debo decir que ni Heath Ledger está de nominación, ni su esposa en la ficción, la repelente Michelle Williams de 'Dawson Crece', es tampoco merecedora de ella, mientras que es el talento emergente de Jake Gyllenhaal el que destaca por encima de los demás dando una interpretación muy muy creíble (también tiene ahí 'Jarhead', que le valió muchos puntos), apuesto pues por este chico para la posible nominación al Oscar.El resto de aspectos de la película no son nada fuera de lo común que quepa destacar, si bien la música de Gustavo Santaolalla viene muy bien al relato, la fotografía de Rodrigo Prieto es bastante normal (los paisajes son de los de lucirse, pero este tio ha pasado) y la dirección de Ang Lee es bastante normal, con algunas escenas que son realmente bonitas, eso sí. En fin, técnicamente discretita.De todas maneras, la película no pone toda la carne en el asador, podía ser mucho más incendiaria, pero prefiere ser discretita, diplomática. Aún así, y como he dicho un poco antes de escribir esto: Ni esto es un western, ni esto es salir del armario. Pero me ha gustado, aunque con limitaciones.
Ni esto es un western, ni esto es salir del armario. Es, en ocasiones, bastante efectista, pero ahonda en aspectos que no desarrollan la trama principal.
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Habiendo visto la versión primigenia de 1933 hace escasamente un par de días como quien dice, era de esperar que me pasara todo el metraje (que es mucho) haciendo comparaciones, y he de decir que si bien la versión de 1933 funcionaba a la perfección con sus 100 minutos escasos, esta versión funciona igualmente bien con sus monstruosos 180 minutos, llegando a desarrollar partes de la trama que eché en falta en la primera película.Una de estas partes es la maravillosa historia de amor que surge entre la bella Naomi Watts y la bestia Kong, una historia de amor de las de antes, de las bonitas, de las que sin decir nada, se dice todo, y ha sido este aspecto de la película lo que verdaderamente me ha enamorado (valga la redundancia). Dos momentos a recordar: Los amaneceres, y el patinaje sobre hielo.Con respecto a los efectos especiales hay que decir que el señor Jackson se ha excedido un poco, sobretodo en el comienzo de la película cuando nos introduce el contexto de la Nueva York de los años 30 y donde utiliza el ordenador para cosas que realmente no tienen porque hacerse digitalmente, pero es algo que para los no muy avezados pasará desapercibido, en cambio los dinosarios y demás bichejos infectos que pueblan Skull Island (Isla de la Calavera) están muy conseguidos, pero la joya de la corona es el mono gigante, Kong, que especialmente en los planos cortos se nos muestra perfecto, impoluto, con todos los detalles, y alcanzando un grado de realidad bastante sorprendente.Todo esto, junto a unas interpretaciones bastante decentes, una buena música y un ritmo bastante fluido, hacen de esta obra, la película palomitera por excelencia de las Navidades.
Una historia de amor de las de antes, de las bonitas, de las que sin decir nada, se dice todo
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La deconstrucción de tortilla de patatas de Ferran Adriá consiste en presentar los tres ingredientes básicos de la tortilla española (huevo, patatas y cebolla) en forma líquida en un vaso en tres capas diferenciadas, y el conjunto se toma con cuchara, como una sopa. Lo más curioso es que sabe a tortilla de patatas a pesar de tener una presentación y comerse de una forma absolutamente distinta a como nos enseñó la abuela. Pero la originalidad de la presentación y la forma de comerla mantiene nuestros sentidos atentos a nuevas sensaciones mientras degustamos sabores clásicos. Abrimos los ojos a la genialidad de un nuevo plato homenajeando una receta inmortal.El nuevo Bond es algo parecido. Daniel Craig es completamente distinto a cualquiera de los Bonds anteriores, de entrada es rubio y está mucho más cachas, es poco elegante, bruto y hasta patoso, sólo a modo de ejemplo observamos que es más hábil lanzando la pistola al ojo del enemigo que disparándole, sufre y sangra cuando le pegan, incluso es enamoradizo, y muchas veces la caga porque este Bond piensa bastante pocoy es un poco animal, sólo actúa, a veces torpemente, y se cae, tropieza y le descubren más de una vez. La película en sí también es algo diferente, de algún modo es más pausada, aunque eso no desmerece en absoluto las escenas de acción, que están excelentemente bien rodadas, en especial la persecución inicial, que es como un gorila persiguiendo a un hábil mono araña, o una apisonadora persiguiendo a un bólido, que consigue alcanzarlo a base de derribar árboles o destruir la carretera, respectivamente. También la escena final en Venecia es impresionante. En medio están las escenas más pausadas, la partida de póquer, y el romance con la chica Bond, que no es una más, sino que es la primera, inolvidable como todo primer amor, pero que quizá es la subhistoria que más flojea en la película.En cualquier caso todos los ingredientes Bond están ahí, o mejor dicho, se generan en esta peli, que por algo se basa en la primera novela que Ian Fleming escribió sobre el personaje, un personaje todavía indefinido y que se va creando a medida que avanza el metraje. Bond aún no dice "Me llamo Bond, James Bond", aún no tiene elegancia inglesa, aún no es misógino, aún no sabe lo que es un Aston Martin ni una pistola con sileciador, ni un Martini con vodka (hay dos o tres guiños magníficos durante la escena de la partida sobre este tema), y en esta precuela descubrirá todo ésto por primera vez. La idea de juntar el argumento totalmente Bond con el personaje pre-Bond de la primera novela y con un nuevo cambio de actor es brillante y da un necesario aire fresco al personaje que, además, nos brinda una magnífica y, de nuevo, entretenidísima película.
Aún no tiene elegancia inglesa, aún no es misógino, aún no sabe lo que es un Aston Martin ni una pistola con sileciador. Deconstruyendo a Bond, James Bond
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Yo llego a esta película con dos problemas completamente personales. Primero, que acabo de leerme el libro y segundo, que la peli fue rodada en la ciudad donde yo nací (Barcelona) y en la que vivo (Girona). Me pasé la película comparando con el libro y buscando las localizaciones, respectivamente, y así no hay quien entre completamente en la peli.Salvando estos los problemas, de los que la peli no tiene ninguna culpa, la película está muy bien. Como adaptación es suficientemente fiel al libro, y los pocos cambios que hay, pienso que son buenas decisiones. Se acorta la parte donde Jean-Baptiste Grenouille, el protagonista, pasa años de soledad en una cueva de una montaña, se acentúa su carácter asesino, y los aspectos estrictamente cinematográficos, como las interpretaciones, la música, la fotografía y la ambientación, son excelentes. Quizá falla en el abuso del narrador, que está demasiado presente, y nos explica cosas que para quienes hemos leído el libro son obvias y que quizá estarían mejor sólo insinuadas.Total, que para ser una peli largamente esperada no me ha defraudado en absoluto, pero me queda la duda de qué más me hubiera aportado esta película si yo no hubiera leído el libro y si hubiera estado rodada en lugares que yo no conociera.
No me ha defraudado en absoluto, pero me queda la duda de qué más me hubiera aportado esta película si yo no hubiera leído el libro.
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Richard Derr -el aficionado al cine de ciencia-ficción de los años '50 lo recordará por WHEN WORLDS COLLIDE (Cuando los Mundos Chocan-1951)-, único sobreviviente del naufragio de un importante carguero, llega nadando a la Isla Blood, donde un doctor (Francis Lederer) experimenta con una pantera a la que, a lo largo de medio centenar de operaciones durante dos años, va convirtiendo paulatinamente en un ser antropomorfo. Cuando esta bestia logra escapar, su huída causa desolación y muerte en la isla. Versión filipina de "Island of Dr. Moreau" de H.G. Wells, que se ubica un escalafón por debajo de las versiones clásicas de Charles Laughton (1932) y de Burt Lancaster (1977) únicamente por razones presupuestarias y de aspiraciones. De hecho, el director Gerry De León tiene un desarrollo visual, especialmente en lo que se refiere a la movilidad de la cámara, que está incluso un poco adelantado a su época. El problema es que, ante la carencia de elenco y presupuesto, no tenemos una jauría de hombres bestia sino un solo ser monstruoso (esto, por ende, elimina el interesante rol del "Decidor de la Ley"), el romance entre el náufrago y la mujer-pantera es reemplazado por el interés entre la esposa del doctor (la sugerente y generosa Greta Thysen) y el hombre-pantera, y no hay ninguna "casa del dolor" sino, tan solo, un quirófano donde el ayudante del doctor (Oscar Keesee Jr.) le pega con una madera al monstruo. Por último, los potenciales diálogos interesantes son reemplazados por diálogos de relleno (aunque esto ya no es culpa del director), de manera que, luego de una soberbia aparición inicial en la que el monstruo asesina a dos nativos, el filme se arrastra durante hora y fracción hastas el desenlace (que igualmente nos defrauda y no llega a estar a la altura del comienzo). Aún así, el filme, por su procedencia, su ausencia de pretenciones y su atrevido planteamiento visual, es justo iniciador del posterior ciclo de terror filipino (de desigual interés) que llegó hasta mediados de los años '70. Nota: Tal vez inspirado en los truquillos publicitarios de William Castle (por entonces flamantes), la película se inicia con un prólogo en el que se advierte que, debido al carácter fuerte de ciertas escenas, sonará una campanilla para precaver a los suaves y de estómago delicado. Durante la película, la campanilla suena en el momento previo en que Francis Lederer está operando a su paciente y la cámara muestra como su bisturí rebana un lo que parece ser un pedazo de cuerina.
El filme, por su procedencia, su ausencia de pretenciones y su atrevido planteamiento visual, es justo iniciador del posterior ciclo de terror filipino.
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Ayer vi "Frágiles". Debo reconocer que soy una entusiasta de Balagueró desde que vi "Los Sin Nombre", con un reparto fantástico y una atmósfera tan asfixiante que me dejó colada al sofá durante toda la película. "Darkness" también me gustó, y me provocó aquel sentimiento agradable de miedo que no me deja dormir en paz, sintiendo una presencia invisible al lado de mi cama.Pero "Frágiles". buf, esperaba mucho más. Y lo hacía porque este director me ha ido acostumbrando a una calidad que no coincide con la de ayer. Calista, sin duda, me hace reir cuando hace comedia, pero en este papel está muy "plástica", nunca la siento real, sino interpretando una película de terror de Serie B, lo cual creo que no era el objetivo. No sé si por culpa de la dirección o del propio talento de Calista, pero lo cierto es que hay algunos detalles que me molestaron bastante. Por ejemplo: cuando ella comienza a destrozar todo lo que hay en su mesa, me pareció tan increíblemente irreal que sólo consiguió hacerme reir, sacándome del "drama" que se suponía que transmitía esa escena. Después, alguien me puede explicar qué hace un piso lleno de polvo y porquería encima de una planta de hospital? no me parece creíble. Por no decir que tuviesen que contratar una sustituta para un par de días para tratarse de 6 niños. Esperaba mucho más, la verdad, y quizá eso es lo que me molesta y desagrada. Quizá, si esta película hubiese sido dirigida por otra persona, hubiese pasado los errores por alto.En fin, ni muchos sustos, ni mucha novedad, una protagonista más bien mediocre (que no consigue transmitir al 100% su química con la niña protagonista) y algunos detalles fuera de sitio. Me gustó, eso sí, la escena del ascensor. Sufrí con el pobre niño al que rompen los huesos. Aparte, nada. Creo que Balagueró debería considerar un reparto español de buena calidad si no tiene dinero para contratarlo fuera.
Balagueró debería considerar un reparto español de buena calidad si no tiene dinero para contratarlo fuera
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Después de haber visto esta película tres veces (una por necesidad, otra por compromiso y la última por aburrimiento) creo que puedo mostraros sin temor a dudar en nada mi más sincera opinión sobre este nuevo trabajo de Robert Rodríguez, que tras la cagada de El Mexicano vuelve por la puerta grande (tampoco era muy difícil, porque ya el original era muy bueno y más aún si el propio autor co-dirige).Dejando a un lado las polémicas sobre la fidelidad al cómic de 'Batman Begins' creo que podemos decir que ésta es sin lugar a dudas la más fiel de las adaptaciones de un cómic (o novela gráfica) al cine, y como tal, debemos comprender su estética, su historia, sus excesos y sus carencias.Sobre las historias. qué decir, te pueden gustar más o menos, te pueden emocionar más o menos, pero ahí están, tal y como Frank Miller las ideó en su cabeza años atrás, son exactamente como se describen el los cómics y no se toma ninguna concesión extra. el guión le salió barato al señor Rodríguez.Otro aspecto en el que tampoco se esnucó fue en el storyboard. Con las carencias que puede tener el celuloide frente al papel en temas de color y contrastes cabe decir que la estética en general, y la fotografía en particular están realmente conseguidas, y se calcan los planos de las viñetas de las novelas, aquí sí, dándose algunas concesiones en torno al color de ciertas escenas y personajes.Un Mickey Rourke que hace de sí mismo, un Bruce Willis en estado de gracia y un Clive Owen que demuestra lo que sabe hacer encabezan un reparto trufado de estrellas de nuevo cuño y viejas glorias que muestran su lado más gamberro y salvaje dando vida a los pecaminosos personajes de las novelas de Miller. Nadie destaca sobre los demás en este reparto de multitud de personajes, porque, en el fondo, y aunque no sea lo políticamente correcto, a todos nos gusta ser malos.Para finalizar, sólo apuntar una cosa a toda esa gente que no ha leído los libros. Puede parecer una adaptación más de un cómic más, pero os aseguro que no es así, leed los libros y lo comprobaréis, porque Sin City no es una adaptación al uso propiamente dicha, sino una simple traslación a imágenes de este poblado universo, porque Sin City ya era cine antes de que este proyecto existiera.
Ésta es sin lugar a dudas la más fiel de las adaptaciones de un cómic (o novela gráfica) al cine, y como tal, debemos comprender su estética, su historia, sus excesos y sus carencias.
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Anoche tuve ocasión de ver esta magnífica película de Christopher Nolan que ahora paso a comentaros. Cómo ya tengo precedentes. prefiero que los que no hayáis visto la película dejéis de leer. El resto de la humanidad que ya la ha visto, podéis seguir leyendo.Como diría Jack el Destripador: vayámos por partes. Comentemos cada cosa en su debido sitio.Uno de los atractivos de esta película era su impresionante reparto, que hasta en el personaje más secundario tenía a un actor conocido, y he de decir que el reparto esta increíble. Todos los actores están caracterizados muy bien, y encajan en sus personajes como guantes. Lo mejor de la película sin duda Liam Neeson (Henri Ducard) y Michael Caine (Alfred Pennyworth), dos actores por los que siento debilidad, y que en esta película brindan interpretaciones escalofriantes y magníficas, el primero como mentor de Bruce Wayne, y el segundo como el mayordomo de la familia. Gary Oldman (James Gordon) parece sacado de las viñetas de Batman. Año Uno y puesto en la pantalla sin vacilaciones. Morgan Freeman (Lucius Fox) tiene un papel poco aprovechado, pero ello no resta emoción ni calidad a su interpretación. Katie Holmes es quizá el único 'pero' del resparto. la chiquilla está bien (tanto en su interpretación como en el resto de cosas), pero no se me hace creíble, es demasiado jóven. Cillian Murphy (Dr. Jonathan Crane) da un aspecto mucho más serio y estiloso a Arkham del que se le dió en Batman Forever. Y el resto del reparto: Rutger Hauer (Richard Earle), Ken Watanabe (Ra's Al Ghul. o no) y Tom Wilkinson (Carmine Falcone) están también muy bien en sus papeles. A mí Christian Bale nunca me ha convencido como Bruce Wayne/Batman, pero debo decir que hace una interpretación muy muy creíble y apropiada (aunque haya veces que parezca el Patrick Bateman de American Psycho), pero aún así, tampoco me ha parecido tan bueno como el resto del reparto. Por cierto, menos mal que al final no hay nada entre la Holmes y Bale, porque no pegan ni con cola.El doblaje. ¿que decir de una película que te cambia todas las voces reconocibles de los actores por otras? Pues que realmente queda de puta madre. A mí me ha parecido muy correcto el doblaje, pero también me gustaría verla en V.O. (siempre digo lo mismo, y al final ná de ná). Lo único que me chirria es que cuando Bale se viste de Batman, una de dos: o le aprieta el traje, o coge frío en la garganta, porque le sale una voz ronca que hay momentos que roza el absurdo.Hablando de la música, el hecho de que dos compositores de altura como Hans Zimmer y James Newton Howard se hicieran cargo de ella era un aliciente muy muy grande, pero sin dejar de lado su indiscutible calidad como partitura, cabe decir que podía ser mejorable, y que se notan mucho las influencias tanto de un compositor como del otro en algunos cortes de la banda sonora. A pesar de esto, una composición maravillosa y que encaja a la perfección con el ritmo y la composición de Christopher Nolan como director.Con respecto a la dirección, realmente nada que objetar. la película habla por sí misma, unas escenas, unos planos, un ritmo trepidantes, pero hay que saber reconocer los errores: las escenas de acción (las justas, ni más ni menos) son algo confusas, habiendo momentos en los que realmente no se ve un carajo lo que está pasando en la pantalla.El guión, otro de los ingredientes estrella de la película. Yo iba con la idea de que no iba a gustarme, porque con lo que veía en el trailer, me parecía una película demasiado zen, no se, una especie de Siete Años en el Tíbet con Batman, pero los señores David S. Goyer (autor de las tres Blades y Dark City) y Christopher Nolan han hecho un trabajo realmente bueno, una película oscura, con unos diálogos brillantes, que emocionan, y con unas situaciones que beben directamente de la esencia de Batman. Y ese guiño final. pone los pelos de punta.En resumen, una película que ante todo trata de los miedos de las personas, una película oscura, sombría, negra, negrísima, que confirma a Nolan como un gran director y que deja un muy buen sabor de boca al espectador. Sin duda, una de las mejores películas del año. Muy probablemente, la mejor película de la saga Batman. y quizá, con el tiempo, la mejor película de superhéroes que se ha hecho.
Una película que ante todo trata de los miedos de las personas, una película oscura, sombría, negra, negrísima, que confirma a Nolan como un gran director y que deja un muy buen sabor de boca al espectador
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Esta es la historia de una resurrección. La resurrección de una saga que, como el género del western en sus tiempos, estaba empezando a degenerar y a no tomarse en serio a sí misma. Y del hombre que, sin proponérselo, se convirtió en la encarnación más fiel de un mito desde hace muchos años.Esta es la historia de Casino Royale, que ya desde su comienzo recibió muchas críticas, desde la elección del nuevo Bond hasta la necesidad de que fuera ésta la novela a adaptar. Eran tiempos aciagos para la producción (desde luego con Tarantino y Brosnan interesados en el proyecto, pocas cosas podían pintar mejor), pero los capeó con mucha dignidad. Y llegó el día del estreno.Casino Royale tiene lo que las tres últimas cintas de James Bond se dejaron por el camino: una historia verosímil (dentro de lo que eso significa en la saga Bond) con un actor que esté a la altura. Desde siempre James Bond ha sido un estúpido, misógino, machista, sarcástico, sobrado y mil apelativos más, pero ésta, al ser la primera aventura del espía británico, sería diferente y desvelaría grandes detalles sobre el agente. Y así es.Martin Campbell se curra una dirección muy acertada y efectiva, discreta, que deja todo el peso en la acción, una acción muy bien llevada, muy bien rodada y que es la película está en su justa medida. Ojiplático me he quedado al ver que Paul Haggis estaba enfrascado también en el guión de esta película, un guión algo más notable que el de entregas anteriores (y muy anteriores), pero sin pasarnos, que James Bond al fin y al cabo sabemos todos que es James Bond y no se le pueden pedir peras al olmo. Pero, aunque podría haber llegado a serlo, el punto fuerte de esta película no se apellida Campbell ni Haggis, sino Craig.Un Bond mucho más visceral, físico, directo y sin medias tintas, en definitiva, un Bond más humano es el que se nos presenta en esta película, donde aprendemos por qué Bond es así, de donde vienen todas sus muletillas, costumbres, acciones, pensamientos. una especie de 'James Bond Begins' que nos acerca más a la persona que al mito. Un Bond humano que se muestra cercano, sensible, preocupado, sincero. pero poco durará.Eva Green guapísima chica Bond ilumina la pantalla cada vez que aparece, sobretodo con esos maravillosos (aunque algo farragosas) combates lingüisticos que enfrentan a Bond y a Vesper. Mads Mikkelsen crea uno de los mejores malos Bond de la saga, sin artificios de 'dominador del mundo', simplemente de terrorista ricachón, que como todos los ricachones, cuanto más tiene más quiere, con sus problemas, sus apuros, y sus chanchullos.Otro aspecto característico de las pelis de 007 son los créditos y las canciones que lo acompañan, donde en esta película también se produce un cambio, pues no son unos títulos Bond al uso, pero molan muchísimo también, y la canción de Chris Cornell me encanta, no es una canción de Bond al uso, pero como no me he cansado de repetir en este artículo. ésta tampoco es una película de Bond al uso.En definitiva, y para terminar con este artículo, una película mucho más cercana y comprensible de James Bond, en cierto modo porque nos enseña por qué Bond es así, pero que desde luego abre una nueva vía de acción para secuelas posteriores que revitaliza la saga, que ultimamente andaba en paro cardíaco.
El punto fuerte de esta película no se apellida Campbell ni Haggis, sino Craig.
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Que un falso documental tenga un éxito innegable en taquilla es algo que llama mucho la atención. Y normalmente son taquilleros aquellos que algunos llaman "transgresores" y otros llamamos directamente gamberros. Hay muchas formas de rodar "gamberrismo cinematográfico". O bien se es como Torrente, el personaje de Santiago Segura convertido en franquicia transoceánica, o bien como Borat, el personaje de Sacha Baron Cohen que desde una perspectiva más irreverente que grosera, consigue, aparentemente, momentos incómodos y violentos.Borat es un reportero de Kazajistán que va a hacer una crónica sobre USA, o como él dice US y A. Allá va con sus costumbres (¿alguien conoce las costumbres kazajas?) y choca frontalmente con la sociedad americana y por extensión, occidental. El reportero es misógino, cruel, violento, etc? y por ello se lleva tan bien con gente de Texas, fanáticos religiosos? y tan mal con judíos, mujeres, etc?Como todo producto que debe disimular su presupuesto, está rodado de forma inquieta, casi documental y algunas veces con cámara oculta. De todas formas, el hecho de saber que es un documental ficcionado resta importancia al recuerdo de esta película que se disfruta bastante durante su visionado, pero que pierde todo su fuelle al ser una diversión casi de "inocente inocente" con un pretendido guión de fondo.El éxito de esta película bien puede facilitar el camino al remake americano de Torrente o ser un referente de cine grosero, extremo e incluso desagradable y de mal gusto que le quite posibilidades al personaje de Santiago Segura. Desde luego yo me quedo con Borat, pero es un dilema, ojo, meramente comercial. A ambos les queda muchísimo por ser envidiables composiciones de personajes "realmente" provocadores.
A ambos les queda muchísimo por ser envidiables composiciones de personajes ?realmente? provocadores.
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Jean-Baptiste Grenouille nace en el barrio más maloliente y sucio de Paris, en medio de los desechos de un mercado de pescado y es abandonado por su madre. Recogido por un hospicio y criado en el, pronto se dará cuenta de que no es igual al resto de niños. Y es que él posee un extraordinario sentido del olfato que lo hace especial y diferente. Vendido más tarde a un curtidor de pieles, pasara su infancia y adolescencia sobreviviendo de mala manera. Un día, atraído por el olor de una bella mujer, descubrirá que su misión en la vida es la de capturar el olor de las cosas y preservarlo. Su afán por crear el perfume perfecto le llevará a cometer asesinatos de bellas mujeres para utilizar su olor, una vez destilado, como ingredientes.Tom Tykwer es el encargado de dirigir esta superproducción europea, con una estupenda escenificación y caracterización de un Paris sucio y desagradable, consigue además, y no era fácil, hacer creíble, sombrío y distante a Jean-Baptiste, la interpretación de Ben Whishaw consigue transmitir todo eso y crear un personaje repulsivo y que a la vez conecta con el espectador y despierta un sentimiento de pena a pesar de sus atrocidades.Tykwer opta por una fidelidad al libro digna de elogio pero que a su vez es lo que convierte al film por momentos en algo cansino y demasiado largo. Ahí radica precisamente su virtud y su defecto. Su virtud porque todo aquel que en su día disfrutó del libro, entre los que me incluyo, agradecemos que se haya respetado la historia tal y como es y los cambios sufridos son realmente pocos. Y su defecto porque la adaptación de un libro de tal envergadura supone una excesiva duración que, sobre todo en su segunda mitad, llega a tener momentos en que uno empieza a mirar el reloj.Esto es debido a que no se consigue mantener el interés constante sobre el film durante todo su metraje, ya que el film combina momentos realmente logrados, sobre todo en su primera mitad, que es prácticamente perfecta y se te pasa volando, donde asistimos al nacimiento y vida de Jean-Baptiste y como llega a convertirse en ayudante del perfumero Baldini, con un Dustin Hoffman en un corto pero gran papel. Pero empieza a decaer a su llegada a Grase, donde empieza su carrera de asesinatos, que el film resuelve con gran rapidez y contrasta con escenas algo lentas de su atracción por la joven Laura, una joven Rachel Hurd-wood de gran belleza y de ojos preciosos.Como me encuentro entre los que en su día disfrutaron del libro, no puedo, a pesar de todo, alegrarme por la elección tomada de ser fiel al libro, sobre todo a su final. Una escena realmente sobrecogedora y donde se nota que el film es una producción europea, ya que estoy totalmente seguro que hubiéramos tenido un final mucho mas edulcorado de tratarse de un film de Hollywood, a pesar de que también se me hizo algo alargado y que puede llegar a ser ridículo depende de como se mire, aunque a mi me gusto.Una película realmente bien realizada y escenificada que pese a tener algún momento de bajón cumple con las expectativas y no defraudará a los fans del libro, una lastima se quede a un paso de ser una gran pelicula.
Realmente bien realizada y escenificada que pese a tener algún momento de bajón cumple con las expectativas y no defraudará a los fans del libro, una lastima se quede a un paso de ser una gran pelicula.
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Les mentiría si les dijera que bastantes pasajes de "El perfume", la película, no se me hicieron un tanto lentos y pretenciosos. Pero es más cierto que la fragancia de muchas de las imágenes destiladas por Tom Tykwer todavía me acompañan, por su belleza, y por su perturbación.¡Qué suerte que él fuera el elegido en lugar de cualquier otro cineasta más aplicado y correcto! El director de "Corre Lola, corre" se atreve a incluir toques o decisiones muy personales. Arriesga en una de la superproducciones europeas con más euros invertidos de los últimos años. Y lo hace consciente que será vista, y olfateada, por millones de lectores, admiradores o no, de la originalísima novela del también alemán Patrick Süskind.Pero el mayor interés para los que habíamos leído el libro, y los que no, era comprobar como la película resolvería la complicadísima tarea de adaptar el universo de sensaciones olfativas que evoca Süskind.El desafío requería de un director imaginativo, enemigo de las meras ilustraciones para la pantalla grande de una novela. Evidentemente los resultados no son siempre los mejores. Difícil era, por ejemplo, evitar la ?voz en off? (la de John Hurt en el original), sobre todo en sus primeras secuencias y para permitirnos acceder mejor en lo que se cuece en la mente y ese sentido tan desarrollado de Jean-Baptiste Grenouille (Ben Wishaw).Pero en tan sólo veinte minutos Tykwer logra ya encadenar 4 o 5 escenas de impacto.El artista y su mundo.Hiperbólicos e hiperrealistas, ahí están los colores fuertemente contrastados, los avances rápidos de la cámara, cambios de escenario repentinos, virtuosos ?travellings circulares?, rostros extasiados o los insertos de todo tipo de objetos, alimentos o caras humanas, destinados a producirnos unos golpes de efecto inmediatos.Tal vez otro director se hubiera limitado a abusar de los primeros planos de narices y fosas nasales, o a encuadrar simples bodegones. Sin embargo, Tykwer consigue imágenes de una hermosura, y horror, plásticamente impresionantes, sobre todo en lo concerniente a la morbidez de su erotismo o en como mostrar los cuerpos, en púdica y grotesca pose, de las víctimas de este artista loco e incomprendido que es el perfumista Grenouille. Un genio a la búsqueda de su Gran Obra, y unos medios que lo convierten en un asesino.Lo suyo es intentar extraer y preservar el bien más preciado que ha conocido, y éste sólo emana de la piel y los cabellos de jóvenes y virginales mozas que, negándose la primera a cooperar, acabarán ella y las demás sin vida.Ben Whishaw está excelente como ese hombrecillo insignificante a los ojos de los demás, pero con un don sobrehumano. No creo que Gaspar Ulliel cuando se estrene, probablemente el año que viene "Hannibal rising", esté a su altura recreando la adolescencia de otro popular, y ficticio, asesino en serie: el caníbal Lecter.Wishaw se mete de lleno en ese ser casi imperceptible que no se identifica en absoluto con las personas y el mundo que le rodea. Un mundo que podría ser el nuestro actual, pero que es el de la Francia pre-revolucionaria del siglo XVIII, indecentemente poco escrupulosa con la higiene y el buen olor. Donde el aroma parece asociarse únicamente a las personas nobles, sea de naturaleza o por condición social. Y donde Grenouille parece uno de los pocos elegidos para separar lo esencial de lo mundano; para captar la belleza entre tanta miseria; para reinterpretar el mundo de acuerdo con sus códigos. ¡Pero, ni se les ocurra imitarle!Una nariz, un bebé y una pelirroja.Aunque las dos horas y veinte minutos del metraje no siempre rayan a la misma altura. Hay irregularidad, morosidad y artificio e incluso una de las escenas más complejas, culminantes y esperadas, como es la de la orgía, coreografiada por el grupo teatral La Fura dels Baus, se asemeja a eso, a demasiado teatral.Dustin Hoffman evita los amaneramientos y ?tics? de muchas de sus más recientes películas, tal vez porqué el peso de los ropajes, el maquillaje y la peluca se lo impiden. Y Alan Rickman, a veces estupendo actor, tiene la osadía de no cambiar el registro de su semblante en ninguna, absolutamente ninguna de las escenas en las que interviene."El perfume" como película consigue esa plasmación de sensaciones de la novela que la precede, pero queda la noción que es una película de momentos y detalles.Y estos abundan. Mis preferidos: esa cámara acercándose a la nariz para trasladarnos al pasado de Grenouille. El nacimiento del bebé en medio de la putrefacción del mercado del pescado de París. O ese soberbio plano aéreo que enlaza a Grenouille rastreando, husmeando, a su objeto más codiciado, la hermosa Laura (Rachel Hurd-Wood); y mientras ésta huye a caballo, guarecida por su padre (Alan Rickman), el vuelo de su sombrero deja al descubierto su agraciada melena pelirroja.
Consigue esa plasmación de sensaciones de la novela que la precede, pero queda la noción que es una película de momentos y detalles.
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Nos encontramos con una película que dicen que la dirige Tom Tykwer y realmente puede ser así hasta que pasa mas o menos hora y media y ocurre algo que comentaré después. Lo cierto es que nosé si por ir al cine a las 16.25 o por lo tostón de la película me quedé un poco frito durante la peli, y es que la única explicación que dan para que el hombre este se vuelva loco es que huele más de lo normal.El principio es bueno, y hacía preveer algo más, con aquello de enfocar a los objetos que va oliendo, o lo del parto, está bastante bien. Luego el chico se empieza a buscar la vida y empieza el tostón, se carga a la primera chica por error, intentando que no grite, pero bueno como se puede ser tan bestia, en fin. Mas tarde se une al perfumero o perfumista como sea, se flipa y prepara 100 perfumes venga y que más. Mete un gato donde se hacen los aceites para los perfumes, madremía.No hay nada interesante, hasta que llega la hora de los Monty Python, y es que la escena de la orgía debe ser el último trabajo de los ingleses, porque no puede parar de reir, con la lógica estupefacción inicial, la forma más ridícula de conquistar al pueblo, al padre de la chica muerta, e incluso al cura, jeje, y a la hora de despertarse, que descojone, pero de la sala entera eh!, pido que si alguien la vió en el cine me comente si la gente se rió o no, porque en mi sala fué tremendo. Un hombre de delante decía "Pero bueno, esto es increíble, esto es imperdonable", pero es que era tan absurdo que.De lo peorcito, los que se han leído el libro dicen, que no explican muchas cosas que son vitales para entender al pobrecito protagonista, lo de siempre, el caso es que la adaptación a la gran pantalla es lo peor.
No hay nada interesante, hasta que llega la hora de los Monty Python, y es que la escena de la orgía debe ser el último trabajo de los ingleses, porque no puede parar de reir.
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"El Perfume" narra en tercera persona la vida de Jean-Baptiste Grenouille, nacido en Francia en el s. XVIII en medio de todo los olores más detestables que puedan existir. Tenía un futuro incierto, no tenía muchas posibilidades de sobrevivir.Íba a entretenerme a explicar la trama del film, pero no lo haré. Pues he dado mucha guerra con el film y el libro. Prefiero comentar la impresión que me he llevado, espero que no os moleste que esta vez mi crítica sea eso, pura y duramente. Por eso tardé más en escribirla, porque cuando ya creí tenerla hecha, decidí re-escribirla.El film empieza con una escena que se sitúa casi al final del libro, desvelando un poco el filnal que le espra, o no, a nuestro protagonista. Comenzaré comentando mi impresión acerca de los actores. Un 10 para el inglés Ben Whishaw. No era un papel fácil, pues antes de estrenarse el film, los productores ya acusaban al director de no conseguir el efecto olfativo que consiguió el escritor del best-seller. Y creo que lo borda.Otro grande del cine que borda su papel es Dustin Hoffman. Genial su papel de vieja gloria perfumista, que se aprovecha del pobre joven "desodorado". Corto papel, pero suficiente para lucirse. Me recordó en algunos momentos a Garfio, de "Peter Pan", otro gran personaje al que dio vida, pues Baldini pasa de estar extrañado por el joven talento, a estar sorependido a estar encantado para acabar estando pletórico. Todo un repertorio de expresiones, vaya.La joven Laura está muy correcta en su papel de "señorita", sin ánimo de ofender. Y es que al venir de familia bien, todo en ella debe ser correcto. Así pues, su personaje es sólo eso. De todos modos, me gustaron sus caras de miedo. No todos los actores/actrices saben "tener miedo".El resto de personajes, me resultaron "lo normal". No me llamaron la atención, ni para bien, ni para mal.A decir verdad, sí me sorprendió que la primera víctima fuese por accidente, y después de haber hecho un reparto. La adaptación es buena, muy buena. Pero, creo que algunas licencias que se han tomado los guionistas o el director no hacían falta. Y esta es una de ellas. No costaba nada reflejar el asesinato en el marco que describe el libro. Igual que el segundo, No recuerdo ningún pasaje del libro que explique como Jean-Bautiste paga a una prostutita para que se deje poner la grasa.También me sorpendió que se obviara que Madame Arnulfi era viuda, al vestir de negro y que Druot era su amante y no su marido. Porque, si no llego a conocer la historia, no lo hubiera adivinado. parece una tontería, pero el autor insiste bastante en eso y en cómo Druot trata al joven aprendiz.Es la única pega (que por desgracia se repite muchas veces) en la película: que hay detalles que no son fieles al libro. Y son detalles nimios, que no cambian el hilo de la historia, pero hacen que la adaptación se aleje de la historia que Patrick Süskind describe en su obra.Pero, de eso, sólo nos "quejamos" los que nos hemos leído el libro, porque no afectan al transcurso de la historia.Aunque, sí eche de menos una escena que el escritor refleja en el libro muy detalladamente. Y es que cuando Jean-Bautiste está en las montañas es cuando descubre que no tiene olor. Pero, tarda varios años en "descubrir" eso. El escritor se entretiene a describir cada olor que el protagonista descubre en la montaña, en la cueva o en la entrada de la misma.Al bajar, carece de olor y esto queda patente, pues le confunden con un hombre de las montañas e, incluso, le usan como ejemplo de un estudio. No quiero entrar en much odetalle, por aquellos que desconocen la obra y quizá quieran leérsela.Esa escena ayuda mucho a entender porqué nuestro protagonista se obsesiona con la búsqueda de su olor. Lástima que la hayan plasmado en el film como algo tan pasajero, para mi es una de las más importantes.Por otro lado, y después de haber visto la famosa y polémica escena coreografiada por la Fura dels Baus, me alegro de que no me cogieran en el casting. No porque no lo valga yo, ¿eh? Sino, por no querer enseñar mis lindas posaderas, como dirían en más de un western.Sinceramente, en el libro queda muy bien explicado el porqué la gente se vuelve loca de placer y se monta una orgía multitudinaria. En el cine, al oir los comentarios de la gente de mi alrededor, y tras intuir que no se habían leído el libro, no se debe entender bien, algo debe faltar. Quizá sí que es cierto que al ver el film el espectador no es capaz de "oler" lo que el director explica, cosa que sí logra hacer el autor del libro.No lo encuentro tarea fácil, la verdad. Leyendo un libro la mente "juega" mucho con la imaginación y es capaz de "volar" mucho y muy lejos. Viendo una escena, por poco explícita que sea o por mucha información que se nos dé, no somos capaces de imaginar lo mismo que al leer el libro.Respecto a otros aspectos del film, y dejando de "destrozar" el guión, desde el cariño, como diría un amigo mío, quiero alabar la música. Acorde con cada escena. Realmente, llega a pnerte tensa cuando has de tener miedo, y te produce ternura cuando has de sentirla. Eso es lo que una espera de una buena banda sonora.El vestuario lo encontré muy detallista, muy cuidado. Y los pocos efectos especiales que vi, me parecieron muy realistas. Porque el bebé era un muñeco, espero. Sufrí mucho en esa escena, porque si es un muñeco, a mi me confundió. Y si es un bebé de verdad, no sé cómo los padres accedieron a que su neonato rodara tan famosa película rodeado de tanta suciedad, por mucho que cobre. ¡Que es un bebé, hombre!En fin, no la he destrozado tanto como pensaba que haría. Un consejo, leeros el libro, antes o después de ir a ver el film, pero hacedlo. Entenderéis muchas cosas más y de mejor manera. Y disfrutaréis de la descripción de los olores.
La adaptación es buena, muy buena. Pero, creo que algunas licencias que se han tomado los guionistas o el director no hacían falta.
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1. El libro de NabokovEran tiempos de comedimiento y la censura condimentaba el Arte: la ley era dura y el artista, salvo algún excéntrico con ganas de incordiar levantándole las faldas a la moral y a las niñas de buena familia, se avenía a no incomodar en exceso: se dejaba contaminar por el pudor, por la criba previa. Era el autor sacrificando su libertad en aras de que su objeto artístico viese la luz y manifestara su creatividad o, al menos, una parte considerable de ésta.Henry Miller, en literatura, era el gurú del sexo, el excéntrico con cortapisas, con vara de mando en las letras y en el escándalo. Lectores muy avezados y abiertamente enconados con el Poder oficial se regocijaban con la prosa retorcida, lúbrica y vagamente perturbada de muchos autores cuyo nombre aparecía con frecuencia en la lista de los malditos. Nabokov, con Lolita, mereció puesto de honor.Vladimir Nabokov crea al profesor cuarentón Humbert Humbert, en adelante HH o H, enfebrecido de una "voluptuosidad suprema, siempre encendida", en sus palabras, encaprichado a extremos patológicos de Dolores Haze, Lolita, en adelante Lo, usando siempre la terminología que el propio autor marca en su libro.Lolita es el pecado adolescente, la nínfula prepúber de la exaltada imaginación amorosa de HH, de su desviación pasional no reprimida, sino alentada, llevada a oficio. En aquellos tiempos timoratos, una novela sobre un pedófilo, y encima uno distinguido, culto y refinado hasta lo indecible y correcto en el trato como un gentleman de Oxford Street era una bomba. Y explotó.La obscenidad de la trama era tan alta como la calidad de la escritura. Y Nabokov, consciente del riesgo, pero conocedor de la subtrama profunda de su obra, pedía a gritos que leyesen su libro: que no había en él otra pornografía que la represión de quienes veían en sus página más desbocadas el propio desbocamiento, la angustia de reprimirse y el pánico a que la materia reprimida evidenciara, en el fondo, la pobreza mental y sentimental de sus vidas. Que el ofendido, si desea limentar su natural inclinación a la ofensa, únicamente precisa un vuelo leve de una falda, un aviso de escozor en la entrepierna de un adolescente o un principio de vello en la axila de una niña. Y ahí está, mórbido, plenipotenciario, imponente y mayúsculo, inmortal, el pecado.Con todo, Lolita es una novela perfecta, una novela decadente, una novela compleja como pocas en el siglo XX, de lectura hipnótica, difícil, pero atractiva a partes iguales porque los acontecimientos que narra son ( y aquí se abre el motivo cinematográfico de esta página ) material filmable, esto es, cine en estado puro.Lolita apareció sólo siete años antes que la película y su estruendo social fue infinitamente menor. Todos sabemos que el ojo se escandaliza más rápidamente que el cerebro: que la imágen vale mil palabras, que una adolescente chupando una piruleta en un jardín es una representación del pecado más poderosa que una homilía de un párroco airado por los desmanes de la sociedad de hoy en día. Aureolada de novela maldita, Kubrick renunció a fomentar un malditismo mayor y borró del guión entregado por el propio Nabokov los elementos subversivos, arrojando un HH de menor edad y una Lolita mayor. Esa concesión permitió que la película fuese rodada. Esa concesión y otra añadida: grabar en Inglaterra, lejos de la disciplinada, sobria, severísima política cinematográfica de los EEUU en los primeros años 60.2. La pleícula de Stanley KubrickLa historia de HH es una lección magistral de la culpa y del pecado, de la belleza convulsa y del amor malsano. El propio Nabokov ilustraba espléndidamente su vocación estilística al asegurar que él no escribía en ruso o en inglés, sus lenguas de expresión, sino que pensaba en imágenes. El instinto del profesor pervertido se abre paso, a empujones elegantes y sutilísimos, sobre la confusa y atribulada sociedad de puritanos y vecinos con ínfulas de modernos, representada por la madre de Lolita, Charlotte Haze, que es quien alquila una habitación al profesor que sólo accede a usar cuando ve ( y tenemos aquí una parte fundamental de la historia iconográfica del cine con Lolita en el jardín, perturbadoramente tumbada, perdiendo el tiempo en un dos piezas minúsculo y chupeteando una pirituleta sobre la Freud no dudo que sacaría material para dos tomos bien gordos ) a su amor, a su Lo triste y frivolona, a la Lo cuyo máximo exponente del placer sensual es degustar una bolsa de palomitas y tirar de pajita para terminar una Coca light.Kubrick pidió a Nabokov que rebajara la dosis de erotismo de la niña: cuentan que ya en la posproducción de Espartaco ( 196o ) el director andaba enganchado al guión de Lolita y que esa obsesión le distrajo de su trabajo en el film de modo que la productora le llamó al orden.Nabokov, por su parte, advirtiendo la magnitud faraónica del proyecto de Kubrick, teniendo muy en consideración el potencial publicitario de su novela y haciendo cuentas del alcance de audiencias de la película, decidió publicar bajo su nombre y dentro de su línea editorial habitual el libreto origen del guión cinematográfico. Sin ncaer en las rudezas que el propio libro tenía, no olvidemos que fue publicado en París por una editorial dedicada a trapicheos pornográficos, Nabokov quería más carne: más evidencia de la sensualidad de la niña-mujer y más elementos explicativos de la relación amorosa de HH y de Lo por los moteles que ocupan la muy golosa segunda parte del film, como veremos después. Kubrick obvia toda esta carnaza y se centra en aspectos más ortodoxos. El cine, al fin y al cabo, es una empresa que da dinero y no se le iba a consentir que se le fuera de las manos el proyecto. Sin ir más lejos, Kubrick retira de su puesta en escena las razones que el libro sí que dejaba bien a las claras y que fundamentaban el comportamiento desviado de HH. No vemos en el film ninguna imagen que nos cuente que HH se enamoró en Suiza de una joven y que ese amor precoz de adolescente, truncado trágicamente, impregnó su líbido, su aura de hombre sentimental y delicado, patológicamente zaherido, espoleado sin rumbo a la tragedia y al fracaso, como veremos.Una de las cotas de tensión del film es que el espectador nunca tiene claro si HH quiere hacer el amor a Lolita o se excita únicamente con caricias atenuadas y avisos amortiguados y leves de erotismo muy fugaz en una prenda mal colocada o en un mohín distraido de su ardiente nínfula.La novela es más explícita: HH se acuesta con Lo y recorren los Estados de la Unión como amantes, aunque se registren como padrastro e hija.Lo admirable en Kubrick es el modo que en que desmonta la realidad y levanta, a su antojo, una realidad paralela, que suplanta a ésta y se arroba la sustancia primera, el fundamento de la narración a la que asistimos. Ejemplo: está HH ya infelizmente casado con Charlotte y retozan, sin tocamientos, en la cama conyugal. Pareciera que son una pareja normal y la escena es normal en toda su extensión, pero Hh está extraviando su mirada en una foto de Lolita que preside la mesita de noche. He aquí el fondo de la narración: dar luz sobre lo que está escondido, aunque veamos lo que no debe ser considerado importante. Kubrick era un maestro de la adivinación, de la verdad disimulada para que el espectador se esfuerce por dar con las claves clarificadoras y así desvela el trasunto siempre agazapado de la historia.El Humbert Humbert amante es, por excesivo, patético. Y ahora toca que hablemos de la interpretación mayúscula de un James Mason en estado de gracia incomensurable: un Mason que abandona sus tics de caballero inglés, pulcro y atildado, de mayordomo formidable, y juguetea grácilmente con un personaje profundísimo, que le permite ser un psicópata con guante blanco, un cabronazo ilustrado con un indispensable punto de locura y unas briznas de inteligencia social que le permiten escalafonar en el crimen, en su propósito vital inextinguible: amar a Lolitas, poseerlas, dejarse embadurnar por sus gracejos, por su belleza sin pulir.Quilty, el despreciable antagonista de Hunmbert, su sombra, su perseguidor y su imitador implacable, es un Peter Sellers en su salsa: convulsivo, hilarante, casi demoníaco. Peter Sellers es Jim Carrey con veinte años más de tablas.Sue Lyon fue una apuesta personal de Kubrick y no defrauda, aunque su carrera cinematográfica no haya tenido cotas similares. Él quería una niña, y no una mujercita ya bien torneada por el azar impredecible de las hormonas adolescentes, pero ni la productora ni las circunstancias le permitieron ir a por una y tuvo que acudir a esta moza excesiva, pero convincente, que ocupa con su liviana timidez, con su arisca seriedad y, al final, con su mala leche, toda la pantalla.Shelley Winters hace de Charlotte, y brilla comedidamente: vivo retrato del ama de casa complacida con su cometido en la vida, vecindona y regordeta, acunada cada noche con sus recuerdos del matrimonio que se extinguió demasiado pronto y del amor que no tuvo continuación en sus sofocadas noches bajo las estrellas de la ciudad.Otro aspecto que todo cinéfilo de pro recuerda es la road-movie trepidante que Kubrick se marca en el tramo tercero del film. Cierto que quien haya leido la novela sabe que la versión filmada es muy escueta y no se recrea con el sórdido mundo de los moteles de carretera de cortinas con olor a nicotina rancia y su aire empozoñado de ginebra barata y loción de afeitar hedionda. El amor de HH y Lo, no obstante, en estos moteles, es la parte que a mí, revisado el film en al menos cuatro ocasiones, es la parte que más me gusta.El esplendor de HH es su propia perversión: plastificada en su obsesión por elevar su espíritu al paraíso perfecto de sus musas prepúberes. Esta frivolidad en el tratamiento de la pedofilia ( la pornografía infantil es una variante siniestra con amplios y detestables escenarios cibernéticos ) impacta al espectador timorato, pero lo importante para Nabokov y para Kubrick, por extensión, es el detalle: el aspecto físico aprehensible de esta debilidad, no su trasfondo estrictamente psicológico. De hecho a Humbert no le vemos forzando a Lolita en ningún momento: no hay evidencias de una virilidad dominante. Ya en la escena primera del film se advierte muy claramente la filosofía de todo su conmovedor metraje: vemos a HH pintando las uñas de los pies de una joven. Lo que pulsa es un erotismo muy fino, nunca deliberademente pornográfico.El riesgo de Lolita, como film, ha sido compensado con creces. La fijación sexual del protagonista ha colocado un vocablo, Lolita, en nuestro diccionario y en el habla popular, que es el diccionario de uso inmediato y de más sólida fiabilidad. Decimos que es una lolita la muchacha de pubescencia recién marcada que esboza en su gestualidad, en sus maneras, en su estilo, una erótica, una sensualidad no exenta de provocación.Eso consiguió Nabokov. Burlar a la sensura con esta Sue Lyon ya un poco crecidita fue el propósito primero de la película. El Código de la Legión Católica de Decencia, una Santa Inquisición yankee de la época, terminó por tragar la violencia moral del film porque Kubrick rebajó la carga dinamitada de carnalidad y consintió en dar al personaje de Humbert Humbert un rol de enamorado, adulto, aunque desviado, pero enamorado, al fin y al cabo.En la novela, vuelvo insistentemente porque es fundamental verla después de haber visto el film o viceversa, Nabokov enfatiza con crudeza la naturaleza de la pasión del profesor, que es amor a las niñas, dicho crudamente, y no amor a una niña concreta, a una descubierta en un jardín de casa de barrio medio, chupando inocentemente una piruleta.Nabokov acuesta a HH con Lo: Kubrick no se atreve. El decaimiento de la novela y también, en parte , del film proviene de esta revelación clarificada antes de tiempo. Nabokov desvela un secreto que se prometía goloso y longevo. Kubrick lo oculta más tiempo y el juego acaba por conducirnos a la sensación de que el secreto carezca de la importancia que verdaderamente le dábamos.Lolita está estratificada en cinco partes muy bien compartimentadas, aunque hiladas con brillo.Segmento uno: presentación de HH, el enfermo.Segmento dos: conocimiento de Lolita y estancia en casa de los Haze.Segmento tres: HH se casa con la madre de Lo. Enviuda prontamente. HH recorre con Lo el país.Segmento cuatro: Lo se fuga y acaba embarazada, no de HH, y casada con un hombre bruto y poco sensible, justo lo contrario que su prócer Humbert.Segmento cinco: Asesinato de Quilty, que lo persigue, obsesionado también por Lo."Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía, Lo-li-ta, la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo-li-ta.", reza el ya famoso primer renglón de la novela. HH narra en primera persona su entrega a la justicia. Toda la película parece esto: la confesión de un reo, culpable de lujuria, sospechoso de asesinar a otro lujurioso. La vida, qué mala es.
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía, Lo-li-ta, la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo-li-ta.
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En un final de año en el que me he tragado cosas como 'Los Borgia', 'Alatriste' o 'El ilusionista', ya tocaba una película de época en que luzca por algo más que por el vestuario o la fotografía. El alemán Tom Tykwer dirige con oficio de veterano una afortunadísima adaptación de 'El perfume', la archifamosa novela de Patrick Suskind, que o me ha pillado con la guardia baja o simplemente me ha encantado. Yo creo que lo segundo más que lo primero. Trato de razonar.Para los dos o tres rezagados que no han leído el libro, 'El perfume' cuenta la vida de Jean-Baptiste Grenouille, un chaval que es parido entre cabezas de pescado podridas en un suburbio del Paris prerrevolucionario. Odiado por todos sin aparente razón y apaleado sistemáticamente desde que nace, Grenouille tiene un maravilloso don olfativo, y una obsesión: conocer todos los olores, diseccionar el mundo en que vive a través de sus aromas y hedores. Grenouille está llamado a una misión por encima de su propia vida (y la de los demás): encontrar el perfume perfecto, la fragancia ideal.En una de las mejores (por fieles y por cinematográficas) adaptaciones que se han hecho en los últimos años, Tykwer establece un código narrativo marcadamente visual desde el minuto uno y lo lleva a sus últimas consecuencias, apoyado, eso sí, en una narración en off en algunos momentos (necesaria, por otra parte, y nunca abusa de ella). No encontrarás en ésta película cansinos diálogos explicativos, ni flashbacks ofensivos, ni giros de guión espectaculares. el ritmo pausado pero firme de Tykwer, siempre contando, siempre mostrando, consigue que las dos horas y media de metraje pasen en un suspiro, y te mantienen al borde del asiento aunque conozcas el desenlace de antemano. Nada de montaje videoclipero (bueno, un poquitín al principio para marcar el ritmo), tan sólo una forma de contar la historia apropiadísima para el texto que narra.Luego están los actores. Ben Wishaw es el perfecto Grenouille, de aspecto anodino y andares simiescos, pero de una expresividad espectacular. Ayuda muchísimo este actor a no tener que contar cosas con la voz en off, a veces un simple olfateo suyo basta para entender al personaje. Le arropan un Dustin Hoffman a sus anchas con el personaje del decadente Baldini; el siempre señorial Alan Rickman; y la jovencísima Rachel Hurd-Wood no desentona con el resto, que ya es bastante. Mención especial a la bellísima (realzada aún más por la foto y el maquillaje) y breve aparición de Karoline Herfurth.Todos los aspectos técnicos del film rayan a gran altura: fotografía y planificación de Frank Griebe que, por momentos, evocan los olores sin palabras; música de Reinhold Heil, Johnny Klimek y el mismo Tom Tykwer que complementa la acción perfectamente; y la enorme dirección artística de Uli Hanisch (el director de arte de 'El Experimento'), ayudado por los 50 millones de ? de presupuesto, claro. Todos menos Hanisch forman el equipo de trabajo habitual de Tom Tykwer.Una maravillosa demostración de poderío del cine alemán, que de paso nos da una colleja y nos enseña que el secreto de una buena adaptación está, como los buenos perfumes, en su esencia: la historia que cuenta y el respeto a la misma.Un 9. Por ponerle un pero, hay un aspecto clave sobre la personalidad de Grenouille que no queda suficientemente bien explicado, en mi opinión. Cosas mías.
Una maravillosa demostración de poderío del cine alemán, que de paso nos da una colleja y nos enseña que el secreto de una buena adaptación está, como los buenos perfumes, en su esencia: la historia que cuenta y el respeto a la misma.
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Siempre me ha intrigado mucho un asunto. La película original de La pantera rosa data de los 60, y en ella ya se trataba como un diamante a la pantera rosa. Y yo pregunto, ¿que relación tuvo el diamante con el dibujo animado? Desde luego, el nombre, y tengo que darle las gracias al creador de dicha serie, por imágenes tan graciosas como la pantera después de haberse metido en la lavadora y parecer una pompa gigante rosa. Qué bueno.La película trata sobre un diamante denominado "La pantera rosa", evidentemente porque es ese color. Durante la celebración de la victoria futbolística francesa sobre China (gran potencia mundial de tenis de mesa), el entrenador y poseedor de semejante pedrusco es asesinado y el mismo, robado. Por motivos que no vienen al caso, la búsqueda del asesino y de la joya es encargada al investigador más tonto y torpe de todo París, el Inspector Clouseau.Tiene las gracias justas y el toque de sobriedad necesario para que una película no de vergüenza ajena. Temía yo encontrarme con una retaila de chistes facilones, sin mucha gracia, que me hicieran querer estar en otra parte. Pero no, grata sorpresa me llevé al ver que las bromas eran más o menos ingeniosas y que todo seguía un guión lógico, salpicado de las incompetencias del simpático inspector. Y, claro, si tienes al lado a Renó, la cosa tiene visos de película bastante buena. Y es que este actor es increible. Hace una comedia en la que no sonríe en ningún momento. Y mira que tiene momentos para la sonrisa, pero nada. A destacar, el baile que se pega tapizado (buenísimo) y las clases de acento de Clouseae, que son algo excesivas, pero tienen su punto.Resumiendo, para echarse una risas con una comedia de buen nivel. O aunque sólo sea para ver el cuerpo escándalo de la Beyoncé.
Tiene las gracias justas y el toque de sobriedad necesario
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Los productores de Hollywood son la leche: en vez de hacer las películas en plan original, optan por copiar al vecino, no sea que se forre y ellos queden en ridículo. Por eso solemos tener en una temporada varios ejemplos de películas "repes" (Robin Hoodes, desastres naturales, Wyatt Earps.), de las cuales una de ellas suele ser la "parienta pobre". Este año les ha tocado a los magos, y 'El Ilusionista' parte como la cenicienta del par.'El ilusionista', dirigida por Neil Burger, cuenta la historia, casi el cuento, de Eisenheim (Edward Norton en piloto automático), un mago que en la Viena de principios del siglo XX no deja indiferente a nadie: ni a Sophie (despampanante y algo sosa Jessica Biel), su amor de juventud; ni al inspector Uhl (Paul Giamatti en otro de esos papeles secundarios que acaban siendo el centro de la función), admirador y rival; ni al mismísimo príncipe Leopold (creíble Rufus Sewell hasta la escena final), malvado aspirante a emperador y revientatrucos profesional. Lo que empieza como un reto entre razón y superstición se convierte en una lucha por conseguir el amor de Sophie, con insospechadas consecuencias.Bueno, esta sería, poco más o menos, la sinopsis oficial. Lo que realmente tenemos entre manos es una de las propuestas más fallidas de la temporada, que parte de un material más que interesante (el mundo de la magia de finales del XIX y principios del XX) para abandonarse a mitad de metraje a una mezcla de thriller sobrenatural y novela de Danielle Steel que acaba aburriendo por previsible.Y es que, en una película llamada 'El Ilusionista' en la que el protagonista es un ilusionista, pues el espectador medio digamos que no se asombra demasiado cuando al final pasa lo que pasa. Pero bueno, mejor no hacer mucha sangre. Dejémoslo en aburrida y previsible.¿Y por qué no hacer mucha sangre? Pues porque como dije antes, la película arranca de forma espectacular (gran trabajo en fotografía a cargo de Dick Pope, en música a cargo de Philip Glass y en arte a cargo de Ondrej Nekvasil), con un tratamiento de la percepción de la magia por los profanos muy estimulante (todos, alguna vez, hemos deseado ser los listillos que adivinan el secreto de un truco). Pero entra en juego la trama principal y el encanto se esfuma, dejando tan sólo una puesta en escena que, para colmo, desprovista de historia acaba por parecer pomposa y cargante.Una pena, de verdad, que no contaran, simplemente, la peripecia de un mago enamorado de una princesa. Yo creo que les habría ido mucho mejor.
Una de las propuestas más fallidas de la temporada, que parte de un material más que interesante para abandonarse a mitad de metraje a una mezcla de thriller sobrenatural y novela de Danielle Steel.
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Me molesta mucho cuando un creador (llámese director, escritor o guionista) confunde el hecho de mostrar una nueva perspectiva a través de calculados giros argumentales con cambiar las reglas a su antojo, sin orden o justificación alguna, salvo, el de no tener ideas o bien no saber desarrollarlas. En el primero de los casos, el salto narrativo nos suele documentar sobre información que ya había sido mostrada pero que nosotros no habíamos podido interpretar (algo que pudimos observar de forma magistral en la fabulosa obra de Michel Gondry ¡Olvídate de mí!). Sin embargo, en el segundo caso la sensación es que alguien está haciendo trampas para poder justificar un nuevo elemento que ha sido introducido casi como por arte de magia.Pues bien, "El perfume: historia de un asesino" podría clasificarse en la última opción, aunque, debido a mis carencias literarias, desconozco si el culpable de ello es el autor de la novela homónima, Patrick Süskind o, por el contrario, el director que se ha encargado de adaptarla al cine, Tom Tykwer, del que destacaría la bella aunque dura historia "La princesa y el guerrero".Para empezar se abusa sistemáticamente de la figura del narrador algo que, por un lado, llega a aburrir y, por el otro, hace pensar en la falta de profesionalidad a la hora de realizar el guión. Esto no es un novela sino una película y, por lo tanto, no podemos hacer un uso equitativo de las mismas figuras. Sin embargo, este pequeño error queda gratamente subsanado si tenemos en cuenta la maravillosa fotografía que suele rodear al cronista.El mayor problema que me surgió durante la proyección, es que durante casi hora y media (la película dura dos) no supe si ante mí se representaba un cuento o un thriller. Por un lado, veía la exposición detallada de un brutal asesino en serie en la Francia del siglo XVIII, sin embargo, había componentes que me expulsaban de la tangente realidad (una cosa es tener un olfalto excepcional y otra, muy distinta, es ser capaz de saber por el olfato que en el fondo de un charco hay huevos de rana; otro detalle importante es que el olor que emanan las personas por muy agradable que sea se turbia con la muerte). En general, no había una clara exposición del plano en el que se desarrollaba la historia. Todos sabemos que dentro de una fantasía, se pueden establecer una serie de normas que la hagan más real y, al reves, en la más estricta realidad puedes establecer un mundo de fantasía paralelo que nos ofrezca dimensiones alternativas. Pero, lo que no puedes hacer es jugar al despiste y hacer una mezcla homogénea de géneros de una forma tan caótica.He de decir que, finalmente, todas las dudas se disiparon ante mí cuando pude observar el desenlace final: efectivamente había sido testigo de una gran tomadura de pelo que había escogido la forma de película de época, de terror, policiaca, fantástica y, todo esto, aderezado con una escena que nada tiene que envidiar a las imágenes a las que nos tiene acostumbrados el fotógrafo Spencer Tunick.
El mayor problema que me surgió durante la proyección, es que durante casi hora y media (la película dura dos) no supe si ante mí se representaba un cuento o un thriller.
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Aardman, expertos en cine de animación en plastelina y arcilla, se pasan al cine en 3D, para deléite de grandes y pequeños, con esta cinta, deudora de otras como la excelente "Maldición de las Verduras" de Wallace and Gromit (que aparecen aqui en sendos cameos), y "Chicken Run- Evasión en la granja", con la que guarda algún paralelismo, la verdad es que la cinta gana enteros en versión original, sobre todo por el sapo con la voz de Ian Mckellen, ya que tanto Rody como Rita (Hugh Jackman y Kate Winslet) dan bastante igual, tal vez la de Andy Serkiss como una de las ratas "compinches".Parece increíble que Aardman haya sabido plasmar en 3D todo lo que ya hacía en plastelina, y es que los muñecos, no difieren en absoluto a los que antes hacían las delicias en su cine de animación, sinceramente, chapó por ellos.Si hay un apunte con el que me quedo es con su excelente banda sonora, con sus imágenes de Londres en versión "ratuna", y con un argumento en el que jamás dejan de pasar cosas, aunque tal vez, ese ritmo desenfrenado algunas veces pase factura a la película.Una genial ocasión de acompañar a los "peques" de la casa al cine, con una historia que gustará tanto a ellos como a nosotros.
Una genial ocasión de acompañar a los "peques" de la casa al cine, con una historia que gustará tanto a ellos como a nosotros.
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Precedida de una monstruosa campaña publicitaria y tan sólo una semana después de su estreno oficial en Estados Unidos, llega a las pantallas españolas una multimillonaria producción cuyo principal objetivo es restaurar y revitalizar las decadentes carreras de su director Tony Scott y su principal protagonista, Denzel Washington. Pero como el talento, afortunadamente, no hay dinero que lo supla, el resultado ha sido una mediocridad llena de absurdos y que por momentos roza el ridículo. Y es que después de un principio prometedor, la película se va desinflando y ralentizando hasta resultar cansina. Para aquellos que no lo sepan, déjà vu es una expresión francesa que describe la sensación de haber tenido una experiencia con anterioridad de algo nuevo; es decir, experimentar en un momento dado el sentimiento de que lo que está ocurriendo ya ha sucedido. Y precisamente esto es lo que le ocurre a un detective y de lo que se vale para sus pesquisas. Jugando con un tema con el que la sociedad estadounidense está hipersensibilizada, como es el terrorismo, este filme tiene difícil encuadre porque se queda a medio camino entre la ciencia ficción, el drama, el thriller, el suspense y la comedia peripatética. Tony Scott parece que ha perdido los escasos fundamentos cinematográficos que tenía y Denzel Wasghington se ha olvidado de que un día fue un actor. Es posible que sea un éxito de taquilla, ya que los gastos de promoción han sido brutales, pero eso sólo será suficiente para las productoras, que no ven más allá del denominado vil metal. Una nueva decepción de Hollywood; y van unas cuantas este año. Para olvidar.
Tony Scott parece que ha perdido los escasos fundamentos cinematográficos que tenía y Denzel Wasghington se ha olvidado de que un día fue un actor. Para olvidar.
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Que se rueden hoy en día películas sobre artistas españoles, de cualesquiera que sea la época, me parece algo estupendo. Sobre todo si gira en torno a la figura de uno de los más grandes pintores que ha tenido España y el mundo en general. Aunque es verdad que el hecho de que esté rodada en inglés, sinceramente, le resta atractivo, pues nada hay más hermoso que una obra original; algo fácil de entender sobre todo si se trata de algo relacionado con un artista, como es el caso. Y es que el doblaje, habitualmente, desnaturaliza un poco los filmes, por muy buenos que sean. Milos Forman no parece haberse empapado lo suficiente del genial artista maño y el personaje no acaba de ser convincente; el retrato de la España negra que pretende reflejar la película, carece de unas bases sólidas, amen de sus personajes que en ningún momento dan la sensación de poseer el característico porte del españolito de la época (con la excepción de Bardem y los secundarios Portillo y Ugalde), que no es ni mejor ni peor que cualquier otro pero es el nuestro. O al menos lo era.En general, Goya aparece como un testigo de los acontecimientos del momento, con la Inquisición a toda mecha y Felipe IV como monarca de un decadente imperio, supeditado a una omnipotente Iglesia Católica y resignado a replegarse sobre sí mismo a pesar de sus contiendas exteriores. Los ejércitos napoleónicos y la miseria de la ciudadanía completan el marco en el que aragonés realiza sus pinturas de la denominada época negra, y que adornan los títulos de crédito iniciales y finales. Una lástima que la inverosimilitud del argumento y la falta de mordiente del guión no permita a sus dos protagonistas realizar una mejor labor, porque hay que reconocer que tanto Bardem como Portman son dos estupendos actores, independientemente de la consideración personal que me merezca cada uno de ellos. Aquellos que no conozcan suficientemente la historia de la España de la época puede que disfruten más de la película, ya que cinematográficamente no está mal, aunque le falte rigor. Contrariamente a lo habitual, el hecho de que el guionista sea el autor de la novela en que se basa la historia, no contribuye a que la adaptación sea más creíble, y en mi opinión, que he tenido la ocasión de leer el libro original, el filme es bastante peor, sin ser una genialidad la obra literaria de Jean Claude Carrière. Entretenida, pero no más.
Milos Forman no parece haberse empapado lo suficiente del genial artista maño y el personaje no acaba de ser convincente. Entretenida, pero no más.
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"Borat", digámoslo desde el principio, tiene momentos absolutamente repugnantes y, en su empeño por sacudir las conciencias y las sensibilidades de los espectadores, espoleando los más bajos instintos de esos yanquis de a pie, teóricamente comunes y corrientes, Sacha Baron Cohen, padre putativo de la infecta criatura, no tendrá reparo en portarse como un auténtico cerdo, racista, maleducado y misógino perro arrabalero de la más baja estofa. ¿Y qué consigue con ello? ¿Para qué lo hace? Supuestamente, para arrastrar en sus revolcones por el barro a lo más granado de la sociedad norteamericana: feministas, clérigos baptistas, la alta sociedad de un pueblo sureño, estudiantes universitarios, rudos cowboys, vendedores de coches de segunda mano, vendedores de armas y, al final, a la mismísima y recauchutada Pamela Anderson."Borat" es una atípica road movie que, adscrita al emergente género del falso documental, está rompiendo el box office estadounidense, posiblemente, porque es el ácido y cruel reflejo de una sociedad contradictoria y compleja. dentro de la aparente simplicidad, estupidez y cretinismo mental de buena parte de sus habitantes, perfectamente representados por ese individuo que tienen como Presidente. Y es que no hay como reírse de las miserias ajenas, cuando resultan tan cercanas, para sentirse cómodo y tranquilo con uno mismo.Ahora bien, si como experimento pseudosociológico, "Borat" puede resultar curiosa y llamativa, cinematográficamente hablando es inclasificable ya que, para contar su deleznable y patética historia, se requiere de ese realismo sucio, de su planificación a base de una sola cámara que persigue al supuesto periodista kazajo por todas partes, de su descuido en los detalles y de toda la caspa que rezuma la película.Lo que está muy claro es que el cómico Sacha Baron Cohen ha sabido perfilar un personaje con tirón popular y muy mediático, que no sabemos si tendrá continuidad (y éxito) en el futuro. Hay que reconocer que los 82 minutos de "Borat" se pasan en un suspiro, que ni cansan ni aburren, que suscitan reacciones en el espectador y que dan para un rato de charla una vez finalizada la película. Pero, desde luego, no van a revolucionar ni la historia del cine ni la de la sociología.Mención especial merece la música, una banda sonora repleta de los sonidos más calientes de las bandas zíngaras de Europa del Este. Se pueden escuchar canciones como "Ederlezi" y tonadas de las célebres voces búlgaras en un animado popurrí étnico-musical que pone el contrapunto festivo a tanta cutrez y caspa."Borat" reclama el poder del humor como herramienta de crítica social, es políticamente incorrecta y, como decíamos, suscita reacciones en el patio de butacas. No es poco. Pero tampoco es como para reventar taquillas, la verdad. ¿Será síntoma de alguna enfermedad, diagnosticada en nuestro país tras el éxito de Torrente? Seguiremos atentos a Borat y a Sacha, a ver qué se les ocurre en un futuro cercano.
Cinematográficamente hablando es inclasificable ya que, para contar su deleznable y patética historia, se requiere de ese realismo sucio.
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¿Han presenciado alguna vez algún espectáculo de magia en directo? Les puedo asegurar que cambia mucho a cuando se observa en la televisión, de hecho, no tiene nada que ver. Cuando lo estás viendo con tus propios ojos te sientes de nuevo como un niño: ilusionado con la fantasía de poder creer en la magia. Y eso es precisamente lo que consigue el protagonista de nuestra historia llegando a extremos insospechados. Basado en el relato homónimo del norteamericano Steven Millhauser (premio Pulitzer en 1997 por la obra Martin Dressler), El Ilusionista se situa en la Viena de finales del siglo XIX, lugar donde la política, el amor y la magia jugarán un papel muy importante.A Edward Norton (ese chico de cara triste) el papel de Eisenheim le queda como un guante , aunque tampoco habría que olvidar interesante trabajo de Rufus Sewell como príncipe Leopold.La película transmite durante todo momento un halo de romanticismo intrínseco a la propia temática, que también se refleja en la perfecta ambientación ayudada en gran parte por unos exquísitos decorados, sin olvidar un elaborado trabajo de vestuario. El montaje es muy dinámico y ajustado por lo que no tendremos la sensación de que nos falta o sobra información (algo muy de agradecer en los tiempos que corren). En cuanto al necesario uso de efectos especiales para algunas escenas, el no haber abusado de ellos les ha permitido estabilizar dos universos sin que el espectador se sienta expulsado del argumento.En resumen, una buena historia, bien contada y entretenida: merece la pena verla.
Transmite durante todo momento un halo de romanticismo. Una buena historia, bien contada y entretenida: merece la pena verla.
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Sentimientos y recuerdos dolorosos, piruetas arriesgadas con la cámara y el montaje. Banderas ha hecho una película difícil pero es, que no quepa duda, su película.Los caminos más espinosos son los que, una vez concluidos, dan más satisfacciones. Así es esta propuesta nueva, diferente y complicada de defender ante los puristas. Una huida de lo convencional que hace que la historia de Antonio Soler brille con fuerza en pantalla aunque a veces se pierda entre ensoñaciones y pormenores. Fácil de argumentar, difícil de contextualizar en términos formales, la cinta tiene en sus 5 primeros de minutos la mejor tarjeta de presentación. Una secuencia en un hospital, con muchos elementos anticipatorios, nos mantiene en tensión para dar paso a un relato más costumbrista, el de 4 amigos que llegan a una piscina. Tras la muestra de cortesía, el cineasta opta por enderezar el camino y borra todo halo de realismo.No planteamos la cuestión de si un cineasta debe hacer una película para él, para el goce de la mayoría, para que algunos con menos ataduras entren en su mundo. Estamos ante la película más personal que puede hacer un autor, la que recorre el terreno de las emociones con la máxima, siempre presente, de que mirar hacia atrás resulta doloroso.Impregna Banderas a la fotografía tristeza y melancolía. Envuelven el retrato imaginado y por tanto sesgado: no nos permite ver el todo, los planos son escorzos, abundan detalles en apariencia nimios y juega con los encuadres. Trabaja con material sensible, por eso sus personajes pueden perderse ?y con ellos el espectador- en la angustia existencial. Aún así apunta al optimismo ya que sólo ellos pueden contar con la valentía suficiente no para hacer frente al destino, sino para vivir al máximo, precisamente porque el caprichoso destino se impone cuando quiere.Domina el acento poético sin que el lenguaje resulte artificial. Traduce metáforas en imágenes, huye del costumbrismo, también de la acción y quizás peque de gastar metraje en presentar a los personajes, pero es que en realidad no pasa nada y pasa todo. Como Pablo Aranda en su novela La otra ciudad, configura Banderas su propia urbe, con escasos referentes para los foráneos y pocos anclajes a la época, bastante tienen con su mundo interior y hermético, lejos de sucesos sociales y políticos. Sabemos que está basada en la novela homónima de Soler, pero de aquella sólo subsiste el germen: todo es nuevo en este nada sosegado viaje por un verano dominado por el desasosiego.En esta suicida y sugerente apuesta formal la frialdad nos guía por espacios emocionales, terrenos pantanosos de los que sale el director con la ayuda cómplice de quien confíe en él. Ese espectador habrá sentido la visceralidad con la que narra emociones, recuerdos y ensoñaciones, logrando que el pellizco en el estómago no permita relajarnos hasta el final, 10 minutos donde los cisnes entonan su canto agónico. No esta en la piel de venerados autores por su contrariado concepto del cine, por ello tendrá que soportar los comentarios de los que esperasen la típica película generacional de jóvenes que pretenden abrirse camino. Se sale por la tangente y muchos se lo agradecerán, a lo mejor cuando pase cierto tiempo: la reflexión poética y evocadora quedará como una de esas joyas a las que muchos recurren años después de haberla criticado. Y Banderas, el director, seguirá en búsqueda constante de su propio camino. Ya verán.
En esta suicida y sugerente apuesta formal la frialdad nos guía por espacios emocionales, terrenos pantanosos de los que sale el director con la ayuda cómplice de quien confíe en él.
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Después de veinte películas del mítico espía Británico, los productores de la serie, después del bajón que habían tenido las ultimas películas de James Bond protagonizadas por Pierce Brosnan, intentaban buscarle un nuevo rumbo a la saga, mas moderna y acorde con nuestros tiempos y que atrajera otra vez a la gente al cine como antiguamente cuando el estreno de una película de Bond estaba rodeado de una expectación sin precedentes. Pues, ¿que mejor manera que empezar otra vez desde el principio? Así que cogieron la primera novela de su creador Ian Fleming, Casino Royale, para empezar a trabajar con este nuevo Bond. La novela ya había sido adaptada hace tiempo, pero cualquiera que la haya visto sabrá que del espíritu del Bond clásico poco tenia, contando con un guión de Woody Allen e interpretado el espía por David Niven. Ahora lo difícil venia de la elección del nuevo Bond, después de que Pierce Brosnan se desvinculara del proyecto por encontrarse demasiado encasillado con su papel de espía, cosa graciosa, mas que nada porque en su próxima película hará, pues si, de espía? Después de una lista mas grande que la de los Reyes Godos, el elegido fue Daniel Craig, actor bastante discreto hasta entonces, aunque con buenas interpretaciones, y que rompía con el típico estilo Bond de las veinte películas anteriores. Yo reconozco que cuando salió elegido como el nuevo Bond tampoco me gustó, pero espere pacientemente para verlo en la gran pantalla y no me tire directamente a su yugular, como hicieron en todas partes del mundo, y ahora tienen que esconder la cabecita, porque una vez vista la película, Daniel Craig hace el mejor Bond desde Sean Connery. No es que pueda ser comparable, porque el estilo de Sean Connery es el del típico gentleman ingles, conquistador y elegante, mientras que Daniel Craig tira por el camino del medio y se parece más a cualquier espía visto en un capitulo de Misión Imposible, duro, implacable, sin ningún remordimiento a la hora de matar, y bastante desobediente con las ordenes directas, aunque eso también lo tenían los anteriores Bonds.En el comienzo de la película, después de enseñarnos como consigue su famosa licencia para matar (ósea, el 00 delante de su número de espía, el 7) y prosigue con una de las mejores persecuciones, a pie eso si, que he visto en el cine. Durante el resto de la película el nivel sigue manteniéndose muy alto, aunque no todo podía ser tan bueno, y en el tramo final la película pierde fuelle peligrosamente, centrándose en devaneos amorosos, cuando lo normal y lo que yo sinceramente esperaba era más acción todavía. Aun así no queda demasiado mal darle cierta entidad humana al personaje, pero más dosificado a lo largo de la película no hubiera quedado tan mal.En cuanto a los protagonistas, Daniel Craig impecable como un James Bond en sus comienzos, demasiado rudo y con gatillo fácil, y que da todo un ejemplo de entidad al personaje, después de Pierce Brosnan, para mi actor sin carisma suficiente para encarnar a Bond y que ponía la misma cara así le torturaran o estuviera con una de las chicas Bond retozando. Judi Dench en su papel de M, muy buena, como anteriormente desde que esta en la saga y el malvado de turno, Mads Mikkelsen, bastante correcto, no es un Scaramanga, pero no esta nada mal, eso si, el detallito de que llore sangre es totalmente anecdótico, y una pregunta que me surgió viéndola es ¿por que últimamente los malos siempre tienen que tener alguna cicatriz, defecto o algo por el estilo? Fijo que en el mundo hay malos de lo más normalito. Eso si, hubiera sido una delicia encontrarnos con un malo al estilo Philip Seymour Hoffman en Misión Imposible 3. Eva Green, y la dejo conscientemente para el final, me pareció de lo mas flojito de la película, en primer lugar porque físicamente no me parece la típica chica Bond al uso, cosa que entra dentro de lo normal viendo el giro de la franquicia, pero no se, tiene algo que no me convence todavía, tanto en su interpretación, como en el giro final que le dan a su personaje. De todas formas no es mala actriz, creo en el fondo que es su problema, que es demasiado buena actriz para hacer este papel, y pese a todo sale bastante airosa con su interpretación.En cuanto al guión, pues bastante bueno, con esa partida de Poker como telón de fondo y acercando bastante la historia a la realidad, en este caso el malo no es el típico que intenta conquistar el mundo sea como sea, simplemente un banquero de los terroristas, demasiado aficionado al Poker y que intenta, haciendo que ocurran determinados "accidentes", hacer subir sus inversiones.En definitiva, un gran resurgimiento para la saga, con un nuevo Bond muy carismático y que le augura una nueva serie de películas, esperemos con el mismo estilo, cosa que los productores durante el estreno ya se pronunciaron afirmativamente con la palabra maldita, trilogía, para el renacimiento de este Bond al que todos conocemos.
Un gran resurgimiento para la saga, con un nuevo Bond muy carismático y que le augura una nueva serie de películas, esperemos con el mismo estilo.
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Las Olimpiadas de Munich en 1972 pasaron a la historia por el asesinato de 11 atletas israelíes a manos del grupo terrorista palestino "Septiembre negro". Dirigida por Steven Spielberg, la película comienza describiendo el hecho, pero solo para dar lugar a lo que vino después, las consecuencias. Aquí es donde aparece Avner (Eric Bana, quien saltó a la fama con Hulk y Troya), agente del Mossad, servicio secreto israelí, elegido para liderar un grupo de cinco hombres que tiene como objetivo asesinar a los palestinos responsables de la tragedia, quienes se encuentran en diferentes países europeos. La manera en que el film se desarrolla, en un nivel superficial, podría hacer creer a algún desprevenido que Munich es una película de acción. Claramente tiene todos los ingredientes que le hacen honor al género: un personaje principal cuasi heroico, aún con sus debilidades y miserias, un clima de tensión que no decae en ningún momento de la película, misiones al estilo de Misión Imposible, y hasta momentos y diálogos cómicos e imperdibles, incluyendo una escena inolvidable, muy al estilo Spielberg, donde palestinos y judíos se encuentran por casualidad en una casa que alquilaron a un informante y no tienen mas remedio que compartir una habitación, escuchando música juntos, ocultando sus verdaderas identidades y, quien diría, pasando un buen rato. Pero no. El conflicto palestino- israelí es un tema sensible y siempre disparador de controversias. Munich no escapa a eso, y es aquí donde se encuentra la grandeza de este film: en su lectura, en su tratamiento sobre el tema, sobe todo si se considera que su director profesa la religión judía, lo que dificulta la imparcialidad, objetivo demasiado alto al cual cualquier director podría aspirar. Spielberg casi lo logra, con un relato entretenido, impecablemente dirigido, autocrìtico y reflexivo. Muy recomendable.
Relato entretenido, impecablemente dirigido, autocrìtico y reflexivo
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Ya están aquí las Navidades y con ellas las vacaciones de los más pequeños, momento que es aprovechado por las productoras de cine para emitir películas dedicadas al público infantil, algo que me parece absurdo ya que no solo en vacaciones los niños pueden ir al cine (otra cosa es que los padres prefieran ponerles delante de la televisión para que puedan aprender con educativas series como Shin-chan o Los Simpsons, que por otro lado les sale más barato y además podrán sentirse orgullosos cuando su engendros sean casi tan estúpidos como ellos).Acercándose al formato de la gallina de los huevos de oro (películas de animación destinadas a un público infantil pero con guiños para adultos), Ratónpolis no desprende tanta ironía como otras de su género (Shrek, Monstruos S.A, Ice Age o la más reciente y estupenda Increible aunque verdadera historia de Caperucita Roja). El motivo fundamental es que, aunque cuenta con situaciones y chistesdestinados a los más mayores (buenísimo el de la cucaracha leyendo La metamorfosis de Kafka), el público objetivo de esta historia es más menudo.Siguiendo un diseño infográfico muy similar al de Toy Story (texturas sencillas y un reiterado uso de objetos caseros que nos acercan a una realidad contextual), los personajes de esta simpática historia serán casi en su totalidad animales (los humanos apenas aparecen) y, además, de pequeño tamaño (ratones, sapos, babosas, etc.)El mensaje que se transmite es es el de la asociación de individuos como mejor vehículo para conseguir un auténtico desarrollo personal. Quizás, la forma en que lo hace no resulte muy creativa y eché en falta algún que otro valor añadido que implicase el apremio a la curiosidad y a la investigación (nuestros roedores son muy valientes pero apenas hacen uso de su imaginación).Muy importante e interesante es la banda sonora de la película, interpretada en su mayoría por unas alegres babosas que nos harán recordar clásicos de la talla de Tina Turner. No tan interesante ha sido la idea de escoger a actores para el doblaje (María Esteve nos demuestra que no solo no sabe interpretar sino que, tampoco, es buena en esto de doblar películas).En resumidas cuentas, observen las distintas opciones que se presentan para este mes (aún queda bastante por venir) y elijan la que consideren más oportuna (también pueden optar por colocar al pequeño delante de programas de la categoría de Gran Hermano o El Buscador, total, si el día de mañana se va a dedicar a meter palizas a los profesores y grabarlo en el móvil, cuanto antes sea idiotizado, mucho mejor).
Acercándose al formato de la gallina de los huevos de oro (películas de animación destinadas a un público infantil pero con guiños para adultos), Ratónpolis no desprende tanta ironía como otras de su género.
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Ratónpolis no es ni remotamente una película aburrida. De hecho, es una película divertidísima. Pero tiene unos minutos en que se queda sin fuelle. Los suficientes para destapar un detalle.Roddy es un ratón mimado de una familia rica de Londres. La familia se va de vacaciones y él se queda solo. Una visita inesperada y un accidente le llevan a dar con sus huesos en las cloacas de la ciudad. Entonces conoce a Rita, una ratoncita que huye de un mafioso a causa de un rubí. El mafioso la encuentra y le roba el rubí, pero Roddy le ayuda a escapar y firma un pacto con ella; ella le ayudará a llegar a casa y él le pagará por el trabajo. En este momento viene el bajón de la película. El mafioso sigue persiguiéndola porque la chica se ha llevado un cable que él necesita para sus planes maléficos.Es una torpeza pequeña, disculpable, y sólo dura unos minutos. Pero también era evitable. La película exige frenesí, de modo que arranca con un rubí, pero cuando el malo consigue el rubí hay que darle otra excusa para que los buenos sigan escapando. Sólo falta que un señor salga del escenario y nos pida de rodillas que no nos vayamos porque tiene otro número. Los espectadores no queríamos excusas para estar allí sentados, los espectadores creíamos que éramos unos testigos invisibles de algo importante. Cuando las excusas se vuelven pobres y dejan ver que son excusas, los espectadores descubrimos que estamos allí en aquella incómoda butaca, descubrimos que un señor está intentando distraernos con cualquier cosa. Podemos incluso imaginarlo dandole vueltas a la cabeza, trabajando horas extra por la noche para rellenar la siguente página del guión. Entonces es cuando uno mira el reloj.Los dibujos animados son las creaciones más humanas que nos da el cine. Roddy, con su mansión de lujo es un ejemplo perfecto de la soledad. Tiene cosas pero no tiene familia, es igual que un millonario aislado, o igual que el Niño Grande de Hugh Grant. Toda la aventura que ha vivido le sirve para hacernos pasar un buen rato a nosotros, pero, también para plantearse su vida y tomar una buena decisión.
Los dibujos animados son las creaciones más humanas que nos da el cine. Roddy, con su mansión de lujo es un ejemplo perfecto de la soledad.
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El oficio de mago fascina por la imagen de lo imposible que se hace posible con un austero juego escénico, unos pequeños gestos cargados de simbolismo y el resto lo pone la ingenuidad y la ilusión de la atónita grada que se deja arrastrar en una credulidad igualmente juguetona.Es curioso el caso de "El ilusionista", porque lo que hace es inmiscuir la estructura y el tono del relato en una línea de credulidad ingenua, pues la verdad es que a nivel de argumento no se sostiene demasiado, pero el público -el público que mira la pantalla grande - quiere pensar que las maravillosas ilusiones creadas por Einsenheim tienen algo de realidad, que en el último reducto de realidad queda un espacio para lo sobrenatural, ya sea por motivos filosóficos o por justificar filias o fobias políticas.Sencillez es la palabra que define esta película honesta hasta la médula. Solo pretende entretener, lo notaría hasta un párvulo, y por eso mismo poco importa su poca consistencia argumental. Es un cuento de cuna para niños, para escucharlo junto a un fuego o antes de ir a dormir sin otro objetivo que el de asombrar con muy poco sentido de realidad y con mucho sentido de lo fabuloso. Las pretensiones son nulas, y así mismo la idea sobre la que se sustenta va directa al grano: intriga e historia sentimental en torno a un mago ejecutada con obviedad, con personajes cuyas reacciones se someten a un desarrollo mecánico, igual que sucedía en el otro folletín de época que hemos visto recientemente, "Los fantasmas de Goya", solo que aquí no importa porque es la misma esencia de relato minimalista y austero tanto en la construcción y el trato de su estructura externa como en sus contenidos, la que justifica su obviedad. (dicho de forma abrupta, no hace falta que caperucita roja sea un personaje complejo para que su papel fascine y agrade al oyente).La historia tiene un simplismo atractivo, y esa es su mejor baza. La realización es fluida y sigue una lógica centrada en lo justo y necesario. La historia culmina con una estimulante relectura de lo narrado. Al final, efectivamente, la ilusión queda ratificada como parte de la realidad, solo que no es la realidad que la mayoría de espectadores decimonónicos deseaban, revelándose el filme en su naturaleza más escondida: una historia de amor iluso que sale vencedor mediante el uso de la ilusión.Así que, ojito, porque bajo su exasperante planicie la película guarda un planteamiento demasiado inteligente para una factura tan obvia en apariencia. Es la típica película que suele despistar a muchos críticos.
Bajo su exasperante planicie la película guarda un planteamiento demasiado inteligente para una factura tan obvia en apariencia. Es la típica película que suele despistar a muchos críticos.
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Rubén es sordo, Carlos es ciego y Dani es cojo. Los tres amigos se reunen para celebrar la despedida de soltero de uno de ellos, en la que será la noche que cambiará sus vidas. Esa noche, cada uno de llos lograrán cumplir un sueño. Rubén (el sordo), cantar. Dani (el cojo), bailar en el agua, y Carlos, (el ciego) conducir un coche a toda velocidad.La última creación de Joaquín Oristrell pone sobre la mesa los problemas de las personas discapacitadas, un tema poco habitual en los guiones cinematográficos (sobretodo en los españoles). La historia muestra algunas barreras (tanto arquitectónicas como sociales) con las que se encuentran las personas que poseen algun tipo de discapacidad.Un ejemplo de situación problemática para los protagonistas se muestra en la escena en la cual el grupo de amigos discute a la puerta del cine si van a ver una película extranjera en versión original subtitulada o si la verán doblada. Lo que puede parecer un detalle sin importancia es todo un dilema puesto que el ciego, obviamente, es incapaz de ver los subtítulos y el sordo, si eligen ver la película doblada, no será capaz de entender la película al conocer el idioma, ya que sólo puede leer los labios. Destacan por su calidad las actuaciones de José Luis García Pérez, en el personaje de cojo gruñón y Santi Millán, quien -sin caer en la caricatura- logra hablar como lo haría una persona con problemas de auditivos.Pero lo más interesante de la historia es que no se desarrolla bajo un tono lastimero o de victimismo sino con la mayor normalidad. Albert Espinosa se atreve incluso a introducir toques humorísticos en el guión, sin caer en la falta de respeto hacia el colectivo al que se refiere. El hecho de que el guionista sea cojo influye sin duda en el acertado tratamiento de la historia. Espinosa ya es todo un experto en escribir sobre temas de los que la gente rehuye hablar y hacerlo desde la perspectiva de la comedia. Escribió una entrañable historia sobre niños con leucemia (4ªPlanta) repleta de amistad, ternura y en la que no faltó el humor, ironizó sobre la muerte en 65 minutos y en esta ocasión nos habla de los minusválidos pero no desde la postura de la lástima hacia ellos, sino con la intención de que los veamos como personas no tan distintas a nosotros y tan válidas y capaces como cualquier otra.Como viene siendo habitual en algunas películas que pueblan nuestras carteleras, el trailer y el cartel no hacen justicia a Va a ser que nadie es perfecto ya que la venden como una comedia ligera para adolescentes, cuando se trata de un producto de mucha más profundidad psicológica. Quizá el público que espere una comedia en la que las risas sean una constante se verá decepcionado por esta comedia impregnada de drama.El mensaje que se deriva de la pelicula es, según Joaquin oristrell que "detrás de cualquier persona, ocurra lo que le ocurra, hay un ser humano. Hay que mirar a ese ser humano y no a la discapacidad". La historia nos anima a no dar la espalda a las personas que son diferentes a nosotros porque todos tenemos alguna carencia. El director confiesa en una entrevista que lo que más le gustó del guión fue la idea de que todos tenemos alguna discapacidad, al menos alguna emocional. Oristrell explica: "Todos somos ciegos, cojos y sordos, porque todos tenemos carencias emocionales y sentimentales. A veces somos sordos ante las cosas que tenemos que oír, ciegos ante las cosas que no queremos ver, y cojos porque llegamos tarde a muchos sitios".Una comedia que emociona, entretiene y sirve al mismo tiempo para concienciarnos de que los minusválidos son ante todo humanos: son personas que sienten, se enamoran, tienen sus miedos, sufren, y tienen ganas de divertirse como cualquier otra persona, e incluso de reírse de ellos mismos.
Todos somos ciegos, cojos y sordos, porque todos tenemos carencias emocionales y sentimentales. A veces somos sordos ante las cosas que tenemos que oír, ciegos ante las cosas que no queremos ver, y cojos porque llegamos tarde a muchos sitios.
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Definitivamente no fue lo esperado para mi pequeño crítico. Tal vez el argumento y las conversaciones no fuesen especielamente entendibles para un joven intelecto de a penas 4 añitos.El caso es que se trata de una historia que no sale de la habitual película de aventuras de mi época, llevada al terreno de los dibujos animados en 3D, hechos por ordenador. Una sucesión de acontecimientos demasiado frenética para que los más pequeños sean capaces de seguir el hilo de la película, eso a mi entender. Vamos que la película tenía un ritmo demasiado rápido.No obstante desde el punto de vista un poco más adulto, reconozco que ver esta película, tal vez, un par de años después, hubiese tenido una mejor puntuación para mi joven crítico. Los giros de "Buscando a Nemo", las babosas que recreaban los sonidos ambiente de muchas de las escenas, incluso su banda sonora era protagonizado por ellas, son situaciones más que graciosas que los adultos recogemos rápidamente, pero en los más pequeños no tienen el más mínimo efecto.Por si fuera poco, no fueron los malvados planes del "Sapo" lo que aterró a mi joven crítico, sino el hecho de que la pobre niña, dueña del ratón, se fuese a quedar sin su mascota. - Para entender esta parte de la crítica es necesario ver la película e interpretarla desde la mente del crítico que habla a través de mis letras -.Así pues en esta ocasión puntuaré tan solo con un regular, dado que, para él, queda superado este filme por "Colegas en el bosque", "Ant Bully" y "El Corral". De todos modos, personalmente la recomiendo si lo que se pretende es pasar un entretenido rato con peques de no menos de unos 6 ó 7 años, calculo yo. Aunque las mayores carcajadas las escuché de un adulto que se sentó a mi izquierda.
Personalmente la recomiendo si lo que se pretende es pasar un entretenido rato con peques de no menos de unos 6 ó 7 años, calculo yo. Aunque las mayores carcajadas las escuché de un adulto que se sentó a mi izquierda.
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Hay un antes y un después del 11-S, y esa sensación de indefensión de la sociedad ante el desastre se potenció luego con los fenómenos del tsunami y, para los Estados Unidos, con los devastadores efectos del huracán Katrina en Nueva Orleans. Al menos los dos primeros desastres planean sobre la nueva película de Tony Scott, Deja vu, puesto que la acción se desarrolla en el mismo lugar y de un atentado terrorista se trata. La reflexión que hace la película, antes de dispararse claramente hacia la ciencia ficción y las paradojas temporales, es qué puede hacerse para impedir los sabotajes terroristas y, si eso es posible, qué responsabilidad se tiene hacia las víctimas. No muy lejos del argumento de esta película está la que es para mí la mejor novela de Orson Scott Card: Vigilantes del pasado: La redención de Cristóbal Colón. Hay abundantes elementos de contacto no en tanto al viaje temporal en sí, sino a la responsabilidad y el compromiso del observador con lo observado y todas las implicaciones morales que eso pueda arrastrar consigo. Con un ritmo endiablado, una magnífica puesta en escena, una fotografía sucia que nos muestra las calles de Nueva Orleans que aún no se han repuesto de los efectos de la catástrofe o los efectos del Mardi Grass, sin volver loca la cámara ni hacer los exagerados trucos de montaje de su penúltima película con Denzel Washington, el hermano pequeño de Ridley Scott, que viene demostrando una y otra vez que no es tan pequeño, es capaz de meter al espectador en un cruce de géneros y, sin solución de continuidad, cogerlo de la mano y conseguir que no se pierda en las paradojas temporales que plantea. El argumento de la película es simple: un atentado terrorista contra un ferry cargado de marineros de farra lanza al policía Doug Carlin (Washington) de la ATF (una agencia gubernamental de la que yo no había oído hablar antes, por cierto) a la investigación de las causas. Una mujer aparece muerta y torturada y quemada en la orilla del río, pero una hora antes del atentado. Es entonces cuando un grupo de investigación gubernamental, liderado por un Val Kilmer que cada vez se parece más a Alec Baldwin, enrola a Washington para que les ayude a investigar, y le muestran supuestas grabaciones de todo lo que ha sucedido en la ciudad hace cuatro días y medio. Poco tarda el espectador (y Washington, que es un lince, el tío), en comprender que no se trata de grabaciones, sino que la tecnología cuántica permite abrir una ventana al pasado y ver en tiempo real, pero con ese desfase de cuatro días, cómo se va desarrollando la trama del asesinato y el atentado. Irónicamente, el pirado patriótico-religioso que comete los asesinatos no es otro sino James Caviezel, o sea, el mismo Cristo de la película La pasión según san Mel Gibson, quien ya participó en una película similar de universos paralelos y cambios en la línea temporal, esa pequeña gran joya frecuentemente minusvalorada que es Frequency. La película no da tregua al espectador, consigue no liarlo en su exposición, ni que chirríe la investigación policial del principio con el inevitable viaje temporal que Denzel Washington tiene que realizar al rescate en los últimos quince minutos de proyección. Si no son ustedes aficionados a la ciencia ficción, les parecerá una película correcta y hasta es posible que les sorprenda el final. Los que ya somos perros viejos en el género y amamos por encima de todos los temas los viajes en el tiempo y las paradojas que estos conllevan, sentiremos una agradable y adecuada sensación de dèja vú, y saldremos del cine reflexionando sobre cuántas veces en total ha viajado el bueno de Denzel Washington al pasado intentando enmendar no ya el plan del terrorista, sino sus propios fracasos previos, y sin saberlo.
La película no da tregua al espectador, consigue no liarlo en su exposición, ni que cirríe la investigación policial. Sentiremos una agradable y adecuada sensación de dèja vú.
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Cierto es que Tony Scott aun no ha volado tan alto como su hermano Ridley, pero yo siempre le he defendido como un más que interesante director. Alguien con personalidad para dirigir buenas cintas de acción. Lamentablemente me lo ha hecho pasar muy mal con cosas como ?Días de Trueno?, ?Top Gun? o ?Fanático?, pero me lo he pasado en grande con cintas como ?Amor a Quemarropa?, ?El Último Boy Scout? o ?Spy Game?, y films como ?Enemigo Público?, ?El Ansia? y ?El Fuego de la Venganza? son dignos entretenimientos. Últimamente me decepcionó muchísimo con ese delirio visual titulado ?Domino?, y cuando vi el trailer de ?Déjà Vu? pensaba que Scott volvía a sus buenos tiempos.Porque si hay algo que destacar acerca de la última película de Tony Scott es que su trailer es perfecto, una obra maestra del montaje utilizando muy inteligentemente el argumento del film en la construcción del propio trailer. No me cansaba de verlo y desde luego metía muchas ganas de ver la película, bueno, como prácticamente todos los trailers, pero éste en particular sobresale por encima de la media. Así pues, el pasado Viernes, feliz y contento, me fui al estreno de ?Déjà Vu?, y después de dos horas largas de metraje salí con una cara de perplejidad que aún me dura. Y es que esta película parece la confirmación de que el señor Tony Scott está perdido, y nada hace prever que algún día vuelva a encontrar el camino.Hablar del argumento de ?Déjà Vu? sería citar una enorme cantidad de incongruencias argumentales, que como bien se indica en los comentarios del post sobre la película realizado por mi compañera Beatriz, no deberíamos tener en cuenta, algo con lo que estoy de acuerdo hasta cierto punto. Pero vamos, podríamos decir que la película va de un terrorista chiflado que quiere volar un ferry y un policía que viaja en el tiempo trata de impedírselo, al mismo tiempo que se enamora de una mujer que muere en dicho atentado. Porque sí, porque al guionista le ha dado por ahí, ha leído en algún sitio que las grandes historias de amor son atemporales y se lo ha tomado al pie de la letra.Todo lo que plantea la película ha sido visto mil y una veces en otros films de idéntica temática, o sea, de viajes en el tiempo. Sin embargo, esto no sería ningún defecto si todo lo narrado estuviera mostrado con un mínimo de credibilidad y seriedad, cosa que no ocurre en ningún momento. Es como si los propios guionistas del evento, Billy Marsilii y Terry Rossio, no creyeran en el material que tienen entre manos, y lo que es peor, que el señor Tony Scott no supiera poner en escena dicho material. La película es apresurada, con un ritmo irregular y no tomándose nada de tiempo para reflexionar sobre ciertos puntos de la historia, algo que le hubiera venido muy bien. Quizá esto es así porque de esta forma muchos espectadores no se darían cuenta de los enormes fallos que tiene el ridículo guión, por lo que a mi entender, el film trata un poco de tonto al sufrido público.Hay dos momentos en el film en los que se pueden apreciar los errores de una manera escandalosa. Primero, la escena en la que al personaje de Denzel Washington le explican absolutamente todo lo referente a las posibilidades de viajar en el tiempo y si se puede cambiar el pasado o no. Dicha escena parece una comedia por lo ridícula que resulta, y además es demasiado larga, regodeándose en su propio defecto. El otro momento es bastante más largo, ya que podemos decir que es a partir de cierta intervención del personaje principal, la película va cuesta abajo a gran velocidad y termina estrellándose sin remedio. Se pasa de explicaciones, se olvidan de personajes y ni siquiera ofrece un espectáculo mínimamente digno.Respecto a los actores decir que Denzel Washington está como siempre, o sea, protestando por todo. Jim Caviezel parece cambiar un poco de registro, aunque personalmente no me convence como ese terrorista mezcla de psychokiller y Rambo. Y quién desde luego está verdaderamente desastrosa es la actriz principal, Paula Patton, con un personaje nada dibujado a pesar de las horas y horas que se pasan observándola. Esto a mi juicio es desaprovechar enormemente alguna de las posibilidades de la historia. Algo que también ocurre en una escena de persecución ciertamente original, aunque sólo la idea, ya que la visualización por parte de Scott es de lo más endeble echando por tierra la que podría haber sido una de las persecuciones más espectaculares y sorpendentes de cuantas se han hecho.En fin, una película mala, enormemente decepcionante sobre todo en su realización. Eso sí, insisto en que el trailer es una joya. Y por cierto, se titula ?Déjà Vu? como se podía haber titulado ?Bocadillo de Jamón con Chorizo? o ?Persecución en el Tiempo? o cualquier otra cosa, y es que ni siquiera hablan sobre los déjà vu, que tiene narices.
Una película mala, enormemente decepcionante sobre todo en su realización. Se pasa de explicaciones, se olvidan de personajes y ni siquiera ofrece un espectáculo mínimamente digno.
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Daniel Craig debe de ser un hombre feliz ahora mismo. Tras toda la campaña orquestada contra él por su elección para interpretar al espía secreto más famoso (curioso contrasentido) de la historia, las espadas estaban en alto y la expectación era mayor que los anteriores cambios de rostro del personaje. Y el resultado no ha decepcionado, es más está gustando y mucho.Mucho se ha venido diciendo durante este último año sobre que la saga estaba agotada, que el personaje ya cansaba que tal que cual. A mí siempre me ha resultado curioso todo este debate pues la anterior película, Muere otro día (Die another day), protagonizada por Pierce Brosnan, no sólo no fue un fracaso sino que fue el filme más taquillero de toda la saga. Así que estrictamente hablando, el cambio realizado tampoco era tan necesario desde un punto de vista económico. Aunque también es cierto que la escala del último proyecto a todos los niveles, lo hacía difícil de superar.Casino Royale fue la primera novela escrita por Ian Fleming sobre el personaje de James Bond, y ya contaba con dos adaptaciones previas una para TV y otra en forma de parodia rodada en los sesenta que contaba con cinco directores, un reparto donde aparecían desde David Niven hasta Peter Sellers pasando por Woody Allen, y que supone una de las locuras más caras jamás financiada por un gran estudio. La trama narra el enfrentamiento de Bond, recién obtenida su licencia para matar (su doble cero), con LeChifre, un banquero que gestiona los ingresos generados por bandas de narcotraficantes y terroristas. La trama es bastante simple y fácil de seguir siendo su punto álgido la partida de póquer que tiene lugar en el casino que da nombre a la película.La nueva aventura de James Bond supone probablemente, y a falta de ver Dejà Vu de Tony Scott, la mejor película del género de acción estrenada este año. Mantiene además todas las constantes de la saga: mujeres imponentes, multiplicidad de escenarios, ambientes lujosos y escenas de acción aparatosas. Los cambios, que los hay, tampoco son tan espectaculares como se ha venido diciendo. Tenemos a dos mujeres Bond, una florero (y despachada rápidamente) y otra inteligente que acompaña al héroe en sus aventuras, como en otras películas de la saga, no hace falta irse muy lejos, en los filmes protagonizados por Brosnan las mujeres eran más que simples objetos de usar y tirar. Quizás sí se haya ganado en realismo en las escenas de acción, tampoco demasiado que al fin y al cabo es una película Bond, pero se ha visto reducido drásticamente el uso de Gadgets espectaculares o elementos más propios de una película de ciencia ficción que de una de espías que transcurre en la actualidad. Donde más se nota el cambio es en el personaje principal. El film diseñado a modo de un James Bond Begins supone la redefinición del personaje, contando sus orígenes para comenzar una nueva saga. Así asistimos a su primer Martini mezclado, no agitado, su primer Aston Martin y un largo etcétera de detalles que harán las delicias de los fans de la saga. Esta idea se extiende hasta el apartado musical, que hace leves apuntes del tema escrito por Monty Norman e inmortalizado por John Barry, y que sólo se puede escuchar en su totalidad en la última escena de la película. En este sentido el film recuerda a Indiana Jones y la Última Cruzada, donde descubríamos el origen de muchos detalles del personaje.El Bond interpretado por Daniel Craig resulta creíble, duro e irónico, capaz de enamorarse y sufrir. Parece un ser humano, algo que había desaparecido después de Al Servicio Secreto de su Majestad (película con la que guarda más de un punto en común). La elección del actor ha resultado perfecta pues dota de un carisma y una presencia física al personaje sorprendentes. Pero el resto del reparto tampoco ha sido descuidado, empezando por una inteligente y sensual pero cercana Eva Green, y siguiendo por una Judi Dench estupenda como M o un Giancarlo Giannini muy adecuado. Quizás la pega en cuanto a personaje la encontremos en el malo de la función, un personaje carente de carisma y de fuerza, del que no se saca partido de su peculiaridad física (llora sangre).Matin Campbell, que fuera director de Goldeneye y La Máscara del Zorro, vuelve a mostrarse como el eficaz director que es, aunque no brillante, no sabe sacar partido del rodaje de la partida de póquer donde un director mejor, como Richard Donner o John McTiernam, podría haber hecho maravillas. Sin embargo en las escenas de acción saca a relucir todo su potencial aunque no habría que olvidarse de la labor del director de segunda unidad y, sobre todo, de Stuart Baird, probablemente el mejor montador de cine de acción que tiene hoy en día el cine americano.El guión se muestra ágil y divertido, con alguna sorpresa y con unos magníficos diálogos entre Craig y Green, fomentado, sin duda, por la química que hay en pantalla entre ambos actores. No obstante la multiplicidad de finales y la larga duración de la película hacen que pierda algo de fuelle en el último tercio.La fotografía es muy correcta, destacando el uso de un magnífico blanco y negro en la secuencia pre-créditos que abre la película. La música de Arnold es funcional en la película, aparatosa o romántica según corresponda, pero no especialmente destacable, muy alejada de las partituras escritas por Barry e inferior a otras suyas como El Mañana nunca Muere.Vuelve Bond y vuelve para quedarse. Casino Royale supone un muy inteligente y vibrante rediseño del personaje, además de una entretenidísima película que te deja pegado a la butaca durante dos horas y cuarto, por lo que cumple su objetivo con creces. Larga vida a James Bond.
Supone un muy inteligente y vibrante rediseño del personaje, además de una entretenidísima película que te deja pegado a la butaca durante dos horas y cuarto.
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Hay que reconocerle valor a Antonio Banderas: para hacer su segunda película como director no sólo se viene a España, cuando las posibilidades comerciales serían mucho mayores en Estados Unidos, donde está afincado hace ya tres lustros, sino que además hace una versión muy lírica, escasamente taquillera, de la novela homónima de un poeta, Antonio Soler, que para más inri se encarga en solitario del guión, con lo que la carga poética (a veces rozando la cursilería) de la novela pasea su sombra por todo el filme. Y es que, aunque parezca una perogrullada, no siempre de un buen libro se puede hacer una buena película; de hecho la experiencia viene a decir más bien lo contrario. Además, los lenguajes no son parejos, y lo que funciona en un libro (la voz del narrador, que en cine, generalmente, resulta de lo más chocante: he aquí un ejemplo) no tiene por qué hacerlo en un filme. Está claro lo que fascinó a Banderas de la novela de Soler: el ambiente de la Málaga del tardofranquismo, a mediados de los años setenta, justo el momento en el que él tenía aproximadamente la misma edad de los personajes de la novela y la película, y seguramente también vivió y conoció los mismos parajes en los que se desarrolla la acción del libro y del filme. También es cierto que el tono que ha conferido Banderas (y su guionista Soler) a este "El camino de los ingleses", entre lo poético y lo onírico, con irisaciones alegóricas (esa escena inicial, tan atípica en el cine comercial moderno), bañada en la omnipresente música de Antonio Meliveo, con acordes que recuerdan más al jazz que al flamenco (mejor así: no siempre el cine en Andalucía tiene que recurrir a lo jondo, aunque hay quien así lo crea), es puro veneno para la taquilla, no acostumbrado el público a semejantes licencias. Dicho lo cual habrá que decir que "El camino." tampoco acierta con el tono: la historia que se nos cuenta es curiosa, aunque no sea precisamente el no va más de la originalidad. Además, Banderas, que ha contado con un presupuesto (siete millones de euros) muy superior a lo que se estila en España para una producción como ésta (sin actores conocidos, ni efectos especiales complicados, ni escenas de masas), parece que se ha ensimismado en la belleza de las imágenes, y así las cosas el filme resulta en exceso preciosista, como si el director se hubiera regodeado en plasmar una Málaga de ensueño que, seguramente, ya sólo existe en su magín y en el de los que la conocieron, hace más de treinta años. Todo lo cual no debe empañar los méritos de la película, la historia de un chico con un riñón menos, enamorado de una muchacha que a su vez es tentada por otro hombre de más posibles que su novio; es también la historia de sus amigos, el hijo del rico que se ve obligado a dejar a la chica que quiere, y el hijo de la "strip-teuse" que hace sexo sobre un escenario en Londres. Es también el relato del aspirante a locutor de radio, quizá un trasunto del propio novelista y guionista, Antonio Soler, aunque finalmente sus "speechs" radiofónicos recuerden más a los programas del Loco de la Colina de los años setenta. Y además de todo, eso, ¿por qué no decirlo? Antonio es la niña de los ojos de los españoles, y no digamos de los andaluces. Su triunfo en Hollywood lo disfrutamos como propio, como pasaba en los años sesenta con los éxitos de Manolo Santana en tenis o ahora con Fernando Alonso en automovilismo. Así las cosas, ¿cómo no se le va a perdonar que haga una película fallida, aunque sea tan agradablemente fallida? Así que, finalmente, a lo mejor hasta arrasa en taquilla y todo.
¿Cómo no se le va a perdonar a Antonio que haga una película fallida, aunque sea tan agradablemente fallida? Así que, finalmente, a lo mejor hasta arrasa en taquilla y todo.
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A veces me ocurre que cuando se pone tan bien a una película y crea tantas expectativas luego te pase factura. Esto es lo que me ha pasado con "Borat". Es cierto, que no todo el mundo la ha puesto bien, hay muchas partes que la tachan de ser de todo menos una película. La verdad es que es un inteligente falso documental que nos muestra las vergüenzas del país más poderoso del mundo y cómo reaccionan ante las personas diferentes y también cuando se ríen en sus narices. El reportero Borat nos hace una breve presentación de su país (Kazajistán), incluyendo gags de todo tipo mostrándonos por donde van a ir los tiros en lo que queda de metraje, y nos informa de que se va a ir a los Estados Unidos para hacer un reportaje sobre el modo de vida y la cultura de esta potencia mundial, para luego poder adoptarlo en su nación. Una vez aterriza en América, comienza el carnaval de este cómico y showman que nos muestra los distintos recovecos de la geografía y sociedad estadounidense. Tiene escenas y gags muy ingeniosos y divertidos, pero como en todas las balanzas en el otro extremo nos encontramos con partes que bien podrían haber sido eliminadas o en su defecto mejor elaboradas, ya que bajan el nivel y pueden llegar a sacar al espectador.En definitiva "Borat" se presenta como un espectáculo donde la controversia, la trasgresión, el chiste fácil y hasta el amor tienen cabida y que hará pasar un buen rato a los espectadores con un sentido del humor medio y que no se escandalicen fácilmente.
Inteligente falso documental que nos muestra las vergüenzas del país más poderoso del mundo y cómo reaccionan ante las personas diferentes.
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Sky High es una película que alguien tiene que recomendar al público, porque la crítica no va a hacerlo. Se lo impiden serias razones: es divertida, refrescante, desenfadada y emocionante. Si los entendidos se lo pasaran bien con cosas así dejarían de ser entendidos y diferentes y superiores a los demás espectadores mundanos como usted y como yo.La película está hecha con dos materiales dispares: las películas de superhéroes (Los increíbles) y los dramas estudiantiles (Chicas malas). Will Stronghold es hijo de madre superhéroe y padre superhéroe, y tiene miedo de su primer día en el instituto de superhéroes porque no tiene ningún superpoder. Tiene miedo de defraudarlos. Y así ocurre. En la prueba para decidir a que clase van, Will acaba envíado a la clase de los curritos que son los ayudantes de los superhéroes (Sidekicks en inglés). Will se hace amigo de los demás curritos y acaba prefiriéndolos a los héroes de verdad.El drama estudiantil consiste en que Will tiene que elegir entre los guapos y los feos, los héroes y los curritos. El instituto enseña a desarrollar los poderes de los muchachos, pero unos lo hacen para el bien y otros para el mal. El enemigo de Will es otro niño cuyo padre fue arrestado por el suyo. El desenlace está rodado en clave de historia de superhéroes, no en clave estudiantil, y es una pena porque deja a medias la mitad de los conflictos sociales en favor de los rescates. Estoy esperando con impaciencia la segunda parte a ver si se centra más en el otro lado.
Divertida, refrescante, desenfadada y emocionante
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Es cierto que yo tampoco soy un gran fan de 007, pero es más cierto aún que (casi) siempre veo sus películas y que su llegada a las pantallas, cuando nos ronda la Navidad, la celebro con más ilusión que el desembarco de la publicidad lotera o la de los turrones almendrados.La franquicia de Bond, con su colección de chicas espectaculares, su refinamiento, las localizaciones de ensueño a modo de catálogo de viajes de lujo a lo Condé Nast y su sofisticación globalizada ofrecen un producto sólido y bien terminado que, sino llega a emocionar, siempre resulta interesante, divertido, ameno y relajante.Así que, cuando se anunció el estreno de esta "Casino Royale" ya sabía yo que, aún sin excesivas prisas ansiosas, un buen día me dejaría caer por el cine a verla, con palomitas, cocacola y demás gadgets adecuados para la degustación de una película de estas características.El prólogo en blanco y negro, cínico y descarnado, ya empezó a llamarme la atención más de lo que en las películas de Bond suele ser habitual. Y los títulos de crédito, animados, ingeniosos, imaginativos. para continuar con una primera persecución a pelo, una carrera libre y salvaje por un edificio en construcción que consigue transmitir toda la sensación de vertiginosa velocidad a que se aplican los dos contendientes y que se resolverá con un crudo asesinato, perpetrado a sangre fría. nos dicen que estamos ante otro tipo de Bond, un tanto diferente.A Craig se le ha llamado el Bond obrero, popular y otras cosas por el estilo. No me apetece entrar ahora abrir el debate sobre los distintos tipos de Bond que en el cine han sido ni, sobre todo, empeñarnos en aquello de que Sean Connery fue el mejor 007 de la historia cuando, vistas con el paso del tiempo, aquellas películas se han quedado más añejas que el queso de oveja. Esto es: que me ha gustado, y mucho, este Craig y que escenas como ésa en que, emulando al John Wayne de "El hombre tranquilo", se mete bajo la ducha y el agua le empapa la camisa blanca, están magníficamente resueltas.Y el malo, claro, otro de los tópicos ineludibles cuando se habla de un Bond. El archivillano, esta vez, es tan frío y cínico como perfectamente creíble y adaptado a los tiempos que corren: un banquero, blanqueador del dinero sucio de cuanto sátrapa y traficante anda por el mundo, sangrando a sus víctimas. Un tipo que llora sangre y que le hará sudar la suya a nuestro 007, al que llegará a torturar de una manera tan sencilla como cruel y despiadada.Me ha gustado que, en vez de inclinarse por la senda de la franquicia de Misión Imposible, de una acción cada vez más difícil y descabellada, "Casino Royale" haya optado por la espectacularidad en los decorados ? ese Montenegro, esa Venecia y su Palazzo Hundiente. - pero basándose en una acción directa más creíble. siempre teniendo en cuenta que hablamos de Bond, un James Bond que, por cierto, apenas usa gadgets o ingeniosos juguetitos en esta historia.Agitado, que no mezclado y revuelto, "Casino Royale" es una muy buena película que una muy buena película que atesora las mejores virtudes de la saga de Bond, el sustrato clásico del cine de timos, naipes y tongos, las réplicas mordaces de toda buena guerra de sexos que se precie y esa geografía espacial y tecnológica que nos demuestra que vivimos en un mundo totalmente globalizado. Y por eso, cuando termina sonando el tema clásico de la saga, después de que Craig diga por primera vez lo de Bond, James Bond, al final de la película, te da un regustillo de lo más amable y satisfactorio.
Atesora las mejores virtudes de la saga de Bond, el sustrato clásico del cine de timos, naipes y tongos, las réplicas mordaces de toda buena guerra de sexos que se precie y esa geografía espacial y tecnológica que nos demuestra que vivimos en un mundo totalmente globalizado.
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El título de la película puede resultar engañoso, si atendemos al contenido implícito que se desarrolla a lo largo de una narración, según diría alguno, "a trompicones", aunque la verdad es que el director y los guionistas nunca pierden de vista lo esencial; narración fluida y sin tapujos, diría yo. Decía que el título puede mover a engaño porque aquí lo que se enfatiza es otra cosa, sustentándose en reiteradas situaciones que remiten a la común y extraña sensación de "esto ya lo he vivido", lo cual no es más que una excusa para estructurar el relato. En realidad, es un discurso -otro más -sobre dios o sobre la existencia de un orden divino, reivindicando el valor del sacrificio en el contexto social y simbólico post-11 de septiembre. Cine ideológico, cine controlado y regurgitado por la industria y el aparato propagandista que lleva detrás.La idea es muy simple; thriller policiaco mezclado con elementos y temáticas propias de la ciencia-ficción. Y eso es lo que Scott quiere crear; un filme serio sobre la condición humana en un contexto específico. Los elementos fantásticos sirven para adobar y alegrar un poco la trama, una historia tópica y relamida en centenares de filmes pasados y presentes. Eso sí, en situaciones puntuales logra ser original, como en la persecución por carretera a dos tiempos. Es decir, la única forma de salvar la película era introduciendo los viajes temporales, lo cual tampoco es nada nuevo. Una palabra que define el principal problema de esta película -y que también es el problema de la mayor parte del cine comercial actual - es la palabra "saturación". Saturación de tópicos y lugares comunes, saturación de "latigillos" propios del suspense policiaco y del genero de ciencia ficción. Tanto en la caracterización como en el planteamiento argumental, todo se sustenta sobre clichés insustanciales.Las paradojas temporales, el patriota psicokiller, el consabido elenco secundario que no ejerce otra función que la de hacer de "relleno", las típicas situaciones "in extremis". ese mismo material, bajo una mirada fresca y genuina, pudo ofrecer mucho más, pero aquí se insiste en el retrato pálido y el refrito de géneros conjugados con bastante torpeza. La puesta en escena pierde por un lado lo que gana por el otro: enérgica a base de primeros planos y movimientos y cambios electrizantes. Sirve como eficaz estilo visual que se amolda bastante bien al tono del relato, pero, una vez más, terminamos en la saturación: popurrí telefilmico, sin un verdadero estilo estético. Bajo el electrizante pulso de la cámara no hay más que inanidad y truco efectista. Sin embargo, tiene su punto de honestidad puesto que la historia transcurre, según lo indicado en un párrafo anterior, con fluidez y con un más que correcto sentido dramático, enmarcando la odisea espacio-temporal del agente protagonista en un proceso de ínfulas filosóficas ( eso sí, muy manidas y poco originales) sin necesidad de dar explicaciones que entorpezcan la fluidez narrativa. Cada significado emerge en cada uno de los gestos, situaciones y "encontronazos" con el destino, manteniendo siempre la idea central de que, por mucho que se intente mejorar, cambiar o introducir una variación esencial en el continuo temporal, siempre hay un reducto inalterable, un orden superior inamovible frente a los deseos del ser humano. Y hay un precio que pagar.En definitiva, un filme con sus puntos a favor, pero demasiado saturado de tópicos, de simplismo, de ciencia ficción relamida, de resoluciones previsibles. Pero también es un buen juguete para pasar un rato entretenido, ensanchando un poco la manga cinéfila.
Un filme con sus puntos a favor, pero demasiado saturado de tópicos, de simplismo, de ciencia ficción relamida, de resoluciones previsibles. Pero también es un buen juguete para pasar un rato entretenido, ensanchando un poco la manga cinéfila.
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Desde que George Lazenby dijo (en inglés) aquello de "Vaya, esto no le pasaba al otro tipo", los seguidores de las aventuras cinematográficas del agente secreto más conocido del mundo hemos desarrollado la particular teoría de que la saga de 007 no nos está contando las aventuras de un solo agente, sino de muchos, y que tanto la sigla doble cero como el nombre de marca James Bond son una tapadera para encubrir la identidad, el pasado y hasta la personalidad del nuevo espía que ocupa el nicho. Sí, ya sé, hay cosas que no encajan (el coñazo que suele dar Felix Leiter en sus diferentes encarnaciones, por ejemplo; los distintos rostros de Moneypenny; la viudez del Bond Lazenby que heredó el Bond Moore), pero yo diría que esas cosas chirrían menos que el cacao maravillao mental que tienen en todo lo alto los productores, que no se aclaran, y que ahora pretenden con esta nueva entrega, Casino Royale, mostrarnos a un James Bond. ¡primerizo! Uno está de acuerdo en que, como el gato es suyo, pueden follárselo como quieran, pero después de veinte películas (veintitrés, si contamos la Casino Royale televisiva, la Casino Royale paródica original, y la vuelta al redil de Connery con Nunca digas nunca jamás; no contemos el cameo que hizo el personaje de la mano del mismo Connery en La Roca) intentar colarnos la trola tremebunda no de que Daniel Craig es James Bond (que sí, cuesta un rato creérselo) sino de que es novato, brutote, apasionado y comete errores, es algo que no se lo cree Judy Dench ni los propios guionistas. Cuánto más fácil sería aceptar que han existido otros 007 previos, a los que hemos conocido (nosotros y M) en el pasado, y que ahora este rubio fortachón que parece recién licenciado con deshonor del SAS británico ha sido elegido a dedo tras Brosnan para ocupar el puesto. Las conversaciones a medias entre M y Craig así lo sugieren, la propia Judy Dench (que avanzó la saga al interpretar por primera vez a un M femenino y que se volvía loca contra Brosnan), dice aquí una línea de diálogo que parece hacer un guiño al comentario que ya hiciera al ex-Remington Steele en su primera andadura: "Es usted un residuo de la Guerra Fría", le espetó entonces, mientras que ahora, ante las brutalidades de aquí el rubio de los ojos azules (que encima va por libre toda la peli), dice "Cuánto echo de menos la Guerra Fría". Pero no, no se han atrevido. Nada hay más cagueta que el dueño de una franquicia. Y eso que hay elementos en la película que indican que la idea pudo estar en la mente de los guionistas, del director (que ya reintrepretó la serie con Goldeneye hace ahora once años) y del autor de la banda sonora: se escamotea todo el rato el tema de Bond, que no suena hasta los títulos de crédito; la escena final, la única en toda la película en la que Craig dice "Me llamo Bond, James Bond" queda hueca porque todo el rato lo ha llamado así la gente, cuando habría sido más sencillo que sólo se llamara 007 hasta ese momento de asumir la personalidad del agente británico. Por lo demás, la película intenta huir del esquema Bond de siempre pero no lo consigue: cuando se acerca al Bond de siempre (o sea, las escenas de acción) siempre recuerda a algo que se haya hecho con anterioridad; la maldita manía de mover la cámara hace que no se vea un carajo en las escenas de peleas; y cuando intenta hacer una película de espías pijos en ambientes decadentes (o sea, la hora larga que dura la partida de cartas) acaba siendo soporífera y aburrida. No basta querer innovar: hay que saber dónde y por qué se innova, y después de veinte títulos de franquicia se me antoja un esfuerzo infructuoso, un quiero y no puedo, un pedirle peras al olmo. Los malos son de segunda categoría; la trama, tonta, previsible y confusa: reconozcamos que Casino Royale, la novela, es poco cinematográfica en su concepción (también en cómic es un poco pesadita), y sólo se salva la escena de la tortura y el rescate in extremis. rescate que difiere con el del libro, mucho más directo, salvaje y augurador de cosas por venir (un inciso para recordar que Bond es marcado en la mano como "Espía" y el MI-6 tiene que quitarle un trozo de piel de la sien para cubrir la marca, detalle que Fleming se encarga de recordar en todas sus historias). Craig no es mal actor. Pero no es Bond. O no es "nuestro" Bond. No puede ser el Bond que los productores pretenden que vaya a ser luego (sobre todo porque la historia se desarolla "ahora", en un mundo post 11-S). No es suave. Es demasiado letal, demasiado brusco, sin el sentido del humor característico de al menos cuatro de sus predecesores (Connery, Lazenby, Moore y Brosnan; no recuerdo si Dalton hacía comentarios jocosos o estaba demasiado preocupado posando). Más bruto que un arao, para entendernos. Está claro que al escribir el guión no tenían en mente a Brosnan, ni a Ewan McGregor, sino al Jason Statham de Transporter (la escena de la pelea en el camión recuerda a la escena del camión de Transporter. que a su vez era un "homenaje" casi plano por plano y stunt por stunt a En busca del Arca Perdida). Por cierto, menuda escena tonta en el aeropuerto: con la que está cayendo en el mundo, ¿ustedes creen que van a presentar un prototipo de avión. de noche? Casi igual de tonta es la persecución dando saltitos manumaná por media Africa (¿una forma de reconocer que ahora Bond tiene en Spider-Man y los superhéroes a su peor enemigo en el box-office?). Y cuánto corre este hombre en toda la película. Eva Green es sosa, enormemente sosa. Una chica Bond más cuya historia no interesa y no apasiona: resulta increíble que semejante maromo pase de ser el bruto de la historia a soltar las cursiladas que suelta en los últimos y larguísimos minutos de la película. Judy Dench está bien en su papel de madrecita (¿enchufadora?) de 007, aunque hay que pegarle un tirón de orejas a la traducción o el doblaje: No tiene lógica que M tutee a Bond; eso le da una cercanía a la relación entre ambos innecesaria y contraria a la tensión que existe entre ambos. La deducción del pasado de Bond que hace Eva Green, por cierto, contradice la biografía más o menos oficial del personaje, con lo que una vez más podemos apuntar a un deseo no consumado de contarnos que este Bond, en realidad, es un Bond nuevo que sigue la estela de otros Bond que ya no son. Y todo este rollo de contarnos un Bond novato para, oh, pasmarse porque existen organizaciones de espías que el MI-6 no controla (Smersh en la idea original). Lo mismo se animan y al final acaban por hacer un remake de Doctor No. O de Vive y deja morir, que es la siguiente novela. Porque sin ideas parece que se han quedado de todas todas.
Después de veinte películas intentar colarnos la trola tremebunda no de que Daniel Craig es James Bond sino de que es novato, brutote, apasionado y comete errores, es algo que no se lo cree Judy Dench ni los propios guionistas.
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Hay chicos malos, muy malos. Pero las chicas que aparecen aún son de lo peor, lo peor. ¡Cómo debe ser! Porqué este ladrillo llamado "Brick", no por lo de peñazo sinó por su ?macguffin? en forma de lingote de coca, tiene el sabor del más puro ?cine negro?. El de "El sueño eterno", "El hacón maltés", "El cartero siempre llama dos veces" o "Muerte entre las flores". La diferencia es que todos los códigos y personajes reconocidos del género se trasladan a un instituto norteamericano, y los Bogart, Lara Turner, Gloria Grahame, Peter Lorre, Sidney Greenstret o Gabriel Byrne de turno tienen rostro adolescente y visten tejanos gastados.Los matones de medio pelo, drogatas, mujeres fatales y dedectives asqueados y cínicos se mueven entre los pasillos, despachos y parcelas de un instituto, entre las calles tomadas por jóvenes sin causa, e incluso humildes hogares maternales. Pero lo que nunca aparecen en pantalla son las aulas. Las asignaturas se aprenden afuera.A esto cabe añadir el empeño y la voluntad de un debutante, Rian Johnson, de 33 años, que con sólo 450.000 dólares (unos 360.000 euros), hacen que uno se pregunte si con tal cantidad se puede hacer una película de factura profesional.Asignatura peligrosa.Entre las respuestas encontramos que tuvo que montar el material en el ordenador de sus casa (que por supuesto será mucho mejor que el mío), o que estamos ante una de las propuestas más agradables y estimulantes de la temporada.Y la operación tiene su riesgo. Debe sustentarse en unas interpretaciones creíbles, que lo son, y sobre todo en unos díalogos hábiles y a prueba de bomba, que los tiene."Mis muchachos investigarán tu historia. Luego te matamos o contratamos", es la respuesta que recibe un protagonista más listo que el hambre, Brendan (Joseph Gordon-Levitt), con la misión de vengar la muerte de su exnovia, Emily (Emilie de Ravin), cuando intenta ganarse la confianza de The Pin (Lukas Haas), un lisiado con aires de ?dandy? a lo Truman Capote pero aspirante no a Pulitzer sinó a ?capo? de patio de recreo.Un anti-héroe que no cesará de llevarse golpes, físicos y sentimentales, en un periplo marcado por las féminas; las de rostro angelical y mente endiablada; las víboras que escudan su maleabilidad en el maquillaje y los arropajes del teatro; o las manipuladoras de belleza perturbadora que igual visten en plan oriental o a la moda más pijera mientras se fuman su buena ración de cigarrillos, caso de Laura (Nora Zehetner). ¡Averiguar con quien almuerza uno es indispensable para conocer el terreno que se pisa!Con los profes en los talones.A su alrededor, captado por una fotografía luminosa y naturalista, se mueve una sociedad donde los agentes de la ley y el orden han sido substituídos por algun directivo de esta ?high school?.Donde los muchachos hablan de haber leído a Tolkien, mientras planea el espíritu de escritores como Dashiell Hammet, Raymond Chandler, James Elroy o los hermanos Coen. Incluso el fantasma de Laura Palmer, o enigmáticas notas de papel, a lo David Lynch se cuelan por alguno de sus fotogramas. Entretanto, la madre del villano sirve a sus invitados zumo de manzana en lugar de un whisky o bourbon.No hay ninguna empanada mental, pero sí una trama, como corresponde a un ?noir?, enrevesada y llena de sorpresas, que nos hacen concentrar nuestra mirada hacia estas aulas rebeldes, sus malas calles y la fauna de ?teenagers? que las pululan.La mirada es respetuosa a uno de los géneros más cinéfilos y más fuertemente codificados. Y también dignifica, ¡y de que manera!, el subgénero de cine para adolescentes. Si además contribuye a despertar el interés por alguno de los clásicos del cine negro, entonces, mejor que mejor.
La mirada es respetuosa a uno de los géneros más cinéfilos y más fuertemente codificados. Y también dignifica, ¡y de que manera!, el subgénero de cine para adolescentes.
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Ayer estuve de cena con los compañeros del trabajo y a la que llego, mi medio calabacín me estaba esperando. No con el rodillo de amasar pan en la mano, como en los tebeos de Zipi y Zape, si no para decirme que la película esta es un truño. Que la había visto con su madre y que era malísima. Claro, su madre que tiene como lectura ligera La Iliada no es una referencia demasiado parecida a la mía, pero si mi medio kiwi dice que es mala, es que lo es.La película no tengo ni idea de qué trata. En el cartel sale Bardem con cara de estar chupando limones, así como poco varonil. Con lo macho que es este hombre y lo aflautado que le han sacado. Y claro, si va de los fantasmas de Goya, y Bardem no es Goya, seguro que el de arriba (el del pincel y la paleta de pintor de brocha fina) va a ser que es Goya. La del medio no tengo ni idea de quién es, que estoy muy perjudicado yo. Bueno, pone que es Natalie Portman, pero digo que no se qué hace.¿Qué quereis que os diga de una película que he conseguido no verla? Pues ni idea, creo que mi carrera como crítico cinematográfico ha tocado fondo. Muchos pensaron que ya lo había hecho, pero me he comprado una pala para escavar más al fondo, ja, ja, ja.Resumiendo, que dice mi media paraguaya que la peli es un truño, así que le voy a aplicar el factor de influencia suegril, voy a ver lo que le han dado en otros blogs a la peli y sacó una media de estrellitas para los que no se lean la crítica se piensen que es mala. Que tremendo es tener poder para influenciar a las masas ;-)
Ni el grandísimo Bardem, en uno de sus peores papeles, es capaz de sacar de la mediociridad y el anodismo a esta cinta.
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Nos encontramos, oh sorpresa, ante un híbrido navideño-amoroso y pretendidamente cómico (?). The Holiday (Vacaciones) es una producción blandita, tópica, previsible y prescindible. Con todas las comas. Y lo más imperdonable de todo es que el talento tirado a la basura es cuantioso. Es mejor saberlo desde el principio, porque si bien su apariencia podría recordar a éxitos recientes del tipo de Closer o incluso, en otra dimensión, Love Actually (el marketing hace maravillas), el espectador debe saber que no se encontrará con nada de eso. Ni siquiera en una décima parte.Para empezar, el guión carece de novedad (algo común, así que podría no ser tan grave). Dos chicas despechadas y con ganas de alejarse de sus indeseables ex parejas, una que reside en Los Ángeles -Cameron Díaz- y la otra en un pueblecito cercano a Londres -Kate Winslet-, contactan casualmente (o causalmente) a través de Internet y deciden intercambiar sus casas durante las vacaciones de Navidad. Intuyen ustedes bien, un Yo a Boston y tú a California, curiosamente ya en la filmografía de la directora, en plan moderno pero sin el juego de identidades. Sin ?chicha?, vamos.En tan solo dos semanas les dará tiempo a superar el trauma, a conocer gente nueva y, cómo no, a volverse a enamorar. Hasta el apuntador, el pobre, logra ser feliz. Es la eficacia de un guión de algo más de dos horas que ha sido estirado sin piedad. La iteración de los cruciales argumentos convierte además a la historia en una especie de tiovivo que no deja de girar sobre sí mismo. Si el espectador no se ha enterado a la cuarta o quinta mención de que, por ejemplo, una de las chicas fue engañada por su novio, es que dejó de prestar atención, por lo menos, en el minuto dos. Algo probable gracias, entre otras cosas, a la cargante sobreactuación de todos y cada uno de los miembros del reparto que, en vez de meterse en su papel, parecen pasar por él como si de un trámite se tratara. Abunda la interpretación ligera, y aunque eso no tiene por qué ser peyorativo, sí que resultan completamente absurdos ciertos gags a lo Bridget Jones; absurdos e innecesarios. Si por lo menos se hubieran aprovechado con un homenaje ?serio? a los inolvidables clásicos (el equívoco telefónico), la catástrofe no habría llegado a desencadenarse. Qué desperdicio.O quizá todo sea una falta de motivación global agravada por el cruel cruce de sentimientos: guapo seductor -Jude Law- con guapa millonaria y ?mona? sensiblera con ?payaso? bonachón -Jack Black-. Típico. El caso es que estos cuatro actores han realizado a lo largo de sus carreras trabajos más que aceptables, pero ciertamente no tenían un buen día cuando se pusieron a rodar The Holiday. Una pena. Como lo es también que la única trama salvable, con muchos guiños al cine, se meta con calzador. No era difícil, no obstante, que el entrañable Eli Wallach resultara el más creíble.Ni siquiera nos llegamos a creer la difícil situación personal de Law, como tampoco lo hicimos, a pesar de los pesares, con Penépole Cruz en Volver, con una hija que, desde luego, no parece la suya. La conclusión general es clara: Nancy Meyers no sabía qué hacer, si un drama, un enredo o una pastelada, así que lo mezcló todo. A algunos les da resultado, a ella no, por lo menos ahora. ¿Algo bueno entre toda esta maraña de vagos intentos por llegar a nuestros corazones?. Sí. Una banda sonora decente, ciertos atisbos no claros de salirse del libreto y algún juego sin perfilar con el subconsciente. Y ya.
¿Algo bueno entre toda esta maraña de vagos intentos por llegar a nuestros corazones?. Sí. Una banda sonora decente, ciertos atisbos no claros de salirse del libreto y algún juego sin perfilar con el subconsciente. Y ya.
01
Domingo al medio día, rebusco en la caspoteca y saco un clásico del destape. "¿Vas a ponerme esa mierda?" comenta animosamente mi medio kiwi. "Sólo un poquito, para ver de que vá" respondo en mi papel de hombre, agachando las orejas. Empieza la película, a los tres minutos la voy a quitar y dice ella que la dejemos un ratito, por curiosidad. A las dos horas y media nos despertamos los tres, que buena siesta amparada por la edad de oro del cine español.La película trata de un hospital que está casi en la quiebra por la mala fama. En estas aparece un nuevo médico (Pajares) que es en realidad un estafador que le da miedo la sangre. La providencia deja caer al ministro de "las incompatibilidades" con un uñero, a la que aprovecha el cirujano jefe (Ozores) para ingresarle y darle prestigio al hospital. Y la cosa se va enredando mucho, apareciendo por allí Esteso, Arévalo, Juanito Navarro y muchas mujeres en pelotas. Un clásico.Se supone que nos vimos una ácida crítica a la seguridad social de la época, pero la realidad se asemejaba más a un comic de Mortadelo y Filemón. Situaciones absurdas resueltas aún más absurdamente, basadas en un guión sin pies ni cabeza. Muchos chistes grumosos, y cientos de mujeres desnudas, que encuentran atractivos a Pajares y Esteso, por lo que me siguen pareciendo películas de ciencia ficción.Resumiendo, malísima película del destape, cuyas principales virtudes son la alegría en los desnudos y la simpática crítica que se hace de la Seguridad Social. Arévalo de gangoso igual de patético que siempre.Escena al azar para hacernos una idea: De las primeras , una muchacha que su novio le ha rajado una teta. Esteso dice que hay que inflar, Pajares que hacerle un boca-teta y Ozores que hay que soplar tapando la raja para que no salga el aire que metan. Entra una enfermera y le dice Ozores "¿Quieres algo o sólo tocar las narices?" Jajajajaja, yo es que me mondo con esta gente.
Muchos chistes grumosos, y cientos de mujeres desnudas, que encuentran atractivos a Pajares y Esteso, por lo que me siguen pareciendo películas de ciencia ficción.
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"En esta vida hay dos clases de personas: los triunfadores y los fracasados. ¿Sabéis cuál es la diferencia? Que los triunfadores pelean por lo que quieren".El padre de Olivia (Greg Kinnear) tiene muy claro cuál es la supuesta fórmula del éxito. Como buen optimista, sueña con que su familia alcance el éxito y por ello apoya a su hija pequeña de siete años en su decisión de presentarse a un concurso de belleza infantil en el que la ganadora es coronada como Pequeña Miss Sunhine.Toda la película se centra en el accidentado viaje que emprende esta peculiar familia en su destartalada furgoneta hacia California , lugar donde se celebra el concurso. Pero como en toda roadmovie que se precie, el viaje cambiará la vida de los personajes (perfectamente interpretados) y fortalecerá la relación entre los integrantes de la extraña familia.Una familia en la que conviven un descarado y divertidísimo abuelo (Allan Arkin) adicto a las drogas, un tío suicida, un hermano que hace huelga de silencio hasta que no le permitan apuntarse a una escuela de pilotos, una madre de personalidad inocente (Tonny Collette) pero que sirve de eje principal de la familia y un padre obsesivo con el éxito. Paradójicamente, la persona que se muestra más madura de la familia es la pequeña Olivia (Abigail Breslin).La niña no parece encuadrar en el prototipo de belleza que buscan en el concurso (tiene los dientes separados y usa gafas enormes) pero su ilusión es convertirse en modelo y se esforzará todo lo posible para conseguirlo. Aunque la ilusión a veces se desvanecerá y la niña caerá en el desánimo y se sentirá fracasada. Su abuelo le explica que ella no es una fracasada, porque "los fracasados son los que renuncian a intentarlo por miedo a no conseguirlo" y ella no cesa de intentarlo. Con un guiño a Proust en otra de sus escenas, la película nos muestra que el triunfo en la vida es algo relativo y que no tiene porque coincidir con la imagen del éxito que impera en la sociedad. Una crítica feroz, aparentemente ligera, del sueño americano, representado en la figura del obsesivo padre y en los concursos de belleza. La competitividad de la sociedad se ve ejemplificada en las pruebas de talento a las que se ven sometidas las participantes del concurso. Porque la sociedad nos obliga a exigirnos cada vez más de nosotros mismos, y nos lleva a la frustración frente los éxitos de los demás. Tal y como plantea el personaje del hermano de la pequeña Olivia, "la vida es un concurso de belleza detrás de otro".A pesar del indiscutible drama que sugiere, Pequeña Miss Sunshine es una comedia tierna, divertida, con momentos surrealistas como la vida misma. Porque la vida está cargada de momentos en los que nos sentimos unos perdedores, y otros en los que el mayor triunfo es poder ser nosotros mismos.
Cmedia tierna, divertida, con momentos surrealistas como la vida misma.
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Se puede resumir en una línea: al principio hace sol y al final llueve. El estilo visual evoca nostalgia, pero toda la belleza se queda sobre a piel. Chicos guapos con poca ropa tomando el sol, chicas nadando en la piscina o bailando bajo la lluvia. Pero aquí todo se queda en efecto, en el tópico y no trasciende. Si quieres una película con un estilo visual refinado a la vez de fresco es mejor ver "You, me and everyone we know," la película del año pasado de Miranda July.El protagonista de "El Camino de los ingleses" es un chico que nos dice muchas veces que quiere ser poeta, pero no se ve en él ningún indicio de sangre apasionada. Los personajes aquí más que conversar se lanzan en insufribles monólogos pedagógicos. Todo muy simbólico y muy apurado a ser literario. Termina quedándose en el aire, y no llega a decir nada.Incluso los símbolos con los que pretende romper la línea narrativa son tópicos: una bailarina, que te sirvan tus tripas en una bandeja y la escena del final (que no creo que desvele nada) de el chico descalzo cruzando el paso de cebra. ¿Será que se convirtió en uno de los Beatles? Pues, no se lo merece.Cuando aparece Victoria Abril es un gustazo, y hasta le impregna dulzura y una gota de complejidad a su personaje de maestra de mecanografía pasada de años que se la juega de seductora. Pero no estoy segura de que termine de salirse de la caricatura.Todo es hiperbólico, muy hiperbólico, demasiado hiperbólico. Ah, y repetitivo. Es excesivamente literaria para no llegar a decir nada. Ahora bien, si hacen merchandising de los objetos de diseño que salen en el film: la ropa, gafas, maquinas de escribir, pianos y escritorios; me lo compro todo. Mucho trabajo visual que lastimosamente se queda vacío.
Mucho trabajo visual que lastimosamente se queda vacío. . Chicos guapos con poca ropa tomando el sol, chicas nadando en la piscina o bailando bajo la lluvia. Pero aquí todo se queda en efecto.
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Este no es el Bond que el público esperaba.No lo digo porque sea peor que los demás. Es que simplemente se trata de un 007 distinto, lo cual creo que defraudará a muchos de los fans más puristas.Está claro que el personaje de Ian Fleming ha sido reinventado para construir un agente secreto más mercenario y menos sutil. Caballerosidad cero.Lo que no sé es si este cambio se debe a que los padres del retoño ya tenían pensado de antemano un giro de 180 grados en la franquicia, sin haber elegido todavía al protagonista de la nueva entrega; o porque se han visto irremediablemente obligados a ello por la elección definitiva de Daniel Craig, un actor con aspecto de matón. Seguro que dirán que ha sido lo primero.Lo que sí es evidente es que esa transformación ha tenido sus damnificados: el imprescindible Q. no hace acto de presencia en ningún momento, y la eficiente Moneypenny ha sido sustituida por un secretario con menos sex-appeal. Esto es lógico, porque el nuevo Bond es ahora autosuficiente y no le interesa los jueguecitos amorosos. Él va a saco.No obstante, esa reinvención se podría justificar en el hecho de que estamos ante la primera misión de James Bond como agente secreto del Mi6 británico. Echándole imaginación, diríamos entonces que el muchacho no está todavía refinado.Su categoría de doble cero (licencia para matar; y cómo mata) la obtiene después de asesinar despiadadamente a dos importantes criminales. Y, para su primer trabajo, Bond es enviado a Madagascar para capturar a un peligroso terrorista llamado Obanno. Después de varias investigaciones, e innumerables actuaciones indisciplinadas que traen de cabeza a su jefa M. (Judie Dench), consigue localizar a un banquero internacional, llamado Le Chiffre (Mads Mikkelsen), cuya ocupación es explotar recursos financieros para grupos terrorista. Bond intentará arruinarle en una partida de póker millonaria celebrada en el Casino Royale en Montenegro con la ayuda, entre otros, de una agente del Tesoro Público Británico, Vesper Lynd (Eva Green).Durante la primera hora del metraje, la película tiene un ritmo increible, destacando de manera sobresaliente una frenética persecución de Bond corriendo detrás del terrorista Obanno por las calles de Madagascar. A pelo, sin coches ni vehículos similares. El espectacular final de esa persecución en una embajada es la guinda de una de las escenas más vibrantes de los últimos títulos de la saga.Aquí es donde vemos en todo su esplendor al nuevo 007, y comprobamos que estamos ante un James Bond de otra pasta. Salvaje y visceral.Pero, una vez pasados esos (aproximadamente) 60 minutos, la cinta decae de manera considerable. Pierde su ritmo inicial, y se hace lenta, predecible y con escaso interés. Su momento más bajo coincide con la trama desarrollada alrededor de la partida de póker en Montenegro, precisamente las escenas que dan título a esta película. La mayoría de incidentes externos que le ocurren a Bond durante esa partida son inverosímiles, cuestionándome seriamente las palabras de Martin Campbell, director de ?Casino Royale?, al referirse a ella como una cinta que deja atrás la fantasía desmesurada de las anteriores entregas.En cuanto a la puesta en escena de esta película, es muy similar a la de otros títulos, claramente influenciada por el oficio que Campbell tiene en esta serie Bond después de haber sido el responsable de su resurgimiento con ?Goldeneye?. El clásico inicio surrealista de todo largometraje de 007 se ha ideado para ?Casino Royale? con un estilo atractivo pero sin ser una genialidad. Yo he echado en falta las obligadas siluetas femeninas.En cuanto al reparto, Daniel Craig ha hecho un buen trabajo como James Bond. Y esto hay que matizarlo. Si tomamos como base el estilo consolidado que sus predecesores han dado al personaje, de caballero, conquistador, elegante, ordenado en sus actuaciones, Craig no convence como 007. Aquí es donde podrían haberse confirmado todos los malos presagios que se tenían desde su elección como Bond.Pero es que el concepto del nuevo 007 es distinto: es más duro, impasible y descontrolado. Con esta premisa, Craig ha construído un personaje muy creíble, con mucha fuerza, que sólo reconoces como Bond porque le nombran así sus compañeros de misión. Será cuestión de acostumbrarse, pero no desentona en esa línea; no obstante, me quedo con Pierce Brosnan.Las interpretaciones del resto del reparto principal no son excesivamente relevantes. M. tiene más presencia en esta película, así que Judi Dench tiene oportunidad de ofrecer durante más tiempo su arte, aunque en este caso no es demasiado destacable. Eva Green está correcta y, para mi gusto, su belleza no es comparable a otras chicas Bond (yo prefiero a la despampanante Caterina Murino, en el papel de la mujer de un terrorista a la que se liga 007. Delicatessen). Y, en cuanto a Mads Mikkelsen hace un malvado del montón, y las lágrimas de sangre son una anécdota.?Casino Royale? me ha entretenido a medias, así que conmigo no ha conseguido el objetivo deseado. Para colmo su final está intencionadamente inacabado, dando a entender que la entrega siguiente, la número 22, será una continuación de ésta. ¿Maniobra de marketing por si las moscas?.
Este no es el Bond que el público esperaba. No lo digo porque sea peor que los demás. Es que simplemente se trata de un 007 distinto, lo cual creo que defraudará a muchos de los fans más puristas.
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Es curioso observar cómo hasta el propio cine se debate entre diferentes pseudo-oleadas convertidas en moda temporal. Basta que uno lance la primera piedra para que la pantalla se convierta en un apedreamiento masivo. Como todo en este mundo, tiene sus pros y sus contras."Transamerica" juega un poco con todos esos factores que rodean a las ideas supuestamente repentinas, innovadoras, atrevidas y rompedoras. Pero, como lo que prima en la calidad cinematográfica son otros factores. sale un poco malparada. En primer lugar, los que piensen que el film es terriblemente original por, solamente, tratar de cerca el tema de un transexual, están muy equivocados. Ni siquiera es el verdadero trasfondo de la película.Lo que sí que se agradece es el atrevimiento y el desenfado con el que se toca un tema tan (posiblemente) controvertido y polémico. Pero esa es un arma de doble filo. Lo que en un principio es una especie de road-movie al uso (pero absolutamente con todos los factores vistos y manidos) con tono cómico y cierto trasfondo dramático, degenera en un sucedáneo de comedieta de enredo familiar ciertamente patético, y concluye, lógicamente, como un drama aderezado con pequeños elementos cómicos para entretener al espectador.Una evolución tan ordenada como evidente y previsible. El problema es que es un drama tan simple y tópico, cientos de veces visto en cine, que necesita una máscara divertida que lo haga un tanto entrañable. Y esa máscara, precisamente, es la que evita que la historia esté contada con la garra necesaria como para que nos pongamos en la piel de Stanley/Sabrina con toda la seriedad que lo requiere.Como decía, ese desenfado con el que se nos habla de un tema tan complicado para muchos es un punto a favor, y, realmente, puede ser así si simplemente buscas diversión en el cine. Pero viendo su escasa originalidad, es complicado ascender a la película más allá de un entretenimiento pasajero.Tenemos todos los ingredientes de las road-movies tragicómicas. La frustración de un padre/madre al descubrir la existencia de un hijo, hasta el día de hoy, desconocido. Las casualidades que dan lugar, obviamente, a que ambos coincidan y se conozcan. El viaje que emprenden, que más que un viaje es un claro McGuffin para una futura redención y un redescubrimiento de ambos.Un viaje más espiritual que físico, un viaje en el que, por mucho que Stanley/Sabrina busque el elemento que le convertirá definitivamente en la mujer que siempre ha querido ser, lo único que realmente buscará es la aceptación y el encuentro con su hijo. La historia de redención que en esencia es, no hace más que inundar al espectador en una continua sensación de "déjà vu". Los secretos inconfesables que se van descubriendo a lo largo del viaje, los traumas de la infancia que se reavivan por la intolerancia vivida frente a una opción sexual (o psicológica, no voy a ponerme a analizarlo) atípica, tanto en el entorno familiar como en el entorno social. El miedo al rechazo y al reemplazo de un hijo al que no se le dio todo el cariño requerido por su condición de transexual (aquí es el tema que nos trata, pero cualquier otro motivo o condición es válido y aplicable).Todo un cúmulo de evidencias que encarecen en demasía la calidad y originalidad del producto final.Porque no, no nos engañemos. El que se nos cuente la historia de un transexual no cambia nada. Si fuera un drogadicto, un hijo perdido, un cobarde que se va de casa porque todo se complica, o un maltratador, seguramente el film no alcanzaría tales cotas de interés público. Pasaría desapercibido, ya que es realmente lo que merecería.La historia es la de siempre. Lo único que cambia es la opción sexual de su protagonista. Pero no. Hay que aceptar que es la historia de un transexual y que por ello habrá revuelo. Y críticas injustas. Son cosas que pasan. Si por ese simple motivo tenemos que tildarla de peliculón, olvidándonos de su verdadera calidad y haciendo más caso al revuelo que provoca. yo no me subiré a ese carro.Asimismo, Felicity Huffman está bien, pero para nada tan genial como ciertos cacarean para nominarla ni anunciarla a bombo y platillo. Pelín sobreactuada quizá. Por ello, en definitiva, es una obra interesante únicamente como retrato de un transexual y de las frustraciones, miedos y prejuicios de su entorno.A pesar de que la historia y su desenfado formal estén contados en un tono tan jocoso que, en ocasiones, es un lastre que evita que nos posicionemos debidamente en la complicada piel del personaje. la correcta descripción es suficiente para que lleguemos a comprender el mensaje que trata de enviarnos. Además, hay que admitir que la inocencia, la simplicidad y la falta de pretensiones de grandeza con las que está narrada la historia es un dato a su favor. Desprende la clásica aureola de tranquilidad de las películas puramente "independientes" que hacen presencia, de vez en cuando, en cartelera y que llegan a convertirse en algo entrañable.Pero no nos engañemos. Podrá subirle algún entero, pero nunca convertirla en una gran película. Es tan tópica, repetitiva y obvia que no aporta nada nuevo. Lo único que cambia es la opción del protagonista, un cambio poco válido para elevar la calidad de un film que tiene poco que ofrecer. Entretiene, divierte y poco más. No estamos ante cine del nivel de "Brokeback Mountain" (permítaseme la comparación por el acercamiento de temas y para evitar una polémica que sería infundada, incoherente y estúpida).
Felicity Huffman está bien, pero para nada tan genial como algunos cacarean
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No he lído el libro, empezando por ahí. Por eso se que me pierdo algo básico al ver esta película, y es comprobar si el director, Tom Tykwer, junto al guionista adaptador, claro, ha conseguido captar la esencia de la novela, o al menos se ha acercado diligentemente. Ya es bien sabido que cuando nos leemos un libro nuestra imaginación fluye hasta crearnos nuestras propia película, por eso jode mucho que venga otro a destrozar ese encanto.Al menos os contaré en qué la ha cagado este film, porque las comparaciones las vais a hacer sus lectores.El fallo principal es el SILENCIO. Ojito, no es que me vayan las películas donde se cotorrea sin sentido constantemente, aunque la verborrea de Kevin Smith es de mis preferidas. Simplemente se ha pretendido trasladar a la pantalla las cientos de descripciones detalladas, minuciosas y enrevesadas que seguramente coparán el libro, y eso se traducen en imágenes, imágenes que no tienen diálogo y cuando no hay diálogos porque no puede haberlos, la cosa empieza a ponerse tediosa. Por supuesto que lo prefiero a un guión de Michael Bay, pero como lector habitual me doy cuenta de dónde me están tangando.Cada vez que el protagonista se propone perpetrar alguno de sus delitos te aseguras unos diez minutos en silencio total, y te jode soberanamente saber que en ese silencio el auor del libro te está detallando con una riqueza impresionante los olores, sensaciones, pesadumbres y deseos del protagonista. Eso no hay co** de ponerlo en pantalla a menos que sea con una voz en off, y ya sabemos que eso puede ser peor que el silencio.De la historia sabéis algo. Jean Baptiste Grenouille, nacido sin olor corporal alguno, posee un don: el de distinguir todos los olores de este mundo. Ese don será a su vez la maldición de la búsqueda obsesiva de la esencia perfecta. Si hay que valorar el trabajo, primero, del director Tom Tykwer, no tengo objeciones alguna. El director ha hecho lo mejor posible para la historia y eso es dotarla de una fotografía y una forma de manejar la cámara que te acercan de forma brillante a cómo se ha narrado esa escena en el libro, por lo que puedes intuir que ha plasmado fielmente el ambiente que exige la adaptación. Quizás lo que más le agradezco es que sea una película de un asesino y que apenas se vea una gota de sangre. El director no lo ha necesitado y eso ya me parece todo un logro, vista la adicción actual en el cine a los glóbulos rojos.El actor protagonista, Tom Wishaw, se ha encotrado con la difícil papeleta de intentar transmitir el mundo en el que se mueve Grenouille, y al menos sus ojos hacen un buen trabajo. Me creo que sea un obsesivo, porque actúa durante todo el film como tal, y está muy por encima de los demás actores de la película, ya que Dustin Hoffman no borda su mejor papel precisamente, y Alan Rickman tampoco tiene líneas como para lucirse. La pregunta sería si para los que leyeron el libro Jean Baptiste ha sido el asesino que esperaban. Yo no puedo decirlo, espero que vosotros podáis dar luz a este tema.Tengo un amigo (ese ricky) que dice que hay libros que son guiones y otros que son literatura. "El Código Da Vinci" es un guión. Cualquiera de Grisham es un guión. "El perfume" debo suponer es de las segundas, porque sé que me han omitido decenas de páginas del libro, y eso me da mucho coraje. Por el resto, ni me ha parecido el peliculón del mes ni tampoco el bodrio del año. Démosle un aprobado.
Ni me ha parecido el peliculón del mes ni tampoco el bodrio del año. Démosle un aprobado.
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Para entender y valorar esta película es imprescindible que vayáis al cine sabiendo antes lo siguiente: ?El camino de los ingleses? es una paranoia de Antonio Banderas, en el buen sentido de la palabra. Paranoia propiciada por el guionista y escritor de la novela homónima inspiradora, Antonio Soler, por el director de fotografía Xavi Giménez, y por el compositor de la banda sonora Antonio Meliveo.La unión del trabajo de todos ellos, con Banderas a la cabeza, ha dado como resultado un largometraje de autor, nada convencional, y en algunos momentos surrealista.Si se conoce de antemano este detalle, la cinta se ve desde otra perspectiva, con un chip distinto, y se juzga mejor.Por tanto, partiendo de la base de que estamos ante un producto cinematográfico absolutamente atípico, mi valoración sobre ?El camino de los ingleses? es positiva.El director/actor malagueño ha sabido relatar de manera poco habitual, al margen de los formalismos imperantes en el cine de nuestros días, pero de manera atractiva, los primeros amores, lujurias y obsesiones de un grupo de cuatro amigos, - Miguelito (Alberto Amarilla), Babirosa (Raúl Arévalo), Paco Frontón (Félix Gómez) y Moratalla (Mario Casas) - durante unas vacaciones veraniegas en la ciudad de Málaga (España) de finales de los años 70.El aspecto visual y sonoro de la película predomina de forma aplastante sobre la historia que cuenta. Éste es su sello de identidad: casi todo lo que vemos en pantalla es un juego de colores, luces y texturas, conducido con planos inusuales, con frecuencia cortos e intencionadamente descuadrados, con movimientos de cámara sin patrón y con ángulos ya olvidados en el cine actual.El continuo fondo musical y la voz en off de un quinto amigo, ?el Garganta? (Fran Perea), a modo de narrador poético, da a la cinta una atmósfera melancólica apropiada al toque dramático que se le imprime a las vidas del grupo de amigos y a su entorno.Por otra parte, el componente sexual de esta película es intenso. Sin embargo, está tratado sin chabacanería ni vulgaridades visuales (las de palabra son inevitables), con ?elegancia? y con un cuidado artístico inusual en este campo.En cuanto al reparto principal seleccionado, un acierto al cien por cien. Ninguno de ellos desentona.Alberto Amarilla borda el papel de Miguelito. Para mi ha desaparecido esa imagen chirriante que tenía de él por su personaje de Rafa en la serie ?Mis adorables vecinos?. El resto del grupo, Raúl Arevalo (el más pirao, amante de Bruce Lee), Félix Gómez (el pijo) y Mario Casas (el salido), no se quedan atrás. Fran Perea, irreconocible, se quita también su estigma de producto televisivo. Por lo que respecta al plantel femenino, es explosivo, sensual y bestialmente bello. María Ruiz (Luli), la chica de Miguelito, es un descubrimiento; acordaros de su nombre porque la vamos a ver a menudo en nuestro cine; y por lo que respecta a Marta Nieto (La Cuerpo), hace honor a su mote en la película.Para los veteranos Juan Diego y Victoria Abril caben pocas palabras. En su destacada línea habitual (aunque Juan Diego se prodigue poco).El colofón de lo expuesto lo firmó el propio Banderas al describir en una reciente entrevista de promoción concedida a la revista de cine española ?Cinemanía?, y recogida en el suplemento especial del número de este mes de diciembre, cuáles eran sus pretensiones al rodar ?El camino de los ingleses?:"Con esta película no quería medias tintas ni salvar el pellejo. Sé que me la he jugado, pero he conseguido poner mis sueños en la pantalla".Suerte, porque esta cinta cumple a la perfección con el tópico de ?o te gusta o la odias?. Es lo único convencional que se le puede atribuir.
El aspecto visual y sonoro de la película predomina de forma aplastante. Es una paranoia de Antonio Banderas, en el buen sentido de la palabra.
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Señores, estamos ante un cruce de "C.S.I.", "Enemigo Público" y "Regreso al futuro". Ahí es nada. No estaba muy seguro si la premisa principal del film era ver a Denzel Washington detrás de una trama terrorista, y al final te das cuenta que nada de nada: de lo que va realmente es de viajes a través del tiempo. Este film es una perfección de Tony Scott sobre la obra de Tony Scott: montaje rápido, acción continua y toda la estética de las mejores producciones de Jerry Bruckheimer. "Déjà Vu" es una película puramente veraniega que se ha colado en el calendario navideño, y como tal hay que verla. ¿Por qué ha sido un fracaso de taquilla?, tal vez os ayude a entenderlo tras leer esta crítica.Para seguir hablando hay que saber un poco qué cuenta Scott: El agente Carlin (Washington) se encarga de la investigación de un suceso que no os voy a desvelar. Dicho suceso es tan cruel como inexplicable, por lo que las diferentes pistas seguidas por Carlin lo llevan a un nuevo método de investigación del gobierno que proporcionará al protagonista la posibilidad de alterar el curso del tiempo?y como decía aquel, hasta aquí puedo leer.Es difícil no destripar aspectos importantes del film, ya que de lo contrario, una sinopsis muy amplia os llevaría a mirar de reojo las intenciones de Scott. Cuando asistes al desarrollo de la historia paso a paso vas entrando en lo que realmente quiere el director para el público: aceptar que la realidad puede ser tan fantasiosa como posible. Me explico y retomo el hilo de los tres pilares y referentes del film. "C.S.I.": La investigación de Carlin es tan precisa como la de los forenses televisivos, y se nota la mano de Bruckheimer en estos lares, no en vano es el creador de la franquicia catódica. Es un recurso muy efectivo, pero mi "déjà vu" comienza cuando ya he visto demasiado Grissom como para sorprenderme. "Enemigo Público": evidentemente la aparición de varios ratones de biblioteca con predilección a los monitores y satélites evoca en mí al magnífico Seth Green del film que el propio Tony Scott realizó con Will Smith y que ahora copia de forma obvia, pero claro, ¿cómo se copia cuando eres el creador del original?. Y diréis ¿lo de "Regreso al futuro"?. Imposible no recordarlo en el último tercio del film. Ya me contaréis.El tema del viaje en el tiempo es tan antiguo como el propio cine, y este film no os va a descubrir nada nuevo; sin embargo, jugar con este género conlleva que las cosas las tengas muy bien atadas hasta el final, y se podría decir que tras más de media película bastante consistente, todo se va al garete en la última media hora. Al final todo lo concerniente a 4 días y medio (ya sabréis de lo que hablo) queda reducido a un par de horas, lo cual no he llegado a comprender. Muchos cabos quedan sueltos y la resolución final viene consumada porque no hay otra manera de acabar, pero no porque todo esté explicado.Dejando aparte el siempre polémico tema de lógico o no lógico, el resto de los aspectos de la películas son indiscutiblemente entretenidos. No es una película de política o de sentimientos humanos. Denzel Washington bordó un papel salvajemente real en la magnífica "El Fuego de la Venganza" del mismo director, y ahora se introduce en lo fantástico resolviendo la papeleta de igual forma. Cuando Denzel se pone serio lo conocemos y evita el papel de poli hiperactivo con cuerpo de metal líquido. Debo reconocer que empiezo a cansarme de que lleve siempre la misma actitud de mujo en sus últimos trabajos, pero no le pondré ningún pero hasta que no sea realmente tedioso. Menos el villano del film, que está soberbio a pesar de no desvelar su identidad, el resto del casting es, como casi siempre, errático. Val Kilmer sale lo suficiente como para estar correcto, y Paula Patton es ese descubrimiento al que veremos en los próximos años protagonizando auténticos blockbusters. Adam Goldberg recoge el testigo que Jack Black y Seth Green dejaron en "Enemigo" y debo decir que este actor siempre ha sido uno de mis preferidos tras encarnar al compañero psicótico de Joey en "Friends". Un contrapunto eficiente al siempre hermético Washington.Quizás tantas películas al año me hacen un poco más puntilloso, pero a pesar de todos los agujeros que quedan al final de "Déjà Vu", no se le puede discutir que la acción te lleva en volandas hasta las 2 horas y 8 minutos que le llevan a Tony Scott contar una historia que, como buena traducción de su título, te hace recordar unas cuantas más, y por esto quizás el público dé la espalda a lo ya contado mil veces, y ello a pesar de que la mezcla, rebozo y agitado aplicado al producto termine dejándolo nuevo, nuevecito?
Estamos ante un cruce de ?C.S.I.?, ?Enemigo Público? y ?Regreso al futuro. ?Déjà Vu? es una película puramente veraniega que se ha colado en el calendario navideño.
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Sí, lo admito: he caído así de bajo. Yo, curtido en Jean Renoir, en Fritz Lang, en John Ford, he asistido a la ceremonia de la inconsciencia y he perdido hora y pico de mi vida para comprobar, quizá sea ésta la última vez, hasta qué punto puede degradarse el ser humano en aras del reclamo comercial. Admito que el salvajismo de los sketches tiene su punto de hilaridad: me recuerdan los videos aquéllos de primera, o como se llamasen, que amenizaban las cenas familiares y que se nutrían de bebés descerebrados ( por partirse la crisma, no por tener poca inteligencia, vamos ) y de mozalbetes con acné que eran grabados mientras se partían algún miembro reemplazable a beneficio de la risotada comunitaria.Jackass es una fórmula de éxito de la MTV que probablemente tenga su hueco en audiencias aceleradas, burguesas del cable, ávidas de sensaciones fuertes ya que sus vidas son lo suficientemente grises y planas, tan carentes de emoción, que precisan de este aditamento artificial para que su adrenalina no se muera en su recámara orgánica y sientan, entre trompazo y asquerosidad ajena, un plus de aventura, una excursión ( en sillón, con el mando a distancia en la mano y la pantalla lcd full 1080 a todo pixel ) a la escatología, es decir, a la mierda pontificada como expresión artística.En este hilo de las cosas, Jackass no es cine: no es una película, pero usa su maquinaria mercantilista y su proceso de facturación industrial. Este Johnny Knoxville, padre de este hijo bastardo del entretenimiento doméstico, tiene las ideas claras: es el tipo listo que ha visto en esta retahíla nauseabunda de proezas del absurdo un método fácil ( cuanto más criticado, más amortizado ) para llenar la cuenta corriente y crear en el mercado quinceañero ( ay, creo que ahí me he quedado extremedamente corto ) una golosina plenamente adictiva de carcajadas imbéciles y de chabacanería amplificada a su máxima potencia.Más: tampoco se advierte que los que graban este despropósito tengan alguna idea de cómo manejar una cámara o de cómo montar película. Todo esta deshilachado, mal terminado: pareciera que mi primo hubiese vuelto a sus dieciocho años y, cámara al hombro, hubiera grabado una tarde de locuras en la plaza del pueblo. Algo así. Amateurismo con patrocinador millonario: explotación en salas de todo el mundo.Si clavarse un anzuelo en la mejilla o ducharse con sanguijuelas es estímulo para un espectador, entonces ha muerto Alfred Hitchcock, ha muerto Francois Truffaut, ha muerto Ernst Lubitsch, ha muerto Clint Eastwood, ha muerto Steven Spielberg, en fin, todos aquellos que han contribuido a que el cine sea un arte y concite la unánime opinión, entre sus adeptos y adictos, de que la vida puede ser, sí, amable lector, maravillosa.Aquél que desee empaparse de esta sandez tremebunda, acuda, sientése, ármase ( insisto ) de un estómago como un hangar de un Boeing 707 y déjese manchar, literalmente, de oscura, maloliente y pastosa mierda. ( Había que verla para poder, tranquilamente, escribir sobre ella: he aquí la triste función del crítico de cine responsable)
Aquél que desee empaparse de esta sandez tremebunda, acuda, sientése, ármese de un estómago como un hangar de un Boeing 707 y déjese manchar, literalmente, de oscura, maloliente y pastosa mierda.
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En cierto modo, Primera plana, muy precariamente resumido, es una película de Billy Wilder, y en ella se dan cita, también muy esquemáticamente planteadas, los leivmotivs del autor, sus particulares intereses en el cine, su manera de ver la vida. Así que Primera plana contiene sentencias formidables, ironía, sarcasmo, mala leche de la buena ( no burda, no cazurra ), diálogos vertiginosos, personajes con una hondura dramática y una bis cómica a prueba de espectadores adormilados.El cine de Wilder es cine de palabras, cine de autor enamorado del diálogo como baza absoluta para enganchar a quien deja que le roben dos horas de su atención para asistir a una historia que le sucede a otras personas. ¿ Qué es el cine, sino esto ?Las palabras de Wilder las pronuncian psiquiatras tarados, sheriffs corruptos, periodistas gacetilleros de pacotilla, alcaldes patrocinados por una marca de salchichas y pobres de espíritu que no soportan la injusticia más o menos irremediable de este mundo, pero también las palabras de Wilder son pronunciadas por putas ( oficio que nunca sale mal parado en las película del maestro austríaco ), profesionales del periodismo como la copa de una sequoia, oficinistas con un corazón catedralicio y pobres de espíritu que van apartando la mierda de la vida y sacan el morro para encontrar, en el aire viciado por el hedor, un punto de honestidad, de aromas y de belleza.A diferencia de la película de Howard Hawks que da pie a ésta ( Luna nueva, 1940 ), Primera plana vive en libertad, se escribe en libertad y se filma sin el corsé homicida de los filtros de la censura de la época. Wilder enfatiza proverbialmente las corruptelas del poder.Hawks hace un film más dinámica: Wilder, en los setenta, cuarenta años más tarde, firma una obra más finamente irónica, con un calado de comedia más virulento porque el humor de Wilder hace daño cuando se escucha concentrado. Es un humor caústico: un humor ácido y corrosivo.Como quiera que Wilder fue periodista en sus años mozos en Viena, sabe de qué va la cosa y Primera plana, al hilo de esta suerte de acontecimiento vivido, se convierte en un monumento formidable a la libertad de expresión, a la nobleza del arte del periodismo y a su dignidad como oficio indispensable en los últimos ( al menos ) dos siglos, sin contar el que corre.El propio argumento es una sátira minuciosa, metódica en su simplicidad, pero contundente en la extensión de campo que alcanza. Walter Burns ( Walter Matthau ) es el director de un periódico de tirada doble y plantilla abundante, pero escasa en talento porque, a lo visto, tendrá que recurrir a su periodista estrella Hildy Johnson ( Jack Lemmon ) para cubrir el ajusticiamiento de un asesino en el presidio local. Todo se lía cuando Johnson anuncia, teatralmente, con una jocosidad inteligente y manifiestamente contemporánea, que abandona el trabajo por casarse con una concertista de Filadelfia y ganarse la vida como publicista. Despotrica contra el periodismo, conviene que la prensa sólo da lectura para un rato y que el periódico termina como envoltorio de unas raspas de arenque en un cubo de basura. Walter Burns trata, por todos los medios posibles, arteros casi todos, recuperar a su hombre para la noticia, devolverlo al oficio, evitar que se case, mayormente. Hasta aquí advertimos el guión convencional, la parte comercial, avenible a las convenciones y a los gags habituales, pero debajo, a ras de metáfora, late ( poderoso, sublime ) el desparpajo con el que Wilder retrata la función del periodista como notario de la realidad, así también muy manidamente expresado.Gran parte de lo que vemos únicamente acaece en el departamento de prensa del presidio. Desde su ventana, luego rota, se ve el cadalso. Los periodistas que allí beben, juegan a las cartas y hablan de frivolidades y de correrías antiguas no tienen escrúpulos, no tienen honestidad, no tienen dificultad en modificar la realidad a su gusto y a mayor gloria del titular pomposo y grandilocuente: vendedor.El alcalde y el sheriff son ninguneados y son una baza enorme en el guión de Diamond y el propio Wilder, sobre una obra de teatro pequeña de Hetch. Los dos son degradados, convertidos en escoria que capea ( como puede ) al poderoso gremio de la prensa ( de la seria, que la hay ) para que no aireen sus veleidades, sus pecados jurídicamente punibles.Luego está el Eggelhoffer, el psiquiatra que entrevista al reo Williams: uno de los mejores secundarios de Wilder, sin margen de duda. Rico en su perfil caricaturizado, reducido a hiperbólico remedo de Freud, al que también Wilder ridiculiza. Se cuenta que el propio Freud conoció al Wilder periodista en su Viena natal y que no tuvieron, que digamos, buena sintonía."La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad", reza el slogan del Examiner, el periódico de marras. Cine y nada más que cine, añado yo. Dios, en voz de Trueba, fue asesinado por el cine moderno, el cine menos semántico, el cine comido por la fiebre de la tecnología.En el cielo en el que no creo estará tomando notas sobre las turbiedades de los ángeles. Malos tiempos para la lírica, cantaban en los gloriosos ochenta Golpes Bajos.
Wilder enfatiza proverbialmente las corruptelas del poder. Primera plana vive en libertad, se escribe en libertad y se filma sin el corsé homicida de los filtros de la censura de la época...
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Vaya mi voto a la mejor película de animación del año a "Ratónpolis", a falta de ver "Happy feet", y teniendo en cuenta la relativa decepción de "Cars" (técnicamente increíble) o el aburrimiento de "Ice age 2: el deshielo" (¿Cómo es que fue un taquillazo en todo el mundo?).Por lo menos es divertida, entretenida y su metraje no se estira demasiado. Cuando puede empezar a cansar llegan las escenas finales y se termina. Otra cosa es que sus responsables hubieran decidido que se encontraban ante una genialidad y hayan tirado la casa por la ventana, gastándose 90 millones de dólares, más 30 en publicidad, al pasar del entrañable y artesanal barro y plastilina de "Wallace and Gromit" o "Chicken run. Evasión en la granja" a la animación generada por ordenador. Una inversión que van a tener que recuperar en DVD.Literalmente evacuado de su lujosa mansión al tirar de la cadena de un wáter, su protagonista, Roddy (voz original de Hugh Jackman en inglés, y de Fele Martínez en español), un ratón de la alta sociedad inglesa va a parar a un submundo de cloacas; una réplica en miniatura, y versión roedora de Londres.Babosas cantando.Allí descubrirá la aventura, el valor, la compañía y naturalmente el amor en los bigotes de Rita (voz original de Kate Winslet en inglés, y de María Esteve en español), una réplica, a escala ratuna, de Lara Croft.El malvado de la función es el Sapo (voz de Ian McKellen en la versión original, de Javier Gurruchaga en la doblada), un ejemplar de su especie traumatizado por un suceso de su infancia y además relacionado con el Príncipe Carlos (¡), y es que los guiños a la Familia Real son constantes, buena prueba que se trata de un producto típicamente ?british?.Tampoco podría faltar algun homenaje a Bond, e incluso, ya que aparecen convenientemente caricaturizados norteamericanos y sobre todo franceses, al inspector Closeau en los trazos de Rana (Jean Reno, voz original). Y hay más, pero sin abusar, a Nemo, a Frank Capra?Aunque lo mejor está en los personajes secundarios como un bobalicón y enorme matón, o especialmente las apariciones de unas babosas cantarinas, al más puro estilo The Platters, que igual se atreven a entonar el "Bohemian like you" de los Dandy Warhols como el "Proud Mary" de Tina Turner o el "What?s new Pussycat?" de Tom Jones.Aardman vs. Dreamwoks.Y, ¡aleluya!, la comicidad, no por sencilla, resulta estúpida, ni las escenas de acción, a toda marcha, sea en barco, batidora o tostadora reciclada; se hacen monótonas. Incluso hay trompazos y golpes hilarantes. ¿Quién me iba a decir eso a mí? Enemigo acérrimo como soy de las caídas fáciles.Lo curioso es que "Ratónpolis" sin ser para nada intelectual o compleja, sinó más bien al contrario, un digno ?divertimento? para niños y adultos, haya roto la alianza de la Aardman Features con la Dreamworks Animation, controlada por el poderoso Jeffrey Katzenberg. No sólo por unos resultados en taquilla tibios, sinó porqué Katzenberg quería incluir un humor más "americano", facilón y con guiños a otros títulos de la factoría Dreamwoks, como "Shrek" o la menos memorable "El espantatiburones".Lo de Katzenberg es visión de negocio, lo de la Aardman más artístico y un posible acuerdo con la Disney/Pixar quizás nos depare momentos de mayor gloria.
La comicidad, no por sencilla, resulta estúpida, ni las escenas de acción, a toda marcha, sea en barco, batidora o tostadora reciclada; se hacen monótonas.
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Tienes que entrar en el juego. Si lo consigues, disfrutarás como hacía mucho tiempo. Si no, puede que acabes abandonando la sala (eso pasa por dudar entre Brick y ¿Por qué se frotan las patitas?) Brick, la ópera prima de Rian Johnson es un conglomerado de noir por elque asoman Houston, Welles, Hawks, Chandler o Hammet y que protagoniza uno de los chavales de Cosas de marcianos, es decir, todo un experimento. Y el experimento resulta ser un noir de los de toda la vida, con su mujer fatal, su criminal en la sombra, su detective privado duro como la roca y su inteligente ayudante y un constante Chinatown presente en toda la cinta (véase el ataque con cuchillo y las tiritas en la nariz del protagonista) En Brick hay también un poco de Elephant, con su insti (la escuela de cine donde estudió el director) y con sus freaks adolescentes y, sobre todo, con su rodaje: 20 días de duración. Durante ese tiempo Johnson prohibió al elenco el visionado del cine de gángsters, pero si les recomendó la lectura de Chandler o Hammet y vistos los resultados los chavales se metieron de lleno en ella tanto como el propio director.Digo arriba que tienes que entrar en ella desde el principio, porque puede resultar chocante (aunque no sé la razón, en una película puede pasar cualquier cosa, ¿no se trata de eso?), porque ver a los chavales de American Pie actuando como los señores de Chinatown (por ejemplo) puede pillarte por sorpresa.Un gran acierto del film es demostrar que, ante todo, esos personajes, tanto los (anti) héroes como los criminales, son estudiantes de instituto que viven con sus padres y que, además de la obvia presión por el tráfico de estupefacientes y el asesinato (son criminales) tienen que preocuparse por las faltas de asistencia a clase, y eso es divertido, original y sorprendente.Lo cierto es que lo único que tiene de high school es el propio instituto y a los alumnos, porque los diálogos y las situaciones son 100% Noir, llegando a ser a ratos tan densa como cualquier otra peli de género de hace cincuenta o sesenta años. Es comprensible que la cinta se pudiese ver en Sitges, porque es tan pura (hablando de noir), que parece scifi, esas formas de hablar (¿Estás seguro de que quieres estar seguro?) y esos métodos: el universo de Brick es un micromundo particular que el director se ha inventado y que es tan real como absurdo (la madre de The Pin sirviendo leche a los "amigos" de su hijo, el jefe de estudios hablando al protagonista como si estuviesen en una comisaría en lugar de en el despacho de la escuela.)Los actores están estupendos, sobre todo esa revelación que es Joseph Gordon-Levitt, que crea un Brendan que poco tiene que envidiar a Sam Spade, un "tirillas" con aspecto de empollón debilucho pero que por recursos y cabezonería es casi casi una máquina de matar, cosa normal por otro lado, porque de no ser así posiblemente terminaría bajo tierra. Lucas Haas es The Pin, el hombre detrás del crimen, un personaje un poco excesivo, pero fundamental, representa una conexión entre el mundo que se crea el director y el nuestro de una manera que ni siquiera puede el protagonista, del que solo vemos el despertador de su casa: The Pin vive con su madre y en el sótano tiene una habitación donde representa el papel de padrino de la mafia de los chavales de veintitantos.Emile de Ravin (Perdidos, Las colinas tienen ojos) es el personaje que desencadena los acontecimientos y Nora Zehetner es la femme fatale. Shaft, quiero decir Richard Roundtree interpreta al jefe de estudios. Una peli divertida pero densa, lenta pero rápida, original pero fotocopia. Muy buen cine de hoy en día. Un 8´75.PD: Muy mal los cines Alphaville a pesar de la "remodelación".
Tienes que entrar en el juego. Si lo consigues, disfrutarás como hacía mucho tiempo. Divertida pero densa, lenta pero rápida, original pero fotocopia. Muy buen cine de hoy en día.
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Por si acaso la navidad no fuese una época cargada de tradiciones de todo tipo, hace ya bastantes años que la industria americana del cine aporta su granito de arena dedicándose a bombardearnos con comedias románticas que se estrenan durante estas fechas. Suelen ser películas de guión sencillo, final predecible y saturada de chascarrillos escasamente ingeniosos, en las que la vida de los protagonistas, encarnados casi siempre por caras conocidas, cambia radicalmente en un tiempo récord. Nancy Myers ya demostró que dominaba el género con títulos como Cuando menos te los esperas o En qué piensan las mujeres, y The Holiday pretende seguir la estela de éxito y aceptación social que supusieron sus trabajos precedentes. Pero no nos engañemos; nos encontramos ante un filme en el que se recurre a todos los tópicos existentes, a la sensiblería más extrema y a la que ni siquiera la más que decente interpretación de Cameron Díaz, Kate Winslet y Jude Law es capaz de dar el más mínimo viso de credibilidad y calidad. Con una trama simple, un desarrollo lento y absurdo que aburre al más pintado y una buena dosis de frivolidad en el tratamiento de las cosas, The Holiday es una producción que parece haber sido hecha copiando y pegando escenas y diálogos de otras películas, y lejos de ser emotiva, llega a provocar la hilaridad del espectador en las escenas supuestamente tiernas, mientras que las cómicas no consiguen arrancar ni el más mínimo atisbo de sonrisa. Para colmo de males, la presencia del siempre abyecto y grotesco Jack Black, contribuye a hacer más desagradable el visionado de este millonario despropósito. Para olvidar.
Con una trama simple, un desarrollo lento y absurdo que aburre al más pintado y una buena dosis de frivolidad en el tratamiento de las cosas, The Holiday es una producción que parece haber sido hecha copiando y pegando escenas y diálogos de otras películas.
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Cuando asistimos a un espectáculo de magia, muchas veces tenemos miedo de enterarnos del truco y dejar atrás esa aura de misterio que envuelve a todos los juegos de magia. Pero en El Ilusionista, tanto el príncipe de Praga como el cuerpo de la policía del lugar están obsesionados con descubrir cuáles son los secretos que esconde el mago Eisenheim (Edward Norton). Y es que sus trucos son tan espectaculares que parecen fruto de algún extraño poder sobrenatural.La historia empieza, como es imaginable, con el mago Eiseheim mostrando sus habilidades artísticas en el escenario, con un público encandilado ante sus misteriosos trucos. A partir de aquí, la película se desarrolla en un flashback que explicará los inicios del protagonista como mago desde su infancia hasta su éxito.Desde que era un adolescente, Eiseheim estaba enamorado perdidamente de Sophie von Teschen, (interpretada por la inexpresiva Jessica Biel), un amor correspondido que se ve truncado pero que vuelve a avivarse años más tarde. Como son personas de distinta clase y condición social vivirán una relación clandestina al más puro estilo de Romeo y Julieta. Se ven obligados a separarse y se encuentran cuando son adultos pero la bella Sophie era ya la prometida del príncipe de Praga (Rufus Sewell). Todo serán impedimentos para el mago puesto que tanto el príncipe como el policía intentarán a toda costa descubrir sus trucos. Pero la historia de amor es el elemento menos desarrollado y que prometía más desde un principio. Quizá el hecho de que la película esté narrada desde el punto de vista del personaje del detective policía interpretado por Paul Giamatti genera un distanciamiento del espectador con respecto a la pareja, de manera que tras un inicio prometedor, cuesta hacerse cómplices de su pasión y sentir empatía por los personajes.Pero no se trata sólo de una historia de amor y magia sino que básicamente es una película de suspense en la que el espectador se preguntará si todo lo que está viendo es real o es producto de la ficción creada por el mago. Con la muerte de uno de los personajes, la historia tomará caminos de intriga policial, de aquellas en la que el espectador puede jugar a adivinar quién es el asesino.En el plano técnico hay que destacar una banda sonora y una ambientación cuidadas al detalle que consiguen recrear a la perfección la atmósfera de luces y sombras que se vivía en la Viena del año 1900. El guión es correcto aunque sufre algunos altibajos: después de un prometedor inicio llega a un punto de inflexión de estancamiento narrativo que se prolonga hasta casi el final. Un final, que aunque puede llegar a intuirse, no deja de sorprender. La historia se resuelve bien de forma que en el puzzle de la película, todas las piezas acaban encajando a la perfección.Dejando a un lado las posibles carencias, el público que más disfrutará la película será el que esté dispuesto a dejarse llevar, y creer que las maravillosas ilusiones creadas por el mago tienen algo de realidad. Si dejamos a un lado la lógica llega un punto en el que no nos cuestio-naremos los trucos y podremos disfrutar plenamente de los espectáculos de magia. Una historia entretenida, un drama amable sin más pretensiones que entretener cual espectáculo de magia y que consigue notablemente su propósito. La historia ejemplifica la eterna lucha entre la lógica (la razón) y la emoción, la ilusión. Pero, tal y como se plantea en la película, ¿en la ilusión estará la verdad?
No se trata sólo de una historia de amor y magia sino que básicamente es una película de suspense en la que el espectador se preguntará si todo lo que está viendo es real o es producto de la ficción.
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Aplaudo los riesgos en las puestas en escena, a los directores capaces de echar mano del lirismo visual para respaldar sus historias y, así, escaparse de las convenciones de la, casi siempre efectiva, narrativa clásica. Pero entiendo que acudir a encuadres rebuscados, a ralentizaciones de imágenes o al rodaje de secuencias oníricas debe estar justificado y debe engarzarse en el conjunto del filme con suavidad. Al Antonio Banderas director le gusta asumir riesgos como demuestra en esta cinta en la que usa fórmulas narrativas diametralmente opuestas a las vistas en sus trabajos como intérprete. Se le notan las tablas de un alumno aventajado que ha aprendido en la mejor escuela posible, la del cine americano, pero quizá le falte el necesario comedimiento para equilibrar forma y contenido. A El camino de los ingleses, una cinta que narra una historia convencional desde un punto vista nada convencional, le lastran unos excesos visuales que quizá, de haber estado más contenidos o de haber sustentado una historia de mayor calado, habrían completado una película redonda. Pero, lamentablemente, el resultado del segundo trabajo como realizador del malagueño se ha quedado a medio camino.El camino de los ingleses es un retrato introspectivo de unos jóvenes cuyas vidas atraviesan por el trance que media juventud y madurez, una etapa de elecciones, pero, sobre todo, de renuncias empujadas por el gélido choque con la realidad. Al protagonista, Miguelito, le cambiará su visión de la vida un hombre culto que conocerá en el hospital durante su comparecencia posterior a una operación de riñón. Este hombre a las puertas de la muerte le mostrará a Miguelito el camino hacia un mundo interior al que le dan acceso lectura y poesía. A su salida de la clínica se reencontrará con su mundo, con su trabajo en una ferretería y con sus amigos de una barriada malagueña de finales de los 70. Pero en la relación con ellos algo ha cambiado. Está decidido a ser poeta y se lo repetirá a cuantos vea mientras pasea su inseparable ejemplar de La divinia comedia de Dante. Su pandilla de amigos también pasa por dudas existenciales de dispar calibre, pero comparten con Miguelito el afán de éste por sentir la vida con la intensidad centelleante de la juventud que aún atesoran. Es decir, que frente una realidad que les repite machaconamente lo poco que son y lo poco que llegarán a ser, ellos se agarran como a un clavo ardiendo a sus sueños.La elección de un reparto de actores jóvenes y poco conocidos es también una decisión arriesga que, en este caso, sí ha sabido aprovechar Banderas por la implicación que denotan todos ellos en cada secuencia. Alberto Amarilla, de conocido pasado televisivo, y un gran Raúl Arévalo, ya descubierto en la notable AzulOscuroCasiNegro, encarnan los principales papeles masculinos, mientras que la debutante María Ruiz y Marta Nieto asumen el peso del reparto femenino. Además, secundarios de lujo como Victoria Abril o Juan Diego completan un trabajo actoral que, en general, raya a gran altura. De igual modo sucede con la partitura compuesta por Antonio Meliveo o con la preciosista fotografía firmada por Xavi Giménez. Ambos elementos, junto al montaje de la cinta, los estéticos encuadres de algunos planos o la reiterada inclusión de secuencias oníricas, convierten la cinta en una personal apuesta que Banderas quizá no haya sabido contener lo suficiente. Como decía al principio, es de agradecer la ambición de originalidad que rebosa toda el trabajo del malagueño, pero tanto afán poético convierte el conjunto en un envoltorio de lujo demasiado frío.
Es de agradecer la ambición de originalidad que rebosa toda el trabajo del malagueño, pero tanto afán poético convierte el conjunto en un envoltorio de lujo demasiado frío.
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Hacía ya bastante tiempo que no veía en el cine una película que me gustara. Quiero decir que me gustara de verdad. También hacía bastante tiempo que esperaba el estreno de "El castillo ambulante" (o "Howl's Moving Castle, o "Hauru no ugoku shiro"), la última película de Hayao Miyazaki. El viernes la estrenaron, el viernes la ví nada más volver del Congreso, y ya no puedo decir que haga mucho tiempo que no veo una película que de verdad me haya gustado.Antes de nada, un par de datos: cuando se habla de este hombre a menudo se le menciona como "el creador de Heidi o Marco". O se le mencionaba, porque desde hace algunos años (sobre todo gracias a "La princesa Mononoke" y "El viaje de Chihiro") ha empezado a ser conocido para el gran público (entre el que me incluyo). Como se puede ver en mi lista, "El viaje de Chihiro" es una de mis películas favoritas. En 2002 ganó el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín -convirtiéndose, creo, en la primera película de animación premiada con este galardón-, y en 2003 obtuvo el Oscar a la mejor película de animación.Bien, dicho esto, prosigo. "El viaje de Chihiro" es una película mágica, en la que cada escena es una sorpresa. En realidad, y como bien me dijo Guizmo en su momento, es una especie de "Alicia en el País de las Maravillas" a la japonesa. La primera vez que la ví me gustó tanto, que cuando terminó me fastidió no poder seguir con la historia. Por eso, tenía muchas esperanzas puestas en "El castillo ambulante" y, como suele ocurrir cuando esperas mucho de algo, un poquito de miedo de que me decepcionara. Por suerte, no fue así. En un artículo de Supernovapop leo que la película "ha sido calificada como una obra menor dentro de la carrera de Miyazaki". La verdad, no tengo ni idea de quién ha podido decir algo así, y no es una opinión subjetiva, porque está nominada a los Oscar.En cualquier caso, digan lo que digan, "El castillo ambulante" es una historia fascinante y llena de fantasía. Nunca sabes qué es lo que va a suceder a continuación, y eso es todo un placer. En cuanto a los protagonistas, ¿qué puedo decir? El demonio Calcifer, el espantapájaros con cabeza de nabo, la Bruja de las Landas y la propia Sophie, convertida en anciana, son personajes geniales.
Historia fascinante y llena de fantasía
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Hace varios días que ya habíamos ido a verla Soraya y yo, pero aun no me había motivado lo suficiente para escribir algo sobre la misma. Por que parezco tan pesimista, pues por que la película es una decepción. No al nivel del director, el equipo técnico o los actores. En todos esos casos, es lo que cualquiera que haya visto otras películas de Tony Scott, o de Denzel Washington puede esperar. Trabajan tal y como hacen habitualmente, con su nivel de calidad y su forma de actuar o dirigir a la que estamos acostumbrados. Asi que es una película bastante ágil, con acción, con Denzel haciendo su papel de bueno (tiene el de malo, para otras historias) y luchando por salvar a la chica. Aspectos destacables son la actuación de Val Kilmer, que va mejorando con los años, la escena de la explosión (que hemos visto ya en el trailer) y la forma de rodar de Scott. Pero todo esto se queda en nada, si todo lo construyes sobre una base defectuosa. Una película de viajes en el tiempo, camuflada de thriller, necesita un guión solido, sin demasiados errores, o al menos que vaya conectando todas las historias, las motivaciones de los personajes y sus acciones de forma de que acaben encajando al final. Este no es el caso. Parece que el guionista solo pensó en hacer una historia de viajes en el tiempo, donde al final el protagonista salva a la chica, y si hay que hacer estupideces para conseguirlo, incluyendo estropear toda la historia anterior, pues se hace y ya esta, que lo que importa es que la película acabe bien. No voy a meterme en la cantidad de estupideces en cuanto a las teorías del viaje temporal, ojo, no respecto a la ciencia conocida, sino respecto a las teorías que cuentan en la propia cinta. Ese es el problema, el guionista, o el equipo de guionistas no mantienen una coherencia en ningún momento, las escenas van sucediéndose según le apetecen al director, con la única justificación de que queden bien, sin importar la historia. Un desastre, vamos. Al ver Deja Vu entiendo porqué se pagan tantos millones de dólares por un buen guión, cada vez escasean más.
El guionista no mantiene una coherencia en ningún momento, las escenas van sucediéndose según le apetecen al director, con la única justificación de que queden bien, sin importar la historia.
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De entrada, esta es una película de miedo: todo está pensado para producir miedo. La baza consiste en ocultar durante casi el completo metraje la naturaleza del mal: no sabemos hasta los últimos minutos qué amenaza persigue a la pareja protagonista. Mejor hubiera sido no saberlo nunca: o saberlo desde el principio no ya para habernos ahorrado los ochenta minutos de cinta sino para no aburrirnos tanto. Ellos aburre. La película se enfanga en unas pretensiones artísticas que no merecen crítica desfavorable alguna. Todo está bien escrito: las imágenes, el crescendo en el miedo, el clímax final. La historia convence visualmente, pero esa escritura fílmica notable no está sustentada por un guión que verdaderamente atraiga. Se está deseando de que la cosa concluya: saber qué hay detrás de los ruidos, de los silencios. Y al final, cuando lo sabemos, consentimos la idea de que no ha merecido la pena montar tanto fuego artificial para una traca final tan leve.Sin ánimo de destripar esa traca, leve, ya digo, el amable lector debe, no obstante, dedicarle esos ochenta minutos. Se aburrirá soberanamente, sentirá que a lo mejor al final todo es una tomadura enorme de pelo, creerá que afuera, en la calle, llueve o hace sol o los coches hacen una sinfonía con los cláxons o que una rubia calón monta un pollo porque su novio le acaba de confesar que está con otra, más rubia y más cañón. Todo eso se le puede pasar por la cabeza, pero hay que darle una oportunidad, aunque sea para acelerarnos con ese sprint que toman los protagonistas, la pareja súbitamente despertada en su casa, una casa enorme, insólita, increíble, es decir, no creíble, por unos ruidos que acaban llevándolos literalmente al horror absoluto. Diríase que los directores han hecho un inventario rápido de clichés del género y los han metido en una tourmix: el batido resultante es Ellos y tiene sabores apreciables, aunque el regusto final es áspero, soso, pobre. No han pasado diez minutos y ya no tenemos los taninos golosos, la boca aromatizada por tanta emoción malograda.
Los directores han hecho un inventario rápido de clichés del género y los han metido en una tourmix: el batido resultante es Ellos y tiene sabores apreciables, aunque el regusto final es áspero, soso, pobre.
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Era muy fácil que Ficción, con unos mimbres tan sencillos, cayese en la autocomplacencia, en ese mirarse el ombligo en el que muchas películas de este calado intimista caen. Y Ficción lo evita casi siempre: el lirismo que vemos, esa limpieza de sentimientos, es sincero, pero abruma, en ocasiones, y uno se siente cohibido ante esta despliegue formidable de emociones tan a ras de epidermis, de personas ( que no personajes ) tan honestas con su vida. Ficción explicita como pocas películas que yo haya visto la dificultad del ser humano para manifestar el amor, para dejarlo fluir y no controlar los efectos de su fuga. Cesc Gay es el director retratado en el film: un Eduard Fernández inconmensurable, convertido ahora, no tengo duda, en un actor de fundamentos solídisimos, capaz de levantar, por sí, una película en este cine español nuestro, tan necesitado de aditamentos, de añadidos superfluos. Es la historia de un hombre que huye de la ciudad y se refugia en la casa de campo de un amigo. Es la historia de una reconciliación: la de un hombre consigo mismo. Entonces Ficción no se articula como historia clásica, sino que va transcurriendo con mansedumbre y son las palabras, los gestos, los silencios, las miradas ( sobre todo ) las que levantan el film. El guión es brevísimo: no tiene casi carnaza. El mérito de que salgamos del cine con la impresión de haber visto una película y no un aburrido concatenamiento de conversaciones de cuarentones en una casa de campo es el pulso poético de un director en racha ( En la ciudad, su anterior film era también una notable película, o Krampack ) y de un elenco ( se dice así, pero la palabra me suena a starlettes en una escalera de un musci hall, a ver, qué vamos a hacer ) en absoluto estado de gracia ( y esto último me suena a San Juan de la Cruz rematando un verso en trance místico, en la soledad metafísica de su retiro ).No sabemos si el director que busca inspiración y paz espiritual encuentra alguna de estas carencias. Importa poquísimo. Lo que halla es el amor: y lo reconoce inmediatamente. En el fondo, la historia de amor es triste. Y la película: una tristeza remansada, agradable, contenida y casi cálida que nos hace preguntarnos, sin la estridencia de la urgencia, por la vida, por los estímulos que nos hacen soportarla, disfrutarla, temerla, en ocasiones.Cine recomendable en estos tiempos de vértigo y de confusión estética, aunque choque que los personajes, salvo el del veterinario que hace Javier Cámara, hablen esporádicamente en catalán. Serán cosas de la política, y esto es una página de cine. El propio Gay se sintió "consternado" cuando la distribuidora le vino a obligar a doblarla al castellano de forma íntegra. En fin, ésta es una página (insisto) sobre cine y no podemos, por extensión, al tiempo, por ganas, meternos en esos vericuetos.
Ficción explicita como pocas películas que yo haya visto la dificultad del ser humano para manifestar el amor, para dejarlo fluir y no controlar los efectos de su fuga.
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Darren Lynn Bousman, director de Saw 3, declaró en su día que esta nueva entrega del thriller que trajo de cabeza a medio mundo allá por 2004 agradaría tanto a los fans del terror psicológico de "Puzzle"(algo que predominó en la excelente primera entrega) como a los fans de la matanza desenfrenada que marcó la pauta de Saw 2. La pregunta es: ¿Podríamos decir que Lynn Bousman estaba en lo cierto? La respuesta es que?casi.La primera entrega de Saw hizo realmente méritos a la hora de presentar una trama solidísima, apoyada casi en un cien por cien en la construcción de sus personajes. Saw 2 se alejó algo de este concepto para presentarnos personajes poco tridimensionales, al mismo tiempo que potenciaba aquello que, en su antecesora, apenas aparecía: las muertes y las mutilaciones. Resumiendo: lo que ántes era mas bien macabro, en esta entrega se convirtió en algo gratuito. El resultado no fue del todo malo, pero estaba claro que no llegaba ni a la suela de los zapatos de la primera.En Saw 3 podemos encontrar elementos de las dos anteriores. El número de personajes importantes en escena disminuyó notablemente y el guión-una vez más firmado por Leigh Whannel, uno de los protagonistas por cierto del primer filme-dio cabida a ambos conceptos. La trama sigue igual de rocambolesca y llena de secretos, sin olvidar las inevitables referencias a tramas anteriores; es por eso que aviso que si no vísteis las dos primeras, prácticamente no os vais a enterar de nada. Intentad ver las otras antes para no perderos en medio de tantas referencias. Pero claro, si el guión le devolvió a los personajes la profundidad psicológica, los errores cometidos en Saw 2 también campan a sus anchas por aquí. El resultado final es que Saw 3 es superior a la segunda cinta, aun todavía distante de aquella primera aparición de "Puzzle", el asesino que, si lo vemos con detenimiento, no llega a serlo. La historia, como se menciona en los párrafos anteriores, tiene muchas conexíones con las (des)venturas anteriores del señor "Puzzle". Sería imposible desmenuzar todas las subtramas sin destapar cualquier sorpresa, así que si quieres descubrir las cosas por ti mismo, te aconsejo que no sigas leyendo. Vuelve a estas páginas cuando salgas del cine.Si continúas aquí, sigamos pues. Antes de nada, una breve introducción para quien no esté muy familiarizado con el universo de la película: "Puzzle" (interpretado por Tobin Bell) es una especie de asesino en serie que tiene el peculiar hábito de secuestrar a la gente e involucrarlas en unos "juegos" cuyo objetivo es salir con vida. El que no consigue terminar el juego de la forma correcta, muere?y si lo concluye(obviando los hematomas, algunas mutilaciones y algunas secuelas físicas y psicológicas) sale vivo aprendiendo a valorar de nuevo el hecho de poder vivir. Técnicamente "Puzzle" no puede ser acusado de asesinato, ya que no se ensucia las manos matándolas, su "modus operandi" es fabricar armas y artilugios para que las propias víctimas se maten (o no) solas. Lo paradójico de todo es que "Puzzle" se considera un salvador, un hombre cuyas ideas macabras acerca de la muerte sirven para redimir a la gente.En Saw 3 hay dos nuevas "víctimas" y la novedad es que una depende de la otra para terminar con éxito su juego. La primera es Lynn, una doctora que está dedicada exclusivamente a su profesión, dejando de lado a su familia y considerada la mejor de su especialidad ? lo que la lleva hasta "Puzzle", que está al borde de la muerte. Raptada por él, Lynn es oblicada a mantener su agonizante existencia cueste lo que cueste: un collar lleno de bombas alrededor del cuello está conectado al monitor de ritmo cardiaco de su captor. Si él muere, Lynn también lo hace. Pero hay una esperanza. "Puzzle" sólo quiere vivir hasta que otro juego llegue a su fin. Dicho juego alternativo está protagonizado por Jeff(Angus MacFayden, a muchos os sonará de "Alias"), padre de familia que, abandonado por su esposa, sólo vive para matar al indivíduo que, borracho, atropelló y mató a su hijo. Jeff despierta dentro de una gran caja de madera y, cuando consigue salir de ella, se ve atrapado en una casa-laberinto. Tiene que seguir las pistas facilitadas por "Puzzle" para avanzar y llegar al final del desafío, donde finalmente se verá cara a cara con el sujeto que mató a su hijo. Aunque no debemos dejar de lado a uno de los elementos más presentes en toda la trilogía: el personaje de Amanda, pupila de "Puzzle" y presente durante las tres entregas. Básicamente lo expuesto arriba podría considerarse la línea central del argumento. Hay otras cuestiones por explicar, pero tampoco se trata de destriparlo por completo. En cuanto a la dirección de Darren Lynn Bousman, he de decir que exagera muchísimo los manierismos técnicos. El montaje está como acelerado y algunos movimientos de cámara son demasiado vertiginosos, teniendo la sensación de que algunos momentos pasan con demasiada rapidez. Otro problema es lo que yo llamo "El complejo de Scooby.Doo": con cada revelación sorpresa, el director repasa para el espectador todas las escenas que en su momento dieron pistas para dicha revelación, para mostrar que todo estaba allí pero nosotros no lo veíamos. Es como si Lynn Bousman tuviera miedo de que el espectador no entienda la historia y por eso se siente en la obligación de explicar las cosas con todo detalle.Resumiendo: personalmente no considero que el tal "Puzzle" merezca ser elevado a la categoría de "dios del crimen". En la primera parte, no pasaba de ser un loco peligroso con aspiraciones mesiánicas. En la segunda, el guión trataba de encasillarle el papel de "mente brillante", de hombre incomprendido por la sociedad , del estilo de Hannibal Lecter o John Doe y en esta tercera queda como una mezcla de ambas, pero sin concretar claramente. Tampoco es que importe mucho, la verdad."Saw 3" queda dignamente representado como un thriller tenso, con un par de escenas realmente delirantes (la escena de la operación y la de los cerdos licuados) y con un final también digno para el loco asesino "Puzzle". Sólo espero que la productora, Lionsgate, no haga más entregas de la saga, ya que con este broche lo deja todo atado y bien atado que no da margen a ni una sola secuela más, pero claro, cuando una cinta produce tanto dinero, ya se sabe ?
Espero que la productora, Lionsgate, no haga más entregas de la saga, ya que con este broche lo deja todo atado y bien atado que no da margen a ni una sola secuela más, pero claro, cuando una cinta produce tanto dinero, ya se sabe...
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Definitivamente es una buena película, con un gran mensaje que dar, pero no para los pequeños, al menos no para pequeños de 4 años. Eso sí, a ellos les mantiene entretenidos y pendientes de la pantalla.En esta ocasión los creadores han conseguido contarnos una historia que llega a conmover a los más adultos, y que entretiene a los más pequeños, que ven incrédulos como a sus mayores se les hace un nudo en la garganta.En cuanto a los detalles técnicos de la película, destacar que las mezclas de las imágenes reales con las de animación, se suceden de una forma tan natural que a penas se perciben las partes en las que están intercaladas las unas y las otras.No me extraña que Prince decidiera regalar sus temas a la banda sonora de la película. De todos modos pienso que esta iniciativa suya tiene más de marketing que de altruismo, aunque la intención cuenta.Finalmente, y tras ver que nuestro joven crítico ha salido de la sala intentando algunos pasos de claket que no consiguió coordinar, segun él por que no había hielo, calificaremos la película de muy buena.
Finalmente, y tras ver que nuestro joven crítico ha salido de la sala intentando algunos pasos de claket que no consiguió coordinar, segun él por que no había hielo, calificaremos la película de muy buena.
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Esopo, La Fontaine, Iriarte, a los tres les gustaba hacer hablar a los animalitos para emocionar a los humanos, generalmente a costa de moralejas. Las moralejas están pasadas de moda, esos rabos secos, cenizas de cigarrillo, como las llama Juan Ramón, ya no gustan. Los bichos de los dibujos animados nos entusiasman con sus peripecias más que con sus lecciones.Mumble Happy Feet, empieza siendo el patito feo. En un mundo de pingüinos cantores, él no sabe cantar, sabe mover sus pies. ¿Aprenderá a cantar y será un pingüino más o demostrará la valía de su arte individual? Vale, acepto que el desenlace estaba cantado. Pero la película ofrece muchas más cosas. "Happy Feet" no sólo es digna de verse porque supere el rollo de la moraleja. Es interesante por el trasfondo social. Hay un conflicto entre los pinguinos cantores y otra raza más pequeña que está doblada por cubanos. Y el conflicto está narrado en forma músical. Los pinguinos cantores hacen baladas, mientras los pequeños traen mambo y ritmos latinos. Así que los líderes de la tribu se escandalizan y defenestran a los elementos corruptores de la manada. Aquí se inicia el peregrinaje del héroe, un esquema narrativo que no ha dejado de funcionar desde la Odisea.La lectura del final es la más moderna, habla del poder de la comunicación para cambiar sociedades y transformar el mundo.Son muchas cosas para una hora y media, y a un módico precio. Lo único que nos pide la película es que olvidemos lo que son todos esos bailes y canciones: son el resultado de una tradición, que empieza por Fred Astaire pasa por los Beach Boys los Blues y Michael Jackson y llega a Ricky Martin. No son voces que salen de dentro de cada pingüino y con las cuales expresa su interior.
Mumble Happy Feet, empieza siendo el patito feo. En un mundo de pingüinos cantores, él no sabe cantar, sabe mover sus pies. ¿Aprenderá a cantar y será un pingüino más o demostrará la valía de su arte individual? Vale, acepto que el desenlace estaba cantado.
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Aun reconociendo que nunca he sido un gran seguidor de las aventuras del joven mago, debo admitir que Harry Potter es uno de los grandes fenómenos sociales de principios de siglo. Por una parte, los libros de Rowling han conseguido iniciar a millones de niños en la lectura, que en los tiempos que vivimos ya es bastante. Y por otra, las adaptaciones cinematográficas de sus novelas han arrastrado a masas ingentes de no tan niños a las salas.Esta cuarta entrega podría ser la traslación más fidedigna del libro en el que se basa, aunque quizás por eso le falte cierta conexión entre sus escenas, lo que conlleva que a ratos nos dé la impresión de ser una suerte de relatos que se suceden, en vez de un todo. El hilo central gira, como supongo que muchos ya sabrán, en torno a la Copa Internacional de Quidditch, un torneo de magia para tres escuelas y el regreso de Aquel-Que-No-Debe-Ser-Nombrado.Es la primera vez que un director inglés, Mike Newell (Cuatro bodas y un funeral), dirige una película de esta saga, y se nota en muchos aspectos, como la manera de marcar el tempo del filme. Eso sí, por si a alguien le quedaban dudas, debo decir que esta no es una película especialmente apropiada para los niños, al igual que sus predecesoras. Por lo demás, se agradecen las escenas de acción, llenas de épica, salteadas con estupendos efectos especiales y con unos diálogos de considerable altura. Daniel Radcliffe (Harry Potter) sigue creciendo como actor (evidente es su crecimiento físico), y la presencia de Ralph Fiennes contribuye a dar lustre, una vez más, a las andanzas del joven mago. No es perfecta, no es una maravilla, pero es más que suficiente para tenernos pegados al sillón durante sus más de dos horas y media de duración.
No es perfecta, no es una maravilla, pero es más que suficiente para tenernos pegados al sillón durante sus más de dos horas y media de duración.
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Parece que la vida de Casanova es una de esas fuentes inagotables de las que se abastecen las productoras y los directores para hacer una versión detrás de otra. En esta ocasión, el encargado de ello ha sido el sueco Lasse Hallström, quien ya ocupara este espacio hace unos meses con "Una vida por delante" y que posee una larga trayectoria en la industria americana con célebres títulos como "Chocolat" o "Las Normas de la Casa de la Sidra".Para llevar a cabo su trabajo, que no debemos olvidar que se trata de una comedia ligera y no de una película histórica, ha contado con un interesante reparto, encabezado por Heath Ledger (Brokeback Mountain, El Secreto de los Hermanos Grimm o Destino de Caballero), Jeremy Irons (qué decir de este gigante de la interpretación) y Sienna Miller, quien acaparó portadas el año pasado al ser víctima de la infidelidad de su pareja, Jude Law, con la niñera. Esta vez, el maestro de la seducción y el disfraz se encapricha con una joven escritora veneciana que dedica su tiempo y esfuerzos a repartir panfletos feministas. La sorpresa, sobre todo para él mismo, surge cuando Francesca lo rechaza, lo que provocará la indignación del personaje, que intentará superarse a sí mismo urdiendo un plan detrás de otro para acercarse a su amada. Especial mención merece, como casi siempre que actúa, Jeremy Irons, que interpreta magistralmente a un villano de la época. Con todo y con eso, a la película le falta un poco de dinamismo, lo que puede ser debido a la escasa costumbre de Hallström de dirigir comedia, ya que siempre se ha movido más cómodo en géneros más profundos y trascendentes, aunque en el fondo subyace una crítica a la hipocresía moral de aquellos que perseguían a Casanova por libertino cuando realmente, parece que era más envidia que otro sentimiento el que despertaba en ellos, clérigos y burgueses ultraconservadores de cara al mundo y depravados en la intimidad. De cualquier modo, para pasar un buen rato, es una opción aceptable.
Le falta un poco de dinamismo, lo que puede ser debido a la escasa costumbre de Hallström de dirigir comedia, de cualquier modo, para pasar un buen rato, es una opción aceptable.
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Puede que tuviera uno de esos días tontos, en que sin esperar demasiado, te dejas llevar y convencer. El caso es que he disfrutado mucho con esta historia llena de ilusión y magnetismo que sin grandes pretensiones, entretenie, que ya es bastante.La peli comienza con una función de magia en un teatro, y a continuación con un largo flashback que ocupa casi toda la historia. Luego vuelve al punto de comienzo y es en ese punto donde tiene lugar para mí el momento más mágico de toda la cinta. Ese último número me puso los pelos de punta y no dejé de sonreir.He leido varias críticas de la peli, y a cada cual peor. Sin embargo no estoy de acuerdo. Yo sí me creí los personajes, gracias a un Edward Norton capaz de convertirse en un mago de personalidad desbordante y me convertí en un espectador más de sus números de magia. Creo además que éste es el gran acierto. Numerosas secuencias a media luz (como la sala del propio cine), espectación ante la ilusión del número y admiración por su belleza.Admito que puede resultar simplona, pero es que no creo que tenga grandes pretensiones, sino la del propio objeto de la magia, entretener, y lo consigue con creces, ambientado con el misterio y el romance de época justos.Pero gracias a la componente subjetiva inherente a toda expresión artística habrá unos a quienes no convenza e incluso aburra, y otros que se acomoden en la butaca y se dejen embaucar por una bella ilusión que en mi opinión merece la pena.
Puede que tuviera uno de esos días tontos, en que sin esperar demasiado, te dejas llevar y convencer. El caso es que he disfrutado mucho con esta historia llena de ilusión y magnetismo.
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La película trata de una chavala adolescente que trabaja de sombrerera. Un buen día, al salir a la calle, la asalta un espigado y misterioso muchacho, que es perseguido por unos amorfos seres de color negro y sombrero. Tras volar huyendo de los perseguidores, ella vuelve a su tienda, donde la espera una especie de señora gorda. Esta, tras enfadarse con la chavala, la lanza un maleficio por el cual se convierte en anciana, obligándola a buscar a Howl para que le pueda quitar el encantamiento. Así explicada parece muy rara, pero no es tanto.Bueno, lo de siempre, animaciones muy curradas e historias bonitas. Lo que más me gustó es que la niña, al pasar a anciana, lo lleva con toda naturalidad, ahorrándonos el previsible intervalo en el que lucha por volver a ser joven. Los personajes son harto curiosos, teniendo a un diablo del fuego que oculta un secreto, a un espantapájaros con cabeza de nabo, a un niño que es el único normal, a la bruja gorda que luego se deshidrata y parece Jabba el Hut (el de la guerra de la galaxias), al propio Howl que no se sabe muy bien la lucha interna que se trae y a la adolescente - vieja que tiene su cosa. La historia vuelve al estilo del castillo de Laputa o el viaje de Chihiro, no llegando a ser tan buena como la última pero mejor que la de Laputa.Resumiendo, que si sois tremendos fans de la saga, os gustará mucho, sino, esperaros a que la saquen por fascículos y la compreis junto a una película manga que nunca vereis. Yo personalmente, desde mi punto de vista de fan, la recomiendo fervientemente. A los chavalillos posiblemente les guste, aunque puede dar algo de miedo.
Las comparaciones con Chihiro son odiosas
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Uno de los estrenos navideños con más que probable éxito. No en vano al frente está el australiano George Miller, creador y director de "Babe, el cerdito valiente". Si bien algunos ya sabéis de mi debilidad por el cine de animación infantil, siendo objetivo, tiene historia, música, humor. entreteniendo tanto a niños como adultos. Y gracias al enfoque del baile (es casi un musical) aporta algo nuevo y viejo a la vez, de los clásicos de animación.No es una peli puramente infantil al estilo de Ice Age, sino que como he dicho, el baile es la piedra angular de la misma, como elemento de comunicación, y con el trasfondo de la famosa frase de Chaplin: Sé tú mismo e intenta ser feliz, pero ante todo, sé tú mismo. Hay cosas en la historia del patito feo, de la peli Billy Elliot, de Darty Dancing, en cuanto al baile, pero luego deriva a la heroicidad propia de los protagonistas de estas historias, todo ello con algo de crítica social en cuanto a las comunidades de hispanos y los elementos diferenciadores.El final se vuelve algo inocente y utópico, pero aparte de buenos chistes, las canciones y números musicales ya merecen por sí solos la pena. Eso sí, tiene uno que ir con la mente de niño para poder disfrutarla, porque si no, las casi dos horas a más de uno se le hará larga.
El final se vuelve algo inocente y utópico, pero aparte de buenos chistes, las canciones y números musicales ya merecen por sí solos la pena. Eso sí, tiene uno que ir con la mente de niño para poder disfrutarla.
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