País
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| Título
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| Lecturas
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| Poema
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|
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España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | A los cincuenta me nacieron alas | 15,111 | A los cincuenta me nacieron alas.
Dejaron de pesarme los senos
y los pensamientos que cargaba desde niña.
A las alas les enseñé a volar
desde mi mente que había volado siempre,
y comprobé desde el aire
que mientras yo anduve dormida tantos años
alguien trabajaba afanosamente
recogiendo plumas para hacer esas alas.
Tuve suerte de que cuando estuvieron hechas
me encontraron despierta en el reparto. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Anduvo pidiendo en todos los países | 10,483 | Anduvo pidiendo en todos los países,
tenía hambre y frío.
Acabó vistiéndose con una gran bandera
y comiéndose el mástil.
Fue detenido, naturalmente
y en el calabozo, por fin, le sirvieron sopa
y le dieron una manta. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Auschwitz | 1,046 | Cada día nos despojan de algo.
Nos quitan las casas que tenemos que seguir pagando.
Nos quitan el trabajo sin derecho alguno.
Nos recortan la sanidad para hacer aeropuertos sin aviones.
Nos quitan maestros que nos enseñen a pensar
a exigir nuestros derechos.
Nos quitan el derecho a protestar en las calles.
Nos quitan a los jóvenes que han de buscar el futuro lejos.
Lo suficiente será arrancarnos los brazos
porque saben que abrazarnos nos da fuerza. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Cansada de vigilar la máscara | 1,069 | Cansada de vigilar la máscara, la mujer
se sienta al final del día frente al espejo.
Una a una va quitando las arrugas,
las líneas amargas que cercan la boca,
eleva los párpados, limpia con un paño,
húmedo las canas, levanta los pechos,
sacude del cuerpo los kilos de más.
Luego se acuesta en la cama, a llorar.
Se pregunta por qué no viene a acunarla
su madre. Es tan joven, está tan desnuda
y tiene tanto, tanto frío. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Contemplación | 12,361 | Contemplación
Destila la hoja la humedad nocturna,
aún no existe, como tal, la gota.
Comienza a condensarse el agua,
resbala delicada por el borde,
pesa lo suficiente, nace
y en es instante exacto
se derrama, cae, desaparece
su efímera existencia.
Sin embargo, al caer, su sonido
serena el atento oído del viajero,
su golpe sobre la superficie del lago
producirá círculos concéntricos
que moverán la orilla lejana
y el movimiento llegará hasta el fondo
donde un grano diminuto de arena
cambiará para siempre de lugar. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Cómo aprender a volar | 1,271 | Me gusta la brevedad,
me dijo
sólo te amaré
lo que dure la vida. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | El gato de mi vecina | 1,206 | El gato de mi vecina me mira desde un estrecho alféizar en la ventana de un octavo piso. Es la primera visión de la mañana. Me mira con sus ojos alargados y verdes en medio de un grumo de pelo blanco y permanece quieto, como si fuera de porcelana. Abajo, un patio, también estrecho, de baldosas rojas y una caída profunda como la vida. Me pregunto por qué se atreve a sentarse en ese borde peligroso, por qué instinto primario se arriesga a la libertad de mirar tejados. Nos parecemos bastante, a mí también me gusta bordear los límites del patio en el que vivo. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | En 1895 nació mi abuelo | 272 | En 1895 nació mi abuelo,
trabajó para el amo por la comida
y un par de alpargatas al año.
En 1932 nació mi madre,
trabajó para una manada de búfalos
y luego para la "señora".
En 1952 nací yo
llevando a cuestas estas y otras genéticas.
Para mí la Historia de España es esto. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Este empeño mío | 1,008 | Este empeño mío
de nacer cada mañana,
me costará caro.
El mundo no soporta,
así como así,
que alguien se resista
a unirse a los adultos,
a los que saben más,
a los que dirigen mejor,
a los que “crecen”,
a los que medran,
a los que pueden.
No soporta
a alguien que se resista
a esa especie de muerte
que ellos llaman vida. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Estudia, estudia | 1,086 | Estudia, estudia
o terminarás fregando escaleras.
Desde niña la amenaza, el miedo.
Ahora, que sí friego escaleras
porque lo elegí, parece,
miro alrededor y veo
a muchos de los que entonces estudiaron
en qué vertederos andan metidos.
Otros aparecen en la prensa salmón,
es cierto, es cierto,
pero no sé cuál de las dos cosas
me parece más triste.
En las escaleras que friego
me puedo mirar la cara |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Hay que escribir manifiestos | 808 | Hay que escribir manifiestos,
documentos solidarios,
contra la barbarie de las guerras,
hoy no se pueden escribir poemas.
Los presidentes de las naciones,
los jefes de las tribus,
los gurús de las iglesias,
todos claman indignados,
todos sienten profundamente
el dolor de los que mueren,
la vergüenza de los que sufren,
la injusticia de los asediados
y mientras tanto, a oscuras,
para que nadie los vea,
se van desangrando solos,
un puñado de insignificantes
en cuyas tumbas no habrá ni nombre.
enero 08 |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Hoy no puedo escribir poemas | 907 | Hoy no puedo escribir poemas
hay una parte del mundo sin luz,
hombres que asedian a otros hombres,
los que fueron víctimas son verdugos.
Hoy escribir algo
me parece el más estúpido esfuerzo,
quizás convenga leer.
Pero leer qué…
las letras de la historia
se vuelven en contra nuevamente.
enero 08 |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | I | 680 | Daría cuanto tengo, cuanto soy,
cuanto seré y cuanto tuve,
por abrirte de nuevo el corazón
y dejarte entrar a saco en él.
Sólo quiero saber que habrá más noches,
que volverán tus manos a las mías,
que desnudarás la ternura con ternura
y que tu boca se abrirá camino de nuevo
a los angostos rincones
donde silenciamos el miedo a los silencios. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | II | 685 | Tendría que escribirte un poema.
Un poema blando como el pan de cada día
y azul como el mechón de mi pelo.
Uno que te atara a mi piel
y que dejara en la tuya
palabras de porcelana.
Tendría que usar las letras
de un alfabeto sin inventar,
las notas de un pentagrama,
las sílabas de los silencios,
los acordes de un corazón latiendo.
Tendría que escribirte un poema
que no olvidaras nunca,
un brevísimo poema de arena
derramándose por los espacios
que dejamos al besarnos
sin apenas rozarnos los labios,
un minúsculo poema
que durmiera siempre en tu pupila
mientras yo no estuviera en ella.
Pero no sé escribir poemas de amor. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | La medida de mi madre | 13,017 | No sé si te lo he dicho: mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta
donde poder querernos. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Las meninas en tus ojos | 10,039 | Hay días que se respiran a bocanadas
pero se encuentran versos a bocajarro.
Días oblicuos que se viven a destajo
y días líquidos que se escapan a chorros.
Hay instantes que parecen vidas
y vidas fugaces como un suspiro.
Hombres que parecen tristes gatos
sorteando tejados con nieve
y hay gatos con siete vidas
que maúllan, en celo a todas horas,
como algunos hombres de nevadas tejas.
Hay veces que todo parece azul
y veo las Meninas en tus ojos,
en cambio hay rachas
en las que se cierran los museos
y sólo están abiertas las tabernas de putas,
las oscuras y frías sacristías
y algunas avenidas sin nombre,
o con nombre de guerra… |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Lugar de encuentro | 12,099 | Acostarme y subir las escaleras
que me llevan derechas a tus brazos
y después ya veremos lo que pasa,
porque hay noches que el sueño se desvela
y tardan tus manos en llegarme
y no me quitas la ropa en el rincón
y no me besas la boca con carmín.
Cuando eso ocurre, yo me desespero
y llamo a urgencias en los hospitales
de tus ojos vacíos que, ayer noche,
me he encontrado tirados en la esquina
de la calle donde siempre han vivido:
en el portal que da paso a mis pechos
y una cuarta debajo de mi ombligo. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Mi abuelo no salió de su pueblo | 821 | Mi abuelo no salió de su pueblo.
El pueblo tenía cuatro casas,
cuatro calles, cuatro caminos,
cuatro vecinos, cuatro perros.
No había en él ni obispos, ni ministros,
ni putas, ni altos cargos,
no había empresas, ni banca, ni iglesia había.
En realidad no salió nunca de su molino.
Ya es casualidad que por aquel lugar,
remoto y olvidado,
acertara a pasar la vida.
Mi abuelo hablaba poco, pero sabía mucho,
todo lo aprendió mirando la muela
que, implacable, con el mismo eterno movimiento,
machacaba siempre el grano, hasta hacerlo polvo. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Mira si es dura la piedra | 446 | Mira si es dura la piedra
sin embargo permite
que una pluma deje su huella impresa.
No será tu corazón más duro que la piedra,
te perderías la belleza de la pluma.
El tiempo ablanda las piedras
y los corazones, por fortuna. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | No necesito un hijo que me quiera | 10,470 | No necesito un hijo que me quiera,
ni que sea feliz, ni hermoso,
ni que triunfe y me sonría,
ni un hijo que me cuide,
me proteja, me tutele.
Necesito, simplemente,
un hijo que me sobreviva
y al que poder amar hasta el final.
Si me faltara,
¿qué haría yo con tanto amor
como me crece para él
cada mañana? |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Parchís | 12,420 | Los políticos juegan al parchís,
juegan a la oca, al ajedrez,
juegan.
Sacrifican peones, damas,
tiran otra vez
y se comen una roja
mientras la azul se cuenta veinte.
Repiten la tirada.
Del laberinto al treinta, se aseguran
y a río revuelto ganancia de pecadores.
Desde sus torres de marfil
viven como reyes
y nunca caen en la cárcel.
De puente a puente
cabalgan sus caballos,
esquían en Baqueira
y si alguna vez caen en el pozo,
aún les quedan peones para rescatarlos.
Los políticos, ya se sabe,
tienen mal perder,
por eso, de vez en cuando,
hacen trampas para seguir ganando. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Persigo la sabiduría | 433 | Persigo la sabiduría:
Saber qué madera arde
en el fogón vecino
mirando el humo que destila.
Saber por qué prefieren
las abejas obreras
el azahar o el brezo.
Esa sabiduría de mirada
constante, callada, sin prisa,
a un anfiteatro vacío de aplausos
y a veces en ruinas, acaso. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Podría haberme emborrachado | 7,759 | Podría haberme emborrachado
de ansiolíticos potentes
o de vodka barato.
Podría haberme enganchado
a la coca, a las telenovelas
o al chocolate.
Podría haberme hecho adicta
a tus ausencias
a tu malquerer, a tu dolor,
a tu lista de contraindicaciones,
pero preferí averiguar
qué eran los dos bultos
que me nacían en la espalda
y echarme a volar. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Si me hubieran leído poemas desde niña… | 331 | Si me hubieran leído poemas
desde niña…
nunca habría dejado de ser niña… |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Suéltate el miedo | 637 | Suéltate el miedo y déjate crecer la vida.
Recuerda que en tu hambre mandas tú.
Recuerda que sólo a ti te perteneces
y que el mundo es tu casa.
Que el dolor del otro
a ti te ha de doler
porque si no es así
tú también estás muerto.
Levántate tantas veces como te llame la vida,
tantas como te palpite el corazón de los invisibles.
Recuerda que los brazos sostienen, abrazan.
Cuando dudes cuál es tu revolución
pregunta a los que nadie escucha.
Cuando quieras saber a qué has venido al mundo
y adónde debes ir,
coge su mano y déjate llevar a su terreno.
Sólo ahí te reconocerás,
soltarás tus miedos
y te dejarás crecer la vida.
Porque sólo la vida puedes perder
y ésta es la única certeza
que puede hacernos fuertes. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Un bastón de acebuche | 319 | Un bastón de acebuche
al sol de la tarde,
para que no se caiga
y me impida seguir tu sombra. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Viaje a Rumanía | 12,144 | Las oscuras promesas de cada primavera
sobrevuelan tejados.
Un policía mira las rebajas.
Una enlutada mujer pide limosna
sentada en la puerta de un banco,
cien euros tienen la culpa.
Decido viajar a Rumanía
sin moverme de casa.
Nunca me habían besado de ese modo
y unos ojos azules tan hermosos,
no debieran llorar.
Enfrente, en la puerta del super,
otra mujer pide ayuda.
Hombres encorbatados sudan
la hipoteca, el crucero.
Decido no hacer vacaciones,
el mar encorbatado no me sienta muy bien.
Un niño bebe agua
en la misma fuente en la que todos
nos lavamos las manos. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Yo que siempre bailo con la más fea | 7,904 | Yo, que siempre bailo con la más fea,
que arrimo el ascua
a la sardina del que nunca pesca
y que salgo a la calle
con un libro de poemas en la mano
por si se hace de noche,
por si levanta el cierzo,
por si se pone a tiro el tirano de turno
y tengo que hacerme ver
(yo, la invisible),
me ando preguntando últimamente
quién dice ser el dueño
de esta barraca en la que nos subieron
porque quiero que sepa
que tengo libre accesoa una voluntad libertaria
y a una idea fatal:
la de que aquí cabemos todos. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | Yo fui una niña mujer | 348 | Yo fui una niña mujer y ahora soy una mujer niña. Cuando debía jugar a las muñecas ya sostenía niños de verdad en brazos y me perdí el asombro de descubrir que la vida es un infinito modo de caminar. Ahora que debería sentir los brazos cansados, como me nacieron alas, ando volando por encima del mundo que me fue negado y desde el aire puedo ver los atajos que, ahora sé, llevan al mismo lugar. |
España | 1952 | Abad de la Parte, Begoña | ¿Y si el día no fuera…? | 7,614 | ¿Y si el día no fuera…?
¿Y si el día no fuera
un perro mojado de rocío?
Pudiera ser un perro
tumbado tripa arriba
en la solana de tu sonrisa
o tal vez lamiéndote los ojos.
Me gusta que el día
se adentre en mí
como tu voluntad se abre paso
entre mis pechos
y ancla, después,
como un barco sin rumbo,
entre mis muslos
que se abren como una ensenada
en medio de la mayor tormenta
que nos habita hoy. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | De que estimes tan humana | 13,820 | De que estimes tan humana
el librito de El Discreto
mi voluntad te prometo
que ha quedado muy ufana.
Tu décima soberana
parto de tu discreción,
es pasmo a todo varon,
tal que el mundo viene a creer
que debe de descender
del cielo tal perfección. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | La Mitología | 11,600 | La Mitología
baja en tropel la escalera.
Van quedando limpios los desvanes.
Los inocentes abundan más que los niños.
Inocentes terribles.
Inocentes callados, y dolorosos, muertos.
Yo no soy uno de ellos.
Ser un testigo es poco valimiento.
Tener remansos es una vergüenza.
“Todo animal se busca su cobijo”.
Algo más que animal. Pero no es cueva
ni cobijo, ni choza,
ni bastaría celda.
Ni la palabra basta, nunca basta
frente al pedazo celular inerte.
Justicia y sinrazón pasan de vuelo. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Media noche era por filos | 13,654 | Media noche era por filos
las doce daba un reloch
cuando ha nagido en Belén
un mozardet como un sol. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Por qué aún no me detienes | 12,607 | Por qué aún no me detienes, sombra
callada al borde de esta hora.
Mi curva es tan pequeña,
tan corto el aire que a mi paso quiebro.
Tan solo el esqueleto
que en lenta marcha se acomoda al suelo.
Sería tan sencillo
dejarme resbalar por la pendiente
del polvo de tus eras,
dejarme descansar donde los templos
de siglos acumulan
pasiones que ya fueron.
De mi prisión quisiera
sacarme, destruir la permanencia
sin nombre que bascula.
Perdí la llave, se olvidó la muerte
de colocar en mí su cerradura. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Quisiera ver | 8,960 | Quisiera ver
los que suelen componer
estos libros de pastores,
donde todo es primavera,
flores, árboles y fuentes. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Recorro el parloteo de las hojas | 12,534 | Recorro el parloteo de las hojas,
pestañeante lluvia en flor de harina
que me abre en perspectiva repentina
la morada real en que te alojas.
Me invitas, y me siento entre las rojas
paredes de tu estancia masculina
donde en el ajedrez de tu retina
se juega el batallar de mis congojas.
Se juega, y no descansa de azotarme
la certidumbre de saberte herido,
ya muerto en el ayer de mi mañana.
Caballero en tu alfil, vienes a darme
la vuelta al manuscrito del olvido
porque es ya despertar, hora temprana. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Soneto | 11,668 | Ideal es la palabra incomprendida
que no deber, ni amor, ni pensamiento
efímero y fugaz. No es como el viento;
es gota pertinaz y repetida.
Ideal es la expresión enaltecida
de los grande y eterno; es el aliento
volitivo incapaz de agotamiento;
es “ego” que supera la dormida.
Esperanza –tan azul y tan fríaporque
es fuente de interna algarabía
y supremo dominio de sí mismo.
Ideal, que desde el fondo del abismo
nos acercas a Dios: ¡son tus senderos
titilantes escalas de luceros! |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Soneto a la muerte del principe Baltasar | 13,323 | Lapidario sagaz, duro diamante
labra, resiste firme al golpe fiero,
tíñelo en sangre y pierde aquel primero
rigor a la labor menos constante.
Contra Carlos el mal no era bastante,
que queda al golpe cual diamante entero,
tíñelo en sangre amor, y el mal severo,
sujeta con amor aun hijo amante.
El mal lo agrava y el amor lo aflige,
aquél pide remedio, éste no tiene,
y quien conoce aquél a éste no alcanza.
No rige el mal, que amor de madre rige,
y Carlos por amor a perder viene
la vida en flor, y España la esperanza. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Soneto a un retrato de la reina nuestra señora | 10,877 | Retóricos pretenden los colores
persuadir a los ojos su fineza,
ícaros siendo a la mayor alteza,
que del arte aniquila los primores.
Pero al amor acuden por favores
para poder copiar una belleza
temiendo de lo hermoso la grandeza,
que, aunque anima, fulmina mil rigores.
De Mariana mirando el candor puro
el Cuarto Sol de España en el traslado,
reverberando en sí las luces bellas
de la que es de su amor puerto seguro
(y con ser mucho menos lo pintado),
no han de ser más seguro las estrellas. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Soneto a una penitencia | 13,164 | A Fenisa aplicaba el labio y boca
al párpado siniestro con cariño,
Anarda, y acechándola el dios niño,
a envidia fiera el caso le provoca.
Las flechas arrojó y con furia loca
dijo: “Piérdanse ya las que yo ciño,
pues con pena mortal el pecho tiño
en rabia tal que en ansias le sofoca”
Apellida venganza el dios alado,
nuevas armas previene en su defensa,
ostenta su poder y rabia ardiente
y dice: “Pues Fenisa me ha abrasado,
Anarda misma vengará mi ofensa
lastimándola el párpado su diente”
SONETO CONTRA LAS MUJERES
Soberbio el huracán y embravecido
se muestra con las nubes justiciero.
Altivo, con sus olas, el mar fiero
riquezas y valor ha sumergido.
Del voraz elemento esclarecido
es cruel el fulgor más lisonjero.
Y de Telus lo grave y lo severo,
por inconstante, viene a ser temido.
Iras ostenta, si feroz, altiva,
con su saña, la fiera venenosa
(tal muriendo porque nadie viva).
Pero furia más fiera y ponzoñosa
es la ira de la mujer esquiva
que es sierpe, es furia y amistad dañosa. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Soneto funebre | 9,255 | Canten tu amor, ¡oh príncipe glorioso!,
en los remotos términos de España,
pues tu cariño y tu fineza extraña
te previenen aplausos de dichoso.
Timbre será que te haga más famoso
porque el materno amor que te acompaña
turismo ser ilustra en tanta hazaña
como es morir de amor tan cariñoso.
Tu muerte fue de amar, como se ha visto.
Tanto puede en tu pecho una memoria
que aún no te libra del amor previsto.
¡Oh príncipe leal!, tu fe notoria,
prémiela de su mano el mismo Cristo
dándote la corona de su gloria. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Sr. don Juan Vicencio de Lastasona I | 10,927 | Sr. don Juan Vicencio de Lastasona, muy señor mío.
Merced divina y humana
ha sido enviarme El Discreto
y de verdad os prometo
he quedado muy ufana.
Es obra tan soberana
y tanta su discreción
que llega a hacer un varón
tal, quel mundo viene a creer
del cielo ha de descender
quien tiene tal perfección. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Sr. don Juan Vicencio de Lastasona II | 11,816 | Del cielo la perfeción
sólo pouede descender;
así lo he llegado a creer
viendo en ti tanto varón.
Admira tu discreción,
que la que s más soberana,
si la alcanza, queda ufana.
Yo de verdad te prometo
te venero por discreto,
mas no es mucho, soy humana. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Su voz siempre canora | 12,631 | Su voz siempre canora
escribe en prosa agora
hazañas de las hijas de Bernardo
fragantes más que mirra y más que nardo
y más claras también que las estrellas
pues de sus resplandores lucen ellas.
Goce Casbas el premio de esta gñoria
y la Aurora los lauros de su historia. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Viene el sueño a taparme | 12,379 | Viene el sueño a taparme
redondo, una vez más, mi vida entera.
Sin fondo, más sin fondo, hacia la tierra,
mirilla de la estrella,
piedra sonora, arroyo
clavado, transparente
se escapará mi pozo.
Atrápalo mañana en las afueras. |
España | 1602-1685 | Abarca de Bolea, Ana Francisca | Vísperas de aquel my hombre | 13,261 | Vísperas de aquel my hombre
que, sin hilar, murió aspando
la más sazonada vida
para el tejido mas alto. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Baldío | 13,556 | Un declinar
como si
los chicos
se desmembraran
Algo resucita en calma
viene
salva
¿globos, barcas…?
Quién tuviera el tono mejor
para decirlo tan frágil al alba
(aquí siguen con
las manos vacías
esta es su casa tiritando…) |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | La rIVera musical | 108,375 | I
"islas, sólo islas,
con formas de vida más deseables”
susurraste
tendido en la mañana…
elegí una canción y pregunté
“¿reina de corazón o de diamante?”
me contestaste con un ideograma
dando vuelta el dado hacia el dos
jugamos un backgammon infinito
te lo dije
con palabras pulidas por la brisa
más quieta, entre trizas
de silencio…
recreo el momento y descubro
una flecha fatal entre la espuma
de repente el horizonte gira, se deshoja
el sol hasta quedar empañado
de sal y ceniza
nuestro espejo empalidece si espero
hasta llegar a otro puerto
somos la marea y el faro abandonado
por aves que emigran o cambian
su osamenta…
pero el vaivén de las olas nos mantiene
por arriba del tiempo
en uno de esos pétalos flotantes
mandala oscuro
nuestras pisadas en la arena
huellas que no pueden separarse
ni siquiera del viento.
II
ante un furtivo anuncio de verano
la luna insana
se oscurece y me empuja
a volver a buscar esa copa
que dura cada vez
una sola noche rara…
recorro hacia atrás el jardín,
nuestra única marca
es aquel pétalo blanco
sobre la hierba, y el cielo
que alcanza en ese punto
su máxima altura
caigo en espirales de recuerdos
como una piedra al río
y luego la corriente me regresa
a este cuerpo estremecido
por el vértigo de aquellas
amapolas al viento.
III
una mujer en el muelle
con los brazos abiertos
ante viajes inconclusos
mi alma precaria
que hoy no sabe
la música barroca
de dónde viene tanta soledad
“¿y qué son esos peces tirados
boqueando,
sobre la playa?”
bordeo la costa y su reflejo
parece espectral
temblor
de trazos de tiza
en el agua…
“son tus creencias y las mías
mira cómo suben
y qué lindo
cuando caen…”.
IV
merodeo alrededor de una foto
el cielo se curva y me suelta
sobre un cráter
ese mirador donde la luz estalla
y la luna nos envuelve en el abrazo
de un solo destello
a espaldas del mundo que nunca
gira menos miserablemente
y vuelvo a sentirme muy feliz incluso
si te amo a la distancia…
cuando no se distingue el horizonte
y te oigo a través caracoles
practico zambullidas por abajo
de las olas más brillantes
artilugio entre gaviotas volando
para encontrarse
garabateo las palabras mar y fuego
sobre el blanco de la hoja
hasta que ya no tenga punta el lápiz.
V
desde el río morado del recuerdo
brotan dos aves en fuga
hacia aquella playa desolada
donde perdura
un verano perfecto y su luz
impenetrable
busco el mar en secretas canciones
de un disco mal grabado
la caricia sonriente del solsticio
esa respiración bailada
entre mis labios
las estrellas saltan de su esfera
recreando la rompiente
con su música tan justa, que hablar
sería superfluo…
VI
ni el río disuelve la sal
ni el sol desaparece
pero este paisaje se abstiene
de consolar a los cuerpos
que perdimos
las letras, esquiva materia
crían misántropos
“daría mil mares a cambio
de un páramo”
resuena adentro de tronco hueco
el eco
de mi voz escarchada
por la remota y brusca lejanía
del mar en el recuerdo.
VII
entre rápidas gotas, la belleza
de esa luz indecisa
un secreto guardado en la uva
que me diste en la boca
nos despierta con una tormenta
en medio del jardín…
la cascada de tu risa prospera
en mi cuerpo y se dilata
hasta ser absorbida por la pena
a la hora del rocío…
“espinas en torno a una fuente
desconocida”, cada palabra
o pensamiento que se nos enrula
lejos de toda intención, indica
tal vez que deberíamos
sólo bailar.
VIII
la sonrisa pura del instante
y el lamento por su fugacidad
en lágrimas que ascienden
te busco entre miles de equipajes
flotando a la deriva
la inquietud del deseo acaricia
la profunda superficie
de otro oasis clausurado…
veo sal en los haces solares
el puerto que no fue y la bruma
entresueño sospechoso
la desconfianza
esparce impermanencia…
y amanezco rodeada de esquirlas
de estrellas de mar
ahora las olas arrojan reliquias
brilla su encanto suntuario
en la cresta, sin melancolía
difusas o nítidas, no saben
del amor sino lo que se ignora
y su filo soberano.
IX
mientras tu alma recorre la pared
a través de la hiedra
esta noche de otoño, mansa
flota como un alga y espera
ese vértigo fijo del sol
la cadencia de aquel atardecer
en variaciones de una filigrana
enigmas trasparentes
ajada pero sin sonar a roto
ninguna melodía más que esa
reaparece, por la isla de náufragos..
¿podemos aún ser la espuma
y darnos otro mundo a ritmo
de pulsaciones?
que los granos de arena nos dejen
con un instante, y otro, y otro
en la miel de un ahora propicio
y dulce cada vez.
X
elegía de dolidas notas breves
cuando vimos despuntar el alba
a través de tu ventana
la hierba consiente la fuga
y se abre a nuestros pasos
nos tomamos las manos un instante
aventurado, definitivo
ese eterno verano pendiendo
del hilo invisible
“el acto claro en el momento claro…”
no se sabrá como pasó
sólo un lirio en un jarrón de vidrio
a lo largo de la distraída ribera de enero
invariable desde entonces. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Los tambores en la noche | 10,874 | Los tambores en la noche,
parece que siguieran nuestros pasos…Tambores que suenan como fatigados,
en los sombríos rincones portuarios,
en los bares oscuros, aquelárricos,
donde los ceñudos lobos
se fuman las horas
plasmando en sus pupilas
un profuso motivo de rutas perdidas,
de banderas, de mástiles y proas.
Los tambores en la noche son como un grito humano.
Trémulos de música les he oído
gemir,
cuando esos hombres que llevan
la emoción en las manos
les arrancan la angustia de una oscura saudade,
de una íntima añoranza,
donde vigila el alma dulcemente salvaje
de mi vibrante raza,
con sus siglos mojados en quejumbres de gaitas. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | O tambores al fondo | 13,252 | O tambores al fondo
O claridades de sol de la mañana
O nebulosos fríos de montaña.
La canción imposible
Crucifica mis ansias bajo un gotear de hieles.
Y, en el mástil de todas las angustias,
Flamea mi vida, como los gallardetes,
Erguida de deseos, cautiva de los vientos.
He sentido un retoñar de alas.
Alma adentro,
Una sed de dilatadas lejanías
Que me impulsa a beber todo el azul del cielo,
A hundir, como un náufrago, los brazos
En mi ancha quimera sin orillas.
(La canción imposible
se ovilla y desovilla, enredada
en el alma).
Si acaso floreciera –tal vez alguna noche-
Como un grito desnudo sediento de horizontes,
Aquella canción enigmática
Que mi corazón desconoce,
La escribiría con sangre.
Vieja canción imposible
Que crucifica mis ansias,
Misteriosa de ensueños, mi canción sin palabras.
Tambores en la noche |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Plaqueta neptuno I | 22,104 | Como si lo tocara con la punta de los dedos
-apenas- con ese filo liso, soberano
de lo que no comprendo
recorro la floresta
hacia atrás.
Indigna de tanta maravilla
encuentro tus palabras
y escucho a lo lejos respirar
al gato que es la noche de la noche y sólo tiene
contemplaciones blancas.
Abro la mano y el silencio del agua
alcanza
su máxima quietud en los bordes
y se extiende “despacio” hasta el centro.
La hierba se abre: real
recibe mis pasos
las líneas del camino parecen sonreír y muy pronto
seremos nada
Algo empieza a asomar de las semillas
que dejaron los pájaros
¿veo un asiento de piedra acaso para rendirse?
La tarde
ya cae pero el brillo
del brillo flamea todavía
sobre el pasto:
mercurio
llevado y traído
ligero en tus palmas abiertas
sin saber. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Plaqueta neptuno II | 18,433 | No sé como pasó, encuentro
un lirio en un jarrón -
a lo largo de la larga ribera
cada noche, desde entonces
Aquel aprendizaje sucedía
por todos los rincones
-una aceituna, una almendra
un cuadrado de queso que me dabas
en la boca
Sabrás que tus manos siempre fueron
implacables
silvestres o como provenientes
de un reino muy antiguo
No sé cómo pasó, me temo
que no supe fijarme
-y apostaría a que tampoco
te diste cuenta.
Mirabas la luna y eso es casi
lo único que entiendo
del cielo
Me soplabas las pestañas y
un olor a eucalipto desataba
mis ojos como un continente
liberado
Tal vez nos uniera un hilo blanco
palabras discretas y mullidas
resonancias
tal vez fue la luz invertida
el sol, la quemadura blanca
terrones
sobre la cama
Ser feliz en los brazos de alguien
lo que asombra callado en su evidencia
espontánea
caricias ligeras, risas
suaves y flotantes
-¿cuántas mañanas como esas
se nos conceden?
Hubiera dado todo por estar a la altura
de aquella porcelana china
Lo hubiera dado entero y sin embargo
no tuvimos la suerte
¿Alguna vez te detuviste ante un campo
tras la cosecha?
¿Queda algo más
que el lirio
después de un huracán? |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Plaqueta neptuno III | 21,444 | En la rotura de las cosas hay
una mordiente
aquella iridiscencia, ¿te acordás?
Abandonamos el rodaje, algo
más real ardía
una cita a ciegas entre amables
pinceladas rojizas
una melodía de cintas vacías.
No quisimos ideas. Me dijiste
“¿cómo confiar en todo eso que se le mete a uno
en la cabeza?”
Ciertas noches me tiemblan las manos
todavía
pero no te sorprendas de que corra
dando aullidos desnuda
por la playa.
Incluso si el verano justo
nos increpa por habernos dejado ir en esas olas
la debilidad del corazón es santa. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Plaqueta neptuno IV | 20,508 | Mi corazón apenado
mi corazón apenado que no sabe
trepar a través de la hiedra
más aturdido a cada paso, avanza
por la angosta senda. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Plaqueta neptuno IX | 20,707 | La hierba se abre para recibir los pasos
su velocidad es la del sueño
en un único ritmo nuestras sombras
la luna gira, recién nacida
y cuatro plumas amarillas nos crecen
la visión ya no puede separarse
ni siquiera el viento. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Plaqueta neptuno V | 24,407 | Caminos llenos de pétalos caídos
mandalas oscuros que preservan
nuestros pasos
cartapacios al borde del sitio
donde surgen las fiebres, las algas
los caprichos.
¿Qué especie de cosa es el recuerdo?
Adelgazo y me crecen las uñas
No hay otra manera de salvarse
que cantando los santos nombres.
Tiempo de espera y de sequía
te ofrezco mi visión, precaria
mi cortesía en una copa diminuta
de maíz y de plata
y una risa tonta como cuando
urgida creí que existían
palmeras eternas (cuatro)
mis frases rojas, sin caparazón
las que no guardo y no pisaron nunca
un camino asfaltado.
La autopista que lleva al futuro
es la que está usando el rey
en su gira por los establecimientos
¿Cuál es el mal del que el rey
se pretende la única cura?
Lo ignoramos. El baile ya cambió.
En las plantas de mis pies
esta tarde
obstinada se afila
se afina la paciencia. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Plaqueta neptuno VI | 23,906 | En el final de las cosas había
una mordiente
sonido a capullo que estalla
humedecido
melodía de cintas vacías
los saltos se pactan a ciegas
sin ideas
“¿cómo confiar en todo eso
que se le mete a uno en la cabeza?”
abandonamos el rodaje, algo
más real se abrió
sigo desnuda todavía…
imposible evitar que las olas
nos llevaran
la debilidad del corazón
es santa. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Plaqueta neptuno VIII | 18,848 | Las fotos son extrañas
raspo y sigo afuera
de dónde viene
esta soledad…
una canoa naufragada
una vaca, cuando anochece
un palestino cuya tierra
lo huyó bien lejos
así me aprieta
el paisaje se aleja se acerca tironea
frente a la casa barrida y el recuerdo
que me aprieta los huesos
no sé cuándo será mío otra vez
el tiempo
el agua no disuelve la sal
ni vuelve la canción
la almohada es piedra
fotos
escarcha
fotos
y sigo afuera,
casi como adentro de un tronco hueco. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Plaqueta neptuno VIII | 18,847 | Conservo casi todos los libros
que leíamos juntos
con las puntas de las hojas dobladas
escaramuzas de mosquitos para nunca
devolvernos lo prestado
indicaciones a las que me remito
gajos, pausas
amapolas
sobre el tiempo que sobra
harto, en esta noche flaca.
Es así, y así, y así
es decir
qué sé yo si es así
no aprendí de palancas y manubrios
pero si encendiste una vela después
de encender aquel fuego
es posible
que mi corazón.
Esa poesía subrayada
retuvo un efecto de luz
entre las ramas
y el agua movediza fue un perfecto
espejo de mi pulso:
un claro rojo en el que iba
descalza
en ese momento creí
que veías mi alma
que ella balbucía algo
en tus pupilas
no sabía qué era lo que tanto
te hacía reír
pero podía sentir el amor
en esa risa.
Tempo.
Se quema la repisa.
Permuto Biblia vulgata latina
por una profecía. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Plaqueta neptuno X | 21,643 | El miedo es un susurro
transcurre sobre música olvidada
un avión atravesó la ventana
más allá del verano
a salvo
pediste que fuera bailarina
o que lo sepultara
alamedas en fuga
mis huellas
con ojos de caballo
de cresta incendiada
ahora un silencio pica piedra
bajo otro paladar
en secreto
los espejos se vuelven más pálidos
la copa, la sombra de la copa
¿cuánto temblor de la memoria
soporta el pelo?
ajada pero sin sonar a roto
entre los dientes del peine, queda
lo que vuela… |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Quién cantará el bullerengue! | 12,250 | Quién cantará el bullerengue!
Quién animará el fandango!
Quién tocará la gaita
En las cumbias de Marbella.
(Velorio del boga adolescente) |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Trémulo de música | 9,097 | Trémulo de música, fauces gigantescas, repujados de gritos ancestrales, turbio de rubor,
jirón de luz, versos para zarpar un día, adiós inédito, mástil de mi quimera, mar
atrabiliario, pechos erguidos, ayer definitivo, errátil signo crepuscular, oscura saudade,
alas broncas, mañanas que un ópalo revela, ritmo uncido a mi verso, broncínea carne. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | Y del confuso cafetín cercano | 8,550 | Y del confuso cafetín cercano,
-gritos, ron, oscuridadsaca
el viento un murmullo
para ahogarlo en el mar. |
Argentina | 1976 | Abbate, Florencia | “La canción imposible” | 11,651 | Hace tiempo que traigo, estrangulada,
la canción imposible
que enmudece mis labios,
y la siento ulular por toda el alma.
Poeta sin palabras,
Marinero sin cantos,
Yo entoné mi silencio.
La voz de mi espíritu dejó extraviar su eco
En el puerto expectante de mi insomne tristeza.
Un alcatraz de sombras picoteó insaciable
Los peces de colores de mi ensueño.
Ignoro aún si es negra o blanca,
Si ha de cantar en ella el indio adormecido que llora en mis entrañas
O el pendenciero ancestro del abuelo
Que me dejó su ardiente
Y sensual sangre mulata.
Si ha de llevar sabor de agua salada |
Argentina | 1901-1960 | Abella Caprile, Margarita | El vuelo | 10,238 | Íbamos, por la umbría de los pinos,
hacia un pedazo de la tarde clara,
antes de que en el cielo se apagara
la pira de los fuegos vespertinos.
Ya, de ninguna suavidad avara,
la paz llegaba en todos los caminos;
y eran los éxtasis del bosque finos
como una emanación fragante y rara.
Entre tanta quietud sin pensamiento,
nuestro humano pensar ¿fue acaso un viento
portador de quietudes ignoradas?
Porque, de pronto, se agitó el paisaje,
y hubo en la fresca hondura del follaje
un vuelo de palomas asustadas |
Argentina | 1901-1960 | Abella Caprile, Margarita | La tarde | 12,061 | Cielo de suaves tintas cuya gris resolana
platea y diafaniza la inmensidad del río.
El puerto, donde anclaron la neblina y el frío,
tiene una acongojada placidez cotidiana.
El agua cenicienta, del agua azul hermana,
resigna sus quietudes y consuela su hastío
ahora que la quilla salobre de un navío
le cuenta los prodigios de la hondura lejana.
Un resumen de patrias sobre los diques flota,
y mezcla el alma blanca de la nieve remota
al recuerdo del ocre relumbrón tropical.
Un vapor se despide, y en la tarde agorera
parece, al alejarse, que sin rumbo partiera
a un incierto destino misterioso y fatal. |
Argentina | 1901-1960 | Abella Caprile, Margarita | Los barcos | 8,903 | ¡Qué prestigio los barcos que llegan de mil viajes
y apoyan su cansancio contra el muro del puerto,
la alta hilera de mástiles igual a un bosque muerto
que añora la frescura de imposibles follajes!
¡Cómo se saturaron de todos los paisajes
que vieron levantarse detrás del mar desierto,
anchuroso camino gloriosamente abierto
a sus proas sedientas de ignorados oleajes!
Muchas veces, flotando sobre aguas de cobalto,
una ola enroscada, con su soberbio salto,
los bautizó de hondura y los ungió de sal.
Duerme ahora la mole de sus cascos obscuros,
mientras la arboladura sueña con los futuros
resplandores purísimos de una aurora boreal |
Argentina | 1901-1960 | Abella Caprile, Margarita | Soneto de la liberacion | 8,991 | ¡Ah, perderse a si mismo por aceptar la vida
que a interpretar absurdos personajes condena!
Verdad se vuelven, tanto mentir sobre la escena,
las falsas actitudes y la dicción fingida.
Y el alma insospechada, muriendo inadvertida,
ahogada entre el tumulto que alrededor atruena,
llanto aprendido llora, ríe con risa ajena,
y porque otros pensaron su pensamiento olvida.
Pero yo he de ver libre mi nativo tesoro.
de adheridas escorias iré limpiando el oro
hasta arrancarle toda bastarda agregación.
Hollando sugestiones, romperé la maraña,
para salir del bosque de la opresión extraña
y encontrar el camino del propio corazón. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | Desconozco todo ingenio | 11,000 | Desconozco todo ingenio que
formula floridas palabras,
y con firmeza me empeño
a hablar con palabras sencillas.
El deseo es una bocanada de sangre
que me sube a la garganta, y me ahoga
el respiro, el recuerdo del ayer.
Ya nunca nada podrá borrar
el trazo fuerte, inconfundible, con el que,
cada noche, rodeo tu nombre. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | En el jardín llueve. | 12,696 | En el jardín llueve.
La hierba es derecha:
pequeñas agujas erectas,
antenas de la tierra,
esponja negra.
Y yo permanezco callada,
profundamente retraída,
con los hilos invisibles
de todo de vidas tiernas entre manos.
Mujer, necesaria como la piedra,
siempre adentrada en la tierra! |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | En la oscuridad del atardecer | 12,073 | En la oscuridad del atardecer
cuento espacios vacíos que
ya nunca podré llenar.
Oh, calladas estrofas,
palabras que se nos escapan
dentro resquicios de sueños.
Quiero retener el polvo
alado que nos dejan los dedos. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | En una criba… | 13,612 | En una criba
lanzo palabras.
Las más bellas
nunca podré tenerlas.
Por siempre perdidas
entre las finas mallas
de la vida.
Larga como un hilo, la aguja
de puntada áspera, insegura.
Coso esperanzas muertas
en sacos extraños, manchados,
de formas alargadas.
. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | Hablan las mujeres | 9,363 | Hablan las mujeres,
su poesía
tierna y fuerte
Muy pocos se detienen
a escuchar estas voces,
que, trasegadas,
un nuevo lenguaje dicen
nacido en el principio de los tiempos. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | Indicios de otros momentos | 10,413 | Indicios de otros momentos,
luz que ahora se concentra
encima de los malvas,
del rosa y el rojo vivo
los geranios en el balcón
y de aquel, más lozano,
aunque, blanco, luminoso.
Un reto contra el polvo
negro, que se alza del asfalto.
Como mi deseo intenso
de vivir. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | Quisiera adentrarme | 10,262 | Quisiera adentrarme
en tu mirada claro
y sentir el tacto
de tus manos
lisas, tiernas, sin
señales ni llagas.
Vivir contigo cada uno
de aquellos momentos en que
se irán haciendo más fuertes
y más duras. Y sentirte
cada vez más cerca de mí. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | Te he amado … | 12,551 | te he amado
con demasiada
palabras.
quisiera
volver
a amarte
con una
sola palabra. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | Tiñe de azul el tiempo… | 10,635 | Tiñe de azul el tiempo:
transfigura el sueño,
subvierte las palabras.
Haz que sus colores estallen
en el chorro de la fuente.
Que el agua humedezca los ojos.
Que su frescura helada
atempere el fuego de estas manos
que arden.
Apodérate de este deseo.
Y adéntrate en el corazón
de las palabras. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | Ven te quiero ver … | 9,126 | Ven, te quiero ver …
Ven, te quiero ver
delante de mí.
No como pretendías
sino tal como eres.
Ya nada deshará
esta imagen perfecta,
que ha quedado clavada
en mí.
Y de lo que tanto
querías que fuera,
ya no me queda ni
el más leve recuerdo.
Y ahora se me hace más dulce
la certeza
que aquel otro tenerte
cerca a regañadientes. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | Vivo y vuelvo | 10,343 | Vivo y vuelvo
a revivir
cada poema,
cada palabra.
amo tanto
la vida
que hago mi
muchas veces. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | Y dentro de mí una … | 9,289 | Y dentro de mí una voz me dice:
ven conmigo a contemplar
como son las palabras por dentro,
a sentir el pulso de las cosas.
Y entonces piensas en aquellos
que amas y con quien has
convivido a lo largo de los años
y aún no conoces
-Miradas que huyen,
pensamientos cerrados, quizás
sólo desclosos en momentos
fugaces o en la intensidad
del deseo. |
España | 1918-2014 | Abelló i Soler , Montserrat | Yo nunca de ti | 10,196 | Ya nunca de ti no
saldrá el silencio.
Un enjambre de palabras
te perseguirá por todas partes.
Esclava para siempre,
de tus palabras.
Del libro "En el corazón de las palabras |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | A un político de pacotilla | 1,025 | Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
(Anónimo)
Político, dime: ¿No es
Criminal que tú
Quieras ser hombre de pro?
¿Cuando no haces sino el bú?
Que todo el mundo lo crea
¿Qué pretendes? ¡Voto a tal!
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
Que diciendo necedades
Y siendo tan sólo un tonto,
Figurar quieras tan pronto,
Con tantas barbaridades,
¡Cuando eres un animal!
Más bruto que el que acarrea…
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
Que haya quien pueda aguardar
Harto hablar de justicia,
Sin tener que murmurar,
O sonreír con malicia,
Y como a un ser divinal.
¡Haya quien te escuche y crea!
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
(Primera línea, ilegible)
Y con acento altanero,
Diz que a cierto periodista
Lo has tachado de extranjero:
¿No ves que conducta tal,
Tu reputación afea…?
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
¿Y eres tú el hombre que hablaba
De libertad y progreso,
Cuando el turrón te faltaba?
¿Eres tú el que ha dicho eso?…
Y dirás: "soy liberal",
Como aquel que más lo sea…
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
Dicen que con osadía
Has pretendió insultar,
A quien en decir y obrar,
Darte lecciones podrá
Que haya pretendido tal
Quien por razonar cozea…
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
Dicen que a cierto partido
Pretendes acaudillar…
¿Si acaso te habrás creído
Que es fácil saber mandar?
¿O es que te crees igual
En saber al gran Andrea?…
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea.
Y por fin, si no temiera,
Que me mires de entrecejo:
Francamente te dijera,
Que marchas como el cangrejo:
Que eres un tonto cabal
(totalmente ilegible)
Si esto no es original
Que venga Dios y lo vea. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | Añoranzas de un paraguayo | 911 | Solitario y pensativo
Triste vivo
Lejos del país natal,
Hermoso y fecundo suelo
Cuyo cielo
Es de un azul sin igual.
No halaga aquí mi deseo
Lo que veo,
Aunque bellas cosas hay,
Porque no son estas cosas
Tan hermosas
Como las del Paraguay.
Como allí no he visto auroras
Precursoras
De un esplendoroso sol,
Ni horizontes como aquellos
Con tan bellos
Resplandores de arrebol.
Nunca he visto en parte alguna
Dar la luna
Tan hermoso resplandor,
Ni los luceros distantes,
Más brillantes,
Despedir tanto fulgor.
Recuerdo aquellas llanuras
Donde puras
Las ráfagas al pasar,
Lleno dejan el ambiente
Del placiente
Perfume del Azahar.
Y aquellos cerros y ríos
Y sombríos
Bosques de eterno verdor,
Donde la naturaleza
Su riqueza
Muestra con todo primor.
Y entre la espesura aquella
De tan bella
Y extraña frondosidad,
Trinan alados cantores
Y la flores
Muestran su rara beldad.
Querida, sagrada tierra,
La que encierra
Lo más grato para mí,
La de mis dulces encantos
La de tantos
Placeres que yo sentí.
Tendido en la verde alfombra,
A la sombra
De aquel árbol secular,
¡Cuánto ha disfrutado el alma
En la calma
De aquel secreto lugar!
De mi patria desterrado,
Separado
De mi hogar, de mi amor,
Sufro en extranjeros lares
Los pesares
Del nostálgico dolor.
Areguá, 1924 |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | Campamento Cerro León | 1,055 | Campamento Cerro León,
mariscal López o disponé,
tamombeú mi peéme,
guerra tiempo pe guaré.
Campamento Cerro León,
catorce, quince, diez y seis
oséramo guaré oyeói
batallón número seis.
Oséramo guaré oyeói
batallón número seis,
la corneta itenondé,
la media trompa itapycué.
Adiós, hermanito cuéra
oré co ya rojhó mí-ma,
oré co ya rojhó mí-ma
ro presentavo orerecové.
Ojhóma mayor Lacú
oiporabó y soldado rá;
catorce mil porabó pyré
oguerajhá ma evendepá.
Mayor Lacú jyactivo-vé,
Uruguayana pe ojhasá;
Duarte con su tropa
Yatai pe oye sitía.
Jheima cabo Torales
pe ñe consolantena lo mitá;
ello que oiméne tiempo
yajhechá yebybo ñaneretá.
Upegui oguerajhá omboyá
en la costa del Yberá,
jha upegui ombojhasá
en el río Uruguayana.
Jha upépe ya oyecuaáma
los veinticuatro vapores,
jha upépe ya oyecuaáma
los veinticuatro vapores.
Jheima mayor Duarte
nda ñe entregaichéne che,
para eso arecó che espada
añe defendé jhaguá.
Jheima mayor Lacú
peñe entregá catu lo mitá
nda iporiveima remedio
ya perdepama ña nde retá.
Jheima mayor Duarte
ajurá voi vae cué ché
a defendé jhaguá che patria
hasta amanó ité pevé.
Yepémo esta misma hora
eipeá che recové,
yepémo esta misma hora
peipeá che recové.
Mientras Robles invadía
la provincia de Corrientes,
mayor Lacú jha Duarte
Río Blanco pe ma ojhó.
Ferrocarril che guatá-jhá
Cerro León pe co aicó,
Paraguarí che byajhá,
quiriquirí che roga ári,
caracará tacurú ári.
Caballería cabayú ári,
infantería mbocá iyybá ári,
artillería barranca ári,
acá morotí canoa ári,
los veinticuatro che batallón,
jha péva co che elemento,
cada mes che pagamento,
Paraguay che perdición
galopa pú che diversión.
Imposible mayor Lacú,
ña entregáta-pa la bandera
ña entregáta-pa la bandera
la bandera del Paraguay. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | Canción patriótica | 1,026 | I
¡Pueblo! Invoca tu historia
La robusta inspiración,
Y resuene por el mundo
Tu potente y sacra voz.
Tu epopeya, ¡canta pueblo!
Bajo ese ancho pabellón,
Que en la alta sierra ondea
De la gloria bajo el sol.
Coro
Alza, pueblo paraguayo,
De entre el polvo la cerviz,
Que cual otro pueblo, sabes
Conquistar un porvenir.
Alza, pueblo paraguayo,
De entre el polvo la cerviz,
Que tu raza es la indomable,
Raza invicta guaraní.
II
Fue tu cuna agreste y grande,
Genio altivo la arrulló…
Ruge al pie de tu estandarte
La atalaya del fiero león,
Nunca, nunca sufras, pueblo,
Que otro pueblo venga a hollar
El santuario de tus leyes,
Ni tu altiva majestad!
III
Donde quiera que en tu suelo
El viajero ponga el pie,
Verá alzarse un monumento
Gigantesco de tu ayer.
Cada tumba es un altar,
En la tumba yace el héroe
Su corona es inmortal
Y nadie ha de olvidar.
IV
Tu bandera es el emblema
De tu raza; es la Nación.
Que no encubra esa bandera
Ni al villano ni al traidor.
Tu santuario es la conciencia
Del patriota libre y fiel.
Velen siempre tu prestigio
La justicia y el deber.
V
El martirio por la Patria
Nunca arredre, no, tu fe;
Sobre esa ara ciñe el héroe
La corona de laurel.
Por tu Patria y por tu Historia,
Por tu santa libertad,
Fiero arrostra los peligros,
Con audacia y sin temblar.
VI
Si en tu pecho arde la llama,
Que a tus padres inflamó,
Tus virtudes imitando
Darás brillo a tu blasón.
Que tu frente nunca el tizne
De cobarde manche,
¡no! Al perjuro y al cobarde
Que jamás alumbre el sol.
VII
No te arredre, ¡no! la sangre,
Ni la negra tempestad…
A humillar los enemigos…
¿Cuántos son? ¡no! ¿dónde están?
¡Qué le importa al buen patriota
Ruja heroísmo el cañón!
El que muere por sus leyes
Se corona junto a Dios.
VIII
¡Frente altiva paraguayo!
No la dobles al dolor…
Ni al revés de la pelea,
Que esa no es tu tradición.
¡Frente altiva! Si eres blando,
El cordero eres en paz,
¡León! Sacude tu melena
¡Con fiereza al batallar!
XI
No es raquítica tu raza,
Prueba al mundo que es verdad
Que tu sangre nutre al héroe,
Que la gloria es tu heredad.
Prueba al mundo que tus brazos
Al hermano, humilde das,
Mas, también, que al que te ofende
¡Cruenta guerra sabrás dar!
X
Compañeros: ¡arma al brazo!
Ya es hora… ¡a combatir!
La bandera ya flamea…
¡Guerra! Grita ya el clarín.
Compañeros: ¡Patria o muerte!
Fuego, hermanos, y a cargar,
¡Adelante paraguayos!
La victoria a conquistar. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | Dios lo quiera | 1,037 | Por trece diputados
Y cuatro senadores,
Tendrán que dar sus votos
Bastantes electores.
Entre ellos no habrá,
Pues entre esos Señores
Suele arreglarse todo
Como entre bastidores.
Yo digo que esto es bueno,
Aunque hay murmuradores,
Que dicen que son malos,
Y que suelen ser peores.
Para lo sucesivo,
Estos componedores
Arreglos que combinan
Algunos muñidores.
Dios quiere que resulten
Honrados defensores,
los que vendrán ahora
Nuevos legisladores! |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | Décimas | 936 | (El Centinela)
El débil Conquistador
en atacar ya no piensa,
se ha llamado a la defensa
sin vergüenza y sin pudor.
Ese nombre de invasor
él mismo lo ha suprimido,
porque se ve sometido
dentro del barro a vivir.
No pudiendo resistir
al paraguayo aguerrido.
Caxias, con vana gloria
pensó entrar en la Asunción,
pero fue su pretensión
tan vana como ilusoria.
Tenga en su loca memoria
ese pensar lisonjero,
que no está lejos, y espero
que tal vez consiga entrar,
escoltado y con un par
de calcetas, prisionero.
La Escuadra de los macacos
con ideas muy confusas;
todas son escaramuzas
y la nada entre dos platos.
Con ruidosos aparatos
soñaron poder triunfar.
Yo les quiero preguntar
a los que de guerra entienden,
¿si con ese plan pretenden
al Paraguay dominar?
El Centinela leal,
unido al Cabichuí,
desea con frenesí
una batalla campal.
Al invicto Mariscal
le piden para ir al trote,
y cazarlos del cogote
a esos negros miserables,
que si temen a los sables,
tiemblan al ver un chicote. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | El adulador | 984 | Cual voluntario esclavo, a la cadena
Se entrega del magnate a quien adula
Y su afán codicioso disimula
Fingiendo una adhesión de afecto llena.
Cuando está su señor de enhorabuena
Alabanzas le canta y congratula,
Y aflicción profundísima simula
Si nota que le aqueja alguna pena.
En apariencia es cándido y sencillo,
Y en verdad, solapado e inteligente,
Y cuando astuto, el redomado pillo,
La caída del ídolo presiente,
A otra parte se va con su organillo
Buscando siempre, el sol que más calienta. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | El beso | 1,363 | Llámase beso aquel acto
En que un objeto se toca,
Arrimándole la boca
Con cariñoso contacto;
Hay varias clases de besos:
Besos de amor, de contento,
De amistad, de cumplimiento,
Naturales y traviesos.
Tienen denominación
De traviesos, los robados,
O furtivamente dados;
Algo así, como a traición,
En ellos el delincuente
Nota, por la consecuencia,
El grado de complacencia
Que tiene la recipiente.
Es el beso natural
El de espontáneo cariño,
Como el que damos a un niño
De expresión angelical.
Y son también naturales
Otros besos cariñosos,
Sinceros y afectuosos
Como son los maternales.
Los besos de cumplimiento
Por lo general, son vanos,
Puramente cortesanos,
Sin pizca de sentimiento.
Como esos que en las visitas
Y paseos suelen darse,
Al verse y al despedirse
Señoras y señoritas.
Es beso de simpatía
El que llaman de amistad,
Hay en él sinceridad
Y algo de coquetería.
Suelen, en las reuniones,
Las chicas de buen aspecto,
Mostrar especial afecto
Con esas demostraciones.
El de contento, se dice,
Cuando alegremente es dado
Festejando el resultado
De algún suceso felice.
Como el buz, llamado así,
El beso de acatamiento
O de reconocimiento,
Que no se usa por aquí.
Beso de amor: ¡Oh sublime
Y amantísimo contacto
De dos bocas, cuyo tacto
Profundo placer exprime!
Es prolongado, absorbente,
Húmedo, amante, expresivo…
No hallo el calificativo
De un beso tan excelente.
Este es el beso mejor
Que se puede imaginar;
Pero hay que saberle dar
Con exquisito primor.
Beso tal, que el corazón,
Al darle, siéntese opreso
Y le impide extraño gozo
Palpitar con expansión.
Y tanto anhelo provoca
Ese divino momento,
Que, llena de sentimiento,
Sale el alma por la boca. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | El don de don Pedro | 934 | Vuestro Don, señor fidalgo,
es el Don del algo-Don,
el cual, para tener Don,
necesita tener algo.
A mí me ofrece la paz
aquel tenebroso Búho;
y yo le digo: «Rapaz,
et cum spiritu tuo».
A la triple alianza
Ese esqueleto asqueroso
que ostenta tres calaveras,
fue de un dragón orgulloso
que murió con tres banderas.
Cobarde y vil cual raposa,
osó profanar el suelo
de una nación poderosa:
¡hoy lo cubre infamia y duelo! |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | El fanfarrón | 886 | Vedle, su distintivo es el sombrero,
Caído de atrás, erguido por delante,
Terciado un poco, dando a su semblante
El aire de atrevido y pendenciero.
Muestra ser entre damas el primero
Con jactancioso alarde de tunante;
Su garbo es desenvuelto y arrogante,
Sin mirar, desdeñoso y altanero.
Por un quítame allá busca pendencia,
Y al que le teme, insulta y avasalla;
Mas si alguno, perdiendo la paciencia,
Se le cuadra dispuesto a la batalla,
Muda de gesto, dice una ocurrencia,
Y se queda muy fresco el gran canalla. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | El fraile de antaño | 854 | Miradle en la poltrona donde mima
Su abdomen bien repleto, el cual, cubiertas
Las digestivas ganas, suelta ciertas
Señales del contento que le anima.
El índice y el pulgar juntos arrima
De cuando en cuando a las nasales puertas
Que, al empuje dado, más abiertas,
Absorben el rapé que tanto estima.
Rebosando fruicción, repantigado,
En el cómodo asiento, vive ajeno
Del continuo desvelo y del cuidado
Con que al hombre el trabajo puso freno,
Y, viéndole a sus pies arrodillado,
Dice: "Bueno es el mundo, bueno, bueno". |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | El hipócrita | 965 | Es el más diestro y hábil comediante,
Del teatro social, su inteligencia
Poco común, y muestra con frecuencia
Dotes de adulador y de intrigante.
Nunca se le verá de mal talante,
Y es tan falaz su artística apariencia,
Que siendo muy perversa su conciencia,
La sonrisa está siempre en su semblante.
Consumado maestro de picardía,
El arte de decir lo que no siente
Maneja con traidora maestría;
Y según deja ver con aparente
Dulcedumbre, ocultando su falsía,
En él todo es bondad y en todo miente. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | El intrigante | 906 | Con sin igual destreza endemoniada
Las mentiras más pérfidas maneja,
Y chismes formando una madeja
La extiende diestramente preparada.
Viendo, entonces, su intriga bien formada,
Complácese en oír cómo se queja
La desdichada víctima en quien deja
La sospecha cruel inoculada.
En él no cabe un noble sentimiento,
Es mal su aspiración constante
Gozando en el ajeno detrimento,
Y en intrigas tan hábil trajinante
Que, si volase por el pensamiento
Intrigaría al mundo intrigante. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | El oratorio de la virgen de la asunción | 898 | ¡Cuán triste en las ruinas y humillado
Reposa tu pasado!
Los recuerdos de histórica grandeza
Que a la memoria trae el pensamiento
Mueve el sentimiento,
Con vagas emociones de tristeza.
El alma a otras edades se transporta,
Reflexiva y absorta,
Y escucha entre las sombras del olvido,
Que atrás el implacable tiempo deja
Una silente queja
Que a lo futuro envía lo que ha sido.
En mi espíritu infunde igual efecto
el tristísimo aspecto
De ese hermoso edificio abandonado,
En donde va la acción demoledora
Del tiempo, hora tras hora,
Dejando el sello destructor grabado.
Majestuosa en el espacio y bella
La cúpula descuella,
Y en el ápice ver se me figura
Que el genio de las artes, con encono,
Maldice el abandono
En que yace tan noble arquitectura.
¿A quién que aprecie el arte no quebranta
El ver incuria tanta?
Corintios capiteles sin adornos,
Rotas cornisas, desnudez en todo
Que en lastimoso modo
Presenta los artísticos contornos.
Sombría, descansando en los seguros
Desmantelados muros,
Muestra en el centro su amplitud interna
La bóveda del triste santuario,
Desnudo y solitario
Como el vasto interior de una caverna.
Por las altas ventanas descubiertas,
A la intemperie abiertas,
Que circunda la base del cimborio,
Las ráfagas del viento entran y zumban,
En la altura retumban
Y parece que gime el oratorio.
¡Cuántas veces su artística estructura
Miré con amargura,
Cuando de noche en perfil sombrío
Se dibuja simétrico y redondo
Siempre el oscuro fondo
Del anchuroso y tétrico vacío!
Melancólicos son los pensamientos
Que en aquellos momentos
De soledad, despierta la conciencia,
Mirando el abandono de aquel templo
Como un funesto ejemplo
Del triunfo de la impía indiferencia.
El almo sentimiento de lo bello
Inefable destello
Del infinito ser, que el alma eleva,
Allí se encuentra frío, inanimado,
Pidiendo el inspirado
Vivificante aliento que le mueva.
Sentimiento purísimo que inspira
Los ritos de la lira,
Que da luz al pincel, alma a la austera
Forma brutal de la materia inerte,
Que refleja la suerte
De los pueblos, y educa y regenera.
¿Y cuándo ese divino sentimiento
¡Oh triste monumento!
Vendrá de la ruina a preservarte,
E imprimiendo su sello a su belleza
Demuestre en su grandeza
Culto a la religión y amor al arte?
Presiento con placer cercano el día,
En que abata a esa impía
Indiferencia la virtud cristiana,
Y lo que es hoy baldón que nos deprime,
Si el arte lo redime,
Artístico primor será mañana. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | Epigramas | 902 | Aquí yace la alianza
sepultada en una lanza.
Al pasar por Tuyutí
tropezaron Mitre y Hornos
en el cráneo de borrico,
y a un tiempo los dos dijeron:
¡Válgame Dios lo que somos!
Ven acá, bruto animal,
definido por tres puntos:
¿Cómo pueden estar juntos
mono, perro y gato en un morral? |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | Epístola I | 820 | Mi buen amigo: voy a complacerte.
Nada de nuevo en este pueblo ocurre
Que pueda, por lo bueno, grato serte.
Mi humilde vida de haragán me aburre,
Y en dónde hallar ocupación no veo,
Por más que mi magín busca y discurre.
A veces pienso y conveniente creo
Acudir a la red de la influencia
Y probar si pesco algún empleo;
Pero siento invencible resistencia
Para tratar con el lisonjero modo
A los hombres que están en la eminencia;
Aunque me consta y sé que el acomodo
Del que sabe pedir, en eso estriba
Y con la lisonja obtiene todo;
por eso no me gustan los de arriba
Y jamás me valdré de medios tales
Para ocupar un puesto mientras viva.
Que otros gocen prebendas oficiales,
En tanto que por falta de civismo
Se vayan agravando nuestros males,
Y a causa del despótico egoísmo
Nuestro crédito esté muy rebajado
Y el adelato general, lo mismo.
En fin, no sé qué hacer; desocupado
Me encuentro, como bola sin manija,
Dando vueltas del uno al otro lado,
Y buscando un negocio que me exija
Muy poco capital, trabajo poco,
Y me produzca renta buena y fija.
Pero creo que en esto me equivoco,
Por estas sinecuras se desvela
Con razón todo el mundo y vuelve loco.
Todos maestros son de alta escuela
Y, con vista de lince y previsora
Penetración, el que no corre, vuela.
O te diré más bien, que es como ahora
Reformar esa frase se pretende:
Aquel que aquí no vuela, se evapora.
El gobierno va como lo entiende
Mi humilde parecer, más adelante
Veremos si una buena marcha emprende.
Con tino y honradez, siempre constante
En el ancho camino del progreso,
Dios quiera que un espíritu anhelante
Del bien de la Nación, pueda hacer eso
Y anular la ambición vil e insolente
Que nuestro desarrollo tiene opreso.
Algunos me dijeron que se siente
Bastante malestar y anda la crítica
Por aquí y por allá, metiendo el diente;
Pero yo, en esta prédica raquítica,
No veo nada claro y valedero;
En fin, estas cosas de política,
En el orden social, por lo que infiero
De lo que pasa y veo, me parece
Que mucho hay de falso y poco valedero;
La vanidad aumenta, el lujo crece,
El fervor religioso disminuye,
Y el amor al trabajo desaparece.
Y cuando en los espíritus concluye
O muere el sentimiento religioso,
Pronto el cuerpo social se prostituye.
Acabaré, no quiero ser cargoso,
Tratando de un asunto que se aparta
De tu interés, si Dios me da reposo
Trataré de otra cosa en otra carta.
Areguá, 1924. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | Epístola II | 844 | Mi buen amigo: con placer acuso
Recibo de la tuya. En ella veo
Que todo por ahí anda confuso
Y no marcha la cosa cual deseo,
Ya sé que el embolismo, y los negocios
Están, infelizmente en apogeo,
Y que en la baraja muchos socios
Viciados con el pérfido egoísmo
De vil azar, en sus ruines ocios.
Te quejas del abuso y el cinismo
Con que ahí mucha gente se propasa
Siempre invocando mucho patriotismo;
Pero es bueno callar o dar escaza
Publicidad a nuestras tristes cosas…
La ropa sucia hay que lavarla en casa.
Las personas innobles y viciosas
Que te enfadan, se juzgan de gran tono,
Y por eso son muy presuntuosas,
¡Ay de ti! Si las tratas con encono,
Pues tienen por su rumbo y su boato
A casi todo el público en su abono.
Goza el poder pagador, priva el ingrato,
Logra el adulador todo su pujo,
Se burla del prudente el insensato.
Y es hoy muy grande el pernicioso influjo
En nuestra sociedad desordenada
Del juego, de la crápula y del lujo.
Veo que anda la gente entusiasmada
Con la gran siembra del algodón ogaño.
Dios nos proteja así contrarrestada
La influencia será del grande daño
Que la producida la pasada lucha,
Y habrá prosperidad, si no me engaño.
Nuestro gobierno debe proceder con más empeño,
Si quiere que todo el público le responda
Que es la única forma de vivir tranquilo.
Y así este pobre país será más feliz,
Y se podrá olvidar los sinsabores pasados
Provocados por los gobernantes ambiciosos.
Dices que tienes confianza mucha
En que el trabajo nos hará felices,
Si la voz santa de la paz se escucha.
Espero así también lo que predices,
Y mucho sentiré que esta esperanza
Nos deje a todos con un palmo de narices.
Es necesario combatir la holganza
Difundiendo en los pueblos las verdades
De la laboriosa y útil enseñanza,
Y en ellos colocar autoridades
Que secunden la acción benefactora
Del gobierno, sin odios ni maldades.
Con esto y con la ayuda protectora
Al trabajo, vendrá la recompensa,
Crecerá nuestra fuerza productora
Que dará vida, a la región extensa
De tantos bosques y el fecundo suelo
Nos dará su riqueza. Así lo piensa
Tu amigo Victorino, cuyo anhelo
Es ver pronto a esta patria, engrandecida
Y libre del amargo desconsuelo
Que produce la lucha fratricida
Y que tantos dolores ya ha causado.
Areguá, 1924. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | Epístola III | 486 | Mi estimado poeta: por ahora
Ahí no veo nada que prometa
Una eficaz y pública mejora
Y acabe con el mal que nos inquieta.
La probidad política es muy rara,
Por eso la concordia no es completa
Y parece que un cisma se prepara,
Según dicen con todo desparpajo.
La vida cada vez está más cara,
Y cada vez el crédito más bajo,
Hasta que una política muy franca
Y firme, haga callar el espantajo.
Que los buenos propósitos estanca
Inventando futuras sediciones;
Política que sea una palanca
Para las bienhechoras pretensiones;
Observo que hay banquetes con alguna
Frecuencia, preparadas ocasiones.
A veces, para hacer una importuna
Alabanzas de ciertos ciudadanos
Que elevan a los cuernos de la luna,
Que no tienen ninguna importancia
Que viven con mucha indiferencia
Y que sólo piensan en su provecho propio.
Porque anda la política entre manos,
Y al orador entonces le es preciso
Hacer unos esfuerzos soberanos
Para salir muy bien del compromiso:
Y hasta llegué a pensar, que, entusiasmado
Alaba mucho más de lo preciso o quiso.
Respecto a los elogios, he notado,
Que se utilizan allí con harto exceso
Y un motivo bastante exagerado;
Nada tiene de extraño que por eso
Se infatúen algunos infelices
Personajes que tienen poco seso
Y no ven más allá de las narices,
En fin, nada hay perfecto en esta vida,
En la cual todos somos aprendices.
Y tiene cada quisque una cita,
Yo, deseara ver mucha cordura
Y una hombría de bien reconocida
En aquellos que llegan a la altura,
Y con mucha energía y con mucho tino,
Acaben de una vez la compostura,
Que debe reparar el mal camino
Que hoy tiene el porvenir en la campaña,
En donde se hace tanto desatino,
Y anima el juego junto a la caña;
A la vez que el infame caciquismo
Introduce un espíritu de saña,
Que se burla del noble patriotismo,
Y entre los dos partidos más nombrados
Atiza un furibundo antagonismo.
Todos perversos son los colorados,
Para los liberales, para aquellos,
Estos son unos hombres muy malvados;
Y dando razón todos ellos
los unos y los otros son iguales,
(Sin traer la razón por los cabellos)
Los colorados son mejores en el gobierno,
Sus ambiciones de riqueza son menores,
Y tiene más cariño a los pobres campesinos.
La consecuencia de esto son fatales,
Y contemplando el porvenir me asusto,
Pues temo que vengan otros males;
Y digo para mí: con cuánto gusto,
A un hombre como Primo de Rivera
Viniera aquí a gobernar, honrado, justo,
Y amante de su Patria. ¡Dios lo quiera!
Areguá, 1924. |
España | 1846-1935 | Abente y Lago, Victorino | Fuentes de la vida | 684 | De la amorosa unión son incitantes
Los pareados cónicos primores
Que la mujer ostenta, fascinantes
Embelesos que atizan los amores.
Venustidad gemínea que conmueve
El corazón del hombre empedernido,
Nectario suculento donde bebe
El niño su licor apétecido.
Forma cuya magnífica turgencia
Fascina con halago peregrino,
Y demuestra a los hombres la potencia
Del poder amoroso femenino.
Mágicas redondeces cuyo encanto
Enardece las llamas del deseo,
Y al hombre más pacífico y más santo
Trastorna con amante devaneo.
Por último diré, que los más bellos
Adornos son de la mujer querida,
Y todos hemos recibido en ellos
El primer alimento de la vida.
Areguá, 1926 |