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0 | T-001-21
Sentencia
T-001/21
Referencia: Expediente T-7.859.919.
Acción de tutela presentada por Francisco Javier Rincón Riaño como agente oficioso de
Jhon Geiler Moreno Valero contra Capital Salud E.P.S.-S.
Procedencia: Juzgado Cuarenta y Tres (43) Penal del
Circuito de Bogotá con Funciones de Conocimiento.
Asunto: agencia
oficiosa, derecho a la rehabilitación de las personas en situación de
discapacidad, derecho a la salud mental, derecho al diagnóstico.
Magistrada Ponente:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO.
Bogotá D.C., veinte (20) de enero de dos mil veintiuno
(2021)
La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional,
integrada por el Magistrado José Fernando Reyes Cuartas y las Magistradas
Cristina Pardo Schlesinger y Gloria Stella Ortiz Delgado, quien la preside, en
ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, ha proferido la
siguiente
SENTENCIA
En el trámite de revisión del fallo de segunda
instancia emitido por el Juzgado Cuarenta y Tres (43) Penal del Circuito de
Bogotá con Funciones de Conocimiento, del 5 de febrero de 2020, que confirmó la
sentencia proferida por el Juzgado Cincuenta y Uno (51) Penal Municipal con
Función de Control de Garantías de Bogotá, el 3 de noviembre de 2019, que
concedió parcialmente el amparo solicitado por Jhon Geiler Moreno Valero, por medio de agente oficioso, en contra de
Capital Salud E.P.S.-S.
El
asunto llegó a la Corte Constitucional, en cumplimiento de lo dispuesto en el
artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, por remisión que efectuó el Juzgado Cuarenta y Tres (43) Penal del
Circuito de Bogotá con Funciones de Conocimiento. El 28 de agosto de 2020, la
Sala Número Tres de Selección de Tutelas de esta Corporación escogió el
presente caso para su revisión.
I. ANTECEDENTES
El 18 de noviembre de 2019, Francisco Javier Rincón Riaño, como agente oficioso de
Jhon Geiler Moreno Valero, formuló acción de tutela en contra de Capital Salud
E.P.S.-S con el propósito de que se ampararan sus derechos fundamentales a la salud,
a una vida digna y a la integridad personal. Según el peticionario, la entidad
accionada vulneró las garantías invocadas porque no le ha suministrado la silla
de ruedas y otros insumos médicos que requiere.
A. Hechos y pretensiones
El agente oficioso relata lo siguiente:
1. Jhon Geiler Moreno Valero nació el 23 de septiembre de
2000 y está vinculado al programa de atención a ciudadanos habitantes de calle
que adelanta el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la
Juventud (IDIPRON). Asimismo, está afiliado a Capital Salud E.P.S. en el
régimen subsidiado.
2. Durante el último año, la entidad accionada le ha
garantizado las intervenciones quirúrgicas que ha requerido para atender una
lesión raquimedular en su columna vertebral, causada por una herida con arma de
fuego ocurrida en septiembre de 2018.
3. El 1 de agosto de 2019, su médico tratante emitió una
fórmula médica en la que ordena los siguientes elementos para atender su lesión
en la columna vertebral y una úlcera de miembro inferior: una “silla de
ruedas semideportiva con descanso de pies en U, espalda medio, no descansa
antebrazo, rueda inflable antipinchazos, rueda pequeña delantera”[1],
órtesis de rodilla, tobillo y pie en polipropileno con rodillas articuladas y una
crema denominada Colagenasa Iruxol para la úlcera.
4. Sostiene que las secuelas del ataque con arma de fuego
afectaron sus esfínteres y, por ese motivo, solicita el suministro de pañales
desechables.
5. Por último, afirma que padece depresión, cuenta con
diagnósticos de trastornos mentales y del comportamiento debidos al uso de
múltiples drogas y declara que, en la actualidad, no tiene familia porque toda
su vida “ha estado institucionalizado”.
6. El accionante pretende la protección de los derechos a
la salud, a una vida digna y a la integridad personal de su agenciado. En
consecuencia, solicita al juez de tutela ordenar a Capital Salud E.P.S. que autorice
y entregue la silla de ruedas con las indicaciones mencionadas, junto con la
crema Colagenasa Iruxol y los pañales desechables. Así mismo, solicita que se
ordene el tratamiento integral de todos los requerimientos presentes o futuros.
B. Actuaciones en sede de tutela
Mediante
Auto del 19 de noviembre de 2019[2],
el Juzgado Cincuenta y Uno
(51) Penal Municipal con Función de Control de Garantías de Bogotá admitió la acción de tutela, vinculó al trámite a la
Secretaría Distrital de Salud de Bogotá y le corrió traslado junto con la
entidad accionada, con el fin de que se pronunciaran sobre los hechos que
motivaron la presentación de esta solicitud de amparo constitucional[3].
Respuestas de la
entidad demandada y vinculada
Secretaría
Distrital de Salud de Bogotá
El
jefe de la Oficina Asesora Jurídica de la Secretaría Distrital de Salud sostuvo
que, de las pruebas que constan en el expediente, se advierte que Capital Salud
no ha continuado el tratamiento del accionante pese a contar con prescripciones
médicas. Agregó que la órtesis y el caminador ordenados por los médicos
tratantes se encuentran cubiertos por el Plan de Beneficios en Salud, según la
Resolución 5857 de 2018 del Ministerio de Salud y Protección Social. Por esta
razón, la entidad accionada está obligada a suministrarlos en forma oportuna y
sin dilaciones. Por su parte, aseguró que, de acuerdo con el artículo 59 de la
Resolución mencionada, la silla de ruedas no está incluida en el Plan de
Beneficios con cargo a la UPC. De ese modo, se requiere un pronunciamiento
judicial para que, de acuerdo con los criterios jurisprudenciales, se ordene el
suministro de esta ayuda técnica.
Sobre
el medicamento Colagenasa Iruxol, expuso que el PBS no tiene cobertura de esta
medicina y, en ese sentido, su prescripción debía adelantarse por el aplicativo
MIPRES para que fuera cubierto con los recursos del Fondo Financiero Distrital
de Salud.
Por
último, argumentó que la Secretaría Distrital de Salud no tiene legitimación en
la causa por pasiva puesto que la Ley 1122 de 2007 prohíbe a las entidades
territoriales la prestación de servicios de salud en forma directa. En
consecuencia, solicitó que se la desvinculara del presente trámite.
Capital Salud E.P.S.
La
apoderada general de la E.P.S. indicó que la órtesis de rodilla, tobillo y pie;
el caminador con rodachines y la consulta con psiquiatría fueron autorizados, pues
estos elementos tenían sustento en las fórmulas médicas[4]. Añadió que los pañales, la silla de ruedas y el
medicamento Colagenasa Iruxol no tienen soporte en una prescripción médica
registrada en sus sistemas de información ni se aportó como anexo al escrito de
tutela. La entidad accionada sostuvo que la presente acción es improcedente
para ordenar el suministro de servicios de salud sin que medie orden médica.
Finalmente, concluyó que la entidad ha cumplido con todas sus obligaciones
legales y, por lo tanto, no ha vulnerado ni amenaza vulnerar los derechos
invocados por el accionante.
C. Decisiones
objeto de revisión
Fallo de tutela de primera instancia
Mediante
sentencia del 3 de noviembre de 2019, el Juzgado 51 Penal Municipal con Función de Control de
Garantías de Bogotá concedió parcialmente el amparo de los derechos fundamentales a la vida en
condiciones dignas y a la salud del accionante. Consideró que, a partir de los
principios pro homine e integralidad del derecho a la salud, pueden
inaplicarse las exclusiones del PBS siempre que se demuestre la necesidad de
los respectivos insumos para asegurar la prevalencia de los derechos
fundamentales del accionante. De ese modo, al constatarse la necesidad de estas
prestaciones, el juez de tutela puede ordenar a la E.P.S. la entrega de las
prestaciones excluidas del PBS o del MIPRES. Asimismo, expuso que en el
expediente obran las fórmulas médicas que evidencian la necesidad de la silla de ruedas, la órtesis, el caminador y el medicamento
para tratar la úlcera. Así, controvirtió el argumento presentado por la
E.P.S. quien aseguraba que lo solicitado por el accionante no tenía respaldo en
una fórmula médica. En consecuencia, concluyó que, al no autorizar y entregar
lo pedido por el paciente, la E.P.S. desconoció tres elementos del derecho a la
salud: la disponibilidad, la accesibilidad y la calidad.
Por
su parte, el juez de tutela denegó la solicitud de pañales desechables. Al
respecto, expuso que no se cumplen las reglas jurisprudenciales para ordenar la
entrega de estos elementos sin que obre en el proceso una prescripción médica
que así lo indique, pues los diagnósticos adjuntados al expediente no
demuestran que el accionante sufra de incontinencia urinaria, ni de las pruebas
del expediente puede inferirse que él dependa de un tercero para realizar las
actividades básicas.
Impugnación
La
apoderada general de la E.P.S. accionada impugnó la providencia. Expuso que era
necesario ordenar a la Secretaría Distrital de Salud de Bogotá que no se
opusiera al recobro del cubrimiento que debe realizar la E.P.S. para garantizar
el suministro de la silla de ruedas, pues, en principio, esta ayuda técnica
está excluida de la financiación con recursos de la UPC, de acuerdo con la
Resolución 5269 de 2017 del Ministerio de Salud y Protección Social. Insistió
en que este elemento no hace parte de la garantía del derecho a la salud y su
protección está a cargo de los Fondos de Desarrollo Local del Distrito Capital
que implementan las medidas previstas en el Acuerdo 603 de 2015 del Concejo de
Bogotá[5]. Argumentó que no es procedente que se conceda el
tratamiento integral porque no se cumple el requisito jurisprudencial que exige
demostrar que se haya vulnerado o se vaya a vulnerar el derecho a la salud, o
que deliberadamente se vaya a negar el suministro de un servicio en el futuro.
En todo caso, requirió que se determine en forma precisa cuáles serían las
prestaciones que cobijan la orden de brindar el tratamiento integral.
Fallo
de tutela de segunda instancia
Con
fundamento en el precedente contenido en la Sentencia T-742 de 2017[6], el juez de segunda instancia confirmó la
decisión impugnada. Sostuvo que se analizó en forma correcta el cumplimiento de
los presupuestos jurisprudenciales para ordenar prestaciones excluidas del PBS.
Además, consideró innecesario emitir una orden para que el Distrito Capital
reembolse a la E.P.S. accionada el costo en el que incurra para dar
cumplimiento a lo decidido por el juez de tutela, pues corresponde a un trámite
administrativo entre entidades que puede surtirse sin que se ordene previamente
por el juez. Sobre el tratamiento integral, advirtió que no se emitió ningún
pronunciamiento sobre este y, por lo tanto, no hay lugar a revocar o modificar
la decisión.
D. Actuaciones en sede de revisión
En oficio del 29 de enero de 2020, el Juzgado Sexto
Penal para Adolescentes con Función de Conocimiento solicitó a la Corte
Constitucional la selección del expediente de la referencia para su revisión.
El despacho judicial expresó que sancionó al accionante y le impuso unas reglas
de conducta que se encuentra cumpliendo. Aseguró que, pese a que los jueces de
tutela no concedieron la solicitud de pañales desechables y el tratamiento
integral, el accionante se encuentra en especial condición de vulnerabilidad, “por
presentar discapacidad física; diagnósticos psiquiátricos consecuencia del
abuso de consumo de estupefacientes durante su infancia y adolescencia; ingreso
al Sistema Penal como habitante de calle y carece de red de apoyo”[7].
Agregó que el 29 de enero del año en curso, el demandante fue dado de alta del
Hospital de Kennedy y fue llevado al Centro
de Servicios Judiciales para Adolescentes, sin contar con silla de ruedas ni un
lugar “en el cual se le brinde la atención especial que su estado de salud
requiere”. De lo anterior, la jueza titular del despacho puso en
conocimiento a la Procuraduría General de la Nación y a la Personería Distrital
de Bogotá “para que adelanten las correspondientes investigaciones
disciplinarias ante la precaria situación del joven accionante en procura de
buscarle un albergue institucional”. Por lo anterior, pidió que se le
conceda al accionante el tratamiento integral y los insumos negados por el juez
de primera instancia.
Primer auto de pruebas
El 23 de septiembre de 2020, la Magistrada
Sustanciadora profirió auto de pruebas en el que ofició a las siguientes autoridades e instituciones:
Al Instituto Distrital para la Protección de la Niñez
y de la Juventud – IDIPRON para que informara acerca de las condiciones del
accionante, si permanece bajo su protección, si actualmente participa en alguno
de los programas a su cargo y demás información que tuviera sobre la condición
actual del peticionario.
A Capital Salud E.P.S.-S. para que aportara la
historia clínica del accionante e indicara cuáles han sido los servicios
médicos que le ha provisto para su rehabilitación física y atención de su
diagnóstico de trastornos del comportamiento por consumo de estupefacientes.
También se dispuso que, a través de la E.P.S., se solicitara al médico tratante
del agenciado, o a otro médico adscrito a su red de prestadores, que rindiera
concepto médico sobre la necesidad de uso de pañales desechables del accionante.
A
la Secretaría Distrital de Integración Social para que informara sobre la
política pública del Distrito Capital dirigida a los habitantes de calle,
cuáles son sus componentes, las entidades involucradas en su implementación,
sus acciones y las rutas de atención dispuestas para el efecto.
Respuesta
del Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y de la Juventud –
IDIPRON
En
respuesta al auto de pruebas, el IDIPRON manifestó que reiteraba lo expuesto en
el oficio 057 del 7 de febrero de 2020 emitido en cumplimiento de la solicitud
hecha por el Juzgado 68 Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías[8].
En el oficio mencionado, el IDIPRON expuso su intención
de brindar la atención que requiere el accionante, pero anotó que, dadas sus
especiales condiciones de salud, no tiene la idoneidad para su atención y
cuidado. Por lo anterior, dijo que el 20 de enero de 2020 remitió al
peticionario a un centro hospitalario para que le pudieran dar el tratamiento
en salud que necesita para atender las dos heridas abiertas en sus glúteos, una
colostomía y una sonda urinaria que el accionante tiene. Agregó que “no se
tiene registros de reingresos a la entidad y se desconoce la situación actual
del aquí accionante”. Concluyó que el IDIPRON está en condiciones de
brindarle atención integral según la misionalidad de este Instituto “una vez
su estado de salud se estabilice”.
A
la respuesta del IDIPRON se adjuntó el escrito de la tutela que interpuso la
Defensora de Familia del ICBF, Regional Bogotá a nombre de John Geiler Moreno
Valero por la presunta violación de sus derechos fundamentales a la vida, a la
salud y a la vivienda digna. En el escrito se expone que el agenciado es
oriundo de Buenaventura y llegó a Bogotá aproximadamente hace seis años, a
causa del fallecimiento de su madre[9].
Aduce que él y su hermano (llamado John Heiler) “han sido habitantes de
calle desde los 12 y 11 años, respectivamente”. Su padre abandonó la
familia y es el segundo de cinco hermanos. Ha ingresado en catorce
oportunidades al Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes (SRPA) desde
2015 por diferentes delitos como hurto calificado y agravado en concurso con
lesiones personales dolosas agravadas y con fabricación, porte y tráfico de armas,
municiones de uso restringido, de uso privativo de las Fuerzas Armadas.
Allí
se hace una relación de los ingresos al SRPA que muestra que, entre el 2015 y
el 2019, se le han impuesto diferentes sanciones de libertad asistida,
internación en medio semicerrado, reglas de conducta y privaciones de la
libertad por períodos comprendidos entre los 3 y 18 meses. La sanción más
reciente fue impuesta por el Juzgado Sexto de Conocimiento el 20 de marzo de
2019 a 12 meses de privación de libertad sustituida por reglas de conducta por
el delito de hurto agravado con porte ilegal de armas o municiones de fuego. Agrega
que el 1º de agosto de 2017 “y tras haberse evadido del programa del CAE
(Centro de Atención Especial para adolescentes con privación de libertad), John
Geiler comete el delito de Hurto Agravado Calificado, momento en el que recibe
un impacto con arma de fuego y es remitido al servicio de salud quien ordena
hospitalización”. El diagnóstico médico de egreso de esta hospitalización
indica “déficit neurológico, paraplejia de miembros
inferiores por proyectil alojado en T12 (vertebra torácica), trauma
Raquimedular. (Daño en la medula Espinal)”.
Durante
el cumplimiento de la sanción ordenada por el Juzgado Sexto Penal con Función
de Conocimiento, el agenciado ha sido acompañado por la Defensoría de Familia
No. 19 del SRPA. Esta defensoría solicitó apoyo a la Secretaría Distrital de
Integración Social (SDIS) para que el joven Jhon Geiler Moreno recibiera la
atención médica que necesita. El 27 de diciembre de
2018, luego de que el agenciado quedara en libertad por cumplimiento de la
sanción impuesta, fue acogido en el programa “Por una ciudad incluyente y
sin barreras” que adelanta la SDIS. Desde marzo
de 2019, el joven fue trasladado al Centro Integrarte en La Mesa (Cundinamarca).
Allí fue diagnosticado por psiquiatría con “trastorno
de la personalidad antisocial, con antecedente de trastorno mental y del comportamiento
secundario al consumo de sustancias psicoactivas”.
Dice
que el joven ha sido trasladado en varias ocasiones por sus problemas
comportamentales. Al respecto fue trasladado a Bogotá, al Centro Oasis, como
consecuencia de “los constantes comportamientos inadecuados”. Luego en
el Hospital de Kennedy, donde le diagnosticaron una infección cutánea y le
practicaron una colostomía, también se presentaron “inconvenientes por
agresión y falta de acatamiento de órdenes, [no aceptó] el suministro de
medicamentos y no acepta los hábitos de aseo”. De allí fue llevado a la IPS
Health & Life donde incluso se hirió a sí mismo en una de sus piernas con
un arma blanca. Por este hecho fue atendido de nuevo en el Hospital de Kennedy.
En
el escrito se informa que, en la noche del 27 de enero de 2020, el Hospital de
Kennedy le dio egreso a John Geiler sin su silla de ruedas y sin que tuviera la
capacidad para valerse por sí mismo. Llegó a las instalaciones del Centro de
Servicios Judiciales para Adolescentes - CESPA, donde solicitaron atención de
emergencia en una ambulancia porque sus heridas en el glúteo estaban sangrando con
riesgo de infección y requería hospitalización nuevamente. Esta vez fue
ingresado en el Hospital Santa Clara. La Defensora de Familia indica que –a la
atención en salud al agenciado, debido a sus escaras en los glúteos y una
colostomía con riesgo de infección–, se suma la falta de tratamiento psicológico
para aceptar su condición de discapacidad, resultado de la paraplejia y por la
cual ha tenido ideación suicida.
Sobre
la existencia de una familia extensa o nuclear que pueda asumir el cuidado de
John Geiler, afirma que no hay ninguna persona que pueda hacerse cargo. Antes
de ser herido con arma de fuego, compartía, en el barrio Santa Fe, un
apartamento en alquiler diario con su compañera sentimental, pero ella se negó
a aportar datos de ubicación a la Defensora de Familia y no acompañó al agenciado
durante su hospitalización y privación de la libertad. En el mencionado barrio
solía movilizarse con terceras personas, incluido su hermano, a quienes se les
implica en los delitos por los cuales ingresó al SRPA. La crianza de John
Geiler y sus hermanos se delegó en terceros que aún se encargan del cuidado de
dos de sus hermanos en Buenaventura. En mayo de 2018, el ICBF Centro Zonal
Buenaventura hizo una visita domiciliaria a la hermana de John Geiler, María
Yoleni, en la que verificó que habita una vivienda de madera en precarias
condiciones, que no cuenta con ventilación o iluminación, y en la que no se
realizan los respectivos procesos de higiene.
Respuesta
de la Secretaría Distrital de Integración Social
La
entidad expuso que una de sus funciones es “[d]esarrollar políticas y
programas para la rehabilitación de las poblaciones vulnerables en especial
habitantes de la calle y su inclusión a la vida productiva de la ciudad”[10].
Explicó que mediante el Decreto 560 de 2015 se adoptó la Política Pública
Distrital para el Fenómeno de Habitabilidad en Calle 2015-2025. Esta tiene
entre sus objetivos estratégicos “[g]arantizar a las ciudadanas y los
ciudadanos habitantes de calle el acceso integral a los
servicios de salud del Distrito Capital en el marco del Sistema General de
Seguridad Social en Salud, que contribuya a hacer efectivo el derecho
fundamental a la salud de esta población”; y “promover la
participación y movilización ciudadana para la realización del derecho a la
ciudad de todas y todas a partir de […] el fomento de espacios de
auto-reconocimiento de las ciudadanas y ciudadanos habitantes de calle como
sujetos políticos, para la dignificación y resignificación del fenómeno”.
Dijo
que los componentes de la Política Pública corresponden a sus objetivos
estratégicos y de acuerdo con lo ordenado por el Acuerdo 366 de 2009 y la Ley
1641 de 2013. A su vez, cada componente está integrado por distintas líneas de
acción. De estos componentes y líneas de atención pueden destacarse: componente
1: Desarrollo humano y atención social integral, línea de acción protección
integral de NNA y jóvenes en riesgo de habitar calle, alta permanencia en calle
o en situación de vida en calle; componente 2: atención
integral e integrada en salud, línea de acción: acceso integral e integrado a
los servicios de salud para las ciudadanas y ciudadanos habitantes de calle;
componente 3: seguridad humana y convivencia ciudadana, línea de acción:
acciones para la protección de la vida y el acceso a la justicia de las
ciudadanas y los ciudadanos habitantes de calle; componente 5: movilización
ciudadana y redes de apoyo social, línea de acción: promoción de redes de apoyo
para la protección integral de las personas en riesgo de habitar calle, NNA y
jóvenes en riesgo, alta permanencia en calle o situación de vida en calle; y componente
6: desarrollo urbano incluyente, línea de acción: modelo de regulación para
garantizar la habitabilidad de hospedajes, inquilinatos y paga diarios.
Asimismo,
para cada componente de la Política Pública se estructura una Mesa Técnica
dirigida por una entidad específica y conformada por un conjunto de agencias
encargadas de su implementación. La Política Pública contó con el plan de
acción cuatrienal 2016-2020 compuesto por 151 metas y 176 acciones distribuidas
entre los seis componentes.
Sobre
las diversas rutas de atención de la población habitante de Calle, la
Subdirección para la Adultez de la Secretaría Distrital de Integración Social
está diseñando la Ruta de Atención para las Personas en Riesgo de Habitar la
Calle de acuerdo con la gradualidad del riesgo. Igualmente, se diseñó la Ruta
de Atención a la Población Habitante de Calle cuyo instructivo planea la
búsqueda activa de los habitantes de calle, así como la identificación, mapeo y
georreferenciación de dicha población, la activación de la ruta individual de
derechos en los centros de atención. En el ámbito de la salud pública la Ruta para el acceso al sistema de salud y a la atención de
la población habitante de la calle incluye trámites para solicitar citas médicas,
exámenes e imágenes de apoyo diagnóstico, valoraciones especializadas, entre
otros.
Escrito
presentado por el Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social
(PAIIS) de la Universidad de los Andes
La
directora y el asesor jurídico de PAIIS dirigieron a la Corte un escrito en el
que exponen “una serie de elementos que [consideran] se deben tener
en cuenta al momento de analizar los hechos del referido caso”. Afirmaron que
hace algunos meses apoyaron el caso del agenciado y a las personas que han
trabajado por su bienestar. Dijeron que Jhon Geiler nació en Buenaventura, que
al parecer proviene de un contexto violento y sus padres están muertos. No
tiene ninguna red de apoyo diferente a las entidades estatales que le han
brindado atención. Manifestaron que Jhon Geiler nunca ha sido habitante de
calle, es analfabeta y tiene múltiples ingresos al SRPA por hurto.
Relatan
que estuvo privado de la libertad en el Centro de Atención Especializada el
Redentor hasta diciembre de 2018. A su salida, ingresó al IDIPRON, al no tener
dónde vivir y por encontrarse en situación de discapacidad. Allí su situación
se complicó cuando le hicieron falta pañales, se
generaban complicaciones para sus traslados a citas médicas y no podían
brindarle el tratamiento adecuado a su condición. En marzo de 2019 fue
trasladado al Centro Integrarte de la Secretaría de Integración Social, ubicado
en La Mesa, Cundinamarca con el propósito de que allá recibiera la atención
para tratar su condición de discapacidad. Sin embargo, la reacción del agenciado
fue negativa porque los otros internos del centro tenían discapacidades
mentales con necesidades particulares y distintas a las de Jhon Geiler y esto
provocó que tuviera actitudes agresivas y que dañara su silla de ruedas.
Desde
julio de 2019, fue trasladado de nuevo al IDIPRON, pero se presentaron
complicaciones médicas por sus escaras en los glúteos, por las que fue
internado en diversas ocasiones en distintas IPS. En cada oportunidad que estas
entidades le dan egreso porque el tratamiento que requiere puede darse de
manera ambulatoria, se evidencia que “ninguna entidad del distrito tiene la
capacidad de recibir a un joven con el perfil de Jhon Geiler, quien no es
habitante de calle, no tiene ninguna discapacidad cognitiva, pero tiene
actitudes agresivas y tiene una discapacidad física que ha originado otros
problemas de salud”. Sostuvieron que a la fecha Jhon Geiler recibe los
pañales, pero no ha recibido ninguno de los otros elementos ordenados en el
fallo de tutela y aún no existe un diagnóstico unificado sobre la situación
mental del accionante. La falta de diagnóstico impide que él reciba la atención
y el tratamiento integral que necesita para recuperarse física y mentalmente.
Propusieron
que en el análisis del caso se tenga en cuenta su situación como persona con
discapacidad de conformidad con la Ley 1618 de 2013 y la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Por último, sugirieron
la necesidad de que se aborden integralmente las necesidades de Jhon Geiler y
que, a su vez, se generen una serie de acciones articuladas que garanticen los
distintos derechos que se amenazan en su caso.
Escrito
presentado por la Defensora de Familia del Centro Zonal Especializado Puente
Aranda
La
Defensora de Familia expuso que aporta información adicional para complementar
los argumentos del agente oficioso en la acción de tutela de la referencia.
Dijo que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) acompañó al agenciado
durante el cumplimiento de su sanción en el SRPA. Agregó que su familia se
encuentra en Buenaventura sin buenas condiciones económicas y “sin
posibilidad de hacerse cargo de él”.
Aclaró
que, aunque el ICBF ya no tiene competencia respecto de la atención del agenciado,
debido a que se extinguió la sanción por cumplimiento y el joven alcanzó la
mayoría de edad, han continuado con su asistencia y acompañamiento. En el marco
de éste, han solicitado a la Secretaría Distrital de Integración Social, a la
E.P.S. y a la Secretaría Distrital de Salud lo siguiente:
“1.
No ordenar el egreso del hospital sin tener pleno conocimiento de su ubicación
en plena pandemia dado que su vida correría alto riesgo.
2. El tratamiento necesario para el consumo de SPA, con psicoterapia
continua y permanente de acuerdo a [sic] lo conceptuado por el psiquiatra que
lo atiende actualmente en el hospital La Victoria.
3. El diagnóstico y tratamiento para el trastorno de la personalidad
que presenta.
4. Establecer soluciones en la parte social para un paciente en
abandono que requiere ubicación en un programa que garantice su manutención,
vivienda y por ende una vida digna”.
La Defensora de Familia adjuntó varios
documentos que hicieron parte del trámite de la acción de tutela que interpuso
a favor de Jhon Geiler. En primer lugar, anexó la impugnación que interpuso la
SDIS contra la decisión del Juzgado 68 Penal Municipal con Función de Control
de Garantías de Bogotá y un informe de cumplimiento a las órdenes emitidas por
este despacho judicial. En estos documentos, la SDIS manifestó que sus
funciones “no contemplan programas o servicios en salud, tampoco
contamos con instituciones o centros que cuenten con Unidades de Salud
Mental o de salud con programas de rehabilitación física o en consumo de
sustancias psicoactivas y desarrollo humano, como el ordenado dentro del fallo
de tutela del asunto y que le permitan al agenciado una mejor calidad de vida,
puesto que nuestro objeto misional no está dirigido a este tipo de atención,
por lo que son las entidades del Sector Salud las llamadas en primera instancia
a brindar los programas y servicios para estabilizar las sintomatologías y
conductas que actualmente presenta el accionante”. Agregó en la impugnación
que el portafolio de servicios sociales dirigidos a la población con
discapacidad que se brinda en los Centros Integrarte tiene como criterio para
poder ser participante de estos “no encontrarse en fase aguda de trastorno
mental o que tenga trastorno de la personalidad”. La SDIS manifestó en el
recurso que la aceptación y continuidad de la atención es voluntaria y no puede
desconocerse la capacidad legal del agenciado en los términos de la Ley 1996 de
2019, dado que ha manifestado en reiteradas ocasiones que no desea continuar su
vinculación en los servicios de los Centro Integrarte.
Como evidencia del cumplimiento de las
órdenes emitidas por el juez de tutela, la SDIS aportó dos historias clínicas
de Jhon Geiler Moreno Valero como seguimiento a su situación de salud. La
primera es del 4 de febrero de 2020 en la que los profesionales de la salud
indican que él tiene “úlceras glúteas y sacras descubiertas en mal estado,
con bolsa de colostomía sobreinfectada y usa sonda vesical” y en el que
sugieren su traslado a una institución distinta a las unidades de IDIPRON, ya
que estas no cuentan “con la locatividad, personal y disponibilidad de
insumos para el manejo integral y multidisciplinario que el paciente requiere”.
La segunda es del 17 de febrero de 2020 en una consulta por urgencias en la que
el médico psiquiatra diagnostica “trastorno asocial de la personalidad,
trastornos mentales y del comportamiento debidos al uso de múltiples drogas y
al uso de otras sustancias y úlcera crónica de la piel” y consta como
tratamiento que “se realiza intervención con elementos de contención y
confrontación con respecto de la necesidad de completar el tratamiento. El
paciente afirma entender y acatar”. El informe de cumplimiento de la SDIS
también manifiesta que, al 20 de febrero de 2020, el agenciado estaba internado
en el Hospital del Guavio recibiendo tratamiento antibiótico y que, por
seguimiento telefónico, se conoció que fue trasladado al Hospital San Blas para
continuar con su tratamiento.
En segundo lugar, la Defensora de Familia
también anexó el fallo de tutela de segunda instancia del 20 de marzo de 2020
en el que el Juzgado 44 Penal del Circuito con Funciones de Conocimiento de
Bogotá advirtió que hubo un diagnóstico de trastorno mental y del
comportamiento y trastorno de la personalidad antisocial en el Hospital de
Usaquén I Nivel E.S.E. y una solicitud de interconsulta médica especializada
por psiquiatría pero “no se verifica cuál fue el resultado de la misma ni la
orden dada por el especialista en torno al tratamiento a seguir para el manejo
de dicho dictamen”. Con base en lo anterior, el despacho judicial concluyó
que no podía ordenar la institucionalización en alguna unidad de crónicos
mentales o cualquier otro tratamiento, pues no cuenta con orden emitida por el
médico tratante al respecto. No obstante, ordenó a Capital Salud E.P.S.-S que
programara cita del accionante con psiquiatría para que fuera valorado y se
determinara el procedimiento a seguir para tratar su condición de salud mental.
Por
último, la Defensora de Familia aportó unas fotografías obtenidas en una visita
del 29 de septiembre de 2020 en el Hospital La Victoria que muestran el estado
actual de las escaras del agenciado. A su juicio, se evidencia la necesidad de
que acceda a una institución, dado que no está en condiciones de asumir su
autocuidado ni garantizar la asepsia en la colostomía que tiene.
Segundo auto de pruebas
El
15 de octubre de 2020 se profirió un segundo auto de pruebas en el que se
ofició a la Secretaría Distrital de Integración Social para que determinara si
el agenciado aún se encontraba internado en la Unidad de Servicios de Salud La
Victoria y, en caso de que no fuera así, emprendiera su búsqueda. Con el mismo
propósito también se solicitó a la Unidad de Servicios de Salud La Victoria, al
agente oficioso en la presente acción de tutela y a la Defensora
de Familia del Centro Zonal Especializado de Puente Aranda que remitieran
toda la información disponible sobre el paradero actual del joven Jhon Geiler
Moreno. También se solicitó a la Secretaría Distrital de Integración Social, en
conjunto con Capital Salud E.P.S.-S., que adelantaran las gestiones de su
competencia para determinar si, como resultado de sus condiciones
médico-psiquiátricas, Jhon Geiler Moreno Valero requiere ajustes razonables
para ejercer su capacidad legal plena y, en particular, para decidir si desea
recibir la atención médica de sus diagnósticos clínicos, de conformidad con las
Leyes 1996 de 2019 y 1566 de 2012. Por último, dado que Capital Salud E.P.S.-S.
no dio respuesta a lo pedido en el primer auto de pruebas se requirió
nuevamente esta información bajo los apremios legales.
Respuesta
de Capital Salud E.P.S.-S.
La
entidad relacionó los servicios autorizados por el agenciado entre el 3 de
enero y el 13 de octubre de 2020, como se muestra a continuación:
Número de Autorización
Fecha de Aprobación
Descripción
IPS
19585G2000463037
28/01/2020
CONSULTA MEDICO GENERAL - (890701)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
19585G2000470910
28/01/2020
HOSPITALIZACION PISO - (10A002)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
19585G2000547169
3/02/2020
CONSULTA MEDICO GENERAL - (890701)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
05659-2000644625
6/02/2020
PAÑALES TENA SLIP TALLA M
AUDIFARMA BOGOTA
19525-2000645112
6/02/2020
CUIDADO CRONICO INSTITUCIONAL PAQUETE MES PACIENTE
NO VENTILADO - (121M01)
HEALTH & LIFE IPS SAS SIGLA H&L UCC SA
05659-1907423536
10/02/2020
PAÑAL ADULTO TALLA M
AUDIFARMA BOGOTA
19585G2000705775
10/02/2020
CONSULTA MEDICO GENERAL - (890701)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
05659-1907420795
10/02/2020
ALIMENTO ESPECIAL (CONTENIDO APROX 8 OZ) LIQUIDO
ORAL /237 ML (ENSURE LIQUIDO)
AUDIFARMA BOGOTA
19585G2000918745
21/02/2020
CONSULTA MEDICO GENERAL - (890701)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
19585G2000918859
21/02/2020
HOSPITALIZACION CAMA MEDICINA INTERNA - (10B001)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
19585G2001107763
3/03/2020
DESBRIDAMIENTO, LAVADO Y LIMPIEZA DE ARTICULACION DE
CODO POR ARTROSCOPIA - (808022)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
05659-2000644631
6/03/2020
PAÑALES TENA SLIP TALLA M
AUDIFARMA BOGOTA
19525-2001273296
11/03/2020
CONSULTA POR MEDICO GENERAL EN CASA - (CUPS 890101)
HEALTH & LIFE IPS SAS SIGLA H&L UCC SA
05659-2001392403
18/03/2020
PREGABALINA CAPSULA 75 MG
AUDIFARMA BOGOTA
19585G2001415965
20/03/2020
DESBRIDAMIENTO, LAVADO Y LIMPIEZA DE ARTICULACION DE
CODO POR ARTROSCOPIA - (808022)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
05659-2000644632
6/04/2020
PAÑALES TENA SLIP TALLA M
AUDIFARMA BOGOTA
19585G2001913338
30/04/2020
CONSULTA MEDICO GENERAL - (890701)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
19585G2001913369
30/04/2020
HOSPITALIZACION CAMA MEDICINA INTERNA - (10B001)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
19585G2001920805
2/05/2020
CONSULTA MEDICO GENERAL - (890701)
SUBRED INT DE SERV SALUD CENTRO ORIENT
05659R2002357499
9/06/2020
PAÑAL ADULTO TALLA L - UNIDAD
AUDIFARMA BOGOTA
05659R2002981484
1/08/2020
PAÑALES TENA SLIP TALLA L
AUDIFARMA BOGOTA
05659R2003322683
3/09/2020
PAÑALES TENA SLIP TALLA L
AUDIFARMA BOGOTA
19661R2003793237
6/10/2020
SILLA DE RUEDAS
OSTEOMEDIC S A S
05659R2003872262
13/10/2020
PAÑALES TENA SLIP TALLA L
AUDIFARMA BOGOTA
De
la tabla anterior se destaca que la EPS autorizó periódicamente los pañales al agenciado
el 6 y 10 de febrero y en abril, junio, agosto, septiembre y octubre de 2020.
La EPS también manifestó que el 19 de abril del mismo año autorizó el servicio
de fisioterapia para la rehabilitación física del actor.
También
aportó la historia clínica del agenciado, la cual evidencia que, además de esa
atención en abril de 2020, fue examinado por fisioterapia en enero de 2019,
febrero, junio y julio de 2020. También tuvo varias consultas por psiquiatría,
de las cuales la más reciente fue en agosto de 2020. En ella se diagnosticó con
trastorno de personalidad emocionalmente inestable y se dejó constancia en la
historia clínica que:
“El
paciente no tiene patología mental primaria del pensamiento o del afecto. Esto
quiere decir que no presenta enfermedad mental con la que conviva, sin
alteraciones en su estructura ideativa, con adecuada asociación de ideas, sin
pérdida del contacto de realidad, sin ningún tipo de limitación cognitiva que
impida la adecuada toma de decisiones. Adicional se explica que no tiene
depresión ni algún otro trastorno del estado del ánimo. Su comportamiento es el
reflejo de su educación, con la precaria capacidad para tolerar la frustración,
con pobre control de impulsos, falta de empatía y pobre adaptabilidad. […] Esta
condición o trastorno de la personalidad, predispone comorbilidad a otras
patologías mentales que en este momento no presenta, por lo que no requiere
manejo farmacológico y mucho menos hospitalizar.
Se favorece de seguimiento ambulatorio con psiquiatría tamizado
patología mental y se favorece de psicoterapia con psicología”.
Asimismo,
adjuntó las órdenes médicas de los pañales autorizados[11] y el
acta de entrega al agenciado de la silla de ruedas prescrita por el médico
tratante[12].
Respuesta
de la Secretaría Distrital de Integración Social
En
respuesta al Auto del 15 de octubre de 2020, el 24 de noviembre del mismo año
fue recibido el oficio del Jefe de la Oficina Asesora Jurídica de la Secretaría
Distrital de Integración Social (SDIS). En dicho documento la entidad expuso
los servicios sociales[13]
que brinda a la población habitante de calle, los parámetros y condiciones para
acceder a cada uno[14],
y las etapas que deben agotarse para el efecto[15]. La SDIS ha seguido el
caso del accionante por medio de los Centros Integrarte de Atención Interna[16]
y fue atendido entre el 11 de marzo y el 4 de julio de 2019, fecha en la que lo
trasladaron a otra institución.[17]
Durante
su estadía en el Centro Integrarte presentó conductas inadecuadas hacia los
profesionales del Centro y otros participantes. Allí fue valorado por
psiquiatría y fue diagnosticado con trastornos mentales y del comportamiento
debido al uso de múltiples drogas y al uso de otras sustancias. Asimismo, se
concluyó que Jhon Geiler contaba con un sistema de apoyo general intermitente a
limitado y se sugirió el traslado a una institución especializada en
limitaciones físicas y de movilidad reducida o a una unidad de salud mental de
mayor complejidad[18].
Lo anterior, “debido a que el comportamiento del paciente excede la
capacidad de la Institución”[19].
Por lo anterior, fue ubicado en una de las sedes del IDIPRON el 4 de julio de
2019. Posteriormente, en respuesta a una solicitud de la Defensora de Familia,
se determinó que el agenciado no cumplía con los criterios para ser
beneficiario del servicio social del Centro Integrarte de Atención Interna,
pues no requiere apoyos extensos a generalizados y se encuentra en una fase
aguda de su condición en salud mental[20].
En
respuesta a las órdenes emitidas en el Auto del 15 de octubre de 2020, la SDIS
explicó que “a la fecha el ciudadano se encuentra ubicado en la UMHES La
Victoria, de la Subred Integrada de Servicios de Salud Centro Oriente E.S.E.”[21].
Aunque expuso que no correspondía con sus competencias determinar si el agenciado
requiere de ajustes razonables para ejercer su capacidad legal autónomamente, refirió
la valoración por psiquiatría del 28 de octubre de 2020 en la que “el ciudadano manifiesta su deseo de no
querer iniciar proceso de rehabilitación para sustancias psicoactivas
secundario a que hace más de 5 años no consume ningún tipo de estas sustancias”[22].
Agregó que el análisis que consta en la historia clínica por el psiquiatra
muestra “paciente alerta, colaborador, establece contacto visual y verbal,
euproséxico, porte acorde, orientado en las 3 esferas, afecto modulado,
pensamiento lógico, coherente, no verbaliza delirios, no ideas de muerte y de
suicidio, no alucinaciones, juicio conservado introspección adecuada
prospección adecuada”[23].
La SDIS agregó que, en comunicación sostenida con el accionante el pasado 29 de
octubre de 2020, él manifestó su “disposición de aceptar los servicios de
atención interna de la Secretaría Distrital de Integración Social”[24].
La
SDIS concluyó con la solicitud de que, con anterioridad a que el accionante ingrese
a los servicios de esta entidad, continúen y culminen los tratamientos en salud
para que posteriormente se verifiquen cuáles servicios sociales que componen su
oferta institucional son adecuados para Jhon Geiler Moreno Valero.
II. CONSIDERACIONES
1. La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional
es competente para revisar los fallos de tutela proferidos dentro del proceso
de la referencia, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 y 241,
numeral 9º, de la Constitución, en concordancia con los artículos 31 a 36 del
Decreto 2591 de 1991.
Facultades extra y ultra
petita del juez constitucional, asunto objeto de análisis y problema jurídico
2. Sobre la posibilidad de emitir fallos extra
y ultra petita, la Corte ha admitido que esta resuelva los asuntos sin
ceñirse estricta y forzosamente (i) a las situaciones de hecho relatadas en la
demanda[25];
(ii) a las pretensiones del actor[26]
ni (iii) a los derechos invocados por este, como si tuviese que hacerlo en
otro tipo de causas judiciales. Esta facultad tiene fundamento en el carácter
informal de la acción de tutela, en su objetivo de materializar efectivamente los
derechos fundamentales que el juez estime comprometidos al valorar la situación
que se le puso en conocimiento, y en su rol de guardia de la integridad y la
supremacía de la Constitución.
Es el juez quien debe (i) establecer los hechos
relevantes y, en caso de no tenerlos claros, indagar por ellos; (ii) adoptar
las medidas que estime convenientes y efectivas para el restablecimiento del
ejercicio de las garantías ius fundamentales; y (iii) precisar y resguardar
todos los derechos que advierta comprometidos en determinada situación[27].
El juez constitucional, al cumplir estos deberes e ir más allá de lo expuesto y
lo pretendido en el escrito de tutela, emplea facultades ultra y extra
petita[28],
que son de aquellas “facultades oficiosas que debe asumir de forma activa,
con el fin de procurar una adecuada protección de los derechos fundamentales de
las personas”[29].
El uso de tales facultades no solo implica una posibilidad para el juez de
tutela, pues está obligado a desplegarlas cuando el asunto en cuestión lo
amerita.
3. En el caso objeto de estudio, el accionante
solicitó la protección de los derechos fundamentales a la salud y a la vida
digna de su agenciado Jhon Geiler Moreno y, en consecuencia, que se ordenara la autorización y entrega de una silla
de ruedas, junto con una crema para tratar sus úlceras en la piel y pañales
desechables. Igualmente pidió que se ordenara el tratamiento integral de todos
los requerimientos presentes o futuros. El juez de tutela de primera instancia
concedió el amparo de estos derechos y ordenó a Capital Salud E.P.S.-S. la
entrega de la silla de ruedas, la órtesis, el caminador y el medicamento para
tratar la úlcera. No obstante, no ordenó la entrega de los pañales desechables
al estimar que no se acreditó que fueran indispensables para el agenciado. Esta
decisión fue confirmada por el juez de segunda instancia.
En
principio, el asunto sobre el cual la Sala Sexta de Revisión debe pronunciarse
consistiría en determinar si el representado tiene derecho a que su E.P.S. le
garantice la entrega de los insumos solicitados que, según su agente oficioso,
requiere con urgencia. Sin embargo, la información
aportada por Capital Salud E.P.S.-S. evidencia que la mayoría de las
tecnologías a que hace referencia la solicitud de tutela ya han sido cubiertas,
incluyendo aquellas que se requieren en forma periódica y no hay necesidad de emitir
un pronunciamiento de fondo al respecto. No obstante, la entidad accionada no
acreditó la entrega del medicamento para tratar la úlcera del accionante
(colagenasa/Iruxol). En consecuencia, respecto de la pretensión de que se emita
una orden para el suministro de pañales desechables acaeció un hecho superado y
así se declarará en la parte resolutiva de esta providencia; y se reiterará la
orden respecto de la entrega del medicamento colagenasa/Iruxol dado que no ha
sido satisfecha por Capital Salud E.P.S.-S.
En
todo caso, el tratamiento integral al que el accionante tiene derecho tiene la
finalidad de garantizar la continuidad en la prestación del servicio de salud y
evitar la interposición de acciones de tutela por cada servicio prescrito por
el médico tratante. Entre las circunstancias en las que procede su
reconocimiento se encuentra cuando el peticionario es un sujeto de especial
protección constitucional, como es el caso de las personas en situación de discapacidad
física. Además, los pañales desechables están incluidos en el Plan de
Beneficios en Salud, al no existir una exclusión expresa, clara y determinada
sobre este insumo y la información allegada al expediente indica que el
accionante sufre de incontinencia urinaria por efecto del trauma raquimedular,
lo cual pone de presente la necesidad de garantizar el suministro de pañales
desechables. Por estas razones, la Sala ordenará a Capital Salud E.P.S.-S. que
garantice el tratamiento integral en favor de John Geiler Moreno Valero, respecto a su diagnóstico “trauma
raquimedular, paraplejia y úlcera glútea trocantérica”. Lo anterior, en
procura de que sean prestados los servicios que disponga el médico tratante en
consideración a los mencionados diagnósticos y continúe el suministro de los
pañales desechables de forma oportuna y eficaz con el fin de lograr la
recuperación o estabilización integral de la salud del agenciado.
Sin
perjuicio de lo anterior, la información muestra que los médicos tratantes del
agenciado han evidenciado la necesidad de autorizar ciertas prestaciones en
salud para atender su estado psicológico y las secuelas físicas de su herida
por arma de fuego. Al mismo tiempo, de la información aportada al expediente no
se advierte que las prestaciones requeridas hayan sido autorizadas y hecho
efectivas para garantizar su derecho a la salud. De ese modo, en ejercicio de
las facultades extra y ultra petita del juez constitucional, al
valorar la información aportada por las partes, entidades oficiadas e
intervinientes, la Sala estima que el asunto objeto de análisis se centra en
establecer si se ha garantizado el derecho a la salud mental y a la rehabilitación
del agenciado.
4. De acuerdo con lo expuesto, en primer
lugar, debe analizarse si la presente acción de tutela cumple con los
presupuestos de procedencia. De ser constatada la procedibilidad de la acción
constitucional, la Sala deberá resolver el siguiente problema jurídico:
¿Capital Salud E.P.S.-S. viola los derechos
fundamentales a la vida y a la salud de Jhon Geiler Moreno como consecuencia de
que los médicos adscritos a su red de prestadores de servicios no han emitido las órdenes médicas que determinan los procedimientos
o servicios que se consideran pertinentes y adecuados para garantizar su
rehabilitación física y su salud mental?
5. Para dar respuesta al problema jurídico
planteado, la Sala abordará los siguientes temas: (i) procedencia de la acción
de tutela en este asunto; (ii) el derecho a la salud, con especial referencia a
la rehabilitación de las personas con discapacidad; (iii) el derecho a la salud
mental; (iv) el derecho al diagnóstico y, finalmente, analizará (v) el caso
concreto.
Procedencia de la acción de tutela
Legitimación en la causa por activa y por pasiva
6. De acuerdo con el artículo 86 de la Carta Política,
toda persona podrá presentar acción de tutela ante los jueces para procurar la
protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando
estos resulten vulnerados o amenazados por la acción u omisión de cualquier
autoridad pública o particular. Por su parte, el artículo 10 del Decreto 2591
de 1991 prevé la posibilidad de “agenciar derechos ajenos cuando el titular
de los mismos no esté en condiciones de promover su propia defensa. Cuando tal
circunstancia ocurra, deberá manifestarse en la solicitud”.
En
el caso objeto de estudio, la acción de tutela fue interpuesta por Francisco
Javier Rincón Riaño, quien actúa como agente oficioso de Jhon Geiler Moreno
Valero. La Sala considera que se encuentra cumplido el presupuesto que habilita
la agencia oficiosa pues el agenciado no se encuentra en condiciones de
promover por sí mismo su defensa. Esta conclusión se sustenta en tres razones.
Primera, el actor enfrenta una situación de vulnerabilidad como habitante de
calle como lo expuso el agente oficioso[30]. Segundo, no cuenta con
una red familiar de apoyo conocida, asunto en el que coincidieron el IDIPRON,
el Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social (PAIIS) de la
Universidad de los Andes y la Defensora de Familia del Centro Zonal Especializado Puente Aranda. Tercero,
el accionante tiene múltiples padecimientos en salud por los cuales ha sido
hospitalizado en el último año, principalmente por el “trauma raquimedular,
la paraplejia y la úlcera glútea trocantérica”[31].
7. Por su parte, la legitimación por pasiva hace
referencia a la capacidad legal del destinatario de la acción de tutela para
ser demandado, al estar llamado a responder por la vulneración o amenaza del
derecho fundamental en el evento en que se acredite en el proceso. En este
sentido, el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991 establece la procedencia de la
acción de tutela contra acciones u omisiones de particulares que estén
encargados de la prestación del servicio público de salud[32]. En efecto, se constata que Capital
Salud E.P.S.-S. es una entidad prestadora del servicio de salud a la cual se
encuentra afiliado el agenciado y, en consecuencia, está legitimada por pasiva
para actuar en este proceso.
Inmediatez
8. La orden médica de la silla de ruedas que inicialmente
no le fue garantizada fue emitida el 1 de agosto de 2019. Por su parte, la
acción de tutela fue interpuesta el 18 de noviembre de 2019. La Sala concluye
que el transcurso de 3 meses y 17 días para la presentación de la solicitud de
amparo constitucional es un lapso razonable y oportuno, acorde con la necesidad
de protección urgente de los derechos fundamentales a la salud, a una vida digna y a la integridad
personal del peticionario.
Subsidiariedad
9. El principio de subsidiariedad, conforme al artículo
86 de la Constitución, implica que la acción de tutela solo procederá cuando el
afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que se utilice
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. En otras
palabras, las personas deben hacer uso de todos los recursos ordinarios que el
sistema judicial dispone para conjurar la situación que amenaza o lesiona sus
derechos, de tal manera que se impida el uso indebido de este mecanismo constitucional
como vía preferente o instancia judicial alterna de protección.
Esta
Corporación ha señalado que el ordenamiento jurídico dispone de una serie de
recursos y procesos que tienen como propósito la protección de los derechos de
las personas. En este orden de ideas, desconocer el carácter subsidiario de la
acción de tutela vaciaría de contenido los otros mecanismos de defensa
judiciales que han sido previstos en las normas constitucionales y legales para
salvaguardar los derechos invocados.
Sobre
el particular, la Corte ha indicado que cuando una persona acude al amparo
constitucional con el fin de que le sean protegidos sus derechos, no puede
desconocer las acciones jurisdiccionales contempladas en el ordenamiento
jurídico, ni pretender que el juez de tutela adopte decisiones paralelas a las
del funcionario que, dentro del marco estructural de la administración de
justicia, es el competente para conocer un determinado asunto[33].
10. De acuerdo con lo expuesto, es procedente el amparo constitucional cuando el
actor no cuenta con un mecanismo ordinario de protección. Sin embargo, conforme
a la jurisprudencia constitucional, el presupuesto de subsidiariedad que rige
la acción de tutela también debe analizarse de una manera flexible, cuando así
lo amerite el caso concreto. En ese orden de ideas, con fundamento en los
artículos 86 superior y 6º del Decreto 2591 de 1991, este Tribunal ha
determinado que existen dos excepciones que justifican la procedibilidad[34]
de la acción de tutela, aún en aquellos eventos en que exista otro medio de
defensa judicial, así:
(i) Cuando el medio de defensa judicial dispuesto por la
ley para resolver las controversias no es idóneo y eficaz conforme a las
especiales circunstancias del caso que se estudia; escenario en el que el
amparo es procedente como mecanismo definitivo; y,
(ii) Cuando, a pesar de existir un medio de
defensa judicial idóneo, este no impide la ocurrencia de un perjuicio
irremediable; circunstancia en la que la acción de tutela procede como
mecanismo transitorio.
11. Las anteriores reglas implican que, de
verificarse la existencia de otros medios de defensa judiciales, debe evaluarse
en cada caso la idoneidad del mecanismo propuesto, para determinar si dicho
medio judicial tiene la capacidad de restablecer de forma efectiva e integral
los derechos invocados. Este análisis debe ser sustancial y no simplemente
formal. Además, tendrá en cuenta que el juez de tutela no puede suplantar al
juez ordinario. Así, en caso de evidenciar la falta de idoneidad del otro
mecanismo, el amparo procede de manera definitiva.
12. En el caso de sujetos de especial
protección constitucional, esta Corporación ha reconocido una mayor
flexibilidad en el análisis del requisito de subsidiariedad. En efecto, la
jurisprudencia ha sostenido que el juez de tutela debe brindar un tratamiento
diferencial al accionante y verificar si este se encuentra en la posibilidad de
ejercer el medio de defensa, en igualdad de condiciones al común de la sociedad[35].
De esa valoración dependerá establecer si el presupuesto mencionado se cumple o
no en el caso concreto.
13. En las circunstancias objeto de esta
tutela puede señalarse, en principio, que las Leyes 1122 de 2007[36]
y 1438 de 2011[37] modificadas
por la Ley 1949 de 2019 consagran los asuntos en los que la Superintendencia
Nacional de Salud ejerce función jurisdiccional. En primer lugar, debe
aclararse que la Superintendencia Nacional de Salud únicamente tiene
competencia sobre la cobertura de los servicios, tecnologías en salud o
procedimientos incluidos en el Plan de Beneficios en Salud “cuando su negativa por parte de las Entidades
Promotoras de Salud o entidades que se les asimilen ponga en riesgo o amenace
la salud del usuario”. En este
sentido, respecto de los pañales desechables no existió una negativa por parte
de la EPS, sino la omisión en su prescripción. Es por esta razón que, sobre la
pretensión de la entrega de los pañales desechables no existe un mecanismo
judicial de protección distinto a la acción de tutela, debido a que la
competencia de la Superintendencia Nacional de Salud en este caso supone la
previa prescripción médica y el incumplimiento en su satisfacción. Adicionalmente,
uno de los asuntos de competencia de la Superintendencia es “sobre las prestaciones excluidas del Plan de
Beneficios que no sean pertinentes para atender las condiciones particulares
del individuo”. Aunque este mecanismo jurisdiccional
parecería, prima facie, el medio judicial ordinario al que el accionante
podría acudir para ventilar su pretensión de obtener los demás insumos
requeridos, se trata también de un medio de defensa judicial que no es idóneo
ni eficaz, como pasa a explicarse.
14. A criterio de esta Sala de Revisión, la determinación
de la idoneidad y la eficacia del mecanismo de protección de los derechos de
los usuarios del sistema de salud a cargo de la Superintendencia de Salud debe
tomar en consideración los elementos de juicio recolectados en el marco del
seguimiento que ha realizado esta Corporación a la Sentencia T-760 de
2008[38],
a través de su Sala Especial de Seguimiento. De conformidad con los hallazgos
de la audiencia de seguimiento celebrada el 16 de diciembre de 2018, el
mecanismo previsto originalmente en la Ley 1438 de 2011 no era idóneo porque
tenía un término de decisión que, dada la precariedad institucional de esa
entidad a nivel nacional, generó un retraso de entre dos y tres años para
solucionar de fondo las controversias[39].
Esta Corporación destacó que “mientras persist[ieran] dichas dificultades y
de conformidad con las circunstancias concretas del caso estudiado, el
mecanismo jurisdiccional ante la Superintendencia de Salud no es un medio
idóneo y eficaz para la protección inmediata de derechos fundamentales de los
usuarios del sistema de salud”[40].
Tras esos hallazgos, pese a la expedición y vigencia de la Ley 1949 de 2019,
aún no se cuenta con información que permita concluir de forma objetiva que la
situación varió y fue superada[41].
A
lo anterior se suma que la Corte Constitucional ha señalado que cuando lo que
se busca es la protección de los derechos fundamentales de sujetos de especial
protección constitucional (menores de edad, mujeres embarazadas, adultos
mayores, personas con disminuciones físicas y psíquicas y personas en situación
de desplazamiento), el mecanismo ante la Superintendencia de Salud no resulta
idóneo ni eficaz, ello en razón a que: (i) no existe un término para
proferir la decisión de segunda instancia, lo que deja en vilo y prolonga en el
tiempo la protección del derecho; (ii) el procedimiento no establece
el efecto de la impugnación, esto es, si es suspensivo o
devolutivo; (iii) no establece garantías para el cumplimiento de la
decisión; y (iv) no establece qué sucede cuando la EPS no responde o
lo hace parcialmente[42].
Por ende, pese a la existencia del trámite ante la Superintendencia Nacional de
Salud, este no es un mecanismo idóneo ni eficaz dadas sus limitaciones
operativas y sus vacíos de regulación, razón por la cual la acción de tutela es
el medio eficaz para proteger el derecho a la salud y el requisito de
subsidiariedad resulta satisfecho.
A
continuación, una vez revisados y superados los requisitos de procedencia de la
presente acción de tutela, la Sala adelantará el análisis del problema jurídico
de fondo descrito en el fundamento jurídico 4 de esta providencia.
El derecho a la rehabilitación de las personas con
discapacidad
15. El artículo 13 de la Constitución impone al
Estado el deber de proteger de manera especial a aquellas personas que, por sus
condiciones económicas, físicas o mentales, se
encuentran en circunstancias de debilidad manifiesta. También deberá adoptar
medidas en favor de grupos discriminados o marginados. Asimismo, el artículo 47
de la Carta exige del Estado el desarrollo de una “política de previsión,
rehabilitación e integración social para los disminuidos físicos, sensoriales y
síquicos (…)”. Estos mandatos constitucionales están llamados a
integrar el concepto de salud que desarrolla el artículo 49 constitucional. De
ahí que, por una parte, la salud ―como derecho en sí mismo―
deba garantizarse de manera universal atendiendo a criterios de diferenciación
positiva; y de otra ―como servicio público― deba ser
entendido como la realización misma del Estado Social de Derecho[43].
16. De igual manera, esta Corporación ha dicho
que la protección que otorga el ordenamiento constitucional al derecho a la
salud debe entenderse reforzada e integrada por lo que disponen los
instrumentos del derecho internacional de los derechos humanos que reconocen
este derecho[44].
Tal derecho se encuentra contenido tanto
en el sistema universal de derechos humanos a través del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, como en el ámbito interamericano
por el Protocolo Adicional de San Salvador[45]. En efecto, el artículo 12, parágrafo 1° del
Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales[46]
consagra el “el derecho de toda
persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental”[47].
17. Igualmente, la Convención Interamericana para la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad[48]
compromete al Estado colombiano a trabajar prioritariamente en el tratamiento y
rehabilitación para asegurar un nivel óptimo de independencia y de calidad de
vida para las personas con discapacidad[49]. Por su parte, la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad[50] plantea
una serie de obligaciones a cargo del Estado para garantizar el derecho a la
salud de las personas con discapacidad[51]. En particular, la
Convención reconoce “que las personas
con discapacidad tienen derecho a gozar del más alto nivel posible de salud sin
discriminación por motivos de discapacidad”[52].
Además, plantea que los Estados deben adoptar medidas efectivas y pertinentes
para que las personas con discapacidad puedan lograr y mantener la máxima
independencia, capacidad física, mental, social y vocacional, y la inclusión y
participación plena en todos los aspectos de la vida. Con ese propósito, los Estados
Parte en la Convención deben organizar, intensificar y ampliar servicios y
programas de habilitación y rehabilitación en el ámbito de la salud[53].
18. Como complemento de lo anterior, las leyes
estatutarias 1751 de 2015 y 1618 de 2013 incluyen disposiciones relevantes
sobre el derecho a la rehabilitación. En ese sentido, el artículo 2° de la Ley
1751 de 2015 señala que el Estado
adoptará políticas para asegurar la igualdad de trato y oportunidades en el
acceso a las actividades de promoción, prevención, diagnóstico, tratamiento,
rehabilitación y paliación para todas las personas y prevé como una de las
prestaciones la atención de la enfermedad y la rehabilitación de sus secuelas.
Por su parte, la Ley 1618 de
2013 “Por medio de la cual
se establecen las disposiciones para garantizar el pleno ejercicio de los
derechos de las personas con discapacidad” define la rehabilitación funcional como el “[p]roceso de acciones médicas y terapéuticas,
encaminadas a lograr que las personas con discapacidad estén en condiciones de
alcanzar y mantener un estado funcional óptimo desde el punto de vista físico,
sensorial, intelectual, psíquico o social, de manera que les posibilite
modificar su propia vida y ser más independientes”[54].
También concibe la rehabilitación integral como el “mejoramiento de la calidad de vida y la plena
integración de la persona con discapacidad al medio familiar, social y
ocupacional, a través de procesos terapéuticos, educativos y formativos que se
brindan acorde al tipo de discapacidad”.
El artículo 9° de la citada ley establece que todas las personas con
discapacidad tienen derecho a acceder a los procesos de habilitación y
rehabilitación integral. Para este propósito la misma disposición ordena la
definición de mecanismos para incluir estos servicios en el plan de beneficios.
Al mismo tiempo, el artículo 10 determina que el Ministerio de Salud y
Protección Social debe asegurar que el Sistema General de Salud garantice la
calidad y prestación oportuna de todos los servicios de salud, así como el
suministro de todos los servicios y ayudas técnicas de alta y baja complejidad,
necesarias para la habilitación y rehabilitación integral en salud de las
personas con discapacidad.
19. Estas obligaciones respecto de la
habilitación y rehabilitación reiteran y refuerzan lo dispuesto en la
legislación ordinaria. Por ejemplo, el artículo 4° de la Ley 361 de 1997[55]
señala que es una obligación ineludible del Estado los cuidados médicos y
sicológicos, la habilitación y rehabilitación adecuadas de las personas en
situación de discapacidad[56].
También, que los Ministerios de Trabajo, Salud y Educación Nacional deben
establecer mecanismos para que las personas en situación de discapacidad
cuenten con los programas y servicios de rehabilitación integral, en términos
de readaptación funcional, sin perjuicio de las obligaciones en materia de
rehabilitación establecidas en el plan de beneficios en salud para las Empresas
Promotoras de Salud[57].
20. Por último, la Resolución 3512 de 2019 es la normativa
actualmente vigente sobre los servicios y tecnologías de salud financiados con
recursos de la Unidad de Pago por Capitación (UPC) que deberán ser garantizados
por las Entidades Promotoras de Salud (EPS). De acuerdo con el artículo 2° de
la resolución mencionada, los servicios y tecnologías de salud que se incluyen
“están estructurados sobre una concepción integral de la salud, que incluye
la promoción de la salud, prevención, diagnóstico, tratamiento, rehabilitación
y paliación de la enfermedad y que se constituye en un mecanismo de protección
al derecho fundamental a la salud para que las Entidades Promotoras de Salud
(EPS) o las entidades que hagan sus veces, garanticen el acceso a dichos
servicios y tecnologías”.
21. En suma, las personas en situación de discapacidad
tienen derecho a la rehabilitación integral como elemento del derecho a la
salud. Este derecho se sustenta en el artículo 13 de la Constitución que prevé,
por un lado, el deber estatal de proteger especialmente a personas que están en
circunstancias de debilidad manifiesta por sus condiciones económicas, físicas
y mentales y, por otro lado, adoptar medidas a favor de grupos marginados.
También se funda en el mandato del artículo 47 Superior de adoptar una “política de previsión, rehabilitación e integración social
para los disminuidos físicos, sensoriales y síquicos (…)”. Así
mismo, la rehabilitación también se deriva de diversos instrumentos del derecho
internacional de los derechos humanos que reconocen el derecho a disfrutar del más
alto nivel posible de salud física y mental. Estas normas que también integran
el bloque de constitucionalidad señalan la obligación de adoptar medidas para que las personas con discapacidad
puedan lograr y mantener la máxima independencia, capacidad física, mental,
social y vocacional, y la inclusión y participación plena en todos los aspectos
de la vida. Esto incluye el deber de organizar, intensificar y ampliar
servicios y programas de habilitación y rehabilitación en el ámbito de la
salud. Igualmente, las Leyes Estatutarias 1751 de 2015 y 1618 de 2013 exigen la adopción de
políticas para asegurar el acceso a actividades
de diagnóstico, tratamiento y rehabilitación. Esta última comprende el “[p]roceso de acciones médicas y terapéuticas, encaminadas
a lograr que las personas con discapacidad estén en condiciones de alcanzar y
mantener un estado funcional óptimo desde el punto de vista físico, sensorial,
intelectual, psíquico o social, de manera que les posibilite modificar su
propia vida y ser más independientes”[58].
El derecho a la salud mental
22. El Comité de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, en su Observación General No. 14[59], fijó el
sentido y alcance de los derechos y obligaciones en materia de salud que se
derivan del Pacto Internacional de
Derechos Económicos Sociales y Culturales[60]:
“El
concepto del ‘más alto nivel posible de salud’, a que se hace referencia en el
parágrafo 1 del artículo 12, tiene en cuenta tanto las condiciones biológicas y
socioeconómicas esenciales de la persona como los recursos con que cuenta el
Estado (…)
Además, el apartado b) del párrafo 2 del artículo 12[61]
(…) disuade el uso indebido de alcohol y tabaco y el consumo de estupefacientes
y otras sustancias nocivas.
La creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y
servicios médicos en caso de enfermedad (apartado d del párrafo 2 del artículo
12), tanto física como mental, incluye el acceso igual y oportuno a los
servicios de salud básicos preventivos, curativos y de rehabilitación, así como
a la educación en materia de salud; programas de reconocimientos periódicos;
tratamiento apropiado de enfermedades, afecciones, lesiones y discapacidades
frecuentes, preferiblemente en la propia comunidad; el suministro de
medicamentos esenciales, y el tratamiento y atención apropiados de la salud
mental” (énfasis añadidos).
23. Como lo ha dicho esta Corporación, con
fundamento en los instrumentos internacionales mencionados en el fundamento 16
de esta providencia, “todos los
habitantes de Colombia tienen derecho a disfrutar del mayor nivel posible de
salud mental. En otras palabras, el derecho a la salud mental es parte
integrante del derecho a la salud”[62]. La salud mental es entendida por la
Organización Mundial de la Salud como un “estado de bienestar en el que la persona materializa sus capacidades y
es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma
productiva y de contribuir al desarrollo de su comunidad”[63].
24. Sobre este derecho, el artículo 33 de la Ley 1122 de 2007[64]
estableció que el Gobierno Nacional debía definir el Plan Nacional de Salud
Pública para cada cuatrienio y en el que debía incluir, entre otras cosas, “acciones
orientadas a la promoción de la salud mental, y el tratamiento de los
trastornos de mayor prevalencia, la prevención de la violencia, el maltrato, la
drogadicción y el suicidio”[65].
Posteriormente, el artículo 6° de la Ley 1438 de 2011[66] dispuso
que el Ministerio de la Protección Social debía elaborar el “Plan Decenal de
Salud Pública a través de un proceso amplio de participación social y en el
marco de la estrategia de atención primaria en salud, en el cual deben confluir
las políticas sectoriales para mejorar el estado de salud de la población,
incluyendo la salud mental, garantizando que el proceso de participación social
sea eficaz, mediante la promoción de la capacitación de la ciudadanía y de las
organizaciones sociales”. Por su parte, el artículo 65 de la misma ley
ordena que las “acciones de salud deben incluir la garantía del ejercicio
pleno del derecho a la salud mental de los colombianos y colombianas, mediante
atención integral en salud mental para garantizar la satisfacción de las
necesidades de salud y su atención como parte del Plan de Beneficios y la
implementación, seguimiento y evaluación de la política nacional de salud
mental”.
La
Resolución 1841 de 2013 adoptó el Plan Decenal de Salud Pública 2012-2021
ordenado por la Ley 1438 de 2011, el cual es de obligatorio cumplimiento para
los integrantes del Sistema General de Seguridad Social en Salud — SGSSS, en el
ámbito de sus competencias y obligaciones. Este plan concibe a la salud mental
como una de sus dimensiones y propone entre sus objetivos “contribuir a la
gestión integral de los riesgos asociados a la salud mental (…) , mediante la
intervención de los factores de riesgo y el mejoramiento de la capacidad de
respuesta institucional y comunitaria en esta temática” y “disminuir el
impacto de la carga de enfermedad generada por los eventos, problemas y
trastornos mentales (…), a través del fortalecimiento y la ampliación de la
oferta de servicios institucionales y comunitarios en salud mental, que
aumenten el acceso a quienes los requieren y permitan prevenir la cronificación
y el deterioro y mitigar daños evitables”. Además, uno de los componentes
del plan en la dimensión de salud mental es la atención integral a problemas y
trastornos mentales y una de las estrategias es, precisamente, el mejoramiento
de la atención en salud de los problemas y trastornos en salud mental y consumo
de sustancias psicoactivas, a través de acciones orientadas a garantizar el
acceso, oportunidad, calidad, utilización y satisfacción de los servicios de
atención.
25. La Ley 1566 de 2012[67] refuerza ese derecho a
la atención integral de los consumidores de sustancias psicoactivas y en su
artículo 2° señala que toda
persona que sufra trastornos mentales o cualquier otra patología derivada del
consumo, abuso y adicción a sustancias psicoactivas licitas o ilícitas, tendrá
derecho a ser atendida en forma integral por las Entidades que conforman el
Sistema General de Seguridad Social en Salud y las instituciones públicas o
privadas especializadas para el tratamiento de dichos trastornos. La citada ley
también especifica los responsables de garantizar dicha atención pues establece
que se realizará a través de los
servicios de salud habilitados en instituciones prestadoras de salud (IPS) de baja,
mediana y alta complejidad, así como en los servicios para la atención integral
al consumidor de sustancias psicoactivas, debidamente habilitados[68].
26. Además de las leyes y reglamentos mencionados, la Ley
1616 de 2013 “por medio de la cual se expide la ley de Salud Mental y se
dictan otras disposiciones” regula en forma específica el derecho a la
salud mental. Esta normativa define la salud mental como “un estado dinámico que se expresa en la
vida cotidiana a través del comportamiento y la interacción de manera tal que
permite a los sujetos individuales y colectivos desplegar sus recursos
emocionales, cognitivos y mentales para transitar por la vida cotidiana, para
trabajar, para establecer relaciones significativas y para contribuir a la
comunidad”[69].
También declara que la salud mental es de interés y prioridad nacional, es un
derecho fundamental, es tema prioritario de salud pública, es un bien de
interés público y es componente esencial del bienestar general y el
mejoramiento de la calidad de vida de colombianos y colombianas. El artículo 4°
dispone que la garantía de la atención integral de la salud mental[70]
debe incluir el diagnóstico, tratamiento
y rehabilitación en salud para todos los trastornos mentales. Entre los
derechos[71]
que consagra cabe destacar los derechos a recibir: (i) atención integral e
integrada y humanizada por el equipo humano y los servicios especializados en
salud mental; (ii) información clara, oportuna, veraz y completa de las
circunstancias relacionadas con su estado de salud, diagnóstico, tratamiento y
pronóstico, incluyendo el propósito, método, duración probable y beneficios que
se esperan, así como sus riesgos y las secuelas de los hechos o situaciones
causantes de su deterioro y de las circunstancias relacionadas con su seguridad
social; y (iii) la atención especializada e interdisciplinaria y los
tratamientos con la mejor evidencia científica de acuerdo con los avances
científicos en salud mental.
27. Sobre las responsabilidades en la atención integral e
integrada, el artículo 12 de la Ley 1616 de 2013 dispone que los entes
territoriales y las empresas administradoras de planes de beneficios “deberán
disponer de una red integral de prestación de servicios de salud mental pública
y privada, como parte de la red de servicios generales de salud”. Asimismo,
el artículo 14 determina que las referidas empresas administradoras de planes
de beneficios, las Empresas Sociales del Estado y las Instituciones Prestadoras
de Servicios de Salud públicas y privadas deberán garantizar y prestar sus
servicios de conformidad con las políticas, planes, programas, modelo de
atención, guías, protocolos y modalidades de atención definidas por el
Ministerio de Salud y Protección Social. La ley también establece que las Instituciones Prestadoras de Servicios de
Salud en Salud Mental públicas y privadas deberán disponer de un equipo
interdisciplinario idóneo, pertinente y suficiente para la satisfacción de las
necesidades de las personas en los servicios de promoción de la salud y
prevención del trastorno mental, detección precoz, evaluación, diagnóstico,
tratamiento y rehabilitación en salud[72]. Esta prestación debe darse en todos los niveles de
complejidad y debe garantizar calidad y calidez en la atención de una manera
oportuna, suficiente, continua, pertinente y de fácil accesibilidad a servicios
de promoción, prevención, detección temprana, diagnóstico, intervención,
tratamiento y rehabilitación en salud mental[73].
28. La Ley 1616 de 2013 también ordena al Ministerio de Salud y Protección Social
ajustar y expedir la Política Nacional de Salud Mental acorde con los cambios
normativos y el perfil epidemiológico actual del país. Esta política nacional
debe incluir la atención integral, entre otros aspectos, de los trastornos
mentales mediante la detección, la remisión oportuna, el seguimiento, el
tratamiento integral y la rehabilitación psicosocial y continua en la comunidad
con apoyo directo de los entes de salud locales. La Política Nacional de Salud
Mental vigente, en cumplimiento del mandato de la Ley 1616 de 2013, fue
adoptada por medio de la Resolución 4886 de 2018 del Ministerio de Salud y
Protección Social.
29. Es precisamente en este marco legal que la
jurisprudencia de esta Corporación ha reconocido que los tratamientos médicos
para garantizar el derecho a la salud mental deben ser parte integrante del
sistema de salud en seguridad social y que por esto “las reglas
jurisprudenciales que la Corte Constitucional ha elaborado respecto al derecho
a la salud en general son aplicables frente a peticiones de tutela de la salud
mental, por ser parte de un mismo derecho y de un mismo sistema de seguridad
social”[74].
Derecho al diagnóstico[75]
30. La Corte Constitucional ha definido el derecho al
diagnóstico como la facultad que tiene todo paciente “(…) de exigir de las
entidades prestadoras de salud la realización de los procedimientos que
resulten precisos con el objetivo de establecer la naturaleza de su dolencia,
para que, de esa manera, el médico cuente con un panorama de plena certeza
sobre la patología y determine las prescripciones más adecuadas,
encaminadas a lograr la recuperación de la salud, o, al menos, asegurar la
estabilidad del estado de salud del afectado”[76].
31. En esa medida, es claro que la posibilidad de una
persona de obtener cualquier tipo de terapia médica resulta inane si no se
logra identificar, con cierto grado de certeza y objetividad, cuál es el
tratamiento que puede atender sus condiciones de salud. Por ello, el acceso a
un diagnóstico efectivo constituye un componente del derecho fundamental a la
salud que, a su vez, obliga a las autoridades encargadas de prestar este
servicio a establecer una serie de mecanismos encaminados a proporcionar una
valoración técnica, científica y oportuna[77]. Del mismo modo, esa garantía comporta tres
facetas, a saber:
“(i) la prescripción y práctica de las pruebas,
exámenes y estudios médicos ordenados a raíz de los síntomas presentados por el
paciente, (ii) la calificación igualmente oportuna y completa de ellos por
parte de la autoridad médica correspondiente a la especialidad que requiera el
caso, y (iii) la prescripción, por el personal médico tratante, del procedimiento,
medicamento o implemento que se considere pertinente y adecuado, a la luz de
las condiciones biológicas o médicas del paciente, el desarrollo de la ciencia
médica y los recursos disponibles”[78].
32. Se concluye según lo expuesto que el derecho al
diagnóstico se compone de tres dimensiones: la identificación, la valoración y
la prescripción. Esta última significa la emisión de las órdenes médicas del
procedimiento, medicamento o implemento que se considere pertinente y adecuado para
la mejora del estado de salud del individuo. Es decir, el derecho al
diagnóstico se satisface con la realización de exámenes y la consecuente
prescripción de tratamientos, e implica determinar con el “(…) máximo
grado de certeza permitido por la ciencia y la tecnología el tratamiento médico
que asegure de forma más eficiente el derecho al ‘más alto nivel posible de
salud’”.
Solución
al caso concreto
33. De acuerdo con las consideraciones
expuestas, las personas en situación de discapacidad tienen derecho a acceder a
los servicios de habilitación y rehabilitación. Con base en la información que
consta en el expediente, Jhon Geiler
Moreno Valero es una persona en situación de discapacidad. Así se concluye a
partir de su diagnóstico de trauma raquimedular por herida con arma de fuego y
paraplejia, como lo determinaron las valoraciones médicas realizadas en enero y
febrero de 2020[79].
Es decir, el agenciado tiene una deficiencia física que no es temporal y que,
en virtud de las barreras existentes en el entorno, le impiden su participación
completa en la sociedad.
34. A partir de las normas constitucionales y
la legislación estatutaria y ordinaria expuesta anteriormente, es claro que el joven
Jhon Geiler Moreno, como una persona en situación de discapacidad física, tiene
derecho a la habilitación y rehabilitación. Este derecho se sustenta en aquel
que se le confiere a toda persona y, en particular, a aquella en situación de
discapacidad, para que goce del más alto nivel posible en su salud física y
mental. Así mismo, el tratamiento y rehabilitación tienen el objetivo de asegurar un nivel óptimo de independencia y de calidad
de vida para las personas con discapacidad y que ellas puedan lograr y mantener
la máxima independencia, capacidad física, mental, social y vocacional.
35. Por su parte, a las EPS, tanto del régimen
contributivo como del subsidiado, les corresponde garantizar los servicios y tecnologías de salud que incluyen el
diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad. El accionante se
encuentra afiliado al régimen subsidiado por medio de Capital Salud E.P.S. En
ese sentido, la entidad accionada tiene la obligación de garantizar el
suministro de todas las prestaciones que requiere el accionante dirigidas a
diagnosticar y tratar su enfermedad. En particular, debe suministrarle los
servicios y ayudas técnicas de alta y baja complejidad, necesarias para la
habilitación y rehabilitación integral en salud del accionante en situación de
discapacidad.
36. Como se advirtió anteriormente, la Ley 1566 de 2012
consagra el derecho que tiene toda
persona que sufre trastornos mentales o cualquier otra patología derivada del
consumo, abuso y adicción a sustancias psicoactivas licitas o ilícitas a la atención integral. Al respecto, la historia
clínica de Jhon Geiler muestra que el 27 de abril de 2019 fue diagnosticado con
“trastornos mentales y del comportamiento debidos al uso de múltiples drogas
y al uso de otras sustancias”[80],
“trastorno asocial de la personalidad”[81] y “trastorno de
personalidad emocionalmente inestable”[82]. Además, el artículo 4° de la Ley 1616 de 2013
establece que la garantía de la atención integral de la salud mental incluye el
diagnóstico, tratamiento y rehabilitación
en salud para todos los trastornos mentales. Además del derecho a recibir esa
atención integral, también debe garantizarse, por un lado, que las personas
reciban información clara, oportuna, veraz y completa de las circunstancias
relacionadas con su estado de salud, diagnóstico, tratamiento y pronóstico,
incluyendo el propósito, método, duración probable y beneficios que se esperan,
así como sus riesgos y las secuelas, de los hechos o situaciones causantes de
su deterioro y de las circunstancias relacionadas con su seguridad social; y,
por otro lado, que obtengan la atención especializada e interdisciplinaria y
los tratamientos con la mejor evidencia científica de acuerdo con los avances
científicos en salud mental.
37. Esta prestación está cargo de las Entidades que conforman el Sistema General
de Seguridad Social en Salud, en particular, en instituciones prestadoras de salud (IPS) de baja, mediana y alta
complejidad, así como en los servicios para la atención integral al consumidor
de sustancias psicoactivas, debidamente habilitados[83]. Igualmente,
el artículo 12 de la Ley 1616 de 2013 dispone que los entes territoriales y las
empresas administradoras de planes de beneficios “deberán disponer de una
red integral de prestación de servicios de salud mental pública y privada, como
parte de la red de servicios generales de salud”. De ese modo, le
corresponde a Capital Salud E.P.S.-S. tener a disposición de Jhon Geiler su red
de prestadores habilitados para los servicios de salud mental.
38. Respecto del derecho al diagnóstico, este se compone
de las dimensiones de la identificación, la valoración y la prescripción. Esta
última supone la emisión de las órdenes médicas del procedimiento, medicamento
o implemento que se considere pertinente y adecuado con la finalidad de obtener
una efectiva evaluación acerca del estado de salud del individuo. Es decir, el
derecho al diagnóstico se satisface con la realización de exámenes y la
consecuente prescripción de tratamientos, e implica determinar con el “(…)
máximo grado de certeza permitido por la ciencia y la tecnología el tratamiento
médico que asegure de forma más eficiente el derecho al ‘más alto nivel posible
de salud’”.
39. De la información aportada por Capital
Salud E.P.S, la Sala advierte que esta entidad ha suministrado determinadas
atenciones en salud al accionante. En particular, mostró que, desde abril de
2018, el peticionario ha sido atendido en diversas IPS que integran la red
hospitalaria de Capital Salud E.P.S.-S. para atender su diagnóstico de trauma
raquimedular ocasionado por la herida por arma de fuego[84].
También se constatan los servicios de salud para tratar una úlcera crónica en
sus glúteos desde enero de 2020[85].
Al respecto, el agenciado tuvo un control médico por
fisioterapia el 19 de abril de 2018. Allí se establecieron los diagnósticos de
“otros traumatismos y los
no especificados de la medula espinal torácica”[86] y “secuelas de traumatismo de la medula espinal”[87] Como constancia de dicha evaluación
médica, se registró que:
“inicia
tratamiento consistente en movilizaciones articulares de miembros inferiores,
fortalecimiento muscular de miembros superiores y tronco, estimulación del
equilibrio y control de tronco en posición sedente. Se le explica al paciente y
acompañante en lenguaje sencillo, refieren entender y aceptar el plan casero,
finaliza sesión de terapia sin complicaciones, se dan recomendaciones, cuidados
de la piel, plan de tratamiento en
casa”[88].
Posteriormente,
el 26 de abril de 2018, fue valorado por consulta externa y en el plan de
manejo se mencionó, entre otras cosas, “terapia
física y planes caseros”. Estos
diagnósticos y tratamientos se repitieron periódicamente en sesiones de terapia
física el 19 y 26 de junio[89],
10 de julio de 2018[90]
y 17 de enero de 2019[91].
Luego, el 19 de febrero de 2020 fue valorado por fisioterapia y se indicó como
plan de tratamiento “iniciar sesiones
de terapia física para acondicionamiento físico y neurorrehabilitación”[92]
y “continuar sesiones de
terapia física para acondicionamiento físico, mantener arcos de movimiento y fuerza muscular”[93].
No obstante, ni la historia clínica, ni la relación de autorizaciones de
servicios al accionante que aportó Capital Salud E.P.S.-S. evidencian que haya
habido sesiones de terapia adicionales a la de febrero de 2020. Tampoco se
constata que se hayan emitido prescripciones médicas que indiquen la cantidad y
periodicidad de las terapias físicas requeridas.
Por
otro lado, es importante destacar que, en consulta por psiquiatría del 28 de octubre de 2020, el
accionante manifestó su deseo de no iniciar un proceso de rehabilitación para
sustancias psicoactivas. Esta decisión está amparada en la autonomía individual
del agenciado y su derecho a “exigir que sea tenido en cuenta el
consentimiento informado para recibir el tratamiento”[94]. No
obstante, en respuesta a los diagnósticos asociados a la salud mental del agenciado,
los especialistas que han hecho las valoraciones médicas han indicado como plan
de manejo y tratamiento la administración de determinados medicamentos en
ciertos períodos de tiempo[95],
valoraciones adicionales de psiquiatría[96] y psicología[97],
incluso en forma conjunta[98]
y psicoterapia por psiquiatría cada 15 días[99]. Incluso, en la consulta
del 6 de agosto de 2020 se expuso que el accionante “se favorece de seguimiento ambulatorio con
psiquiatría (…) y se favorece de psicoterapia con psicología”[100].
Estos planes de manejo de los diagnósticos del accionante no han sido
acompañados de la expedición de las prescripciones médicas necesarias para
determinar los servicios que requiere el peticionario para su tratamiento de
sus trastornos.
La
ausencia de las órdenes médicas que especifiquen los procedimientos que se
estimen pertinentes y adecuados para obtener una efectiva evaluación acerca del
estado de salud del accionante de cara a garantizar su derecho a la
rehabilitación física y a la salud mental violan su derecho al diagnóstico. En
este sentido, al no emitirse las prescripciones médicas de los servicios
que conformarían el tratamiento médico que asegure “el derecho al ‘más alto
nivel posible de salud’” del accionante respecto de su rehabilitación integral
y su salud mental violan su derecho a la salud.
40. En síntesis, la Sala concluye que la omisión
en la determinación del tratamiento para atender los diagnósticos del
accionante de paraplejia, trauma raquimedular y diversos trastornos mentales y
de la personalidad comprometen la faceta diagnóstica de su rehabilitación
integral y su salud mental. Por lo anterior, la Sala concederá el amparo
definitivo de los derechos fundamentales del demandante y, en consecuencia,
ordenará a Capital Salud E.P.S.-S. que, por medio de los profesionales médicos
adscritos a su red de servicios, valore
de forma integral las condiciones de salud del accionante, establezca el
tratamiento adecuado para su rehabilitación física y sus trastornos mentales y
de comportamiento, y expida las autorizaciones necesarias para el suministro de
los servicios médicos requeridos para su rehabilitación integral y la atención
de su condición en salud mental. Lo anterior, conforme a los criterios
establecidos en la Ley 1616 de 2013 para otorgar una atención adecuada a las
personas en el ámbito de la Salud Mental[101].
Conclusiones y órdenes
para proferir
41. La Sala constató que Capital Salud E.P.S.-S. ya cubrió
la mayoría de los insumos y tecnologías solicitadas en la presente acción de
tutela. No obstante, se ordenará entregar el medicamento colagenasa/Iruxol
sobre la cual no hubo pronunciamiento de Capital Salud E.P.S.-S. y no se
desmostró que ya se hubiera suministrado al accionante. Asimismo, el
tratamiento integral, que se ha concedido a las personas con discapacidad como
sujetos de especial protección constitucional, tiene como propósito garantizar
la continuidad en la prestación del servicio de salud y evitar la interposición
de acciones de tutela por cada servicio prescrito por el médico tratante. Por
lo anterior, aunque respecto de la pretensión de que se emita una orden para el
suministro de pañales desechables se declarará el hecho superado, también se ordenará a la entidad accionada que garantice el
tratamiento integral en favor del agenciado, respecto de su
diagnóstico “trauma raquimedular, paraplejia y úlcera glútea
trocantérica”. Lo anterior, con el fin de que le sean prestados los
servicios que disponga el médico tratante en consideración de los mencionados
diagnósticos y se continúe el suministro de los pañales desechables de forma
oportuna y eficaz.
42. Así mismo, en ejercicio de sus facultades extra y ultra
petita, la Sala debió
analizar si la entidad demandada vulneró los derechos fundamentales a la vida y
a la salud de un habitante de calle en situación de discapacidad por el hecho
de que los médicos adscritos a
su red de prestadores de servicios no han emitido las órdenes médicas que determinan los procedimientos o servicios que
se consideran pertinentes y adecuados para garantizar su rehabilitación física
y su salud mental.
43. En esta oportunidad se encontraron
acreditados los presupuestos de procedibilidad de la acción de tutela. En
particular, la Sala concluyó que se cumplieron las condiciones para la agencia
oficiosa al constatar que el accionante tiene un alto grado de vulnerabilidad, no cuenta con una red familiar de apoyo conocida y tiene varios
padecimientos en salud por los que se encuentra hospitalizado. Así mismo, sobre
la subsidiariedad, se encontró que el mecanismo jurisdiccional ordinario ante
la Superintendencia Nacional de Salud no es idóneo y eficaz para proteger los
derechos fundamentales del accionante debido a sus limitaciones operativas y
sus vacíos de regulación.
44. La Sala expuso que el derecho a la salud de las
personas en situación de discapacidad se sustenta en las siguientes
disposiciones constitucionales. El artículo 13 de la Constitución que ordena protección especial a las personas que, por
sus condiciones físicas se encuentran en circunstancias de debilidad manifiesta
y la adopción de medidas en favor de grupos marginados. En segundo lugar, el
artículo 47 que prevé el desarrollo de una política de rehabilitación de “los
disminuidos físicos, sensoriales y síquicos (…)”. Estos mandatos
deben leerse en conjunto con el artículo 49 que prevé la salud como un derecho
y servicio público. Asimismo, los tratados internacionales en la materia que
han sido ratificados por Colombia, así como la legislación ordinaria determina,
en particular, el derecho a la rehabilitación de las personas en situación de
discapacidad. De ese modo, el tratamiento y rehabilitación tienen el objetivo
de asegurar a las personas con
discapacidad un nivel óptimo de independencia y de calidad de vida para que
puedan lograr y mantener la máxima capacidad física, mental, social y
vocacional. Igualmente, las Leyes 1751 de 2015 y 1618 de 2013 protegen los
servicios y tecnologías de rehabilitación, incluidas las ayudas técnicas de
alta y baja complejidad cuyo suministro y garantía está a cargo de las EPS.
45. Sobre el derecho a la salud mental, este exige
acciones orientadas a garantizar el acceso, oportunidad, calidad, utilización y
satisfacción de los servicios de atención. La Ley 1566 de 2012 consagra el
derecho de toda persona que sufra trastornos mentales o cualquier otra
patología derivada del consumo, abuso y adicción a sustancias psicoactivas
licitas o ilícitas a la atención integral por las Entidades que conforman el
Sistema General de Seguridad Social en Salud y las instituciones públicas o
privadas especializadas para el tratamiento de estos trastornos. Además, el artículo 4° de la Ley 1616 de
2013 señala que la garantía de la atención integral de la salud mental debe
incluir el diagnóstico, tratamiento y
rehabilitación en salud para todos los trastornos mentales, lo que incluye la atención especializada e interdisciplinaria y los
tratamientos con la mejor evidencia científica de acuerdo con los avances
científicos en salud mental. Es responsabilidad de los entes territoriales y de
las empresas administradoras de planes de beneficios tener a disposición una
red integral de prestación de servicios en salud mental y las Instituciones Prestadoras de Servicios de
Salud en Salud Mental públicas y privadas, deben disponer de un equipo
interdisciplinario idóneo, pertinente y suficiente para la satisfacción de las
necesidades de las personas en los servicios de evaluación, diagnóstico,
tratamiento y rehabilitación en salud.
46. En este caso, la Sala acreditó que Capital
Salud E.P.S.-S. desconoció los derechos a la salud y a la vida del accionante,
pues los profesionales de la salud que han valorado al accionante no han
emitido las prescripciones médicas que establezcan la cantidad y frecuencia de
los servicios, procedimientos y tecnologías que se estiman necesarias para el
tratamiento de los diagnósticos del accionante asociados a su derecho a la
rehabilitación y a la salud mental. Al no garantizarse la expedición de estas
órdenes médicas, la entidad no cumple su obligación derivada del derecho al
diagnóstico, que consiste en la
realización de exámenes y la consecuente prescripción de tratamientos que
aseguren eficientemente el más alto nivel posible de salud. Dada la ausencia de este diagnóstico
y prescripción es indispensable una valoración pronta del accionante para
determinar su estado de salud y que se formulen los tratamientos y terapias que
favorezcan la rehabilitación física y atiendan la salud mental de Jhon Geiler
Moreno Valero.
47. Por las anteriores razones, la Sala confirmará la
sentencia de segunda instancia, proferida el 5 de febrero de 2020 por el Juzgado 43 Penal del Circuito de Bogotá con
Funciones de Conocimiento, que a su vez confirmó la decisión del 3 de noviembre
de 2019 del Juzgado 51 Penal Municipal con Función de Control de Garantías de
Bogotá, que concedió parcialmente el amparo solicitado por Jhon Geiler Moreno Valero, por medio de agente
oficioso, en contra de Capital Salud E.P.S.-S. Así mismo, adicionará la
decisión de segunda instancia para conceder el amparo del derecho a la salud,
de conformidad con las razones expuestas en la parte considerativa de esta
sentencia. En consecuencia, se ordenará a Capital Salud E.P.S.-S. que, por medio de los
profesionales médicos adscritos a su red de servicios, valore de forma integral las condiciones de salud del
accionante, establezca el tratamiento adecuado para atender su situación de
discapacidad física y su salud mental, junto con las órdenes médicas para el
efecto y expida las autorizaciones necesarias para el suministro de los
servicios médicos prescritos al accionante.
48. Por último, la Secretaría Distrital de Integración
Social (SDIS) tiene la función de prestar servicios sociales básicos de
atención a aquellos grupos poblacionales que además de sus condiciones de
pobreza se encuentran en riesgo social, vulneración manifiesta o en situación
de exclusión social[102]
y debe dirigir la ejecución de planes, programas y proyectos de
restablecimiento, prevención, protección y promoción de derechos de las
personas, familias y comunidades, en especial aquellas de mayor situación de
pobreza y vulnerabilidad[103].
Con fundamento en estas competencias, se ordenará a dicha entidad que brinde
acompañamiento al proceso de rehabilitación física y de atención en salud
mental de Jhon Geiler Moreno Valero.
Determinaciones respecto del inconveniente en el traslado de una prueba
49. En el auto de pruebas del 15 de octubre de 2020 se
ordenó a la Secretaría General de la Corte Constitucional poner a disposición
de las partes las comunicaciones que se hubieran recibido en cumplimiento de
dicha providencia. Luego de agotado el término de traslado, el 9 de diciembre
de 2020, dentro del término legal, se registró el proyecto de sentencia en el
asunto de la referencia para someterlo a consideración de los despachos que
conforman la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional. Posteriormente,
el 15 de enero de 2021, la Secretaría General de esta Corporación informó que,
por un error involuntario del funcionario a cargo de remitir los oficios del
proceso, la respuesta allegada por la Secretaría Distrital de Integración
Social el 24 de noviembre de 2020 no fue enviada a las partes.
El
estado actual del trámite en el que se recolectan las firmas de los despachos
que conforman la Sala de Revisión y la fecha próxima para el vencimiento del
término para proferir una decisión impiden que se proceda a realizar el
traslado que involuntariamente omitió la Secretaría General. Aunque esta
omisión implica una restricción en el derecho a la defensa y contradicción de
las partes del proceso, la Sala Sexta de Revisión considera que no da lugar a
declarar la nulidad parcial o total del trámite surtido por las siguientes
razones. En primer lugar, las partes han ejercido varias de las prerrogativas
que hacen parte del derecho al debido proceso y a la defensa. En particular,
presentaron las pruebas que pretenden hacer valer en el trámite de revisión, han
sido notificadas de todos los autos de pruebas emitidos y han hecho uso de la
posibilidad de pronunciarse, como lo muestran la comunicación enviada por
Capital Salud E.P.S.-S. del 22 de octubre de 2020, tal y como se mencionó en el
apartado de antecedentes de esta sentencia.
En
segundo lugar, la información aportada por la Secretaría Distrital de
Integración Social que fue relevante también estaba en poder de las partes. Es
el caso de la historia clínica del accionante, que fue allegada tanto por esta
entidad como por Capital Salud E.P.S.[104] y, de ese modo, puede
decirse que materialmente tienen conocimiento de esta información. En tercer
lugar, las razones anteriores también evidencian que no se cumple el principio
de trascendencia que rige las nulidades, en virtud del cual, es indispensable demostrar
que la irregularidad sustancial “afecta garantías de los sujetos
procesales, o desconoce las bases fundamentales de la instrucción y el
juzgamiento”[105]. En otras palabras, no cualquier
irregularidad da lugar a la nulidad del procedimiento y para este efecto deberá
configurarse una evidente y protuberante violación del debido proceso. Por
último, no existe justificación alguna
para declarar la nulidad de las actuaciones en el proceso y dilatar en el
tiempo el trámite surtido en esta Corporación, lo cual puede afectar de manera
desproporcionada los principios de celeridad y eficacia, implícitos en la
efectiva protección del derecho de acceso a la administración de justicia. Esta
consideración cobra aun mayor relevancia si se tiene en cuenta que el
accionante en el presente proceso es un habitante de calle, sujeto de especial
protección constitucional y que su situación se relaciona con la oportuna y
efectiva protección de su derecho a la salud y a la vida digna.
Por
lo anterior, la Sala considera que la restricción en el derecho de las partes a
la contradicción de la respuesta enviada por la Secretaría Distrital de
Integración Social el 24 de noviembre de 2020 no implica una violación de su
derecho al debido proceso y que la condición particular del accionante hace indispensable que la Corte
emita un pronunciamiento de mérito.
III. DECISIÓN
En
mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional,
administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE
PRIMERO.
DECLARAR la carencia actual de objeto
por hecho superado en el presente asunto, respecto de la pretensión de la
autorización y suministro de los pañales desechables de Jhon Geiler Moreno
Valero.
SEGUNDO.
CONFIRMAR el fallo proferido el 5 de
febrero de 2020 por el Juzgado
43 Penal del Circuito de Bogotá con Funciones de Conocimiento, que a su vez
confirmó la decisión de conceder parcialmente el amparo, adoptada el 3 de
noviembre de 2019 por el Juzgado 51 Penal Municipal con Función de Control de
Garantías de Bogotá, únicamente en lo relacionado con su punto resolutivo
segundo que ordenó a Capital Salud E.P.S.-S. autorizar y entregar al accionante
la silla de ruedas, la órtesis, el
caminador y la crema Colagenasa Iruxol para la úlcera, de conformidad con lo expuesto en esta sentencia.
TERCERO. ADICIONAR la sentencia del 5 de febrero de 2020 emitida por el
Juzgado 43 Penal del Circuito de Bogotá con Funciones de Conocimiento, en el
sentido de CONCEDER el amparo de los derechos fundamentales a
la salud y a la vida digna de Jhon Geiler
Moreno Valero, según lo expuesto en la parte considerativa de esta sentencia.
CUARTO.
ORDENAR a Capital Salud E.P.S.-S.
que, en el término máximo de cuarenta y ocho (48) horas contadas a partir de la
notificación de esta providencia, (i) autorice y entregue a Jhon Geiler Moreno
Valero el medicamento colagenasa/Iruxol para el tratamiento de su úlcera; y
(ii) por medio de los
profesionales médicos adscritos a su red de servicios, valore integralmente el estado de salud de Jhon Geiler Moreno Valero, establezca el tratamiento
pertinente para la rehabilitación adecuada para atender su situación de
discapacidad física y su salud mental junto con las órdenes médicas
correspondientes y expida las autorizaciones necesarias para el suministro de
los servicios médicos que se prescriban. Lo anterior, conforme a los criterios
establecidos en la Ley 1616 de 2013 para otorgar una atención adecuada a las
personas en el ámbito de la Salud Mental. En ese sentido, la entidad deberá
tener en cuenta la voluntad de Jhon Geiler Moreno en el marco de sus afecciones
de salud y tratamiento psiquiátrico.
QUINTO.
ORDENAR a Capital Salud E.P.S.-S. que garantice el tratamiento
integral en favor de Jhon Geiler Moreno Valero, respecto de su
diagnóstico “trauma raquimedular, paraplejia y úlcera glútea
trocantérica”. Lo anterior, con el fin de que le sean prestados los
servicios que disponga el médico tratante en consideración de los mencionados
diagnósticos y se continúe el suministro de los pañales desechables de forma
oportuna y eficaz.
SEXTO.
ORDENAR a la Secretaría Distrital de Integración Social que
brinde acompañamiento al proceso de rehabilitación
física y de atención en salud mental de Jhon Geiler Moreno Valero.
SÉPTIMO.
Por Secretaría General, LÍBRENSE
las comunicaciones a que se refiere el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese,
comuníquese y cúmplase.
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
[1] C1 T7859919, folio 6.
[2] Cuaderno 1, folio 22.
[3] Cuaderno 2, folio 22.
[4] La copia de las autorizaciones se encuentra en el cuaderno 1,
folios 34 y 35.
[5] “Por medio del cual se ordenan los lineamientos de ayudas
técnicas para personas con discapacidad en el Distrito Capital y se dictan
otras disposiciones”.
[6] M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[7] Cuaderno de la Corte Constitucional, solicitud de revisión, folio
2.
[8] Mediante auto del 3 de febrero de 2020, el Juzgado 68 Penal
Municipal con Función de Control de Garantías vinculó al IDIPRON al trámite de
la tutela interpuesta por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en
representación de Jhon Geiler Moreno Valero contra las Secretarías Distritales
de Integración Social y de Salud.
[9] El escrito aduce que la muerte de la madre de John Geiler fue
violenta.
[10] Artículo 2°, literal d) del Decreto Distrital 607 de 2007.
[11] 2. Orden médica – pañales y 4. MIPRES Pañales 02-10-2020.
[12] Acta de entrega – Silla de ruedas.
[13] Contestación solicitud de pruebas, folios 2 y 3. Los servicios
sociales mencionados son: 1. Servicio Social Centros Integrarte de Atención
Externa, 2. Servicio Social Centros Integrarte de Atención Interna, 3. Servicio
Social Centros Crecer, 4. Servicio Social Centro Renacer y 5. Servicio Social
Centros Avanzar.
[14] Contestación solicitud de pruebas, folios 2 y 3. Mencionó que
dichos parámetros se encuentran en la Resolución 0825 del 14 de junio de 2018 y
en la Circular 033 del 2 de noviembre del mismo año. A modo de ejemplo, la SDIS
expone que el Servicio Social Centros Integrarte de Atención Interna está “orientado
a la atención de personas con discapacidad cognitiva, psicosocial o física en
condición de vulnerabilidad, de 18 años y 59 años y 11 meses, que requieran de
apoyos extensos a generalizados, que habiten en Bogotá D.C. y que no cuenten
con una red familiar o social de apoyo que garantice su cuidado”.
[15] Contestación solicitud de pruebas, folio 4. Manifestó que estos
pasos son: primero, solicitud del servicio en la que se registra la demanda
efectiva y se ingresan los datos del solicitante al Sistema Único de Información
de Registro de Beneficiarios – SIRBE de la SDIS. Segundo, identificación, en la
que se recopila toda la información relacionada con el núcleo familiar de la
persona con discapacidad solicitante y se evalúa el sistema de apoyos
requeridos. Tercero, selección y formalización del ingreso de las personas con
discapacidad, en la que se selecciona a las personas con discapacidad de
acuerdo con el orden cronológico de la solicitud, el cruce de información
disponible en las bases de datos de entidades públicas y la verificación de las
condiciones de vulnerabilidad. Sobre este punto, añadió que se debe dar
prelación a la población más vulnerable que por lo general es la que tiene
menores puntajes en el SISBEN.
[16] Contestación solicitud de pruebas, folio 6. Desde el 11 de marzo de
2019 fue atendido en el Centro Integrarte de Atención Interna del municipio de
La Mesa, Cundinamarca.
[17] Contestación solicitud de pruebas, folio 5.
[18] Contestación solicitud de pruebas, folio 8.
[19] Contestación solicitud de pruebas, folio 8.
[20] Contestación solicitud de pruebas, folio 9.
[21] Contestación solicitud de pruebas, folio 15.
[22] Contestación solicitud de pruebas, folio 14. Evoluciones médicas
Jhon Geiler Moreno Valero – Octubre 2020, folio 10. Acta Seguimiento por
S.D.I.S. – Fecha 29 de octubre de 2020 (1), folio 3.
[23] Contestación solicitud de pruebas, folio 16. Evoluciones médicas
Jhon Geiler Moreno Valero – Octubre 2020, folio 10.
[24] Contestación solicitud de pruebas, folio 17. Acta Seguimiento por
S.D.I.S. – Fecha 29 de octubre de 2020 (1), folio 3.
[25] Sentencia T-553 de 2008 M.P. Nilson Pinilla Pinilla.
[26] Sentencia T-310 de 1995 M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
[27] Sentencia SU-195 de 2012 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[28] Sentencia T-886 de 2000 M.P. Alejandro Martínez Caballero.
[29] Sentencia T-368 de 2017. M.P. José Antonio Cepeda Amarís.
[30] En el escrito de tutela, el agente oficioso del accionante se
refirió hacia él como habitante de calle y en los hechos expuso que “se
encuentra vinculado a un programa de atención a ciudadanos habitantes de calle”
(Cuaderno 1, folio 2). En esto coincide con el Juzgado Sexto Penal para
Adolescentes con Función de Conocimiento que sancionó penalmente al accionante
y quien dijo que “ingresó al Sistema Penal como habitante de calle y carece
de red de apoyo” (Cuaderno de la Corte Constitucional,
solicitud de revisión, folio 2). A esto se suma que la Defensora de
Familia del ICBF, Regional Bogotá, quien ha brindado acompañamiento al
accionante e interpuso otra acción de tutela a su nombre adujo que él y su
hermano “han sido habitantes de calle desde los 12 y 11 años,
respectivamente”. Nótese como las mencionadas entidades en el marco de sus
funciones debieron establecer si en efecto era habitante de calle para efectos
de su inclusión en los programas a su cargo, o la plena identificación dentro
del proceso penal. Es razonable inferir que todos estos funcionarios
encargados, de una u otra manera, de atender la situación del accionante han
determinado su condición de habitabilidad en calle. Así mismo, la Corte no
cuenta con elementos para considerar que la categorización del accionante como
habitante de calle hecha por estos funcionarios y entidades que han
interactuado con él sea incorrecta y, por eso, así se tendrá por demostrado en
esta providencia. Más aún, los intervinientes a nombre de PAIIS quienes fueron
los únicos en el proceso que controvirtieron que el peticionario fuera
habitante de calle no presentaron elementos distintos a su dicho para
cuestionar tal calificación. En ese sentido, se limitaron a afirmar que “Jhon
Geiler nunca ha sido habitante de calle”. Esta aseveración, por si sola, no
tiene la entidad para poner en duda la condición de habitante de calle del
peticionario, la cual fue acreditada por varias autoridades administrativas
encargadas de esa labor y a partir del diagnóstico directo de las condiciones
personales de Jhon Geiler.
[31] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folio 1169.
[32] Artículo 42, numeral 2º del Decreto 2591 de 1991.
[33] En
Sentencia T-313 de 2005, M.P. Jaime Córdoba Triviño, se estableció: “En efecto,
la Constitución y la ley estipulan un dispositivo complejo de competencias y
procesos judiciales que tienen como objetivo común garantizar el ejercicio
pleno de los derechos constitucionales, en consonancia con el cumplimiento de
los demás fines del Estado previstos en el artículo 2 Superior. Por tanto, una
comprensión ampliada de la acción de tutela, que desconozca el requisito de
subsidiariedad, vacía el contenido de las mencionadas competencias y, en
consecuencia, es contraria a las disposiciones de la Carta Política que regulan
los instrumentos de protección de los derechos dispuestos al interior de cada
una de las jurisdicciones.”
[34] Sentencia T-662
de 2016 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[35] Sentencias T-662 de 2013 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva y T-527 de
2015 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[36] Artículo 41 de la Ley 1122 de 2007: “Función
jurisdiccional de la Superintendencia Nacional de Salud. Con el fin de
garantizar la efectiva prestación del derecho a la salud de los usuarios del
Sistema General de Seguridad Social en Salud y en ejercicio del artículo 116 de
la Constitución Política, la Superintendencia Nacional de Salud podrá conocer y
fallar en derecho, con carácter definitivo y con las facultades propias de un
juez, en los siguientes asuntos: // a. Cobertura de los procedimientos,
actividades e intervenciones del plan obligatorio de salud cuando su negativa
por parte de las entidades promotoras de salud o entidades que se les asimilen,
ponga en riesgo o amenace la salud del usuario.// b. Reconocimiento económico
de los gastos en que haya incurrido el afiliado por concepto de atención de
urgencias en caso de ser atendido en una IPS que no tenga contrato con la
respectiva EPS cuando haya sido autorizado expresamente por la EPS para una atención
específica y en caso de incapacidad, imposibilidad, negativa injustificada o
negligencia demostrada de la Entidad Promotora de Salud para cubrir las
obligaciones para con sus usuarios. // c. Conflictos que se susciten en materia
de multiafiliación dentro del Sistema General de Seguridad Social en Salud. //
d. Conflictos relacionados con la libre elección que se susciten entre los
usuarios y las aseguradoras y entre éstos y las prestadoras de servicios de
salud y conflictos relacionados con la movilidad dentro del Sistema General de
Seguridad Social en Salud”.
[37] Artículo 126 de la Ley 1438 de 2011: “FUNCIÓN JURISDICCIONAL DE
LA SUPERINTENDENCIA NACIONAL DE SALUD. Adiciónense los literales e), f) y
g), al artículo 41 de la Ley 1122 de 2007, así: // “e) Sobre las
prestaciones excluidas del Plan de Beneficios que no sean pertinentes para
atender las condiciones particulares del individuo; // f) Conflictos derivados
de las devoluciones o glosas a las facturas entre entidades del Sistema General
de Seguridad Social en Salud; //g) Conocer y decidir sobre el reconocimiento y
pago de las prestaciones económicas por parte de las EPS o del empleador”. //
Modificar el parágrafo 2o del artículo 41 de la Ley 1122 de 2007, el
cual quedará así: // ‘La función jurisdiccional de la Superintendencia Nacional
de Salud se desarrollará mediante un procedimiento preferente y sumario, con
arreglo a los principios de publicidad, prevalencia del derecho sustancial,
economía, celeridad y eficacia, garantizando debidamente los derechos al debido
proceso, defensa y contradicción. // La solicitud dirigida a la
Superintendencia Nacional de Salud, debe expresar con la mayor claridad, la
causal que la motiva, el derecho que se considere violado, las circunstancias
de tiempo, modo y lugar, así como el nombre y residencia del solicitante. La
acción podrá ser ejercida, sin ninguna formalidad o autenticación, por
memorial, telegrama u otro medio de comunicación que se manifieste por escrito,
para lo cual se gozará de franquicia. No será necesario actuar por medio de
apoderado. Dentro de los diez días siguientes a la solicitud se dictará fallo,
el cual se notificará por telegrama o por otro medio expedito que asegure su
cumplimiento. Dentro de los tres días siguientes a la notificación, el fallo
podrá ser impugnado. En el trámite del procedimiento jurisdiccional prevalecerá
la informalidad’”.
[38] M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[39] Sentencia T-170 de 2019 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[40] Ibidem.
[41] Sentencia SU-074 de 2020 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[42] Sentencia T-528 de 2019 M.P. José Fernando Reyes Cuartas.
[43] Sentencia T-016 de 2007 M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
[44] Se integran en virtud de la figura del bloque de constitucionalidad
desarrollada por la jurisprudencia de esta Corporación con base en el inciso
segundo del artículo 93 de la Carta, según el cual “los derechos y deberes
consagrados en esta carta se interpretarán de conformidad con los tratados
internacionales sobre derechos humanos ratificados en Colombia.”
[45] Sentencia T-043 de 2015 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[46] El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales fue aprobado por Colombia mediante la Ley 74 de 1968 y entró en
vigor el 3 de enero de 1976.
[47] Una disposición similar se encuentra en el artículo 10° del
Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales "Protocolo de San
Salvador", suscrito en San Salvador el 17 de noviembre de 1988, aprobado
por la Ley 319 de 1996.
[48] Fue aprobada por Colombia mediante la Ley 762 de 2002 y entró en
vigor el 12 de abril de 2003.
[49] Artículo III, 2, b) de la Convención.
[50] La Convención sobre los Derechos de las personas con Discapacidad
fue aprobada por Colombia mediante la Ley 1346 de 2009.
[51] De acuerdo con el artículo 1° de la Convención, las “personas
con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales,
intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas
barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en
igualdad de condiciones con las demás”. Por su parte, el artículo 2° de la
Ley 1618 de 2013 “Por medio de la cual se establecen las disposiciones para
garantizar el pleno ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad”
reitera esta definición e incorpora otros elementos como las deficiencias a
mediano plazo y la inclusión de las barreras actitudinales.
[52] Artículo 25 de la Convención.
[53] Artículo 26 de la Convención.
[54] Artículo 2°, numeral 6° de la Ley 1618 de 2013.
[55] “Por la cual se establecen mecanismos de integración
social de las personas en situación de discapacidad y se dictan otras
disposiciones”.
[56] La Sentencia C-458 de 2015 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado declaró
la exequibilidad condicionada de varias expresiones de la Ley 361 de 1997 y, en
consecuencia, sustituyó personas “con limitación” por personas “en
situación de discapacidad”.
[57] Artículo 18 de la Ley 361 de 1997.
[58] Artículo 2°, numeral 6° de la Ley 1618 de 2013.
[59] Las observaciones generales de los Comités de Naciones
Unidas encargados de la interpretación y vigilancia de los tratados
internacionales ratificados por Colombia constituyen una herramienta útil para
determinar el alcance de los derechos consagrados en estos instrumentos y en la
Constitución. Sentencia T-477 de 2013 M.P. María Victoria Calle Correa.
[60] El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales fue aprobado por Colombia mediante la Ley 74 de 1968 y entró en
vigor el 3 de enero de 1976.
[61] Artículo 12 numeral 2. “b) El mejoramiento en todos sus aspectos
de la higiene del trabajo y del medio ambiente”
[62] Sentencias T-306 de 2006 M.P. Humberto Antonio Sierra Porto, T-578
de 2013 M.P. Alberto Rojas Ríos y T-632 de 2015 M.P. Gabriel Eduardo Mendoza
Martelo.
[63] World Health Organization (WHO) (2004). Promoting mental health:
concepts, emerging evidence, practice : summary report, citado en
Organización Mundial de la Salud (2013). Plan de acciόn sobre
salud mental 2013-2020. Ginebra: Organización Mundial de la Salud.
[64] “Por la cual se hacen algunas modificaciones en el
Sistema General de Seguridad Social en Salud y se dictan otras disposiciones”.
[65] Artículo 33, literal k) de la Ley 1122 de 2007. Con fundamento en
esta disposición, el Ministerio de la Protección Social, mediante el
Decreto 3039 de 2007, adoptó el Plan Nacional de Salud Pública 2007-2010.
[66] “Por medio de la cual se reforma el Sistema General de
Seguridad Social en Salud y se dictan otras disposiciones”.
[67] “Por la cual se dictan normas para garantizar la atención
integral a personas que consumen sustancias psicoactivas y se crea el premio
nacional ‘entidad comprometida con la prevención del consumo, abuso y adicción
a sustancias’ psicoactivas”
[68] Artículo 3° de la Ley 1566 de 2012: “La
atención de las personas con consumo, abuso y adicción a las sustancias
psicoactivas referidas en el artículo 1° de la presente ley, se realizará a
través de los servicios de salud habilitados en instituciones prestadoras de
salud (IPS) de baja, mediana y alta complejidad, así como en los servicios para
la atención integral al consumidor de sustancias psicoactivas, debidamente
habilitados. // Estos servicios se podrán prestar a través de
cualquiera de las modalidades de atención establecidas por el Ministerio de
Salud y Protección Social, entre los cuales se encuentran: los servicios
amigables para adolescentes y jóvenes, de carácter público o privado, unidades
de salud mental de baja, mediana y alta complejidad, los centros de atención
comunitaria, los equipos básicos de atención primaria en salud, entre otras
modalidades que formule el Ministerio de Salud y Protección Social”.
[69] Artículo 3° de la Ley 1616 de 2013.
[70] El artículo 5°, numerales 3° y 4° de la Ley 1616 de 2013 define la
atención integral e integrada en salud mental como “la concurrencia del
talento humano y los recursos suficientes y pertinentes en salud para responder
a las necesidades de salud mental de la población, incluyendo la promoción,
prevención secundaria y terciaria, diagnóstico precoz, tratamiento,
rehabilitación en salud e inclusión social. // La atención integrada hace
referencia a la conjunción de los distintos niveles de complejidad,
complementariedad y continuidad en la atención en salud mental, según las
necesidades de salud de las personas”.
[71] Artículo 6° de la Ley 1616 de 2013: “DERECHOS DE
LAS PERSONAS. Además de los Derechos consignados en la Declaración de
Lisboa de la Asociación Médica Mundial, la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad y otros instrumentos internacionales, Constitución
Política, y la Ley General de Seguridad Social en Salud son derechos de las
personas en el ámbito de la Salud Mental: // 1. Derecho a recibir atención integral
e integrada y humanizada por el equipo humano y los servicios especializados en
salud mental. // 2. Derecho a recibir información clara, oportuna, veraz y
completa de las circunstancias relacionadas con su estado de salud,
diagnóstico, tratamiento y pronóstico, incluyendo el propósito, método,
duración probable y beneficios que se esperan, así como sus riesgos y las
secuelas, de los hechos o situaciones causantes de su deterioro y de las
circunstancias relacionadas con su seguridad social. // 3. Derecho a recibir la
atención especializada e interdisciplinaria y los tratamientos con la mejor
evidencia científica de acuerdo con los avances científicos en salud mental. //
4. Derecho a que las intervenciones sean las menos restrictivas de las
libertades individuales de acuerdo a la ley vigente. // 5. Derecho a tener un
proceso psicoterapéutico, con los tiempos y sesiones necesarias para asegurar
un trato digno para obtener resultados en términos de cambio, bienestar y
calidad de vida. // 6. Derecho a recibir psicoeducación a nivel individual y
familiar sobre su trastorno mental y las formas de autocuidado. // 7. Derecho a
recibir incapacidad laboral, en los términos y condiciones dispuestas por el
profesional de la salud tratante, garantizando la recuperación en la salud de
la persona. // 8. Derecho a ejercer sus derechos civiles y en caso de
incapacidad que su incapacidad para ejercer estos derechos sea determinada por
un juez de conformidad con la Ley 1306 de 2009 y demás legislación
vigente. // 9. Derecho a no ser discriminado o estigmatizado, por su condición
de persona sujeto de atención en salud mental. // 10. Derecho a recibir o
rechazar ayuda espiritual o religiosa de acuerdo con sus creencias. // 11.
Derecho a acceder y mantener el vínculo con el sistema educativo y el empleo, y
no ser excluido por causa de su trastorno mental. // 12. Derecho a recibir el
medicamento que requiera siempre con fines terapéuticos o diagnósticos. // 13.
Derecho a exigir que sea tenido en cuenta el consentimiento informado para
recibir el tratamiento. // 14. Derecho a no ser sometido a ensayos clínicos ni
tratamientos experimentales sin su consentimiento informado. // 15. Derecho a
la confidencialidad de la información relacionada con su proceso de atención y
respetar la intimidad de otros pacientes. // 16. Derecho al Reintegro a su
familia y comunidad. // Este catálogo de derechos deberá publicarse en un lugar
visible y accesible de las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud que
brindan atención en salud mental en el territorio nacional. Y además deberá
ajustarse a los términos señalados por la Corte Constitucional en la Sentencia
T-760 de 2008 y demás jurisprudencia concordante”.
Es
necesario aclarar que la mención a la Ley 1306 de 2009 debe entenderse como
referida a la Ley 1996 de 2019 que derogó buena parte de la primera.
[72] Artículo 18 de la Ley 1616 de 2013. El mismo artículo indica que
los equipos interdisciplinarios estarán conformados por Psiquiatría,
Psicología, Enfermería, Trabajo Social, Terapia Ocupacional, Terapia
Psicosocial, Médico General, entre otros profesionales, atendiendo el nivel de
complejidad y especialización requerido en cada servicio de conformidad con los
estándares que para tal efecto establezca el Ministerio de Salud y Protección
Social.
[73] El artículo 13 de la Ley 1616 de 2013 determina las modalidades y servicios
incluidos en la prestación de servicios en salud mental: “1. Atención Ambulatoria. // 2. Atención Domiciliaria. // 3. Atención
Prehospitalaria. // 4. Centro de Atención en Drogadicción y Servicios de
Farmacodependencia. // 5. Centro de Salud Mental Comunitario. // 6. Grupos de
Apoyo de Pacientes y Familias. // 7. Hospital de Día para Adultos. // 8.
Hospital de Día para Niñas, Niños y Adolescentes. // 9. Rehabilitación Basada
en Comunidad. // 10. Unidades de Salud Mental. // 11. Urgencia de Psiquiatría”.
[74] Sentencia T-306 de 2006 M.P. Humberto
Antonio Sierra Porto.
[75] Este acápite se basa en las consideraciones expuestas en la
Sentencia T-508 de 2019 M.P. José Fernando Reyes Cuartas.
[76] Sentencia T-084 de 2005 M.P. Álvaro Tafur Galvis. Reiterada
en las Sentencias T-1331 de 2005, T-555 de 2006, T-1041 de 2006, T-636 de 2007
M.P. Humberto Antonio Sierra Porto, T-804 de 2007 M.P. Nilson Pinilla Pinilla,
T-076 de 2008 M.P. Rodrigo Escobar Gil, T-083 de 2008 M.P. Mauricio González
Cuervo, T-253 y T-795 de 2008 M.P. Humberto Antonio Sierra Porto, T-055 de 2009
M.P. Jaime Araujo Rentería, T-274 de 2009 M.P. Mauricio González Cuervo, T-359
de 2010 M.P. Nilson Pinilla Pinilla, T-452 de 2010 M.P. Humberto Antonio Sierra
Porto, T-639 de 2011 M.P. Mauricio González Cuervo, T-841 de 2011 M.P. Humberto
Antonio Sierra Porto, T-497 de 2012 M.P. Humberto Antonio Sierra Porto, T-887 y
T-964 de 2012 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, T-033 de 2013 M.P. Luis Guillermo
Guerrero Pérez, T-298 de 2013 M.P. Mauricio González Cuervo, T-468 de 2013 M.P.
Luis Ernesto Vargas Silva, T-927 de 2013 M.P. Mauricio González Cuervo, T-361
de 2014 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, T-543, T-650 y T-651 de 2014 M.P.
Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, T-691 de 2014 M.P. Martha Victoria Sáchica
Méndez, T-027 de 2015 M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez, T-248 de 2016 M.P.
Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, T-036 de 2017 M.P. Alejandro Linares Cantillo,
T-445 de 2017 M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez, T-061 de 2019 M.P. Alejandro
Linares Cantillo, T-259 de 2019 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo, T-365 de
2019 M.P. Carlos Bernal Pulido y T-508 de 2019 M.P. José Fernando Reyes
Cuartas.
[77] Sentencias T-185 de 2004 y T-1014 de 2005 M.P. Alfredo
Beltrán Sierra, T-1105 de 2005 M.P. Humberto Antonio Sierra Porto, T-359 de
2010 M.P. Nilson Pinilla Pinilla, T-064 de 2012 M.P. Juan Carlos Henao Pérez,
T-964 de 2012 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, T-004 de 2013 M.P. Mauricio
González Cuervo, T-020 de 2013 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, T-927 de 2013
M.P. Mauricio González Cuervo, T-329 de 2014 M.P. María Victoria Calle Correa,
T-361 de 2014 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, T-395 de 2014 M.P. Alberto
Rojas Ríos, T-787 de 2014 M.P. Martha Victoria Sáchica Méndez, T-719 de 2015
M.P. Jorge Iván Palacio Palacio, T-100 de 2016 M.P. María Victoria Calle
Correa, T-248 de 2016 y T-365 de 2017 M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo,
T-376 de 2017 M.P. Alejandro Linares Cantillo, T-445 de 2017 M.P. Luis
Guillermo Guerrero Pérez, T-552 de 2017 M.P. Cristina Pardo Schlesinger, T-558
de 2017 M.P. Iván Humberto Escrucería Mayolo, T- 710 de 2017 M.P. Alejandro
Linares Cantillo, T-171 de 2018 M.P. Cristina Pardo Schlesinger y T- 508 de
2019 M.P. José Fernando Reyes Cuartas.
[78] Sentencias T-725 de 2007 M.P. Catalina Botero Marino, T-083
de 2008 M.P. Mauricio González Cuervo, T-717 de 2009, T-047 y T-050 de 2010
M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, T-452 de 2010 M.P. Humberto Antonio
Sierra Porto, T-639 de 2011 M.P. Mauricio González Cuervo, T-651 de 2014 M.P.
Gabriel Eduardo Mendoza Martelo y T-508 de 2019 M.P. José Fernando Reyes
Cuartas.
[79] Historia Clínica – Servicios Terapéuticos y Hospitalarios, folios
39, 40, 42 y 48. En el análisis realizado por el médico general Eduardo Enrique
Pérez Barajas del área de urgencias y Rosana Medina Martínez, cirujana general
del Hospital Santa Clara consta que el accionante “es parapléjico
(discapacidad física por antecedente de trauma raquimedular)”. También
consta en los datos de ingreso a atención de urgencias el 3 de febrero de 2020
que en los datos consignados del accionante se registró “Discapacidad: SI
Tipo Discapacidad: 1.MOTORA-FÍSICA”.
[80] Historia Clínica – Servicios Terapéuticos y Hospitalarios, folios
26 y 27.
[81] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folios 28 y 29.
[82] Historia Clínica – Servicios Terapéuticos y Hospitalarios, folio
850.
[83] Artículo 3° de la Ley 1566 de 2012: “La atención de las
personas con consumo, abuso y adicción a las sustancias psicoactivas referidas
en el artículo 1° de la presente ley, se realizará a través de los servicios de
salud habilitados en instituciones prestadoras de salud (IPS) de baja, mediana
y alta complejidad, así como en los servicios para la atención integral al
consumidor de sustancias psicoactivas, debidamente habilitados. // Estos servicios se podrán prestar a través de cualquiera de las
modalidades de atención establecidas por el Ministerio de Salud y Protección
Social, entre los cuales se encuentran: los servicios amigables para
adolescentes y jóvenes, de carácter público o privado, unidades de salud mental
de baja, mediana y alta complejidad, los centros de atención comunitaria, los
equipos básicos de atención primaria en salud, entre otras modalidades que
formule el Ministerio de Salud y Protección Social”.
[84] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folio 2.
[85] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folio 40.
[86] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folio 2.
[87] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folio 4.
[88] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folio 2.
[89] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folios 7 a 11.
[90] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folio 17.
[91] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folio 20.
[92] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folio 158.
[93] Historia Clínica – Servicios Hospitalarios, folios 161 y 164.
[94] Artículo 6°, numeral 13 de la Ley 1616 de 2013.
[95] Historia Clínica – Servicios Terapéuticos y Hospitalarios, folios
30, 31, 437 y 474: “1. ACIDO VALPROICO X 250 MG TAB. # 2. ( 1 - 0 - 1 ) V.O.
TAB. # 60. 2.- CLONAZEPAM SOL 2,5 MG / ML GOTAS # 6. ( 2 - 2- 2 ) V.O. FCO. #
1.”.
[96] Historia Clínica – Servicios Terapéuticos y Hospitalarios, folios
32, 33, 127, 128, 272, 437, 469, 476 y 495.
[97] Historia Clínica – Servicios Terapéuticos y Hospitalarios, folios
217 y 314: “PACIENTE EN EL MOMENTO SIN PATOLOGIA PSIQUIATRICA MAYOR SE
EVIDENCIAN RASGOS MALADAPTATIVOS CLÚSTER B NO SINTOMAS PSICOTICOS NO IDEAcion [sic]
suicida . considero manejo CON PSICOLOGIA NO INICIO PSICOFARMACOS // DIAGNOSTICO
F609 - TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD, NO ESPECIFICADO // TRATAMIENTO SE CIERRA
INTERCONSULTA SE SOLICITA INTERVENCION POR PSICOLOGIA DE FORMA AMBULATORIA”.
[98] Historia Clínica – Servicios Terapéuticos y Hospitalarios, folio
254: “SE ACUERDA INICIAR UNA TERPIA DE APOYO PSICOLOGICO EN CONJUNTO CON
PSIQUIATRIA”
[99] Historia Clínica – Servicios Terapéuticos y Hospitalarios, folios
502, 594 y 850.
[100] Historia Clínica – Servicios Terapéuticos y Hospitalarios, folio
850.
[101] A este respecto, el artículo 6º de esta Ley establece: “Además de los Derechos consignados en la Declaración de Lisboa de la
Asociación Médica Mundial, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y otros instrumentos internacionales,
Constitución Política, y la Ley General de Seguridad Social en Salud son
derechos de las personas en el ámbito de la Salud Mental:
1.
Derecho a recibir atención integral e integrada y humanizada por el equipo
humano y los servicios especializados en salud mental.
2.
Derecho a recibir información clara, oportuna, veraz y completa de las
circunstancias relacionadas con su estado de salud, diagnóstico, tratamiento y
pronóstico, incluyendo el propósito, método, duración probable y beneficios que
se esperan, así como sus riesgos y las secuelas, de los hechos o situaciones
causantes de su deterioro y de las circunstancias relacionadas con su seguridad
social.
3.
Derecho a recibir la atención especializada e interdisciplinaria y los
tratamientos con la mejor evidencia científica de acuerdo con los avances
científicos en salud mental.
4.
Derecho a que las intervenciones sean las menos restrictivas de las libertades
individuales de acuerdo a la ley vigente.
5.
Derecho a tener un proceso psicoterapéutico, con los tiempos y sesiones
necesarias para asegurar un trato digno para obtener resultados en términos de
cambio, bienestar y calidad de vida.
6.
Derecho a recibir psicoeducación a nivel individual y familiar sobre su
trastorno mental y las formas de autocuidado.
7.
Derecho a recibir incapacidad laboral, en los términos y condiciones dispuestas
por el profesional de la salud tratante, garantizando la recuperación en la
salud de la persona.
8. Derecho
a ejercer sus derechos civiles y en caso de incapacidad que su incapacidad para
ejercer estos derechos sea determinada por un juez de conformidad con la
Ley 1306 de 2009 y demás legislación vigente.
9.
Derecho a no ser discriminado o estigmatizado, por su condición de persona
sujeto de atención en salud mental.
10.
Derecho a recibir o rechazar ayuda espiritual o religiosa de acuerdo con sus
creencias.
11.
Derecho a acceder y mantener el vínculo con el sistema educativo y el empleo, y
no ser excluido por causa de su trastorno mental.
12.
Derecho a recibir el medicamento que requiera siempre con fines terapéuticos o
diagnósticos.
13.
Derecho a exigir que sea tenido en cuenta el consentimiento informado para
recibir el tratamiento.
14.
Derecho a no ser sometido a ensayos clínicos ni tratamientos experimentales sin
su consentimiento informado.
15.
Derecho a la confidencialidad de la información relacionada con su proceso de
atención y respetar la intimidad de otros pacientes.
16.
Derecho al Reintegro a su familia y comunidad.
Este
catálogo de derechos deberá publicarse en un lugar visible y accesible de las
Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud que brindan atención en salud
mental en el territorio nacional. Y además deberá ajustarse a los términos
señalados por la Corte Constitucional en la Sentencia T-760 de 2008 y demás
jurisprudencia concordante”.
[102] Artículo 1° del Decreto 607 de 2007.
[103] Artículo 2°, literal b) del Decreto 607 de 2007.
[104] En el correo electrónico remitido por Capital Salud E.P.S.-S. el 22
de octubre de 2020, anexan el documento denominado “1. HISTORIA CLINICA –
SERVICIOS TERAPEUTICOS Y HOSPITALARIOS.pdf” el cual coincide con la historia
adjuntada por la Secretaría Distrital de Integración Social en respuesta del 24
de noviembre de 2020 con el archivo llamado “Evoluciones Medicas Jhon Geiler
Moreno Valero - OCTUBRE 2020”.
[105] Sentencia T-1055 de 2006 M.P. Jaime Araujo Rentería. Sobre el
principio de trascendencia, la Corte Suprema de Justicia ha dicho: “La
declaratoria de nulidad debe tener un motivo suficiente, no se deriva de alguna
informalidad en sí misma considerada, sino que es preciso distinguir entre el
contenido material de la defensa y el contenido material de la pretensión
defensiva. Además toda nulidad supone perjuicio real para la garantía y si ésta
no se produce, no es posible demandar la invalidez de la actuación” (Corte
Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal. Auto del 12 de marzo de 2001 M.P.
Jorge Córdoba Poveda. Proceso 14728). |
1 | T-002-21
Sentencia T-002/21
Referencia: Expediente
T-7.875.094.
Acción de tutela instaurada por Eudor contra Avianca S.A.,
Acción S.A.S. y el Laboratorio Clínico Colmédicos IPS S.A.S.
Procedencia: Juzgado
Veintisiete Penal del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá.
Asunto: Improcedencia
de la acción de tutela por carencia actual de objeto por circunstancia
sobreviniente. Eficacia horizontal de los derechos fundamentales. Efecto de
irradiación de la Constitución en las relaciones entre particulares. Amplio
margen de los empleadores privados para la elección de los trabajadores de sus
empresas. Ausencia de discriminación por diagnóstico de VIH.
Magistrada Sustanciadora:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO.
Bogotá, D. C., veinte (20) de enero de
dos mil veintiuno (2021).
La
Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los
Magistrados José Fernando Reyes Cuartas, Cristina Pardo Schlesinger y Gloria
Stella Ortiz Delgado, quien la preside, en ejercicio de sus competencias
constitucionales y legales, ha proferido la siguiente
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
En
el trámite de revisión del fallo de segunda instancia del 12 de febrero de
2020, adoptado por el Juzgado Veintisiete Penal
del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá, que revocó la providencia
del 30 de diciembre de 2019 proferida por el Juzgado Veintitrés Penal Municipal
con Función de Conocimiento de Bogotá, que negó la tutela para,
en su lugar, declarar improcedente el amparo.
Conforme a lo consagrado en los
artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala
de Selección Número Cuatro de la Corte Constitucional escogió el expediente T-7.875.094
para su revisión, mediante Auto del 18 de septiembre de 2020.
Por reparto, le correspondió a la Magistrada sustanciadora.
Aclaración previa
Debido a que en el presente caso se estudia la situación de una
persona diagnosticada con VIH[1], lo cual constituye un dato sensible,
de acuerdo con el artículo 5° de la Ley 1581 de 2012 y con base en que el actor
solicitó la reserva de su identidad, la Magistrada sustanciadora decidió
proteger su intimidad mediante Auto del 30 de octubre de 2020. Esa providencia
ordenó suprimir el nombre del accionante y la información que permita conocer
su identidad de todas las actuaciones públicas que se surtan en el marco del
proceso de la referencia y de todos los registros públicos del mismo. Por las
mismas razones, la Sala decide proteger la intimidad del demandante en esta
sentencia. Bajo ese entendido, el presente fallo tiene dos versiones: una para
efectos de notificaciones que contiene la identidad del peticionario y otra
para su publicación en el sitio web de la Corte, en la cual es cambiada por Eudor.
I. ANTECEDENTES
A. Hechos
relevantes y pretensiones
1. El 20 de diciembre de 2019, Eudor, quien actúa en nombre propio, presentó acción de tutela en
contra de Avianca S.A., Acción S.A.S.[2] y el Laboratorio
Clínico Colmédicos por considerar vulnerados sus derechos fundamentales a la
igualdad, intimidad, trabajo y debido proceso.
2. El actor afirmó que fue diagnosticado con VIH desde el 10 de julio
de 2019 e inició tratamiento antirretroviral el 26 de agosto de 2019. Además,
indicó que actualmente se encuentra con “(…) salud estable, asintomático,
con adherencia al tratamiento y control de la infección en estado indetectable”[3].
3. Sostuvo que, en octubre de 2019, aplicó ante Acción S.A.S. al
cargo de tripulante de cabina para la compañía Avianca S.A. y que, para iniciar
el proceso de selección, fue citado a una reunión el 21 de octubre de 2019[4]. Relató que, en esa ocasión, Acción S.A.S.
les explicó a los aspirantes que:
“(..) el proceso contaba con cuatro
fases y que quien llegara a la fase número cuatro, denominada fase de
contratación, debía tener al día la documentación especial para trabajar como
tripulante de cabina, la cual consiste en el pasaporte vigente, la licencia
médica de vuelo y la certificación de natación de la Cruz Roja Colombiana.
Igualmente, se manifestó en esta reunión que al llegar a la fase número cuatro
sería contratado por Accionplus por un mes para iniciar el curso básico de
tripulante de cabina en Avianca y, una vez culminado ese mes, seríamos
contratados por Avianca directamente”[5].
4. Expresó que, el 23 de octubre de 2019, recibió un correo
electrónico de un funcionario de Avianca[6],
en el que fue convocado a unas pruebas virtuales[7],
que, según el demandante, “(…) representan la fase dos del proceso de
selección”[8]. Precisó que, el 31 de octubre de 2019,
recibió otro correo electrónico de Acción S.A.S., en el cual
le dieron las instrucciones para realizar una prueba de inglés de manera
virtual[9], que, según él, aprobó.
5. El demandante aseguró haber recibido un correo electrónico de Acción
S.A.S., el 12 de noviembre de 2019, en el que lo invitaron a una entrevista
final para el siguiente día[10]. Sostuvo
que, de superar esta etapa, “(…) ingresaría a la última fase del proceso, es
decir, la contratación”[11]. Finalizado el encuentro “(…) anunciaron
quienes habíamos pasado y quienes no, y felizmente me encontraba en la lista de
los que pasaron a contratación”[12].
6. Manifestó que Acción S.A.S. le envió un nuevo correo
electrónico el 15 de noviembre de 2019 para citarlo a exámenes clínicos de
ingreso en Colmédicos[13]. Precisó que
le realizaron una prueba de sangre y que, “(…) al preguntarle a la enfermera
el tipo de prueba que me realizarían, me indicó que era una prueba de azúcar,
colesterol y antígenos. Consentí la realización de esta prueba”[14]. Anotó que, durante el procedimiento,
tuvo una entrevista con un médico. Dicho encuentro se produjo en los siguientes
términos:
“(…) en la que hace referencia a mis
niveles de sangre. Sin ser claro me indica: ‘Yo ya sé lo que tienes. ¿Estás
tomando retrovirales?’ […] Seguido a esto le comunico que estoy en un programa
especial de atención y que tomo antirretrovirales. […] Posteriormente me dice:
‘Y eres positivo para marihuana’. Le contesto que no, que jamás he consumido
marihuana, que no consumo drogas ni alcohol. Él me responde: ‘Ah, vamos a
corregirlo porque son los retrovirales los que causan esta reacción en la orina
y alteran el examen de drogas’. Sin conocer científicamente esta información,
le digo que está bien, siempre y cuando mi diagnóstico no sea informado de
ninguna manera a Accionplus y mucho menos a Avianca […]. El médico […] me dice
que reservará la información de mi diagnóstico sin ningún inconveniente. Antes
de salir del consultorio, él llama a la bacterióloga […] delante mío. Empiezan
a hablar sobre mis resultados, a lo que ella manifiesta que hay residuos de
metanfetaminas y no de marihuana, que era un error. El médico […] corrige lo
que ella dice, indicando que esos residuos se causan por los antirretrovirales.
[…] Quedo atento y el médico sale y me dice: ‘Ya lo corregimos, tranquilo,
nadie se va a dar cuenta de que son retrovirales, para que nadie sepa el
diagnóstico de VIH”[15].
7. El peticionario narró que, dado el error en el examen, llamó
inmediatamente por teléfono a la psicóloga de Acción S.A.S. para
contarle lo que acababa de suceder, ante lo cual “(…) ella me pide que le
comunique al médico que va a enviar un correo para que repita el examen. El
médico […] me responde que esté tranquilo, que él lo corregía y pedía que lo
repitieran. Estos exámenes no se repitieron”[16].
8.
Refirió que, el 28 de noviembre de 2019, Acción S.A.S. le envió un
correo electrónico en el que le informó que “[e]n esta oportunidad no has
sido seleccionado para continuar con el proceso. Sin embargo, tu hoja de vida
permanecerá en nuestra base de datos para futuras oportunidades”[17].
Ante esta situación, indicó que se comunicó telefónicamente
con la sicóloga de Acción S.A.S. y “(…) le pregunté el motivo por el cual me
desvincularon del proceso y su respuesta fue que esa información era
confidencial y no podía decirme. En ese momento le pregunté si había sido por
mis exámenes médicos, ella me dijo que no, solamente que el Comité lo había
decidido, pero que mis exámenes estaban perfectos”[18].
9. El certificado médico de preingreso ocupacional de Colmédicos
indicó que el demandante “(…) no presenta restricciones para desempeñar la
ocupación de tripulante de cabina”[19].
Además, expuso que “[l]os exámenes de laboratorio clínico realizados
presentaron los siguientes resultados: -Determinación cualitativa para
marihuana: negativa; -Determinación cualitativa de cocaína: negativa;
-Determinación cualitativa de anfetaminas: alterada; -Determinación cualitativa
de benzodiacepinas: negativa; -Determinación cualitativa de opiáceos (morfina):
negativa”[20]. Finalmente, no contiene mención al
diagnóstico de VIH del accionante.
10. El tutelante alegó que la IPS Colmédicos le realizó “(…) una
prueba de VIH para determinar mi diagnóstico sin mi consentimiento y
autorización”[21]. Lo anterior porque el médico “(…)
me insinuó información como que ya sabía sobre mi ingesta de antirretrovirales”[22]. Esto le causó sorpresa en el sentido
de que “(…) dentro del examen médico en ningún momento manifesté sobre mi
estado serológico, así como dentro de las pruebas de sangre y orina no es
posible evidenciar científicamente residuos de antirretrovirales que permitan
inferir médicamente mi diagnóstico clínico de VIH”[23].
En este contexto, consideró que la información sobre su supuesto consumo de
sustancias sicoactivas es una manera de “(…) esconder la prueba de VIH
ilegalmente realizada”[24]. En tal sentido, argumentó que
Colmédicos le informó a Acción S.A.S. sobre su diagnóstico de VIH, razón por la cual
“(…) esta empresa decidió desvincularme del proceso de
contratación. Pues no entiendo cómo después de pasar todo el proceso de
selección, de pasar las pruebas, de pagar los valores de actualización de
documentación para el cargo, de generarme una expectativa laboral y estando ad
portas de firmar el contrato de vinculación laboral, me fue informado que no
sería posible, justo después del examen médico en el que se conoció mi
diagnóstico”[25].
11. Desde esta perspectiva, solicitó el amparo de sus
derechos fundamentales a la igualdad, intimidad, trabajo y debido proceso. En
consecuencia, pidió al juez de tutela ordenar su vinculación inmediata a
Avianca en el cargo de tripulante de cabina de pasajeros y compulsar copias a
la Superintendencia de Salud, al Ministerio de Salud y Protección Social y al Ministerio
del Trabajo para que “(…) abran las investigaciones disciplinarias y
administrativas pertinentes sobre las actuaciones de la IPS Colmédicos y
Accionplus, con el fin de aclarar estos hechos y los procedimientos con los que
realizan sus actividades”[26]. Finalmente, requirió reservar su
identidad para proteger su derecho a la intimidad y a la confidencialidad de su
diagnóstico de VIH.
B. Actuaciones en sede de
tutela
El 20 de diciembre de 2019, el Juzgado
23 Penal Municipal con Funciones de Conocimiento de Bogotá avocó conocimiento
de la acción de tutela. En esa providencia corrió traslado a las entidades
accionadas para que se pronunciaran sobre los hechos y pretensiones del amparo.
Acción S.A.S.
La
empresa solicitó declarar improcedente la tutela. Lo anterior porque consideró
que existen otros medios de defensa judicial y además, el actor no acreditó la
ocurrencia de un perjuicio irremediable. Aseguró
desconocer la historia clínica y la condición médica del accionante.
Explicó
que el proceso de selección al que se presentó el demandante, junto con otras
163 personas, “(…) consistía en cinco fases y no en cuatro, como
erróneamente lo indica el accionante. También se aclara que no significa que
por haber llegado a la cuarta fase se daría por hecho que la contratación sería
efectiva”[27]. Afirmó que el actor avanzó a la fase
tres del proceso de selección. Dicha situación “(…) no implica dar por hecho
que sería efectivamente contratado”[28].
Sostuvo que la referenciación hace parte de la fase tres, al igual que los
exámenes médicos, pero que el demandante no superó esa etapa. Al respecto, refirió
lo siguiente:
“(…) la labor de tripulante
de cabina de pasajeros es una labor que se ejecuta en vuelo, por lo que el
aspirante debe cumplir estrictamente los requisitos mínimos exigidos para
desarrollar esta labor. Si los resultados presentan alteraciones y la compañía
omite estas anomalías, podemos afectar el estado físico de la persona por los
ascensos y descensos del vuelo y la presurización o despresurización de la
aeronave”[29].
En
relación con lo anterior, detalló que Acción S.A.S. realizó los siguientes
exámenes médicos ocupacionales de ingreso, que no incluyen prueba de VIH:
GES 7
Tipo de evaluación
Evaluación
médica ocupacional de ingreso, control periódico o retiro
Audiometría
Optometría
(EN CASO DE ALTERACIÓN IMPEDANCIOMETRÍA)
Espirometría
Electrocardiograma
MAYORES DE 40
Perfil
lipídico (colesterol total, colesterol hdl, colesterol idl, triglicéridos)
Glicemia
Creatinina
Ácido
úrico
Cuadro
hemático
Aunque
en este cuadro no se enlistan pruebas sobre consumo de drogas, Acción S.A.S.
adjuntó a su contestación copia de un correo electrónico enviado por una de sus
sicólogas a varios correos de esta misma empresa y a otros correos de
Colmédicos, en el que se pide agendar cita para exámenes médicos para varias
personas, incluido el actor, y en el que se enlistan, entre los exámenes a
realizar, “(…) prueba tamiz de drogas en orina: panel de COC, THC, AMP, BZD,
OPI”[30].
La
parte demandada reconoció que el actor “(…) se comunicó con la sicóloga y le
informó el percance presentado en la IPS Colmédicos. Sin embargo, es de anotar
que nunca informó que Colmédicos conoció su estado de salud (VIH), ergo, Acción
S.A.S. desconoció tal situación. Tanto así que la sicóloga envió mediante
correo electrónico la información brindada por el aspirante y nótese que en
ninguna parte habla del VIH”[31].
Refirió
que “(…) Colmédicos no comunicó a mi prohijada que el resultado se
encontraba errado, únicamente informó estado ‘no apto’, por lo que no nos
consta que en efecto se haya generado un error al interior de dicha entidad
sobre los resultados arrojados y, en consecuencia, no era procedente realizar
nuevamente la evaluación”[32]. Puntualizó que es intrascendente que
el actor afirme que nunca ha consumido sustancias sicoactivas, si “(…) una
prueba científica […] da por probado lo contrario”[33].
Confirmó
que el demandante no continuó en el proceso de selección, no por padecer VIH,
sino porque “(…) no cumplió con los requerimientos definidos por la compañía
ante la IPS, puesto que, al no estar cumplidas estas exigencias, se generó
estado ‘no apto’. Ahora, al no pasar este examen, claramente se desiste del
proceso de selección con la persona y no se continuó con los muchos de (sic)
los exámenes que faltaban”[34]. Por último, resaltó que
“(…) las decisiones tomadas
por la organización, específicamente dentro de los procesos de selección de
personal, son el conjunto de análisis de diferentes variables y estudios
realizados a los aspirantes a las vacantes publicadas, los cuales son sujetos
de reserva y pertenecen a la autonomía administrativa y financiera de la
compañía”[35].
Laboratorio Clínico
Colmédicos IPS S.A.S.
Esa
empresa señaló que actúa en calidad de proveedora de Acción S.A.S. del servicio
de evaluaciones médicas ocupacionales y pidió su desvinculación del proceso. Agregó
que “(…) dentro de las pruebas realizadas al accionante, no hay ninguna que
esté dirigida a la detección de patologías como VIH, dado que dicha patología
no resulta ser una limitante para el ejercicio laboral de este último y, por
tanto, no tendría relevancia dentro de la evaluación ocupacional”[36]. Sostiene que el médico que atendió al
actor no aludió al diagnóstico de VIH en el certificado ocupacional entregado.
Avianca
S.A.
La
parte demandada solicitó negar por improcedente la tutela. Indicó que carece de
legitimidad por pasiva porque no participó en el proceso de selección al que se
refiere el presente amparo. Asimismo, se opuso a la compulsa de copias a
la Superintendencia de Salud, al Ministerio de Salud y Protección Social y al
Ministerio del Trabajo por atentar contra el principio de subsidiariedad, ya
que “el accionante puede acudir directamente ante las autoridades”[37].
Argumentó
que “Avianca S.A. […] tercerizó en la empresa Acción Plus su proceso de
selección de vacantes, motivo por el cual el tercero […] realizó de manera
autónoma el proceso y es aquella empresa la que bajo sus criterios determinó el
resultado”[38]. Por lo anterior, afirmó que no conoce
al accionante, su situación médica, tampoco que aplicó al cargo de tripulante
de cabina, la forma en la que Acción S.A.S. tomó la decisión de contratar o no
a personas, ni el motivo por el cual no contrató al tutelante.
Refirió
que celebró un contrato de suministro de personal
temporal con Acción S.A.S. Resaltó algunas cláusulas relevantes para este caso[39]. En primer lugar, Acción S.A.S. se
obliga a “[r]ealizar una selección adecuada del personal que le suministrará
al CONTRATANTE, para garantizarle a este la idoneidad y eficiencia en el
desempeño de las labores que se le encomendarán, de conformidad con los
documentos en los cuales se especifique el perfil técnico y humano del
personal, los cuales son indispensables para la correcta prestación del
servicio objeto del presente contrato”[40].
En segundo lugar, “[e]l personal seleccionado deberá ser avalado por el
CONTRATANTE”[41]. En tercer lugar, Acción S.A.S. debe “[c]ontar
con el Programa de prevención y control de uso problemático de alcohol y
drogas, y asegurar la participación activa de todos en el mismo programa del
CONTRATANTE”[42].
Expuso
que no es cierto que una persona vinculada por Acción S.A.S. sea
automáticamente contratada por Avianca al mes siguiente, puesto que “(…) se
debe desarrollar un curso, que la persona debe aprobar, para que se habilite la
posibilidad de contratación por Avianca S.A.”[43]
(Énfasis original).
Pruebas recaudadas por el
juez de primera instancia
Mediante
auto del 26 de diciembre de 2019, el Juzgado Veintitrés Penal Municipal con
Función de Conocimiento de Bogotá decretó y ordenó oficiosamente la práctica de
pruebas. Durante el término otorgado, el Laboratorio Clínico Colmédicos IPS
S.A.S. y la empresa Acción S.A.S. aportaron la siguiente información:
Laboratorio Clínico
Colmédicos IPS S.A.S.
Esa
entidad reiteró que el certificado médico de preingreso ocupacional no contenía
restricciones al accionante “(…) ni se refirió a su aptitud para ejercer el
cargo de tripulante de cabina […]. La vinculación o no de un aspirante es un
tema que se delimita por el proceso de selección surtido por la empresa
contratante y no por Colmédicos”[44]. Además, confirmó que el único
documento que remitió a Acción S.A.S. fue el certificado ocupacional, que
también le entregó al demandante. En ese documento consta que el aspirante “(…)
no presenta restricciones para desempeñar la ocupación de tripulante de cabina”[45].
Indicó
que desconocía que el accionante se encontrara en tratamiento médico con
antirretrovirales. En tal sentido, precisó que el postulante firmó un
consentimiento informado y diligenció una encuesta en la que se le preguntó si
actualmente se encuentra en tratamientos por alguna enfermedad, a la que
contestó negativamente. Adicionalmente, manifestó que “(…) no tiene acceso a
la historia [clínica] que custodia la correspondiente EPS”[46].
Sobre el resultado “alterado” del indicador para anfetaminas, refirió lo siguiente:
“(…) para el profesional
médico que presidió la atención no es posible alterar el resultado de una
prueba y más cuando no se tiene certeza de qué tipo de sustancia está
consumiendo el paciente, es decir, no podría cambiar un resultado por la simple
voluntad del paciente y no podría indicar a la empresa contratante que el
paciente consume retrovirales”[47].
Interrogado
sobre si el uso de antirretrovirales puede llevar a que en los exámenes
ocupacionales se genere un resultado positivo para el consumo de anfetaminas, explicó
que “(…) [e]sto es posible, dependiendo del tipo de retrovirales, el tiempo
que lleve el paciente en el tratamiento y el horario de consumo”[48]. Finalmente, adjuntó copia del
consentimiento informado suscrito por el peticionario que indicó que “(…) se
me ha informado que las pruebas complementarias o ayudas diagnósticas que se me
podrían realizar pueden ser (sin limitarse a estas) una o varias de las
siguientes: […] Examen para evaluar el consumo de sustancias sicoactivas”[49].
Acción S.A.S.
Ante
la pregunta sobre los criterios médicos que condujeron a la determinación de
que el participante no es apto para ejercer el cargo de tripulante de cabina,
Acción S.A.S. manifestó que el certificado médico ocupacional expedido por
Colmédicos indicó lo siguiente: “Determinación cualitativa de anfetaminas:
alterada”[50]. En ese sentido, expuso que:
“(…) era preciso desistir
del proceso de contratación del tutelante, pues para una labor tan importante y
riesgosa, como lo es un tripulante de cabina, no es pertinente dar continuidad
a un candidato que tenga alguna anomalía o alteración en el consumo de
sustancias sicoactivas. Lo anterior por temas de seguridad preoperacional y
porque, claro está, resultaría totalmente incompatible el posible consumo de
sustancias sicoactivas con la seguridad aérea. // Aunado a lo anterior,
queremos poner en consideración […] que entre Acción S.A.S. y Avianca existe
una relación comercial, en donde uno de los compromisos que adquirió mi
representada es suministrar el personal más idóneo y calificado de acuerdo a la
labor solicitada”[51].
A
continuación, indicó lo siguiente:
“En relación con las
anfetaminas, actúan como drogas estimulantes. Incitan que la comunicación entre
el cerebro y el cuerpo se acelere. Como resultado, la persona que está bajo
estos efectos está más alerta y físicamente activo. También provocan que el
cerebro libere dopamina que se relaciona con el estado de ánimo, el pensamiento
y el movimiento. También es conocida como el químico cerebral ligado a sentirse
bien. Por lo tanto, el usar anfetaminas puede causar estos efectos:
-
Alegría (euforia) y disminución de las inhibiciones, parecido a
estar ebrio.
-
Los pensamientos son extremadamente claros.
-
Sensación de estar más en control, seguro de sí mismo.
-
Aumento de energía.
-
Siendo este consumo un alto riesgo para las personas que utilizan
anfetaminas, ya que producen alteraciones mentales, emocionales y del
comportamiento, con afectación de la personalidad”[52].
Asimismo,
Acción S.A.S. aclaró que en la contestación de la demanda anotó que Colmédicos
le había informado que el accionante era “no apto”. Sin embargo, precisó
que “(…) la única información que recibimos fue el certificado de aptitud
médica ocupacional […], en donde se indicó que el estado ocupacional del
accionante era sin restricciones”[53]. Seguidamente, indicó que las fases
del proceso de selección son las siguientes:
“Fase I
-
Postulación al proceso en Jobsite Avianca
-
Prefiltro presencial (se realiza una charla donde se les indica
todos los requisitos, lo que busca Avianca de un tripulante, se actualizan
datos en nuestra base y se brinda información de cada fase)
-
Prefiltro de inglés
-
Pruebas de selección y conocimiento
Fase II
-
Dinámica individual y/o grupal […]
-
Entrevista individual
Fase III
-
Exámenes médicos
-
Validación y referenciación
Fase IV
-
Comité de selección
-
Solicitud de documentos y consolidación de información para firma
de contrato
-
Firma de contrato
Fase V
-
Inicio del curso
-
Evaluación del curso para firmar directo con Avianca”[54]
Interrogada
sobre si el actor fue previamente advertido acerca de que el examen médico era
requisito para su vinculación y que el consumo de anfetaminas conllevaba a la
no aprobación de esta, Acción S.A.S. refirió que
“[e]n la fase I del proceso
(prefiltro presencial) se realiza comunicación informativa de las fases del
proceso. No es posible predecir las causas de no continuidad de un candidato
hasta no tener su proceso completo. El proceso de selección y contratación
comprende desde la etapa de reclutamiento hasta la etapa de validación que es
previa a la contratación, se evalúa como un todo y se da por terminado cuando
se selecciona el mejor candidato o el candidato más idóneo para ocupar el
cargo”[55].
Por
último, insistió en que nunca fue informada de que el demandante estaba en
tratamiento médico con antirretrovirales y que su no vinculación se decidió con
base en el resultado total del proceso y “(…) su comparación con los
resultados de los demás candidatos”[56].
C. Decisiones objeto de
revisión
Sentencia de primera
instancia
El
30 de diciembre de 2019, el Juzgado Veintitrés Penal Municipal con Función de
Conocimiento de Bogotá negó la acción de tutela. Ese despacho consideró que el actor
suscribió el consentimiento informado suministrado por el laboratorio clínico.
De esta manera, accedió expresamente a la práctica de exámenes, incluido el que
determina el consumo de sustancias sicoactivas. Además, no encontró evidencia
que le permitiera inferir que al accionante le realizaron prueba de VIH o que
el médico con quien compartió información sobre su padecimiento hubiese comunicado
dicha situación a Acción S.A.S. Añadió que el certificado de preingreso
ocupacional no refiere esta enfermedad y el tutelante no la reportó en la
declaratoria de salud general y de antecedentes personales.
Expresó
que el actor no informó sobre su condición médica, por lo que “(…) la IPS
Colmédicos no tenía la obligación de adoptar medida alguna para determinar que
no consumía sustancias sicoactivas, sino que los resultados médicos
correspondían al consumo de retrovirales”[57].
Es decir, no había razón para realizar un nuevo examen o corregir el
practicado.
Igualmente,
advirtió que era razonable y proporcional que el peticionario no continuara en el
proceso de selección, debido a que, según Acción S.A.S., el consumo de
sustancias sicoactivas entraña un riesgo para la ejecución de la labor para la
cual iba a ser contratado. En este escenario, concluyó que “(…) la no
selección del actor como tripulante de cabina de pasajeros obedeció
exclusivamente a no haber aprobado el examen médico y no por ser portador de
VIH”[58].
Impugnación
El accionante impugnó el
fallo con base en argumentos similares a los invocados en el escrito de tutela.
En primer lugar, alegó que, de buena fe y para evitar estigmatizaciones, no
informó a Colmédicos sobre su diagnóstico de VIH, sobre todo porque esta
enfermedad no le impide trabajar. En segundo lugar, expresó su inconformidad
con el hecho de que el médico que lo valoró le dijo que se había dado cuenta,
gracias a la muestra de orina, que tomaba antirretrovirales. Esta situación, lo
condujo a confesarle que tiene VIH. En tercer lugar, reprochó que no se le
hubiese practicado un nuevo examen sobre consumo de drogas sicoactivas después
de haber aceptado que está en tratamiento con estos medicamentos. La situación
descrita, según el actor, no le permite consumir este tipo de sustancias, pues
así logra la adherencia de los medicamentos.
En cuarto lugar, recordó que,
a pesar del resultado de anfetaminas, el certificado expedido por Colmédicos
establece que no presenta restricciones. En quinto lugar, insistió en que le
realizaron sin su consentimiento un examen de VIH, pues en su criterio, no de
otra forma el médico que lo atendió pudo enterarse que consume
antirretrovirales. En sexto lugar, le causó extrañeza que, después de haber
avanzado en el proceso de selección, le hubiesen informado que no continuaría,
justo después de conocerse su diagnóstico médico, “(…) haciéndolo pasar como
resultado alterado de anfetaminas”[59].
En último lugar, enfatizó
que el juez de primera instancia no tuvo en cuenta que el VIH es un criterio
sospechoso de discriminación. Las personas que padecen esta enfermedad son
sujetos de especial protección constitucional. Además, el debido proceso se
aplica a los procesos de contratación y el derecho a la intimidad supone que
los profesionales de la salud deben mantener en reserva información sobre
personas portadoras de VIH.
Sentencia de segunda
instancia
El
12 de febrero de 2020, el Juzgado Veintisiete Penal del Circuito con Función de
Conocimiento de Bogotá revocó el fallo de primera instancia y, en su lugar,
declaró improcedente la acción de tutela. Argumentó que las controversias
suscitadas en el marco del proceso de selección en el que participaba el
accionante “(…) son susceptibles de ser solucionadas mediante recursos ante
la misma entidad, métodos alternos de solución de conflictos y/o ante la
jurisdicción ordinaria”[60]. Por este motivo, juzgó que la tutela
no supera el presupuesto de subsidiariedad. Finalmente, precisó que Acción
S.A.S. y Avianca manifestaron que desconocían la enfermedad del actor y que
Colmédicos no informó sobre este aspecto. En tal perspectiva, no evidenció un
acto de discriminación en su desvinculación del proceso de selección.
D. Actuaciones en sede de
revisión
Mediante Auto del 30 de
octubre de 2020, la Magistrada Sustanciadora ofició al accionante, a las demandadas
y a algunas entidades para que absolvieran determinadas preguntas y, así tener
más elementos de juicio para resolver el presente asunto.
Intervención de Eudor
El actor insistió en que no
consume anfetaminas, sustancias psicoactivas, cigarrillo, ni alcohol. Reiteró
que “(…) a partir de la fecha en que fui diagnosticado con VIH he tenido que
cambiar hábitos alimenticios, sociales y de ocio para mantener mi estado de
salud y garantizar el éxito y efectividad del tratamiento antirretroviral”[61].
Intervención de Acción
S.A.S.
Esa entidad adjuntó el informe del proceso de selección del actor. En ese documento
consta que su experiencia laboral se concentra en hoteles, específicamente en
la organización y gestión de banquetes y eventos sociales y corporativos.
Asimismo, resaltó que el demandante trabajó en Avianca entre 1998 y 2004 como
tripulante de cabina y que el motivo de su retiro fue la terminación del
contrato sin justa causa. Sobre sus estudios, consignó que el accionante tiene
dos técnicas completas: como auxiliar de vuelo y en inglés; y una en curso como
administrador de servicios a bordo. Finalmente, refirió que“(…) el
candidato cuenta con experiencia y conocimiento para el cargo, teniendo en
cuenta la referencia como tripulante de cabina. Sin embargo, sus últimas
experiencias no están relacionadas con el cargo”[62].
Acción S.A.S. enumeró
nuevamente las etapas del proceso de selección y además insistió en que “(…)
la finalidad dentro de cada una de las fases del proceso, es ir
realizando filtros entre los candidatos que se presentan a la convocatoria, a
fin de seleccionar el candidato más idóneo para la labor solicitada”[63].
Ante la pregunta acerca de si Avianca le exige que las personas que vincule no
consuman anfetaminas, advirtió que entre ambas empresas
“(…) existe una relación
comercial en donde uno de los compromisos que adquirió mi representada es
suministrar el personal más idóneo y calificado acorde con la labor solicitada.
En ese sentido y, a pesar de no ser un factor determinante para no continuar en
el proceso de selección, sí cobra alta relevancia el hecho de que para una
labor tan importante y riesgosa como lo es un TRIPULANTE DE CABINA, debe ser
seleccionado con alto cuidado y diligencia eligiendo al candidato más idóneo y
sin novedad alguna que pudieren poner en riesgo la seguridad aérea”[64].
Al
ser interrogada sobre si le había informado previamente al actor que el consumo
de anfetaminas, aun en horarios no laborales, constituía una inhabilidad para
el cargo de tripulante de cabina, contestó que, “[e]n la Fase I del proceso
(Prefiltro presencial), se realiza comunicación informativa de las fases del
proceso. Sin embargo, no es posible predecir las causas de no continuidad de un
candidato hasta no tener su proceso completo”[65].
Destacó que
“(…) en
noviembre del 2019 se presentaba el último grupo de candidatos del año, fecha
para el cual finalizó el proceso de selección para el cual el accionante
aplicó. El siguiente grupo ingresaba en junio 2020; no obstante, a raíz de la
pandemia derivada del Covid-19, el cliente congeló todos los pedidos de
selección de las diferentes labores que eran requeridas en su momento. Así las
cosas, es menester indicar al Honorable Despacho que mi representada depende de
la necesidad del servicio del cliente, y a la fecha los requerimientos del
mismo no se encuentran activos”[66].
Indicó
que, de conformidad con el profesiograma y con el RAC 120, la labor de
tripulante de cabina es sensible a la operación aérea. Por tal razón, deben
practicarse exámenes sobre: “(…) determinación alcohol (certificación
medicina legal)”[67] y “determinación sustancias
psicoactivas panel x 5 (cocaína, marihuana, opiáceos, benzodiacepinas,
anfetaminas)”[68].
En
cuanto al fundamento para la realización de exámenes que evidencien el consumo
de anfetaminas, precisó que “(…) son estipulados por la empresa cliente y
son soportados a través del profesiograma que se establece internamente de
acuerdo con las funciones y la labor a desarrollar”[69].
Sobre el efecto del consumo de anfetaminas en horarios diferentes a los
laborales para el ejercicio del cargo de tripulante de cabina de pasajeros,
afirmó que “(…) [g]eneralmente causan dependencia, no obstante, al no ser
expertos en el tema, no podemos diferenciar si una persona es consumidora
dentro o fuera del lugar del trabajo”[70].
Explicó
que, aunque el certificado médico de preingreso ocupacional expedido por
Colmédicos indicó que el demandante no presentó restricciones para desempeñar
el cargo de tripulante de cabina, “(…) no se excluyó al candidato por el examen médico, y nunca se le informó
que esta fuera la razón para no continuar en el proceso […], por tanto, resulta
palmario señalar que el resultado del examen realizado no fue el factor
determinando (sic) para su no continuidad en el proceso de selección”[71] (Énfasis
original). Aclaró que
“(…) el certificado médico
de preingreso ocupacional no es un criterio de inclusión o exclusión para
ACCIÓN S.A.S., de tal forma que de ninguna manera discriminamos a nuestros
candidatos por las condiciones médicas que pudiesen padecer, siendo preciso
manifestar que en ningún momento mi representada conoció durante el desarrollo
del proceso de selección adelantado al accionante, el diagnóstico médico que
indica padecer”[72].
Intervención del Laboratorio
Clínico Colmédicos IPS S.A.S.
Refirió que la práctica de
evaluaciones médicas ocupacionales está respaldada en la Resolución 2346 de
2007 y que su finalidad es “(…) indicar al futuro empleador la necesidad de
proveer espacios, movimientos de personal y/o capacitación al colaborador en
cuanto sea necesario para proporcionar la debida protección”[73].
Por tanto, “(…) la existencia de una patología como el VIH no es una
condición que amerite la emisión de restricciones y/o recomendaciones laborales,
por lo que Colmédicos no realiza pruebas tendientes a la verificación de este
tipo de patologías”[74]. Señaló que el examen de drogas se
caracteriza por los siguientes rasgos:
“Busca
marcadores que indican la presencia de alguna o algunas sustancias dentro de
unos grupos farmacológicos de sustancias químicas catalogadas como
psicoactivas, para el sub examine, nos referimos a los siguientes grupos:
cocaína, marihuana, benzodiacepinas, opiáceos (morfina) y anfetaminas.
Detecta concentraciones por encima de un límite o concentración
mínima de la sustancia y esta concentración mínima está reportada en el
resultado de laboratorio; niveles por debajo de ese límite no son detectables
por este medio.
Es una prueba cualitativa de resultado dicotómico, detectable o no
detectable, que no arroja valores numéricos, por lo que no puede indicar la
concentración exacta de la sustancia detectada.
Un
resultado detectable no nos indica si el paciente consume de manera habitual u
ocasional, ni tampoco indica si presenta una intoxicación aguda, o cantidad de
la sustancia que tiene en su organismo, ni el momento exacto en que la
sustancia ingresó en su organismo, ni la sustancia exacta que consumió o la fuente
de donde la obtuvo”[75].
En este contexto, concluyó
que “(…) el resultado no se reporta en términos de positivo, sino de
detectable o alterado, pues su significado clínico no puede ser tan claro como
en una prueba cuantitativa específica”[76]. Igualmente,
enfatizó que “(…) la causa más probable de un resultado ‘falso positivo’ en
cualquier inmunoensayo es la reactividad cruzada por el consumo de algunas
sustancias”[77]. El laboratorio enumeró varias sustancias
y no incluyó “tenofovir/emticitrabina +
darunavir/rit”, que es el tratamiento de
antirretrovirales que recibe el accionante. En consecuencia,
expuso que
“(…) es de vital importancia que el
paciente informe al profesional médico, al momento en que se le consulta, del
consumo de medicamentos, dado que estos pueden afectar el resultado de la
prueba y esto debe ser antes de que la misma sea ejecutada, a fortiori, cuando
ello es solicitado a través del correspondiente consentimiento informado
entregado al paciente para su lectura y aceptación, justo antes de que la
prueba sea ejecutada. Lo anterior, en sentido de explicar que, para el
profesional en salud, es imposible colegir la alteración del resultado por la
ingesta de medicamentos, sin la oportuna alerta del paciente. No obstante, es
menester mencionar que no encontramos evidencia científica, que acredite la
reacción cruzada entre una prueba en orina detectable para anfetaminas y el
consumo de antirretrovirales”[78].
En relación con la
posibilidad de realizar una segunda prueba de drogas a causa de posibles
errores en la primera, Colmédicos indicó que “(…) es necesario tener en
cuenta que el tiempo de detección de una prueba atiende a la ventana de tiempo
en que la sustancia permanece en el organismo del paciente, es decir, es
limitado y suele ser de horas. Al pasar determinado tiempo, el metabolismo va
eliminando la sustancia por la orina llegando a una concentración donde no es
factible detectar la misma”[79].
Por esta razón, afirmó tener
un protocolo, de acuerdo con el cual “(…) conservamos la muestra de orina en
que se obtuvo el resultado detectable por un lapso máximo de un mes, para
proceder a realizar la prueba confirmatoria cuantitativa en caso que (sic) el
colaborador o la empresa contratante lo soliciten y, para garantizar
transparencia en el resultado, se ejecuta la prueba confirmatoria en la misma
muestra que ha dado previamente un resultado detectable”[80].
Anotó que, en este caso el actor ni la empresa contratante solicitaron una
prueba confirmatoria, por tal razón, la muestra fue desechada.
Intervención
de Avianca S.A.
La empresa indicó que los
candidatos que se presentan al proceso deben contar con licencia de tripulante
de cabina proferida por la Aeronáutica Civil. En tal calidad, tienen la
obligación acreditar conocimientos para el ejercicio del cargo, conocer las condiciones
habilitantes y el contenido el Reglamento Aeronáutico Colombiano[81].
En este escenario, especificó que
“(…) quien ha escogido como profesión u
oficio una actividad licenciada como lo es el de tripulante de cabina, conoce
que, en desarrollo del mismo, tiene la responsabilidad de cuidar la vida y la
integridad de las personas que se encuentren bajo su custodia en los aviones,
en todo momento del vuelo; pues son quienes tienen a su cargo también la
responsabilidad de liderar, conducir y coordinar las acciones de intervención
de emergencia en el avión. No se trata de un cargo que se restrinja a la
‘atención al cliente’, pues en su calidad de tripulantes deben acreditar las
condiciones físicas, psicosociológicas adecuadas para garantizar un vuelo
seguro, cuyo propósito es el cuidado de la vida de todas las personas en el
avión”[82].
Agregó que es obligación de
las empresas del sector aeronáutico realizar exámenes toxicológicos previos a
las personas que desempeñen funciones sensibles para la seguridad operacional,
de acuerdo con el punto 120.30 del RAC 120. Lo anterior guarda relación con su
política de cero tolerancias al alcohol y sustancias sicoactivas.
Esta política está contenida
en su programa único de prevención y control del consumo indebido de sustancias
psicoactivas en el personal aeronáutico, el cual fue adjuntado. Este documento
califica como falta grave por violación a las políticas de la compañía, las
siguientes conductas: “[q]ue un trabajador se presente a trabajar bajo el
efecto del alcohol o cualquier otra sustancia psicoactiva (…) [q]ue el
trabajador utilice una sustancia tal como el alcohol y/o sustancia psicoactiva
o depresora (…) [e]l uso, posesión y/o venta de una droga ilegal en cualquier
momento o lugar, por cuanto estas afectan las funciones básicas del organismo y
constituiría un riesgo para la seguridad de los clientes y trabajadores”[83].
Asimismo, en este documento se dispone que “(…) [a] todo trabajador que
resulte positivo en los exámenes de sustancias psicoactivas o alcohol, se
prohíbe seguir desempeñando sus labores, especialmente si está relacionado
directamente con la operación aérea”[84].
Dentro de los objetivos del
programa, resaltó la realización de “(…) controles periódicos a los
trabajadores, contratistas y terceros vinculados para determinar el uso
problemático de alcohol y sustancias psicoactivas que pudieran afectar la
seguridad de las labores aéreas”[85]. Además, sus criterios prescriben que “(…)
[l]a selección del personal que será sometido a las pruebas toxicológicas
aleatorias se realizará por medio de un proceso científicamente válido, basado
en un método que asegure la aleatoriedad de la selección de los candidatos”[86].
Igualmente, que “(…) todo el personal sensible a la seguridad área deberá
ser sometido a un examen de control de consumo de alcohol y sustancias
psicoactivas al menos una vez cada 24 meses”[87].
Desde esta perspectiva, el programa estipuló que las pruebas de drogas psicoactivas se
deberán practicar en los siguientes momentos: (i) en la etapa de selección de
aspirantes a trabajar en Avianca; (ii) cuando haya duda razonable o sospecha
sobre consumo (marcha tambaleante, comportamiento extraño, lenguaje o habla
incordiados, etc.); (iii) después de la ocurrencia de un accidente o incidente
aéreo; y, (iv) de manera aleatoria.
Adicionalmente, en relación
con las pruebas de sustancias psicoactivas, prevé que “(…) [s]i se recibe un
resultado negativo, se considera que la muestra está libre de drogas. En caso
de ser positivo en la prueba tamiz, se requiere confirmación mediante una contraprueba:
segundo examen toxicológico mediante una prueba de drogas en la misma orina y
con la misma metodología analítica realizada en el primer examen”[88]
(Énfasis original).
Intervención del
Departamento de Farmacología y Toxicología de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Antioquia
La institución precisó que
las pruebas de detección de drogas a través de la orina son de alta
sensibilidad y poca especificidad. Por ende, “(…) [a]ctualmente se conocen
medicamentos y alimentos cuyo consumo pueden inducir falsos positivos en estas
pruebas”[89]. Presentó un cuadro con un listado de
medicamentos que pueden ocasionar falsos positivos en las pruebas rápidas para
anfetaminas y un listado de productos que no generan reacciones cruzadas. Con
base en esta información, concluyó que
“(…) [n]inguno de los cuatro
medicamentos (tenofovir, emtricitabina, darunavir, ritonavir) aparecen en
alguno de los dos listados (falsos positivos y los que no producen reacciones
cruzadas). Igualmente, una búsqueda en la literatura indizada no arrojó
resultados de reportes de casos que permitan evidenciar que dichos fármacos se
asocian con falsos positivos para anfetaminas”[90].
Apuntó que, debido a la
falta de evidencia en favor de la inducción de falsos positivos por parte de
estos medicamentos, la probabilidad de que ello ocurra es baja. Sin embargo, “(…)
es imposible descartar por completo la posibilidad, pues los fabricantes de
estas UDS [pruebas de detección de drogas en orina, por sus siglas en inglés]
no han estudiado todos los medicamentos disponibles y posiblemente esto nunca
ocurra, pues es una simple prueba preliminar, NO confirmatoria”[91].
El interviniente sostuvo que un segundo examen puede eliminar la alteración en
los resultados. De esta manera, expresó que:
“(…) para disminuir la probabilidad de
incurrir en conclusiones erróneas, todos los resultados positivos observados en
un inmunoensayo deberían ser confirmados haciendo uso de una prueba más precisa
como la espectrometría de gases acoplada a un detector de masas (GC-MS) con
procedimiento especial para isómeros ópticos […] o en su defecto cromatografía
líquida acoplada a espectrometría de masas con analizadores de triple
cuadrupolo y de tiempo de vuelo […]. Ambas técnicas están disponibles en
laboratorios especializados”[92].
Intervención del
Departamento de Toxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad
Nacional de Colombia
La
Universidad advirtió que no cuenta con información específica de la prueba
utilizada. Por tal razón infirió que se trata de una prueba cualitativa, rápida
y de detección en la orina, basada en el principio del inmunoensayo. Bajo ese
entendido, revisó los folletos de las características técnicas de pruebas
rápidas para análisis de sustancias psicoactivas en orina de cinco marcas
diferentes. La conclusión de aquella evaluación, en búsqueda de sustancias que
interfieren o no en el análisis, es que:
“(…) las moléculas
‘tenofovir/emticitrabina + darunavir/rit’ no son reportadas como interferentes
para el resultado de anfetaminas. También realizamos la búsqueda en bases de
datos de artículos científicos que describieran hallazgos de interferencias de
estos medicamentos con la prueba de anfetaminas y no se encontró ningún reporte
de este tipo. Esto quiere decir que no hay estudios publicados o ensayos de los
fabricantes de estos medicamentos, ni de los fabricantes de las pruebas,
evaluando la posible interferencia originada por estos medicamentos, por lo
cual no se puede afirmar ni descartar categóricamente que una persona que se
encuentre en tratamiento con estos medicamentos arroje un resultado falso
positivo en pruebas de drogas para anfetaminas”[93].
No obstante, citó un estudio
científico con la siguiente información
“(…) para un tipo de prueba rápida de
drogas de abuso, la sensibilidad para la detección de anfetaminas y
metanfetaminas era de 9%, mientras que la sensibilidad para detectar marihuana
y cocaína era del 100%. Esta información puede indicar que sí es posible que
las pruebas rápidas de anfetaminas se vean afectadas por el consumo de
medicamentos en mayor medida que para marihuana y cocaína. Sin embargo, no es
posible conocer la probabilidad de ocurrencia de un falso positivo generado por
las moléculas tenofovir/emticitrabina + darunavir/rit, ya que no hay estudios
disponibles específicos”[94].
Por último, el interviniente
informó que si los resultados de los exámenes de drogas sicoactivas generan
dudas, “(…) se requiere ejecutar una prueba confirmatoria de características
cuantitativas a la misma muestra o, en su defecto, tomar una nueva muestra a la
mayor brevedad, con el fin de evitar cambios significativos en la misma”[95].
Expuso que los mismos fabricantes de las pruebas rápidas recomiendan un segundo
examen cuantitativo,
“(…) que por lo general es la
cromatografía de gases acoplada a espectrometría de masas (GC/MS). Esta es una
prueba de alta tecnología y alto costo, que se considera una prueba
confirmatoria, ya que determina resultados como si se tratara de identificar la
huella digital de cada droga, por lo que da muy poca probabilidad de
interferencia con sustancias o medicamentos. Sin embargo, debemos resaltar que
actualmente en el país no se ofrece este servicio como prueba particular o para
uso en el contexto ocupacional, como sí se realiza en otros países”[96].
II. CONSIDERACIONES DE LA
CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
1. En
virtud de los artículos 86 y 241-9 de la Constitución y 31 a 36 del Decreto
2591 de 1991, esta Sala de Revisión es competente para decidir sobre el
expediente de la referencia.
Asunto objeto de
revisión
2. El
actor pretende la protección de sus derechos a la igualdad, intimidad, trabajo
y debido proceso, supuestamente vulnerados por las demandadas. Adujo que fue
excluido de un proceso de selección laboral para el cargo de tripulante de
cabina por su diagnóstico de VIH. Manifestó que le practicaron un examen de
consumo de drogas psicoactivas y el resultado fue “alterado” debido a
los retrovirales que utiliza para su tratamiento. Para el demandante, además, se
trató de una prueba de VIH realizada sin su consentimiento. Advirtió que el
médico que atendió el procedimiento supuestamente le hizo confesar su condición
de portador de la enfermedad. Esta información, según el aspirante, fue
suministrada a Acción S.A.S. Por tal razón, no continuó en el proceso de
escogencia. Durante el trámite de tutela, incluida la revisión, el actor ha
sostenido que no consume sustancias psicoactivas.
Por su parte,
las entidades demandadas expresaron que: i) el actor no informó su condición
médica al momento de realizar los exámenes pertinentes; ii) la prueba no
presentó ninguna anomalía que afectara su efectividad; iii) el consumo de
drogas psicoactivas está restringido para ejercer el cargo de tripulante de
cabina al que aspiraba el demandante. Lo anterior, en atención a la especial
labor que realizan relacionada con la seguridad del vuelo; iv) el peticionario
no tenía experiencia reciente relacionada con el puesto de trabajo; y, v) el
examen médico no fue el único criterio para que el solicitante no continuara en
el proceso de selección.
Particularmente,
Acción SAS indicó que el proceso de selección al que se presentó el tutelante
finalizó y actualmente no hay requerimientos de personal por parte de Avianca
debido a la contingencia generada por la pandemia del COVID-19. Por su parte,
el laboratorio clínico manifestó que la muestra con la que fue realizada la
prueba del actor fue destruida, en atención a los protocolos médicos
aplicables.
Cuestión
previa. Carencia actual de objeto por circunstancia sobreviniente
3. De
manera preliminar, la Sala considera que en este caso operó el fenómeno de la
carencia actual de objeto por circunstancia sobreviniente. Lo anterior, porque el
proceso de selección al que se presentó el actor finalizó, actualmente no hay
requerimientos de personal por parte de Avianca con ocasión de la crisis
económica generada por la pandemia del COVID-19 y, finalmente, la muestra
tomada para el examen fue destruida. No obstante, la Corte hará un
pronunciamiento en términos de pedagogía constitucional sobre la procedencia de
la acción de tutela contra particulares y el fondo del asunto.
La
carencia actual de objeto y sus categorías[97]
4. Este
Tribunal ha sostenido que, en ocasiones, la alteración de las circunstancias
que motivaron la solicitud de amparo hace que la acción de tutela pierda su
razón de ser como mecanismo inmediato de protección[98].
En este escenario, el juez no puede proferir una orden tendiente a salvaguardar
los derechos fundamentales invocados cuando, durante el trámite judicial,
desaparece el hecho que originó la presentación de la demanda[99].
Para referirse a estos casos, la doctrina constitucional ha empleado el
concepto de carencia actual de objeto.
5. La Sentencia SU-522 de 2019[100] recordó que, inicialmente, la
jurisprudencia sólo contempló dos categorías de la carencia actual de objeto:
el hecho superado y el daño consumado. Precisó que
la primera se configura cuando la entidad accionada satisface voluntariamente y
por completo lo pedido, mientras la segunda ocurre cuando se perfecciona “la
afectación que con la tutela se pretendía evitar”. Asimismo, la Corte
resaltó que el hecho sobreviniente es una tercera categoría
empleada por la Sala Plena y por distintas Salas de Revisión. Comprende
aquellos eventos que no se enmarcan en los conceptos tradicionales de hecho
superado y daño consumado. A manera de ilustración, explicó que se ha declarado
su configuración cuando: (i)
el actor asume una carga que no le correspondía para superar la situación
vulneradora; (ii) un tercero –distinto al accionante y a la entidad demandada–
logra que la pretensión se satisfaga en lo fundamental; (iii) es imposible
proferir orden alguna por razones no atribuibles a la entidad demandada; o (iv)
el actor simplemente pierde interés en el objeto original de la litis.
6. Por otro lado, este Tribunal ha
señalado que, pese a la declaratoria de la carencia actual de objeto, el juez
puede emitir un pronunciamiento de fondo o tomar medidas adicionales, dadas las
particularidades del caso. Este tipo de decisiones son perentorias cuando se
presenta un daño consumado, mientras que son optativas cuando acontece un hecho
superado o una situación sobreviniente. Además, se adoptan por motivos que
superan el caso concreto, por ejemplo, para: (i) avanzar en la comprensión de
un derecho fundamental; (ii) llamar la atención sobre la falta de conformidad
constitucional de los hechos que motivaron la tutela y tomar medidas que
prevengan una violación futura; (iii) advertir la inconveniencia de su
repetición, so pena de las sanciones pertinentes; (iv) corregir las decisiones
de instancia; o, incluso, (v) adelantar un ejercicio de pedagogía
constitucional[101].
7. En suma, la carencia actual de objeto genera la
extinción del objeto jurídico de la tutela e implica que cualquier orden
proferida por el juez caería en el vacío. Esta figura puede generarse por: i)
el hecho superado; ii) el daño consumado; y, iii) la situación sobreviniente.
En el daño consumado, surge para el juez de tutela el deber de pronunciarse de
fondo y, si es del caso, adoptar medidas correctivas. En el caso del hecho
superado y la situación sobreviniente, el juez podrá examinar el asunto con la
finalidad de verificar la conformidad constitucional de la situación que dio
origen al amparo, avanzar en la compresión de un derecho fundamental y realizar
la función de pedagogía constitucional, entre otros. En estos eventos, también
puede proferir remedios adicionales.
La
configuración de la carencia actual de objeto por circunstancia sobreviniente
8. Para la Sala, en el presente asunto se
configuró la carencia actual de objeto por circunstancia sobreviniente. En
efecto, durante el trámite del amparo y en sede de revisión, la Corte constató
que: i) el proceso de selección de personal, al cual se presentó el actor,
finalizó; ii) actualmente no hay requerimiento de trabajadores por parte de
Avianca por la crisis económica generada por el COVID-19; y, iii) la muestra
utilizada para realizar los exámenes al peticionario fue destruida.
9. En tal perspectiva, la Sala considera
que desaparecieron lo hechos que dieron origen a la acción de tutela por
circunstancias que, si bien no satisfacen las pretensiones del actor, hacen
inoperante la intervención del juez de tutela. Particularmente, la cesación de
la relación contractual entre las demandadas con ocasión de la pandemia
originada por el COVID-19, configura una circunstancia que no es atribuible a
las sociedades accionadas. En efecto, la Sentencia C-145 de 2020[102] indicó que se trata de una crisis
global de salud pública que “(…) opera
en un marco de enorme incertidumbre y que además tiene gran impacto sobre las
sociedades y la economía, de la cual Colombia no está exenta (…) Las
circunstancias que motivaron la declaración del estado de emergencia tienen su
origen en hechos diferentes a los que se producen regular y cotidianamente, es
decir, son sobrevinientes a las situaciones que normalmente
suceden en el discurrir de la actividad de la sociedad en sus diferentes
manifestaciones.”
Ante esta situación, una orden de protección no surtiría ningún
efecto porque el proceso de escogencia terminó, Avianca no requiere más
trabajadores por cuenta de la crisis ocasionada por la pandemia COVID-19 y la
muestra que sirvió para realizar el examen fue destruida. Bajo ese entendido,
operó el fenómeno de la carencia actual de objeto por circunstancias
sobrevinientes.
10. En consecuencia, la Sala confirmará la
sentencia de segunda instancia, pero por haber operado el fenómeno de la
carencia actual de objeto por circunstancias sobrevinientes. No obstante, la
Corte estima necesario emitir un pronunciamiento de fondo en el presente
asunto, con el fin de adelantar un ejercicio de pedagogía constitucional y
avanzar en la comprensión de la eficacia horizontal de los derechos
fundamentales. Para tal efecto, le corresponde establecer si se cumplen los
requisitos de procedencia del amparo constitucional. En tal caso, continuará
con el análisis de fondo.
Procedibilidad de la
acción de tutela[103]
11. A
partir de la consagración constitucional de la acción de tutela en el artículo
86 superior, pueden identificarse los elementos asociados con su procedibilidad
que debe verificar el juez constitucional. Estos requisitos son: (i) la
legitimación tanto por activa como por pasiva; (ii) la inmediatez; y (iii) la
subsidiariedad.
Legitimación en la
causa por activa
12.
Este presupuesto se refiere a quién puede promover ante los jueces una
solicitud de amparo con el objeto de que sus derechos fundamentales sean
protegidos. La norma en mención dispone que “(…) [t]oda persona tendrá
acción de tutela para reclamar ante los jueces […], por sí misma o por quien
actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales”. Es decir, que cualquier persona que considere que sus
derechos fundamentales son vulnerados o amenazados puede acudir a la tutela por
sí misma o por intermedio de alguien que actúe en su nombre, bien sea porque le
fue otorgado poder para ello, actúa como agente oficioso o es su representante
legal.
13. La
tutela fue interpuesta por Eudor en nombre propio y es quien alega que
sus derechos fundamentales a la igualdad, a la intimidad, al
trabajo y al debido proceso fueron lesionados por las sociedades demandadas. En
consecuencia, su legitimidad por activa está acreditada, al ser el titular de
las garantías superiores cuya protección pretende en sede constitucional.
Legitimación en la
causa por pasiva
14. Este
presupuesto se refiere a quién puede ser demandado en tutela. El artículo 86
superior señala que la vulneración o amenaza de derechos fundamentales que da
lugar a interponer este mecanismo judicial puede provenir de “(…) la acción
o la omisión de cualquier autoridad”. Asimismo, los particulares también lo
pueden ser en los casos en que estén “(…) encargados de la prestación de un
servicio público” o cuando su “conducta afecte grave y directamente el
interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado de
subordinación o indefensión”.
Estos dos últimos casos
–subordinación e indefensión– han sido entendidos y definidos por la Corte de
la siguiente manera: la subordinación alude a una relación jurídica de
dependencia, como sucede entre trabajadores y patronos y entre estudiantes y
profesores. Por su parte, la indefensión refiere también a una relación
de dependencia, pero que no deriva del ordenamiento jurídico, sino de
situaciones fácticas. En tal sentido, “(…) la persona afectada en su derecho
carece de defensa, entendida esta como posibilidad de respuesta efectiva ante
la violación o amenaza de que se trate”[104].
15. La Sentencia
T-247 de 2010[105]
analizó la tutela presentada por una señora que no fue contratada por
Ecopetrol en el cargo de vigilante por su condición de mujer. En aquella
ocasión, la Corte indicó que si bien la demandada era una sociedad de economía
mixta, sus relaciones laborales estaban regidas por el derecho privado. En tal
sentido, indicó:
“La reiterada jurisprudencia constitucional no ha dejado lugar
a duda respecto de la procedencia de acción de tutela contra sujetos
particulares en materia laboral, entendiendo que en estos casos se presenta
subordinación del trabajador –o quien aspira a serlo- respecto del empleador.
Esta posibilidad se presenta como argumento suficiente para declarar la
procedencia de la presente acción de tutela.”
Por su parte, la Sentencia
T-694 de 2013[106] también analizó un amparo promovido por un aspirante
que no fue contratado por Ecopetrol porque no superó el estudio de riesgo. Esa
decisión reiteró el precedente contenido en la Decisión T-247 de 2010
y precisó:
“En gracia de discusión, y dado que en el presente caso no
existe una relación laboral en estricto sentido, sino que se trata de una
relación fáctica previa al acceso al trabajo, la Sala considera que el actor se
encuentra también en una situación de indefensión, pues no tiene otros
medios de defensa para alegar la vulneración de sus derechos por la empresa que
le niega acceder a un cargo durante el proceso de selección.” (Énfasis agregado)
16. En el caso concreto, la Sala aplica la precisión jurisprudencial
contenida en la Sentencia T-694 de 2013[107]
y considera que la legitimación por pasiva de las tres sociedades privadas se
sustenta en el estado de indefensión del actor. En efecto, entre las partes no
medió una relación jurídica laboral o de cualquier otra clase que configure una
forma de subordinación. Los hechos que sustentan la tutela se generaron en un
escenario de escogencia de trabajadores que no está regido por una relación
jurídica laboral y en el que se practicaron unos exámenes clínicos. En tal
perspectiva, Avianca S.A., Acción S.A.S. y el Laboratorio Clínico Colmédicos
IPS S.A.S. intervinieron de forma directa e indirecta en el proceso de
selección, en el cual, de acuerdo con el accionante, se transgredieron sus
derechos fundamentales. En ese escenario, el actor carece de defensa y de la
posibilidad de respuesta efectiva ante la presunta discriminación por padecer
VIH.
17. Acción
S.A.S. tiene legitimidad por pasiva, por cuanto adelantó el proceso de
selección de personal que, posteriormente, trabajaría en Avianca. Este
procedimiento se acusa de desconocer los derechos del accionante.
18. Por
su parte, si bien Avianca S.A. no participó directamente en el proceso de
selección, suscribió con Acción S.A.S. el contrato de suministro de personal
temporal No. 151-DC-2016. A través de este acto jurídico acordaron“(…) una selección adecuada del personal que le suministrará al
CONTRATANTE, para garantizarle a este la idoneidad y eficiencia en el desempeño
de las labores que se le encomendarán, de conformidad con los documentos en los
cuales se especifique el perfil técnico y humano del personal, los cuales son
indispensables para la correcta prestación del servicio objeto del presente
contrato”[108]. Acción S.A.S. también se obligó a “[c]ontar con el Programa
de prevención y control de uso problemático de alcohol y drogas, y asegurar la
participación activa de todos en el mismo programa del CONTRATANTE”[109]. La cláusula séptima del referido
contrato contiene una prescripción de indemnidad para el CONTRATANTE. En tal
sentido, el CONTRATISTA (Acción S.A.S) asume su responsabilidad si existiere
alguna reclamación, pleito, y acción legal, entre otros[110].
De acuerdo
con lo anterior, el proceso de selección que el actor acusa de haber sido
discriminatorio en su contra por ser portador de VIH fue realizado en ejecución
del contrato a través del cual Avianca S.A. le solicitó a Acción S.A.S. el
suministro de trabajadores con determinadas características. De esta forma, si
bien existe una intermediación que a su vez consagra una cláusula de indemnidad,
en el presente asunto Avianca S.A. no invocó dicha prescripción contractual y
en todo caso, dicha relación se sustenta en el principio de solidaridad, porque
esa empresa se beneficiaría de la labor que contrató. De igual forma, estableció
los perfiles, las condiciones y los requisitos que deben cumplir los
trabajadores contratados. Por ende, esta empresa está legitimada por pasiva.
19. Por su parte, el Laboratorio Clínico
Colmédicos IPS S.A.S. era el encargado de la práctica de las evaluaciones médicas
ocupacionales, de conformidad con la autorización que para ello otorga a las
IPS la Resolución 2346 de 2007, “[p]or la cual se regula la práctica de
evaluaciones médicas ocupacionales y el manejo y contenido de las historias
clínicas ocupacionales”. De esta manera, fue la entidad que realizó las
evaluaciones médicas ocupacionales al participante y que originaron la supuesta
vulneración de sus derechos fundamentales.
20. En consecuencia, el actor podría
encontrarse en estado de indefensión respecto de las accionadas. Su relación de
dependencia no está mediada por ningún vínculo jurídico formal del cual se
deriven obligaciones. Se trata de una situación fáctica producto de un proceso
de selección de personal en el ámbito privado del cual no se derivan relaciones
jurídicas laborales. De esta forma, las tres compañías están legitimadas por
pasiva, ya que incidieron en el presunto acto discriminatorio: una que contrató
a un tercero para desarrollar un proceso de selección de personal bajo sus condiciones
y necesidad y, además, fue la beneficiaria de dicha gestión, otra que adelantó
directamente la escogencia de las personas que serían contratadas por Avianca y,
finalmente, aquella que realizó los exámenes médicos que presuntamente
justificaron la exclusión del actor del mencionado proceso.
Inmediatez
21. La Corte Constitucional ha indicado que, a pesar de que la tutela
está desprovista de un término de caducidad, tiene un carácter urgente del cual
se desprende de su naturaleza preferente y sumaria, materializado con el
término reducido en el que debe ser resuelta por parte de los jueces. Con base
en lo expuesto, este Tribunal ha establecido que los accionantes acudan a la
tutela de manera oportuna. En este sentido, el amparo no es procedente cuando
ha transcurrido un tiempo irrazonable entre la acción u omisión que vulnera o
amenaza sus derechos fundamentales y la interposición del amparo[111].
22. En
el caso concreto, el 28 de noviembre de 2019 el actor se
enteró que no había sido seleccionado para continuar en el proceso de
contratación en el que participó. En esa fecha recibió un correo electrónico de
Acción S.A.S. que le informó que“(…) [e]n esta oportunidad no
has sido seleccionado para continuar con el proceso. Sin embargo, tu hoja de
vida permanecerá en nuestra base de datos para futuras oportunidades”[112].
El 20 de diciembre de 2019, el accionante presentó la
tutela, esto es menos de un mes desde que se enteró la decisión de la empresa
que adelantaba el proceso de selección de personal que cuestiona en esta
oportunidad. Desde esta perspectiva, el peticionario formuló el amparo en un
tiempo corto desde la ocurrencia del hecho que, en su sentir, transgredió sus
derechos fundamentales. Por ende, la Sala encuentra cumplido el presupuesto de
inmediatez.
Subsidiariedad
23. El principio de subsidiariedad implica que la
acción de tutela solo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de
defensa judicial, salvo que se utilice como mecanismo transitorio para evitar
un perjuicio irremediable. En otras palabras, las personas deben hacer uso de
todos los recursos judiciales ordinarios y extraordinarios que el sistema normativo
ha dispuesto para conjurar la situación que amenaza o lesiona sus derechos. De
esta forma, se impide el uso indebido del mecanismo constitucional como vía
preferente o instancia adicional de protección.
No obstante, el
presupuesto de subsidiariedad debe analizarse en cada caso concreto. Por ende,
en aquellos eventos en que existan otros medios de defensa judicial, esta
Corporación ha determinado que existen dos excepciones que justifican su
procedibilidad[113]: (i) cuando el medio de defensa
dispuesto por la ley para resolver las controversias no es idóneo ni eficaz,
caso en el que el amparo procede como mecanismo definitivo; y (ii) cuando, pese
a existir un mecanismo judicial idóneo, este no impide la ocurrencia de un perjuicio
irremediable, evento en el que la tutela es procedente como mecanismo
transitorio.
Adicionalmente,
cuando el amparo es promovido por personas que requieren especial protección
constitucional, como niños, mujeres en estado de gestación o de lactancia,
personas cabeza de familia, en situación de discapacidad, portadores de VIH, de
la tercera edad o población desplazada, entre otras, el examen de procedencia
de la tutela se hace menos estricto. En otras palabras, el juez debe utilizar
criterios de análisis más amplios, pero no menos rigurosos[114].
24. En este asunto, el actor indicó que fue
diagnosticado con VIH y pretende el amparo de los derechos fundamentales
invocados. Para tal efecto, solicita al juez ordenar su
vinculación a Avianca S.A. en el cargo de tripulante de cabina de pasajeros.
Debido a que no existe ningún mecanismo judicial ordinario para controvertir la
presunta discriminación por padecer VIH que se consideró generada por el retiro
del aspirante de un proceso de selección de tripulante de cabina entre
particulares. En tal sentido, el demandante solo cuenta con la acción de tutela
para lograr la protección de sus derechos fundamentales. Luego, en relación con
esta pretensión, la acción constitucional supera el requisito de subsidiariedad[115].
Formulación
del problema jurídico
25. El peticionario solicitó al juez constitucional la protección de
sus derechos a la igualdad, intimidad, trabajo y debido proceso. Advirtió que
fue excluido del proceso de selección de personal para tripulante de cabina por
ser portador de VIH. Si bien el examen toxicológico arrojó resultado “alterado”
para anfetaminas, el accionante ha enfatizado y reiterado que no consume
drogas. Indicó que ese procedimiento fue afectado por el tratamiento de
retrovirales en el que se encuentra. Por su parte, las entidades accionadas han
referido que: i)
el actor no informó su condición médica al momento de realizar los exámenes
pertinentes; ii) la prueba no presentó ninguna anomalía que afectara su
efectividad; iii) el consumo de drogas psicoactivas está restringido para
ejercer el cargo de tripulante de cabina al que aspiraba el demandante. Lo
anterior, en atención a la especial labor que realizan, relacionada con la
seguridad del vuelo; iv) el peticionario no tenía experiencia reciente
relacionada con el puesto de trabajo; y, v) el examen médico no fue el único
criterio para que el postulante no avanzara a la siguiente fase.
26. Previo
a formular el problema jurídico planteado, la Sala precisa que el análisis de
las vulneraciones alegadas a los derechos fundamentales invocados está limitado
a verificar si existió o no la discriminación al actor por padecer VIH. En tal
sentido, no estudiará lo relacionado con el resultado del examen toxicológico porque
el accionante presentó el amparo únicamente por el supuesto trato desigual por
ser portador de la mencionada enfermedad y no por el consumo de sustancias
alucinógenas. De hecho, durante el trámite de la tutela y en el marco del
ejercicio del derecho al libre desarrollo de la personalidad, el accionante fue
enfático en negar que fuera consumidor de drogas psicoactivas, de ahí que la
Sala debe dar plena credibilidad a lo afirmado y centrar su estudio en el
aspecto que, según el accionante, pudo generar la violación de los derechos
fundamentales que busca proteger: el consumo de retrovirales para combatir el
VIH que padece.
De
igual manera, es necesario advertir que a este caso no le son aplicables las
reglas y subreglas creadas por la jurisprudencia para evaluar el ingreso al
trabajo público y, en especial, el derecho de acceso a la función pública,
puesto que los hechos que dieron origen a la tutela se refieren a una controversia
entre particulares, en especial, en el escenario de la escogencia de
trabajadores regida por el derecho privado.
27. Por
todo lo anterior, en el presente asunto, le corresponde a la Corte resolver el
siguiente problema jurídico: ¿las empresas particulares demandadas
discriminaron al actor por su condición de portador de VIH al excluirlo de un
proceso de selección de tripulantes de cabina con base en exámenes médicos que
no incluían prueba de dicha enfermedad y por falta de experiencia cercana en el
cargo? Con el propósito de resolver este interrogante, la Sala abordará los
siguientes temas: i) la eficacia horizontal de los derechos fundamentales; ii)
los derechos a la dignidad y a la intimidad. De igual forma, el principio de igualdad
de personas portadoras de VIH. También, las libertades económica y de empresa;
y, iii) el servicio público de transporte aéreo de pasajeros como actividad
peligrosa y regulada intensamente por el Legislador. El perfil de los
tripulantes de cabina y la práctica de pruebas médicas (incluidas las
toxicológicas) como requisito para trabajar en ese sector económico.
Finalmente, iv) la Sala resolverá el caso concreto.
Eficacia
horizontal de los derechos fundamentales
28. Desde
sus primeros pronunciamientos[116], la
Corte ha sostenido que el respeto de los derechos fundamentales no solo resulta
exigible del Estado sino también se predica de las relaciones entre
particulares. Lo anterior, porque reconoce la posibilidad de que personas
naturales o jurídicas de carácter privado vulneren o amenacen tales garantías[117]. En
efecto, a partir del emblemático Fallo Lüth del
Tribunal Constitucional Federal Alemán[118], la
teoría del efecto horizontal de los derechos fundamentales fue acogida en
España y, posteriormente, en Colombia[119], con
la adopción de la Constitución de 1991.
En este marco, este Tribunal ha
concluido que, tanto en el derecho comparado como en el interno, “(…) la
concepción de los derechos como garantías de defensa frente al Estado genera
obstáculos para su eficacia en las relaciones entre particulares”[120]. Por
lo anterior, la respuesta del constitucionalismo ha sido “(…) el
desarrollo de herramientas teóricas o dogmáticas para superar esos obstáculos y
asegurar, al menos bajo ciertas condiciones, la eficacia horizontal de las
cláusulas iusfundamentales”[121].
29. En
este contexto, esta Corporación ha construido un concepto autónomo de eficacia
horizontal de los derechos fundamentales[122], según
el cual estos inciden en el tráfico jurídico privado gracias al efecto
de irradiación propio de las normas superiores[123].
Aquel se extiende a todo el ordenamiento jurídico como expresión del principio
de supremacía constitucional[124] y se
fundamenta en la pretensión de universalidad de los derechos fundamentales[125].
30. En
ese entendido, la eficacia horizontal de los derechos fundamentales tiene una
dimensión sustancial y otra procesal, las cuales no deben confundirse entre sí[126]. En
efecto, el ámbito sustancial está referido al deber de los particulares de
garantizar la efectividad inmediata de los derechos fundamentales en el mayor
grado posible[127]. Lo
anterior exige un ejercicio de ponderación que armonice los valores y
principios constitucionales[128] y
las especiales dinámicas que rigen las relaciones privadas, en particular,
porque están guiadas por el principio de la autonomía de la voluntad privada. Además,
el Legislador no puede excluir la garantía de los derechos fundamentales en esas
relaciones jurídicas, por cuanto “(…) los derechos
fundamentales son la base, el sustento de toda legislación, y no su efecto”[129].
De otra parte, en cuanto al ámbito
procesal, una de las manifestaciones más relevantes de la eficacia horizontal
de los derechos fundamentales son las reglas de procedencia de la acción de
tutela contra particulares, en concreto aquellas que definen la legitimación
por pasiva[130]. Sin
embargo, es claro que este efecto de irradiación iusfundamental no
se agota en esta cuestión procesal[131],
sino que refleja “(…) la decisión inequívoca de vincular
directamente a los particulares en la materialización de los derechos
fundamentales y de orientar al legislador en la definición de los elementos
mínimos para su exigibilidad judicial”[132].
31. De
igual modo, la Corte ha señalado que la eficacia horizontal de los derechos
fundamentales se sustenta, entre otros, en el principio de igualdad. En efecto,
su objetivo es materializar la exigibilidad de estos derechos aun en aquellos
casos en los que se presentan marcados desequilibrios entre los particulares
involucrados[133]. A
partir de este enfoque, por ejemplo, la jurisprudencia constitucional (i) ha
salvaguardado el derecho a la estabilidad laboral reforzada en el marco de las
relaciones laborales entre particulares[134];
(ii) ha concedido la protección de los derechos a la honra, intimidad y buen
nombre de las personas en las redes sociales[135] y;
(iii) ha precisado que derechos fundamentales, como la vivienda digna, el
mínimo vital, la salud y el debido proceso, rigen en el marco de las relaciones
contractuales entre particulares[136].
32. Con
todo, existen diferencias sustanciales en el alcance de la intervención del
juez constitucional cuando se trata de relaciones entre particulares, en
contraste con las situaciones en que los derechos fundamentales resultan
vulnerados por la actuación estatal[137].
Esta distinción se sustenta en que los individuos y las personas jurídicas
privadas son titulares de un ámbito de libertad que “(…) el
Estado no puede ni debe entrar a desconocer (…) en nombre de una definición
coyuntural de interés público. (…) De otra forma la esfera de lo público
acabaría confundiéndose con la esfera de lo privado, situación propia de
estructuras sociales y políticas corporativistas o totalitarias”[138].
En consecuencia, la Corte ha sostenido
incluso que “(…) la exigencia directa de los derechos a
particulares solo es viable cuando existe un rompimiento de las condiciones de
igualdad formal entre las partes por razones jurídicas (subordinación) o
fácticas (indefensión)”[139]. Sobre
este particular, ha afirmado que:
“(…) es
obvio que la fuerza del principio de igualdad es mucho mayor cuando regula las
relaciones entre las autoridades y las personas, que cuando se trata de
vínculos privados entre particulares. La razón es tan sencilla como poderosa:
la Constitución no sólo protege el pluralismo (CP art. 7º) sino que, además,
las personas son autónomas, tienen derecho al libre desarrollo de la
personalidad y gozan de la libertad de asociación (CP arts 16 y 38), por lo
cual los individuos pueden expresar ciertas preferencias que le están vedadas a
las autoridades. Por ejemplo, una persona puede escoger sus amistades exclusivamente
entre aquellas personas que profesan ciertas opiniones políticas o convicciones
religiosas, mientras que está prohibido a las autoridades realizar ese tipo de
diferenciaciones (CP art. 13)”[140].
33. Aunado a ello,
la jurisprudencia constitucional ha admitido que el reconocimiento de la
eficacia directa de los derechos fundamentales contra particulares puede
generar riesgos, al debilitar el principio de legalidad, el principio de la
autonomía de la voluntad privada, la libertad contractual y la seguridad
jurídica[141]. Por
consiguiente, “(…) la aplicación de la protección de la efectividad
directa de los derechos fundamentales frente a particulares, no puede ser
ilimitada”[142].
34. Con
base en lo anterior, esta Corte ha establecido que el criterio predominante
para evaluar si resulta admisible y necesario el examen constitucional de las
actuaciones de los particulares, es la existencia de una clara relación
asimétrica de poder entre los sujetos implicados[143]. En
estos eventos, “(…) no es posible estrictamente hablar de
horizontalidad en las relaciones entre particulares”[144].
También, ha destacado que, en abstracto, no es factible “(…)
formular reglas que permitan distinguir cuándo y hasta dónde los derechos
fundamentales deben ser respetados y hechos respetar en las relaciones
particulares”[145].
Bajo ese entendido, le corresponde al juez constitucional evaluar, en cada caso
concreto, si su intervención se justifica para garantizar los derechos
fundamentales o si, por el contrario, se trata de ámbitos de acción propios de
la libertad individual.
35. La
Corte ha aplicado este criterio en varias oportunidades. En efecto, ha
analizado las discusiones entre los particulares a partir de criterios como el
de relevancia
constitucional o la razonabilidad y proporcionalidad de
sus actuaciones, como se expone en los siguientes ejemplos:
La Sentencia T-368 de 1998[146],
analizó la posible vulneración de los derechos fundamentales de dos periodistas
deportivos a los que el Club Atlético Huila les negó la entrada al estadio de
fútbol en el que juega el equipo. En esa ocasión, la Corte encontró que sus
derechos fundamentales habían sido vulnerados por cuanto (i) la sanción no
tenía sustento en la conducta de los actores; y (ii) se trataba de una
limitación desproporcionada al ejercicio de la libertad de prensa.
La Sentencia T-720 de 2014[147] negó
la protección de los derechos fundamentales al debido proceso, a la presunción
de inocencia y a la igualdad del actor, quien había sido expulsado por la Gran
Logia de Colombia. En esa oportunidad, aunque la Corte consideró procedente la
acción de tutela[148],
determinó que el estándar de valoración de la posible vulneración del debido
proceso es menos intenso porque se cuestiona una decisión tomada por los
órganos internos de una asociación privada, en ejercicio de su autonomía[149]. En
consecuencia, concluyó que no correspondía imponer una visión determinada de la
Constitución en el análisis de los estatutos de la logia y que no había una
vulneración de derechos fundamentales en el caso concreto. Específicamente, los
márgenes de razonabilidad y proporcionalidad fueron respetados.
La Decisión SU-420 de 2019[150] unificó
las reglas jurisprudenciales de procedencia para el ejercicio de la acción de
tutela cuando se trata de conflictos entre particulares derivados de
publicaciones difundidas a través de redes sociales, que pueden involucrar
derechos fundamentales como la libertad de expresión, la honra y el buen
nombre. En este tipo de casos, la Sala Plena estableció algunos parámetros para
determinar si la acción de tutela es el mecanismo para resolver este tipo de
controversias, con fundamento en el criterio de relevancia constitucional.
36. En
suma, esta Corporación ha establecido, en torno al concepto de eficacia
horizontal de los derechos fundamentales, las siguientes reglas
jurisprudenciales:
(i) Los derechos fundamentales son
obligatorios y plenamente aplicables entre los particulares y en las relaciones
jurídicas privadas.
(ii) Los principios, valores y normas
constitucionales tienen un efecto de irradiación, que
se extiende a todo el ordenamiento jurídico e incide en las relaciones y
decisiones de los particulares.
(iii) El Legislador no puede establecer
que la protección de los derechos fundamentales no procede en las relaciones
privadas. Por consiguiente, corresponde al juez constitucional, en cada caso
concreto, establecer si los particulares desconocieron alguna de estas
garantías, pues los casos en que se vulneran tampoco pueden establecerse en
abstracto.
(iv) Presenta una dimensión sustancial y
otra procesal. La primera, exige garantizar la efectividad inmediata de los
derechos fundamentales en el mayor grado posible mientras que la segunda se
expresa en las reglas para la procedencia de la tutela contra personas
naturales y jurídicas de naturaleza privada.
(v) Se sustenta en el principio de
igualdad cuando se presentan marcados desequilibrios entre los particulares
involucrados.
(vi) La exigibilidad de los derechos a
los particulares no opera igual a la que se produce frente a las autoridades.
En este sentido, debido a que las personas de naturaleza privada son titulares
de sus derechos fundamentales a la libertad y a la autonomía de su voluntad, el
Estado no puede imponer visiones respecto de su ejercicio, salvo cuando está en
juego la protección de los derechos fundamentales.
(vii) Esta Corporación ha empleado
criterios como los de relevancia constitucional, razonabilidad y
proporcionalidad para evaluar cuáles decisiones de los particulares
efectivamente vulneran los derechos fundamentales o, en su defecto, cuáles se
realizan en el ámbito de su autonomía, en tanto que no la puede vaciar de
contenido.
(viii) En
el caso de los particulares, el ejercicio de ciertos derechos puede implicar un
menoscabo en las libertades de su contraparte, quien también es titular de
derechos fundamentales. De allí que la ponderación a cargo de los jueces
constitucionales debe ser sensible a esta dificultad y armonizar los intereses
y principios enfrentados.
Derechos
a la dignidad e intimidad[151]
37. El
artículo 1° de la Carta consagra que la dignidad humana justifica
la existencia del Estado. En razón a su naturaleza de valor superior y
principio fundante, exige el reconocimiento a todas las personas del derecho a
recibir un trato acorde a su naturaleza humana. De esta manera,
la Corte ha señalado en reiteradas oportunidades[152] que
el derecho a la dignidad humana debe entenderse bajo 2 dimensiones: a partir de
su objeto concreto de protección y con base en su funcionalidad normativa. En
relación con el primero, este Tribunal ha establecido 3 lineamientos claros y
diferenciables: i) referida a la autonomía o la posibilidad de diseñar un plan
vital y de determinarse según sus características; ii) entendida como ciertas
condiciones materiales concretas de existencia; y, iii) comprendida en el
sentido de intangibilidad de los bienes no patrimoniales, de la integridad
física y moral o, en otras palabras, la garantía de que los ciudadanos puedan
vivir sin ser sometidos a cualquier forma de trato degradante o humillante.
De otro lado, al
tener como punto de vista la funcionalidad de la norma, este Tribunal ha
identificado 3 expresiones del derecho a la dignidad: i) es un valor fundante
del ordenamiento jurídico y por tanto del Estado; ii) constituye un principio
constitucional; y, iii) también tiene la naturaleza de derecho fundamental
autónomo.
En la Sentencia
SU-062 de 1999[153],
la Corte recordó que el régimen constitucional colombiano está fundado en el
respeto por la dignidad humana, es decir, en la facultad que tiene toda persona
de exigir de los demás un trato acorde con su condición. De esta manera, la
dignidad se erige como un derecho fundamental de eficacia directa, cuyo
reconocimiento general compromete el sustento político del Estado.
38. En
resumen, el derecho a la dignidad humana implica garantizar las condiciones
necesarias para una existencia materialmente apropiada y acorde con el proyecto
de vida que cada ciudadano le imprime a su devenir. Igualmente, este principio
constitucional privilegia la autonomía personal como requisito elemental de una
sociedad democrática y pluralista, en el sentido de que constituye la expresión
de la capacidad de autodeterminación, de la potestad de exigir el
reconocimiento de ciertas condiciones materiales de existencia o la
manifestación de la intangibilidad de la integridad física y moral[154].
Este postulado constituye un mandato imperativo de las autoridades y de los
particulares, para que adopten las medidas necesarias de protección
indispensables para salvaguardar los bienes jurídicos más preciados para el
Estado[155].
39. Por su parte, el artículo 15 de la
Carta, consagra el derecho a la intimidad personal, el cual ha
sido entendido por la Corte como aquella esfera o espacio de la vida privada en
el que no están permitidas las interferencias arbitrarias e injustificadas de
las demás personas, lo que le permite a su titular actuar libremente en ese
espacio de fuero personal, en ejercicio de su libertad individual y familiar,
sin más limitaciones que los derechos de los demás y el ordenamiento jurídico[156].
La igualdad en
el ordenamiento constitucional y la prohibición de discriminación[157]
40. La Corte ha
determinado que la igualdad es un concepto multidimensional pues es reconocido
como un principio, un derecho fundamental y una garantía[158].
De esta manera, puede entenderse a partir de 3 dimensiones: i) formal, lo que
implica que la legalidad debe ser aplicada en las mismas condiciones a todos
los sujetos a quienes se dirige; ii) material, en el sentido garantizar la
paridad de oportunidades entre los individuos[159]; y,
iii) la prohibición de discriminación que implica que el Estado y los
particulares no puedan aplicar un trato diferente a partir de criterios
sospechosos construidos con fundamento en razones de sexo, raza, origen étnico,
identidad de género, religión y opinión política, entre otras.
41. En
consecuencia, están prohibidas las distinciones que impliquen un trato distinto
no justificado, con la capacidad de generar efectos adversos para los
destinatarios de las normas o conductas que las generan. Aquellos no están
obligados a soportar esos déficits de protección[160].
42. Sobre
las personas que portadoras de VIH, la Corte ha establecido que son
destinatarias de una protección constitucional reforzada en especial en los
ámbitos de los derechos al trabajo, a la salud, a la educación y a la seguridad
social. Lo anterior se fundamenta en la situación de debilidad manifiesta de
quienes han sido diagnosticadas con esta enfermedad. Por tal razón, el artículo
13 superior “(…) condena el favorecimiento de la discriminación y estigmatización social
que conlleva portar el referido virus.”[161] La Sentencia
C-248 de 2019[162] reiteró
que este grupo está sometido, en su cotidianidad, a un universo amplio de
situaciones de segregación o diferenciación.
43. En suma, el derecho a la igualdad en
términos generales proscribe cualquier forma de discriminación injustificada. Particularmente,
si se trata de actuaciones guiadas por criterios sospechosos como el sexo,
raza, origen étnico, identidad de género, religión y opinión política, entre
otras. Las personas portadoras de VIH tienen una especial protección
constitucional y la Corte ha reiterado las situaciones de exclusión viven en su
cotidianidad y la obligación de superar y evitar esos escenarios de
segregación.
Las libertades
económica y de empresa[163]
44. La libertad
económica está consagrada en el artículo 333 de la Carta y ha sido entendida
por este Tribunal como la facultad de toda persona para realizar actividades de
carácter económico, con la finalidad de crear, mantener o incrementar su
patrimonio[164].
La Corte ha establecido que el modelo de Estado adoptado por el Texto Superior
no tiene un contenido neutro en relación con el ámbito económico. En tal sentido,
la relación entre el poder estatal y el mercado está mediada por: i) la
protección de la libertad y la libre iniciativa privada, las cuales no tienen
carácter absoluto porque su ejercicio debe armonizarse con la función social de
la empresa, el interés general, la libre competencia, el ambiente y el
patrimonio cultural de la Nación (artículo 333); y, ii) la adscripción de
competencias a las autoridades del Estado, basadas en su condición de director
general de la economía, con la finalidad de garantizar el goce efectivo de las
mencionadas libertades, el cumplimiento de los límites que le son propios, el
uso adecuado de los recursos naturales y del suelo, la producción, utilización
y consumo de los bienes y servicios públicos y privados y, la racionalización
de la economía. Lo anterior, con el fin de conseguir el mejoramiento de la
calidad de vida de los habitantes, la distribución equitativa de las
oportunidades y los beneficios del desarrollo y la preservación de un ambiente
sano, así como la promoción de la productividad, la competitividad y el
desarrollo económico[165].
Bajo esta perspectiva, el Estado colombiano es incompatible con un
modelo de liberalismo económico clásico, que proscribe la intervención estatal,
así como con formas de economía autoritaria centradas en el Estado como único
agente relevante del mercado. Por el contrario, la Constitución adoptó un
modelo de economía social de mercado que reconoce a la empresa y a la
iniciativa privada, como el motor de la economía, pero que limita razonable y
proporcionadamente la libertad de empresa, con el único propósito de cumplir
los fines constitucionales que protegen el interés general[166].
45. Los ámbitos de
expresión de la mencionada libertad económica han sido identificados por la
Corte de la siguiente manera[167]:
a.
Libertad contractual: entendida como la capacidad que tienen
los agentes económicos para que, en ejercicio de la autonomía de la voluntad
privada, realicen los acuerdos necesarios para participar en el mercado en
condiciones de igualdad.
b.
Valores de
razonabilidad y eficiencia:
en la gestión económica para la producción de bienes y servicios, de tal manera
que se permita el aprovechamiento de la capacidad creadora de los individuos y
de la iniciativa privada[168].
c.
La canalización de
recursos privados:
mediante el incentivo económico, con la finalidad de promover intereses
colectivos y la prestación de servicios públicos. De esta manera, se logra la
compatibilidad entre los intereses privados y la satisfacción de necesidades
colectivas[169].
46. El marco de referencia descrito permite
comprender el contenido y alcance de los derechos y libertades de los agentes
económicos que participan en el mercado. En tal sentido, la libertad de empresa
ha sido entendida desde un criterio amplio[170] como“(...)
[U]na facultad que tiene toda persona de realizar actividades de carácter
económico, según sus preferencias o habilidades, con miras a crear, mantener o
incrementar su patrimonio”[171].
Es decir, se trata de la posibilidad que tiene toda persona de desarrollar una
determinada actividad económica y establecer la organización institucional para
alcanzar dichos fines[172].
En tal entendido, los empresarios pueden tomar decisiones “(…) más o menos
drásticas para regular las relaciones dentro de su empresa, de conformidad con
los intereses legítimos que persiguen o pretenden promover”[173]
47. Este Tribunal en Sentencia
C-263 de 2011[174],
identificó los siguientes contenidos de la libertad de empresa y que, además,
conforman sus elementos esenciales: i) el derecho a un tratamiento igual y no discriminatorio entre
empresarios o competidores que se hallan en la misma posición[175];
ii) el derecho a concurrir al mercado o retirarse; y, iii) la
libertad de organización y el derecho a que el Estado no interfiera en los
asuntos internos de la empresa como la organización empresarial y los métodos
de gestión[176];
entre otros.
El margen de apreciación del empresario para la escogencia de
trabajadores
48.Dentro del ámbito
de la libertad de organización y el manejo de los asuntos internos de la
empresa se encuentra la selección de sus trabajadores. La Sentencia T-694 de
2013[177]
constituye un referente cercano y permite comprender el contenido de dicha
prerrogativa. En esa oportunidad, la Corte estudió el caso de un aspirante a un
cargo que no fue contratado por Ecopetrol debido a que no superó el estudio de
riesgo. En aquella oportunidad, la Corte indicó que si bien se trataba de una
sociedad de economía mixta, las relaciones laborales se rigen por el derecho
privado. Bajo ese entendido, sobre el margen de apreciación de la empresa
privada para escoger a sus trabajadores, precisó lo siguiente:
“En efecto, es necesario advertir
que las empresas privadas dentro de su autonomía y libertad económica tienen la
posibilidad de reglamentar sus procesos internos de selección de personal, y en
el ejercicio de ellos, valorar y cotejar la información que le allegan los postulantes
sobre su desempeño profesional, con el objeto de analizar la idoneidad del
postulante al cargo respectivo. Igualmente, dentro del margen de apreciación de
las empresas que se rigen bajo la autonomía de la voluntad privada, pueden, con
la información allegada, no sólo verificar si se cumplen los requisitos
profesionales para el cargo, sino además, tener preferencias sobre los
postulantes que consideren más convenientes para conformar su personal, bien
sea por antecedentes judiciales, referencias personales, entre otros.”
La
mencionada providencia insistió en que “(…) el amplio margen de apreciación
que tienen las empresas privadas o aquellas de naturaleza mixta en sus
relaciones laborales del ámbito privado para seleccionar al personal que
trabajará para ellas, todo esto sin fijar categorías sospechosas de
discriminación.”[178]
49. Según lo expuesto,
las empresas privadas cuentan con un amplio margen de apreciación para la
escogencia de sus trabajadores. Aquella actuación puede basarse en criterios de
idoneidad y conveniencia para el cumplimiento de los fines empresariales. No
obstante, el ejercicio de dicha libertad no es ilimitado. Aquel debe respetar
los postulados superiores y en especial, atender a criterios objetivos y
razonables. En todo caso, los particulares están en la obligación de evitar distinciones
basadas en categorías sospechosas.
50. En tal
perspectiva, en materia de escogencia de trabajadores en el ámbito privado,
entendida como una situación fáctica previa a la contratación laboral, la Corte
ha insistido en que deben observarse los principios de igualdad y no
discriminación. La Sentencia T-247 de 2010[179]
analizó el amparo promovido por una señora que no fue contrata por Ecopetrol
debido a su condición de mujer. En esa oportunidad, la Corte expresó:
“La
accionante fue excluida sin que mediara un criterio objetivo que demostrara que
ella, en cuanto mujer, no estaba en capacidad para realizar la labor de
vigilancia en el puesto de la Batería Santa Clara; esto es, precisamente, el
carácter discriminatorio de la acción llevada a cabo por parte de SOS Ltda. y
ECOPETROL S.A., quienes sin que mediara un criterio de necesidad, adecuación o
esencialidad y, por consiguiente, con un carácter prejuicioso carente
de cualquier fundamentación objetiva y razonable utilizaron el género como
parámetro de exclusión de ingreso al mencionado puesto de vigilancia” (Énfasis
agregado).
Por su parte, la Sentencia T-694 de
2013[180]
manifestó que, en un Estado Democrático, la protección de los derechos
fundamentales está presente en los principales aspectos de la vida social, lo
que incluye las relaciones entre particulares. Aquellas, no pueden entenderse
ajenas al efecto de irradiación de las garantías superiores. Además, el mandato
de la igualdad real y efectiva resulta incompatible con una posición excluyente
de la eficacia de los derechos fundamentales entre privados. En esa
providencia, la Corte consideró que no era aplicable el precedente contenido en
la Sentencia T-247 de 2010 porque en aquella ocasión, la actuación de la
empresa se sustentó en un criterio sospechoso basado en el género que carece de
razonabilidad y objetividad. En tal sentido, sobre el caso concreto, precisó lo
siguiente
“(…) En el caso
concreto, la razón de no vinculación se concreta en la valoración que la
empresa decidió otorgarle al estudio de seguridad realizado, la cual se
sustenta en que por haber un proceso judicial en contra del postulante no
resulta ser el candidato preferente, y en consecuencia, no es seleccionado.
Como ya lo ha dicho esta Sala, esta decisión resulta razonable y objetiva, pues
se encuentra dentro de los parámetros de autonomía y libertad de empresa con
los que cuenta ECOPETROL en los procesos de selección interna que se rigen por
el derecho privado, así, la empresa al contrarrestar la información allegada al
proceso y realizar el estudio de seguridad, encontró el proceso penal vigente
contra él, y consideró conveniente terminar el proceso de vinculación. Ante
esto, la Sala considera, que la valoración de los documentos allegados al
proceso de selección y vinculación laboral es parte de la autonomía misma de la
empresa como entidad privada que conoce sus intereses y objetivos, y por ende,
las características del personal que requiere. Estos criterios deben atender a
las características profesionales del accionante con relación a las cualidades
y exigencias que requiere el cargo que se está ofreciendo, además de las
condiciones que la empresa considere necesarias observar para conformar su
personal. De manera que, esta decisión no incumbe al juez de tutela y
hace parte del ámbito de libertad y discrecionalidad de la empresa, siempre y
cuando se observen las garantías del debido proceso.”
(Énfasis original)
51. En suma, uno de
los componentes de la libertad de empresa es la libertad de organización y el
derecho a que el Estado no interfiera en los asuntos internos de la empresa,
como serían su organización y los métodos de gestión. Dicha libertad no es absoluta
y está irradiada por la Constitución. En tal sentido, el empresario tiene un
amplio margen de apreciación para escoger a sus trabajadores. Lo anterior, con
base en la idoneidad y la conveniencia para el ejercicio de su actividad
económica. No obstante, debe garantizar la efectividad de los derechos
fundamentales de quienes aspiran a ser contratados. La Corte ha protegido el
derecho a la igualdad cuando ha encontrado probada la distinción irrazonable,
desproporcionada y basada en criterios sospechosos. Es decir, cuando la exclusión
del proceso de escogencia se produce por un trato diferente que carece de
razones objetivas.
La intensa regulación aeronáutica
y su relevancia constitucional
52. El artículo 68 de la Ley 336 de 1996[181] establece que el transporte aéreo es
un servicio público regido por las normas del Código de Comercio, por el Manual
de Reglamentos Aeronáuticos proferidos por la Unidad Administrativa Especial de
Aeronáutica Civil y por los Tratados, Convenios, Acuerdos, Prácticas
Internacionales debidamente adoptados o aplicados por Colombia.
53. Este Tribunal ha considerado que se trata de un servicio
vinculado con la satisfacción de los derechos fundamentales. Sobre
el particular, indicó:
“Las sociedades contemporáneas, signadas por
procesos de urbanización y especialización de los factores productivos, obligan
a que los individuos deban permanente movilizarse largas distancias, en aras de
ejercer sus derechos y competencias, acceder a distintas posiciones jurídicas,
cumplir con sus obligaciones contractuales, dirigirse a la infraestructura para
la prestación de otros servicios públicos, etc. La libertad de locomoción, así
entendida, no se concentra exclusivamente en la garantía de transitar
libremente por el territorio nacional, sino también con la existencia de
mecanismos que permitan hacerlo en condiciones razonables y adecuadas. Esos
instrumentos no son otros que los medios de transporte de pasajeros.”[182]
54. De
igual forma, la Corte ha manifestado que la intervención del Legislador en la
prestación del servicio del transporte aéreo es más intensa. Esta comprensión
se sustenta en dos razones: i) el carácter de actividad riesgosa que tiene el
transporte público; y, ii) la necesidad de ejercer el control del mercado de
prestación del transporte, con la finalidad de garantizar los derechos de los
usuarios, en especial, el acceso al servicio en condiciones de igualdad[183].
En efecto, el
uso de vehículos automotores ha sido considerado como una actividad riesgosa.
En tal perspectiva, requiere la definición de reglas particulares que prevengan
y limiten los riesgos. Dicha situación se acentúa cuando se trata de transporte
público aéreo de pasajeros. En este escenario, las condiciones de seguridad
deben garantizar la integridad física de los usuarios y demás personas
involucradas en esa actividad[184].
Para esta Corporación, las medidas que están dirigidas a lograr la seguridad en
el transporte son compatibles con la Carta y hacen parte del margen de configuración
del Congreso[185].
55. Para
tal efecto, el Legislador ha designado autoridades administrativas que ejercen
la vigilancia, inspección y control del transporte. Lo anterior busca
satisfacer condiciones de seguridad y requiere regulación intensa en aspectos
técnicos y operativos[186].
Para el caso del transporte aéreo, la normativa está contenida en los
Reglamentos Aeronáuticos de Colombia-RAC[187]. Los RAC
son actos administrativos que consagran las obligaciones específicas de cada
uno de los sujetos involucrados en la prestación y uso del mencionado servicio
público. En ese sentido, el numeral 1.1.1. del RAC 1, señala:
“(…) [l]as normas contenidas en los
Reglamentos Aeronáuticos son aplicables de manera general a toda actividad de
aeronáutica civil y a toda persona natural o jurídica, nacional o extranjera
que las desarrolle; y de manera especial a las desarrolladas dentro del
territorio nacional; o a bordo de aeronaves civiles de matrícula Colombiana o
extranjeras que sean operadas por explotador Colombiano, bajo los términos del artículo
83 bis del Convenio de Chicago/44, cuando se encuentren en espacios no
sometidos a la soberanía o jurisdicción de ningún otro Estado, o en el espacio
aéreo o territorio de cualquier Estado siempre y cuando ello no resulte
incompatible con las leyes o reglamentos de dicho Estado, ni con los Convenios
Internacionales vigentes en materia de aviación civil.”
Por su parte, el
numeral 1.1.3 ejusdem dispone que “Las
normas contenidas en los presentes reglamentos son de obligatorio cumplimiento
por parte de las personas naturales y jurídicas a las cuales son aplicables,
conforme a lo previsto en el numeral 1.1.1.” De otro lado,
el numeral 1.1.4. indica que “Toda persona que conforme al numeral 1.1.1.
citado, ejecute actividades aeronáuticas, deberá procurar el conocimiento de
las normas que le atañen de estos Reglamentos, cuando se hallen debidamente
publicados en el Diario Oficial y demás medios de divulgación disponibles; sin
que su ignorancia sirva de excusa para su incumplimiento, una vez surtida dicha
publicación.”
56. La
intensa regulación de este sector económico también se extiende a la definición
de los perfiles, condiciones y requisitos que deben cumplir las personas que
contribuyen directamente en la prestación del servicio. Un ejemplo es el RAC 63
que regula las licencias para miembros de tripulación diferentes de pilotos. El
capítulo D se refiere a la licencia de tripulante de cabina. Particularmente, a
partir del numeral 63400 y siguientes, la normativa establece los requisitos
que deben cumplir los postulantes. Aquellos se agrupan de la siguiente manera:
i) generales, que incluyen certificado médico en los términos del RAC 67; ii)
de conocimiento: referidos al derecho aéreo, aerodinámica, supervivencia y
medicina aeroespacial, entre otras; iii) manual de instrucción y
procedimientos; iv) experiencia; iv) pericia; y, vi) experiencia reciente: en
este caso, si no registran actividad en vuelo entre 6 y 12 meses, deberán hacer
reentrenamiento.
Sobre el consumo
de sustancias psicoactivas en el personal aeronáutico, el numeral 2.1.5.21.2
del RAC 2 establece que “El titular de una licencia prevista en
esta Parte se abstendrá de todo abuso de sustancias psicoactivas y de cualquier
otro uso indebido de las mismas.”. Por su parte, los considerandos
del RAC 120 prescriben que: “Las empresas de aviación, centros de
instrucción aeronáutica y en general todo el personal aeronáutico con
atribuciones inherentes a la seguridad aérea, deben dar cumplimiento a un
programa de prevención y control de sustancias psicoactivas.”
El numeral 12005
de esa normativa, indica que sus disposiciones deben aplicarse al personal de
las empresas del sector aeronáutico que incluye aquellos que realizan funciones
sensibles para la seguridad operacional, ya sea de forma directa o por medio de
empresas subcontratadas. En esa misma línea, el numeral 120320 establece el
examen toxicológico previo en los siguientes términos:
“(…)
(a) Examen toxicológico previo: la empresa del sector aeronáutico será
responsable de realizar exámenes toxicológicos previos, de conformidad con los
siguientes requisitos: (1) Ninguna empresa admitirá a una persona para
desempeñar funciones sensibles para la seguridad operacional, a menos que esa
persona haya sido sometida a un examen toxicológico previo con resultado
negativo; (2) El examen toxicológico previo debe realizarse antes de que el
nuevo empleado, alumno, pasante o practicante desempeñe sus funciones por
primera vez;”
Asimismo,
el punto 120025 del RAC 120 señala que los tripulantes de cabina tienen
prohibido utilizar sustancias psicoactivas o estar bajo sus efectos durante el
ejercicio de sus funciones. Para su control, prevé exámenes de drogas
aleatorios a quienes trabajan en aerolíneas. Igualmente, el punto 120300
dispone que: “Un empleado o alumno de cualquier empresa del sector
aeronáutico solo podrá ser sometido a exámenes toxicológicos durante el
cumplimiento de su jornada de trabajo o mientras permanezca a órdenes de la
empresa del sector aeronáutico”.
57. En
suma, la intensa regulación del servicio de transporte aéreo se sustenta en dos
objetivos: i) prevenir y garantizar la seguridad, eficiencia y calidad del
servicio prestado mediante la fijación de las condiciones técnicas; y ii)
asegurar el acceso objetivo y equitativo de las personas al servicio público.
Esta actividad se materializa a través de normas y reglamentos administrativos
que fijan reglas y parámetros objetivos para la ejecución del servicio de
transporte aéreo[188].
Un ejemplo de dichas normativas son los Reglamentos Aeronáuticos de
Colombia-RAC que contienen una regulación intensa sobre las condiciones
técnicas y los perfiles de las personas que participan directamente en la
prestación del servicio. Aquellas disposiciones contienen parámetros técnicos
que tienen finalidades de prevención y de seguridad. Para la Sala, estas
normativas no buscan, prima facie, la imposición
de modelos específicos de vida o la exclusión injustificada o basada en
criterios sospechosos, de personas que participan en este sector económico.
Respuesta al problema
jurídico en el caso concreto
58. En este asunto, la Sala considera que
las sociedades demandadas no desconocieron los derechos fundamentales invocados
por el actor, pues no está acreditado que, durante el proceso de selección de
personal adelantado por Avianca, Acción S.A.S y el Laboratorio Clínico
Colmédicos y su posterior exclusión, el actor haya sido discriminado por su
diagnóstico de VIH debido a su exclusión de dicho proceso. A continuación, la Corte
expondrá las siguientes razones que sustentan el juicio de ponderación
adelantado en el caso:
59. La escogencia de personal para
tripulante de cabina por parte de las entidades accionadas fue adelantada en
ejercicio de la libertad de empresa en particular, el
derecho a manejar y gestionar los asuntos internos de la empresa como
organización empresarial. Con fundamento en lo expuesto, las empresas
realizaron las siguientes actividades:
59.1.
Suplir la necesidad de personal tripulante de cabina con fundamento en las
necesidades y requerimientos de Avianca.
59.2.
Fijar los requisitos y las condiciones de los perfiles laborales que debían
cumplir los aspirantes a ser contratados. En este punto, la Sala resalta que la
actuación de las entidades demandadas, en especial, de Avianca y Acción S.A.S
no fue arbitraria ni caprichosa. Aquella se sustentó en el ejercicio de la
libertad de empresa en términos de su idoneidad y conveniencia. Además, se
fundamentó los requerimientos contenidos en los RAC y la intensa regulación de
los perfiles de los trabajadores del sector aeronáutico, incluidos los
tripulantes de cabina. En tal sentido, se trató de una gestión objetiva y
razonable.
59.3.
Consagrar las reglas y las etapas del proceso. Lo anterior, con la finalidad de
cumplir con los objetivos de la empresa y la regulación de los RAC para la
contratación del personal que cumpla funciones de tripulante de cabina.
59.4.
Establecer pruebas médicas, incluidas las toxicológicas. Para la Sala, estos
exámenes no son la expresión del ejercicio desproporcionado y arbitrario de la
libertad para gestionar los asuntos internos de una empresa de aviación. Por el
contrario, materializan la intensa regulación sobre los perfiles de los
trabajadores de ese sector económico. Como se expuso previamente, la actividad
aeronáutica es riesgosa y los reglamentos aeronáuticos cumplen fines
relacionados con la prevención, la seguridad y el acceso equitativo al servicio
público de transporte aéreo de pasajeros. Para la Sala es evidente que estas
actuaciones están regladas y no buscan imponer modelos de vida. Por el
contrario, atienden intereses superiores relacionados con la adecuada y segura prestación
del servicio público.
59.5.
Señalar los filtros, las evaluaciones y los requisitos que deben cumplir los
aspirantes para avanzar en el proceso. En este marco, tiene la posibilidad de
decidir sobre la continuidad o no de los aspirantes que se presentaron al
cargo, siempre que esa actuación se enmarque en el ejercicio de libertad de
empresa y no afecte postulados superiores, tal y como ocurrió en el presente
asunto. En tal sentido, la Sala reitera lo expresado por la Corte en la Sentencia
T-694 de 2013[189], en los siguientes términos:
“Con base en ello, los empresarios pueden tomar las
decisiones que consideren más aptas para el desempeño de su negocio, y en ese
sentido, regular las relaciones dentro de la empresa conforme al objeto que se
pretende. No obstante lo anterior, existen unos límites a la autonomía y
libertad económica, y son precisamente los principios y criterios
constitucionales. Dentro de este marco, las relaciones laborales no pueden
mantenerse exclusivamente en el ámbito privado, pues el ordenamiento
constitucional exige respetar la dignidad humana de los trabajadores y exige el
cumplimiento de unos derechos irrenunciables los cuales no pueden ser
desconocidos por vía contractual o convencional.”
60. En este caso, la Sala constata que la
exclusión del actor del proceso de selección de personal no obedeció a una
conducta discriminatoria desplegada por las empresas demandadas con base en su diagnóstico
de VIH. Lo anterior, con fundamento en los siguientes aspectos:
60.1.
Las empresas accionadas no conocían la condición médica del actor durante el
proceso de selección. La Sala advierte que no hay
prueba de que las entidades demandadas conocieran que el actor padecía esta
enfermedad o que el Laboratorio Clínico Colmédicos IPS S.A.S. le hubiese
realizado sin su consentimiento un examen de VIH. Si bien el peticionario
afirmó haberle expresado su condición al médico que adelantó el procedimiento,
después de supuestamente recibir insinuaciones por parte de aquel, no está
acreditado que Acción S.A.S. o a Avianca S.A. hubiesen tenido acceso a dicha
información. El único reporte que Acción S.A.S. recibió de Colmédicos IPS, de
acuerdo con las pruebas, es el certificado médico de preingreso ocupacional, en
el cual no hay referencia a que el actor sea portador de VIH.
Aunque
el accionante también sostuvo que llamó telefónicamente a una sicóloga de
Acción S.A.S. para contarle sobre el presunto error en sus exámenes
toxicológicos, hecho que fue confirmado por esta compañía en su contestación a
la tutela[190], no hay pruebas que respalden que,
producto de esta conversación, Acción S.A.S. tuviera conocimiento del
diagnóstico de VIH del accionante.
De
manera que, como la única prueba que existe sobre lo que Acción S.A.S. conoció
de la valoración médica del demandante es el certificado de preingreso
ocupacional, en el que no se alude al diagnóstico de VIH, la Sala concluye que
esta compañía no conocía la enfermedad del accionante.
60.2.
Las demandadas no le realizaron al actor pruebas médicas para establecer si
padece o no de VIH. La IPS accionada, durante el trámite de tutela, refirió
que al actor no le practicó pruebas clínicas para determinar si tenía o no dicha
patología. Advirtió que esos exámenes no los realiza debido a que el VIH no
inhabilita el ejercicio del cargo al que aspiraba el actor.
60.3.
El peticionario tenía conocimiento de la realización de exámenes de
laboratorio, incluido el toxicológico. Estos procedimientos están consagrados
en el RAC y por la formación profesional del actor, la práctica de esta clase
de pruebas no es ajena a su conocimiento. Además, Colmédicos
le informó previamente al peticionario sobre los exámenes médicos ocupacionales
que le practicarían, ante lo cual aquel expresó su consentimiento. En efecto,
el consentimiento informado suscrito por el peticionario expresa que “(…) se
me ha informado que las pruebas complementarias o ayudas diagnósticas que se me
podrían realizar pueden ser (sin limitarse a estas) una o varias de las
siguientes: […] Examen para evaluar el consumo de sustancias sicoactivas”[191].
60.4.
Al momento de realizar el examen médico, el accionante no expresó que
consumía medicamentos para el tratamiento de VIH. En efecto, la Sala
constató que en el consentimiento informado que obra en el expediente no hay
mención alguna del actor sobre los retrovirales que eran administrados para
tratar su patología. De esta suerte, era imposible para los médicos y demás
profesionales encargados de valorar la prueba científica establecer si el
resultado de “alterado”
para anfetaminas fue consecuencia de una reacción cruzada ocasionada por la
medicina con la que el peticionario trata su enfermedad. Además, tampoco fue
demostrado que dicho resultado fuera prueba directa o al menos un indicio científico
para que las empresas demandadas conocieran que el accionante era portador de VIH.
60.5.
La decisión de Acción S.A.S de que el actor no continuara el proceso de
selección no fue discriminatoria. Se trató de una actuación, en su
condición de intermediaria, basada en criterios objetivos y sustentada en la
libertad para gestionar los asuntos internos de la empresa. En efecto, aquella determinación
tuvo como fundamento los exámenes médicos del actor y la falta de experiencia
cercana al ejercicio de las funciones de tripulante de cabina. Estas razones
obedecieron a criterios de idoneidad y conveniencia empresarial. Estos aspectos
están protegidos por la Carta y en este caso, no configuran un escenario de
discriminación basado en criterios sospechosos. Además, materializó la intensa
regulación contenida en los reglamentos aeronáuticos sobre el perfil de las
personas que ejercen esta labor sensible para la seguridad aérea. Por tal razón,
no hay prueba que permita inferir que la actuación empresarial se originó en el
diagnóstico de VIH del peticionario.
Bajo
ese entendido, la Sala considera que la Sentencia T-247 de 2010 citada
previamente, no constituye un precedente aplicable. Aquella decisión comprobó
que la decisión de la empresa de excluir a la actora se sustentó en un criterio
sospechoso basado en el género. En este caso, la decisión de que el actor no
continuara el proceso de selección se concretó en el estudio empresarial de los
exámenes médicos y la falta de experiencia cercana con el cargo de tripulante
de cabina. La Sala insiste que esta actuación resulta razonable y objetiva,
pues se enmarca en los parámetros de autonomía y libertad de empresa de las
demandadas, que orientan los procesos de selección interna de trabajadores
regidos por el derecho privado. De igual forma, reitera que la actuación se
enmarca en las disposiciones contenidas en los RAC.
61. En suma, para la Sala, las empresas
accionadas no desconocieron los derechos fundamentales invocados por el actor.
En efecto, en el caso del Laboratorio Clínico
Colmédicos IPS S.A.S., sus actuaciones se limitaron a valorar técnicamente al
accionante, de conformidad con las necesidades y requerimientos de Acción
S.A.S. y de acuerdo con lo previsto en la Resolución 2346 de 2007[192]
y a expedir un certificado médico ocupacional. Ese documento
indicó que el demandante “(…) no presenta
restricciones para desempeñar la ocupación de tripulante de cabina”[193].
A lo
anterior se agrega que Colmédicos le informó previamente al actor sobre cuáles
exámenes médicos ocupacionales le serían practicados, ante lo cual este expresó
su consentimiento. Aquellos no incluían pruebas sobre VIH. Además, aquel no
indicó, al momento de realizar el examen que consumía retrovirales para tratar
el VIH.
De
igual forma, Avianca S.A. tampoco violó los derechos fundamentales invocados
por el accionante. Esa entidad contrató el suministro de personal con Acción
S.A.S., quien desarrolló todo el proceso de selección. Si bien estableció las
condiciones y los requerimientos del personal, aquella actuación se enmarca en
la libertad que le asiste para gestionar los asuntos internos de la empresa.
Además, materializa la intensa regulación contenida en los RAC.
Finalmente,
Acción S.A.S, en su condición de intermediaria, adelantó el proceso de
selección de personal en el marco de la libertad de empresa y los reglamentos
aeronáuticos. La decisión de no continuar el trámite con el actor fue razonable
y objetiva, puesto que no hay prueba de que obedeció a criterios sospechosos de
discriminación. En otras palabras, no se demostró que dicha decisión fuese
sustentada en el diagnóstico de VIH del aspirante.
Decisión
que adoptará la Sala en el presente asunto
62. De acuerdo con lo expuesto, la Sala
confirmará la sentencia de segunda instancia del 12 de febrero de 2020
proferida por el Juzgado Veintisiete Penal del Circuito con Funciones de
Conocimiento de Bogotá que declaró improcedente la acción de tutela. No
obstante, contrario a lo afirmado por ese funcionario judicial, que consideró
el incumplimiento del presupuesto de subsidiariedad, la decisión se sustenta en
la operancia de la carencia actual de objeto por circunstancia sobreviniente,
tal y como se explicó en precedencia.
Conclusiones
63. La Sala decidió sobre una acción de tutela formulada por Eudor contra Avianca S.A, Acción
S.A.S y el Laboratorio Clínico Colmédicos IPS S.A.S. El actor alegó la supuesta
vulneración de derechos a la igualdad, intimidad, trabajo y debido proceso.
Aseguró que fue excluido del proceso de selección de personal para tripulante
de cabina por su diagnóstico de VIH.
64. En el presente asunto, la Corte
verificó la configuración de la carencia actual de objeto por circunstancia
sobreviniente porque i) el proceso de selección
de personal, al cual se presentó el actor, finalizó; ii) actualmente no hay
requerimiento de trabajadores por parte de Avianca con ocasión de la crisis
económica generada por la pandemia del COVID-19; y, iii) la muestra utilizada
para realizar los exámenes al peticionario fue destruida.
65. No obstante, la Sala encontró necesario
pronunciarse en este asunto para efectos de pedagogía constitucional y avanzar
en la comprensión de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales. En
tal sentido, verificó la procedencia de la acción de tutela y formuló el
problema jurídico en el sentido de establecer si ¿las empresas
demandadas discriminaron al actor por su condición de portador de VIH al
excluirlo de un proceso de selección de tripulantes de cabina con base en
exámenes médicos que no incluían prueba de dicha enfermedad y por falta de
experiencia cercana en el cargo?
Para dar respuesta a este
interrogante, la Sala abordó los siguientes temas: i) la eficacia horizontal de
los derechos fundamentales; ii) los derechos a la dignidad, a la intimidad y a
la igualdad de personas portadoras de VIH y, además, la libertades económica y
de empresa; y, iii) el servicio de transporte aéreo de pasajeros como actividad
peligrosa y regulada intensamente. El perfil de los tripulantes de cabina y la
práctica de pruebas médicas, incluidos exámenes toxicológicos.
66. En
desarrollo de estos aspectos, indicó que los procesos de selección de
trabajadores entre particulares se rigen por el principio de la autonomía de la
voluntad y la libertad de empresa. En todo caso, el efecto de irradiación de la
Constitución y la eficacia horizontal de los derechos imponen la necesidad de que
esas relaciones observen los postulados de la Carta. Lo anterior no implica que
la interacción de las garantías fundamentales sigue la misma dinámica de
exigencia que se tiene frente al Estado. En este sentido, el juez
constitucional debe valorar estos conflictos y aplicar criterios de ponderación
que atiendan las especiales condiciones que rigen las relaciones entre
particulares.
De igual manera, constató
que el servicio aéreo está intensamente regulado. Lo anterior al menos por dos
razones: i) es una actividad riesgosa, por lo que las normas expedidas en ese
campo garantizan la seguridad y la prevención en la prestación del servicio y
la integridad de quienes intervienen en su ejecución y de los usuarios; y, ii)
debe permitir el acceso en igualdad de condiciones. Bajo ese entendido, la
regulación se extiende a los requisitos y condiciones que deben cumplir las
personas que participan directamente en dicho escenario. Tal es el caso de los
tripulantes de cabina. Aquellos tienen la obligación de acreditar rigurosos
perfiles y superar pruebas médicas que incluyen exámenes de toxicología para
ejercer su labor.
67. La
Sala consideró que las empresas accionadas no desconocieron los derechos
fundamentales invocados por el actor por las siguientes razones: i) la
actuación de las demandadas en el proceso de selección se enmarcó en el
ejercicio de la libertad de empresa. Además, materializó las regulaciones
contenidas en los RAC. Estas disposiciones establecen condiciones y requisitos,
incluidos certificados médicos, que deben acreditar las personas que quieren
acceder al mercado laboral de esa actividad económica; ii) no se demostró que tuvieron
conocimiento del diagnóstico de VIH del actor. Lo anterior porque no
practicaron pruebas para establecer si era portador o no de la enfermedad y
además, porque el aspirante no indicó los medicamentos que consumía para el
tratamiento de la patología al momento de realizar los correspondientes
exámenes médicos; y, iii) la decisión de no continuar el proceso de selección
de actor se sustentó en argumentos objetivos y razonables. En efecto, Acción S.A.S
indicó que no continuaron el proceso con el peticionario con base en los
resultados de los exámenes médicos y la falta de experiencia cercana en el
ejercicio de las funciones de tripulante de cabina. Estas razones están
amparadas constitucionalmente por el derecho a gestionar los asuntos internos
de la empresa y la materialización de la reglamentación aeronáutica del país.
En ese sentido, la actuación no configuró un tratamiento discriminatorio basado
en criterios sospechosos. Fue una decisión empresarial fundada en razones de
idoneidad y conveniencia.
68. De acuerdo con lo anterior, la Sala confirmará la sentencia de
segunda instancia que declaró improcedente el amparo. No obstante, se apartó de
las razones de ese funcionario que consideró que no cumplía con el presupuesto
de subsidiariedad, para en su lugar, establecer que se configuró la carencia
actual de objeto por circunstancia sobreviniente.
III.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de Revisión de
la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por
mandato de la Constitución,
RESUELVE
PRIMERO. CONFIRMAR
la sentencia del 12 de febrero de 2020 proferida por el Juzgado
Veintisiete Penal del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá, que
declaró improcedente la acción de tutela presentada por Eudor Lo
anterior, por la configuración de la carencia actual de objeto por
circunstancia sobreviniente.
SEGUNDO. Por Secretaría General, LÍBRESE la
comunicación a que se refiere el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, comuníquese y
cúmplase.
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
Con salvamento de voto
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaría General
SALVAMENTO DE
VOTO DEL MAGISTRADO
JOSÉ FERNANDO
REYES CUARTAS
A LA SENTENCIA
T-002/21
Con
el acostumbrado respeto por las decisiones adoptadas por esta Corporación,
comedidamente me permito expresar las razones que me llevaron a salvar el voto
en el asunto de la referencia.
1.
La
Corte conoció la acción de tutela formulada por Eudor contra Avianca
S.A., Acción S.A.S. y el Laboratorio Clínico Colmédicos IPS S.A.S., con
el propósito de que se protegieran sus derechos fundamentales a la igualdad, la
intimidad, el trabajo y el debido proceso, y en
consecuencia se ordenara su vinculación inmediata a Avianca en el cargo de
tripulante de cabina de pasajeros.
2.
El
actor alegó que fue excluido del proceso de selección de personal para
tripulante de cabina de pasajeros por ser portador de VIH. Manifestó que en el
proceso de selección le practicaron un examen de consumo de drogas psicoactivas
y el resultado fue “alterado” debido a los retrovirales que utiliza para
su tratamiento. Advirtió que el médico que atendió el procedimiento
supuestamente le hizo confesar su condición de portador de la enfermedad. Esta
información, según el actor, fue suministrada a Acción S.A.S. (intermediaria en
el proceso de selección), entidad que a su vez habría indicado a Avianca su
diagnóstico, siendo este el verdadero motivo para la exclusión.
3.
En
primera instancia, el Juzgado Veintitrés Penal Municipal con Función de
Conocimiento de Bogotá negó la protección, tras señalar que no resultaba
posible constatar si al accionante le realizaron prueba de VIH o si el médico
con quien compartió información sobre su padecimiento había comunicado dicha
situación a Acción S.A.S. En segunda instancia, el Juzgado Veintisiete Penal
del Circuito con Función de Conocimiento de Bogotá revocó el fallo y, en su
lugar, declaró improcedente la acción tras señalar que las controversias
suscitadas en el marco del proceso de selección debían ser solucionadas ante la
jurisdicción ordinaria.
4.
Al
abordar el asunto, la Sala de Revisión sostuvo que se configuraba la carencia
actual de objeto por circunstancia sobreviniente dado que: i) el proceso
de selección de personal al cual se presentó el actor finalizó; ii)
actualmente no hay requerimiento de trabajadores por parte de Avianca con
ocasión de la crisis económica generada por la pandemia del COVID-19; y, iii)
la muestra utilizada para realizar los exámenes al peticionario fue destruida.
En consecuencia, confirmó la sentencia de segunda instancia por razones
distintas como la mencionada.
5.
En
todo caso, por pedagogía constitucional, la Corte estudió el fondo del asunto[194]
determinando que las empresas accionadas no desconocieron los derechos
fundamentales invocados por el actor, por las siguientes razones: i) su
actuación en el proceso de selección se enmarcó en el ejercicio de la libertad
de empresa. Además, se materializaron las regulaciones contenidas en los
Reglamentos Aeronáuticos Colombianos, los cuales establecen las condiciones que
deben acreditar las personas que quieren acceder al mercado laboral de esa
actividad económica, entre estas, la prohibición para el personal de cabina de
consumir sustancias psicoactivas; ii) no se demostró que las entidades
tuvieran conocimiento del diagnóstico de VIH del actor, pues no practicaron
pruebas para establecer si era portador o no de la enfermedad, asimismo, el
aspirante no indicó los medicamentos que consumía para el tratamiento de la
patología al momento de realizar los exámenes médicos[195],
lo que imposibilitaba conocer si en realidad la prueba toxicológica alterada se
debía al consumo de los retrovirales; y, iii) la decisión de no
continuar el proceso de selección se sustentó en argumentos objetivos y
razonables.
6.
Sobre
este último aspecto, la ponencia enfatizó que estaba demostrado que Acción
S.A.S. no continuó el proceso de selección con el peticionario con base en los
resultados de los exámenes médicos y la falta de experiencia cercana en el
ejercicio de las funciones de tripulante de cabina. Estas razones están
amparadas constitucionalmente por el derecho a gestionar los asuntos internos
de la empresa y la materialización de la reglamentación aeronáutica del país.
De tal forma, dicha actuación no configuraba un tratamiento discriminatorio,
sino una decisión empresarial fundada en razones de idoneidad y conveniencia.
7.
Al
respecto, debo señalar que me aparto de la decisión adoptada en la sentencia
T-002 de 2021 porque, en mi criterio, en esta
oportunidad no se cumplen los lineamientos de la Corte para la configuración de
la carencia actual de objeto por situación sobreviniente.
8.
De
acuerdo con la jurisprudencia constitucional la carencia actual de objeto tiene
lugar cuando la eventual orden de protección que concedería el juez caería en
el vacío, ya sea porque (i) la vulneración se superó por la actuación de
la parte accionada antes de proferir el fallo, (ii) el daño se consumó y
ya no es posible satisfacer la pretensión de tutela, o (iii) sobrevino
una circunstancia sobreviniente que ocasionó un cambio drástico en el sustrato
fáctico de la solicitud de amparo y la consecuente sustracción de materia sobre
la cual decidir.
9.
En
particular, frente a la circunstancia o situación sobreviniente, la Corte ha
considerado que “surge con el acaecimiento de alguna situación en la cual la
vulneración predicada ya no tiene lugar debido a que el/la tutelante pierde el
interés en la satisfacción de la pretensión solicitada o por que el actor
asumió una carga que no le correspondía”[196].
Esta figura ha sido aplicada, por ejemplo, en aquellos casos en los que ya no
es posible acceder a lo solicitado, porque (i) la vulneración cesó en
cumplimiento de una orden judicial[197],
(ii) la situación del accionante se transformó, de tal forma que ya no requiere
lo que había solicitado inicialmente[198], (iii)
se reconoció a favor del demandante un derecho que hizo que perdiera el interés
en el reconocimiento de lo que solicitaba en la tutela, (iv) el actor
mismo es quien asume la carga que no le correspondía para superar la situación
vulneradora, o (v) un tercero –distinto al accionante y a la entidad
demandada- ha logrado que la pretensión de la tutela se satisfaga en lo
fundamental, entre otros[199].
10.
En
todos estos casos, el Tribunal Constitucional ha concluido que las situaciones
de los accionantes no encajaban en el supuesto de hecho superado, ni daño
consumado, toda vez que aquellos ya habían perdido cualquier interés en el
trámite constitucional, pero por hechos que no podían atribuirse al obrar de
las entidades demandadas. En ese orden, si al
momento de proferir el fallo el juez observa una variación en los hechos que
implique la configuración de alguno de los escenarios anteriores,
corresponde a este declarar la carencia actual de objeto, ya que cualquier
orden que pudiera impartirse sobre lo solicitado sería “inocua” o “caería
en el vacío”.
11.
Es importante destacar que, al estudiar la viabilidad de aplicar
esta figura, para la Corte ha sido determinante la pérdida de interés en las
pretensiones de la acción. Por ejemplo, la
sentencia T-457 de 2017 estudió el caso de un joven que fue
incorporado en la Policía Nacional para prestar su servicio militar obligatorio
como auxiliar de policía regular, a pesar de que se le había
indicado que sería auxiliar de policía bachiller. En el trámite de
revisión, el actor manifestó su interés de continuar vinculado en la modalidad
de policía regular, por lo que la Corte encontró que perdió interés
en sus pretensiones y, por lo tanto, declaró “la configuración
de una carencia actual de objeto por acaecimiento de una situación
sobreviniente”.
12.
En la sentencia T-472 de 2017, el actor que se
desempeñaba como auxiliar administrativo en el Establecimiento Penitenciario de
Mediana Seguridad y Carcelario de La Unión (Nariño), pretendía un traslado a
otra región por presunto acoso laboral. Durante el trámite de tutela renunció a
su cargo, de modo que la Corte evidenció que dicha situación sobreviniente
tornaba inoperante cualquier orden al respecto, como consecuencia del
desinterés del demandante.
13.
Bajo la misma línea, la sentencia T-460 de 2019 resolvió la acción
de tutela formulada contra el Ejército Nacional por la desvinculación de un
soldado a quién no se le había respetado su derecho a la reubicación laboral.
La Corte concluyó que debía declarar la carencia actual de objeto por situación
sobreviniente en relación con la pretensión de reintegro, en consideración a
que el Tribunal Administrativo de Cundinamarca había ordenado la
reincorporación del accionante a la entidad, lo que evidenciaba la pérdida
de interés en las pretensiones del recurso de amparo[200].
14.
De forma similar, en la
sentencia SU-522 de 2019, la Sala Plena estudió la solicitud de amparo
formulada por un excongresista frente a la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia, tras considerar que la decisión que decretó el cierre de la etapa de
instrucción dentro del proceso penal que se seguía en su contra por el delito
de concierto para delinquir agravado había trasgredido su derecho fundamental
al debido proceso, al desconocer que a partir de la expedición del Acto
Legislativo 01 de 2018 se modificó el juzgamiento de los aforados
constitucionales. Al respecto, la Corte sostuvo que se había configurado la
carencia actual de objeto por situación sobreviniente, comoquiera que el
accionante decidió voluntariamente someterse a la Jurisdicción Especial para la
Paz, por lo cual la Corte Suprema de Justicia, entidad contra la cual se
dirigía la tutela, había perdido su competencia sobre el asunto. Asimismo,
destacó que la tutela ya no tenía razón de ser toda vez que el hecho nuevo se
había originado por el propio accionante, quien eligió voluntariamente
someterse a la JEP, evidenciando con ello su pérdida de interés en el
proceso que se seguía.
15.
Finalmente, en la
sentencia T-017
de 2020 se resolvió la acción formulada por un miembro
del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común por la presunta
vulneración de los derechos a la participación, a la paz y a la reincorporación
política, tras la negativa de la Fiscalía General de la Nación de autorizar su
traslado al Capitolio Nacional para efectos de tomar posesión como
Representante a la Cámara para el periodo constitucional 2018 – 2022. Lo
anterior, toda vez que se encontraba recluido en virtud de la orden de captura
expedida en el proceso de extradición. No obstante,
en el curso del trámite de Revisión la Corte tuvo conocimiento de que el
accionante había tomado posesión de su curul en la Cámara de Representantes
con fundamento en las órdenes que emitieron el Consejo de Estado[201]
y la Corte Suprema de Justicia[202].
Al respecto, se consideró que dicha circunstancia configuraba la carencia
actual de objeto por situación sobreviniente, dado que (i) el hecho mencionado
constituyó una variación sustancial en los acontecimientos que dieron origen a
la tutela; (ii) una vez fue posesionado como Representante a la Cámara
en el Capitolio Nacional, el actor perdió interés en la satisfacción de sus
pretensiones; y (iii) su posesión en el Congreso fue producto de la
actuación de autoridades diferentes a la accionada.
16.
Ahora
bien, la jurisprudencia transcrita además permite observar que la
situación sobreviniente ocurre cuando se verifican de forma acumulativa los
siguientes factores:
i. El cambio del sustrato fáctico de la acción, es
decir, ocurre una variación significativa de los hechos por circunstancias
externas al caso concreto inicialmente planteado.
ii. Que dicha alteración significativa implique
la pérdida de interés del accionante en que se acceda a sus pretensiones, o que
estas no se puedan llevar a cabo.
iii. Que la conducta que modifica los hechos provenga del
actor o de un tercero, esto es, que no sea atribuible a la parte accionada.
iv. Que la decisión judicial a adoptar pierda su sentido
protector o resulte inane.
17.
Pues
bien, en esta oportunidad, disiento de la sentencia de la referencia dado que
no tuvo en cuenta las directrices jurisprudenciales en materia de carencia de
objeto por situación sobreviniente. En efecto, a pesar de que el proceso de selección al que aplicó
el accionante finalizó en noviembre del año 2019 (tras la selección de
aspirantes que finalmente fueron contratados) y actualmente Avianca “congeló”
cualquier nuevo proceso de selección de tripulantes de cabina, lo cierto es que
las órdenes de protección que eventualmente pudiese llegar a proferir esta Sala
de Revisión no caerían en el vacío, ya que:
i.
No existe una variación significativa de los hechos fundamentales
que originaron la acción de tutela, esto es, la presunta trasgresión
del derecho a la igualdad del aspirante luego de haber sido desvinculado del
proceso de selección debido a su patología. En otras palabras, los supuestos
fácticos que dieron origen a la acción de tutela permanecen y la finalización
del proceso de selección no implica la alteración sustancial de la solicitud de
tutela, sino el simple paso del tiempo o si se quiere la continuación de
la actuación trasgresora o del proceso de vulneración alegado por el
accionante, situación que no torna inoperante el eventual fallo protector.
ii.
Es evidente que el actor no ha desistido ni ha perdido interés en
sus pretensiones en la medida que estas no han sido satisfechas. Adicionalmente, en el
caso hipotético de que se considerara que sí existió una vulneración iusfundamental,
la petición de tutela aún podría materializarse a través de, por ejemplo, (a)
una orden de contratación directa por parte de Avianca, empresa que, a pesar de
las dificultades económicas enfrentadas con ocasión de la pandemia no se ha
extinguido, tampoco el cargo al que aspira el accionante; (b) una
orden de inclusión en un próximo proceso de selección o en el que actualmente
se encuentra “congelado”; incluso (c) una orden simbólica de
reparación, de encontrar que definitivamente las anteriores órdenes no podrían
ser jurídica ni materialmente cumplidas (situación que no se presenta en el
presente caso). En otras palabras, las pretensiones todavía podrían
materializarse o cumplirse.
iii.
La alteración de los hechos no proviene de un tercero, si no que
sería atribuible a la actuación de las entidades accionadas Avianca S.A. y
Acción S.A.S., en tanto, la primera ya contrató los aspirantes seleccionados por
Acción S.A.S. en la convocatoria en la que participó el actor y congeló nuevas
convocatorias; y la segunda suspendió la selección de aspirantes. En otras
palabras, la presunta variación de los hechos señalada en la ponencia se deriva
directamente de las actuaciones de las entidades accionadas, situación que de
aceptarse que es irremediable y que impide proferir una orden de protección
en todo caso no daría lugar a una situación sobreviniente, sino a un daño
consumado. En esa medida, la presunta variación fáctica no constituye un acto
de un tercero y no es posible configurar a través de ella un hecho
sobreviniente.
iv.
La decisión por adoptar no perdía su sentido protector ni
resultaba inane, en tanto, según lo indicado (supra, ii), la Corte conservaba la
potestad de poder concretar una eventual protección (de ser el caso), ya fuera a través de una orden directa de vinculación o una
de inclusión en el proceso de selección “congelado”. En otras palabras,
subsistía la vocación protectora inherente a la acción de tutela.
18.
Conforme
a lo expuesto, la decisión adoptada por la mayoría contradice la jurisprudencia
constitucional al considerar una carencia actual de objeto por situación
sobreviniente, pese a que como se ha evidenciado no se superaban los criterios
enunciados por el propio Tribunal. Incluso, el caso no se asemeja a ninguna de
las hipótesis fácticas en las que la Corte ha dado aplicación a esta figura (supra,
9). Por ejemplo, (a) la vulneración no cesó en cumplimiento de una
orden judicial, (b) la situación del accionante no se transformó y
continuaba requiriendo lo pedido inicialmente, (c) no se reconoció a
favor del demandante un derecho que hiciera que perdiera el interés en la litis
constitucional, y (d) tampoco un tercero logró que la pretensión de la
tutela se satisficiera en lo fundamental.
19.
La
ponencia de la cual me aparto ni siquiera fundamentó de forma suficiente por
qué en este caso tendría lugar la situación sobreviniente, ya que únicamente se
limitó a sostener que la terminación del proceso de selección al cual aplicó el
accionante (como es lógico) terminó y que Avianca había congelado la selección
de nuevos cargos, pero no cimentó su posición en la jurisprudencia
constitucional, ni explicó las razones que permitirían apartarse de tales
determinaciones constitucionales previas.
20.
No
sobra indicar que la situación tampoco podía considerarse subsanada por la
actuación voluntaria de las accionadas, de modo que no existe un hecho
superado; tampoco la amenaza de los derechos fundamentales se había concretado,
dado que existía la posibilidad de vincular directamente al peticionario a
Avianca o de ordenar su inclusión en el proceso de selección congelado. De
manera que en este asunto no se configuraba la carencia de objeto bajo ninguna
modalidad.
21.
Por
otra parte, se debe tener en cuenta que la tesis que sostiene la decisión
finalmente adoptada, esto es, que al haber finalizado la convocatoria y no
requerirse actualmente tripulantes de cabina -por razón de la crisis
generada por la pandemia de la Covid-19- se torna imposible, inocuo o
innecesario proferir una orden de protección, genera un equivocado precedente[203]
o un efecto práctico contrario a derecho; en efecto, podría llevar a considerar
que siempre que a través de la acción de tutela se pretenda la inclusión,
nombramiento o el acceso a un empleo, y este ya haya sido ocupado o el
empleador no tenga la intención de crear otros cargos, el operador judicial
debe declarar la carencia de objeto por situación sobreviniente,
circunstancia que desvirtúa la naturaleza protectora de la acción; asimismo,
termina por limitar la actuación del juez constitucional, porque implica que
este no cuenta con ninguna herramienta para salvaguardar los derechos
afectados.
22.
Es
importante resaltar que el simple paso del tiempo o los hechos que sobrevengan
en la convocatoria o proceso de selección con posterioridad a la solicitud de
amparo, no convierten el caso automáticamente en una carencia de objeto por
circunstancia sobreviniente. A manera de ilustración, la Corte ha conocido de
acciones de tutela formuladas por presuntas trasgresiones en concursos de
méritos en los que, después de promoverse la acción, ha seguido el cronograma
llegando a suplir los cargos, y ello no ha sido un impedimento para otorgar la
protección constitucional ordenando, por ejemplo, dejar sin efectos la lista de
elegibles[204],
es decir, retrotraer toda la actuación trasgresora.
23.
Finalmente,
observo con preocupación que la forma en que fue resuelto el asunto genera un
vaciamiento de la acción tutela, pues reduce su potencialidad de protección de
derechos fundamentales, al sostener -sin fundamento suficiente-, que en
casos como el que se debate no es posible proferir ninguna eventual orden de
protección ni restablecer efectivamente los derechos fundamentales afectados, a
pesar de que resulta evidente que la Corte sí contaba con herramientas a su
alcance para, de ser el caso, contrarrestar o detener los posibles efectos
adversos de la actuación de Acción S.A.S. y Avianca S.A.
24.
Conforme
a lo expuesto, la sentencia T-002 de 2021 desconoce los lineamientos
jurisprudenciales sobre la carencia actual de objeto por situación
sobreviniente, y su enfoque, además, genera un efecto práctico adverso y
produce el vaciamiento de la potencialidad protectora de la acción de tutela.
25.
Por
otra parte, considero, como lo señaló la ponencia, que en este caso no existió
la vulneración alegada por el accionante, dado que su exclusión del proceso de
selección de tripulantes de cabina de pasajeros no obedeció a un motivo
discriminatorio, sino al resultado de los exámenes de anfetaminas[205]
y a la ausencia de experiencia reciente en el cargo. Lo anterior, teniendo en
cuenta que (i) los Reglamentos Aeronáuticos Colombianos 2 y 63, que
determinan los perfiles de los trabajadores de este sector, establecen
claramente que por motivos de seguridad del vuelo y de sus pasajeros: “Ninguna
empresa admitirá a una persona para desempeñar funciones sensibles para la
seguridad operacional, a menos que esa persona haya sido sometida a un examen
toxicológico previo con resultado negativo”; (ii) no hay prueba de que las
entidades demandadas conocieran que el actor padecía VIH, ni de que Colmédicos
IPS S.A.S. le hubiese realizado sin su consentimiento un examen para determinar
la existencia de la enfermedad[206].
Si bien el peticionario afirmó haber expresado su condición al médico que
adelantó el procedimiento, la historia clínica no registra dicha información,
mucho menos está acreditado que Acción S.A.S. o a Avianca S.A. hubiesen tenido
acceso a la misma, por lo que no es posible considerar que se vulneró el deber
de reserva respecto de su diagnóstico, ni que este representara un impedimento
para desarrollar el cargo[207].
En ese orden, la actuación surtida en el proceso de selección no se observaba
irrazonable ni desproporcionada.
26.
Adicionalmente,
el presunto error en el examen de psicoactivos realizado por la IPS Colmédicos -de
presentarse-, en todo caso se derivaría de la información inexacta que el
accionante aportó a la entidad. En efecto, antes de realizar las pruebas de
laboratorio se le solicitó que indicara si consumía medicamentos para el
tratamiento de alguna enfermedad[208],
esto con la finalidad de prever posibles falsos positivos en la prueba; sin
embargo, el demandante se abstuvo de hacer referencia al uso de los
antirretrovirales. De tal forma, no era posible considerar que la no selección
para desempeñar el cargo proviniera de una falla de la IPS que efectuó el
examen.
27.
De
tal forma, en lugar de declarar la improcedencia del amparo por la
configuración de la carencia actual de objeto por situación sobreviniente, la
Sala de Revisión debió negar la protección constitucional ante la ausencia de
vulneración de los derechos fundamentales invocados[209].
28.
En
los anteriores términos, presento salvamento de voto a la sentencia adoptada en
esta oportunidad.
Fecha ut supra,
JOSÉ FERNANDO
REYES CUARTAS
Magistrado
[1] Este aspecto constituye un dato sensible de acuerdo con el artículo
5º de la Ley 1581 de 2012.
[2] Si bien en el certificado de existencia y representación legal, que
consta en el expediente, la razón social de esta compañía es Acción S.A.S., los
correos electrónicos que recibió el accionante tienen membrete con el nombre
Grupo Accionplus. Así que las referencias que hace el demandante a Accionplus
deben entenderse hechas a Acción S.A.S., que es el nombre legal de la empresa.
[3] Cuaderno 1, folio 1. En los folios 14 y 15 del cuaderno 1 obra
copia de la historia clínica, en la que consta el diagnóstico de VIH desde el
10 de julio de 2019, y certificado médico del 12 de diciembre de 2019, en el
cual se menciona que el paciente tiene “carga viral indetectable y adecuado
conteo de cd4, lo que indica buen control inmunovirológico” y “en
tratamiento actualmente con tenofovir/emticitrabina + darunavir/rit”.
[4] En folio 16 del cuaderno 1 obra copia del correo electrónico que
recibió el accionante, en el cual una sicóloga de Acción S.A.S. lo cita a una
charla informativa sobre el proceso de selección el 21 de octubre de 2019.
[5] Cuaderno 1, folio 1.
[6] En su contestación de la demanda, Avianca S.A. explica que, “por
la masividad de la convocatoria y la capacidad, Avianca apoya remitiendo
misivas pero el caso es liderado en su totalidad por Acción Plus S.A.S.”.
Cuaderno 1, folio 59.
[7] En folios 19 a 20 del cuaderno 1 obra copia de este correo
electrónico.
[8] Cuaderno 1, folio 1.
[9] En folios 22 a 23 del cuaderno 1 obra copia de este correo
electrónico.
[10] En folios 24 a 25 del cuaderno 1 obra copia de este correo
electrónico, en el cual efectivamente se invitó al tutelante a “entrevista
final del proceso de selección para tripulantes de cabina de pasajeros”.
[11] Cuaderno 1, folio 2.
[12] Cuaderno 1, folio 2.
[13] En folios 28 a 30 del cuaderno 1 obra copia de este correo
electrónico.
[14] Cuaderno 1, folio 2.
[15] Cuaderno 1, folio 2.
[16] Cuaderno 1, folio 3.
[17] Cuaderno 1, folio 35.
[18] Cuaderno 1, folio 3.
[19] Cuaderno 1, folio 37.
[20] Cuaderno 1, folio 37.
[21] Cuaderno 1, folio 3.
[22] Cuaderno 1, folio 3.
[23] Cuaderno 1, folio 3.
[24] Cuaderno 1, folio 3.
[25] Cuaderno 1, folio 4.
[26] Cuaderno 1, folio 4.
[27] Cuaderno 1, folio 44.
[28] Cuaderno 1, folio 44.
[29] Cuaderno 1, folio 44.
[30] Cuaderno 1, folio 51.
[31] Cuaderno 1, folio 44. En folio 52 del cuaderno 1 obra copia de
correo enviado por la sicóloga de Acción S.A.S. En este correo se lee que el
peticionario “me comunicó para informarme que el médico le indicó que en sus
resultados aparece con registro de marihuana. Me comenta que habló con el
médico y afirma que él nunca ha consumido marihuana y tampoco cigarrillo. //
¿Qué posibilidad hay de que le vuelvan a realizar el examen?”.
[32] Cuaderno 1, folio 45.
[33] Cuaderno 1, folio 45.
[34] Cuaderno 1, folio 45.
[35] Cuaderno 1, folio 46.
[36] Cuaderno 1, folio 55.
[37] Cuaderno 1, folio 60.
[38] Cuaderno 1, folio 58.
[39] Este contrato no tiene fecha.
[40] Cuaderno 1, folio 77.
[41] Cuaderno 1, folio 77.
[42] Cuaderno 1, folio 78.
[43] Cuaderno 1, folio 59.
[44] Cuaderno 1, folio 102.
[45] Cuaderno 1, folio 102.
[46] Cuaderno 1, folio 103.
[47] Cuaderno 1, folio 103.
[48] Cuaderno 1, folio 103.
[49] Cuaderno 1, folio 110.
[50] Cuaderno 1, folio 113.
[51] Cuaderno 1, folio 115.
[52] Cuaderno 1, folio 113.
[53] Cuaderno 1, folio 115.
[54] Cuaderno 1, folios 115-116.
[55] Cuaderno 1, folio 116.
[56] Cuaderno 1, folio 116.
[57] Cuaderno 1, folio 131.
[58] Cuaderno 1, folio 131.
[59] Cuaderno 1, folio 140.
[60] Cuaderno 2, folio 7.
[61] Cuaderno 3, folio 1.
[62] Cuaderno 3, folio 7.
[63] Cuaderno 3, folio 2.
[64] Cuaderno 3, folio 2.
[65] Cuaderno 3, folio 3.
[66] Cuaderno 3, folio 3.
[67] Cuaderno 3, folio 3.
[68] Cuaderno 3, folio 3.
[69] Cuaderno 3, folio 4.
[70] Cuaderno 3, folio 4.
[71] Cuaderno 3, folio 4.
[72] Cuaderno 3, folio 4.
[73] Cuaderno 3, folio 2.
[74] Cuaderno 3, folio 2.
[75] Cuaderno 3, folio 3.
[76] Cuaderno 3, folio 3.
[77] Cuaderno 3, folio 4.
[78] Cuaderno 3, folio 4.
[79] Cuaderno 3, folio 4.
[80] Cuaderno 3, folio 5.
[81] Cuaderno 3, folio 2.
[82] Cuaderno 3, folio 2.
[83] Cuaderno 3, folio 11.
[84] Cuaderno 3, folio 12.
[85] Cuaderno 3, folio 4.
[86] Cuaderno 3, folio 14.
[87] Cuaderno 3, folio 15.
[88] Cuaderno 3, folio 18.
[89] Cuaderno 3, folio 1.
[90] Cuaderno 3, folios 2-3.
[91] Cuaderno 3, folio 3.
[92] Cuaderno 3, folios 3-4.
[93] Cuaderno 3, folio 2.
[94] Cuaderno 3, folios 2-3.
[95] Cuaderno 3, folio 3.
[96] Cuaderno 3, folio 3.
[97] En el presente acápite, se reiteran las consideraciones contenidas
en las Sentencias T-253 de 2020 y T-496 de 2020, con ponencia de la Magistrada
Sustanciadora.
[98] Sentencia SU-522 de 2019, M.P. Diana Fajardo Rivera.
[99] Sentencia T-182 de 2017, M.P. María Victoria Calle Correa.
[100] M.P. Diana Fajardo Rivera.
[101] Sentencias T-419 de 2018 y SU-522 de 2019, M.P. Diana Fajardo
Rivera.
[102] M.P. José Fernando Reyes Cuartas.
[103] Algunas de estas consideraciones son tomadas, incluso literalmente,
de la Sentencia SU-111 de 2020 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[104] Sentencia T-290 de 1993 M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
[105] M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
[106] M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub
[107] M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[108] Cuaderno 1, folio 77.
[109] Cuaderno 1, folio 78.
[110] Cuaderno 1, folio 80.
[111] La Corte recordó, en Sentencia SU-439 de 2017 M.P. Alberto
Rojas Ríos, que “(…) este Tribunal ha puntualizado que de conformidad con el
presupuesto de inmediatez, la acción de tutela debe ser utilizada en un término
prudencial, esto es, con cierta proximidad y consecuencia a la ocurrencia de
los hechos que se dicen violatorios y/o amenazantes de derechos fundamentales,
pues es claro que la solicitud de amparo pierde su sentido y su razón de ser
como mecanismo excepcional y expedito de protección, si el paso del tiempo,
lejos de ser razonable, desvirtúa la inminencia y necesidad de protección
constitucional”. En esta providencia, la Corte declaró improcedente la
tutela, puesto que habían transcurrido once meses y un día desde que se
profirió la resolución que era atacada vía este mecanismo constitucional, “término
que resulta altamente irrazonable”.
[112] Cuaderno 1, folio 35.
[113] Sentencia T-662 de 2016 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[114] Sentencias T-163 de 2017 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado; T-328 de
2011 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-456 de 2004 M.P. Jaime Araujo
Rentería, T-789 de 2003 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa, T-136 de 2001 M.P.
Rodrigo Uprimny Yepes, entre otras.
[114] M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[115] En la Sentencia T-694 de 2013 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub,
la Corte llegó a esta misma conclusión, al analizar la subsidiariedad de una
tutela promovida por una persona contra ECOPETROL por haber sido excluida de un
proceso de selección a causa, según el demandante, de ser familiar de un
exmilitante de las milicias campesinas del Casanare. En aquella ocasión, la
Corte consideró que si bien se trataba de una empresa de economía mixta, sus
relaciones laborales estaban regidas por el derecho privado.
[116] Véanse, entre otras, las Sentencias T-009 de 1992, M.P. Alejandro
Martínez Caballero, T-547 de 1992, M.P. Alejandro Martínez Caballero, C-134 de
1994, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
[117] Es pertinente recordar que los derechos fundamentales nacieron como
una defensa de las personas frente al poder del Estado, de manera tal que este
tuviera límites. En este sentido, originalmente los derechos eran
exclusivamente oponibles al Estado. Sin embargo, la teoría jurídica evolucionó
para ampliar la órbita de acción de los derechos fundamentales hacia las
relaciones entre privados, bajo el entendido que aquellos no solamente pueden
ser amenazados por el Estado, sino también por particulares (Anzures Gurría, J.
J. La eficacia horizontal de los derechos fundamentales. En: Revista
Mexicana de Derecho Constitucional. N.º 22, enero-junio de 2010, pp. 3-51).
[118] Esta Corporación ha resumido los hechos que originaron el Fallo
Lüth de 1958 en los siguientes términos: “Eric Lüth, director de una
organización de prensa privada, inició un boicot comercial para impedir la
difusión de una película producida por el señor Veit Harlan, argumentando la
cercanía de este último al régimen nacionalsocialista y su participación en la
producción de películas antisemitas. Veit Harlan presentó una acción civil en
la que solicitó como medida cautelar que se ordenara a Lüth suspender el
boicot, pretensión que fue acogida por un Tribunal civil, en segunda instancia.
Eric Lüth elevó un recurso de amparo contra esa decisión ante el Tribunal
Constitucional alemán. Como argumento central de la demanda señaló que su
actuación no era ilícita sino que se trataba de una manifestación legítima de
la libertad de expresión” (Sentencia T-720 de 2014, M.P. María Victoria
Calle Correa). El Tribunal Constitucional alemán consideró que los
derechos fundamentales deben valer en todos los ámbitos del derecho debido a
que tienen una dimensión objetiva, es decir, ellos constituyen un sistema de
valores que irradia todas las relaciones sociales. Por tanto, estimó que el
llamado al boicot en contra de un particular goza de la protección del derecho
a la libertad de expresión.
[119] Al respecto, ha indicado que “[l]a Constitución de 1991 se
inspiró igualmente en el aporte jurisprudencial alemán, que se centró en el
hecho de que los derechos constitucionales despliegan un efecto en el tráfico
jurídico entre particulares” Sentencia T-148 de 1993, M.P. Alejandro
Martínez Caballero. Véase, igualmente, la Sentencia T-819 de 2008, M.P. Clara
Inés Vargas Hernández.
[120] Sentencia T-720 de 2014, M.P. María Victoria Calle Correa.
[121] Sentencia T-720 de 2014, M.P. María Victoria Calle Correa.
[122] De manera consolidada, la jurisprudencia
constitucional ha tomado como referentes el Fallo Lüth y la doctrina del
Tribunal Constitucional Federal Alemán para la construcción del concepto de
eficacia horizontal de los derechos fundamentales. Ver, entre otras, las
Sentencias T-009 de 1992, M.P. Alejandro Martínez Caballero, T-547 de 1992,
M.P. Alejandro Martínez Caballero, C-378 de 2010, M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio y T-720 de 2014, M.P. María Victoria Calle Correa.
[123] Sentencias T-883 de 2014, M.P. Martha Victoria Sáchica Méndez y
T-160 de 2010, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
[124] Al respecto, la Corte ha destacado que el principio de supremacía
constitucional cumple una función integradora del orden jurídico
(Sentencia C-054 de 2016, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva), la cual coincide con
la visión desarrollada por la jurisprudencia inicialmente de acuerdo con la
cual las relaciones jurídicas privadas deben ajustarse al orden objetivo de
valores establecido por la Carta. En este sentido, las normas constitucionales
otorgan coherencia interna a todo el ordenamiento, incluso a las relaciones
jurídicas entre los particulares.
[125] Sentencias T-160 de 2010, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto y
C-378 de 2010, M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[126] Sentencia T-819 de 2008, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
[127] Sentencia T-335 de 2019, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[128] Sentencia T-819 de 2008, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
[129] “La Corte considera que, de acuerdo con el inciso quinto del
artículo 86 superior, al legislador le corresponde señalar los casos, esto es,
las situaciones o las circunstancias en los que procede la tutela contra
particulares. Por ende, no era atribución de la ley, so pretexto de dar
cumplimiento a un mandato constitucional, determinar los derechos fundamentales
que pueden ser invocados por el solicitante cuando el sujeto pasivo de la
tutela es un particular (…)” (Sentencia C-134 de 1994, M.P. Vladimiro
Naranjo Mesa).
[130] Sentencia T-351 de 2006, M.P. Álvaro Tafur Galvis.
[131] Al respecto, ha dicho la Corte: “No obstante, cabe distinguir
entre las dos dimensiones de la cuestión bajo estudio porque sería errado
concluir que la dimensión procesal configura totalmente la dimensión material
(…). Por el contrario, debido precisamente al lugar que ocupan los derechos
fundamentales en el ordenamiento constitucional colombiano y a su efecto de
irradiación se puede sostener que el influjo de éstos cobija todas las
relaciones jurídicas particulares, las cuales se deben ajustar al “orden
objetivo de valores” establecido por la Carta política de 1991. Cosa distinta
es que la acción de tutela, como mecanismo idóneo de protección de los derechos
fundamentales en las relaciones entre particulares sólo proceda prima facie en
los supuestos contemplados por el artículo 86 constitucional” (Sentencia
T-632 de 2007, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto). Véase también la Sentencia
T-160 de 2010, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
[132] Sentencia T-720 de 2014, M.P. María Victoria
Calle Correa.
[133] “En el plano de las relaciones privadas, la protección de los
derechos fundamentales tienen una eficacia horizontal como una manifestación
del principio de la igualdad, pues, precisamente ante las relaciones dispares
que se sostienen en el ámbito social, sin la obligatoriedad de los derechos
fundamentales entre particulares, la parte débil quedaría sometida sin más, a
la voluntad de quien ejerce autoridad o tiene ventaja sobre ella, y desde el
punto de vista material, equivale a decir que quienes se encuentran en estado
de indefensión o subordinación tienen la posibilidad de asumir una verdadera
defensa de sus intereses” (Sentencia T-689 de 2013, M.P. Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub). Véanse también las Sentencias T-375 de 1997, M.P. Eduardo
Cifuentes Muñoz, C-378 de 2010, M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio y T-883 de 2014, M.P. Martha Victoria Sáchica Méndez.
[134] Ver, por ejemplo, Sentencias T-449 de 2008, M.P. Humberto Antonio
Sierra Porto; T-057 de 2016, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-500 de 2019,
M.P. Alberto Rojas Ríos; y T-052 de 2020 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo,
entre otras.
[135] Ver, por ejemplo, las Sentencias T-260 de 2012, M.P. Humberto
Antonio Sierra Porto; T-050 de 2016, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo;
T-121 de 2018, M.P. Carlos Bernal Pulido; T-243 de 2018, M.P. Diana Fajardo
Rivera; y SU-420 de 2019, M.P. José Fernando Reyes Cuartas, entre otras.
[136] Ver, por ejemplo, las Sentencias T-959 de 2010, M.P. Humberto
Antonio Sierra Porto; T-751 de 2012, M.P. María Victoria Calle Correa; T-136 de
2013, M.P. Jorge Iván Palacio Palacio; y T-227 de 2016, M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio, entre otras.
[137] Ver, entre otras, las Sentencias C-112 de 2000, M.P. Alejandro
Martínez Caballero; T-1042 de 2001, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa; y T-720 de 2014, M.P. María Victoria Calle Correa.
[138] Sentencia T-1042 de 2001, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[139] Sentencia T-720 de 2014, M.P. María Victoria
Calle Correa.
[140] Sentencia C-112 de 2000, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
[141] En este sentido, la Corte ha sostenido que “(…) acarrearía riesgos a la seguridad jurídica: la indeterminación
de las cláusulas iusfundamentales podría generar intensas divergencias en
cuanto a su interpretación por parte de sujetos razonables, generaría cargas
excesivas para algunos sujetos si se repara en la exigibilidad de protección a
la integridad personal a un particular o de los contenidos prestacionales de
los derechos, y podría limitar el ejercicio de la autonomía de la voluntad que
es, en sí misma, expresión de la dignidad humana y del libre desarrollo de la
personalidad”.
[142] Sentencia T-611 de 2001, M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[143] Sentencia T-1042 de 2001, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[144] Sentencia T-1042 de 2001, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[145] Sentencia T-1042 de 2001, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[146] M.P. Fabio Morón Díaz.
[147] M.P. María Victoria Calle Correa.
[148] La Sala consideró que existía indefensión, “dada la superioridad
social de la organización masónica frente a sus miembros” (Sentencia T-720 de 2014, M.P. María Victoria Calle Correa).
[149] La Corte sostuvo que, en esa oportunidad, no se evidenció que la “solución
de esa controversia sea una condición necesaria para asegurar el goce efectivo
de un derecho fundamental, lo que explica que la Sala no se involucre en ella,
sin que esta decisión cierre las puertas al actor para acudir a la
administración de justicia si desea controvertir la decisión desde el plano de
la legalidad, o si en su concepto, existe un daño que debe ser reparado en
términos de responsabilidad extra civil (sic)” (Sentencia T-720 de 2014, M.P. María Victoria Calle Correa).
[150] M.P. José Fernando Reyes Cuartas.
[151] Capítulo desarrollado con base en la Sentencia T-335 de 2019
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[152] Sentencia T-881 de 2002. M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
[153] Sentencia SU-062 de 1999. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
[154] Sentencia T-881 de 2002 M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
[155] Sentencia T-909 de 2011 M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
[156] Sentencia T-335 de 2019 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[157] Capítulo desarrollado con base en la Sentencia T-335 de 2019
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[158] Ibidem.
[159] Ibidem.
[160] Ibidem.
[161] Sentencia C-248 de 2019 M.P. Cristina Pardo Schlesinger.
[162] M.P. Cristina Pardo Schlesinger.
[163] Estas consideraciones fueron tomadas de la Sentencia C-265
de 2019 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[164] Sentencia de la Corte
Constitucional C – 269 de 2000, M.P. Álvaro Tafur Galvis, reiterado en la
sentencia C-365 de 2012 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[165] Sentencia C-228 de 2010 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[166] Ibidem.
[167] Sentencia C-228 de 2010 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[168] Cfr. Corte
Constitucional, sentencia C-616/01.
[169] Ibidem.
[170] Sentencia C-616/01 M.P. Rodrigo Escobar Gil, reiterada en sentencia
C-228 de 2010 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[171] Sentencia T-425/92 M.P. Ciro Angarita Barón, reiterada en las
sentencias C-616 de 2001 y C-228 de 2010.
[172] Sentencia C – 524 de 1995, M.P. Carlos Gaviria Díaz.
[173] Sentencia T – 579 de
1995, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
[174] M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[175] Sentencia T-291 de 1994, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
[176] Sentencia C-524 de 1995, M.P. Carlos Gaviria Díaz. La Corte expresó
en esta oportunidad: “[El] Estado al regular la actividad económica cuenta
con facultades para establecer límites o restricciones en aras de proteger la
salubridad, la seguridad, el medio ambiente, el patrimonio cultural de la
Nación, o por razones de interés general o bien común. En consecuencia, puede
exigir licencias de funcionamiento de las empresas, permisos urbanísticos y
ambientales, licencias sanitarias, de seguridad, de idoneidad técnica, etc., pero
en principio y a título de ejemplo, no podría en desarrollo de su potestad de
intervención interferir en el ámbito privado de las empresas, es decir, en su
manejo interno, en las técnicas que se deben utilizar en la producción de los
bienes y servicios, en los métodos de gestión, pues ello atentaría contra
la libertad de empresa y de iniciativa privada (…)” (Énfasis agregado).
[177] M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub
[178] Sentencia T-694 de 2013 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[179] Sentencia T-247 de 2010 M.P. Humberto Sierra Porto.
[180] M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[181] Estatuto General del Transporte
[182] Sentencia T-987 de 2012 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[183] Ibidem.
[184] Ibidem.
[185] Ibidem.
[186] Ibidem.
[187] Al respecto el
artículo 1782 del Código de Comercio dispone lo siguiente: ““por "autoridad
aeronáutica" se entiende el Departamento Administrativo de Aeronáutica
Civil o la entidad que en el futuro asuma las funciones que actualmente
desempeña dicha Jefatura. || Corresponde a esta autoridad dictar los
reglamentos aeronáuticos.”
[188] Sentencia T-987 de 2012 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[189] M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[190] Cuaderno 1, folio 44.
[191] Cuaderno 1, folio 110.
[192] “Por la cual se regula la práctica de evaluaciones médicas
ocupacionales y el manejo y contenido de las historias clínicas ocupacionales”.
[193] Cuaderno 1, folio 37.
[194] De forma preliminar se estableció que la acción superaba la
procedibilidad, en particular frente al requisito de subsidiariedad la ponencia argumentó que no existe ningún mecanismo judicial
ordinario para controvertir la presunta discriminación por padecer VIH que se
consideró generada por el retiro del aspirante del proceso de selección. En tal
sentido, el demandante solo contaba con la acción de tutela.
[195] Sobre este punto se explicó que el accionante, pese a la
solicitud del médico, se abstuvo de informar que consumía medicamentos para el
tratamiento del VIH. En efecto, la Sala comprobó que en el consentimiento
informado que obra en el expediente no hay mención alguna del actor sobre los
retrovirales que eran administrados para tratar su patología. De suerte que era
imposible para los médicos y demás profesionales encargados de valorar la
prueba científica, establecer si el resultado de “alterado” para
anfetaminas fue consecuencia de una reacción cruzada ocasionada por la medicina
con la que el peticionario trata su enfermedad.
[196] Sentencia T-155 de 2017. Los orígenes de
esta figura se remontan a las sentencias T-988 de 2007, T-585 de 2010 y T-200
de 2013.
[197] Sentencia T-060 de 2019.
[198] Sentencia T-379 de 2018.
[199] Cfr. sentencias SU-522 de 2019 y T-017 de 2020. Dichos casos no son taxativos; en la referida sentencia, la Corte
indicó que la situación sobreviniente no es categoría totalmente delimitada y
que fue diseñada para cubrir escenarios que no encajan
en las categorías originales de hecho superado y daño consumado.
[200] Al resolver este asunto la Corte destacó que conforme la
jurisprudencia este fenómeno se presenta cuando “(i) la vulneración
cesó en cumplimiento de una orden judicial, (ii) la situación del accionante
mutó, de tal forma que ya no requiere lo que había solicitado inicialmente, y
(iii) se reconoció a favor del demandante un derecho, que hizo que perdiera el
interés en el reconocimiento de lo que solicitaba en la tutela”.
[201] Determinó que el accionante debía conservar su investidura.
[202] Profirió una orden de libertad.
[203] La Corte ha descrito la tarea que le ha encomendado la Constitución
en el art. 241.9 (revisión de tutelas) como el análisis que conduce a un
pronunciamiento cuyo “interés principal (…) no sea resolver el caso
específico sino sentar una doctrina cuyo destinatario es el país entero, de
forma que la sujeción a ésta por parte de las autoridades y los particulares
vaya forjando una cultura de respeto de los derechos fundamentales”.
Sentencias C-018 de 1993 y SU-055 de 2015.
[204] Cfr. Sentencia T-049 de 2019.
[205] De acuerdo con los conceptos
especializados de las universidades Nacional y de Antioquia, las moléculas de los antirretrovirales que consume el actor no son
reportadas como interferentes para el resultado de anfetaminas, es decir, no existen
ensayos, estudios o hallazgos médicos que refieran interferencias de estos
medicamentos con la prueba de anfetaminas.
[206] No se demostró que se hubiese quebrantado
la prohibición de realizar exámenes para determinar la presencia de este
diagnóstico. El art. 21 del Decreto 1543 de 1997
dispone: “Prohibición para Realizar Pruebas. La exigencia de pruebas de
laboratorio para determinar la infección por el Virus de Inmunodeficiencia
Humana (VIH) queda prohibida como requisito obligatorio para: (…) b. Acceso a
cualquier actividad laboral o permanencia en la misma. (…)”.
[207] Quedó acreditado que no se desconoció el deber de reserva de la
enfermedad, ni de la historia clínica. Ello de conformidad con los
artículos 32 y 35 del Decreto 1543 de 2017 que indican: “Art. 32. Deber de la
Confidencialidad. Las personas integrantes del equipo de salud que conozcan o
brinden atención en salud a una persona infectada por el Virus de
Inmunodeficiencia Humana (VIH), asintomática o sintomática, están en la
obligación de guardar sigilo de la consulta, diagnóstico, evolución de la
enfermedad y de toda la información que pertenezca a su intimidad. (…) Art. 35.
Situación Laboral. Los servidores públicos y trabajadores privados no están
obligados a informar a sus empleadores su condición de infectados por el Virus
de Inmunodeficiencia Humana (VIH). En todo caso se garantizarán los derechos de
los trabajadores de acuerdo con las disposiciones legales de carácter laboral
correspondientes.” Asimismo, con el parágrafo del art. 4 de la
Resolución 2346 de 2007 que dispone que “el médico debe respetar la reserva
de la historia clínica ocupacional y sólo remitirá al empleador el certificado
médico, indicando las restricciones existentes”. Igualmente, se demostró
que dentro del proceso de selección no constituía una restricción tener VIH y/o
SIDA.
[208] Es importante destacar que el Decreto 1543
de 1997 señala: “Art. 36. Deber de Informar.
Para poder garantizar el tratamiento adecuado y evitar la propagación de la
epidemia, la persona infectada con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH),
o que haya desarrollado el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y
conozca tal situación está obligada a informar dicho evento, a su pareja sexual
y al médico tratante o al equipo de salud ante el cual solicite algún servicio
asistencial”.
[209] Y en ese sentido, confirmar la sentencia
de primera instancia. |
2 | T-015-21
Sentencia T-015/21
Referencia: Expediente T-7.890.464
Acción de tutela instaurada por Fanny Matilde
Núñez Hernández actuando como agente oficiosa de César Núñez Roca contra la EPS
Sanitas S.A.
Magistrada ponente:
DIANA FAJARDO RIVERA
Bogotá, D.C., veinte (20) de enero de dos mil veintiuno
(2021)
La Sala
Segunda de Revisión de la Corte Constitucional integrada por la magistrada
Diana Fajardo Rivera, quien la preside, y los magistrados Jorge Enrique Ibáñez
Najar y Alejandro Linares Cantillo, en ejercicio de sus competencias
constitucionales y legales, específicamente las previstas en los artículos 86 y
241 numeral 9 de la Constitución Política y en el Decreto Ley 2591 de 1991,
profiere la siguiente
SENTENCIA
En el proceso
de revisión del fallo emitido por el Juzgado Segundo Penal del Circuito con funciones
de conocimiento de Valledupar,[1]
que revocó la decisión del Juzgado Quinto Penal Municipal con funciones de
conocimiento de Valledupar[2],
que concedió la acción de tutela que aquí se revisa.[3]
I.
ANTECEDENTES
La señora Fanny Matilde Núñez Hernández, en calidad de agente oficiosa de su padre César Núñez Roca, presentó acción de
tutela en contra de la EPS Sanitas, por considerar que le fueron vulnerados los
derechos fundamentales a la salud, a la seguridad social y a la vida digna como
sujeto de especial protección, con la decisión de la EPS de suspenderle el
servicio de enfermera en casa, requerido por sus padecimientos físicos.
1. Hechos
1.
El señor César Núñez Roca, de 102 años, padece
demencia senil con algunas limitaciones funcionales, hipertensión arterial
controlada, enfermedad ácido péptica y trauma en cadera derecha. Se encuentra
afiliado actualmente a la EPS SANITAS en calidad de beneficiario.
2.
Debido a los padecimientos del señor Núñez
Roca y a su edad, la EPS MEDIMAS venía prestando el servicio de enfermería en
casa todos los días de la semana, a través de la IPS MEDICAL HOMECARE S.A.S. En
virtud del cierre de la sucursal del Cesar de la EPS MEDIMAS, por decisión de
la Superintendencia Nacional de Salud, el señor Núñez Roca fue trasladado a la EPS
SANITAS, a raíz de lo cual la IPS informó la cancelación de sus servicios y
solicitó que se pusieran en contacto con la EPS SANITAS “para la continuidad
de los servicios que requiere Usted como paciente…”[4]
3.
En razón de lo anterior, la señora Fanny Matilde
Núñez indica que recurrió a EPS SANITAS para que le continuaran prestando el
servicio de enfermería a su padre, pero según criterio medico adujeron que no
lo requería, y la agente oficiosa señala no entender “el sentido de su
decisión ya que no es congruente con lo que se consignó en la historia clínica
de fecha 26 de septiembre de 2019.”[5]
4.
Advierte la señora Fanny Matilde que solo ella
convive con su padre, ya que es su única hija y, que también pertenece a la
tercera edad pues tiene 78 años de edad. Señala que “por mi condición no
tengo la suficiente fuerza para atenderlo y suministrarle todo aquello que
requiera mi padre, y además no cuento con los recursos económicos suficientes
para trasladarlo hacia la E.P.S o I.P.S cuando se requiera una atención médica
especializada, ya que lo que me dan mis vecinas o algunos familiares por
caridad solamente me sirve para cubrir algunas necesidades básicas.” En
consecuencia, solicita ordenar a la EPS Sanitas: (i) autorizar el servicio de
enfermería en casa, todos los días de la semana para garantizarle a su padre
una atención integral por sus padecimientos físicos; (ii) asumir todos los
costos incluyendo ambulancias, exámenes, medicamentos, hospitalización,
cirugías, procedimientos, viáticos, alojamiento, tratamientos asistenciales,
terapias y todo lo necesario para la atención integral que ordene el médico
tratante.[6]
2.
Respuesta de la entidad accionada[7]
5.
La Directora de Oficina de la EPS Sanitas S.A.
señaló que en el caso del señor Núñez Roca no existe orden médica que constate
la pertinencia y necesidad del servicio de enfermería “de acuerdo a validar la
historia clínica del día 28/10/2019 -Neurología”. Advirtió “que la cobertura
del servicio de enfermería está dada solo para el ámbito de la salud y no
abarca recursos humanos con finalidad de asistencia o protección social como es
el caso de cuidadores o acompañantes. Lo que requiere el señor Núñez es la
intervención de acompañante familiar para el cuidado de actividades básicas de
la vida diaria.” Manifiesta que la EPS Sanitas ha realizado las gestiones
necesarias para brindar todos los servicios médicos requeridos por el señor
Núñez de acuerdo al Plan de Beneficios de Salud, previa solicitud del médico
tratante y considera que la figura del cuidador de salud “debe ser
asumida solidariamente por los integrantes del grupo familiar” pues
esta tarea no puede delegarse en las entidades promotoras de salud.
3.
Decisiones judiciales objeto de revisión
6.
Primera Instancia. El Juzgado Quinto Penal Municipal con Función de Conocimiento de
Valledupar, en sentencia del 2 de diciembre de 2019,[8]
decidió conceder el amparo solicitado y ordenar a la EPS Sanitas autorizar y
garantizar al señor César Núñez Roca la continuidad en la prestación del
servicio de enfermería, así como el tratamiento indicado en la prescripción
médica de fecha 14 de abril de 2019 y proporcionarle atención integral para
tratar las patologías de demencia vascular senil, hipertensión arterial
controlada, enfermedad ácido péptica y trauma en cadera derecha. Además,
resolvió que en el evento en que la EPS Sanitas deba suministrarle al
tutelante, servicios médicos, medicamentos, intervenciones, cirugías o
tratamiento ordenados por sus médicos tratantes que no se encuentren incluidos
en el Plan de Beneficios en Salud, adelantar en caso de ser procedente, el
trámite administrativo de recobro ante la Administradora de los Recursos del
Sistema General de Seguridad Social en Salud -ADRES.
7.
Impugnación. La
EPS Sanitas cuestionó el fallo de primera instancia en escrito en el que
solicitó la adición del fallo sobre la orden de garantizar la continuidad de la
prestación del servicio de enfermería tantas y cuantas veces indique el médico
tratante adscrito a la red y no la limite únicamente a la orden médica obrante
en el expediente, sino a la prescripción vigente. Por otra parte, objetó la
orden de tratamiento integral al señor Núñez, por cuanto reitera que se le
están prestando todos los servicios en salud y considera que las órdenes del
juez de tutela deben ir acompañadas de indicaciones precisas, pues no pueden
ser indeterminadas ni reconocer prestaciones futuras e inciertas.[9]
8.
Segunda instancia. El Juzgado Segundo Penal del Circuito con Funciones de
Conocimiento de Valledupar, en sentencia del 14 de febrero de 2020,[10]
revocó el fallo de primera instancia por improcedente, luego de considerar que
la decisión de la EPS Sanitas en relación con la prestación del servicio de
enfermería, no es caprichosa, sino que se encuentra justificada con la
evolución médica del 26 de septiembre de 2019, de manera que no existe orden
médica del prestador adscrito a la EPS Sanitas respecto de este servicio.
Sostiene el fallador que “lo que ha quedado en evidencia es que, so pretexto
de las condiciones del paciente, su avanzada edad como la de su única hija,
ésta pretendió con la tutela que el servicio de Auxiliar de Enfermería,
sustituyera el rol de un CUIDADOR de personas en situación de dependencia, que
es una figura totalmente distinta, entendida como aquel que realiza una
actividad social, de ayuda y acompañamiento a quienes se hallan en total
situación de dependencia, no relacionados con la garantía de los servicios de
salud, el cual, no aparece incluido en el Plan de Salud.” Concluye que la
parte demandante no demostró que careciera de recursos para contratar un
cuidador, ni mencionó que no cuenta con el apoyo de otros familiares para su
sostenimiento y el de su padre.
4.
Actuaciones surtidas en sede de revisión
9. Mediante Auto del
26 de octubre de 2020, la Magistrada sustanciadora decretó la práctica de
pruebas a fin de esclarecer aspectos fácticos de la tutela objeto de
estudio.[11]
10.
En escrito recibido
en el correo electrónico de la Secretaría General de esta Corporación, el
Gerente de la IPS Medical Homecare S.A.S informa que prestó sus servicios al
paciente César Núñez Roca, por siete meses aproximadamente y que “debido a
su avanzada edad, presenta pluripatologías: HTA, Demencia senil, Enf. Acido
péptico y Trauma Cadera Derecha”, por lo que se le autorizó un plan de
manejo que incluía cuidado en casa, enfermería por 12 horas diarias, medicina
general semanal, visita por medicina interna mensual y terapia física diaria.
Manifiesta que al momento de ser remitido por orden de la Superintendencia
Nacional de Salud a Sanitas EPS “éste se encontraba estable de salud,
tolerando oxígeno ambiente, con dependencia total, debido a su patrón muscular
y una de sus condiciones médicas (fractura de cadera). Esta última patología,
implica una pérdida gradual de autonomía, que deriva en total dependencia, con
consecuencias emocionales y familiares, que requiere vigilancia continua y que
el tratamiento se adapte a su evolución; ya que se trata de un trastorno
orgánico y funcional permanente, incurable, irreversible, con periodos de
remisión y recaídas, ameritando cuidado paliativo por el dolor, la incomodidad
y la disminución de actividad, que hace necesaria la utilización de servicios sanitarios.
Por lo que se considera que el paciente al momento de su traslado a la otra
E.P.S: REQUERÍA Y REQUIERE LA CONTINUIDAD DEL PLAN DE MANEJO DE SALUD, aplicado
en su momento por la IPS MEDICAL HOMECARE S.A.S, que represento.”
11.
La señora Fanny Matilde Núñez Hernández, en escrito también enviado por
correo electrónico a la Secretaría de la Corte, respondió que no cuenta con un
ingreso fijo mensual, solo recibe la ayuda de algunos familiares con el pago de
la EPS y ni ella ni su padre reciben ningún beneficio económico del Estado.
Manifiesta que, por la condición actual de salud de su padre, necesita el
servicio de enfermería auxiliar para “una serie de terapias que son asistidas
con antibióticos.” Sostiene que ella también es una persona de la tercera edad,
que se encuentra impedida por padecer varias patologías médicas degenerativas
como “escoliosis dorsolumbar, dextroconvexa grado II, osteoporosis,
hipertrofia y esclerosis entre otras”, por lo cual considera que sería
recomendable incluso que le extendieran el servicio de enfermería a “24
horas del día los 7 días de la semana, toda vez que por la noche mi padre se
levanta varias veces y eso hace que mi estado de salud siga empeorando porque
no cuento con la capacidad física de ayudarlo de manera adecuada y de asistirlo
medicamente.” Anexa la evolución médica del señor Núñez Roca, del 23 de
octubre de 2020 donde aparece ordenada por el médico tratante i) atención
domiciliaria por medicina general y ii) “auxiliar de enfermería 12 horas
diurnas a domicilio.”[12]
12.
La representante legal para temas de salud y acciones de tutela de EPS
Sanitas S.A. informa en su escrito que la suspensión del servicio de enfermería
se fundamentó en el criterio del médico en la visita domiciliaria del 26 de
septiembre de 2019, que como consta en el expediente señala: “sin criterio
para solicitar aux de enfermería domiciliaria, por no cumplir con el protocolo,
el paciente se encuentra en cuidado de familiar de la tercera edad, con
ausencia de mas familiares que puedan hacerse cargo del paciente, con 1 sola
hija.”[13] Sin embargo aclara que a
raíz de la notificación del fallo de tutela de primera instancia que “ordenó
la continuidad de la prestación del servicio de enfermería de conformidad con
lo ordenado por el galeno de su anterior EPS mediante orden médica del 14 de
abril de 2019”, la EPS Sanitas S.A.S implementó el servicio de enfermería
12 horas con el prestador Coonsocial desde el día 10 de diciembre de 2019 hasta
la fecha. Remite la evaluación médica del 23 de octubre de 2020 que al final
ordena dicho servicio como se mencionó anteriormente.[14]
Sin embargo, la representante legal de la EPS Sanitas, luego de comparar el
servicio de enfermería auxiliar con el de cuidador concluye que “teniendo en
cuenta las historias clínicas y las atenciones requeridas por el paciente, es
claro que lo que requiere es apoyo en actividades de cuidado básico y que son
propias de un familiar.”
13.
Unos días después, la
representante legal de Sanitas, envía una segunda respuesta con una nueva
valoración médica del 13 de noviembre, para señalar que “de acuerdo con las
condiciones actuales del usuario lo que requiere es un acompañamiento para sus
cuidados básicos, funciones que puede desempeñar un cuidador familiar.”[15]
II.
CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS
1.
Competencia
14.
La Sala Segunda de Revisión de la Corte
Constitucional es competente para revisar los fallos de tutela proferidos
dentro del trámite de la referencia, con fundamento en lo dispuesto en el
inciso 3º del artículo 86 y el numeral 9 del artículo 241 de la Constitución
Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de
1991.[16]
2.
Procedibilidad de la acción de tutela
15.
Para la Sala, la acción de tutela revisada es
procedente en razón a que cumple con los requisitos básicos exigidos por la
Constitución. A saber: (i) Fue interpuesta por Fanny Matilde Núñez Hernández, en calidad de agente oficiosa[17]
de su padre César Núñez Roca, quien no puede agenciar por sí mismo sus derechos
dada su edad y condición física. (ii) Se presentó en
contra[18] de una
entidad que presta el servicio público de salud[19] (EPS SANITAS) por suspender el servicio de enfermería que
considera necesario para el cuidado de su padre. (iii) Se reclaman los derechos
fundamentales a la vida digna y a la salud. (iv) La tutela se interpuso en un
término prudencial (menos de dos meses) entre la actuación que supuestamente
vulneró los derechos del agenciado y la presentación de la acción (inmediatez).
Y (v) la parte actora, la hija del señor Núñez Roca, no contaba con otro medio
judicial ordinario de defensa idóneo y eficaz (subsidiariedad),[20] para
solicitar la protección de los derechos de su padre, sujeto de especial protección
constitucional tanto por tratarse de un adulto mayor, con 102 años, como por
los múltiples padecimientos de salud y la situación de discapacidad física y
mental en la que se encuentra.
3.
Problema Jurídico y estructura de la Decisión
16.
De acuerdo con los hechos y pruebas
descritas, le corresponde a esta Sala de Revisión resolver el siguiente
problema jurídico: ¿Una entidad que asume garantizar la prestación de los
servicios de salud (EPS), por decisión de traslado de la Superintendencia de
Salud, vulnera los derechos fundamentales a la salud y a la vida digna de una
persona de muy avanzada edad (102 años) que sufre graves padecimientos de
salud, al suspenderle el servicio de enfermería en casa suministrado por la EPS
anterior, sin tener en cuenta adicionalmente que la única familiar con quien
convive y que podría ejercer tareas de cuidado, es también un adulto mayor que
por su edad (78 años) y estado de salud, no cuenta con las condiciones para
hacerlo?
17.
Para dar respuesta a este interrogante, la
Sala (i) reiterará el precedente constitucional sobre el derecho a la
continuidad del servicio de salud; (ii) se referirá al servicio de enfermería y
la diferencia con el servicio de cuidador; y, finalmente, (iii) resolverá el
problema jurídico que se presenta en este caso.
4.
El derecho a la continuidad del servicio de
salud
18.
El derecho a la salud tiene una doble
connotación: (i) es un derecho fundamental autónomo e irrenunciable cuyo
contenido y alcance ha sido definido por el legislador estatutario[21]
y por la jurisprudencia constitucional,[22] (ii) es un servicio público que, de
acuerdo con el principio de integralidad,[23]
debe ser prestado de “manera completa”, vale decir, con calidad y en forma
eficiente y oportuna.[24]
19.
Esta Corporación se ha referido a la integralidad
en la prestación de los servicios de salud como la atención y el tratamiento
completo a que tienen derecho los usuarios del Sistema de Seguridad Social en
Salud, de conformidad con lo prescrito por el médico tratante.[25]
Según la Sentencia C-313 de 2014 que ejerció el control previo de
constitucionalidad de la Ley Estatutaria que regula el derecho fundamental de
salud, el principio de integralidad irradia el sistema, determina su lógica de
funcionamiento y envuelve la obligación del Estado y de las entidades
encargadas de la prestación del servicio de adoptar todas las medidas necesarias encaminadas a brindar un tratamiento que
efectivamente mejore las condiciones de salud y calidad de vida de las
personas.[26] También ha reconocido
la Corte, que cuando no es posible la recuperación de la salud, en todo caso
deben proveerse los servicios y tecnologías necesarios para sobrellevar la
enfermedad manteniendo la integridad y dignidad personal del paciente, de modo
que su entorno sea tolerable y adecuado.[27]
20.
Uno de los elementos esenciales del principio
de integralidad del servicio de salud es la garantía de su prestación sin
interrupciones y es por ello que el legislador estatutario estableció el principio
de continuidad, como el derecho a recibir los servicios de salud de manera
continua, de manera que “una vez la provisión de un servicio ha sido
iniciada, este no podrá ser interrumpido por razones administrativas o
económicas.”[28]
21.
La jurisprudencia constitucional también ha
desarrollado ampliamente el derecho a la continuidad en el servicio de
salud para lo cual ha establecido y reiterado criterios que deben tener en
cuenta la Entidades Promotoras de Salud a fin de garantizar la continuidad
de tratamientos médicos ya iniciados.[29] Así mismo, la Corte ha identificado una serie de
eventos en los que las EPS no pueden justificarse para abstenerse de continuar
con la prestación de estos servicios,[30]
en razón de los principios de efectividad y eficiencia pero también “en
virtud de sus estrecha relación entre el
acceso efectivo al Sistema de Salud, como servicio público, y el postulado de
confianza legítima, derivado del principio de la buena fe (art. 83 de la C.P.),
según el cual, los ciudadanos gozan de la certeza de que su entorno no sufra
modificaciones abruptas que no desarrollen un fin constitucional legítimo. En
el ámbito de la salud, tal certeza se materializa en la garantía de que a los
afiliados no se les interrumpirá injustificadamente su tratamiento médico”[31] o cualquiera que sea el servicio de
salud que se esté prestando, cuya interrupción ponga en peligro los derechos
fundamentales a la salud, a la integridad o a la dignidad de los pacientes.
22.
Particularmente, la Corte se ha referido al
derecho a la continuidad del servicio de salud cuando se trata de traslados
excepcionales de EPS ordenados por la Superintendencia Nacional de Salud en
virtud de revocatorias de habilitación o de intervenciones forzosas para
liquidación, pues se trata de trámites administrativos que no tienen por qué
afectar la prestación efectiva del servicio ni poner en riesgo los derechos
fundamentales de los usuarios. En casos como estos, ha sostenido la Corte que “las obligaciones y deberes
relacionadas con el servicio de salud en cabeza de la EPS cedente se trasladan
a la entidad cesionaria, por lo que esta última asume la obligación y el deber
de prestar dicho servicio de salud a los afiliados cedidos en los términos establecidos
en la Constitución y la ley, como aplicación al principio de continuidad.”[32]
23.
Vistas las reglas constitucionales sobre la
continuidad del servicio de salud que reclama la accionante en nombre de su
padre, pasa la Sala a referirse a las reglas constitucionales referentes al
tipo de servicio requerido por éste.
5.
La atención domiciliaria: el servicio de
auxiliar de enfermería y el servicio de cuidador
24.
La atención domiciliaria es una “modalidad extramural de
prestación de servicios de salud extra hospitalaria que busca brindar una
solución a los problemas de salud en el domicilio o residencia y que cuenta con
el apoyo de profesionales, técnicos o auxiliares del área de salud y la
participación de la familia”[33] y se encuentra contemplada en la última
actualización del Plan de Beneficios en Salud (PBS) como un servicio que
debe ser garantizado con cargo a la Unidad de Pago por Capitación (UPC).[34]
25.
El servicio de auxiliar de enfermería como
modalidad de la atención domiciliaria, según lo ha entendido la jurisprudencia
constitucional, es aquel que solo puede ser brindado por una persona con
conocimientos calificados en salud. Es diferente al servicio de cuidador que se
dirige a la atención de necesidades básicas y no exige una capacitación
especial.[35] Es importante explicar las
características de ambos servicios a la luz de la legislación y la
jurisprudencia para comprender cuando cada uno es procedente.
26.
El servicio de auxiliar de enfermería: i)
constituye un apoyo en la realización de procedimientos calificados en salud,[36]
ii) es una modalidad de atención domiciliaria en las resoluciones que
contemplan el PBS, iii) está incluido en el PBS en el ámbito de la salud,
cuando sea ordenado por el médico tratante[37] y iv) procede en casos de pacientes
con enfermedad en fase terminal, enfermedad crónica, degenerativa e
irreversible de alto impacto en la calidad de vida de conformidad con el
artículo 66 de la Resolución 3512 de 2019.
27.
En lo que respecta al
servicio del cuidador, la jurisprudencia de la Corte destaca que: i) su función
es ayudar en el cuidado del paciente en la atención de sus necesidades básicas,
sin requerir instrucción especializada en temas médicos.[38]
ii) Se refiere a la persona que brinda apoyo físico y emocional en el cuidado
de otra persona que sufre una enfermedad grave, congénita, accidental o como
consecuencia de su avanzada edad, que depende totalmente de un tercero, sin que
ello implique la sustitución del servicio de atención paliativa o atención
domiciliaria a cargo de las EPS.[39] iii) Se trata de un servicio que
debe ser brindado principalmente por los familiares del paciente, en atención a
un primer nivel de solidaridad que corresponde a los parientes de un enfermo.
Sin embargo, excepcionalmente una EPS podría estar obligada a prestar el servicio
de cuidadores con fundamento en el segundo nivel de solidaridad para con los
enfermos en caso de que falle el primer nivel por ausencia o incapacidad de los
familiares y cuando exista orden del médico tratante,[40]
como se explica a continuación.
28.
De acuerdo con la interpretación y el alcance
que la Corte ha atribuido al artículo 15 de la Ley estatutaria 1751 de 2015, esta norma dispone que todo servicio
o tecnología que no esté expresamente excluido del Plan Básico de Salud, se
entiende incluido en éste, razón por la cual debe ser prestado.[41] En relación con el servicio
de cuidador, el tema que se plantea es que la posibilidad de que una EPS preste
el servicio de cuidadores no está expresamente excluido del listado previsto en
la Resolución 244 de 2019,[42] pero tampoco se encuentra reconocido
en el Plan Básico de Salud, cuya última actualización es la Resolución 3512 de
2019.
29.
Frente a este contexto, la jurisprudencia
constitucional ha sostenido que, como una medida de carácter excepcional, la
EPS deberá prestar el servicio de cuidador cuando se cumplan dos condiciones: (1) exista certeza médica sobre
la necesidad del paciente de recibir este servicio; y (2) la ayuda como
cuidador no pueda ser asumida por el núcleo familiar del paciente, por ser
materialmente imposible. Por imposibilidad material se entiende que el núcleo
familiar del paciente: (i) no cuenta con la capacidad física de prestar
las atenciones requeridas, por falta de aptitud en razón a la edad o a una
enfermedad, o porque debe suplir otras obligaciones básicas, como proveer los
recursos económicos básicos de subsistencia. (ii) Resulta imposible brindar el
entrenamiento adecuado a los parientes encargados del paciente. Y (iii) carece
de los recursos económicos necesarios para asumir el costo de contratar la
prestación del servicio.[43]
30.
En conclusión, para prestar cuidados especiales a un paciente en
su domicilio es necesario verificar: (i) una orden proferida por el
profesional de la salud, si se trata del servicio de enfermería, y (ii) en
casos excepcionales si el paciente requiere el servicio de cuidador y este no
puede ser garantizado por su núcleo familiar por imposibilidad material, es
obligación del Estado suplir dicha carencia y en tales casos se ha ordenado a
las EPS suministrar el servicio para apoyar a las familias en estas
excepcionales circunstancias, cuando el cuidador sea efectivamente requerido.
31.
Vistas las reglas constitucionales aplicables, pasa la Sala
resolver el problema jurídico planteado en este caso.
6.
Suspender los servicios de salud requeridos
por el señor Cesar Núñez Roca, desconoció sus derechos fundamentales
32.
De acuerdo con los hechos narrados en la
parte inicial de esta sentencia, el señor César Núñez Roca, que cuenta
actualmente con 102 años, padece demencia senil con algunas limitaciones
funcionales, hipertensión arterial controlada, enfermedad ácido péptica y
trauma en cadera derecha. Su hija, Fanny Matilde Núñez Hernández, actuando como su agente oficiosa, quien
tiene 78 años, señaló que César Núñez Roca está a su cargo; ella es el único
familiar con quien convive y es su apoyo físico, emocional y afectivo. Sin
embargo, sostiene que, por su edad y sus propios padecimientos físicos, como son sus problemas de
espalda,[44]
no tiene la salud, ni la fuerza, ni los conocimientos
para atenderlo en sus necesidades cotidianas. Igualmente señaló que no cuenta
con los recursos médicos para trasladarlo cada vez que lo requiere.
33.
En razón a lo anterior, la parte actora
solicitó a la EPS SANITAS S.A. continuar con el servicio de enfermería en casa
todos los días de la semana, que EPS MEDIMAS le venía prestando a través de la
IPS MEDICAL HOMECARE S.A, antes de la revocatoria de funcionamiento de esta EPS
por parte de la Superintendencia Nacional de Salud en el departamento del Cesar,
pero la EPS se negó a seguirlo prestando con fundamento en una valoración
médica del 26 de septiembre de 2019, que textualmente señaló: “SIN CRITERIO
PARA SOLICITAR AUX DE ENFERMERIA DOMICILIARIA, POR NO CUMPLIR CON EL PROTOCOLO,
EL PACIENTE SE ENCUENTRA EN CUIDADO DE FAMILIAR DE LA TERCERA EDAD, CON
AUSENCIA DE MAS FAMILIARES QUE PUEDAN HACERSE CARGO DEL PACIENTE, CON 1 SOLA
HIJA.”
34.
Es importante
advertir, de acuerdo con lo manifestado por la representante de la EPS Sanitas,
que esta entidad empezó a prestar de nuevo el servicio de enfermería al señor
César Núñez Roca a partir del fallo de tutela de primera instancia y lo ha
seguido cubriendo no obstante que dicha decisión fuera revocada por el juez de
segunda instancia y a pesar de encontrarse en desacuerdo con la orden, como lo
manifestó en la impugnación del fallo y en sus escritos presentados en sede de
revisión. La representante de la EPS Sanitas considera que el señor Núñez Roca
no necesita el servicio de auxiliar de enfermería sino la atención de un
cuidador, labor que, en su concepto, tiene que ser asumida por un familiar en
virtud del principio de solidaridad,
razón por la cual corresponde emitir un pronunciamiento de fondo.
35.
Esta Sala reitera la
jurisprudencia constitucional en virtud de la cual los adultos mayores, como
sujetos de especial protección constitucional,[45] tienen derecho a una protección
reforzada en salud, en atención a su condición de debilidad manifiesta.[46]
Pero además es importante resaltar, en este caso que estamos en presencia de
una persona de la tercera edad que supera los 100 años, por lo cual se trata de
un adulto mayor entre los mayores, que son sujetos de especialísima protección
constitucional y por lo tanto de acuerdo con el legislador estatutario “…
su atención en salud no estará limitada por ningún tipo de restricción
administrativa o económica.”[47] Estos adultos mayores entre los
mayores, presentan una mayor vulnerabilidad que se evidencia en la fragilidad y
deterioro continuo de su cuerpo y su salud, por lo que el Estado está en la
responsabilidad de cuidar y proteger para brindarles un entorno digno y seguro
en sus últimos años de vida.
36.
En razón de lo
anterior, no comparte esta Sala el concepto de la entidad accionada que
considera que el señor Núñez Roca solo necesita un servicio de cuidador y que
además ha olvidado señalar las últimas patologías padecidas por el paciente,
entre las que se destacan la enfermedad pulmonar y las infecciones en vías
urinarias de conformidad con las valoraciones médicas de los últimos meses
remitidas por Sanitas EPS.[48]
37.
No obstante, la
explicación de por qué la EPS no destaca la información acerca de las
enfermedades que ha padecido el señor Núñez Roca puede encontrarse en algunas
fallas de proceso que ocurrieron durante este trámite. En efecto, al solicitar
la información clínica sobre el señor Núñez Roca, la EPS no la remitió completa[49],
omitiendo resaltar en sus escritos aspectos cruciales del diagnóstico y de las
órdenes médicas[50]. Esta falla en el proceso, que
corresponderá a la propia EPS y a los órganos de control verificar si se
realizó con intención, constituye en sí misma una violación adicional a los
derechos fundamentales.
38.
Que existan errores
en los procedimientos de atención médica de cuando en vez es comprensible. Son
problemas propios de las actividades que se deben llevar a cabo. Pero que estos
problemas y errores ocurran en el caso de un sujeto de especialísima protección
constitucional, y se sigan cometiendo en el marco de un proceso judicial de
acción de tutela que llega a ser conocido por la Corte Constitucional en sede
de revisión, demanda una protección adicional. Sin embargo, tomando en
consideración que Sanitas EPS ha continuado prestando el servicio de enfermería
acatando el fallo del juez de primera instancia, esta sala considera que es
suficiente la decisión que aquí se adopta y cuyo cumplimiento podrá ser
verificado por la Superintendencia Nacional de Salud en uso de sus atribuciones
legales si llegara a ser necesario.
39.
Así, la Sala
considera que debe tutelar los derechos del señor César Núñez Roca y ordenar
que se continúe con la prestación del servicio de auxiliar de enfermería, de
conformidad con el criterio planteado por el gerente de la IPS MEDICAL HOMECARE
S.A que venía prestando dicho servicio con la EPS anterior, pero especialmente
de acuerdo con la receta de la orden del médico tratante de COONSOCIAL en la
evolución médica del 23 de octubre de 2020 remitida por la hija del accionante.[51]
7.
La Señora Fanny Matilde Núñez Hernández, hija
del Señor Núñez Roca, también es un adulto mayor que merece la especial
protección del Estado
40.
De los hechos descritos en la parte inicial de
esta sentencia, también ha quedado establecido que la señora Fanny Matilde
Núñez Hernández, es un adulto mayor y por lo tanto sujeto de especial
protección constitucional quien requiere la ayuda del Estado para poder cuidar
de su padre ante sus propios padecimientos físicos acreditados en el expediente[52]
y su carencia de recursos económicos, razones que la llevan a acudir a la
acción de tutela como único mecanismo para cumplir con su deber de cuidado y
amor hacia su progenitor. En tal medida, la protección de los derechos del
Señor Núñez Roca es también una protección de los derechos de su hija, la
Señora Fanny Matilde Núñez Hernández. El incumplimiento de la orden acá
dispuesta, por tanto, es una violación de los derechos de éste, pero también de
la salud y la dignidad de ella.
41. Por último, esta Sala considera que las entidades encargadas
de la prestación de los servicios de salud no pueden tomar decisiones que
afecten el acceso a los servicios requeridos, especialmente de aquellos que ya
han sido considerados y garantizados, en este caso como ya se dijo, a un adulto
mayor entre los mayores, sin contar con un debido proceso que les permita
participar en la toma de decisiones que claramente afecta sus derechos,
fundamento del orden constitucional vigente (Art. 2 de la Constitución
Política).
42.
Es importante insistir a la EPS Sanitas que en
el futuro se abstenga de valorar o enviar a los jueces de tutela información
incompleta sobre las valoraciones médicas de los pacientes como en el presente
caso en que olvidó adjuntar la receta de la orden del servicio de auxiliar de
enfermería del 23 de octubre de 2020.
8.
Síntesis
43.
En el asunto analizado,
la Sala estudió el caso del señor Cesar Núñez Roca, a quien la EPS SANITAS le
suspendió el servicio de auxiliar de enfermería que le venía prestando su EPS
anterior en consideración a su avanzada edad (102 años) y a sus múltiples
patologías, por considerar que el paciente sólo requiere el servicio de un
cuidador que debe ser prestado por un familiar. Su única hija, también adulto
mayor (78 años), considera que necesita el servicio de una persona
especializada en salud, dadas las continuas afectaciones que está sufriendo su
padre, a su incapacidad de atenderlo por los padecimientos físicos que ella
misma padece y a la falta de recursos para trasladarlo cada vez que requiere
atención especializada.
44.
Al respecto, la Corte encontró que existe la
orden médica de la Empresa de Atención Médica Domiciliaria Coonsocial del 23 de
octubre del 2020, (con la cual trabaja Sanitas EPS) así como concepto médico de
la IPS Medical Homecare S.A. de la EPS anterior, sobre la necesidad de
continuidad del servicio de auxiliar de enfermería, por lo cual se concluyó que
es procedente el amparo de los derechos del señor César Núñez Roca para evitar
que sean amenazados o vulnerados.
45.
Bajo ese panorama, la Sala revocará la
Sentencia proferida el 14 de febrero de 2020 por el Juzgado Segundo Penal del
Circuito con Función de Conocimiento de Valledupar, que revocó la emitida el 2
de diciembre de 2019 por el Juzgado Quinto Penal Municipal con función de
conocimiento de Valledupar. En su lugar, se protegerán los derechos fundamentales
del señor Cesar Núñez Roca a la salud y a la vida digna ordenando la
continuidad del servicio de auxiliar de enfermería que deberá ser
valorado por sus médicos tratantes para evaluar si requiere
ser extendido a horas adicionales, fundándose en criterios médicos, el
conocimiento científico aplicable, y en la mejor evidencia según las
particulares condiciones del paciente y su muy avanzada edad.
III. DECISIÓN
Se reitera
que una entidad que asume garantizar la prestación de los servicios de salud
(EPS), por decisión de traslado de la Superintendencia de Salud, vulnera los
derechos fundamentales a la salud y a la vida digna de una persona de muy
avanzada edad que sufre graves padecimientos de salud (102 años), al
suspenderle el servicio de enfermería en casa suministrado por la EPS anterior.
La violación es especialmente grave si se trata de
una persona de edad muy avanzada (mayor dentro de las mayores) que convive
solamente con un familiar que también es una persona de la tercera edad (78
años) y que no cuenta con la las condiciones físicas ni económicas para
hacerlo.
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la
República de Colombia, administrando justicia en nombre del pueblo y por
mandato de la Constitución Política,
RESUELVE
Primero.-
REVOCAR la Sentencia proferida el 14 de febrero de
2020 por el Juzgado Segundo Penal del Circuito con función de conocimiento de
Valledupar, que revocó la sentencia emitida por el Juzgado Quinto Penal Municipal con función de conocimiento
de Valledupar y, en su lugar, confirmar
parcialmente la decisión del Juzgado Quinto Penal
Municipal con funciones de conocimiento de Valledupar,
emitida el 2 de diciembre de 2019, en el sentido de amparar los derechos
a la salud, a la vida digna y a la seguridad social del señor César Núñez Roca.
Adicionalmente, se tutelarán los derechos a la salud y a la vida digna de la
señora Fanny Matilde Núñez Hernández por las razones expuestas en esta
providencia.
Segundo. - Ordenar a EPS SANITAS S.A. que continúe prestando el servicio de
auxiliar de enfermería al señor César Núñez Roca, en los términos dispuestos
por la orden médica más reciente que así lo haya ordenado. Cualquier
modificación al respecto deberá contar con el debido respaldo médico.
Tercero. - Advertir a la EPS Sanitas S.A. que se abstenga de suspender u
obstaculizar los servicios que requiera el señor César Núñez Roca, y de imponer
cargas irrazonables y desproporcionadas a la señora Fanny
Matilde Núñez Hernández.
Cuarto. – Remitir al Juzgado de primera instancia el expediente digitalizado
del proceso de tutela de la referencia. Una vez se retomen actividades
normales, la Secretaria General de la Corte Constitucional deberá enviar el
expediente físico al despacho correspondiente.
Quinto. - Librar las comunicaciones -por la Secretaría General de la Corte
Constitucional-, así como DISPONER las notificaciones a las partes -a
través del Juez de tutela de instancia-, previstas en el artículo 36 del
Decreto Ley 2591 de 1991.
Notifíquese, comuníquese, publíquese y cúmplase
DIANA FAJARDO RIVERA
Magistrada
JORGE ENRIQUE IBAÑEZ
NAJAR
Magistrado
ALEJANDRO LINARES
CANTILLO
Magistrado
Con aclaración de
voto
MARTHA
VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
[1] Sentencia proferida el 14 de febrero de 2020.
[2] Sentencia proferida el 2 de diciembre de 2019.
[3] El proceso de la referencia fue seleccionado para su revisión por
la Sala de Selección Número Cuatro conformada por los magistrados Alejandro
Linares Cantillo y Alberto Rojas Ríos mediante Auto del 18 de septiembre de
2020.
[4] Folio 23 del cuaderno principal del expediente, en el que obra el
escrito de tutela (en adelante, cuando se haga alusión a un folio del
expediente, se entenderá que se hace referencia al cuaderno principal, salvo
que se diga algo diferente).
[5] Expediente Folio 21. “Diagnósticos: AlZHEIMER HTA CONTROLADA
DEMENCIA SENIL ENFERMEDAD ACIDO PÉPTICA. ANAMNESIS: “PACIENTE MASCULINO DE 100
AÑOS DE EDAD QUIEN SE VALORA EN COMPAÑÍA DE FAMILIAR DE LA TERCERA EDAD CON DX
YA ANOTADOS, EN EL MOMENTO EN REGULARES CONDICIONES GENERALES, AFEBRIL HIDRATADO,
DESORIENTADO EN TIEMPO ESPACIO Y LUGAR, SIN CRITERIO PARA SOLICITAR AUX DE
ENFERMERIA DOMICILIARIA, POR NO CUMPLIR CON EL PROTOCOLO, EL PACIENTE SE
ENCUENTRA EN CUIDADO DE FAMILIAR DE LA TERCERA EDAD, CON AUSENCIA DE MAS
FAMILIARES QUE PUEDAN HACERSE CARGO DEL PACIENTE, CON 1 SOLA HIJA.”
[6] Expediente. Folios 1 y 2 del cuaderno principal.
[7] 22 de noviembre de 2019 Folios 38 a 49.
[8] Folios 50 a 54
[9] Folios 60 a 71.
[10] Folios 75 a 86.
[11] Solicitó i) a la señora Fanny Matilde Núñez
Hernández remitir copia de la cédula de ciudadanía del señor Núñez Roca,
indicar sus ingresos mensuales y si reciben algún beneficio económico de alguna
entidad pública o privada, información sobre el estado de salud del accionante
y las razones por las que considera que su padre requiere el servicio de
enfermería; ii) a EPS Sanitas remitir copia de la decisión por la cual se resolvió
suspender el servicio de enfermería, informar sobre el estado de salud del
paciente antes de la presentación de la tutela, en el momento en que la EPS
asumió el servicio y en la actualidad, remitir la más reciente evaluación
médica informando si requiere el servicio de enfermería o el servicio de
cuidador atendiendo a su edad y estado de salud; iii) a IPS Medical Homecare
S.A.S informar durante cuánto tiempo prestó el servicio de hospitalización en
casa al señor Núñez Roca y si al momento de la cancelación de los servicios por
traslado de EPS, en su concepto el paciente requería la continuidad del
servicio atendiendo a sus padecimientos y su grado de dependencia en ese
momento.
[12] Evaluación médica firmada por el Dr. Jorge Eliecer Pérez Mendoza, quien
realizó la mayoría de las visitas domiciliarias al señor Núñez Roca en el
último año, de acuerdo con los reportes de Sanitas EPS.
[13] Folio 21.
[14] De acuerdo con la evaluación completa anexada por la señora Fanny
Matilde Núñez Hernández.
[15] Firmada por el Dr. Federico Antonio Caicedo Ponce.
[16] “Por el cual se reglamenta la acción de
tutela consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política”.
[17] La Corte ha considerado que la existencia de la
agencia oficiosa exige observar: (i) la manifestación del agente oficioso en el
sentido de actuar como tal, y (ii) que se evidencie que el titular del derecho
fundamental no está en condiciones para promover su propia defensa. Además, las
acciones de tutela presentadas por familiares de personas en condición de
vulnerabilidad cumplen el requisito de legitimación en la causa con la figura
de la agencia oficiosa. Al respecto, ver entre otras, las sentencias T-424 de
2018 y T-061 de 2019. M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[18] La Corte considera que este requisito se
acredita cuando la tutela se interpone contra particulares que, según el
Decreto 2591 de 1991, prestan servicios públicos, o cuando existe una relación
de indefensión o subordinación. Al respecto se encuentra, entre otras, la
Sentencia T-430 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[19] El inciso 2º del artículo 42 del Decreto 2591
de 1991, señala que la acción de tutela procede contra cualquier autoridad
encargada de la prestación del servicio público de salud, como es el caso de la
EPS Sanitas.
[20] Según los artículos
86 de la Constitución y 6 del Decreto 2591 de 1991, la acción de tutela
es procedente cuando no existen otros mecanismos de defensa judicial
disponibles, cuando los mecanismos disponibles no resultan idóneos o eficaces
según las circunstancias del caso concreto, o cuando se requiere evitar la
consumación de un perjuicio irremediable.
[21] Ley Estatutaria 1751
de 2015. La revisión constitucional del Proyecto de Ley Estatutaria
No. 209 de 2013 Senado y 267 Cámara, fue hecha por la Corte en la
Sentencia C-313 de 2014. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo
[22] Sentencia T-760 de
2008. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. Señaló que la salud es “un derecho complejo, tanto por su concepción, como por
la diversidad de obligaciones que de él se derivan y por la magnitud y variedad
de acciones y omisiones que su cumplimiento demanda del Estado y de la sociedad
en general.” Además, la
jurisprudencia sobre el derecho fundamental a la salud ha sido ampliamente
desarrollada por la Corte Constitucional. Ver entre otras, las sentencias:
C-936 de 2011. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-418 de 2011. M.P. María
Victoria Calle Correa; T-539 de 2013. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-499
de 2014. M.P. Alberto Rojas Ríos; T-745 de 2014. M.P. Mauricio González Cuervo;
T-094 de 2016. M.P. Alejandro Linares Cantillo; T-014 de 2017. M.P. Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo.
[23] Artículo 8 de la Ley 1751 de 2015.
[24] De acuerdo con la Sentencia T-612 de 2014 (M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio), la calidad consiste en “que
los tratamientos, medicamentos, cirugías, procedimientos y demás prestaciones
en salud requeridas contribuyan a la mejora de las condiciones de vida de los
pacientes”. Así mismo, la eficiencia “implica que los trámites administrativos
a los que está sujeto el paciente sean razonables, no demoren excesivamente el
acceso y no impongan al interesado una carga que no le corresponde asumir”. Que
sea oportuna hace referencia a que la persona “debe gozar de la
prestación del servicio en el momento que corresponde para recuperar su salud,
sin sufrir mayores dolores y deterioros.”
[25] Sentencia T-760 de
2008. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. “El principio de integralidad ha
sido postulado por la Corte Constitucional ante situaciones en las cuales los
servicios de salud requeridos son fraccionados o separados, de tal forma que al
interesado la entidad responsable solo le autoriza una parte de lo que debería
recibir para recuperar su salud y lo obliga a costearse por sí mismo la otra
parte del servicio médico requerido. Esta situación de fraccionamiento del
servicio tiene diversas manifestaciones en razón al interés que tiene la
entidad responsable en eludir un costo que a su juicio no le corresponde
asumir.”
[26] M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo. Acápite 5.2.8.3.
[27] Sentencia T-402 de 2018. M.P. Diana Fajardo Rivera.
[28] Literal d) Artículo 6 Ley 1751 de 2015.
[29]Ver Sentencia T-1198 de 2003 (M.P. Eduardo Montealegre
Lynett), posición reiterada en las sentencias T-164 de 2009. M.P. Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo, y T-505 de 2012. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio, y T-124
de 2016. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, entre otras. Estos criterios son: “(i) las prestaciones en salud, como
servicio público esencial, deben ofrecerse de manera eficaz, regular, continua
y de calidad, (ii) las entidades que tienen a su cargo la prestación de este
servicio deben abstenerse de realizar actuaciones y de omitir las obligaciones
que supongan la interrupción injustificada de los tratamientos, (iii) los
conflictos contractuales o administrativos que se susciten con otras entidades
o al interior de la empresa, no constituyen justa causa para impedir el acceso
de sus afiliados a la continuidad y finalización óptima de los procedimientos
ya iniciados.”
[30] Ver Sentencia
T-170 de 2002 (Manuel José Cepeda Espinosa,) posición reiterada en las
sentencias C-800 de 2003.
M.P. Manuel José Cepeda; T-140
de 2011. M.P. Juan Carlos Henao Pérez; T-281 de 2011. M.P. Luis Ernesto Vargas
Silva; T-479 de 2012 y T-531 de 2012. M.P. (e) Adriana María Guillén Arango,
entre otras. Estos eventos son: “i) porque la persona encargada de hacer los aportes dejó de
pagarlos; (ii) porque el paciente ya no está inscrito en la EPS
correspondiente, en razón a que fue desvinculado de su lugar de trabajo;
(iii) porque la persona perdió la calidad que lo hacía beneficiario; (iv)
porque la EPS considera que la persona nunca reunió los requisitos para haber
sido inscrita, a pesar de ya haberla afiliado; (v) porque el afiliado se acaba
de trasladar de otra EPS y su empleador no ha hecho aún aportes a la nueva
entidad; o (vi) porque se trata de un servicio específico que no se había
prestado antes al paciente, pero que hace parte integral de un tratamiento que
se le viene prestando.”
[31] Sentencia T-314 de 2015. M.P. María Victoria Calle Correa.
[32] Sentencia T-673 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. Ver,
entre otras, las sentencias T-362 de 2016. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub;
T-681 de 2014. M.P. Jorge Iván Palacio; T-169 de 2009. M.P. Humberto Antonio
Sierra Porto; y T-974 de 2004. M.P. Jaime Araujo Rentería.
[33] Resolución 3512 de 2019 artículo 8 numeral 6. Última actualización
del Plan de Beneficios en Salud.
[34] El Artículo 26 Resolución 3512 de 2019 contempla esta modalidad de atención como alternativa a la atención
hospitalaria institucional y establece que será cubierta por el PBS con cargo a
la UPC, en los casos en que el profesional tratante estime pertinente para
cuestiones relacionadas con el ámbito de la salud.
[35] Ver, entre otras, las sentencias
T-260 de 2020. M.P. Diana Fajardo Rivera; T-336 de 2018. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado; y T-458 de 2018. M.P. José Fernando Reyes Cuartas, en las cuales
se explican las diferencias entre los dos tipos de servicio.
[36] Sentencia T-471 de 2018. M.P. Alberto Rojas Ríos.
[37] Artículo 26 Resolución 3512 de 2019.
[38] Sentencia T-471 de 2018. M.P. Alberto Rojas Ríos.
[39] Numeral 3 del artículo
3 de la Resolución 1885 de 2018 “Por la cual se establece el procedimiento
de acceso, reporte de prescripción, suministro, verificación, control, pago y
análisis de la información de tecnologías en salud no financiadas con recursos
de la UPC, de servicios complementarios y se dictan otras disposiciones.”
[40] Sentencias T-423 de
2019. M.P. Gloria Stella Ortiz; T-458 de 2018. M.P. José Fernando Reyes
Cuartas, y T-414 de 2016. M.P. Alberto Rojas Ríos.
[41] Entre otras, las sentencias T-364 de 2019. M.P.
Alejandro Linares Cantillo y T-458 de 2018. M.P. José Fernando Reyes Cuartas.
[42] “Por la cual se adopta el listado de servicios y tecnologías
que serán excluidas de la financiación con recursos públicos asignados a la
salud”.
[43] Al respecto pueden ser consultadas, entre
otras, las sentencias T-423 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz; T-065 de 2018.
M.P. Alberto Rojas Ríos, y T-458 de 2018. M.P. José Fernando Reyes Cuartas.
[44] Anexó historia clínica en su respuesta al Auto del 26 de octubre de
2020.
[45] Artículo 46 de la Constitución.
[46]Sentencia T-527 de 2006. M.P.
Rodrigo Escobar Gil. Providencia citada entre otras, en las sentencias T-746 de
2009. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, y T-491 de 2018. M.P. Diana Fajardo
Rivera. Ver también, las sentencias T-1034 de 2010. M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio; T-296 de 2016. M.P. Alejandro Linares Cantillo; T-405 de 2017. M.P. (e)
Iván Escrucería Mayolo; y T-485 de 2019. M.P. Alberto Rojas Ríos.
[47]Artículo 11 de la Ley 1751 de 2015.
[48] La EPS envío a la Corte mediante correo electrónico las
valoraciones médicas correspondientes a las visitas domiciliarias realizadas al
señor Núñez Roca.
[49] La valoración del 23 de octubre de 2020 remitida como soporte por
la EPS Sanitas mediante correo electrónico a la Secretaría de la Corte, no
incluye la receta médica que ordena el servicio de enfermería por 12 horas
diurnas a domicilio, firmada por el Dr. Jorge Eliecer Pérez Mendoza y que fue
anexada por la hija del señor Núñez Roca.
[50] Los escritos de la EPS Sanitas enviados a Secretaría, mediante
correo electrónico, afirmando que en su criterio el paciente requiere el
servicio de cuidador que debe ser prestado por un familiar, olvidan destacar
las enfermedades más recientes que ha padecido el señor Núñez Roca y que se
pueden leer en las valoraciones enviadas por la EPS. En efecto, en las
valoraciones del 5 de agosto y del 7 de septiembre de 2020 se le diagnosticó
EPOC de acuerdo con los soportes enviados y se puede evidenciar que el paciente
presenta infecciones urinarias.
[51]Respuesta de la señora Fanny Matilde Núñez Hernández al Auto del 26
de octubre del 2020. P. 7.
[52] Ibídem, anexos 5 y 6. |
3 | T-017-21
Sentencia
T-017/21
Referencia: Expediente T-7.913.508
Acción
de tutela interpuesta por la ciudadana Carmen Lucía Zuluaga Mejía contra la
E.P.S Servicio Occidental de Salud S.A.- S.O.S S.A.
Magistrada
Ponente:
CRISTINA
PARDO SCHLESINGER
Bogotá D. C., veinticinco
(25) de enero de dos mil veintiuno (2021)
La Sala Séptima de Revisión de tutelas de
la Corte Constitucional, conformada por los magistrados Cristina Pardo
Schlesinger -quien la preside-, José Fernando Reyes Cuartas y Alberto Rojas
Ríos, en ejercicio
de sus competencias constitucionales y legales, y específicamente las previstas
en los artículos 86 y 241 numeral 9° de la Constitución Política, profiere la
siguiente:
SENTENCIA
En el trámite de revisión
de las decisiones judiciales emitidas, en primera instancia, por el Juzgado Segundo Penal
Municipal con Función de Control de Garantías de Roldanillo - Valle, el trece (13) de enero de dos mil veinte (2020)[1] y, en
segunda instancia, por el Juzgado Penal del Circuito de Roldanillo -Valle, el dieciocho (18) de febrero de dos mil veinte (2020)[2], dentro
de la acción de tutela promovida por la señora Carmen Lucía Zuluaga Mejía contra la E.P.S
Servicio Occidental de Salud S.A.- SOS S.A (en
adelante EPS SOS).
I.
ANTECEDENTES
De acuerdo con lo
dispuesto en la Constitución Política (arts. 86 y 241-9), el Decreto 2591 de
1991 (art. 33) y el Acuerdo 02 de 2015 (art. 55), la Sala de Selección Número
Cuatro[3]
de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión, la acción de
tutela de la referencia. De conformidad con el artículo 34 del Decreto 2591 de
1991, la Sala Séptima de Revisión procede a dictar la sentencia
correspondiente.
1. De los hechos y las pretensiones
El 27 de diciembre de 2019 la
ciudadana Carmen Lucía Zuluaga Mejía interpuso acción de tutela en contra de la
EPS SOS, en la que solicitó la protección de sus derechos fundamentales a la
salud, seguridad social y vida en condiciones dignas, presuntamente vulnerados
por la entidad accionada. Dentro del proceso de revisión del expediente de la
referencia se consideraron los siguientes hechos:
1.1. La señora Carmen Lucía Zuluaga
Mejía de 44 años de edad[4], padece, desde
su nacimiento, una condición de discapacidad denominada cifoescoliosis
toracolumbar severa[5]
y actualmente cuenta con diagnóstico médico de otras cifosis y las no
especificadas[6].
1.2. La accionante se encuentra
afiliada a la EPS SOS en el régimen contributivo[7], la
cual desde hace 10 años le prestaba el servicio de transporte en ambulancia
desde el municipio de Roldanillo – Valle, a la ciudad de Cali y viceversa[8],
para realizarse dos sesiones diarias de hidroterapia, de lunes a viernes[9],
necesarias después de una cirugía de reconstrucción de espalda a la que tuvo
que someterse[10].
1.3. En el mes de octubre de 2019 cambió
la IPS que prestaba el servicio de transporte ambulatorio y la nueva institución
prestadora, Cardio Urgencias Tuluá S.A.S., exige, como requisito de traslado,
que la paciente cuente con un acompañante dentro del primer o segundo grado de
consanguinidad[11]. Frente a
tal requerimiento la accionante solicitó la exoneración por no contar con un
familiar que tenga dicha disposición; sin embargo, la entidad indicó que esa
autorización debía darla la EPS a la que se encuentra afiliada[12].
1.4. El 2 de diciembre de 2019 la señora
Carmen Lucía radicó un derecho de petición ante la EPS SOS en el que solicitó
la exoneración del requisito de acompañante. Argumentó que las personas que
conforman su núcleo familiar no cuentan con las condiciones físicas para
acompañarla, además sostuvo que desde hace 8 años asiste a sus sesiones de
hidroterapia sin ningún tipo de compañía, ya que no la requiere[13].
1.5. El 4 de diciembre de 2019 la
EPS SOS negó la petición de la señora Carmen Lucía Zuluaga. Al respecto, adujo la
importancia del cuidado del paciente en el medio de transporte y concedió la
posibilidad de que la peticionaria tomara el servicio en compañía de un
conocido o amigo cercano que estuviera al tanto de sus condiciones de salud[14].
1.6. Inconforme con la respuesta de
la EPS y padeciendo las consecuencias de tener suspendido el tratamiento
terapéutico por no contar con acompañante, Carmen Lucía Zuluaga Mejía decidió
interponer acción de tutela[15] (con medida
provisional de asignación de un enfermero acompañante para dar continuidad a su
tratamiento). La accionante solicitó la protección de sus derechos fundamentales a la salud, a la
seguridad social y a la vida en condiciones dignas, cuya pretensión consistió
en que la EPS accionada otorgara un enfermero como acompañante para los
traslados a sus terapias, ya que ella no cuenta con una persona que tenga la
disponibilidad para hacerlo.
2. Contestación de la acción de
tutela
En Auto
interlocutorio del 27 de diciembre de 2019[16], el
Juzgado Segundo Penal Municipal con Función de Control de Garantías de Roldanillo
- Valle, avocó conocimiento de la acción, corrió traslado a la entidad
accionada, vinculó al Ministerio de Salud, a la Secretaría de Salud
Departamental del Valle del Cauca, a la IPS Cardio Urgencias Tuluá S.A.S, y
decidió negar la solicitud de medida provisional invocada por no advertir la
urgencia de protección de un derecho fundamental.
2.1. Intervención de la parte
accionada y las entidades vinculadas
E.P.S
Servicio Occidental de Salud S.A[17]
2.1.1. La
Administradora de la Agencia de Tuluá de la Entidad Promotora de Salud,
Servicio Occidental de Salud S.A- S.O.S, mediante escrito allegado el 2 de
enero de 2020, solicitó declarar la improcedencia de la acción de tutela por la
inexistencia de vulneración de derecho fundamental alguno. Sostuvo que la
accionante se encuentra afiliada a la entidad accionada en el régimen
contributivo y que los servicios que ha requerido para la atención de sus
condiciones de salud han sido prestados de manera adecuada y oportuna.
2.1.2. Agregó
que la EPS no presta servicios que no cuenten con prescripción médica, ya que “no
es pertinente suministrar servicios solicitados a voluntad de la
accionante”[18],
como es el caso de la pretensión central de la acción de tutela. Además,
afirmó que el Plan de Beneficios en Salud (PBS) no cubre “recursos humanos
con finalidad de asistencia o protección social como es el caso de cuidadores,
aunque dichos servicios de asistencia sean prestados por personal de salud”[19]. Adujo que la EPS no ha
incumplido ninguna de sus obligaciones respecto de la paciente, ya que, ante la
situación familiar descrita por ella, le fue concedida la posibilidad de tomar
el servicio de transporte con un acompañante cercano que conociera sus
condiciones de salud.
2.1.3. Finalmente,
afirmó que la accionante ha hecho uso indebido de los servicios puestos a su
disposición, cuyo soporte presentó a través de correos electrónicos remitidos
por la IPS Milagrosa de Servicios Ltda., entidad que se encargaba del
transporte de la paciente en meses anteriores. Dichos correos contienen
sugerencias y quejas de la IPS respecto del comportamiento de la paciente en
los traslados. Por lo anterior, la EPS argumentó que la accionante incurrió en
causal de abuso del derecho y violación de sus deberes como afiliada.
2.1.4. En
conclusión, la EPS SOS solicitó declarar la improcedencia de la acción de
tutela por la ausencia de violación de los derechos fundamentales invocados por
la accionante.
Ministerio
de Salud y Protección Social[20]
2.1.5. El
Ministerio de Salud y Protección Social, a través de la Coordinadora del Grupo
Asuntos Reglamentarios, encargada de las funciones de la Dirección Jurídica del
Ministerio de Salud y Protección Social, en escrito enviado el 31 de diciembre
de 2019, solicitó su desvinculación en el proceso de tutela por falta de
legitimación en la causa por pasiva, ya que no amenazó o vulneró los derechos
fundamentales de la accionante.
2.1.6. El
Ministerio resaltó la importancia de la garantía de protección del derecho a la
salud después de la entrada en vigencia de la Ley 1751 de 2015. Agregó que,
frente a los elementos excluidos del Plan de Beneficios de Salud, cabe tener en
cuenta que el servicio de transporte es complementario y por tanto debe
verificarse la incapacidad económica del paciente para que dicho servicio sea
dejado a responsabilidad de la EPS.
2.1.7. Por último, añadió
a su solicitud, que en caso de prosperar la pretensión de la acción de tutela,
se recomendara a la EPS prestar el servicio de salud “conforme a sus
obligaciones, sin observancia de que la prestación esté o no incluida en el
Plan de Beneficios en Salud”[21],
caso en el que, de afectarse recursos del SGSSS, debe vincularse a dicha
entidad en la forma que corresponda.
3. Pruebas relevantes que
obran en el expediente
¨
Copia de la cédula de ciudadanía de la accionante[22].
¨
Historia clínica de la accionante[23]
¨
Prescripción médica de hidroterapias[24].
¨
Prescripción médica para servicio complementario de transporte en
ambulancia básica, en dirección Roldanillo-Cali y viceversa[25].
¨
Autorización de la E.P.S de los servicios de salud prescritos[26].
¨
Presentación y respuesta del derecho de petición con solicitud de
exoneración del requisito de acompañante en medio de transporte[27].
4. Decisiones judiciales objeto de revisión
4.1
Sentencia de primera instancia[28]
4.1.1.
Mediante sentencia del trece (13) de enero de dos mil veinte (2020), el Juzgado
Segundo Penal Municipal con Función de Control de Garantías de Roldanillo -
Valle decidió negar el amparo deprecado en la acción de tutela. El Juez de
instancia argumentó que no hubo negativa de la EPS para prestar los servicios que
corresponden a la accionante, ya que le fue concedida la posibilidad de tomar
el transporte con una persona que no hiciera parte de su núcleo familiar.
Adicionalmente, consideró que no sería responsable por parte del juez de tutela
exonerar del requisito de acompañante a una paciente que lo necesita, teniendo
en cuenta sus condiciones de salud.
4.1.2. Finalmente,
resaltó la importancia de que los pacientes cumplan con los deberes impuestos
por la ley y el reglamento de las EPS para no incurrir en la figura de abuso
del derecho que observó al analizar el caso concreto.
4.2
Impugnación[29]
4.2.1.
La ciudadana Carmen Lucía Zuluaga Mejía presentó escrito de impugnación dentro
del término legalmente establecido para el efecto. Consideró que el juez de
tutela no tuvo en cuenta su condición de discapacidad a causa de la afección
física que padece desde su nacimiento. Agregó que el togado omitió la urgencia
de acudir a sus sesiones de hidroterapia que le permiten “cierta calidad de
vida con el fin de evitar que sus articulaciones pierdan flexibilidad y
movilidad, y que aparezcan los fuertes dolores de columna que la acompañan”[30].
4.2.2.
La accionante adujo que la EPS suspendió el servicio de transporte exigiéndo la
presencia de un acompañante con el que no cuenta, ya que “no existe en la
familia esa persona que pueda acompañar sus desplazamientos”[31]. Sostuvo además, que el Juez
dio por cierto lo expresado por la EPS sin corroborar con su testimonio dichas
afirmaciones. Asimismo, afirmó que no necesita un acompañante ya que no es
totalmente dependiente de un tercero, lo que se evidencia en ocho años que ha
tomado el servicio sola; además, aseguró que tiene argumentos razonables que le
impiden acceder a la presencia de un acompañante.
4.2.3.
Insistió en la urgente necesidad de continuar con su tratamiento, debido a que la
suspensión de este ocasiona consecuencias desastrosas en su
organismo. Sostuvo que la EPS, además de exigirle un requisito que no puede
cumplir, no le brinda la posibilidad de ese tercero que la pueda acompañar. Con fundamento
en lo anterior, la accionante solicitó revocar la sentencia de primera
instancia y, en su lugar, conceder el amparo invocado.
4.3 Sentencia de segunda instancia[32]
4.3.1. El
dieciocho (18) de febrero de dos mil veinte (2020), el Juzgado Penal del
Circuito de Roldanillo -Valle, desató la impugnación y confirmó lo proveído en
la sentencia de primera instancia.
4.3.2. El juzgado
argumentó que no es responsabilidad de la EPS otorgar un acompañante, en virtud
de que dicho servicio no se encuentra incluido en el Plan de Beneficios de
Salud. Además, la entidad accionada otorgó a la accionante la posibilidad de
trasladarse con una persona conocida. En consecuencia, la EPS no desconoció
derecho fundamental alguno.
4.3.3. El juez
de segunda instancia reiteró, conforme fue argumentado en la sentencia
impugnada, que no es posible conceder la exoneración del requisito de
acompañante a la paciente, de lo contrario, sería una actuación irresponsable
por parte del fallador.
II.
ACTUACIONES
SURTIDAS EN SEDE DE REVISIÓN
1. Auto del 10 de noviembre de
2020
1.1. Mediante Auto
del 10 de noviembre de 2020 la Sala Séptima de Revisión de tutelas de la Corte
Constitucional[33], en
ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, específicamente las
previstas en el artículo 7 del Decreto Ley 2591 de 1991, dispuso la aplicación
de una medida provisional. En ella ordenó a la EPS SOS reanudar la prestación del
servicio de transporte en ambulancia básica que cuente con una persona con
conocimientos en materia de salud, como acompañante de la ciudadana Carmen Lucía Zuluaga Mejía,
para los traslados del municipio de Roldanillo-Valle a la ciudad de Cali-Valle
y viceversa[34]. Lo anterior
con el fin de dar continuidad al tratamiento terapéutico prescrito a la
accionante y evitar un perjuicio irremediable en su estado de salud.
2. Respuesta de la EPS accionada, Servicio
Occidental de Salud S. A
2.2. El 24
de noviembre de 2020 la EPS Servicio Occidental de Salud, a través de su
analista jurídica, allegó escrito de respuesta al Auto 416 del 10 de noviembre
de 2020. En este argumentó las razones por las cuales considera la
improcedencia de la acción de tutela. Adicionalmente refirió los trámites dirigidos
al cumplimiento de lo ordenado como medida provisional.
2.3. En
primer lugar, la accionada señaló, como cuestión previa, que la señora Carmen
Lucía Zuluaga Mejía se encuentra afiliada a la EPS Servicio Occidental de Salud
en el régimen contributivo, como cotizante y en rango salarial A. Además,
indicó que, en ocasiones anteriores, la accionante presentó diversas acciones
de tutela en contra de la EPS. En una de ellas solicitó el servicio de
ambulancia básica para sus traslados a la ciudad de Cali y el amparo fue
concedido. En otra oportunidad, requirió el cambio de IPS encargada de sus
traslados ambulatorios y en sentencia del 7 de febrero de 2019 el juez concedió
la petición de la accionante.
2.4. Por
otro lado, frente a la acción objeto de revisión de esta Sala, la accionada
argumentó que, a pesar de que la EPS ha hecho el esfuerzo necesario para suplir
las necesidades y solicitudes de la afiliada, esta no hace un uso adecuado de los
servicios puestos a su disposición. Agregó que el comportamiento de la
accionante constituye un abuso del derecho y el incumplimiento de sus deberes
como afiliada dispuestos en la Ley 100 de 1993 y la Resolución 4343 de 2012.
2.5. Así,
por ejemplo, la accionada refirió algunos correos enviados por la IPS anteriormente
encargada de prestar el servicio de transporte. En estos se expusieron quejas y
sugerencias frente al comportamiento de la paciente en los traslados. Al
respectó, afirmó que “la paciente solicita se recoja en horarios no
correspondientes, exige paradas durante su traslado, ha ocasionado el retiro de
conductores y enfermeros por el trato de la paciente, (…)”[35] entre otras múltiples
quejas acerca del traslado con la paciente.
2.6. Ahora
bien, respecto de la pretensión de la accionante, la EPS argumentó su improcedencia,
toda vez que el Plan de Beneficios en Salud (PBS) “no abarca recursos
humanos con finalidad de asistencia o protección social, como es el caso de
cuidadores, aunque dichos servicios de asistencia sean prestados por personal
de salud”[36].
Además, sostuvo que en virtud de los lineamientos de la Resolución 2003 de
2014 y las indicaciones que en ella son recogidas para el traslado de pacientes
en medio de transporte ambulatorio, se entiende la exigencia de la IPS de que
el paciente cuente con un acompañante, siendo familiar de primer y/o segundo
grado de consanguinidad, ya que se hace necesaria la presencia de una persona
conocida de la paciente, que esté al tanto de su condición durante los
trayectos y de sus requerimientos de salud, horarios de citas médicas,
procedimientos, entre otros. Lo anterior, en procura de garantizar el bienestar
de la paciente al interior del vehículo.
2.7. Además,
afirmó que la EPS no ha desconocido la solicitud presentada por la señora
Carmen Lucia Zuluaga, así como tampoco, la condición familiar que refirió.
Contrario a ello, fue tenida en cuenta y se permitió tomar el servicio de
transporte en compañía de algún amigo o conocido cercano. De manera que la
usuaria ha recibido los servicios en salud que ha requerido para el manejo de
su patología.
2.8. Finalmente,
la EPS aseguró que la situación de la paciente, en este caso concreto, consiste
en que la IPS encargada de prestar el servicio de ambulancia exige, como parte
de su protocolo, que “además del personal de salud tripulante de la
ambulancia acuda un familiar o alguien cercano a la usuaria”[37].
A su juicio, este requisito no configura la violacion de derecho fundamental
alguno, sino que, por el contrario, se ha procurado brindar un adecuado y
seguro servicio de salud a la paciente. En consecuencia, y teniendo en cuenta
que no se encuentra una conducta de la EPS que desconozca los derechos de la
accionante, solicitó la declaración de improcedencia de la acción de tutela.
III.
CONSIDERACIONES
DE LA CORTE
1.
Competencia
De conformidad con las facultades conferidas en los artículos 86 y
241, numeral 9° de la Constitución Política, y en virtud de la selección y del
reparto verificado en la forma establecida por el reglamento de esta
Corporación, la Sala Séptima de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional[38]
es competente para revisar los fallos adoptados en el proceso de la referencia.
2.
Procedibilidad de la acción de tutela
Legitimación de las partes
2.1.
Legitimación en la causa por activa. De acuerdo con lo previsto en el artículo
86 de la Carta Política, toda persona tiene derecho a interponer acción de
tutela por sí misma o por quien actúe a su nombre[39].
En desarrollo de dicho mandato constitucional, el artículo 10 del Decreto 2591
de 1991[40]
dispone que la referida acción de amparo: podrá ser ejercida, en todo momento y lugar, por cualquiera
persona vulnerada o amenazada en uno de sus derechos fundamentales, quien
actuará por sí misma o a través de representante. Los poderes se presumirán auténticos.
En esta
oportunidad, el presupuesto mencionado se encuentra acreditado en tanto la
señora Carmen Lucía Zuluaga Mejía es titular de los
derechos fundamentales cuya protección invoca.
2.2. Legitimación
en la causa por pasiva. El artículo 86 superior,
ya citado, señala que la acción de tutela procede frente a la amenaza o
vulneración de derechos fundamentales, cuando la transgresión de estos proviene
de la acción u omisión de las autoridades públicas, o de los particulares
cuando se cumplan las condiciones previstas en la ley. Dicho mandato guarda
correspondencia con lo previsto en los artículos 5º y
13 del
Decreto 2591 de 1991.
En el asunto de la referencia, la accionada es la Entidad Prestadora de servicios de Salud a
la que está afiliada la tutelante y
es la sociedad que avala y ratifica el requisito de acceso al servicio de
transporte respecto del cual se ha generado la controversia descrita en la
relación fáctica de la acción que se revisa.
Cabe destacar, sobre este punto, que el Juez de
primera instancia vinculó al Ministerio de Salud y Protección Social, a la Secretaría de
Salud Departamental del Valle del Cauca y a la IPS Cardio Urgencias Tuluá S.A.S;
sin embargo, la Secretaría de Salud y la IPS Cardio Urgencias Tuluá S.A.S no dieron
respuesta a la acción. El Ministerio de Salud, por su parte, argumentó su falta
de legitimación en la causa por pasiva. Al respecto, la Corte considera, como
se verá, que el análisis constitucional del asunto se desarrolla entre la
accionante y la EPS como parte legitimada en la causa por pasiva, frente a
quien se presenta la controversia jurídica.
2.3. Inmediatez
La jurisprudencia de esta Corporación ha
sido clara al señalar que la acción de tutela tiene como finalidad la
protección inmediata de los derechos fundamentales vulnerados o amenazados. Es
por ello, que el principio de inmediatez dispone que, aunque la acción de
tutela puede formularse en cualquier tiempo[41], su
interposición debe darse dentro de un plazo razonable, oportuno y justo[42].
Para definir el plazo razonable, se
considera el tiempo transcurrido entre el momento en el que se produjo la
vulneración o amenaza a un derecho fundamental y la interposición de la acción.
De manera que no se vea afectada la naturaleza propia de la acción de tutela
como mecanismo de protección inmediata y urgente[43]
de derechos fundamentales. De allí, que le
corresponda al juez constitucional verificar el cumplimiento del principio de
inmediatez.
De acuerdo con lo
indicado, la Sala encuentra que, para el caso objeto de revisión, el requisito
de inmediatez se encuentra satisfecho. Ciertamente, el hecho por el cual la
accionante estima que se produjo la afectación de sus derechos fundamentales
ocurrió en octubre del año 2019 y la acción de tutela fue interpuesta en el mes
de diciembre del mismo año. En tal sentido, la Sala
considera que el tiempo transcurrido entre el evento que, presuntamente, afectó
los derechos de la accionante y la interposición de la acción, es razonable. En
consecuencia, la presente acción de tutela cumple con el requisito de
inmediatez.
2.4. Subsidiariedad
El artículo 86 de la Constitución Política
indica que la acción de tutela es de naturaleza residual y subsidiaria, por
tanto su procedencia se encuentra condicionada a que (…) el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial, [o] ii) cuando existiendo un medio de defensa judicial ordinario este
resulta no ser idóneo para la protección de los derechos fundamentales del accionante
o iii) cuando, a pesar de que existe otro mecanismo judicial de defensa, la
acción de tutela se interpone como mecanismo transitorio para evitar la
consumación de un perjuicio irremediable[44].
Por otro lado, el artículo 6 del Decreto 2591 de 1991 establece que la eficacia de un posible mecanismo ordinario de defensa
debe ser apreciada atendiendo las circunstancias en que se
encuentra el solicitante[45]. Al respecto, la Corte ha indicado que la procedencia de la acción es evidente cuando se advierte la posible
vulneración de los derechos fundamentales de personas que se encuentren en
circunstancias de debilidad manifiesta en razón de su edad, su condición
económica, física o mental[46]. Por esta razón, se consideran sujetos de
especial protección constitucional a los menores de edad, las mujeres
embarazadas, los adultos mayores, las personas con disminuciones físicas y
psíquicas y las personas en situación de desplazamiento[47].
Esta
Corporación ha considerado que el procedimiento ante la Superintendencia
Nacional de Salud, para resolver controversias entre las EPS y sus afiliados,
no puede considerarse un mecanismo de defensa judicial que resulte idóneo y
eficaz para la protección de los derechos fundamentales[48]. Adicional a lo anterior y, teniendo
en cuenta que se trata de una persona en condición de discapacidad por su
estado físico, como se verá en el desarrollo de esta providencia, sus derechos
deben ser protegidos de manera prevalente. Por lo tanto, la Sala encuentra satisfecho
el requisito de subsidiariedad y reconoce que la acción de tutela procede como
mecanismo autónomo y definitivo para proteger los derechos fundamentales invocados,
presuntamente vulnerados por la entidad accionada.
Establecida
la procedencia de la acción de tutela, la Sala continuará con el análisis de
fondo del presente asunto.
3.
Problema jurídico y
metodología del análisis
De
conformidad con las circunstancias fácticas que fueron expuestas, y de acuerdo
con las decisiones adoptadas por los jueces de instancia en el marco de la
acción de tutela objeto de análisis, le corresponde a la Sala Séptima de
Revisión establecer si la EPS accionada vulneró los derechos fundamentales a la salud, seguridad
social y vida en condiciones dignas de la accionante al exigir acompañante en medio de transporte ambulatorio, como mecanismo
de acceso a los servicios de salud requeridos por la paciente, sin que tal
condición se encuentre respaldada por una prescripción médica.
Para efectos de resolver el problema jurídico
planteado, la Sala se referirá a los siguientes puntos: (i) el derecho a la salud y su goce efectivo, en general y en el caso
de personas en situación de discapacidad; (ii) el deber de las EPS de garantizar a los
pacientes el acceso efectivo a los servicios de salud;
(iii) la prescripción médica como criterio
principal para establecer si se requiere un servicio de salud; (iv) el derecho
a la seguridad social y a la vida en condiciones dignas, y finalmente, (v) abordará el estudio del caso concreto.
4.
El derecho fundamental a la salud y
su goce efectivo. Reiteración de jurisprudencia
4.1. El artículo 49 de la Constitución Política dispone
que la atención de la salud y el saneamiento ambiental son servicios públicos a
cargo del Estado. En tal sentido, es este quien tiene la responsabilidad de
organizar, dirigir y reglamentar la prestación de dicha garantía bajo los
principios de eficiencia, universalidad y solidaridad[49].
4.2. Al respecto, es preciso mencionar que
hace más de dos décadas la salud fue catalogada como un derecho prestacional cuya
protección, a través de acción de tutela, dependía de su conexidad con otra
garantía de naturaleza fundamental[50].
Más tarde, la perspectiva cambió y la Corte afirmó que la salud es un derecho
fundamental, autónomo e irrenunciable, que protege múltiples ámbitos de la vida
humana[51].
Esta misma postura fue acogida en el artículo 2 de la Ley 1751 de 2015, mediante
la cual se reguló el derecho fundamental a la salud y cuyo control previo de
constitucionalidad se ejerció a través de la sentencia C-313 de 2014[52].
4.3. Sobre la base del contenido de la Ley
1751 de 2015[53] y la
jurisprudencia constitucional en la materia[54], el derecho
a la salud es definido como “la facultad que tiene todo ser humano de
mantener la normalidad orgánica funcional, tanto física como en el plano de la
operatividad mental, y de restablecerse cuando se presente una perturbación en
la estabilidad orgánica y funcional de su ser”[55].
4.4. Con todo, el derecho a la salud adquiere una doble
connotación[56], como
garantía fundamental y como servicio público a cargo del Estado. Esto conlleva
la observancia de determinados principios consagrados en la Ley 1751 de 2015[57]
que orientan la prestación de los servicios de salud de manera oportuna, eficaz
y de calidad[58] y que se
materializan a través del establecimiento del denominado Sistema de Salud.
Habiendo analizado brevemente
el contenido del derecho a la salud, es necesario hacer mención de algunos
principios y elementos que cobran relevancia de cara al análisis del caso
concreto.
a. El principio de continuidad en la prestación del servicio de salud[59].
Reiteración de jurisprudencia
4.5. Dentro de los principios que orientan la garantía del derecho
fundamental a la salud, contenidos en la Ley 1751 de 2015, cabe destacar el
principio de continuidad. Este señala que las personas tienen derecho a recibir los servicios de salud de
manera continua, es decir, una vez iniciada la prestación de un servicio
determinado, no podrá ser interrumpido por razones administrativas o
económicas[60] (se resalta).
4.6. Conforme al numeral
3.21 del artículo 153 de la Ley 100 de 1993, el principio en comento implica
que “(…) toda
persona que habiendo ingresado al Sistema General de Seguridad Social en Salud
tiene vocación de permanencia y no debe, en principio, ser separada del mismo
cuando esté en peligro su calidad de vida e integridad”. Por lo tanto, y según
ha sido expuesto por la Corte, el mencionado mandato hace parte de las
responsabilidades a cargo del Estado y de los particulares comprometidos con la
prestación del servicio de salud[61].
4.7. Adicionalmente, esta
Corporación fijó, en su momento, los criterios que deben observar las Entidades
Promotoras de Salud para garantizar la continuidad en la prestación del
servicio que proporcionan a sus usuarios, específicamente sobre tratamientos
médicos ya iniciados. Al respecto indicó que:
“(i) las prestaciones en salud, como servicio público esencial,
deben ofrecerse de manera eficaz, regular, continua y de calidad, (ii) las
entidades que tienen a su cargo la prestación de este servicio deben abstenerse
de realizar actuaciones y de omitir las obligaciones que supongan la
interrupción injustificada de los tratamientos, (iii) los conflictos
contractuales o administrativos que se susciten con otras entidades o al
interior de la empresa, no constituyen justa causa para impedir el acceso de
sus afiliados a la continuidad y finalización óptima de los procedimientos ya
iniciados”[62].
4.8. Por lo anterior, la Corte
considera que el Estado y los particulares que prestan el servicio público de
salud están en la obligación de brindar el acceso a este, atendiendo el
principio de continuidad. Así, las EPS no pueden limitar la prestación de los
servicios de salud que impliquen la suspensión o interrupción de los
tratamientos “por conflictos contractuales o administrativos internos o con
las IPS contratadas, que impidan la finalización óptima de los tratamientos
iniciados a los pacientes”[63].
4.9. En conclusión, el
principio de continuidad en la prestación de los servicios de salud reviste una
especial importancia debido a que favorece el inicio, desarrollo y terminación de los
tratamientos médicos de forma completa. Lo anterior, en procura de que tales
servicios no sean interrumpidos por razones administrativas, jurídicas o
financieras. Por lo tanto, el ordenamiento jurídico y la jurisprudencia
constitucional desaprueban las limitaciones injustas, arbitrarias y
desproporcionadas de las EPS que afectan la conservación o restablecimiento de
la salud de los usuarios[64].
b.
El goce efectivo del derecho a la
salud de las personas en situación de discapacidad. Reiteración de
jurisprudencia
4.10. El artículo 13 de la Constitución
Política indica que “todas las personas
nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de
las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades
sin ninguna discriminación (…). Dispone también que el Estado
promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva (…), al
tiempo que protegerá especialmente a aquellas personas que por su
condición económica, física o mental se encuentren en circunstancias de
debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se
cometan”[65]
(Se resalta).
4.11. El precepto
constitucional citado, impone al Estado el deber de proteger de manera reforzada
a las personas que, por su situación, son sujetos de especial protección.
Igualmente los artículos 47 y 54 de la Constitución comportan el fundamento
constitucional de protección especial que se da a las personas en condición de
discapacidad[66]. Es así,
como entre los grupos que el Constituyente quiso incluir como objeto de protección
reforzada, se encuentra el de las personas en situación de discapacidad[67]. Sobre el particular, la Corte en sentencia
T-120 de 2017[68],
señaló que a las EPS corresponde:
“a) Garantizar la
accesibilidad e inclusión de las personas con discapacidad en todos sus
procedimientos, lugares y servicios; b) Deberán establecer programas de
capacitación a sus profesionales y empleados para favorecer los procesos de
inclusión de las personas con discapacidad; c) Garantizar los servicios de
salud en los lugares más cercanos posibles a la residencia de la persona con
discapacidad, incluso en las zonas rurales, o en su defecto, facilitar el
desplazamiento de las personas con discapacidad y de su acompañante; d)
Establecer programas de atención domiciliaria para la atención integral en
salud de las personas con discapacidad; e) Eliminar cualquier medida, acción
o procedimiento administrativo o de otro tipo, que directa o indirectamente
dificulte el acceso a los servicios de salud para las personas con discapacidad
(…)” (se resalta).
4.12. Asimismo, en la sentencia T-231 de 2019[69]
la Corte reiteró[70] que “el
Estado Colombiano está obligado a implementar medidas tendientes a garantizar
los derechos de las personas con discapacidad, teniendo como principales campos
de acción la salud, la educación, el trabajo, la seguridad social, la
recreación, la cultura entre otros” (se resalta).
4.13. Por otro lado, dentro del
marco del derecho internacional, el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), aprobado mediante la Ley 74 de 1968, reconoce en
su artículo 12 el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel
posible de salud física y mental” y establece las medidas que deberán
adoptar los Estados para asegurar la efectividad de este derecho, tales como “la
creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios
médicos en caso de enfermedad”[71].
4.14. En esta
línea, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
(CDPD), aprobada mediante la Ley 1346 de 2009, establece en su artículo 25 que todas las personas con
discapacidad tienen derecho a gozar del más alto nivel posible de salud. En
consecuencia, exige a los Estados proporcionar los servicios de salud
pertinentes de manera que se puedan prevenir y reducir al máximo la aparición
de nuevas discapacidades[72].
4.15. A su turno, la Ley
Estatutaria 1618 de 2013[73] determina,
en su artículo 10, una serie de medidas que deben ser adoptadas por las
entidades prestadoras de servicios de salud en armonía con el artículo 25 de la
CDPD[74]. Sobre
dichas medidas, es relevante resaltar: “(i) la de garantizar la
accesibilidad e inclusión de las personas con discapacidad en todos sus
procedimientos, lugares y servicios; (ii) la de establecer programas de
atención domiciliaria para la atención en salud de las personas con
discapacidad; y (iii) la de eliminar cualquier medida, acción o
procedimiento administrativo o de otro tipo, que directa o indirectamente
dificulte el acceso a los servicios de salud para las personas con discapacidad”
(se resalta).
4.16. Por su parte, la Ley 1751
del 2015[75], en su
artículo 11, dispone que la atención en salud de las personas en situación de
discapacidad no podrá ser limitada por ningún tipo de restricción administrativa
o económica. Por lo tanto, “las instituciones que hagan parte del sector
salud deberán definir procesos de atención intersectoriales e
interdisciplinarios que le garanticen las mejores condiciones de atención”.
4.17. En
conclusión, es importante puntualizar que el goce efectivo del derecho a la
salud de las personas en condición de discapacidad se rige por una serie de
principios que el Estado debe observar y garantizar. Ello, con la finalidad de
que los sujetos de especial protección, como las personas en situación de
discapacidad, puedan alcanzar los más altos niveles de bienestar y,
concretamente, de su estado de salud[76].
En consecuencia, las entidades encargadas de suministrar los servicios de salud
deben asegurar el acceso efectivo a este derecho, así como la plena realización
de sus garantías fundamentales[77], sin que en
dicho proceso medien restricciones de índole administrativa o económica.
5.
El deber de las EPS de garantizar a
los pacientes el acceso efectivo a los servicios de salud. Reiteración de
jurisprudencia.
5.1. Atendiendo al principio de continuidad, ya estudiado en esta
providencia, es preciso señalar que los usuarios del sistema de salud tienen
derecho a recibir la totalidad del tratamiento de acuerdo con las
consideraciones del médico y que los servicios de que gozan no deben ser
suspendidos, interrumpidos o limitados por parte de las Entidades Promotoras de
Salud. Lo anterior, considerando que la interrupción de un tratamiento o la
limitación del goce de su totalidad no debe ser originada por trámites de
índole administrativo, jurídico o financiero de las EPS. De ahí que el deber
impuesto a dichas entidades procura brindar un acceso efectivo a los servicios
de salud[78].
En este sentido, la
Corte Constitucional no ha sido pasiva en sus pronunciamientos frente al deber
que recae sobre las Entidades Promotoras de Salud de garantizar la efectiva
materialización de este derecho. Es así como en la sentencia T-259 de 2019[79]
esta Corporación reiteró que “las EPS no pueden omitir la prestación de los
servicios de salud que supongan la interrupción de los tratamientos por
conflictos contractuales o administrativos, e impidan el acceso de sus
afiliados a la finalización óptima de los tratamientos”[80].
5.2. Adicionalmente, la
Corte señaló los criterios que deben ser tenidos en cuenta por las EPS para
garantizar la continuidad en la prestación del servicio que ofrecen a sus
usuarios, específicamente sobre tratamientos médicos ya iniciados, bajo el
entendido de que:
“(i)
las prestaciones en salud, como servicio público esencial, deben ofrecerse de
manera eficaz, regular, continua y de calidad, (ii) las entidades que tienen a
su cargo la prestación de este servicio deben abstenerse de realizar
actuaciones y de omitir las obligaciones que supongan la interrupción
injustificada de los tratamientos, (iii) los conflictos contractuales o
administrativos que se susciten con otras entidades o al interior de la
empresa, no constituyen justa causa para impedir el acceso de sus afiliados a
la continuidad y finalización óptima de los procedimientos ya iniciados”[81]
(se resalta).
Por lo anterior, la
interrupción arbitraria del servicio de salud es contraria, no sólo al derecho
fundamental a la salud, sino también al derecho a la vida en condiciones
dignas, a la seguridad social, a la igualdad y a la dignidad humana,
especialmente tratándose de personas con algún tipo de discapacidad física,
mental o sensorial[82]. Ellas, como
sujetos de especial protección, tienen derecho a obtener la totalidad del
componente médico previsto para el manejo del padecimiento que les sobrevino[83].
De manera que todos los pacientes puedan acceder efectivamente a los
requerimientos necesarios para atender su condición de salud y tengan la oportunidad
de vivir en el mayor nivel de bienestar posible.
5.3. En síntesis, para la
Corte, el Estado y los particulares vinculados a la prestación del servicio
público de salud deben facilitar su acceso en observancia de los principios que
rigen la garantía del derecho a la salud. Lo anterior, implica que las EPS no deben
omitir la prestación de los servicios de salud por conflictos contractuales o
administrativos internos o con las IPS contratadas, que impidan el acceso,
práctica y finalización óptima de los tratamientos iniciados a los pacientes[84].
a.
El acompañamiento de pacientes: caso
de auxiliares de enfermería y cuidadores[85]. Reiteración de jurisprudencia
5.4. La Corte Constitucional tampoco
ha sido pasiva en sus pronunciamientos sobre el servicio de acompañamiento
prestado por auxiliares de enfermería o cuidadores[86].
De acuerdo con esta consideración, es preciso hacer mención a los requisitos que
jurisprudencialmente han sido señalados, para la procedencia de una de las
figuras de atención domiciliaria antedichas, cuando este servicio corresponde
ser suministrado por las Entidades Promotoras de Salud.
5.5. En primer lugar, el
artículo 26 de la Resolución 5269 de 2017 señala que el servicio de enfermería
domiciliario es una modalidad
de atención como una “alternativa a la atención hospitalaria institucional”
que debe ser otorgada en los casos en que el profesional tratante estime
pertinente y únicamente para cuestiones relacionadas con el mejoramiento de
la salud del afiliado[87].
5.6. Adicionalmente, los
artículos 26 y 65 de la Resolución 5857 de 2018 indican que el servicio de
enfermería se circunscribe únicamente al ámbito de la salud y procede en
casos de enfermedad en fase terminal y de enfermedad crónica, degenerativa e
irreversible de alto impacto en la calidad de vida; casos en los que se
encuentra incluido en el PBS, con la modalidad de atención domiciliaria. Por
tanto, si el médico tratante adscrito a la EPS prescribe el servicio de
enfermería a un paciente, este deberá ser garantizado sin reparos por parte de
la EPS[88].
Por lo anterior, y según ha sido precisado
por la Corte, el auxilio que se presta por concepto de servicio de enfermería
debe ser específicamente ordenado por el galeno tratante del afiliado y su
suministro depende de unos criterios técnicos-científicos propios de la profesión,
que no pueden ser obviados por el juez constitucional, por tratarse de una
función que le resulta completamente ajena[89].
5.7. Ahora bien, respecto
del servicio de cuidador, la Resolución 1885 de 2018 lo define como “aquel
que brinda apoyo en el cuidado de otra persona que sufre una enfermedad grave,
congénita, accidental o como consecuencia de su avanzada edad, que depende
totalmente de un tercero, sin que lo anterior implique sustitución del servicio
de atención paliativa o atención domiciliaria a cargo de las EPS”.
A este respecto, esta Corporación ha
indicado que el servicio de cuidador consiste, principalmente, en el apoyo
físico y emocional que se debe brindar a las personas en condición de
dependencia para que puedan realizar las actividades básicas que por su estado de
salud no puede ejecutar de manera autónoma. Por ello, se tiene que esta actividad
no exige necesariamente de los conocimientos calificados de un profesional en
salud[90]. Razón por
la cual, esta Corte ha entendido que, al menos en principio, debe ser
garantizado por el núcleo familiar del afiliado y no por el Estado[91],
teniendo en cuenta que la finalidad del cuidador es garantizar la atención
ordinaria que el paciente requiere dada su imposibilidad de procurárselos
por sí mismo[92].
5.8. Con todo, la
jurisprudencia constitucional ha fijado una serie de requisitos que deben ser
cumplidos para que de manera excepcional sea la EPS la encargada de suministrar
el servicio de cuidador, que en principio corresponde a la familia del paciente.
Tales requisitos son: (i) que exista certeza
médica sobre la necesidad del paciente de recibir el servicio de cuidador; y (ii)
que la ayuda como cuidador no pueda ser asumida por el núcleo familiar del
paciente, pues existe una imposibilidad material para hacerlo[93].
5.9. De esta manera, la imposibilidad material se configura cuando
el núcleo familiar del paciente: (a) no cuenta ni con la capacidad física de prestar las
atenciones requeridas, ya sea por falta de aptitud como producto de la edad o
de una enfermedad, o porque debe suplir otras obligaciones básicas para consigo
mismo, como proveer los recursos económicos básicos de subsistencia; también
porque (b) resulta imposible brindar el entrenamiento o capacitación adecuado a
los parientes encargados del paciente; y (c) carece de los recursos económicos
necesarios para asumir el costo de contratar la prestación de ese servicio[94].
5.10. En
conclusión, respecto de las atenciones que pueda requerir un paciente en su
domicilio, se tiene que: (i) en el caso de tratarse de la
modalidad de enfermería se requiere de una orden médica proferida por el
profesional de la salud correspondiente, ya que el juez constitucional no puede exceder su competencia al
proponer servicios fuera del ámbito de su experticia; y (ii) en
lo relacionado con la atención de cuidador, se trata de casos excepcionales derivados de las condiciones particulares
del paciente, frente a lo que la Corte ha concluido que es un servicio que, en
principio debe ser garantizado por el núcleo familiar del paciente, pero
que, en los eventos en que este se encuentra materialmente imposibilitado para ello,
se hace obligación del Estado entrar a suplir dicha deficiencia y garantizar la
efectividad de los derechos fundamentales del afiliado[95].
b. El caso del acompañamiento de pacientes en medio de transporte
como mecanismo de acceso a los servicios de salud[96].
5.11. La Ley Estatutaria
1751 de 2015 establece que la accesibilidad es un principio esencial del
derecho fundamental a la salud, el cual comprende las garantías a la no
discriminación, a la accesibilidad física, a la asequibilidad económica y al
acceso a la información. Lo anterior se refuerza con lo señalado por esta
Corporación, en cuanto a que “la accesibilidad y el acceso al servicio
público de salud son un todo inescindible, siendo posible el amparo
constitucional del derecho en aquellos casos donde se acredite la imposibilidad
objetiva del suministro de los medios suficientes y adecuados para hacer uso de
la atención asistencial”[97].
5.12. Ahora bien, la
garantía del servicio de transporte, por vía jurisprudencial, admite el
desplazamiento del paciente con un acompañante, siempre que su condición etaria[98] o de salud[99] lo amerite. Para conceder
el transporte de un acompañante, es preciso verificar que “(i) el
paciente es totalmente dependiente de un tercero para su desplazamiento, (ii)
requiere atención permanente para garantizar su integridad física y el
ejercicio adecuado de sus labores cotidianas y (iii) ni él ni su núcleo
familiar cuenten con los recursos suficientes para financiar el traslado”[100] (se resalta). En ese evento los costos
asociados a la movilización de ambas personas, corren por cuenta de las EPS[101].
5.13. Según lo anotado hasta
este punto, puede concluirse que el transporte, pese a no ser directamente una
prestación de salud, es un mecanismo necesario para el acceso a los servicios
del sistema. Esto último es comprensible en el marco de la garantía efectiva
del derecho fundamental a la salud, pues, como se ha reiterado en esta
providencia, el sistema está en la obligación de remover las barreras y
obstáculos que impidan a los pacientes acceder a los servicios de salud que
requieran. En consecuencia, será el juez de tutela el que tendrá que analizar
las circunstancias de cada caso y determinar si se cumple con los requisitos
definidos por la jurisprudencia para tal fin[102].
c.
La Resolución 2003 de 2014
5.14. El Ministerio de
Salud y Protección Social, en desarrollo de sus facultades y en procura de
proteger los derechos fundamentales de la población, expidió la Resolución 2003
de 2014, en la que “se definen los procedimientos y condiciones de
inscripción de los Prestadores de Servicios de Salud y de habilitación de
servicios de salud”. En ella, se introdujo un anexo contentivo del manual
de inscripción de prestadores y habilitación de servicios de salud. De esta
manera, el Ministerio determinó con claridad los requisitos, elementos e
insumos con que debe contar el transporte asistencial básico.
Es así como, el numeral
2.3.2.8 del anexo de la Resolución en mención, que desarrolla los criterios y
estándares correspondientes al transporte asistencial, refiere que, frente al
talento humano, el vehículo ambulatorio básico debe contar con “tecnólogo en
atención prehospitalaria o técnico profesional en atención prehospitalaria o
auxiliar en enfermería, en cualquier caso, con certificado de formación en
soporte vital básico”[103].
Adicionalmente, el conductor debe contar con certificado de formación en primeros
auxilios. Por lo tanto, el insumo humano a bordo del vehículo constituye el
acompañamiento indispensable para atender el trayecto, las recomendaciones
dadas por el médico para ello y las necesidades que presente el usuario.
5.15. En conclusión, toda
vez que el servicio de transporte ambulatorio es un mecanismo de acceso al goce
efectivo del derecho fundamental a la salud del paciente, este debe ser
suministrado atendiendo a su finalidad de servicio. Por ello, los elementos
principales que deben ser tenidos en cuenta, además de los lineamientos del
Ministerio de Salud, son las necesidades del paciente al que le es prestado el
servicio. De esa manera, cooperarán en el bienestar y obtención de la
estabilidad en materia de salud que busca promover, brindar y garantizar el Estado,
a través del Sistema General de Seguridad Social en salud.
6.
La prescripción médica como criterio principal para
establecer si se requiere un servicio de salud. Reiteración de Jurisprudencia
6.1. En reiteradas ocasiones,
esta Corporación ha señalado que los usuarios del sistema de salud tienen el
derecho constitucional a que se les garantice el acceso efectivo a los
servicios médicos necesarios e indispensables para tratar sus enfermedades,
recuperar su salud y resguardar su dignidad humana[104]. Sobre
este punto, la Corte ha resaltado que en el sistema de salud, quien tiene la
competencia para determinar cuándo una persona requiere un
procedimiento, tratamiento, o medicamento para promover, proteger o recuperar
su salud es, prima facie, el médico tratante. Por lo tanto, es
el profesional de la salud el que está capacitado para decidir, con base en
criterios científicos y por ser quien conoce de primera mano y de manera
detallada la condición de salud del paciente,[105]
si es necesaria o no la prestación de un servicio determinado.
De lo anterior, la Sala precisa que la importancia que le
ha otorgado la jurisprudencia al concepto del médico tratante se debe a que
éste (i) es un profesional científicamente calificado; (ii) es quien conoce de
manera íntegra el caso de su paciente y las particularidades que pueden existir
respecto de su condición de salud y (iii) es quién actúa en nombre de la
entidad que presta el servicio[106]. En
consecuencia, el médico tratante es la persona que cuenta con la información
adecuada, precisa y suficiente para determinar la necesidad y la urgencia de un
servicio a partir de la valoración de los posibles riesgos y beneficios que
este pueda generar, y es quien se encuentra facultado para variar o cambiar la
prescripción médica en un momento determinado, de acuerdo con la evolución en
la salud del paciente[107].
6.2. Al respecto, esta
Corporación ha señalado que el criterio del médico tratante, como profesional
idóneo, es esencial para establecer cuáles son los servicios de salud a que
tienen derecho los usuarios. En este orden de ideas, en la sentencia T-345 de
2013[108],
ampliamente reiterada con posterioridad, la Corte señaló que:
“Siendo el médico
tratante la persona facultada para prescribir y diagnosticar en uno u otro
sentido, la actuación del Juez Constitucional debe ir encaminada a impedir
la violación de los derechos fundamentales del paciente y a garantizar el
cumplimiento efectivo de las garantías constitucionales mínimas, luego el juez
no puede valorar un procedimiento médico (… ).
Por lo tanto, la
condición esencial para que el Juez Constitucional ordene que se suministre un
determinado procedimiento médico o en general se reconozcan prestaciones en
materia de salud, es que éste haya sido ordenado por el médico tratante, pues
lo que se busca es resguardar el principio según el cual, el criterio médico no
puede ser reemplazado por el jurídico, y solo los profesionales de la medicina
pueden decidir sobre la necesidad y la pertinencia de un tratamiento médico.”
6.3. En conclusión, el criterio del médico
tratante, como idóneo y oportuno, es el principal elemento para la orden o
suspensión de servicios de salud. De manera no son las EPS e IPS, así como
tampoco el juez constitucional, quienes están autorizados para desatender la
prescripción médica sin justificación suficiente, sólida y verificable, que
pueda contradecir la apreciación del profesional de salud, conocedor de las
condiciones particulares del paciente.
7.
Los derechos a la seguridad social y
a la vida en condiciones dignas
7.1. Sobre los derechos a
la seguridad social y a la vida en condiciones dignas, es preciso hacer un
breve pronunciamiento, como garantías que están estrechamente ligados al
derecho fundamental a la salud. Sobre esta base, el artículo 48 de la
Constitución Política dispone que la seguridad social es “un servicio
público de carácter obligatorio que se prestará bajo la dirección, coordinación
y control del Estado, en sujeción a los principios de eficiencia, universalidad
y solidaridad en los términos que establezca la ley”. Por lo tanto, la adecuada garantía del derecho a la salud o su afectación
redundará en el amparo o desconocimiento del derecho a la seguridad social.
7.2.
Por otro lado, respecto de la vida en condiciones dignas, en la sentencia T-041
de 2019[109]
la Corte reiteró que la dignidad humana es un valor fundante y constitutivo de nuestro
ordenamiento jurídico, un principio constitucional y un derecho fundamental
autónomo[110]. Es
así, como se ha considerado que la salud, la integridad física, psíquica y
espiritual, así como el acceso a las condiciones materiales mínimas de
existencia, entre otros, constituyen los presupuestos irreductibles para una
vida digna.[111] Asimismo,
en la
sentencia T-033 de 2013[112], la
Corte explicó que el derecho a la salud guarda una estrecha relación con la
dignidad humana, debido a que las prestaciones propias de esta prerrogativa,
permiten que el individuo desarrolle “plenamente las diferentes funciones y
actividades naturales del ser humano, lo que consecuentemente elev[a] el nivel
de oportunidades para la elección y ejecución de un estilo de vida”[113].
7.3. Adicionalmente, en la sentencia T-499 de
1992[114], la
Corte concluyó que “el
dolor intenso reduce las capacidades de la persona, impide su libre desarrollo
y afecta su integridad física y psíquica. La autoridad competente que se niega,
sin justificación suficiente, a tomar las medidas necesarias para evitarlo,
omite sus deberes, desconoce el principio de la dignidad humana y vulnera los
derechos a la salud y la integridad física, psíquica y moral de la persona.” Esto implica que la afectación
o puesta en peligro del derecho a la salud, niegue la dignidad humana del
sujeto y comprometa su derecho a vivir bien, a no recibir tratos crueles
inhumanos o degradantes y a contar con las condiciones mínimas de existencia[115].
7.4. Con todo, es preciso concluir
que la debida protección y garantía del derecho fundamental a la salud redunda
en la protección de la dignidad de la persona y la vida en condiciones dignas,
así como el recto funcionamiento y aplicación del servicio de seguridad social
en salud.
Tomando en consideración la
argumentación esbozada, la Sala procederá a resolver el caso en cuestión.
8.
Análisis constitucional del caso
concreto
8.1. En esta oportunidad,
correspondió a la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, analizar
y resolver el planteamiento sobre la presunta violación de los derechos fundamentales a la
salud, seguridad social y vida en condiciones dignas de una paciente a quien la
EPS exige un acompañante en medio de transporte
ambulatorio para acceder a los servicios que requiere en atención a su estado
de salud, pese a que dicha exigencia no cuenta con respaldo en una prescripción
médica.
8.2. En razón al estado de salud de la señora Carmen Lucía Zuluaga
Mejía, el médico le prescribió la práctica de sesiones diarias de hidroterapia,
de lunes a viernes, dos veces al día. Para la realización de estas, la
accionante debe trasladarse desde su residencia, en el municipio de Roldanillo
– Valle, hasta la ciudad de Cali, para lo cual, la EPS suministraba el servicio
de transporte ambulatorio. Es así, como durante ocho años la paciente tomó el
servicio únicamente en compañía del personal de la ambulancia; sin embargo, el
cambio de la IPS encargada de los traslados, realizado en el último periodo del
año 2019, implicó la exigencia de un acompañante al interior del vehículo. La
accionante presentó solicitud de exoneración del requisito en comento y la EPS reafirmó
dicha exigencia, como parte del protocolo de la IPS. Pese a lo anterior, en
atención a la situación familiar de la solicitante, la EPS permitió que el
acompañante sea un conocido cercano y no un familiar en primer y/o segundo grado de
consanguinidad, conforme fue exigido en un primer momento.
8.3. La situación
familiar de la señora Carmen Lucía permite indicar que no cuenta con una
persona que esté en disposición de acompañarla[116]. Fue
por ello que la pretensión de la acción de tutela se enfocó en que la EPS
otorgue un enfermero acompañante, de manera que ella pueda cumplir con el
requisito de la IPS y continuar con su tratamiento terapéutico.
8.4. En su contestación, la
EPS accionada indicó que ha hecho el esfuerzo necesario para suplir las necesidades y
solicitudes de la afiliada, pero esta no hace un uso adecuado de los servicios
puestos a su disposición. Agregó, que el comportamiento de la accionante
constituye un abuso del derecho y el incumplimiento de sus deberes como
afiliada. Esta afirmación fue sustentada en correos enviados por la anterior
IPS prestadora del servicio de transporte en los que se exponen quejas y
sugerencias frente a conductas de la usuaria.
8.5. Con
respecto a la pretensión principal de la accionante, la EPS argumentó su
improcedencia, toda vez que el Plan de Beneficios en Salud (PBS) “no abarca
recursos humanos con finalidad de asistencia o protección social, como es el
caso de cuidadores, aunque dichos servicios de asistencia sean prestados por
personal de salud”[117]. Además,
sostuvo que, en virtud de los lineamientos de la Resolución 2003 de 2014 y las
indicaciones que en ella son recogidas para el traslado de pacientes en medio
de transporte ambulatorio, se entiende que el paciente debe contar con un
acompañante, siendo familiar de primer y/o segundo grado de consanguinidad.
8.6. Por otro lado, el juez que conoció en primera instancia el
asunto negó el amparo invocado y argumentó que la EPS concedió la posibilidad de tomar el
transporte con una persona que no hiciera parte del núcleo familiar de la
accionante. De manera que, al presentar una alternativa como solución a la
solicitud de exoneración de acompañante, la EPS no desconoció los derechos
fundamentales de la señora Carmen Lucía Zuluaga.
8.7. A su
turno, el juez de segunda instancia confirmó la decisión impugnada. Para ello, reiteró
los argumentos dados por el fallador en primer grado e hizo énfasis en que no
es obligación de la EPS otorgar un cuidador o acompañante, ya que dicho
servicio no se encuentra incluido en el PBS. Además, la EPS dispuso otra medida
para que la paciente pueda acceder al servicio de manera acompañada. Lo
anterior, en procura de atender el estado de salud de la accionante, razón por
la cual no le es dado al juez conceder excepciones a un servicio de salud que la
condición o patología del paciente amerita.
Ahora bien,
la Sala considera relevante precisar varios aspectos respecto de las decisiones
de instancia y la respuesta de la EPS Servicio Occidental de Salud, frente a
las pretensiones de la accionante.
La vulneración del derecho fundamental a
la salud por desconocimiento de los principios de acceso efectivo y continuidad
8.8. En
primer lugar, es de anotar que el derecho a la salud, como garantía
fundamental, cuenta con un conjunto de principios que constituyen criterios de
orientación para su efectiva garantía. De lo anterior, se comprende el papel
altamente relevante que juegan las Entidades Promotoras de Servicios de Salud y
las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud, como aquellas que permiten
tomar forma y hacer de la salud una verdadera garantía fundamental.
Lo anterior implica, tal como fue
analizado en la parte motiva de esta providencia, que las EPS e IPS deben
eliminar y evitar la imposición de actos o medidas que constituyan barrera,
límite o impedimento para que un usuario pueda acceder a los servicios de salud
que son requeridos en debida forma. De modo que, el servicio o tecnología
solicitada no se torne lejano o inalcanzable por la exigencia o interposición
de requisitos que, razonablemente examinados, no configuran un camino necesario
e ineludible para acceder al servicio o tecnología en cuestión. Más aún, cuando
la solicitud de protección de este derecho proviene de una persona en situación
de discapacidad. Es este caso, la garantía del derecho a la salud se ve en la
necesidad de ser reforzada por la condición de vulnerabilidad de la
peticionaria, quien padece una condición física denominada cifoescoliosis
toracolumbar severa desde su nacimiento y que la hacen sujeto de especial
protección constitucional.
8.9. Precisamente
por ello, respecto del principio de acceso efectivo al derecho a la salud de
personas en condición de discapacidad, la Corte, en sentencia T-120
de 2017[118],
dejó claridad sobre el deber que le asiste a las EPS de “eliminar cualquier medida, acción o procedimiento administrativo
o de otro tipo, que directa o indirectamente dificulte el acceso a los
servicios de salud
(…)” (se resalta).
En esta línea, resulta claro que la accionante tomó el servicio de transporte
sin compañía de familiares o cercanos por más de ocho años, sin ser requerido
en ningún momento por la IPS del momento, ni por la EPS aquí accionada.
Adicionalmente, considerar las condiciones familiares de la accionante, tal
como lo hizo la EPS en su respuesta, permite concluir que la señora Carmen
Lucía Zuluaga no cuenta con una persona en disposición de acompañarla en los
traslados ambulatorios. De manera que, para poder tomar el servicio de
transporte tendría que contar con la compañía de alguien que disponga de tiempo
suficiente para estar con ella en 2 traslados al día, durante 5 días a la
semana.
8.10. Por otro lado, frente al principio de
continuidad, esta
Corporación señaló que configura la garantía de la prestación del servicio de
salud a los pacientes, sin que este sea suspendido, en ningún caso, por razones
administrativas, jurídicas, económicas, entre otras. Por ese motivo, el
tiempo que la accionante tomó el servicio de transporte sin compañía, permite
consolidar la confianza legítima de ella en la IPS. Así, la exigencia de un
acompañante en el medio de transporte ambulatorio resulta ser un requisito
inesperado y que la accionante no se encuentra en condición de cumplir, dadas
sus condiciones familiares. Esta situación se torna relevante para la Sala,
toda vez que la señora Carmen Lucía Zuluaga no pudo continuar tomando el
servicio de transporte, ya que la EPS e IPS se negaron a prestarlo sin el lleno
de dicho requisito. Por tanto, la falta de transporte no permite el acceso al
servicio de salud requerido por la paciente para atender su patología, debiendo
enfrentar la suspensión de su tratamiento y, con ello, las secuelas que la interrupción
de este ocasiona en su cuerpo.
Sobre este punto, cabe destacar que, de acuerdo con lo indicado
por el Ministerio de Salud en su intervención, la importancia de verificar la incapacidad económica del afiliado
responde a la necesidad de que el servicio de transporte sea responsabilidad de
la EPS[119].
Vale precisar, por tanto, que este criterio no resulta aplicable al caso
concreto, ya que no se discute el derecho de la paciente al transporte, sino un
requisito impuesto para acceder a este servicio ya concedido. Adicionalmente,
es claro que el desplazamiento que la accionante requiere es producto de la
ausencia de red de servicios de hidroterapias en su lugar de residencia. En
consecuencia, no resulta susceptible de discusión la capacidad económica de la
solicitante, ya que el desplazamiento a otra ciudad se hace necesario ante la
falta de red y se trata de un servicio concedido previamente.
8.11. Al considerar que, en el caso concreto, el transporte se
hace necesario como medio de acceso al servicio de salud que necesita la
accionante, cabe señalar que, aunque el servicio de transporte no tiene la naturaleza de prestación
médica, se ha considerado que en determinadas ocasiones dicha prestación guarda
una estrecha relación con las garantías propias del derecho fundamental a la
salud, razón por la cual surge la necesidad de disponer su prestación[120], tal
como ocurre en el caso sub examine. Sin embargo, el que la EPS decida
anteponer un requisito frente al mecanismo que sirve de acceso al derecho a la
salud, dificulta la posibilidad de gozar efectivamente de este derecho.
Situación que arraiga una gran preocupación, teniendo en cuenta que la no
existencia de prescripción médica que disponga la necesidad de acompañante,
hace que el requisito se torne injustificado. En consecuencia, la condición de
acompañante, en el caso bajo análisis, constituye una barrera administrativa
que impide el normal acceso al goce efectivo del derecho a la salud de la
accionante.
8.12. En suma, la medida impuesta por la IPS, encargada
de suministrar el servicio de transporte ambulatorio, configura un requisito
adicional, que no había sido exigido a la accionante previamente. Además,
habida cuenta de la imposibilidad que tiene la accionante de contar con un
acompañante, esta exigencia se convierte en una carga que ella no logra
soportar para acceder al servicio de hidroterapias requerido. Por lo tanto, la
EPS SOS y la IPS Cardio Urgencias Tuluá han desconocido los principios de
continuidad y acceso efectivo al derecho a la salud de la accionante, no solo
por la imposición de un nuevo requisito no previsto en años anteriores y no
soportado en la prescripción médica, sino también por las consecuencias que la
suspensión de las sesiones de hidroterapias produce en el cuerpo de Carmen
Lucía Zuluaga, haciendo del transporte un medio necesario y ligado
estrechamente al servicio principal de hidroterapias.
El caso de la accionante no requiere
acompañamiento de auxiliar de enfermería o cuidador
8.13. Teniendo en cuenta el
análisis constitucional realizado en esta providencia sobre la figura de
cuidadores y auxiliares de enfermería, es preciso recordar que existen
determinados requisitos para que un paciente se beneficie de alguna de las
figuras antedichas. Es así, como en el caso de auxiliares de enfermería se hace
necesario que el
profesional tratante estime pertinente el servicio y que esté dirigido únicamente
a cuestiones relacionadas con el mejoramiento de la salud del afiliado[121].
8.14. Frente al caso
concreto, tenemos que la accionante no requiere compañía para mejorar su estado
de salud, de hecho el médico tratante no prescribió tal servicio en atención a
su patología. Contrario a ello, el requisito, que fue exigido por la EPS e IPS,
no guarda relación ineludible y necesaria con la atención en salud que requiere
la paciente. Es decir, el transporte sí es un medio para acceder al servicio de
salud principal, que es el tratamiento de hidroterapias; pero, la compañía
dentro del servicio de transporte no constituye un elemento necesario para la
recuperación de la salud de la paciente.
8.15. Ahora bien, en
relación con la figura del cuidador, esta Corporación ha determinado que es
procedente, a cargo de la EPS, cuando se cumplan los requisitos trazados por la
jurisprudencia constitucional, recogidos en esta providencia. El análisis de tales
requisitos se da una vez determinada la condición de dependencia del paciente, de manera que el cuidador realice las
actividades básicas que el paciente, por su condición de salud, no puede
ejecutar de manera autónoma.
8.16. Al respecto, se
verificó que la ciudadana Carmen Lucía Zuluaga Mejía no es completamente
dependiente de un tercero[122],
de modo que su condición amerite la compañía de un cuidador, y no hay certeza
médica que así lo requiera. Por lo tanto, el tipo de acompañante que exigen la
EPS SOS y la IPS encargada del transporte de la accionante no es el que se
requiere para el desarrollo de cada una de las actividades básicas de la
usuaria, sino únicamente para los traslados ambulatorios. En consecuencia, la
figura del cuidador no resulta aplicable en el caso concreto.
8.17. En suma, es claro
que la procedencia de una medida judicial que ordene a una EPS suministrar el
servicio de auxiliar de enfermería o cuidador requiere el cumplimiento de
parámetros determinados que así lo ameriten. Por lo tanto, habiendo comprobado
de manera inequívoca que en el caso objeto de análisis constitucional no se
configuran los elementos para que a la accionante pueda ser atribuible una de
las anteriores figuras, se descarta la necesidad del tipo de acompañamiento en
comento.
La compañía en medio de
transporte ambulatorio tampoco es exigible a la accionante
8.18. Ahora bien, al
estudiar el caso del acompañamiento en medio de transporte ambulatorio, la
jurisprudencia constitucional determinó que, para conceder el transporte de un
acompañante, es preciso verificar que “el paciente es totalmente
dependiente de un tercero para su desplazamiento y requiere atención permanente
para garantizar su integridad física y el ejercicio adecuado de sus labores
cotidianas”[123](se resalta). No obstante, el caso en cuestión no comporta una situación de
total dependencia de un tercero, de ahí que la accionante haya podido tomar el
servicio de transporte por más de ocho años sin compañía del tipo exigido por
la EPS.
8.19. En primer lugar,
tanto la EPS como los jueces de primera y segunda instancia consideraron
oportuno y necesario que la paciente tome el servicio de transporte acompañada.
Ello, por su seguridad, protección y bienestar al interior del vehículo. Frente
a esto, no desconoce la Sala el interés válido de las Entidades e Instituciones
Promotoras y Prestadoras de Servicios de Salud en suministrar a los usuarios un
adecuado servicio. Sin embargo, dicho interés no puede ser antepuesto cuando
ello resulta en el desconocimiento del mismo derecho fundamental que se busca
promover, proteger y garantizar.
8.20. Con todo, los
jueces de instancia sostuvieron que no resulta ser un comportamiento
responsable el que el juez constitucional exima a la paciente del requisito de
acompañante si sus condiciones de salud lo ameritan. Sin embargo, los togados
dejaron de tener en cuenta que amplia jurisprudencia de esta Corporación indica
que no le es dado al juez de tutela conceder medidas que no estén debidamente avaladas
por el criterio científico, o que la situación fáctica evidencie la necesidad
urgente de que el juez ordene un servicio no prescrito por el médico.
8.21. Al respecto, esta
Corporación señaló que en el sistema de salud, quien tiene la competencia para determinar
cuándo una persona requiere un procedimiento, tratamiento, o
medicamento para promover, proteger o recuperar su salud es, prima
facie, el médico tratante, por tener el criterio científico y conocer
de primera mano y de manera detallada la condición de salud del paciente[124].
De ahí que el criterio del médico tratante, como profesional idóneo, sea esencial
para establecer cuáles son los servicios de salud a que tienen derecho los
usuarios del Sistema General de Seguridad Social. Por lo tanto, la actuación
del juez constitucional debe ir encaminada a impedir la violación de los
derechos fundamentales del paciente y a garantizar el cumplimiento efectivo de
las garantías constitucionales mínimas, no a valorar un procedimiento o
servicio médico que no fue prescrito.
8.22. En el caso de la
señora Carmen Lucía Zuluaga, el material probatorio permite asegurar que no
necesita un acompañante en sus traslados, a pesar de su patología. Es claro que
el médico tratante recomendó una serie de medidas a tener en cuenta a la hora
de realizar el traslado en el medio de transporte ambulatorio, como el cambio
de posición cada 20 minutos; sin embargo, en ningún momento el médico adujo la
necesidad de que la paciente tome el servicio con compañía adicional al
personal de la ambulancia. En consecuencia, el criterio médico no puede ser reemplazado
por el jurídico, y menos aún por el criterio administrativo de una EPS o IPS,
ya que solo los profesionales de la medicina pueden decidir sobre la necesidad
y la pertinencia de un tratamiento o servicio de salud.
8.23. Ahora bien, la EPS,
en su escrito de respuesta al Auto que ordenó la aplicación de la medida
cautelar tendiente a dar continuidad al servicio de salud requerido por la
accionante, señaló que es parte del protocolo de la IPS la exigencia de un
familiar del usuario al interior del vehículo, además del personal de salud que
viaja en la ambulancia. Tal afirmación fue fundada en la Resolución 2003 de
2014.
8.24. Con base en lo anterior, vale decir que la Resolución en
comento por la que “se definen los procedimientos y condiciones de
inscripción de los Prestadores de Servicios de Salud y de habilitación de
servicios de salud”, procura brindar a los usuarios un servicio de calidad
para acceder a los elementos que son requeridos para la garantía del derecho a
la salud. No es cierto que esta resolución exija que el paciente deba contar con un
acompañante, siendo familiar de primer y/o segundo grado de consanguinidad. Lo
anterior, configura una interpretación de la IPS encargada de suministrar el
servicio de salud, que busca seguir los lineamientos de dicha resolución; sin
embargo, al considerar la medida para el caso concreto, se encuentra que no es aplicable,
ya que no es esencial y se aleja de los parámetros y criterio científico del
médico.
8.25. Así
las cosas, es relevante precisar que todas las
entidades prestadoras de los servicios de salud, así como las instituciones
promotoras de dichos servicios, están en el deber de observar los lineamientos
prescritos en la citada resolución, de manera que el derecho a la salud de los
usuarios sea garantizado de manera efectiva. Sin embargo, ello no indica que
las EPS o IPS puedan formular requerimientos que constituyan cargas que el
paciente no está en el deber de soportar, si no es una herramienta esencial y
necesaria para que el acceso al servicio de salud sea garantizado en debida
forma.
8.26. Por esta razón, la
EPS SOS, así como la IPS Cardio Urgencias Tuluá, no pueden desconocer los principios
aplicables a la garantía del derecho a la salud con la implementación de medidas
que no son esenciales a la hora de tomar el servicio de transporte en estudio.
En esta línea, la Resolución 2003 de 2014 señala
que las ambulancias básicas, en cuanto al talento humano, deben contar con “tecnólogo
en atención prehospitalaria o técnico profesional en atención prehospitalaria o
auxiliar en enfermería, en cualquier caso, con certificado de formación en
soporte vital básico”. Por lo tanto, la paciente cuenta con la compañía
necesaria para la atención que requiere el transporte ambulatorio desde el
municipio de Roldanillo a la ciudad de Cali, ya que el personal de la
ambulancia está en capacidad de seguir las recomendaciones que el médico
tratante señaló para los traslados.
8.27. Con todo, llama la
atención que los togados de las instancias analizadas señalaron que el juez
constitucional no debe conceder excepciones a la accionante, por considerar
irresponsable una acción tal, al tiempo que, con sus decisiones, avalan una
medida administrativa que se aparta del criterio del médico tratante. De hecho,
también resulta contradictorio que la EPS accionada sostiene que no presta servicios que no
cuenten con prescripción médica[125],
a la vez que
exige el cumplimiento de un requisito que no se deriva de una prescripción
médica.
8.28. Ahora bien, el
argumento de la EPS sobre la configuración de la figura de abuso del derecho
resulta inconducente en este caso, ya que no se trata de los motivos por los
cuales se produjo la controversia respecto de la exigencia de un acompañante en
el medio de transporte ambulatorio. No obstante, cabe indicar que la accionante
debe realizar el uso debido a los servicios dispuestos a su beneficio, pero ello
no significa que la IPS no esté en la obligación de tener en cuenta cada una de
las sugerencias dadas por el médico tratante para el transporte de la paciente,
que por su condición específica, debe contar con una forma de transporte
adecuada a sus necesidades.
8.29. En síntesis, la
condición esencial para que el juez constitucional ordene que se suministre un
determinado procedimiento médico o en general se reconozcan prestaciones en
materia de salud, es que éste haya sido ordenado por el médico tratante, pues lo
que se busca es resguardar el principio según el cual, el criterio médico no
puede ser reemplazado por el jurídico[126], como tampoco por la
apreciación de las entidades promotoras y prestadores de los servicios de salud.
Por lo tanto, si el médico tratante de la paciente Carmen Lucía Zuluaga no
consideró la compañía al interior del medio de transporte, como una medida
necesaria por su condición de salud, no le es dado a la EPS accionada, ni a la
IPS prestadora del servicio de transporte, imponer requisitos que la paciente
no puede cumplir, y que además, afectan sus derechos a la salud, a la seguridad
social y a la vida en condiciones dignas. Por lo tanto, la Sala concluye que no
le es dado al juez constitucional avalar un protocolo que, al ser analizado
frente al caso concreto y en observancia del criterio médico, resulta ser
innecesario, poco razonable y desconocedor de los principios de accesibilidad y
continuidad en el servicio y derecho a la salud.
8.30.
En virtud de lo expuesto, la Sala revocará las
sentencias dictadas, en primera instancia por el Juzgado Segundo Penal Municipal con
Función de Control de Garantías de Roldanillo – Valle, el trece (13) de enero
de dos mil veinte (2020), y, en segunda instancia, por el Juzgado Penal del Circuito
de Roldanillo -Valle, el
dieciocho (18) de febrero de dos mil veinte (2020). En su lugar, se concederá la protección de los derechos
fundamentales a la salud, seguridad social y vida en condiciones dignas de la
accionante, vulnerados por la exigencia de la IPS Cardio Urgencias Tuluá y la
EPS SOS, de un acompañante cercano o conocido de la paciente para el uso del
servicio de transporte en ambulancia básica. En consecuencia, se ordenará la
supresión de dicho requerimiento para el acceso efectivo al servicio de salud que
demanda la patología de la accionante, conforme a la prescripción de su médico
tratante.
IV.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución
RESUELVE
PRIMERO. LEVANTAR la medida provisional ordenada mediante Auto del
10 de noviembre de 2020, en el trámite de revisión del presente caso.
SEGUNDO. REVOCAR las sentencias
dictadas, en primera instancia por el Juzgado Segundo Penal Municipal con Función de Control
de Garantías de Roldanillo – Valle, el trece (13) de enero de dos mil veinte
(2020), y, en segunda
instancia, por el Juzgado Penal del Circuito de Roldanillo -Valle, el dieciocho (18) de
febrero de dos mil veinte (2020).
TERCERO. En su lugar, CONCEDER
el amparo invocado de los derechos fundamentales a la salud, seguridad social y
vida en condiciones dignas de la accionante, con la eliminación del requisito
de acompañante, familiar o conocido, en medio de transporte ambulatorio básico.
CUARTO. ORDENAR a la EPS Servicio Occidental
de Salud S.A., y a la IPS Cardio
Urgencias Tuluá S.A.S., que dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de la
presente sentencia supriman
el requisito de acompañante familiar o conocido en el medio de transporte
ambulatorio básico, para el caso concreto de esta providencia.
QUINTO. ADVERTIR a la EPS
Servicio Occidental de Salud S.A y a la IPS Cardio Urgencias Tuluá S.A.S., que en lo sucesivo
se abstengan de imponer barreras administrativas para el debido, racional y
sencillo acceso de los usuarios a los servicios de salud.
SEXTO. DESVINCULAR al Ministerio
de Salud y la Protección Social y a la Secretaría de Salud Departamental del
Valle del Cauca por falta de legitimación en la causa por pasiva en el presente
caso.
SÉPTIMO. Por Secretaría General
líbrense las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de
1991.
Cópiese, notifíquese,
comuníquese y cúmplase.
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
ALBERTO ROJAS RÍOS
Magistrado
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
[1] Ver a folios 46-49 del cuaderno
único.
[2] Ver a folios 68-71 del cuaderno
único.
[3] Sala
de Selección Número Cuatro, conformada por los magistrados Alejandro Linares
Cantillo y Alberto Rojas Ríos. Auto del 29 de septiembre de 2020, notificado el
14 de octubre de 2020.
[4] De acuerdo con la copia de la
cédula de ciudadanía de la accionante, en el cuaderno único, folio 7.
[5] Ver a folio 13 del cuaderno único,
de la historia clínica de la accionante.
[6] Ver a folio 13 del cuaderno
único donde reposa la historia clínica de la accionante.
[7] Ver a folio 27 del cuaderno
único.
[8] Ver a folios 14 y 15 del
cuaderno único.
[9] De acuerdo con orden médica que
obra a folio 10 del cuaderno único.
[10] Ver a folio 55 del cuaderno
único.
[11] Ver a folios 1 y 8 del cuaderno
único.
[12] Ver a folio 8 del cuaderno
único.
[13] Ib. ídem.
[14] Ver a folio 9 del cuaderno
único.
[15] Ver a folios 1-6 del cuaderno
único.
[16] Ver a folios 16-17 del cuaderno
único.
[17] Ver a folios 27-31 del cuaderno
único.
[18] Ver a folio 28 del cuaderno
único.
[19] Ver a folio 29 del cuaderno
único.
[20] Ver folios 23-26 del cuaderno
único.
[21] Ver a folio 26 del cuaderno
único.
[22] Ver a folio 7 del cuaderno
único.
[23] Ver a folio 13 del cuaderno
único.
[24] Ver a folio 12 del cuaderno
único.
[25] Ver a folios 10-11 del cuaderno
único.
[26] Ver a folios 14-15 del cuaderno
único.
[27] Ver a folios 8-9 del cuaderno
único.
[28] Ver folios 46-49 del cuaderno
único.
[29] Ver folios 55-56 del cuaderno
único.
[30] Ver folio 55 del cuaderno
único.
[31] Ib. Ídem.
[32] Ver folios 68-71 del cuaderno
único.
[33] Conformada por la magistrada
Cristina Pardo Schlesinger, quien la preside, y por los magistrados José
Fernando Reyes Cuartas y Alberto Rojas Ríos.
[34] Auto 416 del 10 de noviembre de
2020.
[35] Ver página 6 del escrito de respuesta de la EPS S.O.S al Auto
de medida provisional.
[36] Página 8, ib. ídem.
[37] Página 10, ib. Ídem.
[38] La Sala Séptima de Revisión de Tutelas conformada por los
Magistrados Cristina Pardo Schlesinger, José Fernando Reyes Cuartas y Alberto
Rojas Ríos.
[39] Constitución Política de 1991, artículo 86.
[40] “Por el cual se reglamenta la acción de tutela
consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política”.
[41] Sentencias T-805 de 2012 M.P.
Jorge Iván Palacio Palacio; T-188 de 2020 M.P. Gloria Stella Ortíz Delgado,
entre otras.
[42] Ver, entre otras, las
sentencias T-834 de 2005 M.P. Clara Inés Vargas Hernández; T-887 de 2009 M.P.
Mauricio González Cuervo; T-246 de 2015 M.P. Martha Victoria Sáchica Méndez;
SU108 de 2018 M.P. Gloria Stella Ortíz Delgado; T-188 de 2020 M.P. Gloria
Stella Ortíz Delgado.
[43] Ver, entre otras, las
sentencias T-200 de 2017 M.P. José Antonio Cepeda Amarís; SU189 de 2019 M.P.
Alberto Rojas Ríos.
[44] Artículo 86 de la
Constitución Política. Ver, sobre el particular, las sentencias T-847 de 2014
M.P Luis Ernesto Vargas Silva; T-067 de 2017 M.P. Alejandro Linares Cantillo y
C-132 de 2018 M.P. Alberto Rojas Ríos.
[45] Ver sentencias T-149 de 2013
M.P Luis Guillermo Guerrero Pérez y T-010 de 2019 M.P. Cristina Pardo
Schlesinger.
[46] Sentencia T-010 de 2019 M.P.
Cristina Pardo Schlesinger, y sobre la protección especial a personas en
situación de discapacidad, ver sentencias T-933 de 2013 M.P. Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub, T-575 de 2017 M.P. Alejandro Linares Cantillo, T-382 de 2018
M.P. Gloria Stella Ortíz Delgado, T-116 de 2019 M.P. Cristina Pardo
Schlesinger.
[47] Ver sentencias T-293 de 2015
M.P. Gloria Stella Ortíz Delgado, T-252 de 2017 M.P Iván Humberto Escrucería
Mayolo y T-010 de 2019 M.P. Cristina Pardo Schlesinger.
[48] Ver, entre otras, las sentencias T-490 de 2020 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo, T-010 de 2019 M.P. Cristina Pardo
Schelesinger y T-375 de 2018 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. En ellas la
Corte Constitucional indicó que este mecanismo no es idóneo porque: i) “no contempla un término para que
las Salas Laborales de los Tribunales Superiores de Distrito Judicial resuelvan
la apelación que eventualmente se presenta contra la decisión adoptada en
primera instancia”; ii) “no consagra mecanismos para hacer cumplir lo
ordenado”; y iii) “la Superintendencia Nacional de Salud no tiene sedes o
dependencias en todo el territorio del país”. En la sentencia T-239 de 2019
este Tribunal destacó que: “[e]l mismo Superintendente Nacional de
Salud al acudir a la Corte Constitucional (…) explicó el grave atraso que
enfrentaba la entidad para resolver las solicitudes ciudadanas. Indicó dicho funcionario que: (i) para la entidad,
en general, es imposible proferir decisiones jurisdiccionales en los 10 días;
(ii) existe un retraso de entre 2 y 3 años para solucionar de fondo las
controversias conocidas por la entidad en todas sus sedes, especialmente las de
carácter económico, que son su mayoría y entre las que se encuentran la
reclamación de licencias de paternidad; (iii) en las oficinas regionales la
problemática es aún mayor, pues la Superintendencia no cuenta con la capacidad
logística y organizativa para dar solución a los problemas jurisdiccionales que
se le presentan fuera de Bogotá, ya que carece de personal especializado
suficiente en las regionales y posee una fuerte dependencia de la capital”.
[49] Corte Constitucional, SU124 de
2018 M.P. Gloria Stella Ortíz Delgado.
[50] Corte Constitucional, SU124 de
2018 M.P. Gloria Stella Ortíz Delgado.
[51] Corte Constitucional,
sentencias T-859 de 2003 M.P. Eduardo Montealegre Lynett, T-760 de 2008 M.P.
Manuel José Cepeda Espinoza, T-361 de 2014. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub
y SU124 de 2018 M.P. Gloria Stella Ortíz Delgado.
[52] M.P. Gabriel Eduardo Mendoza
Martelo.
[53] La Ley 1751 de 2015, en su
artículo 2º, dispone que el derecho a la salud es fundamental, autónomo e
irrenunciable en lo individual y en lo colectivo.
[54] Sentencia T-120 de 2017 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[55] Ver sentencias T-597 de 1993
M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, T-454 de 2008 M.P. Jaime Córdoba Triviño, T-566
de 2010, T-931 de 2010, T-355 de 2012, T-176 de 2014, T-132, T-331 de 2016 y
T-170 de 2017 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[56] Ver, entre otras, las sentencias T-117 de 2020 M.P. Gloria
Stella Ortiz Delgado, T-402 de 2018 M.P. Diana Fajardo Rivera, T-036 de 2017
M.P. Alejandro Linares Cantillo y T-121 de 2015 M.P. Luis Guillermo Guerrero
Pérez.
[57] Ver artículo 6 de la Ley 1751 de 2015, Ley estatutaria de
salud.
[58] Corte Constitucional, sentencia T-259 de 2019 M.P. Antonio
José Lizarazo Ocampo.
[59] Capítulo desarrollado con fundamento en las sentencias T-637
de 2017, SU124 de 2018 y T-170 de 2019, todas con ponencia de la magistrada Gloria Stella Ortiz Delgado.
[60] Segundo literal d del artículo 6 de la Ley 1751 de 2015.
[61] Sentencias T-124
de 2016 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva y en la SU124 de 2018 M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[62] Ver, entre otras, las
sentencias T-1198 de 2003 M.P. Eduardo Montealegre Lynett, T-164 de 2009 M.P.
Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, T-479 de 2012 M.P. Nilson Pinilla Pinilla y
T-505 de 2012 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio. Reiteradas en la sentencia T-124
de 2016 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva y en la SU124 DE 2018 M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[63] Sentencias T-124
de 2016 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva y en la SU124 de 2018 M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[64] Sentencia T-121 de 2015 M.P.
Luís Guillermo Guerrero Pérez
[65] Artículo 13 de la Constitución Política de 1991, analizado en
la sentencia T-232 de 2020 M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[66] Sentencia T-170 de 2019 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[67] Sentencia T-468 de 2018 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[68] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[69] M.P. Cristina Pardo Schelesinger.
[70] Postura expuesta en la sentencia T-657 de 2008 M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
[71] Artículo 12 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
[72] Sentencia T-232 de 2020 M.P. Luis Guillermo Guerrero
Pérez.
[73] Ley Estatutaria 1618 de 2013 “Por
medio de la cual se establecen las disposiciones para garantizar el pleno
ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad”.
[74] Sentencia T-232 de 2020 M.P. Luis Guillermo Guerrero
Pérez.
[75] Ley Estatutaria 1751 de
2015. “Por medio de la cual se regula el derecho fundamental a la salud
y se dictan otras disposiciones”.
[76] Sentencia T-339 de 2019 M.P. Alberto Rojas Ríos, en la que se
reiteran las sentencias T-887
de 2012, T-298 de 2013, T-940 de 2014, T-045 de 2015, T-210 de 2015 y T-459 de
2015.
[77] Sentencia T-952 de 2011 M.P. Jorge Iván Palacio Palacion,
reiterada en la sentencia T-310 de 2016 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[78] Ver, entre otras, las sentencias T-423 de 2019 M.P. Gloria
Stella Ortiz Delgado, T-310 de 2016 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio, T-289 de
2013 y T-388 de 2012 M.P. Luis Hernesto Vargas Silva, T-970 de 2008 M.P. Marco
Gerardo Monroy Cabra.
[79] M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[80] Sentencia T-124 de 2016 M.P.
Luis Ernesto Vargas Silva.
[81] Ver, entre otras, las
sentencias T-1198 de 2003 M.P. Eduardo Montealegre Lynett, T-164 de 2009 M.P.
Gabriel Eduardo Mendoza Martelo, T-479 de 2012 M.P. Nilson Pinilla Pinilla y
T-505 de 2012 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio. Reiteradas en la sentencia T-124
de 2016 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva y en la SU124 DE 2018 M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[82] Sentencia T-339 de 2019 M.P. Alberto Rojas Ríos, en la que se
reiteran las sentencias T-887
de 2012, T-298 de 2013, T-940 de 2014, T-045 de 2015, T-210 de 2015 y T-459 de
2015.
[82] Sentencia T-952 de 2011 M.P. Jorge Iván Palacio Palacion, reiterada en la
sentencia T-310 de 2016 M.P. Jorge Ivan Palacio Palacio.
[83] Sentencia T-339 de 2019 M.P. Alberto Rojas Ríos.
[84] Sentencias T-124
de 2016 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva y SU124 de 2018 M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[85] Las siguientes consideraciones
se basan en lo expuesto en las sentencias T-260 de 2020 M.P. Diana Fajardo
Rivera, T-527 de 2019 M.P.
José Fernando Reyes Cuartas, T-423 de 2019 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado, T-065 de 2018 M.P. Alberto Rojas
Ríos, T-196 de 2018 M.P. Cristina Pardo Schlesinger, T-644 de 2015 M.P. Luis
Guillermo Guerrero Pérez.
[86] Ver, entre otras, las sentencias T-414 de 2016, T-065 de 2018 M.P. Alberto Rojas Ríos,
T-423 de 2019 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado, T-527 de 2019 M.P. José
Fernando Reyes Cuartas, T-260 de 2020 M.P. Diana Fajardo Rivera.
[87] Sentencia T-065 de 2018 M.P. Alberto Rojas Ríos.
[88] Sentencia T-260
de 2020 M.P. Diana Fajardo Rivera.
[89] Sentencia T-266 de 2020 M.P. Alberto Rojas
Ríos.
[90] Sentencia T-065 de 2018 M.P. Alberto Rojas Ríos.
[91] Sentencia T-154 de 2014 M.P. Luis Guillermo Guerrero
Pérez
[92] Sentencia T-065 de 2018 M.P. Alberto Rojas Ríos.
[93] Sentencia T-260 de 2020 M.P. Diana Fajardo Rivera. Este tema también ha sido
desarrollado, entre otras, en las sentencias T-065 de 2018. M.P. Alberto Rojas
Ríos y T-458 de 2018. M.P. José Fernando Reyes Cuartas.
[94] Ib. Ídem.
[95] Sentencia T-065 de 2018 M.P. Alberto Rojas Ríos.
[96] Consideraciones basadas en lo expuesto, sobre este punto, en
la sentencia T-228 de 2020 M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[97] Sentencias T-679 de 2013 y
Sentencia T-1158 de 2001, reiteradas en la sentencia T-228 de 2020 M.P. Luis Guillermo Guerrero
Pérez.
[98] Sentencias T-409 de 2019 M.P.
Gloria Stella Ortiz Delgado, T-650 de 2015 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio y
T-003 de 2006 M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[99] Sentencias T-197 de 2003 M.P.
Jaime Córdoba Triviño, T-557 de 2016 M.P. Alberto Rojas Ríos y T-409 de 2019
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[100] Sentencias T-120 de 2017 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva,
T-309 de 2018. M.P. José Fernando Reyes Cuartas y T-409 de 2019 M.P.
Gloria Stella Ortiz Delgado.
[101] Sentencia T-409
de 2019 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[102] Sentencias T-228 de 2020 M.P. Luis Guillermo Guerrero
Pérez y T-409 de 2019 M.P. Gloria
Stella Ortiz Delgado.
[103] Resolución 2003 de 2014, Ministerio de Salud y la Protección
Social. Anexo correspondiente al manual de inscripción
de prestadores y habilitación de servicios de salud, numeral 2.3.2.8 sobre transporte
asistencial.
[104] Sentencias T- 345 de 2013 y
T-036 de 2017, reiteradas en las sentencias T-061 de 2019 y T-508 de 2019 M.P.
Alberto Rojas Ríos.
[105] Ib. Ídem.
[106] Ib. Ídem.
[107] Sentencia T-061 de 2019 M.P.
Alejandro Linares Cantillo.
[108] M.P. María Victoria Calle Correa
[109] M.P. José
Fernando Reyes Cuartas.
[110] Sentencia C-077 de 2017 y T-881
del 2002, reiteradas en la sentencia T-041 de 2019 M.P. José Fernando Reyes
Cuartas.
[111] Sentencia T-499 de 1992 M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
[112] M.P. Luis Guillermo Guerrero
Pérez.
[113] Sentencia T-527 de 2008 reiterada en la sentencia T-041 de 2019 M.P. José Fernando
Reyes Cuartas.
[114] M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
[115] Sentencia T-041 de 2019 M.P.
José Fernando Reyes Cuartas.
[116] Ver a folio 16 del cuaderno único en el que la accionante sostiene
que su núcleo familiar está conformado por su madre de 84 años, quien
requiere cuidados especiales pues tiene osteoporosis avanzada y tuvo que
someterse a una cirugía de columna vertebral; su hermano de 60 años, quien
padece una condición de discapacidad y requiere cuidado constante; su hermana
de 50 años, quien se encarga del cuidado de su madre, de su hermano y los
quehaceres del hogar; y su sobrino, quien es normalista superior y trabaja en
jornada diurna y dispone de 2 días (como máximo) al mes para acompañarla.
[117] Página 8 del escrito de respuesta de la EPS SOS al Auto de
medida provisional.
[118] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[119] Ver
folios 23-26 del cuaderno único.
[120] Sentencia T-196 de 2018 M.P. Cristina Pardo Schlesinger.
[121] Sentencia T-065 de 2018 M.P. Alberto Rojas Ríos.
[122] Ver a folio 56 del cuaderno único.
[123] Sentencias T-309 de 2018. M.P. José Fernando Reyes Cuartas y
T-409 de 2019 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[124] Ib. Ídem.
[125] Ver a folio 28 del cuaderno
único.
[126] Sentencia T-345 de 2013 M.P. María Victoria Calle Correa. |
4 | T-019-21
Sentencia T-019/21
Referencia:
Expediente T-7.896.838
Acción
de tutela instaurada por María Consuelo Londoño de Silva contra el Tribunal
Superior de Ibagué y otro.
Procedencia:
Corte Suprema de Justicia -Sala de Casación Civil.
Asunto:
Tutela contra providencias judiciales.
Magistrada Sustanciadora:
GLORIA STELLA ORTIZ
DELGADO.
Bogotá, D. C., veintiséis (26) de enero de dos mil veintiuno
(2021).
La Sala Sexta de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por el Magistrado José Fernando Reyes Cuartas y las
Magistradas Cristina Pardo Schlesinger y Gloria Stella Ortiz Delgado, quien la
preside, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, ha proferido
la siguiente
SENTENCIA
En el trámite de revisión de la decisión de primera
y única instancia, dictada el 22 de enero de 2020 por la Sala de Casación Civil
de la Corte Suprema de Justicia, que negó el amparo.
El asunto llegó a esta Corporación por remisión del
juez de instancia[1],
en virtud de lo dispuesto en el inciso 2° del artículo 86 de la Constitución y
del artículo 32 del Decreto 2591 de 1991. El presente proceso fue escogido para
revisión por la Sala de Selección N°4 de 2020, mediante auto del 29 de septiembre
del mismo año.
I.
ANTECEDENTES
Por intermedio de apoderado judicial,
María Consuelo Londoño de Silva promovió acción de tutela en contra del
Tribunal Superior de Ibagué y en particular, del Magistrado Diego Omar Pérez
Salas -quien hace parte de ese cuerpo colegiado de la Rama Judicial-, por considerar
que ambos vulneraron sus derechos fundamentales al debido proceso, al acceso a
la administración de justicia, a la legítima defensa, a la doble instancia, a
la confianza legítima y a la “seguridad legítima”, al abstenerse de dar
trámite al recurso de apelación que ella interpuso en contra de la sentencia del
25 de julio de 2017 proferida por ese Tribunal, en el marco de un proceso de
pertenencia.
A. Hechos y
pretensiones
1.
El 30 de mayo de 2013, la accionante adelantó un
proceso de pertenencia en contra de personas indeterminadas. El Juzgado Civil
del Circuito de Lérida (Tolima) conoció del mismo
2.
El 25 de julio de 2017, este juzgado profirió
sentencia en la que resolvió “[n]egar las pretensiones de la demanda”[2].
Contra ese fallo, la hoy accionante en esta acción de tutela presentó
recurso de apelación el 31 de julio siguiente[3]. Como resultado, el expediente
fue remitido al Tribunal Superior de Ibagué[4],
3.
El 15 de septiembre de 2017, este Tribunal
emitió auto mediante el cual (i) inadmitió el recurso de apelación promovido por
la demandante en tanto que encontró una irregularidad en la notificación de la
sentencia y (ii) ordenó corregir la anomalía por el Juzgado de origen. Una vez
ajustada la situación, el 5 de octubre siguiente se llevó a cabo la
notificación de la sentencia en debida forma y posterior a esa notificación, no
se formuló recurso de apelación alguno.
4.
El 2 de mayo de 2019, el apoderado de la
demandante pidió al juzgado de conocimiento que enviara “el proceso [al
Tribunal], para que se surt[iera] el recurso de apelación interpuesto el 31 de
julio de 2017 (…) contra la sentencia de fecha 25 de julio de 2017, que negó
las pretensiones de la demanda”[5]. El 17 de mayo siguiente, esa
dependencia judicial no accedió a la solicitud. Entonces, la demandante propuso
los recursos de reposición y en subsidio el de queja en contra de esa decisión
negativa, por lo que el Juzgado confirmó su determinación y se abstuvo de darle
trámite a la queja, a través de un auto del 12 de junio de 2019.
En ese estado de cosas, la demandante promovió acción
de tutela contra el Juzgado Civil del Circuito de Lérida, con el ánimo de que
se dejara sin efectos el auto del 17 de mayo de 2019 y se tramitara la queja
promovida.
5.
El Tribunal Superior de Ibagué concedió el
amparo constitucional y ordenó tramitar el recurso de queja inicialmente
solicitado.
6.
El apoderado de la accionante[6]
relató que el 8 de agosto de 2019, el Tribunal accionado profirió el referido
fallo de amparo. En esa sentencia, adoptada con la participación del Magistrado
Diego Omar Pérez Salas, la Sala Civil consideró que, mediante el auto del 12 de
junio de 2019, el Juzgado accionado lesionó los derechos de la señora Londoño,
pues le negó un recurso de queja que era factible, dado que es una oportunidad
procesal que no puede “sesgarse”. En consecuencia, el Tribunal ordenó a
dicho Juzgado emitir una nueva decisión, y remitir el expediente al superior
para que se valorara ese recurso como era pertinente. En cumplimiento de la
decisión del Tribunal, el Juzgado Civil del Circuito de Lérida remitió el
expediente al superior, para el trámite del recurso de queja.
7.
Así las cosas, en ese Tribunal le correspondió
al Magistrado Diego Omar Pérez Salas, por radicado el 4 de septiembre de 2019, determinar
si la negativa al recurso de apelación contenida en el auto del 17 de mayo de
2019 había sido proferida con arreglo o no a la ley, en virtud del recurso de
queja finalmente aceptado.
8.
El 12 de noviembre de 2019, ese Magistrado
encontró que el recurso de queja finalmente era improcedente. Sostuvo que el
proceso de pertenencia, en el que la accionante es la demandante, se profirió
sentencia el 25 de julio de 2017, notificada el 5 de octubre siguiente y que aquella
se encuentra ejecutoriada, toda vez que no fue recurrida. Por ende, la decisión
del 17 de mayo de 2019 del juzgado, que resolvió desfavorablemente la petición
hecha por la demandante en el sentido de remitir el expediente al Tribunal para
que se tramitara el recurso de apelación contra la sentencia del 25 de julio de
2017, formulado el 31 de julio de ese año, era conducente. Para el Tribunal, “en
rigor, no existe auto que deniegue el recurso de apelación” contra el que
pueda proceder el recurso de queja, pues este opera respecto de la decisión que
deniegue el recurso de apelación, según el artículo 352 del Código General del
Proceso (en adelante CGP). Conforme a la decisión de dicho Magistrado, la
providencia que resolvió esa petición no negó el recurso de apelación sino la
remisión del expediente.
9.
Con todo, para el apoderado de la accionante,
esta última determinación contraviene lo definido por la sala de decisión de
tutelas, de la que fue parte el mismo Magistrado Diego Omar Pérez Salas, cuando
consideró procedente la queja. Al resolver la tutela, esa sala confirmó la
necesidad de remitir el proceso al Tribunal para que definiera lo relativo a la
queja y a la apelación negada. Sin embargo, para la actora, en contravía de lo
inicialmente decidido, el Magistrado mencionado dedujo que el recurso de queja
era improcedente, con lo que el Tribunal Superior de Ibagué desconoció
directamente la Constitución, dado que no acató el fallo de tutela proferido
por esa misma autoridad jurisdiccional, ni los artículos 352 y 353 del Código
General del Proceso.
La señora María Consuelo Londoño de Silva destacó que la
actuación que censura del Magistrado implica de un lado, como defecto de la
providencia, la vulneración directa de la Constitución, en virtud de que (i) se
comprometieron sus derechos fundamentales, en particular el debido proceso, y (ii)
se desconoció la orientación definida en un fallo de tutela. Por otro, se
configuró en el auto proferido a partir del recurso de queja, los defectos
sustantivo, orgánico o procedimental, pues el archivo de un proceso solo tiene lugar
cuando la sentencia está ejecutoriada, lo que en este asunto no sucedió, toda
vez que hay un recurso de apelación pendiente de ser resuelto. Además, el
desconocimiento de lo determinado en la acción de tutela supone el compromiso
de la confianza legítima.
10.
Por estas razones, la accionante acudió nuevamente
al juez de tutela, con el objetivo de que se protegieran sus derechos
fundamentales al debido proceso, acceso a la administración de justicia, a la
doble instancia y a la legítima defensa. Para ello solicitó que se le resguarde
de lo que ella estima un “defecto procedimental absoluto”, en el que -alega-
incurrió la parte accionada al desconocer las normas que rigen el recurso de
queja, y también el fallo de tutela proferido previamente en relación con este
asunto. Adicionalmente, solicitó (i) la aplicación del precedente judicial, sin
especificar de cuál se trata; (ii) dejar sin efecto el auto del 12 de noviembre
de 2019, que declaró improcedente el recurso de queja, así como todas las
actuaciones posteriores a ella; y (iii) ordenar al Magistrado accionado que
profiera una nueva decisión, a su juicio, con apego al fallo de tutela
previamente emitido.
La demandante también señaló brevemente que propuso la
presente acción de tutela como mecanismo transitorio para evitar un daño
irreparable. Argumentó que si bien dispone del recurso de revisión de la sentencia,
este no tiene la misma efectividad que la acción de tutela. Por último, hizo
una “solicitud previa especial de protección”, consistente en que no se
aplique la providencia del “once (11) de abril de 2018”[7].
B. Decisión
objeto de revisión
11. Repartido el escrito de tutela a la Sala de Casación Civil de la
Corte Suprema de Justicia, ese despacho judicial admitió la demanda por auto
del 16 de diciembre de 2019, mediante el cual (i) vinculó
a las autoridades judiciales correspondientes y a la partes e intervinientes tanto
en el proceso de pertenencia 2013-00058 como en el de tutela 2019-00208.
Igualmente, (ii) corrió traslado de la solicitud de amparo y, por último, (iii)
negó la medida provisional solicitada.
12. El Magistrado
Diego Omar Pérez Salas, en representación del Tribunal Superior de
Ibagué, adujo que no se configuró ningún defecto en la providencia del 12
de noviembre de 2019. Anotó que, toda vez que no existía auto que denegara realmente
el recurso de alzada, la queja no era procedente como efectivamente se encontró
y se declaró.
Por su parte, el Juzgado Civil del Circuito de Lérida
remitió, en calidad de préstamo, el expediente del proceso de pertenencia sobre
el que versa este asunto.
13. Mediante providencia del 22 de enero de 2020, la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia negó
el amparo. Encontró que el Tribunal Superior de Ibagué no comprometió los
derechos de la accionante, pues rechazó por improcedente el recurso de queja
ante la ausencia de una decisión que negara el recurso de apelación, como se
imponía hacerlo. Adicionalmente precisó que la sentencia que definió el proceso
de pertenencia ya quedó ejecutoriada, pues en relación con ella no se propuso
ningún recurso. Así, los planteamientos de la accionante reflejan un disenso
subjetivo sobre la decisión del Tribunal, fundado en una interpretación alterna,
que excede el ámbito de la acción de tutela, pues la decisión judicial
cuestionada es razonable y no se revela arbitraria.
Ahora bien, en lo que atañe al fallo de tutela del 8 de
agosto de 2019 emitido en relación con el recurso de queja, precisó que, como
quiera que contiene órdenes dirigidas exclusivamente al Juzgado Civil del
Circuito de Lérida, y no al Tribunal Superior de Ibagué, este último no fue
conminado por aquel a efectuar conducta alguna y, en tal virtud, no es posible concluir
que se hubiese desconocido lo ordenado por el juez de tutela.
14. La decisión de primera instancia no fue
impugnada por ninguno de los sujetos que intervinieron en este asunto.
C. Actuaciones en la
Corte Constitucional y en el trámite de Revisión
En escrito presentado
por el apoderado de la accionante durante el trámite de selección de este
proceso, la parte demandante afirmó que el expediente de la referencia debería
ser seleccionado para revisión, dado que se configuró una vía de hecho por
parte del juez de tutela al negar la protección de sus derechos y comprometer
la garantía de la doble instancia. Afirmó que el fallo de tutela desconoció los
hechos y las pretensiones del caso, y admitió pruebas fraudulentas; incluso, tuvo
en cuenta un testimonio que no correspondía[8].
Sostuvo que la
afirmación del juez de tutela relacionada con que la accionante no presentó
recurso de apelación contra la sentencia del 25 de julio de 2017, es infundada.
Queda desvirtuada con la expedición del auto del 14 de agosto de 2017, en el
que el Juzgado Civil del Circuito de Lérida concedió el recurso de apelación en
el efecto suspensivo y, en consecuencia, ordenó remitir el expediente al
Tribunal Superior de Ibagué. Aseguró que el 15 de septiembre de 2017, al
resolver ese recurso, el Magistrado accionado, en desconocimiento de la
normativa aplicable, inadmitió el recurso de apelación, con ocasión de yerros
en el trámite de notificación que solo le eran atribuibles al juzgado de
conocimiento del asunto y no al recurrente. Así, “la inadmisión del recurso
de apelación, es una actuación arbitraria, caprichosa e infundada, violatoria
de los derechos” de la actora. Destacó que luego de ello, el 4 de octubre
de 2017, el juzgado de conocimiento ordenó la notificación de la sentencia y de
esa misma providencia, con lo que se configuró una notificación paralela que es
ilegal, al no estar contemplada en el Código General del Proceso.
Una vez seleccionado el
expediente, este asunto fue repartido al despacho de la Magistrada ponente el 14 de octubre de 2020. Mediante auto del 4 de noviembre
de 2020, se solicitó material probatorio adicional para mejor proveer,
por lo que se le ofició: (i) al Juzgado Civil de Circuito de Lérida para que
remitiera la copia digital del proceso de pertenencia promovido por María Consuelo
Londoño de Silva; y (ii) a la Sala Civil-Familia del Tribunal Superior de
Ibagué para que hiciera lo mismo respecto del escrito de tutela, de las
contestaciones y de la(s) sentencia(s) proferidas en el trámite de tutela iniciado
por María Consuelo Londoño de Silva en contra del Juzgado Civil de Circuito de
Lérida. Esa misma providencia ordenó poner a disposición de las partes los
documentos recibidos con ocasión de la decisión enunciada.
Del análisis de los
expedientes aportados por dichas dependencias judiciales, se pudo establecer
que a partir de la emisión de la sentencia del 25 de julio de 2017[9], que es la fecha
en que se profirió la decisión en el proceso de pertenencia previa a la
anomalía en la notificación que subsanó el tribunal, se surtieron varias
actuaciones que es relevante referir, como se hará a continuación.
Hallazgos en relación con los
procesos ordinario y de tutela recibidos en sede de Revisión
La decisión de fondo emitida por el
Juzgado Civil de Circuito de Lérida negó las pretensiones de la demanda. Contra
esa determinación la parte demandante propuso el recurso de apelación el 31 de
julio siguiente[10],
sobre la base de que el mismo desconocía los hechos y las pretensiones
planteadas, como las pruebas solicitadas en el escrito de la demanda, al punto de
dar exclusiva credibilidad a un testimonio, decretado de oficio.
El Tribunal Superior de Ibagué profirió el auto
del 15 de septiembre de 2017[11].
En él resolvió sobre la admisión del recurso de apelación propuesto por la
parte demandante contra la sentencia del 25 de julio de 2017. Argumentó que el
Código General del Proceso rige desde el 1° de enero de 2016, de modo que, para
el momento de la emisión del fallo, era necesaria la aplicación de las nuevas
directrices procesales, que indicaban que la decisión debía notificarse
mediante anotación en estado, la que ha debido efectuarse el 26 de julio de
2017. No obstante, el juzgado optó por notificar la sentencia bajo el sistema
del Código de Procedimiento Civil, esto es, por edicto. En consecuencia, una
vez advertida la irregularidad, “se inadmiti[ó] el recurso para que el
juzgado de conocimiento observe a cabalidad las normas procesales vigentes al tiempo
de la expedición de la sentencia, de tal suerte que, notifique legalmente la
sentencia proferida, para respetar el debido proceso, y de paso se exhorta al
juzgado de primer grado para que cumpla en debida forma con la normativa del
Código General del Proceso”[12].
Esa decisión fue acatada plenamente por el Juzgado Civil de Circuito de
Lérida.
Ante la emisión de esta providencia, la accionante formuló
ante el citado juzgado, una “[s]olicitud de declaración de Ineficacia de la
sentencia (sic.) de fecha 15 de diciembre de 2016 (sic), dando lugar a su
renovación”[13];
petición que se justificó bajo el argumento de que las pruebas en las que se
sustentó la decisión eran nulas de pleno derecho.
El acatamiento a la decisión del Tribunal y la
determinación de la solicitud de declaración de ineficacia promovida por el
apoderado judicial de la demandante fueron resueltas en el auto del 4 de
octubre de 2017. Al respecto, el juzgado consideró que “el apoderado de
la parte demandante solicita se declare la ineficacia de dicho fallo, pero ha
de advertirse que pronunciada la sentencia, el juez no puede volver sobre ella
para tomar esa determinación, y menos en este caso, pues, por un lado el
Juzgado está sujeto exclusivamente a lo dispuesto por el Superior, y, de otro,
la ineficacia no es una medida que esté autorizada en el procedimiento”[14].
Ahora bien, la demandante formuló “Recurso de
Reposición y subsidiario de Apelación”[15]
para controvertir la providencia del 4 de octubre de 2017, con el argumento de
que la sentencia a la que pretendía oponerse no fue notificada y aún se
encontraba a cargo del juzgado de conocimiento. Recalcó que el Tribunal emitió la
determinación enunciada, sin asumir las competencias que le correspondían, en
calidad de juez de segunda instancia. Este auto, sin embargo, fue confirmado y
el recurso de apelación negado, a través de providencia del 26 de octubre de
2017[16].
Contra esa última decisión, la parte demandante interpuso recurso de reposición
y en subsidio el de queja[17].
Y sobre ese asunto el Tribunal Superior de Ibagué estimó negar el recurso el 17
de enero de 2018.
En consecuencia, el 28 de enero de 2018, el Juzgado
Civil de Circuito de Lérida ordenó devolver el proceso para el archivo
definitivo. En relación con esta determinación, la demandante formuló recurso
de reposición y en subsidio de apelación[18],
con el argumento de que el juez de primera instancia “al no notificar la
sentencia por estado y no efectuar la inserción del estado, al día siguiente de
la fecha de la providencia; (…) no ha permitido la ejecutoria de la sentencia,
careciendo de efecto jurídico”[19].
Además, precisó que la solicitud de ineficacia de la sentencia del 25 de julio
de 2017, efectuada el 2 de octubre de 2017, interrumpió el término de
ejecutoria de aquella providencia.
Estos recursos fueron resueltos por auto del 11
de abril de 2018, en el que el Juzgado Civil de Circuito de Lérida
desestimó la reposición y se abstuvo de conceder el recurso de apelación.
Precisó que la decisión de archivo del proceso no le puso fin al mismo, pues se
trata “de una formalidad. Desde luego que el proceso concluyó con la
ejecutoria de la sentencia que resolvió de fondo el asunto, lo cual sucedió el
diez de octubre de 2017 (f1.465)”[20].
Las demás actuaciones postergaron el archivo, pero no la definición del caso. Ahora
bien, “[l]a petición de ineficacia de la sentencia, no pudo interrumpir su
término de ejecutoria, una vez notificada por estado el cinco de octubre de
2017 (f1.452 vto.), pues ninguna disposición normativa previene esa consecuencia”.
En esa misma providencia, el Juzgado Civil de Circuito de Lérida hizo una
advertencia en relación con la conducta de la parte demandante y de su apoderado
al reprochar “su errática argumentación, que de ser aceptada haría incurrir,
en uno de los supuestos de la causal de nulidad contemplada en el artículo 133,
numeral 20 del Código General del Proceso, esto es ‘Cuando el juez..., revive
un proceso legalmente concluido’”. Con fundamento en ello y en otros
hallazgos, el juez de la causa declaró al apoderado de la parte demandante como
responsable de temeridad, lo multó y compulsó copias a la Sala Jurisdiccional
Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura.
Contra este último proveído el apoderado de la
demandante formuló el recurso de reposición y, en subsidio, de queja, y al
sustentar su postura aseguró que “la inadmisión (sic) del recurso de
apelación, por la inobservancia de las normas procesales por parte del juzgado
de conocimiento, como lo señalo el Magistrado Ponente, en la providencia de
fecha 15 de septiembre de 2017; no afectó el recurso de apelación,
interpuesto el 31 de julio de 2017, contra la sentencia, de fecha 25 de julio
de 2017”(Énfasis propio)[21].
El Juzgado se pronunció al respecto el 9 de mayo de 2018 mediante providencia
en la cual confirmó su determinación y dio trámite a la queja. Al resolver esta
última, el 25 de junio de 2018, el Tribunal Superior de Ibagué declaró bien
negado el recurso de apelación.
Tiempo después, el 24 de abril de 2019, el
apoderado de la demandante reclamó el desarchivo del expediente[22]. A
continuación, el 2 de mayo siguiente presentó un escrito “solicitando, se
envíe el proceso, para que se surta el recurso de apelación, interpuesto el
31de julio de 2017, de acuerdo con lo establecido, en el inciso primero del
artículo 295 y en el inciso segundo, numeral 3. del artículo 322 del C.G.P.,
contra la sentencia de fecha 25 de julio de 2017, que negó las pretensiones de
la demanda”[23].
Al hacer esta solicitud, precisó nuevamente que “[l]a inadmisión del recurso
de apelación, no hace señalamiento alguno, a la parte demandante”[24] y no le es
oponible.
El Juzgado Civil de Circuito de Lérida profirió entonces
el auto del 17 de mayo de 2019[25]
en el cual negó por improcedente tal solicitud. Nuevamente, el apoderado
formuló recurso de reposición y, en subsidio, de queja. En relación con el
primero, el juzgado confirmó la decisión el 12 de junio de 2019, en la que
además negó el recurso de queja en vista de que “no procede porque no se
interpuso un recurso de apelación”[26].
Ante esta determinación, el 26 de julio de 2019, la
demandante formuló acción de tutela en contra del Juzgado Civil de Circuito de
Lérida. A través de ella pretendía dejar sin efecto esa decisión (la del 17 de
mayo de 2019) y todas aquellas posteriores al auto emitido el 15 de septiembre
de 2017. El conocimiento del caso le correspondió a la Sala Civil del Tribunal
Superior de Ibagué que, mediante sentencia del 8 de agosto de 2019[27], concluyó que
el juzgado lesionó el derecho fundamental al debido proceso de la demandante,
no por el auto del 17 de mayo de 2019, sino por el del 12 de junio siguiente,
al negar el recurso de queja. Para el Tribunal, esa oportunidad procesal está
prevista para que el superior funcional “revise la legalidad y acierto de la
negativa de dar trámite a la alzada, sin que pueda sesgarse tal oportunidad
procesal a las partes como lo tuvo la autoridad judicial accionada dentro del
numeral 2° del proveído del 12 de junio de 2019”[28]. De
este modo, es el superior jerárquico del juez de conocimiento, a través del
recurso de queja, quien debe dirimir si procede o no el recurso de apelación.
Bajo esa premisa ordenó darle trámite al recurso de queja presentado por la
parte interesada.
En vista de lo anterior, el Juzgado Civil de
Circuito de Lérida profirió el auto del 14 de agosto de 2019, en el que remitió
las copias del expediente, para efecto de surtir el recurso de queja[29]. Entonces,
el Tribunal Superior de Ibagué profirió la decisión del 12 de noviembre de
2019, en que rechazó el recurso de queja en relación con el auto del 17 de
mayo de 2019. En esa providencia el Tribunal fue enfático en afirmar que el
artículo 352 del CGP señala que el recurso de queja procede ante la decisión
del juez de primera instancia que deniegue el recurso de apelación, para que su
superior evalúe la procedencia del mismo y, de advertirla, lo conceda. Sin
embargo, en el caso concreto, el auto del 17 de mayo de 2019 no denegó ningún
recurso de apelación. De modo que “luce improcedente el recurso de queja que
ha formulado la parte actora”[30],
dado que el Juzgado no denegó ningún recurso de alzada.
En consideración a esta última determinación, el
Juzgado Civil de Circuito de Lérida profirió el auto del 10 de diciembre de
2019 por medio del cual ordenó agregar el último recurso de queja al expediente
y archivarlo. Días después se promovió esta acción de tutela por parte de la
demandante.
II. CONSIDERACIONES
Competencia
1. En virtud
de las disposiciones contenidas en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución
Política de 1991, como en los artículos 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991, esta
Sala de Revisión es competente para decidir sobre las actuaciones de tutela, en
este caso.
Asunto objeto de revisión
2. Para efectos de
resolver la presunta afectación de derechos fundamentales que propone la
tutela, es importante recordar que la accionante, a través de su apoderado (que
también la representó en el proceso de pertenencia en el que se enmarcó la
discusión que originó la acción de tutela que concluyó con el fallo del 8 de
agosto de 2019 y la que ahora es objeto de pronunciamiento por parte de esta
Sala), acudió al juez constitucional para buscar la protección de sus derechos
al debido proceso (legítima defensa y doble instancia), acceso a la
administración de justicia y a la confianza legítima, los que asegura le fueron
lesionados por el Tribunal Superior de Ibagué y el Magistrado Diego Omar Pérez
Salas, con ocasión de varias decisiones adoptadas en el proceso de pertenencia
2013-00058. Después de realizar una interpretación detenida del escrito de
tutela, la Sala pudo identificar como providencias sobre las que se dirige esta
acción constitucional, las siguientes:
·
La sentencia del 25 de julio de 2017, respecto de la cual no se brindaron
“mayores argumentos” sobre la lesión de sus derechos fundamentales.
·
El auto del 15 de septiembre de 2017, en el que el Tribunal
inadmitió el recurso de apelación que formuló el 31 de julio de 2017 en contra
de la sentencia del 25 de julio del mismo año. La demandante adujo que esa
decisión obedeció a un error en la notificación del fallo, que no le era
imputable a ella sino al juzgado que la tramitó.
·
El auto del 4 de octubre de 2017, en el que el Juzgado de
conocimiento, al obedecer lo dispuesto por el Tribunal Superior de Ibagué en el
auto del 15 de septiembre de 2017, ordenó la notificación de dos providencias
en forma paralela. Para la accionante, ello no está contemplado en el Código
General del Proceso y, por ese motivo, es ilegal.
·
El auto del 11 de abril de 2018, en el que el Juzgado de
conocimiento mantuvo la decisión de archivo del proceso y declaró responsable
de temeridad al apoderado de la parte demandante. Si bien la actora no explicó
la acusación respecto de esta decisión, y en el escrito de tutela no se refirió
a lo relacionado con la sanción impuesta al apoderado judicial, su abogado sí
solicitó su suspensión como medida provisional.
·
Del auto del 12 de noviembre de 2019, que declaró improcedente el
recurso de queja, porque en su criterio (i) desconoce un planteamiento anterior
de la misma sede judicial, emitido en el curso de otro trámite de tutela, y
(ii) desestima finalmente el recurso de apelación presentado por la parte
demandante en contra de la sentencia del 25 de julio de 2017, que según alega,
no fue tramitado y está pendiente de resolverse. Por lo que se trata de una providencia
que a su juicio le negó el derecho de acceso a la doble instancia. Además, fue
proferida en contravía del criterio del mismo Tribunal Superior de Ibagué, que
había reconocido la procedencia del recurso de queja y, así, lesionó su
confianza legítima.
El juez de instancia
consideró que la decisión de declarar improcedente el recurso de queja
promovido por la demandante era razonable y no arbitraria. Precisó que el
planteamiento de la accionante revela una interpretación alterna a la del
Tribunal y no una auténtica censura a la decisión judicial, que no lesiona sus
derechos, ni configura un defecto en la decisión que sea relevante desde el
punto de vista de la acción de tutela.
5. Planteada así la
situación, la Sala debe resolver varios problemas jurídicos. En primer lugar, verificará
si la acción de tutela cumple los requisitos generales de procedencia para
controvertir las providencias judiciales censuradas. En segundo lugar, solo en
relación con las providencias respecto de las cuales aquellos requerimientos formales
se satisfagan, determinará también si existe una lesión a los derechos invocados,
por haberse configurado los defectos sustantivo y por violación directa de la
Constitución.
Para efectos de valorar y
resolver el primer asunto, la Sala reiterará la jurisprudencia sobre el
carácter excepcional de la acción de tutela contra providencias judiciales y
los requisitos establecidos para determinar su procedencia. Dados los supuestos
fácticos de la presente acción de tutela, hará especial énfasis en el
entendimiento de los defectos sustantivo y de desconocimiento directo de la
Constitución, por tratarse precisamente de los defectos que se desprenden de la
tutela presentada. A partir de ese análisis, revisará si el caso cumple con las
exigencias jurisprudenciales señaladas.
Procedencia excepcional de la acción de tutela
contra decisiones judiciales[31]
6. El artículo 86 de la
Carta Política habilita la acción de tutela contra providencias judiciales, al
admitir la viabilidad del amparo constitucional en contra de autoridades
públicas, entre las que se encuentran naturalmente las autoridades judiciales.
Sin embargo, la procedencia de la acción de tutela en tales casos también se ha
considerado por la jurisprudencia como “excepcional”, debido al
reconocimiento que el ordenamiento jurídico hace de la importancia de los
procesos ordinarios, los cuales, en sí mismos, también contribuyen a garantizar
la protección de los derechos de las personas, el respeto que se requiere a los
principios de seguridad jurídica y cosa juzgada, y la idea de independencia
funcional de los jueces[32].
En desarrollo de la
procedencia excepcional de la tutela contra sentencias, la Corte ha identificado
requisitos específicos que se deben satisfacer para que se estudie una acción
de tutela contra tales actuaciones judiciales. Se trata de requisitos generales
de procedencia y de causales especiales de procedibilidad, como se verá a
continuación.
Requisitos generales[33]
7. Los requisitos generales de procedencia
de la acción de tutela contra decisiones judiciales, exigen que: (i) la
cuestión sea de relevancia constitucional, de forma que rotunda e
inconfundiblemente, verse sobre los derechos fundamentales de las partes o de
terceros interesados en el proceso en el que se dictó la decisión; (ii) se
hayan agotado todos los medios de defensa judicial que estén al alcance del
actor para oponerse a la decisión judicial que se acusa por vía de tutela;
(iii) se cumpla el principio de inmediatez o que la acción se haya
interpuesto en un término razonable; (iv) la irregularidad procesal alegada
sea decisiva en el proceso, en caso de que esta sea invocada y resulte
verdaderamente lesiva de las garantías constitucionales que les asisten a las
partes o a los interesados; (v) se identifiquen, de manera razonable, los
hechos que generaron la vulneración de derechos fundamentales de modo que
la parte accionante precise en forma clara y contundente la acusación sobre la
decisión judicial; y que (vi) no se trate de una tutela contra una sentencia
que haya definido, a su vez, una acción de tutela.[34]
La satisfacción de todos y cada uno de estos
requisitos generales abre al juez la posibilidad de continuar el análisis y de
definir el asunto que se le plantea. Por el contrario, la inobservancia o el
incumplimiento de uno solo de ellos basta para impedirlo y sustraer el debate
del conocimiento del juez de tutela. En ese último caso ha de declararse la
improcedencia de la acción de tutela, sin que el estudio pueda trascender al
fondo del debate promovido por la parte accionante.
Requisitos especiales de la procedencia de la
acción de tutela contra sentencias[35]
8. Una vez
establecida la existencia concurrente de los requisitos generales de
procedencia de la acción de tutela contra sentencias, el juez constitucional
debe analizar si de los fundamentos expuestos por la parte accionante, de los
hechos y de las intervenciones de los interesados, se puede concluir que
existió alguno de los requisitos especiales de procedencia de la acción de
tutela cuando se formula contra una providencia judicial.
Los requisitos especiales de
procedencia de la acción de tutela contra providencias judiciales coinciden con
los defectos en los que la jurisprudencia reconoce que eventualmente puede incurrir
una autoridad judicial ordinaria, en desarrollo de sus funciones. En tales
casos, el funcionario judicial puede lesionar el derecho al debido proceso de
las partes, de los intervinientes y/o de los terceros interesados.
9. De esta forma, la
Corte ha edificado un sistema de posibles defectos en el proceder de los funcionarios
judiciales que afectarían los derechos de las partes en un proceso. Tales
defectos atribuibles a las decisiones judiciales son: el orgánico
(cuando el funcionario judicial que profirió la sentencia impugnada carece, de
forma absoluta, de competencia); el procedimental absoluto (cuando el
juez actuó al margen del procedimiento previsto por la ley para adelantar el
proceso judicial); el fáctico (cuando la decisión impugnada carece del
apoyo probatorio que permita aplicar la norma en que se sustenta la decisión, o
cuando se desconocen pruebas trascendentales para el sentido del fallo); el material
o sustantivo (cuando la decisión se toma con fundamento en normas
inexistentes o inconstitucionales, cuando existe una contradicción evidente y
grosera entre los fundamentos normativos y la decisión, cuando se deja de
aplicar una norma exigible en caso o cuando se otorga a la norma jurídica un
sentido que no tiene); el error inducido (cuando la autoridad judicial
fue objeto de engaños por parte de terceros, que la condujeron a adoptar una
decisión que afecta derechos fundamentales); la decisión sin motivación
(debido a que el servidor judicial incumplió su obligación de dar cuenta de los
fundamentos fácticos y jurídicos que soportan su determinación); el desconocimiento
del precedente (cuando la jurisdicción ha fijado ya determinado tema y el
funcionario judicial desconoce la subregla establecida y afecta, así, el
derecho fundamental a la igualdad); y la violación directa de la
Constitución (cuando se desconoce el principio de supremacía de la
Constitución, su carácter vinculante y su fuerza normativa)[36].
Defecto material o sustantivo[37]
10. Conforme la línea
jurisprudencial en la materia, el defecto sustantivo se le atribuye a una
decisión judicial cuando ella se edifica a partir de fundamentos de derecho
inaplicables al caso concreto. También, cuando se define sin la observancia de
los sustentos normativos correspondientes o con base en “una interpretación
que contrarí[a] los postulados mínimos de la razonabilidad jurídica”[38].
En términos generales se presenta “cuando, en ejercicio de su autonomía e
independencia, la autoridad judicial desborda con su interpretación la
Constitución o la ley”[39].
Estas hipótesis se configuran en los eventos en los cuales:
“(i) (…) la decisión impugnada se funda en una
disposición indiscutiblemente no aplicable al caso; // (ii) (…) el funcionario
realiza una ‘aplicación indebida’ de la preceptiva concerniente; // (iii) (…)
la aplicación o interpretación que se hace de la norma en el asunto concreto
desconoce sentencias con efectos erga omnes que han definido su alcance; //(iv)
(…) la interpretación de la norma se hace sin tener en cuenta otras
disposiciones aplicables al caso y que son necesarias para efectuar una
interpretación sistemática;// (v) (…) la norma aplicable al caso concreto es
desatendida y por ende inaplicada;// (vi) (…) a pesar de que la norma en
cuestión está vigente y es constitucional, no se adecua a la situación fáctica
a la cual se aplicó; porque la norma aplicada, por ejemplo, se le reconocen
efectos distintos a los expresamente señalados por el legislador.”[40]
11. El defecto
sustantivo se erige como una limitación al poder de administrar justicia y a la
autonomía e independencia judicial que, en el marco del Estado Social de
Derecho, vincula la interpretación judicial a los principios y valores
constitucionales, así como a las leyes vigentes. Su desconocimiento, en la
medida en que comprometa los derechos fundamentales, habilita la intervención
del juez constitucional para su protección. En consecuencia, si bien:
“el juez de tutela, en principio, no está
llamado a definir la forma correcta de interpretar el Derecho Penal, Civil,
Laboral, Comercial, etc. […] en aquellos eventos en los que la interpretación
dada por el juez ordinario carece de razonabilidad, y cuando se cumplen los
requisitos anteriormente mencionados, se hace procedente (…) [su] intervención
(…). En este caso, el juez de tutela tiene la carga de demostrar
fehacientemente la existencia de una vulneración del Derecho Constitucional de
los derechos fundamentales como condición previa para poder ordenar la
revocatoria de la decisión judicial impugnada”[41].
12. Con todo, cabe
anotar que como lo ha sostenido esta Corporación[42] el
defecto sustantivo implica la generación de un yerro en la aplicación del
derecho y, por su trascendencia, el desconocimiento al debido proceso de las
partes, a causa de la elección de fuentes impertinentes o de la omisión de
normas aplicables, que bien pueden surgir de las reglas jurisprudenciales que
rijan la materia.
Desconocimiento directo de la Constitución[43]
13. El defecto al
que se hace referencia es atribuible a las decisiones judiciales que desconocen
la supremacía constitucional y la jerarquía de las disposiciones de la Carta,
en los términos previstos en el artículo 4º superior. El funcionario judicial
tiene el deber de aplicarlas y de hacer efectiva la Constitución, “como
norma de normas”, en favor de la cual se dirime cualquier conflicto entre
las disposiciones normativas del orden jurídico colombiano[44].
14. Una decisión
judicial puede desconocer directamente la Constitución, cuando adopta una
decisión contraria a los postulados constitucionales, o éstos no se tienen en
cuenta al momento de definir el asunto[45].
La Corte ha precisado[46]
que procede la tutela contra providencias judiciales por violación directa de
la Constitución, cuando: (i) en la solución del caso se deja de interpretar y
aplicar una disposición legal de conformidad con el precedente constitucional[47]; (ii) se
trata de la violación evidente a un derecho fundamental de aplicación inmediata; (iii) los jueces, con sus fallos, vulneran
derechos fundamentales porque no tienen en cuenta el principio de
interpretación conforme con la Constitución[48]; y (iv) el
juez encuentra una norma incompatible con la Constitución, y no aplica las
disposiciones constitucionales con preferencia a las legales (excepción de
inconstitucionalidad)[49].
Examen de procedencia de la acción de tutela de la
referencia
Consideraciones previas sobre las providencias
objeto de debate
15. Previamente
a establecer la procedencia de la acción de tutela en este asunto, conviene
llamar la atención sobre la falta de claridad de la solicitud de amparo, en lo
que atañe a la identificación de las providencias judiciales que se estiman censurables.
La identificación de las decisiones judiciales que se consideran contrarias a
los derechos fundamentales de la demandante no es clara. Por un lado, la acción
de tutela se refiere a la providencia del 12 de noviembre de 2019 como
el eje de la controversia, pero sus cuestionamientos se dirigen también contra
los autos del 15 de septiembre y del 4 de octubre de 2017.
Además, la medida
provisional se solicitó en relación con el auto del 11 de abril de 2018,
pero se destacó que esta acción de tutela es subsidiaria y se formula como
mecanismo transitorio dado que, para controvertir la sentencia del 25 de
julio de 2017, la demandante cuenta con el recurso de revisión.
16. Así
mismo los defectos que según la accionante recaen sobre esas decisiones tampoco
son precisos. Se encuentran apenas enunciados en el escrito de tutela, sin
mayor explicación de cara a los supuestos fácticos del caso concreto o al
cuestionamiento exacto que se deriva de cada uno de ellos.
Sin embargo, en lo
que atañe a la decisión del 12 de noviembre de 2019, el apoderado de la
accionante sí manifestó que se incurrió en los defectos de: (i) la violación
directa de la Constitución, al desconocer el derecho al debido proceso de la
actora, como también el fallo de tutela del 8 de agosto de 2019; y (ii) el que
denominó “defecto sustantivo orgánico o procedimental”[50] por
desconocimiento de los artículos 122, 322, 352 y 253 del CGP. En este último
asunto, anotó como un desacierto que el Tribunal actuara bajo la premisa de que
el proceso ya hubiese concluido, cuando en su concepto, el recurso de apelación
del 31 de julio de 2017 aún no se había resuelto. Finalmente, adujo desconocimiento
del precedente, sin precisar qué decisiones no fueron tenidas en cuenta al
momento de proferir la providencia y en qué medida debieron serlo.
17. Al respecto es
importante recordar, en primer lugar, que conforme la jurisprudencia de esta
Corporación, la interpretación de la demanda de tutela debe hacerse de conformidad
con el principio iura novit curia, según el cual “corresponde al juez (…)
discernir los conflictos litigiosos y dirimirlos según el derecho vigente,
calificando autónomamente la realidad del hecho y subsumiéndolo en las normas
jurídicas que lo rigen”[51],
de modo que tiene el deber de interpretar el amparo y asumir un papel activo en
la conducción del proceso[52].
Sobre este asunto la Corte ha considerado que el carácter informal de la acción
de tutela[53],
el principio de oficiosidad[54]
que la rige, como también la naturaleza ius fundamental de los derechos
que tratan de protegerse a través de ella, acentúan ese deber[55].
La Sala Plena de esta Corporación en la Sentencia
C-483 de 2008[56]
sostuvo que, para proponer la acción de tutela, en general, basta con la “narración de los hechos que la
originan, el señalamiento del derecho que se considera amenazado o violado, sin
que sea necesario citar de manera expresa la norma constitucional infringida, y
la identificación de ser posible de la persona autora de la amenaza o agravio”.
Cuando se trata de tutelas contra providencias judiciales ello no es diferente,
sin perjuicio de la necesidad del cumplimiento de los requisitos generales para
su interposición y del mayor rigor que se exige en este tipo de solicitudes de
amparo.
En relación con este asunto, es preciso
tener en cuenta que el requisito general en cuestión es que “se
identifiquen, de manera razonable, los hechos que generaron la vulneración de
derechos fundamentales”, mas no registrar y mencionar de manera nominal y
completa aquel defecto por el que se acusa la decisión. Por ende, el adecuado
balance entre la exigencia de las mencionadas causales y la eficacia del
derecho de acceso a la justicia impide la exigencia de una técnica particular
en la acción de tutela, y sí de los elementos de juicio necesarios para
comprender cuál es la amenaza o vulneración de los derechos fundamentales
invocados. Un estándar que en el caso analizado se cumple al menos en forma
parcial, como se explicará.
18. Como consecuencia de
ello, pese a las imprecisiones registradas en el escrito de tutela, esta Sala
aplicará dicho principio y abstraerá sus manifestaciones, con el objetivo de
precisar la materia de debate que interesa a la accionante. Según los
planteamientos de la solicitud de amparo, se concentrará en el análisis sobre la
presunta falta de firmeza de la sentencia de primera instancia y la aparente imposibilidad
de la accionante para acceder, mediante apelación, a la segunda instancia.
La acción de tutela cumple
parcialmente los requisitos generales de procedencia
19. En lo que atañe a
los requisitos formales de procedencia de la acción de tutela, la Sala
encuentra en primer lugar, que se cumplen las exigencias de legitimación en
la causa por activa y por pasiva, por cuanto quien comparece como titular
de los derechos fundamentales cuya protección se invoca, es efectivamente una
de las partes en el proceso ordinario de pertenencia y de tutela posterior, que
es parte igualmente del debate sobre los autos que se alegan como contrarios a
la Carta. A su vez, la decisión del 12 de noviembre de 2019 que se controvierte
de manera preeminente por esta vía constitucional fue efectivamente proferida
por el Tribunal Superior de Ibagué y en concreto por el Magistrado Diego Omar
Pérez Salas, por lo que se cumple a su vez con la exigencia de legitimación en
la causa por pasiva. Adicionalmente, las demás providencias cuestionadas fueron
proferidas con ocasión de la decisión del 15 de septiembre de 2017 proferida
por esa autoridad judicial.
20. En lo que tiene que
ver con los requisitos generales de procedencia de la acción de tutela
contra providencias judiciales, la Sala encuentra que en este asunto la
cuestión que se debate es de relevancia constitucional, en la medida en que se discute
la presunta vulneración del derecho al debido proceso, de acceso a la
administración de justicia y a la confianza legítima de una de las partes en un
proceso ordinario, luego de haber utilizado diversos medios de defensa dentro
del proceso judicial.
21. Ahora bien, en
relación con el agotamiento de los mecanismos de defensa judicial, deben
precisarse algunos aspectos controversiales de este caso, a los que la Sala
debe hacer referencia para dar claridad sobre el tratamiento que debe recibir la
acción de tutela en esta oportunidad, conforme a los hechos presentados en la
demanda.
En primer lugar, debe destacarse que lo
que se controvierte en este caso es un auto proferido como consecuencia o en
respuesta a un recurso de queja, presentado dentro de un trámite judicial ordinario
de pertenencia, que fue avalado como procedimiento adecuado y conducente,
mediante una acción de tutela previa. En ese orden de ideas, a pesar de la
insistencia de la demandante sobre el cumplimiento de lo definido en esa tutela
anterior, lo cierto es que el debate en esta oportunidad no involucra un trámite
de una tutela contra otra solicitud de amparo, o lo dispuesto en una tutela
previa, en la medida en que no solo eso sería una opción proscrita por nuestro
ordenamiento jurídico[57],
sino en particular, porque como bien lo consideró la Corte Suprema de Justicia
en el fallo de instancia, la tutela que dio vía libre a la queja solo resolvió lo
que atañe a la pertinencia de ese mecanismo y al deber del juez de primera
instancia en el proceso ordinario de darle el trámite correspondiente, sin
involucrar para nada al Tribunal. De manera tal que no existe un
pronunciamiento judicial anterior que obligara al Tribunal a darle una
definición específica a este recurso, ni pronunciamiento previo sobre esa
instancia judicial, que impidiera la procedencia de esta tutela en este caso.
Adicionalmente, la respuesta conducente para
resolver el aparente incumplimiento a la tutela proferida por el mismo Tribunal,
ante la insistencia de la demandante de exigir el cumplimiento de esa decisión
y alegar el desconocimiento de ese fallo constitucional, tampoco sería un
incidente de desacato por las mismas razones antes expuestas. Claramente el
Tribunal no fue el sujeto pasivo de la acción de tutela inicial, que solo dio viabilidad
al recurso de queja, por lo que no existe decisión judicial que impida un
pronunciamiento de tutela en esta oportunidad.
En cuanto a la aparente existencia del recurso de
revisión para controvertir la sentencia proferida en 2017 y la necesidad de darle
curso a la tutela como mecanismo transitorio, la Sala destaca que tal recurso
está previsto para las sentencias ejecutoriadas cuando se incurre en algunas de
las causales previstas en el artículo 355 del CGP. Estas implican una revisión
de la decisión de fondo cuando, luego de emitida (i) se hallen documentos que
varíen la decisión y que el recurrente no pudo aportar en el trámite ordinario;
(ii) se encuentre que los documentos que fueron decisivos eran falsos, conforme
pronunciamiento judicial al respecto; (iii) se advierta que el sustento de la
decisión fueron declaraciones de personas que, luego, fueron condenadas por
falso testimonio; (iv) se tenga conocimiento de que la sentencia se fundó en un
dictamen de perito penalmente condenado por hechos asociados a su informe; (v)
se descubra violencia o cohecho al proferir la decisión; (vi) se advierta colusión
o maniobra fraudulenta de las partes en el proceso; (vii) haya existido indebida
representación, falta de notificación o emplazamiento; (viii) exista nulidad
originada en la sentencia, sin otro recurso para discutirla; y (ix) se aprecie
que el fallo es contrario a uno anterior que constituye cosa juzgada entre las
partes. Al respecto, cabe precisar que la demandante ha acusado a la sentencia
de incurrir en una nulidad derivada de la valoración probatoria, por lo que, en
principio, contó con el mecanismo por dos años, que fenecieron hacia octubre de
2019, sin que lo haya propuesto. Por ende, en relación con la mencionada
sentencia no se cumple el requisito de subsidiariedad, pues la acción de tutela
no puede servir para revivir oportunidades procesales.
Con todo, como la misma demandante lo resalta
en su escrito, los hechos propuestos en la tutela se concentran en la decisión
del 12 de noviembre de 2019 del Tribunal, relacionada con la procedencia del
recurso de queja por las razones previamente expuestas, de ahí que está claro
que la demandante agotó los mecanismos de defensa judiciales relacionados con
esa providencia, dentro del proceso ordinario correspondiente. Por lo que, en
principio, en relación con esta específica decisión, no existen otros
mecanismos de defensa constitucionales conducentes para controvertirla, fuera
de la acción de tutela en esta oportunidad.
22. Ahora bien, en
cuanto al cumplimiento del requisito de inmediatez, advierte la Sala que la
acción de tutela de la referencia no fue promovida en un término razonable por
la accionante para el caso de varias de las providencias presentadas en la
tutela. Una realidad que refuerza la determinación de esta Corporación de
considerar en esta evaluación constitucional, de acuerdo con los cuestionamientos
presentados en la acción de tutela y las consideraciones anteriores, tan solo
debe efectuarse sobre la decisión del 12 de noviembre de 2019, que es la que se
estima contraria al debido proceso, al derecho a la segunda instancia y de la
que se predican diversos defectos especiales.
22.1. De hecho, se
recuerda que la sentencia del 25 de julio de 2017, los autos del 15 de
septiembre y del 4 de octubre de 2017, así como aquel proferido el 11 de abril
de 2018, son providencias atacadas por la accionante, luego de uno o dos años
posteriores a su ejecutoria, a través de esta solicitud de amparo, presentada el
13 de diciembre de 2019. Al respecto, la demandante alega, por ejemplo, en
relación con la sentencia, la existencia de un perjuicio irremediable no
demostrado y la necesidad de que la tutela se confiera como mecanismo
transitorio, sin especificar las razones que le impidieron con anterioridad presentar
una acción de tutela de manera oportuna. Una situación que se hace extensiva a
las demás providencias indicadas con anterioridad, ya que en el escrito de
tutela el apoderado de la demandante no presenta razones que justifiquen la
tardanza en su formulación.
A este respecto es importante recordar
que, para esta Corporación, “permitir que la acción de tutela proceda meses
o aún años después de proferida la decisión, (…) [sacrifica] los principios de
cosa juzgada y seguridad jurídica ya que sobre todas las decisiones judiciales
se cerniría una absoluta incertidumbre que las desdibujaría como mecanismos
institucionales legítimos de resolución de conflictos”[58].
22.2 Por el contrario, en lo que atañe a
la decisión adoptada por el Tribunal Superior de Ibagué del 12 de noviembre de
2019, en la que esa sede judicial encontró improcedente el recurso de queja, la
acción de tutela fue promovida un mes después de adoptada la misma, término más
que razonable para su interposición.
22.2. En esa medida, como
se describió previamente, se concluye que el presente análisis se concentrará
en la providencia del 12 de noviembre de 2019 y se descartará todo aquello
relacionado con las demás, a causa del incumplimiento de los requisitos de
inmediatez y de agotamiento de los mecanismos de defensa judiciales descritos,
como se ha enunciado en cada caso, sobre las demás providencias reseñadas.
23. Ahora bien, según la
jurisprudencia constitucional, en los eventos en los que se proponga una irregularidad
procesal, es preciso además que quede claro[59]
cuál es su efecto en la decisión cuestionada y cómo esta lesiona los derechos
fundamentales. No basta con que se haya verificado la irregularidad, pues por
sí misma, no tiene la potencialidad de activar las facultades del juez de
tutela, que solo está facultado para intervenir en el curso de un proceso
ordinario, cuando existe una lesión de los bienes ius fundamentales. Solo
en algunos eventos excepcionales, como en aquellos en que se alega la
existencia de “pruebas ilícitas susceptibles de imputarse como crímenes de
lesa humanidad, la protección de tales derechos se genera independientemente de
la incidencia que tengan en el litigio y por ello hay lugar a la anulación del
juicio”[60].
En todos los demás asuntos, el efecto de la irregularidad procesal sobre el
proceso ordinario y sobre los derechos de la parte accionante, debe ser
verificable.
En este asunto, respecto de las
acusaciones formuladas contra el auto del 12 de noviembre de 2019, se adujo
cómo el desconocimiento de los artículos 122 y 322 del CGP lesionaron las
garantías de la accionante al negar que accediera a la doble instancia, en
contravía de lo resuelto aparentemente por el mismo Tribunal, respecto del recurso
de queja. De modo que sí se identifica la forma en que, desde la perspectiva de
la demandante, esta decisión compromete sus garantías constitucionales.
24. Por otra parte, en
relación con la necesidad de que la parte accionante manifieste con claridad el
fundamento de la afectación de sus derechos, que la haya planteado al interior
del proceso y que dé cuenta de todo ello al momento de pretender la protección
constitucional de sus derechos, la Sala encuentra que este requisito está
satisfecho solo en lo que concierne al auto del 12 de noviembre de 2019, pues
de conformidad con lo anotado en las advertencias iniciales de este apartado,
en relación con las demás providencias censuradas, no existe coherencia en los
argumentos presentados en la acción de tutela, y no es posible apreciar en
forma certera el sustento de la afectación.
25. En
esa medida, la acción de tutela supera los requisitos generales de procedencia
de la acción de tutela, solo en lo que tiene que ver con las censuras sobre la
decisión del 12 de noviembre de 2019. Sobre las demás decisiones judiciales,
esta solicitud de amparo se torna improcedente, por lo que así se declarará.
Por lo tanto, en
adelante se verificará, desde una perspectiva material, si aquella decisión
incurrió en el defecto sustantivo alegado, al haber desconocido aparentemente los
artículos 122, 322, 352 y 353 del CGP, y si además desconoció directamente la
Constitución.
La providencia
del 12 de noviembre de 2019 no incurrió en el defecto sustancial invocado
26. La demandante alegó
este defecto respecto de la decisión del 12 de noviembre de 2019, a la que acusó
de no observar los artículos 122, 322, 352 y 353 del CGP. No obstante, la Sala
encuentra que aquella providencia no desconoció ninguna de estas normas.
27. Al respecto, el artículo
122[61]
del CGP dispone que el archivo del proceso tiene lugar cuando el proceso
concluye. Para la demandante es discutible que el Tribunal Superior de Ibagué haya
asumido que el archivo del proceso era procedente, cuando a su juicio el
proceso aún tenía un recurso de apelación pendiente de decisión judicial y, en
consecuencia, no había terminado.
Sustentado de este modo el planteamiento de la
accionante, lo cierto es que la censura rebasa lo considerado en la providencia
del 12 de noviembre de 2019, que se ocupó del recurso de queja formulado contra
el auto del 17 de mayo de 2019, y no del archivo del proceso, materia dirimida
en el auto del 11 de abril de 2018, que se encuentra ejecutoriado y para el
cual, como ya se explicó, el juez de tutela no es competente para pronunciarse.
Desde este punto de vista no puede decirse que se configuró el defecto anotado
por el desconocimiento de dicha norma, pues la materia que resolvió el Tribunal
en el auto del 12 de noviembre de 2019 no se refería a ese asunto y la decisión
judicial que sí lo absolvía ya estaba en firme.
28. Ahora bien, en
relación con las previsiones generales contenidas en el artículo 322[62]
del CGP sobre el recurso de apelación, la parte demandante no identificó cuáles
de ellas fueron pretermitidas por el Tribunal accionado, al proferir la
decisión del 12 de noviembre de 2019. Con todo, la Sala advierte que la
providencia atacada no incurrió en un yerro de este tipo, en la medida en que
se enfocó en determinar si existía o no una providencia del juez de primera
instancia que negara el recurso de alzada, sin encontrarla, y no la encontró
porque la apelación presentada por la demandante en un primer momento fue
desestimada por el Tribunal, quien exigió un nuevo trámite de notificación de
la sentencia para reconducir el proceso al trámite legal vigente y subsanar una
posible nulidad, con lo que generó una nueva actuación del juez que afectó a
las partes, que requería paralelamente un nuevo pronunciamiento de ellas,
orientado a darle continuidad al proceso. Bajo ese supuesto, el proceder del
Tribunal en cuanto a la queja resulta razonable y no arbitrario, como lo
argumentó la demandante.
29. Por otra parte, en
lo relacionado con el cumplimiento de los artículos 352[63] y 353[64] del CGP
referidos específicamente al recurso de queja, la Sala encuentra que tales
preceptos fueron considerados y seguidos, incluso en forma estricta por el
Tribunal, toda vez que el auto del 12 de noviembre de 2019 encontró que en
rigor, la petición de la demandante no coincidía con la formulación de un
recurso de apelación, de modo que tampoco había un auto que denegara la
apelación, como lo planteó la peticionaria respecto del auto del 17 de mayo de
2019. En ese sentido, dado que no se había configurado una negativa a conceder
ese recurso, el Tribunal Superior de Ibagué estimó que el recurso de queja no
era procedente. Ello no contraviene lo dispuesto por el Legislador en relación
con el recurso de queja y, por el contrario, materializa sus determinaciones.
30. Adicionalmente, la
accionante plantea que la decisión se adoptó sin tener en cuenta que existe un
recurso de apelación contra la sentencia del 25 de julio de 2017 sin resolver
por parte del Tribunal Superior de Ibagué, por lo que las autoridades
judiciales accionadas se han apegado a las formalidades de la legislación
procesal civil, de tal forma que han hecho nugatorio su derecho a la doble
instancia, con fundamento en ritos procedimentales.
Al respecto basta destacar, como ya se
ha mencionado previamente, que la controversia tiene origen en la proposición
de un recurso de apelación contra la sentencia del 25 de julio de 2017, que fue
inadmitido por desaciertos en la notificación de esa providencia, atribuibles
al juez de instancia. No obstante, lo resuelto por el Tribunal Superior de
Ibagué en providencia del 15 de septiembre de 2017 fue la inadmisión del
recurso. Al respecto, la accionante se limitó a efectuar múltiples
pronunciamientos dirigidos al Juzgado Civil del Circuito de Lérida, en relación
con lo sucedido, y esa autoridad destacó estar sometido a lo definido por el
Tribunal Superior de Ibagué, del que es inferior jerárquico. Sin embargo, en
ningún momento se controvirtió la decisión de inadmisión del recurso de
apelación por parte del Tribunal o se presentó una nueva apelación ante la
nueva notificación de la sentencia original, que permitiera dar cuenta de un
recurso de apelación vigente y sin resolver, como lo alega la demandante.
Por el contrario, en desconocimiento
permanente e insistente de la inadmisión del recurso de apelación, la parte
demandante reiteró su posición en el sentido de que, en el trámite procesal, aún
hoy en día, existe un recurso de apelación contra la sentencia del 25 de julio
de 2017, que no ha sido resuelto, a pesar de la existencia de una serie de decisiones
en firme. Con fundamento en esta postura, la demandante ha destacado que la
providencia del 12 de noviembre de 2019 vulneró su derecho a la doble
instancia, al declarar improcedente la queja y al abstenerse de conceder el
recurso de apelación propuesto el 31 de julio en contra de la decisión de
fondo. La demandante ha pretendido a ultranza que se tramite un recurso sobre
el cual ya hubo un pronunciamiento judicial que (al margen de su corrección o incorrección)
quedó en firme en 2017, con la aquiescencia de las partes e intervinientes en
el asunto ordinario.
Al respecto conviene advertir que, durante
el término de ejecutoria de la sentencia del 25 de julio de 2017, que culminó
el 10 de octubre de 2017, contra la misma no se presentó recurso alguno. Sin
embargo, el 2 de octubre de 2017, el apoderado de la demandante presentó, en
forma antitécnica, no el recurso de alzada, sino una solicitud de ineficacia de
la sentencia del “15 de septiembre de 2017”, que fue negada por
improcedente. El sustento de esta última solicitud coincide con algunos
planteamientos esbozados en el recurso de apelación del 31 de julio anterior.
Ante la situación procesal descrita, el
sustento de las acusaciones contra el auto del 12 de noviembre de 2019 proferido
por el Tribunal se fractura. En ese sentido, no es cierto que haya un recurso
de apelación por definir y, menos aún, que la negativa a remitir copias al
Tribunal pueda equipararse a una decisión de no conceder el recurso de
apelación contra la sentencia que, años atrás, resolvió la controversia
ordinaria. La accionante, a través de su apoderado, pretende revivir con esa
solicitud y con esta tutela el recurso de alzada inadmitido y desconocer la
decisión del Tribunal al respecto, adoptada en el auto del 15 de septiembre de
2017, que sigue en firme. Y a la que la demandante además, no se opuso
oportunamente, mediante los canales ordinarios, extraordinarios o, en su
defecto, constitucional, que le correspondían.
31. Bajo esta perspectiva,
el auto del 12 de noviembre de 2019 no incurrió en un defecto material o
sustantivo, que permita la intervención del juez de tutela.
La providencia del 12 de
noviembre de 2019 no incurrió en defecto por desconocimiento directo de la Constitución.
32. En
el asunto que ahora se analiza, la demandante plantea como un defecto de la
decisión del Tribunal, el desconocimiento directo de la Constitución basada en
dos razones. La primera, es que la decisión del 12 de noviembre de 2019 habría
lesionado sus derechos fundamentales. La segunda, que también habría
desconocido lo formulado en el fallo de tutela del 8 de agosto de 2019, que aparentemente
ordenó darle trámite al recurso de queja formulado por la demandante contra la
decisión de negar la remisión del expediente al superior jerárquico, para que
resolviera el recurso de apelación formulado el 31 de julio de 2017, contra la
sentencia del 25 de julio de 2017.
33. Sobre
el primer aspecto esta Sala encuentra que los argumentos de la demandante
respecto de este defecto no son contundentes. No se identifican las normas
constitucionales presuntamente desconocidas por el Tribunal Superior de Ibagué
al adoptar la decisión, ni se explica en qué consistiría tal transgresión. En
ese sentido, no es posible predicar el desconocimiento directo de la Constitución
por parte de la decisión adoptada el 12 de noviembre de 2019.
Si bien se establece
que el desconocimiento está asociado a la falta de correspondencia con la
decisión de tutela del 8 de agosto de 2019, lo cierto es que ello, por sí
mismo, no implica el desconocimiento del texto constitucional. Al respecto
conviene destacar que la Constitución y la jurisprudencia ocupan dos lugares
distintos en la estructura de fuentes del derecho[65]. En esa
medida, el desconocimiento de una decisión judicial no conlleva automáticamente
al abandono del texto superior, y tampoco genera su falta de reconocimiento
como norma de normas.
34. Respecto del
segundo, es necesario hacer varias precisiones de cara a la información obrante
en el expediente ordinario. Conviene recordar, una vez más, que el único
recurso de apelación formulado contra la sentencia del 25 de julio de 2017 fue
inadmitido por parte del Tribunal el 15 de septiembre de 2017.
Así, el recurso no está pendiente de
definición; pero a lo largo del proceso ordinario, la demandante se ha negado a
reconocer lo que el Tribunal resolvió en relación con él y ha defendido por
diferentes vías, la postura de que esa decisión no iba dirigida a ella, como
parte, sino al juez, y que por ese motivo no le afecta. Una posición que como
ya se explicó no es conducente, en la medida en que se trató de una determinación
que vinculaba necesariamente a todas las partes del proceso y especialmente a
la demandante, pues declaró improcedente precisamente el recurso de apelación.
Por ende, la decisión del 12 de
noviembre de 2019 no cercena el derecho a la doble instancia, sino que ratifica
lo definido en el proceso de pertenencia, al no identificar un recurso de
apelación pendiente de definición.
35. Adicionalmente, cabe
destacar que la decisión del juez de instancia al definir la procedencia del
recurso de queja no pugna con el fallo del 8 de agosto de 2019, como lo planteó
la accionante. En aquella sentencia, el Tribunal Superior de Ibagué encontró lesionados
los derechos de la actora en la medida en que el juzgado de conocimiento había
negado el recurso de queja. Según su postura, esta era una oportunidad procesal
con la que contaba la demandante, para que el superior jerárquico examinara la
determinación de la primera instancia. Bajo esa óptica, aseguró esa posibilidad
en el marco del proceso y dispuso que se tramitara la queja. No precisó si la
misma era o no procedente. Por el contrario, la orden iba dirigida a permitir que
el superior funcional definiera lo pertinente.
Al hacerlo, el Tribunal Superior de
Ibagué advirtió que en este asunto no existía una negativa a conceder el
recurso de apelación promovido el 31 de julio de 2017, sino una determinación
desfavorable a una petición de remisión del expediente al superior jerárquico
para definir un asunto, que ya había sido decidido. Por ende, los
cuestionamientos que apuntan a la falta de congruencia entre la decisión de
tutela y de instancia, no tienen ningún fundamento cierto y plantean una
controversia apenas aparente sobre el asunto.
36. De este modo es
posible concluir que la decisión del 12 de noviembre de 2019 no incurrió en los
defectos sustantivo, ni de violación directa de la Constitución, por lo que se
impone negar el amparo, respecto de ella. Únicamente en este aspecto puntual se
confirmará la decisión de instancia, pero por las razones expuestas en esta
providencia.
Conclusiones y órdenes por proferir
37. En
esta oportunidad la Sala estudió la solicitud de amparo promovida contra el
Tribunal Superior de Ibagué. Analizó los fundamentos de la acción de tutela y
concluyó que los reparos de la demandante se enfocaban en cinco decisiones, la
sentencia del 25 de julio de 2017, los autos del 15 de septiembre y 4 de
octubre de 2017, así como del 11 de abril de 2018 y el del 12 de noviembre de
2019. Encontró que para resolver aquello que concierne a los cuatro primeros,
esta acción de tutela no cumple el requisito de inmediatez, al haberse
promovido en un término que no es razonable ni se justificó por el apoderado de
la demandante; la accionante no promovió todos los recursos con los que contaba
al interior del proceso; y no explicó en forma clara en qué consistía la
vulneración alegada en relación con ellos.
Al advertirlo así, la Sala concentró el
análisis en la providencia del 12 de noviembre de 2019, respecto
de la cual encontró que: (i) se cumplen todos los requisitos generales de
procedencia; (ii) no se configuró un defecto sustantivo, (iii) ni un desconocimiento
directo de la Constitución. Por el contrario, destacó que la decisión adoptada
en esta providencia es razonable y responde al curso del proceso. En esa
medida, como quiera que no se configuró ninguno de los defectos alegados ni se
lesionaron los derechos reivindicados, encontró que el amparo debe negarse. Por
ende, confirmará parcialmente la decisión de instancia.
III. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta
de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución Política,
RESUELVE
PRIMERO. CONFIRMAR
PARCIALMENTE el fallo proferido el 22 de
enero de 2020 por la Corte Suprema de Justicia. En consecuencia, (i) NEGAR
la protección constitucional reclamada, en relación con la providencia del 12
de noviembre de 2019, por las razones consignadas en esta providencia; y (ii) DECLARAR
IMPROCEDENTE la acción de tutela interpuesta por María Consuelo Londoño de
Silva, en lo que respecta a las demás providencias cuestionadas (fundamento
jurídico 2), conforme lo expuesto en esta decisión.
SEGUNDO. Por Secretaría General, LÍBRESE la comunicación a que se
refiere el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese,
comuníquese y cúmplase,
GLORIA
STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
JOSÉ
FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
CRISTINA
PARDO SCHLESINGER
Magistrada
MARTHA
VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria
General
[1] Efectuada
el 9 de marzo de 2020.
[2] Expediente
2013-00058. Pertenencia. María Consuelo Londoño de Silva contra personas
indeterminadas. Cuaderno 1. Folio 429.
[3] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 432.
[4] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 438. Auto del 14 de octubre
de 2017.
[5] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 515.
[6] Se
trata del mismo apoderado que actuó, tanto el proceso de pertenencia, como de
tutela promovido previamente.
[7] En la acción de tutela no se precisó cuál es el
contenido de esa decisión, ni se sustentó esa petición. Sin embargo, como se apreciará al relatar los hallazgos
de esta Sala en sede de revisión, es la que resuelve mantener la providencia
que ordenó el archivo del expediente ordinario de pertenencia y sancionar al
apoderado de la demandante, hoy apoderado de la accionante.
[8] Se trata de un testigo presentado por la contraparte de la accionante
en el proceso de pertenencia, con fundamento en el cual se precisaron los
linderos en disputa. Sin embargo, en las decisiones del juez de tutela de
instancia esa persona no fue referida, como se alega en el escrito que solicitó
la revisión del asunto.
[9] Expediente 2013-00058. Pertenencia. María Consuelo
Londoño de Silva contra personas indeterminadas. Cuaderno 1. Folio 419.
[10] Ibidem Cuaderno 1. Folio 432.
[11] El
contenido de esta decisión es el siguiente: (i) OBJETO DEL PRONUNCIAMIENTO “Decidir
sobre la admisión del recurso de apelación propuesto por la parte demandante
mediante apoderado judicial contra la sentencia del 25 de Julio de 2017”;
(ii) ANTECEDENTES Y CONSIDERACIONES “Estando en vigor el Código General del
Proceso —que comenzó a regir plenamente y de manera completa desde el 1 de
enero de 2016- el Juzgado Civil del Circuito de Lérida Tolima, profirió la
sentencia atacada el 25 de Julio de 2017, y, omitiendo aplicar las nuevas
normas procesales contenidas en el citado Código General del Proceso, se
notificó la sentencia bajo el sistema del Código de Procedimiento Civil, es
decir, mediante edicto que se fijó el 31 de Julio de 2017 y por tanto, dejó de
notificarse la sentencia mediante anotación en estado, lo que ha debido ocurrir
el día 26 de Julio de 2017. (…) Ordenadas así las cosas, se inadmitirá el
recurso para que el juzgado de conocimiento observe a cabalidad las normas
procesales vigentes al tiempo de la expedición de la sentencia, de tal suerte
que, notifique legalmente la sentencia proferida, para respetar el debido
proceso, y de paso se exhorta al juzgado de primer grado para que cumpla en
debida forma con la normativa del Código General del Proceso. En virtud de
lo expuesto, el Magistrado sustanciador de la Sala Civil — Familia del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Ibagué, // RESUELVE 1. INADMITIR EL RECURSO
DE APELACIÓN propuesto por el apoderado de la parte demandante, contra la
sentencia del 25 de Julio de 2017, dictada por el Juzgado Civil del Circuito de
Lérida Tolima, en este proceso ordinario de pertenencia, en comunión con lo
argumentado. // 2. Devuélvase el proceso al Juzgado de origen, para lo
pertinente. NOTIFÍQUESE”.
[12] Ibídem Cuaderno 3. Folio 6.
[13] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 440.
[14] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 452.
[15] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 453.
[16] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 461.
[17] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 462.
[18] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 477.
[19] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 480.
[20] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 488.
[21] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 492.
[22] Ibídem. Folio 514.
[23] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 515.
[24] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 517.
[25] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 523. El contenido de la
decisión es el siguiente: “Quien fungiera como apoderado judicial de la
demandante, solicita que se envíe el proceso al Honorable Tribunal Superior de
Ibagué Sala Civil Familia, para que se adelante el recurso de apelación que
formuló el treinta y uno de julio de 2017 (fis.432 a 434), contra la sentencia
proferida el veinticinco del mismo mes y año (fls.419 a 430), el cual se
concedió el catorce de agosto siguiente (f1.438), y fue inadmitido porque la
sentencia debía ser notificada por estado, lo cual se ordenó mediante auto de
octubre cuatro (f1.452), sin que se volviera a proponer (f1.465). // (…) dijo
el Honorable Tribunal: ‘7. Según la reseña histórico procesal (…) el juez a-quo
en el auto de cuatro de octubre de 2017, profirió dos órdenes disímiles, de un
lado, dispuso notificar por estado la sentencia que dio fin a la primera
instancia; y del otro, rechazó de plano el pedido de "ineficacia de la
sentencia" (…). Decisión que (…) recurrió el afectado, censura que en
principio interrumpía su ejecutoria, conforme el inciso 4 del artículo 118 del
CGP, empero, a partir de los reparos concretos de la impugnación interpuesta
contra el auto de cuatro de octubre, es verdad que el reproche se limitó a la
"reposición y en subsidio el de apelación, contra el auto de fecha octubre
cuatro (4) de dos mil diecisiete (2017), (…) y ninguna recriminación ofreció el
inconforme frente a la resolutiva de enterar por estado la sentencia, luego
inexorablemente corrió el término de ejecutoria de éste. // 8. Dicho de otra
manera, al no recurrirse la intimación de la sentencia por estado, dispensada
en el auto de 4 de octubre, consintió tal acto omisivo que el término de ley
que corría a partir de tal proveído, a saber; el de ejecutoria del fallo,
iniciara una vez fue insertada la decisión en el estado correspondiente y continuara
pese al recurso de reposición, puesto que, se insiste, el recurso recayó
exclusivamente sobre la decisión que "negó el trámite (…) [de la] nulidad
de pleno desecho del artículo 29 de le Constitución Política", manteniendo
incólume el enteramiento de la sentencia. // 9. En este caso, la unidad
material de ambas decisiones, en tanto están contenidas en la misma providencia
(auto de 4/1072017), no supone de manera alguna la unidad jurídica, corno lo
comprende el quejoso, pues una y otra decisión son totalmente independientes
amén de la orden que cada una contenía, y los actos procesales que resolvía.
Así las cosas, en firme y ejecutoriada la sentencia de primera instancia, es
ésta la providencia que condujo a su fin al proceso, y no el auto traído en
queja." (f1.7 fte. y vto.). Así las cosas, la petición expuesta resulta a
todas luces improcedente, por lo que se desestimará. En consecuencia, el
Juzgado resuelve negar el trámite solicitado para el recurso de apelación
aludido.”
[26] Ibídem. Cuaderno 1. Folio 529.
[27] Esta
decisión refiere lo siguiente: OBJETO A DECIDIR: “decídase la acción de
tutela interpuesta por María Consuelo Londoño de Silva contra el Juzgado Civil
del Circuito de Lérida”. Luego de referir los antecedentes del caso y de
fijar su competencia, en las CONSIDERACIONES el Tribunal Superior de Ibagué
encontró que en el asunto se verifican todos los requisitos generales de
procedencia. Adicionalmente, sobre el fondo del asunto, destacó que “la
solicitud de amparo debe prosperar toda vez que la autoridad judicial
cuestionada efectivamente incurrió en un proceder generador de quebranto en las
garantías constitucionales invocadas por el libelista, empero no por lo
consignado dentro del proveído del 17 de mayo de 2019, sino en lo atinente al
auto del 12 de junio hogaño como pasa a verse. // En efecto, el Juzgado Civil
del Circuito de Lérida mediante proveído del 17 de mayo de 2019 decidió ‘negar
el trámite solicitado para el recurso de apelación aludido’, es decir, el
presentado contra la sentencia del 25 de julio de 2017, decisión que fue
cuestionada por la aquí quejosa a través de los recursos de reposición y de
queja, primero de los remedios procesales que fue despachado en forma negativa
y absteniéndose de dar trámite al segundo (…) mediante auto del 12 de junio de
los corrientes, determinación que a voces de lo establecido en los artículos
353 y 353 del Código General del Proceso no resulta acertado, por cuanto dicha
normativa tiene como finalidad que el superior funcional a través de la
observancia de las normas procesales correspondientes revise la legalidad y
acierto de la negativa de dar trámite a la alzada, sin que pueda sesgarse tal
oportunidad procesal a las artes como lo tuvo la autoridad judicial accionada
(…) Debiendo en tal sentido restarle efectos a la decisión adoptada por el
Juzgado Civil del Circuito de Lérida (…) a fin de que se imparta el trámite
establecido en el artículo 353 del Estatuto Adjetivo Civil para que sea su
superior funcional quien defina la procedencia o no de la alzada propuesta
contra la sentencia del 25 de julio de 2017. (…) Así las cosas, esta
Corporación amparará el derecho constitucional deprecado (…) debiendo dejarse
sin efectos la decisión adoptada por el Juzgado Civil del Circuito de Lérida
(…) a fin de que imparta el trámite correspondiente al recurso de queja”.
[28] Expediente 2019-00208. Acción de Tutela de María
Consuelo Londoño de Silva contra Juzgado Civil del Circuito de Lérida. Cuaderno
1. Folio 78 vto.
[29] Expediente 2013-00058. Pertenencia. María Consuelo
Londoño de Silva contra personas indeterminadas. Cuaderno 1. Folio 537.
[30] Ibídem. Cuaderno 4. Folio 6vto.
[31] Este
apartado se fundamenta en las consideraciones hechas en las Sentencias SU-461
de 2020 y SU-355 de 2020 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[32] Corte Constitucional, ver sentencias SU-391 de 2016, M.P Alejandro Linares
Cantillo; SU-297 de 2015,
M.P Luis Guillermo Guerrero Pérez y SU-198
de 2013, M.P Luis Ernesto Vargas Silva.
[33] Este
apartado se fundamenta en las consideraciones hechas en la Sentencia SU-461 de
2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[34] Sentencia SU-241 de 2015. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[35] Este
apartado se fundamenta en las consideraciones hechas en la Sentencia SU-461 de
2020. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[36] Sentencia
SU-172 de 2015. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[37] Este apartado
se fundamenta en las consideraciones hechas en la Sentencia SU-461 de 2020.
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[38] Sentencias SU-195 de 2012 (M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio) y T-073 de 2015 (M.P. Mauricio González Cuervo).
[39] Sentencia
T-065 de 2015. M.P. María Victoria Calle Correa, referida en la sentencia
SU-631 de 2017 y posteriormente en la T-078 de 2019 (M.P. Antonio José Lizarazo
Ocampo).
[40] Sentencia SU-515 de 2013 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio, como también las sentencias
T-073 de 2015 (M.P. Mauricio González
Cuervo), T-065 de 2015 (M.P. María Victoria Calle Correa) y T-154 de 2019 (M.P.
Gloria Stella Ortiz Delgado).
[41] Sentencia T-065 de 2015. M.P. María Victoria Calle
Correa. En el mismo sentido se pronunció la Sala Plena de esta Corporación en
la Sentencia SU-918 de 2013. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[42] Sentencia
SU-298 de 2015. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[43] Este apartado se fundamenta en las consideraciones
hechas en la Sentencia T-338 de 2018. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[44] SU-918 de
2013, M. P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[45]Sentencia T-704 de 2012, M. P. Luis Ernesto Vargas
Silva. También ver sentencias T-310 de 2009, M.
P. Mauricio González Cuervo y T-555 de 2009 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[46] Sentencia
SU-168 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[47] Caso en el cual también se incurriría en la causal por
desconocimiento del precedente. Al respecto ver, entre muchas otras, las
sentencias T-292 de 2006, M. P. Manuel José
Cepeda Espinosa, SU-047 de 1999 y C-104 de 1993, en ambas M. P. Alejandro
Martínez Caballero.
[48] Sentencia T-704 de 2012, M. P. Luis Ernesto Vargas
Silva. También ver, las sentencia T-199 de 2005,
M. P. Marco Gerardo Monroy Cabra; T-590 de 2009, M. P. Luis Ernesto Vargas
Silva y T-809 de 2010, M. P. Juan Carlos Henao Pérez.
[49] Ver entre otras, las sentencias T-522 de 2001, Manuel José Cepeda Espinosa y T-685 de 2005, M. P. Clara Inés Vargas Hernández.
[50] Cuaderno
1. Folio 14.
[51] Sentencia T-577 de 2017. M.P. Diana Fajardo
Rivera.
[52] Sentencia
T-313 de 2018. M.P. Carlos Bernal Pulido
[53] Sentencia C-483 de 2008. M.P. Rodrigo Escobar Gil. “De acuerdo con el principio de
informalidad, la acción de tutela no se encuentra sujeta a formulas
sacramentales ni a requisitos especiales, que puedan desnaturalizar el sentido
material de protección que la propia Constitución quiere brindar a los derechos
fundamentales de las personas por conducto de los jueces.”
[54] Sentencia C-483 de 2008. M.P. Rodrigo Escobar Gil. “El principio de oficiosidad, el
cual se encuentra íntimamente relacionado con el principio de informalidad, se
traduce en el papel activo que debe asumir el juez de tutela en la conducción
del proceso, no sólo en lo que tiene que ver con la interpretación de la
solicitud de amparo, sino también, en la búsqueda de los elementos que le
permitan comprender a cabalidad cuál es la situación que se somete a su
conocimiento, para con ello tomar una decisión de fondo que consulte la
justicia, que abarque íntegramente la problemática planteada, y de esta forma
provea una solución efectiva y adecuada, de tal manera que se protejan de
manera inmediata los derechos fundamentales cuyo amparo se solicita si hay
lugar a ello.”
[55] Sentencia
T-034 de 1994. M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
[56] M.P. Rodrigo Escobar Gil.
[57] Sentencias SU-1219 de 2001 (M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa) y SU-627 de 2015 (M.P. Mauricio González Cuervo).
[58] Sentencia
SU-116 de 2018. M.P. José Fernando Reyes Cuartas.
[59] Ídem.
[60] Ídem.
[61] “Artículo
122. Formación y archivo de los expedientes. De cada proceso en curso se
formará un expediente, en el que se insertará la demanda, su contestación, y
los demás documentos que le correspondan. En él se tomará nota de los datos que
identifiquen las grabaciones en que se registren las audiencias y diligencias.
// En aquellos juzgados en los que se encuentre implementado el Plan de
Justicia Digital, el expediente estará conformado íntegramente por mensajes de
datos. // Los memoriales o demás documentos que sean remitidos como mensaje de
datos, por correo electrónico o medios tecnológicos similares, serán
incorporados al expediente cuando hayan sido enviados a la cuenta del juzgado
desde una dirección electrónica inscrita por el sujeto procesal respectivo. //
Cuando el proceso conste en un expediente físico, los mencionados documentos se
incorporarán a este de forma impresa, con la anotación del secretario acerca de
la fecha y hora en la que fue recibido en la cuenta de correo del despacho, y
la información de la cuenta desde la cual fue enviado el mensaje de datos. El
despacho deberá conservar el mensaje recibido en su cuenta de correo, por lo
menos, hasta la siguiente oportunidad en que el juez ejerza el control de
legalidad, salvo que, por la naturaleza de la información enviada, la parte
requiera la incorporación del documento en otro soporte que permita la
conservación del mensaje en el mismo formato en que fue generado. Las expensas
generadas por las impresiones harán parte de la liquidación de costas. // El
expediente de cada proceso concluido se archivará conforme a la reglamentación
que para tales efectos establezca el Consejo Superior de la Judicatura,
debiendo en todo caso informar al juzgado de conocimiento el sitio del archivo.
La oficina de archivo ordenará la expedición de las copias requeridas y efectuará
los desgloses del caso.”
[62] “Artículo
322. Oportunidad y Requisitos. El recurso de apelación se propondrá
de acuerdo con las siguientes reglas: // 1. El recurso de apelación contra
cualquier providencia que se emita en el curso de una audiencia o diligencia
deberá interponerse en forma verbal inmediatamente después de pronunciada. El
juez resolverá sobre la procedencia de todas las apelaciones al finalizar la
audiencia inicial o la de instrucción y juzgamiento, según corresponda, así no
hayan sido sustentados los recursos. // La apelación contra la providencia que
se dicte fuera de audiencia deberá interponerse ante el juez que la dictó, en
el acto de su notificación personal o por escrito dentro de los tres (3) días
siguientes a su notificación por estado. // 2. La apelación contra autos podrá
interponerse directamente o en subsidio de la reposición. Cuando se acceda a la
reposición interpuesta por una de las partes, la otra podrá apelar del nuevo
auto si fuere susceptible de este recurso. // Proferida una providencia
complementaria o que niegue la adición solicitada, dentro del término de
ejecutoria de esta también se podrá apelar de la principal. La apelación contra
una providencia comprende la de aquella que resolvió sobre la complementación.
// Si antes de resolverse sobre la adición o aclaración de una providencia se
hubiere interpuesto apelación contra esta, en el auto que decida aquella se
resolverá sobre la concesión de dicha apelación. // 3. En el caso de la
apelación de autos, el apelante deberá sustentar el recurso ante el juez que
dictó la providencia, dentro de los tres (3) días siguientes a su notificación,
o a la del auto que niega la reposición. Sin embargo, cuando la decisión
apelada haya sido pronunciada en una audiencia o diligencia, el recurso podrá
sustentarse al momento de su interposición. Resuelta la reposición y concedida
la apelación, el apelante, si lo considera necesario, podrá agregar nuevos
argumentos a su impugnación, dentro del plazo señalado en este numeral.//
Cuando se apele una sentencia, el apelante, al momento de interponer el recurso
en la audiencia, si hubiere sido proferida en ella, o dentro de los tres (3)
días siguientes a su finalización o a la notificación de la que hubiere sido
dictada por fuera de audiencia, deberá precisar, de manera breve, los reparos
concretos que le hace a la decisión, sobre los cuales versará la sustentación
que hará ante el superior. // Para la sustentación del recurso será suficiente
que el recurrente exprese las razones de su inconformidad con la providencia
apelada. // i el apelante de un auto no sustenta el recurso en debida forma y
de manera oportuna, el juez de primera instancia lo declarará desierto. La
misma decisión adoptará cuando no se precisen los reparos a la sentencia
apelada, en la forma prevista en este numeral. El juez de segunda instancia
declarara desierto el recurso de apelación contra una sentencia que no hubiere
sido sustentado. // PARÁGRAFO. La parte que no apeló podrá adherir al recurso
interpuesto por otra de las partes, en lo que la providencia apelada le fuere
desfavorable. El escrito de adhesión podrá presentarse ante el juez que lo
profirió mientras el expediente se encuentre en su despacho, o ante el superior
hasta el vencimiento del término de ejecutoria del auto que admite apelación de
la sentencia. El escrito de adhesión deberá sujetarse a lo previsto en el
numeral 3 de este artículo. // La adhesión quedará sin efecto si se produce el
desistimiento del apelante principal.”
[63] “Artículo
352. Procedencia. Cuando el juez de primera instancia deniegue el recurso
de apelación, el recurrente podrá interponer el de queja para que el superior
lo conceda si fuere procedente. El mismo recurso procede cuando se deniegue el
de casación.”
[64] “Artículo
353. Interposición y Trámite. El recurso de queja deberá
interponerse en subsidio del de reposición contra el auto que denegó la
apelación o la casación, salvo cuando este sea consecuencia de la reposición
interpuesta por la parte contraria, caso en el cual deberá interponerse directamente
dentro de la ejecutoria. // Denegada la reposición, o interpuesta la queja,
según el caso, el juez ordenará la reproducción de las piezas procesales
necesarias, para lo cual se procederá en la forma prevista para el trámite de
la apelación. Expedidas las copias se remitirán al superior, quien podrá
ordenar al inferior que remita copias de otras piezas del expediente. // El
escrito se mantendrá en la secretaría por tres (3) días a disposición de la
otra parte para que manifieste lo que estime oportuno, y surtido el traslado se
decidirá el recurso. // Si el superior estima indebida la denegación de la
apelación o de la casación, la admitirá y comunicará su decisión al inferior,
con indicación del efecto en que corresponda en el primer caso.”
[65] SCHIELE, Carolina. La jurisprudencia como fuente del
derecho: El papel de la jurisprudencia. Ars Boni et Aequi, 2017, no 4. |
5 | T-020-21
Sentencia T-020/21
Referencia: Expedientes (i) T-7.899.839, (ii) T-7.909.170 y (iii) T-7.915.431.
Acciones de tutela promovidas por (i) Hernán Darío Martínez
Arbeláez contra Golden Cute S.A.S.; (ii) Carmen Alicia Rodríguez Berrío contra
Holding Inmobiliaria; y (iii) Ezequiel Ruiz Balbin contra Nilton Alexis
Arroyave Restrepo.
Procedencia: (i) Juzgado Primero Penal Municipal de Itagüí,
(ii) Juzgado
Séptimo Civil Municipal de Santa Marta y (iii) Juzgado Promiscuo de Familia de
Santa Rosa de Osos.
Asunto: Procedencia
de la tutela para garantizar la estabilidad laboral reforzada y el pago de
incapacidades.
Magistrada
Sustanciadora:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO.
Bogotá,
D.C., veintisiete (27) de enero de dos mil veintiuno (2021).
La Sala Sexta de Revisión de la
Corte Constitucional, integrada por el Magistrado José Fernando Reyes Cuartas y
las Magistradas Cristina Pardo Schlesinger y Gloria Stella Ortiz Delgado, quien
la preside, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, profiere
la siguiente
SENTENCIA
En el trámite de revisión de
los fallos emitidos: (i) el 14 de febrero de 2020, en única instancia, por el Juzgado Primero Penal
Municipal de Itagüí; (ii) el 27 de enero de 2020, en única instancia, por el Juzgado Séptimo Civil Municipal de
Santa Marta; y, (iii) el 9 de marzo de 2020, en segunda instancia, por el
Juzgado Promiscuo de Familia de Santa Rosa de Osos. Estas providencias
declararon improcedentes las acciones de tutela formuladas por Hernán Darío Martínez Arbeláez,
Carmen Alicia Rodríguez Berrío y Ezequiel Ruiz Balbin, respectivamente.
El asunto llegó a la Corte Constitucional en
cumplimiento de lo dispuesto en los artículos 31 y 32 del Decreto 2591 de 1991,
por remisión que efectuaron las mencionadas autoridades
judiciales. El 29 de septiembre de 2020, la Sala de Selección de Tutelas
Número Cuatro de esta Corporación escogió los casos para su revisión y dispuso
acumularlos por presentar unidad de materia.
I. ANTECEDENTES
1. Expediente T-7.899.839
El 5 de febrero de 2020, el señor Hernán Darío Martínez
Arbeláez formuló acción de tutela en contra de Golden Cute S.A.S. El propósito
del amparo es solicitarle al juez que ordene el reintegro laboral y el pago de
la indemnización equivalente a 180 días de salario.
A. Hechos y pretensiones
1. El actor tiene 61 años[1]. Manifestó que desde 2014 trabajó
para la accionada como auxiliar y bodeguero. Expresó que tuvo varias vinculaciones
laborales con Golden Cute S.A.S. El último contrato fue celebrado el 23 de enero
de 2018. En esa ocasión, las partes pactaron una duración de 3 meses y la remuneración
equivalente al salario mínimo. Aquél fue prorrogado en 3 oportunidades. La
última se acordó el 1 de enero de 2019 con una duración de un año.
2. En septiembre de 2018, fue diagnosticado con fascitis
plantar, espolón calcáneo y desviación de la columna vertebral. No obstante, afirmó
que esas patologías no impidieron el desarrollo de sus funciones[2]. Agregó que
estuvo incapacitado entre el 19 de septiembre de 2018 y el 24 de febrero de
2019 (132 días). Luego, asistió a terapias y los médicos le prescribieron algunas
recomendaciones laborales. Indicó que esta situación fue conocida por su
empleador[3].
3. Afirmó que, por solicitud de la empresa, se realizó un
examen médico antes de salir a “vacaciones”. Expuso que el 31 de
diciembre de 2019, la profesional a cargo conceptuó que tenía restricciones de
movimiento y padecía patologías con riesgo osteomuscular[4].
4. Precisó que, antes de que terminaran sus “vacaciones”,
su jefe inmediato le comunicó que: “(…) no me puede volver a llamar
que con mi estado de salud no se pueden responsabilizar de mí (…)”[5]. Según el peticionario,
la empresa no le informó que su contrato “finalizaría”. Textualmente,
señaló: “(…) yo estaba seguro que estaba en vacaciones, nunca me
entregaron carta de terminación de contrato ni carta de certificado laboral”[6].
5. En esta línea, reprochó que la accionada hubiese
terminado el vínculo pese a que “(…) gozaba de estabilidad laboral
reforzada”. Además, alegó que la sociedad no solicitó autorización ante el
Ministerio del Trabajo, lo cual desconoce el artículo 26 de la Ley 361 de 1997
y la Sentencia SU-049 de 2017[7].
6. Indicó que no cuenta con ningún ingreso económico ni con
apoyo familiar. En esa medida, depende totalmente de su salario, con el cual
pagaba el arriendo de su vivienda y cubría otros gastos. Refirió que tampoco
cumple con las semanas requeridas para acceder a una pensión y, dado que tiene
61 años, difícilmente podrá conseguir otro empleo[8].
7. Por lo anterior, el señor Martínez Arbeláez invocó la
protección de los derechos al mínimo vital, a la seguridad social, a la salud,
a la estabilidad laboral reforzada y a la igualdad. En consecuencia, solicitó
al juez de tutela: (i) declarar la ineficacia del despido; (ii) ordenar a la demandada
reintegrarlo inmediatamente; y (iii) pagar la indemnización equivalente a 180
días de salario.
B. Actuaciones en sede de tutela
Mediante Auto del 5 de febrero de 2020[9],
el Juzgado Primero Penal Municipal de Itagüí (Antioquia) admitió la tutela y ofició a
Golden Cute S.A.S para que ejerciera su derecho a la defensa. En la misma
providencia, vinculó como terceros con interés a SURA ARL y a COOMEVA EPS.
Intervención de Seguros de Vida Suramericana S.A.
En escrito del 11 de febrero de 2020[10], el
representante legal de SURA solicitó la desvinculación de la entidad. Expuso
que no está pendiente la prestación de algún servicio a cargo de la compañía,
porque el actor no ha sufrido un accidente de trabajo y tampoco padece una
enfermedad de origen laboral. En esta línea, dado que sus padecimientos son de
origen común, las prestaciones asistenciales y económicas que requiera deben
ser canalizadas a través de la EPS o del fondo de pensiones. Con base en lo
anterior, concluyó que no vulneró los derechos fundamentales invocados por el
demandante.
Intervención de Golden Cute S.A.S
El 11 de febrero de 2020[11], la
representante legal de la empresa de calzado se opuso a la prosperidad de la
tutela. Resaltó que la terminación del vínculo se produjo por el vencimiento
del plazo pactado y no por el estado de salud del accionante. De hecho, el
último contrato fue suscrito en enero de 2018 y se prorrogó en varias
oportunidades. El 1 de enero de 2019 las partes lo extendieron un año, por lo
cual, el 26 de noviembre siguiente, la empresa notificó al trabajador que no habría
otra prórroga. Además, el administrador le manifestó que los gerentes no
autorizaron nuevas contrataciones debido a la reducción en la planta de
personal derivada de la baja en las ventas.
Por consiguiente, refirió que no
es cierto que estuviera en período de vacaciones, pues el 31 de diciembre de
2019 se liquidaron sus prestaciones y se realizó el examen médico de retiro. En
este punto, destacó que el profesional de la salud no conceptuó sobre ninguna
restricción de movilidad. De otra parte, señaló que el peticionario padece las enfermedades
señaladas en la tutela. Además, estuvo incapacitado durante 132 días y la
empresa acató las recomendaciones dictadas por la EPS al momento del reintegro.
No obstante, indicó que desconoce si le fue realizada alguna cirugía o si
continúa en terapias físicas.
Finalmente, explicó que el accionante
no aportó ninguna incapacidad al momento de la terminación del vínculo, lo cual
evidencia que sus enfermedades no impidieron el desarrollo de sus labores. Advirtió
que tal situación fue admitida por el actor. De igual forma, insistió en que no
probó que estuviera en algún tratamiento ni que su capacidad laboral se hubiese
reducido para cuando finalizó el contrato. En consecuencia, no se hallaba en
circunstancia de debilidad manifiesta y no era obligatorio obtener la
autorización del Ministerio del Trabajo.
C. Decisión objeto de revisión
En sentencia del 14 de febrero de 2020[12], el Juzgado Primero Penal
Municipal de Itagüí declaró improcedente la acción de tutela. Consideró que no
satisfizo el requisito de subsidiariedad porque, dada la naturaleza económica
de las pretensiones, la jurisdicción ordinaria es el escenario idóneo para
reclamarlas. Por
otro lado, ese despacho no advirtió afectación a los derechos fundamentales del
actor que habilitara la intervención del juez constitucional porque el contrato
a término fijo finaliza cuando vence el plazo pactado y, en esa medida, el
empleador no está obligado a renovarlo. Además, refirió que el peticionario no estaba
incapacitado al momento del despido y la historia clínica no evidencia que las
patologías impidieran el desempeño de sus funciones. Esta situación fue
reconocida en la tutela. En virtud de lo expuesto, concluyó que no había un
nexo entre la terminación del vínculo y el estado de salud del trabajador.
D. Actuaciones en sede de revisión
Decreto oficioso de pruebas
Mediante Auto del 18 de noviembre de 2020,
la Magistrada Sustanciadora decretó
de oficio la práctica de pruebas con el fin de recopilar elementos de juicio adicionales relacionados con:
(i) las condiciones económicas de los peticionarios; (ii) su estado de salud actual; (iii) los términos de sus contratos de
trabajo; y, (iv) los motivos de terminación de la relación laboral. A tal efecto, ofició a Hernán Darío Martínez Arbeláez, a Golden Cute S.A.S, a COOMEVA
EPS, a Carmen Alicia Rodríguez Berrío, a Holding Inmobiliaria, a Salud Total
EPS, a COLPENSIONES, a Positiva ARL, a la Junta Regional de Calificación de
Invalidez del Magdalena, a la Junta Nacional de Calificación de Invalidez, a la
Superintendencia Nacional de Salud, a Ezequiel Ruiz Balbin y a Nilton Alexis
Arroyave Restrepo.
En este momento se hará referencia solamente al expediente
T-7.899.839, por cuanto lo establecido en los otros expedientes se resumirá al
ver cada caso.
Primera intervención de Golden Cute S.A.S.
En escrito del 25 de noviembre de 2020, la
representante legal de la sociedad manifestó que con el señor Hernán Darío Martínez Arbeláez celebraron cuatro contratos. A continuación, la Sala relacionará la
información correspondiente a cada vinculación, con base en los documentos
aportados[13]:
Período
Término inicial
Prórrogas
Remuneración
Liquidación
1
21/1/15 – 31/12/15
3 meses
Abril, julio y octubre
SMLMV
30/12/15
2
2/2/16 – 16/1/17
3 meses
Mayo, agosto y noviembre
SMLMV
17/1/16
3
8/2/17 – 31/12/17
3 meses
Mayo, agosto y noviembre
SMLMV
28/12/17
4
23/1/18 – 31/12/19
3 meses
Sin fechas
SMLMV
30/12/19
En cuanto al último período, reiteró que
el 26 de noviembre de 2019, “(…) atendiendo a lo dispuesto en la
normatividad vigente en la materia, la empresa le notificó al trabajador su
intención de no prorrogar el contrato. Una vez llegado el plazo pactado para el
vencimiento, la empresa procedió con la liquidación definitiva de prestaciones
sociales (…)”. Por otra parte, señaló que la sociedad se enteró de
la condición del actor el 24 de octubre de 2018, dado que estuvo incapacitado
continuamente entre esa fecha y el 24 de febrero de 2019. Además, en septiembre
de ese último año le otorgaron tres días de incapacidad. Cabe resaltar que la
empresa remitió a la Corte los certificados correspondientes a cada período. Agregó que las recomendaciones dictadas
por COOMEVA EPS fueron debidamente acatadas. En efecto, analizó el puesto de
trabajo del actor[14],
redujo su carga laboral y propició espacios para hacerle seguimiento a su
estado de salud. Incluso, el empleado participó en capacitaciones sobre
medicina preventiva impartidas por la ARL.
Insistió en que la baja en las ventas
obligó a la compañía a reducir su planta de personal, a cesar su operación
comercial y a iniciar el trámite de disolución y posterior liquidación. Al
respecto, señaló lo siguiente:
“(…) la empresa terminó el 31 de diciembre de 2018 con 29
empleados y finalizó el año 2019 con 18 (…) Para el mes de enero de 2020
contábamos ya con 15 empleados, en febrero contábamos con 5 (…) en abril
ya sólo contábamos con 2 y en mayo quedamos con una sola persona en estado de
gestación, a la cual, por la condición en que se encontraba, se le realizó una
sustitución patronal y ya hace parte de otra razón social”.
De esta manera, concluyó que la relación
laboral finalizó por virtud del vencimiento del plazo pactado y no por la
situación de salud del peticionario. Resaltó que, cuando terminó el vínculo, el
empleado no estaba en un tratamiento médico, ni incapacitado, ni había iniciado
el proceso de calificación de pérdida de capacidad laboral. De hecho, en la
tutela admitió que ejecutaba sus labores sin dificultad. En esa medida, no se
encontraba en circunstancia de debilidad manifiesta y su desvinculación no
requería autorización del Ministerio del Trabajo.
Adjuntó una carta firmada por el
administrador del punto de venta en la que consta que el actor se desempeñó
como bodeguero. Esa labor consistía en “(…) recibir las cajas con
mercancía, etiquetar calzado, embodegar el calzado y en ocasiones apoyar en el
salón de ventas (…)”. Adicionalmente, el empleador expuso que no le
exigían “trabajos pesados” y que, en atención a las recomendaciones
laborales, modificaron sus actividades para que realizara pausas activas y
etiquetara calzado sentado. Además, no volvió a ejecutar ninguna función que
requiriera esfuerzo físico –como levantar cajas o subir o bajar escaleras–, y
aquellas que ya no podía desempeñar fueron reasignadas a otros colaboradores.
De otra parte, aportó dos certificaciones
de noviembre de 2020 suscritas por la revisora fiscal[15]. La primera
indica que “(…) actualmente la empresa se encuentra sin ejecutar
operaciones comerciales, toda vez que estamos iniciando el proceso de
disolución y posterior liquidación (…)”. La segunda relaciona la
siguiente información sobre las ventas de los últimos tres años, a partir de
los libros de contabilidad:
Periodo gravable
Valor en pesos
2018
$ 2.581.324.196
2019
$ 1.280.970.527
2020
$ 48.663.128
Respuesta
del señor Hernán Darío
Martínez Arbeláez
En
oficio del 1 de diciembre de 2020, el accionante informó que, debido a su edad
y a su estado de salud, no le ha sido posible conseguir otro empleo. Manifestó
que recibe ayuda económica de sus hermanas y de su madre, quien tiene 91 años.
Resaltó que se trata de un auxilio variable dado que ellas “tienen sus
obligaciones”. Además, expuso que sus gastos mensuales ascienden a $800.000
–que corresponden a arriendo, servicios públicos, alimentación y transporte–, y
se han acumulado en razón a la falta de ingresos. En cuanto a su estado de
salud, indicó que, además de los padecimientos referidos en la tutela, se
encuentra en recuperación de COVID-19.
Sobre la
relación laboral con Golden Cute S.A.S., refirió que desempeñó el cargo de
auxiliar y bodeguero y que sus funciones consistieron en recibir, etiquetar y
almacenar la mercancía, así como atender el área de mensajería y ventas. Agregó
que los contratos “(…) siempre fueron a término fijo renovable cada
año. La remuneración era el salario mínimo legal vigente (…)”. De
otra parte, indicó que informó oportunamente su condición médica a su
empleador, quien acogió las recomendaciones de COOMEVA EPS cuando terminó el
período de incapacidad.
Finalmente,
insistió en que, al momento de la terminación del vínculo, asistía a terapias y
tenía pendiente una cita con el área de medicina del dolor. Destacó que
comunicó lo anterior a su empleador y que el examen de egreso evidenció sus
condiciones de salud. Reiteró que no le informaron que su contrato no sería
renovado, pues el 31 de diciembre de 2019 fue liquidado “como los años
anteriores”. Expuso que cuando preguntó acerca de la fecha de ingreso, le
manifestaron que su contrato había sido “cancelado” por su condición de
salud.
Requerimiento
y nuevo decreto oficioso de pruebas
Mediante Auto del 7 de
diciembre de 2020, la Magistrada
Sustanciadora requirió a COOMEVA EPS para que cumpliera con el numeral tercero del Auto del 18 de
noviembre del mismo año[16].
También, solicitó a Golden Cute S.A.S. rendir un
informe sobre los siguientes aspectos: (i) la baja en las ventas aducida por la
representante legal; (ii) la reducción en la planta de personal de la sociedad;
y (iii) la sustitución patronal y el trámite de disolución y liquidación
referido por la revisora fiscal. Finalmente, ofició a SAVIA SALUD EPS para que
remitiera la historia clínica del señor Hernán Darío Martínez Arbeláez[17].
Primera intervención de COOMEVA EPS
En escrito del 15 de diciembre de 2020, la
apoderada judicial de la entidad informó que el accionante se retiró de la EPS
el 29 de febrero del mismo año. Agregó que, en 2019, fue atendido en 25
oportunidades. Se resaltan: (i) dos por los diagnósticos de espolón calcáneo y
fascitis plantar; (ii) dos por medicina laboral; (iii) tres por fisiatría; y
(iv) 10 por terapia física. Como soporte, allegó las siguientes capturas de
pantalla de las órdenes generadas:
Fecha
Servicio
22/04/19
Consulta con especialista en medicina
física y rehabilitación
Fisioterapia
3/09/19
Radiografía de columna dorsolumbar
23/10/19
Consulta con especialista en medicina
del dolor y cuidados paliativos
5/12/19
Terapia física integral
De igual forma, expuso que: “(…)
la última consulta que se realizó en la EPS fue por dorsalgia donde remitieron
nuevamente a fisioterapia, no refiere nada de su [d]iagnóstico anterior
a fascitis plantar, igual en enero del presente año consult[ó] también
por gastritis y no por la fascitis plantar, la última consulta en la EPS por
este [d]iagnóstico fue el 10/09/2019 revisión posterior a las
fisioterapias”. Finalmente, señaló que la historia clínica no está bajo
custodia de la entidad que representa, dado que ello corresponde a las
instituciones prestadoras de salud.
Respuesta de SAVIA SALUD EPS
En oficio del 15 de diciembre de 2020, el
apoderado judicial de la entidad indicó que el pasado 30 de julio inició la afiliación efectiva del señor Hernán Darío Martínez Arbeláez. Asimismo,
aportó su historia clínica con las siguientes consultas:
Fecha
Síntomas
Diagnóstico
25/08/20
Malestar general
Gastritis y dolor abdominal
31/08/20
Malestar general
Hipotiroidismo
27/10/20
Mareo y náuseas
Malestar y fatiga. Se ordena prueba PCR
COVID-19.
Segunda
intervención de Golden Cute S.A.S.
En
escrito del 16 de diciembre de 2020, la representante legal manifestó que no
fue posible reubicar al accionante en otro cargo, dado que carecía de
conocimientos en informática. En consecuencia, aquel continuó en el área de
bodega y sus funciones fueron modificadas a fin de atender las recomendaciones
médicas. Asimismo, señaló que la sociedad no tiene ningún empleado en la
actualidad. En efecto, adjuntó las liquidaciones de ocho contratos y las
planillas de aportes al Sistema de Seguridad Social efectuados entre diciembre
de 2019 y julio de 2020. En la siguiente tabla, la Sala relaciona la
información correspondiente a dichos períodos:
Fecha
Afiliados
3/12/2019
19
7/1/2020
18
4/2/2020
17
3/3/2020
7
2/4/2020
3
6/5/2020
3
3/6/2020
3
6/7/2020
2
Agregó
que la operación comercial de Golden Cute S.A.S. finalizó el 31 de enero de
2020, por lo cual, no desarrolla su objeto social en este momento. De igual
manera, ese mes cerró el establecimiento de comercio ubicado en Bello y los
cuatro restantes fueron vendidos en diferentes momentos a otras sociedades
comerciales. A continuación, la Sala expone la información correspondiente a
cada operación, a partir de los certificados de matrícula mercantil y los
contratos de compraventa aportados:
Fecha
Establecimiento
Sociedad adquirente
10/1/19
Calzado Bucaramanga No. 2 Itagüí
Distrizapatos S.A.S.
22/1/19
Calzado Bucaramanga No. 1 Itagüí
Distrizapatos S.A.S.
13/6/19
Calzado Bucaramanga Yopal
Comercializar S.A.S.
27/1/20
Calzado Bucaramanga Manizales Centro
Distrizac S.A.S.
De igual
manera, precisó que el señor Martínez Arbeláez trabajó en el establecimiento
Calzado Bucaramanga No. 2 Itagüí. Por consiguiente, al terminar su período de
incapacidad en febrero de 2019, Golden Cute S.A.S. y Distrizapatos S.A.S.
acordaron verbalmente que el contrato laboral se ejecutaría sin solución de
continuidad. De otra parte, explicó que operó la sustitución patronal respecto
de dos trabajadoras y que esta alternativa no se contempló para el tutelante
debido a que no era titular de estabilidad laboral reforzada. Al respecto,
reiteró que para diciembre de 2019 “(…) no se encontraba
incapacitado, no estaba bajo ningún tratamiento médico o de rehabilitación
conocido por el empleador, tampoco se encontraba en proceso alguno de pérdida
de capacidad laboral (…)”. Finalmente, indicó que el trámite de
disolución y liquidación se retrasó a causa de la pandemia generada por el
COVID-19, por lo cual, están “a la espera de que se reúnan los socios”
para suscribir el acta respectiva.
Segunda intervención de COOMEVA
El 15 de enero de 2021, la EPS remitió la
historia clínica del peticionario. En dicho documento, se observan las
siguientes consultas durante el segundo semestre de 2019:
Fecha
Diagnóstico
10 de julio
Fascitis
10 de septiembre
Fascitis
3 de diciembre
Lumbago
La Sala
resalta que, en la segunda consulta, el profesional de la salud sólo prescribió
manejo por medicina del dolor.
2. Expediente T-7.909.170
El 13 de enero de 2020, la señora Carmen Alicia Rodríguez
Berrío formuló acción de tutela contra Holding Inmobiliaria. El propósito del
amparo es que el juez ordene a la empresa su reintegro, el pago de los salarios
y prestaciones adeudadas y la indemnización de que trata el inciso 2º del
artículo 26 de la Ley 361 de 1997. Asimismo, que la demandada adelante las
gestiones necesarias para que Positiva ARL califique su pérdida de capacidad
laboral y para que Salud Total EPS le reconozca las incapacidades causadas entre
marzo y noviembre de 2019.
A. Hechos y pretensiones
1. La peticionaria tiene 63 años[18]. El 1 de
octubre de 2012 empezó a trabajar para la demandada como asistente de cafetería
y aseo en la finca San Joaquín, ubicada en Pueblo Viejo (Magdalena). En
concreto, debía preparar alimentos para los empleados y limpiar el inmueble[19].
2. Resaltó que, para realizar dichas labores, permanecía de
pie por largos periodos, efectuaba arcos de movimiento y levantaba peso. También,
se desplazaba en moto desde su residencia, lo que implicaba recorrer durante 45
minutos una carretera sin pavimentar. Agregó que las vibraciones y los movimientos
provocaron adormecimiento de la pierna derecha y dolores en la cadera[20].
3. Indicó que el 11 de diciembre de 2017, ingresó al
servicio de urgencias de Palma Salud IPS. En esa oportunidad, una radiografía
evidenció alteraciones en la zona lumbar y fue incapacitada por varios días. El
26 de abril de 2018, un especialista en neurocirugía le diagnosticó
lumbociatalgia con hipoestesia en región distal con irradiación a pierna
derecha. Adicionalmente, ordenó la realización de una resonancia magnética y
prescribió algunas recomendaciones laborales. Por ejemplo, evitar levantar peso
mayor o igual a 10 kilos, estar de pie prolongadamente, exponerse a vibración
axial (motos, galopeo) y caminatas “forzosas”. A pesar de lo anterior, refirió
que su empleador no la reubicó ni modificó sus condiciones de trabajo[21].
4. Precisó que el 21 de mayo de 2018, la resonancia
magnética arrojó el diagnóstico espondiloartrosis –discopatía lumbar–. Luego,
el 27 de junio de ese año, el médico tratante ordenó terapias físicas y una
serie de procedimientos para atender la patología. Además, dictó
recomendaciones laborales y le otorgó incapacidad por 30 días. No obstante, la
peticionaria advirtió que esta prestación no fue reconocida por la EPS, debido
a la falta de gestión de su empleador[22].
5. Por lo anterior, la accionante presentó una queja ante
la Superintendencia Nacional de Salud con el fin de que la EPS le pagara las
incapacidades y agendara las citas médicas con prontitud[23]. De igual
forma, el 29 de agosto de 2018, presentó una petición con el mismo objeto ante
la empresa. Además, le solicitó que se pronunciara sobre las recomendaciones
laborales. Debido a la falta de respuesta, remitió otra petición a la demandada[24].
6. El 26 de octubre de 2018, el médico tratante ordenó una
intervención quirúrgica y la incapacitó por 30 días. El 14 de diciembre del
mismo año, la EPS Salud Total emitió concepto favorable de recuperación y
calificó su enfermedad como de origen común. Este concepto fue remitido a Holding
Inmobiliaria y a la accionante[25].
7. El 18 de junio de 2019, la accionante presentó otra
petición ante Holding Inmobiliaria con el fin de que respondiera las anteriores
y expidiera copia de su historia laboral. En escrito del 22 de agosto
siguiente, la demandada le informó que su contrato vencía el 30 de septiembre y
que no sería prorrogado[26].
En este punto, la peticionaria resaltó que el despido se efectuó sin que le
pagaran las incapacidades causadas entre marzo y noviembre de 2019 y sin previa
autorización del Ministerio del Trabajo, entidad ante la cual presentó una querella.
Además, estaba incapacitada para ese momento[27].
8. Indicó que en septiembre del mismo año, un especialista
en medicina física y rehabilitación estimó que su pronóstico de recuperación
era desfavorable, por lo que debía continuar el tratamiento paliativo[28]. Por su
parte, el 4 de octubre de 2019 la EPS calificó en primera oportunidad el origen
de las patologías. En concreto, señaló que este era laboral y remitió el
dictamen a Positiva[29].
Ese mismo mes, la peticionaria quedó inactiva en el Sistema de Seguridad Social.
Por esta razón, manifestó que Salud Total se negó a atenderla y a “autorizarle”
las últimas cuatro incapacidades. Además, se encuentra pendiente la
calificación de la pérdida de capacidad laboral (PCL) por parte de la ARL[30].
9. Por lo anterior, la peticionaria invocó la protección de
sus derechos fundamentales de petición, a la estabilidad laboral reforzada, a
la seguridad social, al mínimo vital, a la vida digna, al trabajo, a la
igualdad, al debido proceso y a la salud. En consecuencia, solicitó al juez de
tutela ordenar a Holding Inmobiliaria (i) reintegrarla sin solución de
continuidad; (ii) pagarle salarios, aportes y prestaciones pendientes, y la
indemnización prevista en el inciso 2º del artículo 26 de la Ley 361 de 1997; (iii)
gestionar la calificación de la PCL ante Positiva ARL; y, (iv) el pago de las
incapacidades causadas entre marzo y noviembre de 2019[31].
B. Actuaciones en sede de tutela
Mediante Auto del 14 de enero de 2020[32],
el Juzgado Séptimo Civil Municipal de Santa Marta (Magdalena) admitió la tutela y ofició a
Holding Inmobiliaria para que ejerciera su derecho a la defensa. En la misma
providencia, vinculó como terceros con interés a la finca San Joaquín, a Palma
Salud IPS, a Salud Total EPS, a Positiva ARL, a COLPENSIONES, a la Superintendencia
Nacional de Salud y a la Clínica La Milagrosa. Luego, mediante Auto del 21 de
enero del mismo año, vinculó a la Junta Nacional de Calificación de Invalidez y
a la Junta Regional del Magdalena[33].
Intervención de COLPENSIONES
En escrito del 15 de enero de 2020[34],
la jefe de la Dirección de Acciones Constitucionales solicitó declarar la
improcedencia de la tutela. Resaltó que sus funciones se circunscriben a la
administración del Régimen de Prima Media con Prestación Definida, por lo cual,
no es competente para resolver la situación laboral de la demandante. Por otro
lado, señaló que la accionante no ha presentado ninguna petición ante la
entidad.
Intervención de Positiva ARL
En oficio del 17 de enero de 2020[35], la
representante legal de la ARL solicitó declarar improcedente la tutela por falta de
legitimación por pasiva. Al respecto, destacó que la controversia gira en torno
a la relación laboral entre la peticionaria y Holding Inmobiliaria y al pago de
las prestaciones derivadas de dicho vínculo[36]. En esa medida, precisó que la entidad
no está llamada a responder por las actuaciones del empleador, toda vez que su
responsabilidad se limita al aseguramiento del riesgo y al pago de las
cotizaciones.
De otra parte, señaló que no es posible realizar la
calificación de la PCL debido a que está en desacuerdo con el “diagnóstico
calificado por la EPS como laboral”[37]. En esa medida, las Juntas de Calificación
de Invalidez deben zanjar la controversia relativa al origen de la patología. Por
último, indicó que Salud Total ha brindado a la peticionaria una atención
integral. Además, corresponde a esa entidad el pago de incapacidades, dado el
origen común de la enfermedad. Como soporte de lo anterior, adjuntó la comunicación
en la que manifiesta su desacuerdo ante la EPS y el comprobante de pago de los
honorarios de la Junta Regional del Magdalena[38].
Intervención de la Clínica La Milagrosa S.A.
En escrito del 17 de enero de 2020[39], el
Director Médico de la institución solicitó declarar la improcedencia de la tutela.
Explicó que la clínica no tiene facultades relacionadas con las pretensiones de
la peticionaria, pues sus funciones consisten en brindar servicios médicos y de
urgencias. En este sentido, resaltó que le ha brindado a la accionante una
atención integral.
Intervención de la Superintendencia Nacional de Salud
En oficio del 20 de enero de 2020[40], un asesor
del despacho del Superintendente solicitó la desvinculación de la entidad. Sostuvo
que carece de legitimación en la causa por pasiva, porque la afectación de los
derechos invocados no se deriva de una acción u omisión relacionada con las funciones
de inspección, vigilancia y control que adelanta esa autoridad.
Intervención de Salud Total EPS
En escrito del 20 de enero de 2020[41], la
entidad solicitó declarar
la improcedencia
de la tutela por la falta de legitimación por pasiva. En concreto, manifestó
que las pretensiones giran en torno a la relación laboral entre la peticionaria
y la empresa, asunto en el que no tiene injerencia. Además, no advirtió una
inconformidad sobre la prestación de servicios de salud. De otra parte, informó
que el estado de afiliación de la señora Rodríguez Berrío es suspendido.
Finalmente, señaló que su expediente sería remitido en los próximos días a la
Junta Regional del Magdalena.
Intervención de la Junta Nacional de Calificación de
Invalidez
En oficio del 23 de enero de 2020[42], la Junta
solicitó la desvinculación del trámite de tutela, por cuanto las pretensiones
se dirigen exclusivamente hacia Holding Inmobiliaria. De igual forma, advirtió
que no existe ninguna actuación pendiente relativa a la calificación de la PCL
de la accionante.
C. Decisión objeto de revisión
En sentencia del 27 de enero de 2020[43], el Juzgado Séptimo Civil
Municipal de Santa Marta declaró improcedente la acción de tutela. Consideró
que la terminación del contrato obedeció al vencimiento del plazo pactado en
los términos del artículo 62 del Código Sustantivo del Trabajo. En esa medida, no
advirtió afectación de los derechos invocados, porque el despido fue ajeno al estado
de salud de la accionante. De otra parte, destacó que la jurisdicción ordinaria
es el escenario idóneo para valorar si la terminación del vínculo fue injusta.
También, para reclamar las acreencias derivadas del mismo.
D. Actuaciones en sede de revisión
Respuesta de Positiva ARL
En escrito del 24 de noviembre
de 2020[44],
la entidad informó que el desacuerdo sobre el origen del diagnóstico de la
tutelante fue dirimido en primera instancia por la Junta Regional de
Calificación de Invalidez del Magdalena. En efecto, el pasado 15 de abril dicha
autoridad conceptuó sobre el origen laboral de los padecimientos. Con
posterioridad, Positiva presentó apelación contra el referido dictamen, la cual
se encuentra pendiente de resolución. De esta manera, la ARL insistió en que no
es posible calificar la PCL de la peticionaria. Como soporte, remitió el
concepto de la Junta Regional que indica lo siguiente:
“Análisis y conclusiones:
Usuaria quien desempeñaba el cargo de servicios generales, con historia de
lumbalgia de un año de evolución en tratamiento quirúrgico el 12 de febrero de
2019. Refiere que labor[ó] en Holding inmobiliaria durante 7 años,
inició realizando la comida a 93 trabajadores, a los tres años pasó a la parte
administrativa donde hacía el aseo (…) y la comida a 8 trabajadores (…)
Diagnóstico Trastorno de disco lumbar y otros, con radiculopatía (…)
Origen Enfermedad laboral”[45].
Finalmente, refirió que
desconoce las pretensiones de la tutela, en tanto no fue notificada en el
trámite de instancia.
Respuesta de la
Superintendencia Nacional de Salud
En oficio del 25 de noviembre
de 2020[46],
un asesor del despacho del Superintendente informó que, entre agosto de 2018 y
noviembre de 2019, la señora Rodríguez Berrío presentó 18 peticiones ante la
entidad. Explicó que estas fueron remitidas a Salud Total y a COOSALUD y que
las mencionadas EPS dieron respuesta a la accionante.
Respuesta de la Junta Regional
de Calificación de Invalidez del Magdalena
En escrito del 25 de noviembre
de 2020[47],
el Director Administrativo y Financiero de la junta indicó que, el pasado 15 de
abril, la entidad confirmó el origen laboral del diagnóstico. En el término
legal, Positiva ARL presentó los recursos de reposición y apelación. Agregó que
remitió el asunto a la Junta Nacional, en razón a que el 13 de noviembre decidió
no reponer el dictamen.
Respuesta de la apoderada de la
tutelante
El 26 de noviembre de 2020[48], reiteró
que su representada celebró un contrato laboral con Holding Inmobiliaria en
octubre de 2012. Aquél fue renovado anualmente. Agregó que se pactó una
remuneración de un salario mínimo, monto con el cual proveía alimentos a su
esposo de 60 años y quien padece de una enfermedad en la columna. Actualmente,
sus familiares les brindan ayuda económica para cubrir los gastos del hogar,
los cuales ascienden a $842.000 mensuales. Con ese dinero, también costea la
atención médica particular que requiere para controlar sus crisis de dolor ya
que su salud se ha deteriorado debido a la falta de tratamiento especializado.
Insistió en que el vínculo
terminó sin aval de la autoridad laboral y sin que la demandada pagara la
liquidación y la indemnización a su representada. De igual forma, señaló que la
controversia sobre el origen del diagnóstico le ha impedido iniciar el trámite
de calificación de PCL. En cuanto a las incapacidades, expuso que Salud Total
EPS asumió su pago hasta el día 180, pues, a partir de ese momento, le
corresponde al fondo de pensiones[49].
Por su parte, refirió que, a finales de 2019, COLPENSIONES reconoció aquéllas
causadas entre el 22 de febrero y el 22 de julio de ese año, dado que las
posteriores deben ser reconocidas por Positiva ARL, en atención al origen
laboral de la enfermedad.
En esa medida, se encuentran
pendientes de pago las incapacidades comprendidas entre el 23 de julio y el 20
de octubre de 2019. Además, la EPS se negó a transcribir aquellas causadas
entre el 21 de octubre y el 19 de noviembre, en razón a que la señora Rodríguez
Berrío estaba desvinculada del Sistema de Seguridad Social. Finalmente, adujo
que la Superintendencia de Salud se limitó a trasladar a las entidades
concernidas las quejas radicadas por su representada.
Respuesta de COLPENSIONES
En escrito del 27 de noviembre
de 2020[50],
la entidad informó que, en un primer momento, Salud Total emitió concepto
favorable de rehabilitación en relación con la enfermedad de origen común
padecida por la peticionaria. Por consiguiente, el fondo de pensiones estudió
el reconocimiento de incapacidades posteriores al 10 de febrero de 2019 (día
180). Luego, en atención a los soportes allegados por la interesada, le pagó
120 días por este concepto:
Inicio
Fin
Fecha oficio
Días
Valor
24 de marzo
22 de abril
6/11/2019
30
$828.116
24 de abril
23 de mayo
6/11/2019
30
$828.116
24 de mayo
22 de junio
6/11/2019
30
$828.116
23 de junio
22 de julio
6/11/2019
30
$828.116
En este punto, COLPENSIONES
resaltó que, en caso de que la Junta Nacional confirme el origen laboral del
diagnóstico, solicitará a la ARL el reembolso de los valores pagados, con
fundamento en el parágrafo 3º del artículo 34 del Decreto 1352 de 2013. De otra
parte, expuso que la EPS calificó el origen profesional de la enfermedad en una
primera oportunidad y el 19 de noviembre de 2019 notificó a la entidad. En
consecuencia, según el parágrafo 3º del artículo 5º de la Ley 1562 de 2012 y el
parágrafo 2º del artículo 1º de la Ley 776 de 2002, la ARL debe asumir las
incapacidades radicadas con posterioridad a ese momento.
Intervención de la señora
Carmen Alicia Rodríguez Berrío[51]
El 27 de noviembre de 2020, la
peticionaria remitió escrito dirigido al Ministerio del Trabajo en el que
solicita instar a Positiva ARL a pagar con prontitud los honorarios de la Junta
Nacional de Calificación de Invalidez. Esto, con el fin de que resuelva el
recurso de apelación contra la decisión de la Regional. De igual manera,
remitió otro escrito dirigido a la Corte en el que pide que se tengan en cuenta
los conceptos médicos anexos a la tutela que evidencian que carece de
pronóstico de recuperación. Finalmente, destacó que tiene 62 años, no está
afiliada al Sistema de Seguridad Social y su condición de salud es grave.
Intervención de Positiva ARL
En respuesta a lo solicitado
por la señora Rodríguez Berrío, el 4 de diciembre de 2020[52] la entidad
manifestó que pagó los honorarios de la Junta Nacional el día anterior.
Respuesta de la Junta Nacional
de Calificación de Invalidez
En escrito del 7 de diciembre
de 2020[53],
uno de los abogados de la Junta informó que “(…) una vez revisada la
base de datos y los expedientes en trámite en las salas de decisión, no se
encuentra caso calificado ni pendiente por calificación de la señora Carmen
Alicia Rodríguez Rodríguez”.
Respuesta de Salud Total EPS
En oficio del 9 de diciembre de
2020[54],
la gerente de la sucursal de Santa Marta señaló que el estado de afiliación de
la señora Rodríguez Berrío es “suspendido”. Agregó que la EPS cumplió
con sus obligaciones legales al reconocerle 180 días continuos de incapacidad.
Por lo tanto, desde el día 181 le corresponde asumir el pago de la prestación
al fondo de pensiones. En la siguiente tabla[55], la Sala sintetiza la información
suministrada por la EPS:
Inicio
Fin
Días
Acumulados
Valor
25 de diciembre de 2018
23 de enero de 2019
30
162
$817.179
24 de enero[56]
21 de febrero
29
191
$496.870
22 de febrero
23 de marzo
30
221
0
24 de marzo
22 de abril
30
251
0
24 de abril
23 de mayo
30
281
0
24 de mayo
22 de junio
30
311
0
23 de junio
22 de julio
30
341
0
23 de julio
21 de agosto
30
371
0
22 de agosto
20 de septiembre
30
401
0
3. Expediente T-7.915.431[57]
El 29 de enero de 2020, el señor Ezequiel Ruiz Balbin
formuló acción de tutela contra Nilton Alexis Arroyave Restrepo. El propósito
del amparo es que el juez ordene al demandado el reintegro, la afiliación al
Sistema de Seguridad Social, y el pago de los salarios y prestaciones adeudados
y de la indemnización de que trata el inciso 2º del artículo 26 de la Ley 361
de 1997.
A. Hechos y pretensiones[58]
1. El actor tiene 56 años[59]. Manifestó que el 15 de julio de
2019 celebró un contrato verbal con Nilton Alexis Arroyave Restrepo. Su objeto era
el desarrollo de labores agropecuarias (ordeñar) en la finca La Germania y la
remuneración pactada ascendía a $1.000.000 de pesos. Además, su empleador le
proporcionó una vivienda en la finca, la cual habitaba con su compañera
permanente y hacía parte del salario en especie[60].
2. Resaltó que empezó a trabajar en óptimas condiciones de
salud. El 18 de noviembre de 2019, acudió al Hospital San Juan de Dios por
sensación de parestesia en miembro superior e inferior derecho. En esa
oportunidad, le diagnosticaron embolia y trombosis de arterias y ordenaron la
realización de una ecografía y de una tomografía. Además, estuvo incapacitado desde
ese día hasta el 8 de febrero de 2020.
3. Expuso que su empleador omitió pagar los aportes al Sistema
de Salud. Por tal razón, no pudo acceder a los servicios prescritos. Tampoco le
reconocieron los valores correspondientes a los días de incapacidad. Con todo, lo
afilió a COOMEVA durante un mes, a partir del 21 de noviembre de 2019.
4. Agregó que sus patologías le dificultan mantener y
cambiar la posición del cuerpo, levantar y mover objetos, preparar comidas y
realizar las actividades del hogar. Incluso, usa un bastón para caminar. En esa
medida, expresó que goza de estabilidad laboral reforzada, porque sus
padecimientos le impiden desempeñar sus funciones en cierto grado.
5. Precisó que el 20 de enero de 2020 se encontraba
incapacitado y tenía citas y exámenes pendientes. Manifestó que ese día, pese a
conocer su estado de salud, el empleador terminó el contrato unilateralmente,
sin justa causa y sin autorización del Ministerio del Trabajo. También, le
pidió que desalojara la vivienda.
6. Como consecuencia del despido y de la falta de
afiliación al Sistema de Salud, indicó que no pudo continuar con el tratamiento
de sus patologías. Asimismo, refirió que es probable que no pueda acceder a los
medicamentos para la hipertensión.
7. Adujo que el empleador contrató a otra persona y que su
salario era la única fuente de ingresos de su núcleo familiar, conformado por su
hija menor de edad y por su compañera permanente, quien tiene 54 años. Expresó
que no ha podido encontrar trabajo, pues el oficio que desempeña le exige hacer
fuerza y movimientos repetitivos y permanecer en posturas incómodas. Finalmente,
adicionó que también padece de hipoacusia neurosensorial, rinofaringitis e
insuficiencia venosa.
8. Por lo anterior, el actor invocó la protección de sus
derechos a la estabilidad laboral reforzada, al trabajo, al mínimo vital, a la
vida digna y a la salud. En consecuencia, solicitó al juez ordenar al demandado
(i) reintegrarlo a un puesto de trabajo similar, de igual remuneración y con
observancia de las recomendaciones médicas; (ii) pagarle las incapacidades, los
salarios y las prestaciones causados desde el despido, así como la
indemnización prevista en el inciso 2º del artículo 26 de la Ley 361 de 1997;
(iii) suministrarle vivienda como lo hacía con anterioridad; y, (iv) afiliarlo
al Sistema de Seguridad Social y realizar los aportes correspondientes.
B. Actuaciones en sede de tutela
Mediante Auto del 29 de enero de 2020[61],
el Juzgado Promiscuo Municipal de Santa Rosa de Osos (Antioquia) admitió la
tutela y ofició al señor Nilton Alexis Arroyave Restrepo para que ejerciera su
derecho a la defensa.
Intervención de Nilton Alexis Arroyave
Restrepo
En escrito del 31 de enero de 2020[62],
el demandado se
opuso a la prosperidad de la tutela. Manifestó que es ganadero y que el
accionante trabajó para él desde el 15 de julio de 2019. De igual forma, señaló
que no contrató a otra persona para ocupar su cargo, pues el vínculo terminó porque
vendió el ganado que atendía el demandante para pagar sus deudas. En esa
medida, indicó que no estaba obligado a solicitar autorización ante el
Ministerio del Trabajo, pues ello no es exigible “cuando un empleador
termina con su empresa”[63].
Finalmente, admitió que, para noviembre de 2019, no lo había afiliado al
Sistema de Seguridad Social. Refirió que no le ha pagado las prestaciones
sociales pendientes porque “se niega”[64] a recibir el dinero.
C. Decisiones objeto de revisión
Fallo de tutela de primera instancia
En sentencia del 11 de febrero de 2020[65],
el Juzgado
Promiscuo Municipal de Santa Rosa de Osos declaró improcedente la acción de
tutela. Consideró que no satisfizo el requisito de subsidiariedad, porque la
jurisdicción ordinaria es el escenario adecuado para debatir si procede el
reintegro. Asimismo, refirió que no cumple el requisito de inmediatez, pues el
peticionario toleró la conducta de su empleador. De hecho, en noviembre de 2019
puso en conocimiento del Inspector de Trabajo el impago de las cotizaciones y
dicho funcionario le sugirió que iniciara un proceso laboral, lo cual no ha
hecho hasta el momento.
Por otro lado, explicó que no estaban acreditados los
presupuestos para que operara la estabilidad laboral reforzada en los términos
de la Sentencia SU-049 de 2017. Esto, en razón a que el empleador desvirtuó que
hubiese terminado el vínculo por razón del estado de salud del trabajador, pues
ello obedeció a la venta del ganado. De igual forma, resaltó que el diagnóstico
no le impide desempeñar sus labores, pues ha adelantado todas las gestiones
ante el juzgado por sí mismo. Ello evidencia que no tiene dificultades para
desplazarse, como se indica en la tutela. Además, según la historia clínica, las
patologías han mejorado con la medicación ordenada.
En relación con el derecho a la salud, el despacho señaló
que, pese a que el peticionario está desvinculado del sistema, ha recibido toda
la atención requerida. Incluso, podría afiliarse a una EPS del régimen
subsidiado, si no cuenta con capacidad de pago. De otra parte, no advirtió una afectación
a su mínimo vital, pues su compañera permanente trabaja y puede asumir los
gastos del núcleo familiar[66].
Asimismo, se infiere que tiene capacidad económica, dado que “(…) sus
citas médicas son atendidas por las [i]nstituciones prestadoras del
servicio de salud de forma particular” (…)[67]. Además, está en edad productiva y
podría ingresar a otro trabajo con facilidad, pues “(…) en el sector
abunda la actividad agrícola y ganadera (…)”[68].
Impugnación
Mediante escrito del 18 de febrero de 2020[69],
el accionante impugnó la decisión de primera instancia. Resaltó que el
demandado estaba al tanto de su situación y contaba con la posibilidad de
reubicarlo. Además, omitió aportar pruebas que acreditaran la no continuidad de
su empresa o la venta del ganado. En todo caso, afirmó que “(…) la
mera terminación de la obra no es (…) una causal constitucional válida
para [finalizar] la relación laboral, pues como se ha manifestado a lo
largo del proceso (…), las circunstancias que dieron origen a la
relación laboral siguen vigentes, si bien no en el proyecto u obra para la que
fui contratado inicialmente, sí para obras que se encuentran en ejecución”[70].
Por su parte, indicó que el a quo no advirtió que
camina lento y con ayuda de un bastón. Incluso, ignoró que la historia clínica
evidencia la gravedad de sus patologías, las cuales le generan pérdida de
motricidad, sensibilidad y de memoria, al igual que trastornos visuales y del
lenguaje, dolores y hormigueos en sus miembros inferiores. Agregó que el
argumento relativo a la mejoría en su estado de salud desconoce que la
jurisprudencia constitucional no exige que el trabajador esté “(…) postrado
en cama o en una invalidez total”[71]
como condición para que opere la estabilidad laboral reforzada.
En relación con la tolerancia del impago de los aportes,
explicó que necesitaba trabajar y, por esta razón, continuó la prestación de sus
servicios. Además, vive “(…) en un municipio que no ofrece muchas
opciones para las personas que no [terminaron] ni la primaria”[72].
De otra parte, indicó que estaba incapacitado al momento del despido y que no
le han reconocido dicha prestación debido a que no estuvo afiliado a una EPS.
Tampoco cuenta “(…) con el puntaje del DNP”[73],
lo que le impide ser beneficiario del SISBEN y afiliarse al régimen subsidiado.
Adicionalmente, su edad y su diagnóstico le dificultan conseguir empleo.
Finalmente, expuso que el proceso laboral no es idóneo ni
eficaz, en tanto su resolución puede tardar más de un año, tiempo en el cual no
tendrá ingresos ni acceso al servicio de salud. En este sentido, ante la
posible configuración de un perjuicio irremediable, correspondía al juez ordenar
el reintegro temporal hasta que la jurisdicción ordinaria resolviera el asunto.
Fallo de tutela de segunda instancia
En sentencia del 9 de marzo de 2020[74],
el Juzgado Promiscuo de Familia de Santa Rosa de Osos confirmó el fallo de
primera instancia. Destacó que, por regla general, el recurso de amparo es
improcedente para solicitar el pago de prestaciones derivadas del contrato de
trabajo. En esa medida, el presente asunto debe ser debatido en la jurisdicción
ordinaria. De otra parte, el actor no probó el nexo causal entre el despido y
la enfermedad, ni que su salario fuera la única fuente de ingresos de su
familia. Tampoco acreditó la configuración de un perjuicio irremediable que
habilitara la procedencia de la tutela como mecanismo transitorio.
D. Actuaciones en sede de revisión
Respuesta de Ezequiel Ruiz
Balbin
El 23 de noviembre de 2020, el
accionante informó que se encuentra desempleado y que sus gastos mensuales
ascienden a $1.000.000. Además, habita una vivienda arrendada con su esposa,
quien se desempeña como ama de casa. En relación con su estado de salud, señaló:
“[soy] hipertenso y sigo presentando inconvenientes con la mano
derecha y el pie derecho (…) y no puedo laborar por tal motivo”.
Indicó que ambas condiciones fueron comunicadas oportunamente a su empleador,
quien no le ofreció ninguna opción de reubicación.
Precisó que trabajó para el
accionado entre junio y diciembre de 2019 y que a la fecha le adeuda salarios,
prestaciones sociales e incapacidades causadas durante esos meses[75]. En
particular, manifestó que: “[e]ra el empleado del señor Nilton Alexis
Arroyave, desempeñaba las funciones de administrador de la finca; entre mis
labores debía ordeñar, hacer todas las labores relacionadas con la finca (…)
de 04:00 am a 07:00 pm”. Por último, refirió que recibía un salario de
$1.000.000 “y vivía en una casa de propiedad de la misma finca de la cual no
debía pagar nada, ni tenía ninguna deducción”.
Respuesta de Nilton Alexis
Arroyave Restrepo
El 25 de noviembre de 2020, el
accionado informó que sus ingresos mensuales equivalen a $ 1.100.000 y
provienen de su trabajo como administrador de la finca de su madre. Refirió que
destina ese dinero a la manutención de su compañera permanente y de su hijo
recién nacido. Por otro lado, señaló que fue empleado del propietario de la
finca La Germania pero luego de su fallecimiento vendió el ganado, porque sus
herederos reclamaron la propiedad del inmueble. Además, sus deudas ascendían a
$36.000.000 para ese momento. En seguida, expuso que el actor: (i) ordeñaba y
hacía el mantenimiento de los alambrados en horario de ocho horas; (ii) recibía
un salario de $1.000.000; y (iii) trabajó entre el 15 de julio y el 15 de
diciembre de 2019, momento para el cual ya había vendido el ganado.
De igual manera, indicó que no
estaba enterado de los padecimientos de salud del accionante, ya que no le
entregó las incapacidades otorgadas y tampoco la historia clínica. Con todo, en
noviembre de 2019 lo afilió al Sistema de Seguridad Social y asumió el costo de
la atención médica que recibió. En relación con los valores adeudados, señaló
que le pagó las incapacidades pero no las prestaciones sociales, dado que el
señor Ezequiel no aceptó recibir dinero y le pidió parte de la finca de la cual
no era propietario.
Por último, resaltó que el
peticionario trabaja en “(…) la vía comunal de la vereda sabanazo
(…)” desde enero de 2020. Además, aquél promovió un proceso laboral por
los mismos hechos, que se encuentra en trámite ante el Juzgado Promiscuo del
Circuito de Santa Rosa de Osos. Como soporte, adjuntó: (i) registro civil de
nacimiento de su hijo; (ii) declaración juramentada en la cual consta que
convive con su pareja hace cuatro años; y, (iii) acta de notificación personal
del 9 de marzo de 2020, remitida por el despacho mencionado.
II. CONSIDERACIONES
Competencia
1. La Sala Sexta de Revisión de
la Corte Constitucional es competente para revisar las acciones de tutela de la
referencia, con fundamento en lo dispuesto en los artículos 86 y 241 de la
Constitución, y 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991.
Asunto objeto de análisis
2. En esta oportunidad, la Sala estudia tres acciones de
tutela promovidas por ciudadanos con determinadas patologías que, según
afirman, les dificultan el normal desempeño de sus funciones. Por esa razón,
invocan la protección de los derechos al mínimo vital, seguridad social y
estabilidad laboral reforzada, entre otros, con ocasión de la terminación de
sus contratos sin autorización del Ministerio del Trabajo. En esa medida,
solicitan al juez constitucional, en términos generales, ordenar el reintegro y
el pago de la indemnización prevista en el inciso 2º del artículo 26 de la Ley
361 de 1997.
Adicionalmente, el señor Ezequiel Ruiz Balbin (expediente
T-7.915.431) y la señora Carmen Alicia Rodríguez Berrío (expediente
T-7.909.170) piden el pago de salarios, prestaciones y aportes al Sistema de
Seguridad Social. El primero solicita que se ordene al demandado suministrarle
vivienda como lo hacía con anterioridad y reconocerle las incapacidades
causadas, puesto que el impago de los aportes impidió que los valores
correspondientes fueran reconocidos por el sistema. Por su parte, la segunda pide
que se ordene a la empresa gestionar la calificación de su PCL ante Positiva
ARL y el pago de las incapacidades causadas entre marzo y noviembre de 2019. Al
respecto, COLPENSIONES informó que, ese último mes, pagó aquellas generadas
entre el 24 de marzo y el 22 de julio, y Salud Total EPS le notificó del origen
laboral de las patologías (calificación en primera
oportunidad). En
esa medida, en atención al parágrafo 3º del artículo 5º de la Ley 1562 de 2012,
la ARL debe asumir las incapacidades radicadas con posterioridad a la
mencionada comunicación. Por su parte, la administradora de riesgos laborales
adujo que desconoce las pretensiones de la tutela, en tanto no fue notificada
en el trámite de instancia. De igual manera, señaló que el desacuerdo sobre el
origen del diagnóstico será dirimido por la Junta Nacional de Calificación de
Invalidez, en sede de apelación. Por último, explicó que, por virtud de la
controversia, aún no es posible calificar la PCL de la peticionaria.
3. Con fundamento en la situación fáctica
descrita, inicialmente, la Corte debe determinar si se cumplen los requisitos
de procedencia del amparo constitucional. En tal caso, le corresponde formular
y resolver los problemas jurídicos de fondo respectivos.
Procedencia de la acción de
tutela
Subsidiariedad
4. Conforme a los artículos 86
de la Constitución y 6º del
Decreto 2591 de 1991, la procedencia de la acción de tutela está condicionada
al principio de subsidiariedad. Aquel autoriza su utilización en tres
hipótesis: (i) cuando no exista otro medio de defensa judicial que permita
resolver el conflicto relativo a la afectación de un derecho fundamental; o
(ii) el mecanismo existente no resulte eficaz e idóneo; o, (iii) la
intervención transitoria del juez constitucional sea necesaria para evitar la
consumación de un perjuicio irremediable[76].
En cuanto al segundo supuesto, se entiende que el mecanismo
ordinario no es idóneo en el evento en que, por ejemplo, no permite resolver el
conflicto en su dimensión constitucional o no ofrece una solución integral
respecto del derecho comprometido. En este sentido, la jurisprudencia ha
indicado que, al evaluar la idoneidad, “(…) el juez de tutela debe
dar prioridad a la realización de los derechos sobre las consideraciones de
índole formal (…)”[77]. Además, la aptitud del medio de
defensa debe analizarse en cada caso, en atención a las circunstancias del
peticionario, el derecho fundamental invocado y las características procesales
del mecanismo en cuestión[78].
En relación con el tercer
evento, esta
Corporación ha establecido que el perjuicio irremediable debe “(…) ser inminente, esto es, que esté
por suceder; (ii) las medidas que se requieren para conjurarlo han de ser urgentes,
tanto por brindar una solución adecuada frente a la proximidad del daño, como
por armonizar con las particularidades del caso; (iii) el perjuicio debe ser grave,
es decir, susceptible de generar un detrimento transcendente en el haber
jurídico de una persona; y (iv) la respuesta requerida por vía judicial debe
ser impostergable, o fundada en criterios de oportunidad y eficiencia, a
fin de evitar la consumación de un daño antijurídico irreparable”[79] (énfasis agregado).
5. En lo que respecta a las
controversias derivadas de la relación laboral, la Corte ha indicado que la
jurisdicción ordinaria cuenta con acciones y recursos idóneos y eficaces que pueden ser
activados por el trabajador para reclamar la protección de sus derechos[80]. Lo
anterior implica que, en principio, pretensiones como el reintegro y el pago de
incapacidades deben ser tramitadas en el escenario natural. En efecto, según el
artículo 2º del Código
Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, corresponde a la citada
jurisdicción conocer de los conflictos jurídicos “(…) que se originen directa o
indirectamente en el contrato de trabajo” y, también, de aquellos relativos “(…)
a la prestación de los servicios de la seguridad social que se susciten
entre los afiliados, beneficiarios o usuarios, los empleadores y las entidades
administradoras o prestadoras (…)”.
En este punto, la Sala resalta
que el artículo 6º de la Ley 1949 de 2019 suprimió el literal g) del artículo
41 de la Ley 1122 de 2017, según el cual la Superintendencia Nacional de Salud
era competente para conocer y fallar en derecho “(…) sobre el
reconocimiento y pago de las prestaciones económicas por parte de las EPS o del
empleador”. En esa medida, a la fecha, el mecanismo jurisdiccional que se
surte ante la citada entidad no puede emplearse para solicitar el pago del
auxilio por incapacidad[81].
Por consiguiente, esta prestación sólo puede reclamarse judicialmente mediante el
proceso laboral.
De otra parte, esta Corporación ha señalado que la tutela se torna procedente
cuando el impago de las incapacidades afecta derechos fundamentales como el
mínimo vital, la salud y la dignidad humana[82]. Por consiguiente, en estos casos, “los
mecanismos ordinarios instituidos para [reclamar el pago de la prestación],
no son lo suficientemente idóneos en procura de garantizar una protección
oportuna y eficaz, en razón al tiempo que llevaría definir un conflicto de esta
naturaleza”[83].
Asimismo, esta acción procede excepcionalmente para cuestionar
la terminación del contrato de trabajo, “(…) cuando se trata de personas que se
encuentran en circunstancias de debilidad manifiesta por causa de su condición
económica, física o mental y [solicitan la protección] del derecho
constitucional a la estabilidad laboral reforzada (…)”[84]. La Sentencia SU-049 de 2017[85] explicó que
dicha regla desarrolla el derecho fundamental a la igualdad. En tal sentido, el
juez debe analizar la procedencia de manera menos estricta para otorgar un
tratamiento diferencial positivo a estos sujetos. Ello, en atención a que
experimentan una dificultad objetiva “(…) para soportar las cargas
procesales que le imponen los medios ordinarios de defensa judicial”.
En lo que sigue, la Corte adelantará el
análisis de subsidiariedad en cada caso.
Expediente T-7.899.839
6. En este caso, la Sala
considera que la situación del señor Hernán Darío Martínez Arbeláez hace que
sea desproporcionado exigirle acudir a la vía ordinaria y, en esa medida, el
proceso ordinario no es idóneo ni eficaz. En efecto, está desempleado y recibe
un auxilio variable de parte de sus hermanas y de su madre, cercano a los $800.000 pesos mensuales. Adicionalmente, está
afiliado al régimen subsidiado de salud, lo que evidencia que se encuentra en
una precaria situación económica[86].
De otra parte, semanas antes de la terminación del contrato asistió a terapia
física y consultó a un especialista en medicina del dolor y, recientemente,
estuvo en recuperación de COVID-19. Por lo anterior, la tutela resulta
procedente como mecanismo definitivo.
Expediente T-7.909.170
7. En el referido asunto, la Sala concluye
que el proceso laboral no resulta idóneo ni eficaz para resolver la
controversia planteada por la peticionaria. Lo anterior, porque fue diagnosticada con “trastorno
de disco lumbar y otros con radiculopatía”[87], carece de pronóstico de
recuperación y está desempleada[88].
En cuanto a su condición económica, manifestó que no percibe una pensión de
invalidez y sus familiares le brindan una ayuda de $842.000 mensuales, dinero
con el cual cubre sus gastos y los de su esposo, quien tiene 60 años y padece
de una enfermedad en la columna. Además, según la Base de Datos Única de
Afiliados al Sistema de Seguridad Social en Salud, desde el 30 de noviembre de
2019, su estado es “retirado”. Ello implica que no tiene acceso a
atención en salud, con ocasión de la terminación del contrato de trabajo[89].
Por otro lado, prima facie,
la falta de pago de cuatro meses de incapacidades afecta su derecho a la
dignidad humana, pues, si bien sus familiares le brindan un apoyo, su
subsistencia depende enteramente de la voluntad de terceros. De manera que su
autonomía se ve restringida a pesar de que la prestación que reclama debe ser
cubierta por el Sistema de Seguridad Social[90]. En esa medida, la tutela es la vía procedente
para reclamar el reintegro y el pago de incapacidades, así como para cuestionar
el trámite de calificación del origen del diagnóstico.
Expediente T-7.915.431
8. En el presente asunto, la
Corte advierte el incumplimiento del requisito de subsidiariedad, por lo que la solicitud de
amparo de la referencia se torna improcedente con fundamento en las razones que
se exponen a continuación:
8.1. El accionante no está en
condición de debilidad manifiesta, pues no aportó pruebas que evidencien
una disminución en su capacidad de trabajo y tampoco una afectación actual en
su estado de salud. Además, no demostró que su situación financiera fuera
apremiante. Por lo anterior, no resulta desproporcionado exigirle acudir a la
vía ordinaria.
8.2. Se encuentra en curso
un proceso laboral. En efecto, las pruebas recaudadas en sede de revisión
evidencian que, el 13 de enero de 2020, el accionante promovió demanda laboral
contra el empleador, esto es, dos semanas antes de presentar la tutela (29 de
enero del mismo año). En este punto, la Sala reitera que el recurso de amparo
se torna improcedente cuando existe un proceso judicial vigente en el que se
debaten los hechos que dieron lugar a la presunta afectación de los derechos fundamentales[91]. Por
consiguiente, la tutela debe ceder ante el mecanismo ordinario con el fin de
que el juez natural adopte las medidas a que haya lugar[92]. Lo anterior, porque esta acción constitucional
no puede desplazar el proceso judicial al alcance del actor, ni utilizarse para
obtener una decisión judicial más rápida. De hecho, aquel refirió que el
proceso laboral podría tardar un año, en contraste con la celeridad inherente
al amparo constitucional.
8.3. El peticionario no probó
la existencia de un perjuicio irremediable que habilite la procedencia del
amparo como mecanismo transitorio. En efecto, la Sala no advierte una circunstancia que
configure un daño de esta naturaleza para él o su núcleo familiar, pues no
acreditó: (i) la
afectación inminente de los derechos fundamentales, pues su afiliación al Sistema de Salud está
vigente y, en ese sentido, se encuentra garantizada la continuidad en la
atención[93];
(ii) la urgencia de las medidas, dado que el tutelante y su compañera
permanente conservan su capacidad productiva, puesto que no hay elementos de
juicio que demuestren otra cosa y por el contrario el actor se encuentra
trabajando; (iii) la gravedad del perjuicio, en tanto no se probó una
potencial vulneración a su mínimo vital ni a su salud; ni (iv) el carácter
impostergable de las medidas para la protección efectiva de los derechos en
riesgo, ya que la situación familiar del actor no es intolerable en términos
constitucionales, por lo que no justifica la intervención inmediata del juez de
tutela.
9. Sumado a lo anterior, el
presente asunto adquiere un alcance controversial y litigioso, carece de
relevancia constitucional y desborda el carácter sumario e informal propio del
amparo[94],
tal y como se explica a continuación:
9.1. El monto que adeuda el
empleador está en discusión. El actor reclamó los salarios, las incapacidades
y las prestaciones sociales causados desde el despido y, luego, en la respuesta
remitida a la Corte señaló que el demandado le debe estos valores pero por los
seis meses trabajados. A su turno, el empleador refirió que sólo adeuda las prestaciones
sociales y que el tutelante no aceptó el dinero, y le exigió parte de la finca como
pago de las indemnizaciones. En este punto, la Sala resalta que existe un
debate respecto de las acreencias laborales pendientes de pago y ninguna de las
partes aportó elementos de juicio que respalden sus afirmaciones. Ello sitúa el
presente asunto en un escenario de amplio despliegue probatorio ajeno a la
acción de tutela y que sólo puede garantizarse en el marco de un proceso
ordinario. De manera que las posturas de las partes evidencian que la materia
expuesta carece de relevancia constitucional y se limita a una discusión de
naturaleza legal y probatoria que excede las finalidades del amparo.
Al respecto, la Sentencia T-1683 de
2000[95]
indicó lo siguiente: “[e]l juez de
tutela no puede ordenar el pago de un derecho incierto y discutible, pues
aquello escapa de la órbita constitucional para radicarse en una discusión de
rango legal que debe resolverse en la jurisdicción competente”. En tal perspectiva, el proceso laboral ofrece
a las partes la oportunidad para ejercer todas
las atribuciones probatorias y de contradicción, a diferencia del amparo
constitucional que “exige un nivel mínimo de certeza o de
convencimiento respecto del derecho reclamado”[96]. En efecto, en el acta del Juzgado Promiscuo del
Circuito de Santa Rosa de Osos se observa que el asunto se tramitará como un
proceso ordinario de única instancia, en los términos del artículo 70 del
Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social[97]. Según el
artículo 72 de la misma normativa, con posterioridad a la notificación de la
demanda, el juez cita a las partes para adelantar la audiencia de conciliación.
En caso de desacuerdo, valora los elementos de juicio, entre esos, los testimonios
que soliciten los sujetos procesales. Por último, clausurado el debate, dicta
el fallo motivado en esa misma audiencia[98].
9.2. No hay certeza sobre
las circunstancias que conllevaron a la terminación del contrato laboral. Mientras
el accionante indicó que su empleador contrató como ordeñador a otro trabajador,
el segundo afirmó que la relación laboral terminó cuando los herederos
reclamaron la propiedad de la finca. Agregó que vendió el ganado para pagar sus
obligaciones, las cuales ascendían a $36.000.000 de pesos.
10. Finalmente, según el estudio
de tiempos procesales realizado por el Consejo Superior de la Judicatura y la
Corporación Excelencia en la Justicia, la primera instancia de un proceso
laboral tarda 167 días hábiles (366 corrientes)[99], de los
cuales 95 transcurren entre la audiencia de conciliación y la de juzgamiento. Esta
cifra permite inferir que la duración de un proceso de única instancia, en
términos generales, es significativamente menor, pues, como se indicó, la
conciliación y el fallo se agotan en la misma audiencia. En esa medida, es
posible que un trámite de esta naturaleza se resuelva en un plazo menor o igual
al expuesto. Por consiguiente, la Sala considera que dicho término no resulta
desproporcionado ni irrazonable en atención a la condición del actor.
11. En virtud de lo expuesto,
la Corte concluye que el proceso laboral es idóneo y eficaz para resolver la
controversia planteada. Por lo tanto, confirmará la decisión de segunda
instancia que declaró improcedente la acción de tutela formulada por Ezequiel
Ruiz Balbin.
En lo que sigue, la Sala continuará
el análisis de procedencia respecto de los otros casos.
Legitimación en la causa por
activa y por pasiva
12. En cuanto a la legitimación
por activa, el artículo 86 de la Constitución establece que la acción de tutela
es un mecanismo de defensa al que puede acudir cualquier persona, “(…) por
sí misma o por quien actúe en su nombre”, para reclamar la protección
inmediata de sus derechos fundamentales. En desarrollo de lo anterior, el
artículo 10º del Decreto 2591 de 1991 define a los titulares de esta acción. En
concreto, consagra que podrá ser interpuesta (i) en forma directa por el interesado;
(ii) por intermedio de un representante legal (caso de los menores de edad y
las personas jurídicas); (iii) mediante apoderado judicial (esto es, a través de un abogado titulado
con poder judicial);
o (iv) por medio de un agente oficioso[100].
En esta oportunidad, se
encuentra acreditada dicha legitimación. El señor Hernán Darío Martínez Arbeláez (expediente
T-7.899.839) promovió directamente la acción de tutela y la señora Carmen
Alicia Rodríguez Berrío (expediente T-7.909.170) actuó por intermedio de
apoderada judicial. En este último caso, se trata de un poder especial otorgado para la presente actuación
judicial[101],
en los términos exigidos por la ley y la jurisprudencia constitucional[102]. De igual forma, ambos invocaron la
protección del derecho fundamental a la estabilidad laboral reforzada.
13. Respecto de la legitimación
por pasiva, el artículo 86 de la Carta establece que la tutela tiene por
objeto la protección efectiva e inmediata de los derechos fundamentales, cuando
éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción u omisión de las
autoridades o por el actuar de los particulares. En este contexto, dicha
legitimación exige acreditar dos requisitos. Por una parte, que se trate de uno
de los sujetos respecto de los cuales procede el amparo y, por la otra, que la
conducta que genera la vulneración o amenaza del derecho se pueda vincular,
directa o indirectamente, con su acción u omisión[103].
14. La citada disposición y el artículo 42 del Decreto
2591 de 1991 establecen que procede la tutela contra particulares cuando: (i)
éstos se encargan de la prestación de un servicio público; (ii) su conducta
afecta grave y directamente el interés colectivo; y (iii) el solicitante se
encuentra en estado de subordinación o indefensión[104]. Según la
jurisprudencia constitucional, en estos supuestos, un sujeto asume una posición
de autoridad respecto de otro, lo cual “(…) conduce a la extinción
del carácter horizontal de la igualdad que por presunción impera entre los
particulares”[105].
Asimismo, la Corte ha
delimitado los
conceptos de subordinación e indefensión. Por ejemplo, la Sentencia T-290 de
1993[106] los diferenció de la siguiente manera:
“la subordinación alude a la
existencia de una relación jurídica de dependencia, como ocurre, por ejemplo,
con los trabajadores respecto de sus patronos, o con los estudiantes frente a
sus profesores o ante los directivos del establecimiento al que pertenecen, en
tanto que la indefensión, si bien hace referencia a una relación que
también implica la dependencia de una persona respecto de otra, ella no tiene
su origen en la obligatoriedad derivada de un orden jurídico o social
determinado sino en situaciones de naturaleza fáctica en cuya virtud la persona
afectada en su derecho carece de defensa, entendida ésta como posibilidad de
respuesta efectiva ante la violación o amenaza de que se trate”.
15. Para la Sala, este
requisito se satisface respecto de ambos empleadores, a quienes se les acusa de vulnerar el
derecho a la estabilidad laboral reforzada de los peticionarios, al terminar
sus contratos sin previa autorización del Ministerio del Trabajo, tal y como se
expone a continuación.
15.1. Expediente T-7.899.839. Golden Cute S.A.S. es una
persona jurídica particular que celebró un contrato de trabajo con el actor. En
esa medida, se encuentra probada la subordinación debido a la relación jurídica
de dependencia derivada de tal vínculo.
15.2. Expediente T-7.909.170. Existe relación de
subordinación entre la accionante y Holding Inmobiliaria en virtud del contrato
laboral celebrado. En este punto, la Sala advierte que la demandada no
intervino en el trámite pero está debidamente vinculada. De igual forma, están
legitimados Positiva ARL, Salud Total EPS, COLPENSIONES, porque prestan el servicio
público de seguridad social y les corresponde asumir el pago de incapacidades
en determinadas circunstancias. En tal sentido, sus actuaciones u omisiones
pueden comprometer los derechos de la peticionaria. Se resalta que la primera
entidad es de naturaleza privada, fue vinculada por el juez de instancia y ha
actuado en el proceso. La segunda también es una entidad particular, mientras
que la tercera es una empresa industrial y comercial del Estado[107].
Por otro lado, las Juntas de Calificación de
Invalidez son
organismos de carácter privado que ejercen una función pública[108]. Específicamente,
les corresponde conceptuar sobre el origen de las enfermedades y la PCL de los afiliados,
quienes se encuentran en situación de indefensión[109] respecto de
estas. Lo anterior, porque no tienen capacidad de respuesta efectiva ante las irregularidades
o dilaciones que acontezcan en estos trámites. En este caso, la actora invocó
la vulneración de sus derechos fundamentales con ocasión de la falta de inicio
del trámite de calificación de su PCL. En tal sentido, dichas autoridades
también están legitimadas por pasiva.
Inmediatez
16. Como presupuesto de procedibilidad, la
inmediatez exige que la tutela se presente en un plazo razonable, contado desde
el momento de la supuesta vulneración o amenaza. De esta manera, se garantiza
que el amparo sea un instrumento judicial de aplicación inmediata y urgente
(artículo 86 de la Constitución)[110].
En el asunto bajo examen, la Sala
observa que los peticionarios promovieron el recurso de amparo en un tiempo
razonable. En efecto, el señor Hernán Darío Martínez Arbeláez (expediente
T-7.899.839) lo presentó el 5 de febrero de 2020, esto es, un mes después de
que terminara el vínculo laboral (31 de diciembre de 2019). Por su parte, la
señora Carmen Alicia Rodríguez Berrío (expediente T-7.909.170) instauró la
tutela el 13 de enero de 2020, es decir, casi 4 meses después del vencimiento
del plazo pactado (30 de septiembre de 2019).
Formulación de los problemas
jurídicos de fondo
17. En esta oportunidad, la Sala estudia de
fondo dos expedientes. Como se advirtió, ambos comparten la supuesta
vulneración de la garantía de la estabilidad laboral reforzada y la pretensión
de reintegro. Sin embargo, la señora Carmen Alicia Rodríguez Berrío
(T-7.909.170) pide ordenar a su empleador gestionar la calificación de su PCL
ante Positiva ARL y el pago de las incapacidades causadas entre marzo y
noviembre de 2019. En atención a lo anterior, la Corte formulará un problema
jurídico genérico y dos particulares:
- ¿Los empleadores demandados vulneraron
el derecho a la estabilidad laboral reforzada de los peticionarios, al terminar
sus contratos sin autorización del Ministerio del Trabajo?
En relación con el expediente T-7.909.170,
la Corte deberá determinar lo siguiente:
- ¿Positiva ARL vulneró el derecho al
mínimo vital de la accionante al omitir el pago de las incapacidades causadas
entre el 23 de julio y el 19 de noviembre de 2019?
- ¿Las accionadas vulneraron el derecho al
debido proceso de la tutelante en el trámite de calificación del origen de sus
patologías?
Con el propósito de resolver estos
interrogantes, la Sala abordará brevemente los siguientes temas: (i) el
fundamento constitucional y el alcance de la garantía de estabilidad laboral
reforzada; (ii) las reglas jurisprudenciales relativas al pago de
incapacidades; y, (iii) las controversias sobre el origen de las enfermedades
de los trabajadores. Finalmente, (iv) decidirá los casos concretos.
Fundamento y alcance del derecho a la estabilidad laboral
reforzada
18. Según el artículo 53 de la Constitución, todos los
trabajadores son titulares de un derecho general a la estabilidad en el empleo.
Aquella garantía se intensifica en el caso de sujetos que se encuentran en
condición de vulnerabilidad, a saber: (i) las mujeres embarazadas; (ii) las
personas en situación de discapacidad o en condición de debilidad manifiesta
por motivos de salud; (iii) los aforados sindicales; y (iv) las
madres y padres cabeza de familia[111].
De igual forma, este postulado se deriva de otras disposiciones
superiores, como el derecho de todas las personas “en circunstancias de debilidad
manifiesta” a ser protegidas “especialmente”, con miras a promover
las condiciones que hagan posible una igualdad “real y efectiva” (arts.
13 y 93). También, la mencionada garantía se sustenta en los deberes que le
asisten al Estado, como proteger
el derecho al trabajo “en todas sus modalidades” (art. 25), y adelantar
una política de “integración social” a favor de los “disminuidos
físicos, sensoriales y síquicos” (art. 47). Finalmente, los artículos 1º,
48 y 95 aluden al deber de “obrar conforme al principio de solidaridad
social”[112].
19. Ahora bien, la Sentencia SU-049 de 2017[113] precisó que la estabilidad
laboral reforzada no protege exclusivamente a aquellos sujetos que presentan
una PCL calificada. Por consiguiente, dicha garantía ampara a quienes tienen
una afectación en su salud que les impide o dificulta sustancialmente el desempeño de sus
labores en condiciones regulares y que, por este hecho, pueden ser objeto de
tratos discriminatorios. En consecuencia, este escenario sitúa a la persona “(…)
en condiciones de debilidad manifiesta no solo porque esto puede exponerla a
perder su vínculo, como lo muestra la experiencia relacionada en la
jurisprudencia constitucional, sino además porque le dificulta la consecución
de una nueva ocupación con base en sus facultades, talentos y capacidades
humanas (…)”.
20. En tal perspectiva, si un
empleador pretende desvincular a una persona que se halla en esta situación,
debe contar con autorización del Inspector de Trabajo. Este funcionario verifica
que las razones esgrimidas no estén asociadas a la condición de salud del
trabajador, sino que se trata una causal objetiva. Bajo este entendido, la
estabilidad laboral reforzada se concreta en una prohibición de despido
discriminatorio hacia quienes se encuentran amparados por dicha prerrogativa[114].
De manera que la pretermisión del trámite ante la autoridad laboral “acarrea
la presunción de despido injusto”. Por consiguiente, se invierte la carga
de la prueba y corresponde al empleador acreditar una causa objetiva para
terminar el contrato de trabajo[115].
En este punto, la Sala
resalta que en el caso de los contratos laborales a término fijo, por obra o labor, “(…)
el vencimiento del [plazo] pactado o el cumplimiento de la condición
no constituye una justa causa para su terminación (…)”[116]. De
manera que el empleado “tiene el derecho a conservar su trabajo aunque el
término del contrato haya expirado o la labor haya finiquitado”[117] si ha
cumplido adecuadamente sus funciones y si la labor o el servicio se mantiene en
el tiempo.
21. A partir de las reglas
enunciadas, esta Corporación ha establecido los presupuestos para que opere la
garantía de estabilidad laboral reforzada. En concreto, el juez constitucional
debe verificar: (i) que la condición de salud del trabajador le impida o
dificulte sustancialmente el desempeño de sus funciones; (ii) que dicha
circunstancia sea conocida por el empleador con anterioridad al despido; y,
(iii) que no exista una causal objetiva que fundamente la desvinculación[118].
Acreditado lo anterior, el
operador judicial deberá, prima facie, reconocer al sujeto protegido:
“(a) en primer lugar, la ineficacia de la terminación o del
despido laboral (con la consiguiente causación del derecho del demandante a
recibir todos los salarios y prestaciones sociales dejadas de
recibir); (b) en segundo lugar, el derecho a ser reintegrado a un
cargo que ofrezca condiciones iguales o mejores que las del cargo desempeñado
por él hasta su desvinculación, y en el cual no sufra el riesgo de empeorar su
estado de salud sino que esté acorde con sus condiciones; (iii) en
tercer lugar, el derecho a recibir capacitación para cumplir con las tareas de
su nuevo cargo, si es el caso (art. 54, C.P.); y (iv) en cuarto
lugar, el derecho a recibir ‘una indemnización equivalente a ciento
ochenta días del salario’”[119].
Según la Sentencia T-201
de 2018[120],
el reconocimiento de estas prestaciones se funda en que el vínculo
jurídico no desaparece a pesar de la “interrupción de la labor y de la
relación del empleado con la empresa”.
22. Por último, la
indemnización mencionada líneas atrás se encuentra prevista en el artículo 26[121]
de la Ley 361 de 1997[122],
la cual, según la Sentencia C-824 de 2011[123],
protege un universo amplio de sujetos. En esa oportunidad, la Sala Plena
explicó que la referencia a las personas con limitaciones severas y
profundas contenida en el artículo 1º de la citada ley no debe entenderse
como una expresión excluyente que restringe su ámbito de aplicación[124].
Sobre el particular, recordó que este Tribunal ha acogido una noción amplia del
término limitación, “(…) en el sentido de hacer extensiva la protección de la que
habla la Ley 361 de 1997 a las personas de las que se predique un estado de
debilidad manifiesta por causa de una enfermedad que no necesariamente acarree
una pérdida de la capacidad para trabajar”. Según lo expuesto, también son
beneficiarios de la referida norma quienes presentan una situación de salud que
les impide o dificulta sustancialmente el desempeño de sus labores en
condiciones regulares.
Reglas jurisprudenciales relativas
al pago de incapacidades
23. El auxilio por
incapacidad garantiza el mínimo vital del trabajador y el de su familia durante
el tiempo en el que sus condiciones de salud le impiden prestar sus servicios[125].
Igualmente, este ingreso le permite “(…) recuperarse satisfactoriamente (…)
sin tener que preocuparse por reincorporarse de manera anticipada a sus
actividades habituales con el objeto de ganar [un salario]” [126].
24. La jurisprudencia ha
distinguido tres tipos de incapacidades:“(i) temporal,
cuando se presenta una imposibilidad transitoria de trabajar y aún no se han
definido las consecuencias definitivas de una determinada patología; (ii) permanente
parcial, cuando se presenta un disminución parcial pero definitiva de la
capacidad laboral, en un porcentaje igual o superior al 5%, pero inferior al
50%, y (iii) permanente (o invalidez), cuando el afiliado padece
una disminución definitiva de su capacidad laboral superior al 50%”[127] (negrilla original).
La
incapacidad temporal o permanente puede tener origen laboral o común.
En el primer escenario, según el artículo 1° del
Decreto 2943 de 2013[128], la ARL
deberá reconocer la prestación desde la ocurrencia del accidente de trabajo o
desde el diagnóstico de la enfermedad profesional[129]. Este pago debe efectuarse “(…)
hasta que: (i) la persona quede integralmente rehabilitada y, por tanto,
reincorporada al trabajo; (ii) se le califique su estado de incapacidad parcial
permanente y en este caso se indemnice; o (iii) en el peor de los casos se
califique la pérdida de capacidad laboral en un porcentaje superior al 50%,
adquiriendo el derecho a la pensión de invalidez”[130]. En contraste, si la contingencia es
de origen común, primero estará a cargo del empleador (días 1 y 2), luego de
las EPS (día 3 al 180)[131] y,
finalmente, de los Fondos de Pensiones (día 181 al 540)[132].
25. En relación con la incapacidad
temporal, la controversia relativa al origen de la enfermedad no afecta el pago
de la prestación. En efecto, el parágrafo 3° del artículo 5°
de la Ley 1562 de 2012[133]
señala que este:
“(…) será asumido por las Entidades
Promotoras de Salud, en caso de que la calificación de origen en la primera
oportunidad sea común; o por la Administradora de Riesgos Laborales en caso de
que la calificación del origen en primera oportunidad sea laboral y si
existiese controversia continuarán cubriendo dicha incapacidad temporal de esta
manera hasta que exista un dictamen en firme por parte de la Junta Regional o
Nacional si se apela a esta, cuando el pago corresponda a la Administradora de
Riesgos Laborales y esté en controversia, esta pagará el mismo porcentaje
estipulado por la normatividad vigente para el régimen contributivo del Sistema
General de Seguridad Social en Salud, una vez el dictamen esté en firme podrán
entre ellas realizarse los respectivos rembolsos y la ARP reconocerá al
trabajador la diferencia en caso de que el dictamen en firme indique que
correspondía a origen laboral”.
En otras palabras, la primera calificación del origen asigna una
responsabilidad provisional a la ARL si es laboral, o a la EPS y al fondo de pensiones si es común. No obstante, esta podrá modificarse posteriormente
por la autoridad competente. En caso de que ello ocurra, la entidad pagadora
podrá repetir contra el verdadero obligado[134].
Controversias sobre el origen
de las enfermedades de los trabajadores
26. Como se advirtió previamente, en el caso de las incapacidades,
el origen de la enfermedad determina qué entidad del Sistema de Seguridad
Social debe pagarlas. En esa medida, pueden surgir conflictos relacionados con
esta responsabilidad, los cuales, la Sala insiste, no son oponibles a los
afiliados. Sin embargo, el ordenamiento jurídico habilita instancias para su
resolución. En concreto, según el artículo 142[135] del Decreto Ley 19 de 2012[136], corresponde a COLPENSIONES, a las ARL y a
las compañías de seguros que asuman el riesgo de invalidez y muerte, y a las
EPS, determinar en primera oportunidad la PCL y el origen de la contingencia.
Si el interesado está en desacuerdo, el asunto se remite a la Junta Regional de
Calificación de Invalidez. Luego, la decisión de dicha entidad podrá apelarse
ante la Junta Nacional.
Por su parte, el artículo 14 del Decreto 1352 de 2013 dispone que las Juntas Regionales deciden
en primera instancia “las controversias sobre
las calificaciones en primera oportunidad de origen y la pérdida de la
capacidad laboral u ocupacional y su fecha de estructuración, así como la
revisión de la pérdida de capacidad laboral y estado de invalidez.”. De igual manera, el artículo 13 de la misma normativa señala que corresponde a la Junta Nacional resolver “en segunda instancia los recursos de apelación interpuestos contra
los dictámenes de las Juntas Regionales de Calificación de Invalidez, sobre el
origen, estado de pérdida de la capacidad laboral, fecha de estructuración y
revisión de la pérdida de capacidad laboral y estado de invalidez”. En suma, los conflictos
relacionados con el origen de las contingencias deben tramitarse en dos instancias,
las cuales se surten ante las referidas juntas como órganos especializados en
la materia.
Solución a los casos concretos
Expediente T-7.899.839
Golden
Cute S.A.S. no vulneró el derecho a la estabilidad laboral reforzada del señor Hernán Darío Martínez Arbeláez
27. En esta ocasión, la Corte estudia el recurso de amparo
presentado por un ciudadano que trabajó como bodeguero en el establecimiento de
comercio Calzado Bucaramanga, de propiedad de Golden Cute S.A.S. El
peticionario fue vinculado en distintas oportunidades mediante contrato a
término fijo. El más reciente es del 23 de enero de 2018 y se prorrogó por un año.
Así, se acordó que finalizaría el 31 de diciembre de 2019. El accionante afirmó
que el contrato terminó por razón de sus condiciones de salud. En concreto, su
diagnóstico de fascitis
plantar, espolón calcáneo y desviación de la columna vertebral. Por su parte, la
representante legal de la sociedad insistió en que la relación laboral finalizó a causa de la situación financiera de
la compañía y del vencimiento del plazo pactado. De hecho, el 26 de noviembre de 2019 Golden Cute S.A.S. comunicó al tutelante que no habría otra
prórroga.
28. En este caso, la Sala
considera que no se vulneraron los derechos fundamentales invocados por el
actor. Particularmente, no operó la garantía de estabilidad laboral reforzada
porque la falta de renovación del contrato no obedeció a una actuación discriminatoria
y se sustentó en una causal objetiva. A continuación, la Corte presenta las
razones que sustentan dicha conclusión.
28.1. En primer lugar, cuando
finalizó el contrato (31 de diciembre de 2019) la condición de salud del
trabajador no dificultaba el normal desempeño de sus funciones, pues: (i) no
estaba incapacitado en ese momento; y (ii) ni el examen médico de egreso ni la
historia clínica indicaban que aún padeciera las enfermedades. De hecho, la
última consulta por este motivo es de septiembre de 2019.
28.2. En segundo lugar, la
empresa conoció los padecimientos del actor y acogió las recomendaciones
laborales. Aquéllas habían perdido vigencia al momento de terminar el vínculo.
28.3. Por último, la actuación
de la demandada no resultó discriminatoria. En efecto, todos sus actos se
enmarcaron en una causal objetiva y razonable derivada de la baja en las ventas
y la consecuente reducción de personal que inició antes del aviso de no
prórroga. Además, no hay continuidad en el desarrollo de su actividad económica,
lo que afecta la labor desplegada por el demandante. De manera que todos sus
actos apuntan inequívocamente a la extinción de la persona jurídica y al inicio
de la disolución y posterior liquidación[137].
Así, queda demostrada la causal
objetiva que motivó la terminación del vínculo. Específicamente, el vencimiento
del plazo pactado y la imposibilidad de renovar el contrato debido a la
situación económica de la empresa que llevó a su disolución.
29. En virtud de lo expuesto,
la Corte concluye que Golden Cute S.A.S. no vulneró el derecho a la estabilidad
laboral reforzada del señor Martínez Arbeláez. En esa medida, el amparo no será
concedido, pero ello no impide que el peticionario acuda ante la jurisdicción
ordinaria para plantear sus pretensiones relacionadas con el vínculo
contractual expuesto.
Expediente T-7.909.170
Holding Inmobiliaria y Positiva
ARL vulneraron los derechos a la estabilidad laboral reforzada y al mínimo
vital de la demandante
30. En esta oportunidad, la
Sala estudia la acción de tutela instaurada por una mujer de 63 años que
trabajó para la demandada como asistente de cafetería y aseo, entre octubre de
2012 y septiembre de 2019. Manifestó que el contrato fue renovado anualmente. Durante
la ejecución del mismo (27 de junio de 2018), la peticionaria fue diagnosticada
con “trastorno no especificado de los discos intervertebrales (lumbar y
sacro)”[138].
Luego, el 22 de agosto de 2019, la accionada le notificó que su contrato
vencería el 30 de septiembre siguiente y no sería prorrogado[139].
31. En este caso, la Sala
considera que está acreditada la vulneración de los derechos fundamentales
invocados. Particularmente, la garantía de la estabilidad laboral reforzada y
el mínimo vital por el impago de las incapacidades. A continuación, la Corte presenta
los argumentos que sustentan dicha postura:
31.1. En primer lugar, el
diagnóstico de la peticionaria dificultó sustancialmente el desempeño de sus
funciones, pues: (i) el 27 de junio de 2018, el neurocirujano prescribió terapias
físicas y recomendaciones laborales que no fueron acogidas por el empleador[140]; (ii) el 30
de septiembre de 2019, el especialista en medicina física y rehabilitación
determinó que carecía de pronóstico de recuperación[141]; y, (iii)
estuvo incapacitada 401 días entre diciembre de 2017 y la fecha de terminación
del contrato[142].
Incluso, lo estaba cuando finalizó el vínculo laboral.
31.2. En segundo lugar, su
condición médica fue conocida con anterioridad por Holding Inmobiliaria. En
efecto, la accionante le remitió varias peticiones relacionadas con su estado
de salud, en las cuales le solicitaba gestionar el pago de las incapacidades y
acatar las recomendaciones laborales y reubicarla[143]. Además,
el 27 de agosto de 2019, durante la visita efectuada por la Inspectora de
Trabajo, con ocasión de la querella presentada por la actora, el Jefe de
Talento Humano aludió a las recomendaciones y a las incapacidades[144].
31.3. En tercer lugar, la Sala no advierte una causal objetiva que
fundamente la falta
de renovación del contrato. Como se indicó, la pretermisión del trámite
previsto en el artículo 26 de la Ley 361 de 1997 –aval de la autoridad laboral–activa
la presunción de discriminación. Así, la carga de la prueba se traslada al
empleador, quien debe acreditar una justa causa para terminar el contrato. En
este punto, la Sala resalta que Holding Inmobiliaria no intervino en ninguna
etapa del trámite de amparo y, por consiguiente, no desvirtuó la referida presunción.
Sumado a lo anterior, esta conducta procesal permite aplicar la presunción de
veracidad establecida en el artículo 20 del Decreto 2591 de 1991[145].
32. Conforme a lo expuesto, la Corte concluye que el empleador vulneró
el derecho a la estabilidad laboral reforzada de la actora, al terminar la
relación laboral. Aquella actuación se fundó en motivos discriminatorios
basados en la condición médica de la accionante. En tal virtud, el vencimiento
del plazo pactado no constituye una causa objetiva para finalizar el contrato a
término fijo. Por lo tanto, la peticionaria tiene derecho a conservar su empleo
a pesar de que el plazo haya expirado.
33. De otra parte, la Corte analizará
si Positiva ARL vulneró el derecho al mínimo vital de la accionante, al no
reconocerle las incapacidades pendientes de 2019. Al respecto, la Sala observa
que: (i) en diciembre de 2018, al emitir concepto favorable de rehabilitación,
Salud Total estableció que las patologías eran de origen común[146]; (ii) por
esta razón, el 6 de noviembre de 2019, COLPENSIONES pagó algunas posteriores al
día 180 (24 de marzo al 22 de julio de tal año)[147]; (iii)
dos semanas después, la EPS notificó a esa entidad sobre el origen laboral
calificado en primera oportunidad; y, (iv) la peticionaria aportó cuatro
órdenes médicas que prorrogan la incapacidad temporal entre el 23 de julio y el
19 de noviembre de 2019[148].
Finalmente, (v) la respuesta de Salud Total evidencia que ninguna entidad asumió
la prestación entre el 11 de febrero (día 181) y el 23 de marzo (día 221)[149].
La Sala sintetiza lo expuesto
en la siguiente tabla:
Inicio
Fin
Días acumulados
Entidad pagadora
25/12/2018
23/01/2019
162
Salud Total
24/01/2019
10/02/2019
180
Salud Total
11/02/2019
21/02/2019
191
Sin información
22/02/2019
23/03/2019
221
Sin información
24/03/2019
22/04/2019
251
COLPENSIONES
24/04/2019
23/05/2019
281
COLPENSIONES
24/05/2019
22/06/2019
311
COLPENSIONES
23/06/2019
22/07/2019
341
COLPENSIONES
23/07/2019
21/08/2019
371
Sin información
22/08/2019
20/09/2019
401
Sin información
21/09/2019
20/10/2019
431
Sin información
21/10/2019
19/11/2019
461
Sin información
34. Con fundamento en lo anterior,
la Corte circunscribirá su pronunciamiento a las incapacidades causadas entre
el 11 de febrero y el 23 de marzo, y del 23 de julio al 19 de noviembre de
2019. En este punto, se resalta que el objeto del amparo es obtener el pago de
aquéllas generadas entre marzo y noviembre de 2019. De manera que la pretensión
no incluye el mes de febrero. No obstante, la Sala ordenará su pago en virtud
de las facultades extra y ultra petita del juez de tutela.
35. Ahora bien, el 4 de octubre de ese año, Salud Total conceptuó
acerca del origen laboral de la patología y envió la notificación
correspondiente a la ARL[150]. Luego,
la Junta Regional confirmó dicha determinación y Positiva promovió los recursos
de reposición y apelación. A la fecha, sólo se encuentra pendiente el segundo,
ya que la Junta Regional confirmó el dictamen.
36. Este recuento evidencia que Positiva vulneró el derecho al
mínimo vital de la peticionaria, pues, a pesar de conocer el concepto
preliminar sobre el origen laboral de la enfermedad, omitió pagarle las
incapacidades pendientes. Como se indicó, la jurisprudencia y las normas que regulan la materia
establecen que la primera calificación asigna una
responsabilidad provisional a la entidad concernida, la cual puede ser
modificada posteriormente. Y, mientras eso no ocurra, debe garantizar a la
afiliada el reconocimiento de la prestación. De manera que, contrario a lo sostenido
en el trámite de instancia por la ARL, el pago de las incapacidades no corresponde
a Salud Total EPS, sino que debe ser asumido por esa entidad y por eso se
emitirá una orden al respecto.
37. Por último, la Sala debe determinar si las accionadas vulneraron el
derecho al debido proceso de la tutelante en el trámite de calificación del
origen de sus patologías. Previamente, se indicó que están habilitadas para
emitir tal dictamen las EPS y las Juntas de Calificación
de Invalidez (artículo
142 del Decreto Ley 19 de 2012). De esta manera, las
primeras entidades profieren un concepto preliminar que puede ser cuestionado
en dos instancias que se surten ante la Junta Regional competente y la Junta
Nacional.
38. En el caso concreto, la
Corte observa que: (i) la calificación en primera oportunidad fue emitida en
octubre de 2019 por Salud Total EPS; (ii) el 15 de abril de 2020, la Junta
Regional de Calificación de Invalidez del Magdalena la confirmó; (iii) el 13 de
noviembre del mismo año, dicha entidad resolvió
desfavorablemente el recurso de reposición presentado por Positiva; y, (iv) el
pasado 3 de diciembre, la ARL pagó los honorarios de la Junta Nacional.
En tal perspectiva, las
entidades públicas y privadas involucradas en la calificación han actuado en el
marco de sus competencias y obligaciones legales. De esta manera, la Sala no advierte
maniobras dilatorias ni una duración del trámite desproporcionada o
irrazonable. Por esta razón, no está demostrada la vulneración alegada y el
amparo será negado por este aspecto.
Órdenes a proferir
39. De acuerdo con lo expuesto,
la Corte adoptará las siguientes medidas.
39.1. En primer lugar, en el
expediente T-7.899.839, revocará el fallo dictado por el Juzgado Primero Penal
Municipal de Itagüí, que declaró improcedente el amparo solicitado por Hernán Darío Martínez Arbeláez
y, en su lugar, negará la protección constitucional invocada porque no hubo
prueba de la violación de los derechos fundamentales invocados por el
accionante.
39.2. En segundo lugar, en el
expediente T-7.909.170, la Sala revocará la sentencia proferida
por el Juzgado
Séptimo Civil Municipal de Santa Marta, que declaró improcedente la acción de tutela
presentada por Carmen Alicia Rodríguez Berrío y, en su lugar, concederá el
amparo de los derechos a la estabilidad laboral reforzada y al mínimo vital. En
consecuencia, declarará la ineficacia de la terminación del vínculo. De igual
manera, le ordenará a Holding Inmobiliaria: (i) reintegrarla a un cargo igual o
superior al que desempeñaba y y en el cual se cumplan estrictamente las
restricciones laborales que indique el médico tratante; y, (ii) reconocerle la
indemnización prevista en el inciso 2º del artículo 26 de la Ley 361 de 1997 y
las prestaciones, los salarios y los aportes causados y dejados de percibir
desde la fecha de terminación del contrato.
Por otro lado, la Corte le
ordenará a Positiva ARL asumir las incapacidades de 2019 que se encuentran
pendientes de pago. En concreto, aquellas causadas entre el 11 de febrero y el
23 de marzo, y del 23 de julio al 19 de noviembre. Con todo, podrá solicitar
los reembolsos respectivos en los términos del parágrafo 3° del artículo 5°
de la Ley 1562 de 2012. Finalmente, negará el amparo en relación con la vulneración del
derecho al debido proceso en el trámite de calificación del origen de las
patologías de la actora.
39.3. Finalmente, en el
expediente T-7.915.431, confirmará la sentencia de segunda instancia proferida
por el Juzgado
Promiscuo de Familia de Santa Rosa de Osos, que declaró improcedente la acción de tutela
presentada por Ezequiel Ruiz Balbin. Lo anterior, con fundamento en la falta de
subsidiariedad del amparo.
Conclusiones
40. En esta oportunidad, la Sala estudió
tres acciones de tutela promovidas por ciudadanos que invocaban la protección
de su derecho a la estabilidad laboral reforzada, con ocasión de la terminación
de sus contratos sin autorización del Ministerio del Trabajo. En el expediente
T-7.909.170, la peticionaria también solicitó que se ordenara a su empleador
gestionar la calificación de su PCL ante Positiva ARL y el pago de las
incapacidades causadas entre marzo y noviembre de 2019.
41. A partir de la información
recaudada en sede de revisión, la Corte declaró improcedente la tutela promovida
por el señor Ezequiel Ruiz Balbin (expediente T-7.915.431), debido al
incumplimiento del requisito de subsidiariedad. Lo anterior, porque el
peticionario: (i) no está en condición de debilidad manifiesta; (ii) promovió
un proceso laboral con el mismo objeto del amparo; y, (iii) no probó la
existencia de un perjuicio irremediable que habilite la intervención
transitoria del juez de tutela. Sumado a lo anterior, la Sala consideró que el
asunto carecía de relevancia constitucional porque se trata de una controversia
legal, pues el monto que adeuda el empleador está en discusión y no existe
certeza sobre las circunstancias que conllevaron a la terminación del contrato
laboral. Además, el estudio de tiempos procesales realizado por el Consejo
Superior de la Judicatura y la Corporación Excelencia en la Justicia permite inferir
que la duración de un proceso laboral de única instancia no es desproporcionada
ni irrazonable. Finalmente, en virtud de lo expuesto, la Corte concluyó que el
mencionado trámite es idóneo y eficaz para resolver la controversia planteada.
42. De otra parte, en el
expediente T-7.899.839, la Sala encontró que Golden Cute S.A.S. no vulneró el
derecho a la estabilidad laboral reforzada del actor. Lo anterior, en el entendido
que la falta de renovación del contrato no obedeció a una actuación
discriminatoria. La Sala arribó a tal conclusión porque: (i) las condiciones de
salud del trabajador no dificultaron el normal desempeño de sus funciones; (ii)
la accionada tuvo conocimiento de sus padecimientos y acató plenamente las
recomendaciones laborales que perdieron vigencia antes de la terminación del
vínculo; y (iii) los actos de la demandada se enmarcaron en una causal objetiva
y razonable derivada de la baja en las ventas y la consecuente reducción de
personal que inició antes del aviso de no prórroga. En tal virtud, la Corte
constató que no hay continuidad en el desarrollo de su actividad económica,
pues su conducta apunta inequívocamente a la extinción de la persona jurídica y
al inicio de la disolución y posterior liquidación.
43. Finalmente, en el
expediente T-7.909.170, la Sala estimó que Holding Inmobiliaria y Positiva ARL vulneraron
los derechos a la estabilidad laboral reforzada y al mínimo vital de la
demandante. En cuanto a lo primero, constató que: (i) el diagnóstico de la peticionaria
dificultó sustancialmente el desempeño de sus funciones; (ii) su condición
médica fue conocida por el empleador antes de que finalizara el contrato; y
(iii) la Sala no advirtió una causal objetiva que
fundamentara la ausencia
de renovación, pues la accionada no desvirtuó la presunción de discriminación
que opera ante la falta de aval de la autoridad laboral. Sumado a lo anterior,
no intervino en ninguna etapa
del trámite de amparo y, por consiguiente, la Corte aplicó la presunción de
veracidad (artículo 20 del Decreto 2591 de 1991).
En relación con el pago de incapacidades, la Sala concluyó que Positiva
vulneró el derecho al mínimo vital de la accionante, al no reconocerle aquellas
causadas entre el 11 de febrero y el 23 de marzo, y del 23 de julio al 19 de
noviembre de 2019. Lo anterior, porque Salud Total EPS y la Junta Regional de
Calificación de Invalidez del Magdalena conceptuaron sobre el origen laboral de
las patologías y la Junta Nacional aún no ha resuelto el recurso de apelación
promovido por la ARL. Entonces, de acuerdo con las normas aplicables al asunto,
corresponde a Positiva asumir provisionalmente su pago.
Por otro lado, no hubo vulneración alguna
en el trámite orientado a resolver la controversia sobre el origen de las
patologías, ya que las
entidades involucradas en la calificación han actuado en el marco de sus competencias
y obligaciones legales. En esa medida, la Sala no advierte maniobras dilatorias
o una duración desproporcionada o irrazonable.
IV. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto,
la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en
nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución Política,
RESUELVE
PRIMERO.- En el expediente T-7.899.839, REVOCAR el fallo del 14
de febrero de 2020 dictado por el Juzgado Primero Penal Municipal de Itagüí, que
declaró improcedente la acción de
tutela instaurada por
Hernán Darío
Martínez Arbeláez y, en su lugar, NEGAR la protección constitucional
invocada.
SEGUNDO.- En el expediente T-7.909.170, REVOCAR la sentencia del 27
de enero de 2020 proferida por el Juzgado Séptimo Civil Municipal de Santa Marta, que declaró improcedente la acción de
tutela presentada por Carmen Alicia Rodríguez Berrío. En su lugar, NEGAR el
amparo del derecho al debido proceso y CONCEDER la protección de los
derechos a la estabilidad laboral reforzada y al mínimo vital.
TERCERO.- DECLARAR la ineficacia de la terminación
del vínculo y ORDENAR a Holding Inmobiliaria que, en las cuarenta y ocho
(48) horas siguientes a la notificación de esta sentencia: (i) reintegre a la
accionante a un cargo igual o superior al que desempeñaba y en el cual se
cumplan estrictamente las restricciones laborales que indique el médico
tratante; y, (ii) reconozca la indemnización prevista en el inciso 2º del
artículo 26 de la Ley 361 de 1997 y las prestaciones, los salarios y los
aportes causados y dejados de percibir desde la fecha de terminación del
contrato.
CUARTO.-
ORDENAR a
Positiva ARL que, en las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la
notificación de esta sentencia, reconozca a la peticionaria las incapacidades de
2019 que se encuentran pendientes de pago. En concreto, aquellas causadas entre
el 11 de febrero y el 23 de marzo, y del 23 de julio al 19 de noviembre. Con
todo, la entidad podrá solicitar los reembolsos respectivos en los términos del
parágrafo 3°
del artículo 5° de la Ley 1562 de 2012.
QUINTO.- En
el expediente T-7.915.431, CONFIRMAR la sentencia del 9 de marzo de 2020 proferida por el Juzgado Promiscuo de Familia de Santa Rosa de Osos, que
declaró
improcedente la acción de tutela presentada por Ezequiel Ruiz Balbin. Lo
anterior, con fundamento en la falta de subsidiariedad del amparo.
SEXTO.- Por Secretaría General de
la Corte Constitucional, LÍBRESE la comunicación prevista en el artículo
36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, comuníquese y cúmplase.
GLORIA
STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO
SCHLESINGER
Magistrada
JOSÉ FERNANDO
REYES CUARTAS
Magistrado
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria
General
[1] Folio 9.
[2] Folios 2, 3, 42, 54 y 70.
[3] 2 y 3.
[4] Ibidem.
[5] Folio 3.
[6] Ibidem.
[7] Ibidem.
[8] Folio 1.
[9] Folio 22.
[10] Folios 30 y 31.
[11] Folios 30 a 50.
[12] Folios 79 a 82.
[13] Contratos, avisos de no prórroga, prórrogas y
liquidaciones de cada vinculación.
[14] Según consta en el oficio del 22 de febrero de
2019, suscrito por una psicóloga del área de gestión humana de la empresa y
dirigido al administrador del punto de venta.
[15] Según consta en el certificado de existencia y
representación legal de Golden Cute S.A.S.
[16] En concreto, debía informar: “¿Qué servicios
prestó al señor Hernán Darío Martínez Arbeláez, entre febrero y diciembre de
2019?, ¿qué información tiene sobre su estado de salud actual?”.
[17] Según la Base de Datos Única de Afiliados al
Sistema de Seguridad Social en Salud, el actor está vinculado a la mencionada
EPS del régimen subsidiado. Información obtenida en el siguiente enlace: https://www.adres.gov.co/BDUA/Consulta-Afiliados-BDUA. [consultada el 2 de diciembre de 2020].
[18] Folio 65.
[19] Folio 1.
[20] Folio 2.
[21] Folio 2.
[22] Folio 3.
[23] No se advierte respuesta de la Superintendencia
Nacional de Salud.
[24] Ibidem.
[25] Folio 4.
[26] No se advierte información adicional
relacionada con las condiciones de la vinculación, esto es, periodos, prórrogas
y remuneración.
[27] Folios 5 y 6.
[28] Ibidem.
[29] Ibidem.
[30] Ibidem.
[31] Folio 11.
[32] Folio 74.
[33] Folio 98.
[34] Folios 77 a 84.
[35] Folios 87 a 90.
[36] Se refirió a
las incapacidades causadas entre marzo y noviembre de 2019.
[37] Folio 88.
[38] Folios 91 a 95.
[39] Folios 96 y 97.
[40] Folios 101 a 113.
[41] Folios 118 a 123.
[42] Folios 132 a 135.
[43] Folios 136 a 139.
[44] Correo electrónico remitido por Positiva ARL el 24 de noviembre de
2020.
[45] Página 3 del dictamen enviado como archivo adjunto.
[46] Correo electrónico remitido por la Superintendencia Nacional de
Salud el 25 de noviembre de 2020.
[47] Correo electrónico remitido por la Junta Regional de Calificación
de Invalidez del Magdalena el 25 de noviembre de 2020.
[48] Correo electrónico remitido por la señora Alice del Rosario Jiménez
Jiménez el 26 de noviembre de 2020.
[49] La apoderada aportó oficio del 19 de marzo de
2019, en el cual Salud Total comunicó a su representada lo siguiente: “(…)
la señora CARMEN ALICIA RODRÍGUEZ BERRÍO complet[ó] los 180 días por el
mismo diagnóstico el pasado 10 de febrero de 2019 y hasta dicha fecha la EPS
reconoció económicamente las incapacidades, ya que a partir del día 11 de
febrero de 2019 (día 181) le corresponde el cubrimiento a la AFP”.
[50] Correo electrónico remitido por COLPENSIONES el 27 de noviembre de
2020.
[51] Correos electrónicos remitidos por la accionante el 27 de noviembre
de 2020.
[52] Correo electrónico remitido por Positiva ARL el 4 de diciembre de
2020.
[53] Correo electrónico remitido por la Junta Nacional de Calificación
de Invalidez el 7 de diciembre de 2020.
[54] Correo electrónico remitido por Salud Total EPS el 9 de diciembre
de 2020.
[55] Dado que no se
presenta controversia respecto de los períodos anteriores al día 180 de
incapacidad, no se hará referencia a la información que corresponde a los
mismos.
[56] En adelante,
todas las fechas corresponden a 2019.
[57] En adelante, siempre que se haga mención a un
folio del expediente, se entenderá que hace parte del cuaderno principal, a
menos que se diga expresamente lo contrario.
[58] Folios 1 y 2.
[59] Folio 9.
[60] El accionante no especificó el valor
equivalente al salario en especie.
[61] Folio 32.
[62] Folios 35 y 36.
[63] Folio 35.
[64] Folio 36.
[65] Folios 44 a 50.
[66] Lo anterior tuvo como fundamento las
afirmaciones del señor Ruiz Balbin ante la Inspección Municipal de Trabajo. En
concreto, indicó que él y su compañera hacían todos los oficios de la finca y
que, como contraprestación, ella recibía $100.000 pesos quincenales. Ver folio
26.
[67] Folio 49.
[68] Folio 50.
[69] Folios 53 a 57.
[70] Folio 57.
[71] Folio 54.
[72] Ibidem.
[73] Ibidem.
[74] Folios 2 a 9, cuaderno de segunda instancia.
[75] En concreto, señaló: “(…) [e]l valor
total por salarios, prestaciones sociales e incapacidad no tengo entendido cual
seria (sic), ya que él no me dio ningún dinero por los conceptos anteriores,
todo me lo debe por los 6 meses laborados con él (…)”.
[76] Sentencias
T-785 de 2009, M.P. María Victoria Calle Correa; T-799 de 2009, M.P. Luis
Ernesto Vargas Silva; y T-165 de 2020, M.P. Luis
Guillermo Guerrero Pérez.
[77] Sentencias T-106 de 1993, M.P. Antonio Barrera
Carbonell; y T-100 de 1994, M.P. Carlos Gaviria Díaz.
[78] Sentencias T-705 de 2012, M.P. Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub; y T-391 de 2018, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[79] Sentencias T-225 de 1993, M.P. Vladimiro
Naranjo Mesa; T-808 de 2010, M.P. Juan Carlos Henao Pérez; y T-391 de 2018,
M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[80] Sentencias T-406
de 2012, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; T-092 de 2016, M.P. Alejandro
Linares Cantillo; T-418 de 2017, M.P. Diana Fajardo Rivera; T-550 de 2017, M.P.
Alejandro Linares Cantillo y T-271 de 2018, Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[81] Sentencia
T-291 de 2020, M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[82] Sentencias T-311 de 1996, M.P José Gregorio Hernández
Galindo; T-693 de 2017, M.P Cristina Pardo Schlesinger; y T-168 de 2020, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[83] Sentencias T-920 de 2009, Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo; T-468 de 2010, M.P. Jorge Iván Palacio Palacio; T-182
de 2011, M.P. Mauricio González Cuervo; T-140 de 2016, M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio; y T-401 de 2017, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[84] Sentencias
T-663 de 2011, M.P. Jorge Iván Palacio Palacio; y T-703 de 2016, M.P. Luis
Guillermo Guerrero Pérez.
[85] M.P. María
Victoria Calle Correa.
[86] Según la Base de Datos Única de Afiliados al
Sistema de Seguridad Social en Salud, el actor está vinculado a dicho régimen
desde el 30 de julio de 2020.
[87] Folio 64.
[88] Folio 63.
[89] Información obtenida en el
siguiente enlace: https://www.adres.gov.co/BDUA/Consulta-Afiliados-BDUA. [consultada el 9 de diciembre
de 2020].
[90] Sentencia
T-167 de 2020, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[91] En este sentido, la Sentencia T-375 de 2018 (M.P. Gloria
Stella Ortiz Delgado) declaró la improcedencia del amparo porque el asunto
debatido en sede de tutela fue puesto en conocimiento de la Superintendencia
Nacional de Salud. Igualmente, la Sentencia T-966 de 2014 (M.P. Luis
Guillermo Guerrero Pérez) consideró que la acción era improcedente porque la
pretensión podía ser resuelta en el proceso laboral en trámite.
[92] Sentencia
T-146 de 2019, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[93] Información obtenida en el siguiente enlace: https://www.adres.gov.co/BDUA/Consulta-Afiliados-BDUA. [consultada el 15 de enero de 2021].
[94] Sentencias
T-040 de 2018, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado; y T-340 y T-391 de 2018, M.P.
Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[95] M.P. Alejandro Martínez Caballero.
[96] Sentencia
T-391 de 2018, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[97] “Artículo 70. Forma y contenido de la
demanda verbal. En los negocios de única instancia no se requerirá demanda
escrita. Propuesta verbalmente se extenderá un acta en que consten: los nombres
y domicilios del demandante y demandado; lo que se demanda y los hechos en que
se funda la acción. En la misma diligencia, que se firmará por el Juez, el
demandante y el Secretario, se dispondrá la citación del demandado para que
comparezca a contestar la demanda en el día y hora que se señale”.
[98] “Artículo 72. Audiencia y fallo. En
el día y hora señalados, el juez oirá a las partes y dará aplicación a lo
previsto en el artículo 77 en lo pertinente. Si fracasare la conciliación, el
juez examinará los testigos que presenten las partes y se enterará de las demás
pruebas y de las razones que aduzcan. Clausurado el debate, el juez fallará en
el acto, motivando su decisión, contra la cual no procede recurso alguno (…)”.
[99] Consejo Superior de la Judicatura &
Corporación Excelencia en la Justicia. (2016). Resultado
del estudio de tiempos procesales. Tomo I. Páginas 135-139. Disponible en: https://www.ramajudicial.gov.co/documents/1545778/8829673/TOMO+I+TIEMPOS+PROCESALES_18122015.pdf/2da294fd-3ef6-4820-b9e0-7a892b1bdbf0. [consultado el 15 de enero de 2021].
[100] Acápite redactado con base en las Sentencias T-667 de 2011, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; T-1075
de 2012, M.P. Jorge Iván Palacio Palacio; T-922A de 2013, M.P. Alberto Rojas
Ríos; y T-403 de 2019, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[101] El poder
especial fue remitido al despacho, vía correo electrónico, el 26 de noviembre
de 2020.
[102] Sentencias
T-194 de 2012, M.P. Mauricio González Cuervo; y T-024 de 2019, M.P. Carlos
Bernal Pulido.
[103] Acápite redactado con base en las Sentencias
T-1001 de 2006, M.P. Jaime Araujo Rentería; T-403 de 2019 y T-167 de 2020, M.P.
Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[104] El inciso
final del artículo 86 de la Constitución dispone: “(…) La ley
establecerá los casos en los que la acción de tutela procede contra
particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta
afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el
solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión”.
[105] Sentencias T-1000 y T-1086 de 2001, M.P.
Rodrigo Escobar Gil.
[106] M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
[107] El Decreto 309 de 2017 dispone: “Artículo 1o. Naturaleza
jurídica. La Administradora Colombiana de Pensiones (Colpensiones), es una
Empresa Industrial y Comercial del Estado organizada como Entidad financiera de
carácter especial, vinculada al Ministerio del Trabajo, para que ejerza las
funciones señaladas en el presente Decreto y en las disposiciones legales
vigentes, con la finalidad de otorgar los derechos y beneficios establecidos
por el sistema general de seguridad social consagrado en el artículo 48 de la
Constitución Política de Colombia”.
[108] Sentencia
T-800 de 2012, M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[109] Sentencia T-713 de 2014, M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[110] Acápite redactado con base en las Sentencias T-1140 de 2005, M.P. Marco Gerardo Monroy
Cabra; T-279 de 2010, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto; y T-138 de 2017, M.P.
Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[111] Sentencias SU-049 de de 2017, M.P. María
Victoria Calle Correa; T-118 de 2019, M.P. Cristina Pardo Schlesinger; y T-386
de 2020, M.P. Diana Fajardo Rivera.
[112] Ibidem.
[113] M.P. María Victoria Calle Correa.
[114] Sentencia T-201
de 2018, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[115] Sentencia
SU-049 de 2017, M.P. María Victoria Calle Correa; y T-041 de 2019, M.P. José
Fernando Reyes Cuartas.
[116] Sentencias
T-1083 de 2007, M.P. Humberto Sierra Porto; T-337 de 2009, M.P. Luis Ernesto
Vargas Silva; y C-200 de 2019, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[117] C-200 de 2019,
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[118] Sentencias
T-215 de 2014, M.P. Mauricio González Cuervo; T-188 de 2017, M.P. María
Victoria Calle Correa; y T-386 de
2020, M.P. Diana Fajardo Rivera.
[119] Sentencias T-372 de 2017. M.P. Iván Humberto Escrucería Mayolo; y T-201 de 2018, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[120] M.P. Gloria
Stella Ortiz Delgado.
[121] “Artículo 26. No
discriminación a persona en situación de discapacidad. En
ningún caso la discapacidad de una persona, podrá ser motivo para
obstaculizar una vinculación laboral, a menos que
dicha discapacidad sea claramente demostrada como incompatible e
insuperable en el cargo que se va a desempeñar. Así mismo, ninguna
persona en situación de discapacidad podrá ser despedida o su contrato
terminado por razón de su discapacidad, salvo que medie autorización
de la oficina de Trabajo. // No obstante, quienes fueren despedidos o su
contrato terminado por razón de su discapacidad, sin el cumplimiento del
requisito previsto en el inciso anterior, tendrán derecho a una indemnización
equivalente a ciento ochenta días del salario, sin perjuicio de las demás
prestaciones e indemnizaciones a que hubiere lugar de acuerdo con el Código
Sustantivo del Trabajo y demás normas que lo modifiquen, adicionen,
complementen o aclaren”.
[122] “Por la cual se establecen mecanismos de integración social de las
personas en situación de discapacidad y se dictan otras disposiciones”.
[123] M.P. Luis
Ernesto Vargas Silva.
[124] “Artículo
1o. Los principios que inspiran la presente Ley, se fundamentan en los
artículos 13, 47, 54 y 68 que la Constitución Nacional reconocen en
consideración a la dignidad que le es propia a las personas en situación de
discapacidad en sus derechos fundamentales, económicos, sociales y culturales
para su completa realización personal y su total integración social y a las
personas en situación de discapacidad severas y profundas, la asistencia y
protección necesarias”.
[125] Sentencia
T-401 de 2017, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[126] Sentencia T-311 de 1996, M.P. José Gregorio
Hernández Galindo.
[127] Sentencias T-920
de 2009, M.P Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; y T-161 de 2019, M.P. Cristina
Pardo Schlesinger.
[128] “Por el cual se modifica el parágrafo 1° del
artículo 40 del Decreto 1406 de 1999”.
[129] “Artículo 1. Modificar el parágrafo
1° del artículo 40 del Decreto 1406 de 1999, el cual quedará así: Parágrafo
1°. En el Sistema General de Seguridad Social en Salud serán a cargo de los
respectivos empleadores las prestaciones económicas correspondientes a los dos
(2) primeros días de incapacidad originada por enfermedad general y de las
Entidades Promotoras de Salud a partir del tercer (3) día y de conformidad con
la normatividad vigente. // En el Sistema General de Riesgos Laborales las
Administradoras de Riesgos Laborales reconocerán las incapacidades temporales
desde el día siguiente de ocurrido el accidente de trabajo o la enfermedad
diagnosticada como laboral. // Lo anterior tanto en el sector público como en el
privado”.
[130] Sentencia T-200 de 2017, M.P. José Antonio
Cepeda Amarís.
[131] Artículo 1° del Decreto 2943 de 2013.
[132] El artículo
142 del Decreto Ley 19 de 2012 dispone: “(…) Para los casos de
accidente o enfermedad común en los cuales exista concepto favorable de
rehabilitación de la Entidad Promotora de Salud, la Administradora de Fondos de
Pensiones postergará el trámite de calificación de Invalidez hasta por un
término máximo de trescientos sesenta (360) días calendario adicionales a los
primeros ciento ochenta (180) días de incapacidad temporal reconocida por la
Entidad Promotora de Salud, evento en el cual, con cargo al seguro previsional
de invalidez y sobrevivencia o de la entidad de previsión social
correspondiente que lo hubiere expedido, la Administradora de Fondos de
Pensiones otorgará un subsidio equivalente a la incapacidad que venía
disfrutando el trabajador” (…).
[133] “Por la cual se modifica el Sistema de
Riesgos Laborales y se dictan otras disposiciones en materia de Salud
Ocupacional”.
[134] Al respecto,
pueden consultarse las Sentencias T-140 de 2016, M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio; y T-291 de 2020, M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[135] La norma en cita dispone que: “(…) [c]orresponde
al Instituto de Seguros Sociales, Administradora Colombiana de Pensiones
-COLPENSIONES-, a las Administradoras de Riesgos Profesionales - ARP-, a las
Compañías de Seguros que asuman el riesgo de invalidez y muerte, y a las
Entidades Promotoras de Salud EPS, determinar en una primera oportunidad la
pérdida de capacidad laboral y calificar el grado de invalidez y el origen de
estas contingencias. En caso de que el interesado no esté de acuerdo con la
calificación deberá manifestar su inconformidad dentro de los diez (10) días
siguientes y la entidad deberá remitirlo a las Juntas Regionales de
Calificación de Invalidez del orden regional dentro de los cinco (5) días
siguientes, cuya decisión será apelable ante la Junta Nacional de Calificación
de Invalidez, la cual decidirá en un término de cinco (5) días. Contra dichas
decisiones proceden las acciones legales (…)”.
[136] “Por el cual se dictan normas para suprimir
o reformar regulaciones, procedimientos y trámites innecesarios existentes en
la Administración Pública”.
[137] Al respecto, la Sala encontró probado que: (i) los ingresos de
Golden Cute S.A.S. disminuyeron considerablemente entre 2018 y 2020; (ii) entre
noviembre de 2019 y julio de 2020 su planta de personal se redujo de 19 a 2
empleados; y (iii) en 2019 y 2020, uno de sus establecimientos de comercio fue
cerrado y los cuatro restantes fueron vendidos.
[138] Folio 66.
[139] Folio 16.
[140] Folio 31.
[141] Folio 63.
[142] Información
remitida por Salud Total EPS mediante correo electrónico del 10 de diciembre de
2020.
[143] Folios 22, 23,
39, 43, 53
[144] Folios 59 y
60.
[145] “Articulo 20. Presuncion de veracidad.
Si el informe no fuere rendido dentro del plazo correspondiente, se tendrán por
ciertos los hechos y se entrará a resolver de plano, salvo que el juez estime
necesaria otra averiguación previa”.
[146] Folio 54.
[147] Información
remitida por la entidad el 27 de noviembre de 2020 vía correo electrónico.
[148] Folios 17 a
20.
[149] Información
remitida por la entidad el 9 de
diciembre de 2020 vía correo electrónico.
[150] Si bien en el concepto de rehabilitación de diciembre de 2018 Salud
Total EPS indicó que la enfermedad era de origen común, rectificó esta postura
en la calificación en primera oportunidad. Así, concluyó que el diagnóstico era
de origen laboral. Este último dictamen vincula a la ARL para el pago
provisional de las incapacidades. |
6 | T-034-21
Sentencia T-034/21
Referencia:
Expediente T-7.829.180
Acción de tutela interpuesta por Luis Humberto Aguas
Posso en contra de la Administradora Colombiana de Pensiones (Colpensiones)
Magistrada
ponente:
PAOLA
ANDREA MENESES MOSQUERA
Bogotá, D. C., veintitrés (23)
de febrero de 2021
La
Sala Quinta de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, integrada por
las magistradas Paola Andrea Meneses Mosquera, quien la preside, Gloria Stella
Ortiz Delgado y Cristina Pardo Schlesinger, en ejercicio de sus funciones
constitucionales y legales, en particular de las previstas por los artículos 86
y 241.9 de la Constitución Política, profiere la siguiente:
SENTENCIA
En el trámite de revisión del fallo de 15 de
enero de 2020 proferido por la Sala de Decisión Laboral del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Cali, que confirmó la decisión de 25 de noviembre de
2019 proferida por el Juzgado 13 Laboral
del Circuito de Cali, dentro del proceso de tutela promovido por Luis Humberto
Aguas Posso en contra de la Administradora Colombiana de Pensiones
(Colpensiones).
I.
ANTECEDENTES
1.
Hechos relacionados con el
accionante. El señor Luis Humberto
Aguas Posso tiene 74 años de edad[1],
padece “diabetes mellitus”[2],
“glaucoma primario”[3],
“hiperlipidemia”[4]
y es “insulinodependiente”[5].
El accionante se encuentra afiliado al régimen “contributivo”[6] en salud, en
calidad de “beneficiario”[7].
El accionante afirmó que es abogado y “apoderado judicial en un proceso
administrativo iniciado en el año 2010”[8],
pero que “[d]esde hace más de cuatro años [se] encuentr[a] desempleado”[9], por lo que
depende económicamente de (i) su compañera permanente, a quien “le
terminaron el contrato de prestación de servicios que sustentaba su única
fuente de ingresos”[10],
y (ii) sus “dos hijos”[11],
quienes asumen los gastos del accionante relativos al pago del “canon de
arrendamiento”[12],
“alimentación”[13],
“gastos de transporte”[14],
“servicios públicos”[15]
y “la seguridad social de [su] compañera permanente”[16]. Por último,
el accionante manifestó que no tiene “ninguna persona a cargo, pues, por el
contrario, [sus] hijos son quienes están velando por la satisfacción de [sus]
necesidades básicas”[17].
2.
Solicitud de reconocimiento de
la pensión de vejez. El 3 de agosto de
2010, el accionante solicitó a Colpensiones el reconocimiento y pago de la
pensión de vejez, de conformidad con lo previsto por el Acuerdo 049 de 1990. El
accionante manifestó que: (i) es beneficiario del régimen de transición
previsto por el artículo 36 de la Ley 100 de 1993, en tanto tenía más de 40
años de edad para el 1 de abril de 1994, (ii) tiene más de “65 años”[18] de edad y (iii)
tiene por lo menos 1000 semanas cotizadas en cualquier tiempo.
3.
Trámite administrativo de
reconocimiento pensional. Mediante la
Resolución 109689 de 3 de noviembre de 2010, Colpensiones negó la solicitud de
reconocimiento pensional[19].
La entidad adujo que el accionante no “acredita el requisito de semanas
cotizadas para acceder a la pensión de vejez”[20]. Esto, por cuanto: (i)
“existen periodos no cancelados y otros cancelados extemporáneamente, sin
que se haya pagado el interés respectivo”[21];
y (ii) el accionante solo cotizó “en forma ininterrumpida un total de
299 semanas, desde su ingreso el 29 de noviembre de 1984 y el 30 de septiembre
de 2003, de las cuales 243 semanas se cotizaron en los últimos 20 años
anteriores al cumplimiento”[22].
El 4 de enero de 2011, el accionante interpuso el recurso de reposición en
contra de la Resolución 109689. El 8 de octubre de 2013, mediante la Resolución
GNR 251242, Colpensiones confirmó su decisión de negar “la prestación
solicitada”[23].
Esto, al constatar que el accionante “no logra acreditar los requisitos
mínimos de semanas cotizadas”[24].
4.
Solicitud de corrección de
historia laboral. El accionante
afirmó que en razón de lo anterior, solicitó a sus anteriores empleadores que “certificaran
que había laborado en ellas y existía un error en el cómputo de [las] semanas
cotizadas”[25].
Así, el 14 de abril de 2014 el accionante solicitó a Colpensiones la corrección
de su historia laboral[26].
Colpensiones corrigió la historia laboral del accionante, y actualizó el número
de semanas cotizadas a 922,86[27].
Estas semanas fueron cotizadas de forma interrumpida entre el 1 de enero de
1967 y el 31 de octubre de 2003[28].
5.
Reporte de semanas cotizadas
por Consultores Agroindustriales Ltda.
Tras revisar su historia laboral, el accionante advirtió que la empresa
Consultores Agroindustriales Ltda. “aparece reportada en [su] historia
laboral como empleadora [suya], pero no con la totalidad de semanas
cotizadas”[29].
Al respecto, el accionante manifestó que (i) trabajó en dicha empresa “del
3 de junio de 1978 al 15 de agosto de 1980”, lo que equivale a “110
semanas”[30]
de cotización; sin embargo, (ii) Colpensiones solo tiene reportadas “4.43
semanas”[31],
entre el 1 y 31 de octubre de 1978. Para el accionante, esto implica que “no
[le] están contabilizando 106 semanas”[32]. La información que
aparece registrada en la historia laboral del accionante es la siguiente:
Empleador
Desde
Hasta
Semanas
Lic.
Sim.
Total
Consultores
Agroindustriales Ltda.
01/10/1978
31/10/1978
4.43
0.00
0.00
4.43
6.
Solicitudes de corrección de
historia laboral, liquidación y pago de aportes en mora del empleador. El accionante ha solicitado en varias oportunidades
a Colpensiones que autorice “la liquidación y el pago”[33] de algunas de las
semanas en mora por parte de su empleador Consultores Agroindustriales Ltda. El
contenido de estas solicitudes y sus respuestas es el siguiente:
Solicitud del accionante
Respuesta de Colpensiones
Primera
solicitud. El 30 de julio de 2019,
el accionante solicitó a Colpensiones que autorizara el pago de 78
semanas, para completar las semanas requeridas para obtener la pensión de
vejez”[34].
Para tal efecto, allegó copia de la certificación laboral expedida por el
director contable de Consultores Agroindustriales Ltda. Esta certificación
refiere que el accionante trabajó como “Gerente General” del
“3 de junio de 1978 hasta el 15 de agosto de 1980”[35]. Asimismo, el
accionante indicó que esta solicitud se funda en lo dispuesto por el Acuerdo
027 de 1993 del Instituto de Seguros Sociales (ISS)[36].
El
31 de julio de 2019[37],
Colpensiones indicó al accionante los requisitos para acceder a la
liquidación y pago de aportes en mora del empleador[38].
Segunda
solicitud. El 30 de agosto de 2019,
solicitó nuevamente la autorización para pagar los aportes en mora
correspondientes al periodo comprendido entre el 1 de noviembre de 1978 y el
15 de agosto de 1980[39].
El 30 de septiembre de 2019, Colpensiones negó la
solicitud. Alegó que existe una inconsistencia “documental” entre la
deuda registrada por la entidad y los periodos solicitados por el accionante.
En los registros de Colpensiones “se constata que la deuda [del
empleador] comprende del 1 de noviembre de 1978 al 31 de agosto de 1989”[40],
mientras que los periodos solicitados por el señor Aguas Posso “comprenden
del 1 de noviembre de 1978 al 15 de agosto de 1980”[41]. Por tanto, la entidad
advirtió que “es necesario aclarar”[42]
dicha inconsistencia, para poder determinar “que el vacío en la historia
laboral del afiliado es consecuencia de la omisión del empleador de realizar
los pagos al Sistema (…), y no de la omisión de reportar la novedad de
retiro”[43].
Tercera
solicitud. El 9 de octubre de 2019,
el accionante presentó una nueva solicitud ante Colpensiones. En esta
petición, manifestó (i) no tener “responsabilidad en la omisión de
no (sic) reportar [su] retiro”[44]; (ii) su
obligación se limita a “presentar (…) la certificación”[45]
laboral; y (iii) no existe fundamento alguno para cobrar los ciclos
del “periodo 1980-1989”[46],
que aparecen a cargo de Consultores Agroindustriales. Esto, porque en ese “lapso
coti[zó] con otros empleadores”[47].
El 17 de octubre de 2019, Colpensiones negó la
solicitud del accionante. La entidad adujo tres razones para ello. Primero,
las solicitudes de liquidación y pago de aportes implican “que el
trabajador asuma la omisión en el pago de su empleador por el efecto que
tiene en su solicitud de reconocimiento pensional”[48]. Esto significa que el
pago no puede ser “parcial, sino por el total de la obligación”[49].
Segundo, la certificación laboral aportada por el accionante no es válida.
Esto, por cuanto: (i) el certificado de cámara de comercio no refiere
que “la empresa se encuentra liquidada, declarada insolvente o
desaparecida”[50]
y (ii) “el director contable no aparece en el certificado de cámara
de comercio y por esto no es posible validar sus facultades para firmar dicho
documento”[51].
Por último, dicha certificación laboral señala que el accionante desempeñó
las funciones de gerente, por lo que Colpensiones comunicará a la UGPP, para
que investigue la conducta de “los socios o gerentes de empleadores que
omitieron el pago de aportes”[52]
en este caso.
7.
Solicitud de tutela. El 7 de noviembre de 2019, el señor Aguas Posso
interpuso acción de tutela en contra de Colpensiones, por la presunta vulneración
de sus derechos a “la seguridad social, al mínimo vital, a una vida digna y
a la igualdad”[53].
El accionante se refirió a dos cuestiones. Primero, indicó que la solicitud de
tutela es procedente, en tanto tiene “73 años, no [le] es posible
conseguir empleo y, además, [su] condición de salud es precaria debido a
que [es] insulinodependiente”[54],
por lo que “someter[se] a un proceso ordinario (…) resultaría
muy complejo”[55].
Segundo, adujo que la jurisprudencia constitucional ha reiterado que Colpensiones
no puede trasladar a los afiliados “las consecuencias negativas de la mora
por parte de[l] empleador y de la negligencia de aquell[a] al no
cobrarle al [empleador]”[56]
mediante “las acciones de cobro coactivo”[57] respectivas. Por tanto,
el accionante solicitó que se ordene a Colpensiones que: (i) corrija su
historia laboral, de forma que ésta refleje las semanas “que aparecen en
mora por parte de Consultores Agroindustriales Ltda.”[58] y, en consecuencia, (ii)
resuelva “nuevamente [su] solicitud de reconocimiento de pensión
presentada el 3 de agosto de 2010”[59].
8.
Admisión de la solicitud de
tutela. El 8 de noviembre de 2019, el
Juzgado 13 Laboral del Circuito de Cali avocó el conocimiento de la acción de
tutela sub examine, y ofició a Colpensiones para que se pronunciara
sobre los hechos de la tutela.
9.
Contestación de Colpensiones. El 14 de noviembre de 2019, Colpensiones solicitó al
a quo declarar “la improcedencia”[60] de la acción tutela sub
examine. Al respecto, Colpensiones mencionó que, “de los medios
probatorios allegados por [el] accionante, resulta evidente que no
acredita ninguno de los requisitos de procedibilidad de la acción de tutela”[61]. Esto, por
cuanto el accionante (i) no “manifiesta las razones por el que (sic) el
mecanismo judicial ordinario carece de eficacia para la protección de sus
derechos”[62]
y (ii) tampoco “demuestra la existencia de un perjuicio irremediable
o amenaza inminente por la que requiera la intervención inmediata del Juez de
tutela”[63].
10.
Sentencia de primera instancia. El 25 de noviembre de 2019, el Juzgado 13 Laboral
del Circuito de Cali declaró improcedente la acción de tutela sub examine.
El Juzgado consideró que la acción no cumple con el requisito de
subsidiariedad, en tanto “debe ser la vía ordinaria el mecanismo idóneo”[64] para
“ordenar la obtención del derecho pensional”[65] del actor. Asimismo,
adujo que, “pese a que esgrime el accionante como situaciones que lo ubican
en especiales condiciones, su edad y su patología de diabetes, tales
situaciones por sí solas no son suficientes para que (…) pretenda
alcanzar por vía constitucional el beneficio pensional por vejez sin el
cumplimiento cabal de las exigencias legales establecidas para ello”[66].
11.
Impugnación. El 29 de noviembre de 2019, el accionante impugnó la
decisión del a quo[67].
A juicio del accionante, el juez de primera instancia desconoció la
jurisprudencia constitucional[68]
acerca de (i) la procedencia de la acción de tutela y (ii) la
mora del empleador en el pago de los aportes a la seguridad social. Primero,
indicó que la Corte Constitucional ha reconocido la procedencia de la acción de
tutela “cuando el peticionario se encuentra en situación de debilidad
manifiesta, como ocurre en [su] caso”[69]. Así que, habida cuenta
de su edad y condiciones de salud, “someter[lo] a un proceso
ordinario (…) implicaría imponer[le] una carga excesiva”[70]. Segundo, señaló
que el a quo desconoció que esta Corte ha advertido que “no es
posible trasladarle al trabajador las consecuencias negativas de la mora
patronal, pues esto constituye una vulneración del derecho a la seguridad
social”[71].
12.
Sentencia de segunda instancia. El 15 de enero de 2020, la Sala de Decisión Laboral
del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cali confirmó la sentencia de
primera instancia[72].
El ad quem consideró que el accionante cuenta con otros medios de
defensa judicial para solicitar la corrección de su historia laboral, así como
el reconocimiento y pago de la pensión de vejez[73]. Es más, en el caso
concreto advirtió que tampoco “se puede acreditar la configuración o
existencia de un perjuicio irremediable del que pueda ser víctima el accionante”[74], por lo que
el actor debe ejercer “los demás medios de defensa que prevé el ordenamiento
judicial”[75].
13.
Actuaciones en sede de revisión. El 3 de agosto de 2020 la Sala de Selección Número
Tres seleccionó para revisión el expediente de la referencia, y lo repartió a
la Sala Primera de Revisión de Tutelas. El 14 de octubre de 2020 el magistrado
ponente (e) ordenó la práctica de pruebas[76].
El 9 de noviembre de 2020, la Sala Primera requirió a Colpensiones para que allegara
las pruebas solicitadas mediante el auto de 14 de octubre de 2020, y suspendió
los términos procesales. En cumplimiento de esas providencias, la Sala Primera
recibió los siguientes informes:
Informes
Colpensiones[77]
El
30 de octubre de 2020[78],
Colpensiones se refirió a tres asuntos. Primero, solicitó que la Corte
declare la nulidad procesal. A su juicio, debe vincularse al proceso al empleador,
Consultores Agroindustriales Ltda., para integrar el contradictorio. Segundo,
informó que, en este caso, “no aplica mora patronal”. Esto,
porque el caso se encuentra dentro de una de las excepciones previstas por la
Circular 14 de 2015, que señala que la omisión de reportar las novedades de
nómina “no ofrece certeza del extremo final de la relación laboral”.
Tercero, indicó que “no se tiene traza de otros cobros realizados al
empleador Consultores Agroindustriales LTDA por los ciclos 01 de noviembre de
1978 al 21 de agosto de 1989”.
El
12 de noviembre de 2020[79],
Colpensiones informó que: (i) el accionante se encuentra afiliado en
estado “inactivo”, porque “no se han recibido pagos a pensión en más
de 6 meses”; (ii) Consultores Agroindustriales Ltda. afilió al
accionante al sistema como trabajador “dependiente”; (iii)
dicha empresa “únicamente realizó cotizaciones a nombre del
[accionante] para el periodo 1978/10/01 hasta 1978/10/31”; (iv)
dicha empresa “no reportó novedad de retiro para el afiliado”, por lo
que “se toma como fecha de retiro la última vez que aparece en los
archivos microfilmados el afiliado, esto es, para el periodo 1989/0831”; (v)
Colpensiones “desconoce si el [ISS] inició acciones de cobro
en contra de este empleador”; y (vi) la empresa Consultores
Agroindustriales “no se encuentra en un trámite concursal ni en
liquidación, sino en un trámite administrativo”.
Luis
Humberto Aguas Posso[80]
El
4 de septiembre de 2020[81],
informó que presentó a Colpensiones una nueva solicitud de corrección de
historia laboral. El accionante pidió el reconocimiento de las semanas “comprendidas
entre el 3 de junio de 1978 y 15 de agosto 1980 (110 semanas aproximadamente)”.
Colpensiones negó esta solicitud. La entidad señaló que Consultores
Agroindustriales Ltda. soló cotizó “los periodos que se reflejan en su
historia laboral”. Por tanto, el accionante debe suministrar los “elementos
probatorios” que evidencien “su vínculo laboral con dicho empleador”.
Asimismo, Colpensiones indicó al accionante que “figura deuda en el
periodo comprendido entre 197811 a 198008, por lo cual no son tenidos en
cuenta para el total de semanas cotizadas”.
El
2 de diciembre de 2020[82],
el accionante señaló que (i) fue trabajador de Consultores
Agroindustriales Ltda., (ii) dicho empleador descontó de su salario
los pagos a la seguridad social, sin llevar a cabo el pago de los aportes, y (iii)
ni el ISS ni Colpensiones han adelantado acción de cobro alguna respecto de
los periodos en mora del empleador.
Supersociedades[83]
Informó
que, en virtud de lo dispuesto por el parágrafo primero del artículo 50 de la
Ley 1429 de 2010, la empresa Consultores Agroindustriales Ltda. “se
encuentra disuelta y en estado de liquidación”.
II.
CONSIDERACIONES
1.
Competencia
14.
La Sala Quinta de
Revisión es competente para revisar los fallos de tutela proferidos en este
proceso, de conformidad con lo dispuesto por los artículos 86 y 241.9 de la
Constitución Política.
2.
Objeto, problema
jurídico y metodología de la decisión
15.
Objeto de la decisión. La acción de tutela sub examine versa sobre
la presunta vulneración de los derechos del accionante a la seguridad social,
al mínimo vital, a la vida digna y a la igualdad. Esto, como consecuencia de la
negativa de Colpensiones de acceder a la corrección de historia laboral y de
liquidación y pago de aportes, de manera que ésta refleje los periodos en mora
de su empleador Consultores Agroindustriales Ltda.
16.
Problema jurídico. De conformidad con lo expuesto, corresponde a la Sala
resolver el siguiente problema jurídico: ¿Colpensiones vulneró los derechos a
la seguridad social, al mínimo vital, a la vida digna y a la igualdad del
accionante, al negar las solicitudes de corrección de historia laboral y de
liquidación y pago de aportes en mora del empleador?
17.
Metodología. Para dar respuesta dicho problema jurídico, la Sala de
Revisión analizará, como cuestión previa, si la acción de tutela satisface los
requisitos de procedibilidad. En caso, afirmativo, expondrá la jurisprudencia constitucional
acerca de la mora del empleador en el pago de los aportes a la seguridad social,
y, luego resolverá el caso concreto.
3.
Cuestión previa.
Procedibilidad de la acción de tutela
18.
Requisitos generales
de procedibilidad de la acción de tutela. De acuerdo con el artículo 86 de la Constitución
Política, toda persona puede ejercer la acción de tutela “mediante un
procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe
a su nombre”[84],
para la protección inmediata de sus derechos fundamentales, siempre
que resulten amenazados o vulnerados por la acción o la omisión de cualquier
autoridad pública o de un particular. Esto, siempre y cuando el accionante no
disponga de otro medio de defensa judicial idóneo y eficaz para la protección
de sus derechos, salvo que se utilice como mecanismo transitorio para evitar el
acaecimiento de un perjuicio irremediable. En esta medida, antes de
pronunciarse de fondo sobre el caso concreto, es deber del juez constitucional
verificar el cumplimiento de los requisitos generales de procedibilidad de la
acción de tutela, a saber: (i) legitimación en la causa, (ii)
inmediatez y (iii) subsidiariedad.
19.
Legitimación en la
causa. El artículo 10 del Decreto
2591 de 1991[85]
dispone que la acción de tutela puede ser ejercida “por cualquier persona
vulnerada o amenazada en sus derechos fundamentales”, quien podrá actuar
por sí misma, mediante representante o apoderado judicial, agente oficioso, el
Defensor del Pueblo o los personeros municipales. Este requisito de procedencia
tiene por finalidad garantizar que quien interponga la acción tenga un “interés
directo y particular”[86]
respecto de las pretensiones incoadas, de manera que el juez constitucional
pueda verificar que “lo reclamado es la protección de un derecho fundamental
del propio demandante y no de otro”[87].
A su vez, esta acción debe ser
ejercida en contra del sujeto responsable de la presunta vulneración o amenaza
de los derechos fundamentales, sea éste una autoridad pública o un particular.
20.
La solicitud de
tutela satisface el requisito de legitimación en la causa. Esto, por dos razones. De un lado, la solicitud de tutela satisface el requisito de legitimación
por activa. El accionante (i) presentó a nombre propio la acción de
tutela y (ii) es el titular del derecho a la seguridad social, al mínimo
vital, a la vida digna y a la igualdad, que alega vulnerados por parte de
Colpensiones. De otro lado, la solicitud fue interpuesta en contra de
Colpensiones, esto es, (i) la administradora del fondo pensional al cual
se encuentra afiliado el señor Aguas Posso, así como (ii) la responsable
de administrar la información de la historia laboral del accionante y de llevar
a cabo el reconocimiento y pago de la pensión de vejez.
21.
Inmediatez. La
jurisprudencia constitucional ha señalado que la acción de tutela debe
presentarse en un término oportuno y razonable respecto del hecho que generó la
presunta vulneración de los derechos fundamentales. Este requisito tiene por
finalidad preservar la naturaleza de la acción de la acción de tutela,
concebida como “un remedio de aplicación urgente que demanda una protección
efectiva y actual de los derechos invocados”[88]. Ahora bien, el juez
constitucional “debe tomar en cuenta las
condiciones del accionante, así como las circunstancias que rodean los hechos
para determinar lo que debería considerarse como plazo razonable. Para ello,
debe valorar las pruebas aportadas de acuerdo a los principios de la sana
crítica, con el fin de determinar si hay una causal que justifique la
inactividad del accionante”[89].
22.
La solicitud de
tutela satisface el requisito de inmediatez. La presente
acción fue interpuesta en un término oportuno y razonable en relación con el
presunto hecho vulnerador de los derechos fundamentales del accionante. Esto,
por cuanto trascurrió menos de un mes desde que Colpensiones negó la corrección
de la historia laboral, así como la liquidación y pago de aportes en mora del
empleador por parte del accionante (17 de octubre de 2019) y la interposición
de la solicitud de tutela (7 de noviembre de 2019).
23.
Subsidiariedad. La jurisprudencia constitucional ha
precisado que la exigencia del requisito de subsidiariedad se funda en que la protección de los
derechos fundamentales no es un asunto reservado al juez de tutela. Los jueces
y los mecanismos ordinarios de defensa también han sido diseñados para
garantizar la vigencia de los derechos constitucionales, incluidos los de
carácter fundamental. En esta medida, la verificación de este requisito busca evitar la “paulatina
sustitución de los mecanismos ordinarios de protección de derechos y de
solución de controversias”[90]. En efecto, el uso “indiscriminado”[91]
de la tutela puede acarrear: “(i) que se desfigure el papel institucional de la acción de tutela
como mecanismo subsidiario para la protección de los derechos fundamentales,
(ii) que se niegue el papel primordial que debe cumplir el juez ordinario en
idéntica tarea, como quiera que es sobre todo éste quien tiene el deber
constitucional de garantizar el principio de eficacia de los derechos
fundamentales (artículo 2 Superior) y (iii) que se abran las puertas para
desconocer el derecho al debido proceso de las partes en contienda, mediante el
desplazamiento de la garantía reforzada en que consisten los procedimientos
ordinarios ante la subversión del juez natural (juez especializado) y la
transformación de los procesos ordinarios que son por regla general procesos de
conocimiento (no sumarios)”[92].
24.
Por lo anterior, la acción de
tutela solo procede cuando el afectado no dispone de otro medio de defensa
idóneo y eficaz para la protección de sus derechos fundamentales, salvo que ésta
se ejerza como mecanismo transitorio para evitar el acaecimiento de un
perjuicio irremediable[93]. En efecto, el carácter subsidiario de
esta acción “impone
al interesado la obligación de desplegar todo su actuar dirigido a poner en
marcha los medios ordinarios de defensa ofrecidos dentro del ordenamiento
jurídico para la protección de sus derechos fundamentales (…) y sólo ante la ausencia de dichas vías o cuando las mismas no resultan
idóneas para evitar la ocurrencia de un perjuicio irremediable, resulta
admisible acudir a la acción de amparo constitucional”[94]. No obstante, la
Corte ha advertido que el estudio de la subsidiariedad de la acción de tutela
no consiste en una mera verificación formal de la existencia de otros
mecanismos judiciales o administrativos[95].
Corresponde al juez constitucional analizar la situación particular y concreta
del accionante, para comprobar si los medios ordinarios resultan idóneos y
eficaces para la protección de los derechos fundamentales[96].
25.
La solicitud de
tutela no satisface el requisito de subsidiariedad. Para la Sala Quinta de Revisión de Tutelas, el
accionante cuenta con otro medio de defensa judicial idóneo y eficaz para la
defensa de sus derechos fundamentales. Esto
es así por tres razones. Primero, la acción ordinaria laboral es un medio de defensa judicial idóneo. Dicha acción es adecuada para lograr la
corrección de la historia laboral del accionante, así como el reconocimiento y
pago de la pensión de vejez, en caso de acreditar los requisitos legales para
ello. A partir de la Sentencia SL 34270 de 2008, la Corte Suprema de Justicia
ha sostenido que “la mora y el incumplimiento a la obligación de cobro de
las entidades administradoras no puede afectar los derechos del afiliado o de
sus beneficiarios”[97].
Por tanto, “las administradoras de pensiones deben agotar diligente y
oportunamente las gestiones de cobro ante los obligados al pago de aportes al
sistema, de suerte que de omitir esa obligación, deber responder por el pago de
la prestación a que haya lugar, en la medida en la desidia de unos y otros no
puede afectar los derechos de los afiliados o de sus beneficiarios”[98].
Estas consideraciones son compatibles con la jurisprudencia constitucional en
este asunto. Esto permite concluir que la acción ordinaria laboral es, en
principio, un mecanismo idóneo para solicitar la corrección de la historia
laboral y el reconocimiento pensional cuando el afiliado reclame periodos en
los que el empleador haya omitido su deber de pagar los aportes a la seguridad
social.
26.
Segundo, la acción ordinaria laboral es un medio de defensa judicial eficaz. El accionante no presenta “condiciones
particulares de vulnerabilidad”[99]
socioeconómicas que tornen ineficaz o “inoportuna” la acción ordinaria[100].
En efecto, la Sala advierte que el
accionante: (i) es
abogado en ejercicio, en tanto aún es apoderado en un proceso judicial ante la
Jurisdicción Contencioso Administrativa[101],
(ii) no tiene personas a cargo que dependan económicamente de él, (iii)
cuenta con una red de apoyo familiar para
la satisfacción de sus necesidades básicas, conformada por (a) sus
hijos, quienes “están velando por la satisfacción de [sus] necesidades
básicas”, y (b) su compañera permanente, quien también es “abogada”[102] y,
según la información suministrada por el accionante[103], a partir del 1 de mayo
de 2020 presta sus servicios jurídicos a la sociedad Andalaya S.A.S “de
forma independiente, sin vinculación o dependencia laboral”, lo que implica
que los cobros referidos a “consultas y asistencias jurídicas (…)
previamente se pactarán, (sic) los honorarios y tiempo de entrega de la
gestión”[104].
Por lo demás, (iv) ni el accionante ni su núcleo familiar se encuentran
caracterizados como hogares pobres o vulnerables, según el registro del Sisbén.
En estos términos, la Sala no advierte la existencia de condiciones de riesgo o
vulnerabilidad socioeconómicas que impidan que el accionante eleve sus
pretensiones ante los jueces ordinarios.
27.
Tercero, la Sala no
advierte la eventual configuración de un perjuicio irremediable. El
accionante refiere que someterlo al proceso ordinario laboral puede acarrear la
configuración de un perjuicio irremediable, habida cuenta de su edad y de su
estado de salud. Sin embargo, para la Sala dichas condiciones no dan cuenta de
la eventual configuración de un perjuicio grave e inminente, que
requiera “de medidas urgentes para ser conjurado”[105] o que “solo
pued[a] ser evitado a partir de la implementación de acciones
impostergables”[106].
Esto es así, por las siguientes razones. De un lado, como se señaló en el
párrafo anterior, el accionante no se encuentra en una situación de extrema
vulnerabilidad socioeconómica que haga necesaria la intervención del juez de
tutela para conjurar la eventual afectación del derecho al mínimo vital o a la
vida digna del accionante y de su familia. Por el contrario, el accionante
reconoció que gracias a su red de apoyo familiar, (i) sus necesidades
básicas están siendo satisfechas y (ii) no tiene personas a su cargo.
28.
De otro lado, la edad y
las patologías médicas del accionante tampoco dan cuenta de la configuración de
un perjuicio irremediable. Esta Corte ha reconocido que la edad de una persona
o “el hecho de padecer una enfermedad, no es condición suficiente para que
la acción de tutela se torne automáticamente procedente”[107].
Los accionantes “deben probar cómo dicha enfermedad los sitúa en una
condición de debilidad manifiesta o de vulnerabilidad tal que haga procedente
el amparo”[108].
Esto es especialmente relevante cuando “se debaten asuntos asociados a la
pensión de vejez, en relación con los cuales la mayoría de los interesados
habrá superado los 60 años y tendrá la calidad de adulto mayor”[109].
Flexibilizar el análisis del principio de subsidiariedad por el solo hecho de
la edad del accionante implicaría “concluir que todas las peticiones de
vejez que ellos hagan a través de la acción de tutela son procedentes. Tal
perspectiva, terminaría por hacer que las vías ordinarias de defensa judicial
en esa materia queden inoperantes. Ello trastocaría la naturaleza excepcional
de la acción de tutela”[110].
Es decir, se estaría modificando la naturaleza jurídica de la acción de tutela
configurándola como una acción ordinaria, y no excepcional como lo contempla el
artículo 86 de la constitución politica.
29.
Por esta razón, la
Corte ha aplicado la tesis de vida probable[111].
Esta reconoce la distinción entre “adultos mayores y los individuos de la
tercera edad”[112].
En esta última categoría se encuentran las personas que han “superado la
esperanza de vida”[113]
certificada por el DANE, que, para el periodo “2015-2020”[114],
es de “76 años”[115]
sin distinguir entre hombres y mujeres. Esta distinción es relevante, porque
reconoce “la heterogeneidad entre personas de avanzada edad y la necesidad
de brindar un trato especial a las que (…) presenten mayores
dificultades asociadas con los efectos biológicos del paso del tiempo”[116].
Asimismo, la aplicación de esta tesis permite “concretar el principio de la
igualdad y conservar la acción de tutela como un medio excepcional y
subsidiario de protección de los derechos fundamentales en los casos en los que
se debate una pensión de vejez”[117].
30.
Pues bien, en el caso
del accionante la Sala constata que ni su edad ni sus patologías médicas
demandan la intervención urgente e impostergable del juez constitucional. En
efecto, (i) el accionante no es un individuo de la tercera edad, en
tanto aún no ha superado la esperanza de vida de la población colombiana (76
años), y (ii) la historia clínica del accionante no refiere que su
estado de salud comprometa, de manera grave e inminente, el ejercicio de sus
funciones vitales. Al respecto, la historia clínica indica que el accionante
padece “diabetes mellitus insulinodependiente, sin mención de complicación”[118],
sin que haya referencia a alguna situación de riesgo próxima a acaecer[119].
Por lo demás, el accionante tiene asegurada la prestación del servicio de
salud. Actualmente, se encuentra afiliado a la EPS Sura, en calidad de
beneficiario, y la Sala pudo constatar que ha sido atendido para tratar sus
patologías. En estos términos,
aun cuando el accionante manifiesta que “someter[lo]
a un proceso ordinario (…) resultaría muy complejo”, por
cuanto no es seguro que resista la duración del proceso, las condiciones
socioeconómicas, personales y de salud del accionante no dan cuenta de la
configuración del referido perjuicio. Por tanto, la Sala concluye que los
hechos acreditados en el expediente no justifican la intervención urgente del
juez constitucional, que conlleve desplazar “el papel primordial que debe
cumplir el juez ordinario en idéntica tarea, como quiera que es sobre todo éste
quien tiene el deber constitucional de garantizar el principio de eficacia de
los derechos fundamentales”[120].
31.
Así, lo que da cuenta
de la vulnerabilidad del accionante no es padecer una enfermedad (aunque sea de
aquellas consideradas como catastróficas o degenerativas, como la diabetes),
sino las limitaciones o condiciones particulares en las que se manifiesta esa
enfermedad en el accionante. Son los impactos concretos de la enfermedad en la capacidad
laboral, situación que en el proceso no se acreditó, sino que al contrario, se
probó que el accionante continúa ejerciendo la profesión de abogado[121].
Es decir, su condición de salud no le impide el correcto desarrollo de su
ejercicio profesional.
32.
Órdenes a proferir. La Sala Quinta de Revisión confirmará las
decisiones de instancia que declararon improcedente la acción de tutela
interpuesta por el señor Luis Humberto Aguas Posso en contra de la
Administradora Colombiana de Pensiones. Esto, habida cuenta de que la solicitud
de tutela no satisface el requisito de subsidiariedad.
4.
Síntesis de la
decisión
33.
Correspondió a la Sala
Quinta de Revisión de Tutelas revisar los fallos proferidos dentro del proceso de
tutela promovido por Luis Humberto Aguas Posso en contra de Colpensiones. El
accionante consideró que la decisión de Colpensiones de negar la corrección de
historia laboral respecto de los periodos en mora de su empleador Consultores
Agroindustriales Ltda. vulneró sus derechos a la seguridad social, al mínimo
vital, a la vida digna y a la igualdad. El
Juzgado 13 Laboral del Circuito de Cali y la Sala de Decisión Laboral del
Distrito Judicial de Cali declararon improcedente la acción de tutela, por
considerar que ésta no satisfizo el requisito de subsidiariedad.
34.
La Sala Quinta de
Revisión resolvió confirmar las decisiones de instancia. Esto, por cuanto
acreditó que el accionante cuenta con otro medio de defensa judicial idóneo y
eficaz. En efecto, en el caso sub examine, (i) la acción
ordinaria laboral es un medio idóneo para solicitar la corrección de historia
laboral y el reconocimiento pensional, (ii) el accionante no refiere
condiciones de vulnerabilidad o riesgo que tornen ineficaz la acción ordinaria
laboral y (iii) la Sala no acreditó la eventual configuración de un
perjuicio irremediable.
III.
DECISIÓN
En
mérito de lo expuesto, la Sala Quinta de Revisión de la Corte Constitucional,
administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE
Primero.- LEVANTAR la suspensión de términos ordenada
mediante el auto de 9 de noviembre de 2020, proferido por la Sala Primera de
Revisión de Tutelas.
Segundo.-
CONFIRMAR la sentencia de 15 de enero
de 2020 proferida por la Sala de Decisión Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cali, que, a su vez, confirmó la decisión de 25 de
noviembre de 2019 proferida por el Juzgado 13 Laboral del Circuito de Cali, que
declararon improcedente la acción de tutela interpuesta por Luis Humberto Aguas
Posso en contra de la Administradora Colombiana de Pensiones (Colpensiones).
Tercero.- LIBRAR por Secretaría General la comunicación
prevista en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Comuníquese y cúmplase,
PAOLA ANDREA MENESES MOSQUERA
Magistrada
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
Con salvamento de voto
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
[1] Cdno. 1, fl.
12.
[2] Cdno. 1, fls. 13 a 20.
[3] Comunicación recibida el 5 de noviembre de 2020.
[4] Cdno. 1, fls. 13 a 20.
[5] Cdno. 1, fls. 13 a 20.
[6] Cdno. 1, fl. 21.
[7] Cdno. 1, fl. 21.
[8] Id.
[9] Comunicación recibida el 5 de noviembre de 2020.
[10] Id.
[11] Id.
[12] Id.
[13] Id.
[14] Id.
[15] Id.
[16] Id.
[17] Id.
[18] Cdno. 1, fl. 12.
[19] Cdno. 1, fls. 24 a 25.
[20] Id.
[21] Id.
[22] Id.
[23] Cdno. 1, fls. 29 a 31.
[24] Id.
[25] Cdno. 1, fls. 1 a 10. Al respecto, el accionante aportó las siguientes pruebas: (i)
copia de la solicitud presentada al Banco GNB Sudameris, de 9 de junio de 2007;
(ii) copia de la certificación laboral y “para expedición de bono
pensional” expedida por el Banco GNB Sudameris; (iii) copia de la
solicitud presentada a la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, de 3
de septiembre de 2010; (iv) copia de la certificación expedida por la
CAR; y (v) copia del certificado laboral de la empresa Consultores
Agroindustriales Ltda.
[26] Cdno. 1, fl.
48.
[27] Cdno. 1, fls. 32 a 36.
[28] Id.
[29] Cdno. 1, fls. 1 a 10.
[30] Id.
[31] Id.
[32] Id.
[33] Cdno. 1, fls. 1 a 10.
[34] Id.
[35] Cdno. 1, fl. 51.
[36] El artículo 2 del Acuerdo 027 de 1993 del Instituto de Seguros
Sociales prevé que “(…) Los
trabajadores dependientes que por razón de la mora en el pago de los aportes
por parte del empleador, no tengan derecho a la pensión de vejez o invalidez o
esta se vea reducida, podrán cancelar el valor correspondiente a los aportes en
mora, multa e intereses, liquidado por las dependencias competentes del ISS, en
lo que a dichos trabajadores se refiere”.
[37] Cdno. 1, fl. 53.
[38] En relación con el trabajador, los requisitos son: (i)
el solicitante debe “estar afiliado al [Régimen de Prima Media]”, (ii)
“presentar relación laboral con el empleador para los ciclos solicitados”,
(iii) “no ser beneficiario de un reconocimiento por indemnización
sustitutiva de vejez” y (iv) “no ser trabajador independiente”[38].
En relación con el empleador, este (i) debe “encontrarse
desparecido, liquidado o insolvente” y (ii) “no ser entidad
pública”.
[39] Cdno. 1, fls.
54 y 55.
[40] Cdno. 1, fl.
56.
[41] Id.
[42] Id.
[43] Id.
[44] Id.
[45] Id.
[46] Id.
[47] Id.
[48] Id.
[49] Id.
[50] Id.
[51] Id.
[52] Id.
[53] Cdno. 1, fls. 1-10.
[54] Id.
[55] Id.
[56] Id.
[57] Id.
[58] Id.
[59] Id.
[60] Cdno. 1, fls. 69 a 72.
[61] Id.
[62] Id.
[63] Id.
[64] Cdno. 1, fls. 75 a 80.
[65] Id.
[66] Id.
[67] Cdno. 1, fls. 85 a 91.
[68]
En particular, el accionante sostiene el desconocimiento de las sentencias
T-702 de 2008, T-241 de 2017, T-079 de 2016.
[69] Cdno. 1, fls. 85 a 91.
[70] Id.
[71]
[72] Cdno. 2, fls. 3 a 5.
[73] Id.
[74] Id.
[75] Id.
[76] En particular, la Sala Primera de Revisión solicitó a: (i)
el accionante que informara acerca de la composición de su núcleo familiar y su
situación económica; (ii) Colpensiones que remitiera copia completa y
detallada de la historia laboral del accionante, e informara acerca de las
acciones de cobro iniciadas respecto de los periodos adeudados por la empresa
Consultores Agroindustriales Limitada; y, por último, (iii) la
Supersociedades que comunicara acerca del proceso de liquidación de la empresa
Consultores Agroindustriales Limitada.
[77] Cdno. ppal., fls, 19-25 y 89-97.
[78]
Oficio OPT-A-1580-2020 del 19 de octubre de 2020
[79]
Oficio OPT-A-1958-2020 del 9 de noviembre de 2020
[80] Comunicación recibida el 5 de noviembre de 2020.
[81]
Oficio OPT-A-1580-2020 del 19 de octubre de
[82] Comunicación recibida el 2 de diciembre de 2020.
[83] Comunicación recibida el 3 de noviembre de 2020.
[84] Constitución de Política, artículo 86.
[85] Decreto 2591 de 1991, artículo 10.
Legitimidad e interés: “La acción de tutela podrá ser ejercida, en todo
momento y lugar, por cualquiera persona vulnerada o amenazada en uno de sus
derechos fundamentales, quien actuará por sí misma o a través de representante.
Los poderes se presumirán auténticos. // También se pueden agenciar derechos ajenos
cuando el titular de los mismos no esté en condiciones de promover su propia
defensa. Cuando tal circunstancia ocurra, deberá manifestarse en la solicitud.
// También podrá ejercerla el Defensor del Pueblo y los personeros municipales”.
[86]
Corte Constitucional, Sentencias T-678 de 2016 y
T-176 de 2011.
[87] Corte Constitucional, Sentencias T-678 de
2016 y T-176 de 2011.
[88] Corte Constitucional, Sentencia SU-391 de
2016.
[89] Corte Constitucional, Sentencia SU-189 de 2012.
[90] Corte Constitucional, Sentencia SU-691 de 2017.
[91] Id.
[92] Corte Constitucional, Sentencia SU-691 de 2017.
[93] Constitución
Política, artículo 86.
[94] Corte Constitucional, Sentencia SU-037 de
2009.
[95] Corte Constitucional, Sentencia T-721 de
2012.
[96] Corte Constitucional, Sentencias T-043 de
2014, T-402 de 2012 y T-235 de 2010.
[97] Esta posición ha sido reiterada en las siguientes
sentencias de la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia:
SL-907-2013, SL-5429-2014, SL 13388-2014, SL 8082-2015, SL 16814-2015,
SL13266-2016, SL 4952-2016, SL6469-2016 y SL17488-2016, entre otras.
[98] Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral.
Sentencia SL 17488-2016.
[99] Corte Constitucional, Sentencia T-258 de 2019.
[100] Id.
[101] Cfr. Corte Constitucional, Sentencia SU-691 de
2017.
[102] Comunicación recibida el 5 de noviembre de 2020.
[103] Comunicación recibida el 5 de noviembre de 2020.
[104] Id.
[105] Corte Constitucional, Sentencia T-956 de 2013.
[106] Corte Constitucional, Sentencia T-956 de 2013.
[107] Corte Constitucional, Sentencia SU-691 de 2017.
[108] Id.
[109]
Corte Constitucional, Sentencia T-015 de 2019.
[110]
Id.
[111]
Corte Constitucional, Sentencias T-015 de 2019, T-683 de 2017, T-598 de 2017,
T-462 de 2017, T-976 de 2017, entre otras.
[112]
Corte Constitucional, Sentencia T-015 de 2019.
[113]
Id.
[114]
Id.
[115]
Id.
[116]
Id
[117]
Id.
[118] Comunicación recibida el 5 de noviembre de 2020.
[119] Corte Constitucional, Sentencia T-471 de
2017. “se debe tener en cuenta la presencia
de varios elementos para determinar el carácter irremediable del perjuicio. En
primer lugar, (…) el daño debe ser inminente, es decir que está por suceder en
un tiempo cercano, a diferencia de la mera expectativa ante un posible
menoscabo. Este presupuesto exige la acreditación probatoria de la ocurrencia
de la lesión en un corto plazo que justifique la intervención del juez
constitucional. Es importante resaltar que la inminencia no implica
necesariamente que el detrimento en los derechos este consumado. Asimismo, (…)
las medidas que se [deben] tomar
para conjurar el perjuicio irremediable deben ser urgentes y precisas ante la
posibilidad de un daño grave evaluado por la intensidad del menoscabo material
a los derechos fundamentales de una persona. Finalmente, (…) la acción de
tutela debe ser impostergable para que la actuación de las autoridades y de los
particulares sea eficaz y pueda asegurar la debida protección de los derechos
comprometidos”.
[120]
Corte Constitucional, Sentencia SU-691 de 2017.
[121]
Comunicación recibida el 5 de noviembre de 2020. |
7 | T-045-21
Sentencia T-045/21
Referencia
expediente T-7.630.024
Acción de tutela instaurada por Yilmer
Fernando Torres Erazo y otros contra el Tribunal Administrativo del Quindío.
Magistrado
Sustanciador:
JOSÉ
FERNANDO REYES CUARTAS
Bogotá, D.C. veinticinco (25) de febrero
de dos mil veintiuno (2021)
La Sala Octava de Revisión de tutelas de la Corte Constitucional,
integrada por el Magistrado Alberto Rojas Ríos, la Magistrada Diana Fajardo
Rivera y el Magistrado José Fernando Reyes Cuartas, quien la preside, en
ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, profiere la
siguiente:
SENTENCIA
I.
ANTECEDENTES
Los ciudadanos Yilmer Fernando Torres Erazo, María
Zulema Erazo Arredondo, Jhojan Alexander Velázquez Erazo, Sorangel Torres
González, Yolanda Torres González y Fabio Alexander Torres González
interpusieron acción de tutela contra el Tribunal Administrativo del Quindío. Consideran vulnerados su derechos
fundamentales al debido proceso, a la administración de justicia y a la
igualdad, con ocasión de la indebida valoración probatoria realizada por la
autoridad judicial accionada y la omisión de trato preferente en razón de la
situación de discapacidad del señor Yilmer Fernando Torres Erazo.
Hechos relevantes dentro del proceso penal adelantado
contra el señor Yilmer Fernando Torres Erazo
1.
El 12 de julio de 2012, antes de abordar el
vuelo a la ciudad de Madrid – España, las autoridades de policía capturaron el
señor Yilmer Fernando Torres Erazo en el Aeropuerto El Edén de Armenia
al encontrar en su maleta “609.3 gramos, positivos preliminarmente para
Alcaloide Cocaína y/o sus derivados”[1].
A raíz de ello se inició un proceso por el presunto delito de transporte de
estupefacientes[2].
2.
El 13 de julio de 2012 se llevó a cabo la audiencia
preliminar de control de captura, imputación y medida de aseguramiento. El
señor Yilmer Fernando Torres Erazo no aceptó la imputación. La Fiscalía solicitó
como medida de aseguramiento detención preventiva en centro penitenciario. La
defensa solicitó detención preventiva en el domicilio “en razón al estado de
cuadriplejia del imputado”[3].
El Juzgado Sexto Penal Municipal de Armenia impuso medida de aseguramiento en
la residencia del señor Torres Erazo[4].
Su decisión la fundamentó así:
“El delito requiere de detención
preventiva. De los elementos materiales probatorios y evidencia física recogida
y asegurada o de la información obtenida legalmente se puede inferir
razonablemente que el imputado puede ser el autor o participe de la conducta
delictiva que se investiga y se dan los fines del artículo 308 del Código de
Procedimiento Penal. La necesidad o no de la medida de aseguramiento se deriva
del resultado de la valoración que para el efecto se hace de los medios de
pruebas, de las características del delito y de las circunstancias que rodearon
su ejecución como expresión de la personalidad del imputado, pero se llega a la
convicción que para que se cumplan los fines de la medida de aseguramiento es
suficiente la reclusión en el lugar de su residencia según lo normado en el
numeral 4 del artículo 314 del Código de Procedimiento Penal, en el entendido que
debe estar en condiciones de higiene, seguridad y confiabilidad para el mismo
imputado y que más que su familia que ha venido entendiéndolo. Considera
entonces el despacho que siendo la familia la que en este momento debe ser la
dispensadora para que esté en condiciones dignas, se accede a esa sustitución
por la detención domiciliaria y se considera también que la vigilancia puede
ejercerse por parte del Estado a través del INPEC para evitar que siga
desarrollando una actividad delictiva de esta índole; pero se le hace saber a
Yilmer Fernando Torres Erazo que ante cualquier incumplimiento de esta
decisión, se sustituirá por la detención en establecimiento carcelario”.
3.
El 09 de agosto de 2012 se convocó a audiencia
de formulación de acusación para el 24 de agosto de 2012. El mismo día de la
audiencia la defensa solicitó su aplazamiento “por cuanto la fiscalía
estudia nuevos elementos que modificaran las razones para realizar la audiencia
programada”[5].
El juez accedió a la solicitud.
4.
El 18 de septiembre de 2012 se llevó a cabo la
audiencia de formulación de acusación. La Fiscalía descubrió sus pruebas. La
defensa no solicitó la exhibición de los elementos de prueba relacionados por
la Fiscalía, tampoco mostró elementos de prueba reservándolos para la audiencia
preparatoria[6].
El juez fijó el 08 de octubre de 2012 como fecha para llevar a cabo la
audiencia preparatoria.
5.
El 5 de octubre de 2012 la defensa solicitó
aplazar la audiencia ya que “en estos momentos se desarrollan entre el
procesado y la fiscalía los trámites pertinentes para el eventual ejercicio del
principio de oportunidad (…)”[7].
La audiencia se reprogramó para el 03 de diciembre de 2012.
6.
El 30 de noviembre la defensa solicitó aplazar
la audiencia “por cuanto el procesado, la defensa y el Fiscal seccional
encargado de la causa penal, estamos a la espera de instancias superiores
frente a la posibilidad o no, de dar aplicación al principio de oportunidad
como excepción legal al de legalidad formal”[8].
Anota el abogado de la defensa que es consciente de “las consecuencias que
como defensa tendría por el aplazamiento de la diligencia en mención”[9].
La audiencia fue reprogramada para el 6 de febrero de 2013.
7.
En esa fecha se realizó la audiencia preparatoria
de juicio oral (art. 355 CPP). Tanto la fiscalía como la defensa descubrieron
las pruebas. El juez decretó seis (6) testimonios. Se citó audiencia de juicio
oral[10].
8.
El 24 de abril de 2013[11] se llevó a
cabo audiencia de juicio oral (art. 366 CPP)[12].
En primer lugar el señor Torres Erazo se declara inocente. Posteriormente la
fiscalía presenta las estipulaciones[13]:
(i) informe de policía de vigilancia FPJ-5 del 12-07-2012; (ii)
formato de incautación de elementos del 12-07-2012; (iii) informe de
investigador de campo FPJ-11 12-07-2012; (iv) informe de laboratorio número
6488 del 16-08-2012; (iv) formato de interrogatorio a indiciado FPJ-12
del 30-07-2012 de Yilmer Fernando Torres[14];
(v) formato de interrogatorio de indiciado FPJ-12 del 30-07-2012 de
Yolanda Torres González[15].
Adicionalmente se practicó el testimonio del PT. Edison Alexander Cortes
Guzmán. Luego, la defensa presentó el testimonio del señor Torres Erazo y de la
señora María Zulema Erazo Arredondo y se incorporaron como pruebas documentales
(i) informe del investigador de campo FPJ-9, (ii) cinco (5) folios en fotocopia
de una conversación y (iii) una fotografía[16].
La Fiscalía solicitó la condena al tiempo que el defensor pidió la
absolución. El juez emitió sentido del fallo de carácter absolutorio[17],
ordenó la libertad del señor Torres Erazo[18]
y programó audiencia de lectura del fallo para el 2 de julio de 2013.
9.
En la decisión el juez absolvió al señor
Yilmer Fernando Torres Erazo de todos los cargos formulados y compulsó copias
para que se iniciara la investigación pertinente sobre la participación de
otros sujetos en la conducta imputada al señor Torres Erazo. Consideró que si
bien se acreditó la materialidad de la conducta de transporte de estupefacientes,
no se acreditó la responsabilidad del acusado ni el dolo. En su concepto, el
grado de conocimiento exige que no haya duda del conocimiento y voluntad de transportar
sustancias sicoactivas. Así las cosas, si bien de las pruebas aportadas al
proceso se podría desprender una probabilidad, no hay plena certeza de la
configuración de la conducta punible. Por lo tanto, no se le puede atribuir
responsabilidad penal[19].
Hechos relevantes
de la acción de reparación directa[20]
10.
El
18 de julio de 2014 Yilmer Fernando Torres Erazo[21], María
Zulema Erazo Arredondo[22],
Jhojan Alexander Velázquez Erazo[23],
Sorangel Torres González[24],
Yolanda Torres González[25]
y Fabio Alexander Torres González[26]
presentaron demanda de reparación directa contra la Nación - Rama Judicial y la
Fiscalía General de la Nación en razón de la privación injusta de la libertad
del señor Yilmer Fernando Torres Erazo.
11.
Indicaron
que Yilmer Fernando Torres Erazo, de 24 años de edad para esa fecha, tiene un
diagnóstico de cuadriplejia como consecuencia de la enfermedad denominada “meningitis”.
Con el proceso se adjuntó historia clínica del señor Torres Erazo del 14 de
enero de 2013. De esta se desprende la siguiente información: (i) “Enfermedad
actual: paciente postrado cuadripléjico hace 5 años, como secuela de
meningitis, sonda permanente (…)”.
12.
Del
12 de julio de 2012 al 24 de abril de 2013 -nueve meses aproximadamente- fue
objeto de la medida de aseguramiento denominada detención domiciliaria por el
delito de transporte de estupefacientes. Como consecuencia de la sentencia
absolutoria a favor del señor Torres Erazo él y sus familiares consideran que
se configuró una privación injusta de la libertad lo cual constituye un daño
antijurídico que debe ser indemnizado.
13.
Solicitaron
al juez administrativo (i) declarar responsables a la Nación, Rama Judicial,
Consejo Superior de la Judicatura y a la Dirección Seccional de Administración
Judicial por la privación injusta de la libertad de la cual fue objeto Yilmer
Fernando Torres Erazo; (ii) condenarlos a pagar como daño emergente la suma de
$4.000.000[27];
por perjuicios morales $400.000.000; y por la alteración grave en las
condiciones de existencia la suma de 240 salarios mínimos.
Los perjuicios
morales los sustentan en los prejuicios que debió soportar Yilmer Fernando
Torres Erazo, tales como, comentarios malintencionados de su entorno, daño en
su imagen, el dolor que le ocasionó estar incurso en el proceso, la
incertidumbre y zozobra durante el tiempo que duró el proceso, la vergüenza de
tener que salir de su residencia custodiado por funcionarios del INPEC y los
dos días que tuvo que estar en un centro de reclusión[28] los cuales
le generaron múltiples traumatismos. Los perjuicios por la alteración grave
en las condiciones de existencia los fundamentan en la imposibilidad de reunión
con la familia y en la pérdida de oportunidad de adquirir la nacionalidad
española[29].
14.
Como
fundamentos de derecho indicaron (i) que la acción se enmarca bajo un título de
imputación objetiva, “en el cual el demandante está relevado de demostrar el
dolo o la culpa en que hubiese podido incurrir el funcionario judicial”. Además
(ii) el Consejo de Estado ha sostenido que “si el imputado no resulta
condenado, se abre paso al reconocimiento de la obligación a cargo del Estado
de indemnizar los perjuicios irrogados al particular, siempre que éste no se
encuentre en el deber jurídico de soportarlos -cosa que puede ocurrir, por vía
de ejemplo, cuando el hecho exclusivo y determinante de la víctima da lugar a
que se profiera, en su contra, la medida de aseguramiento-”[30].
15.
La
Dirección Ejecutiva Seccional de Administración Judicial respondió a la
demanda. En primer lugar defendió las actuaciones adelantadas en el proceso
penal dado que (i) la fiscalía presentó una teoría del caso solida y con una estructura
probatoria fuerte para respaldar dicha solicitud; (ii) la medida de
aseguramiento respondió al análisis normativo de los presupuestos objetivo
(hecho tipificado) y subjetivo (captura en flagrancia); (iii) la condición
física del señor Torres Erazo no lo exime de responsabilidad pues contaba con
plena conciencia; (iv) el abogado defensor no se opuso a la medida de
aseguramiento; y (v) la sentencia absolutoria se sustentó en el principio in
dubio pro reo. En segundo lugar propuso como eximente de responsabilidad
(i) el hecho de un tercero ya que fue la fiscalía la que presentó el caso ante
el juez; (ii) la culpa exclusiva de la víctima al faltar a su deber de
diligencia y cuidado en cuanto al contenido de su maleta para viajar al
exterior; y (iii) ausencia del título jurídico de responsabilidad en tanto la
absolución obedeció al principio in dubio pro reo y no a un error
judicial.
16.
La
Fiscalía General de la Nación afirmó que su actuación respondió a lo dispuesto
en la Ley 906 de 2004. Aseguró que la indemnización solamente es procedente si
se demuestra la configuración de una falla, situación que no se evidencia en el
caso. Solicitó su desvinculación del proceso por falta de legitimidad en tanto
la medida de seguridad fue adoptada por el juez y no por la fiscalía.
17.
El
Juzgado Tercero Administrativo del Circuito de Armenia conoció en
primera instancia el asunto[31].
El 15 de agosto de 2018 declaró administrativamente responsable a la Fiscalía
General de la Nación por la privación injusta de la libertad de la cual fue
víctima el señor Yilmer Fernando Torres Erazo y la condenó a pagar
indemnizaciones a título de daño moral así: a Yilmer Torres y a Zulema Erazo 56
salarios mínimos, al hermano de la víctima 28 salarios mínimos y a las tías y
tío 19.6 salarios mínimos. Para fundamentar esa conclusión presentó los
siguientes argumentos.
Primero. A
partir de dos decisiones del Consejo de Estado sobre la legitimación de la Fiscalía
en casos de privación injusta de la libertad concluyó que “si bien el juez
penal de control de garantías es la única autoridad competente para imponer las
medidas privativas de la libertad, actúa por solicitud de la fiscalía General
de la Nación y con fundamento en el material probatorio recaudado por el ente
acusador”. Por ello, negó la excepción de falta de legitimación en la causa.
Segundo. Luego
de citar un pronunciamiento del Consejo de Estado del año 2007 concluyó que “el
régimen de responsabilidad aplicable a los eventos de privación injusta de la
libertad es el de ‘responsabilidad objetiva’ en uso del título jurídico de
imputación de daño especial; empero, esto no impide la declaratoria de
responsabilidad del Estado bajo el régimen de falla en el servicio siempre que
sus elementos se encuentren demostrados, ni tampoco exime al juez de revisar
las condiciones fácticas y jurídicas en que se produjo la privación con miras a
descartar la ocurrencia de causales eximentes de responsabilidad”.
Tercero. Consideró
que el juez penal “se ajustó a los criterios legales establecidos por el
procedimiento penal a efectos de imponer la medida de aseguramiento [en el
caso] era evidente la inferencia razonable de autoría (…)”. Lo mismo
evidenció en la actuación de la fiscalía al solicitar la medida de
aseguramiento.
Cuarto. Sin
embargo, encontró responsable a la Fiscalía porque desde el 13 de julio de 2012
la entidad conoció los testimonios de Yilmer Fernando y de Yolanda Torres los
cuales responsabilizaban a otra persona de los hechos que generaron la captura.
Así “a pesar de las posibles dudas que generaban las versiones al señalar
puntualmente con nombre e identificación plena a la persona que sería la
responsable, decidió proseguir con la acción penal sin ahondar en el asunto
(…)”desconociendo el principio de presunción de inocencia. Todo ello generó la
prolongación en el tiempo de la privación injusta de la libertad de forma
innecesaria.
Quinto. Descartó
la eximente de responsabilidad por culpa exclusiva de la víctima “por cuanto
no existe prueba que comprometa el comportamiento desplegada por el demandante
o un tercero como fuente del daño antijurídico antes reseñado”. Sostuvo que
“no podía exigirse al demandante (…), en condición probada de
discapacidad, que fuera 100% responsables del contenido de su equipaje, y mucho
menos que asumiera frente a una familiar situación de desconfianza tal que lo
llevara a verificar el contenido de los elementos en los que se camufló la
sustancia ilícita, máxime cuando, a simple vista, se trataba de elementos
nuevos y sellados”.
18.
La
Fiscalía apeló el fallo[32].
Aseguró que la carga de presentar y hacer valer el testimonio de la persona
señalada por los procesados está en cabeza de la defensa del investigado. Resaltó
“el silencio y la pasividad de la parte investigada [la cual] resultó
pasmosa y desconcertante, máxime cuando se estaba tratando de la libertad de
una persona discapacitada, con su familia más cercana viviendo fuera del país y
quien aparentemente estaba siendo víctima de un engaño perpetrado por su propia
familia”. Aclaró que la conducta imputada al señor Torres Erazo fue el transporte
de sustancias estupefacientes y, por lo tanto, “no importa si dicha
responsabilidad había sido compartida con otras personas aún no imputadas bajo
otros verbos rectores”. Planteó que la defensa pudo solicitar la
revocatoria de la medida de aseguramiento según lo dispuesto en el artículo 318
de la Ley 906 de 2004 y, en lugar de ello, presentó sistemáticas y reiteradas
solicitudes de aplazamiento. Expuso que la valoración de las declaraciones le
correspondía al juez y no a la fiscalía. Finalmente insistió en la eximente de
responsabilidad culpa exclusiva de la víctima teniendo en cuenta que la captura
había sido en flagrancia.
19.
El
29 de noviembre de 2018 el Tribunal Contencioso Administrativo del Quindío
-Sala Tercera de Decisión-[33]
revocó la sentencia de primera instancia y, en su lugar, negó las
pretensiones de la demanda de reparación directa. Consideró que no se configuró
un daño antijurídico y aún ante la existencia de daño antijurídico existió
culpa exclusiva de la víctima por cuanto el señor Yilmer Fernando Torres Erazo
omitió el mínimo de diligencia al no revisar el equipaje.
20.
Para
fundamentar la ausencia de daño antijurídico expuso las siguientes razones:
Primero. Las
reglas en materia de responsabilidad patrimonial del Estado por privación
injusta de la libertad suponen que es necesario (i) identificar la antijuridicidad
del daño; (ii) verificar si quien fue privado de la libertad actuó con culpa
grave o dolo y si con ello dio lugar a la apertura del proceso penal y a la
subsecuente imposición de la medida de aseguramiento; (iii) si existió culpa o
dolo se debe establecer cual es la autoridad del Estado llamado a reparar el
daño; y (iv) orientar el análisis del asunto bajo las premisas del título de
imputación pertinente.
Segundo. La
medida de aseguramiento fue impuesta en atención a cada uno de los presupuestos
legales, cumplió los requisitos objetivos y subjetivos para su procedencia y
tuvo en cuenta el diagnóstico del señor Torres Erazo. En este punto resaltó que
la defensa no solicitó levantamiento de la medida de aseguramiento ni su revocatoria.
Tercero. No es
correcta la afirmación de la juez de primera instancia sobre la inacción de la
fiscalía al investigar a la persona señalada como culpable. La Fiscalía sí
intentó ubicar a la señalada y “el solo hecho de que en el proceso penal se
haya mencionado a un tercero como posible autor de la conducta penal, no
llevaba a que obligatoriamente tuviera que solicitar la preclusión del mismo,
toda vez que existían otros elementos materiales probatorios con los que en su
criterio puede sustentar la acusación y formular su teoría del caso,
correspondiéndole la valoración probatoria al juez de conocimiento en el juicio
oral para determinar si existía o no la responsabilidad penal”.
Cuarto. La culpa
exclusiva de la víctima se evidencia en el hecho de que el comportamiento del
señor Torres Erazo lo expuso al daño y por lo tanto, debe asumir las
consecuencias de su actuación[34].
Consideró el tribunal:
“En este caso, teniendo en cuenta que
Yilmer Fernando Torres Erazo se iba a desplazar a otro país, los deberes de
conducta y el mínimo de diligencia que le imponía el ordenamiento jurídico eran
los de revisar los elementos que iba a transportar en su equipaje, más aún
cuando provenían de terceras personas para evitar conductas ilícitas, máxime
cuando en Colombia ha sido una conducta repetitiva y puesta en conocimiento por
las autoridades la utilización de la confianza de familiares o amigos para
concretar ilícitos como el transporte de estupefacientes.
Así pues, resulta totalmente inexcusable
que el señor Yilmer Torres Erazo no haya realizado una revisión de los
elementos que le encomendó presuntamente su familiar para transportar a Madrid,
España, pues si los hubiera revisado con la diligencia exigida hubiera evitado
el daño, es decir, que fue él mismo que con su conducta gravemente culposa se
expuso a sufrir la privación de la libertad de la que fue objeto, y por lo
tanto, debe asumir las consecuencias del mismo” [35].
Hechos
relevantes de la acción de tutela[36]
21.
Los accionantes consideran que el Tribunal Administrativo del
Quindío “le impuso una obligación físicamente imposible de realizar a YILMER
FERNANDO en razón de su condición de cuadriplejia”[37].
Aseguran que en el proceso contencioso se presentó como hecho relevante la
cuadriplejia de Yilmer Fernando, situación que no tuvo en consideración la
autoridad judicial accionada.
22.
La
acción de tutela propone la configuración de un defecto fáctico en la
providencia del el Tribunal Administrativo del Quindío. Aseguran que fue
arbitraria al valorar el acervo probatorio pues pese a que la demanda
hizo referencia explícita a la condición de discapacidad del señor Yilmer
Fernando la sentencia no hizo referencia alguna a este hecho. Además, partió
de una premisa falsa al considerar que Yilmer Fernando Torres Erazo estaba
en condiciones físicas de acceder a su equipaje y realizar la revisión personal
de los elementos que iba a transportar en su viaje. Adicionalmente, omitió
valorar la historia clínica y no realizó el mínimo estudio para
determinar en qué consiste una cuadriplejia.
23.
Finalmente,
en su concepto, “no es admisible exigir a una persona que no puede mover más
que la cabeza que revise su propio equipaje”. Esta exigencia lesiona el
derecho a la igualdad de Yilmer Fernando Torres Erazo pues se le impone una
obligación equiparable a la que tiene cualquier persona que goza de salud
física, como si se encontraran en la misma situación fáctica. Además, “desconoce los estándares en materia de derechos
humanos, de acuerdo con los cuales las decisiones del Estado, entre ellas, la
de los jueces debe considerar el enfoque diferencial, el cual ha sido definido
por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ONU) para los
derechos humanos (...)”[38]. Igualmente se opone a la Convención
sobre los derechos de las personas con discapacidad y su protocolo facultativo
así como a la Convención Interamericana para la eliminación de todas las formas
de discriminación contra las personas con discapacidad.
Trámite
procesal de la acción de tutela
24.
Mediante auto del 01 de abril de 2019, el
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera
Subsección C, avocó el conocimiento de la acción de tutela, vinculó al proceso
a la Nación - Rama Judicial, a la Fiscalía General de la Nación y al Juzgado
Tercero Administrativo del Circuito de Armenia y dispuso correr traslado de la
misma al accionado y a los vinculados. Asimismo, solicitó al Juzgado Tercero
Administrativo del Circuito de Armenia allegar el expediente ordinario. Por
último, suspendió los términos hasta tanto el expediente solicitado fuera
allegado al despacho.
Respuesta del
demandado y los vinculados
25.
La Fiscalía General de la Nación[39]
solicitó declarar la improcedencia de la acción de tutela. Los accionantes han
debido explicar por qué, pese a existir otros mecanismos judiciales idóneos no
hicieron uso de ellos para controvertir el fallo del Tribunal Administrativo
del Quindío. Tampoco no se encuentra acreditado un perjuicio irremediable para
efectos de hacer procedente la acción de tutela de manera transitoria. Además,
el escrito de tutela no sustentó la configuración del presunto defecto en
el que habría incurrido la autoridad judicial accionada[40].
26.
El Consejo Superior de la Judicatura,
Dirección Seccional de Administración Judicial de Armenia, Quindío,
solicitó declarar la improcedencia de la acción de tutela[41].
Frente a la
causal eximente de responsabilidad por culpa exclusiva de la víctima en asuntos
de privación injusta de la libertad resaltó que, acorde con la jurisprudencia
del Consejo de Estado, “la absolución del procesado en el trámite penal no
implica de suyo la configuración de responsabilidad del Estado, pues ya en el
escenario del proceso contencioso administrativo, el juez debe analizar la
conducta del entonces procesado y, si en ella hubo culpa grave o dolo, se
genera la absolución para la Administración, porque si bien esa culpa no tiene
la connotación suficiente para considerar que se ha incurrido en un delito, en
el plano del proceso de reparación sí exonera patrimonialmente al Estado”[42].
En el caso concreto, se demostró que el señor Yilmer Fernando Torres Erazo
tenía la carga de asumir la privación de la libertad de la que fue objeto.
27.
El
Juzgado Tercero Administrativo de Armenia, Quindío, relató las actuaciones
que en ese Despacho se adelantaron[43].
Decisiones de tutela objeto de revisión
28.
El 06 de mayo de 2019, la Subsección C de la
Sección Tercera del Consejo de Estado negó la acción de tutela. Consideró que
la sentencia cuestionada se basó en el artículo 70 de la Ley 270 de 1996 y 63
del Código Civil, así como en la jurisprudencia relativa al “hecho exclusivo
de la víctima”[44].
Para el caso, el juez accionado (i) advirtió que el señor Yilmer
Fernando Torres Erazo transportaba en su equipaje sustancias prohibidas y que
omitió el mínimo de diligencia al no revisar dicho equipaje; (ii) valoró qué le
es exigible a un persona que viaja al exterior la revisión de su equipaje;
(iii) consideró que la cuadriplejia no imposibilita de forma absoluta cumplir
este deber; y (iv) advirtió que “es públicamente conocido que terceras
personas se valen de la confianza de familiares y amigos para cometer ilícitos
como el transporte de estupefacientes”[45].
En ese sentido, no encontró configurado el defecto fáctico por
cuanto el juez accionado tuvo en cuenta el material probatorio determinante
para el proceso. Por ello, “no era necesario que el juez considerara las
condiciones de cuadriplejia que padece la víctima directa de la privación de la
libertad para determinar el elemento interno que entraña la culpa exclusiva en
el caso concreto (…)”[46].
29.
Los accionantes impugnaron el fallo reiterando
los argumentos del escrito de tutela.
30.
El 14 de agosto de 2019, la Sección Cuarta del
Consejo de Estado confirmó el fallo de primera instancia. Consideró que la
sentencia acusada “no incurrió en defecto fáctico, pues si bien no se hizo
un análisis concreto de la historia clínica, lo cierto es que esta no desvirtúa
la existencia del hecho de la víctima”[47].
Aseguró que la historia clínica del señor Yilmer
Fernando Torres Erazo “no tiene la virtualidad de modificar la conclusión
del tribunal demandado”, por dos razones. Primero, porque es del 14 de
enero de 2013, es decir, de fecha posterior a la cual fue privado de la
libertad (12 de julio de 2012). Si bien la misma asegura que se trata de un
paciente “cuadripléjico hace 5 años”, lo cierto es que esa historia
clínica solo refleja consultas médicas realizadas durante el mes de enero de
2013 y ninguna con fecha anterior al 12 de julio de 2012. Segundo, la historia
clínica no da cuenta del grado de discapacidad ni es concluyente sobre la
existencia de una imposibilidad absoluta para revisar el equipaje.
Actuaciones en sede de revisión
31.
Mediante auto del 5 de diciembre de 2019 el
Magistrado Sustanciador solicitó al Juzgado Tercero Administrativo del Circuito
de Armenia, Quindío, remitir el expediente relativo al proceso de reparación
directa. De la misma forma solicitó al Juez Tercero Penal del Circuito
con Funciones de Conocimiento de Armenia, remitir en calidad de préstamo y con
destino al trámite de revisión el expediente relacionado con el proceso penal
adelantado en contra de Yilmer Fernando Torres Erazo por el delito de
transporte de estupefacientes.
32.
Mediante oficio del 13 de diciembre de 2019 la Secretaría General
informó que vencido el término otorgado al Juzgado Tercero Administrativo del
Circuito de Armenia y al Juzgado Tercero Penal del Circuito con funciones de
conocimiento de Armenia “no se recibió comunicación alguna”.
Posteriormente, el 17 de enero de 2020 la Secretaría General de la Corte
Constitucional remitió un oficio suscrito por la secretaria del Juzgado Tercero
Administrativo del Circuito de Armenia enviando en calidad de préstamo el
expediente 63001333375320140021501.
33.
Pese a que en el expediente del proceso de reparación directa
reposaba copia del expediente relativo al proceso penal adelantado por el
delito de transporte de estupefacientes, el despacho advirtió que no contenía
la totalidad de los cd contentivos de las audiencias dentro del proceso. Por lo
anterior, mediante auto del 5 de febrero de 2020 el Magistrado Sustanciador
requirió al Juzgado Tercero Penal del Circuito con funciones de conocimiento de
Armenia para que remitiera el expediente referido. Así mismo, dispuso la
suspensión de los términos por dos meses contados a partir de la recepción de
las pruebas solicitadas en dicho proveído.
34.
El 17 de septiembre de 2020[48] la Secretaría General
informó al despacho que vencido el término probatorio dispuesto en el auto del
5 de febrero de 2020 se recibió oficio remitido por María Carolina Hoyos Leyva,
Juez Tercero Penal del Circuito de Conocimiento de Armenia, mediante el cual
remite el expediente requerido. Además, surtido el traslado de pruebas se
recibió escritos fechado del 16 de septiembre de 2020 de la señora María
Zulema Erazo Arredondo y de la señora Leddy Johanna Pinto García funcionaria
de la Fiscalía General de la Nación.
35.
El 14 de octubre de
2020 el Despacho recibió tanto el expediente del proceso penal
6300600000020120008700 como los escritos relacionados en el párrafo anterior. En
consecuencia, mediante auto del 23 de octubre de 2020 la Sala de Revisión
ordenó el levantamiento de términos a partir de la notificación de la
providencia[49].
II.
CONSIDERACIONES
Competencia
1. La Sala
Octava de Revisión es competente para analizar los fallos materia de revisión,
de conformidad con lo establecido en los artículos 86 y 241-9 de la
Constitución Política y 31 a 36 del Decreto Estatutario 2591 de 1991.
Formulación del problema jurídico
2. De acuerdo con los hechos expuestos le corresponde a la Sala
Octava de Revisión determinar si en este caso se cumplen los requisitos
generales de procedibilidad de la acción de tutela contra providencias
judiciales. De encontrarlos satisfechos, debe establecer (en relación con los
requisitos específicos de procedencia) si el Tribunal Contencioso
Administrativo del Quindío, omitió valorar las pruebas relacionadas con la
situación de discapacidad del actor y si, en efecto, las mismas habrían tenido
una incidencia directa o repercusión sustancial en la decisión judicial
adoptada.
3. Para solucionar los anteriores problemas jurídicos, la Sala Octava
de Revisión (i) aludirá a la jurisprudencia relativa a la procedencia de
la acción de tutela contra providencias judiciales, refiriéndose de manera
particular al defecto fáctico. También, (ii) reiterará lo dispuesto en la
sentencia SU-072 de 2018 sobre el régimen de la responsabilidad del Estado en
casos de privación injusta de la libertad, así como la línea jurisprudencial
del Consejo de Estado sobre el mismo asunto. Posteriormente, (iii) aplicará
estas reglas jurisprudenciales para solucionar el caso concreto.
La acción de tutela contra providencias judiciales.
Reiteración de jurisprudencia[50]
4. La
acción de tutela contra providencias judiciales constituye un instrumento
residual y excepcional de protección de los derechos fundamentales frente a
actuaciones y omisiones de las autoridades judiciales que los puedan lesionar
en el desarrollo de un proceso de esa naturaleza. Este mecanismo de amparo
encuentra respaldo directo en el artículo 86 de la Constitución Política y en
el artículo 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos ratificada por
Colombia[51].
5. De
acuerdo con la primera disposición toda persona puede acudir a la acción de
tutela para reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar, mediante un
procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quién actúe a su nombre,
la protección inmediata de sus derechos fundamentales, cuando estos resulten
vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de “cualquier autoridad
pública”. La Convención, por su parte, establece que toda persona tiene
derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante
los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la Convención,
“aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúan en ejercicio
de sus funciones oficiales”.
6. Sin
embargo, la acción de tutela contra providencias judiciales resulta residual y
excepcional por varios motivos. Por una parte, los procesos judiciales
constituyen en sí mismos instrumentos de protección y realización de derechos,
incluidos los fundamentales y, por lo tanto, es en esos escenarios que se deben
resolver prima facie las disputas que envuelven su aplicación a un caso
concreto, a través de los recursos ordinarios y extraordinarios que establece
el respectivo trámite. Así mismo, el principio de independencia judicial busca
impedir que al momento de adoptar sus decisiones los jueces naturales del
proceso se vean coaccionados por elementos ajenos a su discernimiento y al
imperio de la ley. Por último, los postulados de cosa juzgada y seguridad
jurídica dotan de inmutabilidad e intangibilidad a las decisiones judiciales en
su condición de instancias de resolución definitiva de conflictos y de cierre
de disputas jurídicas que, por consiguiente, el ordenamiento superior persigue
salvaguardar como elementos necesarios para la convivencia pacífica.
7. Pese a
lo anterior, la acción de tutela contra providencias judiciales cumple valiosos
propósitos en el marco del Estado Social de Derecho. A través de este
instrumento se garantiza el respeto y realización definitiva de los derechos
fundamentales en el escenario judicial (art. 2 C. Pol.) y, por esa vía, la
supremacía y fuerza vinculante de la Constitución (art. 3 C. Pol.). La revisión
eventual de las sentencias de tutela por parte de la Corte Constitucional
materializa el principio de igualdad, ya que la labor de unificación
jurisprudencial que realiza este Tribunal consolida la lectura estable de las
cláusulas de derecho fundamental, ante las diversas posturas que se puedan presentar
frente a las mismas dado su carácter abierto e indeterminado (art. 241-9).
Igualmente, la tutela contra sentencias supone un medio adecuado para irradiar
en el derecho legislado, aplicable en los trámites judiciales ordinarios, la
perspectiva de los valores, principios, derechos y fines esenciales consagrados
en la Constitución. La fuerza expansiva de las normas de derecho fundamental,
consecuencia de su estructura e importancia sustantiva, imponen a las
autoridades un verdadero deber de asegurar que la interpretación de todas las
fuentes formales del derecho ordinario se lleve a efecto a partir de la
consideración y aplicación de los contenidos constitucionales relevantes. Se
concreta así, una de las dimensiones del deber constitucional de asegurar la
supremacía de la Constitución (arts. 2 y 4 C. Pol.).
8. Bajo
ese entendido, en el Estado Constitucional colombiano la armonización de los
principios de independencia judicial, cosa juzgada y seguridad jurídica, por un
lado, y primacía y efectividad de los derechos fundamentales, por otro, se
alcanza a través de la procedencia excepcional y residual de la acción de
tutela contra providencias judiciales, conforme a las reglas decantadas por
esta Corporación. La sentencia C-590 de 2005 consolidó la jurisprudencia sobre
la materia y distinguió entre los requisitos de procedibilidad formal y los
presupuestos de procedencia material o de fondo de la acción de tutela contra
providencias judiciales. En general, sin hacer de la acción un recurso
excesivamente técnico, estos elementos fijan la metodología y las pautas de
admisibilidad del amparo y establecen el alcance y límites del escrutinio del
juez constitucional.
9. En
relación con los requisitos de procedibilidad formal, previa verificación
de la legitimación en la causa por activa y pasiva, es necesario acreditar:
i) Que la cuestión que se discuta resulta de evidente
relevancia constitucional.
Teniendo en cuenta que el juez de tutela carece de competencia para dirimir
disputas de índole estrictamente legal, económicas o de conveniencia, es
necesario que el asunto sometido a su conocimiento verse sobre cuestiones
relacionadas con la garantía de los derechos fundamentales y que planteen un
verdadero debate fáctico y normativo de naturaleza constitucional. No puede
tratarse de una relevancia constitucional genérica que permita que todas las
posibles críticas de una decisión judicial sean planteadas como una infracción
del derecho al debido proceso o de acceso a la administración de justicia. Se
trata de algo más: el problema llevado a la jurisdicción constitucional debe
suscitar una discusión constitucional específica.
ii) Que se han agotado todos los medios -ordinarios y
extraordinarios- de defensa judicial al alcance de la persona afectada, salvo
que se trate de evitar la consumación de un perjuicio iusfundamental irremediable. Este presupuesto impide que la acción
de tutela desplace los mecanismos ordinarios de defensa judicial que resulten
idóneos y eficaces, y que sea empleada para revivir términos vencidos por
negligencia de las partes. Esta exigencia implica, además, que de haber
existido oportunidad, el problema constitucional específico se haya propuesto y
discutido en el curso del proceso. De este modo se garantiza el carácter
subsidiario y residual de la acción, se protegen las competencias de los jueces
de las demás jurisdicciones así como los terceros que pueden afectarse con la
revisión constitucional de una providencia judicial.
iii) Que se cumpla el requisito de la inmediatez, es
decir, que la acción de tutela se hubiere interpuesto en un término razonable y
proporcionado a partir del hecho que originó la vulneración. De esta manera, el sometimiento de la
acción a criterios de razonabilidad y proporcionalidad en relación con el
tiempo transcurrido entre la posible transgresión y la presentación del amparo
constitucional concilia los principios de cosa juzgada y seguridad jurídica y
el mandato de efectividad de los derechos fundamentales, pues admite el
ejercicio de la acción siempre que esta no se interponga en cualquier tiempo
sino en un plazo que, sin ser perentorio, se encuentre justificado[52].
iv) Que cuando se trate de una irregularidad procesal
quede claro que la misma tiene un efecto decisivo o determinante en la
sentencia que se impugna y que afecta los derechos fundamentales de la parte
actora. En ese sentido
no cualquier error o equivocación en el trámite ordinario da lugar a la
procedibilidad de la acción, ya que el mismo debe tener una entidad suficiente
para incidir probablemente en el resultado del proceso y en la afectación del
derecho fundamental invocado.
v) Que el accionante identifique de manera razonable
tanto los hechos que generaron la vulneración como los derechos vulnerados y
que hubiere alegado tal vulneración en el proceso judicial siempre que esto
hubiere sido posible. En
esa dirección, el solicitante debe exponer los hechos que generaron la posible
afectación, el fundamento de la violación alegada y dar cuenta de que la misma
fue planteada al interior del proceso ordinario, siempre que ello hubiere sido
posible.
vi) Que no se trate de sentencias de tutela. Esto por cuanto los debates sobre la
protección de los derechos fundamentales por vía de tutela tienen su cierre en
las sentencias que adopta esta Corporación en ejercicio de su función de
revisión eventual o en la decisión de no selección de las decisiones proferidas
en las instancias. En ambos casos las respectivas sentencias hacen tránsito a
cosa juzgada constitucional[53].
vii) Que no se trate de acciones de tutela contra
sentencias de la Corte Constitucional ni, por regla general contra las del
Consejo de Estado como resultado de la acción de nulidad por
inconstitucionalidad[54].
10. En todo caso, el examen de estos requisitos se debe realizar
atendiendo a las condiciones del caso concreto y, en particular, a las
circunstancias en que se encuentre el solicitante (arts. 13 y 228 C. Pol. y
art. 6-1 Decreto Ley 2591 de 1991). Por ejemplo, si la acción de tutela se
interpone contra una decisión de una alta corte el escrutinio debe ser más
restrictivo en tanto se trata de órganos judiciales que definen y unifican la
jurisprudencia en su respectiva jurisdicción. Empero, si el amparo es pedido
por un sujeto de especial protección constitucional el juez de tutela debe
valorar la incidencia que sus específicas condiciones materiales de existencia
pudieron tener en el cumplimiento de los requisitos formales de procedibilidad
y en el ejercicio efectivo de su derecho al acceso a la administración de
justicia. En ese sentido, no se debe perder de vista que las reglas decantadas
en la sentencia C-590 de 2005 son producto de una ponderación estándar de los
principios de independencia judicial, cosa juzgada, seguridad jurídica y
primacía y efectividad de los derechos fundamentales. Por lo tanto, es posible
que la ponderación de estos principios dé lugar a soluciones distintas en
asuntos concretos en que sea necesario otorgar mayor peso a una faceta
específica de un derecho fundamental en juego y, por lo tanto, suponer
adecuaciones a las reglas generales de procedibilidad e incluso excepciones a
las mismas[55].
11. Finalmente, frente a las causales de procedencia material o de
fondo la jurisprudencia de esta Corporación ha señalado que se debe
comprobar la ocurrencia de al menos un defecto constitucional con trascendencia
suficiente para comportar la lesión de un derecho fundamental. Estos pueden
ser: i) defecto orgánico; ii) defecto procedimental absoluto; iii) defecto
fáctico; iv) defecto material o sustantivo; v) error inducido; vi) decisión sin
motivación; vii) desconocimiento del precedente; viii) violación directa de la
Constitución o ix) exceso ritual manifiesto[56].
Atendiendo al carácter instrumental y metodológico de estas causales es posible
que una misma situación de lugar a la ocurrencia de uno o más defectos al mismo
tiempo, pues no existe un límite indivisible entre ellos.
12. En
definitiva, los presupuestos generales de procedibilidad y las causales
específicas de procedencia suponen pautas metodológicas que limitan la
competencia del juez constitucional al momento de examinar una acción de tutela
propuesta contra una decisión judicial. Los mismos tienen por objeto realizar
el mandato de efectividad de los derechos fundamentales en un escenario de
respeto por los principios de autonomía e independencia judicial, cosa juzgada
y seguridad jurídica. De ahí que el juez constitucional carezca de competencia
para reemplazar al juez de la causa en la interpretación del derecho legislado
o en la evaluación detenida de las pruebas del caso o para imponer su criterio
en debates de orden legal que corresponden a otras autoridades judiciales. Su
papel se reduce a asegurar de manera residual y excepcional la protección de
los derechos fundamentales en los trámites judiciales, conforme a las reglas
señaladas en esta sentencia.
Defecto fáctico.
Reiteración de jurisprudencia[57]
13. La
jurisprudencia constitucional[58]
ha señalado que el defecto fáctico se presenta cuando el funcionario judicial
emite una providencia “(…) sin que los hechos del
caso se subsuman adecuadamente en el supuesto de hecho que legalmente la
determina[59],
como consecuencia de una omisión en el decreto[60] o valoración de las
pruebas; de una valoración irrazonable de las mismas; de la suposición de una
prueba, o del otorgamiento de un alcance contraevidente a los medios probatorios”.
14. Se puede estructurar a partir de una dimensión negativa y otra
positiva. Según la Corte “[l]a negativa surge de las omisiones o descuido de los
funcionarios judiciales en las etapas probatorias, verbi gratia, (i) cuando sin
justificación alguna no valora los medios de convicción existentes en el
proceso, los cuales determinan la solución del caso objeto de análisis; (ii)
resuelve el caso sin tener las pruebas suficientes que sustentan la decisión[61]; y (iii) por no ejercer la
actividad probatoria de oficio, es decir, no ordenar oficiosamente la práctica
de pruebas, cuando las normas procesales y constitucionales así lo determinan”[62].
15. Será positiva cuando se trata de acciones del juez. Se incurre en
ella “(i) cuando se evalúa y resuelve con fundamento en pruebas ilícitas,
siempre que estas sean el fundamento de la providencia”[63]; o cuando el juez decida “(ii)
con pruebas, que por disposición de la ley, no es demostrativa del hecho objeto
de la decisión”[64].
16. La Corte ha precisado que una valoración probatoria puede
cuestionarse mediante la acción de tutela únicamente cuando ha sido arbitraria.
Ello significa que el yerro en la valoración de los medios de convicción, “debe
ser de tal entidad que sea ostensible, flagrante y manifiesto, y el mismo debe
tener una incidencia directa en la decisión, en la medida que el juez de tutela
no puede convertirse en una instancia revisora de la actividad de evaluación
probatoria del juez que ordinariamente conoce de un asunto, según las reglas
generales de competencia”[65].
17. En sentencia SU-768 de 2014 mantuvo esa línea al indicar: “entendiendo
que la autonomía judicial alcanza su máxima expresión en el análisis
probatorio, el defecto fáctico debe satisfacer los requisitos de
irrazonabilidad y trascendencia[66]:
(i) El error denunciado debe ser ‘ostensible, flagrante y manifiesto’[67],
y (ii) debe tener ‘incidencia directa’, ‘transcendencia fundamental’ o
’repercusión sustancia” en la decisión judicial adoptada, lo que quiere decir
que, de no haberse presentado, la decisión hubiera sido distinta”[68].
18. En principio, la estimación que de las pruebas hace el juez
natural se encuentra comprendida por su autonomía, y no puede ser desautorizada
invocando únicamente un criterio distinto. Al respecto, en sentencia SU-489 de
2016 expresó la Corte:
“La intervención del juez de tutela, frente al manejo dado por
el juez natural es, y debe ser, de carácter extremadamente reducido. El respeto
por el principio de autonomía judicial y el principio del juez natural, impiden
que en sede de tutela se lleve a cabo un examen exhaustivo del material
probatorio.
Las diferencias de valoración que puedan surgir en la apreciación
de una prueba no pueden considerarse ni calificarse como errores fácticos.
Frente a interpretaciones diversas y razonables, es el juez natural quien debe
determinar, conforme a los criterios de la sana crítica, y en virtud de su
autonomía e independencia, cuál es la que mejor se ajusta al caso concreto. El
juez del proceso, en ejercicio de sus funciones, no solo es autónomo sino que
sus actuaciones están amparados por el principio de la buena fe, lo que le
impone al juez de tutela la obligación de asumir, en principio y salvo hechos
que acrediten lo contrario, que la valoración de las pruebas realizadas por
aquel es razonable y legitima”[69].
19. Al respecto, la intervención del juez de tutela frente a las
consideraciones del juez natural “es, y debe ser, de carácter extremadamente
reducido”[70].
Las diferencias de valoración que puedan surgir en la apreciación de una prueba
no pueden considerarse ni calificarse como errores fácticos, en tanto el juez
del proceso “no solo es autónomo sino que sus actuaciones están amparadas
por el principio de la buena fe, lo que le impone al juez de tutela la
obligación de asumir, en principio y salvo hechos que acrediten lo contrario,
que la valoración de las pruebas realizadas por aquel es razonable y legítima”[71].
20. Recapitulando, el defecto fáctico se estructura cuando la decisión
judicial es producto de un proceso en el cual (i) se omitió el decreto o
la práctica de pruebas esenciales para definir el asunto; (ii) se
practicaron pero no se valoraron bajo el tamiz de la sana crítica; y (iii) los
medios de convicción son ilegales o carecen de idoneidad. El error debe ser
palmario e incidir directamente en la decisión, puesto que el juez de tutela no
puede convertirse en una tercera instancia.
El precedente constitucional vinculante:
la sentencia SU-072 de fecha 5 de julio de 2018 y la definición de la responsabilidad
del Estado en casos de privación injusta de la libertad derivada de
providencias judiciales
21.
En la sentencia SU-072 de 2018 la Sala Plena de la
Corte Constitucional se ocupó de analizar dos asuntos en los cuales se
objetaban providencias judiciales proferidas dentro de procesos de reparación
directa por privación injusta de la libertad[72].
22. Con el fin de resolver los problemas jurídicos planteados[73]
la Sala Plena se preguntó si de acuerdo con
el artículo 90 de la Constitución y en atención a la interpretación de la
sentencia C-037 de 1996 respecto del artículo 68 de la Ley Estatutaria 270 de
1996, “para decidir un proceso de reparación directa por la privación
injusta de la libertad, se debe aplicar un único régimen de responsabilidad”[74]. A continuación, se enuncian las principales
conclusiones de la sentencia.
23. Primero.
La Sala Plena refirió que en la sentencia C-037 de 1996 la Corte Constitucional
se pronunció sobre la expresión “injustamente” contenida en el
artículo 68 del proyecto de ley número 58/94 Senado y 264/95 Cámara, “Estatutaria
de la Administración de Justicia”. Dicho artículo establecía “[q]uien
haya sido privado injustamente de la libertad podrá demandar al Estado
reparación de perjuicios”. Estableció entonces que la expresión “injustamente”
implica definir si la providencia a través de la cual se restringe la libertad
de una persona mientras es investigada y/o juzgada es proporcionada y
razonada, previa la verificación de su conformidad con el Derecho. En
atención a ello, la decisión de la Corte precisó el alcance de dicha expresión
indicando:
“(…) el término “injustamente” se refiere a una actuación
abiertamente desproporcionada y violatoria de los procedimientos legales, de
forma tal que se torne evidente que la privación de la libertad no ha sido ni
apropiada, ni razonada ni conforme a derecho, sino abiertamente arbitraria. Si
ello no fuese así, entonces se estaría permitiendo que en todos los casos en
que una persona fuese privada de su libertad y considerase en forma subjetiva,
aún de mala fe, que su detención es injusta, procedería en forma automática la
reparación de los perjuicios, con grave lesión para el patrimonio del Estado,
que es el común de todos los asociados. Por el contrario, la aplicabilidad de
la norma que se examina y la consecuente declaración de la responsabilidad
estatal a propósito de la administración de justicia, debe contemplarse dentro
de los parámetros fijados y teniendo siempre en consideración el análisis
razonable y proporcionado de las circunstancias en que se ha producido la
detención”.
24. Segundo. Partiendo de ello, encontró
necesario destacar los requisitos para proferir una medida de aseguramiento.
En este sentido la sentencia de unificación citó la Ley 906 de 2004 cuyo
artículo 308 prescribe:
“ARTÍCULO 308. REQUISITOS. El juez de control de garantías, a
petición del Fiscal General de la Nación o de su delegado, decretará la medida
de aseguramiento cuando de los elementos materiales probatorios y evidencia
física recogidos y asegurados o de la información obtenidos legalmente, se
pueda inferir razonablemente que el imputado puede ser autor o partícipe de la
conducta delictiva que se investiga, siempre y cuando se cumpla alguno de los
siguientes requisitos:
1. Que la medida de aseguramiento se muestre como
necesaria para evitar que el imputado obstruya el debido ejercicio de la
justicia.
2. Que el imputado constituye un peligro para la
seguridad de la sociedad o de la víctima.
3. Que resulte probable que el imputado no comparecerá
al proceso o que no
cumplirá la sentencia.
PARÁGRAFO 1o. <Parágrafo adicionado por el
artículo 2 de la Ley 1760 de 2015. El nuevo
texto es el siguiente:> La calificación jurídica provisional contra el
procesado no será, en sí misma, determinante para inferir el riesgo de
obstrucción de la justicia, el peligro para la seguridad de la sociedad o de la
víctima y la probabilidad de que el imputado no comparezca al proceso o de que
no cumplirá la sentencia. El Juez de Control de Garantías deberá valorar de
manera suficiente si en el futuro se configurarán los requisitos para
decretar la medida de aseguramiento, sin tener en consideración exclusivamente
la conducta punible que se investiga”.
25. Precisó la Sala Plena que la detención
preventiva es una figura distinta a la pena y, en consecuencia, los
presupuestos para la procedencia de cada una de ellas también son diferentes.
Así, el artículo 381 del actual Código de Procedimiento Penal -Ley 906/2004-
exige para condenar “el conocimiento más allá de toda duda, acerca del
delito y de la responsabilidad penal del acusado, fundado en las pruebas
debatidas en el juicio”. Con esta precisión, concluyó que “los
esquemas procesales penales han establecido una lista de requisitos para
imponer la medida de aseguramiento las cuales difieren en el grado de
convicción probatoria, frente a las exigencias para emitir sentencia
condenatoria”.
26. Tercero. En el proceso de reparación
directa le corresponde al juez administrativo determinar “si la privación de
la libertad se apartó del criterio de corrección jurídica exigida”. Con tal
fin “debe efectuar valoraciones que superan el simple juicio de causalidad y
ello por cuanto una interpretación adecuada del artículo 68 de la Ley 270 de
1996, sustento normativo de la responsabilidad del Estado en estos casos,
impone considerar, independientemente del título de atribución que se elija, si
la decisión adoptada por el funcionario judicial penal se enmarca en los
presupuestos de razonabilidad, proporcionalidad y legalidad”
(negrillas no originales).
27. Cuarto. La Corte estableció que la
razonabilidad, proporcionalidad y legalidad definen la actuación judicial,
no el título de imputación (falla del servicio, daño especial o riesgo
excepcional). A su juicio, la responsabilidad por la actividad judicial depende
exclusivamente del artículo 90 de la Constitución, el cual no establece un
título de imputación definitivo, pues simplemente define que el Estado
responderá por los daños antijurídicos que se le hubieren causado a los
particulares.
28. Quinto. La Sala Plena resaltó que el
artículo 90 establece un régimen general de responsabilidad y prescribe que la
naturaleza del daño debe ser antijurídico. Ello no obsta para que se
evalúen “los demás supuestos constatables a la hora de definir la
responsabilidad, esto es, la necesidad de acreditar que se presentó un hecho
o una omisión atribuible al Estado o a uno de sus agentes, elementos cuya
relación se define a partir de cualquiera de los títulos de imputación”
(negrillas no originales).
29. Sexto. La sentencia C-037 de 1996 “no
se adscribe a un título de imputación específico”. Sin embargo, a juicio de
la Sala Plena, ello no impide que se creen reglas que fijen
criterios uniformes que orienten las decisiones de los jueces. Ellas deben ser
el resultado de “un análisis concienzudo de las fuentes del daño y no a una
generalización apenas normativa que no tome en cuenta las diversas
posibilidades que giran en torno de dichas fuentes”.
30. Séptimo. En cada caso
concreto el juez administrativo podrá elegir cual es el título de imputación
más idóneo para establecer si el daño sufrido por el ciudadano devino de una
actuación irrazonable y desproporcionada que el ciudadano no tenía el deber de soportar.
De las
reglas dispuestas en la sentencia SU-072 de 2018 la Sala resalta las siguientes:
-
Determinar,
como fórmula rigurosa e inmutable, que cuando sobrevenga la absolución por no
haberse desvirtuado la presunción de inocencia –aplicación del principio in dubio pro reo-, o incluso en otros eventos, por
ejemplo, cuando no se acreditó el dolo, es decir, operó una atipicidad
subjetiva, el Estado debe ser condenado de manera automática, esto es, a partir
de un título de imputación objetivo, sin que medie un análisis previo que
determine si la decisión a través de la cual se restringió preventivamente la
libertad fue inapropiada, irrazonable, desproporcionada o arbitraria,
transgrede un precedente constitucional vinculante derivado de la sentencia
C-037 de 1996.
A pesar del criterio aplicado
por el juez penal, el juez administrativo deberá establecer si está frente a un
caso de duda acerca del valor demostrativo de la prueba recaudada o de su
absoluta inexistencia y, en tal caso, elegir, si a ello hubiere lugar, un
título de atribución objetiva. Esa libertad judicial también se extiende a la
nominación de las causales de privación injusta, dado que estas no se agotan en
el derogado artículo 414 del Código de Procedimiento Penal, en tanto responden
a cierto estado de cosas, independientemente de estar o no normados.
-
Con
independencia del régimen de responsabilidad estatal que utilice el juez
administrativo, la conducta de la víctima es un aspecto que debe valorarse y
que tiene la potencialidad de generar una decisión favorable al Estado, en
otras palabras, que puede generar una declaratoria de irresponsabilidad
administrativa.
31. La Sala Plena tomo las
siguientes determinaciones. (i) En el expediente T-6.304.188[75]
revocó las decisiones proferidas en sede de tutela por el Consejo de Estado en
primera y en segunda instancia mediante las cuales se negó la tutela de los
derechos a la igualdad y al debido proceso invocados por la Fiscalía General,
dada la ocurrencia de un defecto material o sustantivo por desconocimiento de
una sentencia con efectos erga omnes (C-037 de 1996). En consecuencia
dejó sin efecto los fallos expedidos en primera y segunda instancia en del
proceso de reparación directa. (ii) En el expediente T-6.390.556[76]
se negó la protección de los derechos a obtener indemnización por daños
antijurídicos causados por privación injusta de la libertad. Consideró que con
independencia del régimen de responsabilidad estatal que utilice el juez
administrativo, la conducta de la víctima es un aspecto que debe valorarse y
que tiene la potencialidad de generar una decisión favorable al Estado.
Estado de la jurisprudencia de la Sección
Tercera del Consejo de Estado respecto de la responsabilidad del Estado en
casos de privación injusta de la libertad
32. Determinar
la responsabilidad del Estado en casos de privación injusta de la libertad no
ha sido una cuestión pacífica en la Sección Tercera del Consejo de Estado. Ante
las divergencias, mediante fallo de unificación del 17 de octubre de 2013
(expediente 23.354) estableció que cuando una persona privada de la libertad (i)
es absuelta porque el hecho investigado no existió, no era constitutivo de
delito, no lo cometió el sindicado se aplica la figura in dubio pro reo
o (ii) es precluida la investigación al demostrarse alguna causal de exoneración
de responsabilidad penal, se configura un evento de detención injusta y, por
tanto, lo procedente sería declarar la responsabilidad del Estado, en virtud
del artículo 90 de la Constitución Política.
33. Dicha postura jurisprudencial
se mantuvo hasta el 15 de agosto de 2018 fecha en la cual la Sección Tercera
del Consejo de Estado modificó “su jurisprudencia en relación con el régimen
de responsabilidad o el título jurídico de imputación aplicable a los casos en
los cuales se reclama la reparación de daños irrogados con ocasión de la
privación de la libertad de una persona a la que, posteriormente, se le revoca
dicha medida” [77].
34. En esta decisión el Consejo de Estado
coincidió con la posición de la Corte Constitucional al determinar que no es
suficiente que una persona sea privada de su libertad y, luego de ello, debido
a la preclusión de la investigación o a la declaratoria de su inocencia alegue
el derecho a ser indemnizado por reparación directa[78].
En tal sentido estableció la necesidad de demostrar que el daño (la detención) fue
antijurídico. Es decir, con base en estándares convencionales, constitucionales
y/o legales el juez contencioso debe evaluar si la situación concreta se
subsume en alguna de las excepciones que aceptan la restricción a la libertad
personal.
35. Las premisas del fallo del año 2018 se
dirigen a cuestionar las consideraciones de la decisión de unificación del año
2013. A continuación se identifica su alcance.
36. La
decisión del Consejo de Estado del año 2013 afectaba gravemente la autonomía e
independencia de los funcionarios judiciales. Al
respecto, la nueva posición consideró que, contrario a lo reiterado hasta la
fecha, la autonomía y el cumplimiento de los deberes del agente pueden verse
afectados con la teoría hasta ahora vigente, “pues es evidente que aquél (el
agente) debe debatirse entre imponer la medida de detención preventiva cuando
se den las condiciones o requisitos que al efecto indican las disposiciones
legales –sea el Decreto 2700 de 1991, la Ley 600 de 2000 o la 906 de 2004- o,
por el contrario, desacatar la ley y hasta la Constitución Política y
abstenerse de imponerla, toda vez que, si se inclina por la primera opción y el
proceso culmina sin una condena en contra del procesado, se puede generar una
acción de responsabilidad frente a la administración y, por consiguiente, hasta
la posibilidad de que se repita en contra suya, esto es, de quien impuso a
medida y, en cambio, si acoge la segunda opción, pueden tanto él como la
administración ser llamados a responder, esta vez por la omisión en el
cumplimiento de sus funciones”.
37. La
sentencia del 2013 confería un alcance equivocado a la presunción de inocencia. La sentencia de 2018 del Consejo de Estado rectificó la tesis
conforme a la cual la medida de aseguramiento de detención preventiva, pese a
ser constitucional, pugna con la presunción de inocencia. Primero, el Consejo
de Estado dispuso que la libertad no es un derecho absoluto. Y segundo, consideró
que la restricción de la libertad como medida de aseguramiento no tiene
relación alguna con la presunción de inocencia pues hasta que no se profiera
una sentencia condenatoria, la inocencia del implicado se mantiene intacta[79].
Con relación a este punto el Consejo de Estado precisó
que el derecho a la libertad es fundamental y su restricción es excepcional.
Sin embargo, la misma Constitución (art. 28) dispone que las personas pueden
ser detenidas o arrestadas en virtud de mandato escrito del juez, “con las
formalidades legales y por motivo previamente definido en la ley”. Es por
esto que la detención debe atender al estricto cumplimiento de los requisitos
que la ley exige, mientras se define la responsabilidad del investigado[80].
En otras palabras, si el juez de la reparación directa verifica que se
cumplieron los deberes y exigencias convencionales, constitucionales y legales
que corresponden al Estado para privar provisionalmente de la libertad a una
persona -como aquellos de que tratan los artículos 28 y 250 constitucionales “mal
puede imponer una condena en contra de este último”.
38. Por
último, el Consejo de Estado unificó su jurisprudencia respecto del deber del
juez del proceso de reparación directa de verificar, incluso de oficio, “si quien fue privado de la libertad
actuó, desde el punto de vista civil, con culpa grave o dolo, y si con ello dio
lugar a la apertura del proceso penal y a la imposición de la medida de
aseguramiento de detención preventiva, pues no debe olvidarse que, para los
eventos de responsabilidad del Estado por privación injusta de la libertad, el
artículo 70 de la Ley 270 de 1996 dispone que aquél (el daño) ‘se entenderá
como debido a culpa exclusiva de la víctima cuando ésta haya actuado con culpa
grave o dolo’, de modo que en los casos en los que la conducta de la víctima
esté provista de una u otra condición procede la exoneración de responsabilidad
del Estado, por cuanto en tal caso se entiende que es esa conducta la
determinante del daño”.
39. En
síntesis, según la sentencia del 15 de agosto de 2018, cuando la autoridad
competente revoque la medida restrictiva de la libertad debido a que el hecho
no existió, el sindicado no cometió el ilícito, la conducta investigada no
constituyó un hecho punible, o debe aplicarse el principio in dubio pro reo,
“será necesario hacer el respectivo análisis a la luz del artículo 90 de la
Constitución Política, esto es, identificar la antijuridicidad del daño”.
Además, dijo la providencia, el juez de la reparación directa debe “verificar,
imprescindiblemente, incluso de oficio, si quien fue privado de la libertad
actuó, visto exclusivamente bajo la óptica del derecho civil, con culpa grave o
dolo, y si con ello dio lugar a la apertura del proceso penal y a la
subsecuente imposición de la medida de aseguramiento de detención preventiva”.
40. Cabe advertir que mediante sentencia de tutela del 15 de noviembre
de 2019 el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección
Tercera, Subsección “B”, resolvió: “SEGUNDO: DEJAR SIN EFECTOS la sentencia
del 15 de agosto de 2018 proferida por la Sección Tercera del Consejo de Estado
dentro del proceso tramitado bajo el número de radicado No. 2011-00235-01
(46947) y ordenar a dicha autoridad judicial que, en el término de 30 días,
profiriera un fallo de reemplazo en el que, al resolver el caso concreto y
teniendo en cuenta las consideraciones que sustentan esta decisión valore la
culpa de la víctima sin violar la presunción de inocencia de la accionante”.
41. En cumplimiento del fallo, el 06 de agosto de 2020 el Consejo de
Estado emitió nueva providencia en la cual determinó que no era “necesaria
la valoración de la culpa exclusiva de la víctima, como causal eximente de
responsabilidad, tal como lo indicó el fallo de tutela que ha ordenado emitir
este nuevo pronunciamiento, toda vez que en el presente asunto no se superó el
supuesto de acreditar el título de imputación , aspecto que es necesario para
el análisis ordenado”. Vale la pena aclarar que este pronunciamiento no tuvo
por objeto unificar jurisprudencia.
42. La decisión del 15 de noviembre de 2019 del Consejo de Estado,
Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección “B”, fue
seleccionada para revisión en la Corte Constitucional con el radicado
T-7.785.966. A la fecha está pendiente de decisión.
Caso concreto
La acción de tutela cumple parcialmente con los
presupuestos generales de procedencia
(i)
Legitimación activa: Los accionantes interponen
acción de tutela en nombre propio lo cual avala su legitimación.
(ii)
Legitimación pasiva: el artículo 86 de la Carta
establece que la tutela puede ser interpuesta ante la acción u omisión de
cualquier autoridad pública. Por lo tanto, el Tribunal Superior del Distrito
Judicial del Quindío están legitimado como parte pasiva del
proceso.
(iii)
Relevancia constitucional del asunto. El caso propone el análisis de asuntos
que revisten relevancia constitucional. En efecto la discusión versa sobre el
derecho fundamental al debido proceso en relación con la aplicación de la
jurisprudencia sobre responsabilidad del Estado por privación injusta de la
libertad, por la supuesta configuración de un defecto fáctico en un caso que
involucra a una persona en condición de discapacidad. En la situación analizada
convergen dos dimensiones de análisis, objetiva y subjetiva, que evidencian -más
allá de una relevancia genérica- una cuestión constitucional que pueden tener
una trascendencia específica.
(iv)
Agotamiento de todos los recursos
ordinarios y extraordinarios de defensa judicial.
Los accionantes agotaron todos los mecanismos
judiciales de defensa que se encontraban a su alcance para lograr una decisión
favorable a sus intereses. Como puede advertirse del recuento fáctico, en el
proceso de reparación directa se interpuso el recurso de apelación que fue
decidido por el Tribunal Administrativo del Quindío, sin que proceda otro
recurso ordinario o extraordinario. Si bien la Ley 1437 de 2011[81]-, consagra
causales de revisión, ninguna de ellas es -prima facie- aplicable al
caso que nos ocupa. Así las cosas, los accionantes activaron todos los
mecanismos judiciales aptos para controvertir la valoración probatoria
realizada por los jueces ordinarios.
(v)
Inmediatez. La
decisión de segunda instancia, con la cual finalizó el proceso de reparación
directa y que es objeto de la acción de tutela fue expedida por el Tribunal Administrativo del Quindío el 29 de noviembre de 2018.
La acción de tutela fue repartida el 29 de marzo de 2019, esto es, cuatro meses
después de proferida la sentencia que se controvierte en este trámite. Así las
cosas el término se estima razonable si se tiene en cuenta la naturaleza del
debate que se propone en sede de tutela, el cual exige un análisis y esfuerzo
argumentativo distinto al que se expone durante el trámite del proceso
ordinario.
(vi)
En caso de tratarse de una
irregularidad procesal, debe tener incidencia directa en la decisión que
resulta vulneradora de los derechos fundamentales. Este requisito
no es aplicable ya que las anomalías que se alegan son de carácter fáctico.
(vii)
Identificación de los hechos que generan
la violación y que se hayan alegado en el proceso judicial en caso de haber
sido posible. En
términos generales, los alegatos de los accionantes giran en torno a la
configuración de un defecto fáctico por ausencia de valoración de la historia
clínica del señor Torres Erazo. La identificación de los elementos relevantes
por parte de los accionantes fue adecuada.
Por otra parte, del escrito de tutela podría
desprenderse un alegato relacionado la vulneración del derecho a la igualdad
por inaplicación de instrumentos internacionales que, según el demandante,
exigen dar un enfoque diferencial a decisiones donde las partes sean personas
en situación de discapacidad. A juicio de la Sala este alegato no cuenta con
una explicación suficiente.
Los accionantes se limitaron a mencionar como
desconocidos (i) los estándares en materia de derechos humanos definidos por la
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ONU) para los derechos
humanos; (ii) la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad
y su protocolo facultativo; y (iii) la Convención Interamericana para la
eliminación de todas las formas de discriminación contra las personas con
discapacidad.
Esta referencia es apenas general. No es específica
con relación al caso concreto y, por lo tanto, no establece la conexión entre la
vulneración del derecho a la igualdad por la inaplicación de los instrumentos
invocados al caso concreto. Lo propio cabe afirmar respecto de la invocación de
sentencias de la Corte Constitucional que protegen derechos fundamentales de
personas en situación de discapacidad. Lo anterior es suficiente para sustraer de la demanda
la configuración de un defecto sustantivo que desencadenó en vulneración del
derecho a la igualdad. Sin perjuicio de las amplias facultades del juez
constitucional para delimitar la cuestión iusfundamental de los casos
que son puestos a su consideración, en el contexto de la acción de tutela
contra providencias judiciales no puede reemplazar por completo al accionante.
Ello es así teniendo en cuenta, de una parte, (i) que el precedente de esta
Corte ha establecido que en el escrito de tutela deben identificarse de
manera razonable los derechos vulnerados requiriendo entonces una mínima
explicación del modo en que ello tiene lugar de manera y, de otra, (ii) que de
no actuar con prudencia en la delimitación de las cuestiones a tratar podría
afectarse gravemente el debido proceso de los derechos de los otros sujetos
procesales.
(viii) Que el fallo controvertido no sea una sentencia de tutela. La
providencia que se censura hizo parte de un proceso contencioso administrativo
de reparación directa.
En la decisión adoptada por el Tribunal Administrativo
del Quindío no se configuró una causal de procedencia específica de la acción
de tutela contra providencias judiciales
43. La
Sala Octava de Revisión considera que el “error probatorio” alegado no
es trascendente porque, independientemente del mismo, la decisión del Tribunal
seguiría siendo la misma: que el Estado no era responsable por privación
injusta de la libertad, porque se demostró que el daño no fue antijurídico,
asunto que no cuestionaron los accionantes. Adicionalmente, la decisión acusada
siguió el precedente dispuesto por la Corte Constitucional sobre la actuación
del juez administrativo en el escenario de la reparación directa por privación
injusta de la libertad.
44. A manera de síntesis el Tribunal no encontró
configurado el daño antijurídico porque la medida de aseguramiento de privación
de la libertad atendió cada uno de los presupuestos legales para ello, cumplió
los requisitos objetivos y subjetivos para su procedencia y tuvo en cuenta el
diagnóstico del señor Torres Erazo. Sobre la culpa exclusiva de la víctima
afirmó que el comportamiento del señor Torres Erazo lo expuso al daño y por lo
tanto, lo procedente era que asumiera las consecuencias de su actuar[82].
45. La acción de tutela solicita la protección del
derecho al debido proceso ante la configuración de un defecto fáctico. A juicio
de los accionantes el tribunal accionado debió analizar la configuración de la
culpa exclusiva de la víctima en atención a la historia clínica del accionante.
Al no hacerlo incurrió en un defecto fáctico y generó “una obligación
físicamente imposible de realizar a YILMER FERNANDO en razón de su condición de
cuadriplejia”[83],
esto es, la revisión del equipaje.
46. La
acción de tutela no se dirige en contra del análisis inicial del Tribunal
Administrativo del Quindío, esto es, la inexistencia de daño antijurídico. Este
asunto es relevante ya que, aún si su planteamiento prosperará, ello no sería
suficiente dejar sin apoyo la decisión que mediante la acción de tutela se
objeta.
47. Tal
como se estableció en las consideraciones, la Corte Constitucional y el
Consejo de Estado exigen, como primer requisito para declarar la
responsabilidad por privación injusta de la libertad, la demostración del daño
antijurídico. En efecto, la privación de la libertad dentro de un proceso penal
que termina con una sentencia absolutoria no es suficiente para declarar la
responsabilidad patrimonial del Estado, pues se debe determinar si la medida
restrictiva resultó injusta y, en tal caso, generadora de un daño antijurídico
imputable a la administración. Así, el daño es antijurídico cuando la orden de
restricción devino de una actuación inidónea, irrazonable y desproporcionada y
por ese motivo, no tenía por qué soportarse.
48. La
Sala considera que el análisis del Tribunal accionado acoge la regla expuesta
en el párrafo anterior. Ello es así porque tanto el juez de primera instancia (Juzgado
Tercero Administrativo del Circuito de Armenia) como el de segunda instancia (Tribunal
Contencioso Administrativo del Quindío -Sala Tercera de Decisión-) del proceso
contencioso administrativo consideraron que la medida de aseguramiento impuesta
al accionante correspondió “a cada uno de los presupuestos legales
establecidos en la ley 906 de 2004, cumpliéndose con los requisitos objetivos y
subjetivos para su procedencia y teniendo en consideración la grave enfermedad
que padece el señor Yilmer Fernando Torres Erazo”. Ello con fundamento en
las siguientes razones:
a)
La pena mínima del delito que fue objeto de investigación
es de noventa y seis (96) meses, excediendo los cuatro (4) años de que trata el
artículo 313 numeral 2 de la Ley 906 de 2004[84].
b)
De acuerdo con el artículo 308 de la Ley 906
de 2004[85]
era posible inferir razonablemente la autoría o participación del señor Torres
Erazo en la conducta que se le investiga, toda vez que fue capturado en
flagrancia. Para ello tuvo como pruebas (i) el informe de la policía del 12 de
junio de 2012, y (ii) la prueba científica que determinó que la sustancia hallada
en el equipaje del señor Torres Erazo correspondía con cocaína.
c)
Conforme al numeral 2 del artículo 308 de la
Ley 906 de 2004, consideró el juez que el imputado para ese momento constituía
un peligro para la sociedad y la salud pública, ya que por el delito era
probable su vinculación con organizaciones criminales relacionadas con el
tráfico, fabricación y porte de estupefacientes.
d)
Con todo, atendiendo a la cuadriplejia
secundaria a una meningitis, conforme al numeral 4 del artículo 314 de la Ley
906 de 2004[86],
el juez sustituyó la medida de detención en establecimiento carcelario por la
del lugar de residencia del imputado.
49. Lo
anterior, a juicio de la Sala, responde a la aplicación razonable de la
Ley 906 de 2004 con relación a las medidas de aseguramiento. En efecto, según
la valoración que de las pruebas del proceso penal realizó la autoridad
judicial (i) el señor Torres Erazo fue capturado en flagrancia por transporte
de sustancias ilegales hecho que permitía inferir razonablemente la necesidad
de imponerle medida de aseguramiento ya que (ii) el delito que se le imputó
tiene una pena de más de 96 meses y (iii) los hechos permitían inferir
razonablemente la posible relación del capturado con más personas implicadas. Ahora
bien, con relación al estado físico del señor Torres Erazo el juez evaluó esta
circunstancia a tal punto de establecer medida de detención en el lugar de
residencia.
50. Debe
recordarse que el Juzgado Tercero Administrativo del Circuito de Armenia, juez
de primera instancia en el proceso contencioso, declaró administrativamente
responsable a la Fiscalía General de la Nación por la privación injusta de la
libertad del señor Yilmer Fernando Torres Erazo y le impuso la obligación de
indemnizar. El juez concluyó que la prolongación de la privación de la libertad
del señor Torres Erazo constituía daño antijurídico, imputable exclusivamente a
la Fiscalía General de la Nación. En su concepto, dicha entidad ha debido
precluir la investigación una vez obtuvo las declaraciones del señor Torres
Erazo y de su tía en las cuales aclararon que fue una tercera persona quién les
pidió llevar los desodorantes donde se ocultaba la sustancia ilícita.
51. El
Tribunal Administrativo del Quindío se opuso a las consideraciones del juez de
primera instancia en el proceso contencioso. Con relación a la prolongación de
la medida de aseguramiento el Tribunal aseguró que fue consecuencia de hechos
no atribuibles a la Fiscalía si se tiene en cuenta, por ejemplo, que (i) durante
el proceso no se configuró alguno de los presupuestos dispuestos en el artículo
317 de la Ley 906 de 2004 para hacer procedente la libertad[87]; (ii) el
abogado de la defensa solicitó en diferentes oportunidades aplazamiento de la
audiencia; (iii) la formulación de acusación de la fiscalía se basó en pruebas
testimoniales, documentales y declaraciones de los indiciados; y (iv) la
defensa nunca solicitó la revocatoria de la medida de aseguramiento tal como lo
permite el artículo 318 de la Ley 906 de 2004[88].
52. Con
relación a que las declaraciones de los indiciados eran suficientes para
determinar que ellos no cometieron la conducta pues señalaron a otra persona como
culpable del hecho, el Tribunal aseguró que la Fiscalía intentó, sin éxito,
ubicar a los terceros señalados por los indiciados. Advirtió que la sola
declaración de los detenidos no era suficiente para precluir la investigación.
53. El análisis del Tribunal Superior del Quindío resulta suficiente
para demostrar que si bien se configuró un daño -privación de la libertad- éste
no fue antijurídico. Al contrario, la medida de seguridad de privación de la
libertad en la residencia del imputado, respondió no solo a la legislación
dispuesta para ello sino a criterios de razonabilidad y proporcionalidad al
considerar la condición médica del señor Torres Erazo. Esto, entonces, sería
suficiente para descartar el derecho a la indemnización reclamada por ausencia
de antijuridicidad.
54. Ahora bien, el Tribunal dispuso que “si en gracia de discusión
se llegara a la conclusión de que existe un daño antijurídico, en todo caso se
configuraría una culpa exclusiva de la víctima como causal eximente de
responsabilidad”. Luego de ello, procedió a verificar la configuración o no
de dicho eximente de responsabilidad.
Concluyó que “teniendo en cuenta que Yilmer Fernando Torres
Erazo se iba a desplazar a otro país, los deberes de conducta y el mínimo de
diligencia que le imponía el ordenamiento jurídico eran los de revisar los
elementos que iba a transportar en su equipaje, más aún cuando provenían de
terceras personas para evitar conductas ilícitas, máxime cuando en Colombia ha
sido una conducta repetitiva y puesta en conocimiento por las autoridades la
utilización de la confianza de familiares o amigos para concretar ilícitos como
el transporte de estupefacientes”. Según el Tribunal resultaba inexcusable
que el accionante “no haya realizado una revisión de los elementos que le
encomendó presuntamente su familiar para transportar a Madrid, España, pues si
los hubiera revisado con la diligencia exigida hubiera evitado el daño, es
decir, que fue él mismo que con su conducta gravemente culposa se expuso a
sufrir la privación de la libertad de la que fue objeto, y por lo tanto, debe
asumir las consecuencias del mismo” [89].
55. Alrededor
de esta consideración gira la acción de tutela. Se reitera que los accionantes
alegan que el tribunal no tuvo en cuenta la historia clínica y, a partir de
ello le impuso una obligación de actuar sin ningún tipo de atención sobre su
estado físico, pese a ser un sujeto de especial protección constitucional.
Según tal planteamiento, si el Tribunal hubiese considerado la historia
clínica habría constatado que le estaba exigiendo un comportamiento imposible
de asumir por su diagnóstico, como lo es “revisar los elementos que iba a
transportar en su equipaje”.
56. En principio la Sala advierte que aceptar una afirmación de esta
naturaleza cerraría cualquier tipo de debate sobre la responsabilidad penal de
una persona diagnosticada con cuadriplejia en un delito como el de transporte
de estupefacientes. A su vez, en el ámbito de responsabilidad del Estado
implicaría eliminar la posibilidad de análisis del eximente de responsabilidad denominado
“culpa exclusiva de la víctima” cuando quien sufrió el daño es una
persona diagnosticada con cuadriplejia.
57. Con independencia de ello y acorde con las consideraciones
expuestas en esta providencia, para que se configure un defecto fáctico es
necesario que el error en la valoración probatoria (i) sea ostensible,
flagrante y manifiesto y, adicionalmente, (ii) tenga una incidencia directa en
la decisión. Tales exigencias evitan que el juez de tutela se convierta en una
instancia de revisión de la evaluación probatoria del juez ordinario[90].
58. Sobre
el caso concreto la Sala considera que no se configuró defecto fáctico ya que
el Tribunal Administrativo del Quindío sí tuvo en cuenta la historia clínica
del señor Torres Erazo y su análisis no resulta ser arbitrario o irrazonable. Adicionalmente,
la ausencia de referencia expresa a tal documento al analizar la culpa
exclusiva de la víctima no incide en la decisión, pues la regla de decisión
para negar la indemnización fue la ausencia de daño antijurídico.
En efecto, del proceso contencioso se desprende que en el acápite
de pruebas el tribunal expuso que reposaba en el expediente la historia clínica
del señor Yilmer Fernando Torres Erazo. Además, al evaluar la antijuridicidad
del daño el tribunal hizo referencia a dicho documento y determinó que al imponer
la medida de seguridad ésta se había considerado al punto de optar por la
medida de detención en la residencia del señor Torres Erazo.
59. Ahora bien, al analizar la configuración de la culpa exclusiva de
la víctima el Tribunal no hizo una referencia explícita a la condición de
cuadriplejia del señor Torres Erazo. Sin embargo, a juicio de la Sala, esto no
es suficiente para configurar un defecto fáctico porque la historia clínica (i)
tiene fecha posterior a la fecha de la detención y (ii) no es concluyente sobre
el diagnóstico del accionante ni sobre las “limitaciones” que produce el
diagnóstico.
Primero, la historia clínica aportada al proceso contencioso tiene
fecha del 14 de enero de 2013; fecha posterior a la privación de la libertad
del (12 de julio de 2012). Si bien en ella se indica sobre el señor Torres
Erazo “paciente postrado cuadripléjico hace 5 años, como consecuencia de
meningitis” no cuenta con una referencia específica sobre las consecuencias
del diagnóstico para la fecha de la captura (julio de 2012).
Segundo, si bien la historia clínica refiere “paciente postrado
cuadripléjico” también menciona “paciente (…) cuadraparésico”.
Para la Sala resulta relevante determinar si estos conceptos médicos son iguales
o si sus diferencias son importantes al momento de establecer las capacidades
del señor Torres Erazo[91].
La duda que se desprende de la misma historia clínica es importante pues permite
concluir que la historia clínica aportada al proceso no era suficiente para
demostrar la imposibilidad del señor Torres Erazo de revisar su equipaje.
Tercero, una investigación básica del diagnóstico de cuadriplejia arroja
la imposibilidad física de movilizarse pero, tal como lo afirmó la Sección
Cuarta del Consejo de Estado al resolver en segunda instancia del proceso de
tutela, ni el diagnóstico “cuadriplejia” ni la historia clínica aportada
al proceso dan cuenta del grado de discapacidad. Tampoco son concluyentes sobre
la existencia de una imposibilidad absoluta para revisar el equipaje. Si bien
la historia clínica refiere paciente “postrado” ello, prima facie, no es
suficiente para catalogar al accionante dentro de alguno de los diferentes
tipos de cuadriplejia, los cuales oscilan entre el tipo más leve hasta el mas
grave.
Cuarto, aún si se hubiera demostrado que el diagnóstico del señor
Torres Erazo era del tipo más grave, que no lo demuestra con contundencia la
historia clínica de fecha posterior a la detención, este diagnóstico no
imposibilita al viajero para adoptar las decisiones pertinentes para evitar lo
ocurrido. Para el caso que nos ocupa el señor Torres Erazo reconoció haber
revisado su equipaje, con ayuda de la tía, y confirmó aceptar transportar unos
elementos en su maleta de viaje a Madrid. El Tribunal accionando consideró que
le era exigible al señor Torres Erazo revisar con mayor cuidado los elementos
ajenos que llevaría en su maleta. La Sala Octava considera que esta valoración
no es irrazonable pues varias opciones tenía para cuidarse de incurrir en el
comportamiento por el cual fue detenido.
Adoptar una de estas posibilidades lejos están de ponerlo en una
situación de desventaja con personas sin diagnóstico de cuadriplejia. Se trata
de un deber de cuidado exigible a todas las personas con capacidad cognitiva,
como es el caso del señor Torres, para prever las consecuencias a las que
podrían enfrentarse de aceptar llevar en su equipaje elementos de los cuales no
tenía certeza sobre su origen. Tal como se demostró el señor Torres Erazo
contaba con varias opciones para evitar el hecho que terminó en su captura,
opciones similares para una persona que, sin el diagnóstico, podría asumir.
60. Adicionalmente, aún si se concluyera que el Tribunal no tuvo en
cuenta la prueba relativa a la historia clínica, la omisión no tiene una “incidencia
directa”, “transcendencia fundamental” o “repercusión sustancial”
en la decisión judicial adoptada, pues de haberse considerado hubiese sido la
misma[92].
Ello es así porque el tribunal primero descartó la configuración del daño
antijurídico, consideración suficiente para negar la indemnización reclamada
por los demandantes en el proceso contencioso.
61. En síntesis, la sentencia proferida el 29 de
noviembre de 2018 por el Tribunal Contencioso Administrativo del Quindío -Sala
Tercera de Decisión-[93]
que negó las pretensiones de la demanda de reparación directa por privación
injusta de la libertad no incurrió en el defecto fáctico alegado por los aquí
accionantes.
SÍNTESIS DE LA
DECISIÓN
62. El señor Yilmer Fernando Torres Erazo fue detenido
por transportar estupefacientes en un viaje con destino a Madrid. El juez de
control de garantías ordenó como medida de aseguramiento detención domiciliaria,
para ello consideró que: (i) el señor Torres Erazo fue capturado en flagrancia
(ii) el delito que se le imputó tiene una pena de más de 96 meses y (iii) los
hechos permitían inferir razonablemente la posible relación del capturado con
más personas implicadas. Con relación al estado físico del señor Torres Erazo
el juez evaluó esta circunstancia a tal punto de establecer medida de detención
en el lugar de residencia.
63. El proceso penal culminó con la absolución del señor
Torres Erazo. El juez consideró que si bien se acreditó la materialidad de la
conducta de transporte de estupefacientes, no se acreditó la responsabilidad
del acusado ni el dolo. Así las cosas, si bien de las pruebas aportadas al
proceso se podría desprender una probabilidad, no había plena certeza de la
configuración de la conducta punible. Por lo tanto, no se le podría atribuir
responsabilidad penal.
64. En virtud de la decisión absolutoria el señor Yilmer
Fernando Torres Erazo y sus familiares presentaron acción de reparación directa
por privación injusta de la libertad. En primera instancia el juez
administrativo accedió a sus pretensiones. En segunda instancia el Tribunal
Contencioso Administrativo del Quindío -Sala Tercera de Decisión revocó la
decisión por ausencia de daño antijurídico y, subsidiariamente, determinó que
se configuró culpa exclusiva de la víctima al no adoptar las medidas necesarias
para evitar que su equipaje fuera el medio de transporte sustancias ilícitas.
65. Contra esta providencia los accionantes presentaron
acción de tutela alegando la configuración de un defecto fáctico al no valorar
la historia clínica del accionante donde se diagnostica con “cuadriplejia”.
En concepto de los accionantes no podía el Tribunal Contencioso Administrativo
del Quindío dar por probada la culpa exclusiva de la víctima porque el
diagnóstico del señor Torres Erazo le impedía revisar su equipaje con el cuidado
necesario para evitar configurar el delito por el cual lo detuvieron. En
primera instancia, la Subsección C de la Sección Tercera del Consejo de Estado
negó la acción de tutela. En segunda instancia, la Sección Cuarta del Consejo
de Estado confirmó la providencia.
66. Luego de reiterar lo dispuesto por la Corte
Constitucional en la sentencia SU-072 de 2018, la Sala Octava de Revisión decidió
confirmar los fallos de instancia.
67. En primer lugar, la Sala advirtió que la decisión
proferida por el Tribunal accionado coincide con el precedente de la Corte
Constitucional y con la línea jurisprudencial que el Consejo de Estado asumió
desde el año 2018. En tal sentido, el juez contencioso administrativo debe
definir si la providencia a través de la cual se restringe la libertad de una
persona mientras es investigada y/o juzgada es proporcionada y razonada, previa
la verificación de su conformidad con el derecho. En el caso, el Tribunal
accionado verificó la legalidad de la medida y concluyó que se ajustaba a
derecho; adicionalmente advirtió que la prolongación de la medida de
aseguramiento obedeció a las dilaciones de la defensa, quién, además, nunca
solicitó modificar la medida de aseguramiento contra el señor Torres Erazo.
68. En segundo lugar, la acción de tutela invocó un
defecto fáctico para cuestionar el análisis del eximente de responsabilidad
denominado “culpa exclusiva de la víctima” y nada dijo sobre el análisis del
daño antijurídico; esto implica que aún de encontrarse configurado el defecto al
analizar dicha causal, el argumento de la ausencia de daño antijurídico
continuaría en firme y, por tanto, la decisión no se modificaría.
69. En tercer lugar, se logró determinar que el tribunal
sí consideró la historia clínica a pesar de no mencionarla directamente en el
aparte en el que analiza la culpa exclusiva de la víctima. Además, la Sala
encontró que la historia clínica no tiene la entidad suficiente para probar la
incapacidad total del señor Torres Erazo para adoptar decisiones respecto de
los elementos que decidió llevar en su equipaje.
III.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Sala Octava
de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo, y por mandato de la Constitución Política,
RESUELVE:
Primero: CONFIRMAR
la decisión proferida el 14 de agosto de 2019 por la Sección
Cuarta del Consejo de Estado que confirmó la decisión del 06 de mayo de 2019
proferida por la Subsección C de la Sección Tercera del Consejo de Estado que
negó la acción de tutela.
Segundo: DEVOLVER al Juzgado Tercero Penal del Circuito con
funciones de conocimiento de Armenia el expediente contentivo del proceso penal
adelantado en contra de Yilmer Fernando Torres Erazo por el delito de
transporte de estupefacientes radicado con el número 630016000000201200087.
Tercero: DEVOLVER al Juzgado Tercero Administrativo del Circuito de Armenia el
contentivo del proceso de reparación directa adelantado por Yilmer Fernando
Torres Erazo y otros radicado con el número 63001333375320140021501.
Cuarto: LÍBRESE por la Secretaría General de
la Corte Constitucional la comunicación de que trata el artículo 36 del Decreto
Estatutario 2591 de 1991.
Notifíquese, comuníquese y cúmplase.
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
ALBERTO ROJAS RÍOS
Magistrado
DIANA FAJARDO RIVERA
Magistrada
MARTHA VICTORIA SACHICA MENDEZ
Secretaria General
[1] Ver folio 1 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[2] En el escrito de acusación presentado se expuso que la conducta
del señor Torres Erazo “encaja dentro del Código Penal, Libro Segundo,
Título XIII, artículo 376, Inciso segundo (2º) dada la cantidad de sustancia
prohibida decomisada, la cual establece una pena de 64 a 108 meses de prisión y
multa de 2 a 150 salarios mínimos legales mensuales vigentes, en su condición
de autor y responsable a título de dolo, delito que hace referencia a tráfico,
fabricación o porte de estupefacientes. Lo anterior en armonía con el artículo
14 de la ley 890 de 2004. En el caso concreto de TRANSPORTAR dicha sustancia
(…)” .
[3] Ver folio 6 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[4] Ver folio 6 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[5] Ver folio 15 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[6] Ver folio 24 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[7] Ver folio 32 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[8] Ver folio 39 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[9] Ver folio 39 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[10] Ver folios 45 y 46 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[11] Por error, el Centro de Servicios Judiciales no condujo al señor
Torres Erazo a la audiencia motivo por el cual tuvo que ser reprogramada para
el 24 de abril de 2013.
[12] Ver folios 71 y 72 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[13] Ver folios 73 y 72 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[14] Ver folios 85 al 87 del expediente 63001600000020120008700
proceso transporte de estupefacientes. Aquí el señor Torres Erazo relata los
hechos que dieron lugar a la captura. Reconoce que una familiar le pidió llevar
un paquete a España, luego de ver el contenido de la bolsa encontró seis
desodorantes envueltos y pidió a su tía guardarlo en la maleta.
[15] Ver folios 88 al 90 del expediente 63001600000020120008700
proceso transporte de estupefacientes. Aquí la señora Yolanda Torres González
confirma la versión del señor Torres Erazo.
[16] En el desarrollo de una actividad investigativa el señor Torres
Erazo le entregó a la policía judicial “unas hojas con unos escritos al parecer
tomados de una Blackberry (…)”. En dicha conversación, al parecer, alguien se
inculpa de los hechos que conllevaron a la detención del aquí accionante. Ver
folios 91 al 97 del expediente 63001600000020120008700 proceso transporte de
estupefacientes.
[17] Ver folio 72 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[18] Ver folio 104 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes.
[19] En el folio 10 del expediente 63001600000020120008700 proceso
transporte de estupefacientes reposa cd con la audiencia de lectura de fallo.
[20] Todos los hechos que se relatan en este capítulo son extraídos
del escrito de tutela.
[21] Sujeto de la privación de la libertad.
[22] Madre del señor Yilmer Fernando Torres Erazo.
[23] Hermano del señor Yilmer Fernando Torres Erazo.
[24] Tía del señor Yilmer Fernando Torres Erazo.
[25] Tía del señor Yilmer Fernando Torres Erazo.
[26] Tío del señor Yilmer Fernando Torres Erazo.
[27] En el folio 31 del cuaderno 1 del proceso de reparación directa
radicado 63001333375320140021500 reposan dos constancias de pago al abogado por
la suma señalada.
[28] Los días 14 y 15 de junio el señor Torres Erazo en centro de
reclusión. Ver folio 27 del cuaderno 1 del proceso de reparación directa
radicado 63001333375320140021500.
[29] En el folio 32 del cuaderno 1 del proceso de reparación directa
radicado 63001333375320140021500 reposa constancia de la cita asignada al señor
Yilmer Fernando Torres Erazo para el día 27 de septiembre de 2012 con el fin de
iniciar los trámites de adquisición de la nacionalidad española.
[30] Cita las sentencias proferidas dentro de los expedientes 33.806 y
15.463 de la Sección Tercera del Consejo de Estado.
[31] Ver folios 504 al 520 del cuaderno 1 del proceso de reparación
directa radicado 63001333375320140021500.
[32] Ver folios 525 al 542 del cuaderno 1 del proceso de reparación
directa radicado 63001333375320140021500.
[33] Ver folios 569 al 584 del cuaderno 1 del proceso de reparación
directa radicado 63001333375320140021500.
[34] Según la providencia “[e]n estos casos, la causal exonerativa
de responsabilidad consiste en que el comportamiento gravemente culposo o
doloso de la víctima lo ha expuesto al daño, por lo tanto, debe asumir las
consecuencias de actuar, es un corolario del principio general del derecho,
según el cual ‘nadie puede sacar provecho de su propia culpa’”.
[35] Ver folio 58 del cuaderno 1 del proceso de reparación directa
radicado 63001333375320140021500.
[36] Ver folios 2 al 8 del cuaderno de instancia.
[37] Folio 3 del cuaderno de instancia del proceso de tutela.
[38] Ibídem.
[39] Folios 18 al 23 del cuaderno de instancia del proceso de tutela.
[40] En este sentido hace referencia a la sentencia de la Sección
Tercera, Subsección "B" del Consejo de Estado, del 27 de
febrero de 2019.
[41] Folios 25 al 28 del cuaderno de instancia del proceso de tutela.
[42] Folio 34 del cuaderno de instancia.
[43] Folios 42 y 43 del cuaderno de instancia del proceso de tutela.
[44] Folio 51 del cuaderno de instancia.
[45] Folio 52 del cuaderno de instancia.
[46] Ibídem.
[47] Folio 76 del cuaderno de instancia.
[48] El tardío cumplimiento del auto de pruebas obedeció a la
suspensión de términos decretada por el Consejo Superior de la Judicatura
mediante acuerdos PCSJA20-11517, PCSJA20-11518, PCSJA20-11519, PCSJA20-11521,
PCSJA20-11526, PCSJA20-11527, PCSJA20-11528, PCSJA20-11529, PCSJA20-11532,
PCSJA20-11546, PCSJA20-11549, PCSJA20-11556, PCSJA20-11567 y PCSJA20-11597 de
2020. Adicionalmente, una vez levantados los términos, el Consejo Superior de
la Judicatura restringió el acceso a sedes judiciales del país mediante
acuerdos PCSJA20-11597, PCSJA20-11614 y PCSJA20-11622.
[49] El 20 de noviembre de 2020 se notificó mediante estado 309/20. A
partir de esta fecha la levantaron los términos.
[50] En esta oportunidad la Sala Octava de Revisión reiterará la
jurisprudencia sobre la materia contenida en las sentencias C-590 de 2005,
T-211 de 2009, T-315 de 2010, T-214 de 2012, SU-415 y SU-627 de 2015, T-732 de
2017, SU-004, SU-035 y SU-539 de 2018 y SU-268 de 2019, entre otras. Esta
consideración se acoge a lo dispuesto en la sentencia T-297 de 2020.
[51] La acción de tutela –en general- también encuentra sustento en i)
el principio de dignidad humana (art. 1 C. Pol.), el cual constituye el
fundamento de los derechos fundamentales (T-227 de 2003 y C-288 de 2012) cuya
protección se persigue a través de la acción de amparo constitucional; ii) los
principios de efectividad de los derechos fundamentales y supremacía
constitucional (arts. 2 y 3 C. Pol.); y iii) el derecho de acceso a la
administración de justicia (art. 229 C. Pol). Así mismo, si bien la sentencia
C-543 de 1992 determinó que prima facie la acción de tutela no procede
frente a sentencias judiciales, precisó que “nada obsta para que por vía de
la tutela se ordene al juez que ha incurrido en dilación injustificada en la
adopción de decisiones a su cargo que proceda a resolver o que observe con
diligencia los términos judiciales, ni riñe con los preceptos constitucionales
la utilización de esta figura ante actuaciones de hecho imputables al
funcionario por medio de las cuales se desconozcan o amenacen los derechos
fundamentales…”. A partir de dicha providencia se edificó la doctrina de la
vía de hecho en materia de tutela contra sentencias y, posteriormente, la misma
fue superada por la dogmática relativa a las causales genéricas de procedencia
de la tutela contra providencias judiciales. Una síntesis de dicho tránsito se
puede consultar en las sentencias SU-014 de 2001 y C-590 de 2005, entre otras.
[52] En ese sentido, la sentencia C-543 de
1992 consideró contrario a la Constitución el término de dos meses de caducidad
que había fijado el artículo 11 del Decreto 2591 de 1991 para el ejercicio de
la acción de tutela contra “sentencias o providencias judiciales que pongan
fin a un proceso”. Al respecto señaló: “Como se observa, aplicado a las acciones, el
término de caducidad es el que -señalado por la ley- una vez transcurrido,
aunque no debe confundirse con la prescripción extintiva, impide que la
correspondiente acción se ejerza. || Lo cual significa que prever un tiempo de
caducidad para el ejercicio de la acción de tutela implica necesariamente que
tan solo dentro de él puede tal acción interponerse. En otras palabras,
quiere decir la norma cuestionada que la acción de tutela cuando se dirija
contra sentencias que pongan fin a un proceso no puede ejercerse en cualquier
tiempo sino únicamente dentro de los dos meses siguientes a la ejecutoria. ||
En la presente providencia se resolverá también si procede la tutela contra
fallos ejecutoriados pero, independientemente de ello, resulta palpable la
oposición entre el establecimiento de un término de caducidad para ejercer la
acción y lo estatuido en el artículo 86 de la Constitución cuando señala que
ella puede intentarse "en todo momento", razón suficiente para
declarar, como lo hará esta Corte, que por el aspecto enunciado es inexequible
el artículo 11 del Decreto 2591 de 1991”.
[53] Sentencia SU-1219 de 2001. La Corte precisó en la sentencia T-322
de 2019 que “[l]a acción de tutela contra sentencias de la misma naturaleza
puede proceder de manera excepcional cuando exista fraude y, por tanto, se esté
ante el fenómeno de la cosa juzgada fraudulenta”. Según esa providencia “la
demanda debe cumplir los requisitos genéricos de procedibilidad de la tutela
contra providencias judiciales y demostrar que (i) la acción de tutela
presentada no comparta identidad procesal con la solicitud de amparo
cuestionada; (ii) se demuestre de manera clara y suficiente, que la decisión
adoptada en la sentencia de tutela fue producto de una situación de fraude
(Fraus omnia corrumpit); y (iii) no exista otro medio, ordinario o
extraordinario, eficaz para resolver la situación”.
[54] Ver la sentencia SU-391 de 2016. Es importante advertir que en la
sentencia SU-355 de 2020 la Corte Constitucional indicó: “En ese orden de
ideas, con el propósito de asegurar el esquema de control constitucional
existente en la Carta en los términos ya enunciados, debe concluirse que por regla
general la acción de tutela no procede para controvertir providencias
judiciales producto del medio de control de nulidad por inconstitucionalidad del Consejo de Estado. Sin embargo, por esa
misma razón, existen dos excepciones que exigen la intervención de la Corte
Constitucional y que se configuran cuando el fallo dictado por el Consejo de
Estado (i) desconoce la cosa juzgada constitucional; o (ii) su
interpretación genera un “bloqueo institucional inconstitucional” al autorizar
la pérdida de operatividad de órganos del poder público y/o la eficacia de
normas constitucionales o incluso de órganos que articulan la estructura misma
de la Carta, de tal forma que le quiten su sentido útil. En tales casos la
acción de tutela debe ser procedente, precisamente por la necesidad inexcusable
que tiene esta Corporación como guardiana de la Carta, de proteger la
estructura constitucional y su fuerza normativa, así como el esquema de control
previsto por la Norma superior”.
[55] De este modo, la Corte ha señalado que la existencia de medios
ordinarios de defensa judicial al interior de un proceso ordinario debe
valorarse atendiendo a la eficacia e idoneidad que estos tienen para procurar
la protección de un derecho fundamental eventualmente amenazado o vulnerado. En
esa dirección, teniendo en cuenta que durante varios años la Corte Suprema de
Justicia consideró que la indexación de la primera mesada pensional no era
procedente frente a pensiones causadas con anterioridad a la entrada en vigor
de la Constitución Política de 1991, esta Corporación inaplicó el requisito de
subsidiariedad en relación con las acciones de tutela formuladas contra
sentencias de segunda instancia que negaban la referida garantía pensional
(T-259 de 2012, SU-1073 de 2012 y SU-415 de 2015). También lo hizo en el
contexto de tutelas contra sentencias que involucraban la personalidad jurídica
y el estado civil de las personas (T-329 de 1996, T-411 de 2004 y T-156 de
2009) o cuando el accionante vio lesionada su garantía a una defensa técnica en
el marco de un proceso penal (T-567 de 1998 y T-068 de 2005), o cuando el
solicitante hacía parte de un colectivo históricamente discriminado (T-717 de
2011) o cuando el empleo del recurso de casación comportaba una carga
desproporcionada frente a las condiciones materiales de existencia del
peticionario y la magnitud de la amenaza ius fundamental (T-629 de
2015). Del mismo modo, ha flexibilizado el presupuesto de inmediatez en
relación con tutelas formuladas contra sentencias que involucran el
reconocimiento de una prestación pensional (T-1028 de 2010, SU-407 de 2013 y
SU-499 de 2016) y ha analizado defectos constitucionales que no fueron
invocados expresamente por los solicitantes dentro de los trámites ordinarios
en que se profirió la decisión cuestionada (SU-195 de 2012, T-115 de 2015,
T-515 de 2016, T-119 y T-577 de 2017). Por último, cabe precisar que si bien en
la mayor parte de las anteriores decisiones estaba de por medio el amparo de
derechos fundamentales de sujetos de especial protección y se trataba de
asuntos que involucraban cuestiones importantes de justicia material y de
prevalencia del derecho sustancial (art. 228 C. Pol.), la Corte también ha
emprendido un examen dúctil de los requisitos formales de procedibilidad en
tutelas contra sentencias que condenaron al pago de sumas dinerarias a
entidades estatales sumidas en un estado de cosas inconstitucional (T-546 de
2014, T-606 de 2016, SU-427 de 2015 y T-521 de 2017) e incluso en tutelas
contra sentencias de tutela en las que se promovía la salvaguarda del
patrimonio público frente a situaciones de carácter fraudulento (T-218 de 2012,
T-951 de 2013, SU-627 de 2015 y T-322 de 2019).
[56] El alcance y requisitos de cada uno de estos defectos ha sido
construido por la jurisprudencia constitucional en diferentes decisiones. Una
síntesis inicial de los mismos puede ser consultada en las sentencias SU-159 de
2002, T-057 de 2004 y T-315 y C-590 de 2005. De forma más reciente se pueden
revisar las sentencias SU-268 y SU-453 de 2019.
[57] Se reitera la base argumentativa de las sentencias T-018 de 2018,
SU-035 de 2018 y T-195 de 2019.
[58] Sentencia T-587 de 2017.
[59] Así, por ejemplo, en la Sentencia SU-159 de 2002, se define el
defecto fáctico como “la aplicación del derecho sin contar con el apoyo de los
hechos determinantes del supuesto legal a partir de pruebas válidas”.
[60] Cabe resaltar que si esta omisión
obedece a una negativa injustificada de practicar una prueba solicitada por una
de las partes, se torna en un defecto procedimental, que recae en el ejercicio
del derecho de contradicción.
[61] Sentencia C-590 de 2005.
[62] Sentencia SU-355 de 2017.
[63] Sentencia SU-159 de 2000.
[64] Sentencia SU-455 de 2017 y T-1082 de 2007, entre otras.
[65] Sentencias T-442 de 1994.
[66] Sentencia T-060 de 2012.
[67] Sentencias T-064, T-456, T-217, T-067 y T-009 de 2010. En similar
sentido, las sentencia T-505 de 2010 y T-014 de 2011.
[68] Sentencia T-067 de 2010. En igual sentido, sentencia T-009 de
2010 y T-466 de 2012.
[69] Cfr. Sentencias T-314 de 2013 y T-214 de 2012.
[70] Sentencia T-590 de 2009.
[71] Ibídem.
[72] Por una parte, la Fiscalía General presentó acción de tutela
argumentando que el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,
Sección Tercera, Subsección A, incurrió en un defecto sustantivo al aplicar el
régimen de responsabilidad objetiva en un caso de privación injusta de la
libertad en el cual el investigado fue absuelto en atención al principio in
dubio pro reo (expediente T-6.304.188). En la otra acción de tutela los
accionantes plantearon que el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso
Administrativo, Sección Tercera, Subsección A, al pronunciarse sobre la acción
de reparación directa que promovieron por la privación injusta de la libertad
de una persona absuelta por atipicidad subjetiva, omitió tener en consideración
la sentencia de unificación del 17 de octubre de 2013 del Consejo de Estado,
según la cual la responsabilidad del Estado en tales casos es objetiva, sin que
en su caso particular fuera procedente concluir que hubo culpa exclusiva de la
víctima (expediente T-6.390.556).
[73] (i) ¿El Consejo de Estado incurrió en un defecto sustantivo al
aplicar un régimen de responsabilidad objetiva para resolver una demanda de
reparación directa interpuesta por quien había sido privado de la libertad y
posteriormente absuelto en virtud del principio in dubio pro reo? (ii) ¿El
Consejo de Estado incurrió en un defecto sustantivo al acudir a los supuestos
fácticos del derogado artículo 414 del Decreto Ley 2700 de 1991, vulnerando de
esa manera los derechos al debido proceso y a la igualdad, así como el
principio de sostenibilidad fiscal?. (iii) ¿El Tribunal Administrativo de
Cundinamarca incurrió en un defecto orgánico al asumir en primera instancia la
decisión de un asunto resuelto por un juzgado administrativo del circuito, en
lugar de desatar el recurso de apelación?; (iv) ¿El Tribunal Administrativo de
Cundinamarca incurrió en un defecto fáctico al no valorar la prueba documental
allegada al proceso de reparación directa por no estar autenticada aun cuando
en la segunda instancia no se exigió dicho requisito formal?. ¿El Consejo de
Estado, al resolver un proceso de reparación directa por quien había sido
privada de la libertad y posteriormente absuelta por atipicidad subjetiva,
incurrió en un defecto sustantivo al aplicar la causal excluyente de responsabilidad
estatal “culpa exclusiva de la víctima”, desconociendo su precedente de
unificación del 17 de octubre de 2013, según el cual debe aplicarse un régimen
objetivo para definir la responsabilidad del Estado por privación injusta de la
libertad?.
[74] Para ello, abordó los siguientes tópicos: (i) la procedencia
excepcional de la acción de tutela contra providencias judiciales; (ii) la
igualdad en las decisiones judiciales; (iii) la historia de la responsabilidad
del Estado y los antecedentes legislativos sobre dicha responsabilidad cuando
tiene lugar la privación injusta de la libertad; (iv) los principios, elementos
y regímenes de responsabilidad del Estado (v) las fuentes internacionales y la
legislación comparada sobre la reparación de perjuicios por privación injusta
de la libertad; (vi) la línea jurisprudencial del Consejo de Estado y de la
Corte Constitucional sobre la responsabilidad estatal por privación injusta de
la libertad.
[75] La Fiscalía General presentó acción de tutela argumentando que el
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera,
Subsección A, incurrió en un defecto sustantivo al aplicar un régimen de
responsabilidad objetiva en un caso de privación injusta de la libertad en el
cual el investigado fue absuelto en atención al principio in dubio pro reo
(expediente T-6.304.188).
[76] Los accionantes plantearon que el Consejo de Estado, Sala de lo
Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección A, al resolver el proceso de reparación
directa que promovieron por la privación injusta de la libertad de la señora Clemencia
García de Useche (QEPD), quien fue absuelta por atipicidad subjetiva, omitió
tener en consideración la sentencia de unificación del 17 de octubre de 2013,
según la cual la responsabilidad del Estado en tales casos es objetiva, sin que
en su caso particular fuera procedente concluir que hubo culpa exclusiva de la
víctima (expediente T-6.390.556).
[77] En esa oportunidad el Consejo de Estado conoció de una acción de
reparación directa por privación injusta de la libertad. La Sala consideró que
si bien la demandante no cometió ningún delito al punto que la Fiscalía
precluyó la investigación, sí ejecutó conductas que llevaron inicialmente a la
Fiscalía a inferir de manera razonable que podía ser eventualmente responsable
de una conducta penal. Por ello, la Sección Tercera determinó que, si bien la
privación de la libertad que padeció la demandante no fue la consecuencia de la
comisión de un delito, tuvo su origen en una conducta inadecuada suya, negando
así las pretensiones.
[78] Esta regla se sigue en las sentencias
del año 2020 dentro de los procesos 13001-23-31-000-2011-00599-01(53085),
18001-23-31-000-2011-00401-01(63277), 19001-23-31-000-2011-00599-01(57716),
25000-23-26-000-2011-00515-01(54015), 25000-23-36-000-2014-00781-01(57867),
41001-23-31-000-2002-01227-01(53516), 41001-23-31-000-2010-00609-01(54587),
54001-23-31-000-2010-00121-01(54958), 66001-23-31-000-2011-00235-01(46947),
68001-23-31-000-2012-00064-01(56019), 70001-23-31-000-2010-00247-01(58454),
70001-23-31-000-2011-02233-01(57984), 70001-33-31-000-2007-00244-01 (58394),
76001-23-31-000-2011-00671-01(53953), 76001-23-31-000-2011-01587-01(52262),
76001-23-31-000-2011-01752-01(52263), 76001-23-31-000-2011-01818-01(56387),
76001-23-31-000-2012-00043-01(51943), 81001-23-31-003-2011-00036-01(58813),
85001-23-31-000-2012-00029-02(58999). Del año 2019 se pueden consultar:
05001-23-31-000-2011-01354-01(49447), 08001-23-31-000-2003-00987-01(49251),
13001-33-31-000-2009-00394-01(58547), 15001-23-31-000-2006-03059-01
(54968)25000-23-26-000-2008-00395-01(45602),
25000-23-26-000-2010-00073-01(47456), 25000-23-26-000-2012-01022-01(51707),
27001-23-31-000-2004-00651-01 (55673), 44001-23-31-000-2009-00059-01(43797),
44001-23-31-000-2009-00108-01(47063), 47001-23-31-000-2010-00374-01(49379),
66001-23-31-000-2008-00323-01(42232), 70001-23-31-000-2012-00213-01 (57848),
73001-23-31-000-2012-00034-01(48595), 76001-23-31-000-2011-00826-01(49196),
3001-23-33-000-2013-00244-02(59978), 68001-23-31-000-2009-00286-01(49042),
68001-23-31-000-2009-00340-01(48954) y 76001-23-31-000-2009-00722-01(48583). De
forma concreta en la sentencia 57848 el magistrado ponente pese a manifestar su
desacuerdo con el precedente de la Corte Constitucional y del mismo Consejo de
Estado, dispuso la aplicación de dichos precedentes.
[79] Así las cosas, “si la terminación del proceso responde a su
preclusión y si, por igual razón, la inocencia de la persona se sigue
presumiendo, no hay cabida a hablar de un daño (mucho menos antijurídico) ni de
una privación injusta de la libertad sobre la cual se pueda edificar un deber
indemnizatorio fundamentado exclusivamente en la vulneración de dicha
presunción. Por esta razón, pretender que la imposición de una medida de aseguramiento,
como la detención preventiva, se funde en la recaudación de una plena prueba de
responsabilidad penal no es otra cosa que la contraposición a los postulados
procesales dispuestos para tal fin por el legislador y a las atribuciones que
la Constitución ha otorgado con ese mismo propósito a los jueces y a los
órganos de investigación”.
[80] Por lo tanto, “la medida de detención preventiva de una
persona no está condicionada a la existencia de una prueba categórica e
indefectible de su responsabilidad penal, sino a que medie un mandamiento
escrito de la autoridad judicial competente, con las formalidades legales y por
un motivo previamente definido en la ley (como la existencia de indicios en su
contra), requisitos sin los cuales su imposición sí se torna injusta e,
incluso, ilícita y da lugar a que se declare la responsabilidad
extracontractual del Estado”.
[81] Artículo 250. 1. Haberse encontrado o
recobrado después de dictada la sentencia documentos decisivos, con los cuales
se hubiera podido proferir una decisión diferente y que el recurrente no pudo
aportarlos al proceso por fuerza mayor o caso fortuito o por obra de la parte
contraria.// 2. Haberse dictado la sentencia con fundamento en documentos
falsos o adulterados.// 3. Haberse dictado la sentencia con base en dictamen de
peritos condenados penalmente por ilícitos cometidos en su expedición.// 4.
Haberse dictado sentencia penal que declare que hubo violencia o cohecho en el
pronunciamiento de la sentencia.// 5. Existir nulidad originada en la sentencia
que puso fin al proceso y contra la que no procede recurso de apelación.//6.
Aparecer, después de dictada la sentencia a favor de una persona, otra con
mejor derecho para reclamar. //7. No tener la persona en cuyo favor se decretó
una prestación periódica, al tiempo del reconocimiento, la aptitud legal
necesaria o perder esa aptitud con posterioridad a la sentencia o sobrevenir
alguna de las causales legales para su pérdida.// 8. Ser la sentencia contraria
a otra anterior que constituya cosa juzgada entre las partes del proceso en que
aquella fue dictada. Sin embargo, no habrá lugar a revisión si en el segundo proceso
se propuso la excepción de cosa juzgada y fue rechazada.
[82] Según la providencia “[e]n estos casos, la causal exonerativa
de responsabilidad consiste en que el comportamiento gravemente culposo o
doloso de la víctima lo ha expuesto al daño, por lo tanto, debe asumir las
consecuencias de actuar, es un corolario del principio general del derecho,
según el cual ‘nadie puede sacar provecho de su propia culpa’”.
[83] Folio 3 del cuaderno de instancia del proceso de tutela.
[84] “ARTÍCULO 313. PROCEDENCIA DE LA DETENCIÓN PREVENTIVA.
Satisfechos los requisitos señalados en el artículo 308, procederá la detención
preventiva en establecimiento carcelario, en los siguientes casos: (…) 2. En
los delitos investigables de oficio, cuando el mínimo de la pena prevista por
la ley sea o exceda de cuatro (4) años”. y
otrosa﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽nistraa ferido porinstancia que negaron la
accien su equipaje. exclusiva de la vñiorigen.
[85] “ARTÍCULO 308. REQUISITOS. El juez de control de garantías, a
petición del Fiscal General de la Nación o de su delegado, decretará la medida
de aseguramiento cuando de los elementos materiales probatorios y evidencia
física recogidos y asegurados o de la información obtenidos legalmente, se
pueda inferir razonablemente que el imputado puede ser autor o partícipe de la
conducta delictiva que se investiga, siempre y cuando se cumpla alguno de los
siguientes requisitos:
1. Que la medida de
aseguramiento se muestre como necesaria para evitar que el imputado obstruya el
debido ejercicio de la justicia.
2. Que el imputado constituye un
peligro para la seguridad de la sociedad o de la víctima.
3. Que resulte probable que el
imputado no comparecerá al proceso o que no cumplirá la sentencia”.
[86] “ARTÍCULO 314. SUSTITUCIÓN DE LA DETENCIÓN PREVENTIVA. La
detención preventiva en establecimiento carcelario podrá sustituirse por la del
lugar de la residencia en los siguientes eventos: (…) 4. Cuando el imputado o
acusado estuviere en estado grave por enfermedad, previo dictamen de médicos
oficiales”.
[87] “Las medidas de aseguramiento indicadas en los anteriores
artículos tendrán vigencia durante toda la actuación, sin perjuicio de lo
establecido en el parágrafo 1º del artículo 307 del presente código sobre las
medidas de aseguramiento privativas de la libertad. La libertad del imputado o
acusado se cumplirá de inmediato y solo procederá en los siguientes eventos:
1. Cuando se haya cumplido la
pena según la determinación anticipada que para este efecto se haga, o se haya
decretado la preclusión, o se haya absuelto al acusado.
2. Como consecuencia de la
aplicación del Principio de Oportunidad.
3. Como consecuencia de las
cláusulas del acuerdo cuando haya sido aceptado por el Juez de Conocimiento.
4. Cuando transcurridos sesenta
(60) días contados a partir de la fecha de imputación no se hubiere presentado
el escrito de acusación o solicitado la preclusión, conforme a lo dispuesto en
el artículo 294.
5. Cuando transcurridos ciento
veinte (120) días contados a partir de la fecha de presentación del escrito de
acusación, no se haya dado inicio a la audiencia de juicio.
6. Cuando transcurridos ciento
cincuenta (150) días contados a partir de la fecha de inicio de la audiencia de
juicio, no se haya celebrado la audiencia de lectura de fallo o su equivalente”.
[88] “Cualquiera de las partes podrá solicitar la revocatoria o la
sustitución de la medida de aseguramiento, por una sola vez y ante el
juez de control de garantías que corresponda, presentando los elementos
materiales probatorios o la información legalmente obtenidos que permitan
inferir razonablemente que han desaparecido los requisitos del artículo 308. Contra
esta decisión no procede recurso alguno”. Ver sentencia C-456 de 2006.
[89] Ver folio 58 del cuaderno 1 del proceso de reparación directa
radicado 63001333375320140021500.
[90] Sentencias T-442 de 1994.
[91] Estos dos conceptos médicos son diferentes. La cuadriparesia se
distingue de la cuadriplejia en que en esta última hay inmovilidad en vez de
simplemente debilidad.
[92] Sentencia T-067 de 2010. En igual sentido, sentencia T-009 de
2010 y T-466 de 2012.
[93] Ver folios 569 al 584 del cuaderno 1 del proceso de reparación
directa radicado 63001333375320140021500. |
8 | T-046-21
Sentencia
T-046/21
Referencia. Expedientes T-7.899.762 y T-7.910.085
(acumulados)
Acciones de tutela instauradas por: i) Ramón
Esteban Laborde Rubio - Procurador 29 Judicial II Ambiental y Agrario- en
representación de la comunidad indígena de Sardina (T-7.899.762); y ii)
Ramón Esteban Laborde Rubio - Procurador 29 Judicial II Ambiental y Agrario- en
representación de la comunidad indígena del Resguardo
Rio Alto San Juan (T-7.910.085).
Magistrado ponente
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Bogotá, D.C., primero (1) de marzo de dos mil veintiuno (2021).
La Sala Octava de Revisión de tutelas de la Corte
Constitucional, integrada por la magistrada Paola Andrea Meneses Mosquera y los
magistrados Alberto Rojas Ríos y José Fernando Reyes Cuartas, quien la preside,
en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, profiere la
siguiente
SENTENCIA
Dentro del
proceso de revisión del fallo dictado por la Sala
Séptima Civil de Decisión del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá
el 3 de marzo de 2020,
que negó el amparo invocado por el Procurador 29
Judicial II Ambiental y Agrario en representación de la Comunidad indígena de Sardina (expediente T-7.899.762); y el fallo del 26 de julio de
2019, dictado por la Sala de Decisión Laboral del Tribunal Superior del
Distrito de Bogotá que negó las pretensiones
presentadas por el Procurador 29 Judicial II Ambiental y Agrario en
representación de la Comunidad indígena del Resguardo Rio Alto San Juan (expediente
T-7.910.085).
I.
ANTECEDENTES
Elementos comunes en las acciones de tutela acumuladas
1. El señor Ramón Esteban Laborde Rubio, Procurador 29 Judicial II
Ambiental y Agrario, interpuso acción de tutela en representación de las
comunidades indígenas de La Sardina ubicada en el municipio de El Bagre,
Antioquia y el Río Alto San Juan ubicada en el municipio
de Urabá, Antioquia, al considerar vulnerados los derechos fundamentales al
territorio, a la propiedad colectiva, a la constitución de resguardos, al
ejercicio del gobierno propio, al mínimo vital, al debido proceso
administrativo y a la dignidad humana, como lo reconoció la Corte en la
sentencia T-025 de 2004, donde se declaró el estado de cosas inconstitucional
en relación con los derechos fundamentales de la población víctima del
desplazamiento forzado.
2. Advirtió
que mediante el Auto 266 de 2017 se determinó que persiste el estado de cosas
inconstitucional y puntualmente ordenó a la ANT poner “en marcha una
estrategia inmediata de trabajo para avanzar de manera gradual y progresiva en
la definición de la situación jurídica de las solicitudes de formalización de
territorios étnicos, en especial, de aquellos casos donde la inseguridad
territorial resulta asociada con factores de riesgo conexos y vinculados al
conflicto armado y la violencia generalizada”.
3.
El representante del Ministerio Público expuso que existe un déficit en
el reconocimiento y efectividad de los derechos territoriales de los pueblos
indígenas en Colombia, ya que los procedimientos de clarificación para la
reafirmación de la seguridad jurídica de los títulos de resguardos, padecen
demoras irrazonables de años y en ocasiones décadas, producto de la falta
de coordinación interinstitucional. En tal sentido advirtió una masiva y
generalizada vulneración de los derechos territoriales fundamentales de los
pueblos indígenas.
4.
En orden a lo expuesto eleva pretensiones individuales y estructurales.
En cuanto a las primeras solicita: i) declarar la existencia de un estado de
cosas inconstitucional en materia de derechos territoriales de los pueblos
indígenas; ii) ordenar que se adopten las medidas legislativas, administrativas
institucionales y financieras para superar el estado de cosas inconstitucional;
iii) ordenar al Gobierno nacional, al Ministerio del Interior, a la Agencia
Nacional de Tierras -ANT y a las demás autoridades competentes, que adopten la
política pública en la materia, en concertación con las comunidades indígenas;
iv) ordenar a la ANT que elabore un plan para evacuar la totalidad de las
solicitudes de procedimientos territoriales indígenas; v) ordenar a las
autoridades catastrales, Superintendencia de Notariado y Registro y al
Instituto Geográfico Agustín Codazzi, que suministren la información y
certificados catastrales que se requiera; vi) ordenar al Ministerio de Hacienda
y Crédito Público y al Departamento Nacional de Planeación –DNP, adoptar las
medidas para asegurar los recursos suficientes y oportunos, que permitan la
sostenibilidad de las medidas necesarias para superar el estado de cosas
inconstitucional.
Hechos específicos de cada caso
Expediente T-7.899.762 (Comunidad indígena La Sardina)
Hechos
5.
En el acta de acuerdos logrados entre los pueblos indígenas que
participaron en la Minga Social Indígena y Popular y el Gobierno Nacional del
19 al 23 de octubre de 2013 en el resguardo La María (Piendamó, Cauca), el
Gobierno se comprometió a documentar, evacuar y presentar al Consejo Directivo
del INCODER (hoy Agencia Nacional de Tierras -ANT), 400 expedientes sobre la
constitución, ampliación y saneamiento de resguardos indígenas. Dentro de estos
expedientes se encuentra la constitución del resguardo indígena de La Sardina,
de la etnia Zenú ubicado en el municipio El Bagre, Antioquia. El 24 de
noviembre de 2016, la ANT resolvió avocar el conocimiento del expediente de
constitución de resguardo indígena La Sardina[1].
6.
El 28 de noviembre de 2016 la ANT decidió iniciar de oficio el
procedimiento de constitución de resguardo indígena La Sardina, en atención a
lo consagrado en el artículo 2.14.7.3.1. del Decreto 1071 de 2015. En
consecuencia, dispuso la realización de la visita establecida en el artículo
2.14.7.3.4[2] del
Decreto Único Reglamentario 1071 de 2017 y la ejecución del estudio
socioeconómico, jurídico y de tenencia de tierras.
7.
La etapa publicitaria de la anterior decisión se surtió de la siguiente
manera: i) se comunicó al representante legal del resguardo; ii) se informó al
Procurador Judicial Ambiental y Agrario de Antioquia; iii) se publicó durante
10 días hábiles (del 29 de noviembre al 10 de diciembre de 2016) en la Alcaldía
del Municipio El Bagre el acto de inicio del procedimiento, con el objetivo de
informar a las personas que se consideren con derecho a intervenir en el
procedimiento.
8. Como
consta en el expediente[3],
del 19 al 23 de diciembre de 2016 se llevó a cabo visita al resguardo La
Sardina de la etnia Zenú. En dicha visita, mediante acta se reiteró la
necesidad de: “(…) constituir el resguardo, en beneficio de la comunidad
indígena La Sardina, con un área aproximada de 30 Has, correspondiente a
tierras de un lote de terreno ubicado en el paraje la Manzana del municipio de
el Bagre”. Además, sobre la tenencia de tierras se indicó que: “Por
consecuencia del desplazamiento forzado se asentaron en el territorio actual a
finales de la década de los 80, en un lote cedido por una persona que lo
explotaba para la minería. Pretenden ampliar su territorio para la explotación
de la ganadería y la agricultura”. Por último, en el acápite de observaciones
se dejó la siguiente constancia: “Por los procesos de colonización,
evangelización y cercanía con centros urbanos, la comunidad presenta una
notoria perdida cultural. Gran influencia de la minería en la parte ambiental
económica y cultural”.
9.
A partir del resultado de la información obtenida en visita a la
comunidad, se elaboró el documento “estudio socioeconómico”, así como el
levantamiento topográfico, el que quedó consignado en el plano 05250537, con un
área de 23 Has - 4494 M2.
10. El
29 de agosto de 2018 se elaboraron los estudios jurídicos de títulos y se
remitió el expediente al Ministerio del Interior para que emitiera concepto
favorable para la constitución del resguardo. El Ministerio realizó
devolución del expediente para que se completara la información conforme a lo
establecido en el capítulo 3 del Decreto 1071 de 2015, debido a la ausencia de
la solicitud de constitución del resguardo en el expediente.
11.
A partir de lo anterior, la Subdirección de Asuntos Étnicos de la ANT
(radicado 20205100039871 del 16 de enero de 2020), informó al Ministerio de
Interior que conforme a lo establecido en los acuerdos con la MINGA La María,
se dio inicio al proceso de constitución del resguardo indígena La Sardina,
teniendo en cuenta la facultad otorgada en el artículo 2.147.3.1 del Decreto
1071 de 2015. En vista de lo anterior, se anexó oficio enviado por la
Organización Nacional Indígena de Colombia -ONIC-, el 5 de diciembre de 2019,
mediante la cual se anexó el acta de priorización del Resguardo Indígena La
Sardina.
12.
La ANT informó que remitió nuevamente el procedimiento de constitución
del resguardo indígena La Sardina al Ministerio de Interior, para que emitiera
concepto previo en correspondencia con el artículo 2.14.7.3.6 del Decreto Único
Reglamentario 1071 de 2015.
13.
Teniendo en cuenta que no se ha resuelto definitivamente la solicitud de
constitución del resguardo indígena La Sardina, la parte actora solicita: (i)
conceder el amparo de los derechos fundamentales al territorio, a la propiedad
colectiva, a la constitución de resguardos, al ejercicio del gobierno propio de
las comunidades indígenas, al mínimo vital, al debido proceso y a la dignidad
humana; y (ii) se ordene a la ANT que en un término no mayor de 48 horas,
culmine la actuación administrativa de constitución a favor de resguardo
indígena La Sardina.
Trámite procesal a partir de la acción de tutela
14. Mediante auto del 19 de diciembre de 2019[4], el
Juzgado Veintitrés Civil del Circuito dispuso: i) avocar la acción de
tutela ii) vincular a la Presidencia de la Republica, al Ministerio del
Interior, al Ministerio de Hacienda y Crédito Público, al Departamento Nacional
de Planeación, a la Comisión Nacional de Territorios Indígenas, a la Superintendencia
de Notariado y Registro y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi; y iii)
oficiar a la accionada y a los vinculados.
Respuestas de las entidades accionadas
15.
Comisión
Nacional de Territorios Indígenas. Da respuesta a la solicitud adjuntando
el informe de “estado de cosas inconstitucional de los derechos
territoriales de los pueblos indígenas”[5],
señalando que, a pesar de que se registran 768 resguardos indígenas dentro de
las violaciones sistemáticas al derecho de propiedad colectiva por parte del
Estado se encuentran cerca de 900 solicitudes de comunidades indígenas a las
que no se les han reconocido sus territorios ancestrales, datos que han sido
reafirmados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos[6].
16.
Recomiendan la
declaratoria de un estado de cosas inconstitucional en materia de territorios
indígenas, con el objetivo de poner fin a la crisis de los derechos de los
pueblos indígenas, se adopten las políticas estructurales y se doten de
capacidad de decisión a los funcionarios públicos delegados ante la Comisión
Nacional de Territorios Indígenas. En consecuencia, solicita que se acceda
tanto a las pretensiones estructurales como a las del caso concreto.
17.
Instituto
Geográfico Agustín Codazzi[7]. Indicó que no posee la competencia para adelantar
procedimientos o tomar decisiones sobre la constitución, reestructuración y
ampliación de resguardos indígenas; por lo tanto, se configuraría una falta de
legitimación por pasiva.
18.
El Departamento
Nacional de Planeación[8]. Expuso que dentro de sus funciones no está la
construcción y el saneamiento de resguardos indígenas, cargos que incumben a la
ANT, entidad que cuenta con un proyecto de inversión denominado “implementación
del programa de legalización de tierras y fomento al desarrollo rural para
comunidades indígenas a nivel nacional”, el cual contó con una asignación
presupuestal de 24.000 millones, recursos que pueden ser empleados en la
consecución de las pretensiones establecidas en esta tutela.
19.
Superintendencia
de Notariado y Registro[9]. Expresó que por medio del artículo 4° del Decreto
2723 de 2014 se estableció que el objeto de dicha entidad radica en la
orientación, vigilancia, control e inspección de los servicios públicos, con el
fin de garantizar la seguridad jurídica y la administración del servicio público
registral inmobiliario, por lo que no ha faltado a sus obligaciones.
20.
Ministerio de
Hacienda y Crédito público[10]. Manifestó que no les constan los hechos
expuestos por el accionante y que dicha entidad no intervino de ninguna manera
en tal acontecimiento, dado que sus funciones no se encuentran relacionadas con
aprobar la constitución de los resguardos indígenas, emitir conceptos sobre su
viabilidad, expedir resoluciones de constitución, ampliarlos, reestructurarlos
o sanearlos.
21.
Presidencia de la Republica[11].
Solicitó declarar la improcedencia de la acción de tutela, al mismo tiempo ser
desvinculada de los efectos de la decisión tomada en caso de ser favorables
para el accionante. Además, requirió que se abstuviera de declarar la
existencia de un estado de cosas inconstitucional, debido a que se trata de una
decisión que únicamente debe ser adoptada por el órgano de cierre de la
jurisdicción constitucional.
22.
Ministerio de
Interior[12]. Solicitó su desvinculación del proceso por la
falta de legitimación en la causa por pasiva, dado que desde la expedición de
la Ley 135 de 1961 la competencia para el reconocimiento de derechos sobre la
tierra a las comunidades indígenas le pertenece a la ANT, quien figura como órgano
legalmente autorizado responsable de impulsar, orientar y decidir en el proceso
de legalización territorial indígena, competencia establecida en el artículo 1°
del Decreto 2363 de 2015. Consideró que la ANT realizó las actuaciones
procedentes para la constitución de la reserva indígena resguardo La Sardina
del municipio de El Bagre, cumpliendo con lo establecido en el titulo 7°,
capítulo 3° del Decreto 1071 de 2015.
23.
La Agencia Nacional de Tierras señaló que frente a los hechos y
pretensiones interpuestas por el accionante la subdirección de asuntos étnicos,
dependencia a cargo del asunto, proporcionó un informe del 17 de enero de 2020[13] en el cual se consignó que “La ANT
siendo conocedora de la precaria situación de tenencia de tierras de la
comunidad Zenú La Sardina y teniendo de presente lo establecido en los acuerdos
de la MINGA La María, donde se realizó la priorización del Resguardo Indígena
La Sardina, decide iniciar de oficio el procedimiento de constitución del
resguardo indígena, el cual ha surtido las siguientes etapas conforme al
procedimiento establecido en el Decreto Único reglamentario 1071 de 2015”.
24.
Hizo alusión a todas las etapas adelantadas para la constitución del
resguardo La Sardina. Para ello advirtió que se encuentra pendiente del
concepto del Ministerio del Interior, por lo que una vez se cumpla esta etapa
se procederá a la aprobación por parte del Consejo Directivo de la ANT. En
atención a lo expuesto solicitó declarar la carencia actual de objeto por hecho
superado y, en consecuencia, se dé por terminado el presente trámite.
Sentencias objeto de revisión
25.
Primera instancia. El 24 de enero de 2020[14] el Juzgado Veintitrés Laboral
del Circuito de Bogotá negó el amparo. Consideró que la ANT había realizado actuaciones procedentes
para la constitución de la reserva indígena resguardo La Sardina. Además, se
encuentra a la espera de que el Ministerio del Interior de concepto favorable,
por lo que conminó a dicha entidad para que garantizara el debido proceso
administrativo de la comunidad indígena del resguardo La Sardina y cumpliera
con esta etapa.
26.
Impugnación. La parte accionante impugnó la decisión de primera
instancia[15].
Indicó que
los argumentos expuestos por el Ministerio del Interior y por la ANT
demostraban la vulneración al debido proceso y la negación injustificada del
derecho fundamental al territorio que le asiste a la comunidad indígena La
Sardina. El a quo desconoció que las actuaciones no se dieron dentro del
plazo razonable y que la ANT no ha culminado el procedimiento. Mencionó que la
Constitución consagra el debido proceso, el cual se aplica para todas las
actuaciones judiciales y administrativas y se extiende a la titulación de
tierras.
27.
Explicó que,
la Corte en la sentencia T-153 de 2019 acogió los lineamientos de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y, en ese contexto, estableció que las
dilaciones administrativas referentes a las solicitudes de titulación generan incertidumbre
en las comunidades étnicas, violentando el derecho al debido proceso
administrativo.
28.
Segunda instancia. El 3 de marzo de 2020 la Sala Séptima Civil de Decisión del Tribunal
Superior de Bogotá confirmó la sentencia de primera instancia al considerar que
el trámite de constitución del Resguardo La Sardina se encontraba en su última
fase, esto es, el concepto previo por parte del Ministerio del Interior para la
aprobación del Consejo Directivo de la ANT. Por lo anterior, enfatizó que si el
accionante consideraba que la parte accionada había desatendido lo que dispone
el capítulo 3° del Decreto 1071 de 2015, debía iniciar la acción de
cumplimiento.
Expediente T-7.910.085
(comunidad indígena del resguardo Río Alto
San Juan)
Hechos
29.
El 25 de junio de 2017[16] la
comunidad indígena Río Alto San Juan, ubicada en el municipio de Urabá,
Antioquia, solicitó a la ANT iniciar el procedimiento de constitución de
reserva indígena, teniendo en cuenta que dicha comunidad se encuentra en un
alto nivel de vulnerabilidad que amenaza su existencia física y cultural[17]. La solicitud de constitución del
Resguardo Indígena Altos de San Juan se encuentra enmarcada dentro del Plan de
Salvaguarda Étnica, ante el conflicto armado y el desplazamiento forzado,
buscando la preservación y la protección de las personas que habitan el
territorio.
30.
Mediante Auto del 17 de julio de 2017[18] la
ANT inició formalmente el procedimiento de constitución del resguardo. Además,
en el mismo pronunciamiento se programó la realización de la visita contemplada
en el artículo 2.14.3.4 del Decreto Único Reglamentario 1071 de 2017 y la
ejecución del estudio socioeconómico, jurídico y de tenencia de tierras del 7
al 13 de agosto de 2017.
31.
Explicó que la etapa publicitaria de la decisión de dar inicio al
procedimiento administrativo se surtió de la siguiente manera: i) se
comunicó al representante legal del Resguardo; ii) se informó al Procurador
Judicial Ambiental y Agrario de Antioquia; y iii) con el objetivo de
informar a las personas que se consideren con derecho a intervenir en el
procedimiento, se publicó durante 10 días (18 de julio al 3 de agosto de 2017)
hábiles en la Alcaldía del municipio de Urabá el Acto de inicio del
procedimiento.
32.
Afirma que se efectuó la visita a la comunidad del
7 al 13 de agosto de 2017[19].
En esta diligencia se elaboró un estudio socioeconómico a fin de determinar los
diferentes aspectos relacionados con la posesión, tenencia, propiedad,
concertación, distribución y disponibilidad de las tierras, así como el uso y
aprovechamiento de las que estuvieren ocupando. En aquella oportunidad se
consignó: “Se pretende constituir con 4 predios adquiridos por la
gobernación de Antioquia ubicados en el corregimiento el Rayo y predio Donado
de la comunidad el Polvillo, quebrada del medio la vereda”.
33.
Manifestó que, habiéndose surtido las etapas
mencionadas, a la fecha de presentación de la acción de tutela no se tenía
conocimiento del estado del procedimiento administrativo. Basado en lo anterior
solicitó: (i) conceder el amparo de los derechos fundamentales al territorio, a
la propiedad colectiva, a la constitución de resguardos, al ejercicio del
gobierno propio de las comunidades indígenas, al mínimo vital, al debido
proceso y a la dignidad humana; y (ii) ordenar a la ANT que en un término no
mayor de 48 horas culmine la actuación administrativa de constitución a favor
de resguardo indígena Río Alto San Juan, terminando las actuaciones
administrativas de conformidad con el Decreto 1071 de 2015.
Trámite procesal a partir de la acción de tutela
34. Mediante Auto del 18 de diciembre de 2019 el
Juzgado Veintiséis Laboral del Circuito de Bogotá avocó el conocimiento de la
presente acción de tutela y dispuso vincular al Ministerio de Interior, a la
Comisión Nacional de Territorios Indígenas -CNTI, Consejo Directivo de la ANT, Superintendencia
de Notariado y Registro, Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Presidencia de
la Republica, Ministerio de Hacienda y Crédito Público y el Departamento
Nacional de Planeación -DNP[20].
Respuestas de las entidades accionadas[21]
35. Ministerio de Hacienda y Crédito Público[22]. Informó que una vez revisado el
Sistema Integrado de Información Financiera -SIIF se encontró que el monto
apropiado para el presupuesto de inversión en la ANT para la vigencia 2019 es
de $316.424,3 millones, de los cuales $34.000 millones corresponden al proyecto
de inversión: Implementación del programa de legalización de tierras y fomento
al desarrollo rural para comunidades indígenas a nivel nacional.
36.
La Agencia Nacional de Tierra. Indicó que la Dirección de Asuntos
Étnicos determina la atención a partir de criterios de priorización y de un
plan meticulosamente diseñado, donde se encuentran identificados los casos
vinculados con el cumplimiento de órdenes judiciales orientadas a la superación
del estado de cosas inconstitucional, declarado por la Corte a través de la sentencia
T-025 de 2004.
37.
Explicó que los criterios de priorización radican en solicitudes de la
vigencia 2019, que beneficia a los pueblos y comunidades étnicas amparados con
los autos 004 y 005 de 2009 de la Corte. Así, la ANT proyectó para el 2019
adelantar 264 procedimientos, discriminados en 188 para comunidades indígenas y
76 para comunidades afrodescendientes.
38.
Agregó que ha iniciado una revisión del repositorio de expedientes
transferidos del INCODER, con el fin de establecer el universo de solicitudes y
su respectivo estado. El resultado de esa labor
arrojó un repositorio aproximado de 1515 solicitudes, 1136 de ellas
corresponden al rezago entregado por el INCODER y 379 presentadas en vigencia
de la ANT, de las cuales 1189 son de comunidades indígenas y 326 de comunidades
afrodescendientes.
39.
Advirtió que las actuaciones administrativas se van consolidando de
acuerdo con la viabilidad técnica y jurídica de cada caso, y si bien éstas
deberían surtirse acorde a los términos legalmente establecidos para ello, debido
a las circunstancias particulares de cada caso, es posible que en determinadas
situaciones el trámite demande un mayor espacio de tiempo.
40.
Afirmó que antes de llegar hasta la instancia de aprobación del proyecto
de acuerdo de constitución de un resguardo indígena, es importante resaltar que
en el curso de los procedimientos de legalización puede suceder que las
comunidades no cuenten con tierras suficientes y que sea necesario surtir un
proceso de compra, cuyo trámite en condiciones normales demora por lo menos 8
meses. Destacó que en otros casos los comuneros deben primero agotar procesos
de donación de sus tierras a favor de la comunidad, para así consolidar la
aspiración territorial destinada a la legalización, circunstancia que puede
demorar años.
41.
Explicó que existen muchas particularidades que impiden que los
procedimientos sean culminados en una sola vigencia y en determinadas
situaciones se deban incorporar cambios en el plan de atención dependiendo de
la viabilidad de cada caso. Con todo enfatizó que culminó 60 procedimientos en
beneficio de 43 comunidades indígenas y 17 consejos comunitarios. Lo cual les
ha permitido garantizar los derechos de las comunidades étnicas a la propiedad
colectiva, sin embargo, estos procesos se adelantan de acuerdo con la capacidad
técnica, presupuestal y operativa de la ANT.
42.
En cuanto al desarrollo de las actividades adelantadas en búsqueda de la
constitución del Resguardo Indígena Río Alto San Juan, informó que se
cumplieron las siguientes etapas: i) se presentó solicitud de constitución y se
expidió el auto de visita (17 julio de 2017); ii) se llevó a cabo visita
técnica (7 y 13 de agosto de 2017); iii) el estado actual corresponde al estudio
y análisis para la consolidación del estudio socioeconómico jurídico y de
tenencia de tierras; iv) el trámite a seguir corresponde a la solicitud del
concepto del Ministerio del Interior, viabilidad jurídica, cruce de información
geográfica y elaboración del acuerdo respectivo.
43.
Explicó que, desde el conocimiento de la solicitud del resguardo hasta
la fecha de respuesta de la acción de tutela, han adelantado las actividades
correspondientes y que han estado a su alcance, mostrando su compromiso y
diligencia en el desarrollo del trámite en cuestión y de su labor en general.
44.
Advirtió que en atención a la etapa en que se encuentra el procedimiento
administrativo para la constitución del resguardo indígena Río Alto San Juan,
la Subdirección de Asuntos Étnicos de la ANT no ha sometido a conocimiento del
Consejo Directivo el proyecto de acuerdo respectivo, por lo que no cuenta con
legitimidad para pronunciarse y ser vinculado al presente trámite.
Sentencias objeto
de revisión
45.
Primera instancia. El 23 de enero de 2020[23] el
Juzgado Veintiséis Laboral del Circuito de Bogotá resolvió negar la solicitud
de amparo. Comenzó por analizar la legitimación en la causa por activa del
Procurador 29 Judicial II Ambiental y Agrario, y afirmó que la facultad del Procurador
para interponer acciones de amparo en nombre de otros debía estar sujeta a las
normas procesales que regulan la acción de tutela en materia de agencia
oficiosa. Consideró que el Procurador Ambiental y Agrario solo afirmó que
actuaba en representación de la comunidad indígena Río Alto de San Juan, sin
expresar las razones ni acreditar las circunstancias por las cuales la
comunidad se encontraba imposibilitada para ejercer la defensa propia de sus
derechos y sin que tampoco se pudiera deducir esta situación del escrito de
tutela.
46.
Acerca del estado de cosas inconstitucional
expresó que se trataba de una situación compleja que comprende un conjunto de
circunstancias, causas y factores que lo producen. Con respecto al Auto 266 de
2017, que nombra la parte actora, dijo que es la Corte la encargada de realizar
el seguimiento en el marco de la sentencia T-025-2004, con el fin de determinar
la existencia del estado de cosas inconstitucional, por lo que sería
improcedente la pretensión respecto a este punto.
47.
Impugnación. La
parte accionante impugnó la sentencia de primera instancia[24] y argumentó que en
el fallo proferido el a quo no se había pronunciado de fondo sobre la
vulneración a los derechos fundamentales invocados, ni tampoco acerca de las
pretensiones del caso concreto. Estimó que el juez de instancia no realizó un
estudio detallado de la garantía del plazo razonable ni del debido proceso,
citando solamente la contestación dada por parte de la ANT.
48. Segunda instancia. El 26 de julio de
2019[25] la
Sala de Decisión Laboral del Tribunal Superior del Distrito de Bogotá confirmó
la sentencia impugnada. Señaló que la ANT había adelantado las actuaciones
correspondientes para lograr la titulación de las tierras a favor de la comunidad
indígena del resguardo Río Alto de San Juan y que los tramites faltantes
correspondían a autoridades diferentes a la ANT, los cuales no podían culminar
en un término de 48 horas.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
1.
Con base en los artículos 86 y 241 de la Constitución y los artículos 31
a 36 del Decreto Estatutario 2591 de 1991, la Sala Octava de Revisión de la
Corte es competente para revisar las decisiones proferidas dentro de las acciones
de tutela de la referencia.
Planteamiento del problema
jurídico
2.
Con base en lo
descrito, le corresponde a la Corte determinar si se vulneran los derechos
fundamentales a la propiedad colectiva y al debido proceso administrativo de
las comunidades indígenas accionantes por la presunta dilación en el trámite
de constitución de los resguardos indígenas La Sardina y Río Alto de San
Juan, entre 3 y 4 años. Aspecto que según el representante del Ministerio
Público también genera la necesidad de declarar un estado de cosas
inconstitucional.
3.
Para resolver
el problema jurídico planteado, esta Sala analizará el derecho fundamental a la
propiedad colectiva de los pueblos indígenas, de cara al debido proceso
administrativo y la obligación de definir la constitución de resguardos
indígenas en un plazo razonable. A partir de estas consideraciones, se
examinarán los casos concretos, donde se hará alusión a la procedencia de la
acción de tutela y el análisis de fondo de la solicitud de amparo.
Derecho fundamental a
la propiedad colectiva de los pueblos indígenas de cara a la obligación de
definir la situación legal de los resguardos en un plazo razonable
Fundamento
constitucional e internacional
4.
El artículo 63 superior expresamente hace alusión al derecho
inalienable, imprescriptible e inembargable de las tierras comunales de los
grupos étnicos. En igual sentido, el artículo 286, ejusdem, reconoce el
derecho de las comunidades indígenas a contar con un territorio. Así mismo, el
artículo 329 constitucional establece que “la conformación de las entidades
territoriales indígenas se hará con sujeción a lo dispuesto en la ley orgánica
de ordenamiento territorial, y su delimitación se hará (…) con participación de
los representantes de las comunidades indígenas, previo concepto de la comisión
de ordenamiento territorial. // Los resguardos son de propiedad colectiva y
no enajenable”. // La ley definirá las relaciones y la coordinación
de estas entidades con aquellas de las cuales formen parte” (Negrilla fuera
del original). Por último, el artículo 330 de la Carta dispone que los
territorios indígenas deben estar gobernados por consejos conformados y
reglamentados según los usos y costumbres de sus comunidades, de conformidad
con la Constitución y la ley.
5.
En esos términos, el territorio colectivo indígena fue elevado a rango
constitucional, con un régimen especial que protege el derecho de los pueblos
indígenas a utilizar las tierras que han ocupado ancestralmente, de tal manera
que puedan ejercer libremente sus usos, costumbres y tradiciones, como garantía
del principio de diversidad étnica y cultural (art. 7° C. Pol.).
6.
Por su parte, el artículo 29 de la Constitución
establece que el debido proceso se debe aplicar a toda clase de actuaciones
judiciales y administrativas. Este mandato aplica también a la titulación de
tierras y se concreta en dos facetas, a saber: i) el deber del legislador de
establecer los procedimientos para garantizar la preservación de las
comunidades indígenas y sus elementos constitutivos; y ii) el deber de las
autoridades administrativas de orientarse bajo el criterio de la protección
constitucional preferente[26].
7.
Corresponde al Estado actuar de manera diligente
y sin dilaciones injustificadas, así como lograr una respuesta de fondo a las
solicitudes ciudadanas[27].
En cuanto a las comunidades indígenas, la Corte ha sostenido que dicha
obligación se traduce en garantizar el acceso a los territorios, su
delimitación y titulación, dentro de un plazo razonable[28].
8.
Por su parte,
la comunidad internacional ha proferido una serie de normas que reconocen y
protegen el derecho de estos pueblos a habitar sus territorios, entre las
cuales se destacan los Convenios 107[29] y 169[30]
de la OIT. Allí se reconoce la importancia que tiene el territorio colectivo
para la permanencia y existencia de los pueblos indígenas y tribales, y que la
ocupación de dichas tierras se ha visto amenazada por diversas situaciones de
índole social, político, económico, administrativo, entre otros.
9.
El Convenio
107 de la OIT, contempla
la protección e integración de las poblaciones indígenas y de otros grupos
tribales. Así, en los artículos 11, 12, 13 y 14 señala: (i) el deber de
reconocer el derecho de propiedad colectiva a favor de los pueblos indígenas
sobre las tierras tradicionalmente ocupadas por ellos; (ii) la prohibición de
trasladar estas comunidades de sus territorios habituales sin su libre
consentimiento y, en caso de resultar necesario por razones de seguridad
nacional, entre otras, restituirlas en tierras de iguales o mejores
condiciones; (iii) el respeto por los usos y costumbres dado por las
comunidades indígenas a sus territorios con el deber estatal de emitir medidas
legislativas que las protejan de intervenciones arbitrarias de terceros; y (iv)
el deber de que los programas agrarios nacionales garanticen a las comunidades
indígenas la asignación de territorios adecuados para su subsistencia.
10.
Posteriormente,
la OIT expidió el Convenio 169 donde cambió la concepción respecto de la
protección de los pueblos indígenas. En lo atinente a la tierra, en el artículo
13 establece que los Estados tienen el deber de “respetar la importancia especial
que para las culturas y valores espirituales de los pueblos interesados reviste
su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos, que
ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular los aspectos
colectivos de esa relación” (numeral primero); y aclara que “La
utilización del término tierras en los artículos 15 y 16 deberá incluir el
concepto de territorios, lo que cubre la totalidad del hábitat de las regiones
que los pueblos interesados ocupan o utilizan de alguna otra manera”
(numeral segundo).
11.
Por su parte,
el artículo 14 consagra los deberes que tienen los Estados en materia de acceso
de los pueblos indígenas a sus territorios. En concreto, indica: “1. Deberá
reconocerse a los pueblos interesados el derecho de propiedad y de posesión
sobre las tierras que tradicionalmente ocupan. (…) 2. Los gobiernos deberán
tomar las medidas que sean necesarias para determinar las tierras que los
pueblos interesados ocupan tradicionalmente y garantizar la protección efectiva
de sus derechos de propiedad y posesión. 3. Deberán instituirse procedimientos
adecuados en el marco del sistema jurídico nacional para solucionar las
reivindicaciones de tierras formuladas por los pueblos interesados”.
12.
En el derecho
internacional también existen otros instrumentos que han desarrollado el
derecho a la propiedad colectiva de los pueblos indígenas. Al respecto se
destacan: (i) la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas, aprobada por la Asamblea General mediante Resolución 61/295 de 2007,
en particular sus artículos 3[31], 4[32],
5[33],
26[34]
y 27[35]; y (ii) los
pronunciamientos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en relación
con el alcance del derecho a la propiedad privada contenido en el artículo 21
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos[36].
13.
A nivel de la
interpretación convencional existen pronunciamientos específicos de cara a la
importancia del derecho a contar con un procedimiento adecuado para la
titulación de tierras en un plazo razonable. Este organismo internacional ha
establecido que los Estados tienen el deber de dar “certeza geográfica”
a la propiedad comunitaria. En el caso Awas Tingni Vs. Nicaragua[37],
la Corte IDH se refirió a los deberes de “delimitar” y “demarcar” el
territorio, además de la obligación de “titularlo”. También en el caso de los
Pueblos Indígenas Kuna de Madungandí y Emberá de Bayano Vs. Panamá[38],
la Corte IDH expresó que “el deber de los Estados de adoptar medidas para
asegurar a los pueblos indígenas su derecho a la propiedad implica
necesariamente, en atención al principio de seguridad jurídica, que el Estado
debe demarcar, delimitar y titular los territorios de las comunidades indígenas
[…]. Por tanto, el incumplimiento de dichas obligaciones constituye una
violación al uso y goce de los bienes de los miembros de dichas comunidades”.
Se estableció que la titulación
y demarcación deben implicar el uso y goce pacífico de la propiedad.
14. Posteriormente, la Corte IDH destacó en el
caso Pueblos Kaliña y Lokono Vs. Surinam[39] que “en atención al
principio de seguridad jurídica, es necesario materializar los derechos
territoriales de los pueblos indígenas a través de la adopción de medidas
legislativas y administrativas necesarias para crear un mecanismo efectivo de
delimitación, demarcación y titulación, que reconozca tales derechos en la
práctica”, y los haga oponibles ante las propias autoridades estatales o
frente a terceros[40].
15. Recientemente, en el caso comunidades
indígenas miembros de la asociación lhaka Honhat Vs. Argentina[41]
se recordó que los Estados deben: “a.- deslindar las tierras indígenas de
otras y otorgar título colectivo de las tierras a las comunidades; b.- abstenerse
de realizar actos que puedan llevar a que los agentes del propio Estado, o
terceros que actúen con su aquiescencia o su tolerancia, afecten la existencia,
el valor, el uso o el goce de su territorio, y c.- a su vez, garantizar el
derecho de los pueblos indígenas de controlar y usar efectivamente su
territorio y recursos naturales, así como de ser propietarios de su territorio
sin ningún tipo de interferencia externa de terceros”.
Jurisprudencia en relación con el derecho a la
propiedad colectiva de los pueblos indígenas y el debido proceso administrativo (plazo
razonable), en el marco de procesos de constitución de resguardos indígenas
16. Desde sus
primeros pronunciamientos la Corte reconoció el derecho la propiedad colectiva
de los grupos indígenas. Así, en la sentencia T-188 de 1993, se señaló que “El derecho fundamental a la
propiedad colectiva de los grupos étnicos lleva implícito, dada la protección
constitucional del principio de diversidad étnica y cultural, un derecho a la
constitución de resguardos en cabeza de las comunidades indígenas”. Luego en la sentencia T-652 de 1998 se reiteró que “el
derecho fundamental a la propiedad colectiva de los grupos étnicos sobre los
territorios que tradicionalmente habitan comprende el derecho a la constitución
del resguardo en cabeza del pueblo indígena”.
17. También, en
la sentencia T-079 de 2001 esta Corporación abordó una problemática similar y
resolvió el asunto desde la perspectiva del derecho fundamental al debido
proceso administrativo. Al respecto señaló que “los procesos administrativos
de ampliación de resguardos indígenas que adelanta el INCORA, deben observarse
la plenitud de las formas previstas en la ley previa para tales procedimientos”.
Más adelante, en la sentencia T-433 de 2011 se advirtió que “en la base de nuestro Estado social de derecho se
encuentra la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana, y que ésta
no puede concebirse sin el reconocimiento integral del derecho territorial de
los grupos étnicos a las tierras que tradicionalmente ocupan.” Añadió que las garantías del debido proceso
administrativo, en el marco de constitución de resguardos indígenas, “puede
verse infringido ante dilaciones administrativas que perpetúen la incertidumbre
de los derechos fundamentales de la comunidad indígena, por la indefinición de
la titulación que les corresponde culminar”.
18. En la
sentencia T-009 de 2013 se reiteró que el derecho al territorio colectivo de
los pueblos indígenas comprende “el derecho a la constitución de resguardos
en territorios que las comunidades indígenas han ocupado tradicionalmente” y,
por otro, que “las dilaciones
administrativas que perpetúen la incertidumbre de los derechos fundamentales de
la comunidad indígena por la indefinición de la titulación que les corresponde
culminar, infringe el derecho al debido proceso administrativo” (esta postura
fue replicada en la sentencia T-379 de 2014).
19.
Finalmente,
por tratarse de casos similares a los que ahora ocupan la atención de esta Sala
de Revisión, se hace énfasis en las sentencias T-737 de 2017 y T-153 de 2019. Así,
en la sentencia T-737 de 2017 la Corte conoció una acción de tutela
interpuesta por la comunidad indígena Embera Katío del municipio de
Puerto Boyacá (Boyacá), en contra del Ministerio de Agricultura y Desarrollo
Rural y la UARIV, con vinculación de la ANT, ante la indefinición prolongada
del proceso de constitución de ese resguardo indígena.
20.
La Corte encontró que a pesar de evidenciar la realización de esfuerzos importantes por parte de algunas
entidades en relación con el proceso de constitución del resguardo y la
atención humanitaria de la comunidad Embera Katío, no es admisible ni se
encuentra justificado que las autoridades competentes
incurrieran en una dilación en el proceso de adquisición y titulación colectiva
del predio necesario para la subsistencia de la comunidad.
21.
En
tal medida, se ordenó a la ANT que, en
aplicación de los principios de celeridad, eficacia y economía, adoptara las
medidas indispensables y realizara las actuaciones que sean necesarias para
finalizar el proceso de constitución del resguardo. Para ello, se advirtió que
la ANT y las entidades que intervienen en este procedimiento debían cumplir con
sus funciones en los términos y plazos establecidos por el ordenamiento
jurídico. En consecuencia, se ordenó a la ANT que en aplicación de los
principios de eficacia, celeridad y economía, adoptara las medidas
indispensables y necesarias para finalizar el proceso de constitución del
resguardo promovido a favor de la comunidad Embera Katío, cumpliendo con los
términos y plazos establecidos por el ordenamiento jurídico –Ley 160 de 1994,
Decreto 2164 de 1995, y en el Decreto compilatorio 1071 de 2015.
22.
En
sustento de la decisión se afirmó que “el Estado, en cabeza de las
autoridades competentes de adelantar los procesos de constitución, ampliación,
reestructuración y saneamiento de resguardo, es responsable de la violación,
por un lado, del derecho de propiedad colectiva de las
comunidades indígenas sobre el territorio que han ocupado ancestralmente y, por
otro, del derecho al debido proceso administrativo, cuando sus actuaciones no
se ajustan a las normas que definen los términos en que deben ser tramitados
los procedimientos referidos, sin justificación alguna, y con desconocimiento
de los plazos razonables de solución”.
23.
A
su vez, en la sentencia T-153 de 2019 correspondió determinar si se vulneraron los derechos fundamentales a la
propiedad colectiva y al debido proceso administrativo de las comunidades
Cerrito Bongo, Cocalito y Jooin Jeb, por la demora de la ANT en el proceso de titulación de tierras a su favor. Reiteró que el derecho fundamental a la propiedad
colectiva lleva implícito un derecho a la constitución de resguardos en cabeza
de las comunidades indígenas. Este derecho debe desarrollarse a través de disposiciones legales y
reglamentarias, como lo son la Ley 160 de 1994 y el Decreto 1071 de 2015.
Encontró que las comunidades llevaban 6 años sin obtener respuesta alguna, lo cual pareciere contrario
al deber de contar con un mecanismo eficaz de reclamación de tierras
ancestrales. Además, no se configura ninguno de los criterios
que justifica la dilación, a saber, la complejidad, la actividad procesal del
interesado y la conducta de las autoridades estatales. En tal medida, la Corte ordenó a la ANT que dentro de
los 3 meses siguientes a esa decisión concluya el procedimiento de titulación
de tierras y decida de fondo sobre la solicitud realizada por las comunidades
accionantes.
24.
Como
sustento de su decisión este Tribunal estableció que “las relaciones entre la comunidad y el territorio indígenas se
concreta, entre otros, en los siguientes escenarios constitucionales[42]: a) el derecho
a la constitución de resguardos en territorios que las comunidades indígenas
han ocupado tradicionalmente; b) el derecho a la protección de las áreas
sagradas o de especial importancia ritual y cultural, incluso si están ubicadas
fuera de sus resguardos; c) el derecho a disponer y administrar sus
territorios; d) el derecho a participar en la utilización, explotación y
conservación de los recursos naturales renovables existentes en el territorio;
e) el derecho a la protección de las áreas de importancia ecológica y; f) el
derecho a ejercer la autodeterminación y autogobierno”. Además, se advirtió que “las dilaciones administrativas
que perpetúen la incertidumbre de los derechos fundamentales de la comunidad
indígena por la indefinición de la titulación que les corresponde culminar,
infringe el derecho al debido proceso administrativo[43]”.
Normativa interna
25.
En lo que
respecta al desarrollo legislativo interno han existido diversos cuerpos
normativos a partir de los cuales se ha construido el concepto y alcance del
territorio colectivo indígena. Estos han sido preconstitucionales[44]
y otros en vigencia de la actual Carta Política, que a continuación proceden a
desarrollarse.
26.
La Ley 160
de 1994[45]
asignó al extinto INCORA (hoy ANT[46]) la función
de estudiar las necesidades de tierras de las comunidades indígenas y
constituir, ampliar, sanear y reestructurar los resguardos en beneficio de las
respectivas parcialidades (art. 12.18). Por su parte,
el artículo 85 consagró como competencia de la ANT: i) estudiar las necesidades
de tierras de las comunidades indígenas para el efecto de dotarlas de las
superficies indispensables que faciliten su adecuado asentamiento y desarrollo;
y ii) llevar a cabo el estudio de los títulos que las comunidades indígenas con
el fin de establecer la existencia de los resguardos.
27.
Competencia que se materializa en tres
escenarios, a saber: i) constituir o ampliar resguardos de tierras; ii)
saneamiento de aquellos resguardos que estuvieren ocupados por personas que no
pertenecen a la comunidad indígena; y iii) reestructurar y ampliar los
resguardos de origen colonial, previa clarificación de la vigencia de los
respectivos títulos.
28.
El Decreto
2164 de 1995[47]
abordó de manera inicial las competencias, las definiciones y los
procedimientos necesarios para la constitución, restructuración, ampliación y
saneamiento de los resguardos indígenas. Esta normativa fue posteriormente
compilada en el Decreto 1071 de 2015[48], donde se especifican las definiciones
sobre territorio, comunidad, reserva, autoridad tradicional y cabildo indígena,
las cuales son esenciales para la tramitación del proceso de constitución de
resguardo (art. 2.14.7.1.2.) Para el asunto objeto de estudio, es importante mencionar las
siguientes:
“1.
Territorios indígenas. Son las áreas poseídas en forma regular y permanente
por una comunidad, parcialidad o grupo indígenas y aquellas que, aunque no se
encuentren poseídas en esa forma, constituyen el ámbito tradicional de sus
actividades sociales, económicas y culturales.
2.
Comunidad o parcialidad indígena. Es el grupo
o conjunto de familias de ascendencia amerindia, que tienen conciencia de
identidad y comparten valores, rasgos, usos o costumbres de su cultura, así
como formas de gobierno, gestión, control social o sistemas normativos propios
que la distinguen de otras comunidades, tengan o no títulos de propiedad, o que
no puedan acreditarlos legalmente, o que sus resguardos fueron disueltos,
divididos o declarados vacantes.
3. Reserva
indígena. Es un globo de terreno baldío ocupado por una o varias
comunidades indígenas que fue delimitado y legalmente asignado por el Incoder a
aquellas para que ejerzan en él los derechos de uso y usufructo con exclusión
de terceros. Las reservas indígenas constituyen tierras comunales de grupos
étnicos, para los fines previstos en el artículo 63 de la Constitución Política
y la Ley 21 de 1991.”
29.
En relación con la naturaleza jurídica de los resguardos indígenas, el
Decreto 1071 de 2015 (art. 2.14.7.5.1.) establece que son propiedad
colectiva de las comunidades indígenas y tienen el carácter de inalienables,
imprescriptibles e inembargables conforme con los artículos 63 y 329 de la
Constitución. Agrega que constituye una institución legal y sociopolítica de
carácter especial, conformada por una o más comunidades indígenas, que con un
título de propiedad colectiva que goza de las garantías de la propiedad
privada, poseen su territorio y se rigen para el manejo de este y su vida
interna por una organización autónoma amparada por el fuero indígena y su
sistema normativo propio.
30.
Ahora bien, el procedimiento para la constitución de un resguardo
indígena cuenta con las siguientes fases: i) solicitud (art. 2.14.7.3.1.); ii)
conformación de expediente (art. 2.14.7.3.2.); iii) inclusión del trámite en la programación
de la entidad competente (art. 2.14.7.3.3.); iv) visita a la comunidad indígena interesada
y al área pretendida (art. 2.14.7.3.4.); v) rendición de estudio socioeconómico,
jurídico y de tenencia de tierras, para lo cual la entidad competente tendrá un
término de treinta (30) días hábiles siguientes a la culminación de la visita
(art. 2.14.7.3.5.); vi) concepto del Ministerio del Interior,
rendido dentro de los treinta (30) días calendario siguientes al recibo del
estudio (art. 2.14.7.3.6.); vii) expedición de la resolución de
constitución dentro de los treinta (30) días siguientes al recibo del concepto
del Ministerio referenciado (art. 2.14.7.3.7.); y viii) publicación, notificación y registro
de la resolución de constitución de resguardo (art. 2.14.7.3.8.).
31.
A efectos de dar mayor claridad se expone el procedimiento en el
siguiente cuadro.
Formalización de territorios[49]
Etapa
del procedimiento
Actuaciones
Términos
Etapa
previa
Solicitud
Recepción
de la solicitud
5 días
hábiles
Verificación
de priorización
1 día
hábil
Apertura de expediente
Emisión
del auto
Programación y realización
de la visita
Auto de visita
Elaboración del Auto
1 día
hábil
Comunicación del Auto
1 día
hábil
Comunicación del auto de visita a los Ministerios
de Ambiente y Desarrollo Sostenible
–MADS-
Comunicación al Ministerio
1
día hábil
Concepto de Cumplimiento de la Función Ecológica
de la Propiedad por parte del MADS
Concepto rendido por el Ministerio
30
días hábiles
Control de fijación y desfijación y/o notificación
de actos administrativos
Controlar término de fijación y
desfijación del edicto y demás notificaciones
10
días hábiles
Fijación
de edicto
Fijación del edicto
10
días hábiles
Planeación
de visita
Planeación de visita
5
días hábiles
Visita
Visita
15
días hábiles
Estudio
socioeconómico, jurídico y de tenencia de tierras
Estudio
socioeconómico
Elaboración
del estudio
socioeconómico
30
días hábiles
Conceptos del Ministerio del
Interior y de Ambiente y Desarrollo Sostenible
Remisión del expediente a los Ministerios del
Interior y del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible
Inmediatamente
Revisión
del estudio
5
días hábiles
Validación
de planos y linderos
15
días hábiles
Subsanación
de nulidades
0
días hábiles
Remisión
del expediente al Ministerio del Interior
1
día
Emisión de
concepto del Ministerio del Interior
20 días calendario
Aprobación,
publicación y registro del Acuerdo
Expedición del Acuerdo
Resolución de oposiciones
30 días hábiles
Revisión jurídica del
expediente
Proyección del Acuerdo
Remisión a Oficina Jurídica
Concepto de viabilidad jurídica
Presentación de proyecto de
Acuerdo al Consejo Directivo de la ANT
Aprobación del Acuerdo de legalización del territorio
Elaboración
de notificaciones
1 día hábil
Resolución
de recursos de reposición
10 días hábiles
Remisión de
Acuerdo de Publicación
1 día hábil
Solicitud de
publicación
2 días hábiles
Publicación
del Acuerdo
30 días hábiles
Trámite del
registro del Acuerdo
1 día hábil
Registro en las Oficinas de
Registro de Instrumentos Públicos
8 días hábiles
Otros
Comunicación
al Fondo de Tierras para la reforma rural integral
1 día hábil
Verificación
de soportes
5 días hábiles
Total
232
días hábiles,
21 días calendario (entre 12 y 13 meses)
32.
De lo expuesto es viable concluir que el ordenamiento jurídico cuenta
con instrumentos, procedimentales y sustantivos, para constituir, ampliar,
reestructurar y sanear resguardos indígenas, donde se destaca: i) la
competencia de las autoridades estatales en el proceso de constitución de
resguardos; ii) los conceptos de territorio, tierra, resguardo, reserva
indígena; y iii) los procedimientos con periodos específicos para titular
territorios colectivos.
33.
En
este sentido es importante resaltar que la constitución de los resguardos
garantiza a los pueblos indígenas el acceso a una tierra en la que pueden
desarrollar, adecuadamente, sus tradiciones y costumbres, así como, mejorar la
calidad de vida de sus integrantes, teniendo en cuenta la relación
que se establece entre estas comunidades y sus territorios, para la
preservación de su cultura y el respeto hacia sus valores espirituales. Lo
anterior permite corroborar el carácter fundamental del derecho de propiedad
colectiva de los pueblos indígenas, lo que implica que el reconocimiento se dé
en plazos oportunos.
Casos concretos
Procedencia de la acción de tutela
en los asuntos acumulados
34.
Legitimación
en la causa por activa. El artículo 86 de la Constitución Política establece que toda persona,
por sí o por quien actúe en su nombre, tendrá acción de tutela para reclamar
ante los jueces la protección de sus derechos fundamentales cuando estos
resulten vulnerados o amenazados. En el mismo sentido, el Decretó estatutario 2591
de 1991 en el artículo 10 dispuso que la acción de tutela podía ser
interpuesta por la misma persona o su representante[50], por agente
oficioso[51],
cuando el titular de los derechos no esté en condiciones de hacerlo (lo cual
debe manifestar en la acción), por el defensor del pueblo y por personeros
municipales[52].
35.
La Corte en amplia
jurisprudencia[53] ha
expresado que una comunidad indígena es sujeto de derechos fundamentales, dado
que es “un sujeto colectivo y no la sumatoria de sujetos individuales que comparten
los mismos derechos o intereses difusos o agrupados”[54]. Es
por lo anterior que esta Corporación también ha expresado que como titulares de
derechos, sus dirigentes y miembros pueden actuar en sede de tutela para la
protección de los derechos de la comunidad. Del mismo modo, pueden hacerlo las
organizaciones creadas para la defensa de sus derechos y la Defensoría del Pueblo[55]. La Corte ha
sostenido que la Defensoría del Pueblo y organizaciones creadas para la defensa
de los derechos fundamentales de los pueblos indígenas también son competentes
para interponer la acción de tutela[56].
36.
Por su parte, el numeral 7° del artículo 277 de la Constitución le otorga
al Procurador General de la Nación la función de intervenir en los procesos y
ante las autoridades judiciales, cuando sea necesario para la defensa del orden
jurídico, del patrimonio público o de los derechos y garantías fundamentales.
Del mismo modo, el numeral 2° del artículo 7 del Decreto ley 262 de 2000 indica
que el Procurador General de la Nación tiene como función: “Formular las
políticas generales y criterios de intervención del Ministerio Público en
materia de control disciplinario, vigilancia superior con fines preventivos,
actuación ante las autoridades administrativas y judiciales y centros de
conciliación, y promoción, protección y defensa de los derechos humanos”.
37.
Con respecto a los casos en cuestión, ambos cumplen con la legitimación
en la causa por activa teniendo en cuenta que respecto al primero
(T-7.899.762), el señor José Suarez Talaigua, en calidad de Cacique de la comunidad
indígena La Sardina, solicitó al Procurador 29 Judicial II Ambiental y Agrario
que iniciará las funciones necesarias para garantizar los derechos fundamentales
de la Comunidad indígena[57].
En relación con el segundo (T-7.910.085), el señor Manuel Francisco Hernández
Suarez, en calidad de cacique mayor de la comunidad Rio Alto San Juan de la
etnia Sinú, ante el mismo funcionario pidió que se iniciaran las labores
judiciales y administrativas para garantizar los derechos en relación con el
procedimiento de constitución del Resguardo Indígena.
38.
Por último, es importante tener en cuenta que las Procuradurías Delegadas
para Asuntos Ambientales y Agrarios, ejercen funciones de carácter preventivo,
de control de gestión en el área ambiental, de intervención ante autoridades
administrativas y judiciales, en relación con la protección y preservación del
medio ambiente, los recursos naturales y los derechos y conflictos que se
generan en materia de tierras (art. 46 Decreto 262 de 2000).
39.
Legitimación en la causa por pasiva. El
artículo 86 de la Constitución y el artículo 5º del Decreto estatutario 2591 de
1991, la acción de tutela puede ser propuesta contra toda autoridad públicas
que haya violado, viole o amenace violar derechos fundamentales y contra los
particulares en los casos que indique la ley. La sentencia T-278 de 2018
expresó que dentro del trámite de tutela la legitimación en la causa por pasiva
hacía referencia a la “(…) capacidad legal de quien es el destinatario de
la acción de tutela”, teniendo en cuenta que sobre este recaería la
responsabilidad por la vulneración o amenaza de los derechos fundamentales
invocados.
40.
En estos casos las acciones de tutela se dirigen contra
la ANT, entidad que conforme a lo establecido en el artículo 1 del Decreto 2363
de 2015 es una agencia estatal de naturaleza especial, ubicada en el sector
descentralizado de la Rama Ejecutiva del orden nacional. Ella es competente,
por una parte, para adelantar
los procesos de adquisición directa de tierras en los casos establecidos en la
Ley y, por otra, para hacer el seguimiento a los
procesos de acceso a tierras adelantados por la Agencia, en cualquiera de sus
modalidades, y aquellos que fueron ejecutados por el INCODER o por el INCORA,
según el artículo 4° numerales 10 y 12 del Decreto 2363 de 2015. Ello implica
que la entidad es la responsable directa de la definición de la titulación de
tierras y, en consecuencia, de la garantía a los derechos fundamentales a la
propiedad colectiva y al debido proceso. Por tanto, se encuentra satisfecho el requisito
de legitimación por pasiva.
41.
En el mismo sentido ocurre con el Ministerio del Interior que también
cumple una función específica al interior del trámite para
construir resguardos indígenas, como lo es la obligación de expedir un concepto
sobre la viabilidad del trámite (art. 2.14.7.3.6 del Decreto 1071 de 2015).
42.
En ese orden de ideas, la ANT y el Ministerio Público se encuentran
legitimados en la parte pasiva en las solicitudes de amparo objeto de revisión,
por ser las encargadas de adelantar e intervenir en los trámites de
constitución de resguardos indígenas.
43.
Subsidiariedad. Este requisito se refiere a que la acción
de tutela solo procede cuando el afectado no tenga a su alcance otro medio de
defensa judicial, excepto que se use como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable, lo que se encuentra establecido en el artículo 86 de la
Constitución y el artículo 6° del Decreto estatutario 2591 de 1991.
44.
Existen dos excepciones donde a pesar de que existe otro mecanismo es
procedente la acción de tutela: i) cuando se acude a la acción de tutela para
evitar un perjuicio irremediable; o ii) cuando las vías ordinarias que tiene el
accionante para la protección de sus derechos fundamentales no son idóneas o eficaces
para la protección de estos[58].
Por lo tanto, siempre se debe realizar una
evaluación de la idoneidad de los mismos en el caso concreto, para determinar
si aquellos tienen la capacidad de restablecer de forma efectiva e integral los
derechos invocados. Este análisis debe ser sustancial y no simplemente formal,
y reconocer que el juez de tutela no puede suplantar al juez ordinario. Por
tanto, en caso de evidenciar la falta de idoneidad del otro mecanismo, la
acción puede proceder de forma definitiva.
45.
Teniendo en cuenta que el requisito de subsidiariedad de la acción de
tutela tiene que ser estudiado en cada caso concreto, con relación a las comunidades
indígenas, la Corte ha tenido en cuenta las circunstancias particulares de
estos sujetos tomando como referentes:
“(i) La discriminación histórica que han sufrido los pueblos
indígenas.
(ii) Las cargas excesivas que soportan las comunidades para el acceso
a la administración de justicia derivadas de su ubicación geográfica, las
condiciones socioeconómicas que enfrentan y las dificultades en el acceso a la
asesoría jurídica y representación judicial.
(iii) La caracterización de los pueblos indígenas como sujetos de
especial protección constitucional.
(iv) La jurisprudencia constitucional como fuente principal de
desarrollo de los derechos de las comunidades”[59]
46.
Adicionalmente, este Tribunal también ha hecho
alusión a la barrera de acceso a la propiedad colectiva por retardo en el
proceso de constitución de resguardo indígena, entendido como un problema de
orden jurídico-administrativo que puede afectar los derechos fundamentales
tales como el debido proceso, la identidad étnica y cultural, entre otros[60]. Asimismo, ha sostenido que
procede la acción de tutela cuando se presenten retardos injustificados en el
procedimiento de constitución, ampliación, restructuración y/o saneamiento del
resguardo indígena[61],
pues ello implica, en principio, una violación de los derechos fundamentales de
la comunidad indígena[62].
47.
Aunado a lo anterior, es importante advertir que
contrario a lo señalado por uno de los jueces de instancia[63], quien indicó que la
comunidad actora contaba con la acción de cumplimiento, la Sala recuerda que el
artículo 9 de la Ley 393 de 1997[64] “la
Acción de Cumplimiento no procederá para la protección de derechos que puedan
ser garantizados mediante la Acción de Tutela”. En consecuencia, dicho
argumento es inoponible en el caso bajo estudio, dado que se pretende la
protección de los derechos al debido proceso administrativo y a la propiedad
colectiva, los que en casos similares han sido objeto de protección
constitucional a través de la acción de tutela[65].
48.
Teniendo
en cuenta que, en los casos en cuestión, se está reclamando la protección al
derecho fundamental a la propiedad colectiva de las comunidades indígenas y que
con la demora en el proceso de constitución de resguardo se podrían vulnerar
los derechos fundamentales de las mismas, siendo esto un problema de orden jurídico-administrativo[66]
se
entendería cumplido el requisito de subsidiariedad para ambos casos.
49.
Inmediatez. En los asuntos objeto de análisis debe tenerse en
cuenta que la Corte ha sostenido que, en aquellos casos en los cuales hay
dilación injustificada en los procesos de titulación de tierras, puede
configurarse una vulneración al derecho a la identidad étnica y cultural, la
cual permanece en el tiempo por lo que se cumple este presupuesto[67].
En un caso análogo al que ocupa la Sala, la Corte estudió la acción de
tutela que interpuso el Gobernador del resguardo indígena Marimba Tuparro,
perteneciente al pueblo Sikuani y Mapayerry del
Vichada, contra el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y el
INCODER, por la vulneración de los derechos fundamentales al debido proceso y a
la identidad étnica y cultural de dicho pueblo, por el retardo injustificado en
el adelantamiento del proceso de constitución de resguardo. En lo que respecta
al análisis de procedencia formal, este Tribunal determinó que la solicitud de
amparo superaba el requisito de inmediatez, al considerar que dicha conducta de
la Administración mantenía en el tiempo la vulneración de los derechos fundamentales de la comunidad[68].
53. En los
asuntos sub examine, la Sala concluye que las acciones de tutela fueron
interpuestas dentro de un término razonable respecto del presunto momento en el
que se causó la vulneración, por cuanto la mora en la realización del proceso
de constitución de resguardo ha ocasionado que se prolongue en el tiempo la
afectación de los derechos fundamentales de los miembros de las comunidades La
Sardina y Río Alto San Juan. Cabe anotar que esta situación adquiere
significativa importancia en la acreditación del requisito de inmediatez, si se
tiene en cuenta que a la fecha de dictar esta providencia el proceso mencionado
aún no ha concluido y las circunstancias en las que vive este pueblo indígena
se mantienen iguales.
Análisis
de fondo de los casos sometidos a revisión
Expediente T-7.899.762 (comunidad indígena de La Sardina)
50.
El 24 de noviembre de 2016 la ANT en
cumplimiento de los acuerdos logrados entre los pueblos indígenas que
participaron en el Minga Social Indígena y Popular y el Gobierno Nacional del
19 al 23 de octubre de 2013 resguardo La María (Piendamó, Cauca), se avocó el
conocimiento del expediente de constitución de resguardo indígena La Sardina. Para dar claridad a esta situación se condensan los términos
respectivos en el siguiente cuadro:
Formalización de territorios
Etapa del procedimiento
Actuaciones
Términos
Etapa previa
Solicitud
Recepción de la
solicitud
Inicio de oficio
Apertura de expediente
24 noviembre 2016
Programación y realización de la visita
Auto de visita
Elaboración del Auto
28 noviembre 2016
Comunicación del Auto
28 noviembre 2016
Visita
Visita
20 diciembre 2016
Estudio
socioeconómico,
jurídico y de tenencia de tierras
Estudio
socioeconómico
Elaboración del estudio
socioeconómico
Diciembre 2016
Concepto del Ministerio del Interior
Remisión del expediente al
Ministerios del Interior
16 enero 2020
51.
De lo expuesto se advierte que las primeras etapas se cumplieron dentro
de los términos establecidos, dado que se contaba con el término de 45 días
hábiles y se desarrollaron en poco más de un mes, no obstante, el proceso
sufrió un estancamiento a partir de la remisión del expediente al Ministerio
del Interior debido a que esta etapa ha tomado alrededor de 3 años, cuando el
término previsto para emitir concepto es de 30 días.
52.
Ahora bien, corresponde hacer alusión a las etapas subsiguientes y pendientes,
las que se citan en el siguiente cuadro.
Etapa del
procedimiento
Actuaciones
Términos
Concepto del Ministerio del
Interior
Emisión de
concepto del Ministerio del Interior
30 días calendario
Aprobación,
publicación y registro del Acuerdo
Expedición del Acuerdo
30 días hábiles
Elaboración
de notificaciones
1 día hábil
Resolución
de recursos de reposición
10 días hábiles
Remisión de
Acuerdo de Publicación
1 día hábil
Solicitud de
publicación
2 días hábiles
Publicación
del Acuerdo
30 días hábiles
Trámite del
registro del Acuerdo
1 día hábil
Registro en las Oficinas de
Registro de Instrumentos Públicos
8 días hábiles
Otros
Comunicación
al Fondo de Tierras para la reforma rural integral
1 día hábil
Verificación
de soportes
5 días hábiles
Total
89 días hábiles y 30 días calendario (6 meses aprox.)
53.
Lo expuesto muestra que del término inicial que debería durar el trámite
de constitución del resguardo de 12 a 13 meses, actualmente ha tomado alrededor
de 4 años y aún quedan 6 meses aproximadamente para culminar el proceso de
titulación, siempre que se cumplieran los términos estrictamente, situación que
como se ha podido observar no ha ocurrido en el trámite correspondiente.
54.
La situación descrita ha impedido
que la comunidad indígena de La Sardina defina la constitución de la reserva
territorial, lo que termina por generar un alto nivel de vulnerabilidad que
amenaza su existencia física y cultural. Así, de manera general se podría
afirmar que existe una vulneración a los derechos fundamentales de la parte
accionante, pues al momento de interposición del amparo
habían transcurrido alrededor de 3 años desde el inicio de la actuación
administrativa, sin que se hubiere resuelto el presente asunto, lo cual resulta contrario al deber de
contar con un mecanismo eficaz de reclamación de tierras ancestrales, además de
la serie de consecuencias nocivas que se generan por la inoportunidad de la
administración en el reconocimiento de sus derecho a la existencia como pueblo
étnico.
55.
Sin embargo, de cara a
la figura de la mora justificada la Corte debe revisarse si
dicha dilación se encuentra fundamentada por la complejidad del proceso, por la
actuación de las partes o por algún factor válido que haya impedido la
realización de los trámites[69].
56.
En cuanto a la complejidad
del proceso, la ANT[70] expuso que se inició una revisión
del repositorio de expedientes transferidos del INCODER, con el fin de
establecer el universo de solicitudes y su respectivo estado. Resultado de esta
labor arrojó un repositorio aproximado de 1515 solicitudes, 1136 de ellas
corresponden al rezago entregado por el INCODER y 379 presentadas en vigencia
de la ANT, de las cuales 1189 son de comunidades indígenas y 326 de comunidades
afrodescendientes. Además, la ANT refirió que se han aplicado criterios de
priorización para solicitudes con vigencia 2019, que beneficia a los pueblos y
comunidades étnicas amparados en los autos 004 y 005 de 2009 de la Corte
Constitucional. Así, proyectó para el 2019 adelantar 264 procedimientos,
discriminados en 188 para comunidades indígenas y 76 para comunidades
afrodescendientes. También refirió que las actuaciones administrativas se van consolidando
de acuerdo con la viabilidad técnica y jurídica de cada caso, las que no
siempre pueden surtirse en los términos legalmente establecidos para ello,
atendiendo a las circunstancias particulares de cada caso.
57.
Los argumentos expuestos constituyen
generalidades que no responden ciertamente a la mora ocasionada en este asunto,
pues si bien puede advertirse una congestión al interior de la ANT, tal
situación, no excepcional, no se encuentra justificada, al menos en lo que
evidencia el expediente. Han transcurrido más de tres años sin que el proceso
hubiere mostrado un avance necesario desde que se cumplió con la elaboración
del estudio socioeconómico, existiendo, por ende, una actuación poco diligente
de cara a obtener el concepto de Ministerio del Interior.
58.
La dilación no se
debe a una falta de
actuación por parte de las comunidades interesadas. Una vez inició
el proceso de constitución del resguardo La Sardina, se cumplió con el proceso
de visita técnica, donde la comunidad permitió determinar datos importantes
para el desarrollo de este trámite como lo es el área aproximada para
establecer el resguardo, la asentación actual a consecuencia del desplazamiento
forzado, así como la pérdida de cultura de sus miembros.
59.
Al respecto es importante reiterar que
con esta información se adelantó el estudio socioeconómico y se remitió el
expediente al Ministerio del Interior para que emitiera concepto
favorable para la constitución del resguardo (29 de agosto de 2018). Siendo
competencia exclusiva de esa autoridad continuar con la etapa respectiva, con
lo cual no puede argüirse que las
comunidades afectadas hayan obstaculizado de forma alguna el proceso de
constitución de resguardos.
60.
La dilación no se justifica a partir
de factores que condicionan el proceso.
La Agencia Nacional de Tierras no informó que existiesen dichos factores,
además, las disposiciones sobre el procedimiento no establecen plazos vagos
para la realización de los respectivos trámites, por el contrario, fija plazos
y establece consecuencias en caso del incumplimiento de los mismos.
61.
Así, es importante destacar que de
acuerdo con el artículo 2.14.7.3.6.
del Decreto 1071 de 2015 si el Ministerio del Interior no emite concepto en el
término de 30 días calendario siguientes al momento
en que se recibe el expediente por la ANT, esto es, si no hubiere pronunciamiento expreso, se entenderá que el
concepto es favorable y el Ministerio del Interior procederá a devolver el
expediente a la Agencia.
62.
Por tanto, no puede argüirse la
existencia de factores que dificulten la realización de los trámites de
titulación y, en consecuencia, existe una tardanza irrazonable que afecta la
preservación de la comunidad La Sardina.
63.
Entonces, a pesar de que como lo afirmó la ANT
se han llevado a cabo diferentes actuaciones administrativas tendientes a
reconocer la constitución del resguardo indígena La Sardina, el proceso aún no
ha culminado, por lo que los derechos fundamentales de esta comunidad siguen
sin ser reconocidos.
64.
En tal medida, las autoridades llamadas a
resolver la situación de la comunidad indígena La Sardina han afectado el
derecho a la propiedad colectiva, que se manifiesta a través del: i) derecho a la constitución de resguardos en territorios que las
comunidades indígenas han ocupado tradicionalmente; ii) derecho a la protección
de las áreas sagradas o de especial importancia ritual y cultural, incluso si
están ubicadas fuera de sus resguardos; iii) derecho a disponer y administrar
sus territorios; iv) derecho a participar en la utilización, explotación y
conservación de los recursos naturales renovables existentes en el territorio; v)
derecho a la protección de las áreas de importancia ecológica; y vi) derecho a
ejercer la autodeterminación y autogobierno.
65.
Es importante destacar que el conjunto de
entidades con responsabilidades en materia de prevención, protección y
restitución están obligadas a garantizar de manera efectiva los derechos
territoriales, sin aducir como excusa la falta de competencia o de capacidad
institucional. Lo anterior en la medida que mientras no
se defina la constitución del resguardo la comunidad seguirá viendo limitados
tales derechos, aspecto que se ha visto truncado ante la ausencia de un actuar
diligente por parte de la administración, en respeto de los plazos establecidos
por el propio ejecutivo en el Decreto reglamentario 2164 de 1995,
compilado en el Decreto 1071 de 2015.
66.
En consecuencia, la Sala protegerá los derechos al debido proceso
administrativo y al territorio colectivo de los pueblos indígenas de la comunidad
indígena La Sardina y se ordenará a las autoridades respectivas que adopten las medidas indispensables y adelante las
actuaciones que sean necesarias para finalizar el proceso de constitución del
resguardo en los términos establecidos en el Decreto compilatorio 1071 de 2015,
esto es, en los 6 meses siguientes a la notificación de esta decisión.
Expediente T 7.910.085 (comunidad indígena del Resguardo Río Alto San Juan)
67.
El
señor Ramon Esteban Laborde Rubio, Procurador 29 Judicial II Ambiental y
Agrario, en representación de la comunidad indígena Río Alto San Juan instauró
acción de tutela en contra de la ANT al considerar que estaban siendo
vulnerados los derechos fundamentales a la propiedad colectiva, a la
constitución de resguardos, al territorio, al ejercicio de gobierno propio, al
debido proceso, al mínimo vital, y por tanto a la dignidad humana. El día 25 de
junio de 2017 solicitaron a la ANT que se diera inicio al procedimiento de
constitución de reserva indígena. Sin embargo, el proceso se vio interrumpido
debido a una prolongación injustificada de los términos, vulnerando así los
derechos fundamentales de la comunidad indígena. A continuación, se condensa el
trámite dado a la presente solicitud de constitución de resguardo a efectos de
dar claridad al presente caso.
Formalización
de territorios
Etapa del
procedimiento
Actuaciones
Términos
Etapa previa
Solicitud
Recepción
de la solicitud
25 junio
2017
Verificación
de priorización
Apertura de expediente
Programación y realización
de la visita
Auto de visita
Elaboración del Auto
17 julio
2017
Comunicación del Auto
17 julio
2017
Control de fijación y desfijación y/o notificación
de actos administrativos
Controlar término de fijación y
desfijación del edicto y demás notificaciones
03 agosto 2017
Visita
Visita
7 al 13 de agosto de 2017
Estudio
socioeconómico,
jurídico y de tenencia de tierras
Estudio
socioeconómico
Elaboración
del estudio
socioeconómico
09 de agosto de 2019
68.
De lo expuesto se advierte que las primeras etapas se cumplieron dentro
de los términos establecidos, no obstante, el proceso
sufrió un estancamiento al momento de elaborar el estudio socio económico, el
cual debía cumplirse en un término de 30 días hábiles, sin embargo, pasaron 2
años para cumplir con esta etapa. Aunado a ello, tampoco se cuenta con registro
sobre la remisión del expediente al Ministerio del Interior para el concepto
respectivo sobre el asunto, aspecto que ha tomado alrededor de un año, cuando
dicha actuación debe ser inmediata.
69.
Al igual que en el asunto previamente referido, se procede a hacer
alusión a las etapas pendientes, las que se citan en el siguiente cuadro.
Etapa del
procedimiento
Actuaciones
Términos
Concepto del Ministerio del
Interior
Emisión de
concepto del Ministerio del Interior
30 días calendario
Aprobación,
publicación y registro del Acuerdo
Expedición del Acuerdo
30 días hábiles
Elaboración
de notificaciones
1 día hábil
Resolución
de recursos de reposición
10 días hábiles
Remisión de
Acuerdo de Publicación
1 día hábil
Solicitud de
publicación
2 días hábiles
Publicación
del Acuerdo
30 días hábiles
Trámite del
registro del Acuerdo
1 día hábil
Registro en las Oficinas de
Registro de Instrumentos Públicos
8 días hábiles
Otros
Comunicación
al Fondo de Tierras para la reforma rural integral
1 día hábil
Verificación
de soportes
5 días hábiles
Total
89 días hábiles y 30 días calendario (6 meses aprox.)
70.
Lo expuesto muestra que del término inicial que debería durar el trámite
de constitución del resguardo de 12 a 13 meses, han transcurrido alrededor de 3
años y aún quedan 6 meses aproximadamente para culminar el proceso de
titulación, siempre que se cumplieran los términos estrictamente, situación que
actualmente no ha ocurrido.
71.
El análisis
de este asunto se encuentra estrechamente ligado al caso anterior, pues han
transcurrido más de tres años sin que el asunto se hubiere resuelto, con lo
cual se está afectando el derecho a la propiedad colectiva, impidiendo que esta
comunidad logre maximizar su autonomía, preservar su cultura y permitir que
posea y conserve su vocación de permanencia en el territorio que vienen
habitando, aspectos que debieron haber sido considerados por la ANT, pues sus
actuaciones implican una amenaza para la identidad ancestral y cultural de la comunidad
indígena Río Alto San Juan.
72.
A la comunidad
indígena Río Alto San Juan se le vulneró el referido derecho fundamental, el
cual goza de una protección especial por parte del Estado, pues para los
pueblos indígenas la tierra no se asimila como propiedad, sino que se agrupa
con diferentes dimensiones religiosas, culturales y sociales.
73.
La
importancia de que la parte accionante constituya un resguardo indígena radica
en el valor esencial de sus culturas, tradiciones, valores espirituales y sus
orígenes, estableciendo una relación directa con su territorio, buscando
conformar una institución legal y ser titulares de una personería jurídica,
para así lograr que a la comunidad indígena Rio Alto San Juan se le confiera el
estatus para adquirir derechos y exigir su cumplimiento y garantía frente al
Estado.
74.
El proceso
administrativo que se debe llevar a cabo para la constitución del resguardo
indígena debe ser capaz de regularizar y garantizar sus derechos, situación
inexistente durante el proceso solicitado por la comunidad indígena Río Alto
San Juan de Urabá, debido a que el trámite inicio a mediados del año 2017 y aún
se encuentra inconcluso, habiendo pasado más de tres (3) años sin que la
comunidad obtenga respuesta frente a la solicitud realizada.
75.
Ahora bien, corresponde analizar si la
demora el proceso cuenta con algún tipo de justificación, ya sea por la complejidad del proceso, por la
actuación de las partes o por algún factor válido que haya impedido la
realización de los trámites[71].
76.
Al
igual que ocurre con el anterior asunto, en cuanto a la complejidad del
proceso los argumentos expuestos por la ANT se soportan en generalidades que no justifican la mora
presentada, pues si bien puede advertirse una congestión al interior de esa
entidad tal situación no es suficiente para que hayan transcurrido más de tres
años sin que hubiere mostrado un avance significativo desde que se cumplió con
la elaboración del estudio socioeconómico, existiendo una actuación poco
diligente de cara a obtener el concepto de Ministerio del Interior.
77.
En el mismo sentido, la dilación no se debe a una
falta de actuación por parte de las comunidades interesadas. Una
vez inició el proceso de constitución del resguardo Río
Alto San Juan, por solicitud expresa de
esta comunidad, se cumplió con la vista técnica, sin embargo, no existe
registro de haberse cumplido con el estudio socio económico, ni remisión del
informe respectivo al Ministerio del Interior, siendo etapas que corresponde
adelantar a las entidades encargadas de dar impulso a este proceso, con lo cual
tal situación no involucra una falta de actuación de la parte accionante.
78.
Finalmente, como ocurre en el caso
anterior, la dilación no se justifica a partir de factores que condicionan
el proceso. La ANT no informó que existiesen dichos factores, además, las
disposiciones sobre el procedimiento no establecen plazos vagos para la
realización de los respectivos trámites, por el contrario, fija plazos y
establece consecuencias en caso de incumplimiento. En consecuencia, existe una
tardanza irrazonable que afecta la preservación de la comunidad del Río Alto
San Juan.
79.
En síntesis,
la comunidad indígena actora se encuentra en la búsqueda del reconocimiento de
sus derechos, con el objetivo de que se reanude y se concluya el proceso para
la constitución del resguardo indígena, de manera que puedan reestablecer los
derechos vulnerados y preservar su territorio.
80.
En consecuencia, la Sala protegerá los derechos al debido proceso
administrativo y al territorio colectivo de los pueblos indígenas de la
comunidad del Río Alto San Juan y se ordenará a las autoridades respectivas que
adopten las medidas indispensables y
adelante las actuaciones que sean necesarias para finalizar el proceso de
constitución del resguardo, de acuerdo con los siguientes parámetros.
Solicitud
de declarar el estado de cosas contrario al orden constitucional
78.
En los expedientes objeto de examen las comunidades
indígenas han sido reconocidas como víctimas de desplazamiento, así: en el expediente
T-7.899.762 se consignó en el acta de caracterización de la comunidad La
Sardina que “por consecuencia del desplazamiento forzado se asentaron
en el territorio actual a finales de la década de los 80, en un lote cedido por
una persona que lo explotaba para la minería. Pretenden ampliar su territorio
para la explotación de la ganadería y la agricultura”. Por último, en el
acápite de observaciones se dejó la siguiente constancia: “Por los procesos
de colonización, evangelización y cercanía con centros urbanos, la comunidad
presenta una notoria perdida cultural. Gran influencia de la minería en la
parte ambiental económica y cultural”.
79.
Por su parte, en el expediente T-7.910.085 la solicitud de
constitución del Resguardo Indígena Altos de San Juan se encuentra enmarcada
dentro del Plan de Salvaguarda Étnica, ante el conflicto armado y el
desplazamiento forzado, buscando la preservación y la protección de las
personas que habitan el territorio.
80.
Bajo este panorama, la Sala de Revisión considera
importante traer a colación lo consignado en el Auto 266 de 2017 (proferido por
la Sala Especial de Seguimiento a la sentencia T-025 de 2004) donde se evaluó
la persistencia de la intervención del juez constitucional respecto de los
derechos étnicos-territoriales.
81.
En aquella oportunidad de cara a la situación
de inseguridad jurídica de los territorios indígenas y afrocolombianos, la
Corte observó un profundo bloqueo institucional. Al respecto se determinó que a
partir de los informes de los organismos de control de Estado, como el último
reporte de la Comisión de Seguimiento y Monitoreo de los Decretos Ley Étnicos,
el INCODER (hoy ANT) no contó con la capacidad institucional[72] ni con la asignación de recursos
necesarios[73] para avanzar
de manera continua y progresiva en la definición de la situación jurídica de
las solicitudes de formalización de territorios étnicos, en especial, en
aquellos casos donde la inseguridad territorial resulta asociada con factores
de riesgo conexos y vinculados al conflicto armado y la violencia generalizada.
82.
En este marco, se destacó una inoperancia
administrativa por parte del INCODER (hoy ANT) frente a las obligaciones
constitucionales y legales en la materia. Así, la Corte advirtió, de un lado,
un incumplimiento de los deberes constitucionales señalados con anterioridad,
relacionados con la delimitación de los territorios ocupados y/o ancestrales de
los grupos étnicos y el trámite en un plazo razonable de las solicitudes de
titulación; y, de otro, los escasos resultados en la priorización y culminación
de los procesos de constitución, ampliación y saneamiento de los resguardos de
los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes afectadas por el
conflicto armado, como lo estipula el artículo 57 del Decreto 4633 de 2011 y
como lo ordena, en el caso de las la población afrodescendiente, el auto 005 de
2009, a través de la Ruta Étnica (orden quinta), con los procesos de titulación
colectiva.
83.
La Sala Especial de Seguimiento de la T-025 de 2004
insistió en que la situación de emergencia obliga a las autoridades públicas
responsables a aumentar los esfuerzos para implementar mecanismos de prevención
y protección para los derechos territoriales y, con ello, ofrecer una respuesta
oportuna, completa y adecuada de cara a las graves amenazas y vulneraciones al
derecho de propiedad colectiva. Por lo tanto, el conjunto de entidades con
responsabilidades en materia de prevención, protección y restitución están
obligadas a garantizar de manera efectiva los derechos territoriales, sin
aducir como excusa la falta de competencia o de capacidad institucional.
84.
En consecuencia, la Sala Especial consideró necesario continuar
con el seguimiento que adelanta, en la medida en que se presentan algunas
fallas que constituyen un bloqueo institucional y una práctica
inconstitucional que produce un déficit de protección injustificado
de los derechos territoriales de los pueblos indígenas y las comunidades
afrodescendientes.
85.
En tal sentido se declaró que el estado de cosas inconstitucional
en la materia no se ha superado, pues la política pública encargada de la
prevención de estos flagelos y de la atención de la población carece de un enfoque
integral sensible a los riesgos y afectaciones especiales que sufren y que se
traduce en la vulneración masiva y sistemática de derechos como la autonomía,
la identidad cultural, el territorio y en la presencia de barreras de acceso y
trámite en el registro, que compromete indefectiblemente su pervivencia física
y cultural.
86.
De acuerdo con lo expuesto, para la Sala de Revisión no es
procedente entrar a adoptar medidas de corte estructural, dado que este
Tribunal ya viene adelantando un proceso de verificación de las garantías de
las comunidades indígenas, entre otras, en orden a alcanzar una garantía
efectiva de estos grupos respecto de sus derechos territoriales.
Ahora bien, dada la situación puesta de presente por el
Procurador 29
Judicial II Ambiental y Agrario de Bogotá, se remitirá copias de la presente
actuación a la Sala Especial de Seguimiento a la sentencia T-025 de 2004, para
que valore las posibles medidas a adoptar de acuerdo con su competencia.
Órdenes a adoptar
87.
Ordenar a la ANT y
demás autoridades que intervienen en los procesos de constitución de los
resguardos indígenas La Sardina y Río Alto San Juan que cumplan con los
términos establecidos en el Decreto 1071 de 2015, en orden a culminar el
proceso de constitución de dichos resguardos en un término no superior a 6
meses. Además, en el término de 48 horas siguientes a la notificación de
esta decisión, deberán informar a los representantes de dichas comunidades el
estado actual de su trámite.
88.
Con el propósito de salvaguardar el bienestar de
las comunidades accionantes, la Corte ordenará que la Defensoría del Pueblo, en
el marco de sus competencias constitucionales y legales, asesore y acompañe de
manera permanente a las comunidades La Sardina y Río Alto San Juan en los
trámites correspondientes.
89.
Compulsar copia de estos
trámites a la Procuraduría General de la Nación, para que en ejercicio de su
poder disciplinario preferente (el inciso 6º del artículo 277 de la
Constitución Política de 1991 y art. 3 de la Ley 734 de 2002), si lo considera
pertinente, adopte las decisiones acerca de la eventual responsabilidad
disciplinaria de las autoridades que intervinieron en los procesos de
constitución de los resguardos indígenas La Sardina y Río Alto San Juan.
III.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Sala Octava de Revisión de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo, y por mandato de
la Constitución Política,
RESUELVE:
Primero. Expediente T-7.899.762. Revocar la sentencia del 3 de marzo de
2020, proferida por la Sala Séptima Civil de Decisión del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, que confirmó la decisión del Juzgado Veintitrés
Laboral del Circuito de Bogotá del 24 de enero de 2020, donde se negaron las
pretensiones de Ramón Esteban Laborde Rubio - Procurador 29
Judicial II Ambiental y Agrario en representación de la Comunidad indígena La Sardina
y, en su lugar, conceder la protección de los
derechos fundamentales a la propiedad colectiva, a la constitución de
resguardos indígenas y al debido proceso administrativo de la comunidad
indígena La Sardina.
Segundo. Expediente T-7.910.805. Revocar la sentencia proferida el 26 de
julio de 2019, por la Sala de decisión Laboral del Tribunal Superior del
Distrito de Bogotá, mediante la cual confirmó la decisión del Juzgado
veintiséis Laboral del Circuito de Bogotá del 23 de enero de 2020, que negó las
pretensiones de Ramón Esteban Laborde Rubio - Procurador 29
Judicial II Ambiental y Agrario en representación de la Comunidad indígena Río
Alto San Juan y, en su lugar, conceder la protección de los derechos
fundamentales a la propiedad colectiva, a la constitución de resguardos
indígenas y al debido proceso administrativo de la comunidad indígena Río Alto
San Juan.
Tercero. Expediente T-7.899.762. Ordenar a la Agencia Nacional de Tierras -ANT y al Ministerio del Interior
que cumplan con los términos establecidos en el Decreto 1071 de 2015, en orden
a culminar el trámite de constitución del resguardo indígena La Sardina,
municipio El Bagre (Antioquia) en un término no superior a 6
meses. En igual sentido, en el término de cuarenta y ocho (48) horas
contados a partir de la notificación de esta decisión, informen a la comunidad
indígena La Sardina el estado actual del trámite de constitución de dichos
resguardos.
Cuarto. Expediente T-7.910.805. Ordenar a la Agencia Nacional de Tierras -ANT y al Ministerio del Interior
que cumplan con los términos establecidos en el Decreto 1071 de 2015, en orden
a culminar el trámite de constitución del resguardo indígena Río Alto San Juan,
municipio Urabá (Antioquia) en un término no superior a 6 meses. En igual sentido, en el término de cuarenta y ocho (48) horas
contados a partir de la notificación de esta decisión, informen a la comunidad
indígena Río Alto San Juan el estado actual del trámite de constitución de
dichos resguardos.
Quinto. Ordenar a la Defensoría del Pueblo que, en el marco de sus
competencias constitucionales y legales, asesore y acompañe de manera
permanente a las comunidades indígenas La Sardina, asentada en el municipio de
El Bagre y Río Alto San Juan, establecida en el municipio de Urabá, en los
trámites correspondientes a la constitución de sus resguardos.
Sexto. Compulsar copia de la presenta actuación a la Procuraduría General
de la Nación, para que, en ejercicio de su poder disciplinario preferente, si
lo considera pertinente, adopte las decisiones acerca de la eventual
responsabilidad disciplinaria de las autoridades que intervinieron en los
procesos de constitución de los resguardos indígenas La Sardina y Río Alto San
Juan.
Séptimo. Remitir copias de la presente actuación a la Sala Especial de
Seguimiento a la sentencia T-025 de 2004, para que valore las posibles medidas
a adoptar de acuerdo con su competencia, en atención a la situación puesta de
presente por el Procurador 29 Judicial II Ambiental y
Agrario de Bogotá
Octavo. Líbrese por Secretaría General la
comunicación prevista en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, publíquese, y cúmplase.
JOSÉ
FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
ALBERTO
ROJAS RÍOS
Magistrado
PAOLA ANDREA MENESES MOSQUERA
Magistrada
Con salvamento parcial de voto
MARTHA VICTORIA
SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
[1] En el escrito de tutela se indica que
en el mes de mayo de 2012, la comunidad indígena La Sardina, solicitó que se
iniciara el procedimiento de constitución de reserva indígena, sin embargo no
obra en expediente soporte alguno de tal afirmación.
[2] Visita. Teniendo en cuenta la programación establecida
anualmente y las disponibilidades presupuestales, el Gerente General del
Instituto o su delegado ordenará llevar a cabo la visita a la comunidad
interesada y al área pretendida, por funcionarios de la entidad, señalando el
tiempo en que se realizará.// El auto que ordena la visita se comunicará al
Procurador Agrario, a la comunidad indígena interesada o a quien hubiere
formulado la solicitud y se fijará un edicto que contenga los datos esenciales
de la petición en la secretaría de la Alcaldía donde se halle ubicado el predio
o el terreno, por el término de diez (10) días, a solicitud del INCODER, el
cual se agregará al expediente. // De la diligencia de visita se levantará un
acta, suscrita por los funcionarios, las autoridades de la comunidad indígena y
las demás personas que intervinieren en ella, la que deberá contener, entre
otros, los siguientes datos: 1. Ubicación del terreno. 2. Extensión aproximada;
3. Linderos generales; 4. Número de habitantes indígenas, comunidades indígenas
y grupo o grupos étnicos a los cuales pertenecen; 5. Número de colonos
establecidos, indicando el área aproximada que ocupan, la explotación que
adelantan y el tiempo de ocupación. PARÁGRAFO. Cuando se trate de
procedimientos de ampliación, reestructuración o saneamiento de resguardos
indígenas, el auto que ordene la visita se comunicará al Ministerio de Ambiente
y Desarrollo Sostenible y en la misma comunicación se le solicitará a dicho
Ministerio el pronunciamiento expreso sobre la verificación y certificación del
cumplimiento de la función ecológica de la propiedad del resguardo, para lo
cual dispondrá de un término no mayor de treinta (30) días.
[3] Cuaderno
de primera instancia, folios 10-7
[4] Cuaderno
de primera instancia, folio 38.
[5] Cuaderno
de primera instancia, folios 86 a 107.
[6] Al respecto cita el caso Xámo Káser
vs. Paraguay; Comunidad Indígena
Xákmok Kásek. Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de
agosto de 2010 Serie C No. 214.
[7] Cuaderno
de primera instancia, folios 110 a 112.
[8] Cuaderno
de primera instancia, folios 121 a 124.
[9] Cuaderno
de primera instancia, folios 138 a 144.
[10] Cuaderno
de primera instancia, folios 148 a 143.
[11] Cuaderno
de primera instancia, folios 186 a 196.
[12] Cuaderno
de primera instancia, folios 216 a 218
[13] Memorando
No. 20205100004813.
[14] Cuaderno
tutela y primera instancia, folios 237 a 247
[15] Cuaderno
tutela y primera instancia, folios 273 a 279
[16] Cuaderno
de primera instancia, folio 13.
[17] El territorio que actualmente ocupan
correspondiente a cuatro predios identificados con las matrículas inmobiliarias
números 034-34965, 034-32084, 034-59046 y 034-32925, en el municipio de San
Pedro, Urabá.
[18] Cuaderno
de instancia, folios 16 a 20.
[19] Cuaderno
de instancia. Folio 34-36.
[20] Cuaderno
de instancia, folio 46.
[21] Teniendo en cuenta que las entidades
vinculadas emitieron respuesta en el mismo sentido referido en el expediente
T-7.899.762, solamente se hará referencia a aquellas que planteen un elemento
de juicio adicional al ya referido.
[22] Cuaderno
de instancia, folios 114 a 118.
[23] Cuaderno
de instancia, folios 229 a 239
[24] Cuaderno
de instancia, folios 261 a 271.
[25] Cuaderno
de instancia, folios 294 a 297.
[26] Cfr.
sentencia T- 009 de 2013.
[27] Ver
sentencia T-739 de 2017.
[28] Sentencias
de tutela T-737 de 2017, T- 739 de 2017 y T- 011 de 2019.
[29] Ratificado por Colombia mediante
la Ley 31 de 1967.
[30] Aprobado por Colombia mediante la
Ley 21 de 1991.
[31] “Los pueblos indígenas tienen
derecho a la libre determinación. En virtud de ese derecho determinan
libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo
económico, social y cultural.”
[32] “Los
pueblos indígenas, en ejercicio de su derecho a la libre determinación, tienen
derecho a la autonomía o al autogobierno en las cuestiones relacionadas con sus
asuntos internos y locales, así como a disponer de medios para financiar sus
funciones autónomas.”
[33] “Los pueblos indígenas tienen
derecho a conservar y reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas,
económicas, sociales y culturales, manteniendo a la vez su derecho a participar
plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y cultural del
Estado.”
[34] “1. Los pueblos indígenas tienen
derecho a las tierras, territorios y recursos que tradicionalmente han poseído,
ocupado o utilizado o adquirido. 2. Los pueblos indígenas tienen derecho a
poseer, utilizar, desarrollar y controlar las tierras, territorios y recursos
que poseen en razón de la propiedad tradicional u otro tipo tradicional de
ocupación o utilización, así como aquellos que hayan adquirido de otra forma.
3. Los Estados asegurarán el reconocimiento y protección jurídicos de esas
tierras, territorios y recursos. Dicho reconocimiento respetará debidamente las
costumbres, las tradiciones y los sistemas de tenencia de la tierra de los
pueblos indígenas de que se trate.”
[35] “Los Estados establecerán y
aplicarán, conjuntamente con los pueblos indígenas pertinentes, un proceso
equitativo, independiente, imparcial, abierto y transparente, en el que se
reconozcan debidamente las leyes, tradiciones, costumbres y sistemas de
tenencia de la tierra de los pueblos indígenas, para reconocer y adjudicar los
derechos de los pueblos indígenas en relación con sus tierras, territorios y
recursos, comprendidos aquellos que tradicionalmente han poseído u ocupado o
utilizado. Los pueblos indígenas tendrán derecho a participar en este proceso.”
[36] Entre otros, se pueden consultar los casos (a) Yakye Axa contra el
Estado de Paraguay, (b) Pueblo Saramaka contra Surinam; y (c) Pueblo Indígena
Kichwa de Sarayaku contra el Estado del Ecuador.
[37] Sentencia
del 31 de agosto de 2001.
[38] Sentencia
del 13 de noviembre de 2012.
[39] Sentencia
del 28 de noviembre de 2007.
[40] En
el mismo sentido se pronunció en el caso Pueblo Indígena Xucuru y sus miembros
vs. Brasil, sentencia del 5 de febrero de 2018.
[41] Sentencia del 6 de febrero de 2020.
[42] C.
Const., sentencia de tutela T- 379 de 2019.
[43] C.
Const., sentencia de tutela T- 009 de 2013, reiterada en sentencia T- 737 de
2017.
[44] A manera de referencia conviene citar: i) la Ley 135
de 1961, por medio de la cual se introdujo el primer reconocimiento a las
comunidades indígenas (art. 29) y facultó al INCORA para estudiar la situación
socio-económica de las parcialidades a fin de hacer reestructuraciones, reagrupamiento
y ampliación de resguardos (art. 94); ii) el Decreto 2001 de 1988, mediante el
cual se reglamentó el trámite jurídico para la constitución de resguardos
indígenas.
[45] “Por la cual se crea el Sistema
Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino, se establece un
subsidio para la adquisición de tierras, se reforma el Instituto Colombiano de
la Reforma Agraria y se dictan otras disposiciones.”
[46] De acuerdo con el Decreto 2363 de
2015 “por el cual se crea la Agencia Nacional de Tierras,
(ANT)”, a partir de la entrada en vigencia de este decreto “todas las
referencias normativas hechas al Incora o al Incoder en relación con los temas
de ordenamiento social de la propiedad rural deben entenderse referidas a la
Agencia Nacional de Tierras (ANT.” (art. 38).
[47] “Por el cual se reglamenta parcialmente
el Capítulo XIV de la Ley 160 de 1994 en lo relacionado con la dotación y
titulación de tierras a las comunidades indígenas para la constitución,
reestructuración, ampliación y saneamiento de los Resguardos Indígenas en el
territorio nacional.”
[48] Por medio del cual se expide el
Decreto Único Reglamentario del Sector Administrativo Agropecuario, Pesquero y
de Desarrollo Rural.
[49] Diseño
adoptado de sentencia de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia STP1499-2020
Radicado 109007 (11 de febrero de
2020).
[50] Decreto 2591 de 1991 inciso 1.
[51] Decreto 2591 de 1991 inciso 2.
[52] Decreto 2591 de 1991 inciso 3.
[53] Sentencias
T-011 de 2019, T-153-2019, T-379-2011, entre otras.
[54] Sentencias T-154 de 2009, T-769 de 2009; T-379-2011,
entre otras.
[55] Sentencia
T-379 de 2011; T-305 de 2014, entre otras.
[56] C.
Const., sentencias de tutela T- 379 de 2011; T- 011 de 2019.
[57] Cuaderno
de tutela y primera instancia. Folio 1,
[58] Numeral
1° del artículo 6° del Decreto 2591 de 1991.
[59] Sentencia
T-172-2020.
[60] Ver
sentencia T-153 de 2019.
[61] Sentencia
T-737 de 2017, reiterada en las sentencias T-739 de 2017 y T-153 de 2019.
[62] Sentencia
T-737 de 2017, reiterada en las sentencias T-739 de 2017 y T-153 de 2019.
[63] Sala Séptima Civil de Decisión del Tribunal Superior de Bogotá
(expediente T-7.899.762).
[64] Por la cual se desarrolla el artículo 87 de la Constitución
Política.
[65] Ver sentencias T-153 de 2019, T-515 de 2017, T-528 de 2011, T-188 de
1993, entre otras.
[66] Sentencia T-153-2019. También debe tenerse en cuenta que en casos similares a los
sometidos a examen, la Corte también encontró procedente el amparo bajo
argumentos similares a los ahora planteados (sentencias T-737 de 2017 y T-153
de 2019).
[67] Ibídem.
[68] En la sentencia T-379 de 2014 la Corte precisó: “la Sala observa
que se ha cumplido un plazo razonable para la interposición de la acción de
tutela, toda vez que la vulneración de los derechos fundamentales se ha
mantenido en el tiempo. Con el presunto retardo injustificado en el
adelantamiento del proceso de la constitución del resguardo, se ha mantenido la
vulneración constante de los derechos fundamentales al debido proceso, a la
identidad cultural y al territorio de la comunidad indígena Marimba Tuparro,
perteneciente al pueblo Sikuani y Mapayerry. Así, a pesar de que el proceso
administrativo inició en el año de 1999, sólo hasta el año 2013, y en razón de
la acción de tutela interpuesta, se obtuvo una respuesta de la entidad
demandada y ésta programó una visita a la comunidad para la realización del
estudio socioeconómico; no obstante, hasta la fecha de las decisiones de
instancia, no se había emitido el estudio ni realizado la visita respectiva.
Igualmente, durante este tiempo, la comunidad demostró haber presentado
derechos de petición con el objeto de conocer el estado del proceso, sin
obtener una solución adecuada. Tal situación, conduce a considerar que el hecho
que originó la vulneración y amenaza de los derechos fundamentales del pueblo
indígena, permanece en la actualidad y continúa generando perjuicios a la
identidad cultural y demás derechos del grupo étnico tutelante.”
[69] Ver
sentencia T-153 de 2019.
[70] Si bien estos datos
reposan en el expediente T-7910085 (folios 123 a 155 cuaderno de instancia),
dado su valor informativo se citan en este caso.
[71] Ver
sentencia T-153 de 2019.
[72] La CSMDL ha señalado los siguientes obstáculos
administrativos: (i) la falta de implementación del “sistema de información
de los procesos de legalización de territorios”; (ii) la poca planeación
interna para el avance de los casos (definición de planes de trabajo y
cronogramas, entre otros aspectos); (iii) la desactualización de los procesos
administrativos para la legalización de los territorios; (iv) la actuación
descoordinada del INCODER con otras entidades que participan de los trámites de
formalización (Ministerios del Interior y del Medio Ambiente y de Desarrollo
Sostenible, y el IGAC); (v) la escasa asistencia técnica y asesoría a las
comunidades, por ejemplo, para la selección de predios y, particularmente, (vi)
la falta de “unificación de los criterios de priorización para la
legalización de territorios”. Comisión de Seguimiento y Monitoreo de los Decretos Ley Étnicos. 4º Informe de seguimiento y monitoreo a los
Decretos Ley Étnicos. (2016). Págs. 36-40.
[73] Con
relación a la planeación presupuestal, la CSMDL puntualizó las siguientes
situaciones: (i) la ineficiencia en el manejo de los recursos, en particular,
por la solicitud de nuevas inversiones para trabajos ya realizados; (ii) “el
68% de los recursos para legalización se van en el proceso administrativo y
sólo el 32% se invierte en la compra de tierras”; (iii) “el 79.3% de
[los] recursos fueron destinados para cumplir los compromisos del gobierno”,
derivados de la movilización social, dejando de lado otras obligaciones fijadas
legal y constitucionalmente; (iv) “la inversión de recursos para comunidades
negras ha sido significativamente menor y (…) variable”; y (v) “la
Agencia Nacional de Tierras que se hará cargo de este tema no contará” con
los recursos esperados. Comisión de Seguimiento y Monitoreo de
los Decretos Ley Étnicos. 4º Informe de seguimiento y monitoreo a los
Decretos Ley Étnicos. (2016). Págs. 29-36. |
9 | T-058-21
Sentencia T-058/21
Referencia:
Expediente T-7.568.177
Acción de tutela
instaurada por la Asociación de Cabildos Indígenas del Cesar y la Guajira
-Dusakawi EPSI- y el Cabildo Gobernador del pueblo Wiwa perteneciente al
Resguardo Kogui Malayo Arhuaco, en representación de la comunidad indígena
Tezhumake contra la Alcaldía de Valledupar.
Procedencia: Juzgado Primero Penal Municipal con
Funciones de Control de Garantías de Valledupar.
Asunto: Derecho fundamental
al agua potable de los miembros de la comunidad indígena Tezhumake.
Magistrada
Ponente:
GLORIA
STELLA ORTIZ DELGADO
Bogotá, D.C., doce (12) de marzo de dos
mil veintiuno (2021).
La Sala Sexta de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por el Magistrado José Fernando Reyes Cuartas y las
Magistradas Cristina Pardo Schlesinger y Gloria Stella Ortiz Delgado, quien la
preside, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, ha
proferido la siguiente
SENTENCIA
En el trámite de revisión de la
decisión de instancia proferida por el Juzgado Primero Penal Municipal con
Funciones de Control de Garantías de Valledupar el 24 de enero de 2020, por
medio de la cual concedió el amparo a los accionantes por la vulneración de los
derechos de petición y al agua potable, asociado al consumo humano.
El asunto llegó a esta Corporación,
inicialmente, por remisión que hizo el Juzgado Primero Penal Municipal con
Funciones de Control de Garantías de Valledupar, en virtud de lo dispuesto en los
artículos 86 de la Constitución y 31 del Decreto 2591 de 1991, para la revisión
del fallo de instancia proferido el 9 de julio de 2019, en el cual resolvió
rechazar por improcedente la acción de tutela. El expediente fue escogido para
revisión por la Sala Novena de Selección mediante auto del 30 de septiembre de
2019.
En sede de revisión, la Sala Sexta vinculó al proceso,
mediante auto del 19 de noviembre de 2019, entre otros, a la Empresa de
Servicios Públicos de Acueducto y Alcantarillado de Valledupar – EMDUPAR E.S.P.
S.A.- (en adelante “EMDUPAR”). El apoderado de EMDUPAR solicitó la nulidad del proceso,
con el propósito de que se rehiciera el trámite de tutela y, de esta forma, se
garantizara su derecho al debido proceso. En consecuencia, la Sala profirió el
Auto 644 de 2019, a través del cual decretó la nulidad de todas las actuaciones,
desde el auto admisorio de la demanda proferido por el juez de instancia, con
excepción de unas medidas cautelares que habían sido adoptadas por la Sala de
Revisión y de las pruebas decretadas. De esta forma, ordenó que se remitiera el
expediente nuevamente al juzgado y que, una vez finalizado el proceso
constitucional, el expediente fuera enviado directamente al despacho de la
Magistrada Sustanciadora para su revisión.
El 24 de enero de 2020, el Juzgado Primero Penal
Municipal con Funciones de Control de Garantías de Valledupar profirió
sentencia de instancia, en la cual amparó los derechos de petición y al agua
potable de la comunidad indígena Tezhumake. Una vez en firme la decisión, el
expediente debía ser remitido de forma inmediata y directa al despacho de la
Magistrada Gloria Stella Ortiz Delgado para su sustanciación. No obstante, como
consecuencia de la suspensión de términos y remisión de expedientes de tutela a
la Corte Constitucional, según se decretó por el Consejo Superior de la
Judicatura con ocasión de la pandemia por el COVID-19, el envío del expediente
a esta Corporación se interrumpió hasta el 1º de julio de 2020, fecha en la que
se levantó la medida. A pesar de lo anterior, este fue recibido por la Sala
Sexta de Revisión de la Corte Constitucional hasta el 23 de noviembre siguiente.
De conformidad con lo anterior, la Sala Sexta profiere
el presente fallo de tutela, con fundamento en los siguientes,
I.
ANTECEDENTES
A.
Hechos y
trámite de la tutela
1.
Julián Daza Malo, en su calidad de
representante legal de la Asociación de Cabildos Indígenas del Cesar y la
Guajira Dusakawi EPSI (en adelante “Dusakawi EPSI”), y José Luis Chimoquero
Gil, Cabildo Gobernador de la etnia Wiwa del Resguardo Kogui Malayo Arhuaco (en
conjunto y en adelante los “accionantes”), formularon acción de tutela en
contra de la Alcaldía de Valledupar por la presunta vulneración de los derechos
de petición, al agua potable, a la salud y a la vida de los indígenas del
pueblo Wiwa que habitan la comunidad Tezhumake[1].
De manera específica, solicitaron concertar, diseñar y ejecutar la
construcción de un acueducto veredal para la comunidad Tezhumake del pueblo
Wiwa que representan. Esto fue requerido ante la Alcaldía de Valledupar
mediante una petición que, presuntamente, no fue respondida de fondo.
2.
El 10 de mayo de 2019[2], los
accionantes elevaron una petición ante el alcalde de Valledupar. En
esta, solicitaron “concertar, diseñar y ejecutar de manera urgente”[3] la
construcción de un acueducto veredal para la comunidad Tezhumake del pueblo
Wiwa, ubicada en el Resguardo Kogui Malayo Arhuaco, localizado en el
corregimiento de Patillal, zona rural del municipio de Valledupar (Cesar) en la
Sierra Nevada de Santa Marta. Destacaron que esta comunidad indígena no tiene
acceso a agua potable, por lo cual, sus miembros sufren de varios problemas de
salud derivados del consumo de agua no tratada.
3.
Transcurridos 23 días hábiles desde la fecha
en la que se radicó la petición, y al no recibir una respuesta clara y de
fondo, los accionantes instauraron acción de tutela contra la Alcaldía de
Valledupar el 12 de junio de 2019, por la presunta vulneración de los derechos fundamentales
de petición, al agua potable, a la vida y a la salud de los miembros de la
comunidad indígena Tezhumake.
Sustentan
las afectaciones a la vida y a la salud, en que los distintos grupos
poblacionales que componen la comunidad, dividida en segmentos etarios, padecen
de múltiples enfermedades derivadas del consumo de agua no potable.
Señalan que: i) entre los niños y niñas menores de
edad, que componen el 55% de la población asentada en la comunidad, las
primeras causas de morbilidad en el ámbito ambulatorio son rinofaringitis,
parasitosis intestinal, caries, diarrea y gastroenteritis de presunto origen
infeccioso, deficiencia nutricional, infección aguda de las vías respiratorias,
desnutrición proteico calórica y dolores en el abdomen bajo; ii) entre los
adultos de 20 a 50 años se encuentran causas de morbilidad por patologías
respiratorias, problemas amebianos, dolores abdominales, cefaleas, patologías
de origen gástrico, diarrea y gastroenteritis; y iii) en la población mayor a
60 años, se identificaron enfermedades pulmonares inflamatorias crónicas,
cefaleas, gastritis, infección de vías urinarias, anemia y diarrea[4]. Además, en
el 2018 esta comunidad concentró el 29.52% de los eventos de salud pública
reportados en el pueblo Wiwa, por chagas, tuberculosis, desnutrición,
parotiditis y varicela[5].
Por lo anterior, los accionantes indican que, entre
las principales causas de morbilidad en los distintos segmentos poblacionales
se encuentran las enfermedades de origen infeccioso y parasitario. Así,
sostienen que es necesario adoptar medidas urgentes en relación con el consumo
de agua potable[6].
Adicionalmente, alegan que no sólo son una comunidad
indígena sujeto de especial protección constitucional, sino que también son
víctimas del desplazamiento forzado. Por este motivo, la Corte Constitucional, por
medio de la Sala Especial de Seguimiento a la Sentencia T-025 de 2004, ha
proferido múltiples pronunciamientos en los que reconoce el riesgo de
exterminio físico y cultural en el que se encuentran[7].
4.
El 25 de junio de 2019[8], el Juzgado
Primero Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías de Valledupar
profirió auto admisorio de la demanda y ordenó notificar del proceso de tutela
a la Alcaldía de Valledupar.
5.
El 8 de julio de 2019[9], la Oficina
Jurídica de la Alcaldía de Valledupar contestó la acción de tutela y señaló que
el 5 de julio de ese mismo año la entidad dio respuesta a la petición elevada
por los accionantes de manera clara, precisa, respetuosa y comprensible y que,
en consecuencia, la entidad no vulneró el derecho de petición[10]. Para
demostrar lo dicho, adjuntó copia de la respuesta a la petición[11].
Asimismo, afirmó que el 5 de junio de 2019 convocó a las
Secretarías de Obras Públicas, Salud y Planeación para analizar la situación
del pueblo Wiwa asentado en su jurisdicción y ofrecer posibles soluciones. Igualmente,
hizo un recuento de las actividades que se habían llevado a cabo para proteger
los derechos de esta comunidad. Al respecto, la Secretaría de Gobierno relacionó
las acciones que adelantó a lo largo de los años 2017 y 2018, entre ellas,
talleres de capacitación, jornadas de salud y vacunación, y difusión de
programas radiales[12].
Seguidamente,
indicó que la Secretaría de Obras Públicas realizó visitas a la comunidad con
el propósito de identificar puntos de localización del recurso hídrico para el
asentamiento Tezhumake del Pueblo Wiwa. Sostuvo que es necesaria la formulación
de un proyecto que satisfaga las necesidades de agua de este asentamiento
indígena y que esté de acuerdo con la normativa ambiental y técnica vigente. De
acuerdo con la entidad, este proyecto debe seguir las siguientes fases:
a. Elaboración de estudio geoeléctrico.
b. Exploración de búsqueda de agua
subterránea.
c. Diseño del pozo profundo y sistema de
acueducto.
d. Construcción del sistema de acueducto[13].
Por tal razón, expresó que el municipio celebró un contrato cuyo
objeto fue la elaboración de estudios geoeléctricos en zona rural del municipio
de Valledupar, con el propósito de identificar la fuente hídrica subterránea
más apropiada para la comunidad.
Igualmente, informó que, una vez identificada la fuente, era
necesario formular un proyecto y radicarlo para su viabilización y
priorización. Finalmente, radicado el proyecto, se requería adelantar los
procedimientos internos necesarios para completar la consecución de los
recursos destinados a su financiamiento.
6.
Por medio de sentencia del 9 de julio 2019, el
Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías de
Valledupar “rechazó” el amparo por improcedente, al considerar que no se
satisfizo el requisito de subsidiariedad, en tanto que no se interpuso una
acción popular, de acuerdo con lo dispuesto en la Ley 472 de 1998[14].
B.
Actuaciones de
la Corte Constitucional en sede de revisión de tutela
7.
Selección y asignación. Mediante Auto del 30 de septiembre de 2019, la Sala Novena
de Selección de la Corte Constitucional eligió el caso para su revisión, y lo
asignó a la Sala Sexta de Revisión, presidida por la Magistrada Gloria Stella
Ortiz Delgado.
8.
Medidas cautelares. Al considerar que existían indicios razonables para la
configuración de un daño irreparable sobre los derechos fundamentales de la
comunidad Tezhumake por falta de acceso al agua potable, la Sala Sexta de
Revisión profirió el Auto 574 del 22 de octubre de 2019, por medio del
cual ordenó adoptar medidas provisionales de protección para esta población[15].
Igualmente,
la Sala ofició a la
Procuraduría Delegada para la Defensa de los Derechos de la Infancia, la
Adolescencia y la Familia; a la Procuraduría Auxiliar para Asuntos
Constitucionales; a la Procuraduría Delegada para Asuntos Étnicos; a la
Dirección de Niñez y Adolescencia del Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar (en adelante el “ICBF”) y a la Defensoría del Pueblo Regional Cesar para
que, dentro del ámbito de sus competencias constitucionales y legales,
acompañaran el cumplimiento de los mandatos contenidos en el auto y el
desarrollo de este proceso[16].
9.
Vinculación de entidades. Posteriormente, la
Magistrada Sustanciadora profirió el Auto del 12 de noviembre de 2019,
mediante el cual vinculó al proceso a la Gobernación del Cesar, al Ministerio
de Vivienda, Ciudad y Territorio, a la Corporación Autónoma Regional del Cesar
– CORPOCESAR, a EMDUPAR y a la Secretaría de Salud de Valledupar. De igual
forma, requirió información a los accionados y a las entidades vinculadas, con
el propósito de identificar si se había adelantado una gestión institucional articulada
que respondiera a las circunstancias del caso.
10.
Mediante oficio, el apoderado de EMDUPAR
solicitó la nulidad de lo actuado con el propósito de que se garantizara el
debido proceso de su poderdante y requirió que el proceso fuera remitido
nuevamente al juzgado de conocimiento para que se rehiciera el trámite de
tutela[17].
C.
Decreto de
nulidad del trámite de tutela y actuaciones en sede de instancia con
posterioridad a la anulación
11.
Nulidad. En razón de lo alegado por
EMDUPAR, esta Corporación profirió el Auto 644 del 10 de diciembre de 2019,
mediante el cual decretó la nulidad de todas las actuaciones judiciales, por
indebida integración del contradictorio, de acuerdo con lo dispuesto en el
numeral 8º del artículo 133 del Código General del Proceso[18].
La nulidad fue declarada a partir del auto admisorio de la demanda,
mediante el cual el Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de
Garantías de Valledupar avocó conocimiento del caso. Sin embargo, se
exceptuaron el auto de medidas cautelares proferido por la Corte Constitucional
y las pruebas recaudadas durante todo el proceso (las cuales podrían ser
controvertidas por las partes en la contestación de la tutela, para luego ser
valoradas por el juez competente).
Por este motivo, el expediente fue enviado al juzgado
referido, de forma que vinculara a todos los interesados y garantizara el
debido proceso. Asimismo, se ordenó que, una vez surtido el trámite de tutela,
el expediente fuera remitido directamente al despacho de la Magistrada Sustanciadora,
a efectos de adelantar el proceso de revisión[19].
12.
Fallo de instancia. Mediante sentencia del 24 de enero de 2020, el Juzgado
Primero Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías de Valledupar amparó
el derecho fundamental al agua potable de la comunidad. En consecuencia, ordenó
a la Alcaldía Municipal de Valledupar adelantar las medidas necesarias para
satisfacer esta necesidad apremiante[20].
El
juez de instancia encontró vulnerado, por una parte, el derecho de petición, al
considerar que la entidad no otorgó una respuesta clara, precisa y congruente a
cada una de las solicitudes presentadas por los accionantes. De igual forma, consideró
infringido el derecho fundamental al agua, asociado al consumo mínimo humano[21]. Este
último, dado que los miembros de la comunidad Tezhumake, compuesta en su
mayoría por menores de edad, se encuentran en una delicada situación de salud
derivada de enfermedades infecciosas, respiratorias y desnutrición,
relacionadas con el consumo de agua no tratada.
13.
Por lo anterior, señaló que el municipio podría
adoptar las medidas que mejor considerara para solucionar la falta de acceso a
agua potable de los accionantes. No obstante, ordenó:
a. Amparar los derechos fundamentales de la
comunidad indígena Tezhumake. Así, dentro de los 15 días siguientes a la
notificación del fallo deberá:
b. Proveer agua potable a la comunidad, de
forma que se garantice su disponibilidad y accesibilidad. Para esto, podrán
utilizar estrategias propias como el empleo de carrotanques con la capacidad y
condiciones técnicas que garanticen un suministro mínimo de 50 litros diarios
por persona. Este deberá realizarse directamente en el asentamiento o lugar
concertado con las autoridades indígenas; y
c. Adelantar brigadas de salud dentro de los
ocho días siguientes a la notificación del fallo.
La decisión adoptada por el juez de instancia quedó en
firme, por cuanto no fue objeto de impugnación.
14.
Pérdida de vigencia de las medidas
cautelares adoptadas por la Corte Constitucional. Como consecuencia del fallo
proferido por el Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de
Garantías de Valledupar, las medidas cautelares dispuestas por la Corte
Constitucional por medio del Auto 574 de 2019 perdieron vigencia. Esto,
en tanto que el juez de instancia adoptó una decisión judicial de fondo que
quedó en firme respecto de los derechos fundamentales de los miembros de la
comunidad Tezhumake.
15.
Suspensión de términos para revisión de
tutela en la Corte Constitucional. Como consecuencia de la pandemia reconocida por la Organización
Mundial de la Salud el 11 de marzo del 2020, el
Gobierno de Colombia declaró el estado de emergencia económica, social y
ecológica en todo el territorio nacional mediante el Decreto 417 del 17 de
marzo de 2020. De conformidad con lo anterior, el Consejo Superior de la
Judicatura expidió el Acuerdo PCSJA20-11519 del 16 de marzo de 2020, mediante
el cual suspendió los términos de revisión de tutelas en la Corte
Constitucional y dispuso que “los despachos judiciales no remitirán los
expedientes de acciones de tutela a la Corte Constitucional hasta tanto se
levanten las medidas adoptadas”. Esta suspensión fue prorrogada por los
Acuerdos PCSJA20-11526, PCSJA20-11546, PCSJA20-11549 y PCSJA20-11556.
Finalmente, mediante Acuerdo PCSJA20-11567 del 5 de junio de 2020, se levantó
la suspensión de términos judiciales en todo el territorio nacional a partir
del 1º de julio de 2020, y, con ella, la de remisión de expedientes de tutela a
la Corte Constitucional.
Por lo tanto, el deber de envío del expediente del presente caso a
la Corte Constitucional se interrumpió hasta que se levantó la medida de
suspensión de términos. A pesar de esto, según se expondrá posteriormente, el
expediente fue recibido por la Sala Sexta de Revisión hasta el 23 de noviembre
de 2020.
D.
Actuaciones procesales posteriores al amparo
otorgado por el juez
de instancia
16.
Solicitud de revisión. Con posterioridad al fallo que concedió el amparo, mediante
escrito del 30 de marzo de 2020 los accionantes presentaron petición ante la
Corte Constitucional en la que solicitaron que el presente caso fuera
seleccionado para su revisión. Fundamentaron su solicitud en que, pese a lo
ordenado por el juez de conocimiento y por la Corte Constitucional mediante
medidas cautelares, la Alcaldía de Valledupar no había cumplido dichos
mandatos. Este incumplimiento, según indicó el escrito, generaba la vulneración
de los derechos fundamentales de los miembros de la comunidad.
17.
Oficio de respuesta y auto de
ratificación de competencia y solicitud de información. En virtud de lo aducido por los accionantes mediante petición, la
Magistrada Sustanciadora expidió oficio en el que dio respuesta[22], y profirió
el Auto del 20 de abril de 2020, por medio del cual ratificó su
competencia para la revisión del caso. En este, encontró
acreditadas las condiciones para ejercer su competencia con fundamento en dos
criterios relevantes. Por una parte, el auto que decretó la nulidad del trámite
judicial, el cual siguió jurisprudencia de esta Corporación, dispuso
expresamente que el expediente debía ser remitido directamente a su despacho
una vez se profiriera y quedara en firme la decisión judicial del caso. De otra
parte, indicó que, dada la urgente e imperante necesidad de intervención de
este Tribunal para salvaguardar los derechos fundamentales de la comunidad
Tezhumake, resultaba necesario indagar sobre la efectividad del amparo
concedido por el juez de instancia.
Igualmente,
mediante esta providencia decretó pruebas dirigidas a indagar sobre (i)
el cumplimiento de la sentencia de instancia por parte de la Alcaldía de
Valledupar, y (ii) el acompañamiento a la comunidad y el seguimiento realizado
por el ICBF y el Ministerio Público a las medidas cautelares decretadas por la
Corte, mientras las mismas estuvieron vigentes.
18.
Informes remitidos por las entidades
oficiadas. Entre el 15 de mayo y el 9 de
junio de 2020, la Secretaría General de esta Corporación remitió al despacho de
la suscrita Magistrada, mediante correo electrónico, cinco comunicaciones
enviadas por la Procuraduría 29 Judicial II de Familia (Valledupar), la
Defensoría del Pueblo (Regional Cesar), la Alcaldía de Valledupar y el ICBF, en
las cuales las entidades se pronunciaron sobre lo requerido.
19.
Solicitud de apertura de incidente de
desacato. El 2 de junio de 2020, José Luis
Chimoquero Gil, Cabildo-Gobernador del pueblo Wiwa, dirigió al Juzgado Primero
Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías de Valledupar y a la
Corte Constitucional un escrito en el que solicitó la apertura de incidente de
desacato en contra del Alcalde de Valledupar, por el incumplimiento de la orden
primera del Auto 574 del 22 de octubre de 2019, mediante el cual la
Corte Constitucional decretó las medidas cautelares y de la orden segunda de la
sentencia del 24 de enero de 2020, proferida por el juez de instancia.
En el escrito indicó que los funcionarios de la
Alcaldía se presentaron únicamente en dos ocasiones (11 de diciembre de 2019 y
12 de febrero de 2020), en las cuales llevaron un carro-tanque con agua que,
además de no ser potable y estar turbia, pudo atender tan sólo al 60% de la
población.
20.
Auto de remisión de información al juez
de instancia. Por lo anterior, la Magistrada
Sustanciadora profirió el Auto del 16 de junio de 2020, mediante el cual:
(i) remitió al Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de
Garantías de Valledupar los informes remitidos por las entidades oficiadas por
medio del auto del 20 de abril de 2020, eventualmente relevantes para resolver
el recurso de apertura de incidente de desacato planteado por los accionantes;
y (ii) advirtió al juzgado su deber de actuar como garante
de la eficacia y efectiva protección de los derechos fundamentales amparados en
el fallo de tutela.
21.
Rechazo del recurso de apertura de
incidente de desacato. Mediante providencia
del 1º de julio de 2020, el juez de instancia negó la apertura del incidente de
desacato, al considerar que se dio cumplimiento a la orden
primera del Auto 574 del 22 de octubre de 2019, por medio del cual la
Corte Constitucional decretó las medidas cautelares y la orden segunda de la
sentencia del 24 de enero de 2020, proferida por su despacho[23].
22.
Solicitud de información y remisión
inmediata del expediente. La Magistrada Sustanciadora profirió el Auto el 4 de noviembre
de 2020, con el propósito de ordenarle al juez de instancia la remisión
inmediata del expediente del proceso, e indagar sobre el estado de garantía de
los derechos amparados por el fallo de instancia del 24 de enero de 2020. En
particular, solicitó al juzgado que remitiera: i) el expediente del proceso;
ii) información relativa al incidente de desacato; y además iii) que indicara
las actuaciones adelantadas para dar cumplimiento a la sentencia que amparó los
derechos.
23.
Remisión del expediente a la Corte
Constitucional. En respuesta al requerimiento,
el juzgado expidió el oficio Nº 0925 del 12 de
noviembre de 2020, recibido en el despacho de la Magistrada Sustanciadora el 23
de noviembre siguiente, con el que envió el expediente de tutela e indicó que
el incidente de desacato fue rechazado. Sin embargo, no adjuntó la providencia mediante
la cual rechazó el recurso de apertura del incidente de desacato.
24.
Auto de solicitud de pruebas. La Magistrada Sustanciadora
profirió Auto del 13 de enero de 2021, con el fin de actualizar la
información relativa al cumplimiento del fallo de amparo proferido el 24 de
enero de 2020 por el Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control
de Garantías de Valledupar, y el estado de goce efectivo del derecho al agua
potable de la comunidad Tezhumake. Por este motivo, decretó pruebas y solicitó
informes a los accionantes, a la Alcaldía de Valledupar, al juez de instancia,
a la Defensoría Regional del Cesar y a la Procuraduría 29 Judicial II de Familia de
Valledupar.
25.
Información remitida. De acuerdo con lo ordenado, entre
los días 19 al 22 de enero de 2021, los accionantes, la Defensoría Regional del
Cesar y la Procuraduría 29
Judicial II de Familia de Valledupar remitieron información a la Secretaría de
la Corte Constitucional, la cual se reseñará en detalle como parte del análisis
del caso y de la valoración de las actuaciones institucionales dirigidas a atender la situación de la comunidad.
II.
CONSIDERACIONES
A. Competencia
1.
Esta Corte es competente para conocer de la
presente acción de tutela, de conformidad con lo establecido en los artículos
86 y 241 numeral 9º de la Constitución, los artículos 31 a 36 del Decreto 2591
de 1991, así como en virtud del Auto del 30 de septiembre de 2019, expedido por
la Sala Novena de Selección de esta Corporación, que decidió someter a revisión
la decisión adoptada por el juez de instancia.
B. Problemas jurídicos
2.
A la Sala Sexta de
Revisión le corresponde examinar, en primer lugar, si en este caso la acción de
tutela es procedente. De ser así, deberá resolver los siguientes problemas
jurídicos, dadas las circunstancias en las que se encuentra la comunidad
Tezhumake y la especial situación de protección constitucional de los miembros
que la componen:
i.
¿La Alcaldía Municipal de Valledupar
desconoció el derecho fundamental de petición de los accionantes al no haber
dado una respuesta -dentro del término previsto en la Ley 1755 de 2015-?
ii.
¿La Alcaldía de Valledupar vulneró
el derecho fundamental al agua potable (en sus componentes de disponibilidad,
calidad y accesibilidad) de los miembros de comunidad indígena Tezhumake?
C. Metodología y estructura de la decisión
3.
Con este propósito,
se desarrollará, en primer lugar, el análisis de procedencia de la acción de
tutela para el caso particular, de acuerdo con los problemas jurídicos
formulados. Posteriormente, en el evento en que se encuentren acreditados los
criterios de procedencia, se analizará: i) la figura de la carencia actual de
objeto por hecho superado en relación con la presunta vulneración del derecho
fundamental de petición; ii) la naturaleza constitucional y legal del derecho
al agua potable para consumo humano, junto con el contenido y exigibilidad
progresiva en zonas rurales que carecen de infraestructura de acueducto; iii) el
contexto histórico y actual en el que se encuentra la comunidad indígena de
Tezhumake y su falta de acceso al agua potable; y iv) las gestiones
institucionales tendientes a atender la situación de la comunidad y las
intervenciones de las entidades vinculadas al proceso.
Finalmente, a partir de los criterios expuestos, se determinará
la presunta afectación derecho al agua potable. Para estos efectos, se
realizará v) el análisis de cumplimiento de los componentes de disponibilidad,
accesibilidad y calidad del derecho al agua potable; y, en el evento en que se
constate su afectación, será necesario vi) acudir a un método de interacción
dialógica entre las partes, como mecanismo de construcción consensuada de los
remedios que respondan a la garantía progresiva del suministro de agua potable.
D. Procedencia de la acción de tutela
4.
La Sala deberá determinar si es procedente la
acción de tutela para amparar el derecho de petición, así como el acceso al
agua potable para consumo humano como derecho fundamental autónomo innominado.
Legitimación en la causa
5.
La Constitución y el Decreto 2591 de 1991,
disponen que la acción de tutela procederá contra cualquier autoridad pública y
podrá ser ejercida por cualquier persona vulnerada o amenazada en sus derechos
fundamentales, quien podrá actuar a título personal o través de representante.
Este requisito busca garantizar que la persona que formule la acción tenga un
interés directo y particular en el asunto[24],
y que sea interpuesta en contra del sujeto efectivamente responsable de la
presunta vulneración o amenaza a los derechos[25].
a. Legitimación activa
La Sala encuentra que los accionantes cuentan con capacidad para formular
acción de tutela en representación de la comunidad indígena Tezhumake, por lo que
se acredita la legitimación en la causa por activa. En efecto, la acción fue
interpuesta por Julián Daza Malo, en su calidad de representante legal de la
Asociación de Cabildos Indígenas del Cesar y la Guajira Dusakawi EPSI, y por
José Luis Chimoquero Gil, Cabildo Gobernador de la etnia Wiwa del Resguardo Kogui
Malayo Arhuaco.
6.
En relación con la representación legal de los
pueblos indígenas, este Tribunal señaló en Sentencia T-172 de 2019[26] que:
“En concordancia con el reconocimiento
de las comunidades indígenas como sujetos colectivos titulares de derechos
fundamentales, la jurisprudencia ha admitido que la legitimación en la causa
para la formulación de la acción de tutela está radicada en: (i) las
autoridades ancestrales o tradicionales de la respectiva comunidad; (ii) los
miembros de la comunidad; (iii) las organizaciones creadas para la defensa
de los derechos de los pueblos indígenas, y (iv) la Defensoría del Pueblo”[27].
7.
De otra parte, esta Corporación ha dicho que,
en aquellos casos en los que se encuentre en disputa el amparo de derechos
fundamentales de menores de edad, se debe partir de lo dispuesto en el inciso
segundo del artículo 44 de la Constitución[28],
el cual otorga un mandato general de protección sobre ellos, y dispone un marco
amplio de legitimación en la causa por activa para solicitar su protección.
8.
A partir de estos criterios se debe analizar
la legitimación en la causa de cada uno de los accionantes.
Por una parte, de acuerdo con lo indicado en el acta
de posesión del 3 de abril de 2017, José Luis Chimoquero Gil está inscrito como
Cabildo Gobernador de la Comunidad Wiwa, la cual hace parte a su vez del
Resguardo Kogui Malayo Arhuaco, de acuerdo con lo dispuesto en la Resolución
084 de 2018 del Ministerio del Interior. En este sentido, la Sala constata que
Chimoquero Gil actúa como representante legal autorizado de la comunidad
Tezhumake del Pueblo Wiwa, en su calidad de autoridad como Cabildo Mayor
registrado.
De igual forma, la Resolución 084 de 2018 del
Ministerio del Interior reconoció a Julián Daza Malo como representante legal
de la Asociación de Cabildos Indígenas del Cesar Dusakawi EPSI, organización
que trabaja por la protección de la salud de los pueblos indígenas, y a la que
están afiliados los 1.462 integrantes de la comunidad Tezhumake. De acuerdo con
el Decreto 330 de 2001[29],
en virtud del cual se reglamenta el funcionamiento de las Entidades Promotoras
de Salud de las comunidades indígenas, estas administrarán el riesgo en salud
de los miembros de las comunidades[30],
y atenderán a las directrices y lineamientos que les impartan los Cabildos, en
el ámbito de sus respectivas competencias[31].
Así, el propósito de la Asociación de Cabildos Indígenas del Cesar y la Guajira
Dusakawi EPSI es, entre otros:
“Administrar y proporcionar servicios
de salud a los pueblos indígenas afiliados en sus territorios ancestrales del
país, garantizando una prestación de servicios acorde con las características
socioculturales de cada pueblo, contribuyendo a fortalecer el saber y los
planes de vida propios, los recursos y autonomía de los pueblos indígenas en
sus territorios”[32].
De acuerdo con lo anterior, se constata, igualmente,
la capacidad legal de Julián Daza Malo para representar a la comunidad
Tezhumake, dada su calidad de apoderado de una organización creada para la
protección de los derechos de los indígenas.
Finalmente, resulta preciso indicar que, debido a que
la acción fue formulada en búsqueda de la protección de derechos fundamentales
de menores de edad, que representan el 55% de la población de la comunidad, el
artículo 44 de la Constitución amplía el margen de legitimación activa, y
flexibiliza así el rigor que el juez debe emplear al estudio de los estándares
dispuestos para demostrar esta capacidad de actuación. Por este motivo, de
acuerdo con los fundamentos expuestos previamente, y con sustento en el mandato
general otorgado para solicitar la protección de los derechos de los menores de
edad, se encuentra cumplido el criterio de legitimación activa.
b. Legitimación pasiva
9.
La Sala encuentra cumplido el criterio de
legitimación en la causa por pasiva de la Alcaldía de Valledupar, pues, de
acuerdo con lo dispuesto en los artículos 366 y 367 de la Constitución, en
armonía con la regulación desarrollada en las Leyes 142 de 1994[33] y 1176 de
2007[34],
los municipios son las autoridades encargadas de garantizar el acceso al agua
potable como servicio público. En igual sentido, en aplicación de los preceptos
de complementariedad[35]
y concurrencia[36]
dispuestos en las mismas leyes, los departamentos también pueden actuar como
responsables de la garantía del acceso a agua potable. Por este motivo,
mediante Auto del 12 de noviembre de 2019, la Magistrada Sustanciadora vinculó
al proceso a la Gobernación del Cesar, al igual que al Ministerio de Vivienda,
Ciudad y Territorio, a la Corporación Autónoma Regional del Cesar (en adelante CORPOCESAR),
a EMDUPAR y a la Secretaría de Salud de Valledupar. Las referidas entidades
tienen legitimación por pasiva en el trámite, en atención a su condición de
autoridades públicas relacionadas con la garantía del derecho al agua, cuya
protección reclaman los accionantes.
Inmediatez
10.
El artículo 86 de la Constitución establece la
acción de tutela como un mecanismo preferente y sumario que busca proteger los
derechos fundamentales de las personas de manera inmediata. Por su parte, el
artículo 1º del Decreto 2591 de 1991 reitera lo anterior y agrega, en el apartado
3, que la acción se rige por los principios de celeridad y eficacia. De igual
forma, la Corte Constitucional ha establecido en su jurisprudencia que lo
dispuesto en dicha norma conlleva el deber correlativo de las personas de
solicitar la protección de sus derechos fundamentales dentro de un plazo
razonable[37].
11.
El criterio de inmediatez está orientado a
proteger la estabilidad y seguridad jurídica de las situaciones e intereses de
terceros. Por este motivo, es necesario que la acción de tutela sea interpuesta
dentro de un plazo razonable y proporcional al momento en el que ocurrió la
acción u omisión que generó la presunta vulneración o riesgo de perjuicio. En
este sentido, la conducta o supuesto fáctico del cual se deriva la afectación puede
ser de ejecución instantánea o permanente y actual[38].
12.
En el presente caso, la Sala encuentra
acreditado el supuesto de inmediatez en relación con la posible vulneración del
derecho fundamental de petición, dado que los accionantes presentaron la acción
de tutela transcurridos veintitrés (23) días hábiles desde la fecha en que presentaron
la solicitud y no recibieron respuesta, de conformidad con los términos
dispuestos para ello en la Ley 1755 de 2015[39].
Por otra parte, es evidente que la protección del derecho al agua
potable de los accionantes es actual. Al respecto, esta Corte señaló que uno de
los criterios para establecer la razonabilidad del plazo en el que se instaura
la acción de tutela es:
“Cuando a
pesar del paso del tiempo es evidente que la vulneración o amenaza de los
derechos fundamentales del accionante permanece, es decir, su situación
desfavorable como consecuencia de la afectación de sus derechos continúa y es
actual. Lo que adquiere sentido si se recuerda que la finalidad de la exigencia
de la inmediatez no es imponer un término de prescripción o caducidad a la
acción de tutela sino asegurarse de que se trate de una amenaza o violación de
derechos fundamentales que requiera, en realidad, una protección inmediata”[40].
En este sentido, los accionantes han manifestado durante el
trámite de revisión que los miembros de la comunidad indígena Tezhumake no
cuentan con condiciones de disponibilidad, calidad y accesibilidad a agua
potable para consumo humano. En informe remitido a esta Sala el pasado 20 de
enero de 2021, indicaron que la situación actual es crítica, pues toman agua de
un hilo de arroyo que en los meses de invierno es turbio y contaminado, y se
seca en épocas de verano. Esto los obliga a caminar por más de tres horas hacia
fuentes de agua empozada y en mal estado. Señalan que esta situación ha
generado graves afectaciones a la salud, principalmente, de los menores de
edad.
Por estos motivos, la Corte encuentra acreditado el criterio de
inmediatez de la acción, respecto de los derechos fundamentales de petición y
al agua potable.
Subsidiariedad
13.
La procedencia de la acción de tutela se
encuentra circunscrita a tres escenarios derivados del carácter subsidiario y
residual de la misma, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 86 de la
Constitución y el artículo 6º del Decreto 2591 de 1991. Así, esta será
procedente cuando (i) la parte interesada no dispone
de otro medio judicial de defensa; (ii) existen otros medios de defensa
judicial, pero son ineficaces para proteger los derechos fundamentales en el
caso particular; o (iii) para evitar la ocurrencia de un perjuicio
irremediable.
De conformidad con lo anterior, este Tribunal señaló que, aun cuando
existen mecanismos dispuestos en el ordenamiento para la satisfacción de los
derechos fundamentales presuntamente vulnerados, la acción de tutela prosperará
cuando se observe que los instrumentos previstos (i) no son lo suficientemente
expeditos para evitar que se configure un perjuicio irremediable, en cuyo caso
la acción procederá bajo amparo transitorio[41];
o (ii) no son lo suficientemente idóneos y eficaces para brindar un amparo
integral, caso en el cual la tutela procederá como mecanismo definitivo de
protección[42].
A efectos de determinar la idoneidad y efectividad de un recurso,
esta Corporación indicó que es necesario, por una parte, que el mismo sea
diseñado para brindar una protección oportuna a los derechos amenazados o
vulnerados, y por otra, que sea materialmente apto para garantizar la
protección de los derechos involucrados[43].
De esta forma, el estudio de idoneidad y efectividad no se puede emplear de
forma abstracta. Por el contrario, es necesario establecer, a partir de las
circunstancias fácticas del caso y de los sujetos involucrados, la adecuación
del recurso para solventar las necesidades particulares objeto de análisis.
14.
A partir de los parámetros señalados, es
necesario analizar si, en el caso particular, la acción de tutela resulta
procedente para proteger los derechos fundamentales de petición y al agua
potable de la comunidad indígena Tezhumake.
15.
Respecto del criterio de subsidiariedad para
la protección del derecho de petición, este Tribunal ha señalado de forma
reiterada que:
“[C]uando
se trata de proteger el derecho de petición, el ordenamiento jurídico
colombiano no tiene previsto un medio de defensa judicial idóneo ni eficaz
diferente de la acción de tutela, de modo que quien resulte afectado por la
vulneración a este derecho fundamental no dispone de ningún mecanismo ordinario
de naturaleza judicial que le permita efectivizar el mismo”[44].
De conformidad con lo anterior, y según se enunció en los
antecedentes del presente asunto, los accionantes alegaron que presentaron
petición ante la Alcaldía de Valledupar el 10 de mayo de 2019. Por medio de
esta solicitaron concertar, diseñar y ejecutar la construcción de un acueducto
veredal para la comunidad. No obstante, al no recibir una respuesta dentro de
los términos otorgados para ello por la Ley 1755 de 2015 formularon acción de
tutela para reivindicar sus derechos fundamentales. Así, resulta acreditado el
criterio de subsidiariedad en relación con la presunta vulneración del derecho
de petición, pues los accionantes no cuentan con otro mecanismo para obtener la
protección de este derecho.
Ahora, en lo atinente a la procedencia de la acción de tutela por
la presunta vulneración al derecho fundamental al agua potable, esta Sala
constata el cumplimiento del criterio de subsidiariedad según se expone a
continuación.
16.
Los accionantes alegan en el escrito de tutela
y documentos complementarios que el derecho fundamental al agua de los miembros
de la comunidad Tezhumake se encuentra vulnerado, pues no tienen acceso a agua
potable para consumo, lo cual ha derivado en múltiples enfermedades de carácter
parasitario, principalmente en los menores de edad que componen el 55% de la
población[45].
Este contexto supone delimitar los parámetros de subsidiariedad
del derecho fundamental al agua potable y su flexibilización, derivada de los
estándares aplicables a los sujetos de especial protección constitucional, de
acuerdo con la jurisprudencia de esta Corporación.
17.
A partir de las consideraciones generales de
procedencia de la acción de tutela expuestas previamente, resulta preciso
indicar que, según lo dispone el numeral 3º del artículo 6º del Decreto 2591 de
1991, la acción de tutela no procederá, en principio, cuando la pretensión se dirija
a proteger derechos colectivos, tales como los dispuestos en el artículo 88 de
la Constitución. Será procedente, únicamente, como mecanismo
subsidiario en situaciones que comprometan derechos o intereses colectivos,
siempre que se trate de impedir la ocurrencia de un perjuicio irremediable, o
que los recursos ordinarios no sean idóneos y eficaces para proteger el derecho
vulnerado[46].
18.
Los criterios previos suponen que, en tanto la
Ley 472 de 1998[47]
dispone que serán intereses o derechos colectivos, entre otros, el acceso a
infraestructura de servicios que garantice la salubridad pública, y el acceso a
los servicios públicos y a que su prestación sea eficiente y oportuna, el
mecanismo judicial principal para su protección será la acción popular[48]. No
obstante, la acción de tutela puede ser un mecanismo subsidiario de protección
aun cuando se identifique la presunta vulneración de un derecho colectivo (en
este caso por acceso al agua potable como servicio público), en aquellos casos
en los que se encuentre vulnerado el derecho fundamental al agua, y este no
pueda ser protegido de forma idónea y eficaz mediante la acción popular.
Según la jurisprudencia de esta Corte, se deben tener
en cuenta distintas pautas para determinar si, a pesar de que un caso
específico plantee hechos que tienen relación con derechos colectivos, puede en
todo caso ser procedente la tutela. En Sentencia
T-297 de 2018[49] la Corte señaló que se debe tener en cuenta:
a. La trascendencia que
tiene el derecho colectivo en el ámbito de los derechos fundamentales;
b. La relación entre la
vulneración del derecho colectivo y la amenaza del derecho fundamental, de
suerte que “el daño o la amenaza del derecho fundamental debe ser
consecuencia inmediata y directa de la perturbación del derecho colectivo”;
c. La prueba en el
expediente del presunto desconocimiento del derecho fundamental;
d. La determinación del
peticionario como la persona directa o realmente afectada en su derecho
fundamental; y
e. Que el amparo y, por
consiguiente, la orden judicial dentro del proceso de tutela busque el
restablecimiento del derecho fundamental afectado, y no del derecho colectivo
en sí mismo.
De conformidad con este último
parámetro, se deberán adoptar remedios que respondan a la satisfacción directa
del derecho fundamental, aun cuando los mismos puedan proteger, igualmente, el
derecho colectivo.
19.
A partir de las reglas previas, es necesario
distinguir si en el presente asunto los accionantes buscan la protección del
derecho fundamental al agua potable, en cuyo caso resultará procedente la
acción, o si, por el contrario, se aduce la protección del derecho colectivo
únicamente.
En
efecto, el acceso a agua potable guarda una doble connotación en virtud de la
cual se diferencia su sentido colectivo del derecho fundamental: (i) el agua
como derecho colectivo, relacionado con el acceso al servicio público de
acueducto y el cuidado de fuentes hídricas[50];
y (ii) el acceso a agua potable para consumo humano, en su faceta subjetiva[51].
20.
Únicamente en aquellos casos en donde se
observe una afectación de la faceta individual del derecho al agua procederá la
acción de tutela. Así, el amparo será procedente cuando se demuestre que: (i) está
en riesgo el mínimo de condiciones de vida digna y el acceso a una cantidad de
agua suficiente para la supervivencia; y (ii) que a través del ejercicio de la
acción popular no es posible el restablecimiento del derecho fundamental que ha
resultado lesionado o amenazado, por lo que es desproporcionado exigir que se
acuda a ella para poner fin a la violación o la amenaza[52].
De acuerdo con lo anterior, la faceta individual del derecho
fundamental al agua está compuesta por la garantía de acceso a unas condiciones
mínimas de agua potable para consumo humano.
21.
Por otra parte, la jurisprudencia de la Corte
Constitucional ha desarrollado la categoría de sujetos de especial protección
constitucional. Esta implica, entre otras cosas, que cuando personas
comprendidas dentro de la misma busquen el amparo de tutela, el juez
constitucional tenga en cuenta sus condiciones particulares, en procura de la
protección reforzada de sus derechos fundamentales. Por lo cual, al realizar el
estudio de procedencia de la acción de tutela, y en particular de
subsidiariedad, se flexibilizan los parámetros dispuestos, con el propósito de
garantizar el acceso a la justicia y la materialización de los derechos
fundamentales de estos sujetos[53].
22.
En el presente caso, los accionantes aducen
que los miembros de la comunidad indígena Tezhumake, compuesta en un 55% por
menores de edad, no tienen acceso a agua potable, lo que les causa múltiples
afecciones de salud a los miembros de la comunidad.
De lo anterior es posible inferir la concurrencia de dos criterios
que suponen la flexibilización de los parámetros de procedencia de la acción de
tutela. En concreto, los sujetos respecto de los cuales se solicita el amparo
componen una comunidad indígena, de la cual, su mayoría se encuentra conformada
por menores de edad. Estas dos cualidades generan sobre las personas una
especial protección, de acuerdo con la jurisprudencia de esta Corporación[54]. De esta
forma, el análisis de subsidiariedad será igualmente riguroso, pero menos
restrictivo.
En el escrito de tutela y en los documentos complementarios
enviados recientemente por los accionantes, estos solicitan que se provea agua
potable a los miembros de la comunidad indígena de forma urgente y se garantice
su suficiencia y accesibilidad, pues, en la actualidad, enfrentan grandes retos
para acceder a aquélla. Como bien se ha reiterado en el estudio de procedencia
de la acción, estas personas deben abastecerse de fuentes hídricas contaminadas
y caminar hasta 3 horas en búsqueda de pozos, y en todo caso, en los meses de verano
no tienen acceso suficiente al agua. Tales dificultades traen como consecuencias
problemas de nutrición, con especial afectación en los menores de edad, y
graves secuelas en la salud de toda la comunidad.
De acuerdo con el informe allegado por la Asociación de Cabildos
Indígenas del Cesar y la Guajira -Dusakawi EPSI-, entre las primeras causas de
morbilidad de los miembros de la comunidad se encuentran las enfermedades de
origen infeccioso y parasitario derivadas del consumo de agua no tratada, náuseas
y vómito, infección de vías urinarias y de origen respiratorio, y aborto.
A partir de las consideraciones previas, concluye la
Sala que generaría una carga desproporcionada exigir a los accionantes acudir a
la acción popular, pues no es idónea para proteger la faceta subjetiva del
derecho al agua potable (acceso a condiciones mínimas de agua para consumo
humano) de forma inmediata, por lo que la tutela resulta procedente.
23.
En síntesis, la acción de tutela es procedente
en el presente caso para proteger los derechos fundamentales que los
demandantes consideran vulnerados. En este orden de ideas, corresponde a la
Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional analizar si la Alcaldía de
Valledupar vulneró el derecho de petición de los accionantes y el ámbito de
protección de la faceta individual del derecho fundamental al agua potable de
los miembros de la comunidad Tezhumake.
E. Análisis de fondo sobre los derechos
fundamentales presuntamente vulnerados
Derecho de petición – carencia actual de
objeto por hecho superado
24.
El artículo 23 de la Constitución prevé la
posibilidad de “presentar peticiones respetuosas a las autoridades por
motivos de interés general o particular y a obtener pronta resolución”. En
desarrollo de esto, la Corte Constitucional definió su contenido como la
facultad de toda persona para presentar solicitudes, de forma verbal o escrita,
ante las autoridades públicas, y de ser el caso, hacer exigible una respuesta
congruente[55].
Esta facultad representa una garantía democrática del Estado en la
medida que permite generar espacios de diálogo entre autoridades públicas y
particulares, les otorga a estos la posibilidad de solicitar información
directamente ante las instituciones estatales, e impone el deber ineludible de
que estas respondan.
25.
Este derecho fue reglamentado mediante la Ley
1755 de 2015[56],
en la que se consignaron, entre otros, los términos en los que se debe plantear
la petición, y los criterios para que esta se entienda resuelta.
A partir de lo dispuesto en dicha ley, este Tribunal estableció,
mediante Sentencia C-007 de 2017[57],
el contenido de los tres elementos que conforman el núcleo esencial de este
derecho:
i.
La pronta resolución. En virtud de la cual las autoridades tienen el deber de otorgar
una respuesta en el menor plazo posible, sin que se exceda del máximo legal establecido,
esto es, por regla general, 15 días hábiles;
ii.
La respuesta de fondo. Hace referencia al deber de las autoridades de resolver la
petición de forma clara[58],
precisa[59],
congruente[60]
y consecuencial[61];
y
iii.
La notificación de la decisión. Esta atiende al deber de poner al peticionario en conocimiento de
la decisión adoptada, pues de lo contrario se desvirtuaría la naturaleza
exigible del derecho.
26.
En este sentido, se presenta la vulneración de este derecho fundamental cuando se
evidencie que no se ha otorgado respuesta dentro del término que para cada tipo
de petición establece la ley, o en aquellos casos en los que, no obstante
haberse emitido la respuesta, la misma no puede ser calificada como idónea o
adecuada de acuerdo con la solicitud; sin que esto último signifique que la
respuesta implique acceder, necesariamente, a lo requerido[62].
En el caso objeto de análisis, los accionantes presentaron una
solicitud ante la Alcaldía de Valledupar el 10 de mayo de 2019, y,
transcurridos veintitrés (23) días hábiles sin recibir un pronunciamiento que
resolviera lo solicitado, formularon acción de tutela con la pretensión de que
se amparara su derecho fundamental de petición.
Lo anterior le permitiría concluir a esta Sala que se presentó la
vulneración efectiva al derecho de petición del que son titulares los
accionantes, pues no se les dio una respuesta dentro del término de quince (15)
días hábiles dispuestos en la Ley 1755 de 2015, lo que supone la transgresión
del elemento de pronta resolución desarrollado previamente.
27.
A pesar de lo anterior, la Alcaldía dio
respuesta a la solicitud el 8 de julio de 2019, es decir, con posterioridad al
inicio del trámite de tutela. Si bien el juez de instancia, mediante fallo del
24 de enero de 2020, encontró vulnerado el derecho de petición al considerar
que la entidad no resolvió de fondo y de forma clara las solicitudes planteadas,
esta Corporación procederá a analizar si se dio cumplimiento al elemento de respuesta
de fondo referido previamente.
28.
Aun cuando la respuesta fue remitida por fuera
de los términos dispuestos en la ley, el documento contestó a la solicitud
presentada por los accionantes. En la petición, estos requirieron “[c]oncertar,
diseñar y ejecutar de manera urgente la construcción del acueducto rural para
la comunidad Wiwa, del asentamiento indígena Tezhumake, ubicado en la zona
rural del municipio de Valledupar, Departamento del Cesar, Sierra Nevada de
Santa Marta”[63].
El oficio de respuesta consta de dos partes. La primera de ellas es
la exposición que hace la Alcaldía, de acuerdo con la información remitida por
la Secretaría de Salud, sobre los talleres que adelantó entre los años 2017 y
2018 en materia de salud, seguridad alimentaria, salud ambiental, y sexualidad.
Seguidamente, la segunda parte se refirió a la solicitud de construcción de un
acueducto e indicó que la Secretaría de Obras Públicas Municipal adelantó
estudios geoeléctricos y actualmente se encuentra en etapa de formulación del
proyecto para fase de exploración en búsqueda de agua subterránea, y “una
vez cuente con el proyecto se radicará en el banco de proyectos para su
viabilización y priorización”[64].
29.
Sin perjuicio del incumplimiento de la
Alcaldía del componente de pronta resolución, esta Corporación encuentra
que el oficio resuelve la petición de forma clara, precisa y congruente, pues
responde directamente a la solicitud de los accionantes. Además, es
comprensible y conforme con lo solicitado. Esto supone el cumplimiento del
componente de respuesta de fondo. Igualmente, se constató la notificación
de la decisión, pues el oficio fue remitido al domicilio de la Asociación
de Cabildos Indígenas del Cesar y la Guajira -Dusakawi EPSI-[65].
En consecuencia, la Alcaldía de Valledupar vulneró el derecho de
petición de los accionantes al no responderles en los términos legales
previstos. No obstante, una vez interpuesta la acción de tutela la entidad
accionada subsanó su incumplimiento.
30.
En este sentido, la Corte Constitucional ha
señalado que el juez de tutela carecerá de competencia sobre la materia cuando
no exista un objeto jurídico sobre el cual pronunciarse. Esto es, en el caso en
que se presente la carencia actual de objeto. De acuerdo con la jurisprudencia
de esta Corte, se evidenciará la misma por tres circunstancias i) hecho
sobreviniente[66];
ii) daño consumado[67]
o iii) hecho superado. Este último se refiere a aquellos casos en donde
las pretensiones de los accionantes pierden vigencia, por cuanto se dio
cumplimiento a lo requerido de parte del sujeto accionado[68].
La carencia actual de objeto por hecho superado se configura cuando,
entre la interposición de la acción y el fallo, se satisface por completo la
pretensión objeto de amparo. Es decir que “por
razones ajenas a la intervención del juez constitucional, desaparece la causa
que originó la vulneración o amenaza de los derechos fundamentales del
peticionario”[69].
En consideración a lo anterior, en el asunto analizado se presenta
la carencia actual de objeto por hecho superado en lo que se refiere a la pretensión
de vulneración del derecho fundamental de petición, puesto que la Alcaldía de
Valledupar dio respuesta integral a la petición presentada, de forma que se
satisfizo el derecho en su faceta subjetiva, aun cuando la respuesta no accedió
a lo solicitado por los accionantes.
31.
Una vez analizada e identificada la
vulneración del derecho de petición y su superación, se procederá a estudiar la
posible transgresión del derecho fundamental al agua potable.
Derecho fundamental al agua potable para
consumo humano
32.
El estudio de este derecho requiere determinar:
a) la naturaleza del derecho; b) el régimen legal del mismo; y c) su particular
reglamentación cuando se trata de zonas rurales carentes de infraestructura de
servicios públicos.
a. Naturaleza constitucional y desarrollo
jurisprudencial sobre el derecho fundamental al agua potable
33.
Ante la inexistencia de una fuente
constitucional expresa que reconozca el derecho al agua como fundamental, su concreción
en el ordenamiento jurídico se realizó mediante la jurisprudencia de la Corte
Constitucional.
El derecho al agua ha sido considerado fundamental,
primordialmente, por dos vías: de una parte, a partir del bloque de
constitucionalidad construido en virtud de lo dispuesto en el artículo 93 de la
Constitución, y conforme a la interpretación que el Comité del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en adelante el
“Comité DESC”)[70]
realizó de los artículos 11 y 12 del Pacto[71]
en la Observación General 15 de 2002 (relativos a los
derechos “a un nivel de vida adecuado” y al “disfrute del más alto
nivel posible de salud física y mental”)[72]. Por otra parte, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 94 de
la Constitución, según el cual, la carta de derechos dispuesta en el texto
constitucional es enunciativa y dinámica, de forma que, al ser el agua potable
para consumo humano una condición inherente a la vida, aun cuando no figure
expresamente en la Constitución, podrá ser integrada a la misma[73].
34.
Con fundamento en lo anterior, la
jurisprudencia de esta Corporación ha decantado una línea clara y constante en
cuanto a la protección del derecho al agua potable, inicialmente, por conexidad
con otros derechos fundamentales, y, actualmente, por su condición autónoma de
derecho fundamental innominado.
35.
En un comienzo, la Corte sustentó sus
decisiones[74]
de amparo al derecho al agua en tanto que su uso contribuye, inexorablemente, a
la salud, la salubridad pública y, en últimas, a la vida. Así, acogió un
criterio de conexidad, a partir del cual el acceso a los servicios públicos de
acueducto y alcantarillado era susceptible de ser exigido por vía de tutela si
se evidenciaba que la falta de la prestación podía conllevar a la vulneración
de derechos fundamentales, como la vida y la dignidad humana[75].
36.
Posteriormente, la Corte reemplazó la tesis de
conexidad y le otorgó un carácter autónomo al derecho al agua potable. Este se sustenta
en dos premisas interrelacionadas. La primera, consiste en el reconocimiento de
la doble faceta de todos los derechos fundamentales, una de ellas compuesta por
el criterio de igualdad y no discriminación que establece obligaciones
negativas al Estado, y la otra, la faceta prestacional que dispone obligaciones
positivas encaminadas a la materialización del derecho[76]. La
segunda, radica en la necesidad de garantizar el acceso agua potable para la
subsistencia mínima y vida digna de las personas[77].
37.
Ahora, en cuanto al marco de protección de
este derecho fundamental y sus parámetros de garantía, la Corte Constitucional
ha acudido a la Observación General 15 del Comité DESC[78] que
dispone el fundamento jurídico de este derecho y su contenido. Este Tribunal
derivó de dicha Observación que la efectiva realización del derecho al agua
potable comprende garantizar las siguientes condiciones mínimas[79]: (i) disponibilidad: el suministro de agua para cada
persona debe ser continuo y suficiente para cubrir
las necesidades básicas de uso personal y doméstico[80]; (ii) calidad:
el agua debe ser salubre para su consumo personal y doméstico[81]; y (iii) accesibilidad:
los servicios de abastecimiento de agua deben ser físicamente accesibles
y económicamente asequibles para estar al alcance de todos los sectores
de la población, sin discriminación alguna[82].
Sin perjuicio de lo anterior, el Comité DESC reconoció que la
aplicación de los estándares dispuestos en la Observación será progresiva y
sujeta a los “obstáculos que representan los limitados recursos disponibles”[83].
38.
Más específicamente, el Relator Especial sobre
los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, en su informe sobre la
realización progresiva de la efectividad de este derecho[84], señaló
que su materialización no puede llevarse a cabo en un plazo breve y suele
depender de los recursos al alcance y de su uso. En este sentido, mencionó que
“la escasez de recursos disponibles puede constituir una limitación para el
logro progresivo de la efectividad de los derechos, en particular para los
Estados en desarrollo”[85].
39.
No obstante, como todo derecho humano, el
derecho al agua potable y al saneamiento tiene características mínimas
inviolables, las cuales componen su núcleo esencial, que debe ser garantizado a
toda persona en cualquier circunstancia[86].
Supone “un mínimo por debajo del cual no deben quedar las prestaciones de
ningún Estado, ni siquiera en condiciones desfavorables ni en presencia de
intereses imperiosos”[87].
Reiteró, en este sentido, el deber de los Estados de garantizar en todo momento
la disponibilidad, calidad y accesibilidad.
40.
Al estudiar las características y delimitación
de estos tres componentes, el Relator Especial señaló que no se procura sugerir
cuáles son las obligaciones básicas que se derivan de los mismos, sino que, se
están aportando elementos conceptuales y empíricos que orienten a los Estados
hacia su cumplimiento. De esta manera, el informe aportó un elemento crucial al
análisis del núcleo esencial del derecho al agua potable, pues desarrolló el
alcance del componente de disponibilidad. No se trata de categorías unívocas,
pues existe un amplio debate sobre el establecimiento de la cantidad suficiente
de agua que compone el mínimo exigible de forma inmediata. Al respecto, el
Relator Especial aclaró que el derecho internacional de los derechos humanos no
ofrece una solución taxativa al asunto[88],
inclusive, manifestó que:
“El nivel
mínimo que necesita cada individuo difiere según el contexto y no puede
aplicarse universalmente. De ello se desprende que las obligaciones básicas
mínimas deben establecerse teniendo en cuenta ese contexto. Los derechos
humanos requieren una transición hacia un enfoque cualitativo y hacia el
planteamiento de preguntas centradas en las personas y el entorno social y
económico en el que viven y trabajan”[89].
De igual forma, señaló, por ejemplo, que 25 litros de agua potable
al día por persona pueden ser suficientes para consumo humano, pero que puede
resultar riesgoso para la salud si no existe una fuente hídrica para la higiene[90]. Lo
anterior supone que el análisis de determinación del componente de
disponibilidad puede variar caso a caso, a partir de elementos como la cantidad
de agua potable a la que tienen acceso las personas o, en caso de que no la tengan,
si existe una fuente hídrica que pueda suplir el saneamiento básico aun cuando
la misma no sea tratada.
41.
En síntesis, el ordenamiento jurídico
colombiano prevé el amparo del derecho fundamental al agua potable para consumo
humano. Su protección debe partir del carácter progresivo de su garantía, sin
que por ello se desconozca el núcleo esencial exigible de forma inmediata, y sus
componentes de disponibilidad, calidad y accesibilidad, desarrollados de
acuerdo con el contenido normativo de la Observación General 15 de 2002 del
Comité DESC. El elemento de disponibilidad, que determina la cantidad de agua
potable a la que debe tener acceso toda persona en cualquier circunstancia se
debe analizar caso a caso, bajo el marco contextual de ubicación permanente de
la persona y sus circunstancias del consumo.
42.
A partir de estas consideraciones, la Sala
reseñará el desarrollo constitucional y legal, a partir del cual es posible
determinar las entidades estatales responsables de garantizar el acceso al agua
potable, las particularidades de las obligaciones a cargo de estas
instituciones públicas, y la exigibilidad progresiva de tal garantía, en
particular, en áreas rurales carentes de infraestructura de servicios públicos.
b. Régimen legal y constitucional en torno a
la garantía del derecho al agua potable
43.
En primera medida se debe resaltar que, de
acuerdo con lo dispuesto en la Constitución, “[l]os servicios públicos son
inherentes a la finalidad social del Estado. Es deber del Estado asegurar su
prestación eficiente a todos los habitantes del territorio nacional”[91]. Este
artículo comprende una afirmación axiológica y, a su vez, una obligación que cobra
especial importancia en vista de la naturaleza social del Estado colombiano
dispuesta en el artículo primero de la Constitución[92]. Se
entiende así que la garantía de acceso a los servicios públicos es inherente a
la existencia misma del Estado.
44.
En igual sentido, el artículo 366 de la Carta
dispone que será objetivo fundamental de la actividad estatal solventar las
necesidades insatisfechas de salud, educación, saneamiento ambiental y agua
potable[93].
De tal forma, en los planes y presupuestos a nivel nacional y territorial, el
gasto público social deberá tener prioridad sobre cualquier otra asignación.
45.
Por su parte, el artículo 367 atribuye a los
municipios la responsabilidad directa de prestación de los servicios públicos y
reconoce, en todo caso, la obligación de concurrencia y apoyo de los
departamentos.
46.
Finalmente, la Constitución le otorga la
dirección general de la economía al Estado. Esto implica que deberá intervenir,
por mandato de la ley, en los servicios públicos para conseguir el mejoramiento
de la calidad de vida de los habitantes, bajo un marco de sostenibilidad
fiscal. Este último debe actuar como instrumento para alcanzar, de forma
progresiva, los fines del Estado Social de Derecho. En ningún caso, la
sostenibilidad fiscal podrá afectar el núcleo esencial de los derechos
fundamentales[94].
De lo anterior se infiere, por una parte, que todos los ciudadanos
del territorio nacional tienen derecho a acceder de forma eficiente y efectiva
a los servicios públicos, y que estos deben procurar satisfacer las necesidades
de salud y agua potable. Por otra, que las entidades territoriales del nivel
local tienen la obligación directa de garantizar dicho derecho, de forma
progresiva, y bajo un marco de sostenibilidad fiscal, sin perjuicio de la
concurrencia de los departamentos en materia de apoyo y coordinación para la
materialización.
47.
Este acercamiento al panorama constitucional
de garantía del derecho al agua como servicio público permite observar obligaciones
generales de carácter progresivo y sus responsables. La Ley 142 de 1994[95], por medio
de la cual se estableció el régimen de servicios públicos domiciliarios, reguló
en mayor detalle la distribución de obligaciones tendientes a garantizar la
prestación de dichos servicios. Por este motivo, pasa la Sala a referirse al
régimen legal aplicable.
La Ley 142 de 1994 señala que el Estado intervendrá en la
prestación de servicios públicos con el propósito de atender, de forma
prioritaria, las necesidades básicas insatisfechas de agua potable y
saneamiento[96].
Para esto, reitera la competencia de los municipios para asegurar que se
garantice el acceso a estos servicios, de forma directa o indirecta, por
empresas de carácter oficial, privado o mixto[97].
Asimismo, las entidades territoriales del nivel local deberán “[a]poyar con
inversiones y demás instrumentos descritos en esta Ley a las empresas de
servicios públicos promovidas por los departamentos y la Nación para realizar
las actividades de su competencia”[98].
48.
En cuanto a la obligación concurrente de apoyo
y coordinación de los departamentos, la Ley 142 de 1994 dispone que estas
entidades territoriales prestarán apoyo financiero, técnico y administrativo a
las empresas de servicios públicos que operen en el departamento, así como a los
municipios que hayan asumido la prestación directa de los mismos[99].
49.
Por último, la ley estableció obligaciones a
cargo de la Nación con el propósito de garantizar el acceso de la ciudadanía a
los servicios públicos. Al igual que los departamentos, cuenta con un deber
concurrente de apoyo financiero, técnico y administrativo a las empresas de
servicios públicos y a los municipios que presten los mismos de forma directa[100]. Sin
embargo, agregó que la Nación será competente para “[p]restar directamente
cuando los departamentos y municipios no tengan la capacidad suficiente, los
servicios de que trata la presente Ley”[101].
50.
Es posible observar que existe una estructura
de responsabilidades en virtud de la cual los municipios cuentan con la
obligación directa de garantizar la prestación de los servicios públicos, y los
departamentos y la Nación deben concurrir de forma complementaria con su apoyo.
Este mecanismo concurrente de responsabilidad se efectúa mediante el Sistema
General de Participaciones, dispuesto en los artículos 356 y 357 de la
Constitución, y su reglamentación legislativa.
Este sistema crea un fondo cuyo capital proviene de rentas
nacionales que tiene como propósito crear fuentes de financiamiento exógenas
para las entidades territoriales[102].
Así, los departamentos y municipios reciben un apoyo financiero de la Nación
para el cumplimiento de sus competencias. No obstante, de acuerdo con lo
dispuesto en el artículo 356 de la Constitución, y 3º de la Ley 715 de 2001[103], los
recursos del Sistema General de Participaciones serán destinados, con
prioridad, para el sector de la salud, educación y para agua potable y
saneamiento básico, de forma que se garantice la prestación y la ampliación de
coberturas con énfasis en la población con mayores índices de pobreza.
c. Régimen particular aplicable a zonas
rurales carentes de infraestructura de servicios públicos
51.
En el caso particular de zonas rurales
carentes de infraestructura de servicios públicos, la Ley 1955 de 2019[104], por
medio de la cual se adoptó el Plan Nacional de Desarrollo para los años de 2018
a 2022, dispuso que:
“Los
municipios y distritos deben asegurar la atención de las necesidades básicas de
agua para consumo humano y doméstico y de saneamiento básico de los
asentamientos humanos de áreas urbanas de difícil gestión, y en zonas rurales,
implementando soluciones alternativas colectivas o individuales, o mediante la
prestación del servicio público domiciliario de acueducto, alcantarillado o
aseo, de acuerdo con los esquemas diferenciales definidos por el Gobierno
nacional y la reglamentación vigente en la materia. (…)”[105].
52.
Por su parte, el Decreto 1898 de 2016[106]
estableció la obligación en cabeza de los municipios y distritos de asegurar
que los centros poblados rurales y zonas rurales cuenten con la infraestructura
de servicios públicos de acueducto y alcantarillado y el aprovisionamiento de
agua potable y saneamiento básico[107].
En el evento en el que el municipio identifique razones técnicas, operativas o
socioeconómicas que impidan la prestación efectiva del servicio público
mediante un sistema de acueducto y alcantarillado, se podrán adoptar soluciones
alternativas[108].
En todo caso, estas últimas deben adecuarse a los siguientes parámetros:
“1. El
acceso al agua para consumo humano y doméstico podrá efectuarse mediante un
abasto de agua o un punto de suministro, o directamente desde la fuente, acorde
con la normatividad aplicable a la materia y con las necesidades de la comunidad.
2. El
almacenamiento del agua para consumo humano y doméstico podrá realizarse en
tanques o dispositivos móviles de almacenamiento.
3. El
tratamiento del agua para consumo humano y doméstico, se realizará mediante
técnicas o dispositivos de tratamiento de agua. Esto no será requerido para los
inmuebles aprovisionados mediante puntos de suministro que entreguen agua apta
para consumo humano”[109].
53.
En resumen, el deber de garantía del derecho
al agua potable radica, de forma directa, en los municipios, quienes podrán cumplir
su obligación mediante empresas de servicios públicos. No obstante, los
departamentos y la Nación deben concurrir de forma indirecta en el apoyo
financiero, técnico y administrativo necesario para cumplir con las
competencias correspondientes a la prestación de servicios públicos, y en
particular, de la infraestructura necesaria para su desarrollo. Este respaldo
se efectúa, principalmente, mediante el Sistema General de Participaciones.
Finalmente, en zonas rurales carentes de infraestructura de
acueducto y alcantarillado, el municipio podrá acudir, de ser necesario, a
sistemas alternativos, los cuales se deben adecuar a los parámetros dispuestos
en la reglamentación respectiva.
54.
Una vez expuestos los criterios
constitucionales y legales que determinan el contenido del derecho al agua
potable, es necesario identificar cuál es el contexto general de la comunidad
indígena Tezhumake, su especial relación con el territorio y el agua, y las
circunstancias históricas que han llevado a la situación que actualmente
padecen en materia de acceso a agua potable y salud.
Contexto de la comunidad Tezhumake del
Pueblo Wiwa
55.
La comunidad Tezhumake forma parte del Pueblo
Indígena Wiwa que se encuentra ubicado en la Sierra Nevada. Este pueblo se
encuentra compuesto por 15.000 personas, y habita principalmente en los
departamentos del Cesar, La Guajira y el Magdalena[110]. Cuentan
con una arraigada identidad cultural derivada de sus saberes ancestrales y
rigen su actuar por la Ley de Origen[111].
Esta identidad cultural guarda una relación íntima con el territorio,
el cual es visto como un espacio sagrado que trasciende lo físico. Según el
informe de caracterización del Ministerio de Cultura:
“El
territorio es considerado como la madre, la cual contiene todos los elementos
espirituales, los cuales posibilitan la vida de todos los seres. Igualmente, el
territorio está organizado y clasificado según la visión de los padres Serankua
y Ruabiku. Gracias a ellos cada espacio y cada elemento que se encuentra en el
territorio tienen una función, un significado y se define como masculino
(Karrua) o femenino (Kamena)”[112].
De igual forma, los Wiwa tienen un vínculo especial con el
territorio que se explica desde sus prácticas agropecuarias y su entendimiento
y nexo con el agua. La alimentación del pueblo se basa en el maíz, la yuca, el
plátano, la arracacha, el guineo y otros. Estos productos se complementan con
carnes, pescado y algunas hortalizas que cultivan directamente los indígenas[113].
56.
Por su parte, la cosmovisión Wiwa cuenta que
en un principio tuvieron vida en el agua. Antes de que se creara el mundo,
todos eran burbujas de agua. “Cuando llegó la oscuridad se creó el
pensamiento y gracias a los padres Sealukukui y Serankua, quienes fueron los
creadores, convirtieron a los Wiwas en personas y lo más importante, dejaron el
pensamiento y la responsabilidad a los Wiwas de ser guardianes del territorio”[114]. Esta
relación de dependencia y conexión espiritual entre los indígenas Wiwa, el
territorio y el agua existe desde el nacimiento y hasta el fallecimiento de sus
integrantes, y ha sido trasmitida generacionalmente mediante la tradición oral
de los Mamos y las Sagas.
57.
Estas prácticas ancestrales se vieron
afectadas, inicialmente por la colonización y, posteriormente, por las
dinámicas del conflicto armado. Los impactos de la colonización no indígena en
la Sierra Nevada generaron nuevas formas de interacción, afectación de la
seguridad alimentaria y prácticas que alteraron el conocimiento y las
tradiciones[115].
Este pueblo étnico ha padecido directamente el conflicto armado y
ha sido afectado por diferentes actores desde la década de los 80. Si bien los
Wiwa tienen tendencia a la migración, estos procesos se incrementaron desde el
año 2002 a raíz de los desplazamientos forzados, ya que las dinámicas del
conflicto se intensificaron en la zona[116].
58.
Según lo expuso la Corte Constitucional en el
proceso de seguimiento al Estado de Cosas Inconstitucional por desplazamiento
forzado declarado mediante Sentencia T-025 de 2004[117], el
pueblo Wiwa ha sido una de las etnias que en mayor medida ha padecido el
conflicto armado colombiano en las últimas décadas. El territorio en el que se
encuentra asentado este pueblo formó parte del escenario de combate en el que
tomaron parte grupos armados al margen de la ley y las Fuerzas Armadas. Esto
llevó a que varias comunidades indígenas fueran víctimas del desplazamiento[118].
Asimismo, señaló la Corte que:
“Las
estrategias bélicas y de control de los grupos armados ilegales, y también de
la Fuerza Pública, conllevan restricciones en el paso de alimentos, personas,
medicamentos e insumos básicos. Estas restricciones, sumadas al frecuente robo
de alimentos, cultivos y ganados por los grupos armados, han generado una seria
crisis alimentaria. En efecto, el recrudecimiento del conflicto armado ha
generado un serio desabastecimiento alimentario por la destrucción de cultivos,
el hurto de ganado y animales, la destrucción y saqueo de tiendas, las
restricciones a la movilidad de alimentos y personas, el miedo de los vehículos
a subir a la zona ante la posibilidad de ser objeto de ataques, y la
interrupción de las labores agrícolas por causa del desplazamiento forzado.
Inicialmente la crisis alimentaria surgió de las restricciones y bloqueos
alimenticios impuestos por los grupos paramilitares, que además prohibieron a
los Wiwa comercializar sus cosechas; luego se acentuó por la destrucción y
hurto de cultivos y animales por todos los grupos armados, y por las
restricciones alimentarias impuestas por el Ejército, que frecuentemente acusa
a los wiwas de alimentar a la guerrilla e impone topes a los alimentos que se
pueden transportar por familias, por ejemplo, no permite que se transporten más
de 4 kg de arroz por familia para la semana. La situación alimentaria incide
especialmente sobre los menores de edad, exacerbando las tasas de
morbi-mortalidad por desnutrición y enfermedades prevenibles de la infancia”[119].
59.
La gravedad de la
situación llevó a que, en el 2005, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos otorgara medidas cautelares a favor de los miembros del pueblo indígena
Wiwa de la Sierra Nevada de Santa Marta. La Comisión ordenó al Estado
colombiano que: i) adoptara las medidas necesarias para proteger la vida e
integridad personal de los miembros de este pueblo, de forma que se respete su
identidad cultural y se proteja la especial relación que guardan con el
territorio; ii) se brindara atención humanitaria a las víctimas del
desplazamiento y de la crisis alimentaria, en particular a los niños, niñas y
adolescentes del pueblo; iii) se concertaran medidas de protección colectiva
que incluyeran la presencia de defensores comunitarios; y iv) adoptara las
medidas necesarias para poner término a los hechos de violencia y las amenazas
proferidas en contra de la comunidad beneficiaria[120].
60.
Posteriormente, mediante Auto 004 de 2009[121], la Corte
Constitucional declaró el riesgo de exterminio físico y cultural de este pueblo
indígena como consecuencia del conflicto armado y el desplazamiento forzado, y
ordenó a diversas autoridades gubernamentales formular e iniciar la
implementación de un plan de salvaguarda étnica del pueblo Wiwa[122].
61.
Por otra parte, los desplazamientos de los que
han sido víctimas las comunidades de este pueblo, el cambio climático y los
proyectos de explotación de recursos naturales en los territorios han generado
dificultades para acceder al agua potable. Según informaron las autoridades
indígenas mediante comunicado público del 30 de marzo de 2020, las fuertes
sequías, la minería ilegal y los incendios forestales, han afectado a las
familias de las comunidades, puesto que, la quema de cultivos, de flora y
fauna, los fuertes vientos que esparcen las cenizas y la contaminación causada
por la explotación de recursos naturales, principalmente de forma ilegal, han
limitado el acceso a agua potable. Por este motivo, se declararon en estado de
emergencia[123].
62.
Ahora bien, expuesto el contexto general del
Pueblo Wiwa, es necesario referirse a la situación particular de la comunidad
indígena Tezhumake. Esta es una de las comunidades de este pueblo que habitan
en la Sierra Nevada de Santa Marta, en el departamento del Cesar.
Concretamente, en la cuenca del río Badillo, corregimiento de Patillal del
municipio de Valledupar. Se encuentra a una hora de Valledupar en la vía que
conduce de Patillal a Atanquez, ubicado en una llanura a 700 metros sobre el
nivel del mar[124].
63.
Esta comunidad ha sido gravemente azotada por
el conflicto colombiano. En el año 2018, la Organización Wiwa Yugumaiun
Bunkuanarua Tayrona (OWYBT) denunció que se presentó el ametrallamiento y
hostigamiento en su territorio que “llenó de sosobra (sic), temor,
amedrantamiento (sic) y pánico, al punto de que las 75 familias que
viven allí se desplazaran”[125].
64.
En el plan de salvaguarda étnica del Pueblo
Wiwa se indicó que en el territorio de la comunidad Tezhumake “las
corrientes de aguas permanentes son escasas y limitada al uso comunitario de
una afluente que nace en Boca infierno, cuenta con un clima de bosque seco
tropical”[126].
En igual sentido, el Concejo Municipal de Valledupar señaló que, los
corregimientos del municipio, como aquel en el que se ubica la comunidad, poseen
serias dificultades para acceder al agua potable “desde hace varias décadas”[127].
Como se ha visto, el contexto cultural e histórico del pueblo Wiwa
denota la situación apremiante en la que se encuentra esta etnia. Su tradición
cultural y el vínculo íntimo ancestral que guardan con el territorio y con el
agua han sido afectados como consecuencia del conflicto armado, el
desplazamiento forzado, los proyectos de explotación de recursos naturales y
las fuertes sequias. Esto ha generado, igualmente, que el acceso al agua
potable sea escaso y que se generen afectaciones en la salud de los Wiwa, tanto
a nivel nutricional como infeccioso.
La comunidad Tezhumake, como parte de este pueblo, ha padecido las
consecuencias de estas problemáticas. Para esta Sala, resultan relevantes las
carencias y dificultades históricas en el acceso y abastecimiento de agua
potable de esta comunidad, y las consecuencias culturales y de salud que se
derivan de ello. Por una parte, la afectación en el acceso a fuentes hídricas impide
el desarrollo de las costumbres agropecuarias y culturales de la comunidad. Por
otra, la falta acceso a agua potable para consumo humano genera graves
afecciones de salud a los miembros de la comunidad.
Analizado el contexto de la comunidad Tezhumake del Pueblo Wiwa, a
continuación, se expondrá la gestión institucional que se ha adelantado en
respuesta a la situación referida.
Intervenciones institucionales para la
garantía del derecho al agua potable de la comunidad Tezhumake
65.
A partir de las pretensiones formuladas por
los accionantes, esta Sala identificó que, el contexto en el que se enmarca la
presunta vulneración de derechos fundamentales supone el amparo, eventual, de
derechos cuya garantía es de carácter progresivo y requiere de la ejecución de
múltiples gestiones interinstitucionales. En este sentido, tanto el análisis de
los supuestos fácticos alegados, como la posible respuesta estatal actual a los
mismos, supuso vincular al proceso a diversas entidades y realizar numerosas
solicitudes de información. De tal forma, se recaudaron pruebas tendientes a
identificar cuál es la acción institucional empleada en respuesta, y si la
misma se adelanta bajo un sentido dialógico y participativo que comprenda los
usos y costumbres de la comunidad Tezhumake.
Con este fin, la Magistrada Sustanciadora profirió
tres autos que decretaron pruebas a lo largo del proceso, cada uno de los
cuales tuvo un propósito particular, dirigido, en últimas, a obtener
información sobre el estado de goce efectivo del derecho al agua potable de los
miembros de la comunidad, y respecto de las gestiones adelantadas por las
diversas entidades vinculadas a la garantía de este derecho. De este modo, se
realizaron las siguientes solicitudes de información: i) Auto del 12 de
noviembre de 2019, mediante el cual se vinculó al proceso a diversas entidades,
se les solicitó información sobre el cumplimiento de sus competencias
relacionadas al caso, y se requirió información a otras; ii) Auto del 20
de abril de 2020, por medio del cual se reiteró la competencia de la Sala de
Revisión sobre el caso y se decretaron pruebas con el objeto de identificar el
estado de cumplimiento del fallo proferido por el juzgado de instancia en el
cual se concedió el amparo; y iii) Auto del 13 de enero de 2021, el cual
procuró actualizar la información solicitada en los autos previos, dado el
tiempo transcurrido desde que se profirió la providencia de amparo del derecho.
A
continuación se presenta una síntesis de los principales hallazgos
identificados por esta Sala en el proceso de recaudo probatorio.
66.
Respuesta de la Gobernación del Cesar
del 21 de noviembre de 2019[128]. La Gobernación del Cesar indicó que, a nivel departamental, no
se encuentra vigente ningún proyecto sobre el asunto.
67.
Respuesta del Departamento para la
Prosperidad Social del 26 de noviembre de 2019[129]. Se le solicitó a la entidad aclarar qué programas adelanta para
la garantía de la salud y seguridad alimentaria de la comunidad Tezhumake. La
entidad informó que esta no es objeto de atención en los programas de oferta
institucional Resa Étnico[130]
e Iraca[131]
de la Dirección de Inclusión Productiva con enfoque diferencial.
68.
Respuesta del ICBF del 26 de noviembre
de 2019[132]. El instituto se pronunció en
relación con el posible impacto de la falta de acceso de agua potable sobre la
alimentación y salud de los niños, niñas y adolescentes de la comunidad
indígena Tezhumake.
La entidad aclaró, inicialmente, que no cuenta con
competencias para garantizar el acceso a agua potable de las comunidades
indígenas del territorio nacional. Sin embargo, agregó que existen múltiples
conceptos técnicos que demuestran la estrecha relación existente entre el agua
potable, la nutrición y la salud. En este sentido, se remitió a informes del Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la Organización Mundial de la Salud y
otras organizaciones internacionales, e indicó que, “el agua potable y el
saneamiento son fundamentales para la nutrición, la salud y la dignidad de
todos. La falta de acceso a agua potable, servicios de saneamiento y prácticas
de higiene menoscaban el estado nutricional de las personas a causa de la
difusión de enfermedades transmitidas por el agua e infecciones intestinales
crónicas”[133].
En el caso particular de ejecución de medidas de
atención a la comunidad Tezhumake, el ICBF aclaró que, entre las vigencias de
2014 a 2017, otorgó cien cupos anuales a los niños, niñas y adolescentes de la
comunidad a los programas de Desarrollo Infantil en Medio Familiar y Generaciones
Étnicas Bienestar. Estos programas gestionan la prevención de la
desnutrición en menores de edad de un rango etario desde la primera infancia, y
hasta los 17 años. Por último, señaló que, en coordinación con el Ministerio de
Salud y Protección Social y el Instituto Nacional de Salud, se adelanta el Plan
de Trabajo contra la Desnutrición 2019-2022, en el cual se priorizó la
intervención en el departamento del Cesar, dados los índices de desnutrición
identificados en los años de 2017 y 2018.
69.
Respuesta del Ministerio de Agricultura
y Desarrollo Rural del 2 de diciembre de 2019[134]. La Corte Constitucional solicitó
al ministerio aclarar si ha adelantado algún proyecto productivo dirigido a la
comunidad Tezhumake. Esta cartera manifestó que no se ha presentado ninguna
iniciativa institucional relacionada con esta comunidad.
70.
Respuesta del Ministerio de Vivienda,
Ciudad y Territorio del 20 de noviembre de 2019[135]. Se solicitó a esta institución
aclarar, por una parte, qué gestiones administrativas adelanta con el fin de
financiar la ampliación de cobertura de suministro de agua potable y
alcantarillado en la zona rural del municipio de Valledupar y, por otra, qué
estrategias aplica con el fin de incluir a la etnia Wiwa en los planes y
programas en materia de suministro de agua potable y saneamiento básico.
En cuanto a la primera inquietud, el ministerio señaló
que, en cumplimiento de sus competencias, actúa como ente rector técnico de las
políticas de desarrollo de planes de suministro de agua potable, por lo que presta
apoyo técnico y financiero a las entidades territoriales. Para ello, es
necesario que los niveles locales y departamentales formulen y estructuren los
proyectos y se presenten ante esta entidad para que los evalúe y apruebe.
Igualmente, indicó que existen diversos sistemas de financiamiento, tales como
el Sistema General de Participaciones, las Bolsas de Apoyo Financiero a los
PAP-PDA, las Líneas de Redescuento con Tasa Compensada, el Sistema General de
Regalías y el apoyo financiero de las Corporaciones Autónomas Regionales.
En relación con el segundo interrogante, aclaró que la
iniciativa de gestión y priorización de recursos para el desarrollo de
proyectos de agua potable y acueducto que requieran apoyo financiero de la
Nación recae en las entidades territoriales. En este sentido, actualmente no
hay un programa de apoyo por parte del ministerio para el desarrollo de
proyectos de abastecimiento de la comunidad indígena Tezhumake, pues hasta la
fecha no se han presentado planes en los que se solicite tal cosa.
71.
Respuesta de la Procuraduría 29 Judicial
II de Familia Valledupar – Cesar del 19 de enero de 2021[136]. Esta Corporación le solicitó al
ente de control aclarar cuáles han sido las gestiones adelantadas por la
Alcaldía de Valledupar para garantizar el acceso al agua potable de la
comunidad, el grado de cumplimiento de lo anterior, y las posibles
complicaciones evidenciadas a tales medidas.
Al respecto, indicó que la Alcaldía envió durante el año 2020 un
carrotanque mensual con una capacidad de entre 9.000 y 10.000 litros, lo cual
no cubre las necesidades básicas de consumo de la comunidad. De igual forma,
informó que, como consecuencia de la dificultad topográfica en la que se
encuentra ubicado el asentamiento indígena, el envío de carrotanques no es una
solución viable para esta problemática. Por este motivo, señaló que es
necesaria la construcción de pozos profundos.
72.
Respuesta de los accionantes del 25 de
noviembre de 2019[137]. Se plantearon varias preguntas a
los accionantes con el objeto de determinar cuáles son las fuentes hídricas de
abastecimiento de la comunidad, y la situación actual de nutrición y salud de
sus integrantes.
De acuerdo con la información remitida, esta comunidad
accede al suministro de agua potable por dos manantiales “los cuales se
secan en temporada de verano, que son normalmente los [meses] de:
diciembre, enero, febrero y marzo, junio, julio y agosto; es decir siete (7)
meses del año”[138].
Igualmente, acuden a un arroyo del que extraen el agua para saneamiento y
riego, dado que el mismo no es potable.
Ya que no cuentan con pozos o instrumentos de
almacenamiento, durante los meses de verano sufren graves sequías que afectan
las cosechas, alimento de animales, higiene y saneamiento, actividades
espirituales y tradicionales, y consumo personal. Por lo anterior, aseguran
que, si bien les han prometido la construcción de tres (3) pozos profundos y su
respectivo sistema de potabilización, estas resultan ser “promesas de
campaña” que luego no se materializan[139].
De igual forma, reiteraron que, es evidente que los
miembros de la comunidad Wiwa del asentamiento Tezhumake, se enferman y mueren
como consecuencia de la desnutrición y el padecimiento de enfermedades
parasitarias derivadas de la escasez de agua potable.
73.
Ampliación de información otorgada por
los accionantes el 20 de enero de 2021[140]. Los accionantes aclararon que la
Alcaldía de Valledupar ha dado cumplimiento parcial a lo ordenado en el fallo
de amparo proferido por el juez de instancia. Indicaron que mensualmente se
envía un carrotanque con una capacidad de 12.000 litros, lo cual no es
suficiente para los 1,462 habitantes de la comunidad.
En cuanto al acceso actual a agua potable y los métodos
de abastecimiento, manifestaron que actualmente no cuentan con tanques de
almacenamiento ubicados en la comunidad y que acceden a esta mediante un hilo
de arroyo que pasa al lado del pueblo, el cual es turbio y contaminado en los
meses de invierno, y se seca en el verano.
Por su parte, señalaron que se encuentran de acuerdo
con la construcción, bien sea de unos pozos profundos, o mediante sistemas de
captación de las cuencas hidrográficas.
74.
Respuesta de la Alcaldía de Valledupar del
02 de febrero de 2021[141]. La entidad territorial manifestó
que, en cumplimiento de lo ordenado en la sentencia que concedió el amparo a la
comunidad Tezhumake, gestiona el aprovisionamiento de agua a sus habitantes
mediante la adopción de medidas urgentes. En consecuencia, hacen entregas “por
medio de carrotanques con la capacidad y condiciones técnicas necesarias para
circular por las vías de acceso al asentamiento de la comunidad y entregar el
líquido vital de manera segura”[142].
Señaló que este suministro se realiza de acuerdo con
los parámetros dispuestos con la comunidad y en cumplimiento de los criterios
de calidad señalados en el Decreto 1575 de 2007. A pesar de lo anterior, reconoció
que el principal obstáculo para abastecer de agua a la comunidad radica en que
Tezhumake se encuentra en una zona rural de difícil acceso, que dificulta el
tránsito de los carrotanques.
Por otra parte, se refirió al proceso de concertación
que se adelanta con el Cabildo Gobernador Wiwa para la construcción de 3 pozos
profundos. En este sentido, explicó que existe un proceso de diálogo y un acuerdo
actual en el diseño de los pozos.
75.
Expuesta la información recaudada por esta
Sala sobre el estado de abastecimiento y suministro de agua potable de la
comunidad Tezhumake, se procederá a estudiar la presunta vulneración de este
derecho fundamental.
F. Análisis de vulneración del derecho al
agua potable
76.
El presente caso supone analizar si la
Alcaldía de Valledupar vulneró el derecho fundamental al agua potable de los
miembros de la comunidad indígena Tezhumake al no adelantar medidas que garanticen
su acceso en condiciones mínimas.
77.
Dado que el derecho fundamental al agua
potable se encuentra conformado por los elementos de disponibilidad, calidad y
accesibilidad, se debe estudiar el cumplimiento de estos tres componentes para
así determinar la garantía o vulneración de esta prerrogativa.
Análisis de
cumplimiento del componente de disponibilidad
78.
De acuerdo con las consideraciones expuestas previamente,
el estudio de disponibilidad o abastecimiento de agua potable se compone de dos
elementos: suficiencia y continuidad. Estos se refieren a la capacidad de
suplir las necesidades personales y domésticas de forma ininterrumpida. El análisis
de estos parámetros debe ser realizado caso a caso, a partir de criterios
cualitativos que identifiquen las condiciones de acceso a fuentes de provisión
de agua y las características de consumo particulares[143].
79.
En el presente caso, los accionantes indicaron
que los miembros de la comunidad Tezhumake acceden al agua de dos formas[144]: para
consumo humano, extraen el líquido de dos manantiales turbios y contaminados
durante los meses de invierno, y que se secan en el verano. Para las labores
domésticas, es decir, limpieza del hogar, cocina, alimentación de animales y
riego de cultivos, mediante un arroyo que también se seca durante los meses de
mayor temperatura y que no es potable[145].
El verano, aclararon los accionantes, se extiende por 7 meses del
año, por lo que tienen grandes dificultades para suplir sus necesidades de agua
para consumo humano y labores domésticas la mayor parte del tiempo.
80.
Al preguntarles sobre posibles sistemas de
almacenamiento de aguas, señalaron que desde hace más de 10 años solicitaron al
municipio de Valledupar la instalación de un mecanismo para la captación,
transporte y potabilización del agua desde el Río Badillo. No obstante, sus
peticiones han sido desatendidas. En concreto, manifestaron que les prometieron
la construcción de tres pozos profundos y su respectivo sistema de
potabilización. Sin embargo, no se han adelantado mayores gestiones al respecto[146].
81.
Esta falta de acceso suficiente y permanente
al agua potable se traduce, de un lado, en la afectación directa de la salud de
los miembros de la comunidad y, de otro, en la pérdida de cultivos y muerte de
animales[147].
Sobre los efectos de la carencia de agua en la alimentación y nutrición, los
accionantes señalaron:
“Si no hay
agua, no podemos cultivar, si no hay comida no podemos alimentarnos. Esto
conlleva a que perdamos nuestras prácticas, usos y costumbres de alimentarnos
con nuestros productos, y que estamos a la espera que nos traigan comida que no
conocemos, procesada y hasta chatarra, afectando gravemente nuestra salud”[148].
82.
Posteriormente, en oficio remitido a la Corte
Constitucional el 21 de enero de 2021, agregaron que en la institución
académica de la comunidad cuentan con dos tanques de almacenamiento de hasta
10.000 litros[149].
La existencia de estos tanques permitiría suponer que en Tezhumake cuentan con
la capacidad de conservar agua. Sin embargo, al ser 1.462 habitantes, el volumen
de almacenamiento resulta insuficiente para el número de personas, y la
cantidad de usos que le dan a la misma, en particular, durante la extensa
temporada de sequía.
83.
Por su parte, la Alcaldía de Valledupar, como
entidad local responsable de la prestación de los servicios públicos, de
acuerdo con lo dispuesto en los artículos 367 de la Constitución y 5º de la Ley
142 de 1994, manifestó que desde 2016 adelanta un proyecto para la construcción
de un sistema que garantice de forma permanente el acceso al agua potable a la
comunidad. Este cuenta con cuatro etapas: i) elaboración de estudio
geoeléctrico; ii) exploración de búsqueda de agua subterránea; iii)
diseño del pozo profundo y sistema de acueducto; y iv) construcción del
sistema.
A pesar de haber transcurrido más de 4 años desde que se inició el
proceso de contratación del proyecto, éste se encuentra en su etapa inicial, lo
que denota el estancamiento en el avance de una solución a la apremiante
situación de la comunidad Tezhumake.
84.
En igual sentido, la Gobernación del Cesar,
quien posee obligaciones concurrentes y de apoyo, señaló que, a la fecha en la
que remitió información a esta Corporación[150],
no se encontraba vigente ningún proyecto sobre el asunto.
85.
Las consideraciones previas evidencian las
barreras de acceso de la comunidad indígena al suministro continuo y suficiente
de agua. En efecto, el consumo humano y el desarrollo de labores domésticas
exigen una cantidad alta de líquido.
86.
Al respecto, la Sala encuentra que, aun cuando
cuentan con un sistema básico de almacenamiento del recurso y el acceso a
fuentes de agua cruda durante los meses de invierno, el abastecimiento de agua potable
de la comunidad Tezhumake no cumple con los estándares de disponibilidad.
Durante los meses de invierno, las fuentes hídricas a las que tienen acceso
resultan turbias y contaminadas, por lo que el líquido obtenido no debería utilizarse
para consumo o labores domésticas. Además, durante los meses de mayor sequía no
cuentan con acceso al suministro de agua potable.
87.
En conclusión, la Sala constata la vulneración
al componente de disponibilidad del derecho al agua potable, en tanto no existe
acceso a un sistema que garantice el suministro ininterrumpido y salubre.
Esta afectación es atribuible a la Alcaldía de Valledupar, pues de
acuerdo con lo dispuesto en la Constitución y la Ley 142 de 1994, los
municipios deben garantizar la prestación eficiente de los servicios públicos a
los habitantes de su jurisdicción. No obstante, esta entidad ha actuado de
forma omisiva en el impulso de la construcción de un sistema continuo y suficiente
de agua para la comunidad, dado que este apenas se encuentra en su primera
fase, pasados cuatro años después de su inicio.
88.
Al respecto, cabe recordar que, mediante Auto
574 de 2019[151],
esta Sala consideró que existían serios indicios que permitían inferir la
posible configuración de un daño irreparable a los derechos fundamentales de
los miembros de la comunidad indígena Tezhumake como consecuencia de la falta
de disponibilidad de agua potable[152].
Por este motivo, otorgó medidas provisionales y ordenó proveer a esta comunidad
mediante carrotanques que debían transportar un mínimo de 50 litros de agua
potable diaria por persona[153].
89.
En igual sentido, mediante sentencia del 24 de
enero de 2020, el juez de instancia constató la vulneración del derecho al agua
potable, por lo que concedió el amparo, y ordenó garantizar su disponibilidad[154]. Para el
cumplimiento de este componente, reprodujo las órdenes proferidas por la Corte
Constitucional en el auto de medidas cautelares. Sin embargo, según se
desarrollará en detalle posteriormente, estos remedios deben ser reformulados para
garantizar la disponibilidad material del recurso.
Análisis de
vulneración del componente de calidad
90.
Este componente exige que el agua sea salubre
y, por lo tanto, que no contenga microorganismos, sustancias químicas o
radiactivas que puedan constituir una amenaza para la salud de las personas[155].
91.
De igual forma, el estudio de este elemento se
surtirá en correlación con la vulneración de la disponibilidad, puesto que la
falta de acceso a fuentes hídricas ha llevado a que los miembros de la
comunidad indígena deban utilizar medios de abastecimiento que no cumplen con
los estándares mínimos de calidad[156].
92.
En el presente caso, los accionantes
destacaron que, como consecuencia del consumo de agua no tratada, sus integrantes
sufren de varios problemas de salud. En efecto, adjuntaron un diagnóstico de la
situación de salud de la comunidad realizado por Dusakawi EPSI, según el cual: i)
entre los niños y niñas menores de edad, que componen el 55% de la población
asentada en la comunidad, las primeras causas de morbilidad en el ámbito
ambulatorio son rinofaringitis, parasitosis intestinal, caries, diarrea y
gastroenteritis de presunto origen infeccioso, deficiencia nutricional,
infección aguda de las vías respiratorias, desnutrición proteico-calórica y
dolores en el abdomen bajo; ii) entre los adultos de 20 a 50 años se encuentran
causas de morbilidad por patologías respiratorias, problemas amebianos, dolores
abdominales, cefaleas, patologías de origen gástrico, diarrea y
gastroenteritis; y iii) en la población mayor a 60 años, se identificaron
enfermedades pulmonares inflamatorias crónicas, cefaleas, gastritis, infección
de vías urinarias, anemia y diarrea[157].
Además, dicho documento destacó que en el 2018 esta comunidad concentró el
29.52% de los eventos de salud pública del pueblo Wiwa, por chagas,
tuberculosis, desnutrición, parotiditis y varicela[158].
En cuanto a la rinofaringitis, parasitosis intestinal, diarrea,
gastroenteritis y desnutrición proteico-calórica, los accionantes consideraron
que estas guardan una relación estrecha con el consumo de agua no tratada[159].
93.
Igualmente, el ICBF destacó la relación
directa entre la falta de acceso al agua potable y el menoscabo del estado
nutricional de las personas, a causa de la difusión de enfermedades transmitidas
por el recurso hídrico contaminado[160].
94.
Pese a la evidencia que demuestra el nexo
entre la carencia de agua salubre y las afectaciones a la salud de los miembros
de la comunidad Tezhumake, la Alcaldía de Valledupar ha omitido su deber legal
y constitucional de suministrar permanentemente agua potable de calidad.
95.
A partir de ello, la Sala encuentra que la
Alcaldía de Valledupar vulneró el componente de calidad en correlación con la
disponibilidad del derecho al agua potable de la comunidad indígena Tezhumake.
Esto es consecuencia de que, al no contar con acceso a fuentes hídricas
suficientes y salubres, deban consumir agua turbia y contaminada que amenaza su
vida y salud, con especial afectación en menores de edad.
Análisis de
vulneración del componente de accesibilidad
96.
En virtud del contenido de esta dimensión del
derecho, la infraestructura y la posibilidad de acceder efectivamente a este
recurso debe estar al alcance de las personas dentro de unos parámetros de
razonabilidad.
En cuanto al acceso físico al recurso[161], el
Relator Especial sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento,
aclaró que la garantía de este componente supone que la fuente de suministro se
encuentre a una distancia razonable del punto de domicilio. Específicamente, en
un informe del Programa Conjunto de la Organización Mundial de la Salud y UNICEF
sobre Monitoreo del Abastecimiento del Agua, el Saneamiento y la Higiene, se
cifra en 30 minutos la cantidad de tiempo estándar razonable para dirigirse y
regresar de la fuente de agua[162].
97.
Al respecto, los accionantes señalaron que,
durante la temporada de sequías, que se alarga durante 7 meses, deben caminar
por más de tres 3 horas “a tomar al (sic) agua que está
empozadas (sic) y en muy mal estado”[163]. Esto
resulta irrazonable, pues supera 6 veces el criterio de razonabilidad dispuesto
en un tiempo estándar de 30 minutos, lo cual es consecuencia de no contar con
un sistema continuo de suministro de agua.
98.
Acorde con lo anterior, esta Corporación encuentra
vulnerado el componente de accesibilidad del derecho al agua potable de los
miembros de la comunidad Tezhumake. Al no contar con fuentes hídricas cercanas
que provean la cantidad requerida de agua potable, deben caminar más de tres
horas para hallar este líquido, que tampoco cumple con los estándares de
calidad, lo que desconoce el criterio de razonabilidad dispuesto para acceder a
este recurso.
99.
En virtud de lo anterior, la Corte
Constitucional estima transgredidos, por omisión de la Alcaldía de Valledupar,
los componentes de disponibilidad, calidad y accesibilidad del derecho fundamental
al agua potable de los miembros de la comunidad indígena Tezhumake, en
particular, en lo que se refiere a las condiciones mínimas de uso personal y
doméstico.
100.
Por esas razones, corresponde a esta
Corporación confirmar lo dispuesto en el fallo proferido por el Juzgado Primero
Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías de Valledupar el 24 de
enero de 2020, en tanto amparó el derecho al agua potable, asociado al consumo
humano de la comunidad Tezhumake. Sin embargo, en atención a la tutela judicial
efectiva, este Tribunal procederá a explicar porqué los remedios dispuestos por
el juez de instancia resultan inadecuados para garantizar el derecho vulnerado.
Por ello, será necesario proferir nuevas órdenes tendientes a proteger la
garantía del agua potable de forma permanente.
G. Tutela judicial efectiva y remedios idóneos
para garantizar el derecho al agua potable de la comunidad indígena Tezhumake
101.
El artículo 229 de la Constitución dispone el
derecho fundamental de acceso a la administración de justicia, conforme al
cual, los ciudadanos deben contar con mecanismos judiciales adecuados y
efectivos para resolver las controversias que se presenten, de forma que puedan
solicitar la garantía de sus derechos fundamentales.
102.
A partir de ello, la administración de
justicia, como función pública dispuesta al servicio de las personas, es un
medio al cual debe poder tener acceso todo sujeto con el propósito de hacer
efectivos los derechos, obligaciones y garantías consagrados en la ley y la
Constitución. En esa medida, del
derecho a acceder al sistema de justicia se deriva, correlativamente, el deber,
por parte del Estado, de garantizar que el funcionamiento de los recursos
jurisdiccionales sea real y efectivo, y no simplemente nominal[164].
103.
Bajo esa perspectiva, la Corte Constitucional
ha desarrollado[165]
la figura del “derecho a la tutela judicial efectiva”[166] que
implica que el Estado está en la obligación, no sólo de garantizar el acceso
formal al sistema jurisdiccional, sino también que a través de las actuaciones
judiciales se reestablezca el orden jurídico y se protejan las garantías que se
estimen violadas[167].
Esta Corporación interpretó el alcance de la tutela judicial
efectiva como: i) el derecho a acudir ante la jurisdicción a efectos de que se
diriman las controversias planteadas; y ii) que se adopte una decisión judicial
que quede en firme y se haga efectiva. En concreto, en la Sentencia C-037 de
1996[168]
señaló:
“(…) la
función en comento [acceso a la administración de justicia] no se
entiende concluida con la simple solicitud o el planteamiento de las
pretensiones procesales ante las respectivas instancias judiciales; por el
contrario, el acceso a la administración de justicia debe ser efectivo,
lo cual se logra cuando, dentro de determinadas circunstancias y con arreglo a
la ley, el juez garantiza una igualdad a las partes, analiza las pruebas, llega
a un libre convencimiento, aplica la Constitución y la ley y, si es el
caso, proclama la vigencia y la realización de los derechos amenazados
o vulnerados”[169]. (Negrillas
fuera del texto original)
104.
La materialización de la tutela judicial
efectiva supone entonces que los remedios adoptados por el juez constitucional
se dirijan a restablecer los derechos transgredidos. Lo anterior implica que
las órdenes proferidas en instancia deben ser formuladas en concordancia con la
vulneración constatada y en correspondencia con las obligaciones a cargo de las
autoridades responsables de garantizar el derecho respectivo. De lo contrario,
los efectos de la decisión judicial, aun cuando conceda el amparo, pueden
resultar inoperantes.
105.
En este caso, el Juzgado Primero Penal Municipal
con Funciones de Control de Garantías de Valledupar encontró vulnerado el
derecho al agua potable, asociado al consumo humano. En consecuencia, dispuso
que el Municipio de Valledupar podía adoptar las medidas que considerara
pertinentes para solucionar la falta de disponibilidad y accesibilidad al
recurso hídrico. No obstante, ordenó el suministro de 50 litros diarios de agua
por persona mediante carrotanque, y que se adelantaran brigadas de salud.
El fundamento jurídico 43 de esta providencia indicó que la
garantía de acceso a los servicios públicos es inherente a la existencia misma
del Estado[170].
A su vez, es objetivo fundamental de la actividad estatal solventar las
necesidades insatisfechas de agua potable[171].
Finalmente, es responsabilidad directa de los municipios garantizar la
prestación de los servicios públicos, con apoyo de los departamentos y de la
Nación. Estas obligaciones se deben adelantar de forma progresiva y bajo un
marco de sostenibilidad fiscal[172].
Además, se expuso que el derecho fundamental al agua potable es amparable de
forma inmediata y en toda circunstancia bajo parámetros de disponibilidad,
calidad y accesibilidad.
106.
De acuerdo con estas consideraciones, es
exigible a los municipios que garanticen de forma inmediata el acceso al agua
potable para el consumo humano. Este puede suplirse de variadas formas, por
ejemplo, mediante carrotanques que otorguen condiciones mínimas de suministro.
Sin embargo, aun cuando la obligación de desarrollo y prestación del servicio
público de acueducto se encuentra sujeta a un carácter progresivo y sostenible
fiscalmente, esto no releva a las instituciones públicas de su responsabilidad
en la materia y, por lo mismo, de su exigibilidad por vía de amparo.
107.
Según se enunció previamente, la Corte
Constitucional adoptó medidas cautelares mediante Auto 574 de 2019[173],
con el propósito de evitar un perjuicio irremediable a los derechos
fundamentales de los habitantes de Tezhumake. En este sentido, la formulación
de las órdenes dictadas respondió a la apremiante situación de la comunidad, sin
que se adoptara una decisión de fondo y se otorgara una solución permanente a
la vulneración.
108.
Por su parte, el juez de instancia, al
constatar la vulneración del derecho, debió optar por la emisión de órdenes que
otorgaran una solución integral a la problemática. Sin embargo, reprodujo las
medidas provisionales otorgadas por esta Corporación, sin adoptar remedios de
largo alcance que solventaran la vulneración de manera permanente.
109.
De igual forma, las partes del proceso manifestaron
los inconvenientes que se han presentado en la implementación de la decisión
adoptada, y las consecuencias de esto en la garantía efectiva del derecho al
agua potable. En particular, mediante oficio del 20 de enero de 2021, los
accionantes mencionaron que el agua otorgada mediante carrotanques no es
suficiente, por lo que “claman” por una solución definitiva que evite la
dependencia a esta medida de corto plazo[174].
Indicaron que mensualmente es enviado un carrotanque que les hace entrega de
12.000 litros de agua, lo que implica que cada uno de los 1.462 habitantes de
la comunidad sólo cuenta con 8.2 litros de agua potable para consumo humano al
mes[175].
Adicionalmente, la Alcaldía de Valledupar señaló que el principal
obstáculo en el abastecimiento de agua potable a la comunidad es que esta se
encuentra en una zona rural de difícil acceso, lo que dificulta el tránsito de
los vehículos en los que se transporta el líquido[176].
En igual sentido, la Procuraduría 29 Judicial II de Familia de
Valledupar, entidad que ha acompañado el presente proceso, informó que, como
consecuencia de la dificultad topográfica en la que se encuentra ubicado el
asentamiento indígena, el envío de carrotanques no es una medida viable para solucionar
de forma permanente esta problemática. Por este motivo, señaló que es necesaria
la construcción de pozos profundos[177].
110.
En consonancia con lo anterior, la Sala estima
que las medidas adoptadas por el juez de instancia son inadecuadas para otorgar
una solución definitiva y de fondo a la vulneración del derecho al agua potable
de la comunidad Tezhumake, pues los carrotanques suponen un remedio de corto
plazo, que no suple a cabalidad los criterios de disponibilidad del derecho.
111.
En consecuencia, y ante la necesidad de
garantizar la tutela judicial efectiva, es pertinente que en el presente caso
se adopten remedios en el corto, mediano y largo plazo, que suplan de manera
efectiva y autosuficiente la necesidad de agua potable.
Por esto resulta imprescindible que el Municipio de Valledupar adelante
gestiones con resultados tangibles que otorguen una solución permanente a la
vulneración y, en el entretanto, adopte medidas de garantía inmediata del
derecho. Las políticas que se adelanten para solventar la necesidad de agua
potable, requieren de procesos técnicos de diseño, contratación y ejecución,
que, además, deben llevarse a cabo en concertación con la comunidad, para que
sean creados y desarrollados sobre la base de sus usos y costumbres.
112.
De otra parte, en tanto la materialización de
un sistema de suministro permanente de agua potable requiere de diversos
procesos de planeación, apropiación presupuestal, contratación y ejecución,
cuya competencia radica en la Alcaldía de Valledupar, es necesario formular
remedios que establezcan una interacción dialógica entre las partes, como
método de construcción consensuada del proyecto, y bajo unos parámetros
dispuestos por esta Corte.
Interacción dialógica como mecanismo de impulso para garantizar el
derecho fundamental al agua potable de la comunidad Tezhumake
113.
El juez constitucional, en su rol de garante
de los derechos fundamentales, y en búsqueda de la tutela judicial efectiva,
debe adoptar la postura de impulso material a los remedios que mejor se adecúe
a la satisfacción de los derechos que encontró vulnerados.
114.
En el caso particular de la materialización de
derechos fundamentales cuya dimensión positiva demanda una alta gestión de
competencias interinstitucionales, su protección por vía de amparo requiere
adoptar una postura judicial respetuosa de la separación de poderes, pero
garante de los derechos. Con este fin, se ha desarrollado la teoría del
constitucionalismo dialógico.
115.
En términos generales, las posturas del
constitucionalismo dialógico o cooperativo parten de la autorestricción judicial,
basada en el respeto a las competencias institucionales ajenas y en búsqueda de
la efectiva materialización de la dimensión positiva de los derechos
fundamentales[178].
En ningún caso ello supone una renuncia al ejercicio de adjudicación judicial.
Por el contrario, al reconocer sus limitaciones epistemológicas y democráticas,
el juez reivindica sus funciones y facultades en la actividad estatal.
116.
La práctica dialógica abandona el método
binario de adjudicación judicial, a partir del cual el juez realiza un
silogismo de adecuación, para implementar un escenario de interacción que
comprenda en un plano de igualdad legal a las partes involucradas, mediante el
establecimiento de parámetros que propendan por el avance en la garantía del
derecho en debate[179].
117.
Este método ha sido utilizado por diferentes tribunales
constitucionales como instrumento para desbloquear la inercia institucional que
trae como consecuencia la parálisis en el desarrollo de políticas de garantía
de derechos[180].
118.
Esta Corporación ha acudido previamente a esta
metodología como herramienta para la adopción de decisiones de amparo[181]
y en sede de seguimiento a la implementación de sus sentencias, con el fin de garantizar
la efectividad de sus mandatos[182].
119.
Entonces, el constitucionalismo dialógico es
una práctica en la que el juez constitucional abandona la emisión exclusiva de
remedios impositivos y crea un escenario de interacción entre las partes del
proceso. Estas, a partir de su conocimiento práctico sobre las singularidades
del derecho vulnerado y de las competencias de las instituciones públicas
responsables de su garantía, entablarán un diálogo que debe llevar a la
construcción de los remedios del caso. El juez podrá, en todo caso, establecer
parámetros para avanzar en la materialización de la solución y efectuar el
seguimiento dirigido a obtener el goce efectivo del derecho que busca proteger.
El espacio de interacción debe llevar, efectivamente, a la
materialización del derecho objeto de diálogo, pues es este fin el que
justifica y legitima el uso de esta herramienta. Por ese motivo, el juez debe
actuar de forma que dirija los diálogos con dicho propósito. En efecto, podrá
establecer plazos fijos para que las partes determinen el medio adecuado que
garantizará el derecho vulnerado y su término de ejecución, así como el
acompañamiento de los organismos de control.
En ese sentido, el uso de la metodología dialógica no implica un
debate sobre la existencia del derecho o las obligaciones a cargo de las
autoridades, sino respecto de las formas más adecuadas y oportunas para
garantizar la prerrogativa vulnerada. Una vez concedido el amparo e
identificada la autoridad pública responsable de satisfacer el derecho, el juez
abre un espacio de diálogo entre las partes, el cual necesariamente debe llevar
a resultados concretos y precisos. Todo ello hace posible el seguimiento que se
debe hacer al cumplimiento de las órdenes del juez para lograr la efectividad
de sus fallos y garantizar la fuerza vinculante de la sentencia judicial
proferida.
120.
En el presente caso, la Sala reconoce las
limitaciones técnicas que existen para definir el sistema de solución permanente
al suministro de agua potable que mejor se adecúe a las necesidades propias de
la comunidad indígena Tezhumake. Además, en aras de respetar las competencias
institucionales propias de la Alcaldía de Valledupar en la apropiación de
recursos y contratación para la ejecución del proyecto, estima necesario crear
un espacio de diálogo entre las partes que tome en consideración estos dos aspectos.
121.
Sin perjuicio de lo anterior, esta Sala
emitirá órdenes de carácter impositivo y de protección urgente, por cuanto el
derecho fundamental al agua potable cuenta con un núcleo esencial amparable de
forma inmediata. A su vez, de conformidad con el carácter progresivo de la
obligación de satisfacer las necesidades de agua potable, se adoptarán remedios
de mediano y largo plazo a partir del método dialógico.
De esta forma, a mayor sentido progresivo en la garantía del
derecho, menor será la precisión impositiva de los remedios adoptados y mayor
deberá ser, a su vez, el sentido dialógico y de interacción consensuada entre
las partes del proceso. Por el contrario, la satisfacción inmediata del derecho
al agua potable requiere la imposición de remedios fuertes y de inmediato
cumplimiento.
De conformidad con lo anterior, a continuación, se emitirán las
órdenes que permitirán construir los remedios más adecuados para garantizar de
manera permanente y efectiva el derecho fundamental al agua potable de la
comunidad Tezhumake, las cuales deben cumplirse en paralelo a partir de la
notificación de esta providencia.
En todo caso, según se precisará a continuación, la extensión y
vigencia de las medidas de corto plazo dependerá de la actuación diligente del
Municipio de Valledupar en la ejecución de una solución permanente y salubre a
la necesidad de agua potable de la comunidad.
Órdenes de
corto plazo
122.
De acuerdo con los estándares de análisis del
componente de disponibilidad del derecho al agua potable, especificados a
partir de lo manifestado por el Relator Especial sobre los derechos humanos al
agua potable y al saneamiento (fundamento jurídico 40), su determinación puede
variar, de acuerdo con las circunstancias particulares de acceso a fuentes de
suministro de agua potable o de agua no tratada, y del consumo de las personas.
En este sentido, 25 litros pueden ser suficientes para consumo humano, si se
tiene acceso a agua para labores domésticas y de saneamiento.
En el análisis presentado en esta providencia sobre el
cumplimiento del componente de disponibilidad, se encontró que los miembros de
la comunidad Tezhumake cuentan con fuentes hídricas de agua no tratada, y un
sistema de almacenamiento básico con un volumen de 10.000 litros. No obstante, esto
no les permite satisfacer sus necesidades de agua para consumo humano y labores
domésticas.
123.
De esa forma, con el
fin de garantizar unas condiciones mínimas de acceso al agua potable acordes
con los presupuestos de disponibilidad, calidad y accesibilidad, se ordenará a
la Alcaldía de Valledupar que: i) garantice, mediante carrotanques, el
suministro diario de 50 litros de agua potable para cada uno de los 1,462 habitantes
de la comunidad Tezhumake; y, de igual forma ii) deberá adquirir y entregar a
la comunidad Tezhumake tanques con un almacenamiento de volumen de 20.000
litros o construirlos con esas características.
En este punto es pertinente resaltar que, si bien la entidad accionada señaló que el principal obstáculo para
proveer agua potable a la comunidad mediante carrotanques es la dificultad
topográfica de ubicación del asentamiento, durante el trámite de revisión se
constató que la Alcaldía de Valledupar ha realizado esta gestión en repetidas
ocasiones y, por ende, se acredita su capacidad para llevar a cabo dicha tarea.
En
todo caso, esta Sala advierte que esta medida responde a la necesidad urgente
de suministrar el líquido con una calidad mínima, y que la eficiencia del
Municipio en el impulso de las órdenes de mediano y largo plazo permitirá que
no se prolongue el cumplimiento de esta obligación.
Estos remedios de corto plazo deberán hacerse efectivos
dentro de los cinco (05) días hábiles posteriores a la notificación del
presente fallo, y el suministro mediante carrotanques deberá mantenerse vigente
hasta tanto se materialicen las medidas de mediano plazo.
124.
La Alcaldía de Valledupar, la Procuraduría 29 Judicial II de Familia y la Defensoría del
Pueblo (Regional Cesar) deberán enviar, por separado,
un informe bimensual al
Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías de
Valledupar, y al despacho de la Magistrada Sustanciadora de esta providencia,
con el fin de realizar el seguimiento al cumplimiento de esta orden. El informe deberá contener el número de ocasiones en las que se
entregó agua potable a la comunidad y la cantidad. Con base en dicha
información, la Corte podrá adoptar las medidas de cumplimiento a que haya
lugar, de acuerdo con lo dispuesto en el Decreto 2591 de 1991.
Órdenes de
mediano plazo
125.
Dado que el suministro de agua potable por vía
de carrotanques es una medida transitoria, y que la materialización de una
solución permanente puede tomar tiempo por la necesidad de adelantar un proceso
de planeación, contratación y construcción de un sistema de suministro de agua salubre,
es necesario adoptar medidas paulatinas que subsanen la carencia de agua
potable y eviten la dependencia de los carrotanques.
126.
A partir de ello, la Sala ordenará a la
Alcaldía de Valledupar que, dentro de los seis (6) meses siguientes a la
notificación del presente fallo, adquiera y entregue a la comunidad de
Tezhumake un sistema de potabilización por medio del cual los miembros de la
comunidad puedan tratar el agua obtenida de las fuentes hídricas a las que
tienen acceso, bajo el cumplimiento de los criterios mínimos de calidad,
disponibilidad y accesibilidad. La Alcaldía deberá garantizar que el
funcionamiento del sistema de potabilización sea óptimo hasta tanto se de
cumplimiento a las medidas de largo plazo.
La determinación del sistema de potabilización adecuado debe
efectuarse en conjunto con la comunidad y deberá adecuarse a sus usos y
costumbres. A estos efectos, la Procuraduría 29 Judicial II de Familia y la
Defensoría del Pueblo (Regional Cesar) acompañarán el proceso de cumplimiento
de la presente orden.
127.
La Alcaldía de Valledupar, la Procuraduría 29 Judicial II de Familia y la Defensoría del
Pueblo (Regional Cesar) deberán enviar, por separado,
un informe bimestral al Juzgado
Primero Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías de Valledupar y
al despacho de la Magistrada Sustanciadora de esta providencia, con el fin de
realizar el seguimiento al cumplimiento de esta orden. El informe deberá
reseñar el estado de avance en la elección, adquisición y entrega del sistema
de potabilización.
Órdenes de
largo plazo
128.
Debido a la necesidad de adoptar medidas que
salvaguarden el derecho al agua potable de la comunidad indígena Tezhumake de
forma definitiva y permanente, se proferirán órdenes tendientes a dar impulso
al desarrollo de un proceso de construcción de un sistema de suministro de agua
potable continuo y salubre.
129.
Durante el trámite de revisión, esta Sala fue
informada de dos posibles sistemas de solución: i) por una parte, la
Alcaldía de Valledupar aportó documentos[183]
en los que indicó que se encuentra en el proceso de contratación del diseño y
ejecución de un proyecto de construcción de 3 pozos profundos para la
comunidad, y los miembros de esta manifestaron su apoyo al mismo[184]; y ii)
de otra parte, los miembros de la comunidad Tezhumake también señalaron estar
de acuerdo con la construcción de un sistema de captación, transporte y
potabilización del agua desde el Río Badillo.
130.
A partir de ello, la interacción dialógica
entre las partes deberá tener en cuenta las opciones referidas, lo cual no
obsta para que acuerden cualquier otro método que consideren efectivo, siempre
y cuando se adecúe a los criterios de disponibilidad, calidad y accesibilidad.
No obstante, se deberán seguir los siguientes parámetros en el proceso de
contratación y ejecución del proyecto.
131.
Se conformará una mesa de diálogo compuesta
por: i) un delegado de la Alcaldía de Valledupar; ii) el Cabildo-Gobernador del
pueblo Wiwa; iii) el Procurador 29 Judicial II de Familia de Valledupar; y iv)
el Defensor Regional del Cesar. Esta mesa de diálogo se deberá reunir el último
viernes de cada mes, con el propósito de, por una parte, discutir y acordar las
condiciones del proyecto y, por otra, que la Alcaldía exponga al Cabildo
Gobernador y a los organismos de control, con sustento documental, el estado de
avance de la ejecución del proyecto. Además, se deberán redactar y archivar
actas de cada una de las reuniones sostenidas.
132.
Las partes del proceso propenderán porque el
avance del proyecto se adecúe a los siguientes hitos:
a.
Dentro de los seis (6) meses siguientes a la
notificación del presente fallo, las partes deberán acordar con precisión las
condiciones técnicas y de diseño del sistema de solución permanente y continuo
al suministro de agua potable.
b.
El proceso de construcción del proyecto deberá
iniciar dentro de los seis (6) meses siguientes a que las partes acuerden las
condiciones técnicas y de diseño del sistema.
c.
La Alcaldía de Valledupar entregará a la
comunidad Tezhumake el sistema de suministro continuo y salubre de agua potable
terminado y en funcionamiento, dentro de los tres (3) años siguientes a la
notificación del presente fallo.
133.
Para el cumplimiento de las órdenes de largo
plazo, la Alcaldía de Valledupar podrá invocar las obligaciones concurrentes de
apoyo técnico y financiero de las entidades territoriales del nivel
departamental y de la Nación, de acuerdo con lo dispuesto en los artículos 7° y
8° de la Ley 142 de 1994.
134.
La Alcaldía de Valledupar, la Procuraduría 29 Judicial II de Familia y la Defensoría del
Pueblo (Regional Cesar) deberán enviar, por separado,
un informe semestral al
Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías de
Valledupar, y al despacho de la Magistrada Sustanciadora de esta providencia,
con el fin de realizar el seguimiento al cumplimiento de esta orden.
Síntesis de la decisión
La Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional analizó la acción
de tutela interpuesta por los accionantes, en su calidad de representantes de
la comunidad indígena Tezhumake, perteneciente al Pueblo Wiwa, contra la Alcaldía
de Valledupar por la presunta vulneración de sus derechos de petición, al agua
potable, a la salud y a la vida.
A partir de ello, resolvió tres problemas jurídicos encaminados a
determinar, de una parte, la procedencia de la acción en el caso particular, y,
de otra, la presunta vulneración de los derechos fundamentales de petición y al
agua potable. En relación con la primera cuestión, llegó a la conclusión de que
la acción tutela resulta procedente, por cuanto se satisfacen los presupuestos
de legitimación en la causa por activa y pasiva, inmediatez y subsidiariedad.
En particular, precisó que la acción de tutela es el
mecanismo preferente para abordar los asuntos en que resulta comprometido el
derecho de petición. De igual forma, señaló que resultaría una carga
desproporcionada exigir a los accionantes acudir a la acción popular como
mecanismo de garantía del derecho al agua potable, pues dicho medio judicial no
se constituye en el mecanismo idóneo para proteger la faceta subjetiva del
derecho vulnerado, esto es, el acceso a condiciones mínimas de agua potable de
forma inmediata.
En cuanto a la presunta vulneración del derecho de petición, esta
Sala determinó que fue transgredido por la Alcaldía de Valledupar, en tanto no
fue contestado en los términos legales. No obstante, constató la configuración
de una carencia actual de objeto por hecho superado, por cuanto en el trámite
de la acción de tutela la solicitud fue respondida de fondo y de manera clara.
Por otra parte, en relación con la naturaleza constitucional y
legal del derecho al agua potable, reiteró que el ordenamiento jurídico
colombiano prevé el amparo del derecho fundamental al agua potable. A su vez,
destacó que su protección debe partir del carácter progresivo de garantía en
algunos de sus aspectos, sin que por ello se desconozca el núcleo esencial
exigible de forma inmediata, y conformado por los elementos de disponibilidad,
calidad y accesibilidad desarrollados de acuerdo con el contenido normativo de
la Observación General 15 de 2002 del Comité DESC.
Asimismo, expuso que la garantía del derecho al agua potable
radica, de forma directa, en los municipios, quienes pueden contratar para
tales efectos a las empresas de servicios públicos. No obstante, los
departamentos y la Nación deben concurrir de forma indirecta en el apoyo
financiero, técnico y administrativo necesario para cumplir con las
competencias correspondientes a la prestación de servicios públicos, y en
particular, de la infraestructura necesaria para su desarrollo.
De acuerdo con lo anterior, la Sala realizó el análisis de
vulneración de este derecho, a partir del cual encontró el incumplimiento de
los componentes de disponibilidad, calidad y accesibilidad del derecho al agua
potable de la comunidad, el cual es atribuible al Municipio de Valledupar.
En consecuencia, adoptó remedios de corto plazo y de carácter
impositivo para salvaguardar el derecho fundamental al agua potable de forma
inmediata. A su vez, profirió órdenes de mediano y largo plazo, tendientes a
promover una interacción dialógica entre las partes del proceso, con el fin de
establecer las condiciones técnicas y de ejecución de un sistema de suministro
del agua potable salubre y permanente que dé una solución integral a la
apremiante situación de la comunidad Tezhumake y que se adecúe a sus usos y
costumbres. El cumplimiento de estas órdenes será vigilado por los organismos
de control vinculados al proceso y, en todo caso, la
Alcaldía de Valledupar, la Procuraduría 29 Judicial
II de Familia y la Defensoría del Pueblo (Regional Cesar) deberán remitir
informes periódicos de cumplimiento a la Magistrada Sustanciadora.
III.
DECISIÓN
135.
En mérito de lo expuesto,
la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución Política,
RESUELVE
PRIMERO.- REVOCAR el fallo proferido el 24 de enero de 2020 por el
Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías de
Valledupar en lo atinente al amparo del derecho fundamental de petición y, en
su lugar, DECLARAR la carencia actual de objeto por hecho superado.
SEGUNDO.- CONFIRMAR PARCIALMENTE el fallo proferido el 24 de enero de 2020
por el Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías de
Valledupar en lo atinente al amparo del derecho al agua potable para consumo
humano. No obstante, se MODIFICAN las órdenes proferidas por el juez de
instancia y se reemplazan por las órdenes siguientes.
TERCERO.- ORDENAR a la Alcaldía de Valledupar que, en el término de diez
(10) días siguientes a la notificación de esta sentencia: i) construya o adquiera
y entregue a la comunidad de Tezhumake, tanques de almacenamiento con un
volumen de por los menos 20.000 litros; y ii) garantice mediante carrotanques,
el suministro de 50 litros de agua potable diarios a cada uno de los 1.462
habitantes de la comunidad indígena Tezhumake.
Esta medida se deberá mantener vigente hasta tanto se
haga efectiva la orden cuarta de esta providencia y su cumplimiento estará
sujeto a la vigilancia de la Procuraduría 29 Judicial II de Familia y la Defensoría
del Pueblo (Regional Cesar).
De acuerdo con lo dispuesto en los artículo 27, 36 y
52 del Decreto 2591 de 1991, el Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones
de Control de Garantías de Valledupar será el juez competente sobre el
cumplimiento de la presente orden.
CUARTO.- ORDENAR a la Alcaldía de Valledupar que, en el término de seis
(6) meses contados desde la notificación de esta sentencia, adquiera y entregue
a la comunidad de Tezhumake un sistema de potabilización por medio del cual los
miembros de la comunidad puedan tratar el agua obtenida de las fuentes hídricas
a las que tienen acceso.
La elección del sistema de potabilización y su
instalación deberá contar con la aprobación de la comunidad indígena,
representada para estos efectos por el Cabildo Gobernador correspondiente. De
igual manera, la Procuraduría 29 Judicial II de Familia y la Defensoría del
Pueblo (Regional Cesar) acompañarán el proceso de elección del mecanismo y de cumplimiento
de la presente orden.
De acuerdo con lo dispuesto en los artículos 27, 36 y
52 del Decreto 2591 de 1991, el Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones
de Control de Garantías de Valledupar será el juez competente sobre el
cumplimiento de la presente orden.
QUINTO.- La Alcaldía de Valledupar, la Procuraduría 29 Judicial II de Familia y la Defensoría del
Pueblo (Regional Cesar) deberán ENVIAR, por
separado, un informe bimestral al Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías
de Valledupar, y al despacho de la Magistrada Sustanciadora de esta
providencia, con el fin de realizar el seguimiento al cumplimiento de las
órdenes dispuestas en los numerales tercero y cuarto de esta providencia. El
informe deberá reseñar el estado de avance en la elección, adquisición y
entrega del sistema de potabilización.
La Alcaldía deberá garantizar que el funcionamiento del sistema de
potabilización sea óptimo hasta tanto se de cumplimiento a las medidas de largo
plazo.
SEXTO.- ORDENAR la conformación de una mesa de diálogo compuesta por: i)
un delegado de la Alcaldía de Valledupar; ii) el Cabildo-Gobernador del pueblo
Wiwa; iii) el Procurador 29 Judicial II de Familia de Valledupar; y iv) el
Defensor Regional del Cesar.
La mesa de diálogo se deberá reunir el último viernes
de cada mes, con el propósito de discutir y acordar los términos y condiciones
técnicas para la construcción de un sistema de suministro continuo y salubre de
agua potable.
SÉPTIMO.- ORDENAR a los miembros de la mesa de diálogo que, dentro de
los seis (6) meses siguientes a la notificación de esta sentencia, acuerden con
precisión las condiciones técnicas y de diseño del sistema de suministro
continuo y salubre de agua potable para la comunidad indígena Tezhumake.
OCTAVO.- ORDENAR a la Alcaldía de Valledupar que, dentro de los seis
(6) meses siguientes a que la mesa de diálogo adopte una decisión final en
relación con los términos y condiciones del sistema de suministro continuo y
salubre de agua potable, inicie el proceso de construcción del proyecto.
NOVENO.- ORDENAR a la Alcaldía de Valledupar que construya y entregue,
dentro de los tres (3) años siguientes a la notificación de esta sentencia, un
sistema de suministro continuo y salubre de agua potable a la comunidad
indígena de Tezhumake, el cual se adecuará a los términos y condiciones
dispuestas por la mesa de diálogo.
De acuerdo con lo dispuesto en los artículo 27, 36 y
52 del Decreto 2591 de 1991, el Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones
de Control de Garantías de Valledupar será el juez competente sobre el
cumplimiento de la presente orden.
DÉCIMO.- La Alcaldía de Valledupar, la Procuraduría 29 Judicial II de Familia y la Defensoría del
Pueblo (Regional Cesar) deberán ENVIAR, por
separado, un informe semestral al Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de Garantías
de Valledupar, y al despacho de la Magistrada Sustanciadora de esta
providencia, con el fin de realizar el seguimiento al cumplimiento de la orden
NOVENA.
DÉCIMO PRIMERO.- Por Secretaría General, LÍBRESE la
comunicación de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
notifíquese, comuníquese y cúmplase,
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
[1] Este asentamiento recibe varios nombres, dentro de los cuales
están: Teyumke, Teyumake, Theumake, Tezhumake y Thezhumake. Para efectos del
presente auto, se usará el término “Tezhumake”.
[2] Cuaderno I, folio 2.
[3] Folio 82, Cuaderno I.
[4] Folio 13, Cuaderno principal.
[5] Folio 11, Cuaderno I.
[6] Expresamente, indican que “[e]s evidente que la comunidad WWA
(sic), del asentamiento indígena de Tezhumake, se enferma y se mueren por
enfermedades entre ellas la de desnutrición por aspectos asociados a la
inexistencia de agua. (…) La carencia de un acueducto potable veredal en
asentamiento indígena Wiwa, de Tezhumake, es el motivo principal de
enfermedades y muertes de niños y niñas de nuestra etnia”. Folio 13 del Cuaderno
principal.
[7] Refieren los Autos 004 de 2009 y 266 de 2017.
[8] Folio 292, Cuaderno 1.
[9] Folios 297-325, Cuaderno 1.
[10] Folios 299-300, Cuaderno 1.
[11] Folios 301-335, Cuaderno 1.
[12] Folios 301-306, Cuaderno 1.
[13] Folio 306, Cuaderno 1.
[14] Folio 341, Cuaderno principal.
[15] Corte Constitucional. Auto 574 de 22 de octubre de 2019. M.P.
Gloria Stella Ortiz Delgado. Las medidas provisionales adoptadas comprendieron
(i) proveer agua potable a los indígenas del pueblo Wiwa, comunidad de
Tezhumake, por medio de carro-tanques y garantizarles un mínimo de 50 litros
diarios por persona, para el consumo personal y doméstico; (ii) proveer los
implementos necesarios para almacenar agua potable de manera adecuada; y (iii)
capacitar a los miembros de la comunidad en el uso de los implementos para
almacenar agua potable, y en la importancia de la protección y el cuidado del
agua que se destina al consumo humano. Además, ordenó a la Secretaría de Salud
Municipal de Valledupar (iv) llevar a cabo brigadas de salud mensuales, con el
fin de atender urgencias médicas del asentamiento Tezhumake.
[16] Corte Constitucional. Auto 574 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[17] Folio 772, Cuaderno de revisión.
[18] Corte Constitucional. Auto 644 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[19] Corte Constitucional. Auto 644 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado. Orden tercera.
[20] Folio 113, Cuaderno II. Juzgado Primero Penal Municipal con
Funciones de Control de Garantías de Valledupar. Sentencia del 24 de enero de
2020. Rad.: 20001400012019015700. Pág. 30.
[21] Idem.
[22] En el oficio de respuesta de 17 de abril de 2020, la Magistrada
Sustanciadora indicó que: i) en relación con la solicitud de selección del caso
por la Corte, el expediente fue enviado al juez de instancia en razón de la declaratoria
de nulidad (Auto 644 del 14 de diciembre de 2019), y que, una vez proferido el
fallo, el caso debía ser remitido directamente al despacho de la Magistrada
Gloria Stella Ortiz Delgado; y ii) en cuanto a los alegatos del peticionario
sobre el presunto incumplimiento de las medidas cautelares adoptadas por la
Corte Constitucional, mediante Auto 574 de 2019, la Magistrada aclaró que las
mismas perdieron vigencia como consecuencia del fallo proferido por el juez de
instancia el 24 de enero de 2020. En este sentido, cualquier inconformidad con
la garantía del derecho fundamental al agua se debía relacionar con las órdenes
proferidas por el Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de
Garantías de Valledupar.
[23] Esto fue informado a la Sala de Revisión mediante oficio Nº 0925
remitido por el Juzgado Primero Penal Municipal con Funciones de Control de
Garantías de Valledupar el 12 de noviembre de 2020.
[24] Corte
Constitucional. Sentencia T-678 de 2015. M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[25] Decreto 2591 de 1991. Artículo 5.
[26] Corte Constitucional. Sentencia T-172 de 2019. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[27] Corte Constitucional. Sentencia T-172 de 2019. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[28] Inciso 2º del Artículo 44 de la Constitución: “La familia, la
sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para
garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus
derechos. Cualquier persona puede exigir de la autoridad competente su
cumplimiento y la sanción de los infractores. Los derechos de los niños
prevalecen sobre los derechos de los demás”.
[29] Decreto 331 de 2001. “Por el cual se expiden normas para la
constitución y funcionamiento de Entidades Promotoras de Salud, conformadas por
cabildos y/o autoridades tradicionales indígenas”.
[30] Decreto 330 de 2001. Artículo 2.
[31] Decreto 330 de 2001. Artículo 8.
[32] Extraído de http://dusakawiepsi.com/index.php/dusakawi-epsi/mision el 29 de diciembre de 2020.
[33] Ley 142 de 1994. “Por la cual se establece el régimen de los
servicios públicos domiciliarios y se dictan otras disposiciones”.
[34] Ley 1176 de 2007. “Por la cual se desarrollan los
artículos 356 y 357 de la Constitución Política y se dictan otras disposiciones”.
[35] Ley 1776 de 2007. Artículo 10.
[36] Ley 1776 de 2007. Articulo 3.
[37] Corte Constitucional. Sentencia SU-235 de 2016. M.P. Gloria
Stella Ortiz Delgado.
[38] Corte Constitucional. Sentencia T-297 de 2018. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[39] Ley 1755 de 2015. Artículo 14 “Salvo norma legal especial y so
pena de sanción disciplinaria, toda petición deberá resolverse dentro de los
quince (15) días siguientes a su recepción. Estará sometida a término especial
la resolución de las siguientes peticiones: 1. Las peticiones de documentos y
de información deberán resolverse dentro de los diez (10) días siguientes a su
recepción. Si en ese lapso no se ha dado respuesta al peticionario, se
entenderá, para todos los efectos legales, que la respectiva solicitud ha sido
aceptada y, por consiguiente, la administración ya no podrá negar la entrega de
dichos documentos al peticionario, y como consecuencia las copias se entregarán
dentro de los tres (3) días siguientes. 2. Las peticiones mediante las cuales
se eleva una consulta a las autoridades en relación con las materias a su cargo
deberán resolverse dentro de los treinta (30) días siguientes a su recepción”.
[40] Corte Constitucional. Sentencia SU-108 de 2018. M.P. Gloria
Stella Ortiz Delgado.
[41] Corte Constitucional. Sentencia T-415 de 2018. M.P. Alejandro
Linares Cantillo.
[42] Esta
hipótesis de procedencia se deriva de lo previsto en el numeral 1º del artículo
6º del Decreto 2591 de 1991, conforme al cual: “La acción de tutela no
procederá: 1) Cuando existan otros recursos o medios de defensa judiciales,
salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable. La existencia de dichos medios será apreciada en
concreto, en cuanto a su eficacia, atendiendo las circunstancias en que
se encuentra el solicitante”. Negrillas por fuera del texto original.
Sobre esta regla constitucional, se pueden consultar, entre otras, las
Sentencias T-740 de 2015. M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez; Sentencia T-568
de 2015. M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez; Sentencia T-823 de 2014. M.P. Luis
Guillermo Guerrero Pérez.; Sentencia T-885 de 2013. M.P. Luis Guillermo
Guerrero Pérez; Sentencia T-1007 de 2012. M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[43] Corte Constitucional. Sentencia T-211 de 2009. M.P. Luis Ernesto
Vargas Silva.
[44] Corte Constitucional. Sentencia T-015 de 2019. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[45] Folio 11, Cuaderno I.
[46] Decreto 2591 de 1991. Artículo 6º: “Causales de improcedencia
de la tutela. La acción de tutela no procederá: (…) 3. Cuando se pretenda
proteger derechos colectivos, tales como la paz y los demás mencionados en el
artículo 88 de la Constitución Política. Lo anterior no obsta, para que el
titular solicite la tutela de sus derechos amenazados o violados en situaciones
que comprometan intereses o derechos colectivos siempre que se trate de impedir
un perjuicio irremediable”.
[47] Ley 472 de 1998. “Por la cual se desarrolla el artículo 88 de la Constitución Política de Colombia en relación con el
ejercicio de las acciones populares y de grupo y se dictan otras disposiciones”.
[48] Ley 472 de 1998. Artículo 4º, literales h) y j).
[49] Corte Constitucional. Sentencia T-297 de 2018. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[50] Corte Constitucional. Sentencia T-418 de 2010. M.P. María Victoria Calle Correa.
[51] Corte Constitucional. Sentencia C-220 de 2011. M.P. Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub.
[52] Corte Constitucional. Sentencia T-297 de 2018. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[53] Corte Constitucional. Sentencia T-415 de 2018. M.P. Alejandro
Linares Cantillo.
[54] Corte Constitucional. Sentencia T-719 de 2003. M.P. Manuel José
Cepeda; Sentencia T-232 de 2014. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; Sentencia
T-324 de 2016. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[55] Corte Constitucional. Sentencia T-015 de 2019. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[56] Ley 1755 de 2015 “Por medio de la cual se regula el Derecho
Fundamental de Petición y se sustituye un título del Código de Procedimiento
Administrativo y de lo Contencioso Administrativo”.
[57] Corte Constitucional. Sentencia C-007 de 2017. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[58] Esto es, que la misma sea inteligible y contenga argumentos de
fácil comprensión. Sentencia C-007 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[59] Que la respuesta atienda a lo solicitado y se excluya toda
información impertinente y que conlleve a respuestas evasivas o elusivas.
Sentencia C-007 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[60] La respuesta debe ser conforme con lo solicitado. Sentencia C-007
de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[61] Si la petición es presentada dentro de
un trámite procedimental del cual conoce la respectiva autoridad, ésta deberá
dar cuenta del trámite que se ha surtido y de
las razones por las cuales la petición resulta o no procedente. Sentencia C-007
de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[62] Sentencias
T-242 de 1993 M.P. José Gregorio Hernández Galindo; C-510 de 2004 M.P. Álvaro
Tafur Galvis; T-867 de 2013 M.P. Alberto Rojas Ríos; C-951 de 2014 M.P. Martha
Victoria Sáchica Méndez; y T-058 de 2018 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[63] Folio 82, Cuaderno principal.
[64] Folio, 308, Cuaderno principal.
[65] Folio 64, Cuaderno I.
[66] Corte Constitucional. Sentencia T-149 de 2018. M.P. Carlos Bernal
Pulido.
[67] Corte Constitucional. Sentencia T-238 de 2017. M.P. Carlos Bernal
Pulido.
[68] Corte Constitucional. Sentencia T-715 de 2017. M.P. Carlos Bernal
Pulido.
[69] Corte Constitucional. Sentencia T-715 de 2017. M.P. Carlos Bernal
Pulido; Sentencia T-321 de 2016. M.P. Alberto Rojas Ríos.
[70]
La función interpretativa de este órgano es ejercida a través de observaciones
generales, las cuales, aunque no forman parte del bloque de constitucionalidad
en sentido estricto, sí puede considerarse fuente interpretativa.
[71]
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Ratificado
por Colombia el 29 de octubre de 1969. Este instrumento hace parte del bloque
de constitucionalidad y, por tanto, conforma el ordenamiento interno, en
concordancia con el artículo 93 de la Constitución Política.
[72] Comité de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales. Observación general Nº 15 (2002) El derecho al agua (artículos 11
y 12 del Pacto. Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales).
Tomada de https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2012/8789.pdf el 4 de febrero de 2021.
[73] Corte Constitucional. Sentencia T-064 de 2019. M.P. Carlos Bernal
Pulido.
[74] Véase: Corte Constitucional. Sentencia T-406 de 1992. M.P. Ciro
Angarita Barón; Sentencia T-578 de 1992. M.P. Alejandro Martínez Caballero;
Sentencia T-140 de 1994. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa; Sentencia T-431 de 1994.
M.P. José Gregorio Hernández Galindo; Sentencia T-539 de 1993. M.P. José
Gregorio Hernández Galindo; y Sentencia T-413 de 1995. M.P. Alejandro Martínez
Caballero.
[75] Corte Constitucional. Sentencia T-012 de 2019. M.P. Cristina
Pardo Schlesinger.
[76] Corte Constitucional. Sentencia T-160 de 2011. M.P. Humberto
Sierra Porto.
[77] Corte Constitucional. Sentencia T-888 de 2008. M.P. Marco Gerardo
Monroy Cabra; Sentencia T-418 de 2010. M.P. María Victoria Calle Correa;
Sentencia T-616 de 2010. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; Sentencia T-131 de
2016. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; Sentencia T-218 de 2017. M.P.
Alejandro Linares Cantillo; Sentencia T-297 de 2018. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado; Sentencia T-223 de 2018. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado; y Sentencia
T-415 de 2018. M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[78] Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Observación
general Nº 15 (2002). El derecho al agua (artículos 11 y 12 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales). Tomado de https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2012/8789.pdf el 9 de febrero de 2021.
[79] Corte Constitucional. Sentencia T-012 de 2019. M.P. Cristina
Pardo Schlesinger.
[80] “El derecho al agua abarca el acceso al agua necesaria para
mantener la vida y la salud y para satisfacer las necesidades básicas, y no
confiere a las personas el derecho a una cantidad ilimitada de agua. Según la
OMS, se requieren entre 50 y 100 litros de agua por persona al día para cubrir
la mayoría de las necesidades básicas y evitar la mayor parte de los
problemas de salud. No obstante, estas cantidades son indicativas, ya que
dependen del contexto particular y pueden diferir de un grupo a otro en función
del estado de salud, el trabajo, las condiciones climáticas y otros factores.”
Organización de las Naciones Unidas. Oficina del Alto Comisionado para los
Derechos Humanos. El derecho al agua. Folleto Informativo No. 35.
2010. p. 9. Consultado en
https://acnudh.org/el-derecho-al-agua-folleto-informativo-no-35/ el 10 de
febrero de 2021.
[81] “La salubridad del agua potable se define normalmente mediante
normas nacionales y/o locales de calidad del agua potable. Las Guías para la
calidad del agua potable, de la OMS, sirven de base para elaborar normas
nacionales que, debidamente aplicadas, garantizan la inocuidad del agua
potable.” Idem, p. 10. Tomado de
https://acnudh.org/el-derecho-al-agua-folleto-informativo-no-35/ el 10 de
febrero de 2021.
[82] Según el
PNUD “el abastecimiento regular de agua corriente limpia en el hogar es la
forma óptima de suministro para el desarrollo humano”. Organización de las
Naciones Unidas. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Informe
sobre Desarrollo Humano 2006. Más allá de la escasez: Poder, pobreza y la
crisis mundial del agua. p. 83. Consultado en http://hdr.undp.org/sites/default/files/hdr_2006_es_completo.pdf
[83] Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Observación
general Nº 15 (2002) El derecho al agua (artículos 11 y 12 del Pacto.
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales). Extraído de https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2012/8789.pdf el 9 de febrero de 2021.
[84]
Aunque los informes del Relator Especial sobre los derechos humanos al agua
potable y al saneamiento no son vinculantes, constituyen elementos de apoyo
interpretativo de suma relevancia en el análisis de los derechos fundamentales.
[85] Informe del Relator Especial sobre los derechos humanos al agua
potable y al saneamiento. Logro progresivo de la efectividad de los derechos
humanos al agua y al saneamiento. Naciones Unidas, Asamblea General. Pág. 6.
Consultado en https://undocs.org/en/A/HRC/45/10 el 15 de enero de 2021.
[86] Idem. Pág. 10.
[87] Idem.
[88] Idem.
[89] Idem.
[90] Idem. Pág. 25.
[91] Artículo 365.
[92] Constitución. “Artículo 1°. Colombia es un Estado social de
derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con
autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y
pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la
solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés
general”.
[93] Artículo 366 de la Constitución. “El bienestar general y el
mejoramiento de la calidad de vida de la población son finalidades sociales del
Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la solución de las
necesidades insatisfechas de salud, de educación, de saneamiento ambiental y de
agua potable. Para tales efectos, en los planes y presupuestos de la
Nación y de las entidades territoriales, el gasto público social tendrá
prioridad sobre cualquier otra asignación”.
[94] Artículo 334.
[95] Ley 142 de 1994. “por la cual se establece el régimen de los
servicios públicos domiciliarios y se dictan otras disposiciones”.
[96] Artículo 2.3. Ley 142 de 1994.
[97] Artículo 5.1. Ley 142 de 1994.
[98] Artículo 5.6. Ley 142 de 1994.
[99] Artículo 7.2. Ley 142 de 1994.
[100] Artículo 8.4. Ley 142 de 1994.
[101] Artículo 8.6. Ley 142 de 1994.
[102] Artículo 356 y ss. de la Constitución.
[103] Ley 715 de 2001. “Por la cual se dictan normas orgánicas en
materia de recursos y competencias de conformidad con los artículos 151, 288,
356 y 357 (Acto Legislativo 01 de 2001) de la Constitución Política y se dictan
otras disposiciones para organizar la prestación de los servicios de educación
y salud, entre otros.”
[104] Ley 1955 de 2019. “Por el cual se expide el Plan Nacional de
Desarrollo 2018-2022. “Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad””.
[105] Ley 1955 de 2019. Artículo 279.
[106] Decreto 1898 de 2016. “Por el cual se adiciona el Título 7,
Capítulo 1, a la Parte 3, del Libro 2 del Decreto 1077 de 2015, que reglamenta
parcialmente el artículo 18 de la Ley 1753 de 2015, en lo referente a esquemas
diferenciales para la prestación de los servicios de acueducto, alcantarillado
y aseo en zonas rurales”
[107] Decreto 1898 de 2016. Arts. 2.3.7.1.2.1. y 2.3.7.1.3.1.
[108] Idem.
[109] Decreto 1898 de 2016. Artículo 2.3.7.1.3.2.
[110] Corte Constitucional. Auto 004 de 2009. M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa.
[111] La Ley de Origen es la ontología o principio de los indígenas de
la Sierra Nevada de Santa Marta. Son los mandatos, códigos naturales de Origen
y la máxima autoridad ancestral que gobierna los pueblos. Ministerio de
Cultura. Caracterización de los pueblos indígenas de Colombia. Wiwa: La gente
que da origen al calor. Extraído de https://www.mincultura.gov.co/prensa/noticias/Documents/Poblaciones/PUEBLO%20WIWA.pdf el 6 de febrero de 2021.
[112] Ministerio de Cultura. Caracterización de los pueblos indígenas
de Colombia. Wiwa: La gente que da origen al calor. Tomado de https://www.mincultura.gov.co/prensa/noticias/Documents/Poblaciones/PUEBLO%20WIWA.pdf el 6 de febrero de 2021.
[113] Idem.
[114] Ministerio de Cultura. Caracterización de los pueblos indígenas
de Colombia. Wiwa: La gente que da origen al calor. Consultado en https://www.mincultura.gov.co/prensa/noticias/Documents/Poblaciones/PUEBLO%20WIWA.pdf el 6 de febrero de 2021.
[115] Idem.
[116] Idem.
[117] M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[118] Corte Constitucional. Auto 004 de 2009. M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa.
[119] Corte Constitucional. Auto 004 de 2009. M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa.
[120] Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Medida Cautelar No.
21 del 4 de febrero de 2005. Consultado en https://www.oas.org/es/cidh/decisiones/pdf/2017/18-17MC21-05-CO.pdf el 11 de febrero de 2021.
[121] Corte Constitucional. Auto 004 de 2009. M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa.
[122] Corte Constitucional. Auto 004 de 2009. M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa. Orden tercera.
[123] Organización Wiwa Yugumaiun Bunkuanarrua Taironanit. Resguardo
Indígena Kogui, Malayo, Arhuaco, Sierra Nevada De Santa Marta. Comunicado del
30 de marzo de 2020. Tomado de https://www.onic.org.co/comunicados-osv/3736-la-organizacion-wiwa-yugumaiun-bunkuanarrua-tayrona-nos-declaramos-en-estado-de-emergencia el 16 de enero de 2021.
[124] Ministerio de Cultura. Caracterización de los pueblos indígenas
de Colombia. Wiwa: La gente que da origen al calor. Consultado en https://www.mincultura.gov.co/prensa/noticias/Documents/Poblaciones/PUEBLO%20WIWA.pdf el 4 de febrero de 2021.
[125] ONIC (2018). La Organización Wiwa OWYBT denuncia violación de
DDHH e infracción al DIH contra la comunidad de Tezhumke Tomado de: https://www.onic.org.co/comunicados-regionales/2543-la-organizacion-wiwa-owybt-denuncia-violacion-de-ddhh-e-infraccion-al-dih-contra-la-comunidad-de-tezhumke el 4 de febrero de 2021.
[126] Ministerio del Interior. Plan de
Salvaguarda Étnica del Pueblo Wiwa. Diagnóstico y líneas de acción para las
comunidades Wiwa de la Sierra Nevada de Santa Marta (departamentos Cesar,
Magdalena y Guajira) en el marco del cumplimiento del Auto 004 de 2009.
Extraído de https://www.mininterior.gov.co/content/planes-de-salvaguarda-0 el 4
de febrero de 2021.
[127] Folio 1021, Cuaderno II. Proposición No. 039 del 21 de noviembre
de 2019 del Consejo Municipal de Valledupar.
[128] Oficio del 21 de noviembre de 2019. Folio 1166, Cuaderno II.
[129] Oficio del 26 de noviembre de 2019. Folio 1191, Cuaderno II.
[130] Red de Seguridad alimentaria. “Este programa tiene como
objetivo principal promover la seguridad alimentaria de los hogares pobres
del país contribuyendo al acceso y consumo de alimentos saludables mediante la
implementación de unidades productivas de autoconsumo, la promoción de hábitos
alimentarios saludables y el uso de alimentos y productos locales. En
materia étnica, busca contribuir a la autonomía alimentaria de los diferentes
grupos étnicos del país, la producción de alimentos para el autoconsumo, el
rescate de productos locales y el fortalecimiento de la cultura alimentaria”.
Tomado de https://dps2018.prosperidadsocial.gov.co/ent/gen/prg/Paginas/ReSA%C2%AE.aspx
el 9 de febrero de 2021.
[131] Intervenciones Rurales Integrales. “Acompañamos a población
afrocolombiana e indígena para contribuir al desarrollo integral y recuperar
las tradiciones propias mediante: acceso a alimentos para autoconsumo,
promoción de iniciativas productivas y fortaleciendo el liderazgo y el
empoderamiento de las comunidades. Así, a través de IRACA® se realiza
una intervención integral con enfoque diferencial con proyectos de seguridad
alimentaria y fomento de prácticas productivas, que permite empoderar a las
comunidades en su propio desarrollo. La población atendida son los hogares o
comunidades étnicas indígenas y afrocolombianas”. Consultado en https://prosperidadsocial.gov.co/sgpp/inclusion-productiva/iraca/ el 9 de febrero de 2021.
[132] Oficio del 26 de noviembre de 2019. Folio 1103, Cuaderno II.
[133] Folio 1103, Cuaderno II. Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar. Grupo de Control Constitucional y Estrategias Jurídicas. Informe del
26 de noviembre de 2019.
[134] Folio 1033, Cuaderno II.
[135] Folio 848, Cuaderno II.
[136] CD1, folio 14, Cuaderno de revisión.
[137]
Folio 891, Cuaderno II. Asociación de Cabildos Indígenas del
Cesar y La Guajira “Dusakawi EPSI”. Informe de respuesta a oficio
OPT-A2898/2019.
[138] Folio 891, Cuaderno II. Asociación de Cabildos Indígenas del
Cesar y La Guajira “Dusakawi EPSI”. Informe de respuesta a oficio
OPT-A2898/2019.
[139] Idem.
[140] CD1, folio 5, Cuaderno de revisión. Oficio del 20 de enero de
2021.
[141]
CD1, folio 26, Cuaderno de revisión.
[142]
CD1, folio 27, Cuaderno de revisión.
[143]
Informe del Relator Especial sobre los derechos humanos al
agua potable y al saneamiento. Logro progresivo de la efectividad de los
derechos humanos al agua y al saneamiento. Naciones Unidas, Asamblea General.
Pág. 6. Consultado en https://undocs.org/en/A/HRC/45/10 el 15 de enero de 2021.
[144] Mediante oficio del 25 de noviembre de 2019. Folio 888, Cuaderno
2.
[145] Folio 888, Cuaderno 2.
[146] Folio 888, Cuaderno 2.
[147] Idem.
[148] Folio 896, Cuaderno 2.
[149] CD1, folio 5, Cuaderno de revisión.
[150] Oficio del 21 de noviembre de 2019. Folio 1166, Cuaderno II.
[151]
Corte Constitucional. Auto 574 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[152]
Corte Constitucional. Auto 574 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
Fundamento 3.
[153]
Corte Constitucional. Auto 574 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. Orden
1.
[154]
Cuaderno II, folio 113. Juzgado Primero Penal Municipal con
Funciones de Control de Garantías de Valledupar. Sentencia del 24 de enero de
2020. Rad.: 20001400012019015700. Pág. 30.
[155] Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Observación
general Nº 15 (2002) El derecho al agua (artículos 11 y 12 del Pacto.
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales).
[156] Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Observación
general Nº 15 (2002) El derecho al agua (artículos 11 y 12 del Pacto.
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales).
[157] Cuaderno principal, folio 13.
[158] Folio 11, Cuaderno 1.
[159] Folio 890, Cuaderno 2.
[160] Folio 1103, Cuaderno II. Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar. Grupo de Control Constitucional y Estrategias Jurídicas. Informe del
26 de noviembre de 2019.
[161] “Accesibilidad física. El agua y las instalaciones y servicios
de agua deben estar al alcance físico de todos los sectores de la población.
Debe poderse acceder a un suministro de agua suficiente, salubre y aceptable en
cada hogar, institución educativa o lugar de trabajo o en sus cercanías
inmediatas. Todos los servicios e instalaciones de agua deben ser de calidad
suficiente y culturalmente adecuados, y deben tener en cuenta las necesidades
relativas al género, el ciclo vital y la intimidad. La seguridad física no debe
verse amenazada durante el acceso a los servicios e instalaciones de agua”.
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Observación general Nº 15
(2002) El derecho al agua (artículos 11 y 12 del Pacto. Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales). Tomado de https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2012/8789.pdf el 6 de febrero de 2021.
[162] Informe del Relator Especial sobre los derechos humanos al agua
potable y al saneamiento. Logro progresivo de la efectividad de los derechos
humanos al agua y al saneamiento. Naciones Unidas, Asamblea General. Pág. 6.
Consultado en https://undocs.org/en/A/HRC/45/10 el 6 de febrero de 2021.
[163] Cuaderno de revisión, CD1 folio 4.
[164] Corte Constitucional. Sentencia T-608 de 2019. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[165]
La tutela judicial efectiva ha sido conceptualizada por la Corte Constitucional
a partir de lo dispuesto, principalmente, en los artículos 2, 8 y 25 de la
Convención Americana de Derechos Humanos, en virtud de los cuales los Estados
partes: i) deben adoptar las medidas legislativas o de otro carácter que fueren
necesarias para la materialización de los derechos dispuestos en la Convención;
ii) garantizar que toda persona sea oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley; y
iii) proveer el acceso a recursos rápidos, sencillos y efectivos mediante los
cuales las personas puedan solicitar el amparo de sus derechos fundamentales
antes los jueces y tribunales competentes.
[166] Corte Constitucional. Sentencia T-283 de 2013. M.P. Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub.
[167] Corte Constitucional. Sentencia C-426 de 2002. M.P. Rodrigo
Escobar Gil.
[168] Corte Constitucional. Sentencia C-037 de 1996. M.P. Vladimiro
Naranjo Mesa.
[169] Corte Constitucional. Sentencia C-037 de 1996. M.P. Vladimiro
Naranjo Mesa.
[170] Artículo 365 de la Constitución.
[171] Artículo 366 de la Constitución.
[172] Artículo 334 de la Constitución.
[173]
Corte Constitucional. Auto 574 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[174] Cuaderno de revisión, CD1 folio 7.
[175] Cuaderno de revisión, CD1 folio 6.
[176] Cuaderno de revisión, CD1 folio 27.
[177] Cuaderno de revisión, CD1 folio 15.
[178] Dixon, Rosalind. “Creating dialogue about socioeconomic rights:
Strong-form versus weak-form judicial review revisited”. International
Journal of Constitutional Law, Oxford Journals, Vol. 5, No. 3 (2007). Consultado
en https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1536716
el 25 de enero de 2021.
[179] Gargarella, Roberto. ¿Por qué nos
importa el diálogo? «la cláusula del ‘no-obstante’», «compromiso significativo»
y audiencias públicas un análisis empático pero crítico. Revista del Centro de
Estudios Constitucionales. Vol. 5. (2019). Tomado de
https://www.sitios.scjn.gob.mx/cec/sites/default/files/publication/documents/2019-03/08_GARGARELLA_REVISTA_CEC_SCJN_NUM_5-179-211.pdf el 5 de febrero de 2021.
[180] Dixon, Rosalind. “Creating dialogue about socioeconomic rights:
Strong-form versus weak-form judicial review revisited”. International
Journal of Constitutional Law, Oxford Journals, Vol. 5, No. 3 (2007).
Consultado en https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1536716
el 25 de enero de 2021. Pág. 403.
[181]
Corte Constitucional. Sentencia T-209 de 2019. M.P. Carlos
Bernal Pulido. En este caso, la Corte encontró vulnerado el derecho a la
educación de unos menores de edad que debían atravesar un río con caimanes para
asistir a una escuela que no contaba con servicios de agua y
electricidad. Por este motivo promovió un diálogo significativo entre las
partes involucradas en el proceso, como instrumento para la concreción del
remedio judicial idóneo que garantizara la dimensión positiva del derecho a la
educación invocado por los accionantes. Esta metodología se fundamentó en las
siguientes premisas: i) El análisis de la faceta
prestacional de los derechos no es una tarea exclusiva del juez constitucional;
ii) la participación de los destinatarios refuerza su compromiso frente a la
protección y garantía de los derechos fundamentales; y iii) una interacción
significativa de este tipo, provee una base argumentativa sólida para la toma
de decisiones judiciales y para el diseño y ejecución de las políticas
necesarias para su cumplimiento.
[182]
La Sala Especial de Seguimiento a la Sentencia T-025 de 2004, por medio de la
cual se declaró el Estado de Cosas Inconstitucional en materia de
desplazamiento forzado, ha reiterado que la naturaleza del proceso de
seguimiento a la implementación de las órdenes estructurales se surte de forma
dialógica. En concreto, señaló en el Auto 156 de 2020 que: “[C]on fundamento
en el principio de colaboración armónica y en pleno respeto de la separación de
poderes de las ramas del poder público, esta Corporación: (i) definió un modelo
de carácter dialógico en el cual intervienen los operadores de la política
pública, los organismos de control del Estado, la población desplazada y los
acompañantes permanentes; y (ii) conformó una Sala Especial, como órgano
encargado de valorar la información aportada por los intervinientes en el
proceso” M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[183] CD1, folio 43, Cuaderno de revisión.
[184] CD1, folio 7, Cuaderno de revisión. |
10 | T-068-21
Sentencia T-068/21
Referencia: Expediente T-7.891.149
Acción de tutela instaurada por María y Juana[1] contra Almacenes Éxito S.A., Centro Comercial Viva y Miro Seguridad
LTDA.
Magistrada ponente:
DIANA FAJARDO RIVERA
Bogotá, D.C., diecinueve (19) de marzo de dos mil veintiuno (2021)
La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada
por la magistrada Diana Fajardo Rivera, quien la preside, y los magistrados
Jorge Enrique Ibáñez Najar y Alejandro Linares Cantillo, en ejercicio de sus
competencias constitucionales y legales, específicamente las previstas en los
artículos 86 y 241 numeral 9 de la Constitución Política y en el Decreto Ley
2591 de 1991, profiere la siguiente
SENTENCIA
En el trámite de revisión de los fallos de tutela adoptados por los
correspondientes jueces de instancia, que resolvieron la acción de tutela
interpuesta por María y Juana
contra Almacenes Éxito S.A., Centro Comercial Viva y Miro Seguridad LTDA.
Aclaración preliminar: En el caso
bajo examen la Sala encuentra pertinente suprimir la identidad de las
accionantes en esta providencia como medida de protección a su derecho a la
intimidad. En consecuencia, la Sala se referirá a ella por los nombres
ficticios: María y Juana.
I.
ANTECEDENTES
1. La acción de
tutela objeto de pronunciamiento fue fallada, en primera instancia, por el Juzgado Octavo Penal Municipal con Funciones de Conocimiento de Barranquilla; y, en segunda instancia, por el Juzgado
Octavo Penal del Circuito con Funciones de Conocimiento de Barranquilla, seleccionada para revisión y repartida a esta Sala.[2] A continuación se
exponen los hechos relevantes y las decisiones de instancia.
1. Hechos y
solicitud
2. María
y Juana afirman que son una pareja de mujeres lesbianas e interpusieron
acción de tutela en contra de Almacenes Éxito S.A., el Centro Comercial Viva y
Miro Seguridad LTDA por la presunta vulneración de sus derechos fundamentales al
libre desarrollo de la personalidad, a la dignidad humana, a la intimidad, a la
vida privada, a la igualdad y a la prohibición de discriminación, toda vez fueron
recriminadas por personal de seguridad del Centro Comercial Viva de
Barranquilla por realizar manifestaciones públicas de afecto al interior de sus
instalaciones.
3. El 9 de
septiembre de 2019 las accionantes se encontraban departiendo junto con otras
personas en la plazoleta de comidas del Centro Comercial Viva de Barranquilla.
Durante su estancia en dicho lugar tuvieron manifestaciones públicas de afecto,
por lo que empezaron a percibir la mirada insistente de un vigilante del centro
comercial. Hacía las 6:00 p.m. Juana salió del
centro comercial y regresó a las 8:30 p.m. donde se encontró nuevamente con María.
El mencionado vigilante volvió a concentrar su atención en ellas, lo que
las hizo sentir “incómodas y hostigadas”. A las 9:30 p.m. el vigilante
se dirigió a una compañera del grupo de vigilancia, quien se acercó a María
y Juana para llamarles la atención por sus manifestaciones públicas de
afecto. La vigilante les dijo: “chicas, esto no lo pueden hacer aquí porque
hay niños”, ante lo cual Juana le indicó que “no había presencia
de ningún menor y que dicha observación no tenía procedencia”, a lo que la
vigilante respondió que sólo seguía órdenes. María y Juana, al sentirse
hostigadas y discriminadas por los vigilantes del centro comercial, decidieron
irse del lugar. Indican que “no han vuelto al Centro Comercial Viva ni solas
ni juntas, puesto que no sienten que sea un sitio donde se respete la igualdad,
la prohibición de discriminación, la dignidad humana y el libre desarrollo de
la personalidad.”
4. Por estos
hechos, el 5 de noviembre de 2019 María y Juana interpusieron
acción de tutela a través de apoderado judicial en contra de Almacenes Éxito
S.A., Centro Comercial Viva y Miro Seguridad LTDA, con el fin de que se
garanticen sus derechos fundamentales a la igualdad, a la prohibición de
discriminación, a la dignidad humana, a la intimidad y al libre desarrollo de
la personalidad. Solicitaron se les ordene a las empresas accionadas disculparse
públicamente con las demandantes en un acto solemne y sincero y adoptar las
medidas necesarias para garantizar que dichos actos de discriminación no se
repitan.[3]
2. Respuesta
a la acción de tutela
5. La empresa
Miro Seguridad LTDA, encargada de prestar el servicio de vigilancia del Centro
Comercial Viva de Barranquilla para el momento en que sucedieron los hechos que
originaron la presente acción de tutela, solicitó en su escrito de respuesta
desestimar las pretensiones de las accionantes. Indicó que no tiene información
alguna sobre la situación narrada en la acción de tutela, por lo que las
demandantes deben probar estos hechos. Precisó que “el carácter discriminatorio
que se le atribuye a la actuación de la guarda de seguridad no se configura
porque para ello sería necesario que las acciones de las citadas lesbianas
pudieran compararse con las realizadas por otras parejas en el mismo sitio a la
misma hora” y “no todas las manifestaciones públicas de afecto están
constitucionalmente permitidas, como tan enfáticamente se afirma dentro de un
contexto general y absoluto.”[4]
6. Almacenes
Éxito S.A., propietaria del Centro Comercial Viva de Barranquilla, dio
respuesta a la acción de tutela y solicitó negar las pretensiones de las
demandantes, dado que éstas “realizan una serie de afirmaciones que no
acreditan ni soportan a través de ningún medio probatorio.” Indica que no
le consta los hechos narrados por las accionantes y que la empresa Miro
Seguridad les informó que no recibió ningún reporte del suceso al que aluden
las demandantes, además, que el día 9 de septiembre de 2019 no tenían asignado
en el tercer piso del centro comercial ninguna guarda de seguridad mujer y el
vigilante asignado a la plazoleta de comidas ya no trabaja con ellos.[5]
3. Decisiones
de instancia en el trámite de la acción de tutela e impugnación
3.1. Decisión
de primera instancia
7. El 29 de noviembre
de 2019, el Juzgado Octavo Penal Municipal con Funciones de Conocimiento de
Barranquilla profirió sentencia de primera instancia en la que negó el amparo
de los derechos fundamentales de las accionantes por no existir prueba de la
ocurrencia de los hechos señalados en la tutela. Indicó
que “en el expediente no existen pruebas que permitan inferir más allá de
toda duda razonable que ocurrieron los hechos, la parte accionante no aportó
ningún elemento que permitiera inferir la ocurrencia de los mismos, más allá de
su testimonio.”[6]
8. Las
accionantes impugnaron el fallo de primera instancia. Explicaron que la
sentencia de tutela desconoció la jurisprudencia constitucional en la que se
establece que en casos en los que se alega un acto de discriminación la carga
probatoria se invierte y pasa a la parte accionada. Agregan que en el escrito
de tutela se solicitó la práctica de pruebas testimoniales de las accionantes
con el objetivo de declarar bajo la gravedad de juramento sobre los hechos
ocurridos el 9 de septiembre en el Centro Comercial Viva, sin embargo, el juez
de primera instancia no practicó tales pruebas.[7]
3.2. Decisión
de segunda instancia
9. El 6 de febrero
de 2020 el Juzgado Octavo Penal del Circuito con Funciones de Conocimiento de
Barranquilla confirmó la sentencia de primera instancia. Señaló que no era
posible establecer si las accionantes habían sufrido una conducta
discriminatoria, “toda vez que la falta de detalles en el sentido que viene
anotado no permite dar por establecido si era procedente o no el rechazo de la
vigilancia ante el comportamiento de los actores.”[8]
4. Actuaciones surtidas en sede de
revisión
10. Mediante auto
del 26 de octubre de 2020 la Magistrada sustanciadora requirió a las partes
para que se pronunciaran sobre los siguientes puntos:
11. A las
accionantes: (i) ¿en qué lugar del Centro Comercial
Viva de Barranquilla se encontraban el día 9 de septiembre de 2019 en el
momento en que les fue llamada la atención por parte de
una vigilante del centro comercial debido a sus manifestaciones públicas de
afecto? (ii) ¿Pudieron identificar de alguna manera a los vigilantes del centro
comercial implicados en estos hechos? (iii) ¿El centro comercial les dio la
posibilidad de tratar de reconocer los rostros de los vigilantes que estaban de
turno el día que sucedieron los hechos para ver si era posible identificarlos?
(iv) ¿Interpusieron alguna queja o reclamo o pusieron en conocimiento de algún
funcionario de la empresa de vigilancia o del centro comercial los hechos
narrados en la acción de tutela? (v) ¿El centro comercial dio información
precisa respecto a cómo proceder en caso de tener alguna queja, en especial contra
personas del cuerpo de seguridad? (vi) Indicar si la actitud del centro
comercial ha sido de apoyo para poder verificar y esclarecer lo sucedido. En
caso de haber sido diferente, explicar cuál ha sido la actitud del centro
comercial. (vii) En caso de ser posible, aportar cualquier documento o
testimonio que pruebe que el día de los hechos narrados en la acción de tutela
se encontraban en el Centro Comercial Viva.
12. A la
empresa Miro Seguridad LTDA: (i) Indique si a raíz de la interposición de la presente acción de
tutela se ha iniciado alguna investigación tendiente a esclarecer los hechos
allí narrados y determinar la potencial responsabilidad de los implicados. (ii)
Individualice al personal de vigilancia que el día 9 de
septiembre de 2019 prestó sus servicios en el Centro
Comercial Viva entre las 5 p.m. y las 10 p.m. y remita las declaraciones de
cada uno de ellos sobre los hechos narrados en la acción de tutela. (iii) En
caso de tener videos de las cámaras de seguridad del centro comercial del día 9
de septiembre de 2019, remitir copia de las grabaciones de las cámaras de
seguridad ubicadas en la plazoleta de comidas y en el piso donde se encuentra
ubicada dicha plazoleta entre las 5:00 p.m. y las 10:00 p.m. De no tener
registro de las cámaras de seguridad, ¿qué medidas se han tomado para asegurar
que en una próxima oportunidad sí se pueda tener acceso a los videos en un caso
de este estilo? (iv) Explicar a qué se refiere cuando en la contestación de la
acción de tutela se afirma que “no todas las manifestaciones públicas de
afecto están constitucionalmente permitidas.” ¿A qué manifestaciones
públicas de afecto se refiere? (v) ¿Existe algún protocolo o directriz de Miro Seguridad LTDA para
impedir determinado tipo de manifestaciones públicas de afecto en centros
comerciales? ¿Existe algún protocolo o directriz para manejar situaciones en
las que se presenten manifestaciones públicas de afecto entre personas del
mismo sexo? (vi) Indicar de qué manera se instruye a las personas que
desempeñan funciones de seguridad sobre la protección constitucional que tienen
las manifestaciones de afecto, en especial aquellas tradicionalmente
discriminadas por darse entre personas del mismo sexo.
13. A Almacenes
Éxito S.A.: (i) Indique si a raíz de la interposición de la acción de tutela se
ha iniciado alguna investigación tendiente a esclarecer los hechos allí
narrados y determinar la potencial responsabilidad de los implicados. (ii)
Señale si recibió alguna queja o reclamo por parte de alguna persona en razón a
los hechos narrados en la acción de tutela. (iii) ¿Cuál es el procedimiento
previsto por el centro comercial para que sus visitantes puedan interponer
quejas o reclamos por situaciones ocurridas en dicho establecimiento? ¿Cómo
publicitan e informan a los visitantes del centro comercial este procedimiento?
(iv) Se afirma que el registro fílmico de las cámaras de seguridad del centro
comercial se borra después de transcurrido un mes; ¿qué medidas específicas se
han tomado para evitar que esta situación vuelva a ocurrir y se pueda acceder a
estas grabaciones, por lo menos durante un plazo mayor? En caso de que no sea
posible conservar todas las grabaciones por más tiempo, explicar qué otras
medidas se pueden adoptar para tener registro de lo ocurrido al interior del
centro comercial y resolver futuros casos como el presente. (v) ¿Existe algún
protocolo o directriz para la admisión o permanencia de clientes en el centro
comercial? En caso de ser así, ¿estas políticas de admisión o permanencia hacen
alguna referencia a personas con orientación sexual diversa o parejas del mismo
sexo? (vi) ¿Los empleados del centro comercial y los guardas de seguridad
reciben algún tipo de capacitación en materia de derechos fundamentales,
especialmente de la población LGBTI? En caso de ser así, ¿en qué consiste esta
capacitación?[9]
14. Como
contestación al mencionado auto se obtuvieron las siguientes respuestas:
15. Las
accionantes, a través de apoderado, remitieron escrito el 5 de noviembre de
2020[10] mediante el cual informaron:
16. (i) Al
momento en que sucedieron los hechos que originaron la acción de tutela, las
accionantes “se encontraban en el tercer piso del centro comercial, en la
zona donde estaban ubicados un sofá rojo y los locales comerciales de
Salvatore's y Burger me. Se encontraban ahí organizando una reunión para la
celebración de unos eventos.”
17. (ii) Indican que no
identificaron a los vigilantes del centro comercial implicados en los hechos.
Afirman que al sentirse discriminadas “sintieron mucho estrés y ansiedad
porque les daba mucha vergüenza ser la única pareja reprimida por manifestar su
afecto en el lugar. Lo único que deseaban era salir de ahí y no tener que
regresar nunca, pues no se sentían seguras ni bienvenidas.” Esto “les
impidió tomarse el tiempo para solicitar los nombres o apellidos o números de
identificación de los vigilantes (…). Después de los hechos ocurridos, las
accionantes han continuado sintiendo miedo y ansiedad al visitar ciertos
espacios públicos. Temen realizar manifestaciones públicas de afecto, y su
visita a otros centros comerciales [se] ha vuelto dolorosa. Por ello, ni
siquiera han contemplado volver al Centro Comercial.”
18. (iii) Señalan que no
interpusieron ninguna queja o reclamo ante el Centro Comercial Viva porque no
querían volver a dicho lugar, pues “temían exponerse a una revictimización.”
Advierten que “durante una entrevista con una investigadora de la
Corporación Caribe Afirmativo sobre violencia contra mujeres lesbianas, las
accionantes contaron los hechos que habían vivido en el Centro Comercial. Al
escuchar el caso, la investigadora les ofreció acompañamiento jurídico gratuito
por parte de Caribe Afirmativo para tramitar el caso”, por lo que Juana y
María decidieron interponer la presente acción de tutela inmediatamente.
Agregan que “desde la ocurrencia de los hechos y hasta la fecha, las
accionantes no han recibido ningún tipo de información del Centro Comercial
sobre la posibilidad de presentar una queja relacionada con el personal de
seguridad.”
19. (iv) Advierten que no han
recibido ningún apoyo de parte del Centro Comercial Viva para esclarecer los
hechos, por el contrario, han amparado “el comportamiento discriminatorio
del personal de vigilancia y seguridad, como se evidencia en la contestación a
la acción de tutela presentada por el Centro Comercial. En cada uno de sus
argumentos, el Centro Comercial busca desacreditar la configuración de los
hechos y la existencia de los mismos, e intenta trasladar la carga de la prueba
a las accionantes.”
20. (v) Finalmente, aportan los
testimonios de dos personas que estuvieron con las accionantes en el momento en
que sucedieron los hechos que originaron la presente acción.
21. Madeleyne Camargo Movilla
declara que el 9 de septiembre de 2019 se encontraba con las accionantes y
otras personas en la plazoleta de comidas del Centro Comercial Viva, pues
estaban en una reunión en la que se organizaba un evento. Relata que en cierto
momento se alejó del grupo con una amiga y al dirigirse nuevamente a la
plazoleta de comidas “en el pasillo me crucé con una mujer y un hombre del
personal de seguridad y vigilancia del centro comercial. Al pasar cerca a
estos, pude escuchar claramente una conversación en los que comentaban sobre
una situación que al parecer había sido bastante incómoda. La conversación que
escuché fue algo como: -Vigilante femenina: Es que alguien se lo tenía que
decir. Vigilante masculino: Sí, no se pueden molestar. Vigilante femenina:
Exacto, eso no puede estar haciendo aquí. Estaban bastante ofuscados y para ser
sincera en ese momento pensé que debieron tener algún inconveniente con un
cliente del centro comercial (…). Mi sorpresa fue enorme, al llegar a la mesa
en la que departíamos y encontrar a María llorando desconsoladamente, en medio
de una crisis de ansiedad, todos los rostros de la mesa estaban descompuestos y
la tensión en el ambiente era muy fuerte. Después de tanta tensión, mis amigas
proceden a contarme lo que había ocurrido. Juana y Olga Alfaro me indican que
una mujer vigilante se había acercado a la mesa y les había dicho a María y
Juana que no debían estar haciendo demostraciones de afecto en ese lugar porque
‘había niños’, a lo que yo contesto que esa excusa es incongruente y
discriminatoria. Luego de terminar de conversar, Juana se levanta de la mesa y
observo cuando se acerca respetuosamente a la mujer vigilante, que se
encontraba en uno de los accesos a la plazoleta de comidas y la cual miraba
fijamente hacia nuestra mesa. Escucho cuando ella le dice que era inválida su
petición con respecto a las demostraciones de afecto a lo que la mujer
vigilante con actitud muy poco conciliadora y tajante le contestó que ‘solo
cumplía órdenes’. Nunca supe órdenes de quién.” Finalmente, señala
que esta situación afectó mucho a Juana y María, al punto que no han
vuelto al Centro Comercial Viva y sus demostraciones de afecto en público a
partir de ese momento se volvieron medidas, “siempre mirando alrededor antes
de una caricia, una tomada de mano o un beso y ni hablar de los espacios en que
hay personal de vigilancia, no se sientes seguras en ningún espacio sin antes
mirar.”[11]
22. Olga Lucía Martínez Alfaro
declara que el día 9 de septiembre se encontraba en el Centro Comercial Viva
con las accionantes en una reunión para organizar un evento. Señala que María
y Juana, quienes son pareja, tuvieron manifestaciones de afecto. “En ese
momento en que mis amigas departían, se acerca una vigilante que les habla, y
yo solo logro escuchar la parte en la que dice ‘es que hay niños’. Recuerdo
haber reaccionado con mucha rabia ante esa frase y de inmediato increpé a la
mujer diciéndole que ‘si esa actitud la había asumido con las otras parejas
heterosexuales que estaban en el lugar.’ La vigilante no me responde nada, ella
solo miraba a otro vigilante que estaba ubicado algo retirado de nosotras. Ante
esta situación noté que mi amiga María se veía muy afectada y con los ojos
aguados, me dijo que mejor me calmara. Fue una situación muy incómoda, pero
sobre todo triste, al ver la humillación que sintió mi amiga y la impotencia de
no tener a quien dirigirse porque era de noche. Luego de lo ocurrido
abandonamos el sitio. Mi amiga María se sintió muy deprimida unos días, como
consecuencia mis amigas no han vuelto a ese centro comercial y ya no salen con
tanta frecuencia. Sumado, se les ve muy ansiosas y con miedo de manifestar su
afecto públicamente.”[12]
23. La empresa Miro Seguridad LTDA remitió escrito el 5 de
noviembre de 2020[13] mediante el cual informó:
24. (i) Precisa
que, por los hechos objeto de la acción de tutela, la empresa no “inició
ninguna investigación pues no hubo una queja o requerimiento de los clientes en
ese momento a nuestra empresa; Adicionalmente, no se cuenta con registros ni
fílmicos, ni escritos o prueba testimonial sobre el hecho que tuvo lugar el 09
de septiembre de 2019 que pueda esclarecer lo ocurrido.”
25. (ii) Indica que no
individualizó al personal de vigilancia que prestó sus
servicios en el Centro Comercial Viva en las horas en que sucedieron los hechos
narrados en la acción de tutela y no aporta sus declaraciones porque no se
inició ninguna investigación.
26. (iii) Advierte que no cuentan
con “videos fílmicos, la capacidad de grabación que nos indica el Centro
Comercial es máximo de 30 días” y aclara que “el sistema de CCTV es
totalmente del CC Viva.”
27. (iv) En relación con las
manifestaciones públicas de afecto, señaló que “toda persona debe
comportarse en público de acuerdo con los dictados de la moral y las buenas
costumbres, sin inducir a un mal ejemplo, crear escenas de escándalo ni llamar
la atención con un comportamiento que normalmente se realizan en otros
escenarios. Unas son las manifestaciones públicas de afecto y otras muy
diferentes son las conductas que están matizadas de sexualidad o erotismo, que
al parecer fue lo que pudo dar lugar al procedimiento del guarda de Miro
Seguridad Ltda, sin embargo no está plenamente probado el supuesto requerimiento
del guarda de seguridad.”
28. (v) Indicó que no existe
ningún protocolo para impedir determinado tipo de manifestaciones públicas de
afecto “pues tales comportamientos son siempre bien recibidos y aceptados
por la comunidad en general, lo que no sucede con aquellos actos,
manifestaciones o procederes que van más allá de las simples manifestaciones.”
Agregó que el Centro Comercial Viva “ha sido claro y persistente en
solicitar a Miro Seguridad que sus guardas estén atentos a evitar o poner fin a
aquellas conductas que no guardan proporción con el lugar, sus visitantes ni
con las actividades a las que ellos se dedican, todo dentro del marco del
debido respeto por los derechos humanos, incluyentes y con la aceptación de el
libre desarrollo de la personalidad, sin generar afectaciones.”
29. (vi) Finalmente, dijo que “MIRO Seguridad siempre está
formando y capacitando a su personal en temas como: El servicio como factor
diferencial (valor y satisfacción del cliente), el poder del lenguaje –
comunicación asertiva, Servicio al cliente – manejo de clientes conflictivos,
manejo de crisis emocionales, papel de la comunicación en el servicio al
cliente - inteligencia emocional, inclusión, derechos humanos, protocolos
bioseguridad con amabilidad, crear, fortalecer y mantener relaciones
interpersonales – Empatía, entre otros.”
30. Almacenes
Éxito S.A. remitió escrito el 5 de noviembre de 2020[14] mediante el cual
informó:
31. (i) Advirtió
que tan pronto fueron notificados de la presente acción “nos dimos a la
tarea de investigar de manera exhaustiva lo acontecido y a la fecha aún
seguimos focalizando esfuerzos para esclarecer lo sucedido. Para el efecto: (a)
consultamos con el proveedor de seguridad privada de la época MIRO SEGURIDAD,
(b) revisamos en nuestros registros de atención de PQRS y reclamos y (c)
revisamos los registros de videos de nuestros sistemas cerrados de televisión.
Sin embargo, luego de hacer las revisiones correspondientes, no logramos
obtener información relacionada con el incidente, ya que no tenemos evidencia
de que haya sido reportado o comunicado a la administración, a la empresa de
seguridad o a algún punto de atención al cliente del Centro Comercial Viva
Barranquilla, ni conservamos copia de los videos.”
32. (ii) Aclara
que no recibieron ninguna queja o reclamo de parte de las accionantes.
33. (iii)
Describen los procedimientos que tiene previsto el Centro Comercial Viva para
recibir quejas o reclamos, tanto de manera presencia como no presencial.
34. (iv) En
relación con el registro fílmico de las cámaras de seguridad del Centro
Comercial Viva, indica que “para la época del hecho, el Circuito Cerrado de
Televisión (CCTV) contaba con una capacidad de almacenamiento limitada a un (1)
mes”, razón por la cual no cuentan con videos del día en que sucedieron los
hechos narrados en la acción de tutela, pues solo se enteraron de éstos después
de transcurrido un mes. Advierte que, en todo caso, “la Compañía viene
revisando desde meses atrás, inclusive, con anterioridad a la fecha de los
hechos, la posibilidad de robustecer el sistema del CCTV a fin aumentar la
capacidad de almacenamiento, sin embargo, es una actividad que venimos
desarrollando y analizando a nivel técnico y económico.”
35. (v) Señala
que el Centro Comercial Viva no tiene ningún protocolo o directriz establecido
para la admisión o permanencia de clientes.
36. (vi) Finalmente, mencionó que
el Centro Comercial Viva capacita a su personal en temas relacionados con
servicio al cliente “y entre estos la inclusión y la preservación de los
derechos humanos.” De otra parte, indica que dentro de los principios de la
empresa se encuentra los de diversidad e inclusión y el respeto y la empatía
hacía todas las personas. “Es así como el mes de octubre se declaró como el
mes de la D&I facilitando escenarios de sensibilización a todo nivel. La
Compañía también ha venido siendo acompañada por la Cámara de Comerciantes LGTB
de Bogotá, en el proceso de adopción de políticas, protocolos e iniciativas en
este tema. Entre otras actividades, permítanos contarle que se realizó una
sesión exclusiva con 75 directivos sobre sensibilización en temas LGTBI con la
participación de Felipe Cárdenas CEO de Cámara de Comerciantes LGTBI. Se realizó
un encuentro con 150 colaboradores a nivel nacional sobre el ABC de la
Diversidad sexual con la participación de Eduardo Cárdenas director de la
Cámara de Comerciantes LGTBI. Finalmente, el día 30 de octubre de 2020, se dio
por concluido el mes de la diversidad, en donde se compartió a todos los
empleados de la compañía un calendario de 365 días de inclusión y el siguiente
mensaje: ‘Ser diversos e incluyentes es más que un sentimiento que, día a día,
está presente en nuestro actuar, en nuestras palabras y en nuestro corazón. Hoy
conmemoramos el cierre del Mes de la Diversidad en nuestra Organización y
queremos invitarte para que continúes entregando tu granito de arena para que
el mundo en el que vivimos sea más equitativo y justo, no solo hoy sino en el
resto de días del año. Es por esto que aquí te compartimos el calendario por
los 365 días de inclusión.”
37. Una vez puestas a disposición
de las partes las pruebas decretadas mediante el auto del 26 de octubre de
2020, se allegaron las siguientes respuestas:
38. Las
accionantes, a través de apoderado, remitieron escrito el 18 de noviembre de
2020[15] mediante el cual se pronunciaron sobre las respuestas brindadas por
Almacenes Éxito S.A. y Miro Seguridad LTDA. En relación con la respuesta de la
empresa Miro Seguridad LTDA sobre las manifestaciones públicas de afecto que
estarían permitidas, indicaron las accionantes que a partir de lo dicho por la
empresa de vigilancia “se evidencia que esta impone restricciones a derechos
fundamentales que no se basan en criterios razonables y objetivos. Por el
contrario, se observa que ni siquiera son claros los criterios para distinguir
las manifestaciones públicas de afecto (permitidas) de las conductas matizadas
de sexualidad o erotismo (no permitidas). Esto permite y facilita que el
control sobre las manifestaciones públicas de afecto en el centro comercial
esté permeado por los prejuicios sobre los roles de género, desde una visión
patriarcal. Así, el límite del ejercicio de los derechos fundamentales de
quienes se encuentran en el centro comercial queda librado al criterio
arbitrario y a los prejuicios de quienes integran el cuerpo de seguridad, que
serán quienes definan qué se ajusta a ‘la moral y las buenas costumbres’, o qué
conductas están ‘matizadas de sexualidad o erotismo’. Precisamente, esto fue lo
que ocurrió en el caso concreto, en el que solo fueron censuradas las
manifestaciones públicas de afecto de las accionantes, una pareja de mujeres
lesbianas; mientras que otras parejas heterosexuales no sufrieron ningún tipo
de censura por manifestar su afecto públicamente de forma similar.
39. Asimismo, vale la pena
señalar que el personal de seguridad, al dirigirse a las accionantes para
pedirles que no manifestaran públicamente su afecto, se refirió a que estaban
cumpliendo órdenes. Esto es importante porque quiere decir que el personal de
seguridad del centro comercial recibe órdenes de evitar las manifestaciones
públicas de afecto que atenten, según su juicio, contra ‘la moral y las buenas
costumbres’, poniendo en riesgo a personas que históricamente han sufrido
discriminación o violencia por prejuicio, o, directamente, recibe órdenes de
evitar manifestaciones públicas de afecto de parejas del mismo sexo.
40. Adicionalmente, la empresa
de seguridad revictimiza a las accionantes en su respuesta, pues señala que al
parecer lo que pudo dar lugar al accionar discriminatorio del personal de
seguridad fue que las accionantes desarrollaron conductas ‘matizadas de
sexualidad o erotismo’. Se observa que esta aseveración conlleva un matiz
justificatorio de los hechos que vivieron las accionantes. Incluso, este tipo
de afirmaciones permite inferir que es probable que el accionar discriminatorio
del personal de seguridad es naturalizado y auspiciado por las políticas y
procedimiento de la entidad.”
41. Precisaron que Almacenes Éxito
S.A. no puede desconocer la responsabilidad que tiene en estos hechos, a pesar
de que el personal de seguridad sea empleado directamente por la empresa Miro
Seguridad LTDA, pues lo cierto es que la conducta que consideran
discriminatoria ocurrió en el Centro Comercial Viva, propiedad de dicha empresa
“y como consecuencia del deber de la empresa Miro de velar por la seguridad
del centro comercial.”
42. Almacenes Éxito S.A. remitió escrito
el 18 de noviembre de 2020[16] mediante el cual se
pronunció sobre la respuesta brindada por las accionantes. Insiste en que,
aunque las demandantes dan más detalles sobre el lugar en el que estaban
ubicadas en el centro comercial cuando sucedieron los hechos, no hay ninguna
prueba de ello. Precisa que “no es cierto que el centro comercial no haya
dado la posibilidad de tratar de reconocer los rostros de los vigilantes que
estaban de turno el día que sucedieron los hechos, ya que, como está probado,
no es el Centro Comercial el empleador de los vigilantes, sino MIRO SEGURIDAD.
Además, ha de recordarse que el Centro Comercial solo tuvo conocimiento de los
hechos hasta el traslado de la acción de tutela, ya que no existe prueba sobre
que aquellas hubieren presentado alguna petición, queja o reclamo anterior.”
43. De otra parte, advierte que no
es cierto que el centro comercial apoye los comportamientos discriminatorios, “pues
dentro de la Compañía no se apoyan los tratos excesivos o malintencionados, por
ello, cuando se reporta al Centro Comercial un incidente de esta índole, el
personal de seguridad solicita respetuosamente a nuestros clientes aclarar la
situación, hecho que no constituye una vulneración de derecho alguno o
generador de algún tipo de perjuicio, pues a través de nuestras políticas,
tratamos de crear canales seguros y amenos en los que podamos esclarecer este
tipo de sucesos, delimitado el procedimiento ejecutado por el personal de
seguridad, con directrices puntuales sobre el respeto y salvaguarda de los
derechos de nuestros clientes y usuarios.”
44. Finalmente, en relación con los
dos testimonios aportados por las accionantes en los que las declarantes
ratifican lo señalado en la acción de tutela, aduce que nunca se informó sobre
su presencia en el lugar de los hechos. Además, sobre el testimonio de
Madeleyne Camargo Movilla, indicó que la declarante no presenció los hechos
directamente, “ya que afirma haber conocido del caso cuando ya había
ocurrido. Sin embargo, no existe prueba adicional a la declaración que acredite
que se encontraba en ese lugar.”
5.
Intervenciones procesales
5.1. Abogados sin fronteras Canadá
45. El Jefe de
la Misión para Colombia de la organización no gubernamental Abogados sin
fronteras Canadá, remitió escrito a esta Corte en el que solicita amparar los
derechos fundamentales de Juana y María al libre desarrollo de la
personalidad, a la dignidad humana, a la intimidad, a la vida privada, a la
igualdad y a la no discriminación. La organización analiza el contexto de
discriminación por razones de orientación sexual e identidad de género que se
presenta en toda América Latina y la protección constitucional especial que
ostentan las personas LGBTI.
46. De otra
parte, realiza algunas consideraciones sobre el régimen probatorio en sede de
tutela para casos de presunta discriminación. Advierte que la jurisprudencia de
la Corte Constitucional ha desarrollado el concepto de carga dinámica de la
prueba, según el cual, “corresponde a la parte más poderosa de la relación
desvirtuar, a través de las pruebas, los señalamientos por actos
discriminatorios en cualquiera de las categorías sospechosas”, sin embargo,
aduce que los jueces de tutela de instancia no tuvieron en cuenta este aspecto,
por lo que atribuyeron la carga probatoria a las accionantes.
47. Finalmente,
se advierte que la conducta de los vigilantes del centro comercial es un patrón
persistente. Al respecto se dice: “reiterada es la conducta de los cuerpos
de seguridad privada que hacen presencia en los centros comerciales, en el
sentido de censurar las prácticas de afecto, exclusivamente, de individuos del
mismo sexo. Situación que a todas luces resulta arbitraria, contraria a los
preceptos constitucionales y lesiva del derecho fundamental al libre desarrollo
de la personalidad. En algunos casos, como en el presente, esa acción de
reproche a las manifestaciones de afecto suele acompañarse de una
«preocupación» por los derechos de los niños, situación que se manifiesta en
frases como: “chicas, esto no lo pueden hacer aquí porque hay niños”. Esto devela
prejuicios de carácter moral que esconden una verdadera intención: que las
personas de la comunidad LGBTI oculten sus muestras de cariño y las reserven al
espacio privado. La restricción que esto genera a los derechos a la intimidad,
desarrollo libre de la personalidad y dignidad de la persona humana resultan
patentes y hacen imprescindible el control constitucional para resarcirlos.”[17]
II.
CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS DE LA CORTE
1.
Competencia
48. Esta Corte
es competente para revisar las decisiones judiciales descritas, de conformidad
con lo dispuesto en los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política y 33 a
36 del Decreto Ley 2591 de 1991, y en virtud del Auto del 29 de
septiembre de 2020, proferido por la Sala de Selección de Tutelas Número Cuatro, que escogió el expediente para revisión.
2.
Cumplimiento de los requisitos de procedencia de la acción de tutela promovida
por María y Juana
49. Antes de examinar el fondo del asunto objeto de
estudio, es preciso que esta Sala analice la procedencia de la acción de tutela
interpuesta por María y Juana contra Almacenes Éxito S.A., Centro Comercial Viva y Miro Seguridad
LTDA.
2.1. La
tutela puede ser interpuesta por Lizeth Paola Charris Díaz en representación de
María y Juana contra Almacenes Éxito S.A. y Miro
Seguridad LTDA
50. Lizeth Paola
Charris Díaz, adscrita a la Corporación Caribe Afirmativo, puede interponer la
acción de tutela objeto de análisis (legitimación por activa), en representación
de María y Juana,
por cuanto sus representadas le otorgaron poder judicial para actuar en su
nombre en la presente acción de tutela, con el fin de que se protegieran sus
derechos fundamentales,[18] poder que se
adjunta en debida forma en la demanda de tutela.[19] Así
mismo, la acción de tutela resulta procedente contra Miro
Seguridad LTDA y Almacenes
Éxito S.A., en calidad de propietaria del Centro Comercial Viva de Barranquilla
(legitimación por pasiva), dado que las accionantes se encuentran en una situación de
indefensión respecto de los accionados,[20] tal como
se explicará a continuación.
51. En
relación con el estado de indefensión, este Tribunal ha precisado que esta
situación se configura cuando la persona afectada en sus derechos por la acción
u omisión del particular carece de medios físicos o jurídicos de defensa, o los
medios y elementos con que cuenta resultan insuficientes para resistir o
repeler la vulneración o amenaza de su derecho fundamental, razón por la cual
se encuentra inerme o desamparada.[21]
Así pues, ha indicado que “el estado de
indefensión es un concepto de naturaleza fáctica que se configura cuando una
persona se encuentra en un estado de debilidad manifiesta frente a otra, de
modo que, por el conjunto de circunstancias que rodean el caso, no le es
posible defenderse ante la agresión de sus derechos.”[22] De acuerdo con lo anterior, en cada caso concreto el juez de
tutela debe determinar, de conformidad con los hechos y circunstancias
particulares, si una persona se encuentra frente a una situación de
indefensión, con el fin de establecer la procedencia de la acción de tutela
contra un particular.[23]
52. En
relación con la procedencia de la acción de tutela contra personas jurídicas,
esta Corte ha señalado que es posible analizar la
responsabilidad de los entes jurídicos particulares por hechos que constituyan
una vulneración de derechos fundamentales cometidos por las personas naturales
que tienen la calidad de dependientes. En la Sentencia T-909 de 2011 se dijo al
respecto:
“No cabe duda pues, que la persona jurídica debe responder por los
perjuicios resultantes de los actos cometidos por los subalternos, cualquiera
que sea el vínculo jurídico que cree esta subordinación, siempre y cuando ellos
actúen en ejercicio de las funciones encomendadas por la persona jurídica, o
con motivo de las mismas. Porque allí ‘no se le llama a responder por los actos
de sus dependientes, sino de las consecuencias de sus propios actos’. // En
materia de derechos fundamentales, tal elemento del régimen de responsabilidad
de las personas jurídicas se mantiene, aunque bajo adicionales ingredientes
normativos de cualificación, a saber: i) el imperativo de legalidad
constitucional establecido para los particulares en el art. 6º C.P., ii) el
carácter inalienable de los derechos en el art. 5º C.P., iii) los deberes del
artículo 95 constitucional, en concreto los relacionados con la defensa de los
derechos humanos y generales como el respeto a los derechos ajenos y el no
abuso del derecho (núm. 4º y 1º); finalmente iv) los criterios amplios de
interpretación que admiten las fórmulas previstas en el artículo 42 del Decreto
2591 de 1991, como atrás se ha dicho.”[24]
53. Ahora
bien, de manera específica la jurisprudencia constitucional ha señalado que, en
casos como el presente, en los que analiza un posible acto de discriminación cometido
por guardas de seguridad de un centro comercial, se configura un estado de
indefensión de los demandantes respecto de la empresa de vigilancia y el centro
comercial. En Sentencia T-030 de 2017, en la que se estudió una acción de
tutela similar a la presente, se indicó que el centro comercial accionado
estaba legitimado por pasiva porque “los demandantes se encontraban en un
estado de indefensión, pues se hallaban en un espacio público dentro de un
centro comercial, sobre el que la copropiedad ejerce el control de sus
visitantes. Por tal razón, las reconvenciones realizadas por los guardas de
seguridad, generaron en los actores la insuficiencia de medios físicos y
jurídicos para resistir o repeler la presunta agresión, amenaza o vulneración
de sus derechos fundamentales”. Además, “el centro comercial debe
responder por las acciones de los guardas de seguridad que prestan sus
servicios en las instalaciones de la copropiedad, pues aquellos obraron en
beneficio del accionado, con ocasión del servicio contratado por aquel y que
presta la empresa de seguridad para la cual trabajan los vigilantes.”[25]
54. De igual
manera, se dijo en la citada sentencia que la tutela también resultaba
procedente respecto de la empresa de seguridad demandada, “pues los guardas
de seguridad del centro comercial obraron como trabajadores de la accionada,
razón por la cual, aquella debe responder por los actos de sus dependientes.”[26]
55. En
consecuencia, en el asunto que se estudia evidencia esta Sala que se configura
una situación fáctica de indefensión de Juana y María respecto de Miro Seguridad LTDA y Almacenes Éxito S.A., persona jurídica
propietaria del Centro Comercial Viva de Barranquilla, debido a que el acto de discriminación que se denuncia ocurrió en
las instalaciones del referido centro comercial, quien ejerce el control de sus
visitantes, y fue cometido por trabajadores de la mencionada empresa de
vigilancia, la cual presta sus servicios en dicho centro comercial.
2.2. La
tutela cumple el requisito de inmediatez
56. La jurisprudencia constitucional ha señalado que la acción de
tutela debe ser interpuesta dentro de un plazo
razonable y oportuno desde el momento en que ocurrió la acción u omisión que
origina la violación o amenaza de los derechos fundamentales que se alega, pues de otra forma se desvirtuaría el
propósito mismo de esta acción, esto es, el de proporcionar una protección
urgente o inmediata a los derechos fundamentales cuando estén siendo vulnerados
o amenazados.[27]
En el presente caso se advierte que la tutela
fue presentada el 5 de noviembre de 2019, esto
es, menos de dos meses después de que sucedieran los hechos por los cuales se
interpone la presente acción. Por
lo tanto, Sala considera que la acción de tutela se presentó en un término
razonable y oportuno.
2.3. La
tutela es procedente también por cuanto no hay un medio de defensa alternativo
idóneo y eficaz
57. La acción de
tutela procede únicamente cuando no existen otros recursos o medios de defensa
judiciales, salvo que se utilice como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable, o cuando existiendo, ese medio carezca de idoneidad o
eficacia para proteger de forma adecuada y efectiva los derechos fundamentales
en cada caso concreto. De otra parte, la jurisprudencia constitucional ha
precisado que cuando la acción de tutela es promovida
por sujetos de especial protección constitucional, el examen de procedencia se
hace menos estricto, a través de criterios de análisis más amplios, pero no
menos rigurosos.[28]
58. En el presente caso, la Sala considera
procedente, como mecanismo principal, la acción de tutela presentada por Juana y María, pues es el
único medio judicial efectivo que podían utilizar para obtener la protección de sus derechos a la
dignidad humana, al libre desarrollo de la personalidad, a la intimidad, a la
igualdad y a no ser discriminadas. Conviene recordar que las accionantes no buscan
establecer una responsabilidad civil o penal, sino específicamente el
restablecimiento de sus derechos fundamentales que estiman vulnerados por las
empresas accionadas. Por lo tanto, solo la protección que brinda la
Constitución Política a través de la acción de tutela a los mencionados
derechos es completa, puesto que no se limita al establecimiento de
responsabilidades, sino que permite además evitar una vulneración de derechos o
restaurarlos si es del caso. Aunado a lo anterior, debe tenerse en cuenta que
las accionantes son sujetos de
especial protección constitucional, toda vez que pertenecen a un grupo
históricamente discriminado y marginado como la población LGBTI,[29] tal como se analizará más adelante. En
consecuencia, es el juez de tutela quien está llamado a tomar correctivos
urgentes ante la presencia de un presunto acto de discriminación que involucra
a sujetos de especial protección constitucional y en el que se advierten
criterios sospechosos de discriminación.
3. Cuestión previa: En el presente caso no se
configura una carencia actual de objeto por daño consumado debido a la proyección en el tiempo de los efectos vulneratorios de los derechos
fundamentales
59. En virtud de lo dispuesto en el artículo 86 de la
Constitución Política, la acción de tutela tiene como finalidad la protección
de los derechos fundamentales cuando estos resulten transgredidos por la acción
u omisión de cualquier autoridad pública y, en algunos casos, de los
particulares. Bajo ese entendido, el juez constitucional debe proferir órdenes
de inmediato cumplimiento que estén encaminadas a evitar, hacer cesar o reparar
la vulneración de tales derechos. En consecuencia, la entidad o el
particular demandado se encuentran en la obligación de realizar una determinada
conducta que variará dependiendo de las consideraciones del juez constitucional.
60. Desde esa óptica, la jurisprudencia constitucional
ha establecido que el recurso de amparo puede perder,
en ocasiones, su esencia, cuando se originan en el transcurso del trámite de la
acción circunstancias que le permiten al juez inferir que la amenaza o
transgresión denunciadas se concretaron o desaparecieron, lo que conlleva a que
el amparo pierda su “razón de ser”[30] como
mecanismo extraordinario de protección judicial y tenga lugar la denominada
carencia actual de objeto. En materia de la solicitud constitucional, esta Corporación ha
establecido pacíficamente que la carencia de objeto corresponde a una figura
jurídica de tipo procesal que fácticamente puede verificarse por parte del juez
de tutela de manera previa a la adopción del fallo correspondiente, cuando se
constata que “fueron satisfechas las pretensiones, ocurrió el daño que se
pretendía evitar o se perdió el interés en su prosperidad”.[31]
Estos tres
eventos que originan una variación sustancial en los hechos de la petición de
tutela, de tal forma que desaparece el objeto jurídico del litigio, han venido
delimitándose por la jurisprudencia, y se conocen comúnmente como el hecho
superado, daño consumado y situación sobreviniente,
respectivamente.[32]
61. En cuanto a la carencia actual de objeto por el daño consumado, la jurisprudencia constitucional ha
precisado que este tiene lugar cuando, entre el momento de incoarse la
acción de tutela y el pronunciamiento respectivo por parte del juez, se ha configurado la afectación que con la solicitud de amparo se
buscaba evitar, de forma que ante la imposibilidad de hacer cesar la
vulneración o impedir que se concrete la lesión, no es factible que el
funcionario de tutela dé una orden para retrotraer la situación acaecida.[33]
Para su ocurrencia es imprescindible tener presente algunos aspectos. De un
lado, el daño causado debe ser irreversible, pues respecto a los
perjuicios o menoscabos que son susceptibles de ser interrumpidos, retrotraídos
o mitigados por virtud de una orden judicial, no es dable decretar la carencia
de objeto.[34] De otra parte, si al
interponer la acción de tutela ya es claro que el daño se generó, el juez debe
declarar improcedente el mecanismo de amparo;[35] al tiempo que
si el daño se consuma durante el trámite judicial, bien sea en primera o en
segunda instancia o en sede de revisión, le corresponde efectuar un
pronunciamiento de fondo sobre el asunto, con el fin de establecer correctivos
y prever futuras violaciones. Es decir, proferir órdenes adicionales tendientes
a proteger la dimensión objetiva del derecho en conflicto, evitar repeticiones,
identificar a los responsables, informarle a la parte accionante sobre las
acciones judiciales existentes para reparar el daño ocasionado o compulsar
copias ante las instancias competentes.[36]
62. En casos similares al presente, en los que se han estudiado
acciones de tutela interpuestas contra establecimientos abiertos al público por
la presunta discriminación a parejas del mismo sexo al interior de estos, la
Corte ha recordado que, “es probable que la vulneración de un derecho fundamental
se proyecte en el tiempo, con fundamento en el principio de retrospectividad,
aun cuando el hecho se produjo con antelación. Por tal razón, la fecha del acto
acusado no constituye el factor determinante para configurar la improcedencia
de la acción de tutela, sino que el juez debe verificar si la violación del
derecho es actual, es decir, persiste al momento de resolver la petición de
amparo, por lo que la decisión judicial puede ser efectiva para restablecer la
vigencia de los derechos fundamentales presuntamente vulnerados.”[37]
63. En consecuencia, la Sala advierte que en esta
oportunidad no se configura la carencia actual de objeto por daño consumado. Si
bien el presunto acto discriminatorio ocurrió el 9 de septiembre de 2019, la
vulneración de los derechos fundamentales invocados en la acción de tutela
pueden producir efectos con vocación de actualidad, pues las accionantes
afirman que no han vuelto al Centro Comercial Viva por temor a ser
revictimizadas. Además, se requiere proteger la garantía de no repetición. Por tanto,
la presente decisión podría ser efectiva para interrumpir o anular las
supuestas violaciones a los derechos fundamentales y asegurar el ejercicio y la
vigencia de estos.
64. De acuerdo con lo anterior, la Sala pasará a
formular el problema jurídico en el presente asunto y determinar si fueron
vulnerados los derechos fundamentales de las accionantes.
4. Problema jurídico
65. En el caso
bajo estudio las accionantes señalan que una vigilante del Centro Comercial
Viva de Barranquilla les llamó la atención por tener manifestaciones públicas
de afecto. Por tanto, esta Sala deberá resolver el siguiente problema jurídico:
¿Vulneran
una empresa de seguridad privada y un centro comercial los derechos
fundamentales a la igualdad, a no ser discriminado, a la intimidad, al libre
desarrollo de la personalidad y a la dignidad humana, cuando un vigilante de la
empresa de seguridad recrimina las manifestaciones de afecto que tiene una
pareja del mismo sexo en espacios públicos del centro comercial,
si las personas afectadas por la recriminación no presentan, al momento de los
hechos o previo a la interposición de la tutela, una queja o reclamo ante dichas
empresas?
66. Para resolver este problema jurídico se
analizará: (i) el derecho a no ser discriminado; (ii) la
discriminación por razón de la orientación sexual diversa; (iii) los
comportamientos que afectan la tranquilidad en espacios públicos o semipúblicos
y la función de los servicios de vigilancia y seguridad privada; (iv) la
invisibilizacion de las personas LGBTI en los espacios públicos y semipúblicos;
y (v) el análisis del caso concreto.
5. El derecho a no ser discriminado
5.1 El fundamento normativo del derecho a no
ser discriminado
67. La jurisprudencia
constitucional ha derivado el contenido y alcance del derecho fundamental a no
ser discriminado a partir del artículo 13 de la Constitución Política. Esta
norma establece, por un lado, la dimensión formal de este derecho, al
prescribir que todas las personas deben recibir la
misma protección y trato por parte de las autoridades y “gozan de los mismos
derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de
sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o
filosófica.”
68. Por otra
parte, el mencionado artículo 13 constitucional también señala la dimensión
material del derecho a no ser discriminado, al fijar el
deber del Estado de promover “que la igualdad sea real y efectiva” y
adoptar “medidas a favor de grupos discriminados o marginados”, por lo
que, bajo esta dimensión del derecho, deben tenerse en cuenta las
circunstancias y condiciones particulares de las personas y las distintas
comunidades y grupos sociales, de tal manera que se logren evidenciar las
desventajas en las que se encuentran unos y otros respecto del resto de la
sociedad. Lo anterior implica que no todo trato diferenciado es
discriminatorio, ya que el Estado debe adoptar acciones a favor de determinados
colectivos que por sus particularidades se enfrentan a desventajas y barreras
específicas, lo que se ha denominado como “discriminación positiva o inversa”.
Por lo tanto, la jurisprudencia constitucional ha establecido que la
discriminación es una diferenciación arbitraria, pues carece de una
justificación objetiva, razonable y proporcional.[38]
69. El
derecho a no ser discriminado no solo encuentra sustento en artículo 13 de la
Constitución Política. A nivel internacional existen diversos instrumentos
internacionales que consagran tal derecho, tanto en el
sistema universal de protección,[39] como en el Sistema
Interamericano,[40] los
cuales hacen parte del bloque de constitucionalidad en sentido estricto, además
de otros instrumentos en diferentes sistemas regionales.[41]
De manera específica, el artículo 1.1. de la
Convención Interamericana Contra Toda Forma de Discriminación e Intolerancia[42] señala que “discriminación
es cualquier distinción, exclusión, restricción o preferencia, en cualquier
ámbito público o privado, que tenga el objetivo o el efecto de anular o limitar
el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de uno o más
derechos humanos o libertades fundamentales consagrados en los instrumentos internacionales
aplicables a los Estados Partes. La discriminación puede estar basada en
motivos de nacionalidad, edad, sexo, orientación sexual, identidad y expresión
de género, idioma, religión, identidad cultural, opiniones políticas o de
cualquier otra naturaleza, origen social, posición socioeconómica, nivel de
educación, condición migratoria, de refugiado, repatriado, apátrida o
desplazado interno, discapacidad, característica genética, condición de salud
mental o física, incluyendo infectocontagiosa, psíquica incapacitante o
cualquier otra.” El artículo 4º del mismo Convenio impone a los Estados el
compromiso de prevenir, eliminar, prohibir y sancionar todos los actos y
manifestaciones de discriminación e intolerancia, incluyendo, entre otros, “la
restricción del ingreso a lugares públicos o privados con acceso al público por
las causales recogidas en el artículo 1.1 de la presente Convención.”
70. Asimismo, la
Corte Interamericana de Derechos Humanos ha reconocido que el principio de no
discriminación hace parte del ius cogens (o reglas imperativas, de
acuerdo con el artículo 53 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados).[43]
Al respecto ha señalado:
“(…) el principio de igualdad ante la ley, igual protección ante
la ley y no discriminación, pertenece al jus cogens, puesto que sobre él
descansa todo el andamiaje jurídico del orden público nacional e internacional
y es un principio fundamental que permea todo ordenamiento jurídico. Hoy día no
se admite ningún acto jurídico que entre en conflicto con dicho principio
fundamental, no se admiten tratos discriminatorios en perjuicio de ninguna
persona, por motivos de género, raza, color, idioma, religión o convicción,
opinión política o de otra índole, origen nacional, étnico o social,
nacionalidad, edad, situación económica, patrimonio, estado civil, nacimiento o
cualquier otra condición. Este principio (igualdad y no discriminación) forma
parte del derecho internacional general. En la actual etapa de la evolución del
derecho internacional, el principio fundamental de igualdad y no discriminación
ha ingresado en el dominio del jus cogens.”[44]
5.2. El acto discriminatorio y los escenarios de discriminación
71. Ahora bien, la jurisprudencia constitucional ha definido el acto
discriminatorio como “la conducta, actitud o trato que pretende —consciente o inconscientemente—
anular, dominar o ignorar a una persona o grupo de personas, con frecuencia
apelando a preconcepciones o prejuicios sociales o personales, y que trae como
resultado la violación de sus derechos fundamentales.”[45]
Con base a esta definición, en la Sentencia T-141 de 2017[46] se indicó
que el acto discriminatorio contiene los siguientes elementos:
72. (i) La
intención, la consciencia o la inconsciencia de la conducta no incide en la
configuración del acto discriminatorio. Éste se entiende realizado
independientemente de la voluntad de quien lo realiza.
73. (ii) El acto discriminatorio conlleva una actuación violenta en
contra del sujeto receptor de la conducta, ya sea de tipo simbólica, física,
psicológica, emocional, económica y demás.
74. (iii) El acto discriminatorio se puede identificar a través de
los criterios sospechosos de discriminación,[47] los cuales relaciona el artículo 13
constitucional con el sexo, la orientación sexual, la raza, el origen familiar
o nacional, la religión, la lengua, la opinión política, entre otros.
75. Ahora bien, a partir de la Sentencia T-691 de 2012,[48] la jurisprudencia de esta Corte ha señalado
que, cuando un acto discriminatorio se lleva a cabo frente a un público, esto
es, otras personas son espectadores de lo ocurrido, se concreta un escenario de
discriminación. Por tanto, en estos casos la persona discriminada se ve expuesta a
las miradas de los demás, por lo que “se puede sentir intimidada, reducida o
sometida a sensaciones similares por esta exposición social.”[49] En estos casos el juez constitucional debe
analizar algunos aspectos para valorar el impacto que un determinado escenario
de discriminación puede tener sobre los derechos fundamentales de una persona,
a saber:
76. (i) La relación de poder que existe
entre la persona discriminada y la persona discriminadora. “En caso de que
exista una relación de sujeción y dependencia, el victimario podrá coaccionar y
someter a la persona a una presión y una afectación mayor.”[50]
77. (ii) La relación entre las personas
que participan en el escenario de discriminación, esto es: la persona
discriminada, la que discrimina y aquellas que hacen las veces de público. En
este punto se debe valorar si las relaciones son ocasionales y esporádicas o
continuas y permanentes, ya que cuanto más frecuente sean, habrá una mayor afectación
de los derechos.
78. (iii) El espacio en el que se presenta
el escenario de discriminación. Debe tenerse en cuenta si se trata de un
escenario institucionalizado o especialmente regulado. Si el lugar es privado,
semiprivado, público o semipúblico.
79. (iv) La duración del acto
discriminatorio. “Una mayor duración del evento que supuso la puesta en
escena de un acto discriminatorio conlleva en principio, una mayor afectación
de los derechos de la persona.”[51]
5.3. La presunción de discriminación y la carga dinámica de la
prueba cuando se alegan actos discriminatorios
80. Debido a las complejidades que supone la demostración de un acto
discriminatorio, pues en muchas ocasiones los afectados no cuentan con los medios suficientes
para probar la existencia de éstos, en casos como el presente opera una presunción de discriminación, de tal manera que quien es
señalado de incurrir en esta conducta tiene la carga de presentar de forma efectiva la prueba en contrario respectiva.[52]
A partir de lo anterior, en los casos donde se discuta la existencia de un trato basado en cualquiera de las categorías sospechosas de discriminación, la jurisprudencia constitucional ha desarrollado el concepto de
“carga dinámica de la prueba”, conforme al cual se traslada la obligación de probar la ausencia de discriminación a la parte
accionada, quien, al encontrarse en una situación de superioridad, tiene una
mayor capacidad para aportar los medios probatorios que demuestren que su
proceder no constituyó un acto discriminatorio, por lo que resulta insuficiente
para el juez la simple negación de los hechos por parte de quien se presume que
los ejecuta.[53]
81. Por tanto, en virtud de los principios de libertad probatoria y
sana crítica, se ha indicado que el juez de tutela debe valorar de forma
integral los elementos que constituyen el acervo probatorio del expediente,
teniendo en cuenta “aspectos como los criterios sospechosos, el contexto, el
carácter estructural, los escenarios en los que se desarrolla y la presunción
constitucional en favor de quien alega la situación de discriminación.”
6. La
discriminación en razón de la orientación sexual
diversa
6.1. Las personas LGBTI como grupo históricamente discriminado
82. La Corte Constitucional ha señalado en diversas sentencias que
las personas que hacen parte de la población LGBTI son sujetos de especial
protección constitucional, pues son un grupo históricamente marginado y por
tanto sometido a una discriminación estructural.[54] Al respecto
se ha señalado que, ante “la coincidencia de criterios frente a la situación
generalizada de desigualdad y tratamiento diferenciado arbitrario en contra de
la población LGBTI, no hay duda alguna sobre el carácter estructural de la
discriminación que atraviesan los miembros de la misma, debido a la
preponderancia contextual de patrones sexistas y estándares de normalización
que tienden a invisibilizar la problemática de la desprotección.”[55]
83. En el mismo
sentido, en el ámbito regional, en el informe “Violencia contra personas LGBTI”
del 12 de noviembre de 2015, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
concluyó que “las sociedades en el continente americano están dominadas por
principios de heteronormatividad, cisnormatividad, y los binarios de sexo y
género. Además, existe una amplia y generalizada intolerancia e irrespeto hacia
las personas LGBTI o aquellas percibidas como tales, lo cual se suma al fracaso
de los Estados en adoptar medidas efectivas para investigar y castigar
efectivamente la violencia por prejuicio. (…) La CIDH concluye que el contexto
generalizado de discriminación social e intolerancia respecto de esta
diversidad, aunado a la ausencia de investigaciones efectivas, y la falta de un
abordaje diferenciado para prevenir, investigar, juzgar, sancionar y reparar
los crímenes cometidos contra personas LGBTI, son elementos que conducen a que
se condone y se tolere esta violencia, lo que resulta en impunidad y repetición.”
84. En
consecuencia, la persistencia de patrones estructurales de discriminación por
motivos de orientación sexual, así como el arraigo de profundos prejuicios
hacia las personas LGBTI, trae como consecuencia
que en muchas ocasiones estas prácticas discriminatorias pasen desapercibidas
en la sociedad y tiendan a normalizarse o a restarles importancia, por lo que
es obligación del juez constitucional asumir el estudio de estos casos con una
especial sensibilidad constitucional y compromiso con la dignidad humana, “aplicando
criterios de enfoque diferencial que obedezcan a la situación generalizada de
vulnerabilidad y que tiendan a una solución jurídica que contribuya a la
superación de la misma.”[56]
6.2. La orientación sexual es un criterio sospechoso de
discriminación
85. La
orientación sexual se relaciona con los deseos,
sentimientos y atracciones sexuales y emocionales que puedan darse entre las
personas.[57] En este ámbito pueden presentarse diversas
manifestaciones, tales como la heterosexualidad, la homosexualidad, la
bisexualidad o la asexualidad, las cuales constituyen expresiones legítimas y
constitucionalmente relevantes del derecho al libre desarrollo de la
personalidad, sin que sobre ellas pueda presentarse injerencia alguna de
agentes externos como el Estado o los particulares.
86. La
jurisprudencia constitucional ha advertido que, a pesar de la protección
constitucional que tienen todas las manifestaciones de la orientación sexual,
ésta se ha constituido en un criterio de discriminación, por lo que se ha
reconocido como una categoría sospechosa,[58]
lo que implica la prohibición de utilizar este criterio “para consolidar
diferenciaciones que, al estar basadas en estereotipos sexistas, se tornarían
irrazonables desde el punto de vista constitucional.”[59]
6.3. Los
derechos fundamentales que se encuentran comprometidos en un acto
discriminatorio por razón de la orientación sexual diversa
87. La jurisprudencia constitucional ha explicado que los derechos
fundamentales son inalienables, indivisibles, interdependientes
y están interrelacionados. “La protección de cualquier derecho es un paso en
la protección de los demás, así como la desprotección de cualquier derecho
conlleva la desprotección de los demás.”[60] En los
casos en los que se alega la comisión de un acto discriminatorio por razón de
la orientación sexual, además del evidente compromiso de los derechos a la
igualdad y a la no discriminación, también se encuentran en juego otros
derechos fundamentales que están estrechamente relacionados.[61]
88. En primer
lugar, se ha reconocido que en estas situaciones se afecta gravemente la
dignidad humana, que reconoce, entre otros aspectos, la autonomía del ser
humano para autodeterminarse sin afectar los derechos de los demás y vivir sin ser sometido a cualquier forma de
humillación. En segundo lugar, la jurisprudencia
constitucional ha establecido que la orientación sexual hace parte del libre
desarrollo de la personalidad, ya que es una manifestación de la autonomía de
cada ser humano para desarrollar un plan de vida de acuerdo con sus
subjetividades sin la intromisión de agentes externos como el Estado o los
particulares. En tercer lugar, se ha advertido que el derecho a la intimidad,
el cual garantiza una esfera de privacidad en la vida
personal e implica una abstención por parte del Estado o de terceros de
intervenir injustificada o arbitrariamente en dicho ámbito, también resulta
comprometido cuando la orientación sexual diversa se utiliza como criterio para
establecer una diferenciación arbitraria.
89. En consecuencia, al estar estrechamente vinculados la
dignidad humana, el libre desarrollo de la personalidad y la intimidad
personal, junto con la igualdad y la no discriminación, han sido derechos que,
de manera recurrente, esta Corte ha encontrado transgredidos cuando se constata
un acto discriminatorio fundado en la orientación sexual. Estos derechos “configuran
los elementos básicos para que una persona pueda desenvolverse en sociedad[62], pues constituyen los baluartes
que garantizan el ejercicio de la libertad y la autonomía individual, sin la
intervención de terceros ajenos al fuero íntimo de cada ser humano, siempre que
se respeten los derechos de los demás y el orden jurídico.”[63]
7. Los comportamientos que afectan la
tranquilidad en espacios públicos o semipúblicos y la función de los servicios de vigilancia y seguridad privada
90. Dado que en esta oportunidad se analiza la
posible comisión de un acto discriminatorio por parte de personal de seguridad
de una empresa de vigilancia privada que presta sus servicios en un centro
comercial, y que la propia empresa de seguridad señaló en este proceso que no
todas las manifestaciones públicas de afecto están autorizadas, pues si “están matizadas de sexualidad o erotismo, que al parecer
fue lo que pudo dar lugar al procedimiento del guarda de Miro Seguridad Ltda”, no
podrían permitirse, es preciso que se analice cuáles son los límites de las
actuaciones de las empresas de seguridad privadas en este tipo de situaciones.
7.1. Las
normas de policía
91. El Código de
Policía[64] enlista en su artículo 33.2 los comportamientos
afectan la tranquilidad y relaciones respetuosas de las personas en espacios
públicos, lugares abiertos al público, o que siendo privados trasciendan a lo
público. Entre éstos incluye en el literal b: “realizar actos sexuales o de
exhibicionismo que generen molestia a la comunidad”; y en literal e: “limitar
u obstruir las manifestaciones de afecto y cariño que no configuren actos
sexuales o de exhibicionismo en razón a la raza, origen nacional o familiar,
orientación sexual, identidad de género u otra condición similar”. Así
mismo, en el parágrafo 2º aclara que “no constituyen actos sexuales o de
exhibicionismo los besos o caricias que las personas, sin importar su género,
color de piel, orientación sexual o identidad de género, manifiesten como
expresiones de cariño, en ejercicio de su derecho al libre desarrollo de la
personalidad.” Es claro entonces que la norma de policía prohíbe
exclusivamente los actos públicos sexuales o de exhibicionismo, sin que dentro
de estas categorías puedan incluirse los besos o las caricias. Además, la norma
hace especial énfasis en que las manifestaciones de afecto deben permitirse sin
importar, entre otros criterios, la orientación sexual.
92. Esta
preocupación del Legislador por proteger las expresiones públicas de cariño de
todas las personas y evitar cualquier tipo de discriminación fundada en la
orientación sexual se evidencia también en otras normas del Código de Policía.
Por ejemplo, en el artículo 40 se indica que uno de los comportamientos que afectan
a los grupos sociales de especial protección es el de “limitar u obstruir
las manifestaciones de afecto público que no configuren actos sexuales, de
exhibicionismo en razón a la raza, orientación sexual, género u otra condición
similar.” En el mismo sentido, el artículo 93 del mismo estatuto incluye
dentro de los comportamientos relacionados con la seguridad y tranquilidad que
afectan la actividad económica, el de “limitar o vetar el acceso a lugares
abiertos al público o eventos públicos a personas en razón de su raza, sexo,
orientación sexual, identidad de género, condición social o económica, en
situación de discapacidad o por otros motivos de discriminación similar.”
7.2. Los
límites a las actuaciones de las empresas de seguridad privada
93. El artículo
73 del Decreto 356 de 1994, “por el cual se expide
el Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada”, señala que la función de los servicios de vigilancia y seguridad
privada, “es la de disminuir y prevenir las amenazas que afecten o puedan
afectar la vida, la integridad personal o el tranquilo ejercicio de legítimos
derechos sobre los bienes de las personas que reciben su protección, sin
alterar o perturbar las condiciones para el ejercicio de los derechos y
libertades públicas de la ciudadanía y sin invadir la órbita de competencia
reservada a las autoridades”, mientras que el artículo 74 del mismo
estatuto indica que uno de los principios que guían esta labor es el de “respetar
los derechos fundamentales y libertades de la comunidad, absteniéndose de
asumir conductas reservadas a la fuerza pública.”
94. La Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada, entidad
encargada de ejercer el control sobre los servicios de vigilancia y seguridad
privada, también se ha ocupado de establecer directrices a las empresas que
prestan servicios de seguridad en materia de garantía de los derechos y
libertades de las personas. En la Circular Externa número 20167000000235 del 3
de octubre de 2016 se establecen lineamientos en materia de derechos humanos y
responsabilidad social. Allí se dispone que los prestadores de servicio de
vigilancia y seguridad privada deben “respetar los Derechos Humanos de todas
las personas”, así como “estar debidamente informados respecto de los
riesgos de Derechos Humanos asociados con sus operaciones” y “hacer
especial hincapié en el respeto de los Derechos Humanos en los cursos de
formación para el personal.” De manera específica, en relación con el
respeto de los derechos de las personas LGBTI, la Circular
Externa número 20157000000195 del 7 de septiembre de 2015 indicó:
“A fin garantizar el respeto a la dignidad humana, los derechos
fundamentales, el derecho a la igualdad y la no discriminación, teniendo en
cuenta los postulados previstos en la Constitución Nacional, la Ley 1482 de
2011 y los pronunciamientos de la Corte Constitucional en la materia (…) los
servicios de vigilancia y seguridad privada deberán adoptar las medidas
necesarias para prevenir y atender de forma adecuada los hechos o situaciones
relacionadas con las personas con orientación sexual e identidad de género
diversa (LGBTI), en los sitios y espacios donde se preste el servicio y adoptar
procedimientos internos en tal sentido, o en su defecto aquellos que se
requieran para sancionar actos de discriminación directa o indirecta, que
puedan cometer el personal vinculado a los sujetos sometidos a Inspección,
Vigilancia y Control de la Superintendencia.”
95. En esta
misma línea, la jurisprudencia constitucional ha insistido en que los derechos
fundamentales de las personas no pueden limitarse arbitrariamente en los espacios
semipúblicos, como los centros comerciales,[65]
por parte de los administradores o equipos de seguridad de dichos lugares. Al
respecto ha señalado: “las reglas de comportamiento en dichos lugares son
mínimas y deben ser razonables. Por lo tanto, no es posible que sus
administradores restrinjan ostensiblemente el libre desarrollo de la
personalidad o discriminen a quienes allí acceden o permanecen[66].
Es decir que sus órganos internos y los agentes privados de la seguridad de
estos lugares, únicamente disponen de facultades para garantizar la seguridad o
el orden interno.”[67]
96. En suma, si bien las empresas de seguridad privada
están facultadas para prevenir o detener actuaciones que perturben la seguridad
de las personas o bienes sobre los cuales ejercen sus funciones, no están
autorizadas para restringir
arbitrariamente los ámbitos de la libertad constitucionalmente protegidos, ni mucho menos incurrir
en actos de discriminación, fundados, por ejemplo, en la orientación sexual de
las personas.
8. La invisibilización de las personas LGBTI en los espacios
públicos y semipúblicos
97. Los hechos que se narran en la acción de tutela que se estudia
en esta oportunidad no son nuevos en nuestro país, por el contrario, responden
a un patrón de discriminación que de manera reiterada se ha venido presentando.
Casos similares al presente han salido a la luz pública en diferentes ocasiones
y la Corte Constitucional ha tenido la oportunidad de pronunciarse en algunos
de ellos, como a continuación se muestra.
98. En la
Sentencia T-909 de 2011 se estudió el caso de una pareja de hombres
homosexuales que se encontraban en un centro comercial y, después de tener
manifestaciones de afecto, fueron recriminados por un vigilante del centro
comercial, quien les dijo: “Yo respeto su forma de pensar, pero ustedes
tienen que comportarse o sino tienen que retirarse del Centro Comercial, porque
aquí hay familias y niños.” La Corte amparó los derechos fundamentales de
los accionantes y concluyó que “la conducta desplegada por el guardia de seguridad en representación de la
empresa FORTOX y de los intereses del centro comercial COSMOCENTRO, restringió
ilegítimamente el derecho de Jimmy Moreno y de su pareja, a expresar libremente
sus opciones vitales derivadas de su dignidad, intimidad y del libre desarrollo
de su personalidad. Porque con el hecho de besarse, por las razones que se han
advertido, no pudieron haber puesto en riesgo los derechos de los demás, los
derechos de los niños, ni tampoco en general el ordenamiento jurídico.
Sencillamente los señores Moreno y Pérez efectuaron un acto de la naturaleza
humana, derivado de la atracción y los afectos, que al ser inherentes a la
especie y no contravenir norma alguna, no tiene por qué esconderse u
ocultarse.”[68]
99. Un caso
similar fue analizado en la Sentencia T-291 de 2016, en el que un hombre fue
expulsado de un centro comercial por parte de los guardas de seguridad, luego
de haber sido acusado falsamente de haber realizado actos obscenos con otro
hombre. La Corte protegió los derechos fundamentales del demandante y explicó: “el
Centro Comercial Portal del Prado de la Ciudad de Barranquilla y la empresa
Vigilancia del Caribe Ltda. vulneraron los derechos fundamentales a la dignidad
humana, a la intimidad, al libre desarrollo de la personalidad, a la igualdad y
a la prohibición de discriminación del señor Héctor Alfonso Barrios Peña,
debido al trato discriminatorio que recibió en razón de su orientación sexual
por parte de algunos integrantes del personal de seguridad del referido
complejo comercial, quienes lo retuvieron, expusieron al público, discriminaron
y finalmente expulsaron de la copropiedad.”[69]
100. En la Sentencia T-030 de 2017 la Corte conoció el caso de una
pareja de hombres homosexuales que se encontraban en un centro comercial y,
luego de besarse, fueron abordados por un guarda de seguridad quien les solicitó abandonar el lugar, so pena de requerir la presencia
de un agente de Policía para que atendiera la situación. La Corte nuevamente
concedió la tutela y señaló: “las manifestaciones de
afecto que los demandantes expresaron con un beso, no configuran supuestos
fácticos sancionados legalmente por las autoridades públicas, pues no
implicaron actos de un alto contenido íntimo, sexual o de naturaleza obscena,
proscritos por el Legislador (…). No existe restricción legal para el ejercicio
de estas libertades individuales en concreto, por lo que el guarda de
seguridad, en el asunto objeto de estudio, no podía imponer algún tipo de
limitación, restricción o llamado atención a los visitantes del establecimiento
que presta sus servicios al público en general, relacionados con el ejercicio
de sus derechos fundamentales, sean estas parejas heterosexuales o con
orientación sexual diversa, pues dicha manifestación no implicó el
desconocimiento de alguna norma de policía, no alteró el orden público, ni
afectó los bienes jurídicos bajo custodia del guarda de seguridad.”[70]
101. Recientemente, en la Sentencia T-355 de 2019, se estudió el
caso de una pareja de mujeres lesbianas que se encontraban en un
establecimiento comercial y fueron reconvenidas por el dueño del lugar por
cogerse de la mano, quien explicó, en declaración rendida ante la Corte, que su
establecimiento es un “local comercial de ambiente
familiar donde generalmente no se aprecian muestras de afecto o cariño
extralimitadas” y “no es
un lugar propiamente de ambiente para parejas del mismo sexo.” En esta oportunidad la Corte amparó los derechos fundamentales de
las accionantes y advirtió que su vulneración “no
solo acaeció por la acción desplegada por el administrador del local comercial,
sino que también se presentó por el lenguaje utilizado por aquel para reprochar
el comportamiento de la peticionaria, el cual tuvo una fuerte carga
discriminatoria, particularmente por su orientación sexual diversa y su
pretensión normalizadora e invisivilizadora de la diferencia, lo cual es
inadmisible en términos constitucionales.”[71]
102. Los anteriores casos evidencian un patrón común de
discriminación que se presenta en espacios abiertos al público y tiene como
objeto a las personas del mismo sexo que tienen manifestaciones públicas de
afecto. En muchas ocasiones estos actos discriminatorios son justificados por
la presunta incomodidad que causan estas demostraciones de cariño en los demás
asistentes del lugar en el que se presentan, o se escudan en la supuesta
preocupación por los niños que observan a una pareja del mismo sexo
acariciándose o besándose.[72]
103. Estas situaciones muestran la forma de discriminación más
esencial: la invisibilización. De esta manera se pretende que estas personas
pasen desapercibidas ante la sociedad y se vean obligadas a ocultar sus sentimientos
y limitarlos exclusivamente a la esfera privada donde no puedan ser vistos,
camuflando en ocasiones el desprecio y los prejuicios bajo la aparente
preocupación por la tranquilidad de las demás personas o la protección de los
niños. Por tanto, la garantía de los derechos de las personas LGBTI parte de
que sean visibilizados por la sociedad, de que puedan relacionarse y sentirse reconocidos,
aceptados y respetados en los espacios públicos o abiertos al público en las
mismas condiciones del resto de personas y no teman exponerse a ser excluidos o
recriminados por demostrar su afecto de manera pública.
9. Los
derechos fundamentales de Juana y María a no ser discriminadas, a la
igualdad, a la dignidad humana, a la intimidad y al libre desarrollo de la
personalidad, fueron vulnerados al haber sido discriminadas por realizar manifestaciones públicas de afecto que no contrariaban el
ordenamiento legal
104. Antes de dar respuesta al problema jurídico
que se plantea en esta oportunidad, es necesario establecer las circunstancias
de tiempo, modo y lugar en que se desarrollaron los hechos que originaron la
acción de tutela, ya que las entidades accionadas niegan la ocurrencia de
éstos. En la acción de tutela y en la respuesta al auto de pruebas proferido
por la Magistrada ponente las accionantes narran la forma en que ocurrieron los
hechos. Afirman que el 9 de septiembre de 2019,
mientras se encontraban departiendo junto con otras personas en la plazoleta de
comidas del Centro Comercial Viva de Barranquilla en horas de la noche, una
guarda de seguridad del centro comercial les llamó la atención por realizar
manifestaciones públicas de afecto y les advirtió que no lo podían hacer porque
había niños. Ante la inconformidad que expresaron las accionantes a la
vigilante por la referida recriminación, aquella les dijo que solo seguía
órdenes. Esta descripción de los hechos también es apoyada por otras dos
personas que se encontraban con las accionantes en ese momento, quienes
allegaron a este proceso sendas declaraciones en la que detallan lo sucedido.
105. Almacenes Éxito
S.A., propietaria del Centro Comercial Viva de Barranquilla, señaló que no tuvo
conocimiento de los hechos que se relatan en la acción de tutela y no recibió
ninguna petición o reclamo de las accionantes, sin embargo, expresaron su
compromiso con el respeto por las personas LGBTI. Por su parte, la empresa de
vigilancia Miro Seguridad LTDA niega la ocurrencia de los hechos y advierte que
no se inició ninguna investigación. Indicó que “unas
son las manifestaciones públicas de afecto y otras muy diferentes son las
conductas que están matizadas de sexualidad o erotismo, que al parecer fue lo
que pudo dar lugar al procedimiento del guarda de Miro Seguridad Ltda, sin
embargo no está plenamente probado el supuesto requerimiento del guarda de
seguridad.”
106. Como se analizó en el acápite 4.3. de esta sentencia, cuando se
alega un acto discriminatorio fundado en un criterio sospechoso, como sucede en
este caso, opera una presunción de discriminación y, en virtud de la carga
dinámica de la prueba, la parte accionada es quien
debe aportar los elementos probatorios que demuestren que no tuvo lugar tal
acto discriminatorio, siendo insuficiente la simple negación de los hechos. En
consecuencia, esta Sala tendrá por ciertos los hechos narrados en la acción de
tutela.
107. Lo anterior teniendo en cuenta que (i) las accionantes
presentaron un relato claro y consistente de los hechos tanto en la acción de
tutela como en la respuesta al auto de pruebas del 26
de octubre de 2020. (ii) El relato de las accionantes fue apoyado por el
testimonio de dos personas que estuvieron con ellas cuando sucedieron los
hechos. (iii) A pesar del requerimiento realizado en el mencionado auto de
pruebas, las partes accionadas no aportaron ningún elemento probatorio
tendiente a desvirtuar las afirmaciones de las accionantes y simplemente
negaron la ocurrencia de los hechos. Incluso, la empresa Miro Seguridad LTDA
sugirió que el llamado de atención de la vigilante a las accionantes pudo
ocurrir debido a que realizaron conductas “matizadas de sexualidad o
erotismo”. Esto genera dudas sobre la negación de los hechos que expone la
empresa de seguridad, pues si no tenía conocimiento de la situación narrada en
la acción de tutela, cómo puede afirmarse que posiblemente esto fue lo que
ocurrió. (iv) Si bien las empresas accionadas aducen que para el día en que ocurrieron
los hechos no se había asignado ninguna guarda mujer para prestar el servicio
de vigilancia en el tercer piso del Centro Comercial Viva, esta afirmación no
tiene ningún soporte y es desvirtuada tanto por las accionantes como por los
testimonios de las dos personas que las acompañaban en ese momento, quienes corroboraron
que en el momento en que sucedieron los hechos hacía presencia una vigilante
del centro comercial. Incluso, una de las declarantes, Olga Lucía Martínez,
afirma que increpó a la vigilante para preguntarle “si esa actitud la había
asumido con las otras parejas heterosexuales que estaban en el lugar.” (v)
Aunque Almacenes Éxito S.A. argumenta que no
recibió ninguna petición o reclamo de las accionantes, lo cual es aceptado por
ellas, esta situación obedeció, tal como lo afirman en la respuesta al Auto de
pruebas del 26 de octubre de 2020, a que Juana y
María se vieron muy afectadas por la conducta de la vigilante del centro
comercial y abandonaron el lugar inmediatamente después de que ocurrieron los
hechos y no volvieron por temor a exponerse a una revictimización.[73] En todo caso, no
existe ninguna obligación de las accionantes relacionada con la interposición de
alguna queja o reclamo ante el centro comercial como requisito para interponer
una acción de tutela por estos hechos. Las quejas o
reclamos que se pueden interponer ante una empresa privada no tienen el efecto
de cesar o reparar la vulneración de un derecho fundamental y, en esa
medida, no desplazan a la acción de tutela. Finalmente, (vi) la Corte valora
que los hechos denunciados en la acción de tutela responden a un patrón de
discriminación recurrente hacia las personas del mismo sexo que tienen
manifestaciones públicas de afecto, el cual ha sido objeto de varios
pronunciamientos por parte de esta Corte y de organismos internacionales como
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, tal como se evidenció en el
acápite 7 de esta sentencia. Por tanto, existe además una amenaza sobre los
derechos fundamentales de las personas LGBTI que manifiestan su cariño en
espacios abiertos al público, pues se encuentra latente el riesgo de que puedan
ser objeto de actos discriminatorios por esta circunstancia.
108. Superada entonces la controversia probatoria, esta Sala
advierte que Juana y María, al ser recriminadas por la vigilante que
prestaba sus servicios en el Centro Comercial Viva de Barranquilla debido a que
realizaron manifestaciones públicas de afecto y prohibirles este comportamiento,
sufrieron un acto de discriminación que también supuso un escenario de
discriminación. Esta situación, además de transgredir sus derechos a la
igualdad y a no ser discriminadas, constituyó una injerencia arbitraria en sus
derechos al libre desarrollo de la personalidad y a la intimidad. Esto a su vez
implicó el desconocimiento de su dignidad humana, pues no se respetó su autonomía
para autodeterminarse y vivir sin ser sometidas a humillaciones.
109. En efecto, no hay ninguna evidencia que el
comportamiento de las accionantes transgrediera las normas de policía que
prohíben los “actos sexuales o de exhibicionismo” en lugares abiertos al
público que puedan afectar la convivencia pacífica. No existe ninguna queja o testimonio que dé cuenta de
estos comportamientos. Las manifestaciones públicas de afecto de las
accionantes se enmarcan entonces dentro del legítimo ejercicio de las
libertades individuales y hacen parte del derecho al libre desarrollo de la
personalidad.
110. En consecuencia, la vigilante de la empresa Miro
Seguridad LTDA no podía, escudándose en la protección de los niños que asistían
al lugar, reprochar o prohibir las manifestaciones públicas de afecto de Juana
y María en el Centro Comercial Viva, pues no existe ninguna restricción
legal para ello. Con su actuación, la guarda de seguridad se extralimitó en sus
funciones y desconoció los derechos fundamentales de las accionantes y las
normas de policía que no solo permiten este comportamiento, sino que consideran
como una contravención la obstrucción de las manifestaciones afecto y cariño
que no configuren actos sexuales o de exhibicionismo en razón a criterios
sospechosos de discriminación. Lejos de garantizar los derechos de los niños,
cuando un guarda de seguridad incurre en un acto discriminatorio perpetúa comportamientos
que no tienen lugar en una sociedad democrática, como la exclusión, la
discriminación y la violencia. Por tanto, en estos casos no solamente se
desconocen los derechos de las personas que son discriminadas, sino también los
niños que presencian el acto discriminatorio, pues el mensaje que se les
transmite es que la sociedad en la que viven no es igualitaria y no respeta la
dignidad de todas las personas.
111. De igual manera, la empresa Miro Seguridad LTDA
transgredió los lineamientos de la Superintendencia de
Vigilancia y Seguridad Privada que hacen especial énfasis en el deber que tiene
estas empresas de respetar los derechos humanos y “adoptar las medidas
necesarias para prevenir y atender de forma adecuada los hechos o situaciones
relacionadas con las personas con orientación sexual e identidad de género
diversa (LGBTI), en los sitios y espacios donde se preste el servicio y adoptar
procedimientos internos en tal sentido, o en su defecto aquellos que se
requieran para sancionar actos de discriminación directa o indirecta, que
puedan cometer el personal vinculado a los sujetos sometidos a Inspección,
Vigilancia y Control de la Superintendencia.”[74] Por tanto, la Sala considera que Miro Seguridad LTDA es responsable de la violación de los
derechos fundamentales de Juana y María. Esto por cuanto la vigilante
que incurrió en el acto discriminatorio obró como empleada de dicha empresa,
razón por la cual ésta debe responder por las actuaciones de sus dependientes.
112. La Sala llama la atención sobre la respuesta brindada
por Miro Seguridad LTDA al Auto de pruebas del 26 de
octubre de 2020, en donde señala que “toda persona debe comportarse en público
de acuerdo con los dictados de la moral y las buenas costumbres, sin inducir a
un mal ejemplo, crear escenas de escándalo ni llamar la atención con un
comportamiento que normalmente se realizan en otros escenarios” y que, en
todo caso, no pueden permitirse “las conductas que están matizadas de
sexualidad o erotismo, que al parecer fue lo que pudo dar lugar al
procedimiento del guarda de Miro Seguridad Ltda.” La Corte recuerda que los
conceptos de “moral” y “buenas costumbres” deben entenderse de acuerdo a los
principios y valores que inspiran la Constitución Política.[75] Por lo tanto, las
empresas de seguridad privada deben asegurarse que sus empleados sean
conscientes de que los actos discriminatorios, como la prohibición a una pareja
del mismo sexo de realizar manifestaciones públicas de afecto, es un comportamiento
contrario a la moral pública y a las costumbres de una sociedad democrática y
pluralista como la nuestra.
113. La Corte también advierte que en la situación que se
analiza se presentó un escenario de discriminación, toda vez que el acto
discriminatorio tuvo lugar frente a un público, esto es, las personas que
acompañaban a Juana y María cuando sucedieron los hechos. De otra parte,
existía una relación de sujeción entre las accionantes y la vigilante del
centro comercial, quien podía coaccionar a aquellas para impedirles manifestar
públicamente su afecto. También advierte esta Sala que el escenario de
discriminación ocurrió en un lugar abierto al público, por lo que el acto
discriminatorio pudo ser presenciado, no solo por los acompañantes de las
demandantes, sino por cualquier persona que en ese momento visitaba el centro
comercial. Finalmente, se debe tener en cuenta que esta situación generó en las
accionantes un temor a realizar manifestaciones de afecto en espacios públicos
o abiertos al público y las llevó a tomar la decisión de no volver al Centro
Comercial Viva, al considerar que podían ser revictimizadas o vivir un acto
discriminatorio similar. Estas particularidades, sin duda, acentúan la
afectación a los derechos fundamentales de las accionantes.
114. Este escenario de discriminación afectó no solamente a
Juana y María, sino también a sus amigos y amigas que en el momento en
que sucedió el acto discriminatorio las acompañaban en el centro comercial. En
efecto, estas personas pudieron evidenciar que se encontraban en un lugar
hostil a la diversidad y en el que no se respetan los derechos fundamentales,
esto es, un espacio en donde se apagan las garantías constitucionales y se
permite la arbitrariedad de las personas encargadas de la seguridad. El mensaje
de exclusión llegó entonces no solo a las accionantes, sino además, a las
personas que estaban con ellas departiendo en el centro comercial.
115. Ahora bien, aunque
es cierto que Almacenes Éxito S.A. informó sobre las actividades que ha
desplegado en el marco de sus políticas de no discriminación y promoción de la
diversidad y el respeto a las personas LGBTI, en este caso particular también
tiene una responsabilidad en los hechos objeto de análisis, ya que éstos
ocurrieron al interior del Comercial Viva de Barranquilla, el cual es de su
propiedad, y la guarda de seguridad implicada en la actuación que se censura
prestaba sus servicios a dicho establecimiento con ocasión de labor contratada.
Almacenes Éxito S.A. escogió a la empresa Miro Seguridad LTDA para cumplir las
labores de vigilancia y seguridad del Centro Comercial Viva, por lo que, si
bien no fue un empleado suyo quien cometió el acto discriminatorio, tiene una
responsabilidad en estos hechos en la medida en que fue una empleda de la
empresa de seguridad, la cual contrataron libremente, quien de manera directa
vulneró los derechos fundamentales de las accionantes.
116. La Corte también encuentra que en esta oportunidad, en
la violación de los derechos fundamentales de Juana y María, incidió su
desconocimiento, y el de la sociedad en general, sobre la política de Almacenes
Éxito S.A. de respeto y garantía de los derechos de las personas LGBTI. Esto
implicó que las accionantes decidieran no volver al Centro Comercial Viva
después de que ocurrió el acto discriminatorio y no interpusieran ninguna queja
por temor a ser revictimizadas, sino que acudieran a Caribe Afirmativo, una
organización que trabaja en favor de la diversidad sexual, en donde les
recomendaron interponer una acción de tutela para denunciar lo sucedido. En
consecuencia, esta Sala considera que, con fundamento en la colaboración que
debe existir entre el sector público y el sector privado y en el deber
constitucional que tienen los particulares de “defender y difundir los
derechos humanos como fundamento de la convivencia pacífica”,[76] es
necesario que la posición de Almacenes Éxito S.A. en favor de la diversidad y
el respeto a los derechos de las personas LGBTI sea claramente difundida y
conocida por la la empresa de seguridad y sus empleados, de tal manera que las
personas tengan la certeza de que en sus distintos lugares abiertos al público
las personas, sin distinción alguna, van a ser aceptadas y su dignidad
reconocida, esto es, son espacios seguros en los que no se permiten actos
discriminatorios y, en caso de ocurran, van a ser rápida y adecuadamente
atendidos y solucionados. Por tanto, el remedio judicial que se adopte en esta
oportunidad estará orientado a que la postura en favor de la Constitución de
Almacenes Éxito S.A. sea difundida y conocida por la empresa de seguridad y sus
empleados.
117. En suma, la Corte encuentra acreditada la
discriminación que sufrieron Juana y María por manifestar públicamente
su afecto. La actuación de la guarda de seguridad, quien recriminó y prohibió a
las accionantes las muestras de cariño referidas, estuvo desprovista de
cualquier fundamento constitucional y legal y constituyó una vulneración de sus
derechos fundamentales a la igualdad, a no ser discriminadas, a la intimidad,
al libre desarrollo de la personalidad y a la dignidad humana. Esta situación
ha impedido a las accionantes volver al centro comercial en el que fueron
discriminadas por miedo a ser objeto de señalamientos y reproches, además del
temor que ahora tienen de expresar públicamente su afecto en cualquier espacio
público o semipúblico. Por ende, se hace imperioso romper la invisibilización a
las que son sometidas las personas LGBTI en los espacios públicos o abiertos al
público y, de esta manera, superar los prejuicios sociales que aún persisten
sobre esta población. La garantía de sus derechos fundamentales, en una
sociedad democrática y respetuosa de la diversidad, debe partir entonces de su
visibilización.
10. Órdenes
118. Una vez
constatada la vulneración de los derechos fundamentales de Juana y
María, esta Sala debe determinar las órdenes a adoptar. La Corte revocará
las sentencias proferidas el 29 de noviembre de 2019 por el
Juzgado Octavo Penal Municipal con Funciones de Conocimiento de Barranquilla,
y el 6 de febrero de 2020 por el Juzgado Octavo Penal del
Circuito con Funciones de Conocimiento de Barranquilla, por medio de las
cuales se negó el amparo de los derechos de las accionantes. En
su lugar, se ampararán sus derechos fundamentales a la igualdad, a no ser discriminadas, a la intimidad, al
libre desarrollo de la personalidad y a la dignidad humana.
119. En consecuencia, se declarará que Juana y María sufrieron un acto de discriminación por parte de la vigilante de la
empresa Miro Seguridad LTDA que prestaba sus servicios al Centro Comercial Viva
de Barranquilla por el hecho de manifestar públicamente su afecto. Así mismo,
se ordenará a las empresas accionadas disponer un espacio apropiado y abierto al público dentro de las instalaciones
del Centro Comercial Viva de Barranquilla, en el cual deberán ofrecer disculpas públicas a Juana y María por
los hechos que dieron origen a la acción de tutela de la referencia y la
vulneración a sus derechos fundamentales. También,
se ordenará a Almacenes Éxito S.A. que comunique su
política institucional en materia de respeto a los derechos de las personas
LGBTI a la empresa Miro Seguridad LTDA.
120. De igual manera,
para evitar la repetición de los hechos que originaron la presente acción de
tutela, se ordenará a la empresa Miro Seguridad LTDA que capacite a sus
empleados en materia de respeto a los derechos de las
personas LGBTI y adopte las
medidas adecuadas y necesarias para evitar que sus empleados vuelvan a cometer
actos de discriminación a causa de la orientación sexual de las personas,
debiendo presentar un informe al juez de primera instancia en el que establezca
cuáles son las medidas concretas que se adoptarán y cómo se van a aplicar. Así
mismo, se ordenará compulsar copias
de todo lo actuado a la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada para
que, con base en la Circular Externa número
20157000000195 del siete (7) de septiembre de 2015 de dicha entidad, y dentro
de sus competencias, si fuera procedente, adelante las investigaciones
correspondientes contra la empresa de seguridad privada accionada por los
hechos que dieron origen a la acción de tutela de la referencia. Finalmente, se
exhortará a los jueces de tutela de instancia que, en adelante, sigan la jurisprudencia de la
Corte Constitucional relacionada con la prohibición de discriminación de las
personas LGBTI.
11. Síntesis de la decisión
121. Juana y María son pareja e interpusieron acción de tutela en
contra de Almacenes Éxito S.A., el Centro Comercial Viva y Miro Seguridad LTDA
por la presunta vulneración de sus derechos fundamentales al libre desarrollo
de la personalidad, a la dignidad humana, a la intimidad, a la vida privada, a
la igualdad y a la prohibición de discriminación, toda vez fueron recriminadas
por parte de una guarda de seguridad del Centro Comercial Viva de Barranquilla
por realizar manifestaciones públicas de afecto al interior de sus
instalaciones.
122. La Corte reiteró la jurisprudencia constitucional sobre el
derecho a no ser discriminado, analizó la discriminación en razón de la
orientación sexual diversa, precisó cuáles conductas afectan
la tranquilidad en espacios públicos o semipúblicos y cuáles están permitidas y
respaldadas constitucional y legalmente. Determinó la
función que tienen los servicios de vigilancia y seguridad privada y los
límites de sus facultades, así como el respeto a los derechos humanos que debe
guiar sus actuaciones. Antes de analizar el caso concreto, la Sala constató la invisibilización que sufren las personas LGBTI en los espacios
públicos y semipúblicos, en donde se presenta un patrón de discriminación que
tiene como objeto a las personas del mismo sexo que realizan
manifestaciones públicas de afecto.
123. A partir de las anteriores consideraciones, esta Sala concluyó
que en el presente caso se habían vulnerado los
derechos fundamentales de Juana y María a la igualdad, a no ser discriminadas, a la intimidad, al
libre desarrollo de la personalidad y a la dignidad humana, debido a que una vigilante de la empresa Miro Seguridad LTDA, que
prestaba sus servicios en las instalaciones del Centro Comercial Viva de
Barranquilla, las recriminó y prohibió expresar públicamente su afecto, sin que
existiera alguna evidencia de que su comportamiento transgredió
las normas que garantizan la convivencia pacífica. Esta
situación configuró un acto discriminatorio que tuvo por efecto invisibilizar a
las accionantes en un espacio abierto al público.
III. Decisión
124. Las empresas de vigilancia
y seguridad privada, así como los establecimientos abiertos al público que
contratan sus servicios, vulneran los derechos fundamentales cuando guardas de
seguridad que trabajan para aquellas, y en ejercicio de sus funciones, limitan
o prohíben las manifestaciones públicas de afecto entre personas del mismo sexo
que no configuran actos sexuales o de exhibicionismo en los términos señalados
por las normas de Policía.
En mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional de
la República de Colombia, administrando justicia en nombre del pueblo y por
mandato de la Constitución Política,
RESUELVE
Primero.- Por las razones y en los términos de esta
providencia, REVOCAR las sentencias proferidas el 29 de
noviembre de 2019 por el Juzgado Octavo Penal Municipal con Funciones de
Conocimiento de Barranquilla, y el 6 de febrero de 2020 por el Juzgado Octavo
Penal del Circuito con Funciones de Conocimiento de Barranquilla, por medio de
las cuales se negó la acción de tutela interpuesta por las accionantes. En su lugar, CONCEDER el
amparo a los derechos fundamentales a la igualdad, a no ser
discriminadas, a la intimidad, al libre desarrollo de la personalidad y a la
dignidad humana de Juana y María, con
fundamento en lo expuesto en la parte considerativa de esta providencia.
Segundo.- DECLARAR que Juana y María sufrieron un acto de discriminación por
parte de una vigilante de la empresa Miro Seguridad LTDA que prestaba sus
servicios al Centro Comercial Viva de Barranquilla por el hecho de manifestar
públicamente su afecto.
Tercero. ORDENAR a Almacenes Éxito S.A.
y Miro Seguridad LTDA que, dentro de los ocho (8) días siguientes a la
notificación de esta providencia, dispongan un espacio apropiado y abierto al público dentro de las
instalaciones del Centro Comercial Viva de
Barranquilla, en el cual deberán ofrecer disculpas
públicas a Juana y María por los hechos que dieron origen a la acción de
tutela de la referencia y la vulneración a sus derechos fundamentales. A dicho acto deberán invitar a participar a
las accionantes.
Cuarto.- ORDENAR
a Almacenes Éxito S.A. que,
dentro de los tres (3) días siguientes a la
notificación de esta providencia, comunique su política
institucional en materia de respeto a los derechos de las personas LGBTI a la empresa Miro Seguridad LTDA.
Quinto.- ORDENAR a la empresa
Miro Seguridad LTDA que capacite a sus empleados en materia de respeto a los derechos de las personas LGBTI y adopte las medidas adecuadas y necesarias
para evitar que sus empleados vuelvan a cometer actos de discriminación a causa
de la orientación sexual de las personas. La empresa
Miro Seguridad LTDA deberá presentar un informe al juez
de primera instancia, dentro de los treinta (30) días siguientes a la notificación de
esta providencia, en el que establezca cuáles son las
medidas concretas que se adoptarán y cómo se van a aplicar.
Sexto.- COMPULSAR copias de todo lo actuado a la Superintendencia de
Vigilancia y Seguridad Privada para que, con base en la Circular Externa número
20157000000195 del siete (7) de septiembre de 2015 de dicha entidad y dentro de
sus competencias, si fuera procedente, adelante las investigaciones
correspondientes contra la empresa Miro Seguridad LTDA por los hechos que
dieron origen a la acción de tutela de la referencia.
Séptimo.- EXHORTAR al Juzgado Octavo Penal
Municipal con Funciones de Conocimiento de Barranquilla y al Juzgado Octavo Penal del Circuito con
Funciones de Conocimiento de Barranquilla que, en adelante, sigan la jurisprudencia de la Corte Constitucional
relacionada con la prohibición de discriminación de las personas LGBTI.
Octavo.- REMITIR al Juzgado de primera instancia el
expediente digitalizado del proceso de tutela de la referencia. Una vez se
retomen actividades normales, la Secretaria General de la Corte Constitucional
deberá ENVIAR el expediente físico al despacho
correspondiente.
Noveno.- LIBRAR las comunicaciones –por la Secretaría
General de la Corte Constitucional–, así como DISPONER las notificaciones a las partes –a
través del Juez de tutela de instancia–, previstas en el artículo 36 del
Decreto Ley 2591 de 1991.
Notifíquese,
comuníquese, publíquese y cúmplase
DIANA FAJARDO RIVERA
Magistrada
JORGE ENRIQUE IBAÑEZ NAJAR
Magistrado
ALEJANDRO LINARES CANTILLO
Magistrado
Con aclaración de voto
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
[1] Dado que en la acción de tutela se solicita proteger
la identidad de las demandantes, en la versión pública de esta sentencia se
cambiarán sus nombres reales por nombres ficticios.
[2] Mediante Auto del 29 de septiembre de 2020, proferido
por la Sala de Selección de Tutelas Número Cuatro, conformada por los
magistrados Alejandro Linares Cantillo y Alberto Rojas Ríos, la Corte
Constitucional seleccionó para revisión el expediente T-7.891.149.
[3] La acción de tutela obra en los folios 1 a 10 del
cuaderno 1.
[4] La respuesta a la acción de tutela de Miro Seguridad
LTDA. obra en los folios 23 a 25 del cuaderno 1.
[5] La respuesta a la acción de tutela de Almacenes Éxito
S.A. obra en los folios 27 a 30 del cuaderno 1.
[6] La sentencia del juez de tutela de primera instancia
obra en los folios 104 a 112 del cuaderno 1.
[7] La impugnación de la sentencia del juez de tutela de
primera instancia obra en los folios 123 a 127 del cuaderno 1.
[8] La sentencia del juez de tutela de segunda instancia
obra en los folios 4 a 7 del cuaderno 2.
[9] Folios 36 a 41 del cuaderno principal.
[10] Folios 50 a 52 del cuaderno principal.
[11] Esta declaración juramentada con fines
extraprocesales fue suscrita ante el Notario Décimo de Barranquilla el 6 de
noviembre de 2020. Folio 53 del cuaderno principal.
[12] En el escrito presentado por las accionantes se
indica que la declaración de Olga Lucía Martínez Alfaro no pudo realizar ante
notario público “por motivo de las restricciones y medidas de autocuidado
adoptadas por la pandemia de la COVID-19, resultó imposible que ella pudiera
acudir a realizar la declaración juramentada antes de la presentación de esta
ampliación.” Folio 54 del cuaderno principal.
[13] Folios 56 del cuaderno principal.
[14] Folios 58 a 60 del cuaderno principal.
[15] Folios 68 y 69 del cuaderno principal.
[16] Folios 71 y 72 del cuaderno principal.
[17] Folios 21 a 26 del cuaderno principal.
[18] El artículo 86 de la Constitución Política y 1° del
Decreto 2591 de 1991 establece que toda persona tiene la facultad de incoar el
amparo constitucional, por sí misma o por quien actúe en su nombre, con el fin
de reclamar ante los jueces la protección inmediata de sus derechos
fundamentales.
[19] Folios 13 y 15 del cuaderno 1.
[20] De acuerdo a la reiterada jurisprudencia de esta
Corporación y al artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, la acción de tutela procede
contra particulares en los siguientes casos: (i) cuando el particular presta un
servicio público; (ii) cuando la conducta del particular afecta grave y
directamente el interés colectivo y, (iii) cuando el solicitante se halle en
estado de subordinación o indefensión frente al particular.
[21] Sobre la configuración del estado de
indefensión, ver entre otras, sentencias T-798 de 2007. M.P. Jaime Córdoba
Triviño y T-552 de 2008. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[22] Sentencia T-405 de 2007. M.P. Jaime Córdoba Triviño.
En dicha sentencia también se demandó a un particular por la violación de los
derechos a la intimidad y a la propia imagen.
[23] La Corte Constitucional ha identificado enunciativamente
algunas situaciones que pueden dar lugar a este supuesto. En la Sentencia T-012
de 2012 (M.P. Jorge Iván Palacio), la Corte hizo referencia a las siguientes
circunstancias: “(i) cuando la persona está en ausencia de medios de defensa
judiciales eficaces e idóneos que le permitan conjurar la vulneración de un
derecho fundamental por parte de un particular; (ii) quienes se encuentran en
situación de marginación social y económica; (iii) personas de la tercera edad;
(iv) discapacitados; (v) menores de edad; (vi) la imposibilidad de satisfacer
una necesidad básica o vital, por la forma irracional, irrazonable y desproporcionada
como otro particular activa o pasivamente ejerce una posición o un derecho del
que es titular; (vii) la existencia de un vínculo afectivo, moral, social o
contractual, que facilite la ejecución de acciones u omisiones que resulten
lesivas de derechos fundamentales de una de las partes como en la relación
entre padres e hijos, entre cónyuges, entre copropietarios, entre socios, etc.
y, (viii) el uso de medios o recursos que buscan, a través de la presión social
que puede causar su utilización, el que un particular haga o deje de hacer algo
en favor de otro.”
[24] Sentencia T-909 de 2011. M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
[25] Sentencia T-030 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[26] Ibídem.
[27] Sobre el requisito de la inmediatez, ver entre muchas
otras las sentencias T-158 de 2006. M.P. Humberto Antonio Sierra Porto; T-584
de 2011. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-416 de 2013. M.P. Mauricio
González Cuervo; T-038 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. S.V. Aquiles
Arrieta Gómez (e).
[28] Ver, entre muchas
otras, las Sentencias T-328 de 2011 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-662
de 2013. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; T-066 de 2014. M.P. María Victoria
Calle Correa; T-577 de 2015. M.P. Mauricio González Cuervo; T-030 de 2017. M.P.
Gloria Stella Ortiz Delgado; SU-075 de 2018. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado;
T-314 de 2019. M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[29] Al respecto pueden consultarse, entre
otras, las sentencias T-909 de 2011. M.P. Juan Carlos Henao Pérez; T-314 de
2011. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio; T-077 de 2016. M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio, T-030 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado; y T-141 de 2017. M.P.
María Victoria Calle Correa.
[30] Sentencia SU-655 de 2017. M.P. Alberto Rojas Ríos.
También pueden consultarse las sentencias SU-225 de 2013. M.P. Alexei Julio
Estrada (e) y T-481 de 2016. M.P. Alberto Rojas Ríos.
[31] Sentencia
T-344 de 2019. M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[32] En la Sentencia SU-522 de 2019. M.P. Diana
Fajardo Rivera se señaló: “La doctrina constitucional ha agrupado estos
casos bajo la categoría de “carencia actual de objeto”; y si bien el concepto
central se ha mantenido uniforme, con el devenir de la jurisprudencia se ha
venido ajustando su clasificación y las actuaciones que se desprenden para el
juez de tutela ante estos escenarios.”
[33] Ver, por ejemplo, las sentencias T-970 de 2014. M.P.
Luis Ernesto Vargas Silva; T-481 de 2016. M.P. Alberto Rojas Ríos; T-021 de
2017. M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez y T-423 de 2017. M.P. (e) Iván
Humberto Escrucería Mayolo.
[34] Sentencia SU-667 de 1998. M.P. José Gregorio
Hernández Galindo. Para un listado de los escenarios en los que la
jurisprudencia ha aplicado esta categoría ver, por ejemplo, la Sentencia T-448
de 2004. M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
[35] En virtud a lo estipulado en el artículo 6, numeral 4
del Decreto 2591 de 1991 que prevé: “Causales de improcedencia de la tutela.
La acción de tutela no procederá: (…) Cuando sea evidente que la violación del
derecho originó un daño consumado, salvo cuando continúe la acción u omisión
violatoria del derecho.” También puede consultarse la Sentencia T-495 de
2010. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[36] Esta
postura fue adoptada en la Sentencia SU-522 de 2019. M.P. Diana Fajardo Rivera.
[37] Sentencia
T-030 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. Reiterado en la Sentencia
T-335 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[38] Ver, entre otras, las sentencias T-098 de 1994. M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz; T-288 de 1995. M.P. Eduardo Cifuentes Muños; C-022 de
1996. M.P. Carlos Gaviria Díaz; T-1042 de 2001. M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa; SU-1167 de 2001. M.P. Eduardo Montealegre Lynett; T-030 de 2004. M.P.
Clara Inés Vargas Hernández; T-393 de 2004. M.P. Alfredo Beltrán Sierra; T-062
de 2011. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; T-141 de 2017. M.P. María Victoria Calle
Correa; y T-376 de 2019. M.P. Cristina Pardo Schlesinger.
[39] Artículos 2.1 y 26 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos. Artículos 2.2 y 3 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos Sociales y culturales.
[40] Artículo 3.1 de la Carta de la OEA. Artículos 1.1. y
24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
[41] Artículos 2 y 3 de la Carta Africana de Derechos
Humanos y de los Pueblos “Carta de Banjul” y el artículo 14 del Convenio
Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales.
[42] La Convención
Interamericana Contra Toda Forma de Discriminación e Intolerancia fue adoptada
en La Antigua, Guatemala, el 5 de junio de 2013. La Convención fue firmada por
Colombia el 8 de septiembre de 2014 y aún no ha sido ratificada.
[43] Artículo 53 de la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados: “Es nulo todo tratado que, en el momento
de su celebración, esté en oposición con una norma imperativa de derecho
internacional general. Para efectos de la presente Convención, una norma
imperativa de derecho internacional general es una norma aceptada y reconocida
por la comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que no
admite acuerdo contrario y que sólo puede ser modificada por una norma ulterior
de derecho internacional general que tenga el mismo carácter.”
[44] Corte Interamericana de Derechos Humanos,
Opinión Consultiva OC-18/03 del 17 de septiembre de 2003, sobre la “Condición
Jurídica y Derechos de los Migrantes Indocumentados”. La
Corte Constitucional también ha reconocido que el principio de no
discriminación hace parte del ius cogens. En la Sentencia C-091 de 2017, en
la que se analizó la constitucionalidad del tipo penal de “hostigamiento”, se
dijo: “El caso objeto de estudio se refiere a una dimensión especial de la
igualdad, que se caracteriza por la existencia de una prohibición definitiva y
alcanza el rango de principio ius cogens en el derecho internacional, es decir,
de una norma que no admite pacto en contrario entre las partes contratantes (en
principio, los Estados). Básicamente, una discriminación se presenta cuando las
autoridades adoptan tratos diferenciados entre personas o grupos en situaciones
similares, sin que exista para ello una razón legítima.”
[45] Ver Sentencia T-098 de 1994. M.P. Eduardo
Cifuentes Muñoz.
[46] M.P. María Victoria Calle Correa.
[47] La Sentencia T-141 de 2017 (M.P. María
Victoria Calle Correa), explica que los criterios sospechosos de discriminación
son “categorías que “(i) se fundan en rasgos permanentes de las personas, de
las cuales éstas no pueden prescindir por voluntad propia a riesgo de perder su
identidad; (ii) esas características han estado sometidas, históricamente, a
patrones de valoración cultural que tienden a menospreciarlas; y, (iii) no
constituyen, per se, criterios con base en los cuales sea posible efectuar una
distribución o reparto racionales y equitativos de bienes, derechos o cargas
sociales.”
[48] M.P. María Victoria Calle Correa.
[49] Sentencia T-691 de 2012. M.P. María
Victoria Calle Correa.
[50] Ibídem.
[51] Ibídem.
[52] Este criterio ha sido consolidado a partir
de la Sentencia T-098 de 1994 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz), en la que se
indicó que: “[l]os actos
discriminatorios suelen ser de difícil prueba. De ahí que sea apropiado que la
carga de probar la inexistencia de discriminación recaiga en cabeza de la
autoridad que expide o aplica una disposición jurídica, no así en quien alega
la violación de su derecho a la igualdad, especialmente cuando la clasificación
que se hace de una persona es sospechosa por tener relación con los elementos
expresamente señalados como discriminatorios a la luz del derecho
constitucional.”
[53] Ver, entre otras, las sentencias T-741 de 2004. M.P.
Manuel José Cepeda Espinosa; T-909 de 2011. M.P. Juan Carlos Henao Pérez; T-291
de 2016. M.P. Alberto Rojas Rios; y T-335 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[54] Ver, entre otras, las sentencias T-909 de
2011. M.P. Juan Carlos Henao Pérez; T-314 de 2011. M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio; T-077 de 2016. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio, T-030 de 2017. M.P.
Gloria Stella Ortiz Delgado; y T-141 de 2017. M.P. María Victoria Calle Correa.
[55] Sentencia T-141 de 2017. M.P. María
Victoria Calle Correa.
[56] Ibídem.
[57] Esta concepción de la orientación sexual
ha sido adoptada en distintos pronunciamientos de esta Corte, por ejemplo, en
las sentencias T-804 de 2014. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio; T-099 de 2015.
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado; C-071 de 2015. M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio; T-141 de 2015. M.P. María Victoria Calle Correa; T-077 de 2016. M.P.
Jorge Iván Palacio Palacio; T-252 de 2016. M.P. Alberto Rojas Ríos; y T-363 de
2016. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[58] Sobre la orientación sexual como categoría
sospechosa de discriminación, ver entre otras las sentencias C-075 de 2007.
M.P. Rodrigo Escobar Gil; C-577 de 2011. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo;
T-909 de 2011. M.P. Juan Carlos Henao Pérez; T- 565 de 2013. M.P. Luis Ernesto
Vargas Silva; T-804 de 2014. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio; T-141 de 2015.
M.P. María Victoria Calle Correa; T-478 de 2015. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado; y T-376 de 2019. M.P. Cristina Pardo Schlesinger
[59] Sentencia T-141 de 2017. M.P. María
Victoria Calle Correa.
[60] Sentencia C-253 de 2019. M.P. Diana
Fajardo Rivera.
[61] Al respecto pueden consultarse las sentencias T-335
de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado; T-030 de 2017. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado; T-291 de 2016. M.P. Alberto Rojas Ríos; T-909 de 2011. M.P. Juan
Carlos Henao Pérez.
[62] Sentencia T-909 de 2011. M.P. Juan Carlos Henao
Pérez.
[63] Sentencia T-030 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[64] Ley 1801 de 2016.
[65] En la Sentencia C-204 de 2019 (M.P. Alejandro Linares
Cantillo), se indicó: “[l]os espacios semipúblicos, como las oficinas
públicas o de entidades prestadoras de servicios públicos, los bancos, los
centros comerciales, los locales comerciales, los estadios y los cines, no son
lugares públicos, pero se encuentran abiertos a él.”
[66] En la Sentencia T-291 de 2016, la Corte
Constitucional estudió el caso de una persona que fue retenida, expuesta y
expulsada de un centro comercial, por considerar que se encontraba realizando
actos obscenos. Allí se precisó que “La restricción
de besarse en público que se imponga a una pareja homosexual por parte del
personal de vigilancia de un centro comercial o similar, restringe
ilegítimamente el derecho de esa pareja a expresar libremente sus opciones vitales
derivadas de su dignidad, intimidad y del libre desarrollo de su personalidad.”
[67] Sentencia C-204 de 2019. M.P. Alejandro Linares
Cantillo.
[68] Sentencia T-909 de 2011. M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
[69] Sentencia T-291 de 2016. M.P. Alberto Rojas Ríos.
[70] Sentencia T-030 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[71] Sentencia T-355 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[72] En el informe “Violencia contra personas LGBTI” de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos del año 2015, se indica que este
organismo “ha recibido información de casos de parejas del mismo sexo
atacadas por demostrar su afecto en público, como tomarse de la mano,
acariciarse, abrazarse o besarse. También se ha conocido de guardias de
seguridad privada en centros comerciales que expulsan a parejas del mismo sexo
en respuesta a demostraciones públicas de afecto (…). En Colombia, organizaciones alegan que las
parejas del mismo sexo continúan siendo perseguidas y hostigadas, incluso con
posterioridad a una decisión de la Corte Constitucional que estableció que la
expulsión de una pareja gay de un centro comercial por dos guardias de
seguridad con base en demostraciones de afecto en público constituyó un acto de
discriminación.”
[73] En la Sentencia T-030 de 2017 (M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado), en la que se analizó el caso de una pareja de hombres
homosexuales que fueron discriminados en un centro comercial por realizar
manifestaciones públicas de afecto, los accionantes tampoco interpusieron
ninguna queja por temor a ser revictimizados.
[74] Circular Externa número 20157000000195 del 7 de
septiembre de 2015 de la Superintendencia de Vigilancia y Seguridad Privada.
[75] Al respecto ver, entre otras, las sentencias C-931 de
2014. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; C-113 de 2017. M.P. María Victoria
Calle Correa; C-234 de 2019. M.P. Diana Fajardo Rivera; y C-382 de 2019. M.P.
Alejandro Linares Cantillo.
[76] Constitución Política. Artículo 95.4. |
11 | T-070-21
Sentencia
T-070/21
Referencia: expediente T-7.850.880
Acción de tutela instaurada por Rosa Ayda
Tisoy Tisoy contra la Unidad Administrativa
Especial para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas.
Magistrada
ponente:
DIANA FAJARDO
RIVERA
Bogotá, D.C., diecinueve (19) de marzo
de dos mil veintiuno (2021)
La Sala Segunda de Revisión de la
Corte Constitucional, integrada por la magistrada Diana Fajardo Rivera, quien
la preside, y los magistrados Jorge Enrique Ibáñez Najar y Alejandro Linares
Cantillo, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales,
específicamente de las previstas en el artículo 86 y en el numeral 9 del
artículo 241 de la Constitución Política, y en el Decreto 2591 de 1991,
profiere la siguiente
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
El 6 de noviembre de 2019, la
señora Rosa Ayda Tisoy Tisoy presentó acción de tutela contra la Unidad
Administrativa Especial para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas
(en adelante, la UARIV) por cuanto considera que dicha entidad vulneró sus
derechos a la vida, a la igualdad, al mínimo vital, a la
salud, al debido proceso y a la protección integral de las víctimas, pues
negó su solicitud de inscripción en el Registro Único de Víctimas (en adelante,
el RUV).[1]
1. Acción de tutela solicitud y
respuesta
1.1. La accionante manifestó que pertenece
a la comunidad indígena INGA y se encuentra registrada dentro del listado
censal del Cabildo[2]. El 23 de julio de 2015
con la finalidad de ser incluida en el RUV, junto con su grupo familiar,
declaró que es víctima directa de desplazamiento forzado en razón a que, grupos
al margen de la ley, hacían presencia en el corregimiento de Aponte municipio
de Santiago en el Departamento de Putumayo. Específicamente adujo que “en el
año 2000, llegaron unos hombres armados a la casa a decirles que tenían 48
horas para salir de la Vereda Arcanchi, donde también reclutaban menores de
edad”, por lo cual tuvo que abandonar su lugar de residencia.
1.2. La UARIV por medio de Resolución No. 2017-32680 del 17 de
marzo de 2017 decidió negar la inclusión de la actora en el RUV y no reconocer
el hecho victimizante, tras afirmar que “de acuerdo con lo previsto en el
artículo 155 de la Ley 1448 de 2011, la declaración fue rendida de manera
extemporánea, es decir que, para el caso preciso, la fecha de ocurrencia de los
hechos declarados fue el 20 de agosto de 2000 y la fecha de la declaración ante
la Personería de Cali (Valle del Cauca), fue el 23 de julio de 2015. No
obstante, analizadas las circunstancias manifestadas en su declaración … se
tiene que existen elementos que permiten determinar que no existieron
circunstancias de fuerza mayor que hayan impedido a la señora Rosa Ayda Tisoy
Tisoy… presentar la declaración dentro de los términos de la citada norma.”.
El 9 de mayo de 2017, la accionante presentó recurso de reposición en subsidio
apelación, solicitando la protección de la población indígena en situación de
desplazamiento.
1.3. Mediante Resolución No 2017-32680R del 26 de mayo de 2017, la
UARIV decidió el recurso de reposición propuesto. Sostuvo que “al realizar
un análisis detallado de la declaración ante el Ministerio Público de manera
extemporánea -esto es, el día 23 de julio de 2015 sobre hechos ocurridos el
20 de agosto de 2000- la fecha límite para efectuar la declaración de hechos
anteriores a la promulgación de la Ley 1448 de 2011 era de cuatro años de su
entrada en vigencia, es decir hasta el 10 de junio de 2015 con lo que se
encuentra una extemporaneidad en su declaración” y tampoco se aportó
documentación o material probatorio “que permita subsanar la extemporaneidad.”[3]
1.4. Respecto al recurso de apelación, subsidiariamente
interpuesto, la UARIV mediante Resolución No 201759869 del 19 de octubre de
2017,[4] resolvió confirmar la
decisión de valoración, y, en consecuencia, no reconocer el hecho victimizante.
1.5. En sede de revisión, y con el propósito de tener mayor
conocimiento sobre las condiciones socioeconómicas de la accionante, la Sala
constató que la accionante tiene asignado actualmente un puntaje de 51.09 sobre
100 en el Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas
Sociales (en adelante, el “Sisbén”), según la información disponible en la base
de datos pública de este.[5] Además, la Corte verificó que,
de acuerdo con los datos que tiene registrados la Administradora de los
Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (ADRES), la actora es
cabeza de familia, tiene a su cargo dos niños de 2 y 5 años de edad y se
encuentra activa en el régimen subsidiado de dicho sistema.[6]
2. Contestación de la acción
de tutela
La UARIV, mediante comunicación
del 13 de noviembre de 2019[7], se pronunció sobre los
hechos de la acción de tutela de la referencia. Solicitó se negaran las
pretensiones de la accionante por considerar que en ningún momento se demostró
la causación de un perjuicio irremediable, situación que para la entidad
confirma la improcedencia de la acción constitucional.
3. Decisión de instancia
El 22 de noviembre de 2019, el
Juzgado Quinto Laboral del Circuito de Cali, resolvió “negar” por
improcedente la acción de tutela,[8] en razón a que, a su
juicio, “la accionante no aportó prueba que indique que haya efectuado una
nueva petición de inclusión en el RUV por el conflicto armado por ser según sus
voces, una persona en calidad de desplazada por el conflicto armado.”[9]
El fallo no fue impugnado.
II. CONSIDERACIONES
1. Competencia
La Sala Segunda de Revisión de Tutelas de
la Corte Constitucional es competente para conocer el fallo materia de
revisión, de conformidad con la Constitución y las normas reglamentarias;[10]
y, en virtud del Auto del 28 de agosto de 2020, proferido por la Sala de
Selección Número Tres, que escogió el expediente de la referencia.
2. Cuestión
previa: la acción de tutela presentada por Rosa
Ayda Tisoy Tisoy es procedente para buscar la protección de sus derechos
fundamentales
2.1. Legitimación
de las partes. La señora Rosa Ayda Tisoy Tisoy está legitimada para
interponer la acción de tutela bajo análisis, por cuanto, actuando en nombre
propio, pretende la protección de sus derechos fundamentales a través de la
acción constitucional.[11]
De otro lado, la solicitud puede ser instaurada contra la UARIV, dado que se
trata de una Entidad pública de origen legal, con capacidad para ser parte.
Además, de acuerdo con la narración de los hechos en la tutela, es la entidad
pública que ocasionó la vulneración de sus derechos al no incluirla en el RUV,
por lo cual, la acción de tutela procede en su contra, al tenor del inciso primero del artículo 86 de la
Constitución Política.[12]
2.2.
Requisito de inmediatez. La Constitución establece que la acción de tutela
puede ser promovida “en todo momento y lugar”. Sin embargo, de acuerdo
con la jurisprudencia constitucional, la acción de amparo debe ser interpuesta
en un término prudencial y razonable después de ocurridos los hechos que
motivan la afectación o amenaza de los derechos fundamentales. Esta regla no
debe entenderse como una expresión de la caducidad de la acción, por el
contrario, debe entenderse y evaluarse en los términos de la razonabilidad, a
partir de la calidad del sujeto y la vulneración de sus derechos fundamentales.
De manera concreta, tratándose de víctimas del conflicto armado, la
jurisprudencia ha sostenido que la inmediatez debe ser evaluada de manera
flexible, pues son sujetos de especial protección constitucional.[13]
La Corte
Constitucional ha sostenido que las personas víctimas del desplazamiento
forzado están expuestas a altos niveles de debilidad, indefensión y
vulnerabilidad. Este delito genera situaciones como i) la
desarticulación social, el empobrecimiento y deterioro de las condiciones de
vida; ii) la pérdida de acceso a la propiedad entre comuneros; iii)
inseguridad alimentaria; iv) el incremento de la enfermedad y la
mortalidad; v) la marginación; vi) la pérdida del
hogar, del empleo, de la vivienda y la tierra.[14] Estas
condiciones, que en otros términos aduce la accionante, justifican la demora en
el uso de los mecanismos con los que la víctima cuenta para demandar la
protección de su vida, honra, bienes, libertad y seguridad. Por las anteriores
razones, la Sala considera que, en este caso, el requisito de inmediatez se
cumple.[15]
En lo referente al presente
asunto, se advierte que la acción de tutela fue interpuesta el 6 de noviembre
de 2019, esto es, dos (2) años después de la notificación de la Resolución
Administrativa que decidió el recurso subsidiario de apelación,[16]
periodo que puede estimarse razonable para interponer la acción constitucional,
de acuerdo con el contexto particular del caso,[17]
considerando además que la vulneración
es permanente en el tiempo y las condiciones de vulnerabilidad
persisten.[18]
2.3. Requisito de
subsidiariedad. El requisito de subsidiariedad exige que el peticionario
despliegue de manera diligente las acciones judiciales que estén a su
disposición, siempre y cuando sean idóneas y efectivas para la protección de
los derechos que se consideran vulnerados o amenazados. Al respecto, ha
sostenido la jurisprudencia constitucional que una acción judicial es idónea
cuando es materialmente apta para producir el efecto protector de los derechos
fundamentales, y es efectiva cuando está diseñada para brindar una protección
oportuna a los derechos amenazados o vulnerados.[19]
Particularmente, en consideración a la especial situación de vulnerabilidad de
la población víctima de desplazamiento forzado,[20]
esta Corporación en una extensa y consolidada jurisprudencia, ha respaldado el
uso de la acción de tutela por parte de la población desplazada para
reivindicar sus derechos, como una expresión del trato preferente que las
autoridades deben otorgarle a esa población vulnerable, en comparación con los
demás ciudadanos que no se encuentran en condiciones acentuadas de debilidad.[21]
Por lo tanto, cuando las
actuaciones u omisiones de las autoridades ponen en riesgo o vulneran los
derechos fundamentales de la población desplazada, la Corte ha considerado que
la tutela es “el mecanismo idóneo y expedito para su protección”, en tanto los
recursos ordinarios no garantizan “la protección efectiva y real de los citados
derechos, frente a una situación de inminencia como la vivida por los
desplazados.”[22] Lo anterior, por cuanto:
(i) pese a la existencia de otros medios de defensa judicial, los mismos
carecen de la entidad suficiente para dar una respuesta completa, integral y
oportuna respecto de las víctimas del desplazamiento forzado;[23]
y (ii) debido a su condición de sujetos de especial protección,
resultaría desproporcionado imponerles la carga de agotar los recursos
ordinarios a fin de garantizar la procedencia del medio de defensa
constitucional[24], no sólo por la urgencia
con que se requiere la protección sino por la complejidad técnico jurídica que
implica el acceso a la justicia contencioso administrativa.[25]
En otras palabras, conforme lo ha
reiterado la jurisprudencia constitucional: “el único mecanismo judicial que
reúne un nivel adecuado de idoneidad, eficacia y celeridad para garantizar sus
derechos fundamentales [de la población desplazada] con la urgencia
debida es la acción de tutela”.[26] En consecuencia, las
autoridades judiciales no deben exigir un cumplimiento estricto de los
criterios de subsidiariedad e inmediatez para efectos de analizar la
procedencia de la acción de tutela, sino que deben, por el contrario, realizar
un análisis concreto, que esté siempre atento a las condiciones de
vulnerabilidad que pueden afectar a la población desplazada y a la respectiva
actuación que han adelantado ante las autoridades.[27]
Específicamente, en los casos en
los que existen decisiones de la administración que resultan desfavorables para
las personas desplazadas, que ponen en riesgo o vulneran sus derechos
fundamentales, este Tribunal ha sostenido que no hace falta que agoten todo el
procedimiento administrativo que contempla el ordenamiento ordinario para
cuestionar tales decisiones,[28] máxime cuando la
instancia encargada de volver a valorar el caso es aquella que vulneró o puso
en riesgo los derechos de la persona desplazada.[29]
Tampoco hace falta que las personas que se encuentran en situación de
desplazamiento acudan a la jurisdicción de lo contencioso administrativo para
controvertir las decisiones de las autoridades, tal como se ha insistido de manera
recurrente en la jurisprudencia constitucional en materia de registro o de
ayuda humanitaria.
Adicional a ello, la Corte
Constitucional ha reiterado que la acción de tutela es el mecanismo idóneo y
procedente para que las personas en situación de desplazamiento soliciten su
inclusión en el Registro Único de Víctimas (RUV), en aquellos casos en los
cuales su petición fue denegada con fundamento en que los hechos victimizantes
se originaban en actos de delincuencia común.[30]
Sobre el particular, se tiene que
la señora Rosa Ayda Tisoy Tisoy instauró una acción de tutela orientada a
proteger sus derechos a la igualdad, al debido proceso y a la dignidad humana,
por considerar que la Resolución que niega su inscripción a la UARIV no evaluó
debidamente los hechos declarados a la luz de los elementos técnicos de
decisión y no aplicó el Decreto 4633 de 2011 con enfoque diferencial para la
protección de la población indígena. La Sala advierte que la actora agotó los
recursos administrativos que tenía a su alcance para controvertir la Resolución
del 19 de octubre de 2017, que resolvió el recurso de apelación
subsidiariamente interpuesto.
En este sentido y según la
jurisprudencia constitucional referenciada, debido a su condición de sujeto de
especial protección, como víctima de desplazamiento forzado, y a sus
circunstancias particulares,[31] la acción de tutela
resulta idónea y eficaz para resolver la controversia planteada, toda vez que,
resultaría desproporcionado imponerle a la actora la carga de agotar los
recursos judiciales ordinarios para garantizar la procedencia del medio de
defensa constitucional.
3. Presentación del problema
jurídico y estructura de la decisión
3.1. Acorde con los antecedentes
expuestos, la Sala Segunda de Revisión resolverá el siguiente problema
jurídico:
¿Vulnera la
UARIV los derechos
fundamentales de una persona y sus hijos menores de edad, al negarles la
inscripción en el RUV, bajo el argumento que presentó la declaración de manera
extemporánea, sin exponer los motivos que hagan evidente que la entidad
adelantó una gestión de verificación e investigación acerca de los hechos
puestos bajo su conocimiento?
3.2. Con el fin de analizar y dar
respuesta al anterior problema jurídico, la Sala reiterará su jurisprudencia
sobre: (i) el concepto de víctima del conflicto armado establecido por
la Ley 1448 de 2011; (ii) la relevancia constitucional de la inclusión
en el RUV y (iii) el enfoque diferencial
para las víctimas del conflicto armado interno pertenecientes a los pueblos y
comunidades indígenas. Finalmente, se resolverán los casos concretos a
partir del marco teórico expuesto.
4. El concepto de víctima del conflicto armado establecido en la
Ley 1448 de 2011. Reiteración de jurisprudencia[32]
La Ley 1448 de 2011 constituye el
marco jurídico general para alcanzar la protección y garantía del derecho
fundamental de las víctimas del conflicto armado interno a la atención,
asistencia y reparación integral por vía administrativa.[33]
Esta normativa define las víctimas que tienen derecho a acceder a las medidas
allí establecidas.[34] En el artículo 3º de
dicha normativa se reconoce como víctimas, para efectos de aplicación del
referido Estatuto Legal, a las personas que individual o colectivamente hayan
sufrido un daño como consecuencia de graves violaciones a los derechos humanos
o infracciones al Derecho Internacional Humanitario, ocurridas con ocasión del
conflicto armado interno.[35]
Entre los aspectos
característicos de la definición de víctima la Ley 1448 de 2011 ha establecido
que los hechos victimizantes son aquellos que: (i) hayan ocurrido a
partir del 1 de enero de 1985; (ii) se deriven de una infracción al DIH
o de una violación grave y manifiesta a las normas internacionales de derechos
humanos; y (iii) se hayan originado con ocasión del conflicto armado.
Finalmente, en el parágrafo 3º, se especifica que la definición de víctimas
allí establecida no cobija a quienes fueron afectados por actos de delincuencia
común.[36]
En este orden, la Corte
Constitucional ha señalado que la regulación referida no define la condición
fáctica de víctima, sino que incorpora un concepto operativo de dicho término,
pues su función está en determinar su marco de aplicación en relación con los
destinatarios de las medidas especiales de protección previstas en dicho
estatuto legal.[37] Así mismo, ha sostenido
de forma reiterada que la expresión “con ocasión del conflicto armado
interno”, contenida en el artículo 3[38] referido,
debe entenderse a partir de un sentido amplio,[39] pues dicha
noción cubre diversas situaciones ocurridas en un contexto de la confrontación
armada.
En Sentencia C-253A de 2012[40]
esta Corporación advirtió que se presentan básicamente tres posibilidades
prácticas en la aplicación de la Ley 1448 de 2011, respecto de la relación de
los hechos victimizantes con el conflicto armado interno: (i) los casos
en los cuales existen elementos objetivos que permiten encuadrar ciertas
conductas dentro del conflicto armado; (ii) los casos en los que, por el
contrario, resulta claro que se está frente a actos de delincuencia común no
cubiertos por las previsiones de la Ley; y (iii) las “zonas grises”,
eventos en los cuales no es posible predeterminar de antemano si existe
relación con el conflicto armado, pero tampoco es admisible excluirlos a
priori de la aplicación de la Ley 1448 de 2011, con base en una
calificación meramente formal. En consecuencia, el análisis de cada situación
debe llevarse a cabo en consonancia con el objetivo mismo de la Ley y con un
criterio tendiente a la protección de las víctimas.
En oposición al concepto de
actuaciones en el marco del conflicto armado, la Corte ha definido los actos de
“delincuencia común” como “aquellas conductas que no se inscriban
dentro de los anteriores elementos definitorios y, particularmente, que no se
desenvuelvan dentro del conflicto armado interno.”[41]
Al respecto, en la Sentencia C-781 de 2012[42] esta
Corporación resaltó las notorias dificultades que representa, en la práctica,
la distinción entre víctimas de la violencia generada por delincuencia común y
del conflicto armado, pues frecuentemente esta requiere de un ejercicio de
valoración y ponderación en cada caso concreto, de distintos factores del
contexto del conflicto armado interno para determinar si existe esa relación
cercana y suficiente amparada por la Ley 1448 de 2011. Por lo tanto, la Corte
indicó que resulta indispensable que en cada caso concreto se evalúe el
contexto en que se produce la vulneración de los derechos de las víctimas y se
valoren distintos elementos para determinar la relación de conexidad con el
conflicto armado, habida cuenta de la complejidad de tal fenómeno.[43]
En suma, de acuerdo con la Corte,
para la adecuada aplicación del concepto de víctima del conflicto armado
establecido por el artículo 3º de la Ley 1448 de 2011, se deben tener en cuenta
las siguientes reglas jurisprudenciales[44]:
(i) La norma contiene una definición operativa del término “víctima”,
en la medida en que no define una condición fáctica, sino que determina un
ámbito de destinatarios para las medidas especiales de protección contempladas
en dicho Estatuto Legal.
(ii) La expresión “conflicto armado interno” debe entenderse a
partir de una concepción amplia, en contraposición a una noción restrictiva que
puede llegar a vulnerar los derechos de las víctimas.
(iii) La expresión “con ocasión del conflicto armado” cobija
diversas situaciones ocurridas en el contexto del conflicto armado. Por ende,
se debe atender a criterios objetivos para establecer si un hecho victimizante
tuvo lugar con ocasión del conflicto armado interno o si, por el contrario, se
halla excluido del ámbito de aplicación de la norma, por haber sido perpetrado
por “delincuencia común”.
(iv) Con todo, existen “zonas grises”, es decir, supuestos de
hecho en los cuales no resulta clara la ausencia de relación con el conflicto
armado. En este evento, es necesario llevar a cabo una valoración de cada caso
concreto y de su contexto para establecer si existe una relación cercana y
suficiente con la confrontación interna. Además, no es admisible excluir a
priori la aplicación de la Ley 1448 de 2011 en estos eventos.
(v) En caso de duda respecto de si un hecho determinado ocurrió con
ocasión del conflicto armado, debe aplicarse la definición de conflicto armado
interno que resulte más favorable a los derechos de las víctimas.
(vi) La condición de víctima no puede establecerse únicamente con base
en la calidad o condición específica del sujeto que cometió el hecho
victimizante.
(vii) Los hechos atribuidos a los grupos surgidos con posterioridad a la
desmovilización de los paramilitares como consecuencia del proceso de
negociación del año 2005, se consideran ocurridos en el contexto del conflicto
armado, siempre que se logre establecer su relación de conexidad con la
confrontación interna.
5. La relevancia
constitucional de la inclusión en el RUV
El artículo 2.2.2.1.1 del Decreto
Único Reglamentario 1084 de 2015[45] define el RUV como “una
herramienta administrativa que soporta el procedimiento de registro de las
víctimas.”[46] Así mismo, el artículo
2.2.2.3.9 del mencionado Decreto, establece que “la Unidad Administrativa
Especial para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas deberá
garantizar que la solicitud de registro sea decidida en el menor tiempo
posible, en el marco de un trámite administrativo ágil y expedito, en el cual
el Estado tendrá la carga de la prueba”. A su vez, conforme a los
lineamientos establecidos en los artículos 2.2.2.3.10 y 2.2.2.3.11 de la misma
norma y en los artículos 3 y 156 de la Ley 1448 de 2011, las solicitudes de
reconocimiento de víctimas deben ser examinadas en aplicación de los principios
de buena fe, pro personae, geo-referenciación o prueba de contexto, in
dubio pro víctima y, credibilidad del testimonio coherente de la víctima.[47]
En relación con los elementos que
debe tener en cuenta la UARIV para decidir acerca de las solicitudes de
registro, el artículo 2.2.2.3.11 del Decreto en comento establece los
siguientes: (i) jurídicos, esto es, los aspectos contenidos en la
normatividad aplicable vigente; (ii) técnicos, que resulten de la
indagación en las bases de datos con información que ayude a esclarecer las
circunstancias de tiempo, modo y lugar en que acontecieron los hechos
victimizantes;[48] y (iii) de
contexto;[49] es decir , la
recaudación de información y análisis sobre dinámicas, modos de operación y
eventos relacionados directamente con el conflicto armado, en una zona y tiempo
específicos.[50] En consecuencia, es la
valoración adecuada de estos elementos de decisión lo que sustenta las
decisiones administrativas de inclusión en el RUV, y por tanto, una insuficiente
evaluación de los mismos constituye una falta en el debido proceso establecido.
De otro lado, el artículo
2.2.2.3.14 de la norma referida establece como causales para denegar la
inscripción en el registro, que: (i) en la valoración de la solicitud se
logre establecer que los hechos victimizantes tuvieron un origen diferente al
señalado en el artículo 3º de la Ley 1448 de 2011; (ii) se logre
determinar que la solicitud de registro carece de veracidad frente a los hechos
victimizantes narrados; y (iii) la solicitud de registro haya sido
presentada por fuera de los términos establecidos en los artículos 61 y 155 de
la Ley 1448 de 2011[51], casos en los cuales, en
todo caso, deberán tenerse en cuenta la excepción de fuerza mayor prevista en
esta última disposición.[52]
Ahora bien, en relación con los
beneficios a los que puede acceder una persona, víctima de la violencia y que
haya sido incluida en el RUV, se encuentran las medidas de reparación. Estas
últimas son desarrolladas por el artículo 25 de la Ley en comento. Según esta
normativa, las víctimas tienen derecho a ser reparadas de manera adecuada,
diferenciada, transformadora y efectiva por el daño que han sufrido como
consecuencia de las violaciones al Derecho Internacional Humanitario o de
violaciones graves y manifiestas a las normas internacionales de Derechos
Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado interno. De esta manera, la
reparación comprende las medidas de restitución, indemnización, rehabilitación,
satisfacción y garantías de no repetición, en sus dimensiones individual,
colectiva, material, moral y simbólica. Cada una de estas medidas debe ser
implementada a favor de la víctima dependiendo de la vulneración en sus
derechos y las características del hecho victimizante. [53]
En este marco, la Corte ha
desarrollado las siguientes reglas en relación con la inscripción en el RUV:
“(i)
[L]a falta de inscripción en el RUV de una persona que cumple con los
requisitos necesarios para su inclusión, no solo afecta su derecho fundamental
a ser reconocido como víctima, sino que además implica la violación de una
multiplicidad de derechos fundamentales como el mínimo vital, la unidad
familiar, la alimentación, la salud, la educación, la vivienda, entre otros;
(ii) los funcionarios encargados del registro deben suministrar información
pronta, completa y oportuna sobre los derechos involucrados y el trámite que
debe surtirse para exigirlos; (iii) para la inscripción en el RUV únicamente
pueden solicitarse los requisitos expresamente previstos por la ley; (iv) las
declaraciones y pruebas aportadas deben tenerse como ciertas en razón del
principio de buena fe, salvo que se pruebe lo contrario; y (v) la evaluación
debe tener en cuenta las condiciones de violencia propias de cada caso y
aplicar el principio de favorabilidad, con arreglo al deber de interpretación
pro homine.”[54]
Aunado a las anteriores reglas,
en la Sentencia T-163 de 2017,[55] al reiterar lo dicho en
el Auto 119 de 2013, la Corte puntualizó que, aspectos como la calificación del
actor como grupo organizado al margen de la ley, no deben ser un requisito para
considerar que el daño guarda una relación cercana y suficiente con el
conflicto.[56] Por el contrario, dada
la complejidad del fenómeno es importante aplicar una noción amplia de
conflicto armado en relación con los hechos victimizantes presuntamente
ocasionados por las denominadas bandas criminales o grupos surgidos con
posterioridad a la desmovilización de los paramilitares como consecuencia del
proceso de negociación del año 2005.
En este orden, la Corte
Constitucional ha reconocido la importancia del Registro Único de Víctimas en
múltiples pronunciamientos[57] y ha resaltado que la
inscripción en ese sistema constituye un derecho fundamental de las víctimas.
Ello, por cuanto la inclusión de una persona en el RUV implica, entre otros
beneficios: (i) la posibilidad de afiliación al Régimen Subsidiado de
Salud por el solo hecho de la inclusión en el RUV. Así mismo, permite la
priorización para el acceso a las medidas de reparación y particularmente a la
medida de indemnización, así como a la oferta estatal aplicable para avanzar en
la superación de la situación de vulnerabilidad, si es el caso; (ii)
implica el envío de la información relativa a los hechos delictivos que fueron
narrados como victimizantes para que la Fiscalía General de la Nación adelante
las investigaciones necesarias;[58] y (iii) en
general, posibilita el acceso a las medidas de asistencia y reparación
previstas en la Ley 1448 de 2011, las cuales dependerán de la vulneración de
derechos y de las características del hecho victimizante, siempre y cuando la
solicitud se presente dentro de los cuatro años siguientes a la expedición de
la norma.[59]
Ahora bien, desde el punto de
vista probatorio, la Corte ha considerado en general que las víctimas no deben
asumir una carga probatoria exhaustiva en relación con los hechos declarados.
En el Auto 206 de 2017[60], este Tribunal encontró
que las autoridades administrativas imponen cargas desproporcionadas a las
personas desplazadas cuando “la aplicación de los requisitos legales se
realiza de manera inflexible, de tal manera que se exige una prueba específica
o se busca ‘llegar a la certeza de la ocurrencia de los hechos’, cuando en
realidad se trata de situaciones que pueden ser acreditadas de manera sumaria,
mediante indicios u otra actividad probatoria que sea suficiente para dar por
ciertos, mediante la sana crítica, los hechos alegados por el accionante.”
En este sentido, la Corte ha
manifestado que una de las formas en
que se proyecta el principio de buena fe es a través de la inversión de la
carga de la prueba, por tanto corresponde al Estado y no a la persona
víctima del conflicto demostrar que sus afirmaciones y declaraciones no
coinciden con la verdad. [61] En este sentido, la jurisprudencia ha establecido que en los casos de
duda, en aplicación de los principios de buena fe y el principio pro personae,
deberán tenerse por ciertas las afirmaciones de las víctimas del conflicto
armado. Así mismo, según lo preceptuado por el artículo 5 de la Ley 1448 de
2011,[62] se presume la buena fe de las víctimas, sin perjuicio de la carga de
aportar pruebas sumarias del daño, mediante cualquier medio legalmente
aceptado. En este último evento, opera la inversión de la carga de la prueba[63] pues será la UARIV quien deberá
probar la falta de veracidad de las pruebas aportadas por los peticionarios. Lo
anterior por cuanto, el Estado tiene el deber de garantizar una atención
prioritaria a las víctimas del conflicto armado debido a su especial situación
de vulnerabilidad, no obstante, dicho deber deja de subsistir cuando se
demuestra que la información brindada por quien manifiesta ser víctima es
contraria a la realidad.[64]
Asimismo, la Corte advirtió que
el juez de tutela debe analizar las actuaciones de los accionantes, caso a caso,
con base en el material probatorio que consta en el expediente y que es
razonable exigirles de cara a la materialización de sus derechos. Esto, con la
finalidad de comprobar la existencia de una amenaza o vulneración de derechos
fundamentales que justifique la adopción de las respectivas medidas
correctivas, toda vez que, a pesar de su informalidad, la acción de tutela “no
habilita al juez constitucional para que pueda adoptar una decisión sin
alcanzar la veracidad de las circunstancias que originaron la amenaza o
vulneración de los derechos fundamentales invocados.”[65]
Con todo, la Corte ha advertido
que en los casos en donde la acción de tutela plantea la vulneración del
derecho de petición de víctimas del conflicto armado, por parte de autoridades
administrativas, “como regla general los jueces de tutela, al
advertir la vulneración del derecho de petición, deben tan solo ordenarles a las
autoridades responsables de responder las peticiones formuladas por las o los
accionantes, dar respuesta de fondo en un término perentorio, respetando su
autonomía administrativa. Esta regla debe exceptuarse cuando del material
probatorio obrante en el expediente se desprenda el desconocimiento de otros
derechos fundamentales que deben ser atendidos de forma urgente por el juez de
tutela, evento en el cual éste debe adoptar decisiones adicionales, como por
ejemplo reconocer directamente lo solicitado mediante la petición inicialmente
presentada que no fue contestada oportunamente o de fondo.”[66]
De modo que, de no contar con elementos materiales probatorios suficientes, a
los jueces de tutela no les corresponde decidir de fondo sobre las peticiones
presentadas a la administración, sino tan solo resolver sobre la vulneración
del derecho de petición y ordenarle a la administración responder de forma
oportuna la consulta que ante ella elevó el o la accionante. Por el contrario,
en aquellos casos en los que haya evidencia de la vulneración de otros derechos
fundamentales que deban ser amparados de forma urgente, los jueces tienen el
deber de adoptar las medidas correctivas correspondientes para garantizar su protección.[67]
6. El
enfoque diferencial para las víctimas del conflicto armado interno
pertenecientes a los pueblos y comunidades indígenas
La Constitución Política, desde su artículo 1º señala que el
Estado Colombiano es un Estado pluralista. En el mismo sentido, el artículo 7º
siguiente, hace un reconocimiento expreso a la diversidad étnica y cultural de
la Nación, así como a las manifestaciones sociales, culturales y económicas de
las diferentes etnias del país.[68] Dicho reconocimiento,
implica un deber de no discriminación, en razón a la pertenencia a determinada
comunidad, un deber positivo de protección por parte del Estado, y por último,
un mandato de promoción, en virtud de la discriminación a la cual estas
comunidades étnicas fueron sometidas.[69]
Actualmente, como desarrollo de lo anterior, se manifiesta un diálogo
intercultural para materializar el principio de enfoque diferencial, altamente
reconocido por el derecho internacional.[70]
De conformidad con esto, se hacen visibles las formas de discriminación contra
determinados grupos minoritarios y, se permite proponer un tratamiento adecuado
y diferente respecto de los demás, que se encamine a la protección integral de
las garantías constitucionales de los pueblos indígenas.
Tal principio de enfoque diferencial, es producto del
reconocimiento lógico frente a ciertos grupos de personas que tienen
necesidades de protección distintas ante condiciones económicas de debilidad
manifiesta (Art. 13 de la CP) y socio-culturales específicas. Necesidades, que han
sido reiteradas por el Comité de Derechos Humanos y el Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales.[71]
Ahora bien, en materia de víctimas del conflicto armado interno,[72] la Ley 1448 de 2011[73] (supra
Núm. 4º), establece medidas de asistencia, atención y reparación a favor de
las víctimas y señala medidas de ayuda humanitaria y el principio de enfoque
diferencial, según el cual, se reconoce que hay poblaciones que, debido a sus
características particulares, esto es, su edad, género, orientación sexual,
grupo étnico, y situación de discapacidad, deben recibir un tratamiento
especial en materia de ayuda humanitaria, asistencia, atención y reparación
integral.
Adicionalmente, la Ley 1448 facultó al Presidente de la República[74]
con precisas facultades extraordinarias para la regulación de los derechos y
garantías de las víctimas pertenecientes a pueblos y comunidades indígenas. Producto
de ello fue proferido el Decreto Ley 4633 de 2011,[75]
que, dentro de sus consideraciones generales, aceptó la “… obligación del
Estado [de] dignificar a los pueblos indígenas a través del reconocimiento de
las afectaciones e injusticias históricas y territoriales y, garantizar sus
derechos ancestrales, humanos y constitucionales, mediante medidas y acciones
que les garanticen sus derechos colectivos e individuales”. En especial, se
reconoció la importancia de “… sus derechos territoriales, a la identidad,
la autonomía, la autodeterminación, buen vivir y su estrategia de vida para la
permanencia cultura y pervivencia como pueblos.”[76]
De
conformidad con el artículo 1º del citado Decreto 4633 de 2011, su objetivo
supone “generar el marco legal e institucional de la política pública de
atención integral, protección, reparación integral y restitución de derechos
territoriales para los pueblos y comunidades indígenas como sujetos colectivos
y a sus integrantes individualmente considerados (…)”. Por su parte, el
artículo 2º consagra que su ámbito de aplicación parte “(…) del
reconocimiento de la condición de víctimas de los pueblos y comunidades
indígenas, en tanto víctimas individuales y colectivas (…)” y el artículo
3º se ocupó del concepto de víctima que incluye “a los pueblos y comunidades indígenas como sujetos colectivos y a
sus integrantes individualmente considerados que hayan sufrido daños como consecuencia
de violaciones graves y manifiestas de normas internacionales de derechos
humanos, derechos fundamentales y colectivos, crímenes de lesa humanidad o
infracciones al derecho internacional humanitario.”[77]
Así, de acuerdo con dicho Decreto, son víctimas tanto los pueblos
y comunidades indígenas como sujetos colectivos, así como sus integrantes
considerados de manera individual, “que hayan sufrido daños como
consecuencia de violaciones graves y manifiestas de normas internacionales de
derechos humanos, derechos fundamentales y colectivos, crímenes de lesa
humanidad o infracciones al derecho internacional humanitario por hechos
ocurridos a partir del 1o de enero de 1985 y que guarden relación con factores
subyacentes y vinculados al conflicto armado interno.”[78]
Por ende, se tiene que las actuaciones de las autoridades
administrativas y judiciales, que den aplicabilidad a las medidas de
reparación, ayuda y asistencia para las víctimas del conflicto armado interno,
deben estar en correspondencia con el principio de enfoque diferencial étnico,
en el caso que se encuentren frente a miembros de comunidades o pueblos indígenas.[79]
De allí que, como se observa, el Decreto 4633 de 2011
dispone un régimen normativo de protección, integral y efectivo, con un
andamiaje institucional diseñado para superar las consecuencias generadas con
ocasión del conflicto armado.
7. Caso concreto
En cuanto al fondo de la cuestión planteada, de acuerdo con las
reglas jurisprudenciales aplicables mencionadas, para la Sala es claro que se
desconocieron los derechos de la señora Tisoy Tisoy, por lo que se revocará la
sentencia de instancia que negó el amparo y, en su lugar, protegerá los
derechos al debido proceso de la accionante. Dos razones principales motivan
esta decisión.
7.1. En primer lugar, la decisión de no inclusión de la señora
Tisoy Tisoy en el RUV no fue motivada suficientemente por la UARIV. Por un
lado, la entidad no incorporó en su análisis parte de los argumentos que la
accionante sostuvo desde el momento en que rindió la declaración sobre el hecho
victimizante de desplazamiento forzado que motivó su solicitud de registro, su
calidad de indígena, ni la condición de madre cabeza de familia. De otra parte,
sin dar aplicación al enfoque diferencial correspondiente, el acto
administrativo se limitó a negar la pretensión de la accionante sin señalar los
motivos, los elementos materiales probatorios que se estudiaron y cuáles son
los supuestos que obstaculizaron presentar la declaración en tiempo.
Así las cosas, la Sala encuentra que la UARIV no recaudó la
información necesaria sobre las circunstancias de tiempo, modo y lugar que
generaron el hecho victimizante y no acudió a bases de datos y otras fuentes
para la evaluación de elementos jurídicos, técnicos y de contexto que le
hubieran permitido fundamentar su decisión. Ya que si bien, el término legal
que tiene una persona para declarar acerca de los hechos que fundamentan su
inclusión en el Registro Único de Víctimas es relevante y debe ser observado,[80] la UARIV tuvo en este
caso un entendimiento irreflexivo y excesivamente estricto de lo que debe
entenderse por una declaración extemporánea. Esta ‘rigidez’ es una
interpretación irrazonable de la norma, que desconoció claramente los
principios de favorabilidad, confianza legítima y prevalencia del derecho
sustancial que deben regir las decisiones relacionadas con el Registro Único de
Víctimas.[81]
7.2. En segundo lugar, la Sala considera que, frente a la omisión de la UARIV
de considerar que la situación de la accionante pudiera ser analizada a la luz
del Decreto 4633 de 2011. Se evidencia que la UARIV no cumplió con los
criterios técnicos, jurídicos y de contexto en el desarrollo del procedimiento
administrativo. En efecto, si bien el acto administrativo hace referencia a la
extemporaneidad, no hace un estudio de fondo, serio y juicioso en el que
establezca con claridad los motivos por los cuales la accionante no acudió
antes a presentar su declaración. Lo anterior, en tanto que del examen de la
citada resolución se tiene que la UARIV utilizó argumentos meramente formales
para desvirtuar la solicitud del accionante, pues no desarrolló de manera
suficiente cada uno de los criterios establecidos en la Ley y en el Decreto
4633 de 2011.
No obstante, la Sala manifiesta que no cuenta con los
elementos probatorios que le permitan contrastar las afirmaciones de la
accionante relacionadas con su condición de víctima, por lo que debe abstenerse
de adoptar una decisión definitiva al respecto. En su lugar, el remedio que
debe adoptarse en la presente oportunidad debe ser que la entidad accionada
vuelva a analizar, en ejercicio de su autonomía administrativa, la declaración
rendida por la accionante el 23 de julio de 2015. De
esta forma, la Sala ordenará a la UARIV estudiar la situación descrita, con el
fin de determinar, con base en los elementos de prueba que considere
pertinentes y conducentes y que tenga a su disposición, si ella debe dar lugar
a la inclusión de la accionante en el RUV. Para el efecto, deberá dar estricta
aplicación a los elementos de valoración señalados en el marco del
procedimiento administrativo, que se rige por lo dispuesto en el Decreto 4633 de 2011.
En consecuencia, de acuerdo con la jurisprudencia
sobre la materia, la Sala revocará el fallo de tutela proferido por el juez de
instancia. En su lugar, ordenará dejar sin efectos las resoluciones del 17
de marzo, 26 de mayo y 19 de octubre de 2017 expedidas por la Unidad
Administrativa Especial para la Atención y
Reparación Integral a las Víctimas, mediante las que se negó la
inclusión de la señora Rosa Ayda Tisoy Tisoy en el Registro Único de Víctimas. Y
que en el término de 15 días hábiles posteriores a la notificación de esta
sentencia, se pronuncie nuevamente y de fondo respecto de la declaración del
accionante, respetando los principios que la ley y la jurisprudencia han
establecido para este tipo de trámites, incluyendo los criterios técnico,
jurídico y de contexto. El procedimiento anterior, deberá finalizar con un acto
administrativo que, tendrá que ser notificado a la señora Ayda Tisoy Tisoy
dentro del término establecido en la ley.
III. DECISIÓN
Se reitera que la Unidad Administrativa Especial para la Atención
y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV) vulnera los derechos de una
persona y su núcleo familiar, especialmente si se trata de miembros de
comunidades indígenas, cuando les niega la inclusión en el Registro Único de
Víctimas (RUV) bajo el argumento que su solicitud fue presentada de manera extemporánea,
sin exponer los motivos que sustenten dicha afirmación y sin que la misma
aparezca evidente. En estos casos, el proceso de valoración
de la declaración implica que la entidad, en el marco de sus funciones, tome
las medidas adecuadas y necesarias para verificar, hasta donde sea posible, los
hechos victimizantes puestos en su conocimiento por el solicitante, utilizando
bases de datos, información de entidades públicas y de otras fuentes, a fin de
contar con suficientes elementos de prueba sobre la verdad material de los
hechos y no dejar en las víctimas una carga desproporcionada.
En
mérito de lo expuesto, la Corte Constitucional de la República de Colombia,
administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución
Política,
RESUELVE
Primero. REVOCAR el fallo de tutela proferido por el Juzgado Quinto Laboral del Circuito de Cali el 22 de noviembre
de 2019 en el trámite de la acción de tutela de Rosa
Ayda Tisoy Tisoy contra la Unidad Administrativa Especial para la Atención y
Reparación Integral a las Víctimas, por las razones expuestas en la
parte motiva de esta providencia. En su lugar, CONCEDER el amparo de los
derechos al debido proceso y a la inclusión en el Registro Único de Víctimas de
la accionante.
Segundo.
En consecuencia, DEJAR SIN EFECTOS las resoluciones del 17 de marzo, 26 de mayo y 19 de octubre de 2017, expedidas por
la Unidad Administrativa Especial
para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas,
mediante las que se negó la inclusión de la señora Rosa Ayda Tisoy Tisoy en el
Registro Único de Víctimas.
Tercero.
ORDENAR a
la Unidad Administrativa Especial para la Atención y Reparación Integral a las
Víctimas que, en el término máximo de quince (15) días contados a partir de la
notificación de la presente decisión, se pronuncie
nuevamente y de fondo respecto de la declaración del accionante, respetando los
principios que la ley y la jurisprudencia han establecido para este tipo de trámites,
incluyendo los criterios técnico, jurídico y de contexto. El procedimiento
anterior, deberá finalizar con un acto administrativo que, tendrá que ser
notificado a la señora Ayda Tisoy Tisoy dentro del término establecido en la
ley.
Cuarto.
LIBRAR las comunicaciones
-por la Secretaría General de la Corte Constitucional-, así como DISPONER las
notificaciones a las partes -a través del Juez de tutela de instancia-,
previstas en el artículo 36 del Decreto Ley 2591 de 1991.
Quinto. REMITIR al Juzgado de instancia el expediente digitalizado del proceso de
tutela de la referencia. Una vez se retomen actividades normales, la Secretaría
General de la Corte Constitucional deberá ENVIAR el expediente físico.
Cópiese, comuníquese y
cúmplase.
DIANA FAJARDO
RIVERA
Magistrada
JORGE ENRIQUE IBÁÑEZ NAJAR
Magistrado
ALEJANDRO
LINARES CANTILLO
Magistrado
Con aclaración
de voto
MARTHA VICTORIA
SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria
general
[1] El texto de la acción de tutela se encuentra en los folios 11 a 14
del cuaderno principal del expediente. La Sala aclara que la accionante
pertenece al Cabildo Indígena INGA del departamento de Santiago de Cali.
(Cuaderno principal, folio 7).
[2] Cuaderno principal, folio 7.
[3]Resolución No 2017-32680R del 26 de mayo de 2017, la UARIV
confirmó la decisión.
[4] Cuaderno principal, folio 2.
[5] El puntaje del Sisbén es calculado de cero a cien, de acuerdo con
la metodología de generación de este índice establecida por el Gobierno
nacional en el Documento CONPES 3877 del 5 de diciembre de 2016. Según dicha
metodología, entre más alto sea el puntaje, mayor es la capacidad de ingresos
de la persona. La información sobre la accionante fue consultada el 3 de
noviembre de 2020 en la página web https://www.sisben.gov.co/atencion-al-ciudadano/Paginas/consulta-del-puntaje.aspx.
[6] La información fue consultada el 7 de noviembre de 2020 en la
página web http://www.adres.gov.co/BDUA/Consulta-Afiliados-BDUA.
De igual manera, la Sala consultó el Registro Único
de Afiliación (RUAF) del Sistema Integral de la Protección Social (SISPRO) y
confirmó que la accionante está afiliada al régimen subsidiado del Sistema
General de Seguridad Social en Salud (información revisada a través de la
página web http://ruafsvr2.sispro.gov.co/AfiliacionPersona).
[7] Cuaderno Principal, folios 18-20.
[8] La acción de tutela fue conocida por el Juzgado Quinto Laboral del
Circuito de Cali, que ordenó notificar y correr traslado de la acción de tutela
al representante legal de la UARIV, para que ejerciera su derecho de defensa e
informe “sobre los hechos y pretensiones de la presente acción de
tutela”. El funcionario fue notificado mediante oficios enviados a la
dirección de correo electrónico Notificaciones.juridicauariv@unidadvictimas.gov.co
(cuaderno principal, folios 16 y 17).
[9] La tutela fue fallada mediante sentencia del 22 de noviembre de
2019 proferida por el Juzgado Quinto Laboral del Circuito de Cali, (cuaderno
principal, folios 28-32).
[10] En particular los artículos 86 y 241,
numeral 9, de la Constitución Política, en los artículos 31 a 36 del Decreto
2591 de 1991.
[11] Sobre la legitimación por activa, el
artículo 86 de la Constitución Política y 1° del Decreto 2591 de 1991 establece
que toda persona tiene la facultad de incoar el amparo constitucional, por sí
misma o por quien actúe en su nombre, con el fin de reclamar ante los jueces la
protección inmediata de sus derechos fundamentales.
[12] La accionante podía hacerlo (estima que sus derechos
fundamentales fueron vulnerados y la interpuso en nombre propio) y la demandada
es la autoridad pública que presuntamente vulneró sus derechos. Adicionalmente,
esta Corporación ha considerado reiteradamente que, cuando se trata de proteger
los derechos fundamentales de las víctimas, la acción de tutela es el mecanismo
idóneo y eficaz para exigir su garantía. Según la jurisprudencia, dada su
especial protección constitucional, resulta desproporcionado exigirle a esta
población que acuda a la Jurisdicción Contencioso Administrativa para atacar,
por ejemplo, el acto administrativo que niega la inclusión en el RUV. Ver,
entre muchas otras, las sentencias T-192 de 2010. M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio; T-006 de 2014. M.P. Mauricio González Cuervo; T-692 de 2014. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; T-525 de 2014. M.P. María Victoria Calle
Correa; T-573 de 2015. M.P. María Victoria Calle Correa; T-417 de 2016. M.P.
Jorge Iván Palacio Palacio; T-301
de 2017. M.P. Aquiles Arrieta Gómez; T-584 de 2017. M.P. José Fernando Reyes Cuartas; y
T-227 de 2018. M.P. Cristina Pardo Schlesinger.
[13] Corte Constitucional. Sentencia T-211 de 2019. M.P. Cristina Pardo Schlesinger y T-393 de 2018. M.P. Alberto
Rojas Ríos, entre otras.
[14] Sentencias T-211 de 2019. M.P. Cristina
Pardo Schlesinger, T-211 de 2010. M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
[15] Sentencia T-115 de 2020. M.P. Alberto Rojas Ríos
[16] Resolución No 201759869 del 19 de octubre de 2017.
[17] Cuaderno Principal, folios 11-12.
[18] Como lo ha señalado la jurisprudencia, la
razonabilidad del plazo “no es un concepto estático y debe atender a
las circunstancias de cada caso concreto.” Por
ejemplo, se ha considerado razonable “un poco más de un año” T-211 de
2019 (M.P. Cristina Pardo Schlesinger), “aproximadamente nueve (9)
meses” T-299 de 2018 (M.P. Alejandro Linares Cantillo), “un
poco más de 9 meses” T-274 de 2018 (M.P. Antonio José
Lizarazo Ocampo), “un tiempo considerable (18 meses)” T-169 de 2019
(M.P. José Fernando Reyes Cuartas). Sobre la aplicación de las reglas de
procedencia para estos casos, puede verse las Sentencias T-377 de 2017 y T-299
de 2018 (M.P. Alejandro Linares Cantillo), en la cual se analizaron tutelas
similares contra de la UARIV.
[19] Sentencia T-211 de 2009. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[20] Sentencia T-293 de 2015. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. En esta
oportunidad la Corte afirmó que “[d]esde la sentencia T-025 de 2004, la
Corte ha sostenido reiteradamente que las personas en situación de
desplazamiento, y en general todas las víctimas del conflicto armado, son
sujetos de especial protección constitucional. La violación constante de sus
derechos lleva a que estas personas se encuentren en una situación de especial
vulnerabilidad, por lo que requieren de la asistencia del Estado en su
conjunto. Esa ayuda debe estar encaminada no sólo al apoyo necesario para
garantizar la subsistencia de las víctimas, sino también a la estructuración de
proyectos que promuevan el desarrollo de esas personas en la sociedad, del
mismo modo se debe buscar garantizar el derecho de retorno de la población en
situación de desplazamiento en un ambiente de paz y seguridad.”
[21] Ver sentencias T-1346 de 2001. M.P. Rodrigo Escobar Gil; T-098 de
2002. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra; T-419 de 2003. M.P. Alfredo Beltrán
Sierra; T-985 de 2003. M.P. Jaime Córdoba Triviño; T-1094 de 2004. M.P. Manuel
José Cepeda Espinosa; T-813 de 2004. M.P. Rodrigo Uprimny Yepes; T-563 del
2005. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra; T-882 del 2005. M.P. Álvaro Tafur
Galvis; T-1144 del 2005. M.P. Álvaro Tafur Galvis; T-086 del 2006. M.P. Clara
Inés Vargas Hernández; T-468 del 2006. M.P. Humberto Antonio Sierra Porto;
T-821 de 2007. M.P. Catalina Botero; T-188 de 2007. M.P. Álvaro Tafur Galvis;
T-496 del 2007. M.P. Jaime Córdoba Triviño; T-605 de 2008. M.P. Marco Gerardo
Monroy Cabra; T-391 de 2008. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra; T-038 del 2009.
M.P. Rodrigo Escobar Gil y T-042 de 2009. M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[22] Ver, entre otras, sentencias T-163 de 2017. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado; T-556 de 2015. M.P. María Victoria Calle Correa; T-293 de 2015.
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado; T-834 de 2014. M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio; T-598 de 2014. M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez; y SU-254 de 2013.
M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, así como lo establecido en el Auto 206 de 2017.
M.P. Gloria Stella Ortiz.
[23] Ver, entre otras, sentencias T-707 de 2014. M.P. Luis Guillermo
Guerrero Pérez; T-598 de 2014. M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez y T-192 de
2010. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[24] Ver, entre otras, sentencias T-163 de 2017. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado; T-573 de 2015. M.P. María Victoria Calle Correa; T-374 de 2015.
M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez; T-192 de 2010. M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio y T-025 de 2004. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[25] Corte Constitucional, sentencias T-393 de 2018. M.P. Alberto Rojas
Ríos y T-163 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[26] Corte Constitucional, Auto 206 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortíz.
Ver además las sentencias T-042 de 2009. M.P. Jaime Córdoba Triviño y T-364 del
2008. M.P. Rodrigo Escobar Gil, en donde la Corte sostuvo lo siguiente: “debido
a que no existe en el ordenamiento jurídico una acción judicial idónea y eficaz
para proteger los derechos fundamentales de la población víctima del fenómeno
del desplazamiento interno, la acción de tutela se revela como el mecanismo
adecuado para garantizar el goce efectivo de sus derechos mínimos.”
Sentencia T-364 del 2008. M.P. Rodrigo Escobar Gil.
[27] Corte Constitucional, Sentencia T-869 de 2008. M.P. Mauricio
González Cuervo. Reiterado en el Auto 2016 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[28] Corte Constitucional, Auto 2016 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado. En el mismo sentido expresó la Corte: “[e]xisten casos
excepcionales en los cuales resulta desproporcionado exigir a las partes el
agotamiento previo de la totalidad de los recursos ordinarios – administrativos
o judiciales - como condición para acudir a la acción de tutela. Cuando se
trata de personas en situaciones de extrema exclusión y vulnerabilidad, tal
exigencia se convierte en una barrera desproporcionada de acceso a la
administración de justicia.”. Corte Constitucional. Sentencia T-821 de
2007. M.P. (e) Catalina Botero.
[29] Corte Constitucional, Auto 2016 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado. En el mismo sentido manifestó la Corte: “Como reposa en el
expediente, en un primer momento el funcionario competente para valorar la
declaración denegó su solicitud. Interpuesto el recurso de reposición, el mismo
funcionario denegó nuevamente su solicitud. Así, parece que un recurso, como el
extraordinario de revocatoria directa, carece de la eficacia para lograr la
finalidad que se propone. Máxime si se advierte que la solicitud sería resuelta
por la misma entidad que dictó el acto administrativo y que resolvió la
reposición // En estas circunstancias, y en atención a la gravedad de la
situación de desarraigo y exclusión que se encuentra viviendo la actora, la
acción de tutela es el mecanismo procedente para garantizar los derechos
fundamentales conculcados”. Corte Constitucional. Sentencia T-821 de 2007.
M.P. (e) Catalina Botero.
[30] Ver, entre otras, sentencias T-290 de 2016. M.P. Alberto Rojas
Ríos; T-556 de 2015. M.P. María Victoria Calle Correa; T-517 de 2014. M.P.
Jorge Iván Palacio Palacio; T-692 de 2014. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo
y T-006 de 2014.M.P. Mauricio González Cuervo.
[31] Una revisión en la Base de Datos Única de Afiliados al Sistema de
Seguridad Social en Salud, permite observar que, actualmente, la accionante se
encuentra inscrita en el régimen subsidiado de salud como cabeza de familia y
tiene a su cargo dos niños de 2 y 5 años de edad.
[32] Sobre esta materia, la Sala adoptará la recopilación sobre el derecho fundamental de las víctimas
del conflicto armado interino a la inclusión en el RUV, realizada en la
Sentencia T-004 de 2020. M.P. Diana Fajardo Rivera.
[33] Sentencia SU-254 de 2013 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[34] Ley 1448 de 2011, artículo 3: “Se consideran víctimas, para los
efectos de esta ley, aquellas personas que individual o colectivamente hayan
sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1º de enero de 1985, como
consecuencia de infracciones al Derecho Internacional Humanitario o de violaciones
graves y manifiestas a las normas internacionales de Derechos Humanos,
ocurridas con ocasión del conflicto armado interno” (…) Parágrafo 3 Para los
efectos de la definición contenida en el presente artículo, no serán
considerados como víctimas quienes hayan sufrido un daño en sus derechos como
consecuencia de actos de delincuencia común.”
[35] Sentencia T-274 de 2018.
M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[36] Ley 1448 de 2011, artículo 3.
[37] Sentencia C-069 de 2016. M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[38] Declarado exequible por la Corte Constitucional mediante la
Sentencia C-253A de 2012. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[39] Ver entre otras, las sentencias C-781 de 2012. M.P. María Victoria
Calle Correa y C-253A de 2012. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[40] M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[41] Sentencia C-253A de 2012. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[42] M.P. María Victoria Calle Correa.
[43] Sentencia T-478 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[44] Reglas reiteradas en la Sentencia T-478 de 2017. M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[45] “Por medio del cual se expide el Decreto Único Reglamentario del
Sector de Inclusión Social y Reconciliación. Norma que recopiló el Decreto 4800
de 2011”.
[46] Decreto 4800 de 2011, artículo 16.
[47] Sentencia T-274 de 2018.
M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[48] Según la Directiva 001 del 4 de octubre de 2012, los elementos
técnicos hacen alusión a “las características del lugar como
espacio-geográfico donde ocurrió un hecho victimizante, no sólo para establecer
el sitio exacto donde acaeció, sino también para detectar patrones regionales
del conflicto, no necesariamente circunscritos a la división político
administrativa oficial, sino a las características de las regiones afectadas en
el marco del conflicto armado. El tiempo de la ocurrencia de los hechos
victimizantes se tendrá en cuenta para establecer temporalmente las
circunstancias previas y posteriores a la ocurrencia del hecho, las cuales, al
ser analizadas en conjunto, brindarán mejores elementos para la valoración de
cada caso.”
[49] Según la Directiva 001 del 4 de octubre de 2012 mediante el
análisis contextual se busca “(i) conocer la verdad de lo sucedido; (ii)
evitar su repetición; (iii) establecer la estructura de la organización
delictiva; (iv) determinar el grado de responsabilidad de los integrantes del
grupo y de sus colaboradores; (v) unificar actuaciones al interior de la
Fiscalía con el fin de lograr esclarecer patrones de conducta, cadenas de mando
fácticas y de iure; y, (iv) emplear esquemas de doble imputación penal, entre
otros”. En consecuencia, no basta con presentar un simple recuento anecdótico
de los hechos, sino que debe desarrollarse una descripción detallada de
elementos históricos, políticos, económicos y sociales del lugar y tiempo en
que acontecieron los delitos; a la vez que debe analizarse el modus operandi de
la estructura criminal que presuntamente los cometió.”
[50] Decreto 4800 de 2011, artículo 37.
[51] “Artículo 155. Las víctimas deberán presentar una declaración
ante el Ministerio Público en un término de cuatro (4) años contados a partir
de la promulgación de la presente ley para quienes hayan sido victimizadas con
anterioridad a ese momento, y de dos (2) años contados a partir de la
ocurrencia del hecho respecto de quienes lo sean con posterioridad a la vigencia
de la ley, conforme a los requisitos que para tal efecto defina el Gobierno
Nacional. (…).”
[52] Sentencia T-274 de 2018.
M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[53] Ibídem.
[54] Ver, entre otras, las sentencias T-274 de 2018. M. P. Antonio José
Lizarazo Ocampo; T-478 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado y T-517 de
2014. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[55] M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado
[56] Auto 119 de 2013. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva. En esa
oportunidad, la Sala Especial de Seguimiento expresó que no resulta necesario
que confluyan todos los criterios señalados por la jurisprudencia
constitucional respecto a la determinación de la existencia de un conflicto
armado, en el momento de evaluar si determinados daños ocasionados por el
accionar de las BACRIM se presentan en el marco de la confrontación interna,
habida cuenta de que esos parámetros son a título enunciativo e indicativo.
[57] Ver, entre otras, las sentencias T-004 de 2014. M.P. Mauricio
González Cuervo; T-087 de 2014. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-525 de
2013. M.P. (e) Alexei Julio Estrada; y T-573 de 2015. M.P. María Victoria Calle
Correa.
[58] Ley 1448 de 2011, artículo 64.
[59] Ley 1448 de 2011, artículos 155 y 156. Desarrollado por la Corte
Constitucional en la Sentencia T-478 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[60] M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[61] La Corte ha sostenido que en materia de desplazamiento
forzado es el Estado quien tiene la carga de probar que las declaraciones de la
persona no corresponden a la verdad. Por ejemplo, en Sentencia T-563 de 2005 (.M.P
Marco Gerardo Monroy Cabra), la Corte indicó algunas pautas
que deben guiar la valoración de las declaraciones de quienes solicitan la
inscripción en el Registro Único de Víctimas (Antes Registro Único de Población
Desplazada). En aquella oportunidad sostuvo: “en primer lugar, debe
presumirse la buena fe de los peticionarios, no sólo en virtud del artículo 83
de la Carta, sino en atención a los factores antes citados, lo cual conlleva un
desplazamiento de la carga de la prueba hacia la dependencia de la Red
encargada del registro. En segundo lugar, ha indicado que en caso de duda sobre
la veracidad de los hechos declarados, debe favorecerse al desplazado, sin
perjuicio de que una vez que se le ha comenzado a brindar asistencia se revise
su caso y se tomen las medidas que correspondan. Para terminar, ha afirmado que
la Red no puede negar la inscripción de una persona en el RUPD por el simple
hecho de encontrar contradicciones en sus declaraciones. En estos eventos, la
Corte ha señalado que, en tanto se invierte la carga de la prueba, le
corresponde a la Red probar que las declaraciones del peticionario son falsas,
de manera que sin tal prueba no puede negar el registro y la entrega de las
ayudas. Por último y en concordancia con lo anterior, si una persona desplazada
afirma haber realizado una declaración sobre los hechos que dieron lugar a su
traslado y aporta certificación al respecto proveniente de una de las
autoridades previstas en la ley 387 de 1997 para realizar tal labor, la Red de
Solidaridad debe presumir que el documento es verdadero y debe dar trámite a la
solicitud de inscripción. En este orden, si la declaración no fue remitida a
una de sus unidades territoriales, no podrá concluir sin prueba adicional, que
la declaración no se realizó, sino que tendrá que tomar una nueva declaración
al peticionario y efectuar su respectiva valoración.”
[62] Ley 1448 de 2011. “ARTÍCULO 5o. PRINCIPIO DE BUENA FE.
El Estado presumirá la buena fe de las víctimas de que trata la presente ley.
La víctima podrá acreditar el daño sufrido, por cualquier medio legalmente
aceptado. En consecuencia, bastará a la víctima probar de manera sumaria el
daño sufrido ante la autoridad administrativa, para que esta proceda a
relevarla de la carga de la prueba. // En los procesos en los que se resuelvan
medidas de reparación administrativa, las autoridades deberán acudir a reglas
de prueba que faciliten a las víctimas la demostración del daño sufrido y
aplicarán siempre el principio de buena fe a favor de estas. // En los procesos
judiciales de restitución de tierras, la carga de la prueba se regulará por lo
dispuesto en el artículo 78 de la presente Ley.”
[63] Sentencia 142 de 2017. M.P. María Victoria Calle Correa.
[64] Sentencia T-142 de 2017. M.P. María Victoria Calle Correa.
[65] Sentencia T-196 de 2017. M.P. José Antonio Cepeda, reiterado en el
Auto 206 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[66] Auto 206 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[67] Auto 206 de 2017. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. Argumento
reiterado en la Sentencia T-377 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[68] En el mismo sentido, el artículo 2º del Convenio 169
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el cual hace parte del
bloque de constitucionalidad stricto sensu, señala que los gobiernos
deben realizar acciones tendientes a proteger los derechos de los pueblos
indígenas, garantizando el respeto de su integridad. Entre las acciones que
debe realizar el Estado, se encuentran la inclusión de medidas “que
promuevan la plena efectividad de los derechos sociales, económicos y
culturales de esos pueblos, respetando su identidad social y cultural, sus
costumbres y tradiciones, y sus instituciones.”
[69] Sentencia T-375 de 2006. M.P. Marco
Gerardo Monroy Cabra.
[70] Boaventura de Souza Santos, “descolonizar el saber, reinventar
el poder” Ediciones Trilce, 2010, página 72: “…En el caso de un diálogo
transcultural, el intercambio no es solo entre diferentes saberes sino también
entre diferentes culturas, es decir, entre universos de significado diferentes
y en un sentido fuerte, inconmensurables.” Ver Sentencia T-866 de 2013.
M.P. Alberto Rojas Ríos.
[71] En materia de comunidades y pueblos indígenas, la Organización de
las Naciones Unidas desde 1985 trabajó sobre un proyecto de declaración de
los derechos de los pueblos indígenas, el cual se fundamentaba en el
principio de igualdad y no discriminación de los pueblos indígenas.
Finalmente, el 13 de septiembre de 2007, la Declaración fue aprobada por la
Asamblea General. De igual manera, la Comisión de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas, creó la figura de un Relator Especial para el estudio de la
problemática indígena, el seguimiento de la situación y la formulación de
recomendaciones sobre el tema.
[72] La agencia de la Organización de Naciones Unidas para los
Refugiados, ha reconocido que, “los pueblos
indígenas y las comunidades afro colombianas son víctimas de violaciones
sistemáticas a sus derechos individuales y colectivos, y de infracciones al
derecho internacional humanitario.” ACNUR, Enfoque diferencial étnico de la oficina del ACNUR en
Colombia. Estrategia de transversalización y protección de la diversidad.
Población indígena y Afro Colombiana. http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/4554.pdf?view=1
[73] “Por la cual se dictan medidas de
atención, asistencia y reparación integral a las víctimas del conflicto armado
interno y se dictan otras disposiciones”.
[74] Ley 1448 de 2011. (Artículo 250). Disposición que reviste al Presidente de la República con precisas facultades
extraordinarias para “expedir por medio de decretos con fuerza de ley, la
regulación de los derechos y garantías de las víctimas pertenecientes a pueblos
y comunidades indígenas, Rom y negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras
(…).”
[75] “Por medio del cual se dictan medidas de asistencia, atención,
reparación integral y de restitución de derechos territoriales a las víctimas
pertenecientes a los pueblos y comunidades indígenas”.
[76] Decreto Ley 4633 de 2011, consideración 7ª.
[77] Decreto Ley 4633 de 2011. Artículo
3. Víctimas: “Para los efectos del presente decreto, se consideran víctimas
a los pueblos y comunidades indígenas como sujetos colectivos y a sus
integrantes individualmente considerados que hayan sufrido daños como
consecuencia de violaciones graves y manifiestas de normas internacionales de
derechos humanos, derechos fundamentales y colectivos, crímenes de lesa
humanidad o infracciones al derecho internacional humanitario por hechos
ocurridos a partir del 1° de enero de 1985 y que guarden relación con factores
subyacentes y vinculados al conflicto armado interno. || Los
pueblos y comunidades indígenas y sus integrantes que hayan sido víctimas por
hechos ocurridos con anterioridad al 1° de enero de 1985 serán sujetos de
medidas de reparación simbólica consistentes en la eliminación de todas las
formas de discriminación estructural, de no repetición de los hechos
victimizantes, de la aceptación pública de los hechos, del perdón público y del
restablecimiento de la dignidad de las víctimas y de los pueblos y comunidades
indígenas que promuevan la reparación histórica, sin perjuicio de lo
contemplado en el parágrafo del artículo 2° del presente decreto. || La condición de víctima se adquiere con
independencia de quien causare el daño y de que se individualice, aprehenda,
procese o condene al autor de la conducta punible y de la relación de
parentesco o filiación que pueda existir entre el autor y la víctima, sin
perjuicio de la responsabilidad del Estado de adelantar todas las medidas
conducentes al esclarecimiento de la verdad. || Para
los pueblos indígenas el territorio es víctima, teniendo en cuenta su
cosmovisión y el vínculo especial y colectivo que los une con la madre tierra.
Sin perjuicio de lo anterior, se entenderá que los titulares de derechos en el
marco del presente decreto son los pueblos y comunidades indígenas y sus
integrantes individualmente considerados. || Parágrafo
1°. Las reparaciones en los casos de muerte y desaparición forzada se llevarán
a cabo teniendo en cuenta los criterios establecidos en el parágrafo segundo
del artículo 110 del presente decreto. || Parágrafo
2°. Los niños, niñas y adolescentes de los pueblos y comunidades indígenas
vinculados a los diferentes actores armados son víctimas y deben ser reparados
individualmente y colectivamente la comunidad. Los pueblos y comunidades
indígenas son víctimas de toda forma de reclutamiento forzado, por lo tanto,
deben ser reparados colectivamente. || Parágrafo
tercero. Este decreto se aplicará sin desmedro de la imprescriptibilidad de los
crímenes de lesa humanidad.”
[78] Decreto 4633 de 2011, Artículo 3º.
[79] Decreto 4633 de 2011, Artículo 7º.
[80] Sobre esta posición y su evolución jurisprudencial
ver, entre otras, las sentencias T-175 de 2005. M.P. Jaime Araujo Rentería y
T-519 de 2017. M.P. Alejandro Linares Cantillo, donde se adujo que, en general, el término
dispuesto en el artículo 61 de Ley 1448 de 2011 constituye “un importante
instrumento de racionalización de la atención y reparación a las víctimas del
conflicto armado, pues permite al Estado realizar la planificación de los
recursos necesarios para satisfacer sus derechos”. Así, en principio, se ajusta
al concepto de “plazo razonable” del derecho internacional. Sin embargo, ello
no se opone a que se estudien, en determinados supuestos, las consecuencias
concretas de cada caso y si existió, por ejemplo, un estado de zozobra para no
declararlo, como así se refirió en la Sentencia T-115 de 2020 (M.P. Alberto
Rojas Ríos). Con todo, ha sido clara la Corte en exceptuar los términos
dispuestos para declarar -en otro tipo de hechos victimizantes- por tratarse de
delitos continuados como la desaparición forzada (sentencia T-393 de 2018) o
víctimas de violencia sexual (Sentencia T-211 de 2019).
[81] En efecto, esta Corporación ha convalidado, para estos casos, la
intervención del juez constitucional, siempre que se verifique que la Unidad de
Víctimas: i) ha efectuado una interpretación de las normas aplicables contraria
a los principios de favorabilidad y buena fe; ii) ha exigido formalidades
irrazonables o desproporcionadas o ha impuesto limitantes para acceder al
registro que no se encuentran en las normas aplicables; iii) ha proferido una
decisión que no cuenta con una motivación suficiente; iv) ha negado la
inscripción por causas ajenas al solicitante; o v) ha impedido que el
solicitante exponga las razones por las cuales considera que se halla en
situación de desplazamiento forzado interno o que ejerza los recursos
arbitrados por el ordenamiento para controvertir la decisión administrativa que
le niega la inscripción en el Registro. Sentencia T-587 de 2017. M.P. Alberto
Rojas Ríos. |
12 | T-071-21
Sentencia
T-071/21
Referencia:
Expediente T-7.892.268
Acción de
tutela interpuesta por María Emma Gómez de Páez en contra de la Administradora
Colombiana de Pensiones (Colpensiones)
Magistrada
ponente:
PAOLA
ANDREA MENESES MOSQUERA
Bogotá D.C.,
veintitrés (23) de marzo de dos mil veintiuno (2021)
La Sala Quinta
de Revisión de Tutelas de la Corte Constitucional, en ejercicio de sus
funciones constitucionales y legales, en particular de las previstas por los
artículos 86 y 241.9 de la Constitución Política, profiere la siguiente:
SENTENCIA
1.
Síntesis. María Emma Gómez de Páez promovió acción
de tutela en contra de la Administradora Colombiana de Pensiones (en adelante,
Colpensiones), por la presunta vulneración de sus derechos a la seguridad
social, a la vida digna, a la igualdad y al debido proceso[1].
Esto, por cuanto Colpensiones negó el reconocimiento de la sustitución
pensional, con ocasión del fallecimiento de su cónyuge, señor Orlando Páez
Gómez. El Juzgado Séptimo Penal del Circuito para Adolescentes con Función de
Conocimiento de Bogotá y la Sala Mixta de Asuntos Penales para Adolescentes del
Tribunal Superior de Bogotá, en primera y en segunda instancia,
respectivamente, declararon improcedente la acción de tutela.
I.
ANTECEDENTES
2.
Hechos relacionados
con la accionante y el causante. Mediante Resolución No. 024695 del 25 de agosto de 2004, el extinto
Seguro Social reconoció en favor del señor Orlando Páez Gómez pensión de vejez,
de conformidad con lo previsto en el artículo 36 de la Ley 100 de 1993[2].
2.1.
La señora María Emma
Gómez de Páez, de 90 años, contrajo matrimonio con el señor Orlando Páez Gómez el
24 de enero de 1970[3], en
la ciudad de Bogotá. Además, indicó que desde el día que contrajo matrimonio
con su esposo, convivió con él de manera ininterrumpida hasta su muerte.
2.2.
De dicha unión fueron
concebidas dos hijas, Diana Inés Páez Gómez y Gina Liliana Páez Gómez[4].
2.3.
Adujo la peticionaria
que, en el año 2006 su esposo empezó a padecer de Alzheimer, motivo por el
cual, se inició un proceso de interdicción ante la jurisdicción civil-familia, donde
se nombró como curadora a la Señora Gina Liliana Páez Gómez, hija del causante.
2.4.
En el año 2014, debido
al deterioro de salud del señor Gómez Páez, y, como consecuencia del elevado
costo de los medicamentos para el tratamiento de su patología, su hija Diana,
quien estableció su residencia en Italia, les propuso a sus progenitores y a su
hermana trasladarse allí, con el fin de que el susodicho gozara de forma
gratuita de los beneficios del sistema de salud italiano, pudiendo así, mejorar
su calidad de vida.
2.5.
El 19 de noviembre de
2014, la pareja de esposos en compañía de su hija arribaron a la ciudad de
Perugia (Italia) y allí se radicaron.
2.6.
Manifestó la accionante
que un hijo extramatrimonial del señor Páez Gómez inició proceso de remoción de
curador, y como consecuencia de ello, la Juez Tercera de Familia de Ejecución
de Sentencias de Bogotá, ordenó exhortar al Consulado de Colombia en Roma para
que estableciera “las condiciones personales, familiares y el entorno de la
persona declarada en interdicción”. Así, mediante oficio SCITRM 17-037 del
30 de enero de 2017, suscrito por la Dra. Carolina María Cardona Suárez,
encargada de las funciones consulares, el Consulado remitió el informe de la
diligencia, en el cual señaló que “en la vivienda [habitaban] con el
interdicto la curadora Gina Liliana Páez y su señora esposa María Emma Gómez,
quienes a su vez [eran] las encargadas de sus cuidados. Igualmente, se [anexaron]
soportes de su historia clínica y del progreso del estado de salud”[5].
2.7.
Relata la accionante
que el 1 de marzo de 2018, la familia se trasladó a la ciudad de Monza
(Italia), pero, debido a su delicado estado de salud, el señor Páez Gómez
finalmente falleció el 1 de mayo de 2018, tal como obra en el Registro Civil de
Defunción identificado con número de serie 0479984, expedido por la
Registraduría Nacional del Estado Civil[6].
Además, se allegó Registro Civil del “Libro de Familia de Orlando Páez Gómez”,
expedido por la municipalidad de Monza (Italia), en el cual se acreditó que “el
occiso [convivió] en el bien inmueble con su hija Gina Liliana Páez Gómez y su
esposa María Emma Gómez de Páez, desde el 13 de marzo de 2018 (fecha en la cual
se realizó su inscripción), hasta el día de su defunción”[7].
3.
Solicitud de
reconocimiento de la sustitución pensional. La cónyuge supérstite, accionante en este proceso de
tutela, mediante escrito del 8 de febrero de 2019, solicitó ante Colpensiones la
sustitución pensional de la prestación que devengaba en vida el de cujus.
Para ello aportó los siguientes documentos: “Formato de Solicitud de
Prestaciones Económicas; Registro Civil de Defunción del Causante; Registro
Civil de Nacimiento del Solicitante; Registro Civil de matrimonio;
Declaraciones extrajuicio de convivencia; Formato información EPS y Declaración
de no pensión”[8].
4.
Trámite
administrativo. El 26 de
marzo de 2019, mediante Resolución SUB 72676, Colpensiones negó la solicitud de
reconocimiento pensional[9].
La entidad adujo que la accionante no “acreditó convivencia con el causante
durante los últimos cinco años inmediatamente anteriores a su muerte”[10].
Esto, por cuanto “las declaraciones rendidas por los terceros, se rindieron
en un departamento diferente al de la muerte del señor Páez Gómez, motivo por
el cual se ordenó la práctica de una investigación administrativa que no
acreditó el contenido y veracidad de la solicitud presentada, por cuanto: (i)
no se pudieron realizar labores de campo con vecinos donde residieron en
Colombia, debido a que no [recordaba] la dirección donde se produjo la
convivencia; y (ii) no se logró obtener testimonios de familiares del causante
debido a que no se aportó ninguna línea telefónica”[11].
El 26 de abril de 2019, la accionante interpuso recurso de reposición y en
subsidio apelación en contra de la Resolución SUB 72676. El 5 de julio de 2019,
mediante Resolución SUB 175230[12] y
el 6 de agosto de 2019, mediante Resolución DPE 7383[13],
Colpensiones resolvió los respectivos recursos y confirmó su decisión de negar
“la prestación solicitada”. Esto, al constatar que la accionante “no [logró]
acreditar la convivencia con el causante”. La accionante no controvirtió
estas decisiones ante la jurisdicción ordinaria laboral.
5.
Solicitud de tutela.
El 28 de enero de 2020, la
señora María Emma Gómez de Páez, por intermedio de su apoderado, interpuso
acción de tutela en contra de Colpensiones, por la presunta vulneración de sus
derechos a “la seguridad social, a una vida digna, a la igualdad y al debido
proceso”[14]. La
accionante se refirió a dos cuestiones. Primero, indicó que la solicitud de
tutela es procedente en su caso, toda vez que tiene “88 años,… padece de
diabetes, enfermedad diverticular del colon, hipertensión arterial sistémica,
anemia crónica multifactorial, hipotiroidismo post-quirúrgico en terapia
sustitutiva, espondiloartrosis con estenosis del canal vertebral y sepsis
de E.Coli en las vías urinarias”[15],
por lo que “someter[se] a un proceso ordinario resultaría muy
complejo”[16].
Segundo, adujo que la jurisprudencia constitucional y de la Corte Suprema de
Justicia han reiterado que “la convivencia a la que se refiere el artículo
47 de la Ley 100 de 1993, modificado por el artículo 13 de la Ley 797 de 2003,
puede ser acreditada en cualquier tiempo”[17].
Por tanto, la accionante solicitó que se le ordene a Colpensiones que: (i) reconozca
y pague en su favor “la sustitución pensional a la que tiene derecho, con
ocasión del fallecimiento de su cónyuge” y, en consecuencia, (ii) se
ordene el pago de la misma “a partir del 1 de mayo de 2018”[18].
6.
Admisión de la
solicitud de tutela. El
29 de enero de 2020, el Juzgado Séptimo Penal del Circuito para Adolescentes
con Función de Conocimiento de Bogotá avocó el conocimiento de la acción de
tutela sub examine, y ofició a Colpensiones para que se pronunciara
sobre los hechos de la tutela.
7.
Contestación de
Colpensiones. El 31 de
enero de 2020, Colpensiones solicitó al a quo declarar “la
improcedencia”[19]
de la acción de tutela incoada. Al respecto, Colpensiones señaló que “de los
medios probatorios allegados por la accionante, resulta evidente que cuenta con
otros mecanismos de defensa judicial, hecho que impide [la] configuración del
requisito de subsidiariedad” [20] y,
además, no acreditó “la existencia de un perjuicio irremediable que
justifique su excepción”[21] y
la intervención inmediata del juez de tutela.
8.
Sentencia de primera
instancia. El 4 de febrero
de 2020, el Juzgado Séptimo Penal del Circuito para Adolescentes con Función de
Conocimiento de Bogotá declaró improcedente la acción de tutela sub examine.
El Juzgado consideró que la acción no cumplió con el requisito de inmediatez,
como quiera que la misma “se interpuso cinco (5) meses después de emitida la
última decisión por parte de Colpensiones”[22]
por ende, al no acreditarse situación alguna que justificara su inactividad y,
más aún “cuando [actuó] por intermedio de apoderado judicial, resulta un
tiempo excesivo e injustificado”. Asimismo, adujo que, “si este tiempo
se [consideraba] razonable, también lo es que el fallecimiento de su esposo
ocurrió hace aproximadamente veinte (20) meses y la solicitud para el
reconocimiento económico se elevó pasados nueve (9) meses [después] de
su deceso, lo que permite determinar la inexistencia de la configuración de un
perjuicio irremediable”[23]. Igualmente,
indicó que no se cumplió con el requisito de subsidiariedad, en tanto “la
vía ordinaria, es el mecanismo idóneo para controvertir” los actos
administrativos emanados de la accionada y, finalmente, adujo que, “la
accionante reside en otro país y [actuó] a través de apoderada general y
apoderado especial, lo que determina con contundencia que cuenta con los
recursos necesarios para lograr una representación judicial, [la] cual
no incide negativamente en sus condiciones personales”[24].
9.
Impugnación. El 10 de febrero de 2020, el apoderado de la
accionante impugnó la decisión del a quo[25].
A su juicio, el juez de primera instancia (i) desconoció los criterios
que ha establecido la jurisprudencia constitucional acerca de la procedencia de
la acción de tutela, (ii) no analizó el actuar arbitrario de
Colpensiones al decretar la práctica de la investigación administrativa y,
finalmente (iii) presumió la existencia de recursos económicos por parte
de la accionante. Primero, indicó que la Corte Constitucional ha reconocido
unos criterios de flexibilización para la procedencia de la acción de tutela “como
la edad avanzada del accionante, la calidad de sujeto de especial protección
constitucional y las condiciones de salud, como ocurre en su caso”[26].
Así que, habida cuenta de que la accionante tiene 89 años, no reside en el país
y, además, padece de diversas enfermedades que afectan su salud, era posible otorgarle
un trato diferenciado y preferente para no someterla a la espera de un proceso
judicial que puede resultar aún más lesivo. Segundo, señaló que “la práctica
de la investigación administrativa [que decretó] Colpensiones, no [fue] procedente
para acreditar la veracidad de la información allegada por la accionante,
puesto que, los medios de prueba [allegados] al proceso dan fe de su
convivencia con el causante”[27].
Y, por último, indicó que “el hecho de recibir ayuda de sus hijas y
supuestamente tener recursos económicos, no era un elemento suficiente para
desconocer los derechos fundamentales de su mandante”[28].
10.
Sentencia de segunda
instancia. El 5 de marzo
de 2020, la Sala Mixta de Asuntos Penales para Adolescentes del Tribunal
Superior de Bogotá confirmó la sentencia de primera instancia. El ad quem consideró
que en el caso sub examine, “no se [acreditó] la configuración de un
perjuicio irremediable del que pueda ser víctima la accionante”[29]
y, por ende “[debía] ejercer los medios de defensa judiciales previstos en
el ordenamiento jurídico”. Además, señaló que “Colpensiones no incurrió
en una vía de hecho cuando decretó la práctica de la investigación
administrativa”, dado que, “las declaraciones extrajuicio
fueron rendidas en un departamento diferente al de la muerte del causante”[30]
y, en ese sentido, “se tornaban en abstractas, genérica e indefinidas para
verificar el arraigo domiciliario y la coexistencia mutua con el de
cujus”[31].
11.
Actuaciones en sede
de revisión. El 29 de
septiembre de 2020, la Sala de Selección de Tutelas Número Cuatro seleccionó el
expediente T-7.892.268 para revisión[32],
y lo repartió a la Sala Primera de Revisión. El 12 de noviembre de 2020, la
Sala Primera de Revisión decretó la práctica de pruebas[33],
así como la suspensión de términos dentro del proceso.
12.
Pruebas recaudadas. Mediante escrito del 26 de noviembre de
2020, la señora María Emma Gómez de Páez respondió que: “(i) actualmente
reside en Italia; (ii) es pensionada del Ministerio de Educación; (iii) con
ocasión del fallecimiento de su esposo le fue reconocida pensión de
supervivencia de la Caja de Sueldos de la Policía Nacional; (iv) sus ingresos
mensuales son alrededor de $4.500.000 y sus gastos [ascienden] a $5.100.000;
(v) no tiene bienes inmuebles en Colombia y, (vi) debido a sus diversas
patologías, está inscrita a un programa de asistencia a domicilio del manejo
del dolor [pero, únicamente,] debe asumir el costo de fisioterapias y
[medicina] especializada”[34].
Respecto de su núcleo familiar informó que tiene 2 hijas, las cuales
conformaron sus hogares con ciudadanos italianos y, laboran junto a ellos en el
sector del comercio y servicios. Finalmente, adujo “que en el año 2003
decidió hacer una separación de bienes con su difunto esposo”[35]
como consecuencia de una demanda de paternidad, pero, aun así, el vínculo
matrimonial como la convivencia se extendieron hasta el día de su
fallecimiento. Además, aportó copia del Libro de Familia expedido por la
municipalidad de Perugia (Italia)[36].
13.
Mediante oficio del 26
de noviembre de 2020, la Unidad de Gestión Pensional y Parafiscales (UGPP),
informó a la Corte que “una vez consultada la página de bonos pensionales
del Ministerio de Hacienda y crédito Público, se [constató] que la accionante
se encuentra recibiendo mesada pensional por pensión gracia desde el 15 de
septiembre de 1992[37],
[la] cual fue reconocida por la extinta CAJANAL, [con un valor actual] de
$2.168.821, [y, cuyo] pago se realiza por medio del CONSORCIO FOPED, los
días 25 de cada mes”[38].
También señaló que “la accionante presuntamente goza de una pensión de
jubilación reconocida por el Distrito Bogotá. Sin embargo, no [lo pudo] afirmar
al no contar con [los] elementos fácticos necesarios para arribar a dicha
conclusión”[39].
Finalmente, indicó que no se configuraría una incompatibilidad pensional de la
pensión gracia con: (i) la supuesta pensión de jubilación reconocida por
el Distrito Bogotá “si ésta comprende tiempos prestados exclusivamente como
docente de carácter territorial”[40]; ni
(ii) con la pensión de sobrevivientes “teniendo en cuenta que las
pensiones percibidas por concepto de sustitución pensional, se exceptúan de la
prohibición de recibir más de una asignación que provenga del tesoro público,
[de conformidad] con lo establecido en el artículo 19 de la Ley 4ª de 1992”[41].
14.
El Subdirector de
Prestaciones Sociales de la Caja de Sueldos de Retiro de la Policía Nacional en
oficio del 26 de noviembre de 2020, indicó a este Despacho que “mediante
Resolución No. 2171 del 11 de abril de 2019, le fue reconocida sustitución
de asignación mensual de retiro a la Señora María Emma Gómez de Páez [desde el
1 de mayo de 2018], en calidad de cónyuge supérstite del señor Orlando Páez
Gómez”[42].
Además, señaló que el valor mensual de la mesada pensional asciende a la suma
de $ 1.723.572[43].
15.
La Coordinadora de
Gestión de Afiliación al Sistema General de la Seguridad Social en Salud de EPS
Sanitas, mediante oficio del 30 de noviembre de 2020, informó que “(i) la
accionante se encuentra actualmente activa al plan obligatorio de salud de su
entidad, (ii) su tipo de afiliación es pensionada, (iii) una de las entidades
pensionales es el Consorcio Foped 2019, cuyo ingreso base de cotización es de
$2.168.822 y, la otra entidad pensional es el Fondo de Pensiones Públicas de
Bogotá, cuyo ingreso base de cotización es $1.848.390”[44].
16.
Mediante oficio del 26
de noviembre de 2020, la Viceveedora Distrital señaló que “la accionada no
ha estado vinculada a la planta de personal de la entidad, y tampoco le ha sido
reconocida pensión o prestación económica por el riesgo de invalidez, vejez o
muerte”[45].
17.
La Directora de
Acciones Constitucionales de la Administradora Colombiana de Pensiones
(Colpensiones), mediante oficio del 30 de noviembre de 2020, allegó: (i)
la historia laboral unificada del señor Orlando Páez Gómez y (ii) las
actuaciones administrativas surtidas en el proceso de reconocimiento de
sustitución pensional promovida por la accionante[46].
Asimismo, indicó que “a pesar de existir declaraciones extrajuicio [que
fueron rendidas] por terceros y la accionante, no fue posible demostrar
la dependencia económica dentro de la investigación administrativa realizada
por Colpensiones”[47].
Finalmente, señaló que no obra solicitud de otros reclamantes de la pensión
sustitutiva con ocasión del fallecimiento del señor Orlando Páez Gómez.
II.
CONSIDERACIONES
1.
Asunto objeto de
análisis, problema jurídico y metodología de la decisión
18.
Objeto de la
decisión. La decisión de
tutela sub examine versa sobre la presunta vulneración de los derechos
de la accionante a la seguridad social, a la vida digna, a la igualdad y al
debido proceso. Esto, como consecuencia de la negativa de Colpensiones a
reconocer la sustitución pensional, con ocasión del fallecimiento de su cónyuge
señor Orlando Páez Gómez.
19.
Problemas jurídicos. De conformidad con lo expuesto,
corresponde a la Sala Quinta de Revisión examinar si la solicitud de tutela sub
examine cumple con los requisitos de procedibilidad. De ser procedente,
será necesario determinar si Colpensiones vulneró los derechos a la seguridad
social, al debido proceso, a la vida digna y a la igualdad de la accionante.
20.
Metodología. Para dar respuesta a los anteriores
problemas jurídicos, la Sala Quinta de Revisión: (i) examinará el
cumplimiento de los requisitos relativos a la legitimación y el principio de
inmediatez, (ii) el principio de subsidiariedad y la procedencia
excepcional de la acción de tutela para el reconocimiento de prestaciones
económicas de carácter pensional y (iii) resolverá el caso concreto.
2.
Análisis de
procedibilidad
21.
La acción de tutela
cumple los requisitos de legitimación en la causa. La Sala constata que en el caso sub examine se
cumplen los requisitos de legitimación en la causa por activa y por pasiva. De
un lado, la legitimación por activa se encuentra acreditada porque la señora
María Emma Gómez de Páez es quien alega tener derecho a la sustitución
pensional y, por ende, es la titular de los derechos fundamentales
presuntamente vulnerados como resultado de la negativa de Colpensiones al no
reconocer su calidad de cónyuge supérstite del señor Orlando Páez Gómez. De
igual modo, existe legitimación en la causa por pasiva porque la entidad
accionada, Colpensiones[48],
es la entidad pública que tendría la aptitud legal y constitucional para
responder por el supuesto desconocimiento de los derechos fundamentales
invocados por la tutelante.
22.
La acción de tutela
satisface el requisito de inmediatez. En virtud del artículo 86 de la Constitución
Política, esta Corporación en reiterada jurisprudencia ha sostenido que la
acción de tutela se puede interponer “en todo momento y lugar” y, por
ende, no tiene término de caducidad[49].
No obstante, si bien no existe un término de caducidad para presentar la acción
de tutela, ésta debe hacerse en un tiempo razonable y proporcionado a partir
del evento generador de la supuesta amenaza o violación de los derechos
fundamentales, so pena de que se determine su improcedencia[50].
23.
En el presente caso, se
observa que la última decisión emitida por parte de Colpensiones, mediante la
cual se confirmó la negativa de reconocimiento de la sustitución pensional data
del 6 de agosto de 2019, y, frente a ella, el apoderado judicial de la
accionante interpuso acción de tutela el 28 de enero de 2020. En este sentido,
la Sala constata que trascurrieron 5 meses y 22 días entre la negativa de
reconocimiento de la sustitución pensional en calidad de cónyuge supérstite del
señor Orlando Páez Gómez y la solicitud de amparo.
24.
En consecuencia, el
término entre la fecha de ocurrencia de la presunta afectación de los derechos
fundamentales de la accionante y su cuestionamiento en sede de tutela es
razonable. Por un lado, dicho término fue breve, y de otro, la presunta
afectación a sus derechos fundamentales subsistía a la presentación de la
tutela. Por ende, en el caso sub judice se cumple con el requisito de
inmediatez.
3.
El principio de
subsidiariedad y la procedencia excepcional de la acción de tutela para el
reconocimiento de prestaciones económicas de carácter pensional
25.
El principio de
subsidiariedad, conforme al artículo 86 de la Constitución, implica que la
acción de tutela sólo procederá cuando el afectado no tenga a su disposición
otro medio de defensa judicial, salvo que se utilice como mecanismo transitorio
para evitar un perjuicio irremediable.
26.
Frente a dicho mandato,
la Corte ha expresado que la procedencia subsidiaria de la acción
constitucional se justifica en razón a la necesidad de preservar el orden de
las competencias asignadas por la ley a las distintas autoridades
jurisdiccionales, buscando con ello no solo impedir su paulatina
desarticulación, sino asegurar así el principio de seguridad jurídica[51].
27.
En este sentido, la
norma determina que si el ordenamiento jurídico ofrece mecanismos de defensa
judicial que son idóneos y eficaces para solicitar la protección de los
derechos fundamentales que se consideran vulnerados o amenazados, se debe
recurrir a ellos y no a la acción de tutela, de tal forma que se impida el uso
indebido de este mecanismo constitucional como vía preferente o instancia
judicial adicional[52].
28.
La inobservancia de tal
principio es causal de improcedencia de la tutela[53]
y la consecuencia directa de ello es que el juez constitucional no puede entrar
a discernir el fondo del asunto planteado.
29.
Sin embargo, en
reiterada jurisprudencia constitucional también se ha sostenido que el presupuesto
de subsidiariedad que rige la acción de tutela, debe analizarse en cada caso
concreto. En consecuencia, si bien pueden existir otros medios de defensa
judicial, deben ser analizadas dos condiciones que justifiquen su
procedibilidad:
(i)
cuando el medio de
defensa judicial dispuesto en el ordenamiento jurídico no es idóneo ni eficaz
para evitar la vulneración de derechos constitucionales fundamentales, procede
el amparo como mecanismo definitivo; y,
(ii)
cuando, pese a que
existe un medio de defensa idóneo, éste no impide la ocurrencia de un perjuicio
irremediable, caso en el cual procede la acción constitucional como mecanismo
transitorio.
30.
Respecto al primer
planteamiento, debe hacerse una valoración de la aptitud del medio de defensa
que tiene el afectado a su alcance para conjurar su situación actual, y, si se
evidencia que la acción ordinaria no permite la satisfacción de su cuestión o
no permite adoptar las medidas necesarias para la protección de sus derechos
fundamentales afectados, procedería en tal caso el amparo.
31.
Ahora bien, frente a la
segunda hipótesis, su objetivo principal es el de evitar una afectación grave e
inminente a un derecho fundamental. No obstante, para dar trámite a una
petición de amparo como mecanismo transitorio se requiere demostrar[54]:
(i)
una afectación inminente
del derecho fundamental, es decir que se trate de una amenaza que está por concretarse;
(ii) la gravedad del perjuicio, esto es,
que el daño material o moral en la persona sea de gran intensidad;
(iii) la urgencia de las medidas que se requieren
para prevenir o remediar el perjuicio irremediable; y finalmente,
(iv)
el carácter impostergable
de las medidas para la efectiva protección de derechos fundamentales en
riesgo.
32.
Cabe señalar que, el
juez constitucional debe efectuar un análisis de las anteriores reglas en cada
caso en concreto para determinar si, aun cuando existen otros medios judiciales,
éstos no resultan idóneos y/o eficaces para proteger los derechos fundamentales
invocados.
33.
Por otra parte, esta
Corporación ha insistido en que, por regla general, la acción de tutela no
procede para el reconocimiento y pago de prestaciones pensionales, en razón a
su carácter eminentemente subsidiario y residual, por cuanto este tipo de
controversias deben ser resueltas ante la jurisdicción contencioso
administrativa o la ordinaria laboral, según sea el caso.
34.
En efecto, el mecanismo
judicial vigente que resulta principal e idóneo para obtener el reconocimiento
y pago de prestaciones pensionales, es el proceso ordinario laboral, el cual está
regulado en el Capítulo XIV del Decreto Ley 2158 de 1948, Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social (CPTSS)[55].
Además, este proceso judicial ordinario es prima facie, un mecanismo eficaz,
pues la normativa que lo regula contiene un procedimiento expedito para su
resolución[56].
Igualmente, en el marco del proceso ordinario es posible exigir al juez el
cumplimiento del deber que le impone el artículo 48 del CPTSS[57],
según el cual, deberá asumir “la dirección del proceso y adoptar las medidas
necesarias para garantizar el respeto de los derechos fundamentales y el equilibrio
de las partes, la agilidad y rapidez en su trámite”.
35.
No obstante, en
reiterada jurisprudencia se ha admitido la procedencia de esta acción
constitucional para el reconocimiento de un derecho pensional, siempre que del
material probatorio se pueda concluir que: (i) el accionante pertenece a
un grupo de especial protección constitucional, (ii) la falta de
reconocimiento de la prestación y su pago genera un alto grado de afectación de
los derechos fundamentales, en particular el derecho al mínimo vital y, en
consecuencia, una vida en condiciones dignas, (iii) el accionante ha
desplegado cierta actividad administrativa y judicial tendiente a obtener la
protección de sus derechos, y (iv) se acredite siquiera sumariamente,
las razones por las cuales el medio de defensa judicial ordinario es ineficaz
para lograr la protección inmediata de sus derechos fundamentales presuntamente
afectados en el caso concreto[58].
36.
En razón de lo
planteado, el juez debe valorar cuáles son las circunstancias personales del
accionante para determinar si las herramientas judiciales ordinarias son
idóneas y efectivas. En caso contrario, “el accionante puede reclamar por
vía del amparo constitucional el derecho a percibir el pago de prestaciones
pensionales, puesto que pueden verse afectadas garantías superiores[59].
En efecto, en relación con los sujetos de especial protección
constitucional, como lo es el caso de las personas de la tercera edad, esta
Corporación ha indicado que someterlos al rigor de un proceso judicial podría
resultar desproporcionado y lesivo de sus derechos fundamentales[60].
37.
Para la Corte, es claro
que este tipo de prestaciones suelen ser trascendentales en la vida de las
personas, máxime cuando con el paso del tiempo se ven disminuidas sus funciones
vitales y se evidencia un deterioro grave en su estado de salud que le impiden
llevar una vida plena. Sin embargo, si bien la edad avanzada del accionante puede
constituir un factor de significativa relevancia para declarar que el amparo,
dirigido a obtener el pago de una prestación pensional, es procedente pese a la
existencia de otros medios judiciales[61],
el juez de tutela debe entrar a valorar otras circunstancias que justifiquen su
intervención, tal y como se indicó en la sentencia T-391 de 2013[62]:
“(…) la condición de sujeto de la
tercera edad no constituye per se razón suficiente para admitir la
procedencia de la acción de tutela. En efecto, reiterando lo expuesto por la
Corte en distintos pronunciamientos sobre la materia, para que el mecanismo de
amparo constitucional pueda desplazar la labor del juez ordinario o
contencioso, según se trate, es también necesario acreditar, por una parte, la
ocurrencia de un perjuicio irremediable derivado de la amenaza, vulneración o
afectación de derechos fundamentales como la vida digna, el mínimo vital y la
salud; y, por otra, que someterla a la rigurosidad de un proceso judicial común
puede resultar aún más gravoso o lesivo de sus derechos fundamentales”.
38.
Por lo anteriormente
expuesto, en el caso sub examine corresponde a la Sala determinar si la
acción de tutela procede ante la negativa de Colpensiones a “reconocer y
pagar la sustitución pensional”, o si por el contrario el amparo no es
viable bajo el principio de subsidiariedad, en virtud a (i) que los
mecanismos ordinarios de defensa son eficaces para la protección de los
derechos fundamentales o (ii) que no existe inminencia de un daño
irreparable que justifique la protección transitoria por vía de tutela.
4.
Caso concreto
39.
Conforme a lo enunciado,
debe la Sala resolver, en primer lugar, si en el caso en concreto se cumplen
los requisitos generales que hacen procedente la acción de tutela.
40.
Supuesto (i).
Los mecanismos
ordinarios de defensa son idóneos y eficaces para garantizar la protección de
los derechos fundamentales presuntamente vulnerados o amenazados.
40.1. La accionante, en la actualidad tiene 90
años de edad, hace parte de la categoría de los sujetos de especial protección
constitucional, y, además, sufre de diversas patologías que afectan su estado
de salud. No obstante, si bien la edad de la accionante es un factor de
significativa relevancia, es necesario en el caso en concreto evaluar la
eficacia de los otros medios judiciales, en virtud del carácter residual y
subsidiario de la acción de tutela. Para ello se le solicitó a la actora
información que permitiera establecer si se configuraban circunstancias
especiales que implicaran una situación de vulnerabilidad. En particular, que
precisara su situación económica, la relación entre sus ingresos y gastos
mensuales, si es propietaria de bienes inmuebles en Colombia y la conformación
de su núcleo familiar.
41.
Atendiendo a las
circunstancias fácticas descritas y a los elementos de prueba obrantes en el
expediente, esta Sala encuentra acreditados los siguientes hechos:
(i)
Que, la señora
María Emma Gómez de Páez, es pensionada del Ministerio de Educación y, recibe
mensualmente su mesada pensional la cual asciende a la suma de $2.168.821[63].
(ii)
Que, goza de una
pensión de jubilación reconocida por el Distrito Bogotá, la cual está a cargo
del Fondo de Pensiones Públicas de Bogotá, según reporte allegado por EPS
Sanitas[64]
por la suma de $1.848.390.
(iii)
Que con ocasión del
fallecimiento de su esposo le fue reconocida sustitución de asignación mensual
de retiro, en calidad de cónyuge supérstite por la suma de $1.723.672[65].
(iv)
Qué, reside en
Italia junto a sus dos hijas, quienes laboran en el área de comercio y
servicios.
(v)
Qué, puede acceder
a todos los servicios y tratamientos médicos que requiere para tratar sus
diversas patologías.
41.1. Tras aplicar al caso concreto, en las
circunstancias descritas, los criterios que ha valorado esta Corporación en
casos similares para declarar la procedencia de la acción de tutela, es posible
concluir que la edad de la accionante en el caso sub examine no es
suficiente para disponer que el amparo solicitado deba estudiarse de fondo. Por
el contrario, lejos de poder presumir que existe una afectación al mínimo vital
y a la vida digna de la accionante, la Sala comprobó que: (i) la señora
María Emma Gómez de Páez percibe tres pensiones, cuyos ingresos mensuales son
superiores a cinco salarios mínimos, (ii) no acudió a los medios
judiciales que tiene a su disposición, ni (iii) cumplió con la carga de
probar la falta de eficacia o de idoneidad de la jurisdicción ordinaria laboral
para ventilar la controversia acerca del reconocimiento de su prestación
pensional.
41.2. Tampoco advierte esta Corte que los
problemas de salud sufridos por la accionante determinen la procedencia de la
presente acción de tutela, en consideración a que en Italia recibe los
tratamientos médicos correspondientes para la atención de sus diversas
patologías. Por ende, no existen circunstancias especiales que denoten la
existencia de un riesgo sobre la continuidad de los servicios requeridos.
41.3. Así las cosas, el asunto por el cual se
acude a la acción de tutela, el proceso ordinario de la jurisdicción laboral,
en principio, es el medio idóneo y eficaz para hacer efectivo el objeto de su
pretensión, en la medida en que allí podrá presentar los elementos probatorios
para desvirtuar la decisión de la accionada, máxime cuando dicha jurisdicción
se caracteriza por contar con un procedimiento expedito.
42.
Supuesto (ii).
No existe inminencia de
un daño irreparable que justifique la protección transitoria por vía de tutela.
42.1. La Sala advierte que pese a que, en
principio, la señora María Emma Gómez de Páez podría considerarse inmersa en un
estado de debilidad manifiesta y, consecuentemente, amparada por una especial
protección constitucional, la Sala de revisión concluye que la accionante
no logró demostrar: (a) la afectación inminente de los derechos
fundamentales invocados; (b) la gravedad del perjuicio que se le
está causando; (c) la urgencia de las medidas para prevenir la
afectación y, (d) el carácter impostergable de las mismas para la
efectiva protección de los derechos fundamentales en riesgo, toda vez que la
situación económica de la tutelante no es precaria puesto que, ha podido
solventar sus necesidades básicas con los ingresos provenientes de sus
pensiones de jubilación y de la sustitución de asignación de retiro de su
cónyuge fallecido. Adicionalmente, cuenta con una red de apoyo familiar
consolidada y estable.
42.2. En consecuencia, tampoco es viable que
proceda la acción de tutela como mecanismo transitorio.
5.
Síntesis
43.
La tutela en este caso
resulta improcedente por cuanto que no satisface el requisito de
subsidiariedad, toda vez que la accionante cuenta con otro mecanismo de defensa
judicial el cual es idóneo y eficaz para la protección de sus derechos
fundamentales que consideró vulnerados por la accionada. Asimismo, no se acreditó
la ocurrencia de un perjuicio irremediable que permita la procedencia de la
acción de tutela como mecanismo transitorio, pues la accionante cuenta con dos
pensiones de jubilación y una pensión sustitutiva con lo cual puede sufragar su
sustento y asegurar una vida en condiciones dignas.
44.
Con base en las
anteriores razones, la Sala Quinta de Revisión de Tutelas confirmará las
decisiones de instancia, que declararon improcedente el amparo solicitado.
III.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Sala Quinta de Revisión
de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por
mandato de la Constitución,
RESUELVE
Primero.- LEVANTAR la suspensión de términos decretada por medio del auto
de 12 de noviembre de 2020.
Segundo.- CONFIRMAR la sentencia proferida el 5 de marzo de 2020 por la Sala Mixta de Asuntos Penales para
Adolescentes del Tribunal Superior de Bogotá, que confirmó la proferida el 4 de febrero de 2020
por el Juzgado Séptimo Penal del
Circuito para Adolescentes con Función de Conocimiento de Bogotá, en la cual se declaró improcedente el
amparo solicitado por el apoderado judicial de la señora María Emma Gómez de
Páez.
Tercero.- LIBRAR por Secretaría General la comunicación prevista en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Comuníquese y cúmplase,
PAOLA ANDREA MENESES MOSQUERA
Magistrada
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
Con salvamento de voto
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
[1] Cno. 1, f. 1.
[2] Cno. 1, f. 27.
[3] Cno. 1, f. 17.
[4] Cno. 1, ff. 18 a 19.
[5] Cno. 1, ff. 47 a 70.
[6] Cno. 1, f. 20.
[7] Cno. 1, ff. 71 a 73.
[8] Cno. 1, f. 28.
[9] Cno. 1, ff. 28 a 32.
[10] Cno. 1, f. 32.
[11] Cno. 1, f. 29.
[12] Cno. 1, ff. 34 a 37.
[13] Cno. 1, ff. 39 a 45.
[14] Cno. 1, ff. 1 a 13.
[15] Ib.
[16] Ib.
[17] Ib.
[18] Ib.
[19] Cno. 1, ff. 127 a 131.
[20] Ib.
[21] Ib.
[22] Cno. 1, ff. 132 a 135.
[23] Ib.
[24] Ib.
[25] Cno. 1, ff. 139 a 144.
[26] Ib.
[27] Ib.
[28] Ib.
[29] Cno. 2, ff. 3 a 9.
[30] Ib.
[31] Ib.
[32] Cno. de revisión, f. 10.
[33] La Sala Primera de Revisión decretó la práctica de las siguientes
pruebas: (i) a la accionante, la requirió para que rindiera declaración
sobre: a) su lugar actual de residencia; b) si tiene reconocida
alguna pensión o prestación económica en su favor; c) sus ingresos y
gastos mensuales y, finalmente, d) la actividad económica que ejercen
sus hijas; (ii) a la Cancillería, por intermedio del Consulado de
Colombia en Roma, la requirió para que solicitara a la Alcaldía de Perugia
(Italia) copia del registro civil (Libro de Familia) del señor Orlando Páez
Gómez y la señora María Emma Gómez de Páez. No obstante, mediante oficio del 24
de noviembre de 2020, el Coordinador del Grupo Interno de Trabajo de Asuntos
Consulares y Cooperación Judicial de la Cancillería de Colombia, informó al Despacho
que “no fue posible tramitar la solicitud por tratarse de una entidad
extranjera y sugirió librar nuevo oficio en virtud de la Convención del 18 de
marzo de 1970 sobre la Obtención de Pruebas en el Extranjero en Materia Civil o
Comercial, suscrito en la Haya [y] aprobado mediante la Ley 1282 de 2009”;
(iii) a la Entidad Promotora de Salud SANITAS, la requirió para que
informara si la accionante se encuentra afiliada al plan obligatorio de salud
de dicha entidad y si actualmente se encuentra activa, indicando el ingreso
base de cotización; (iv) a Colpensiones, la requirió para que remitiera
copia de la historia laboral del causante y la actuación administrativa surtida
en el proceso de reconocimiento de sustitución pensional; (v) a la Caja
de Sueldos de Retiro de la Policía Nacional (Casur), la requirió para que
informara si había reconocido alguna prestación económica a la accionante, en
calidad de cónyuge supérstite de Orlando Páez Gómez; (vi) a la Unidad de
Gestión Pensional y Parafiscales (UGPP) y a la Veeduría Distrital, las requirió
para que informaran si habían reconocido alguna pensión o prestación económica
en favor de la accionante, con indicación de su valor y fechas de pago.
[34] Cno. de Revisión, escrito del 26 de noviembre de 2020, ff. 37 a 38.
[35] Ib., ff. 37 a 38 vto.
[36] Cno. de Revisión. f. 40.
[37] Cno. de Revisión, Unidad de Gestión Pensional y Parafiscales
(UGPP), oficio del 26 de noviembre de 2020, ff. 73 a 78.
[38] Ib.
[39] Ib.
[40] Ib.
[41] Ib.
[42] Cno. de Revisión, Caja de Sueldos de Retiro de la Policía Nacional,
oficio del 26 de noviembre de 2020, ff. 66 a 67.
[43] Cno. de Revisión, f. 119.
[44] Cno. de Revisión, EPS Sanitas, oficio del 30 de noviembre de 2020, f.
45.
[45] Cno. de Revisión, Veeduría Distrital, oficio del 26 de noviembre de
2020, f. 71.
[46] Cno. de Revisión, Colpensiones, oficio del 30 de noviembre de 2020,
ff. 47 a 64.
[47] Ib.
[48] Colpensiones es una empresa industrial y comercial del Estado del
orden nacional, con personería jurídica, autonomía administrativa y patrimonio
independiente, vinculada al Ministerio del Trabajo según lo dispuesto en el
artículo 155 de la Ley 1151 de 2007.
[49] Corte Constitucional, Sentencia SU-961 de 1999, M.P. Vladimiro
Naranjo Mesa.
[50] Corte Constitucional, Sentencia T-406 de 2019, M.P. Carlos Bernal
Pulido.
[51] Corte Constitucional, Sentencias T-268 y T-604 de 2013, M.P. Jorge
Iván Palacio Palacio.
[52] Corte Constitucional, Sentencia T-375 de 2018, M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[53] Decreto Ley 2591 de 1991, “[p]or el cual se reglamenta la acción
de tutela consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política”, art.
6, num. 1º.
[54] Corte Constitucional, Sentencia SU-544 de 2001, M.P. Eduardo
Montealegre Lynett; Sentencia T-375 de 2018 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[55] Modificado por las leyes 712 de 2001 y 1149 de 2007.
[56] Corte Constitucional, Sentencia SU-005
de 2018, M.P. Carlos Bernal Pulido.
[57] Modificado por el artículo 7º de la Ley 1149 de 2007.
[58] Corte Constitucional, Sentencia T-1046 de 2007, M.P. Jaime Córdoba
Triviño; Sentencia T-597 de 2009, M.P.M. Juan Carlos Henao Pérez; T-353 de
2011, M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
[59] Corte Constitucional, Sentencia T-194 de 2016, M.P. Jorge Ignacio
Pretelt.
[60] Corte Constitucional, Sentencia T-194 de 2016, M.P. Jorge Ignacio
Pretelt.
[61] Corte Constitucional, Sentencia T-169 de 2017, M.P. Alejandro
Linares Cantillo.
[62] Corte Constitucional, Sentencia T-391 de 2013, M.P. Gabriel Eduardo
Mendoza Martello.
[63] Cno. de Revisión, f. 73.
[64] Cno. de Revisión, f. 45.
[65] Cno. de Revisión, f. 119. |
13 | T-090-21
REPÚBLICA DE COLOMBIA
Sentencia T- 090/21
Referencia: Expediente T-8.006.896
Acción de tutela interpuesta
por Gleivyn Zulvey González Peña, en representación de su menor hijo
Deiber Jesús Gutiérrez González, contra el Instituto Departamental de
Salud de Norte de Santander
Magistrada ponente:
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Bogotá, D. C., catorce (14) de abril
de dos mil veintiuno (2021)
La Sala Séptima de Revisión de
la Corte Constitucional, conformada por los magistrados José Fernando Reyes
Cuartas, Alberto Rojas Ríos y Cristina Pardo Schlesinger -quien la preside-, en
ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, específicamente las
previstas en los artículos 86 y 241 numeral 9º de la Constitución Política, y
los artículos 33 y subsiguientes del Decreto 2591 de 1991, ha proferido la
siguiente
SENTENCIA
En el trámite de revisión del
fallo de única instancia del veinticuatro (24) de agosto de dos mil veinte (2020),
emitido por el Juzgado Primero Penal Municipal para Adolescentes con Función de
Control de Garantías de Cúcuta (Norte de Santander), por medio del cual se negó
el amparo del derecho fundamental a la salud deprecado por la señora Gleivyn
Zulvey González Peña, en representación de su menor hijo Deiber Jesús Gutiérrez
González, contra el Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander.
De acuerdo con lo dispuesto en
los artículos 86 y 241-9 de la Constitución Política, el artículo 33 del
Decreto 2591 de 1991 y el artículo 55 del Acuerdo 02 de 2015, la Sala de
Selección de Tutelas No. 07[1] mediante auto de fecha del 15 de diciembre
de 2020, notificado por la Secretaría General de esta Corporación en el estado
No. 01 del 21 de enero de 2021, escogió para efectos de revisión, la acción de
tutela de la referencia. De conformidad con lo establecido en el artículo 34
del Decreto 2591 de 1991, la Sala procede a resolver el asunto en revisión, con
fundamento en los siguientes:
I.
ANTECEDENTES
El 12 de agosto de 2020, la
señora Gleivyn Zulvey González Peña, actuando en representación de su menor hijo
Deiber Jesús Gutiérrez González, interpuso acción de tutela contra el Instituto
Departamental de Salud de Norte de Santander, por la presunta vulneración de los
derechos fundamentales a la salud, la seguridad social, la vida y la dignidad
humana[2].
En el escrito base de la acción se describen los siguientes:
1. Hechos y solicitud
1.1. La accionante manifestó
que su hijo Deiber
Jesús, de nacionalidad venezolana, es un menor de 6 años de edad, con
diagnóstico de atresia pulmonar[3],
comunicación interventricular[4],
verdaderas arterias pulmonares confluentes y colaterales, remanente de arco
aórtico izquierdo a manera de ventrículo de Kommerell[5], falla
cardiaca derecha[6]
e hipotiroidismo.
1.2. Aseguró que el día 14 de
mayo de 2020, al menor de edad se le practicó una cirugía cardiovascular para
conexión del ventrículo derecho a la arteria pulmonar, cierre de comunicación interventricular,
ligadura de colateral y cierre de comunicación intraauricular. Lo anterior en
la Clínica Medical Duarte, ubicada en la ciudad de Cúcuta. Añadió que tras dicha
intervención, a Deiber Jesús lo remitieron a la Unidad de Cuidados Intensivos
(UCI) por quince días y al área de hospitalización por cinco días más, hasta
que le dieron salida el primero de junio de 2020.
1.3. Indicó que el médico
tratante ordenó control con la especialidad de cardiología pediátrica y la realización
de ecocardiograma transtorácico, pero por parte del Instituto Departamental de
Salud de Norte de Santander se generó negación de servicios mediante el formato
correspondiente no. 198883 del 7 de julio de 2020, argumentando que el paciente
debía legalizar su estancia en Colombia y tramitar la respectiva afiliación al
régimen de salud; lo cual no ha podido hacer por no contar con el permiso
especial de permanencia (PEP) y por la emergencia sanitaria del COVID-19, que
devino en el cierre de la frontera entre ambos países y de las oficinas de
migración en la ciudad de Cúcuta, imposibilitándosele efectuar el trámite[7].
1.4. Sostuvo que el menor Deiber
Jesús Gutiérrez ingresó al país solamente con salvoconducto (SC-2), el cual se
encuentra vencido por la misma situación de cierre de la frontera generada por
la situación de pandemia mundial, lo que le ha impedido generar la expedición del
pasaporte venezolano al no poder ir a su país de origen. Insiste en que su menor
hijo tiene alto riesgo cardiovascular por la enfermedad de base, con alto
riesgo de muerte.
2. Admisión y traslado de la
demanda
2.1. El Juzgado
Primero Penal Municipal para Adolescentes con Función de Control de Garantías
de Cúcuta (Norte de Santander) admitió la acción de tutela contra Instituto
Departamental de Salud de Norte de Santander mediante auto del 12 de agosto de 2020[8]. En la citada
providencia, se vinculó de oficio a la Secretaría de Salud Municipal de Cúcuta
y a la Clínica Medical Duarte de la misma ciudad ; asimismo, se ordenó correr
traslado a todas las partes para que, en el término de dos días hábiles, respondieran
sobre los hechos narrados por la accionante[9].
3. Contestación de la demanda
3.1. Instituto
Departamental de Salud de Norte de Santander
3.1.1. La Oficina Jurídica del Instituto
Departamental de Salud de Norte de Santander señaló que Deiber Jesús Gutiérrez,
con permanencia irregular en territorio colombiano, no demuestra un estado de
salud en condiciones de emergencia o de peligro para su vida, por lo que al
estar en “estado ambulatorio”, según el Decreto 866 de 2017, el servicio
requerido no es un caso de urgencia y en la medida en que no aparece en la Base
de Datos del Departamento Norte de Santander, inicialmente debe legalizar su
estancia en Colombia y luego afiliarse al Sistema General de Seguridad Social
en Salud[10].
3.1.2. Asimismo, la entidad
señaló la obligación de los extranjeros venezolanos de legalizar su permanencia
en territorio colombiano a través de la Unidad Administrativa Especial Migración
Colombia, por lo que solicitó del juez que se ordene a la accionante llevar a
cabo dicho trámite, el cual puede adelantarse desde la página web de la
entidad, con el fin de obtener un documento válido necesario para afiliarse al
sistema de salud, en cumplimiento de las normas y la jurisprudencia. Puesto que
existe una corresponsabilidad del Estado de proteger a sus ciudadanos y
extranjeros, pero también la obligación del migrante con animus de
arraigo en territorio colombiano, de lograr la debida legalización de su
permanencia; estando en igualdad de condiciones con los ciudadanos colombianos
quienes, al momento de acceder a los servicios de salud, deben cumplir con una
serie de requisitos mínimos, como el estar afiliado al SGSSS[11].
3.1.3. Por
otro lado, recordó que a partir de la expedición de la Ley 715 de 2001, es
competencia del municipio “Identificar a la población pobre y vulnerable en su jurisdicción y
seleccionar a los beneficiarios del Régimen Subsidiado, atendiendo las
disposiciones que regulan la materia”, y como
consecuencia de ello “Celebrar contratos para el aseguramiento en el Régimen Subsidiado
de la población pobre y vulnerable y realizar el seguimiento y control
directamente o por medio de interventorías”. De lo anterior se
desprende que, en el régimen subsidiado, la responsabilidad de su
desarrollo está en cabeza de los municipios, siendo competentes para aplicar la encuesta
SISBEN; lo anterior, una vez se obtenga por el interesado un documento de
identidad válido que, como se ha mencionado, es necesario para acceder y poder
ser identificado como beneficiario del régimen subsidiado de salud[12].
3.1.4. Por
último, la entidad accionada hizo cuatro peticiones al juez de única instancia,
a saber: (i) declarar improcedente el presente trámite constitucional
por no haber vulneración de derecho fundamental alguno, (ii) ordenar a la Clínica
Medical Duarte mantener la atención requerida a Deiber Jesús Gutiérrez González
de nacionalidad venezolana, en los términos señalados en el Decreto 866 de
2017, (iii) ordenar a la accionante que inicie los trámites para regularizar su
permanencia y la de su hijo en el territorio colombiano, y (iv) vincular a
Migración Colombia, para que informe acerca de la situación migratoria del
menor Deiber Jesús y contribuya a definir su situación migratoria.
3.2.
Clínica Medical Duarte y Secretaría de Salud Municipal de Cúcuta
3.2.1. Pese
a que ambos sujetos fueron debidamente notificados, guardaron silencio.
4. Pruebas que obran en el
expediente
4.1. Copia del
documento de identidad de la accionante, expedido por la República Bolivariana
de Venezuela (página 4).
4.2. Copia de la historia clínica del menor Deiber Jesús Gutiérrez
González, que refleja la hospitalización en la Clínica Medical Duarte de la
ciudad de Cúcuta, ocurrida del 12 de mayo al 01 de junio de 2020, entidad donde
le fue realizada la cirugía cardiovascular de conexión del ventrículo derecho a la arteria
pulmonar, cierre de comunicación interventricular, ligadura de colateral y
cierre de comunicación intraauricular (páginas 5 a 10).
4.3. Copia de
negación de servicios no. 198883 del 07 de julio de 2020, expedida por el
Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander, en el formato
establecido por el Ministerio de Salud y de la Protección Social. En este se niega
el servicio de consulta de control o seguimiento por la especialidad de
cardiología y el ecocardiograma transesofágico[13] (página 11).
4.4. Copia de formula médica de mayo de 2020, firmada por la profesional
S. Flórez M. en la que solicita cita por cardio pediatría y ecocardiograma
transtorácico[14] para el menor Deiber Jesús
Gutiérrez, que coincide con la evolución médica del 29 de mayo de 2020,
elaborada por la profesional Sandra Liliana Flórez Muñoz en la historia clínica
mencionada en el punto anterior (página 12).
4.5. Copia del registro de nacimiento del menor Deiber Jesús Gutiérrez
González, expedido por el Consejo Nacional Electoral de la República
Bolivariana de Venezuela, en el que consta el vínculo materno filial con la
accionante (folios 13 a 15).
4.6. Copia del
historial extranjero no. 1090056 perteneciente al menor Deiber Jesús Gutiérrez
González, expedido por la Regional Norte de la Unidad Administrativa Migración
Colombia el 17 de marzo de 2020, donde se observa que el salvoconducto tipo SC-2
tenía validez hasta el 12 de junio de 2020 (página 16).
4.7. Copia de ficha SISBEN III no.: 02243435, en donde aparece el menor
Deiber Jesús Gutiérrez González con un puntaje de 7.92. Sin embargo, llama la
atención que del resto de personas que componen el grupo familiar no se reporte
el nombre de la madre o del padre y que no haya coincidencia en los dos
apellidos que componen el nombre del menor (página 17).
4.8. Copia de la historia clínica del menor Deiber Jesús Gutiérrez González
del 20 de febrero de 2020, que plasma una consulta médica con la especialidad
de cirugía cardiovascular, llevada a cabo en la Clínica Medical Duarte de la
ciudad de Cúcuta, en la que se indica “atresia pulmonar + CIV + verdaderas
arterias pulmonares confluentes y colateral aortopulmonal. –Arco aórtico
derecho – remanente de arco aórtico izquierdo a manera de divertículo de Koremell
– Falla cardiaca derecha –Hipotiroidismo”. Se destaca de la misma, un aparte
que señala que se realizó junta de decisiones cardioquirúrgicas en la cual se
solicita realizar cirugía cardiovascular correctiva (páginas 19 a 23).
5.
Decisión judicial objeto de revisión
5.1. En fecha del 24 de agosto de
2020, el Juzgado Primero Penal Municipal para Adolescentes con Función de
Control de Garantías de la ciudad de Cúcuta dictó fallo negando el amparo del
derecho fundamental a la salud de Deiber Jesús Gutiérrez González; no obstante,
requirió a la madre del menor para que se dirigiera a la Defensoría del Pueblo
a recibir asesoría, a efectos de lograr la regularización tanto de su situación
migratoria como la de su hijo, para posteriormente hacer la afiliación al
SGSSS. Así, el a quo no presenció una vulneración del derecho a la salud
del niño, debido a que (i) el médico tratante no conceptuó sobre la urgencia en
el suministro de los servicios; (ii) la entidad territorial no negó la atención
básica de urgencias y, (iii) señaló que para poder acceder al tratamiento de
salud prescrito por el médico tratante, la madre del menor debía iniciar los
trámites necesarios para afiliarse al SGSSS, razones particulares que
conllevaron al fallador a negar la protección[15].
5.2. Dentro de lo que cabe destacar
de las consideraciones del juez de instancia, se mencionó el derecho
fundamental a la salud y el principio de universalidad, reiterados por la
jurisprudencia constitucional, lo referido por el artículo 48 de la
Constitución Política sobre el servicio público de la seguridad social; al
tiempo que el artículo 49 ibídem relativo al derecho a la salud. Igualmente,
destacó que la Ley 1751 de 2015 atribuyera a la salud el carácter autónomo e
irrenunciable, sin olvidar referirse a la Ley 100 de 1993, en relación con los
dos regímenes de afiliación: contributivo y subsidiado; para finalizar con una
cita del artículo 32 de la Ley 1438 de 2011, que generó un nuevo escenario de
obligaciones en materia de acceso al sistema de salud a cargo de los entes
territoriales, como el de garantizar servicios básicos a la población no
afiliada[16].
5.3. En lo que concierne al
derecho a la salud y la afiliación al Sistema General de Seguridad Social en
Salud de extranjeros no regularizados, el operador judicial trajo a colación la
igualdad de trato entre nacionales y extranjeros mencionada en la sentencia
T-314 de 2016[17],
cuando se fijaron unas reglas jurisprudenciales aplicables al asunto sub-judice.
También mencionó otras reglas como las establecidas en los artículos 2.1.3.5. y
2.7.2.3.1.2. del Decreto 780 de 2016[18].
Frente a la decisión objeto de revisión, las partes no ejercieron recurso de
impugnación alguno.
6. Actuaciones surtidas en sede de
revisión
6.1. Mediante
auto del 28 de enero de 2021, la magistrada sustanciadora consideró necesario
recaudar mayores elementos probatorios para mejor proveer; es así que se vinculó
a la Unidad Administrativa Especial Migración Colombia, al ser el ente
competente de definir la situación migratoria de los ciudadanos venezolanos en
el territorio nacional, a la que se le solicitó: (i) pronunciarse sobre los
hechos constitutivos de la tutela, (ii) pronunciarse sobre la existencia de un
trámite en curso para legalizar el estatus migratorio del menor Deiber Jesús
Gutiérrez González e (iii) informar si poseía registros de direcciones en la
ciudad de Cúcuta, correos electrónicos o números celulares de la accionante[19].
6.2. El 09 de febrero de 2021, la
Unidad Administrativa Especial de Migración Colombia -UAEMC-, en respuesta al
auto de vinculación, comunicado mediante oficio OPTB-108/21 del 02 de febrero
de los presentes, allegó respuesta por medio virtual, en la que indicó que no
tiene funciones de prestación de servicios de salud, o de afiliación de
extranjeros al Sistema de Seguridad Social en Salud (SGSSS), circunscribiéndose
al tema migratorio exclusivamente. Del mismo modo, en relación con la condición
migratoria de los ciudadanos venezolanos Gleivyn Zulvey González Peña y Deiber
Jesús Gutiérrez González, aseguró que consultado el Sistema de Información
Misional de la entidad, éste arrojo el siguiente resultado para ambos: “1.
Tienen historial del extranjero. 2. No tienen movimientos migratorios. 3. Tienen
salvoconducto para resolver situación de refugio válido hasta el 12/06/2020. 4.
No tienen informe del caso. 5. No cuentan con permiso especial de permanencia
PEP. 6. No cuentan con Permiso Especial de Permanencia PEP-RAMV. 7. Así mismo,
consultado el Sistema de Gestión Documental ORFEO, no registran solicitudes”[20].
6.3.
De acuerdo
con lo anterior, Migración Colombia señaló que Gleivyn Zulvey González Peña y Deiber Jesús Gutiérrez
González se encuentran
en condición migratoria irregular, pues no consta decisión de la solicitud de
refugio, ni que la parte actora estuviera pendiente del trámite oportuno para
su renovación, tramitado, solicitud de prórroga y/o revalidación de los salvoconductos
nos. 1364341 y 1364340 que les fueron autorizados y que vencieron el 12 de
junio 2020. Luego de una mención del artículo 100 de la Constitución Política,
agregó que son varios los
mecanismos para ingresar de manera regular al territorio nacional, como el
establecido en los artículos 3° y 4° de la Resolución no. 1220 de 2016,
mediante el cual se obtiene el permiso de ingreso y permanencia (PIP) bajo
ciertas condiciones; en igual sentido, en relación con el permiso especial de
permanencia (PEP) puso de manifiesto que, dada la problemática conocida de
orden público del vecino país, desde el 2017 el Ejecutivo ha implementado medidas
con el fin de brindar todo tipo de ayuda a los ciudadanos venezolanos indistintamente
su condición migratoria.
6.4 En el término de traslado
de la prueba recibida el 9 de febrero de 2021, se recibió información
complementaria de la entidad Migración Colombia, relacionada con la actual
situación migratoria de Gleivyn Zulvey González y Deiber Gutiérrez González,
indicando que “registran tarjeta de movilidad fronteriza vencida”;
adicionalmente, señaló que la dirección del domicilio y números de contacto de
la accionante pertenecen al vecino país de Venezuela. Por otro lado, manifestó que
en sus bases de datos obra una “solicitud de reconocimiento de la condición
de refugiado” de fecha 11 de febrero de 2021, como parte del trámite para
actualizar el salvoconducto tipo SC2.
II.
CONSIDERACIONES
DE LA CORTE
1. COMPETENCIA
La
Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional es competente para revisar
el fallo de tutela proferido dentro del trámite de la referencia, de
conformidad con lo dispuesto en el inciso 3° del artículo 86 y el numeral 9°
del artículo 241 de la Constitución Política, en armonía con los artículos 33
al 36 del Decreto 2591 de 1991, y por virtud de la selección y del reparto
realizado en la forma que establece el Reglamento Interno de la Corporación
(Acuerdo 02 de 2015).
2. PROCEDIBILIDAD DE LA ACCIÓN DE
TUTELA
La acción de tutela está
consagrada en el artículo 86 superior y en el Decreto Ley
2591 de 1991 “por el cual se reglamenta la acción de tutela” y ha sido desarrollada
por la jurisprudencia de esta alta Corporación[21].
Para su procedencia, según la jurisprudencia, debe analizarse la legitimidad
por activa y por pasiva, la inmediatez y la subsidiariedad. En su labor
intelectual, cuando el juez encuentra acreditado el lleno de los cuatro
requisitos mencionados, el amparo puede darse de dos maneras: (i) como
mecanismo definitivo de protección cuando la persona afectada no cuenta con un
medio de defensa judicial alternativo, o cuando disponiendo de este en el caso
particular dicho medio no cumple con la idoneidad o eficacia suficiente para
defender los derechos fundamentales adecuada, integra y oportunamente; y (ii)
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, ya que
la finalidad es evitar que se materialice un evento catastrófico relacionado
con un derecho fundamental, mientras que el juez natural profiera una
sentencia de fondo. Para que la acción de tutela proceda como mecanismo
transitorio deberá cumplir con cuatro requisitos: “(i) que se trate de un
hecho cierto e inminente; (ii) que las medidas a tomar deben ser urgentes; (iii)
que la situación a la que se enfrenta la persona es grave; y, (iv) que las
actuaciones de protección han de ser impostergables”[22].
De acuerdo a los requisitos
generales enunciados, esta Sala de Revisión profundizará en cada uno de ellos,
con el fin de dilucidar si en el asunto que se somete a estudio es procedente
la acción de tutela.
2.1.
Legitimación en la causa
por activa
2.1.1. El artículo 86 superior
señala que cualquier individuo tiene la facultad de interponer la tutela, para
la protección de sus derechos fundamentales cuando resulten
lesionados o amenazados por la acción o la omisión de autoridades públicas o de
particulares; a su vez, esta
acción puede ejercerse por sí mismo o a través de un tercero, quien debe actuar
en nombre de este. Así lo reitera el artículo 10º del Decreto 2591 de 1991, que
señala que el mecanismo de amparo puede ser formulado en todo momento y lugar,
incluso en causa ajena, en el caso de que el titular de los derechos no se
encuentre en condiciones de acudir por sí mismo a la defensa de sus propios
intereses[23].
2.1.2. De la lectura del
artículo 100 superior se extrae que la tutela puede ser incoada tanto por
nacionales como por extranjeros, pues dicho texto normativo prolonga la garantía
de disfrute de los derechos civiles que gozan los colombianos a ese grupo de
personas; en ese entendido, el extranjero tiene el pleno ejercicio de la citada
acción de amparo sin limitación alguna[24].
Igualmente, a la luz del artículo 44 de la Constitución Política, cuando se
trata de proteger los derechos de los niños, toda persona está llamada a salir
en defensa del interés superior del menor, sin que cobre importancia la calidad
que invoque u ostente ese sujeto; en este sentido, la jurisprudencia recuerda
que es en la sociedad en general, donde recae dicha legitimación[25].
2.1.3. Hay otro aspecto relacionado con la naturaleza de la
persona que interpone la acción de tutela, que la jurisprudencia de la Corte
Constitucional ha analizado, indicando que “Cuando se presenta la tutela, la
legitimación en la causa por activa se acredita: (i) en ejercicio directo
de la acción por quien es titular de los derechos fundamentales; (ii) por medio
de los representantes legales (en el caso de los menores de edad, los incapaces
absolutos, los interdictos y las personas jurídicas); (iii) a través de
apoderado judicial; y (iv) planteando la existencia de una agencia oficiosa”[26].
Respecto de la representación legal de los padres frente a los
hijos menores de 18 años, es preciso parafrasear lo anotado en la Sentencia
T-576 de 2019, la cual sostuvo que los progenitores que adviertan una
vulneración o amenaza en los derechos fundamentales de sus hijos menores, pueden
acudir al juez constitucional y exigir la protección de sus derechos. En tal
evento, sin que sea una barrera de acceso a la justicia, el fallador podrá
hacer una simple verificación del parentesco, a fin de evitar representaciones
ilegítimas; puesto que es más importante el carácter informal de la tutela, los
principios de eficacia de los derechos fundamentales, la prevalencia del
derecho sustancial y el interés superior del niño[27].
2.1.4. Una vez revisado el expediente
en estudio, la Sala verifica que el primer elemento, es decir, la legitimidad
en la causa por activa se cumple, ya que Gleivyn Zulvey González Peña, además
de indicar que actúa en representación de su hijo de seis años, de quien
solicita la protección del derecho fundamental a la salud, entre otros, aportó
copias de documento de identidad y registro civil de nacimiento del menor Deiber
Jesús Gutiérrez González, expedidos por los respectivos entes públicos del
vecino país, Venezuela, donde puede constatarse efectivamente el parentesco de
madre e hijo. En relación con lo anotado, la copia simple de los documentos
extranjeros incorporados adquieren valor probatorio, solo para efectos del
presente trámite, en razón a la presunción de buena fe que debe existir en
todas las gestiones[28]
y al carácter informal de la acción de tutela.
2.2.
Legitimación
en la causa por pasiva
2.2.1. El artículo 86 superior,
el artículo 5° del Decreto 2591 de 1991 y la jurisprudencia constitucional ilustran
que se trata de un requisito que tiene estrecha relación con la aptitud legal
de la persona natural o jurídica contra quien se dirige la acción, de ser ese
sujeto llamado a responder por la posible amenaza o vulneración del derecho
fundamental alegado, sea una autoridad pública o un particular en los casos
estipulados en los artículos 5° y 42 del citado decreto reglamentario de la
tutela[29].
2.2.2. Del escrito de tutela se
identifica que la accionante Gleivyn Zulvey González Peña dirige la acción
contra el Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander y que el juez de conocimiento
vinculó oficiosamente a la Secretaría de Salud Municipal de Cúcuta y a la
Clínica Medical Duarte ubicada en la ciudad de Cúcuta, entidades que, por mandato de
las leyes 100 de 1993 y 715 de 2001, intervienen dentro del proceso de
atención en salud, desde el aseguramiento y la prestación, respectivamente.
2.3. Inmediatez
2.3.1. Es el único requisito de procedencia de la acción cuya
fuente es la jurisprudencia y se fundamenta en la necesidad de fijar un plazo
razonable para la persona diligente que busca urgentemente la protección de los
derechos que invoca, respecto del momento en que ocurrió esa posible amenaza o
vulneración del derecho. Por tanto, es un aspecto que se acompasa al carácter preferente
y sumario de la tutela, como procedimiento instituido para garantizar el amparo
de los derechos fundamentales transgredidos, a la par que garantiza que la
seguridad jurídica no se vea afectada[30].
2.3.2. Por vía jurisprudencial, se ha indicado que la acción de
tutela no tiene un término de caducidad y, aunque no es regla general, en
algunos casos, como en las tutelas contra providencia judicial, los jueces en
sede constitucional han considerado prudencial un plazo de seis meses, entre el
momento de ocurrida la posible violación a un derecho fundamental y el de la
interposición de la tutela[31]; no
obstante, la Corte ha dejado en claro la necesidad de evaluar siempre este
requisito con las circunstancias de cada caso concreto, porque la vulneración
puede ser continua y permanecer en el tiempo[32].
2.3.3. Así pues, en el asunto bajo
estudio, la Sala de Revisión encuentra acreditado el requisito de
inmediatez, pues se comprobó que la orden médica para cita de control por
cardiología pediátrica y ecocardiograma al menor Deiber Jesús Gutiérrez fue expedida
el 1 de junio de 2020, mismo día en que se le dio salida de la Clínica Medical
Duarte, la negación a esos servicios ocurrió el 07 de julio de 2020, mediante
formato expedido por el Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander,
y la acción de tutela se radicó en la Oficina Judicial de Reparto de Cúcuta el
12 de agosto de 2020, tan solo un mes y escasos días después de esa última actuación
administrativa.
2.4. Subsidiariedad
2.4.1. De este último
requisito, el inciso 3° del artículo 86 de la Constitución Política, el numeral
1° del artículo 6º del Decreto 2591 de 1991 y la jurisprudencia constitucional,
enseñan que la acción de tutela procede en tres eventos: “(i) cuando el
afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, o ii) cuando existiendo
un medio de defensa judicial ordinario, este resulta no ser idóneo para la
protección de los derechos fundamentales del accionante o iii) cuando, a pesar
de que existe otro mecanismo judicial de defensa, la acción de tutela se
interpone como mecanismo transitorio para evitar la consumación de un perjuicio
irremediable”[33].
2.4.2. La subsidiariedad en
materia de salud obliga a referirnos a la Ley 1122 de 2007, que en su artículo
41[34] confirió nuevas competencias
(facultades jurisdiccionales y de conciliación) a la Superintendencia Nacional
de Salud, como órgano de inspección, vigilancia y control, que fueron
complementadas con la ley 1437 de 2011 y a su vez modificadas por la reciente
Ley 1949 de 2019. En ese sentido, algunas salas de revisión de la Corte
Constitucional consideraron que tal mecanismo podría fungir como el medio
idóneo para lograr la protección de los derechos alegados por el interesado en
un proceso de tutela, hasta la sentencia SU-508 de 2020[35], que zanjó la discusión al interior
de la Corte, pues antes, no existía un consenso absoluto sobre si el procedimiento
creado por el Legislador era el medio judicial idóneo y eficaz para estos
casos, dadas las debilidades y falencias detectadas, principalmente, por la
Sala de Seguimiento a la Sentencia T-760 de 2008 en audiencia pública del 6 de
diciembre de 2018 en la que se citó al Superintendente Nacional de Salud del
momento[36].
En la sentencia en cita se indicó: “Las situaciones normativas
y la estructural le permitieron a la Corte Constitucional concluir que la
Superintendencia de Salud tiene una capacidad limitada respecto a sus
competencias jurisdiccionales. Por ello, mientras persistan las dificultades
para el ejercicio de dichas facultades, el mecanismo jurisdiccional ante la
Superintendencia de Salud no se entenderá como un medio idóneo y eficaz para la
protección inmediata de los derechos fundamentales de los usuarios del Sistema
General de Seguridad Social en Salud y, en consecuencia, la acción de tutela
será el medio adecuado para garantizar dichos derechos”[37].
2.4.3. En la sentencia T-452 de 2019[38], que analizó la procedencia de la tutela en
varios casos de migrantes venezolanos en situación irregular que requerían
servicios de salud, aludiendo a la subsidiariedad respecto de los sujetos de
especial protección constitucional, la Corte manifestó: “Los conflictos
jurídicos que adviertan transgresión de derechos fundamentales, deben ser
resueltos a través de los medios ordinarios de defensa judicial previstos en la
ley para tal fin. No obstante, no puede declararse la improcedencia de la
tutela por la sola existencia en abstracto de un medio ordinario de defensa
judicial. El juez constitucional debe evaluar en el marco de la situación
fáctica particular, si la acción de amparo es idónea y eficaz para proteger los
derechos fundamentales comprometidos, máxime cuando se trata de sujetos de
especial protección constitucional”.
Y a renglón seguido, agregó: “En
relación con el acceso a la atención en salud por parte de migrantes con
nacionalidad venezolana la jurisprudencia constitucional ha señalado que el
recurso de amparo es el medio idóneo y eficaz para estudiar y analizar la
vulneración de sus derechos fundamentales”.
2.4.4. A partir de lo anterior, en el caso particular, en atención
a lo que exige la accionante, la autorización de servicios médicos cubiertos en
el plan de beneficios en salud consistentes en “consulta de control con la
especialidad de cardiología pediátrica (cardiopediatria) y examen de ecocardiograma
transtorácico” para un menor de edad migrante en situación irregular, sin
afiliación a ninguno de los dos regímenes en salud existentes en Colombia, se
trata de un asunto que no puede encuadrarse en el literal a) del artículo 41 de
la Ley 1122 de 2007, el cual fue modificado por el artículo 6° de la Ley 1949
de 2019, escapando de la competencia de la Superintendencia Nacional de Salud,
haciendo idóneo y eficaz la vía por la acción de tutela.
Por las razones expuestas, la Sala procederá a hacer un análisis
de fondo de la solicitud de amparo.
3.
PLANTEAMIENTO
DEL PROBLEMA JURÍDICO
3.1. La señora Gleivyn Zulvey González Peña, en
representación de su hijo Deiber Jesús Gutiérrez González de 6 años de edad,
solicitó que le autorizaran una cita con la especialidad de cardiología
pediátrica y un ecocardiograma transtorácico que requiere el menor, a quien se
le diagnosticó: atresia pulmonar, comunicación interventricular, verdaderas
arterias pulmonares confluentes y colaterales, remanente de arco aórtico
izquierdo a manera de ventrículo de Kommerell, falla cardiaca derecha e
hipotiroidismo; petición que fue expresamente negada por el Instituto
Departamental de Salud de Norte de Santander, porque el niño se encuentra en condición
migratoria irregular.
3.2. El juez de
única instancia negó la acción de tutela, pues con supuesto fundamento en la jurisprudencia
constitucional[39],
a partir de la respuesta que dio la entidad accionada, los extranjeros en situación migratoria
irregular solo tienen derecho a la atención básica de urgencias. Además,
sostuvo que el médico tratante no conceptuó sobre la urgencia en el suministro
de los servicios, por lo que no fue posible determinar que se esté ante un
evento apremiante que, como tal, conduzca a exceptuar la regla general y
extender la atención básica de urgencias al tratamiento de salud ordenado al
paciente. Por no decir que, se encuentra probado que al menor les fueron
prestados los servicios de urgencias en la Clínica Medical Duarte SAS. Concluyó
que el Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander no vulneró
derecho fundamental al no haber negado la atención básica de urgencias.
3.3. Así las cosas, la Sala Séptima de Revisión abordará el siguiente
problema jurídico: ¿Una entidad de orden departamental vulnera el derecho
fundamental a la salud de un menor de edad, de nacionalidad venezolana, con
situación migratoria irregular en el territorio colombiano, al negarle una cita
con la especialidad de cardiología pediátrica y un ecocardiograma
transtorácico, como parte del control derivado de una cirugía de corazón
autorizada y realizada previamente?
3.4. Para
resolver el problema jurídico planteado, la Sala Séptima de Revisión abordará
los siguientes temas concretos: (i) El derecho fundamental a la salud de los
niños, niñas y adolescentes y los componentes de universalidad y solidaridad.
Reiteración jurisprudencial. (ii) El acceso a los servicios del Sistema de
Seguridad Social en Salud colombiano para los niños, niñas y adolescentes
migrantes en condición irregular. Reiteración jurisprudencial. Y, finalmente
(iii) dará solución al caso concreto.
4. El derecho fundamental a la salud de los niños,
niñas y adolescentes, y los componentes de universalidad y solidaridad.
Reiteración jurisprudencial
Ámbito normativo local
4.1. La Constitución Política
de 1991 ubica el derecho a la salud en un lugar de importancia. Así, el
artículo 44 lo cataloga como un derecho fundamental de los niños; el artículo
48 alude a este dentro de la seguridad social, como un servicio público
obligatorio e irrenunciable a cargo del Estado; también el artículo 49, cuando
indica que la atención en salud y el saneamiento ambiental son servicios que el
Estado debe garantizar a todas las personas, a través del acceso a los
servicios de promoción, prevención y recuperación de la salud; y el artículo 50
obliga a todas las instituciones de salud que reciben recursos del Estado a
brindar atención gratuita a menores de un año sin afiliación a la seguridad
social[40].
4.2. El derecho a la salud,
visto como servicio público a cargo del Estado, se encuentra regulado
principalmente por (i) la Ley 100 de 1993, que creó el Sistema General de
Seguridad Social en Salud (SGSSS), estableciendo un acceso igualitario a toda
la población con la implementación de dos regímenes: contributivo y subsidiado;
(ii) la Ley 1122 de 2007, que hizo algunas modificaciones en el SGSSS con el
fin de mejorar la prestación de los servicios a los usuarios; (iii) la Ley 1438
de 2011, que se dirigió a fortalecer el Sistema de Salud a través de un modelo
de atención primaria en salud; y, (iv) la Ley 1751 de 2015, Estatutaria en
Salud, que entre sus mayores logros tuvo el de elevar a rango fundamental el
derecho a salud, asunto que por vía jurisprudencial esta Corte ya había
resaltado al proferir la sentencia hito T-760 de 2008.
4.3. Respecto de la protección
del derecho fundamental a la salud de los menores de edad, el artículo 44 superior
también se refiere a la integridad física y la seguridad social, entre otros,
como derechos fundamentales de los niños. Así, es deber del Estado, de la
sociedad y de la familia, esforzarse por el pleno cumplimiento de las
prerrogativas constitucionales de los niños, niñas y adolescentes, en aras
garantizarles sus máximos niveles de desarrollo integral y armónico,
puntualizando que “los derechos de los niños prevalecen sobre los demás”[41].
4.4. Acorde con lo expuesto, la
Ley 1098 de 2006 (Código de Infancia y Adolescencia) definió el principio de
primacía del interés superior de los niños, niñas y adolescentes como “(…)
un imperativo que obliga a todas las personas a garantizar la
satisfacción integral y simultánea de todos sus Derechos Humanos, que son
universales, prevalentes e interdependientes”[42]. Específicamente, en varios
escenarios, incluidos el de la salud, la Corte ha indicado que dicho principio
supone aplicar la medida más beneficiosa para salvaguardar al menor de edad que
ve comprometida la garantía de sus derechos fundamentales[43].
4.5.
Ahora, en relación con lo regulado en los artículos 48 y 49 de nuestra
Constitución, recordando que la Seguridad Social en Salud es un servicio
público obligatorio a cargo del Estado y que la atención en salud y el
saneamiento ambiental son servicios que el Estado debe garantizar a todas las
personas, sin excepción alguna, a través del acceso a los servicios de
promoción, prevención y recuperación de la salud, bajo los principios de
eficiencia, solidaridad y universalidad, la sentencia T-565 de 2019 sostuvo: “que
(de) la lectura sistemática de esas disposiciones con lo establecido en el
artículo 13 Superior, se ha precisado que (i) la garantía de los derechos
fundamentales no pende de la condición de ciudadano, sino de la condición de
ser humano; de ser persona que habita el territorio nacional; y (ii) que se
debe velar por garantizar el derecho a la salud de aquellas personas que, por
sus condiciones económicas, físicas o mentales, se encuentran en circunstancias
de debilidad manifiesta”[44].
Instrumentos en el ámbito
internacional
4.6. La protección del derecho
a la salud de los menores de edad, tal como quedó plasmado, tiene su asidero en
la Constitución Política, en las normas mencionadas y en la jurisprudencia
relacionada, pero sin limitarse a esta. Sin embargo, su sustento no deviene
exclusivamente de nuestra carta magna, pues en el contexto internacional,
existen diferentes instrumentos, como la Declaración Universal de Derechos
Humanos (artículo 2, 25)[45], la Declaración Universal de
los Derechos del Niño (principio 2)[46], el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (artículo 2.1)[47] y el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales (artículo
2.2 y artículo 12)[48],
que le dan una connotación más
amplia[49].
4.7. Es necesario hacer mención
de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño[50], donde expresamente se reitera
el derecho de los menores de edad al disfrute del más alto nivel posible de
salud y servicios para el tratamiento de las enfermedades que padezcan, así
como la rehabilitación de su estado físico. De esta manera, prevé que “Los
Estados Partes asegurarán la plena aplicación de este derecho, y, en
particular, adoptarán las medidas apropiadas para: (…) b) Asegurar la
prestación de la asistencia médica y la atención sanitaria que sean necesarias
a todos los niños, haciendo hincapié en el desarrollo de la atención primaria
de salud”[51].
4.8. En ese orden de ideas, uno
de los principios decantados es el de ‘no discriminación’, desarrollado por el
párrafo 34 de la Observación General No. 14 del Comité de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, el cual sostiene que es deber de los Estados garantizar,
en condiciones de igualdad, el derecho a la salud de todas las personas, “incluidos,
los presos o detenidos, los representantes de las minorías, los solicitantes de
asilo o los inmigrantes ilegales”; por tanto, podría entenderse que los
niños, niñas y adolescentes, migrantes en situación irregular tienen derecho a
la salud, al igual que los menores connacionales[52].
4.9. En tal sentido, la Sentencia
T-565 de 2019 recordó que el mencionado instrumento impuso al Estado el
cumplimiento inmediato de algunos deberes derivados del derecho a la salud: “como
(i) garantizar su ejercicio sin discriminación alguna (artículo 2.2) y (ii) la
obligación de adoptar medidas (artículo 2.1) en aras de la plena realización
del artículo 12, indicando que las medidas deben ser deliberadas y concretas, y
su finalidad debe ser la plena realización del derecho a la salud. Reitera
también que, de acuerdo a la Observación General Nº 12, la realización
progresiva del derecho a la salud a lo largo de un determinado período implica
la obligación concreta y constante de avanzar lo más expedita y eficazmente
posible hacia el objetivo de la plena realización del derecho a la salud”.
4.10. De igual manera, al ser
los niños, niñas y adolescentes sujetos de especial protección constitucional,
la primacía del interés superior del menor está presente en el artículo 3.1 de
la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, al exigir que “en todas
las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o
los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será
el interés superior del niño”[53].
Componentes de Universalidad y
Solidaridad
4.11. A partir del principio de
igualdad del artículo 13 superior[54], las personas con alguna
condición de discapacidad o de enfermedad deben ser protegidas por el Estado,
máxime si por las condiciones físicas o mentales se hallan en situación de
debilidad manifiesta; en complemento, el artículo 47 constitucional establece
que el Estado debe adelantar “una política de previsión, rehabilitación e
integración social para los disminuidos, a quienes se prestará la atención
especializada que requieran”[55].
4.12. En una labor
hermenéutica, la lectura conjunta de los artículos 13 y 47 del texto
constitucional indican que la finalidad es la de implementar y fortalecer la
recuperación y protección de quienes padecen cualquier enfermedad que implique
una disminución física, sensorial o psíquica, logrando un cumplimiento
real y efectivo de la igualdad[56]; y cuando hay menores de por
medio con un estado de bienestar alterado, la Corte los presume como sujetos de
especial protección constitucional y reflejo, de su propia jurisprudencia, ha
manifestado que la protección a los derechos de aquellos debe tener un carácter
prioritario[57].
4.13. Así, la sentencia C-313
de 2014[58], que hizo el estudio previo de
constitucionalidad de la Ley 1751 de 2015, Estatutaria en Salud, afirmó:
“El derecho fundamental a la
salud es autónomo e irrenunciable, tanto en lo individual como en lo colectivo.
En segundo lugar, manifiesta que comprende los servicios de salud de manera
oportuna, eficaz y con calidad para la preservación, el mejoramiento y la
promoción de la salud. En tercer lugar, radica en cabeza del Estado el deber de
adoptar políticas que aseguren la igualdad de trato y oportunidades en el
acceso a las actividades de promoción, prevención, diagnóstico, tratamiento,
rehabilitación y paliación para todas las personas. Finalmente, advierte que la
prestación de este servicio público esencial obligatorio, se ejecuta bajo la
indelegable dirección, supervisión, organización, regulación, coordinación y
control del Estado”.
El anterior párrafo condensa en
gran parte lo anotado hasta el momento; por ejemplo, que el derecho fundamental
a la salud es de carácter autónomo, que los servicios sanitarios deben
brindarse con calidad en todo momento, incluso antes del abordaje de la
enfermedad en las fases de promoción y prevención. Y por supuesto, el papel
preponderante que juega el Estado.
4.14. Por tal razón, el artículo
5° de la Ley 1751 de 2015 trae una serie de obligaciones a cargo del Estado, sin distinción entre
personas nacionales o extranjeras, como: (i) formular y adoptar políticas de
salud dirigidas a garantizar el goce efectivo del derecho en igualdad de trato
y oportunidades para toda la población. Y (ii), velar por el cumplimiento de
los principios del derecho fundamental a la salud en todo el territorio
nacional. Así mismo, el artículo 6° ejusdem, enumera una serie de
elementos y principios propios del derecho fundamental a la salud, entre
los que se puede citar el de universalidad[59] y solidaridad[60]; la disposición en comento insiste en la
necesidad de prever un enfoque diferencial y una atención prioritaria para los
niños, niñas y adolescentes, haciendo una distinción por edades: prenatal,
hasta los 6 años, de 7 a 14 años y de 15 a 18 años[61].
4.15. Pese a que existe una
definición legal del principio de universalidad y de solidaridad, cuando se
hace referencia al derecho a la salud, tal como se indicó en el numeral
anterior, no se debe olvidar que la propia Corte Constitucional ha acuñado sus
propios conceptos, con base en la interpretación de nuestra carta política.
Así, la sentencia C-134 de 1993[62] señaló “La universalidad es
el principio relacionado con la cobertura de la Seguridad Social: comprende a
todas las personas. Ello es natural porque si, como se estableció, la dignidad
es un atributo de la persona, no es entonces concebible que unas personas gocen
de vida digna y otras no. En
cuanto a la solidaridad, es un principio que aspira al valor justicia y que
bebe en las fuentes de la dignidad humana”[63].
4.16. El artículo 32 de la Ley 1438 de
2011 establece el principio de universalización del aseguramiento, según el
cual, “todos los residentes en el país deberán ser afiliados del Sistema
General de Seguridad Social en Salud”. La citada regla contempla que si una
persona requiere atención en salud y no está afiliado, debe procederse según su
capacidad de pago[64] y si cuenta o no con documento de
identificación.
4.17. Otro de los principios y
no menos importante es el de integralidad, que consiste en el deber del Estado
de “prestar los servicios de salud, libre de discriminación y de obstáculos
de cualquier índole, […] garantizando un tratamiento integral, adecuado y
especializado conforme a la enfermedad padecida”. Además “implica que el
servicio suministrado integre todos aquellos medicamentos, exámenes,
procedimientos, intervenciones y terapias que el médico tratante prescriba como
necesarios para efectos de restablecer la salud o mitigar las dolencias que le
impiden al paciente mejorar sus condiciones de vida”[65].
4.18. A modo de síntesis, se
debe indicar que la Constitución Política de 1991 pone en un lugar de
importancia el derecho a la salud, que es visto como servicio público a cargo
del Estado, con una robusta regulación normativa; y tratándose de la salud de
los menores de edad, el artículo 44 superior lo ubica al nivel de derecho
fundamental, siendo deber del Estado, la sociedad y la familia lograr el cumplimiento
de las prerrogativas constitucionales de los niños, niñas y adolescentes, en
aras de garantizar sus máximos niveles de desarrollo, aspecto denominado como
el principio de primacía del interés superior del menor. Lo anterior tiene una
especial relevancia en el ámbito internacional, pues diferentes instrumentos
otorgan al derecho a la salud una mayor protección por dos razones: (i) la
premisa del derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud y servicios
para el tratamiento de las enfermedades que padezcan, así como la
rehabilitación de su estado físico; y, (ii) el principio de no discriminación
que consiste en dar, en condiciones de igualdad.
Igualmente, como corolario de
lo expuesto, es preciso recordar la obligación del Estado en el cumplimiento de
algunos deberes y postulados derivados del derecho a la salud, haciendo mayor énfasis
en las personas con alguna condición de discapacidad o de enfermedad, y en los
menores cuando está de por medio una condición de bienestar alterado, pues
deben ser protegidas por el Estado con toda rigurosidad, máxime si se hallan en
situación de debilidad manifiesta, donde la Corte Constitucional les da el
trato de sujetos de especial protección constitucional y, por ende, la
protección de aquellos tiene un carácter prioritario.
5. Acceso a los servicios del
Sistema de Seguridad Social en Salud colombiano para los niños, niñas y
adolescentes migrantes en condición irregular. Reiteración jurisprudencial
Sustento normativo y
jurisprudencial
5.1. Los extranjeros tienen una
serie de derechos y obligaciones que se establecen tanto en la Constitución
Política como en los distintos instrumentos internacionales. Estos contemplan
disposiciones orientadas a garantizar, sin discriminación alguna, el goce
efectivo de sus libertades y la posibilidad de acceso a diferentes
oportunidades. Todo ello, bajo el absoluto apego a los parámetros que la ley interna
establezca para tales efectos[66].
5.2. Como punto de partida, el
artículo 4° de la Constitución impone a los extranjeros que se encuentren en
territorio nacional un deber de sometimiento a la “Constitución y las leyes,
y respetar y obedecer a las autoridades”. Más adelante, el artículo
13 superior, al hacer alusión al derecho a la igualdad, indica que “Todas
las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección
y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y
oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen
nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica”.
5.3. El artículo 100 superior complementa
el anterior mandato, estableciendo que los extranjeros “disfrutarán en
Colombia de los mismos derechos civiles que se conceden a los colombianos”.
Y que estos “gozarán, en el territorio de la República, de las garantías
concedidas a los nacionales, salvo las limitaciones que establezcan la
Constitución o la ley”. La sentencia T-390 de 2020 citando la
sentencia SU-677 de 2017 estableció que “El reconocimiento de
derechos a los extranjeros, genera la obligación de cumplir todos los deberes
que les sean exigibles en dicha calidad”.
5.4. Como se mencionó en la
sección 4.6, el artículo 2º de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, junto con el artículo 24 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, prevén el principio de igualdad de todas las personas ante la ley.
Esta Corte ha reconocido la titularidad en cabeza de los extranjeros de iguales
derechos y garantías reconocidas a los colombianos, salvo las excepciones y
limitaciones establecidas en la Constitución y la ley. Una de esas excepciones
precisamente es la política migratoria que de manera discrecional define el
Estado en virtud de su poder de soberanía[67].
5.5. Así
las cosas, le es permitido a los Estados establecer una regulación migratoria dando
un trato diferencial para los extranjeros en relación con los nacionales; y
esas diferencias por sí solas no deben tomarse como un trato discriminatorio,
toda vez que tales distinciones deben justificarse por el legislador en razones
constitucionalmente admisibles, que atiendan a los criterios de objetividad y
razonabilidad; en palabras de este alto Tribunal:
“Cuando
el legislador establezca un trato diferente entre el extranjero y el
nacional, será preciso examinar (i) si el objeto regulado permite realizar
tales distinciones; (ii) la clase de derecho que se encuentre comprometido;
(iii) el carácter objetivo y razonable de la medida; (iv) la no afectación de
derechos fundamentales; (v) la no violación de normas internacionales; y, (vi)
las particularidades del caso concreto”[68].
5.6. Con todo lo
expuesto, no se puede perder de vista que se trata del acceso al derecho a
salud de menores de edad que se encuentran en situación migratoria irregular; y
si bien en algún momento pasado la jurisprudencia trató a la salud acorde a su
ubicación en el texto constitucional, como un derecho económico, social y
cultural (DESC), hoy en día dicha discusión debe considerarse superada, al no
quedar duda de la fundamentalidad del derecho a la salud. Frente a este
aspecto, la sentencia T-210 de 2018[69], de manera acertada señaló:
“De
acuerdo con el derecho internacional, los Estados deben garantizar a todos los
migrantes, incluidos aquellos que se encuentran en situación de irregularidad,
no solo la atención de urgencias con perspectiva de derechos humanos, sino la
atención en salud preventiva con un enérgico enfoque de salud pública”.
5.7. A partir de
las anteriores premisas, cabe destacar que el derecho a la salud de los
migrantes, aún en condición irregular, idealmente debe progresar para ir mucho
más allá de la simple atención de urgencia y comprender toda la atención
integral en salud. Así lo reafirma la sentencia en cita cuando dice:
“Sobre
el contenido mínimo esencial del derecho a la salud de los migrantes, se ha
establecido con fundamento en el principio de no discriminación, que (i) el
derecho a la salud debe comprender la atención integral en salud en condiciones
de igualdad e ir mucho más allá de la urgencia. Por eso, de contar con
estándares más bajos, (ii) pese a los limitados recursos disponibles, los
Estados tienen la “obligación concreta y constante de avanzar lo más expedita y
eficazmente posible hacia la plena realización del artículo 12” del Pacto de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales mediante la adopción de medidas;
especialmente y con mayor rigurosidad, cuando dichos estándares atentan contra
una obligación de naturaleza inmediata, como lo es la obligación de no
discriminación en la prestación del servicio de salud”.
5.8. En consecuencia, es deber
del legislador, como órgano de representación popular, “atendiendo a la disponibilidad de
recursos económicos y prioridades coyunturales”[70], en el marco de sus facultades
de configuración normativa y en cumplimiento de los tratados internacionales
sobre DESC que incorporan un mandato de progresividad, adoptar las medidas que
resulten pertinentes para extender la cobertura del sistema de protección
social hacia la población migrante, eliminando toda barrera discriminatoria y/o
que suponga una carga constitucionalmente inadmisible[71].
Del ingreso al Sistema de
Salud en el régimen subsidiado
5.9. La sentencia T-576 de 2019[72] señala que el artículo 157 de
la Ley 100 de 1993 contempla dos caminos para ingresar al SGSSS[73]. El primero de ellos, dirigido
a las personas con capacidad de pago que se afilian al régimen contributivo. Y
el segundo, para toda aquella población sin capacidad de pago, en condición de
pobreza y vulnerabilidad (en este grupo podemos mencionar madres cabezas de
familia, mujeres en estado de gravidez, menores de un año, menores en
condición migratoria irregular, personas mayores de 65 años, entre otros), respecto
de quienes, en cumplimiento a los principios de igualdad, solidaridad y
universalidad, se afirma que tienen igual derecho de acceso a los servicios
sanitarios a través del régimen subsidiado[74].
5.10. Existe todo un andamiaje
de entidades, tanto privadas como públicas, enlistadas en el artículo 155 de la
Ley 100 de 1993, que hacen posible el correcto funcionamiento del SGSSS, a
través del cumplimiento de unos objetivos específicos. En atención al caso analizado
más adelante, se hará hincapié en las obligaciones de los entes territoriales
departamentales, distritales y municipales, en relación con el régimen
subsidiado.
5.11. Los denominados
entes territoriales tienen un rol estratégico, pues cumplen, conforme al
artículo 174 de la Ley 100 de 1993, con “funciones de dirección y
organización de los servicios de salud para garantizar la salud pública y la
oferta de servicios de salud por instituciones públicas, por contratación de
servicios o por el otorgamiento de subsidios a la demanda”. Ahora bien, existen
tres categorías de entes territoriales: departamental, municipal y distrital.
Respecto de esta última, por expresa remisión legal del artículo 45 de la Ley
715 de 2001, tiene un tratamiento muy similar a las dos primeras; por lo que
solamente se hará referencia a los entes departamentales y municipales.
5.11.1. El
artículo 43 de la Ley 715 de 2001 estipula que les corresponde a los
departamentos dirigir, coordinar y vigilar el sector salud y el SGSSS en el
territorio de su jurisdicción. Particularmente en materia de aseguramiento,
acorde con los numerales 43.4.1. y 43.4.3. ibídem se les asignan dos
funciones, la de “Ejercer en su jurisdicción la vigilancia y el control del
aseguramiento en el Sistema General de Seguridad Social en Salud y en los
regímenes de excepción definidos en la Ley 100 de 1993”; y la de “Cofinanciar
la afiliación al Régimen Subsidiado de la población pobre y vulnerable”.
Como se
indicó en la sentencia T-021 de 2021, la Ley 1438 de 2011 introdujo una importante
reforma en lo que tuvo que ver con la unificación de planes de beneficios,
universalidad en el aseguramiento y la garantía de prestación de servicios en
cualquier rincón del país, en un marco de sostenibilidad financiera. Es así que
los entes territoriales asumieron de manera exclusiva la administración del
régimen subsidiado y, por tanto, el control de la afiliación garantizando el
acceso oportuno y de calidad a los servicios de salud[75]. Asimismo,
cumplen con la función de “Gestionar la prestación de los servicios de salud,
de manera oportuna, eficiente y con calidad a la población pobre en lo no
cubierto con subsidios a la demanda, que resida en su jurisdicción, mediante
instituciones prestadoras de servicios de salud públicas o privadas”[76].
5.11.2. El
artículo 44 de la Ley 715 de 2001 da unos lineamientos relacionados con las
competencias de los municipios en materia de asegurabilidad, como los
enunciados en los numerales 44.2.1. y 44.2.2. ibídem, según los cuales deben “Financiar y
cofinanciar la afiliación al Régimen Subsidiado de la población pobre y
vulnerable y ejecutar eficientemente los recursos destinados a tal fin”; e
“identificar a la población pobre y vulnerable en su jurisdicción y
seleccionar a los beneficiarios del Régimen Subsidiado, atendiendo las
disposiciones que regulan la materia”.
5.12. Por la problemática
conocida de desplazamiento masivo del vecino país de colombianos y venezolanos,
que fue expuesta de manera general por la sentencia C-670 de 2015[77] que declaró la exequible el
Decreto 1770 del 2015 “por el cual se declaró el Estado de Emergencia
Económica, Social y Ecológica en parte del territorio nacional”, y de
manera particular por la sentencia SU-677 de 2017, providencia que inició la
línea jurisprudencial en materia de protección del derecho a salud de población
venezolana en situación irregular[78], se ha hecho una reconfiguración
normativa armonizando algunas normas internas con el fin de cumplir los
mandatos superiores en razón al nuevo escenario social de la crisis humanitaria
generada por la masiva migración de venezolanos.
5.13. Así, en el Decreto Único
Reglamentario del Sector Salud se incluye como población vulnerable a los
migrantes colombianos y a su núcleo familiar que han sido repatriados, han
retornado voluntariamente al país, o han sido deportados o expulsados de la
República Bolivariana de Venezuela, para vincularlos de manera prioritaria al
régimen subsidiado. Además, se expidió el Decreto 866 de 2017, por el cual se
impone al Ministerio de Salud y Protección Social la distribución de excedentes
financieros de la Subcuenta del FOSYGA, para que los entes territoriales cubran
el pago de atenciones iniciales de urgencias de migrantes de países vecinos
bajo ciertas restricciones, como: “1. Que corresponda a una atención inicial
de urgencias. 2. Que la persona que recibe la atención no tenga subsidio en
salud en los términos del artículo 32 de la Ley 1438 de 2011, ni cuente con un
seguro que cubra el costo del servicio. 3. Que la persona que recibe la
atención no tenga capacidad de pago. 4. Que la persona que recibe la atención
sea nacional de un país fronterizo. 5. Que la atención haya sido brindada en la
red pública hospitalaria del departamento o distrito” [79].
5.14. En la sentencia T-576 de 2019, se
sostuvo que es el municipio, como ente territorial, el encargado de la implementación, actualización,
administración y operación de la base de datos del SISBÉN, metodología tipo
encuesta diseñada y validada por el Departamento Nacional de Planeación (DNP)
para la identificación de los hogares, familias e individuos más pobres como
potenciales beneficiarios de los programas sociales del Estado, bajo unos
parámetros que atienden la condición económica de la persona, sus ingresos,
nivel educativo, tamaño del grupo familiar, situación sanitaria y geográfica de
la vivienda, entre otras.
De la prestación de servicios
en salud a niños, niñas y adolescentes en condición migratoria irregular,
diferente a la atención inicial de urgencia.
5.15. El artículo 2.1.3.5. del Decreto 780 de 2016 “Único
Reglamentario del sector salud” contempla como requisito de afiliación para
menores de tres meses a siete años, el registro civil de nacimiento. Pero si se
trata de un extranjero, el documento requerido podrá ser el pasaporte, carné
diplomático o salvoconducto de permanencia, según corresponda. Así pues, la
afiliación al SGSSS, conforme los artículos 2.1.3.1., 2.1.3.2. y 2.1.3.4. del
Decreto 780 de 2016, es “un acto que se realiza por una sola vez, por medio
del cual se adquieren los derechos y obligaciones que del mismo se derivan,
mediante la suscripción del formulario físico o electrónico que adopte el
Ministerio”. Ahora bien, son varias las alternativas que nuestra
legislación ha dado a aquel sector específico de los migrantes del vecino país,
como la de la Resolución 5797 de 2017 que creó el Permiso especial de
Permanencia, PEP, alternativa a la que accederán únicamente los extranjeros que
ingresen de manera regular, por un punto de control migratorio. En su momento
esta Corporación afirmó que “los migrantes
irregulares que busquen recibir atención médica integral adicional, en
cumplimiento de los deberes y obligaciones impuestos por el orden jurídico
interno, deben atender la normatividad vigente de afiliación al SGSSS, tal como
ocurre con los ciudadanos nacionales”[80].
5.16.
Adicionalmente, mediante los Decretos 542 y 1288 de 2018, por los cuales se
creó y modificó, respectivamente, el Registro Administrativo de Migrantes
Venezolanos, RAMV[81], el PEP
fue definido como un documento de identificación válido para los venezolanos en
territorio colombiano, permitiéndoles permanecer temporalmente en condiciones
de normalidad migratoria y acceder a la oferta institucional en materia de
salud, educación, trabajo y atención de niños, niñas y adolescentes[82]. La oferta institucional en salud del
referido decreto adicionalmente estableció que los venezolanos inscritos en el
RAMV tienen derecho a ser atendidos por urgencias, programas de vacunación y
control prenatal, entre otros[83].
5.17. En el sentir de la Corte,
el Decreto 1288 de 2018 “es una medida para regular la situación de los
migrantes que están de forma ilegal en el país. Con ello, se pretende que los
ciudadanos venezolanos al registrarse gratuitamente en el RAMV puedan afiliarse
a la seguridad social y recibir una atención integral en salud. Quien no
regularice, no podrá acceder al servicio integral de salud, limitando la
atención únicamente a la unidad de urgencias de las entidades prestadoras de
salud”[84]. Así pues, para los
extranjeros de paso y/o que no han regularizado su situación migratoria dentro
del país, el SGSSS no prevé una cobertura especial que se extienda más allá de
la “atención de urgencias”. Ello significa que, en principio, para acceder a un
servicio integral en salud se requiere que, previamente, los migrantes
venezolanos se presenten ante la autoridad migratoria a fin de obtener un
documento válido de identificación que les permita su afiliación al sistema[85].
Recategorización
jurisprudencial relacionada con la atención en salud de la población venezolana
en situación migratoria irregular con énfasis en los menores de edad
5.18. La sentencia T-452 de
2019 menciona una línea jurisprudencial que inicia con la sentencia T-314 de
2016[86] y continua con la sentencia
SU-677 de 2017[87], en tratándose de casos en los
cuales los accionantes, extranjeros en situación irregular, han solicitado
atención médica de algún tipo más allá del servicio de urgencias, en donde se
les insiste en el deber que les asiste de normalizar su condición migratoria,
a fin de tramitar la afiliación al SGSSS y así, tener pleno acceso al Plan de
Beneficios en Salud (PBS) para tratar íntegramente una enfermedad específica.
Recalca esta jurisprudencia que el proceso de afiliación tiene una serie de
requisitos, sin que exista trato discriminatorio alguno, para nacionales y para
extranjeros.
5.18.1. De la línea
jurisprudencial en comento, la Corte inicialmente conoció casos donde no habían
menores de edad y de situación migratoria diferente a la venezolana, como el de
la sentencia T-314 de 2016, en que se analizó el caso de un extranjero con
diabetes que procedía de Argentina, que después de practicársele una cirugía de
urgencias en el brazo y la pierna derecha a causa de su enfermedad solicitó la
autorización de terapias integrales y la entrega de medicamentos, los cuales
fueron negados por el Fondo Financiero Distrital de Salud y la Secretaría de
Planeación Distrital de Bogotá porque no se encontraba afiliado al SGSSS; en
esa ocasión se negó el amparo pues el accionante podía regularizar su situación
migratoria a través de varios mecanismos y no lo había hecho.
5.18.2. Por otro lado, la
sentencia SU-677 de 2017 analizó el caso de una migrante venezolana en estado
de embarazo, a quien le negaron los controles prenatales y la asistencia al
parto por no encontrarse afiliada al Sistema de Salud, ello por estar en
situación irregular. En dicho fallo se concluyó que el embarazo no era una urgencia,
pero sí requería atención de urgencias, porque su salud se encontraba en un
alto riesgo por las afecciones físicas y psicológicas derivadas de su estado y
de un proceso de migración masiva irregular. En esa oportunidad, la Corte
unificó las reglas sobre la materia al establecer:
“(i) el
deber del Estado colombiano de garantizar algunos derechos fundamentales de los
extranjeros con permanencia irregular en el territorio es limitado; pues deben
ser tratados en condiciones de igualdad respecto de los nacionales colombianos
dentro de ciertos límites de razonabilidad que permiten tratos diferenciados;
(ii) todos los extranjeros tienen la obligación de cumplir la Constitución y
las leyes establecidas para todos los residentes en Colombia; y (iii) los
extranjeros con permanencia irregular en el territorio nacional tienen derecho
a recibir atención básica y de urgencias con cargo al régimen subsidiado cuando
carezcan de recursos económicos, en virtud de la protección de sus derechos a
la vida digna y a la integridad física”.
Así mismo, precisó que si un
extranjero se encuentra con permanencia irregular en el país, “tiene la
obligación de regularizar su situación migratoria para obtener un documento de
identificación válido y así iniciar el proceso de afiliación”. En este caso
la Corte declaró la carencia actual de objeto por hecho superado debido a que
comprobó que las entidades accionadas suministraron los controles prenatales y
atendieron el parto de la accionante[88].
5.18.3. La sentencia T-705 de
2017 conoció el primer caso de un menor de edad venezolano en condición
irregular, diagnosticado con un Linfoma de Hodgkin[89], que cruzó la frontera junto a
sus padres, con el único fin de recibir atención por el servicio de urgencias
en una ciudad fronteriza, pues en su país no se garantizaba su salud. En esa
ocasión, la decisión de primera instancia había concedido de manera transitoria
la tutela, garantizándole todo el tratamiento; sin embargo, la Sala de Revisión
revocó para amparar parcialmente el derecho, en parte porque los servicios de
alojamiento, transporte y alimentación de la madre, no hacían parte de esa ‘atención
inicial de urgencias’.
5.18.4. En la
sentencia T-210 de 2018, la Corte estudió dos casos
acumulados de migrantes venezolanos, en permanencia irregular en Colombia,
quienes pedían acceso al sistema de salud. En el segundo de ellos, se analizó
el caso de un niño venezolano, que tenía una hernia inguinal y una hernia
umbilical, por lo que requería de valoración y atención por cirugía pediátrica.
En el fallo citado, la Corte sostuvo que “la ‘atención de
urgencias’ puede llegar a incluir el tratamiento de enfermedades catastróficas
como el cáncer, cuando los mismos sean solicitados por el médico tratante como
urgentes y, por lo tanto, sean indispensables y no puedan ser retrasados razonablemente
sin poner en riesgo la vida”. En consecuencia, la
Corte accedió al amparo solicitado porque la atención mínima a la que tienen
derecho los migrantes regularizados o no va más allá de preservar los signos
vitales y puede cobijar la atención de enfermedades catastróficas o la
realización de quimioterapias o cirugías, siempre y cuando se demuestre la
urgencia de las mismas.
5.18.5. La
sentencia T-348 de 2018 estudió el caso de un adulto venezolano con permanencia
irregular en territorio nacional, quien solicitaba la entrega de medicamentos
antirretrovirales para tratar su VIH. La Corte le negó el amparo deprecado, por
no cumplir con las reglas trazadas; pues la entrega de medicamentos excede la
atención inicial en urgencias a que tienen derecho los extranjeros. No
obstante, recordó que el concepto de urgencias puede llegar a incluir en
casos especiales procedimientos o intervenciones médicas, siempre y cuando se
acredite su urgencia para preservar la vida y la salud del paciente[90].
5.18.6. También
se encuentra la sentencia T-197 de 2019, en donde la Corporación amparó los
derechos fundamentales a la vida digna y a la salud de un venezolano, porque la
secretaría de salud municipal y la respectiva secretaría de salud departamental
no brindaron la atención médica para tratar su cáncer. En este caso se
reiteraron las reglas jurisprudenciales ya descritas y se destacó que sin
perjuicio de la atención urgente, los migrantes irregulares -que busquen
recibir atención médica integral adicional-, en cumplimiento de los deberes y
obligaciones impuestos por la Constitución y la ley, deben atender la normativa
vigente de afiliación al sistema de salud como ocurre con los ciudadanos
nacionales, para lo cual es necesaria la regularización inmediata de la
situación migratoria.
5.19. De esta línea
jurisprudencial, no cabe duda que la protección dada por la Corte se otorga en
virtud del concepto de persona y de la definición de atención inicial de
urgencias y todo lo que se derive de esta; como por ejemplo en el caso del niño
de dos años con la hernia inguinal escrotal gigante, a quien se le autorizó la
cirugía por urgencia vital[91].
5.20. Ahora bien, la sentencia
T-705 de 2017 (ver supra 5.18.3) es la que inicia una sublínea para el
caso de menores de edad en condición migratoria irregular, donde es indudable
la conceptualización del derecho a la salud, en razón al principio de
solidaridad en el marco de la crisis humanitaria por la masiva migración de
ciudadanos venezolanos a territorio colombiano, incluyendo por primera vez el
análisis de la prevalencia del principio del interés superior de los niños,
niñas y adolescentes, siendo prioridad absoluta la participación solidaria de
las entidades y la sociedad[92].
5.21.En este repaso jurisprudencial,
se presentan otros casos en los que, que por efecto de la acumulación de
expedientes, a pesar de la unidad de materia, no pueden ubicarse dentro de una
categoría específica, porque estudia indistintamente casos de menores con
adultos; como por ejemplo en las sentencias T-210 de 2018 (ver supra 5.18.4)
y T-452 de 2019 Esta última analizó bajo las mismas reglas jurisprudenciales cuatro
casos, uno de ellos que involucró a un menor de edad de 12 años en situación
irregular, al que se le diagnosticó un tumor de comportamiento incierto o
desconocido del labio, de la cavidad bucal y de la faringe, que requería la
práctica de un TAC de senos paranasales, con el fin de determinar la
conducta a seguir. En esa oportunidad, la Corte declaró la carencia actual del
objeto al constatar que el tratamiento se venía brindado en cumplimiento de
otro fallo de tutela; de todas formas, se advirtió que una adecuada atención de
urgencias supone, en algunas situaciones concretas, emplear “(…) todos los
medios necesarios y disponibles para estabilizar la situación de salud del
paciente, preservar su vida y atender sus necesidades básicas”[93].
5.22. En
conclusión, tal como se sostuvo en la sentencia T-021 de 2021 que reitero el
fallo T-390 de 2020, para el caso de los adultos migrantes en situación
irregular que tienen la intención de hacer uso de los servicios en salud en
territorio nacional, las reglas de contenido normativo aplicables son una carga
constitucionalmente admisible y razonable a la luz de su calidad de migrantes.
No obstante, en el caso de los menores de edad extranjeros irregulares que
padecen una enfermedad que requiere un tratamiento, dicha carga resulta
desproporcional, no solo por su condición de menores, sino también por el
estado de vulnerabilidad en que se encuentran a causa de: (i) su patología y
(ii) haber salido repentinamente de su lugar de origen. Al respecto, recuerda
la Sala que los niños, niñas y adolescentes son sujetos de especial protección
constitucional y que la garantía de sus derechos es prevalente, máxime cuando,
por sus condiciones físicas o mentales, se hallan en situación de debilidad
manifiesta[94].
5.23. Por ende, a partir de la
sentencia T-178 de 2019[95], que conoció el caso de un
bebe de algunos meses, al que se le negó la afiliación debido a que sus padres
se encontraban en situación migratoria irregular, se afirmó que no es imputable
a los menores extranjeros su condición de “irregular” en el territorio
colombiano y que, como consecuencia de ello, carezcan del correspondiente
permiso que exige la ley para ser afiliados al SGSSS. En otras palabras, no es dable
endilgar algún tipo de responsabilidad a los niños, niñas y adolescentes por la
situación que provocaron sus padres o representantes legales, que por la falta
de diligencia o cuidado no gestionaron oportunamente los trámites
administrativos de regularización de su condición migratoria y la de sus hijos.
Situación que no puede traer como consecuencia el menoscabo de los derechos a
la vida, la salud, la integridad física y la dignidad humana de los menores.
Pues, como ha reiterado la jurisprudencia de esta Corte, en tratándose de
niños, niñas y adolescentes, resulta inadmisible culparlos por los efectos
adversos derivados de una mala gestión en la defensa de sus derechos[96].
5.24. Finalmente, la
jurisprudencia ha sido consciente de situaciones “límite” y “excepcionales” que
han permitido avanzar en una línea de protección que admita una cobertura
médica que sobrepase la atención de urgencias para el caso de los extranjeros
en situación de irregularidad que padecen de enfermedades graves. Y para el
caso de niños, niñas y adolescentes extranjeros no regularizados, que se ven
menoscabados en su salud física y mental, no es deber de los menores asumir una
carga pública que, por razones de su edad y su condición de vulnerabilidad
derivada de su afección, le es atribuible a sus representantes legales, sin que
la falta de diligencia de estos últimos, en lo que se refiere a la legalización
de su estado migratorio, pueda proyectarse negativamente en el goce efectivo de
los derechos fundamentales de sus hijos[97].
6. Análisis del caso en concreto
6.1. Se desprende del escrito
introductorio que la señora Gleivyn Zulvey González Peña instauró acción de tutela, para
que se ordene al Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander expedir
a favor de su hijo Deiber Jesús Gutiérrez González, de 6 años de edad, de
nacionalidad venezolana y en condición migratoria irregular desde el 12 de junio
de 2020 (debido al vencimiento del salvoconducto tipo SC2 y la imposibilidad de
renovarlo por la situación del COVID 19), autorización de cita de control por
la especialidad de cardiología pediátrica, ecocardiograma trans torácico y
afiliación al régimen subsidiado de salud, en razón a su cuadro de
atresia pulmonar, comunicación interventricular, verdaderas arterias pulmonares
confluentes y colaterales, remanente de arco aórtico izquierdo a manera de
ventrículo de Kommerell, falla cardiaca derecha e hipotiroidismo.
6.2. Del trámite de amparo conoció en única
instancia el Juzgado Primero Penal Municipal para Adolescentes con Función de
Control de Garantías de Cúcuta que, mediante providencia del 24 de agosto de
2020, negó el amparo del derecho fundamental a la salud.
Como fundamento de esta
decisión, citó la sentencia T-210 de 2018, para indicar que cuando los
migrantes irregulares carezcan de recursos económicos, tienen derecho a recibir
la atención de urgencias con cargo al departamento, que en algunos casos “puede
llegar a incluir el tratamiento de enfermedades catastróficas, cuando los
mismos sean solicitados por el médico tratante como urgentes”. En ese orden
de ideas, determinó que al menor Deiber Jesús Gutiérrez se le habían prestado
todos los servicios de urgencias en la Clínica Medical Duarte y que en la
medida en que el médico en sus órdenes médicas no conceptuó sobre la urgencia
de los mismos, no podía concluirse que fueran urgentes, debiendo agotar el
trámite que le permita obtener un documento de identificación válido y así
afiliarse al sistema.
6.3. Del dossier que
contiene el acervo probatorio, la Sala observó que el menor Deiber Jesús,
debido a las múltiples patologías (ver supra 6.1) fue sometido a una
cirugía cardiovascular el 14 de mayo de 2020 en la Clínica Medical Duarte, en
la ciudad de Cúcuta, que implicó la conexión del ventrículo derecho a la
arteria pulmonar, cierre de comunicación interventricular, ligadura de
colateral y cierre de comunicación intraauricular, y permanecer hospitalizado
hasta su egreso, ocurrido 01 de junio de 2020, instante en el cual le
expidieron una orden para que programara una cita de control por la
especialidad de cardiología pediátrica y la toma de un ecocardiograma transtorácico.
El Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander, que en un comienzo
había autorizado la cirugía en mención, decidió negar los controles derivados
de esta[98], en razón a que el paciente debía legalizar su estatus
migratorio, a pesar de conocer de las medidas restrictivas a la movilidad
ocasionadas por el COVID-19 en la época en que sucedieron los hechos y de que
se trataba de la salud de un menor de edad, que requiere seguimiento a una
cirugía de esas características.
6.4. En el trámite de revisión,
en auto del 28 de enero
de 2021se vinculó a la entidad Migración Colombia, quien mediante dos escritos[99] se pronunció sobre: (i) los
hechos relacionados en la tutela, (ii) la existencia de un trámite en curso
para “el reconocimiento de la condición de refugiado” de fecha 11
de febrero de 2021, utilizado para actualizar el salvoconducto tipo SC2 del
menor Deiber Jesús Gutiérrez González y su progenitora, y (iii) la no existencia
de una dirección de residencia, ni de números celulares de la accionante en
territorio colombiano, que hagan presumir un ánimo de permanencia en territorio
colombiano.
Asimismo, en
respuesta del 18 de febrero de 2021, la Unidad Administrativa Especial
Migración Colombia informó que, mientras se lleva a cabo la referida renovación
del documento Salvoconducto SC2, la cual parece no tener plazo acorde con lo
anotado por esta, la accionante y su hijo cuentan con una tarjeta de tránsito
fronterizo o tarjeta de movilidad fronteriza que les permite circular por
varios puestos de control migratorios tales como el de Paraguachón, Simón Bolívar
o Puerto Santander, permiso que no otorga derecho alguno.
6.5. En un juicioso ejercicio de
análisis de valoración del material probatorio, la Sala considera que la
entidad accionada, Instituto
Departamental de Salud de Norte de Santander, desconoció el derecho fundamental a
la salud del menor Deiber Jesús Gutiérrez, puesto que se negó a autorizarle de
manera expresa los servicios médicos (cita de control por cardiología
pediátrica y examen de ecocardiograma transtorácico) que la doctora Sandra
Flórez prescribió al egreso del paciente, el 01 de junio de 2020, como
consecuencia directa del seguimiento o controles que debió hacerse dentro del
mes siguiente a la intervención de corazón, que fue asumida al considerarse una
atención de urgencias. De esta manera, tal como se estableció en la sentencia
T-210 de 2018, la atención de urgencias debe verse con un enfoque de derechos
humanos y de manera integral; esto quiere decir que el procedimiento efectuado
requiere de un seguimiento mínimo por parte de los especialistas, que no se da
ni más ni menos, que con la consulta al cardiólogo pediatra y con la toma de un
ecocardiograma transtorácico.
6.6. Por tanto, no es admisible el
argumento invocado por el ente accionado, que habiendo autorizado la cirugía de
corazón que necesitaba con urgencia el niño Deiber Jesús, niegue los servicios ordenados,
por el mero hecho de que el menor no cuente con un documento de identificación
válido que sirva para afiliarse al SGSSS; puesto que denota una posición legalista
que no atiende los postulados del interés superior del menor trazados por la
jurisprudencia y la Constitución Política, tal como se expuso en la parte
motiva de la presente providencia. En este sentido, como se reiteró en la
sentencia T-021 de 2021: “el Estado está en la obligación de prestar los
servicios de salud a los menores de edad que sufren de algún tipo de afección
física y mental y de garantizarles un tratamiento integral, adecuado y
especializado conforme a la enfermedad padecida, incluyendo a los niños, niñas
y adolescentes migrantes, a pesar de que no se encuentren regularizados en el
país y, en consecuencia, no estén vinculados al SGSSS”.
6.7. A partir de lo decantado
por la jurisprudencia, respecto de los menores de edad extranjeros en condición
migratoria irregular, la falta de diligencia o cuidado de sus
padres o representantes legales, por no haber gestionado oportunamente los
trámites para legalizar la condición migratoria y adelantar la afiliación al
SGSSS de sus hijos, o como ocurrió en este caso, que la situación se dio, por
la conocida pandemia provocada por el COVID-19, no puede resultar en la no prestación de
los servicios que los menores requieren con necesidad.
6.8. En aras de
preservar la salud del menor Deiber Jesús, acorde con la historia clínica
aportada y del trámite surtido en sede constitucional, en aplicación a las
reglas fijadas por la jurisprudencia en la materia, la Corte tutelará el
derecho a la salud del afectado y, en consecuencia, ordenará al Instituto
Departamental de Salud de Norte de Santander que autorice la cita de control por
la especialidad de cardiología pediátrica y el examen ecocardiograma transtorácico,
con el fin de garantizar el cubrimiento de los servicios médicos que requiere
con necesidad para el tratamiento de sus enfermedades. Asimismo, se instará al
Personero Municipal de Cúcuta para que, vigile el cumplimiento de la presente
providencia y, en caso de establecer algún incumplimiento, interponga las
acciones constitucionales y legales a que hubiere lugar; y, acompañe a la
accionante para realizar todos los trámites pertinentes para su regularización
y afiliación al Sistema General de Seguridad Social en Salud.
6.9. Por otro
lado, no se encontró vulnerado el derecho a la seguridad social, ya que la
regulación en esta materia establece por igual y sin discriminación requisitos
cuyos destinatarios son los colombianos y los migrantes sin importar su estatus
migratorio; en ese sentido, se tiene que la accionante presentó solicitud para
el reconocimiento de la condición de refugiado el día 11 de febrero de 2021,
según lo anotado por Migración Colombia en sede constitucional, lo que le
permitirá obtener la renovación del salvoconducto tipo SC2, el que le da la
posibilidad de afiliarse al SGSSS. En este caso, lo que sí llamó la atención,
es que la Unidad Administrativa Especial no tenga establecido un término para
pronunciarse sobre la petición efectuada por Gleivyn Zulvey González Peña, por
lo que la Sala Ordenará a Migración Colombia, si aún no lo ha hecho, que en un
plazo de un (1) mes a partir de la notificación de la presente sentencia, se
pronuncie de fondo respecto de la solicitud radicada en la fecha arriba
mencionada.
Por lo expuesto, la Sala
revocará la sentencia de única instancia del 24 de agosto de 2020, proferida por el
Juzgado Primero Penal para Adolescentes con Función de Control de Garantías de
Cúcuta, que negó el amparo del derecho fundamental a la salud, y en su
lugar, protegerá el derecho fundamental a la salud del menor Deiber Jesus
Gutiérrez González, vulnerado por el Instituto Departamental de Salud de Norte
de Santander.
III. DECISIÓN
En
mérito de lo expuesto, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional,
administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución
Política,
RESUELVE
Primero. - REVOCAR la
sentencia de única de instancia proferida el 24 de agosto de 2020 por el Juzgado Primero Penal para
Adolescentes con Función de Control de Garantías de Cúcuta, que negó la protección de los derechos
fundamentales invocados, y en su lugar CONCEDER la tutela del
derecho fundamental a la salud del menor Deiber Jesús Gutiérrez González,
vulnerado por el Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander.
Asimismo, NEGAR el amparo respecto del derecho a la seguridad social,
por las razones expuestas en esta providencia.
Segundo.- ORDENAR al
Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander que, en un término de
cuarenta y ocho (48) horas, a partir de la notificación de la presente
decisión, autorice
al menor Deiber Jesús Gutiérrez González cita con la especialidad de cardiología
pediátrica y examen de ecocardiograma transtorácico que le fueran ordenados por
el médico tratante, los cuales deberán realizarse dentro de los diez (10)
siguientes a la autorización, para así garantizar el cubrimiento de los
servicios médicos que requiere con necesidad para el tratamiento de sus
patologías.
Tercero.- ADVERTIR al
Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander para que, en lo
sucesivo, se abstenga de negar el acceso a los servicios de salud del menor
Deiber Gutiérrez con respecto al tratamiento de sus padecimientos coronarios de
conformidad con la prescripción de su médico tratante.
Cuarto. -ORDENAR a la Unidad
Administrativa Especial Migración Colombia a que, en un plazo de un (1) mes a partir de la notificación de la
presente sentencia, si aún no lo ha hecho, se pronuncie de fondo respecto de la
solicitud radicada el 11 de febrero de 2021 por la accionante Gleivyn Zulvey
González Peña.
Quinto. INSTAR
al Personero Municipal de Cúcuta para que, vigile el cumplimiento de la
presente providencia y, en caso de evidenciar algún incumplimiento, interponga
las acciones constitucionales y legales a que hubiere lugar. Así como,
acompañar a la accionante para realizar todos los trámites pertinentes para su
regularización y afiliación al Sistema General de Seguridad Social en Salud.
Sexto- DESVINCULAR a la
Clínica Medical Duarte y a la Secretaría de Salud Municipal de Cúcuta del
proceso de tutela surtido.
Séptimo. - Por Secretaría
General, LÍBRENSE las comunicaciones de que trata el artículo
36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese,
comuníquese, publíquese y cúmplase.
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
ALBERTO ROJAS RÍOS
Magistrado
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
[1] La Sala de Selección de
Tutelas Número Siete la integraron los magistrados Cristina Pardo Schlesinger y
Alberto Rojas Ríos.
[2] Página 24 del archivo PDF
Tutela 0308-2020Digitalizada, expediente T-8.006.896.
[3] La página web ‘Medline Plus’ define la atresia pulmonar como una
enfermedad cardíaca congénita en la cual la válvula pulmonar no se forma de
manera apropiada. La válvula pulmonar es una abertura en el lado derecho del
corazón que regula el flujo de sangre desde el ventrículo derecho (cámara de
bombeo del lado derecho) hacia los pulmones. En la atresia pulmonar, las valvas
de la válvula están fusionadas. Esto hace que se forme una capa sólida de
tejido donde debería estar la abertura de la válvula. Como consecuencia, el
flujo normal de sangre a los pulmones se bloquea. Debido a este defecto, la
sangre del lado derecho del corazón no puede llegar a los pulmones para recoger
oxígeno.
[4] La comunicación interventricular es un orificio en el corazón y
constituye un defecto cardíaco frecuente que está presente al momento del
nacimiento. El defecto se presenta en la pared (tabique) que separa las
cavidades inferiores del corazón (ventrículos) y permite que la sangre pase del
lado izquierdo al derecho del corazón. Luego, la sangre rica en oxígeno se
bombea de regreso a los pulmones y no hacia el cuerpo, por lo que el corazón
debe trabajar más intensamente.
[5] Una anomalía anatómica del cayado aórtico y de los troncos supra aórticos.
También llamado Arco aórtico derecho con arteria subclavia aberrante.
[6] En palabras sencillas, la insuficiencia cardiaca es una afección en la
cual el corazón no puede bombear la cantidad de sangre que el cuerpo necesita.
La insuficiencia cardiaca no significa que el corazón se ha detenido o está por
dejar de funcionar. Indica que el corazón no puede bombear la sangre de la
manera que debería hacerlo. (https://medlineplus.gov/spanish/heartfailure.html)
[7] Página 24 del archivo PDF Tutela
0308-2020Digitalizada, expediente T-8.006.896.
[8] Página 27 del archivo PDF
Tutela 0308-2020Digitalizada, expediente T-8.006.896.
[9] Ibídem.
[10] Página 35
del archivo PDF Tutela 0308-2020Digitalizada, expediente T-8.006.896.
[11] Página 36
del archivo PDF Tutela 0308-2020Digitalizada, expediente T-8.006.896.
[12] Ibídem.
[13] A diferencia del
ecocardiograma transtorácico, en el ecocardiograma transesofágico el transductor (dispositivo que tiene la
capacidad de transformar una determinada manifestación de energía de entrada,
en otra diferente de salida), no se apoya sobre el tórax, sino que se introduce
en forma de sonda por el esófago. Suele ser la continuación de la
ecocardiografía transtorácica y aporta mucha más información, por lo que, a
pesar de ser más invasiva y requerir más tiempo, puede ser necesaria.
[14] Es el tipo más frecuente de ecocardiograma. No provoca dolor ni
molestias y consiste en la colocación externa del transductor en la pared
torácica para ir observando las diferentes partes del corazón. No requiere
preparación alguna y se puede hacer vida normal antes y después de la prueba.
[15] Página 51
del archivo PDF Tutela 0308-2020Digitalizada, expediente T-8.006.896.
[16] Página 45 a
47 del archivo PDF Tutela 0308-2020Digitalizada, expediente T-8.896.006.
[17] En esa ocasión, la Corte estudió el caso de un
ciudadano argentino, a quien se le había diagnosticado diabetes y requería de
terapias integrales y medicamentos como consecuencia de una cirugía que se le
realizó en el brazo y pierna del lado derecho. Como temas objeto de estudio, en
su momento se analizó la universalidad del derecho a la salud, los tipos de
visas y las formas de regularizar la estadía en el país, e igualmente se
pronunció sobre las obligaciones de las entidades territoriales a la hora de
atender a extranjeros no regularizados.
[18] Página 51
del archivo PDF Tutela 0308-2020Digitalizada, expediente T-8.006.896.
[19] Folios 14 y 15 del cuaderno constitucional, expediente T-7.875.215.
[20] Archivo digitalizado, expediente
T-8.006.896
[21] Corte
Constitucional, sentencias C-483 de 2008 (MP Rodrigo Escobar Gil); T-171 de
2018 (MP Cristina Pardo Schlesinger); T-025 de 2019 (MP Alberto Rojas Ríos);
T-576 de 2019 (MP Cristina Pardo Schlesinger); entre otras.
[22] Del
perjuicio irremediable en salud, pueden consultarse las sentencias T-036 de
2017 (MP Alejandro Linares Cantillo); T-436 de 2019 (MP Antonio José Lizarazo),
T-375 de 2018 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado); T-003 de 2020 (MP Diana Fajardo
Rivera); entre otras.
[23] El inciso 1º del artículo
86 de la Constitución Política de Colombia señala que “Toda persona tendrá
acción de tutela para reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar,
mediante un procedimiento preferente y sumario, por si misma o por quien actúe
a su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales (…)”. También, el artículo 10º del Decreto 2591 de 1991 le
brinda la posibilidad a esa persona de agenciar derechos ajenos cuando el
titular de los mismos no está en posibilidad de ejercer su propia defensa.
[24] Corte Constitucional,
sentencia SU-677 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado; AV Alejandro Linares
Cantillo, Diana Fajardo Rivera; SPV Gloria Stella Ortiz Delgado, José Fernando
Reyes Cuartas, Alberto Rojas Ríos; SV Antonio José Lizarazo Ocampo).
[25] Corte Constitucional,
sentencias T-210 de 2018 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado); T-010 de 2019 y
T-006 de 2020 (MP Cristina Pardo Schlesinger); T-025 de 2019 (MP Alberto Rojas
Ríos);
[26] Corte Constitucional,
sentencias T-266 de 2014 y T-029 de 2016 (MP Alberto Rojas Ríos); T-576 de 2019
y T-390 de 2020 (MP Cristina Pardo Schlesinger).
[27] Corte Constitucional, sentencia T-021
de 2021 (MP Cristina Pardo
Schlesinger).
[28] Al respecto, ver artículo 83 de la Constitución
Política.
[29] Corte Constitucional,
sentencia T-390 de 2020 (MP Cristina Pardo Schlesinger).
[30] Corte Constitucional, sentencias T-579 de 2019 y T-390 de 2020 (MP
Cristina Pardo Schlesinger).
[31] Corte Constitucional, Sentencias T-245 de 2015 (MP Marta Victoria
Sáchica Méndez); SU-108 de 2018 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado); SU-184 de
2019 (MP Alberto Rojas Ríos); entre otras.
[32] Corte Constitucional, Sentencias T-196 de 2018 y T-010 de 2019 (MP
Cristina Pardo Schlesinger); T-452 de 2019 (MP José Fernando Reyes Cuartas).
[33] Corte Constitucional, Sentencia T-390 de 2020 (MP Cristina Pardo
Schlesinger).
[34] Artículo 41. Función Jurisdiccional de la Superintendencia Nacional de
Salud. Con el fin de garantizar la efectiva prestación del derecho a la salud
de los usuarios del Sistema General de Seguridad Social en Salud y en ejercicio
del artículo 116 de la Constitución Política, la Superintendencia Nacional de
Salud podrá conocer y fallar en derecho, y con las facultades propias de un
juez en los siguientes asuntos: a) Cobertura de los servicios, tecnologías en
salud o procedimientos incluidos en el Plan de Beneficios en Salud (Plan
Obligatorio de Salud), cuando su negativa por parte de las Entidades Promotoras
de Salud o entidades que se les asimilen ponga en riesgo o amenace la salud del
usuario, consultando la Constitución Política y las normas que regulen la
materia.
[35] M.P. Alberto Rojas Ríos y José Fernando Reyes Cuartas.
[36] A efectos de profundizar en el tema planteado, se sugiere consultar las
sentencias T-425 de 2017, T-117 de 2019, T-576 de 2019 y T-390 de 2020 (MP
Cristina Pardo Schlesinger); T-436 de 2019 (MP Antonio José Lizarazo Ocampo);
T-058 de 2020 (MP Carlos Bernal Pulido).
[37] Corte Constitucional, Sentencia SU-508 de 2020 (MP Alberto Rojas
Ríos y José Fernando Reyes Cuartas.
[38] MP José Fernando Reyes Cuartas.
[39] El juez de instancia mencionó las sentencias T314
de 2016 y T-705de2017
[40] Corte Constitucional, Sentencia T-117 de 2019 (MP Cristina Pardo Schlesinger).
[41] Corte Constitucional, Sentencia T-196 de 2018 y T-021 de 2021 (MP
Cristina Pardo Schlesinger).
[42] Corte Constitucional. Sentencia T-390 de 2020.
[43] Corte Constitucional, Sentencias SU-677 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz
Delgado); T-468 de 2018 (MP Diana Fajardo Rivera); Sentencia T-231 de 2019 (MP
Cristina Pardo Schlesinger).
[44] Corte Constitucional, Sentencia T-565 de 2019 (MP Alberto Rojas Ríos).
[45] Artículo 2. Toda persona tiene todos los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo,
idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional
o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no
se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o
internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona
(…). Artículo 25. 1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que
le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios
sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de
subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad. 2. La maternidad
y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los
niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual
protección social.
[46] Principio II: El niño gozará de una protección especial y dispondrá de
oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios,
para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en
forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad. Al
promulgar leyes con este fin, la consideración fundamental a la que se atendrá
será el interés superior del niño.
[47] Artículo 2.1. Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se
compromete a respetar y a garantizar a todos los individuos que se encuentren
en su territorio y estén sujetos a su jurisdicción los derechos reconocidos en
el presente Pacto, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma,
religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición social.
[48] Artículo 2.2. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a
garantizar el ejercicio de los derechos que en él se enuncian, sin
discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión,
opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición social. Artículo 12: 1. Los
Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al
disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental. 2. Entre las
medidas que deberán adoptar los Estados Partes en el Pacto a fin de asegurar la
plena efectividad de este derecho, figurarán las necesarias para: a) La
reducción de la mortinatalidad y de la mortalidad infantil, y el sano
desarrollo de los niños; b) El mejoramiento en todos sus aspectos de la higiene
del trabajo y del medio ambiente; c) La prevención y el tratamiento de las
enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de otra índole, y la lucha
contra ellas; d) La creación de condiciones que aseguren a todos asistencia
médica y servicios médicos en caso de enfermedad.
[49] Corte Constitucional, Sentencias T-565 de 2019 (MP Alberto Rojas Ríos);
y T- 390 de 2020 (MP Cristina Pardo Schlesinger).
[50] La cual fue adoptada por Colombia, mediante la Ley 12 de 1991.
[51] Artículo 24 de la Ley 12 de 1991.
[52] Ibídem.
[53] Corte Constitucional, Sentencia T-196 de 2018
(MP Cristina Pardo Schlesinger).
[54] Artículo 13 de la Constitución Política “El Estado protegerá
especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o
mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los
abusos o maltratos que contra ellas se cometan.
[55] Corte Constitucional, Sentencia T-196 de 2018 (MP Cristina Pardo Schlesinger).
[56] Corte Constitucional,
Sentencia T-446 de 2018 (MP Antonio José Lizarazo Ocampo).
[57] Corte Constitucional, Sentencias T-586 de 2013 (MP Nilson Pinilla
Pinilla); Sentencia T-200 de 2014 (MP Alberto Rojas Ríos); T-705 de 2017 (MP
José Fernando Reyes Cuartas).
[58] MP Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[59] “Los residentes en el territorio colombiano gozarán efectivamente
del derecho fundamental a la salud en todas las etapas de la vida”.
[60] “El sistema está basado en el mutuo apoyo entre las personas,
generaciones, los sectores económicos, las regiones y las comunidades”.
[61] Ver literal f), artículo 6° de la Ley 1751 de 2015.
[62] MP Alejandro Martínez Caballero.
[63] Corte Constitucional, Sentencias T-730 de 1999 y T-618 de 2000 (MP
Alejandro Martínez Caballero).
[64] Ley 1438 de 2011, artículo 32. Cuando la persona manifiesta no tener
capacidad de pago, “debe ser atendida obligatoriamente. La afiliación
inicial se hará a la Entidad Promotora de Salud del Régimen Subsidiado mediante
el mecanismo simplificado que se desarrolle para tal fin. Realizada la
afiliación, la Entidad Promotora de Salud, verificará en un plazo no mayor a
ocho (8) días hábiles si la persona es elegible para el subsidio en salud. De
no serlo, se cancelará la afiliación y la Entidad Promotora de Salud procederá
a realizar el cobro de los servicios prestados. Se podrá reactivar la
afiliación al Régimen Subsidiado cuando se acredite las condiciones que dan
derecho al subsidio. En todo caso el pago de los servicios de salud prestados
será cancelado por la Entidad Promotora de Salud si efectivamente se afilió a
ella; si no se afilió se pagarán con recursos de oferta a la institución
prestadora de servicios de salud, de conformidad con la normatividad general
vigente para el pago de los servicios de salud”.
[65] Corte Constitucional, Sentencias T-705 de 2017 (MP José Fernando Reyes
Cuartas), T-390 de 2020 y T-021 de 2021 (MP Cristina Pardo Schlesinger).
[66] Corte Constitucional, Sentencia SU-677 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz
Delgado).
[67] Ver, Palacios Sanabria, M., Los derechos de los extranjeros como límite
a la soberanía de los Estados, 23 International Law, Revista Colombiana de
Derecho Internacional, Págs.: 319-352 (2013).
[68] Corte
Constitucional, Sentencia C-725 de 2015 (MP Myriam Ávila Roldan).
[69] MP Gloria Stella Ortiz Delgado.
[70] Corte Constitucional,
Sentencias T-210 de 2018 (MP Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[71] Corte Constitucional,
SentencT-390 de 2020 (MP Cristina Pardo Schlesinger).
[72] En el mismo sentido se pueden consultar las sentencias T-390 de
2020 y T-021 de 2021 (MP Cristina Pardo Schlesinger).
[73] El artículo 157 de
la ley 100 de 1993 establecía una tercera modalidad para acceder al SGSSS y
eran los denominados vinculados al sistema, figura que desapareció con la
expedición de la ley 1438 de 2011.
[74] Corte Constitucional, Sentencia T-576
de 2019 (MP Cristina Pardo
Schlesinger).
[75] Ver artículos 1, 2, y 29 de la Ley 1438 de 2011.
[76] Ver artículo 43.2.1. de la Ley 715 de 2001.
[77] MP María Victoria Calle Correa.
[78] Algunas otras sentencias que pueden ser consultadas son la T-705 de
2017 (MP José Fernando Reyes), T-210 de 2018 (MP Gloria Stella Ortiz), T-025 de
2019 (MP Alberto Rojas Ríos).
[79] Corte Constitucional, sentencias T-452 de 2019 (MP
José Fernando Reyes Cuartas);
T-565
de 2019 (MP Alberto Rojas Ríos).
[80] Corte Constitucional, Sentencia T-197
de 2019 (MP Diana Rivera
Fajardo).
[81] Por medio del cual se adoptan medidas para garantizar el acceso de las
personas inscritas en el Registro Administrativo de Migrantes Venezolanos a la
oferta institucional y se dictan otras medidas sobre el retorno de
colombianos". Dicho
Decreto fue reglamentado por la Resolución 6370 de 2018.
[82] Corte Constitucional,
Sentencia T-390 de 2020 (MP Cristina Pardo Schlesinger).
[83] Corte Constitucional, Sentencia T-576 de 2019 (MP
Cristina Pardo Schlesinger).
[84] Corte Constitucional, Sentencia T-452 de 2019 (MP
José Fernando Reyes Cuartas).
[85] Corte Constitucional, Sentencia T-390 de 2020 (MP
Cristina Pardo Schlesinger).
[86] MP Gloria Stella Ortiz Delgado.
[87] Corte
Constitucional, T-705 de 2017 (MP José Fernando Reyes Cuartas); T-210 de 2018
(Gloria Stella Ortiz Delgado); T-197 de 2019 (MP Diana Fajardo Rivera); T-452
de 2019 (MP José Fernando Reyes Cuartas); T-565 de 2019 (MP Alberto Rojas
Ríos); T-576 de 2019 (MP Cristina Pardo Schlesinger); T-390 de 2020 (MP
Cristina Pardo Schlesinger).
[88] Corte Constitucional, Sentencia T-452 de 2019 (MP
José Fernando Reyes Cuartas).
[89] La American Cancer Society, define el Linfoma de Hodgkin, como
un tipo de cáncer que se origina en el sistema linfático, por el crecimiento
descontrolado de un tipo de células denominadas linfocitos B.
[90] Sobre el mismo tema, también puede consultarse la sentencia T-025
de 2019 (MP Alberto Rojas Ríos).
[91] Corte Constitucional, Sentencia T-210 de 2018 (MP
Gloria Stella Ortiz Delgado).
[92] Sobre la protección de derecho fundamental a la salud en
menores de edad puede consultarse las sentencias T-576 de 2019, T-390 de 2020 y
T-021 de 2021, todas con ponencia de la magistrada Cristina Pardo Schlesinger
[93] Sentencia T-452 de 2019 (MP José Fernando reyes Cuartas).
[94] MP Cristina Pardo Schlesinger.
[95] MP Cristina Pardo Schlesinger.
[96] Corte Constitucional, Sentencia T-390 de 2020 (MP Cristina Pardo
Schlesinger).
[97] Corte Constitucional, Sentencia T-021 de 2021 (MP Cristina Pardo
Schlesinger).
[98] Debe mencionarse que el procedimiento negado por el ente accionado
fue el ecocardiograma transesofágico y no el de ecocardiograma transtorácico
como venía originalmente en la formula médica.
[99] El primero de ellos se dio en el auto de vinculación
pronunciándose sobre los hechos de la tutela; y un segundo escrito se radico
durante el término de traslado del Artículo 64 del Reglamento Interno de esta
Corporación. |
14 | C-022-21
Sentencia
C-022/21
Referencia: Expediente D-13.743
Demanda de inconstitucionalidad contra
la Ley 1996 de 2019 "Por medio de la cual se establece el régimen para
el ejercicio de la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de
edad".
Magistrada
Sustanciadora
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Bogotá, D.C., cuatro (4) de
febrero de dos mi veintiuno (2021).
La Sala Plena de la Corte Constitucional, en
ejercicio de sus atribuciones constitucionales y en cumplimiento de los
requisitos y trámites establecidos, en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la
siguiente
SENTENCIA
I.
ANTECEDENTES
1.
En ejercicio de la acción pública de
inconstitucionalidad establecida en los artículos 241 y 242 de la Constitución
Política, el ciudadano Edier Esteban Manco Pineda demandó la Ley 1996 de 2019 "Por
medio de la cual se establece el régimen para el ejercicio de la capacidad
legal de las personas con discapacidad mayores de edad". La demanda fue radicada con el número D-13.743.
2.
La Sala Plena en
sesión del veintisiete (27) de mayo de dos mil veinte (2020), previo sorteo de
rigor remitió el asunto al Despacho de la suscrita Magistrada para impartir el
trámite correspondiente.[1]
3.
Mediante auto del 12 de junio de
2010, teniendo en cuenta lo establecido por la Sala Plena en el Auto 121 de
2020, la magistrada admitió el cargo formulado por el actor contra la
integralidad de la Ley 1996 de 2019 por desconocer presuntamente los
artículos 152 y 153 de la Constitución Política.
En este mismo auto el despacho
procedió a: (i) comunicar el presente proceso a la Presidencia de la
República, al Presidente del Senado, al Presidente de la Cámara de
Representantes del Congreso de la República, al Ministerio de Justicia y del
Derecho y al Ministerio de Salud y Protección Social, para que en el término
establecido en el artículo 11 del Decreto 2067 de 1991, expresaran lo que
estimaran conveniente; (ii) fijar en lista la norma acusada, por el
término de diez (10) días, con el fin de otorgar la oportunidad a todos los
ciudadanos de impugnarla o defenderla, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 7 del Decreto 2067 de 1991; (iii) invitar a la Defensoría
del Pueblo –Delegadas para la Salud, la Seguridad Social y la Discapacidad e
Infancia, la Juventud y Adulto Mayor-, a PAIIS –
Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social, a la Fundación
Saldarriaga Concha, al Instituto Nacional de Sordos – INSOR, al Instituto
Nacional para Ciegos – INCI, a las Facultades de Derecho de la Pontificia
Universidad Javeriana, Universidad Libre, la Universidad de Los Andes, la
Universidad del Rosario –Grupo de Acciones Públicas-, la Icesi de Cali –Grupo
de Acciones Públicas-, la Universidad del Norte, la Universidad de Antioquia,
la Universidad de Caldas y la Universidad del Cauca, para que, si
lo estimaban conveniente, intervinieran en
este proceso de constitucionalidad dentro del término de fijación en lista; y
finalmente, (vi) dar traslado de la presente demanda al señor Procurador
General de la Nación para que rindiera el concepto de su cargo en los términos
que le concede la ley (art. 7o. Decreto 2067 de 1991).
4. A
continuación se transcribirá la norma cuyo cargo fue admitido por el despacho
sustanciador.
II.
NORMA DEMANDADA
LEY 1996 DE 2019
(agosto 26)
Diario Oficial No. 51.057 de 26 de agosto 2019
RAMA LEGISLATIVA – PODER PÚBLICO
Por medio de la cual se establece el régimen para el ejercicio de
la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de edad.
El Congreso de Colombia
DECRETA:
CAPÍTULO I.
DISPOSICIONES GENERALES.
ARTÍCULO 1o. OBJETO. La
presente ley tiene por objeto establecer medidas específicas para la garantía
del derecho a la capacidad legal plena de las personas con discapacidad,
mayores de edad, y al acceso a los apoyos que puedan requerirse para el
ejercicio de la misma.
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ARTÍCULO 2o. INTERPRETACIÓN NORMATIVA. La
presente ley debe interpretarse conforme a la Convención de Naciones Unidas
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y los demás pactos,
convenios y convenciones internacionales sobre derechos humanos aprobados por
Colombia que integren el bloque de constitucionalidad y la Constitución
colombiana.
No
podrá restringirse o menoscabar ninguno de los derechos reconocidos y vigentes
en la legislación interna o en instrumentos internacionales, aduciendo que la
presente ley no los reconoce o los reconoce en menor grado.
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ARTÍCULO 3o. DEFINICIONES. Para
efectos de la presente ley, se utilizarán las siguientes definiciones:
1.
Actos jurídicos. Es toda manifestación de la voluntad y preferencias de una
persona encaminada a producir efectos jurídicos.
2.
Actos jurídicos con apoyos. Son aquellos actos jurídicos que se realizan por la
persona titular del acto utilizando algún tipo de apoyo formal.
3.
Titular del acto jurídico. Es la persona, mayor de edad, cuya voluntad y
preferencias se manifiestan en un acto jurídico determinado.
4.
Apoyos. Los apoyos de los que trata la presente ley son tipos de asistencia que
se prestan a la persona con discapacidad para facilitar el ejercicio de su
capacidad legal. Esto puede incluir la asistencia en la comunicación, la
asistencia para la comprensión de actos jurídicos y sus consecuencias, y la
asistencia en la manifestación de la voluntad y preferencias personales.
5.
Apoyos formales. Son aquellos apoyos reconocidos por la presente ley, que han
sido formalizados por alguno de los procedimientos contemplados en la legislación
nacional, por medio de los cuales se facilita y garantiza el proceso de toma de
decisiones o el reconocimiento de una voluntad expresada de manera anticipada,
por parte del titular del acto jurídico determinado.
6.
Ajustes razonables. Son aquellas modificaciones y adaptaciones que no impongan
una carga desproporcionada o Indebida, cuando se requieran en un caso
particular, para garantizar a las personas con discapacidad el goce o
ejercicio, en igualdad de condiciones que las demás, de todos los derechos
humanos y libertades fundamentales.
7.
Valoración de apoyos. Es el proceso que se realiza, con base en estándares
técnicos, que tiene como finalidad determinar cuáles son los apoyos formales
que requiere una persona para tomar decisiones relacionadas con el ejercicio de
su capacidad legal.
8.
Comunicación. El concepto de comunicación se utilizará en la presente ley para
incluir sus distintas formas, incluyendo pero no limitado a, la lengua de señas
colombiana, la visualización de textos, el braille, la comunicación táctil, los
macrotipos, los dispositivos multimedia de fácil acceso, así como el lenguaje
escrito, los sistemas auditivos, el lenguaje sencillo, los medios de voz
digitalizada y otros modos, medios y formatos aumentativos o alternativos de
comunicación, incluida la tecnología de la información y las comunicaciones de
fácil acceso.
9.
Conflicto de interés. Situación en la cual un interés laboral, personal,
profesional, familiar o de negocios de una persona, puede llegar a afectar el
desempeño y/o las decisiones imparciales y objetivas de sus funciones.
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ARTÍCULO 4o. PRINCIPIOS. Los
siguientes principios guiarán la aplicación y la interpretación de la presente
ley, en concordancia con los demás principios establecidos en la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, con el fin de garantizar
la efectiva realización del derecho a la capacidad legal de las personas con
discapacidad.
1.
Dignidad. En todas las actuaciones se observará el respeto por la dignidad
inherente a la persona con discapacidad como ser humano.
2.
Autonomía. En todas las actuaciones se respetará el derecho de las personas a
autodeterminarse, a tomar sus propias decisiones, a equivocarse, a su
independencia y al libre desarrollo de la personalidad conforme a la voluntad,
deseos y preferencias propias, siempre y cuando estos, no sean contrarios a la
Constitución, a la ley, y a los reglamentos internos que rigen las entidades
públicas y privadas.
3.
Primacía de la voluntad y preferencias de la persona titular del acto jurídico.
Los apoyos utilizados para celebrar un acto jurídico deberán siempre responder
a la voluntad y preferencias de la persona titular del mismo. En los casos en
los que, aun después de haber agotado todos los ajustes razonables disponibles,
no sea posible establecer la voluntad y preferencias de la persona de forma
inequívoca, se usará el criterio de la mejor interpretación de la voluntad, el
cual se establecerá con base en la trayectoria de vida de la persona, previas
manifestaciones de la voluntad y preferencias en otros contextos, información
con la que cuenten personas de confianza, la consideración de sus preferencias,
gustos e historia conocida, nuevas tecnologías disponibles en el tiempo, y
cualquier otra consideración pertinente para el caso concreto.
4.
No discriminación. En todas las actuaciones se observará un trato igualitario a
todas las personas sin discriminación por ningún motivo, incluyendo raza,
etnia, religión, credo, orientación sexual, género e identidad de género o
discapacidad.
5.
Accesibilidad. En todas las actuaciones, se identificarán y eliminarán aquellos
obstáculos y barreras que imposibiliten o dificulten el acceso a uno o varios
de los servicios y derechos consagrados en la presente ley.
6.
Igualdad de oportunidades. En todas las actuaciones se deberá buscar la
remoción de obstáculos o barreras que generen desigualdades de hecho que se
opongan al pleno disfrute de los derechos de las personas con discapacidad.
7.
Celeridad. Las personas que solicitan apoyos formales para tomar decisiones
jurídicamente vinculantes, tienen derecho a acceder a estos sin dilaciones
injustificadas, por lo que los trámites previstos en la presente ley deberán
tener una duración razonable y se observarán los términos procesales con
diligencia.
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ARTÍCULO 5o. CRITERIOS PARA ESTABLECER
SALVAGUARDIAS. Las
salvaguardias son todas aquellas medidas adecuadas y efectivas relativas al
ejercicio de la capacidad legal, usadas para impedir abusos y garantizar la
primacía de la voluntad y preferencias de la persona titular del acto jurídico,
de conformidad con el derecho internacional en materia de derechos humanos.
Todas estas deberán regirse por los siguientes criterios:
1.
Necesidad. Habrá lugar a los apoyos solo en los casos en que la persona titular
del acto jurídico los solicite o, en los que, aun después de haber agotado todos
los ajustes razonables disponibles y medidas de apoyo, no sea posible
establecer de forma inequívoca la voluntad y preferencias de la persona titular
del acto jurídico.
2.
Correspondencia. Los apoyos que se presten para tomar decisiones deben
corresponder a las circunstancias específicas de cada persona.
3.
Duración. Los apoyos utilizados para celebrar un determinado acto jurídico
deberán ser instituidos por períodos de tiempo definidos y podrán ser
prorrogados dependiendo de las necesidades de la persona titular del mismo.
Ningún apoyo podrá establecerse por períodos superiores a los establecidos en
la presente ley.
4.
Imparcialidad. La persona o personas que presten apoyo para la realización de
actos jurídicos deben, en el ejercicio de sus funciones como apoyo, obrar de
manera ecuánime en relación con dichos actos. Ello implica, entre otras cosas,
que las personas que prestan apoyo deben actuar en congruencia con lo
establecido en el numeral 2 del artículo 4o de la presente ley, respetando siempre la
voluntad y preferencias de la persona titular del acto jurídico, con
independencia de si quien presta apoyo considera que debería actuar de otra
manera, respetando también el derecho a tomar riesgos y cometer errores. Así
mismo, las personas que prestan el apoyo no podrán influenciar indebidamente la
decisión. Se considera que hay influencia indebida cuando la calidad de la
interacción entre la persona que presta el apoyo y la que lo recibe presenta
señales de miedo, agresión, amenaza, engaño o manipulación.
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1996_2019.html
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ARTÍCULO
6o. PRESUNCIÓN DE CAPACIDAD. Todas las personas con
discapacidad son sujetos de derecho y obligaciones, y tienen capacidad legal en
igualdad de condiciones, sin distinción alguna e independientemente de si usan
o no apoyos para la realización de actos jurídicos.
En
ningún caso la existencia de una discapacidad podrá ser motivo para la
restricción de la capacidad de ejercicio de una persona.
La
presunción aplicará también para el ejercicio de los derechos laborales de las
personas con discapacidad, protegiendo su vinculación e inclusión laboral.
PARÁGRAFO. El
reconocimiento de la capacidad legal plena previsto en el presente artículo
aplicará, para las personas bajo medidas de interdicción o inhabilitación
anteriores a la promulgación de la presente ley, una vez se hayan surtido los
trámites señalados en el artículo 56 de la misma.
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1996_2019.html
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ARTÍCULO 7o. NIÑOS, NIÑAS Y
ADOLESCENTES. Las
personas con discapacidad que no hayan alcanzado la mayoría de edad tendrán
derecho a los mismos apoyos consagrados en la presente ley para aquellos actos
jurídicos que la ley les permita realizar de manera autónoma y de conformidad
con el principio de autonomía progresiva, o en aquellos casos en los que debe
tenerse en cuenta la voluntad y preferencias del menor para el ejercicio digno
de la patria potestad.
CAPÍTULO II.
MECANISMOS PARA EL EJERCICIO DE LA
CAPACIDAD LEGAL Y PARA LA REALIZACIÓN DE ACTOS JURÍDICOS.
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1996_2019.html
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ARTÍCULO 8o. AJUSTES RAZONABLES EN EL
EJERCICIO DE LA CAPACIDAD LEGAL. Todas las personas con
discapacidad, mayores de edad, tienen derecho a realizar actos jurídicos de
manera independiente y a contar con las modificaciones y adaptaciones
necesarias para realizar los mismos. La capacidad de realizar actos jurídicos
de manera independiente se presume.
La
necesidad de ajustes razonables para la comunicación y comprensión de la
información, no desestima la presunción de la capacidad para realizar actos
jurídicos de manera independiente.
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1996_2019.html
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ARTÍCULO 9o. MECANISMOS PARA ESTABLECER
APOYOS PARA LA REALIZACIÓN DE ACTOS JURÍDICOS. Todas las
personas con discapacidad, mayores de edad, tienen derecho a realizar actos
jurídicos de manera independiente y a contar con apoyos para la realización de
los mismos.
Los
apoyos para la realización de actos jurídicos podrán ser establecidos por medio
de dos mecanismos:
1.
A través de la celebración de un acuerdo de apoyos entre la persona titular del
acto jurídico y las personas naturales mayores de edad o personas jurídicas que
prestarán apoyo en la celebración del mismo;
2.
A través de un proceso de jurisdicción voluntaria o verbal sumario, según sea
el caso, para la designación de apoyos, denominado proceso de adjudicación
judicial de apoyos.
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ARTÍCULO 10. DETERMINACIÓN DE LOS
APOYOS. La
naturaleza de los apoyos que la persona titular del acto jurídico desee
utilizar podrá establecerse mediante la declaración de voluntad de la persona
sobre sus necesidades de apoyo o a través de la realización de una valoración
de apoyos.
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ARTÍCULO 11. VALORACIÓN DE APOYOS. La
valoración de apoyos podrá ser realizada por entes públicos o privados, siempre
y cuando sigan los lineamientos y protocolos establecidos para este fin por el
ente rector de la Política Nacional de Discapacidad. Cualquier persona podrá
solicitar de manera gratuita el servicio de valoración de apoyos ante los entes
públicos que presten dicho servicio. En todo caso, el servicio de valoración de
apoyos deberán prestarlo, como mínimo, la Defensoría del Pueblo, la Personería,
los entes territoriales a través de las gobernaciones y de las alcaldías en el
caso de los distritos.
Los
entes públicos o privados solo serán responsables de prestar los servicios de
valoración de apoyos, y no serán responsables de proveer los apoyos derivados
de la valoración, ni deberán considerarse responsables por las decisiones que
las personas tomen, a partir de la o las valoraciones realizadas.
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ARTÍCULO 12. LINEAMIENTOS Y PROTOCOLOS
PARA LA REALIZACIÓN DE VALORACIÓN DE APOYOS. El Gobierno nacional, a
través del ente rector del Sistema Nacional de Discapacidad, en un plazo no
superior a un (1) año contado a partir de la promulgación de la presente ley, y
previo concepto del Consejo Nacional de Discapacidad, expedirá los lineamientos
y el protocolo nacional para la realización de la valoración de apoyos,
referida en el artículo 11, los cuales deben actualizarse periódicamente.
Adicionalmente, aprobará y ejecutará un plan de capacitación sobre los mismos,
previo concepto del Consejo Nacional de Discapacidad, dirigido a las entidades
públicas encargadas de realizar valoraciones de apoyos.
PARÁGRAFO. Para la
construcción de estos lineamientos se contará con la participación de las
entidades a las que se refiere el artículo 11 de la presente ley y se garantizará la
participación de las organizaciones de y para personas con discapacidad.
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ARTÍCULO 13. REGLAMENTACIÓN DE LA
PRESTACIÓN DEL SERVICIO DE VALORACIÓN DE APOYOS. El ente
rector del Sistema Nacional de Discapacidad, en un plazo no superior a
dieciocho (18) meses contados a partir de la promulgación de la presente ley, y
previo concepto del Consejo Nacional de Discapacidad, reglamentará la prestación
de servicios de valoración de apoyos que realicen las entidades públicas y
privadas.
La
elaboración de la reglamentación deberá contar con la participación de las
entidades públicas que prestarán los servicios de valoración, así como de las
organizaciones de y para personas con discapacidad.
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ARTÍCULO 14. DEFENSOR PERSONAL. En los
casos en que la persona con discapacidad necesite apoyos, pero no tenga personas
de confianza a quién designar con este fin, el juez de familia designará un
defensor personal, de la Defensoría del Pueblo, que preste los apoyos
requeridos para la realización de los actos jurídicos que designe el titular.
CAPÍTULO III.
ACUERDOS DE APOYO PARA LA CELEBRACIÓN DE
ACTOS JURÍDICOS.
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ARTÍCULO 15. ACUERDOS DE APOYO. Los
acuerdos de apoyo son un mecanismo de apoyo formal por medio del cual una
persona, mayor de edad, formaliza la designación de la o las personas,
naturales o jurídicas, que le asistirán en la toma de decisiones respecto a uno
o más actos jurídicos determinados.
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ARTÍCULO 16. ACUERDOS DE APOYO POR
ESCRITURA PÚBLICA ANTE NOTARIO. Los acuerdos de apoyo deberán
constar en escritura pública suscrita por la persona titular del acto jurídico
y la o las personas naturales mayores de edad o jurídicas que actúen como
apoyos, conforme a las reglas contenidas en el Decreto número 960 de 1970 y aquellas normas que lo modifiquen,
adicionen o sustituyan.
Previo
a la suscripción del acuerdo, el notario deberá entrevistarse por separado con
la persona titular del acto jurídico y verificar que el contenido del acuerdo
de apoyo se ajuste a su voluntad, preferencias y a la ley.
Es
obligación del notario garantizar la disponibilidad de los ajustes razonables
que puedan requerirse para la comunicación de la información relevante, así
como para satisfacer las demás necesidades particulares que la persona requiera
para permitir su accesibilidad.
Con
anterioridad a la suscripción del acuerdo, el notario deberá poner de presente
a la o las personas de apoyo las obligaciones legales que adquieren con la
persona titular del acto jurídico y dejar constancia de haberlo hecho.
PARÁGRAFO
1o. La
autorización de la escritura pública que contenga los acuerdos de apoyo
causará, por concepto de derechos notariales, la tarifa fijada para los actos
sin cuantía.
PARÁGRAFO
2o. El
Ministerio de Justicia y del Derecho, en un plazo no superior a un (1) año
contado a partir de la promulgación de la presente ley, diseñará e implementará
un plan de formación a notarías sobre el contenido de la presente ley y sus
obligaciones específicas en relación con los acuerdos de apoyo. Cumplido el
anterior plazo, el presente artículo entrará en vigencia.
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ARTÍCULO 17. ACUERDOS DE APOYO ANTE
CONCILIADORES EXTRAJUDICIALES EN DERECHO. Los acuerdos de apoyo
podrán realizarse ante los conciliadores extrajudiciales en derecho inscritos
en los centros de conciliación. Durante la conciliación, el conciliador deberá
entrevistarse por separado con la persona titular del acto y verificar que es
su voluntad suscribir el acuerdo de apoyos.
Es
obligación del centro de conciliación garantizar la disponibilidad de los
ajustes razonables que puedan requerirse para la comunicación de la información
relevante, así como para satisfacer las demás necesidades particulares que la
persona requiera para permitir su accesibilidad.
Durante
el trámite, el conciliador deberá poner de presente a la o las personas de
apoyo las obligaciones legales que adquieren con la persona titular del acto
jurídico y dejar constancia de haberlo hecho.
PARÁGRAFO. El
Ministerio de Justicia y del Derecho, en un plazo no superior a un (1) año
contado a partir de la promulgación de la presente ley, diseñará e implementará
un plan de formación a conciliadores extrajudiciales en derecho sobre el
contenido de la presente ley y sus obligaciones específicas en relación con los
acuerdos de apoyo. Cumplido el anterior plazo, el presente artículo entrará en
vigencia.
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ARTÍCULO 18. DURACIÓN DE LOS ACUERDOS DE
APOYO. Ningún
acuerdo de apoyo puede extenderse por un período superior a cinco (5) años,
pasados los cuales se deberá agotar de nuevo alguno de los procedimientos
previstos en la presente ley.
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ARTÍCULO 19. ACUERDOS DE APOYO COMO
REQUISITO DE VALIDEZ PARA LA REALIZACIÓN DE ACTOS JURÍDICOS. La persona
titular del acto jurídico que cuente con un acuerdo de apoyos vigente para la
celebración de determinados actos jurídicos, deberá utilizarlos, al momento de
la celebración de dichos actos jurídicos, como requisito de validez de los mismos.
En
consecuencia, si la persona titular del acto jurídico lleva a cabo los actos
jurídicos especificados por el acuerdo de apoyos, sin hacer uso de los apoyos
allí estipulados, ello será causal de nulidad relativa, conforme a las reglas
generales del régimen civil.
PARÁGRAFO. Lo
dispuesto en el presente artículo no puede interpretarse como una obligación
para la persona titular del acto jurídico, de actuar de acuerdo al criterio de
la persona o personas que prestan el apoyo. En concordancia con lo establecido
en el numeral 3 del artículo 4o de la presente ley, los apoyos deben respetar
siempre la voluntad y preferencias de la persona titular del acto jurídico, así
como su derecho a tomar riesgos y a cometer errores.
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ARTÍCULO 20. TERMINACIÓN Y MODIFICACIÓN
DEL ACUERDO DE APOYOS. La persona titular del acto puede terminar de
manera unilateral un acuerdo de apoyos previamente celebrado en cualquier
momento, por medio de escritura pública o ante los conciliadores
extrajudiciales en derecho, dependiendo de la forma en que se haya formalizado
el acuerdo.
El
acuerdo de apoyo puede ser modificado por mutuo acuerdo entre las partes en
cualquier momento, por medio de escritura pública o ante los conciliadores
extrajudiciales en derecho y ante los servidores públicos a los que se refiere
el artículo 17 de la presente ley, dependiendo de la forma en
que se haya formalizado el acuerdo.
La
persona designada como apoyo deberá comunicar al titular del acto jurídico
todas aquellas circunstancias que puedan dar lugar a la modificación o
terminación del apoyo, o que le impidan cumplir con sus funciones.
PARÁGRAFO
1o. La
muerte de la persona titular del acto jurídico dará lugar a la terminación del
acuerdo de apoyos.
PARÁGRAFO
2o. La
muerte de la persona de apoyo dará lugar a la terminación del acuerdo de apoyos
o a su modificación cuando hubiese más de una persona de apoyo.
CAPÍTULO IV.
DIRECTIVAS ANTICIPADAS.
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ARTÍCULO 21. DIRECTIVAS ANTICIPADAS. Las
directivas anticipadas son una herramienta por medio de la cual una persona,
mayor de edad puede establecer la expresión fidedigna de voluntad y
preferencias en decisiones relativas a uno o varios actos jurídicos, con
antelación a los mismos. Estas decisiones pueden versar sobre asuntos de salud,
financieros o personales, entre otros actos encaminados a tener efectos
jurídicos.
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ARTÍCULO 22. SUSCRIPCIÓN DE LA DIRECTIVA
ANTICIPADA. La
directiva anticipada deberá suscribirse mediante escritura pública ante notario
o mediante acta de conciliación ante conciliadores extrajudiciales en derecho,
siguiendo el trámite señalado en los artículos 16 o 17 de la presente ley, según el caso, para ser
válida.
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ARTÍCULO 23. CONTENIDO DE LAS DIRECTIVAS
ANTICIPADAS. Las
directivas anticipadas deberán constar por escrito y contener, como mínimo, los
siguientes aspectos:
1.
Ciudad y fecha de expedición del documento.
2.
Identificación de la persona titular del acto jurídico que realiza la directiva
y, en caso de estar realizándola con personas de apoyo, la identificación de
las mismas.
3.
Si hay personas de apoyo colaborando con la creación del documento, se deberá
dejar constancia de haber discutido con el titular del acto jurídico las
consecuencias o implicaciones de los actos incluidos en las directivas para su
vida.
4.
La manifestación de voluntad de la persona titular del acto jurídico en la que
señale las decisiones anticipadas que busca formalizar.
5.
Firma de la persona titular del acto jurídico.
6.
Firma de la persona de apoyo o personas de apoyo designadas en la directiva
anticipada.
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ARTÍCULO 24. AJUSTES RAZONABLES
RELACIONADOS CON LAS DIRECTIVAS ANTICIPADAS. En caso de que la persona
titular del acto jurídico requiera ajustes razonables para la suscripción de la
directiva anticipada, será obligación del notario o del conciliador
extrajudicial en derecho, según sea el caso, realizar los ajustes razonables
necesarios.
PARÁGRAFO. Las
declaraciones de la o las directivas anticipadas podrán ser expresadas mediante
cualquier forma de comunicación, y podrá realizarse a través de videos o audios
y otros medios tecnológicos, así como a través de lenguajes alternativos de
comunicación que permitan establecer con claridad tanto el contenido de la
declaración como la autoría, siempre y cuando se realicen en presencia de
notario o conciliador extrajudicial en derecho y contengan los elementos de que
trata el artículo 23 de la presente ley. De ello se dejará la
respectiva constancia en un acta o se elevará a escritura pública, según sea el
caso, que sustenta la expresión de la directiva anticipada mediante esta clase
de medios. El documento que se levante cumplirá el requisito de constar por
escrito al que se refiere el artículo 23 de la presente ley.
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ARTÍCULO 25. PERSONAS DE APOYO EN
DIRECTIVAS ANTICIPADAS. Aquellas personas distintas a la persona
titular del acto que adquieran obligaciones de hacer en cumplimiento de la
voluntad y preferencias expresadas por medio de una directiva anticipada, y que
suscriban la misma, se entenderán como personas de apoyo y estarán sujetas a
las reglas de responsabilidad establecidas para estos efectos en la presente
ley.
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ARTÍCULO 26. OBLIGATORIEDAD DE LAS
DECISIONES EXPRESADAS POR MEDIO DE UNA DIRECTIVA ANTICIPADA. Las
decisiones expresadas con anterioridad al acto jurídico por medio de una
directiva anticipada son de obligatorio cumplimiento para las personas de apoyo
designadas a través de la directiva anticipada y que hayan asumido dicho cargo
conforme a las reglas del artículo 46 de la presente ley.
Las
decisiones expresadas a través de una directiva anticipada serán de obligatorio
cumplimiento para el tercero, siempre y cuando se trate de obligaciones de no
hacer que no sean contrarias a la ley, o cuando verse sobre procedimientos
médicos.
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ARTÍCULO 27. PREVALENCIA DE LA VOLUNTAD
POSTERIOR DE LA PERSONA TITULAR DEL ACTO. En todo caso, la
suscripción de una directiva anticipada no invalida la voluntad y preferencias
expresadas por la persona titular del acto con posterioridad a la suscripción
de la misma, salvo en aquellos casos en que en ella se estipule una cláusula de
voluntad perenne, la cual solo podrá ser anulada por los procedimientos
establecidos en el artículo 28 de la presente ley.
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ARTÍCULO 28. CLÁUSULA DE VOLUNTAD
PERENNE. La
persona titular del acto jurídico que realice una directiva anticipada podrá
incluir en la misma una cláusula de voluntad perenne, por medio de la cual
invalida de manera anticipada las declaraciones de voluntad y preferencias que
exprese con posterioridad a la suscripción de la directiva anticipada, siempre
que contradigan las decisiones establecidas en esta. Dicha cláusula podrá ser
modificada, sustituida o revocada conforme a las reglas establecidas en el
artículo 31 de la presente ley.
PARÁGRAFO. Este tipo
de cláusulas solo podrán ser obviadas en decisiones de salud.
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ARTÍCULO 29. PUBLICIDAD DE LA DIRECTIVA
ANTICIPADA. Cualquier
persona podrá allegar una copia u original de la directiva anticipada con el
fin de que sea tenida en cuenta por terceros con el fin de garantizar el
cumplimiento de las decisiones expresadas de manera anticipada en la misma.
Igualmente, podrá informar sobre la existencia de una directiva anticipada para
que los familiares o personas de apoyo puedan realizar los trámites pertinentes
y aportar copia u original de la misma ante terceros, de tal manera que se
garantice la voluntad y preferencias expresadas por la persona titular del acto
jurídico.
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ARTÍCULO 30. INCORPORACIÓN DE LA
DIRECTIVA ANTICIPADA EN LA HISTORIA CLÍNICA. Cuando la persona titular
del acto jurídico que suscriba una directiva anticipada lo desee, podrá
solicitar que se incorpore en la historia clínica una copia de la escritura
pública o acta de conciliación mediante la cual se constituyó la directiva
anticipada, como anexo de la historia clínica, con el fin de garantizar el
respeto de las decisiones establecidas en la misma, siempre que las decisiones
allí contenidas tengan relación con la atención en salud que decide o no
recibir.
PARÁGRAFO. El
Ministerio de Salud y Protección Social, o quien haga sus veces, reglamentará
el proceso de incorporación de las directivas anticipadas en la historia
clínica de las personas con discapacidad en un plazo no superior a un (1) año
contado a partir de la promulgación de la presente ley.
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ARTÍCULO 31. MODIFICACIÓN, SUSTITUCIÓN Y
REVOCACIÓN. El
documento de directiva anticipada puede ser modificado, sustituido o revocado
en cualquier momento por quien lo suscribió, mediante el mismo trámite surtido
para su creación, señalando explícitamente la voluntad de modificar, sustituir
o revocar la directiva anticipada, según sea el caso, en los siguientes
términos:
1.
Modificación: El documento de directiva anticipada se entenderá modificado cuando
se cambie de manera parcial el contenido de este.
2.
Sustitución: El documento de directiva anticipada se entenderá sustituido
cuando se le prive de efectos al contenido original, otorgando efectos
jurídicos a uno nuevo en su lugar.
3.
Revocación: El documento de directiva anticipada se entenderá revocado cuando
la persona titular del acto manifieste su voluntad de dejar sin efectos del
contenido del mismo de manera definitiva.
CAPÍTULO V.
ADJUDICACIÓN JUDICIAL DE APOYOS.
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ARTÍCULO 32. ADJUDICACIÓN JUDICIAL DE
APOYOS PARA LA REALIZACIÓN DE ACTOS JURÍDICOS. Es el
proceso judicial por medio del cual se designan apoyos formales a una persona
con discapacidad, mayor de edad, para el ejercicio de su capacidad legal frente
a uno o varios actos jurídicos concretos.
La
adjudicación judicial de apoyos se adelantará por medio del procedimiento de
jurisdicción voluntaria, cuando sea promovido por la persona titular del acto
jurídico, de acuerdo con las reglas señaladas en el artículo 37 de la presente ley, ante el juez de familia
del domicilio de la persona titular del acto.
Excepcionalmente,
la adjudicación judicial de apoyos se tramitará por medio de un proceso verbal
sumario cuando sea promovido por persona distinta al titular del acto jurídico,
conforme a los requisitos señalados en el artículo 38 de la presente ley.
PARÁGRAFO. El Consejo
Superior de la Judicatura, a través de la Escuela Judicial Rodrigo Lara
Bonilla, en un plazo no superior a un (1) año contado a partir de la expedición
de los lineamientos de valoración señalados en el artículo 12, diseñará e implementará un plan de formación a
jueces y juezas de familia sobre el contenido de la presente ley, sus
obligaciones específicas en relación con procesos de adjudicación judicial de
apoyos y sobre la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad.
ARTÍCULO
33. VALORACIÓN DE APOYOS. En todo proceso de adjudicación judicial de
apoyos se contará con una valoración de apoyos sobre la persona titular del
acto jurídico. La valoración de apoyos deberá acreditar el nivel y grados de
apoyos que la persona requiere para decisiones determinadas y en un ámbito
específico al igual que las personas que conforman su red de apoyo y quiénes
podrán asistir en aquellas decisiones.
PARÁGRAFO. El Consejo
Superior de la Judicatura, en un plazo no superior a un (1) año a partir de la
expedición de los lineamientos de valoración señalados en el artículo 12,
diseñará e implementará un plan de formación al personal dispuesto para
conformar el equipo interdisciplinario de los juzgados de familia con el fin de
asesorar al juez respecto de la valoración de apoyos que se allegue al proceso
y velar por el cumplimiento de la Convención en la decisión final.
ARTÍCULO 34. CRITERIOS GENERALES PARA LA
ACTUACIÓN JUDICIAL. En
el proceso de adjudicación de apoyos, el juez de familia deberá tener presente,
además de lo dispuesto en la presente ley, los siguientes criterios:
1.
En los procesos de adjudicación judicial de apoyos se deberá tener en cuenta y
favorecer la voluntad y preferencias de la persona titular del acto frente al
tipo y la intensidad del apoyo para la celebración del mismo. La participación
de la persona en el proceso de adjudicación es indispensable, so pena de
nulidad del proceso, salvo las excepciones previstas en el artículo 38 de la ley.
2.
Se deberá tener en cuenta la relación de confianza entre la persona titular del
acto y la o las personas que serán designadas para prestar apoyo en la celebración
de los mismos.
3.
Se podrán adjudicar distintas personas de apoyo para distintos actos jurídicos
en el mismo proceso.
4.
La valoración de apoyos que se haga en el proceso deberá ser llevada a cabo de
acuerdo a las normas técnicas establecidas para ello.
5.
En todas las etapas de los procesos de adjudicación judicial de apoyos,
incluida la de presentación de la demanda, se deberá garantizar la
disponibilidad de los ajustes razonables que puedan requerirse para la
comunicación de la información relevante, así como para satisfacer las demás
necesidades particulares que la persona requiera para permitir su
accesibilidad.
ARTÍCULO 35. COMPETENCIA DE LOS JUECES
DE FAMILIA EN PRIMERA INSTANCIA EN LA ADJUDICACIÓN JUDICIAL DE APOYOS. Modifíquese
el numeral 7 contenido en el artículo 22 de la Ley 1564 de 2012, quedará así.
“Artículo 22. Competencia de
los jueces de familia en primera instancia. Los jueces de familia conocen, en
primera instancia, de los siguientes asuntos:
7.
De la adjudicación, modificación y terminación de apoyos adjudicados
judicialmente”.
ARTÍCULO 36. ADJUDICACIÓN DE APOYOS
SUJETO A TRÁMITE DE JURISDICCIÓN VOLUNTARIA. Modifíquese el numeral 6
del artículo 577 de la Ley 1564 de 2012, así:
“Artículo 577. Asuntos sujetos
a su trámite. Se sujetarán al procedimiento de jurisdicción voluntaria los
siguientes casos:
6.
La adjudicación, modificación o terminación de apoyos en la toma de decisiones
promovido por la persona titular del acto jurídico”.
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ARTÍCULO 37. ADJUDICACIÓN DE APOYOS EN
LA TOMA DE DECISIONES PROMOVIDO POR LA PERSONA TITULAR DEL ACTO JURÍDICO. El
artículo 586 de la Ley 1564 de 2012 quedará así:
“Artículo 586. Adjudicación de apoyos en la toma de decisiones
promovido por la persona titular del acto jurídico. Para la adjudicación de
apoyos promovida por la persona titular del acto jurídico, se observarán las
siguientes reglas:
1.
En la demanda que eleve la persona titular del acto jurídico deberá constar su
voluntad expresa de solicitar apoyos en la toma de decisiones para la
celebración de uno o más actos jurídicos en concreto.
2.
En la demanda se podrá anexar la valoración de apoyos realizada al titular del
acto jurídico por parte de una entidad pública o privada.
3.
En caso de que la persona no anexe una valoración de apoyos o cuando el juez
considere que el informe de valoración de apoyos aportado por la persona
titular del acto jurídico es insuficiente para establecer apoyos para la
realización del acto o actos jurídicos para los que se inició el proceso, el
Juez podrá solicitar una nueva valoración de apoyos u oficiar a los entes
públicos encargados de realizarlas, en concordancia con el artículo 11 de la presente ley.
4.
En todo caso, como mínimo, el informe de valoración de apoyos deberá consignar:
a)
Los apoyos que la persona requiere para la comunicación y la toma de decisiones
en los aspectos que la persona considere relevantes.
b)
Los ajustes procesales y razonables que la persona requiera para participar
activamente del proceso.
c)
Las sugerencias frente a mecanismos que permitan desarrollar las capacidades de
la persona en relación con la toma de decisiones para alcanzar mayor autonomía
en las mismas.
d)
Las personas que pueden actuar como apoyo en la toma de decisiones de la
persona, para cada aspecto relevante de su vida, y en especial, para la
realización de los actos jurídicos por los cuales se inició el proceso.
e)
Un informe general sobre el proyecto de vida de la persona.
5.
En el auto admisorio de la demanda se ordenará notificar a las personas que
hayan sido identificadas como personas de apoyo en la demanda.
6.
Recibido el Informe de valoración de apoyos, el Juez, dentro de los cinco (5)
días siguientes, correrá traslado del mismo, por un término de diez (10) días a
las personas involucradas en el proceso y al Ministerio Público.
7.
Una vez corrido el traslado, el Juez decretará las pruebas que considere
necesarias y convocará a audiencia para escuchar a la persona titular del acto
jurídico, a las personas citadas en el auto admisorio y para practicar las
demás pruebas decretadas, en concordancia con el artículo 34 de la presente ley.
8.
Vencido el término probatorio, se dictará sentencia en la que deberá constar:
a)
El acto o actos jurídicos delimitados por la sentencia que requieren el apoyo
solicitado.
b)
La individualización de la o las personas designadas como apoyo.
c)
La delimitación de las funciones de la o las personas designadas como apoyo.
d)
Los programas de acompañamiento a las familias cuando sean pertinentes y las
demás medidas que se consideren necesarias para asegurar la autonomía y respeto
a la voluntad y preferencias de la persona.
e)
En ningún caso el Juez podrá pronunciarse sobre la necesidad de apoyos para la
realización de actos jurídicos sobre los que no verse el proceso.
f)
Las salvaguardias destinadas a evitar y asegurar que no existan los conflictos
de interés o influencia indebida del apoyo sobre la persona.
9.
Se reconocerá la función de apoyo de las personas designadas para ello. Si la
persona designada como apoyo presenta dentro de los siguientes cinco (5) días
excusa, se niega a ser designado como apoyo, o alega inhabilidad, se tramitará
incidente para decidir sobre el mismo”.
ARTÍCULO 38. ADJUDICACIÓN DE APOYOS PARA
LA TOMA DE DECISIONES PROMOVIDA POR PERSONA DISTINTA AL TITULAR DEL ACTO
JURÍDICO. El
artículo 396 de la Ley 1564 de 2012 quedará así:
“Artículo 396. En el proceso de adjudicación de
apoyos para la toma de decisiones promovido por persona distinta al titular del
acto jurídico se observarán las siguientes reglas:
1.
La demanda solo podrá interponerse en beneficio exclusivo de la persona con
discapacidad. Esto se demostrará mediante la prueba de las circunstancias que
justifican la interposición de la demanda, es decir que a) la persona titular
del acto jurídico se encuentra absolutamente imposibilitada para manifestar su
voluntad y preferencias por cualquier medio, modo y formato de comunicación
posible, y b) que la persona con discapacidad se encuentre imposibilitada de
ejercer su capacidad legal y esto conlleve a la vulneración o amenaza de sus
derechos por parte de un tercero.
2.
En la demanda se podrá anexar la valoración de apoyos realizada al titular del
acto jurídico por parte de una entidad pública o privada.
3.
En caso de que la persona no anexe una valoración de apoyos o cuando el juez
considere que el informe de valoración de apoyos aportado por el demandante es
insuficiente para establecer apoyos para la realización del acto o actos
jurídicos para los que se inició el proceso, el Juez podrá solicitar una nueva
valoración de apoyos u oficiar a los entes públicos encargados de realizarlas,
en concordancia con el artículo 11 de la presente ley.
4.
El informe de valoración de apoyos deberá consignar, como mínimo:
a)
La verificación que permita concluir que la persona titular del acto jurídico
se encuentra imposibilitada para manifestar su voluntad y preferencias por
cualquier medio, modo y formato de comunicación posible.
b)
Las sugerencias frente a mecanismos que permitan desarrollar las capacidades de
la persona en relación con la toma de decisiones para alcanzar mayor autonomía
en las mismas.
c)
Las personas que pueden actuar como apoyo en la toma de decisiones de la
persona frente al acto o actos jurídicos concretos que son objeto del proceso.
d)
Un informe general sobre la mejor interpretación de la voluntad y preferencias
de la persona titular del acto jurídico que deberá tener en consideración,
entre otros aspectos, el proyecto de vida de la persona, sus actitudes,
argumentos, actuaciones anteriores, opiniones, creencias y las formas de
comunicación verbales y no verbales de la persona titular del acto jurídico.
5.
Antes de la audiencia inicial, se ordenará notificar a las personas
identificadas en la demanda y en el informe de valoración de apoyos como
personas de apoyo.
6.
Recibido el informe de valoración de apoyos, el Juez, dentro de los cinco (5)
días siguientes, correrá traslado del mismo, por un término de diez (10) días a
las personas involucradas en el proceso y al Ministerio Público.
7.
Una vez corrido el traslado, el Juez decretará las pruebas que considere
necesarias y convocará a audiencia para practicar las demás pruebas decretadas,
en concordancia con el artículo 34 de la presente ley.
8.
Vencido el término probatorio, se dictará sentencia en la que deberá constar:
a)
El acto o actos jurídicos delimitados que requieren el apoyo solicitado. En
ningún caso el Juez podrá pronunciarse sobre la necesidad de apoyos para la
realización de actos jurídicos sobre los que no verse el proceso.
b)
La individualización de la o las personas designadas como apoyo.
c)
Las salvaguardias destinadas a evitar y asegurar que no existan los conflictos
de interés o influencia indebida del apoyo sobre la persona.
d)
La delimitación de las funciones y la naturaleza del rol de apoyo.
e)
La duración de los apoyos a prestarse de la o las personas que han sido
designadas como tal.
f)
Los programas de acompañamiento a las familias cuando sean pertinentes y las
demás medidas que se consideren necesarias para asegurar la autonomía y respeto
a la voluntad y preferencias de la persona.
9.
Se reconocerá la función de apoyo de las personas designadas para ello. Si la
persona designada como apoyo presenta dentro de los siguientes cinco (5) días
excusa, se niega a aceptar sus obligaciones o alega inhabilidad, se tramitará
incidente para decidir sobre el mismo”.
ARTÍCULO 39. VALIDEZ DE LOS ACTOS
ESTABLECIDOS EN LA SENTENCIA DE ADJUDICACIÓN DE APOYOS. La persona
titular del acto jurídico que tenga una sentencia de adjudicación de apoyos
ejecutoriada para la celebración de determinados actos jurídicos deberá
utilizar los apoyos allí estipulados en el momento de la celebración de dichos
actos jurídicos como requisito de validez de los mismos.
En
consecuencia, si la persona titular del acto jurídico lleva a cabo los actos
jurídicos especificados en la sentencia de adjudicación de apoyos sin utilizar
los apoyos allí estipulados, dichos actos jurídicos serán sancionables con
nulidad relativa.
PARÁGRAFO. Lo
dispuesto en el presente artículo no puede interpretarse como una obligación
para la persona titular del acto jurídico, de actuar de acuerdo al criterio de
la persona o personas que prestan el apoyo. En concordancia con lo establecido
en los numerales 2 y 3 del artículo 4o de la presente ley, los apoyos deben respetar
siempre la voluntad y preferencias de la persona titular del acto jurídico, así
como su derecho a tomar riesgos y a cometer errores.
ARTÍCULO
40. PARTICIPACIÓN DEL MINISTERIO PÚBLICO. El Ministerio Público
tendrá la obligación de velar por los derechos de las personas con discapacidad
en el curso de los procesos de adjudicación judicial de apoyos y supervisará el
efectivo cumplimiento de la sentencia de adjudicación de apoyos.
ARTÍCULO 41. EVALUACIÓN DE DESEMPEÑO DE
LOS APOYOS ADJUDICADOS JUDICIALMENTE. Al término de cada año desde la
ejecutoria de la sentencia de adjudicación de apoyos, la persona o personas de
apoyo deberán realizar un balance en el cual se exhibirá a la persona titular
de los actos ejecutados y al Juez:
1.
El tipo de apoyo que prestó en los actos jurídicos en los cuales tuvo
injerencia.
2.
Las razones que motivaron la forma en que prestó el apoyo, con especial énfasis
en cómo estas representaban la voluntad y preferencias de la persona.
3.
La persistencia de una relación de confianza entre la persona de apoyo y el
titular del acto jurídico.
PARÁGRAFO. Quienes
estén interesados en ser citados a participar de la gestión de apoyos deberán
informar al Juez a más tardar diez (10) días hábiles antes del cierre del año
del que trata el inciso anterior, a efectos de que el Juez les comunique la
fecha de la audiencia. El no solicitar oportunamente la convocatoria, releva al
Juez de la carga de citar al o a las personas interesadas, lo que no impide su
participación en la audiencia.
ARTÍCULO
42. MODIFICACIÓN Y TERMINACIÓN DE LOS PROCESOS DE ADJUDICACIÓN JUDICIAL DE
APOYOS. El
artículo 587 de la Ley 1564 de 2012 quedará así:
“Artículo 587. Modificación y
terminación de la adjudicación de apoyos. En cualquier momento, podrán
solicitar la modificación o terminación de los apoyos adjudicados:
a.
La persona titular del acto jurídico;
b.
La persona distinta que haya promovido el proceso de adjudicación judicial y
que demuestre interés legítimo podrá solicitar;
c.
La persona designada como apoyo, cuando medie justa causa;
d.
El juez de oficio.
El
Juez deberá notificar de ello a las personas designadas como apoyo y a la
persona titular del acto, si es del caso, y correrá traslado de la solicitud
por diez (10) días para que estas se pronuncien al respecto.
En
caso de no presentarse oposición, el Juez modificará o terminará la
adjudicación de apoyos, conforme a la solicitud”.
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ARTÍCULO 43. UNIDAD DE ACTUACIONES Y
EXPEDIENTES. Cualquier
actuación judicial relacionada con personas a quienes se les haya adjudicado
apoyos será de competencia del Juez que haya conocido del proceso de
adjudicación de apoyos.
Cada
despacho contará con un archivo de expedientes inactivos sobre las personas a
quienes se les haya adjudicado apoyos en la toma de decisiones del cual se
pueden retomar las diligencias, cuando estas se requieran. En el evento de
requerirse el envío al archivo general, estos expedientes se conservarán en una
sección especial que permita su desarchivo a requerimiento del juzgado.
PARÁGRAFO. El
expediente de quienes hayan terminado la adjudicación de apoyos, que no haya
tenido movimiento en un lapso superior a dos (2) años, podrá ser remitido al
archivo general. Un nuevo proceso de adjudicación de apoyos con posterioridad
hará necesario abrir un nuevo expediente.
También
será causa de archivo general la muerte de la persona.
CAPÍTULO VI.
PERSONAS DE APOYO.
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ARTÍCULO 44. REQUISITOS PARA SER PERSONA
DE APOYO. Para
asumir el cargo de persona de apoyo se requiere:
1.
Ser una persona natural mayor de edad o una persona jurídica.
2.
Cuando la designación derive de un acuerdo de apoyos o una directiva
anticipada, la simple suscripción y el agotamiento de las formalidades del
mismo, cuando sean del caso, implicará que el cargo de persona de apoyo ha sido
asumido.
3.
Cuando la designación derive de un proceso de adjudicación de apoyos, la
posesión se hará ante el juez que hace la designación.
ARTÍCULO 45. INHABILIDADES PARA SER
PERSONA DE APOYO. Son
causales de inhabilidad para asumir el cargo de persona de apoyo las
siguientes:
1.
La existencia de un litigio pendiente entre la persona titular del acto
jurídico y la persona designada como apoyo.
2.
La existencia de conflictos de interés entre la persona titular del acto
jurídico y la persona designada como apoyo.
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ARTÍCULO 46. OBLIGACIONES DE LAS
PERSONAS DE APOYO. Las
personas de apoyo tienen las siguientes obligaciones:
1.
Guiar sus actuaciones como apoyo conforme a la voluntad y preferencias de la
persona titular del acto.
2.
Actuar de manera diligente, honesta y de buena fe conforme a los principios de
la presente Ley.
3.
Mantener y conservar una relación de confianza con la persona a quien presta
apoyo.
4.
Mantener la confidencialidad de la información personal de la persona a quien
presta apoyo.
5.
Las demás que le sean asignadas judicialmente o acordadas entre la persona
titular del acto y la persona de apoyo.
6.
Comunicar al juez y al titular del acto jurídico todas aquellas circunstancias
que puedan dar lugar a la modificación o terminación del apoyo, o que le
impidan cumplir con sus funciones.
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ARTÍCULO 47. ACCIONES DE LAS PERSONAS DE
APOYO. Entre
las acciones que pueden adelantar las personas de apoyo para la celebración de
actos jurídicos están los siguientes, sin perjuicio de que se establezcan otros
adicionales según las necesidades y preferencias de cada persona:
1.
Facilitar la manifestación de la voluntad y preferencias de la o el titular del
acto jurídico para la realización del mismo, habiendo discutido con la persona
las consecuencias o implicaciones de sus actos.
2.
Facilitar la comprensión de un determinado acto jurídico a su titular.
3.
Representar a la persona en determinado acto jurídico.
4.
Interpretar de la mejor manera la voluntad y las preferencias de la persona
titular del acto jurídico, en los casos en que esta se encuentre absolutamente
imposibilitada para interactuar con su entorno por cualquier medio.
5.
Honrar la voluntad y las preferencias de la o el titular del acto jurídico,
establecida a través de una directiva anticipada.
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ARTÍCULO 48. REPRESENTACIÓN DE LA
PERSONA TITULAR DEL ACTO. La persona de apoyo representará a la persona
titular del acto solo en aquellos casos en donde exista un mandato expreso de
la persona titular para efectuar uno o varios actos jurídicos en su nombre y
representación.
En
los casos en que no haya este mandato expreso y se hayan adjudicado apoyos por
vía judicial, la persona de apoyo deberá solicitar autorización del juez para
actuar en representación de la persona titular del acto, siempre que se cumpla
con los siguientes requisitos:
1.
Que el titular del acto se encuentre absolutamente imposibilitado para
manifestar su voluntad y preferencias por cualquier medio, modo y formato de
comunicación posible; y,
2.
Que la persona de apoyo demuestre que el acto jurídico a celebrar refleja la
mejor interpretación de la voluntad y preferencias de la persona titular del
acto.
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ARTÍCULO 49. FORMAS DE APOYO QUE NO
IMPLICAN REPRESENTACIÓN. Las personas de apoyo podrán llevar a cabo las
siguientes acciones, siempre y cuando estén contempladas en el acuerdo de
apoyos, en la directiva anticipada o en la sentencia de adjudicación de apoyos,
sin que las mismas impliquen actos de representación:
1.
Asistir y hacer recomendaciones a la persona titular del acto en relación con
el acto jurídico a celebrar.
2.
Interpretar la expresión de voluntad y preferencias de la persona titular del
acto jurídico en la realización del mismo.
3.
Cualquier otra forma de apoyo que se establezca por medio del acuerdo de
apoyos, la directiva anticipada o en la sentencia de adjudicación de apoyos.
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ARTÍCULO 50. RESPONSABILIDAD DE LAS
PERSONAS DE APOYO. La
responsabilidad de las personas de apoyo, frente a sus funciones como apoyo,
será individual solo cuando en su actuar hayan contravenido los mandatos de la
presente ley, las demás normas civiles y comerciales vigentes en Colombia, o
hayan ido en contravía manifiesta de las indicaciones convenidas en los
acuerdos de apoyo, las directivas anticipadas o la sentencia de apoyos, y por
ello se hayan causado daños al titular del acto jurídico o frente a terceros.
Las
personas de apoyo no serán responsables por los daños personales o financieros
de la persona titular del acto jurídico siempre y cuando hayan actuado conforme
a la voluntad y preferencias de la persona.
CAPÍTULO VII.
ACTOS JURÍDICOS SUJETOS A REGISTRO.
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ARTÍCULO 51. ACTOS JURÍDICOS QUE
INVOLUCREN BIENES SUJETOS A REGISTRO. Para efectos de publicidad a
terceros, los actos jurídicos que involucren bienes sujetos a registro deberán
contar con una anotación de que el acto en cuestión fue realizado utilizando
apoyos, independientemente del mecanismo para la celebración de apoyos que se
utilice.
CAPÍTULO VIII.
RÉGIMEN DE TRANSICIÓN.
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ARTÍCULO 52. VIGENCIA. Las
disposiciones establecidas en esta ley entrarán en vigencia desde su
promulgación, con excepción de aquellos artículos que establezcan un plazo para
su implementación y los artículos contenidos en el Capítulo V de la presente
ley, los cuales entrarán en vigencia veinticuatro (24) meses después de la
promulgación de la presente ley.
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ARTÍCULO
53. PROHIBICIÓN DE INTERDICCIÓN. Queda prohibido iniciar procesos
de interdicción o inhabilitación, o solicitar la sentencia de interdicción o
inhabilitación para dar inicio a cualquier trámite público o privado a partir
de la promulgación de la presente ley.
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ARTÍCULO 54. PROCESO DE ADJUDICACIÓN
JUDICIAL DE APOYOS TRANSITORIO. Hasta tanto entren en vigencia los
artículos contenidos en el Capítulo V de la presente ley, el juez de familia
del domicilio de la persona titular del acto jurídico puede determinar de
manera excepcional los apoyos necesarios para una persona mayor de edad cuando
se encuentre absolutamente imposibilitada para expresar su voluntad y
preferencias por cualquier medio, siempre que sea necesario para garantizar el
ejercicio y la protección de los derechos de la persona titular del acto.
El
proceso de adjudicación judicial de apoyos transitorio será promovido por una
persona con interés legítimo y que acredite una relación de confianza con la
persona titular del acto.
El
juez, por medio de un proceso verbal sumario, determinará la persona o personas
de apoyo que asistirán a la persona titular del acto jurídico, teniendo en
cuenta la relación de confianza, amistad, parentesco o convivencia entre estos
y la persona titular. La sentencia de adjudicación de apoyos fijará el alcance
de los apoyos teniendo en cuenta las normas establecidas en la presente ley, al
igual que el plazo del mismo, el cual no podrá superar la fecha final del
periodo de transición.
La
persona titular del acto jurídico podrá oponerse a la adjudicación judicial de
apoyos en cualquier momento del proceso.
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ARTÍCULO 55. PROCESOS DE INTERDICCIÓN O
INHABILITACIÓN EN CURSO. Aquellos procesos de interdicción o
inhabilitación que se hayan iniciado con anterioridad a la promulgación de la presente
ley deberán ser suspendidos de forma inmediata. El juez podrá decretar, de
manera excepcional, el levantamiento de la suspensión y la aplicación de
medidas cautelares, nominadas o innominadas, cuando lo considere pertinente
para garantizar la protección y disfrute de los derechos patrimoniales de la
persona con discapacidad.
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ARTÍCULO 56. PROCESO DE REVISIÓN DE
INTERDICCIÓN O INHABILITACIÓN. En un plazo no superior a treinta
y seis (36) meses contados a partir de la entrada en vigencia del Capítulo V de
la presente ley, los jueces de familia que hayan adelantado procesos de
interdicción o inhabilitación deberán citar de oficio a las personas que cuenten
con sentencia de interdicción o inhabilitación anterior a la promulgación de la
presente ley, al igual que a las personas designadas como curadores o
consejeros, a que comparezcan ante el juzgado para determinar si requieren de
la adjudicación judicial de apoyos.
En
este mismo plazo, las personas bajo medida de interdicción o inhabilitación
podrán solicitar la revisión de su situación jurídica directamente ante el juez
de familia que adelantó el proceso de Interdicción o inhabilitación. Recibida
la solicitud, el juez citará a la persona bajo medida de interdicción o
inhabilitación, al igual que a las personas designadas como curadores o
consejeros, a que comparezcan ante el juzgado para determinar si requieren de
la adjudicación judicial de apoyos.
En
ambos casos, el juez de familia determinará si las personas bajo medida de
interdicción o inhabilitación requieren la adjudicación judicial de apoyos, de
acuerdo a:
1.
La voluntad y preferencias de las personas bajo medida de interdicción o
inhabilitación, en concordancia con lo dispuesto en el artículo 13 de la
presente ley. Por lo anterior, la participación de estas personas en el proceso
de adjudicación judicial de apoyos es indispensable so pena de la nulidad del
proceso, salvo las excepciones previstas en la presente ley.
2.
El informe de valoración de apoyos, que deberá ser aportado al juzgado por
cualquiera de los citados a comparecer según lo dispuesto en el presente
artículo, en el plazo que el juez disponga, y en todo caso, antes de la fecha
señalada para comparecer ante el juzgado. En caso de que los citados a
comparecer aporten más de un informe de valoración de apoyos, el juez deberá
tener en consideración el informe más favorable para la autonomía e
independencia de la persona, de acuerdo a la primacía de su voluntad y
preferencias, así como las demás condiciones establecidas en el artículo 13 de la presente ley.
El
informe de valoración de apoyos deberá consignar, como mínimo:
a)
La verificación que permita concluir, cuando sea el caso, que aún después de
haber agotado todos los ajustes razonables y apoyos técnicos disponibles, la
persona bajo medida de interdicción o inhabilitación se encuentra
imposibilitada para manifestar su voluntad y preferencias por cualquier medio
posible.
b)
Los apoyos que la persona requiere para la comunicación y la toma de decisiones
en su vida diaria; o en lo relacionado al manejo financiero, salud y demás
aspectos relevantes, en caso de que la persona se encuentre imposibilitada para
manifestar su voluntad y preferencias por cualquier medio.
c)
Los ajustes que la persona requiera para participar activamente en el proceso.
d)
Las sugerencias frente a mecanismos que permitan desarrollar las capacidades de
la persona en relación con la toma de decisiones para alcanzar mayor autonomía
e independencia en las mismas.
e)
Las personas que han fungido o pueden fungir como apoyo en la toma de
decisiones de la persona, para cada aspecto relevante de su vida.
f)
Un informe sobre el proyecto de vida de la persona.
g)
La aprobación de la valoración de apoyos por parte de la persona bajo medida de
interdicción o inhabilidad. En aquellos casos en que la persona bajo medida de
interdicción o inhabilidad se encuentre imposibilitada para manifestar su
voluntad y preferencias por cualquier medio posible, le corresponderá al juez
aprobar dicha valoración de apoyos.
3.
La relación de confianza entre las personas bajo medida de interdicción o
inhabilidad y la o las personas que serán designadas para prestar apoyo en la
celebración de actos jurídicos.
4.
Las demás pruebas que el juez estime conveniente decretar.
5.
Una vez vencido el término para la práctica de pruebas, el juez escuchará a los
citados y verificará si tienen alguna objeción. Posteriormente, el juez
procederá a dictar sentencia de adjudicación judicial de apoyos, la cual
deberá:
a)
Hacer claridad frente a la adjudicación de apoyos en relación con los distintos
tipos de actos jurídicos.
b)
Designar la o las personas de apoyo y sus respectivas funciones para asegurar
el respeto a la voluntad y preferencias de la persona.
c)
Oficiar a la Oficina de Registro del Estado Civil para que anule la sentencia
de interdicción o inhabilitación del registro civil.
d)
Emitir sentencia en lectura fácil para la persona con discapacidad inmersa en
el proceso, explicando lo resuelto.
e)
Ordenar la notificación al público por aviso que se insertará una vez por lo
menos en un diario de amplia circulación nacional, señalado por el juez.
f)
Ordenar los programas de acompañamiento a las familias, en el caso de que
resulten pertinentes.
g)
Disponer las demás medidas que el juez considere necesarias para asegurar la
autonomía y respeto a la voluntad y preferencias de la persona, en particular
aquellas relacionadas con el manejo de patrimonio que se hubiesen establecido
en la sentencia de interdicción sujeta a revisión.
PARÁGRAFO
1o. En
caso de que el juez considere que las personas bajo medida de interdicción o
inhabilitación no requieren de la adjudicación judicial de apoyos, la sentencia
deberá consignar esta determinación y los motivos que la fundamentan. Asimismo,
oficiará a la Oficina de Registro del Estado civil para que anule la sentencia
de interdicción o inhabilitación del registro civil correspondiente. Una vez la
sentencia se encuentre en firme, las personas quedarán habilitadas para acceder
a cualquiera de los mecanismos de apoyo contemplados en la presente ley.
PARÁGRAFO
2o. Las
personas bajo medida de interdicción o inhabilitación anterior a la
promulgación de la presente Ley, se entenderán como personas con capacidad
legal plena cuando la sentencia del proceso de revisión de la interdicción o de
la inhabilitación quede ejecutoriada.
CAPÍTULO IX.
DEROGATORIAS, MODIFICACIONES Y
DISPOSICIONES FINALES.
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ARTÍCULO 57. modifíquese
el artículo 1504 del Código Civil, que quedará así:
“Artículo 1504. Incapacidad
absoluta y relativa. Son absolutamente incapaces los impúberes. Sus actos no
producen ni aún obligaciones naturales, y no admiten caución. Son también
incapaces los menores púberes. Pero la incapacidad de estas personas no es
absoluta y sus actos pueden tener valor en ciertas circunstancias y bajo
ciertos respectos determinados por las leyes. Además de estas incapacidades hay
otras particulares que consisten en la prohibición que la ley ha impuesto a
ciertas personas para ejecutar ciertos actos”.
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ARTÍCULO 58. Modifíquese
el artículo 784 del Código Civil, que quedará así:
“Artículo 784. Incapaces
poseedores. Los que no pueden administrar libremente lo suyo no necesitan de
autorización alguna para adquirir la posesión de una cosa mueble, con tal que
concurran en ello la voluntad y la aprehensión material o legal; pero no pueden
ejercer los derechos de poseedores, sino con la autorización que competa. Los
infantes son incapaces de adquirir por su voluntad la posesión, sea para sí
mismos, o para otros”.
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ARTÍCULO 59. Modifíquese
el ordinal 2 contenido en el artículo 62 del Código Civil, que quedará así:
“2. Por el tutor o
curador que ejerciere la guarda sobre menores de edad no sometidos a patria
potestad”.
Modifíquese
el inciso 1 del artículo 68 de la Ley 1564 de 2012, que quedará así:
“Artículo 68. Sucesión
procesal. Fallecido un litigante o declarado ausente, el proceso continuará con
el cónyuge, el albacea con tenencia de bienes, los herederos o el
correspondiente curador”.
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ARTÍCULO 60. Modifíquese
el artículo 2346 del Código Civil, que quedará así:
“Artículo 2346. Responsabilidad
por daños causados por impúberes. Los menores de 12 años no son capaces de
cometer delito o culpa; pero de los daños por ellos causados serán responsables
las personas a cuyo cargo estén dichos menores, si a tales personas pudieren
imputárseles negligencia”.
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ARTÍCULO 61. DEROGATORIAS. Quedan
derogados los numerales 5 y 6 contenidos en el artículo 22 de la Ley 1564 de 2012; el ordinal 3 del
artículo 127, el ordinal 2 del artículo 1061 y el ordinal 3 del artículo 1068
de la Ley 57 de 1887; los artículos 1o a 48, 50 a 52, 55, 64 y 90 de la Ley 1306 de 2009, el artículo 6o de la Ley 1412 de 2010; el inciso 1 del
artículo 210 del Código General del Proceso; el parágrafo 1
del artículo 36 de la Ley 1098 de 2006 y las demás normas que
sean contrarias a esta ley.
ARTÍCULO
62. El
Gobierno nacional, en un plazo máximo de cuatro (4) meses contados a partir de
la vigencia de la presente ley, deberá emitir los decretos reglamentarios con
el fin de cumplir las medidas ordenadas en el artículo 13 de la Ley 1618 de 2013 que permitan garantizar
el derecho al trabajo de las personas con discapacidad.
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ARTÍCULO 63. VIGENCIA. La
presente ley rige a partir de su promulgación”.
III.
DEMANDA
5. El ciudadano Edier Esteban Manco Pineda afirma que la Ley 1996 de 2019 es
inconstitucional al no haber sido aprobada como ley estatutaria conforme a los
artículos 14, 152 y 153 de la Constitución Política. Desarrolla los siguientes
argumentos.
5.1. El ciudadano argumenta que la Ley 1996 de
2019 regula integralmente derechos fundamentales de sujetos de especial
protección constitucional, y en ese orden, debió ser tramitada por el
legislador como una Ley Estatutaria, observándose para ello todos los requisitos
dispuestos en los artículos 152 y 153 de la Constitución Política. Afirma que
la ley atacada fue tramitada y aprobada como ley ordinaria sin respetarse los
dispuesto en el literal a) del artículo 152. Manifiesta que el derecho
fundamental al reconocimiento a la personalidad jurídica, concretamente, el ejercicio
de la capacidad jurídica de las personas en condiciones de discapacidad es un
contenido que debe regularse a través de una ley estatutaria, con el objeto de
que cumpla con garantías de mayor rigor constitucional, como lo son la
aprobación con mayoría absoluta de los miembros del Congreso y el control
automático de la Corte Constitucional.
5.2. El actor expresa que cada uno de los
títulos dispuestos en la Ley 1996 de 2019 demuestra con claridad que se trata
de la regulación del ejercicio de un derecho fundamental (capacidad jurídica de
las personas con discapacidad) y de la regulación de los mecanismos y
procedimientos a través de los cuales se puede ejercer el derecho a la
personalidad jurídica. En palabras del demandante, la Ley 1996 “(…) detalla, con precisión, cada uno de los aspectos básicos del o de los mismo, desde lo más
simple, hasta lo más detallado, desde los
principios, la forma de ejercer la personalidad y/o capacidad jurídica, hasta los procedimientos para su protección. Incluso
es una ley que modifica
desde el artículo 61 lo
relativo a la interdicción del Código General del Proceso”.[2]
5.3. El actor solicita a la Corte declarar la
inexequibilidad la totalidad de la Ley
1996 de 2019 por no haber sido aprobada por el procedimiento adecuado dispuesto
en la Constitución Política.
IV.
INTERVENCIONES
6.
En el proceso de la referencia se recibieron 19 intervenciones de
distintas entidades, tanto estatales, privadas e internacionales en calidad de amicus
curiae, así como de ciudadanos independientes. Para su consulta detallada
se pueden revisar en el Anexo I a esta sentencia.
Interviniente
Argumentos
Solicitud
Ministerio de Educación Nacional – Instituto Nacional para
Sordos
Falta de especificidad y suficiencia.
No se identificaron los contenidos de la Ley ni las razones por
las cuales deben tramitarse por ley estatutaria.
La Ley no se refiere al núcleo fundamental del derecho a la
capacidad legal.
Inhibición
Exequible
Ministerio de Salud y Protección Social
Ausencia de razones claras, ciertas, pertinentes y suficientes.
No se regula de forma absoluta, integral o completa del derecho
fundamental a la personalidad jurídica
Inhibición
Exequible
Defensoría del Pueblo
Ausencia de claridad, certeza, especificidad, pertinencia y
suficiencia.
Las materias que regula la ley no hacen parte del núcleo
esencial del derecho a la personalidad jurídica, sino solo un atributo
concreto frente a una población específica.
Inhibición
Exequible
Ministerio de Justicia
No regula de forma integral un derecho fundamental, solo
establece los mecanismos que facilitan su ejercicio.
Exequible
Laboratorio de Derechos Económicos Sociales y Culturales
No expone razones suficientes.
La Ley regula las acciones afirmativas, los ajustes razonables y
los apoyos necesario para permitir el ejercicio del derecho a la capacidad
jurídica. (C-035 de 2015).
Exequible
Inexequibilidad diferida
Cristián Fernando Aponte
La norma acusada no regula ni trata aspectos sobre
el núcleo esencial del derecho fundamental a la personalidad jurídica
contenido en el artículo 14 constitucional, más bien, entiéndase que la
capacidad legal que regula la ley es uno de los atributos de la personalidad
jurídica, y para el caso particular, trata sobre las personas en situación de
discapacidad que son mayores de edad
Exequible
María Alejandra Suárez Saldarriaga
La Ley regula un aspecto esencial para el ejercicio de la
capacidad legal y establece de manera exhaustiva los
procedimientos, recursos, medios, asistencia, instrumentos judiciales y extra
judiciales para proteger el derecho fundamental del ejercicio de la capacidad
legal
Inexequible
Instituto JO Clemente de Brasil
Desarrolla argumentos generales sobre el contenido de la Ley
1996 de 2019. No se refiere al cargo sobre reserva de ley estatutaria.
Exequible
Secretaria
General del Órgano de Revisión de la Ley de Salud Mental de Argentina
Desarrolla argumentos generales sobre el contenido de la Ley
1996 de 2019. No se refiere al cargo sobre reserva de ley estatutaria.
Exequible
Universidad
Autónoma de Bucaramanga – Clínica Jurídica e Interés Público y Derechos
Humanos
La Ley no afecta los elementos esenciales y estructurales del
derecho fundamental a la personalidad jurídica.
Inhibición
Exequible
Programa
de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social - PAIIS
La demanda no desarrolla el contenido del derecho fundamental ni
los requisitos jurisprudenciales sobre la reserva de ley estatutaria.
La ley siguió el trámite legislativo adecuado porque no pretendía
regular exhaustivamente el derecho fundamental a la personalidad jurídica. El
objeto de la ley es armonizar la ley interna con los estándares
internacionales CDPD
Inhibición
Exequible
Red
Vallecaucana de Organizaciones de y para personas con discapacidad – Redis Valle
La Ley 1996 de 2019 no regula de manera detallada y general un
derecho fundamental.
Exequible
Grupo
de Acciones Públicas – Universidad Icesi
Ausencia de especificidad y suficiencia del cargo formulado.
Declarar inconstitucional la totalidad de la Ley 1996 de 2019,
es una medida regresiva.
Los contenidos de la ley no cumplen con los requisitos para la
reserva de ley estatutaria.
Inhibición
Exequible
Fundación
MEEM
Desarrolla argumentos generales sobre el contenido de la Ley
1996 de 2019.
Exequible
Grupo de Acciones Públicas – Universidad del Rosario
Ausencia de suficiencia y especificidad.
La Ley no restringe un derecho, ni tampoco lo regula
exhaustivamente.
Inhibición
Exequible
Federación
de Discapacidad del Valle
Desarrolla argumentos generales sobre el contenido de la Ley
1996 de 2019. No regula el núcleo de un derecho fundamental.
Exequible.
Clínica
Jurídica de Derechos Humanos e Interés Público – Universidad de Ibagué
La Ley 1996 no regula asuntos estructurales, ni tampoco de forma
detallada y completa un derecho fundamental.
Exequible
Instituto
Colombiano de Derecho Procesal
Ausencia de razones ciertas, pertinentes, específicas y
suficientes de la demanda.
Las modificaciones de los códigos con competencia del legislador
ordinario. La reserva de ley estatutaria es restrictiva. La Ley 1996 no
regula el núcleo esencial del derecho a la personalidad jurídica.
Inhibición
Exequible
Juanita
Goebertus – Representante a la Cámara
Ausencia de especificidad y suficiencia del cargo presentado en
la demanda.
La Ley 1996 establece unos
mecanismos para levantar las barreras que pueden enfrentar las personas con
discapacidad para ejercer su derecho a la capacidad legal, en ese orden de
ideas, no regula de manera exhaustiva el ejercicio del derecho a la
personalidad jurídica.
Inhibición
Exequible
V. CONCEPTO DE LA PROCURADURÍA GENERAL DE LA NACIÓN
7. El Ministerio Público solicitó a la Corte
Constitucional declararse inhibida para fallar de fondo por ineptitud sustantiva de la demanda. Asimismo, pidió que,
en caso de proferir una sentencia de fondo, se declare exequible la Ley 1996 de
2019.
Por
un lado, manifestó que la demanda no cumplió con los requisitos de
especificidad y suficiencia, puesto que se basó en la formulación de un cargo
genérico de inconstitucionalidad, sin exponer las razones específicas por las
cuales cada norma en concreto, específicamente, su contenido material, debía
tramitarse como ley estatutaria.
Por
otro lado, consideró que tampoco se satisficieron los requisitos de claridad,
certeza y pertinencia, al haber asumido que la Ley 1996 de 2019 reguló de
manera integral, completa y sistemática el derecho fundamental consagrado en el
artículo 14 de la Constitución Política. A su parecer, se aludió
indistintamente al “derecho fundamental a la capacidad jurídica”, como
uno de los atributos de la personalidad, y al “derecho fundamental de la
autonomía personal, personalidad jurídica y/o capacidad plena”, sin haber
logrado explicar de manera clara y comprensible el concepto de violación
propuesto.
Por
el contrario, en su opinión, el objeto de la ley demandada es limitado, pues
con aquella normatividad se buscó “establecer un régimen para el ejercicio
de la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de edad, que sea
armónico con los distintos marcos normativos elaborados a partir de una
comprensión específica de la discapacidad con fundamento en la cual se exige,
de tiempo atrás, una regulación consistente”[3].
Explicó
que, de admitirse que la Ley 1996 de 2019 regula un derecho fundamental, se
debería tener en cuenta que lo habría hecho de manera restringida, al no haber
incorporado los distintos aspectos fijados en todas las disposiciones
aplicables; “[e]ntre ellas, la CDPD y su ley aprobatoria (Ley 1346 de 2009),
sin mencionar las normas relativas al reconocimiento de la personalidad y de la
capacidad jurídica”[4].
Con
fundamento en lo anterior, consideró que la Corte Constitucional debía
declararse inhibida para pronunciarse de fondo.
Ahora
bien, en caso de que la Corte decidiera entrar a estudiar el tema de fondo,
aseveró que el problema jurídico a estudiar debía ser el siguiente: “¿El
trámite y la expedición de la Ley 1996 de 2019, ‘Por medio de la cual se
establece el régimen para el ejercicio de la capacidad legal de las personas
con discapacidad mayores de edad’, desconoció los artículos 14, 152, y 153 de
la Constitución Política, porque se aprobó como una ley ordinaria y no como una
ley estatutaria?”[5].
Al respecto, afirmó que, al aplicar el criterio de interpretación restrictivo,
se ponía en evidencia que el trámite y la expedición de la Ley 1996 de 2019 no
desconocieron los artículos 14, 152 y 153 de la Constitución Política; sino
que, por el contrario, observó la regla general que se mantiene en favor del
Legislador ordinario.
VI. COMPETENCIA
1. La Corte
Constitucional es competente para conocer de la presente demanda en virtud del
numeral 4º del artículo 241 de la Carta Política.
Cuestiones previas
2. El demandante presentó solo un cargo dirigido contra la Ley 1996
de 2019, según el cual la capacidad jurídica de las personas con discapacidad y
los mecanismos de apoyo a través de los cuales se regula su ejercicio, es una
materia que debe ser regulada por una ley estatutaria (art. 152 y 153 de la
CP), en virtud de que se trata de un asunto integral y esencial de un derecho
fundamental.
3. La mayoría de los intervinientes solicitaron a la Corte que se
declare inhibida para fallar por ausencia de cumplimiento de los requisitos
para la presentación de la demanda. Concretamente, insistieron que el cargo
formulado por el actor no cumple con los requisitos de suficiencia y
especificidad ya que, (i) los argumentos son abstractos y generales y no
desarrolla el contenido de del derecho fundamental a la personalidad jurídica
(art. 14 CP), (ii) no explica y desarrolla cuáles de los requisitos de la
jurisprudencia relacionados con la reserva de ley estatutaria que fueron
desconocidos por el legislador y (iii) se limita a afirmar que la Ley 1996 de
2019 regula todo lo concerniente al ejercicio de la capacidad jurídica de las
personas en condiciones de discapacidad, pero no explica cuál es su núcleo
esencial y la regulación estructural que se hace.
Subsidiariamente, pidieron a
la Corte que la Ley 1996 de 2019 sea declarada constitucional, en la medida en
que la norma no regula de manera completa y detallada el derecho fundamental a
la personalidad jurídica, ni tampoco restringe o limita el ejercicio del
derecho a la capacidad jurídica, sino todo lo contrario, su pretensión es
eliminar obstáculos para que las personas con discapacidad puedan participar de
la realización de actos jurídicos de forma directa e independiente.
3.1. La minoría de las
intervenciones coadyuvaron a los planteamientos del ciudadano demandante.
4. Con sustento en lo anterior, la Sala Plena procederá primero a
evaluar la aptitud de la demanda y el cargo formulado por el ciudadano, toda
vez que la mayoría de los intervinientes presentaron preocupaciones sobre la
ausencia de razones claras, ciertas, suficientes, específicas y pertinentes.
Una vez agotado este análisis preliminar, la Sala desarrollará unas
consideraciones generales relacionadas con el concepto y alcance de la cláusula
constitucional sobre la reserva de ley estatutaria, con el fin de analizar el
cargo de inconstitucionalidad propuesto.
Aptitud del cargo formulado
en la demanda relacionado con la reserva de ley estatutaria. Reiteración
jurisprudencial.
5. El
artículo 2º del Decreto 2067 de 1991 establece los requisitos que deben observarse
en la formulación de una demanda de inconstitucionalidad.[6]
Concretamente las acciones de constitucionalidad requieren tres elementos
fundamentales: “(1) debe referir con precisión el objeto demandado, (2)
el concepto de la violación y (3) la razón por la cual la Corte es
competente para conocer del asunto” (art. 2, Decreto 2067 de 1991).[7]
El primero de estos elementos (el
objeto demandado) exige el deber del ciudadano de indicar inequívocamente
la norma o apartes de la norma que a su juicio considera son contrarios al
ordenamiento constitucional.[8] Este requisito incluye revisar, por
ejemplo, la vigencia de la norma que se ataca, la eventual presencia de una
cosa juzgada y la necesidad de identificar una proposición jurídica completa o
realizar la integración de la unidad normativa de ser procedente. Estos dos
últimos asuntos serán analizados por esta providencia más adelante.
El segundo de estos elementos (el
concepto de la violación), debe observar, a su vez, tres condiciones
mínimas: (i) “el señalamiento de las normas constitucionales que consideren
infringidas “(art. 2, num.2, Decreto 2067 de 1991); (ii) “la exposición
del contenido normativo de las disposiciones constitucionales que riñe con las
normas demandadas”[9] y (iii) exponer las razones
por las cuales las disposiciones normativas demandadas violan la Constitución,
las cuales deberán ser, al menos, “claras, ciertas, específicas, pertinentes
y suficientes”.[10]
Dichas características, que debe reunir
el concepto de violación, formulado por quien demanda la norma, fueron
definidas por la Corte. En cuanto al requisito de la claridad, indicó
esta Corporación, que el mismo se refiere a la existencia de un hilo conductor
en la argumentación, que permita al lector la comprensión del contenido en su
demanda.[11] La
condición de certeza, por su lado, exige al actor presentar
cargos contra una proposición jurídica real, existente y que tenga conexión con
el texto de la norma acusada, y no una simple deducción del demandante.[12] La
exigencia de especificidad hace alusión a que el demandante debe
formular, al menos, un cargo constitucional concreto y directamente relacionado
con las disposiciones que se acusan, pues exponer motivos vagos o
indeterminados impediría un juicio de constitucionalidad.[13] En cuanto a la
pertinencia, la Corte ha establecido que la misma se relaciona con la
existencia de reproches basados en la confrontación del contenido de una norma
superior con aquel de la disposición demandada, por lo cual no puede tratarse
de argumentos de orden legal o doctrinario, o de puntos de vista subjetivos del
accionante.[14] Con respecto a la suficiencia, ésta
guarda relación con la exposición de los elementos de juicio necesarios para
llevar a cabo un juicio de constitucionalidad y con el empleo de argumentos que
despierten una duda mínima sobre la constitucionalidad de la disposición
atacada, logrando así que la demanda tenga un alcance persuasivo.[15]
6. La Sala Plena considera que la demanda es apta para
ser estudiada de fondo, toda vez que, a diferencia de lo que afirman varios de
los intervinientes, se cumple todos los requisitos exigidos por el Decreto 2067
de 1991 y la jurisprudencia, como se expondrá a continuación.
6.1. En primer lugar, el demandante identificó
con claridad el objeto de la demanda, al señalar que la Ley 1996 de 2019 debió
ser tramitada conforme a los requisitos constitucionales dispuestos para las
leyes estatutarias, en razón a que “(…) regula de manera exhaustiva el
derecho fundamental a la capacidad jurídica y sus mecanismos de protección de
las personas en situación de discapacidad mayores de edad por una ley
ordinaria”.[16]
Igualmente precisó los contenidos constitucionales que considera vulnerados, y
que, según el demandante, se trata de contenidos que deben ser regulados a
través de una ley de mayor jerarquía como lo son las leyes estatutarias. Sobre
este punto desarrolla el derecho fundamental a la personalidad jurídica
establecido en el artículo 14 de la Constitución.
6.2.
En segundo lugar, aunado
a lo anterior, el actor señaló las normas constitucionales que considera
infringidas: el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica, artículo
14 y las materias y el trámite legislativo de las leyes estatutarias, artículos
152 y 153, respectivamente).
6.3.
En tercer lugar, el
ciudadano presentó los contenidos normativos de las disposiciones
constitucionales, así como expuso razones por las cuales la Ley 1996 de 2019
desconoce la Constitución Política al no haberse tramitado bajo los
lineamientos de una ley estatutaria.
6.4.
En línea con lo
anterior, la demanda expone razones claras y ciertas. En efecto, el demandante desarrolló una argumentación
comprensible sobre lo que él estima contrario a la Constitución. Al respecto,
argumentó que la Ley 1996 de 2019 debió obedecer a los procedimientos
especiales de una ley estatutaria en la medida en que regula todo lo
relacionado con el contenido y alcance del derecho fundamental a la capacidad
jurídica de las personas en condiciones de discapacidad. De tal forma, según el
demandante, al establecerse todo lo concerniente al núcleo esencial del
ejercicio de un derecho, la Ley 1996 debía haber sido tramitada y aprobada con
las reglas especiales de una ley estatutaria. Con base en lo anterior, se evidencia que el demandante desarrolla una
argumentación clara, en la medida en que tienen un hilo conductor y explica
tanto los contenidos de la Constitución que considera vulnerados, como los
contenidos de la Ley 1996, para demostrar que debió haber sido aprobada a
través de un trámite de ley estatutaria. Así, también, los cargos con ciertos,
en razón a que el actor demanda una norma vigente y concreta sobre la cual
expone una vulneración constitucional específica.
6.5.
Del mismo modo, las razones que expone el demandante generan una mínima
duda sobre la constitucionalidad de la Ley 1996 de 2019, y por tanto, el cargo
cuenta con razones específicas y suficientes. La Sala Plena encuentra que los
argumentos expuestos por el ciudadano para fundamentar el cargo sobre el
desconocimiento de la ley estatutaria cumplen con los requisitos de
especificidad y suficiencia, toda vez que, por una parte, el ciudadano formuló un cargo concreto
contra una norma de rango legal que se encuentra vigente y lo contrastó con el
contenido constitucional. Por otra parte, en el escrito de la demanda el actor
describe algunos de los contenidos objeto de regulación de la Ley 1996 de 2019
para demostrar que “regula
de manera completa y exhaustiva el derecho fundamental a la
autonomía personal, personalidad jurídica y/o
a la capacidad plena, mediante una ley ordinaria, es decir, una ley que no es
la adecuada constitucionalmente para contener
el peso del o los derechos
fundamentales antes
citados y los mecanismos para su protección”.[17]
Adicionalmente, el
demandante explicó por qué el ejercicio de la capacidad jurídica de las
personas en condiciones de discapacidad, a su juicio, debió ser regulado a
través de una ley de rango estatutario.
Es cierto, como
lo argumentaron algunos intervinientes, que el ciudadano no propuso un artículo
concreto, sino planteó el cargo de desconocimiento de la reserva de ley
estatutaria sobre todo del cuerpo normativo. Esto no es razón suficiente para
inadmitir el cargo, dado que la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha
admitido y estudiado de fondo demandas presentadas contra la integralidad de
leyes por el mismo cargo que hoy se formula.
Al respecto, la Corte ha estudiado de
fondo varias demandas que se han presentado de forma global contra una ley por
considerarse violatoria de la reserva de ley estatutaria (C-145 de 1994, C-055
de 1995, C-247 de 1995, C-374 de 1997, C-193 de 1994, C-035 de 2015). Por
ejemplo, en la sentencia C-035 de 2015[18],
los demandantes plantearon un cargo de reserva de ley estatutaria contra toda la
Ley 1680 de 2013 “Por la cual se garantiza a las personas ciegas y con baja
visión, el acceso a la información, a las comunicaciones, al conocimiento y a
las tecnologías de la información y de las comunicaciones”.[19] Consideraron que los
asuntos que regula tienen una relación directa e inescindible con el derecho a
la igualdad del artículo 13 de la Constitución. En aquella oportunidad, la Sala
Plena señaló que el cargo específico y suficiente y analizó de fondo el cargo
contra toda la ley.[20] Como
puede verse aquella normativa regulaba un asunto específico -acceso a la información
y comunicación de las personas con discapacidad visual- y no diferentes
materias.
La Corte también recordó en esta
providencia que el principio pro actione implica que “(…) el examen
de los requisitos adjetivos de la demanda de constitucionalidad no debe ser
sometido a un escrutinio excesivamente riguroso y que debe preferirse una
decisión de fondo antes que una inhibitoria, de manera que se privilegie la
efectividad de los derechos de participación ciudadana y de acceso al recurso
judicial efectivo ante la Corte. Este principio tiene en cuenta que la acción
de inconstitucionalidad es de carácter público, es decir abierta a todos los
ciudadanos, por lo que no exige acreditar la condición de abogado; en tal
medida, ‘el rigor en el juicio que aplica la Corte al examinar la
demanda no puede convertirse en un método de apreciación tan estricto que
haga nugatorio el derecho reconocido al actor y que la duda habrá de interpretarse
a favor del demandante, es decir, admitiendo la demanda y fallando de fondo.”[21]
De manera que la presentación “global”
de la demanda por el cargo por presunto desconocimiento de la cláusula del
artículo 152 de la Constitución, no es razón suficiente para inadmitir este
tipo de reclamos. Además, la Ley 1996 de 2019 regula contenidos todos
relacionados con el derecho a la capacidad jurídica, de manera que no se trata
de un cuerpo normativo con asuntos de diferente naturaleza o temáticas, sobre
los cuales se deba exigir al ciudadano precisar cuáles son aquellos que alega
como derechos fundamentales, por ejemplo. La Corte en sentencia C-260 de 2016, [22] o más reciente en la sentencia C-465 de
2020,[23] resolvió
inhibirse ante demandas de inconstitucionalidad que formularon como cargos la
violación de la reserva de ley estatutaria contra la integralidad de leyes (Ley
1765 de 2015 y Ley 1098 de 2006, respectivamente) que regulan asuntos de todo
tipo y desde distintas perspectivas. En estos casos, es claro que el actor
tiene una carga adicional y es precisar qué normas específicamente cumplen con
las condiciones para ser consideradas bajo reserva de ley estatutaria según las
relaciones con el derecho fundamental.
De esa forma, lo que se debe examinar
son las razones que expone el demandante sobre el y los contenidos de la misma
ley que ataca y su relación con las materias que deben aprobarse bajo los
lineamientos más rigurosos que exige una ley estatutaria.
6.6.
Finalmente, la Sala Plena considera que la
demanda también expone razones pertinentes para sustentar el cargo, pues el reproche se sustenta en el contenido de normas de
carácter superior, como los son los artículos 14, 152 y 153 de la Constitución,
invoca jurisprudencia
constitucional sobre el contenido del derecho a la personalidad jurídica, y
todo ello, lo contrasta con la Ley 1996. De esa forma, se evidencia que el
ciudadano no acude a opiniones personales o doctrinales abstractas, sino
argumentos de naturaleza constitucional.
6.7.
En cuanto a los
argumentos de algunos intervinientes que afirmaron que el actor había omitido
explicar los requisitos que se exigen jurisprudencialmente para establecer si
una ley que regula materias de derechos fundamentales, debe ser tramitada como
ley estatutaria,[24]
la Sala estima que el actor sí mencionó dentro de sus argumentos al menos dos
de estos requisitos, como lo son, la intervención del núcleo esencial de un
derecho fundamental y la regulación “integral y exhaustiva” del derecho
a la capacidad jurídica de las personas en condiciones de discapacidad.
Ahora bien, exigirle al ciudadano
realizar el juicio riguroso sobre la procedencia de la reserva de ley
estatutaria es una carga que no le corresponde, y en cambio, en el escrito de
la demanda se advierten razones que la Sala estima suficientes para generar una
mínima duda sobre la presunta inconstitucionalidad de la Ley 1996 de 2019 por
el cargo formulado. Recuérdese que la acción de inconstitucionalidad es de
naturaleza pública y que el principio pro actione exige al juez
constitucional no someter a un “escrutinio excesivamente riguroso” el
examen de los requisitos de la demanda y preferir “una decisión de fondo
antes que una inhibitoria”,[25] de tal
forma que se garantice la participación ciudadana en asuntos constitucionales,
así como el acceso a un recurso judicial efectivo.
6.8.
Con todo lo anterior,
se observa que la demanda cumple con los requisitos mínimos para ser admitida y
analizada de fondo por la Corte Constitucional.
VII.
Problemas jurídicos y consideraciones de la Corte
7. Una vez establecida la aptitud de la
demanda objeto de análisis, la Sala procederá a establecer si la Ley 1996 de
2019 fue tramitada en desconocimiento de la reserva de ley estatutaria
dispuesta en los artículos 152 y 153 de la Constitución Política, en tanto,
según el actor, regula integralmente un derecho fundamental, como lo es el
ejercicio de la capacidad jurídica de las personas mayores de edad en
condiciones de discapacidad. Para dar respuesta a este interrogante, se
estudiará la jurisprudencia constitucional que ha desarrollado el concepto y
alcance de la reserva de ley estatutaria, y luego, desde el análisis del
derecho fundamental objeto de regulación, establecer si se cumple con los
requisitos jurisprudenciales de la reserva de ley estatutaria.
Cláusula de reserva de leyes
estatutarias en materia de derechos fundamentales (literal a del artículo 152
CP). Reiteración jurisprudencial.
8. La jurisprudencia de la Corte
Constitucional ha desarrollado una jurisprudencia constante y pacífica
relacionada con el contenido y alcance de la reserva de ley estatutaria.[26] El constituyente consagró un sistema
normativo jerárquico que supone varias categorías de leyes que se distinguen
del tipo de materias que regulan y del trámite legislativo que debe agotarse.[27] En el caso de las leyes estatutarias,
se eligieron materias que son de relevancia constitucional, cuya estabilidad es
trascendental,[28] y sobre las cuales se requiere un
debate democrático más exigente, y por tanto, se contempló un trámite de
aprobación riguroso.[29] En palabras de la Corte:
“La Constitución Política de 1991 introdujo la
modalidad de las leyes estatutarias para regular algunas materias respecto de
las cuales quiso el Constituyente dar cabida al establecimiento de conjuntos
normativos armónicos e integrales, caracterizados por una mayor estabilidad que
la de las leyes ordinarias, por un nivel superior respecto de éstas, por una
más exigente tramitación y por la certeza inicial y plena acerca de su
constitucionalidad.
La propia Carta ha diferenciado esta clase de leyes
no solamente por los especiales asuntos de los cuales se ocupan y por su
jerarquía, sino por el trámite agravado que su aprobación, modificación o
derogación demandan (…)”[30]
9.
El
artículo 152 de la Constitución establece que “mediante leyes estatutarias,
el Congreso regulará las siguientes materias: a) derechos
y deberes fundamentales de las personas y los procedimientos y recursos para su
protección; b) administración de justicia; c) organización y régimen de los
partidos y movimientos políticos; estatuto de la oposición y funciones
electorales; d) instituciones y mecanismos de participación ciudadana; e)
estados de excepción; f) la igualdad electoral entre los candidatos a la
Presidencia de la República que reúnan los requisitos que determine la ley (…)”.[31]
En la misma línea, el artículo 153 establece los requisitos mínimos para el
trámite y la aprobación de este tipo de leyes: (i) “la aprobación,
modificación o derogación (…) exigirá la mayoría absoluta de los miembros del
Congreso”; (ii) “deberá efectuarse dentro de una sola legislatura” y
(iii) el trámite comprende la revisión previa de la Corte Constitucional.[32]
10.
En
lo relacionado con el literal (a) del artículo 152, es decir, los “derechos
y deberes fundamentales de las personas y los procedimientos y recursos para su
protección”, la Corte ha establecido que es una norma de interpretación
restrictiva y de aplicación excepcional, toda vez que no puede vaciarse la
facultad del legislador ordinario.[33]
Al recordar las sesiones de la Asamblea Nacional Constituyente, la Corte
recordó que “las leyes estatutarias sobre derechos
fundamentales tienen por objeto desarrollarlos y complementarlos. Esto no supone
que toda regulación en la cual se toquen aspectos relativos a un derecho
fundamental deba hacerse por vía de ley estatutaria”.[34]
Del mismo modo, ha señalado que este tipo de leyes no fueron creadas en el
ordenamiento “con el fin de regular en forma exhaustiva y casuística todo
evento ligado a los derechos fundamentales”.[35]
11.
Conforme
a lo anterior, la Corte empezó a desarrollar ciertos criterios que muestran
cuándo una materia relacionada con derechos fundamentales debe ser regulada a
través de una ley estatutaria, so pena de ser inconstitucional por un vicio de
competencia.[36]
Afirmó que los asuntos objeto de regulación estatutaria no dependen de la
denominación que le dé el legislador al cuerpo normativo, sino a su contenido
material. Señaló que la exigencia del trámite de ley estatutaria “debe
entenderse limitada a los contenidos más cercanos al núcleo esencial de ese
derecho”,
pues en realidad “toda la legislación de manera más o menos lejana, se
encuentra vinculada con los derechos fundamentales”.[37]
De esa forma, la interpretación de cuándo una materia debe ser regulada vía ley
estatutaria debe ser restrictiva y excepcional:
“(…)
en razón a la amplitud de temas que recoge la reserva de ley estatutaria, la
jurisprudencia ha sido uniforme en establecer que la misma debe
interpretarse de forma restrictiva. De lo contrario, se vaciaría de competencia
al Legislador ordinario. Este criterio cobra particular relevancia en el ámbito
de la regulación de los derechos y deberes fundamentales, pues es evidente que
toda norma se refiere directa o indirectamente al ejercicio o restricción de un
derecho fundamental. Así, este Tribunal ha enfatizado en que no todo evento ligado a los derechos fundamentales debe ser
tramitado mediante ley estatutaria. Igualmente, que la identificación del
trámite al que está sujeta la norma se hace a partir del contenido material de
las disposiciones y no de su identificación formal”.[38]
12.
Así,
por ejemplo, la Corte aseguró que si una norma legal “contiene cláusulas que afecten, restrinjan, limiten o condicionen el
núcleo esencial de derechos fundamentales, el trámite de ley estatutaria no
puede evadirse”.[39] En
el caso de las materias que se regulan a través de Códigos, se ha señalado que,
sin duda, varios de ellos regulan asuntos de derechos fundamentales, tales como
el Código Penal, el Código Civil, el Código de la Infancia y la adolescencia;
sin embargo, la misma Carta autoriza al Congreso para expedir por vía ordinaria
toda clase de estatutos que, por regla general, son leyes ordinarias.[40] De ese modo, tan solo deberán
regularse por ley estatutaria aquellas disposiciones que afecten el núcleo
esencial de un derecho fundamental, como pasó en la sentencia C-620 de 2001,[41] en la cual la Corte resolvió que
la acción de habeas corpus debía ser tramitada a través de una ley estatutaria,
por tanto, declaró inconstitucional las disposiciones de la Ley 600 de 2000 que
la regulaban, y lo demás lo dejó incólume.[42]
13.
Sobre
el concepto del “núcleo esencial” de un derecho fundamental, la Corte lo
ha entendido como “(…) aquellas facultades o posibilidades de
actuación necesarias para que el derecho sea reconocible como pertinente al
tipo descrito, sin las cuales el derecho se desnaturalizaría. Igualmente, se ha
dicho que el núcleo esencial se refiere a los intereses jurídicamente
protegidos como núcleo y médula del derecho. Se puede entonces hablar de una
esencialidad del contenido del derecho, para hacer referencia a aquella parte
del contenido del mismo que es absolutamente necesaria para que los intereses
jurídicamente protegibles, que dan vida al derecho, resulten real, concreta
y efectivamente protegidos. De ese modo, se rebasa o se desconoce el contenido
esencial cuando el derecho queda sometido a limitaciones que lo hacen
impracticable, lo dificultan más allá de lo razonable o lo despojan de la
necesaria protección”.[43]
La Corte también ha establecido que se
desarrollan aspectos importantes del núcleo esencial de un derecho fundamental
cuando se desarrollan los principios básicos que rigen su ejercicio y “la
definición de las prerrogativas básicas que se desprenden del derecho para los
titulares y que se convierten en obligaciones para los sujetos pasivos”.[44]
14.
De
esa forma, cuando el legislador asume la tarea de regular de manera “integral,
estructural o completa (…) un
tema de aquellos que menciona el artículo 152 superior, debe hacerlo
mediante ley estatutaria, aunque dentro de esta regulación
general haya disposiciones particulares que por su contenido material no tengan
el significado de comprometer el núcleo esencial de derechos cuya regulación se
defiere a este especial proceso de expedición legal. Es decir, conforme
con el aforismo latino que indica que quien puede lo más puede lo menos, una
ley estatutaria que de manera integral pretende regular un asunto de los que
enumera la precitada norma constitucional, puede contener normas cuya
expedición no estaba reservada a este trámite, pero en cambio, a la inversa,
una ley ordinaria no puede contener normas particulares reservadas por la
Constitución a las leyes estatutarias.”[45]
15.
La
Corte ha aclarado que aquel requisito de integralidad y sistematicidad de la
regulación del derecho fundamental que cumplen las leyes estatutarias implica
que “debe referirse a los elementos estructurales del derecho, es decir,
(…) (i) a las prerrogativas que se derivan del derecho y que se
convierten en obligaciones para los sujetos pasivos, (ii) a los
principios que guían su ejercicio –cuando haya lugar, y (iii) a
las excepciones a su régimen de protección y otras limitaciones de orden
general”.[46]
16.
En
ese orden de ideas, la Corte ha advertido que las leyes estatutarias tienen una
doble función (a) asegurar que el legislador “integre, perfeccione, regule y
complemente normas sobre derechos fundamentales, que apunten a su adecuado goce
y disfrute”[47]
y (b) “establecer una garantía constitucional a favor de los ciudadanos
frente a los eventuales límites que, exclusivamente en virtud del principio de
proporcionalidad, pueda establecer el legislador”.[48]
17.
Con
fundamento en el desarrollo jurisprudencial, mediante sentencia C-646 de 2001[49]
la Corte recogió las reglas jurisprudenciales que desarrollaron los criterios para determinar si un asunto está o no
sometido a la reserva de ley estatutaria, en lo relativo al literal (a) del
artículo 152, y que se han reiterado hasta la jurisprudencia más reciente
(véase, por ejemplo sentencias C-035 de 2015, C-818 de 2011, C-370 de 2019,
C-127 de 2020): (i) que se trate de un derecho de naturaleza
fundamental, (ii) que la regulación sea integral, completa y
sistemática, (iii) que las disposiciones regulen de forma directa el núcleo
esencial del derecho fundamental, los aspectos inherentes al mismo, sus
principios y estructura,[50]
(iv) que la regulación desarrolle elementos estructurales que impliquen
una afectación al derecho, como límites, restricciones, excepciones y
prohibiciones que interfieran el núcleo esencial del derecho y (v) la
reserva también aplica cuando se “trate de un mecanismo constitucional
necesario e indispensable para la defensa y protección de un derecho
fundamental”.[51]
De
manera que es necesario que en cada derecho fundamental se realice un ejercicio
de interpretación de sus contenidos para delimitar cuáles deben ser regulados
por este tipo de ley especial y cuáles podrían estar a cargo del legislador
ordinario.
18.
En
lo relacionado con “los procedimientos y recursos para su protección” (literal
a, art. 152 CP), la Corte ha establecido que se trata de herramientas para
hacer efectivos los derechos fundamentales, de tal modo no hacen parte de la
estructura esencial del derecho, y en consecuencia, “pueden o no ser
desarrollados en una misma ley estatutaria”.[52]
La regulación estatutaria de los mecanismos de protección de los derechos
fundamentales solo se activa cuando éstos sirven para la protección directa de
ellos y son necesarios e indispensables para su realización efectiva.[53]
De tal modo, al tratarse de mecanismos judiciales, solo aquellos que son
reforzados y están dirigidos a la protección directa e inmediata.[54]
19. En conclusión,
las leyes expedidas por el Congreso de la República, en su gran mayoría, se
relacionan con la garantía y respeto de los derechos fundamentales reconocidos
en la Carta Política. Esto es apenas un cumplimiento de las obligaciones
constitucionales dentro del Estado Social de Derecho. Sin embargo, no todas las
leyes que tengan estos contenidos deben ser tramitadas a través del proceso
legislativo cualificado de las leyes estatutarias acorde con el literal (a) del
artículo 152 de la CP. La jurisprudencia constitucional ha establecido con
claridad unos requisitos necesarios que deben estudiarse al momento de evaluar
cuándo una ley o materia debe ser regulada a través de ley estatutaria. El juez
constitucional deberá analizar cada caso y establecer si hay una afectación al
núcleo esencial del derecho fundamental objeto de regulación, así como, si se
pretende regular de forma integral su alcance, contenidos y principios para
hacer posible su ejercicio real y efectivo.
ANÁLISIS DEL CARGO
El derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica
20. El Título II “De los Derechos, las
garantías y los deberes”, en el Capítulo 1 “De los derechos fundamentales”, se
encuentra consagrado el artículo 14 de la Constitución Política el cual dispone
“[t]oda persona tiene derecho al reconocimiento de la personalidad
jurídica”. La Corte desde muy temprano tuvo la oportunidad de iniciar la
interpretación constitucional de esta disposición. En la sentencia T-485 de
1992[55]
dijo que el derecho a la personalidad jurídica “(…) presupone toda una
normatividad jurídica, según la cual todo hombre por el hecho de serlo tiene
derecho a ser reconocido como sujeto de derechos, con dos contenidos
adicionales: titularidad de derechos asistenciales y repudio de ideologías
devaluadoras de la personalidad, que lo reduzcan a la simple condición de cosa.
(…) Debe en consecuencia resaltarse que este derecho, confirmatorio del valor
de la sociedad civil regimentada por el derecho, es una formulación política
básica, que promueve la libertad de la persona humana; y que proscribe toda
manifestación racista o totalitaria frente a la libertad del hombre. (…) Este
derecho fundamental a la personalidad jurídica que consagró el Constituyente de
1991 es más una declaración de principio, que acoge a la persona en lugar del
individuo, como uno de los fundamentos esenciales del nuevo ordenamiento
normativo”.[56]
21. En el mismo sentido, en la sentencia
C-109 de 1995[57]
la Corte señaló que este derecho fundamental no implica solo la capacidad de
toda persona para participar en el tráfico jurídico y ser titular de derechos y
obligaciones, sino también “comprende la posibilidad que todo ser humano
tiene de ostentar determinados atributos que constituyen su esencia, por lo que
este derecho fundamental comprende también las características propias de la
persona”.[58] Los atributos de la personalidad
jurídica permiten a toda persona actuar en sociedad de acuerdo al proyecto de
vida elegido, así como conocer su historia e identidad en la comunidad donde se
desarrolla. Los atributos son el nombre, el domicilio, el estado civil, el
patrimonio, la nacionalidad y la capacidad. Según la Corte “No puede haber personas a quienes se les
niegue la personalidad jurídica, ya que ello equivaldría a privarles de
capacidad para ejercer derechos y contraer obligaciones”.[59]
22. En cuanto a la capacidad jurídica,
concretamente, la jurisprudencia constitucional ha establecido que se trata de “la
aptitud legal para adquirir derechos y ejercerlos”, lo que implica garantizar
la participación de una persona en la sociedad a través de la realización de
actos jurídicos que generen efectos para sí o terceros involucrados. En
palabras de la Corte, al tratarse de un asunto financiero, sostuvo:
“En el campo de las relaciones jurídicas que se traban entre
los particulares, tiene especial relevancia el artículo 14 de la Constitución,
el cual consagra el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica como
una verdadera garantía de la persona natural para que goce de la capacidad
jurídica o de la aptitud para ser titular de derechos y obligaciones, no
sólo de contenido extrapatrimonial sino también de carácter económico, lo
que implica una integración potencial a la vida negocial y al tráfico jurídico
de una sociedad. Así pues, esta Corporación ha dicho que "el Estado no
entrega una dádiva ni entrega un privilegio a la persona cuando le reconoce
como sujeto de derecho, con las consecuencias jurídicas que ello
comporta", pues es indudable que al individuo le debe ser posible
participar en la vida social y económica no sólo a la hora de concretar sino de
configurar algunos aspectos básicos del régimen económico. En este orden de
ideas, no puede haber personas a quienes se les niegue la personalidad jurídica,
ya que ello equivaldría a privarles de la capacidad de ejercer derechos y
contraer obligaciones (…) Por consiguiente, todas las personas tienen vocación
para ejercer su capacidad jurídica en cualquier actividad lícita, lo que
incluye la actividad bancaria”.[60]
23. Como lo explica de manera precisa la
sentencia C-182 de 2016[61] la capacidad jurídica
tiene dos acepciones: la de goce y la de ejercicio. La primera hace referencia
a ser titular de un derecho, a disfrutar de él; mientras que la segunda,
implica practicar el derecho, utilizarlo o realizar actos jurídicos que
permitan su disfrute. La Corte concluyó en esta oportunidad que la capacidad de
goce es “(i) es una cualidad, no un derecho ni un estatus; (ii) actúa como
centro unificador y centralizador de las diversas relaciones jurídicas que
conciernen al individuo; (iii) es general y abstracta, ya que representa la
posibilidad de ser titular de derechos aunque no se llegue a ejercer alguno;
(iv) está fuera de la voluntad humana y del comercio, porque no puede ser
objeto de contratos o negocios jurídicos”.[62] La capacidad de ejercicio, por su parte, “habilita a la persona para ejercer directamente
la titularidad de sus derechos, sin que medie una voluntad de un tercero o sin
que se requiera la autorización de la ley para ello. En palabras más concretas,
la capacidad de ejercicio es la aptitud que tiene una persona para ejercer
autónoma e independientemente sus derechos. || Así pues, la capacidad jurídica,
o sea, la capacidad para ser titular de derechos subjetivos
patrimoniales, la tiene toda persona sin necesidad de estar dotada de
voluntad reflexiva; en cambio, la capacidad de obrar está supeditada a la
existencia de esa voluntad”.[63]
24. En términos de la legislación civil,
para la existencia y validez de un acto jurídico, se requiere de la capacidad
legal de una persona, no solo la de goce, sino también la de ejercicio. El
Código Civil establece que “para que una persona se obligue a otra por un
acto o declaración de voluntad, es necesario: 1) que sea legalmente capaz (…)
la capacidad legal de una persona consiste en poderse obligar por sí misma, sin
el ministerio o la autorización de otra” (art. 1502). Luego, se reconoce
que toda persona es legalmente capaz, “excepto aquellas que la ley declara
incapaces” (art. 1503).
25. Una vez definido el contenido y
alcance del derecho fundamental a la personalidad jurídica establecido en el
artículo 14 de la Constitución Política, y específicamente el atributo de la
capacidad, se procederá a describir la Ley 1996 de 2019 para ver su relación
con su núcleo esencial y poder determinar si aquella debía ser tramitada y
aprobada conforme los lineamientos de una ley estatutaria.
La
Ley 1996 de 2019 “por medio de la cual se establece el régimen para el
ejercicio de la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de
edad”
26.
Continuando las ideas
anteriores, el artículo 1504 del Código Civil establecía: “Son absolutamente
incapaces las personas con discapacidad mental, los impúberes y
sordomudos que no pueden darse a entender. || Sus actos no producen ni aún
obligaciones naturales, y no admiten caución. || Son también incapaces los
menores adultos que no han obtenido habilitación de edad y los disipadores
que se hallen bajo interdicción. Pero la incapacidad de estas personas no
es absoluta y sus actos pueden tener valor en ciertas circunstancias y bajo
ciertos respectos determinados por las leyes. || Además de estas incapacidades
hay otras particulares que consisten en la prohibición que la ley ha impuesto a
ciertas personas para ejecutar ciertos actos”. (Los apartes subrayados fueron
derogados por el artículo 57 de la Ley 1996 de 2019.)
Esta
disposición consagra la “incapacidad legal”, la cual “consiste
fundamentalmente en la restricción de la posibilidad de intervenir en el
comercio jurídico (…) es de carácter excepcional, porque la regla general en
materia civil es la de que toda persona es hábil para ejercer sus derechos y
para realizar cualesquier actos jurídico lícito”.[64] Para
casos de incapacidad legal absoluta el Código Civil y la Ley 1306 de 2009
prohibieron la ejecución de todo acto jurídico y previeron la necesidad de
actuar siempre a través de un representante legal, denominado “guardador”, el
cual era designado a través de un proceso de interdicción.
27.
Las
personas con discapacidad mental eran consideradas incapaces absolutos, la
declaración de interdicción de una persona se hacía a través de un proceso de
jurisdicción voluntaria regulado por el Código General del Proceso (arts. 577
al 586) y la Ley 1306 de 2009 “Por la cual se dictan normas para la
protección de las personas con discapacidad mental y se establece el régimen de
la representación legal de incapaces emancipados”. Esta Ley estableció todo
el régimen de guardas a favor de las personas con discapacidad mental. Este
nuevo régimen, a diferencia de lo que se establecía en el texto original del
Código Civil, desde una perspectiva de la dignidad humana y la igualdad,
reconoció que las personas con discapacidad mental eran sujetos de derechos y
obligaciones.
28. En el mismo año
de la Ley 1306, el Congreso aprobó la Convención de Naciones Unidas para los
derechos de las personas con discapacidad a través de la Ley 1346 de 2009, la
cual establece en su artículo 12 que las personas con discapacidad tienen
derecho a la capacidad jurídica en igualdad de condiciones.
29.
Posteriormente,
la Ley Estatutaria 1618 de 2013 “Por medio de la cual se establecen las
disposiciones para garantizar el pleno ejercicio de los derechos de las
personas con discapacidad”, dispuso en su artículo 21: “El Ministerio de
Justicia y del Derecho, o quien haga sus veces, en alianza con el Ministerio
Público y las comisarías de familia y el ICBF, deberán proponer e implementar
ajustes y reformas al sistema de interdicción judicial de manera que se
desarrolle un sistema que favorezca el ejercicio de la capacidad jurídica y la
toma de decisiones con apoyo de las personas con discapacidad, conforme al
artículo 12 de la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones
Unidas”.
30.
La
Ley 1996 de 2019 derogó expresamente los artículos 1° al 48, 50 al 52, 55, 64 y
90 de la Ley 1306 de 2009. Es decir, todo lo referente a la guarda e
interdicción de las personas entendidas como incapaces absolutos o relativos
por presentar alguna discapacidad mental. Dentro de esta nueva normativa, los
cambios más relevantes son los siguientes: (i) elimina del ordenamiento civil
la incapacidad legal absoluta por discapacidad mental, dejando solo a los
impúberes como sujetos incapaces absolutos; (ii) deroga el régimen de guardas e
interdicción para las personas en condiciones de discapacidad mental, cognitiva
o intelectual; (iii) presume la capacidad de goce y ejercicio para todas las
personas con discapacidad; (iv) establece dos mecanismos que facilitan a las
personas con discapacidad manifestar su voluntad y preferencias en el momento
de tomar decisión con efectos jurídicos: (a) acuerdos de apoyos y (b)
adjudicación judicial de apoyos; y (v) regula las directivas anticipadas, como
una herramienta para las personas mayores de edad en las que se manifiesta la
voluntad de actos jurídicos con antelación a los mismos.
31.
Los
antecedentes legislativos de esta Ley[65] demuestran que
este nuevo régimen de apoyos es el cumplimiento de las obligaciones
internacionales asumidas por el Estado establecidas en el artículo 12 de la
Convención sobre Derechos de las Personas con Discapacidad, la interpretación
realizada por el Comité del tratado a través de la Observación General No. 1
(2014) y la recomendación realizada concretamente a Colombia, mediante informe
del año 2016 del mismo organismo internacional.[66] En
el contexto del proyecto de ley y su exposición de motivos, se puso de presente
que la capacidad de ejercicio ha sido históricamente restringida a la población
con discapacidad y que “la herencia de instituciones del derecho romano
clásico, como la figura de interdicción, se han configurado como impedimentos
para el reconocimiento del derecho al ejercicio de su capacidad jurídica, pues
se desarrollan desde una perspectiva médico-rehabilitador, que solo se limita a
señalar las carencias y lo necesario desde el ámbito médico para reconocerles
como personas “normales”.[67]
32.
En
virtud del estándar internacional mencionado y la Ley Estatutaria 1618, el
legislador asumió la obligación de reemplazar el actual régimen de sustitución
de la voluntad (la interdicción), por un sistema de toma de decisiones con
apoyos, que fue finalmente materializado con la Ley 1996 de 2019. En palabras
del legislador:
“Por
lo anterior, el proyecto responde tanto a las necesidades de personas con
discapacidad que requieran apoyos leves, como a las de quienes requieran apoyos
más intensos. En el primer caso, los apoyos leves pueden ser previstos por las
mismas personas con discapacidad y sus redes de apoyo a través de los acuerdos
de apoyo o en su defecto de las directivas anticipadas. En el caso de los
apoyos más intensos, estos pueden ser solicitados incluso por una tercera
persona con interés legítimo, y pueden llegar al punto de requerir que una
persona de confianza interprete de la mejor manera la voluntad y las
preferencias de la persona con discapacidad a través de un proceso judicial.
Así, el proyecto responde a una realidad compleja en donde las personas con
discapacidad pueden requerir apoyos distintos, dejando atrás la dicotomía entre
personas con capacidad plena y “personas con discapacidad mental absoluta”. (…)
Este
proyecto permite, con las medidas que implementa, que la persona con
discapacidad pueda tomar decisiones y controle su propia vida y que la
participación de terceros sea facilitando y apoyando la toma de decisiones, y
no sustituyéndola. En este sentido, los dos mecanismos de realización de apoyos,
así como la herramienta de las directivas anticipadas, permiten que la toma de
decisiones con apoyos sea aplicable a personas que requieren distintos niveles
de apoyos”.[68]
33.
Conforme a lo anterior,
a manera descriptiva, la Ley 1996 de 2019 se compone de nueve (9) capítulos. El
Capítulo I establece todas las disposiciones generales referentes al objeto, la
interpretación normativa, las definiciones, los principios, los criterios para
establecer salvaguardias y la presunción de capacidad. El Capítulo II consagra
los mecanismos para el ejercicio de la capacidad legal y para la realización de
actos jurídicos, en los que vale la pena mencionar, (i) los acuerdos de apoyos
y (ii) la adjudicación judicial de apoyos a través de un proceso de
jurisdicción voluntaria (cuando lo solicita directamente el titular del acto
jurídico), o a través de un proceso verbal sumario (cuando lo inicia una
persona distinta al titular del acto jurídico). En este capítulo también se
desarrollan los artículos que establecen cómo deben determinarse y realizarse
la valoración de los apoyos. El Capítulo III desarrolla todo lo concerniente a
los acuerdos de apoyos para la celebración de actos jurídicos (la designación,
la duración, su modificación y terminación). El Capítulo IV define y desarrolla
las Directivas Anticipadas. El Capítulo V regula todo lo referente a la
adjudicación judicial de apoyos, artículos que modifican disposiciones del
Código General del Proceso, principalmente. El Capítulo VI consagra las
disposiciones sobre las personas que funge como apoyo; los requisitos,
obligaciones inhabilidades, representación, responsabilidades, entre otros. El
Capítulo VII establece un único artículo en el que contempla que los actos
jurídicos que involucren bienes sujetos a registro deben contar con una
anotación de que el acto en cuestión fue realizado utilizando apoyos. El
Capítulo VIII establece el régimen de transición en relación con los procesos y
declaraciones de interdicción vigentes al momento de la promulgación de la Ley
1996 de 2019. Finalmente, el Capítulo IX consagra las derogatorias,
modificaciones y las disposiciones finales.
La
expedición y aprobación de la Ley 1996 de 2019 no desconoció la reserva de ley
estatutaria del literal a) del artículo 152 de la Constitución Política toda
vez que no regula de forma integral y exhaustiva el núcleo esencial de un
derecho fundamental
34. El demandante interpuso acción pública de
inconstitucionalidad contra la Ley 1996 de 2019 por considerar que desconoció
los artículos 14, 152 y 153 de la Constitución. Argumentó que el derecho a la
personalidad jurídica es un derecho de naturaleza fundamental, y en esa medida,
la Ley debía haber sido tramitada y aprobada con mayorías calificadas y acorde
con los lineamientos que deben observarse para las leyes estatutarias. Sostuvo
que este cuerpo normativo regula exhaustivamente el ejercicio de la capacidad
legal de las personas con discapacidad, y por lo mismo, no podía ser aprobado a
través de una ley ordinaria.
35. Como fue expuesto en las consideraciones de esta
providencia, la jurisprudencia constitucional de forma pacífica y reiterada ha
establecido que el alcance de la reserva de ley estatutaria debe ser
restrictivo y excepcional, y en ese orden de ideas, no toda regulación que
trate materias de derechos fundamentales debe ser regulada por medio de una ley
estatutaria. De esa forma, tratándose del literal a) del artículo 152, la Corte
ha señalado que los criterios para determinar si un asunto está o no sometido a
la reserva de ley estatutaria son los siguientes: (i) que se trate de un
derecho de naturaleza fundamental, (ii) que la regulación sea integral,
completa y sistemática, (iii) que las disposiciones regulen de forma
directa el núcleo esencial del derecho fundamental, los aspectos inherentes al
mismo, sus principios y estructura,[69] (iv) que la regulación desarrolle
elementos estructurales que impliquen una afectación al derecho, como límites,
restricciones, excepciones y prohibiciones que interfieran el núcleo esencial
del derecho y (v) la reserva también aplica cuando se “trate de
un mecanismo constitucional necesario e indispensable para la defensa y
protección de un derecho fundamental”.[70]
36. La Sala Plena realizará la evaluación de la Ley 1996
de 2019 a la luz de cada uno de los criterios jurisprudenciales mencionados. Cabe
advertir que este análisis se hará de forma global, en razón a que el
demandante no dirigió su cargo a algún artículo o capítulo concreto.
36.1. Sin duda el reconocimiento de la
personalidad jurídica es un derecho de naturaleza fundamental, consagrado en el
artículo 14 de la Constitución. Del mismo modo, la jurisprudencia lo ha
interpretado con la misma calidad iusfundamental, al contar con la
funcionalidad de materializar la dignidad humana.[71] No obstante lo anterior, el contenido de
este derecho fundamental incluye igualmente el reconocimiento de los atributos
de la personalidad, estos son, el nombre, el domicilio, el estado civil, la
nacionalidad, el patrimonio y la capacidad. La Sala observa que la Ley 1996 de
2019 se concentra únicamente en regular lo referente al ejercicio de la
capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de edad, y no hace
ninguna regulación concreta a los demás atributos de la personalidad. En efecto,
el objeto de la Ley 1996 es el de “establecer medidas específicas para la
garantía del derecho a la capacidad legal plena de las personas con
discapacidad, mayores de edad, y al acceso a los apoyos que puedan requerirse
para el ejercicio de la misma” (artículo 1°). Es decir, su cobertura se
dirige a regular uno de los atributos de la personalidad a favor de un sector
de la población, como sujeto de especial protección. Cabe recordar en este
punto, que las leyes estatutarias no fueron creadas en el ordenamiento “con
el fin de regular en forma exhaustiva y casuística todo evento ligado a los
derechos fundamentales”, y en consecuencia, su interpretación y alcance
debe ser restrictiva y excepcional.[72]
36.2.
El objeto de la regulación de la Ley 1996, no es directamente el derecho
fundamental, sino las herramientas a través de las cuales se pretende asegurar
su ejercicio para una población específica. El propósito de esta Ley es el de
establecer los mecanismos con los que se reemplaza del todo la figura de la
interdicción civil, y se garantiza el ejercicio pleno de la capacidad jurídica
de las personas con discapacidad. En efecto, la voluntad del legislador fue la
de “propender a eliminar las barreras que generan discriminación y
marginalización, y asegurar los apoyos requeridos para que todas las personas
con discapacidad puedan ejercer todos sus derechos, sin distinción alguna”.[73] Así,
a pesar de que la materia de regulación está relacionada con derechos
fundamentales, su objeto es la creación de herramientas para su efectivo
ejercicio. Incluso, la principal modificación proviene del artículo 1504 del
Código Civil, al eliminar del todo como “incapacidad legal”, la discapacidad, y
en consecuencia, prohibir la interdicción.
36.3.
La Ley 1996 de 2019 no tiene como finalidad afectar el núcleo esencial de un
derecho fundamental, pues su materia de regulación se centra en “establecer
medidas específicas para garantizar el derecho a la capacidad jurídica plena de
las personas con discapacidad, al tiempo que determina el acceso a los apoyos
que puedan requerirse para el ejercicio de esta”.[74] En
virtud de esto, lo que hace la misma ley es adaptar o armonizar la ley civil a
los estándares del modelo social de la discapacidad, y en consecuencia, prohíbe
la interdicción e inhabilitación por discapacidad, crea el régimen de toma de
decisiones con apoyos y modifica el Código Civil, el Código General del Proceso
y la Ley de guardas (Ley 1609 de 2009), en lo pertinente. Con todo, se observa
que se trata de establecer mecanismos para asegurar el ejercicio de la
capacidad legal, materia que siempre ha sido regulada mediante leyes
ordinarias.
36.4. La Ley 1996 de 2019 no desarrolla
elementos estructurales que impliquen límites, restricciones o excepciones que
interfieran en el núcleo esencial del derecho fundamental, pues, por el
contrario, lo que pretende la normativa es eliminar los obstáculos existentes y
garantizar el ejercicio de la capacidad a través de mecanismos o herramientas
acordes con los estándares internacionales de la discapacidad. Nótese que el
núcleo esencial del derecho fundamental se encuentra reconocido a través de la
Ley 1346 de 2009 (aprobatoria de la Convención sobre los derechos de las
personas con discapacidad) y Ley Estatutaria 1618 de 2013. De tal forma, la
regulación no desarrolla elementos estructurales que interfieran en el núcleo
esencial del derecho fundamental de la personalidad jurídica.
36.5. La Ley 1996 de 2019, como ya fue
mencionado antes, se concentra en establecer un régimen de toma de decisiones
con apoyo a favor de las personas con discapacidad mayores de edad. Es decir,
el alcance de la regulación es limitado y dirigido a un sector de la población
y a una faceta concreta del derecho a la personalidad jurídica (la capacidad).
Por ende, la Sala estima que no se trata de una regulación completa, exhaustiva
e integral.
En este punto cabe
recordar que en la sentencia C-035 de 2015, al estudiar una demanda de
inconstitucionalidad contra la Ley 1680 de 2013[75] afirmó que no estaba
sometida a reserva de ley estatutaria porque “no se trata de una regulación
integral del derecho a la igualdad material y efectiva de las personas con
discapacidad visual (…) lo cierto es que se trata de una ley que desarrolla
la faceta de accesibilidad y eliminación de barreras dentro de un marco
previamente definido por la Ley Estatutaria 1618 de 2013, que sí contiene un
desarrollo sistemático e integral de los derechos de las personas con
discapacidad, con el propósito explícito de armonizar la legislación
interna con los principios y reglas de la Convención sobre los derechos de las
personas con discapacidad del año 2006”.[76]
Bajo esta misma línea
argumentativa, la Sala Plena considera que la Ley 1996 de 2019 materializa el
cumplimiento de una obligación internacional del Estado correspondiente a crear
los mecanismos adecuados y necesarios para garantizar la participación de las
personas con discapacidad en el tráfico jurídico en igualdad de condiciones.
Así, la Ley 1996 de 2019 desarrolla una faceta establecida en el artículo 21 de
la Ley Estatutaria 1618 de 2013.
37. Con fundamento en todo lo anterior, la
Sala Plena encuentra que la Ley 1996 de 2019 no desconoce los mandatos
constitucionales dispuestos en los artículos 14, 152 y 153 de la Constitución,
relacionados con las materias que requieren para su regulación de reserva de
ley estatutaria.
Conclusiones
38. En esta providencia la
Sala Plena analizó si de forma general la Ley 1996 de 2019 “Por medio de la cual se establece el
régimen para el ejercicio de la capacidad legal de las personas con
discapacidad mayores de edad” era contraria a lo dispuesto en los artículos 152 y
153 de la Constitución Política al haber sido expedida y aprobada como ley
ordinaria, a pesar de regular el ejercicio de la capacidad legal de las
personas con discapacidad.
39. La Corte Constitucional recordó la
jurisprudencia relativa a las condiciones que deben cumplirse para establecer
si una materia debe ser sujeta al trámite y aprobación estatutaria. Advirtió
que su interpretación es excepcional y restrictiva. En lo correspondiente al
literal a) del artículo 152, la jurisprudencia ha establecido cinco
criterios que deben analizarse para esta determinación, entre los cuales se
debe definir si (i) se trata de un derecho de naturaleza fundamental, (ii) si
la regulación es integral, completa y sistemática, (iii) las disposiciones
regulan de forma directa el núcleo esencial del derecho fundamental, los
aspectos inherentes al mismo, sus principios y estructura, (iv) la regulación
desarrolla elementos estructurales que implican una afectación al derecho, como
límites, restricciones, excepciones y prohibiciones que interfieran el núcleo
esencial del derecho y (v) se trata de un mecanismo constitucional necesario e
indispensable para la defensa y protección de un derecho fundamental.
40. En esta oportunidad, la Sala Plena encontró
que la Ley 1996 de 2019 a pesar de que regula una de las aristas del derecho
fundamental a la personalidad jurídica, como lo es la capacidad de goce y
ejercicio, incorpora medidas y mecanismos dirigidos a favor de las personas con
discapacidad para el ejercicio de aquel derecho. Para lograrlo, elimina
barreras legales como la interdicción y las reemplaza por un sistema de apoyos
que permite a las personas con discapacidad tomar decisiones bajo su voluntad y
preferencias. Con lo anterior, la Corte concluyó que en la regulación de la Ley
1996 de 2019 no se afecta el núcleo esencial del derecho fundamental a la
personalidad jurídica, y por tanto, el legislador no desconoció el mandato
constitucional de los artículos 152 y 153 de la Constitución.
En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte
Constitucional de la República de Colombia, administrando justicia en nombre
del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE
PRIMERO: Declarar la EXEQUIBILIDAD
de la Ley 1996 de 2019 “Por medio de la cual se establece el régimen para el
ejercicio de la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de
edad” por el cargo de reserva de ley estatutaria sobre la integralidad de
la Ley.
Comuníquese, notifíquese y cúmplase.
ALBERTO ROJAS RÍOS
Presidente
DIANA FAJARDO RIVERA
Magistrada
Con aclaración de voto
JORGE ENRIQUE IBÁÑEZ NAJAR
Magistrado
ALEJANDRO LINARES CANTILLO
Magistrado
Con aclaración de voto
ANTONIO JOSÉ LIZARAZO OCAMPO
Magistrado
PAOLA
ANDREA MENESES MOSQUERA
Magistrada
Con aclaración de voto
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
MARTHA
VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria
General
ANEXO I – INTERVENCIONES
1. Federación de
Discapacidad del Valle – FEDISVALLE – y Fundación MEEM – Soluciones Integrales
María
Eugenia Escobar Mafla, presidente de la organización Federación de Discapacidad
del Valle – FEDESVALLE – y de la Fundación MEEM – Soluciones integrales,
intervino en el presente proceso con el objetivo de solicitar que se declarara
exequible la Ley 1996 de 2019, sustentando su solicitud con base en los
siguientes presupuestos.
Resaltó
que, en su opinión, la Ley 1996 de 2019 se encuentra ajustada a las
obligaciones internacionales previstas en la Convención sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad – CDPD –, habida cuenta que esta norma jurídica
se encuentra fundamentada en la garantía del pleno ejercicio de los derechos de
las personas con discapacidad sin ningún tipo de discriminación.
Indicó
que las personas con discapacidad merecen unas condiciones de vida dignas y una
igualdad de oportunidades en todos los aspectos y que la discriminación contra
este grupo de personas, que se haga debido a su discapacidad, constituye una
vulneración a su dignidad y al valor inherente del ser humano.
Señaló
que “las personas en situación de discapacidad tienen una protección
constitucional reforzada, de conformidad con los artículos 13 y 47 de la Carta,
y a la luz de la Convención – entre otros instrumentos internacionales - ,
razón por la cual el Estado tiene el compromiso de adelantar acciones efectivas
para promover el ejercicio pleno de sus derechos para evitar conductas,
actitudes o tratos, conscientes o inconscientes, dirigidos a restringir
derechos, libertades u oportunidades, sin justificación objetiva y razonable, u
omisiones injustificadas en el trato especial a que tienen derecho estos sujetos
y que tienen como consecuencia directa la exclusión de un beneficio, ventaja u
oportunidad”[77].
Agregó
que la Corte Constitucional ha precisado, a través de su jurisprudencia, que
las personas con discapacidad son sujetos plenos de derechos y beneficiarios de
una especial protección constitucional y que la discapacidad debe ser afrontada
desde una perspectiva holística, en el sentido de brindar a este grupo de
personas las herramientas y apoyos necesarios para enfrentar las barreras
físicas o sociales que limita sus posibilidades para desenvolverse y, así,
superar dicha condición. Estimó que la anterior postura de la Corte
Constitucional implica abandonar la visión de la discapacidad como una
enfermedad.
Ahora
bien, en relación con el argumento presentado por el demandante, consistente en
que las normas acusadas resultan ser contrarias al artículo 151 de la
Constitución Política de 1991, la interviniente estimó que “[d]e la
exposición de motivos de la Ley 1996 de 2019, se puede observar que fue
originada por algunos Representantes a la Cámara, el defensor del pueblo y
otras firmas, en donde se tomó como premisa fundamental que la capacidad
jurídica es la aptitud de una persona para adoptar decisiones jurídicamente
válidas entablar relaciones contractuales vinculantes. La capacidad jurídica
convierte a una persona en sujeto de Derecho y titular de derechos y
obligaciones. La capacidad jurídica es especialmente importante ya que afecta a
todos los ámbitos vitales, desde la elección del domicilio, la decisión de
contraer matrimonio o no y con quién, hasta la firma de un contrato de trabajo
o la posibilidad de ejercer el derecho a voto. Esto indica, que, en el trámite
del proyecto de ley, tanto en Senado como en cámara se estableció el concepto
de capacidad jurídica como una aserción que permite la garantía de otros
derechos para las personas con discapacidad. Por consiguiente, se puede
concluir que se reconoció la obligación de crear salvaguardias o apoyos que
permitan generar igualdad de derechos y oportunidades a este grupo población”[78].
Agregó que la Ley 1996 de 2019 no tuvo
un trámite especial ni una mayoría absoluta para ser aprobada, trámite que
correspondería a las leyes ordinarias por no haberse previsto un trámite
especial para estas. Adicionalmente, indicó que la referida ley no reglamenta
el Congreso y sus Cámaras, así como tampoco las normas sobre preparación,
aprobación y ejecución del presupuesto de rentas y ley de apropiaciones, el
plan general de desarrollo, y la asignación de competencias normativas a las
entidades territoriales; lo cual desvirtúa, a su parecer, el argumento
presentado por el accionante.
Finalmente, aseveró que mediante la Ley
1996 de 2019 tampoco se regularon temas relacionados con los derechos y deberes
fundamentales de las personas y los procedimientos y recursos para su
protección, la administración de justicia, la organización y régimen de los
partidos y movimientos políticos, el estatuto de la oposición y funciones
electorales, las instituciones y mecanismos de participación ciudadana, y los
estados de excepción; temáticas que deberían desarrollarse a través de la ley
estatutaria, la cual no sólo tiene un trámite especial, sino que, también,
tiene un control previo de constitucionalidad ejercido por la Corte
Constitucional anterior a la sanción presidencial. Con base en lo anterior,
consideró que la Ley 1996 de 2019 no vulnera el artículo 152 de la Constitución
Política.
2. Grupo de
Acciones Públicas de la Universidad del Rosario
Paula
Marcela Iregui Parra, en calidad de supervisora del Grupo de Acciones Públicas
de la Universidad del Rosario, Mery Cecilia Diez Vargas, directora de la
Especialización en Derecho de Familia de la misma universidad, y María José
Motta, Ingrid Liliana Palacios Ríos y Martín Perilla, como miembros activos del
referido Grupo de Acciones Públicas, presentaron un escrito con la intención de
intervenir en el presente proceso, para solicitar a la Corte Constitucional que
se declarara inhibida para pronunciarse por ineptitud de la demanda o que,
subsidiariamente, se declarara exequible la totalidad de la Ley 1996 de 2019.
En primera medida, adujeron que la
demanda no había cumplido con la carga argumentativa de los requisitos de
suficiencia y especificidad, requeridos en un proceso de constitucionalidad de
una ley, y mucho menos para que le sea aplicado el principio pro actione.
Al respecto, señalaron que para
argumentar la falta de suficiencia de la demanda iban a tener en consideración
las reglas jurisprudenciales sobre la aplicación de ley estatutaria de las que
ha hablado la Corte Constitucional, para explicar por qué en el caso en
concreto no se está frente a un supuesto de ley que debería ser tramitado por
la ley estatutaria, sino que, por el contrario, es un caso que, si bien versa
sobre derechos fundamentales, debe estar regulado por ley ordinaria, so pena de
vaciar la autoridad del legislador ordinario.
En
este sentido, afirmaron que el accionante falló al no haber dado ninguna razón
para activar esta excepción, ya que solamente afirmó que la norma regula un
derecho, lo cual no es razón suficiente para que el trámite deba ser diferente.
De
otra parte, en relación con el segundo criterio que ha dado la Corte, el cual
se refiere a que la ley estatutaria se definirá por su contenido material y no
solamente por su nombre formal, se ha definido que las acciones que pretendan
la declaración de inconstitucionalidad de una norma deben explicar una
contradicción manifiesta con la Constitución. En su opinión, el accionante
solamente afirmó que la personalidad jurídica es un derecho, pero no se refirió
en ningún momento al contenido de la norma, ni a las razones por las que el
asunto a regular en particular necesita un trámite estatutario.
Agregaron
que, respecto del tercer criterio establecido por la Corte, tampoco hubo una
explicación por parte del accionante que permitiera determinar que la Ley 1996
de 2019 regula el núcleo esencial de un derecho; contrario sensu,
únicamente citó el artículo 14 de la Carta Política mediante el cual se
consagró que la personalidad jurídica es un derecho, sin que esto signifique
necesariamente que cualquier norma que esté relacionada con la capacidad deba
ser estatutaria ni regular el núcleo del derecho.
Indicaron
que el cuarto criterio señala que las regulaciones integrales de los derechos
fundamentales deben tener trámite estatutario; sobre lo cual, en su opinión,
hubo una gran ausencia en la acción, pues esta no explicó las razones para
afirmar que la ley demandada contiene una regulación integral de la personalidad
jurídica y no solamente el establecimiento de ciertos mecanismos para el
ejercicio de un derecho consagrado y desarrollado en otras normas.
Finalmente,
resalaron que el accionante omitió explicar cuáles son los elementos
estructurales que regula la ley para que se deba entender estatutaria; razón
por la cual, la argumentación del demandante se circunscribió a indicar el
nombre de la norma, sin hacer un análisis en lo referente al contenido y, mucho
menos, en lo que respecta al derecho fundamental que consideró que desarrolló
la misma, y que venía siendo desarrollada por la Ley 1306 de 2009 que fue
tramitada también como ley ordinaria.
En
este sentido, la acción no cumplió con el requisito de suficiencia, pues no
solamente desconoció los criterios que la Corte ha dado para el análisis del
trámite estatutario, sino que afirmó que se presuntamente se vulnera el
artículo 152 de la Constitución. No obstante, no explicó de ninguna forma la
relación directa entre la norma y el derecho fundamental de personalidad jurídica,
ni tampoco las razones por las que el núcleo fundamental del derecho se
desarrolla íntegra o estructuralmente en la Ley 1996; pues, como ha explicado
la Corte, no cualquier regulación de un derecho debe tener un trámite
estatutario.
Aseveraron
que tampoco se logró demostrar que el enunciado exhiba un problema de validez
constitucional y la manera en que la inexequibilidad de la ley le es atribuible
como consecuencia jurídica; por consiguiente, debió entenderse que no se
cumplió el requisito de especificidad. Consideraron que el actor “debió
haber tomado en consideración aquellos requisitos o criterios bajo los cuales,
la reserva de ley estatutaria debe ser aplicada, por excepción a leyes que
versen sobre derechos fundamentales, pues como se indicó, toda ley o norma
desarrollará en mayor o menor medida un derecho de esa naturaleza. Y en ese
sentido, si se entendiera que cualquier desarrollo de un derecho fundamental
debe ser regulado mediante ley estatutaria, solamente el legislador estatutario
tendría la competencia para expedir leyes, dejando vacía la competencia del
legislador ordinario para expedir las mismas”[79].
Por
ello, reiteraron que el accionante no desarrolló ningún argumento que
permitiera concluir que la Ley acusada cumple con todos los criterios
jurisprudenciales respecto de cuándo debe aplicarse la ley estatutaria para
derechos fundamentales; en otras palabras, planteó dos cargos sobre la
violación de los artículos 152 y 153 sin brindar ningún tipo de argumentación
que permitiera verificar dicha vulneración, pues, por el contrario, sólo se
limitó a transcribir el enunciado literal de los artículos mencionados, sin
hacer un análisis sobre la interpretación y alcance que la Corte ha dado al
artículo 152.
De
la misma manera, el accionante indicó que la Ley 1996 de 2019 vulnera el
artículo 14 de la Constitución Política, a través del cual se estableció el
derecho fundamental a la personalidad jurídica. No obstante, no expuso las
razones o argumentos que permitieran entender por qué dicha ley vulnera aquel
derecho, y tampoco indicó cuál o cuáles de los artículos que desarrollan de
manera exhaustiva el derecho. “De hecho, a pesar de las acusaciones del
accionante, el contenido de dicha ley se limita a desarrollar herramientas que
le permitan a las personas con discapacidad mayores de edad, ejercer su derecho
a la capacidad jurídica con apoyo, cuando lo requieran”[80].
Por
último, afirmaron que la aplicación del principio pro actione no es
procedente en una acción de inconstitucionalidad que no ha cumplido con los
requisitos mínimos exigidos y, por ende, bajo ningún motivo, la Corte podría “llenar
de contenido las razones planteadas por el demandante cuando estas no son
suficientes ni específicas”[81].
A
propósito, adujeron que la Ley demandada no debió tramitarse mediante ley
estatutaria, en tanto la norma en cuestión no regula de manera integral,
estructural y completa todos los aspectos sobre el derecho fundamental a la
personalidad jurídica. A contrarios sensu, establece disposiciones
puntuales y detalladas sobre las formas de acceso a la solicitud y obtención de
apoyos formales, para las personas con discapacidad que así lo soliciten o
requieran. Es decir, se trata de una normativa dispuesta para un grupo
población específico y sobre un tema concreto que son los mecanismos para el
ejercicio de su capacidad jurídica.
Indicaron
que resultaba importante reforzar que, como lo ha expuesto de manera reiterada
la jurisprudencia, no todas las normas que regulen derechos deben ser
estatutarias, puesto que el carácter estatutario de las leyes es excepcional en
el ordenamiento jurídico colombiano. De hecho, expusieron que, en un análisis
inicial de las normas que regulan la situación de las personas con
discapacidad, podría pensarse que, al igual que la Ley 1618 de 2013, la Ley
1996 de 2019 debe ser una ley estatutaria. No obstante, afirmaron que esa
conclusión sería errada por cuanto que la naturaleza de estas leyes es disímil.
Concluyeron que, “mientras el principal objeto de la Ley 1996 de 2019 es
determinar la forma en que el ordenamiento entenderá la capacidad de las
personas con discapacidad y su manera de ejercerla, lo cual no hace parte del
núcleo esencial de los derechos, la Ley 1618 de 2013 sí regula y plasma de
manera específica una amplia gama de derechos en cabeza de estas personas, lo
cual justifica que se haya tramitado mediante reserva estatutaria a diferencia
de lo que ocurre con la ley objeto de análisis en esta intervención”[82].
Para
concluir su intervención, expusieron que, respecto a las razones que dieron
paso a la modificación plasmada en la Ley 1996 de 2019, consideraron que esta
obedeció a un cambio de paradigma de la discapacidad de un modelo
médico-rehabilitador a un modelo social, el cual dota a las personas con
discapacidad de autonomía y reconoce su derecho a la autodeterminación en la
toma de decisiones que los afecten o involucren. Manifestaron que el cambio de
normatividad se dio a la luz de las obligaciones internacionales del Estado
colombiano contenidas en la Convención sobre los Derechos de Personas con
Discapacidad – CDPD –, un tratado internacional de derechos humanos que puede
considerarse como el parámetro constitucional prevalente al ser parte del
ordenamiento jurídico colombiano, a través del bloque de constitucionalidad.
Resaltaron
que la CDPD “supera el enfoque de salud para abordar el tratamiento de la
discapacidad desde el enfoque de derechos. Esto implica, dejar de considerar la
persona con discapacidad como objeto de medidas asistenciales, de beneficencia
o caridad y reconoce su condición de sujeto de derechos”[83].
En su opinión, la Ley 1996 de 2019 “hace un reconocimiento expreso de este
enfoque de derechos toda vez que tiene como principales fundamentos el respeto
de la dignidad inherente de las personas con discapacidad, la autonomía individual
y el igual reconocimiento como persona ante la ley. Al mismo tiempo que
reconoce a la persona con discapacidad como actor facultado para realizar actos
jurídicos y crear relaciones jurídicas al considerarlas como titular de
derechos y con capacidad de ejercer esos derechos”[84].
3. Grupo de
Acciones Públicas de la Universidad Icesi
Paula
Andrea Cerón Arboleda, Manuel Alejandro Guevara Bocanegra, Dayana Holguín Lenis
y Anny Pejendino Ortega, docente y estudiantes del Grupo de Acciones Públicas de
la Universidad Icesi, intervinieron para solicitar que la Corte Constitucional
se declarara inhibida por ineptitud sustantiva de la demanda o,
subsidiariamente, se declarara la exequibilidad de la norma acusada, con base
en los siguientes argumentos.
En
la primera parte de su escrito, afirmaron que “la solicitud de ‘declarar
inexequible en su totalidad’ la ley 1996 de 2019, es un retroceso en el sistema
jurídico Colombiano frente a los derechos fundamentales reconocidos tanto en la
Constitución Política de la República de Colombia de 1991 como en el derecho
internacional, pues sería retrotraer los derechos de las personas con
discapacidad, afianzando dichos estereotipos de asistencialidad de las personas
con discapacidad, y de necesidad de limitar la autonomía de la voluntad de ésta
población, evidenciando la concepción de la discapacidad como un problema que
se debe solucionar anulando a la PCD y no como las barreras que la sociedad ha
impuesto. Además, el sistema jurídico colombiano se ha caracterizado por la
prevalencia de lo sustancial ante lo procesal, conforme a lo cual, sería
totalmente arbitrario declarar la inexequibilidad de la ley 1996/19
argumentando un error de procedibilidad sin tener en cuenta el grave conflicto
de derechos y principios que esto implicaría en el ordenamiento jurídico
colombiano”[85].
Por
otro lado, indicaron que la presente acción pública de inconstitucionalidad no
desarrolló con claridad las normas constitucionales que se consideran
vulneradas y supuso que la Ley 1996 de 2019 viola todos los principios
fundamentales de la Constitución Política y los valores que en ella se expresan
como pilares fundamentales de la construcción de una sociedad que vela por el
bienestar de sus ciudadanos, considerando que la ley debió realizarse mediante
una ley estatutaria, no por una ley ordinaria.
Sin
embargo, en su opinión, no se tuvo en cuenta que la Ley 1996 de 2019 contempla
los principios establecidos en la Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad – CDPD –, internalizado en el orden jurídico para dar
cumplimiento a los Tratados Internacionales ratificados por Colombia y
recomendaciones del Comité de personas con discapacidad de la Organización de
las Naciones Unidas.
A
propósito, manifestaron que el demandante expuso que la Ley vulnera el artículo
152 y 153 de la Constitución Política. No obstante, aseveraron que no estaban
de acuerdo con dicha posición, por lo siguiente:
“En
primer lugar, la Ley 1996 no recorta o limita derechos fundamentales, por el
contrario, otorga y protege los derechos consagrados en la CDPD en la medida en
que estima la asignación de personas de apoyos, las cuales deberán operar con
el consentimiento y voluntad de las personas con discapacidad, en caso de que
la persona lo requiera. Por lo que, esta ley no afecta los derechos de las
personas con discapacidad, en contraste a esto, garantiza a las personas el
reconocimiento de su capacidad jurídica como un derecho fundamental y los
mecanismos para hacerlo valer, de forma que no sufran de discriminación.
En
segundo lugar, la Ley no ha aumentado sustancialmente los requisitos exigidos
para acceder al respectivo derecho. Lo único que se hizo fue sustituir el
régimen de capacidad legal y eliminar la interdicción para sustituirla por la
figura de los apoyos (persona de apoyo), quienes pueden habilitarse por la
persona con discapacidad de forma voluntaria ante un notario o por medio de
demanda judicial; estas personas de apoyo solo serán obligatorias cuando haya
imposibilidad absoluta por la persona con discapacidad de manifestar o expresar
su voluntad, o cuando la persona de apoyo demuestre que es el mejor actuar para
esta persona”[86].
Con
base en lo anterior, afirmaron que el Estado colombiano tiene el deber de
cumplir su obligación con la CDPD y, para ello, debe tomar las medidas que allí
se mencionan para la protección de estos derechos. Agregaron que, para el 2013,
el Comité sobre los derechos de las personas con discapacidad dio respuesta a
los exámenes presentados por el Estado sobre la situación de los derechos de
esta población. Destacaron que dicho Comité encontró que el Estado estaba
incumpliendo la CDPD por mantener vigente en la legislación la clasificación de
las personas en capaces, incapaces relativos e incapaces absolutos, y por
contemplar regímenes de voluntad sustituta en el caso de personas declaradas
incapaces. Ello, por cuanto lo anterior terminaba negando el reconocimiento de
la capacidad jurídica y los derechos a la igualdad y a la dignidad humana de
las personas con discapacidad establecidos en la CDPD.
Explicaron
que la anterior crítica se dio por la modificación del Código Civil por medio
de la Ley 1306 de 2009, la cual reguló las medidas de interdicción e
inhabilitación judicial para personas con discapacidad mental absoluta o
relativa. Especificaron que en dicha Ley se estableció que las personas
consideradas legalmente interdictas, eran aquellas incapaces para celebrar
actos negociables jurídicamente relevantes y, por ende, debían actuar por medio
de un curador o representante, de manera que cualquier actuación realizada por
personas declaradas interdictas debía considerarse nula.
Explicaron
que la anterior situación hizo necesaria la adopción de una nueva ley de
capacidad legal que tuviera en cuenta los principios de la Convención. Lo
anterior, toda vez que, el artículo 21.2 de la Ley estatutaria 1618 de 2013 no
especificaba cómo se iba a garantizar el ejercicio de la capacidad legal a las
personas con discapacidad. Por el contrario, en este artículo sólo se afirma
que las entidades del gobierno deben proponer e implementar ajustes y reformas
al sistema de Interdicción judicial para favorecer el ejercicio de la capacidad
jurídica y la toma de decisiones con apoyo de las personas con discapacidad,
conforme al artículo 12 de la CDPD. Aun así, el Comité encontró que las mismas
entidades del gobierno realizan asesorías a familias sobre cómo iniciar
procesos de interdicción; hecho que, en su opinión, vulnera totalmente los
derechos de las personas con discapacidad a tomar libremente sus decisiones.
Ahora bien, en relación con las
subreglas sobre Reserva Estatuaria, refirieron que el artículo 152 de la
Constitución Política, el cual da lugar a los debates sobre la reserva de ley
estatutaria, es el punto de partida para abordar esta cuestión. Indicaron que,
al hacer la revisión de la línea jurisprudencial citada por la Corte, era
posible identificar la Sentencia C- 226 de 1994, mediante la cual se especificó
que las leyes estatutarias están encargadas de regular únicamente los elementos
estructurales esenciales de los derechos fundamentales y de los mecanismos para
su protección, pero no tienen como objeto regular en detalle cada variante de
manifestación de los mencionados derechos o todo aquellos aspectos que tengan
que ver con su ejercicio, porque ello conduciría a una petrificación del
ordenamiento jurídico.
Teniendo
en cuenta lo anterior, adujeron que es posible identificar que “la Ley 1996
de 2019, si bien busca mejorar la calidad de vida de la población con
discapacidad, al transformar la interdicción por acuerdos de apoyo, estos
cambios no afectan a los elementos estructurales esenciales de los derechos
fundamentales, toda vez que su capacidad jurídica y autonomía, en ningún
momento se ve afectada o aminorada”[87]. Agregaron que
se debe recordar que la Corte ha sostenido que se debe dar una interpretación
restrictiva y no extensiva de la aplicación de este tipo de leyes cuando de
derechos fundamentales se trate. En efecto, no toda norma que verse
sobre derechos fundamentales ya sea que los permita, proteja, limite o
restringa, debe ser emitida mediante una ley estatutaria, pues en tal
caso dejaría de ser una excepción para tratarse de la regla general en la
expedición de leyes y normas. Por esa razón, las normas que sancionan la
violación de derechos fundamentales, como las normas penales, no tienen esta
categoría.
Reforzando
el argumento anterior, aseveraron que se puede observar que la Corte
Constitucional, por medio de la Sentencia C-408 de 1994, estableció que “la
exigencia de que se realice mediante dicha regulación mediante una ley
estatutaria, debe entenderse limitada a los contenidos más cercanos al núcleo
esencial de ese derecho, ya que se dejaría, según interpretación contraria, a
la ley ordinaria, regla general legislativa, sin la posibilidad de existir;
toda vez que, se repite, de algún modo, toda la legislación de manera más o
menos lejana, se encuentra vinculada con los derechos fundamentales”[88].
Con
fundamento en todo lo anterior, concluyeron que la demanda no cumplió con los
requisitos de especificidad y suficiencia y que, por tanto, la Corte
Constitucional no podía emitir un pronunciamiento de fondo.
4. Instituto
Colombiano de Derecho Procesal
La
señora Liliana Patricia Rojas Rojas, en calidad de miembro del Instituto
Colombiano de Derecho Procesal, presentó una intervención con la finalidad de
solicitar a la Corte Constitucional que se declarara inhibida para pronunciarse
o que, en subsidio, declarara la exequibilidad de la Ley 1996 de 2019.
Como
fundamento de su solicitud, afirmó que la demanda careció de argumentos
certeros y contundentes que desvirtuaran la exequibilidad de la referida ley
por dos razones fundamentalmente: (i) la ineptitud de la demanda; y (ii) la no
existencia de la reserva estatutaria.
Respecto
de la primera razón, señaló que la demanda no dio cumplimiento a las
condiciones exigidas a través del numeral 3 del artículo 2 del Decreto 2067 de
1991, por cuanto: (i) no cumplió el requisito de especificidad y suficiencia,
al no haber expresado en la demanda las razones que la Corte debía tener en
cuenta para entender cuáles son los supuestos contenidos normativos que
debieron ser tramitados bajo el procedimiento de ley estatutaria, por haber
realizado consideraciones subjetivas sin explicar cuál es el sentido y alcance
de la violación formal que ameritaría la expulsión de la ley del ordenamiento
jurídico colombiano; y (ii) no satisfizo el requisito de certeza y pertinencia,
toda vez que, los argumentos del accionante partieron de una premisa errada, al
haber entendido que las leyes ordinarias no pueden regular de “manera
completa y exhaustiva el derecho fundamental a la autonomía personal,
personalidad jurídica”, porque tampoco desarrolló los lineamientos
jurisprudenciales de la Corte Constitucional en materia de reserva de ley
estatutaria, y “la demanda no permitió entender cuáles eran las cuestiones
constitucionales, es decir, que tengan por objeto preservar la vigencia de la
Constitución Política y de esa forma, amerite un pronunciamiento de la Corte
Constitucional”[89].
Agregaron
que no existió un vicio en el proceso de formación de la ley, habida
consideración que, el poder legislativo ejerció su competencia, reconocida a
través del artículo 150 de la Constitución Política, al expedir la Ley 1996 de
2019, así como también al modificar diversas disposiciones del Código Civil y
del Código General del Proceso y al derogar varias disposiciones de la Ley 1306
de 2009, “siguiendo la suerte del mismo trámite ordinario con que crearon
las normas legales primigenias”[90].
Estimaron que la ley bajo estudio no
pretendió regular de forma integral, sistemática y completa, en otras palabras,
no reguló de manera general los atributos de la personalidad jurídica, como lo
son el nombre, el domicilio, la capacidad, la nacionalidad y el estado civil;
por el contrario, su objetivo principal fue el de “establecer medidas
específicas para la garantía del derecho a la capacidad legal de las personas
con discapacidad, mayores de edad, y al acceso a los apoyos que puedan
requerirse para el ejercicio de la misma”[91], tal y como se
estableció en su artículo 1.
Sostuvo
que “[a] diferencia de lo que sostiene el demandante, mediante el trámite de
ley estatutaria no es posible regular de forma exhaustiva y casuística todo
evento ligado a los derechos fundamentales. Por el contrario, le corresponde al
poder legislativo mediante trámite ordinario determinar cuáles son las
diferentes condiciones en que se garantizará el ejercicio de la capacidad
jurídica de las personas con discapacidad como sujetos de especial protección y
en consecuencia, enriquecer el contenido de este derecho con base en los
desarrollos del bloque de constitucionalidad a la luz del art. 4 de
constitucional (Sentencia C-6464/01, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz)”[92].
Resaltó
que, inclusive, ya se había expedido la Ley Estatutaria 1618 de 2013 con
anterioridad, “por medio de la cual se establecen las disposiciones para
garantizar el pleno ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad”,
derechos dentro de los cuales ya se encontraban los del reconocimiento de la
plena capacidad legal y acceso al sistema de apoyos, de conformidad con el
artículo 12 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad – CDPD –. Así, afirmó que lo que la Ley 1996 de 2019 hizo fue
desarrollar los derechos y deberes derivados de la capacidad legal reconocida
mediante la Ley Estatutaria 1618 de 2013.
Para
concluir su intervención, manifestó que “la ley 1996 de 2019 tampoco generó
restricciones que puedan afectar la estructura general del derecho, al
contrario, bajo el modelo social de los derechos de personas con discapacidad
en la ley se adoptaron una serie de medidas pertinentes para garantizar el
acceso efectivo a las personas con discapacidad al apoyo que puedan necesitar
en el ejercicio de su capacidad jurídica para expresar su voluntad y
preferencias, así como el deber de implementar salvaguardias adecuadas y
efectivas para impedir los abusos de conformidad con bloque de
constitucionalidad”[93].
5. Instituto Jô
Clemente
Las
señoras Daniela Machado Mendes, Deisiana Campos Paes y Stella Camlot Reicher, presentaron
una intervención en representación del Instituto Jô Clemente, una organización
sin fines de lucro de la sociedad civil que, desde 1961, “se ha dedicado a
la inclusión, defensa y garantía de los derechos de las personas con
discapacidad, la prevención y promoción de su salud y el desarrollo de
habilidades y potencial que favorecen la educación y el empleo con apoyo para
personas con discapacidad intelectual”[94]. A
través de su escrito hicieron aportes importantes para el estudio del presente
caso, los cuales se resumirán a continuación.
En
primera medida, manifestaron que al realizar un monitoreo sobre lo que sucedía
con las personas con discapacidad al ser sometidas a un régimen de
interdicción, encontraron que ésta figura no protege ni garantiza los derechos
de este grupo de personas, sino, por el contrario, sirve como herramienta para
vulnerar sus derechos fundamentales. De hecho, comprobaron que en más del 90%
de los casos, las personas con discapacidad nunca hicieron uso de la
interdicción para ningún propósito, excepto para los eventos en los que se
buscaba consolidar un beneficio a nivel de salud o de seguridad social.
Manifestaron que “[s]us relatos apuntan, por el contrario, a casos de abuso
financiero, limitaciones al derecho de ir y venir; prohibición de acceso al
trabajo; imposición de tratamientos involuntarios; esterilización no
consentidas; así como casos de violencia y abuso por parte de curadores”[95].
Agregaron
que su organización comenzó un proyecto denominado “Capacidad legal y toma
de decisiones con apoyo – Rompiendo paradigmas”, con el apoyo de la Open
Society Foundation, inspirada en iniciativas similares realizadas en Colombia e
Israel, a través de la cual se ha demostrado que las personas con discapacidad
pueden tomar sus decisiones, incluso si necesitan apoyo. Aclararon que el
cambio de paradigma implica la implementación de nuevas prácticas sociales y
legales que favorezcan el ejercicio de la capacidad legal y la toma de
decisiones con apoyo de las personas con discapacidad.
Para
explicar aún más su postura, expusieron lo siguiente: “Imaginemos la
situación de dos personas con discapacidad intelectual. La primera tiene apoyo
de su familia en todas las áreas de la vida, asiste escolar regular, tiene
amigos y una vida independiente; la segunda nunca tuvo soporte, nunca asistió a
la escuela y su círculo de relaciones se limita a sus padres. ¿El hecho de que
tengan vidas y condiciones diferentes justifica que solo se garanticen los
derechos de una de ellas? ¿Qué nos hace pensar que una puede ser ‘más capaz’ de
ejercer derechos que la otra? || Esta nueva forma de entender la discapacidad
se traduce en la siguiente ecuación: la discapacidad será tanto más notable y
limitante cuanto menor acceso a los soportes y apoyos necesarios para el
ejercicio de sus derechos. Esto se debe a que, como señala el Informe Mundial sobre
Discapacidad, ‘(…) las habilidades de las personas dependen de las condiciones
externas, que pueden ser modificadas por la acción del gobierno’ (…) las
habilidades de las personas con discapacidad se pueden ampliar, sus (sic) se
puede mejorar el bienestar, la capacidad de actuar la libertad, y sus derechos
humanos pueden convertirse en una realidad”[96].
De
hecho, en su opinión, bajo los términos de la Convención sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad – CDPD –, la Ley 1996 de 2019 y la ley brasileña
de inclusión, el derecho a ejercer la capacidad legal no puede limitarse bajo
el argumento de falta de capacidad mental, de discernimiento o debido al grado
o la gravedad de la discapacidad, bajo pena de constituir discriminación por motivos
de discapacidad. Por el contrario, aseveraron que es esencial garantizar que
todas las personas con discapacidad puedan ejercer este derecho, incluido el
acceso a la asistencia que eventualmente puedan necesitar.
En
síntesis, indicaron que la Ley 1996 de 2019, al establecer el marco para el
ejercicio de la capacidad legal de las personas con discapacidad, concretó a
nivel nacional los lineamentos de la CDPD, sirviendo como un verdadero ejemplo
para que otros países desenvuelvan y/o mejoren su legislación para garantizar a
las personas con discapacidad su derecho a la capacidad legal y toma de
decisiones con apoyo; teniendo en consideración que: (i) “las personas con
discapacidad tienen derecho a ser protagonistas en sus vidas y a tomar sus
decisiones”; (ii) “la práctica muestra que las restricciones al
ejercicio de la capacidad legal, entre las cuales incluimos la interdicción,
violan los derechos fundamentales (igualdad, libertad, autodeterminación) y
evitan que las personas con discapacidad disfruten de otros derechos
fundamentales”; (iii) “la interdicción, como hemos visto, no protege a
las personas con discapacidad, ni previene situaciones de explotación, abuso y
violencia, y que, por el contrario, para evitar tales situaciones, es necesario
garantizar que las personas con discapacidad ejerzan su capacidad legal”;
(iv) “la realidad cambiante requiere que los países adopten legislación,
prácticas sociales y legales que favorezcan el ejercicio de la capacidad legal
y la toma de decisiones con apoyo por personas con discapacidad”; y (v) “en
Colombia, bajo los términos de la CDPD y la Ley 1996/2019, este paso ya se ha
dado, con la legislación vigente garantizada a todas las personas con
discapacidad, sin distinción, el derecho a la capacidad legal y el acceso a los
medios para su ejercicio”[97].
6. Intervenciones
ciudadanas
6.1. Juanita María
Goebertus Estrada,
Representante a la Cámara por Bogotá, presentó un escrito ante la Corte
Constitucional, para solicitar que se declarara inhibida para pronunciarse por
ineptitud sustantiva de la demanda o, de manera subsidiaria, rechazara las
pretensiones del demandante, con base en los siguientes argumentos.
Afirmó
que la demanda no cumplió con los requisitos de especificidad y suficiencia,
habida consideración que el demandante: (i) hizo afirmaciones genéricas y no
aportó razones que dieran cuenta de cómo sus acusaciones están presentes en la
ley demandada y cómo, de manera clara y concreta, los contenidos de la Ley 1996
de 2019 cumplen con los requisitos desarrollados por la jurisprudencia
constitucional frente a la reserva de ley estatutaria; (ii) no fue claro al
justificar porqué se viola el artículo 14 de la Constitución Política y
confundió un supuesto vicio procedimental con un vicio sustantivo, por cuanto
la norma que ataca se refiere al derecho contenido en el artículo 14 de la
Carta Política; (iii) “acudió exclusivamente al texto de los artículos 152 y
153 de la Constitución Política, sin tener en cuenta que la Corte
Constitucional ha desarrollado unas reglas de interpretación de la reserva de
ley estatutaria, con el fin de armonizar las disposiciones constitucionales de
protección de derechos fundamentales y competencias legislativas del Congreso”[98];
y (iv) presentó razones abstractas e insuficientes que tuvieron como fundamento
“el título de la ley y el título de algunos capítulos de la Ley sin que eso
represente mayor claridad o suficiencia frente a los problemas de
inconstitucionalidad que señala. En este caso, la aplicación del principio
pro-actione, como lo solicita el demandante, no puede suplir la falta de
claridad y suficiencia en los argumentos, especialmente teniendo en cuenta que
también está en juego el principio de conservación del derecho. Así, es inadmisible
que el ciudadano solicite que la Corte resuelva los evidentes problemas de
argumentación de la demanda”[99].
Igualmente,
señaló que, si bien los elementos desarrollados en la Ley 1996 de 2019 son
fundamentales para remover ciertas barreras que enfrenan las personas con
discapacidad y desarrollan en mayor detalle los mandatos de la Convención sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad – CDPD –, la referida ley no se
refiere al núcleo fundamental del derecho a la capacidad legal. En efecto, “la
regulación contenida en la Ley 1996 de 2019 es más detallada que lo estipulado
en la CDPD. La Ley acusada se refiere en particular a la manera como se deben
establecer los apoyos y las directivas anticipadas para que las personas con
discapacidad puedan tomar sus decisiones y reforma el sistema jurídico
ordinario que no fue creado teniendo en mente el modelo social de la
discapacidad. En consecuencia, la Ley 1996 de 2019 no es de carácter
estatutario, más aún si se tienen en cuenta las reglas interpretativas
desarrolladas por la Corte Constitucional”[100].}
Por
último, señaló que “[d]el análisis sustantivo de la Ley 1996 se evidencia el
desarrollo de un componente del amplio margen de regulación del derecho a la
capacidad legal, que tiene que ver con la forma de establecer los sistemas de
apoyo t de directivas anticipadas y todo lo relacionado a ellos, como las
obligaciones de terceros. Por lo tanto, estos aspectos son de competencia del
legislador ordinario teniendo en cuenta tanto el contenido material de la ley,
como la interpretación restrictiva de la reserva de ley estatutaria”[101].
6.2.
María
Alejandra Suarez Saldarriaga presentó su intervención para
solicitarle a la Corte Constitucional que declarara inexequible la Ley 1996 de
2019, toda vez que: (i) en virtud de los artículos 152 y 153 de la Constitución
Política, cuando el contenido del proyecto de una ley se encuentre relacionado
con un derecho fundamental y los procedimientos y recursos para su protección,
el mismo debería ser impulsado mediante el trámite especial de ley estatutaria,
punto en el cual resaltó que la ley bajo estudio regula aspectos esenciales de
del régimen de capacidad legal; (ii) la ley acusada regula aspectos esenciales,
como la presunción de capacidad, y regula el medio y/o mecanismo para su
protección, en otras palabras, los instrumentos jurídicos por medio de los
cuales la ley protege el derecho a la capacidad legal de las personas con discapacidad;
por tanto, (iii) en su opinión, la ley acusada debió ser tramitada como ley
estatutaria y no ordinaria.
6.3.
El ciudadano Cristian Fernanda Cuervo Aponte
presentó un escrito de intervención, mediante el cual solicitó a la Corte
Constitucional declarar exequible la Ley 1996 de 2019. Fundamentó su solicitud
con base en los siguientes argumentos.
Por
un lado, de manera general, señaló que el accionante no cumplió con los
requisitos establecidos en el artículo 2 del Decreto 2067 de 1991 para
presentar una acción de inconstitucionalidad, entre estos destacada el de
especificidad y suficiencia, por no haber cumplido con la carga argumentativa
exigida. Adicionalmente, afirmó que el demandante desconoció los parámetros
definidos por la Corte Constitucional para determinar qué supuestos hacen
viable la reserva legal estatutaria. De ahí aseveró que la Corte debía
declararse inhibida para pronunciarse de fondo o, subsidiariamente, declarar
exequible la norma demandada.
El
interviniente manifestó su intención de coadyuvar la tesis presentada por otros
intervinientes que solicitaron declarar exequible los artículos acusados. Ello,
toda vez que en su opinión no se cumplen los requisitos previstos para tramitar
una ley estatutaria. Lo anterior, por cuanto la norma acusada no regula ni
trata aspectos que tengan que ver con el núcleo esencial del derecho a la
personalidad jurídica; por el contrario, sólo regula lo relativo a las personas
con discapacidad mayores de edad. A su parecer, “la intención del Legislador
al expedir la norma acusada, fue ampliar el espectro y proteger a cabalidad los
derechos de las personas en situación de discapacidad que son mayores de edad,
esto pues, atendiendo a convenciones e instancias internacionales, se cambia de
un modelo rehabilitador a uno social que proteja los derechos de las personas
mayores de edad que se encuentran en situación de discapacidad, siendo así,
fueron establecidas herramientas y mecanismos para determinar la celebración de
actos y negocios jurídicos a través de los denominados apoyos, en ese orden de
ideas, se elimina la interdicción y se brinda el reconocimiento que le asiste a
estos sujetos de especial protección constitucional, en el entendido de que no
pueden ser desprovistos de su capacidad legal como atributo de la personalidad
jurídica”[102].
No
obstante lo anterior, indicó que “la Corte no debería proferir un fallo
inhibitorio, habida cuenta que sería una contradicción evidente y contravendría
la lógica judicial, esto pues, si en un primer momento realizó el estudio de la
demanda, donde determinó que fueron cumplidos los requisitos para su admisión
y, por consiguiente, emitió el auto que da cuenta de ello, sería incoherente e
irrazonable que posteriormente viniera a determinar una ineptitud sustantiva de
la demanda, esto pues, haría nugatoria toda expectativa para el accionante de
encontrar una respuesta efectiva al debate constitucional que presentó, por lo
tanto, entiéndase que no estoy defendiendo la tesis del actor, en el sentido de
que se declare la inexequibilidad de la norma en su totalidad, lo que pongo de
presente ante ustedes es el estudio y debate de la demanda que llegó a su
despacho y, por ende, solicito respetuosamente que profieran una decisión de
fondo, ya que, en un primer momento la Magistrada Sustanciadora dispuso su
admisión”[103].
7. Secretaría
General del Órgano de Revisión Nacional de la Ley de Salud Mental Argentina
María
Graciela Iglesias, en calidad de Secretaria Ejecutiva del Órgano de Revisión
Nacional de la Ley de Salud Mental No. 26657 de Argentina, presentó una
intervención con el objetivo de compartir su opinión frente al tema bajo
estudio. Así, expuso los siguiente.
Aseveró
que la Ley 1996 de 2019 se ajusta a los estándares internacionales en materia
de capacidad legal, pudiéndose considerarse a la referida ley como una
construcción normativa “del más puro corte Convencional” en los términos
de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad – CDPD –.
Indicó
que era imprescindible mencionar la Observación General del Comité para la
Eliminación de Todas las formas de Discriminación contra las Personas con
Discapacidad, mediante la cual se interpretó el artículo 12 de la CDPD. Explicó
que una de las implicaciones más relevantes derivada de la noción de
discapacidad acogida en dicho artículo es que el análisis de la capacidad
jurídica, y las posibles medidas a adoptar en este ámbito, no deben partir de
un enfoque médico centrado exclusivamente en los rasgos de las personas, en las
deficiencias, sino de un enfoque social que tenga en cuenta la situación en la
que se encuentra la persona y la importancia de los factores relacionados con
el entorno.
En
su opinión, esta apreciación es importante porque las legislaciones nacionales
a la hora de justificar las limitaciones que muchas de ellas permiten imponer a
la capacidad jurídica se centran exclusivamente en la deficiencia (deficiencia
física, sensorial o mental, enfermedades, trastornos) y, en consonancia con lo anterior,
para su adopción se requiere contar con un dictamen médico (sin que se entre a
analizar la situación social de la persona).
En
todo caso, aclaró que el hecho de que las legislaciones nacionales no empleen
el término discapacidad, sino términos técnicos o médicos como “demencia”,
“deficiencia”, “anomalía”, entre otros, no puede ser una excusa para no aplicar
la CDPD.
Citó
un pronunciamiento de la Sociedad Civil Colombia en la que manifestó que: “El
apoyo en la toma de decisiones y la regulación de la capacidad jurídica no debe
versar en función, como lo hace la Ley 1306 de 2009, de la severidad de la
patología o del deterioro de la salud. Por el contrario debe ser las
capacidades concretas, los niveles de discernimiento y las posibilidades reales
de la persona, entre otros, a los que el juez debe acceder, no sólo por medio
de los profesionales de la medicina, sino de familiares, amigos y en general
por medio de las redes sociales de la persona con discapacidad, para proveer
los criterios para el apoyo en la toma de decisiones en cada caso concreto,
esta protección debe dar cuenta de la diversidad y de la amplitud de
necesidades de la persona (...)”[104].
Para
concluir, adujo que “[e]l análisis anterior encuentra una causal de
justificación expresa para sentar la operatividad de la obligación del Estado
en el reconocimiento de la capacidad jurídica plena, universal. La toma de
decisiones con apoyo y el valor de las preferencias no impide, condiciona o
restringe ese reconocimiento. || El respeto a la diversidad humana, a la no
discriminación por motivo de discapacidad, al valor de ser persona con derecho
al desarrollo de su personalidad jurídica transciende concepto de protección y
bienestar tutelar. Alientan la vida independiente, los apoyos para la vida y
simplifican métodos y contextos formales que se oponen como barreras a su
reconocimiento e implementación. || La ley una misma ley puede contar con
vertientes distintas, pero cuando su contenido implica el cumplimiento de la
responsabilidad del estado, este tiene el deber de convalidarlo”[105].
8. Universidad de
los Andes – Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social (PAIIS)
Juliana
Bustamante Reyes, Directora del Programa de Acción por la Igualdad y la
Inclusión Social (PAIIS) de la Facultad de Derecho de la Universidad de Los
Andes, Federico Isaza Piedrahita, asesor jurídico, Luis Enrique Penagos y Sofía
Forero Alba, estudiantes de la referida universidad, intervinieron dentro del
presente proceso, con la finalidad de solicitar que la Corte Constitucional se
declarara inhibida para hacer un examen de constitucionalidad, por ineptitud de
la demanda o que, de lo contrario, se declarara la exequibilidad de la Ley 1996
de 2019 y se instara a las entidades del Estado correspondientes a asegurar su
cabal cumplimiento. Lo anterior, toda vez que, en su opinión, “se siguió el
trámite legislativo adecuado al consistir en la regulación de un solo aspecto
del derecho fundamental a la personalidad jurídica que, además, materializa
obligaciones asumidas por el Estado colombiano para reconocer a las personas
con discapacidad como sujetos de derecho en igualdad de condiciones”[106].
En
primer lugar, mencionaron que la Ley 1996 de 2019: (i) adopta el modelo social
de la discapacidad, representando un cambio de paradigma frente a la manera en
que se ha entendido históricamente a una población discriminada y en la manera
en que se les ha reconocido como verdaderos sujetos de derechos; (ii)
materializa el derecho a la igualdad ante la ley contenido en el artículo 12 de
la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad – CDPD –,
cuyo contenido más importante es la capacidad jurídica, con el fin de que todas
las personas con discapacidad tengan la posibilidad de ejercer todos los
derechos reconocidos en la Constitución Política y demás normas en igualdad de
condiciones; (iii) reemplaza el régimen jurídico que permitía la sustitución en
la toma de decisiones, y establece una serie de garantías y mecanismos mediante
los cuales las personas con discapacidad puedan adoptar decisiones basadas en
el apoyo, que respetan y reconocen sus derechos, su voluntad y sus
preferencias; y (iv) al eliminar la figura de la interdicción, no sólo se
adecúa a los estándares y deberes internacionales a los que se ha comprometido
Colombia, sino que también cumple con obligaciones contenidas en la
normatividad interna, como aquella que se encuentra consagrada en el artículo
21 de la Ley Estatutaria 1618 de 2013.
Por
otro lado, resaltaron la poca rigurosidad con que el demandante argumentó los
requisitos mínimos necesarios para la admisión de la acción pública de
inconstitucionalidad. Afirmaron que la jurisprudencia constitucional ha exigido
que el accionante debe identificar en la demanda el objeto acusado, desarrollar
el concepto de la violación e indicar la razón por la cual la Corte es
competente para conocerla. Destacaron que, particularmente, el segundo
requisito exige, entre otros, “que las razones presentadas por el actor sean
claras, ciertas, específicas, pertinentes y suficientes”[107].
En este punto en particular, consideraron que, a pesar de que el auto admisorio
dio por cumplidos estos elementos, en su opinión, a la demanda le faltó el
rigor argumentativo, requerido para que la Corte pueda iniciar un estudio de
constitucionalidad al respecto.
En
efecto, estimaron que la demanda bajo estudio no evidenció un examen juicioso
de la jurisprudencia constitucional, la doctrina y los estándares aplicables,
tanto en materia del derecho fundamental a la personalidad jurídica como de la
reserva de ley estatutaria. De ahí que afirmaran que la Corte debía declararse
inhibida ante la falta de argumentación realizada por el demandante. No
obstante, manifestaron que en caso de que se decidiera estudiar la
constitucionalidad de las disposiciones demandadas, sugerían tener en cuenta
los siguientes elementos.
A
propósito, estimaron que la Ley 1996 de 2019 no regula el derecho fundamental a
la personalidad jurídica de manera exhaustiva, habida cuenta que su objetivo se
circunscribe a establecer el régimen de capacidad legal de las personas con
discapacidad mayores de edad. Expusieron que la capacidad es sólo un elemento
de la personalidad jurídica y, por consiguiente, no constituye su totalidad.
Adujeron que el artículo 14 de la Constitución Política consagró que “[t]oda
persona tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica”. En
este sentido, consideraron que la jurisprudencia constitucional ha sido
consistente desde sus inicios al disponer que la personalidad jurídica es una
parte sustancial de la idea de persona en los estados constitucionales
modernos.
De hecho, citaron la sentencia C-109 de
1995, en la que se definió el alcance y contenido de la personalidad jurídica.
En dicha ocasión, la Corte mencionó que la personalidad jurídica no sólo
consiste en la capacidad de una persona de “ser titular de derechos y
obligaciones, sino que comprende, además, la posibilidad de que todo ser humano
posea [...] determinados atributos que constituyen la esencia de su
personalidad jurídica e individualidad como sujeto de derecho. Son los llamados
atributos de la personalidad”[108]. Aclararon que
dichos atributos son: nombre, nacionalidad, domicilio, estado civil, capacidad
y patrimonio. Opinaron que la Corte fue consistente con esta interpretación del
alcance del derecho, lo que se evidenció en la Sentencia SU-696 de 2015,
mediante la cual se reconoció que “el derecho a la personalidad jurídica no
solo comprende la posibilidad que tienen los individuos de ingresar al tráfico
jurídico sino que también incluye todas las características individuales
asociadas a su condición de persona”[109].
Teniendo en cuenta lo anterior,
indicaron que otra de las razones por las cuales el trámite legislativo no
debía necesariamente hacerse conforme a lo estipulado para las leyes
estatutarias, es que la Ley 1996 de 2019 no pretendió regular la dimensión de
la capacidad, perteneciente al derecho al reconocimiento de la personalidad
jurídica, de toda la ciudadanía en general, sino solamente lo que refiere a una
población específica, que además es sujeto de especial protección
constitucional: las personas con discapacidad. Señalaron que, en desarrollo de
la reserva de ley estatutaria, la Corte Constitucional ha establecido en su
jurisprudencia que “no toda norma atinente a los derechos fundamentales y a
sus mecanismos de protección debe ser objeto del exigente trámite de leyes
estatutarias, pues una tesis extrema al respecto vaciaría la competencia del
legislador ordinario”[110].
Aunado a lo anterior, y como sustento
adicional para desvirtuar la solicitud del demandante, consideraron que era
importante remitirse a las deliberaciones llevadas a cabo por el Congreso de la
República dentro del trámite legislativo de la ley demandada, toda vez que, en
estas se pueden identificar con mayor claridad los propósitos e intereses del
legislador al momento de expedir la ley. Así, en el Informe de ponencia para primer
debate del Proyecto de ley número 236 de 2019 Senado, 027 de 2017 Cámara13, se
argumentó que “[e]l proyecto de ley pretende garantizar el derecho al
ejercicio de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad en
Colombia, en armonía con los artículos 5° y 12 de la Convención de Naciones
Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”. También quedó
expuesto en el mencionado informe que la Ley 1996 de 2019 busca “materializar
las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos frente a una
población históricamente discriminada y segregada como son las personas con
discapacidad”.
Conforme
a lo anterior, concluyeron que era claro que el interés del legislador en el
caso concreto no era modificar o regular de manera específica el derecho a la
capacidad jurídica consagrado en nuestra Constitución, sino armonizar su
ejercicio en virtud de deberes específicos adquiridos en el ámbito
internacional para proteger efectivamente los derechos de las personas en
situación de discapacidad. “Los esfuerzos adelantados por el Congreso de la
República en ningún momento buscaron modificar el derecho fundamental a la
capacidad jurídica —lo cual implicaría incluir, como ya lo ha sostenido la
Corte Constitucional, ‘disposiciones que de alguna manera tocan su núcleo
esencial o mediante las cuales se regula en forma ‘íntegra, estructural o
completa’ el derecho correspondiente’— sino eliminar las barreras en el goce de
derechos constitucionales que perpetúan la discriminación y marginalización de
las personas con discapacidad”[111].
9. Red Vallecaucana
de Organizaciones de Personas con Discapacidad
Ana
Bolena Rodríguez, miembro fundador de la Red Vallecaucana de Organizaciones de
Personas con Discapacidad, intervino en el presente proceso, para solicitar que
se declarara exequible la Ley 1996 de 2019 y se instara a las entidades del
Estado correspondientes a que aseguren su cabal cumplimiento.
Comenzando
su intervención, manifestó que, debido a su especial interés en el tema y por
la experiencia de la organización, al decidir el presente proceso, la Corte
debía tener en cuenta lo siguiente.
Por
un lado, indicó que la Corte debía aplicar en este caso el principio de
progresividad de la Ley 1996 de 2019, por cuanto ésta reconoce y garantiza el
ejercicio de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad, según lo
establecido en la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad – CDPD –; convención firmada y ratificada por Colombia en el 2009.
Aseveró
que, en su opinión, no se debería poder reversar esta Ley por una cuestión de
procedimiento realizado por Ley Estatutaria, ya que, por un lado, “aquella
no cumple con los aspectos para reversar una ley, y, por otra parte, porque lo
importante de la Ley es la cuestión de fondo que se garantiza con ésta y no la
forma por la que fue emitida – como ley ordinaria”[112].
Agregó
que las disposiciones acusadas no están ligadas al desarrollo de elementos que
hagan parte del núcleo fundamental del derecho a la capacidad legal, sino, por
el contrario, sólo evidencian la capacidad legal de un grupo específico que es
la población con discapacidad. Asimismo, aseveró que el hecho de que se trate
de una regulación de derechos de sujetos de especial protección constitucional
no genera que se vuelva un trámite estatutario.
10.
Clínica
Jurídica de Interés Público y Derechos Humanos de la UNAB
Diana
Carolina Pinzón Mejía, en calidad de Coordinadora de la Clínica Jurídica
de Interés Público y Derechos Humanos de la UNAB, y Karol Julieth Colmenares
Abril, en calidad de Judicante de la referida Clínica, presentaron una
intervención, con la intención de solicitar que la Corte Constitucional se
declarara inhibida para pronunciarse o que, subsidiariamente, se declarara la
exequibilidad de la Ley 1996 de 2019, por encontrarse, en su opinión, ajustada
a la Carta Política y por ceñirse a los objetivos y principios constitucionales
que regulan la materia.
Manifestaron
que la
Ley 1996 de 2019 fue analizada y estructurada conforme a la Constitución
Política y la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad –
CDPD – (convención que hace parte del Bloque de Constitucionalidad).
Afirmaron
que no es posible seguir limitando de sus propios actos y toma decisiones a las
personas con discapacidad, por considerar que no cuentan una garantía o
protección constitucional. Por consiguiente, consideraron que esta norma
representa un cambio real y efectivo de reconocimiento derechos a este grupo
poblacional, pues, en su opinión, “la discapacidad es un concepto cambiante
y así como en la sociedad hay que entrar a reconocer los derechos de
poblaciones tradicionalmente marginadas, es el momento de reconocer el error de
anular a las personas a través de figuras nefastas como la interdicción. La
autonomía, dignidad, primacía de la voluntad y preferencias, la no
discriminación, el derecho a la accesibilidad entendido como la eliminación de
barreras y la igualdad de oportunidades, son los pilares fundantes de esta
norma que reconoce en igualdad de derechos y oportunidades a las personas con
discapacidad, tal como se contempla a nivel internacional en la Convención de
los Derechos de las Personas con Discapacidad”[113].
Consideraron
importante señalar que la Ley 1996 de 2019 no sólo da un paso adelante en el
reconocimiento de los derechos de las personas con discapacidad, con la
abolición de la interdicción como supuesto medio de protección, toda vez que
establece medidas específicas de garantía y acceso a apoyos que permiten
respetar a través de asistencia y reconocimiento de la primacía de la voluntad.
Estas salvaguardas, en todo caso, son medidas para impedir abusos y se dan bajo
los criterios de necesidad, correspondencia, duración e imparcialidad. Así
mismo, a través de la ley se determinan procedimientos claros que incluyen
procesos judiciales, acuerdos de apoyo y directivas anticipadas.
En
síntesis, consideraron que la Ley 1996 de 2019, si bien busca mejorar la
calidad de vida de la población con discapacidad, al transformar la
interdicción por acuerdos de apoyo, estos cambios no afectan a los elementos
estructurales esenciales de los derechos fundamentales, por cuanto su capacidad
jurídica y autonomía en ningún momento se ven afectados o aminorados.
Por
último, adujeron que “la Corte ha establecido que se debe dar una
interpretación restrictiva y no extensiva de la aplicación de este tipo de
leyes cuando de derechos fundamentales se trate, por lo tanto en este caso no
se aplica la reserva estatutaria”[114].
11.
Universidad
de Ibagué
Marly
Isabel Cuellar Mora, en calidad de Coordinadora de la Clínica Jurídica de
Derechos Humanos e Interés Público del Consultorio Jurídico y Centro de
Conciliación del Programa de Derecho de la Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas de la Universidad de Ibagué, intervino con la finalidad de solicitar
a la Corte Constitucional que declarara exequible la Ley 1996 de 2019.
Opinó
que el cargo presentado por el demandante era insuficiente, como quiera que el
mismo resultó vago e indeterminado, pues a pesar de que se señaló que la Ley
1996 del 2019 debió tener trámite de ley estatutaria, no se realizó un análisis
detallado en el que se identificara la manera en que la ley acusada vulnera la
Constitución Política; ni siquiera hizo un análisis del derecho fundamental a
que se refiere el numeral 1del artículo 153 de la Carta Política, sino que se
limitó a expresar de forma genérica algunos “derechos”, sin la
suficiencia requerida que le permitiera a la Corte Constitucional “realizar
un estudio de fondo acerca de la exequibilidad de los derechos fundamentales
censurados y se limitó al hecho de afirmar la existencia”[115].
Para
finalizar, indicó que declarar la inexequibilidad de la Ley 1996 de 2019
implicaría un retroceso en la garantía de derechos de las personas con
discapacidad en Colombia, puesto que reconocer la capacidad legal de las
personas con discapacidad ha sido un avance significativo en la lucha por la igualdad
en el ejercicio de sus derechos.
12.
Defensoría del Pueblo
Mariana
Medina Barragán, en calidad de Defensora Delegada para los Asuntos
Constitucionales y Legales, presentó una intervención con el objetivo dar un
concepto técnico dentro del presente proceso y solicitar que la Corte
Constitucional se declarara inhibida para pronunciarse de fondo por ineptitud
de la demanda o, subsidiariamente, declarara exequible la normatividad bajo
estudio.
Por
un lado, manifestó que las alegaciones del demandante se circunscribieron a
indicar que la Ley 1996 de 2019 violó lo consagrado en los artículos 14, 152 y
153 de la Constitución Política, por cuanto “regula de manera completa y
exhaustiva el derecho fundamental a la autonomía personal, personalidad
jurídica y/o a la capacidad plena”[116],
y debió tramitarse como ley estatutaria. Al respecto, aseveró que las razones
dadas por el demandante no fueron claras, puesto que se confundió y asimiló los
conceptos de autonomía personal, personalidad jurídica y capacidad plena, como
derechos reconocidos en el artículo 14 de la Constitución; confusión que, en su
opinión, no se justificaba en la medida en que el demandante es un abogado, con
estudios en derecho público, y, por ello, consideró que “es de esperarse que
su argumentación no se presente a equívocos”[117].
Por
otro lado, explicó que la falta de exactitud y claridad sobre el contenido del
referido artículo 14 impactó en el cumplimiento del requisito de certeza; toda
vez que la argumentación de dicho cargo se basó en la interpretación “caprichosa”
que le dio el demandante, según la cual la Ley bajo estudio reguló de manera
exhaustiva el derecho fundamental señalado por él. Aseveró que aquella
interpretación era errónea, habida consideración que la ley sólo reguló “un
aspecto particular del derecho a la personalidad jurídica respecto de una
población en particular, como son las personas mayores de edad con discapacidad
y que pueden necesitar alguna clase de salvaguardia”[118].
Igualmente,
adujo que no se cumplió el requisito de especificidad en relación con la
violación de los artículos 152 y 153 de la Constitución Política, relativo a si
la ley debió tramitarse como estatutaria o como ley ordinaria. Ello, debido a
que el demandante tenía la carga de analizar si la ley objetada cumplía o no
con las reglas establecidas por la Corte Constitucional en la materia.
A
continuación, estimó que “sobre el requisito de pertinencia según el cual la
demanda debe plantear un problema de constitucionalidad y no de conveniencia
para el actor de la acción, esta entidad considera importante destacar que la
acción presentada por señor Edier Esteban Manco se suma a varias presentadas
por este actor en contra de la misma norma. En los procesos iniciados por esas
demandas, la Defensoría del Pueblo ha intervenido con el objetivo de defender
la constitucionalidad de los apartes cuestionados (…) sobre el requisito de
suficiencia y la necesidad de que se genere una duda mínima sobre la
constitucionalidad de la norma, para la Defensoría del Pueblo considera que el
cumplimiento de este requisito es la consecuencia natural de la observancia de
los demás, pues al esgrimir razonamientos que sean claros, ciertos, específicos
y pertinentes, es posible decantar hacia una duda sobre la concordancia entre
la norma acusada y la Constitución. Por ello, al no cumplirse con los demás
requisitos este se tiene por no agotado”[119].
Ahora
bien, en relación con la reserva de ley en materia de leyes estatutarias, la
interviniente indicó que, “[a]l contrastar el contenido de la ley, con los
criterios decantados por la Corte Constitucional para determinar e qué casos
opera la reserva de ley estatutaria, se puede afirmar que la ley no regula el
núcleo esencial del derecho a la personalidad jurídica, sino sólo un atributo
relacionado con la capacidad legal de un grupo poblacional en particular.
Asimismo, de considerarse la capacidad legal como un derecho autónomo, tampoco
establece el núcleo esencial de esta, sino su ejercicio respecto de las
personas mayores de edad con discapacidad”[120].
13.
Ministerio
de Salud y Protección Social
La
señora Luz Dary Moreno Rodríguez, actuando en nombre y representación del
Ministerio de Salud y Protección Social, presentó un memorial de intervención
con la finalidad de solicitar a la Corte Constitucional que se declarara
inhibida para pronunciarse de fondo por ineptitud sustantiva de la demanda.
Subsidiariamente, solicitó que se declarara exequible la totalidad de la Ley
1996 de 2019. Lo anterior, con base en los siguientes argumentos.
Para
comenzar su intervención, afirmó que, contrario a lo manifestado por el
demandante, la Ley acusada no regula de forma absoluta el derecho fundamental a
la personalidad jurídica de las personas con discapacidad mayores de edad.
Ello, por cuanto “su objeto se circunscribe a ‘(…) establecer medidas
específicas para la garantía del derecho a la capacidad legal plena de
las personas con discapacidad, mayores de edad, y al acceso a los apoyos que
puedan requerirse para el ejercicio de la misma’ (…)”[121].
En
su opinión, la ley demandada se profirió con el objetivo de eliminar las
barreras jurídicas que imposibilitaban el acceso de esta población a un trato
igualitario frente al goce de sus capacidades legales, asegurándoles
herramientas de apoyo para la toma de sus decisiones. Así, concluyó que, con
fundamento en ello, se eliminó la interdicción y se estableció la presunción de
capacidad.
A
propósito, respecto de la reserva de las leyes estatutarias, indicó que “basta
señalar que la Ley 1996 de 2019 no regula en forma ‘integral, estructural o
completa’, un asunto referente a aquellos incluidos en el literal a) del
artículo 152 de la Constitución, por el contrario, se relaciona con la
capacidad jurídica, atributo de la personalidad jurídica, de un segmento de la
población, esto es, las personas con discapacidad mayores de edad. Como lo
manifiesta el propio demandante, la aludida ley aborda de manera general y
específica los aspectos conceptuales y procedimentales relacionados con la
garantía del derecho al ejercicio de la capacidad legal de este grupo de
personas, incluyendo el establecimiento de mecanismos para su ejercicio y para
la realización de actos jurídicos, los acuerdos de apoyo para la celebración de
los mismos, las directrices anticipadas, la adjudicación judicial de apoyos,
las personas de apoyo y el régimen de transición, el cual incluye la
prohibición de las medidas de interdicción. (…) En consecuencia, el único
argumento esbozado por el actor, según el cual, ‘(...) la misma fue aprobada
mediante el procedimiento legislativo de una ley ordinaria, cuando, por la
esencia y/o contenido mismo de la norma atacada, debió ser tramitada por el
procedimiento de una ley estatutaria (...)’, carece de validez, teniendo en
cuenta que, no todos los aspectos relacionados con un derecho fundamental o su
ejercicio, se encuentran sujetos al trámite de una ley estatutaria. La Ley 1996
de 2019 establece medidas pertinentes, factibles y concretas a fin de
garantizar el ejercicio de la capacidad legal de las personas con discapacidad
mayores de edad, asignando responsabilidades y prohibiendo la implementación de
una medida -interdicción- violatoria de los derechos y la dignidad humana,
situación totalmente ajena a pretender o definir desde su esencia, el derecho
fundamental a la personalidad jurídica de las personas en situación de
discapacidad mayores de edad”[122].
Por
último, concluyó que el argumento presentado por el demandante no cumplió con
los requisitos de claridad, certeza, pertinencia y suficiencia, habida cuenta
que se limitó a afirmar que la Ley 1996 de 2019 debió tramitarse bajo los
presupuestos de los artículos 152 y 153 de la Constitución Política, esto es,
mediante ley estatutaria, sin expresar mayor sustento que el hecho de regular
un derecho fundamental.
14.
Ministerio
de Justicia y del Derecho
Olivia
Inés Reina Castillo, en calidad de Directora de Desarrollo del Derecho y del
Ordenamiento Jurídico, procedió a intervenir dentro del presente proceso para
solicitar a la Corte Constitucional que se declarara exequible la Ley 1996 de
2019, bajo las siguientes consideraciones.
Opinó
que la Ley 1996 de 2019 se tramitó por el procedimiento legislativo correcto,
conforme a los temas y dimensiones de la capacidad legal para las personas
mayores de edad en condición de discapacidad que reguló. Explicó que los temas
abordados por la ley demandada no implicaban una regulación integral o
estructural del derecho a la capacidad legal como tal. Por el contrario,
solamente se establecieron unas medidas e instrumentos específicos dirigidas a
un grupo en particular para el ejercicio de este derecho.
Por
otro lado, indicó que la Ley 1996 no estableció restricciones al goce de esta
garantía, sino que buscó adaptar el ordenamiento jurídico colombiano, en
materia de garantía y reconocimiento de la capacidad de una población de
especial protección constitucional, al cumplimiento de las obligaciones
internacionales del Estado Colombiano en el marco de la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad – CDPD –. Por ello, consideró que las
normas cuestionada no debían ser tramitada bajo las exigencias de los artículos
152 y 153 de la Constitución Política para las leyes estatutarias, atendiendo
el contenido de aquélla y la jurisprudencia constitucional en la materia.
De
hecho, explicó que, “[d]e la revisión exhaustiva de los contenidos de la Ley
1996 de 2019, se puede concluir a primera vista, que aun cuando realiza cambios
significativos al régimen de capacidad jurídica, contenido en la legislación
civil y procesal, no está regulando en sí mismo el derecho a la capacidad
legal, pues está determinando herramientas e instrumentos para el ejercicio de
este derecho con destino a una población en específico, que tradicionalmente
tenía restricciones para el ejercicio de su derecho a decidir. || En efecto, no
está regulando estructuralmente el derecho, sino que viene a establecer parámetros
para la garantía frente a los mayores de edad en condición de discapacidad, no
para toda la población y finalmente no está creando limitaciones al ejercicio
de este derecho sino adaptando la normatividad a parámetros internacionales y
al modelo social de discapacidad en aras de la garantía de la igualdad y el
respeto de los derechos Humanos de una población de especial protección
constitucional” [123].
Aclaró
que, a pesar de que la Ley 1996 de 2019 aborda uno de los atributos de la
personalidad jurídica, reconocida como garantía fundamental, esto es, la
capacidad jurídica, ello no implica que la ley haya tenido que ser tramitadas
por ley estatutaria; pues, no cumple los demás criterios materiales que ha
dispuesto la corte para la aplicación de la cláusula contenida en el artículo
152 constitucional.
Resaltó
que la reserva de ley estatutaria en materia de derechos fundamentales es
excepcional, en tanto que la regla general aplica a favor del legislador
ordinario. En este sentido, advirtió que, “aunque la norma cuestionada
modifica el régimen de capacidad legal de las personas con discapacidad, las
normas que antes lo regulaban se encontraban contenidas en Códigos y leyes
ordinarias, por lo cual las modificaciones introducidas por la nueva ley
respetan el criterio de jerarquía normativa”[124].
En
concreto, señaló que la Ley 1996 de 2020 definió “cómo se deben establecer
los apoyos y las directivas anticipadas para que las personas con discapacidad
puedan tomar sus decisiones y reforma algunos contenidos del Código civil y de
procedimiento para adaptar el sistema jurídico al modelo social de la
discapacidad, conforme a las obligaciones internacionales derivadas de la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad, si bien genera la presunción de capacidad legal de todas las
personas en condición de Discapacidad en ningún momento está regulando en sí
misma la Capacidad legal como atributo de la Personalidad Jurídica, pues la ley
simplemente está creando unas figuras que permiten que las personas con
discapacidad adopten decisiones sin necesidad de que su consentimiento sea
suplantado”[125].
Igualmente,
afirmó que la Ley 1996 de 2019, no reguló de manera integral, estructural o
completa de la capacidad legal. Ello, toda vez que: (i) la ley se enfocó en un
grupo poblacional especifico; y, (ii) no reguló el ejercicio del derecho para
toda la población. Indicó que debía tenerse en cuenta que la regulación
estructural de esta garantía para la población en condición de discapacidad
está contemplada en la Ley Estatutaria 1618 de 2013 y en el artículo 12 de la
CDPD.
En
síntesis, en su opinión, “lo que hizo la Ley 1996 fue actualizar el régimen
legal de capacidad consagrado en el Código Civil que había sido el mismo desde
su promulgación en 1887, hasta la entrada en vigencia de la Ley 1306 del 2009,
normas que seguían perpetuando instituciones que negaban la capacidad y la
autonomía de las personas en condición de discapacidad y que avalaban la
interdicción como medida preventiva para inhabilitar la participación libre de
una persona en condición de discapacidad en el tráfico jurídico”[126].
Adicionalmente,
opinó que la Ley 1996 de 2019 “garantiza el respeto de la dignidad humana,
la autonomía individual, incluida la libertad de tomar las propias decisiones,
la independencia de las personas y finalmente, el derecho a la no
discriminación; dichos principios y derechos vienen recogidos en la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, pero únicamente para
desarrollar una de las obligaciones del Estado frente a las múltiples facetas
de los derechos de las personas con discapacidad. Se encarga de desarrollar
parte de las obligaciones contenidas en el articulo 12 de la CDPD que busca
garantizar el reconocimiento de la personalidad jurídica de las personas con
discapacidad y para ello indica que los estados tienen el deber de garantizar
el acceso a las personas en situación de discapacidad a apoyos en la toma de
decisiones y a esquemas de salvaguardias que les permita ejercer plenamente su
capacidad jurídica, bajo el postulado de “Nada sobre nosotros sin nosotros”. En
efecto, establece los mecanismos y sistemas de apoyo para la toma de decisiones
de las personas en situación de discapacidad y favorece así el ejercicio de su
capacidad legal, objetivo preciso y alejado del carácter de sistematicidad que
corresponde a las leyes estatutarias”[127].
Adujo
que la ley demandada limitó, restringió, prohibió o estableció excepciones para
el ejercicio de la capacidad legal. A contrario sensu, consagró la presunción
de la capacidad de todas las personas sin distinción, estableciendo que en
ningún caso la existencia de una discapacidad podrá ser motivo para restringir
el ejercicio legal y el derecho a decidir de una persona. Por consiguiente,
concluyó que es una norma que “de forma concreta, persigue eliminar barreras
para que las personas mayores de edad en condición de discapacidad puedan
ejercer su derecho a tomar decisiones y que esas decisiones sean respetadas en
la celebración de actos jurídicos. Esta Ley cumple un papel determinante en la
actualización del contenido de los derechos fundamentales”[128].
En
definitiva, llegó a la conclusión de que la Ley 1996 de 2019 no cumple varios
de los criterios jurisprudenciales para la aplicación de la cláusula de reserva
legislativa. “Considerar como lo hace erróneamente el accionante, que
cualquier norma que desarrolle en detalle cada variante de manifestación de los
derecho fundamentales o cualquiera de los aspectos procesales que tengan que
ver con su ejercicio, debería tramitarse como estatutaria, conduciría a un
desconocimiento total de las competencias del legislador ordinario que
derivaría en lo que la jurisprudencia denomina “petrificación del ordenamiento
jurídico“, en este caso, es claro que la regulación puntual y detallada de los
mecanismos y herramientas para facilitar el ejercicio de la capacidad legal de
las personas mayores de edad en condición de discapacidad le corresponde al
legislador ordinario”[129].
15.
Instituto
Nacional para Sordos - INSOR
El
señor Luis Hernán Cuéllar Durán, en calidad de Jefe de la Oficina Asesora
Jurídica del Instituto Nacional para Sordos – INSOR –, presentó una
intervención con el objetivo de solicitar a la Corte Constitucional que se
declarara inhibida para pronunciarse de fondo por ineptitud sustantiva de la
demanda o, en su defecto, declarar exequible la Ley 1996 de 2019. Para
sustentar su petición expuso los siguientes argumentos.
Para
comenzar, estimó que el demandante no cumplió con los requisitos de
especificidad y suficiencia, al no haber expuesto las razones concretas por las
cuales consideró que los contenidos de la ley bajo estudio debieron ser
tramitados bajo el procedimiento de una ley estatutaria. De hecho, consideró
que el actor no analizó los requisitos desarrollados por la jurisprudencia
constitucional relativos a la reserva de la ley estatutaria. Agregó que omitió
identificar los artículos específicos que, en su opinión, debieron ser
tramitados conforme a lo dispuesto en los artículos 152 y 153 de la
Constitución Política. Puntualmente, no precisó qué artículos son los que
presuntamente regulan en sí mismo el derecho fundamental de la personalidad
jurídica, su núcleo o estructura esencial.
Afirmó
que “[l]a regulación de la capacidad legal de las personas con discapacidad
establecida en la Ley 1996 no se refiere al núcleo fundamental del derecho a la
capacidad legal, porque éste se encuentra definido en las Leyes 1346 y 1618; en
tanto, la Ley 1996 representa la configuración más detallada de la consagración
legal del derecho a la capacidad jurídica. || De la revisión integral del texto
acusado, se observa que el objeto de la ley es regular variantes de la garantía
de los derechos a la capacidad legal y aspectos que tengan que ver con su
ejercicio (Art. 1°) (…) De manera tal que la Ley 1996 no tiene como objeto
regular de forma integral, sistemática y completa el derecho a la personalidad
jurídica establecido en el Art. 14 Superior.”[130].
16.
Laboratorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales –
DescLAB
El
señor Álvaro Fabián Carreño Ordóñez, en calidad de Investigador Senior de
DescLAB, presentó una intervención con el objetivo de solicitar a la Corte
Constitucional que declarara exequible la Ley 1996 de 2019, con fundamento en
las siguientes consideraciones.
En
primera medida, afirmó que el demandante omitió mencionar el contenido y
mandato, relativo a reformar el derecho al igual reconocimiento ante la ley,
establecido en el artículo 12 de la CDPD. Tanto así que el demandante argumentó
que la Ley 1996 de 2019 desarrolló “todo el contenido del derecho
fundamental de la autonomía personal, personalidad jurídica y/o capacidad plena
de las personas en situación de discapacidad mayores de edad”[131],
sin explicar cuáles son los supuestos elementos presentes en la ley estudiada
que “otorgan ‘todo el contenido’ de los derechos a la autonomía personal, a
la personalidad jurídica y a la capacidad plena, el accionante desconoce que el
contenido esencial de dichos derechos ya se encontraba en la Declaración de los
Derechos Humanos, en el Pacto de Derechos Civiles y Políticos y,
específicamente para las personas con discapacidad, en la CDPD”[132].
Consideró
que el demandante se equivocó al afirmar que la Ley 1996 de 2019 reguló de
manera exhaustiva el derecho fundamental a la capacidad jurídica y sus
mecanismos de protección de las personas en situación de discapacidad mayores
de edad. Adujo que no se refirió a ninguna de las figuras desarrolladas por la
ley demandada, así como tampoco expuso las razones por las que consideró que
hace una regulación exhaustiva. Adicionalmente, omitió mencionar los
antecedentes normativos que llevaron a que se desarrollaran los apoyos
establecidos en la Ley 1996 de 2019.
A
propósito, aclaró que lo que el actor llama “mecanismos de protección”,
son acciones afirmativas, ajustes razonables y apoyos que ya estaban
contemplados como mandato para el Estado colombiano desde la CDPD y en la Ley
Estatutaria 1618 de 2013.
Por
otra parte, indicó que la Ley 1996 de 2019 no restringió, amplió o modificó el
derecho en su núcleo esencial. En su opinión, el Legislador utilizó la ley
ordinaria, puesto que las normas con jerarquía superior, como la CDPD y la Ley
Estatutaria 1618 de 2013, ya habían dado desarrollado a ese núcleo esencial.
Verbigracia, estas normas habían desarrollado ampliamente el derecho al igual
reconocimiento ante la ley y, por tanto, la Ley 1996 de 2019 desarrolló las
obligaciones del Estado para garantizar ese derecho.
Con
fundamento en todo lo anterior, concluyó que el hecho de que una ley regule la
posibilidad de materializar un derecho fundamental no implica necesariamente
que su trámite deba ser el reservado para las leyes estatutarias. “Por lo tanto,
el principio general es que el procedimiento establecido para las leyes
estatutarias se debe aplicar cuando se pretenda regular el núcleo esencial, el
contenido, los procedimientos y los recursos para su protección. Frente a estos
criterios que establecieron los artículos 152 y 153, la jurisprudencia
constitucional ha desarrollado ampliamente las reglas que deben orientar el
trámite de leyes estatutarias[133]”.
A
su parecer, a través de la Ley 1996 de 2019, el Legislador no convirtió el
derecho consagrado en el artículo 14 de la Constitución Política en otro, pues
no le quitó su esencia fundamental, ni mucho menos desnaturalizó su ejercicio o
modificó su espectro de protección.
Señaló
que, en la demanda, el actor citó los títulos de la Ley 1996 de 2019 sin
profundizar en su contenido y sin argumentar de fondo el por qué la ley
demandada debió tramitarse como estatutaria. De hecho, aseveró que el
demandante sólo mencionó los nombres de los títulos y los capítulos, sin explicar
por qué se modificó presuntamente el núcleo esencial del derecho al igual
reconocimiento ante la ley.
Estimó
que “[l]a Ley 1996 de 2019 tiene por objeto desarrollar el régimen de
capacidad legal de las personas con discapacidad. Entonces, establece la toma
de decisiones y la manifestación de voluntad a través de los acuerdos de apoyo,
la adjudicación judicial de apoyos y las directivas anticipadas. Estos
mecanismos no están modificando el derecho, no están restringiendo o ampliando
su contenido esencial, le están dando un desarrollo práctico a los mandatos y
elementos estructurales que se establecieron los artículos 14 y 13 de la
Constitución, en el artículo 12 de la CDPD26 y el artículo 21 de la Ley
Estatutaria 1618”[134].
Finalmente,
puso de presente que “la posibilidad de declarar la inexequibilidad de esta
ley, implicaría remover del ordenamiento jurídico las herramientas que
favorecen el goce efectivo del derecho al igual reconocimiento ante la ley, el
ejercicio de la capacidad jurídica en condiciones de igualdad para las personas
con discapacidad y que desarrollan obligaciones internacionales de derechos
humanos. Es decir, podríamos estar ante una posible violación al principio
progresividad y no regresividad de los derechos humanos”[135].
Por consiguiente, solicitó a la Corte Constitucional que, en caso de
decidir extraer del ordenamiento jurídico colombiano los mecanismos
establecidos en la Ley 1996 de 2019, se declare una inexequibilidad diferida;
pues, de lo contrario, “se estaría generando una situación constitucional
que afecta el goce efectivo del derecho fundamental al igual reconocimiento
ante la ley y el ejercicio de la capacidad jurídica en condiciones de igualdad.
Entonces, si la Corte decide que procede la reserva estatutaria en uno, en
varios artículos o en toda la Ley, solicitamos que se mantenga la protección
que otorga la Ley 1996 de 2019 mientras se tramita de nuevo su contenido bajo
los procedimientos establecidos en los artículos 152 y 153 de la Constitución,
y teniendo en cuenta los criterios establecidos para estos casos en la
Sentencia C-951 de 201432”[136].
ACLARACION DE VOTO DE LA MAGISTRADA
PAOLA ANDREA MENESES MOSQUERA
A LA SENTENCIA C-022/21
Expediente: D-13.743
Magistrada Ponente:
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Con el acostumbrado respeto por
las decisiones de la Sala, presento Aclaración de Voto a la sentencia proferida
el 4 de febrero de 2021, que declaró la exequibilidad de la Ley 1996 de 2019 "Por
medio de la cual se establece el régimen para el ejercicio de la capacidad
legal de las personas con discapacidad mayores de edad", por el cargo
de desconocimiento de la reserva de ley estatutaria.
Si bien comparto tal
determinación, encuentro necesario aclarar mi voto en relación con la
fundamentación del fallo respecto del análisis de aptitud del cargo formulado
en la demanda. Esto por cuanto considero que el examen del concepto de la
violación relacionado con la vulneración de la reserva de ley estatutaria -en
razón a la aplicación restrictiva y excepcional de dicha figura-, suponía para
el demandante la exigencia de precisar las razones por las cuales consideraba
que la norma cuestionada intervino el núcleo esencial del derecho fundamental a
la capacidad jurídica, lo que conducía a agotar el procedimiento legislativo
estatutario.
No bastaba entonces con la
afirmación abstracta y genérica según la cual, por la esencia y contenido mismo
de la norma, esta debió ser tramitada por el procedimiento de una ley
estatutaria. En estos casos la carga argumentativa del accionante implica hacer
explícitas las razones de oposición, que estima fundadas, entre la Constitución
y la norma demandada.
Fecha ut supra
PAOLA ANDREA MENESES MOSQUERA
Magistrada
ACLARACIÓN DE VOTO DEL MAGISTRADO
ALEJANDRO LINARES CANTILLO
A LA SENTENCIA C-022/21
Referencia:
Expediente D-13743
Demanda
de inconstitucionalidad contra la Ley 1996 de 2019 “Por medio de la cual se
establece el régimen para el ejercicio de la capacidad legal de las personas
con discapacidad mayores de edad”
Magistrada
Ponente:
Cristina
Pardo Schlesinger
Con el acostumbrado respeto por las
decisiones de esta corporación, me permito aclarar mi voto frente al examen
realizado respecto de la aptitud de la demanda en la sentencia C-022 de 2021.
En dicha sentencia, la Sala Plena resolvió declarar la “EXEQUIBILIDAD de
la Ley 1996 de 2019 ‘Por medio de la cual se establece el régimen para el
ejercicio de la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de
edad’, por el cargo de reserva de ley estatutaria sobre la integralidad de la
ley”. Aun cuando comparto la decisión de exequibilidad sobre la disposición
demandada, teniendo en cuenta la forma como se justificó la idoneidad o aptitud
de la acusación propuesta para provocar el citado pronunciamiento, considero
necesario precisar los siguientes aspectos.
1.
Anotaciones sobre las reglas jurisprudenciales,
relacionadas con la aptitud del cargo de reserva de ley estatutaria sobre la
integralidad de la ley. Si bien es
cierto que la Corte ha admitido la formulación de cargos globales, cuando se
trata del estudio de la reserva de ley estatutaria; no es menos cierto que en
su jurisprudencia también ha venido requiriendo de una mayor especificidad en
la acusación, con miras a garantizar que el control que activa la toma de una
decisión, se origine de una demanda ciudadana y no de una labor de oficio por
parte de esta corporación.
2.
Es así como, ha señalado este tribunal que una
acusación global, que supondría que no se precisa la razón por la que cada
precepto de una ley requiere de su aprobación por vía estatutaria, demanda:
(i)
No solo que la regulación se pueda identificar en
una sola materia, con un centro normativo único de regulación;
(ii)
Sino que, además, se confronte, en realidad, lo
regulado en la ley frente al texto constitucional, explicando, en el caso de la
reserva por tratarse de derechos fundamentales, cuál es, precisamente, (a) el
derecho comprometido o afectado; (b) por qué se requiere acudir a la reserva
estatutaria; y (c) por qué no es válida la regulación expedida por el
legislador ordinario. Aun cuando la Corte ha admitido la naturaleza global de
un cargo, siempre ha descartado tomar decisiones de fondo, cuando la acusación
es vaga, abstracta, indirecta e indeterminada, ya que ello desconoce las
razones de especificidad y suficiencia para activar el control.
3.
Recientemente, en la sentencia C-465 de 2020,
este tribunal se inhibió de adoptar una decisión de fondo respecto del Código
de la Infancia y la Adolescencia, por considerar que “el ciudadano planteó
un cargo global y vago en contra de la Ley 1098 de 2006, por cuanto jamás concretó
la censura particular que advertía un desconocimiento de la reserva de ley
estatutaria en materia de derechos fundamentales y de administración de
justicia. El actor solo enunció el tratamiento de los derechos en el estatuto
mencionado, como la vida, la salud, entre otros, empero no explicó como invadía
la competencia del legislador estatutario. También, indicó que la demanda posee
tal generalidad que ataca toda la ley, sin advertir que hay materias que
carecen de relación con la libertad, la salud o la educación de los niños,
niñas y adolescentes”[137].
4.
Esta posición adoptada por la Corte, también se
refleja en el estudio realizado en la sentencia C-370 de 2019, en la que, al
examinar la regulación sobre la objeción de conciencia en el servicio militar
obligatorio, se destacó que la demanda “(…) únicamente procedía respecto de
las normas que regulan la procedencia, el trámite de reconocimiento y el
ejercicio del derecho a la objeción de conciencia”, excluyendo “(…) el
examen de otras hipótesis que, según la jurisprudencia, obligan a seguir el
trámite de ley estatutaria, como es el caso de la regulación del núcleo
esencial de un derecho fundamental, pues sobre ello la demanda no presenta
argumentos”.
5.
Las mencionadas reglas jurisprudenciales,
relacionadas con la aptitud del cargo de reserva de ley estatutaria sobre la
integralidad de la ley, no se cumplen en el caso objeto de estudio en esta
ocasión. Visto lo anterior, si
se toma como base la acusación que en realidad formuló el actor en el caso del
cual me permito aclarar el voto[138], no cabe duda de que
existían suficientes razones para adoptar una decisión inhibitoria:
(i)
Primero, porque la acusación era vaga,
indeterminada y carente de desarrollo argumentativo. Solo se afirmaba que la
ley impugnada consagra el “régimen para el ejercicio de la capacidad” y
se aludía, en general, a su estructura normativa, siguiendo la nominación en la
que se divide la ley, sin explicación alguna.
(ii)
Segundo, porque no se especificaba en realidad
cuál era el derecho fundamental que exigía la regulación estatutaria;
indistintamente se invocaban por el accionante los conceptos de “autonomía
personal”, “personalidad jurídica” y “capacidad plena” de las
personas con discapacidad. Tales figuras no son lo mismo, ni tampoco tienen un
alcance jurídico idéntico.
(iii)
Tercero, no se explicaba el contenido
constitucional de ninguno de los derechos citados y, peor aún, el por qué, por
lo menos, en el caso de la capacidad plena, se trataba de un derecho
fundamental diferenciable de la personalidad jurídica.
(iv)
Cuarto, en ningún momento se daban razones para
entender por qué se trataba de una regulación que afectaba el núcleo esencial
de un derecho fundamental. Tan solo se afirmó lo siguiente: “Se puede observar entonces que la regulación de este derecho
no es accidental, superflua, ni mucho menos no desarrolla el contenido no
esencial de este o estos derechos fundamentales, por el contrario, detalla, con
precisión, cada uno de los aspectos básicos del o de los mismos, desde lo más
simple, hasta lo más detallado, desde los principios, la forma de ejercer la
personalidad y/o capacidad jurídica, hasta los procedimientos para su
protección.”
(v)
Y, quinto, si bien se aludía a que se trata de
una regulación completa y exhaustiva, tal referencia solo se exponía a partir
de la nominación de la ley y de los cambios que introduce, pero dentro de la
misma vaguedad e indeterminación ya señalada.
6.
De esta manera, no basta con acreditar una unidad
de regulación para concluir que una demanda es apta, como se señala en el
proyecto, cuando la misma no brinda ningún soporte argumentativo para que la
Corte active su control. En este sentido, en un contexto de justicia rogada, no
le es dado realizar un examen oficioso de las normas demandadas, ante la
ausencia de una acusación ciudadana concreta, ya que extralimitaría sus
funciones constitucionales.
7.
Es de destacar que el principio pro actione no permite un
pronunciamiento de fondo de este tribunal, ante una demanda carente de
especificidad, pertinencia y suficiencia.
Cabe resaltar que tal requisito busca “preservar el carácter
limitado de las funciones atribuidas a la Corte Constitucional, “en los
estrictos y precisos términos” del artículo 241 de la Constitución. Es por esta
razón y en atención del carácter público de la acción de inconstitucionalidad,
así como la efectividad del derecho fundamental de acceso a la administración
de justicia y el mandato de prevalencia del derecho sustancial sobre las
formas, que el análisis de la aptitud de la demanda debe guiarse por el
principio pro actione, según el cual, la labor de los jueces no debe ser la de
impedir el acceso a la justicia, sino administrarla adecuadamente, en cuanto la
demanda lo permita”[139], lo cual no ocurre en el
presente caso.
En los términos
anteriores, dejo consignada mi aclaración de voto respecto de la decisión
adoptada por la Sala Plena en la sentencia C-022 de 2021.
Fecha ut supra.
ALEJANDRO LINARES CANTILLO
Magistrado
[1] Fue
remitido al despacho el 29 de mayo de 2020 por la Secretaría General.
[2]
Demanda, folio 18.
[3] Pg.
7.
[4] Pg.
7.
[5] Pg.
8.
[6]
Decreto 2067 de 1991. “Artículo 2º. Las demandas en las acciones públicas de
inconstitucionalidad se presentarán por escrito, en duplicado, y contendrán: 1.
El señalamiento de las normas acusadas como inconstitucionales, su
transcripción literal por cualquier medio o un ejemplar de la publicación
oficial de las mismas; 2. El señalamiento de las normas constitucionales que se
consideren infringidas; 3. Los razones por las cuales dichos textos se estiman
violados; 4. Cuando fuera el caso, el señalamiento del trámite impuesto por la
Constitución para la expedición del acto demandado y la forma en que fue
quebrantado; y 5. La razón por la cual la Corte es competente para conocer de
la demanda”.
[7]
Corte Constitucional, sentencia C-1052 de 2001 (MP Manuel José Cepeda
Espinosa). Los criterios recogidos y fijados en esta sentencia han sido
reiterados en muchas decisiones posteriores de la Sala Plena. Entre otras, ver
por ejemplo: Sentencia C-874 de 2002 (MP Rodrigo Escobar Gil), Sentencia C-371
de 2004 (MP Jaime Córdoba Triviño), Auto 033 de 2005 (MP Álvaro Tafur Galvis),
Auto 031 de 2006 (MP Clara Inés Vargas Gutiérrez), Auto 267 de 2007 (MP Marco Gerardo
Monroy Cabra), Auto 091 de 2008 (MP Humberto Antonio Sierra Porto), Auto 112 de
2009 (MP Clara Elena Reales Gutiérrez), Sentencia C-942 de 2010 (MP Juan Carlos
Henao Pérez), Auto 070 de 2011 (MP Gabriel Eduardo Mendoza Martelo), Sentencia
C-243 de 2012 (MP Luis Ernesto Vargas Silva; AV Nilson Elías Pinilla Pinilla y
Humberto Antonio Sierra Porto), Auto 105 de 2013 (MP Jorge Ignacio Pretelt
Chaljub), Auto 243 de 2014 (MP Mauricio González Cuervo), Auto 145 de 2014 (MP
Alberto Rojas Ríos), Auto 324 de 2014 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado), Auto
367 de 2015 (MP Jorge Iván Palacio Palacio), Auto 527 de 2015 (MP María
Victoria Calle Correa), Sentencia C-088 de 2016 (MP Jorge Iván Palacio
Palacio), Sentencia C-246 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado; SPV Luis
Guillermo Guerrero Pérez; AV Alejandro Linares Cantillo; AV Hernán Leandro
Correa Cardozo (e); AV Antonio José Lizarazo Ocampo; AV Gloria Stella Ortiz
Delgado; AV Aquiles Arrieta Gómez (e)); C-539 de 2019 (MP José Fernando Reyes
Cuartas; AV Antonio José Lizarazo Ocampo; AV Alberto Rojas Ríos). En todas
estas providencias se citan y emplean los criterios establecidos en la
sentencia C-1052 de 2001 para resolver los asuntos tratados en cada uno de
aquellos procesos.
[8]
Corte Constitucional, Sentencia C-1052 de 2001 (MP Manuel José Cepeda Espinosa).
[9]
Corte Constitucional, Sentencia C-1052 de 2001 (MP Manuel José Cepeda
Espinosa).
[10] Corte
Constitucional, Sentencia C-1052 de 2001 (MP Manuel José Cepeda Espinosa). Al
respecto, ver el apartado (3.4.2) de las consideraciones de la sentencia.
[11]
Corte Constitucional, Sentencia C-382 de 2012 (MP Gabriel Eduardo Mendoza
Martelo), en la cual la Corte puntualizó que no se cumple con el requisito de
claridad al no explicarse por qué el precepto acusado infringe la norma
superior, y Sentencia C- 227 de 2015 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub),
providencia en la cual se explicó que se presenta falta de claridad al existir
en la demanda consideraciones que pueden ser contradictoras.
[12] Corte Constitucional,
Sentencia C-913 de 2004
(MP Manuel José Cepeda Espinosa), en la que se aclaró que no se observó el
requisito de certeza, por cuanto la demanda no recae sobre una proposición
jurídica real y existente, sino en una deducida por quien plantea la demanda, o
que está contenida en una norma jurídica que no fue demandada; sentencia C-1154 de 2005, (MP
Manuel José Cepeda Espinosa), en la cual se señala que se presenta falta de
certeza cuando el cargo no se predica del texto acusado; y Sentencia C-619 de
2015 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado), en la que se indica que la demanda
carece de tal requisito al fundarse en
una proposición normativa que no está contenida en la expresión demandada.
[13] Corte Constitucional,
Sentencia C-555 de 2005 (MP Clara Inés Vargas Hernández), en la cual se afirmó
que no se cumplió con el requisito de especificidad porque los fundamentos fueron formulados a partir de
apreciaciones subjetivas o propias del pensamiento e ideología que el actor
tiene sobre el alcance de la manipulación genética y su incidencia en la
humanidad y Sentencia C-614 de 2013 (MP Mauricio González Cuervo), en la que se
concluyó que no se trataba de razones específicas porque la argumentación se
limitó a citar algunas sentencias de la Corte acompañadas de motivos de orden
legal y de mera conveniencia.
[14] Corte Constitucional, Sentencia C-259 de 2008 (MP
Jaime Araújo Rentería), en la cual se señala que la demanda carece de pertinencia por cuanto se funda
simplemente en conjeturas
relacionadas con los provechos o las ventajas de la norma en cuestión y
Sentencia C-229 de 2015, (MP Gabriel Eduardo Mendoza Martelo), en la que se
consideró que la acción pública de inconstitucionalidad en razón de su objeto,
no es un mecanismo encaminado a resolver situaciones particulares, ni a revivir
disposiciones que resulten deseables para quien formula una demanda.
[15]
Corte Constitucional, Sentencia C-048 de 2006 (MP Marco Gerardo Monroy Cabra),
en la que esta Corporación señaló que las razones expuestas en la demanda no
eran suficientes al no haberse estructurado una argumentación completa que
explicara con todos los elementos necesarios, por qué la norma acusada es
contraria al precepto constitucional supuestamente vulnerado, y Sentencia
C-819 de 2011 (MP Gabriel Eduardo Mendoza Martelo), en la cual se afirmó que la
acusación carecía de suficiencia al no contener los elementos fácticos
necesarios para generar una sospecha o duda mínima sobre la constitucionalidad
del precepto impugnado.
[16]
Expediente D-13.743. Escrito de la demanda de inconstitucionalidad, folio 17.
[17] Expediente D-13.743. Escrito de
la demanda de inconstitucionalidad, folio 17.
[18]
Corte Constitucional, sentencia C-035 de 2015 (MP María Victoria Calle Correa).
[19] Ver
fundamento Número 3 del título de consideraciones de la sentencia.
[20] La
Corte afirmó: “es específico, pues no se envuelve en discusiones vagas o
excesivamente abstractas, sino que, de forma concreta plantea una oposición
entre la ley 1680 de 2012 y un mandato constitucional contenido en el artículo
152 de la Carta; es pertinente porque consigue construir un problema
de naturaleza constitucional, y no uno puramente legal, o de conveniencia
política; y es suficiente porque genera una duda inicial o una
pregunta lo suficientemente seria acerca de la constitucionalidad de la ley”. Corte Constitucional, sentencia C-035 de 2015.
[21]
Corte Constitucional, sentencia C-035 de 2015.
[22] Como
ocurrió, por ejemplo, en la sentencia C-260 de 2016 (MP Luis Ernesto Vargas
Silva; SV Alberto Rojas Ríos; SV Jorge Ignacio Pretelt Chaljub), en la cual la
Corte Constitucional se declaró inhibida para fallar por cuanto no se
expusieron razones específicas y suficientes, pues en la demanda se formulaba
un cargo general contra una ley de noventa y tres artículos que regulaba
diferentes materias (Ley 1765 de 2015).
[23]
Corte Constitucional, sentencia C-465 de 2020 (MP Alberto Rojas Ríos).
[24]
Entiéndanse “Las reglas jurisprudenciales vigentes que establecen el alcance de
la reserva de ley estatutaria son las siguientes: (i) se rige por criterios
restrictivos; (ii) la regulación de derechos y deberes fundamentales está
sujeta a reserva de ley estatutaria. No obstante, no todo evento ligado a los
derechos fundamentales debe ser tramitado mediante este tipo de ley; (iii) la
regulación estatutaria u ordinaria no se define por la denominación adoptada
por el Legislador, sino por su contenido material; (iv) las disposiciones
objeto de trámite cualificado son aquellas que regulan el núcleo esencial del
derecho o deber fundamental, aspectos inherentes al mismo, la estructura
general y sus principios reguladores o la normativa que lo regula de forma
integral, completa y sistemática. Igualmente, la reserva también aplica cuando
se “trate de un mecanismo constitucional necesario e indispensable para la
defensa y protección de un derecho fundamental”. (v) Los elementos
estructurales se refieren a aquellos más cercanos a su núcleo esencial, es
decir, los aspectos inherentes al ejercicio del derecho que consagren límites,
restricciones, excepciones y prohibiciones que afecten dicho núcleo esencial
delimitado por la Constitución; y (vi) la regulación integral es aquella cuyo
objeto directo es desarrollar el régimen de derechos fundamentales, no materias
relacionadas, y que tenga la pretensión de ser una regulación integral,
completa y sistemática”. Cfr. C-370 de 2019 (MP
Gloria Stella Ortiz Delgado; SV José Fernando Reyes Cuartas).
[25]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-511 de 2013 (MP Nilson Pinilla
Pinilla; SV Jorge Iván Palacio Palacio; SV María Victoria Calle Correa; SV
Alberto Rojas Ríos; SV Luis Ernesto Vargas Silva).
[26] Las
reglas de esta consideración fueron tomadas en su mayor parte de las siguientes
sentencias: Corte Constitucional de Colombia, sentencias C-013 de 1993 (MP
Eduardo Cifuentes Muñoz); C-145 de 1994 (MP
Alejandro Martínez Caballero); C-226 de 1994 (MP Alejandro Martínez
Caballero); C-408 de 1994 (MP Fabio Morón Díaz); C-055 de 1995 (MP Alejandro
Martínez Caballero); C-374 de 1997 (MP José Gregorio Hernández Galindo); C-448 de 1997 (MP Alejandro Martínez Caballero); C-114
de 1999 (MP Fabio Morón Díaz), C-662 de 2000 (MP Fabio Morón Díaz), C-620
de 2001 (MP Jaime Araujo Rentería); C-646 de 2001 (MP Manuel José
Cepeda Espinosa); C-687 de 2002 (MP Eduardo Montealegre Lynett; SV
Alfredo Beltrán Sierra y Jaime Araujo Rentería); C-229 de 2003 (MP Rodrigo
Escobar Gil); C-910 de 2004 (MP Rodrigo Escober Gil; SPV Jaime Araujo
Rentería); C-193 de 2005 (MP Manuel José Cepeda Espinosa); C-877 de 2005 (MP Jaime Córdoba Triviño; SV Jaime Araujo
Rentería; SV Alfredo Beltrán Sierra; AV Humberto Antonio Sierra Porto);
C-981 de 2005 (MP Clara Inés Vargas Hernández; SV Jaime Araujo Rentería); C-319
de 2006 (MP Álvaro Tafur Galvis; SV Jaime Araujo Rentería; SV Humberto Antonio
Sierra Porto); C-756 de 2008 (MP Marco Gerardo Monroy Cabra); C-1063 de 2008
(MP Manuel José Cepeda Espinosa); C-942 de 2009 (MP Jorge Ignacio Pretelt
Chaljub; AV María Victoria Calle Correa); C-913 de 2010 (MP Nilson Pinilla
Pinilla; SV Mauricio González Cuervo), Sentencia C-748 de 2011 (MP Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub; SV y AV María Victoria Calle Correa; SPV Mauricio González
Cuervo; SV y AV Jorge Iván Palacio Palacio; SV y AV Luis Ernesto Vargas Silva),
C-818 de 2011 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; SPV María Victoria Calle
Correa; SPV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo), C-902 de 2011 (MP Jorge Iván
Palacio Palacio; AV Luis Ernesto Vargas Silva), C-862 de 2012 (MP Alexei Julio
Estrada (e); APV y SPV María Victoria Calle Correa; AV Jorge Iván Palacio
Palacio; AV Nilson Pinilla Pinilla); C-511 de 2013 (MP Nilson Pinilla Pinilla;
SV Jorge Iván Palacio Palacio; SV María Victoria Calle Correa; SV Alberto Rojas
Ríos; SV Luis Ernesto Vargas Silva); C-035 de 2015 (MP María Victoria Calle
Correa); C-385 de 2015 (MP Alberto Rojas Ríos; AV María Victoria Calle Correa;
AV Mauricio González Cuervo); C-260 de 2016 (MP Luis Ernesto Vargas Silva; SV
Alberto Rojas Ríos; SV Jorge Ignacio Pretelt Chaljub), C-007 de 2018 (MP Gloria
Stella Ortiz Delgado), C-204 de 2019 (MP Alejandro
Linares Cantillo; SV Carlos Bernal Pulido; SPV Antonio José Lizarazo Ocampo),
C-370 de 2019 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado; SV José Fernando Reyes Cuartas);
C-015 de 2020 (MP Alberto Rojas Ríos; AV Antonio José Lizarazo Ocampo), C-127
de 2020 (MP Cristina Pardo Schlesinger; AV Alejandro Linares Cantillo).
[27]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-408 de 1994 (MP Fabio Morón
Díaz).
[28]
Corte Constitucional de Colombia, sentencias C-226 de 1994 (MP Alejandro
Martínez Caballero), C-425 de 1994 (MP José
Gregorio Hernández Galindo), C-055 de 1995 (MP Alejandro Martínez
Caballero), C-981 de 2005 (MP Clara Inés Vargas Hernández; SV Jaime Araujo
Rentería).
[29]
Corte Constitucional de Colombia, sentencias C-877 de 2005 (MP Jaime Córdoba
Triviño; SV Jaime Araujo Rentería; SV Alfredo Beltrán Sierra; AV Humberto
Antonio Sierra Porto), C-981 de 2005 (MP Clara Inés Vargas Hernández; SV Jaime
Araujo Rentería), Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-748 de 2011 (MP
Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; SV y AV María Victoria Calle Correa; SPV
Mauricio González Cuervo; SV y AV Jorge Iván Palacio Palacio; SV y AV Luis
Ernesto Vargas Silva).
[30]
Corte Constitucional de Colombia, sentencias C-425 de 1994 (MP José Gregorio
Hernández Galindo), C-877 de 2005 (MP Jaime Córdoba Triviño; SV Jaime Araujo
Rentería; SV Alfredo Beltrán Sierra; AV Humberto Antonio Sierra Porto), entre
otras.
[31]
Constitución Política de Colombia, artículo 152.
[32]
Constitución Política de Colombia, artículo 153.
[33] “En materia de derechos
fundamentales debe efectuarse "una interpretación restrictiva de la
reserva de ley estatutaria porque una interpretación extensiva convertiría la
excepción -las leyes estatutarias basadas en mayorías cualificadas y
procedimientos más rígidos- en regla, en detrimento del principio de mayoría
simple que es el consagrado por la Constitución". Esto significa que
las leyes estatutarias están encargadas de regular únicamente los elementos
estructurales esenciales de los derechos fundamentales y |de los mecanismos
para su protección, pero no tienen como objeto regular en detalle cada variante
de manifestación de los mencionados derechos o todos aquellos aspectos que
tengan que ver con su ejercicio, porque ello conduciría a una petrificación del
ordenamiento jurídico.” Sentencia C-226 de 1994 (MP Alejandro Martínez
Caballero). Entre otras, sentencias C-425 de 1994 (MP José Gregorio Hernández
Galindo), C-620 de 2001 (MP Jaime Araujo Rentería), C-511 de 2013 (MP Nilson
Pinilla Pinilla; SV Jorge Iván Palacio Palacio; SV María Victoria Calle Correa;
SV Alberto Rojas Ríos; SV Luis Ernesto Vargas Silva), C-035 de 2015 (MP María
Victoria Calle Correa); C-385 de 2015 (MP Alberto Rojas Ríos; AV María Victoria
Calle Correa; AV Mauricio González Cuervo); C-260 de 2016 (MP Luis Ernesto
Vargas Silva; SV Alberto Rojas Ríos; SV Jorge Ignacio Pretelt Chaljub), C-007
de 2018 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado).
[34]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-013 de 1993 (MP Eduardo Cifuentes
Muñoz).
[35]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-013 de 1993 (MP Eduardo Cifuentes
Muñoz).
[36]
Corte Constitucional de Colombia, sentencias C-448 de 1997 (MP Alejandro
Martínez Caballero), C-877 de 2005 (MP Jaime Córdoba Triviño; SV Jaime Araujo
Rentería; SV Alfredo Beltrán Sierra; AV Humberto Antonio Sierra Porto).
[37] Corte Constitucional de
Colombia, sentencias C-408 de 1994 (MP Fabio Morón Díaz), C-687 de 2002 (MP
Eduardo Montealegre Lynett), C-229 de 2003 (MP Rodrigo Escobar Gil), C-910 de
2004 (MP Rodrigo Escober Gil; SPV Jaime Araujo Rentería), C-981 de 2005 (MP
Clara Inés Vargas Hernández; SV Jaime Araujo Rentería).
[38]
Corte Constitucional, sentencia C-370 de 2019 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado;
SV José Fernando Reyes Cuartas).
[39]
Corte Constitucional de Colombia, sentencias C-374 de 1997 (MP José Gregorio
Hernández Galindo), C-319 de 2006 (MP Álvaro Tafur Galvis; SV Jaime Araujo
Rentería; SV Humberto Antonio Sierra Porto).
[40]
Corte Constitucional de Colombia, sentencias C-013 de 1993 (MP Eduardo
Cifuentes Muñoz), C-114 de 1999 (MP Fabio Morón
Díaz) y C-662 de 2000 (MP Fabio Morón Díaz), C-646 de 2001 (MP Manuel
José Cepeda Espinosa).
[41]
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-620 de 2001 (MP Jaime Araujo
Rentería).
[42] Esta
posición la explicó más claro la Corte en una sentencia posterior, en la que
señaló que, “La inclusión de asuntos sometidos a la reserva de ley estatutaria
dentro de una ley ordinaria, no obliga a que la totalidad de la ley deba ser
tramitada por el mismo procedimiento excepcional. En este caso, sólo aquellos
asuntos que afecten el núcleo esencial de derechos fundamentales, bien sea
porque restringen o limitan su ejercicio o su garantía, deben ser tramitados
como ley estatutaria, pero los demás asuntos no cobijados por este criterio
material pueden recibir el trámite de una ley ordinaria. Lo anterior no implica
un desmembramiento de una ley que regule integralmente una materia, ni afecta
el carácter sistemático que caracteriza, por ejemplo, a los códigos. El
legislador puede escoger la alternativa que, cumpliendo con las exigencias
constitucionales, sea la más aconsejable para la adecuada regulación de la
materia correspondiente. Por ejemplo, puede optar por una única ley que reciba
el trámite de ley estatutaria en aquellas materias que así lo requieren.
También puede tramitar en un cuerpo normativo separado aquellas materias que
requieren trámite especial”. Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-193
de 2005 (MP Manuel José Cepeda Espinosa).
[43] Corte Constitucional
de Colombia, sentencia C-620 de 2001 (MP Jaime Araujo Rentería). En las
sentencias C-756 de 2008 (MP Marco Gerardo Monroy Cabra); C-1063 de 2008 (MP
Manuel José Cepeda Espinosa) y C-942 de 2009 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub;
AV María Victoria Calle Correa) se resolvió la inconstitucionalidad de varios
artículos de la Ley 1164 de 2007, por no cumplirse con la reserva de ley
estatutaria. La norma establecía un “proceso de recertificación de talento
humano en salud” que debían acreditar los profesionales d la salud para
continuar ejerciendo su profesión. La Corte consideró que se trataba de una
violación al núcleo esencial del derecho fundamental a ejercer profesión u
oficio: “se entiende que los títulos de
idoneidad o los certificaciones que limitan el ejercicio profesional por ser
posteriores al reconocimiento profesional y estar dirigidos a comprobar la
idoneidad del desempeño profesional como requisito fundamental para continuar
con su ejercicio, tienen un impacto en la restricción del derecho mucho mayor
que los títulos que autorizan el ejercicio profesional y, por ello, hacen parte
del núcleo esencial del derecho, no solamente porque el Estado ha generado
confianza sobre la idoneidad del profesional con el título que le confirió,
sino también porque el titular del derecho enfocó su vida laboral, económica y
social, alrededor de la disciplina que escogió como instrumento para su
desarrollo personal y familiar”. Cfr. C-942 de 2009 (MP Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub; AV María Victoria Calle Correa)
[44] Corte Constitucional de
Colombia, sentencia C-748 de 2011 (MP
Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; SV y AV María Victoria Calle Correa; SPV
Mauricio González Cuervo; SV y AV Jorge Iván Palacio Palacio; SV y AV Luis
Ernesto Vargas Silva).
[45]
Corte Constitucional de Colombia, sentencias C-620 de 2001 (MP Jaime Araujo
Rentería). Reiterado, entre otras, en las sentencias C-229 de 2003 (MP Rodrigo
Escobar Gil), C-910 de 2004 (MP Rodrigo Escober Gil; SPV Jaime Araujo
Rentería); Sentencia C-748 de 2011 (MP Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub; SV y AV María Victoria Calle Correa; SPV Mauricio González
Cuervo; SV y AV Jorge Iván Palacio Palacio; SV y AV Luis Ernesto Vargas Silva)
[46]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-818 de 2011 (MP Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub; SPV María Victoria Calle Correa; SPV Gabriel Eduardo Mendoza
Martelo). Ver por ejemplo la sentencia C-862 de 2012 mediante la cual se
resolvió declarar la constitucionalidad del proyecto de ley estatutaria
relacionado con el Estatuto de la Juventud. La Corte encontró que algunas de
las disposiciones del proyecto de ley tenían naturaleza estatutaria y otras no.
Principalmente, las relativas a los mecanismos de participación.
[47] Corte
Constitucional de Colombia, sentencia C-687 de 2002 (MP Eduardo Montealegre
Lynett).
[48] Corte Constitucional
de Colombia, sentencia C-687 de 2002 (MP Eduardo Montealegre Lynett). En el
mismo sentido lo precisó la Corte: “De las
funciones que cumple la ley respecto a los derechos fundamentales, la Sentencia
C-791 de 2011 establece tres subreglas para la determinación de la
reserva estatutaria: (i) cuando la ley actualiza o configura el
contenido de los elementos estructurales de un derecho fundamental debe ser
expedida mediante el procedimiento legislativo más exigente, (ii) igual
exigencia se predica cuando se regula o precisa los aspectos inherentes a
su ejercicio y los elementos que hacen parte de su ámbito
constitucionalmente protegido y (ii) por el contrario, cuando la ley tenga
como cometido armonizar o ponderar derechos, que sin duda es su función más
común, deberá ser tramitada por procedimientos ordinarios.” Cfr. sentencia
C-818 de 2011 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; SPV María Victoria Calle
Correa; SPV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo).
[49]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-646 de 2001 (MP Manuel José
Cepeda Espinosa).
[50]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-015 de 2020 (MP Alberto Rojas
Ríos; AV Antonio José Lizarazo Ocampo).
[51] Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-646
de 2001 (MP Manuel José Cepeda Espinosa).
Condiciones reiteradas, entre otras, en las sentencias C-818 de 2011 (MP
Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; SPV María Victoria Calle Correa; SPV Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo), C-902 de 2011 (MP Jorge Iván Palacio Palacio; AV Luis
Ernesto Vargas Silva), C-511 de 2013 (MP Nilson Pinilla Pinilla; SV Jorge Iván
Palacio Palacio; SV María Victoria Calle Correa; SV Alberto Rojas Ríos; SV Luis
Ernesto Vargas Silva), C-035 de 2015 (MP María Victoria Calle Correa); C-385 de
2015 (MP Alberto Rojas Ríos; AV María Victoria Calle Correa; AV Mauricio
González Cuervo); C-260 de 2016 (MP Luis Ernesto Vargas Silva; SV Alberto
Rojas Ríos; SV Jorge Ignacio Pretelt Chaljub), C-007 de 2018 (MP Gloria Stella
Ortiz Delgado), C-204 de 2019 (MP Alejandro Linares Cantillo; SV Carlos Bernal
Pulido; SPV Antonio José Lizarazo Ocampo), C-370 de 2019 (MP Gloria Stella
Ortiz Delgado; SV José Fernando Reyes Cuartas), C-015 de 2020 (MP Alberto Rojas
Ríos; AV Antonio José Lizarazo Ocampo), C-127 de 2020 (MP Cristina Pardo
Schlesinger; AV Alejandro Linares Cantillo).
[52]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-748 de 2011 (MP Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub; SV y AV María Victoria Calle Correa; SPV Mauricio González
Cuervo; SV y AV Jorge Iván Palacio Palacio; SV y AV Luis Ernesto Vargas Silva).
[53]
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-748 de 2011 (MP Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub; SV y AV María Victoria Calle Correa; SPV Mauricio González
Cuervo; SV y AV Jorge Iván Palacio Palacio; SV y AV Luis Ernesto Vargas Silva).
[54]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-748 de 2011 (MP Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub; SV y AV María Victoria Calle Correa; SPV Mauricio González
Cuervo; SV y AV Jorge Iván Palacio Palacio; SV y AV Luis Ernesto Vargas Silva).
En lo referente a los diferentes mecanismos de protección de los derechos fundamentales
pueden verse la sentencia C-372 de 2011 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; SV
María Victoria Calle Correa; SV Humberto Antonio Sierra Porto).
[55]
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-485 de 1992 (MP Fabio Morón
Díaz).
[56]
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-485 de 1992 (MP Fabio Morón
Díaz).
[57]
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-109 de 1995 (MP Alejandro
Martínez Caballero; SV José Gregorio Hernández Galindo; SV Hernando Herrera
Vergara y Vladimiro Naranjo Mesa).
[58]
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-109 de 1995 (MP Alejandro
Martínez Caballero; SV José Gregorio Hernández Galindo; SV Hernando Herrera
Vergara y Vladimiro Naranjo Mesa).
[59]
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-109 de 1995 (MP Alejandro
Martínez Caballero; SV José Gregorio Hernández Galindo; SV Hernando Herrera
Vergara y Vladimiro Naranjo Mesa). Las reglas jurisprudenciales citadas en este
aparte, así como en la nota anterior, son reiteradas en las sentencias C-243 de
2001 (MP Rodrigo Escobar Gil), SU-696 de 2015 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado;
SPV Luis Guillermo Guerrero Pérez; SV Jorge Ignacio Pretelt Chaljub).
[60]
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia SU-166 de 1999 (MP Alejandro
Martínez Caballero).
[61]
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-182 de 2016 (MP Gloria Stella
Ortiz Delgado; AV María Victoria Calle Correa; SV Luis Guillermo Guerrero
Pérez; SPV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis Ernesto Vargas Silva).
[62]
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-182 de 2016 (MP Gloria Stella
Ortiz Delgado; AV María Victoria Calle Correa; SV Luis Guillermo Guerrero
Pérez; SPV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis Ernesto Vargas Silva).
[63]
Corte Constitucional de Colombia. Sentencia C-182 de 2016 (MP Gloria Stella
Ortiz Delgado; AV María Victoria Calle Correa; SV Luis Guillermo Guerrero Pérez;
SPV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis Ernesto Vargas Silva).
[64]
Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. “Teoría general del
contrato y del negocio jurídico”. Ed. Temis (2019). Pág. 87.
[65]
Congreso de la República de Colombia. Gaceta No. 322. Informe de ponencia para
primer debate del proyecto de ley número 236 de 2019 Senado, 027 de 2017
Cámara. 7 de mayo de 2019. Páginas 18 – 23.
[66] “El
Comité recomienda al Estado parte que adopte un plan para la revisión y modificación
de toda la legislación, que incluya la derogación inmediata de disposiciones
que restrinjan el pleno reconocimiento de la capacidad jurídica de las personas
con discapacidad, incluyendo la ley 1306 (2009), No. 1412 (2010) del Código
Civil, el Código Penal y leyes adjetivas”. ONU. Comité sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad. Observaciones finales sobre el Informe Inicial a
Colombia. 31 de agosto de 2016.
[67]
Congreso de la República de Colombia. Gaceta No. 322. Informe de ponencia para
primer debate del proyecto de ley número 236 de 2019 Senado, 027 de 2017
Cámara. 7 de mayo de 2019. Página 21.
[68]
Congreso de la República de Colombia. Gaceta No. 322. Informe de ponencia para
primer debate del proyecto de ley número 236 de 2019 Senado, 027 de 2017
Cámara. 7 de mayo de 2019. Página 18 (primer párrafo citado) y 22 (segundo
párrafo citado).
[69]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-015 de 2020 (MP Alberto Rojas
Ríos; AV Antonio José Lizarazo Ocampo).
[70] Corte Constitucional
de Colombia, sentencia C-646 de 2001 (MP Manuel José Cepeda Espinosa). Condiciones reiteradas, entre otras, en las
sentencias C-818 de 2011 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; SPV María
Victoria Calle Correa; SPV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo), C-902 de 2011 (MP
Jorge Iván Palacio Palacio; AV Luis Ernesto Vargas Silva), C-511 de 2013 (MP
Nilson Pinilla Pinilla; SV Jorge Iván Palacio Palacio; SV María Victoria Calle
Correa; SV Alberto Rojas Ríos; SV Luis Ernesto Vargas Silva), C-035 de 2015 (MP
María Victoria Calle Correa); C-385 de 2015 (MP Alberto Rojas Ríos; AV María
Victoria Calle Correa; AV Mauricio González Cuervo); C-260 de 2016 (MP Luis
Ernesto Vargas Silva; SV Alberto Rojas Ríos; SV Jorge Ignacio Pretelt Chaljub),
C-007 de 2018 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado), C-204 de 2019 (MP Alejandro
Linares Cantillo; SV Carlos Bernal Pulido; SPV Antonio José Lizarazo Ocampo),
C-370 de 2019 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado; SV José Fernando Reyes Cuartas),
C-015 de 2020 (MP Alberto Rojas Ríos; AV Antonio José Lizarazo Ocampo), C-127
de 2020 (MP Cristina Pardo Schlesinger; AV Alejandro Linares Cantillo).
[71]
Según la Corte Constitucional “será fundamental todo derecho constitucional que
funcionalmente esté dirigido a lograr la dignidad humana y sea traducible en un
derecho subjetivo”. Sentencias T-227 de 2003, citada en la sentencia C-370 de
2019 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado).
[72]
Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-013 de 1993 (MP Eduardo Cifuentes
Muñoz).
[73]
Congreso de la República de Colombia. Gaceta No. 322. Informe de ponencia para
primer debate del proyecto de ley número 236 de 2019 Senado, 027 de 2017
Cámara. 7 de mayo de 2019. Página 21.
[74]
Congreso de la República de Colombia. Gaceta No. 322. Informe de ponencia para
primer debate del proyecto de ley número 236 de 2019 Senado, 027 de 2017
Cámara. 7 de mayo de 2019. Página 22.
[75] Por medio de la cual
se garantiza a las personas ciegas y con baja
visión, el acceso a la información, a las comunicaciones, al conocimiento y a
las tecnologías de la información y de las comunicaciones.
[76] Corte Constitucional
de Colombia. Sentencia C-035 de 2015 (MP María Victoria Calle Correa). La Corte
precisó también: “Un aspecto muy relevante para
la solución de este problema jurídico es la diversidad intrínseca a la
diversidad funcional, es decir el innumerable conjunto de condiciones que
pueden llevar a dificultades de integración social. Sería imposible, desde ese
punto de vista, que mediante una ley estatutaria se abordaran todos los
aspectos de los derechos de las personas con discapacidad, lo que explica y
justifica que, después de incorporar al orden interno la CDPCD y de aprobar una
ley estatutaria que siente los principios y elementos estructurales para el
goce efectivo de sus derechos, el Legislador ordinario asuma la tarea de
ocuparse de cada una de estas obligaciones, como ocurre con la Ley 1680 de
2013.”
[77] Pg. 7.
[78] Págs. 16 y 17.
[79] Pg. 7.
[80] Pg. 8.
[81] Pg. 9.
[82] Pg. 14.
[83] Pg. 19.
[84] Pg. 19.
[85] Pg.
9.
[86] Pg.
17.
[87] Pg.
39.
[88] Pg.
40.
[89] Pg.
4.
[90] Pg.
5.
[91] Pg.
6.
[92] Pg.
7.
[93] Pg.
7.
[94] Pg.
3.
[95] Pg.
3.
[96] Pg.
6.
[97] Pg.
11.
[98] Pg.
4.
[99] Pg.
4.
[100] Pg.
7.
[101] Pg.
11.
[102] Pg. 3.
[103] Pg. 2.
[104] Pg.
9.
[105] Pg.
11.
[106] Pg.
8.
[107] Pg.
4.
[108] Pg.
4.
[109] Pg.
5.
[110] Pg.
6.
[111] Pg.
7.
[112] Pg.
3.
[113] Pg.
3.
[114] Pg.
6.
[115] Pg.
6.
[116] Pg.
7.
[117] Pg.
8.
[118] Pg.
8.
[119]
Págs. 8 y 9.
[120] Pg.
11.
[121] Pg.
4.
[122]
Págs. 7 y 8.
[123]
Págs. 8 y 9.
[124] Pg.
11.
[125] Pg.
11.
[126] Pg.
12.
[127] Pg.
12.
[128] Pg.
13.
[129] Pg.
14.
[130] Pg.
4.
[131] Pg.
6.
[132]
Págs. 6 y 7.
[133] Pg.
11.
[134] Pg.
13.
[135] Pg.
17.
[136] Pg.
17.
[137] Según comunicado No. 45 del 28 de octubre de 2020.
[138] “La
ley 1996 de 2019 regula, como su título lo indica, “el régimen para el
ejercicio de la capacidad” esto es, todo el contenido del derecho fundamental
de la autonomía personal, personalidad jurídica y/o capacidad plena de las
personas en situación de discapacidad mayores de edad, iniciando desde lo más
básico como las disposiciones generales como la interpretación normativa,
principios, “salvaguardias”, la declaración de presunción de capacidad
establecido en el artículo 6, aún sin apoyo alguno, los mecanismos y/o
procedimientos para la protección de la capacidad plena, establecidos en título
II de la ley atacada, sean judiciales y/o administrativos, acuerdos de apoyos,
directivas anticipadas, adjudicación judicial de apoyos establecido en el
título V, personas de apoyo, actos jurídicos sujetos a registro, y régimen de
transición. // En este orden de ideas la ley 1996 de 2019 regula de manera
completa y exhaustiva el derecho fundamental a la autonomía personal,
personalidad jurídica y/o a la capacidad plena, mediante una ley ordinaria, es
decir, una ley que no es la adecuada constitucionalmente para contener el peso
del o los derechos fundamentales antes citados y los mecanismos para su
protección. // Se puede observar entonces que la regulación de este derecho no
es accidental, superflua, ni mucho menos no desarrolla el contenido no esencial
de este o estos derechos fundamentales, por el contrario, detalla, con
precisión, cada uno de los aspectos básicos del o de los mismo, desde lo más
simple, hasta lo más detallado, desde los principios, la forma de ejercer la
personalidad y/o capacidad jurídica, hasta los procedimientos para su
protección. Incluso es una ley que modifica desde el artículo 61 lo relativo a
la interdicción del Código General del Proceso.”
[139] Corte
Constitucional, sentencia C-202 de 2019. |
15 | C-024-21
Sentencia C-024/21
Referencia:
Expediente D-13679
Demanda de
inconstitucionalidad contra el artículo 5 (parcial) de Decreto Ley 2245 de
2011.
Demandantes: Álvaro
Andrés Díaz Palacios y Alejandro Sotello Riveros.
Magistrada ponente:
DIANA FAJARDO RIVERA
Bogotá D.C., cuatro
(4) de febrero de dos mil veintiuno (2021)
La Sala Plena de
la Corte Constitucional, en ejercicio de sus atribuciones constitucionales y
legales, en especial las previstas en el artículo 241, numeral 4, de la
Constitución Política, y cumplidos todos los trámites y requisitos contemplados
en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la siguiente
SENTENCIA
I.
ANTECEDENTES
1. En ejercicio de la acción pública prevista en el
artículo 241.4 de la Constitución Política, los
ciudadanos Álvaro Andrés Díaz
Palacios y Alejandro Sotello Riveros presentaron
demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 5 (parcial) del Decreto Ley 2245 de 2011 “Por el cual se establece el Régimen Sancionatorio y
el Procedimiento Administrativo Cambiario a seguir por la Dirección de
Impuestos y Aduanas Nacionales”.
2. En síntesis, sostuvieron que el aparte demandado debía ser declarado inexequible
porque desconocía los artículos 13, 29,
93 y 363 de la Constitución Política, y subsidiariamente, solicitaron la
declaración de exequibilidad condicionada bajo el entendido de que el operador
jurídico debía darle al artículo 5 del Decreto Ley 2245 de 2011, una
interpretación ajustada a la Constitución.
3. En providencia del 3 de marzo de 2020, la Magistrada
sustanciadora, luego de revisar el contenido de la demanda, concluyó que ésta
no cumplía con los requisitos señalados en el artículo 2 del Decreto 2067 de
1991, razón por la cual la inadmitió.
4. De conformidad con lo previsto en el artículo 6° del
Decreto 2067 de 1991, el auto mencionado concedió un término de tres días para
que los actores procedieran a corregir su demanda, decisión que fue
notificada por medio de estado No 034 de 5 marzo de 2020.
5. Los demandantes presentaron escrito de corrección de
la demanda en el que solicitaron la exequibilidad condicionada del aparte
demandado únicamente por vulneración del artículo 29 de la Constitución
Política.
6. El 4 de mayo de 2020 se admitió la demanda,
por encontrar reunidos los requisitos previstos en el Decreto 2067 de 1991. En
la misma providencia se ordenó correr traslado al Procurador General de la
Nación, comunicar el inicio del proceso al Presidente de la República y al
Presidente del Congreso. Asimismo se ordenó la fijación en lista y se invitó a participar
en este proceso a las
ministras del Interior y de Justicia y del Derecho, al Director de la DIAN y al
Superintendente de Sociedades. Igualmente, al Centro Externadista de Estudios
Fiscales; a la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo
-FEDESARROLLO-; al Observatorio Fiscal de la Pontificia Universidad Javeriana;
el Centro de Pensamiento en Política Fiscal de la Universidad Nacional; el
Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad -Dejusticia; y a las facultades
de Derecho de las universidades de los Andes, de la Sabana, Externado de
Colombia, Libre de Colombia, Rosario, EAFIT, Javeriana, Nacional de Colombia,
Sergio Arboleda, Valle y del Norte.
7. Cumplido lo previsto en el artículo 242 de la Constitución Política y en
el Decreto Ley 2067 de 1991, procede la Corte a resolver sobre la demanda de la
referencia.
II.
TEXTO DE LA NORMA BAJO EXAMEN
8. A continuación se transcribe el texto del
artículo acusado y se subraya el aparte demandado:
“DECRETO
LEY 2245 DE 2011
(Diario Oficial No. 48.114 de 28 de junio
de 2011
MINISTERIO DE HACIENDA Y CRÉDITO PÚBLICO
Por el cual se establece el Régimen
Sancionatorio y el Procedimiento Administrativo Cambiario a seguir por la
Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales.
EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA,
en uso de las facultades extraordinarias
conferidas por el artículo 30 de la Ley 1430 de 2010, y
CONSIDERANDO:
(…)
CAPÍTULO
III.
PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO CAMBIARIO.
ARTÍCULO 5o. PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN SANCIONATORIA. La imposición de sanciones cambiarias
requiere la formulación previa de un acto de formulación de cargos a los
presuntos infractores, el cual deberá notificarse dentro de los cinco (5) años
siguientes a la fecha en que ocurrieron los hechos constitutivos de infracción.
En las
infracciones continuadas, vale decir, en los casos en que con varias acciones u
omisiones se viole una misma norma cambiaria, así estas se ejecuten en momentos
diferentes, el término de prescripción se contará a partir de la ocurrencia del
último hecho constitutivo de la infracción. No se considerará como infracción
continuada el incumplimiento de plazos o términos legales señalados por las normas
constitutivas del régimen cambiario.
Dentro de los
dos (2) años siguientes al vencimiento del término de respuesta al acto de
formulación de cargos deberá expedirse y notificarse la resolución
sancionatoria o de terminación de la investigación, según sea el caso, previa
la práctica de las pruebas a que hubiere lugar.
La prescripción
deberá decretarse de oficio o a solicitud del interesado.”
III.
LA DEMANDA
9. Los actores consideran que la
interpretación del inciso segundo del artículo 5 del Decreto Ley 2245 de 2011
vulnera el derecho al debido proceso y el principio de prescripción contenidos
en el artículo 29 de la Constitución Política. En particular, señalan que el
aparte normativo censurado establece que “[e]n las infracciones continuadas, vale decir,
en los casos en que con varias acciones u omisiones se viole una misma norma
cambiaria, así estas se ejecuten en momentos diferentes, el término de
prescripción se contará a partir de la ocurrencia del último hecho constitutivo
de la infracción.”
10. A
juicio de los demandantes la disposición censurada es ambigua, pues “no
estableció de manera precisa los elementos que deben seguirse para determinar
cuándo se está frente a una infracción cambiaria continuada.” Esa
circunstancia resultaría violatoria de la Constitución, pues da lugar a diversas
interpretaciones y, por consiguiente, deja en libertad a la administración para
determinar la existencia o no de una “infracción continuada.” En
concreto, enfatizan que la interpretación
que resulta contraria a la Constitución apunta a que “una operación
cambiaria realizada en un momento específico no prescribiría en el tiempo,
simplemente por el hecho de que podría estar seguida de otra canalización
cambiaria, aunque esta segunda canalización sea autónoma e independiente, es
decir, que no tenga nexo o cohesión con la primera.”
11. Manifiestan que, en la práctica, esta comprensión de
la norma conduce a que “las acciones sancionatorias en materia cambiaria no
prescriben en el tiempo”, pues en todos los casos se puede considerar que
se trata de “infracciones cambiarias continuadas.” De este modo, explican
que en materia cambiaria “los giros y reintegros canalizados voluntariamente
a través del mercado cambiario son considerados hechos independientes”, en
tanto cada “canalización” agota la obligación formal y sustancial
cambiaria.
12. En definitiva, sostienen que “[l]a falta de
claridad respecto al elemento de “nexo” o “cohesión” ha generado que sean los
funcionarios de la Administración quienes, a su arbitrio, interpreten cuándo
ocurre una “infracción continuada” lo que deriva en la práctica en la
imposibilidad de establecer un término de prescripción en el régimen cambiario,
y por lo tanto, una violación al artículo 29 de la Constitución Política y al
principio de seguridad jurídica.” Bajo tal óptica, señalaron que la Corte
Constitucional ha admitido su competencia para pronunciarse “en conflictos
atinentes a la interpretación de las normas jurídicas, siempre que dicha
interpretación involucre problemas de interpretación constitucional.”[1]
Y que, en ese sentido, le corresponde a este Tribunal “definir el alcance y
la interpretación que los operadores jurídicos deben otorgarle a esta
disposición normativa, con la finalidad de que la misma resulte compatible con
la Constitución Política.”
IV. INTERVENCIONES
1.
Departamento Administrativo de la Presidencia de la República y Dirección de
Impuestos y Aduanas Nacionales
13. La Secretaria Jurídica del Departamento Administrativo
de la Presidencia de la República y la Dirección de Impuestos y Aduanas
Nacionales (DIAN) solicitan de forma conjunta la inhibición de la Corte por
ineptitud sustantiva de la demanda o, en su defecto, la exequibilidad de la
norma acusada.
14. En cuanto a la petición de inhibición sostienen que la
demanda carece de claridad, especificidad, pertinencia y suficiencia. La
demanda no es clara porque los fundamentos del cargo son abstractos y confusos
y controvierten una interpretación que no ha sido establecida por la
administración de impuestos. No es específica, pues el reproche no satisface la
carga especial exigida para cuestionar por vía de acción pública de
inconstitucionalidad interpretaciones judiciales o administrativas.[2]
Los accionantes no asumen “una
carga argumentativa seria, ponderada y suficiente”, ya que la acusación se
sustenta en “argumentos vagos, indeterminados, abstractos y globales que
dejan entrever que se trata de una interpretación autónoma de los demandantes y
no de la DIAN a través de sus actos administrativos como autoridad que ejerce
la potestad sancionatoria cambiaria.” No es pertinente, porque la censura
no plantea un problema de relevancia constitucional y, por el contrario, esboza
motivos de índole personal o de simple conveniencia. No es suficiente, toda vez
“no demuestra que la interpretación del inciso segundo del artículo 5
del Decreto Ley 2245 de 2011 es consistente y sistemática por parte de algún
operador judicial o de la Administración (DIAN). Por el contrario, su
apreciación se estructura más como un caso aislado y particular de los
demandantes, quienes pretenden se les dé la razón declarando la exequibilidad
condicionada de la norma demandada.”
15. En relación con la solicitud de exequibilidad del
aparte normativo acusado, sostienen que el artículo 5 del Decreto Ley 2245 de
2011 se ajusta a la Constitución, ya que si bien el Legislador no estableció un
catálogo taxativo de infracciones cambiarias continuadas, sí determinó los
elementos estructurantes de las mismas. De esta manera, explican que el Decreto
Ley 2245 de 2011 fijó un nuevo régimen y procedimiento sancionatorio sobre las
operaciones cambiarias de competencia de la DIAN, como “el cumplimiento de
las obligaciones tributarias, aduaneras y cambiarias por importaciones,
exportaciones de bienes y servicios, gastos asociados a las mismas,
financiación en moneda extranjera de importaciones y exportaciones,
subfacturación y sobrefacturación de estas operaciones a nivel nacional.” Indican
que el decreto tiene como propósito principal flexibilizar y reglamentar de
forma autónoma la regulación cambiaria, con la finalidad de promover la
inversión extranjera y otorgar mayor seguridad jurídica a las inversiones en el
país.[3]
16. El artículo acusado hace parte de este entramado
normativo y, por lo tanto, se dirige a la consecución de las finalidades
plasmadas en el Decreto Ley 2245 de 2011. Los intervinientes insisten en que la
norma atacada contiene los elementos estructurales para la configuración de la
infracción continuada y la determinación del momento que genera el último hecho
constitutivo de la infracción, a partir del cual se inicia el cómputo de la
prescripción de la acción sancionatoria. De esta manera, exponen que en la
infracción cambiaria continuada deben concurrir las siguientes circunstancias:
(i) un mismo sujeto infractor, que pese a estar obligado a cumplir la norma
cambiaria la transgrede reiteradamente; (ii) una misma conducta (acción u
omisión), así esta se ejecute en momentos diferentes; y (iii) varias
obligaciones cambiarias independientes del mismo tipo. De acuerdo con lo
expuesto, la infracción cambiaria continuada “no solo requiere que se
incumpla con la misma norma u obligación, sino que además debe tratarse del
incumplimiento de obligaciones cambiarias concretas, nuevas e independientes y
del mismo tipo, esto es, derivadas de la misma norma.” [4]
17. Finalmente, precisan que cuando la conducta se ha
desarrollado en periodos extendidos y en momentos diferentes la administración debe
comprobar la existencia de una unidad causal de comisión de la infracción
cambiaria.[5] De este modo, la
verificación de los elementos que configuran la infracción cambiaria continuada
y el deber de analizar y motivar la presencia de un nexo que entrelace las
diferentes operaciones cambiarias, permiten salvaguardar la seguridad jurídica
y el debido proceso de los administrados y, al mismo tiempo, el ejercicio de
la función de control cambiario a cargo de la DIAN.
2.
Universidad Externado de Colombia
18. El Centro Externadista de Estudios Fiscales del
Departamento de Derecho Fiscal de la Universidad Externado de Colombia[6] considera que el aparte normativo acusado
del artículo 5 del Decreto Ley 2245 de 2011 debe ser declarado
inconstitucional. Asegura que el Legislador extraordinario incurrió en una
omisión legislativa relativa, pues omitió regular de manera completa la forma
en que se debe determinar la sanción en el caso de las infracciones continuadas.
En su criterio, la norma censurada “únicamente se refirió a la infracción
continuada cambiaria para efectos de la prescripción y omitió definir
requisitos fundamentales para la aplicación de la respectiva sanción al
presunto infractor.” Lo anterior, “genera una desigualdad negativa
frente a sujetos infractores que si (sic) tienen determinada de forma previa la
sanción cambiaria y su forma de cuantificarla lo cual carece de un principio de
razón suficiente.”
19. Resalta que los principios del derecho sancionador y,
en particular, del derecho penal y disciplinario son aplicables al ámbito del
derecho cambiario sancionador. En ese sentido, anota que la infracción
cambiaria continuada representa un concurso de sanciones y, por lo tanto, “para
sancionar un concurso punible, necesariamente debe encontrarse definido el
delito, la tipicidad y la pena, es decir, el sistema mediante el cual se
sancionará.” En especial, agrega que “debe establecerse previamente en
la normativa si se acumularán las sanciones con o sin límite o si se aplicará
la sanción de mayor entidad.”[7]
20. Bajo tal perspectiva, sostiene que la indeterminación
de la norma acusada resulta violatoria del debido proceso y de los principios
de legalidad y seguridad jurídica. En ese orden, puntualiza que “al no
haberse establecido en la norma la forma de determinar la sanción en el caso de
la infracción continuada, no puede el operador jurídico, quien no tiene
competencia para crear el régimen sancionatorio aplicable, determinar de manera
arbitraria el monto de la sanción y sus límites, pues se estarían vulnerando
los principios de legalidad, debido proceso y seguridad jurídica.”
V.
CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN
21. El Procurador General de la Nación solicita que la
Corte se declare inhibida para emitir pronunciamiento de fondo por ineptitud
sustantiva de la demanda o, en su defecto, que se declare la exequibilidad de
la disposición acusada.
22. En relación con la petición de inhibición, argumenta
que la demanda carece de certeza, pues los accionantes parten de una
interpretación equivocada de la norma censurada y le atribuyen consecuencias
jurídicas que no se desprenden de su contenido normativo. En esa dirección,
plantea que la disposición acusada es precisa y que a partir de ella es posible
establecer el momento en que inicia el cómputo del término de prescripción.
Señala que la norma “tiene la claridad conceptual suficiente en razón a que
define los elementos de la infracción cambiaria continuada, esto es, indica que
se trata de una violación permanente de obligaciones cambiarias independientes
(se ejecutan en momentos diferentes), derivadas de una misma norma y mediante
varias acciones u omisiones (misma conducta).” Sostiene que la norma
permite comprender que la infracción cambiaria es “aquella conducta (acción
u omisión) de tracto sucesivo que es realizada por un mismo sujeto que
transgrede en varias oportunidades durante un lapso de tiempo, una misma norma
cambiaria. Es decir, la infracción inicia y continúa por un periodo de tiempo
hasta que la misma cesa, momento este, en el cual inicia [el] conteo del
término de prescripción señalado por la norma.”
23. Manifiesta que la disposición atacada no puede ser
interpretada de forma aislada, sino en armonía con la jurisprudencia
constitucional y ordinaria que han definido el alcance de las faltas, los
delitos y las infracciones continuadas.[8] Así mismo, destaca que
los accionantes no aportaron elementos de juicio que permitan advertir el verdadero
sentido que la administración de impuestos le ha dado a la disposición y, en su
lugar, tan solo presentaron algunos ejemplos de aplicación de la norma que, en
todo caso, parten de un análisis equivocado de la figura de la infracción
cambiaria continuada y del cálculo de su término de prescripción.
24. Por último, la Vista Fiscal sostiene que en el evento
en que la Corte examine el fondo de la demanda, la norma atacada debe ser
declarada exequible, ya que “de esta no se desprende la posibilidad de
anular las garantías constitucionales derivadas del derecho al debido proceso,
pues es evidente que se mantiene incólume el mandato superior que tiene el
procesado a que se le defina su situación jurídica, en conocimiento del
principio de seguridad jurídica y de la protección de los derechos
fundamentales de los imputados.”
VI.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
1.
Competencia
25. De conformidad con lo dispuesto en el Artículo 241,
numeral 4º, de la Constitución Política, la Corte Constitucional es competente
para conocer y decidir definitivamente sobre las demandas de
inconstitucionalidad contra normas de rango legal, como la acusada en esta
ocasión.
2.
Cuestión previa. Examen sobre la aptitud sustantiva de la demanda
2.1. Antecedentes
26. Para la Corte es preciso definir la aptitud del cargo
por violación al debido proceso planteado en contra del artículo 5 (parcial)
del Decreto Ley 2245 de 2011. Esto, teniendo en cuenta la solicitud de
inhibición planteada en la intervención conjunta de la Secretaria Jurídica del
Departamento Administrativo de la Presidencia de la República y la Dirección de
Impuestos y Aduanas Nacionales, así como en el concepto emitido por el
Procurador General de la Nación.
27. Como se indicó en los antecedentes, en la fase de
admisión inicialmente fueron presentados cargos por desconocimiento de los artículos 13, 29, 93 y 363 de la Constitución
Política. No obstante, una vez subsanada la demanda, la admisión se
circunscribió únicamente al cargo por vulneración del artículo 29 de la
Constitución Política.
28. Según los actores el precepto censurado es ambiguo
pues no define de manera precisa los elementos para determinar cuándo se está
frente a una infracción cambiaria de carácter continuado. A su juicio, dicha
indefinición vulnera el debido proceso porque impide al operador administrativo
aplicar la prescripción en las diferentes canalizaciones cambiarias. Agregan
que no existen parámetros para establecer la autonomía e independencia de las
canalizaciones cambiarias de suerte que se deja a la interpretación de la
autoridad administrativa la existencia de nexo o cohesión entre aquellas, y
consecuentemente, la aplicación de la prescripción en el estudio de casos
relacionados con infracciones cambiarias continuadas. Señalan que se requiere
excluir del ordenamiento las interpretaciones de la norma demandada que resultan
inconstitucionales.
29. Por su parte, la Secretaria Jurídica del Departamento Administrativo
de la Presidencia de la República y la Dirección de Impuestos y Aduanas
Nacionales argumentan que la demanda carece de claridad, especificidad,
pertinencia y suficiencia. La falta de claridad se estructura en que los
fundamentos del cargo son abstractos y confusos y controvierten una
interpretación que no ha sido establecida por la administración de impuestos.
La carencia de especificidad se sustenta en el incumplimiento de la carga
argumentativa que exige proponer la inconstitucionalidad por interpretaciones judiciales
o administrativas.[9] La ausencia de
pertinencia está relacionada con que
la demanda presenta motivos de índole personal o de simple conveniencia y no de
naturaleza constitucional. Por último, sostienen la falta de suficiencia porque
no demuestan que la interpretación de la DIAN es sistemática o consistente sino
que los demandantes se refieren a un caso aislado y particular.
30. En similar sentido, el Ministerio Público cuestiona la
certeza del cargo admitido porque en su concepto los accionantes parten de una interpretación
equivocada de la norma censurada y le atribuyen consecuencias jurídicas que no
se desprenden de su contenido normativo. En esa dirección, plantea que la
disposición acusada es precisa, contiene los elementos para definir una
infracción cambiaria continuada, y que a partir de ella es posible establecer
el momento en que inicia el cómputo del término de prescripción. Agrega que la
disposición atacada no puede ser interpretada de forma aislada, sino en armonía
con la jurisprudencia constitucional y ordinaria que han definido el alcance de
las faltas, los delitos y las infracciones continuadas.[10]
2.2. Parámetros de análisis para los cargos de
constitucionalidad
31. De conformidad con el artículo 2 del Decreto 2067 de
1991, la demanda de inconstitucionalidad debe contener tres elementos
esenciales: (i) referir con precisión el objeto demandado, (ii)
el concepto de la violación y (iii) la razón por la cual la Corte es
competente para conocer del asunto (Art. 241 de la CP y Art. 2 del Decreto 2067
de 1991). A su vez, respecto del concepto de la violación se ha
establecido que los cargos deben cumplir con tres parámetros básicos: (i)
el señalamiento de las normas constitucionales que consideren infringidas (Art.
2, num. 2 del Decreto 2067 de 1991); (ii) la exposición del contenido
normativo de las disposiciones constitucionales que riñe con las normas
demandadas; y (iii) la presentación de las razones por las cuales los
textos normativos demandados violan la Constitución. Vinculado a lo anterior,
ha determinado que las razones expuestas para sustentar cabalmente la censura
constitucional deben ser -al menos- claras, ciertas, específicas, pertinentes y
suficientes.
32. La claridad hace relación a que los argumentos
sean determinados y comprensibles y permitan captar en qué sentido el texto que
se controvierte infringe la Carta. Deben ser entendibles, no contradictorios,
ilógicos ni anfibológicos. Conforme la exigencia de la certeza, de una
parte, se requiere que los cargos tengan por objeto un enunciado normativo
perteneciente al ordenamiento jurídico e ir dirigidos a impugnar la disposición
señalada en la demanda y, de la otra, que la norma sea susceptible de inferirse
del enunciado acusado y no constituir el producto de una construcción
exclusivamente subjetiva, con base en presunciones, conjeturas o sospechas del
actor.
33. La especificidad de los cargos supone
concreción y puntualidad en la censura, es decir, la demostración de que el
enunciado normativo exhibe un problema de validez constitucional y la explicación
de la manera en que esa consecuencia le es atribuible. Es necesario que los
cargos sean también pertinentes y, por lo tanto, por una parte, que
planteen un juicio de contradicción normativa entre una disposición legal y una
de jerarquía constitucional y, por la otra, que el razonamiento que funda la
presunta inconstitucionalidad sea de relevancia constitucional, no legal,
doctrinal, político o moral. El cargo tampoco es pertinente si el
argumento en que se sostiene se basa en hipótesis acerca de situaciones de
hecho, reales o de hipotética ocurrencia, o ejemplos en los que podría ser o es
aplicada la disposición.
34. Por último, la suficiencia implica que el
razonamiento jurídico contenga un mínimo desarrollo, en orden a demostrar la
inconstitucionalidad que le imputa al texto demandado. El cargo debe
proporcionar razones, por lo menos básicas, que logren poner en entredicho la
presunción de constitucionalidad de las leyes, derivada del principio
democrático, que justifique llevar a cabo un control jurídico sobre el
resultado del acto político del legislador.[11]
En los anteriores términos, es indispensable que la demanda de
inconstitucionalidad satisfaga las mencionadas exigencias mínimas, para que
puede ser emitido un pronunciamiento de fondo. En caso contrario, no poseerá
aptitud sustantiva y la Corte deberá declararse inhibida para fallar.
2.3.
Inhibición por ineptitud sustantiva de la demanda: incumplimiento de los requisitos
de certeza, suficiencia y pertinencia
35. Para la Sala las razones de inconstitucionalidad
propuestas por los demandantes en el cargo admitido por desconocimiento del debido
proceso carecen de certeza, suficiencia y pertinencia.
36. No se cumple con el requisito de certeza por cuanto
los demandantes deducen una proposición jurídica de la disposición acusada que
no se acompasa con el contenido normativo del artículo 5 del Decreto Ley 2245
de 2011. En efecto, el artículo demandado establece:
ARTÍCULO 5o. PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN SANCIONATORIA. La imposición de sanciones cambiarias
requiere la formulación previa de un acto de formulación de cargos a los
presuntos infractores, el cual deberá notificarse dentro de los cinco (5) años
siguientes a la fecha en que ocurrieron los hechos constitutivos de infracción.
En las infracciones continuadas, vale decir, en los
casos en que con varias acciones u omisiones se viole una misma norma
cambiaria, así estas se ejecuten en momentos diferentes, el término de
prescripción se contará a partir de la ocurrencia del último hecho constitutivo
de la infracción. No se considerará como infracción continuada el
incumplimiento de plazos o términos legales señalados por las normas
constitutivas del régimen cambiario.
Dentro de los dos (2) años siguientes al vencimiento
del término de respuesta al acto de formulación de cargos deberá expedirse y
notificarse la resolución sancionatoria o de terminación de la investigación,
según sea el caso, previa la práctica de las pruebas a que hubiere lugar.
La
prescripción deberá decretarse de oficio o a solicitud del interesado.
(Subrayado
corresponde al texto demandado)
37. El primer inciso del artículo 5º del Decreto Ley 2245
de 2011 señala el término de prescripción de 5 años para ejercer la acción
sancionatoria cuando se presenta una infracción cambiaria, contados desde la
fecha en que ocurrieron los hechos. Indica que se requiere la formulación de
cargos a los presuntos infractores.
38. En el inciso segundo, ahora demandado, refiere que las
infracciones cambiarias continuadas se presentan cuando con varias acciones u
omisiones se viola una misma norma cambiaria, así estas se ejecuten en momentos
diferentes. Al tiempo que prescribe que no se considera como infracción
continuada el incumplimiento de plazos o términos legales señalados por las
normas constitutivas del régimen cambiario. En cuanto a la precripción advierte
que se contará desde el último hecho constitutivo de la infracción.
39. El inciso tercero dispone que el término de la
investigación cambiaria no debe exceder dos años y debe contar con un periodo
probatorio. Finalmente, el inciso cuarto permite que la prescripción se aplique
de oficio o a petición de parte.
40. A partir de la descripción normativa realizada, la
Corte concluye que el precepto censurado contiene elementos para determinar cuándo
se está frente a la infracción cambiaria continuada, pues se requieren varias
acciones u omisiones frente a una misma norma cambiaria que hayan sido llevadas
a cabo en distintos momentos.
41. Al respecto, la Presidencia de la República y la DIAN
señalaron que si bien el Legislador no determinó de forma taxativa las
conductas que constituyen infracciones cambiarias continuadas sí fijó los
elementos estructurales de las mismas:
“(i). Una
violación permanente de diferentes obligaciones cambiarias derivadas de la
misma norma.
(ii). Que dicha acción u omisión fue realizada por el mismo sujeto
(iii).Que se ejecutó mediante una misma conducta. ”[12]
42. De tal suerte, que según la intervención que se
reseña, la configuración de la infracción cambiaria continuada es determinable
en aras de aplicar la prescripción pues es posible identificar:
“a) Un mismo
sujeto. Persona que está obligada a cumplir la norma cambiaría y la
trasgrede reiteradamente.
b) Que se trate
de una misma conducta. (acción u omisión) así esta se ejecute
en momentos diferentes.
c) Varias obligaciones
cambiarías independientes del mismo tipo.
De acuerdo con lo
anterior, es necesario entender que la infracción cambiaría
continuada no solo requiere que se incumpla con la misma norma u
obligación, sino que además debe tratarse del incumplimiento de
obligaciones cambiarías concretas, nuevas e independientes y del mismo
tipo, esto es, derivadas de la misma norma.”[13]
43. En suma, para la Sala no es cierta la premisa del
cargo planteada por los demandantes sobre la indefinición legal de los
elementos de las infracciones cambiarias continuadas, porque el artículo
acusado sí contiene elementos descriptivos para que el operador configure la
infracción cambiaria continuada y aplique la prescripción correspondiente. En
contraste, la demanda derivó un contenido normativo distinto al dispuesto en el
artículo censurado, y por tanto, desdibujó la certeza del cargo. Ahora bien, si
el reproche constitucional de los
demandantes se circunscribe a la interpretación inconstitucional de esa norma,
entonces para la Corte el cargo carece de suficiencia como pasa a explicarse.
44. El cargo por violación del debido proceso incumple el
requisito de suficiencia en tanto no cuenta con la carga argumentativa exigida
en tratándose de inconstitucionalidades generadas por interpretaciones. Al
respecto, la Sala recuerda, que el control de constitucionalidad se adelanta,
por excelencia, respecto de las normas y no sobre la hermeneútica que los
operadores judiciales realizan de aquellas.[14] De modo, que
esta Corporación ha evaluado con mayor rigor esta clase de cargos:
“Exigencias, a su vez, signadas por una
“mayor carga argumentativa” por parte del demandante. La sentencia C-802 de
2008, sintetizó los requisitos exigidos por la jurisprudencia, frente a la
modalidad de control constitucional mencionada, así: “a.- En cuanto al
requisito de claridad, el ciudadano no sólo debe señalar cuál es la disposición
acusada como inconstitucional (numeral 1º del artículo 3º del Decreto 2067 de
1991), sino que, en demandas contra interpretaciones judiciales, es necesario
indicar con absoluta precisión cuál es el contenido normativo o “norma”
derivada de la disposición acusada. b.- En cuanto al requisito de certeza, las
demandas contra interpretaciones judiciales comprenden al menos tres
dimensiones. Por un lado, (i) debe tratarse de una interpretación que realmente
fije un contenido normativo derivado de la disposición impugnada. Esto
significa que la interpretación debe derivarse directamente de la disposición
demandada. De otro lado, (ii) no puede considerarse satisfecho el requisito de
certeza cuando el reproche de inconstitucionalidad se sustenta en simples
“hipótesis hermenéuticas” que no hallan sustento en una real y cierta
interpretación judicial, o donde la interpretación no conduce a las
implicaciones reprochadas, sino que responden a una proposición jurídica
inferida por el actor o que recaiga sobre disposiciones que no han sido
acusadas. Finalmente, (iii) no se cumple el requisito de certeza cuando la
interpretación no se deriva de normas con fuerza material de ley, sino de otro
tipo de disposiciones como actos administrativos, contratos estatales o
cualquier otra fuente de derecho. c.- En cuanto al requisito de especificidad,
en esta clase de demandas lo que se exige es que las razones de
inconstitucionalidad sean puntuales y recaigan sobre el contenido normativo
cuyo alcance específico ha sido fijado por la interpretación acusada, pero no
sobre la base de argumentos “vagos, indeterminados, indirectos, abstractos y
globales”. d.- En cuanto al requisito de pertinencia, es necesario que el
demandante señale cómo y en qué medida la interpretación judicial impugnada
plantea al menos un problema de relevancia constitucional, “y no razones de
orden legal, personal, doctrinal o de simple conveniencia”. e.- Por
último, el requisito de suficiencia exige, en demandas contra interpretaciones
judiciales, demostrar que se está ante una posición consistente y reiterada del
operador jurídico y no producto de un caso en particular, pues “una sola
decisión judicial en la que se interprete una norma no constituye per se una
doctrina del derecho viviente y en caso de serlo debe demostrarse”. Más allá de
una cuestión relativa a la certeza de la interpretación, el criterio de
suficiencia exige aportar los elementos fácticos y argumentativos para
demostrar que la interpretación no sólo existe, sino que plantea una verdadera
problemática constitucional.”[15] (subrayado no original).
45. Por consiguiente, para superar el requisito de
suficiencia es necesario que la demanda presente una interpretación consolidada
del operador judicial u administrativo que considera inconstitucional. En esta
ocasión, la demanda se limita a afirmar que respecto al elemento de nexo o
cohesión han sido los operadores administrativos los que a su arbitrio han dado
contenido y alcance a la continuidad de las infracciones, imposibilitando la aplicación
de la prescripción en el régimen cambiario.
46. Para ilustrar el tema, los demandantes presentan un
ejemplo de lo que puede interpretarse, a su juicio, equivocamente como una
infracción continuada.[16] En efecto, en eso
consistió la evidencia fáctica de interpretación inconstitucional aportada por
los demandantes. No se allegó ningún concepto de la DIAN respecto a la
interpretación del artículo 5 del Decreto Ley 2245 de 2011. Por el contrario,
esta entidad en su intervención advirtió:
“[t]oda vez que la interpretación adecuada de la norma a
cargo de la DIAN permite identificar la infracción cambiaría continuada a
partir de sus elementos estructurantes y consecuencialmente el momento de
ejecución de la infracción, identificando la fecha exacta a partir de la cual
debe contarse el término de prescripción de la acción sancionatoria cambiaría,
que no es otra que la ocurrencia del último hecho constitutivo de la
infracción.”[17]
47. Para la Corte, no se acreditó entonces, una posición
sólida de la DIAN derivada de los argumentos planteados en la demanda que
habiliten el estudio de constitucionalidad a partir de la interpretación del
artículo 5 del Decreto Ley 2245 de 2011, en lo que se refiere a la prescripción
de la infracción cambiaria de carácter continuado. Tal como quedó señalado, es
necesario aportar fácticamente los pronunciamientos reiterados y consistentes del
intérprete judicial o administrativo para que tenga lugar el excepcional examen
de constitucionalidad.
48. Por último, la Sala encuentra que el cargo presentado
tampoco cumple con el requisito de pertinencia pues
como acaba de exponerse los demandantes formulan un problema de aplicación
práctica de la norma, lo cual escapa al control abstracto de constitucionalidad
que compete a la Corte.
49.
En efecto, el planteamiento de los demandantes, a partir del
ejemplo mencionado, es que en las infracciones continuadas cabe la posibilidad
de que la DIAN considere que hechos cometidos hace mucho tiempo hagan parte de
una misma infracción realizada hace poco, de tal modo que los primeros
difícilmente prescribirían. Pero esto nada tiene que ver con el contenido, el
sentido ni el alcance de la norma acusada, el recurso de la ejemplificación en
esta ocasión constituye un argumento de conveniencia que escapa al análisis propio
de los juicios de constitucionalidad.
50.
El empleo de argumentos que no sean de naturaleza estrictamente
constitucional sino razones de orden legal, personal, doctrinal o de simple
conveniencia desdibujan la competencia de la Corte. De esta manera, como los demandantes centran la acusación en una
aplicación hipotética de la norma demandada, el cargo carece de pertinencia.
51. En conclusión, la Sala Plena se declarará inhibida
para pronunciarse de fondo sobre el cargo por violación al debido proceso en la
demanda contra el artículo 5 (parcial) del Decreto Ley 2245 de 2011.
3. Síntesis de la decisión
52. La Corte examinó la demanda de inconstitucionalidad
presentada contra la interpretación del
inciso segundo del artículo 5
del Decreto Ley 2245 de 2011, mediante el cual se regula la prescripción de las
infracciones cambiarias continuadas, por vulneración del derecho al debido
proceso y el principio de prescripción contenidos en el artículo 29 de la
Constitución Política. Ante
la solicitud de inhibición de la intervención conjunta de la Secretaria
Jurídica del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República y la
Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, así como del Procurador General de
la Nación, se estudió de forma preliminar la aptitud sustantiva de la demanda.
53.
La Sala Plena concluyó que
el cargo no cumplía con los requisitos de certeza, suficiencia y pertinencia. La
falta de certeza radicó en que la demanda desestimó que el aparte censurado sí
contiene elementos para definir cuando se puede configurar una infracción
cambiaria continuada, y por ende, fijar el término de prescripción. La ausencia
de suficiencia se evidenció en que la demanda no identificó una postura o
interpretación reiterada y consistente de la DIAN sobre la norma demandada que pudiera
ser objeto de análisis constitucional. La carencia de pertinencia se constató dado que el cargo se
estructuró a partir de eventuales interpretaciones del precepto acusado o
situaciones meramente hipotéticas. En consecuencia,
decidió inhibirse de realizar un pronunciamiento de fondo.
VII.
DECISIÓN
54.
En mérito de lo expuesto, la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE
Declararse INHIBIDA para pronunciarse de fondo sobre
la constitucionalidad del inciso segundo del artículo 5 Decreto Ley 2245 de
2011, por ineptitud sustantiva de la demanda.
Cópiese, notifíquese, comuníquese, cúmplase
y publíquese.
ALBERTO ROJAS RÍOS
Presidente
DIANA FAJARDO RIVERA
Magistrada
JORGE ENRIQUE IBÁÑEZ NAJAR
Magistrado
Salvamento de voto
ALEJANDRO LINARES CANTILLO
Magistrado
ANTONIO JOSÉ LIZARAZO OCAMPO
Magistrado
PAOLA ANDREA MENESES MOSQUERA
Magistrada
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
(Impedimento aceptado)
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
SALVAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO
JORGE ENRIQUE IBÁÑEZ NAJAR
A LA SENTENCIA C-024/21
Ref: Expediente
D-13679 Demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 5 (parcial) de
Decreto Ley 2245 de 2011.
Demandantes: Álvaro
Andrés Díaz Palacios y Alejandro Sotello Riveros.
Magistrada ponente:
Diana Fajardo Rivera
Con el debido respeto, me aparto de la
posición mayoritaria de la Sala Plena, toda vez que, en este caso, los
demandantes corrigieron el escrito de la demanda para cumplir con las
amonestaciones de la Sala Unitaria de la Corte que la había inadmitido por no
cumplir las exigencias previstas en el Decreto 2067 de 1991. Admitida la
demanda y revisados ahora los requisitos procesales, considero que la parte
actora cumplió con los requerimientos legales y jurisprudenciales para que la
Sala Plena pueda entrar a analizar de fondo el cargo de inconstitucionalidad
planteado.
El respeto por
la confianza legítima y el principio pro actione
Discrepo de la
decisión mayoritaria, porque
considero que, si a un ciudadano se le señala que sus argumentos son aptos para
iniciar el juicio de constitucionalidad, en tanto se trata de un presupuesto
necesario para admitir la demanda, la Corte debe pronunciarse de fondo, para
preservar el derecho político fundamental previsto en el artículo 40.6 de la
Constitución[18]
y el derecho fundamental de acceder a la administración de justicia, conforme a
lo establecido en el artículo 229 ibidem[19].
Incluso si la demanda, como ocurre en este caso, ha sido admitida en virtud del
principio pro actione[20],
la Corte debe pronunciarse sobre el asunto. El proferir un fallo
inhibitorio, además de afectar de manera significativa los referidos derechos,
en realidad es una forma tardía de rechazar la demanda.
En casos como el presente, cuando se han
cumplido en su integridad los presupuestos procesales de la acción de
inconstitucionalidad, el actor se encuentra en la confianza legítima de
que obtendrá una decisión de mérito, así como le asiste esa postura a los
intervinientes que acuden al llamado de la Corte Constitucional en el
respectivo proceso, dado que, si la Corte admitió la demanda y ahora al momento
de resolver así se confirma, se infiere el cumplimiento de las cargas
procesales del accionante, ante lo cual, en garantía del principio pro
actione, corresponde pronunciarse, en lugar de acudir a la decisión
inhibitoria basada en un nuevo análisis de los mismos requisitos.
Diferencias entre los presupuestos
procesales para admitir la demanda y los presupuestos materiales para decidir
de fondo
En este punto resulta útil advertir que
existe una diferencia entre los requisitos procesales para
admitir la demanda, previstos en el artículo 2 del Decreto Ley 2067 de 1991 y a
los que se refirió en extenso la sentencia C-1052 de 2001, entre otras- y los presupuestos
materiales para decidir de mérito los cargos o acusaciones de
inconstitucionalidad conforme a las reglas previstas en los artículos 14 a 22
del mismo Decreto y con fundamento en ellas, las subreglas adoptadas por la misma
Corte, luego de recibir las intervenciones ciudadanas con las cuales se impugna
o se coadyuva la acción, las intervenciones de quienes hubieren participado en
la elaboración o expedición de la norma acusada, las de los expertos y la del
Procurador General de la Nación, lo mismo que del análisis del acervo
probatorio conducente decretado y practicado conforme al ordenamiento jurídico.
Salvo casos excepcionales y, este no lo es,
la Sala Plena no debe detenerse a revisar de nuevo los presupuestos de la acción
para resolver de mérito, sino que verificado su cumplimiento, como ocurre en
este caso, debe revisar los presupuestos materiales para adoptar una decisión
de mérito, a menos que deba proferir una decisión inhibitoria, pero por razones
diferentes a aquellas que se refieren a la aptitud de la demanda.
En el caso sub examine, existen los cargos
que generaron la cuestión o duda de inconstitucionalidad y a ellos se
refirieron de manera precisa quienes intervinieron dentro de la acción, así
como el Ministerio Público.
En el caso concreto, por ejemplo,
uno de los intervinientes se refirió a los elementos de la infracción cambiaria
continuada que se estructuró en la norma demandada y al deber de analizar la
existencia o no de un nexo que entrelace las diferentes operaciones cambiarias
para salvaguardar la seguridad jurídica y el debido proceso administrativo y,
al mismo tiempo, el ejercicio de la función de control cambiario a cargo de la
DIAN, lo cual ilustra un análisis válido de los cargos de la demanda, bajo el
cual la Corte Constitucional podría haberse pronunciado.
En sentido similar, era posible resolver de
mérito, si se adoptaba una de las consideraciones de la vista fiscal, en la
parte que se refirió al evento en que la Corte pudiera examinar de fondo la
demanda, frente al cargo de vulneración del debido proceso. En concepto de la
Procuraduría General de la Nación, el artículo 5 (parcial) del Decreto ley 2245
de 2011, debía ser declarado exequible, ya que “de esta no se desprende la
posibilidad de anular las garantías constitucionales derivadas del derecho al
debido proceso, pues es evidente que se mantiene incólume el mandato superior
que tiene el procesado a que se le defina su situación jurídica, en
conocimiento del principio de seguridad jurídica y de la protección de los
derechos fundamentales de los imputados”.
En estos términos, dejo consignado mi salvamento de voto.
Fecha ut supra.
JORGE ENRIQUE IBÁÑEZ NAJAR
Magistrado
[1] En particular,
trascriben fragmentos de las sentencias C-354 de 2015. M.P. Gabriel Eduardo
Mendoza Martelo y C-135 de 2017. M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[2] Al respecto
reproducen apartes de la Sentencia C-354 de 2015. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza
Martelo.
[3] En la misma
dirección, aluden al artículo 150 numeral 19 literal b) de la Constitución y al
artículo 2 de la Ley 9 de 1991 y aseguran que el Decreto Ley 2245 de 2011 tiene
el propósito de amparar los bienes jurídicos señalados en estas disposiciones.
En especial, hacen referencia a la regulación del comercio exterior y el
régimen cambiario internacional, así como a la necesidad de fortalecer el
desarrollo económico y social y el equilibrio cambiario.
[4] Los intervinientes precisan que los numerales 12, 18 y 24 del artículo
3 del Decreto Ley 2245 de 2011 contienen hipótesis de infracciones cambiarias
continuadas. Luego de hacer un recuento de los supuestos de hecho recogidos en
esta disposición, explican que “[e]n los eventos precedentes, la infracción
continuada se materializa con la situación irregular de aprovechamiento y de
prolongación de la conducta en el tiempo. || Lo anterior, por cuanto quien
ejerce una actividad de comercio requiriendo de alguna autorización previa, sin
cumplir con este requisito, la conducta se entiende continuada o permanente
pues la consumación de la falta se extiende a tantos actos como permanezca la
falta. || Debe entenderse que esa violación periódica de la norma que impone
obligaciones cambiarias, constituye, al tenor del inciso segundo del artículo 5
del Decreto 2245 de 2011, una infracción continuada, la cual se manifiesta en
el incumplimiento sistemático y reiterado de la obligación cambiaria durante
cada periodo” Así mismo, añaden que “[p]ara estos casos, a pesar de que
el hecho comporta una infracción independientemente sancionable, existe
concurrencia de (i) sujeto infractor, (ii) conducta realizada (acción), y (iii)
tipo de obligación cambiaria. || En casos como los citados el término de
prescripción de 5 años se contará a partir de la ocurrencia del último hecho constitutivo
de la infracción.”
[5] Bajo tal perspectiva, señalan los
siguientes ejemplos de infracción cambiaria continuada en los que se debe
acreditar la unidad de acción entre las diferentes operaciones de cambio: (i) “[d]urante TODO el tiempo en el que
el profesional de cambio no autorizado ejerció la actividad de compra y venta
de divisas de manera profesional, sin haber sido inscrito en el registro
establecido por la DIAN”; (ii) “[d]urante TODO el tiempo en que el
residente en el país se dedicó a celebrar diferentes operaciones sucesivas de
transferencias de divisas no autorizadas por cuenta de terceras personas, sin
tener la calidad de intermediario del mercado cambiario; (iii) “[d]urante
TODO el periodo temporal en el que el residente en el país canceló al exterior,
con varias operaciones y declaraciones de cambio, divisas por concepto de pago
de supuestos “servicios” sin existir causa jurídica alguna que soporte estos
pagos por haberse desvirtuado la existencia de la prestación de tales
servicios, utilizando esta misma modalidad para sustentar el pago”; y (iv)
“[d]urante TODO el periodo en el cual el residente en el país ingresó o
reintegró al país divisas desde el exterior, con varias operaciones y
declaraciones de cambio, por concepto de pagos de supuestas exportaciones de
bienes que no se realizaron o fueron desvirtuadas o fueron sobrefacturadas,
utilizando la misma modalidad para sustentar este reintegro o ingreso de
divisas.”
[6] En representación
de la Universidad Externado de Colombia interviene Olga Lucía González Parra,
Directora del Centro Externadista de Estudios Fiscales y la profesora Carolina
Acosta Ramos.
[7] Añade que en
materia cambiaria la DIAN fijó su postura en el Concepto 65694 de 1995. De
acuerdo con la interviniente, este documento establece que la infracción
continuada se entiende como “aquella conducta (acción u omisión) realizada
por parte de un sujeto sometido al cumplimiento de una obligación cambiaria,
que vulnera o transgrede permanentemente durante un lapso (permanencia), una
misma norma u obligación cambiaria vigente.” El mismo concepto precisaría
que frente a las infracciones continuadas “el término de caducidad de la
acción de la administración para investigar y sancionar infracciones
cambiarias, se cuenta a partir de la ocurrencia del último acto constitutivo de
la infracción.”
[8] Al respecto
transcribe fragmentos de las sentencias C-551 de 2001 (M.P. Álvaro Tafur Galvis)
de la Corte Constitucional; SP-1942018 (51233) del 14 de febrero de 2018 de la
Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia; y la dictada por la
Sección Cuarta del Consejo de Estado en el expediente radicado
25000232400020030022801.
[9] Al respecto reproducen
apartes de la Sentencia C-354 de 2015. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[10] Al respecto
transcribe fragmentos de las Sentencias C-551 de 2001 (M.P. Álvaro Tafur Galvis)
de la Corte Constitucional; SP-1942018 (51233) del 14 de febrero de 2018 de la
Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia; y la dictada por la
Sección Cuarta del Consejo de Estado en el expediente radicado
25000232400020030022801.
[11] Estos criterios
fueron recogidos de la jurisprudencia desde la Sentencia C-1052 de 2001 (M.P.
Manuel José Cepeda Espinosa), y han sido utilizados de manera reiterada,
uniforme y pacífica por la Corte Constitucional. Para un recuento enunciativo
ver, entre otras, la Sentencia C-105 de 2018 (M.P. Diana Fajardo Rivera), nota
al pie N° 26.
[12] Intervención
conjunta de Secretaria Jurídica del Departamento Administrativo de la
Presidencia de la República y la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales
(DIAN). Página 18.
[13] Ibídem.
[14] En la Sentencia C-802 de 2008. M.P. Clara Inés Vargas
Hernández. La Corte en esta providencia puntualizó: “El control que ejerce esta Corporación a
través de la acción pública de inconstitucionalidad (art.241 CP) comprende la
facultad de examinar la interpretación que en ciertos casos hacen las
autoridades judiciales de normas con fuerza material de ley. Se trata de una
suerte de control, verdaderamente excepcional”. Adicionalmente presentó como sustento de esta
afirmación las siguientes sentencias: C-1436 de 2000. M.P. Alfredo Beltrán
Sierra; C-426 de 2002. M.P. Rodrigo Escobar Gil; C-207 de 2003; C-1093 de 2003.
M.P. Alfredo Beltrán Sierra; C-569 de 2004. M.P. Rodrigo Uprimny Yepes; C-803
de 2006. M.P. Jaime Córdoba Triviño; y C-187 de 2008. M.P. Humberto
Sierra Porto.
[15] Sentencia C-354 de 2015. M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo. En
esta oportunidad la Corte se inhibió de proferir un pronunciamiento de fondo
sobre la interpretación que el Consejo de Estado había realizado sobre la
expresión “y el monto de la pensión de vejez”, contenida en el inciso segundo
del artículo 36 de la Ley 100 de 1993, por cuanto la demanda solo presentó una
decisión que estimaba inconstitucional y no proporcionó
una posición consolidada y mucho menos reiterada de esa Corporación. También
pueden consultarse la Sentencia C-557 de 2001 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa), en la que la Corte
declaró exequible la expresión “solamente” contenida en el artículo 59 de la
Ley 610 de 2000, de acuerdo con la que que en los procesos de responsabilidad
fiscal, sólo es demandable ante la jurisdicción contencioso administrativa el
acto mediante el cual éste termina, por cuanto no desconocen el derecho al
debido proceso ni a la administración de justicia. En esa ocasión la Corte tuvo
en cuenta la interpretación que el Consejo de Estado había dado a la
disposición acusada (derecho viviente): “la expresión "solamente"
cuestionada no impide que los demás actos, generalmente de trámite o
preparatorios, sean objeto de control judicial cuando sea demandado el acto
definitivo mediante el cual termina el proceso.” Por su parte, en la Sentencia
C-304 de 2013 (M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo), la Corte se inhibió de proferir un pronunciamiento de fondo sobre
algunas disposiciones del Estatuto Tributario, entre otras razones, porque la
demanda no acreditó una posición consolidada de los tribunales y la Dirección
de Impuestos y Aduanas Nacionales respecto al impuesto al patrimonio. Finalmente, en la Sentencia C-136 de 2017 (M.P. Alejandro Linares
Cantillo), la Sala se declaró inhibida para emitir pronunciamiento de fondo
respecto del artículo 11 de la Ley 680 de 2001, entre otros motivos, por cuanto carece de competencia para conocer de demandas de constitucionalidad que cuestionen la
interpretación de actos administrativos.
[16] La demanda señala a página 7: “Para ilustrar esta situación, ponemos de
presente el siguiente ejemplo, el cual constituye la interpretación que
actualmente la Administración realiza sobre la norma demandada, y la cual es
violación ai artículo 29 de la Constitución Política y al principio de
prescripción. // 1. Un residente realizó una canalización a través del mercado
cambiarlo, en el año 2012 por concepto de servicios. // 2. Posteriormente, en
los años 2015 o 2016 o 2017 realiza otro giro por concepto de servicios, pero
correspondiente a obligaciones distintas, autónomas e independientes a las que
originaron el pago del año 2012. // 3. Debe recordarse, que en materia
cambiarla los giros y reintegros canalizados a través del mercado cambiario
deben ser considerados como hechos independientes y autónomos. // 4. Sin
embargo, el operador jurídico sostiene que la canalización del año 2012 no
prescribe sino contados 5 años desde la canalización del año 2017. // 5. Lo
anterior, bajo el argumento que esta corresponde a una infracción continuada en
los términos del artículo 5 del Decreto Ley 2245 de 2011. // 6. Lo anterior,
aun cuando los giros por concepto de servicios se efectuaron respecto de
obligaciones distintas, autónomas e independientes, sin que exista una unidad
de acción sobre las rnismas. Es decir, que los giros efectuados en 2012 no
tienen relación alguna con los giros efectuados en 2015, 2016 ni 2017. // 7. En
otras palabras, bajo la interpretación efectuada por el operador jurídico, la
operación efectuada en el año 2012 NUNCA prescribiría, ya que estaría ligada al
término de prescripción del giro de 2017 o al término de prescripción de
operaciones futuras (inclusive aquellas efectuados en 2020, es decir, 8 años
después del primer giro).”
[17] Intervención
conjunta de Secretaria Jurídica del Departamento Administrativo de la
Presidencia de la República y la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales
(DIAN). Página 19.
[18] C.P. Artículo 40. Todo
ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control
del poder político. Para hacer efectivo este derecho puede: (…) 6. Interponer
acciones públicas en defensa de la Constitución y de la ley.
[19] Artículo 229. Se
garantiza el derecho de toda persona para acceder a la administración de
justicia. La ley indicará en qué casos podrá hacerlo sin la representación de
abogado.
[20] Cfr. C-1052 de 2001. “El rigor en el juicio que aplica la Corte al examinar la
demanda no puede convertirse en un método de apreciación tan estricto que haga
nugatorio el derecho reconocido al actor y que la duda habrá de interpretarse a
favor del demandante, es decir, admitiendo la demanda y fallando de fondo”. |
16 | C-025-21
Sentencia C-025/21
Referencia.: Expedientes acumulados
D-13.575 y D13.585.
Demandas de inconstitucionalidad contra los
artículos 6, 8, 19 y 53 (parciales) de la Ley 1996 de 2019 "Por medio
de la cual se establece el régimen para el ejercicio de la capacidad legal de
las personas con discapacidad mayores de edad".
Magistrada Sustanciadora
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Bogotá, D.C., cinco (5) de febrero de dos mil veintiuno (2021).
La Sala Plena de la
Corte Constitucional, en ejercicio de sus atribuciones constitucionales y en
cumplimiento de los requisitos y trámites establecidos, en el Decreto 2067 de
1991, ha proferido la siguiente
SENTENCIA
I.
ANTECEDENTES
1. En ejercicio de la acción pública de inconstitucionalidad
establecida en los artículos 241 y 242 de la Constitución Política, el
ciudadano Edier Esteban Manco Pineda demandó los artículos 6 (parcial) y 53 de
la Ley 1996 de 2019 "Por medio de la cual se establece el régimen para
el ejercicio de la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de
edad". La demanda fue radicada con el número
D-13.575.
2. Por su parte, estudiantes del Programa de Derecho de la Facultad
de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Manizales demandaron la totalidad de
la Ley 1996 de 2019, por ser contraria a lo dispuesto en los artículos 1, 2,
13, 42, 47 y 49 de la Constitución Política. La demanda fue radicada con el
número D-13.585.
3. La Sala Plena en sesión del 20 de noviembre de 2019 acumuló los
expedientes mencionados y previo sorteo de rigor remitió el asunto al despacho
de la magistrada ponente.
4. Mediante auto del 6 de diciembre de 2019 la magistrada, con
relación al expediente D-13.575, inadmitió el cargo formulado contra el
artículo 53 de la Ley 1996 de 2019 al no cumplir con argumentos pertinentes y
suficientes. Por otra parte, resolvió admitir el cargo contra los apartes del
artículo 6 de la Ley 1996 de 2019 por la presunta violación del derecho a la
igualdad dispuesto en el artículo 13 de la Constitución Política. En lo
referente al expediente D-13.385, la magistrada decidió inadmitir la
integralidad de la demanda por el incumplimiento de los requisitos de claridad,
suficiencia, especificidad y pertinencia.
En este mismo auto el despacho procedió a: (i) conceder el término
de tres días a los demandantes para presentar corrección de las demandas; (ii) disponer
su fijación en lista; (iii) comunicar sobre la iniciación del proceso a la
Presidencia de la República, al Congreso de la República, al Ministerio de
Justicia y del Derecho, al Ministerio de Salud y Protección Social; (iv)
invitar a la Defensoría del Pueblo – Delegadas para la Salud, la Seguridad
Social y la Discapacidad e Infancia, la Juventud y Adulto Mayor-, a PAIIS –
Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social, a la Fundación
Saldarriaga Concha, a la Fundación para
la Investigación y el Desarrollo de la Educación Especial-FIDES, a la UNICEF
Colombia, al Director del Grupo de Investigación de Derechos Humanos de la
escuela de Derecho de la Universidad Sergio Arboleda y experto en temas
relacionados con las garantías de las personas en condiciones de discapacidad,
al Doctor Carlos Parra Dussán, a Asdown Colombia,
al Instituto Nacional de Sordos - INSOR, al Instituto Nacional para Ciegos -
INCI, al Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt y a la Liga Colombiana de
Autismo -LICA, a las Facultades de Derecho de la Pontificia Universidad
Javeriana, Universidad Libre, la Universidad de Los Andes, la Universidad del
Rosario -Grupo de Acciones Públicas-, la Icesi de Cali -Grupo de Acciones
Públicas-, la Universidad del Norte, la Universidad de Antioquia, la
Universidad de Caldas y la Universidad del Cauca, para que rindieran concepto
en el término de fijación en lista; y (v) correr traslado de la demanda al
señor Procurador General de la Nación para que rindiera el concepto de su cargo
en los términos que le concede la ley.
5. Tras la presentación oportuna de los escritos de subsanación en
cada uno de los expedientes de la referencia, la magistrada sustanciadora
mediante auto del 21 de enero de 2020 resolvió: (i) dentro del expediente
D-13.575, admitir la demanda presentada contra el artículo 53 de la Ley 1996 de
2019 por la presunta violación del artículo 12 de la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad; (ii) dentro del expediente D-13.585,
admitir la demanda contra los artículos 6, 8 y 19 (parciales) de la Ley 1996 de
2019, por la presunta violación de lo dispuesto en los artículos 13 y 47 de la
Constitución Política; (iii) rechazar los cargos contra los artículos 16 y 17
(parciales) de la Ley 1996 de 2019; (iv) invitar a los expertos en derecho
civil – familia, los profesores Juan Carlos Gallón Guerrero y Mauricio García
Herreros y a las Facultades de Medicina -programas de neurología- de la
Universidad del Rosario, de la Universidad de Los Andes, de la Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá, de la Universidad de La Sabana, de la
Universidad Nacional y de la Universidad de Antioquia y a la Asociación
Colombiana de Neurología, para que intervinieran en el término de fijación en
lista y respondieran unas preguntas.[1]
6. Una vez cumplido el término probatorio, mediante auto del 2 de
marzo de 2020 se ordenó dar trámite a los procesos de la referencia.
Adicionalmente se invitó a participar al “Programa de atención integral en
salud sexual y reproductiva para personas con discapacidad” de Profamilia y al
Centro de Estudios de Derecho Privado de la Pontificia Universidad Javeriana de
Bogotá.
7. A continuación se transcribirán las normas cuyos cargos fueron
admitidos por el despacho sustanciador.
II.
NORMAS DEMANDADAS
Expediente D-13.575
LEY 1996 DE 2019
(agosto 26)
Diario Oficial No. 51.057 de 26 de agosto 2019
RAMA LEGISLATIVA – PODERPÚBLICO
Por medio de la cual se establece el régimen para el ejercicio de
la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de edad.
El Congreso de Colombia
DECRETA:
CAPÍTULO I.
DISPOSICIONES GENERALES.
ARTÍCULO 6o.
PRESUNCIÓN DE CAPACIDAD. Todas las
personas con discapacidad son sujetos de derecho y obligaciones, y tienen
capacidad legal en igualdad de condiciones, sin distinción alguna e
independientemente de si usan o no apoyos para la realización de
actos jurídicos.
En ningún caso la existencia de una
discapacidad podrá ser motivo para la restricción de la capacidad de ejercicio
de una persona.
La presunción aplicará también para
el ejercicio de los derechos laborales de las personas con discapacidad,
protegiendo su vinculación e inclusión laboral.
PARÁGRAFO. El reconocimiento de la capacidad legal plena previsto en el
presente artículo aplicará, para las personas bajo medidas de interdicción o
inhabilitación anteriores a la promulgación de la presente ley, una vez se
hayan surtido los trámites señalados en el artículo 56 de la misma.
(…)
CAPÍTULO VIII.
RÉGIMEN DE TRANSICIÓN.
ARTÍCULO 53.
PROHIBICIÓN DE INTERDICCIÓN. Queda
prohibido iniciar procesos de interdicción o inhabilitación, o solicitar la
sentencia de interdicción o inhabilitación para dar inicio a cualquier trámite
público o privado a partir de la promulgación de la presente ley.
Expediente D-13.585
LEY 1996 DE 2019
(agosto 26)
Diario Oficial No. 51.057 de 26 de agosto 2019
RAMA LEGISLATIVA – PODER PÚBLICO
Por medio de la cual se establece el régimen para el ejercicio de
la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de edad.
El Congreso de Colombia
DECRETA:
CAPÍTULO I.
DISPOSICIONES GENERALES.
ARTÍCULO 6o.
PRESUNCIÓN DE CAPACIDAD. Todas las
personas con discapacidad son sujetos de derecho y obligaciones, y
tienen capacidad legal en igualdad de condiciones, sin distinción alguna e
independientemente de si usan o no apoyos para la realización de actos
jurídicos.
En ningún caso la
existencia de una discapacidad podrá ser motivo para la restricción de la
capacidad de ejercicio de una persona.
La presunción aplicará también para
el ejercicio de los derechos laborales de las personas con discapacidad,
protegiendo su vinculación e inclusión laboral.
PARÁGRAFO. El reconocimiento de la capacidad legal plena previsto en el
presente artículo aplicará, para las personas bajo medidas de interdicción o
inhabilitación anteriores a la promulgación de la presente ley, una vez se
hayan surtido los trámites señalados en el artículo 56 de la misma.
(…)
CAPÍTULO II.
MECANISMOS PARA EL EJERCICIO DE LA CAPACIDAD LEGAL Y PARA LA
REALIZACIÓN DE ACTOS JURÍDICOS.
ARTÍCULO 8o. AJUSTES
RAZONABLES EN EL EJERCICIO DE LA CAPACIDAD LEGAL. Todas las personas con discapacidad, mayores de edad,
tienen derecho a realizar actos jurídicos de manera independiente y a
contar con las modificaciones y adaptaciones necesarias para realizar los
mismos. La capacidad de realizar actos jurídicos de manera independiente se
presume.
La necesidad de ajustes razonables
para la comunicación y comprensión de la información, no desestima la
presunción de la capacidad para realizar actos jurídicos de manera
independiente.
CAPÍTULO III.
ACUERDOS DE APOYO PARA LA CELEBRACIÓN DE ACTOS JURÍDICOS.
ARTÍCULO 19.
ACUERDOS DE APOYO COMO REQUISITO DE VALIDEZ PARA LA REALIZACIÓN DE ACTOS
JURÍDICOS. La persona titular del acto
jurídico que cuente con un acuerdo de apoyos vigente para la celebración de
determinados actos jurídicos, deberá utilizarlos, al momento de la celebración
de dichos actos jurídicos, como requisito de validez de los mismos.
En consecuencia, si la persona
titular del acto jurídico lleva a cabo los actos jurídicos especificados por el
acuerdo de apoyos, sin hacer uso de los apoyos allí estipulados, ello será
causal de nulidad relativa, conforme a las reglas generales del régimen civil.
PARÁGRAFO. Lo dispuesto en el presente artículo no puede interpretarse
como una obligación para la persona titular del acto jurídico, de actuar de
acuerdo al criterio de la persona o personas que prestan el apoyo. En
concordancia con lo establecido en el numeral 3 del artículo 4o de la presente ley, los apoyos deben respetar siempre la
voluntad y preferencias de la persona titular del acto jurídico, así como su
derecho a tomar riesgos y a cometer errores.
III.
DEMANDAS
Expediente D-13.575
El ciudadano Edier Esteban Manco Pineda afirmó que los apartes
subrayados de los artículos 6º y 53 de la Ley 1996 de 2019 desconocen lo
dispuesto en el artículo 13 de la Constitución Política, con base en los
siguientes argumentos.
Manifestó que los dispuesto en el artículo 6º permite que personas
en situación de discapacidad absoluta realicen actos jurídicos
independientemente de los apoyos que tengan, situación que los deja en
vulnerabilidad toda vez que al “padecer deficiencias físicas, psíquicas,
sensoriales o comportamientos de prodigalidad social, en el caso de inhábiles,
le imposibilitan comprender la dimensión y consecuencias jurídicas de sus actos
(…)”.[2]
En el mismo sentido, señaló que el artículo 53 es violatorio de
los derechos de las personas en condiciones de discapacidad, toda vez que
deroga y prohíbe una salvaguarda e institución que protege los actos jurídicos
de estas personas. Para el actor la interdicción es en realidad una acción
afirmativa que tiene por objeto “proteger a esta clase de personas de
relevancia constitucional frente a la sociedad y respecto a la cual es adecuada
y efectiva para impedir abusos en contra las personas en situación de
discapacidad”.[3] Según el
demandante, la norma prohíbe y deroga la figura de la interdicción, pero no
establece una salvaguardia similar, situación que genera una desprotección
evidente para las personas con discapacidad.
Por otra parte, el actor expresó que las dos normas atacadas son
contrarias al artículo 12 de la Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad, pues si las personas en condiciones de discapacidad no
cuentan con ningún apoyo para tomar decisiones, se pueden vulnerar sus derechos
fundamentales. En palabras del actor: “al presumir la capacidad de obligarse
por sí mismo, sin apoyo alguno, a personas que no tienen la capacidad de
obligarse adecuadamente las consecuencias jurídicas que de sus actos se
desprenden y que en últimas pueden afectar su vida y aumentar los abusos contra
estas personas”.[4] Adujo que
la misma norma del tratado internacional prevé que las personas con
discapacidad pueden necesitar apoyos para tomar decisiones, mientras que las
normas demandadas lo que hacen es eliminar estos apoyos.
El demandante realizó un test de proporcionalidad y adujo que los
artículos atacados no cumplen con los requisitos, en razón a que presumen la
capacidad de personas que por razones de salud no la tienen y no comprenden las
consecuencias de sus actos. De esa forma, estableció que existen otros medios
diferentes, como por ejemplo, el régimen de guardas de la Ley 1306 de 2009,
para garantizar la capacidad legal de las personas en condiciones de
discapacidad. Expresó que en “el presente caso, es decir, aquella que versa
que todas las personas se presumen legalmente capaces aunque hayan actuado sin
apoyo alguno, aunque biológica y/o psicológicamente no lo sean, es una
agrupación que genera discriminación, por cuanto se parte de la base que
aquellas personas que por razones de salud o inmadurez, se comportan con el
mismo raciocinio y madurez que aquellas personas que no tienen afección
psíquica, física, sensorial y han actuado sin el acompañamiento de su apoyo”.[5]
Con base en lo anterior, el ciudadano distinguió entre la
discapacidad mental relativa y absoluta, y adujo que la necesidad de apoyo y la
salvaguarda de la interdicción son medidas que requieren las personas que
“padecen” de alguno de estos tipos de discapacidad. De tal modo, “si la
persona en situación de discapacidad requiere apoyo para poder obligarse en su
entorno, pero lo hace sin dicho apoyo, la presunción de capacidad legal establecida
en el artículo 6 de la Ley 1996 queda intacta aún en el evento en que dicho
acto sea contraproducente y abusivo para los intereses de dicha persona,
vulnerando así la obligación de los Estados en estructurar salvaguardias
adecuadas y efectivas para evitar el abuso (…)”.[6]
En el escrito de corrección de la demanda el actor adicionó que la
interdicción es una institución que pretende proteger a las personas en
condiciones de discapacidad, y en consecuencia, para el ciudadano, el artículo
53 de la Ley 1996 es contrario a esta salvaguardia y configura una situación de
indefensión. Sostuvo que en la Ley 1996 “no había realmente salvaguardias
adecuadas efectivas que impidieron el abuso de estas personas en situación de
discapacidad mayores de edad”.[7] Para
explicar este punto, citó el artículo 5 de la Ley 1996 el cual consagra los
“criterios para establecer salvaguardias” y resaltó la palabra “apoyos” de toda
la disposición. Al respecto, resaltó que la ley habla de salvaguardias y sus
criterios, pero en sentido amplio y general sin definir con certeza cuáles son
estas medidas concretamente. Argumentó que el artículo 5 de la Ley “es el
único que menciona superfluamente la institución de la salvaguardia, incurre en
un error manifiesto de pretender equiparar salvaguardia con apoyo. No, son dos
instituciones diversas con fines diferentes. Así se puede establecer del
análisis del artículo 12 de la Convención sobre los derechos de las personas
con discapacidad”.[8]
Con fundamento en lo anterior, el actor explicó que la interdicción
es una salvaguardia efectiva que la Ley elimina del ordenamiento jurídico,
afectando el ejercicio de los derechos de las personas en condiciones de
discapacidad. En sus palabras mencionó que “las personas interdictas o
inhábiles, en el evento de que el guardador vaya en contra vía de sus intereses
económicos y su voluntad real, se suspende el término de prescripción para
exigir el derecho transgredido, brindando una garantía jurídica que permite
salvaguardar de cualquier abuso, de persona extraña (tercero) o cercana
(guardados conforme a la Ley 1306) el cual pretenda ser avivato, ligero,
oscuro, ruin o malévolo con la persona en situación de discapacidad mayor de
edad”.[9] El
actor explicó este argumento citando el artículo 2530 del Código Civil que
dispone la “suspensión de la prescripción ordinaria”. Finalmente manifestó que
la interdicción es una medida que podría haber sido considerada como
complementaria a los “apoyos” y “salvaguardias” de la nueva ley, pero el
legislador la derogó por completo:
“En este sentido negociar con una persona en situación de
discapacidad mayor de edad con la garantía y salvaguardia de la interdicción
supone una protección y blindaje jurídico frente a los sujetos con los que
entable una relación jurídica o económica y tal garantía consistirá en la
suspensión del tiempo de prescripción a favor del interdicto y/o inhábil,
garantizando que en cualquier momento, en el evento de ser defraudado, podrá
perseguir a quien lo defraudó, sea su guardador, ahora apoyo, o un tercero con
el cual entable una relación jurídica. Por lo anterior, si se prohíbe la figura
de la interdicción e inhabilidad, las personas que juró la ley proteger
quedarán desprovistas de dicha salvaguardia aún más cuando la Ley 1996 no
establece realmente salvaguardia alguna”.[10]
El actor solicitó a la Corte declarar la inexequibilidad de “e independientemente de” y “o no apoyos”
del artículo 6 y todo el artículo 53 de la Ley 1996 de 2019 y subsidiariamente
solicitó que se condicione la interpretación del artículo 6 en el sentido de
que “no se presumirá la validez de los actos jurídicos realizados por
personas en situación de discapacidad mayor de edad si no es asistido por un
apoyo, previa designación del juez de familia”.[11]
Adición a la demanda
El demandante presentó un
escrito con el objetivo de hacer unas precisiones en relación con los
fundamentos de inconstitucionalidad presentados en contra de los artículos 6 y
53 de la Ley 1996 de 2019.
En primera medida, señaló
que al analizar el artículo 6 de la referida ley, es necesario comprender que
dentro del grupo de personas con discapacidad existen sujetos que, “siendo
tales, no es necesario que sobre ellos se extiendan los efectos de la
inexequibilidad que pretendo con la demanda de inconstitucionalidad. En otras
palabras, este tipo de personas en situación de discapacidad sí dimensionan las
repercusiones jurídicas y económicas de sus actos y por lo tanto pueden actuar
autónomamente sin apoyo alguno”[12].
Así, aseveró que no todas las personas con discapacidad, mayores de edad, necesitan
apoyos para actuar. Sin embargo, sí hay otras que requieren de apoyos, y es
precisamente en este grupo de personas con base en las cuales alega la
inconstitucionalidad plena y/o condicionada de las normas, de tal forma que no
se presuma su capacidad y, por ende, se establezca que para que puedan
obligarse deban contar con un apoyo para emitir su consentimiento.
Expuso que existe una
clasificación realizada por el médico Leonardo Palacios Sánchez, profesor de
neurología de la Universidad del Rosario, que permite definir cuáles personas
con discapacidad avizoran conscientemente los efectos de sus actos y cuáles no.
A saber:
“GDS1: Las personas en
situación de discapacidad mayores de edad ubicadas científicamente en este
escalafón no tienen alteración cognitiva, correspondiéndose, en palabras del
médico, en personas normales, donde no existen quejas subjetivas ni trastornos
evidentes de la memoria en la entrevista clínica.
GDS2: Las personas en
situación de discapacidad mayores de edad ubicadas científicamente en este
escalafón tienen un declive cognitivo muy leve, donde se corresponde con el
deterioro cognitivo subjetivo, como olvido de dónde se dejan objetos
familiares, nombres previamente bien conocidos, no hay trastornos en eventos
sociales y hay pleno conocimiento y valor de la sintomatología.
GDS3: Las personas en
situación de discapacidad mayores de edad ubicadas científicamente en este
escalafón tienen un deterioro cognitivo leve, como pérdida en un lugar no
familiar, rendimiento laboral pobre, defectos en la evocación de palabras, etc.
GDS4: Las personas en
situación de discapacidades mayores de edad ubicadas científicamente en este
escalafón tienen un deterioro cognitivo moderado o demencia en estadio leve,
como defectos claramente definidos en entrevista, conocimiento disminuido en
acontecimientos actuales, déficit del recuerdo de historia personal.
Según el concepto aportado
por el especialista, los anteriores tienen la capacidad de prever las
consecuencias jurídicas y económicas de sus actos, excepto el GDS4, el cual se
debe analizar detalladamente cada situación particular para determinar si su
capacidad intelectual es la adecuada para gobernar su voluntad y dimensionar
las consecuencias de sus actos.
No corren con igual suerte
las personas en situación de discapacidad mayores de edad que se encuentran en
los escalafones GDS5, GDS6 y GDS7, ya que según palabras del especialista “no
cuentan con un nivel de razonamiento suficiente para comprender los actos
jurídicos en que participan”[13].
En segundo lugar, se
pronunció respecto de la inconstitucionalidad del artículo 53, para explicar
que no todas las personas con discapacidad necesitan ser protegidas a través de
las figuras de la interdicción y la inhabilidad, puesto que para que aquellas
se activen es necesaria la existencia de una gravedad física y/o mental que
impida emitir su voluntad de manera consciente y libre. Teniendo en cuenta la
clasificación presentada anteriormente, las personas con discapacidad situadas
en los escalafones GDS5, GDS6, GDS 7 y algunas del GDS 4 no tienen la capacidad
para comprender sus actos, no pueden expresar su voluntad de manera consciente
y tampoco prevén los efectos de dichos actos. Con base en ello, adujo que no es
cierto que la interdicción e inhabilidad sustituya la voluntad de la persona
con discapacidad mayor de edad, habida consideración que las personas
pertenecientes a esas clasificaciones exteriorizan su voluntad sin consciencia,
es decir, sin el elemento cognitivo y, por ello, consideró que estas personas sí
necesitan de estas figuras.
Para finalizar, agregó que
las personas que hacen parte de los grupos GDS 1, 2, 3 y algunas del 4, no
requieren de ese tipo de protección, pero que tampoco pueden pretender que
frente a una persona con un “trauma craneoencefálico, infartos cerebrales,
demencias, alzhéimer, conductas delirantes, síntomas obsesivos o violentos o
aquellas personas incapaces de contar hasta 10, se les presuma capaces, incluso
sin apoyo alguno y además se les derogue y se le prohíba las instituciones de
la interdicción y la inhabilidad, las cuales, por ser tales, suspende los
términos de prescripción frente acciones fraudulentas realizadas por el
guardador y/o consejero o realizadas por terceros, protección jurídica que
generaba como consecuencia la nulidad absoluta y/o relativa de tales negocios y
permitían, una vez se rehabilite o sea tomado por otro guardador o consejero,
iniciar las acciones jurídicas para defender la persona en situación de
discapacidad mayor de edad, las cuales se constituían en verdaderas
salvaguardas adecuadas y efectivas para impedir el abuso a estos sujetos de
especial protección constitucional”.[14]
Expediente D-13.585
En el escrito inicial de la demanda, los ciudadanos atacaron la
integralidad de la Ley 1996 de 2019 por considerarla violatoria de lo
establecido en los artículos 1, 2, 13, 42, 47, 49 de la Constitución Política.
Posteriormente, en el escrito de corrección, los demandantes se concentraron en
los siguientes cargos.
Los
actores indicaron que su demanda de inconstitucionalidad se dirigía
concretamente contra algunos apartes de los artículos 6, 8 y 19 de la Ley 1996
de 2019. Estos son los que fueron subrayados en la anterior transcripción del
texto completo de la Ley y que fueron admitidos por el despacho sustanciador.
Al
respecto manifestaron que los artículos 6 y 8 de la Ley 1996[15]
vulneran el derecho a la igualdad reconocido en el artículo 13 de la
Constitución Política porque cobija de una manera amplia a “todas las
personas sin tener en cuenta las diferencias existentes entre cada una de las
personas con discapacidad, poniendo en riesgo a aquellos que no se pueden valer
por sus propios medios y los cuales el Estado deber a proteger en mayor medida
tal como lo estableció en el texto constitucional y no solo con una persona de
apoyo que realice acompañamiento ni unos ajustes razonables como se estipula en
la Ley violatoria, sino una protección real y efectiva de los derechos con los
que cuentan estas personas en condición de vulnerabilidad”.[16]
Por
otra parte, los actores alegaron que el aparte “los apoyos deben respetar
siempre la voluntad y preferencias de la persona titular del acto jurídico, así
como su derecho a tomar riesgos y a cometer errores” del artículo 19 de la
Ley 1996, desconoce la protección especial prescrita en el artículo 47 de la
Constitución Política porque las personas con discapacidad severa requieren de
un “acompañamiento permanente representado”,[17]
lo que implica una protección especial acorde con sus necesidades.
Los
actores afirmaron que la Ley es contradictoria al establecer un sistema de
apoyos para los actos jurídicos que realizan las personas en condiciones de
discapacidad, pero a la vez, establecer que el criterio u opinión de los apoyos
respecto de determinado acto jurídico no es relevante ni vicia el
consentimiento. En sus palabras:
“Es preciso resaltar que no
se comprende la finalidad de contar con una persona de apoyo cuando la persona
titular del derecho no está obligado a actuar de acuerdo con el criterio que
presta el personal de apoyo, ni comprende la finalidad del acto, aun existiendo
un acto jurídico referente a la suscripción del acuerdo, lo anterior da lugar a
una incoherencia existente en la misma normativa, y a que el discapacitado
podrá celebrar actos que lo perjudiquen económicamente sin existir una norma
que lo proteja, para lo cual existirán individuos que siempre se van a querer
aprovechar de estos, al tener pleno conocimiento de que los actos que se
suscriben con los mismos cuentan con todos los requisitos establecidos por
tratarse de personas capaces, debiendo el titular del acto jurídico asumir sus
riesgos y estar sujeto a cometer errores”.[18]
Adujeron
que la Ley 1996 estableció un sistema de apoyos que en realidad solo sirve a
las discapacidades relativas pero no a las absolutas. Por ello, señalaron que
el legislador incurrió en una omisión legislativa relativa al no tener en
cuenta los diferentes tipos de discapacidad y sus necesidades al momento de
perfeccionar actos jurídicos.
Los
demandantes manifestaron que la Ley 1996 es contraria no solo a los postulados
constitucionales antes mencionados, sino que es contradictoria con el régimen
de protección establecido en la Ley 1616 de 2013. Esta normativa protege a las
personas en condiciones de discapacidad absoluta y reconoce que requieren un tratamiento
especial. Con base en lo anterior, los actores reiteraron los argumentos del
escrito de la demanda y repiten las diferentes categorías de discapacidades
absolutas o profundas que han sido identificadas en Colombia y la OMS. Al
respecto señalaron:
“Con base en la anterior
clasificación de discapacidades, se puede evidenciar que cada una tiene
características propias y especiales que las hace diferentes entre sí, lo cual
amerita una protección diferencial entre las mismas y no una regulación unánime
como lo pretende la Ley 1996 de agosto 26 de 2019 con su entrada en vigencia;
clasificación que se realizó hace varios años y que la Ley 1996 de agosto de
2019 está vulnerando de manera abrupta y que da a entender de manera clara que
la Ley no puede pretender regular por medio de un personal de apoyo las
diversas discapacidades existentes al cada una requerir una protección especial
de manera diferente, llevándonos a una ambigüedad e inseguridad jurídica.”[19]
Finalmente,
los actores solicitaron que su escrito también se entienda como una
coadyuvancia a la demanda admitida dentro del expediente D-13.575.
IV.
INTERVENCIONES
Intervenciones
Interviniente
Objeto
(Ley 1996 de 2019)
Solicitud
Ciudadana
Andrea Liliana Cortés
Ley 1996
de 2019
Exequible
Asdown Colombia
Ley 1996 de 2019
Exequible
Asociación Civil por la igualdad y la Justicia
Ley 1996 de 2019
Exequible
The Israel Human Rights Center for People
with disabilities
Ley 1996 de
2019
Exequible
Colectivo Cuerpos Diversos
Ley 1996
de 2019
Exequible
Laboratorio de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales DescLab
Ley 1996 de 2019
Exequible
Federación de Discapacidad del Valle
Ley 1996 de 2019
Exequible
Fundación Arcángeles
Ley 1996 de 2019
Inhibición
y subsidiariamente
Exequible
Fundación Tutelar Girona, España
Ley 1996 de 2019, artículos 6, 8, 19 y 53.
Exequible
Grupo de profesores y litigantes de
Estados Unidos
Ley 1996 de 2019
Exequible
Human Rights Watch
Ley 1996 de 2019
Exequible
Instituto Nacional para Ciegos INCI
Ley 1996 de 2019
Inexequible
parcialmente porque presume a toda PCD capaz y elimina el régimen de guardas
Instituto Jo Clemente
Ley 1996 de 2019
Exequible
Juanita Goebertus, Representante a
la Cámara por Bogotá
Ley 1996 de 2019
Exequible
Lucila López, (ciudadana con nacionalidad argentina amicus
curiae)
Ley 1996 de 2019
Exequible
Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad
Ninguno
Allegó
copia del informe sobre el derecho a la capacidad jurídica y la toma de
decisiones con apoyo (A/HRC/37/56) presentado en el 37° periodo de sesiones
del Consejo de Derechos Humanos.
Sociedad y Discapacidad
Ley 1996 de 2019
Exequible
Clínica Jurídica en Discapacidad y Derechos Humanos de la
Pontificia Universidad Católica del Perú
Ley 1996 de 2019
Exequible
Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad
Externado de Colombia
Ley 1996 de 2019
Exequible
Icesi – Grupo de Acciones Públicas
Ley 1996 de 2019
Exequible
INSOR
Ley 1996 de 2019
Exequible
Programa de Acción por
la Igualdad y la Inclusión Social – PAIIS
Artículos 6, 8, 19 y 53 de la Ley 1996 de
2019.
Exequible
Ministerio de Salud y Protección Social
Artículos 6, 8, 19 y 53 de la Ley 1996 de
2019.
Inhibición
por ausencia de certeza, suficiencia y pertinencia. Sin embargo, afirmó que
lo dispuesto en la Ley 1996 coincide con los estándares internacionales y que
los artículos demandados son constitucionales.
Departamento de Derecho Civil – Universidad Externado de
Colombia
Ley 1996 de 2019
Exequible
Centro de Derechos
Humanos de las Personas Usuarias y Sobrevivientes de la Psiquiatría de
Chestertown, Nueva York – Estados Unidos
Ley 1996 de 2019
Exequible
Universidad del Rosario
Artículos 6, 8, 19 y 53 de la Ley 1996 de
2019.
Inhibición por no cumplir los elementos
que configuran una presunta omisión legislativa relativa. Sin embargo, afirmó
que lo dispuesto en la Ley 1996 coincide con los estándares internacionales y
que los artículos demandados son constitucionales
Michael Bach y Lana
Kerzner
Ley 1996 de 2019
Exequible
Departamento de Derecho Procesal – Universidad Externado de
Colombia
Artículos 6 y 53 de la Ley 1996 de 2019.
Inexequible.
Crea
un trato desigual y un estado de desprotección absoluta para las personas con
discapacidad.
Liga
Colombiana de Autismo
Ley 1996 de 2019
Exequible
Colectiva
Polimorfas – Grupo de Apoyo a Mujeres en Diversidad Funcional 7 Discapacidad
Ley 1996 de 2019
Exequible
Asociación
Colombiana de Personas con Esquizofrenia
Ley 1996 de 2019
Exequible
Ministerio
de Justicia y del Derecho
Ley 1996 de 2019
Exequible
Defensoría del Pueblo
Ley 1996 de 2019
Exequible
Clínica Jurídica de Interés Público y
Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga
Ley 1996 de 2019
Exequible
Práctica de pruebas
El despacho solicitó a algunas las facultades de medicina y
profesores de derecho civil allegar concepto sobre la posición de los
demandantes, así como dar respuesta a unos interrogantes formulados. Las
respuestas allegadas pueden consultarse en el Anexo II de esta providencia.[20]
V.
CONCEPTO DE LA
PROCURADURÍA GENERAL DE LA NACIÓN
El Ministerio Público solicitó a la Corte
Constitucional declarar la constitucionalidad de los artículos 6 y 8
(parciales) y 53 (total) de la Ley 1996 de 2019, “ya que no vulneran, y por
el contrario desarrollan, la garantía de protección establecida en los
artículos 13 de la Carta Política y 12 de la Convención sobre los derechos de
las personas con discapacidad”. En lo referente al cargo formulado contra
el artículo 19 de la Ley 1996, según el cual desconoce lo establecido en el
artículo 47 de la Constitución Política, el Procurador solicitó de forma
principal que la Corte se declare inhibida para fallar por ineptitud de la
demanda; y de manera subsidiaria, solicitó declararlo constitucional, por las
mismas razones expuestas sobre las otras disposiciones demandadas.
Luego de describir cada una de las demandas
y sus argumentos, el Ministerio Público explicó que el modelo social de la
discapacidad ha sido asumido por el ordenamiento interno a través de la Ley
1346 de 2009 y de la jurisprudencia constitucional (C-606 de 2012, C-329 de
2019 y T-232 de 2020). Resaltó que la posición actual comprende la discapacidad
como aquellas barreras u obstáculos sociales o del entorno que no permiten
ejercer los derechos en igualdad de condiciones.: “[l]a discapacidad es,
entonces, una realidad que se debe comprender socialmente desde la diversidad,
y que exige una intervención en las estructuras sociales que impiden la
realización y el pleno goce de los derechos de todas las personas”.[21] Del mismo modo, recordó que la
Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad hace parte del
bloque de constitucionalidad, y en ese orden, el Estado colombiano debe tomar
las medidas necesarias y adecuadas para dar cumplimiento a las obligaciones
establecidas en aquel tratado.
Como consecuencia de lo anterior, conforme
al artículo 12 de la Convención, los Estados deben reconocer a todas las
personas con discapacidad el ejercicio y goce de la capacidad jurídica y la
toma de decisiones con efectos jurídicos, desde la perspectiva de la autonomía
y la dignidad humana.
El Ministerio Público se refirió a los antecedentes
del trámite legislativo de la Ley 1996 de 2019. Al respecto precisó que fue el
esfuerzo de un diálogo colectivo para materializar los mandatos del artículo 12
de la Convención, así como las recomendaciones del Comité. Afirmó que la Ley “recogió
la obligación del Estado colombiano de implementar el nuevo paradigma sobre los
derechos de las personas con discapacidad (modelo social) y el mandato de
armonización del régimen de capacidad legal a los estándares del artículo 12 de
la CDPD, para incorporar una comprensión de la discapacidad que, a partir de la
diversidad, no restringiera la capacidad jurídica (dejando de lado la escisión
entre capacidad de ejercicio y de goce) y tuviera en cuenta los problemas
sociales estructurales”.[22]
La Ley pone en el centro de regulación la voluntad y preferencias de la persona
con discapacidad y el ejercicio efectivo de la toma de decisiones de forma
autónoma. Así, dice el Procurador, supera por completo los sistemas que le dan
prelación a la decisión de un tercero que realiza el acto acorde con el “mejor
interés” de la persona, pero anula su voluntad. De esa manera, “las figuras
de interdicción e inhabilitación (propias de los modelos de prescindencia y
médico-rehabilitador) son reemplazadas por sistemas de toma de decisiones con
apoyo, es decir, por tipos de asistencia que facilitan el ejercicio de los
derechos de las personas con discapacidad y que varían según se requiera
(apoyos leves o más intensos); la ley estableció, así, dos mecanismos de apoyo
(los acuerdos de apoyo y la adjudicación judicial de apoyo), acompañados de la
herramienta conocida como directivas anticipadas”.[23]
Con base en lo anterior, el Procurador
estimó que los cargos de las demandas partían de premisas de modelos de
discapacidad antiguos y que se alejaban de la concepción social que impera
actualmente. Señaló que contrario a lo que sostienen los actores, el sistema de
toma de decisiones con apoyo, pretende fortalecer la inclusión y la
participación plena de las personas en condiciones de discapacidad, remover las
barreras sociales y aprovechar al máximo sus capacidades. Sobre el cargo de
igualdad, el Ministerio Público señaló que “(…) aunque no es claro si el
examen propuesto pretende comparar las personas con y sin discapacidad, o si lo
hace respecto de las personas con discapacidad de acuerdo con cierto criterio
médico (evaluando el mayor o menor déficit funcional), lo cierto es que no hay
motivo para que, con respecto al derecho a la capacidad jurídica (patrón de
igualdad aplicable al caso), la ley incorpore una distinción de trato; existe,
en cambio, un mandato expreso para su reconocimiento y garantía bajo un marco de
igualdad”.[24]
En lo relacionado a la prohibición de la
interdicción, el Procurador consideró que se trata del cumplimiento de un
estándar internacional y la noción actual de la discapacidad. Por lo anterior,
solicitó declarar la constitucionalidad de los artículos 6, 8 y 53 de la Ley
1996 d 2019.
Por otra parte, advirtió que el artículo 19
de la Ley 1996 de 2019 también es constitucional, toda vez que no desconoce lo dispuesto
en el artículo 47 de la Constitución. Aclaró que esta disposición
constitucional debía interpretarse a la luz de los estándares internacionales,
y en esa medida, “(…) no existen motivos para sostener que el deber del
legislador fijado en el artículo 47 superior implique restringir la capacidad
jurídica de algunas personas con discapacidad (que se traduce en la posibilidad
de desconocer su voluntad, preferencias, el derecho a tomar riesgos y a cometer
errores), cuando el reconocimiento de este derecho es precisamente un
desarrollo de las exigencias y obligaciones que las normas superiores actuales
imponen en la materia. Como se mencionó, durante el trámite legislativo se
analizó la concordancia entre el reconocimiento de la capacidad jurídica universal
y el establecimiento de los acuerdos de apoyo como requisito de validez para la
realización de actos jurídicos”.[25]
No obstante lo anterior, el Procurador
llamó la atención que el cargo sobre la omisión legislativa del artículo 19 no
cumplía con los requisitos para ser admitido, y por ende, solicitó que la Corte
se declarara inhibida.
VI. COMPETENCIA
1. La Corte Constitucional es competente
para conocer de la presente demanda en virtud del numeral 4º del artículo 241
de la Carta Política.
Cuestiones previas
2. Dentro del expediente D-13.575 el
demandante presentó dos cargos concretos. En el primero señala que las
expresiones “e independientemente de” y “o no apoyos” del
artículo 6° de la Ley 1996 de 2019 vulneran el derecho a la igualdad reconocido
en el artículo 13 de la Constitución, así como el artículo 12 de la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, por cuanto, según el
demandante, presume la capacidad legal de toda la población con discapacidad
sin distinguir casos graves o severos en los que la persona no comprende el
acto jurídico o sus efectos. De manera que el sistema de apoyos que consagra la
Ley 1996 no es suficiente, y en cambio deja a estas personas en una situación
de indefensión y expuestas a abusos de terceros.
En el segundo cargo, afirma que el artículo
53 de la Ley 1996 de 2019 derogó la figura de la interdicción y con ello
vulnera el derecho a la igualdad (artículo 13) y el artículo 12 de la
Convención, toda vez que esta institución servía de verdadera salvaguardia para
los derechos de las personas con discapacidad. Asegura que la interdicción
tiene efectos procesales que protegen a la persona representada de abusos de
parte de sus tutores, que el nuevo sistema de apoyos no contempla.
Por su parte, los demandantes del
expediente D-13.585 sostienen que los artículos 6 y 8 de la Ley 1996 de 2019
desconocen el derecho a la igualdad de la Constitución porque no tienen en
cuenta que hay distintos tipos de discapacidad. Afirman que el legislador
incurrió en una omisión legislativa relativa al no contemplar un trato especial
para las discapacidades mentales severas o profundas.
Además, argumentaron que la parte final del
parágrafo del artículo 19 de la Ley 1996 de 2019 desconoce lo prescrito en el
artículo 47 de la Constitución Política puesto que consideran que las personas
con discapacidad “severa” requieren de un “acompañamiento permanente
representado”. Contrario a ello, la norma permite que personas que no
comprenden los actos jurídicos y su alcance, tomen decisiones que los
perjudiquen, porque siempre debe prevalecer su voluntad y preferencias y no la
asistencia del apoyo.
Con sustento en lo anterior, y a manera de
síntesis, el objeto de control constitucional se enmarcará en las siguientes
normas demandadas:
Expediente D-13.575
ARTÍCULO 6o. PRESUNCIÓN DE CAPACIDAD. Todas las personas con
discapacidad son sujetos de derecho y obligaciones, y tienen capacidad legal
en igualdad de condiciones, sin distinción alguna e independientemente
de si usan o no apoyos para la realización de actos
jurídicos.
En
ningún caso la existencia de una discapacidad podrá ser motivo para la
restricción de la capacidad de ejercicio de una persona.
La
presunción aplicará también para el ejercicio de los derechos laborales de
las personas con discapacidad, protegiendo su vinculación e inclusión
laboral.
PARÁGRAFO. El reconocimiento de la capacidad legal plena
previsto en el presente artículo aplicará, para las personas bajo medidas de
interdicción o inhabilitación anteriores a la promulgación de la presente
ley, una vez se hayan surtido los trámites señalados en el artículo 56 de la misma.
ARTÍCULO 53. PROHIBICIÓN DE
INTERDICCIÓN. Queda
prohibido iniciar procesos de interdicción o inhabilitación, o solicitar la
sentencia de interdicción o inhabilitación para dar inicio a cualquier
trámite público o privado a partir de la promulgación de la presente ley.
[Toda la disposición]
Expediente D-13.585
ARTÍCULO
6o. PRESUNCIÓN DE CAPACIDAD. Todas las personas con discapacidad son
sujetos de derecho y obligaciones, y tienen capacidad legal en igualdad
de condiciones, sin distinción alguna e independientemente de si usan o no
apoyos para la realización de actos jurídicos.
En ningún caso la existencia de una
discapacidad podrá ser motivo para la restricción de la capacidad de
ejercicio de una persona.
La presunción aplicará también para
el ejercicio de los derechos laborales de las personas con discapacidad, protegiendo
su vinculación e inclusión laboral.
PARÁGRAFO. El reconocimiento de la
capacidad legal plena previsto en el presente artículo aplicará, para las
personas bajo medidas de interdicción o inhabilitación anteriores a la
promulgación de la presente ley, una vez se hayan surtido los trámites
señalados en el artículo 56 de la misma.
ARTÍCULO 8o. AJUSTES RAZONABLES EN
EL EJERCICIO DE LA CAPACIDAD LEGAL. Todas las personas con discapacidad, mayores de
edad, tienen derecho a realizar actos jurídicos de manera independiente
y a contar con las modificaciones y adaptaciones necesarias para realizar los
mismos. La capacidad de realizar actos jurídicos de manera independiente se
presume.
La necesidad de ajustes razonables
para la comunicación y comprensión de la información, no desestima la
presunción de la capacidad para realizar actos jurídicos de manera
independiente.
ARTÍCULO 19. ACUERDOS DE APOYO COMO
REQUISITO DE VALIDEZ PARA LA REALIZACIÓN DE ACTOS JURÍDICOS. La persona titular del acto
jurídico que cuente con un acuerdo de apoyos vigente para la celebración de
determinados actos jurídicos, deberá utilizarlos, al momento de la
celebración de dichos actos jurídicos, como requisito de validez de los
mismos.
En consecuencia, si la persona
titular del acto jurídico lleva a cabo los actos jurídicos especificados por
el acuerdo de apoyos, sin hacer uso de los apoyos allí estipulados, ello será
causal de nulidad relativa, conforme a las reglas generales del régimen
civil.
PARÁGRAFO. Lo dispuesto en el presente
artículo no puede interpretarse como una obligación para la persona titular
del acto jurídico, de actuar de acuerdo al criterio de la persona o personas
que prestan el apoyo. En concordancia con lo establecido en el numeral 3 del
artículo 4o de la presente ley, los
apoyos deben respetar siempre la voluntad y preferencias de la persona
titular del acto jurídico, así como su derecho a tomar riesgos y a cometer
errores.
3. La mayoría de los intervinientes, contrario a lo
señalado por los demandantes, afirmaron que las normas demandadas son
constitucionales en virtud de los siguientes argumentos.
Sostuvieron que tanto el texto de la Convención Internacional sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad – en adelante la CDPD –, como las Observaciones
Generales hechas por su Comité, acogieron el modelo social de la discapacidad.
Este tratado fue ratificado por Colombia por medio de la Ley 1346 de 2009 y revisada mediante sentencia
C-293 de 2010. Por lo anterior, hace parte del bloque de constitucionalidad y
Colombia debe cumplir con las obligaciones establecidas en el tratado
internacional.
Al respecto, señalaron que concretamente el
artículo 12 de la CDPD reconoce la personalidad jurídica a todas las personas
con discapacidad y establece la obligación de los Estados de definir los apoyos
necesarios para garantizar el ejercicio de este derecho, así como las
salvaguardias para impedir abusos sobre sus derechos. La Observación General No.
1 del Comité de la Convención, desarrolla el contenido de estas obligaciones
internacionales y advierte que la interdicción judicial es un régimen basado en
la sustitución y despojo de la toma autónoma de decisiones.
Con sustento en lo anterior, la mayoría de
los intervinientes coincidieron en afirmar que la Ley 1996 de 2019 es el
cumplimiento de las obligaciones internacionales respecto del reconocimiento
real de la personalidad jurídica de las personas con condiciones de
discapacidad. Las intervenciones se concentraron en argumentar cómo el régimen
de interdicción judicial atiende a una concepción médica-rehabilitadora de la
discapacidad que es contraria los estándares de derechos humanos.
Varios afirmaron que la
figura de la interdicción por motivos de discapacidad es una medida
discriminatoria, habida cuenta que hace una diferenciación que no encuentra
sustento en causas objetivas, razonables ni proporcionales. Aquella afirmación
fue justificada bajo las siguientes razones: (i) la interdicción busca proteger
la vida, integridad, bienestar y administración de bienes de una persona, no
obstante “no resulta idónea para este fin, puesto a que la anulación de
derechos de una persona no es correspondiente con el intento de protección de
la misma o su entorno. No le otorga ninguna seguridad ni facilidad para su
autoprotección ni a terceros, sino por el contrario, termina con las
posibilidades de denunciar cualquier de (sic) tipo de maltrato o engaño que
pueda sufrir la persona con discapacidad”[26];
(ii) la interdicción no es una medida necesaria, toda vez que existen otras
opciones legales, como el modelo de apoyos combinado con mecanismos de
salvaguardias, que son más idóneas para proteger a las personas con
discapacidad; (iii) al hacer un test de proporcionalidad, se puede comprobar
que “retirar la capacidad jurídica de una persona para asignarla a otra en
su lugar no era una medida que realizara por sí misma un fin de protección al
bienestar de la persona en cuestión, por el contrario la exponía a abusos y la
discriminaba directamente”[27];
y (iv) “confundir «capacidad jurídica» con «la capacidad mental» y negarle a
una persona 'con menor capacidad mental' tomar decisiones o ejercer su
capacidad de obrar, es un acto discriminatorio fijado por una valoración
subjetiva de la capacidad mental de personas con discapacidad solo por tener
dicha discapacidad”[28].
Por lo anterior, lo
dispuesto en el
artículo 12 de la CDPD y el nuevo modelo de apoyos ofrecen una solución legal
que respeta los derechos fundamentales de las personas con discapacidad, al
implementar medidas de accesibilidad y/o ajustes para obtener la voluntad de
estas personas. Indicaron que el modelo de apoyos no se encuentra dirigido a
limitar la capacidad jurídica de la persona con discapacidad, sino a
potenciarla en función a sus necesidades
Aseveraron que, en
definitiva, el Estado colombiano ha cumplido los compromisos asumidos a través
del CDPD, apostando por el reconocimiento igualitario de la capacidad jurídica
de las personas con discapacidad, “eliminando el régimen de interdicción o
inhabilitación, y desarrollando diferentes e integrales formas de apoyo y
disponiendo una serie de salvaguardias”[29].
Estimaron que el modelo de
apoyo implementado mediante la ley demandada es armónico con el respeto a la
capacidad jurídica de las personas con discapacidad, por tener como
características principales a las siguientes: (i) “[l]a voluntariedad del
apoyo: su nombramiento no puede efectuarse en contra de la voluntad de la
persona con discapacidad y esta última puede rechazarlos”; (ii) “[e]l ejercicio
de la capacidad Jurídica no puede subordinarse a una previa designación de
apoyos”; y (iii) “[l]a actuación de los apoyos debe obedecer la voluntad y
preferencias de la persona con discapacidad, no lo que a criterio de un tercero
puede ser el mejor interés de la persona”[30].
Resaltaron que dicho modelo es aplicable a una gran variedad de situaciones,
incluso en aquellas en las que sea difícil determinar la voluntad de las
personas asociadas a diagnósticos severos.
Al respecto, afirmaron que
el modelo de asistencia o apoyo busca garantizar el desarrollo de la autonomía
y procurar un trato igualitario entre este grupo de personas y el resto de la
población. A su parecer, este modelo es el idóneo para garantizar y respetar el
principio de autonomía y el derecho a la igualdad.
Los intervinientes
agregaron que los demandantes confundieron la capacidad legal con la capacidad cognitiva o mental
y erraron al asimilar la discapacidad con una enfermedad. Los intervinientes, explicaron
que la CDPD reconoce a la capacidad jurídica como un derecho universal que
tienen todas las personas por el simple hecho de ser personas. El concepto de
capacidad jurídica engloba: (i) la capacidad de goce o de ser sujeto de
derechos y obligaciones (elemento estático); y (ii) la capacidad de ejercicio o
de asumir obligaciones a través de sus propias decisiones (elemento dinámico).
El primer elemento responde a una protección plena sobre los derechos de la
persona en el ordenamiento jurídico, mientras que el segundo se refiere al
reconocimiento de la persona como actor facultado para realizar y transar
relaciones jurídicas, incluyendo la facultad de crear, modificar o extinguir
relaciones jurídicas.
Hicieron énfasis en que la
capacidad jurídica y la mental son conceptos distintos, y para ello citaron la Observación
General No. 1 de 2014, el Comité.
Señalaron que, en el
ordenamiento jurídico colombiano, la confusión entre capacidad jurídica y
mental era la premisa central de la Ley 1306 de 2009. De ahí que la figura de
la interdicción, entendida erróneamente como una medida de protección, se
justificara en esta normatividad, al considerar que las personas con
discapacidad mental eran incapaces en el ámbito jurídico. Indicaron que esta
perspectiva es contraria a la CDPD y que de ella se derivó un sistema jurídico
en el que prevaleció la sustitución de la voluntad de las personas con
discapacidad al impedirles ejercer su capacidad jurídica. A contrario sensu,
la Ley 1996 de 2019 fue expedida con el objetivo de aclarar que el ejercicio
del derecho a la capacidad jurídica no depende de la capacidad mental.
Ahora bien, los
intervinientes estimaron que la Convención adopta la inclusión hacia todas las
personas con discapacidad sin hacer diferenciación entre ellas, ni distinguir
entre discapacidad física, intelectual o cognitiva. Tampoco hace ninguna
diferenciación entre los tipos o grados de discapacidades (ej. discapacidades
mentales leves, graves o severas), habida cuenta que no es de recibo distinguir
a las personas para reconocer los derechos que la CDPD consagra, en tanto se
reconoce la igualdad ante la ley de todas las personas.
Pese a lo anterior,
aclararon que el no diferenciar los tipos o grados de discapacidad para el
reconocimiento de derechos no implica que no se tenga en cuenta que las personas
con discapacidad pueden requerir diferentes tipos e intensidades de apoyo para
ejercer sus derechos. De tal manera que la CDPD estableció que los apoyos deben
diseñarse exclusivamente para la persona de acuerdo con sus características y
necesidades personales. “De tal forma, que los apoyos son los que pueden
revestir diferentes grados e intensidades para facilitar el goce efectivo de
derechos”[31].
4. Por su parte, una minoría de los
intervinientes coadyuvó a los argumentos de los demandantes.[32] Sostuvieron que al derogar la
figura de la interdicción el régimen de guardas también se ve afectado y esto
deja en indefensión a las personas en condiciones de discapacidad.
Adicionalmente, el profesor Jairo Rivera Sierra afirmó que el artículo 6 de la Ley 1996
es inconstitucional al no distinguir el tipo de discapacidades y otorgar igual
tratamiento para el ejercicio de la capacidad jurídica sin tener en cuenta los
apoyos. Según el interviniente, el artículo 53 extralimitó los lineamientos de
la CDPD “cuyo objetivo es la protección e inclusión de las personas con
discapacidad, pero cuyo texto en ningún momento las dota de plena capacidad de
ejercicio ni prohíbe la interdicción o la inhabilitación como mecanismos de
protección para las mismas”[33]. Resaltó que el numeral 2 del
artículo 12 de la CDPD se refirió a la capacidad jurídica, mientras que el
artículo 6 de la Ley 1996 de 2019 involucró la capacidad legal.
Al respecto, aclaró que “la
capacidad jurídica o de derecho es aquella de la que goza todo ser humano desde
el momento de su nacimiento y hasta el momento de su muerte, reconocida en
Colombia por el artículo 14 de la Constitución Política y por la ley civil, que
se refiere a la potestad de ser titular de todos los derechos y libertades y de
gozar de ellos. Por su parte, la capacidad legal, negocial o de ejercicio se
refiere a la aptitud para obrar jurídicamente e introducir cambios en las
relaciones y asuntos jurídicos en los que se es sujeto”[34].
En su opinión, dicha extralimitación deja en una situación de debilidad
manifiesta y sin mecanismos de protección eficaces frente a los abusos que
puedan cometer en contra de las personas con discapacidad; situación a la que
también contribuye el artículo 53 al derogarse las figuras de la interdicción e
inhabilitación.
Sobre el último punto
mencionado, señaló que la CDPD no previó la prohibición de la interdicción
judicial como mecanismo de protección. Por ello, el interviniente estimó que el
artículo 53 de la Ley 1996 de 2019 también extralimitó el contenido de la CDPD,
bajo ningún argumento o razón suficiente.
El interviniente expresó
que, en su opinión, la Ley 1996 de 2019 rompió toda la tradición jurídica sobre
la materia, puesto que: (i) se separó completamente del paradigma existente en
relación con el tema de capacidad dentro del ordenamiento jurídico colombiano,
al dotar de capacidad plena a todas las personas con discapacidad sin
distinción alguna; (ii) desconoció la distinción existente entre la capacidad
de goce y la de ejercicio, así como también la incapacidad absoluta y la
relativa, como concepto legal; (iii) eliminó y prohibió las figuras de
interdicción e inhabilitación, dejando completamente desprotegidos los derechos
e intereses de las personas con discapacidad, además porque introdujo unos mecanismos
de apoyo que no desarrolló; y (iv) consagró un nuevo derecho desconocido en
Colombia, esto es, el derecho a equivocarse, sin medir las consecuencias que
esto puede acarrear en el campo legal, en el que además debe primar siempre la
voluntad del interesado, privando de toda efectividad y utilidad a los apoyos
contemplados.
5. Con sustento en lo anterior, la Sala Plena
procederá primero a evaluar la aptitud de las demandas y los cargos formulados,
toda vez que algunos intervinientes presentaron preocupaciones sobre la
ausencia de razones claras, ciertas, suficientes y pertinentes. Además,
sugirieron que el cargo relativo a la existencia de una omisión legislativa
relativa no cumple con los requisitos jurisprudenciales. Una vez agotado este
análisis preliminar, la Sala desarrollará unas consideraciones generales
relacionadas con (i) la interdicción judicial y (ii) el reconocimiento a la
capacidad jurídica desde el modelo social de la discapacidad, para finalmente,
analizar cada uno de los cargos.
Aptitud de los
cargos formulados en las demandas. Reiteración jurisprudencial.
6. El artículo 2º del Decreto 2067 de 1991
establece los requisitos que deben observarse en la formulación de una demanda
de inconstitucionalidad.[35] Concretamente las acciones de
constitucionalidad requieren tres elementos fundamentales: “(1) debe referir
con precisión el objeto demandado, (2) el concepto de la violación y (3) la
razón por la cual la Corte es competente para conocer del asunto” (art. 2,
Decreto 2067 de 1991).[36]
El primero de estos elementos (el
objeto demandado) exige el deber del ciudadano de indicar inequívocamente
la norma o apartes de la norma que a su juicio considera son contrarios al
ordenamiento constitucional.[37] Este requisito incluye revisar, por
ejemplo, la vigencia de la norma que se ataca, la eventual presencia de una
cosa juzgada y la necesidad de identificar una proposición jurídica completa o
realizar la integración de la unidad normativa de ser procedente. Estos dos
últimos asuntos serán analizados por esta providencia más adelante.
El segundo de estos elementos (el
concepto de la violación), debe observar, a su vez, tres condiciones
mínimas: (i) “el señalamiento de las normas constitucionales que consideren
infringidas “(art. 2, num.2, Decreto 2067 de 1991); (ii) “la exposición
del contenido normativo de las disposiciones constitucionales que riñe con las
normas demandadas”[38] y (iii) exponer las razones
por las cuales las disposiciones normativas demandadas violan la Constitución,
las cuales deberán ser, al menos, “claras, ciertas, específicas, pertinentes
y suficientes”.[39]
Dichas características, que debe reunir
el concepto de violación, formulado por quien demanda la norma, fueron
definidas por la Corte. En cuanto al requisito de la claridad, indicó
esta Corporación, que el mismo se refiere a la existencia de un hilo conductor
en la argumentación, que permita al lector la comprensión del contenido en su
demanda.[40] La
condición de certeza, por su lado, exige al actor presentar
cargos contra una proposición jurídica real, existente y que tenga conexión con
el texto de la norma acusada, y no una simple deducción del demandante.[41] La
exigencia de especificidad hace alusión a que el demandante debe
formular, al menos, un cargo constitucional concreto y directamente relacionado
con las disposiciones que se acusan, pues exponer motivos vagos o
indeterminados impediría un juicio de constitucionalidad.[42] En cuanto a la
pertinencia, la Corte ha establecido que la misma se relaciona con la
existencia de reproches basados en la confrontación del contenido de una norma
superior con aquel de la disposición demandada, por lo cual no puede tratarse
de argumentos de orden legal o doctrinario, o de puntos de vista subjetivos del
accionante.[43] Con respecto a la suficiencia, ésta
guarda relación con la exposición de los elementos de juicio necesarios para
llevar a cabo un juicio de constitucionalidad y con el empleo de argumentos que
despierten una duda mínima sobre la constitucionalidad de la disposición
atacada, logrando así que la demanda tenga un alcance persuasivo.[44]
Omisión legislativa
relativa. Reiteración jurisprudencial.
7.
La
jurisprudencia de la Corte Constitucional ha definido la omisión legislativa absoluta
y relativa. La primera se presenta cuando “existe una falta de desarrollo
total de un determinado precepto constitucional”[45] Este tipo de omisión legislativa no puede
ser objeto de demanda de inconstitucionalidad porque “el juicio de
constitucionalidad esencialmente consiste en la comparación entre dos textos
normativos, uno de rango legal y otro constitucional, de manera que la
inexistencia del primero lógicamente impide adelantar tal proceso comparativo
propio del control abstracto de constitucionalidad de las leyes”.[46]
Por
su parte, la omisión legislativa relativa se presenta cuando el legislador
incumple una obligación derivada de la Constitución que le impone expedir una
norma legal. Este tipo de omisión “está ligado, cuando se configura, a una
"obligación de hacer", que supuestamente el Constituyente consagró a
cargo del legislador, el cual sin que medie motivo razonable se abstiene de
cumplirla, incurriendo con su actitud negativa en una violación a la Carta”.[47]
En este escenario, sí
puede presentarse una demanda de inconstitucionalidad por omisión legislativa
relativa contra una norma determinada. Sin embargo, la demanda debe cumplir con
unas condiciones concretas:
“ (i) que exista una norma
sobre la cual se predique necesariamente el cargo; (ii) que la misma excluya de
sus consecuencias jurídicas aquellos casos que, por ser asimilables, tenían que
estar contenidos en el texto normativo cuestionado, o que el precepto omita
incluir un ingrediente o condición que, de acuerdo con la Constitución, resulta
esencial para armonizar el texto legal con los mandatos de la Carta; (iii) que
la exclusión de los casos o ingredientes carezca de un principio de razón
suficiente; (iv) que la falta de justificación y objetividad genere para los
casos excluidos de la regulación legal una desigualdad negativa frente a los
que se encuentran amparados por las consecuencias de la norma; y (v) que la
omisión sea el resultado del incumplimiento de un
deber específico impuesto por el constituyente al legislador”.[48]
Con base en lo anterior,
cuando se formula una omisión legislativa relativa, le corresponde al
demandante, además de cumplir con los requisitos ordinarios dispuestos en el
artículo 2° del Decreto 2067 de 1991, asumir la carga de argumentar de forma
suficiente las condiciones transcritas. El juez constitucional deberá analizar
si el legislador omitió incluir un elemento, que de acuerdo a los mandatos de
la Constitución Política, necesariamente se debía haber tenido en cuenta en el
presupuesto normativo para que la norma sea constitucional.
Aptitud
de los cargos formulados contra el artículo 6 de la Ley 1996 de 2019
8. Las dos demandas atacan
los mismos apartes del artículo 6 de la Ley 1996 de 2019, el cual consagra la
presunción de capacidad de todas las personas con discapacidad.[49] Para los demandantes, la
norma desconoce el derecho a la igualdad (artículo 13 CP) y lo dispuesto en el
artículo 12 de la Convención sobre Derechos de las Personas con Discapacidad,
toda vez que no tiene en cuenta que hay distintos tipos de discapacidad y asume
que todas pueden ejercer la capacidad legal sin apoyos para la toma de
decisiones, dejando en indefensión aquellas discapacidades que presentan un
diagnóstico grave o severo.
Cabe aclarar que en la
demanda D-13.575 solo se atacan las expresiones “e independientemente” y
“o no de apoyos”; mientras que en el expediente D-13.585 se demanda casi
todo el primer inciso (“Todas las personas con discapacidad son sujetos de derecho y
obligaciones, y tienen capacidad legal en igualdad de condiciones, sin
distinción alguna e independientemente de si usan o no apoyos para la
realización de actos jurídicos”) y todo el segundo inciso (“En ningún caso la existencia de
una discapacidad podrá ser motivo para la restricción de la capacidad de
ejercicio de una persona”).
Los argumentos expuestos son
aplicables a todos los apartes atacados en la demanda D-13.585 que subsume los
apartes de la D-13.575. De manera que se analizará la presunta
inconstitucionalidad de las expresiones demandadas en el expediente D-13.585.
9. La Sala encuentra que los cargos
contra el artículo 6 de la Ley 1996 de 2019 cumplen con los requisitos de
claridad, certeza, especificidad, pertinencia y suficiencia.
Se
evidencia que los demandantes desarrollan una argumentación clara, en la medida
en que tienen un hilo conductor que hace referencia a la cobertura sin
distinción del reconocimiento de la capacidad jurídica sin apoyos, lo que a su
parecer genera una desigualdad para quienes no comprenden los actos jurídicos
que los afectan. Explican que la presunción de capacidad jurídica
“independientemente de los apoyos” puede poner en una situación de indefensión
a una persona que presenta una condición de discapacidad mental severa o
profunda. Los cargos son ciertos, en razón a que demandan normas vigentes y
concretas que tienen una relación con las normas constitucionales invocadas.
Adicionalmente, los argumentos que exponen son específicos, toda vez que se
limitan a establecer cómo esta presunción en algunos casos puede afectar los
derechos de las personas en condiciones de discapacidad. Para ello, citan el
artículo 12 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad, el cual reconoce que las personas en condiciones de discapacidad
requieren de ciertos apoyos para ejercer su personalidad jurídica.
La
argumentación es pertinente y suficiente puesto que el reproche se sustenta en
el contenido de normas de carácter superior, como los son el artículo 13 de la
Constitución y el artículo 12 de la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad (a través del bloque de constitucionalidad) y los
demandantes exponen argumentos que despiertan una duda mínima sobre la
constitucionalidad de la disposición atacada. Al respecto, de una lectura del
artículo 12 de la Convención, a diferencia del artículo 6 demandado, no se
encuentra el reconocimiento del ejercicio de la capacidad legal sin tener en
cuenta los apoyos y salvaguardias a favor de las personas con discapacidad. De
tal modo, la Sala encuentra que existe una mínima duda que amerita analizar la
presunta inconstitucionalidad de la disposición atacada.
10. Ahora bien, la Sala Plena estima
necesario realizar una integración normativa de los primeros dos incisos del artículo
6° de la Ley 1996 de 2019, dado que las expresiones atacadas por los
demandantes en ambas demandas no forman un enunciado completo para los cargos
que presentan.
El
artículo 6º del Decreto 2067 de 1991 establece, por una parte, la carga del
ciudadano de incluir e identificar todas las normas y presupuestos jurídicos
que considera inconstitucionales acorde con el cargo que formula; y por otra
parte, la facultad del juez constitucional de integrar la unidad normativa.[50]
Esta regla le permite a la
Corte pronunciarse sobre aquellas normas que a su juicio conforman una unidad
normativa con el precepto acusado cuando el demandante no lo ha hecho en el
escrito de la demanda.[51]
La jurisprudencia ha
establecido que la integración normativa oficiosa, es decir, la potestad de la
Corte de adelantar la integración normativa procede de manera excepcional, en
razón de la naturaleza rogada de la acción de inconstitucionalidad y de su
carácter participativo y democrático, pues los intervinientes no tendrían la
posibilidad de pronunciarse sobre las normas o disposiciones integradas por el
tribunal constitucional.[52]
Al mismo tiempo, esta Corporación ha sostenido que la integración normativa “desarrolla
importantes mandatos constitucionales como la economía procesal y la seguridad
jurídica, a través de la eficacia del control abstracto de constitucionalidad,
y la efectividad de sus principios, derechos y deberes, al garantizar la
coherencia del ordenamiento”.[53]
Por lo anterior, la Corte
Constitucional ha realizado la integración de la unidad normativa cuando ha
encontrado que existe una relación inescindible entre las normas o
proposiciones demandadas y otros textos que no han sido atacados por el actor.
En efecto, la jurisprudencia ha recogido tres hipótesis en las que procede la
integración oficiosa: “(i) cuando un ciudadano demanda una disposición que,
individualmente, no tiene un contenido deóntico claro o unívoco, de manera que,
para entenderla y aplicarla, resulta absolutamente imprescindible integrar su
contenido normativo con el de otra disposición que no fue acusada; (ii) en
aquellos casos en los cuales la disposición cuestionada se encuentra
reproducida en otras normas del ordenamiento que no fueron demandadas, con el
propósito de evitar que un fallo de inexequibilidad resulte inocuo; (iii)
cuando la norma demandada se encuentra intrínsecamente relacionada con otra
disposición que, a primera vista, presenta serias dudas de constitucionalidad”.[54]
Específicamente, sobre la
primera hipótesis de procedencia de la integración de la unidad normativa, la
jurisprudencia ha sostenido que cuando se demanda un contenido que no tiene un
alcance regulador autónomo, como en el caso en el que se atacan palabras o
expresiones precisas de una norma, deben tenerse en cuenta dos situaciones: “(i) que lo acusado sea un
contenido comprensible como regla de derecho que pueda contrastarse con las
normas constitucionales; y (ii) si los apartes que no han sido demandados
perderían la capacidad de producir efectos jurídicos en caso de declararse la
inexequibilidad del fragmento normativo demandado, evento en el cual es
procedente la integración de la unidad normativa.”[55]
11. Con sustento en las reglas
jurisprudenciales antes mencionadas, la Sala Plena considera necesario hacer una
integración de la unidad normativa de los dos incisos del artículo 6° de la Ley
1996 de 2019, dado que ninguna de las demandas ataca este contenido de forma
completa, pero los cargos que plantean son preocupaciones constitucionales que
deben analizarse a la luz de la presunción de capacidad que se establece en
aquella disposición. Además, se observa que los apartes que ataca una y otra
demanda no tienen un contenido autónomo unívoco sin la lectura integral del
artículo. En efecto, la presunta violación del artículo 13 de la Constitución y
del artículo 12 de la CDPCD que alegan los demandantes se sustenta en que la
norma presume la capacidad legal incluso para aquellos tipos de discapacidad
cognitiva en las que la persona no tiene entendimiento del acto jurídico que va
a realizar, y por tanto, no puede expresar de forma univoca su voluntad y
preferencias.
La lectura completa del enunciado
normativo muestra que el legislador establece una presunción de la capacidad de
goce y ejercicio para todas las personas en condiciones de discapacidad para la
realización de actos jurídicos. Por ende, el cargo de los demandantes implica
el contenido dispuesto en los primeros incisos de la norma y no solo los apartes
que señalan. De ese modo, en virtud del principio de seguridad jurídica, la
Corte estima procedente analizar los dos incisos del artículo 6° puesto que las
expresiones demandadas tienen una relación inescindible con los demás
contenidos de la norma, y adicionalmente, se estima que se trata de una norma
general y transversal a toda la Ley 1996 de 2019 cuya importancia exige que su interpretación
constitucional sea integral.
Con sustento en lo anterior, la Sala
Plena analizará la presunta inconstitucionalidad de los dos primeros incisos
del artículo 6 de la Ley 1996 de 2019 por la violación de los artículos 13 de
la Constitución y 12 de la Convención sobre los derechos de las personas con
discapacidad.[56]
Aptitud
de los cargos formulados contra el artículo 8 de la Ley 1996 de 2019
12. En el expediente D-13.585 se
argumenta que la expresión “todas las personas con discapacidad, mayores de
edad, tienen derecho a realizar actos jurídicos de manera independiente (…)” del
artículo 8 de la Ley 1996 de 2019, es contrario al artículo 13 de la
Constitución por las mismas razones que exponen sobre el artículo 6°.[57] En el escrito los demandantes manifestaron: “todas las personas sin
tener en cuenta las diferencias existentes entre cada una de las personas con
discapacidad, poniendo en riesgo a aquellos que no se pueden valer por sus
propios medios y los cuales el Estado deber proteger en mayor medida tal como
lo estableció en el texto constitucional y no solo con una persona de apoyo que
realice acompañamiento ni unos ajustes razonables como se estipula en la Ley
violatoria, sino una protección real y efectiva de los derechos con los que
cuentan estas personas en condición de vulnerabilidad”.[58]
13. Al respecto la Sala considera que no
se cumplen con los requisitos de claridad, suficiencia y certeza. Los
demandantes utilizan los mismos argumentos del artículo 6 para señalar que el
aparte del artículo 8 también es inconstitucional. Sin embargo, ambas
disposiciones regulan asuntos diferentes y esto no es tenido en cuenta por los
actores. El artículo 8 de la Ley 1996 de 2019 hace parte del Capítulo II el
cual establece los “mecanismos para el ejercicio de la capacidad legal y
para la realización de actos jurídicos” y consagra los “ajustes
razonables en el ejercicio de la capacidad legal”. De manera que no es muy
precisa la argumentación utilizada por los ciudadanos ya que la preocupación
que expresan se concentra en que hay discapacidades graves que requieren de
apoyos para ejercer su capacidad legal, y que por tanto, no pueden hacerlo de
forma independiente. El artículo 8 regula los ajustes razonables que se
requieren para que eso sea posible. Establece que todas las personas con
discapacidad, mayores de edad, tiene derecho a realizar actos jurídicos de
manera independiente, pero a renglón seguido, establece que tienen derecho a “contar
con las modificaciones y adaptaciones necesarias para realizar los mismos”.
De manera que, la misma disposición asume que se requiere de la realización de
ajustes razonables para el ejercicio de la capacidad jurídica.
Acorde con lo anterior, la
argumentación es subjetiva y abstracta en relación con la disposición que se
ataca, y por ello, no cumple con el requisito de certeza. Adicionalmente, es
insuficiente la argumentación porque no explica los elementos de juicio
necesarios para sembrar una mínima duda de inconstitucionalidad de la
disposición legal frente al texto constitucional.
Con base en lo anterior, la Sala
Plena se inhibirá para analizar el cargo formulado contra la expresión “todas
las personas con discapacidad, mayores de edad, tienen derecho a realizar actos
jurídicos de manera independiente (…)” del artículo 8 de la Ley 1996 de
2019, por la presunta violación del artículo 13 de la Constitución.
Aptitud
de los cargos formulados contra el artículo 19 de la Ley 1996 de 2019
14. Alegan los actores que el aparte “los
apoyos deben respetar siempre la voluntad y preferencias de la persona titular
del acto jurídico, así como su derecho a tomar riesgos y a cometer errores”
del artículo 19 de la Ley 1996, desconoce la protección especial prescrita en
el artículo 47 de la Constitución Política porque las personas con discapacidad
severa o profunda requieren de un “acompañamiento permanente representado”,[59] lo que implica una
protección especial acorde con sus necesidades.[60] Añaden que no se entiende la
finalidad de contar con apoyos si no se van a tener en cuenta al momento de
tomar decisiones. Así, “el discapacitado podrá celebrar actos que lo
perjudiquen económicamente sin existir una norma que lo proteja, para lo cual
existirán individuos que siempre se van a querer aprovechar de estos, al tener
pleno conocimiento de que los actos que se suscriben con los mismos cuentan con
todos los requisitos establecidos por tratarse de personas capaces, debiendo el
titular del acto jurídico asumir sus riesgos y estar sujeto a cometer errores”.[61]
15. La Sala Plena encuentra que los
argumentos desarrollados por los demandantes para sostener que el último aparte
del artículo 19 es inconstitucional no cumplen con los requisitos de claridad,
certeza, especificidad y suficiencia.
No
hay claridad en los argumentos por cuanto no tienen en cuenta el contexto
normativo donde se redacta el artículo y solo reiteran argumentos generales y
abstractos de todo el sistema de apoyo y salvaguardas de la Ley 1996 de 2019.
En efecto, los demandantes afirman que la Ley 1996 estableció un sistema de
apoyos que en realidad solo sirve a las discapacidades relativas, pero no a las
absolutas. Por ello, señalan que el legislador incurrió en una omisión
legislativa relativa al no tener en cuenta los diferentes tipos de discapacidad
y sus necesidades al momento de perfeccionar actos jurídicos. Así, la
argumentación no explica de forma inequívoca por qué el aparte del artículo 19
de la Ley 1996 de 2019 es el objeto de inconstitucionalidad, cuando existen
otras disposiciones que tienen una relación más coherente con su argumentación
sobre la presunta ineficacia del sistema de apoyos y las discapacidades
absolutas o severas.
El
cargo no es específico ni cierto, toda vez que el artículo 19 regula todo lo
concerniente a los “acuerdos de apoyo como requisito de validez para la
realización de actos jurídicos”, es decir, se exigen los apoyos para que
los actos jurídicos no sean declarados nulos. Al final del artículo se señala
que los apoyos deben tener en cuenta las preferencias de la persona titular del
acto jurídico, “así como su derecho a tomar riesgos y a cometer errores”.
Este aparte debe ser interpretado junto con el numeral 3° del artículo 4, el
cual dispone el principio de “primacía de la voluntad y preferencias de la
persona titular del acto jurídico”. Este principio contempla de forma
expresa los casos en los que “aun después de haber agotado todos los ajustes
razonables disponibles, no sea posible establecer la voluntad y preferencias
de la persona de forma inequívoca, se usará el criterio de la mejor
interpretación de la voluntad (…)”.
De
manera que, contrario a lo que afirman los demandantes, el legislador sí
contempló medidas para atender los casos más graves de discapacidad y cómo
proceder ante las personas que se encuentren imposibilitadas para manifestar su
voluntad y preferencias. Esto además se puede corroborar con otras
disposiciones de la misma ley que no fueron demandadas en esta ocasión, como
por ejemplo los artículos 5, 9, 38, 48 y 56.[62] Por lo
anterior, la Sala considera que los argumentos relacionados con la presunta
inconstitucionalidad de la parte final del artículo 19 no cumplen con los
requisitos de especificidad y certeza, pues no evidencian la existencia de una
oposición objetiva concreta entre la norma constitucional y la legal, y además,
parten de supuestos que no son ciertos.
Aunado a lo anterior,
tampoco se cumple con los requisitos establecidos por la jurisprudencia
relacionados con la omisión legislativa relativa y, con ello, se incumple el
requisito de suficiencia. Como ya se estableció no es cierto que el legislador
haya incurrido en una omisión, toda vez que sí tuvo en cuenta los casos en los
que las personas están imposibilitadas para manifestar su voluntad.
Adicionalmente, como se describió líneas arriba los demandantes no cumplieron
con la carga argumentativa suficiente para cumplir con los requisitos
jurisprudenciales de este tipo de cargos. A pesar de que identificaron una
norma legal según la cual consideran que el legislador omitió tener en cuenta a
un sector de la población en condiciones de discapacidad, lo cierto es que la
norma sí contemplo la hipótesis que alegan. De esa forma, la Sala no encuentra
que la norma excluya de sus consecuencias jurídicas a las discapacidades
severas o profundas, pues al reconocer que pueden existir casos en los que la
persona se encuentra “absolutamente imposibilitada para manifestar su
voluntad y preferencias por cualquier medio”, sí está teniendo en cuenta casos
en los que se necesitan mayores o más intensidad en los apoyos.
En todo caso, los
demandantes no explicaron por qué el precepto debía consagrar expresamente a
las discapacidades cognitivas profundas o severas, ni por qué esta omisión es
inconstitucional, cuando el mismo artículo demandado prevé aquellas situaciones
en las que la persona está imposibilitada para expresar su voluntad.
Con sustento en lo anterior, la Corte
se declarará inhibida para fallar el cargo formulado contra el inciso final del
artículo 19 por presuntamente vulnerar el artículo 47 constitucional, ante la
ausencia de argumentos claros, específicos y suficientes.
Aptitud
de los cargos formulados contra el artículo 53 de la Ley 1996 de 2019[63]
16. El demandante del
expediente D-13.575 explicó que la interdicción es una salvaguardia efectiva
que la Ley acusada elimina del ordenamiento jurídico, afectando el ejercicio de
los derechos de las personas en condiciones de discapacidad. En sus palabras
mencionó que “las personas interdictas o inhábiles, en el evento de que el
guardador vaya en contra vía de sus intereses económicos y su voluntad real, se
suspende el término de prescripción para exigir el derecho transgredido,
brindando una garantía jurídica que permite salvaguardar de cualquier abuso, de
persona extraña (tercero) o cercana (guardados conforme a la Ley 1306) el cual
pretenda ser avivato, ligero, oscuro, ruin o malévolo con la persona en
situación de discapacidad mayor de edad”.[64] El actor explicó este argumento
citando el artículo 2.530 del Código Civil que dispone la “suspensión de la
prescripción ordinaria”. Finalmente manifestó que la interdicción es una medida
que podría haber sido considerada como complementaria a los “apoyos” y
“salvaguardias” de la nueva ley, pero el legislador la prohibió por completo:
“En este sentido
negociar con una persona en situación de discapacidad mayor de edad con la
garantía y salvaguardia de la interdicción supone una protección y blindaje
jurídico frente a los sujetos con los que entable una relación jurídica o
económica y tal garantía consistirá en la suspensión del tiempo de prescripción
a favor del interdicto y/o inhábil, garantizando que en cualquier momento, en
el evento de ser defraudado, podrá perseguir a quien lo defraudó, sea su
guardador, ahora apoyo, o un tercero con el cual entable una relación jurídica.
Por lo anterior, si se prohíbe la figura de la interdicción e inhabilidad, las
personas que juró la ley proteger quedarán desprovistas de dicha salvaguardia
aún más cuando la Ley 1996 no establece realmente salvaguardia alguna”.[65]
Adicionó el actor que la
interdicción sí es una “salvaguarda efectiva” porque “para las
personas interdictas e inhábiles, en el evento de que el guardador vaya en
contra vía de sus intereses económicos y su voluntad real, se suspende el
término de prescripción para exigir el derecho transgredido, brindando una
garantía jurídica”.[66]
17. La Sala Plena considera
que el cargo formulado contra el artículo 53 de la Ley 1996 de 2019 cumple con
los requisitos para ser analizado de fondo por las siguientes razones. Los
argumentos son claros en la medida en que el actor explica que la prohibición
expresa de los procesos de interdicción puede generar una indefensión de las
personas en condiciones de discapacidad, ya que esta institución servía para
evitar abusos de terceros o de los mismos curadores contra los derechos de esta
población.
El cargo es cierto y
pertinente, pues identifica de manera inequívoca la norma legal y la
disposición constitucional y convencional que considera vulnerada. El actor
explica que se viola el derecho a la igualdad de las personas con discapacidad
y el artículo 12 de la Convención, pues el sistema de apoyos no contempla
salvaguardias concretas contra los abusos de quienes sirvan de apoyos, como,
según plantea el actor, sí tenía la institución jurídica de la interdicción, la
cual generaba unas consecuencias no solo de responsabilidad, sino efectos
procesales que protegían el patrimonio de las personas involucradas. Además,
señala que el artículo del tratado internacional dispone la obligación del
Estado de proporcionar salvaguardias adecuadas y efectivas para impedir abusos.
El cargo cumple con el
requisito de especificidad porque expone argumentos que evidencian una
oposición objetiva de la norma legal y las normas constitucionales y
convencionales. Al respecto, el demandante expone que la interdicción contaba
con unos efectos jurídicos en materia procesal que resguardaban los intereses
de la persona que se encontraba bajo una sentencia de interdicción. Afirma que
este tipo de salvaguardias no se reflejan en la nueva Ley y, en consecuencia,
se vulnera el derecho a la igualdad de las personas en condiciones de
discapacidad quienes quedan en una situación de indefensión al prohibirse de
plano la interdicción en algunos asuntos.
Finalmente, las razones
desarrolladas para sostener el cargo son suficientes toda vez que se argumenta que
si la Ley presume la capacidad legal de todas las personas con discapacidad,
incluso sin ningún apoyo, esta población está constantemente expuesta a abusos
de terceros que pueden afectar sus derechos fundamentales. Por ejemplo, el
demandante explica que la suspensión de la prescripción ordinaria a favor del
“incapaz” quedó sin sustento y, por otra parte, el régimen de guardas
establecido en la Ley 1306 de 2009 era una alternativa que constituía una
verdadera salvaguardia que la nueva Ley no contempla dentro de su regulación.
La Sala Plena estima que
las prohibiciones de (i) iniciar procesos de interdicción o inhabilitación o
(ii) solicitar la sentencia de interdicción o inhabilitación para dar inicio a
cualquier trámite público o privado a partir de la promulgación de la Ley 1996
de 2019, establecidas en el artículo 53, y los argumentos esbozados por el
demandante generan una mínima duda de inconstitucionalidad que merece ser
estudiada de fondo, concretamente, si el nuevo sistema de apoyos al prohibir de
plano la interdicción dejó sin efectos salvaguardias legales en materia
procesal que dejan en indefensión a las personas en condiciones de discapacidad
cognitiva severa o profunda.
18. En síntesis, la Sala Plena se concentrará en analizar
los cargos presentados contra los artículos 6 (parcial) y 53 (integral) de la
Ley 1996 de 2019 por la presunta violación de los derechos consagrados en los
artículos 13 y 93 de la Constitución Política, en conjunto con el 12 de la
Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad.
VII.
Problemas
jurídicos y consideraciones de la Corte
19. Una vez establecido el objeto de análisis de las
demandas, la Sala procederá a establecer si los artículos 6° y 53 de la Ley
1996 de 2019 son contrarios a lo establecido en los artículos 13 y 93 de la
Constitución Política, así como a lo consagrado en el artículo 12 de la
Convención sobre los Derechos de las personas con discapacidad. Concretamente,
la Corte analizará si se vulneran los derechos fundamentales a la igualdad y a
la personalidad jurídica de las personas en condiciones de discapacidad, al
reconocerles, sin distinción alguna sobre los grados de discapacidad, el
ejercicio de su capacidad jurídica aún sin contar con apoyos o asistencia; y
(ii) si prohibir la aplicación de la figura de la interdicción judicial genera
una indefensión mayor a la población en condiciones de discapacidad.
Para el efecto, como se anticipó líneas
arriba, la Sala abordará las siguientes temáticas desde una perspectiva
normativa y jurisprudencial: (A) la institución de la interdicción judicial y
(B) el reconocimiento a la capacidad jurídica desde el modelo social de la
discapacidad, para finalmente, analizar cada uno de los cargos.
La interdicción judicial
en el derecho civil
20.
Antes
de explicar la interdicción, es necesario hacer algunas precisiones sobre la
capacidad jurídica de las personas, pues solo quienes eran considerados
incapaces absolutos se les sometía a una guardia o tutela permanente. El
derecho a la personalidad jurídica se encuentra reconocido en el artículo 14 de
la Constitución Política. Según la jurisprudencia constitucional el contenido
de este derecho se concreta en el reconocimiento de los atributos de la
personalidad: nombre, nacionalidad, domicilio, estado civil, capacidad y patrimonio.
La Corte afirmó que la personalidad jurídica “no se reduce
únicamente a la capacidad de la persona humana a ingresar al tráfico jurídico y
ser titular de derechos y obligaciones sino que comprende, además, la
posibilidad de que todo ser humano posea, por el simple hecho de existir e
independientemente de su condición, determinados atributos que constituyen la
esencia de su personalidad jurídica e individualidad como sujeto de derecho”.[67]
21.
En
cuanto a este último elemento, para la existencia y validez de un acto jurídico
se requiere de la capacidad legal de una persona, no solo la de goce, sino
también la de ejercicio. El Código Civil establece que “para que una
persona se obligue a otra por un acto o declaración de voluntad, es necesario:
1) que sea legalmente capaz (…) la capacidad legal de una persona consiste en
poderse obligar por sí misma, sin el ministerio o la autorización de otra”
(art. 1502). Luego, se reconoce que toda persona es legalmente capaz, “excepto
aquellas que la ley declara incapaces” (art. 1503). Antes
de la Ley 1996 de 2019, el artículo 1504 del Código Civil establecía:
“Son
absolutamente incapaces las personas con discapacidad mental, los
impúberes y sordomudos que no pueden darse a entender. || Sus actos no
producen ni aún obligaciones naturales, y no admiten caución. || Son también
incapaces los menores adultos que no han obtenido habilitación de edad y los
disipadores que se hallen bajo interdicción. Pero la incapacidad de estas
personas no es absoluta y sus actos pueden tener valor en ciertas
circunstancias y bajo ciertos respectos determinados por las leyes. || Además
de estas incapacidades hay otras particulares que consisten en la prohibición
que la ley ha impuesto a ciertas personas para ejecutar ciertos actos”.
(Los apartes subrayados fueron derogados por el artículo 57 de la Ley 1996 de
2019.)
22. Esta disposición consagra la “incapacidad
legal”, la cual “consiste fundamentalmente en la restricción de la
posibilidad de intervenir en el comercio jurídico (…) es de carácter
excepcional, porque la regla general en materia civil es la de que toda persona
es hábil para ejercer sus derechos y para realizar cualesquier actos jurídico
lícito”.[68] Para casos de incapacidad legal absoluta la Ley
prohibió la ejecución de todo acto jurídico y previó la necesidad de actuar
siempre a través de un representante legal, denominado “guardador”.
23. La interdicción como institución
jurídica dentro del Código Civil en su texto original (Ley 57 de 1887) proviene
del derecho romano (tutela), pasando por el Código Napoleónico[69] y el Código Civil de Don
Andrés Bello. En el derecho romano si una
persona no era capaz de protegerse a sí misma se le asignaba un tutor o curador
el cual realizaba todos los actos jurídicos que afectaban positiva o
negativamente a la persona que representaba. En este régimen antiguo, se consideraba
que las mujeres, las personas menores de edad, quienes sufrían de alguna
enfermedad mental o quien no tenía dinero para vivir, eran incapaces y
requerían de un curador o tutor que hiciere los negocios por ellos.
En el Código Civil
de Napoleón se estableció la interdicción civil en el artículo 489, en el cual
se señalaba que “El mayor de edad que esté en un estado habitual de
imbecilidad, de demencia o de furor debe ser sujeto a interdicción, aun cuando
ese estado presente intervalos lúcidos”.[70]
Varios tratadistas de la época sostuvieron que la causa o la denominación de la
enfermedad no era importante, sino que debía tenerse en cuenta la “enajenación
mental” de la persona.[71]
Claro Solar, por ejemplo, sostenía
que la interdicción procedía cuando una persona, independientemente de tener
una “lesión cerebral”, “conserva o no una
inteligencia suficiente de los negocios de la vida civil y la aptitud
conveniente para la marcha ordinaria de la administración de un patrimonio”. De
ese modo, insistía en que la demencia no podía ser excepcional, sino habitual,
es decir, la falta de razón de la persona debía ser “el modo ordinario”. Según
Claro Solar, la habitualidad debía
alcanzar no sólo a la enfermedad mental, sino a la incapacidad para administrar
los bienes del demente.[72] La guarda o interdicción que se
asignaba tenía una finalidad general que era proteger el patrimonio y propiedad
de la persona declarada interdicta y, específicamente, (a) prevenir la pérdida
o malversación de los bienes y (b) protegerlo de terceros con intereses
dañinos.
Como puede verse, el régimen francés no establecía de manera
expresa qué era la discapacidad mental, sino que solo se refería a algunos
ejemplos traídos del lenguaje médico. Con esto, se determinaba si una persona
tenía o no la capacidad de realizar actos jurídicos bajo su entendimiento y
consentimiento. Al determinarse que una persona sufría de una discapacidad
metal “habitual”, se consideraba que no tenía cura y, por tanto, se le asignaba
un tutor (que generalmente era un familiar o persona de confianza), quien la
representaba en todos los actos jurídicos que le concernían. Por tanto, “se
sustituía la capacidad de ejercicio de estas personas por una nueva figura que
acompañaba la tutela que se denomina la interdicción. Esta consiste en ´una
sentencia por medio de la cual, un tribunal civil, después de haber comprobado
la enajenación mental de una persona, le retira la administración de sus
bienes´.[73] En consecuencia, esta
sentencia judicial encarna el sometimiento de la persona con discapacidad
mental a la tutela”.[74]
24.
El Código Civil acogió el régimen de tutela y curaduría de
aquellos regímenes antiguos. A partir del artículo 428 se regulaba su
definición, alcance y todo lo concerniente a la curaduría y la tutela de las
personas en condición de discapacidad mental (que denominaba “dementes” o con
“demencia”).[75] Definía
estas figuras como “cargos impuestos a ciertas personas a favor de aquellos
que no pueden dirigirse a sí mismos, o administrar competentemente sus
negocios, y que no se hallen bajo potestad de padre o marido, que pueda darles
la protección debida”. En relación con las personas con discapacidad
mental, el Código establecía, “el adulto que se halle en estado habitual de
demencia será privado de la administración de sus bienes, aunque tenga
intervalos lúcidos. || La curaduría del demente puede ser testamentaria,
legítima o dativa” (art. 545). Señalaba que la interdicción podía ser
solicitada por los padres “cuando el hijo sufra de incapacidad mental grave
permanente” o las mismas personas que lo hicieren para el caso del
disipador. Para la prueba de la “demencia” se establecía que el juez debía
informarse “de la vida anterior y conducta habitual del supuesto demente y
[oír] el dictamen de facultativos de su confianza sobre la existencia y
naturaleza de la demencia”. Todas estas normas fueron derogadas por el
artículo 119 de la Ley 1306 de 2009.
25.
Así, bajo el texto del Código Civil, al establecer que las
personas con discapacidad mental eran incapaces absolutos, la declaración de
interdicción de una persona se hacía a través de un proceso de jurisdicción
voluntaria regulado por el Código General del Proceso (arts. 577 al 586) y la
Ley 1306 de 2009 “Por la cual se dictan normas para la protección de las
personas con discapacidad mental y se establece el régimen de la representación
legal de incapaces emancipados”. Esta Ley estableció todo el régimen de
guardas a favor de las personas con discapacidad mental. En el momento en el
que fue expedida esta normativa, se consideró que era un avance relevante a
favor de los derechos humanos de esta población.[76] Este
nuevo régimen, a diferencia de lo que se establecía en el Código Civil, desde
una perspectiva de la dignidad humana y la igualdad, reconocía que las personas
con discapacidad eran sujetos de derechos y obligaciones. Del mismo
modo, el lenguaje peyorativo utilizado por el Código Civil fue eliminado
totalmente. La Corte Constitucional en la sentencia C-021 de 2015[77]
reconoció el progreso en materia de protección de derechos de la Ley 1306 de
2009:
“4.2. Así las cosas, la Ley 1306 de 2009 introduce varias
modificaciones al régimen del Código Civil incorporando principios modernos,
adaptando la legislación a la Constitución
y a las convenciones internacionales sobre personas con discapacidad adoptadas
por Colombia, dinamizando la administración de los bienes de los
incapaces, otorgándoles mayor libertad, permitiendo su inclusión social y
promoviendo el reconocimiento y el respeto de su dignidad. De este modo,
mediante la citada Ley se realizan los deberes en cabeza del Estado “que sugieren una protección reforzada por
su parte, están orientados a: (i) adelantar políticas de previsión,
rehabilitación e integración social para los disminuidos físicos, sensoriales y
psíquicos a quienes deberá prestarse la atención especializada que requieran
(Art. 47 C.P.); (ii) garantizarles un derecho al trabajo acorde con sus
condiciones de salud y (iii) erradicar el analfabetismo y procurar la educación
de personas con limitaciones físicas o mentales o con capacidades excepcionales
(Art. 68 C.P.)”.
4.3. En
particular, la Ley 1306 de 2009 supuso un cambio en las categorías jurídicas ya que las personas con discapacidad mental son
consideradas como una población sujeto de especial protección y se modifican
apelaciones como el término “demente” (parágrafo, art. 2).
4.4. De otro
lado, e íntimamente relacionado con la materia objeto de la demanda, la
discapacidad se convierte en un criterio amplio que abarca no solo a las
personas con profundas y severas limitaciones a nivel psíquico y de
comportamiento, sino también a quien padezca deficiencias de comportamiento
como los inmaduros negociales. Esto explica por qué las personas con
discapacidad mental absoluta son sujetas a procesos de interdicción, mientras
quienes padecen de discapacidad relativa, son sometidos a medidas de
inhabilitación.
4.5. Es por
lo anterior que, entre muchos otros cambios, la Ley prevé la rehabilitación del
interdicto (art. 30) de modo que el Juez podrá sustituir la interdicción
por la inhabilitación negocial (art. 31) dejando, en todo caso, abierta la
posibilidad para que el rehabilitado pueda ser declarado nuevamente interdicto
cuando sea necesario. Por su parte, el inhabilitado negocial puede manejar
libremente y bajo orden del juez hasta el 50% de sus ingresos reales netos y,
antes de que se dicte sentencia que lo inhabilita, se podrá dictar una
inhabilidad provisional (art. 36). Una novedad importante del nuevo régimen es
también la inhabilitación accesoria del fallido en los procesos de liquidación
patrimonial y en los de pago por cesión de bienes de personas naturales (art.
33).
4.6. De este
modo, la Ley 1306 de 2009 fue concebida por el Legislador como una herramienta
de protección, más actualizada y flexible, que otorga mayor libertad a los
sujetos que tengan cualquier tipo de discapacidad mental”
No
obstante lo anterior, hay posturas que señalan que la Ley 1306 de 2009 en
realidad no obedecía a los estándares internacionales, pues mantenía la
concepción médico – rehabilitadora de la discapacidad y restringía el actuar
libre y autónomo de las personas con discapacidad mental: “(…) la PcD sigue
siendo apenas sujeto de un trámite por vía judicial, pero no son parte en el
proceso, por la naturaleza del mismo, y la práctica judicial actual revela que
en ocasiones los funcionarios y funcionarias del despacho ni siquiera llegan a
conocer a las personas despojadas de su capacidad jurídica”.[78]
Este
régimen de guardas se concentró en proteger a las personas con discapacidad
mental absoluta y relativa.[79]
Para el ejercicio de los negocios jurídicos, las personas con discapacidad
mental absoluta no pueden manifestar su voluntad por sí mismos para obligarse.
En todo caso la misma Ley reconocía el ejercicio de ciertos actos jurídicos en
cabeza del titular. El artículo 13 reconocía el derecho al trabajo y conforme
el artículo 50 de la Ley 1306 se reconocía el ejercicio de todo acto
relacionado con el derecho de familia a favor de las personas con discapacidad
mental absoluta. Se debía tramitar ante un Juez de Familia todo lo concerniente
al matrimonio, adopción, reconocimiento o impugnación de filiación, entre
otros. El juez tenía el deber de escuchar a la persona en condiciones de
discapacidad “cuando, en opinión de los facultativos, se encuentre en un
intervalo lúcido y tenga conciencia del alcance de sus decisiones”.
La
Ley 1306 de 2009 establecía que cualquier acto jurídico realizado por un
tercero que beneficiara a una persona en condiciones de discapacidad mental
absoluta, se presumía válido. En caso de que la persona estuviera bajo interdicción,
cualquier negocio jurídico realizado por ella como titular se entendía nulo
absolutamente. La interdicción era comprendida como una medida de
restablecimiento de derechos a favor de la persona con discapacidad mental. La
demanda de interdicción podía ser presentada por cualquier persona ante un Juez
de Familia junto con el certificado médico de la persona que se solicitaba fuera
declarada como interdicta. El juez debía emplazar a quienes tuvieran interés
para ejercer la guarda y realizar un dictamen médico – legal sobre el estado de
la persona. Así, establecía la Ley, que todo proceso de interdicción debía
contar con un “dictamen completo y técnico sobre la persona con discapacidad
mental absoluta realizado por un equipo interdisciplinario”. La revisión de la
interdicción se hacía una vez al año por solicitud del guardador o de oficio
por el juez de familia competente. También se establecía la posibilidad de que
el mismo paciente le solicitara al juez su rehabilitación para revisar y
culminar la medida de interdicción.
Cabe mencionar también, que la misma Ley 1306 consagraba un
conjunto de disposiciones relativas a las obligaciones y responsabilidades de
los guardadores sobre los bienes y actos jurídicos que se realizaran a favor de
las personas con discapacidad mental absoluta. El artículo 91 de la Ley 1306,
que aún sigue vigente, establece que “(…) los guardadores personas
naturales deberán administrar los bienes patrimoniales a su cargo, con el
cuidado y calidad de gestión que se exige al buen padre de familia, buscando
siempre que presten la mayor utilidad al pupilo”.
26. La Ley 1996 de 2019 derogó
expresamente los artículos 1° al 48, 50 al 52, 55, 64 y 90 de la Ley 1306 de
2009. Todo lo referente a la guarda e interdicción de las personas entendidas
como incapaces absolutos o relativos por presentar alguna discapacidad mental.
27. En el mismo año de la Ley
1306, el Congreso aprobó la Convención de Naciones Unidas para los derechos de
las personas con discapacidad a través de la Ley 1346 de 2009, la cual
establece en su artículo 12 que las personas con discapacidad tienen derecho a
la capacidad jurídica en igualdad de condiciones.
28. Posteriormente, la Ley
Estatutaria 1618 de 2013 “Por medio de la cual se establecen las
disposiciones para garantizar el pleno ejercicio de los derechos de las
personas con discapacidad”, dispuso en su artículo 21: “El Ministerio de
Justicia y del Derecho, o quien haga sus veces, en alianza con el Ministerio
Público y las comisarías de familia y el ICBF, deberán proponer e implementar
ajustes y reformas al sistema de interdicción judicial de manera que se
desarrolle un sistema que favorezca el ejercicio de la capacidad jurídica y la
toma de decisiones con apoyo de las personas con discapacidad, conforme al
artículo 12 de la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas”.
29. El último avance normativo
en materia de capacidad jurídica, específicamente, fue la expedición de la Ley
1996 de 2019 “Por medio de la cual se establece el régimen para el ejercicio
de la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de edad”. Dentro
de esta nueva normativa, los cambios más relevantes son los siguientes: (i)
elimina del ordenamiento civil la incapacidad legal absoluta por discapacidad
mental, dejando solo a los impúberes como sujetos incapaces absolutos; (ii)
deroga el régimen de guardas e interdicción para las personas en condiciones de
discapacidad mental, cognitiva o intelectual; (iii) presume la capacidad de
goce y ejercicio para todas las personas con discapacidad; (iv) establece dos
mecanismos que facilitan a las personas con discapacidad manifestar su voluntad
y preferencias en el momento de tomar decisión con efectos jurídicos: (a)
acuerdos de apoyos y (b) adjudicación judicial de apoyos; y (v) regula las
directivas anticipadas, como una herramienta para las personas mayores de edad
en las que se manifiesta la voluntad de actos jurídicos con antelación a los
mismos.
Para
la mayoría de los intervinientes que participaron en el proceso de la
referencia, la Ley 1996 de 2019 es el cumplimiento de las obligaciones
internacionales asumidas por el Estado establecidas en el artículo 12 de la
Convención sobre Derechos de las Personas con Discapacidad, la interpretación
realizada por el Comité del tratado a través de la Observación General No. 1
(2014) y la recomendación realizada concretamente a Colombia, mediante informe
del año 2016 del mismo organismo internacional.[80]
El
modelo social de la discapacidad y la capacidad jurídica de las personas en
condiciones de discapacidad
30. La discapacidad ha sido
comprendida desde distintas perspectivas a lo largo de la historia.[81] Existe una primera etapa
en la que esta población era marginada de la sociedad en general por considerar
su impedimento como una imposibilidad para aportar a los intereses de la
comunidad. Este es el modelo de prescindencia, el cual asociaba la discapacidad
a creencias religiosas o espirituales y consideraba que esta población no era
“normal” y se decidía apartarla. Posteriormente, el modelo médico-rehabilitador
reconsideró la percepción de la discapacidad y aceptó que las personas con
discapacidad podían contribuir a la sociedad. Las causas de la discapacidad ya
no eran religiosas, sino científicas y podían ser tratadas a través de
procedimientos médicos. Este modelo reconoció derechos a las personas con
discapacidad, pero a través del lente del diagnóstico médico y su posible
rehabilitación.
31. Finalmente, la perspectiva
actual y vigente, comprende la discapacidad desde el modelo social, el cual
sostiene que el origen de la discapacidad no atiende a factores religiosos o
médicos, sino sociales. En otras palabras, comprende que la discapacidad no es
del sujeto sino que surge de las barreras externas asociadas a la comunidad en
general. Parte del reconocimiento de goce y ejercicio de los derechos humanos a
favor de todas las personas con discapacidad. Los principios esenciales del
modelo social de discapacidad son la autonomía e independencia, la dignidad
humana, la igualdad, la inclusión, la accesibilidad universal, entre otros.
Sobre este nuevo paradigma la doctrina sostiene que parte de dos presupuestos:
(i) las personas con discapacidad tienen mucho que aportar a la sociedad. Esto
se fundamenta en el principio de la dignidad humana que comprende al ser humano
como un fin y no como un medio; y (ii) la discapacidad es generada por factores
sociales y estructurales que deben ser modificados para garantizar que esta
población goce de los derechos humanos en igualdad de condiciones. Sobre este
segundo presupuesto, se ha señalado que “no son las limitaciones
individuales las raíces del problema, sino las limitaciones de la propia
sociedad, para prestar servicios apropiados y para asegurar adecuadamente que
las necesidades de las personas con discapacidad sean tenidas en cuenta dentro
de la organización social”.[82]
Igualmente,
el modelo social reconoce que las personas con discapacidad pueden tomar el
control de su vida, esto es, tener una vida independiente en la que pueden
tomar sus propias decisiones basadas en su voluntad y preferencias. Desde la
perspectiva del modelo anterior de la discapacidad (médico-rehabilitador), los
sistemas normativos contemplaban figuras como la curaduría o tutoría o la
interdicción, para que las personas con discapacidad tomaran decisiones a
través de terceros nombrados por un juez. Así, uno de los avances más
relevantes del modelo social es el reconocimiento de la capacidad legal de las
personas con igualdad de condiciones a las de toda la población. Bajo este
modelo fue socializada y redactada en el marco de las Naciones Unidas la
Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad.
32. El artículo 12 consagra el derecho a
la personalidad jurídica de las personas en condiciones de discapacidad. Esta
disposición contiene las siguientes obligaciones para los Estados Parte: (i)
proporcionar los apoyos necesarios a las personas con discapacidad para que
puedan ejercer su capacidad jurídica, (ii) garantizar las salvaguardias
adecuadas y efectivas para prevenir abusos contra las personas con discapacidad
en el ejercicio de su capacidad jurídica, (iii) garantizar que las
salvaguardias que se contemplen sean respetuosas de la voluntad y preferencias
de la persona con discapacidad, que no haya conflicto de intereses o influencias
indebidas y que estén sujetas a controles periódicos por parte de autoridad u
órgano judicial competente, entre otros, y (iv) garantizar el derecho a las
personas con discapacidad “en igualdad de condiciones con las demás, a ser
propietarias y heredar bienes, controlar sus propios asuntos económicos y tener
acceso en igualdad de condiciones a préstamos bancarios, hipotecas y otras
modalidades de crédito financiero, y velarán por que las personas con
discapacidad no sean privadas de sus bienes de manera arbitraria”.[83]
Este
artículo fue interpretado por el Comité de la Convención sobre los derechos de
las personas con discapacidad mediante la Observación General No 1. En ese
documento se fijó el contenido del derecho a la capacidad legal de las personas
con discapacidad, así como el alcance de las obligaciones estatales para
garantizar el derecho. El Comité estableció los siguientes lineamientos:
·
Los Estados
deben revisar su legislación interna con el fin de asegurarse que el derecho a
la capacidad jurídica de las personas con discapacidad sea garantizado en
igualdad de condiciones a las demás personas. Sobre este punto advirtió que
históricamente las personas con discapacidad se les ha privado de ejercer su
capacidad a través de figuras jurídicas como la curaduría, la tutela o leyes
sobre salud mental, las cuales sustituyen su voluntad en la adopción de
decisiones. Al respecto, afirmó que “[e]sas prácticas deben ser abolidas, a fin
de que las personas con discapacidad recobren la plena capacidad jurídica en
igualdad de condiciones con las demás”.[84]
·
Los
regímenes basados en la “adopción de decisiones sustitutivas” y la negación de
la capacidad jurídica afectan de forma desproporcionada el goce y ejercicio de
los derechos humanos de las personas con discapacidad, no obstante, esta
afectación ha sido más gravosa para las personas con discapacidad cognitiva o
psicosocial. Con base en eso, los Estados deben garantizar que la discapacidad
no sea un motivo para negar la capacidad jurídica a ninguna persona.
·
La
capacidad jurídica incluye la capacidad de ser titular de derechos y la
capacidad de ejercer estos derechos. De ese modo, toda persona con discapacidad
se le debe garantizar su capacidad para realizar actos jurídicos, modificarlos
o ponerles fin, de acuerdo a sus voluntades y preferencias. Al respecto, el
Comité precisó que la capacidad jurídica es un concepto distinto al de la
capacidad mental, y la primera no puede condicionarse a la segunda: “La
capacidad jurídica es la capacidad de ser titular de derechos y obligaciones
(capacidad legal) y de ejercer esos derechos y obligaciones (legitimación para
actuar). Es la clave para acceder a una participación verdadera en la sociedad.
La capacidad mental se refiere a la aptitud de una persona para adoptar decisiones,
que naturalmente varía de una persona a otra y puede ser diferente para una
persona determinada en función de muchos factores, entre ellos factores
ambientales y sociales”.[85]
·
No se
puede privar a una persona de su capacidad jurídica, por el solo hecho de que
se considera que no tiene una aptitud suficiente para tomar decisiones, bien
sea por un diagnóstico médico o por las consecuencias de la actuación o porque
se considera que su entendimiento es deficiente. En palabras del Comité:
“En la mayoría de los
informes de los Estados partes que el Comité ha examinado hasta la fecha se mezclan
los conceptos de capacidad mental y capacidad jurídica, de modo que, cuando se
considera que una persona tiene una aptitud deficiente para adoptar decisiones,
a menudo a causa de una discapacidad cognitiva o psicosocial, se le retira en
consecuencia su capacidad jurídica para adoptar una decisión concreta. Esto se
decide simplemente en función del diagnóstico de una deficiencia (criterio
basado en la condición), o cuando la persona adopta una decisión que tiene
consecuencias que se consideran negativas (criterio basado en los resultados),
o cuando se considera que la aptitud de la persona para adoptar decisiones es
deficiente (criterio funcional). El criterio funcional supone evaluar la
capacidad mental y denegar la capacidad jurídica si la evaluación lo justifica.
A menudo se basa en si la persona puede o no entender la naturaleza y las
consecuencias de una decisión y/o en si puede utilizar o sopesar la información
pertinente. Este criterio es incorrecto por dos motivos principales: a) porque
se aplica en forma discriminatoria a las personas con discapacidad; y b) porque
presupone que se pueda evaluar con exactitud el funcionamiento interno de la
mente humana y, cuando la persona no supera la evaluación, le niega un derecho
humano fundamental, el derecho al igual reconocimiento como persona ante la
ley.”[86]
·
Para
el ejercicio de la capacidad jurídica en el modelo social, se reconoce un
sistema de toma de decisiones con apoyos. El “apoyo” es un término amplio y
hace referencia a la asistencia que necesita la persona con discapacidad para
tomar decisiones. En algunas ocasiones los apoyos pueden consistir en personas de
plena confianza que puedan asesorar el acto jurídico; en otras ocasiones, de
medidas relacionadas con el diseño universal y la accesibilidad, así como de la
“elaboración y el reconocimiento de métodos de comunicación distintos y no
convencionales”.[87]
Los apoyos deben fomentar la confianza de la persona para actuar de acuerdo con
sus intereses.
·
Los
Estados deben garantizar la posibilidad de las personas con discapacidad y de
todas aquellas que tenga un riesgo de estarlo, de “planificar
anticipadamente, y se les debe dar la oportunidad de hacerlo en condiciones de
igualdad de los demás”.[88]
·
Los
apoyos que se elijan y su intensidad variarán “notablemente de una persona a
otra debido a la diversidad de las personas con discapacidad (…) en todo
momento, incluso en situación de crisis, deben respetarse la autonomía
individual y la capacidad de las personas con discapacidad de adoptar
decisiones”.[89]
·
En
relación con las salvaguardias, el Comité sostiene que su objetivo principal es
garantizar el respeto de la voluntad y preferencias de la persona con
discapacidad. Para el efecto, deben protegerlas de los abusos y de influencias
indebidas. En este punto se sostiene que cuando ya se han tomado todas las
medidas razonables y necesarias y no es posible determinar la voluntad de la
persona, el criterio que debe prevalecer no es el del “interés superior”,
pues este debe ser sustituido por la “mejor interpretación posible de la
voluntad y las preferencias”.
·
Los
Estados deben revisar sus legislaciones y “tomar medidas para elaborar leyes
y políticas por las que se remplacen los regímenes basados en la sustitución en
la adopción de decisiones por un apoyo para la adopción de decisiones que
respete la autonomía, la voluntad y las preferencias de la persona”.[90]
Estos regímenes de sustitución tienen varias modalidades, entre ellas la tutela
plena, la interdicción judicial y la tutela parcial. Según el Comité estos
regímenes tienen las siguientes características: “i) se despoja a la persona
de la capacidad jurídica, aunque sea con respecto a una única decisión; ii)
puede nombrar al sustituto que tomará las decisiones alguien que no sea la
persona concernida y ese nombramiento puede hacerse en contra de su voluntad; y
iii) toda decisión adoptada por el sustituto en la adopción de decisiones se
basa en lo que se considera el "interés superior" objetivo de la
persona concernida, en lugar de basarse en su propia voluntad y sus
preferencias”.[91]
·
Establece
que la “efectividad progresiva” dispuesta en el párrafo 2 del artículo 4 de la
Convención no es aplicable al reconocimiento de la capacidad jurídica, pues los
Estados deben tomar medidas de forma inmediata para hacer realidad el goce y
ejercicio de este derecho. Para el diseño e implementación de la legislación y
la política pública que garantice la capacidad jurídica de las personas con
discapacidad, debe garantizarse la participación real y efectiva de esta
población.
·
En la
Observación General el Comité también desarrolla la relación que tiene el
derecho a la capacidad jurídica con otros derechos reconocidos en la CDPCD,
tales como la igualdad y no discriminación (art. 5), mujeres con discapacidad
(art. 6), niños y niñas con discapacidad (art. 7), accesibilidad (art. 9),
acceso a la justicia (art. 13), libertad, seguridad y consentimiento (arts. 14
y 25), respeto de la integridad física personal y protección contra la tortura,
la violencia, la explotación y el abuso (arts. 15, 16 y 17), nacionalidad (art.
18), derecho a vivir de forma independiente y a ser incluido en la comunidad),
privacidad (art. 22) y participación política (art. 29).
Como lo afirmaron la
mayoría de intervinientes, e incluso el Ministerio Público, el legislador a
través de la Ley 1996 de 2019 tomó estos lineamientos internacionales como
modelo para eliminar del todo el régimen de interdicción judicial y el de
guardas de la Ley 1309 de 2009.
33. Los estándares descritos
han sido replicados por distintos organismos a nivel internacional en casos
concretos, en los que, a grandes rasgos, se vulneran derechos humanos de
personas con discapacidad al no tenerse en cuenta su voluntad sobre un hecho
que les concierne. Por ejemplo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha
declarado la responsabilidad del Estado por la violación de los derechos a la
vida privada y familiar, así como a la libertad personal cuando se ha
determinado la internación de una persona en condiciones de discapacidad
cognitiva y no se ha tenido en cuenta su consentimiento,[92] y cuando no se ha reconocido su
voluntad para la realización de tratamientos médicos o su derecho a morir dignamente.[93] Igualmente, el Tribunal
ha señalado, respecto de la guarda que se impone a las personas con
discapacidad, que independientemente de que esté válidamente sustentada en
diagnósticos médicos, su procedencia debe estar determinada por el criterio de
necesidad y que estas medidas deben ser revisadas periódicamente, con el fin de
no anular la autonomía de la persona que se quiere proteger.[94]
Por su parte, aunque la
Corte IDH no se ha pronunciado aún sobre un caso concreto relacionado con el
ejercicio de la capacidad jurídica de personas con discapacidad, sí ha
desarrollado el reconocimiento de este derecho en otros asuntos a partir del
texto del artículo 3 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.[95] Del mismo modo, ha determinado algunas
reglas sobre el consentimiento en el acceso a servicios de salud y la aptitud
del paciente para manifestar la voluntad. Sobre la personalidad jurídica, ha
establecido que “(…) toda persona tiene derecho a que se le reconozca en
cualquier parte como sujeto de derechos y obligaciones, y a gozar de los
derechos civiles fundamentales. El derecho al reconocimiento de la personalidad
jurídica implica la capacidad de ser titular de derechos (capacidad y goce) y
de deberes; la violación de aquel reconocimiento supone desconocer en términos
absolutos la posibilidad de ser titular de esos derechos y deberes (…) [l]a
mayoría de edad conlleva la posibilidad de ejercicio pleno de los derechos,
también conocida como capacidad de actuar. Esto significa que la persona puede
ejercitar en forma personal y directa sus derechos subjetivos, así como asumir
plenamente obligaciones jurídicas y realizar otros actos de naturaleza personal
o patrimonial. No todos poseen esta capacidad: carecen de ésta, en gran medida,
los niños. Los incapaces se hallan sujetos a la autoridad parental, o en su defecto,
a la tutela o representación. Pero todos son sujetos de derechos, titulares de
derechos inalienables e inherentes a la persona humana.”[96]
Aunado a lo anterior, ha
reconocido el derecho al respeto, a la dignidad y autonomía de las personas con
discapacidad mental y a una atención médica eficaz. En palabras de la Corte
IDH:
“129. Debido a su
condición psíquica y emocional, las personas que padecen de discapacidad mental
son particularmente vulnerables a cualquier tratamiento de salud, y dicha
vulnerabilidad se ve incrementada cuando las personas con discapacidad mental
ingresan a instituciones de tratamiento psiquiátrico. Esa vulnerabilidad
aumentada, se da en razón del desequilibrio de poder existente entre los
pacientes y el personal médico responsable por su tratamiento, y por el alto
grado de intimidad que caracterizan los tratamientos de las enfermedades
psiquiátricas.
130. La Corte considera
que todo tratamiento de salud dirigido a personas con discapacidad mental debe
tener como finalidad principal el bienestar del paciente y el respeto a su dignidad
como ser humano, que se traduce en el deber de adoptar como principios
orientadores del tratamiento psiquiátrico, el respeto a la intimidad y a la
autonomía de las personas. El Tribunal reconoce que este último principio no es
absoluto, ya que la necesidad misma del paciente puede requerir algunas veces
la adopción de medidas sin contar con su consentimiento. No obstante, la
discapacidad mental no debe ser entendida como una incapacidad para
determinarse, y debe aplicarse la presunción de que las personas que padecen de
ese tipo de discapacidades son capaces de expresar su voluntad, la que debe ser
respetada por el personal médico y las autoridades. Cuando sea comprobada la
imposibilidad del enfermo para consentir, corresponderá a sus familiares, representantes
legales o a la autoridad competente, emitir el consentimiento en relación con
el tratamiento a ser empleado”.[97]
En la misma línea, en lo
relacionado con procedimientos médicos y la capacidad del paciente para
manifestar su consentimiento, la Corte IDH ha señalado que “el
consentimiento por representación o sustitución se actualiza cuando se ha
comprobado que el paciente, por su especial condición, no se encuentra en la
capacidad de tomar una decisión en relación a su salud, por lo cual esta
potestad le es otorgada a su representante, autoridad, persona, familiar o
institución designada por ley. Sin embargo, cualquier limitación en la toma de
decisiones tiene que tener en cuenta las capacidades evolutivas del paciente, y
su condición actual para brindar el consentimiento. Esta Corte considera que
entre los elementos necesarios para otorgar el consentimiento informado por
parte de sus familiares, este también debe de ser previo, libre, pleno e
informado, a menos que se trate de una situación de emergencia (…)”.[98]
Lo anterior lo ha interpretado con sustento en el derecho a la dignidad humana
como piedra angular de los demás derechos. Ha expresado que su reconocimiento
constituye “la posibilidad de todo ser humano de auto-determinarse y escoger
libremente las opciones y circunstancias que le dan sentido a su existencia,
conforme a sus propias opciones y convicciones”.[99]
34.
En
suma, puede verse que la comprensión de la discapacidad ha sido evolutiva a lo
largo de los años, tanto a nivel nacional como a nivel internacional.
Actualmente el estándar más alto de protección se sustenta en el modelo social
de la discapacidad que la concibe como las barreras sociales y del entorno que
impiden a las personas con discapacidad el ejercicio y goce de los derechos
humanos en igualdad de condiciones a las demás. Tratándose de la capacidad
jurídica, el Estado debe reconocer y garantizar su ejercicio real y efectivo, y
ante todo, asegurar que la voluntad y las preferencias de la persona con
discapacidad sean respetadas en todos los ámbitos. Por lo anterior, los
regímenes de interdicción o curaduría/tutela deben ser derogados por los
Estados, e implementar sistemas de toma de decisiones con apoyos. La intensidad
de los apoyos que se implementen, para asistir el ejercicio de la capacidad
jurídica, deben obedecer a criterios de necesidad y proporcionalidad.
La
interdicción en la jurisprudencia constitucional y su evolución hacía el modelo
social de la discapacidad
35. El presente aparte se
concentrará en las reglas de derecho que ha desarrollado la jurisprudencia,
tanto en sentencias de tutela como de constitucionalidad, relacionadas con la
interdicción y sus efectos en el ejercicio de derechos fundamentales de las
personas con discapacidad. Puede afirmarse que la jurisprudencia constitucional
en materia de capacidad jurídica de personas en condiciones de discapacidad se
ha desarrollado de la mano de los avances legislativos y de los estándares
internacionales sobre la materia.
36. Existe una primera época
de la jurisprudencia constitucional que podría situarse en los primeros 20 años
(1993-2009), en la que se analizan asuntos de personas en condiciones de
discapacidad intelectual o cognitiva en el marco de lo dispuesto en el Código
Civil. Este primer periodo jurisprudencial desarrolló la protección de las
personas en condiciones de discapacidad desde la interpretación de los
contenidos dispuestos en los artículos 1° (dignidad humana), 13 (igualdad) y 47
(protección especial) de la Constitución Política, principalmente.
La
Corte estableció que las personas con discapacidad son sujetos de especial
protección constitucional conforme al mandato expreso del artículo 47 de la
Constitución Política. Al respecto, precisó que en virtud del derecho a la
igualdad material, las autoridades estatales tienen la obligación de tomar las
medidas necesarias para que las personas con discapacidad ejerzan y gocen de
sus derechos fundamentales en igualdad de condiciones a todas las demás.
En
la sentencia T-307 de 1993,[100]
ante la solicitud de una pensión de invalidez que fue denegada por no
demostrase una vinculación laboral dada la condición de salud de la persona
beneficiaria, la Corte afirmó que “[l]a interpretación de la ley, a partir
de los presupuestos de la normalidad, en consecuencia, no es apropiada cuando
se propone aplicarla a los disminuidos psíquicos, pues, en su caso se torna
imperativo con miras a su integración social extraer los elementos de la misma
que tiendan a su mayor beneficio y excluir los que a la luz de su particular
situación puedan resultar irrazonables”.[101]
Posteriormente,
mediante sentencia C-1109 de 2000[102]
la Corte analizó la constitucionalidad del inciso segundo del artículo 552 del
Código Civil, el cual disponía que “el cuidado personal del demente no se
encomendará a persona alguna llamada a sucederle, a no ser a sus padres o a su
cónyuge”. La Corte la declaró constitucional pues encontró que era una
medida de protección para las personas bajo interdicción siendo “incapaces”
para defenderse por sí mismas. Además, señaló que aparentemente podía ser una
medida “extrema” pero que se encontraba justificada en la especial condición de
debilidad física o mental de la persona y “porque extremas
tienen que ser las prevenciones cuando la situación de la persona así lo
demanda”.[103]
Igualmente,
la Corte reconoció el derecho a la personalidad jurídica de las personas en
condiciones de discapacidad y exigió la emisión de una cédula de ciudadanía que
le permitiera el ejercicio de los demás derechos fundamentales. En la sentencia
T-909 de 2001[104]
la Corte Constitucional afirmó que el derecho fundamental a la personalidad
jurídica es reconocido a toda persona por el solo hecho de su existencia e
independientemente de su condición. En esa medida la “omisión injustificada
para la expedición del documento de identidad impide el desarrollo del derecho
fundamental a la personalidad jurídica y de todos los derechos y obligaciones
que de allí se derivan, siempre y cuando se requiera para su ejercicio la
presentación de dicho documento”.[105]
En
la sentencia C-983 de 2002 la Corte, refiriéndose a la capacidad jurídica como
atributo de la personalidad señaló que la institución de las “incapacidades
legales” tiene por objeto “proteger los intereses de ciertas personas que
por una u otra razón no tienen el total discernimiento o carecen de la
experiencia necesaria para poder expresar su voluntad, adquirir derechos y
obligarse con la claridad suficiente y por tal motivo están inhabilitados para
celebrar actos jurídicos”.[106]
En esta providencia la Corte estudió si se desconocían los derechos a la
igualdad, a la dignidad humana y al libre desarrollo de la personalidad, al
disponerse en el Código Civil que las personas sordas y mudas eran incapaces
absolutas cuando podían darse a entender por escrito. La Corte reconoció que la
población con discapacidad ha sido históricamente discriminada por considerarse
con limitaciones o deficiencias que no le permiten actuar en la sociedad. Sin
embargo, subrayó que un Estado Social de Derecho debe buscar siempre la
integración de las personas con discapacidad y el goce y garantía de los
derechos fundamentales en igualdad de condiciones.
La
Corte concluyó que era inconstitucional lo establecido en el Código Civil,
puesto que las personas sordas y/o mudas podían darse a entender por otros
medios idóneos para expresar su voluntad. En palabras de la Corte:
“La
voluntad de una persona debe trascender de su fuero interno. Pero, la
exteriorización de lo que se piensa, del consentimiento, del asentimiento
respecto de algo, no sólo es posible hacerlo por medio del lenguaje oral, o de
la escritura, sino a través de cualquier signo, seña o gesto que demuestre de
manera clara, inequívoca e inteligible lo que se expresa. (…)
El
lenguaje utilizado por esa comunidad es diferente al del resto de la población,
pero no por ello es ininteligible e indescifrable. Por el simple hecho de que
ese lenguaje no sea el oral, utilizado por el resto de las personas, no pueden
adoptarse medidas que los aparten, los segreguen del mundo jurídico y se les
considere, entonces, absolutamente incapaces.
Las
capacidades del individuo deben potencializarse de tal manera que las
discapacidades o limitaciones no pueden ser un factor determinante para
calificar a las personas ni para adoptar medidas que las excluyan del mundo
jurídico, sin hacer un análisis de cada caso en particular.
En
efecto, si tales personas pueden darse a entender a través de cualquier forma
de lenguaje, de manera clara, precisa e inequívoca, sus actos tienen plena
eficacia jurídica. Es claro que el funcionario, el juez u otra autoridad no
tienen por qué conocer el lenguaje utilizado por los sordos y mudos a la vez,
pero pueden acudir a un intérprete para facilitar la comunicación”.[107]
No
obstante lo anterior, la Sala Plena aclaró que “si el sordomudo no puede
darse a entender de manera clara e inequívoca, es decir no puede comunicarse de
manera inteligible, será sin lugar a dudas un incapaz absoluto. Resulta claro
que si una persona con tales limitaciones no puede exteriorizar sus
pensamientos de manera tal que pueda darse a entender en forma indiscutible, no
puede tener capacidad legal”.[108]
También declaró inconstitucional la expresión “y si tuviere suficiente
inteligencia”, porque consideró que era discriminatoria e implicaba someter
a la persona a una prueba determinada de inteligencia.
Del
mismo modo, existen un conjunto de sentencias en las que la Corte empezó por
eliminar de las normas jurídicas todo el lenguaje peyorativo y discriminatorio
utilizado por el legislador al referirse a las personas en condiciones de
discapacidad física, sensorial, intelectual o cognitiva.[109]
La Corte reconoció la evolución del concepto de discapacidad desde la
perspectiva de los tratados de protección de los derechos humanos, así como la
necesidad de modificar las leyes internas a ese nuevo paradigma:
“(…) con
el surgimiento del derecho internacional de los derechos humanos, se produjo un
importante cambio en la concepción de la problemática de las personas con grave
discapacidad física o mental por cuanto se le dejó de percibir como un asunto
exclusivamente médico o patológico, objeto de regulación y estudio por el
derecho privado, para convertirse en un tema vinculado directamente con el
principio de dignidad humana y de la órbita de aplicación, en especial, del
derecho laboral y de la seguridad social. Desde entonces, mediante diversas
fuentes del derecho internacional público, e incluso en algunas disposiciones
de derecho interno, se ha intentado precisar el contenido y alcance de la
noción de discapacidad (…)”[110]
La
Corte resaltó que existen obligaciones de doble vía para los Estados; la de no
establecer tratos diferentes para las personas con discapacidad (deber
negativo), pero a la vez, realizar todas las medidas necesarias y adecuadas
para diseñar e implementar políticas públicas que garanticen el acceso en
igualdad de oportunidades “fomentando la inserción” de las personas con
discapacidad a todos los ámbitos de la sociedad (deber positivo). El lenguaje
utilizado por el legislador no puede ser peyorativo contra la población con
discapacidad, pues esto es contrario a la dignidad humana y a la igualdad.
37.
En
materia de capacidad jurídica de las personas en condiciones de discapacidad
mental o cognitiva, la Corte en su jurisprudencia respaldó la existencia de la
interdicción como institución que tenía como objetivo principal la protección
de los derechos fundamentales. Sin embargo, la Corte estableció reglas precisas
para garantizar que se respetara la voluntad y el interés superior de la
persona que fuera a declararse bajo interdicción o que ya lo estuviera.
38.
Por ejemplo, en asuntos en los que están de por medio los
derechos sexuales y reproductivos de las personas en condiciones de
discapacidad mental, con sustento en la autonomía y la dignidad humana, la
Corte protegió los derechos fundamentales de personas en condiciones de
discapacidad mental cuando la decisión de sus representantes legales era
realizar procedimientos médicos irreversibles sin su consentimiento. En la
sentencia T-850 de 2002[111] la Corte
evaluó si “¿Puede sustituirse el consentimiento de una persona adulta
con retraso mental leve para someterla a un tratamiento médico necesario, a
pesar de que manifiesta su deseo de tener hijos en un futuro, debido a que,
según los dictámenes médicos, no es ni será consciente de las responsabilidades
de la maternidad y a que un embarazo implicaría graves riesgos que para su
salud y para su vida?”.[112] La Corte señaló que el
Estado tiene la obligación de permitir el desarrollo pleno de la autonomía de
los individuos, y por lo tanto, “las medidas protectoras serán aceptables
constitucionalmente en tanto estén dirigidas a preservar o a promover el
desarrollo de las condiciones física, mentales y de salud, necesarias para el
ejercicio de la autonomía”.[113] Así, si una persona tiene un grado de
autonomía para tomar una decisión por sí misma, ni el Estado ni los terceros
protectores de aquella pueden impedírselo, salvo que existan verdaderas
circunstancias de riesgo a la salud y la vida. En palabras de la Corte:
“La
protección de estas personas resulta aceptable entonces, en la medida en que
ellas mismas, o terceros, pongan en peligro el ejercicio futuro de su
autonomía, con sus decisiones respecto de su salud.
Por su parte,
la directriz impuesta implica que el Estado debe proveer los medios necesarios
para promover que las personas adquieran las capacidades necesarias
para desarrollar autónomamente sus intereses y potencialidades, dentro de las
condiciones y limitaciones físicas en las cuales deben desenvolverse
diariamente. (…) La maximización de la autonomía de las personas hace
indispensable, entre otras cosas, que el Estado y la sociedad provean el
conocimiento necesario para que éstas adopten las decisiones que consideran más
adecuadas para sí mismas, según su propio juicio. (…) la formación de una voluntad autónoma capaz de adoptar decisiones es un
proceso gradual (…)”
La Corte advirtió que la autonomía de una persona no podía
subsumirse en la enfermedad mental que tenía, pues a pesar de su estrecha
relación “constitucionalmente
la autonomía no se reduce a un concepto descriptivo de un estado mental”. En este punto, la Corte
subrayó la relación entre la autonomía del individuo y el principio/derecho de
la dignidad humana:
“La autonomía
supone el reconocimiento de la dignidad humana por parte del Estado y de la
sociedad, la cual impone tratar al individuo como un sujeto moral, que tiene el
derecho de decidir entre diversos tratamientos médicos cuál le conviene más,
sin que ni el Estado, ni de la sociedad, puedan imponerle uno, independientemente
del estado mental en el que se encuentre. En efecto, de la condición
mental del paciente no se puede concluir que no tenga derecho a elegir a cuál
de los tratamientos se somete. Menos aun cuando la alternativa al
tratamiento sugerido no resulta tan lesiva de intereses subjetivos que gozan de
protección constitucional especial -como el interés en tener una familia-, así
el grado de protección no sea exactamente el mismo”.[114]
En aquel caso, la mujer con
discapacidad cognitiva leve no se encontraba bajo interdicción, y a pesar de
ello, su madre solicitaba la realización del procedimiento médico de
esterilización. La Corte protegió los derechos fundamentales de la mujer,
impidió la realización de la cirugía y ordenó a la EPS realizar un programa de
educación sexual y reproductiva para la mujer de acuerdo con sus intereses y
condiciones. Este precedente fue posteriormente reiterado por la Corte en la
sentencia T-492 de 2006,[115] en la cual
se estableció que para solicitar al juez constitucional que proteja los
derechos de una mujer con discapacidad mental ordenando una práctica quirúrgica
que conduzca a la esterilización definitiva es necesario: “(i)
quien interponga la acción de tutela sea el o la representante legal de la
mujer, bien por ministerio de la ley, o bien por discernimiento judicial de una
guarda dentro de un proceso de interdicción judicial; y (ii), que el
procedimiento quirúrgico de esterilización definitiva haya sido autorizado
previamente por un juez, en un proceso distinto y anterior a la acción de
tutela.”[116]
Sobre este punto, la Corte afirmó que la capacidad jurídica
de una persona mayor de edad se presumía por expresa disposición legal, la cual
solo podía ser desvirtuada por decisión de un juez:
“Ahora
bien, dentro de las medidas de protección consagradas por el Código Civil a
favor de las personas con alteraciones psíquicas, se encuentra el régimen de la
incapacidad civil y de las guardas. Ciertamente, estas instituciones jurídicas
tradicionalmente se han considerado como medidas de protección a favor de
quienes padecen tales limitaciones, que en tal virtud desarrollan adecuadamente
los postulados constitucionales sobre protección a las personas en estado de
debilidad manifiesta. Empero, el poder actuar a nombre de una persona mayor de
edad, por considerarse que carece de capacidades intelectuales o volitivas para
auto determinarse, es una asunto que, también en protección del presunto
incapaz, exige una previa comprobación judicial dentro de un proceso en el cual
se establezca probatoriamente esta situación.
Nadie
puede abrogarse autónomamente la facultad de representar a otro alegando su
incapacidad mental. Pues en principio, la capacidad de las personas se presume
legalmente, de conformidad con lo que al respecto reza el artículo 1503 del
Código Civil. Por ello, el legislador ha diseñado procesos judiciales
específicos, distintos de la acción de tutela, dentro de los cuales debe
demostrarse plenamente la incapacidad de la persona mayor de edad a quien se
pretende representar”.
Igualmente, la Corte afirmó que era necesario estudiar cada
caso con sus particularidades porque se deben determinar los siguientes
asuntos: (a) el nivel de autonomía de la mujer con discapacidad y (ii) “las
medidas de protección alternas o complementarias que se acomodan a su
particular situación personal, familiar y social”.[117]
39.
En la
misma línea, en la sentencia T-397 de 2004,[118] la Corte reconoció el derecho a una
madre con discapacidad visual a tener una familia y a ejercer su maternidad,
cuando el ICBF había puesto en duda su idoneidad por su discapacidad y por sus
condiciones socioeconómicas: “(…) el Estado adopte todas las medidas
necesarias para permitirle a Luisa desarrollar con Teresa una relación materno-filial
digna, sin que la discapacidad de la madre sea un obstáculo para ello ni, de
otro lado, pueda llevar a poner en peligro a la menor o afectar negativamente
su desarrollo integral (artículo 44, C.P.). Este derecho de Luisa a estar con
su madre encuentra un correlato directo en el derecho que tiene Teresa, en
tanto madre en estado de extrema pobreza con discapacidad visual, a que el
Estado cumpla con una serie de prestaciones positivas en su favor, orientadas a
permitirle subsistir de la forma más autónoma, digna y decorosa posible a pesar
de su discapacidad, y como parte de dicho objetivo, a desarrollar relaciones
familiares dignas y satisfactorias, especialmente con su hija menor”.[119] En esta providencia la
Corte estableció que las autoridades estatales tenían la obligación de proveer
de servicios de apoyo a las personas con discapacidad con el fin de asegurar su
efectivo goce y ejercicio de los derechos fundamentales en igualdad de
condiciones a las demás personas.
40.
Ahora
bien, la protección del derecho fundamental a la capacidad jurídica de las
personas con discapacidad intelectual también puede ilustrarse en casos en los
que se omitieron actos procesales con base en la discapacidad. En la sentencia
T-400 de 2004[120] la Corte revisó un caso
en el que dos personas con discapacidad cognitiva fueron demandadas en un
proceso ejecutivo hipotecario y el juez omitió actos procesales a su favor. La
Corte reconoció su derecho al debido proceso y estableció, que con el fin de
proteger sus intereses, debían actuar bajo su representante legal y el juez
civil tenía la obligación de declarar la nulidad de las actuaciones procesales
que fueron surtidas sin esta garantía. En palabras de la Corte:
“(…) las personas
discapacitadas mentales que resultan demandadas en un proceso civil son
titulares de un derecho a la igualdad formal, en el sentido de que
gozan de las mismas oportunidades procesales y recursos ordinarios que
cualquier ciudadano para defender sus derechos por medio de su representante
legal, es decir, no pueden ser víctimas de ninguna clase de discriminación por
parte de los funcionarios judiciales o de policía que colaboren en la ejecución
de las decisiones judiciales. De igual manera, en virtud del principio de igualdad
material, los discapacitados mentales tienen derecho a recibir un trato
especial por parte de los mencionados funcionarios, principio constitucional
que en materia de procesos civiles comprende los siguientes deberes de
protección: a. A lo largo de todo el proceso civil, el funcionario debe velar
porque los discapacitados mentales se encuentren debidamente representados; b.
El funcionario judicial se encuentra en la obligación de declarar, de oficio,
la nulidad cuando sea informado que en el curso del proceso el demandado era un
discapacitado mental, que no estuvo debidamente representado por su curador. En
otros términos, los discapacitados mentales tienen derecho a un debido proceso
civil, que conlleva, por su especial condición, no sólo a que le sea respetada
su igualdad procesal, como a cualquier ciudadano, sino además a que le sea
garantizada una igualdad material, la cual se traduce en unos especiales
deberes de protección a cargo de las autoridades judiciales que conozcan de los
respectivos procesos judiciales”.[121]
41. Por su parte, la Corte
también ha establecido que en procesos de interdicción los jueces de familia no
pueden considerar que no se le debe notificar la demanda personalmente a la
persona que se quiere declarar como interdicta.[122] Al respecto, la Corte precisó que
las personas con discapacidad mental, al igual que todas, tienen derecho a un
debido proceso civil, lo que implica, que les sea garantizada la igualdad
material con el fin de que puedan ejercerlo contando con las mismas armas
procesales que la otra parte. Por lo anterior, el juez competente de decidir la
interdicción no podía a priori omitir la notificación a la persona con
discapacidad mental:
“Aunado a lo anterior se
podría argumentar que carecería de todo sentido notificar personalmente el auto
admisorio de la demanda de interdicción por demencia a una persona que no está
en capacidad de comprender el sentido de dicho acto procesal. || No obstante lo
anterior, dada la importancia que reviste la notificación personal para el
ejercicio del derecho de defensa, como en numerosas ocasiones lo ha
sostenido esta Corte, y teniendo en cuenta que no todas las enfermedades
mentales le impiden permanentemente al paciente comprender la realidad, el juez
de familia debe interpretar el artículo 659 del C.P.C. de conformidad con el
artículo 13 constitucional, lo que significa que debe apoyarse en lo
establecido en el certificado médico para efectos de decidir si, en el caso
concreto, el demandado comprenderá o no el sentido de la notificación, y por
ende, si debe intentarse la misma o no”.[123]
Con
sustento en lo anterior, también señaló que al presentarse una demanda de
interdicción debía anexarse y valorarse un certificado médico o diagnóstico de
la persona que se presentaba para interdicción, so pena de incurrirse en un
defecto fáctico que tiene como consecuencia la nulidad de todo el proceso
ordinario. El certificado médico como soporte del estado de salud de la
persona, dijo la Corte, es una prueba técnica que requiere el juez para
establecer la necesidad y procedencia de la medida de interdicción.
42. La Corte ha conocido
también otros casos en los que personas han sufrido accidentes que les han
generado estadios de inconciencia y sus seres queridos se han visto impedidos
para solicitar, por ejemplo, las mesadas pensionales o acceder a otro tipo de
prestaciones dinerarias que pertenecen a la persona que está en una grave
situación de salud.[124] En estos asuntos la Corte
ha señalado que la presunción de la capacidad legal es la regla general, salvo
que exista una declaración judicial de interdicción, por tanto, “quien no
ha sido declarado interdicto por causa de demencia, así padezca un estado
transitorio de inconciencia, se encuentra en capacidad de cobrar sus mesadas
pensionales o de designar un apoderado o representante para el efecto”.[125] No
obstante lo anterior, precisó que a pesar de que las personas que “padecen
de estados temporales pero irreversibles de inconciencia” podrían no
cumplir con las condiciones para ser sujetos de guarda o curaduría, sí requieren de medidas que
velen por sus intereses, y en dado caso, personas que las representen
transitoriamente.
43. Con base en lo anterior,
se establecieron las siguientes reglas de decisión en estos casos: (a) se
presume la capacidad legal de todas las personas, siempre y cuando no exista la
declaración judicial de interdicción; (b) el proceso de interdicción es un
mecanismo de protección de los derechos de las personas con discapacidad
cognitiva o para quienes transitoriamente “adopten conductas que las
inhabiliten para su normal desempeño en la sociedad”; (c) “constituye el
mecanismo judicial idóneo y eficaz para la protección de quienes no pueden
desempeñarse por sí mismos, lo que incluye a las personas que han sido
diagnosticadas con pérdida de conciencia por tiempo indeterminado”; (iii) “el
juez de tutela se encuentra facultado para intervenir en los casos en los que
se demuestre la amenaza u ocurrencia de un perjuicio irremediable a los
derechos fundamentales del agenciado y su familia”.[126]
44. En las sentencias
descritas la Corte Constitucional no había incorporado a su análisis el modelo
social de la discapacidad. Por eso, a partir de este punto se puede identificar
una segunda etapa jurisprudencial, en la que se empieza a incorporar el modelo social
de la discapacidad, que se refleja, en su mayor parte, en los últimos nueve
años (2011-2019), luego de la entrada en vigencia de la Convención de Naciones
Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, su ratificación a
través de la Ley 1346 de 2009[127] y la expedición de la Ley
Estatutaria 1618 de 2013.
Mediante
sentencia C-824 de 2011[128]
la Corte luego de citar el marco internacional sobre el reconocimiento de
derechos a las personas en condiciones de discapacidad, incluida la Convención
de Naciones Unidas sobre los derechos con Discapacidad, afirmó que el grado de
severidad de una discapacidad no puede implicar la negación de derechos, “sino
la aplicación de medidas especiales establecidas por la misma ley”.
En
la sentencia T-684 de 2014[129]
la Sala Séptima de Revisión estudió una acción de tutela dirigida contra la
decisión de interdicción de una mujer que presentaba, según el juez, un
diagnóstico de discapacidad mental absoluta. Se nombró como curador de la mujer
a su esposo, y como guardadora para cuidados personales, a la madre de la
mujer. Sin embargo, los jueces ordinarios definieron como guardador para todos
los efectos al esposo. La mujer manifestó su voluntad dirigida a que su madre
la cuidara ya que había antecedentes de maltratos contra ella por parte del
esposo. No obstante, los jueces no tuvieron en cuenta sus declaraciones. Por lo
anterior, la madre de la mujer interpuso acción de tutela contra la decisión de
interdicción que declaró como guardador al marido de su hija.
La
Corte, a la luz del modelo social de la discapacidad, reiteró la importancia de
garantizar el derecho al debido proceso de las personas en condiciones de
discapacidad, y con ello, asegurar que fueran escuchadas y sus opiniones tenidas
en cuenta dentro del proceso de interdicción que se adelanta contra ellas: “(…)
en los
procesos judiciales de interdicción cobra especial relevancia analizar el grado
de autonomía del presuntamente incapaz, pues en función de ello es que deben
adoptarse las medidas que se consideren más adecuadas por parte del juez para
lograr la garantía de sus derechos fundamentales. Así entonces, aunque se trate
de una persona mentalmente disminuida, su personalidad jurídica no debe ser
anulada por ese simple hecho, sino que cualquier opinión que pueda permitirse
emitir según el nivel de su enfermedad, debe ser valorada razonablemente por
las autoridades judiciales. Por tanto, la cuestión frente a los derechos de los
discapacitados mentales en los procesos de interdicción tiene un matiz que va
más allá de la mera vinculación formal a través de su notificación, centrándose
ahora en la forma en que deben ser valoradas sus manifestaciones de voluntad en
la medida que la respectiva enfermedad se lo permita”.[130]
Acorde
con lo anterior, la Corte resolvió amparar los derechos fundamentales de la
mujer al encontrar que el juez de familia había incurrido en un defecto fáctico
al no tener en cuenta la manifestación de la mujer a quien se le imponía la
interdicción, y ordenó dejar sin efectos la decisión judicial. En las
conclusiones de la providencia la Sala resaltó la obligación del poder judicial
en procesos de interdicción, de determinar “cuál es el grado de capacidad
jurídica que caracteriza a la persona con discapacidad mental y, de este modo,
adoptar las medidas necesarias para procurar su bienestar”.
Nuevamente,
a través de una demanda de inconstitucionalidad contra la Ley 1412 de 2010, la
Corte analizó el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de las
personas con discapacidades mentales o cognitivas. En la sentencia C-182 de
2016[131]
evaluó si tratándose de anticoncepción quirúrgica, se vulneraban los derechos
de las personas con discapacidad mental al establecerse que se requería siempre
de la solicitud y el consentimiento a través del representante, previa
autorización judicial. La Sala abordó los estándares internacionales sobre la
materia a la luz del modelo social de la discapacidad y la importancia del
consentimiento informado en procedimientos de salud. Con sustento en estas dos
temáticas, argumentó que el consentimiento informado es una expresión de la
autonomía de una persona que se va a someter a un procedimiento de salud. La
Corte explicó en esta providencia la evolución de la posición jurisprudencial
entorno al consentimiento sustituto en materia de salud en casos de menores de
edad y personas en condiciones de discapacidad mental.
En
lo relativo a las personas con discapacidad mental, la Sala recordó que“[e]n
cuanto a la posibilidad del consentimiento sustituto de las personas con
discapacidad a procedimientos de esterilización quirúrgica esta Corporación
ha dicho que esto sólo es posible de forma excepcional y que
además de las causales generales que permiten esta excepción, como el peligro
para la vida de la persona, se encuentra atada a: (i) un proceso de interdicción
para obtener la calidad de representante o curador; y (ii) un proceso especial
para obtener una autorización judicial que debe valorar la posibilidad
de otorgar el consentimiento futuro respecto de la intervención
quirúrgica y la condición médica del paciente” (resaltado del
texto original).[132]
Del
mismo modo advirtió que en cuanto al ejercicio de los derechos reproductivos,
la jurisprudencia ha diferenciado la capacidad jurídica de la autonomía de la
persona. Así, en un primer momento la jurisprudencia reconocía el
consentimiento sustituto y la necesidad de la autorización judicial para la
procedencia de los procedimientos médicos. Más tarde, la Corte matizó su
posición y advirtió que debía analizarse caso por caso y evaluarse el “nivel
tal de autonomía que le permita comprender y dar o no su consentimiento para
realizar una intervención quirúrgica” de la persona en condiciones de
discapacidad mental.[133]
Por lo anterior, se distinguió el proceso de interdicción judicial del proceso
judicial para establecer la autonomía de una persona para dar su consentimiento
para la realización de un procedimiento médico:
“La
jurisprudencia constitucional ha sido clara en determinar que el ejercicio de
la capacidad jurídica es diferente del ejercicio de los derechos reproductivos,
particularmente de la decisión de tener hijos de forma responsable. Por lo
tanto, siempre se presupone la capacidad para ejercer la autonomía
reproductiva de las personas que han sido declaradas en interdicción por
encontrarse en situación de discapacidad mental. (…)
El procedimiento judicial
que autoriza o niega la esterilización quirúrgica de una persona en situación
de discapacidad mental es un procedimiento autónomo de aquel de la interdicción
y debe cumplir con el objetivo de desvirtuar la presunción de capacidad para
ejercer la autonomía reproductiva. En este sentido, el juez en su análisis del
caso concreto debe: (i) presumir la capacidad de la persona para ejercer la
autonomía reproductiva; (ii) verificar si existe una alternativa menos invasiva
a la esterilización quirúrgica; (iii) cerciorarse que se le hayan prestado
todos los apoyos y se hayan hecho los ajustes razonables para que la persona
pueda expresar su preferencia; (iv) comprobar la imposibilidad del
consentimiento futuro; y (v) la necesidad médica de la intervención”[134]
La
Sala resolvió declarar la exequibilidad condicionada de la norma[135]
“bajo el entendido de que la autonomía reproductiva se garantiza a las
personas declaradas en interdicción por demencia profunda y severa y que el
consentimiento sustituto para realizar esterilizaciones quirúrgicas tiene un
carácter excepcional y sólo procede en casos en que la persona no pueda
manifestar su voluntad libre e informada una vez se hayan prestado todos los
apoyos para que lo haga”.[136]
Igualmente,
la Corte ha establecido que se vulneran los derechos fundamentales a la
seguridad social, al mínimo vital, a la vida digna y a la capacidad jurídica de
una persona con discapacidad cognitiva al condicionar su inclusión en nómina de
pensionados (bien fuera una pensión de invalidez o sobrevivientes o una
sustitución pensional), a la sentencia de interdicción judicial y la
designación de un curador que administrara su patrimonio.[137]
Ha sostenido que las personas con discapacidad mental tienen capacidad
jurídica para actuar y decidir. En este sentido, atendiendo el modelo social,
es deber del Estado asegurar a estas personas medidas de protección y/o apoyo
que respeten siempre la voluntad y las preferencias de estos sujetos,
atendiendo el grado de discapacidad. En palabras de la Corte: “(…) resulta
discriminatorio asumir prima facie que una persona diagnosticada con
alguna afección mental debe ser declarada interdicta y someterse a la
curaduría de un tercero. Sólo en aquellos casos en los cuales se acredite
claramente que el afectado padece una discapacidad mental absoluta y
no puede administrar sus propios recursos, resulta excepcionalmente posible
condicionar su inclusión en nómina de pensionados hasta que se inicie el
proceso de interdicción correspondiente, pues supeditar tal acto
hasta su culminación tiene el efecto práctico de agravar su estado de
vulnerabilidad y debilidad manifiesta”.[138]
Finalmente, en el año 2019 puede destacarse la siguiente
providencia relacionada con el ejercicio de la capacidad jurídica de las
personas en condiciones de discapacidad mental. En la sentencia T-525 de 2019[139], a diferencia de los
casos anteriores en los que se había resuelto el mismo problema jurídico, la
Corte tenía como nuevo parámetro legal la Ley 1996 de 2019. Por tanto, en este
asunto se reconoció que no podía exigírsele interdicción judicial al accionante
para acceder a la prestación social, y mucho menos, restringirle sus derechos
con base en un dictamen médico. En palabras de la Corte:
“La administradora de
pensiones forzó al peticionario a que renunciara al ejercicio de su
capacidad jurídica y se sometiera a la tutela de un tercero, ya que, como se ha
visto, no era necesario que el demandante se sometiera al proceso judicial de
interdicción para obtener el pago de la prestación al que tiene derecho.
Además, lo hizo incurrir de manera innecesaria en una serie de esfuerzos
económicos, temporales y morales que hicieron más gravosa su situación, lo que
implica vulnerar sus derechos fundamentales a la seguridad social y al
mínimo vital del accionante. (…) La introducción de esta nueva norma implica un cambio de
paradigma al momento de comprender la discapacidad en el ordenamiento jurídico
colombiano, ya que si bien antes era posible privar a una persona de su
capacidad jurídica en virtud de su situación de discapacidad, la introducción
de esta legislación prohíbe expresamente esta práctica. Por lo tanto, en la actualidad
ninguna entidad pública o privada puede restringir la capacidad legal de
una persona en situación de discapacidad bajo ningún argumento o circunstancia,
lo que incluye el supuesto respaldo en un dictamen de pérdida de capacidad
laboral”.
De
ese modo, bajo la Ley 1996 de 2019, la Corte estableció que era prohibido
exigir el proceso de interdicción en todos los casos, aun existiendo un
diagnóstico médico, y exigió presumir la capacidad legal de las personas con
discapacidad cognitiva o mental.
45. En conclusión, la
jurisprudencia constitucional, al igual que los avances legislativos hacía un
modelo social de discapacidad, ha ido evolucionando en sus posiciones y ha dado
mayor prevalencia a la autonomía de las personas con discapacidad intelectual.
En lo relacionado con la capacidad jurídica, la jurisprudencia siempre
reconoció su titularidad y goce en igualdad de condiciones a las personas con
discapacidad. Sin embargo, en lo relacionado con el ejercicio de la capacidad
legal para la realización de actos jurídicos, la Corte, en virtud del estándar
legal vigente en la materia, restringió su ejercicio a la interdicción
judicial.
No
obstante lo anterior, en las sentencias referenciadas en este aparte, es
posible vislumbrar que la tendencia jurisprudencial ha sido siempre asegurar el
respeto por la voluntad y el consentimiento de las personas en condiciones de
discapacidad intelectual o mental. Por ello, la Corte en sus diferentes
decisiones amparó los derechos fundamentales al debido proceso, cuando se
omitía notificar a la persona sujeto de interdicción; al mínimo vital, al
establecer que no podía exigirse la interdicción para acceder a una prestación
económica; y en otras ocasiones, los derechos sexuales y reproductivos, al
garantizar que, a pesar de estar vigente la interdicción, se evaluara
judicialmente el grado de autonomía de la persona antes de someterla a
cualquier procedimiento médico.
ANALISIS
DE LOS CARGOS
La presunción de capacidad
dispuesta en el artículo 6 de la Ley 1996 de 2019 es constitucional
46. Los demandantes de los dos
expedientes bajo revisión demandaron apartes del artículo 6 de la Ley 1996 de
2019. En la parte preliminar de esta sentencia, la Sala Plena realizó una
integración de la unidad normativa, toda vez que las expresiones atacadas no
tenían un contenido autónomo univoco.
Sobre esta disposición los
demandantes argumentaron que vulnera el derecho a la igualdad y el artículo 12
de la Convención, porque asume el ejercicio de la capacidad jurídica de todas
las personas con discapacidad, sin tener en cuenta que hay casos más graves y
severos en los que la persona no comprende el acto jurídico que va a realizar y,
por tanto, no puede manifestar su voluntad. Según los actores esta norma deja
en indefensión a las personas con discapacidad mental grave, toda vez que no
puede actuar en igualdad de condiciones a las demás, dado su déficit.
47. El artículo 6 se encuentra en el
Capítulo I sobre “Disposiciones generales” de la Ley 1996 de 2019. En este
aparte de la ley se consagran todas las normas generales que sirven de
interpretación a las demás disposiciones de la ley (objeto, interpretación
normativa, definiciones, principios, criterios para establecer las
salvaguardas, niños, niñas y adolescentes). El artículo 6 establece la
presunción de capacidad en los siguientes términos:
“Todas las personas con
discapacidad son sujetos de derecho y obligaciones, y tienen capacidad legal en
igualdad de condiciones, sin distinción alguna e independientemente de si usan
o no apoyos para la realización de actos jurídicos.
En ningún caso la
existencia de una discapacidad podrá ser motivo para la restricción de la
capacidad de ejercicio de una persona.
La presunción aplicará
también para el ejercicio de los derechos laborales de las personas con
discapacidad, protegiendo su vinculación e inclusión laboral.
PARÁGRAFO. El reconocimiento de
la capacidad legal plena previsto en el presente artículo aplicará, para las
personas bajo medidas de interdicción o inhabilitación anteriores a la
promulgación de la presente ley, una vez se hayan surtido los trámites
señalados en el artículo 56 de la misma”.
Como puede verse, la disposición
demandada reconoce la capacidad de goce y la capacidad de ejercicio de los
derechos y obligaciones. Las normas prescritas en el Capítulo I de la Ley 1996
de 2019 son transversales a toda la ley. De manera que cuando se va a dar
aplicación algún artículo, debe leerse a la luz de lo dispuesto en aquel
capítulo.
48. Cabe recordar que el
modelo social de la discapacidad se sustenta, principalmente, en los siguientes
ejes: (i) la dignidad humana, (ii) la autonomía e independencia individual,
(iii) libertad de tomar las propias decisiones, (iv) la no discriminación, (v)
la participación plena y efectiva en la sociedad, (v) la accesibilidad y (vi)
la igualdad de oportunidades. Estos ejes son esenciales para comprender el
reconocimiento de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad.
49. La jurisprudencia de la
Corte Constitucional ha establecido que la dignidad humana es un principio
esencial del Estado Social de Derecho reconocido en el artículo 1° de la
Constitución Política. Se trata de un mandato de optimización que exige a todas
las autoridades realizar sus funciones con el fin de lograr el efectivo goce y
ejercicio de una existencia digna de los ciudadanos en las diferentes esferas,
tales como su “autonomía individual, condiciones materiales de existencia, e
integridad física y moral”.[140] Conforme a lo anterior, la Corte ha
sostenido que“[el] principio de dignidad no sería comprensible si el
necesario proceso de socialización del individuo se entendiera como una forma
de masificación y homogenización integral de su conducta, reductora de toda traza
de originalidad y peculiaridad. Si la persona es en sí misma un fin, la
búsqueda y el logro incesantes de su destino conforman su razón de ser y a
ellas por fuerza acompaña, en cada instante, una inextirpable singularidad de
la que se nutre el yo social, la cual expresa un interés y una necesidad
radicales del sujeto que no pueden quedar desprotegidas por el derecho a riesgo
de convertirlo en cosa.”[141]
De este contenido se deriva
necesariamente la prohibición del uso o instrumentalización de las personas,
pues cada ser humano es un fin en sí mismo y no puede ser concebido como medio
para lograr intereses ajenos a su voluntad y propia autonomía.[142]
50. Por su parte, el derecho a la
igualdad real y efectiva implica una doble dimensión: (i) “abstenerse de
incentivar o de realizar tratos discriminatorios” e (ii) “intervenir, sobre lo
cual el Estado debe tomar las medidas necesarias tendientes a superar las
condiciones de desigualdad material que enfrentan los grupos poblacionales
discriminados”.[143] En el mismo sentido, la
Corte ha precisado:
“(…) el
deber de igualdad material le impone la obligación al Estado de adoptar medidas
a favor de los grupos marginados o que se encuentren en una situación de
debilidad manifiesta, como las personas con discapacidad.
En este
orden de ideas, la jurisprudencia constitucional ha determinado que las
personas con discapacidad son sujetos plenos de derechos y de especial
protección constitucional y ha reiterado que la discapacidad debe ser afrontada
desde una perspectiva holística en donde se le deben brindar a estas personas
las herramientas y apoyos necesarios para enfrentar las barreras físicas o
sociales que limitan sus posibilidades para desenvolverse, y así superar dicha
condición. Lo anterior, implica abandonar la visión de la discapacidad como una
enfermedad.”[144]
De tal modo, el
Estado tiene la obligación de promover la igualdad material de la población con
discapacidad y, para ello, en algunas ocasiones debe otorgar un trato especial,
“consistente en la realización de actuaciones positivas por las autoridades
en su favor. Ello guarda coherencia, no sólo con los mandatos constitucionales
que se han señalado (arts. 1, 13, 47, 54 y 68, C.P.), sino también con varias
disposiciones internacionales sobre la materia”.[145]
51.
La dignidad humana y la igualdad, cuando se trata de
reconocer el derecho al ejercicio de la capacidad jurídica de las personas en
condiciones de discapacidad desde la perspectiva del modelo social, son
trascendentales. Al concebir a las personas como sujetos dueños de sus planes
de vida y reconocerles una autonomía para su participación en igualdad de
condiciones en la sociedad a través de la realización de actos jurídicos, se
exige por parte del Estado y la comunidad en general, procurar apoyos o medidas
adecuadas para que, independientemente de la diversidad funcional que presente
una persona, pueda ejercer sus derechos de acuerdo con su voluntad y
preferencias y asumir obligaciones, acorde con sus intereses.
De tal forma, aún en
los casos en los que a la persona se le dificulta manifestar su voluntad o
preferencias respecto de una situación, en virtud de la dignidad humana y la
igualdad, se debe presumir su capacidad de ejercicio, y en ese sentido, para
alcanzar la toma de decisiones, se le deben asignar apoyos más intensos que le
permitan actuar. En algunas ocasiones, los apoyos deberán recurrir a interpretar
su entorno social y familiar, sus características de vida, información de su
historia conocida, las personas de confianza, entre otros medios, que permitan
“la mejor interpretación de la voluntad”.
52. Para hacer realidad el ejercicio de
la capacidad legal de las personas con discapacidad, la Ley 1996 de 2019
contempla “los mecanismos para el ejercicio de la capacidad legal y para la
realización de los actos jurídicos”, dispuestos, específicamente, en los
capítulos II, III y V. Ahora, como el cargo de inconstitucionalidad se sustenta
en que el tratamiento igual del artículo 6° desprotege a las personas con
discapacidad intelectual severa o profunda, es preciso definir las normas del
cuerpo normativo que le son aplicables a esos casos específicos.
El artículo 4° que
consagra los principios que rigen toda la Ley, establece en su numeral 3° la “primacía
de la voluntad y preferencias de la persona titular del acto jurídico”. En
él se reconoce que “en los casos en los que, aún después de haber agotado
todos los ajustes razonables disponibles, no sea posible establecer la voluntad
y preferencias de la persona de forma unívoca, se usará el criterio de la mejor
interpretación de la voluntad, el cual se establecerá con base en la
trayectoria de vida de la persona, previas manifestaciones de voluntad y
preferencias en otros contextos, información con la que cuenten personas de
confianza, la consideración de sus preferencias, gustos e historia conocida,
nuevas tecnologías disponibles en el tiempo, y cualquier otra consideración
pertinente para el caso concreto”.
El artículo 5° establece
los criterios para definir las salvaguardias que deben proceder en cada caso.
Uno de ellos es el criterio de “necesidad”. En él, se señala que “habrá
lugar a los apoyos solo en los casos en que la persona titular del acto
jurídico los solicite o, en los que, aun después de haber agotado todos los
ajustes razonables disponibles y medidas de apoyo, no sea posible establecer de
forma inequívoca la voluntad y preferencias de la persona titular del acto
jurídico”.
Es por lo anterior, que la
Ley establece dos tipos de mecanismos para el ejercicio de la capacidad legal (
de acuerdo con el contenido del artículo 9°, apoyos formales),[146] teniendo en cuenta las necesidades de cada
persona y asumiendo que en algunas ocasiones los apoyos deben ser más intensos:
(a) “a través de la celebración de un acuerdo de apoyos entre la persona
titular del acto jurídico y las personas naturales mayores de edad o personas
jurídicas que prestarán el apoyo en la celebración del mismo”; y (b) “a
través de un proceso de jurisdicción voluntaria o verbal sumario, según sea el
caso, para la designación de apoyos, denominado proceso de adjudicación de
apoyos”.
53. Para efectos de dar
respuesta al cargo propuesto en esta sentencia, es necesario solo referirse al
segundo de los mecanismos, en razón a que es el procedente cuando no es posible
conocer de forma unívoca la voluntad de la persona con discapacidad. El
artículo 38 de la Ley 1996 de 2019 regula todo lo concerniente a la
adjudicación judicial de apoyos para la toma de decisiones cuando es promovida
por una persona distinta al titular del acto jurídico.[147] Ésta debe ser tramitada a través de
un proceso verbal sumario. En el marco de este proceso, se realizará una
valoración de apoyos con el fin de acreditar el nivel y grado de apoyos que la
persona requiere para tomar decisiones. Al interponerse la demanda se debe
demostrar (a) “que la persona titular del acto jurídico se encuentra
absolutamente imposibilitada para manifestar su voluntad y preferencias por
cualquier medio, modo y formato de comunicación posible”, y (b) “que la
persona con discapacidad se encuentre imposibilitada de ejercer su capacidad
legal y esto conlleve a la vulneración o amenaza de sus derechos por parte de
un tercero”.
La autoridad judicial en
estos casos debe realizar unas sugerencias sobre los mecanismos que permitan
desarrollar las capacidades de la persona en relación con la toma de decisiones
que la involucren. Del mismo modo, el juez podrá autorizar a la persona que
asume el rol de apoyo, la representación de la persona titular del acto
jurídico, cuando ésta “se encuentre absolutamente imposibilitada para
manifestar su voluntad y preferencias por cualquier medio, modo y formato de
comunicación”.
La Ley prevé que, si está
vigente una sentencia de adjudicación judicial de apoyos, la persona titular
del acto jurídico debe utilizar los apoyos al momento de la celebración de
dichos actos como requisito de validez. Como consecuencia de no hacerlo, se generará
una nulidad relativa del acto jurídico (art. 39).
Es preciso también tener
en cuenta que las personas que asuman el rol de apoyo tienen dentro de sus
funciones, “facilitar la manifestación de la voluntad y preferencias de la
persona titular del acto jurídico”; “facilitar la comprensión de un
determinado acto jurídico”; “representar a la persona”; “interpretar
de la mejor forma la voluntad y preferencias de la persona titular del acto
jurídico, en los casos en que esta se encuentre absolutamente imposibilitada
para interactuar con su entorno por cualquier medio” y “honrar la
voluntad y las preferencias” (art. 47).
54. Con toda la anterior
descripción sobre los mecanismos para el ejercicio de la capacidad jurídica de
las personas con discapacidad que trae la nueva Ley, la Sala resalta, contrario
a los que estima el ciudadano demandante, que la adjudicación judicial de
apoyos es el mecanismo idóneo para permitir que, incluso cuando la persona está
imposibilitada para manifestar su voluntad, pueda ejercer su capacidad con
asistencia de personas o métodos que permitan conocer cuál es su determinación
de acuerdo con algún acto jurídico. Como puede verse los apoyos definidos a
través de este proceso judicial son mucho más intensos puesto que están determinados
ante la imposibilidad de la persona titular del acto de expresar su voluntad y
preferencias; incluso, puede asignarse un representante para algunos de los
actos jurídicos.
55. Acorde con lo anterior, la
Sala Plena considera que la presunción de la capacidad legal de las personas
con discapacidad dispuesta en el artículo 6° de la Ley 1996 es constitucional,
toda vez que atiende a una perspectiva respetuosa con la dignidad humana y la
igualdad real y efectiva del ejercicio de los derechos fundamentales.
56. Ahora bien, la Corte
observa que la preocupación que plantean los actores no es del todo
irrazonable, pues sostienen que hay personas con discapacidad intelectual que
no pueden comprender y dar su voluntad para realizar ciertos actos jurídicos, y
en esa medida, no se les puede presumir su capacidad de ejercicio independientemente
de los apoyos. De hecho, como se presentó antes, la misma Ley reconoce que
existen casos difíciles en los que la persona con discapacidad se encuentra “absolutamente
imposibilitada para manifestar su voluntad y preferencias por cualquier medio,
modo y formato de comunicación posible”. La Ley dispone unos mecanismos
para garantizar el ejercicio de la capacidad legal en estos casos, y así lograr
que la toma de decisiones esté asistida y bajo la mejor interpretación de la
voluntad de la persona.
57. De esa manera, la Sala
encuentra que la lectura de la norma acusada debe ser precisada a la luz del
modelo social de la discapacidad e interpretarse a la luz de las demás disposiciones
de la Ley 1996 de 2019. La misma normativa, por una parte, reconoce de plano el
ejercicio de la capacidad jurídica, incluso, “independientemente de los
apoyos”; pero a la vez, reconoce que existen casos en los que la persona
titular del acto jurídico se encuentra “absolutamente imposibilitada”
para manifestar su voluntad, de manera que es necesario conciliar estos
lineamientos legales para evitar la desprotección de la población con
discapacidad intelectual o mental.[148]
58. Igualmente, para la Corte
no pueden pasar desapercibidos los conceptos allegados por especialidades de la
neurología que pusieron de presente que hay casos en los que, como lo reconoce
la Ley 1996, la persona no comprende el alcance de un acto jurídico y tampoco
puede manifestar su voluntad acorde con él. A partir de la escala de deterioro
cognitivo, “[l]os pacientes que se encuentran con valores GDS de 5, 6 y 7 en
la escala, no cuentan con un nivel de razonamiento suficiente para comprender
los actos jurídicos en que participan (…) Un individuo con secuelas graves
desde el punto de vista cognitivo de un trauma cráneo encefálico o de un evento
cerebro vascular isquémico o hemorrágico o una persona afectada por una
demencia tipo Alzheimer por ejemplo, en estado avanzado (GDS 6 y 7 de la escala
de Reisberg) no puede llevar a cabo ningún tipo de actividad laboral, ni tomar decisiones
correctas por el grave compromiso de sus funciones cognitivas”.[149]
A pesar de lo anterior, algunos
resaltaron que no es posible generalizar todos los casos que se encuentren en
un valor, pues el desarrollo de habilidades funcionales depende de innumerables
factores, tales como la educación, el contexto sociocultural, etc., de cada
persona. De manera que un sujeto que se encuentre en un valor GDS 6 puede ser
autónomo para comprender ciertos actos y otros no y esto varía de individuo a
individuo.[150]
59. Es preciso recordar que,
con fundamento en la teoría del acto jurídico, unos de los elementos que deben
cumplirse para su existencia y validez son la voluntad del sujeto y su
capacidad legal, respectivamente. El agente debe tener consciencia (entendida
como la actitud que tiene todo ser humano de reconocer su entorno) de la
conducta que está realizando y los efectos que puede generar en la realidad.
Según Ospina Fernández, el acto o negocio jurídico, a diferencia del acto
humano,[151] “comprende toda
manifestación de voluntad directa y reflexivamente encaminada a la producción
de efectos jurídicos”.[152] De esta definición se
desprenden dos elementos: (a) la manifestación de la voluntad y (b) el objetivo
de producir efectos jurídicos. En cuanto al primer elemento, se resalta que la
manifestación de la voluntad debe ser “suficientemente clara e inteligible”.[153] Por su parte, precisa que
la capacidad se entiende desde dos acepciones: (i) como “la aptitud que
tienen todas las personas o sujetos de derecho para ser titulares de derechos y
obligaciones”;[154] y (ii) “el poder que
se les reconoce a la mayoría, ya que no a todos los sujetos de derecho, para
actuar directamente, por sí mismos, en el comercio jurídico, vale decir, para
realizar actos jurídicos”.[155] Con base en lo anterior, Ospina
Fernández concluye que “(…) toda persona necesariamente tiene capacidad para
adquirir derechos y contraer obligaciones, pero algunas no la tienen para
intervenir por sí mismas en el comercio jurídico”.[156]
En esta misma línea, la
jurisprudencia constitucional ha reconocido que “la capacidad jurídica, o sea, la
capacidad para ser titular de derechos subjetivos patrimoniales, la
tiene toda persona sin necesidad de estar dotada de voluntad reflexiva; en
cambio, la capacidad de obrar está supeditada a la existencia de esa voluntad”.[157] Sin embargo, la Corte
también ha diferenciado la capacidad legal de una persona de su autonomía para
decidir ciertos asuntos, tales como los procedimientos médicos, por ejemplo. En
palabras de la Corte:
“68. En concordancia con
las anteriores reglas, la jurisprudencia constitucional ha indicado que la
autonomía necesaria para tomar una decisión sobre procedimiento o
intervenciones en la salud no es una noción idéntica a la capacidad legal
propia del derecho civil o aquella necesaria para ejercer el voto. En efecto,
se distingue entre estos dos conceptos de capacidad dado que “una persona
puede no ser legalmente capaz, pero sin embargo ser suficientemente autónoma
para tomar una opción médica en relación con su salud” o viceversa.
Así mismo, cabe resaltar
que la evaluación de la capacidad del paciente se deriva de la decisión
concreta que éste debe tomar, “pues una persona puede ser considerada
competente para aceptar unas intervenciones médicas pero carecer de la
suficiente autonomía para decidir otros asuntos sanitarios”. Por
consiguiente, la jurisprudencia constitucional ha determinado que en aquellos
supuestos en los que las personas carecen de la conciencia suficiente para
autorizar tratamientos médicos sobre su propia salud y para reconocer la
realidad que los rodea, como en el caso de “las personas con discapacidades
o limitaciones mentales profundas o de aquellos menores de edad, que por su
corta edad dependen totalmente de sus padres para sobrevivir”, terceras
personas, mediante el denominado consentimiento sustituto, pueden
avalar los procedimientos médicos requeridos por ellos, con el fin de velar por
su vida, salud e integridad física”.[158]
60. De manera que, la
capacidad legal, para ciertos actos, puede diferenciarse de la autonomía de cada
persona para definir sus decisiones. Igualmente, todas las personas tienen
distintas habilidades, y acorde con ellas, pueden comprender y realizar actos
en el ejercicio de su capacidad legal. Cada una es más o menos autónoma
teniendo en cuenta la comprensión que tiene sobre determinada materia o asunto
relacionado con el acto jurídico que va a realizar. La presunción de la
capacidad legal de la Ley 1996 de 2019 asume esta línea de entendimiento, y a
la vez, reconoce que hay personas que se encuentran absolutamente
imposibilitadas para manifestar su voluntad y preferencias por cualquier medio,
y por tanto, consagra un mecanismo más intenso o extenso para la toma de
decisiones con apoyo de esta población (adjudicación judicial de apoyos).[159] Este mecanismo, como vehículo de su
voluntad, otorga al sujeto los medios suficientes para expresar sus
preferencias, o más bien, para interpretar lo que es o sería su decisión
respecto a un escenario específico. Esto es lo que se denomina “la capacidad
para la toma de decisiones interdependiente”, la cual implica que, al igual
que cualquier persona, se necesita de otros para planear y ejecutar decisiones
sobre las que no se tiene suficiente experiencia:
“Algunas personas con
discapacidades intelectuales, cognitivas o psicosociales profundas pueden no
ser capaces de formular y llevar a cabo los planes y decisiones para dar
efectos legales a su voluntades y preferencias manifiestas. Pero la mayoría de
las personas tampoco pueden hacerlo. Todos dependemos de otros para ayudarnos a
planear, o a hacer planes en nuestro nombre. La toma de decisiones
interdependiente aplica cuando las capacidades de la persona para expresar su
voluntad y preferencias en relación con una decisión particular y realizar el
razonamiento para traducir su voluntad y preferencias en una decisión
legalmente válida, puede ser muy limitada o inexistente en el momento presente.
La provisión del ‘apoyo
interpretativo’ hace que la toma de decisiones sea posible en esas
circunstancias. El Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad reconoce el principio de “la mejor interpretación de
la voluntad y las preferencias” para este tipo de situaciones. Se propone como
una salvaguarda para prevenir la exclusión y así proteger el ejercicio de la
capacidad legal en una base igualitaria. Está diseñada para aplicarse en
situaciones en las que, después de que “se han hecho esfuerzos significativos”,
la voluntad y las preferencias de una persona no pueden ser suficientemente
determinadas para conducir a una decisión particular.14 En términos prácticos,
el principio de “la mejor interpretación de la voluntad y las preferencias”
puede aplicarse al ejercicio de la capacidad legal en una manera que respete
los requerimientos de compresión y apreciación relacionados con las
decisiones”.[160]
61.
La
teoría de la incapacidad legal inspirada en el derecho napoleónico y ahora
reformada por el modelo social de la discapacidad genera muchos retos, tanto
para los operadores jurídicos como para la sociedad en general. A diferencia de
la interdicción, que sustituía y anulaba a una persona por considerarse incapaz
absoluta, ahora el sistema de apoyos exige reconocer que todo ser humano por su
dignidad, cuenta con una voluntad y unas preferencias para llevar una forma de
vida según la concibe de forma autónoma. Así, el acto jurídico que realiza una
persona con el respaldo de apoyos y la asistencia de las personas de confianza
será válido conforme a la Ley 1996 de 2019, puesto que estos mecanismos sirven
de vehículos para exteriorizar la voluntad. Éste solo podrá ser declarado nulo,
si llevan a cabo actuaciones especificadas en la sentencia de adjudicación de
apoyo sin utilizar los apoyos allí estipulados, inclusive si se omite la
representación autorizada previamente por el juez, como lo estipula el artículo
39 del mismo cuerpo normativo.
62.
En
suma, la Sala Plena considera pertinente establecer una interpretación
sistemática del artículo 6° en conjunto con el artículo 38 de la Ley 1996 de
2019, con el objeto de proteger a aquellas personas en condiciones de discapacidad
intelectual o mental que se encuentran imposibilitadas para manifestar su
voluntad por cualquier medio. En consecuencia, el ejercicio de la capacidad
legal para estos casos deberá estar acompañado de una sentencia de adjudicación
judicial de apoyos, como un mecanismo necesario para la toma de decisiones. Esta
interpretación de la norma debe ir acompañada de las siguientes precisiones. El
rol del apoyo no es el de sustituir la voluntad de la persona con discapacidad,
validarla ni habilitar la celebración de actos jurídicos. El rol del apoyo, en
contraste, es ayudar a la persona con discapacidad a formular una voluntad
frente a la posibilidad de realizar un acto jurídico, y exteriorizarla, o en
dado caso, representarla al ejecutarlo. De tal forma, en los casos en los que
la persona se encuentre imposibilitada para manifestar su voluntad, es
necesario que los apoyos se dirijan a materializar la decisión más armónica a
la vida, contexto y /o entorno social y familiar de la persona en cuestión,
elementos que ayudarán a “interpretar la voluntad” del sujeto titular del acto
jurídico.
63.
Así,
el efecto de la presunción del ejercicio de la capacidad legal se materializa
en que, aún en un caso en el que la persona tiene una discapacidad intelectual
y que se encuentra imposibilitada para manifestar su voluntad, debe
garantizarse por todos los medios y los ajustes razonables que requiera, la
manifestación de su voluntad y preferencias. La intensidad de los apoyos que se
requiera en estos casos puede ser mucho mayor, pero el apoyo no puede nunca
sustituir la voluntad de la persona o forzarla a tomar una decisión de la que
no esté segura. De esa manera, a pesar de que se requerirá el apoyo para
exteriorizar la voluntad, a la persona se le garantiza su autonomía y su calidad
de sujeto social, el cual cuenta con un contexto y entorno que permiten
interpretar sus preferencias.
La prohibición de la interdicción establecida en el artículo
53 de la Ley 1996 de 2019 es constitucional toda vez que obedece al modelo
social de la discapacidad
64. En el expediente
D-13.575 el demandante formuló un cargo contra el artículo 53 de la Ley 1996 de
2019, en el cual sostuvo que la interdicción era un mecanismo de protección
efectivo para las personas con discapacidad cognitiva grave o severa. Para
ello, acudió a la escala de Reisberg y señaló que las personas con discapacidad
situadas en los escalafones GDS5, GDS6, GDS 7 y algunas del GDS 4 no tienen la
capacidad para comprender sus actos, no pueden expresar su voluntad de manera
consciente y tampoco prevén los efectos de dichos actos. Con base en ello,
adujo que no es cierto que la interdicción e inhabilidad sustituya la voluntad
de la persona con discapacidad mayor de edad, habida consideración de que las
personas pertenecientes a esas clasificaciones exteriorizan su voluntad sin
consciencia. De tal forma, en la demanda argumentó que la eliminación de la
figura de la interdicción dejaba en indefensión a las personas con discapacidad
mental severa y en consecuencia desconocía lo dispuesto en el artículo 13 de la
Constitución Política y el artículo 12 de la Convención sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad.
65. Primero es preciso
determinar el contenido y alcance del artículo 53 de la Ley 1996 de 2019. Esta
disposición se encuentra en el Capítulo VIII relativo al “Régimen de
transición”. En esta parte de la Ley se consagran todas aquellas disposiciones
que permiten armonizar el régimen de interdicción y el de guardas (Ley 1309 de
2009), con el actual sistema de apoyos. El artículo 53 consagra la “prohibición
de interdicción”, de la cual se deriva específicamente que queda prohibido (i) “iniciar
procesos de interdicción o inhabilitación” o (ii) “solicitar la
sentencia de interdicción o inhabilitación para dar inicio a cualquier trámite
público o privado a partir de la promulgación de la presente ley”.
66. En segundo lugar, la
Sala recuerda que, según los estándares internacionales desarrollados en las
consideraciones de esta providencia, así como la jurisprudencia constitucional,
la figura de la interdicción judicial, en el marco del modelo social de
discapacidad, debe ser eliminada, toda vez que es un mecanismo que reemplaza y
sustituye de forma absoluta la voluntad de la persona que pretende proteger.
67. El artículo 12 de la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, al consagrar el
“igual reconocimiento como persona ante la ley”, desarrolla el contenido del
derecho a la capacidad jurídica de las personas con discapacidad y señala que
los Estados deben garantizar las medidas adecuadas y necesarias “para
proporcionar acceso a las personas con discapacidad al apoyo que puedan
necesitar en el ejercicio de su capacidad jurídica”. Igualmente, debe asegurarse
que las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones a todas las
demás, puedan “ser propietarias y heredar bienes, controlar sus propios
asuntos económicos y tener acceso en igualdad de condiciones a préstamos
bancarios, hipotecas y otras modalidades de crédito financiero”. Esta
disposición debe leerse en conjunto con la interpretación que ha hecho el
Comité de ella en la Observación General No. 1.
En este documento el
Comité estableció de forma expresa que las figuras de la tutela, interdicción
judicial o la curaduría son “regímenes basados en la sustitución en la
adopción de decisiones” e hizo un llamado para que aquellas instituciones
sean abolidas con el fin de que las personas con discapacidad recobren su
capacidad legal. Para el Comité estos regímenes de sustitución de la voluntad
tienen en común que (i) “despoja[n] a la persona de la capacidad jurídica”,
(ii) puede nombrarse un sustituto que tomará las decisiones de alguien que no
sea la persona involucrada y ese nombramiento puede hacerse en contra de su
voluntad y (iii) “toda decisión adoptada por el sustituto en la adopción de
decisiones se basa en lo que se considera el “interés superior” objetivo de la
persona concernida, en lugar de basarse en su propia voluntad y preferencias”.[161]
De ese
modo, el Comité fue claro en señalar que no puede confundirse la capacidad de
ejercicio o legitimación para actuar, con la capacidad mental. Esta última hace
referencia a la aptitud de una persona para adoptar decisiones de distinta
índole y en distintos contextos; varía según la persona y diferentes factores,
tales como los conocimientos sobre determinada materia, factores sociales
ambientales, etc. Los “déficits” mentales, bien sean reales o supuestos, o
permanentes o temporales, no pueden utilizarse como justificación para denegar
el ejercicio de la capacidad jurídica de una persona.
68. Con sustento en lo
anterior, con el fin de reemplazar las instituciones jurídicas que anulan la
voluntad de las personas con discapacidad intelectual o mental, se crea un
modelo de apoyos a favor de esta población con el objeto de lograr que puedan
ejercer directamente su derecho a la capacidad jurídica, y con ello, se
garantice su autonomía, independencia y dignidad humana. En el marco del modelo
social de la discapacidad se comprende que el ejercicio de la capacidad legal
debe estar acompañado con una asistencia que elimine las barreras sociales,
culturales y ambientales que no permiten manifestar la voluntad. De ese modo,
como lo dice el Comité de la Convención, los “apoyos” implican un conjunto de
“arreglos oficiales y oficiosos, de distintos tipos e intensidades”.[162]
69. En otras palabras,
los apoyos se pueden traducir en distintas medidas encaminadas a lograr la
materialización de la voluntad y preferencias de la persona con discapacidad.
Estos apoyos pueden ser el acompañamiento de una persona de confianza en la
realización de algún acto jurídico, métodos de comunicación distintos a los
convencionales, pueden ser medidas relacionadas con el diseño universal o la
accesibilidad, entre otros. Los tipos de apoyo y sus intensidades dependerán y
variarán notablemente de una persona a otra debido a la diversidad de las
personas con discapacidad y sus necesidades. Los objetivos principales de los
apoyos deben ser: “(i) obtener y entender información;
b) evaluar las posibles alternativas a una decisión y sus consecuencias; c) expresar
y comunicar una decisión; y/o d) ejecutar una decisión”.[163] Lo
realmente importante bajo este modelo de apoyos, es la voluntad y las
preferencias de la persona con discapacidad, elementos que serán ahora el
centro de la toma de sus decisiones.
70. Por su parte, la
jurisprudencia constitucional, como fue extensamente descrito en las
consideraciones de esta sentencia, demuestra que la interdicción fue muchas
veces utilizada para privar a la persona con discapacidad del ejercicio de sus
derechos. La Corte revisó casos en los que la persona a quien iba a declararse
interdicta ni siquiera era notificada en el proceso de interdicción, e incluso,
la autoridad judicial no la conocía, y tan solo con un diagnóstico médico o
dictamen pericial, se declaraba en interdicción y se nombraba a un tercero que
manifestaría su voluntad en todos los actos que la afectaran.[164]
Curiosamente en algunos casos, la acción de tutela fue interpuesta por la misma
persona que había sido declarada interdicta en proceso civil, lo que demostraba
su capacidad para comprender y defender sus derechos fundamentales.[165]
En el
mismo sentido, la Corte amparó los derechos de las personas en condiciones de
discapacidad mental para manifestar su voluntad en el ejercicio de sus derechos
sexuales y reproductivos y su derecho a conformar una familia, al establecer
que la interdicción no era suficiente para no tener en cuenta la autonomía y
voluntad de la persona implicada.[166]
Igualmente, la interdicción muchas veces fue utilizada para obstaculizar el
acceso a prestaciones sociales vitales para las personas en condiciones de
discapacidad, tales como la sustitución pensional, la pensión de vejez, entre
otras.[167] De hecho, el artículo 53 de la Ley
1996 prohíbe que esta figura sea utilizada para dar trámite a cualquier
solicitud, bien sea en el ámbito privado o público. Esto es entonces una
cláusula que es constitucional, porque la misma jurisprudencia ya había
declarado la violación de derechos cuando autoridades de distinta naturaleza
exigían la declaración de interdicción para poder solicitar el acceso a servicios
o prestaciones sociales.[168]
71. Por su
parte, algunas de las intervenciones presentadas en el marco de este proceso de
constitucionalidad mostraron evidencias de los impactos negativos que tiene la
interdicción para las personas con discapacidad cognitiva o mental, así como
los efectos positivos que tiene el sistema de apoyos.[169]
72. En el
caso de la interdicción, muchos coincidieron en que esta figura tiene impactos
negativos desde dos perspectivas; (i) en el mismo proceso de interdicción y
(ii) en el desarrollo de la vida de la persona con discapacidad. En los
primeros se evidencia que (a) los procesos de interdicción se inician, avanzan
y culminan sin la participación de la persona, (b) el nombramiento del curador
es por prelación o cercanía de la persona, pero no se le informa ni pregunta su
opinión, (c) el curador toma decisiones en razón de lo que más le conviene a la
persona, pero no le consulta ni tienen en cuenta sus intereses y preferencias y
(d) la existencia de abusos, explotación y disminución de la capacidad
funcional de la persona que es declarada interdicta.
Sobre
los segundos, se encuentran evidencias de (a) estigmatización, pues la sociedad
en general asume que la persona interdicta no es independiente, es incapaz e
inútil, (b) menos autonomía, pues no se ejercitan habilidades de comprensión de
situaciones y toma de decisiones, (c) disminución de la autoestima, (d)
aislamiento social, (e) disminución de confianza y aumento de sentimientos de
desesperanza y decepción, entre otros. De esa manera, la interdicción no solo
tiene efectos jurídicos o legales, sino que impacta la salud y bienestar de las
personas con discapacidad.
73. En contraste con lo
anterior, el sistema de apoyos permite a la persona con discapacidad ejercer su
autonomía, ejercitar su capacidad funcional de comprender situaciones
cotidianas y generar confianza para tomar decisiones que la afectan. Esto
también genera un aumento en la autoestima de la persona, así como, el
desarrollo de habilidades de independencia. Los impactos positivos del sistema
de apoyos son armónicos con el respeto a los derechos a la dignidad humana y la
igualdad, pues se parte de la base de que, independientemente la deficiencia
cognitiva que tenga una persona, ella es un fin en sí mismo, cuenta con un
proyecto de vida que se construye de forma autónoma, y en ese sentido, su
voluntad debe ser el centro de la toma de decisiones. Por su parte, el Estado
solo debe reconocer su capacidad legal y prestar los apoyos necesarios para que
lo haga en igualdad de condiciones a las demás.
74. Con sustento en lo
anterior, la Sala observa que los planteamientos del actor no tienen un asidero
jurídico, pues aún en los casos que él denomina como “graves o severos”, el
sistema de apoyos cuenta con una adjudicación judicial que determinará, con la
participación y evaluación de las habilidades de la persona con discapacidad,
qué apoyos requiere y cuál debe ser su intensidad (tal como se explicó en el
apartado anterior). De tal forma que, ante la imposibilidad de una persona de
manifestar su voluntad, a diferencia de un proceso de interdicción, su entorno
familiar, así como la autoridad competente, deben analizar los ajustes
razonables más adecuados según el acto jurídico que se vaya a perfeccionar. En
otras palabras, no se anula la voluntad o preferencias de la persona, sino por
el contrario, se examina su contexto familiar, entorno social y se interpreta
su voluntad acorde con estos elementos contextuales.
75. De manera que el
nuevo sistema de apoyos que trae la Ley 1996 de 2019 debe analizarse, y
particularmente la prohibición de interdicción dispuesta en su artículo 53,
bajo las salvaguardas dispuestas en el mismo modelo, así como las normas que
generaban algún efecto procesal bajo el sistema de interdicción a favor de la
persona con discapacidad. Estas deben entenderse en ese mismo orden, es decir,
a la luz del principio de la mejor interpretación de la voluntad de la persona
involucrada y a favor de sus derechos fundamentales. De tal forma, la Sala
Plena no comparte el argumento del actor que cuestiona que la interdicción
contaba con mayores y mejores salvaguardas en asuntos procesales, puesto que
los efectos procesales que beneficien a la persona con discapacidad, en la
medida en que sean más favorables a sus intereses, deben permanecer vigentes.
76. Por lo demás, no
puede pasarse por alto, que el artículo 53 de la Ley 1996 de 2019, además de
estar acorde con los lineamientos constitucionales para acceder a prestaciones
sociales, es el cumplimiento expreso de una recomendación emitida por el mismo
Comité de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad a
Colombia: “El Comité recomienda al Estado parte que adopte un plan para
la revisión y modificación de toda la legislación, que incluya la derogación
inmediata de disposiciones que restrinjan el pleno reconocimiento de la
capacidad jurídica de las personas con discapacidad, incluyendo la ley 1306
(2009), No. 1412 (2010) del Código Civil, el Código Penal y leyes adjetivas”.[170]
77. En suma, la Sala
Plena encuentra que el artículo 53 de la Ley 1996 de 2019, además de
materializar un estándar internacional que fue acogido por el órgano
representativo del pueblo, como lo es el legislador, es constitucional.
Conclusiones
78. El modelo social de
discapacidad, incorporado al ordenamiento constitucional interno a través de la
Ley 1346 de 2009 la cual aprobó la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad, exige derogar todos aquellos mecanismos legales que
sustituyen la capacidad legal de las personas en condiciones de discapacidad.
En cumplimiento de este mandato, el Congreso de la República expidió la Ley
1996 de 2019, la cual regula un sistema de toma de decisiones con apoyos y
salvaguardias a favor de las personas con discapacidad. Entre otros, deroga la
discapacidad mental o intelectual como una incapacidad absoluta del Código
Civil. Ahora, a través de un sistema de apoyos y asistencia independiente e
interdependiente, las personas con discapacidad pueden ejercer su capacidad
legal en igualdad de condiciones. Dado que para la existencia y validez
de un acto jurídico se requiere de la capacidad legal y la voluntad de la
persona titular, aquellas personas que se encuentren absolutamente
imposibilitadas para manifestar su voluntad y preferencias por cualquier medio,
modo y formato de comunicación posible, tendrán que actuar bajo una sentencia
de adjudicación judicial de apoyos, con las asistencias y respaldos que allí se
especifiquen (acorde con los artículos 38 y 39 de la Ley 1996 de 2019), incluso
la representación de una tercera persona asignada por el juez (conforme el
artículo 48 de la Ley 1996).
DECISIÓN
En mérito de lo
expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional de la República de Colombia,
administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE
PRIMERO: INHIBIRSE de
emitir un pronunciamiento de fondo en relación con los artículos 8 y 19 de la
Ley 1996 de 2019 “Por medio de la cual se establece el régimen para el
ejercicio de la capacidad legal de las personas con discapacidad mayores de
edad”, por ineptitud de la demanda.
SEGUNDO: Declarar la EXEQUIBILIDAD
de los dos primeros incisos del artículo 6° de la Ley 1996 de 2019 “Por
medio de la cual se establece el régimen para el ejercicio de la capacidad
legal de las personas con discapacidad mayores de edad”.
TERCERO: Declarar
la EXEQUIBILIDAD del artículo 53 de la Ley 1996 de 2019 “Por medio de
la cual se establece el régimen para el ejercicio de la capacidad legal de las
personas con discapacidad mayores de edad”.
Notifíquese,
comuníquese y cúmplase.
ALBERTO ROJAS RÍOS
Presidente
DIANA FAJARDO RIVERA
Magistrada
Con aclaración de voto
JORGE ENRIQUE IBÁÑEZ NAJAR
Magistrado
ALEJANDRO LINARES CANTILLO
Magistrado
Con aclaración de voto
ANTONIO JOSÉ LIZARAZO OCAMPO
Magistrado
PAOLA
ANDREA MENESES MOSQUERA
Magistrada
Con aclaración de voto
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
MARTHA
VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria
General
ANEXO I –
INTERVENCIONES
Intervención ciudadana de Andrea Liliana Cortés
La interviniente afirmó que la Ley 1996 de 2019 representa un “avance
normativo esencial en el camino hacia la autonomía personal, la dignidad, la
participación y la vida independiente de las personas con discapacidad, de
acuerdo con el estándar internacional establecido en la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad ratificada por el Estado colombiano a
través de la Ley 1346 de 2009”.
Resaltó que la Ley 1996 establece un régimen de apoyos y
salvaguardias que permiten respetar la toma libre de decisiones de las personas
con discapacidad. Al respecto, informó que Asdown Colombia cuenta con
procedimientos que son exitosos que permiten “gestionar el apoyo para la
toma de decisiones (…) de las personas con discapacidad cognitiva y
psicosocial”. Añadió que la Ley demandada se encuentra en línea con el
enfoque social de la discapacidad “al disponer de mecanismos que permitan a
las PcD alcanzar la autonomía e independencia que han reclamado para sus vidas
mediante el reconocimiento de su capacidad jurídica y los medios para expresar
y hacer valer su voluntad y preferencias en igualdad de condiciones,
permitiendo abrir nuevos horizontes para la participación efectiva de las PcD
en la gestión pública, aportando desde su experiencia directa. No debe
confundirse la provisión de apoyos con la sustitución de la voluntad.
Actualmente predominan planes y proyectos que se diseñan desde la perspectiva
médica y terapéutica, sin incluir a las PcD en su diseño ni permitirles
formular sus propios proyectos orientados hacia la vida independiente”.
Finalmente precisó que no es posible que los consejos de quien
presta el apoyo sean más valiosos que la voluntad misma de la persona con
discapacidad, porque si eso fuera así, se estaría regresando al régimen
anterior con un enfoque médico – rehabilitador. De tal manera, le corresponde
al Estado implementar procedimientos y desarrollar técnicas o tecnología para
facilitar la comunicación de las personas con discapacidad. Con base en los
anteriores argumentos solicitó a la Corte declarar la exequibilidad de la Ley
1996 de 2019.
Asociación Colombiana de Síndrome de Down - Asdown Colombia
Esta organización solicitó a la Corte declarar la exequibilidad de
la Ley 1996 de 2019. Al respecto hizo un recuento del trabajo realizado en el
marco del proyecto “Toma de decisiones con apoyo y vida en comunidad en
Colombia”, el cual fue adelantado por varias organizaciones de la sociedad
civil con varias familias de Bogotá y otras 22 ciudades de Colombia. Resaltó
que uno de los hallazgos más relevantes es que “una de las mayores barreras
que tiene que ver con el acceso al ejercicio de la capacidad jurídica de las
personas con discapacidad es la falta de su reconocimiento como personas, con
los mismos derechos que cualquier otra que no presenta una discapacidad”.
Afirmó que existen creencias y estereotipos que sostienen que las personas con
discapacidad no pueden tomar sus propias decisiones y que su situación las hace
más vulnerables a engaños, y por estas razones, necesitan de una tercera
persona que asuma sus decisiones sin tener en cuenta su voluntad o
preferencias. Para sostener esta afirmación Asdown Colombia transcribe una
serie de testimonios de personas con discapacidad (de distinto tipo) que, según
el interviniente, demuestran cómo los sistemas de sustitución de la voluntad
-como lo es el de interdicción-, se convierten en herramientas que niegan el
derecho a decidir de las personas con discapacidad.
“Con frecuencia, observamos cómo se ignora a la persona con
discapacidad y cuando se expresan, son ignoradas sus opiniones y elecciones.
Los profesionales en los diferentes ámbitos consideran que no es fácil la
comunicación con las personas con discapacidad intelectual y psicosocial, que
no entienden. Además, suelen manifestar que no saben cómo dar apoyos para la
toma de decisiones. Por tanto, consideramos fundamental, desde nuestra
experiencia, dar aportes de cómo es posible la toma de decisiones con apoyo
para lograr la transición de mecanismos de sustitución de la voluntad a la toma
de decisiones apoyadas, cuando la persona con discapacidad lo requiera”.
Subrayó que el proceso de interdicción es exigido por varias
entidades para conceder prestaciones económicas o cumplir con trámites
indispensables a favor de las personas con discapacidad. Por ejemplo, mencionó
que en algunas ocasiones se exige la sentencia de interdicción para acceder a
la pensión de sobrevivientes, o en otros momentos, hay entidades que para
adelantar la expedición de la cédula de una persona con discapacidad también
piden la interdicción, sin ni siquiera conocer la situación real del ciudadano.
Con base en esto, la organización interviniente resaltó que el régimen de la
interdicción se convierte en un obstáculo para el ejercicio de derechos.
Adicionó que el sistema de apoyos, en contraste, permite que la
voluntad, el consentimiento y las preferencias de la persona en condición de discapacidad
sea lo que prevalezca ante una decisión. Conforme a ello, mencionó que la Ley
1996 de 2019 es un desarrollo normativo que obedece a los estándares
internacionales establecidos, primordialmente, en el artículo 12 de la
Convención sobre los Derechos de Personas con Discapacidad de las Naciones
Unidas. Al respecto señaló:
“Es vital conocer quién es la persona, cómo se comunica, cuáles
son sus preferencias, cómo toma decisiones, cuál es su red de apoyo. Con este
conocimiento se deben determinar los apoyos que necesita y quién o quiénes la
van a apoyar en la toma de decisiones. Los apoyos facilitan la toma de
decisiones de la persona con discapacidad, de acuerdo con sus preferencias y
respetando su voluntad”.
Explicó que “el sistema de apoyos consiste en un conjunto de
estrategias y acciones que facilitan la toma de decisiones, para el ejercicio
de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad, de acuerdo con sus
preferencias y respetando su voluntad”. De esa manera, precisó que el apoyo
asume un rol distinto, pues se trata de una asistencia que respeta ante todo la
voluntad de la persona con discapacidad y no sustituye su actuación. Para
conocer las preferencias de una persona con discapacidad, adujo el
interviniente, basta con indagar a sus familiares o redes de apoyo, quienes
sabrán y conocerán las preferencias para la toma de decisiones conjunta.
Explicó que las creencias que estiman que las personas con discapacidad no se
saben expresar o no conocen sus preferencias, se sustentan en prejuicios y
actitudes discriminatorias que las instituciones públicas deben cambiar.
Finalmente, la organización interviniente formuló una serie de
acciones que deben realizarse para implementar de manera efectiva el sistema de
apoyos que trae la Ley 1996. Al respecto, consideró que existen cinco retos:
(i) “reconocer a la persona como individuo social”, (ii) “ubicar a la persona
en el centro de todo proceso”, (iii) “conocer a fondo a la persona con
discapacidad”, (iv) “identificar los apoyos disponibles y requeridos” y (v)
“registrar y formalizar la información en un documento de acuerdo”. Con base en
lo anterior afirmó que se parte del todo de los argumentos de las demandas
porque “nuestra experiencia vivencial ha sido que estas miradas hacia las
personas con discapacidad como seres necesitados, dependientes o enfermos han
generado precisamente su exclusión, rechazo, encierro, institucionalización.
Las personas con mayores necesidades de apoyo, no con mayor severidad de su
discapacidad, han sido mayormente maltratadas y excluidas, lo que va en contra
de cualquier normatividad de derechos humanos y atropella la dignidad de las
personas. La organización afirmó que por su trayectoria, todas las personas,
por más complicada que sea su situación de discapacidad, establecen algún
vínculo con sus familiares y precisamente son ellos quienes más conocen a la
persona. La Ley 1996 reconoce al círculo de la familia como apoyos para la toma
de decisiones, ya no como curadores que sustituyen la voluntad de la persona,
sin tenerla en cuenta, sino como garantes de que se tomen las decisiones de
acuerdo con sus preferencias y deseos”.
Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia de Buenos Aires
Sostuvieron que las demandas bajo estudio incurren en errores
conceptuales y se sustentan en argumentos contrarios a lo establecido en la
Convención para los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones
Unidas. Señalaron que la Corte debe reconocer el avance que trajo la Ley 1996
de 2019, pues hacer lo contrario violaría el principio de no regresividad de
los derechos humanos. Para sostener esta premisa, los intervinientes
describieron el modelo social de la discapacidad y el derecho a la igualdad en
el ejercicio de la capacidad jurídica. Luego señalaron
que las demandas que se estudian formulan argumentos que son del enfoque médico
– rehabilitador sobre la discapacidad. Afirmaron que la pretensión de los
demandantes de recurrir a los grados de discapacidad solo muestra que se parte
de una concepción de la enfermedad que tiene como objeto restringir derechos en
vez de ampliar su ejercicio. En sus palabras;
“no es una determinada condición física, sensorial o mental la que
define a una persona con discapacidad, sino la rigidez y la falta de adaptación
del entorno en el cual está inmersa. Y como la discapacidad es generada por la
propia sociedad, los diagnósticos pierden toda importancia. De hecho, si se
examina la Convención en su integralidad, podrá observarse que esta no realiza
ninguna distinción según la "patología" que tenga la persona. (…)
Utilizar los diagnósticos para justificar restricciones en la capacidad legal
refleja una concepción extremadamente paternalista e implica un retroceso
inaceptable al modelo médico-rehabilitador, violatorio de los derechos humanos
y contrario a los estándares internacionales previamente mencionados”.
Del mismo modo, resaltaron que es un argumento falaz aquel que
invocan las demandas según el cual ciertas discapacidades no pueden comprender
sus actos y decisiones, toda vez que esto solo depende del entorno y no de la
persona. Adujeron que todas las personas necesitan de diferentes apoyos para
tomar decisiones cuya naturaleza no conocen o no comprenden, y esta situación
no es solo de las personas con discapacidad, sino de todas. De manera que las
personas con discapacidad “también tienen derecho a buscar y a elegir esa
asistencia, y a tomar riesgos y a equivocarse como cualquier otra persona”.
Según los intervinientes la interdicción se encuentra prohibida
por la Convención para los derechos de las personas con discapacidad, pues el
artículo 12 dispone el sistema de apoyos. Esto además ha sido ratificado por el
Comité de la Convención (Observación General No. 1), el cual ha insistido que
el régimen de curadores o guardas sustituye y anula la voluntad de las personas
con discapacidad. Además, este mismo organismo advirtió a Colombia en el año
2016 derogar toda disposición del Código Civil que restrinja parcial o
totalmente la capacidad jurídica de las personas con discapacidad. Señalaron
que la interdicción, con el objeto de “proteger” a las personas con
discapacidad lo que hizo fue sustituir su voluntad y “obligarlas a vivir las
vidas de otros”.
Afirmaron que “la función del apoyo no es completar la
capacidad de la persona ni decidir por ella, sino solo proveerle las
herramientas para que pueda vivir y decidir de acuerdo a su voluntad, teniendo
siempre la posibilidad de rechazar o reemplazar el apoyo. Por tal motivo, es
acertado lo dispuesto por el artículo 6 de la Ley 1996, en el sentido de que
las personas con discapacidad tienen capacidad legal en igualdad de
condiciones, independientemente de si usan o no apoyos. Los apoyos son un
derecho de la persona, no determinan si tiene capacidad jurídica plena o no”.
Con base en lo anterior, solicitaron a la Corte declarar la
exequibilidad de la Ley 1996 de 2019. Según la organización interviniente,
declarar inexequible alguna de las disposiciones del cuerpo normativo señalado
implicaría desconocer obligaciones internacionales ineludibles.
The Israel Human Rights Center for People with Disabilities
Luego de hacer una descripción sobre la labor que desarrolla la
organización, afirmó que el nuevo enfoque de la discapacidad exige repensar la
figura de la interdicción, la cual reemplaza la voluntad de la persona en
condiciones de discapacidad y le permite a un tercero tomar decisiones por
ella. Lo que se requiere, con miras a garantizar la autonomía e independencia
de las personas con discapacidad, es un sistema de apoyos y asistencias que
respete el goce y ejercicio de los derechos fundamentales de esta población.
Con base en lo anterior, la organización interviniente presentó las
consecuencias negativas de la interdicción en el ejercicio de los derechos de
las personas con discapacidad.
Precisó que (i) la interdicción es “inmoral” y desconoce los
derechos fundamentales de las personas con discapacidad, toda vez que la
capacidad legal es un atributo de toda persona, el cual no puede ser anulado
con base en un diagnóstico médico. Esta situación constituye un trato
discriminatorio que restringe sin fundamento el ejercicio de derechos
fundamentales. (ii) La interdicción tiene como consecuencia la exclusión y
marginalización de las personas en condiciones de discapacidad y de los adultos
mayores. Desde la experiencia de la organización interviniente, se ha
demostrado que siempre que se asigna un tutor o guardador, las expresiones y
voluntades de la persona que se pretende cuidar quedan al margen de cualquier
decisión y solo se escucha a su guardador. En los casos de los adultos mayores,
se busca el internamiento en asilos. (iii) La interdicción no es una
institución que proteja a las personas, sino que tiene como consecuencia la
explotación y abuso de los derechos de las personas vulnerables. Alrededor del
mundo se ha sabido de casos de fraude y abuso de los guardadores en razón a los
poderes ilimitados que tienen sobre la propiedad y las decisiones de las
personas que presuntamente cuidan; y (iv) la interdicción acentúa la discapacidad,
toda vez que al reemplazar la voluntad y el actuar de la persona que se
protege, no se permite a ésta desarrollar habilidades para la toma de
decisiones informadas y socializar sus opciones de vida. Al respecto, informó
que el Ministerio de Educación de Israel cuenta con un programa especial para
las personas con discapacidad que tiene por objeto explicarles herramientas
para la toma de decisiones en su vida diaria, permitiéndoles ampliar sus
habilidades cognitivas.
En contraste de lo anterior, el interviniente señala que el nuevo
modelo de “supported decision making”, busca ante todo respetar la voluntad y
preferencias de la persona en condiciones de discapacidad o adulta mayor. Para
ello, quien presta el apoyo debe explicarle a la persona la situación en la que
se encuentra y las opciones que puede tomar, para que sea ella misma quien tome
la decisión y no su apoyo. El “soporte” se limita a prestar una asistencia y no
toma la decisión. Lo anterior está conforme con el artículo 12 de la Convención
para los derechos de las personas con discapacidad, el cual presume la
capacidad legal a todas las personas.
El interviniente informó que en los años 2014 y 2015, luego de que
Israel ratificara la Convención, se realizó una prueba piloto con varios casos
que estaban en régimen de interdicción. Se inició una asistencia a las personas
con apoyos e informándoles cada una de sus opciones, conociendo sus
preferencias y guiándolas a tomar decisiones. Se implementó en casos de
discapacidad sicosocial y muchos terminaron por dejar su guardador por la
interdicción. A raíz de este proyecto piloto, en el año 2016 se reformó la ley
en Israel y actualmente se cuenta con un sistema de apoyos a favor de las
personas con discapacidad y adultos mayores.
Colectivo Cuerpos Diversos en Rebeldía de Bogotá – Universidad
Nacional de Colombia
Afirmaron que rechazan “la idea de que una persona sea
declarada interdicta”, pues esto solo genera una sustitución de su voluntad
y, por ende, una violación permanente de sus derechos fundamentales. Para
sostener esta idea, afirmaron lo siguiente. Un integrante del colectivo,
persona con discapacidad cognitiva y que es líder en su localidad por la
defensa de los derechos de las personas con autismo, señaló que la Ley 1996 es
un avance para garantizar la toma de decisiones autónomas con apoyos, ajustes
razonables y facilitadores. Para el colectivo, la interdicción limita de manera
dañina la capacidad jurídica de una persona. Además, expresaron que el
diagnóstico médico no puede ser determinante para definir el alcance de la
capacidad jurídica de una persona, sino que deben existir muchos más factores
que representen ante todo su humanidad. Señalaron que en los “casos extremos”,
cuando una persona se le dificulta comunicarse, los cuidadores primarios
conocen las preferencias de ella y pueden conocer su voluntad en determinados
escenarios.
Advirtieron que la interdicción generalmente ha sido utilizada
para sacar provecho de intereses económicos de terceras personas. El nuevo
modelo de apoyo, al presumir la capacidad legal de las personas con
discapacidad, permite mayor autonomía en sus decisiones e impide que se cometan
fraudes sobre sus decisiones.
Laboratorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales -
DescLab
El Director de Investigaciones de DescLab solicitó a la Corte
declarar la exequibilidad de la integralidad de la Ley 1996 de 2019 por los
siguientes motivos. Explicó que la tradición jurídica del derecho civil ha
abordado la capacidad legal de las personas con discapacidad desde el modelo de
la sustracción de la capacidad. Este modelo parte de las siguientes tres ideas:
(i) toda persona cuenta con capacidad jurídica como un derecho humano esencial,
(ii) las personas que tienen una discapacidad son inferiores a las demás, y con
base en un diagnóstico médico, pueden ser tratadas como incapaces y (iii) a
raíz de lo anterior, la ley impone la obligación de iniciar un proceso judicial
que declare interdicta a la persona con discapacidad para que un guardador o curador
proteja sus bienes y tome por ella decisiones.
El Comité de la Convención para los derechos de las personas con
discapacidad ha establecido que el reconocimiento de la capacidad jurídica es
el presupuesto para el ejercicio de derechos económicos, sociales y culturales.
La negación de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad les
impide acceder a otros derechos, como el voto, la patria potestad, los
reproductivos y sexuales, entre otros.
El interviniente recordó que la entrada en vigencia de la
Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de las Naciones
Unidas trajo consigo un nuevo paradigma de la capacidad legal de las personas
con discapacidad. El artículo 12 del tratado internacional se reconoce la
personalidad jurídica, se presume su capacidad para el ejercicio de sus
derechos y se parte de su autonomía para tomar las decisiones que les
conciernan. Según el interviniente este estándar fue acogido por Colombia a
través de la Ley 1996:
“Este estándar de derechos humanos, y la Ley 1996, llevan a
argumentar que es una discriminación que una persona, por el hecho de su
discapacidad, vea su capacidad jurídica limitada o sustraída. Ser declarado
interdicto y tener un tercero representante para ejercer la capacidad legal es
una forma de discriminación y una violación el derecho al igual reconocimiento
ante la ley y a la capacidad legal. El reconocimiento de la capacidad legal en
igualdad de condiciones "incluye la capacidad de ser titular de derechos y
la de actuar en derecho. La capacidad jurídica de ser titular de derechos
concede a la persona la protección plena de sus derechos por el ordenamiento
jurídico. La capacidad jurídica de actuar en derecho reconoce a esa persona
como actor facultado para realizar transacciones y para crear relaciones
jurídicas, modificarlas o ponerles fin"
Resaltó que el Comité de la Convención ha establecido que no se
puede asimilar la “capacidad jurídica” de una persona con la “capacidad
mental”, pues se trata de dos conceptos diferentes. Invocar la ausencia de
capacidad mental como un diagnóstico médico para restringir o limitar la
capacidad jurídica de una persona es un acto discriminatorio. De esa manera
debe comprenderse que todas las personas con discapacidad tienen derecho al
reconocimiento de su personalidad jurídica, y con ello, deben tener los apoyos
necesarios y adecuados para poder ejercer su capacidad jurídica en cualquier
escenario. En palabras del interviniente:
“A diferencia de la sustracción de la capacidad, en donde usando la
discapacidad como un criterio prejuicioso y sospechoso, se niega la capacidad
legal a las personas con discapacidad para otorgársela a un tercero quien,
supuestamente, deberá representarlas y protegerlas; brindar apoyos en la toma
de decisiones lleva necesariamente a un grupo plural y diverso de mecanismos de
apoyo, con distintas manifestaciones e intensidades y eventualmente la
posibilidad a desistir de aquellos que pudieran estar disponibles”.
Ante situaciones límite en las que la persona no pueda manifestar
su voluntad, debe acudirse al principio de “la mejor interpretación de la
voluntad y las preferencias de la persona”. Para el efecto, el interviniente
citó la Observación General No. 1 del Comité y advirtió que este estándar
internacional había sido acogido por el Estado colombiano con la expedición de
la Ley 1996 de 2019.
La Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad hace parte del bloque de constitucionalidad en
sentido estricto y constituye una fuente de derecho vinculante y obligatoria en
el proceso de adjudicación judicial. Citó jurisprudencia de la Corte
Constitucional (C-067 de 2003 y C-469 de 2016) en la que se ha establecido que
los cuerpos normativos que hacen parte del bloque tienen igual autoridad
normativa que la Carta Política y esto obliga que todos los contenidos de la
legislación interna deban obedecer a aquellos preceptos. Según lo anterior, el
interviniente afirmó que las observaciones generales del Comité de la
Convención son fuente de interpretación relevante para establecer el alcance de
los derechos y precisar las obligaciones estatales. Adujo que la Corte
Constitucional en la sentencia C-182 de 2016 utilizó como fuente principal para
desarrollar los contenidos de la capacidad legal de las personas con
discapacidad la Observación General No. 1. Al respectó, el interviniente
desarrolló cada uno de los argumentos de la Corte en la sentencia citada y
advirtió que el estándar acogido fue conforme con el tratado internacional y
las recomendaciones del Comité respectivo.
Señaló que “la reciente jurisprudencia de la Corte se ha
acercado de diferentes maneras, unas veces ordenando revocar decisiones en
donde se desconoció la voluntad manifestada por la persona con discapacidad a
quien se le presumió incapaz por el solo hecho de su discapacidad aparente
otras veces ordenando a las entidades concernidas "cerciorarse que se le
hayan prestado todos los apoyos y se hayan hecho los ajustes razonables para
que la persona pueda expresar su preferencia" particularmente en casos de
intervenciones quirúrgicas no consentidas por las personas con discapacidad”.
Finalmente concluyó que la interdicción no puede ser considerada
como una medida de protección para las personas con discapacidad, y en ese
sentido, subrayó que la Corte Constitucional no tiene otro camino que declarar
la exequibilidad de la Ley 1996 de 2019, pues esta normativa solo obedece a los
parámetros internacionales que hacen parte del bloque de constitucionalidad y a
la jurisprudencia constitucional.
Federación de Discapacidad del Valle
Afirmó que la Ley 1996 de 2019 debe declararse exequible en su
integridad dado que atiende a los estándares internacionales que hacen parte
del bloque de constitucionalidad. Advirtieron que esta ley es el desarrollo
normativo interno del reconocimiento de la personalidad jurídica de las
personas con discapacidad dispuesto en el artículo 12 de la Convención sobre
los derechos de las personas con discapacidad, así como también, del
cumplimiento de las obligaciones estatales con relación a este derecho. Además,
adujeron que las disposiciones de la Ley 1996 son el desarrollo de imperativos
constitucionales como el artículo 13 y 47, los cuales exigen al Estado
implementar acciones afirmativas a favor de las personas en condiciones de
discapacidad y garantizar el pleno y efectivo cumplimiento de sus derechos
fundamentales.
Finalmente hicieron referencia a sentencias de la Corte
Constitucional y a las observaciones generales del Comité de la Convención y
subrayaron que “(…) los estados tienen un mandato para reemplazar los
regímenes basados en la adopción de decisiones sustitutivas por sistemas de
apoyo a la adopción de decisiones. Estos últimos se caracterizan por la
primacía de la voluntad de la persona con discapacidad, de su autonomía y sus
preferencias. Por tanto, los estados no deben negar a las personas con
discapacidad su capacidad jurídica,
sino que deben proporcionarles acceso al apoyo que necesiten para
tomar decisiones que tengan efectos jurídicos”.
Fundación Arcángeles
La interviniente afirmó que los argumentos presentados en las
demandas no son claros, precisos ni pertinentes, y en ese sentido, la Corte
Constitucional debe declararse inhibida para fallar de fondo. En palabras de la
fundación interviniente “(…) los argumentos de los Demandantes no revelan
ninguna contradicción entre la Constitución y la norma acusada, sino que
simplemente evidencian posiciones subjetivas sobre el entendimiento o
interpretación que puede hacerse de la Ley para cada caso en concreto. (…) Por
consiguiente, como el móvil que inspira este tipo de acciones no es otro que el
de conservar el orden jerárquico legal, limitándose a la simple confrontación
normativa, no puede la Corte ni el Accionante entrar a discutir sobre
cuestiones o pretensiones particulares, para la cuales la misma ley les ha
asignado un juez competente y un procedimiento especial”.
Señaló que el hecho de que la Ley 1996 establezca una presunción
de capacidad legal y un sistema de apoyos para las personas en condiciones de
discapacidad, no desconoce ningún precepto constitucional, sino por lo
contrario, desarrolla garantías que la jurisprudencia constitucional ha fijado
con sustento en instrumentos internacionales que hacen parte del bloque de
constitucionalidad.
Al respecto, precisó que en la medida en que la Constitución no
establece una forma concreta para reconocer la personalidad jurídica de las
personas con discapacidad, el legislador no está obligado a mantener la figura
de la interdicción como alternativa única. Por el contrario, señaló que acorde
con el artículo 12 de la Convención para los Derechos de las Personas con
Discapacidad, la Ley 1996 reguló un sistema de apoyos más respetuoso de la
dignidad humana y la autonomía de las personas con discapacidad. Según la
interviniente, la interdicción anulaba absolutamente la capacidad jurídica de
esta población.
Fundación Tutelar de les Comarques Gironines (“Support Girona”)
Expresó que la Fundación ha realizado labores desde antes de la
entrada en vigor de la Convención sobre los derechos de las personas con
discapacidad. Sus labores se han concentrado en función de curadores, tutores,
defensores judiciales y administradores patrimoniales de muchísimos casos. Por
esa razón, tienen experiencia en el ejercicio de la capacidad jurídica de las
personas con discapacidad y en situaciones concretas. Su intervención se
dividió en dos partes. La primera se concentró en evaluar los contenidos de la
Ley 1996 de 2019 y en establecer que se trata de un marco normativo que da
cumplimiento a las obligaciones estatales de la Convención para los derechos de
las personas con discapacidad de Naciones Unidas. La segunda parte de la
intervención desarrolló argumentos que explicaron cómo se puede superar el
“dilema de la diferencia”. A partir de la experiencia de la Fundación, se
precisó cómo ante casos de discapacidades psicosociales severas o profundas, el
sistema de apoyos puede ser también exitoso a través de medidas y ajustes
razonables con cada caso.
La interviniente hizo una extensa descripción de los antecedentes
y los contenidos de la Convención sobre los derechos de las personas con
discapacidad de Naciones Unidas. Sobre este instrumento resaltó su enfoque
social sobre la discapacidad. En cuanto a la capacidad jurídica, resaltó que se
reconoce una capacidad universal, y con ello se supera la separación
tradicional de la capacidad de goce y la capacidad de ejercicio. Se parte de
una presunción de capacidad de todas las personas con discapacidad en virtud de
los principios de autonomía e independencia. Así, la persona se ubica en el
centro de la toma de decisiones que le conciernen
“El punto de partida, por lo tanto, es que cualquier persona
adulta tiene derecho a tomar decisiones por sí misma (haciendo uso de todos los
apoyos, ajustes razonables y medidas de accesibilidad que sean necesarias), lo
cual en la legislación civil ordinariamente se refleja como la presunción de
capacidad de cualquier persona mayor de edad. Sin embargo, la novedad de la
Convención es que tener capacidad jurídica (de goce y ejercicio) es una
condición jurídica que no presupone poseer ni carecer de aptitud para realizar
un acto jurídico, como por ejemplo para prestar consentimiento en un contrato.
La capacidad jurídica y la competencia o capacidad mental para tomar decisiones
son dos conceptos distintos como señala el Comité en OG-1 (para. 13) (…) A lo
largo de la historia, la capacidad jurídica se ha ido extendiendo a cada vez
más colectivos (a las mujeres, a los pueblos aborígenes, etc.), hasta que solo
la "capacidad mental" parece una barrera insuperable. La Convención
supera este obstáculo y une el binomio capacidad de goce y capacidad de
ejercicio (de ahora en adelante hablaremos únicamente de capacidad jurídica,
que incluiría a ambas), por considerar que la restricción de la capacidad de
ejercicio en base a la capacidad mental de la persona es discriminatoria para
las personas con discapacidad pues tiene el propósito o efecto (discriminación
directa o indirecta) de restringirles en el ejercicio de sus derechos”.
Conforme a lo anterior, se debe presumir la aptitud de la persona
para tomar decisiones. En el ejercicio de ello, garantizarle un sistema de
apoyos que implica de una asistencia o de unos ajustes razonables, según el
contexto, para hacer efectivas sus voluntades. Debe prevalecer la voluntad y
preferencias de la persona en condiciones de discapacidad. Afirmó que incluso
quienes tienen una discapacidad cognitiva profunda o severa (como lo mencionan
las demandas), tienen capacidad para tomar decisiones de acuerdo con su
voluntad, y según el contexto, deben implementarse los apoyos adecuados para
que se perfeccionen.
La Fundación interviniente realizó un análisis de los contenidos
de la Ley 1996 de 2019 y concluyó que es el cumplimiento de los estándares del
tratado internacional en materia de capacidad de las personas con discapacidad.
Posteriormente se refirió a los argumentos de inconstitucionalidad
expuestos en las demandas bajo estudio. Señaló que desarrollan argumentos con
un enfoque “biomédico” de la discapacidad que es obsoleto en el discurso de los
derechos humanos. Manifestó que las demandas se sustentan en estereotipos sobre
la discapacidad y confunden el diagnóstico médico con la discapacidad, términos
que no pueden ir de la mano en el marco del enfoque social. En palabras del
interviniente:
“Estamos de acuerdo con los demandantes que cada persona tiene
características propias y especiales que las hace diferentes entre sí, pero no
podemos estar menos de acuerdo en identificar un diagnostico con una
discapacidad. El diagnóstico es una etiqueta médico-clínica que sirve a los
profesionales de la medicina para abordar una situación clínica. En cambio, la
discapacidad es la situación y/o posición de desigualdad respecto a otras
personas en la que se encuentra una persona con un diagnóstico para su igual
desarrollo y participación en la sociedad. Desde el
modelo social comprendemos que dos personas con un mismo diagnóstico pueden
encontrarse en dos situaciones de discapacidad muy diversa dependiendo de los
apoyos que tengan en su entorno y de otros factores sociales, económicos,
contextuales o ambientales. Partiendo del susodicho enfoque, cabe rechazar
de un modo previo la terminología utilizada, particularmente en la demanda de
los estudiantes de Manizales, por ser imprecisa y por enmarcarse en un modelo
obsoleto y en una acreditada ausencia de conocimientos sobre las enfermedades y
diagnósticos a los que se tilda de plenamente incapacitantes”.
El interviniente advirtió que las demandas parten de premisas que
no tiene sustento en el contenido de la Ley 1996 y que le atribuyen efectos jurídicos
futuros que no resultan de su contenido y finalidad. Al respecto, precisó que
el artículo 12 de la Convención reconoce el derecho a la capacidad jurídica de
las personas con discapacidad. Según el interviniente, este atributo no
equivale a la capacidad mental, ni a la aptitud requerida para la realización
de un determinado acto jurídico, sino que se trata de dos conceptos distintos
que el mismo Comité ha definido. En ese orden de ideas, la presunción de la
capacidad jurídica del artículo 6 de la Ley 1996 pretende, en virtud de la
dignidad humana, reconocer que las personas con discapacidad tienen, al igual
que todas, la capacidad para tomar decisiones de acuerdo con sus preferencias.
Lo anterior, no implica que, según el caso, se requiera de un apoyo que les
ayude a llegar a su objetivo. Por tanto, este artículo legal está conforme a
los numerales 1 y 12 del artículo 12 de la Convención.
Por su parte, los artículos 8 y 9 de la Ley 1996 de 2019 son
armónicos con lo requerido por el artículo 12.3 de la Convención, puesto que,
según el interviniente, según sea el contexto en el que la persona con
discapacidad va a tomar una decisión, requerirá de apoyos o de ajustes
razonables adecuados. Lo anterior, implica reconocerle ante todo su capacidad
de actuar. Restringir el ejercicio de los derechos de una persona con base en
una discapacidad es discriminatorio.
“Cuando la situación de la persona con discapacidad implique una
gran intensidad en los apoyos, porque sufre dificultades cognitivas severas o
muy graves, o porque se encuentra en un estado de inconsciencia, de ahí no se
deriva como consecuencia necesaria e inexcusable excluir jurídicamente a esa
persona de la sociedad, tratándola de absolutamente incapaz. El enfoque de la
Convención y que la Ley 1996 de 2019 desarrolla es destinar a esas personas los
apoyos precisos para velar por sus derechos y permitir la efectividad de su
derecho a la capacidad jurídica. Pese a la dificultad de implementar este
mecanismo en situaciones de este género, tanto el Comité como otros muchos
Estados Partes han considerado que ni cabe despojar del derecho a la persona
con discapacidad, ni cabe concluir que no es posible cumplir con su derecho a
los apoyos”.
Añadieron que contrario a lo que dicen los demandantes, la Ley 1996
de 2019 sí contempla la protección de casos difíciles de discapacidad y
establece la necesidad de que los apoyos y salvaguardias sean mucho más
intensas. Señaló que las discapacidades cognitivas severas o profundas tienden
a recibir un tratamiento distinto y esta situación afecta el ejercicio de
derechos de las personas que tienen estas condiciones. De ese modo, el
interviniente consideró que “[l]a pretendida exclusión de este colectivo de
la Ley 1996 de 2019 por parte de los demandantes representa una nueva forma de
segregación de estas personas y un desafío a las oportunidades que el
perfeccionamiento del sistema de apoyos les puede aportar en relación a la
exploración de sus preferencias y deseos”.
La interdicción es una figura que sustituye el consentimiento y
voluntad de las personas con discapacidad en la toma de decisiones, por lo que
el sistema de apoyos es más respetuoso de la dignidad humana de esta población.
Estableció que el modo de entender la igualdad de los actores (establecida en
el artículo 13 de la Constitución Política) es el que provoca la
discriminación, toda vez que parte de la base de que las personas con
discapacidad cognitiva severa necesitan de un tercero que tome sus decisiones.
Contrario a esta posición, lo que pretende la Convención sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad es poner en el centro de las decisiones a la
persona interesada y asignarle apoyos que respetan sus preferencias.
Adujeron que el propósito del artículo 12 de la Convención es el
de “maximizar las capacidades de la persona con discapacidad”, y por ello, el
sistema de apoyos es compatible. Según el interviniente, las salvaguardas son
apoyos más intensos para aquellos casos que los requieran. Añadió que el
sistema internacional ha recomendado derogar los regímenes de interdicción ya
que sustituyen o reemplazan las decisiones de las personas con discapacidad, y
en ese sentido, generan situaciones de marginación o segregación. La Convención
no “relaja” la protección de los derechos de las personas con discapacidad,
sino que “deja de exigirles como precio la renuncia a sus derechos
inalienables”.
La organización interviniente terminó su escrito explicando sus
actividades en España y las razones por las cuales un sistema de apoyos y
asistencia a las personas en condiciones de discapacidad es más proteccionista
y efectivo para el goce efectivo de sus derechos. Frente a este punto, resaltó
la necesidad de contar con un sistema de servicios de apoyo estructurado desde
el Estado que evite la institucionalización de esta población.
Profesores Michael Ashley Stein,[171] Cathy Constanzo,[172] Leslie Salzman,[173] Rebekah Diller,[174] Natalie Chin[175] y Kristin Booth Glen[176]
La intervención se concentró en compartir la experiencia que se ha
tenido en distintos casos relacionados con la interdicción de personas en
condiciones de discapacidad y los sistemas de apoyo y asistencia implementados.
Afirmaron que (i) la figura de la interdicción perpetua la discriminación de
las personas con discapacidad; (ii) favorece las acciones abusivas en contra de
los intereses de esta población y (iii) es una figura contraria a la Convención
y a las observaciones generales del Comité. Adujeron que en Estados Unidos
existen fallos judiciales relevantes en los que se ha revocado sentencias de
interdicción, y a cambio, se han implementado programas piloto de apoyos y
asistencia que han sido exitosos. También 8 Estados Federales han emitido
decretos legislativos con el fin de difundir el uso de los sistemas de apoyo
para la toma de decisiones de las personas en condiciones de discapacidad.
Los intervinientes afirmaron que son mayores los resultados
positivos de los sistemas de apoyo que las medidas de interdicción, pues los
primeros permiten que las persona en condiciones de discapacidad ejerzan su
autonomía y prevalezcan sus preferencias. Al respecto, informaron que “en los
Estados Unidos las sentencias de interdicción han ocasionado abusos,
explotación y disminución de la capacidad funcional de las personas
interdictas”. Describieron que la experiencia en Estados Unidos desde los años
80 demostró que los tutores o curadores tomaban decisiones sin consultar a los
intereses de las personas que custodiaban. Esto llevó a reformar leyes para
limitar el alcance de las facultades de los tutores, pero no se derogó del todo
la figura de la interdicción. A pesar de ello, un informe de 2010 emitido por
la “Oficina de Fiscalización Federal” (GAO por sus siglas en inglés), evidenció
“cientos de casos de abuso físico, negligencia y explotación financiera por
tutores entre los años 1999 y 2010”. Se encontró que los sistemas judiciales no
monitoreaban a los tutores, pero también, que muchos de los tutores que tenían
alguna clase de parentesco con la persona que custodiaban, eran los que más
abusos financieros cometían. Igualmente, los intervinientes sostuvieron que “la
interdicción de por sí conlleva impactos psicosociales negativos en todas las
personas interdictas”. Concretamente, resaltaron los siguientes impactos
negativos: (a) limita la capacidad funcional, de salud y de bienestar de la
persona, (b) produce aislamiento social, (c) disminución de confianza y aumento
de sentimientos de desesperanza, (d) sentimientos de estigmatización social y
(e) preocupación sobre los presuntos abusos que puede cometer el tutor sobre
sus derechos.
Contrario a todos estos impactos negativos de la interdicción, los
intervinientes sostuvieron que “los sistemas de apoyos para la toma de
decisiones han sido correlacionados con resultados positivos en las vidas de
personas con discapacidad intelectual, provocando tendencias judiciales y
legislativas que favorecen esta alternativa”. Al respecto, subrayaron que
por las evidencias de dos proyectos piloto (con personas con discapacidad
intelectual) que se iniciaron por organizaciones de la sociedad civil en
Estados Unidos, se pudo establecer que los asuntos de salud y de finanzas son
en los que más se utilizan los apoyos. Como impactos positivos advirtieron: “(…)
los cambios que se evidenciaron en los participantes (…) incluyeron aumentos en
orgullo, auto estima, alegría, disponibilidad de probar cosas nuevas, mayor
protagonismo con respecto de su propia salud física y mental, mayor iniciativa
a ayudar a otros. Más importante, nadie experimentó abuso, negligencia o explotación
financiera como resultado de utilizar a apoyos, causando los participantes a
pensar que la estructura de los sistemas de apoyo para la toma de decisiones
disminuyen los riesgos que pueden afectar a las personas interdictas”.
En suma, lo que se encontró en la implementación de los sistemas
de apoyo es que “las personas con discapacidad intelectual se volvieron más
capaces de tomar decisiones (…) los apoyadores mismos se beneficiaron como
resultado de su participación en el programa, ya que reportaron haber dado más
libertad a las personas con discapacidad de tomar sus propias decisiones, haber
observado más autoexpresión y protagonismo por parte de las personas con
discapacidad, haber tenido más oportunidades de conversar abiertamente de
asuntos importantes y haber sentido menos miedo acerca del futuro de las
personas con discapacidad”. Los intervinientes afirmaron que estos
hallazgos son consistentes con otros programas de sistemas de apoyos a nivel
comparado. Para ello citan los casos de Bulgaria, Israel y Australia, en los
que se encontró que las personas en condiciones de discapacidad bajo un régimen
de apoyos son más autónomas, desarrollan habilidades en la toma de decisiones y
aumentan su autoestima, entre otros factores.
Finalmente, los intervinientes se refirieron a la reticencia que
se ha generado en los jueces estadounidenses para imponer la interdicción.
Señalaron que a pesar de que Estados Unidos no ha ratificado la Convención de
Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, las
evidencias en estudios científicos y académicos ha generado un cambio en la
toma de decisiones judiciales. En los últimos años, los jueces han preferido
revocar interdicciones o realizar acuerdos de apoyos a favor de las personas en
condiciones de discapacidad intelectual. Para el efecto, adjuntaron una tabla
de decisiones judiciales de la ciudad de Nueva York en la que ha prevalecido el
sistema de toma de decisiones con apoyo.
Human Rights Watch
Luego de referirse al paradigma social de la discapacidad acogido
por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y de
describir los contenidos de este tratado internacional, afirmó que la Ley 1996
“cumple con todos los estándares establecidos”. Resaltó que la
Convención no realiza distinciones entre las personas con discapacidad, pues
todas tienen los mismos derechos. Adicionó que diferenciarlas y establecer
grados para el acceso o goce de derechos implicaría retomar el modelo médico o
rehabilitador, el cual es contrario al principio de igualdad y no
discriminación. Por otra parte, resaltó que no es adecuado confundir la
capacidad jurídica con la capacidad mental o las aptitudes intelectuales de una
persona. Al respecto precisó que la primera implica ser titular de derechos y obligaciones
y tener la capacidad para ejercerlos (legitimación para actuar). Mientras que
la segunda, la capacidad mental está referida a la aptitud de una persona para
adoptar decisiones, la cual varía según las personas, los contextos y las
materias sujetas a decisión.
Señaló que la Ley 1996 atiende a los principios establecidos en el
tratado internacional y contempla los casos difíciles (por ejemplo, el artículo
38), en los que establece la identificación de apoyos más intensos - con la
intervención de un juez- para la toma de decisiones. Además, la misma ley
establece salvaguardias para proteger de abusos o fraudes a las personas en
condiciones de discapacidad. La organización interviniente informó que ha
documentado casos en Croacia, India y Brasil en los que las personas con
discapacidad intelectual o cognitiva fueron confinadas en lugares e
instituciones de cuidado por sus tutores. También se presentaron casos de
abusos en asuntos financieros y económicos. Resaltó que “El término
"discapacidades severas" es un concepto impreciso e intrínsecamente
arbitrario: no tiene un significado claro y constituye un intento subjetivo de
crear una categoría de personas a las que se puede privar de su autonomía y
derechos. La CDPD protege a todas las personas con discapacidad,
"incluidas aquellas que necesitan un apoyo más intenso", con
independencia de su supuesto grado de impedimento".”
Finalmente, afirmó que a pesar de que existen defensores de la
figura de la interdicción por ser “más protectora” de los derechos de las
personas con discapacidad, la realidad y la experiencia demuestran que las pone
en grave riesgo de abuso. De tal forma, en el marco de un modelo social de
discapacidad debe prevalecer un sistema de toma de decisiones con apoyo.
Instituto Nacional para Ciegos – INCI
El Director General del INCI, el señor Carlos Parra Dussán, señaló
que la Ley 1996 derogó todo el régimen de interdicción de las personas en
condiciones de discapacidad, y con ello, afectó el régimen de guardas. El
interviniente precisó que el fin de la Ley es que las personas con discapacidad
mayores de edad expresen su voluntad de manera directa o a través de apoyos. A
pesar de ello, precisó lo siguiente:
“No obstante, lo anterior, al presumirse de una persona con
discapacidad la plena condición de obligarse por sí mismo, sin apoyo alguno,
también debe advertirse que, no todas las personas tienen la misma capacidad de
obligarse, por lo menos, de una manera coherente, por lo que,
independientemente de la lógica con la que se obligue el sujeto, de su actuar
se desprenderán consecuencias de tipo jurídico, que definitivamente afectarán
favorable o desfavorable su existir. Por ello, considera el Instituto Nacional
para Ciegos INCI, que se debe establecer con mayor claridad, el tipo de
discapacidad presente en el sujeto de derechos, lo anterior, a efectos de
determinar la capacidad de interactuar y tomar decisiones con o sin apoyos, con
el fin de asegurar que la persona con discapacidad realice actos jurídicos que
no lo perjudiquen.”
Al final, afirmó que la modificación que hizo la Ley 1996 de 2019
a la Ley 1306 de 2009, relativa a eliminar el régimen de guardas, pone en
situación de desventaja y desprotección a las personas con discapacidad.
Instituto Jo Clemente
Según la organización interviniente, desde su experiencia “la
interdicción no protege ni garantiza los derechos de las personas con
discapacidad, sino, por el contrario, sirve como herramienta para la práctica
de diversas violaciones de derechos”. En sus palabras explicó: “En este
monitoreo, el IJC encontró que en más del 90% de los casos, la persona con
discapacidad nunca utilizó la sentencia de interdicción para ningún propósito,
excepto para demandar a beneficios de naturaleza de bienestar y / o seguridad
social. Sus relatos apuntan, por el contrario, a casos de abuso financiero,
limitaciones al derecho de ir y venir; prohibición de acceso al trabajo;
imposición de tratamientos involuntarios; esterilizaciones no consentidas; así
como casos de violencia y abuso por parte de curadores”.
Adicionó que la organización cuenta con un programa de “autodefensoría”
para las personas en condiciones de discapacidad intelectual o cognitiva, a
través del cual las incentivan a conocer y expresar sus preferencias, así como,
a comprender sus de derechos y deberes. El interviniente hizo referencia a
varios testimonios y a un video en la plataforma de Youtube en el que se
muestra cuáles son los avances de estos programas dentro de la organización.
Además compartió la experiencia de casos de personas con discapacidad
intelectual.
Por otra parte, afirmó que el paradigma social de la discapacidad,
asumido por la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, presume
la capacidad legal de esta población. Esta capacidad debe ser entendida desde
la óptica de la titularidad de derechos y obligaciones, como desde el ejercicio
y goce pleno de los derechos. Para el efecto, citó las observaciones generales
del Comité de la Convención. Resaltó la obligación que tienen los Estados de
adoptar todas las medidas adecuadas y necesarias para garantizar apoyos y
salvaguardias para el efectivo ejercicio de la capacidad legal.
Adujo que la decisión de constitucionalidad de la Ley 1996 de 2019
debe tener en cuenta los principios de la norma más favorable a la persona y la
prohibición de retroceso. En ese orden de ideas, según la organización
interviniente, la normativa interna cumple con los estándares internacionales,
los cuales solo pueden ser fortalecidos y evitarse medidas regresivas. De modo
que solicitó a la Corte declarar la exequibilidad de la Ley 1996 de 2019.
Juanita Goebertus, Representante a la Cámara por Bogotá
La Representante solicitó a la Corte Constitucional declarar la
exequibilidad de la integridad de la Ley 1996 de 2019. Para el efecto, afirmó
que la Ley demandada se encuentra en línea con lo dispuesto en el artículo 12
de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las
Naciones Unidas, instrumento internacional que hace parte del bloque de
constitucionalidad.
En primer lugar, la Representante se refirió al cambio del
paradigma de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad. Describió
el régimen de interdicción originalmente dispuesto en el Código Civil y el
proceso de jurisdicción voluntaria que debía adelantarse para declarar a una
persona interdicta. Al respecto, subrayó el hecho de que ni siquiera se
requiriera la comprobación del interés del demandante -la persona en condición
de discapacidad- para iniciar el proceso. La persona no tenía si quiera una
garantía de participación efectiva en el procedimiento y el juez tenía amplias
potestades oficiosas para determinar la interdicción y las formas de curaduría
o tutoría.
En segundo lugar, la Representante señaló que en respuesta de
aquel paradigma, surgió un modelo de capacidad plena y apoyos para la toma de
decisiones de las personas en condiciones de discapacidad. Este nuevo paradigma
proviene del enfoque social de la discapacidad, que plantea que la discapacidad
es un concepto que evoluciona y resulta de la interacción entre las
características funcionales de una persona y las barreras que ésta encuentra en
su entorno. Este nuevo enfoque fue el recogido por la Convención sobre los
derechos de las personas con discapacidad y ha sido reconocido también por la
jurisprudencia de la Corte Constitucional. Según la interviniente, este modelo
presume la capacidad legal de las personas con discapacidad pues “contempla que
los ajustes razonables para esta situación se traducen en apoyos para que las
personas con discapacidad expresen su voluntad y tomen decisiones”. Al respecto
precisó:
“Los sistemas de apoyo deben ser individualizados y son (i)
centrados en las personas, (ii) basados en un diálogo entre el receptor y quien
da el apoyo; (iii) orientados a promover la inclusión y la igualdad de la
persona que los recibe; y (iv) basados en información, es decir conformes a la
valoración que se hace a cada persona. No es posible establecer categorías
amplias y fijas para definir grados de capacidad mental y derivar de ellas la
capacidad jurídica, pues como mostraré más adelante, son conceptos
independientes que requieren de valoraciones particulares. Los apoyos se
clasifican de acuerdo a la intensidad que se determina teniendo en cuenta las
necesidades de las personas (…)”.
Según la interviniente, hay sistemas de apoyo intermitentes,
limitados, extensos o generalizados según las necesidades de cada persona. La
Ley 1996 de 2019 recoge estos estándares dentro de su normativa y establece la
autonomía de las personas como un fundamento esencial. Con base en
jurisprudencia constitucional, la Representante advirtió que
“(…) una limitación a la autonomía personal que se fundamenta en
una aproximación paternalista y decimonónica no es coherente con los principios
constitucionales de dignidad humana, igualdad, y libre desarrollo de la
personalidad. Así, mantener un régimen que atenta contra la autonomía al negar
la personalidad jurídica a las personas con discapacidad, en lugar de ofrecer
medidas menos lesivas opta por la que anula el derecho (la interdicción) y, en
consecuencia, no supera bajo ninguna óptica el elemento de necesidad de un
juicio de proporcionalidad. En lugar de permitir la privación de la capacidad
jurídica de las personas, un Estado moderno debe ofrecer los mecanismos
necesarios de apoyo y ajustes para que todas las personas, sin distinción
alguna puedan desarrollar su proyecto de vida”.
Adujo que las personas con discapacidad son reconocidas como
sujetos de especial protección constitucional, lo que exige por parte del
Estado, tomar las acciones necesarias para evitar exclusiones o
discriminaciones y asegurarles su plena realización como individuos autónomos.
La capacidad jurídica es un derecho que debe ser reconocido a esta población,
con el fin de que puedan tomar sus decisiones sin ninguna limitación. Al
respecto, la interviniente hizo referencia al contenido del artículo 12 de la
Convención, así como a lo desarrollado por el Comité del mismo instrumento.
En tercer lugar, con base en lo anterior, la Representante afirmó
que la Ley 1996 de 2019 es el cumplimiento normativo de los estándares
internacionales. Este nuevo régimen “ofrece garantías para que las personas
con discapacidad
expresen y vivan según su voluntad mediante sistemas de apoyos
para la toma de decisiones. Los apoyos y las salvaguardas, precisa la ley,
deben estar acorde a las necesidades de cada persona y dependen exclusivamente
de las valoraciones que haga el personal experto sobre la intensidad de los
apoyos que requieren”. A
continuación, la Representante presentó un cuadro comparativo para demostrar
cómo la Ley 1996 de 2019 cumple con cada uno de los contenidos del artículo 12
convencional.
Finalmente, con relación a los artículos demandados, la
interviniente sostuvo que los argumentos de los demandantes parten de premisas
erróneas. Señaló que “Al mantener la distinción entre capacidad absoluta y
capacidad relativa omiten que, conforme a la CDPD, la capacidad jurídica es un
derecho que se predica de todas las personas pues no depende de la capacidad
mental; es decir, bajo ese modelo, la distinción entre capacidad absoluta y
capacidad relativa deja de tener vigencia porque lo que varía es la intensidad
de apoyos requeridos para ejercer la capacidad jurídica, que está dada por la
capacidad mental, pero que de ninguna manera altera el reconocimiento del
derecho. El derecho lo tenemos todos, pero las medidas para ejercerlo son
diferenciales”. Explicó que la capacidad mental y la capacidad jurídica son
términos diferentes, y la última se presume de todas las personas.
Los demandantes confunden los conceptos, interpretan de manera
aislada los contenidos de la Convención y presumen que las personas con
discapacidad son incapaces para tomar sus decisiones y que requieren siempre de
un tercero que las tome por ellos. Adujo que los actores también sostienen que
los sistemas de apoyo son insuficientes sin tener en cuenta que estos dependen
de su valor individualizado y su intensidad según el caso, de manera que
concluyó que “los argumentos de los demandantes parten de un supuesto
equivocado pues al considerar que la medida idónea para proteger a las personas
con discapacidad es la interdicción, desconocen el fundamento de la CDPD que es
el reconocimiento de los derechos de esa población en condición de igualdad a
las demás personas”.
Advirtió que el hecho de que las personas sean sujetos de especial
protección constitucional no implica que deban tomarse medidas paternalistas
sobre ellas, si no que esto exige tomar medidas en igualdad de condiciones y
garantizar el ejercicio pleno de sus derechos. En ese sentido, la interdicción
no es un mecanismo viable, pues “le quita a la persona la facultad de
decidir sobre sus propios asuntos y la reduce a una situación donde sus
preferencias y deseos están supeditados a un tercero”.
Señaló que a diferencia de lo que afirman los demandantes, la Ley
1996 de 2019 prevé mecanismos para los casos más intensos como lo es la
adjudicación judicial de apoyos establecida en el artículo 38.
Finalmente, la interviniente adujo que los demandantes no aplican
bien el juicio de proporcionalidad. Al respecto, explicó que el análisis que
hacen del artículo 6° sobre la presunción de capacidad es errado pues desconoce
que conforme a los tratados internacionales y la Constitución Política, la
capacidad es un atributo que se reconoce de forma iguala todas las personas.
Además, los demandantes no comprenden que los apoyos son para asegurar el
ejercicio del derecho a la capacidad jurídica, no para ser titular del mismo.
Concluyó que la posición de los demandantes es contraria al modelo social de la
discapacidad y recordó que el Estado debe tomar medidas a favor de la
protección de los derechos de las personas con discapacidad, pero éstas no
pueden ser paternalistas ni invadir las esferas de acción y decisión de las
personas. Afirmó que “la existencia de casos en los que las personas no
pueden expresar de ninguna manera su voluntad y consentimiento no debe ser el
racero mediante el cual se regule la situación del resto de personas, pues
conduce a las medidas más restrictivas de derechos”.
Lucila López, (ciudadana con nacionalidad argentina amicus curiae)
Afirmó que la Ley 1996 de 2019 obedece a los estándares
internacionales de la discapacidad desde un modelo social. Para la
interviniente la figura de la interdicción es una sustitución de la voluntad y
una “violación de derechos”. Expresó que la interdicción responde a un “estigma”
social sobre las personas con discapacidad psicosocial que les impide ejercer
sus derechos de manera óptima. Se refirió a los derechos reproductivos de las
mujeres con discapacidad psicosocial y adujo que es una violación a la dignidad
humana y a la autonomía imponerles las decisiones de otros que se consideran
“tutores” bajo el régimen de la interdicción.
Con sustento en lo anterior, solicitó declarar la
constitucionalidad de la Ley 1996 de 2019.
Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad
La Relatora, con el fin de contribuir al debate constitucional,
allegó copia del informe sobre el derecho a la capacidad jurídica y la toma de
decisiones con apoyo (A/HRC/37/56) presentado en el 37° periodo de sesiones del
Consejo de Derechos Humanos. Según la Relatora “dicho informe tiene por
objeto prestar orientación a los Estados sobre cómo garantizar el derecho de
las personas con discapacidad al igual reconocimiento de su capacidad jurídica”.
Sociedad y Discapacidad
En representación de la
ONG peruana denominada Sociedad y Discapacidad – Estudios, Asesoría e
Integración de la Persona con Discapacidad, las señoras Pamela Solanch Smith
Castro, Directora Ejecutiva, y Mariana Lucía Burgos Jaeger, Asistente Legal de
la ONG, presentaron su intervención con el fin de solicitar que se declarara
exequible la Ley 1996 de 2019.
En primera medida,
señalaron que la ONG trabajó junto con otras organizaciones en la Comisión
Especial Revisora del Código Civil, en la que se debatió el tema relacionado
con el ejercicio de la capacidad jurídica de la persona con discapacidad y se
elaboró la propuesta legislativa de reforma del Código Civil Peruano. Dicha
iniciativa sirvió como base para la reforma impulsada por el Poder Ejecutivo
mediante el Decreto Legislativo 1284, en aras del reconocimiento de la
capacidad jurídica de las personas con discapacidad. Con fundamento en ello,
consideraron necesario ofrecer a la Corte Constitucional unos elementos de
juicio e información que podían ser útiles al momento de emitir el fallo, los
cuales se expondrán a continuación.
Las intervinientes
propusieron cuatro preguntas a las que dieron respuesta, con base en su
conocimiento y experiencia. A saber: (i) ¿Por qué la ley se ajusta a las
obligaciones internacionales de Colombia bajo la CDPD (Convención Internacional
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad) ?; (ii) ¿Por qué debe
garantizarse la capacidad jurídica de todas las personas con discapacidad
independientemente de la gradualidad de la deficiencia?; (iii) ¿Cómo responde
el nuevo modelo de capacidad jurídica a los argumentos expuestos en las
demandas?; y (iv) ¿Qué trajo la reforma peruana? Implementando un modelo de
apoyos que desplazó la interdicción civil.
Respecto de la primera
pregunta, en relación con la capacidad jurídica de las personas con
discapacidad desde una perspectiva de derechos humanos, indicaron que, gracias
a la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad – en adelante
la CDPD –, se ha generado un cambio en la conceptualización de la discapacidad
y el reconocimiento de los derechos de este grupo de personas.
En efecto, indicaron que el Alto
Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha señalado que el
referido tratado “constituye un cambio paradigmático de actitud que va de la
percepción de las personas con discapacidad como objetos de la caridad, del
tratamiento médico de la protección social, a la de sujetos de derechos capaces
de reclamar esos derechos como miembros activos de la sociedad”[177].
Por su parte, las intervinientes
sostuvieron qué la discapacidad es “una categoría social resultante de la
interacción entre una persona con deficiencias (físicas, sensoriales,
intelectuales y mentales) y barreras sociales que limitan su participación
(incluidas las barreras en el entorno y las barreras actitudinales); no una
característica inherente de las personas que implique únicamente un quehacer
médico-asistencial”[178].
A partir de dicha definición,
observaron que el abordaje de la capacidad jurídica no debe hacerse únicamente
desde el derecho privado, fundamentalmente el derecho civil, sino que también
debe hacerse desde una lectura contemporánea que tenga en cuenta los estándares
de derechos humanos. Así, a la luz de ese paradigma, señalaron que “se ha
derrotado la noción de que la titularidad de la capacidad jurídica pueda seguir
supeditada a rasgos vinculados a la racionalidad o 'capacidad mental'; pues
esta percepción afecta fundamentalmente a personas con discapacidad intelectual
y psicosocial. En ese sentido, el rol del derecho es delimitar un nuevo marco
de fundamentación de derechos cuyos postulados no desconozcan las
particularidades que entraña la diversidad humana”[179].
Ahora bien, resaltaron que
los Estados Parte de la CDPD se encuentran obligados, mediante su artículo 12,
a reconocer la capacidad jurídica de todas las personas con discapacidad en
igualdad de condiciones que los demás, a tomar las medidas necesarias para
garantizarles los apoyos requeridos, así como también las garantías que lleguen
a necesitar al ejercer su capacidad jurídica y adoptar medidas legislativas y
administrativas para materializar sus derechos. En su opinión, el Estado
colombiano ha cumplido con aquellas obligaciones mediante la aprobación de la
Ley demandada.
Afirmaron que la
discapacidad de una persona no puede ser la razón para negar su capacidad
jurídica, así como tampoco para tratarla de manera diferente a comparación con
los demás. Señalaron que, en su criterio, la respuesta adecuada para este caso
desde un enfoque de derechos debe enfocarse en descubrir cuáles son los apoyos
requeridos por las personas con discapacidad para que puedan hacer efectivos
sus derechos.
De hecho, resaltaron que
el modelo de apoyos no se encuentra dirigido a limitar la capacidad jurídica de
la persona con discapacidad, sino a potenciarla en función a sus necesidades.
Al respecto, indicaron que este modelo fue incorporado al ordenamiento jurídico
colombiano mediante la Ley 1996 de 2019, pues se previó que una persona con
discapacidad puede recibir ayuda para la toma de decisiones sin renunciar por ello
al derecho a tomar sus propias decisiones, lo cual se denomina capacidad de
ejercicio. Agregaron que este modelo de ayudas se diferencia al tradicional
sistema de sustitución de la voluntad, materializado a través de figuras como
la de la tutela o la curatela, por cuanto este último busca limitar el
ejercicio de la capacidad jurídica de una persona con discapacidad, para
situarlo fuera de la propia persona, a través de un tutor o curador.
Aseveraron que, en
definitiva, el Estado colombiano ha cumplido los compromisos asumidos a través
del CDPD, apostando por el reconocimiento igualitario de la capacidad jurídica
de las personas con discapacidad, “eliminando el régimen de interdicción o
inhabilitación, y desarrollando diferentes e integrales formas de apoyo y
disponiendo una serie de salvaguardias”[180].
Estimaron que el modelo de
apoyo implementado mediante la ley demandada es armónico con el respeto a la
capacidad jurídica de las personas con discapacidad, por tener como
características principales a las siguientes: (i) “[l]a voluntariedad del
apoyo: su nombramiento no puede efectuarse en contra de la voluntad de la
persona con discapacidad y esta última puede rechazarlos”; (ii) “[e]l ejercicio
de la capacidad Jurídica no puede subordinarse a una previa designación de
apoyos”; y (iii) “[l]a actuación de los apoyos debe obedecer la voluntad y
preferencias de la persona con discapacidad, no lo que a criterio de un tercero
puede ser el mejor interés de la persona”[181].
Resaltaron que dicho modelo es aplicable a una gran variedad de situaciones,
incluso en aquellas en las que sea difícil determinar la voluntad de las
personas asociadas a diagnósticos severos.
En suma, sostuvieron que
la Ley demandada ofrece mayores posibilidades y facilidades para el diálogo y
la deliberación de las personas con discapacidad con las respectivas
autoridades o funcionarios. Asimismo, consideraron que el reconocimiento
igualitario del derecho va acompañado de las medidas adecuadas para procurar
que: (i) las referidas personas puedan tomar decisiones sobre sus vidas; (ii)
se les garantice el respecto a su voluntad y preferencias; y (iii) no exista
ningún tipo de abuso o conflicto de interés.
En relación con la segunda
pregunta, las intervinientes aseguraron que la obligación del reconocimiento
igualitario se encuentra justificado en los principios de autonomía, de
igualdad de oportunidades y de no discriminación, consagrados en los artículos
3 de la CDPD y 4 de la Ley 1996 de 2019.
Sobre este punto en
particular, expusieron que la autonomía es un valor que se asocia a la dignidad
humana, que debe entenderse como “un espacio libre o sin restricciones para
la acción voluntaria basada en la conciencia y las elecciones libremente
adoptadas”[182]
y que cuenta “con dos dimensiones principales: i) como capacidad de
decisión: escoger por propia voluntad acerca de querer o no algo; y ii) como
oportunidad de ejercer la capacidad de decisión: esto es, externalizar la
elección interna contando con la posibilidad de llevar a cabo la voluntad”[183].
Al respecto, afirmaron que el modelo de asistencia o apoyo busca garantizar el
desarrollo de la autonomía y procurar un trato igualitario entre este grupo de
personas y el resto de la población. A su parecer, este modelo es el idóneo
para garantizar y respetar el principio de autonomía y el derecho a la
igualdad.
Ahora bien, estimaron que
las barreras en el ejercicio de la capacidad jurídica de las personas con
discapacidad, tales como requisitos, como los de probar una voluntad calificada
y existir poca probabilidad de errar, y las prohibiciones derivadas de la
figura de la interdicción, son producto de la discriminación estructural e
histórica. Partiendo de lo anterior, indicaron que la CDPD busca asegurar un
esquema de igualdad que elimine los supuestos de discriminación y que
transforme las estructuras y sistemas anteriores. Agregaron que ese es el
parámetro con base en el cual debe interpretarse el artículo 12 de la CDPD y
que esa fue la fórmula propuesta por la reforma colombiana, al contemplar
medidas de accesibilidad, apoyos y salvaguardas que permitieran construir un
esquema de igualdad transformativa. Como consecuencia de ello, gracias a la
ratificación de la CDPD y de la expedición de la Ley 1996 de 2019, todos los
colombianos con discapacidad se encuentran legalmente en igualdad de
condiciones frente a los demás para ejercer su capacidad jurídica, contando con
el acceso a los apoyos que necesiten y las salvaguardias correspondientes, garantizadas
por el Estado.
De otra parte,
respondiendo a la tercera pregunta planteada, las intervinientes afirmaron que “[l]os
derechos no pueden ser atribuibles a supuestas capacidades o condiciones
médicas estandarizadas (…) La capacidad no es una categoría dicotómica (se
tiene absolutamente o no se tiene nada); en realidad, pueden existir variables
en la capacidad de tomar distintos tipos de decisiones, en lugar de que la
menor capacidad signifique la remoción del derecho, se pueden pensar en apoyos
de diferentes intensidades que permitan viabilizar esa voluntad”[184].
Compararon las exigencias
impuestas a las personas con discapacidad frente a las de los demás, para
resaltar que “a cualquier ciudadano se le permite elegir entre diversas opciones
en cada momento de su vida, con altas posibilidades de error”[185]
y, por el contrario, a las personas con discapacidad se les obliga “a probar
que su voluntad es calificada que los riesgos de tomar una decisión errada
serán bajos para que se les permita elegir por sí mismos. De no lograrlo, se
les impone un sistema de representación o sustitución en la toma de decisiones
a través de instituciones como la interdicción o la curatela”[186].
Así, señalaron que de
conformidad con el artículo 12 de la CDPD no es admisible ningún tipo de
valoración que mida el funcionamiento mental a partir de las destrezas y
habilidades individuales, pues ello involucraría la existencia de un paradigma
biomédico que es rechazado por el referido tratado. En su opinión, el modelo de apoyos y el artículo 12 de la CDPD ofrecen una
solución legal que respeta los derechos fundamentales de las personas con
discapacidad, al implementar medidas de accesibilidad y/o ajustes para obtener
la voluntad de estas personas; contrario sensu, se descarta la
posibilidad de que la dificultad en entender la voluntad de este grupo de
personas sea entendida como un motivo razonable o suficiente para prescindir de
ella o invalidarla.
Lo anterior, por cuanto “[l]a
capacidad jurídica de todas las personas es -independientemente de las
deficiencias- una garantía a su autonomía y libertad, e implica a la vez, la
efectividad de otros derechos humanos y libertades fundamentales, que bajo el
principio de dignidad, como valor inherente a las personas, nos corresponden”[187].
Explicaron que, a pesar de
que las restricciones que se han hecho a la capacidad jurídica se han
justificado por la existencia de un interés de proteger a las personas, en la
práctica se ha puesto en evidencia que esa figura protectora ha legitimado
situaciones de abuso, conflictos de interés, internaciones forzosas y
privaciones a la libertad, así como también la consecuente restricción en el
acceso a la justicia. De ahí, concluyeron que la remoción de este derecho y la
delegación de la toma de decisiones respecto de todos los ámbitos de la vida de
una persona a otra, más allá de cumplir con el fin deseado (protección) ha
generado afectaciones graves.
De otra parte, aseveraron
que “[l]a interdicción no constituye una acción afirmativa ni garantiza la
protección de los derechos de las personas con discapacidad”[188].
Estimaron que la figura de la interdicción por motivos de discapacidad es una
medida discriminatoria, habida cuenta que hace una diferenciación que no
encuentra sustento en causas objetivas, razonables ni proporcionales. Aquella
afirmación fue justificada bajo las siguientes razones: (i) la interdicción
busca proteger la vida, integridad, bienestar y administración de bienes de una
persona, no obstante “no resulta idónea para este fin, puesto a que la
anulación de derechos de una persona no es correspondiente con el intento de
protección de la misma o su entorno. No le otorga ninguna seguridad ni
facilidad para su autoprotección ni a terceros, sino por el contrario, termina
con las posibilidades de denunciar cualquier de (sic) tipo de maltrato o engaño
que pueda sufrir la persona con discapacidad”[189];
(ii) la interdicción no es una medida necesaria, toda vez que existen otras
opciones legales, como el modelo de apoyos combinado con mecanismos de
salvaguardias, que son más idóneas para proteger a las personas con
discapacidad; (iii) al hacer un test de proporcionalidad, se puede comprobar
que “retirar la capacidad jurídica de una persona para asignarla a otra en
su lugar no era una medida que realizara por sí misma un fin de protección al
bienestar de la persona en cuestión, por el contrario la exponía a abusos y la
discriminaba directamente”[190];
y (iv) “confundir «capacidad jurídica» con «la capacidad mental» y negarle a
una persona 'con menor capacidad mental' tomar decisiones o ejercer su
capacidad de obrar, es un acto discriminatorio fijado por una valoración
subjetiva de la capacidad mental de personas con discapacidad solo por tener
dicha discapacidad”[191].
Finalmente, en respuesta
al cuarto interrogante, las intervinientes señalaron que, al haber implementado
el modelo de apoyos que desplazó la interdicción civil, la reforma peruana
trajo los siguientes cambios:
(i)
Se
reconoció la plena capacidad jurídica de las personas con discapacidad, esto
es, su derecho a tomar decisiones libres y voluntarias, de acuerdo con los
estándares de la CDPD. En este sentido, las figuras de la curatela e interdicción
fueron eliminadas y el acceso a la figura de apoyos y salvaguardas se están
regulando voluntariamente.
(ii)
Se
establecieron dos vías para designar apoyos y salvaguardas, a saber, la
notarial y la judicial. Cuando una persona con discapacidad, mayor de edad y
posibilitado a manifestar su voluntad, considere pertinente designarse apoyos
para facilitar el ejercicio de sus actos que producen efectos jurídicos, podrá
disponer de cualquiera de las dos vías. En esos casos tanto los notarios como
los jueces “se obligan a otorgar las medidas de accesibilidad y ajustes
razonables con la finalidad de conocer la voluntad durante el trámite o proceso
de designación de apoyos y salvaguardias”[192]. Cuando
se trate de una persona que no puede manifestar su voluntad o cuenta con
capacidad de ejercicio restringida (ej. Una persona en estado de coma), la
designación procede sólo por vía judicial. “En estos casos se debe actuar,
en función a obtener la mejor interpretación posible de la voluntad, las
preferencias y atender a la trayectoria de vida; recabando información de
familiares, amigos, terceros interesados; para designar al apoyo o apoyos
según; la relación de convivencia, confianza, amistar, cuidado, o parentesco
que exista entre ella o ellas, con la persona que requiere el apoyo y
atendiendo a los alances y/o facultades que sean necesarias para el caso en
concreto”[193].
(iii)
Se
creó un sistema flexible de salvaguardias, esto es, la persona mayor de edad
puede acceder de manera libre y voluntaria a los apoyos y salvaguardias.
Asimismo, la persona que designa el apoyo puede determinar las medidas de
salvaguardia que desee, de tal forma que se garantice un amplio margen de
participación y de mayores posibilidades de encontrar las salvaguardias oportunas
y adatadas a cada caso concreto.
(iv)
Se
expidieron unos reglamentos que establecen las pautas de implementación. En
otras palabras, si bien se inicio la reforma peruana con el Decreto Legislativo
1384 de 2018, ésta ha sido complementada con unos reglamentos los cuales
establecen: (i) “cómo será el proceder de los jueces en los casos que traten
la ejecución de sentencias de interdicción o vean estos procesos en trámite”[194];
y (ii) “las formas de designación de apoyo a nivel notarial y judicial, como
también la forma de determinación de la existencia de voluntad y de la mejor
determinación de la misma de las personas con discapacidad que no puedan
formularla”[195].
(v)
Se
implementó una estrategia de capacitación a los diversos actores en todos los
niveles, para asegurar una adecuada transición hacia el sistema de apoyos.
Clínica Jurídica en Discapacidad y Derechos Humanos de la
Pontificia Universidad Católica del Perú
Los señores Renata Anahí
Bregaglio Lazarte, Jefa de la Oficina de Responsabilidad Social, Docente del
Departamento de Derecho y Coordinadora de la Clínica Jurídica en Discapacidad y
Derechos Humanos, Renato Antonio Constantino Caycho, Docente del Departamento
de Derecho, y Paula Lucía Camino Morgado, egresada de la Facultad de Derecho y
representante de la Clínica Jurídica en Discapacidad y Derechos Humanos,
presentaron intervención en representación de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, para solicitar que se declarara exequible la Ley 1996 de
2019 y se instara a las entidades del Estado a asegurar su cabal cumplimiento.
Señalaron que su Clínica
Jurídica ha estado vinculada al proceso de reforma del Código Civil peruano,
acompañando el trabajo de la Comisión Especial Revisora del Código Civil y que
su coordinadora inclusive elaboró un Anteproyecto para la misma. Igualmente,
indicaron que han participado en reuniones convocadas por el consejo Nacional
para la Integración de la Persona con Discapacidad y el Poder Judicial, para
elaborar los reglamentos derivados de la reforma y capacitar a jueces, otros
servidores públicos y a la sociedad civil para su aplicación.
Partiendo de la
experiencia y conocimiento que tienen sobre el tema, los intervinientes
afirmaron que, en su opinión, la Ley 1996 de 2019 cumple con las obligaciones
emanadas del artículo 12 de la Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad (CDPD) y consideraron que los demandantes hicieron una lectura
errónea e incompleta del articulado de la Ley, con base en los siguientes
argumentos.
Luego de hacer una
síntesis de los cargos expuestos por los demandantes, los intervinientes
aseveraron que los demandantes confundieron las obligaciones derivadas del artículo 12 de la CDPD. A su parecer, este artículo
establece tres obligaciones distintas, a saber, la obligación de: (i) “reconocer
la plena capacidad jurídica de toda persona con discapacidad y otorgar validez
jurídica a su voluntad (inciso 2)”; (ii) “contar con un sistema de
apoyos que podrá o no ser utilizado por las personas con discapacidad, para
facilitar la comunicación de dicha voluntad (inciso 2)”; e (iii) “implementar
salvaguardias que eviten los abusos y conflictos de interés (inciso 4)”[196].
Al hacer un análisis de
dichas obligaciones, indicaron que el Comité de Naciones Unidas sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad – en adelante el Comité PCD – ha sido
enfático en afirmar que la prohibición de restringir la capacidad jurídica por
motivo de discapacidad es absoluta y, por ello, sostuvieron que es incorrecto
plantear, como lo hacen los demandantes, que las personas con discapacidades
mentales severas deban estar sujetas a un régimen de capacidad jurídica
diferenciado.
Opinaron que reformas como
la llevada a cabo e Perú, así como también la colombiana, obligan a
reconfigurar la forma en que se debe entender el concepto de “voluntad”
en el Derecho. Resaltaron que, en vez de asumir que ciertas personas con
discapacidad no pueden ejercer su capacidad jurídica, tal y como lo plantean
los demandantes, se debería desarrollar mecanismos para permitir a estas
personas manifestar su voluntad y actuar conforme a ella.
Agregaron que el Comité
PCD sostuvo que el artículo 12 de la CDPD “no permite negar la capacidad
jurídica de ese modo discriminatorio, sino que exige que se proporcione apoyo
en su ejercicio”[197].
Por consiguiente, los intervinientes concluyeron que la pretensión de los
demandantes de mantener un sistema de reconocimiento de la capacidad jurídica
ligado a la capacidad mental, que acepta distintos derechos en función del
grado de discapacidad, “no resulta compatible con las obligaciones
internacionales asumidas por el Estado colombiano”[198].
Por otro lado, consideraron
que los demandantes presentaron un argumento errado, por partir de una
comprensión equivocada de la función de los mecanismos de apoyo, al afirmar que
al permitir que las personas con discapacidad ejerzan su capacidad jurídica sin
la participación de un apoyo, se están afectando la igualdad material y el
mandato de protección, derivados de la Constitución Política y de la CDPD.
Sobre este punto en
particular, aclararon que “los apoyos se entienden como mecanismos
facultativos diseñados o designados para facilitar la formulación y
comunicación de la voluntad de una persona al momento de tomar una decisión que
genere efectos jurídicos. Estos apoyos para la toma de decisiones pueden tomar
diversas formas, como el apoyo de pares, apoyos naturales, o redes de apoyo
comunitario. En los términos del Comité de Personas con Discapacidad (Comité
PCD), la figura del apoyo ‘debe respetar los derechos, la voluntad y las
preferencias de las personas con discapacidad y nunca debe consistir en decidir
por ellas’. En el caso colombiano, en virtud de la Ley 1996 de 2019, los apoyos
pueden ser personas naturales o jurídicas, designadas mediante acuerdos de
apoyo (artículo 15), directivas anticipadas (artículo 21), procedimientos de
jurisdicción voluntaria o procesos sumarios (artículo 32)”[199].
Aclararon que el rol del
apoyo no es el de sustituir ni validar la voluntad de la persona con
discapacidad, ni tampoco habilitar la celebración de actos jurídicos, sino por
el contrario ayudar a la persona con discapacidad a formular una voluntad
frente a la posibilidad de realizar un acto jurídico. Con fundamento en ello,
sostuvieron que la capacidad de ejercicio no puede condicionarse al
nombramiento de apoyos, pues esta interpretación del artículo 6 de la Ley 1996
de 2019 seria contraria a la CDPD y viciaría el contenido de la reforma.
Indicaron que no estaban
de acuerdo con la postura de los demandantes consistente en entender que al
considerar como válidos los actos jurídicos celebrados por una persona con
discapacidad sin la participación de un apoyo implica la vulneración de su
derecho a la igualdad formal y al principio de no discriminación. Ello, puesto
que los demandantes sólo se fundamentan “en el perjuicio según el cual las
personas con discapacidad, sin la guía de un apoyo, necesariamente tomarán
decisiones perjudiciales para ellos/as. Como ya se ha explicado, adoptar una
reformar (sic) de capacidad jurídica supone reconocer que la capacidad jurídica
es inherente a toda persona, y es diferente de la capacidad mental; supone
aceptar que las personas con discapacidad pueden formular una voluntad
igualmente válida a la del resto de personas. Supeditar la validez de un acto
jurídico a la participación de una tercera persona a causa de la discapacidad
de quien celebra el acto supondría – precisamente – vulnerar el principio de no
discriminación”[200].
Por último, expresaron que
no estaban de acuerdo con los señalamientos realizados por los demandantes,
respecto de que la Ley 1996 de 2019 no establece salvaguardias adecuadas y
efectivas para el ejercicio de la capacidad jurídica y que, por el contrario,
al prohibir la interdicción, a través del artículo 53, la Ley habría eliminado
una salvaguardia adecuada y efectiva. Lo anterior, toda vez que, en su opinión,
los argumentos parecen partir de una comprensión errónea de la naturaleza y
función de las salvaguardias en el sistema de capacidad jurídica de la CDPD.
Al respecto, expusieron
que “[l]as salvaguardias son medidas diseñadas para evitar que los apoyos
incurran en conflictos de intereses o tengan una influencia indebida sobre las
personas con discapacidad. Son personas o mecanismos que deben evitar que se
cometan abusos contra la persona con discapacidad, prevenir conflictos de
intereses y garantizar el respeto de las preferencias de la persona con
discapacidad. Según la CDPD, deben ser proporcionales y adaptadas a las
circunstancias de cada persona, protegiéndola frente a posibles abusos; e
incluso en aquellos casos en que no sea posible determinar la voluntad y
preferencias de una persona, la noción de salvaguardia nos obliga a entender el
interés superior de aquella persona como la ‘mejor interpretación posible de la
voluntad y las preferencias’. Es decir que aún en aquellos casos más severos,
como aquellos previstos en los artículos 32 y 38 de la Ley 1996, se deberá
velar por la voluntad de la persona con discapacidad y no sustituirla”[201].
Con fundamento en lo
anterior y contrario a lo señalado por los demandantes, afirmaron que
justamente a través de las salvaguardias es que se podría lograr alcanzar el
objetivo de establecer mecanismos de protección de la toma de decisiones con
apoyos.
Puntualmente, en relación
con la figura de la “interdicción”, sostuvieron que esta no puede ser
considerada como el mecanismo de salvaguardia adecuado en ninguna
circunstancia, ya que el mandato del artículo 12 de la CDPD es incompatible con
la referida figura. De hecho, explicaron que “el reconocimiento de capacidad
jurídica supone necesariamente reconocer la validez de la voluntad de la
persona con discapacidad. La interdicción, por contraste, supone sustituir de
forma absoluta la voluntad de la persona con discapacidad. Bajo un régimen de
interdicción, es el curador quien toma todas las decisiones con efectos jurídicos
respecto de la persona bajo interdicción. La persona con discapacidad no solo
no puede cuestionar las decisiones del curador, sino que no participa del
proceso de toma de decisiones que afectan su vida cotidiana (…) A diferencia de
un sistema de toma de decisiones de apoyo, la interdicción niega la capacidad
jurídica de forma discriminatoria a las personas con discapacidad, pues
establece una forma distinta de ejercer las capacidades de goce y ejercicio en
respuesta a la discapacidad”[202].
Ahora bien, luego de
exponer los argumentos por los cuales afirmaron no estar de acuerdo con los
demandantes, procedieron a hablar de manera breve sobre el modelo peruano de
reconocimiento de capacidad jurídica. Relataron que en Perú se adoptó una
reforma de capacidad jurídica similar a la colombiana, mediante el Decreto
Legislativo 1384 de 2018. Expresaron que fue a través de este Decreto que se
eliminó de manera definitiva la figura de la interdicción para las personas con
discapacidad, pues buscaban acoplar sus normas al artículo 12 de la CDPD y al
reconocimiento de plena capacidad jurídica que había iniciado con el artículo 9
de la Ley General de la Persona con Discapacidad peruana de 2012.
Adicionalmente, expusieron
que esta reforma estableció apoyos, que son personas naturales o jurídicas sin
fines de lucro, quienes cumplen fundamentalmente tres funciones, a saber,
facilitar la comprensión de actos jurídicos, la comunicación y la manifestación
de la voluntad. El apoyo es libremente elegido por la persona con discapacidad.
Aclararon que los apoyos no tienen facultades de representación a menos que
estas sean expresamente delegadas por la persona con discapacidad o por el
juez, en el caso del apoyo obligatorio excepcional.
Respecto del apoyo
obligatorio, señalaron que el sistema peruano prevé situaciones excepcionales
en las que un juez puede determinar que una persona con discapacidad debe
contar con un apoyo en la toma de decisiones; decisión que no es tomada por la
propia persona con discapacidad. Esta figura se denominó como “apoyo
excepcional”, y se diseñó para aquellos casos que podrían denominarse como “difíciles”,
pues son aquellas circunstancias en las que la persona con discapacidad no
puede manifestar su voluntad. No obstante lo anterior, para garantizar el
adecuado uso de esta figura se determinó que el juez deberá realizar “(…)
‘esfuerzos reales, considerables y pertinentes para obtener una manifestación
de voluntad’, aplicando las medidas de accesibilidad y ajustes razonables necesarias
para obtenerla. Además, dispone que solo se podrán designar estos apoyos
excepcionales cuando sean necesarios para el ejercicio o protección de un
derecho de la persona con discapacidad – es decir, no podrán ser designados sin
que respondan a una necesidad concreta”[203].
Para finalizar, indicaron
que el legislador peruano definió las salvaguardias, las cuales son “medidas
que buscan ‘garantizar el respeto de los derechos, la voluntad y las
preferencias’ de las personas con discapacidad, así como evitar que las
personas que ejercen el rol de apoyo cometan abusos o ejerzan una influencia
indebida”[204].
Señalaron que, en el sistema peruano, las salvaguardias pueden ser establecidas
por la propia persona con discapacidad o por el juez, en el supuesto del apoyo
obligatorio excepcional.
En conclusión, los
intervinientes resaltaron que “[a] partir de lo expuesto, sostenemos que la
Ley 1996 de 2019 es plenamente exequible, al ser válida en términos
constitucionales y convencionales. La norma está alineada al espíritu del
artículo 12 de la CDPCD ~ el reconocimiento pleno y en igualdad de condiciones
de la capacidad jurídica de toda persona con discapacidad. De este artículo se
desprenden tres obligaciones para el Estado colombiano: reconocer la plena
capacidad jurídica de toda persona con discapacidad, crear un sistema de apoyos
y establecer un sistema de salvaguardias. La Ley 1996 satisface estas tres
obligaciones (…) La experiencia peruana ha demostrado que, sin duda,
implementar una reforma de capacidad jurídica es una tarea compleja. Sin
embargo, es una tarea necesaria en una sociedad democrática y comprometida con
el mandato de no discriminación. La modificación del Código Civil peruano ha
permitido a las personas con discapacidad la habilidad de actuar por sí solas
frente al derecho, facilitando el acceso a derechos sociales, políticos y de
propiedad. Ambas reformas comparten las mismas líneas de guía, alineadas a las
obligaciones que se desprenden del artículo 12 de la CDPCD”[205].
Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad Externado
de Colombia
Afirmó que la Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de
las personas con discapacidad materializó el modelo social de la discapacidad y
parte de un reconocimiento de derechos universal y sin distinciones basadas en
los tipos de discapacidad. Resaltó que este tratado internacional fue
ratificado debidamente por Colombia y hace parte del bloque de
constitucionalidad. Por ello, la Ley 1996 de 2019 acoge estos nuevos estándares
y asume que las personas en condiciones de discapacidad son sujetos de
derechos, autónomos y cuentan con una capacidad jurídica como cualquier otra
persona. Además, regla todo lo concerniente a los apoyos requeridos para la
adecuad toma de decisiones, derogando la figura de la interdicción. Al
respecto, el interviniente hace una referencia concreta a lo establecido en la
Observación General No. 1 y a la necesidad de no confundir entre la capacidad
legal y la capacidad mental de una persona, así como a la necesidad de
modificar los regímenes tradicionales del derecho privado sobre la
interdicción.
Finalmente resaltó que el mismo Comité mediante recomendaciones
emitidas en el año 2016 le sugirió a Colombia derogar "toda disposición en
el Código Civil y otras normas que restrinjan parcial o totalmente la capacidad
jurídica de personas con discapacidad”, al tiempo que instó al Estado a
“adoptar medidas legales y administrativas para proporcionar los apoyos que
requieran las personas con discapacidad para ejercer plenamente este derecho,
tomar decisiones en los ámbitos de salud, sexualidad, educación y oíros, sobre
la base del respeto pleno a su voluntad y preferencias, tal y como lo establece
la Observación general no. l (2014) del Comité, sobre el igual reconocimiento
como persona ante la ley".
Icesi – Grupo de Acciones Públicas
Los señores Paula Andrea
Cerón Arboleda, Manuel Alejandro Guevara Bocanegra, Dayana Holguín Lenis,
Katalina Arenas Otero, Juan Manuel Arbeláez Duque, Claudia Fernanda Henao
Henao, Claudia Moncayo, Anny Pejendino Ortega y Daniela Perdomo, docentes y
estudiantes del Grupo de Acciones Públicas –GAPI– de la Universidad Icesi,
presentaron un escrito con el objetivo de intervenir en el presente caso y
solicitar que la Corte Constitucional declarara exequibles los artículos
acusados. A continuación se expondran las principales ideas plasmadas en su
escrito.
En primera medieda,
destacaron que, pese a la gran importancia que tienen los derechos de las
personas con discapacidad, el desarrollo existente en el derecho interno
colombiano es aún incipiente, de manera que algunas de las disposiciones de la
Covención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad – CDPC – pueden,
excepcionalmente, requerir para su total cumplimiento la excepdición de normas
(leyes o actos administrativos según el caso). Al respecto, indicaron que la
Corte Constitucional, despues de haber realizado un examen detallado de todos
los artículos de la CDPD, aprobada mediante la Ley 1346 de 2009, consideró que
aquellos eran adecuacuados y razonables dentro de un instrumento de esta
naturaleza y que eran conducentes a su adecuada ejecución y complimiento.
Manifestaron que, a través
de la CDPD, Colombia se comprometió a tomar todas las medidas, políticas o
decisiones públicas necesarias, “a través de las cuales se establezca un
trato ventajoso, y en cuanto tal formalmetne desigual, que favorece a
determinadas personas o grupos humanos tradicionalmente marginados o
discriminados, con el único propósito de avanzar hacia la igualdad sustancial
de todo el conglomerado social”[206].
Señalaron que “el
problema jurídico propuesto en las demandas que pretenden la inexequibilidad
es: la ley 1996 de 2019 vulnera el artículo 13 de la Carta Política, por cuanto
el artículo 6 de dicha ley establece que las personas en situación de
discapacidad mayores de edad, interdictos o potencialmente interdictos, e
inhábiles o potencialmente inhábiles se presumen legalmente capaces; el
artículo 53, por derogar y prohibir la interdicción y en general todo el
articulado puesto que dicha ley no realiza una separación entre las categorías
de discapacidad mental absoluta y relativa, y sólo se pensó para personas con
‘discapacidad mental relativa’, constituyendo una violación a los artículos 1,
2, 13, 42, 47, 49 de la Constitución y la ley 1616 de 2013, la cual regula la
salud mental en Colombia”[207].
Frente a esta premisa,
señalaron que estaban en desacuerdo, toda vez que, contrario a sus argumentos,
la Ley 1996 de 2019 garantiza el pleno reconocimiento de la capacidad jurídica
de las personas con discapacidad, en virtud del artículo 12 de la CDPD;
artículo por medio de la cual se estableció que los Estados Partes deberán
reafirmar que las personas con discapacidad tienen derecho al reconocimiento de
su personalidad jurídica y reconocer que las personas con discapacidad tienen
capacidad jurídica en igualdad de condiciones con las demás en todos los
aspectos de la vida.
Afirmaron que, en su
opinión, con el proceso de interdicción se anula totalmente la voluntad y
capacidad jurídica de las personas con discapacidad, sin tener en cuenta sus
preferencias y convicciones personales, dejando su voluntariedad en manos de un
tercero, y suponiendo erróneamente que dicha figua brinda seguridad jurídica y
protección, “de tal manera que una persona bajo la figura de interdicción no
puede tomar decisiones relevantes para su vida en cuanto a su salud,
procedimientos médicos, salud reproductiva, casarse, educación, entre otros”[208].
Por otro lado, a su
parecer, las demandas sub examine no desarrollaron con claridad
las normas constitucionales que consdieraron vulneradas y supuso que la Ley
1996 de 2019 violó todos los principios y valores fundamentales de la
Constitución Política, pilares fundamentales de la construcción de una sociedad
que vela por el bienestar de sus ciudadanos. Consideraron que los demandantes
no tuvieron en cuenta que la Ley 1996 de 2019 sí respetó dichos principios y
dio cumplimiento a los Tratados Internacionales ratificados por Colombia, así
como también las recomendaciones del Comité de Personas con Discapacidad de la
Organización de las Naciones Unidas.
Señalaron que “no es la
persona – como se pretendía desde el modelo rehabiltiador – quien debe
normalizarse hasta llegar a parecerse al indiiduo estándar, sino al contrario,
es la socidad, el ambiente el que debe ser normalizado y adaptado a las
necesidades de todos, incluyendo las de las personas con discapacidad”[209].
Por consiguiente, aseveraron que el Estado Colombiano se vio en la obligación
de aplicar el modelo social de discapacidad, como consecuencia de haber acogido
y ratificado la CDPD; lo cual implica aceptar la premisa antes mencionada, de
tal forma que las soluciones no vayan dirigidas a las personas con
discapacidad, como se hacía con las leyes anteriores a la Ley 1996 de 2019,
sino a la sociedad, “entendiendo que es ésta, la que le corresponde eliminar
barreras que impidan el libre ejercicio de la voluntad de las personas con
discapacidad, en cabeza del Estado”[210].
Estimaron que “la
inclusión de nuevos mecanismos para el ejercicio de capacidad legal y para la
realización de actos jurídicos a nuestro Sistema jurídico por medio de la ley
1996 de 2019, como los son los acuerdos de apoyo, procesos de adjudicación
judicial de apoyos y la valoración de apoyos, son un claro progreso del
ordenamiento jurídico colombiano en pro de reconocer la capacidad jurídica en
igualdad de condiciones que deben tener las personas con discapacidad con el
resto de la sociedad, ya que se reconoce la posibilidad que estos tienen de
ejercer sus derechos libremente conforme a los principios de la CDPD, donde se
recalca la dignidad inherente al ser humano, que incluye la libertad de tomar
decisiones propias, con independencia y sin discriminaciones”[211].
INSOR
El señor Luis Hernán
Cuéllar Durán, en calidad de Jefe de la Oficina Asesora Jurídica del Instituto
Nacional Para Sordos – en adelante el INSOR –, para presentar su intervención,
mediante la cual manifestó que en su opinión la norma demandada es exequible.
En síntesis, señaló que el
INSOR considera que las normas acusadas se ajustan al bloque de
constitucionalidad, “como quiera que garantizan la igualdad a las personas
en situación de discapacidad, reconociendo el derecho a la autodeterminación,
mediante la presunción de capacidad; es decir, que toda persona en situación de
discapacidad tiene la plena capacidad legal para obligarse por sí misma. Lo
cual implica la posibilidad de (sic) una persona en situación de discapacidad
pueda actuar dentro del marco de un sistema legal y de que sus actos tengan
efectos jurídicos. Con lo que se garantiza a todos, en igualdad de condiciones,
el atributo universal de la capacidad de forma inherente a todas las personas,
independiente de si presentan algún tipo de discapacidad, por la simple razón
de ser humano”[212].
Indicó que una
discapacidad no puede ser la justificación para restringir la capacidad
jurídica de una persona y que cualquier práctica que sea violatoria del
artículo 12 de la CDPD debería ser abolida, con el objetivo de que las personas
con discapacidad puedan llegar a tener plena capacidad jurídica en condiciones
de igualdad.
En su opinión, “la Ley
1996 contiene los mecanismos adecuados para garantizar la protección de las
personas en situación de discapacidad, reconociendo que pueden presentarse
casos en que la persona manifestar (sic) su voluntad y preferencias por
cualquier medio, modo y formato de comunicación posible. Con lo que no se haya
demostrado el cargo presentado por la parte demandante”[213].
Programa de Acción por la
Igualdad y la Inclusión Social – PAIIS
Juliana Reyes, en calidad
de Directora, Federico Isaza Piedrahita, en calidad de asesor jurídico, y María
Alejandra Herrera Castillo, Alejandro León Marín y Jaime Santiago Salgado
López, como estudiantes activos del Programa de Acción por la Igualdad y la
Inclusión Social – PAIIS del Consultorio Jurídico de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Los Andes, presentaron una intervención con el fin de
solicitar que se declare exequible la Ley 1996 de 2019 y que la decisión tomada
por la Corte Constitucional sea emitida en un formato de lectura fácil, con el
propósito de que todas las personas con discapacidad pudieran conocer la
decisión que involucra su posibilidad de decidir sobre sus propias vidas.
Los intervinientes
comenzaron su intervención afirmando que tanto el texto de la CDPD como las
Observaciones Generales hechas por su Comité, debían ser tenidas en cuenta de
manera obligatoria para realizar el presente examen de constitucionalidad, como
derechos integrados a la Constitución Política. Por ser parte del bloque de
constitucionalidad, aseveraron que la CDPD no puede utilizarse como un criterio
auxiliar de interpretación.
Adujeron que, desde el
estándar de la CDPD al que Colombia se obligó a cumplir, todas las personas con
discapacidad tienen derecho a ser reconocidas como iguales ante y la ley, y por
ello, tienen el derecho a tomar decisiones sobre sus propias vidas, con los
apoyos y salvaguardias que puedan llegar a necesitar.
En este sentido, señalaron
que los Estados parte deben garantizar primero el derecho a la capacidad jurídica
para así evitar leyes y políticas discriminatorias sobre los demás derechos. En
otras palabras, sin la garantía a decidir los ordenamientos jurídicos no pueden
considerarse sistemas de derechos incluyentes y efectivos, en tanto no
consideran la participación autónoma e individual de cada persona con
discapacidad, en su diversidad y heterogeneidad, como ciudadanos iguales. Ahora
bien, en relación con la lectura holística de los cinco párrafos del artículo
12 de la CDPD, el Comité realizó interpretaciones valiosas que especifican los
deberes generales de los Estado parte y el alcance del derecho en sí mismo,
como se verá a continuación:
a. Sobre el reconocimiento
a la personalidad jurídica
“El Comité señala en el
párrafo 1 del artículo 12 que las personas con discapacidad tienen derecho al
reconocimiento de su personalidad jurídica. El reconocimiento de este derecho
garantiza que todo ser humano sea respetado como una persona titular de
derechos y obligaciones, lo que es un requisito indispensable para que se
reconozca la capacidad jurídica de la persona. El derecho a la personalidad
jurídica ha sido reconocido en múltiples ocasiones como la condición inherente
a la persona, que debe ser protegida en toda circunstancia. En esta misma
línea, la Corte IDH ha evidenciado el contenido de este derecho en los
siguientes términos: ‘es que, precisamente, se reconozca a la persona, en
cualquier parte como sujeto de derechos y obligaciones, y a gozar de los
derechos civiles fundamentales, lo cual implica la capacidad de ser titular de
derechos (capacidad y goce) y de deberes; la violación de aquel reconocimiento
supone desconocer en términos absolutos la posibilidad de ser titular de los
derechos y deberes civiles y fundamentales’(…)”[214].
b. Sobre el reconocimiento
a la capacidad jurídica
La CDPD reafirma a la
capacidad jurídica como un derecho universal que tienen todas las personas por
el simple hecho de ser personas. El concepto de capacidad jurídica engloba: (i)
la capacidad de goce o de ser sujeto de derechos y obligaciones (elemento
estático); y (ii) la capacidad de ejercicio o de asumir obligaciones a través
de sus propias decisiones (elemento dinámico). El primer elemento responde a
una protección plena sobre los derechos de la persona en el ordenamiento
jurídico, mientras que el segundo se refiere al reconocimiento de la persona
como actor facultado para realizar y transar relaciones jurídicas, incluyendo
la facultad de crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas.
“Del anterior
reconocimiento se deriva la obligación de eliminar aquellas figuras normativas
que restringen este derecho a las personas con discapacidad, como la
interdicción. Esto lo reafirma Naciones Unidas a través del ‘Estudio temático
de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos para mejorar el conocimiento y la comprensión de la Convención’, de
2009. En este informe se señala, interpretando este párrafo, que ‘Toda ley que
prevea que la existencia de una discapacidad es motivo directo e indirecto para
declarar la incapacidad jurídica entra en colisión con el reconocimiento de la
capacidad jurídica de las personas con discapacidad consagrado en el párrafo 2
del art.12’ (…)”[215].
c. Sobre el reconocimiento
y provisión de apoyos
Según el Comité de la
CDPD, el término de apoyo “(…) engloba arreglos oficiales y oficiosos, de
distintos tipos e intensidades”[216].
Ello implica que, teniendo en cuenta la voluntad de la persona con
discapacidad, ésta puede escoger una o más personas de apoyo para la acompañen
en el ejercicio de derechos que considere en los que necesita ayuda, incluyendo
la realización de diversos actos jurídicos. Se debe garantizar la diversidad de
apoyos, puesto que el no hacerlo no sólo violaría el literal d del artículo 3
de la CDPD, que reconoce el respeto por “la diferencia y la aceptación de
las personas con discapacidad como parte de la diversidad y condición humanas”[217],
sino que, a su vez, generaría una doble discriminación en tanto se desconoce un
rasero de igualdad donde cualquier ciudadano con discapacidad pueda ejercer su
capacidad jurídica de acuerdo con su situación específica. Es importante
aclarar que, de acuerdo con el mismo concepto de apoyo y a la interpretación
del Comité, “el tipo y la intensidad del apoyo que se ha de prestar variará
notablemente de una persona a otra debido a la diversidad de las personas con
discapacidad”[218].
En este punto, los intervinientes destacaron que los apoyos son y deben ser
voluntarios, puesto que la asistencia en la toma de decisiones de una persona
no puede convertirse en una invasión a la esfera privada de la persona; ello,
habida cuenta que podría configurar otra forma de capacitismo.
d. Sobre la provisión de
salvaguardias
Los intervinientes
afirmaron que, lo que el Comité de la CDPD quiere lograr con la obligación del
Estado de garantizar salvaguardias para el sistema de apoyos en el ejercicio de
la capacidad jurídica, es hacer prevalecer la voluntad de la persona, de tal
forma que se puedan evitar abusos en contra de sus intereses. Respecto de los
casos en los que se hace imposible determinar la voluntad y las preferencias de
una persona con discapacidad, el Comité indicó que debía aplicarse el criterio
de “la mejor interpretación posible de la voluntad y las preferencias”[219]
de la persona, poniendo en segundo plano el principio del interés superior en
adultos con discapacidad.
Adujeron que las
salvaguardias son un componente esencial de la provisión de apoyos, toda vez
que buscan hacer respetar los derechos, voluntad y preferencias de la persona
con discapacidad, sin que el tercero o terceros que asisten en la toma de
decisiones se conviertan, de facto, en representantes de la persona o decidan
por ella de alguna forma.
e. Sobre el reconocimiento
y ejercicio de derechos específicos
En cuanto a los derechos
de las personas con discapacidad, el parágrafo 5 del artículo 12 de la CDPD
hizo un especial énfasis en aquellos relacionados con cuestiones financieras y
económicas, en igualdad de condición que los demás, puesto que han sido los que
tradicionalmente han sido denegados a la población con discapacidad, y han
tenido como efecto la marginación social en razón a la discapacidad. Como
señaló el propio Comité, “de la misma manera que no se puede utilizar el
género como base para discriminar en las esferas de las finanzas y la
propiedad, tampoco se puede usar la discapacidad”[220].
f. ¿Qué obligaciones tiene
entonces el Estado colombiano?
De conformidad con las
disposiciones de la CDPD, especialmente su artículo 12, y la interpretación
oficial de la misma realizado por el Comité CDPD en su primera observación, los
intervinientes señalaron, a modo de conclusión, lo siguiente:
“a- Colombia debe
reconocer y garantizar la capacidad jurídica –ser titular de derechos y poder
ejercerlos- de todas las personas con discapacidad, sin excepción alguna.
b- El reconocimiento y
garantía del derecho a la igualdad ante la ley (cuyo contenido más importante
es la capacidad jurídica) implica que todas las personas con discapacidad
tienen el derecho a ejercer todos los derechos reconocidos por la Constitución
y las normas, en igualdad de condiciones. Limitar este derecho, en razón
exclusivamente a la existencia de una discapacidad, como sucedía anteriormente
con la interdicción, constituye discriminación por motivos de discapacidad que
viola los derechos humanos de las personas con discapacidad.
c- Los regímenes jurídicos
que permiten la sustitución en la adopción de decisiones deben ser reemplazados
por regímenes basados en el apoyo, que respeten y reconozcan los derechos,
voluntad y preferencias de todas las personas con discapacidad.
d- Teniendo en cuenta la
heterogeneidad de la propia población con discapacidad, los apoyos en la toma
de decisiones deben adecuarse a sus propias necesidades y no pueden ser
iguales; son “trajes a la medida”. Es así como:
(i)
los
apoyos no deben sustituir la voluntad de la persona;
(ii)
en
ningún caso se está promoviendo un cambio de nombre para quien ejercía la
representación de la persona con discapacidad.
(iii)
el
tercero no desaparece, pero sí cambia su rol y,
(iv)
el
apoyo implica asistencia, en este caso para la toma de decisiones, pero jamás
debe procurar reemplazar la voluntad de la persona, con base en sus propias
ideas de lo que está bien o mal.
e- Los apoyos son y deben
ser voluntarios, puesto que “la persona debe tener derecho a rechazar el apoyo
y a poner fin a la relación de apoyo o cambiarla en cualquier momento.”
f- En caso de que se hayan
realizado un esfuerzo considerable, pero no sea posible determinar la voluntad
y preferencias de la persona, “la determinación del "interés superior"
debe ser sustituida por la "mejor interpretación posible de la voluntad y
las preferencias".
g- Colombia debe
establecer, en sus sistemas jurídicos y en la operatividad de las normas y en
su posterior reglamentación, la forma de definir las salvaguardias adecuadas,
de acuerdo al nivel e intensidad de los apoyos, teniendo en cuenta los
criterios ofrecidos por la CDPD en su artículo 12. El objetivo de las
salvaguardias es garantizar el respeto a la voluntad y las preferencias de la
persona con discapacidad, no de terceros”.
Ahora bien, respecto de la
necesidad de la Ley 1996 de 2019, los intervinientes sostuvieron que su
promulgación y posterior sanción no obedecieron a un capricho legislativo o
desconocimiento del tema, sino que, por el contrario, su razón, contenido y
objeto se extrajo de tres fuentes principales, a saber:
“1- La ratificación sin
reservas de la CDPD y la obligación de cumplir con sus contenidos, incluyendo
el igual reconocimiento ante la ley y la obligación expresa de reconocer y
garantizar del derecho a tomar decisiones, expresado en el artículo 12.
2- La Ley Estatutaria 1618
de 2013 señala expresamente en su artículo 21 la obligación de modificar el
sistema de interdicción del ordenamiento jurídico colombiano, en atención al
requerimiento convencional.
3- El Comité CDPD, en sus
observaciones finales a Colombia, emitidas en agosto de 2016 (…)”[221].
Con base en lo anterior,
comentaron que Colombia estaba obligada a eliminar la figura de la interdicción
de su ordenamiento, para así cumplir con la normativa internacional, la
normativa interna, el desarrollo jurisprudencial de la Corte Constitucional, y la
presión de las organizaciones de sociedad civil y el movimiento de discapacidad
en Colombia. Adicionaron que el proceso para la elaboración de la norma en
revisión no fue aleatorio, sino que fue discutido y responsablemente revisado
entre todos los actores que eventualmente iban a tener relación directa o
indirecta con el derecho a proteger y garantizar.
En su opinión, “el
contenido de los artículos demandados de la Ley 1996 de 2019 se deben entender
como declaraciones que ratifican el derecho humano a la capacidad jurídica de
las personas con discapacidad, y que, a su vez, las protegen de escenarios en
los que podrían llegar a ser discriminadas, segregadas o sustituidas, por el
simple hecho de la discapacidad”[222].
Específicamente, se
pronunciaron sobre los cargos contra el artículo 6 y 8 (parcial), para indicar
que partieron de varios errores de interpretación conceptual bastante
importantes. El primero de ellos consistió en considerar a la discapacidad como
una enfermedad que imposibilita entender los efectos de los actos, pero más
aún, el generalizar todas las experiencias de la discapacidad que hay,
llevándolo al absurdo de que las personas con discapacidad al “padecer
deficiencias (...) o comportamientos de prodigalidad social, le imposibilitan
comprender la dimensión y consecuencias jurídicas de sus actos”[223].
Los intervinientes
expresaron que dicha visión de la discapacidad constituye per se una falacia
argumentativa, ya que generaliza una posible situación que no representa a la
población con discapacidad en Colombia y el mundo, pues la referida perspectiva
propone que el tener una discapacidad hace que una persona tenga que ser
considerada como un sujeto de protección del Estado con un reconocimiento
limitado de sus derechos, bajo la justificación de estar siendo supuestamente
protegidos. El segundo error interpretativo parte de considerar que la
presunción de capacidad, sin apoyo, constituye una vulneración del artículo 12
de la CDPD. A su parecer, no existe la vulneración a un derecho, sino una
lectura equivocada de los contenidos convencionales.
Por otro lado, agregaron
que debe hacerse énfasis en que la capacidad jurídica y la mental son conceptos
distintos. En efecto, en la Observación General No. 1 de 2014, el Comité hizo
un análisis de ambos conceptos y concluyó que “[l]a capacidad jurídica y la
capacidad mental son conceptos distintos. La capacidad jurídica es la capacidad
de ser titular de derechos y obligaciones (capacidad legal) y de ejercer esos
derechos y obligaciones (legitimación para actuar). Es la clave para acceder a
una participación verdadera en la sociedad. La capacidad mental se refiere a la
aptitud de una persona para adoptar decisiones, que naturalmente varía de una
persona a otra y puede ser diferente para una persona determinada en función de
muchos factores, entre ellos factores ambientales y sociales”[224].
En este mismo sentido, en
la Observación General No. 1, el Comité expuso que “[e]n virtud del artículo
12 de la Convención, los déficits en la capacidad mental, ya sean supuestos o
reales, no deben utilizarse como justificación para negar la capacidad
jurídica”[225].
Al respecto, los intervinientes aseveraron que ello no significa que se ignore
o invisibilice la discapacidad ni las limitaciones contextuales de la capacidad
mental; por el contrario, implica que los Estados, reconociendo la existencia
de la discapacidad, deben proporcionar apoyos que garanticen el ejercicio de la
capacidad jurídica de las personas con discapacidad, no limitar el derecho.
Señalaron que, en el
ordenamiento jurídico colombiano, la confusión entre capacidad jurídica y
mental era la premisa central de la Ley 1306 de 2009. De ahí que la figura de
la interdicción, entendida erróneamente como una medida de protección, se
justificara en esta normatividad, al considerar que las personas con
discapacidad mental eran incapaces en el ámbito jurídico. Indicaron que esta
perspectiva es contraria a la CDPD y que de ella se derivó un sistema jurídico
en el que prevaleció la sustitución de la voluntad de las personas con
discapacidad al impedirles ejercer su capacidad jurídica. A contrario sensu,
la Ley 1996 de 2019 fue expedida con el objetivo de aclarar que el ejercicio
del derecho a la capacidad jurídica no depende de la capacidad mental.
Por último, refirieron
que, contrario a lo señalado por los demandantes, no es dable realizar un test
integrado de igualdad para el artículo 6 de la Ley 1996 de 2019. Lo anterior,
debido a que “la medida que se está analizando no establece un trato
diferenciado y porque el hecho de que establezca una igualdad de trato con
respecto a la presunción de la capacidad jurídica no implica que se esté
vulnerando el derecho a la igualdad por el desconocimiento de su acepción material.
De hecho, la igualdad formal sigue siendo un punto de partida válido debido a
que es el presupuesto necesario para poder ejercer los derechos y obligaciones
en igualdad de condiciones”[226].
Los intervinientes
manifestaron que, a partir de una revisión general de la Ley 1996 de 2019, se
puede establecer que ésta: (i) prevé mecanismos que parten del reconocimiento
de derechos; (ii) presenta diversos mecanismos adecuados a las distintas necesidades
de las personas; (iii) procura la interacción permanente con la propia persona
con discapacidad, teniéndola en cuenta, así como su historia de vida, su
experiencia, sus habilidades, su entorno, garantizando un correcto acceso a la
justicia; y (iv) establece obligaciones precisas para los apoyos y mecanismos
que permitan garantizar la seguridad jurídica frente a terceros; todo ello sin
discriminar a las personas con discapacidad. Resaltaron que todas estas
características coinciden con los postulados de la CDPD y su interpretación
realizada por el Comité.
En relación con la figura
de la interdicción, la cual tiene como fundamento la presunta protección de las
personas con discapacidad, los intervinientes consideraron que, en la práctica,
esta es una medida discriminatoria debido a que funge como una barrera para que
las personas con discapacidad ejerzan su capacidad jurídica plenamente y,
además, sustituye completamente su voluntad y toma de decisiones por la de otra
persona. En otras palabras, afirmaron que la interdicción es una medida que
obstaculiza y deja sin efecto el reconocimiento y goce de múltiples derechos de
las personas con discapacidad.
Agregaron que “la
figura de la interdicción resulta discriminatoria porque sustrae la capacidad
jurídica de la persona con discapacidad al considerar que no es apta para tomar
decisiones sobre cualquier asunto de su vida con efectos jurídicos,
especialmente de carácter patrimonial, en razón de su discapacidad. Además, la
interdicción imposibilita por completo a la persona para exigir sus derechos y
para contraer obligaciones. Así, lo que genera la interdicción no es la
protección de la persona con discapacidad, sino la privación de la capacidad
para ejercitar derechos en igualdad de condiciones. En el estándar internacional
de derechos humanos actual: la interdicción se configura, en definitiva, como
una figura discriminatoria”[227].
Para concluir su
intervención, insistieron en que la Ley 1996 de 2019 es el mecanismo a través
del cual el Estado colombiano cumplió efectivamente con su obligación de
cumplir con los compromisos adquiridos al hacerse parte de las CDPD. Asimismo,
señalaron que esta reforma legislativa también se ajusta a las observaciones
del Comité CDPD, a los informes de la Relatora Especial sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad y, en general, a la posición de la comunidad
internacional en materia de reconocimiento de la capacidad jurídica universal.
Por último, los
intervinientes hicieron una síntesis de las ideas más importantes de su
intervención, las cuales son las siguientes:
“a) La CDPD hace parte
integral del bloque de constitucionalidad y es de obligatorio cumplimiento para
el Estado colombiano.
b) Que la discapacidad no
es una enfermedad ni un padecimiento y que por ello las personas con
discapacidad son titulares de todos los derechos que tienen cualquier otra
persona por el hecho de ser reconocida como ciudadano colombiano y que tienen
el mismo derecho a ejercerlos en igualdad de condiciones.
c) A través del artículo
12 de la Convención, Colombia se obligó a eliminar de su sistema jurídico la
figura de interdicción, a reconocer la capacidad jurídica plena de todas las
personas con discapacidad, a proveer apoyos cuando lo requieren para ejercitar
este derecho, y a generar salvaguardias para evitar la sustitución en la toma
de decisiones.
d) Que esta obligación no
solo se deriva de los contenidos de la CDPD, sino que se refuerza con lo
señalado por el propio Comité CDPD y la Ley 1618 de 2013, especialmente su
artículo 21.
e) Que la Ley 1996 de 2019
surge como resultado de estas obligaciones legales, pero también hace parte de
la lucha de las personas con discapacidad en Colombia, sus familias, la
academia, las organizaciones de la sociedad civil y las entidades del estado.
f) Que la presunción de
capacidad establecida por la CDPD y por la ley 1996 de 2019 es para todas las
personas con discapacidad y no solo para algunas.
g) Que el reconocimiento
de la capacidad jurídica implica hacer una separación tajante con la capacidad
mental, y que esta última no puede usarse como justificante para limitar el
derecho. Hacer lo contrario constituye discriminación por motivos de
discapacidad.
h) Que la Ley 1996 de 2019
se debe analizar de manera integral para realizar una correcta interpretación
de cada artículo.
i) Que los apoyos son solo
eso: apoyos. Estos, por su naturaleza, no pueden ser impuestos, salvo en casos
excepcionales. Y que estos solo asisten, no representan, salvo casos
específicos.
j) Que las salvaguardias
se deberán establecer de acuerdo a cada caso en concreto y son para la persona
con discapacidad, no para terceros.
k) Que la interdicción no
es ni fue ni una salvaguardia ni una medida de acción afirmativa. La
interdicción representó un momento de la historia jurídica en el que era
justificable restringir derechos por hacer parte de una población. No es viable
retroceder.
l) Que la interpretación
que se realice de los cargos presentados debe ser alineada con los estándares
del derecho internacional de los derechos humanos.
m) Que la Ley prevé tres
mecanismos distintos que se acomodan a las diversas necesidades de la población
con discapacidad, respetando su diversidad y no escondiéndola”[228].
Ministerio de Salud y Protección Social
La señora Edith Piedad
Rodríguez Orduz, en calidad de apoderada especial de la Nación – Ministerio de
Salud y Protección Social, presentó su escrito de intervención para solicitar
que no se accediera a las pretensiones de la acción y, en consecuencia, se
declarara la exequibilidad de la norma. Adicionalmente, de manera subsidiaria,
solicitó que la Corte Constitucional se abstuviera de emitir fallo de fondo en
el presente asunto, por falta de los presupuestos dispuestos en el Decreto 2067
de 1991 y demás disposiciones concordantes.
La interviniente comenzó
su escrito haciendo referencia a que la Constitución Política de 1991 fue el
hito que marcó “el inicio de la era de cambio y desarrollo del corpus
normativo cuya finalidad es la promoción y garantía de los derechos de las
personas con discapacidad”[229].
Agregó que la Carta Política estableció a Colombia como un Estado Social de
Derecho, fundado en el respeto por la dignidad humana y consagró la obligación
del Estado a garantizar a todos los ciudadanos sus derechos fundamentales en
condiciones de igualdad y justicia. Así, a través de sus principios y su
articulado, la Constitución protege los derechos de las personas con
discapacidad y propende por el respeto de su dignidad humana a través de: (i) “la
lucha contra la discriminación”; (ii) “el reconocimiento de derechos
específicos para esta población”; y (iii) “la comprensión de los
derechos y necesidades de forma integral y holística”[230].
De otra parte, destacó la
existencia de una nueva era en el desarrollo normativo en materia de
discapacidad en Colombia, la cual se da con la aprobación de la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD), adoptada en el país
a través de la Ley 1346 de 2009 y ratificada constitucionalmente mediante la
sentencia C-293 de 2010 por la Corte Constitucional. De la referida Convención,
resaltó su objetivo de establecer que las personas con discapacidad cuentan con
los mismos derechos que cualquier otra persona y que no existen derechos
especiales para las personas con discapacidad.
Posteriormente, el
Gobierno Nacional, con el apoyo y participación del Ministerio de Justicia y
del Derecho y de Salud y Protección Social, desarrolló el Proyecto de Ley 027
de 2017, cuya finalidad era la de “[e]establecer medidas específicas para la
garantía del derecho a la capacidad legal plena de las personas con
discapacidad, mayores de edad, y al acceso a los apoyos que puedan requerirse
para el ejercicio de la misma”[231].
Este proyecto buscaba lograr dicho objetivo mediante: (i) la presunción de
capacidad legal de las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones,
considerándolos como sujetos de derechos y obligaciones; (ii) la eliminación de
la interdicción e inhabilitación; (iii) la garantía de ajustes razonables para
la comunicación y comprensión de la información; y (iv) la creación de
mecanismos de apoyo y directivas anticipadas para la realización de los actos
jurídicos.
El proyecto pretendía
reconocer la responsabilidad que tiene la sociedad de proveer los apoyos y
ajustes razonables que cada persona con discapacidad pueda llegar a requerir
para acceder a la garantía de la toma de decisiones libres e informadas. Por
ello, en el ejercicio de su capacidad jurídica se busca que el apoyo sea dado
por una persona cuidadora o el miembro de la familia, amigo o persona más
próxima que conozca de manera cerca a la persona con discapacidad y que le
genere confianza, pues es dicha cercanía la que va a contribuir y facilitar el
reconocimiento de la máxima voluntad posible de la persona con discapacidad. No
obstante, resaltó la importancia de aclarar y reconocer que hay ciertas
personas con discapacidad que no requieren apoyos para la toma de sus decisiones.
El resultado del proyecto
mencionado fue la expedición de la Ley 1996 de 2019, la cual estableció
salvaguardias, esto es, “(…) ‘medidas adecuadas y efectivas relativas al
ejercicio de la capacidad legal, usadas para impedir abusos y garantizar la primacía
de la voluntad y preferencias de la persona titular del acto jurídico, de
conformidad con el derecho internacional en materia de derechos humanos’,
referidas a a) ajustes razonables en el ejercicio de la capacidad legal, b)
apoyos para la realización de actos jurídicos y c) directivas anticipadas”[232].
Sobre el particular, explicó que los apoyos pueden ser establecidos a través
de: (i) la celebración de un acuerdo de apoyos entre la persona titular del
acto jurídico y las personas naturales mayores de edad o personas jurídicas,
quienes prestarán el apoyo en la celebración del mismo; y (ii) un proceso de
adjudicación judicial de apoyos, es decir, un proceso de jurisdicción
voluntaria o verbal sumario, mediante el cual se haga la designación de apoyos.
Afirmó que, gracias a lo
anterior, se han generado unos avances técnicos y normativos en el sector de la
salud respecto del reconocimiento de la capacidad jurídica de las personas con
discapacidad; lo cual se evidencia a través de: (i) la Resolución 3202 de 2016,
“[p]or la cual se adopta el Manual Metodológico para la elaboración e
implementación de las Rutas Integrales de Atención en Salud – RIAS, se adopta
un grupo de Rutas Integrales de Atención en Salud desarrolladas por el
Ministerio de Salud y Protección Social dentro de la Política de Atención
Integral en Salud – PAIS”; y (ii) la Resolución 1904 de 2017, “[p]or
medio de la cual se adopta el reglamento en cumplimiento de lo ordenado en la
orden décima primera de la sentencia T-572 de 2016 de
la Corte Constitucional”.
El interviniente puso de
ejemplo que el reconocimiento que se ha dado a las personas con discapacidad
como “sujeto de derechos, el goce pleno de sus derechos sexuales y derechos
reproductivos, la determinación de los apoyos y ajustes razonables necesarios
para la toma de decisiones libres e informadas se ha hecho en el marco del
proceso de implementación de las disposiciones contenidas en la Resolución 1904
de 2017”[233].
Adicionalmente, destacó
que Ministerio de Salud y Protección Social ha realizado asistencia técnica y
acompañamiento a las entidades territoriales, aseguradoras y prestadoras, para
lograr una adecuada implementación y apropiación de las directrices de la Resolución 1904 de 2017, “y en tal virtud, se han
realizado procesos de inducción reinducción y fortalecimiento del talento
humano, promoviendo el autoconocimiento y el reconocimiento de las PcD[234]
como sujetos de derechos y la toma de decisiones sobre su salud y sobre su
cuerpo”[235].
A propósito, informó que
el Ministerio de Salud y Protección Social construyó un documento denominado
“Orientaciones técnicas para la implementación del consentimiento informado
para personas con discapacidad, en el marco de los derechos sexuales y derechos
reproductivos”, el cual se formuló para orientar a los diferentes actores del
Sistema General de Seguridad Social y para establecer los mecanismos que permitirán
determinar los apoyos y ajustes razonables necesarios para que la persona con
discapacidad pueda tomar las decisiones de manera libre e informada sobre sus
derechos sexuales y reproductivos, mediante el uso de todos los medios, modos y
formatos disponibles para la fácil comprensión de la información.
Con fundamento en lo
anterior, expresó que, en opinión del Ministerio, los artículos 6 y 53 de la
Ley 1996 de 2019 respetan las disposiciones constitucionales y el bloque de
constitucionalidad. Así, afirmó que “las nuevas figuras jurídicas adoptadas
por la ley bajo estudio de constitucionalidad, son garantistas frente al pleno
ejercicio de derechos de las personas con discapacidad, eliminando las
disposiciones obsoletas (interdicción e inhabilitación) establecidas como
medidas de rehabilitación y protección en el ámbito patrimonial en el Código
Civil inicialmente, y posteriormente en la Ley 1306 de 2009, que bajo estos
fines anulaban por completo su voluntad, frente a derechos personalísimos como
aquellos referidos a la sexualidad, como fue ampliamente expuesto en la
Sentencia T-573 de 2016”[236].
Por último, en relación
con los requisitos de la demanda de inconstitucionalidad establecidos en el
Decreto 2607 de 1991, el interviniente sostuvo que la acusación formulada
carecía de certeza, pertinencia y suficiencia, “por cuanto se expone que los
artículos demandados (…) violan el Artículo 13 de la Constitución Política el
cual hace referencia a la igualdad de las personas ante la ley, ante lo
anterior es claro que la ley de capacidad jurídica de personas con discapacidad
mayores de edad, es la respuesta del Estado colombiano a la obligación que
adquirió el país al ratificar en el 2011 la Convención sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad. Esta Convención fue uno de los primeros
tratados de derechos humanos adoptado en este siglo; por tanto, es de reconocer
que la ley 1996 de 2019 es el producto de un trabajo coordinado basado en el
principio de la igualdad de las personas ante la Ley, condensándose en ella las
preocupaciones reales y reclamos de las personas con discapacidad mayores de
edad, y cómo la sociedad debe abordar el tema de la discapacidad”[237].
Finalmente, aseveró que la
demanda no era clara en sus pretensiones, habida cuenta que “solo aduce que
el Congreso de la Republica vulneró la garantía de protección a las personas
con discapacidad absoluta y relativa mayores de edad, estigmatizando con sus
argumentaciones a las personas con discapacidad y no reconociéndolas como
sujetos de derechos e iguales ante la Ley; como fue el propósito de la Ley
1996/2020 tal y como quedó demostrado es precisamente en beneficio y bajo los
principios constitucionales que se promulgó esta Ley. Por tanto, se puede
concluir que el contenido de la norma acusada no tiene relación de conexidad
causal, temática, sistemática o teleológica de manera objetiva o razonable”[238].
Departamento de Derecho Civil – Universidad Externado de Colombia
En representación de la
Universidad Externado de Colombia, las señoras Ingrid
Duque Martínez, en calidad de docente de Derecho Civil y de Familia, y María
José Aranguren Acosta, en calidad de estudiante, ambas integrantes del Proyecto de Investigación en Derecho y Discapacidad, del
Departamento de Derecho Civil, presentaron su intervención para solicitar
que se declarara la exequibilidad de las normas demandas.
Comenzaron su escrito
haciendo referencia a que la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad – CDPD – genera un cambio de paradigma respecto del modo de
concebir la discapacidad, puesto que abandona los modelos tradicionales de la
prescindencia y médico rehabilitador, para adoptar el modelo social basado en
el reconocimiento pleno de los derechos humanos de todas las personas con
discapacidad, el cual se basa en la dignidad e igualdad del ser humano.
Asimismo, señalaron que el
objetivo central de la CDPD es promover, proteger y asegurar el goce pleno y en
condiciones de igualdad de todos los derechos de las personas con discapacidad,
así como también el de promover el respeto de su dignidad inherente. Por
consiguiente, con la finalidad de lograr lo anterior, la CDPD consagra que las
personas con discapacidad tienen derecho al reconocimiento de su personalidad
jurídica, igual reconocimiento ante la ley y goce efectivo de la capacidad
jurídica en igualdad de condiciones, en todos los aspectos de la vida. De
hecho, adujeron que este reconocimiento es el eje más importante de la CDPD.
Igualmente, indicaron que
la CDPD modifica la idea de que “la forma de ‘protección’ más efectiva es
privar de la capacidad jurídica a las personas con discapacidad, mediante la
figura de la interdicción que autoriza la representación por la sustitución del
tercero o curador que decide en nombre del interdicto”[239].
Por el contrario, explicaron que la idea anterior fue reemplazada por el
concepto de la “asistencia en la representación” o la “toma de
decisiones con apoyo”, el cual consiste en proveer los apoyos necesarios
para que la persona con discapacidad pueda ejercer su capacidad jurídica.
Agregaron que, de
conformidad con lo anterior, la Ley 1996 de 2019 dispuso que todas las personas
tienen la posibilidad de ejercer su capacidad jurídica en igualdad de
condiciones, sin ninguna distinción. En efecto, este reconocimiento se hace
independientemente de si la persona requiere, utiliza o no apoyos para su
ejercicio. En este sentido, aseveraron que la capacidad se reconoce sin ningún
tipo de condicionamientos en desarrollo del principio de igualdad y no
discriminación.
Ahora bien, en relación
con los apoyos para la toma de decisiones, resaltaron que la Ley 1996 de 2019,
en correspondencia con la CDPD, establece lo siguiente:
“i. Los apoyos resultan
ser un tipo de ASISTENCIA que se presta a la persona con discapacidad para
facilitar el ejercicio de su capacidad Legal. Es decir, está diseñado conforme
lo dispone la Convención CDPD, no para anular la capacidad jurídica de la
persona, sino para por el contrario facilitar su ejercicio.
ii. Los apoyos utilizados
deberán responder siempre a la voluntad y preferencias de las personas titular
del mismo, tanto así, que en los casos en los cuales la persona no pueda hacer
manifiesta su voluntad y preferencias se acudirá al principio de la MEJOR
INTERPRETACIÓN DE LA VOLUNTAD, que responderá a lo que la vida y trayectoria de
la persona con discapacidad hayan indicado en su transcurso de vida.
iii. En el proceso de
adjudicación judicial de apoyos, se deberá tener en cuenta favorecer la
voluntad y preferencias de la persona titular del acto frente al tipo e
intensidad del apoyo. En este sentido, se aclara que los apoyos no deben
actuar, ni sus funciones deben ser como las de un curador, pues su función es
facilitar que se cumpla con la voluntad y preferencias de la persona.
iv. La ley permite que sea
la misma persona en situación de discapacidad quien decida qué y cuales apoyos
requiere según sus necesidades”.
Así,
explicaron que para hacer efectivos los derechos de las personas con
discapacidad, el Comité de la CDPD señaló que se debe tener en cuenta que, “bajo
el modelo de asistencia o apoyo, se deben respetar los derechos, la voluntad y
las preferencias de las personas y en consecuencia los Estados deben proveer
diferentes tipos e intensidades de apoyo de acuerdo a las circunstancias y
necesidades de las personas”.
En efecto, el Comité de la
CDPD aclaró, en la Observación General No. 1 de 2014, que la capacidad jurídica
es un atributo universal inherente a todas las personas y que la falta de
capacidad mental por “desequilibrio mental” y otras denominaciones
discriminatorias no son razones legítimas para denegar la capacidad jurídica”.
Ello, toda vez que la capacidad jurídica y la capacidad mental son conceptos
distintos. Por un lado, la capacidad jurídica abarca la capacidad para ser
titular de derechos y el ejercicio de estos y de obligaciones de las personas como
sujetos de derecho; por otor, la capacidad mental, es la aptitud de cada
persona, para adoptar decisiones, que varía de una persona a otra y puede estar
determinada por muchos factores. Por consiguiente, afirmaron que, según el
Comité de la CDPD, “denegar la capacidad en razón al déficit en la capacidad
mental, resulta incorrecto por: ‘…. a) porque se aplica en forma
discriminatoria a las personas con discapacidad; y b) porque presupone que se
pueda evaluar con exactitud el funcionamiento de la mente humana y, cuando la
persona no supera la evaluación, le niega un derecho humano fundamental, el
derecho al igual reconocimiento como persona ante la ley’ (…)”[240].
En
consecuencia, las intervinientes estimaron que la Convención adopta la
inclusión hacia todas las personas con discapacidad sin hacer diferenciación
entre ellas, ni distinguir entre discapacidad física, intelectual o cognitiva.
Tampoco hace ninguna diferenciación entre los tipos o grados de discapacidades
(ej. discapacidades mentales leves, graves o severas), habida cuenta que no es
de recibo distinguir a las personas para reconocer los derechos que la CDPD
consagra, en tanto se reconoce la igualdad ante la ley de todas las personas.
Pese a lo anterior,
aclararon que el no diferenciar los tipos o grados de discapacidad para el
reconocimiento de derechos no implica que no se tenga en cuenta que la personas
con discapacidad pueden requerir diferentes tipos e intensidades de apoyo para
ejercer sus derechos. De tal manera que la CDPD estableció que los apoyos deben
diseñarse exclusivamente para la persona de acuerdo con sus características y
necesidades personales. “De tal forma, que los apoyos son los que pueden
revestir diferentes grados e intensidades para facilitar el goce efectivo de
derechos”[241].
De otra parte, respecto de
las salvaguardias establecidas en la CDPD, indicaron que estas buscan
garantizar los derechos y la voluntad de la persona con discapacidad para la
toma de sus decisiones en el ejercicio de su capacidad jurídica. Al respecto,
el Comité de la CDPD ha insistido que “el objetivo principal de las
salvaguardias es garantizar el respeto de los derechos, la voluntad y las
preferencias de la persona, por lo que deben proporcionar protección contra los
abusos e influencia indebida”[242].
Resaltaron que así también lo ha entendido la Corte Constitucional de Colombia,
tal y como fue expuesto en la sentencia T-573 de 2016.
Además, estimaron que lo
anterior se ve reflejado en los artículos 5º ,18,37, 38, 45, entre otros, de la
Ley 1996 de 2019, los cuales establecen: “los principios que regirán la
aplicación de salvaguardias, la duración de los apoyos, la posibilidad de
adjudicación de los apoyos por el titular del acto jurídico y por otra persona,
así como la protección que se le ofrece a las personas con discapacidad
estableciendo un régimen inhabilidades para ser apoyo”[243].
En armonía con lo expuesto
hasta el momento, las intervinientes sostuvieron que la interdicción, contrario
a lo que afirmaron los demandantes, “no constituye de ninguna forma una
salvaguardia efectiva para la protección de las personas con discapacidad, ni
tampoco una medida o acción afirmativa, puesto que, en vez de garantizar el
goce efectivo de los derechos, y especial de la capacidad jurídica, lo que hace
en realidad es restringirla o limitarla de forma desproporcionada. La
interdicción representa el modelo de sustitución en la toma de decisiones y no
apoyo o asistencia, por lo que no cumple con los estándares de la Convención
CDPD”[244].
Con fundamento en ello,
señalaron que, con el objetivo de cumplir con los estándares de la CDPD,
Colombia expidió la Ley 1996 de 2009, la cual deroga el sistema tradicional del
Código Civil y de ley 1306 de 2009, para establecer el nuevo régimen de la
capacidad legal de personas con discapacidad mayores de edad basado en los
apoyos.
En
particular, refirieron que el Comité de la CDPD recomendó al Estado colombiano “que
derogue toda disposición en el Código Civil y otras normas que restrinjan
parcial o totalmente la capacidad jurídica de personas con discapacidad, y
adopte medidas legales y administrativas para proporcionar los apoyos que
requieran las personas con discapacidad para ejercer plenamente este derecho,
tomar decisiones en los ámbitos de salud, sexualidad, educación y otros, sobre
la base del respeto pleno a su voluntad y preferencias, tal y como lo establece
la Observación general no. 1 (2014) del Comité”[245].
De ahí afirmaron que,
precisamente, en cumplimiento de las obligaciones del Estado colombiano al
ratificar la CDPD y las derivadas de las recomendaciones hechas por el Comité
sobre los derechos de las personas con discapacidad, fue que se expidió la Ley
1996 de 2019.
En lo concerniente a la
Ley 1996 de 2019, destacaron las siguientes características:
“i) La Ley 1996 de 2019 se
interpreta en concordancia a la Convención de Naciones Unidas sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad y demás pactos o convenidos sobre
derechos humanos que hacen parte del Bloque de Constitucionalidad.49
ii) La Ley 1996 de 2019
consagra dentro de sus principios el de NO DISCRIMINACIÓN, por lo que exige “un
trato igualitario a todas las personas sin discriminación por ningún motivo50”
incluyendo en la prohibición, la discapacidad como motivo51. De igual forma, se
consagra como principio la IGUALDAD DE OPORTUNIDADES, según el cual todas las
actuaciones deben estar encaminadas a la búsqueda de la remoción “…de obstáculos
o barreras que generen desigualdades de hecho que se oponga al pleno disfrute
de los derechos de las personas con discapacidad52”
iii) La ley 1996 de 2019,
consagra en el artículo 6º, la presunción de capacidad jurídica en igualdad de
condiciones, acorde con el artículo 12 de la Convención, sin hacer ninguna
clase de diferenciación, incluso en el caso de si la persona utiliza o no
apoyos para la realización de sus actos. Igualmente, al señalar en su párrafo
segundo que “en ningún caso la existencia de una discapacidad podrá ser motivo
para la restricción de la capacidad de ejercicio de una persona”, por cuanto la
discapacidad según el modelo social tal como ya se ha explicado, no debe ser
motivo exclusivo para la restricción de derechos, de lo contrario, constituiría
un acto de discriminación.
iv) Pese a que la ley 1996
de 2019, establece el nuevo régimen de la capacidad legal para las personas con
discapacidad MAYORES DE EDAD, en cumplimiento del principio de “igual
reconocimiento ante la ley”; la misma otorga igualdad de acceso a los apoyos
consagrados para aquellas personas en situación de discapacidad que sean
menores de edad, para aquellos actos jurídicos que la ley les permita realizar
de forma autónoma.53
v) La prohibición de la
interdicción judicial se fundamenta precisamente en el reconocimiento y
ejercicio del derecho al igual reconocimiento ante la ley y de la capacidad
jurídica, por cuanto, el fin de la interdicción era precisamente la restricción
de la capacidad jurídica por razones de discapacidad, por lo que la
interdicción no cumple con los fines iniciales de ofrecer protección a esta
población en condición de vulnerabilidad, sino que por el contrario, se genera
un efecto negativo de discriminación y abusos para estos”.
Como consecuencia de lo
anterior, concluyeron que la Ley 1996 de 2019 cumple el mandato de protección
especial que dispone el artículo 13 de la Constitución Política de Colombia, el
cual fue estimado como transgredido por las disposiciones acusadas por parte de
los demandantes. Esto, ya que la Ley viabiliza el goce de muchos más derechos
fundamentales y busca garantizar una protección efectiva de la persona con
discapacidad, “pues no puede entenderse la anulación de los derechos como
una forma de protección”[246].
Asimismo, consideraron que al prohibir la interdicción judicial, la Ley 1996 de
2019 cumplió con los fines y disposiciones de la CDPD.
En relación con el test de
proporcionalidad, respecto del cual los demandantes expusieron que no era
superado por la Ley 1996 de 2019 y que, por ende, la misma viola el artículo 13
de la Constitución Política, las intervinientes pretendieron demostrar cómo,
por el contrario, la figura de la interdicción es la que no cumple con los
parámetros y requisitos establecidos para superar el test de igualdad,
resultando la Ley 1996 de 2019 ajustada a todos ellos. En otras palabras,
sostuvieron que la eliminación de la figura de la interdicción y el régimen
legal establecido en la Ley 1306 de 2009, se hizo acorde con las obligaciones
que adoptó el Estado colombiano con la ratificación de la Convención.
En primera medida,
indicaron que la figura de la interdicción no lo satisfacía, por cuanto
sostuvieron que esta figura resulta en la anulación o restricción total de la
capacidad jurídica, por motivos de discapacidad. No obstante, reconocieron que,
en principio, esta figura busca proveer una protección especial a las personas
con discapacidad, primordialmente de tipo patrimonial, respetando el principio
de igualdad material consagrado en el artículo 13 de la Constitución Política,
esto es, la interdicción persigue lograr un fin constitucionalmente legítimo.
Por esta razón, concluyeron que era necesario valorar la proporcionalidad de la
medida, en relación con el fin constitucionalmente legítimo que persigue, para
lo cual analizaron su idoneidad, necesidad y proporcionalidad.
En cuanto a la idoneidad,
destacaron que la figura de la interdicción, junto con las disposiciones que la
autoriza, limitan y restringen el goce de los derechos fundamentales; contrario
sensu, adujeron que la Ley 1996 de 2019 permite su realización plena y
efectiva, y resulta ser una medida mucho más idónea para la protección de los
derechos de las personas en situación de discapacidad.
En relación con el
criterio de necesidad, en el presente caso y conforme a lo sostenido frente al
requisito de idoneidad, argumentaron que la Ley 1996 de 2019 es un medio
alternativo mucho más idóneo que la interdicción para la consecución del fin
constitucionalmente legítimo, el cual es lograr la protección, igualdad e
inclusión de las personas con discapacidad. Lo anterior, por cuanto, la Ley
demandada permite el goce efectivo de los demás derechos fundamentales y,
adicionalmente, “al reconocer una presunción de capacidad para todas las
personas con discapacidad en igual condiciones de la que gozan el resto de
personas, pero ofreciendo medida alternativas como apoyos y ajustes razonables que
dichas personas puedan llegar a requerir en cada caso concreto, cumple con el
reconocimiento y materialización de la igualdad material, sin necesidad de
entrar a cercenar o limitar el goce de los derechos fundamentales, incluso de
la capacidad jurídica, como lo hace la figura de la interdicción (…)”[247].
Para finalizar, respecto
de la proporcionalidad, anunciaron que la Corte Constitucional ha sostenido que
este criterio consiste en “ponderar los beneficios de la medida frente a la
afectación que dicha medida genera, y, en el caso de que los beneficios
resulten mucho mayores a la afectación esperada, puede hablarse de que la
medida es PROPORCIONAL”[248].
En opinión de las intervinientes, este criterio no se cumple en el caso de la
interdicción, dado que “el sacrificio que comporta la medida es el máximo
posible, por cuanto se priva de forma total la capacidad jurídica de la persona
lo que puede conllevar en vez de la protección a la vulneración de sus
derechos, en ocasiones de forma ostensible tales como la libertad, la
autonomía, la integridad física y mental, su dignidad entre otros. De manera
que la afectación a los derechos es grave en la interdicción”[249].
A contrario sensu,
sostuvieron que la Ley 1996 de 2019 ofrece medidas alternativas al fin
constitucionalmente legítimo que se pretende alcanzar, a través de su modelo de
asistencia o apoyo en la toma de decisiones. Dicho modelo “permite
salvaguardar y proteger a la persona con discapacidad, sin suprimir o cercenar
su capacidad jurídica y para su ejercicio se le da la posibilidad de brindar
las medidas de apoyo necesarias que pueden revestir diferentes grados e
intensidades de acuerdo con la necesidad del sujeto para garantizar el goce
efectivo de los derechos, mediante la garantía de su libre ejercicio y
desarrollo de su autonomía de la voluntad”[250].
Para finalizar su
intervención se pronunciaron sobre la desprotección que alegaron los
demandantes, la cual se genera supuestamente por la pérdida de los beneficios;
específicamente en lo referente a la posibilidad de suspensión de la
prescripción para el caso de las personas con discapacidad, consagrada en el
artículo 2530 del Código Civil. Al respecto, aclararon que este efectivo y
pleno reconocimiento de igualdad ante la ley implica no solo el reconocimiento
de derechos sino también de obligaciones. De esta manera, si el fin primordial
tanto de la CDPD como de la Ley 1996 de 2019 es “equiparar el estatus de
estas personas con discapacidad al resto de los demás”[251],
sería un error el no reconocer que estas personas también tienen deberes,
obligaciones y deberán soportar determinadas cargas al igual que el resto de
las personas. No obstante, ello no constituye un factor de desprotección,
habida consideración que la ganancia en reconocimiento de derechos y protección
con la expedición de la Ley 1996 de 2019 hacia las personas con discapacidad es
considerablemente mayor.
Con base en lo anterior,
las intervinientes concluyeron que la Ley 1996 de 2019 se ajusta a las
disposiciones de la CDPD y a las obligaciones internacionales que el Estado
Colombiano adquirió al adoptar la CDPD. De ahí que se pueda afirmar que ya no
sería correcto hablar de “la distinción entre las distintas formas de
discapacidad, pero que lo mismo no significa que los apoyos y el reconocimiento
de la capacidad jurídica a todas aquellas personas en situación de
discapacidad, sean medidas que atenten contra la protección e integridad de
estas personas. Por el contrario, la INTERDICCIÓN no resulta ser una
salvaguardia adecuada y efectiva para la protección de estas personas, por
cuanto, en vez de garantizar su desarrollo pleno como ser humano, lo anula,
restringe y sustituye por la voluntad de otro, razón por la cual, no es posible
que sea considerada como una salvaguardia complementaria conforme el espíritu
de la Ley 1996 de 2018”[252].
Centro
de Derechos Humanos de las Personas Usuarias y Sobrevivientes de la Psiquiatría
de Chestertown, Nueva York – Estados Unidos
La señora Tina Minkowitz,
en calidad de presidenta de la organización denominada Centro de Derechos
Humanos de las Personas Usuarias y Sobrevivientes de la Psiquiatría de
Chestertown, de Nueva York - Estados Unidos, presentó un escrito de
intervención para solicitar que se declarara exequible la Ley 1996 de 2019.
Para comenzar, refirió que
la organización maneja temas de trabajo relacionados con la abolición de los
tratamientos y internamientos involuntarios en la salud mental de personas con
discapacidad, así como también con el reemplazo de este tipo de sistema “abusivo”
por apoyos que responden a la voluntad y las preferencias de dichas personas.
Adicionalmente, velan por el cumplimiento de los estándares de la CDPD en todo
el mundo, apoyándose en otras organizaciones de personas con discapacidad
psicosocial y otras organizaciones aliadas, para promover el liderazgo y el
protagonismo de las personas con discapacidad psicosocial en las políticas que
las afecten. En especial, recalcó que la organización promueve activamente el
cumplimiento del artículo 12 de la CDPD y manifestó que aportaron en el
desarrollo de las normas en la Observación General No. 1, la cual interpreta el
referido artículo. Puntualmente, refirió que ella participo directamente en la
redacción del artículo 12 de la CDPD y que ha escrito ampliamente sobre este
tema.
Luego de hacer una
introducción, procedió a exponer los argumentos con base en los cuales solicitó
la exequibilidad de la ley demandada.
Por un lado, señaló que la
CDPD estableció un régimen de capacidad jurídica unitario, el cual no admite
hacer distinciones entre las personas en razón a la existencia de una
discapacidad o a las características específicas de una persona, como sí lo
permitían los regímenes previos que realizaban distinciones entre las personas
con capacidad para actuar independientemente y aquellas cuya capacidad era
restringida o condicionada. Así, el régimen actual busca garantizar que las
personas con discapacidad, quienes requieren de apoyos de diversos tipos
niveles, sean tratadas en condiciones de igualdad frente a aquellas que no
requieren apoyos.
Estimó
que considerar a los adultos con discapacidad psicosocial, cognitiva o
intelectual como niños, infantilizarlos o reducirlos a meros sujetos de
protección, les provoca un gran daño al negársele oportunidades y suprimírsele
su potencial de crear una vida según sus propios talentos y deseos, los cuales
se manifiestan a través de su voluntad y preferencias. Aseveró que la madurez
de una persona no depende de la ausencia de discapacidad, puesto que el
desarrollo físico, mental y emocional en cada ser humano se da de una forma
diferente. Como consecuencia, afirmó que las distintas formas de ser de cada
persona no pueden ser usado como la razón para legitimar la supresión de: (i)
la voluntad, (ii) el potencial para desarrollar sus talentos para su propio
disfrute y para contribuir a la comunidad; (iii) el derecho a defenderse de
actos violentos que pretenden someterle a medidas coercitivas en nombre de su “interés
superior”. En
razón de ello, la CDPD ni su interpretación autorizada por el Comité contempla
la posibilidad de exigir condición previa alguna para el reconocimiento de la
plena capacidad jurídica de las personas con discapacidad en condiciones de
igualdad con los demás.
De
otra parte, indicó que los principios de la dignidad inherente y la
independencia de las personas se respetan cuando se aceptan los límites de cada
subjetividad ante cada otra, es decir, cuando hay una abstención “de
pretender ‘evaluar… el funcionamiento interno de la mente’, y así, la autonomía
individual, incluida la libertad de tomar decisiones, se protegen al prohibirse
la sustitución del juicio de una persona con discapacidad por el juicio de otra
persona. Tanto los criterios basados en la consecuencia supuestamente negativa
de una decisión, como los criterios funcionales basadas en la evaluación de la
capacidad mental y aquellos basados en el mero estatus de ser persona con discapacidad,
no pueden legitimar una denegación o restricción de la capacidad jurídica,
según la Observación General, apartado 15. Además, en el apartado 22, se
reconoce que, a las personas con discapacidad, en igualdad de condiciones que
los demás, se les debe respetar ‘el derecho a asumir riesgos y cometer
errores’, es decir, debe abstenerse de pretender protegerlas de su propio
juicio”[253].
En este mismo sentido,
sostuvo que la provisión de apoyos no puede basarse en una evaluación de la
capacidad mental de la persona o su aptitud para adoptar decisiones, tal y como
lo señala la Observación General en el apartado 29. De esta manera, indicó que
deben desarrollarse nuevos criterios y procesos para determinar la naturaleza
de los apoyos requeridos, los cuales también deben garantizar el respeto a la
voluntad y las preferencias de las personas con discapacidad. “Por ello es
necesario concentrar la atención en lo que quiere hacer la persona y los
obstáculos que enfrenta, a través de una conversación (aprovechando los medios
y técnicas de comunicación accesible; en el caso de falta de comunicación
verbal o en Lengua de Señas, utilizando comunicación alternativa y facultativa)
y contando con la participación de sus personas de confianza si existen
(vigilando en contra de cualquier influencia indebida o conflicto de interés),
para averiguar sus necesidades”[254].
Aclaró que no debe
presumirse que todas las personas con discapacidad requieren siempre y
necesariamente apoyos y, por ello, a los Estados se les obliga a “proporcionar
el acceso al apoyo, a velar por la comunicación accesible, los ajustes
razonables y el uso de los principios del diseño universal en la elaboración de
protocolos y trámites relativos al ejercicio de la capacidad jurídica, para
facilitar la expresión de la voluntad de la persona si ella prefiere hacerlo
sin ningún tipo de apoyo personalizado”[255].
La interviniente aseguró
que la Ley 1996 de 2019 se encuentra encaminada a cumplir las normas del
derecho internacional obligatorias para el Estado colombiano, particularmente
el artículo 12 de la CDPD. Estimó que, además de obligarse a cumplir la norma
sustantiva del reconocimiento de la capacidad jurídica sin ninguna
discriminación, el Estado colombiano está obligado a crear el marco legislativo
nacional para alcanzar este objetivo, de conformidad con lo establecido el
artículo 4.1(a) y (b) de la CDPD. Por consiguiente, destacó que los principios
y criterios consagrados en los artículos 4 y 5 de la Ley 1996 de 2019 son los
adecuados para propiciar el cumplimiento de las obligaciones del Estado
colombiano.
Destacó que el elemento de
la voluntariedad de los apoyos es lo que distingue al régimen de apoyos de los
regímenes de sustitución de la voluntad. Resaltó que, precisamente, la
voluntariedad es el elemento esencial que debe respetarse completamente en
todas las etapas de identificación e implementación de apoyos. De hecho,
destacó que en la Ley 1996 de 2019 los principios y criterios pertinentes para
asegurar la voluntad de apoyos son la autonomía (artículo 4), la primacía de la
voluntad y las preferencias de la persona (artículo 4, inciso 2), la necesidad
de apoyos (artículo 5, inciso 1) y la imparcialidad de apoyos (artículo 5,
inciso 4).
De otra parte, aseguró que
la idoneidad de la Ley 1996 de 2019 se puede evaluar a la luz de la CDPD,
específicamente su artículo 2 y 12. Expuso que los elementos centrales del
artículo 12 son los siguientes: (i) “[r]econocer la capacidad jurídica de
las personas con discapacidad en condiciones de igualdad con las demás
personas, destacando la capacidad de realizar actos jurídicos por sí mismas, en
todos aspectos de la vida”; (ii) “[a]segurar el acceso a apoyos
requeridos en el ejercicio de la capacidad jurídica”; (iii) “[e]stabecer
salvaguardias con el objetivo principal de garantizar el respeto de los
derechos, la voluntad y las preferencias de la persona y que protejan a las
personas con discapacidad en los mismos términos que a las demás”[256].
Respecto del primer
elemento, la interviniente consideró que la Ley demandada cumple con el
artículo 12, por reconocer la capacidad jurídica en igualdad de condiciones,
incluyendo la capacidad de realizar actos jurídicos, sin admitir ningún tipo de
discriminación basada en la discapacidad e independientemente del uso de apoyos
para la realización de actos jurídicos. Además, la ley reconoce que el hecho de
ser una persona con discapacidad no implica de por sí necesitar de apoyos para
la realización de actos jurídicos y que es la voluntad de la persona la que
determina si prefiere o no usarlos. Por último, opinó que las derogatorias que
hace la Ley 1996 de 2019 sobre las disposiciones contrarias a la misma son
pertinentes, pues permiten abolir el antiguo régimen de la incapacidad legal.
Afirmó que la Ley 196 de
2019 cumple con dicho estándar, ya que tiene un alcance amplio e ilimitado.
Asimismo, cumple con el artículo mencionado al hacer las derogatorias en el
artículo 61, las cuales abordan, por ejemplo, las habilidades de testimoniar y
de testar y la esterilización quirúrgica.
Finalmente, concluyó que “[e]l
régimen de transición prohíbe la iniciación de nuevos procesos de interdicción
o inhabilitación (artículo 53), suspende dichos procesos cuando estén en curso
(artículo 55). Exige la revisión de todas sentencias de interdicción o
inhabilitación, de oficio, dentro de un plazo equivalente a sesenta meses
después de la promulgación de la Ley, o por la solicitud de la persona bajo
tales sentencias (artículo 56). Aunque se declara la intención de respetar la
voluntad de la persona a través de dicha revisión,12 y el criterio de la ‘mejor
interpretación’ si se aplica, no se justifica la continuación de estas personas
en un estatus discriminatoria hasta que sea posible revisarlo. Se debe
asegurar el acceso a los apoyos requeridos a la vez que se garantiza el respeto
a la presunción de capacidad de actuar independientemente de todas las personas
mayores de edad, para cumplir su derecho humano a la capacidad jurídica,
garantizado por el artículo 12 de la CDPD que es vigente y obligatorio para
Colombia, y conforme además al principio de la autonomía y el criterio de la
necesidad de apoyos con base en la solicitud de la persona o en la aplicación
de una ‘mejor interpretación’ en los casos correspondientes (artículos 4.2 y
5.1) || La aplicación de medidas cautelares para proteger el patrimonio de la
persona, levantando la suspensión del proceso de interdicción o inhabilitación,
que dispone el artículo 55, igualmente debe ajustarse para respetar la voluntad
y las preferencias de la persona, conforme a los artículos citados y a la luz
de la Convención”[257].
En relación con el segundo
elemento, indicó que la Ley 1996 de 2019 cumple la obligación de asegurar el
acceso a los apoyos formales por garantizar tal acceso como derecho de la
persona con discapacidad y por establecer mecanismos pertinentes para conformar
dichos apoyos, tal y como se consagró en el artículo 9. De hecho, resaltó que
se pueden conformar apoyos formales a través de un acuerdo de apoyo celebrado
por la persona misma y las personas que la prestarán apoyo, ante un notario u
conciliador extrajudicial de derecho, o a través de una adjudicación judicial
de apoyos, por medio de jurisdicción voluntaria o proceso verbal sumario
(artículos 15 al 20).
Destacó que la ley
demandada establece la mayor flexibilidad posible para que sea la persona misma
quien idee los apoyos idóneos para sus necesidades, a la vez que consagra una
valoración de apoyos con el fin de ayudar a la persona a conocer el alcance de
sus necesidades y las opciones disponibles para cumplirlas. De igual manera,
resaltó que “dispone la posibilidad de designar apoyos para aquellas
personas respecto de quienes, después de agotarse todos los medios de
comunicación y ajustes razonables disponibles, no es posible establecer de
manera unívoca su voluntad y que, de no ejercer su capacidad jurídica, sus
derechos se verían amenazados o vulnerados por un tercero”[258].
Sostuvo que este régimen
en su conjunto es idóneo para garantizar el acceso a los apoyos formales para
las personas con una amplia gama de necesidades y preferencias y la manera de
accederlos. Como características principales del mismo señaló que: (i) no es
necesario que una persona se identifique como una persona con discapacidad para
celebrar un acuerdo de apoyos o para obtener una valoración de apoyos por lo
dispuesto en los artículos 15 y 10, respectivamente, aunque la definición de
apoyos es vinculada a la discapacidad (artículo 3.4); (ii) los apoyos se
caracterizan como derecho en el caso de las personas con discapacidad (artículo
9); y (iii) las adjudicaciones judiciales se dicen aplicarse a personas con
discapacidad en particular (artículo 32). Sobre este punto en particular, la
interviniente sugirió que, con el objetivo de asegurar la máxima disponibilidad
de apoyos sin estereotipos, sería pertinente que se presten sin referencia a si
la persona titular del acto tiene una discapacidad o no.
Ahora, respecto de las
directivas anticipadas, señaló que “[e]l artículo 28 posibilita la inclusión
de una cláusula perenne en la directiva, la cual se aplicará a pesar de la
posterior expresión de voluntad contraria, excepto por una revocación o
modificación con igual formalidad que la suscripción. La cláusula perenne es
desaconsejable porque resulta paradójico denegar la voluntad de la persona por
razón de su propia voluntad, relativa solamente a sí misma (diferente a la promesa
por beneficio de tercera persona, la cual es el base del contrato). Por eso la
persona se ve desamparada frente a la violación obligatoria de su autonomía
personal e incluso su integridad física y mental, cuando se trata de
procedimientos médicos. A la luz del conjunto de derechos y principios rectores
de la CDPD, que valoran altamente la autonomía y la integridad desde la mirada
del respeto por la diferencia y aceptación de la diversidad incluyendo la
diversidad en la adopción de decisiones,13 se debe ajustar este régimen como
corresponde”[259].
Sobre la voluntariedad de
la designación o asignación de apoyos, aconsejó lo siguiente: (i) “[p]ara la
persona que prefiera una adjudicación judicial o que necesite una valoración de
apoyos, se debería asegurar la participación interactiva en dicha valoración y
el derecho a decidir finalmente aceptar o no aceptar cualquier apoyo planteado,
y a modificarlas corresponde a su propia voluntad y preferencias, antes de la
finalización del informe o de la sentencia que le designa los apoyos (relativa
a los artículos 37 y 33, y la reglamentación de la valoración de apoyos
generalmente, artículos 11-13)”; (ii) “[e]n el proceso promovido por un
tercero, se debería asegurar la voluntariedad conforme al principio de la
primacía de la voluntad y preferencias de la persona titular”; (iii) “[s]e
debe asegurar además, que la modificación o revocación de una sentencia
judicial de apoyos debe respetar plenamente la voluntad de la persona, y en el
caso de ser promovido por tercero, adherir al criterio de la ‘mejor
interpretación’ y los estándares para aplicar este criterio”; (iv) “se
debe ajustar el proceso de revisión transicional de la misma manera para
asegurar el respeto por las decisiones de la persona relativa a todos aspectos
de la designación de apoyos, incluso el derecho a simplemente reclamar su
capacidad jurídica y rechazar la designación de apoyos completamente”[260].
En definitiva, afirmó que
los ajustes que recomendó, que conforman al criterio de la necesidad y el
principio de la autonomía anteriormente citados, se pueden realizar a través de
la reglamentación de la Ley 1996.
En relación con el
funcionamiento de los apoyos, señaló que la Ley 1996 de 2019 establece el
alcance de las acciones permitidas para las personas de apoyo, tanto como sus
obligaciones y la naturaleza de su responsabilidad personal, así como los
requisitos e inhabilidades para ser designado. “Este marco legislativo es
idóneo para gobernar y guiar los apoyos, junto con el principio de la primacía
de la voluntad y las preferencias de la persona, que exige el deber de los
apoyos a ‘siempre responder a la voluntad y preferencias de la persona titular’
(artículo 4, apartado 3), y los criterios de la correspondencia y la
imparcialidad (artículo 5, apartados 2 y 4), que exigen la prestación de apoyo
correspondiente a las necesidades específicas de la persona, y el respeto por
la autonomía de la persona y el deber de no ejercer influencia indebida,
respectivamente”[261].
La interviniente realizó
una sugerencia relacionada con en el listado de acciones permitidas a personas
de apoyo del artículo 47, consistente en que, a pesar de que la aplicación de
la “mejor interpretación de la voluntad y preferencias de la persona” si
tiene el sentido de interpretar la voluntad cuando la persona lo logra
manifestarla de ninguna manera, requiriendo la utilización de evidencia
externa, debe limitar esta función a los apoyos que tienen mandato expreso para
hacerlo, así como la representación. “La interpretación en el sentido de
intentar entender y aplicar lo que la persona expresa es diferente, porque
cuenta con la comunicación interactiva y no debe ser confundida con el criterio
de ‘mejor interpretación’ que se aplica cuando la persona no logra manifestar
su voluntad”[262].
Finalmente, en relación
con el tercer elemento del artículo 12, aseveró que la Ley 1996 de 2019, por
garantizar el derecho de las personas con discapacidad a adoptar decisiones y
realizar los actos jurídicos por su propia voluntad, contando con ajustes o
apoyos requeridos y con medios de comunicación accesible, implica como
corolario la aplicación igualitaria de las salvaguardias de carácter general,
por ejemplo, a través de la función notarial.
Agregó que los criterios
establecidos en el artículo 5 de la Ley 1996 de 2019 se fundamentan en el
objetivo de impedir abusos y garantizar la primacía de la voluntad de la
persona, y comprenden los siguientes: “la necesidad de apoyo (conforme a la
solicitud de la persona o la determinación que sea imposible determinar su
voluntad); la correspondencia a las circunstancias específicas de la persona;
la duración definida de los apoyos; y la imparcialidad de la persona de apoyo
con el deber de actuar ecuánimemente en su función como apoyo, respetando el
derecho a tomar riesgos y cometer errores y absteniéndose de la influencia
indebida, definida conforme a lo dispuesto en la Observación General No. 1”[263].
Consideró que los referidos criterios deben regir todos los acuerdos de apoyo,
ya sea por incluirlas en cada instrumento de designación o asignación, o por
reglamentación general difundida a todas las personas que cuentan con apoyos y
a todas las personas de apoyo. Además, afirmó que son pertinentes para
establecer salvaguardias adicionales si se requieren en un acuerdo de apoyo
determinado.
Universidad del Rosario
Angie Daniel Yepes García,
en calidad de Coordinadora del Grupo de Acciones Públicas de la Universidad del
Rosario, y los siguientes miembros activos del grupo, Andrés Rodríguez Morales,
Ingrid Liliana Palacios Ríos Simón Ospina Pieschacón, presentaron una
intervención para solicitar que la Corte Constitucional se declarara inhibida
por ineptitud sustantiva de la demanda, respecto del cargo de omisión
legislativa relativa. Ello, por considerar que los demandantes no cumplieron
con la carga de controvertir la inconstitucionalidad de la presunta exclusión,
utilizando los parámetros jurisprudenciales establecidos para el fin. De manera
subsidiaria, en caso de prosperar el examen de aptitud, solicitaron declarar
exequible la norma demandada, toda vez que consideraron que el cambio
legislativo no conlleva a la desprotección de ningún tipo de persona con discapacidad
ni configura una omisión legislativa relativa. A continuación, se hará una
breve síntesis de los argumentos que sustentaron su postura.
Por
un lado, se pronunciaron sobre el cargo de la omisión legislativa relativa,
para solicitar que la Sala Plena se declarar inhibida para fallar de fondo, por
ineptitud sustantiva de la demanda. Lo anterior, toda vez que indicaron que en
ninguna de las dos demandas de inconstitucionalidad o en sus respectivas
subsanaciones, se cumplieron los supuestos de hecho que permiten sostener que
exista un cargo de omisión legislativa relativa. Explicaron que, si bien la
demanda recayó sobre normas específicas (expresiones de los artículos 6, 8, 19
y 53 de la Ley 1996 de 2019), en los cargos de inconstitucionalidad se omitió:
(i) “[e]xplicar por qué las normas acusadas supuestamente excluyen de sus
consecuencias jurídicas aquellos casos que, por ser asimilables, tendrían que
estar contenidos en el texto normativo cuestionado”; (ii) “[e]xplicar
las razones por las que se concluyó que esa exclusión carece de razón
suficiente”; (iii) “[s]ustentar que se presenta desigualdad negativa
frente a los que se encuentran amparados por las consecuencias de la norma”;
(iv) “[a]rgumentar que la omisión implica una violación de un deber del
legislador”; y (v) “[e]xponer si la supuesta omisión emerge a primera
vista de la norma propuesta, o si por el contrario las normas son completas,
coherentes y suficientes”[264].
No obstante lo anterior,
expresaron que, en caso de que la Corte decidiera pronunciarse de fondo, debía
declararse como exequible la ley demanda. Esto, puesto que la norma expone una
visión progresiva de los derechos humanos de las personas con discapacidad.
Expusieron
que el régimen anterior sobre discapacidad, contenido principalmente en la Ley
1306 de 2009, estableció un modelo de rehabilitación de discapacidad, el cual
entendía a la discapacidad como “un fenómeno médico-científico y busca, por
lo tanto, ‘normalizar’ y proteger a la persona con discapacidad a través de una
negación de su capacidad jurídica”[265]. Afirmaron que dicho
criterio es considerado obsoleto a la luz del derecho internacional de los
derechos humanos. Por consiguiente, puede resumirse que el referido sistema
responde al modelo de rehabilitación, en el que se restringe la capacidad de
ejercicio de las personas con discapacidad, reduciendo según el caso su
capacidad jurídica, por presumirse que no tienen los elementos de juicio
suficientes para ser autónomos y, por lo tanto, se asemeja su discapacidad a
una incapacidad.
Destacaron que, por el
contrario, la Ley 1996 de 2019 materializó el “modelo
social”, el cual entiende por discapacidad “una interacción entre
características funcionales del individuo y las barreras propias de su entorno,
por lo que busca su reconocimiento pleno de capacidad, promoción de la
autonomía y toma de decisiones con apoyo”[266].
Aseveraron que con este nuevo modelo se dejó de lado la interdicción para dar
paso a un modelo que garantizará los derechos de la población en discapacidad,
reconociendo su autonomía y capacidad de autodeterminación desde su diversidad.
Expusieron que la Ley 1996
de 2019 establece salvaguardias a los intereses y derechos de las personas en
situación de discapacidad. Manifestaron que uno de los mayores avances de la
Ley fue el de introducir la personalización del modelo de protección, el cual
reconoce a la persona con discapacidad como un sujeto pleno de derechos, “sin
que esto sea óbice para reconocer que en algún caso requerirán de un apoyo
formal para la garantía de sus derechos”[267].
Sin embargo, señalaron que
hasta el momento no es claro cómo será el funcionamiento del sistema de
valoración judicial de apoyos porque la misma Ley 1996 de 2019 contempla en su
artículo 13 que “el ente rector del Sistema Nacional de Discapacidad en un
plazo no superior a dieciocho meses contados a partir de la promulgación de la
presente ley, y previo concepto del Consejo Nacional de Discapacidad,
reglamentará la prestación de servicios de apoyos (...)” y en este momento
aún está corriendo dicho término.
Opinaron
que la Ley 1996 de 2019, tal y como fue concebida, “no crea un sistema de
desprotección para las personas en condición de discapacidad, por el contrario,
busca reflejar el cambio sustancial que hubo en el paradigma social sobre las
personas con discapacidad y en consecuencia, reconocerlos como sujetos plenos
de derechos, sin desconocer que en razón de sus condiciones específicas
requerirán de apoyos que les permitan dar su consentimiento real. La ausencia
actual de la reglamentación que la regule no debe ser sinónimo de
inconstitucionalidad, sino que se debe procurar que la misma sea ajustada a la
Constitución”[268].
Michael
Bach y Lana Kerzner
Los señores Michael Bach,
experto en discapacidad intelectual signiticativa y el artículo 12 de la CDPD y
Director Ejecutivo del Instituto para la Investigación y el Desarrollo de la
Inclusión y la Sociedad (Iris – Institute For Research And Development On
Inclusion And Society), y Lana Kerzner, experta en derecho de la discapacidad y
el artículo12 de la CDPD, presentaron una intervención en calidad de “amicus
curiae”, mediante la cual solicitaron declarar exequible la Ley 1996 de
2019.
Para comenzar su
intervención indicaron que la misma tenía como intención enfocarse
exclusivamente en establecer si la Ley 1996 de 2019 cumple o no con el objetivo
establecido en su artículo 12. De la Convención.
En primera medida,
expusieron que la Ley 1996 de 2019 sí garantiza un régimen legal no
discriminatorio, al regular el ejercicio de la capacidad legal en concordancia
con la CDPD. Agregaron que dicha ley establece un régimen inclusivo para la
regulación de la capacidad legal, protege la validez de los actos legales y
salvaguarda a las personas que puedan ser vulnerables a abusos en los procesos
de toma de decisiones. En este sentido, consideraron que cumple con los mismos
objetivos que las figuras de la curatela y las sustitutivas para la toma de
decisiones. No obstante, no admite o requiere de medidas discriminatorias.
Los intervinientes
organizaron su escrito en seis secciones, las cuales se sintetizarán a
continuación.
(i)
Aproximaciones
biomédicas a la discapacidad y a la toma de decisiones: El fundamento de la
discriminación basada en la discapacidad en el ejercicio de la capacidad legal.
La doctrina ha clasificado
el ejercicio de la capacidad legal en tres enfoques principales, los cuales se
basan en factores biomédicos intrínsecos al individuo y que ven al ejercicio de
la capacidad legal como dependiente del cumplimiento de ciertas condiciones.
Estos enfoques comunes para la capacidad legal son:
a. Enfoque en el estatus:
Primer enfoque legal que regula y restringe la capacidad legal, la cual se
sujeta a un estatus (por ejemplo, la edad o el trastorno mental). Aquel estatus
se convierte en una condición que restringe la capacidad legal con la excusa de
proteger a la persona.
b. Enfoque en el
resultado: Este restringe la capacidad legal con base en el daño que puede
resultar, o está resultando, de las acciones o el comportamiento de la persona.
Normalmente, la restricción sólo se impone cuando el comportamiento se da como
consecuencia de un trastorno mental y se evidencia comúnmente en normas
relacionadas con la salud mental.
c. Enfoque
cognitivo/funcional: Permite el ejercicio de la capacidad legal si la persona
tiene ciertas habilidades cognitivas; en otras palabras, dicho ejercicio es
negado a quienes no pueden demostrar ciertas habilidades cognitivas. Las
referidas habilidades pueden involucrar una combinación entre la compresión de
información y la apreciación de las consecuencias de una decisión. La imposibilidad
de alcanzar independientemente esas habilidades, las cuales son consideradas
como necesarias para poder celebrar actos legales, es la razón que activa
figuras tales como la curatela y las sustitutivas.
Las tres clasificaciones
anteriores son enfoques biomédicos que equiparan las capacidades individuales
personales (habilidades cognitivas) con las condiciones para reconocer la
capacidad legal. Los intervinientes sostuvieron que los tests utilizados en
estos enfoques tienen el efecto de restringir desproporcionadamente la
capacidad legal de las personas con discapacidades intelectuales, del
desarrollo, cognitivas o con problemas de salud mental. Pese a que las
restricciones usualmente se justifican por el interés de proteger el patrimonio
o la salud de la persona y protegerla de daños sobre sí misma o sobre otros, el
impacto que generan estas medidas son la exclusión y discriminación hacia las
personas con discapacidad. Además, señalaron que este tipo de medidas
restrictivas interfieren con la libertad de tomar decisiones propias. Por lo
tanto, en su opinión, estos enfoques deben ser considerados como incompatibles
con la CDPD y su reconocimiento de los derechos a la libertad y a la igualdad
sin discriminación basada en la discapacidad.
(ii)
El modelo
social de la discapacidad y el enfoque inclusivo de la capacidad legal:
“capacidad para la toma de decisiones”.
Manifestaron que, a su
parecer, las leyes de capacidad legal que establecen condiciones para el
ejercicio de la misma no son inherentemente problemáticas; por el contrario, el
inconveniente se genera cuando esas condiciones son aplicadas de forma que
resultan discriminatorias por basarse en la existencia de una discapacidad, en
el género o en otras bases que infringen la libertad y violan las obligaciones
legales de proteger y promover los derechos a la igualdad y a la libertad.
Afirmaron que “[a]l
regular la capacidad legal de una manera en la que se garanticen los derechos a
la libertad y a la igualdad sin discriminación basada en la discapacidad,
incluso cuando las condiciones intelectuales, cognitivas o psicosociales son
consideradas severas o profundas, el reto es diseñar condiciones que tengan en
cuenta el punto de tensión del derecho de la capacidad legal que se refleja en
la CDPD, como se describe a continuación (…) La clave para una reformulación no
discriminatoria es permitir que esas funciones cognitivas sean compartidas
entre la persona y sus apoyos, en circunstancias apropiadas. Este enfoque no
desatiende el requisito cognitivo para las decisiones legales válidas, sino que
reconoce flexibilidad en las formas en que los requisitos pueden ser alcanzados
legítimamente”[269].
En este acápite
concluyeron que “[e]l hecho de que algunas personas puedan enfrentar
barreras porque carecen de los apoyos que necesitan, incluyendo la
comunicación, el razonamiento y otro tipo de asistencia para la toma de
decisiones, no es una razón en sí misma para negarle el ejercicio de la
capacidad legal. Un enfoque en la capacidad para la toma de decisiones para la
capacidad legal hace que el fundamento de la capacidad legal sea la expresión
de las verdaderas intenciones y la voluntad libre de la persona, no la
capacidad de razonamiento necesaria para transformar esto en acuerdos legales.
Este es un enfoque inclusivo porque aún personas que tienen discapacidades
intelectuales, cognitivas o psicosociales profundas tienen una voluntad y unas
preferencias que pueden guiar la toma de decisiones para que se representen en
decisiones legalmente válidas. La siguiente sección explora la forma en que las
leyes que regulan la capacidad legal, como como la Ley 1996, hacen esto
posible”[270].
(iii)
Transformando
la capacidad para la toma de decisiones en decisiones legalmente válidas.
Aseveraron que el enfoque
de la capacidad para la toma de decisiones reconoce que, para alcanzar la
igualdad en el ejercicio de la capacidad legal, el proceso de toma de
decisiones necesitará ser compartido para algunas personas. En otras palabras,
las funciones cognitivas que se precisan para una decisión particular, por
ejemplo aquellas de comprender información y apreciar las consecuencias, pueden
ser compartidas legítimamente y seguir constituyendo una decisión legalmente
válida y garantizando que la mejor interpretación de la voluntad y preferencias
de la persona con discapacidad sea lo que guíe la toma de decisiones, tal y
como pretende que ocurra el Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad.
Explicaron
que el enfoque en la capacidad para la toma de decisiones reconoce dos formas
de alcanzar funcionalmente los requisitos cognitivos para las decisiones
legales válidas, a saber:
a. La capacidad para la
toma de decisiones de manera independiente: Esta situación se da cuando la
persona demuestra que con los apoyos y los ajustes adecuados tiene la capacidad
de comprender la información y apreciar las consecuencias requeridas para una
decisión particular y, en consecuencia, decide por sí misma. El hecho de que la
decisión se tome de manera independiente no significa que la persona haya
decidido por sí misma sin ningún tipo de apoyos; por el contrario, esta
capacidad involucra la habilidad de la persona de tomar una decisión
independientemente después de haber recibido todos los insumos de información y
los apoyos para dicho propósito.
b. La capacidad para la
toma de decisiones de manera interdependiente: Este escenario se da cuando la
persona, en conjunto con un apoyo reconocido para la toma de decisiones, tiene
la capacidad de comprender la información y apreciar las consecuencias de una
decisión, guiada por la mejor interpretación de la voluntad y preferencias de
la persona en esas circunstancias.
(iv)
Capacidad
para la toma de decisiones interdependiente: Fundamentando la capacidad legal
en la voluntad y las preferencias, sus interpretaciones y el rol de los apoyos.
Explicaron que el
escenario de la toma de decisiones interdependiente aplica cuando las
capacidades de la persona para expresar su voluntad y preferencias en relación
con una decisión particular y realizar el razonamiento para traducir su
voluntad y preferencias en una decisión legalmente válida, puede ser muy
limitada o inexistente en el momento presente.
Indicaron que el apoyo
interpretativo es el que permite que la toma de decisiones sea posible en estas
circunstancias. Refirieron que el Comité de la CDPD reconoció el principio de “la
mejor interpretación de la voluntad y las preferencias” para este tipo de
situaciones. Resaltaron que este principio se estableció como una salvaguarda
para prevenir la exclusión y así proteger el ejercicio de la capacidad legal en
una base igualitaria. Adujeron que esta salvaguardia se creó para aplicarse en
situaciones en las que, después de haberse hecho esfuerzos significativos, la
voluntad y las preferencias de una persona no pueden ser suficientemente
determinadas para conducir a una decisión particular.
Aclararon
que “[l]os términos ‘voluntad’ y ‘preferencias’, que son fundamentales para
definir el ejercicio de la capacidad legal, se usan, pero no se definen en la
CDPD ni en el Comentario General No. 1. De acuerdo con una nutrida historia de
la filosofía y del Derecho, los términos se pueden definir de la siguiente
manera.15 Las ‘preferencias’ de una persona son esos valores o metas, las cosas
que le importan, las que buscan lograr a través de actos intencionales. La
‘voluntad’ de una persona es la acción intencional demostrada o teniente a
alcanzar esas preferencias o metas. De esta forma, pueden entenderse como
capacidades humanas universales, a saber, la valoración de ciertas cosas sobre
otras (preferencias), y el esfuerzo para alcanzar esas cosas (voluntad). El
ejercicio de la voluntad personal se demuestra a través de las formas de
comunicación como acciones corporales del discurso, gesticulación, movimiento
corporal hacia objetos que cuidan y por los cuales se preocupan, y la retirada
de objetos temidos o rechazados”[271].
Finalmente, plantearon que
el mecanismo de interpretar la voluntad y las preferencias de una persona con
discapacidad para viabilizar el ejercicio de su capacidad legal a través del
modelo de la capacidad interdependiente para la toma de decisiones implica la
necesidad de hacer uso de los siguientes mecanismos:
a. “Apoyos de otros en
ciertas instancias para ayudar a la persona en la formulación y expresión de su
voluntad y sus preferencias y en la formulación de planes intencionales, para
darles efectos legales”[272].
b. “El principio de ‘la
mejor interpretación de la voluntad y las preferencias’, como puede ser
necesario en algunas circunstancias para resolver expresiones inciertas o
conflictivas en las interpretaciones de la voluntad y preferencias de una persona
(bien sea en el presente o al considerar las expresiones de una persona a
través del tiempo), y la forma en que deben guiar planes y decisiones en un
contexto específico”[273].
c. “Salvaguardas, en
donde las acciones de la persona puedan resultar en daños injustificados para
ella misma y/o para otros, incluso con apoyos, carece de la habilidad de
comprender información y apreciar las consecuencias en esa instancia”[274].
(v)
Características
de las leyes para implementar el enfoque de capacidad para la toma de
decisiones.
Estimaron que en derecho
se requieren algunas características principales para implementar el enfoque de
la capacidad para la toma de decisiones. Afirmaron que dichas características
ya existen en los sistemas legales; no obstante, no es común verlas reunidas en
una misma ley. Las referidas características son:
a. La obligación de
ajustarse el proceso para la toma de decisiones: Fue definida en el Comentario
General del artículo 12 de la CDPD como “cualquier modificación o ajuste
necesario que le permita a la persona con discapacidad ejercer su capacidad
legal, a menos que sea desproporcionada o una carga indebida”. El ajuste
debe incluir información accesible en relación con las decisiones que tienen
efectos legales y asistencia personal.
b. Apoyos para la toma de
decisiones y la ‘toma de decisiones con apoyos’: El artículo 12 de la CDPD
estableció la obligación de los Estados parte de proveer acceso a los apoyos
que pueda llegar a necesitar una persona con discapacidad para el ejercicio de
su capacidad legal. Por otro lado, el Comentario General sobre el artículo 12
definió “apoyos” como “un término amplio que contiene arreglos de
apoyo tanto formales como informales, de distintos tipos e intensidades”. Agregaron
que la doctrina ha identificado como apoyos para este propósito a los
siguientes: activismo independiente representantes seleccionados por o en favor
de la persona, asistencia planeada con base en la persona, asistencia en la
comunicación, apoyos interpretativos, apoyo para oportunidades y construcción
de relaciones personales y apoyo administrativo.
c. Test inclusivo,
no-cognitivo de capacidad para designar a una persona como apoyo para la toma
de decisiones: Sobre este punto en particular, destacaron que el artículo 38 de
la Ley 1996 de 2019, en relación con la adjudicación de la persona de apoyo a través
de los jueces, llenó el vacío que de otra forma existiría en el ordenamiento
jurídico colombiano en el caso de que una persona con discapacidad sea incapaz
de realizar la designación de su apoyo de forma independiente. Resaltaron que,
en este escenario, las personas de apoyo actúan como representantes de la
persona y están obligados a proveerles la comunicación, la toma de decisiones y
apoyos interpretativos de acuerdo con la mejor interpretación de la voluntad y
las preferencias de la persona; es decir, no son sustitutos para la toma de
decisiones.
d. El papel de las
‘verdaderas intenciones’ y la ‘voluntad libre’ de una persona para demostrar la
capacidad legal: Refirieron que el Comité de la CDPD, en su Comentario General
sobre el Artículo 12, recalcó que el respeto por la voluntad y las preferencias
de una persona es la base para un enfoque no discriminatorio de la capacidad
legal. El Comité sostuvo que “es imperativo que la persona con discapacidad
tenga la oportunidad de desarrollar y expresar su voluntad y sus preferencias,
para así poder ejercer su capacidad legal en una base de igualdad con los
demás”. La cualificación realizada por el Comité sobre el concepto de la “voluntad
y las preferencias” expresadas por la persona con discapacidad, las cuales
deben ser libres de indebidas influencias en servicios del cuidado a la salud y
otros contextos de toma de decisiones, sugiere “una caracterización de esta
noción similar aquella de la ‘voluntad libre’ (free will) referenciada en la
jurisprudencia sobre indebida influencia y circunstancias sospechosas”[275].
e. Disposiciones para
interpretar válidamente las ‘verdaderas intenciones’ y la ‘voluntad libre’ como
la base de las decisiones: “A través del camino de la toma de decisiones en
estas circunstancias, un rol interpretativo será crucial para traducir las
‘verdaderas intenciones’ y ‘la voluntad libre’ de una persona en decisiones
concretas. Hay dos etapas en este proceso de interpretación. La primera, que la
interpretación puede ser requerida para comprobar cuáles son las verdaderas
intenciones y la voluntad libre de la persona en esas circunstancias, con base
en los registros de sus expresiones y planes previos; la segunda, es que la
interpretación puede requerirse sobre cuáles acciones específicas deberían
tomarse para establecer as verdaderas intenciones y la voluntad libre de la
persona en esas circunstancias. Estas acciones interpretativas, que al final
resultan en consecuencias legales, pueden involucrar pasos legales y
no-legales”[276].
f. Salvaguardas: “Hay
preocupaciones basadas en la evidencia sobre el potencial de abuso, negligencia
o explotación de los acuerdos para la toma de decisiones, incluyendo la
curatela y las figuras sustitutivas y el poder de los abogados sobre personas
que no son capaces de actuar legalmente de forma independiente. Estas
salvaguardias son, y siempre serán, un componente integral de la regulación
legal de dichos arreglos. Este es el caso de las leyes existentes que reconocen
que tanto la toma de decisiones con figuras sustitutivas y a la vez los apoyos
en la toma de decisiones son consideraciones importantes para cualquier régimen
de capacidad legal (incluyendo aquel basado en la capacidad de toma de
decisiones)”[277].
Afirmaron que, independientemente del enfoque de capacidad legal que adopte
cualquier régimen legal, las salvaguardias deben cumplir tres propósitos, a
saber:
a. Promover y proteger el
ejercicio de la capacidad legal y el derecho a la autonomía.
b. Proteger de daños
potenciales como resultado de influencias indebidas o abusos por parte de las
personas de apoyo o abusos de terceros.
c. Garantizar la
fiabilidad y la validez de las transacciones.
(vi)
Breve
conclusión sobre la Ley 1996: Evaluación de las protecciones ante la discriminación
y salvaguardas contra el daño.
Con base en lo anterior,
los intervinientes concluyeron que la Ley 1996 de 2019 incorpora las
características principales del enfoque en la capacidad de toma de decisiones
de manera directa y, en este sentido, incluye medidas para:
a. “Fundamentar actos
legales en las manifestaciones de la voluntad y las preferencias de la persona”[278].
b. “La presunción de
que todas las personas pueden actuar legalmente de forma independiente – para
evitar restricciones para las personas si se presume que sólo pueden actuar a
través de la capacidad de toma de decisiones constituida de forma
interdependiente”[279].
c. “Reconocer el
principio de la ‘mejor interpretación de la voluntad y las preferencias de una
persona’ para guiar los actos interpretativos de las personas de apoyo para la
toma de decisiones”[280].
d. “Designación de las
personas de apoyo, cuando la persona no tiene la capacidad de hacerlo por sí
misma”[281].
e. “Reconocimiento
legal de los apoyos para la toma de decisiones y la obligación de proveer
ajustes razonables”[282].
f. “Salvaguardas para
asegurar la integridad del proceso de la toma de decisiones, el cumplimiento de
las obligaciones legales de las personas de apoyo para la toma de decisiones, y
de protección a las personas de daños”[283].
Así, sostuvieron que la
Ley demandada estableció los pilares legales necesarios para lograr un cambio
de régimen jurídico en relación con la capacidad legal, para acabar con el uso
de figuras como la curatela o las sustitutivas, así como también la toma de
decisiones sustitutivas. En cambio, este nuevo régimen busca reconocer de
manera efectiva la capacidad para la toma de decisiones de forma independiente e
interdependiente de personas con discapacidad, asegurando que no sea un régimen
discriminatorio sino inclusivo. Adicionalmente, señalaron que es un modelo que
protege la validez de los actos legales y salvaguarda a las personas que puedan
llegar a estar en condición de vulnerabilidad por abusos en los procesos de
toma de decisiones. Por ello, consideraron que la Ley 1996 de 2019 defiende y
refleja alguna de las normas y derechos fundamentales reconocidos en la CDPD.
Departamento de Derecho Procesal – Universidad Externado de
Colombia
El
señor Jairo Rivera Sierra, en representación del Departamento de Derecho
Procesal de la
Universidad Externado de Colombia, presentó una intervención mediante la cual
solicitó que se declararan inexequibles las normas demandadas.
Su intervención giró en
torno a dar respuesta al siguiente problema jurídico planteado por el: “¿Es
inconstitucional dotar de capacidad jurídica y de capacidad de ejercicio a las
personas discapaces (sic), sin haber distinción entre ellas y permitiéndoles
celebrar actos jurídicos con o sin apoyos? ¿Con base en lo anterior, es
inconstitucional derogar y prohibir las instituciones de interdicción e
inhabilitación como mecanismos de protección de sus derechos?”.[284]
La respuesta del
interviniente frente a dichos interrogantes fue la siguiente: “SI, ES
INCONSTITUCIONAL, tanto los apartes subrayados como en general la totalidad del
artículo 6 de la ley 1996 de 2019 crea un trato desigual y un estado de
desprotección absoluta para las personas con discapacidad, al dotarlas de plena
capacidad de goce y de ejercicio incluso sin apoyos, sin tener en cuenta que,
por sus condiciones físicas o mentales pueden encontrarse en situación de
debilidad manifiesta al no contar con la posibilidad de comprender las
consecuencias de sus actos. En el mismo sentido, tanto el artículo 6 como el
artículo 53 demandados, extralimitan los lineamientos de la Convención sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad de 2006, cuyo objetivo es la
protección e inclusión de las personas con discapacidad, pero cuyo texto en
ningún momento las dota de plena capacidad de ejercicio ni prohíbe la
interdicción o la inhabilitación como mecanismos de protección para las
mismas”.[285]
Esa posición la sustentó bajo los argumentos que se expondrán a continuación.
Primero, en materia de
capacidad, indicó que el numeral primero del artículo 12 de la CDPD reafirmó
que las personas con discapacidad tienen derecho al reconocimiento de su
personalidad jurídica, en otras palabras, que son sujetos de derecho; tema que
en Colombia no está en discusión, puesto que dicho reconocimiento se hizo desde
la expedición del Código Civil, en el que se dispuso que toda persona es sujeto
de derecho desde su nacimiento y hasta el momento de su muerte (artículos 74,
90 94) así como también fue reconocido mediante el artículo 14 de la
Constitución Política.
Ahora bien, frente al
numeral segundo del mismo artículo 12, el cual consagró que los Estados parte
deben reconocer que las personas con discapacidad tienen capacidad jurídica en
igualdad de condiciones con las demás en todos los aspectos de la vida, el
interviniente consideró que el artículo 6 de la Ley bajo estudio extralimitó
ese contenido de la CDPD. Ello, por cuanto deja en desprotección y
vulnerabilidad a las personas con discapacidad y acaba con las distinciones,
generando que no se tenga en cuenta ni siquiera el grado de la discapacidad.
Resaltó que el numeral 2 del artículo 12 de la CDPD se refirió fue a la capacidad
jurídica, mientras que el artículo 6 de la Ley 1996 de 2019 involucró la
capacidad legal.
Al respecto, aclaró que “la
capacidad jurídica o de derecho es aquella de la que goza todo ser humano desde
el momento de su nacimiento y hasta el momento de su muerte, reconocida en
Colombia por el artículo 14 de la Constitución Política y por la ley civil, que
se refiere a la potestad de ser titular de todos los derechos y libertades y de
gozar de ellos. Por su parte, la capacidad legal, negocial o de ejercicio se
refiere a la aptitud para obrar jurídicamente e introducir cambios en las
relaciones y asuntos jurídicos en los que se es sujeto”.[286]
El interviniente explicó
estos dos conceptos para señalar que el numeral segundo del artículo 12 de la
CDPD se refirió sólo a la capacidad jurídica de todas las personas en situación
de discapacidad, pero no mencionó la capacidad de ejercicio. Por ello, afirmó
que el artículo 6 de la Ley 1996 de 2019 viola la CDPD, al haber extralimitado
su contenido alcance y haber establecido que todas las personas en situación de
discapacidad están dotadas de capacidad de ejercicio, sin distinción alguna
entre ellas y, más aún, sin importar si cuentan o no con los apoyos necesarios
para ejercerla. En su opinión, dicha extralimitación deja en una situación de
debilidad manifiesta y sin mecanismos de protección eficaces frente a los
abusos que puedan comerte en contra de las personas con discapacidad; situación
a la que también contribuye el artículo 53 al derogarse las figuras de la
interdicción e inhabilitación.
Sobre el último punto
mencionado, señaló que la CDPD no previó la prohibición de la interdicción
judicial como mecanismo de protección. Por ello, el interviniente estimó que el
artículo 53 de la Ley 1996 de 2019 también extralimitó el contenido de la CDPD,
bajo ningún argumento o razón suficiente.
De otra parte, refirió que
el artículo 13 de la Constitución Política, el cual consagró el derecho a la
igualdad, permitió la existencia de un trato desigual frente a quienes estén en
diferentes circunstancias o bajo diversas condiciones, especialmente cuando
aquellas ponen a una persona en situación de debilidad manifiesta. En
específico, el segundo parágrafo del artículo 13 estableció que las personas
que se encuentren situación de debilidad manifiesta, en razón a su condición
física o mental, serán protegidas de manera especial por el Estado colombiano.
Por consiguiente, en opinión del interviniente, los artículos demandados violan
la referida norma constitucional, puesto que en vez de hacer efectiva la
protección que establece, deja en situación de desprotección absoluta a las
personas con discapacidad, al dotarlos de una capacidad de ejercicio ilimitada
y sin distinciones, al privarlos de las únicas herramientas jurídicas con las
que contaba el ordenamiento jurídico colombiano para salvaguardar sus
intereses, velar por sus derechos y evitar los abusos de los que pueden ser
víctimas en aquellos eventos en los cuales no cuentan con las facultades para
discernir y comprender los efectos y consecuencias de sus actos, especialmente
desde el punto de vista patrimonial.
A su parecer, el hecho de
haber eliminado del ordenamiento jurídico la distinción que existía entre la
capacidad absoluta y la relativa, según el grado de discapacidad de cada
persona, generó una violación del principio de la igualdad material y la
protección a que tienen derecho las personas con discapacidad.
El interviniente expresó
que, en su opinión, la Ley 1996 de 2019 rompió toda la tradición jurídica sobre
la materia, puesto que: (i) se separó completamente del paradigma existente en
relación con el tema de capacidad dentro del ordenamiento jurídico colombiano,
al dotar de capacidad plena a todas las personas con discapacidad sin
distinción alguna; (ii) desconoció la distinción existente entre la capacidad
de goce y la de ejercicio, así como también la incapacidad absoluta y la
relativa, como concepto legal; (iii) eliminó y prohibió las figuras de
interdicción e inhabilitación, dejando completamente desprotegidos los derechos
e intereses de las personas con discapacidad, además porque introdujo unos
mecanismos de apoyo que no desarrolló; y (iv) consagró un nuevo derecho
desconocido en Colombia, esto es, el derecho a equivocarse, sin medir las
consecuencias que esto puede acarrear en el campo legal, en el que además debe
primar siempre la voluntad del interesado, privando de toda efectividad y
utilidad a los apoyos contemplados.
Con base en lo anterior,
concluyó que “la Ley 1996 de 2019 derogó un sistema completo de protección
para las personas con discapacidad y creó un sistema desprovisto de lógica
jurídica e el que éstas quedan a merced del abuso y de la inseguridad de sus
propias decisiones tomadas sin necesidad de contar con ningún tipo de apoyo. La
Ley 1306 de 2009, se expidió en el marco de la implementación de los fines de
la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
con el fin de armonizar dicha Convención con el ordenamiento jurídico
colombiano y cumplió a cabalidad su objetivo, mientras que la nueva ley se
extralimitó al dejar sin efectos todo el sistema de protección existente y fue
mucho más allá del marco planteado por la Convención”[287].
Para finalizar su escrito,
afirmó que al hacer un análisis de derecho comparado en materia de legislación
sobre capacidad en los distintos países de América Latina que han adoptado la
CDPD, “es posible evidenciar que en muchos de ellos e ha puesto en marcha la
misma línea seguida por Colombia, en el sentido de extralimitar los alcances de
la CDPD y dotar de plena capacidad de ejercicio a las personas con
discapacidad, sin hacer distinciones entre ellas u sin exigir que cuenten con
el apoyo necesario (…) se trata de una tendencia que pretende hacer creer que
los países se están acoplando a la Convención de 2006, cuando e realidad se
están desviando de su verdadera finalidad que es la protección e inclusión de
las personas con discapacidad sin desprotegerlas ni dejarlas a merced del
abuso. De una gran variedad de organizaciones internacionales a unas que han
hecho especial énfasis en esa plena inclusión de las personas discapacitadas en
la sociedad, como lo son la CEPAL, Open Society Foundation, la RADIS, Inclusión
Internacional, entre otras, la cuales argumentan estar inspiradas en el ‘Plan
estratégico para la implementación de la Convención de las Naciones Unidas
Sobre los Derechos de las personas con discapacidad en el ámbito de la
Educación Inclusiva, Capacidad Legal, el Derecho a vivir en Comunidad y el
Papel de las Familias’, para de esta forma hacer ver la importancia de que los
países adopten dentro de su legislación normas que sean ‘más garantistas’ y se
les dé más capacidad para ejercer sus derechos, bajo una idea distorsionada de
inclusión. || Con esto, lo que en realidad se está generando es una exposición
injustificada de las personas con discapacidad, aumentando su desprotección y
vulnerabilidad, ya que finalmente lo que hace es medir su condición con
conceptos cuantitativos y no cualitativos que permitan reconocer la diversidad
y condición especial de cada una de ellas”[288].
Liga Colombiana de Autismo
La señora Edith Betty
Roncancio Morales, en calidad de Directora de la Liga Colombiana de Autismo –
LICA, presentó un escrito de intervención con el fin de solicitar que se
declarara exequible la Ley 1996 de 2019.
En primer lugar, manifestó
que LICA hizo el proyecto denominado “Apoyo a la toma de decisiones y la
vida en la comunidad en Colombia (según los artículos 12 y 19 de la CDPD)”,
el cual tuvo como resultado la redacción de la “Guía práctica para el
ejercicio de la capacidad jurídica”, la cual propone un cambio de paradigma
en materia de capacidad jurídica de las personas con discapacidad, así como un
modelo de toma de decisiones con apoyo. Igualmente, indicó que, como miembro de
la alianza por la capacidad legal en Colombia, LICA participó en el proceso de
reglamentación de la Ley 1996 de 2019. Con base en su experiencia y
conocimiento, pidió a la Corte tener en cuenta la siguiente información.
Por un lado, señaló que la
figura de la interdicción “es la privación del ejercicio pleno de la
capacidad jurídica de una persona, quien es declarada incapaz. Esta figura está
encaminada a proteger los bienes de una persona, así las cosas, ésta, atenta
contra los derechos fundamentales de las personas con discapacidad, quienes,
por décadas, han dependido totalmente de las decisiones que toma su curador,
independientemente que la favorezca, la haga feliz y le permita una vida diga,
disfrutando plenamente de sus gustos y preferencias”[289].
Expresó
que, apoyada en su experiencia profesional, se presume erróneamente que las
personas con discapacidad no pueden tomar decisiones de manera independiente y
consciente, negándoseles la oportunidad de vivir una vida plena y de manera
autónoma, situación que ha vulnerado por años los derechos fundamentales de
este grupo de personas.
Por consiguiente, sostuvo
que “la ley 1996 en todo su articulado, propende por la garantía del derecho
a la capacidad jurídica de las personas con discapacidad mayores de edad. Que
la reglamentación y aplicación de esta ley, cambiará la situación que viven las
personas con discapacidad, quienes por décadas han tenido que depender de las
decisiones de otras personas, sin ser tenidas en cuenta, impactando
negativamente su calidad de vida. Que así mismo, esta ley propone la toma de
decisiones con sistemas de apoyo y salvaguardias que les permitirá una vida en
la comunidad de manera autónoma y autodeterminada”[290].
Colectiva Polimorfas – Grupo de Apoyo a Mujeres en Diversidad
Funcional 7 Discapacidad
Las señoras Yolanda del Rocío Gil, María Jazmín Rueda, Sabrina
Pachón Torres, Leidy Natalia Moreno Rodríguez y Luz Velia Velandia Robayo,
miembros de la organización COLECTIVA POLIMORFA – GRUPO DE APOYO A MUJERES EN
DIVERESIDAD FUNCIONAL/DISCAPACIDAD, presentaron un escrito de intervención
mediante el cual solicitaron que se declararan exequibles las normas demandas
con base en los siguientes argumentos.
Para comenzar, explicaron que la organización trabaja por la
protección de los derechos de las mujeres y niñas con discapacidad, promoviendo
su inclusión real y efectiva en la sociedad y luchando para la eliminación de
cualquier tipo de estereotipos. Agregaron que llevan a cabo talleres para
mujeres con discapacidad, mediante los cuales abordan el tema de la capacidad
jurídica, exponiendo qué es, para qué sirve y cuál es su alance, así como
también realizan actividades con el objetivo de brindarles la posibilidad de
comprender la importancia de la toma de decisiones en sus vidas.
Luego, manifestaron que, en su opinión, como mujeres con
discapacidad y con base en su propia experiencia, la capacidad jurídica no se
presupone, sino que se posee por el simple hecho de ser humano. De hecho,
adujeron que:
“Las personas con discapacidad llevamos años de lucha por nuestros
derechos. Por varias generaciones hemos entregado nuestros saberes y
conocimientos a la sociedad en torno a distintas áreas y disciplinas como: la
ciencia, el arte, la tecnología, la literatura, la filosofía, entre otras; sin
embargo, y pese a todos nuestros esfuerzos para que se nos reconozca como
sujetos de derechos, esto aún no se logra. El mundo sigue teniendo una deuda
histórica con el colectivo de personas con discapacidad. Cambiar el paradigma
sobre la visión histórica que han tenido la sociedad y los Estados sobre las
personas con discapacidad dejando de lado la mirada como sujetos de asistencia
e infuncionales, completamente dependientes de las familias o de las
instituciones, para pasar a verlas como sujetos autónomos que pueden ejercer la
toma de decisiones y, como cualquier otra persona, poder cometer errores o
necesitar de la ayuda de un tercero. Es este el cambio de paradigma hacia el
que Colombia ha venido avanzando desde la ratificación de la Convención de los
Derechos de las Personas con discapacidad y en el que la Ley 1996 de 2019
constituye un paso más”[291].
Afirmaron que la discapacidad no debe clasificarse por grados, por
cuanto ese es un criterio médico-funcional, y que éste se ha usado erróneamente
para determinar la utilidad y/o funcionalidad de una persona en la sociedad. De
ahí aseveraron que la Ley 1996 de 2019 representa un presente para nuestra
historia por reivindicar la lucha que por años han llevado las personas con
discapacidad. En efecto, expresaron que “ya no nos sentimos muertos en vida,
pues la Ley 1996 da cuenta de un Estado que nos reconoce jurídicamente e
irrestrictamente como personas”[292].
Así, “[p]ara la Colectiva Polimorfas esta ley es fundamental en
la vida de las mujeres con discapacidad ya que posibilita una real autonomía
sobre el cuerpo y la vida de ellas, donde la toma de decisiones se debe
respetar y acompañar y nunca limitarse. Cabe señalar que, como hay múltiples
evidencias y casos conocidos, la figura de la interdicción ha hecho que a
mujeres con discapacidad se les practique esterilizaciones y abortos sin su consentimiento,
que muchas de ellas sean separadas de sus hijos/as y estos dados en adopción
sin darles la oportunidad de asumir el cuidado con un sistema de apoyos para
poder aportar en su crianza, que han sido institucionalizadas de manera
forzosa; asimismo, ha propiciado que las denuncias sobre violencia sexual y
otras violencias no tengan ninguna validez por estar declaradas interdictas las
denunciantes, que las mujeres con discapacidad no puedan decidir si desean ser
madres o no con el argumento de que ‘no saben lo que hacen’ o ‘no pueden
cuidar’ cuando hay un importante número de casos donde mujeres con discapacidad
cuidan de sus hermanos/as, padres, sobrinos/as, primos/as o vecinos/as y hasta
llegan a ser el sostén de sus familias; la interdicción ha reforzado el estigma
sobre este colectivo y lo ha puesto en situación de vulnerabilidad”[293].
En conclusión, consideraron que la forma más adecuada para
proteger a las mujeres con discapacidad es: (i) brindándoles información sobre
cuáles son sus derechos y cómo pueden exigirlos; (ii) respetando su autonomía;
y (iii) acompañándolas en su toma de decisiones.
Asociación Colombiana de Personas con Esquizofrenia
La señora Gloria Nieto de
Cano presentó un escrito de intervención como representante legal de la
Asociación Colombiana de Personas con Esquizofrenia y sus Familias – ACPEF, con
la finalidad de solicitar que se declarara exequible la Ley 1996 de 2019.
Para comenzar, indicó que
la asociación participo en el proyecto denominado “Apoyo a la toma de decisiones
y la vida en la comunidad en Colombia (según los artículos 12 y 19 de la
CDPD)”. Asimismo, expresó que con la redacción de la “Guía práctica para
el ejercicio de la capacidad jurídica”, la cual fue resultado del proyecto
en el que participaron, se logró poner en evidencia, desde la experiencia de
personas y familias con discapacidad cognitiva y psicosocial, la necesidad de
establecer un modelo de toma de decisiones con apoyo, por la permanente
violación de los derechos de las personas en nombre de una “protección”
mal entendida, por parte de las familias y del sistema de salud.
Por lo anterior, la
interviniente procedió a hacer un resumen de la información más relevante que,
en su opinión, debía ser tenida en cuenta por la Corte Constitucional al
momento de emitir el fallo. Dicha información se presentó de la siguiente
manera:
“1. La capacidad
jurídica constituye la puerta de acceso al ejercicio de todos los derechos como
lo expresa el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos. En consecuencia, la realización de los derechos humanos, dignidad,
autonomía, y solidaridad- de las Personas con discapacidad pasa necesariamente
por el reconocimiento de su capacidad jurídica.
2. Consideremos que
tratándose especialmente de la discapacidad mental o psicosocial adquiere una
significación muy relevante venciendo la exclusión y el estigma que se genera
desde las mismas normas del estado que pretenden “protegerlos” y defender sus
derechos, negándoselos.
3. La Adopción de un
Sistema de apoyos que garantice la igualdad y la no discriminación en la
titularidad, disfrute y ejercicio de los derechos es la puerta de entrada a la
verdadera inclusión.
4. El estigma del “loco”
lo viven de manera destructiva las personas y se hace extensivo a sus familias,
frente a su valía como seres humanos, dentro de una sociedad que los excluye
tildándolos de “Incapaces”.
5. En 20 años de trabajo
solo he conocido a personas capaces y maravillosas que buscan un lugar en el
mundo, luchando contra su propio “autoestigma” cuando toda una sociedad los
señala como personas no merecedoras porque la ley así lo determinó.
6. La interdicción es la
privación del ejercicio pleno de la capacidad jurídica de una persona, quien es
declarada incapaz y seguidamente establece la “sustitución” por un tercero que
tome las decisiones en su nombre sin consultar siquiera con su voluntad,
gustos, deseos o preferencias; en un proceso al cual ni siquiera asiste, cuando
la decisión es tomada por un juez que nunca conoció a la persona.
7. Esta figura encaminada
a proteger los bienes de una persona, atenta contra los derechos fundamentales
de las personas con discapacidad. La Interdiccion vulnera derechos en beneficio
de terceros quienes están potestados para solicitarla que pueden actuar en
perjuicio del beneficiario de manera inescrupulosa. Decidiendo sobre sus bienes
y su vida y le convencen de su incapacidad. Es una utilización del derecho muy
agresiva, una Inhabilitación total y de por vida.
8. La presunción de
discapacidad se basa en un diagnóstico definiendo clínicamente lo que puede o
no hacer la persona. Prevalecen los mitos, el asistencialismo y la falta de
políticas públicas que garanticen los ajustes y apoyos que requieren para vivir
en la comunidad en igualdad de oportunidades; y de tomar sus propias de
decisiones.
9. La diferencia en las
capacidades y las dificultades para su desarrollo tienen su origen no tanto en
los rasgos de la persona como en la manera en que el entorno físico y
actitudinal facilita o no su realización en la sociedad”.
Ministerio de Justicia y del Derecho
La entidad solicitó a la Corte Constitucional declarar la
exequibilidad de la Ley 1996 de 2019. Las razones para sostener esta petición
fueron desarrolladas en cuatro secciones.
En primer lugar, señaló que Colombia hace parte de la Convención
de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y este
tratado hace parte del bloque de constitucionalidad. El modelo social de
discapacidad acogido por el tratado internacional, por la Constitución y la
jurisprudencia constitucional exige eliminar las barreras u obstáculos que
impiden el reconocimiento real de la personalidad jurídica de las personas en condiciones
de discapacidad. Para la entidad la interdicción judicial es un mecanismo que
suprime y/o sustituye la voluntad de las personas, pues “es una barrera
jurídica que segrega y excluye”. Los argumentos de los demandantes son erróneos
porque parten de premisas que ya no tienen lugar en un modelo social sobre la
discapacidad. Al respecto, afirmó que la Ley 1996 establece un sistema de
apoyos que pueden ser leves o intensos según el caso y sus particularidades y
que pretenden garantizar en mayor medida la autonomía personal de las personas
con discapacidad.
En segundo lugar, advirtió que el argumento de los demandantes que
sostiene que el sistema de apoyos y salvaguardas de la Ley 1996 es un sistema
que desprotege los derechos de las personas con discapacidad mental severa o
profunda, confunde dos conceptos que son distintos: la personalidad jurídica y
la capacidad mental. Sostuvo que el Comité de la Convención sobre los Derechos
de las Personas con Discapacidad ha señalado que mientras la capacidad jurídica
es la capacidad de ser titular de derechos y obligaciones (capacidad legal) y
de ejercer esos derechos y obligaciones (legitimación para actuar), la
capacidad mental se refiere a “la aptitud de una persona para adoptar
decisiones, que naturalmente varía de una persona a otra y puede ser diferente
para una persona determinada en función de muchos factores (…)”. Así, acorde
con el artículo 12 de la Convención, la capacidad mental de una persona no
puede servir de obstáculo para ejercer su capacidad jurídica, ni ser una razón
para denegarle el ejercicio de derechos y obligaciones. Por lo anterior,
defender un régimen de sustitución de la voluntad y la ausencia de
reconocimiento de capacidad jurídica, en los casos de las personas con
discapacidad psicosocial o intelectual, resulta ser discriminatorio y es
contrario a las obligaciones internacionales del Estado. Recordó también que el
Comité ha indicado que condicionar la capacidad legal de una persona a su
diagnóstico médico es un criterio equivocado por dos razones: (i) es un método
discriminatorio que “parte de una premisa que carece de certeza y precisión, la
posibilidad de comprender integralmente el funcionamiento de la mente de una
persona y calificar las opciones y opiniones de ésta” y (ii) el ejercicio de la
capacidad jurídica en igualdad de condiciones supone incluir nuevos indicadores
basados en las necesidades de apoyo y la intensidad de los mismos.
Resaltó que los apoyos dispuestos en la Ley 1996 de 2019 “son
concebidos como formas de asistencia que se presentan a la persona con
discapacidad para facilitar el ejercicio de su capacidad legal, la comprensión
de los actos jurídicos y sus consecuencias (…) son en esencia, una asistencia
que se presta a una persona con discapacidad para que pueda cumplir su proyecto
de vida en igualdad de condiciones con las demás, participar activamente en la
sociedad y superar las barreras”.
En tercer lugar, precisó que el trámite y el debate legislativo
que surtió la Ley 1996 de 2019 atendió a los estándares establecidos por el
Comité de la Convención relacionados con el sistema de apoyos. De manera que
subrayó que esta ley “es un enorme avance en el reconocimiento del valor
jurídico de la voluntad y las preferencias de las personas con discapacidad al
propiciar mecanismos para que participen y decidan de las situaciones que los
afectan”. Señaló que en los casos en los que la persona no pueda manifestar de
forma clara su voluntad, el sistema de apoyo que contempla la ley establece un
procedimiento para determinar en estos casos qué apoyos son los más adecuados
para la situación particular. Se puede solicitar al juez apoyos más intensos
“que incluso de manera excepcional podrían estar facultados para actuar en
representación de la persona con discapacidad cuando esta se encuentra
imposibilitada para manifestar su voluntad y preferencias por cualquier medio,
modo y formato de comunicación posible, a pesar de los ajustes razonables a los
que se recurra”.
Finalmente, el Ministerio se refirió a “inconsistencias en la formulación
de los cargos” de las demandas. Afirmó que los demandantes (i) presentan una
interpretación “errónea y fragmentada” de la Convención sobre los derechos de
las personas con discapacidad, (ii) mantienen una separación entre capacidad
relativa y absoluta que ya no es aplicable a un sistema jurídico que acogió el
modelo social de la discapacidad, (iii) formulan reparos sobre la presunta
ineficacia de la norma sin tener elementos de juicio suficientes para
demostrarla, (iv) afirman que la Ley 1996 deja desprotegidas a las personas
con discapacidad “severa”, pero esto no es cierto, toda vez que la misma norma
prevé cómo identificar los niveles de los apoyos y también contempla
salvaguardias para proteger a la persona con discapacidad de posibles abusos y
(v) la figura de la interdicción es contraria a los estándares del derecho
internacional de los derechos humanos y la defensa que hacen de ella los
actores, desconoce la interpretación armónica y sistemática del tratado
internacional y las observaciones generales del Comité.
Universidad Autónoma de Bucaramanga
Las señoras Diana Carolina
Pinzón Mejía, en calidad de Coordinadora de la Clínica Jurídica de Interés
Público y Derechos Humanos, y Karol Julieth Colmeanres Abril, en calidad de
Judicante de la Clínica, presentaron una intervención con el objetivo de
solicitar la declaración de exeqibilidad de las normas demandadas.
En términos generales,
manifestaron que, a la luz del artículo 93 de la Constitución Política, la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad – CDPD – hace
parte del bloque de constitucionalidad en sentido estricto, de lo cual se ha
derivado una serie de obligaciones internacionales en cabeza del Estado
Colombiano, las cuales ha adquirido mediante la aprobación de la Convención
adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 13 de diciembre de
2006. Que como consecuencia de ello, se promulgó la Ley Estatutaria 1618 de
2013, la cual tiene como proósito garantizar y asegurar el ejercicio efectivo
de los derechos de las personas con discapacidad, a través de la adopción de
medidas de inclusión, de acciones afirmativas, de ajustes razonables y de la
eliminación de toda forma de discriminación por razón de discapacidad.
Enfatizaron que gracias al
artículo 6 de la Ley 1996 de 2019 ya no se puede seguir entendiendo la
discapacidad como una enfermedad o padecimiento, así como tampoco tomar a las
personas con discapacidad como incapaces de ejercer sus propios actos; habida
cuenta que, las personas con discapacidad con mayoría de edad, son titulares de
derechos como todos los ciudadanos colombianos y así mismo tienen el derecho a
poder ejercerlos en igualdad de condiciones.
Estimaron que, mediante la
entrada en vigencia de esta ley, se pretendió cambiar la forma como las
personas con discapacidad podrían ejercer su capacidad legal y sus derechos,
reconociendo la importancia de su voluntad en la toma de sus decisiones y
ajustando su cuerpo normativo a la CDPD. Manifestaron que, at ravés de esta
ley, se reitera que la obligación de Colombia parte de la incorporación de la
discapacidad al medio social, cuyas diferencias deben ser reconocidas y
aceptadas por el Estado colombiano, eliminando barreras que impiden el pleno
ejercicio de los derechos de estas personas. En efecto, se reemplazan las
figuras de la interdicción y la inhabilitación por los sistemas que no vetan o
anulan a la persona con discapacidad y, por el contrario, le dan la posibilidad
de actuar con dignidad, autonomía, primando su voluntad y preferencias, sin discriminación
y en igualdad de oportunidades; lo que, en su opinión, materializa una opción
real de la toma de decisiones con apoyo.
Afirmaron que, gracias a
lo anterior, se rompió directamente con el modelo ya previsto en el que se
categorizaba la posibilidad de ejercer derechos con base en niveles de la
discapacidad. A su parecer, la modificada Ley 1306 de 2009 establecía una
división entre personas con discapacidad mental absoluta y personas con
discapacidad mental relativa, aplicando una figura jurídica a cada una de
ellas, como lo era la interdicción y la inhabilidad respectivamente, resultando
ciertamente discriminatorias.
Por tal motivo,
consdieraron que no es correcto afirmar, como lo señalaron los demandantes, que
“la figura de la interdicción es la única garantía adecuada y efectiva para
la protección de los intereses y derechos de las personas en situación de
discapacidad, y que su prohibición implica dejar sin protección a dichas
personas, ya que la correcta interpretación de lo establecido en la Convención
CDPD es eliminar todas aquellas medidas sustitutivas en la toma de decisiones
de las personas en condición de discapacidad, reemplazandolas por sistemas de
apoyos”[294].
Destacaron que, de ahora
en adelante, “las personas con discapacidad ya no estarán en manos de un
tercero que decida por ellas, sino que serán ellas mismas, quienes podrán
participar en la toma de sus decisiones a través de esquemas de apoyo que
considerarán sus necesidades particulares y mediante una valoración individual,
la cual deberá ser reglamentada, lo que permitirá establecer las necesidades
reales de asistencia sin que se vulneren sus derechos”[295].
Con base en lo anterior,
concluyeron que hoy en día se debe entender que la discapacidad mental,
absoluta o relativa ya no es causal de limitación de la capacidad de ejercicio
y que, por lo tanto, la capacidad legal de estas personas se presume
expresamente por esta nueva ley, atendiendo a la nueva presunción de capacidad
legal citada en el artículo 1503 del Código Civil, en el cual se indica que
todas las personas con discapacidad son sujetos de derechos y obligaciones y
tienen capacidad legal en igualdad de condiciones sin distinción alguna, lo
cual se reafirma en lo que predica el artículo 13 de la Constitución Política.
Ello es independeinte de si las personas con discpacisdad deciden hacer uso o
no de los apoyos para la realización de sus actos jurídicos, es decir, “la
capacidad jurídica es una presunción que se predica de todas las personas,
incluidas las personas con discapacidad, no existiendo personas con
discapacidad absoluta sino personas con discapacidad, a las que el Estado debe
garantizar su igualdad real y efectiva, proporcionando el mejor sistema de
apoyos”[296].
Agregaron que el artículo
12 de la CDPD, mediante el cual se desarrolla la Ley 1996 de 2019, reconoce la
igualdad de capacidad de todas las personas ante la ley, definiendo que las
personas con discapacidad tomarán sus decisiones mediante apoyos específicos,
bajo una serie de salvaguardias que las protejan de posibles abusos. Indicaron
que, con dicha disposición, se está procurando acabar con la arbitraria
acepción que existía entre la capacidad legal, la capacidad mental y la incapacidad
por motivo de discapacidad.
Aseveraron que las
salvaguardias pretenden impedir abusos y garantizar la primacía de la voluntad
y preferencias de la persona titular del acto jurídico, estableciéndose la
presunción de capacidad; lo cual implica la imposibilidada de que la existencia
de una discapacidad sea un motivo para restringir el ejercicio legal de una
persona.
Con fundamento en lo
expuesto, concluyeron que el contenido de los artículos demandados de la Ley
1996 de 2019 respetan los estándares internacionales de derechos humanos, no
constituyendo una violación a la Constitución Política.
Defensoría del Pueblo
Constitucionales y legales
de la Defensoría del Pueblo, presentó una intervención, con el fin de solicitar
que se decalraran exequibles los artículos 6, 8, 19 y 53 de la Ley 1996 de
2019. Para sustentar su petición expuso los siguientes arugmentos en términos
generales.
Aclaró que la Defensoría
del Pueblo considera que la capacidad jurídica es un derecho inherentes de
todos los seres humans y que, en ese sentido, debe ser entendida como la
facultad que, por su condición de ser humano, tienen todas las personas,
incluídas aquellas con discapacidad, de tener capacidad legal y legitimación
para actuar.
Manifestó que, contrario a
lo expuesto por los accionantes, las disposiciones demandadas no se
contraponene a lo consagrado en ela rtículo 12 de la Covención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad – CDPC –, sino que, contrario
sensu, materializan cada uno de los mandatods contenidos en dicha
disposicion, en la medida en que: “(i) reconocen y respetan el derecho a la
capacidad jurídica de las personas con discapacidad en Colombia; (ii) eliminan
las disposiciones relacionadas con los regímenes basados en la sustitución en
la adopción de decisiones (guarda, tutela e interdicción judicial); (iii)
establecen sistemas de apoyo para la adopción de decisiones accesibles para
todas y todos que respetan la autonomía, voluntad y preferencias de las
personas con discapacidad, en atención a las necesidades específicas propias de
cada individuo”[297].
Ahora bien, respecto de la
supuesta omisión legislativa relativa, estimó que la misma no se había
configurado en este caso concreto, habida cuenta que, en su opinión, no se
satisfacen los criterios jurisprudenciales establecidos para el efecto y, por
consiguiente, de lo cual se deriva la ineptitud del cargo. Sin embargo,
solicitó a la Corte Constitucional a pronunciarse de fondo en relación con este
cargo, en virtud del principio pro actione.
Por último, se pronunció
sobre la supuesta violación de los artículos 13 y 47 de la Constitución
Política, aspecto en el que afirmó que las normas impugnadas, “lejos de
controvertir el principio de igualdad y la obligación estatal de crear y
promover las condicioens para que ésta sea real y efectiva, materializan tales
prerrogativas en la medida que la Ley 1996 de 2019 elimina los procesos
sustitutivos de toma de decisiones que menoscaban el ejercicio en igualdad de
condiciones de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad, y,
ademas, dispone para la toma de decisioens mecanismos de apoyo a cargo de
entidades como el Minsiterio Público tendientes a salvaguardar sus derechos
frente a los abusos y arbitrariedades de que puedan ser víctimas”[298].
ANEXO II – PRUEBAS
Práctica de pruebas
1.
La Asociación Colombiana de
Neurología
(i) Desde su experticia y/o
experiencia, informe a la Corte cuáles son los grados de discapacidad cognitiva
o mental que afectan la comprensión en la toma de decisiones de una persona.
Los grados de discapacidad cognitiva se pueden dividir en leve,
moderado y severo. Afirmó que en la práctica neurológica existen varias
enfermedades producidas por diferentes causas que generan lesiones en la
corteza cerebral y de las redes neuronales que tienen conexiones profundas con
el cerebro, lo que lleva a producir afectaciones en el lenguaje, memoria,
comprensión, planeación, entre otras. En palabras de la Asociación: “(…) en
relación con la capacidad para tomar decisiones, me permito describir las áreas
del cerebro involucradas en las funciones cognoscitivas que deben estar
intactas para poder tomar una decisión de forma adecuada: a) Funciones
Corticales cerebrales que le permitan mantener la comunicación con el exterior
mediante el procesamiento de información compleja. b) El sistema límbico (área
del cerebro que maneja las funciones de memoria) que le permitirá a la persona
añadir el proceso volitivo (voluntad) y emocional básico para la elaboración de
sus respuestas. En segundo lugar, el sujeto debe ser capaz de activar los
mecanismos neurosensoriales que le permitan procesar la información y emitir
respuestas. (…) Por último, debe ser capaz de llevar a la práctica la
resolución tomada, que puede ser externa (una acción o una decisión concreta) o
interna (reevaluación del proceso y reinicio del mismo). Teniendo esto en
cuenta, para poder llevar a cabo una toma de decisiones, el sujeto debe
preservar las siguientes áreas cognoscitivas: 1) Atención; 2) Memoria; 3)
Lenguaje; 4) Percepción espacial; 5) Cálculo; 6) Razonamiento y 7) Actividad
emotiva y afectiva”.
(ii) Desde su experticia y/o experiencia, informe a la Corte si es
razonable considerar que las personas que tienen estas discapacidades cuentan
con un nivel de razonamiento suficiente para comprender los actos jurídicos en
los que participan, y por tanto, no se hace necesario un representante para
expresar su consentimiento.
“Las personas que presentan discapacidad cognitiva especialmente
Trastorno neurocognitivo mayor (demencias) en los estadios leves pueden tener
el razonamiento suficiente para comprender un acto jurídico. En los estadios
moderados y severos tienen fallas en la comprensión para la toma de decisiones
lo que los hace vulnerables para tal fin y se recomienda por lo tanto un
representante para expresar su consentimiento”.
(iii) Desde su experticia y/o experiencia, informe a la Corte si
el sistema de apoyos y salvaguardias creado por la Ley 1996 de 2019 dispone
medidas adecuadas para proteger a las personas en condiciones de discapacidad
cognitiva severa o profunda en el ejercicio de sus derechos.
“Desde mi experiencia, no es razonable considerar que las personas
con discapacidad intelectual o trastorno neurocognoscitivo severo o profundo,
tienen un nivel de razonamiento suficiente para comprender los actos jurídicos
en los que participan, y considero que el sistema de apoyos y salvaguardias
creado en la Ley 1996 de 2019, no dispone las medidas suficientes para proteger
a las personas en condiciones de discapacidad cognoscitiva en el ejercicio de
sus derechos”.
2.
Universidad del Rosario – Dr.
Leonardo Palacios Sánchez, especialista en neurología
(i) Desde su experticia y/o experiencia, informe a la Corte cuáles
son los grados de discapacidad cognitiva o mental que afectan la comprensión en
la toma de decisiones de una persona.
Afirmó que para medir los grados de discapacidad utiliza la
“escala de Reisberg” que corresponde al GDS (“Global Deterioration Scale”).
Mencionó que esta escala tiene 7 estadios distintos y describió cada uno.
(ii) desde su experticia y/o experiencia, informe a la Corte si es
razonable considerar que las personas que tienen estas discapacidades cuentan
con un nivel de razonamiento suficiente para comprender los actos jurídicos en
los que participan, y por tanto, no se hace necesario un representante para
expresar su consentimiento.
Adujo que es muy difícil generalizar puesto que “existe un grado
de individualidad importante en los pacientes que presentan deterioro
cognitivo”. Señaló que los pacientes que se encuentran dentro de la escala de
Reisberg en los estadios GDS 5, 6 y 7 “no cuentan con un nivel de razonamiento
suficiente para comprender los actos jurídicos en que participan”. Los
pacientes en el nivel 4 hay que revisarlos caso a caso porque pueden conservar
su capacidad para discernir frente a situaciones jurídicas y no siempre
necesitan apoyos.
(iii) Desde su experticia y/o experiencia, informe a la Corte si
el sistema de apoyos y salvaguardias creado por la Ley 1996 de 2019 dispone
medidas adecuadas para proteger a las personas en condiciones de discapacidad
cognitiva severa o profunda en el ejercicio de sus derechos.
Manifestó que la Ley 1996 de 2019 “tiene unas falencias ya que
el artículo 6 adjudica a todas las personas en condición de discapacidad
cognitiva los mismos derechos sin tener en cuenta que existen diferentes grados
de compromiso tal y como ha sido señalado en la respuesta a la primera
pregunta”. Explicó que “[u]n individuo con secuelas graves desde el
punto de vista cognitivo de un trauma cráneo encefálico o de un evento cerebro
vascular isquémico o hemorrágico o una persona afectada por una demencia tipo
Alzheimer por ejemplo, en estado avanzado (GDS 6 y 7 de la escala de Reisberg)
no puede llevar a cabo ningún tipo de actividad laboral, ni tomar decisiones
correctas por el grave compromiso de sus funciones cognitivas”. Personas en
estos estadios no podrían incluso firmar los acuerdos de apoyos o las
directivas anticipadas que contempla la ley: “la situación que a mi juicio
no
queda clara es como proceder con aquellas personas que al momento
de la firma de la ley ya estaban en condición de discapacidad cognitiva grave y
no tienen como firmar ningún tipo de acuerdo, ya que en ese estado carece por
completo de la posibilidad de hacerlo”.
Facultad de Medicina – Universidad de La Sabana
Allegó respuesta solo al primer interrogante formulado por el
despacho.
(i) Desde su experticia y/o experiencia, informe a la Corte cuáles
son los grados de discapacidad cognitiva o mental que afectan la comprensión en
la toma de decisiones de una persona.
“La discapacidad cognitiva o mental puede ser consecuencia
diferentes condiciones médicas, como los son: (i) Un trastorno en el desarrollo
intelectual, el cual se desarrolla en las etapas iniciales de vida. (ii) Un
evento traumático o derivado de condiciones médicas sistémicas, por ejemplo un
accidente automovilístico o un infarto cerebral. (iii) Trastornos
neurocognitivos mayores, denominadas también demencias, como el tipo Alzheimer
o la de origen vascular.”
Facultad de Medicina – Universidad de Antioquia. Dra. María
Eugenia Toro Pérez, especialista en neurología clínica.
(i) Desde su experticia y/o experiencia, informe a la Corte cuáles
son los grados de discapacidad cognitiva o mental que afectan la comprensión en
la toma de decisiones de una persona.
Citó un concepto médico sobre la discapacidad y luego advirtió que
se trata de una definición que ha evolucionado y que actualmente depende de las
barreras del entorno que evitan el desarrollo pleno del sujeto. Explicó que “la
severidad de la discapacidad en la actualidad, no se clasifica de acuerdo al
déficit que presenta la persona sino con respecto a los apoyos que requiere
para solventar las dificultades o limitaciones a las que se enfrenta. Los
grados de discapacidad cognitiva se han clasificado de diferentes formas, las
más conocidas: Déficit cognitivo leve, Déficit cognitivo moderado, Déficit
cognitivo severo o grave y Déficit cognitivo profundo”. El Manual
Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales utiliza como sinónimos
“trastorno de desarrollo intelectual” y “discapacidad intelectual”. Las
limitaciones en las funciones intelectuales son “el razonamiento, solución
de problemas, pensamiento abstracto, juicio, aprendizaje académico” e
igualmente señala las limitaciones en las habilidades adaptativas es decir, “dificultades
importantes en las actividades de la vida diaria”. Acaró que actualmente el
Manual propone cambiar el foco “dejando el coeficiente intelectual en un
plano secundario y pasando a hacer énfasis en el funcionamiento adaptativo y el
nivel de apoyos que va a necesitar la persona para graduar el nivel de
afectación. La OMS orienta el enfoque en el mismo sentido. Así, por ejemplo, se
hablará de una persona con necesidad de apoyo intermitente para hacer
referencia a personas con una discapacidad leve. Una persona con necesidad de
apoyo limitado va a corresponder a una discapacidad intelectual moderada; se
utilizará el término de intensidad de apoyo extenso para aquellas personas que
presentan un déficit grave, y apoyo generalizado para personas con déficit
profundo”.
Advirtió que todos los grados de discapacidad pueden afectar la
comprensión en toma de decisiones de una persona, sin embargo, hay que realizar
una evaluación individualizada y pormenorizada en cada caso. Explicó cada uno
de los casos según el nivel leve, moderado y severo.
(ii) Desde su experticia y/o experiencia, informe a la Corte si es
razonable considerar que las personas que tienen estas discapacidades cuentan
con un nivel de razonamiento suficiente para comprender los actos jurídicos en
los que participan, y por tanto, no se hace necesario un representante para
expresar su consentimiento.
Afirmó que no se puede suponer que todas las personas con
discapacidad cognitiva general cuenten con el nivel de razonamiento suficiente
para comprender todos los actos jurídicos en los que participan, “por lo
tanto en cada caso debe evaluarse de forma individual y concienzudamente la
capacidad de razonamiento, autodeterminación, previsión de consecuencias,
pensamiento crítico, argumentación, interpretación, capacidad de comunicación,
razonamiento y empleo adecuado y flexible de los propios recursos cognitivos,
determinando la necesidad de apoyos y/o salvaguardias que protejan al individuo
de vulneración de sus derechos”.
(iii) Desde su experticia y/o experiencia, informe a la Corte si
el sistema de apoyos y salvaguardias creado por la Ley 1996 de 2019 dispone
medidas adecuadas para proteger a las personas en condiciones de discapacidad
cognitiva severa o profunda en el ejercicio de sus derechos.
Manifestó que no cuenta con la experticia necesaria para responder
de fondo a esta pregunta.
Mauricio García Herreros
Afirmó que conforme al artículo 57 de la Ley 1996 de 2019, se
modificó el artículo 1504 del Código Civil. La nueva Ley eliminó de la lista de
incapaces absolutos a las personas con discapacidad mental y a los sordomudos
que no pueden darse a entender. Así mismo lo dispuso el artículo 6 de la misma
Ley. Al respecto, adujo que esta definición de incapacidad absoluta es
contraria a lo que estableció en la propia jurisprudencia la cual ha reconocido
la existencia de la discapacidad mental absoluta en “quienes sufren una
afección o patología severa o profunda de aprendizaje, de comportamiento o de
deterioro mental” (C-134 de 2017). Señaló que cuando la ley regula la
discapacidad de personas mayores buscando una igualdad entre todas las
personas, “está desconociendo que una parte de miembros de la sociedad tiene
condiciones físicas especiales y por lo tanto deben tener un trato diferencial
en la vida jurídica (…)”. Así, advirtió que pretender que personas que no
pueden darse a entender puedan obligarse por sí mismo, sin el apoyo de otros,
es negarle la protección de sus derechos. Para protegerlos, los actos jurídicos
celebrados con ellos deben ser declarados nulos.
Subrayó que la “incapacidad que ahora el legislador les desconoce,
estaba fundada en que precisamente no tienen la posibilidad cierta de “expresar
su voluntad”, razón por la cual, la ley presumía en ellos de Derecho la falta
de consentimiento, o lo que es lo mismo, la incapacidad de consentir o de
expresar”. Lo reformado ahora con la Ley solo crea indefensión e inseguridad
jurídica. Manifestó que las medidas de salvaguarda no son herramientas
suficientes de protección de las personas con discapacidad mental absoluta, y
en cambio, desconocen el derecho a la igualdad.
Finalmente, se refirió a la función de los notarios al momento de
celebrarse los acuerdos de apoyos. Adujo que las obligaciones que se le
imponen al notario en la Ley “rebasan sus competencias” pues debe determinar la
voluntad, preferencias y necesidades de la persona que suscribirá el acuerdo de
apoyos. Lo anterior es contrario a lo establecido por la jurisprudencia
constitucional que ha establecido que los notarios solo cumplen con registrar
hechos o actos jurídicos (“ajustar la inscripción a la realidad”) pero no
pueden emitir “juicios de valor”.
Con sustento en lo
anterior, concluyó que los artículos 6, 19 y 57 de la Ley 1996 de 2019 son
contrarios a la Constitución Política.
ACLARACION DE VOTO DE LA MAGISTRADA
PAOLA ANDREA MENESES MOSQUERA
A LA SENTENCIA C-025/21
Expedientes: D-13.575 y D-13.585
Magistrada
Ponente:
CRISTINA PARDO
SCHLESINGER
Con
el acostumbrado respeto por las decisiones de la Sala, presento Aclaración de
Voto a la sentencia proferida el 5 de febrero de 2021, que declaró la
exequibilidad de los dos primeros incisos del artículo 6º, así como del
artículo 53 de la Ley 1996 de 2019 "Por medio de la cual se establece
el régimen para el ejercicio de la capacidad legal de las personas con
discapacidad mayores de edad", por los cargos estudiados en la
respectiva sentencia. Si bien comparto tales determinaciones, encuentro
necesario aclarar mi voto en relación con la fundamentación del fallo respecto
del análisis de aptitud de los cargos formulados en la demanda.
Al
respecto considero que el carácter público de la acción de inconstitucionalidad
y la consecuente aplicación del principio pro actione desarrollado por
la jurisprudencia constitucional, no relevan al accionante de cumplir con la
carga argumentativa necesaria en orden a presentar de manera clara, cierta,
específica y suficiente los argumentos por los cuales considera que la norma
demandada se opone a la Constitución. En esa medida, pese a que la demanda
supere el estudio de admisibilidad, lo cierto es que los planteamientos
abstractos y genéricos de inconstitucionalidad formulados por el demandante
dificultan el análisis requerido por la Corte para determinar la aptitud de los
cargos que habilitan un pronunciamiento de fondo, análisis cuyo rigor resulta
insoslayable si se tienen en cuenta los efectos de cosa juzgada que el artículo
243 de la Constitución Política reconoce a los fallos proferidos en ejercicio
del control constitucional.
Fecha
ut supra
PAOLA ANDREA MENESES MOSQUERA
Magistrada
[1] “(i) Desde su experticia y/o experiencia, informe a la Corte
cuáles son los grados de discapacidad cognitiva o mental que afectan la
comprensión en la toma de decisiones de una persona: (ii) desde su experticia
y/o experiencia, informe a la Corte si es razonable considerar que las personas
que tienen estas discapacidades cuentan con un nivel de razonamiento suficiente
para comprender los actos jurídicos en los que participan, y por tanto, no se
hace necesario un representante para expresar su consentimiento; (iii) desde su
experticia y/o experiencia, informe a la Corte si el sistema de apoyos y
salvaguardias creado por la Ley 1996 de 2019 dispone medidas adecuadas para
proteger a las personas en condiciones de discapacidad cognitiva severa o
profunda en el ejercicio de sus derechos.”
[2]
Escrito de la demanda de inconstitucionalidad (D-13.575), folio 2.
[3]
Escrito de la demanda de inconstitucionalidad (D-13.575), folio 3.
[4]
Escrito de la demanda de inconstitucionalidad (D-13.575), folio 3.
[5]
Escrito de la demanda de inconstitucionalidad (D-13.575), folio 4.
[6]
Escrito de la demanda de inconstitucionalidad (D-13.575), folio 6.
[7]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 136.
[8]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 136 (reverso).
[9]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 137.
[10]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 137.
[11]
Escrito de la demanda de inconstitucionalidad (D-13.575), folio 1.
[12] Pg.
2.
[13]
Págs. 2 y 3.
[14] Pg.
4.
[15] Concretamente los actores subrayan los
siguientes apartes del artículo 6: “PRESUNCIÓN DE CAPACIDAD. Todas
las personas con discapacidad son sujetos de derecho y obligaciones, y tienen
capacidad legal en igualdad de condiciones, sin distinción alguna e independientemente
de si usan o no apoyos para la realización de actos jurídicos.
En ningún caso la existencia de una
discapacidad podrá ser motivo para la restricción de la capacidad de ejercicio
de una persona.
La presunción aplicará también para el
ejercicio de los derechos laborales de las personas con discapacidad,
protegiendo su vinculación e inclusión laboral.
PARÁGRAFO. El reconocimiento de la capacidad legal plena
previsto en el presente artículo aplicará, para las personas bajo medidas de
interdicción o inhabilitación anteriores a la promulgación de la presente ley,
una vez se hayan surtido los trámites señalados en el artículo 56 de la misma”.
Del artículo 8 subrayan los
siguientes apartes: “AJUSTES RAZONABLES EN EL EJERCICIO DE LA CAPACIDAD
LEGAL. Todas las personas con discapacidad, mayores de edad, tienen
derecho a realizar actos jurídicos de manera independiente y a contar con
las modificaciones y adaptaciones necesarias para realizar los mismos. La
capacidad de realizar actos jurídicos de manera independiente se presume. La necesidad de ajustes razonables para la
comunicación y comprensión de la información, no desestima la presunción de la
capacidad para realizar actos jurídicos de manera independiente.”
[16]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 126.
[17]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 129.
[18]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 129.
[19]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 133.
[20] Asociación
Colombiana de Neurología, Universidad del Rosario – Dr. Leonardo Palacios
Sánchez, especialista en neurología, Facultad de Medicina – Universidad de La
Sabana, Facultad de Medicina – Universidad de Antioquia.
Dra. María Eugenia Toro Pérez, especialista en neurología clínica y el
profesor Mauricio García Herreros.
[21]
Concepto Procurador General de la Nación, folio 9.
[22]
Concepto Procurador General de la Nación, folio 12.
[23]
Concepto Procurador General de la Nación, folio 12.
[24]
Concepto Procurador General de la Nación, folio 15.
[25]
Concepto Procurador General de la Nación, folio 17.
[26]
Intervención de la ONG Sociedad y Discapacidad – SODIS, pg. 15.
[27]
Intervención de la ONG Sociedad y Discapacidad – SODIS, pg. 16.
[28]
Intervención de la ONG Sociedad y Discapacidad – SODIS, pg. 16.
[29]
Intervención de la ONG Sociedad y Discapacidad – SODIS, pg. 6.
[30]
Intervención de la ONG Sociedad y Discapacidad – SODIS, pg. 7.
[31]
Intervención de la Universidad Externado de Colombia, presentada por las
representantes del Proyecto de Investigación en Derecho y Discapacidad del
Departamento de Derecho Civil, pg.10.
[32]
Departamento de Derecho Procesal de la Universidad Externado de Colombia y el
Instituto Nacional para Ciegos – INCI. Este último advirtió que la derogatoria
del régimen de guardas afecta los derechos de las personas en condiciones de
discapacidad.
[33]
Intervención de la Universidad Externado de Colombia, presentada por el
representante del Departamento de Derecho Procesal, pg. 4.
[34]
Intervención de la Universidad Externado de Colombia, presentada por el
representante del Departamento de Derecho Procesal, pg. 6.
[35]
Decreto 2067 de 1991. “Artículo 2º. Las demandas en las acciones públicas de
inconstitucionalidad se presentarán por escrito, en duplicado, y contendrán: 1.
El señalamiento de las normas acusadas como inconstitucionales, su
transcripción literal por cualquier medio o un ejemplar de la publicación
oficial de las mismas; 2. El señalamiento de las normas constitucionales que se
consideren infringidas; 3. Los razones por las cuales dichos textos se estiman
violados; 4. Cuando fuera el caso, el señalamiento del trámite impuesto por la
Constitución para la expedición del acto demandado y la forma en que fue
quebrantado; y 5. La razón por la cual la Corte es competente para conocer de
la demanda”.
[36]
Corte Constitucional, sentencia C-1052 de 2001 (MP Manuel José Cepeda
Espinosa). Los criterios recogidos y fijados en esta sentencia han sido
reiterados en muchas decisiones posteriores de la Sala Plena. Entre otras, ver
por ejemplo: Sentencia C-874 de 2002 (MP Rodrigo Escobar Gil), Sentencia C-371
de 2004 (MP Jaime Córdoba Triviño), Auto 033 de 2005 (MP Álvaro Tafur Galvis),
Auto 031 de 2006 (MP Clara Inés Vargas Gutiérrez), Auto 267 de 2007 (MP Marco
Gerardo Monroy Cabra), Auto 091 de 2008 (MP Humberto Antonio Sierra Porto),
Auto 112 de 2009 (MP Clara Elena Reales Gutiérrez), Sentencia C-942 de 2010 (MP
Juan Carlos Henao Pérez), Auto 070 de 2011 (MP Gabriel Eduardo Mendoza
Martelo), Sentencia C-243 de 2012 (MP Luis Ernesto Vargas Silva; AV Nilson
Elías Pinilla Pinilla y Humberto Antonio Sierra Porto), Auto 105 de 2013 (MP
Jorge Ignacio Pretelt Chaljub), Auto 243 de 2014 (MP Mauricio González Cuervo),
Auto 145 de 2014 (MP Alberto Rojas Ríos), Auto 324 de 2014 (MP Gloria Stella
Ortiz Delgado), Auto 367 de 2015 (MP Jorge Iván Palacio Palacio), Auto 527 de
2015 (MP María Victoria Calle Correa), Sentencia C-088 de 2016 (MP Jorge Iván
Palacio Palacio) y Sentencia C-246 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado; SPV
Luis Guillermo Guerrero Pérez; AV Alejandro Linares Cantillo; AV Hernán Leandro
Correa Cardozo (e); AV Antonio José Lizarazo Ocampo; AV Gloria Stella Ortiz
Delgado; AV Aquiles Arrieta Gómez (e)). En todas estas providencias se citan y
emplean los criterios establecidos en la sentencia C-1052 de 2001 para resolver
los asuntos tratados en cada uno de aquellos procesos.
[37]
Corte Constitucional, Sentencia C-1052 de 2001 (MP Manuel José Cepeda
Espinosa).
[38]
Corte Constitucional, Sentencia C-1052 de 2001 (MP Manuel José Cepeda
Espinosa).
[39]
Corte Constitucional, Sentencia C-1052 de 2001 (MP Manuel José Cepeda
Espinosa). Al respecto, ver el apartado (3.4.2) de las consideraciones de la
sentencia.
[40]
Corte Constitucional, Sentencia C-382 de 2012 (MP Gabriel Eduardo Mendoza
Martelo), en la cual la Corte puntualizó que no se cumple con el requisito de
claridad al no explicarse por qué el precepto acusado infringe la norma
superior, y Sentencia C- 227 de 2015 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub),
providencia en la cual se explicó que se presenta falta de claridad al existir
en la demanda consideraciones que pueden ser contradictoras.
[41] Corte Constitucional, Sentencia C-913 de 2004 (MP
Manuel José Cepeda Espinosa), en la que se aclaró que no se observó el
requisito de certeza, por cuanto la demanda no recae sobre una proposición
jurídica real y existente, sino en una deducida por quien plantea la demanda, o
que está contenida en una norma jurídica que no fue demandada; sentencia C-1154 de 2005, (MP
Manuel José Cepeda Espinosa), en la cual se señala que se presenta falta de
certeza cuando el cargo no se predica del texto acusado; y Sentencia C-619 de
2015 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado), en la que se indica que la demanda
carece de tal requisito al fundarse en
una proposición normativa que no está contenida en la expresión demandada.
[42] Corte Constitucional, Sentencia C-555 de
2005 (MP Clara Inés Vargas Hernández), en la cual se afirmó que no se cumplió
con el requisito de especificidad porque los fundamentos
fueron formulados a partir de apreciaciones subjetivas o propias del
pensamiento e ideología que el actor tiene sobre el alcance de la manipulación
genética y su incidencia en la humanidad y Sentencia C-614 de 2013 (MP Mauricio
González Cuervo), en la que se concluyó que no se trataba de razones
específicas porque la argumentación se limitó a citar algunas sentencias de la
Corte acompañadas de motivos de orden legal y de mera conveniencia.
[43] Corte Constitucional, Sentencia C-259 de 2008 (MP
Jaime Araújo Rentería), en la cual se señala que la demanda carece de pertinencia por cuanto se funda
simplemente en conjeturas
relacionadas con los provechos o las ventajas de la norma en cuestión y
Sentencia C-229 de 2015, (MP Gabriel Eduardo Mendoza Martelo), en la que se consideró que la acción
pública de inconstitucionalidad en razón de su objeto, no es un mecanismo
encaminado a resolver situaciones particulares, ni a revivir disposiciones que
resulten deseables para quien formula una demanda.
[44]
Corte Constitucional, Sentencia C-048 de 2006 (MP Marco Gerardo Monroy Cabra),
en la que esta Corporación señaló que las razones expuestas en la demanda no
eran suficientes al no haberse estructurado una argumentación completa que
explicara con todos los elementos necesarios, por qué la norma acusada es
contraria al precepto constitucional supuestamente vulnerado, y Sentencia
C-819 de 2011 (MP Gabriel Eduardo Mendoza Martelo), en la cual se afirmó que la
acusación carecía de suficiencia al no contener los elementos fácticos
necesarios para generar una sospecha o duda mínima sobre la constitucionalidad
del precepto impugnado.
[45]
Corte Constitucional, sentencia C-028 de 2020 (MP Luis Guillermo Guerrero
Pérez).
[46]
Corte Constitucional, sentencias C-444 de 2009 (MP Jorge Ignacio Pretelt
Chaljub), C-173 de 2010 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub), C-401 de 2016 (MP
Jorge Iván Palacio Palacio), C-031 de 2018 (MP Diana Fajardo Rivera) y C-027 de
2020 (MP Alejandro Linares Cantillo).
[47]
Corte Constitucional, sentencias C-444 de 2009 (MP Jorge Ignacio Pretelt
Chaljub), C-173 de 2010 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub), C-401 de 2016 (MP
Jorge Iván Palacio Palacio), C-031 de 2018 (MP Diana Fajardo Rivera) y C-027 de
2020 (MP Alejandro Linares Cantillo).
[48]
Corte Constitucional, sentencias C-173 de 2010 (MP Jorge Ignacio Pretelt
Chaljub) y C-027 de 2020 (MP Alejandro Linares Cantillo).
[49] ARTÍCULO
6o. PRESUNCIÓN DE CAPACIDAD. Todas
las personas con discapacidad son sujetos de derecho y obligaciones, y
tienen capacidad legal en igualdad de condiciones, sin distinción alguna e independientemente de si usan o no apoyos para la realización de actos jurídicos. || En ningún
caso la existencia de una discapacidad podrá ser motivo para la restricción de
la capacidad de ejercicio de una persona. || La presunción aplicará también para el ejercicio de
los derechos laborales de las personas con discapacidad, protegiendo su
vinculación e inclusión laboral. || PARÁGRAFO. El reconocimiento de
la capacidad legal plena previsto en el presente artículo aplicará, para las
personas bajo medidas de interdicción o inhabilitación anteriores a la
promulgación de la presente ley, una vez se hayan surtido los trámites
señalados en el artículo 56 de la misma.
[50] El texto de la norma es el siguiente: “El
magistrado sustanciador tampoco admitirá la demanda cuando considere que ésta
no incluye las normas que deberían ser demandadas para que el fallo en sí mismo
no sea inocuo, y ordenará cumplir el trámite previsto en el inciso segundo de
este artículo. La Corte se pronunciará de fondo sobre todas las normas
demandadas y podrá señalar en la sentencia las que, a su juicio, conforman
unidad normativa con aquellas otras que declara inconstitucionales.”
[51] “La integración normativa posee estos tres
significados: a) la realización de un deber de quien participa en el debate
democrático, a través de la acción de inconstitucionalidad de que trata el art.
241 CP, consistente en la identificación completa del objeto demandado, que
incluye todos los elementos que hacen parte de una unidad indisoluble creada
por el Derecho. b) Es un mecanismo que hace más efectivo el control ciudadano a
las decisiones del legislador. c) Y es, finalmente, una garantía que opera a
favor de la coherencia del orden jurídico, pues su conformación determina que
el poder del juez constitucional para resolver un asunto en sus problemas
jurídicos sustanciales, pueda efectuarse sobre todos los elementos que
estructuran una determinada construcción jurídica.” Corte Constitucional,
Sentencias C-579 de 2013 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; AV Jorge Iván
Palacio Palacio; AV María Victoria Calle Correa; SPV Mauricio González Cuervo;
AV Luis Guillermo Guerrero Pérez; AV Alberto Rojas Ríos; SPV Nilson Pinilla
Pinilla; AV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo) y C-149 de 2018 (MP Cristina Pardo
Schlesinger; AV Alejandro Linares Cantillo; AV Diana Fajardo Rivera; AV Luis
Guillermo Guerrero Pérez; AV Antonio José Lizarazo Ocampo; SPV Alberto Rojas
Ríos; SPV Carlos Bernal Pulido).
[52]
Corte Constitucional, Sentencias C-246 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado;
SPV Luis Guillermo Guerrero Pérez; AV Alejandro Linares Cantillo; AV Hernán
Leandro Correa Cardozo (e); AV Antonio José Lizarazo Ocampo; AV Gloria Stella Ortiz
Delgado; AV Aquiles Arrieta Gómez (e)) y C-149 de 2018 (MP Cristina Pardo
Schlesinger; AV Alejandro Linares Cantillo; AV Diana Fajardo Rivera; AV Luis
Guillermo Guerrero Pérez; AV Antonio José Lizarazo Ocampo; SPV Alberto Rojas
Ríos; SPV Carlos Bernal Pulido).
[53]
Corte Constitucional, Sentencia C-579 de 2013 (MP Jorge Ignacio Pretelt
Chaljub; AV Jorge Iván Palacio Palacio; AV María Victoria Calle Correa; SPV
Mauricio González Cuervo; AV Luis Guillermo Guerrero Pérez; AV Alberto Rojas
Ríos; SPV Nilson Pinilla Pinilla; AV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo),
Sentencia C-246 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado; SPV Luis Guillermo Guerrero
Pérez; AV Alejandro Linares Cantillo; AV Hernán Leandro Correa Cardozo (e); AV
Antonio José Lizarazo Ocampo; AV Gloria Stella Ortiz Delgado; AV Aquiles
Arrieta Gómez (e)) y C-149 de 2018 (MP Cristina Pardo Schlesinger; AV Alejandro
Linares Cantillo; AV Diana Fajardo Rivera; AV Luis Guillermo Guerrero Pérez; AV
Antonio José Lizarazo Ocampo; SPV Alberto Rojas Ríos; SPV Carlos Bernal
Pulido).
[54]
Corte Constitucional, Sentencia C-579 de 2013 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub;
AV Jorge Iván Palacio Palacio; AV María Victoria Calle Correa; SPV Mauricio
González Cuervo; AV Luis Guillermo Guerrero Pérez; AV Alberto Rojas Ríos; SPV
Nilson Pinilla Pinilla; AV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo), Sentencia C-286 de
2014 (MP Luis Ernesto Vargas Silva; AV María Victoria Calle Correa; AV Luis
Guillermo Guerrero Pérez; SPV Alberto Rojas Ríos; AV Gabriel Eduardo Mendoza
Martelo; SV Jorge Iván Palacio Palacio; AV Jorge Ignacio Pretelt Chaljub) y
Sentencia C-246 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado; SPV Luis Guillermo
Guerrero Pérez; AV Alejandro Linares Cantillo; AV Hernán Leandro Correa Cardozo
(e); AV Antonio José Lizarazo Ocampo; AV Gloria Stella Ortiz Delgado; AV
Aquiles Arrieta Gómez (e)).
[55]
Corte Constitucional, Sentencia C-055 de 2010 (MP Juan Carlos Henao Pérez),
Sentencia C-544 de 2007 (MP Marco Gerardo Monroy Cabra), Sentencia C-579 de
2013 (MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; AV Jorge Iván Palacio Palacio; AV María
Victoria Calle Correa; SPV Mauricio González Cuervo; AV Luis Guillermo Guerrero
Pérez; AV Alberto Rojas Ríos; SPV Nilson Pinilla Pinilla; AV Gabriel Eduardo
Mendoza Martelo), Sentencia C-286 de 2014 (MP Luis Ernesto Vargas Silva; AV
María Victoria Calle Correa; AV Luis Guillermo Guerrero Pérez; SPV Alberto
Rojas Ríos; AV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; SV Jorge Iván Palacio Palacio;
AV Jorge Ignacio Pretelt Chaljub) y Sentencia C-246 de 2017 (MP Gloria Stella
Ortiz Delgado; SPV Luis Guillermo Guerrero Pérez; AV Alejandro Linares
Cantillo; AV Hernán Leandro Correa Cardozo (e); AV Antonio José Lizarazo
Ocampo; AV Gloria Stella Ortiz Delgado; AV Aquiles Arrieta Gómez (e)).
[56] El objeto de análisis se concentrará en
los siguientes apartes del artículo 6: “ARTÍCULO
6o. PRESUNCIÓN DE CAPACIDAD. Todas las personas con discapacidad son
sujetos de derecho y obligaciones, y tienen capacidad legal en igualdad de
condiciones, sin distinción alguna e independientemente de si usan o no apoyos
para la realización de actos jurídicos. || En ningún caso la existencia de una
discapacidad podrá ser motivo para la restricción de la capacidad de ejercicio
de una persona. || La
presunción aplicará también para el ejercicio de los derechos laborales de las
personas con discapacidad, protegiendo su vinculación e inclusión laboral.”
[57] ARTÍCULO
8o. AJUSTES RAZONABLES EN EL EJERCICIO DE LA CAPACIDAD LEGAL. Todas las personas con discapacidad, mayores
de edad, tienen derecho a realizar actos jurídicos de manera independiente
y a contar con las modificaciones y adaptaciones necesarias para realizar los
mismos. La capacidad de realizar actos jurídicos de manera independiente se
presume. || La necesidad de ajustes razonables para la comunicación y
comprensión de la información, no desestima la presunción de la capacidad para
realizar actos jurídicos de manera independiente.
[58]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 126.
[59]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 129.
[60] ARTÍCULO
19. ACUERDOS DE APOYO COMO REQUISITO DE VALIDEZ PARA LA REALIZACIÓN DE ACTOS
JURÍDICOS. La persona titular
del acto jurídico que cuente con un acuerdo de apoyos vigente para la
celebración de determinados actos jurídicos, deberá utilizarlos, al momento de
la celebración de dichos actos jurídicos, como requisito de validez de los
mismos. || En consecuencia, si la persona titular del acto jurídico lleva a
cabo los actos jurídicos especificados por el acuerdo de apoyos, sin hacer uso
de los apoyos allí estipulados, ello será causal de nulidad relativa, conforme
a las reglas generales del régimen civil. || PARÁGRAFO. Lo
dispuesto en el presente artículo no puede interpretarse como una obligación
para la persona titular del acto jurídico, de actuar de acuerdo al criterio de
la persona o personas que prestan el apoyo. En concordancia con lo establecido
en el numeral 3 del artículo 4o de la presente ley, los apoyos deben
respetar siempre la voluntad y preferencias de la persona titular del acto
jurídico, así como su derecho a tomar riesgos y a cometer errores.
[61]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 129.
[62] El
legislador define aquellos casos más graves cuando “la persona titular del acto
jurídico se encuentra absolutamente imposibilitada para manifestar su voluntad
y preferencias por cualquier medio, modo y formato de comunicación posible”, en
los cuales se deben adjudicar apoyos judicialmente por persona distinta al
titular (art. 38 de la Ley 1996 de 2019).
[63] “ARTÍCULO
53. PROHIBICIÓN DE INTERDICCIÓN. Queda prohibido iniciar procesos de
interdicción o inhabilitación, o solicitar la sentencia de interdicción o
inhabilitación para dar inicio a cualquier trámite público o privado a partir
de la promulgación de la presente ley.”
[64]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 137.
[65]
Expediente de inconstitucionalidad, folio 137.
[66]
Escrito de corrección de la demanda, folio 137.
[67]
Corte Constitucional, sentencias C-109 de 1995 (MP Alejandro Martínez
Caballero); T-240 de 2017 (MP José Antonio Cepeda Amarís), entre otras.
[68]
Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. “Teoría general del
contrato y del negocio jurídico”. Ed. Temis (2019). Pág. 87.
[69]
Mazeaud H y J. “Lecciones de Derecho Civil”. Parte Primera. Volumen IV. Buenos
Aires, 1959. Cita tomada de QUIROZ, Aroldo. Nuevo Régimen de Guardas –Ley 1306
de 2009–. Bogotá: CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA, 2015, p. 30.
[70] Mazeaud
H y J. “Lecciones de Derecho Civil”. Parte Primera. Volumen IV. Buenos Aires,
1959. Cita tomada de QUIROZ, Aroldo. Nuevo Régimen de
Guardas –Ley 1306 de 2009–. Bogotá: CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA, 2015, p.
30.
[71] Planiol Marcel y Ripert Jorge. “Tratado práctico de derecho
civil francés”. Tomo I, Las Personas. Cita tomada de QUIROZ, Aroldo. Nuevo
Régimen de Guardas –Ley 1306 de 2009–. Bogotá: CONSEJO SUPERIOR DE LA
JUDICATURA, 2015, p. 32. La Corte Constitucional menciona estos análisis
doctrinales en la sentencia C-478 de 2003 (MP Clara Inés Vargas Hernández; AV
Jaime Araujo Rentería) y declaró inexequibles las expresiones “furiosos locos”,
“mentecatos”, “imbecilidad”, “idiotismo”, “locura furiosa” y “casa de locos”,
contenidas en varios artículos del Código Civil, por ser discriminatorias,
peyorativas y contrarias a la dignidad humana de la población con discapacidad
cognitiva o mental.
[72] Claro Solar, L., Explicaciones
de Derecho Civil chileno y comparado, reimp. Editorial Jurídica de Chile,
Bogotá, 1992, t. V, Nº 2420, p. 100.
[73]
“Planiol Marcel y Ripert Jorge. “Tratado práctico de derecho civil francés”.
Tomo I, Las Personas.”
[74] QUIROZ, Aroldo. Nuevo Régimen de Guardas –Ley 1306 de
2009–. Bogotá: CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA, 2015, p. 33.
[75] En
la sentencia C-046A de 2019, la Sala Plena de la Corte Constitucional analizó
de dónde provenía este concepto de “demencia” en el Código Civil y concluyó que
“(…) específicamente en los datos históricos, puede afirmarse que la palabra
“demencia” en los tiempos del Código Civil (1887), se asociaba a un
trastorno mental y de comportamiento irreversible con síntomas similares a los
derivados de la locura, idiotismo e imbecilidad. El Código Civil utiliza el
concepto de demencia en los artículos 127 (testigos inhábiles para presenciar y
autorizar un matrimonio), 251 (la obligación del hijo emancipado de cuidar a
sus padres en estado de demencia), 310 (suspensión de la patria potestad por
demencia), 1025 (indignidad sucesoral), 1061 (inhabilidades testamentarias),
1068 (inhabilidad para ser testigo de testamento solemne), 1266 (causales de
desheredamiento -por no haberlo socorrido en el estado demencia-) y 1644
(inhabilidad sobreviniente de la persona diputada para el pago). Como se
observa, las disposiciones que utilizan el concepto lo hacen con el objeto de
proteger a la persona, pero también, como causal para impedir que una persona
participe de ciertos actos jurídicos debido a “sufrir de demencia””.
[76]
QUIROZ, Aroldo. Nuevo Régimen de Guardas –Ley 1306 de 2009–. Bogotá: CONSEJO
SUPERIOR DE LA JUDICATURA, 2015, p. 33. En la sentencia T-195 de 2016 la Corte
afirmó: “(…) bajo ese nuevo orden legal, la incapacidad absoluta
del discapacitado mental interdicto no es en la actualidad una situación
jurídica que restrinja o limite totalmente su capacidad de obrar, a tal grado
de exigir siempre la intervención de un tercero que actúe en su nombre. Por el
contrario, se reconoce que los factores que generan limitaciones psíquicas o de
comportamiento son variables en cada persona y, en esa medida, les será
permitido realizar determinados actos, por sí mismos, siempre y cuando estos le
beneficien, partiendo de la presunción de que “su padecimiento no llega hasta
el punto de no reconocer lo que le es perjudicial”. En ese mismo sentido, puede
verse las sentencias C-182 de 2016 y C-296 de 2019, por ejemplo.
[77]
Corte Constitucional, sentencia C-021 de 2015 (MP Mauricio González Cuervo).
[78]
Ministerio de Justicia y del Derecho. “Esterilización forzosa de PCD a través
de los procesos de interdicción: una doble vulneración de derechos humanos y
fundamentales”. Disponible en: https://www.minjusticia.gov.co/Portals/0/RUNDIS/ESTERILIZACION%20FORZOSA%20DE%20PCD%20A%20TRAVES%20DE%20LOS%20PROCESOS%20DE%20INTERDICCION.pdf
[79] Se
entiende la “guarda” como “la prestación de un servicio de representación
excepcional a las personas con discapacidad mental, con el objeto de proteger a
la persona y para la administración de los bienes que posee, con el fin de
ayudar a aumentar su nivel de autonomía en la vida cotidiana y a ejercer sus
derechos personales y patrimoniales”. QUIROZ, Aroldo. Nuevo Régimen de Guardas
–Ley 1306 de 2009–. Bogotá: CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA, 2015, p. 76.
[80] “El
Comité recomienda al Estado parte que adopte un plan para la revisión y
modificación de toda la legislación, que incluya la derogación inmediata de
disposiciones que restrinjan el pleno reconocimiento de la capacidad jurídica
de las personas con discapacidad, incluyendo la ley 1306 (2009), No. 1412
(2010) del Código Civil, el Código Penal y leyes adjetivas”. ONU. Comité sobre
los Derechos de las Personas con Discapacidad. Observaciones finales sobre el
Informe Inicial a Colombia. 31 de agosto de 2016.
[81]
Palacios, Agustina. “El modelo social de discapacidad: orígenes,
caracterización y plasmación en la Convención Internacional sobre los Derechos
de las Personas con Discapacidad”. (2008).
[82] Palacios, Agustina. “El modelo
social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”. (2008). Pp.
103 y 104.
[83] ONU.
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, artículo 12,
numeral 5.
[84] ONU.
Comité de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Observación General No. 1. 19 de mayo de 2014. Párr. 7.
[85] ONU. Comité de la Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad. Observación General No. 1. 19 de mayo de 2014. Párr. 13.
[86] ONU.
Comité de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Observación General No. 1. 19 de mayo de 2014. Párr. 15.
[87] ONU. Comité de la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Observación General No. 1.
19 de mayo de 2014. Párr. 17.
[88] ONU.
Comité de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Observación General No. 1. 19 de mayo de 2014. Párr. 17.
[89] ONU.
Comité de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Observación General No. 1. 19 de mayo de 2014. Párr. 18.
[90] ONU.
Comité de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Observación General No. 1. 19 de mayo de 2014. Párr. 26.
[91] ONU.
Comité de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Observación General No. 1. 19 de mayo de 2014. Párr. 27.
[92]
TEDH. Ivinovic contra Croacia. Sentencia del 18 de septiembre de 2014; Stanev
contra Bulgaria. Sentencia del 17 de enero de 2012; Shtukaturov contra Russia.
Sentencia del 27 de marzo de 2008; Pretty contra Reino Unido. Sentencia del 29
de abril de 2002.
[93] TEDH.Glass contra Reino Unido.
Sentencia del 9 de marzo de 2004; Pretty contra Reino Unido. Sentencia del 29
de abril de 2002.
[94]
TEDH. A.N contra Lithuania. Sentencia del 31 de mayo de 2016.
[95] OEA.
CADH. “Artículo 3. Derecho al Reconocimiento de la Personalidad
Jurídica. Toda persona tiene derecho al reconocimiento de su personalidad
jurídica.”
[96]
Corte IDH. Caso de las niñas Yean y Bosico Vs. República Dominicana. Sentencia
de 8 de septiembre de 2005. Serie C No. 130. Párr. 176 y 177.
[97]
Corte IDH. Caso Ximénes Lópes Vs. Brasil. Sentencia de 4 de julio de 2006.
Serie C No. 149. Párr. 129 y 130.
[98] Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile.
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
Párr. 166.
[99] Corte IDH. Caso Poblete Vilches y otros Vs. Chile.
Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 8 de marzo de 2018. Serie C No. 349.
Párr. 168.
[100] Corte Constitucional, sentencia T-307 de 1993 (MP
Eduardo Cifuentes Muñoz). La Corte Consideró que “(…)
un tratamiento inflexible de la administración en punto de la afiliación al
seguro social, exigiendo para la validez del contrato de trabajo un
consentimiento puro y paradigmático, que sólo puede en estricto rigor
predicarse de sujetos que gozan de su plenitud psíquica, se comprende que lejos
de facilitar su integración social (CP art. 47) y actualizar en este contexto
el valor del trabajo y de la solidaridad social (CP art. 1), se erige desde el
estado una barrera a su promoción y al decidido apoyo y protección que
reclaman, profundizándose aún más la desigualdad que, paradójicamente, es el
título constitucional para el tratamiento especial que debe prodigárseles.
Quienes emplean disminuidos psíquicos no estarían obligados a afiliarlos al
Seguro Social. A la limitación psíquica se sumaría su desprotección laboral y
social”.
[101]
Corte Constitucional, sentencia T-307 de 1993 (MP Eduardo Cifuentes Muñoz).
[102]
Corte Constitucional, sentencia C-1109 de 2000 (MP Álvaro Tafur Galvis).
[103]
Corte Constitucional, sentencia C-1109 de 2000 (MP Álvaro Tafur Galvis).
[104]
Corte Constitucional, sentencia T-909 de 2001 (MP Jaime Araujo Rentería). El
accionante narró que su hijo tenía 31 años de edad y no había podido obtener la
cédula de ciudadanía porque a raíz de una discapacidad física y mental
denominada “síndrome de parálisis cerebral con prematurez, cuadrapesía
espática, ciego e hipoacusia neurosensorial” no se podían tomar las fotografías
de acuerdo con los requisitos exigidos por la Registraduría Nación del Estado
Civil, específicamente en cuanto a la necesidad de tener los ojos abiertos. La
Corte amparó el derecho fundamental a la personalidad jurídica del hijo del
accionante y ordenó a la Registraduría Nacional del Estado Civil tomar las
medidas pertinentes para tomar las fotografías y emitir la cédula.
[105]
Corte Constitucional, sentencia T-909 de 2001 (MP Jaime Araujo Rentería).
[106]
Corte Constitucional. Sentencia C-983 de 2002 (MP Jaime Córdoba Triviño).
[107]
Corte Constitucional. Sentencia C-983 de 2002 (MP Jaime Córdoba Triviño).
[108]
Corte Constitucional. Sentencia C-983 de 2002 (MP Jaime Córdoba Triviño).
[109]
Corte Constitucional, sentencias C-478 de 2003 (MP Clara Inés Vargas Hernández;
AV Jaime Araujo Rentería); C-1088 de 2004 (MP
Jaime Córdoba Triviño); C-458 de 2015 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado; SPV
Gabriel Eduardo Mendoza Martelo); C-147 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz
Delgado; SV Luis Guillermo Guerrero Pérez); C-046 A de 2019 (MP Cristina Pardo
Schlesinger).
[110]
Corte Constitucional, sentencia C-478 de 2003 (MP Clara Inés Vargas Hernández; AV Jaime Araujo Rentería).
[111]
Corte Constitucional, sentencia T-850 de 2002 (MP Rodrigo Escobar Gil).
[112]
Corte Constitucional, sentencia T-850 de 2002 (MP Rodrigo Escobar Gil).
[113]
Corte Constitucional, sentencia T-850 de 2002 (MP Rodrigo Escobar Gil).
[114]
Corte Constitucional, sentencia T-850 de 2002 (MP Rodrigo Escobar Gil).
[115]
Corte Constitucional, sentencia T-492 de 2006 (MP Margo Gerardo Monroy Cabra).
En esta sentencia la Corte analizó la acción de tutela interpuesta por una
madre cuya hija tenía 26 años y tenía síndrome de down. La mujer estaba
embarazada al momento de interponer la acción de tutela. El médico sugirió
realizarle la ligadura de trompas de Falopio para evitar más embarazos, sin
embargo, requirió una orden judicial. La madre solicitó al juez de tutela
permitir la cirugía. La Corte declaró improcedente la acción constitucional,
pues debía agotarse previamente la declaración de interdicción y la
autorización judicial ordinaria del procedimiento médico.
[116] Corte Constitucional, sentencia T-492 de 2006 (MP Margo
Gerardo Monroy Cabra).
[117]
Corte Constitucional, sentencia T-492 de 2006 (MP Margo Gerardo Monroy Cabra).
[118]
Corte Constitucional, sentencia T-397 de 2004 (MP Manuel José Cepeda Espinosa).
La Corte revisó una acción de tutela interpuesta por una madre quien tenía una
discapacidad sensorial y a quien el ICBF le había quitado la custodia de su
hija. La Corte amparó el derecho fundamental a tener una familia de la
accionante y ordenó una serie de medidas para restablecer la relación
materno-filial.
[119]
Corte Constitucional, sentencia T-397 de 2004 (MP Manuel José Cepeda Espinosa).
[120]
Corte Constitucional, sentencia T-400 de 2004 (MP Clara Inés Vargas Hernández).
[121]
Corte Constitucional, sentencia C-400 de 2004 (MP Clara Inés Vargas Hernández).
[122]
Corte Constitucional, sentencias T-1103 de 2004 (MP Clara Inés Vargas
Hernández), T-848 de 2007 (MP Nilson Pinilla Pinilla) y T-026 de 2014 (MP
Nilson Pinilla Pinilla; SV Jorge Ignacio Pretelt Chaljub).
[123]
Corte Constitucional, sentencias T-1103 de 2004 (MP Clara Inés Vargas
Hernández).
[124]
Corte Constitucional, sentencias T-449 de 2007 (MP Álvaro Tafur Galvis), T-201
de 2011 (MP Nilson Pinilla Pinilla), T-062 de 2014 (MP Jorge Iván Palacio
Palacio) y T-362 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado).
[125]
Corte Constitucional, sentencia T-449 de 2007 (MP Álvaro Tafur Galvis).
[126]
Corte Constitucional, sentencia T-362 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado).
[127]
Declarada constitucional mediante sentencia C-293 de 2010 (MP Nilson Pinilla
Pinilla).
[128]
Corte Constitucional, sentencia C-824 de 2011 (MP Luis Ernesto Vargas Silva).
[129]
Corte Constitucional, sentencia T-684 de 2014 (MP Jorge Ignacio Pretelt
Chaljub; AV Luis Ernesto Vargas Silva).
[130]
Corte Constitucional, sentencia T-684 de 2014 (MP Jorge Ignacio Pretelt
Chaljub; AV Luis Ernesto Vargas Silva).
[131] Corte Constitucional, sentencia C-182 de 2016 (MP Gloria
Stella Ortiz Delgado; AV María Victoria Calle Correa; SV Luis Guillermo
Guerrero Pérez; SPV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis Ernesto Vargas
Silva).
[132]
Corte Constitucional, sentencia C-182 de 2016 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado;
AV María Victoria Calle Correa; SV Luis Guillermo Guerrero Pérez; SPV Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis Ernesto Vargas Silva).
[133] “En
síntesis, el consentimiento sustituto implica la posibilidad de que terceras
personas puedan autorizar intervenciones médicas sobre personas que, en
principio, carecen de la capacidad o de la autonomía suficiente para manifestar
su voluntad informada sobre el desarrollo de estos procedimientos. Aunque en su
primera etapa la Corte Constitucional le otorgó plena prevalencia al
consentimiento sustituto parental o del representante legal, no tardó en
matizar esta regla y establecer limitaciones al mismo. Además, definió unos
criterios y variables para que, en cada caso concreto, se pudiera determinar la
legitimidad del consentimiento sustituto”. Corte Constitucional, sentencia
C-182 de 2016 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado; AV María Victoria Calle Correa;
SV Luis Guillermo Guerrero Pérez; SPV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis
Ernesto Vargas Silva).
[134]
Corte Constitucional, sentencia C-182 de 2016 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado;
AV María Victoria Calle Correa; SV Luis Guillermo Guerrero Pérez; SPV Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis Ernesto Vargas Silva).
[135]
Artículo 6 de la Ley 1412 de 2010: “Discapacitados Mentales. Cuando se trate
de discapacitados mentales, la solicitud y el consentimiento
serán suscritos por el respectivo representante legal, previa autorización
judicial”.
[136] “Así pues, para que la disposición se encuentre acorde
con las protecciones constitucionales del derecho a la igualdad, y al libre
desarrollo de la personalidad, así como como del derecho a la autonomía
reproductiva y a fundar una familia de forma responsable, y en concordancia con
el principio de conservación del derecho la única lectura posible de la disposición
es la que indica que inclusive en los casos donde se haya declarado la
interdicción (con efectos patrimoniales) se debe presumir la capacidad
para ejercer la autonomía reproductiva, la cual debe ser desvirtuada en el
proceso de autorización judicial”. Corte Constitucional, sentencia C-182
de 2016 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado; AV María Victoria Calle Correa; SV
Luis Guillermo Guerrero Pérez; SPV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis
Ernesto Vargas Silva).
[137]
Corte Constitucional, sentencias T-1221 de 2004 (MP Alfredo Beltrán Sierra),
T-043 de 2008 (MP Manuel José Cepeda Espinosa), T-674 de 2010 (MP Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub; SV Humberto Antonio Sierra Porto), T-471 de 2014 (MP Luis
Guillermo Guerrero Pérez), T-509 de 2016 (MP Alberto Rojas Ríos), T-185 de 2018
(MP Alberto Rojas Ríos), T-352 de 2019 (MP Alejandro Linares Cantillo; AV
Gloria Stella Ortiz Delgado), entre otras.
[138]
Corte Constitucional, sentencia T-185 de 2018 (MP Alberto Rojas Ríos).
[139] Corte Constitucional, sentencia T-525 de
2019 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado). En esta sentencia la Corte revisó una
tutela contra Colpensiones por la vulneración de los derechos a la capacidad
jurídica, mínimo vital y seguridad social del accionante, quien al parecer
tenía una discapacidad mental por un trauma craneoencefálico. La entidad
suspendió el pago de la pensión de invalidez por considerar, según el dictamen
médico, que requería de terceras personas para decidir. La Sala resolvió el
siguiente problema jurídico: “¿Colpensiones vulneró los derechos
fundamentales a la seguridad social, al mínimo vital, a la capacidad
jurídica y a la vida digna del peticionario, al calificarlo como alguien
que “requiere de terceras personas para que decidan por él” y,
en consecuencia, condicionar su inclusión en nómina y el correspondiente
pago de su pensión de invalidez a la presentación de una sentencia de
interdicción judicial y a la designación y posesión de un curador?”. La Corte
amparó los derechos fundamentales a la capacidad jurídica, mínimo vital y
seguridad social y ordenó pagar la pensión de invalidez al actor. Ordenó a
Colpensiones no exigir la interdicción como requisito para acceder a la pensión
de invalidez y llevar a cabo una capacitación a sus funcionarios en la que se
instruyera sobre la Ley 1996 de 2019 y la jurisprudencia constitucional en
materia de discapacidad.
[140]
Corte Constitucional, sentencia T-881 de 2002 (MP Eduardo Montealegre Lynett).
Reglas reiteradas por la sentencia C-134 de 2017 (MP Alberto Rojas Ríos), entre
muchas otras.
[141]
Corte Constitucional, sentencia T-090 de 1996 (MP Eduardo Cifuentes Muñoz).
[142] La
jurisprudencia constitucional asumió la concepción kantiana de la dignidad
humana: “Esta consagración se basa en la teoría
iusfilosófica de origen kantiano según la cual toda persona tiene un valor inherente a su propia condición humana que es su dignidad,
la cual la hace ser no un medio, un instrumento para la consecución de diversos
fines, sino un fin en sí mismo”. Corte Constitucional, sentencia C-143 de 2015
(MP Luis Ernesto Vargas Silva). Reiterado en la sentencia C-134 de 2017 (MP
Alberto Rojas Ríos).
[143]
Corte Constitucional, entre otras, sentencias T-248 de 2012 (MP Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub); C-727 de 2015 (MP Myriam Ávila Roldán); T-195 de 2016 (MP
Gabriel Eduardo Mendoza Martelo); C-182 de 2016 (MP Gloria Stella Ortiz
Delgado; AV María Victoria Calle Correa; SV Luis Guillermo Guerrero; SPV
Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis Ernesto Vargas Silva); C-043 de 2018
(MP José Fernando Reyes Cuartas).
[144]
Corte Constitucional, sentencia C-182 de 2016 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado;
AV María Victoria Calle Correa; SV Luis Guillermo Guerrero; SPV Gabriel Eduardo
Mendoza Martelo; SV Luis Ernesto Vargas Silva).
[145]
Corte Constitucional, sentencia T-397 de 2004 (MP Manuel José Cepeda Espinosa).
[146] Las
directivas anticipadas, reguladas en los artículos 3, 21 y siguientes de la Ley
1996 de 2019, son una herramienta que sirve para que una persona mayor de edad
(sin tener algún tipo de discapacidad necesariamente) pueda establecer de forma
fidedigna su voluntad y preferencias en decisiones relativas a uno o varios
actos jurídicos, con antelación a los mismos. Este también es otro mecanismo
que contempla la Ley 1996 a través del cual se puede ejercer la capacidad
legal.
[147] Cabe
anotar que de acuerdo con el artículo 52 de la Ley 1996 de 2019 los artículos
contenidos en el Capítulo V, entre los que se encuentra el proceso de
adjudicación judicial de apoyos cuando lo inicia una persona diferente al
titular del acto jurídico, entrarán en vigencia 24 meses después de la
promulgación de la Ley. Para el efecto, la misma normativa prevé un régimen de
transición en los artículos 54, 55 y 56.
[148] En
la misma línea lo manifestó el profesor Mauricio García Herreros en la
intervención allegada a la Corte Constitucional: “Pero al destruir la
presunción de derecho de incapacidad, abrió la puerta al absurdo, estableciendo
la eventualidad de que sus actos correspondieran a los de una “persona mayor
que se encuentra imposibilitada para expresar su voluntad y preferencias por
cualquier medio. Ello resulta contradictorio, porque la incapacidad que ahora
el legislador les desconoce, estaba fundada precisamente en que no tienen la posibilidad
cierta de “expresar su voluntad”, razón por la cual la ley presumía en ellos de
Derecho la falta de consentimiento, o lo que es lo mismo, la incapacidad de
consentir o de expresarlo. Al destruir la presunción de Derecho respecto a la
imposibilidad de expresar la voluntad y/o de la ausencia de consentimiento
implícita en los actos de los incapaces, la Ley 1996 introdujo un factor de
inseguridad jurídica cuando dichas personas defiendan, según les convenga, la
existencia y efectos de la necesidad del apoyo vigente (…)”.
[149]
Universidad del Rosario. Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud. Médico
especialista en Neurología, Dr. Leonardo Palacios Sánchez MD. En el mismo
sentido también lo conceptuó la Asociación Colombiana de Neurología.
[150] Universidad del Rosario. Escuela de
Medicina y Ciencias de la Salud. Médico especialista en Neurología, Dr.
Leonardo Palacios Sánchez MD. También lo advirtió el concepto de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Antioquia, que adujo que todos los grados de discapacidad pueden afectar la
comprensión en toma de decisiones de una persona, sin embargo, hay que realizar
una evaluación individualizada y pormenorizada en cada caso. Explicó cada uno
de los casos según el nivel leve, moderado y severo. Afirmó que no se puede
suponer que todas las personas con discapacidad cognitiva general cuenten con
el nivel de razonamiento suficiente para comprender todos los actos jurídicos
en los que participan, “por lo tanto en cada caso debe evaluarse de forma
individual y concienzudamente la capacidad de razonamiento, autodeterminación,
previsión de consecuencias, pensamiento crítico, argumentación, interpretación,
capacidad de comunicación, razonamiento y empleo adecuado y flexible de los
propios recursos cognitivos, determinando la necesidad de apoyos y/o
salvaguardias que protejan al individuo de vulneración de sus derechos”.
[151] “(a)
en cuanto a la naturaleza de los agentes, puesto que el acto jurídico lo es el
sujeto de derecho y en el acto humano lo es el hombre, (b) en cuanto a la
habilidad o capacidad de obrar de dichos agentes en uno y otros campos y (c) en
cuanto a los criterios y forma de apreciación del proceso de desarrollo del
acto mismo”. Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. “Teoría
general del contrato y del negocio jurídico”. Ed. Temis (2019). Pág. 18.
[152] Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo.
“Teoría general del contrato y del negocio jurídico”. Ed. Temis (2019). Pág.
17.
[153]
Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. “Teoría general del
contrato y del negocio jurídico”. Ed. Temis (2019). Pág. 29.
[154]
Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. “Teoría general del
contrato y del negocio jurídico”. Ed. Temis (2019). Pág. 21.
[155]
Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. “Teoría general del
contrato y del negocio jurídico”. Ed. Temis (2019). Pág. 21.
[156]
Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. “Teoría general del
contrato y del negocio jurídico”. Ed. Temis (2019). Pág. 21.
[157] Corte Constitucional, sentencia C-182 de 2016 (MP Gloria
Stella Ortiz Delgado; AV María Victoria Calle Correa; SV Luis Guillermo
Guerrero Pérez; SPV Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis Ernesto Vargas
Silva).
[158]
Corte Constitucional, sentencia C-182 de 2016 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado;
AV María Victoria Calle Correa; SV Luis Guillermo Guerrero Pérez; SPV Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo; SV Luis Ernesto Vargas Silva).
[159] La Facultad de Medicina de la Universidad
de Antioquia precisó que actualmente el
Manual propone cambiar el foco “dejando el coeficiente intelectual en un plano
secundario y pasando a hacer énfasis en el funcionamiento adaptativo y el nivel
de apoyos que va a necesitar la persona para graduar el nivel de afectación. La
OMS orienta el enfoque en el mismo sentido. Así, por ejemplo, se hablará de una
persona con necesidad de apoyo intermitente para hacer referencia a personas
con una discapacidad leve. Una persona con necesidad de apoyo limitado va a
corresponder a una discapacidad intelectual moderada; se utilizará el término
de intensidad de apoyo extenso para aquellas personas que presentan un déficit
grave, y apoyo generalizado para personas con déficit profundo”.
[160]
Amicus curiae, Michael Bach y Lana Kerzner, del Instituto IRIS de Canadá. 26 de
marzo de 2020.
[161] ONU.
Comité de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Observación General No. 1. 19 de mayo de 2014. Párr. 27.
[162] ONU.
Comité de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Observación General No. 1. 19 de mayo de 2014. Párr. 17.
[163] Informe de
la Relatora Especial sobre los derechos de las personas con discapacidad
(2017). 37 período de sesiones. 26 de febrero a 23 de marzo de 2018.
https://undoc.s.org/cs/A/HRCV37/56. párr. 41.
[164]
Corte Constitucional, sentencias T-1103 de 2004 (MP Clara Inés Vargas
Hernández), T-848 de 2007 (MP Nilson Pinilla Pinilla) y T-026 de 2014 (MP
Nilson Pinilla Pinilla; SV Jorge Ignacio Pretelt Chaljub), T-684 de 2014 (MP
Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; AV Luis Ernesto Vargas Silva). En procesos
judiciales en los que se omite notificar a personas con discapacidad a pesar de
ser demandados, ver sentencia T-400 de 2004 (MP Clara Inés Vargas Hernández).
[165] Corte
Constitucional, sentencia T-1103 de 2004 (MP Clara Inés Vargas Hernández).
[166]
Corte Constitucional, sentencias T-850 de 2002 (MP Rodrigo Escobar Gil), T-397
de 2004 (MP Manuel José Cepeda Espinosa), T-492 de 2006 (MP Margo Gerardo
Monroy Cabra).
[167]
Corte Constitucional, sentencias T-449 de 2007 (MP Álvaro Tafur Galvis), T-201
de 2011 (MP Nilson Pinilla Pinilla), T-062 de 2014 (MP Jorge Iván Palacio
Palacio) y T-362 de 2017 (MP Gloria Stella Ortiz Delgado).
[168] Esta
interpretación fue también advertida por la sentencia T-525 de 2019 (MP Gloria
Stella Ortiz Delgado), en la cual se afirmó que no podía forzarse a una persona
a “desprenderse” de su capacidad jurídica para poder acceder a la pensión de
invalidez.
[169] Para
este punto pueden consultarse las siguientes intervenciones y amicus curiae:
Clínica Jurídica en Discapacidad y Derechos Humanos de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, Harvard Law School – Project on Diability
(describe estudios y casos resueltos judicialmente en los que se evidencia los
efectos negativos de la interdicción y los impactos positivos del modelo de
apoyos), Instituto Jo Clemente, Sociedad y Discapacidad, “The Israel Human
Rights Center for People with Disabilities”, PAIIS – Programa de Acción por la
Igualdad y la Inclusión Social, Michael Bach y Lana Kerzner, del Instituto
IRIS de Canadá.
[170] ONU. Comité
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. Observaciones finales
sobre el Informe Inicial a Colombia. 31 de agosto de 2016.
[171]
Director Ejecutivo del Harvard Law School Project on Disability.
[172]
Directora Ejecutiva del Center for Public Representation de Northampton.
[173]
Profesora de la Clínica de Derecho del Colegio de Derecho Banjamin N. Cardozo y
Co-Directora del Cardozo Bet Tzedek Civil Litigation Clinic de Nueva York.
[174]
Profesora de la Clínica de Derecho del Colegio de Derecho Banjamin N. Cardozo y
Co-Directora del Cardozo Bet Tzedek Civil Litigation Clinic de Nueva York.
[175]
Profesora Asociada de Derecho y Co – Directora del Disability and Aging Justice
Clinic de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.
[176]
Profesora de la Universidad de la Ciudad de Nueva York.
[177] Pg.
3 en la que se citó el Informe sobre los progresos alcanzados en la aplicación
de las recomendaciones contenidas en el estudio sobre los derechos humanos y la
discapacidad, 2007, párrafo 21, del Alto Comisionado De Las Naciones Unidas
Para Los Derechos Humanos.
[178] Pg.
3
[179] Pg.
4
[180] Pg.
6.
[181] Pg.
7.
[182] Pg.
8.
[183] Pg.
8.
[184]
Págs. 11 y 12.
[185] Pg.
12.
[186] Pg.
12.
[187] Pg.
13.
[188] Pg.
14.
[189] Pg.
15.
[190] Pg.
16.
[191] Pg.
16.
[192] Pg.
17.
[193] Pg.
17.
[194] Pg.
18.
[195] Pg.
18.
[196] Pg.
6.
[197] Pg.
9.
[198] Pg.
9.
[199] Pg.
10.
[200] Pg.
11.
[201] Pg.
12.
[202]
Págs. 12 y 13.
[203] Pg.
17.
[204] Pg.
18.
[205]
Págs. 19 y 20.
[206] Pg. 4.
[207] Pg. 5.
[208] Pg. 5.
[209] Pg. 8.
[210] Pg. 8.
[211] Pg. 10.
[212]
Págs. 4 y 5.
[213]
Pg.6.
[214]
Págs. 11 y 12.
[215]
Págs. 12 y 13.
[216] Pg.
13.
[217]
Ídem.
[218]
Ídem.
[219] Pg.
14.
[220] Pg.
15.
[221]
Págs. 16 y 17,
[222] Pg.
19.
[223] Pg.
20.
[224]
Págs. 22 y 23.
[225] Pg.
23.
[226] Pg.
24.
[227]
Págs. 32 y 33.
[228]
Págs. 33 y 34.
[229] Pg.
5.
[230]
Págs. 5 y 6.
[231] Pg.
7.
[232] Pg.
7.
[233] Pg.
8.
[234] PcD:
Personas con discapacidad.
[235] Pg.
8.
[236] Pg.
10.
[237] Pg.
12.
[238] Pg.
12.
[239] Pg.
6.
[240] Pg.
8.
[241]
Pg.10.
[242] Pg.
12.
[243] Pg.
12.
[244] Pg.
12.
[245]
Pg.17.
[246]
Pg.21.
[247] Pg.
25.
[248] Pg.
25.
[249] Pg.
25.
[250] Pg.
25.
[251] Pg.
27.
[252] Pg.
27.
[253] Pg.
6.
[254] Pg.
7.
[255] Pg.
7.
[256] Pg.
11.
[257]
Págs. 13 y 14.
[258] Pg.
14.
[259] Pg.
15.
[260] Pg.
16.
[261] Pg.
17.
[262] Pg.
18.
[263] Pg.
19.
[264] Pg.
6.
[265] Pg.
7.
[266] Pg.
7.
[267] Pg.
8.
[268] Pg.
9.
[269]
Págs. 41 y 42.
[270] Pg.
43.
[271] Pg.
46.
[272] Pg.
47.
[273]
Ídem.
[274]
Ídem.
[275] Pg.
50.
[276] Pg.
51.
[277] Pg.
52.
[278]
Págs. 52 y 53.
[279]
Ídem.
[280]
Ídem.
[281]
Ídem.
[282]
Ídem.
[283]
Ídem.
[284] Pg.
4.
[285] Pg.
4.
[286] Pg.
6.
[287]
Págs. 15 y 16.
[288] Pg.
15.
[289] Pg.
3.
[290] Pg.
4.
[291]
Págs. 3 y 4.
[292]
Págs. 4 y 5.
[293] Pg.
5.
[294] Pág. 13.
[295] Pág. 15.
[296] Pág. 14.
[297] Pág. 27.
[298] Pág. 28. |
17 | C-029-21
REPÚBLICA DE COLOMBIA
Sentencia C-029/21
Referencia: Expediente D-13732.
Demanda de
inconstitucionalidad contra los artículos 127 (parcial), 129 (parcial) y 225 (parcial) de la Ley
1952 de 2019.
Demandante: Andrés Mauricio Quiceno Arenas.
Magistrada Sustanciadora:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO.
Bogotá, D.C., diez (10) de febrero de dos
mil veintiuno (2021).
La Sala
Plena de la Corte Constitucional, en ejercicio de sus competencias
constitucionales y legales, en especial de las previstas en el numeral 4º del
artículo 241 de la Carta, y cumplidos todos los trámites y requisitos
contemplados en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la siguiente:
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
El ciudadano Andrés
Mauricio Quiceno Arenas presentó demanda de inconstitucionalidad en contra de algunos
apartes de los
artículos 127, 129, 219 y 225
de la Ley 1952 de 2019 (Código
General Disciplinario), por la presunta vulneración de los artículos 29, 209 y 277 superiores.
Inicialmente, el actor formuló dos cargos
de inconstitucionalidad: el primero, contra los artículos 127, 129 y 225 de la
mencionada normativa, por el desconocimiento de los artículos 29 y 209 de la
Constitución; y, el segundo, contra el artículo 219 del mismo estatuto, por la
vulneración del artículo 277 de la Carta.
Mediante Auto del 26 de mayo de 2020,
la Magistrada Sustanciadora consideró que el primer cargo, relativo al desconocimiento de los
artículos 29 y 209 superiores, resultaba apto en la medida en que cumplía con
los requisitos previstos para sustentar el concepto de la violación. Sin
embargo, inadmitió la demanda debido a que (i) el actor no acreditó su
condición de ciudadano, la cual resulta indispensable para el ejercicio de esta
acción pública; y (ii) la segunda censura, dirigida contra el artículo 219 del
Código General Disciplinario y referida a la vulneración del artículo 277 de la
Carta, no cumplió con los presupuestos de claridad, certeza, suficiencia y
especificidad, necesarios para que la Corte se pronuncie de fondo. En
consecuencia, la providencia concedió al accionante el término de tres días
para subsanar la demanda y advirtió que, en su defecto, procedería su rechazo.
En la oportunidad procesal prevista, el
ciudadano corrigió la demanda. En este sentido, eliminó cualquier referencia al
cargo contra el artículo 219 de la Ley 1952 de 2019, por el presunto
desconocimiento del artículo 277 superior, y planteó la violación de los
artículos 29 y 209 de la Carta como único reproche de inconstitucionalidad. Así mismo, adjuntó copia de su cédula de ciudadanía y
de su tarjeta profesional de abogado.
En razón de lo anterior, a través de Auto
del 17 de junio de 2020, la Magistrada Sustanciadora admitió la
demanda de inconstitucionalidad por el cargo referido a la violación de los
artículos 29 y 209 de la Constitución y rechazó la demanda respecto del
señalamiento contra el artículo 219 del Código General Disciplinario, por la
transgresión del artículo 277 superior. En consecuencia, ordenó: (i) fijar en lista la norma acusada
para garantizar la intervención ciudadana; (ii) correr traslado al Procurador
General de la Nación para lo de su competencia; (iii) comunicar el inicio del proceso al Presidente de la República,
al Presidente del Congreso, al Ministerio del Interior, al Ministerio de
Justicia y del Derecho, así como al Departamento Administrativo de la Función
Pública; e, (iv) invitar a
varias instituciones educativas[1] y organizaciones académicas[2] para que se pronunciaran sobre la constitucionalidad
o inconstitucionalidad de la norma demandada, en caso de estimarlo pertinente.
Cumplidos los trámites constitucionales y
legales propios de esta clase de juicios[3] y previo
concepto de la Procuraduría General de la Nación, la Corte procede a decidir
sobre la demanda de la referencia.
II. TEXTO DE LAS NORMAS DEMANDADAS
A continuación, la Sala transcribe el texto de las disposiciones
acusadas y subraya los apartes demandados:
“LEY 1952 DE 2019
(enero 28)
Diario Oficial No.
50.850 de 28 de enero de 2019
(…)
Por medio de la cual se expide el Código
General Disciplinario, se derogan la Ley 734 de 2002 y algunas disposiciones de
la Ley 1474 de 2011, relacionadas con el derecho disciplinario.
EL CONGRESO DE COLOMBIA,
DECRETA:
(…)
“Artículo 127. Notificación por edicto. Los autos que deciden la apertura de
investigación, la vinculación y el fallo de segunda instancia que no puedan
notificarse personalmente, se notificarán por edicto. Para tal efecto, una vez
producida la decisión, se citará inmediatamente al disciplinado, por un medio
eficaz, a la entidad donde trabaja o a la última dirección registrada en su
hoja de vida o a la que aparezca en el proceso disciplinario, con el fin de
notificarle el contenido de aquella y, si es sancionatoria, hacerle conocer los
recursos que puede interponer. Se dejará constancia secretarial en el
expediente sobre el envío de la citación.
Si vencido el término de cinco (5) días a
partir del día siguiente a la entrega en la oficina de correo, no comparece el
citado, en la Secretaría se fijará edicto por el término de tres (3) días para
notificar la providencia.
Cuando el procesado ha estado asistido por
apoderado, con él se surtirá la notificación.
(…)
Artículo 129. Comunicaciones. Las decisiones de sustanciación que no
tengan una forma especial de notificación prevista en este código se
comunicarán a los sujetos procesales por el medio más eficaz, de lo cual el
Secretario dejará constancia en el expediente.
Al quejoso se le comunicará la decisión de
archivo y del inicio de la audiencia. Se entenderá cumplida la comunicación
cuando hayan transcurrido cinco (5) días a partir del día siguiente de la fecha
de su entrega a la oficina de correo, sin perjuicio de que se haga por otro
medio más eficaz, de lo cual se dejará constancia.
(…)
Artículo 225. Trámite previo a la audiencia. El auto de citación a audiencia y formulación de cargos se
notificará personalmente al procesado o a su apoderado si lo tuviere. Para el
efecto inmediatamente se librará comunicación y se surtirá con el primero que se
presente.
Si vencido el término de cinco (5) días contados a partir del día
siguiente a la entrega en la oficina de correo de la comunicación, no se ha
presentado el procesado o su defensor, si lo tuviere, se procederá a designar
defensor de oficio con quien se surtirá la notificación personal y se
adelantará la audiencia.
La audiencia se celebrará, no antes de cinco (5) ni después de
quince (15) días, contados a partir de la notificación del auto de citación a
audiencia y formulación de cargos, para lo cual, una vez surtida, se remitirá
comunicación a los sujetos procesales informándoles de la hora, fecha y lugar
de instalación de la audiencia”.
III. LA DEMANDA
El demandante considera que las
disposiciones señaladas vulneran los artículos 29 y 209 de la Constitución, en
particular, el derecho fundamental al debido proceso, en sus garantías de
defensa y contradicción, así como los principios de publicidad y transparencia
de la función administrativa. Afirma que las normas acusadas “(…) determinan
la presunción de notificación de un acto administrativo en el decurso de un
trámite disciplinario, contado a partir del depósito de la comunicación en la
oficina de correos, lo cual resulta manifiestamente contrario al espíritu de
las notificaciones”[4].
Bajo tal perspectiva, precisa que dichos apartes desconocen el debido proceso, porque
establecen que el depósito de la comunicación por parte del operador
disciplinario materializa el conocimiento del destinatario y dicha
circunstancia no es real.
Destaca que los términos para adelantar la notificación
personal o la comunicación de las decisiones no pueden ser contados a partir
del momento del depósito del acto administrativo en la oficina de correos, sino
desde que el sujeto procesal recibe efectivamente el documento que pone en
conocimiento la providencia que lo afecta. En su criterio, los preceptos
acusados sacrifican garantías ciudadanas y procesales tan importantes como los
derechos de defensa y contradicción, la publicidad de las decisiones administrativas
y la verdad material, en aras de lograr “el eficientismo” en el procedimiento disciplinario.
De este modo, insiste en que el depósito en la oficina de
correo no garantiza el conocimiento efectivo del disciplinado o del quejoso de
la decisión adoptada por la autoridad disciplinaria. Por lo tanto, las normas
acusadas generan consecuencias desfavorables para los destinatarios de las
notificaciones. Específicamente, les impide intervenir en el procedimiento
respectivo o impugnar las decisiones que resulten desfavorables a sus
intereses.
Finalmente, estima que “(…) la solución jurídica más
viable no resulta ser la inexequibilidad de los preceptos normativos demandados
[porque] ello agravaría la situación al dejar sin herramientas de publicidad
para el disciplinado o para el quejoso, a más de imponer cargas desgastantes al
Estado”[5].
Por consiguiente, el actor solicita a la Corte declarar la exequibilidad
condicionada de las normas acusadas “(…) bajo el entendido
que los términos contenidos en los artículos 127, 129 y 225 de la Ley 1952 de
2019 se contarán a partir del recibido (sic) en la dirección del destinatario
del oficio remitido por el operador disciplinario”[6].
De este modo, manifiesta que la interpretación constitucional de los preceptos
demandados es aquella que entiende que el conteo de los términos de
notificación se sujeta a la recepción real y efectiva de la comunicación
remitida por el operador disciplinario.
IV. INTERVENCIÓN CIUDADANA
Semillero de Derecho
Internacional de la Universidad Católica de Colombia
Este grupo[7] solicita a la Corte declarar la EXEQUIBILIDAD
de las normas demandadas. Estiman que no son contrarias al “(…) derecho
disciplinario ni las garantías judiciales de manera (sic) legal, constitucional
ni convencional”[8]. Señalan que
las disposiciones acusadas no establecen una presunción de notificación del
acto administrativo, como equivocadamente lo indica el demandante. Por el
contrario, refieren que se trata de la expresión del deber ciudadano de “(…)
colaborar para el buen funcionamiento de la administración de justicia”[9].
Destacan que el Código
General Disciplinario establece varias formas de notificación (art. 120) y
estiman que la más idónea es el correo electrónico (art. 122). Agregan que
dicha normativa “(…) en todos sus extremos respeta el debido proceso y el
principio de publicidad”[10], porque el
Legislador tiene libertad para decidir los mecanismos de notificación para cada
uno de los sujetos del procedimiento disciplinario. Por tal razón, las normas
acusadas garantizan parámetros de razonabilidad y el derecho al debido proceso.
Enfatizan que la indebida
dilación de las actuaciones disciplinarias se relaciona con la corrupción en
este tipo de procedimientos. Bajo ese entendido, si no se establecieran
consecuencias como aquellas previstas por las normas demandadas, “(…) se
podría estructurar una forma de corrupción al no permitirse el uso de las
diferentes formas de notificación ya consagradas y circunscribirse solamente a
la personal, lo que permitiría que los sujetos procesales eviten presentarse
para dilatarlo”[11]. Asimismo,
señalan que una de las garantías que integran el debido proceso es la ausencia
de dilaciones injustificadas. Finalmente, resaltan la necesidad de aplicar un
control de convencionalidad en el análisis de constitucionalidad de los
preceptos demandados, para concluir que “(…) deben ser aplicados a procesos
disciplinarios donde el sujeto procesal no sea elegido por votación popular,
para así dar cabal cumplimiento con los (sic) dispuesto por la Corte
Interamericana en el fallo Petro vs. Colombia”[12].
V. CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN
El Jefe del Ministerio Público solicita a
la Corte Constitucional lo siguiente: (i) declarar EXEQUIBLES el inciso
2º del artículo 127 y el inciso 2° del artículo 225 de la Ley 1952 de 2019; y
(ii) ESTARSE A LO RESUELTO en la Sentencia C-293 de 2008[13]
y, por lo tanto, declarar EXEQUIBLE el inciso 2º del artículo 129 de la
Ley 1952 de 2019, “en el entendido de que si el quejoso demuestra que
recibió la comunicación después de los cinco días de su entrega en la oficina
de correo, debe considerarse cumplida esta comunicación, a partir de esta
última fecha”.
Asegura que el artículo 127 del Código
General Disciplinario, parcialmente acusado, no desconoce los derechos de
defensa y contradicción ni los principios de publicidad y transparencia de la
función administrativa. Al respecto, recuerda que esta Corporación ha señalado que
la notificación por edicto en el proceso disciplinario es subsidiaria y sólo
opera ante la imposibilidad de notificar personalmente al sujeto procesal[14].
Por esta razón, estima que el término de cinco días previsto por la norma
resulta razonable, en virtud de los principios de celeridad y eficacia que rigen
la función disciplinaria sancionatoria.
Respecto del inciso 2º del artículo 225
del Código General Disciplinario, indica que esa norma “no puede ser más
garantista”[15], porque
dispone la citación del procesado o su defensor a la audiencia del proceso
verbal y, en caso de que no comparezcan, se designa un defensor de oficio. Igualmente,
sostiene que el precepto acusado no es contrario a la Constitución, pues las
partes deben cumplir con sus cargas procesales y estar atentas al desarrollo
del trámite disciplinario que, para ese momento, evidentemente conocen[16].
Añade que, en todo caso, los artículos 127
y 225 de la Ley 1952 de 2019 no son contrarios a la Carta, en tanto que, “(…)
si el interesado logra demostrar que recibió la comunicación después del
término señalado, se debe realizar la respectiva notificación”[17].
Por último, en lo relativo a la
comunicación al quejoso (inciso 2º del artículo 129 demandado), advierte que la
Sentencia C-293 de 2008[18] declaró la
exequibilidad condicionada de la expresión “(…) se entenderá cumplida la
comunicación cuando haya transcurrido cinco días, después de la fecha de su
entrega a la oficina de correo”, contenida en el artículo 109 de la Ley 734
de 2002. Lo anterior, en el entendido de que si el quejoso demuestra que
recibió la comunicación después del lapso previsto en la norma, debe
considerarse cumplida la comunicación a partir de esta última fecha.
Por lo expuesto, el Procurador considera
que se configura la cosa juzgada material respecto del aparte acusado, dado
que: (i) la Sentencia C-293 de 2008 “(…) juzgó una disposición con idéntico
contenido normativo y efectos jurídicos a la que es objeto de demanda”[19];
(ii) los cargos analizados en ambos casos se refieren al principio de
publicidad y a los derechos al debido proceso y de defensa; (iii) los
parámetros constitucionales que fundamentaron la anterior decisión no han sido
objeto de reforma; y, (iv) no se evidencia “(…) un cambio relevante en el
contexto de aplicación de la norma”.
VI. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
Competencia
1. En virtud de lo dispuesto en el artículo 241, numeral
4° de la Carta, esta Corporación es competente para conocer de la demanda
formulada contra algunos apartes de los artículos
127, 129 y 225 de la Ley 1952 de 2019. Sobre este particular, la Sala
reitera su competencia para decidir sobre la constitucionalidad del Código
General Disciplinario (CGD), pese a que aún no se haya producido su entrada en
vigencia[20], de conformidad con la
jurisprudencia constitucional consolidada en relación con esta materia[21].
Al respecto, la Corte ha distinguido entre la vigencia
y la existencia de las normas jurídicas. En este sentido, resulta posible que
esta Corporación se pronuncie respecto de la constitucionalidad de normas que,
pese a no hallarse vigentes al momento de la decisión, tienen vocación de
producir efectos jurídicos, por lo cual se justifica el ejercicio del control de
constitucionalidad de dichos preceptos, tal y como ocurre en el presente asunto[22].
Asuntos preliminares: ausencia de
configuración de la cosa juzgada constitucional y procedencia de la pretensión de
exequibilidad condicionada en la demanda de inconstitucionalidad
3. Antes de analizar las cuestiones de
fondo, la Sala estudiará la configuración de la cosa juzgada constitucional
material, debido a que el Procurador General de la Nación estima que aquella
operó respecto de una de las normas acusadas. De igual modo, dado que el
ciudadano pretende la exequibilidad condicionada de las disposiciones censuradas,
esta Corporación reiterará su jurisprudencia sobre la procedencia de este tipo
de pretensiones en la acción pública de inconstitucionalidad.
Ausencia de configuración de la cosa
juzgada constitucional material en el caso concreto
2. En múltiples pronunciamientos[23],
la Corte ha precisado la naturaleza jurídica de la cosa juzgada constitucional[24],
sus funciones[25],
y su tipología, que permite clasificarla en (i) absoluta o relativa[26]
y (ii) formal o material[27]. Respecto de esta última clasificación,
ha establecido que, para que exista cosa juzgada material, “(…) es preciso
que la nueva controversia verse (i) sobre el mismo contenido normativo de la
misma disposición examinada en oportunidad previa por la Corte Constitucional,
y (ii) sobre cargos idénticos a los analizados en ocasión anterior”[28].
En particular, la identidad de cargos implica examinar, tanto el parámetro
constitucional empleado como la argumentación utilizada por el demandante.
Asimismo, la identidad de contenido normativo exige revisar el contexto
normativo en el que se aplica la disposición[29].
3. El Ministerio Público sostiene que existe cosa juzgada
constitucional respecto del inciso segundo del artículo 129 de la Ley 1952 de
2019, en la medida en que la Sentencia C-293 de 2008[30]
“(…) juzgó una disposición con idéntico contenido normativo y efectos
jurídicos a la que es objeto de demanda”[31]. Sin
embargo, la Corte se aparta de dicha conclusión porque, como se expondrá a
continuación, no existe identidad entre el alcance de ambas normas ni tampoco
en el contexto en el que ellas se insertan.
4. La Sentencia C-293 de 2008[32]
estudió la constitucionalidad de una expresión contenida en el artículo 109 de
la Ley 734 de 2002[33]. En dicha
oportunidad, el demandante aseguraba que la norma partía del supuesto de que,
tan pronto el operador disciplinario entregaba la comunicación en la oficina de
correo, su destinatario la conocía. En consecuencia, sostenía que tal
presunción era contraria al principio de publicidad de las actuaciones
administrativas (art. 209 C.P.) y al derecho de defensa (art. 29 C.P.).
La Sala concluyó que la norma demandada
podía interpretarse de dos formas: (i) que la comunicación se entiende “simplemente”
cumplida cuando transcurren cinco días después de su introducción en la
oficina de correo, lectura que, de acuerdo con la jurisprudencia constitucional[34],
impone una carga desproporcionada al quejoso y es contraria a la realidad, al
principio de publicidad y al derecho de defensa; o (ii) que “(…) si el
quejoso demuestra que recibió la comunicación después de los cinco días de su
entrega en la oficina de correo, debe considerarse cumplida esta comunicación,
a partir de esta última fecha”[35]. Por
consiguiente, condicionó la exequibilidad del precepto acusado para que se entendiera
bajo esta última lectura.
5. A partir de este antecedente
jurisprudencial, corresponde determinar si el artículo 109 de la Ley 734 de
2002 y el artículo 129 de la Ley 1952 de 2019 guardan identidad en su contexto
y contenido normativo. En primer lugar, en lo referente al contexto
normativo en que se insertan ambas normas, se advierte que el Código
General Disciplinario modificó algunos aspectos en la regulación de las
notificaciones y comunicaciones del proceso disciplinario[36],
entre los cuales se enuncian: (i) los tipos de decisiones que se notifican
personalmente; (ii) la comunicación de las providencias interlocutorias[37];
(iii) la regulación de la notificación por estado; (iv) las clases de decisiones
y el término en el cual se entiende surtida la notificación por edicto[38];
(v) la comunicación de las decisiones de sustanciación que carezcan de una
forma especial de notificación; y (vi) las providencias que se comunican al
quejoso y su procedimiento.
De este modo, se evidencia que el inciso
segundo del artículo 129 del Código General Disciplinario se enmarca en un
contexto normativo distinto de aquel que regulaba el artículo 109 del Código
Disciplinario Único. En tal sentido, la reforma de ciertas reglas procesales en
materia de notificaciones implica un cambio en el procedimiento para dar a
conocer las decisiones de la autoridad disciplinaria. Esta modificación abarca diversos
aspectos relevantes, los cuales se relacionan entre sí y, por consiguiente, inciden
en la evaluación del alcance de la norma. Así, en la medida en que cambia la
modalidad de notificación para ciertas decisiones, no se puede predicar que
exista una identidad entre ambos contextos normativos.
De este modo, se presenta un diseño
procesal distinto de aquel adoptado en el estatuto anterior. Al respecto, la
Corte ha destacado que lo que distingue a los códigos de otras regulaciones
legales es su carácter sistemático y de coordinación normativa[39].
Por lo tanto, el análisis de la norma demandada debe tener en cuenta las
modificaciones que sufrió la codificación en la que se inserta.
6. En segundo lugar, en relación con su
contenido normativo, la Sala presentará las diferencias entre ambas normas
mediante el siguiente cuadro comparativo:
Código
Disciplinario Único
(Ley 734 de
2002)
Código
General Disciplinario
(Ley 1952
de 2019)
Texto de la
norma
Artículo 109. Comunicaciones. Se debe comunicar al quejoso la
decisión de archivo y el fallo absolutorio. Se entenderá cumplida la
comunicación cuando haya transcurrido cinco días, después de la fecha de su
entrega a la oficina de correo.
Las decisiones no susceptibles de
recurso se comunicarán al día siguiente por el medio más eficaz y de ello se
dejará constancia en el expediente[40].
Artículo 129. Comunicaciones. Las decisiones de sustanciación que no
tengan una forma especial de notificación prevista en este código se
comunicarán a los sujetos procesales por el medio más eficaz, de lo cual el
Secretario dejará constancia en el expediente.
Al quejoso se le comunicará la decisión
de archivo y del inicio de la audiencia. Se entenderá cumplida la
comunicación cuando hayan transcurrido cinco (5) días a partir del día
siguiente de la fecha de su entrega a la oficina de correo, sin perjuicio de
que se haga por otro medio más eficaz, de lo cual se dejará constancia.
Diferencias
en su contenido normativo
1. Se regula únicamente la comunicación
de decisiones al quejoso.
2. Ordena comunicar al quejoso la decisión
de archivo y el fallo absolutorio.
3. Se entiende cumplida la comunicación
cinco días “después de la fecha de su entrega a la oficina del correo”.
4. Dispone que la comunicación al
quejoso de la decisión de archivo o el fallo absolutorio se realice mediante
correo postal.
1. El primer inciso es aplicable a todos
los sujetos procesales, mientras que el segundo regula específicamente las
comunicaciones que deben remitirse al quejoso.
2. Ordena comunicar al quejoso la
decisión de archivo y el inicio de la audiencia.
3. Se entiende cumplida la comunicación
cinco días “a partir del día siguiente de la fecha de su entrega a la
oficina de correo”.
4. Permite que la comunicación al
quejoso de la decisión de archivo y el inicio de la audiencia se
realice a través del correo postal o de otro medio más eficaz, con la
respectiva constancia.
Como se evidencia a partir de la
confrontación entre la norma acusada y el artículo 109 de la Ley 734 de 2002, existen
importantes diferencias en el sentido de ambas disposiciones, lo cual impide
concluir que haya identidad entre el contenido de dichos artículos. En efecto, (i)
mientras que la primera norma ordena comunicar al quejoso el fallo absolutorio,
la segunda dispone que debe comunicarse el inicio de la audiencia; (ii) el
artículo 109 del Código Disciplinario Único señala que la comunicación se
cumple con su entrega en la oficina de correo, mientras que la norma objeto de
estudio precisa que se entiende surtida al día siguiente de su entrega; (iii) a
diferencia de la norma anterior, el artículo 129 del Código General
Disciplinario permite que se comunique al quejoso a través de otro medio más eficaz
que el correo postal; y (iv) la norma demandada regula también las
comunicaciones que se envían a los demás sujetos procesales y no únicamente al
quejoso. Este último aspecto resulta especialmente relevante en esta
oportunidad. Bajo tal perspectiva, la disposición acusada amplió su ámbito de
aplicación y extendió las comunicaciones allí previstas como una forma de dar a
conocer decisiones de la autoridad disciplinaria también al procesado. De esta
manera, la Sala descarta que se trate de una norma idéntica a aquella que la
Corte analizó en un momento anterior.
7. Conforme a lo expuesto, la existencia de
cierta semejanza entre el contenido de dos normas jurídicas no implica que la
Corte deba abstenerse de ejercer el control de constitucionalidad sobre aquella
que no ha sido enjuiciada. Dicha conclusión resultaría contraria al principio
de supremacía constitucional, por cuanto ello evitaría el análisis del fondo
del asunto, aun cuando existan elementos distintos en la controversia que el
juez constitucional debe abordar. En tal sentido, para que opere el fenómeno de
la cosa juzgada, se debe verificar que exista identidad entre el
contenido material de ambas normas.
8. En consecuencia, en el presente caso no se
configura la cosa juzgada constitucional material, por cuanto la disposición
sometida al análisis de la Corte tiene un contenido normativo diverso de
aquella que fue objeto de una declaración de exequibilidad condicionada en la Sentencia
C-293 de 2008[41]. Sin
perjuicio de lo anterior, la Sala aclara que la ratio decidendi acogida
por la Corte en la citada providencia es un precedente relevante para la
decisión que se tomará en esta oportunidad, debido a las similitudes que
existen entre el problema jurídico propuesto en ese momento y aquel que se
analiza en esta ocasión.
Procedencia de la pretensión de
exequibilidad condicionada en la demanda de inconstitucionalidad. Reiteración
de jurisprudencia
9. De conformidad con los artículos 243
superior y 21 del Decreto 2067 de 1991, esta Corporación ha concluido que es
competente para definir el alcance y los efectos de sus sentencias[42],
con observancia de los mandatos constitucionales. En este sentido, desde sus
primeros pronunciamientos[43], este Tribunal ha optado
por las sentencias interpretativas o condicionadas como una
posibilidad para modular sus decisiones[44], con el fin
de garantizar principios tan relevantes como el de la conservación del derecho[45].
Por consiguiente, la exequibilidad condicionada se configura cuando la Corte
concluye que una norma: (i) debe entenderse en un sentido determinado para que
resulte conforme con la Constitución, de modo que todas las demás lecturas
resultan inexequibles; o (ii) puede interpretarse de una manera que es
contraria a la Carta, por lo que debe excluirse esta posible lectura[46].
10. En algunos casos, los ciudadanos que
acuden a la acción pública de inconstitucionalidad persiguen, como pretensión
única, que se declare la exequibilidad condicionada de la norma, a partir de
las categorías teóricas que la propia Corte ha desarrollado. En estos eventos,
esta Corporación ha concluido que la demanda es apta y no puede descartarse su estudio
de fondo por la sola circunstancia de haberse propuesto una pretensión de
exequibilidad condicionada[47].
De este modo, la postura vigente[48]
de la jurisprudencia constitucional exige que, cuando se trata de demandas de
inconstitucionalidad cuya pretensión única es la exequibilidad condicionada de
la norma acusada, se deben cumplir dos requisitos específicos[49]:
(i) que el cargo plantee un problema de control abstracto de
constitucionalidad; y (ii) que la parte actora justifique mínimamente la
decisión de no solicitar la inexequibilidad total o parcial de la disposición
demandada[50].
11. En el caso concreto, la Sala Plena estima
que se satisfacen los presupuestos previamente indicados. De una parte, es evidente
que la cuestión planteada por el ciudadano implica una confrontación de una
lectura de las normas demandadas con los mandatos constitucionales que estima
infringidos.
De otra, el demandante presentó ampliamente
las razones por las que, en su criterio, no debería declararse la
inexequibilidad de la norma. Sobre el particular, concluyó que: “la solución
jurídica más viable no resulta ser la inexequibilidad de los preceptos
normativos demandados. Ello agravaría la situación al dejar sin herramientas de
publicidad para el disciplinado o para el quejoso, a más de imponer cargas
desgastantes al Estado”[51]. En razón de lo expuesto, la Sala procederá a formular
y resolver el problema jurídico de fondo.
Planteamiento del problema
jurídico y esquema de resolución
12. En el presente asunto, el
demandante considera que algunos apartes de los artículos 127, 129 y 225 de la
Ley 1952 de 2019 son contrarios a los artículos 29 y 209 de la Constitución. En
su criterio, las normas acusadas desconocen el debido proceso, los derechos de
defensa y contradicción y los principios de publicidad y transparencia de la
función administrativa. El ciudadano funda la acusación en que los preceptos demandados:
(i) determinan una presunción de notificación del acto administrativo, porque
establecen que el depósito de la comunicación por parte de la autoridad
disciplinaria implica el conocimiento efectivo de dicha decisión por parte del
destinatario; (ii) permiten la contabilización de los términos para adelantar
la notificación personal desde el depósito del acto administrativo en la
oficina de correos, lo cual no corresponde con la realidad; y, finalmente, (iii)
impiden la intervención de los sujetos procesales en el trámite disciplinario,
así como la impugnación de las decisiones proferidas. En consecuencia, solicita a la Corte
declarar exequibles de manera condicionada tales normas, en el entendido que
los términos de notificación previstos en ellas se contabilicen a partir del
recibo de la comunicación por sus destinatarios.
Tanto el Procurador General de
la Nación como los ciudadanos intervinientes en el trámite solicitaron declarar
exequibles las disposiciones parcialmente
acusadas, por estimar que (i) no establecen una presunción de notificación del
acto administrativo; (ii) garantizan parámetros de razonabilidad y debido
proceso sin dilaciones injustificadas; (iii) buscan evitar que se generen actos
de corrupción; y (iv) son expresión de los principios de celeridad y eficacia que
rigen la función disciplinaria sancionatoria.
13. Con fundamento en lo anterior,
la Corte Constitucional debe establecer si ¿los apartes acusados de los
artículos 127, 129 y 225 de
la Ley 1952 de 2019 desconocen
el derecho fundamental al debido proceso, en sus garantías de defensa y
contradicción, así como los principios de publicidad y transparencia de la
función administrativa (artículos
29 y 209 C.P.), porque no le permiten a los interesados
conocer el contenido de la decisión disciplinaria proferida ni emplear las
herramientas procesales necesarias para el ejercicio de su defensa?
Para resolver el problema jurídico
planteado, la Sala abordará los siguientes asuntos: (i) el derecho al debido
proceso administrativo en materia disciplinaria, el principio de publicidad y los derechos de defensa y
contradicción; (ii) la libertad de configuración legislativa en materia
disciplinaria y sus límites; (iii) las reglas jurisprudenciales sobre
notificaciones a través del correo postal de los actos administrativos del procedimiento
disciplinario; y, finalmente, (iv) el análisis de constitucionalidad de las
normas acusadas, en relación con el cargo propuesto.
El derecho al debido proceso administrativo
en materia disciplinaria[52]. Los derechos de defensa y contradicción y
el principio de publicidad[53]
14. Este Tribunal ha establecido
que el debido proceso
(artículo 29 superior[54])
comprende el conjunto de garantías que tienen como propósito “(…) sujetar
las actuaciones de las autoridades judiciales y administrativas a reglas específicas
de orden sustantivo y procedimental, con el fin de proteger los derechos e
intereses de las personas en ellas involucrados”[55]. Este es uno
de los pilares del Estado Social de Derecho, pues protege las libertades
ciudadanas y opera como un contrapeso al poder del Estado[56]. Así, la
Corte ha reiterado que este derecho fundamental tiene las siguientes
características:
(i) debe garantizarse en todo tipo de
actuaciones judiciales y administrativas. En tal sentido, constituye “(…) un
fundamento de la legalidad dirigido a controlar las posibles arbitrariedades en
que puedan incurrir las autoridades como consecuencia del ejercicio del poder
del Estado”[57];
(ii) tiene diversos matices según el
contenido del derecho del cual se trate[58]. De esta
manera, la exigencia de los elementos integradores del debido proceso “(…)
es más rigurosa en determinados campos del derecho (…) en [los] que la
actuación puede llegar a comprometer derechos fundamentales”[59];
(iii) es un derecho de aplicación inmediata
(artículo 85 superior), que se expresa a través de múltiples principios que
regulan el acceso a la administración de justicia (artículos 228 y 229 de la
Constitución) como la celeridad, publicidad, autonomía, independencia,
gratuidad y eficiencia[60];
(iv) no puede ser suspendido durante los
estados de excepción[61];
(v) se predica de todos los intervinientes
en un proceso[62]
y de todas las etapas del mismo[63];
y,
(vi) su regulación se atribuye al
Legislador quien, dentro del marco constitucional, define cómo habrá de
protegerse y los términos bajo los cuales las personas pueden exigir su
cumplimiento[64],
entre otras.
15. En
este sentido, esta Corporación ha determinado que el contenido material del
derecho al debido proceso está compuesto por garantías esenciales que deben
tener todos los ciudadanos que intervienen en un proceso judicial. Al respecto, la Sala resalta que la Constitución
extendió dichos postulados[65] a las actuaciones
administrativas[66].
Lo anterior, con el fin de
asegurar la protección del interés general y el respeto por los derechos y
principios ligados al ejercicio de la función pública[67]. De este modo, muchos de los elementos que informan
el derecho fundamental al debido proceso judicial se aplican también a todas
las actuaciones que desarrollen las autoridades públicas en el cumplimiento de
sus funciones.
No obstante, las garantías del debido
proceso judicial no fueron trasladadas de manera directa e irreflexiva al
ámbito administrativo, en la medida en que la función pública tiene
requerimientos adicionales de orden constitucional que debe atender
conjuntamente con el debido proceso, en el ejercicio de tales atribuciones. En
efecto, las autoridades administrativas
están obligadas, no solo a respetar el debido proceso, sino también a no
transgredir los principios reguladores de la función pública, tales como la
igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y publicidad,
definidos en el artículo 209
de la Carta. En consecuencia,
este Tribunal ha establecido que, en materia de derecho administrativo
sancionador, la garantía del debido proceso tiene un carácter flexible,
en la medida en que:
“(…) los procesos judiciales
deben otorgar una respuesta definitiva a los conflictos sociales, en tanto que
las actuaciones administrativas son susceptibles de control ante la
jurisdicción. Por ello, aunque el debido proceso se aplica en toda actuación
administrativa o judicial, en el primer escenario ocurre bajo estándares
más flexibles para asegurar la eficiencia, eficacia, celeridad y economía por
parte de la Administración”[68].
16. Así, la jurisprudencia ha enunciado, entre las garantías
propias del debido proceso
administrativo, las
siguientes: (i) el derecho a ser oído durante toda la actuación; (ii) la
notificación oportuna y de conformidad con la ley; (iii) que el procedimiento
se surta sin dilaciones injustificadas; (iv) que se permita la participación en
la actuación desde su inicio hasta su culminación; (v) que el procedimiento se
adelante por autoridad competente y con el pleno respeto de las formas propias
previstas en el ordenamiento jurídico; (vi) la presunción de inocencia, (vii)
el ejercicio del derecho de defensa y contradicción, (viii) la posibilidad de
solicitar, aportar y controvertir pruebas, y (ix) el derecho a impugnar las
decisiones y promover la nulidad de aquellas obtenidas con violación del debido
proceso[69].
17. Ahora bien, esta Corporación ha
sostenido que la potestad sancionadora de la administración es una de las
expresiones del poder punitivo del Estado y comprende diversas especies[70],
entre las que se encuentra el derecho disciplinario[71]. Este último, comprende “(…) el conjunto de normas, sustanciales y procesales, en
virtud de las cuales el Estado asegura la obediencia, la disciplina y el
comportamiento ético, la moralidad y la eficiencia de los servidores públicos,
con miras a asegurar el buen funcionamiento de los diferentes servicios a su
cargo”[72]. De este modo, se trata de una
función inherente a la actividad estatal[73]. Asimismo, la Corte ha resaltado
que el derecho disciplinario: (i) es una herramienta fundamental para el
cumplimiento de los fines del Estado; (ii) materializa el principio de
responsabilidad de los servidores públicos; y, (iii) permite garantizar la
efectividad de los principios de la función pública[74].
18. El derecho disciplinario presenta
una naturaleza específica y, en este sentido, no resulta posible trasladar
automáticamente las garantías del proceso penal al debido proceso
administrativo. En efecto, aunque constituye una expresión de la potestad
sancionatoria como el derecho penal, presenta elementos propios que ameritan un
abordaje diferenciado[75]. Así, “las garantías
mínimas del debido proceso penal son aplicables, con algunas atenuaciones, a
las actuaciones administrativas sancionatorias”[76], debido a su
carácter punitivo.
19. En particular, en relación con el debido
proceso administrativo en actuaciones disciplinarias de carácter sancionatorio, se han señalado, como componentes
específicos del debido proceso disciplinario, “(i) el principio de legalidad
de la falta y de la sanción disciplinaria, (ii) el principio de publicidad,
(iii) el derecho de defensa y especialmente el derecho de contradicción y de
controversia de la prueba, (iv) el principio de la doble instancia, (v)
la presunción de inocencia, (vi) el principio de imparcialidad, (vii) el
principio de non bis in idem, (viii) el principio de cosa juzgada y (ix) la
prohibición de la reformatio in pejus”[77]. Por último,
en la medida en que implica un ejercicio de la potestad sancionatoria del
Estado, se debe garantizar plenamente dicho postulado en las actuaciones
administrativas del procedimiento disciplinario[78],
pues se trata de un ámbito que involucra importantes derechos constitucionales
como los de acceso a la función pública, elegir y ser elegido o los derechos de
las víctimas de violaciones a derechos humanos y al Derecho Internacional
Humanitario.
20. En suma, el debido proceso es un conjunto
de garantías que sujetan la actuación del Estado y de los particulares a reglas
predeterminadas, las cuales rigen la resolución de un conflicto o la
determinación de una situación jurídica. Este principio debe garantizarse
también en las actuaciones administrativas, especialmente en aquellas que son
una manifestación del poder punitivo estatal, como sucede con el procedimiento
disciplinario, en razón de los derechos que se encuentran en juego en dicho
escenario procesal.
21. Por su parte, el derecho de defensa se
define como “(…) la facultad para emplear ‘todos los medios legítimos y
adecuados para ser oído y obtener una decisión favorable”[79].
Esta potestad tiene manifestaciones procesales y sustantivas[80],
y puede ejercerse de forma activa o pasiva[81]. A su turno,
el derecho de contradicción se refiere a dos fenómenos distintos:
“De una parte, la posibilidad de oponer pruebas a aquellas
presentadas en su contra. Desde esta perspectiva, el derecho de contradicción
aparece como un mecanismo directo de defensa, dirigido a que las razones
propias sean presentadas y consideradas en el proceso. Su vulneración se
presentaría cuando se impide o niega la práctica de pruebas pertinentes,
conducentes y oportunas en el proceso. Por otro lado, se refiere a la facultad
que tiene la persona para (i) participar efectivamente en la producción de la
prueba, por ejemplo, interrogando a los testigos presentados por la otra parte
o por el funcionario investigador y (ii) exponer sus argumentos en torno a lo
que prueban los medios de prueba”[82].
Además, el derecho de defensa comprende
garantías esenciales para toda persona, tales como[83]:
(i) controvertir las pruebas que se alleguen en su contra; (ii) aportar medios
probatorios en su defensa; (iii) impugnar la sentencia condenatoria; (iv) la determinación y aplicación de trámites
y plazos razonables; (v) el
derecho al tiempo y a los medios adecuados para la preparación de la defensa; y
(vi) la asistencia de un abogado cuando sea necesaria[84],
entre otras. Además, una de sus expresiones consiste en el deber de la
autoridad judicial o administrativa de integrar debidamente el contradictorio[85].
22. Ahora bien, los derechos de defensa y
contradicción presentan un alcance específico en materia disciplinaria.
En efecto, la Corte ha señalado que el objeto y la naturaleza del proceso
respectivo definen el ámbito de protección de estas garantías procesales. De
este modo, entre mayor sea la importancia constitucional de los intereses y
derechos involucrados, mayor debe ser el grado de salvaguarda de los derechos
de defensa y contradicción[86]. Así, dado que el
proceso disciplinario afecta de manera indiscutible a los sujetos involucrados,
los mandatos constitucionales imponen “(…) la existencia de procedimientos adecuados de
publicidad del proceso (…) para hacer efectivo el principio de contradicción, una
de cuyas manifestaciones más enérgicas la constituye el derecho a impugnar las
providencias”[87]. En consecuencia, la protección de estas
garantías en el ámbito disciplinario reviste de una especial importancia[88].
Asimismo, la jurisprudencia constitucional
ha señalado que, en los procesos sancionatorios, los derechos de defensa y
contradicción constituyen garantías instrumentales para la presunción de
inocencia, por cuanto se requiere que la acusación sea sometida a prueba y
refutación[89]. De igual modo, ha
reiterado que estas prerrogativas deben asegurarse permanentemente, esto es,
tanto en las etapas de investigación previa como en la de juicio[90].
23. A su turno, el principio de publicidad
impone a las autoridades administrativas el deber de dar a conocer sus
actuaciones (i) a las partes y a los terceros interesados, con el fin de
garantizar los derechos de contradicción y defensa; y (ii) a la comunidad en general,
como garantía de transparencia, participación ciudadana[91]
e imparcialidad del fallador[92]. El alcance de este mandato
varía según el tipo de actuación administrativa de la que se trate[93].
Esta Corporación ha sostenido que este principio forma parte del núcleo
esencial del derecho al debido proceso y ha destacado su relevancia en el
proceso disciplinario[94]. Bajo ese entendido, su
importancia radica en que “(…) sólo de esta manera el acusado puede conocer
oportunamente los cargos que se le imputan y los hechos en que éstos se basan”[95].
24. En este contexto, las notificaciones
constituyen un mecanismo
procesal que habilita el ejercicio del derecho de defensa, entendidas como el
acto material de comunicación, que permite poner en conocimiento de las partes
o de terceros interesados las decisiones proferidas dentro del trámite
administrativo. Estas
herramientas aseguran el “(…) derecho a ser informado de las actuaciones (…)
administrativas que conduzcan a la creación, modificación o extinción de una
situación jurídica o a la imposición de una sanción”[96]. De igual manera, garantizan el principio
de publicidad y previenen la posibilidad de afectar a alguna persona con una
decisión sin que haya sido oída o sin que haya tenido la oportunidad de intervenir
en el procedimiento para su adopción[97]. Con todo, en el marco
de los procesos disciplinarios, la Corte ha afirmado que la notificación no
puede entenderse como “(…) un acto de contenido meramente formal, sino que se surte con independencia de las
decisiones que se adopten al interior del asunto”[98].
25. Adicionalmente, los derechos de defensa y
contradicción se relacionan, de forma inescindible, con el principio de
publicidad. En efecto, a partir del momento en que se conocen las decisiones de
la autoridad administrativa, se contabiliza el término para la interposición de
los recursos respectivos, por lo cual la oponibilidad[99]
se erige en un elemento necesario para garantizar aspectos de estos derechos,
como: la posibilidad de controvertir las decisiones dentro del procedimiento
disciplinario[100], de contar con los
medios y el tiempo para ejercer una defensa técnica suficiente, para presentar
pruebas y desvirtuar aquellas que se alleguen en su contra o contrastar los hechos
de la acusación, entre otras.
En conclusión, el principio de publicidad y
los derechos de contradicción y defensa son especialmente relevantes en los
procedimientos administrativos sancionatorios, particularmente en el proceso
disciplinario. Así, el derecho de defensa permite garantizar la intervención de
las partes o de los terceros interesados en el trámite. También, el principio
de publicidad asegura los derechos del procesado, del quejoso y de las
víctimas, así como la participación de la comunidad y se encamina a preservar
la imparcialidad y la transparencia en la actuación administrativa y permitir
el ejercicio del derecho de contradicción. De igual modo, las notificaciones
son una expresión de los citados mandatos constitucionales, en la medida en que
su propósito es el de dar a conocer las actuaciones de la autoridad
administrativa.
Libertad de configuración legislativa en
materia de procedimientos administrativos de carácter disciplinario y sus
límites[101]
26. La
jurisprudencia constitucional ha establecido que los procedimientos administrativos requieren regulación previa en la ley. Por esta
razón, ha señalado que el Legislador está
investido de amplias facultades para configurar los elementos que rigen cada uno de estos trámites, según la naturaleza particular de cada
uno de ellos[102]. A
partir de esta atribución constitucional, el Congreso de la República fija las
reglas mediante las cuales se asegura la plena operatividad del derecho fundamental al debido proceso (art. 29
C.P.) y el acceso efectivo a la administración pública (art. 209 C.P.). Tales
pautas consolidan el principio de legalidad, la seguridad jurídica, la
racionalidad, el equilibrio y la finalidad de los procesos[103]. Por ende, las normas procesales se
orientan a asegurar la celeridad y
eficacia de la respuesta de la administración pública, así como la protección
de los derechos de las partes, de los terceros interesados y de la comunidad en
general[104].
En desarrollo de esta amplia
competencia[105], el Legislador puede, entre otros aspectos: determinar
las autoridades competentes para el trámite correspondiente[106],
diseñar las etapas, oportunidades y formalidades procesales, las actuaciones
que competen a las partes, los términos[107], los medios
de prueba, los deberes y cargas procesales[108], y los
recursos pertinentes ante las autoridades judiciales y administrativas
respectivas[109].
27. En particular, la
Corte ha señalado que la libertad de configuración legislativa en el proceso
disciplinario se fundamenta en el principio democrático[110].
En efecto, el escenario de deliberación política es el más apto para determinar
las conductas que resultan contrarias a la realización de los fines del Estado
y el procedimiento que debe adelantarse para sancionarlas[111].
No obstante, esta facultad no
es absoluta ni ilimitada[112]. El Legislador está sometido a los
mandatos constitucionales y a los instrumentos internacionales que conforman el
bloque de constitucionalidad[113] para diseñar los procesos judiciales y
administrativos. En este sentido, en el ámbito del derecho
disciplinario, la Sentencia C-555 de 2001[114]
destacó que, a pesar del amplio margen de regulación que se atribuye al
Legislador en esta materia, este debe propender por las garantías “(…) de
los derechos de defensa, de contradicción, de imparcialidad del juez, de
primacía de lo substancial sobre lo adjetivo o procedimental, de juez natural,
de publicidad de las actuaciones y los otros que conforman la noción de debido
proceso”[115].
Por lo tanto, en la configuración legislativa de los procedimientos administrativos, el Congreso debe respetar, tanto los principios y
valores superiores[116] (en especial los de justicia, igualdad y
vigencia de un orden justo[117]), como la primacía de los derechos fundamentales[118]. En
particular, este Tribunal ha
sostenido que la legitimidad de los trámites administrativos se soporta
precisamente en el respeto por los principios de razonabilidad[119] y proporcionalidad[120].
Por consiguiente, si el diseño
legislativo particular de una institución procesal resulta abusivo, arbitrario
o contrario a los derechos fundamentales, desconoce tales postulados superiores
y debe ser retirado del ordenamiento jurídico[121]. También, está
obligado a acatar los
principios de prevalencia del derecho
sustancial sobre las formas[122] y el de progresividad
y no regresividad[123].
28. En consecuencia, esta Corporación ha
reconocido que el Legislador es titular de un amplio margen de configuración
para regular los distintos aspectos y etapas de los procedimientos
administrativos. Concretamente, en el marco del trámite del proceso disciplinario,
su libertad de configuración se basa en el principio democrático. No obstante, esta potestad debe ejercerse siempre con observancia
de: (i) los principios y valores constitucionales; (ii) los criterios de
razonabilidad, proporcionalidad y finalidad; (iii) el conjunto de garantías que
conforman el debido proceso; y, (iv) la prevalencia del derecho sustancial,
entre otras[124]. A continuación, la Sala analizará las
reglas específicas de las notificaciones del procedimiento disciplinario que se
surten a través de correo físico o postal.
Reglas jurisprudenciales en materia de
notificación de actos administrativos del procedimiento disciplinario a través
del correo postal
Jurisprudencia constitucional sobre la
notificación de actos administrativos a través del correo postal
29. En primer lugar, la Sala abordará la
notificación de actos administrativos a través de correspondencia desde una
perspectiva general para, posteriormente, enfatizar en las reglas sobre
notificaciones en el proceso disciplinario.
Respecto de las notificaciones de actos
administrativos a través del correo postal, que interesan particularmente en el
marco de la cuestión debatida, esta Corporación ha señalado que “(…) la sola
remisión del correo no da por surtida la notificación de la decisión que se
pretende comunicar, por cuanto lo que en realidad persigue el principio de
publicidad, es que los actos jurídicos que exteriorizan la función pública
administrativa, sean materialmente conocidos por los ciudadanos, sin
restricción alguna, premisa que no se cumple con la simple introducción de una
copia del acto al correo”[125].
30. Esta posición fue establecida en la
Sentencia C-096 de 2001[126], en la cual se declaró
la inexequibilidad de una norma contenida en el Estatuto Tributario[127].
Aquella establecía que la notificación de los actos administrativos dictados
por la autoridad tributaria se consideraba surtida con la simple introducción
del documento al correo. Esa decisión se sustentó en lo siguiente:
(i) El principio de publicidad persigue
que, efectivamente, los actos administrativos sean conocidos por sus
destinatarios y la simple introducción de la copia del acto al correo no es
idónea ni es indicativo que el destinatario efectivamente la conoce;
(ii) La medida afecta el derecho de defensa
del administrado, porque a partir de la notificación del acto se cuentan los
términos para controvertirlo; y,
(iii) Aunque existe control judicial
posterior, la norma impone una carga desproporcionada al contribuyente. En
efecto, hace más oneroso el ejercicio del derecho de defensa y reduce el tiempo
para controvertir la actuación.
31. En similar sentido, la Sentencia C-317
de 2003[128] reiteró las reglas
establecidas previamente. En esa ocasión, la Corte declaró inexequible una
norma del procedimiento cambiario, que establecía que la notificación de
ciertos actos administrativos se entendía surtida en la fecha de su
introducción al correo.
A su turno, el criterio expuesto fue reiterado
en la Sentencia T-549 de 2005[129], en la cual
sostuvo: “(…) como regla general, la notificación no puede entenderse
surtida con la mera introducción en el correo de los documentos pertinentes,
sino que sólo puede considerarse que fue realizada en debida forma cuando el
interesado la conoce, o desde la realización del hecho que permita suponer que
tal conocimiento se produjo”.
32. Posteriormente, la Sentencia C-929 de
2005[130] analizó otra norma del
Estatuto Tributario, en virtud de la cual, “ (…) [l]as providencias que decidan recursos se notificarán
personalmente o por edicto si el contribuyente, responsable, agente retenedor o
declarante, no compareciere dentro del término de diez (10) días siguientes,
contados a partir de la fecha de introducción al correo del aviso de citación”.
En dicha oportunidad, la Corte reiteró
las conclusiones establecidas en la Sentencias C-096 de 2001[131] y C-317 de 2003[132].
Sin embargo, consideró que la disposición estudiada tenía un contenido
normativo diferente, por lo cual no implicaba un desconocimiento ni del
principio de publicidad ni del debido proceso. En efecto, sostuvo que “(…) el aviso de citación a que se refiere el
precepto acusado, tiene por finalidad enterar al destinatario que el recurso
interpuesto ya fue resuelto a fin de que comparezca para ser notificado
personalmente, con lo cual se garantiza el derecho al debido proceso, y sólo en
defecto de su no comparecencia se procede a la notificación por edicto”[133]. En
consecuencia, declaró la exequibilidad de la norma demandada.
33. A su turno, la Sentencia C-890 de 2010[134]
consideró que la notificación por correo es un medio idóneo y eficaz para
comunicar algunas de las decisiones adoptadas en el procedimiento
administrativo sancionatorio de tránsito. En esa ocasión, concluyó que la modalidad
de notificación prevista para esos casos no desconocía el debido proceso,
especialmente porque “(…) es claro que
la notificación por correo sólo se entiende surtida a partir del momento en que
el destinatario recibe efectivamente la comunicación que contiene el acto, lo
cual significa que sólo en ese momento y no antes, éste le resulta
jurídicamente oponible, siendo el recibo de la comunicación el referente válido
para contabilizar el término de ejecutoria”[135].
34. Por último, la Sentencia C-035 de 2014[136]
sintetizó las reglas aplicables a las notificaciones de los actos
administrativos de la siguiente manera:
(i) por regla general, los actos
administrativos definitivos que crean, extinguen o modifican situaciones
jurídicas deben notificarse personalmente;
(ii) excepcionalmente, el Legislador puede
adoptar otros mecanismos de notificación, “(…) siempre que se trate de medios eficaces que permitan
el conocimiento material de la decisión por parte de los interesados”[137];
(iii) cuando la ley establezca un medio principal de
notificación y otros subsidiarios, el primero debe contar con plena eficacia
para garantizar los derechos de defensa y contradicción. En cambio, los
segundos pueden tener una menor eficacia siempre que la administración agote previamente
los mecanismos principales y realice esfuerzos razonables para cumplir con el
deber de dar a conocer sus decisiones; y,
(iv) la constitucionalidad de las normas
que definen mecanismos de notificación implica un análisis de su razonabilidad
y proporcionalidad, así como la ponderación entre las cargas que debe asumir la
administración y aquellas que corresponden a los ciudadanos[138].
35. De otra parte, en aplicación de tales
reglas, la citada providencia estudió una norma que regulaba la notificación
del acto de liquidación del “efecto plusvalía” sobre los
inmuebles que se benefician con las acciones urbanísticas. En dicha ocasión, la
Corte estimó que resultaba irrazonable y desproporcionado que dicha actuación
se notificara únicamente por avisos y edictos. Aquella actuación carecía de la
eficacia e idoneidad suficientes para garantizar el principio de publicidad y
el derecho a la defensa. En consecuencia, declaró la exequibilidad condicionada
de la disposición, bajo el entendido de que, antes de efectuar la notificación
por avisos y edicto, debía agotarse la notificación personal o por correo.
36. En suma, la jurisprudencia constitucional
ha establecido reglas y subreglas para garantizar que las notificaciones a
través del correo postal, en el marco del proceso administrativo disciplinario,
observen el debido proceso, los derechos de defensa y contradicción, y el
principio de publicidad. En este escenario, la notificación personal debe ser
la regla general cuando los actos administrativos crean, modifican o extinguen
situaciones jurídicas. En tal sentido, es imperioso que cuente con plena
eficacia para garantizar los derechos de defensa y contradicción. De esta
suerte, la simple introducción del acto administrativo al correo postal no
puede entenderse como un acto que materialice dicha notificación. De igual
manera, también es posible que el Legislador acuda a medios de notificación
subsidiarios, siempre que ellos resulten idóneos y eficaces, previo el
agotamiento de los mecanismos principales. Finalmente, en todo caso, la
regulación de las notificaciones en el procedimiento administrativo debe
observar los criterios de razonabilidad y proporcionalidad, con el propósito de
garantizar el derecho de controvertir los actos administrativos e intervenir en
el trámite respectivo.
El régimen de notificaciones de los actos
administrativos del proceso disciplinario
37. La Ley 200 de 1995[139] unificó el procedimiento disciplinario de los
servidores públicos, que estaba regulado en varios regímenes[140].
Esa normativa estableció como formas de notificación la personal, por estrado,
por edicto o por conducta concluyente. Posteriormente, la Ley 734 de 2002 sustituyó al
estatuto procesal disciplinario anterior e introdujo ciertas modificaciones al
régimen de notificaciones[141]. A continuación, la
Sala hará referencia a las reglas jurisprudenciales[142]
sobre la materia y que fueron establecidas a partir de dichos estatutos:
(i) Los mecanismos para la comunicación de
las decisiones administrativas que se dicten en los procesos disciplinarios
deben garantizar, de manera oportuna, el principio de publicidad. En tal
sentido, su diseño deberá establecer con claridad la forma precisa en que se
practicarán las notificaciones[143];
(ii) La notificación personal “es la
regla general”[144] y el instrumento más
idóneo, adecuado y efectivo para asegurar la protección del derecho de defensa
del disciplinado, lo que “(…) garantiza un mayor conocimiento y convocatoria directa
al proceso”[145];
(iii) La aplicación de las demás formas
de notificación es subsidiaria y de interpretación restrictiva[146].
En este sentido, las notificaciones por edicto[147]
y por conducta concluyente resultan válidas por cuanto desarrollan el principio
de economía procesal[148];
(iv) Ciertas decisiones, particularmente aquellas
que inician el procedimiento disciplinario, deben notificarse de manera
personal. Este tipo de comunicación asegura que las providencias sean
efectivamente conocidas por los sujetos procesales[149];
(v) El Legislador puede imponer cargas
mínimas de diligencia a los sujetos intervinientes, lo cual no implica una
afectación del derecho de defensa cuando estas son razonables y proporcionadas[150];
y,
(vi) El término para citar a la audiencia
en el procedimiento disciplinario verbal debe contabilizarse a partir de la
notificación personal del auto que ordena adelantar dicho proceso. Lo anterior,
con el objetivo de que el procesado disponga de tiempo suficiente para preparar
su defensa[151].
38. Por su relevancia para la resolución del
caso concreto, la Sala se referirá a la Sentencia C-293 de 2008[152]. Esta decisión analizó la constitucionalidad del
artículo 109 del Código Disciplinario Único[153]. Esa norma
señala que se entiende surtida la notificación al quejoso transcurridos cinco
días después de su entrega en la oficina de correo. En dicha oportunidad, la Corte estudió el rol del
quejoso en el proceso disciplinario y concluyó que, de una parte, cuenta con la
posibilidad de recurrir la decisión de archivo y el fallo absolutorio y, de
otra, cuando se trata de víctimas de faltas disciplinarias que constituyan
violaciones al Derecho Internacional de los Derechos Humanos y al DIH, el
quejoso tiene todas las facultades que se otorgan a los demás sujetos
procesales[154]. Dicha protección también se
extiende, en la actualidad, a las víctimas por conductas constitutivas de acoso
laboral[155]. Debido a lo anterior, sostuvo que la comunicación
regulada en la norma demandada tiene el carácter de una auténtica
notificación y, en tal sentido, es una manifestación concreta del principio
de publicidad.
39. A continuación, estableció que la norma acusada podría
interpretarse en dos sentidos. De una parte, que la comunicación se entiende
cumplida con la simple
entrega a la oficina de correo, lo cual atenta contra el debido proceso y el principio de publicidad,
pues los actos administrativos de notificación personal en el proceso
disciplinario “(…) solo deben ser
controvertibles por el quejoso a partir de su conocimiento y no cuando hayan
transcurrido cinco días después de la fecha de la entrega de la comunicación a
la oficina de correo”[156].
Al respecto, este Tribunal explicó que esa lectura implicaba una carga gravosa
y exorbitante para el quejoso que le impedía, sin justificación constitucional,
controvertir los actos administrativos del proceso disciplinario.
De otra, la segunda lectura consiste en que la
comunicación se entiende surtida transcurridos cinco días después de su entrega
en la oficina de correos, pero si el quejoso demuestra que recibió la
notificación con posterioridad a dicho lapso, se entiende cumplida a partir de
esta última fecha. En otras palabras, el término para la presentación de
recursos y la práctica de las demás actuaciones procesales derivadas de la
notificación, se contabiliza a partir del momento en que el interesado recibió efectivamente la
comunicación, cuando aquel sea
posterior al que está previsto en la ley. Con base en esta última
interpretación, la Sala Plena declaró la exequibilidad condicionada de la norma
en tal sentido.
40. Ahora bien, en el contexto del nuevo Código General
Disciplinario, la Sentencia C-570 de
2019[157] analizó la notificación personal de los miembros de
las Fuerzas Militares a través de medios electrónicos, prevista en el artículo
122 de la Ley 1952 de 2019. En aquella ocasión, concluyó que la disposición
desconocía el debido proceso y el derecho de defensa de dichos servidores
públicos cuando son investigados disciplinariamente, al disponer que la
notificación personal queda surtida en la fecha de envío del correo electrónico
y no cuando ha sido efectivamente recibido[158]. Por lo tanto,
condicionó la exequibilidad de la norma previamente aludida, en el entendido de
que debe existir evidencia acerca de que la recepción del mensaje electrónico
efectivamente se dio. Al respecto, la Corte sostuvo que:
“[l]a notificación personal supone, como mínima
garantía, que la persona pueda tener acceso efectivo al mensaje que se le
remite. No sólo una posibilidad teórica, eventual, o supuesta de conocerlo,
sino el acceso real y efectivo a la información procesal remitida. En tal
medida, entender que el mensaje ha sido conocido cuando se envía y no cuando se
recibe, cuando se tiene acceso a este, no es un medio que permita asegurar el
célere y eficaz avance del proceso, con el debido respeto de los derechos, en
especial, el derecho de defensa”[159].
41. Esta regla jurisprudencial fue reiterada recientemente
por esta Corporación en la Sentencia
C-420 de 2020[160]. En efecto, el inciso 3° del artículo 8° del Decreto Legislativo
806 de 2020[161] establece que “(…) la notificación
personal se entenderá realizada una vez transcurridos dos días hábiles
siguientes al envío del mensaje y los términos empezarán a correr a partir del
día siguiente al de la notificación”. En
este caso, la Corte indicó que la norma objeto de análisis admite dos
interpretaciones:
a) Una lectura indica que el hito para calcular el inicio de los términos de
ejecutoria de la decisión notificada o del traslado no corresponde a la fecha
de recepción del mensaje en el correo electrónico de destino, sino a la fecha
de envío. La Sala Plena concluyó que este entendimiento desconoce la
Constitución, por ser contrario al principio de publicidad, pues “(…) implicaría
admitir que, aun en los eventos en que el mensaje no haya sido efectivamente
recibido en el correo de destino, la notificación o el traslado se tendría por
surtido por el solo hecho de haber transcurrido dos días desde su envío”[162].
b) En contraste, una segunda interpretación permite
entender que el término de 2 días previsto por la norma debe contarse “cuando
el iniciador recepcione acuse de recibo o se pueda por otro medio constatar el
acceso del destinatario al mensaje”. En consecuencia, la Corte condicionó
la exequibilidad de la disposición analizada bajo este último entendimiento.
Finalmente, la decisión reseñada recordó que: “El
Consejo de Estado, la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional
coinciden en afirmar que la notificación de las providencias judiciales y los actos administrativos no se entiende surtida
solo con el envío de la comunicación mediante la cual se notifica (sea cual fuere el medio elegido para el efecto) sino
que resulta indispensable comprobar que el notificado recibió efectivamente tal
comunicación. Así, la garantía de publicidad de las providencias solo podrá
tenerse por satisfecha con la demostración de que la notificación ha sido
recibida con éxito por su destinatario” [163].
42. En conclusión, la Sala advierte que, de acuerdo con
las reglas y subreglas que ha establecido la jurisprudencia constitucional en
materia de notificación de los actos administrativos en el proceso
disciplinario a través del correo electrónico, es notoria la prevalencia que se
otorga a la notificación personal como mecanismo principal para dar a conocer
las decisiones de la autoridad disciplinaria. Por ende, la aplicación de otros
medios de notificación es subsidiaria y debe llevarse a cabo con observancia de
los postulados superiores y los presupuestos legales que la habilitan. Asimismo,
aunque el Legislador puede imponer cargas mínimas de diligencia a los sujetos
procesales, estas deben ser razonables y proporcionadas en relación con el
ejercicio del derecho de defensa. Por último, en relación con la notificación
mediante correo postal, la Corte ha establecido con claridad que ella no puede
entenderse surtida con el simple depósito del acto administrativo en la oficina
de correos, pues ello podría vulnerar gravemente los derechos de defensa y
contradicción de los sujetos del proceso disciplinario.
Síntesis de las reglas jurisprudenciales aplicables al
presente asunto
43. Con fundamento en las consideraciones expuestas en los
capítulos anteriores, la Sala Plena sintetizará a continuación las principales
reglas jurisprudenciales que permiten resolver el problema jurídico
expuesto, en los siguientes términos:
(i) El derecho fundamental al debido
proceso comprende un conjunto de garantías que sujetan la actuación de las
autoridades administrativas y presenta connotaciones particulares en el derecho
disciplinario, en tanto manifestación de la potestad punitiva del Estado. En
particular, el derecho de defensa y contradicción y el principio de publicidad
tienen un alcance específico en materia disciplinaria y son especialmente relevantes
en este tipo de procedimientos administrativos sancionatorios;
(ii) El Legislador dispone de un amplio
margen de configuración normativa en materia de procedimientos administrativos
y, concretamente, en el proceso disciplinario. Sin embargo, esta libertad se
encuentra sometida a límites, en la medida en que debe respetar los derechos,
principios y valores constitucionales (el derecho de defensa y el principio de
publicidad, entre otros). De igual modo, está obligado a observar los criterios
de proporcionalidad y razonabilidad en la regulación y diseño de las instituciones
procesales;
(iii) De acuerdo con la jurisprudencia
constitucional, la notificación personal tiene carácter principal, es la regla
general y el mecanismo más idóneo y efectivo para la notificación de los actos
administrativos del proceso disciplinario. Con todo, aunque la ley puede
establecer formas subsidiarias de notificación, ellas deben ser razonables y
proporcionadas; y,
(iv) La notificación personal de los actos
administrativos proferidos en el proceso disciplinario no se entiende surtida con el simple envío
de la comunicación o su entrega a la oficina de correos, por cuanto dicha regla desconoce el
principio de publicidad y vulnera el derecho de defensa, en la medida en que
afecta la posibilidad de controvertir tales decisiones. Además, implica una
carga desproporcionada e irrazonable para los sujetos procesales[164].
Análisis del caso concreto. Las normas
demandadas admiten una interpretación que resulta contraria al debido proceso,
particularmente a los derechos de defensa y contradicción, así como al
principio de publicidad de las decisiones adoptadas en el procedimiento
disciplinario
44. En el presente asunto, la Sala Plena debe
determinar si las normas demandadas desconocen los artículos 29 y 209
superiores. Para el ciudadano, aquellas permiten que el término de la
notificación o comunicación de las providencias se contabilice con base en el
momento en que se entrega el documento en la oficina de correos, lo cual no
implica que la persona conozca efectivamente la decisión. En su criterio,
impiden el ejercicio adecuado de los derechos de defensa y contradicción.
Además, son contrarias a los principios de publicidad y transparencia que guían
la función administrativa y orientan el debido proceso. En contraste, el
Procurador y la intervención ciudadana allegada al proceso defienden la
exequibilidad de los preceptos demandados, por estimar que las notificaciones y
comunicaciones allí previstas garantizan adecuadamente los derechos de las
partes y concretan los principios de celeridad y eficacia.
Por consiguiente, la Corte establecerá (i)
el contexto normativo y alcance de las disposiciones acusadas. Posteriormente,
a partir de las reglas aplicables para el asunto ya descritas, (ii) hará
referencia al juicio de proporcionalidad como herramienta metodológica para
resolver las situaciones de posible colisión entre principios. Con fundamento
en ello, (iii) resolverá el problema jurídico planteado.
Contexto normativo y alcance de las normas
demandadas[165]
45. Este
Tribunal ha establecido que el juicio de constitucionalidad está condicionado a
determinar la compatibilidad de la disposición demandada con las normas
superiores. En este sentido, su finalidad no es la de establecer
interpretaciones sobre el contenido y alcance de las normas por motivos de
conveniencia o dirimir los debates sobre la aplicación de las disposiciones
legales y reglamentarias, que corresponden a otras autoridades judiciales[166]. Lo anterior, se fundamenta en la necesidad de
garantizar la separación funcional de las jurisdicciones, la independencia y la
autonomía de los jueces que las integran, puesto que a estos últimos les
corresponde la labor de aplicar e interpretar las normas jurídicas[167].
No obstante, en múltiples hipótesis, la Corte ha
definido de manera previa el alcance de la disposición controvertida,
particularmente cuando la definición hermenéutica tiene una evidente e indiscutible trascendencia
constitucional, y cuando de esta determinación dependen los resultados del
examen de compatibilidad normativa derivados del control abstracto de
constitucionalidad[168].
De esta forma, la definición
del alcance normativo de la disposición acusada exige la concurrencia de las
siguientes circunstancias[169]:
a) La presencia de una duda hermenéutica
razonable, es decir, cuando la disposición acusada admite distintas
interpretaciones plausibles, por existir algún tipo de indeterminación, bien
sea de tipo lingüístico (semántico[170]
o sintáctico[171]),
de tipo lógico (por una contradicción[172],
un vacío[173],
o una redundancia[174]),
o de tipo pragmático[175].
b) Cuando el juicio de constitucionalidad
depende de la trascendencia o relevancia de la definición o la Corte se
enfrenta a que una o más de las interpretaciones posibles sean contrarias a la
Carta[176].
46. De acuerdo con lo anterior, la determinación del
alcance del precepto acusado es necesaria, entre otras, porque resulta
materialmente imposible adelantar el control abstracto de constitucionalidad,
si previamente no se ha definido su significado jurídico, particularmente
cuando se trata de disposiciones con un contenido complejo, en atención a la
materia regulada, sus destinatarios y las relaciones internormativas que surgen
de la misma. En estos casos, la Corte no desborda sus competencias, pues, en
realidad, realiza una confrontación entre la norma suprema y los contenidos
posibles de la disposición sometida a examen[177].
47. Bajo ese entendido, a la Sala Plena le corresponde
establecer el alcance de las disposiciones demandadas. Para tal efecto, se
expondrá en primer lugar el contexto normativo en el cual se enmarcan para,
posteriormente, analizar el alcance de cada una de ellas. De una parte, en
cuanto al contexto normativo, la Ley 1952 de 2019 adoptó el Código General Disciplinario. Este estatuto consagró el
procedimiento administrativo para el ejercicio de la acción disciplinaria.
Aquel contempla como principio rector el respeto al debido proceso (art. 12) y
establece el derecho de defensa material (art. 15). Además, dispone la
prevalencia de los mandatos constitucionales, de los tratados de derechos
humanos ratificados por Colombia y de los principios rectores establecidos en
la misma norma (art. 22).
En relación con el asunto objeto de análisis, el nuevo
estatuto procesal disciplinario introduce algunas modificaciones en materia de
notificaciones[178]. Aquellas deben estudiarse
conjuntamente con la regulación de los sujetos
procesales allí prevista. En tal
sentido, el artículo 109 del CGD establece que tienen dicha calidad el
investigado, su defensor, el Ministerio Público[179],
las víctimas de violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional
Humanitario, así como de acoso laboral.
Igualmente, de acuerdo con el artículo 110, los
sujetos procesales están facultados para: (i) solicitar, aportar y controvertir
pruebas, además de intervenir en la práctica de las mismas; (ii) interponer los
recursos de ley; (iii) presentar las solicitudes que estimen necesarias para
garantizar la legalidad y los fines de la actuación disciplinaria; y, (iv)
obtener copias de la actuación, cuando aquella no tenga carácter reservado. A
su turno, la norma aclara que el quejoso, aunque no es sujeto procesal[180],
puede presentar y ampliar la queja, aportar pruebas y recurrir la decisión de
archivo y el fallo absolutorio. Para estos propósitos, podrá consultar el
expediente.
También, el artículo 111 de la Ley 1952 de 2019
dispone que la calidad de disciplinado se obtiene a partir del auto de apertura
de investigación o desde la orden de vinculación, según el caso. De este modo, en
el momento en que el disciplinado y su defensor conocen el inicio del
procedimiento, adquieren la obligación procesal de señalar la dirección en la
cual recibirán las comunicaciones. En caso de omitir este deber, se remitirán
los documentos a la última dirección conocida.
En cuanto al auto de apertura de investigación, el
Código General Disciplinario establece que esta decisión debe notificarse
personalmente al disciplinado. En el evento en que ello no resulte posible,
debe acudirse a la notificación por edicto. Sin embargo, el desarrollo de este
trámite “(…) no suspende en ningún caso la actuación probatoria encaminada a
demostrar la existencia del hecho y la responsabilidad del disciplinado”[181].
En ese escenario, aquel posteriormente podrá solicitar la ampliación o reiteración
de las pruebas que se hayan practicado sin su presencia (art. 111).
De igual manera, el artículo 112 enuncia los siguientes
derechos del disciplinado: (i) acceder a la actuación; (ii) designar apoderado;
(iii) ser oído en versión libre en cualquier etapa de la actuación, hasta antes
del traslado para presentar alegatos previos al fallo; (iv) solicitar o aportar
pruebas y controvertirlas o intervenir en su práctica; (v) rendir descargos;
(vi) impugnar las decisiones y sustentar dichos recursos; (vii) obtener copias
de la actuación; y, (viii) presentar alegatos antes de la evaluación de la
investigación y del fallo de primera o única instancia.
De otra parte, los artículos 120 a 129 de la Ley 1952
de 2019[182] establecen los tipos de notificaciones, las providencias que deben comunicarse y los
procedimientos para realizarlas. De este modo, la normativa dispone que la
notificación de las decisiones disciplinarias será personal, por estado, en
estrados, por edicto o por conducta concluyente (art. 120). Respecto de la
primera de estas modalidades, precisa que los autos de apertura de
investigación disciplinaria, el de vinculación, el de citación a audiencia y de
formulación de cargos y el fallo de segunda instancia se notificarán
personalmente (art. 121)[183]. También, se regula la
notificación a través de medios electrónicos, en tanto forma de notificación
personal (art. 122). Asimismo, establece un procedimiento para la notificación
por edicto, en aquellos eventos en los que no resulte posible la notificación
personal, aunque se haya enviado la citación por un medio eficaz (art. 127).
Por último, dispone la posibilidad de comunicar las decisiones que no tengan
una forma específica de notificación a través del mecanismo más eficaz (art. 129). A
continuación, la Sala presenta un esquema para contextualizar los actos que se
notifican dentro del procedimiento disciplinario y que son relevantes para la
cuestión debatida.
NOTIFICACIÓN PERSONAL
NOTIFICACIÓN POR EDICTO
COMUNICACIONES
Providencias
1. Auto de apertura de investigación disciplinaria.
2. Auto de vinculación.
3. Auto de citación a audiencia.
4. Auto de formulación de cargos.
5. Fallo de segunda instancia.
1. Auto de apertura de investigación disciplinaria.
2. Auto de vinculación.
3. Fallo de segunda instancia.
Para el quejoso:
1. Decisión de archivo.
2. Inicio de la audiencia.
Para los sujetos procesales:
Las decisiones de sustanciación que no tienen
previsto un modo especial de notificación, se comunican por el medio más
eficaz.
Características
· Una vez se adquiere la calidad de disciplinado, se
debe informar a la autoridad disciplinaria la dirección en la cual se
recibirán las comunicaciones.
· Opera de forma subsidiaria, cuando no resulta
posible practicar la notificación personal.
· El quejoso solo puede recurrir la decisión de
archivo y el fallo absolutorio (art. 110), salvo cuando tenga la calidad de
sujeto procesal (art. 109).
48. Ahora bien, en cuanto al análisis
particular del alcance normativo de las disposiciones demandadas, el artículo 127 del Código General Disciplinario regula la
notificación por edicto, en aquellos casos en los que no resulta posible
notificar personalmente los autos de apertura de investigación o de vinculación
y el fallo de segunda instancia. Dispone que, una vez proferida alguna de estas
decisiones, la administración debe remitir una citación al disciplinado
para que comparezca ante la autoridad disciplinaria y se notifique
personalmente. Dicha comunicación se envía a través de “un medio eficaz”,
a la entidad en la cual trabaja o a la última dirección registrada en su hoja
de vida y en ella se informará del contenido de la providencia.
Cuando la citación se remite a través del
correo postal, se contabiliza un término de cinco días a partir del día
siguiente a la entrega del documento en la oficina de correos. Transcurrido
dicho lapso sin que el citado se presente a notificarse personalmente, la
autoridad disciplinaria fijará un edicto por el término de tres días para
notificar el acto administrativo.
49. El artículo 129 de la citada normativa consta de dos incisos: el
primero, establece que todas las decisiones de sustanciación que no tengan una
forma específica de notificación prevista en el Código serán comunicadas por el
medio más eficaz. El segundo, dispone que la decisión de archivo y la de inicio
de la audiencia deben comunicársele al quejoso. Además, señala que esta
“comunicación” se entiende surtida cuando transcurren cinco días, contados a
partir del día siguiente en que se entrega el documento en la oficina de
correos. Con todo, la norma habilita a la autoridad disciplinaria a notificar
la decisión por otro medio más eficaz que el correo.
En relación con esta norma, la Corte
recuerda que, de acuerdo con la Sentencia C-293 de 2008[184],
la comunicación que se remite al quejoso para informarle acerca de providencias
que afectan sus intereses, constituye una verdadera notificación personal[185].
En aquella oportunidad, la Corte consideró que este mecanismo permite que el
quejoso presente recursos en contra de tales decisiones, lo cual se orienta a
la búsqueda de la verdad material, la efectividad de los principios, derechos y
deberes y la vigencia de un orden justo. Además, de manera específica, faculta
al quejoso que ha sido víctima de faltas disciplinarias que constituyan
violaciones al Derecho Internacional de los Derechos Humanos y al Derecho
Internacional Humanitario, para que utilice las facultades que la ley otorga a
los sujetos procesales, las cuales resultan más amplias en este tipo de casos.
50. Por último, el artículo 225 de la Ley 1952 de 2019 establece que el auto de
citación a audiencia y formulación de cargos debe notificarse personalmente al
procesado o a su apoderado. Sin embargo, si transcurre un lapso de cinco días
contados a partir del día siguiente de la entrega de la comunicación en la
oficina de correos y no se ha presentado el disciplinado o su defensor, se
designa un defensor de oficio para que se lleve a cabo la notificación personal
y se adelante la audiencia con su participación.
51. La Sala destaca que, si bien la citación
prevista en los artículos 127 y 225 del Código General Disciplinario no es, en sí
misma, una notificación personal, debe tenerse en cuenta su relevancia para
garantizar los derechos de defensa y contradicción, pues esta citación mediante
el correo postal pretende que los sujetos procesales concurran ante la
autoridad disciplinaria a notificarse personalmente. Una vez se cumple el plazo
contado desde el depósito en la oficina de correo, la norma habilita formas de
notificación secundarias, como el edicto o aquella que se surte ante el
defensor de oficio.
A partir de lo anterior, la Sala advierte
que, a pesar de que cada uno de los apartes demandados se inserta en una norma
jurídica distinta y, por lo tanto, presentan diferencias en su contenido y
alcance, los tres segmentos normativos acusados comparten dos características comunes: (i) las notificaciones o citaciones
previstas en ellos se llevan a cabo a través de la correspondencia física o
correo postal; y, (ii) se contabilizan los términos para que pueda entenderse
surtida la notificación a partir del momento de la entrega de la comunicación
en la oficina de correos.
En efecto, la Sala destaca que las tres
normas hacen referencia a la entrega de la comunicación o notificación en “la
oficina de correo”, lo cual excluye que aquellas regulen las notificaciones
personales a través del correo electrónico, que se encuentran contempladas en
el artículo 122 del Código General Disciplinario. Adicionalmente, el hito
procesal que se toma en cuenta en los tres casos para determinar el momento en
que se surte la citación o la notificación es la entrega de la comunicación en
la oficina de correo. Aquel acto no está relacionado con que el destinatario
conozca el contenido de la decisión. En otras palabras, los efectos de las
normas se despliegan a partir de un hecho ajeno al conocimiento de la
decisión o a la actuación procesal del sujeto destinatario de la notificación o
la citación. A continuación, la Sala presentará un cuadro comparativo que
permite apreciar las semejanzas entre los apartes demandados.
Art. 127
Art. 129
Art. 225
Si vencido el término de
cinco (5) días a partir del día siguiente a la entrega en la oficina de
correo, no comparece el citado, en la Secretaría se fijará edicto por
el término de tres (3) días para notificar la providencia.
Se entenderá
cumplida la comunicación cuando hayan transcurrido cinco (5) días a
partir del día siguiente de la fecha de su entrega a la oficina de correo,
sin perjuicio de que se haga por otro medio más eficaz, de lo cual se dejará
constancia.
Si vencido el
término de cinco (5) días contados a partir del día siguiente a la
entrega en la oficina de correo de la comunicación, no se ha
presentado el procesado o su defensor, si lo tuviere, se procederá a designar
defensor de oficio con quien se surtirá la notificación personal y se
adelantará la audiencia.
52. Con todo, resulta pertinente que la Sala
examine las consecuencias jurídicas que las normas demandadas tendrían sobre
los sujetos procesales, de acuerdo con su sentido y alcance. Al respecto, en
gracia de discusión, sería posible sostener que, si el destinatario recibe la
comunicación por fuera del plazo de cinco días previsto en los preceptos
acusados, puede solicitar la nulidad por cuanto se incurrió en violación del
debido proceso, de conformidad con lo previsto en el artículo 202 del Código
General Disciplinario[186].
Sin embargo, para la Corte no es acertada
esta conclusión, en la medida en que la nulidad del procedimiento
disciplinario, desde la perspectiva puramente legal, requiere que se presente
una irregularidad que afecte el debido proceso del solicitante. En
contraste, en el presente caso, aunque la notificación o citación llegue a su
destinatario en un término distinto al que señalan las normas demandadas, es
claro que el quejoso o el procesado se entenderían notificados con el
cumplimiento del plazo previsto en la norma, que se contabiliza a partir del
depósito en la oficina de correo. En otras palabras, no podría acusarse a la
autoridad disciplinaria de haber incurrido en una irregularidad por entender
cumplida la notificación o citación en esas circunstancias, pues precisamente,
en ese supuesto, se trata del cumplimiento de la previsión legal que establece
como hito procesal la entrega de la comunicación en la oficina de correo.
Bajo ese entendido, la posibilidad de
invocar la nulidad de la notificación no sería idónea ni eficaz para garantizar
los derechos del procesado y el quejoso. La actuación de la administración
estaría amparada por las normas procesales que permiten contabilizar los
términos a partir de la entrega del documento en la oficina de correo. Es
decir, no se trataría de una actuación arbitraria o con desconocimiento de las
normas procesales. Por el contrario, dicha circunstancia acreditaría su pleno
cumplimiento.
53. En síntesis, en cuanto al contexto
normativo, las normas demandadas forman parte del Código General
Disciplinario. Este estatuto, aunque mantuvo la estructura del régimen de
notificaciones existente en el Código Disciplinario Único, modificó aspectos
sustanciales de la regulación de las notificaciones personal y por edicto, así
como las decisiones que se comunican al quejoso. A su turno, en relación con el
alcance normativo, la Corte concluye que, de una parte, el artículo 129
del Código General Disciplinario regula un tipo de comunicación al quejoso que
constituye una verdadera notificación, dado que le permite conocer la decisión
de archivo o la de inicio de la audiencia y, por lo tanto, formular recursos en
contra de dichas providencias, cuando sea procedente[187].
No ocurre lo mismo con los segmentos
normativos demandados de los artículos 127 y 225 del CGD, por cuanto en ellos
lo que se prevé es una citación, que tiene como propósito convocar a los
sujetos procesales para que se enteren de: (i) los autos que deciden la apertura de
investigación, la vinculación y el fallo de segunda instancia; y, (ii) el auto
de citación a audiencia y formulación de cargos. En este último caso, la
consecuencia desfavorable para el procesado consiste en la designación de un
defensor de oficio, con quien se surte la notificación personal.
Así las cosas, ambas normas habilitan
formas secundarias de notificación, que desplazan la notificación personal
del investigado. Por lo tanto, estas disposiciones adoptan un diseño
legislativo que incide en el ejercicio de los derechos de defensa y
contradicción, así como en el principio de publicidad. No obstante, ninguno de
los sujetos procesales involucrados podría solicitar la nulidad del
procedimiento administrativo, por cuanto esta institución procesal se encuentra
prevista en el Código General Disciplinario para aquellas situaciones en las
que exista una irregularidad. Por consiguiente, si la autoridad
disciplinaria practica la notificación por edicto o con el defensor de oficio,
o simplemente entiende surtida la notificación personal pese a que el
destinatario recibió la comunicación en un momento posterior, su actuación
implicaría el cumplimiento de lo dispuesto por la ley y, en consecuencia, no
sería viable alegar que se incurrió en una nulidad en el procedimiento
administrativo.
54. De conformidad con lo anterior, las
comunicaciones o citaciones previstas por los tres preceptos acusados se
materializan a través del correo postal y disponen que los términos para
entender surtida la actuación se contabilizan a partir del momento en que se
entrega el documento en la oficina de correo. Por ende, en la medida en que las
normas objeto de reproche son bastante similares en estos aspectos, que
precisamente son los que cuestiona la demanda, se analizarán, a partir de este
momento, de manera conjunta.
Aplicación de las reglas jurisprudenciales
al caso concreto. El juicio de proporcionalidad como herramienta metodológica para
establecer si las limitaciones que imponen las normas demandadas sobre el
debido proceso son constitucionalmente válidas[188]
55. A partir de las reglas jurisprudenciales
sintetizadas en el fundamento jurídico 43 de esta providencia, la Sala reitera
que el Legislador es titular de un amplio margen de configuración normativa
para regular el procedimiento disciplinario. Sin embargo, esta facultad no
puede desconocer límites tan importantes como el debido proceso, que comprende
las garantías de defensa y contradicción, así como el principio de publicidad y
los criterios de proporcionalidad y razonabilidad en la regulación y diseño de las instituciones
procesales[189]. Adicionalmente, en la
medida en que la notificación personal ha sido reconocida por este Tribunal
como el mecanismo más idóneo y efectivo para la notificación de los actos
administrativos del proceso disciplinario, esta Corporación ha considerado que
la misma no se entiende
surtida con el simple envío de la comunicación o su entrega a la oficina de
correo, por cuanto dicha
regla desconoce el principio de publicidad y vulnera el derecho de defensa[190].
En razón de lo anterior, dado que en el
presente caso se cuestiona, de una parte, una norma que regula una notificación
personal (art. 129 CGD) y, de otra, dos preceptos que establecen la forma de
surtir una citación que resulta indispensable para el ejercicio de la
notificación personal (arts. 127 y 225 CGD), la Sala Plena acudirá al juicio de
proporcionalidad por estimar que existe una tensión entre dos grupos de
principios constitucionales: de una parte, los derechos de defensa y
contradicción y el principio de publicidad como elementos integrantes del
debido proceso. De otra, los principios de economía procesal, eficacia y
celeridad que rigen la función administrativa y cuya concreción incide en la
efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la
Constitución. En tal sentido, la Sala debe determinar si la medida, que
consiste en calcular el término de notificación a partir del depósito de la
comunicación en la oficina de correo, impone una restricción excesiva sobre el
primer conjunto de derechos o si, por el contrario, constituye un ejercicio
razonable del segundo grupo.
56. Este Tribunal en algunas oportunidades ha usado como
herramienta metodológica el juicio de razonabilidad y de proporcionalidad[191],
con el propósito de establecer si una limitación o restricción de un derecho es
constitucionalmente válida[192]. De esta manera, el
mencionado test se compone de tres pasos: (i) el análisis del fin buscado por
la norma; (ii) el medio adoptado para alcanzar el objetivo propuesto; y (iii)
la relación entre el medio y el fin. Como lo señala la doctrina comparada, el
juicio de proporcionalidad permite la identificación de los “límites sobre
las limitaciones constitucionales” y, por esta razón, tiene un lugar
central en el fundamento mismo de la democracia constitucional, en tanto base
jurídica para la limitación del poder legislativo, fundada en la vigencia de
los derechos[193].
57. Bajo esa
perspectiva, el escrutinio realizado por la Corte depende “(…) de la relevancia constitucional de los
valores que podrían ponerse en riesgo con la medida que sea objeto de análisis”[194]
y de la facultad que tenga el Legislador para proferir la regulación enjuiciada[195].
De esta forma, la intensidad puede ser estricta, intermedia o leve, tal como se
expone a continuación:
-
Intensidad estricta: en este
juicio se demuestra que la medida que afecta un principio fundamental: (i)
persigue una finalidad constitucionalmente imperiosa, urgente o inaplazable;
y (ii) si el medio utilizado es efectivamente conducente y necesario.
Surge en los eventos en lo que el Legislador no cuenta con un amplio margen de
configuración como en el caso de la afectación intensa y arbitraria de derechos
fundamentales.
- Intensidad intermedia: que se aplica cuando (i) la medida puede afectar el goce de un derecho constitucional no
fundamental; o (ii) cuando existe un indicio de arbitrariedad que se refleja en
la afectación grave de la libre competencia[196].
En estos eventos, el análisis del acto jurídico requiere acreditar que: (i) el
fin no solo sea legítimo, sino que también sea constitucionalmente
importante, en razón a que promueve intereses públicos contenidos en la
Carta o por razón de la dimensión del problema que el Legislador trata de
resolver. Además, (ii) debe demostrarse que el medio no solo sea adecuado,
sino efectivamente conducente para alcanzar el fin buscado con la norma
objeto de control constitucional.
- Intensidad
leve: en el evento en que la
materia analizada es de aquellas en las que el Legislador goza de una amplia
libertad de configuración normativa, por lo que, por regla general se
desarrollan las exigencias del principio democrático. Esta Corporación ha
manifestado que el examen de constitucionalidad tiene como finalidad establecer
si la norma que se enjuicia establece una medida potencialmente adecuada para
alcanzar un propósito que no esté prohibido por el ordenamiento. Como resultado
de lo anterior, la intensidad leve del test requiere: (i) que la medida persiga
un objetivo legítimo o no prohibido por la Constitución; y, (ii) sea, al menos prima
facie, adecuada para alcanzar la finalidad identificada.
58. Finalmente, el test o juicio de proporcionalidad en
sentido estricto consiste en evaluar si la restricción de derechos
fundamentales que impone la medida cuestionada genera mayores o iguales
beneficios sobre el principio que sustenta dicha limitación o sobre otros, o
si, por el contrario, implica una afectación mayor sobre los intereses
constitucionales y, en consecuencia, resulta desproporcionada[197].
Sobre el particular, la Sala recuerda que, según el parámetro de unificación
establecido en la Sentencia C-345 de 2019[198], por regla general, la proporcionalidad
en sentido estricto debe estudiarse por el juez constitucional (con algunos
matices) tanto en el juicio intermedio como en el estricto, mas no en el débil,
de manera que se sigan los pasos del test europeo, que incluye la
proporcionalidad en sentido estricto, así como la lógica de las intensidades
del juicio estadounidense. Esta postura se justifica en la pretensión de evitar
la arbitrariedad del Legislador y optimizar los mandatos superiores.
59. En conclusión, la aplicación del test de razonabilidad
y de proporcionalidad para verificar la constitucionalidad de una norma implica
un análisis de la finalidad, del medio utilizado y de la relación de estos, a
partir de niveles cada uno con un grado diferente de intensidad, de tal suerte
que el juicio será leve, intermedio o estricto, conforme a la medida objeto de
estudio. Como se evidencia, la mencionada distinción es importante, toda vez que brinda al juez
el espectro y la rigurosidad para el análisis de constitucionalidad, de modo
que una norma puede ser constitucional bajo la óptica de un examen de
intensidad débil, pero ser inconstitucional bajos los lentes de una evaluación
de intensidad estricta.
Aplicación del juicio de razonabilidad y de
proporcionalidad de intensidad intermedia
60. En el presente asunto, la Sala considera que el análisis
de razonabilidad y proporcionalidad que debe aplicarse es de intensidad intermedia,
a partir del precedente relevante[199]
establecido en la Sentencia C-570 de 2019[200] y de las
consideraciones previamente expuestas. Aunque, de una parte, la libertad de
configuración legislativa para regular el procedimiento disciplinario es
amplia, se debe reconocer que las normas objeto de análisis “(…)
establecen la forma en que se hacen efectivas las notificaciones personales,
esto es, las notificaciones de los momentos más importantes y cruciales del
proceso, tanto para poder ejercer el derecho de defensa como para poder saber
cuáles son, en efecto, los derechos que se tienen y se pueden reclamar”[201].
Aunado a lo anterior, es indispensable señalar que el proceso disciplinario
puede afectar los derechos de víctimas de violaciones al Derecho Internacional
de los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario[202],
con lo cual la posible afectación a sus derechos fundamentales es indicativa de
la necesidad de aplicar un juicio más estricto.
En consecuencia, aunque el Legislador es titular de un
amplio margen de configuración (aspecto que indicaría que debe desarrollarse un
juicio leve), en este caso también se aprecia prima facie una afectación
intensa del debido proceso, por los motivos expuestos (lo cual sugeriría que el
nivel de escrutinio debe ser estricto). Por tanto, la Sala optará por armonizar
estos dos postulados a partir del juicio de proporcionalidad de intensidad
intermedia.
61. En primer lugar, resulta necesario identificar la
medida objeto de análisis[203], la cual consiste en
que el término para entender surtida la notificación o la citación, según sea
el caso, se contabilice a partir de la “entrega en la oficina de correo”.
62. En segundo lugar, la Sala advierte que el fin
perseguido por esta medida no solo es legítimo, sino constitucionalmente
importante. En efecto, es evidente que el diseño legislativo que toma como
punto de partida el depósito de la comunicación en la oficina de correos
permite materializar importantes mandatos constitucionales, como la efectividad
de los postulados constitucionales (art. 2 C.P.); la responsabilidad de los
servidores públicos (art. 6 C.P.) y los principios de celeridad, eficacia y
economía[204] que rigen la función
administrativa (art. 209 C.P.)[205]. En consonancia con lo
anterior, la revisión de los antecedentes legislativos del Código General
Disciplinario demuestra que una de las principales motivaciones para conservar
la medida objeto de análisis fue el costo económico que implicaría exigir que
la entrega de la correspondencia se hiciera mediante correo certificado[206].
De igual modo, tal y como lo manifestaron el semillero
de estudiantes interviniente y el Procurador General de la Nación, el proceso
disciplinario debe adelantarse con agilidad, sin dilaciones injustificadas y de
modo eficiente. Además, las partes deben observar oportunamente los deberes,
cargas y obligaciones procesales, pues ello repercute en la garantía del debido
proceso[207]. Sin embargo, esta
Corporación ha insistido en que el diseño procesal que adopta el Legislador no
puede sacrificar, de manera desproporcionada, los derechos de defensa y de
contradicción, como se explicará en el siguiente paso del juicio.
63. En efecto, pese a lo anterior, el medio elegido
por el Legislador para garantizar esta finalidad no es proporcionado ni
razonable, porque no es adecuado ni efectivamente conducente para
garantizar las finalidades propuestas. Sobre el particular, la Sala
destaca que el avance del proceso desde el punto de vista formal no implica
que, materialmente, se hayan llevado a cabo los mejores esfuerzos posibles para
asegurar que existe un conocimiento efectivo de las providencias dictadas por
la autoridad disciplinaria[208]. Esta situación fue
advertida, incluso, durante el trámite legislativo, donde se señaló que el
mecanismo procesal que se analiza podía resultar en un desconocimiento del
debido proceso, en situaciones como la pérdida de la correspondencia o el
cambio de dirección del sujeto procesal, entre otros[209].
En este sentido, la ley acogió una medida que
contabiliza los términos de citación o de notificación a partir de un hecho
ajeno a la actuación procesal del interesado, con exclusión de aquellos
instrumentos que fundan esta actuación en la publicidad o conocimiento efectivo
del procesado o el quejoso. En este contexto, se concluye que el Legislador pudo
acudir a diseños procesales menos lesivos para los derechos de defensa y
contradicción, pero optó por un mecanismo que afecta tales garantías, en
perjuicio de quienes intervienen en el trámite. Así, para ilustrar las
alternativas que se han acogido en otros diseños normativos, el Código de
Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo (CPACA)[210]
establece el procedimiento administrativo sancionatorio aplicable a los
procesos no regulados por leyes especiales y opera como norma integradora,
aplicable en lo no previsto por dichas normas. En este caso, el artículo 68 de
la Ley 1437 de 2011 dispone el envío de una citación para que la persona
comparezca a notificarse personalmente, siempre y cuando no exista un medio más
eficaz. En el evento en el cual el citado no concurra, el artículo 69 de dicha
normativa establece una notificación por aviso, la cual “se considerará
surtida al finalizar el día siguiente al de la entrega del aviso en el lugar de
destino”[211].
Como se evidencia, la regulación de las notificaciones
del procedimiento administrativo sancionatorio general no contempló un
mecanismo semejante al contenido en las normas demandadas, consistente en la
contabilización de los términos para la notificación o citación a partir de la
entrega de la comunicación a la oficina de correo. Por consiguiente, pese a que
el proceso disciplinario puede implicar la afectación grave de garantías
fundamentales como la dignidad humana, y los derechos de acceso y ejercicio de la
función pública, en mayor medida que los demás procesos administrativos
sancionatorios, el Legislador optó por una medida más restrictiva del
derecho a la defensa en el caso del trámite disciplinario, lo cual se advierte
evidentemente desproporcionado.
64. Aunado a ello, ante los argumentos expuestos durante
el trámite legislativo del Código General Disciplinario, que aludían al costo
económico de efectuar las notificaciones mediante correo certificado[212],
la Sala destaca que esta consideración no puede conducir a un sacrificio
irrazonable y desproporcionado del derecho de defensa, más aún cuando se trata
de actuaciones que involucran importantes derechos fundamentales, como ha sido
expuesto en la presente providencia.
Por consiguiente, aunque en principio la finalidad de
las normas analizadas es que exista celeridad y se adelante el procedimiento
disciplinario con eficiencia, el mecanismo previsto para ello en las normas
demandadas puede generar mayores contratiempos en el proceso, además de la
afectación de otros principios y derechos constitucionales.
65. Finalmente, el
estudio de la proporcionalidad en sentido estricto exige analizar si la
medida enjuiciada reporta mayores beneficios para los principios
constitucionales en tensión.
Al respecto, la Corte destaca que los beneficios que,
en teoría, genera la medida son inferiores a la afectación intensa que ella
ocasiona sobre el derecho de defensa y el principio de publicidad. En tal sentido,
los preceptos acusados imponen cargas y sacrificios injustificados a los
destinatarios de las citaciones y comunicaciones previstas en ellas, por cuanto
les trasladan efectos procesales adversos para el ejercicio de los derechos de
contradicción y de defensa, a partir de la verificación de un hecho totalmente
ajeno a su conocimiento y a su conducta procesal.
En otras palabras, el instrumento les impone
consecuencias desfavorables a los sujetos que no han desatendido sus deberes
procesales, pues la falta de recepción de la correspondencia puede originarse,
como fue advertido en el debate legislativo, en situaciones de fuerza mayor,
caso fortuito, hecho o culpa de un tercero (por ejemplo, los intermediarios que
prestan el servicio de correspondencia) o, en todo caso, en situaciones ajenas
al sujeto procesal que, debido a esta medida, debe soportar las consecuencias
desfavorables originadas en estas circunstancias. Además, la falta de
comparecencia del procesado, su ausencia en la audiencia prevista en el
procedimiento disciplinario, y la imposibilidad del quejoso para presentar los
recursos y pruebas respectivas pueden derivar en consecuencias negativas para
el establecimiento de la verdad material en el marco del trámite
disciplinario.
66. En consecuencia, en principio, correspondería declarar
la inexequibilidad de las normas parcialmente acusadas, debido a que imponen
una restricción irrazonable y desproporcionada sobre los derechos de defensa y
contradicción. No obstante, la Sala advierte que existe una interpretación de dichas
normas que permite preservar las disposiciones acusadas en el ordenamiento
jurídico, en la medida en que ellas cumplen fines importantes para el
desarrollo de los postulados constitucionales de celeridad, economía y eficiencia
en la función administrativa. Bajo esta
perspectiva, conforme lo afirma BARAK, el proceso interpretativo de cada
principio y de las normas infraconstitucionales que los desarrollan y permiten
su ejercicio, debe efectivizar, en la mayor medida posible, las razones
axiológicas que lo justifican[213].
En razón de lo anterior, en aplicación del principio
de conservación del derecho[214], la Corte debe preferir
aquella solución que, además de garantizar el principio de publicidad y los
derechos de defensa y contradicción, permita efectivizar en el mayor grado
posible los principios que se encuentran en tensión. A continuación, se
expondrán los argumentos que sustentan dicha postura.
La interpretación de las normas demandadas
conforme a la Constitución y su consecuente exequibilidad condicionada
67. A partir de lo expuesto y de acuerdo con el
parámetro establecido en la Sentencia C-293 de 2008[215], la Corte estima que las
disposiciones parcialmente demandadas pueden interpretarse de dos maneras: de
una parte, es posible entender que la notificación personal o la citación se
surte en todos los casos con el paso del término previsto en la ley, el
cual se contabiliza a partir de la simple entrega de la comunicación a la
oficina de correos, sin que el interesado pueda desvirtuar esta situación. De
otra, que el sujeto procesal puede demostrar que recibió el documento en un
momento distinto al que se establece en el plazo previsto legalmente, con
lo cual los términos de notificación o citación se contarán a partir de dicho
instante[216].
68. Para la Sala Plena, la primera
interpretación, como se expuso previamente, es desproporcionada y desconoce
abiertamente los derechos de defensa y contradicción, así como los principios
de publicidad y transparencia de la función administrativa. En efecto, en la
medida en que el hito procesal para determinar el momento en que se entiende
surtida la notificación personal o la citación es la entrega de la comunicación
en la oficina de correo, resulta posible que el disciplinado o el quejoso no
reciban la providencia dentro del lapso previsto legalmente, con lo cual
perderían la oportunidad de ejercer sus derechos de defensa y contradicción en
cualquiera de sus manifestaciones, tales como: (i) formular los recursos
respectivos contra la respectiva decisión; (ii) preparar con suficiencia la
defensa técnica; y (iii) aportar pruebas y controvertir las que se alleguen en
su contra, entre otras.
Adicionalmente, se impone una carga
irrazonable y desproporcionada que afecta el derecho fundamental al debido
proceso de los sujetos del proceso disciplinario. De una parte, se les obliga a
afrontar las consecuencias negativas de su supuesta inacción dentro del
procedimiento, que pueden implicar, por ejemplo, en el caso del artículo 225
que se nombre un defensor de oficio y se adelante la audiencia con aquel, aún
sin que el disciplinado conozca siquiera el contenido del acto administrativo.
69. En contraste, la Sala considera que la
segunda interpretación de las normas demandadas es la que optimiza la
aplicación de los principios y derechos involucrados, sin sacrificar o anular
aquellos que sustentan la medida objeto de análisis. En efecto, esta lectura:
(i) Propende por la efectividad de los
principios de celeridad, eficacia y economía en la función administrativa.
Así, la medida prevista en los artículos 127, 129 y 225 del Código General
Disciplinario, entendida en los términos definidos por la Sala Plena, permite
que el proceso disciplinario continúe su desarrollo cuando la persona ha sido
debidamente citada o notificada. Así, las normas demandadas operan, en
realidad, como una presunción que admite prueba en contrario. En otras
palabras, si el procesado o el quejoso demuestran ante la autoridad
disciplinaria que recibieron la comunicación en una fecha distinta del plazo previsto
en la norma legal respectiva (cinco días a partir de la entrega en la oficina
de correo), se contará el término de notificación desde el momento de su
entrega. En contraste, si no se prueba esta circunstancia (que la entrega
ocurrió en un momento distinto), se aplicará la presunción y, en consecuencia,
se entenderá surtida la notificación o la citación respectiva.
Además, la interpretación acogida por la
Corte no genera dilaciones indebidas en el proceso disciplinario ni promueve la
desidia o negligencia de las partes en el ejercicio del derecho de defensa,
porque el término se contabiliza a partir del momento en que efectivamente se
recibe la comunicación. Por consiguiente, en los supuestos de los artículos 127
y 225 del Código General Disciplinario, el procesado sólo podrá acudir a
notificarse personalmente dentro de los cinco días siguientes al momento en que
recibe la citación. Así mismo, en el caso del artículo 129 de dicho estatuto,
el quejoso se entenderá notificado transcurrido el lapso de cinco días,
contados desde la recepción de la comunicación;
(ii) Garantiza el principio de
publicidad y los derechos de defensa y contradicción. Como fue expuesto,
bajo la interpretación de la norma que adopta la Corte, se habilita una
oportunidad procesal al interesado para que demuestre que recibió la
comunicación o citación en una fecha diferente para que, a partir de ese
momento, se cuenten los términos de notificación o citación. En tal sentido, le
otorga efectos procesales a la manifestación del interesado porque permite que
los tiempos se cuenten a partir de ese momento; y,
(iii) No impone una carga
desproporcionada al sujeto procesal destinatario de la comunicación o citación.
En tal sentido, el disciplinado y el quejoso se encuentran en una mejor posición para probar en qué momento recibieron efectivamente la
comunicación o la citación remitida por la autoridad. En otras palabras, pueden
demostrar con mayor facilidad que la correspondencia no fue recibida dentro del
plazo que indica la ley y, a partir de ello, establecer desde cuándo se deben
contar los términos para las actuaciones respectivas.
70. Finalmente, es pertinente aclarar que, en
el caso de los artículos 127 y 225 de la Ley 1952 de 2019, parcialmente
demandados, no resulta aplicable la regla de decisión que, en su momento, fue
acogida en la Sentencia C-929 de 2005[217]. Lo anterior, por cuanto en esa
oportunidad se evaluaba la constitucionalidad de una norma de carácter
tributario que establecía la notificación de providencias que deciden recursos.
En el presente caso, las normas demandadas deben entenderse según las
particularidades del alcance del derecho de defensa, en el marco de una
actuación sancionatoria que exige una protección reforzada de esta garantía.
71. En consecuencia, la Sala declarará la exequibilidad de las normas
demandadas en el entendido que la regulación no excluye la posibilidad de que
el interesado demuestre que no recibió la comunicación en el término señalado
en la norma.
Síntesis de esta providencia
72. Correspondió a la Sala Plena analizar si
los apartes acusados de los artículos 127,
129 y 225 de la Ley 1952 de 2019 desconocen el derecho fundamental al debido
proceso, en sus garantías de defensa y contradicción, así como los principios
de publicidad y transparencia de la función administrativa (artículos 29 y 209 C.P.). En este contexto,
la Sala consideró que las normas demandadas comparten dos elementos comunes:
(i) las notificaciones o citaciones previstas en ellos se llevan a cabo a
través de la correspondencia física o correo postal y (ii) contabilizan los
términos para que pueda entenderse surtida la notificación a partir del momento
en que se entrega la comunicación en la oficina de correo.
Para dar respuesta al problema jurídico, la
Sala reiteró las reglas jurisprudenciales sobre las notificaciones, citaciones
y comunicaciones en el proceso disciplinario, en particular, las siguientes:
(i) El derecho fundamental al debido
proceso comprende un conjunto de garantías que sujetan la actuación de las
autoridades administrativas. En concreto, el derecho de defensa y contradicción
y el principio de publicidad tienen un alcance específico en materia
disciplinaria y son especialmente relevantes en este tipo de procedimientos
administrativos sancionatorios;
(ii) El Legislador dispone de un amplio
margen de configuración normativa en el proceso disciplinario. Sin embargo,
esta libertad se encuentra sometida a límites. Debe respetar los derechos,
principios y valores constitucionales, entre los que se encuentra el derecho de
defensa y el principio de publicidad. De igual modo, debe observar los
criterios de proporcionalidad y razonabilidad en la regulación y diseño de las instituciones
procesales;
(iii) La notificación personal tiene
carácter principal, es la regla general y el mecanismo más idóneo y efectivo
para la notificación de los actos administrativos del proceso disciplinario.
Aunque la ley puede establecer formas subsidiarias de notificación, ellas deben
ser razonables y proporcionadas; y,
(iv) La notificación personal de los actos
administrativos proferidos en el proceso disciplinario no se entiende surtida con el simple envío
de la comunicación o su entrega a la oficina de correos, por cuanto dicha regla desconoce el
principio de publicidad y vulnera el derecho de defensa, en la medida en que
afecta la posibilidad de controvertir tales decisiones. Además, implica una
carga desproporcionada e irrazonable para los sujetos procesales[218].
La Corte aplicó un juicio integrado de
proporcionalidad, de intensidad intermedia, y concluyó que la interpretación
que sostiene que el término para que se entienda surtida la notificación
personal se establece a partir de la entrega a la oficina de correos desconoce
las normas constitucionales antes enunciadas y carece de necesidad y de
proporcionalidad en sentido estricto. De este modo, supone un sacrificio
injustificado de los derechos de defensa y contradicción, bajo el pretexto de
asegurar la celeridad, eficacia y economía en el procedimiento disciplinario.
No obstante, la Sala concluyó que existe
una interpretación de las normas demandadas que permite efectivizar en el mayor
modo posible los principios en tensión y aplicar el principio de conservación
del derecho. Se trata de aquella que otorga a los sujetos procesales la
posibilidad de demostrar que no recibieron la comunicación o la citación
respectiva dentro del lapso previsto en la norma legal. Esta postura no implica
una carga desproporcionada para los interesados, por cuanto aquellos están en
mejor posición para probar este hecho. Por tal razón, declarará la
exequibilidad condicionada de las disposiciones acusadas en el sentido de que la regulación no excluye la posibilidad de
que el interesado demuestre que no recibió la comunicación en el término
señalado en la norma.
VII. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de
la Corte Constitucional de la República de Colombia, administrando justicia en
nombre del Pueblo, y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO. Declarar EXEQUIBLE la expresión “[s]i vencido el término de cinco (5) días a partir del
día siguiente a la entrega en la oficina de correo, no comparece el citado, en
la Secretaría se fijará edicto por el término de tres (3) días para notificar
la providencia”, contenida en el inciso segundo del
artículo 127 de la Ley 1952 de 2019, en el entendido que la regulación no
excluye la posibilidad de que el interesado demuestre que no recibió la
comunicación en el término señalado en la norma.
SEGUNDO. Declarar EXEQUIBLE la expresión “[a]l quejoso se le
comunicará la decisión de archivo y del inicio de la audiencia. Se entenderá cumplida la comunicación cuando hayan
transcurrido cinco (5) días a partir del día siguiente de la fecha de su
entrega a la oficina de correo, sin perjuicio de que se haga por otro medio más
eficaz, de lo cual se dejará constancia”,
contenida en el inciso segundo del artículo 129 de la Ley 1952 de 2019, en el
entendido que la regulación no excluye la posibilidad de que el interesado
demuestre que no recibió la comunicación en el término señalado en la norma.
TERCERO. Declarar EXEQUIBLE la expresión “[s]i vencido el término de
cinco (5) días contados a partir del día siguiente a la entrega en la oficina
de correo de la comunicación, no se ha presentado el procesado o su defensor,
si lo tuviere, se procederá a designar defensor de oficio con quien se surtirá
la notificación personal y se adelantará la audiencia”, contenida en el
inciso segundo del artículo 225 de la Ley 1952 de 2019, en el entendido que la
regulación no excluye la posibilidad de que el interesado demuestre que no
recibió la comunicación en el término señalado en la norma.
Notifíquese, comuníquese y cúmplase.
ANTONIO JOSÉ LIZARAZO OCAMPO
Presidente
DIANA FAJARDO RIVERA
Magistrada
JORGE ENRIQUE IBÁÑEZ NAJAR
Magistrado
ALEJANDRO LINARES CANTILLO
Magistrado
Con aclaración de voto
PAOLA MENESES MOSQUERA
Magistrada
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
Impedimento aceptado
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
ALBERTO ROJAS RÍOS
Magistrado
Con aclaración de voto
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
[1] Se invitó a participar a las facultades de derecho de las
Universidades del Rosario, Nariño, Javeriana, Andes, Externado de Colombia,
Libre-Seccional Bogotá, Antioquia y del Norte.
[2] Se invitó a intervenir en el proceso al Centro de Estudios de
Derecho, Justicia y Sociedad –DeJusticia–, a la Academia Colombiana de
Jurisprudencia, a la Comisión Colombiana de Juristas, al Instituto Colombiano
de Derecho Procesal y al Centro Colombiano de Derecho Procesal Constitucional.
[3] Es pertinente anotar que, de
conformidad con lo previsto por el Auto 121 de 2020, los términos judiciales
del presente asunto fueron suspendidos desde el 26 de junio hasta el 31 de
julio de 2020, fecha en la que se dispuso el levantamiento de dicha suspensión,
en virtud del Acuerdo PCSJA20-11581 proferido por el Consejo Superior de la
Judicatura.
[4]
Folio 9, expediente digital.
[5]
Ibidem.
[6]
Folio 11, Expediente Digital.
[7]
La intervención fue suscrita por los ciudadanos Nathalia
Chacón Triana, Edwar Esteban Eraso Marín, Santiago Pabón Caicedo, Sebastián
Rangel Salazar y Silvia Laura Valentina Argüello Ardila.
[8]
Folio 16. Intervención de la Universidad Católica de Colombia.
[9] Folio 5. Intervención de la Universidad Católica de Colombia.
[10]
Ibidem.
[11]
Folio 10. Intervención de la Universidad Católica de Colombia.
[12]
Folio 16. Intervención de la Universidad Católica de Colombia.
Sobre el particular, los intervinientes refirieron extensamente su
interpretación de la doctrina del control de convencionalidad y consideraron
que los casos Flor Freire vs. Ecuador y Atala Riffo y niñas vs. Chile
eran relevantes en materia de derecho disciplinario.
[13] M.P. Jaime Araújo Rentería.
[14]
Al respecto, citó la Sentencia C-627 de 1996 (M.P. Antonio Barrera Carbonell).
[15]
Ibidem.
[16]
En este punto, la Vista Fiscal hizo referencia a la Sentencia C-370 de 2012
(M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub), en la cual la Corte analizó la
constitucionalidad de la notificación del auto de citación a audiencia.
[17]
Folio 6. Concepto del Procurador General de la Nación.
[18]
M.P. Jaime Araújo Rentería.
[19]
Folio 8. Concepto del Procurador General de la Nación.
[20]
Cabe resaltar que la Ley 1952 de 2019 fue sancionada el 28 de enero de ese año.
De conformidad con su artículo 265, dicha normativa entraría en vigencia cuatro
(4) meses después de su sanción y publicación. No obstante, el artículo 140 de
la Ley 1955 de 2019, “Por el cual se expide el Plan Nacional de Desarrollo
2018-2022. ‘Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad”, prorrogó hasta el 1
de julio de 2021 la entrada en vigor del Código General Disciplinario.
[21]
Esta posición ha sido adoptada por la Corte Constitucional en las Sentencias
C-015 de 2020, M.P. Alberto Rojas Ríos; C-570 de 2019, M.P. Diana Fajardo
Rivera; C-560 de 2019, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez; C-536 de 2019, M.P.
Alberto Rojas Ríos; C-495 de 2019, M.P. Alejandro Linares Cantillo; y C-392 de
2019 M.P. Diana Fajardo Rivera.
[22]
Por ejemplo, en la Sentencia C-536 de 2019 (M.P. Alberto Rojas Ríos),
la Sala Plena constató que “(…) la Ley 1952 de 2019 pertenece al sistema
jurídico colombiano y existe en el mismo, dado que pasó por el trámite
respectivo de aprobación en el congreso y fue sancionada por el gobierno, según
dispone el artículo 157 Superior. Ante esa situación, este Tribunal tiene la
competencia para evaluar la constitucionalidad de la norma censurada, pese a
que su entrada en vigor sea en el año 2021, pues la vigencia no determina la
potestad de la Corte para conocer de las demandas de inconstitucionalidad
formuladas contra leyes”.
[23]
En el presente acápite, se retoman parcialmente las consideraciones contenidas
en las Sentencias C-290 de 2019, C-200 de 2019, C-101 de 2018, C-388 de 2017 y
C-007 de 2017, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[24]De acuerdo con el artículo 243 de la Constitución, “[l]os
fallos que la Corte dicte en ejercicio del control jurisdiccional hacen
tránsito a cosa juzgada constitucional”. En consonancia con lo anterior,
los artículos 46 y 48 de la Ley 270 de 1996 y 22 del Decreto 2067 de 1991,
disponen que las decisiones proferidas por esta Corporación en el marco del
control abstracto de constitucionalidad son definitivas, obligatorias y tienen
efectos erga omnes. Por lo tanto, la cosa juzgada constitucional implica
que las providencias de este Tribunal tienen un carácter definitivo e
incontrovertible, y proscriben los litigios o controversias posteriores sobre
el mismo tema.
[25] “(…) [L]a cosa juzgada tiene una función negativa, que
consiste en prohibir a los funcionarios judiciales conocer, tramitar y fallar
sobre lo ya resuelto, y una función positiva, que es proveer seguridad a las
relaciones jurídicas” (Sentencia C-228 de 2015, M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado).
[26]
La cosa juzgada absoluta se presenta cuando la
providencia que decide sobre la constitucionalidad de una disposición no limita
su alcance o cuando no se señale expresamente el tipo de cosa juzgada en el
fallo. En esos casos, se entiende que se realizó un examen comprensivo respecto
de todo el texto constitucional. A su turno, la cosa juzgada relativa
puede ser explícita, cuando la Corte declara la exequibilidad de un
contenido normativo, pero limita el alcance de la decisión en la parte
resolutiva a los cargos estudiados, o implícita, en aquellos eventos en
los cuales el fallo no limita el alcance del control de constitucionalidad en
la parte resolutiva pero se restringe en la parte motiva de la providencia.
Igualmente, se configura este tipo de cosa juzgada cuando la sentencia sólo
revisa la disposición frente a algunos parámetros constitucionales o sólo
evalúa un aspecto de constitucionalidad.
[27]
A su turno, la cosa juzgada formal tiene lugar cuando “existe una decisión previa del juez constitucional en relación
con la misma norma que es llevada posteriormente a su estudio”, o también
en aquellos casos en los que “se trata de una norma con texto (…)
formalmente igual”. De otra parte, la cosa
juzgada material se configura cuando existen dos disposiciones que, aunque
son formalmente distintas, tienen el mismo contenido normativo. En estos casos,
la emisión de un juicio de constitucionalidad previo en torno a una disposición
implica la evaluación del contenido sustancial que se reitera en la nueva
norma, más allá de los aspectos gramaticales o formales que pueden ser
diferentes en las disposiciones comparadas.
[28]
Sentencia C-220 de 2011, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[29]
“Una vez reproducida la norma exequible, la Corte debe apreciar si en el
nuevo contexto dentro del cual fue expedida, ésta adquirió un alcance o unos
efectos distintos, lo cual justificaría un fallo de fondo en un sentido
diferente al anterior” (Sentencia C-096 de 2003, M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa).
[30]
M.P. Jaime Araújo Rentería.
[31]
Folio 8. Concepto del Procurador General de la Nación.
[32]
M.P. Jaime Araújo Rentería.
[33]
El demandante acusó la expresión que, a continuación, se resalta en el inciso
1° de la norma señalada: “ARTÍCULO 109. COMUNICACIONES. Se debe comunicar al
quejoso la decisión de archivo y el fallo absolutorio. Se entenderá cumplida la
comunicación cuando haya transcurrido cinco días, después de la fecha de
su entrega a la oficina de correo”.
[34]
Particularmente las Sentencias C-096 de 2001, M.P. Álvaro Tafur Galvis y C-317
de 2003, M.P. Jaime Araújo Rentería.
[35]
Sentencia C-293 de 2008, M.P. Jaime Araújo Rentería.
[36]
Capítulo II del Título V del Libro IV de la Ley 1952 de 2019.
[37]
De conformidad con el numeral 3° del artículo 123 de la Ley 1952 de 2019, “[s]i transcurridos tres (3) días hábiles al recibo de la comunicación
el disciplinado no comparece, la secretaría del despacho que profirió la
decisión la notificará por estado. Se entenderá recibida la comunicación cuando
hayan transcurrido cinco (5) días, contados a partir del día siguiente a la
entrega en la oficina de correo”.
[38]
La norma que contiene esta modificación (artículo 127 de la Ley 1952 de 2019)
es una de las disposiciones demandadas en el presente proceso.
[39]
Sentencia C-654 de 2015, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[40]
Esta norma, en su totalidad, fue declarada condicionalmente
exequible por la Sentencia C-293 de 2008 (M.P. Jaime
Araújo Rentería) “(...) en el entendido de que si el quejoso demuestra que
recibió la comunicación después de los cinco días de su entrega en la oficina
de correo, debe considerarse cumplida esta comunicación, a partir de esta
última fecha”.
[41]
M.P. Jaime Araújo Rentería.
[42]
Véanse, entre otras, las Sentencias C-037 de 1996, M.P.
Vladimiro Naranjo Mesa; y C-113 de 1993, M.P. Jorge Arango Mejía.
[43]
Sentencia C-034 de 1993, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Respecto de las
decisiones de exequibilidad condicionada, la Corte Constitucional anotó: “La
modulación de los efectos de los fallos y las sentencias interpretativas son
una práctica arraigada en el derecho constitucional colombiano. En efecto,
mucho antes de que entraran en funcionamiento los tribunales constitucionales
europeos, la Corte Suprema de Justicia de Colombia, cuando ejercía el papel de
guarda de la integridad y supremacía de la Constitución de 1886, efectuó
sentencias condicionadas o interpretativas (…)” (Sentencia
C-038 de 2006, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto).
[44]
Sentencias C-038 de 2006, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto;
y C-690 de 1996, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
[45]
Sentencias C-349 de 2017, M.P. Carlos Bernal Pulido; y C-149
de 2009, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[46]
“En otras palabras, por medio de una sentencia interpretativa o
condicionada, la Corte excluye la interpretación o interpretaciones que no se
encuentran conformes a la Constitución. Así pues, la Corte decide que
determinada disposición es exequible si se entiende de cierta manera o, declara
la exequibilidad, advirtiendo que si se interpreta de tal forma resultaría
inconstitucional, de ahí la razón del condicionamiento” (Sentencia
C-038 de 2006, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto).
[47]
Sentencias C-020 de 2015, M.P. María Victoria Calle Correa; y
C-159 de 2016, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[48]
A modo de ejemplo, la Sentencia C-514 de 2019 (M.P.
Cristina Pardo Schlesinger) analizó un cargo de constitucionalidad en el cual
se solicitaba la declaratoria de exequibilidad condicionada de una norma, sin
proponer una pretensión de inexequibilidad sobre la misma. En esa oportunidad,
la Sala Plena concluyó que era necesario dicho condicionamiento.
[49]
Además de satisfacerse los presupuestos de claridad, certeza,
especificidad, pertinencia y suficiencia que deben acreditarse en el concepto
de la violación (Sentencia C-1052 de 2001, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa).
[50]
Sentencias C-020 de 2015, M.P. María Victoria Calle Correa; y
C-159 de 2016, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[51] Folio 11 de la demanda,
expediente digital.
[52]
En este acápite, se retoman parcialmente consideraciones
contenidas en las Sentencias C-193 de 2020 y C-083 de 2015, con ponencia de la
Magistrada Sustanciadora.
[53]
En consideración al asunto objeto de decisión, la Sala estudiará únicamente el
contenido de aquellos derechos y principios que resultan relevantes para la
cuestión debatida.
[54]
"El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y
administrativas. Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al
acto que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la
plenitud de las formas propias de cada juicio".
[55]
Sentencia C-496 de 2015, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[56]
Sentencia C-034 de 2014. M.P. María Victoria Calle Correa.
[57]
Sentencia C-271 de 2003, M.P. Rodrigo Escobar Gil.
[58]
Sentencia C-111 de 2018, M.P. Alejandro Linares Cantillo. “El
objeto y naturaleza de los intereses que se debaten en un proceso judicial
inciden en el modo en que se concretan las garantías que integran el debido
proceso. Esa relación exige que el legislador tome en consideración que una
mayor incidencia de los resultados de un proceso judicial en derechos de
especial significado constitucional (…)”.
[59]
Sentencia C-248 de 2013, M.P. Mauricio González Cuervo.
[60]
Sentencia C-154 de 2004, M.P. Álvaro Tafur Galvis.
[61]
Sentencia C-187 de 2006, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
[62]
Sentencia C-047 de 2006, M.P. Rodrigo Escobar Gil.
[63]
Sentencia C-836 de 2002, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[64]
Sentencia T-589 de 1999, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
[65]
Sentencia C-034 de 2014, M.P. María Victoria Calle
Correa.
[66] Ver, entre
otras, las Sentencias C-089 de 2011, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; C-980 de
2010, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo; y C-012 de 2013, M.P. Mauricio
González Cuervo.
[67] Sentencia C-034 de 2014, M.P. María Victoria Calle Correa.
[68]
Sentencia C-034 de 2014, M.P. María Victoria Calle Correa.
Resaltado por fuera del texto original.
[69]
Sentencia C-980 de 2010, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[70]
Dentro de estas especies se incluyen “el derecho
penal, el derecho contravencional, el derecho correccional, el derecho de
juzgamiento político -impeachment- y el derecho disciplinario” (Sentencia
C-721 de 2015, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub).
[71]
Sentencias C-721 de 2015, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; C-412 de 2015,
M.P. Alberto Rojas Ríos y C-530 de 2003, M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
[72]
Sentencias C-721 de 2015, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; C-124 de 2003
M.P. Jaime Araujo Rentería; y C-341 de 1996 M.P. Antonio Barrera Carbonell.
[73]
Sentencia C-892 de 1999, M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
[74]
Sentencia C-721 de 2015, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[75]
Sobre el particular, la Corte ha reconocido que “[e]n el ámbito
administrativo y, específicamente, en el derecho disciplinario, la
jurisprudencia constitucional ha establecido que las garantías constitucionales
inherentes al debido proceso, mutatis mutandi, se aplican a los procedimientos
disciplinarios, dado que éstos constituyen una manifestación del poder punitivo
del Estado. Sin embargo, su aplicación se modula para adecuar el ejercicio del
poder disciplinario a la naturaleza y objeto del derecho disciplinario y,
especialmente, al interés público y a los principios de moralidad, eficacia,
economía y celeridad que informan la función administrativa” (Sentencia
C-095 de 2003, M.P. Rodrigo Escobar Gil). Véase también la Sentencia C-627 de
1996, M.P. Antonio Barrera Carbonell.
[76]
Sentencia C-506 de 2002, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra. “La jurisprudencia
constitucional ha señalado en particular tres elementos clave que distinguen la
operancia del debido proceso en el campo penal de su aplicación en el campo
disciplinario: “(i) la imposibilidad de transportar integralmente los
principios del derecho penal al derecho disciplinario, (ii) el incumplimiento
de los deberes funcionales como fundamento de la responsabilidad
disciplinaria y (iii) la vigencia en el derecho disciplinario del sistema de
sanción de las faltas disciplinarias denominado de los números abiertos, o
numerus apertus, por oposición al sistema de números cerrados o clausus del
derecho penal” (Sentencia T-1093 de 2004, M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa).
[77]
Sentencia C-692 de 2008, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. (El resaltado es de
la Sala).Véanse, entre otras, las Sentencias T-1034 de 2006, M.P. Humberto
Antonio Sierra Porto; C-310 de 1997, M.P. Carlos Gaviria Díaz; C-555 de 2001,
M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra; T-1102 de 2005, M.P. Jaime Araujo Rentería;
T-330 de 2007, M.P. Jaime Córdoba Triviño; y T-1093 de 2004, M.P. Manuel José
Cepeda Espinosa.
[78]
“La potestad sancionatoria de la administración debe ceñirse a los
principios generales que rigen las actuaciones administrativas, máxime si la
decisión afecta negativamente al administrado privándolo de un bien o de un
derecho” (Sentencia C-1088 de 2008, M.P. Jaime Córdoba Triviño).
[79]
Sentencia C-083 de 2015, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
Véanse también las Sentencias C-341 de 2014, M.P. Mauricio González Cuervo; y
C-980 de 2010, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[80]
Sentencia C-111 de 2018, M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[81]
Sobre el particular, la Corte ha señalado que el derecho de
defensa “protege todos los comportamientos, activos y pasivos que asuma la
persona investigada o sometida a un proceso sancionatorio”. En tal sentido,
“la persona se encuentra habilitada para guardar silencio o no hacerlo, para
actuar o no actuar en el curso del proceso, para presentar o no presentar
pruebas, para impugnar o no las decisiones” (Sentencia C-633 de 2014, M.P.
Mauricio González Cuervo).
[82]
Sentencia T-461 de 2003, M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
[83]
Sentencia C-341 de 2014, M.P. Mauricio González Cuervo.
[84]
Sentencia C-212 de 2007, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
[85]
Sentencias C-031 de 2019, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado y T-038 de 2019,
M.P. Cristina Pardo Schlesinger.
[86]
Sentencia C-111 de 2018, M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[87]
Sentencia C-892 de 1999, M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
[88]
Sentencias C-627 de 1996, M.P. Antonio Barrera Carbonell y
C-013 de 2001, M.P. Martha Victoria Sáchica Méndez.
[89]
Sentencia T-827 de 2005, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
[90]
Sentencia C-430 de 1997, M.P. Antonio Barrera Carbonell. En esa oportunidad, la
Corte concluyó que “no se justifica que se restrinja el derecho a rendir
exposición en la etapa de la indagación preliminar”, por cuanto no encontró
“razonable ni proporcionada a la finalidad que pretende perseguirse
-eventualmente la economía procesal o la eficiencia y la eficacia para la
administración de la actuación disciplinaria- el que quede a la voluntad del
funcionario recibir o no la exposición espontánea que solicita el inculpado,
pues siendo ella como se dijo un acto de defensa, no existe justificación
alguna valedera para su restricción”.
[91]
Sentencias C-012 de 2013, M.P. Mauricio González Cuervo; y
C-980 de 2010, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[92]
Sentencia C-555 de 2001, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[93]
Sentencia C-012 de 2013, M.P. Mauricio González Cuervo.
[94]
Sentencia C-102 de 2015, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[95]
Sentencias T-391 de 2003, M.P. Clara Inés Vargas Hernández y T-301 de 1996,
M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
[96]
Sentencias C-012 de 2013, M.P. Mauricio González Cuervo; y
C-1114 de 2003, M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[97]
Sentencia C-892 de 1999, M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
[98]
Sentencia C-370 de 2012, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[99]
En este punto, la Sala resalta que la
oponibilidad de los actos administrativos se relaciona directamente con su
notificación efectiva. De este modo, “[e]l ordenamiento jurídico sanciona el
acto no notificado con su ineficacia o inoponibilidad. La ley condiciona los
efectos de una decisión que pone término a un trámite administrativo a su
notificación, a menos que la parte interesada conociendo de la misma, convenga
o ejercite en tiempo los recursos legales (C.C.A. art. 48). Así, pues, mientras
no se surta o realice materialmente la notificación, la decisión administrativa
respectiva carece de efectos jurídicos respecto del administrado, o sea, es
ineficaz. Sobre el particular, la jurisprudencia” (Sentencia T-419 de 1994,
M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz).
[100]
Sentencias C-012 de 2013, M.P. Mauricio González Cuervo y C-555
de 2001, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[101] En este acápite, se retoman parcialmente consideraciones contenidas
en la Sentencia C-083 de 2015, con ponencia de la Magistrada Sustanciadora.
[102] Sentencia C-886 de 2004, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[103] Sentencia T-001 de 1993. M.P. Jaime Sanín
Greiffenstein. Sobre el particular, la Corte ha
sostenido igualmente que “el proceso no es un fin en sí mismo, sino que se
concibe y estructura para realizar la justicia y con la finalidad superior de
lograr la convivencia pacífica (Preámbulo y artículo 1 de la Carta)” (Sentencia
C-095 de 2001, M.P. José Gregorio Hernández Galindo).
[104] Sentencia C-662 de 2004. M.P. Rodrigo Uprimny Yepes.
[105] Ver, entre otras, las siguientes Sentencias: C-327 de 1997, M.P.
Fabio Morón Díaz; C-198 de 1998, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz y C-814 de 2009,
M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[106]
Salvo las competencias específicamente designadas por la
Constitución.
[107] Sentencia C-371 de 2011. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[108] Sentencia C-838 de 2013, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[109] Sentencia C-341 de 2014, M.P. Mauricio González Cuervo.
[110]
Sentencia C-763 de 2009, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[111]
Sentencia C-1193 de 2008, M.P. Jaime Araujo Rentería.
[112] Ver, entre otras, las Sentencias C-555 de 2001, M.P. Marco Gerardo
Monroy Cabra; C-927 de 2000, M.P. Alfredo Beltrán Sierra; C-803 de 2000, M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz; C-742
de 1999, M.P. José Gregorio Hernández Galindo; C-596 de 2000, M.P. Antonio
Barrera Carbonell.
[113] Sentencia C-966 de 2012, M.P. María Victoria Calle Correa.
[114]
M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[115]
Sentencia C-555 de 2001, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[116] Sentencia C-203 de 2011, M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
[117] Sentencia C-279 de 2013, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[118] Sentencia C-728 de 2000, M.P. Eduardo
Cifuentes Muñoz y C-1104 de 2001. M.P. Clara Inés
Vargas Hernández, entre otras. Ver también, las Sentencias C-728 de 2000, M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz, C-183 de 2007, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa y
C-763 de 2009, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub. Según la Sentencia C-341 de
2014 (M.P. Mauricio González Cuervo), tales principios incluyen, la dignidad
humana, la solidaridad, la prevalencia del interés general, la justicia, la igualdad
y el orden justo (Preámbulo art. 1º de la Constitución); en la primacía de
derechos fundamentales de la persona, estarían también la igualdad, el debido
proceso, la defensa y el acceso a la administración de justicia (C.P. arts. 5,
13, 29 y 229) y el postulado de la buena fe de las actuaciones de los
particulares (C.P. art. 83).
[119] Sentencia C-886 de 2004, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[120] Sentencias C-925 de 1999, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa, C-204 de 2003. M.P. Álvaro Tafur Galvis; C-763 de 2009, M.P. Jorge Ignacio Pretelt
Chaljub y C-341 de 2014, M.P. Mauricio González Cuervo
[121] Sentencias C-314 de 2002 M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra; C-204 de 2003, M.P.
Álvaro Tafur Galvis; y C-662 de 2004 M.P. Rodrigo Uprimny Yepes. Desde esa perspectiva, la jurisprudencia de esta
Corporación, ha reconocido que la violación al debido proceso por parte del
Legislador, “(...)no sólo [ocurre] bajo el presupuesto de
la omisión de la respectiva regla procesal o de la ineficacia de la misma para
alcanzar el propósito para el cual fue diseñada, sino especialmente en el
evento de que ésta aparezca excesiva y desproporcionada frente al resultado que
se pretende obtener con su utilización” (Sentencias C-925 de 1999, C-1512
de 2000, C-204 de 2003 y C-874 de 2003).
[122] Sentencias C-426 de 2002, M.P. Rodrigo
Escobar Gil y C-279 de 2013. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[123] Sentencia C- 372 de 2011. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[124]
Sentencias C-763 de 2009 y C-370 de 2012, M.P. Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub.
[125]
Sentencia C-980 de 2010, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[126]
M.P. Álvaro Tafur Galvis.
[127]
“Artículo. 566. Notificación por correo. La notificación por
correo se practicará mediante envío de una copia del acto correspondiente a la
dirección informada por el contribuyente y se entenderá surtida en la
fecha de introducción al correo”. (Se subraya la expresión
declarada inexequible por la Corte Constitucional mediante la Sentencia C-096
de 2001, M.P. Álvaro Tafur Galvis).
[128]
M.P. Jaime Araújo Rentería.
[129]
M.P. Alfredo Beltrán Sierra. Aunque en ese caso se estudiaba la notificación de
una providencia judicial, la Corte Constitucional fundamentó sus conclusiones
en las providencias de constitucionalidad que fijaron este criterio en relación
con los actos administrativos.
[130]
M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
[131]
M.P. Álvaro Tafur Galvis.
[132]
M.P. Jaime Araújo Rentería.
[133]
Sentencia C-929 de 2005, M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
[134]
M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[135]
Sentencia C-890 de 2010, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[136]
M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[137]
Sentencia C-035 de 2014, M.P. Luis Ernesto Vargas
Silva.
[138]
Sobre el particular, señaló que “si el Legislador
acude a un medio de [notificación de] una eficacia menor, su decisión
será válida siempre que ese mecanismo obedezca a un fin constitucionalmente
legítimo, sea eficaz o idónea para alcanzarlo, y comporte un beneficio mayor
para ese bien que el costo que supone la menor eficacia relativa del mismo
frente a la notificación personal”.
[139]
En dicho estatuto, las notificaciones fueron reguladas en sus artículos 83 a
90.
[140] Sentencia C-892 de 1999, M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
[141]
A modo de ejemplo y sin pretensión de exhaustividad, el Legislador acogió lo
previsto en la Sentencia C-555 de 2001 y determinó que las providencias de
inicio del procedimiento disciplinario debían notificarse personalmente.
Además, estableció el procedimiento para efectuar las notificaciones por
edicto.
[142]
Las reglas jurisprudenciales a las que se hace alusión están
contenidas, principalmente, en las Sentencias C-627 de 1996, M.P. Antonio
Barrera Carbonell; C-892 de 1999, M.P. Alfredo Beltrán Sierra; C-555 de 2001, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra; C-1076 de
2002, M.P. Clara Inés Vargas Hernández; C-1193 de 2008, M.P.
Jaime Araújo Rentería; C-763 de 2009 y C-370 de 2012, M.P. Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub.
[143]
Sentencia C-892 de 1999, M.P. Alfredo Beltrán Sierra. Con fundamento en esta
regla, la Corte declaró la inexequibilidad de la expresión “solo”, contenida en
el artículo 84 de la Ley 200 de 1995, porque “cercena en
forma grave el principio de la publicidad de los actos procesales que se dicten
en el proceso disciplinario, con afectación consecuencial del derecho a
impugnarlos”.
[144]
Sentencia C-1076 de 2002, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
[145]
Sentencia C-892 de 1999, M.P. Alfredo Beltrán Sierra. Véanse también las
Sentencias C-1076 de 2002, M.P. Clara Inés Vargas Hernández y C-627
de 1996, M.P. Antonio Barrera Carbonell.
[146]
Sentencia C-1076 de 2002, M.P. Clara Inés Vargas Hernández. En esta
providencia, la Corte resaltó que, “(…) en no pocos
casos, la ausencia de la práctica de la notificación personal es imputable a la
falta de debida diligencia y cuidado de la administración”.
[147]
Sentencia C-627 de 1996, M.P. Antonio Barrera Carbonell. En
dicha decisión se indicó igualmente que es compatible con la Constitución que
se designe un defensor de oficio cuando, pese a cumplirse con todas las
formalidades para vincular al imputado al proceso disciplinario, no concurre al
mismo.
[148]
Sentencia C-1076 de 2002, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
[149]
Sentencia C-555 de 2001, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[150]
Sentencias C-1193 de 2008, M.P. Jaime Araújo Rentería; C-763
de 2009 y C-370 de 2012, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[151]
Sentencia C-370 de 2012, M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[152]
M.P. Jaime Araújo Rentería.
[153]
Ley 734 de 2002. La norma demandada en dicha oportunidad
establece lo siguiente: “Artículo 109. Comunicaciones.
Se debe comunicar al quejoso la decisión de archivo y el fallo absolutorio. Se
entenderá cumplida la comunicación cuando haya transcurrido cinco días, después
de la fecha de su entrega a la oficina de correo”.
[154]
En la Sentencia C-014 de 2004, M.P. Jaime Córdoba Triviño, la
Corte condicionó la exequibilidad del artículo 89 del Código Disciplinario
Único que trata sobre los sujetos procesales, en el entendido que las víctimas
o perjudicados de las faltas disciplinarias que constituyan violaciones del
derecho internacional de los derechos humanos y del derecho internacional
humanitario también son sujetos procesales y titulares de las facultades que a
aquellos les confiere la ley.
[155]
De conformidad con lo previsto por los artículos 17 de la Ley
1010 de 2006 y 109 del Código General Disciplinario.
[156]
Sentencia C-293 de 2008, M.P. Jaime Araújo Rentería.
[157]
M.P. Diana Fajardo Rivera.
[158]
En esa oportunidad, la Sala estimó que resultaba desproporcionada la medida
adoptada por el Legislador, por cuanto no es efectivamente conducente para
alcanzar el propósito pretendido con ella, pues se asume que el mensaje es
conocido por su destinatario cuando no se verifica dicha circunstancia.
[159]
Sentencia C-570 de 2019, M.P. Diana Fajardo Rivera.
[160] M.P. Richard S. Ramírez Grisales.
[161]
En el presente caso, si bien la providencia aludida efectuó el
control automático de constitucionalidad de una medida proferida en el marco de
un estado de excepción, resulta relevante para el presente caso porque
constituye un referente jurisprudencial y también porque reitera las reglas y
subreglas construidas por la Corte en esta materia.
[162]
Sentencia C-420 de 2020, M.P. Richard S. Ramírez
Grisales.
[163]
Sentencia C-420 de 2020, M.P. Richard S. Ramírez
Grisales. Resaltado por fuera del texto original.
[164]
Véanse, entre otras, las Sentencias C-096 de 2001, M.P. Álvaro Tafur Galvis; C-317 de 2003, M.P. Jaime Araújo Rentería; C-293 de 2008, M.P.
Jaime Araújo Rentería y C-570 de
2019, M.P. Diana Fajardo Rivera.
[165]
En el presente acápite, se retoman parcialmente las consideraciones acogidas
por la Sala Plena en la Sentencia C-084 de 2020, con ponencia de la Magistrada
Sustanciadora.
[166] En la Sentencia C-426
de 2002, M.P. Rodrigo Escobar Gil, la Corte expresó lo siguiente: “Esta
Corporación ha venido señalando que, en principio, no le corresponde al juez
constitucional resolver aquellos debates suscitados en torno al proceso de
aplicación o interpretación de la ley, pues es claro que en estos casos no se
trata de cuestionar el contenido literal de la norma impugnada, sino el sentido
o alcance que a éste le haya fijado la autoridad judicial competente. Según lo
ha señalado, en tanto es la propia Constitución la que establece una separación
entre la jurisdicción constitucional y las otras jurisdicciones, los conflictos
jurídicos que surjan como consecuencia del proceso de aplicación de las normas
legales han de ser resueltos por los jueces ordinarios y especializados a quien
se les asigna dicha función”.
[167]
Sentencia C-893 de 2012, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[168] En la Sentencia C-426
de 2002, M.P. Rodrigo Escobar Gil, la Corte afirmó: “No obstante, también
este alto Tribunal ha admitido que por vía de la acción pública de
inexequibilidad se puedan resolver los conflictos atinentes a la interpretación
de las normas jurídicas, cuando aquellas ‘están involucrando un problema de
interpretación constitucional’ y el mismo se origina directamente en el texto o
contenido de la disposición impugnada. El hecho de que a un enunciado normativo
se le atribuyan distintos contenidos o significados, consecuencia de la
existencia de un presunto margen de indeterminación semántica, conlleva a que
la escogencia práctica entre sus diversas lecturas trascienda el ámbito de lo
estrictamente legal y adquiera relevancia constitucional, en cuanto que sus
alternativas de aplicación pueden resultar irrazonables y desconocer mandatos
superiores”.
[169]
Sentencia C-893 de 2012, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[170] Las indeterminaciones
semánticas se refieren al significado de las palabras, bien sea porque tienen
un alto nivel de generalidad o vaguedad, o bien sea porque son ambiguas.
[171] Las indeterminaciones
sintácticas se refieren a la construcción gramatical tal y como ocurre con las
denominadas ambigüedades sintácticas.
[172] Las contradicciones se
presentan cuando a un mismo supuesto o hipótesis de hecho se atribuyen
consecuencias jurídicas diversas e incompatibles.
[173] El vacío se presenta
cuando una hipótesis fáctica carece de consecuencia jurídica expresa en el
ordenamiento.
[174] La redundancia se
presenta cuando un mismo supuesto o hipótesis de hecho es contemplada por
diversas disposiciones jurídicas, de manera concordante y reiterativa.
[175] Sobre las
indeterminaciones en el Derecho, ver Genaro Carrió, Notas sobre derecho y
lenguaje, Buenos Aires, Ed. AbeledoPerrot, 1994.
[176]
Sentencia C-893 de 2012, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[177] Véanse, entre otras, las Sentencias C-156 de 2003,
M.P. Eduardo Montealegre Lynett; C-1024 de 2004, M.P. Rodrigo Escobar Gil;
C-496 de 2004, M.P. Alejandro Martínez Caballero; C-081 de 1996; C-109 de 1995,
M.P. Alejandro Martínez Caballero; C-389 de 1996, M.P. Alejandro Martínez
Caballero; C-690 de 1996, M.P. Alejandro Martínez Caballero; C-488 de 2000,
M.P. Carlos Gaviria Díaz; C-1436 de 2000, M.P. Alfredo Beltrán Sierra; C-557 de
2001, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa; C-1255 de 2001, M.P. Rodrigo Uprimny
Yepes; C-128 de 2002, M.P. Eduardo Montealegre Lynett; C-415 de 2002, M.P.
Eduardo Montealegre Lynett; C-426 de 2002, M.P. Rodrigo Escobar Gil; C-156 de
2003, M.P. Eduardo Montealegre Lynett; C-901 de 2002, M.P. Rodrigo Escobar Gil;
y C-107 de 2003, M.P. Rodrigo Escobar Gil.
[178]
No obstante, conserva, en buena medida, los elementos esenciales de la
regulación prevista en el Código Disciplinario Único. Sobre el
particular, véase el fundamento jurídico 5 de la presente providencia.
[179]
Cuando la actuación se adelante por autoridades disciplinarias con funciones
jurisdiccionales (como la Comisión Nacional de Disciplina Judicial o el
Congreso de la República) o cuando la Procuraduría General de la Nación no
ejerza el poder preferente disciplinario.
[180]
Salvo en aquellos casos en los que, como ha sido reiterado en
esta providencia, se trate de víctimas de violaciones a derechos humanos o al
Derecho Internacional Humanitario.
[181] Artículo 111 de la Ley
1952 de 2019.
[182]
Capítulo II del Título V del Libro IV de la Ley 1952 de 2019.
[183]
De acuerdo con el artículo 145 del Código General Disciplinario, también se
notifica personalmente el auto que inadmite la solicitud de revocatoria del
fallo sancionatorio.
[184]
M.P. Jaime Araújo Rentería.
[185]
Ver: Fundamentos jurídicos 4 y 38. La Sala recuerda que, en
esta decisión, la Corte declaró la exequibilidad condicionada del artículo 109
del Código Disciplinario Único, norma similar al artículo 129 del Código
General Disciplinario.
[186]
De acuerdo con el artículo 202 de la Ley 1952 de 2019, “Causales de
nulidad. Son causales de nulidad las siguientes:
1. La falta de competencia del funcionario para proferir el
fallo.
2. La violación del
derecho de defensa del investigado.
3. La existencia de irregularidades sustanciales que
afecten el debido proceso.”
[187]
Es pertinente aclarar que la posibilidad del quejoso de formular recursos
contra la decisión de inicio de la audiencia está condicionada a su calidad de
víctima de violaciones a los derechos humanos o al DIH. De lo contrario, el
quejoso solo podrá recurrir la decisión de archivo y el fallo absolutorio, de
acuerdo con el artículo 110 del Código General Disciplinario.
[188]
En este capítulo, se retoman parcialmente las
consideraciones acogidas por la Sala Plena en las Sentencias C-101 de 2018 y
C-084 de 2020, con ponencia de la Magistrada Sustanciadora.
[189]
La Corte ha sostenido que la proporcionalidad “es un criterio de
interpretación constitucional que pretende impedir los excesos o defectos en el
ejercicio del poder público, como una forma específica de protección o de
realización de los derechos y libertades individuales” (Sentencia C-282 de
2017, M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez).
[190]
Véanse, entre otras, las Sentencias C-096 de 2001, M.P. Álvaro Tafur Galvis; C-317 de 2003, M.P. Jaime Araújo Rentería; C-293 de 2008, M.P.
Jaime Araújo Rentería y C-570 de
2019, M.P. Diana Fajardo Rivera.
[191]
Esta Corporación ha señalado que el juicio de proporcionalidad es “un
parámetro para juzgar la validez de medidas que impliquen restricciones a
normas constitucionales que admiten ponderación, es decir, aquellas que
establecen mandatos no definitivos o mandatos prima facie”. Sentencia C-114
de 2017 M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[192]
Sentencia C-1064 de 2001, M.P Manuel José Cepeda Espinosa y Jaime Córdoba
Triviño.
[193]
Barak, Aharon (2013) Proportionality.
Constitutional Rights and Their Limitations. New York, Cambridge University Press, pp. 167.
[194]
Sentencia C-1064 de 2001, M.P Manuel José Cepeda Espinosa y Jaime Córdoba
Triviño.
[195]
La Corte ha señalado que este tipo de herramientas de ponderación deben tener
distintos niveles de intensidad dependiendo de la naturaleza de la medida
enjuiciada, de modo que no se sacrifiquen excesivamente el pluralismo político
y el principio mayoritario que se condensan en la libertad de configuración del
Legislador. Es decir que la intensidad del juicio de constitucionalidad es
inversamente proporcional a la libertad de configuración del Legislador, esto
es, entre mayor libertad de configuración normativa tenga el Legislador, menos
intenso y severo debe ser el examen de constitucionalidad. A la inversa, entre
menos libertad de configuración tenga el Legislador porque las posibilidades de
escogencia normativa que le entrega la Carta son menores, el juicio de
constitucionalidad debe ser más riguroso, severo y robusto. Sentencias C-345 de
2019, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado y C-287 de 2012, M.P. María Victoria
Calle Correa.
[196]
Ibídem.
[197]
“En otras palabras, es a partir de este especifico modelo
de test que resulta posible poner en la balanza los beneficios que una medida
tiene la virtualidad de reportar y los costos que su obtención representa, de
forma que sea posible evidenciar si ésta se encuentra ajustada al ordenamiento
superior al propender por una relación de costo-beneficio que, en general,
resulta siendo favorable a los intereses constitucionales en controversia”
(Sentencia C-144 de 2015, M.P. Marta Victoria Sáchica Méndez).
[198]
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. Si bien en aquella oportunidad
la Corte aplicó un juicio integrado de igualdad, la conclusión sobre las
intensidades del test resulta también aplicable a los juicios integrados de
proporcionalidad y razonabilidad, pues el análisis que efectuó la Corte en
dicha oportunidad se circunscribió a la metodología de combinación de los test
europeo y americano, la cual se emplea en ambos tipos de juicio integrado.
[199]
Como se indicó previamente, en la Sentencia C-570 de 2019,
M.P. Diana Fajardo Rivera, se analizó la notificación personal por medios
electrónicos en el Código General Disciplinario. En esa oportunidad, a partir
de un juicio de proporcionalidad de intensidad intermedia, la Corte concluyó
que “el Legislador viola el derecho al debido proceso y a la defensa
de una persona perteneciente a las Fuerzas Militares investigada
disciplinariamente al entender que ha sido notificada personalmente en la fecha
en la que el correo electrónico fue enviado y no cuando fue recibido”.
[200] M.P. Diana Fajardo
Rivera. Esta providencia fue reseñada en el fundamento jurídico 40.
[201] Sentencia
C-570 de 2019, M.P. Diana Fajardo Rivera.
[202] Sentencia
C-014 de 2004, M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[203] Como
se indicó previamente, la Sala hará referencia conjuntamente a las tres normas
acusadas, pues todas ellas establecen una medida idéntica para la determinación
del momento procesal en que se entiende surtida la notificación o comunicación
respectiva.
[204]
“En conjunto, estos principios imponen a la Administración el deber de
cumplir sus objetivos con una adecuada relación costo-beneficios, en otras
palabras, actuar de forma eficiente” (Sentencia C-634 de 2012, M.P. Gabriel
Eduardo Mendoza Martelo).
[205]
Tales postulados son compatibles con el principio de celeridad
de la actuación disciplinaria, previsto en el artículo 18 de la Ley 1952 de
2019.
[206]
Gaceta del Congreso de la República No. 483 de 2015. Acta de Comisión 54 del 27
de mayo de 2015 Cámara.
[207]
Sentencia C-203 de 2011, M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
[208]
Al respecto, la Sentencia C-570 de 2019, M.P. Diana Fajardo Rivera
destacó que: “(…) entender que el mensaje ha sido conocido cuando se
envía y no cuando se recibe, cuando se tiene acceso a este, no es un medio que
permita asegurar el célere y eficaz avance del proceso, con el debido respeto
de los derechos, en especial, el derecho de defensa. Emplear como forma de
verificación de recibo de un mensaje su envío y no su efectiva recepción, es un
medio que asegura que los términos se van a contar y que el proceso va a
avanzar, pero no luego de haberle dado el debido conocimiento del investigado.
Esto implica que la celeridad se logra, pero no con el respeto al derecho de
defensa, situación que no sólo afecta los derechos de la persona investigada,
sino de la sociedad en general y de las eventuales víctimas que esperen una
decisión justa”.
[209]
Gaceta del Congreso de la República No. 483 de 2015. Acta de Comisión 54 del 27
de mayo de 2015 Cámara. Sobre el particular, uno de los representantes
intervinientes en la Comisión Primera Constitucional de la Cámara de
Representantes manifestó: “(…) no puede ser posible que la gente a usted le
quiten un derecho, o usted se sienta notificado porque resulta que el [alcalde]
decidió cambiarnos las direcciones en Bogotá y entonces la carta, el cartero la
votó o no notificaron, o no le entregaron o el señor había cambiado de
dirección, yo creo que hay que, en esa materia dar las garantías, entre otras
porque se trata de un Auto Interlocutorio (…)”.
[210]
Ley 1437 de 2011.
[211]
Artículo 69 de la Ley 1437 de 2011.
[212]
En el debate ante la Comisión Primera Constitucional de la Cámara de
Representantes, se propuso que la citación para notificación personal se
enviara mediante correo certificado, con el propósito de que pudiera
verificarse la entrega de la correspondencia. Sin embargo, la propuesta fue
descartada debido a su costo por algunos de los representantes intervinientes
(Gaceta del Congreso de la República No. 483 de 2015. Acta de Comisión 54 del
27 de mayo de 2015 Cámara).
[213]
Barak A. Proporcionalidad. Los derechos fundamentales y sus restricciones.
Palestra. 2017, Lima. Pág. 89.
[214]
En reiteradas ocasiones, esta Corporación ha destacado que uno de los
fundamentos centrales de las decisiones de exequibilidad condicionada es “el
principio de la conservación del derecho, por el cual el juez constitucional
debe, en lo posible, procurar la conservación de los preceptos legales
sometidos a juicio y declarar inconstitucionales aquellos cuya lectura sea
insalvablemente incompatible con la Carta Política” (Sentencia C-149 de 2009,
M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo). Ver también las Sentencias C-499 de
1998, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz y C-349 de 2017, M.P. Carlos Bernal Pulido.
[215]
M.P. Jaime Araújo Rentería.
[216]
Esta interpretación es la que considera aplicable el Procurador General de la
Nación respecto de los incisos segundos de los artículos 127 y 225 del Código
General Disciplinario. En este sentido, el Ministerio Público expresó que tales
normas no son contrarias a la Carta porque, “(…) si el interesado logra
demostrar que recibió la comunicación después del término señalado, se debe
realizar la respectiva notificación” (Folio 6. Concepto
del Procurador General de la Nación).
[217]
M.P. Alfredo Beltrán Sierra.
[218]
Véanse, entre otras, las Sentencias C-096 de 2001, M.P. Álvaro Tafur Galvis; C-317 de 2003, M.P. Jaime Araújo Rentería; C-293 de 2008, M.P.
Jaime Araújo Rentería y C-570 de
2019, M.P. Diana Fajardo Rivera. |
18 | C-032-21
Sentencia C-032/21
Referencia: Expediente PE-047
Revisión de constitucionalidad
del proyecto de Ley Estatutaria 213 de 2018 Senado –091 de 2018 Cámara, “por medio de la cual se
crea el registro de deudores alimentarios morosos (REDAM) y se dictan otras
disposiciones”.
Magistrada ponente:
GLORIA
STELLA ORTIZ DELGADO
Bogotá, D.C., dieciocho (18)
de febrero de dos mil veintiuno (2021).
La
Sala Plena de la Corte Constitucional, conformada por los Magistrados Antonio
José Lizarazo Ocampo, quien la preside, Diana Fajardo Rivera, Jorge Enrique
Ibáñez Najar, Alejandro Linares Cantillo, Paola Andrea Meneses Mosquera, Gloria
Stella Ortiz Delgado, Cristina Pardo Schlesinger, José Fernando Reyes Cuartas y
Alberto Rojas Ríos, en ejercicio de sus atribuciones constitucionales y
legales, en especial de las previstas en el numeral 8º del artículo 241 de la
Constitución Política, cumplidos todos los trámites y requisitos contemplados
en el Decreto 2067 de 1991, ha proferido la siguiente:
SENTENCIA
I.
ANTECEDENTES
El 12 de julio de 2019, el Secretario General del
Senado de la República, en cumplimiento de lo ordenado por los artículos 153 y
241, numeral 8° de la Constitución Política y el artículo 39 del Decreto Ley
2067 de 1991, remitió a esta Corporación el expediente del proyecto de ley estatutaria
número 213/18 Cámara, 091/18 Senado, “por medio de la cual se crea el
registro de deudores alimentarios morosos (REDAM) y se dictan otras
disposiciones”[1]
(en adelante, el “proyecto de Ley” o PLE).
Mediante providencia del 31 de julio de 2019, la Magistrada
sustanciadora ordenó devolver el expediente legislativo al Senado de la
República, puesto que el proyecto de Ley no fue suscrito por el Presidente de
esa cámara, lo que incumplía lo previsto en el artículo 43 de la Ley 5ª de
1992- Reglamento del Congreso.
Posteriormente, a través de oficio radicado en la
Corte el 13 de agosto de 2019, el Secretario General del Senado remitió
nuevamente el expediente con el cumplimiento del requisito previamente
mencionado.
En consecuencia, por medio de auto del 14 de agosto de
2019, la Magistrada sustanciadora asumió el conocimiento del presente asunto y
solicitó oficiar a los Secretarios Generales del Senado de la República y de la
Cámara de Representantes, para que remitieran copia del expediente legislativo
y de las certificaciones sobre quórum deliberatorio y decisorio en cada una de
las etapas del proceso de aprobación del proyecto estatutario, de conformidad
con los artículos 133, 145, 146, 153, 157, 160 y 161 de la Constitución y la Ley
5ª de 1992, Reglamento del Congreso de la República.
Adicionalmente se dispuso, que una vez fueran
recibidas las pruebas se efectuara la fijación en lista del proceso y se
surtiera el traslado al Procurador General de la Nación, para el concepto
correspondiente.
Igualmente se ordenó, de conformidad con lo que
establece el artículo 11 del Decreto 2067 de 1991, comunicar la iniciación de
este proceso al Presidente de la República, al Presidente del Congreso, al
Ministerio de Justicia y del Derecho, al Ministerio del Trabajo, al Ministerio
de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, y a la Directora del
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, para que, si lo estimaban oportuno,
conceptuaran sobre la constitucionalidad del proyecto de ley estatutaria bajo
estudio.
En ese mismo auto, y de conformidad con lo dispuesto
en el artículo 13 del Decreto 2067 de 1991, se invitó a las siguientes
instituciones, con el propósito de que rindieran concepto técnico en el proceso
de la referencia, si así lo estimaban pertinente:
(i)
Defensoría del Pueblo; Migración
Colombia; Superintendencia Financiera de Colombia; Superintendencia de
Industria y Comercio, y Superintendencia de Notariado y Registro.
(ii)
Corte Suprema de Justicia; Consejo
Superior de la Judicatura, y Fiscalía General de la Nación.
(iii)
Academia Colombiana de
Jurisprudencia; Comisión Colombiana de Juristas; Centro de Estudios de Derecho,
Justicia y Sociedad –Dejusticia; Instituto Colombiano de Derecho Procesal;
Unión Colegiada del Notariado Colombiano, y la Asociación Bancaria de Colombia
– Asobancaria.
(iv)
Facultades de Derecho de las
Universidades Nacional de Colombia, de los Andes, Javeriana, Libre, Externado
de Colombia, del Rosario, de la Sabana, Sergio Arboleda, de Antioquia, del
Norte, Industrial de Santander, del Magdalena, EAFIT, de Nariño e ICESI.
Cumplidos los trámites previstos en el Decreto 2067 de
1991, procede esta Corte a decidir sobre la constitucionalidad del proyecto de
la ley estatutaria en cuestión.
II.
TEXTO DE LA NORMA
El texto de proyecto de ley estatutaria número 213 de 2018 Senado – 091 de
2018 Cámara, aprobado por el
Congreso de la República, es el siguiente:
“PROYECTO
DE LEY ESTATUTARIA
NÚMERO
213 DE 2018 SENADO, 901 DE 2018 CÁMARA
“Por
medio de la cual se crea el Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam)
y
se dictan otras disposiciones”
El
Congreso de la República de Colombia
DECRETA:
Artículo 1º. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas
para garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control al
incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo 2º. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que se
encuentren en mora a partir de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o no,
establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o cualquier
título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La obligación económica cuya mora genera el registro
corresponde a la de alimentos congruos o necesarios, definitivos o
provisionales.
Parágrafo. Esta norma aplica para los deudores alimentarios morosos de las
personas titulares de derechos de alimentos estipulados en el artículo 411 del
Código Civil colombiano, que incurran en las condiciones consagradas en el
presente artículo.
Artículo 3º. Procedimiento para inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro
ante el juez y/o funcionario que conoce o conoció del proceso y/o de alimentos
quien, previo a ordenar la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos, deberá correr traslado de la solicitud al deudor alimentario que se
reputa en mora por cinco (5) días hábiles, al término de los cuales resolverá
sobre la procedencia o no de la misma, con fundamento en la existencia o no de
una justa causa. La decisión del juez y/o funcionario podrá ser objeto del
recurso de reposición quien dispondrá de cinco (5) días hábiles para
resolverlo.
Parágrafo 1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro
de Deudores Alimentarios Morosos, el juez o la autoridad oficiará en un plazo
no mayor a cinco (5) días hábiles a la entidad encargada de su operación con el
propósito de hacer efectiva la misma.
Parágrafo 2°. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora, siempre y cuando sea la primera
inscripción, en el evento de recurrencia en el incumplimiento de las cuotas
alimentarias y el pago de las mismas antes del registro, este se llevará a cabo
por tres meses en la segunda oportunidad y por 6 meses en las ocasiones
siguientes.
Parágrafo 3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en
mora, el juez oficiará en un plazo no mayor a cinco (5) días hábiles a la
entidad encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción
en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez
ordenará el retiro inmediato de la información negativa del deudor de alimentos
del Registro.
Parágrafo 4°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente
a sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para poner
en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que dan
lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. La
Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, estará
obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo,
garantizando en todo caso, el derecho de contradicción y de defensa del
presunto deudor alimentario moroso.
Artículo 4º. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
1. Llevar un registro de los deudores alimentarios
morosos.
2. Expedir gratuitamente los certificados a través de
página web, que soliciten las personas naturales o jurídicas, públicas o privadas.
Estos certificados deberán contener como mínimo la
información contemplada en el artículo 5° de la presente ley.
Parágrafo. Los certificados contemplados en el numeral 2 del presente artículo,
tendrán una validez de tres (3) meses y podrán expedirse por medio de documento
en físico o por plataformas tecnológicas o virtuales que permitan que este sea
expedido con celeridad y practicidad para el ciudadano. El Gobierno nacional
reglamentará la materia, respetando en todo caso lo contemplado en las Leyes
1266 de 2008 y 1581 de 2012.
Artículo 5º. Contenido de la inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá
contener, como mínimo, la siguiente información:
1. Nombres y apellidos completos del Deudor
Alimentario Moroso.
2. Domicilio actual o último conocido del Deudor
Alimentario Moroso.
3. Número de documento de identidad del Deudor
Alimentario Moroso.
4. Identificación del documento donde conste la obligación
alimentaria.
5. Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto
de la obligación pendiente e intereses hasta la fecha de la comunicación.
6. Identificación de la autoridad que ordena el
registro.
7. Fecha del registro.
Artículo 6º. Consecuencias de la inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos generará las siguientes consecuencias:
1. El deudor alimentario moroso solo podrá contratar
con el Estado una vez se ponga a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias.
Esta inhabilidad también se predica del deudor alimentario moroso que actúe
como representante legal de la persona jurídica que aspira a contratar con el
Estado. Estando en ejecución el contrato, será causal de terminación del mismo
incurrir en mora de las obligaciones alimentarias.
2. No se podrá nombrar ni posesionar en cargos
públicos ni de elección popular a las personas reportadas en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, hasta tanto no se pongan a paz y salvo con las
obligaciones alimentarias.
Si el deudor alimentario es servidor público al
momento de su inscripción en el Redam, estará sujeto a la suspensión del
ejercicio de sus funciones, hasta tanto no se ponga a paz y salvo con las
obligaciones alimentarias. En todo caso, se garantizará al deudor alimentario
los derechos de defensa y debido proceso.
3. Cuando el deudor alimentario pretenda perfeccionar
la enajenación de bienes muebles o inmuebles sujetos a registro, la notaría
exigirá el certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En caso
de estar reportado, el monto de las cuotas alimentarias adeudadas se sumará a
la tarifa de los derechos notariales. Será obligación de la notaría depositar
lo adeudado a orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro,
con la finalidad de solventar la deuda alimentaria originaria.
4. Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o
la renovación de un crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento, se
exigirá el certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso
de ser aprobado, será obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado
a orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, para que
solvente la deuda alimentaria originaria.
5. Impedimento para salir del país y efectuar trámites
migratorios ante Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
6. No se requerirá la autorización del padre o madre
inscrito en el Redam contemplada en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006.
7. No se otorgarán subsidios a las personas reportadas
en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos, hasta tanto no se pongan en
paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
Parágrafo 1°. La entidad designada por el Gobierno nacional para implementar,
administrar y mantener el Redam, remitirá la información contenida en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos a las centrales de riesgo crediticio,
financiero y comercial, para lo de su competencia.
Parágrafo 2°. La consecuencia contemplada en el numeral 3° del presente artículo,
aplica tanto para personas naturales como para representantes legales de
personas jurídicas, siempre que estas últimas sean parte del negocio jurídico.
Parágrafo 3°. La carga de verificación si el ciudadano está inscrito en el Registro
recaerá únicamente en el Estado, las notarías y las entidades bancarias. La
imposibilidad de verificar el registro deberá interpretarse en favor del
ciudadano.
Artículo 7º. Operación del Registro de Deudores
Alimentarios Morosos. El
Gobierno nacional, designará a una entidad del orden nacional para que
implemente, administre y mantenga actualizado el Registro Nacional de Deudores
de Cuotas Alimentarias.
Parágrafo 1°. La entidad a la que hace referencia el presente artículo, podrá
constituir una base de datos de carácter público para la administración de la
misma, dando aplicación a lo previsto en el parágrafo 1° del artículo sexto de
esta ley.
Parágrafo 2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados a
partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Parágrafo 3º. La entidad responsable del tratamiento de la información adoptará
mecanismos útiles, eficientes, demostrables y verificables para garantizar el
cumplimiento de la presente ley y los principios y reglas previstos en las
leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012 respecto del tratamiento de los datos
personales que harán parte del citado registro.
En la reglamentación de este registro se definirá,
entre otros, lo siguiente: (a) la finalidad de la recolección y utilización de
los datos; (b) las condiciones en las que podrán ser accedidos por parte de
personas naturales o jurídicas, públicas y privadas; (c) el tipo de información
que se suministrará a los interesados; (d) los usos que se puede dar a la
información contenida en el registro; (e) el tiempo que estará registrada la
información, de conformidad con el principio de temporalidad o caducidad del
dato.
Adicionalmente, se deben prever mecanismos técnicos
capaces de limitar el alcance de las consultas y de las búsquedas electrónicas
con el fin de prevenir todo tipo de descarga o de consulta no autorizada de
datos personales.
Parágrafo 4º. El registro contará con un mecanismo de verificación, formación y
apoyo para los deudores en desempleo o informalidad a través del Servicio
Público de Empleo.
Artículo 8º. Remisión general. Los principios y reglas generales previstas
en las Leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012, o las que las reemplacen o modifiquen,
se aplicarán a la administración de la información y los datos incluidos en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo 9º. Advertencia de consecuencias derivadas
del incumplimiento de las obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan alimentos, y en los
acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridad administrativa,
se advertirá a los obligados de las consecuencias previstas en esta ley por su
incumplimiento.
Artículo 10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en los términos
del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el reconocimiento judicial
de las acreencias alimentarias en las que se incurrió, aun cuando las
circunstancias económicas del acreedor alimentario señalen que posea la
capacidad económica para costear su subsistencia, pero que fueron necesarias
para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo 1°. Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las
que hace referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa,
subrogar al titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento
judicial de las mismas.
Parágrafo 2°. Lo estatuido en el presente artículo solo tendrá aplicación en la
jurisdicción civil y no cambiará el precedente jurisprudencial en materia penal
para el delito de inasistencia alimentaria, según el cual para que se configure
responsabilidad penal por este delito, debe verificarse la necesidad de la
víctima de la asistencia alimentaria y la capacidad de pago del acusado.
Artículo 11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias.”
III. INTERVENCIONES
1. Congresista Maritza Martínez Aristizábal[2]
La Senadora Maritza Martínez Aristizábal, quien
promovió la iniciativa legislativa que culminó con la promulgación del proyecto
de ley estatutaria, presentó su intervención en los siguientes términos:
Primero, realizó un contexto sobre la institución del
registro de deudores alimentarios morosos en el derecho comparado, y reiteró
los argumentos que se presentaron en la exposición de motivos, en relación con
la conveniencia de las medidas adoptadas en el proyecto. Principalmente, indicó
que estas medidas son convenientes, dado el alto nivel de impunidad que existe
respecto del incumplimiento de este tipo de obligaciones. Además, añadió que
los procesos de fijación de cuota alimentaria por vía judicial pueden durar
hasta tres años y medio, lo cual limita su efectividad.
Segundo, procedió a explicar los aspectos jurídicos de
la iniciativa. En especial, reiteró la necesidad de adoptar los mecanismos dispuestos
en el PLE, en cuanto son necesarios para proteger las condiciones mínimas de
subsistencia de los niños, niñas y adolescentes, quienes son sujetos de
especial protección constitucional de conformidad con el artículo 44 de la
Carta Política. Asimismo, señaló que el objetivo del proyecto es controlar de
manera sistemática el incumplimiento de las acreencias alimentarias, a través
de un procedimiento regulado que respete los derechos fundamentales al debido
proceso y habeas data de quienes sean objeto de registro en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos (en adelante, “REDAM”).
En cuanto al análisis puntual de los artículos
incorporados en el proyecto, la Senadora reconoció que la inscripción en el
REDAM acarrea consecuencias que podrían colisionar con los derechos de los
deudores alimentarios que se encuentren registrados. Por ese motivo, propuso
realizar el juicio de proporcionalidad establecido en la jurisprudencia de esta
Corporación, a través del cual se verifique que los objetivos perseguidos
representan un beneficio mayor con respecto a los costos en los que podría
incurrir su materialización.
Sobre este particular, resaltó que este Tribunal[3]
considera que el derecho de alimentos es el medio a través del cual se pueden
materializar otros derechos fundamentales, como los derechos a la vida, al
mínimo vital, a la integridad física, a la salud, a la seguridad social, la
educación y la recreación, entre otros. Asimismo, recalcó que el cumplimiento
de esta obligación no solo afecta la vida de los niños, niñas y adolescentes,
sino también de otras poblaciones, tales como los adultos mayores o adultos en
condición de discapacidad, quienes necesitan del cumplimiento de estas
acreencias para su desarrollo y mantenimiento de una vida digna.
En ese sentido, argumentó que la medida es necesaria,
en vista de la ineficacia de los mecanismos ante la jurisdicción civil y penal,
por lo cual se requiere otro medio para asegurar el acatamiento del pago de
estas acreencias. Por ello, consideró que las medidas de apremio y sanción
establecidas en el proyecto constituyen alternativas viables para lograr los
fines propuestos en dicha legislación. Por demás, insistió en que las
consecuencias del registro en el REDAM son mucho menos gravosas que aquellas
que se aplican como consecuencia del proceso penal, y que la limitación de
derechos por cuenta de la inscripción en el registro procede como última
ratio en los casos en los que se han incumplido tres cuotas alimentarias.
En cuanto a la naturaleza del REDAM y su operación, la
Senadora consideró oportuno aclarar que este registro y su posterior
reglamentación deberá observar lo dispuesto en las Leyes 1266 de 2008 y 1581 de
2012, en lo atinente al tratamiento y protección de datos personales. Bajo este
entendido, esta disposición pretende proteger a los titulares de la información
ante cualquier uso o acceso indebido o no autorizado. Además, explicó que el
hecho de que la base de datos sea “pública” se refiere exclusivamente a
que la misma es de carácter oficial, mas no a que se permita el acceso
irrestricto al público en general. En ese entendido, la expresión “público”
contenida en el parágrafo 1º del artículo 7º del proyecto de ley debe
entenderse como “perteneciente o relativa al Estado o a otra Administración”,
según lo dispuesto en el artículo 30 del Código Civil.
Por último, presentó las razones que, según ella,
explicarían por qué lo decidido por la Corte Constitucional en la Sentencia
C-657 de 1997, en la que se determinó la inconstitucionalidad de las
limitaciones al derecho al trabajo consagradas en la Ley 311 de 1996 que regula
el Registro Nacional de Protección Familiar, no aplicaría para el caso del PLE
bajo estudio. Sobre este punto, indicó que: (i) la inscripción en el REDAM está
supeditada a un procedimiento que se adelanta ante un juez de la República o un
conciliador, quienes están obligados a salvaguardar el derecho de defensa del
presunto deudor alimentario moroso; y (ii) el registro en esta base de datos
sólo procede cuando existe incumplimiento de tres o más cuotas alimentarias,
por lo que se requiere que el desconocimiento de la obligación sea reiterado y que
el deudor no esté en condiciones de demostrar la inexistencia de la obligación
o que no se encuentra en mora. Teniendo en cuenta estos dos aspectos, estimó
que no pueden realizarse las mismas consideraciones que condujeron a la
declaratoria de inexequibilidad de las limitaciones que se imponían en la Ley
311 de 1996.
De acuerdo con lo expuesto, solicitó a la Corte
Constitucional que declare la constitucionalidad del proyecto de la referencia,
la cual permitiría a los ciudadanos contar con una herramienta adicional para requerir
y apremiar el cumplimiento de obligaciones alimentarias.
2.
Ministerio de Justicia y
del Derecho[4]
La Directora de Desarrollo del Derecho y del
Ordenamiento Jurídico del Ministerio de Justicia presentó su intervención
dentro del proceso de la referencia, en los términos que se exponen a
continuación.
En primer lugar, el Ministerio se refirió al
cumplimiento de los requisitos de forma en el trámite del proyecto objeto de
revisión. Principalmente, mencionó que el texto fue aprobado dentro de una sola
legislatura y por la mayoría de los miembros del Senado y de la Cámara de
Representantes. Además, indicó que se cumplieron los requisitos generales
establecidos en el artículo 157 constitucional. En ese sentido, concluyó que el
PLE se encuentra libre de vicios en su formación.
En segundo lugar, en relación con las razones que
justifican la constitucionalidad del proyecto, la entidad insistió en que las
medidas adoptadas pretenden proteger el derecho de los niños, niñas y
adolescentes a recibir alimentos, el cual considera de rango fundamental.
Precisamente, expresó que dicho derecho se extiende a la recepción de las
cuotas alimentarias, que son indispensables para garantizar el desarrollo pleno
e integral de esta población. A partir de esta perspectiva, concluyó que:
“(…) el proyecto de ley objeto de revisión se encuentra
ajustado a la Constitución Política porque responde a un fin legítimo, el cual
estriba en adoptar una herramienta efectiva en la garantía para el cumplimiento
de las obligaciones alimentarias en favor de los derechos de los niños, niñas y
adolescentes, y frente a las situaciones de violencia económica contra la
mujer, como manifestaciones del deber constitucional de solidaridad y de
responsabilidad. Además, las medidas adoptadas resultan proporcionales frente
al fin propuesto.”
En virtud de lo expuesto, el Ministerio de Justicia y
del Derecho solicitó a la Corte Constitucional que declare la exequibilidad del
proyecto bajo estudio.
3.
Superintendencia de
Industria y Comercio[5]
La jefe de la Oficina Asesora Jurídica de la
Superintendencia de Industria y Comercio presentó su concepto sobre el proyecto
de ley estudiado por la Corte. Particularmente, solicitó:
Primero, la entidad estimó necesario que la Corte
evalúe si las medidas del proyecto y las consecuencias de los reportes de
información negativa ante el REDAM se ajustan a los postulados
constitucionales. Sobre el particular, consideró pertinente recordar lo que
dispuso este Tribunal en la Sentencia C-1011 de 2008[6],
según la cual el reporte de información negativa para obtener el pago de
obligaciones dinerarias constituye una conducta abusiva. También citó las Sentencias
T-729 de 2002, C-185 de 2003, C-748 de 2011 y SU-458 de 2012, con el fin de
insistir en el hecho de que los reportes que se efectúan en el REDAM tienen el
carácter de datos negativos, lo cual puede convertirse en una barrera
injustificada para el titular del dato respecto del acceso al mercado laboral o
al sistema financiero, entre otros.
Segundo, la Superintendencia trajo a colación la
jurisprudencia de esta Corporación, a través de la cual se reconoció el “derecho
al olvido” en cabeza del titular del dato, el cual guarda relación con la
caducidad de los datos negativos. En esa medida, recordó que los datos, por su
naturaleza y relación con derechos fundamentales, tienen una vigencia limitada
y no se les puede otorgar el carácter de inmodificables. En ese sentido, agregó
que los datos negativos no pueden mantenerse indefinidamente en las bases de
datos y que, por ese motivo, el titular del dato tiene el derecho de solicitar
la supresión de la información ante la autoridad de protección de datos
personales, en caso de que el administrador del REDAM no lo haga de oficio.
Así, aclaró que, una vez se ejerza el derecho a la supresión, la información
sobre el incumplimiento de la acreencia alimentaria y la relacionada en el
artículo 5º del proyecto debe ser suprimida completamente y será imposible su
circulación, ni siquiera de forma restringida.
De acuerdo con lo anterior, solicitó expresamente que,
habida cuenta de que el proyecto no regula la caducidad del dato relacionado
con el incumplimiento de la cuota alimentaria ni de la permanencia de los demás
datos, la Corte Constitucional establezca los términos de conservación del
reporte.
Tercero, en referencia al parágrafo 2º del artículo 3º,
la Superintendencia evidenció que el proyecto establece que la única excepción
que se puede proponer ante la solicitud de registro en el REDAM es el pago de
la acreencia alimentaria, aun cuando existen otras causales de extinción de
este tipo de obligaciones[7].
Sobre este particular, le pidió a la Corte que declare la exequibilidad de
dicho aparte del proyecto, en el entendido de que el deudor alimentario puede
presentar otras excepciones frente al registro en el REDAM, lo cual incluye las
diferentes causales de extinción de la obligación alimentaria y la prescripción
de la misma.
Cuarto, la entidad interviniente insistió en la
necesidad de que se establezca el acceso y consulta restringida de la
información reportada en el REDAM. A su juicio, ese reporte genera un alto
riesgo para los derechos y libertades de los titulares del dato, pues permite
su completa identificación y el conocimiento sobre el monto de la cuota y el
domicilio de la persona. Según lo expuesto por la Superintendencia, esta
información podría ser utilizada para fines ilícitos, con lo cual se requiere
que su acceso sea restringido.
Adicionalmente, indicó que el suministro público e
indiscriminado de los datos registrados en el REDAM estaría en contravía de los
principios rectores en materia de protección de datos, en particular, los de
libertad, acceso y circulación restringida, así como los de finalidad,
seguridad y confidencialidad. En efecto, como ya fue expuesto en el párrafo
anterior, se corre el riesgo de que la información sea utilizada por terceros
sin interés legítimo para realizar actividades contrarias a las finalidades
establecidas en el PLE. Además, la divulgación gratuita y pública de la
información reportada en el REDAM contraviene el artículo 13 de la Ley 1581 de
2012, el cual establece quiénes son las personas legitimadas para recibir la
información de los titulares de datos. Por ese motivo, solicitó que se declare
la exequibilidad condicionada del numeral 2º, el inciso y el parágrafo del
artículo 4º del PLE, en el entendido de que:
“(i) Se restrinja el acceso, consulta, divulgación o
comunicación masiva e indiscriminada de los datos que se reportan en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos, RADAM (sic);
(ii) El certificado expedido por la entidad sólo debe
contener la información estrictamente necesaria para lograr el propósito
perseguido por el legislador, así como ser entregado a aquellos terceros con
interés legítimo (parágrafo 3° del artículo 6º), incluido el Titular del Dato,
y para los fines estrictamente señalados en el artículo 6 del proyecto de ley;
(iii) Los terceros con interés legítimo (parágrafo 3°
del artículo 6º) deben abstenerse de utilizar la información para propósitos o
finalidades diferentes a las señaladas en el artículo 6º del proyecto de ley.”
En línea con lo anterior, también solicitó a la Corte
declarar exequible condicionalmente el artículo 5º, bajo el supuesto de que los
datos que se reporten en el REDAM sean adecuados, pertinentes y limitados a lo
necesario en relación con los fines para los cuales se realiza el tratamiento.
Por último, la Superintendencia de Industria y
Comercio resaltó que la regulación colombiana impone a los responsables del
tratamiento de datos la responsabilidad de adoptar las medidas necesarias para
cumplir la Ley 1581 de 2012 y sus normas reglamentarias. En virtud de lo
anterior, estimó necesario que, en el proyecto de la referencia, se implemente
el principio de responsabilidad demostrada, el cual ha sido desarrollado en el
Capítulo III del Decreto 1377 de 2013. Según estas disposiciones, los “responsables
del tratamiento de datos personales deben ser capaces de demostrar, a petición
de la Superintendencia de Industria y Comercio, que han implementado medidas
apropiadas y efectivas para cumplir con las obligaciones establecidas en la Ley
1581 de 2012”[8].
En ese sentido, explicó que el principio de
responsabilidad demostrada demanda implementar diferentes acciones para
garantizar el cumplimiento eficaz de los deberes que imponen las regulaciones
sobre tratamiento de datos personales. Con este propósito en mente, esta
entidad expidió la “Guía para la implementación del principio de
responsabilidad demostrada (accountability)” el 28 de mayo de 2015, la cual
considera puede ser de utilidad a la hora de implementar este principio para el
caso del REDAM. Con todo, solicitó que se declare la exequibilidad del parágrafo
3º del artículo 7º del proyecto de ley, en el entendido de que el “principio
de responsabilidad demostrada refuerza la obligación de los diferentes agentes
a implementar las medidas apropiadas, efectivas y verificables para garantizar
en la práctica los principios rectores, derechos y deberes incorporados en la
Ley 1581 de 2012 y sus normas reglamentarias”.
4.
Superintendencia Financiera
de Colombia[9]
La Subdirección de Defensa Jurídica de la
Superintendencia Financiera de Colombia presentó su concepto sobre el proyecto de
la referencia. La intervención de la entidad se circunscribió al análisis del
numeral 4º del artículo 6º, por cuanto se trata de la disposición normativa que
guarda relación con el ámbito de sus competencias.
A este respecto, dicha Superintendencia consideró que
la medida contenida en el citado numeral 4º presenta “importantes
inconvenientes técnicos y prácticos que pueden afectar al sistema financiero en
materia de otorgamiento y administración del riesgo de crédito, inclusión
financiera y democratización del crédito”.
Específicamente, aseguró que la disposición propuesta
generaría inconvenientes en el proceso de análisis de riesgo de crédito que se
realiza con anterioridad a la aprobación de este. Según lo expuesto en la
intervención, para salvaguardar los recursos que han sido captados del público,
las entidades financieras deben evaluar los siguientes factores:
“Con la evaluación cualitativa la entidad
financiera busca determinar si el crédito está bien estructurado
operacionalmente, si se va a destinar para lo que fue solicitado y la
experiencia del solicitante, entre otras consideraciones, mientras que a nivel
cuantitativo, se evalúan los ingresos, historial crediticio, declaraciones de
impuestos y la capacidad de endeudamiento. Y por último analiza las garantías
para recuperar el dinero prestado en caso de incumplimiento.”
A partir de lo anterior, consideró que la medida
dispuesta en el numeral 4º del artículo 6º del proyecto conllevaría a que las
instituciones financieras deban considerar un factor de riesgo adicional dentro
de su proceso de evaluación de riesgo de crédito, consistente en la inclusión o
no del potencial deudor en el REDAM. Además, añadió que la persona inscrita en
este registro podría ser considerada de “alto riesgo”, por cuanto
destinaría un porcentaje de su préstamo al pago de la obligación de alimentos,
y no al objetivo inicialmente planteado, esto es, a la actividad productiva del
deudor. De acuerdo con lo anterior, concluyó que este mecanismo alteraría uno
de los criterios sustanciales de la evaluación cualitativa del riesgo de
crédito, como lo es el de la destinación original del préstamo.
La Superintendencia Financiera fue enfática en mostrar
su inquietud sobre el hecho de que la medida en discusión pueda tener efectos
negativos en materia de inclusión financiera y democratización del crédito. Lo
anterior, por cuanto considera que esto podría conducir a que las personas
inscritas en el REDAM se abstengan de solicitar créditos, ante la posibilidad
de que se realice el descuento automático sobre el préstamo desembolsado. En
criterio de esta entidad, esto contrariaría lo dispuesto en el artículo 335 de
la Constitución.
Con todo, si bien aclaró que el cumplimiento de acreencias
alimentarias es relevante desde el punto de vista constitucional, consideró de
igual importancia analizar la razonabilidad de la medida propuesta, con el
objetivo de establecer si ésta “se justifica desde la perspectiva de la
generación de riesgos adicionales en materia de riesgo crediticio, la menor
disponibilidad del crédito y la eventual disminución en la profundización de la
inclusión financiera a nivel de los productos de crédito”.
5.
Universidad del Rosario[10]
La Facultad de Jurisprudencia de la Universidad
del Rosario presentó su intervención sobre el PLE bajo estudio, en los términos
siguientes:
Para comenzar, argumentó que el proyecto desarrolla y
materializa los artículos 13, 42 y 44 de la Constitución Política.
Principalmente, insistió en el deber del Estado de asegurar la protección de
los derechos de los niños, niñas y adolescentes a recibir alimentos, entre
otras garantías; lo cual se deriva tanto de la Constitución, como de
instrumentos internacionales que propenden por la protección de los derechos de
esta población.
Por este motivo, consideró que el REDAM ayuda a
materializar los derechos y deberes anteriormente señalados, pues sirve como
complemento de otras medidas consagradas en el ordenamiento jurídico colombiano
para garantizar el pago de alimentos de los hijos menores. En su criterio, lo
anterior resulta necesario para superar las dificultades que enfrentan dichos
mecanismos en la actualidad y que fueron destacados en la exposición de motivos
del proyecto.
En cuanto al contenido de los artículos, se refirió
específicamente a los parágrafos 2º y 3º del artículo 3º, así como al artículo
6º del proyecto. Sobre este particular, la Universidad identificó una posible
contradicción en el citado artículo 3º, pues (i) su parágrafo 2º autoriza el
registro aún después de que se hayan cancelado las obligaciones alimentarias,
cuando hay recurrencia en el incumplimiento; al mismo tiempo que (ii) su parágrafo
3º ordena la cancelación de la inscripción y el retiro de la información
negativa cuando se acredite el pago de las cuotas alimentarias en mora.
En ese mismo sentido, agregó que, en concordancia con
lo dispuesto en el parágrafo 3º del artículo 3º, la exequibilidad del artículo
6º depende de la determinación de la duración de la inscripción en el REDAM. De
esa manera, considera que la interpretación más acorde con la Constitución es
aquella según la cual las consecuencias derivadas del registro establecidas en
el artículo 6º ibídem perduren únicamente mientras se encuentra vigente
el registro, lo cual está supeditado al cumplimiento de la obligación
alimentaria. En otras palabras, una vez pagada la acreencia, debe eliminarse el
registro y cualquier información negativa del deudor pues, de lo contrario, se
afectaría de manera desproporcionada sus derechos fundamentales al trabajo, a
la participación y al mínimo vital.
Con todo, solicitó a la Corte que declare la
exequibilidad de los parágrafos 2º y 3º del artículo 3º y del artículo 6º del PLE,
en el entendido de “que la inscripción en el registro y las consecuencias
que de él se derivan, solamente tiene lugar mientras el deudor se encuentre en
mora. Por lo tanto, una vez este ha cancelado la totalidad de la deuda, la
inscripción en el registro debe ser eliminada”.
6.
Universidad de la Sabana[11]
La Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas de la Universidad de la Sabana presentó su intervención dentro del
proceso de la referencia, en los términos que se resumen a continuación:
En primer lugar, la Universidad se refirió a algunos argumentos
sobre la conveniencia y necesidad del REDAM y de las medidas adoptadas en el proyecto.
Según la interviniente, la iniciativa legislativa es de vital importancia,
habida cuenta de (i) la problemática social generada por el importante número
de casos de incumplimiento de obligaciones alimentarias, y (ii) dado que esta
situación afecta de forma particular a sujetos de especial protección
constitucional, como los niños, niñas, adolescentes y las madres cabeza de
familia. Además, consideró que esta circunstancia se agudiza, debido a la
ineficacia de los mecanismos consagrados para enfrentar el desconocimiento de
estas acreencias.
En segundo lugar, procedió con el análisis jurídico
del articulado del PLE, específicamente en lo que respecta a los numerales 1º y
2º del artículo 6º y el artículo 9º de dicha legislación.
En criterio de la Universidad de la Sabana, los
numerales 1º y 2º del artículo 6º ibídem no son constitucionales, en
cuanto las limitaciones que imponen al derecho al trabajo no superan el juicio
de proporcionalidad. Sobre el particular, indicó que, si bien las
restricciones establecidas en los numerales citados persiguen fines
constitucionalmente legítimos al propender por el cumplimiento del derecho de
alimentos, lo cierto es que sus consecuencias no son adecuadas ni necesarias
para alcanzar dicha finalidad.
Así, argumentó que estas medidas no son (i) adecuadas,
por cuanto impiden a los deudores alimentarios obtener los recursos para su
subsistencia y para el cumplimiento de sus obligaciones, lo cual conlleva a un
efecto contrario al pretendido. Más aún, insistió en que tampoco son (ii) necesarias,
puesto que podrían proponerse medidas menos gravosas para alcanzar el fin
pretendido por la norma. En línea con este último punto, la interviniente
propuso unas medidas menos gravosas que cumplen con el mismo fin
constitucional, que se explican a continuación:
(i)
Permitir que el deudor alimentario
contrate con el Estado, siempre que una porción del pago del precio del
contrato se destine a la cancelación de la obligación alimentaria. Esta medida
también aplicaría cuando el contrato esté en ejecución, para lo cual se
destinaría una parte del precio del contrato que no haya sido pagada a la
cancelación de dicha acreencia.
(ii)
Permitir que las personas
registradas en el REDAM puedan ser nombradas o posesionadas en cargos públicos
y de elección popular, siempre que se destine un porcentaje del salario al
cumplimiento de la obligación alimentaria. Si el deudor es servidor público al
momento de su inscripción en el registro, deberá destinarse una parte
proporcional de su salario al cumplimiento de dichas obligaciones.
En cuanto al artículo 9º, la Universidad llamó la
atención sobre la existencia de una omisión legislativa relativa, en cuanto a
que la norma excluye la posibilidad de que se informe sobre las consecuencias
previstas en la ley por el incumplimiento de acreencias alimentarias, a
aquellas personas que realizan el trámite de conciliación ante instituciones
privadas. En su criterio, la norma solo previó la inclusión de esta advertencia
en los acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridades
administrativas, y omitió incluir a los conciliadores y centros de conciliación
de carácter privado, sin justificación suficiente, lo cual genera una
discriminación hacia estos últimos.
Por este motivo, solicitó a la Corte Constitucional
que declare: (i) la inconstitucionalidad de los numerales 1º y 2º del artículo
6 del PLE; (ii) la exequibilidad condicionada del artículo 9º, en el sentido de
que también se incluyen los acuerdos conciliatorios concluidos ante entidades
privadas, y (iii) la constitucionalidad del resto del articulado del proyecto
legislativo.
7.
Unión Colegiada del
Notariado Colombiano[12]
La Unión Colegiada del Notariado
Colombiano, a través de sus representantes legales, intervino en el proceso de
constitucionalidad de la referencia, en los términos que se resumen a
continuación:
Como primera medida, la UCNC analizó el procedimiento
legislativo del proyecto, y concluyó que éste se encuentra libre de vicios en
su formación. Específicamente, se refirió a la aprobación del proyecto en una
legislatura y el cumplimiento de los cuatro debates.
Posteriormente, esta institución realizó un examen
sobre la constitucionalidad del proyecto de ley estudiado por la Corte, para lo
cual analizó de forma independiente cada disposición del articulado. Para
efectos del presente recuento, se presentarán los argumentos referentes a
aquellos artículos que la UNCN considera problemáticos o inexequibles, o sobre
los cuales se haya solicitado algún condicionamiento sobre su exequibilidad.
Para comenzar, sobre el artículo 3º del proyecto
de ley, los intervinientes consideraron relevante que la Corte Constitucional
aclare que, durante el término de cinco días hábiles en que corre traslado de
la solicitud de intervención al deudor alimentario, éste podrá allegar las
pruebas que considere pertinentes para sustentar su defensa.
Asimismo, en lo concerniente al parágrafo 2º[13]
de la disposición en comento, la UNCN estimó necesario que esta Corporación
declare la inexequibilidad de la expresión “solo” contenida en este aparte
normativo. En su criterio, la restricción sobre las excepciones que puede
proponer el deudor afecta su derecho a la defensa, además de que limita el
examen que puede realizar la autoridad que emite la sentencia o el título
ejecutivo en lo concerniente a la existencia o no de una justa causa para el
incumplimiento de la obligación. En ese entendido, considera que la ambigüedad
de la norma debe ser resuelta a favor del deudor alimentario, en el sentido de
que puede proponer cualquiera de las excepciones previstas en el ordenamiento
jurídico colombiano sobre la extinción de la obligación alimentaria.
En cuanto al artículo 4º del proyecto sub
examine, los intervinientes pusieron de presente la posible afectación del
derecho a la intimidad de las personas obligadas que se encuentren registradas
en el REDAM. Así, consideraron que el hecho de permitir que cualquier persona
natural o jurídica pueda obtener una copia del certificado de inscripción vulneraría
esta garantía. En virtud de lo anterior, propusieron que, al igual que los
registros realizados en centrales de riesgo del sector financiero, se
establezca que solo los actores legitimados puedan acceder a la información
consignada en ese registro. En ese sentido, solicitan que la Corte
Constitucional establezca la legitimación para solicitar la expedición de dicho
certificado en cabeza de las entidades encargadas de verificar su cumplimiento,
con el fin de proteger el derecho a la intimidad de los deudores alimentarios.
En igual sentido, la UNCN solicitó que se reemplace la
palabra “ciudadano” contenida en el parágrafo del artículo 4º del proyecto
de ley, y se utilice la expresión “requirente”. Esta modificación
permitirá que solo aquellas personas legitimadas para consultar y solicitar la
expedición de certificados del REDAM puedan hacerlo.
De otra parte, al analizar el artículo 6º del PLE,
referente a las consecuencias de la inscripción en el REDAM, la UNCN consideró
que la norma se ajusta a la Constitución, salvo en lo que respecta a los
numerales que se explicarán a continuación.
La UNCN consideró que el numeral 3º del artículo 6º
resulta inconstitucional, en lo relativo a la imposición de la obligación en
cabeza de los Notarios de incluir el monto de las cuotas alimentarias sobre la
tarifa de derechos notariales y de depositar dicho monto ante la autoridad que
solicitó la inscripción[14].
Según lo expuesto, el hecho de que la ley imponga al notario estos deberes no
tiene relación alguna con el ejercicio de la función fedataria, pues nada tiene
que ver con el acto escriturario o de fe pública. Por este motivo, concluyó que
no se puede aceptar que, bajo el presupuesto de garantizar obligaciones
alimentarias, se convierta al notario en una suerte de ejecutor de obligaciones
económicas generadas por terceros. Sobre el particular, los intervinientes
expresaron lo siguiente:
“Así las cosas, resulta manifiestamente ilegal y
contrario a la Constitución y la ley vulnerar la voluntad de la persona y su
autonomía para permitir la realización de un acto de enajenación en forma libre
y voluntaria. “Amarrar” un acto notarial al presupuesto de garantizar el pago
de una obligación causada y que se encuentra en mora, en el caso de una
obligación alimentaria no solamente es exótico sino manifiestamente arbitrario,
ya que el acreedor tiene los medios establecidos por la ley para el cobro
judicial o coactivo y sino tiene la facilidad para hacerlo, corresponde al
defensor de familia, al Instituto Colombiano de Familiar y en últimas a la Fiscalía
General de la Nación y a los jueces competentes hacer que esta obligación
alimentaria se cumpla y haga efectiva.”
En lo referente al numeral 5º del artículo 6º,
la UNCN consideró que el impedimento para salir del país o efectuar trámites
migratorios debería aplicar únicamente en los casos en los que la afectación
del derecho de alimentos recaiga sobre menores de edad. En su criterio, en los
demás casos no debería operar dicha restricción, pues afecta de manera
desproporcionada el derecho que le asiste al deudor de alimentos de salir del
territorio nacional.
Asimismo, los intervinientes solicitaron la
declaratoria de inconstitucionalidad del numeral 6º del artículo 6º del
proyecto. A su juicio, la norma confunde el incumplimiento de la obligación de
suministrar alimentos a cargo de los padres y el concepto de patria potestad.
En ese sentido, eliminar la obligación de contar con la autorización del padre
o madre inscrito en el REDAM para permitir la salida del país de un menor de
edad va en contravía de sus derechos a ejercer la representación de su hijo
menor y a la unidad familiar. Por ese motivo, si el deudor alimentario no tiene
suspensión o privación de la patria potestad, tiene la facultad de autorizar la
salida del país del menor de edad.
En cuanto al numeral 7º del artículo 6º, los
intervinientes estimaron que la restricción al otorgamiento de subsidios
estatales a las personas inscritas en el REDAM ahonda la desigualdad de
aquellas personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. A su
juicio, esta consecuencia del registro profundiza la dificultad del deudor
alimentario para obtener recursos suficientes para cubrir su acreencia. Por
este motivo, solicitaron a la Corte que declare la inexequibilidad de este
aparte normativo.
Finalmente, en cuanto al artículo 11º del proyecto,
la UNCN estimó necesario que esta Corporación precise el alcance de dicha
disposición, en el sentido de indicar que la entrada en vigencia de la ley debe
darse a partir de su promulgación, y no de su expedición.
8. Instituto Colombiano de Bienestar Familiar[15]
El Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar presentó su escrito de intervención ante esta Corporación, en el que
plantea las siguientes consideraciones sobre la constitucionalidad del PLE.
Sostuvo, a manera de análisis general, que
el PLE debe ser analizado a partir de un juicio intermedio de
constitucionalidad, en la medida en que incide en el alcance de los derechos al
habeas data y a la intimidad. En particular, esta afectación se da en cuanto al
segundo derecho, debido a la conformación de una base de datos dirigida a
recopilar información personal, de índole privada, sobre el incumplimiento de
obligaciones alimentarias y con el fin de imponer las consecuencias de que
trata el artículo 6º del PLE. Estos efectos inciden en el derecho a la
intimidad en tanto limitan la adopción de decisiones sobre asuntos propios de
la esfera privada, vinculados con el ejercicio de determinados empleos, la
disposición de los bienes y la salida del país, entre otros. De la misma
manera, se afecta el núcleo esencial del derecho al habeas data, puesto que el
REDAM tiene por objeto la recolección, tratamiento y circulación de información
personal que el ICBF clasifica como privada.
Afirmó el instituto interviniente que el
REDAM cumple con un fin constitucional importante, vinculado a la vigencia del
derecho fundamental a la alimentación de niños, niñas y adolescentes, el cual
tiene carácter prevalente en los términos del artículo 44 de la Constitución. Resaltó
que, si bien la medida también se extiende al incumplimiento de obligaciones alimentarias
de otros beneficiarios, el objetivo central del PLE está en la protección de
los sujetos mencionados.
Con todo, advirtió que varios de los
mecanismos concretos previstos en el artículo 6º son inconducentes para
lograr ese fin: De un lado, los numerales 1º y 2º, que prevén inhabilidades
para el ejercicio de cargos públicos o la suscripción de contratos con el
Estado, implican la exclusión del acceso a recursos para, precisamente, pagar
las obligaciones alimentarias incumplidas, circunstancia que resulta inconstitucional
debido a la paradoja que plantea, tal como lo resaltó la Corte en un caso
similar estudiado en la Sentencia C-657 de 1997. Adujo que similar conclusión
se predica de lo previsto en los numerales 3º, 4º y 7º, puesto que se trata de
limitaciones que inciden en el acceso a recursos para el deudor moroso.
Las medidas de los numerales 5º y 6º son
también inconstitucionales a juicio del ICBF, al mostrarse carentes de
idoneidad para lograr el fin perseguido por el REDAM. Así, la limitación para
salir del país no es un medio que garantice el cumplimiento de las cuotas
alimentarias. Igualmente, imponer la exclusión de autorización del deudor
moroso para que su hijo menor de edad salga del país supone trastocar el régimen
de patria potestad, que debe en toda circunstancia estar dirigido a la
protección del interés superior del menor de edad y no al provecho personal de
los padres. Destacó, en el mismo sentido, que existen en el ordenamiento
actual diferentes instrumentos para asegurar el pago de las obligaciones en
comento, como es el delito de la inexistencia alimentaria, el proceso ejecutivo
de alimentos y el Registro Nacional de Protección Familiar, creado por la Ley
311 de 1996 y con finalidades muy similares a las del REDAM.
El ICBF sostuvo que el parágrafo 2º del artículo
3º, que amplía a seis meses el término de permanencia del dato negativo en
caso de reincidencia en la mora en el pago de la obligación alimentaria, es
inconstitucional. Advirtió que la garantía de corrección y actualización del
dato implica que el reporte debe ser eliminado una vez el deudor se ponga al
día en el pago de la obligación alimentaria incumplida. Indicó que, además, la
permanencia del dato afecta el derecho al trabajo, pues hace efectivas las
restricciones para contratar con el Estado a las que se refiere el artículo 6º.
No obstante, el Instituto solicitó de manera subsidiaria que se declare la
constitucionalidad condicionada de la norma “de tal manera que se logre la
preservación del derecho, sin desconocer el derecho al habeas data ni imponer
cargas desproporcionadas a los deudores de cuotas de alimentos”.[16]
Conforme a lo expuesto, para el ICBF la
única consecuencia de inscripción en el REDAM que se ajusta a la Constitución
es la contenida en el numeral 3º del artículo 6º, puesto que refiere a
la inclusión de las sumas adeudadas dentro un negocio jurídico sobre bienes
sujetos a registro. Sin embargo, simultáneamente consideró que los numerales
1º, 2º, 3º, 4º y 7º del artículo 6º son inconstitucionales porque
vulneran los derechos al trabajo y al debido proceso. Lo primero, en razón a que
imponen limitaciones para el acceso al empleo y la correlativa consecución de
ingresos económicos, configurándose de esta manera una situación análoga a la
estudiada por la Corte en la sentencia C-657 de 1997, en la que se declaró la
inconstitucionalidad del artículo 8º de la Ley 311 de 1996. Lo segundo, debido
a que el artículo 6º no establece el trámite específico que permita evidenciar
la constancia de paz y salvo ante el pago de la obligación alimentaria
insoluta.
Por último, consideró que los
artículos 2º, numeral 1º del artículo 4 y el artículo 7º deben
condicionarse en el sentido de que las consecuencias allí previstas no son
predicables cuando el incumplimiento en la obligación alimentaria responda a
una justa causa objetiva, como el desempleo o la discapacidad. De lo contrario,
el ICBF advirtió que dichas disposiciones concretarían un trato irrazonable.
9.
Academia Colombiana de
Jurisprudencia[17]
La Academia Colombiana de Jurisprudencia presentó su
escrito de intervención, realizado por el Académico Carlos Fradique Méndez, en
el que solicitó la declaratoria de INCONSTITUCIONALIDAD del proyecto, al
considerar que vulnera diferentes normas constitucionales.
El interviniente inició con una exposición general
sobre el contenido y alcance del régimen de alimentos en la legislación civil,
con el fin de resaltar (i) su exigibilidad desde la concepción y hasta los 25
años de edad y el carácter generalmente consensuado de su fijación, siendo su
estipulación judicial o administrativa de carácter excepcional; (ii) la
necesidad de vincular el establecimiento de medidas para el aseguramiento de
los alimentos, noción que no tiene una connotación exclusivamente económica, al
concepto más amplio de progenitura responsable, que se dirige a la satisfacción
de las diferentes facetas predicables de la actividad parental; (iii) la
insuficiencia de mecanismos como el REDAM para el cumplimiento de estas facetas
y los riesgos que plantea en términos de la alta dificultad para demostrar el
cumplimiento de la obligación alimentaria considerada en mora; y (iv) la
naturaleza del REDAM como una “norma de contravenciones” que afecta el derecho
al debido proceso, pues las sanciones que plantea se aplican sin fórmula de
juicio, y es inadecuada para cumplir con el propósito de garantizar el pago de
los alimentos debidos.
Luego de estas consideraciones generales, la Academia identificó
lo que a su juicio son las sanciones que se derivan de la inscripción en el
REDAM y que están previstas en el artículo 6º del PLE. Afirmó que los
datos personales allí incorporados versan sobre la identificación de la familia
y, al incluirse en un registro público, se vulnera el derecho a la intimidad. Expresó
que varias de las consecuencias de la inscripción en el registro derivan en lo
que denominó “muerte civil” del obligado moroso, entre ellas, la imposibilidad
de contratar con el Estado o ejercer cargos públicos, la suspensión en el
ejercicio de funciones públicas, y la prohibición de enajenar bienes sujetos a
registro. Destacó que estas mismas consecuencias son extendidas, en el caso de
las restricciones de índole contractual, a las personas jurídicas representadas
por el deudor alimentario moroso, por lo cual, se extiende a aquéllas sanción,
además de que terminan sancionadas por hechos que son imputables a un tercero.
Agregó que esas mismas disposiciones implican la
creación de un nuevo “impuesto notarial” que debe ser asumido por el obligado moroso,
sin que esté claro quién define el monto adeudado. De la misma forma, concurre
una forma de expropiación, puesto que se impone el descuento de las sumas
debidas cuando se acceden a créditos con el sector financiero. Igualmente, se
vulnera el derecho al mínimo vital cuando se impide el acceso a subsidios por
el hecho de la inscripción en el REDAM.
La intervención también presentó comentarios
específicos al articulado. En cuanto al artículo 1º, advirtió que la
existencia misma del REDAM vulnera los derechos a la intimidad y al buen
nombre, puesto que la inscripción no se deriva de una orden judicial precedida
de un debido proceso al obligado, sino de “la mera apariencia objetiva de no
haber pagado o haber pagado de manera equívoca su aporte para el sostenimiento
de sus hijos o de sus alimentarios”, circunstancia que se ve agravada por el
hecho de que pueden ser múltiples las causas para la ausencia o el error en el
pago, lo cual facilita el ejercicio abusivo de los derechos. De allí que la
norma resulte inexequible.
El artículo 2º también es problemático a juicio
de la Academia por dos motivos principales. De un lado, la norma excluye
injustificadamente del REDAM al incumplimiento de obligaciones alimentarias
fijadas de manera consensual, circunstancia que vulnera el principio de
igualdad. De otro, la norma viola el derecho al debido proceso en razón de que
no confiere oportunidad alguna al deudor para que pruebe que el alimentario
puede haber incurrido en causal de pérdida del derecho de alimentos, al tenor
del artículo 423 del Código Civil.
En lo relativo al artículo 3º reiteró el
argumento relativo a que la inscripción en el REDAM, aunque incluye el deber de
previa comunicación al obligado moroso, no contiene ninguna herramienta
procesal que permita el debate probatorio. De la misma forma, la asignación de
competencia a las comisarías de familia para que ordenen el registro vulnera el
artículo 116 superior, al conferírseles una labor que, para el interviniente,
está sometida a reserva judicial. Adicionalmente, la medida desconoce la
prohibición de penas perpetuas debido a que el PLE no establece un plazo de
permanencia del dato, por lo que pareciese intemporal.
Advirtió la Academia que el artículo 5º debe
declararse inexequible debido a que supone el carácter público del registro y
la posibilidad de expedir certificados sobre su contenido, lo cual es
incompatible con el derecho a la intimidad de la familia. En cuanto al artículo
6º, además de las críticas expresadas en la parte general de la
intervención, señaló que las sanciones por la inscripción en el REDAM tornan al
incumplimiento del deudor alimentario en una contravención, lo cual
jurídicamente es incompatible con la naturaleza del delito que tiene esa misma
conducta. Ello, en razón a que vulneraría el principio del non bis in ídem,
al igual que el debido proceso, puesto que la sanción por incurrir en la contradicción
no está precedida de fórmula de juicio alguna. Estas mismas razones involucran,
en consecuencia, la inconstitucionalidad de los artículos 7º, 8º y 9º,
al ser todas ellas normas operativas del REDAM.
En relación con el artículo 10º, el académico
interviniente consideró que su redacción es confusa y el precepto resulta
innecesario, en la medida en que la subrogación de las obligaciones está
autorizada por el Código Civil y las normas ahora analizadas pueden generar
confusión sobre la materia. Además, tampoco se evidencia que el precepto afecte
la jurisprudencia penal sobre el delito de inasistencia alimentaria. Con todo,
advirtió que esta previsión no se opone a la Constitución.
Por último, señaló que en caso de que la Corte concluya
la inconstitucionalidad del PLE, debe recomendar al Congreso que observe de
manera estricta la Constitución, para que no incurra en los errores antes
advertidos, con “la pérdida de tiempo y dinero” que esta actuación
anómala conlleva.
IV. CONCEPTO DEL PROCURADOR GENERAL DE LA NACIÓN[18]
A través de
concepto remitido el 16 de septiembre de 2020, el Procurador General de la
Nación presentó ante la Corte el concepto de que trata el artículo 242-2 de la
Constitución. Solicitó la declaratoria de CONSTITUCIONALIDAD general del
PLE, aunque hizo peticiones concretas acerca de algunos apartados que deben, a
su juicio, declararse inexequibles y otros cuya constitucionalidad debe
condicionarse. Con este fin formula los argumentos siguientes:
4.1. Advirtió
que el PLE regula aspectos propios de la administración de datos personales
semiprivados, categoría en la que inscribe a la información sobre el
cumplimiento de obligaciones alimentarias que se incorpora al REDAM. Estos
datos generan reportes negativos, los cuales tienen incidencia en el núcleo esencial
del derecho a la intimidad, en particular, debido a la circulación de esa
información entre los sujetos que el proyecto identifica.
De la misma
manera, la finalidad del PLE está también vinculada a contenidos básicos del
derecho al habeas data, específicamente, la caducidad del dato negativo y las
reglas para el conocimiento y actualización de la información personal incluida
en el REDAM. Por esta razón, el objeto de la regulación está sometido a la
reserva de ley estatutaria y, aunque existen otros contenidos procedimentales
que no estarían sujetos a esta reserva, en todo caso ello no afecta su
constitucionalidad, como lo ha explicado la Corte en decisiones anteriores,
debido a que los estándares de aprobación legislativa son más exigentes para el
caso de las leyes estatutarias respecto de las leyes ordinarias. Además, la
necesidad de garantizar el principio de unidad de materia justifica la
expedición de una sola regulación, al margen de que algunos contenidos
instrumentales no estén sujetos a la reserva de ley estatutaria.
4.2. En
líneas generales, el Ministerio Público consideró que el proyecto fue tramitado
de conformidad con las reglas constitucionales y orgánicas del procedimiento
legislativo. Para demostrar esta conclusión, el concepto expuso el trámite del
PLE y lo contrastó con las reglas exigibles en materia de publicidad,
consecutividad, identidad flexible, anuncios previos y mayorías exigidas.
No
obstante, la Procuraduría concluyó que dos de los numerales incluidos al artículo
6º del PLE en segundo debate en la Cámara de Representantes son
inconstitucionales, debido a que su inclusión durante el trámite legislativo
desconoció los principios de unidad de materia, identidad flexible y
consecutividad.
Estos
numerales versan sobre las consecuencias de la inclusión en el REDAM y son
relativos a (i) la eliminación del requisito del consentimiento del padre o
madre moroso para que el menor de edad salga del país; y (ii) la prohibición de
que otorguen subsidios a favor de la persona reportada y hasta tanto se ponga
al día en las obligaciones alimentarias. Sostuvo que estos dos asuntos, por su
naturaleza y trascendencia, constituyen temas nuevos que no fueron debatidos
durante el primer debate. Además, tampoco fueron propuestos como adición, no
estaban incluidos en el informe de ponencia, ni fueron puestos a consideración
de la Comisión Primera de la Cámara, bien fuera como proposición o constancia.
Señaló que,
si bien existe un marco común: la previsión de consecuencias para el deudor
incluido en el REDAM, en todo caso no puede tener carácter indefinido o
ilimitado, lo que implica la necesidad de discusión particular sobre cada
consecuencia. El concepto planteó, en relación con este aspecto particular, lo
siguiente:
“Este
hecho afecta el principio de consecutividad e identidad flexible, por cuanto
los numerales 7 y 8 (actuales 6 y 7 del PLE) no fueron objeto de discusión en
el primer debate, y a diferencia de los (sic) demás proposiciones de
modificación en segundo debate, estos no tienen relación directa con las
materias tratadas y discutidas por la célula legislativa, es decir, si bien el
contenido normativo del artículo 6º contempla consecuencias negativas a los
derechos del sujeto denominado deudor alimentario moroso reportado en el REDAM,
el universo de asuntos, materias, derechos que se pueden limitar o restringir
es indefinido, ello no implica que cualquier restricción a ese sujeto podría
tener relación directa o identidad con el cuerpo del texto normativo en
general. En este caso es de suma importancia para la estructura jurídica de la
norma en estudio, que dentro de la discusión, debate y votación exista
referencia e identidad entre el objeto del proyecto de ley estatutaria y cada
una de las normas que contiene el articulado, pese a que hayan artículos
nuevos, en este caso numerales nuevos en el artículo 6, cuando se introducen y
aprueban, estos deben responder a discusiones previas, a asuntos que ya han
sido debatidos, y en el caso de la modificación sobre la aplicación de la ley
1098 de 2006 “Código de la Infancia y la Adolescencia”, y de la política sobre
subsidios en general, no existe ese requisito formal. Valga decir, esos
numerales 7 y 8 del artículo 6 (actuales numerales 6 y 7 del PLE) no cumplieron
con la aprobación en 4 debates, sino que quedaron con 3 debates siendo unas
consecuencias nuevas restrictivas de derechos del deudor alimentario moroso.”[19]
4.3. También
debe llamarse la atención acerca de otras adiciones al articulado durante el
segundo debate en la plenaria del Senado que, en criterio de la Procuraduría, tampoco
se habrían cumplido con los requisitos aludidos. Estos se refieren a (i) la
adición de un parágrafo al artículo 7º del PLE, sobre la inclusión en el REDAM
de un mecanismo de verificación, formación y apoyo para los deudores de
alimentos morosos en desempleo o informalidad, a través del Servicio Público de
Empleo; y (ii) otro parágrafo nuevo al mismo artículo 7º, dirigido a prever que
la entidad de responsable del tratamiento de la información deberá adoptar un
mecanismo que garantice el cumplimiento de los principios y reglas contenidas
en las leyes estatutarias 1266 de 2008 y 1581 de 2012, ambas sobre protección
de datos personales, junto con otras responsabilidades en la administración de
dichos datos.
A juicio
del Ministerio Público, no se evidencia debate alguno sobre esas adiciones y,
además, la redacción del primer parágrafo añadido resulta confusa, pues pareciera
que prevé un mecanismo al empleo ajeno a la materia regulada por el PLE, por lo
que se vulneran los principios de identidad flexible, unidad de materia y
consecutividad. Respecto de esta norma en concreto, debe tenerse en cuenta que
el Ministerio Público no hizo una manifestación particular sobre las razones
que sustentarían la exequibilidad del trámite frente a la segunda adición,
aunque sí solicitó la inexequibilidad de la primera, contenida en el parágrafo
cuarto del artículo 7º del PLE. Esto, al argumentar que esa proposición “no
solo corresponde a un nuevo asunto que no ha sido tratado de manera previa por
las anteriores células legislativas en su discusión y debate democrático, sino
que dicha adición no se enmarca en el objeto del proyecto de ley estatutaria
contenido en el artículo 1, sobrepasando los límites a la identidad flexible
presentes en el trámite legislativo, por lo cual se solicitará la
inexequibilidad del parágrafo del artículo 7 del PLE, en tanto se estructura un
vicio de procedimiento legislativo en su formación.”
4.4. La
Vista Fiscal consideró que los asuntos tratados en el proyecto no inciden en
los derechos diferenciados o intereses de las comunidades étnicas, por lo que
no debía acreditarse el requisito de consulta previa de la iniciativa. En el
mismo sentido, advirtió que el REDAM no involucra gasto público, de modo que
tampoco era necesario acreditar la compatibilidad con el marco fiscal de
mediano plazo y conforme lo ordenado por el artículo 7º de la Ley 819 de 2003 –
Orgánica de Presupuesto.
4.5. Frente
al análisis material, la Procuraduría analizó cada uno de los artículos del
PLE. En relación con el artículo 1º, sostuvo que los fines de la norma,
consistentes en (i) garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias
a través de medidas específicas; y (ii) establecer un mecanismo del control
ante el incumplimiento de estas obligaciones mediante el REDAM, son
constitucionales. Para ello, destacó que el derecho de alimentos tiene amplio
soporte en la Carta Política, tanto en el principio de solidaridad como en el
interés prevalente de los niños y niñas, principales titulares de este derecho.
Asimismo, existen normas constitucionales expresas y mandatos desde el derecho
internacional de los derechos humanos que obligan al Estado a adoptar medidas
tendientes a garantizar los diferentes derechos de los menores de edad, los
cuales se concretizan mediante el acceso efectivo al soporte económico propio del
derecho de alimentos. La importancia del PLE, además, se explica ante el
continuo incumplimiento que se evidencia respecto a ese derecho, el cual
justifica el establecimiento de instrumentos eficaces para garantizar los
derechos constitucionales interferidos por esa omisión.
Esta
afirmación es sustentada por la Procuraduría General en los términos
siguientes:
“la
finalidad de garantizar el derecho de alimentos mediante el establecimiento de
medidas persuasivas para el deudor y complementarias a las vías jurídicas
existentes, que permitan efectivizar el cumplimiento de las obligaciones
alimentarias, persigue un fin constitucionalmente legítimo y que no se
encuentra prohibido por la Constitución, en tanto maximiza el principio de
solidaridad familiar, la protección constitucional a la familia y la igualdad
de deberes que ambos padres tienen con sus hijos, la protección especial a las
personas en situación de debilidad manifiesta como son los adultos mayores y
las personas en condición de discapacidad que requiere (sic) alimentos, y el
derecho fundamental de los niños, niñas y adolescentes a recibir alimentos
mediante los cuales se garanticen sus derechos fundamentales a la salud y a la
seguridad social, a la alimentación equilibrada, a la educación y al recreación,
entre otros.”[20]
Bajo una
lógica similar, advirtió que la constitución del REDAM es válida desde la
perspectiva constitucional, en tanto la recopilación de datos personales sobre
el incumplimiento de las obligaciones alimentarias sirve a los fines antes
mencionados. Esto sin perjuicio de las consideraciones particulares sobre los
efectos de dicho reporte.
4.6. El artículo 2º identifica
el ámbito de aplicación de la norma y lo fija en quienes se encuentren en mora
por más de tres meses en el pago de los alimentos de que son titulares las
personas descritas en el artículo 411 del Código Civil. En cuanto a este
precepto, el Ministerio Público consideró que se ajusta a la Constitución,
debido a que (i) la medida no sustituye otras vías jurídicas para el logro del
pago de los alimentos incumplidos; (ii) la norma es compatible con el derecho
al debido proceso y con el principio de proporcionalidad, en tanto el registro
se basa en el incumplimiento acreditado judicial o administrativamente,
escenarios en donde el obligado tuvo oportunidad de ejercer su derecho de
defensa; (iii) de la redacción de la norma se colige que cubre las diferentes
fuentes de obligación alimentaria, tanto en lo que respecta a los diferentes
sujetos titulares del derecho, como a las maneras en que pueden fijarse tales
obligaciones. Destacó que la obligación cubre tanto los alimentos necesarios
como los congruos; (iv) al tratarse de un registro sobre el incumplimiento de
obligaciones, resultan aplicables las disposiciones de las leyes 1266 de 2008 y
1581 de 2012, las cuales operan respecto del REDAM como “parámetro de
control”; y (v) porque la imposición de los efectos de la inscripción en el
REDAM es razonable puesto que depende del incumplimiento superior a tres meses,
lapso en donde evidentemente se ha infringido una afectación significativa de
los derechos del titular de los alimentos, lo que justifica la imposición de
medidas compulsorias para el cumplimiento de esas obligaciones.
4.7. El artículo 3º del PLE describe
el procedimiento para la inscripción en el REDAM, así como las condiciones para
obtener la exclusión del reporte. El Ministerio Público sostuvo que se
salvaguardan los derechos al debido proceso y al habeas data cuando se exige
que previo a la inscripción en el REDAM se informe al obligado sobre ese hecho.
No
obstante, consideró que se viola el derecho de contradicción cuando se limita como
única excepción al reporte el pago de la obligación alimentaria. Estimó que en
esa instancia debe también permitirse la “oportunidad para invocar algunas
excepciones de fondo que cuestionen la exigibilidad de la obligación
alimentaria que motiva la presunta mora.” A partir de lo previsto en el
inciso segundo del artículo 12 de Ley 1266 de 2008, sostuvo que el traslado
sobre el reporte al moroso debe incorporar el derecho a “invocar otras
excepciones que justamente ataquen la exigibilidad de la cuota alimentaria ya causada,
tales como los fenómenos de la prescripción extintiva y de la compensación como
formas de extinguir las obligaciones, y que puede configurar una justa causa
que deberá ser valorada al momento de determinar la procedencia o improcedencia
de la inscripción en el REDAM.” De esta manera, afirmó que en esta etapa
bien podría alegarse la prescripción, compensación o renuncia del derecho por
el titular, todo ello a través de la presentación de las pruebas que el deudor
pretenda hacer valer. Por ende, la Procuraduría solicitó que se declare
inexequible la expresión “solo” del parágrafo segundo del artículo 3º
del PLE. De la misma forma, solicitó que se declare la constitucionalidad
condicionada de ese mismo parágrafo, bajo el entendido de que el deudor pueda invocar,
además de la excepción de pago, “las excepciones que acrediten la extinción
de las cuotas alimentarias atrasadas, y se encuentra facultado para allegar las
pruebas correspondientes.”
Sobre el
mismo artículo 3º, el concepto agregó que es compatible con la Constitución que
se determine a los jueces y comisarios de familia como autoridades responsables
de autorizar la inclusión en el REDAM, puesto que son funciones propias de su
ámbito de competencia. Así, corresponderá a esas autoridades evaluar si
concurre o no justa causa para el incumplimiento en el pago de los alimentos.
Esto, bajo el supuesto de que solo aquellos obligados que no cumplen con el
pago y que no carecen de justa causa para ello son quienes pueden válidamente
inscribirse en el REDAM.
A su turno,
la inclusión en el reporte cumple con un juicio de proporcionalidad en sentido estricto,
al ser una medida que incide en el núcleo esencial de los derechos a la
intimidad y al habeas data. La medida cumple una finalidad importante e
imperiosa, puesto que existe un vínculo verificable entre el cumplimiento en el
pago de los alimentos y los derechos fundamentales de los titulares de esa
garantía. Además, la medida debe adoptarse, debido a que, a pesar de que existen
varios mecanismos para la obtención del pago de la obligación alimentaria,
estos se han mostrado ineficaces, lo cual pone en riesgo cierto estos derechos.
En ese mismo sentido, la medida es necesaria en tanto no se evidencia otro
mecanismo menos lesivo para persuadir al obligado a pagar las cuotas
alimentarias. Finalmente, a juicio de la Procuraduría “los beneficios que
reporta la medida exceden claramente las restricciones a los derechos
fundamentales a la intimidad y al habeas data que genera el medio empleado.”[21] Ello, en la
medida en que el beneficio logrado es alto: garantizar los derechos
fundamentales vinculados a los alimentos; y la afectación de las posiciones
jurídicas del titular del dato semiprivado no resulta particularmente intensa.
El concepto
llamó la atención acerca de que la inclusión de datos personales en el REDAM no
requiere autorización del titular de esa información, pues dicha incorporación
responde a un mandato judicial, por lo que se inserta en la excepción que sobre
el particular plantea la Ley 1581 de 2012. Además, la inclusión tiene lugar
luego de la notificación al deudor y “la obligación alimentaria que genera
el registro es de naturaleza económica y constituye un crédito a favor del
beneficiario, es decir, tiene un contenido crediticio y ello releva al operador
de la información de solicitar el consentimiento libre, previo, expreso e
informado del titular de la información (art. 6, numeral 1, parágrafo, de la
Ley 1266 de 2008).”[22]
El
Ministerio Público analizó la parte final del parágrafo 2º y el parágrafo 3º
del mismo artículo 3º. En cuanto al primer apartado, consideró que la exclusión
del dato en el REDAM cuando se verifica el pago es una disposición por entero
compatible con los principios de finalidad y veracidad, propios del habeas
data. Frente al segundo apartado, sostuvo que prever la permanencia del dato
personal negativo por seis meses en los casos de reincidencia en el
cumplimiento de la obligación alimentaria infringe los principios mencionados. Advirtió
que ante el pago de lo adeudado, la información registrada en el REDAM carecería
de utilidad, pertinencia, veracidad y actualidad. En consecuencia, solicitó
que se declare la inconstitucionalidad de la expresión “en el evento de
recurrencia en el incumplimiento de las cuotas alimentarias y el pago de las
mismas antes del registro, este se llevará a cabo por tres meses en la segunda
oportunidad y por 6 meses en las ocasiones siguientes.”.
Por último,
en cuanto al parágrafo cuarto del artículo 3º, la Vista Fiscal no encontró reproche
alguno, al tratarse de una norma que, si bien incide en el núcleo esencial del
derecho al habeas data, en todo caso resulta admisible al hacer parte de la
legislación estatutaria. Agregó que, en todo caso, la adición de facultades a
las comisarías de familia obliga a su fortalecimiento institucional.
4.6. En
cuanto al artículo
4º sobre las funciones del REDAM, el Ministerio Público indicó
que, conforme a los principios de acceso y circulación restringida, la
información personal semiprivada, que para el caso corresponde a los datos
negativos sobre el incumplimiento del obligado en el pago de alimentos, no
tiene naturaleza pública y, por esta razón, no puede circular libremente. Por
ende, los reportes originados en el REDAM no pueden considerarse de acceso
público, puesto que se vulnerarían tales principios ante su consulta
indiscriminada. Así, la interpretación constitucional del numeral segundo del
artículo mencionado debe restringirse a aquélla que faculte la consulta por
parte de las autoridades del Estado, las notarías y las entidades bancarias.
Esto, debido a que son esas las instancias habilitadas para consultar los
datos, de acuerdo con las consecuencias de la inscripción en el REDAM que plantea
el PLE.
De esta
manera, se garantiza tanto la circulación restringida del dato como la
finalidad del acopio de información. Por lo tanto, la exequibilidad de ese
precepto debe condicionarse en el entendido de que se refiere únicamente a las
personas que tienen el deber legal de verificación en el REDAM, quienes, a su
vez, deben contar con la autorización del titular para realizar la consulta.
Acerca de este segundo aspecto, el Ministerio Público sostuvo que dicho
consentimiento se deriva de las consecuencias del reporte, así como del hecho
de que esté prohibida la circulación y divulgación de datos para un propósito
diferente al previsto.
En lo
relativo a las reglas para la puesta a disposición de los reportes del REDAM,
la Procuraduría consideró que no se oponen a la Constitución. Destacó que la
transmisión física o electrónica desarrolla criterios de celeridad y
practicidad en el manejo de la información. Sin embargo, en especial cuando se
hace uso de mecanismos digitales, deberá contarse con instrumentos que
garanticen la integridad de la información y su acceso compatibles con la
vigencia de los derechos fundamentales a la intimidad y al habeas data. Esto
deberá ser tenido en cuenta por el Gobierno Nacional cuando ejerza las
funciones de reglamentación que también prevé el mismo precepto.
4.7. El artículo 5º del PLE identifica
la información mínima que deberá contener el REDAM y respecto de los deudores
alimentarios morosos. De manera general, sostuvo que dichos datos, en cuanto a
la identificación del obligado, corresponden a información pública susceptible
de ser recopilada e informada. Los datos sobre el cumplimiento tienen
naturaleza semiprivada, pero su inclusión en el registro permite que opere bajo
condiciones de oportunidad y veracidad que lo hacen compatible con los derechos
al habeas data y a la intimidad.
El
Ministerio Público se detuvo en analizar la expresión “como mínimo”, la
cual llevaría a considerar que el Gobierno Nacional, en ejercicio de la
potestad reglamentaria, podría incluir más datos en el REDAM respecto de los
previstos en el proyecto. Con todo, afirmó que esa potencial
inconstitucionalidad se resuelve a partir del reconocimiento del principio de
finalidad, el cual obliga a que la recolección de información personal se
limite a aquellos datos necesarios para el cumplimiento de los fines del REDAM.
Por ende, el reglamento deberá acatar tales limitaciones.
Adicionalmente,
hizo algunas consideraciones sobre la caducidad del dato negativo. Indicó que, en
el caso de que concurra el pago de la obligación el PLE, dispone la exclusión
del reporte, sin diferenciar si el cumplimiento se origina en la voluntad del
deudor o un mandato judicial o administrativo. Las dificultades, entonces,
estriban en el caso de las obligaciones absolutas, donde el proyecto no fija un
término de caducidad del dato desfavorable.
Después de
referir a la jurisprudencia constitucional que prescribe la necesidad de que la
información personal negativa esté sometida a caducidad, so pena de
configurarse un escenario de administración abusiva de los datos personales, el
concepto advirtió que el PLE tiene una cláusula de remisión a lo regulado en
las Leyes estatutarias 1266 de 2008 y 1581 de 2012. La primera de estas
disposiciones señala un término general de caducidad del dato negativo de cuatro
años contabilizado desde que la obligación se extingue por cualquier motivo,
salvo que se trate de una mora menor de dos años, caso en el cual el plazo no
puede ser mayor del doble de la mora. Así, la aplicación de esta regla en el
caso del REDAM solucionaría tanto la aparente omisión legislativa sobre la
materia, como el riesgo de tratamiento desproporcionado de la información.
4.8. El artículo 6º determina
las consecuencias de la inscripción en el REDAM. En razón de los distintos
contenidos de esta previsión estatutaria, la Procuraduría General dividió su
análisis entre los numerales del artículo y de la siguiente manera:
Respecto
del numerales 1 y 2, determinó que las consecuencias allí señaladas, que
inhiben al deudor reportado para contratar con el Estado o para posesionarse en
cargos públicos, tomaban la forma de inhabilidades de origen no sancionatorio,
en la medida en que responden a una prohibición para ejercer actividades
específicas, ante la posible oposición entre las funciones a ejercer y los
intereses de la persona. A partir de esta comprobación, consideró que cumplen
con el principio de legalidad.
De otro
lado, para verificar su constitucionalidad, las sometió a un juicio de proporcionalidad.
Encontró que responden a un fin importante e imperioso, como lo es proteger los
derechos de los niños y niñas, al igual que los demás sujetos titulares del
derecho de alimentos, con lo cual también se otorga eficacia a los principios
de solidaridad y el mandato de protección constitucional de la familia.
No
obstante, consideró que la inhabilidad planteada es un medio inadecuado,
inconducente e innecesario. Afirmó que la terminación del vínculo laboral o
contractual con el Estado impide que el obligado se prodigue su mínimo vital y
digna subsistencia y, a su vez, cumpla con sus obligaciones alimentarias. De
otro lado, esa actuación también pone en riesgo el adecuado funcionamiento
estatal e impide el cumplimiento de los principios de la función
administrativa. Además, para el caso de los funcionarios elegidos por voto
popular, la inhabilidad relativiza el principio de participación en la
conformación del poder político. Estimó, en ese mismo orden de ideas, que el
medio empleado es innecesario al existir otros menos lesivos, como la retención
de pagos por parte del empleador para destinarlos a la asunción de la
obligación alimentaria.
De la misma
manera, la Procuraduría se opuso a que la inhabilidad se extienda a la persona
jurídica cuyo representante legal es deudor alimentario moroso, puesto que
desconoce el carácter personal de esa obligación, al igual que la
diferenciación entre los derechos y obligaciones entre las personas naturales y
jurídicas, “además que extiende la inhabilidad sin que exista un
pronunciamiento judicial previo que así lo estime en cuanto a la persona
jurídica.”[23] Por lo
tanto, concluyó que los numerales en comento son inconstitucionales.
El numeral
3º y el parágrafo segundo regulan la obligación de las notarías de incluir como
monto de la obligación alimentaria insoluta de los inscritos en el REDAM, a las
tarifas que cobren para los actos notariales en donde estos participen, bien
sea como personas naturales o como representantes legales de personas
jurídicas. De forma similar al caso anterior, sometió la medida a un juicio de
proporcionalidad que, en virtud de incidir en el derecho de propiedad, es de
carácter intermedio. Consideró que la medida cumple un fin legítimo e
importante, consistente en otorgar eficacia al derecho de alimentos y los
derechos constitucionales que le son correlativos. La medida, a su turno, es
adecuada y efectivamente conducente, puesto que los notarios ejercen funciones
públicas y, por esta razón, bien puede el Legislador estatutario determinar que
a las tarifas notariales se sumen los recaudos por alimentos y a través de un
mecanismo ágil de recaudo. De otro lado, los derechos de propiedad involucrados
en la actividad notarial tienen función social, lo que justifica que dentro del
acto traslaticio de dominio se impongan las cargas mencionadas.
Con todo y
en la misma lógica anterior, el Ministerio Público consideró que la expresión “aplica
tanto a personas naturales como para representantes legales de personas
jurídicas, siempre que estas últimas sean parte del negocio jurídico” es
inconstitucional en razón del carácter personal de la obligación alimentaria,
sin que pueda válidamente extenderse al ámbito de la representación legal.
El numeral
4º determina la exigencia a las entidades financieras de consultar el REDAM al
momento de otorgar un crédito y de descontar las sumas debidas del desembolso,
en caso de que haya sido aprobado, y a órdenes de la autoridad que haya
ordenado el registro. La Vista Fiscal consideró que esta medida, como las
demás, cumple con un fin constitucionalmente importante e imperioso y se
muestra adecuada para cumplirlo en tanto la deducción mencionada concurriría en
el pago de la obligación alimentaria. Agregó que no configura un criterio
sospechoso de discriminación, puesto que la inscripción en el REDAM opera como
factor para la evaluación del riesgo, el cual deberá ser evaluada
objetivamente, sin que pueda tornarse en un dato personal que, analizado de manera
aislada y exclusiva, opera como factor de exclusión para el acceso al crédito.
De esta forma, también se cumple con el principio de favorecimiento de la
actividad de interés público de que trata el artículo 10 de la Ley 1266 de
2008. Finalmente, tampoco se afectan los derechos fundamentales del deudor
moroso, puesto que se configura una nueva modalidad para ponerse al día en el
pago de sus obligaciones y, de otro lado, no existe incidencia en sus amplias
posibilidades de acceso al crédito.
El numeral
5º dispone la limitación del deudor moroso inscrito en el REDAM para salir del
país y efectuar trámites migratorios. Después de hacer una explicación sobre
las limitaciones admisibles al derecho a la libre circulación, particularmente
desde el derecho internacional de los derechos humanos, el concepto destacó que
la medida cumple con una finalidad importante e imperiosa, conforme a los
argumentos explicados en precedencia para otros instrumentos. Con todo, es
inadecuada e inconducente, debido a que no asegura el pago de los alimentos y,
antes bien, impone una afectación al núcleo esencial del derecho “en dos
dimensiones: libertad para salir del país y la obligación que tiene el Estado
de garantizar la prestación de los servicios migratorios a sus connacionales
que así lo requieran.”[24] Además, la
medida es innecesaria debido a que existen otras alternativas menos gravosas,
como supeditar la salida del país a la concesión de garantías para el pago de
la obligación alimentaria. De igual modo, la medida resulta desproporcionada en
sentido estricto, porque concurre una clara desconexión entre la finalidad y el
medio restrictivo empleado, la limitación anula por completo el derecho a la
libertad de locomoción y, a su turno, afecta desproporcionalmente otros
derechos como el libre desarrollo de la personalidad, el trabajo, la educación
y la unidad familiar. Por lo tanto, la medida es inconstitucional.
Como se
expresó en apartado anterior, el Ministerio Público consideró que los numerales
6º y 7º del artículo 6º son inconstitucionales por vicios de procedimiento en
su formación. No obstante, también presentó argumentos sustantivos sobre su
exequibilidad.
La Procuraduría
sostuvo que el numeral 6º vulnera los derechos fundamentales de los niños y
niñas a tener una familia y no ser separados de ella, así como al cuidado y al
amor de sus padres. Señaló que una restricción de esta naturaleza (exclusión
de la autorización del inscrito en el REDAM para que el menor de edad titular
del derecho de alimentos salga del país), solo podría justificarse ante la
declaración judicial de pérdida de la patria potestad y la inscripción en el
REDAM no tiene ese alcance. Además, no es medida conducente para lograr el pago
de la obligación insoluta.
El numeral 7º
inhabilita a las personas reportadas en el REDAM para el acceso a subsidios. El
Ministerio Público consideró que la medida es inadecuada e inconducente, puesto
que, antes bien, impide al incumplido obtener recursos para el pago de la
obligación alimentaria, lo cual se agrava por el carácter indeterminado de la
prohibición. Esta restricción también desconoce el mandato constitucional de
protección de aquellas personas en situación de debilidad manifiesta. Así, sostuvo
que en la medida en que los beneficiarios de esos subsidios “generalmente se
trata de personas con condiciones sociales y económicas especiales, imponerles
como requisito de habilitación o postulación estar al día con las obligaciones
alimentarias desconoce una realidad de debilidad manifiesta que justamente se
pretende solucionar en el Estado a través de una política de subsidios
monetarios o en especie.” En consecuencia, concluye que la disposición debe
declararse inexequible.
El
parágrafo 3º del artículo 6º determina que la carga de la consulta sobre la
inscripción en el REDAM recae en las instituciones usuarias del dato personal y
que la duda sobre el cumplimiento debe resolverse a favor del obligado. Para la
Procuraduría, esa disposición es compatible con los principios de administración
de datos personales, pro homine y de buena fe, por lo que no se opone a
la Constitución.
4.9. El artículo 7º determina
que el Gobierno Nacional definirá una entidad de orden nacional para que
implemente, en el plazo de seis meses, y opere el REDAM. Para ello podrá
implementar una base de datos de carácter público. Además, esa entidad
responsable está obligada a adoptar mecanismos útiles, eficientes, demostrables
y verificables para garantizar el cumplimiento de la norma estatutaria y las Leyes
1266 de 2008 y 1581 de 2012. La disposición también identifica los contenidos
mínimos de la reglamentación que del REDAM haga el Gobierno Nacional, entre
ellos la necesidad de contar con un mecanismo de verificación, formación y
apoyo para los deudores en desempleo e informalidad a través del servicio
público de empleo.
Para el
Ministerio Público los diferentes contenidos del artículo citado son
constitucionales, en la medida en que son mecanismos que otorgan eficacia tanto
a los principios de la función administrativa como los que se derivan del
derecho al habeas data. En lo que respecta al ejercicio de la facultad
reglamentaria, hizo énfasis en que si bien la norma confiere al Ejecutivo la
competencia para definir el tiempo en que estará registrada la información en
el REDAM, esta deberá ejercerse a partir de los plazos previstos por la
legislación estatutaria, en particular, la Ley 1266 de 2008, pues de lo
contrario tornaría inconstitucional esa reglamentación.
4.10. El artículo 8º remite, en
cuanto a la administración del REDAM, a los principios y reglas generales de
las leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012. Para el concepto, esta remisión
soluciona vacíos normativos y concurre en la protección de los derechos
fundamentales, por lo que no plantea ningún debate sobre su constitucionalidad.
4.11. El artículo 9º determina
que, en las sentencias y acuerdos de conciliación celebrados ante autoridad
administrativa y vinculados con derechos de alimentos, se hará la advertencia
de las consecuencias del incumplimiento en términos de inscripción en el REDAM.
La Procuraduría sostuvo que esta norma incurre en una omisión legislativa
relativa, puesto que excluye sin razón a las conciliaciones ante centros
privados. Por ende, solicitó la exequibilidad condicionada a fin de que se
extienda la advertencia a dichos acuerdos.
4.12. El artículo 10º regula
reglas sobre la exigibilidad de los alimentos cuando se demuestre la capacidad
económica del beneficiario o respecto de quien se asumió las acreencias
alimentarias sin ser el titular del derecho. La norma también limita su
aplicación a la jurisdicción civil y determina que no altera el precedente de
la jurisdicción penal sobre el delito de inasistencia alimentaria.
Sobre el
primer componente, el concepto sostuvo que es constitucional en cuanto
desarrolla el derecho constitucional de acceso a la administración de justicia,
en particular, a favor de las madres cabeza de familia, quienes suelen asumir
las obligaciones a cargo del deudor moroso. Con todo, consideró que el último
apartado es inconstitucional debido a que desconoce los principios de autonomía
e independencia judicial, al petrificar la jurisprudencia que es esencialmente
dinámica. De allí que solicite la declaratoria de inexequibilidad de la
expresión “y no cambiará el precedente jurisprudencial en materia penal para
el delito de inasistencia alimentaria, según el cual para que se configure
responsabilidad penal por este delito, debe verificarse la necesidad de la
víctima de la asistencia alimentaria y la capacidad de pago del acusado”.
4.13. La
Procuraduría afirmó sobre el artículo 11 que es parcialmente
inconstitucional, debido a que sostener que la disposición estatutaria rige
desde su expedición desconoce el principio de publicidad, pues la entrada en
vigor está necesariamente supeditada a la publicación. Así, como lo realizó la
Corte en casos precedentes, contenidos en las sentencias C-932 de 2006 y C-444
de 2011, deberá sustituirse esa expresión por “de su promulgación”.
IV.
CONSIDERACIONES
Competencia
1.
De conformidad con lo previsto en los artículos 153 y 241, numeral
8°, de la Constitución Política, corresponde a esta Corte el examen de
constitucionalidad de los proyectos de ley estatutaria, tanto por su contenido
material como por vicios de procedimiento en su formación. En consecuencia,
este Tribunal es competente para decidir sobre el proyecto de ley de la
referencia.
Metodología de la decisión
2. Con el fin de resolver sobre la constitucionalidad
del PLE, la Corte adoptará el siguiente orden en esta decisión. En primer
lugar, realizará la revisión del procedimiento legislativo. En este apartado se
hará una exposición del trámite surtido, para luego reiterar las reglas
jurisprudenciales sobre los requisitos constitucionales del mismo y la verificación
sobre su cumplimiento.
En segundo lugar y en caso de que el proyecto se
hubiese tramitado de conformidad con las reglas formales que rige el proceso de
formación de las leyes estatutarias, la Corte estudiará la constitucionalidad
material del articulado. Esta sección iniciará con una explicación de las
materias transversales al PLE, a saber: (i) los principios constitucionales
para la protección de los derechos a la intimidad y el habeas data; (ii) las
implicaciones del régimen legal de los alimentos para la protección de los
derechos fundamentales; (iii) las condiciones para la constitucionalidad de las
inhabilidades para el ejercicio de funciones públicas; (iv) el mandato
constitucional de adopción de una perspectiva de género en las decisiones
judiciales, como quiera que la mayoría de quienes asumen las deudas
alimentarias son mujeres, conforme con la información que se expondrá en ese
apartado; y (v) una breve referencia al derecho comparado sobre registros
análogos al REDAM. Una vez explicados estos aspectos generales, se estudiará la
constitucionalidad de cada uno de los artículos del PLE. Con este fin se analizará
si la iniciativa está sometida a reserva de ley estatutaria y, en caso
afirmativo, se estudiará el articulado, se recordará su contenido, se hará una
breve recapitulación de las controversias que ofrecen los mismos y, en
particular, los cuestionamientos expresados por los intervinientes, para
después decidir sobre el asunto.
PRIMERA SECCIÓN: CONSTITUCIONALIDAD DEL PROCEDIMIENTO
LEGISLATIVO
3. El proyecto de ley estatutaria fue publicado en la
Gaceta del Congreso 672 del 13 de septiembre de 2018[25]. La iniciativa fue
presentada ante la Secretaría General de la Cámara de Representantes por la
senadora Maritza Martínez Aristizábal y por el representante David Ernesto
Pulido Novoa.
Primer debate en la Comisión Primera de la Cámara de
Representantes
4. El asunto fue repartido a la Comisión Primera de la
Cámara de Representantes, designándose como ponente para primer debate al
representante David Ernesto Pulido Novoa, quien presentó informe favorable con
modificaciones puntuales a los artículos 2º y 6º del PLE. La ponencia fue
publicada en la Gaceta 735 del 20 de septiembre de 2018[26].
5. El anuncio de la votación en primer debate fue
realizado en la sesión de la Comisión Primera de la Cámara de Representantes
del 2 de octubre de 2018, de la cual da cuenta el Acta No. 14 de la misma
fecha, publicada en la Gaceta del Congreso 50 del 8 de febrero de 2019. Dicho
documento señala sobre el particular lo siguiente:
“Presidente:
Por favor anuncie proyectos señora Secretaria.
Secretaria:
Sí señor Presidente, se anuncian por instrucciones
suyas los proyectos que se discutirán y votarán en la próxima sesión de la
Comisión.
(…)
·
Proyecto de Ley Estatutaria
número 091 de 2018 Cámara, por
medio de la cual se crea el Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam) y
se dictan otras disposiciones.
(…)
Han sido leídos, señor Presidente, por instrucción
suya, los proyectos que se discutirán y votarán en la próxima sesión de la
Comisión.”[27]
Asimismo, al finalizar de la sesión se expresó:
“Presidente:
Gracias señora Ministra. Se levanta la sesión y se
convoca para mañana a las 9:00 de la mañana para debatir proyectos y actos
legislativos.
Secretaria:
Así se hará señor Presidente y se ha levantado la
sesión siendo las 3:30 de la tarde y se ha convocado para mañana a las 9:00 de
la mañana con los proyectos debidamente anunciados. En este mismo recinto
honorables Representantes.”[28]
6. La discusión y votación del PLE en primer debate
tuvo lugar en la sesión de la Comisión Primera de la Cámara de Representantes
del 3 de octubre de 2018, contenida en el Acta No. 15 de la misma fecha y
publicada en la Gaceta del Congreso 51 del 8 de febrero de 2019.
En el acta se da cuenta de la presencia de 38
congresistas y, además, luego de leer el orden del día se hizo referencia
expresa por la secretaría de la Comisión de la comprobación del quórum
decisorio[29].
Luego de la presentación del PLE por parte del ponente y la intervención de
algunos representantes, se procedió a votar la proposición del informe de
ponencia que solicitaba dar segundo debate a la iniciativa, la cual fue
aprobada con 23 votos afirmativos y ninguno negativo. Esto, mediante el
mecanismo de voto nominal y público. Al respecto, el acta expresa:
“Presidente:
Gracias doctor Julián. Entonces vamos a someter a
votación la proposición con la que termina el informe de ponencia. Al ser Ley
Estatutaria estoy en la obligación de hacer votación nominal, entonces por
favor llame a lista señora Secretaria.
Secretaria:
Sí señor Presidente. Llamo a lista para la votación de
la proposición con que termina el informe de ponencia, me permito leerlo:
Proposición:
Con fundamento en las anteriores consideraciones, de
manera respetuosa me permito rendir Ponencia Positiva y, por lo tanto, solicito
a la Comisión Primera de la Cámara de Representantes dar Primer Debate al Proyecto
de ley número 091 del 2018 Cámara, por medio del cual se crea el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), y se dictan otras
disposiciones.
Suscrita por el Representante David Ernesto
Pulido, único ponente.
Honorables Representantes:
[Sigue lista con votación nominal]
Presidente:
Se cierra la votación, por favor anuncie el resultado.
Secretaria:
Presidente, han votado veintitrés (23) Honorables
Representantes todos de manera afirmativa, en consecuencia, la proposición con
que termina el informe de ponencia ha sido aprobada con la mayoría absoluta
exigida en la Constitución y la ley por tratarse de un proyecto de ley
estatutaria.”[30]
7. En lo que respecta al articulado, se presentaron
proposiciones a los artículos 2º, 3º, 4º y 6º, las cuales fueron luego
reformuladas como constancias, salvo la del artículo 6º, que fue aceptada por
el ponente e incorporada al texto sometido a votación. Este fue aprobado con el
voto unánime de 23 congresistas, como lo hace constar el acta respectiva:
“Presidente:
Perfecto. Articulado por favor.
Secretaria:
Señor Presidente, este proyecto tiene once artículos
incluida la vigencia y han presentado Proposiciones al articulado, el doctor
Juan Carlos Losada, al artículo 2°, al artículo 3° y hay una proposición del
doctor Gabriel Vallejo que modifica el artículo 6°. Esas son las proposiciones
que hay presentadas en la Secretaría para el proyecto.
Señor Presidente, además hay proposición del doctor
Alfredo Deluque al artículo 6°, del doctor Julián Peinado al artículo 4°. Así
que señor Presidente, en ese orden de ideas puede poner a consideración y
votación de la Comisión, los artículos como son 11, los artículos que no,
¿todas las proposiciones están avaladas?
Presidente:
Todas las proposiciones avaladas, si los autores de
las proposiciones están de acuerdo, eso se puede hacer o que usted las avale,
doctor David y se puedan votar en bloque.
Secretaria:
Presidente, podría poner a consideración y votación
los artículos que no tienen proposiciones, como son once. El doctor Juan Carlos
Losada deja sus dos proposiciones como constancias, que son al artículo 2° y al
artículo 3°. Así que Presidente con estas dos constancias tendrían proposición
los artículos 4° y 6°, los demás artículos podrían votarlos tal y como vienen
en la Ponencia y luego considerar las proposiciones. La del doctor Alfredo
Deluque está avalada que es al artículo 6° y la del doctor Vallejo.
Presidente:
Las otras. Necesito, es decir si algún autor de una
proposición, las que están acá radicadas yo las tengo que someter a
consideración, si las quieren dejar como constancia, me tienen que decir que
las dejan como constancia, si no yo las tengo que tramitar. Bueno entonces el
doctor Julián Peinado deja como constancia su proposición también, listo. El
doctor Vallejo como Constancia. ¿Queda alguna otra?
Secretaria:
La del doctor Alfredo Deluque, pero dicen que está
avalada por el Ponente.
Presidente:
¿Está avalada? Sí, ah bueno entonces podemos someter a
consideración el articulado con la proposición avalada por el autor y ponente
de esta Ley Estatutaria el doctor David Pulido ¿Sí?
7
Secretaria:
Sí señor Presidente.
Presidente:
Perfecto, entonces en consideración el articulado con
la proposición avalada, anuncio que se va a cerrar, queda cerrado, ¿Lo aprueba
la Comisión?
Secretaria:
Señor Presidente debo llamar a lista, es votación
nominal, es Ley Estatutaria.
Presidente:
Llame a lista señora Secretaria. Para una precisión
doctor Navas.
La Presidencia concede el uso de la palabra al
honorable Representante Carlos Germán Navas Talero:
Vea doctor, si estamos diecisiete y no hemos cambiado
diecisiete, para qué llamar a los diecisiete o los veintidós, los veintidós
podemos decir por unanimidad, los veintidós contados que se apruebe, porque soy
autor de esa Reforma, doctora yo soy autor de esa Reforma, yo fui, pero yo dije
se pide la verificación cuando. [sic].
Pero ya sabemos quiénes están no se ha desintegrado hasta el momento el número,
se quiere es que haya un número suficiente por lo que es Estatutaria, si no ha
salido ninguno, ¿qué razón hay en volver a contar lo que ya está contado?
Gracias.
Presidente:
Pues vea doctor Navas, por tiempo preferiríamos
hacerlo así pero no queremos correr riesgos en el procedimiento y que alguien
puede alegar un vicio. Entonces para curarnos en salud vamos a hacer
rápidamente la votación nominal por ser Ley Estatutaria. Llame a lista señora
Secretaria.
Secretaria:
Sí señor Presidente llamó a lista para la votación del
articulado con la proposición del doctor Alfredo Deluque.
[Sigue lista con votación nominal]
Presidente puede cerrar la votación.
Presidente:
Se cierra la votación por favor anuncie el resultado.
Secretaria:
Presidente han votado veinticuatro (24) Honorables
Representantes ha sido aprobado el articulado con la proposición del doctor
Deluque al artículo 6° con la mayoría exigida en la Constitución y la ley, toda
vez que es Ley Estatutaria. Título y Pregunta.
Presidente:
Título y Pregunta señora Secretaria.
Secretaria:
"Por medio del cual se crea el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos (Redam), y se dictan otras disposiciones".
Ha sido leído el título y preguntó a la Comisión, ¿si quiere que este proyecto
de ley estatutaria pase a la plenaria de la Cámara y se convierta en ley de la
República?
[Sigue lista con votación nominal]
Presidente puede cerrar la votación.
Presidente:
Se cierra la votación por favor informe el resultado.
Secretaria:
Presidente han votado veintitrés (23) Honorables
Representantes todos de manera afirmativa, en consecuencia, el título y la
pregunta han sido aprobados con la mayoría absoluta exigida en la Constitución
por tratarse de una Ley Estatutaria.”[31]
Segundo debate ante la plenaria de la Cámara de
Representantes
8. Tanto el texto aprobado en primer debate como la
ponencia para segundo debate ante la plenaria de la Cámara de Representantes
fueron publicados en la Gaceta 890 del 24 de octubre de 2018. La ponencia
favorable fue presentada por el representante David Ernesto Pulido Novoa.
9. El anuncio de la discusión y votación del PLE en
segundo debate fue realizado en la sesión plenaria de la Cámara de
Representantes del 14 de noviembre de 2018, consignada en el Acta No. 028 de la
misma fecha, publicada en la Gaceta del Congreso 1248 del 24 de diciembre de
2019. Sobre el particular, en este documento se encuentra lo siguiente:
“Dirección de la Presidencia, Carlos Alberto Cuenca
Chaux:
A usted, doctor Zabaraín. Esa es la democracia, y lo
lindo de este recinto. Señor Secretario, por favor anuncie proyectos.
Subsecretario General, Norbey Marulanda Muñoz:
Por instrucciones del señor Presidente se anuncian los
siguientes proyectos para la sesión plenaria del día martes 20 noviembre del
2018 o para la siguiente sesión plenaria en la cual se debatan proyectos de ley
o actos legislativos:
(…)
Proyecto de Ley Estatutaria número 091 de 2018.
(…)
Señor Presidente, han sido anunciados los proyectos
para la sesión plenaria del día martes 20 de noviembre del 2018 o para la
siguiente sesión plenaria en la cual se debatan proyectos de ley o actos
legislativos.
Dirección de la Presidencia, Carlos Alberto Cuenca
Chaux:
Muchas gracias, señor Secretario. Buenas noches para
todos los colombianos; y para la gente buena del Guainía, simplemente les
decimos que los esperamos el próximos martes 20 de septiembre a las 2:00 de la tarde
y se levanta la sesión.
Subsecretario General, Norbey Marulanda Muñoz:
Por instrucciones del señor Presidente, damos los
agradecimientos a los señores Representantes.
La sesión es para el 20 de noviembre del 2018. Se
levanta la sesión siendo las 8:23 de la noche; se cita para el 20 de noviembre
del 2018 a las 2:00 de la tarde. Agradecimientos a la audiencia que nos sigue a
esta hora por el canal institucional y el canal del Congreso. Dios los bendiga
a todos.
Dirección de la Presidencia, Carlos Alberto Cuenca
Chaux:
Señor Secretario, ratifico, martes 20 de noviembre
2:00 de la tarde.
Subsecretario General, Norbey Marulanda Muñoz:
Así es, señor Presidente. La sesión para el día martes
20 de noviembre del 2018 a las 2:00 de la tarde.”[32]
10. La discusión y votación del PLE por parte de la
plenaria de la Cámara de Representantes tuvo lugar en la sesión del 20 de
noviembre de 2018, documentada en el Acta No. 029 de la misma fecha y publicada
en la Gaceta del Congreso 66 del 17 de febrero de 2020.
Al inicio de la sesión se hizo llamado a lista
mediante mecanismo electrónico, verificándose quórum decisorio de 156
representantes. Una vez la plenaria asumió el asunto fueron presentados algunos
impedimentos manifestados por representantes con familiares que podrían ser
afectados por el registro de deudores. Estos impedimentos fueron negados
mediante votación nominal[33].
Leída la proposición favorable con la que terminó el informe de ponencia para
segundo debate se dio el uso de la palabra al representante ponente, quien
explicó el contenido del PLE. Luego intervinieron en el debate varios
congresistas, quienes de manera general apoyaron el proyecto, aunque también
formularon reparos específicos sobre las cargas que impondría a la
administración y a los ciudadanos, así como la inconveniencia de algunas
consecuencias de la inscripción del registro, en particular, las barreras para
el acceso a la licencia de conducción cuando el obligado deriva sus ingresos de
la actividad del transporte.
11. Finalizada la intervención del representante
Rodrigo Arturo Rojas Lara, se aprobó la proposición del informe de ponencia,
del modo siguiente y mediante el mecanismo de votación simple:
“Dirección de Presidencia Atilano Alonso Giraldo
Arboleda:
Muy bien representante, termínanos entonces las
intervenciones, sigue la discusión del informe de ponencia, anuncio que se va a
cerrar, queda cerrado,
¿aprueban el informe de ponencia?
Secretario General Jorge Humberto Mantilla Serrano:
Ha sido aprobado.”[34]
12. Acto seguido la plenaria procedió a votar el
articulado, consiste en once artículos. Inició con los artículos 1º, 5º, 7º, 9º
y 11, que al no tener proposiciones fueron votados en bloque, mediante votación
ordinaria. No obstante, el Secretario General de la Cámara advirtió durante la
sesión que esa actuación era irregular, pues la votación debió haberse
realizado de manera nominal y pública. Solicitó entonces a la mesa directiva
que se reabriera la votación, lo cual fue autorizado por el Presidente. Al
respecto el acta explica lo siguiente:
“Dirección de Presidencia Atilano Alonso Giraldo
Arboleda:
Muy bien Secretario, entonces en consideración el
artículo 2° con la proposición que acaba de leer el señor Secretario que
modifica el artículo número 2º, continúa la discusión, Secretario.
Secretario General Jorge Humberto Mantilla Serrano:
Señor Presidente es que de acuerdo a la Ley Quinta
este proyecto es ley estatutaria, de tal manera que nos toca reabrir la
discusión de la ponencia para votarla de manera nominal.
Dirección de Presidencia Atilano Alonso Giraldo
Arboleda:
Es una ley estatutaria tiene toda la razón, le pido
entonces señor Secretario vamos a reabrir, representantes esta es una ley
estatutaria y debe de ser voto nominal y la ponencia la votamos, no la hicimos
nominal, así que ordinaria así que va a quedar con vicios de procedimiento, por
eso debemos hacer un pare aquí en la discusión de este proyecto de ley y
debemos de reabrir nuevamente la discusión de la ponencia, reabrir la ponencia
para poder votarla nominalmente como debemos de ser, pregunto a la plenaria,
¿reabrimos la ponencia del proyecto de ley estatutaria 091/2018?
Secretario General Jorge Humberto Mantilla Serrano:
Ha sido aprobada la reapertura.
Dirección de Presidencia Atilano Alonso Giraldo
Arboleda:
Señor Secretario la reapertura también no debe ser
nominal yo creería que todo lo que tenga que ver con este proyecto debe ser
nominal, por favor abra el registro para la reapertura de la ponencia de este proyecto
de ley estatutaria señor Secretario, abra el registro.
Secretario General Jorge Humberto Mantilla Serrano:
Se abre el registro para votar la ponencia que busca
que se le dé segundo debate a este proyecto, se abre el registro, ha sido
aprobada la reapertura y se va a votar la ponencia, ya fue leída, ha sido
aprobada la reapertura.
Dirección de Presidencia Atilano Alonso Giraldo
Arboleda:
Señor Secretario la reapertura sí la podíamos hacer
así votarla así.
Secretario General Jorge Humberto Mantilla Serrano:
Se abre el registro para votar la reapertura.”[35]
La reapertura fue votada favorablemente con 114 votos
nominales. Así, fue repetida la votación respecto de la proposición favorable a
segundo debate que ofrecía el informe de ponencia, la cual fue aprobada con 98
votos nominales. La plenaria luego sometió a votación la reapertura de la
votación en bloque de los artículos que no tenían proposición, la cual fue
aprobada con 104 votos nominales. Sometida luego a aprobación de los artículos
mencionados, fueron votados así:
“Dirección de Presidencia Atilano Alonso Giraldo
Arboleda:
Muy bien señor Secretario, aprobada la reapertura de
los artículos 1°, 5°, 7°, 9° y 11 que ya se dio la discusión, entonces nuevamente
abra el registro, señor Secretario, para votar los artículos 1°, 5°, 7°, 9° y
11 que no tienen proposición y voto nominal, abra el registro, señor
Secretario.
Secretario General Jorge Humberto Mantilla Serrano:
Se abre el registro para votar los artículos 1°, 5°,
7°, 9°, y 11 como viene en la ponencia, pueden votar señores representantes.
(…)
Dirección de Presidencia Atilano Alonso Giraldo
Arboleda:
Muy bien, señor Secretario, cierre el registro y
anuncie el resultado.
Secretario General, Jorge Humberto Mantilla Serrano:
Se cierra el registro, la votación es como sigue:
Por el Sí 92 votos electrónicos y 5 manuales para un
total por el Sí de 97 votos.
Por el No, 0 votos electrónicos, 0 votos manuales para
un total por el No de 0 votos.
Han sido aprobados los artículos 1°, 5°, 7°, 9° y 11
como vienen en la ponencia con las mayorías requeridas por la Constitución y la
ley.
[Sigue registro de la votación nominal]”[36]
13. La plenaria luego asumió el estudio de los
artículos que tenían proposiciones. El artículo 2º, cuya proposición fue
avalada por el ponente, fue aprobado por la Cámara con 102 votos nominales. En
cuanto al artículo 3º se presentaron cuatro proposiciones avaladas y seis que
no, junto con una que proponía la exclusión de un parágrafo, avalada por el
ponente.
14. La mesa directiva abrió la discusión de las
proposiciones que no estaban avaladas, para lo cual intervinieron los
representantes que las propusieron. Los congresistas decidieron retirarlas y
dejarlas como constancias, como lo expresaron en sus explicaciones. Luego se
procedió a discutir las proposiciones que contaban con aval y luego votarlas.
El artículo 3º fue aprobado con las modificaciones propuestas con 108 votos
nominales. De manera similar, el artículo 4º fue aprobado con 95 votos
nominales favorable y uno desfavorable.
Fueron presentadas siete proposiciones al artículo 6º.
Seis de ellas pedían su supresión total o parcial y una, avalada por el
ponente, adicionar un parágrafo. En cuanto a las proposiciones supresivas, en
la sesión se explicó:
“Jefe de Relatoría Raúl Enrique Ávila Hernández:
Sí señor Presidente, estamos revisando acá, hay cuatro
proposiciones que son en el mismo sentido de eliminar el numeral 5, hay tres
proposiciones que piden eliminar el numeral 5 que son las firmadas por los
Representantes Gabriel Jaime Vallejo, Ángela Patricia Sánchez, la de Ricardo
Alfonso Ferro, piden eliminar el numeral 5 y una proposición del Representante
Rodrigo Arturo Rojas Lara y Mauricio Toro que piden eliminar los numerales 1, 2
y 5 del artículo 6°. Entonces señor Presidente se consideraría esta proposición
primero quedarían automáticamente negadas las otras tres proposiciones que
únicamente piden eliminar el numeral 5, ya que en esta proposición también está
contenido el numeral 5.
Dirección de Presidencia Atilano Alonso Giraldo
Arboleda:
Entonces vamos a colocar en consideración las
proposiciones que piden eliminar el numeral 5 y cual otro señor Secretario.”
15. La proposición de eliminación del numeral 5º del
artículo 6º, que establecía la prohibición de expedición de la licencia de conducción
para los deudores de alimentos incorporados al registro, fue aprobada con 97
votos nominales favorables y dos negativos. También fue presentada una
proposición sobre el numeral 7º del mismo artículo, relativo a la exclusión del
permiso del padre o madre reportado en el registro para el viaje de menores de
edad al exterior. Luego de intervenciones en ambos sentidos: apoyar la
eliminación o rechazarla, el asunto fue sometido a votación, negándose la
supresión con 56 votos nominales negativos y 35 votos nominales favorables. Al
respecto es importante tener en cuenta que, si bien durante la sesión se dio un
resultado contrario, de 57 y 34 votos respectivamente, obra en el acta de
plenaria constancia del Secretario General que corrige la información[37].
Acto seguido fue sometido a votación el artículo 6º
con tres proposiciones avaladas por el ponente en el transcurso de la sesión. Durante
la plenaria se manifestó que el artículo había sido aprobado con 86 votos y con
las mayorías requeridas. Con todo, mediante nota aclaratoria, publicada
posteriormente, el Secretario corrigió la votación ante la doble
contabilización de un voto favorable que había sido expresado durante la
plenaria de manera manual y electrónica. Por lo tanto, conforme a esa nota la
votación fue de 85 votos favorables y siete desfavorables[38].
Por último, fueron sometidos a discusión y votación
conjuntamente los artículos 8º y 10º, adicionándose las proposiciones avaladas
por el ponente. Fueron aprobados con 88 votos nominales favorables y siete
desfavorables. El título y la intención de la plenaria de la Cámara de
Representantes de que el PLE fuese ley de la República también fueron sometidas
a votación nominal, aprobándose con 87 votos favorables y tres desfavorables.
Primer debate ante la Comisión Primera del Senado de
la República
16. El senador Roosvelt Rodríguez Rengifo fue
designado como ponente en primer debate ante la Comisión Primera del Senado de
la República. La ponencia favorable fue publicada en la Gaceta del Congreso 167
del 29 de marzo de 2019.
17. El anuncio previo a la discusión y votación del
PLE tuvo lugar en la sesión de la Comisión Primera del Senado del 30 de mayo de
2019, contenida en el Acta No. 53 de la misma fecha y publicada en la Gaceta
del Congreso 589 del 4 de julio de 2019. Sobre el particular, el documento
mencionado señala lo siguiente:
“La Presidencia interviene para un punto de orden:
Tan pronto tengamos quórum decisorio y previa
presentación de la proposición, someteremos a consideración de la Comisión, el
retiro de los proyectos de acto legislativo y proyectos de ley estatutaria, que
no alcanzan por vencimiento de términos.
Señor Secretario, vamos a esperar un tiempito para
constituir quórum decisorio, pero mientras tanto sírvase anunciar los proyectos
para la próxima sesión.
Atendiendo instrucciones de la Presidencia, por
Secretaría se da lectura a los proyectos que por su disposición se someterán a
discusión y votación en la próxima sesión ordinaria:
• Proyecto de Ley Estatutaria número 213 de 2018
Senado, 091 de 2018 Cámara, por medio de la cual se crea el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos (Redam) y se dictan otras disposiciones.
(…).”[39]
Finalizada la sesión, se expresa en el acta lo
siguiente:
“Siendo las 10:15 a. m., la Presidencia levanta la
sesión y convoca para el día martes 4 de junio de 2019 a partir de las 8:00 a.
m., a sesiones conjuntas en el salón del recinto del Senado - Capitolio
Nacional, con el fin de estudiar los proyectos anunciados en la sesión conjunta
del día 28 de mayo de 2019.”[40]
18. La discusión y votación del PLE en la Comisión
Primera del Senado se adelantaron en la sesión del 5 de junio de 2019, como
consta en el Acta No. 54 de la misma fecha, publicada en la Gaceta 581 del 21
de junio de 2019. Al inicio del documento se da cuenta de que en el transcurso
de la sesión concurrieron 20 senadores, quienes conforman quórum decisorio.
La discusión inició con una exposición sobre el
contenido general de la iniciativa a cargo del senador Roosvelt Rodríguez
Rengifo[41].
Luego de ello se sometió a votación el informe con el que terminaba el informe
de ponencia y que proponía darle debate al PLE. Fue aprobado mediante votación
nominal y pública y con 13 votos a favor y ninguno en contra[42]. Esto, previa aclaración
que se había conformado quórum decisorio.
19. Luego de aprobar una proposición de modificación
del orden del día y respecto de un proyecto de reforma constitucional, se
continuó con el trámite del PLE. Para ello se abrió la discusión y sin tener
intervenciones se procedió a someter a votación el articulado, el cual fue
aprobado de manera nominal y pública con 13 votos a favor y ninguno en contra.
Sobre este procedimiento, el acta dice:
“La Presidencia informa que continúa el debate al
proyecto de ley número 213 de 2018 Senado, 091 de 2018 Cámara. La Presidencia
cierra la discusión del articulado formulado en el pliego de modificaciones y
abre la votación.
[Listado de votación nominal de los senadores]
La Presidencia cierra la votación y por Secretaría se
informa el resultado:
Total votos: 13
Por el sí: 13
Por el no: 00
En consecuencia, ha sido aprobado el articulado en el
texto del pliego de modificaciones.
Atendiendo instrucciones de la Presidencia, la
Secretaría da lectura al título del proyecto.
Por medio de la cual se crea el registro de deudores
alimentarios morosos (Redam) y se dictan otras disposiciones.
La Presidencia abre la discusión del título leído y
cerrada esta, pregunta si cumplidos los trámites constitucionales y legales
quieren los honorable (sic)
Senadores presentes que el proyecto de ley estatutaria aprobado sea Ley de la
República, abre la votación.
[Listado de votación nominal de los senadores]
La Presidencia cierra la votación y por Secretaría se
informa el resultado:
Total votos: 13
Por el sí: 13
Por el no: 00
En consecuencia, ha sido aprobado el título y la
pregunta.
El texto aprobado es el siguiente:
[Reproducción del texto aprobado, que corresponde al
informe de ponencia]”[43]
20. Por último, la presidencia de la Comisión designó
como ponente para segundo debate al senador Roosvelt Rodríguez Rengifo, a quien
se le concedió el término de cinco días para rendir el correspondiente informe.
El texto aprobado en primer debate[44] y la ponencia favorable
para el segundo debate en el Senado de la República[45] fueron publicados en la
Gaceta 506 del 10 de junio de 2019. El anuncio de la discusión y votación del
PLE tuvo lugar en la sesión del 12 de junio de 2019, documentada en el Acta 66
de la misma fecha y publicada en la Gaceta 1147 del 29 de noviembre de 2019.
Sobre el particular, en dicho documento se encuentra lo siguiente:
“Anuncios de proyectos de ley, de acto legislativo que
eventualmente serán discutidos y votados en la sesión plenaria del Senado la
República siguiente a la del día 12 de junio de 2019.
Con informe de ponencia para segundo debate:
(…)
Proyecto de Ley Estatutaria número 213 de 2018 Senado,
091 de 2018 Cámara:
“Por medio de la cual se crea el Registro de Deudores
Alimentarios Morosos (REDAM) y se dictan otras disposiciones”.”[46]
De la misma manera, terminada la sesión la presidencia
de la plenaria señaló:
“Siendo las 4:03 p. m., la Presidencia levanta la
sesión y convoca para el próximo lunes 17 de junio de 2019, a las 3:00 p. m.”[47]
Segundo debate ante la plenaria del Senado de la
República
21. La discusión y votación de la iniciativa en la
plenaria del Senado se realizó el 17 de junio de 2019, según consta en el Acta
67 de la misma fecha, publicada en la Gaceta 1069 del 30 de octubre de 2019.
Al inicio de la sesión respondieron a lista 99
senadores, por lo que la secretaría informó la conformación de quórum
deliberatorio, aunque también con esa asistencia había quórum decisorio.
22. De manera similar a como sucedió en la Comisión
Primera del Senado, el segundo debate inició con una exposición sobre el
contenido del proyecto a cargo del senador ponente. Luego, se sometió a
votación la proposición favorable con la que terminaba el informe de ponencia,
la cual fue aprobada con 65 votos nominales a favor, sin que registrasen votos
en contra. Así, en el acta se constata lo siguiente:
“La Presidencia somete a consideración de la plenaria
la proposición positiva con que termina el Informe de ponencia del proyecto de
Ley Estatutaria número 213 de 2018 Senado, 091 de 2018 Cámara Secretaría abrir
el registro electrónico para proceder en forma nominal. La Presidencia cierra
la votación, e indica a la Secretaría cerrar el registro electrónico e informar
el
resultado de la votación.
Por Secretaría se informa el siguiente resultado:
Por el Sí: 65
TOTAL: 65 Votos
[Listado de votación nominal]
En consecuencia, ha sido aprobada la proposición
positiva con que termina el Informe de ponencia del Proyecto de Ley Estatutaria
número 213 de 2018 Senado, 091 de 2018 Cámara.”[48]
23. Una vez abierto el segundo debate, el presidente
del Senado expresó que votarían el articulado con las proposiciones acogidas
por el ponente, quien a su vez solicitaba omitir la lectura del articulado. En
ese sentido, se sometió a consideración de la plenaria dicha omisión, la cual
fue, al parecer, aprobada mediante votación ordinaria. No obstante, luego la
presidencia reúne en una sola votación varias actuaciones, para finalizar con
la aprobación del articulado, como pasa a observarse en transcripción que, por
su importancia, se realiza in extenso:
“Se abre segundo debate.
El Presidente de la Corporación, honorable Senador
Ernesto Macías Tovar, informa lo siguiente:
Vamos a votar el articulado con las proposiciones que
fue acogidas por el señor ponente, son 11 artículos, pide que se omita su
lectura, por consiguiente, vamos a votar el articulado, señor secretario abra
el registro para votar la omisión de la lectura del articulado y el articulado
con las proposiciones que fueron leídas por el señor ponente.
La Presidencia somete a consideración de la plenaria
la omisión de la lectura del articulado y, cierra su discusión.
La Presidencia somete a consideración de la plenaria
el articulado en bloque con las modificaciones avaladas por el honorable
Senador ponente Roosvelt Rodríguez Rengifo al Proyecto de Ley Estatutaria
número 213 de 2018 Senado, 091 de 2018 Cámara, 50 de 2016 Senado y, cerrada su
discusión pregunta: ¿Adopta la plenaria el articulado con las modificaciones
propuestas?
La Presidencia indica a la Secretaría dar lectura al
Título del proyecto. Por Secretaría se da lectura al Título del Proyecto de
Ley Estatutaria número 213 de 2018 Senado, 091 de 2018 Cámara, por medio de
la cual se crea el Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam) y se dictan
otras disposiciones.
Leído este, la Presidencia lo somete a consideración
de la plenaria, y cerrada su discusión pregunta: ¿Aprueban los miembros de la
Corporación el título leído?
Cumplidos los trámites constitucionales, legales y
reglamentarios, la Presidencia pregunta: ¿Quieren los Senadores presentes que
el Proyecto de Ley Estatutaria número 213 de 2018 Senado, 091 de 2018 Cámara
aprobado haga su tránsito a la Cámara de Representantes?
La Presidencia abre la votación de la omisión de la
lectura del articulado, el bloque del articulado con las modificaciones
avaladas por el honorable Senador ponente Roosvelt Rodríguez Rengifo, título y
que haga su tránsito a la Cámara de Representantes el Proyecto de Ley
Estatutaria número 213 de 2018 Senado, 091 de 2018 Cámara e indica a la
Secretaría abrir el registro electrónico para proceder en forma nominal.
La Presidencia cierra la votación, e indica a la
Secretaría cerrar el registro electrónico e informar el resultado de la
votación.
Por Secretaría se informa el siguiente resultado:
Por el Sí: 67
TOTAL: 67 Votos
[Listado de votación nominal de los senadores]
En consecuencia, ha sido aprobada la omisión de la
lectura del articulado, el bloque del articulado con las modificaciones
avaladas por el honorable Senador ponente Roosvelt Rodríguez Rengifo, título y
que haga su tránsito a la Cámara de Representantes el Proyecto de Ley
Estatutaria número 213 de 2018 Senado, 091 de 2018 Cámara.”[49]
24. Luego de esto se verificaron dos proposiciones que
fueron dejadas como constancia, por parte de los senadores Carlos Eduardo
Guevara Villabón, Roosvelt Rodríguez y otro con firma ilegible.
El texto aprobado en el segundo debate fue publicado
en la Gaceta 564 del 18 de junio de 2019. Es de anotar que en ese documento se
expresó erróneamente que el PLE había sido aprobado el 12 de junio de 2019[50]. Esto motivó
que el asunto fuese corregido en la Gaceta 848 del 9 de septiembre de 2019,
donde se dejó constancia que la fecha correcta de aprobación era el 17 de junio
de 2019[51]
Trámite de aprobación del informe de conciliación
25. En razón de las diferencias entre los textos
aprobados por las cámaras se conformó comisión accidental para conciliar el
articulado. Para el caso de la Cámara de Representantes, el informe de
conciliación fue publicado en la Gaceta 568 del 18 de junio de 2019. Respecto
del Senado, el informe consta en la Gaceta 563 de la misma fecha.
Cámara de Representantes
26. La discusión y votación del informe de
conciliación en la Cámara de Representantes fueron anunciadas en la sesión plenaria
del 18 de junio de 2019, lo cual consta en el Acta 66 de la misma fecha,
publicada en la Gaceta 65 del 17 de febrero de 2020. Sobre la actuación se
encuentra lo siguiente:
“Subsecretario General, Norbey Marulanda Muñoz:
Se anuncian los siguientes proyectos para la Sesión
Plenaria del día miércoles 19 de junio del 2019, para la una de la tarde, o
para la siguiente sesión plenaria en la cual se debatan proyectos de ley o
actos legislativos:
(…)
Informe de conciliación
(…)
Proyecto de Ley Estatutaria número 091 de 2018 Cámara,
213 de 2018 Senado
(…)
Señor Presidente, han sido anunciados los proyectos de
ley para la Sesión Plenaria del día miércoles 19 de junio del 2019, a la una de
la tarde, o para la siguiente sesión donde se debatan proyectos de ley o actos
legislativos.”[52]
27. El informe de conciliación fue aprobado en la
sesión plenaria del 19 de junio de 2020, contenida en el Acta 67 de la misma
fecha, publicada en la Gaceta 144 del 12 de marzo de 2020.
Conforme a dicha acta, al inicio de la sesión el
sistema electrónico dio cuenta de la presencia de 156 representantes, a partir
de lo cual la Secretaría hizo constar la existencia de quórum.
Leído el encabezado del informe de conciliación, se
abrió la discusión sin que existieran intervenciones. Por ende, se sometió a
votación, siendo aprobado de manera nominal con 80 votos electrónicos y 14
votos manuales, para un total de 94 votos favorables y ninguno desfavorable[53].
Senado de la República
28. La discusión y votación del informe de
conciliación fueron anunciadas en la sesión plenaria del 18 de junio de 2019,
según consta en el Acta 68 de la misma fecha y publicada en la Gaceta 1128 del
26 de noviembre de 2019. En relación con el asunto se lee lo siguiente:
“La Presidencia indica a la Secretaría anunciar unos
proyectos pendientes para la siguiente sesión.
Por instrucciones de la Presidencia y, de conformidad
con el Acto Legislativo 01 de 2003, por Secretaría se anuncian los proyectos
que se discutirán y aprobarán en la próxima sesión.
Sí señor, dice:
Informe de conciliación:
• Proyecto de Ley Estatutaria número 213 de 2018
Senado, 091 de 2018 Cámara, por medio de la cual se crea el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos (Redam) y se dictan otras disposiciones.”[54]
Por último, finalizada la sesión se informó:
“Siendo las 6:33 p. M., la Presidencia levanta la
sesión y convoca para el miércoles 19 de junio de 2019, a las 9:00 a. M.”[55]
El informe de conciliación fue aprobado en la sesión
plenaria del 19 de junio de 2019, de la cual da cuenta el Acta 69 de la misma
fecha, publicada en la Gaceta 1129 del 26 de noviembre de 2019.
Al inicio de la sesión, el llamado a lista demostró la
presencia de 99 senadores. Durante la plenaria tuvo lugar la aprobación
mencionada. Para el efecto, la senadora Maritza Martínez Aristizábal, autora
del PLE, hizo una breve introducción al asunto y, luego, la Secretaría dio
lectura al informe de conciliación, que fue aprobado mediante votación nominal
de 59 votos a favor y ninguno en contra[56].
Comprobación
de los requisitos constitucionales del trámite legislativo
29.
La discusión y aprobación de los proyectos de ley estatutaria está sometido a
los requisitos propios de las leyes ordinarias, con excepción de las
condiciones agravadas previstas en el artículo 153 de la Constitución, esto es,
la aprobación por mayoría absoluta y el trámite en una sola legislatura.
Asimismo, también debe tenerse en cuenta que están sometidas a reserva de ley estatutaria
las materias descritas en el artículo 151 de la Constitución y, en lo que
interesa al PLE, los derechos y deberes fundamentales de las personas y los
procedimientos y recursos para su protección.
A
partir de estas previsiones generales, se analizará cada una de las condiciones
exigidas por la Constitución y por la legislación orgánica para la validez del
trámite legislativo. Al respecto, debe advertirse que las referencias
jurisprudenciales sobre el alcance de esos requisitos, cuando esa referencia
sea necesaria, son tomadas de la reciente recopilación realizada por la sentencia
C-098 de 2020[57],
a menos que se señale en el texto una fuente diferente.
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30.
El artículo 157-1 de la Constitución señala que ningún proyecto será ley sin
que haya sido publicado oficialmente por el Congreso, antes de darle curso en
la comisión respectiva. El cumplimiento de este requisito ha sido
tradicionalmente vinculado por la jurisprudencia constitucional con el
otorgamiento de condiciones de racionalidad al trámite legislativo, así como
con el aseguramiento de la transparencia de ese proceso, el cual es una
condición ineludible para la conservación de su naturaleza democrática.[58]
La
Corte observa que este requisito fue debidamente cumplido, al haberse publicado
el PLE al inicio del trámite legislativo. Además, fueron oportunamente
publicados los informes de ponencia y el informe de conciliación, antes de su respectiva
discusión y votación en cada una de las instancias del trámite. Esto como se
acredita en el cuadro siguiente:
Publicación
del proyecto de ley estatutaria: Gaceta
672 del 13 de septiembre de 2018
Ponencia
Publicación
Discusión
y votación
Primer debate ante la Comisión Primera de la Cámara
de Representantes
Gaceta 735 del 20 de septiembre de 2018
3 de octubre de 2018
Segundo debate ante la plenaria de la Cámara de
Representantes
Gaceta 890 del 24 de octubre de 2018
20 de noviembre de 2018
Primer debate ante la Comisión Primera del Senado
Gaceta 167 del 29 de marzo de 2019
5 de junio de 2019
Segundo debate ante la plenaria del Senado
Gaceta 506 del 10 de junio de 2019
17 de junio de 2019
Conciliación en Cámara de Representantes
Gaceta 568 del 18 de junio de 2019
19 de junio de 2019
Conciliación en Senado
Gaceta 563 del 18 de junio de 2019
19 de junio de 2019
Anuncio
previo a la votación
31.
El artículo 160 de la Constitución señala, entre otros aspectos, que ningún
proyecto de ley será sometido a votación en sesión diferente a aquella que
previamente se haya anunciado. El aviso de que un proyecto será sometido a
votación lo dará la presidencia de cada Cámara a comisión en sesión distinta a
aquella en la cual se realizará la votación.
La
Corte ha resaltado que el requisito de anuncio previo pretende evitar la
votación sorpresiva de los proyectos de ley y actos legislativos en desmedro de
su adecuado conocimiento y discusión por parte de los congresistas. El anuncio
de los proyectos de ley asegura que los parlamentarios y la comunidad política
en general conozcan con la debida antelación, la fecha en la cual un proyecto
de ley se someterá a discusión y votación en cada célula legislativa. Ello no
sólo favorece el control político y el seguimiento ciudadano a los proyectos de
ley, sino que afianza y profundiza el principio democrático, el respeto por las
minorías parlamentarias, y la publicidad y transparencia del proceso
legislativo.
El
propósito de esta exigencia es evitar que los parlamentarios se vean “sorprendidos
por votaciones intempestivas. Así, no se está ante un simple requisito formal,
sino ante una condición de racionalidad mínima del trabajo legislativo y de
transparencia en el procedimiento de creación de la ley”[59].
32. El
requisito de anuncio previo es cumplido en el caso del trámite que antecedió a
la aprobación del PLE. Esto, debido a que en cada uno de los debates la
votación estuvo precedida de la indicación de la fecha determinada en que se
llevaría a cabo esa actuación, salvo en el caso de la Comisión Primera del
Senado, cuando fue para una sesión determinable. Los anuncios, además, se
hicieron mediante expresiones inequívocas por parte de la mesa directiva en
cada etapa del trámite, por lo que la Sala colige que los congresistas fueron
debidamente informados acerca de la sesión en que se efectuarían tales
votaciones, cumpliéndose de esta manera con los objetivos de racionalidad y
publicidad antes explicados. Lo anterior se resume en el siguiente cuadro:
Etapa del trámite
Sesión en que se anunció la discusión y votación
Fecha de votación
Primer debate ante la Comisión Primera de la Cámara
de Representantes
Sesión del 2 de octubre de 2018, anunciándose para “la
próxima sesión” la cual fue convocada para “mañana a las 9:00 de la
mañana”.
3 de octubre de 2018
Segundo debate ante la plenaria de la Cámara de
Representantes
Sesión del 14 de noviembre de 2018, anunciándose
para “la sesión plenaria del día martes de 20 de noviembre del 2019 o para
la siguiente sesión plenaria en la cual se debatan proyectos de ley o actos
legislativos”
20 de noviembre de 2018
Primer debate ante la Comisión Primera del Senado
Sesión del 30 de mayo de 2019, anunciándose para la “próxima
sesión ordinaria”.
5 de junio de 2019.
Segundo debate ante la plenaria del Senado
Sesión del 12 de junio de 2019, anunciándose para
“la sesión plenaria del Senado de la República siguiente”. Esta sesión
fue convocada para el “próximo lunes 17 de junio de 2019”
17 de junio de 2019.
Conciliación ante la plenaria de la Cámara de
Representantes.
Sesión del 18 de junio de 2019, anunciándose para “la
Sesión Plenaria del miércoles 19 de junio del 2019”.
19 de junio de 2019.
Conciliación ante la plenaria del Senado
Sesión del 18 de junio de 2019, anunciándose para “la
próxima sesión”, convocada para “el miércoles 19 de junio de 2019”.
19 de junio de 2019.
33.
Como se observa, en cada una de las etapas del trámite legislativo el anuncio
previo a la votación se realizó para una sesión específica. Además, en el caso
del primer debate ante la Comisión Primera del Senado de la República, aunque
solo se utilizó la expresión “próxima sesión ordinaria”, en todo caso se
acreditó que la sesión siguiente fue aquella en la que efectivamente se
discutió y aprobó el PLE, como puede evidenciarse del orden del día de esa
sesión y de la numeración consecutiva de las actas[60].
De allí que se cumpla con el requisito constitucional en comento.
Quórum,
mayorías y votación nominal
34.
El artículo 157 de la Constitución exige que las iniciativas cumplan con el
requisito de aprobación en primer y segundo debate en cada una de las Cámaras.
A su turno, este requisito es más estricto frente a los proyectos de ley
estatutaria, donde se exige votación por mayoría absoluta.
El
artículo 116 de la Ley 5ª de 1992 –Reglamento del Congreso, determina que el
quórum deliberatorio consiste en la presencia de por lo menos la cuarta parte
de los miembros de la respectiva corporación o comisión permanente. El quórum
decisorio de carácter ordinario, aplicable al trámite del PLE, se acredita con
la asistencia de la mayoría de los integrantes.
En
ese sentido, a partir del número de integrantes de las comisiones primeras de
ambas cámaras y las plenarias respectivas, la cantidad de asistentes y votos
para conformar quórum y mayorías en el presente caso son las siguientes:
Instancia
Número de integrantes
Quórum deliberatorio
Quórum decisorio
Mayoría absoluta[61]
Comisión Primera de la Cámara
35
9
18
18
Plenaria de la Cámara
170[62]
43
86
86
Comisión Primera del Senado
19
5
10
10
Plenaria del Senado
108
27
55
55
35.
En lo relativo al requisito de votación nominal, el artículo 133 de la
Constitución determina que el voto de los miembros de los cuerpos colegiados
será nominal y público, excepto los casos que determine la ley. El artículo 130
del Reglamento del Congreso reconoce el carácter general de la votación nominal
y permite que esta podrá adelantarse a través de cualquier procedimiento
electrónico que acredite el sentido del voto de cada congresista y el resultado
de la votación. Si estos mecanismos no existiesen, la votación nominal se
realizará mediante llamado a lista.
36.
Las condiciones anotadas fueron cumplidas en el trámite del PLE, salvo en lo
que respecta al artículo 6º del PLE y en el trámite ante la plenaria de la
Cámara de Representantes.
Como
se expuso en la descripción del trámite legislativo, en comisiones y plenarias
se acreditó la conformación de quórum deliberatorio y decisorio.
Las
mayorías para votación también fueron acreditadas. De un lado, todas las
votaciones fueron de carácter nominal e, inclusive, ante el error cometido al
respecto durante la plenaria de la Cámara, la misma corporación advirtió la
necesidad de dar cumplimiento al requisito en comento, reabrió la votación y
cumplió con la condición nominal y pública del voto (supra fundamento
jurídico 12).
De
otro lado, en cuanto a la exigencia de mayoría absoluta, también se evidencia el
cumplimiento de la exigencia constitucional. En la Comisión Primera de la
Cámara de Representantes, la proposición con la que terminaba el informe de
ponencia fue aprobada con 23 votos y con el mismo número fue aprobado el
articulado.
37. La
plenaria de la Cámara aprobó el informe de ponencia con 98 votos nominales. Un
primer bloque de artículos contó con 104 votos favorables y los demás artículos
con proposiciones fueron aprobados con votaciones que oscilaron entre los 85 y
108 votos. Igualmente, una proposición supresiva fue negada con 35 votos, lo
cual no tiene incidencia en el trámite legislativo, puesto que el efecto es
negar la exclusión de un artículo que había sido aprobado por la plenaria, por
lo que la proposición debe considerarse negada en tanto “hundida” o archivada
al no contar con la mayoría requerida y conforme con la costumbre parlamentaria[63].
Sin
embargo, debe llamarse la atención sobre un punto que debe dilucidar la Corte
en tanto podría pensarse que el artículo 6º del PLE no habría contado con la
mayoría exigida para su aprobación. Con este fin, deben tenerse en cuenta los
siguientes aspectos:
37.1.
En lo que respecta a la votación del artículo 6º, el acta de plenaria en la
Cámara de Representantes expresa que la disposición fue aprobada con 86
votos, esto es, con el mínimo requerido. Incluso, en el transcurso de la
sesión el Secretario General hizo referencia a que la disposición había sido “aprobada
con las mayorías requeridas”. Sobre este particular dicho documento señala
lo siguiente:
“Dirección de Presidencia Atilano Alonso Giraldo
Arboleda:
Muy bien señor Secretario cierre el registro y anuncie
el resultado, Chacón sí ya votó.
Jefe de Relatoría Raúl Enrique Ávila Hernández:
¿Cómo vota doctor Alonso Del Río? vota sí el doctor
Alonso del Río.
Secretario General Jorge Humberto Mantilla Serrano:
Faltaba registrar el voto manual del doctor Alonso Del
Río, entonces son señor Presidente 77 votos por el Sí de manera electrónica y 9
manuales para un total por el Sí de 86 votos, por el No 6 votos electrónicos y
1 manual para un total por el no de 7 votos, ha sido aprobado con la mayoría
requeridas el artículo 6° con las proposiciones avaladas como viene en la
ponencia más las proposiciones avaladas
a excepción del numeral 5.”[64]
Con
todo, en la misma acta de plenaria aparece publicada una “nota aclaratoria de
votación” suscrita por el Secretario General de la Cámara de Representantes, en
la cual expresa lo siguiente:
“El suscrito Secretario General de la Cámara de
Representantes se permite aclarar que revisado el audio de la sesión ordinaria
del día miércoles 20 de noviembre de 2018, se anunció la siguiente votación
para el artículo 6º con proposiciones avaladas:
Por el Sí: 77 votos electrónicos y 9 manuales para un
total por el Sí de 86, por el No: 6 votos electrónicos y 1 manual para un total
por el no de 7 votos.
Por error involuntario se registró el voto manual del
H.R. Alonso José del Río Cabarcas, pero este ya había realizado el voto
electrónicamente.
Por consiguiente, el resultado final es el siguiente:
por el sí: 77 votos electrónicos y 8 manuales, para un total por el SÍ de 85
votos.
Por el NO: 6 votos electrónicos y 1 manual, para un
total por el NO de 7 votos.”[65]
Adicionalmente,
en la certificación remitida en su momento por el Secretario General de la
Cámara, expedida en virtud del decreto de pruebas que acompañó el auto que
asumió el conocimiento del asunto de la referencia, se expresó que el artículo
6º del PLE había sido aprobado con 86 votos por el sí y 7 votos por el no[66].
Esto es, con la misma información expresada originalmente durante la sesión
plenaria.
37.2.
Para el caso del título y la decisión de la plenaria de que el PLE fuese ley de
la República, el acta de la sesión[67]
da cuenta de que fueron aprobados con 87 votos por el sí y 3 por el no. Sin
embargo, en ese mismo documento obra una nueva “nota aclaratoria de votación”,
con el siguiente contenido:
“Por error involuntario el Subsecretario General no
registró votando manualmente sí al H.R. Gabriel Santos García, pero este voto
fue anunciado por el Secretario General de la Cámara de Representantes.
Por error involuntario la Secretaría General anunció
16 votos manuales por el sí cuando en realidad son 15 votos manuales por el sí.
Por consiguiente, el resultado final es el siguiente:
por el SI: 71 votos electrónicos y 15 manuales, para un total por el SI de 86
votos.
Por el NO 3 votos electrónicos y ninguno manual, para
un total por el NO de 3 votos.”[68]
37.3.
Ante esta situación, la Magistrada Sustanciadora solicitó mediante Auto del 30
de octubre de 2020 que el Secretario General de la Cámara precisara varios
aspectos sobre las curules ocupadas en la plenaria en mención, así como la
razón de las disconformidades anotadas.
Mediante
oficio del 5 de noviembre de 2020[69]
dicho funcionario expuso que: (i) el número total de curules de la Cámara de
Representantes para el periodo constitucional 2018-2022 correspondía a 172, mientras
que el número de representantes a la Cámara que ostentaba curul el 20 de
noviembre de 2018 correspondía a 170; y (ii) para esa misma fecha no había
vacantes temporales o definitivas; sin embargo, “por circunstancias de
fuerza mayor el señor SEUXIS PAUCIAS HERNÁNDEZ SOLARTE no había podido
posesionarse.”
Respecto
de las inconsistencias mencionadas, el Secretario General manifestó que:
“(…) esto se debe a que al momento en que la H. Corte
Constitucional requiere las respectivas certificaciones a la Cámara de
Representantes estas actas de plenaria se encuentran en periodo de elaboración,
por lo que las certificaciones son expedidas basadas en la información que
reposa en los registros de asistencia y votación suministrados por la
Subsecretaría General de la Cámara de Representantes, que en ocasiones
contienen imprecisiones. Los hallazgos de los errores surgen al momento de la
elaboración del acta en la Sección de Relatoría de la Corporación, por lo que
se introducen las respectivas notas aclaratorias para su posterior publicación
en la Gaceta del Congreso.”
Con
base en lo anterior, el Secretario General decidió expedir una nueva
certificación “basada en el Acta 29 del 20 de noviembre de 2018, publicada
en la Gaceta No. 665 del 2020, corrigiendo la SG.CERTI-325/2019.” En esta
certificación se hace constar que el artículo 6º con proposiciones avaladas fue
votado con 85 votos a favor y siete en contra. Asimismo, expresa que el
título y la pregunta fueron aprobados con 86 votos por sí y tres por el no.
38.
El artículo 134 de la Constitución señala que para efectos de la conformación
del quórum se tendrá como número de miembros la totalidad de los integrantes de
la corporación con excepción de aquellas curules que no puedan ser
reemplazadas.
Sobre
esta regla la Corte tuvo oportunidad de pronunciarse recientemente en el Auto
282 de 2019[70],
donde recordó que las curules que pueden ser reemplazadas son aquellas en donde
se compruebe falta absoluta o temporal que determine la ley. Igualmente, en
ningún caso podrán reemplazarse las curules que estén vacantes respecto de (i)
quienes sean condenados por delitos comunes relacionados con pertenencia,
promoción o financiación a grupos armados ilegales o actividades de
narcotráfico; dolosos contra la administración pública; contra los mecanismos
de participación democrática, ni por delitos de lesa humanidad; (ii) quienes
renuncien habiendo sido vinculados formalmente en Colombia a procesos penales
por la comisión de tales delitos; y (iii) aquellos contra quienes se profiera
orden de captura dentro de los respectivos procesos por la comisión de los
delitos antes mencionados.
Adicionalmente
a este argumento, la Corte consideró que tampoco debían contabilizarse, para
efectos de la determinación del mencionado quórum, aquellas curules respecto de
las cuales los integrantes de la respectiva corporación de elección popular carezcan
de capacidad jurídica para participar en la adopción de las respectivas
decisiones, “por encontrarse impedidos para el ejercicio de las funciones o
separados del cargo, como consecuencia de encontrarse incursos en faltas
temporales o absolutas que la ley no ha determinado que puedan ser
reemplazadas.” Dentro de estas causales la Sala identificó: (i) a quienes
se les haya aceptado impedimento para participar en el asunto; y (ii) quienes
no se hayan posesionado en el cargo. Sobre este último particular la decisión
en comento concluyó:
“Dada la grave afectación de las reglas de
funcionamiento del órgano de representación democrática, la no posesión es
sancionada con la pérdida de la investidura que, en el caso de los
Congresistas, se configura cuando no se posesionan dentro de los ocho días
siguientes a la fecha de instalación de las cámaras sin que medie fuerza mayor[71].
Tal vacancia temporal, por otra parte, se mantendrá mientras el elegido no tome
posesión del cargo -a la cual se encuentra obligado siempre que se encuentre en
ejercicio de la ciudadanía[72]
y su elección no hubiere sido anulada-, o hasta que se configure una nueva
causal de falta temporal o absoluta como, entre otras, una medida de
aseguramiento o la pérdida de investidura decretada precisamente por no haber
tomado posesión dentro del término previsto en la Constitución, sin una razón
constitutiva de fuerza mayor, causal que corresponde establecer al Consejo de
Estado como lo conceptuó recientemente la Sala de Consulta y Servicio Civil de
dicha Corporación[73].
Por consiguiente, los congresistas no posesionados no
cuentan con capacidad jurídica para deliberar ni para votar, y sus cargos
permanecen vacantes en forma temporal mientras no cumplan con tal requisito,
sin que tales vacantes puedan ser reemplazadas”.
39.
Aplicadas a estas reglas para el caso analizado, se encuentra que a la
conformación del quórum de la Cámara de Representantes, originalmente de 172
integrantes, deben restarse (i) la curul correspondiente al representante por
la comunidad raizal del Departamento de San Andrés, Providencia y Santa
Catalina, debido a que a la fecha de elección del actual Congreso no se había
expedido la ley que fijara las condiciones para esa elección y, a su vez, el
inciso segundo del artículo 176 de la Constitución difiere dicha elección a que
se defina de conformidad con la ley; y (ii) la curul correspondiente al señor
Seuxis Paucias Hernández Solarte, quien no tomó posesión del cargo.
Por
lo tanto, el quórum para la sesión plenaria objeto de análisis es de 170
representantes a la Cámara, por lo que la mayoría absoluta es de 86 votos.
En
ese sentido, concurre la controversia acerca de si el artículo 6º del PLE fue
válidamente aprobado con 86 votos conforme con lo anunciado por el Secretario
General de la Cámara durante la sesión, o en realidad, no contó con las
mayorías necesarias para su aprobación, si la Corte se atiene a la “nota aclaratoria”
incorporada posteriormente en el acta de plenaria y que da cuenta de que la
votación favorable para esa disposición es de 85 votos, lo que haría que
incumpliese con el requisito de mayoría absoluta.
40.
Para resolver esta cuestión debe partirse de resaltar que la situación relatada
genera una duda fundada sobre la mayoría con la que se aprobó el artículo 6º.
De un lado, el Secretario General durante la sesión da cuenta de que cumplió
con el número de votos requeridos y lo hace de forma expresa. Con todo,
mediante un nota aclaratoria que fue incorporada tiempo después, luego de la
elaboración del acta respectiva, se expresa una información diferente, según la
cual ante la doble contabilización de uno de los votos, en realidad la votación
fue de 85 votos, lo que haría que el artículo 6º no contara con las mayorías
requeridas.
Por
lo tanto, el asunto que la Sala debe dilucidar consiste en definir qué
contabilización debe preferirse: la realizada durante la sesión o la que se
explica en la nota aclaratoria.
41.
En el ejercicio del control de constitucionalidad y a partir de la vigencia del
principio democrático, el cual se deriva el de conservación del derecho, la
Corte debe guardar una especial deferencia con el Legislador, lo que sustenta
el denominado principio in dubio pro legislatore. Conforme a
este, ante la duda sobre la existencia de un vicio de procedimiento deberá
preferirse aquella decisión que preserve la constitucionalidad de la decisión
legislativa y en razón de la legitimidad democrática de la que está investida. La
aplicación de este postulado está intrínsecamente vinculada con el principio de
conservación del derecho, que obliga a que la declaratoria de
inconstitucionalidad de una norma legal sea el último recurso dentro del
ejercicio del control judicial y en aras de mantener y reconocer la raigambre
democrática que precede al derecho legislado.
Por
ende, la concurrencia de la debida voluntad democrática de las cámaras es el
elemento dirimente para definir el alcance de la significación, en términos de
vicios de inconstitucionalidad, de las posibles irregularidades en el trámite
legislativo. Al respecto, la sentencia C-633 de 2016[74],
al estudiar el alcance de la norma del Reglamento del Congreso sobre el
archivo de iniciativas objetadas por el Presidente, señaló lo siguiente:
“Para la Corte, según se expuso en el fallo en
mención, resulta desproporcionada una interpretación literal del artículo 200
de la Ley 5ª de 1992, pues conduciría al exceso de archivar toda una
iniciativa, cuando existe una clara y manifiesta voluntad democrática en su
aprobación, la cual se expresa en el cumplimiento de las etapas básicas o
estructurales del proceso de formación de la ley, con excepción únicamente de
las normas objetadas sobre las cuales se presenta la discrepancia entre las
cámaras. Por ello, cabe la exclusión o el retiro únicamente de las normas
afectadas por la disconformidad entre las plenarias, como medio para garantizar
la realización de los principios in dubio pro legislatore y de conservación
del derecho.
Precisamente, a través del principio de conservación
del derecho, se busca que los tribunales constitucionales interpreten las
normas en el sentido de preservar al máximo posible las disposiciones emanadas
del legislador, en virtud del respeto al principio democrático. Por esta razón,
la fórmula que mejor se ajusta al citado mandato, es la de entender que sólo se
estiman excluidas de la integridad de la iniciativa, las normas frente a las
cuales se presentó la objeción y que, como consecuencia de su trámite, se
produjo el fenómeno de la discrepancia entre las cámaras. A la misma conclusión
se llega en aplicación del principio in dubio pro legislatore, cuyo alcance busca
resguardar la decisión mayoritaria adoptada por el Congreso, respecto de un
conjunto de normas frente a las cuales no existió reparo alguno y lograron
cumplir, en su integridad, con los elementos estructurales del proceso
legislativo.”
42. Lo
anterior opera de manera coincidente con la comprensión que ha tenido la
jurisprudencia sobre el principio de instrumentalidad de las formas. Como se ha
señalado, la trascendencia de los yerros en el trámite legislativo, en términos
de su aptitud para viciar su constitucionalidad, debe siempre analizarse desde
la perspectiva de la afectación de la debida conformación de la voluntad
democrática de las cámaras.
Esto
quiere decir que solamente aquellos defectos del trámite que incidan en esa
voluntad tienen significación constitucional[75].
A esta regla se vincula el principio mencionado, de acuerdo con el cual la
verificación sobre el cumplimiento de los requisitos del trámite legislativo
debe escrutarse a partir de la satisfacción de los fines constitucionalmente
relevantes para el cual fueron instituidos. De esta forma, cuando a pesar de
que se formalmente se verifique un error en el procedimiento es posible
acreditar dicha satisfacción, no se está ante un vicio con una entidad tal que
afecte la constitucionalidad del trámite[76].
Este mismo precedente ha planteado las siguientes reglas, las cuales deben
reiterarse para resolver el asunto planteado:
42.1.
Las formas procesales no tienen un valor en sí mismo, sino que deben
interpretarse teleológicamente al servicio de un fin sustantivo. Por ende,
algunos defectos pueden resultar intrascendentes, otros pueden ser suplidos por
mecanismos previstos en el ordenamiento jurídico, saneados a lo largo del
trámite legislativo o subsanables bajo ciertas condiciones[77].
42.2.
Los vicios con relevancia constitucional deben cumplir una de las siguientes
condiciones: (i) vulnerar algún principio o valor constitucional; (ii) afectar
el proceso de formación de voluntad democrática de las cámaras; (iii) desconocer
las competencias y estructura básica institucional diseñada en la Constitución
o en las normas orgánicas que fijan el procedimiento legislativo[78].
42.3.
A partir de estos supuestos, los criterios para determinar si se está ante un
defecto que afecte la constitucionalidad del trámite legislativo consisten en
determinar si: (i) el defecto tiene una entidad suficiente para afectar la
validez de la norma objeto de control de constitucionalidad; (ii) en caso que
se acredite ese vicio, la Corte debe verificar si el mismo fue convalidado;
(iii) si ello no ocurrió, debe determinarse si existe posibilidad que el vicio
sea considerado como subsanable, caso en el cual la Corte deberá analizar la posibilidad
de remitir el asunto al Congreso para el efecto; y (iv) cuando esto no sea
posible y como último recurso, la Corte deberá determinar si el vicio detectado
puede ser subsanado en sede de control de constitucionalidad y bajo el respeto
del principio de razonabilidad.
42.4.
De manera general, no concurre un vicio de procedimiento cuando su causa es
la negligencia de quien, pudiendo actuar de manera compatible con las reglas
del trámite, se abstiene voluntariamente de hacerlo. Al respecto, debe
insistirse en que, en la medida en que las autoridades involucradas en el
trámite legislativo tienen definidos sus deberes en precisas normas
constitucionales y orgánicas, su deber de diligencia en su cumplimiento es de
carácter cualificado. A este respecto, la Corte ha dicho:
“La jurisprudencia constitucional ha sostenido que no
es de recibo la actitud deliberadamente pasiva orientada a pre-constituir un
vicio, como tampoco es admisible la omisión negligente de quien, por cualquier
razón no justificada, se margina del debate y solo cuando éste ha concluido,
después de la votación, presenta objeciones que, oportunamente puestas a
consideración de la corporación, a través de los mecanismos procedimentales
específicamente previstos para el efecto, habrían permitido evitar o subsanar
determinadas irregularidades de trámite. Quien debiendo actuar y teniendo la
posibilidad de hacerlo se abstiene, no puede pretender luego suplir su omisión
trasladando la controversia, que debió surtirse en el curso del debate legislativo,
a la instancia del control de constitucionalidad. En esa línea, por ejemplo, la
Corte ha señalado que no existe vicio de procedimiento con aptitud para
provocar la declaratoria de inexequibilidad de una norma, cuando no se tramita
una proposición, si quien la presentó no puso la diligencia necesaria para
impulsar su consideración y la decisión en torno a la misma. Por consiguiente,
la Corte ha considerado que las actitudes reticentes de los
congresistas en el curso de los debates y las constancias posteriores a la
conclusión del mismo y a la votación del proyecto, constituyen comportamientos
contrarios al citado deber de diligencia, que no pueden invalidar la expresión
legítima de la voluntad democrática.”[79]
Con
el fin de garantizar la eficacia del principio democrático, la instancia por
excelencia en donde deben tramitarse las discrepancias y hacerse valer las
garantías del procedimiento legislativo es durante el decurso de ese trámite.
Así, “solo aquellas irregularidades que trasciendan ese ámbito, o, porque
habiendo sido planteadas, no fueron atendidas, o porque fueron inadvertidas, o
porque no tuvieron oportunidad de expresarse, tendrían la virtualidad de
plantearse como eventuales vicios de procedimiento.”[80]
43. Con
base en estas reglas debe resolverse si está o no ante una irregularidad
sustantiva respecto de la aprobación del artículo 6º, para lo cual deberá
acreditarse si se comprueba una genuina expresión de la voluntad democrática de
las cámaras. Para la Corte, concurren en el trámite diferentes elementos de
juicio que llevan a concluir la presencia de esa voluntad, como pasa a
explicarse:
43.1.
En primer lugar, se acredita la expresión unívoca del Secretario General de la
Cámara en el transcurso de la sesión acerca de que la norma contaba con 86
votos favorables y cumplía, por ende, con las mayorías constitucionalmente
requeridas.
Esta
manifestación no tiene un carácter incidental, sino que adquiere un significado
preciso y definido por la legislación orgánica. De acuerdo con el artículo 47
de la Ley 5ª de 1992 es deber del Secretario General de cada Cámara, entre
otros, informar sobre los resultados de toda clase de votación que se cumpla en
la Corporación. Esta competencia guarda concordancia con los principios de
publicidad y el cumplimiento de las reglas que guían el proceso legislativo. En
ese sentido, se relaciona con el deber fijado en el artículo 11 ibídem,
según el cual “de toda sesión del Congreso pleno se levantará el acta
respectiva”, y con el artículo 35 ejusdem que prevé el levantamiento
de actas de las sesiones de las cámaras y sus comisiones permanentes.
A
partir de estas previsiones legales es evidente que el Secretario General cumple
una función fedataria durante la sesión, la cual no puede ser simplemente
desvirtuada a partir de actos posteriores y adoptados por fuera de la misma. Esta
función, además, tiene un vínculo necesario tanto con el principio de buena fe,
como con el principio democrático.
43.2.
Es evidente que el resultado de la votación que los secretarios expresan
durante la sesión es una información crucial para la verificación de la regla
de mayoría. En otras palabras, el insumo exclusivo que tienen los congresistas
para conocer, en el marco de la actividad legislativa, si una iniciativa contó
con el apoyo mayoritario es lo expresado por el secretario, quien a su vez, se
insiste, está investido de esa competencia específica en virtud de una norma
orgánica. Además, habida cuenta de ese carácter esencial de la función ejercida
por los secretarios generales, la Sala insiste en el deber cualificado que
tienen en su ejercicio. Esto implica, como es apenas obvio, que los resultados
de las votaciones que se expresen en la sesión correspondan estrictamente con
la realidad, sin que resulte admisible, bajo ninguna circunstancia, que puedan
ser ajustados por fuera del debate.
En el
caso bajo estudio, tanto oralmente como en el acta de la sesión quedó claro que
se había obtenido la mayoría requerida, siendo esta la información a la que
tuvieron acceso los representantes a la Cámara durante la sesión, que es
precisamente el escenario donde se expresa y consolida la voluntad democrática
del Legislativo. Además, esa misma información fue incorporada en el acta, como
tuvo oportunidad de explicarse.
43.3.
En segundo lugar, comprender que en este caso se consolidó la voluntad
mayoritaria es consecuencia de la necesidad de otorgar efecto útil a
disposiciones del Reglamento del Congreso que ofrecen instrumentos para
oponerse a las votaciones que la mesa directiva considere que no cumplen con
los requisitos constitucionales y legales. Sobre el particular, dentro de las
reglas para las votaciones de que trata el artículo 123 de la Ley 5ª de 1992,
se establece que “el número de votos, en toda votación, debe ser igual al
número de congresistas presentes en la respectiva corporación al momento de
votar, con derecho a votar. Si el resultado no coincide, la elección se
anula por el presidente y se ordena su repetición.”
Respecto
del caso examinado, la Sala advierte que la presunta duplicidad en uno de los
votos era un asunto que debió haberse verificado por el Presidente de la Cámara
en ejercicio de la facultad transcrita. Por ende, resulta válido concluir que
el efecto útil de esta norma implica que ante la inacción de la mesa directiva
era evidente, en el marco de la sesión, que no existía disconformidad alguna
sobre la suficiencia de la votación frente al artículo 6º. A esto se suma el
hecho de que durante la plenaria ningún congresista haya manifestado desacuerdo
sobre el particular lo que, a juicio de la Corte, demuestra la conciencia de la
Cámara de que se estaba ante una genuina expresión de la voluntad democrática
mediante la conformación de las mayorías exigidas.
43.4.
En tercer lugar, también debe tenerse en cuenta el lugar central que tiene el
artículo 6º del PLE dentro de la estructura de esa iniciativa, de manera que
concluir la inconstitucionalidad del trámite afectaría desproporcionadamente el
principio democrático. Esto a partir de dos supuestos definidos: (i) la
actuación adelantada durante la sesión; (ii) y la necesidad de impedir que una
visión maximalista de la competencia del Secretario General para certificar las
votaciones pueda llegar al punto de alterar la voluntad de la Cámara de
Representantes.
43.5.
Frente a lo primero y conforme con lo explicado en fundamentos jurídicos
anteriores, se tiene que durante la sesión fue claro, pues así lo informó el
Secretario General de la Cámara de Representantes, que el artículo 6º del PLE
había contado con las mayorías constitucionales exigidas para la aprobación de las
leyes estatutarias. Incluso, así lo manifestó expresamente ese funcionario, por
lo que, en virtud de sus competencias orgánicas, los congresistas actuaron de
conformidad con esa información y luego manifestaron su concurrencia en que el
PLE fuese ley de la República.
Resultaría
irrazonable concluir que, a pesar de este convencimiento y luego de una
actuación cobijada por la presunción de legalidad que se deriva del principio
democrático, el Secretario General pudiese alterar la voluntad de la Cámara, a
partir de un acto que no estuvo sometido a ningún previo conocimiento ni mucho
menos al escrutinio de los representantes o a constancias de congresistas que
se hubiesen opuesto a la iniciativa legislativa.
Además,
como se explicará en el apartado que analiza el cumplimiento de los requisitos
de unidad de materia, identidad flexible y consecutividad, el artículo 6º del
PLE, norma que establece las consecuencias de la inscripción en el REDAM, es
uno de los pilares de toda la regulación y la dota de sentido. Esta norma, a su
turno, fue objeto de intensos debates a lo largo del trámite legislativo como
ninguna otra de las disposiciones del PLE. Esto debe analizarse de cara a lo
expresado por la Cámara, quien inequívocamente manifestó su conformidad,
mediante 87 votos favorables, de que la iniciativa fuese ley de la República.
Es
evidente que esta sola circunstancia no subsana las votaciones previas respecto
del articulado, puesto que cada una de ellas se realiza de manera separada y en
los términos en que se desarrolla el debate de la ponencia, el cual, conforme
lo estipula el artículo 158 del Reglamento del Congreso, se adelanta artículo
por artículo, y aún inciso por inciso, si así lo solicitare algún congresista.
Esto implica que los votos se contabilizan de forma individual frente a cada
artículo sometido a debate. Adicionalmente, no existe norma constitucional u
orgánica que confiera esa efecto a la aprobación de la proposición final que da
cuenta del acuerdo de la cámara legislativa.
Sin
embargo, para la Sala habría una contradicción si, de un lado, se acepta que
existe evidencia acerca de la intención de la Cámara de Representantes de que
el PLE fuese aprobado y, a su vez, inexistencia de la misma voluntad frente al
artículo más importante de esa iniciativa. Este argumento concurre en la
conclusión de la Sala según la cual existe una unívoca intención de la Cámara
en la aprobación del articulado y, en particular, del artículo 6º del PLE.
43.6.
En cuanto a lo segundo, la Corte considera que resultaría desproporcionado que
a partir de una certificación proferida meses después de efectuada la sesión,
de la que los congresistas no tuvieron ningún conocimiento oportuno ni
materialmente podrían haberlo obtenido, se frustre la intención unívoca de las
diferentes instancias dentro del trámite legislativo. En contrario, el deber
del Secretario General está definido: dar cuenta de las votaciones
efectivamente realizadas en el marco de la respectiva sesión. Por ende, en
caso de que se evidenciase algún yerro involuntario, este debe manifestarse en
el marco de esa sesión y con el objeto de que los congresistas conozcan del
mismo y la mesa directiva proponga los mecanismos admisibles para su
subsanación. En la medida en que estas diferentes opciones no fueron utilizadas
en la respectiva sesión plenaria, la Corte no tiene alternativa distinta que
corroborar lo expresado por la Cámara de Representantes durante el trámite
legislativo.
44. La
Sala resalta que llegar a una conclusión diferente, esto es, resolver la duda
planteada a favor de lo consignado en la nota aclaratoria, quebrantaría el
principio de mayoría que guía la actividad del Congreso. En efecto, otorgar a
dicha nota los efectos propios de la anulación de una votación significaría dotar
al Secretario General de un poder omnímodo para definir, con posterioridad al
debate, el alcance del principio de mayoría dentro del trámite legislativo,
pues estaría, por sí y ante sí, en capacidad de alterar la contabilización de
los votos y de espaldas al control de la Cámara de Representantes. Un poder de
esta naturaleza, sobra indicar, es abiertamente incompatible con los postulados
básicos de la democracia representativa y no encuentra asidero en norma
jurídica alguna, por lo que también contradeciría el principio de legalidad que
guía las diferentes actuaciones del Estado, entre ellas el trámite legislativo.
Sobre
este particular debe insistirse en el carácter central que tiene la
preservación del principio de mayoría como objetivo esencial del procedimiento
legislativo. El precedente constitucional sobre esta materia[81]
sostiene que el acto de votación está gobernado por el principio de mayoría,
sin que ello se superponga a la necesidad de que la deliberación política deba
garantizar el pluralismo y la participación de las diferentes corrientes. Así,
de manera general, no son “admisibles las modificaciones que anulen la
capacidad deliberativa del Congreso, puesto que ello desconocería los dos
elementos que, desde la perspectiva analizada, configuran el núcleo mínimo de
la función legislativa, esto es, la posibilidad de deliberación y la
competencia de adopción de decisiones que permitan la configuración política
del Estado, en el nivel legal y en el escenario de las normas
constitucionales.”[82]
Conforme
a ese mismo precedente, esta condición genera dos consecuencias principales: de
un lado, el principio de mayoría, junto con el pluralismo político y el
principio de publicidad, conforman los pilares de la actividad legislativa. De
otro, la deliberación pública y pluralista es el procedimiento participativo
que debe imperar en dicha actividad, puesto que permite alcanzar en mayor
medida el contraste entre las diferentes posturas y, con ello, la conformación
de la debida voluntad democrática.
Como
se ha insistido en este apartado, la rectificación posterior de la votación,
por fuera del debate legislativo y sin posibilidad de control por parte de los
congresistas que integran la plenaria es una opción que en modo alguno cumple
con estos presupuestos. En particular, es incompatible con el carácter público
de la deliberación democrática y con el alcance del principio de mayoría, que
mediante una nota aclaratoria posterior se modifiquen las votaciones, puesto
que esa acción se realiza al margen del procedimiento legislativo y en
perjuicio de la voluntad de las cámaras la cual, es necesario insistir, se
configura durante la respectiva sesión y con la participación efectiva de los
congresistas.
45. Con
base en lo expuesto, la Sala concluye que la plenaria de la Cámara de
Representantes actuó legítimamente convencida de que se había alcanzado la
mayoría absoluta, a partir de la información expresada durante la sesión por el
funcionario legalmente habilitado para el efecto. En ese sentido, otorgar
predominio a una nota aclaratoria presentada mucho tiempo después del debate,
en los términos aquí explicados, sería actuar en contravía de la voluntad
democrática de las cámaras y afectar los principios de publicidad y de mayoría,
en los términos antes explicados.
No
obstante, la Sala considera oportuno aclarar que la verificación aquí realizada
no se refiere a alguna modalidad de subsanación del trámite legislativo, puesto
que en el presente caso no se evidenció la existencia de un vicio en ese
procedimiento. En cambio, lo que se advierte es que respecto de la votación del
artículo 6º del PLE la plenaria de la Cámara expresó unívocamente su voluntad
democrática y la misma fue constatada durante la sesión respectiva por parte
del Secretario General, funcionario que está investido de esa precisa facultad
por el Reglamento del Congreso. Esta comprobación no resulta afectada por la
existencia de la nota aclaratoria posteriormente incluida, pues la misma no
tuvo lugar en el marco de la sesión plenaria, de modo que no está llamada a
alterar los resultados de la votación objeto de examen.
46. En
lo que respecta a las demás etapas del procedimiento legislativo, se advierte
que la Comisión Primera del Senado de la República aprobó la proposición
favorable con la que terminaba el informe de ponencia con mayoría absoluta de
13 votos. Idéntica votación tuvo el articulado, que fue votado en bloque y de
manera nominal, así como el título del PLE y la decisión de la Comisión de que
se le diera segundo debate.
47. La
proposición favorable con la que finalizaba el informe de ponencia fue aprobada
por la plenaria del Senado con mayoría absoluta de 65 votos. Acto seguido, se
sometió a una sola votación nominal la omisión de lectura del articulado, el
articulado en bloque con las proposiciones avaladas por el ponente, el título y
la decisión de la plenaria de aprobar el PLE. Estos asuntos fueron aprobados
con 67 votos.
48.
Por último, el informe de la comisión accidental de conciliación fue aprobado
por la plenaria de la Cámara de Representantes con 94 votos y por la plenaria
del Senado de la República con 59 votos. En ambos casos la votación se hizo de
forma nominal.
Consecutividad,
identidad flexible y unidad de materia
49.
El artículo 157 de la Constitución señala que ningún proyecto será ley sin que
haya sido aprobado tanto en primer debate en comisiones como en segundo debate
en la plenaria de cada cámara. El artículo 158 superior, a su turno, establece
que todo proyecto de ley debe referirse a una misma materia y serán
inadmisibles las disposiciones o modificaciones que no se relacionen con ella,
lo que se conoce como el principio de unidad de materia. Estas reglas se
complementan por lo previsto por el artículo 160 de la Constitución, conforme
al cual durante el segundo debate cada cámara podrá introducir las
modificaciones, adiciones y supresiones que juzgue necesarias.
El
principio de consecutividad ha sido usualmente caracterizado por la
jurisprudencia constitucional como la “regla de los cuatro debates” y
obliga a que los proyectos de ley adquieran previamente a su aprobación un
grado de deliberación suficiente en las diferentes etapas del trámite[83].
El principio de identidad flexible se satisface, a su turno, cuando las
diferentes materias que conforman la iniciativa sean conocidas por esas
instancias legislativas. En ese sentido, durante el segundo debate pueden
introducirse modificaciones al articulado, siempre y cuando se trate de
materias analizadas en el primero o de asuntos que guarden conexidad con
aquellas. Lo que se exige, entonces, es que dichas modificaciones o adiciones
refieran a temas específicos que hubiesen sido tratados en el primer debate.
Sobre
estas variaciones en el articulado, el mismo precedente ha contemplado reglas
específicas: (i) un artículo nuevo no necesariamente corresponde a un asunto
nuevo, puesto que la disposición puede versar sobre asuntos debatidos
previamente; (ii) no es un asunto nuevo la adición que desarrolla o precisa
aspectos de la materia central tratada en el proyecto siempre que la adición
esté comprendida dentro de lo previamente debatido; (iii) la novedad del asunto
se aprecia a la luz del proyecto de ley en su conjunto, no de un artículo en
específico; y (iv) no constituye un asunto nuevo un artículo propuesto por la
comisión accidental de conciliación que crea una fórmula normativa original
para resolver la disconformidad entre los textos aprobados por las plenarias de
ambas cámaras.
50.
El principio de unidad de materia evita la incorporación de tópicos extraños a
los asuntos que integran un proyecto de ley. Es definido por la jurisprudencia
constitucional a partir de los siguientes parámetros[84]:
(i) constituye un instrumento de racionalización y tecnificación de la actividad
legislativa; (ii) actúa en beneficio del debate deliberativo y de la
comprensión de la legislación por parte de la sociedad; (iii) no puede
interpretarse de una manera tan estricta que sea incompatible con el principio
democrático o con el ejercicio de la cláusula general de configuración
normativa del Congreso; (iv) no es sinónimo de simplicidad temática de los
proyectos de ley, por lo que su análisis debe involucrar los principios de
razonabilidad y proporcionalidad. Ello con el fin de verificar la conexión
entre las disposiciones que integran la iniciativa y sus núcleos temáticos, con
base en los criterios material, causal, teleológico y sistemático.
La Corte
ha definido el significado de cada uno de los criterios mencionados[85].
La conexidad temática es la vinculación objetiva y razonable entre la materia o
el asunto general sobre el que versa una ley y la materia tratado concretamente
por una disposición suya en particular. La conexidad causal implica la
identidad que debe existir entre una ley y cada una de sus disposiciones y en
cuanto los motivos que dieron lugar a su expedición. En otras palabras, la
conexidad causal implica que las razones que sustentaron la expedición de la
ley sean las mismas que justifican los contenidos que la integran. La conexidad
teleológica opera de una manera similar: exige que la ley como unidad y cada
una de sus partes estén dirigidas al logro de los mismos objetivos. Por último,
la conexidad sistemática refiere a la relación existente entre las diferentes
disposiciones de una ley, de manera que se evidencie una racionalidad interna
entre sus partes.
51.
Como se observa, si bien estos principios guardan su propia identidad y se
distinguen conceptualmente, operan de manera coordinada. Así, los diferentes
ejes temáticos específicos deben cumplir con los cuatro debates exigidos por la
Constitución, sin perjuicio de que en debates posteriores se introduzcan
modificaciones o adiciones, a condición de que resulten compatibles con el
principio de unidad de materia.
A
partir de este parámetro de control judicial, la Corte analizará el
cumplimiento de los requisitos en comento por parte del PLE. Al respecto, cabe
indicar que un cuadro explicativo de las modificaciones al texto durante su
trámite legislativo obra como anexo de esta sentencia.
52.
En relación con el texto original del PLE, la ponencia para primer debate ante
la Comisión Primera de la Cámara de Representantes propuso dos adiciones: (i)
el parágrafo al artículo 2º, sobre ámbito de aplicación, que especifica que la
norma será predicable de los deudores morosos de las obligaciones en cabeza de
personas titulares de derechos de alimentos estipulados en el artículo 411 del
Código Civil y que incurran en las condiciones consagradas en ese artículo; y
(ii) una adición al artículo 6º, sobre consecuencias de inscripción en el REDAM
y del siguiente tenor:
“6. Impedimento para solicitar licencia de conducción
o documento análogo ante las autoridades de tránsito y transporte habilitadas
para tal fin.
7. Impedimento para salir del país y efectuar trámites
migratorios ante Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
Parágrafo. La información contenida en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos (Redam) será remitida a la Superintendencia
Financiera, quien tendrá la facultad de enviar la misma a las bases de datos o
centrales de información de las centrales de riesgo crediticio, financiero y
comercial, para lo de su competencia e interés.”
La
Comisión Primera de la Cámara negó[86]
el primer asunto y aprobó el segundo. Además, modificó el numeral primero del
artículo 6º, el cual quedó del siguiente tenor:
“1. El deudor alimentario moroso solo podrá contratar
con el Estado una vez se ponga a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias.
Esta inhabilidad también se predica del deudor alimentario moroso que actúe
como representante legal de la persona jurídica que aspira a contratar con el
Estado. Estando en ejecución el contrato, será causal de terminación del mismo
incurrir en mora de las obligaciones alimentarias”
De la
misma manera, condicionó el numeral tercero del mismo artículo 6º a que la
inhabilidad para ejercer cargos públicos operará hasta tanto el deudor no se
ponga a paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
53.
La ponencia para segundo debate en la Cámara de Representantes introdujo las
siguientes modificaciones respecto del texto aprobado por la Comisión Primera
de esa Corporación:
a)
en cuanto al artículo 3º: aclaró
que la inscripción puede ordenarla, entre otros, el juez que conoce el proceso
de alimentos y no solo el “ejecutivo de alimentos”;
b)
extendió esa competencia no solo
al juez sino a la autoridad administrativa;
c)
frente al parágrafo 5º del
artículo 3º: determinó que la inscripción en el REDAM de los deudores que
incumplen obligaciones que no constan en sentencia judicial opera
garantizándose los derechos de contradicción y de defensa del presunto deudor
alimentario moroso;
d)
en cuanto al artículo 4º:
determinó que los certificados expedidos por el REDAM deben contener, como
mínimo, la información de que trata el artículo 5º del PLE;
e)
respecto del numeral cuarto del
artículo 6º: modificó la consecuencia vinculada a la enajenación de bienes
inmuebles. Esto, con el fin de cambiar la prohibición aprobada por la Comisión
Primera a la inclusión de las sumas debidas dentro del valor de los derechos
notariales, de la manera como finalmente fue aprobado el PLE;
f)
en cuanto al numeral 5º del mismo
artículo: aclaró que el descuento en el crédito aprobado a favor del deudor
moroso se dirige a solventar la deuda alimentaria que le dio origen;
g)
incluyó una nueva causal,
consistente en que no se requerirá la autorización del padre o madre inscrito
en el REDAM para los fines previstos en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006,
esto es, para que su hijo menor de edad salga del país;
h)
adicionó el artículo 6º con un
parágrafo que extiende la aplicación de la causal prevista en el numeral
tercero (inclusión de los alimentos debidos en los derechos notariales) a los
representantes legales de las personas jurídicas que sean parte del negocio
jurídico.
La
plenaria de la Cámara de Representantes aprobó las modificaciones mencionadas[87].
Además, incorporó las siguientes adiciones: (i) retomó el texto que había sido
negado en primer debate y que incluía un parágrafo al artículo 2º sobre el
ámbito de aplicación del REDAM; (ii) adicionó un parágrafo al artículo 4º para
determinar que el certificado que expide el REDAM tendrá validez de tres meses
y podrá expedirse de manera física o electrónica; (iii) incluyó una nueva
consecuencia de la inscripción en el REDAM, adicionándose el numeral octavo al
artículo 6º para prohibir el otorgamiento de subsidios a los deudores
reportados en el REDAM y hasta que se pongan al día en el pago de sus
obligaciones; (iv) adicionó el parágrafo 3º al artículo 6º a fin de que la
carga de verificación sobre si el ciudadano está inscrito en el REDAM
corresponde exclusivamente al Estado, las notarías y las entidades bancarias,
por lo que la duda al respecto debe resolverse a favor del obligado; (v)
eliminó el parágrafo 4º del artículo 3º, que estaba previsto desde en PLE
original y que establecía que la inscripción en el REDAM caducaría en cuatro
años desde dicha incorporación; (vi) eliminó el numeral 5º del artículo 6º, que
establecía como consecuencia de la inscripción en el REDAM la imposibilidad de
solicitar licencia de conducción o documento análogo; (vii) incluyó en el
artículo 8º sobre remisión a norma generales a la Ley 1581 de 2012; y (viii) adicionó
el artículo 10º con el fin de aclarar que esa disposición solo tendría
aplicación en el ámbito civil y no modifica el precedente en materia penal, el
cual vincula el delito de inasistencia alimentaria a la necesidad de la víctima
y la capacidad de pago del acusado.
54. La
ponencia para primer debate ante la Comisión Primera del Senado no introdujo
ninguna modificación respecto de lo aprobado por la plenaria de la Cámara de
Representantes. La Comisión, una vez discutido el PLE, aprobó los siguientes
cambios[88]:
(i) en el parágrafo del artículo 4º se confirió al Gobierno la facultad para
reglamentar lo relativo a los certificados del REDAM, bajo el cumplimiento de
las Leyes estatutarias 1266 de 2008 y 1581 de 2012; (ii) en relación con el numeral
segundo del artículo 6º incluyó como consecuencia de la inscripción en el REDAM
de servidores públicos la suspensión en el cargo hasta que paguen la obligación
alimentaria, ello con la garantía de los derechos de defensa y debido proceso; y
(iii) modificó el artículo 7º con el fin de señalar que la operación del REDAM
estará a cargo de la entidad que designe el Gobierno Nacional, sin hacer
referencia expresa al Ministerio de Justicia y del Derecho, como lo planteaba
el PLE original.
55. La
plenaria del Senado de la República aprobó la ponencia e hizo las siguientes
modificaciones: (i) adicionó el artículo 7º con un parágrafo que estipula que
la entidad responsable del tratamiento adoptará mecanismos para el cumplimiento
de la ley y las demás regulaciones estatutarias sobre administración de datos
personales. En ejercicio de esa competencia, la entidad deberá definir la
finalidad de la recolección del dato, las condiciones de acceso a la información,
los usos autorizados de la misma, el tiempo en que estará registrada y los
mecanismos técnicos para limitar el alcance de las consultas y los usos no
autorizados; e (ii) incluyó otro parágrafo al mismo artículo 4º, el cual
incorpora al REDAM un mecanismo de verificación, formación y apoyo para los
deudores en desempleo o informalidad a través del servicio público de empleo.
Por
último, se observa que el informe de conciliación aprobado por ambas cámaras
acogió en su integridad el texto votado por la plenaria del Senado de la
República.
56.
La Corte encuentra que las modificaciones incorporadas dentro del trámite se
circunscribieron a los núcleos temáticos que conforman el PLE. Sobre este
particular debe tenerse en cuenta que el artículo 1º de la iniciativa determina
que su objeto es “establecer medidas para garantizar el cumplimiento de las
obligaciones alimentarias” al igual que crear el REDAM como mecanismo de
control para el cumplimiento de dichas obligaciones.
En
ese sentido, de manera general es válido afirmar que las diferentes
modificaciones que razonablemente estén vinculadas con estos dos objetivos
cumplirán con los principios analizados y a partir de los criterios de
conexidad temática y teleológica antes explicados.
57. Respecto
de las modificaciones introducidas por la Comisión Primera de la Cámara de
Representantes, observa la Sala que estas se restringieron a incluir tres
nuevas consecuencias[89]
a la inscripción en el REDAM y que operan como incentivos para el pago oportuno
de la obligación alimentaria, al imponer consecuencias desfavorables para el
deudor incumplido: la prohibición de salir del país y la remisión de la
información contenida en el REDAM a las centrales de riesgo crediticio. Igualmente,
la Comisión definió que la inhabilidad de contratar con el Estado se aplica
hasta que el moroso se ponga al día, al igual que es extendida al caso en que
el deudor incumplido represente legalmente a la persona jurídica que pretenda
contratar con el Estado.
A su turno,
los asuntos introducidos por la plenaria de la Cámara de Representantes, si
bien son variados como se explicó en el fundamento jurídico 53, refieren
esencialmente a precisiones sobre disposiciones discutidas y aprobadas en
primer debate. Asimismo, incluyó dos nuevas consecuencias de la inscripción en el
REDAM: la exclusión del permiso del deudor moroso para que sus hijos menores de
edad salgan del país y la inelegibilidad para el otorgamiento de subsidios.
58.
Sobre estos dos últimos asuntos, el Procurador General de la Nación manifiesta
reparos al considerar que no cumplen con los requisitos de identidad flexible y
unidad de materia. Considera que se trata de materias nuevas y que, al no haber
sido discutidas y aprobadas por parte de la Comisión Primera de la Cámara de
Representantes, desconocen dichos mandatos constitucionales.
La
Corte se aparta de esta consideración y concluye, en contrario, que las
adiciones en comento son constitucionales en cuanto a su trámite legislativo. A
juicio de la Sala, el Ministerio Público yerra al sostener que cada una de las
consecuencias de la inscripción en el REDAM es un tema autónomo y que, por esta
razón, debe ser discutido en cada una de las etapas del trámite legislativo.
Esta postura se muestra en exceso rígida, con lo que se desconoce el principio
de identidad flexible y, además, deja sin efectos los criterios de conexidad
temática y, en particular, de conexidad teleológica que guían el principio de
unidad de materia. Son admisibles, con base en dichos criterios, aquellas
adiciones al PLE que estén unívocamente dirigidas a lograr el cumplimiento en
el pago de las obligaciones alimentarias, pues este es precisamente el objetivo
general. Así, en uno y otro caso es evidente que las medidas operan como
incentivo para que el deudor moroso se ponga al día en el pago de sus
obligaciones alimentarias, lo que demuestra el vínculo exigido.
La
conclusión de la Vista Fiscal, a su turno, deja de tener en cuenta que,
conforme al criterio de conexidad teleológica, existe unidad de materia entre
las disposiciones que desarrollan los objetivos comunes del respectivo proyecto
de ley. Esta posición, del mismo modo, omite la regla jurisprudencial que
establece que no es un asunto nuevo la adición que desarrolla o precisa
aspectos de la materia central de la iniciativa, siempre que la adición esté
comprendida dentro de lo previamente debatido. En este caso, la materia central
es el establecimiento de consecuencias de la inscripción en el REDAM y que
operen como incentivos para el pago oportuno de la obligación alimentaria,
tópico que estuvo presente y fue debatido en cada una de las instancias del
trámite. Innegablemente, las adiciones efectuadas en segundo debate por la
Cámara de Representantes comparten esa naturaleza, de allí que resulten
compatibles con los principios del procedimiento legislativo materia de estudio
en este apartado.
59.
Las modificaciones introducidas por la Comisión Primera del Senado también
tuvieron naturaleza incidental, al precisar aspectos concretos que habían sido debatidos
durante el paso de la iniciativa ante la Cámara de Representantes. En esta
instancia también se estableció una nueva consecuencia de inscripción en el
REDAM, consistente en la suspensión en el ejercicio del cargo del servidor
público moroso hasta que cumpla con la obligación alimentaria. Sobre este
asunto resultan, a juicio de la Sala, aplicables los mismos argumentos
expresados en el fundamento jurídico anterior.
60.
La plenaria del Senado de la República introdujo las modificaciones explicadas
en el fundamento jurídico 55. Cada una de ellas, contrario a lo expresado por
el Procurador General, guardan conexidad con los núcleos temáticos del PLE. En
el primer caso, la fijación de reglas sobre el principio de responsabilidad
demostrada, aplicable al encargado del tratamiento de datos personales, está
estrechamente vinculada con la protección del derecho al habeas data en el caso
particular de la administración de datos propia del REDAM. Así, existe un
evidente vínculo entre el objetivo general de conformación del REDAM como
instrumento para el logro del pago de las obligaciones alimentarias incumplidas
y la determinación de reglas que, como se verá a mayor profundidad a propósito
del estudio material, están dirigidas a la protección del derecho fundamental
al habeas data del sujeto concernido en el registro. En otras palabras,
resultaría irrazonable sostener simultáneamente que el PLE es un cuerpo legal
que regula un escenario particular de administración de datos personales pero,
a su turno, le es ajeno la estipulación de reglas sobre el adecuado tratamiento
de esos datos.
En el
segundo caso, aunque una estipulación que incorpore al REDAM un mecanismo
destinado al apoyo de los deudores desempleados o que ejercen actividades
informales se mostraría impropia al tema de protección de datos personales, una
previsión de esa naturaleza guarda un vínculo verificable con el otro núcleo
temático del PLE, esto es, el establecimiento de medidas para garantizar el
pago de la obligación alimentaria. Al margen del estudio de fondo que realizará
la Corte en apartado posterior, resulta razonable sostener que la utilización
del servicio público de empleo como herramienta para la obtención de ingresos
para los deudores morosos es una medida que tendería prima facie a la
satisfacción de las obligaciones debidas. De allí que se trate de una adición
con conexidad temática y teleológica con asuntos debatidos a lo largo del
trámite legislativo.
Plazos
entre los debates y aprobación en una sola legislatura
61.
El artículo 160 de la Constitución establece que entre el primero y el segundo
debate deberá mediar un lapso no inferior a ocho días, y entre la aprobación
del proyecto en una de las cámaras y la iniciación del debate en la otra, deberán
transcurrir por lo menos quince días. Estos plazos, de acuerdo con el artículo
83 del Reglamento del Congreso[90],
deben contabilizarse en días calendario. Igualmente, el artículo 153 exige que
la aprobación de las leyes estatutarias deba realizarse en una sola
legislatura.
Estos
requisitos son cumplidos en el caso examinado. El proyecto de ley fue publicado
para su trámite ante el Congreso el 13 de septiembre de 2018, presentándose
ponencia favorable para primer debate en la Cámara de Representantes el 20 de
septiembre del mismo año. Fue aprobado en ese primer debate el 3 de octubre de
2018 y la discusión y votación de la iniciativa en segundo debate ante la
plenaria de la Cámara ocurrió el 20 de noviembre de 2018.
El
primer debate ante la Comisión Primera del Senado de la República se realizó el
5 de junio de 2019 y el segundo debate ante la plenaria de esa corporación tuvo
lugar el 17 de junio siguiente. Por último, la aprobación del informe de la
comisión accidental de conciliación se verificó en sendas sesiones plenarias de
ambas cámaras del 19 de junio de 2019.
62.
Según lo expuesto, se cumplieron los plazos mencionados y el PLE fue discutido
y aprobado durante la legislatura que inició el 20 de julio de 2018 y finalizó
el 20 de junio de 2019.
Consulta
previa
63.
Con el fin de proteger los derechos de las comunidades étnicas y en
cumplimiento de las normas del derecho internacional de los derechos humanos,
integrantes del bloque de constitucionalidad y que prescriben derechos
diferenciados de participación para dichos pueblos, la jurisprudencia
constitucional ha concluido que aquellos proyectos de ley que afecten
directamente a estas comunidades, en términos de la alteración de aquellos
asuntos que conforman su identidad diferenciada, deben consultarse previamente
a su trámite ante el Congreso[91].
El
proyecto analizado no implica una afectación de esta naturaleza. Se trata de
una norma de carácter general para todos los ciudadanos, que gravita alrededor
de las medidas para incentivar el cumplimiento de obligaciones establecidas por
la legislación civil. Además, tampoco se evidencia en el texto del PLE
referencia alguna que lo vincule particularmente a asuntos propios de los
pueblos indígenas y afrodescendientes. En ese sentido, el requisito de consulta
previa no resultaba exigible en el presente caso.
Compatibilidad
con el marco fiscal de mediano plazo
64.
De acuerdo con lo previsto en el artículo 7º de la Ley 819 de 2003 – Orgánica
de Presupuesto, el impacto fiscal de todo proyecto de ley, ordenanza o acuerdo
que ordene gasto u otorgue beneficios tributarios. La jurisprudencia
constitucional considera que este requisito[92]
(i) es un parámetro para la racionalidad legislativa y cumple fines relevantes;
(ii) su cumplimiento corresponde al Congreso pero prioritariamente al
Ministerio de Hacienda y Crédito Público; (iii) no genera un vicio de
inconstitucionalidad cuando dicha cartera ministerial omite intervenir en el
trámite legislativo o conceptuar sobre la viabilidad económica de la
iniciativa; y (iv) el concepto que formule el Ministerio de Hacienda no es
vinculante para el Congreso, pero sí le impone un deber de consideración, bajo
criterios de vigencia del principio de colaboración armónica y reconocimiento
de la importancia de la estabilidad macroeconómica.
Conforme
a ese mismo precedente, el primer paso para determinar si se debe cumplir con
la exigencia en comento es verificar si la norma analizada ordena gasto o
confiere los mencionados beneficios. La Corte observa que el PLE carece de
disposiciones de ese carácter, lo que implica que la comprobación de este
requisito de la legislación orgánica no es necesaria en el presente estudio.
Conclusión
65. A
partir de los argumentos anteriores, la Corte concluye que el PLE cumplió con
los requisitos formales para su expedición y en lo relativo a la publicidad del
trámite, el cumplimiento de las condiciones que dotan de racionalidad y
transparencia al trámite legislativo y los presupuestos de discusión y
aprobación que hacen a ese proceso compatible con el principio democrático.
Igualmente, se demostró que, debido a la materia analizada, no resultaba
exigible el requisito de consulta previa.
Por
ende, satisfecha esta etapa de análisis, la Sala asume el estudio sustantivo de
proyecto de ley estatutaria y de acuerdo con la metodología de decisión expresada
anteriormente.
SEGUNDA
SECCIÓN: CONSTITUCIONALIDAD MATERIAL DEL PROYECTO DE LEY ESTATUTARIA
Como
se expresó en el fundamento jurídico 2, el estudio material del articulado del
PLE tiene dos componentes: la explicación sobre aspectos generales y
transversales al Proyecto y el estudio concreto de cada una de las
disposiciones que lo integran. En ese sentido, se asume por la Sala el primero
de estos apartes.
Los
principios constitucionales sobre el contenido y alcance del derecho al habeas
data
66.
El artículo 15 de la Constitución consagra el derecho al habeas data, el cual
tiene dos contenidos principales: faculta a todas las personas a conocer,
actualizar y rectificar la información que sobre ellas se haya recogido en
bancos de datos y en archivos de entidades públicas y privadas; a la vez que
somete los procesos de recolección, tratamiento y circulación de datos al
respeto de la libertad y demás garantías consagradas en la Constitución.
El
derecho al habeas data, como lo ha definido la jurisprudencia constitucional[93],
tiene carácter autónomo y diferenciable de otras garantías como el derecho a la
intimidad, el cual se concentra en el reconocimiento y protección de la esfera
privada del individuo y su familia frente a intromisiones indebidas o
injustificadas por parte de terceros y, en particular, del Estado[94].
Sin embargo, como se verá más adelante a propósito del principio de circulación
restringida, existe un vínculo estrecho entre estos dos derechos,
específicamente en lo referido a la clasificación de los datos personales en
razón de la validez de su circulación, en cuanto no hacen parte de la
información del sujeto que conforma el contenido esencial del derecho a la
intimidad.
67.
La Corte tiene un precedente consolidado sobre el contenido y alcance del
derecho al habeas data. Sin embargo, para efectos de este apartado la Sala se
concentrará en las reglas generales fijadas en las sentencias C-1011 de 2008[95]
y C-748 de 2011[96],
mediante las cuales la Corte estudió la constitucionalidad de los proyectos de
ley estatutaria que dieron lugar a las Leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012,
respectivamente. La primera normativa regula la administración de datos
personales de contenido financiero comercial y crediticio, y que se destinan al
cálculo del riesgo. La segunda tiene una pretensión general de regulación sobre
los diferentes escenarios de administración de datos personales, con excepción
de los supuestos que la misma norma identifica[97].
La
razón de concentrarse en ese precedente es doble: de un lado, se trata de las
dos regulaciones estatutarias en materia de habeas data que han sido
promulgadas en el orden jurídico colombiano y que, en buena medida, recogen los
estándares sobre protección de datos personales fijados por la jurisprudencia
constitucional[98].
De otro lado, porque las sucesivas decisiones de la Corte adoptadas en la materia
han consolidado las reglas sistematizadas en dichos fallos.
68.
En lo que respecta al objeto del derecho al habeas data, este se define
en los datos personales que son recopilados, almacenados, tratados y
distribuidos, actividades que generalmente son agrupados bajo el concepto administración
de datos personales. De antemano la Corte declara que la operación del
REDAM es una modalidad de administración de datos personales, razón por lo cual
le son aplicables las categorías y el ámbito de protección propio del habeas
data.
El
dato personal es aquel que contiene información sobre condiciones o cualidades
de un individuo o de una persona jurídica. Es definido por el artículo 3º de la
Ley 1581 de 2012 como cualquier información vinculada o que pueda asociarse a
una o varias personas naturales determinadas o determinables. Como se observa y
contrario a la percepción usual, la condición personal del dato no establece
ninguna cualificación determinada sobre la validez de su circulación, sino
simplemente su adscripción a una persona en particular.
69.
La potencialidad de circular de manera compatible con la vigencia del derecho a
la intimidad depende de la naturaleza del dato personal. Para ello, tanto la
jurisprudencia como las normas mencionadas plantean una clasificación al
respecto.
El
ámbito en el que el derecho a la intimidad encuentra una protección reforzada
es en los datos sensibles, esto es, aquellos cuya difusión afecta
inequívocamente este derecho o cuyo uso indebido puede generar discriminación
al referirse a información que revele el origen racial o étnico, la orientación
política, las convicciones religiosas o filosóficas, la pertenencia a
sindicatos, organizaciones sociales, de derechos humanos o que promueva
intereses de cualquier partido político o que garanticen los derechos y
garantías de partidos políticos de oposición así como los datos relativos a la
salud, a la vida sexual y los datos biométricos[99].
Esta información se identifica también con la categoría “datos privados” que
asume la Ley 1266 de 2008 y que define como aquellos que son por su naturaleza
íntimos y solo son relevantes para su titular.
Los
datos sensibles o privados, de manera general, no están llamados a circular,
salvo que se cumplan con los requerimientos propios de un juicio estricto de
proporcionalidad. Por ende, la validez de su transmisión a terceros debe
cumplir con fines constitucionalmente imperiosos y ser una medida indispensable
y que resulte menos lesiva en términos de afectación de los derechos a la
libertad y a la intimidad. De la misma forma, los datos en comento están
sometidos a una regulación estatutaria particular que asegura su circulación
excepcional y en supuestos también taxativos[100].
70.
La siguiente categoría son los datos semiprivados. Esta información
personal es aquella cuyo conocimiento y divulgación puede interesar no solo al
titular del dato sino a cierto sector o grupo de personas o la sociedad en
general[101].
El rasgo distintivo de esta información es que su circulación requiere el
consentimiento cualificado del titular del dato, salvo en los casos en que por
ministerio de la ley y cumplidas condiciones de razonabilidad y
proporcionalidad, se releva de ese requisito. Un ejemplo de esa información es
el dato financiero, comercial y crediticio cuya administración es regulada por
la Ley 1266 de 2008 y, en general, aquella información que da cuenta del cumplimiento
de obligaciones[102].
Por
último, están los datos públicos que si bien pueden ser personales son
personales no pertenecen a las categorías anteriores y por mandato
constitucional o legal son de libre acceso. Entre estos datos se encuentran los
contenidos en documentos públicos, sentencias judiciales debidamente
ejecutoriadas que no están sometidas a reserva y los relativos al estado civil
de las personas[103].
71.
En lo que refiere a los sujetos concurren dos tipos de clasificación
concurrente en la legislación estatutaria. La Ley 1581 de 2012 distingue[104]
entre (i) el titular del dato personal, quien es la persona natural cuyos datos
personales sean objeto de tratamiento; (ii) el encargado del tratamiento, que
es la persona natural y jurídica, pública o privada, que por sí misma o en
asocio de otros, realiza el tratamiento de datos personales por cuenta del
responsable del tratamiento; y (iii) el responsable del tratamiento es la
persona natural o jurídica, pública o privada, que por sí misma en asocio con
otros, decida sobre la base de datos.
La
Ley 1266 de 2008, en cambio, además del titular identifica: (i) la fuente de
información personal, quien es la persona, entidad u organización que recibe o
conoce datos personales de los titulares de la información, en virtud de una
relación comercial o de servicio o de cualquier otra índole; (ii) el operador
de la información, quien es la persona, entidad u organización que recibe de la
fuente datos personales sobre varios titulares de la información, los
administra y los pone en conocimiento de los usuarios; y (iii) los usuarios de
información, categoría que corresponde a la persona natural o jurídica que
puede acceder a la información personal de uno o varios titulares de la
información suministrada por el operador o por la fuente, o directamente por el
titular de la información.
Con
todo, al margen de la clasificación que se adopte, es claro que los sujetos que
intervienen en el proceso de administración de datos personales deben
garantizar solidariamente la eficacia de los derechos fundamentales del titular
del dato, en particular los que se derivan del habeas data y la intimidad[105].
72.
En lo que respecta al contenido y alcance del derecho al habeas data,
tanto las normas estatutarias como la jurisprudencia constitucional han acogido
una perspectiva de definición de los diferentes componentes del derecho a
partir de principios. Por lo tanto, en esta sección la Corte recapitulará su
alcance a partir de la definición de tales principios, los que, a su turno,
operarán como parámetro para la validez de las reglas del PLE vinculadas a la
administración de datos personales.
Sobre
este particular es importante advertir que los principios constitucionales del
habeas data tienen una función particular: servir de cuerpo común de garantías
para todas las diferentes modalidades de administración de datos personales,
incluso aquellas exceptuadas por las normas generales de habeas data o que,
como sucede con los datos de riesgo crediticio y ahora los referidos a los
deudores de alimentos, están sometidos a regulaciones especiales[106].
73.
De acuerdo con el principio de libertad, el tratamiento del dato
personal solo puede ejercerse ante el consentimiento cualificado de su titular,
esto es, previo, expreso e informado. Esto salvo que concurra mandato legal o
judicial que releve de esa autorización.
El
consentimiento cualificado garantiza que el titular del dato tenga consciencia
acerca de que ha autorizado el tratamiento de su información personal, la
finalidad de esa administración y los mecanismos concretos que tiene a su
disposición para el conocimiento, actualización y rectificación de dichos
datos. En ese sentido, el principio de libertad es una expresión concreta de un
concepto más amplio: la autodeterminación informática del titular[107].
Esta autodeterminación implica que el individuo pueda ejercer plenamente su
autonomía en el marco de los procesos técnicos de administración de sus datos
personales, de manera que tales actividades no impliquen la eliminación de la
permanente potestad del titular de controlar sus datos. Esta potestad, a su
turno, consiste en consentir en la administración y conocer que fueron
recopilados, estar advertido de la finalidad del tratamiento, la cual no podrá
ser distinta a aquella que ha sido autorizada por el titular y, como se ha indicado,
contar con herramientas efectivas para su conocimiento, actualización y
rectificación.
El
principio de libertad también implica el deber correlativo de quienes
participan en la administración de datos de garantizar la autodeterminación
informática del titular. En particular, (i) el responsable del tratamiento debe
garantizar que se cuenta con la autorización del titular y que la misma cumpla
con los atributos de cualificación antes explicados; y (ii) el encargado del
tratamiento y los usuarios del dato personal deben administrar los datos en el
ámbito preciso de la autorización dada por el titular o las finalidades que
hayan sido definidas en el marco de la autorización por mandato legal, según el
caso.
74.
La autorización del titular puede ser válidamente exceptuada por un mandato
legal. Con todo, debe partirse de la base de que el artículo 15 de la
Constitución estipula a la libertad como uno de los aspectos centrales para la
validez de la administración de datos. Esto significa que la regla general y
prevalente es que el tratamiento del dato está sujeto a la autorización
cualificada de su titular. La opción de que por ministerio de la ley se
exceptúe ese requisito es excepcional, debe responder a un principio de razón
suficiente, mostrarse proporcionada, así como tener condiciones de claridad y
precisión[108].
Así, la excepción de la autorización para el tratamiento debe estar dirigida al
cumplimiento de fines constitucionalmente importantes y ser necesaria para su
satisfacción. Igualmente, como se explicará a propósito de los principios de
proporcionalidad y finalidad, los supuestos exceptivos deberán circunscribirse
a aquellos en donde la autorización se muestre como una carga desproporcionada
o irrazonable, en términos del objetivo de la recopilación de la información
personal.
75.
El principio de finalidad impone el deber de que el tratamiento de los
datos personales cumpla un objetivo constitucionalmente legítimo y que sea
conocido por el titular al momento de la autorización, precisamente con el fin
de que consienta sobre la recopilación del dato para tales fines. Ese objetivo,
en consecuencia, debe estar necesariamente vinculado con el ámbito delimitado
por la autorización del titular o la prescripción legal que la releva.
Este
principio conlleva, a su turno, que la finalidad esté definida bajo condiciones
de transparencia y temporalidad, tanto para el titular del dato como para el
encargado del tratamiento, los responsables y los usuarios de esa información.
Igualmente, debe existir identidad entre los objetivos materia de autorización
o mandato legal para el tratamiento y los fines que efectivamente cumpla la
gestión del dato personal. Así, en caso de que la finalidad exceda la
autorización o la previsión legal supletoria, se está ante un abuso del poder
informático[109]
y, con ello, ante la vulneración del derecho al habeas data[110].
76.
El principio de calidad o de veracidad impone la necesidad de que la
información personal contenida en bases de datos sea cierta, completa y
actualizada. Por ende, se vulnera el derecho al habeas data cuando los
registros no responden a la realidad, están fraccionados o no concuerdan con
las actuales condiciones del sujeto concernido. La vigencia de este principio,
como es sencillo observar, guarda una estrecha relación con la eficacia de las
potestades de conocimiento y actualización del dato personal, que integran el núcleo
esencial del derecho al habeas data.
77.
De acuerdo con el principio de necesidad, la actividad de
recopilación y tratamiento de datos personales debe restringirse a aquella
información indispensable para el cumplimiento de la finalidad para la cual se
ha constituido la base de datos y que está cobijada por la respectiva
autorización o mandato legal supletorio. Como se expresa por la jurisprudencia
constitucional, de este principio se derivan dos reglas definidas: (i) está
constitucionalmente prohibido el tratamiento de información personal que no
guarde una relación estrecha con el objetivo de la base de datos; y (ii) cada
base de datos debe identificar de manera clara, expresa y suficiente, cuál es
el propósito de la recolección y tratamiento de la información personal[111].
Consecuencia de lo anterior es el principio de utilidad, que obliga a
que el tratamiento recaiga exclusivamente respecto de aquellos datos personales
que cumplan una función discernible para los propósitos de la base de datos.
78.
El principio de transparencia o de libertad de acceso al titular exige
que el sujeto concernido tenga la posibilidad de conocer en cualquier momento y
sin restricción alguna la ubicación y uso de sus datos personales objeto de
tratamiento en una base de datos.
Sobre
el particular es importante resaltar que la autorización que confiere el
titular o la habilitación legal supletoria, en los términos antes señalados, se
restringe al permiso para el tratamiento de la información, pero en ningún caso
involucra un acto de transferencia incondicional del dato personal. Por ende,
el titular tiene una potestad jurídica amplia para acceder a su propia
información, de modo que las barreras injustificadas a ese acceso y que
supongan una suerte de propiedad del responsable o del encargado del
tratamiento sobre el dato, conforman evidentes infracciones del derecho al
habeas data.
79.
El principio de acceso o circulación restringida confiere al titular del
dato la garantía de que el tratamiento de su información personal y la
transmisión de datos a los usuarios solo se realizará para los propósitos de la
base de datos y que han sido objeto de autorización o mandato legal o judicial
excepcional. En los términos de la Ley 1581 de 2012, este principio significa
que la administración de datos personales se sujeta a los límites que se
derivan de la naturaleza de los datos, de las disposiciones estatutarias y de
los principios de la administración de datos personales, especialmente de los
principios de temporalidad de la información y la finalidad del banco de datos.
Esta restricción implica la prohibición del tratamiento indiscriminado de datos
personales.
80.
El principio de incorporación impone al responsable del tratamiento la
obligación de registrar en la base de datos toda aquella información del sujeto
concernido que involucre una consecuencia favorable para él. Como se observa,
esta garantía guarda una relación intrínseca con el principio de calidad y
veracidad. Para efectos del presente análisis debe resaltarse que en aquellos
eventos en que la inclusión de la información personal en la base de datos
implica consecuencias desfavorables para su titular, el responsable y el
encargado del tratamiento tienen la obligación de actualizar esa información
con los datos que den cuenta de comportamientos que incidan en la aplicación de
esas consecuencias[112].
Con
todo, el principio de incorporación tiene un sentido amplio, que se relaciona
con lo que la jurisprudencia constitucional denomina habeas data aditivo.
Este consiste en el derecho que tienen las personas a que sus datos personales
sean incluidos en bases de datos, cuando esta acción les irrogue beneficios
específicos, como sucede por ejemplo con el tratamiento de datos para programas
sociales del Estado[113].
81.
El principio de temporalidad obliga a que el tratamiento de los datos
personales permanezca únicamente por el tiempo necesario para el cumplimiento
de los fines de la base de datos. De lo contrario, se configuraría un escenario
de administración abusiva de los datos personales que también contradice el
contenido de los principios de finalidad y necesidad, al permitirse dicho
tratamiento más allá del lapso en que resulta pertinente y necesario para la
satisfacción de los derechos o bienes con significación constitucional cuya
satisfacción depende del uso de los datos personales respectivos.
Una
consecuencia del principio de temporalidad es la caducidad del dato
desfavorable. La Corte, de manera consonante como lo ha planteado el
derecho comparado[114]
y la jurisprudencia internacional[115],
concluye que la permanencia indefinida de los datos personales que imponen
consecuencias desfavorables para su titular es una forma abusiva y
desproporcionada de tratamiento de esos datos. Por ello, en relación con el
dato negativo, es necesario predicar el derecho al olvido, consistente
en la garantía para el sujeto concernido que los datos en mención serán
removidos de la base de datos y, en consecuencia, excluidos del tratamiento,
dentro un plazo razonable y compatible con la necesidad del recaudo de la
información.
Este
derecho implica, adicionalmente, que la regulación del funcionamiento de las
bases de datos determine un plazo definido y razonable de caducidad del dato
desfavorable y al margen de que se haya cumplido o no la condición sustantiva
para su remoción. Así por ejemplo, tratándose de la administración de datos
personales de contenido financiero, comercial y crediticio, la Corte determinó
que las normas estatutarias respectivas debían contemplar un plazo máximo de
permanencia de la información negativa del deudor, incluso en aquellos en que
la obligación insoluta prescribiera, puesto que el paso del tiempo hacía
irrelevante ese dato para el cálculo del riesgo crediticio. Por ende, la
inclusión intemporal de datos personales desfavorables para su titular
vulneraba el derecho al habeas data[116].
Similar
consideración fue planteada en la Sentencia C-1066 de 2002[117]
que declaró la exequibilidad condicionada de una norma del Código Disciplinario
Único en el entendido de que en las certificaciones sobre antecedentes
disciplinarios solo podrían incluir las providencias ejecutoriadas dentro de
los cinco años anteriores y, en todo caso, aquellas referidas a sanciones o
inhabilidades que se encuentren vigentes en dicho momento. Para llegar a esta
conclusión, este Tribunal sostuvo que el carácter intemporal de tales registros
resultaba desproporcionado y contrario al derecho al olvido en los términos
explicados.
82.
El principio de integridad obliga a tratar los datos personales en forma
completa, es decir, que se integre toda aquella información relevante para el
cumplimiento de los fines la administración del dato personal. Por ende, está
proscrita la recopilación y gestión de datos que sea parcial, incompleta o
fragmentada. Este principio, junto con las garantías de veracidad,
incorporación y finalidad, compromete al responsable y al encargado del
tratamiento en la inclusión de la información que dé una debida cuenta del
estatus cierto de su titular y de cara a los objetivos de la base de datos. De
manera similar, la prohibición del tratamiento fraccionado de los datos
personales confiere soporte al principio de individualidad conforme al
cual es una conducta vulneratoria del derecho al habeas data la recopilación
destinada al cruce de datos, fundada en la acumulación de informaciones
provenientes de distintas bases de datos con fines distintos a los que fueron
objeto de autorización del titular o dispensa legal o judicial.
83.
El principio de seguridad impone al encargado, al responsable y al
usuario del dato personal objeto de tratamiento la adopción de medidas técnicas
y tecnológicas para evitar su acceso o circulación indiscriminada o diferente a
las finalidades para las cuales se recopiló la información, así como su
adulteración o pérdida.
84.
El principio de confidencialidad, como lo describe la Ley 1581 de 2012,
implica el deber de todas las personas involucradas en el tratamiento del dato
personal que no sea información pública de garantizar la reserva de la
información, incluso después de finalizada la relación con alguna de las
labores que comprende el tratamiento. Así, solo podrán realizar el suministro o
comunicación de datos personales a partir de una norma legal que así lo
autorice, para una actividad objeto de autorización y bajo la garantía del
derecho al habeas data.
85.
El principio de legalidad impone el natural deber que las tareas propias
del tratamiento de datos personales se realicen con sujeción a las disposiciones
constitucionales y legales y, en particular, otorgándose plena eficacia a los
derechos fundamentales. De allí que la Corte haya planteado la posibilidad de
identificar otros principios que, si bien no tienen consagración legal expresa,
se derivan directamente de la Constitución. Así, concurre con: (i) la
prohibición de discriminación por las informaciones recaudadas en las bases de
datos; (ii) el principio de interpretación integral de los derechos
constitucionales y (ii) la obligación de indemnizar los perjuicios causados por
las posibles fallas en el proceso de administración de datos.
86.
Como se observa, los principios anteriormente sintetizados conforman un cuerpo
normativo robusto, del cual se derivan diferentes prerrogativas para el titular
del dato personal, así como deberes correlativos para los responsables y
encargados del tratamiento al igual que para los usuarios de esa información.
Por ende, al momento de estudiar la constitucionalidad de las diferentes
disposiciones del PLE la Corte deberá verificar su compatibilidad con dichos
principios.
Los
alimentos en el ordenamiento jurídico colombiano. Reiteración de jurisprudencia
87.
El régimen legal de los alimentos está definido, principalmente, en el Código
Civil, en el cual se prevén la mayoría de sus elementos. Los alimentos
involucran un derecho, desde la perspectiva de su destinatario y
titular, que corresponde al alimentario; una obligación para el
responsable de asegurarlos, que corresponde al alimentante; y en algunos casos
se fijan como una sanción por el incumplimiento de obligaciones[118].
El derecho
de alimentos ha sido definido por la jurisprudencia constitucional como el que
“le asiste a una persona para reclamar de quien está obligado legalmente a
darlos, lo necesario para su subsistencia cuando no está en capacidad de
procurársela por sus propios medios”[119].
En ese sentido, el artículo 24 de la Ley 1098 de 2006 – Código de la
Infancia y la Adolescencia, luego de referir el derecho a los alimentos de los
niños, niñas y adolescentes (en adelante NNA) precisa que este abarca: “lo que
es indispensable para el sustento, habitación, vestido, asistencia médica,
recreación, educación o instrucción y, en general, todo lo que es necesario
para el desarrollo integral de los niños, las niñas y los adolescentes. Los
alimentos comprenden la obligación de proporcionar a la madre los gastos de
embarazo y parto.” De manera correlativa, la obligación alimentaria es
aquella que la ley impone a una persona “(…) que debe sacrificar parte de su
propiedad con el fin de garantizar la supervivencia y desarrollo del acreedor
de los alimentos, y tiene su sustento en el deber de solidaridad que une a los
miembros más cercanos de una familia.”[120]
El
derecho de alimentos entendido como la potestad radicada, en virtud de la ley,
en cabeza de una persona para exigir de otra los recursos necesarios para
asegurar su subsistencia ante la imposibilidad de proveerse esos medios por sí
mismo está fundado, principalmente, en el deber de solidaridad que se predica
de los miembros de la familia, y responde a las condiciones de los extremos de
la relación. De un lado, están regidos por el principio de necesidad del
titular del derecho, en la medida en que este no cuente con las condiciones
para garantizar su subsistencia de manera autónoma. De otro lado, también
atienden a la capacidad económica del alimentante, pues de acuerdo con
el artículo 419 del Código Civil la tasación de la obligación debe considerar
las circunstancias del deudor. En ese sentido, la observancia de la obligación
alimentaria no puede implicar el sacrificio de la propia existencia o de la
dignidad humana[121].
88.
De acuerdo con la jurisprudencia constitucional la obligación alimentaria no
difiere de las demás obligaciones civiles, en tanto supone “la existencia de
una norma jurídica y una situación de hecho, contemplada en ella como supuesto
capaz de generar consecuencias en derecho”[122]. Con todo, la
particularidad de esta obligación se deriva de su estrecha relación con los principios
constitucionales. Lo anterior, por cuanto: (i) está dirigida a preservar la
vida en condiciones dignas del alimentario y, por lo tanto, se relaciona con
todos sus derechos fundamentales; (ii) se erige en la solidaridad como sustento
de la organización estatal, uno de los principales deberes del ciudadano y
principio rector de las relaciones filiales -artículos 1º y 95.2 superiores-; (iii) obedece al principio de
equidad; (iv) ampara a la familia como institución básica de la sociedad y
responde al deber constitucional de los padres de sostener y educar a sus hijos
mientras sean menores de edad o tengan impedimentos para cubrir sus necesidades
básicas –artículos 5º y 42 de la Carta Política-; y (v) materializa el interés
superior de los NNA y la especial protección de las personas en situación de
debilidad manifiesta –artículos 13 y 44 superiores-. En efecto, la relevancia
constitucional de la obligación alimentaria se refuerza cuando el alimentario
es menor de edad, al punto que en relación con estos sujetos se trata de un
derecho fundamental autónomo.
En
consecuencia, a pesar de que la regulación de la obligación alimentaria esté
definida principalmente por el derecho civil, no se erige en el ordenamiento
jurídico como una obligación ordinaria y su diseño no se ajusta a las lógicas
de la autonomía de la voluntad privada. Por el contrario, el alcance y la
observancia de la obligación alimentaria tiene hondas repercusiones con
respecto a los derechos fundamentales de las partes de la relación,
especialmente del alimentario, y al generarse principalmente en el marco de las
relaciones filiales sus efectos trascienden a los individuos e involucran a la
sociedad en su conjunto. En consecuencia, el régimen de alimentos cuenta con
fuertes restricciones normativas, mecanismos de protección y sus elementos han
evolucionado de la mano de la concepción constitucional de la familia.
89.
El artículo 411 del Código Civil inicialmente definió los titulares del derecho
con criterios restrictivos y discriminatorios sobre la naturaleza del vínculo y
el concepto de familia. Sin embargo, las restricciones originales se
modificaron con los cambios normativos dirigidos a igualar los diferentes tipos
de familia[123]
y la jurisprudencia ha precisado que de acuerdo con lo previsto en el artículo
42 de la Carta Política: “(…) están derogadas, para efectos de los alimentos,
las distinciones entre legítimo, natural y adoptivo, pues todos los
ascendientes o descendientes se encuentran en condiciones de igualdad para
efectos del derecho de alimentos.”[124]
En consecuencia, actualmente son titulares del derecho de alimentos: el
cónyuge o compañero permanente[125],
los ascendientes, los descendientes, los hermanos legítimos y el donante de
donación cuantiosa si no la hubiere rescindido o revocado. Adicionalmente, el
artículo 427 del Código Civil precisa que mediante testamento o donación
también pueden efectuarse asignaciones alimentarias. En atención a estas
fuentes de la obligación, se ha precisado que los alimentos pueden dividirse en
legales y voluntarios. Los primeros, derivados de la ley, que impone
directamente la obligación y define su alcance, y los segundos originados en un
acuerdo entre las partes o la decisión unilateral del alimentante.
90.
La legislación también clasificó los alimentos en necesarios, congruos, y
provisionales. Los primeros corresponden a los recursos que cubren las
necesidades básicas y, por lo tanto, los que bastan “(…) para sustentar la
vida”[126].
Los segundos superan la noción de la simple subsistencia y se cualifican en
tanto toman como referente el contexto socioeconómico, por lo tanto, son los
requeridos para “subsistir modestamente de un modo correspondiente a su
posición social.”[127]
Los terceros, son los causados por orden judicial o administrativa de forma
transitoria mientras se define la existencia de la obligación[128] o su alcance[129].
En
concordancia con la clasificación descrita, la normativa diferenció el alcance
de la obligación alimentaria de cara a los sujetos. En concreto, bajo el marco
normativo actual a la mayoría de los titulares del derecho se les deben
alimentos congruos y con respecto a los hermanos legítimos y los alimentarios
que hayan incurrido en injuria grave contra el alimentante la obligación
comprende únicamente los alimentos necesarios[130]. En relación con estas
distinciones, la Corte precisó que se trata de un diseño que se inscribe en el
margen de configuración del Legislador y que también responde a principios
constitucionales, pues los alimentos congruos los otorgó en relación con las
personas que son más cercanas al alimentante en términos de parentesco o
vínculo civil y, por lo tanto, con respecto a las que se predica un mayor nivel
de solidaridad. Por su parte, la previsión de alimentos congruos al donante
está fundada en razones de equidad[131].
91.
Finalmente, es necesario destacar que con respecto a la obligación alimentaria
el ordenamiento jurídico prevé una serie de instrumentos para lograr su
materialización y cumplimiento. En efecto, en la medida en que la obligación
asegura la vida en condiciones dignas de sujetos de especial protección
constitucional o que se encuentran en circunstancias físicas o materiales que
les impiden satisfacer autónomamente sus necesidades, se establecen diferentes
mecanismos para lograr el cumplimiento de la obligación. En concreto, se prevén
procedimientos para la fijación del alcance de la obligación, el requerimiento
del cumplimiento ante el defensor de familia o el comisario de familia, la
conciliación, el cobro ejecutivo de la obligación y la configuración de un tipo
penal específico que sanciona la inasistencia alimentaria.
Los
mecanismos dirigidos a definir y lograr la materialización de la obligación
alimentaria han sido considerados como instrumentos que materializan y protegen
importantes principios constitucionales. Por ejemplo, con respecto al delito
por inasistencia alimentaria, la Corte destacó el principio de solidaridad como
elemento fundante del Estado y como un deber de los particulares, que se ubica
primigeniamente en la familia. Por lo tanto, la tipificación de la conducta
omisiva en relación con la obligación de alimentos protege el bien jurídico de
la familia, pues “a pesar de que dicha obligación se traduce, finalmente, en
una suma de dinero, no se castiga a quien la incumple, por defraudar el patrimonio
ajeno, sino por faltar a un deber nacido del vínculo de parentesco o
matrimonio, y poner en peligro la estabilidad de la familia y la subsistencia
del beneficiario.”[132]
De
acuerdo con lo expuesto, se advierte que el derecho de alimentos tiene una
importante relación con los principios constitucionales, y por lo tanto, su
previsión, diseño y elementos se han examinado y definido desde la perspectiva
constitucional. En efecto, como se describió previamente la definición de los
titulares del derecho, el alcance de la obligación, las fuentes de la
obligación alimentaria[133],
la tipología de los alimentos, el momento en el que se causa el derecho[134] y la
relevancia de los mecanismos para reclamar la protección de la obligación de
alimentos han sido examinados bajo una especial consideración de los importantes
bienes jurídicos que ampara la obligación alimentaria y los principios
constitucionales que la sustentan.
Explicado
lo anterior y en razón a que varias de las disposiciones que se analizarán
posteriormente aparentemente consagran inhabilidades, la Sala entra a estudiar
dicho concepto.
El derecho de alimentos y la protección de los niños,
niñas y adolescentes
92. Tal y como se explicó previamente, uno de los elementos
determinantes del derecho de alimentos corresponde a la necesidad del titular,
en la medida en que no está en capacidad de procurar su subsistencia por sus
propios medios. En consecuencia, los principales titulares del derecho son los
niños, niñas y adolescentes, en relación con quienes el derecho a percibir
alimentos es un derecho fundamental autónomo. Esta naturaleza obedece: (i) al
carácter prevalente de sus derechos; (ii) su consideración como sujetos de
especial protección, dadas las condiciones de vulnerabilidad derivadas de: “el
proceso de maduración físico, intelectual y ético en el que se encuentran, aún
no concluido”[135];
y (iii) la relevancia del derecho de alimentos para garantizar su desarrollo
armónico e integral.
93. En primer lugar, el artículo 44 de la Carta Política señala, a
título enunciativo, un catálogo de derechos fundamentales de los menores de
edad y establece su prevalencia sobre los derechos de los demás, la cual
implica “[…] que la satisfacción de sus derechos e intereses, debe
constituir el objetivo primario de toda actuación (oficial o privada) que les
concierna”[136].
De manera correlativa, resalta la protección de la cual deben ser objeto y
el compromiso irrefutable de la familia, la sociedad y del Estado de asistirlos
y protegerlos con el fin de garantizarles su desarrollo armónico e integral y
el efectivo ejercicio de sus derechos.
En ese mismo sentido, Colombia ha suscrito múltiples instrumentos
internacionales que establecen un estándar de protección mayor a los
NNA. Entre estos se encuentran la Convención sobre los Derechos del Niño de
1989[137]
y sus Protocolos facultativos, la Declaración Universal de Derechos Humanos[138],
la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre[139], el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966[140], la
Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1969[141], el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales[142].
94. En segundo lugar, el derecho a la alimentación adecuada es un
componente esencial para lograr un nivel de vida adecuado[143], un derecho
inalienable de todas las personas íntimamente relacionado con la dignidad
humana[144],
y que se cualifica y tiene una protección especial cuando los titulares son los
menores de edad por el interés superior de sus derechos[145]. En
relación con la alimentación adecuada la Observación General número 7, sobre la
realización de los derechos del niño en la primera infancia, resaltó que:
“La malnutrición y las enfermedades
prevenibles continúan siendo los obstáculos principales para la realización de
los derechos en la primera infancia. Garantizar la supervivencia y la salud
física son prioridades, pero se recuerda a los Estados Partes que el artículo 6
engloba todos los aspectos del desarrollo, y que la salud y el bienestar
psicosocial del niño pequeño son, en muchos aspectos, interdependientes. Ambos
pueden correr peligro por condiciones de vida adversas, negligencia, trato
insensible o abusivo y escasas oportunidades de realización personal.”
95. En tercer lugar, el derecho de alimentos de los menores de edad es
un presupuesto para la materialización de otros derechos fundamentales, en ese
sentido también ostenta un carácter prevalente, y por lo tanto genera deberes
concretos de asistencia y protección por parte de la familia, la sociedad y el
Estado. La interdependencia entre el derecho alimentos y los otros derechos
fundamentales se evidencia con nitidez en la definición prevista en el Código
de la Infancia y Adolescencia, en la medida en que precisa que hace referencia
a todo lo necesario para el desarrollo integral de los niños, niñas y
adolescentes[146].
Esta definición supera un concepto de simple subsistencia por cuanto comprende
la alimentación, pero no se agota en ella, sino que incluye los elementos para
el desarrollo holístico a través de la garantía de la salud, la vivienda, la
educación, la cultura, la recreación, entre otros.
Con base en los elementos anotados, esta Corporación ha precisado que
cuando el derecho de alimentos se refiere a los niños, niñas y adolescentes:
“(…) participa del carácter prevalente
atribuible a todos los derechos de los menores y que se reafirma en el hecho
mismo de que con su ejercicio se logra satisfacer y garantizar otros
derechos de rango fundamental, tales como la salud, la educación, la integridad
física, entre otros (…)”[147]
Asimismo, con fundamento en el rol de los alimentos en el desarrollo
integral de los NNA, la Corte ha señalado que la obligación de alimentos:
“(…) exige por parte del alimentante o
persona obligada a darlos, generalmente los padres, una gran responsabilidad
constitucional y legal, en tanto se encuentran en juego principios, valores y
derechos fundamentales, puesto que este derecho es indispensable y esencial
para el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, los cuales se hallan
inhabilitados para proveer su propio sostenimiento y se encuentran en una
situación de indefensión y vulnerabilidad por ser menores de edad o por otras
razones señaladas por el legislador. En efecto, así como los padres tienen
derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos que desean tener,
consecuentemente les asiste la obligación de cuidarlos, sostenerlos y
alimentarlos desde su concepción, durante el embarazo y parto, y mientras sean
menores de edad, con el fin de garantizarles una vida digna y el ejercicio pleno
de sus derechos fundamentales.”[148]
96. En concordancia con la relevancia de la obligación alimentaria para
el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes, tanto los
instrumentos internacionales como el ordenamiento interno hacen énfasis en la
observancia de la obligación mediante la definición de los responsables y de
los deberes que acarrea, y el desarrollo de los mecanismos dirigidos a asegurar
su cumplimiento. En ese sentido, los artículos 3º, 4º y 5º de la Convención
sobre los Derechos del Niño[149]
destacan la necesidad de: (i) desarrollar medidas especiales de protección y
asistencia que garanticen la efectividad de los derechos; (ii) enfatizar
en los deberes de los padres, tutores y otras personas responsables en la
protección de los niños; (iii) adoptar medidas legislativas y administrativas
adecuadas que aseguren la observancia de los deberes de los obligados; y (iv)
respetar las responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres u
obligados con la garantía de los derechos de los menores de edad.
Como quiera que la inobservancia de la obligación alimentaria
transgrede un amplio catálogo de derechos fundamentales de los menores de edad
e impacta en su desarrollo físico, psicológico, espiritual, moral, cultural y
social, todos estos necesarios para su desarrollo integral, los mecanismos
dirigidos a lograr el cumplimiento de esa obligación tienen un papel
trascendental para la protección del interés superior de los niños, niñas y
adolescentes. En consecuencia, el Estado debe prever las herramientas que
aseguren la observancia de los deberes por parte de los obligados y, en todo
caso, concurrir en la debida protección cuando los responsables incumplan sus
obligaciones.
97. Finalmente, como consecuencia lógica del alcance e impacto de la
obligación alimentaria su incumplimiento, en muchos casos, contribuye a fenómenos
de graves violaciones de los derechos fundamentales como situaciones de
desnutrición[150],
desescolarización[151],
trabajo infantil[152],
explotación sexual[153],
situación de calle[154],
entre otros. Por lo tanto, el examen de instrumentos dirigidos a lograr la
observancia de la obligación de alimentos es un asunto que requiere una mirada
integral en la que se considere no sólo el cumplimiento de un deber de carácter
civil, fundado en la relación filial, sino los efectos concretos que la debida
observancia de estos deberes acarrean en el desarrollo de la vida en
condiciones dignas de los niños, niñas y adolescentes.
La
tipología de las inhabilidades en el orden constitucional
98. Los
artículos 1º, 40, 123 y 209 de la Constitución, entre otros, establecen que la
función pública está al servicio de los intereses generales. En ese sentido, el
desempeño y acceso a cargos o funciones públicas tiene como objetivo garantizar el derecho fundamental de
los ciudadanos a participar en la conformación, ejercicio y control del poder
político.
Sin embargo,
el derecho de ingreso a la función pública no tiene un carácter absoluto,
debido a que está condicionado al cumplimiento de requisitos consagrados por la
Constitución y la ley. El establecimiento de condiciones tiene como objetivo
garantizar el interés general, la igualdad de oportunidades y los principios de
la función pública. Dentro de las
mencionadas circunstancias se encuentran las inhabilidades, que son aquellas
reglas y exigencias que deben observarse para el acceso y ejercicio de
funciones públicas[155].
99. La inhabilidad es definida como un defecto o un
impedimento de una persona para obtener o ejercer un cargo público. En ese
sentido, esta Corporación ha determinado que una “inhabilidad es una
circunstancia fáctica cuya verificación le impide al individuo en que concurre
acceder a un cargo público.” [156]
Respecto a su finalidad, la jurisprudencia ha determinado que es:
“preservar la pulcritud
de la administración pública, garantizar que los servidores públicos sean
ciudadanos de comportamiento ejemplar y evitar que sus intereses personales se
involucren en el manejo de los asuntos comunitarios, comprometiendo la
imparcialidad, moralidad, igualdad y eficiencia de la Administración.”[157]
Por lo tanto, las inhabilidades son
circunstancias fácticas que impiden a una persona ejercer un cargo público,
cuyos objetivos son (i) garantizar que el comportamiento de las personas que
ejercen funciones públicas esté apegado al orden jurídico; y (ii) evitar que
los conflictos de intereses privados de las personas que ocupan cargos públicos
tengan un impacto en el ejercicio de sus funciones.
100. La jurisprudencia de la Corte Constitucional[158]
y del Consejo de Estado[159]
ha señalado que las inhabilidades pueden categorizarse por (i) el estatuto que
las consagra (constitucionales o legales); (ii) su carácter (sancionatorio o
preventivo); (iii) el momento en que se producen (previas o sobrevinientes);
(iv) su duración (temporal o permanente); y (v) su campo de aplicación
(generales o específicas). Estas características no son excluyentes entre sí
sino que, por el contrario, pueden converger entre ellas. No obstante, teniendo
en cuenta el análisis realizado en esta providencia, solo se estudiarán las
inhabilidades constitucionales, legales, sancionatorias y preventivas.
101. Una inhabilidad es de origen constitucional cuando está
establecida directamente en el texto de la Carta Política[160]. Por
ejemplo, el artículo 197 de la Constitución establece una serie de
circunstancias en las que no pueden incurrir las personas que buscan ocupar la
Presidencia de la República. Por lo tanto, cuando las inhabilidades son de
rango constitucional estas “no pueden ser modificadas por el legislador[161] para ampliarlas, ni para
reducirlas en sus componentes y sus efectos[162]”[163], debido a que el Legislador ordinario
no es competente para modificar lo establecido por el Constituyente.
102. Una inhabilidad es de origen
legal cuando, al no existir una norma de rango constitucional que regule la
materia, es creada por el Legislador en ejercicio de su margen amplio de
configuración normativa[164].
Por ejemplo, el numeral cuarto del artículo 38 del Código Disciplinario Único[165] establece que una persona que
haya sido declarada responsable fiscalmente será inhábil para el ejercicio de
cargos públicos y para contratar con el Estado durante los cinco años
siguientes a la ejecutoria del fallo correspondiente. De este modo, en
ejercicio de su facultad discrecional, el Legislador impone una sanción
adicional de origen legal a las personas que han sido condenadas fiscalmente.
No obstante, esta Corporación[166]
ha establecido que el ejercicio del margen de apreciación del Legislador para
crear o modificar inhabilidades (i) no puede
cambiar las condiciones establecidas por el Constituyente[167]; y (ii) debe ser ejercido de
manera razonable y proporcional, de tal forma que no desconozca los principios,
valores y derechos consagrados en la Carta Política.[168] Por lo tanto, si bien el
Legislador tiene amplia potestad de configuración normativa para limitar el
acceso a la función pública, esta facultad está limitada por aspectos
competenciales y por la observancia de los principios de proporcionalidad y de
razonabilidad. A su vez, respecto a la aplicación de estos principios la Corte
se ha pronunciado en diversas oportunidades.
103. La Sentencia C-651 de 2006[169] analizó una demanda de
constitucionalidad contra el inciso tercero del artículo 60 de la Ley 610
de 2000. Esta norma impone a los representantes legales así como a los
nominadores y demás funcionarios competentes, abstenerse de dar posesión o
celebrar cualquier tipo de contrato con el Estado a quienes aparezcan
reportados en el boletín de responsables fiscales. En el escrito de la
demanda el peticionario afirmó que esta norma violaba el derecho al trabajo y
de acceso a cargos públicos. Por lo tanto, la Corte debió determinar la
proporcionalidad de la inhabilidad para ejercer cargos públicos por parte de
las personas reportadas en ese boletín.
En su análisis la Corte reiteró que el Congreso puede establecer requisitos y condiciones
que limiten el derecho a ingresar a la función pública. No obstante, afirmó que
el Legislador debe adelantar esa actividad con observancia del derecho a la
igualdad de oportunidades que tienen todos los ciudadanos para acceder a las
dignidades y empleos que el Estado ofrece. De este modo, señaló que los límites
establecidos por las inhabilidades deben perseguir la realización de los
principios de eficiencia, eficacia, transparencia y moralidad que orientan la
actividad de la administración pública.
Asimismo, afirmó que la distinción entre las personas
que aparecen en el boletín de responsables fiscales y quienes no registran es
adecuada, necesaria y proporcional. En ese sentido, resaltó que la medida es adecuada para el fin propuesto porque defiende el
interés general representado por la necesidad de vincular con el Estado a
personas que actúen en favor del patrimonio público. Asimismo, resaltó que la
disposición es necesaria porque provee al Estado un medio idóneo y eficaz para
cobrar el pago de las obligaciones a su favor. Finalmente, determinó que la
medida es proporcional porque protege principios como los de prevalencia del
interés general, imparcialidad, moralidad, entre otros.
Por otro lado, la sentencia determinó
que la norma tampoco violaba el derecho al trabajo en la medida en que la
vinculación con el Estado no es un derecho absoluto sino que “se encuentra
relativizado por las condiciones y requisitos que el legislador puede imponer
legítimamente para proteger principios constitucionalmente validos”[170]. Por lo tanto,
concluyó que si bien los derechos al trabajo y al acceso al ejercicio de
funciones públicas pueden entrar en tensión, en este caso la restricción era
razonable, proporcional y necesaria para garantizar la vigencia de los
principios de moralidad y prevalencia del interés general.
Por lo tanto, esta Corporación concluyó que el
incumplimiento de obligaciones fiscales es una razón legítima para limitar el
acceso a cargos públicos, puesto que es una medida que defiende el interés general a través de un medio razonable y
proporcional.
104. Más recientemente, en la Sentencia
C-393 de 2019[171]
este Tribunal resolvió una demanda presentada en contra del literal g) del
artículo 174 de la Ley 136 de 1994. Esta norma impide que sea elegido como
personero municipal quien, durante el año anterior a su elección, haya
intervenido en la celebración o haya celebrado contratos de cualquier
naturaleza con entidades u organismos del sector central o descentralizado de
cualquier nivel administrativo, que deban ejecutarse o cumplirse en el
respectivo municipio. Por lo tanto, la Corte se pronunció sobre la admisibilidad
de esta restricción y, particularmente, analizó su razonabilidad y
proporcionalidad.
La Corte determinó que debía resolver
el caso mediante un juicio de razonabilidad de nivel intermedio, por cuanto a
pesar de que el Legislador cuenta con un amplio margen de configuración para
limitar el acceso a la función pública, “la inhabilidad dispuesta en la
disposición demandada genera, por lo menos prima facie, una restricción en
el derecho de acceso a cargos públicos que de acuerdo con el demandante y
algunos intervinientes, podría carecer de utilidad.”[172]
En el análisis de la norma, este
Tribunal consideró que la inhabilidad es razonable porque “(i) no está
proscrita, ya que no modifica ni altera el alcance y los límites de las
inhabilidades fijadas directamente por la Carta Política; y (ii) persigue
finalidades específicas que son constitucionalmente legítimas e importantes.”[173]
105. Por otro lado, resaltó que la
inhabilidad es proporcional porque es una
intervención adecuada en el derecho de acceso al cargo de personero municipal.
De este modo, afirmó que esta contribuye
efectivamente a salvaguardar el principio de igualdad de oportunidades en la
elección de este cargo y restringe la posibilidad de que contratistas, en razón
a su cercanía con la administración, puedan obtener ventajas en el proceso de
elección al cargo al que se presentan. Asimismo, afirmó que la inhabilidad es
un medio efectivamente conducente porque “contribuye efectivamente a evitar
una confusión entre los intereses privados y públicos del individuo que aspira
a ser personero municipal”[174].
Por lo tanto, la Corte declaró
exequible la norma al concluir que la restricción impuesta por la norma es
razonable en la medida en que persigue finalidades constitucionalmente
legítimas e importantes porque evita una confusión entre intereses públicos y
privados, a la vez que protege el principio de igualdad de oportunidades
en la elección del personero municipal.
106. Las inhabilidades de carácter preventivo son aquellas “relacionadas
con la protección de principios, derechos y valores constitucionales, sin
establecer vínculos con la comisión de faltas ni con la imposición de
sanciones.”[175]
De este modo, estas persiguen salvaguardar el interés general limitando el
ejercicio de funciones públicas a personas inmersas en diversas circunstancias
no derivadas de una sanción.
Así, el artículo 240 de la Carta establece que no
podrán ser elegidos magistrados de la Corte Constitucional quienes durante el
año anterior a la elección se hayan desempeñado como ministros del despacho o
magistrados de la Corte Suprema de Justicia o del Consejo de Estado. En este
tipo de inhabilidades la circunstancia fáctica que constituye un impedimento
para ejercer una función no se deriva de un juicio de desvalor, sino de un
atributo personal que eventualmente podría poner en riesgo el ejercicio
adecuado de la función pública.
El Consejo de Estado ha justificado la importancia de
este tipo de medidas en varias ocasiones. En una ocasión, analizó la inhabilidad para ser congresista consagrada en el
numeral tercero del artículo 179 de la Constitución, según la cual no pueden
ser miembros de este cuerpo colectivo quienes hayan intervenido en la gestión
de negocios ante entidades públicas dentro de los seis meses anteriores a la
elección. En ese sentido, afirmó que esta inhabilidad:
“[se]
encuentra fundada en la necesidad de prevenir y erradicar factores que puedan
alterar o desequilibrar indebidamente los resultados de las elecciones, con
ruptura del principio de igualdad (art. 13 C.P.) y violación del derecho
fundamental a participar en la conformación del poder político (art. 40 C.P.),
toda vez que los candidatos que se encuentran en dichas circunstancias
adquieren una ventaja no justificada frente al candidato común y corriente,
derivada de su proximidad con el poder y con el tesoro público, esto es, de su
cercanía con la capacidad a nombre del Estado para actuar en la comunidad, de
manera que se creen a su favor unas condiciones que influyen en forma necesaria
en la intención del votante y, por ende, que resultan determinantes para su
elección.”[176]
Por
otro lado, examinó la inhabilidad establecida en el artículo 126 de la
Constitución, de conformidad con la cual los servidores públicos no pueden en
ejercicio de sus funciones nombrar, postular, ni contratar con personas con las
cuales tengan parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad, segundo de
afinidad, primero civil, o con quien estén ligados por matrimonio o unión
permanente. En su análisis resaltó que:
“con el fin de evitar que el ingreso al servicio
público pueda originarse en consideraciones distintas a los méritos y calidades
personales y profesionales de los aspirantes, algunos preceptos
Constitucionales y legales prohíben a los servidores públicos designar bien sea
de manera general o para el ámbito territorial de su jurisdicción a personas
con las cuales se tienen cierto tipo de vínculos familiares.”
Por
lo tanto, este tipo de inhabilidades no busca castigar a los ciudadanos que
incurren en conductas prohibidas, sino que pretende garantizar la transparencia
en el ejercicio del servicio público previniendo que personas inmersas en
conflictos de intereses accedan a él.
107. En conclusión y a partir de los argumentos
anteriores, se advierte que las inhabilidades tienen diversas características y
responden a criterios constitucionales, legales, sancionatorios y preventivos
de estas. Las primeras se refieren a aquellas consignadas directamente en el
texto de la Constitución, de manera que no pueden ser ni ampliadas ni
restringidas por el Legislador ordinario. Las segundas se distinguen por haber
sido creadas por el Legislador en ejercicio de su amplio marco de valoración.
Sin embargo, esta facultad no es ilimitada porque no puede modificar las
inhabilidades establecidas en la Carta Política y debe ejercerse de forma que
respete los principios de razonabilidad y proporcionalidad. Las terceras se
caracterizan por ser consecuencia de una sanción o juicio de desvalor
establecido por la realización de una conducta antijurídica. Las últimas se
derivan de circunstancias fácticas que, a pesar de no ser contrarias a derecho,
podrían eventualmente poner en duda el buen ejercicio de la función pública.
El enfoque de género en el examen de los mecanismos
para el cumplimiento de la obligación alimentaria[177]
108. Los artículos 1º y 2º de la Carta
establecen que Colombia es un Estado Social de Derecho fundado en el respeto a la dignidad
humana e instituido, entre otros fines, para garantizar la efectividad de los
principios, deberes y derechos consagrados en la Constitución. Por su parte, el
artículo 13 ibídem señala que “El Estado proveerá las condiciones
para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos
discriminados o marginados”; y los artículos 40, 43 y 53 superiores prevén
la protección especial a la mujer en razón a la discriminación histórica que ha
sufrido en las diferentes esferas sociales.
Por su parte, el derecho
internacional de los derechos humanos bajo el reconocimiento de que la
discriminación hacia la mujer aún permea a las sociedades, y la distinción
entre hombres y mujeres a través de una definición de roles estereotipados y
las estimaciones de la valía del ser humano fundadas en el género, para
atribuir un mayor valor a los hombres, son concepciones no superadas, prevé una
serie de instrumentos y define múltiples obligaciones para los Estados
dirigidas a lograr que la igualdad entre hombres y mujeres sea efectiva[178]. Los instrumentos
han hecho énfasis en la erradicación de la violencia y la discriminación en
contra de la mujer, las cuales adoptan diversas formas.
En lo que respecta a los
roles en la familia y las actividades de cuidado, la Convención sobre la Eliminación
de Todas las Formas de Violencia contra la Mujer (CEDAW) parte de precisar que el papel de la mujer en la procreación
no debe ser causa de discriminación y que este no altera la responsabilidad
conjunta del padre y la madre en la familia y en la educación de los hijos.
109. Ahora bien, debe
resaltarse que la maternidad ha hecho parte de la construcción de un imaginario
social con respecto al rol de la mujer, concentrado en la crianza y la
educación de los hijos, que corresponde a las actividades del cuidado de otros,
y que la ha excluido de manera injustificada de otros escenarios[179]. Esta construcción
social, al circunscribir a la mujer al rol de cuidadora, de manera correlativa
ha relevado de esas actividades y de las obligaciones que aparejan a los
hombres[180]. En este contexto, las medidas
para la erradicación de la violencia contra la mujer no se limitan a eliminar
la agresión física, sino que incluyen una serie de obligaciones para los
Estados dirigidas a superar esos imaginarios y las realidades que confinan a
las mujeres a los espacios de lo privado y de la familia, y las excluyen de los
ámbitos de la educación, la política, la economía, la cultura, etc.
Sin la pretensión de dar
cuenta de todas las obligaciones y medidas que deben adoptar los Estados para
superar las diversas formas de violencia y discriminación hacia la mujer[181] y, por ser
relevante para el examen de este caso, se destacarán las obligaciones
relacionadas con la igualdad de los derechos en el marco de las relaciones
familiares. En concreto, el artículo 5º de la CEDAW establece la obligación para los Estados de
adoptar medidas para:
“Garantizar
que la educación familiar incluya una comprensión adecuada de la maternidad
como función social y el reconocimiento de la responsabilidad común de hombres
y mujeres en cuanto a la educación y al desarrollo de sus hijos, en la
inteligencia de que el interés de los hijos constituirá la consideración
primordial en todos los casos.”
Por su parte, el artículo
16 de ese mismo estatuto prevé la obligación de adoptar todas las medidas para
erradicar la discriminación de la mujer en las relaciones familiares, y
asegurar las condiciones de igualdad entre hombres y mujeres en este escenario.
Estas medidas deben orientarse, entre otras finalidades, a que se establezcan
los mismos derechos y responsabilidades para los hombres y las mujeres como
progenitores en relación con los hijos, lo que incluye los asuntos que
involucran la tutela, curatela, custodia y adopción, o instituciones análogas,
en el marco de las cuales los intereses de los hijos serán las consideraciones
primordiales.
A su turno, la Convención
de Belém Do Pará[182] consagra el derecho de las
mujeres a vivir una vida libre de toda forma de discriminación y a ser “valoradas
y educadas libres de patrones estereotipados de comportamiento y prácticas
sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinación”.
Su artículo 8 establece el deber de los Estados de adoptar medidas para “modificar
los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, incluyendo
el diseño de programas de educación formales y no formales apropiados a todo
nivel del proceso educativo, para contrarrestar prejuicios y costumbres y todo
otro tipo de prácticas que se basen en la premisa de la inferioridad o
superioridad de cualquiera de los géneros o en los papeles estereotipados para
el hombre y la mujer que legitimizan o exacerban la violencia contra la mujer”.
Los mandatos en mención
no sólo determinan la inconstitucionalidad de situaciones que limitan el pleno
goce de los derechos fundamentales de las mujeres en igualdad de condiciones
con respecto a los hombres, sino también establecen la exigibilidad de acciones
afirmativas con el objetivo de superar las barreras que impiden el pleno
desarrollo de las capacidades de las mujeres y eliminar estereotipos de género
negativos[183].
110. El marco descrito
corresponde al fundamento normativo que reconoce la igualdad entre los hombres
y mujeres y prevé algunos de los deberes de los Estados para que esa igualdad
sea efectiva. En consecuencia, guía las actuaciones estatales en las que
resulta fundamental la intervención de todas las autoridades públicas y, de
forma particular, la actividad de los jueces para lograr la materialización del
principio de igualdad, derrumbar las barreras impuestas a las mujeres para el
goce de sus derechos, adoptar medidas de protección y reparación concreta
frente a las diferentes formas de violencia y discriminación y avanzar en la
construcción de sociedades en las que la igualdad sea apropiada y abanderada
por los ciudadanos. En ese sentido, es necesario destacar que las decisiones
judiciales en cumplimiento de los mandatos en mención han contribuido en el
camino hacia la construcción de una sociedad más igualitaria, la resignificación
del papel de las mujeres y el disfrute pleno de sus derechos, a través de las
medidas de protección en el marco del control concreto, y al develar y superar
los sesgos y las medidas discriminatorias previstas en leyes con apariencia de
neutralidad.
La materialización del
mandato de igualdad en relación con grupos históricamente discriminados
requiere del juez un prisma de evaluación diferente. En particular, esa visión
con respecto a las medidas con impacto diferenciado en las mujeres se ha denominado
enfoque o perspectiva de género. Esta perspectiva es una herramienta, un
método de análisis, un acercamiento al caso que implica una mirada cualificada
para identificar los impactos normativos diferenciados y la aplicación de
remedios para esa situación desigual. Esa medida exige del juez: (i) el
conocimiento de ciertas características relevantes de los sujetos y el contexto
de cada caso; (ii) la capacidad de identificar las circunstancias, las
regulaciones y los contextos en los que se favorece o se discrimina a la mujer;
(iii) la solvencia para comprender las variadas formas de discriminación de las
que son víctimas las mujeres, muchas de las cuales son normalizadas o
apropiadas socialmente por una construcción normativa desde lo masculino y la monopolización
de los espacios de poder; y en ese contexto (iv) la habilidad para reconocer y
aplicar los mejores remedios para solventar esas consecuencias diferenciadas
para las mujeres y, de esta forma, hacer realidad el mandato de igualdad[184].
111. El enfoque descrito
se sustenta en tres premisas básicas, aceptadas por la jurisprudencia
constitucional en diferentes niveles y materias: “(i) el fin del Derecho es
combatir las relaciones asimétricas de poder y los esquemas de desigualdad que
determinan negativamente el diseño y ejecución del proyecto de vida de las
personas; (ii) la función jurisdiccional puede transformar la desigualdad
formal, material y estructural; y (iii) el mandato de igualdad requiere de la
verificación de la necesidad de aplicar la perspectiva de género”[185].
De manera que, a partir
del reconocimiento del rol transformador del derecho la actividad del juez para
lograr la materialización de los mandatos constitucionales y la superación de
las desigualdades es trascendental. Por lo tanto, en el marco de la actividad
judicial, cuando se adviertan situaciones asimétricas de poder o contextos de
desigualdad estructural basados en el sexo, el género o la orientación sexual
debe aplicarse la perspectiva de género, la cual ofrece un método adecuado de
interpretación y argumentación jurídica que permite identificar los elementos
distintivos en los casos y la adopción de remedios concretos. En ese sentido,
este enfoque no está limitado por la naturaleza de las acciones, las
solicitudes de las partes o a que, de forma explícita, se prevean consecuencias
fundadas en el género, pues en muchos casos la distinción injustificada
se deriva de disposiciones con apariencia de neutralidad o que generan
situaciones de discriminación indirecta[186].
112. El valor del enfoque
de género en la administración de justicia fue destacado recientemente por la
Sentencia C-519 de 2019[187], en la que se
describió cómo la jurisprudencia constitucional, en concordancia con la
evolución de los instrumentos de protección de los derechos de las mujeres y
las variaciones sociales y culturales, ha dado cuenta y ha contribuido a un
cambio de significación sobre el mandato de igualdad previsto en la Carta de
1991 para que la igualdad entre hombres y mujeres sea real y efectiva. En
concreto, hizo referencia al papel de la jurisprudencia para: (i) hacer
visibles los sesgos normativos que, bajo apariencia de neutralidad, tienen una
naturaleza discriminatoria y ocultan el trato subalterno a las mujeres; (ii)
eliminar las medidas discriminatorias fundadas en el género; (iii) reconocer a
las mujeres como un grupo históricamente discriminado; y (iv) desarrollar
categorías de análisis para identificar las consecuencias diferenciadas que los
fenómenos sociales generan para las mujeres. En concordancia con estas
contribuciones destacó “que la perspectiva de género en la resolución de los
asuntos es indisponible.”[188]
113. Ahora bien identificado el marco normativo constitucional
que sustenta el enfoque de género, su alcance, las premisas teóricas que lo
sustentan, la utilidad que representa para el examen de los casos y su carácter
imperativo la Sala precisa que en el asunto bajo examen aplicará el enfoque de
género por las siguientes razones: (i) las disposiciones del proyecto aunque
tienen apariencia de neutralidad, pues no prevén consecuencias normativas
diferenciadas fundadas en el género, están relacionadas con la obligación de
alimentos que, en la mayoría de los casos, responden principalmente a las
relaciones de familia aún permeadas por sesgos de género[189];
(ii) cómo se indicó entre las medidas para superar la violencia de género se ha
destacado la necesidad de que la maternidad no sea un factor de discriminación
y de emprender acciones para lograr la igualdad de los derechos y los deberes
del padre y la madre en relación con los hijos; (iii) en Colombia, quienes
principalmente incumplen la obligación alimentaria son hombres; (iv) en
concordancia con lo anterior el incumplimiento no sólo afecta a los NNA, que en
muchos casos son los titulares del derecho de alimentos, sino también a las
mujeres que en el rol de cuidadoras deben compensar el incumplimiento del
padre; y (v) el proyecto de ley plantea de forma expresa que los mecanismos
para lograr un mayor cumplimiento de la obligación alimentaria también son
medidas de protección de los derechos de las mujeres.
114. En primer lugar, el proyecto de Ley Estatutaria
bajo examen establece medidas para lograr el cumplimiento de la obligación
alimentaria, entre las cuales creó el REDAM para la inscripción de los deudores
de la obligación de alimentos y definió las consecuencias de esa inscripción.
Las medidas no establecen efectos diferenciados fundados en el género del
deudor de la obligación de alimentos. Sin embargo, como se explicó en
precedencia, en la mayoría de los casos la obligación alimentaria se genera en
las relaciones familiares y tiene sustento en el principio de solidaridad como
un deber de los particulares, que se ubica primigeniamente en la familia.
Con respecto a la aparente neutralidad en la
obligación de alimentos, pues de acuerdo con su definición actual prevista en
el artículo 411 del Código Civil esta no presenta variaciones fundadas en el
género del alimentante o del alimentado, la doctrina ha precisado que “la
naturaleza y presión que surgen en dichas relaciones sobrepasa la neutralidad
de las normas jurídicas al respecto, especialmente en relación con el derecho
de los alimentos entre cónyuges “[190]
De manera que, a pesar de la neutralidad aparente de
las disposiciones, lo cierto es que el contexto y las relaciones en las que
surge el derecho de alimentos sí generan consecuencias diferenciadas,
principalmente acentuadas en las mujeres.
115. En segundo lugar, en concordancia con lo
anterior, los mecanismos dirigidos a lograr el cumplimiento de la obligación de
alimentos también guardan relación con los mandatos para lograr la igualdad
efectiva entre los hombres y las mujeres. En efecto, de acuerdo con las
previsiones de la Carta Política y las obligaciones del Estado previstas en los
instrumentos internacionales, el contexto de la familia es uno de los
principales escenarios en los que se presentan diferenciaciones injustificadas
entre hombres y mujeres, en los que se reproducen los estereotipos de género y
se presentan situaciones de discriminación. En ese sentido, se ha hecho énfasis
en la necesidad de que las medidas de los Estados apunten a lograr la igualdad
efectiva entre hombres y mujeres en el escenario de la familia, y a que los
padres sean titulares de los mismos derechos y obligaciones en relación con los
hijos.
116. En tercer lugar, la mayoría de los casos
reportados en relación con la inobservancia de la obligación alimentaria
evidencia que el incumplimiento proviene principalmente de los hombres. Esta
afirmación puede sustentarse en el porcentaje de mujeres reclamantes del pago
de la obligación alimentaria.
Por ejemplo, en una observación de los casos de
reclamación de alimentos atendidos en consultorios jurídicos de diferentes
universidades del país[191],
en el periodo comprendido entre 2010 y 2015 se constató que el mayor porcentaje
de reclamantes son mujeres. En particular, de 1690 conflictos analizados sobre
la reclamación de alimentos, 1426 casos, es decir el 84.3% fueron instaurados
por mujeres[192].
Asimismo, se advirtió que la mayoría de los casos iniciados para obtener una
reducción de la cuota alimentaria se promovieron por hombres (de 51 casos con
este propósito 45 se iniciaron por hombres).
Con base en las reclamaciones y su objeto, las cuales
variaron en función del género, se concluyó que estos datos comprueban que
“(…) el rol social de la mujer y del
hombre ha sido determinado, con efectos particulares en la relación marital y
filial. La mujer es finalmente la parte débil de la relación social y el hombre
asume el papel de proveedor, que en la mayoría de los casos, pretende la
reducción de sus cargas económicas.”[193]
Asimismo, resultan ilustrativas las diferencias en el
número de personas sindicadas y condenadas por el delito de inasistencia
alimentaria. Por ejemplo, de acuerdo con las estadísticas que reporta el INPEC
“Incidencias Delitos Nacional Diciembre de 2020” se refieren los siguientes
datos:
Delito: Inasistencia Alimentaria. Intramural[194]
Hombre
condenado
Mujer
Condenada
Total
Condenados
Hombre
Sindicado
Mujer
Sindicada
Total
sindicados
88
0
88
3
0
91
Delito: Inasistencia alimentaria. Prisión Domiciliaria[195]
Hombre
detenido
Mujer
Detenida
Total
detenidos
Hombre
prisión
Mujer
prisión
Total
prisión
Total
domiciliaria
26
2
28
848
12|
860
888
117. En cuarto lugar, el incumplimiento no sólo afecta
a los NNA, que en la mayoría de los casos son los titulares del derecho de
alimentos, sino también a las mujeres que en el rol de cuidadoras deben
compensar el incumplimiento del padre. En efecto, de acuerdo con la información
recaudada por el DANE, en 2017 sobre las horas anuales dedicadas a las
tareas del cuidado no remuneradas[196]
se evidencian grandes diferencias en los tiempos destinados por hombres y
mujeres a estas labores y, por lo tanto, la pervivencia de roles que asignan
las actividades del cuidado en las mujeres:
(i)
Con respecto al suministro de
alimentos de un total de 12.860.727 horas anuales, los hombres dedicaron
1.675.782 horas a esa actividad mientras que las mujeres dedicaron 11.184.945 horas,
es decir que el porcentaje de destinación de horas de las mujeres fue del 87%;
(ii)
En relación con el mantenimiento
del vestuario de un total de 3.940.750. horas anuales, los hombres
dedicaron 471.940 horas a esa actividad mientras que las mujeres dedicaron
3.468.810 horas, es decir que el porcentaje de destinación de horas de las
mujeres fue de 88%;
(iii)
En lo que respecta a la
limpieza y el mantenimiento del hogar de un total de 9.039.046 horas
anuales, los hombres dedicaron 2.355.115 horas a esa actividad mientras que las
mujeres dedicaron 6.683.931 horas, es decir que el porcentaje de destinación de
horas de las mujeres fue de 73.9%.
(iv)
Con respecto a las compras y
administración del hogar de un total de 3.730.424 horas anuales los hombres
dedicaron 1.724.584 horas a esa actividad mientras que las mujeres dedicaron
2.005.840 horas, es decir que el porcentaje de destinación de horas de las
mujeres fue de 53.8%.
(v)
En relación con el cuidado y
apoyo de otras personas de un total de 6.220.220 horas anuales los hombres
dedicaron 1.479.043 horas a esa actividad mientras que las mujeres dedicaron
4.741.177 horas, es decir que el porcentaje de destinación de horas de las
mujeres fue de 76.2%.
En concordancia con las actividades del cuidado, en el
estudio referido sobre las reclamaciones de alimentos se advirtió que en el
86.1% de los casos, con la precisión efectuada previamente sobre el porcentaje
de mujeres reclamantes, el solicitante lo hizo en representación de un menor de
edad y sólo el 10.3% de los casos se presentaron por padres o madres actuando
en interés propio, como titulares del derecho[197].
En consecuencia, el porcentaje de mujeres reclamantes de alimentos, y la
calidad en que efectúan la reclamación, es decir en representación de menores
de edad, evidencian que las mujeres mayoritariamente asumen el rol de cuidado
en relación con los hijos y, además, soportan la carga de acudir a mecanismos
que generen el pago de la obligación alimentaria del padre.
118. Asimismo, es importante destacar el
fenómeno de las familias monoparentales, las cuales revelan una fractura en la
igualdad de los derechos y obligaciones en relación con los hijos, y la
asignación material de esas obligaciones en cabeza de las mujeres. En ese
sentido, la jurisprudencia ha precisado que el fenómeno es
predominantemente femenino[198] y obedece a factores propios del contexto social y cultural[199] Sobre el particular, ha dicho esta
Corporación:
“Suponer que el hecho de
la “maternidad” implica que la mujer debe desempeñar ciertas funciones en la
familia, ha llevado, por ejemplo, a que tengan que soportar dobles jornadas
laborales: una durante el día como cualquier otro trabajador y otra en la noche
y en sus ratos libres, desempeñando las labores propias de la vida doméstica.
Esta imagen cultural respecto a cuál es el papel que debe desempeñar la mujer
dentro de la familia y a cuál “no” es el papel del hombre respecto de los
hijos, sumada al incremento de separaciones, así como al número creciente de
familias sin padre por cuenta del conflicto armado y la violencia generalizada,
trajo como consecuencia que una cantidad considerable de grupos familiares
tuvieran una mujer como cabeza del mismo”[200]
Finalmente, la
jurisprudencia también ha destacado cómo el rol asignado a la mujer como
cuidadora es ocultado y devaluado de manera estructural, y le exige asumir
mayores cargas en la sociedad en relación con las asumidas por los hombres. En
concreto ha indicado que:
“Uno de esos
aspectos en los que las mujeres han sido un grupo tradicionalmente discriminado
-en los escenarios personal, laboral, familiar y social- en donde por el hecho
de nacer mujeres, la sociedad les atribuye la responsabilidad del cuidado de
personas dependientes, en su mayoría se ven abocadas a compatibilizar su
trabajo remunerado con el cuidado de personas mayores, madre, padre, de nietas
o nietos, de hijas e hijos. En este punto la Sala resalta que aquellas mujeres
(i) se ocupan del cuidado de personas que necesitan ayuda -que, en ocasiones,
implica fuerza física-; (ii) dan afecto y apoyo emocional y (iii) deben
resolver las contradicciones que afrontan cada día.
Debido a que se
ha desconocido que cuidar conlleva una carga y que implica dejar de lado parte
de la vida, no se visibiliza la realidad del trabajo de las mujeres que cuidan
de dependientes. Lo cual se traduce en una disparidad que conduce a la
desvalorización de las mujeres y hasta en la violencia contra ellas.
En efecto, si
bien el reconocimiento del trabajo de cuidado -realizado por las mujeres- tiene
un importante valor simbólico fundamental para establecer criterios de justicia
social, dicho reconocimiento no transforma por sí solo la realidad de las
mujeres y resulta necesario una serie de medidas que permitan cambiar una
situación discriminatoria e injusta para las mujeres.”[201]
119. En quinto lugar, en la exposición de motivos del
PLE se precisa que, en la medida en que se busca que las normas estén dirigidas
a asegurar el cumplimiento de la obligación alimentaria, con lo que no solo se
protege la institución familiar y los derechos de los titulares de la
obligación, sino también buscan la protección de los derechos de las mujeres
por cuanto: “el incumplimiento de la obligación alimentaria tiene un
predominante componente de desigualdad y discriminación contra las mujeres y
sus hijas e hijos, pues evidencia la carga cultural estereotipada alrededor del
ejercicio del cuidado.”[202]
En ese sentido, se destacó que en algunos casos el
incumplimiento de la obligación de alimentos constituye una forma de violencia
de género y, por lo tanto, las medidas para lograr el cumplimiento de la
obligación referida se enmarcan en las obligaciones del Estado colombiano
previstas en los instrumentos de derechos internacionales para erradicar la
violencia de género. Asimismo, se refirieron los mecanismos que prevé el
ordenamiento para perseguir el cumplimiento de la obligación y los obstáculos
que enfrentan las mujeres para acceder a esos mecanismos judiciales y
administrativos[203].
120. Así las cosas, en el contexto en el que se
inscribe el proyecto de ley y teniendo en cuenta las finalidades de las
medidas, la Sala Plena considera necesario que el examen de constitucionalidad
en este caso tenga un enfoque de género. Esta perspectiva implica la
identificación, consideración y evaluación del impacto concreto y diferenciado
de los mecanismos en la realización de la igualdad material entre hombres y
mujeres.
Contexto
del REDAM y breve referencia al derecho comparado
121.
La exposición de motivos del PLE destaca que el cumplimiento de obligaciones
alimentarias puede exigirse por tres vías judiciales: la civil, la civil
administrativa y la penal.
En la
primera debe llevarse a cabo un proceso ejecutivo de alimentos. Este se
adelanta ante un juez de familia y tiene como objetivo el pago de la cuota a
partir del embargo de bienes y derechos del deudor. No obstante, es importante
resaltar que este supone (i) que la cuota de alimentos haya sido previamente
fijada; y (ii) que se haya acudido a la conciliación extrajudicial como
prerrequisito para iniciar el proceso ejecutivo de alimentos.
La
segunda vía es el proceso administrativo de restablecimiento de derechos. En
este, autoridades como las defensorías o comisarías de familia verifican si los
padres o responsables de los menores de edad están garantizando el cumplimiento
de sus derechos. Por lo tanto, cuando las autoridades encuentran una
vulneración a los derechos de los NNA, estas pueden tomar alguna de las medidas
para restablecer sus derechos. Estas últimas se encuentran consagradas en el
artículo 53 del Código de Infancia y Adolescencia e incluyen la amonestación
con asistencia obligatoria a curso pedagógico, ubicación inmediata en medio
familiar y adopción, entre otras.
Finalmente,
la última medida para exigir el pago de obligaciones alimentarias es acudir a
la jurisdicción penal. Este proceso puede ser iniciado mediante una denuncia
penal o de oficio por la Fiscalía General de la Nación. Su objetivo es que el
juez penal determine si una persona incurrió en el delito de inasistencia
alimentaria consagrado en el artículo 233 del Código Penal y, eventualmente,
emita una sentencia que obligue al pago de las acreencias y condene a quien
incumplió.
Sin
embargo, el proyecto legislativo resalta que estos procesos:
“tienen limitaciones derivadas no solo de la
congestión propia de los despachos, sino también por los patrones que operan en
la asignación de dichas cuotas a través de cualquier decisión administrativa o
judicial; lo anterior representa que un porcentaje representativo de las demandas
de alimentos por parte de las mujeres, en representación de sus hijas e hijos
sean resueltas sin dar cumplimiento a la prevalencia a los derechos de las
niñas, niños y adolescentes, y por tanto le sean asignadas cuotas insuficientes
que no se compadecen realmente con los gastos proporcionales del cuidado y
manutención en el marco del derecho de alimentos”[204]
Por
lo tanto, el Proyecto resalta que es necesario ampliar los mecanismos para
exigir el cumplimiento de obligaciones alimentarias de manera efectiva. No
obstante, eso no debe suponer:
“un aumento de penas [en el ámbito penal]; es
decir, propiciar “la generación de espacios e incentivos de la obligación
alimentaria, más allá de sus propósitos punitivos”[205] implica
la adopción de medidas legislativas tales como el mejoramiento de los sistemas
de identificación, monitoreo y reporte de los(as) alimentes [SIC] que incumplan
su obligación de cuidado y manutención, facilitarían que la sanción legal
cumpliera con su objetivo de persuadir a los demandados para que se abstuvieran
de cometer o reiterar la conducta delictiva.”[206]
122.
De este modo, el PLE señala que un mecanismo eficaz para combatir el
incumplimiento de obligaciones alimentarias es la creación del REDAM. En ese
sentido, resalta que este tiene como objetivo “proteger el derecho a la
alimentación, entendido como ‘una acción que sustenta junto con los demás
derechos fundamentales, el desarrollo físico, mental y social durante la
infancia y etapas posteriores’[207].”[208]En
consecuencia, afirma que la finalidad de la ley es crear un registro que genere
incentivos a los deudores para que cumplan con su obligación.
De
esta manera, afirma que este tipo de registros son comunes en los diferentes
ordenamientos jurídicos del mundo. Dada la relevancia de estas experiencias para la materia examinada en este caso,
esta Corporación llevará a cabo un breve análisis del funcionamiento de estas
en el derecho comparado y, particularmente, hará énfasis en las experiencias
regionales.
123.
En los Estados Unidos de América existe el Registro Federal de Casos (Federal
Case Registry), el cual está encargado de centralizar la información
principal del Registro Estatal de Casos (State Case Registries). Este
último es un registro que lleva cada Estado en el que se inscriben a las
personas que tienen obligaciones alimentarias sin pagar. Si bien las
consecuencias de estar inscrito en este registro varían dependiendo del Estado,
algunas de ellas son (i) negar el reconocimiento del pago de retenciones de
impuestos; (ii) suspensión de la licencia de conducción y (iii) reporte y
anotación en las centrales de riesgo crediticio.
Asimismo,
en Australia existe la Agencia de Manutención Infantil (Child Support Agency)
la cual se encarga de llevar el registro de deudores morosos de alimentos. Los
efectos jurídicos de estar inscrito en este registro son varios, entre los que
se destacan (i) la imposibilidad de salir del país; (ii) deducciones en cuentas
bancarias o en el pago de los salarios; (iii) interceptación de las
devoluciones de impuestos.
Por
su parte, en Ucrania se creó el Registro Unificado de Deudores. Entre las
diferentes consecuencias que existen por estar inscrito están (i) la
imposibilidad de ocupar cargos públicos; (ii) el congelamiento de cuentas
bancarias; (iii) el embargo de los vehículos de los que se pretenda recibir o
transferir la propiedad.
124.
En América Latina, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires creó el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos mediante la Ley 269 del 11 de noviembre de 1999.
Este surgió ante “la imposibilidad de obtener resultados positivos por la
vía ejecutiva, se intentan las sanciones conminatorias, para torcer la voluntad
del padre/madre obligado y lograr que éste cumpla con el pago de la cuota.”[209]
El
artículo 2º de esta disposición afirma que las funciones del Registro son dos.
La primera es llevar un listado de las personas que adeuden total o
parcialmente “tres cuotas alimentarias consecutivas o cinco alternadas, ya
sean alimentos provisorios o definitivos fijados u homologados por sentencia
firme.”[210]
La segunda es expedir certificados requeridos por personas naturales o
jurídicas en forma gratuita. Por su parte, el artículo 3º resalta que “la
inscripción en el Registro o su baja se hará sólo por orden judicial, ya sea de
oficio o a petición de parte.”[211]
Estar
señalado en el registro implica, entre otras, que el deudor no puede (i) realizar
operaciones bancarias con las instituciones y organismos públicos; (ii) obtener
o renovar su licencia de conducción; (iii) participar en licitaciones públicas;
y (iv) ser habilitado para abrir establecimientos comerciales.
125.
Al igual que la Ciudad de Buenos Aires, en Perú también existe un Registro de
Deudores Alimentarios Morosos. Este fue creado por la Ley 28970 del 26 de enero
de 2007. El artículo 1º de esta disposición señala que en él se encuentran
inscritas las personas que adeudan tres cuotas de sus obligaciones alimentarias
“establecidas en sentencias consentidas o ejecutoriadas, o acuerdos
conciliatorios con calidad de cosa juzgada.”[212]
Este artículo también afirma que en él deben ser registradas las personas
que “no cumplan con pagar pensiones devengadas durante el proceso judicial
de alimentos si no las cancelan en un período de tres meses desde que son
exigibles.”[213]
De
este modo, este registro permite contar con información consolidada de los
obligados alimentarios que hayan incurrido en morosidad en el cumplimiento de
sus deudas. En ese sentido, el artículo 6º de esta disposición establece que la
información contenida en este registro es proporcionada a la “Superintendencia
de Banca y Seguros y Administradoras Privadas de Fondos de Pensiones
mensualmente, a efectos de que se registre la deuda alimentaria en la Central
de Riesgos de dichas instituciones.”[214]
Adicionalmente, esta información también puede ser remitida a las centrales de
riesgo privadas.
126.
En Uruguay, el Registro de Deudores Alimentarios se creó mediante la Ley 17.957
del 18 de abril del 2006. El artículo 2º de esta disposición establece que
aquella persona que incumpla con su obligación de proporcionar alimentos será
inscrita en el Registro Nacional de Actos Personales, Sección Interdicciones.
Las
consecuencias de estar inscrito en el Registro son dos. Por un lado, el artículo
5º establece que el deudor no podrá acceder a créditos, abrir cuentas bancarias
y obtener o renovar tarjetas de crédito. Para garantizar el cumplimiento de
esta norma, dicha disposición señala que si una entidad financiera o emisora de
tarjeta de crédito permite que un inscrito acceda a estos servicios, ésta se
hará solidariamente responsable por el monto de la obligación alimentaria no
cumplida. Por otro lado, el artículo 6º señala que las personas inscritas como
deudores alimentarios no pueden contratar con el Estado, los Gobiernos
Departamentales y los entes autónomos y servicios descentralizados.
127.
Por su parte, la Ciudad de México también cuenta con un Registro de Deudores
Alimentarios Morosos. Este se encuentra consagrado en los artículos 323-Octavus,
323-Novenus y 323-Decimus del Código Civil para el Distrito Federal de los
Estados Unidos Mexicanos. Artículos académicos han señalado que la
implementación de este registro obedece:
“al preocupante problema en el incumplimiento del pago
de los alimentos que los deudores tienen con sus acreedores pues, siendo los
alimentos una necesidad fundamental para la vida, desde la óptica jurídica se
requiere la creación de figuras legales que tengan como fin principal el
aseguramiento de dicha obligación.”[215]
Entre
los efectos que produce la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos se encuentran la imposibilidad de salir del país[216] y de iniciar un proceso
de adopción[217].
El artículo 323 de esta norma señala tres formas mediante las cuales se puede
cancelar la inscripción en el registro. La primera ocurre cuando el deudor
demuestra en juicio haber cumplido con su obligación alimentaria y que la misma
está garantizada. La segunda es cuando al momento de dictar sentencia
condenatoria, la pensión de alimentos se establece en un porcentaje del sueldo
que percibe el deudor alimentario. La última es cuando el deudor alimentario,
una vez condenado, demuestra haber cumplido con su obligación alimentaria, por
un lapso de noventa días y habiendo también demostrado que la pensión está
garantizada en lo futuro.
128.
Recientemente, la República del Paraguay modificó la Ley 5415 de 2015 que creó
el Registro de Deudores Alimentarios Morosos mediante la Ley 6506 de 2020.
Particularmente, el artículo 9bis estableció que el certificado de antecedentes
de deudores alimentarios morosos será requerido para obtener licencias de
conducción, realizar trámites ante notario público relativos a la compraventa
de bienes sujetos y no sujetos a registro y, finalmente, obligará al encargado
de llevar a cabo el acto de matrimonio civil a poner en conocimiento de los
presentes en la ceremonia si uno de los contrayentes se encuentra activo en el
registro.
Además
de la experiencia internacional, diferentes artículos académicos han resaltado
que los Registros de Deudores Alimentarios Morosos son una herramienta efectiva
para impulsar el pago de obligaciones alimentarias[218]. No obstante, algunos
de ellos cuestionan la capacidad de algunas de las consecuencias jurídicas
impuestas por estos para lograr el efecto deseado.
La
primera crítica está dirigida a la efectividad que tiene la medida de informar
en la ceremonia de matrimonio que una persona está inscrita en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos. Esta disposición ha sido adoptada en Ciudad de
México y en Paraguay y, particularmente, se le ha objetado su ineficacia al momento
de generar una consecuencia jurídica que obligue al deudor a pagar. En ese
sentido, se ha resaltado que “estar inscrito en el registro en calidad de
deudor alimentario moroso no constituye impedimento alguno para la celebración
del matrimonio que se pretende”[219].
Por lo tanto, se ha enfatizado en que la falta de efectos jurídicos de la
medida conlleva a que esta no sea eficaz para garantizar el pago de la
obligación alimentaria adeudada.
La
segunda objeción está dirigida a la notificación de la inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos a las instituciones crediticias
privadas. Esta medida se encuentra vigente en Perú de manera adicional al
registro en la central de riesgos de la Superintendencia de Banca y Seguros de
este país. En este caso, la crítica académica recae en que la simple
notificación de la inscripción a las instituciones bancarias “no representa
una barrera de acceso a algún crédito bancario personal, hipotecario o apertura
de cuentas o tarjetas de crédito”[220].
En ese sentido, la objeción resalta que la falta de efectos jurídicos emanados
de esa medida no afecta los intereses del deudor alimentario y, por lo tanto,
no implica que este pague sus obligaciones.
129.
Finalmente, se critica la disposición tomada por la Ciudad de México según la
cual la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos es anotada
en el certificado de folios reales de los inmuebles del deudor. Al igual que a
las dos objeciones anteriores, a esta medida se le repara su falta de efectos
jurídicos para garantizar el pago de obligaciones alimentarias. De este modo,
se afirma que “la nula eficacia jurídica de la anotación del certificado en
los folios reales inscritos en el Registro Público, en virtud de que la
inscripción en la realidad jurídica no produce ninguna consecuencia de derecho”[221],
no ayuda al cumplimiento de obligaciones alimentarias.
Por
lo tanto, si bien las consecuencias jurídicas de estar inscrito en el registro
varían dependiendo del país, todas comparten el objetivo de impulsar a los
deudores de alimentos a pagar sus obligaciones mediante la imposición de
sanciones de diversa índole. No obstante, si bien existe un consenso académico
sobre la eficacia de los Registros de Deudores Alimentarios Morosos para
garantizar el pago de obligaciones alimenticias, no sucede lo mismo con las
medidas que se limitan a registrar pero no acompañan estrategias dirigidas a
coaccionar al deudor a pagar su obligación, las cuales consideran efectivas.
Ahora
bien, fijados estos contenidos transversales al estudio del PLE, la Corte
analizará la constitucionalidad del proyecto objeto de revisión. Para ello
explicará por qué se trata de una materia sometida a reserva de ley estatutaria
para después estudiar la validez de cada uno de los artículos que integran la
iniciativa.
La
regulación está sometida a reserva de ley estatutaria
130.
El PLE está conformado por once artículos, los cuales regulan: (i) el objeto
del REDAM; (ii) el ámbito de aplicación de ese registro; (iii) el procedimiento
para la inscripción en el REDAM y las garantías que en ese proceso tiene el
titular de la información; (iv) las funciones del REDAM y el contenido que
deben tener los registros en esa base de datos; (v) las consecuencias jurídicas
de la inscripción en el REDAM; (vi) las reglas sobre administración y puesta en
marcha de la REDAM por parte del Gobierno; (vii) la remisión a las normas
estatutarias existentes sobre administración de datos personales; (viii) la
obligación de advertir en decisiones sobre alimentos acerca de las
consecuencias de su incumplimiento en términos de inscripción en el REDAM; (ix)
la definición de reglas sobre la subrogación de las obligaciones alimentarias;
y (x) vigencia y derogatorias.
A
partir de este listado, la Corte comprueba que, salvo algunos aspectos
puntuales, la regulación tiene por objeto definir las reglas sobre la
administración de datos personales incluidos en el REDAM en tanto base de datos
que tiene por objeto lograr el pago oportuno de las obligaciones alimentarias.
131.
La jurisprudencia constitucional ha concluido que aquellos cuerpos legales que
conforman bases de datos y contienen disposiciones sobre el conocimiento y
actualización y rectificación de los datos personales contenidos en ellos están
sometidos a reserva de ley estatutaria.
Concurre
en ese sentido un precedente reiterado. Así, en la sentencia C-567 de 1997[222]
la Corte consideró que la norma que atribuía al Departamento Administrativo
de la Función Pública la competencia para completar los datos que deben
consignarse en el formato único de hoja de vida era una materia objeto de la
mencionada reserva, puesto que constituía una modalidad de administración de
datos personales respecto de la cual el Legislador no había establecido
parámetro alguno para su ejecución[223].
Esta
regla fue reiterada por la sentencia C-384 de 2000[224]
que analizó, entre otros asuntos, la norma legal que permitía a las
entidades o personas naturales que suministren regularmente datos financieros a
realizar tratamiento de estos y en las condiciones fijadas por la, en ese
entonces, Superintendencia Bancaria. La Corte evidenció que si bien no toda
regulación sobre datos personales estaba sometida a la reserva de ley
estatutaria, ese rigor sí era exigible tratándose de normas sobre el
conocimiento, actualización y rectificación de esa información, puesto que esas
actividades integran el núcleo esencial del derecho al habeas data[225].
Este requisito, además, resultaba predicable tanto para una regulación general
sobre la administración de datos, como aquellas normativas especiales o
sectoriales, siempre y cuando versaran sobre las actividades mencionadas. Por
lo tanto, declaró la inexequibilidad del precepto acusado.
132.
La reserva de ley estatutaria en el caso de regulaciones sectoriales sobre
administración de datos personales, a su turno, fue reiterada en la citada Sentencia
C-1011 de 2008. En esa oportunidad se dejó claro que la aplicación de dicha
reserva en el caso analizado no se derivaba del hecho que la norma fuese una
regulación integral sobre la administración de datos personales sino que tenía
por objeto establecer previsiones sobre el núcleo esencial del derecho al
habeas data, referidas a las competencias de conocimiento, actualización y
rectificación del dato por parte de su titular. Sobre este aspecto, la
sentencia en comento resaltó:
“La restricción que impone la Carta Política para la
regulación estatutaria es que su temática verse sobre los aspectos del derecho
fundamental que conformen su contenido esencial. En ese sentido, puede
válidamente el legislador estatutario establecer un régimen de regulación que,
aunque verse sobre dicho contenido esencial, sólo resulte aplicable a un
determinado ámbito, puesto que la Constitución no le impone una limitación
relacionada con el carácter genérico de la regulación. Adicionalmente, debe
tenerse en cuenta que el carácter integral de la regulación estatutaria no se
predica de los distintos ámbitos en que pueda expresarse un derecho
fundamental, sino del escenario concreto que el Congreso, en ejercicio de la
cláusula general de competencia legislativa, ha considerado pertinente regular,
a través de un conjunto de reglas que den respuesta a las necesidades de
regulación propias del ámbito escogido. Es evidente que los derechos
fundamentales son cláusulas abiertas que tienen múltiples efectos en los más
diversos planos de la vida social, de modo que no solo resulta irrazonable,
sino en muchas ocasiones imprescindible, que incluso los aspectos más generales
de regulación tengan carácter sectorial. No podría supeditarse la
constitucionalidad de una ley estatutaria a que regule la totalidad de las
materias susceptibles de relacionarse con el derecho fundamental, pues ello
supondría crear un requisito que la Carta Política no contempla. Para el caso
concreto, el carácter sectorial de la regulación propuesta no afecta la
constitucionalidad de la iniciativa en cuanto a la reserva de ley estatutaria,
debido a que establece disposiciones vinculadas al contenido esencial del
derecho fundamental y, a su vez, configura un régimen integral de protección
del mismo derecho, aplicable al caso de la información personal de carácter
comercial, financiero y crediticio.”
133.
Con todo, debe recabarse en el asunto analizado en la Sentencia C-877 de
2005[226]
resulta a juicio de la Sala particularmente importante para el presente
análisis y en razón de que pareciere contradecir, aunque como se verá de manera
apenas aparente, la línea jurisprudencial expuesta. En esa oportunidad la Corte
estudió la constitucionalidad de una norma que imponía a las entidades
estatales crear un boletín sobre sus deudores morosos que contuviese su
identificación y los datos sobre la obligación incumplida, con el fin de
remitirlo a la Contraloría General de la República para su publicación en lo
que tradicionalmente se ha denominado boletín de responsables fiscales. La
norma fue demandada con el argumento de que las reglas sobre ese boletín eran
una forma de administración de datos personales objeto de reserva de ley
estatutaria.
La
Corte declaró exequible el precepto demandado al considerar que no regulaba
aspecto alguno del núcleo esencial del derecho al habeas data, puesto que la
información recopilada por las entidades y luego remitida a la Contraloría
General surgía de procesos administrativos de carácter público, no correspondía
a aspectos propios de la intimidad del individuo y solo refería a obligaciones
ciertas que no han sido canceladas al Estado y que, por esa misma naturaleza,
transcendían el ámbito de lo privado.
134.
A juicio de la Sala, lo fijado en esta sentencia no contradice los fallos
precedentes, al menos por dos tipos de motivos: En primer lugar, las decisiones
comparten un sustrato común, consistente en reconocer que las actividades de
conocimiento, actualización y rectificación hacen parte del núcleo esencial del
derecho al habeas data y, por lo mismo, son materias cuya regulación está
sometida a la reserva de ley estatutaria. En segundo lugar, es claro que esas
actividades se predican de aquel tipo de información personal diferente a
aquella de carácter público. Esto debido a que los datos personales públicos,
debido a su naturaleza, son de libre consulta, de manera que resultaría
desproporcionado, en términos de derecho de acceso a la información[227],
que sus usuarios tuviesen que cumplir con los estándares de la administración
de datos personales y vinculados a la autorización o dispensa legal o judicial
para el tratamiento. Es por esta razón que la Ley 1581 de 2012 establece, a
propósito del principio de acceso y circulación restringida, que los datos
personales no podrán estar disponibles en Internet u otros medios de
divulgación o comunicación masiva, salvo que el acceso sea técnicamente
controlable para brindar un conocimiento restringido solo a los titulares o
terceros autorizados.
135.
A partir de estos argumentos la Corte evidencia que la regulación del REDAM
estaba sometida a la reserva de ley estatutaria. Sus diferentes disposiciones
están dirigidas a regular el acceso, conocimiento, actualización y
rectificación de los datos personales relativos al incumplimiento de
obligaciones alimentarias. Esta información, a pesar de que puede estar basada
en documentos públicos, tiene carácter semiprivado y, por esta razón, está
sometida a los principios de administración de datos personales. A esa
conclusión se llega a partir de los siguientes argumentos:
En
primer lugar, no debe confundirse la fuente de la obligación y su
incumplimiento. En este caso, evidentemente las obligaciones alimentarias se fundan
en mandatos legales que son públicos y de decisiones judiciales o
administrativas con el mismo carácter. Sin embargo, el objeto del REDAM no es
la inscripción de las fuentes del deber jurídico, sino la información sobre su
incumplimiento, el cual es un dato que da cuenta del comportamiento del deudor
incumplido y que interesa a los terceros que son acreedores de la obligación
alimentaria o que, por mandato legal, están vinculados con las consecuencias de
ese registro. Es decir, aunque concurre un interés general en la protección de
los derechos fundamentales cuya eficacia es interferida por el incumplimiento
en el pago de la obligación alimentaria, esa sola circunstancia no confiere a
la información personal en comento naturaleza pública.
En
segundo lugar, los datos sobre el incumplimiento de las obligaciones
alimentarias están vinculados al derecho a la intimidad de la familia. Aunque
no se trata de información privada o sensible y, por esta razón pueden circular
bajo determinadas condiciones previstas en la legislación estatutaria, en todo
caso incorporan aspectos de la vida familiar que no pueden ser sometidos al
acceso público e indiscriminado so pena de vulnerar ese derecho fundamental.
Esto, además, tiene consecuencias sobre la naturaleza jurídica del REDAM y la
circulación de los datos contenidos en ese registro, lo cual será materia de
análisis en los artículos correspondientes del PLE.
Finalmente,
en tercer lugar, no puede perderse de vista que la administración de datos
personales debe efectuarse de manera compatible con los principios de finalidad
y proporcionalidad. En ese sentido, si se parte de la base de que el objetivo
del REDAM es el logro del pago de las obligaciones alimentarias insolutas, la
libre circulación del dato no se muestra necesaria para cumplir con esa
finalidad. Esto a menos que se prohíje una suerte de escarnio público sobre la
condición de incumplido, lo cual resultaría irrazonable y contrario a los
derechos a la intimidad y al habeas data, no solo del deudor incumplido sino
también de los acreedores alimentarios.
136.
En suma, concurren razones suficientes para concluir que el PLE estaba sometido
a la reserva de ley estatutaria. Esto incluso a pesar de que contiene algunas
regulaciones, en particular lo previsto en el artículo 10, que no están
sometidas a ese requisito. Con todo, como lo ha explicado la jurisprudencia de
la Corte[228]
y siguiendo la línea consolidada, esta circunstancia no acarrea reproche alguno
de constitucionalidad, en la medida en que las leyes estatutarias están
sometidas a condiciones de trámite legislativo más estrictas que las leyes
ordinarias, de modo que se considera que la inclusión de este tipo de
disposiciones en nada afecta la vigencia del principio democrático.
Resuelto
este asunto, la Sala asume el estudio del articulado en el apartado siguiente.
Para ello, reiterará el contenido de cada una de las disposiciones del PLE,
hará mención de las observaciones que sobre las mismas plantearon los
intervinientes y el Ministerio Público, para luego resolver sobre la
constitucionalidad de las previsiones estatutarias.
Análisis
sobre la constitucionalidad del articulado
Artículo
1º - Objeto
La
presente ley tiene por objeto establecer medidas para garantizar el
cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el Registro de Deudores
Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control al incumplimiento de
las obligaciones alimentarias.
Las
intervenciones formuladas y el concepto del Procurador General de la Nación
afirman que la regulación es constitucional debido a que cumple con propósitos
constitucionalmente importantes, ligados a la necesidad de garantizar el pago
de alimentos. En ese sentido, aunque la existencia del REDAM incide en el
derecho a la intimidad del obligado incumplido, esa afectación es proporcionada
y razonable ante la entidad de los bienes constitucionales vulnerados por el
incumplimiento. La senadora autora del PLE, a su turno, señala que el REDAM es
una institución diferente a la contemplada en la Ley 311 de 1996 y que fue
declarada inexequible por la Corte. Esto debido a que, contrario a lo que
planteó la Corte en esa oportunidad, la propuesta ahora analizada sí plantea
instancias que la hacen compatible con el derecho al debido proceso.
Solo
uno de los intervinientes propone la declaratoria de inexequibilidad de la
disposición, al señalar que el REDAM no guarda ninguna eficacia y se limita a
conformar una “ley de contravenciones” que, sin garantizar el derecho al
debido proceso, impone sanciones al deudor moroso de alimentos.
137.
La Corte considera que el artículo 1º del PLE es constitucional. Como fue
explicado ampliamente en apartado anterior, el debido cumplimiento de las
obligaciones alimentarias cumple con fines constitucionales no solo importantes
sino imperiosos, al estar vinculados con la satisfacción del derecho al mínimo
vital de sus acreedores. Estos son por lo general sujetos de especial protección
constitucional, por lo que el incumplimiento mencionado afecta aspectos
esenciales para el Estado constitucional, lo que valida las acciones dirigidas
a promover el pago oportuno. De otro lado, también se ha demostrado que el
incumplimiento en las obligaciones alimentarias es una problemática que afecta
con mucha mayor intensidad a las mujeres, puesto que salvo casos excepcionales,
los deudores morosos son hombres. Ello necesariamente impone cargas
desproporcionadas a las mujeres que son madres o cuidadoras, pues les obliga a
asumir de forma exclusiva los costos de manutención propia y de los acreedores
alimentarios.
Ante
esas circunstancias, resulta plenamente justificado desde la perspectiva
constitucional la instauración del REDAM y la fijación de la finalidad descrita
en el artículo analizado. Ello no solo porque apunta a la satisfacción de
bienes constitucionales de primer orden, sino también porque opera como un
factor favorable para la reducción de la violencia económica contra las mujeres
derivada del incumplimiento en el pago de las obligaciones alimentarias.
Sin
embargo, la Sala considera necesario hacer algunas precisiones conceptuales
sobre la naturaleza de ese registro, su compatibilidad general con el régimen
constitucional de administración de datos personales y las diferencias entre la
presente normativa y el Registro Nacional de Protección Familiar que fue
parcialmente declarado inexequible por la Corte.
138.
El REDAM, conforme al artículo 1º, tiene por objeto garantizar el cumplimiento
de las obligaciones alimentarias. En ese sentido, debe distinguirse de las
bases de datos que generan reportes para la evaluación del riesgo crediticio y
que están reguladas, desde una perspectiva sectorial, por la Ley 1266 de 2008.
La finalidad de las centrales de riesgo es evaluar, a partir de diferentes
fuentes, cuál es el comportamiento del deudor respecto del pago de sus
obligaciones y, de esta forma, pronosticar las probabilidades de incumplimiento
ante operaciones de crédito en el futuro. En cambio, lo que busca el REDAM es
recapitular y centralizar la información acerca del incumplimiento
exclusivamente de la obligación alimentaria, con el fin de incentivar su pago a
partir de las consecuencias de que trata el artículo 6º en caso de que persista
esa mora.
En
ese sentido, no pueden aplicarse en el presente caso y de manera integral las
reglas de administración de datos personales de contenido financiero, comercial
y crediticio previstas por la Ley 1266 de 2008, pues estas regulan, se insiste,
de manera sectorial, un ámbito de tratamiento de datos personales diferente al
ahora analizado. Tampoco resultaría acertado, como lo hacen algunos
intervinientes y lo expresaron varios congresistas durante el trámite del PLE,
sostener que el REDAM es una central de riesgo específica para las obligaciones
alimentarias. Nótese que en este caso no hay evaluación alguna sobre la
expectativa de cumplimiento o mora futura, sino la recopilación y tratamiento
de datos objetivos actuales que dan cuenta del incumplimiento de obligaciones
con raigambre legal.
139.
Esta premisa lleva a analizar el segundo aspecto. La jurisprudencia
constitucional ha considerado que constituye un ejercicio abusivo de la
administración de datos personales la existencia de bases de datos que solo
incorporen información desfavorable. Sobre el asunto, la Sentencia C-1011 de
2008 concluyó que la norma de la Ley 1266 de 2008 que proscribía la
administración de información exclusivamente desfavorable era constitucional en
la medida en que desarrollaba el principio de incorporación propio del habeas
data. Así, afirmó:
“En segundo término, el parágrafo 4º proscribe la
administración de información exclusivamente desfavorable, prohibición que
facilita que los datos financieros sean completos e incorporen toda la
información pertinente, tanto la que da cuenta de la mora, como la que confiere
situaciones ventajas para el titular, en tanto lo califican como un agente
económico cumplidor de sus obligaciones crediticias y comerciales. Esto
último, por supuesto, desarrolla el principio de incorporación, identificado
por la jurisprudencia constitucional dentro del contenido y alcance del derecho
fundamental al hábeas data. Finalmente, debe resaltarse como esta última
disposición se opone a prácticas abusivas en la administración de datos
personales, en especial aquellas dirigidas a la confección de “listas negras”,
las cuales desvirtúan la finalidad constitucionalmente legítima de los procesos
de administración de datos personales de contenido crediticio, al convertirlos
en instrumentos dirigidos a la imposición de barreras injustificadas para el
acceso al mercado comercial y financiero.[229]”
La
aplicación concreta de esta regla jurisprudencial fue realizada por la Corte en
la Sentencia T-987 de 2012[230].
En esa oportunidad se concluyó que la práctica adelantada por una empresa
de transporte aéreo, consistente en conformar una “lista de viajeros no
conformes” a partir de aquellos usuarios que habían presentado altercados
con personal de la empresa y con el fin de prohibir el acceso al servicio
vulneraba el derecho al habeas data. Esto porque se trataba de una lista
secreta, dirigida exclusivamente a denegar la prestación de un servicio público
y a partir de criterios que no respondían a riesgos actuales para la operación
aérea, sino meras conjeturas sobre el comportamiento futuro de determinados
pasajeros. En punto a la prohibición de este tipo de tratamiento de datos
personales, la sentencia señaló:
“Los principios de la autodeterminación informativa
obligan a que el tratamiento del dato personal sirva de base para el acceso
eficiente a estos ámbitos, más aún cuando se trate de servicios públicos, que
por definición están basados en el suministro equitativo a los usuarios.
Esta circunstancia proscribe, desde la perspectiva constitucional, que el
prestador del servicio configure registros de información dirigidos
exclusivamente a negar el acceso correspondiente. Esta fue, a su vez, la
posición adoptada por la Corte en la sentencia C-748/11, cuando consideró que a
partir del principio de acceso y circulación restringida de los datos
personales incluidos en un registro o base de datos, “… se encuentra
prohibida toda conducta tendiente al cruce de datos entre las diferentes
bases de información, excepto cuando exista una autorización legal expresa, es
decir, lo que la jurisprudencia ha denominado el principio de
individualidad del dato. Como consecuencia de lo anterior, queda
prohibido generar efectos jurídicos adversos frente a los Titulares, con
base, únicamente en la información contenida en una base de
datos.” (Negrillas originales).
Por supuesto, es admisible que el prestador registre,
si ha tenido la autorización previa, expresa e informado para ello, información
personal del usuario que le conlleve consecuencias desfavorables y
favorables. En este escenario se estaría ante una recopilación objetiva
del dato personal. Contrario sucede cuando la finalidad del registro es
exclusivamente determinar la exclusión del sujeto concernido del acceso a determinado
servicio público, puesto que en ese caso se está ante un ejercicio
desproporcionado de la habilitación legal para la administración de datos
personales. Además, en el caso particular de los servicios públicos, esa
conducta contradice el principio de garantía de acceso objetivo y equitativo
que gobierna esas actividades.”
140.
Podría válidamente considerarse, a partir de los supuestos mencionados, que el
REDAM incurriría en la prohibición mencionada, pues la información consignada
en ese registro da cuenta exclusivamente del incumplimiento en el pago de la
obligación alimentaria, dato que resultaría desfavorable para su titular.
La
Corte se opone a este argumento y, en contrario, considera que el REDAM es una
forma de tratamiento de datos personales compatible con la Constitución. Este
registro no tiene como objetivo esencial discriminar, negar un servicio público
o estigmatizar al titular del dato, sino que da cuenta del incumplimiento de
una obligación de origen legal y que el ordenamiento jurídico reprocha desde el
punto de vista civil e incluso, en algunos casos, con implicación penal. De
otro lado, al margen de la evaluación que realizará la Corte sobre la
proporcionalidad de las consecuencias del registro previstas en el artículo 6º
del PLE, no es en modo alguno acertado sostener que el objetivo esencial de la
base de datos es imponer barreras de acceso a bienes constitucionales al
titular de la información. Antes bien, el objetivo constitucionalmente válido
de la legislación es lograr el pago de obligaciones estrechamente vinculadas
con la vigencia de los derechos fundamentales de los acreedores alimentarios y
evitar la imposición de tratamientos desproporcionados en contra de las
mujeres, quienes generalmente se subrogan fácticamente en el cumplimiento de la
obligación ante la mora por parte de su titular jurídico. Finalmente, el PLE
contempla la exclusión del dato en razón del pago de la obligación insoluta,
circunstancia que refuerza la naturaleza objetiva del reporte y que lo
diferencia de las actuaciones arbitrarias que ha identificado la Corte basadas
en la existencia de tratamientos basados exclusivamente en información
desfavorable.
141.
Por último, es importante anotar que el REDAM es un instrumento distinto al
analizado por la Corte en la sentencia C-657 de 1997[231].
En esa ocasión la Sala declaró la inconstitucionalidad del artículo 8º de la
Ley 311 de 1996 “por la cual se crea el Registro Nacional de Protección
Familiar y se dictan otras disposiciones”. Ese precepto determinaba que en
el evento en que el extinto Departamento Administrativo de Seguridad – DAS,
encargado de administrar dicho registro, certificara que la persona tenía
obligaciones alimentarias pendientes, el nominador o empleador, en su caso,
procedería a desvincular del empleo o cargo al funcionario o empleado, según el
caso, so pena de sanción prevista en la misma ley.
La
Corte consideró que esta previsión: (i) establecía una afectación
desproporcionada del derecho al trabajo, privándose al servidor público de los
ingresos que estarían dirigidos, precisamente, a atender la obligación
alimentaria; (ii) vulneraba el derecho al debido proceso pues que no
contemplaba ninguna instancia o procedimiento para que el afectado se opusiese
a la certificación expedidas por el DAS, por lo que la misma se tornaba en
incontrovertible y basada solo en una declaración administrativa, sin que fuese
necesario acreditar la existencia de responsabilidad definida judicialmente.
Estas
circunstancias son diferentes a las contempladas por el PLE. En el articulado
concurren diferentes herramientas que permiten la contradicción del reporte por
parte del titular de la información. Asimismo, como se explicará más adelante
con mayor detalle, la inclusión del dato en el REDAM está precedida del
traslado del asunto al obligado moroso y tiene su origen en decisión judicial o
administrativa que dé cuenta de la mora. De igual modo, en el apartado anterior
se explicó cómo el objetivo esencial del tratamiento de datos personales en
este escenario es el logro del cumplimiento de la obligación alimentaria a
partir de diferentes estrategias. Un cuerpo legal estatutario de este tipo
difiere sustancialmente de la desvinculación en el empleo del servidor público,
que fue el asunto objeto de reproche en la sentencia mencionada.
142.
Aclaradas las cuestiones anteriores, la Sala concluye que el artículo 1º es
constitucional, por lo que declarará su constitucionalidad.
Artículo
2º - Ámbito de aplicación:
La
presente ley se aplica a todas las personas que se encuentren en mora a partir
de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o no, establecidas en sentencias
ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o cualquier título ejecutivo que
contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de alimentos
congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Parágrafo. Esta norma aplica para los deudores alimentarios
morosos de las personas titulares de derechos de alimentos estipulados en el
artículo 411 del Código Civil colombiano, que incurran en las condiciones
consagradas en el presente artículo.
143.
Dos de los intervinientes solicitan a la Corte que adopte un fallo de
exequibilidad condicionada, en el entendido de que la inscripción en el REDAM
no será procedente cuando el incumplimiento de la obligación responda a una
causal objetiva. Los demás intervinientes y el Ministerio Público no formularon
objeciones sobre esta regulación.
144.
De manera preliminar, la Corte considera que el asunto puesto de presente por
los intervinientes no debe resolverse a propósito del análisis del artículo 2º,
sino que es un tópico que corresponde al artículo 3º, el cual regula
específicamente qué excepciones resultan válidas, a la luz del PLE, contra la
inscripción de la mora en el REDAM. Por ende, es en ese escenario donde habrá
que definirse si los motivos objetivos mencionados obligan a otorgar
determinada interpretación vinculante a ese precepto.
145.
El artículo 2º del PLE determina el ámbito de aplicación del REDAM. El
Legislador estatutario señala en el inciso primero que la incorporación del
dato personal en ese registro opera para las obligaciones alimentarias que
consten en cualquier título ejecutivo y que se hayan incumplido a partir de
tres meses continuos o discontinuos. Esta previsión debe leerse en armonía con
lo previsto en el parágrafo de la misma disposición, que identifica la fuente
en la legislación civil sobre la clase de alimentos que generan la inscripción
del deudor en el REDAM.
Una
previsión de esta naturaleza no ofrece mayores debates sobre su
constitucionalidad. Su carácter omnicomprensivo en cuanto a las obligaciones
alimentarias cuyo incumplimiento da lugar a la inscripción del dato personal en
el registro es consecuencia necesaria de la vigencia del principio de igualdad
y la prohibición de establecer diferenciaciones fundadas en el origen familiar.
146.
La regulación establece dos parámetros de tratamiento equitativo: (i) el
registro de las diferentes obligaciones alimentarias que se prevén en la
legislación civil, tanto en lo que respecta a los beneficiarios como al tipo de
alimentos; y (ii) el reconocimiento de la posibilidad del registro a los
diferentes títulos ejecutivos que contengan dichas obligaciones. Como se
explicó en el apartado introductorio, la obligación alimentaria se predica de
diferentes sujetos, varios de ellos que tienen, a su vez, la condición de
sujetos de especial protección constitucional. En ese sentido, la disposición
no hace nada distinto que reconocer esas diversas fuentes y darle a cada una de
ellas un tratamiento paritario que, como se dijo, es constitucionalmente
obligatorio. Adicionalmente, no concurriría alguna razón admisible para que en
el caso se diese un tratamiento diverso, lo cual confirma la constitucionalidad
del precepto.
147.
El artículo analizado, a su turno, indica que la inscripción en el REDAM opera
luego de que transcurran tres meses de mora continua o discontinua. Para la
Corte es razonable que el PLE establezca un requisito de consistencia de la
mora, puesto que permite evidenciar un comportamiento sistemático del obligado
en incumplir sus obligaciones, que resulta a su vez proporcional con la índole
de las consecuencias de la inscripción en el registro, que serán analizadas a
propósito del estudio sobre la constitucionalidad del artículo 6º.
De la
misma forma, un precepto de este carácter impide que la inscripción de la
información se suscite como consecuencia de incumplimientos incidentales, que
respondan a simples descuidos del obligado o a situación económicas
coyunturales. La existencia de mora por más de tres meses, aunque no tiene
carácter concluyente, sí conforma un hecho indicativo de la voluntad del
obligado de sustraerse del pago del deber alimentario, lo cual justifica la
inscripción en el registro. Esto más aún si se tiene en cuenta que, como se
explicará a continuación respecto del artículo 3º del PLE, concurren instancias
de contradicción para el obligado, previas al registro y que le permiten
acreditar el pago de las acreencias como paso previo a la inscripción de sus
datos personales en el REDAM.
Por
lo tanto, la Sala concluye que el artículo 2º del Proyecto es constitucional.
Artículo
3º Procedimiento para la inscripción en el REDAM
El
acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez y/o funcionario
que conoce o conoció del proceso y/o de alimentos quien, previo a ordenar la
inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos, deberá correr
traslado de la solicitud al deudor alimentario que se reputa en mora por cinco
(5) días hábiles, al término de los cuales resolverá sobre la procedencia o no
de la misma, con fundamento en la existencia o no de una justa causa. La
decisión del juez y/o funcionario podrá ser objeto del recurso de reposición
quien dispondrá de cinco (5) días hábiles para resolverlo.
Parágrafo
1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, el juez o la autoridad oficiará en un plazo no
mayor a cinco (5) días hábiles a la entidad encargada de su operación con el
propósito de hacer efectiva la misma.
Parágrafo
2°. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora, siempre y cuando sea la primera
inscripción, en el evento de recurrencia en el incumplimiento de las cuotas
alimentarias y el pago de las mismas antes del registro, este se llevará a cabo
por tres meses en la segunda oportunidad y por 6 meses en las ocasiones
siguientes.
Parágrafo
3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en mora,
el juez oficiará en un plazo no mayor a cinco (5) días hábiles a la entidad
encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez ordenará el
retiro inmediato de la información negativa del deudor de alimentos del
Registro.
Parágrafo
4°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a
sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para poner
en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que dan
lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. La
Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, estará
obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo,
garantizando en todo caso, el derecho de contradicción y de defensa del
presunto deudor alimentario moroso.
148.
Contra esta regulación los intervinientes y la Procuraduría General formulan
varios cuestionamientos. Señalan que la expresión “solo” contenida en el
parágrafo 2º es inconstitucional, puesto que impide que el deudor alimentario
pueda exponer otras razones objetivas que le impiden solventar la mora, lo que
vulnera su derecho al debido proceso. Otros intervinientes consideran que la
constitucionalidad del parágrafo debe condicionarse a fin de que se permita el
deudor ejercer su derecho de defensa con argumentos diferentes al pago de la
obligación alimentaria. Llaman la atención, sobre este particular, acerca de la
contradicción existente entre los parágrafos 2º y 3º del artículo analizado:
mientras el primero determina un periodo de seis meses de permanencia del
registro en el caso de que el deudor sea reincidente, el segundo ordena la
exclusión del reporte cuando se acredite el pago.
Lo
anterior plantea una controversia sobre la caducidad del dato desfavorable.
Para resolver este asunto el ICBF considera que debe declararse la inexequibilidad
del parágrafo 2º. La Universidad del Rosario, a su turno, propone el
condicionamiento de la norma para que proceda el retiro del dato personal luego
del pago de la obligación. La Academia Colombiana de Jurisprudencia advierte
que la disposición es inconstitucional al no prever un plazo para la caducidad
del dato negativo. A esta consideración se suma el Procurador General, quien
solicita que se declare parcialmente inexequible el parágrafo 3º, en lo que
respecta a la permanencia de la información del obligado que reincide en el
incumplimiento. Esto, al considerar que la permanencia de ese dato es contraria
al derecho al habeas data.
Por
último, el Ministerio Público advierte que, con excepción del aspecto
planteado, la regulación es constitucional en tanto cumple con un juicio de
proporcionalidad en sentido estricto, relativo a la necesidad de proteger los
derechos de NNA. Ello ante la comprobación, explicada en esta sentencia, acerca
de que aunque existen otros mecanismos para obtener el pago de la obligación
alimentaria, estos se han mostrado ineficaces. Además, sostiene que la
afectación de los derechos a la intimidad y el habeas data resulta menor que el
beneficio obtenido en términos de protección de los derechos mencionados.
Habida
cuenta de que el artículo 3º del PLE tiene diferentes contenidos normativos, la
Corte los analizará de manera separada y en el orden propuesto por esa
disposición.
149.
El primer inciso contempla el procedimiento que debe surtirse previamente a la
inscripción en el REDAM. Radica en el acreedor alimentario la facultad para
solicitar el registro ante el juez o funcionario que conoció del proceso de
alimentos. Es claro que el que mejor conoce el estado de la obligación
alimentaria es el acreedor y la autoridad que puede evaluar objetivamente la
situación es aquella que impuso la medida. Este funcionario correrá traslado al
obligado para que se pronuncie sobre el asunto y, en particular, para que
demuestre si existe justa causa que enerve la inscripción mencionada. Para
garantizar el derecho de defensa, la decisión que adopte el juez podrá ser
objeto de recurso de recusación. A su vez, el parágrafo 1º determina que una
vez en firme la decisión que considera procedente la inscripción el juez o
autoridad oficiará a la entidad encargada de la operación del REDAM para que
haga efectiva esa actuación.
A
juicio de la Sala, la regulación integral de ese trámite es constitucional
puesto que desarrolla dos derechos fundamentales. De un lado, otorga eficacia
al derecho al debido proceso, en su componente del derecho de defensa, en tanto
confiere al deudor la oportunidad de manifestar su oposición en aquellos casos
en que haya acreditado el pago de la obligación y, con ello, la improcedencia
del registro. De otro lado, la norma protege el derecho al habeas data,
particularmente en lo que refiere a los principios de transparencia y
finalidad. El primero puesto que la regulación opera como una notificación del
titular del dato sobre el inicio del trámite tendiente a inscribir su
información personal en el REDAM, lo cual es un presupuesto para el
conocimiento, actualización y rectificación del dato. El segundo, puesto que al
preverse por el Legislador estatutario un procedimiento para verificar la
existencia de la mora como paso previo a la inscripción del dato personal en el
REDAM, se asegura que la recopilación del dato personal esté dirigida a cumplir
los fines de la base de datos, que son previstos por el artículo 1º del PLE.
En
ese sentido, al desarrollar postulados constitucionales, este primer inciso y
el parágrafo 1º del artículo 3º serán declarados constitucionales por la Corte.
150.
La Corte encuentra que respecto del parágrafo 2º, a pesar de su redacción
confusa, es posible identificar dos premisas. Una, que restringe al pago de la
obligación en mora como única excepción posible para evitar la inscripción en
el REDAM. Otra, que determina una fórmula de caducidad del dato desfavorable,
término por el que permanecerá la información personal luego del pago de la
obligación alimentaria y en el caso de que existe recurrencia en el
incumplimiento.
151.
La Sala desestima los cuestionamientos formulados contra el primer apartado
normativo y, en contrario considera que la regulación es constitucional. Esto
con base en las siguientes razones:
151.1
La inscripción opera solo después de acreditarse tres meses de mora. Esto
quiere decir que concurre un periodo considerable en el cual el obligado puede
utilizar los mecanismos judiciales y administrativos a su alcance para
acreditar ante la autoridad competente los motivos objetivos que no harían
exigible la obligación alimentaria, entre ellos la cesación de la obligación
ante la concurrencia de las causales legales de su extinción[232].
En
ese sentido, debe resaltarse que, con base en las reglas fijadas en el PLE, las
autoridades judiciales o administrativas están investidas de la competencia
para acreditar la existencia de la mora en el pago de los alimentos y, con
ello, la procedencia del registro. Esta competencia no puede extenderse al
punto de generar un procedimiento litigioso para debatir la obligación o de
permitir la discusión de pretensiones dirigidas a que se declare la
inexigibilidad de la obligación, puesto que para ello el ordenamiento jurídico
ofrece instancias procesales definidas y que disponen de las instancias
necesarias para garantizar el derecho al debido proceso y los demás derechos
fundamentales de las partes. En cambio, resultaría contrario a la Constitución
que, mediante el mecanismo expedito previsto en el inciso primero del artículo
3º del PLE, pudiese adoptarse decisiones de contenido declarativo sobre la
mencionada exigibilidad y que pudiese modificarse una decisión obligatoria.
151.2.
De manera similar, debe advertirse que, conforme al mismo artículo 3º, la
inscripción del registro está precedida del incumplimiento de una sentencia
judicial, acto administrativo o acuerdo conciliatorio en donde se ha definido
las condiciones de la obligación alimentaria y en el que el deudor ha tenido la
oportunidad de expresar las causales objetivas que harían inexigible la
obligación. Esto implica, en la gran mayoría de los casos, que la inscripción
en el REDAM ha estado precedida de una previa controversia sobre el
cumplimiento de la obligación, la cual dio lugar a una decisión judicial o
administrativa que la resolvió y que ahora viene a ser incumplida por el
obligado alimentario. En estas sucesivas etapas previas al registro, el deudor
cuenta con múltiples oportunidades para poner de presente las causales que, de
acuerdo con la ley, le eximen de la obligación alimentaria. Por ende, resulta
razonable que la excepción de pago sea la única admisible para enervar la
inscripción en el REDAM, puesto que todas las demás válidas fórmulas de
oposición bien pudieron discutirse en momentos procesales previas y con la
plenitud de las garantías del proceso.
151.3.
Además, restringir las excepciones oponibles a la de pago es una medida que
responde a la eficiencia que requiere el REDAM como herramienta de incentivo
para el pago de la obligación alimentaria incumplida. Como lo expuso la
Procuraduría General en su intervención y de acuerdo con los datos presentados
en el aparte introductorio de esta sección, no existen en Colombia suficientes
herramientas eficaces para el logro del pago de alimentos, circunstancia que
precisamente fue la que motivó la decisión del Legislador estatutario de crear
el REDAM como instrumento para incentivar el cumplimiento de dichas
obligaciones.
De la
misma manera, no puede perderse de vista que la efectividad de esta clase de
regulaciones también tiene efectos concretos en términos de igualdad de género,
en la medida en que son las mujeres, y en un especial las madres cabeza de
familia, quienes resultan más perjudicadas con el incumplimiento de las
obligaciones alimentarias en favor de menores de edad. De allí que imponer
requisitos mayores para la inscripción del REDAM, además de desconocer las
instancias adecuadas en donde deben resolverse las pretensiones dirigidas a
excusar el pago de la obligación alimentaria, también incide en la vigencia de
los derechos de las mujeres gravemente interferidos por ese incumplimiento.
A
partir de las consideraciones expuestas, el primer apartado normativo del
parágrafo 3º del artículo 2º será declarado constitucional por la Corte.
152.
En relación con el segundo apartado normativo del parágrafo mencionado, la Sala
advierte que su análisis debe hacerse de manera conjunta con el parágrafo 3º,
el cual establece la obligación del juez de ordenar la exclusión del dato
personal desfavorable del REDAM cuando se acredite el pago de la obligación
alimentaria incumplida. Esto debido a que regulan el mismo fenómeno, esto es,
la caducidad del dato negativo sobre el incumplimiento de la obligación
alimentaria.
Sobre
este asunto debe partirse de considerar que el principio de caducidad exige que
el dato personal desfavorable sea removido dentro de un plazo razonable, sin
que la Constitución defina la extensión de ese término. Por ende, este tendrá
que ser evaluado a la luz de dos parámetros: la naturaleza de la información
desfavorable y los objetivos a los que sirve la base de datos. Esto en el
entendido de que, cuando el dato personal en concreto no resulte pertinente para
esos propósitos, deberá ser excluido del tratamiento.
En
este caso, el dato da cuenta del incumplimiento de la obligación, conducta que
como se ha explicado reiteradamente en esta sentencia, (i) involucra la
afectación de los derechos fundamentales de los acreedores alimentarios, que
principalmente corresponden a NNA, sujetos de especial protección
constitucional; (ii) tiene un efecto particularmente intenso respecto de las
mujeres madres o cuidadoras, quienes, ante la mora del padre incumplido, deben asumir
en su integridad los gastos de sostenimiento familiar.
El
objetivo de la base de datos es, en los términos del artículo 1º del PLE,
establecer medidas para garantizar el pago de las obligaciones alimentarias,
por lo que resultan prima facie constitucionales aquellas medidas que
siendo razonables y proporcionadas sean idóneas para cumplir esa finalidad.
Estas medidas son, en esencia, incentivos de diferente índole que promueven el
pago cumplido de la obligación alimentaria y la puesta al día en el caso de
aquellos deudores que incurren en mora.
153.
A pesar de la presunta contradicción entre los parágrafos 2º y 3º del artículo
3º, la Corte encuentra que pueden armonizarse a partir de una lectura detenida
que muestra un esquema progresivo de caducidad del dato sobre la mora del
deudor alimentario, que es el propuesto por el PLE. Así, ante el primer
incumplimiento en la obligación, su pago genera el retiro inmediato del dato
inscrito en el REDAM, conforme lo regula el parágrafo 3º. Cuando la mora se presente
por una segunda oportunidad, el dato desfavorable estará sometido un término de
caducidad de tres meses. Finalmente, si se incurre por tercera o más veces en
mora en el pago de la obligación alimentaria, la inscripción del dato personal
desfavorable se mantendrá por seis meses.
No
obstante, tres tipos de controversias interpretativas surgen de este esquema:
(i) ¿a partir de cuándo debe contarse la caducidad del dato desfavorable; (ii)
¿prever un plazo de caducidad como el expuesto es compatible con el principio
de caducidad del dato personal desfavorable?; y (iiii) ¿cuál es el plazo de
caducidad que debe preverse tratándose de obligaciones alimentarias que
permanecen insolutas?
154.
Frente al primer asunto, la Sala considera que el término de caducidad debe
contarse a partir del pago de la obligación, fundándose en dos tipos de
argumentos. Uno de carácter lógico interpretativo, derivado de que el esquema
progresivo propuesto por el PLE requiere de un momento preciso a partir del
cual se inicie a contabilizar la caducidad de la información y este no puede
ser otro que el pago de la obligación, debido a que es el parámetro previsto
por el parágrafo 4º. Otro de carácter analógico, puesto que al analizar la
regulación estatutaria sobre habeas data, particularmente la Ley 1266 de 2008
sobre administración de datos personales de contenido financiero, comercial y
crediticio, se encuentra que la caducidad se cuenta desde el momento del pago
de la obligación[233].
De esta manera, con base en la regla de remisión normativa prevista en el
artículo 8º del PLE y habida cuenta de que se trata de asuntos afines, es
aceptable interpretar la norma en ese sentido.
155.
Respecto del segundo asunto, la Corte disiente de lo planteado por los
intervinientes y el Procurador General y considera, en cambio, que el esquema
progresivo de caducidad del dato personal desfavorable es compatible con la
Constitución. Esta conclusión se sustenta en advertir que se trata de un asunto
que hace parte del margen de configuración normativa del Legislador
estatutario, quien ha adoptado un plazo razonable.
Nótese
que la permanencia del dato negativo es directamente proporcional al plazo en
que la obligación alimentaria estuvo en mora y luego de haberse realizado el
reporte. No debe perderse de vista que la primera inscripción del dato personal
ya estuvo precedida de un periodo mínimo de mora de tres meses, pues antes de
la comprobación de ese plazo el registro es improcedente, de conformidad con lo
previsto en el artículo 2º del PLE. Quiere ello decir que un segundo registro
estará precedido de cuando menos seis meses de mora (tres meses iniciales y
otros tres meses exigidos para el nuevo registro) y a partir del tercer
registro el plazo de la mora no será menor de nueve meses. Por lo tanto, los
plazos de caducidad del dato son inclusive inferiores al término en que la
obligación permaneció en mora antes de su pago por el deudor alimentario.
Si se
parte de la base que la jurisprudencia constitucional en asuntos análogos ha
considerado que el plazo equivalente al doble de la mora[234]
es razonable para la caducidad del dato financiero negativo, en el caso de la
inscripción de información desfavorable contenida en el REDAM este estándar es
cumplido con suficiencia.
Adicionalmente,
prodigar el mismo tratamiento jurídico a los distintos supuestos de
incumplimiento generaría un trato inequitativo y contrario al logro de los
fines del REDAM. En efecto, considerar que al margen del periodo en mora debe
excluirse el reporte una vez proceda el pago eliminaría los incentivos para el
oportuno cumplimiento de la obligación alimentaria. Esto en el entendido de que
el deudor tendría las mismas consecuencias, en términos de la aplicación de los
efectos jurídicos previstas en el REDAM, si incumple sus obligaciones por
primera vez o de forma sistemática. Este escenario, sin duda alguna, atenta
contra las finalidades del tratamiento y de información y ofrece menores
garantías para la eficacia de los derechos fundamentales de los acreedores
alimentarios, así como de las personas, la mayoría de las veces mujeres, que
asumen la manutención de aquellos ante el incumplimiento.
156.
Para resolver el tercer interrogante la Sala debe partir de que, de acuerdo con
el artículo 422 del Código Civil, los alimentos que se deben por ley se
entienden concedidos por toda la vida del alimentario. Esto con excepción de
los alimentos debidos a los hijos que no están en situación de discapacidad,
que son exigibles hasta la mayoría de edad. Adicionalmente, la jurisprudencia
constitucional[235]
y de la Corte Suprema de Justicia[236]
ha destacado que tratándose de los descendientes, la obligación alimentaria
subsiste hasta que el acreedor llegue a la mayoría de edad o cuando, habiéndose
cumplido esa edad, se encuentra inhabilitado para prodigarse su propia
subsistencia, por ejemplo debido a que cursa estudios en jornada completa lo
cual le impide ejercer una profesión u oficio; esto hasta los 25 años o
excepcionalmente en un plazo superior, como ha sido reconocido también
jurisprudencialmente[237].
Por lo
tanto, el derecho a pedir alimentos se extingue por la muerte del acreedor o,
en el caso de los hijos e hijas, por llegar a determinada edad o situación que
permite la autonomía económica del sujeto. Este fenómeno es diferente a la
posibilidad de alegar la prescripción de la obligación alimentaria en concreto,
según la jurisprudencia de la Sala de Casación Civil, según la cual puede
alegarse judicialmente la aplicación de cualquiera de las causales de extinción
de las obligaciones, incluso frente al crédito derivado del derecho de
alimentos y, en todo caso, salvaguardándose los derechos de los menores de edad
a quienes no les es predicable la prescripción de la obligación[238].
157.
En apartado anterior se dejó claro que la función del REDAM se concentra en dar
cuenta del incumplimiento de la obligación alimentaria, por lo que no hace
parte de la competencia de los jueces o autoridades administrativas decidir, en
el marco del trámite regulado en el artículo 3º del PLE, sobre la procedencia
de causales de extinción de la obligación alimentaria. Por ende, esa clase de
asuntos tendrán que decidirse por la autoridad judicial competente y en el
proceso respectivo.
En lo
que respecta a la inscripción en el REDAM y conforme se deriva del principio de
veracidad propio del habeas data, la información deberá mantenerse en el
registro mientras sea cierta, esto es, mientras se mantenga la mora. Sin
embargo, en caso de que se compruebe judicialmente la extinción de la
obligación, la información personal deberá mantenerse en el REDAM por el
término de seis meses, el cual es plazo máximo de permanencia previsto por el
PLE. Este término se contará a partir de la ejecutoria de la sentencia que
declaró dicha extinción.
Comprueba
la Corte que sobre la materia concurren dos posibles interpretaciones. La
identificada por los intervinientes, según la cual ante el silencio del
Legislador estatutario sobre la caducidad del dato personal en el caso de
obligaciones absolutas, el reporte tendría carácter permanente. Otra
interpretación es la planteada en esta sentencia, la cual simultáneamente
reconoce la necesidad de que la extinción de la obligación insoluta deba ser
decretada judicialmente y que el reporte generada por ella debe eliminarse
luego de un plazo razonable que ha previsto el PLE. En la medida en que
únicamente la segunda comprensión de la norma la hace compatible con el
principio de caducidad propio del derecho al habeas data, entonces la Corte
condicionará la constitucionalidad de los parágrafos 2º y 3º en ese sentido.
158.
Adicionalmente, la Sala encuentra que el parágrafo 3º del artículo 3º incurre
en una omisión legislativa relativa, en realidad derivada de un error de
técnica, que motiva la adopción de un fallo de constitucionalidad condicionada.
La disposición prescribe el deber del juez de ordenar la cancelación de la
inscripción en el REDAM cuando se acredite el pago total de la obligación
alimentaria. Sin embargo, esta norma deja de tener en cuenta que idéntico deber
jurídico debe predicarse de la autoridad administrativa que ordenó la
inscripción. De lo contrario se generaría un tratamiento discriminatorio
injustificado en contra de los deudores cuyo registro fue autorizado por dicha
autoridad y que han satisfecho la obligación.
Por
ende, están acreditadas las condiciones para la comprobación de la omisión
legislativa relativa, a saber: (i) la existencia de una norma de la que se
predica dicha omisión; (ii) un trato diferente entre los deudores cuya
información ha sido incorporada en el REDAM y que se han puesto al día; y (iii)
la inexistencia de una razón constitucionalmente admisible para prodigar un
tratamiento distinto. De allí que resulte necesario condicionar la
constitucionalidad del parágrafo en comento, en el entendido de que, en caso de
que se cancele totalmente la obligación en mora, tanto el juez como la
autoridad administrativa que autorizó la inscripción en el REDAM deberán
oficiar a la entidad responsable del tratamiento para que proceda el retiro de
la información personal.
159.
El parágrafo 4º faculta al acreedor alimentario cuya obligación conste en
título ejecutivo diferente a sentencia judicial, como podría ser un acuerdo
conciliatorio, para que ante el incumplimiento solicite a una comisaría de
familia o al ICBF que inicie el procedimiento descrito en el artículo 3º para
obtener la inscripción del deudor incumplido en el REDAM. Esta norma no plantea
mayores debates sobre su constitucionalidad y, antes bien, se muestra como una
herramienta adecuada para la garantía del derecho a la igualdad entre los
diferentes acreedores alimentarios y respecto a la distribución de los
incentivos para el pago derivado de dicha inscripción. De allí que la Sala
declarará su constitucionalidad.
160.
En conclusión, la Sala declarará la constitucionalidad condicionada del
artículo 3º en el entendido de que (i) una vez declarada judicialmente la
extinción de la obligación alimentaria insoluta, la inscripción en el REDAM
permanecerá por el término de seis meses, contados a partir de la ejecutoria de
la sentencia respectiva; y (ii) en caso del pago total de la obligación
alimentaria en mora, tanto el juez como la autoridad administrativa que
autorizó la inscripción en el REDAM deberán oficiar a la entidad responsable
del tratamiento para que proceda el retiro de la información personal.
Artículo
4º Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos
Las
funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
1.
Llevar un registro de los deudores alimentarios morosos.
2.
Expedir gratuitamente los certificados a través de página web, que soliciten
las personas naturales o jurídicas, públicas o privadas.
Estos
certificados deberán contener como mínimo la información contemplada en el
artículo 5° de la presente ley.
Parágrafo.
Los certificados contemplados en el numeral 2 del presente artículo, tendrán
una validez de tres (3) meses y podrán expedirse por medio de documento en
físico o por plataformas tecnológicas o virtuales que permitan que este sea
expedido con celeridad y practicidad para el ciudadano. El Gobierno nacional
reglamentará la materia, respetando en todo caso lo contemplado en las Leyes
1266 de 2008 y 1581 de 2012.
161.
Varios de los intervinientes y el Procurador General cuestionan este artículo
al considerar que la circulación indiscriminada de la información personal
contenida en el REDAM y su puesta a disposición a todas las personas vulnera el
derecho a la intimidad. Para solucionar esta controversia proponen dos fórmulas
de constitucionalidad condicionada: la circulación del dato exclusivamente a
las autoridades vinculadas con las consecuencias del reporte en el REDAM o la
limitación de los datos personales que pueden ser objeto de consulta, de modo
que solo den cuenta de la finalidad de la recopilación, por lo que los terceros
con interés legítimo deberán usar esos datos únicamente para los fines para los
que fueron recopilados. La Unión del Notariado Colombiano considera que, con
ese mismo fin, la expresión “ciudadano” del parágrafo del artículo 4º debe ser
sustituida por “requirente”.
162.
En fundamentos jurídicos anteriores han sido expuestas las razones que
justifican la validez del objetivo del REDAM como mecanismo para el logro del
pago de las obligaciones alimentarias morosas. Por ende, las funciones
contenidas en la regulación analizada, consistentes en llevar el registro,
expedir gratuitamente los certificados que se soliciten, fijar las reglas sobre
término de vigencia de esos documentos y los medios tecnológicos que pueden
utilizarse, y reconocer que el Gobierno puede ejercer la facultad reglamentaria
para la materia, teniendo como límite la legislación estatutaria sobre habeas
data, son tópicos que no presentan controversias constitucionales.
De un
lado, se trata de previsiones de carácter eminentemente operativo acerca del
tratamiento de la información que son, salvo en lo que respecta a la circulación
del dato personal, compatibles con los principios que informan la
administración de datos personales. De otro lado, precisamente debido a esa
naturaleza técnica, no están sometidos a reserva de ley por lo que no merece
reproche su estipulación mediante el reglamento. Esto más aún si se tiene en
cuenta que de forma expresa esa habilitación está sometida a las normas
estatutarias que prevén, entre otros asuntos, los mencionados principios.
163.
La discusión radica, como lo ponen de presente los intervinientes, en la
posible afectación del derecho al habeas data por el hecho de la circulación
indiscriminada de la información personal. De la lectura del artículo puede
acertadamente concluirse que (i) cualquier persona puede obtener un certificado
sobre inscripción en el REDAM; y (ii) ese certificado contendrá la información
prevista en el artículo 5º del PLE, la cual identifica plenamente al deudor, el
documento fuente de la obligación, las condiciones de la mora en su pago y la
existencia misma de la inscripción.
Por
lo tanto, habrá que determinarse por parte de la Corte si viola el derecho a la
intimidad y el principio de circulación restringida que el REDAM incorpore
información personal del obligado al pago de alimentos, tanto sobre su
identificación y la existencia de la obligación insoluta y que estos datos
circulen libremente.
164.
Para resolver este problema jurídico debe recordarse que el dato personal sobre
el incumplimiento de la obligación alimentaria tiene carácter semiprivado. Esto
significa que si bien concurre un interés general sobre el conocimiento sobre
el dato personal, en este caso representado en la necesidad imperiosa de
proteger los derechos de los NNA, quienes son usualmente los acreedores de la
obligación alimentaria, al igual que evitar la imposición de cargas
desproporcionadas en contra de las mujeres que usualmente asumen esa
obligación, esa sola circunstancia no lo convierte en un dato público. Ello
debido a que involucra información vinculada con la intimidad de la familia y
que, si bien no pertenece al núcleo esencial de ese derecho, en todo caso está
amparada por ese derecho. Desde el punto de vista del contenido y alcance del
habeas data esta comprobación conlleva dos consecuencias definidas: (i) que la
circulación del dato personal está supeditada al consentimiento previo, claro y
expreso del titular o, como sucede en este caso, a una autorización legal
fundada en la necesidad imperiosa de proteger derechos constitucionales; y (ii)
que el tratamiento de la información personal debe circunscribirse a la
finalidad para la cual fue constituida la base de datos y que justificó bien la
autorización del titular o aquella de naturaleza legal. En otras palabras, no
se trata en modo alguno de datos que pueden circular libremente, como sucede
con la información personal pública.
165.
Llevadas estas premisas al caso analizado, para la Corte es evidente que la
información personal contenida en el REDAM no puede circular libremente, cuando
menos por tres tipos de razones. En primer lugar, porque no existe un vínculo
verificable entre el incentivo del pago de la obligación alimentaria y la
circulación indiscriminada del dato personal. Del hecho de que haya libre
acceso a la información personal no se deriva necesariamente una promoción
particular del cumplimiento de ese deber legal, sin que en una sociedad
democrática resulten aceptables actuaciones que tengan por objeto esencial el
escarnio público, puesto que son opuestas a la dignidad humana.
En
segundo lugar, el PLE determina en su artículo 6º las consecuencias de la
inscripción en el REDAM, por lo que el tratamiento de la información debe estar
dirigida a permitir la consecución de esos fines jurídicos. Usos diferentes de
esa información, que corresponderían a las infinitas variables que se derivan
del acceso público e indiscriminado del dato personal, son contrarias a los
principios de finalidad y circulación restringida explicados en esa decisión.
En
tercer lugar, permitir el acceso ilimitado a estos datos afectaría
desproporcionadamente el derecho a la intimidad del obligado y de su familia.
Como tuvo oportunidad de indicarse anteriormente y a propósito de la evaluación
de las razones que llevan a concluir que la información personal inscrita en el
REDAM es de índole semiprivada, los datos sobre el incumplimiento del deudor
alimentario refieren a situaciones muchas de las veces sensibles y que hacen
parte de un entramado más amplio de conflictos al interior de la familia. Por
lo mismo, hacen parte del objeto protegido por el derecho a la intimidad.
166.
Evidenciada esta situación, la Corte encuentra que la circulación
indiscriminada del dato personal analizado viola los derechos al habeas data y
a la intimidad. Sin embargo, como lo señalan algunos de los intervinientes y el
Procurador General, la norma puede ser interpretada de forma que se eviten los
riesgos antes mencionados. Ello a través de la restricción de la circulación
del dato exclusivamente a su titular y a las autoridades involucradas en
imponer las consecuencias jurídicas descritas en el artículo 6º del PLE. De
esta forma, se permite la normal operación del REDAM y se restringe la puesta a
disposición de la información únicamente a quienes tienen un interés legítimo,
amparado por la Constitución y por la legislación estatutaria, para acceder a
esos datos personales. En consecuencia, la Corte declarará constitucional el
artículo 4º del PLE en el entendido de que las personas naturales o jurídicas,
públicas o privadas, a las que refiere, serán exclusivamente aquellas que estén
vinculadas a la aplicación de las consecuencias de la inscripción en el REDAM
descritas en el artículo 6º de la presente ley estatutaria.
Artículo
5º - Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos
Contenido
de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El Registro
de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como mínimo, la siguiente
información:
1.
Nombres y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
2.
Domicilio actual o último conocido del Deudor Alimentario Moroso.
3.
Número de documento de identidad del Deudor Alimentario Moroso.
4.
Identificación del documento donde conste la obligación alimentaria.
5.
Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente e
intereses hasta la fecha de la comunicación.
6.
Identificación de la autoridad que ordena el registro.
7.
Fecha del registro.
167.
La Superintendencia de Industria y Comercio, al igual que el Procurador General
de la Nación señalan que, con el fin de garantizar el principio de finalidad en
la administración de datos personales, los datos recopilados deben ser
únicamente aquellos necesarios para cumplir con el objetivo de la base de
datos. Por ende, la interpretación de la expresión “como mínimo” que
contiene el inciso primero debe ser de interpretación restrictiva.
Estos
intervinientes también señalan que la Corte debe condicionar la norma para que
se prevea un plazo de caducidad del dato personal sobre la mora en el pago de
la obligación alimentaria. Con todo, estos fueron asuntos que la Sala ya tuvo
oportunidad de resolver a propósito del control de constitucionalidad del
artículo anterior y por esa razón no se referirá nuevamente a ello.
168.
En ese sentido, ahora habrá de determinarse si la inclusión de los datos
descritos en el artículo analizado es compatible con la Constitución y, en
particular, con los derechos a la intimidad y al habeas data.
La
Corte encuentra que el artículo analizado es constitucional. Los datos que
plantean permiten identificar adecuadamente la identificación y ubicación del
deudor moroso, así como el título que da cuenta de la obligación alimentaria
incumplida. Estos datos son necesarios para cumplir los dos aspectos
principales para los cuales ha sido instituida la base de datos: (i) la
imposición de las consecuencias de que trata el artículo 6º del PLE, que operan
como incentivos para el pago oportuno de la obligación; y (ii) la verificación
del pago en caso de que se acredite y, con ello, la remoción de la información
personal en el REDAM luego de los plazos descritos en el artículo 4º del PLE.
Además, no puede perderse de vista que la constitucionalidad condicionada
declarada respecto del artículo 4º del PLE hace que la información en comento
carezca de acceso público, lo que justifica su necesidad en vista que solo será
consultada por el titular del dato y por las autoridades concernidas en la
imposición de las consecuencias del reporte.
169.
La Sala, a su turno, no encuentra que ninguno de los datos que enlista el
artículo 5º resulten impertinentes o ajenos al tratamiento de información
personal propio del REDAM, con lo cual se cumple el principio de necesidad en
la administración de datos personales. Tampoco advierte la Corte que resulte
necesario el condicionamiento planteado por el Procurador General de la Nación
respecto de la expresión “como mínimo”. El sentido del condicionamiento
propuesto no haría más que reiterar que en la comprensión de la norma deben
cumplirse con los principios del habeas data, en particular el de finalidad. Es
evidente que no solo esta sino cada una de las disposiciones del PLE debe interpretarse
de manera armónica con estos principios, no solo porque la normativa analizada
así expresamente lo plantea, sino porque ese mandato se deriva del principio de
supremacía constitucional. Así, en caso de que se aceptase la solicitud del
Ministerio Público resultaría necesario condicionar la totalidad del articulado
del PLE en el mismo sentido, lo cual es por completo innecesario debido al
carácter superior y ordenador de los mencionados principios.
Sin
embargo, la Sala considera pertinente aclarar que la expresión “como mínimo”
tampoco significa que el Legislador estatutario haya conferido una potestad
ilimitada al Gobierno para que, en ejercicio de la facultad reglamentaria, pueda
incorporar cualquier otro contenido en los reportes del REDAM. En contrario, es
evidente que habida cuenta que la inclusión de información en ese registro incide
en el ámbito de protección del derecho a la intimidad, su regulación está
sometida a reserva material de ley. Ello significa que el Ejecutivo podrá
incorporar únicamente aquellos requisitos que hayan sido previstos por otras
disposiciones de naturaleza legal y que, a su vez, resulten pertinentes y
necesarios para cumplir con los propósitos del registro y en los términos
explicados en esta sentencia.
170.
Otro aspecto en donde la Corte considera necesario hacer algunas precisiones
conceptuales es el alcance del concepto “domicilio” contenido en el
numeral segundo del artículo 5º. En razón de que el PLE no ofrece una
definición sobre este aspecto, debe hacerse uso de las estipulaciones legales
que regulan la materia. De acuerdo con lo regulado por los artículos 76 a 78
del Código Civil (i) el domicilio consiste en la residencia acompañada, real o
presuntivamente, del ánimo de permanecer en ella; (ii) el domicilio civil
refiere a una parte determinada de un lugar del territorio; y (iii) el lugar
donde el individuo se asienta o donde ejerce habitualmente su profesión u
oficio, determina su domicilio civil o vecindad.
Esta
precisión conceptual es importante para el asunto analizado, puesto que debe
evitarse que la noción de domicilio subsuma a la de residencia, esta última
entendida como la identificación del lugar preciso de habitación o trabajo de
las personas. Ello debido a que, al ser el REDAM una modalidad de
administración de datos personales, está guiada por el principio de necesidad.
Efectivamente, mientras el domicilio es un dato semiprivado que está llamado a
circular bajo la autorización del titular o la orden legal que suple esa
voluntad, la residencia es un dato que corresponde a la intimidad de las
personas, precisamente porque la vivienda o el lugar de trabajo son los
entornos en que, por excelencia, se ejerce ese derecho y, por lo mismo, gozan
de una particular protección constitucional.
Por
ende, solo están llamados a incorporarse en los reportes respectivos y, en
consecuencia, circular en las condiciones previstas en la legislación
estatutaria, aquellos datos personales que permitan la adecuada identificación
del deudor. En este caso, la mención del municipio en que reside el obligado
alimentario, aunado con la demás información contenida en el registro, se
muestra suficiente y adecuada para cumplir con los objetivos propios del REDAM
explicados en esta sentencia.
171. La
inclusión en el registro del sitio de residencia, en cambio, se muestra
problemática por al menos dos tipos de razones: en primer lugar, el dato no es
necesario para la identificación plena del deudor alimentario y por parte de
las autoridades encargadas de aplicar las consecuencias del registro. En
efecto, el único acto de notificación personal que prevé el PLE es previo al
registro y dentro del trámite de traslado de que trata el inciso primero
del artículo 3º. Por ende, las actuaciones posteriores no suponen esa actuación
y, en consecuencia, en ellas bastarán la precisión sobre el domicilio del
actor. En segundo lugar, la decisión de incluir en el REDAM el lugar de
residencia constituiría una afectación desproporcionada, en tanto innecesaria,
del derecho a la intimidad no solo del deudor sino de su familia cuando la
dirección corresponda al sitio de vivienda. Por lo tanto, la Corte concluye que
la noción “domicilio” del numeral segundo del artículo 5º corresponde a la
identificación del municipio o distrito en el que reside el deudor alimentario,
sin que se extienda a su dirección de residencia.
A
partir de los anteriores argumentos, la Corte declarará la constitucionalidad
del artículo 5º del PLE.
Artículo
6º: Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos
Como
se ha explicado en varios apartes de esta sentencia, el artículo 6º del PLE es
la norma respecto de la cual se concentran el mayor número de reparos por parte
de los intervinientes y el Procurador General. Habida cuenta este hecho, sumado
a la extensión del precepto, la Sala hará un estudio separado de cada uno de
sus numerales, agrupándolos temáticamente cuando resulte pertinente.
172. Numerales
1º y 2º:
1.
El deudor alimentario moroso solo podrá contratar con el Estado una vez se
ponga a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias. Esta inhabilidad también
se predica del deudor alimentario moroso que actúe como representante legal de
la persona jurídica que aspira a contratar con el Estado. Estando en ejecución
el contrato, será causal de terminación del mismo incurrir en mora de las
obligaciones alimentarias.
2.
No se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos, hasta
tanto no se pongan a paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
Si
el deudor alimentario es servidor público al momento de su inscripción en el
Redam, estará sujeto a la suspensión del ejercicio de sus funciones, hasta
tanto no se ponga a paz y salvo con las obligaciones alimentarias. En todo
caso, se garantizará al deudor alimentario los derechos de defensa y debido
proceso.
Las
universidades de la Sabana y del Rosario, el ICBF, la Academia Colombiana de
Jurisprudencia y el Procurador General de la Nación sostienen que estos
numerales son inconstitucionales. Indican que son innecesarios y
desproporcionados, puesto que generan el efecto contrario al objetivo buscado
con el REDAM, consistente en el pago oportuno de las obligaciones alimentarias;
en cuanto privan al deudor de los recursos que requiere para asumir esa
obligación. Resaltan que existirían otros mecanismos menos gravosos, en particular
que procediese el descuento de las sumas debidas respecto de los ingresos que
surjan en virtud del contrato o la vinculación con el Estado. El ICBF indica
que en este caso se estaría ante una situación análoga a la que estudió la
Corte en la Sentencia C-657 de 1997, por lo que habría que aplicarse el
mismo sentido de decisión. Agregan que la extensión de las consecuencias de la
inscripción a las personas jurídicas también es desproporcionada y desconoce el
carácter personal de la obligación alimentaria. Por la misma razón, se afecta
el derecho al debido proceso de la persona jurídica, quien termina siendo
declarada responsable del pago de la acreencia sin que se hubiese surtido un
procedimiento previo y con su concurrencia.
173.
A partir de estos asuntos, los dos numerales citados generan los siguientes
problemas jurídicos que la Corte debe resolver:
¿Las
inhabilidades para el ejercicio de empleos públicos y para contratar con el
Estado resultan desproporcionadas e irrazonables, al presuntamente no ser
medidas necesarias para el cumplimiento de la obligación alimentaria?
¿Extender
las inhabilidades mencionadas a las personas jurídicas cuando su representante
legal es deudor moroso es desproporcionado al ampliar las consecuencias de una
obligación que es personal y, además, vulnera el derecho al debido proceso de
la persona jurídica?
¿Es
compatible con la Constitución la disposición que estipula una inhabilidad
sobreviniente cuando el contratista o representante legal de la persona
jurídica es inscrito en el REDAM durante la ejecución del contrato estatal?
174.
Para resolver el primer asunto debe partirse de recordar que el precedente de
esta Corporación ha sostenido que una de las causales válidas para la previsión
de inhabilidades para el ejercicio de cargos públicos es el debido cumplimiento
de las obligaciones legales, pudiendo plantearlas bien de tipo preventivo o
sancionatorio, estas últimas ante la comisión de conductas antijurídicas. El
incumplimiento de la obligación alimentaria es una evidente infracción de
normas legales, que además tiene una específica significación constitucional,
tal y como se ha explicado ampliamente en esta sentencia.
Es
por esta significación que la jurisprudencia constitucional ha admitido la
validez de la imposición de sanciones de la más alta índole contra el obligado
moroso, como es la responsabilidad penal por el delito de inasistencia
alimentaria. Debe llamarse la atención que contra ese tipo penal se formuló
demanda de inconstitucionalidad basada en argumentos similares a los planteados
por los intervinientes: la inconstitucionalidad derivada del hecho de que el
tratamiento penal de la inasistencia alimentaria impedía el ejercicio de
actividades laborales necesarias para la obtención de recursos destinados, precisamente,
para el pago de la obligación en mora. Por ende, es necesario hacer referencia
a lo decidido por la Corte en esos casos.
En la
Sentencia C-237 de 1997[239]
la Corte puso de presente que el delito de inasistencia alimentaria no
tenía como bien jurídico protegido el patrimonio del acreedor sino la familia.
Aunque la obligación alimentaria se traduce en una suma de dinero, “no se
castiga a quien la incumple, por defraudar el patrimonio ajeno, sino por faltar
a un deber nacido del vínculo de parentesco o matrimonio, y poner en peligro la
estabilidad de la familia y la subsistencia del beneficiario.”.
En
esta misma decisión, este Tribunal indicó que el análisis sobre la conveniencia
del tipo penal era un asunto propio del Legislador y fundado en razones de
política criminal. Por ende, la labor de la Corte era verificar la
razonabilidad y proporcionalidad de la medida, que en el caso se encontraban
acreditadas en razón de la importancia del bien jurídico tutelado[240]
175.
Una consideración similar fue expuesta en la Sentencia C-984 de 2002[241]
la cual analizó el mismo problema jurídico ante la expedición del actual
Código Penal. Además de reiterar los anteriores argumentos, la Sala Plena
explicó cómo la norma no vulneraba el derecho a la igualdad al imponer un
tratamiento más gravoso a los deudores de alimentos frente a los deudores de
otro tipo de obligaciones. Para ello señaló que se trataba de supuestos
diferentes en virtud de los fines constitucionales a los que sirve el pago de
los alimentos. Para la decisión en comento, la razón de la sanción penal en
este caso es “el incumplimiento [que] genera en la unidad familiar y
en la subsistencia de los miembros del núcleo social, mientras que el deudor
incumplido de otro tipo de créditos afecta, apenas, el patrimonio ajeno. Siendo
pues, dos situaciones diferentes las que se regulan en uno y otro caso, no
podría argumentarse con suficiencia un cargo por violación del derecho a la
igualdad.”
176. Finalmente, también deben reiterarse las
consideraciones realizadas por la Corte en la Sentencia C-651 de 2006[242],
citada en el fundamento jurídico 103 y en la que determinó que el
establecimiento de la inhabilidad derivada del registro en el boletín de responsables
fiscales era constitucional, porque (i) estaba fundada en la protección del
interés general representado en el pago oportuno de las obligaciones con el
Estado; (ii) era una medida idónea y eficaz para recaudar dichas acreencias; y
(ii) la medida es proporcional en términos de protección del mencionado interés
general, así como de la imparcialidad y la moralidad.
Esta regla, a su turno, guarda similitud con lo
decidido recientemente por la Corte en la Sentencia C-093 de 2020[243],
la cual declaró exequible la norma del Código Nacional de Seguridad y
Convivencia que establece como una de las consecuencias de la mora en el pago
de multas de policía la imposibilidad de ser nombrado o ascendido en un cargo
público[244].
La Sala consideró que el Legislador está habilitado para imponer requisitos
para el acceso a los cargos del Estado diferentes al mérito, como son aquellos
vinculados a la moralidad pública, a condición de que resulten proporcionales.
De esta manera, resultan razonables condiciones que “desarrollan para
garantizar fines imperiosos del Estado, tales como la defensa del principio de
igualdad, la garantía de derechos fundamentales de personas -p. ej., los
niños-, la protección de la vigencia del Estado de Derecho -cumplimiento de los
deberes constitucionales y legales-, entre otros.”
177.
Las reglas planteadas resultan útiles para resolver sobre las inhabilidades en
comento. Es claro que si se reconoce la validez constitucional de medidas
altamente invasivas de la autonomía individual, como son las que se derivan del
uso de la tipificación penal, resultaría un contrasentido cuestionar
instrumentos de menor intensidad, como es la imposición de este requisito para
el acceso a los cargos públicos o a contratar con el Estado. Adicionalmente, no
puede perderse de vista el hecho de que uno de los motivos que fundamentan la
imposición de inhabilidades es la conservación de la transparencia y la
moralidad administrativa. El incumplimiento de las obligaciones alimentaria
afecta valores constitucionales esenciales y, en modo alguno puede desconocerse
a la hora de analizar las calidades de los futuros servidores públicos o
contratistas del Estado.
178.
Adicionalmente, la Corte considera importante llamar la atención sobre dos
argumentos que deben tenerse en cuenta para resolver los problemas jurídicos
mencionados. De un lado, debe insistirse en el carácter central que tiene el
pago de la obligación alimentaria en términos de la protección de los derechos
fundamentales, en particular de los NNA. En ese sentido, el incumplimiento en
el pago de los alimentos no es un asunto equiparable a la mora en cualquier
otra obligación civil. Se trata de un deber jurídico básico, amparado por la
vigencia del principio de solidaridad y la protección que la Carta Política
prodiga a la familia como núcleo esencial de la sociedad. Estas diferentes
razones concurren en la validez de un margen de maniobra amplio para que el
Legislador determine consecuencias de ese cumplimiento, más aún cuando se trata
de relaciones entre el individuo y el Estado. Esto bajo el entendido de que
interesa a la sociedad en su conjunto que quienes concurren en el ejercicio de
las funciones públicas tengan las más altas calidades morales. Esa condición
es, sin duda alguna, incompatible con la mora en el pago de las obligaciones
alimentarias.
De
otro lado, también debe tenerse en cuenta que, contrario a como sucede con las
demás obligaciones civiles, los alimentos carecen de mecanismos paralelos de
pago. Mientras que otras deudas logran usualmente su pago a través de
instrumentos que no requieren la intervención judicial o administrativa, como
cobros prejurídicos o suspensiones de servicios ante la mora, no sucede lo
mismo respecto de la obligación alimentaria, a pesar de su vital importancia.
Este déficit justifica prima facie la acción del Legislador estatutario
para la fijación de mecanismos eficaces y que operen como incentivo para el
pago oportuno de los alimentos insolutos.
Sobre
este último aspecto, debe resaltarse que la aproximación que tiene el PLE al
fenómeno de la mora en el pago de los alimentos se basa, no en la imposición de
sanciones penales o de otra índole al obligado moroso, sino a un esquema que
privilegia (i) la previa notificación al deudor sobre el registro y con el fin
de que proceda al pago inmediato; y (ii) la determinación de consecuencias
económicas y laborales ante la persistencia en la falta de pago. Este enfoque
tiende a generar una serie de incentivos para el pago que son importantes, en
la medida en que se muestran más efectivos que la simple imposición de
sanciones que muchas de las veces no son ejecutadas y, en particular, no
guardan relación material con el cumplimiento de la acreencia.
179.
Con base en estas consideraciones la Corte decidirá el primero de los problemas
jurídicos planteados. Para ello hará uso de un juicio de proporcionalidad de
carácter intermedio, habida cuenta que la medida involucra una limitación al
ejercicio de los derechos políticos a acceder al desempeño de funciones y
cargos públicos.
La
Sala encuentra que la medida cumple con una finalidad no solamente importante,
sino imperiosa, consistente en proteger los derechos fundamentales de personas
que se ven afectados en su mínimo vital por el hecho del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias, quienes usualmente son sujetos de especial
protección constitucional. La medida, a su vez, es necesaria porque opera un
incentivo para el pago cumplido de esas obligaciones, al supeditar el
nombramiento o la suscripción del contrato respectivo al pago de esa
obligación.
Sobre
este aspecto particular la Corte se opone a lo planteado por varios
intervinientes y el Procurador General, en el sentido de que sería una medida
menos gravosa permitir el acceso al cargo público o la suscripción del contrato
y luego, a partir de los ingresos que reciba el obligado por ese concepto,
lograr el pago de la obligación alimentaria.
En
primer lugar, la evaluación sobre la conveniencia de la medida es un asunto que
corresponde prioritariamente al Legislador y, como se explicó anteriormente, la
Corte ha avalado la constitucionalidad de medidas que, como la sanción penal,
imponen consecuencias más intensas para el obligado que las que se derivan de
la mencionada inhabilidad.
En
segundo lugar, el cuestionamiento planteado por los intervinientes es
incompleto, en la medida en que solamente analiza el asunto desde el punto de
vista del acreedor pero deja de tener en cuenta la necesidad de resolver con
prontitud la mora en el pago de la obligación alimentaria. Así, supedita ese
pago a las actuaciones posteriores a la suscripción del contrato o a la
vinculación laboral o reglamentaria con el Estado. Con esa misma lógica podría
válidamente plantearse que el futuro servidor o contratista puede valerse de
los diferentes mecanismos de crédito existentes para atender la obligación
alimentaria y luego, con base en los salarios o ingresos contractuales
recibidos, asumir esa obligación y continuar con el pago cumplido de la
acreencia alimentaria. Esta opción encuentra fundamento adicional en el hecho
de que las personas que aspiran a los cargos públicos o a contratar con el
Estado generalmente no hacen parte de los sectores con mayores necesidades
sino, antes bien, están precedidos de determinado nivel de formación
profesional o técnica que los habilita para el empleo y que les permite acceder
a dichos mecanismos de crédito. En ese sentido, la Corte encuentra que existen
diferentes alternativas, todas ellas válidas desde la perspectiva
constitucional, por lo que su escogencia es un asunto en el que prima la deferencia
al procedimiento democrático y a la decisión del Legislador estatutario.
Por
último, debe tenerse en cuenta que esta conclusión no se opone a lo planteado
por la Sentencia C-657 de 1997 antes citada. En esa oportunidad, la
Corte concluyó que la restricción para acceder a los empleos del Estado por
encontrarse inscrito en el Registro Nacional de Protección Familiar era
inconstitucional, no porque la obligación alimentaria morosa no fuese materia
de reproche, sino porque la norma analizada no preveía ninguna instancia para
que el deudor ejerciese su derecho de contradicción y defensa, lo que afectaba
desproporcionadamente el derecho al trabajo.
En el
presente caso, como se explicó a propósito de la constitucionalidad del
artículo 4º del PLE, sí se prevén dichos mecanismos de contradicción a favor
del obligado, lo que demuestra la diferencia entre ambas situaciones y descarta
el carácter de precedente de dicha decisión judicial. Adicionalmente, debe
resaltarse que la misma Sentencia C-657 de 1997 concluyó que el
juramento sobre la inexistencia de obligaciones alimentarias en mora, exigido
por el artículo 6º de la Ley 311 de 1996, no afectaba el derecho al trabajo.
Para sustentar esta conclusión la decisión en comento explicó:
“Que una persona deba prestar juramento en el sentido
de que ignora tener un juicio pendiente por alimentos, o afirmando que cumplirá
las obligaciones que al respecto le impone la ley, no implica, como lo estima
el actor, una violación de su derecho al trabajo. La disposición legal no le
impide que lo ejerza ni implica que se lo despoje de la especial protección que
la Carta Política le garantiza. Apenas se establece un requisito previo, ligado
a las obligaciones que el trabajador debe cumplir si las tiene a cargo, con el
objeto de asegurar el ejercicio de los derechos de otras personas -quienes de
él pueden reclamar alimentos- para realizar los fines propios del Estado Social
de Derecho y la vigencia cierta del orden jurídico.
No debe olvidarse que el trabajo, además de ser un
derecho fundamental que el Estado ampara en todas sus modalidades, es también,
en los términos del artículo 25 de la Constitución, una obligación social. La
persona no trabaja solamente para su personal sustento, bajo una concepción
egoísta e individualista de la remuneración que recibe, sino que debe proyectar
su actividad al beneficio colectivo, principiando por el que, en razón de sus
compromisos de familia, debe atender con prioridad.
(…)
La Corte considera que el legislador bien puede exigir
que el ejercicio de los derechos tenga lugar sobre la base de asegurar que se
están cumpliendo los deberes y las obligaciones que les son correlativos,
siempre que no se afecte de manera injustificada el núcleo esencial de
aquéllos. El juramento, expresado en el sentido de la norma objeto de demanda,
no coarta el derecho de las personas a trabajar ni introduce entre ellas
distinciones ni discriminaciones carentes de motivo fundado y, por tanto, no
vulnera los artículos 13, 25 ni 53 de la Constitución Política.”
Como
es sencillo advertir, estos argumentos concurren en la línea jurisprudencial
explicada en este apartado y que justifica la validez constitucional de medidas
que supediten el ingreso al empleo público al pago cumplido de las obligaciones
alimentarias. A partir de estas consideraciones, la Corte concluye que la
medida analizada es razonable y proporcionada, solucionándose así el primer
problema jurídico.
180.
Respecto del segundo problema jurídico, la Corte parte de dos comprobaciones
importantes para este análisis. En primer término, aunque es evidente que el
representante legal de una persona jurídica es un sujeto jurídico diferente a
esta, en todo caso existe entre los dos una relación cualificada de dependencia
y confianza. El representante legal ejerce las acciones materiales en nombre de
la persona jurídica, está en capacidad de obligarla jurídicamente y es quien,
en suma, recae la carga de la interacción de la empresa o entidad con otros
sujetos. Asimismo, tratándose de formas societarias integradas por pluralidad
de personas naturales y/o jurídicas, el representante legal es depositario de
la confianza de los socios, por lo que sus cualidades morales, entre ellas el
debido cumplimiento de sus obligaciones alimentarias, es un asunto de la mayor
importancia y respecto del cual el Legislador puede válidamente plantear
consecuencias jurídicas específicas.
En
segundo lugar, habida cuenta estas condiciones e interacciones entre la persona
jurídica y su representante legal, es claro que surge un deber de debida
diligencia en su selección. Por ende, se espera que quienes ejercen la
representación legal de las sociedades que pretenden contratar con el Estado
sean personas idóneas desde el punto de vista del cumplimiento de sus
obligaciones, puesto que precisamente tendrán que interactuar con las entidades
públicas en la ejecución de contratos que están dirigidos a la satisfacción del
interés general. Quiere ello decir que esas cualidades del representante legal
interesan al Estado y, por esa misma razón, ingresan al margen de configuración
legislativa; más aún cuando se refieren al cumplimiento de deberes jurídicos
que, como la satisfacción de las acreencias alimentarias, están estrechamente
vinculados con la protección de derechos fundamentales.
181.
Entonces, resulta problemática la postura planteada por los intervinientes, en
el sentido de desligar la responsabilidad del representante legal de la de la
persona jurídica. La segunda tiene efectos prácticos en la interacción propia
de los negocios jurídicos en tanto existe la primera, de allí que se predique
el mencionado deber de mínima diligencia. Por ende, no se muestra
desproporcionado exigir que el representante legal no esté inscrito en el REDAM
como condición para contratar con el Estado, precisamente porque ese deber
apela tanto al cumplimiento de ese deber como al interés general representado
en la obligación de que las personas que participan en los procesos
contractuales públicos cumplan con sus deberes jurídicos esenciales, como es la
debida atención a las acreencias alimentarias.
Asimismo,
es importante reiterar que la Corte ha declarado la exequibilidad de normas que
establecen inhabilidades de amplio espectro para la contratación con el Estado
derivada del incumplimiento de obligaciones vinculadas con la satisfacción del
interés general. En la varias veces citada Sentencia C-651 de 2006 la
Corte consideró que era compatible con la Carta Política la prohibición de
contratar con el Estado con quien fuese deudor moroso de obligaciones fiscales,
sin hacer distinción entre las acreencias a cargo de las personas jurídicas o
sus representantes legales[245].
Por ende, lo que hace parte del margen de evaluación del Legislador es la
revisión de las calidades de quién contrata con el Estado, resultando por ende
artificiosa la distinción que plantean los intervinientes. Esto debido a que en
modo alguno se trasladan obligaciones de un sujeto jurídico a otro, sino que el
interés general se ve representado en que tanto las personas jurídicas como
quienes actúan en su nombre sean sujetos que cumplen con las obligaciones
vinculadas a la vigencia de derechos fundamentales.
182.
De la misma manera, la Sala encuentra dos tipos de argumentos adicionales que
también justifican la constitucionalidad de la extensión de las consecuencias
del REDAM a los representantes legales de las personas jurídicas. De un lado,
las normas legales confieren a dichas personas potestades amplias y flexibles[246]
para la remoción y sustitución en cualquier tiempo de sus representantes
legales[247],
generalmente delegando el nombramiento de ese representante a la junta
directiva y conforme lo establezcan los estatutos.[248]
De esta manera resulta plenamente factible que ante la contingencia de que el
representante sea registrado en el REDAM la persona jurídica pueda alternativamente
proceder a su pronta remoción (y con ello permitir el normal desarrollo del
objeto social frente a los contratos con el Estado) o exigir a aquel que se
ponga de inmediato al día en el pago de sus obligaciones, a fin de que sea
excluido de dicho registro. Es claro, en consecuencia, que la controversia en
la suscripción del contrato estatal dentro del supuesto estudiado puede ser
fácilmente resuelta mediante una decisión corporativa, que se muestra
compatible tanto con la oportuna asunción de la obligación alimentaria como con
la debida suscripción del contrato estatal.
183. De
otro lado, la Corte encuentra que a partir de determinados tipos societarios la
exclusión de los representantes legales de los efectos del REDAM puede generar
un déficit de protección de los derechos de los acreedores alimentarios. En
efecto, para el caso de la sociedad por acciones simplificada y conforme lo
estipulan los artículos 1º y 17 de la Ley 1258 de 2008, esta puede ser
conformada por una sola persona natural o jurídica y, en el primer supuesto,
durante el tiempo en que la sociedad cuente con un solo accionista, este podrá
ejercer las atribuciones que la ley le confiere a los distintos órganos
sociales, en cuanto sean compatibles, incluida la del representante legal.
Por
ende, bien podría esta sociedad unipersonal servir de vehículo para entorpecer
el pago de la obligación alimentaria cuando el único socio también ostente la
condición de representante legal. Así, en ese escenario y de acogerse la
postura propuesta por algunos intervinientes, podría oponerse al registro en el
REDAM y, con ello, debilitarse el incentivo para el pago cumplido de los
alimentos debidos.
Esta
razón concurre con las demás expuestas anteriormente en el sentido de extender
los efectos que impiden la contratación con el Estado cuando el representante
legal está reportado en el REDAM. Por supuesto, esta extensión también implica
la obligación del juez y/o funcionario que ordena la inscripción que comunique
de esta, en los términos del inciso primero del artículo 3º del PLE, no
únicamente a la persona natural sino también a la persona jurídica cuando
aquella es su representante legal. Esto con el fin de que puedan ejercer las
posibilidades de remoción o de exigencia del pago de la obligación,
anteriormente mencionadas. De esta manera, en caso de que no ejerza esas
opciones, la persona jurídica terminará siendo cobijada por los efectos del
reporte, no por el simple hecho de un tercero sino ante su propia inacción y
negligencia en acudir a los remedios legales para evitar tales consecuencias
jurídicas.
184. En
consecuencia, la Corte evidencia que concurren importantes razones de índole
constitucional que justifican la validez de la disposición que extiende las
inhabilidades a la persona jurídica cuando su representante legal está inscrito
el REDAM. Por ende, el segundo problema jurídico es resuelto por la Corte de
forma negativa.
185.
Frente al tercer problema jurídico que ofrecen los dos primeros incisos del
artículo 6º del PLE, la Corte encuentra que los mandatos legales que (i)
ordenan la suspensión del servidor público que es inscrito en el REDAM; y (ii)
obligan a la terminación del contrato cuando el contratista que es persona
natural o el representante legal de la persona jurídica incurran en mora en el
pago de las acreencias alimentarias, plantean algunas controversias que deben
ser resueltas en esta sentencia.
186.
En el primer evento es necesario definir si una medida de esa naturaleza se
muestra proporcionada y razonable. Para el efecto habrá de adelantarse un
juicio de proporcionalidad de carácter intermedio, habida consideración de que
la regulación afecta los derechos constitucionales del servidor público a
desempeñarse en el cargo.
Como
se ha expresado en diversos apartes de esta sentencia, la inscripción de los
datos personales del deudor alimentario moroso es una medida que busca
satisfacer fines constitucionalmente importantes e imperiosos, vinculados a la
protección de los derechos fundamentales, en particular de los NNA, que son
interferidos por la falta de pago de la obligación alimentaria. Además, la
medida se muestra idónea para cumplir esas finalidades en la medida en que
opera como un incentivo efectivo para que, advertido de la posibilidad de
suspensión en el cargo, no incurra en mora en sus obligaciones alimentarias.
Por
último, la medida es proporcionada en sentido estricto. La suspensión del
servidor público moroso está precedida, de acuerdo con lo previsto por el
artículo 4º de PLE, de una previa notificación en donde el deudor está en
capacidad de cancelar la obligación insoluta. Esta instancia es reafirmada por
la norma analizada cuando establece que la suspensión se realizará bajo la vigencia
del derecho al debido proceso. Asimismo, debido a la comprobación sobre el
ingreso salarial que se deriva del vínculo laboral o reglamentario con el
Estado, el obligado está en plena capacidad de asumir cumplidamente el pago de
sus obligaciones. A esto se suma la necesidad de que el servidor público
mantenga un comportamiento compatible con el principio de moralidad, que para
el caso se traduce en el debido cumplimiento de las obligaciones legales
vinculadas con la satisfacción de derechos fundamentales. Por ende, se
concluye que lo previsto en el inciso segundo del numeral segundo del artículo
6º del PLE es constitucional.
Sobre
este preciso particular también debe resaltarse que el Legislador ha dotado de
connotación disciplinaria al incumplimiento de la obligación alimentaria. En
efecto, el numeral 11 del artículo 35 del Código Disciplinario Único
actualmente vigente establece como una de las prohibiciones del servidor
público incumplir de manera reiterada e injustificada obligaciones civiles,
laborales, comerciales o de familia impuestas en decisiones judiciales o
admitidas en diligencia de conciliación. Acerca de la compatibilidad de esta
previsión con la Constitución, la Sentencia C-949 de 2002[249]
explicó que medidas de esta naturaleza son proporcionales en la medida en
que evitan el perjuicio que genera para la instituciones estatales contar con
servidores que incumplen sistemáticamente con deberes que se derivan del orden
jurídico. En ese sentido, hace parte de la libertad de configuración
legislativa establecer medidas sancionatorias ante esas conductas, las cuales
no solo protegen a la Administración sino que también están vinculadas con el
logro de objetivos que interesan a la sociedad en su conjunto.
Por
ende, es claro que existe un precedente constitucional identificable que
considera compatibles con la Constitución aquellas previsiones que reprochan la
conducta de los servidores públicos que incumplen con sus obligaciones
jurídicas, entre ellas las de carácter familiar. Esto porque a pesar de que en
estricto sentido ese cumplimiento no está vinculado con sus funciones, sí hay
un interés estatal válido y verificable en que los servidores públicos cumplan
con dichos deberes, más aún cuando se trata de aquellos que, como los
alimentos, están estrechamente ligados con la vigencia de los derechos fundamentales.
Es claro que la norma objeto de análisis se inserta dentro de esa perspectiva,
por lo que la Sala acoge el mismo sentido de decisión.
187.
Sin embargo, la Corte arriba a una conclusión diferente tratándose de lo
dispuesto en el numeral primero del mismo artículo. La regulación dispone que
si el contrato está en ejecución y el contratista o su representante legal
incurren en mora de las obligaciones alimentarias se configura causal de
terminación de aquel.
La
medida cumple el propósito constitucionalmente importante e imperioso de
satisfacer la obligación alimentaria y se muestra idónea para cumplirlo en
tanto conforma un incentivo relevante para que el contratista esté al día con
dicha obligación y, de esta manera, enerve la posibilidad de que se termine el
contrato. No obstante, la Sala encuentra que la medida impone un tratamiento
desproporcionado e irrazonable en términos de satisfacción de los principios
constitucionales de la función administrativa, en particular los de eficacia,
economía y celeridad. Esto por las siguientes razones:
187.1.
La norma no distingue entre las diferentes clases de contratos estatales, por
lo que tiene aplicación general. Por ende, se predica tanto del contrato de
prestación de servicios por parte de una persona natural como de aquellos que
involucran el suministro de bienes y servicios de toda índole y la construcción
de infraestructura. Es evidente que la suspensión abrupta de estos contratos
afecta gravemente los principios mencionados y, de una manera más amplia, el
adecuado funcionamiento del Estado y el cumplimiento de sus fines esenciales
mediante la actividad contractual. En ese sentido, se contradice la regla
fijada por la jurisprudencia constitucional que reconoce que la satisfacción de
los principios de economía, eficacia y celeridad no es un fin en sí misma, sino
que es un vehículo para el cumplimiento de los fines estatales, razón por la
cual resultan contrarios a la Constitución mandatos legales que impliquen
afectaciones desproporcionadas a estos principios[250].
187.2.
De aceptarse la terminación intempestiva de cualquier contrato estatal por el
hecho del incumplimiento de las obligaciones alimentarias se forzaría a la
Administración a adelantar nuevamente un proceso contractual, con las demoras y
traumatismos que ello acarrea, pues habría que terminarse el contrato de forma
inmediata, incluso a pesar de que el contratista esté cumpliendo adecuadamente
con el objeto del contrato estatal. Estas dificultades no solo se predican de
aquellos contratos que proveen bienes, sino incluso de la prestación de
servicios por parte de personas naturales, puesto que también en ese evento la
entidad estatal debe surtir un nuevo proceso y, en el entretanto, limitar su
capacidad de respuesta institucional ante la repentina finalización del vínculo
contractual.
Sobre
el particular es importante aclarar que esta circunstancia es diferente a la
analizada respecto de la suspensión del servidor público registrado en el
REDAM. Mientras en ese caso la Administración tiene a su disposición
herramientas jurídicas ágiles que permiten continuar con el servicio, en
particular el encargo provisional de las funciones que ejercía el moroso en
otro servidor público que cumpla con las condiciones legales exigidas[251],
esta opción no concurre cuando se trata del contrato estatal. Así, conforme el
régimen general de contratación estatal habría que adelantarse el proceso
correspondiente y, mientras tanto, suspenderse la ejecución del objeto del
contrato, lo que implica las graves consecuencias antes explicadas.
187.3.
La causal de terminación del contrato estatal que ofrece la regulación
estudiada es indeterminada. Nótese que la lectura literal de la parte final del
numeral 1º en revisión no refiere a la inscripción en el REDAM sino al
incumplimiento de las obligaciones alimentarias, que es un paso previo al
registro y que, por esta razón, no está amparado de los procedimientos explicados
en esta sentencia y que aseguran los derechos de contradicción y defensa del
deudor moroso. Por ende, la disposición analizada implica que basta con que se
acredite cualquier incumplimiento para que se termine el contrato, lo cual
refuerza la tesis sobre la desproporción de la medida. Esto más aún si se tiene
en cuenta que el Legislador estatutario no contempló ninguna medida intermedia
y menos onerosa en términos de continuidad del contrato estatal, como sí lo
hizo tratándose de los servidores públicos que son suspendidos y sí se supedita
la medida a la inscripción en el REDAM, lo que no sucede en el presente caso.
188.
Finalmente, la exclusión de la consecuencia jurídica en comento no impone un
tratamiento irrazonable o desproporcionado a los acreedores alimentarios. Ello
debido a que subsisten las demás consecuencias de la inscripción en el REDAM,
tanto para la persona natural contratista como para el representante legal de
la persona jurídica. Entre estas están la imposibilidad de contratar nuevamente
con el Estado o de acceder a cargos públicos, las cuales se concluyeron
compatibles con la Constitución.
En
consecuencia, la Corte declarará la inconstitucionalidad de la expresión “Estando
en ejecución el contrato, será causal de terminación del mismo incurrir en mora
de las obligaciones alimentarias”.
Por
último, la Sala estima necesario hacer algunas precisiones sobre la
constitucionalidad de aspectos particulares del numeral 2º del artículo 6º
analizado.
189.
Respecto del inciso primero, la Corte advierte que existe un lapsus calami en
su redacción derivado de la indebida inclusión del adverbio “no”. En efecto, la
norma establece que no se podrán nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de
elección popular a las personas registradas en el REDAM, “hasta tanto no se
pongan a paz y salvo con las obligaciones alimentarias”. Es evidente que la
lectura sistemática de esta disposición con el resto del articulado lleva a la
conclusión inequívoca que el nombramiento o posesión está suspendido hasta que se
pague la obligación, lo que hace innecesaria la referida expresión. Este yerro,
no obstante, no significa la inconstitucionalidad de dicho adverbio, puesto que
(i) el ejercicio del control de constitucionalidad no tiene como objeto
corregir la redacción del Legislador; y en todo caso (ii) la dificultad
explicada puede fácilmente superarse mediante un adecuado ejercicio
interpretativo, lo que deja a salvo a la correcta comprensión del precepto.
190. En
relación con ese mismo inciso, la Sala advierte que surgiría la duda acerca de
cuándo opera la consecuencia jurídica en comento tratándose de los cargos de
elección popular. Esto debido a que si se atiene a otras normas legales que
regulan la materia[252],
habría que determinarse si la inscripción en el REDAM constituye inhabilidad
para la inscripción de la candidatura o únicamente para la posesión del
candidato electo.
La
Corte considera que la inhabilidad objeto de análisis opera únicamente al
momento de la posesión del elegido, conclusión que se apoya en razones de
índole literal, histórica y sistemática. En cuanto a lo primero, el numeral 2º
analizado restringe la inhabilidad a los actos de nombramiento y posesión, sin
que los extienda a la inscripción de candidatos de elección popular, por lo que
no resulta permitido que a través de un ejercicio interpretativo se incluya un
ingrediente normativo que no fue contemplado por el Legislador estatutario.
Respecto
de lo segundo, revisado el trámite legislativo se encuentra que durante la
exposición del PLE en el debate ante la Comisión Primera de la Cámara de
Representantes, el ponente de la iniciativa insiste en que la inhabilidad opera
para la posesión en los cargos públicos, entre ellos los de elección popular.
Sobre el particular, se lee en el acta respectiva lo siguiente:
“La inscripción en el registro de que efectivamente no
está en mora o se encuentra al día, pues una vez se haga la inscripción por
parte de la autoridad que se establece aquí en el articulado y aquí en el
proyecto para llevarlo a cabo, pues las inhabilidades para contratar con el
Estado no se podría generar pues posición[253]
(sic) en cargos públicos ni de
elección popular, daría los impedimentos para perfeccionar la enajenación de
bienes muebles o inmuebles sometidos a registro y esto con el fin también,
donde muchas veces se genera insolvencia por parte de aquellos acreedores
morosos que se insolventan para precisamente no ser sujeto de las acciones
ejecutivas que se derivan no solamente de las Sentencias sino de las actas de
conciliación o acuerdos conciliatorios que prestan mérito ejecutivo.”[254]
En
cuanto al tercer aspecto la Sala encuentra que interpretado el numeral en su
conjunto es unívoca la intención del Legislador estatutario de aplicar la
inhabilidad al momento de la posesión de los distintos cargos, entre ellos los
de elección popular. Esto actúa en consonancia con lo explicado en precedencia
acerca de la necesidad de que los servidores públicos cumplan con sus
obligaciones jurídicas en tanto exigencia vinculada con la imagen del Estado y
el interés general vinculado a ese cumplimiento. Asimismo, la satisfacción de
las obligaciones familiares es un asunto que se muestra pertinente para el
escrutinio ciudadano previo a la elección, lo que también concurre en que la
inhabilidad opere una vez el candidato ha sido electo y se posesiona en la
dignidad correspondiente.
191. Frente
al inciso segundo del numeral 2º, se encuentra que incurre en el mismo lapsus
calami antes enunciado, por lo que la Corte se remite a las razones
explicadas en fundamento jurídico anterior. Frente a los demás contenidos
normativos de ese apartado, se ha explicado que la suspensión del servidor
público inscrito en el REDAM, hasta tanto se ponga al día en el pago de las
obligaciones alimentarias, es una medida proporcionada y razonable para la
satisfacción de esa acreencia y, a su vez, no impone consecuencias irrazonables
para la administración pública. En ese sentido, el Legislador estatutario
dispone una inhabilidad sobreviniente que busca garantizar, conforme con los
argumentos anteriormente explicados, que el comportamiento del servidor público
sea compatible con estándares aceptables de ética pública, representada en este
caso en el cumplimiento de sus obligaciones jurídicas esenciales. Asimismo, la medida
opera como un incentivo eficaz para el logro del pago de los alimentos, puesto
que supedita el reintegro del servidor público a que se ponga al día a ese
respecto.
Del mismo
modo, la previsión que estipula que en todo caso se garantizará al deudor
alimentario los derechos de defensa y el debido proceso no hace nada distinto que
reiterar garantías de raigambre constitucional, por lo que su exequibilidad no
ofrece ningún cuestionamiento.
192. Numerales
3º y 4º
3.
Cuando el deudor alimentario pretenda perfeccionar la enajenación de bienes
muebles o inmuebles sujetos a registro, la notaría exigirá el certificado del
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En caso de estar reportado, el monto
de las cuotas alimentarias adeudadas se sumará a la tarifa de los derechos
notariales. Será obligación de la notaría depositar lo adeudado a orden de la
autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, con la finalidad de solventar
la deuda alimentaria originaria.
4.
Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o la renovación de un crédito
ante una entidad bancaria o de financiamiento, se exigirá el certificado del
Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso de ser aprobado, será
obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado a orden de la
autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, para que solvente la deuda
alimentaria originaria.
La
Unión Colegiada del Notariado Colombiano considera que el numeral tercero es
inconstitucional debido a que impone una atribución extraña a la actividad
fedante, consistente en el recaudo de obligaciones alimentarias. Además,
considera que afecta de forma desproporcionada la autonomía privada al someter
a requisitos adicionales los actos contractuales de enajenación de bienes. La
Superintendencia Financiera considera que el numeral cuarto se opone al acceso
y la democratización del crédito debido a que impone un desincentivo para la
adquisición de préstamos y hace más complejo el cálculo del riesgo crediticio.
El ICBF plantea una acusación general contra ambos numerales, al considerar que
vulneran la Constitución debido a que privan al obligado moroso de recursos
requeridos para el pago de la acreencia alimentaria. Finalmente, la Academia
Colombiana de Jurisprudencia cuestiona que las normas impongan lo que en la
práctica es una pena de confiscación en contra del deudor alimentario moroso,
mediante una forma de “impuesto” que desconoce la Constitución.
193.
La Corte advierte que los numerales 3º y 4º del artículo 6º del PLE plantean
dificultades de índole constitucional, pero por razones diferentes a las
planteadas por los intervinientes. A través de estas previsiones el Legislador
estatutario dispuso un mecanismo de ejecución de la obligación alimentaria, a
cargo de notarios y entidades del sector financiero, instrumento que es
concurrente con otros que el ordenamiento jurídico confiere a los jueces
ordinarios y que fueron explicados en esta sentencia.
Esta
decisión legislativa conlleva dos falencias que implican su
inconstitucionalidad. De un lado, configuran una atribución de facultades
jurisdiccionales sin que se cumplan los requisitos para el efecto. De otro
lado, omiten prever una serie de reglas y condiciones constitucionalmente
obligatorias para la garantía del derecho al debido proceso.
194.
En cuanto al primer aspecto, el artículo 116 de la Constitución establece que
excepcionalmente los particulares pueden ser investidos transitoriamente de la función
de administrar justicia en la condición de jurados en las causas criminales o
en la de árbitros habilitados por las partes para proferir fallos en derecho o
en equidad.
A
partir de esta caracterización, la Corte ha considerado[255]
que la habilitación a los particulares para el ejercicio de la función de
administrar justicia: (i) es de carácter esencialmente ocasional o transitoria,
por lo que son incompatibles con la Constitución normas que trasladen dicha
función de manera permanente; (ii) es una forma de colaboración en la eficacia
del acceso a la administración de justicia, sin que puedan reemplazar al
ejercicio estatal de la jurisdicción, este sí de naturaleza general y
permanente; y (iii) está supeditada a la convocatoria de las partes y su
acuerdo en hacer uso de esa forma excepcional de resolución de conflictos. Por
ende, su uso depende del previo compromiso consensuado entre las partes sin que
pueda operar de manera coactiva, como sí sucede con la jurisdicción del Estado.
Los
numerales analizados infringen dos de los requisitos mencionados. Atribuyen una
función de carácter permanente a particulares, consistente en un mecanismo de
cobro para la obligación alimentaria en mora. Asimismo, esa función judicial
de ejecución opera sin el previo consenso de las partes. Aunque es claro que el
uso de los trámites notariales para la tradición de bienes sujetos a registro y
la solicitud de créditos son actos voluntarios, en todo caso la decisión en
estos casos se restringe a acceder a esos servicios, más no a someter la
ejecución de la mora alimentaria a la decisión de un particular.
195.
En segundo término, las disposiciones examinadas incurren en falencias que van
más allá de simples aspectos operativos en su aplicación y que, en contrario,
vulneran el derecho al debido proceso. En efecto, las normas no plantean
mecanismo alguno para la liquidación de la acreencia debida ni tampoco algún
instrumento que permita al acreedor demostrar si ha cumplido parcial o
totalmente con la obligación. Tampoco se prevé ningún procedimiento para la
formulación de la excepción de pago ni otros medios de defensa que sí concurren
en el proceso de ejecución ante los jueces ordinarios.
Incluso,
el trámite se adelantaría sin que exista un documento que tenga mérito
ejecutivo, puesto que, como se ha explicado en esta sentencia, el REDAM se restringe
a recopilar información personal sobre el incumplimiento de la obligación
alimentaria, pero no toma la forma de documento que dé cuenta de la existencia
de esas acreencias, ni menos aún que reemplace la sentencia judicial o el
acuerdo conciliatorio que sí tiene dicha naturaleza ejecutiva. Esta
circunstancia no solo tiene implicaciones legales, sino también
constitucionales en la medida en que, al no concurrir los elementos esenciales
de todo juicio de ejecución, es inviable cualquier mecanismo de defensa del
deudor, así como la exigibilidad plena de los derechos del acreedor. Así por
ejemplo, no hay ninguna instancia que permita al acreedor alimentario verificar
si su crédito se ha liquidado correctamente.
196. Bajo
esas circunstancias, los derechos que contradicción y defensa que integran el
debido proceso están ante un evidente déficit de protección. Esto implica la
inexequibilidad de los apartados de los numerales analizados y que establecen
la acción de cobro de la obligación a cargo de los notarios o las entidades
bancarias y de financiamiento. Los apartes iniciales de cada numeral son
constitucionales puesto que tienen un propósito eminentemente informativo y su
previsión no incide en la eficacia del derecho al debido proceso del deudor
alimentario. Nótese que establecer el deber de contar con el reporte para el
perfeccionamiento de actos sujetos a registro inmobiliario o para la solicitud
de un producto de crédito no es una previsión que se oponga la Constitución.
Inclusive, en el último caso contar con esa información resulta pertinente para
la evaluación del riesgo crediticio del futuro deudor y a partir de su grado de
cumplimiento con la obligación alimentaria. Así, conformaría un nuevo incentivo
para el pago de esa acreencia, puesto que el interesado tendría motivos
importantes para ponerse al día como paso previo a la solicitud de crédito.
Por
lo tanto, la Corte declarará la inconstitucionalidad de las expresiones: (i) “En
caso de estar reportado, el monto de las cuotas alimentarias adeudadas se
sumará a la tarifa de los derechos notariales. Será obligación de la notaría
depositar lo adeudado a orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el
Registro, con la finalidad de solventar la deuda alimentaria originaria.” contenida
en el numeral tercero; y (ii) “y, en caso de ser aprobado, será obligación
de la entidad otorgante depositar lo adeudado a orden de la autoridad que
ordenó la inscripción en el Registro, para que solvente la deuda alimentaria
originaria” prevista en el numeral cuarto. Esto debido a que son contrarios
al derecho fundamental mencionado y desconocen las condiciones de que trata el
artículo 116 la Constitución para la habilitación excepcional y temporal a los
particulares para que ejerzan la función de administrar justicia.
197. De
la misma forma, al tratarse de una disposición subordinada a la sección
declarada inexequible del numeral tercero y que perdería todo sentido ante esta
decisión, la Sala también concluye la inconstitucionalidad del parágrafo 2º del
artículo 6º del PLE. En efecto, la norma mencionada dispone lo siguiente:
Parágrafo 2°. La consecuencia contemplada en el
numeral 3° del presente artículo, aplica tanto para personas naturales como
para representantes legales de personas jurídicas, siempre que estas últimas
sean parte del negocio jurídico.
Como
se observa, es una cláusula normativa que depende por completo de la vigencia del
texto íntegro del numeral 3º del artículo 6º. En efecto, la extensión de las
consecuencias a las personas naturales y representantes legales de personas
jurídicas que sean parte del negocio jurídico tiene sentido en caso de que se
hubiese mantenido la posibilidad de cobro de la obligación alimentaria como
condición del registro inmobiliario, más no cuando la remisión del reporte al
notario tiene un propósito eminentemente informativo. Por lo tanto, como dicha
previsión es parcialmente inconstitucional, según las razones expuestas
anteriormente, entonces igual consecuencia jurídica debe aplicarse frente a la
norma transcrita.
198.
Numeral 5º
Impedimento
para salir del país y efectuar trámites migratorios ante Migración Colombia o
la entidad que haga sus veces
La
Procuraduría General de la Nación considera que la norma es inconstitucional al
ser una medida inconducente, que impone una afectación desproporcionada a la
libertad de locomoción y que es innecesaria puesto que existirían otros
mecanismos para el logro del pago de la obligación alimentaria, como la
concesión de garantías previas a la salida del país. Además, la disposición
incorpora un trato desproporcionado, debido a que atenta contra derechos como
el libre desarrollo de la personalidad, el trabajo, la educación y la unidad
familiar. A esta objeción se suma el ICBF, entidad que considera que la medida
no es necesaria para el cumplimiento de la acreencia en comento.
199.
El artículo 24 de la Constitución establece que todo colombiano, con las
limitaciones que establezca la ley, tiene derecho a circular libremente por el
territorio nacional, a entrar y salir de él, y a permanecer y residenciarse en
el país. A esta disposición se suma lo previsto, en el ámbito del sistema
interamericano de derechos humanos, por el artículo 22 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, norma integrante del bloque de
constitucionalidad, que entre otras prescripciones señala que (i) toda persona
tiene derecho a salir libremente de cualquier país, inclusive del propio; y
(ii) dicha libertad puede ser restringida para prevenir infracciones penales o
para proteger la seguridad nacional, el orden público, la moral o la salud
pública o los derechos y libertades de los demás. Cabe advertir que idénticas
previsiones están contenidas en el artículo 12 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos.
La
jurisprudencia de la Corte ha señalado que en relación con la libertad de
locomoción deben resaltarse dos aspectos[256].
Su eficacia opera de manera interdependiente con otros derechos
constitucionales, entre ellos la educación, el trabajo o la salud. De igual
manera, es posible imponer limitaciones a este derecho, a condición de que sean
razonables, proporcionadas, cumplan con fines constitucionales discernibles y
cumplan con el requisito de reserva de ley. En referencia puntual a dichos
límites, ese mismo precedente ha señalado que los mismos no pueden llevar a la
anulación del derecho fundamental, sin que tampoco tengan una naturaleza tal
que lo hagan impracticable o que atenten contra su núcleo esencial[257].
Más recientemente la Corte también ha señalado que es un derecho en el cual la
Constitución, al adscribirlo a los colombianos, confiere un grado de protección
más intenso para los nacionales, pudiéndose establecer restricciones legales de
mayor alcance para los extranjeros, fundadas en razones de orden público,
siempre a condición de que sean proporcionadas y no incurran en tratamientos
discriminatorios injustificados[258].
200.
La interpretación autorizada de las normas de derecho internacional de derechos
humanos ofrece un estándar similar[259].
De acuerdo con este parámetro, las condiciones aplicables a las limitaciones del
derecho a salir del país son las siguientes:
200.1.
La libertad de salir del territorio del Estado no puede hacerse depender de
ningún fin concreto o del plazo que la persona decida permanecer fuera del
país.
200.2.
Esta libertad involucra el derecho a obtener los documentos para viaje, en
particular pasaporte, cuya expedición corresponde normalmente al Estado de la
nacionalidad de la persona.
200.3.
Las restricciones deben estar previstas por la ley y deben ser necesarias en
una sociedad democrática para proteger la seguridad nacional, el orden público,
la salud o la moral públicas y los derechos y libertades de terceros.
Igualmente, deben ser compatibles con los demás derechos humanos y con los
principios de igualdad y no discriminación.
200.4.
La ley debe determinar mediante criterios precisos las condiciones para que
pueda limitarse el derecho a salir del país, de modo que no confieran una
discrecionalidad sin trabas a las autoridades encargadas de su aplicación. Las
restricciones no deben comprometer la esencia de la libertad de circulación, ni
invertir la relación entre derecho y restricción, ni entre norma y excepción.
200.5.
Las restricciones y su aplicación deben cumplir con el principio de
proporcionalidad. Deben estar dirigidas a satisfacer fines permisibles y deben
ser necesarias para protegerlos. Asimismo deben ser adecuadas para desempeñar
su función protectora, deben ser el instrumento menos gravoso de los que
permitan conseguir el resultado deseado, y deben guardar proporción con el
interés que debe protegerse. Esto es, debe ser proporcionada en sentido
estricto.
200.6.
Los Estados deben garantizar que todo procedimiento relativo al ejercicio o
restricción del derecho se lleva a cabo con celeridad y que se expliquen las
razones de las medidas restrictivas.
201.
Con base en lo expuesto, la constitucionalidad del numeral 5º del artículo 6º
del PLE depende de la acreditación de los requisitos formales y sustantivos
antes explicados. En cuanto a los requisitos formales, se encuentran
satisfechos en tanto se trata de (i) una medida que está expresamente prevista
en la ley, y en este caso en una regulación de naturaleza estatutaria, lo que
le otorga un mayor peso en términos de deliberación democrática; y (ii) se
trata de una regulación con el suficiente grado de precisión. Esto porque la
prohibición de salida del país depende la inscripción del deudor moroso en el
REDAM lo que, como se ha explicado en esta sentencia, responde a un
procedimiento reglado y público. De la misma forma, el PLE ofrece mecanismos
céleres para que, una vez acreditado el pago, el dato personal sea removido del
registro habilitándose con ello la posibilidad de salir del país.
202.
En cuanto a los requisitos sustantivos, la jurisprudencia constitucional y el
estándar internacional coinciden en que la validez de la restricción para salir
del país depende de la acreditación de condiciones de razonabilidad y
proporcionalidad, por lo que habrá de adelantarse el juicio correspondiente. La
Sala considera que su intensidad debe ser estricta, debido a que se trata de
una medida que tiene incidencia en uno de los componentes del contenido
esencial de la libertad de locomoción, como es el derecho a salir del país.
En
diferentes apartados de esta decisión se ha explicado cómo la inscripción en el
REDAM sirve a un fin constitucionalmente imperioso consistente en la
satisfacción de diversos derechos fundamentales de los acreedores alimentarios,
quienes generalmente son NNA y otros sujetos de especial protección
constitucional.
La
medida es indispensable y responde a un riesgo previsible y razonable,
consistente en la imposibilidad de hacer efectiva la obligación alimentaria
incumplida ante la salida del país del deudor moroso. Además, no se evidencia
que exista otro mecanismo que permita satisfacer la finalidad constitucional
imperiosa y que, a su turno, faculte el ejercicio del derecho a salir del país
de manera plena.
La
Corte disiente de lo planteado por los intervinientes para quienes existen
otros mecanismos menos gravosos para cumplir el fin. Esto debido a cuando menos
tres tipos de razones. En primer término, la constitución de garantías para el
pago de las obligaciones supone necesariamente la disposición de recursos
económicos para su conformación, que bien pueden ser utilizados para asumir el
pago de la obligación alimentaria y lograr la cancelación de la inscripción el
REDAM. En ese sentido, no puede válidamente considerarse que la conformación de
esas garantías sean un mecanismo adecuado para cumplir con la obligación
alimentaria, puesto que el obligado alimentario que desee salir del país bien
puede utilizar esos recursos para el pago de la acreencia en vez de conformar
con ellos una garantía para el pago. En otras palabras, no habría ninguna razón
atendible que justifique validar la constitución de la garantía y,
simultáneamente, mantener la mora en el pago de la obligación alimentaria, que
es precisamente lo que motiva el reporte en el REDAM y la imposición de sus
consecuencias, entre ellas la imposibilidad de salir del país.
En
segundo lugar, la Sala encuentra que la conformación de garantías no es una
herramienta idónea para el cumplimiento de la obligación alimentaria
incumplida, pues dicha acción encuentra soporte fáctico y jurídico tratándose
del aseguramiento de obligaciones que deben pagarse en el futuro, como sucede
por ejemplo cuando se constituyen garantías mobiliarias, inmobiliarias o bancarias
para amparar la satisfacción de contratos futuros sometidos a plazo. En cambio,
la inscripción en el REDAM supone la comprobación de una mora continuada de al
menos tres meses en el pago de la obligación alimentaria, que a su vez está
antecedida de un proceso judicial o administrativo en donde se discutió el
cumplimiento de esa obligación. Luego, la conformación de garantías no es una
vía idónea y antes bien, configuraría un escenario de afectación de los
derechos fundamentales del acreedor, al supeditarlos a las vicisitudes propias
de la conformación de esa garantía y su posterior exigibilidad, incluso a
través de la vía judicial y con las inevitables demoras que ello significa.
Idéntica
consideración puede plantearse respecto de otras medidas alternativas como el
delito de inasistencia alimentaria o la inclusión del obligado moroso en el
Registro Nacional de Protección Familiar. Precisamente, como tuvo oportunidad
de explicarse en el apartado introductorio a esta sección, la exposición de
motivos del PLE explica que una de las razones que sustenta la necesidad de la
creación del REDAM es la ineficacia que han mostrado estos instrumentos para el
logro del adecuado cumplimiento en el pago de la acreencia alimentaria. Por
ende, resultaría un contrasentido considerar que una medida menos gravosa es
aquella respecto de la cual se cuestiona su naturaleza insatisfactoria para el
logro del fin constitucionalmente imperioso.
En
tercer término, no debe perderse de vista que la restricción fue adoptada por
el Legislador estatutario, a partir de mayoría cualificada. Adicionalmente,
como fue expuesto en la sección sobre el análisis del procedimiento
legislativo, las consecuencias de la inscripción en el REDAM fue el asunto que
tuvo mayor debate por parte del Congreso. Ante esas condiciones y dada la
entidad de los derechos fundamentales del acreedor alimentario, la Corte
advierte que es una decisión legislativa que no es arbitraria y que contó con
los presupuestos procedimentales y democráticos para la previsión legal de
afectaciones, incluso significativas, como sucede en el presente caso respecto
de la libertad de locomoción.
En
consecuencia, la medida cumple con juicio de proporcionalidad estricto. Está
dirigida a la satisfacción de los derechos fundamentales de los acreedores
alimentarios, generalmente NNA, lo cual es un fin constitucionalmente
imperioso. La medida es indispensable para cumplir con ese objetivo, puesto que
permitir la salida del país del obligado moroso genera un riesgo cierto y
significativo de que no cumpla con el pago de la obligación y, con ello, afecte
gravemente los derechos mencionados. Por último, el grado de afectación del
derecho a la libertad de locomoción, si bien es intenso (i) puede conjurarse
mediante el pago de la obligación debida; y (ii) impide que se perfeccione una
vulneración, está sí irremediable, a los derechos fundamentales del acreedor
alimentario.
Con
base en estas consideraciones, la Sala declarará la constitucionalidad del
numeral quinto del artículo 6º del PLE.
203. Numeral
6º
No
se requerirá la autorización del padre o madre inscrito en el Redam contemplada
en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006.
La
Unión Colegiada del Notariado Colombiano, el ICBF y la Procuraduría General de
la Nación consideran que la norma es inconstitucional, puesto que no está
dirigida al cumplimiento de la obligación alimentaria. Agregan que la norma
confunde el ejercicio de la patria potestad con el pago de las acreencias
derivadas del derecho de alimentos y vulnera el derecho de los niños y niñas a
tener una familia y no ser separados de ella.
El
artículo 110 de la Ley 1098 de 2006 - Código de la Infancia y la Adolescencia,
modificado por el artículo 9º de la Ley 1878 de 2018, establece que cuando un
NNA que tiene residencia en Colombia vaya a salir del país con uno de los
padres o con una persona distinta a los representantes legales deberá obtener
previamente el permiso de aquel con quien no viajare o el de aquellos. Esta
autorización no se requiere, en los términos de este precepto legal, cuando (i)
provenga del padre o madre a quien se le haya suspendido o privado de la patria
potestad; o (ii) el menor de edad tiene residencia habitual en el exterior
igual o superior a un año, caso en el que podrá salir con uno solo de sus
progenitores.
Con
base en esta norma, el efecto del numeral 6º del artículo 6º del PLE consiste
en que respecto del padre o madre deudor alimentario incumplido y cuyos datos
personales son incluidos en el REDAM, no es necesario obtener autorización para
salida del país del menor de edad acreedor alimentario. Esta norma plantea las
dificultades desde el punto de vista constitucional que han sido señaladas, por
lo que es necesario determinar por parte de la Corte si la medida es
proporcionada y razonable.
204.
Para analizar este aspecto debe tenerse en cuenta que el efecto práctico de que
uno de los padres, en este caso el deudor alimentario moroso, niegue el permiso
para que el menor de edad salga de país es la imposición de una restricción intensa
para el ejercicio de la libertad de locomoción de NNA. La razonabilidad de esa
limitación debe estudiarse, a juicio de la Corte, a partir de tres criterios:
(i) el mandato constitucional de no abusar de los propios derechos; (ii) el
carácter prevalente de los derechos de los NNA; y (iii) el deber de evitar
afectaciones desproporcionadas a los derechos a la unidad familiar, la educación,
la cultura y la recreación de los menores de edad.
204.1.
En cuanto a lo primero, la autorización materia de análisis hace parte de las
prerrogativas propias de la patria potestad. Su ejercicio, como todas las demás
adscripciones jurídicas a los individuos, está gobernado por el deber contenido
en el numeral 1º del artículo 95, que estipula la obligación de todas las personas
de respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios.
Los
menores de edad acreedores de la obligación alimentaria son titulares de
diversos derechos, entre ellos la libertad de locomoción. A juicio de la Sala,
constituiría un comportamiento abusivo por parte del padre deudor que, de un
lado, permanezca en su condición de moroso en el pago de los alimentos y, de
otro, ejerza de manera plena las prerrogativas de la patria potestad, en
especial cuando estas involucran una afectación intensa de los derechos de los
NNA, como sucede en el caso analizado.
204.2.
Respecto de lo segundo, debe recordarse que, conforme lo estipula el artículo
44 de la Constitución, los derechos de los niños y niñas prevalecen sobre los
de los demás. Esta regla superior opera en este caso como un parámetro central
de interpretación: ante la tensión entre otorgar alcance pleno a las facultades
de la patria potestad que ejerce el deudor moroso y garantizar la libertad de
locomoción de los segundos, debe preferirse la segunda opción en cuanto es la
más compatible con la vigencia del principio pro infans.
204.3.
Frente a lo tercero, debe tenerse en cuenta que mantener la limitación para
salir del país de los NNA en la circunstancia analizada impone afectaciones no
solo a la libertad de locomoción sino a otros derechos preferentes. En efecto,
en la gran mayoría de los casos la salida del país de los menores de edad tiene
por objeto servir de vehículo para la satisfacción de los derechos a la
recreación mediante el desarrollo de actividades turísticas, la unidad familiar
a través de la visita a parientes que residen en otras naciones, o la educación
y la cultura por medio de la asistencia a cursos, salidas pedagógicas o
actividades similares. Asimismo, la posibilidad de ejercer todas estas
actividades indudablemente se inserta en el ámbito propio del derecho al libre
desarrollo de la personalidad de los NNA.
205. Por
lo tanto, a fin de determinar la razonabilidad de la medida es necesario
adelantar un juicio de proporcionalidad, que para el caso debe ser de intensidad
estricta puesto que se está ante una limitación de derechos de los NNA en tanto
sujetos de especial protección constitucional.
En
primer lugar, se encuentra que el fin de la medida es evitar un ejercicio
abusivo de las prerrogativas propias de la patria potestad, al igual que
incentivar el pago oportuno de la obligación alimentaria al supeditar una de
esa facultades al cumplimiento en el pago de esa acreencia. Esta finalidad es
imperiosa habida cuenta tanto el vínculo que existe entre los alimentos y los
derechos de los NNA, como el reconocimiento constitucional expreso acerca del
deber de las personas de no abusar de sus propios derechos, mencionado
anteriormente.
La
medida es imprescindible para lograr el propósito mencionado. Contrario a lo
planteado por los intervinientes y el Ministerio Público, la medida analizada
no solo tiene por objeto ser un incentivo para el pago de la obligación,
condición que efectivamente adquiere al suspender el ejercicio pleno de las
facultades propias de la patria potestad, sino que también es un instrumento
que impide la limitación desproporcionada de los derechos de los NNA que están
vinculados a la posibilidad de salir del país. En efecto, de mantenerse ese
ejercicio pleno, entonces el padre moroso podría impedir la libre circulación
del menor de edad y el ejercicio de los derechos fundamentales que operan de
manera interdependiente con esa libertad. Además, sería un evidente abuso del
derecho hacer uso de esa prerrogativa cuando no existe la debida
corresponsabilidad frente al cumplimiento de la principal obligación que se
deriva de la patria potestad, que es el pago oportuno de la obligación
alimentaria.
Finalmente,
en cuanto a la proporcionalidad en sentido estricto, la Corte encuentra que no
se afecta el contenido esencial de los derechos de los menores de edad. Debe
resaltarse que la salida del país se realizaría, en cualquier caso, en compañía
de la madre o padre que no está reportado en el REDAM, lo cual haría que el
menor de edad vea salvaguardados sus derechos a la unidad familiar y a la
seguridad. Adicionalmente, como se ha indicado, los motivos del viaje fuera del
país pueden responder a múltiples propósitos, muchos de ellos vinculados a la vigencia
de derechos fundamentales, por lo que sería contrario al principio de buena fe
concluir que la salida del país tendrá como único objetivo separar al menor de
edad del padre moroso.
Además,
no debe perderse de vista que la limitación a las facultades de la patria
potestad que establece la norma analizada opera sin perjuicio de la
aplicación de las normas para la restitución internacional de los NNA
indebidamente retenidos por uno de sus padres, o por personas encargadas de su
cuidado[260].
Por ende, la medida analizada no genera, en si misma considerada, un riesgo de
desarraigo o vulneración del derecho de los niños y niñas a ser separados de su
familia. Antes bien, es un instrumento imprescindible para evitar una
afectación, esta sí desproporcionada, a la libertad de locomoción y los
derechos interdependientes a esta.
En
ese orden de ideas, la Sala Plena concluye la constitucionalidad del numeral 6º
del artículo 6º del PLE.
206. Numeral
7º
No
se otorgarán subsidios a las personas reportadas en el Registro de Deudores
Alimentarios Morosos, hasta tanto no se pongan en paz y salvo con las
obligaciones alimentarias.
La
Unión Colegiada del Notariado Colombiano, la Academia Colombiana de
Jurisprudencia, el ICBF y el Procurador General consideran que la norma es
inconstitucional, puesto que no incide en el pago oportuno de la obligación
alimentaria y, antes bien, priva a las personas de menores recursos económicos
de ingresos que requieren, entre otros objetivos, para asumir dichas acreencias
en mora.
207.
Como ha sucedido en los casos anteriores, la constitucionalidad del precepto
depende que se superen condiciones de razonabilidad y proporcionalidad. Es un
hecho que los subsidios del Estado están focalizados en aquellas personas en
situación de marginalidad, pobreza y debilidad manifiesta. Bajo ese criterio,
la medida tiene la potencialidad de afectar a sujetos de especial protección
constitucional, por lo que la intensidad del juicio debe ser de carácter
estricto.
La
medida coincide con las demás consecuencias del REDAM en el logro del pago de
las obligaciones alimentaria en mora, lo cual es un fin constitucionalmente
imperioso. Sin embargo, la Corte coincide con los intervinientes en el sentido
de que no se trata de una medida indispensable para el logro de esa finalidad
puesto que, más que operar como incentivo para el pago, en realidad lo impide.
Nótese
que, contrario a otras consecuencias del REDAM, esta se dirige a personas en
condiciones socioeconómicas menos favorables, que es precisamente el
presupuesto objetivo para la priorización en el acceso a los subsidios del
Estado. Por lo tanto, se trata de individuos que carecen de recursos necesarios
para atender sus necesidades, incluso las más básicas, por lo que la imposición
de barreras para el acceso mencionado no genera el incentivo de cumplir con la
obligación alimentaria sino que, antes bien, aumenta la precariedad económica
del deudor moroso. En otras palabras, la eficacia del incentivo para el pago
depende de que el deudor alimentario tenga alternativas de ingreso que pueda direccionar
al pago de la acreencia y, con ello, evitar las consecuencias de la inscripción
en el REDAM. Sin embargo, habida cuenta de la caracterización socioeconómica de
los beneficiarios de los subsidios del Estado, dicho uso alternativo de
recursos no sería viable, lo que le resta idoneidad al medio escogido por el
Legislador estatutario.
208.
A su turno, la medida impone consecuencias desproporcionadas en virtud de su
vaguedad. La regulación hace una referencia genérica a todos los subsidios, por
lo cual válidamente podría concluirse que la inscripción en el REDAM haría
inelegible al deudor moroso para recibir beneficios como los que derivan del
régimen subsidiado de salud, los subsidios al pago de servicios públicos
domiciliarios o el acceso a subsidios a la oferta de vivienda de interés social
o prioritario, entre muchos otros. Incluso, también sería válido afirmar que en
la medida en que la norma ni siquiera restringe la noción “subsidio” a
aquellos entregados directamente por el Estado, la exclusión incluye al
subsidio familiar y a sus diferentes prestaciones. Similar consideración puede
plantearse respecto al subsidio de desempleo, que precisamente operaría como
ingreso para que el obligado pueda hacerse cargo de la obligación alimentaria.
Es
evidente que la eficacia de distintos derechos fundamentales depende del acceso
a dichos subsidios y, por ende, el carácter indiscriminado de la prohibición
impone cargas desproporcionadas a los deudores alimentarios morosos. En
consecuencia, el numeral analizado no satisface los objetivos a los que sirve
el REDAM e impone consecuencias irrazonables a los deudores alimentarios al
privarlos de beneficios estatales que son definitivos para la vigencia de
diversos derechos constitucionales. Por estas razones la Corte declarará su
inconstitucionalidad.
209. Parágrafo
1º
La
entidad designada por el Gobierno nacional para implementar, administrar y
mantener el Redam, remitirá la información contenida en el Registro de Deudores
Alimentarios Morosos a las centrales de riesgo crediticio, financiero y
comercial, para lo de su competencia.
Sobre
este parágrafo no se plantearon comentarios particulares por parte de los
intervinientes y el Procurador General de la Nación.
210.
La Corte advierte que este precepto no ofrece mayores debates sobre su
constitucionalidad. Debe señalarse que la jurisprudencia ha considerado que la
inclusión de información personal sobre el cumplimiento en el pago de las
diferentes obligaciones en las centrales de riesgo no tiene ninguna connotación
desfavorable ni menos sancionatoria, puesto que: (i) se limita a dar cuenta de
un hecho objetivo; y (ii) se trata de información cuyo tratamiento tiene
relevancia constitucional, en tanto sirve de parámetro para la adecuada
distribución de los recursos que administran las entidades financieras y de
crédito, que a su vez es obtenido del ahorro público, por lo que se trata de
actividades vinculadas al interés general, en los términos del artículo 335 de
la Constitución. En efecto, sobre este asunto la Sentencia C-1011 de 2008 expuso
cómo la válida, en la función de cálculo del riesgo crediticio la valoración de
toda la información que pueda dar cuenta del grado de cumplimiento de las
obligaciones a cargo del sujeto concernido. Esto, a su vez, como consecuencia
de la vigencia del principio de veracidad en la administración de datos
personales. Sobre el particular expuso esa decisión:
“la Corte advierte que el cumplimiento de la función
constitucionalmente legítima del cálculo del riesgo crediticio, consistente en
contar con información para la adecuada distribución de los recursos de crédito
y la subsecuente garantía de la estabilidad financiera y la protección del
ahorro público, se cumple de manera suficiente y razonable cuando cada una de
estas variables sean tenidas en cuenta por las entidades correspondientes como
paso previo para la suscripción de contratos de crédito. En caso contrario, un
análisis apenas parcial, no sólo es incompatible con las exigencias técnicas
antes enunciadas, sino que desnaturaliza la finalidad misma del reporte
crediticio, pues lo convierte en un instrumento destinado a servir de barrera
para la democratización de los recursos de crédito, en contraposición de las
obligaciones que se derivan del deber de responsabilidad social en la
administración de datos personales.”
211.
El cumplimiento de las obligaciones alimentarias es un parámetro importante
para la determinación del nivel de riesgo crediticio. Por ende, como la labor
de cálculo de ese riesgo es válida desde la perspectiva constitucional, al
estar vinculada al interés público representado en el adecuado funcionamiento
del sistema comercial y de crédito, entonces la inclusión del reporte del REDAM
a dichas centrales es compatible con la Constitución. Con todo, es importante
recordar que ese traslado implica la obligación de las centrales de riesgo de
garantizar la eficacia de los derechos a la intimidad y al habeas data del
titular del dato y conforme al plexo de principios identificados en esta sentencia.
212.
Finalmente, debe señalarse que esta remisión legal de información opera como
excepción a la obligación de las centrales de riesgo de contar con el
consentimiento previo, expreso e informado del titular del dato personal. Como
se ha explicado en esta sentencia, la autorización para el tratamiento puede
también preverse por ministerio de la ley, a condición de que se trate de una
excepción razonable. En el caso analizado, habida cuenta de que: (i) la fuente
de la incorporación del dato personal en el REDAM es el incumplimiento de una
obligación de carácter legal, no derivada de un contrato sino impuesta por el
orden jurídico que determina a quiénes se deben alimentos; (ii) existe un
vínculo estrecho entre la satisfacción de esas obligaciones y la protección de
los derechos fundamentales del acreedor alimentario, al igual que a la
necesidad de impedir la imposición de cargas desproporcionadas en contra de las
mujeres que asumen el deber alimentario incumplido; (iii) el dato sobre el
cumplimiento de la obligación alimentaria hace parte de aquella información
personal relevante para el cálculo del riesgo crediticio; y (iv) la inscripción
en las centrales de riesgo opera como un incentivo para el pago de la
obligación alimentaria, con el fin de evitar el reporte desfavorable respecto
del deudor moroso, concurren argumentos suficientes para sustentar la
constitucionalidad de la excepción legal al deber de autorización para el
tratamiento del dato personal.
213. Parágrafo
3º
La
carga de verificación si el ciudadano está inscrito en el Registro recaerá
únicamente en el Estado, las notarías y las entidades bancarias. La
imposibilidad de verificar el registro deberá interpretarse en favor del
ciudadano.
Únicamente
la Procuraduría General expresó argumentos sobre la constitucionalidad de este
precepto, al considerar que es expresión del principio de buena fe. La Corte
concuerda con el Ministerio Público y agrega que la medida guarda coherencia
con argumentos planteados en esta sentencia, en el sentido de que los reportes
derivados de la inscripción de datos personales en el REDAM interesan
únicamente a aquellas autoridades vinculadas con las consecuencias previstas en
el artículo analizado. Asimismo, el objetivo de la norma es evitar que se
imponga cargas desproporcionadas o irrazonables a los ciudadanos, lo que de
suyo no tiene reproche constitucional.
Con
todo, la Sala considera necesario armonizar el contenido del parágrafo
analizado con lo previsto en el artículo 4º del PLE. Por lo tanto, se insiste
en que el envío de los reportes contenidos en el REDAM no es indiscriminado,
puesto que ello es incompatible con el principio de circulación restringida que
subordina la administración de datos personales. En ese sentido, a partir de la
interpretación sistemática de los artículos 4º y 6º del PLE se concluye que son
válidas destinatarias de los reportes del REDAM (i) las notarías, entidades
bancarias y otras instituciones involucradas con la implementación de las
consecuencias jurídicas del registro, como sucede por ejemplo con las cámaras
de comercio que administran el registro mercantil y respecto de la extensión de
dichas consecuencias a las personas jurídicas cuyo representante legal es un
deudor moroso inscrito en el REDAM; (ii) las autoridades administrativas
involucradas en las diferentes consecuencias de índole laboral, contractual o
migratoria; y (iii) las centrales de riesgo crediticio, en virtud de la regla
especial que al respecto ofrece el parágrafo 1º del artículo 6º del PLE.
Esta
precisión demuestra, a su turno, que hay un error de técnica legislativa
derivado de dos previsiones yuxtapuestas. Así, el parágrafo 3º mencionado
enlista a las entidades que tienen acceso a los reportes del REDAM y el
parágrafo 1º determina que la entidad designada por el Gobierno Nacional, como
encargada del REDAM, remitirá la información de ese registro a las centrales de
riesgo y para lo de su competencia. A pesar de que esta última previsión
operaría como regla especial para la remisión de los reportes del REDAM a las centrales
de riesgo, en todo caso también podría válidamente concluirse que al no ser
dichas entidades incluidas en lo regulado por el parágrafo 3º, entonces no
estarían sujetas a la carga de verificación sobre la inscripción de ciudadano
en el REDAM, lo cual generaría un déficit de protección del derecho al habeas
data respecto de los acreedores alimentarios cuyos datos personales son
remitidos a dichas centrales y dejaría ineficaz la disposición que autoriza a
las centrales de riesgo a consultar el registro. Así, con el fin de evitar la
configuración de dicho déficit, la Corte declarará la constitucionalidad
condicionada del parágrafo 3º con el fin de que incluya en sus efectos a las
centrales de riesgo que reciban reportes derivados del REDAM.
Artículo
7º - Operación del REDAM
El
Gobierno nacional, designará a una entidad del orden nacional para que
implemente, administre y mantenga actualizado el Registro Nacional de Deudores
de Cuotas Alimentarias.
Parágrafo
1°. La entidad a la que hace referencia el presente artículo, podrá constituir
una base de datos de carácter público para la administración de la misma, dando
aplicación a lo previsto en el parágrafo 1° del artículo sexto de esta ley.
Parágrafo
2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas Alimentarias
deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados a partir de la
fecha de promulgación de la presente ley.
Parágrafo
3º. La entidad responsable del tratamiento de la información adoptará
mecanismos útiles, eficientes, demostrables y verificables para garantizar el
cumplimiento de la presente ley y los principios y reglas previstos en las
leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012 respecto del tratamiento de los datos
personales que harán parte del citado registro.
En
la reglamentación de este registro se definirá, entre otros, lo siguiente: (a)
la finalidad de la recolección y utilización de los datos; (b) las condiciones
en las que podrán ser accedidos por parte de personas naturales o jurídicas,
públicas y privadas; (c) el tipo de información que se suministrará a los
interesados; (d) los usos que se puede dar a la información contenida en el
registro; el tiempo que estará registrada la información, de conformidad con el
principio de temporalidad o caducidad del dato.
Adicionalmente,
se deben prever mecanismos técnicos capaces de limitar el alcance de las
consultas y de las búsquedas electrónicas con el fin de prevenir todo tipo de
descarga o de consulta no autorizada de datos personales.
Parágrafo
4º. El registro contará con un mecanismo de verificación, formación y apoyo
para los deudores en desempleo o informalidad a través del Servicio Público de
Empleo.
214.
La senadora Maritza Martínez Aristizábal, autora del PLE, considera que la
Corte debe aclarar que el carácter público de la base de datos no otorga acceso
público a la misma. La Superintendencia de Industria y Comercio se concentra en
el parágrafo 3º para señalar que es constitucional en tanto desarrolla el
principio de responsabilidad demostrada, propio de la administración de datos
personales, aunque propone que se condicione su constitucionalidad en el
entendido de que ese principio refuerza la obligación de los diferentes agentes
de implementar las medidas apropiadas, efectivas y verificables para garantizar
en la práctica los principios rectores, derechos y deberes incorporados en la
Ley 1581 de 2012 y sus normas reglamentarias.
El
ICBF advierte que la constitucionalidad de la norma debe condicionarse con el
fin de que no proceda la inscripción en el REDAM cuando el incumplimiento en la
obligación alimentaria responda a una causal objetiva. El Procurador General
concluye que la norma es constitucional pues es compatible con los principios
de la función administrativa. No obstante, resalta que la reglamentación a la
que refiere deberá cumplir con los principios propios de la administración de
datos personales.
215.
De manera preliminar, la Sala advierte que la observación planteada por el ICBF
fue resuelta a propósito del análisis de los artículos precedentes, por lo que
el estudio se concentrará en los demás aspectos expuestos por los demás
intervinientes y el Ministerio Público, para lo cual se adoptará el mismo orden
propuesto por la disposición objeto de examen.
La
asignación de competencia al Gobierno Nacional, por parte del Legislador
estatutario, para que designe a la entidad del orden nacional que sea
responsable del tratamiento de los datos contenidos en el REDAM es corolario de
la necesidad de garantizar los principios de la administración de datos
personales, a través de la definición precisa de dicho responsable, ante quien
los titulares del dato personal podrán ejercer sus garantías constitucionales.
Además, el asunto no hace parte de aquellos sometidos a reserva de ley, por lo
que bien podía el Legislador estatutario diferirlo al reglamento. De allí que
el inciso primero del artículo 7º del PLE se declarará constitucional por la
Corte.
216.
El artículo 15 de la Constitución expresamente indica que el ámbito de
vinculatoriedad de las garantías de conocimiento, actualización y rectificación
que integran el habeas data se extiende a la información personal recopilada en
“bancos de datos y en archivos de entidades públicas y privadas.” A
partir de esta norma superior es evidente que el Estado se encuentra facultado
para constituir bases de datos con información personal de los ciudadanos,
siempre y cuando (i) la recopilación de los datos personales responda a una
finalidad vinculada con el cumplimiento de los fines esenciales de que trata el
artículo 2º superior; (ii) que en esa actividad de recopilación y en los demás
procesos que integran la administración de datos personales se protejan los
derechos constitucionales, en particular el habeas data y la intimidad de los
sujetos concernidos.
Por
ende, es válida la decisión legislativa de facultar a instituciones del Estado,
en este caso a la entidad que se designe para obrar como responsable del
tratamiento propio del REDAM, para que conforme una base de datos con esa
finalidad. Asimismo, en la medida en que la Corte consideró que el parágrafo 1º
del artículo 6º era compatible con la Constitución, la remisión que hace el parágrafo
1º del artículo 7º del PLE no plantea controversia alguna.
217.
Ahora bien, la Sala comparte la perspectiva de la senadora autora del PLE, en
el sentido de que la designación de una base de datos con carácter público en
modo alguno significa el acceso indiscriminado a la información semiprivada
contenida en el REDAM, puesto que ello vulneraría los principios de circulación
restringida y finalidad. Por ende, a partir de los argumentos planteados por la
Corte sobre la constitucionalidad del artículo 4º del PLE, los datos
mencionados solo pueden ser tratados y, de una manera más amplia, accedidos y
utilizados, exclusivamente para los fines previstos en la ley y con el objetivo
de aplicar las consecuencias jurídicas de que trata el artículo 6º del PLE.
Con
todo, esta precisión no amerita, a juicio de la Sala, la declaratoria de la
constitucionalidad condicionada del precepto, puesto que una concepción que
confiera acceso público al REDAM es abiertamente contraria a los principios de
la administración de datos personales y, por lo mismo, irrazonable. Es claro
que la exequibilidad condicionada es una medida excepcional, que solo procede
ante la existencia de interpretaciones concurrentes de una misma disposición,
pero todas ellas razonables, de modo que es imperativo preferir con fuerza de
autoridad aquellas que sean compatibles con la Constitución. En el caso
analizado no se está ante esta situación, habida cuenta que la comprensión que
otorga acceso irrestricto a los datos del REDAM se fundamenta en la vulneración
objetiva y abierta de derechos fundamentales y es, por ello, irrazonable.
218.
El parágrafo 2º del artículo 7º del PLE prevé el término para la implementación
del REDAM. Normas de esta naturaleza tienen un carácter eminentemente
instrumental y reflejan los principios de eficiencia y celeridad en la
administración pública. Adicionalmente, el plazo previsto es adecuado para los
fines de la implementación, por lo que la medida no se muestra arbitraria. Por
ende la Sala concluye su constitucionalidad.
219.
El principio de responsabilidad demostrada, conocido en el derecho comparado
como accountability en la protección de datos personales, es incorporado
por la legislación interna por el Decreto 1377 de 2013, reglamentario de la Ley
1581 de 2013. El artículo 26 de esa normativa determina que los responsables
del tratamiento de datos personales deberán demostrar, a petición de la
Superintendencia de Industria y Comercio, entidad que obra como autoridad
colombiana de protección de datos, que han implementado medidas apropiadas y
efectivas para cumplir con las citadas normas jurídicas. Esto de manera
proporcional a: (i) la naturaleza jurídica del responsable y, cuando sea el
caso, su tamaño empresarial; (ii) la naturaleza de los datos personales objeto
de tratamiento; (iii) el tipo de tratamiento; y (iv) los riesgos potenciales
que el referido tratamiento podrían causar sobre los derechos de los titulares
del dato personal. Con este fin, los responsables deben informar a la SIC
acerca de los procedimientos usados para el tratamiento de datos. A esta medida
se suma lo previsto en el artículo 27 ejusdem, que estipula la
obligación del responsable de establecer políticas internas que garanticen: (i)
la existencia de una estructura administrativa proporcional a la estructura y
tamaño empresarial del responsable; (ii) la adopción de mecanismos internos
para poner en práctica dichas políticas; y (iii) la previsión de procesos para
la atención y respuesta a consultas, peticiones y reclamos de los titulares, respecto
de cualquier aspecto del tratamiento de datos personales.
El
principio de responsabilidad demostrada, de acuerdo con lo expuesto, consiste
en el deber jurídico del responsable del tratamiento de demostrar ante la
autoridad de datos que cuenta con la institucionalidad y los procedimientos
para garantizar las distintas garantías del derecho al habeas data, en
especial, la vigencia del principio de libertad y las facultades de
conocimiento, actualización y rectificación del dato personal.
Este
principio, cuyo origen se remonta a estándares internacionales sobre la
protección de datos personales[261]
y, en particular, su circulación transfronteriza[262],
logra reconocimiento jurídico en el derecho interno y, en la medida en que está
dirigido a la satisfacción de las garantías que componen el derecho al habeas
data y que están consagradas a favor del titular del dato personal, es por
entero compatible con la Constitución.
220.
El parágrafo 3º del artículo 7º del PLE determina la exigibilidad del principio
de responsabilidad demostrada para el caso de la administración de datos
personales realizada en el marco de la operación del REDAM. Para ello impone
tres tipos de obligaciones: (i) el establecimiento de mecanismos para el
cumplimiento de las leyes estatutarias sobre protección de datos personales;
(ii) la determinación de los contenidos mínimos de la reglamentación del REDAM
y vinculados a satisfacer el principio en comento; y (iii) la previsión de
mecanismos técnicos que impidan las descargas o consultas no autorizadas de
datos personales.
Estas
previsiones son constitucionales, puesto que constituyen desarrollos de los
principios que conforman el derecho al habeas data. En cuanto a la primera
medida, ya se ha señalado que el principio de responsabilidad demostrada no se
opone a la Constitución sino que, antes bien, es desarrollo propio de la
eficacia del derecho al habeas data. Además, la remisión a las Leyes 1266 de
2008 y 1581 de 2012, objeto de previo control de constitucionalidad al ser
normas estatutarias, no ofrece controversia alguna.
Respecto
de la segunda medida, la previsión de reglas concretas para el ejercicio de la
potestad reglamentaria de que es titular el Gobierno Nacional es un asunto que
claramente recae en la órbita del Legislador, quien ejerce la cláusula general
de competencia normativa. Además, la definición específica de dichos asuntos
redunda en la eficacia de los principios que integran el habeas data, en
especial los de finalidad y circulación restringida. Esto en la medida en que
el titular podrá, en virtud de esa circunscrita regulación, conocer
detalladamente la finalidad de la recolección en el REDAM, las condiciones de
acceso de esa información personal y los usos válidos de la misma. Por
supuesto, esta reglamentación está sujeta al marco fijado por la legislación
estatutaria, puesto que de otra manera se configuraría un ejercicio abusivo de
tal potestad de regulación. Adicionalmente, debe recordarse que, conforme con
el análisis efectuado respecto del artículo 6º del PLE, las reglas
reglamentarias que se adopten en virtud de la regulación analizada deberán
circunscribir la circulación del dato personal contenido en el REDAM exclusivamente
a aquellas entidades relacionadas con las consecuencias de la inscripción de
esa información.
En
ese sentido y de manera consonante con lo explicado a propósito del artículo 4º
del PLE, la expresión “entre otros” contenida en el inciso segundo del
parágrafo 3º debe comprenderse necesariamente como la facultad que tiene el
Gobierno para reglamentar la legislación estatutaria en el sentido de
incorporar aquellas disposiciones constitucionales y legales que regulan la
administración de datos personales. Estas diferentes regulaciones están
sometidas a reserva de ley, al estar vinculada al contenido y alcance del
derecho fundamental al habeas data.
Por
ende, la expresión en mención no puede comprenderse como una facultad omnímoda
para el Ejecutivo, sino simplemente como una competencia para incorporar en la
reglamentación sobre la operación del REDAM aquellas condiciones que
previamente ha fijado la Constitución y la ley para la administración de datos
personales, así como para definir su incidencia concreta en el caso de ese
registro en particular. Al respecto no puede perderse de vista que la facultad
reglamentaria en comento, a partir de lo previsto por el mismo parágrafo 3º,
está instituida con el objetivo de adoptar mecanismos útiles, eficientes,
demostrables para garantizar el cumplimiento de las diferentes legislaciones
estatutarias sobre protección de datos personales. Esto quiere decir que la
imposición reglas distintas constituiría un evidente exceso en el ejercicio de
dicha facultad reglamentaria.
Por
último, en cuanto a la tercera medida, la obligación de prever mecanismos
técnicos es consecuencia inmediata de la vigencia de los principios de
seguridad y circulación restringida, de la forma expuesta en esta sentencia. De
allí que resulten constitucionales.
221.
El parágrafo 4º del artículo 7º ordena que el REDAM cuente con un mecanismo de
verificación, formación y apoyo para los deudores en desempleo o informalidad,
a través del Servicio Público de Empleo.
A lo
largo de esta decisión se ha señalado que el objetivo del REDAM es lograr el
pago oportuno de las obligaciones alimentarias, esto a través de diversos
mecanismos que operen como incentivos para ese fin. La previsión citada
concurre en ese objetivo al permitir que, a partir de los datos contenidos en
el registro, se fomenten políticas para la formalización y la vinculación
laboral de los deudores, para que de esta manera obtengan los ingresos
necesarios para la asunción de las acreencias alimentarias en mora. Esta
decisión del Legislador estatutario, del mismo modo, hace parte del papel
estatal de especial protección del derecho al trabajo que prevé el artículo 25
superior. Por ende, no tiene reproche sobre su constitucionalidad.
Artículo
8º - Remisión general
Los
principios y reglas generales previstas en las Leyes 1266 de 2008 y 1581 de
2012, o las que las reemplacen o modifiquen, se aplicarán a la administración
de la información y los datos incluidos en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos.
222.
Los intervinientes no plantearon objeciones sobre esta norma. El Procurador
General considera que es constitucional en tanto permite subsanar vacíos en la
regulación objeto de estudio. La Corte advierte que la remisión a los
principios generales de las dos regulaciones estatutarias en materia de
protección de datos personales no hace más que reafirmar la sujeción del REDAM
a la vigencia de los contenidos que integran el derecho al habeas data y que
han sido explicados en distintos apartados de este fallo. Esta disposición, a
su turno, soluciona varias de las inquietudes planteadas por los intervinientes
y el Ministerio Público respecto de otros artículos y en las que la Corte ha
expuesto reiteradamente que cada uno de los procesos que integran el
tratamiento de datos personales de los deudores alimentarios morosos debe
realizarse de manera compatible con dichos principios.
De la
misma forma, debe reiterarse que las disposiciones a las que se remite el
Legislador estatutario fueron objeto de control de constitucionalidad e,
incluso, han hecho parte del análisis para el estudio de la presente regulación
sectorial sobre protección de datos personales. De allí que el artículo 8º del
PLE sea plenamente compatible con la Constitución.
Artículo
9º - Advertencia de consecuencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias
En
las sentencias que impongan alimentos, y en los acuerdos de conciliación de
alimentos celebrados ante autoridad administrativa, se advertirá a los
obligados de las consecuencias previstas en esta ley por su incumplimiento
223.
La Universidad de la Sabana y la Procuraduría General de la Nación consideran
que la norma incurre en una omisión legislativa relativa al no incluir dentro
de sus efectos a las conciliaciones que se realicen ante centros privados.
224.
La inclusión de una advertencia sobre la potencial inclusión en el REDAM ante
el incumplimiento de las obligaciones fijadas en sentencias judiciales o en
acuerdos de conciliación que impongan alimentos sirve a diferentes propósitos
constitucionales. Desarrolla el derecho al debido proceso, en la medida en que
notifica preventivamente al obligado sobre las consecuencias del incumplimiento
de las obligaciones fijadas judicialmente o mediante el mecanismo alternativo
de la conciliación. Asimismo, concurre en la eficacia de los principios de
transparencia y libertad de acceso al titular del dato personal, puesto que
informa al deudor acerca del posible tratamiento ulterior de su información en
caso de que incumpla en el pago de la acreencia alimentaria. Aunque esta acción
no releva del deber de previa notificación al deudor moroso prevista en el
artículo 3º del PLE, puede válidamente advertirse que es una medida concurrente
con el logro de los objetivos vinculados a los principios antes mencionados.
A
pesar de la constitucionalidad general del precepto, la Corte coincide con la
universidad interviniente y con el Ministerio Público acerca de la existencia
de una omisión legislativa relativa, la cual es derivada esencialmente de un
error de técnica legislativa. En efecto, el artículo 66 de la Ley 23 de 1991,
modificado por el artículo 10 de la Ley 640 de 2001, establece que las personas
jurídicas sin ánimo de lucro y las entidades públicas podrán crear centros de
conciliación, a los cuales se suman los centros de conciliación de consultorios
jurídicos de facultades de derecho. En los términos del artículo 14 de la Ley
640 de 2001, cada uno de esos centros tiene la obligación de registrar las
actas que profieran con el fin de que surtan los efectos de hacer tránsito a
cosa juzgada y prestar mérito ejecutivo, de acuerdo con lo previsto en el
artículo 66 de la Ley 446 de 1998.
Advertido
el hecho de que los acuerdos de conciliación proferido por los diferentes
centros tienen las mismas consecuencias jurídicas, se hacen evidente la omisión
legislativa alegada. Razones vinculadas al principio de igualdad y al acceso
equitativo de la administración de justicia obligan a que las diferentes
modalidades de conciliación reciban un tratamiento jurídico similar en cuanto a
sus efectos, sin que se encuentre razón constitucionalmente relevante para que
se prodigue un trato distinto entre unos acreedores y otros. Esto resulta
agravado por lo consagrado en el numeral segundo del artículo 40 de la Ley 640
de 2001, que prevé como requisito de procedibilidad al proceso judicial la
conciliación extrajudicial en derecho respecto de asuntos relacionados con
obligaciones alimentarias.
Por
ende, la Corte declarará la constitucionalidad condicionada del artículo 9º del
PLE, en el entendido de que la advertencia prevista en esa disposición deberá
también incorporarse en los acuerdos de conciliación celebrados ante centros
constituidos por personas jurídicas sin ánimo de lucro o adscritos a los
consultorios jurídicos de las facultades de derecho.
Artículo
10 – Término para exigir alimentos
Quienes
sean titulares de alimentos, en los términos del artículo 411 del Código Civil,
podrán solicitar el reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en
las que se incurrió, aun cuando las circunstancias económicas del acreedor
alimentario señalen que posea la capacidad económica para costear su
subsistencia, pero que fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo
1°. Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que
hace referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar
al titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento judicial de las
mismas.
Parágrafo
2°. Lo estatuido en el presente artículo solo tendrá aplicación en la
jurisdicción civil y no cambiará el precedente jurisprudencial en materia penal
para el delito de inasistencia alimentaria, según el cual para que se configure
responsabilidad penal por este delito, debe verificarse la necesidad de la
víctima de la asistencia alimentaria y la capacidad de pago del acusado.
225.
El Procurador General formula dos comentarios a esta disposición. Considera que
el inciso primero y el parágrafo 1º son constitucionales en tanto permiten que
quien se subroga de la obligación alimentaria pueda lograr el pago de esa
acreencia, lo cual resulta particularmente relevante para el caso de las
mujeres madres cabeza de familia. En contrario, concluye que el parágrafo 2º es
parcialmente inconstitucional al afectar la independencia judicial, puesto que
el reconocimiento que hace de la actual postura jurisprudencial en materia
penal sobre el delito de inasistencia alimentaria petrifica ese precedente y
afecta el carácter intrínsecamente dinámico de la jurisprudencia.
A su
turno, la Academia Colombiana de Jurisprudencia, aunque considera que la norma
no plantea problemas de constitucionalidad, sostiene que es innecesaria debido
a que la legislación civil ya ha fijado reglas para la subrogación de las
obligaciones, las cuales son plenamente aplicables al caso de la acreencia
alimentaria.
226.
A fin de resolver sobre la constitucionalidad del artículo 10 del PLE, la Corte
considera necesario definir su alcance, en razón de que tiene contenidos
diversos y que requieren ser, por ello, debidamente delimitados.
El
inciso primero de la disposición adiciona el régimen civil sobre la
exigibilidad de la obligación alimentaria con una nueva regla conforme a la
cual el reconocimiento judicial de la obligación alimentaria procede incluso
cuando el acreedor tenga capacidad económica para asumir su subsistencia. Esto
a condición de que la obligación alimentaria hubiese sido necesaria para
consolidar dicha capacidad. En otras palabras, si el acreedor alimentario
solvente puede demostrar que para lograr su actual condición socioeconómica
requirió del pago de la obligación incumplida, entonces podrá solicitarla por
vía judicial.
El
parágrafo 1º establece una regla de subrogación de las obligaciones civiles con
carácter específico para el caso de la acreencia alimentaria. Así, podrá
solicitar el reconocimiento judicial de esa obligación quien demuestre haberla
sufragado, por lo que podrá alternativamente subrogar al titular del derecho de
alimentos.
Finalmente,
el parágrafo 2º prevé una regla de interpretación de las anteriores normas para
restringir su alcance de modo que: (i) solo son aplicables en pretensiones que
se formulen ante la jurisdicción civil; (ii) operan sin perjuicio de las
reglas, estas de origen jurisprudencial, que vinculan la responsabilidad penal
por el delito de inasistencia alimentaria a que se verifique tanto la necesidad
material de la víctima como la capacidad económica del acusado.
Sobre
este último particular la Corte advierte que la interpretación que realiza el
Ministerio Público es equivocada. El parágrafo mencionado en modo alguno tiene
como consecuencia la imposibilidad que la jurisdicción penal modifique en el
futuro su precedente sobre las condiciones para acreditar la antijuridicidad y
la culpabilidad en el delito de inasistencia alimentaria. Su propósito es mucho
más reducido: reconoce ese precedente, precisamente para distinguirlo de las
reglas explicadas y que permiten la exigibilidad civil de la obligación
alimentaria incluso cuando en el caso del acreedor alimentario solvente o
cuando el pago de la acreencia fue realizado por una persona distinta al
obligado. Para la Sala es evidente que ese reconocimiento no afecta de ninguna
manera la competencia constitucional para que en el futuro la jurisdicción
penal varíe su postura sobre la materia.
227.
Con base en esta aclaración sobre la interpretación del precepto, la Corte
concluye que las reglas descritas son constitucionales. Como se explicó en
precedencia, el artículo 10 del PLE regula una materia propia del Legislador
ordinario, sin que su inclusión en una norma estatutaria afecte su
constitucionalidad, restringiéndose el asunto a un tópico de regulación
integral.
En
cuanto al inciso primero, la exigibilidad judicial de las obligaciones
alimentarias del acreedor solvente no contraría ninguna regla constitucional.
Antes bien, se está ante una disposición que prodiga equidad en la asunción de
deberes que, como se ha explicado en esta sentencia, tienen un estrecho vínculo
con la vigencia de los derechos fundamentales de NNA y otros sujetos de
especial protección constitucional. Además, es pertinente anotar que esta
previsión opera sin perjuicio de la formulación de otras razones exceptivas o
extintivas del pago de los alimentos, como se explicó a propósito del estudio
sobre la caducidad del dato desfavorable derivado de la existencia de
obligaciones alimentarias insolutas.
228.
La regla que permite la subrogación encuentra justificación, como lo señala el
Procurador General de la Nación, en atender los reclamos judiciales usualmente
ejercidos por mujeres madres cabeza de familia o cuidadoras, quienes asumen el
pago de la obligación alimentaria ante el incumplimiento del progenitor
incumplido. Uno de los ejes estructurales de esta sentencia es el
reconocimiento de que la mora en el pago de la obligación alimentaria es un
asunto que afecta con mayor intensidad a las mujeres madres y/o cuidadoras,
porque son ellas quienes asumen exclusivamente la responsabilidad del cuidado
de sus hijos y, en especial, la económica de la manutención de los NNA debido a
la mora del obligado y, en consecuencia, se ven expuestas a soportar cargas
desproporcionadas correlativas. Por ende, una medida que tienda a ampliar el
acceso a la justicia civil de las mujeres en esas circunstancias reafirma la
perspectiva de género desde la cual debe obligatoriamente analizarse el
fenómeno de la asunción de la responsabilidad alimentaria. Una regla de esta
naturaleza, por esas mismas razones, no solo es compatible de la Carta Política
sino que desarrolla múltiples garantías constitucionales y, en particular, la
promoción de la igualdad material entre hombres y mujeres.
229. En
cuanto el parágrafo 3º debe partirse de advertir que la Sala de Casación Penal
de la Corte Suprema de Justicia ha señalado que el delito de inasistencia
alimentaria es de carácter doloso, por lo que su comisión depende de la
inexistencia de justa causa para el incumplimiento, concepto del que hace parte
la incapacidad económica del victimario. Al respecto, señala la alta Corporación:
“Frente al examen sobre el carácter justo o injusto de
la infracción al deber de asistencia alimentaria, resulta fundamental la
determinación de las posibilidades fácticas y jurídicas del obligado para
suministrar alimentos. Al respecto, la Sala de antaño ha precisado lo siguiente[263]:
Las diversas disposiciones han sido coincidentes y
uniformes en otro tema: incluir dentro de la definición típica el elemento “sin
justa causa”. Con ello se quiere dar a entender que el delito se estructura con
el incumplimiento en la prestación de alimentos, siempre y cuando se haga sin
motivo, sin razón que lo justifique, esto es, el dejar de hacer lo que se debe
hacer tiene que ser infundado, inexcusable.
4. La Corte Constitucional declaró la
constitucionalidad de la norma que define la conducta, mediante su sentencia
C-237, del 20 de mayo de 1997. En esa decisión, dejó en claro que no puede ser
responsable quien incumple sus deberes determinado o empujado por una “justa
causa”. Afirmó: “El deber de asistencia alimentaria se establece sobre dos
requisitos fundamentales: la necesidad del beneficiario y la capacidad del
deudor, quien debe ayudar a la subsistencia de sus parientes, sin que ello
implique el sacrificio de su propia existencia...” (…)
Cualquiera sea la postura dogmática que se asuma, lo
cierto es que la carencia de recursos económicos no sólo impide la exigibilidad
civil de la obligación, sino -a fortiori- la deducción de la responsabilidad
penal, dado que cuando el agente se sustrae al cumplimiento de su obligación,
no por voluntad suya, sino por haber mediado una circunstancia constitutiva de fuerza
mayor, como lo es la carencia de recursos económicos, la conducta no es punible
por ausencia de culpabilidad (art. 40-1 Código Penal); en consecuencia, tampoco
este último cargo está llamado a prosperar.”
Bajo este entendido, cuando el agente se sustrae del
cumplimiento de su obligación, no por voluntad suya, sino por haber mediado una
circunstancia de fuerza mayor como lo es la falta de capacidad económica, la
conducta no es punible (CSJ SP 4 dic. 2008, rad. 28.813).”[264]
Por
ende, el parágrafo 2º analizado guarda armonía con una comprensión del delito
de inasistencia alimentaria en donde se requiere que la conducta (i) vulnere el
bien jurídico tutelado, en este caso la familia; y (ii) se efectúe en razón de
un comportamiento voluntario y consciente del sujeto activo, esto es, que se
realice a título de dolo. Estas dos condiciones se fundamentan, esta vez desde
la perspectiva constitucional, por el carácter excepcional que tiene la sanción
penal debido al alto grado de interferencia que contrae para la autonomía
individual.
230.
Es evidente que este estándar es diferente al exigido para la inscripción del
deudor moroso en el REDAM. Esto debido a que dicha inclusión se guía
exclusivamente por el incumplimiento sistemático de obligaciones civiles y, en
consecuencia no puede analizarse bajo los requerimientos propios del reproche
penal. Por lo tanto, es compatible con la Carta Política que el Legislador
estatutario haya reservado las exigencias mencionadas en el fundamento jurídico
anterior al ámbito penal, puesto que en lo que respecta a la exigibilidad de
pretensiones ante la jurisdicción civil, el reclamo se restringe a la dimensión
patrimonial de la acreencia alimentaria. Es a esta dimensión a la que, a su
vez, se circunscribe la finalidad del REDAM, lo que demuestra la validez de la
regulación examinada.
Sobre
este aspecto, la Corte en reciente sentencia dejó claro que el derecho a
recibir alimentos se predica en razón de la condición de acreedor alimentario y
no se sujeta a un plazo particular. En efecto, en la Sentencia C-017 de 2019[265]
se consideró que si bien el artículo 421 del Código Civil señala que los
alimentos se deben desde la primera demanda, ello debe interpretarse de manera
restrictiva, esto es, que a partir de ese momento se exige el pago de la obligación
alimentaria por ese medio judicial, pero ello no significa que los demás
alimentos debidos no puedan ser exigidos por las otras vías legales existentes.
Acerca de este asunto, la decisión en comento señaló:
“este mecanismo de reclamación judicial a través de la
demanda se debe entender e interpretar sistemática e integralmente de
conformidad con el marco legal fijado por el Código de Infancia y Adolescencia
que contiene los diferentes mecanismos para la reclamación de los alimentos de
los menores de edad. En efecto, si se presenta incumplimiento frente a la
obligación de alimentos, los padres, parientes o funcionarios pueden recurrir a
las diferentes vías legales, como el requerimiento administrativo ante el
Defensor de Familia, policivo ante el Comisario de Familia, o a la
Conciliación, incluyendo la vía judicial mediante la demanda de Alimentos, de
manera que no resulta admisible constitucionalmente la interpretación planteada
por los demandantes en el sentido de que la obligación de los alimentos depende
de la presentación de la primera demanda. Así, el artículo 111 del Código de
Infancia y Adolescencia establece que una vez se haya agotado sin éxito la vía
de la conciliación, el caso se remitirá al juez de familia para que inicie el
respectivo proceso. Ahora bien, en caso de incumplimiento de la obligación
reconocida a través de estos mecanismos legales –administrativos o judiciales-,
los titulares del derecho pueden recurrir al proceso ejecutivo o la vía penal
para hacerlo efectivo o reclamar las consecuencias jurídicas de dicho
incumplimiento.
De esta manera, la demanda judicial no es un acto
constitutivo del derecho o de la obligación de alimentos a favor de los menores
de edad, como lo entienden los demandantes, ya que este derecho se encuentra
consagrado constitucional y legalmente, sino que la demanda es una de las vías
de reclamación o exigibilidad del derecho existente, y la consecuente sentencia
judicial que se deriva de su presentación es un acto declarativo o de
reconocimiento de dicho derecho u obligación existente constitucional y
legalmente, que a su vez constituye la obligación civil y patrimonial de la
pensión alimenticia.”
A
partir de esta comprobación, la Sala concluye que la inscripción en el REDAM,
si bien no es un mecanismo de ejecución de la obligación alimentaria, sí opera
como consecuencia del ejercicio de las diferentes alternativas que el
ordenamiento jurídico confiere para el efecto y ante el sistemático
incumplimiento del deudor alimentario. Por ende, la norma que distingue
conceptualmente estas herramientas del reproche penal es útil en términos de
aseguramiento del pago de los alimentos y desde la perspectiva civil de su
exigibilidad.
Artículo
11 – Vigencia y derogatorias
La
presente ley rige a partir de la fecha de su expedición y deroga las
disposiciones que le sean contrarias.
231.
La Unión Colegiada del Notariado Colombiano y el Procurador General de la
Nación llaman la atención acerca de que la norma es problemática en términos
del principio de legalidad. Esto debido a que se dispone la vigencia de la
legislación a partir de la fecha de expedición y no de su promulgación. Con
todo, advierten que yerros de ese mismo carácter han sido evidenciados por la
Corte, por lo que solicitan que se adopte el mismo sentido de la decisión.
232.
En los términos del artículo 153 de la Constitución, las condiciones del
procedimiento legislativo de las leyes estatutarias difieren de los requisitos
ordinarios en las mayorías exigidas para su aprobación, su aprobación en una
sola legislatura y el control previo y automático de constitucionalidad. En lo
demás, el asunto se rige por las reglas comunes. Así, el artículo 165 superior
indica que aprobado un proyecto de ley por ambas cámaras, pasa al Gobierno para
su sanción. Si este no lo objetare, dispondrá que se promulgue como ley.
La
promulgación es un concepto con un significado jurídico definido y se vincula
con la “publicidad o divulgación de la ley, y su finalidad es ponerla en
conocimiento de todas las personas para poder exigir posteriormente su
cumplimiento. De ahí que se hayan establecido como principios generales de
derecho que "la ley no obliga sino en virtud de su promulgación" y
que "nadie puede ser obligado a cumplir las normas que no conoce
(principio de la publicidad)”[266]
Bajo
ese entendido, la promulgación de la ley se lleva a cabo con su publicación y
es un requisito para que adquiera naturaleza vinculante debido a la relación
inescindible entre los principios de legalidad y publicidad de las normas
jurídicas. Así, una ley no puede entrar a regir antes de su promulgación,
puesto que ello socavaría aspectos esenciales del Estado constitucional. Sobre
el particular la Corte señaló en la Sentencia C-932 de 2006[267]:
“En el ordenamiento jurídico colombiano la
promulgación de la ley equivale a su publicación, y que si bien no es un
requisito para la validez de la misma, si lo es para su vigencia y
obligatoriedad, es decir, para que ésta vincule a los asociados. En esa medida
la jurisprudencia constitucional ha relacionado los conceptos de promulgación
de la ley –que se materializa mediante su publicación en el Diario Oficial- y
de eficacia jurídica o vigencia de la misma, entendidas estas últimas como
fuerza o capacidad para producir efectos jurídicos de una norma, pues como
antes se señaló los mandatos legales sólo serán oponibles a los asociados -y
por ende éstos sólo resultarán afectados por sus consecuencias jurídicas- a
partir de su publicación, por lo tanto una ley mientras no haya sido publicada
es inoponible y no produce efectos jurídicos.”
233.
Llevadas estas reglas al caso analizado la Corte evidencia que la fórmula de
vigencia del PLE desconoce el artículo 165 de la Constitución, al vincularla a
la expedición y no a la promulgación. Debe insistirse en que este no es un
asunto meramente nominal o semántico, puesto que el concepto “promulgación” tiene
un significado específico para la Constitución y, además, efecto performativo o
realizativo[268]
respecto de los principios de publicidad y legalidad. Es decir, el acto de la
promulgación, que se perfecciona con la publicación de la ley en el Diario
Oficial es la que permite otorgar obligatoriedad a la regulación respecto de
todas las personas, vulnerándose la Carta Política cuando se utiliza una
fórmula diferente y, por ende, incompatible con el mecanismo que se ha previsto
para la publicidad de las normas jurídicas.
Por
ende, la expresión “expedición” que utiliza el artículo 11 del PLE será
declarada inconstitucional por la Corte. Con todo, esta actuación haría que la
norma perdiese su sentido, por lo que se muestra imperativo adoptar una
sentencia integradora sustitutiva[269]
que, a la par que excluya el mencionado término lo reemplace por “promulgación”.
De esta forma la norma recobra una comprensión jurídica discernible y, a su
vez, es compatible con las previsiones superiores en materia de publicidad de
las leyes. En lo demás, el artículo se ajusta a la Constitución.
Síntesis
y conclusiones
234.
La correspondió a la Corte Constitucional adelantar el control constitucional
previo, automático e integral del Proyecto de Ley Estatutaria número 213/18
Cámara, 091/18 Senado, “por medio de la cual se crea el registro de deudores
alimentarios morosos (REDAM) y se dictan otras disposiciones”
En
cuanto al trámite legislativo, la Sala concluyó que el PLE cumplió con las
reglas constitucionales y orgánicas aplicables al procedimiento que antecede a
las leyes estatutarias. Fueron realizadas las publicaciones del proyecto en
cada una de las etapas del debate legislativo, al igual que los anuncios
previos a las diferentes votaciones. De la misma forma, las modificaciones al
articulado introducidas por las comisiones y plenarias fueron compatibles con
los principios de consecutividad e identidad flexible y estuvieron vinculadas a
los núcleos temáticos que conforman el PLE, todos ellos relacionados con la
previsión de incentivos para el pago de las obligaciones alimentarias en mora,
en particular la creación del REDAM y la imposición de consecuencias de la
incorporación de datos personales en ese registro. Los plazos entre cada uno de
los debates cumplieron con los límites previstos en la Constitución y el
proyecto fue tramitado en una sola legislatura como se exige para el caso de la
legislación estatutaria. A su vez, en la medida en que el PLE no incluye
asuntos que afecten directamente a las comunidades étnicas, el requisito de
consulta previa no resulta aplicable.
La
comprobación del quórum y de la mayoría absoluta también fueron debidamente
acreditados. Sobre este asunto, la Corte evidenció una inconsistencia en la
contabilización de los votos para la aprobación del artículo 6º del PLE en la
plenaria de la Cámara de Representantes, consistente en que, si bien durante el
debate la Secretaría General dio cuenta de que la disposición había sido
aprobada con la mayoría requerida de 86 de votos, más de un año después de
verificada la votación y a través de una constancia incorporada en la Gaceta
del Congreso contentiva del acta de plenaria, señaló que en realidad el
artículo contó con 85 votos favorables, esto es, con menos del mínimo exigido para
su aprobación con mayoría absoluta.
La
Corte considera que ante esta divergencia, debe preferirse aquella opción
interpretativa que otorgue un peso específico mayor a lo acreditado durante la
plenaria. Así, no se está en este caso ante un vicio de procedimiento, puesto
que la voluntad de la Cámara se conformó debidamente a través de la información
que entregó la Secretaría General durante la sesión y una vez realizada la
votación del articulado. En ese sentido, resultaría contrario al principio
democrático aceptar que varios meses después y mediante una simple constancia
de la Secretaría General se frustre esa voluntad y sin que medie ninguna
posibilidad de que los congresistas cuestionen o en modo alguno controlen esa
afirmación.
235.
Frente al análisis de constitucionalidad material, los asuntos regulados
corresponden en la mayoría de los casos a materias objeto de reserva de ley
estatutaria. La jurisprudencia constitucional ha considerado, de manera
reiterada, que las reglas sobre conocimiento, actualización y rectificación de
información personal contenida en bases de datos integran el núcleo esencial
del derecho al habeas data y, por ende, su alcance en escenarios concretos debe
ser regulado mediante normas estatutarias. Como el principal mecanismo de
incentivo para el pago de alimentos que regula el PLE es el REDAM, entonces la
normativa debió someterse a dicha reserva debido a que contiene disposiciones
que determinan el modo de incorporación, acceso y las consecuencias de la
inscripción de datos personales en ese registro. Además, aunque el PLE también
contiene otras reglas que harían parte de la competencia del legislador
ordinario, ello no contrae vicio alguno habida cuenta del mayor rigor en el
trámite legislativo que es exigido para la aprobación de normas estatutarias y
de la razonabilidad de su inclusión al entenderse el tema a tratar de manera
integral.
236.
La Corte encontró que, de manera general, las normas objeto de examen son
compatibles con la Carta Política. Esto debido a que tienden a la satisfacción
de bienes constitucionales imperiosos, específicamente la eficacia de los
derechos fundamentales de los acreedores de la obligación de alimentos, que en
la gran mayoría de los casos corresponden a sujetos de especial protección
constitucional. Además, estas medidas tienden a reducir cargas
desproporcionadas asumidas generalmente por las mujeres madres y cuidadoras,
quienes ante el incumplimiento en el pago de las obligaciones alimentarias,
deben asumir en su integridad los gastos vinculados a las necesidades del
acreedor alimentario. Por ende, la Corte insiste en que el control de
constitucionalidad del PLE debe analizarse mediante un enfoque de género que
reconozca dichas cargas y que evalúe las normas examinadas de cara a la
vigencia de los derechos de las mujeres interferidos por la mora del deudor
alimentario.
De
otro lado, las normas que integran el PLE, en particular las que regulan el
funcionamiento del REDAM, son armónicas con los principios generales que
definen el contenido y alcance del derecho al habeas data y que fijan las
reglas para la administración de datos personales.
237.
La conformación del REDAM es constitucional, puesto que (i) tiene por finalidad
la protección de los derechos fundamentales de los acreedores alimentarios; y
(ii) la información personal recopilada es susceptible de tratamiento, debido a
que refiere al incumplimiento de obligaciones legales reguladas en normas
civiles y que son de orden público. En el mismo sentido, las previsiones del
PLE contienen diferentes herramientas para que el obligado alimentario conozca
con anterioridad sobre la inscripción en el registro; asimismo, otorga una
oportunidad para demostrar el pago de los alimentos y, con ello, evitar las
consecuencias del registro. Estas circunstancias, sumadas a los hechos de que,
como regla general, la inscripción en el REDAM ha estado precedida de una
discusión judicial o administrativa sobre el incumplimiento de la obligación alimentaria
y que, antes del registro, debe acreditarse un periodo de mora superior a tres
meses, llevan a que la inscripción en comento resulte proporcional y razonable.
Con base en estos mismos argumentos es constitucional el hecho de que la única
excepción predicable sea la del pago de la obligación morosa, pues el REDAM no
puede operar como instrumento para debatir la obligación o como una etapa
sucedánea de los procedimientos judiciales dirigidos a acreditar causales
distintas que enervan el pago de la obligación alimentaria. Lo contrario
desconocería tanto el derecho al debido proceso como la eficacia necesaria del
registro para que opere como incentivo eficaz para el pago de la obligación
alimentaria incumplida.
238.
Los plazos de permanencia del dato sobre el incumplimiento en el pago son, a
juicio de la Corte, razonables de cara a la duración de la mora. Sin embargo,
la Sala evidencia que la regulación dejó de prever el término de caducidad del
dato negativo cuando se trata de obligaciones insolutas. Por ende, ante la
necesidad de fijar ese plazo so pena de incurrir en una modalidad abusiva de
administración de datos personales, se considera que una vez declarada la
extinción judicial de la obligación alimentaria el dato negativo se mantendrá
en el registro por seis meses, que es el plazo máximo de permanencia
contemplado en el PLE. Adicionalmente, se encontró que la regulación prevista
en el artículo 4º incurrió en una omisión legislativa relativa, presuntamente
por un mero error de técnica en la legislación, al omitir a las autoridades
administrativas del deber de oficiar a la entidad responsable del tratamiento
sobre el pago de la obligación y con miras a la eliminación del registro. Por
ende, en la parte resolutiva se adoptará un fallo de constitucionalidad
condicionada en ese sentido.
239.
Respecto del artículo 5º del proyecto, la Corte advierte que el dato sobre el
incumplimiento de la obligación alimentaria es semiprivado al estar vinculado
con la intimidad de la familia. De allí que la circulación de los reportes deba
circunscribirse exclusivamente a aquellos sujetos involucrados con las
consecuencias de la inscripción, sin que en modo alguno pueda circular de forma
indiscriminada, pues ello no solo desconocería el derecho mencionado, sino que también
carecería de vínculo alguno con la finalidad del REDAM. Por lo tanto, debe
condicionarse la constitucionalidad de la norma del modo propuesto.
240.
Respecto de las consecuencias de la inscripción en el REDAM, la Corte concluye
que algunas de ellas son inconstitucionales. Así, aunque es aceptable que el
incumplimiento de la obligación legal de pagar alimentos configure una causal
de inhabilidad para el empleo público o para contratar con el Estado, esta
opción no puede extenderse hasta imponer la terminación de los contratos
estatales en ejecución, puesto que esa circunstancia afectaría
desproporcionadamente los principios de la función administrativa, por lo que
debe declararse la inconstitucionalidad de ese efecto específico de la
inscripción en el REDAM.
No
sucede lo mismo respecto de la suspensión de los servidores públicos en
ejercicio, puesto que la medida está precedida de la oportunidad para que,
previa a la imposición de esa consecuencia, el deudor pueda ponerse al día en
el pago de la obligación alimentaria. Asimismo, es razonable que las
consecuencias se extiendan a las personas jurídicas representadas por el
obligado moroso, puesto que aquellas tienen un deber de mínima diligencia en lo
que respecta a la acreditación de las calidades de sus representantes legales
y, además, la norma conjura el riesgo de que determinadas formas societarias
puedan utilizarse para defraudar al acreedor alimentario.
Los
numerales 3º y 4º y el parágrafo segundo del artículo 6º son parcialmente contrarios
a la Constitución, en la medida en que establecen mecanismos de ejecución de la
obligación alimentaria a cargo de particulares y sin que se cumplan los
requisitos previstos en el artículo 116 superior para esa habilitación
excepcional. Además, la regulación plantea varios vacíos sobre aspectos
esenciales de la ejecución de las obligaciones civiles, omisiones que tornan a
dichos mecanismos incompatibles con el derecho al debido proceso.
La
consecuencia contenida en el numeral 5º y que impide que el obligado moroso
salga del país será declarada constitucional, puesto que supera un juicio
estricto de proporcionalidad al ser una medida imprescindible para satisfacer
bienes constitucionales imperiosos y vinculados a la satisfacción de los
derechos fundamentales de sujetos de especial protección constitucional.
Igualmente, la restricción cumple con el estándar previsto en el derecho
internacional de los derechos humanos para limitaciones de esa naturaleza.
241.
Igual conclusión se predica del numeral 6º, que exceptúa la autorización del
padre o madre inscrito en el REDAM para que el menor de edad titular del
derecho de alimentos salga del país. En este caso, la medida está dirigida a
evitar una afectación desproporcionada de la libertad de locomoción de los NNA,
al igual que los demás derechos que operan de manera interdependiente con
aquella. Del mismo modo, la norma impide un ejercicio abusivo de las
prerrogativas de la patria potestad por parte del acreedor moroso.
El
numeral 7º que excluye a las personas registradas en el REDAM para la obtención
de subsidios es igualmente desproporcionado habida cuenta de su vaguedad, que
involucra la eliminación de recursos que son necesarios para la protección de
los derechos fundamentales del deudor y para el pago mismo de la obligación
alimentaria. Esta situación es agravada por el hecho de que los titulares de
los subsidios son personas de menores condiciones socioeconómicas, por lo que
su eliminación impone cargas irrazonables y que no concurren con el logro del
pago de los alimentos debidos.
La
previsión del parágrafo primero del artículo 6º es constitucional, puesto que
el cumplimiento de las obligaciones alimentarias es un dato por completo
relevante para la evaluación del riesgo crediticio. Por ende, los principios de
integridad e incorporación, propios de la administración de datos personales,
justifican la inclusión del dato personal sobre el incumplimiento de las
obligaciones alimentarias a las centrales de riesgo. De la misma forma, la
carga de la prueba hacia el Estado que dispone el parágrafo tercero es
consecuencia de la necesidad de evitar la imposición de deberes irrazonables a
los ciudadanos, lo cual es plenamente compatible con la Constitución. No
obstante, idéntica carga también debe predicarse de las centrales de riesgo
crediticio, en tanto son destinatarias de los reportes derivados del REDAM. Por
ende, la Corte condicionará la constitucionalidad del parágrafo mencionado en
ese sentido.
242.
Los artículos 7º y 8º del PLE no plantean asuntos constitucionales
problemáticos al tratarse de normas eminentemente procedimentales y que acogen
los principios constitucionales de administración de datos personales. Al
respecto debe en todo caso precisarse que la connotación que hace el PLE al
carácter público del REDAM versa exclusivamente sobre el hecho de que será una
autoridad estatal la responsable del tratamiento de los datos personales, pero
ello no significa de ninguna manera que sea un base de datos de acceso público.
El artículo 9º es constitucional en tanto la advertencia sobre el potencial
registro ante la mora opera como incentivo para el pago cumplido de la
obligación alimentaria. Sin embargo, como sucede respecto del artículo 4º, se
está ante una omisión legislativa derivada de un error de técnica legislativa,
al excluir del deber de advertencia a los acuerdos de conciliación celebrados
ante centros constituidos por personas jurídicas sin ánimo de lucro o adscritos
a consultorios jurídicos. Por lo tanto, se adoptará un fallo de
constitucionalidad condicionada en ese sentido.
243.
El artículo 10º establece medidas que (i) facilitan el cobro judicial de la
obligación alimentaria cuando una persona, generalmente mujer madre o
cuidadora, asume la manutención ante el incumplimiento del obligado; y (ii)
distinguen los efectos del REDAM de las exigencias que la jurisprudencia penal
impone para la comisión del delito de inasistencia alimentaria, sin
petrificarla. Estas precisiones son compatibles con la Constitución, concurren
en el objetivo general de incentivo al pago cumplido de la obligación
alimentaria y están en armonía con el enfoque de género que debe adoptarse para
el análisis constitucional sobre las medidas destinadas al cumplimiento de la acreencia
alimentaria.
244.
Por último, el artículo 11º del PLE sobre la vigencia de la legislación
estatutaria es problemático desde el punto de vista de los principios de
legalidad y publicidad. Esto, debido a que vincula esa vigencia a la expedición
de la ley y no a su promulgación, como lo ordena el artículo 153 de la
Constitución. En consecuencia, se adopta una sentencia integradora sustitutiva
sobre ese aspecto, a fin de declarar la inconstitucionalidad de la expresión “expedición”
para sustituirla por “promulgación” y, en lo demás, se declarará su
constitucionalidad.
V.
DECISIÓN
En
mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte Constitucional administrando
justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE
PRIMERO:
Declarar EXEQUIBLE, respecto
del trámite legislativo, el Proyecto de Ley Estatutaria número 213/18 Cámara,
091/18 Senado, “por medio de la cual se crea el registro de deudores
alimentarios morosos (REDAM) y se dictan otras disposiciones”.
SEGUNDO:
Declarar EXEQUIBLES los
artículos 1º, 2º, 5º, 7º, 8º y 10º del Proyecto de Ley Estatutaria número
213/18 Cámara, 091/18 Senado, “por medio de la cual se crea el registro de
deudores alimentarios morosos (REDAM) y se dictan otras disposiciones”.
TERCERO:
Declarar EXEQUIBLE el artículo
3º del Proyecto de Ley Estatutaria número 213/18 Cámara, 091/18 Senado, “por
medio de la cual se crea el registro de deudores alimentarios morosos (REDAM) y
se dictan otras disposiciones”, en el entendido de que (i) una vez declarada judicialmente la extinción de la
obligación alimentaria insoluta, la inscripción en el REDAM permanecerá por el
término de seis meses, contados a partir de la ejecutoria de la sentencia
respectiva; y (ii) en caso del pago total de la obligación alimentaria en mora,
tanto el juez como la autoridad administrativa que autorizó la inscripción en
el REDAM deberán oficiar a la entidad responsable del tratamiento para que
proceda el retiro de la información personal.
CUARTO:
Declarar EXEQUIBLE el artículo
4º del Proyecto de Ley Estatutaria número 213/18 Cámara, 091/18 Senado, “por
medio de la cual se crea el registro de deudores alimentarios morosos (REDAM) y
se dictan otras disposiciones”, en el entendido de que las personas
naturales o jurídicas, públicas o privadas, a las que refiere la norma, serán
exclusivamente aquellas que apliquen las consecuencias de la inscripción en el
REDAM previstas en el artículo 6º de la presente Ley Estatutaria.
QUINTO:
Declarar EXEQUIBLE el artículo
6º del Proyecto de Ley Estatutaria número 213/18 Cámara, 091/18 Senado, “por
medio de la cual se crea el registro de deudores alimentarios morosos (REDAM) y
se dictan otras disposiciones”, salvo los siguientes apartados normativos
que se declaran INEXEQUIBLES:
5.1.
La expresión “Estando en ejecución el contrato, será causal de terminación del
mismo incurrir en mora de las obligaciones alimentarias”, contenida en el
numeral primero.
5.2.
La expresión “En caso de estar reportado, el monto de las cuotas
alimentarias adeudadas se sumará a la tarifa de los derechos notariales. Será
obligación de la notaría depositar lo adeudado a orden de la autoridad que
ordenó la inscripción en el Registro, con la finalidad de solventar la deuda
alimentaria originaria”, contenida en el numeral tercero.
5.3.
La expresión “y, en caso de ser aprobado, será obligación de la entidad
otorgante depositar lo adeudado a orden de la autoridad que ordenó la
inscripción en el Registro, para que solvente la deuda alimentaria originaria”,
contenida en el numeral cuarto.
5.4.
El numeral séptimo y el parágrafo segundo.
Asimismo,
se declara EXEQUIBLE el parágrafo 3º del artículo 6º en el entendido de
que también serán responsables de la carga de verificación las centrales de
riesgo crediticio, financiero y comercial que reciban reportes derivados del
REDAM
SEXTO:
Declarar EXEQUIBLE el artículo
9º del Proyecto de Ley Estatutaria número 213/18 Cámara, 091/18 Senado, “por
medio de la cual se crea el registro de deudores alimentarios morosos (REDAM) y
se dictan otras disposiciones”, en el entendido de que la advertencia
prevista en esa disposición deberá también incorporarse en los acuerdos de
conciliación celebrados ante centros constituidos por personas jurídicas sin
ánimo de lucro o adscritos a los consultorios jurídicos de las facultades de
derecho.
SÉPTIMO:
Declarar EXEQUIBLE el artículo
11 del Proyecto de Ley Estatutaria número 213/18 Cámara, 091/18 Senado, “por
medio de la cual se crea el registro de deudores alimentarios morosos (REDAM) y
se dictan otras disposiciones”. Esto con excepción de la palabra “expedición”
que se declara INEXEQUIBLE. En consecuencia, se ordena sustituir ese
término por “promulgación”.
OCTAVO:
Conforme los numerales anteriores, DISPONER que
el texto que se someta a sanción presidencial es el siguiente:
LEY ____
Por medio de la cual se crea el Registro de Deudores
Alimentarios Morosos (Redam) y se dictan otras disposiciones”
El Congreso de la República de Colombia
DECRETA:
Artículo 1º. Objeto.
La presente ley tiene por objeto establecer medidas para garantizar el
cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el Registro de Deudores
Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control al incumplimiento de
las obligaciones alimentarias.
Artículo 2º. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que se
encuentren en mora a partir de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o no,
establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o cualquier
título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de alimentos
congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Parágrafo. Esta norma
aplica para los deudores alimentarios morosos de las personas titulares de
derechos de alimentos estipulados en el artículo 411 del Código Civil
colombiano, que incurran en las condiciones consagradas en el presente
artículo.
Artículo 3º. Procedimiento para inscripción en el Registro de Deudores
Alimentarios Morosos. El
acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez y/o funcionario
que conoce o conoció del proceso y/o de alimentos quien, previo a ordenar la
inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos, deberá correr
traslado de la solicitud al deudor alimentario que se reputa en mora por cinco
(5) días hábiles, al término de los cuales resolverá sobre la procedencia o no
de la misma, con fundamento en la existencia o no de una justa causa. La
decisión del juez y/o funcionario podrá ser objeto del recurso de reposición
quien dispondrá de cinco (5) días hábiles para resolverlo.
Parágrafo 1°. Una vez
en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de Deudores
Alimentarios Morosos, el juez o la autoridad oficiará en un plazo no mayor a
cinco (5) días hábiles a la entidad encargada de su operación con el propósito
de hacer efectiva la misma.
Parágrafo 2°. Solo
podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones alimentarias que se
encuentran en mora, siempre y cuando sea la primera inscripción, en el evento
de recurrencia en el incumplimiento de las cuotas alimentarias y el pago de las
mismas antes del registro, este se llevará a cabo por tres meses en la segunda
oportunidad y por 6 meses en las ocasiones siguientes.
Parágrafo 3°. Cuando
se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en mora, el juez
oficiará en un plazo no mayor a cinco (5) días hábiles a la entidad encargada
de su operación con el propósito de cancelar la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez ordenará el retiro
inmediato de la información negativa del deudor de alimentos del Registro.
Parágrafo 4°. Cuando
la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a sentencia
judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una Comisaría
de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para poner en
conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que dan lugar a
la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. La Comisaría de
Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, estará obligada a dar
inicio al trámite contemplado en el presente artículo, garantizando en todo
caso, el derecho de contradicción y de defensa del presunto deudor alimentario
moroso.
[Disposición
declarada exequible por la Sentencia
C-032 de 2021 en el entendido
de que (i) una vez declarada
judicialmente la extinción de la obligación alimentaria insoluta, la
inscripción en el REDAM permanecerá por el término de seis meses, contados a
partir de la ejecutoria de la sentencia respectiva; y (ii) en caso del pago
total de la obligación alimentaria en mora, tanto el juez como la autoridad
administrativa que autorizó la inscripción en el REDAM deberán oficiar a la
entidad responsable del tratamiento para que proceda el retiro de la
información personal.]
Artículo 4º. Funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones del Registro de
Deudores Alimentarios Morosos son:
1.
Llevar un registro de los deudores alimentarios morosos.
2.
Expedir gratuitamente los certificados a través de página web, que soliciten
las personas naturales o jurídicas, públicas o privadas
Estos
certificados deberán contener como mínimo la información contemplada en el
artículo 5° de la presente ley.
Parágrafo. Los
certificados contemplados en el numeral 2 del presente artículo, tendrán una
validez de tres (3) meses y podrán expedirse por medio de documento en físico o
por plataformas tecnológicas o virtuales que permitan que este sea expedido con
celeridad y practicidad para el ciudadano. El Gobierno nacional reglamentará la
materia, respetando en todo caso lo contemplado en las Leyes 1266 de 2008 y
1581 de 2012.
[Disposición
declarada exequible por la Sentencia
C-032 de 2021 en el entendido
de que las personas naturales o
jurídicas, públicas o privadas, a las que refiere la norma, serán exclusivamente
aquellas que apliquen las consecuencias de la inscripción en el REDAM previstas
en el artículo 6º de la presente Ley Estatutaria.]
Artículo 5º. Contenido de la inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá
contener, como mínimo, la siguiente información:
1. Nombres y apellidos completos del Deudor
Alimentario Moroso.
2. Domicilio actual o último conocido del Deudor
Alimentario Moroso.
3. Número de documento de identidad del Deudor
Alimentario Moroso.
4. Identificación del documento donde conste la
obligación alimentaria.
5. Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto
de la obligación pendiente e intereses hasta la fecha de la comunicación.
6. Identificación de la autoridad que ordena el
registro.
7. Fecha del registro.
Artículo 6º. Consecuencias de la inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores
Alimentarios Morosos generará las siguientes consecuencias:
1. El deudor alimentario moroso solo podrá contratar
con el Estado una vez se ponga a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias.
Esta inhabilidad también se predica del deudor alimentario moroso que actúe
como representante legal de la persona jurídica que aspira a contratar con el
Estado.
2. No se podrá nombrar ni posesionar en cargos
públicos ni de elección popular a las personas reportadas en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, hasta tanto no se pongan a paz y salvo con las
obligaciones alimentarias.
Si el deudor alimentario es servidor público al
momento de su inscripción en el Redam, estará sujeto a la suspensión del
ejercicio de sus funciones, hasta tanto no se ponga a paz y salvo con las
obligaciones alimentarias. En todo caso, se garantizará al deudor alimentario
los derechos de defensa y debido proceso.
3. Cuando el deudor alimentario pretenda perfeccionar
la enajenación de bienes muebles o inmuebles sujetos a registro, la notaría
exigirá el certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos
4. Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o
la renovación de un crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento, se
exigirá el certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
5. Impedimento para salir del país y efectuar trámites
migratorios ante Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
6. No se requerirá la autorización del padre o madre
inscrito en el Redam contemplada en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006.
7. Declarado inexequible.
Parágrafo 1°. La entidad designada por el Gobierno nacional para
implementar, administrar y mantener el Redam, remitirá la información contenida
en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos a las centrales de riesgo
crediticio, financiero y comercial, para lo de su competencia.
Parágrafo 2°. Declarado
inexequible.
Parágrafo 3°. La carga de verificación si el ciudadano está
inscrito en el Registro recaerá únicamente en el Estado. La imposibilidad de
verificar el registro deberá interpretarse en favor del ciudadano.
[Disposición declarada exequible por la Sentencia C-032 de 2021 en el entendido de que también serán
responsables de la carga de verificación las centrales de riesgo crediticio,
financiero y comercial que reciban reportes derivados del REDAM]
Artículo 7º. Operación del Registro de Deudores
Alimentarios Morosos. El Gobierno nacional, designará a una entidad del orden nacional para
que implemente, administre y mantenga actualizado el Registro Nacional de
Deudores de Cuotas Alimentarias.
Parágrafo 1°. La entidad a la que hace referencia el presente
artículo, podrá constituir una base de datos de carácter público para la
administración de la misma, dando aplicación a lo previsto en el parágrafo 1°
del artículo sexto de esta ley.
Parágrafo 2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores
de Cuotas Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses
contados a partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Parágrafo 3º. La entidad responsable del tratamiento de la
información adoptará mecanismos útiles, eficientes, demostrables y verificables
para garantizar el cumplimiento de la presente ley y los principios y reglas
previstos en las leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012 respecto del tratamiento de
los datos personales que harán parte del citado registro.
En la reglamentación de este registro se definirá,
entre otros, lo siguiente: (a) la finalidad de la recolección y utilización de
los datos; (b) las condiciones en las que podrán ser accedidos por parte de
personas naturales o jurídicas, públicas y privadas; (c) el tipo de información
que se suministrará a los interesados; (d) los usos que se puede dar a la
información contenida en el registro; (e) el tiempo que estará registrada la
información, de conformidad con el principio de temporalidad o caducidad del
dato.
Adicionalmente, se deben prever mecanismos técnicos
capaces de limitar el alcance de las consultas y de las búsquedas electrónicas
con el fin de prevenir todo tipo de descarga o de consulta no autorizada de
datos personales.
Parágrafo 4º. El registro contará con un mecanismo de verificación,
formación y apoyo para los deudores en desempleo o informalidad a través del
Servicio Público de Empleo.
Artículo 8º. Remisión general. Los principios y reglas
generales previstas en las Leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012, o las que las
reemplacen o modifiquen, se aplicarán a la administración de la información y
los datos incluidos en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo 9º. Advertencia de consecuencias derivadas
del incumplimiento de las obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan
alimentos, y en los acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante
autoridad administrativa, se advertirá a los obligados de las consecuencias
previstas en esta ley por su incumplimiento.
[Disposición declarada exequible por la Sentencia C-032 de 2021 en el entendido de que la advertencia prevista en esa disposición deberá
también incorporarse en los acuerdos de conciliación celebrados ante centros
constituidos por personas jurídicas sin ánimo de lucro o adscritos a los
consultorios jurídicos de las facultades de derecho.]
Artículo 10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en
los términos del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el
reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en las que se incurrió,
aun cuando las circunstancias económicas del acreedor alimentario señalen que
posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero que fueron
necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo 1°. Quienes acrediten haber sufragado las acreencias
alimentarias a las que hace referencia el presente artículo, podrán, de manera
alternativa, subrogar al titular de las acreencias alimentarias, en el
reconocimiento judicial de las mismas.
Parágrafo 2°. Lo estatuido en el presente artículo solo tendrá
aplicación en la jurisdicción civil y no cambiará el precedente jurisprudencial
en materia penal para el delito de inasistencia alimentaria, según el cual para
que se configure responsabilidad penal por este delito, debe verificarse la
necesidad de la víctima de la asistencia alimentaria y la capacidad de pago del
acusado.
Artículo 11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la
fecha de su promulgación y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
NOVENO:
REMITIR esta decisión al Presidente
del Congreso de la República para lo de su competencia.
Notifíquese,
comuníquese y cúmplase,
ANTONIO JOSÉ LIZARAZO OCAMPO
Presidente
Con salvamento parcial de voto
DIANA FAJARDO RIVERA
Magistrada
Con aclaración de voto
JORGE ENRIQUE IBÁÑEZ NAJAR
Magistrado
ALEJANDRO LINARES CANTILLO
Magistrado
PAOLA ANDREA MENESES MOSQUERA
Magistrada
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO SCHLESINGER
Magistrada
Con salvamento parcial de voto
JOSÉ FERNANDO REYES CUARTAS
Magistrado
ALBERTO ROJAS RÍOS
Magistrado
Con salvamento parcial de voto
MARTHA VICTORIA SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria General
ANEXO
Modificaciones dentro del procedimiento legislativo al
Proyecto de Ley Estatutaria 213/18 Senado, 091/18 Cámara “por medio de la cual
se crea el Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam) y se dictan otras
disposiciones.”
Proyecto
de ley
Ponencia
para primer debate - Cámara
Texto
aprobado primer debate - Cámara
Ponencia
para segundo debate - Cámara
Texto
aprobado segundo debate - Cámara
Artículo
1°. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas para
garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el Registro
de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control al
incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo
1º. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas para
garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control
al incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo
1º. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas para
garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control
al incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo
1º. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas para garantizar
el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control al
incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo
1º. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas para
garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control
al incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo
2°. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que
se encuentren en mora de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o no,
establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o
cualquier título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de
alimentos congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Artículo
2º. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que
se encuentren en mora de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o no,
establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o
cualquier título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de
alimentos congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Parágrafo.
Esta norma aplica para los deudores alimentarios morosos de las personas
titulares de derechos de alimentos estipulados en el artículo 411 del Código
Civil Colombiano, que incurran en las condiciones consagradas en el presente
artículo.
Artículo
2º. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que
se encuentren en mora de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o no,
establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o
cualquier título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de
alimentos congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Artículo
2º. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que
se encuentren en mora de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o no,
establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o
cualquier título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de
alimentos congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Artículo
2º. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que
se encuentren en mora a partir de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o
no, establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o
cualquier título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de
alimentos congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Parágrafo.
Esta norma aplica para los deudores alimentarios morosos de las personas
titulares de derechos de alimentos estipulados en el artículo 411 del Código
Civil colombiano, que incurran en las condiciones consagradas en el presente
artículo.
Artículo
3°. Procedimiento para inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez
que conoce o conoció del proceso ejecutivo de alimentos quien, previo a
ordenar la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos,
deberá correr traslado de la solicitud al deudor alimentario que se reputa en
mora por tres (3) días, al término de los cuales resolverá sobre la
procedencia o no de la misma.
La
decisión del juez podrá ser objeto del recurso de reposición quien dispondrá
de tres (3) días para resolverlo.
Parágrafo
1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, el juez oficiará en un plazo no mayor a tres
(3) días a la Entidad encargada de su operación con el propósito de hacer
efectiva la misma.
Parágrafo
2°. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora.
Parágrafo
3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en mora,
el juez oficiará en un plazo no mayor a tres (3) días al a la Entidad
encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez
ordenará el retiro inmediato de la información negativa del deudor de
alimentos del Registro.
Parágrafo
4°. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos caducará
en un término de cuatro (4) años, contado a partir de la fecha en la cual se
realiza la inscripción.
Parágrafo
5°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a
sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
poner en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que
dan lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
La Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
estará obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo.
Artículo
3º. Procedimiento para inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez
que conoce o conoció del proceso ejecutivo de alimentos quien, previo a ordenar
la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos, deberá correr
traslado de la solicitud al deudor alimentario que se reputa en mora por tres
(3) días, al término de los cuales resolverá sobre la procedencia o no de la
misma. La decisión del juez podrá ser objeto del recurso de reposición quien
dispondrá de tres (3) días para resolverlo.
Parágrafo
Primero. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos, el juez oficiará en un plazo no
mayor a tres (3) días a la Entidad encargada de su operación con el propósito
de hacer efectiva la misma.
Parágrafo
Segundo. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en
el Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora.
Parágrafo
Tercero. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias
en mora, el juez oficiará en un plazo no mayor a tres (3) días al a la
Entidad encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción
en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez
ordenará el retiro inmediato de la información negativa del deudor de
alimentos del Registro.
Parágrafo
Cuarto. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
caducará en un término de cuatro (4) años, contado a partir de la fecha en la
cual se realiza la inscripción.
Parágrafo
Quinto. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente
a sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a
una Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
poner en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que
dan lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
La Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
estará obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo.
Artículo
3º. Procedimiento para inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez
que conoce o conoció del proceso ejecutivo de alimentos quien, previo a
ordenar la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos,
deberá correr traslado de la solicitud al deudor alimentario que se reputa en
mora por tres (3) días, al término de los cuales resolverá sobre la
procedencia o no de la misma. La decisión del juez podrá ser objeto del
recurso de reposición quien dispondrá de tres (3) días para resolverlo.
Parágrafo
1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, el juez oficiará en un plazo no mayor a tres (3)
días a la Entidad encargada de su operación con el propósito de hacer
efectiva la misma.
Parágrafo
2°. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora.
Parágrafo
3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en
mora, el juez oficiará en un plazo no mayor a tres (3) días al a la Entidad
encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez
ordenará el retiro inmediato de la información negativa del deudor de
alimentos del Registro.
Parágrafo
4°. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos caducará
en un término de cuatro (4) años, contado a partir de la fecha en la cual se
realiza la inscripción.
Parágrafo
5°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a
sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
poner en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que
dan lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
La Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
estará obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo.
Artículo
3º. Procedimiento para inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez
que conoce o conoció del proceso de alimentos quien, previo a ordenar
la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos, deberá correr
traslado de la solicitud al deudor alimentario que se reputa en mora por tres
(3) días, al término de los cuales resolverá sobre la procedencia o no de la
misma. La decisión del juez podrá ser objeto del recurso de reposición quien
dispondrá de tres (3) días para resolverlo.
Parágrafo
1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, el juez o la autoridad oficiará en un
plazo no mayor a tres (3) días a la Entidad encargada de su operación con el
propósito de hacer efectiva la misma.
Parágrafo
2°. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora.
Parágrafo
3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en
mora, el juez oficiará en un plazo no mayor a tres (3) días a la Entidad
encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez
ordenará el retiro inmediato de la información negativa del deudor de
alimentos del Registro.
Parágrafo
4°. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos caducará
en un término de cuatro (4) años, contado a partir de la fecha en la cual se
realiza la inscripción.
Parágrafo
5°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a
sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
poner en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que
dan lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
La Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
estará obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo, garantizando
en todo caso, el derecho de contradicción y de defensa del presunto deudor
alimentario moroso.
Artículo
3º. Procedimiento para inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez
y/o funcionario que conoce o conoció del proceso y/o de alimentos quien,
previo a ordenar la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos, deberá correr traslado de la solicitud al deudor alimentario que se
reputa en mora por cinco (5) días hábiles, al término de los cuales resolverá
sobre la procedencia o no de la misma, con fundamento en la existencia o no
de una justa causa. La decisión del juez y/o funcionario podrá ser objeto del
recurso de reposición quien dispondrá de cinco (5) días hábiles para
resolverlo.
Parágrafo
1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, el juez o la autoridad oficiará en un plazo no
mayor a cinco (5) días hábiles a la entidad encargada de su operación con el
propósito de hacer efectiva la misma.
Parágrafo
2°. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora, siempre y cuando sea la primera
inscripción, en el evento de recurrencia en el incumplimiento de las cuotas
alimentarias y el pago de las mismas antes del registro, este se llevará a
cabo por tres meses en la segunda oportunidad y por 6 meses en las ocasiones
siguientes.
Parágrafo
3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en
mora, el juez oficiará en un plazo no mayor a cinco (5) días hábiles a la
entidad encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción
en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez
ordenará el retiro inmediato de la información negativa del deudor de
alimentos del Registro.
Parágrafo
4°. Eliminado
Parágrafo
5°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a
sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
poner en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que
dan lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
La Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
estará obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo,
garantizando en todo caso, el derecho de contradicción y de defensa del
presunto deudor alimentario moroso.
Artículo
4°. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
1.
Llevar un registro de los deudores alimentarios morosos;
2.
Expedir gratuitamente los certificados que soliciten las personas naturales o
jurídicas, públicas o privadas.
Artículo
4º. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
1.
Llevar un registro de los deudores alimentarios morosos;
2.
Expedir gratuitamente los certificados que soliciten las personas naturales o
jurídicas, públicas o privadas.
Artículo
4º. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
1.
Llevar un registro de los deudores alimentarios morosos;
2.
Expedir gratuitamente los certificados que soliciten las personas naturales o
jurídicas, públicas o privadas.
Artículo
4º. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
Llevar
un registro de los deudores alimentarios morosos;
Expedir
gratuitamente y de forma inmediata los certificados que soliciten las
personas naturales o jurídicas, públicas o privadas.
Estos
certificados deberán contener como mínimo la información contemplada en el
artículo 5° de la presente ley.
Artículo
4º. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
1.
Llevar un registro de los deudores alimentarios morosos;
2.
Expedir gratuitamente los certificados a través de página web, que soliciten
las personas naturales o jurídicas, públicas o privadas.
Estos
certificados deberán contener como mínimo la información contemplada en el
artículo 5° de la presente ley.
Parágrafo.
Los certificados contemplados en el numeral 2 del presente artículo, tendrán
una validez de tres (3) meses y podrán expedirse por medio de documento en
físico o por plataformas tecnológicas o virtuales que permitan que este sea
expedido con celeridad y practicidad para el ciudadano.
Artículo
5°. Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como
mínimo, la siguiente información:
1.
Nombres y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
2.
Domicilio actual o último conocido del Deudor Alimentario Moroso.
3.
Número de documento de identidad del Deudor Alimentario Moroso.
4.
Identificación del documento donde conste la obligación alimentaria.
5.
Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente
e intereses hasta la fecha de la comunicación.
6.
Identificación del Despacho Judicial que ordena el registro.
7.
Fecha del registro.
Artículo
5º. Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como
mínimo, la siguiente información:
1.
Nombres y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
2.
Domicilio actual o último conocido del Deudor Alimentario Moroso.
3.
Número de documento de identidad del Deudor Alimentario Moroso.
4.
Identificación del documento donde conste la obligación alimentaria.
5.
Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente
e intereses hasta la fecha de la comunicación.
6.
Identificación del Despacho Judicial que ordena el registro.
7.
Fecha del registro.
Artículo
5º. Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como
mínimo, la siguiente información:
1.
Nombres y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
2.
Domicilio actual o último conocido del Deudor Alimentario Moroso.
3.
Número de documento de identidad del Deudor Alimentario Moroso.
4.
Identificación del documento donde conste la obligación alimentaria.
5.
Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente
e intereses hasta la fecha de la comunicación.
6.
Identificación del Despacho Judicial que ordena el registro.
7.
Fecha del registro.
Artículo
5º. Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como
mínimo, la siguiente información:
Nombres
y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
Domicilio
actual o último conocido del Deudor Alimentario Moroso.
Número
de documento de identidad del Deudor Alimentario Moroso.
Identificación
del documento donde conste la obligación alimentaria.
Cantidad
de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente e
intereses hasta la fecha de la comunicación.
Identificación
del Despacho Judicial que ordena el registro.
Fecha
del registro.
Artículo
5º. Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como
mínimo, la siguiente información:
1.
Nombres y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
2.
Domicilio actual o último conocido del Deudor Alimentario Moroso.
3.
Número de documento de identidad del Deudor Alimentario Moroso.
4.
Identificación del documento donde conste la obligación alimentaria.
5.
Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente
e intereses hasta la fecha de la comunicación.
6.
Identificación del Despacho Judicial que ordena el registro.
7.
Fecha del registro.
Artículo
6°. Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
generará las siguientes consecuencias:
1.
Inhabilidad para contratar con el Estado. Esta inhabilidad también se predica
del deudor alimentario moroso que actúe como representante legal de la
persona jurídica que aspira a contratar con el Estado.
2.
No se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
3.
Impedimento para perfeccionar la enajenación de bienes muebles o inmuebles
sometidos a registro.
4.
Para autorizar una escritura pública, la autoridad competente deberá
solicitar la certificación expedida por el Redam de ambas partes del negocio
jurídico, cuando se trate de personas naturales y, del representante legal,
cuando una de estas sea persona jurídica. En caso de que aparezca registro de
incumplimiento de obligaciones alimentarias, el negocio jurídico no podrá
perfeccionarse hasta tanto se regularice la situación.
5.
Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o la renovación de un
crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento, se exigirá el
certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso de ser
aprobado, será obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado a la
orden del juzgado que ordenó la inscripción en el Registro.
Artículo
6º. Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
generará las siguientes consecuencias:
1.
Inhabilidad para contratar con el Estado. Esta inhabilidad también se predica
del deudor alimentario moroso que actúe como representante legal de la
persona jurídica que aspira a contratar con el Estado.
2.
No se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
3.
Impedimento para perfeccionar la enajenación de bienes muebles o inmuebles
sometidos a registro.
4.
Para autorizar una escritura pública, la autoridad competente deberá
solicitar la certificación expedida por el Redam de ambas partes del negocio
jurídico, cuando se trate de personas naturales y, del representante legal,
cuando una de estas sea persona jurídica. En caso de que aparezca registro de
incumplimiento de obligaciones alimentarias, el negocio jurídico no podrá
perfeccionarse hasta tanto se regularice la situación.
5.
Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o la renovación de un
crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento, se exigirá el
certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso de ser
aprobado, será obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado a la
orden del juzgado que ordenó la inscripción en el Registro.
6.
Impedimento para solicitar licencia de conducción o documento análogo ante
las autoridades de tránsito y transporte habilitadas para tal fin.
7.
Impedimento para salir del país y efectuar trámites migratorios ante
Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
Parágrafo.
La información contenida en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam)
será remitida a la Superintendencia Financiera, quien tendrá la facultad de
enviar la misma a las bases de datos o centrales de información de las
centrales de riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su
competencia e interés.
Artículo
6º. Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
generará las siguientes consecuencias:
1.
El deudor alimentario moroso solo podrá contratar con el Estado una vez se
ponga a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias. Esta inhabilidad
también se predica del deudor alimentario moroso que actúe como representante
legal de la persona jurídica que aspira a contratar con el Estado. Estando en
ejecución el contrato, será causal de terminación del mismo incurrir en mora
de las obligaciones alimentarias.
2.
No se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos, hasta
tanto no se pongan a paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
3.
Impedimento para perfeccionar la enajenación de bienes muebles o inmuebles
sometidos a registro.
4.
Para autorizar una escritura pública, la autoridad competente deberá
solicitar la certificación expedida por el Redam de ambas partes del negocio
jurídico, cuando se trate de personas naturales y, del representante legal,
cuando una de estas sea persona jurídica. En caso de que aparezca registro de
incumplimiento de obligaciones alimentarias, el negocio jurídico no podrá
perfeccionarse hasta tanto se regularice la situación.
5.
Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o la renovación de un
crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento, se exigirá el
certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso de ser
aprobado, será obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado a la
orden del juzgado que ordenó la inscripción en el Registro.
6.
Impedimento para solicitar licencia de conducción o documento análogo ante
las autoridades de tránsito y transporte habilitadas para tal fin.
7.
Impedimento para salir del país y efectuar trámites migratorios ante
Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
Parágrafo.
La información contenida en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
(Redam) será remitida a la Superintendencia Financiera, quien tendrá la
facultad de enviar la misma a las bases de datos o centrales de información
de las centrales de riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su
competencia e interés.
Artículo
6º. Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
generará las siguientes consecuencias:
El
deudor alimentario moroso solo podrá contratar con el Estado una vez se ponga
a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias. Esta inhabilidad también se
predica del deudor alimentario moroso que actúe como representante legal de
la persona jurídica que aspira a contratar con el Estado. Estando en
ejecución el contrato, será causal de terminación del mismo incurrir en mora
de las obligaciones alimentarias.
No
se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos,
hasta tanto no se pongan a paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
Cuando
el deudor alimentario pretenda perfeccionar la enajenación de bienes muebles
o inmuebles sujetos a registro, la notaría exigirá el certificado del
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En caso de estar reportado, el
monto de las cuotas alimentarias adeudadas se sumará a la tarifa de los
derechos notariales. Será obligación de la notaría depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, con la
finalidad de solventar la deuda alimentaria originaria.
Cuando
el deudor alimentario solicite un crédito o la renovación de un crédito ante
una entidad bancaria o de financiamiento, se exigirá el certificado del
Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso de ser aprobado, será
obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado a orden de la
autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, para que solvente la
deuda alimentaria originaria.
Impedimento
para solicitar licencia de conducción o documento análogo ante las
autoridades de tránsito y transporte habilitadas para tal fin.
Impedimento
para salir del país y efectuar trámites migratorios ante Migración Colombia o
la entidad que haga sus veces.
No
se requerirá la autorización del padre o madre inscrito en el Redam
contemplada en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006.
Parágrafo
1°. La información contenida en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
(Redam) será remitida a la Superintendencia Financiera, quien tendrá la
facultad de enviar la misma a las bases de datos o centrales de información
de las centrales de riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su
competencia e interés.
Parágrafo
2°. La consecuencia contemplada en el numeral 3 del presente artículo, aplica
tanto para personas naturales como para representantes legales de personas
jurídicas, siempre que estas últimas sean parte del negocio jurídico.
Artículo
6º. Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
generará las siguientes consecuencias:
1.
El deudor alimentario moroso solo podrá contratar con el Estado una vez se
ponga a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias. Esta inhabilidad
también se predica del deudor alimentario moroso que actúe como representante
legal de la persona jurídica que aspira a contratar con el Estado. Estando en
ejecución el contrato, será causal de terminación del mismo incurrir en mora
de las obligaciones alimentarias.
2.
No se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos,
hasta tanto no se pongan a paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
3.
Cuando el deudor alimentario pretenda perfeccionar la enajenación de bienes
muebles o inmuebles sujetos a registro, la notaría exigirá el certificado del
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En caso de estar reportado, el
monto de las cuotas alimentarias adeudadas se sumará a la tarifa de los
derechos notariales. Será obligación de la notaría depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, con la finalidad
de solventar la deuda alimentaria originaria.
4.
Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o la renovación de un
crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento, se exigirá el
certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso de ser
aprobado, será obligación dela entidad otorgante depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, para que
solvente la deuda alimentaria originaria.
5.
Eliminado.
6.
Impedimento para salir del país y efectuar trámites migratorios ante
Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
7.
No se requerirá la autorización del padre o madre inscrito en el Redam
contemplada en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006.
8.
No se otorgarán subsidios a las personas reportadas en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, hasta tanto no se pongan en paz y salvo con
las obligaciones alimentarias.
Parágrafo
1°. La información contenida en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
(Redam) será remitida ala Superintendencia Financiera, quien tendrá la
facultad de enviar la misma a las bases de datos o centrales de información
de las centrales de riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su
competencia e interés.
Parágrafo
2°. La consecuencia contemplada en el numeral 3° del presente artículo,
aplica tanto para personas naturales como para representantes legales de
personas jurídicas, siempre que estas últimas sean parte del negocio
jurídico.
Parágrafo
3°. La carga de verificación si el ciudadano está inscrito en el Registro
recaerá únicamente en el Estado, las notarías y las entidades bancarias. La
imposibilidad de verificar el registro deberá interpretarse en favor del
ciudadano.
Artículo
7°. Operación del registro de deudores alimentarios morosos. El Gobierno
nacional, a través del Ministerio de Justicia y del Derecho, implementará,
administrará y mantendrá actualizado el Registro Nacional de Deudores de
Cuotas Alimentarias.
Parágrafo
1°. El Ministerio de Justicia y del Derecho, como operador de la información
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, podrá constituir una base de
datos de carácter público para la administración de la misma, y/o enviar la
misma a las bases de datos o centrales de información de las centrales de
riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su competencia e
interés.
Parágrafo
2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados
a partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Artículo
7º. Operación del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El Gobierno
nacional, a través del Ministerio de Justicia y del Derecho, implementará,
administrará y mantendrá actualizado el Registro Nacional de Deudores de
Cuotas Alimentarias.
Parágrafo
Primero. El Ministerio de Justicia y del Derecho, como operador de la
información del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, podrá constituir
una base de datos de carácter público para la administración de la misma, y/o
enviar la misma a las bases de datos o centrales de información de las
centrales de riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su
competencia e interés.
Parágrafo
Segundo. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados
a partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Artículo
7º. Operación del registro de deudores alimentarios morosos. El Gobierno
nacional, a través del Ministerio de Justicia y del Derecho, implementará,
administrará y mantendrá actualizado el Registro Nacional de Deudores de
Cuotas Alimentarias.
Parágrafo
1°. El Ministerio de Justicia y del Derecho, como operador de la información
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, podrá constituir una base de
datos de carácter público para la administración de la misma, y/o enviar la
misma a las bases de datos o centrales de información de las centrales de
riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su competencia e
interés.
Parágrafo
2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados
a partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Artículo
7º. Operación del registro de deudores alimentarios morosos. El Gobierno
nacional, a través del Ministerio de Justicia y del Derecho, implementará,
administrará y mantendrá actualizado el Registro Nacional de Deudores de
Cuotas Alimentarias.
Parágrafo
1°. El Ministerio de Justicia y del Derecho, como operador de la información
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, podrá constituir una base de
datos de carácter público para la administración de la misma, y/o enviar la
misma a las bases de datos o centrales de información de las centrales de
riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su competencia e
interés.
Parágrafo
2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados
a partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Artículo
7º. Operación del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El Gobierno
nacional, a través del Ministerio de Justicia y del Derecho, implementará,
administrará y mantendrá actualizado el Registro Nacional de Deudores de
Cuotas Alimentarias.
Parágrafo
1°. El Ministerio de Justicia y del Derecho, como operador de la información
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, podrá constituir una base de
datos de carácter público para la administración de la misma, y/o enviar la
misma a las bases de datos o centrales de información de las centrales de
riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su competencia e
interés.
Parágrafo
2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados
a partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Artículo
8°. Remisión General. Los principios y reglas generales previstas en la Ley
1266 de 2008, o la que la reemplace o modifique, se aplicarán a la
administración de la información y los datos incluidos en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo
8º. Remisión General. Los principios y reglas generales previstas en la Ley
1266 de 2008, o la que la reemplace o modifique, se aplicarán a la
administración de la información y los datos incluidos en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo
8º. Remisión General. Los principios y reglas generales previstas en la Ley
1266 de 2008, o la que la reemplace o modifique, se aplicarán a la
administración de la información y los datos incluidos en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo
8º. Remisión General. Los principios y reglas generales previstas en la Ley
1266 de 2008, o la que la reemplace o modifique, se aplicarán a la
administración de la información y los datos incluidos en el Registro de
Deudores Alimentarios Moroso
Artículo
8º. Remisión general. Los principios y reglas generales previstas en las
leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012, o las que las reemplacen o
modifiquen, se aplicarán a la administración de la información y los datos
incluidos en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo
9°. Advertencia de consecuencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan alimentos, y en los
acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridad
administrativa, se advertirá a los obligados de las consecuencias previstas
en esta ley por su incumplimiento.
Artículo
9º. Advertencia de consecuencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan alimentos, y en los
acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridad
administrativa, se advertirá a los obligados de las consecuencias previstas
en esta ley por su incumplimiento.
Artículo
9º. Advertencia de consecuencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan alimentos, y en los
acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridad
administrativa, se advertirá a los obligados de las consecuencias previstas
en esta ley por su incumplimiento.
Artículo
9º. Advertencia de consecuencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan alimentos, y en los
acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridad
administrativa, se advertirá a los obligados de las consecuencias previstas
en esta ley por su incumplimiento.
Artículo
9º. Advertencia de consecuencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan alimentos, y en los
acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridad
administrativa, se advertirá a los obligados de las consecuencias previstas
en esta ley por su incumplimiento.
Artículo
10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en
los términos del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el
reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en las que se
incurrió, aun cuando las circunstancias económicas del acreedor alimentario
señalen que posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero
que fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo.
Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que hace
referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar al
titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento judicial de las
mismas.
Artículo
10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en
los términos del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el
reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en las que se
incurrió, aun cuando las circunstancias económicas del acreedor alimentario
señalen que posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero
que fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo.
Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que hace
referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar al
titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento judicial de las
mismas.
Artículo
10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en
los términos del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el
reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en las que se
incurrió, aun cuando las circunstancias económicas del acreedor alimentario
señalen que posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero
que fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo.
Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que hace
referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar al
titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento judicial de las
mismas.
Artículo
10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en
los términos del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el
reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en las que se
incurrió, aun cuando las circunstancias económicas del acreedor alimentario
señalen que posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero
que fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo.
Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que hace
referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar al
titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento judicial de las
mismas.
Artículo
10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en
los términos del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el
reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en las que se
incurrió, aun cuando las circunstancias económicas del acreedor alimentario
señalen que posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero
que fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo
1°. Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que
hace referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar
al titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento judicial de
las mismas.
Parágrafo
2°. Lo estatuido en el presente artículo solo tendrá aplicación en la
jurisdicción civil y no cambiará el precedente jurisprudencial en materia
penal para el delito de inasistencia alimentaria, según el cual para que se
configure responsabilidad penal por este delito, debe verificarse la
necesidad de la víctima de la asistencia alimentaria y la capacidad de pago
del acusado.
Artículo
11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
Artículo
11º Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias
Artículo
11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
Artículo
11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
Artículo
11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
Ponencia
para tercer debate – Senado
Texto
aprobado en tercer debate - Senado
Ponencia
para cuarto debate – Senado
Texto
aprobado en cuarto debate – Senado
Texto
conciliado
Artículo
1º. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas para
garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control
al incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo
1°. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas para
garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control
al incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo
1º. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas para
garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control
al incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo
1°. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas para
garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control
al incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo
1º. Objeto. La presente ley tiene por objeto establecer medidas para
garantizar el cumplimiento de las obligaciones alimentarias y crear el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos (Redam), como mecanismo de control
al incumplimiento de las obligaciones alimentarias.
Artículo
2º. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que
se encuentren en mora a partir de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o
no, establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o
cualquier título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de
alimentos congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Parágrafo.
Esta norma aplica para los deudores alimentarios morosos de las personas
titulares de derechos de alimentos estipulados en el artículo 411 del Código
Civil colombiano, que incurran en las condiciones consagradas en el presente
artículo.
Artículo
2°. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que
se encuentren en mora a partir de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o
no, establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o
cualquier título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de
alimentos congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Parágrafo.
Esta norma aplica para los deudores alimentarios morosos de las personas
titulares de derechos de alimentos estipulados en el artículo 411 del Código
Civil colombiano, que incurran en las condiciones consagradas en el presente
artículo
Artículo
2º. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que
se encuentren en mora a partir de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o
no, establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o
cualquier título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de
alimentos congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Parágrafo.
Esta norma aplica para los deudores alimentarios morosos de las personas
titulares de derechos de alimentos estipulados en el artículo 411 del Código
Civil colombiano, que incurran en las condiciones consagradas en el presente
artículo.
Artículo
2°. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que
se encuentren en mora a partir de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o
no, establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o
cualquier título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de
alimentos congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Parágrafo.
Esta norma aplica para los deudores alimentarios morosos de las personas
titulares de derechos de alimentos estipulados en el artículo 411 del Código
Civil colombiano, que incurran en las
condiciones
consagradas en el presente artículo.
Artículo
2º. Ámbito de aplicación. La presente ley se aplica a todas las personas que
se encuentren en mora a partir de tres (3) cuotas alimentarias, sucesivas o
no, establecidas en sentencias ejecutoriadas, acuerdos de conciliación, o
cualquier título ejecutivo que contenga obligaciones de carácter alimentario.
La
obligación económica cuya mora genera el registro corresponde a la de
alimentos congruos o necesarios, definitivos o provisionales.
Parágrafo.
Esta norma aplica para los deudores alimentarios morosos de las personas
titulares de derechos de alimentos estipulados en el artículo 411 del Código
Civil colombiano, que incurran en las condiciones consagradas en el presente
artículo.
Artículo
3º. Procedimiento para inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez
y/o funcionario que conoce o conoció del proceso y/o de alimentos quien,
previo a ordenar la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos, deberá correr traslado de la solicitud al deudor alimentario que se
reputa en mora por cinco (5) días hábiles, al término de los cuales resolverá
sobre la procedencia o no de la misma, con fundamento en la existencia o no
de una justa causa. La decisión del juez y/o funcionario podrá ser objeto del
recurso de reposición quien dispondrá de cinco (5) días hábiles para
resolverlo.
Parágrafo
1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, el juez o la autoridad oficiará en un plazo no
mayor a cinco (5) días hábiles a la entidad encargada de su operación con el
propósito de hacer efectiva la misma.
Parágrafo
2°. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora, siempre y cuando sea la primera
inscripción, en el evento de recurrencia en el incumplimiento de las cuotas
alimentarias y el pago de las mismas antes del registro, este se llevará a
cabo por tres meses en la segunda oportunidad y por 6 meses en las ocasiones
siguientes.
Parágrafo
3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en
mora, el juez oficiará en un plazo no mayor a cinco (5) días hábiles a la
entidad encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción
en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez
ordenará el retiro inmediato de la información negativa del deudor de
alimentos del Registro.
Parágrafo
4°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a
sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
poner en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que
dan lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
La Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
estará obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo,
garantizando en todo caso, el derecho de contradicción y de defensa del
presunto deudor alimentario moroso.
Artículo
3°. Procedimiento para inscripción en el registro de deudores alimentarios
morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez
y/o funcionario que conoce o conoció del proceso y/o de alimentos quien,
previo a ordenar la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos, deberá correr traslado de la solicitud al deudor alimentario que se
reputa en mora por cinco (5) días hábiles, al término de los cuales resolverá
sobre la procedencia o no de la misma, con fundamento en la existencia o no
de una justa causa. La decisión del juez y/o funcionario podrá ser objeto del
recurso de reposición quien dispondrá de cinco (5) días hábiles para
resolverlo.
Parágrafo
1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, el juez o la autoridad oficiará en un plazo no
mayor a cinco (5) días hábiles a la entidad encargada de su operación con el
propósito de hacer efectiva la misma.
Parágrafo
2°. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora, siempre y cuando sea la primera
inscripción, en el evento de recurrencia en el incumplimiento de las cuotas
alimentarias y el pago de las mismas antes del registro, este se llevará a
cabo por tres meses en la segunda oportunidad y por 6 meses en las ocasiones
siguientes.
Parágrafo
3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en
mora, el juez oficiará en un plazo no mayor a cinco (5) días hábiles a la
entidad encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción
en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez
ordenará el retiro inmediato de la información negativa del deudor de
alimentos del Registro.
Parágrafo
4°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a
sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
poner en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que
dan lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
La Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
estará obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo,
garantizando en todo caso, el derecho de contradicción y de defensa del
presunto deudor alimentario moroso.
Artículo
3º. Procedimiento para inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez
y/o funcionario que conoce o conoció del proceso y/o de alimentos quien,
previo a ordenar la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos, deberá correr traslado de la solicitud al deudor alimentario que se
reputa en mora por cinco (5) días hábiles, al término de los cuales resolverá
sobre la procedencia o no de la misma, con fundamento en la existencia o no
de una justa causa. La decisión del juez y/o funcionario podrá ser objeto del
recurso de reposición quien dispondrá de cinco (5) días hábiles para
resolverlo.
Parágrafo
1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, el juez o la autoridad oficiará en un plazo no
mayor a cinco (5) días hábiles a la entidad encargada de su operación con el
propósito de hacer efectiva la misma.
Parágrafo
2°. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora, siempre y cuando sea la primera
inscripción, en el evento de recurrencia en el incumplimiento de las cuotas
alimentarias y el pago de las mismas antes del registro, este se llevará a
cabo por tres meses en la segunda oportunidad y por 6 meses en las ocasiones
siguientes.
Parágrafo
3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en
mora, el juez oficiará en un plazo no mayor a cinco (5) días hábiles a la
entidad encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción
en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez
ordenará el retiro inmediato de la información negativa del deudor de
alimentos del Registro.
Parágrafo
4°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a
sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
poner en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que
dan lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
La Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
estará obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo,
garantizando en todo caso, el derecho de contradicción y de defensa del
presunto deudor alimentario moroso.
Artículo
3°. Procedimiento para inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez
y/o funcionario que conoce o conoció del proceso y/o de alimentos quien,
previo a
ordenar
la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos, deberá correr
traslado de la solicitud al deudor alimentario que se reputa en mora por
cinco (5) días hábiles, al término de los cuales resolverá sobre la
procedencia o no de la misma, con fundamento en la existencia o no de una
justa causa. La decisión del juez y/o funcionario podrá ser objeto del
recurso de reposición quien dispondrá de cinco (5) días hábiles para
resolverlo.
Parágrafo
1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, el juez o la autoridad oficiará en un plazo no
mayor a cinco (5) días hábiles a la entidad encargada de su operación con el
propósito
de
hacer efectiva la misma.
Parágrafo
2°. Solo podrá proponerse como
excepción
a la solicitud de registro en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos el
pago de las obligaciones alimentarias que se encuentran en mora, siempre y
cuando sea la primera inscripción, en el evento de recurrencia en el
incumplimiento de las cuotas alimentarias y el pago de las mismas antes
del
registro, este se llevará a cabo por tres meses en la segunda oportunidad y
por 6 meses en las ocasiones siguientes.
Parágrafo
3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en
mora, el juez oficiará en un plazo no mayor a cinco (5) días hábiles a la
entidad encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción
en el Registro
de
Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez ordenará el retiro
inmediato de la información negativa del deudor de alimentos del Registro.
Parágrafo
4°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a
sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
poner en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que
dan lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
La Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
estará obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo,
garantizando en todo caso, el derecho de contradicción y de defensa del
presunto deudor alimentario moroso.
Artículo
3º. Procedimiento para inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El acreedor de alimentos deberá solicitar el registro ante el juez
y/o funcionario que conoce o conoció del proceso y/o de alimentos quien,
previo a ordenar la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos, deberá correr traslado de la solicitud al deudor alimentario que se
reputa en mora por cinco (5) días hábiles, al término de los cuales resolverá
sobre la procedencia o no de la misma, con fundamento en la existencia o no
de una justa causa. La decisión del juez y/o funcionario podrá ser objeto del
recurso de reposición quien dispondrá de cinco (5) días hábiles para
resolverlo.
Parágrafo
1°. Una vez en firme la decisión que ordena la inscripción en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, el juez o la autoridad oficiará en un plazo no
mayor a cinco (5) días hábiles a la entidad encargada de su operación con el
propósito de hacer efectiva la misma.
Parágrafo
2°. Solo podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones
alimentarias que se encuentran en mora, siempre y cuando sea la primera
inscripción, en el evento de recurrencia en el incumplimiento de las cuotas
alimentarias y el pago de las mismas antes del registro, este se llevará a
cabo por tres meses en la segunda oportunidad y por 6 meses en las ocasiones
siguientes.
Parágrafo
3°. Cuando se acredite la cancelación total de las cuotas alimentarias en
mora, el juez oficiará en un plazo no mayor a cinco (5) días hábiles a la
entidad encargada de su operación con el propósito de cancelar la inscripción
en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En el mismo oficio el juez
ordenará el retiro inmediato de la información negativa del deudor de
alimentos del Registro.
Parágrafo
4°. Cuando la obligación alimentaria conste en título ejecutivo diferente a
sentencia judicial, el acreedor alimentario podrá acudir, a prevención, a una
Comisaría de Familia o al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar para
poner en conocimiento el incumplimiento en las obligaciones alimentarias que
dan lugar a la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
La Comisaría de Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
estará obligada a dar inicio al trámite contemplado en el presente artículo,
garantizando en todo caso, el derecho de contradicción y de defensa del
presunto deudor alimentario moroso.
Artículo
4º. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
Llevar
un registro de los deudores alimentarios morosos;
Expedir
gratuitamente los certificados a través de página web, que soliciten las
personas naturales o jurídicas, públicas o privadas.
Estos
certificados deberán contener como mínimo la información contemplada en el
artículo 5° de la presente ley.
Parágrafo.
Los certificados contemplados en el numeral 2 del presente artículo, tendrán
una validez de tres (3) meses y podrán expedirse por medio de documento en
físico o por plataformas tecnológicas o virtuales que permitan que este sea
expedido con celeridad y practicidad para el ciudadano.
Artículo
4°. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
1.
Llevar un registro de los deudores alimentarios morosos.
2.
Expedir gratuitamente los certificados a través de página web, que soliciten
las personas naturales o jurídicas, públicas o privadas.
Estos
certificados deberán contener como mínimo la información contemplada en el
artículo 5° de la presente ley.
Parágrafo.
Los certificados contemplados en el numeral 2 del presente artículo, tendrán
una validez de tres (3) meses y podrán expedirse por medio de documento en
físico o por plataformas tecnológicas o virtuales que permitan que este sea
expedido con celeridad y practicidad para el ciudadano. El Gobierno
nacional reglamentará la materia, respetando en todo caso lo contemplado en
las Leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012.
Artículo
4º. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
1.
Llevar un registro de los deudores alimentarios morosos.
2.
Expedir gratuitamente los certificados a través de página web, que soliciten
las personas naturales o jurídicas, públicas o privadas.
Estos
certificados deberán contener como mínimo la información contemplada en el
artículo 5° de la presente ley.
Parágrafo.
Los certificados contemplados en el numeral 2 del presente artículo, tendrán
una validez de tres (3) meses y podrán expedirse por medio de documento en
físico o por plataformas tecnológicas o virtuales que permitan que este sea
expedido con celeridad y practicidad para el ciudadano. El Gobierno nacional
reglamentará la materia, respetando en todo caso lo contemplado en las Leyes
1266 de 2008 y 1581 de 2012.
Artículo
4°. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
1.
Llevar un registro de los deudores
alimentarios
morosos.
2.
Expedir gratuitamente los certificados a
través
de página web, que soliciten las
personas
naturales o jurídicas, públicas o
privadas.
Estos
certificados deberán contener como
mínimo
la información contemplada en el artículo 5° de la presente ley.
Parágrafo.
Los certificados contemplados en el numeral 2 del presente artículo, tendrán
una validez de tres (3) meses y podrán expedirse por medio de documento en
físico o por plataformas tecnológicas
o
virtuales que permitan que este sea expedido con celeridad y practicidad para
el ciudadano. El Gobierno nacional reglamentará la materia, respetando en
todo caso lo contemplado en las Leyes
1266
de 2008 y 1581 de 2012.
Artículo
4º. Funciones del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. Las funciones
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, son:
1.
Llevar un registro de los deudores alimentarios morosos.
2.
Expedir gratuitamente los certificados a través de página web, que soliciten
las personas naturales o jurídicas, públicas o privadas.
Estos
certificados deberán contener como mínimo la información contemplada en el
artículo 5° de la presente ley.
Parágrafo.
Los certificados contemplados en el numeral 2 del presente artículo, tendrán
una validez de tres (3) meses y podrán expedirse por medio de documento en
físico o por plataformas tecnológicas o virtuales que permitan que este sea
expedido con celeridad y practicidad para el ciudadano. El Gobierno nacional
reglamentará la materia, respetando en todo caso lo contemplado en las Leyes
1266 de 2008 y 1581 de 2012.
Artículo
5º. Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como
mínimo, la siguiente información:
Nombres
y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
Domicilio
actual o último conocido del Deudor Alimentario Moroso.
Número
de documento de identidad del Deudor Alimentario Moroso.
Identificación
del documento donde conste la obligación alimentaria.
Cantidad
de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente e
intereses hasta la fecha de la comunicación.
Identificación
del Despacho Judicial que ordena el registro.
Fecha
del registro.
Artículo
5°. Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como
mínimo, la siguiente información:
1.
Nombres y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
2.
Domicilio actual o último conocido del Deudor Alimentario Moroso.
3.
Número de documento de identidad del Deudor Alimentario Moroso.
4.
Identificación del documento donde conste la obligación alimentaria.
5.
Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente
e intereses hasta la fecha de la comunicación.
6.
Identificación de la autoridad que ordena el registro.
7.
Fecha del registro.
Artículo
5º. Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como
mínimo, la siguiente información:
1.
Nombres y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
2.
Domicilio actual o último conocido del Deudor Alimentario Moroso.
3.
Número de documento de identidad del Deudor Alimentario Moroso.
4.
Identificación del documento donde conste la obligación alimentaria.
5.
Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente
e intereses hasta la fecha de la comunicación.
6.
Identificación de la autoridad que ordena el registro.
7.
Fecha del registro
Artículo
5°. Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como
mínimo, la siguiente información:
1.
Nombres y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
2.
Domicilio actual o último conocido del
Deudor
Alimentario Moroso.
3.
Número de documento de identidad del
Deudor
Alimentario Moroso.
4.
Identificación del documento donde conste la obligación alimentaria.
5.
Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente
e intereses hasta la fecha de la comunicación.
6.
Identificación de la autoridad que ordena el registro.
7.
Fecha del registro
Artículo
5º. Contenido de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. El Registro de Deudores Alimentarios Morosos deberá contener, como
mínimo, la siguiente información:
1.
Nombres y apellidos completos del Deudor Alimentario Moroso.
2.
Domicilio actual o último conocido del Deudor Alimentario Moroso.
3.
Número de documento de identidad del Deudor Alimentario Moroso.
4.
Identificación del documento donde conste la obligación alimentaria.
5.
Cantidad de cuotas en mora parcial o total, monto de la obligación pendiente
e intereses hasta la fecha de la comunicación.
6.
Identificación de la autoridad que ordena el registro.
7.
Fecha del registro
Artículo
6º. Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
generará las siguientes consecuencias:
1.El
deudor alimentario moroso solo podrá contratar con el Estado una vez se ponga
a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias. Esta inhabilidad también se
predica del deudor alimentario moroso que actúe como representante legal de
la persona jurídica que aspira a contratar con el Estado. Estando en
ejecución el contrato, será causal de terminación del mismo incurrir en mora
de las obligaciones alimentarias.
2.No
se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos,
hasta tanto no se pongan a paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
3.Cuando
el deudor alimentario pretenda perfeccionar la enajenación de bienes muebles
o inmuebles sujetos a registro, la notaría exigirá el certificado del
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En caso de estar reportado, el
monto de las cuotas alimentarias adeudadas se sumará a la tarifa de los
derechos notariales. Será obligación de la notaría depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, con la
finalidad de solventar la deuda alimentaria originaria.
4.
Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o la renovación de un
crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento, se exigirá el
certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso de ser
aprobado, será obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, para que
solvente la deuda alimentaria originaria.
5.
Impedimento para salir del país y efectuar trámites migratorios ante
Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
6.
No se requerirá la autorización del padre o madre inscrito en el Redam
contemplada en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006.
7.No
se otorgarán subsidios a las personas reportadas en el Registro de Deudores
Alimentarios Morosos, hasta tanto no se pongan en paz y salvo con las
obligaciones alimentarias.
Parágrafo
1°. La información contenida en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
(Redam) será remitida a la Superintendencia Financiera, quien tendrá la
facultad de enviar la misma a las bases de datos o centrales de información
de las centrales de riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su
competencia e interés.
Parágrafo
2°. La consecuencia contemplada en el numeral 3° del presente artículo,
aplica tanto para personas naturales como para representantes legales de
personas jurídicas, siempre que estas últimas sean parte del negocio
jurídico.
Parágrafo
3°. La carga de verificación si el ciudadano está inscrito en el Registro
recaerá únicamente en el Estado, las notarías y las entidades bancarias. La
imposibilidad de verificar el registro deberá interpretarse en favor del
ciudadano.
Artículo
6°. Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
generará las siguientes consecuencias:
1.
El deudor alimentario moroso solo podrá contratar con el Estado una vez se
ponga a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias. Esta inhabilidad
también se predica del deudor alimentario moroso que actúe como representante
legal de la persona jurídica que aspira a contratar con el Estado. Estando en
ejecución el contrato, será causal de terminación del mismo incurrir en mora
de las obligaciones alimentarias.
2.
No se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos,
hasta tanto no se pongan a paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
Si
el deudor alimentario es servidor público al momento de su inscripción en el
Redam, estará sujeto a la suspensión del ejercicio de sus funciones, hasta
tanto no se ponga a paz y salvo con las obligaciones alimentarias. En todo
caso, se garantizará al deudor alimentario los derechos de defensa y debido
proceso.
3.
Cuando el deudor alimentario pretenda perfeccionar la enajenación de bienes
muebles o inmuebles sujetos a registro, la notaría exigirá el certificado del
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En caso de estar reportado, el
monto de las cuotas alimentarias adeudadas se sumará a la tarifa de los
derechos notariales. Será obligación de la notaría depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, con la
finalidad de solventar la deuda alimentaria originaria.
4.
Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o la renovación de un
crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento, se exigirá el
certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso de ser
aprobado, será obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, para que
solvente la deuda alimentaria originaria.
5.
Impedimento para salir del país y efectuar trámites migratorios ante
Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
6.
No se requerirá la autorización del padre o madre inscrito en el Redam
contemplada en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006.
7.
No se otorgarán subsidios a las personas reportadas en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, hasta tanto no se pongan en paz y salvo con
las obligaciones alimentarias.
Parágrafo
1°. La información contenida en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
(Redam) será remitida a la Superintendencia Financiera, quien tendrá la
facultad de enviar la misma a las bases de datos o centrales de información
de las centrales de riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su
competencia e interés.
Parágrafo
2°. La consecuencia contemplada en el numeral 3 del presente artículo, aplica
tanto para personas naturales como para representantes legales de personas
jurídicas, siempre que estas últimas sean parte del negocio jurídico.
Parágrafo
3°. La carga de verificación si el ciudadano está inscrito en el Registro
recaerá únicamente en el Estado, las notarías y las entidades bancarias. La
imposibilidad de verificar el registro deberá interpretarse en favor del
ciudadano.
Artículo
6º. Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
generará las siguientes consecuencias:
1.
El deudor alimentario moroso solo podrá contratar con el Estado una vez se
ponga a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias. Esta inhabilidad
también se predica del deudor alimentario moroso que actúe como representante
legal de la persona jurídica que aspira a contratar con el Estado. Estando en
ejecución el contrato, será causal de terminación del mismo incurrir en mora
de las obligaciones alimentarias.
2.
No se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos,
hasta tanto no se pongan a paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
Si
el deudor alimentario es servidor público al momento de su inscripción en el
Redam, estará sujeto a la suspensión del ejercicio de sus funciones, hasta
tanto no se ponga a paz y salvo con las obligaciones alimentarias. En todo
caso, se garantizará al deudor alimentario los derechos de defensa y debido
proceso.
3.
Cuando el deudor alimentario pretenda perfeccionar la enajenación de bienes
muebles o inmuebles sujetos a registro, la notaría exigirá el certificado del
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En caso de estar reportado, el
monto de las cuotas alimentarias adeudadas se sumará a la tarifa de los
derechos notariales. Será obligación de la notaría depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, con la
finalidad de solventar la deuda alimentaria originaria.
4.
Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o la renovación de un
crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento, se exigirá el
certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso de ser
aprobado, será obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, para que
solvente la deuda alimentaria originaria.
5.
Impedimento para salir del país y efectuar trámites migratorios ante
Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
6.
No se requerirá la autorización del padre o madre inscrito en el Redam
contemplada en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006.
7.
No se otorgarán subsidios a las personas reportadas en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, hasta tanto no se pongan en paz y salvo con
las obligaciones alimentarias.
Parágrafo
1°. La entidad designada por el Gobierno nacional para implementar,
administrar y mantener el Redam, remitirá la información contenida en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos a las centrales de riesgo
crediticio, financiero y comercial, para lo de su competencia.
Parágrafo
2°. La consecuencia contemplada en el numeral 3° del presente artículo,
aplica tanto para personas naturales como para representantes legales de
personas jurídicas, siempre que estas últimas sean parte del negocio
jurídico.
Parágrafo
3°. La carga de verificación si el ciudadano está inscrito en el Registro
recaerá únicamente en el Estado, las notarías y las entidades bancarias. La
imposibilidad de verificar el registro deberá interpretarse en favor del
ciudadano.
Artículo
6°. Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
generará las siguientes consecuencias:
1.
El deudor alimentario moroso solo podrá contratar con el Estado una vez se
ponga a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias. Esta inhabilidad también
se predica del deudor alimentario moroso que
actúe
como representante legal de la persona jurídica que aspira a contratar con el
Estado. Estando en ejecución el contrato, será causal de terminación del
mismo incurrir en mora de las obligaciones alimentarias.
2.
No se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos,
hasta tanto no se pongan a paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
Si
el deudor alimentario es servidor público al momento de su inscripción en el
Redam, estará sujeto a la suspensión del ejercicio de sus funciones, hasta
tanto no se ponga a paz y salvo con las obligaciones alimentarias. En todo
caso, se garantizará al deudor alimentario los derechos de defensa y debido
proceso.
3.
Cuando el deudor alimentario pretenda perfeccionar la enajenación de bienes
muebles o inmuebles sujetos a registro, la notaría exigirá el certificado del
Registro de
Deudores
Alimentarios Morosos. En caso de estar reportado, el monto de las cuotas
alimentarias adeudadas se sumará a la tarifa de los derechos notariales. Será
obligación de la notaría depositar lo adeudado a orden de la autoridad que
ordenó la inscripción en el Registro, con la finalidad de solventar la deuda
alimentaria originaria.
4.
Cuando el deudor alimentario solicite un
crédito
o la renovación de un crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento,
se exigirá el certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en
caso
de
ser aprobado, será obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, para que
solvente la deuda alimentaria originaria.
5.
Impedimento para salir del país y efectuar trámites migratorios ante
Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
6.
No se requerirá la autorización del padre o madre inscrito en el Redam
contemplada en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006.
7.
No se otorgarán subsidios a las personas
reportadas
en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos, hasta tanto no se
pongan
en paz y salvo con las obligaciones
alimentarias.
Parágrafo
1°. La entidad designada por el Gobierno nacional para implementar,
administrar y mantener el Redam, remitirá la información contenida en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos a las centrales de riesgo
crediticio, financiero y comercial, para lo de su competencia.
Parágrafo
2°. La consecuencia contemplada en el numeral 3 del presente artículo, aplica
tanto para personas naturales como para representantes legales de personas
jurídicas, siempre que estas últimas
sean
parte del negocio jurídico.
Parágrafo
3°. La carga de verificación si el
ciudadano
está inscrito en el Registro recaerá únicamente en el Estado, las notarías y
las entidades bancarías. La imposibilidad de verificar el registro deberá
interpretarse en favor del ciudadano.
Artículo
6º. Consecuencias de la inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios
Morosos. La inscripción en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos
generará las siguientes consecuencias:
1.
El deudor alimentario moroso solo podrá contratar con el Estado una vez se
ponga a paz y salvo con sus obligaciones alimentarias. Esta inhabilidad
también se predica del deudor alimentario moroso que actúe como representante
legal de la persona jurídica que aspira a contratar con el Estado. Estando en
ejecución el contrato, será causal de terminación del mismo incurrir en mora
de las obligaciones alimentarias.
2.
No se podrá nombrar ni posesionar en cargos públicos ni de elección popular a
las personas reportadas en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos,
hasta tanto no se pongan a paz y salvo con las obligaciones alimentarias.
Si
el deudor alimentario es servidor público al momento de su inscripción en el
Redam, estará sujeto a la suspensión del ejercicio de sus funciones, hasta
tanto no se ponga a paz y salvo con las obligaciones alimentarias. En todo
caso, se garantizará al deudor alimentario los derechos de defensa y debido
proceso.
3.
Cuando el deudor alimentario pretenda perfeccionar la enajenación de bienes
muebles o inmuebles sujetos a registro, la notaría exigirá el certificado del
Registro de Deudores Alimentarios Morosos. En caso de estar reportado, el
monto de las cuotas alimentarias adeudadas se sumará a la tarifa de los
derechos notariales. Será obligación de la notaría depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, con la
finalidad de solventar la deuda alimentaria originaria.
4.
Cuando el deudor alimentario solicite un crédito o la renovación de un
crédito ante una entidad bancaria o de financiamiento, se exigirá el
certificado del Registro de Deudores Alimentarios Morosos y, en caso de ser
aprobado, será obligación de la entidad otorgante depositar lo adeudado a
orden de la autoridad que ordenó la inscripción en el Registro, para que
solvente la deuda alimentaria originaria.
5.
Impedimento para salir del país y efectuar trámites migratorios ante
Migración Colombia o la entidad que haga sus veces.
6.
No se requerirá la autorización del padre o madre inscrito en el Redam
contemplada en el artículo 110 de la Ley 1098 de 2006.
7.
No se otorgarán subsidios a las personas reportadas en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos, hasta tanto no se pongan en paz y salvo con
las obligaciones alimentarias.
Parágrafo
1°. La entidad designada por el Gobierno nacional para implementar,
administrar y mantener el Redam, remitirá la información contenida en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos a las centrales de riesgo
crediticio, financiero y comercial, para lo de su competencia.
Parágrafo
2°. La consecuencia contemplada en el numeral 3° del presente artículo,
aplica tanto para personas naturales como para representantes legales de
personas jurídicas, siempre que estas últimas sean parte del negocio
jurídico.
Parágrafo
3°. La carga de verificación si el ciudadano está inscrito en el Registro
recaerá únicamente en el Estado, las notarías y las entidades bancarias. La
imposibilidad de verificar el registro deberá interpretarse en favor del
ciudadano.
Artículo
7º. Operación del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El Gobierno
nacional, a través del Ministerio de Justicia y del Derecho, implementará,
administrará y mantendrá actualizado el Registro Nacional de Deudores de
Cuotas Alimentarias.
Parágrafo
1°. El Ministerio de Justicia y del Derecho, como operador de la información
del Registro de Deudores Alimentarios Morosos, podrá constituir una base de
datos de carácter público para la administración de la misma, y/o enviar la
misma a las bases de datos o centrales de información de las centrales de
riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su competencia e
interés.
Parágrafo
2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados
a partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Artículo
7°. Operación del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El Gobierno
nacional, designará a una entidad del orden nacional para que implemente,
administre y mantenga actualizado el Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias.
Parágrafo
1°. La entidad a la que hace referencia el presente artículo, podrá
constituir una base de datos de carácter público para la administración de la
misma, y/o enviar la misma a las bases de datos o centrales de información de
las centrales de riesgo crediticio, financiero y comercial, para lo de su
competencia e interés.
Parágrafo
2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados a
partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Artículo
7º. Operación del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El Gobierno
nacional, designará a una entidad del orden nacional para que implemente,
administre y mantenga actualizado el Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias.
Parágrafo
1°. La entidad a la que hace referencia el presente artículo, podrá
constituir una base de datos de carácter público para la administración de la
misma, dando aplicación a lo previsto en el parágrafo 1º del artículo
sexto de esta ley.
Parágrafo
2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados
a partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Artículo
7°. Operación del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El Gobierno
nacional, a través del Ministerio de Justicia y del Derecho, implementará,
administrará y mantendrá actualizado
el
Registro Nacional de Deudores de Cuotas Alimentarias.
Parágrafo
1°. La entidad a la que hace referencia el presente artículo, podrá
constituir una base de datos de carácter público para la administración de la
misma, dando aplicación a lo previsto en el parágrafo 1° del artículo sexto
de esta ley.
Parágrafo
2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados
a partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Parágrafo
3°. La Entidad Responsable del Tratamiento de la información adoptará
mecanismos útiles, eficientes, demostrables y verificables para garantizar el
cumplimiento de la presente ley y los principios y reglas previstos en las
Leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012 respecto del tratamiento de los datos
personales que harán parte del citado registro.
En
la reglamentación de este registro se definirá, entre otros, lo siguiente:
(a) la finalidad de la recolección y utilización de los datos; (b) las
condiciones en las que
podrán
ser accedidos por parte de personas naturales o jurídicas, públicas y
privadas; (c) el tipo de información que se suministrará a los interesados;
(d) los usos que se puede dar a la información contenida en el registro; (e)
el tiempo
que
estará registrada la información, de conformidad con el principio de
temporalidad o caducidad del dato.
Adicionalmente,
se deben prever mecanismos técnicos capaces de limitar el alcance de las
consultas y de las búsquedas electrónicas con el fin de prevenir todo tipo de
descarga o de consulta no autorizada de datos personales.
Parágrafo
4°. El Registro contará con un
mecanismo
de verificación, formación y apoyo para los deudores en desempleo o
informalidad a través del Servicio Público de Empleo.
Artículo
7º. Operación del Registro de Deudores Alimentarios Morosos. El Gobierno
nacional, designará a una entidad del orden nacional para que implemente,
administre y mantenga actualizado el Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias.
Parágrafo
1°. La entidad a la que hace referencia el presente artículo, podrá constituir
una base de datos de carácter público para la administración de la misma,
dando aplicación a lo previsto en el parágrafo 1° del artículo sexto de esta
ley.
Parágrafo
2°. La implementación del Registro Nacional de Deudores de Cuotas
Alimentarias deberá llevarse a cabo en el término de seis (6) meses contados
a partir de la fecha de promulgación de la presente ley.
Parágrafo
3º. La entidad responsable del tratamiento de la información adoptará
mecanismos útiles, eficientes, demostrables y verificables para garantizar el
cumplimiento de la presente ley y los principios y reglas previstos en las
leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012 respecto del tratamiento de los datos
personales que harán parte del citado registro.
En
la reglamentación de este registro se definirá, entre otros, lo siguiente:
(a) la finalidad de la recolección y utilización de los datos; (b) las
condiciones en las que podrán ser accedidos por parte de personas naturales o
jurídicas, públicas y privadas; (c) el tipo de información que se
suministrará a los interesados; (d) los usos que se puede dar a la
información contenida en el registro; (e) el tiempo que estará registrada la
información, de conformidad con el principio de temporalidad o caducidad del
dato.
Adicionalmente,
se deben prever mecanismos técnicos capaces de limitar el alcance de las
consultas y de las búsquedas electrónicas con el fin de prevenir todo tipo de
descarga o de consulta no autorizada de datos personales.
Parágrafo
4º. El registro contará con un mecanismo de verificación, formación y apoyo
para los deudores en desempleo o informalidad a través del Servicio Público
de Empleo.
Artículo
8º. Remisión general. Los principios y reglas generales previstas en las
Leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012, o las que las reemplacen o modifiquen, se
aplicarán a la administración de la información y los datos incluidos en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo
8°. Remisión general. Los principios y reglas generales previstas en las
Leyes 1265 de 2008 y 1581 de 2012, o las que las reemplacen o modifiquen, se
aplicarán a la administración de la información y los datos incluidos en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo
8º. Remisión general. Los principios y reglas generales previstas en las
Leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012, o las que las reemplacen o modifiquen, se
aplicarán a la administración de la información y los datos incluidos en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo
8°. Remisión general. Los principios y reglas generales previstas en las
Leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012, o las que las reemplacen o modifiquen, se
aplicarán a la administración de la información y los datos incluidos en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo
8º. Remisión general. Los principios y reglas generales previstas en las
Leyes 1266 de 2008 y 1581 de 2012, o las que las reemplacen o modifiquen, se
aplicarán a la administración de la información y los datos incluidos en el
Registro de Deudores Alimentarios Morosos.
Artículo
9º. Advertencia de consecuencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan alimentos, y en los
acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridad
administrativa, se advertirá a los obligados de las consecuencias previstas
en esta ley por su incumplimiento.
Artículo
9°. Advertencia de consecuencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan alimentos, y en los
acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridad
administrativa, se advertirá a los obligados de las consecuencias previstas
en esta ley por su incumplimiento.
Artículo
9º. Advertencia de consecuencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan alimentos, y en los
acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridad
administrativa, se advertirá a los obligados de las consecuencias previstas
en esta ley por su incumplimiento.
Artículo
9°. Advertencia de consecuencias
derivadas
del incumplimiento de las obligaciones alimentarias. En las sentencias que
impongan alimentos, y en los acuerdos de conciliación de alimentos celebrados
ante autoridad administrativa, se advertirá a los obligados de las
consecuencias previstas en esta ley por su incumplimiento.
Artículo
9º. Advertencia de consecuencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones alimentarias. En las sentencias que impongan alimentos, y en los
acuerdos de conciliación de alimentos celebrados ante autoridad administrativa,
se advertirá a los obligados de las consecuencias previstas en esta ley por
su incumplimiento.
Artículo
10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en
los términos del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el
reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en las que se
incurrió, aun cuando las circunstancias económicas del acreedor alimentario
señalen que posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero
que fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo
1°. Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que
hace referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar
al titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento judicial de
las mismas.
Parágrafo
2°. Lo estatuido en el presente artículo solo tendrá aplicación en la
jurisdicción civil y no cambiará el precedente jurisprudencial en materia
penal para el delito de inasistencia alimentaria, según el cual para que se
configure responsabilidad penal por este delito, debe verificarse la
necesidad de la víctima de la asistencia alimentaria y la capacidad de pago
del acusado.
Artículo
10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en
los términos del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el
reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en las que se
incurrió, aun cuando las circunstancias económicas del acreedor alimentario
señalen que posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero
que fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo
1°. Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que
hace referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar
al titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento judicial de
las mismas.
Parágrafo
2°. Lo estatuido en el presente artículo solo tendrá aplicación en la
jurisdicción civil y no cambiará el precedente jurisprudencial en materia
penal para el delito de inasistencia alimentaria, según el cual para que se
configure responsabilidad penal por este delito, debe verificarse la
necesidad de la víctima de la asistencia alimentaria y la capacidad de pago
del acusado.
Artículo
10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en
los términos del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el
reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en las que se
incurrió, aun cuando las circunstancias económicas del acreedor alimentario
señalen que posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero
que fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo
1°. Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que
hace referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar
al titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento judicial de
las mismas.
Parágrafo
2°. Lo estatuido en el presente artículo solo tendrá aplicación en la jurisdicción
civil y no cambiará el precedente jurisprudencial en materia penal para el
delito de inasistencia alimentaria, según el cual para que se configure
responsabilidad penal por este delito, debe verificarse la necesidad de la
víctima de la asistencia alimentaria y la capacidad de pago del acusado.
Artículo
10. Término para exigir alimentos.
Quienes
sean titulares de alimentos, en los términos del artículo 411 del Código
Civil, podrán solicitar el reconocimiento judicial de las acreencias
alimentarias en las que se incurrió, aun cuando las circunstancias económicas
del acreedor alimentario
señalen
que posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero que
fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo
1°. Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que
hace referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar
al titular de las acreencias alimentarias, en
el
reconocimiento judicial de las mismas.
Parágrafo
2°. Lo estatuido en el presente artículo solo tendrá aplicación en la
jurisdicción civil y no cambiará el precedente jurisprudencial en materia
penal
para el delito de inasistencia alimentaria, según el cual para que se
configure responsabilidad penal por este delito, debe verificarse la
necesidad de la víctima de la asistencia alimentaria y la capacidad de pago
del acusado.
Artículo
10. Término para exigir alimentos. Quienes sean titulares de alimentos, en
los términos del artículo 411 del Código Civil, podrán solicitar el
reconocimiento judicial de las acreencias alimentarias en las que se
incurrió, aun cuando las circunstancias económicas del acreedor alimentario
señalen que posea la capacidad económica para costear su subsistencia, pero
que fueron necesarias para consolidar dicha capacidad.
Parágrafo
1°. Quienes acrediten haber sufragado las acreencias alimentarias a las que
hace referencia el presente artículo, podrán, de manera alternativa, subrogar
al titular de las acreencias alimentarias, en el reconocimiento judicial de
las mismas.
Parágrafo
2°. Lo estatuido en el presente artículo solo tendrá aplicación en la
jurisdicción civil y no cambiará el precedente jurisprudencial en materia
penal para el delito de inasistencia alimentaria, según el cual para que se
configure responsabilidad penal por este delito, debe verificarse la
necesidad de la víctima de la asistencia alimentaria y la capacidad de pago
del acusado.
Artículo
11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
Artículo
11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
Artículo
11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
Artículo
11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
Artículo
11. Vigencia y derogatorias. La presente ley rige a partir de la fecha de su
expedición y deroga las disposiciones que le sean contrarias.
[1] La
Sala Plena de la Corte, en sesión del 17 de julio de 2019, repartió este asunto
y fue asignado a la suscrita Magistrada.
[2]
En escrito presentado el 29 de agosto de 2019, la Senadora Maritza Martínez
Aristizábal presentó su intervención en el proceso de constitucionalidad de la
referencia. Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=11299
[3]
La interviniente cita la Sentencia T-676 de 2015, M.P. Luis Guillermo Guerrero
Pérez.
[4]
En escrito presentado el 19 de agosto de 2020, la Directora
de Desarrollo del Derecho y del Ordenamiento Jurídico, Olivia Inés Reina
Castillo, presentó su intervención en el proceso de constitucionalidad de la
referencia. Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=18566
[5]
En escrito presentado el 10 de agosto de 2020, la Jefe de la Oficina Asesora
Jurídica de la Superintendencia de Industria y Comercio, Rocío Soacha Pedraza,
presentó su intervención en el proceso de constitucionalidad de la referencia.
Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=18306
[6] M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[7]
Sobre este particular, la Superintendencia citó la Sentencia T-506 de 2011,
M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
[8]
Artículo 26 del Decreto 1377 de 2013.
[9]
En escrito presentado el 19 de agosto de 2020, el Subdirector de Defensa
Jurídica de la Superintendencia Financiera de Colombia, Juan Pablo Buitrago
León, presentó su intervención en el proceso de constitucionalidad de la
referencia. Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=18573
[10]
En escrito presentado el 18 de agosto de 2020, el Decano
José Alberto Gaitán Martínez y la Profesora Karol Martínez Muñoz, en
representación de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario,
presentaron su intervención en el proceso de constitucionalidad de la
referencia. Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=18542
[11]
En escrito presentado el 19 de agosto de 2020, las estudiantes del Semillero de
Estudios de Gobierno y Justicia de la Universidad de la Sabana presentaron su
intervención en el proceso de constitucionalidad de la referencia. Disponible
en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=18572
[12]
A través de escrito del 19 de agosto de 2020, los señores Eduardo Durán Gómez,
Juan Hernando Muñoz y Álvaro Rojas Charry, en calidad de representantes legales
de la Unión Colegiada del Notariado Colombiano, presentaron su intervención
dentro del proceso de la referencia. Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=18574
[13]
El Parágrafo 2º del artículo 3º del Proyecto de Ley dispone lo siguiente: “Solo
podrá proponerse como excepción a la solicitud de registro en el Registro de
Deudores Alimentarios Morosos el pago de las obligaciones alimentarias que se
encuentran en mora, siempre y cuando sea la primera inscripción, en el evento
de recurrencia en el incumplimiento de las cuotas alimentarias y el pago de las
mismas antes del registro, este se llevará a cabo por tres meses en la segunda
oportunidad y por 6 meses en las ocasiones siguientes.”
[14]
La solicitud de inexequibilidad del numeral 3º del artículo 6º recae sobre el
apartado
[15]
Documento remitido mediante correo electrónico del 21 de agosto de 2020 y
suscrito por el doctor Edgar Bojacá Castro, jefe la Oficina Asesora Jurídica
del ICBF. Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=18633
[16]
Concepto presentado por el ICBF, p. 8.
[17]
Concepto elaborado por el doctor Carlos Fradique Méndez y presentado por el
doctor Augusto Trujillo Muñoz. Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=18900
[18]
Documento remitido por correo electrónico a la Corte el 16 de septiembre de
2020 y suscrito por el señor Procurador General de la Nación, Fernando Carrillo
Flórez. Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=19649
[19]
Concepto del Procurador General de la Nación, p. 15
[20]
Ibídem p. 28.
[21]
Ibídem, p. 43.
[22]
Ibídem, p. 44.
[23]
Ibídem p. 65.
[24]
Ibídem p. 74.
[25]
Páginas 7 a 15.
[26]
Páginas 22 a 28.
[27]
Gaceta del Congreso 50 de 2018, pp. 44-45.
[28]
Ibídem p.45.
[29]
“Así que, señor Presidente, ya tenemos quórum decisorio, puede usted poner
en consideración y votación el orden del día con la modificación presentada con
los dos ponentes coordinadores de estos dos proyectos de acto legislativo y de
ley.” Gaceta del Congreso 51 de 2019, p. 4.
[30]
Gaceta del Congreso 51 de 2019, pp. 35-36.
[31]
Gaceta del Congreso 51 de 2019, pp. 36-38.
[32]
Gaceta del Congreso 1248 de 2019, p. 53.
[33]
“Secretario General Jorge Humberto Mantilla Serrano:
Se cierra el registro la
votación final es como sigue:
Por el sí: 10 votos
electrónicos, y 8 manuales para un total por el sí de, perdón uno manual para un
total por el sí de 11 votos. 10 electrónicos y 1 manual por el sí para un total
por el sí de 11 votos.
Por el no 82 votos
electrónicos y 8 manuales para un total por el no de 90 votos.
Han sido negados los
impedimentos leídos y tramitados por favor señores auxiliares informarles a los
doctores Fabián Díaz, León Fredy Muñoz, César Ortiz Zorro y Neyla Ruiz que
pueden ingresar nuevamente al recinto para tramitar este proyecto.” Gaceta
del Congreso 66 de 2020, p. 16.
[34]
Gaceta del Congreso 66 de 2020, p. 23.
[35]
Gaceta del Congreso 66 de 2020, p. 24.
[36]
Gaceta del Congreso 66 de 2020, pp. 29-30.
[37]
Gaceta del Congreso 66 de 2020, p. 49
[38]
Ibídem, p. 52.
[39]
Gaceta del Congreso 589 de 2019, p. 10.
[40]
Ibídem, p. 16.
[41]
Gaceta del Congreso 581 de 2019, pp. 10-12.
[42]
Ibídem, p.12.
[43]
Ibídem, pp. 12-14.
[44]
Gaceta del Congreso 506 de 2019 pp. 20-22.
[45]
Ibídem, pp. 12-19.
[46]
Gaceta del Congreso 1147 de 2019, p. 85.
[47]
Ibídem p. 100.
[48]
Gaceta del Congreso 1069 de 2019 pp. 181-182.
[49]
Ibídem, pp. 182-183.
[50]
Gaceta del Congreso 564 de 2019, p. 14.
[51]
Gaceta del Congreso 848 de 2019, p. 34.
[52]
Gaceta del Congreso 65 de 2020, pp. 124-125.
[53]
Gaceta del Congreso 144 de 2020, pp. 58-60.
[54]
Gaceta del Congreso 1128 de 2019, p. 153.
[55]
Ibídem, p. 155.
[56]
Gaceta del Congreso 1129 de 2019, pp. 47-49.
[57]
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado. Esta sentencia adelantó el control automático
de constitucionalidad de la Ley 1958 de 2019, aprobatoria del Acuerdo entre
Colombia y la OCDE sobre privilegios, inmunidades y facilidades otorgadas a la
Organización.
[58]
Sentencia C-540 de 2012, M.P. Jorge Iván Palacio Palacio. “Un Estado
constitucional interesado por el fortalecimiento de la democracia debe contar
con procedimientos que garanticen la transparencia de la información dentro del
trámite legislativo. El principio de publicidad cumple importantes finalidades
dentro del Estado social de derecho, pues el Congreso es el lugar en donde se
realiza de manera privilegiada la discusión pública de las distintas opiniones
y opciones políticas. De un lado, la publicidad racionaliza la propia discusión
parlamentaria y la hace más receptiva a los distintos intereses de la sociedad,
con lo cual las deliberaciones producen resultados más justos. De otro lado, la
publicidad articula la actividad del Congreso con la ciudadanía, y es una
condición necesaria para que el público esté mejor informado sobre los temas de
trascendencia nacional, con lo cual se estrechan además las relaciones entre
electores y elegidos, valor esencial en una democracia participativa como la
colombiana. La publicidad es una condición de legitimidad de la discusión
parlamentaria, pues es la única manera de que el Congreso cumpla una de sus
funciones esenciales, esto es, la de traducir políticamente la opinión de los
distintos grupos y sectores de la sociedad y, a su vez, la de contribuir a la
preservación de una sociedad abierta en la cual las distintas opiniones puedan
circular libremente. Por todo ello, sin transparencia y publicidad de la
actividad de las asambleas representativas no cabe hablar verdaderamente de
democracia constitucional.”
[59]
Sentencia C-011 de 2010, M.P. Juan Carlos Henao Pérez.
[60]
La jurisprudencia constitucional admite como criterio de continuidad entre las
sesiones del Congreso el consecutivo de las actas respectivas. Al respecto
pueden consultarse, entre muchas otras decisiones: C-492 de 2019, M.P. José
Fernando Reyes Cuartas, C-337 de 2015, M.P. Myriam Ávila Roldán y C-947 de
2014.
[61]
Para el cálculo de la mayoría absoluta, la jurisprudencia utiliza como
parámetro el número entero siguiente a la mitad de los integrantes de la
comisión o plenaria respectiva. Sobre el particular, la sentencia C-784 de
2014, M.P. María Victoria Calle Correa, expresó:
“En la jurisprudencia de
la Corte, en el derecho comparado, en la doctrina y en la práctica
parlamentaria, cuando se tiene en cuenta el caso de las asambleas impares, se
concibe la mayoría absoluta o bien como cualquier número entero superior a la
mitad de los integrantes, o bien como más de la mitad de los integrantes, o
bien como la mayoría de los integrantes de una célula. Si la Corporación está
integrada por un número par –y tiene 102 miembros-, la mayoría absoluta es 52 o
más; si la conforma un número impar –y tiene 105 miembros- la mayoría absoluta
es 53 o más. En ambos casos, los resultados responden exactamente a cualquiera
de las definiciones antes mencionadas. No es necesario variar la definición,
según si el cuerpo está constituido por un número par o impar.”
[62]
Sobre la definición de este número, cfr. Fundamento jurídico 38 infra.
[63]
Sentencia C-816 de 2004, M.P. Jaime Córdoba Triviño. En ese caso se analizó una
situación similar, en la que el informe de ponencia no tuvo los votos requeridos,
por lo cual se consideró “hundido” o archivado. La sentencia expresó lo
siguiente:
“Conforme al artículo
176 del Reglamento del Congreso y al análisis adelantado en los fundamentos
anteriores de esta sentencia, es indudable que la falta de aprobación del
informe de ponencia tiene al menos un efecto jurídico, y es la imposibilidad de
continuar con el trámite del proyecto, pues no sólo así lo precisa esa norma
reglamentaria sino que, además, sería irrazonable y contrario al principio de
consecutividad y a los propósitos del artículo 176 del Reglamento del Congreso,
que sin cumplirse ese requisito básico, el trámite del proyecto continúe con el
debate y aprobación del articulado. La costumbre parlamentaria ha enfrentado
ese vacío del Reglamento del Congreso de la siguiente manera: ha entendido que
la falta de aprobación del informe de ponencia conduce al llamado “hundimiento”
del proyecto, que algunos congresistas asimilan al “archivo” del mismo. En la
práctica, el archivo y el hundimiento tienen un significado muy semejante, pues
ambos implican que el proyecto no puede seguir siendo tramitado. Con todo, en
el presente caso, no es necesario que la Corte entre a determinar el valor
jurídico de la costumbre parlamentaria como fuente de derecho, por cuanto lo cierto
es que frente al tema de la falta de aprobación del informe de ponencia en
plenaria, dicha costumbre es válida, por cuanto representa una interpretación
totalmente razonable de las normas reglamentarias.”.
[64]
Gaceta del Congreso 66 de 2020, p. 51.
[65]
Ibídem p. 52.
[66]
Certificación SG.CERTI-325/2019 del 29 de agosto de 2019. Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=11336
[67]
Sobre el particular se observa a página 54 de la Gaceta del Congreso 66 de
2020:
“Dirección de
Presidencia Atilano Alonso Giraldo Arboleda:
Bueno muy bien señor
Secretario cierre el registro y anuncie el resultado.
Secretario General
Jorge Humberto Mantilla Serrano:
Se cierra el registro,
la votación es como sigue:
Por el Sí: 71 votos
electrónicos y 16 manuales para un total por el Sí de 87.
Por el No: 3 votos
electrónicos, ninguno manual para un total por él No de 3, ha sido aprobado con
las mayorías requeridas el título y la pregunta de esta Ley Estatutaria número
091 de 2018 Cámara.”
[68]
Ibídem p. 56.
[69]
Oficio S.G.2-1296/2020 del 5 de noviembre de 2020. Disponible en: https://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=22101
[70]
M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[71]
Artículo 183-3 de la Constitución.
[72]
Artículo 99 de la Constitución.
[73]
Concepto 2399 de 2018, Consejo de Estado, Sala de Consulta y Servicio Civil.
Consejo Ponente: Germán Bula Escobar.
[74]
M.P. Luis Guillermo Guerrero Pérez.
[75]
Sentencias C-872 de 2002, M.P. Eduardo Montealegre Lynett y C-015 de 2016
[76]
Sobre este particular se utiliza la recopilación que sobre la materia hace la
sentencia C-786 de 2012, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[77]
Sentencia C-168 de 2012, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[78]
Sentencia C-277 de 2007, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
[79]
Sentencia C-786 de 2012.
[80]
Ibídem.
[81]
Al respecto se adopta la síntesis expuesta por la sentencia C-332 de 2017, M.P.
Luis Ernesto Vargas Silva.
[82]
Ibídem.
[83]
Este apartado se basa en las reglas recopiladas por la sentencia C-150 de 2015,
M.P. Mauricio González Cuervo.
[84]
Sobre el principio de unidad de materia se adopta la recopilación que ofrece la
sentencia C-007 de 2018, M.P. Diana Fajardo Rivera.
[85]
Sentencia C-400 de 2010, M.P. Jorge Pretelt Chaljub, reiterada por la sentencia
C-133 de 2012, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[86]
El texto aprobado en primer debate se encuentra en la Gaceta del Congreso 890
de 2018.
[87]
El texto aprobado por la plenaria de la Cámara de Representantes está publicado
en la Gaceta del Congreso 1080 de 2018.
[88]
El texto aprobado por la Comisión Primera del Senado de la República está
publicado en la Gaceta del Congreso 506 de 2019.
[89]
La consecuencia relativa a la imposibilidad de expedir la licencia de
conducción es excluida al no haber sido aprobada dentro del texto del PLE
sometido al control de constitucionalidad.
[90]
Artículo 83. Día, hora y duración: Todos los días de la semana, durante
el periodo de sesiones, son hábiles para las reuniones de las cámaras
legislativas y sus comisiones, de acuerdo con el horario que señalen las
respectivas mesas directivas.
(…).
[91]
Sentencia C-175 de 2009, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva: “la jurisprudencia constitucional ha sostenido que la preservación de
la identidad diferenciada de los pueblos indígenas y tribales y, de esta
manera, la eficacia del mandato superior de reconocimiento y protección de la
diversidad étnica se logra a través de, entre otros mecanismos, la consulta
previa. Para el caso particular de las medidas legislativas, la consulta
se predica sólo de aquellas disposiciones legales que tengan la
posibilidad de afectar directamente los intereses de las comunidades.
Por lo tanto, aquellas medidas legislativas de carácter general, que afectan de
forma igualmente uniforme a todos los ciudadanos, entre ellos los miembros de
las comunidades tradicionales, no están prima facie sujetas al deber
de consulta, excepto cuando esa normatividad general tenga previsiones
expresas, comprendidas en el ámbito del Convenio 169 de la OIT, que sí
interfieran esos intereses. Debe aclararse, por supuesto, que en los
casos en que la medida legislativa no afecte directamente a las comunidades
indígenas y tribales, la participación de las mismas no se ve restringida, sino
que se conduce a través de los mecanismos generales de participación.”
[92]
Se hace referencia a la síntesis contenida en la sentencia C-520 de 2019, M.P.
Cristina Pardo Schlesinger.
[93]
La regla es fijada, dentro del ámbito del control de constitucionalidad, en la
sentencia C-1011 de 2008, M.P. Jaime Córdoba Triviño y replicada en diferentes
fallos posteriores en materia de revisión de tutela.
[94]
La sentencia C-094 de 2020, M.P. Alejandro Linares Cantillo sintetiza los
aspectos centrales del derecho a la intimidad del modo siguiente:
La
Corte Constitucional ha definido el derecho a la intimidad como aquel derecho
que “garantiza en los asociados, el poder contar con una esfera o espacio de
vida privada no susceptible de la interferencia arbitraria de las demás
personas”. Igualmente, ha señalado que la
intimidad comprende “el espacio exclusivo de cada uno, (…) aquella
órbita reservada para cada persona y de que toda persona debe gozar, que busca
el aislamiento o inmunidad del individuo frente a la necesaria injerencia de
los demás, dada la sociabilidad natural del ser humano”. Adicionalmente, ha
destacado que el derecho a la intimidad tiene dos dimensiones: (i) la negativa,
como secreto de la vida privada; y (ii) la positiva, como libertad. En
su dimensión negativa, prohíbe cualquier injerencia arbitraria en la
vida privada e impide la divulgación ilegítima de hechos o documentos privados.
En su dimensión positiva, protege el derecho de toda persona a tomar las
decisiones que conciernen a la esfera de su vida privada.
A la
norma que reconoce el derecho a la intimidad se adscriben diferentes posiciones
y relaciones. En la sentencia C-602 de 2016 la Corte sostuvo, primero,
que confiere a su titular la facultad (permisión) de oponerse -cuando no
existe justificación suficiente- (i) a la intromisión en la órbita que se ha
reservado para sí o su familia; (ii) a la divulgación de los hechos privados; o
(iii) a las restricciones a su libertad de tomar las decisiones acerca de
asuntos que solo le conciernen a la persona. Señaló, en segundo lugar, que el
referido derecho le impone a las autoridades y particulares el deber de
abstenerse (prohibición) de ejecutar actos que impliquen: (iv) la
intromisión injustificada en dicha órbita; (v) la divulgación de los hechos
privados; o (vi) la restricción injustificada de la libertad de elegir en
asuntos que solo le conciernen a la persona o a su familia. Finalmente,
advirtió este tribunal, impone a las autoridades el deber: (vii) de adoptar las
medidas normativas, judiciales y administrativas a efectos de asegurar el
respeto de las diferentes dimensiones del derecho. De esta forma, el ámbito de
protección del derecho a la intimidad se delimita en función de su objeto de
protección. De acuerdo con la Corte Constitucional, dicho objeto de protección
es la vida privada de los individuos. Por ello, la definición de la vida
privada y, en particular, “la definición de aquello que es público o privado se
encuentra en la base de la discusión acerca del alcance del derecho a la
intimidad”.
[95]
M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[96]
M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[97]
Ley 1581 de 2012, artículo 2º.
[98]
También puede evidenciarse un componente de protección del derecho a la
protección de datos personales desde el punto de vista del derecho
internacional de los derechos humanos. Para una síntesis sobre
el particular Vid. Hurley, Debora (2015) “Taking the Long Way Home: The
Human Right of Privacy”. Rotenberg Marc, Horwitz Julia, Scott Jeramie. Privacy
in the Modern Age. The Search of Solutions. The New Press. New York.
[99]
Ejusdem artículo 5º
[100]
Ley 1581 de 2012. Artículo 6º. Tratamiento de datos sensibles. Se
prohíbe el Tratamiento de datos sensibles, excepto cuando:
a) El Titular haya dado su
autorización explícita a dicho Tratamiento, salvo en los casos que por ley no
sea requerido el otorgamiento de dicha autorización;
b) El Tratamiento sea
necesario para salvaguardar el interés vital del Titular y este se encuentre
física o jurídicamente incapacitado. En estos eventos, los representantes
legales deberán otorgar su autorización;
c) El Tratamiento sea
efectuado en el curso de las actividades legítimas y con las debidas garantías
por parte de una fundación, ONG, asociación o cualquier otro organismo sin
ánimo de lucro, cuya finalidad sea política, filosófica, religiosa o sindical,
siempre que se refieran exclusivamente a sus miembros o a las personas que
mantengan contactos regulares por razón de su finalidad. En estos eventos, los
datos no se podrán suministrar a terceros sin la autorización del Titular;
d) El Tratamiento se
refiera a datos que sean necesarios para el reconocimiento, ejercicio o defensa
de un derecho en un proceso judicial;
e) El Tratamiento tenga una
finalidad histórica, estadística o científica. En este evento deberán adoptarse
las medidas conducentes a la supresión de identidad de los Titulares.
[101]
Ley 1266 de 2008, artículo 4º literal d.
[102]
Para el caso particular de la naturaleza del dato personal sobre el
cumplimiento de obligaciones de los copropietarios de propiedad horizontal, Vid.
Sentencia C-328 de 2019, M.P. Cristina Pardo Schlesinger.
[103]
Ley 1266 de 2008, artículo 4º literal f.
[104]
Ley 1581 de 2012, artículo 3º.
[105]
Sentencia C-748 de 2011. “En esa línea, lo importante para una verdadera
garantía del derecho al habeas data, es que se pueda establecer de manera clara
la responsabilidad de cada sujeto o agente en el evento en que el titular del
dato decida ejercer sus derechos. Cuando dicha determinación no exista o
resulte difícil llegar a ella, las autoridades correspondientes habrán de
presumir la responsabilidad solidaria de todos, aspecto éste sobre el que
guarda silencio el proyecto de ley y que la Corte debe afirmar como una forma
de hacer efectiva la protección a la que se refiere el artículo 15 de la
Carta.”
[106]
Este carácter omnicomprensivo de los principios que definen las garantías
básicas del derecho al habeas data es explicado por la sentencia C-748 de 2011
del modo siguiente:
“En consecuencia, una
interpretación del inciso tercero del artículo 2 consonante con la Constitución
y el contenido y finalidad del proyecto de ley es que aquél no prevé regímenes
excluidos de la aplicación de la ley sino exceptuados de algunas de sus
disposiciones en virtud de los intereses que se hallan en tensión. Esos casos
exceptuados deben ser regulados por leyes estatutarias especiales y
complementarias, las cuales deberán sujetarse a las exigencias del principio de
proporcionalidad.
En este orden de ideas,
las leyes especiales que se ocupen de los ámbitos exceptuados deberán (i)
perseguir una finalidad constitucional, (ii) prever medios idóneos para lograr
tal objetivo, y (iii) establecer una regulación que en aras de la finalidad
perseguida, no sacrifique de manera irrazonable otros derechos
constitucionales, particularmente el derecho al habeas data. Además, de
conformidad con los principios que se examinarán más adelante, el cumplimiento
de las garantías y la limitación del habeas data dentro de los límites de la
proporcionalidad debe ser vigilada y controlada por un órgano independiente,
bien sea común o sectorial.
Antes de terminar, tal
como se hizo en la sentencia C-1011 de 2008 , la Sala se permite recordar que
aunque en principio es constitucional la consagración de algunas excepciones a
la aplicación de algunas disposiciones de la ley, ello no significa que
aquellos ámbitos, así como todos los demás en los que se lleva a cabo
tratamiento de datos personales, estén excluidos de las garantías básicas del
derecho al habeas data, así como de las garantías de otros derechos
fundamentales que en cada caso puedan resultar lesionados con el tratamiento de
datos personales.”
[107]
Sentencia T-058 de 2013. M.P. Alexei Julio Estrada“Tanto para la
autodeterminación de la información, como para el principio de libertad, el
consentimiento es el punto de identidad y relevancia que determinará la
vulneración o no del derecho fundamental al habeas data. Ahora bien, en
materia de autorización, el consentimiento otorgado al encargado del
tratamiento o responsable del tratamiento debe ser previo, expreso e informado
y, por el contrario, la publicidad indiscriminada de la información sobre datos
personales sin el cumplimiento de los requisitos antes descritos configura una
finalidad ilegal y/o inconstitucional que facilita la vulneración de derechos
fundamentales. En este orden de ideas, cabe destacar que el consentimiento del
titular de la información sobre el registro de sus datos se encuentra ligado a
la necesidad de que aquel cuente con oportunidades reales para ejercer sus
facultades de rectificación y actualización durante las diversas etapas de
dicho proceso, que resultan vitales para salvaguardar los derechos a la
intimidad y al buen nombre. En conclusión, compete a los jueces, en cada caso,
analizar el contenido de la autodeterminación y el principio de libertad así
como el cumplimiento de los requisitos dispuestos en la ley y la jurisprudencia,
a fin de no incurrir en alguna violación de derechos fundamentales. Dichos
requisitos se pueden sintetizar en: (i) obtener el consentimiento del titular
de la información, (ii) tal consentimiento deber ser calificado, es decir,
expreso, informado y previo, (iii) el tratamiento de la información se debe
realizar para las finalidades informadas y aceptadas por el titular del dato,
(iv) el responsable del tratamiento le corresponde obtener y conservar la
autorización del titular.”
[108]
Sentencia C-640 de 2010, M.P. Mauricio González Cuervo y C-328 de 2019, M.P.
Cristina Pardo Schlesinger.
[109]
Sentencia C-1011 de 2008. M.P. Jaime Córdoba Triviño“El vínculo necesario
entre la libertad en los procesos de acopio informático del dato personal y la
expresión del consentimiento del titular ha sido evidenciado por la Corte a lo
largo de su jurisprudencia. En cada una de estas decisiones se ha planteado
que el contenido concreto de la libertad del sujeto concernido y, simultáneamente,
el límite que impide el abuso del poder informático descansa en la exigencia de
la autorización del titular como presupuesto del ejercicio de las competencias
constitucionales de conocimiento, actualización y rectificación del dato personal.”
[110]
Sentencia C-748 de 2011. M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub“Por una parte, los datos personales deben ser procesados con un
propósito específico y explícito. En ese sentido, la finalidad no sólo debe
ser legítima sino que la referida información se destinará a realizar los fines
exclusivos para los cuales fue entregada por el titular. Por ello, se
deberá informar al Titular del dato de manera clara, suficiente y previa acerca
de la finalidad de la información suministrada y por tanto, no podrá
recopilarse datos sin la clara especificación acerca de la finalidad de los
mismos. Cualquier utilización diversa, deberá ser
autorizada en forma expresa por el Titular.
(…)
Así
mismo, los datos personales deben ser procesados sólo en la forma que la
persona afectada puede razonablemente prever. Si, con el tiempo, el uso de los
datos personales cambia a formas que la persona razonablemente no espera, debe
obtenerse el consentimiento previo del titular.
Por
otro lado, de acuerdo la jurisprudencia constitucional y los estándares
internacionales relacionados previamente, se observa que el principio de
finalidad implica también: (i) un ámbito temporal, es decir que el periodo de conservación de los datos personales no exceda del
necesario para alcanzar la necesidad con que se han registrado y (ii) un
ámbito material, que exige que los datos recaudados sean los estrictamente
necesarios para las finalidades perseguidas.”
[111]
Sentencia C-1011 de 2008, fundamento jurídico 2.4.
[112]
Así fue puesto de presente en el caso de los datos sobre el cumplimiento de
obligaciones financieras, comerciales y crediticias. En ese sentido, la
información sobre la purga de la mora del deudor debía constar en las centrales
de riesgo. Al respecto, la sentencia C-1011 de 2008 explicó:
“La información de
carácter positivo permanecerá de manera indefinida en los bancos de datos de
los operadores de información. El dato financiero positivo versa sobre el
historial crediticio del sujeto concernido que da cuenta del cumplimiento
satisfactorio en la amortización de sus obligaciones comerciales y de crédito.
La ausencia de fijación de un término de permanencia de datos personales de
esta naturaleza no se muestra, per se, incompatible con la Constitución. Ello
en tanto la inclusión de estos datos en las centrales de información es
compatible con los derechos fundamentales interferidos por la administración de
datos personales. En contrario, la existencia de información positiva del
sujeto concernido, en la medida en que lo distingue como un agente del mercado
económico cumplidor de sus obligaciones comerciales y de crédito, no afecta en
modo alguno sus intereses y antes bien, lo habilita para acceder a los
productos financieros.
Adicionalmente,
previsiones de esta naturaleza permiten el cumplimiento del principio de
incorporación predicable de los procesos de administración de datos
personales. Así, se establece un mandato expreso a los operadores de
información, en el sentido de mantener vigente dentro del banco de datos
aquellos registros que confieren situaciones ventajosas para el titular, consistentes
en este caso en una calificación favorable sobre su comportamiento crediticio.”
[113]
Sentencia T-307 de 1999, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, citada por la sentencia
C-748 de 2011.
[114]
Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea. Reglamento (UE)
2016/679. Artículo 17. Disponible en: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?qid=1532348683434&uri=CELEX%3A02016R0679-20160504
[115]
Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea del 13 de mayo de 2014.
Caso Google Spain, S.L. y Google Inc. contra Agencia Española de Protección de
Datos (AEPD) y Mario Costeja González. Disponible en: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX%3A62012CJ0131.
Sobre este preciso particular, el fallo en comento vincula el derecho al olvido
con los derechos fundamentales en la Unión Europea del siguiente modo: “En
relación con el artículo 12, letra b), de la Directiva 95/46, cuya aplicación
está sometida al requisito de que el tratamiento de datos personales sea
incompatible con dicha Directiva, es necesario recordar que, como se ha
señalado en el apartado 72 de la presente sentencia, tal incompatibilidad puede
resultar no sólo de que los datos sean inexactos, sino en particular, de que
sean inadecuados, no pertinentes y excesivos en relación con los fines del
tratamiento, de que no estén actualizados o de que se conserven durante un
período superior al necesario, a menos que se imponga su conservación por fines
históricos, estadísticos o científicos. || Se deduce de estos
requisitos, establecidos en el artículo 6, apartado 1, letras c) a e), de la
Directiva 95/46, que incluso un tratamiento inicialmente lícito de datos
exactos puede devenir, con el tiempo, incompatible con dicha Directiva cuando
estos datos ya no sean necesarios en relación con los fines para los que se
recogieron o trataron. Éste es el caso, en particular, cuando son inadecuados,
no pertinentes o ya no pertinentes o son excesivos en relación con estos fines
y el tiempo transcurrido. || Por consiguiente, en el supuesto en el que
se aprecie, tras una solicitud del interesado en virtud del artículo 12, letra
b), de la Directiva 95/46, que la inclusión en la lista de resultados obtenida
como consecuencia de una búsqueda efectuada a partir de su nombre, de vínculos
a páginas web, publicadas legalmente por terceros y que contienen datos e
información verídicos relativos a su persona, es, en la situación actual,
incompatible con dicho artículo 6, apartado 1, letras c) a e), debido a que
esta información, habida cuenta del conjunto de las circunstancias que
caracterizan el caso de autos, es inadecuada, no es pertinente, o ya no lo es,
o es excesiva en relación con los fines del tratamiento en cuestión realizado
por el motor de búsqueda, la información y los vínculos de dicha lista de que
se trate deben eliminarse.”
[116]
Sentencia C-1011 de 2008. “Como se infiere de las consideraciones expuestas,
el establecimiento de un término único de caducidad del dato financiero
negativo impone afectaciones manifiestamente desproporcionadas a los intereses
de los sujetos concernidos, específicamente para el caso de quienes son
titulares de obligaciones insolutas de las cuales se predica su extinción en
virtud del paso del tiempo, como de aquellos deudores que asumen pronta y
voluntariamente el pago de las obligaciones en mora, quienes quedan en pie de
igualdad, en lo que refiere al juicio de desvalor derivado del reporte
financiero sobre incumplimiento, con aquellos agentes económicos que incurren
en mora por un periodo considerable y solo acceden al pago previa ejecución
judicial del crédito incumplido. En consecuencia, la fijación de un término
único de caducidad, carente de gradualidad y que permite la permanencia indefinida
del dato financiero negativo para el caso de las obligaciones insolutas, es
contraria a la Constitución, puesto que prevé una medida legislativa que impone
un tratamiento abiertamente desproporcionado a los titulares de la información
personal incorporada en centrales de riesgo crediticio.”
[117]
M.P. Jaime Araújo Rentería.
[118]
En ese sentido, el artículo 411.4. del Código Civil define los alimentos en
función de la culpabilidad prescrita en las causales de divorcio.
[119]
Sentencia C-156 de 2003 M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
[120]
Sentencia C-1033 de 2002 M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[121]
Consideración que se deriva del principio de proporcionalidad de los alimentos
reconocido entre otras en las sentencias C-011 de 2002 M.P. Álvaro Tafur
Galvis; C-875 de 2003 M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra; y C-727 de 2015 M.P.
Myriam Ávila Roldán.
[122]
Precisión efectuada en la sentencia C-237 de 1997 M.P. Carlos Gaviria Díaz.
[123]
En ese sentido, la Sentencia C- 156 de 2003 explicó que la igualdad entre los
hijos legítimos, extramatrimoniales y adoptivos, en lo relativo a los derechos
y obligaciones, se previó en el artículo 1o. de la ley 29 de 1982, y esta norma
fue a su vez ratificada por el inciso sexto del artículo 42 de la Constitución.
La evolución normativa transitada para el efecto se describió en los siguientes
términos:
"El proceso que
condujo a la igualdad de los hijos legítimos y extramatrimoniales en Colombia,
comenzó con la ley 45 de 1936 y culminó al dictarse la ley 29 de 1982.
El artículo 52 del
Código Civil clasificaba los hijos ilegítimos en naturales, de dañado y punible
ayuntamiento, que a su vez podían ser adulterinos o incestuosos. La
denominación de ilegítimos era genérica, pues, comprendía todos los que no eran
legítimos. Pero, además, el artículo 58 llamaba espurios los hijos de dañado y
punible ayuntamiento; y el 57 denominaba simplemente ilegítimo al hijo natural
o al espurio a quien faltaba el reconocimiento por parte del padre o de la
madre.
Esta clasificación era
tan degradante y contraria a la dignidad humana, que el hijo natural, es decir,
el "nacido de padres que al tiempo de la concepción no estaban casados
entre sí", reconocido o declarado tal "con arreglo a la ley",
era un verdadero privilegiado en relación con las otras categorías de “ilegítimos”.
Basta recordar que los hijos nacidos fuera de matrimonio solamente podían ser
reconocidos por sus padres o por uno de ellos, cuando no eran de dañado y
punible ayuntamiento, según el texto del artículo 54 de la ley 153 de 1887.
Aún en el siglo XIX, la
discriminación era un mal de la época, que se manifestaba a pesar de las
declaraciones de principios. Así, los franceses que habían consagrado en el
artículo primero de la "Declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano" el principio según el cual "los hombres nacen y permanecen
libres e iguales en derechos", mantuvieron vigentes en el Código Napoleón
normas injustas cuyo rigor solamente se atemperó en este siglo. Por ejemplo, el
artículo 335 que prohibía el reconocimiento "de los hijos nacidos de un
comercio incestuoso o adulterino".
Pero el trato
inequitativo no se quedaba en las palabras. En tratándose de la sucesión por
causa de muerte el hijo natural, privilegiado como ya se vió, soportaba un
régimen aberrante: según el artículo 1045 del Código Civil, reformado por el 86
de la ley 153 de 1887, cuando en la sucesión intestada concurrían hijos
legítimos y naturales, la herencia se dividía en cinco (5) partes, cuatro (4)
para los legítimos y una (1) para todos los naturales.
A partir de 1930, el
ímpetu transformador de la República Liberal se plasma en leyes en favor de
quienes han sido tradicionalmente desprotegidos, como la mujer, los hijos no
legítimos y los trabajadores campesinos: leyes como la 28 de 1932, 45 y 200 de
1936, son un salto formidable en el proceso hacia una sociedad igualitaria.
La ley 45 de 1936 cambia
la situación de los hijos naturales; establece la patria potestad sobre ellos,
que el Código no permitía; permite el reconocimiento como naturales de los
hijos adulterinos; y mejora la participación sucesoral del hijo natural en la
sucesión intestada, al asignarle la mitad de lo que corresponde a uno legítimo.
Viene luego la Ley 75 de
1968 que modifica la ley 45 de 1936, al establecer la presunción legal de
paternidad natural y dictar normas en defensa de la mujer, los hijos menores y
la familia.
Después, el decreto ley
2820 de 1974 introduce reformas en la institución de la patria potestad, en
beneficio de la mujer y de los hijos naturales.
Finalmente, el artículo
1o. de la ley 29 de 1982, consagra la igualdad no sólo entre los hijos
legítimos y los naturales, sino entre unos y otros y los adoptivos: "Los
hijos son legítimos, extramatrimoniales y adoptivos y tendrán iguales derechos
y obligaciones". Desaparecen así todas las desigualdades por razón del
nacimiento: en adelante, en tratándose de derechos y obligaciones habrá solamente
hijos, diferentes solamente en sus denominaciones de legítimos,
extramatrimoniales y adoptivos".
[124]
Sentencia C-156 de 2003 M.P. Eduardo Montealegre
Lynett.
[125]
Sentencia C-1033 de 2002. M.P.
[126] Artículo 413 del Código Civil.
[127] Ibídem.
[128]
El artículo 417 del Código Civil precisa que “mientras
se ventila la obligación de prestar alimentos, podrá el juez o prefecto ordenar
que se den provisionalmente, desde que en la secuela del juicio se le ofrezca
fundamento plausible (…)”. Por su parte, el artículo 386 del CGP faculta a la autoridad judicial para que en los
procesos de investigación de la paternidad decrete de manera provisional alimentos,
incluso desde la admisión de la demanda. Asimismo, faculta al juez a suspender
dicha medida cuando encontrara un fundamento razonable de exclusión de la
paternidad. Esta última facultad se declaró exequible en la Sentencia C- 258 de
2015 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[129]
De acuerdo con el artículo 82.13 del Código de la Infancia y la Adolescencia le
corresponde al Defensor de Familia fijar la cuota provisional de alimentos
cuando no se logre conciliación.
[130] La previsión original del artículo 414 del Código Civil
restringía los alimentos congruos a los sujetos previstos en los numerales 1,
2, 3, 4, y 10 del artículo 411, que correspondían al cónyuge, los descendientes
legítimos, los ascendientes legítimos, la mujer divorciada sin culpa suya; y al
que hizo una donación cuantiosa si no hubiere sido rescindida o revocada. Sin
embargo, con las modificaciones posteriores de la normatividad dirigidas a
eliminar las discriminaciones por razones del nacimiento los numerales 5º
(sobre descendientes naturales) y 7º ( hijos adoptivos) del artículo 411 del
estatuto civil se encuentran ahora incluidos dentro del 2º, que establece
alimentos para todos los descendientes. Por su parte, los numerales 6º (sobre
ascendientes naturales) y 8º (sobre padres adoptantes) se entienden incluidos
dentro del numeral 3º, que otorga alimentos a todos los ascendientes. Esta
precisión se ha efectuado, entre otras, en la Sentencia C-919 de 2001 MP Jaime
Araujo Rentería.
[131]
Sentencia C-156 de 2003. M.P. Eduardo Montealegre Lynett.
[132] Sentencia C-237 de 1997 M.P. Carlos Gaviria Díaz.
[133]
La Sentencia C-727 de 2015 (M.P. Diana Fajardo Rivera) señaló que la
obligación alimentaria en relación con los hijos se predica de los padres,
quienes concurren en términos de estricta igualdad ante un mismo deber superior
de orden público. En consecuencia, como la obligación se deriva del vínculo
paterno filial las vicisitudes de la relación entre los cónyuges no puede
afectar la obligación igual de los padres de concurrir al amparo y protección
de los hijos.
[134]
La Sentencia C-017 de 2019 (M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo) en relación con
el artículo 421 del Código Civil que establece que “los alimentos se deben
desde la primera demanda” aclaró que la lectura de esta disposición no hace
referencia al momento en el que surge la obligación alimentaria en relación con
los menores de edad y, en ese mismo sentido, “no es un acto constitutivo del
derecho de alimentos”. Por el contrario, en un escenario en el que se prevén
diferentes instrumentos para su reclamación de los alimentos en caso de
incumplimiento de la obligación alimentaria, la disposición define el momento
en el que se deben y la forma de pagarlos cuando se adelanta la reclamación por
vía judicial.
[135]
Sentencia C-113 de 2017 M.P. María Victoria Calle Correa.
[136]
Sentencias T-572 de 2010 MP Juan Carlos Henao Pérez, T-068 de 2011 M.P. Juan
Carlos Henao Pérez, T-302 de 2017 M.P. Aquiles Arrieta Gómez.
[137] Aprobada mediante la Ley
12 de 1991.
[138] Adoptada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas en su resolución 217 A (III), diciembre 10 de 1948. Sobre esta
Declaración debe tenerse en cuenta que si bien no tiene la naturaleza de
tratado, en todo caso es comprendida como una norma de derecho internacional
imperativo.
[139] Aprobada en la Novena Conferencia Interamericana,
Bogotá, abril de 1948.
[140]
Aprobado mediante la Ley 74 de 1968.
[141]
Aprobado mediante la Ley 16 de 1972.
[142]
Aprobado mediante la Ley 74 de 1968.
[143]
El artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos precisa que:
“1. Toda persona tiene
derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la
salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda,
la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho
a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u
otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias
independientes de su voluntad.
2. La maternidad y la
infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños,
nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección
social.”
[144]
Artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales.
[145]
El artículo 3º de la Convención sobre los Derechos del Niño señala que:
“(…) 1. En todas las
medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o
los órganos legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será
el interés superior del niño.”
[146]
Artículo 24 de la Ley 1098 de 2006.
[147]
Sentencias C-1064 de 2000M.P. Álvaro Tafur Galvis y C-727 de 2015 M.P. Myriam
Ávila Roldán.
[148]
Sentencia C-017 de 2019 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[149]
Ratificada por Colombia mediante la Ley 12 de 1991.
[150]
En la Sentencia T-302 de 2017 MP Aquiles Arrieta Gómez se precisa cómo este
fenómeno además del eventual impacto en el derecho a la vida, en atención a las
muertes por desnutrición que se registran en el país, también tiene efectos en
el desarrollo y la efectividad de los derechos de los niños. En ese sentido,
aclara que: “La desnutrición en menores de
cinco años no necesariamente lleva a la muerte, aunque sí aumenta
significativamente el riesgo de muerte, y en todo caso tiene consecuencias
profundas en el desarrollo de la persona. Quien sufre de desnutrición durante
la primera infancia, puede sufrir más adelante limitaciones cognitivas,
afectaciones de salud, y en general una reducción de oportunidades para su
libre desarrollo de la personalidad.”
[151]
Los instrumentos internacionales y la jurisprudencia constitucional ha hecho
énfasis en la relación de la educación de los niños con la dignidad humana, el
desarrollo integral, la construcción de su identidad, la integración con la
sociedad, la relación con el medio ambiente, el desarrollo de un proyecto de
vida, etc. En ese sentido, resulta ilustrativa la Observación General número 1,
sobre los propósitos de la educación.
[152]
Entendido como el trabajo que se adelanta por niños menores de 15 años, o que
realizado por adolescentes afecta el derecho a la educación, la salud y otros
derechos fundamentales. En atención Convenio 138 de la OIT “sobre la edad
mínima” el artículo 35 de la Ley 109 de 2016 señala que la edad mínima de
admisión al trabajo es los quince (15) años y excepcionalmente, los
niños y niñas menores de 15 años podrán recibir autorización de la Inspección
de Trabajo, o en su defecto del Ente Territorial Local, para desempeñar
actividades remuneradas de tipo artístico, cultural, recreativo y deportivo,
que no excedan las 14 horas semanales.
En relación con el trabajo
realizado por menores de edad, el DANE indicó que para el trimestre octubre – diciembre 2019, en el total nacional la
población de 5 a 17 años que trabajó fue 586 mil personas. La definición de
trabajo infantil para esta encuesta consideró cualquiera de estos factores: (i)
durante la semana de referencia participaron en el proceso de producción de
bienes y servicios, en una de las siguientes situaciones: a) Trabajaron al
menos 1 hora a cambio de ingresos monetarios o en especie, o al menos una hora
sin recibir pago en calidad de trabajador familiar sin remuneración o
trabajador sin remuneración en empresas o negocios de otros hogares; o (ii) No
trabajaron en la semana de referencia por vacaciones, licencias, etc., pero
tenían un empleo o negocio, o estaban vinculados a un proceso de producción
cualquiera y con seguridad, terminada la ausencia regresarán a su trabajo”.
[153]
De acuerdo con el sistema de información misional del ICBF entre el 1 de enero
de 2014 al 31 de agosto de 2020 esta entidad ha acogido a 1.747 niños, niñas y
adolescentes que estaban siendo víctimas de la práctica de explotación sexual.
[154]En
la encuesta realizada por el DANE en el año 2019 en 21 municipios del país, de
13.252 habitantes de calle censados 353 estaban entre las edades de 0 a 19
años. https://sitios.dane.gov.co/censo-habitantes-calle/app/.
Asimismo, en la información estadística reportada por el ICBF en el año 2016
informó que para el 31 de mayo de 2016, 3589 menores de edad se encontraban en
proceso de restablecimiento de derechos por situación de calle.
[155]
Sentencia C-209 de 2000, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
[156]
Sentencia C-544 de 2005, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[157]
Sentencia C-544 de 2005, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra
[158]
Sentencia C-500 de 2015, M.P. Mauricio González Cuervo, entre otras.
[159]
Sección Quinta del Consejo de Estado. Sentencia 2010-00030 del 22 de septiembre
de 2011. M.P. Mauricio Torres Cuervo.
[160]
Sentencia C-106 de 2018, M.P. Alejandro Linares Cantillo
[161] Sentencia C-311 de
2004, M.P. Álvaro Tafur Galvis.
[162] Sentencia C-468 de
2008, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[163]
Sentencia C-106 de 2018, M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[164] Sentencia C-1412
de 2000, M.P. Martha Victoria Sáchica Méndez.
[165] Es necesario señalar que este artículo perderá
vigencia a partir del 1 de julio de 2021 de conformidad con el artículo 265 de
la Ley 1952 de 2019. No obstante, dado el carácter ilustrativo de esta
referencia esta permanecerá a lo largo del texto.
[166]
Sentencias SU-566 de 2019, M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo, C- 106 de 2018,
M.P. Alejandro Linares Cantillo y C-101 de 2018, M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado, entre otras.
[167]
Sentencia C-101 de 2018, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[168]
Sentencia C- 106 de 2018, M.P. Alejandro Linares Cantillo.
[169]
M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
[170]
Sentencia C-651 de 2006, M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
[171]
M.P. Carlos Bernal Pulido.
[172]
Sentencia C-393 de 2019, M.P. Carlos Bernal Pulido.
[173]
Sentencia C-393 de 2019, M.P. Carlos Bernal Pulido.
[174]
Sentencia C-393 de 2019, M.P. Carlos Bernal Pulido.
[175]
Sentencia C-780 de 2001, M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[176]
Consejo de Estado, Sala Plena. Sentencia 00581 de 21 de abril de 2009, C.P.
Ruth Stella Correa Palacio.
[177] Este capítulo recoge algunas de las principales
consideraciones sobre el enfoque de género expuestas en la Sentencia C-117 de
2018 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado, la Aclaración de voto de la Magistrada
Gloria Stella Ortiz Delgado, José Fernando Reyes Cuartas y Alberto Rojas Ríos a
la Sentencia SU-677 de 2017, la Sentencia C-297 de 2016 M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado
[178] Estas obligaciones parten del reconocimiento general de la
igualdad entre hombres y mujeres. La Declaración Universal de Derechos Humanos en sus
artículos 1, 2 y 7 reconoce que todos los seres humanos son iguales y se deben
proteger sin distinción por el sexo y sin discriminación; el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas reconoce en su
preámbulos la dignidad de todos los seres humanos, El Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos de Naciones Unidas en sus artículos 3 y 26
establece la obligación de garantía y protección de todos los derechos
reconocidos en el Pacto sin distinción en razón al sexo así como la prohibición
de la discriminación; La Convención Americana
sobre Derechos Humanos en sus artículos 1 y 24 establecen la protección de los
derechos reconocidos en la Convención sin discriminación por motivos de sexo y
en condiciones de igualdad ante la ley.
[179] Desde los primeros pronunciamientos de esta Corporación se
destacaron las situaciones de exclusión de las mujeres de los diferentes
ámbitos de lo sociedad con base en los estereotipos fundados en el género. Así,
la Sentencia C-410 de 1994 M.P. Carlos Gaviria Díaz señaló que “A la exclusión de las mujeres de la vida política
durante un amplio periodo, se juntó su exclusión de la vida económica general;
el trabajo asalariado no estuvo dentro del conjunto de actividades que pudieran
ser realizadas por ellas, y cuando se las admitió al mismo fueron relegadas a
labores de segunda categoría; los prejuicios sociales imponían el confinamiento
de la mujer a las tareas del hogar, comúnmente consideradas improductivas; se
difundió, de ese modo, una imagen de la mujer como ser económicamente
dependiente y por tal motivo sometida a la autoridad de los padres o del
marido.”
[180]Por ejemplo en lo que respecta a la definición de las obligaciones
en el marco de las relaciones familiares en el Código Civil, la Sentencia C-203
de 2019 M.P. Cristina Pardo Schlesinger explicó que: “Lograr la igualdad
formal de las mujeres en el ordenamiento jurídico ha sido un proceso gradual
que inició antes de la Constitución de 1991. El Código
Civil tiene un contenido preponderantemente patriarcal en el que la mujer se
ubica en una situación de subordinación al marido y a su entorno familiar. La
jurisprudencia constitucional se ha encargado de armonizar aquellos preceptos
que datan del siglo antepasado con los que exige el actual ordenamiento
jurídico y los principios constitucionales. Pero a la vez, se ha encargado de
atacar los estereotipos de género tan arraigados a la cultura tradicional.” En ese sentido también destacó que:
“En
casos de control abstracto de constitucionalidad sobre normas
del Código Civil, la Corte ha establecido que las relaciones de familia se
basan en la igualdad de derechos y deberes de la pareja, y en esa medida,
no
es equitativo ni razonable imponer una carga a uno de los miembros y eximir al
otro, por su simple pertenencia a un determinado sexo”.
[181] El recuento del marco internacional puede consultarse en la
sentencia C-586 de 2016 M.P. Alberto Rojas Ríos.
[182]
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia
contra la mujer, suscrita en la ciudad de Belém Do Pará, Brasil, el día 9 de
junio de 1994 y aprobada mediante la Ley 248 de 1995.
[183]
Sentencia C-117 de 2018 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[184] En el ejercicio de la función de revisión, es decir en el
marco del control concreto de constitucional, la jurisprudencia constitucional
ha precisado que el ejercicio de la administración de justicia con perspectiva
de género implica asegurar las siguientes condiciones mínimas:
“(i)
desplegar toda actividad investigativa en aras de garantizar los derechos en
disputa y la dignidad de las mujeres; (ii) analizar los hechos, las pruebas y
las normas con base en interpretaciones sistemáticas de la realidad, de manera
que en ese ejercicio hermenéutico se reconozca que las mujeres han sido un
grupo tradicionalmente discriminado y como tal, se justifica un trato
diferencial; (iii) no tomar decisiones con base en estereotipos de género; (iv)
evitar la revictimización de la mujer a la hora de cumplir con sus funciones;
reconocer las diferencias entre hombres y mujeres; (v) flexibilizar la carga
probatoria en casos de violencia o discriminación, privilegiando los indicios
sobre las pruebas directas, cuando estas últimas resulten insuficientes; (vi)
considerar el rol transformador o perpetuador de las decisiones judiciales;
(vii) efectuar un análisis rígido sobre las actuaciones de quien presuntamente
comete la violencia; (viii) evaluar las posibilidades y recursos reales de
acceso a trámites judiciales; (ix) analizar las relaciones de poder que afectan
la dignidad y autonomía de las mujeres” Sentencias
T-351 de 2018 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo, T-027 de 2017 M.P. Aquiles
Arrieta Gómez,T-012 de 2016 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[185] Aclaración de voto a la Sentencia SU-677 de 2017 M.P.
Gloria Stella Ortiz Delgado.
[186] La Sentencia C- 586 de 2016
M.P. Alberto Rojas Ríos citando la Sentencia T-909 de 2011 M.P. Juan Carlos
Henao Pérez precisa que la discriminación indirecta surge:
“cuando
de tratamientos formalmente no discriminatorios, se derivan consecuencias
fácticas desiguales para algunas personas, que lesionan sus derechos o limitan
el goce efectivo de los mismos. En tales casos, medidas neutrales que en
principio no implican factores diferenciadores entre personas, pueden producir
desigualdades de facto entre unas y otras, por su efecto adverso exclusivo,
constituyendo un tipo indirecto de discriminación”. Esta modalidad, en fin, se
compone de dos criterios: Primero, la existencia de una medida o una práctica
que se aplica a todos de manera aparentemente neutra. Segundo, la medida o la
práctica pone en una situación desaventajada un grupo de personas protegido. Es
el segundo criterio de la discriminación indirecta el que difiere de la
discriminación directa: el análisis de la discriminación no se focaliza sobre
la existencia de un trato diferencial sino sobre los efectos diferenciales”
[187] Sentencia C-519 de
2019 M.P. Alberto Rojas Ríos.
[188] Sentencia C-519 de 2019. M.P. Alberto Rojas Ríos.
[189]
Con excepción del derecho de alimentos en cabeza del donante de donaciones
cuantiosas que no fueron revocadas, de acuerdo con lo señalado en el FJ xx de
esta sentencia.
[190]Juan
Pablo Sarmiento Erazo, Dagoberto Lavalle Navarro y Carolina Mariño Manrique
(2018). “El machismo y el lenguaje performativo en los enunciados
normativos: aproximaciones sobre representaciones de género en el derecho de
familia y sus posibles efectos.” Jaramillo Sierra, Isabel Cristina y Anzola
Rodríguez, Sergio Iván.: La Batalla por los Alimentos. El papel del derecho
civil en la construcción del género y la desigualdad. Bogotá Ediciones
Uniandes, p. 162.
[191] El estudio se adelantó en los consultorios jurídicos de
las Universidades del Norte (Barranquilla), EAFIT (Medellín), Pontificia
Bolivariana (Medellín), San Buenaventura (Cali), de Antioquia (Medellín), ICESI
(Cali), Santo Tomás (Bogotá) y de los Andes (Bogotá) y sus resultados fueron
publicados en: Jaramillo Sierra y Anzola Rodríguez, Ob. Cit.
[192] Juan Pablo Sarmiento Erazo, Dagoberto Lavalle
Navarro y Carolina Mariño Manrique “El machismo …”, cit páginas 163 a 165.
[193]
Juan Pablo Sarmiento Erazo, Dagoberto Lavalle Navarro y Carolina Mariño
Manrique “El Machismo…” cit página 169.
[194]Consultado en el mes de diciembre de 2020 en la página web
del INPEC:
http://200.91.226.18:8080/jasperserverpro/flow.html?_flowId=viewReportFlow&_report=%2Fpublic%2FDelitos%2Freports%2FDelitos_Nacional_Modalidad_Delictiva_Intramural&ANNO=2020&MES=12&reportUnit=%2Fpublic%2FDelitos%2Freports%2FDelitos_Nacional_Modalidad_Delictiva_Intramural
[195]Consultado en el mes de diciembre de 2020 en la página web
del INPEC:
http://200.91.226.18:8080/jasperserverpro/flow.html?_flowId=viewReportFlow&_report=%2Fpublic%2FDelitos%2Freports%2FDelitos_Nacional_Modalidad_Delictiva_Domiciliaria&ANNO=2020&MES=12&reportUnit=%2Fpublic%2FDelitos%2Freports%2FDelitos_Nacional_Modalidad_Delictiva_Domiciliaria
[196] Esta medición corresponde a los datos recaudados para
efectos de establecer el valor económico del trabajo del cuidado no remunerado,
el cual se consultó en diciembre de 2020 en.
https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/cuentas/ec/Pre_CS_Econo_cuidado_TDCNR_2017.pdf
Esta
medición responde al artículo 1º de la Ley 1413 de 2010 que ordenó “(…) incluir
la economía del cuidado conformada por el trabajo de hogar no remunerado en el
Sistema de Cuentas Nacionales, con el objeto de medir la contribución de la
mujer al desarrollo económico y social del país y como herramienta fundamental
para la definición e implementación de políticas públicas.”
[197]
Juan Pablo Sarmiento Erazo, Dagoberto Lavalle Navarro y Carolina Mariño
Manrique “El Machismo…” cit página 170.
[198] Sentencia C-964 de 2003 M.P. Álvaro Tafur Galvis. En igual
sentido, la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) del año 2015 ha
destacado el aumento en los hogares con jefatura femenina que pasó de 30.3% en
2005 a 34% en 2010 y a 36.4% en 2015.
[199] Sentencia C-184 de 2003. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[200] Sentencia C-184 de 2003. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[201] Sentencia T-351 de 2018 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[202]
Gaceta del Congreso 672 de 2018, p. 12.
[203]
Sobre la insuficiencia de los mecanismos existentes en el ordenamiento jurídico
para la obtención del pago de la acreencia alimentaria y la imposición de
barreras al respecto, la exposición de motivos citada señala lo siguiente:
“Al hacerse exigible
ante instancias judiciales y/o administrativas la restitución del derecho de
alimentos de los niños, niñas y adolescentes, su restitución se ve limitada por
al menos dos grandes obstáculos dentro del proceso penal, (i) “los problemas
relacionados con la certeza probatoria de la evidencia” y (ii) “la capacidad
económica o ubicación del alimentante”. Estos dos factores hacen que incluso
las conciliaciones por montos menores a los contemplados por la ley, es decir,
con base en la presunción del ingreso del salario mínimo por parte del
alimentante, no evidencie ser un mecanismo efectivo de coacción frente a su
cumplimiento, y por tanto, el incumplimiento de la obligación aún después de la
conciliación sea tan reiterado.
Por lo anterior, existe
la necesidad de ampliar los mecanismos de exigibilidad y sanción de este delito,
que redunde en herramientas más efectivas, sin que ello implique el aumento de
penas; es decir, propiciar “la generación de espacios e incentivos de la
obligación alimentaria, más allá de sus propósitos punitivos” implica la
adopción de medidas legislativas tales como el mejoramiento de los sistemas de
identificación, monitoreo y reporte de los(as) alimentes que incumplan su
obligación de cuidado y manutención, facilitarían que la sanción legal
cumpliera con su objetivo de persuadir a los demandados para que se abstuvieran
de cometer o reiterar la conducta delictiva.
Así mismo, la realidad
sociocultural acarrea que especialmente los hombres y algunas mujeres no sean
conscientes de la relevancia de las obligaciones que tienen frente a sus
familiares, al igual que los preceptos culturales instalados
en el sistema de valores
de quienes administran justicia, quienes asocian la exigencia del cumplimiento
alimentario que elevan las mujeres frente a los padres de hijas e hijos como un
factor de manipulación por parte de las primeras,
todo lo anterior
evidencia los factores externos que influyen sobre la ineficacia del aparato de
justicia -tanto en lo penal como en lo civil-, y revelan la necesidad de
desplegar programas dirigidos a promover el cambio cultural, siendo esta
responsabilidad de resorte común al conjunto del Estado, resaltando la
responsabilidad de la administración central y las administraciones
territoriales” Gaceta del Congreso 672 de 2018, pp. 12-13.
[204]
Gaceta del Congreso 672 de 2018, p. 12.
[205] “BERNAL, Carolina, LA ROTA, Miguel. “El delito de la
inasistencia alimentaria: Diagnóstico acerca de su conveniencia”. DEJUSTICIA -
Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad. USAID. Febrero de 2012.
Pág. 77”
[206]
Gaceta del Congreso 672 de 2018, p. 13.
[207]"UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA [En línea]
http://foros.uexternado.edu.co/red/
wpcontenUuploads/2012/03/JAG.-El-Derecho-a-la- alimentaci%C3%B3n2.pdf p 23.
(citado junio 18 de 2012)”
[208]
Gaceta del Congreso 672 de 2018, p. 10.
[209]
Registro Deudores Alimentarios. Ciudad de Buenos Aires Justicia y Seguridad.
Disponible en:
https://www.buenosaires.gob.ar/justiciayseguridad/registro-deudores-alimentarios
[210]
República Argentina. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ley 269
del 11 de noviembre de 1999. Disponible en:
http://www2.cedom.gob.ar/es/legislacion/normas/leyes/ley269.html
[211]
República Argentina. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ley 269
del 11 de noviembre de 1999. Disponible en:
http://www2.cedom.gob.ar/es/legislacion/normas/leyes/ley269.html
[212]
República del Perú. Ministerio de Justicia. Ley 28970 del 26
de enero de 2007. Disponible en: https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/96b335804d42f26d84c7afa5f378198b/LeyN_28970.pdf?MOD=AJPERES
[213]
República del Perú. Ministerio de Justicia. Ley 28970 del 26
de enero de 2007. Disponible en:
https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/96b335804d42f26d84c7afa5f378198b/LeyN_28970.pdf?MOD=AJPERES
[214]
República del Perú. Ministerio de Justicia. Ley 28970 del 26
de enero de 2007. Disponible en:
https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/96b335804d42f26d84c7afa5f378198b/LeyN_28970.pdf?MOD=AJPERES
[215]Oliva Gómez, Eduardo. (2019) El registro de deudores alimentarios
morosos: Sus efectos y eficacia en el sistema jurídico mexicano. Revista de investigación en Derecho,
Criminología y Consultoría Jurídica. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
México, p. 88.
[216]
El artículo 48 de la Ley de Migración de los Estados Unidos Mexicanos establece
lo siguiente:
“Artículo 48. La
salida de mexicanos y extranjeros del territorio nacional podrá realizarse
libremente, excepto en los siguientes casos:
[…]
VI. Las personas que, en
su carácter de deudoras alimentarias, dejen de cumplir con las obligaciones que
impone la legislación civil en materia de alimentos por un período mayor de
sesenta días, previa solicitud de la autoridad judicial competente, sin
perjuicio de las excepciones previstas por la legislación civil aplicable, así
como de aquellas conductas consideradas como delitos por las leyes penales
correspondientes. Para efectos de esta fracción y tratándose de extranjeros, el
Instituto definirá su situación migratoria y resolverá con base en lo que se
establezca en otros ordenamientos y en el reglamento de esta Ley.”
[217]
El artículo 397 del Código Civil para el Distrito Federal de los Estados Unidos
Mexicanos señala:
Artículo 397. Son requisitos para la adopción:
“[…]
VII. Que ninguno de los adoptantes se encuentre
inscrito en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos.”
[218] Bernal, Carolina y La Rota, Miguel Emilio (2012). El
delito de inasistencia alimentaria: diagnóstico acerca de su conveniencia.
Centro de Estudios de Derecho Justicia y Sociedad. Bogotá.
Montoya
Pérez, María del Carmen (2012) El registro de deudores alimentarios morosos,
EN: Domínguez Jorge y Sánchez José (Coords.), Conmemoración de
los 80 años de vigencia del Código Civil del Distrito Federal. Universidad Autónoma de México, México.
Oliva
Gómez (2019), Ob. Cit.
[219]
Oliva Gómez (2019), Ob. Cit. p. 93.
[220]
Montoya Pérez (2012), Ob. Cit. p. 54.
[221]
Oliva Gómez (2019), Ob. Cit. p. 94.
[222]
Eduardo Cifuentes Muñoz.
[223]
Sentencia C-567 de 1997: “La competencia administrativa que se instituye se
refiere a la recolección de datos personales que conforman un banco de datos
destinados a la circulación. No obstante, la facultad no es objeto de
regulación - general o especial -, en ninguna ley estatutaria. La fuente del
poder que se concede a la administración se deriva de una simple ley ordinaria.
La recolección y circulación de datos personales, sin duda alguna afecta la
libertad de las personas; de ahí que su regulación, así sea genérica, debe
estar consagrada en una ley estatutaria. Dentro del marco de una ley
estatutaria existente, la creación y regulación de bancos de datos de origen
público, en principio no podría ser materia de censura constitucional, como
quiera que aquélla sirve al propósito de resguardar la libertad informática que
puede verse afectada con ocasión de la recolección, tratamiento y circulación
de datos. Si se hiciera caso omiso de la anterior cautela, todas las
operaciones constitucionalmente relevantes atinentes al tratamiento informático
de los datos personales - recolección, tratamiento, circulación, conocimiento,
actualización y rectificación -, serían reguladas por medio de las leyes ordinarias
que ordenaren la creación pública de bancos de datos, y acabaría por perder
todo sentido la previsión constitucional que establece que las mismas sean
objeto de la respectiva ley estatutaria, por lo menos en sus contornos
esenciales, justamente a fin de preservar la libertad. || De otro lado, si se
observa que los datos de origen legal que se consignan en el formato único de
hoja de vida son escasos y de carácter muy general, se descubre que la
competencia confiada a la administración no es meramente residual, sino que por
el contrario a ella se le impone el dilatado encargo de recaudar la información
que juzgue menester. La afectación de la libertad informática, que comprende el
universo de la información que el aspirante a ingresar a la función pública
debe suministrar al Estado, en una medida apreciable se determina por un acto
distinto de la ley, lo que de manera manifiesta vulnera la garantía de la
libertad.”
[224]
M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
[225]
Sentencia C-384 de 2000: “El anterior contenido regulante, tiene
implicaciones directas con el núcleo esencial del derecho de habeas data, pues
involucra de lleno la facultad de las personas para “conocer, actualizar y
rectificar las informaciones que se hayan recogido sobre ellas en bancos de
datos”. Sobre la manera en la cual pueden conocerse tales informaciones,
contiene normas expresas arriba mencionadas (formular una solicitud y pagar una
tarifa), y sobre la posibilidad de actualizar y rectificar dichos datos,
resulta claro que la norma establece restricciones, pues al indicar que sólo se
podrán registrar los datos que, según las normas o pautas de la
Superintendencia Bancaria y de conformidad con el artículo 15 de la
Constitución, se consideren relevantes para evaluar la solvencia de sus
titulares, pone en manos de esa entidad la fijación de límites a ese derecho,
además de dejar por fuera del derecho de actualización y rectificación otras
informaciones distintas a las relativas a la solvencia de la persona concernida
(disponibilidad de recursos económicos), como por ejemplo la referente a su comportamiento
crediticio (puntualidad en el pago), etc., que también son importantes para la
valoración y calificación de los posibles clientes del sistema financiero.
Todo lo anterior afecta
sin lugar a dudas el derecho fundamental en referencia en lo más propio de su
núcleo fundamental, pues “(l)os datos personales que se recogen, el tipo de
tratamiento que reciben y las formas y límites de su circulación, son aspectos
de una misma decisión que no deja de tener repercusiones sobre la
autodeterminación informativa.” Por ello, la reserva de ley estatutaria sobre
este punto es la garantía más importante en la protección de ese derecho
fundamental. Así las cosas, la Corte encuentra que las disposiciones contenidas
en la norma reprochada, no podían adoptarse sino mediante el trámite propio de
una ley de esa naturaleza
[226]
M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[227]
La Corte identifica en su jurisprudencia al derecho de acceso a la información
pública como un derecho fundamental de carácter amplio y que no puede estar
sometido a limitaciones diferentes a aquellas necesarias en una sociedad
democrática. Sobre el particular, la sentencia C-276 de 2019, M.P. Gloria
Stella Ortiz Delgado, señaló:
“El principio referido
supone una serie de obligaciones correlativas a cargo del Estado referidas a
que: (i) el derecho de acceso a la información solamente puede ser restringido
a partir de un régimen limitado de excepciones; (ii) toda decisión negativa,
esto es, que niegue el acceso a la información pública, debe ser motivada, bajo
el supuesto de que el Estado tiene la carga de la prueba respecto de las
razones que justifican la reserva de información; y (iii) ante la duda o el
vacío legal sobre el carácter público o reservado de la información, opera la
presunción de publicidad.”.
A
esta consideración se suma lo regulado por la Ley 1712 de 2014, que en cuanto a
ese acceso amplio identifica, entre otros, los principios de transparencia y
facilitación. Respecto del primero, toda la información en poder de los sujetos
obligados definidos en dicha ley se presume pública, en consecuencia de lo cual
dichos sujetos están en el deber de proporcionar y facilitar el acceso a la
misma en los términos más amplios posibles y a través de los medios y
procedimientos que al efecto se establecen en la ley, excluyendo solo aquello
que esté sujeto a las excepciones constitucionales y legales y bajo el cumplimiento
de los requisitos establecidos en la misma disposición. En relación con el
segundo, los sujetos obligados deberán facilitar el ejercicio del derecho de
acceso a la información pública, excluyendo exigencias o requisitos que puedan
obstruirlo o impedirlo.
[228]
La sentencia C-295 de 2002, M.P. Álvaro Tafur Galvis, expuso
que incluir contenidos de leyes ordinarias en aquellas estatutarias no implica
necesariamente su inconstitucionalidad. Al respecto señaló que, como lo ha
dicho previamente la jurisprudencia (sentencias C-353 de 1994 y C-600 de 1995),
“el hecho de haberse regulado una materia propia de una ley ordinaria en una
ley estatutaria o en una ley orgánica, no la hace por si inconstitucional,
pues, en últimas, es un problema de técnica legislativa que no compromete
las mayorías requeridas para aprobar una ley ordinaria”[228].
De ese modo, la Corte efectuó el control previo al proyecto de ley estatutaria
que modificaba la regulación sobre el traslado de servidores judiciales
prevista en la Ley 270 de 1996.
[229] La distinción entre “listas de riesgo” y “listas
negras”, ha sido identificada por la jurisprudencia constitucional, con el fin
de identificar qué actividades de administración de datos personales son
legítimas, a fin de distinguirlas de expresiones abusivas de la administración
de información personal. Al respecto, la Corte sostiene que “son dos cosas
distintas la elaboración de las denominadas “listas negras” y la de las “listas
de riesgo”. En las primeras, en forma contraria a derecho quien las elabora
incluye en ellas nombres de personas jurídicas o naturales cuya consecuencia es
la existencia, en la práctica, de un cierre de la oportunidad de crédito en
cualquier establecimiento de carácter comercial y financiero. En las segundas,
lo que se hace es incluir el comportamiento histórico del deudor para que la
entidad crediticia a quien se le envía evalué si frente a ese comportamiento
otorga, y en qué condiciones el crédito respectivo o si, se abstiene de ello.
Pero es claro que, en este caso no podrá la entidad financiera incurrir en un
abuso del derecho dada la función social que en la economía se cumple por
quienes tienen a su cargo la actividad crediticia.”. Cfr. Corte
Constitucional, Sentencia T-1322/01.
[230]M.P.
Luis Ernesto Vargas Silva.
[231]
M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
[232]
Código Civil, artículo 422.
[233]
Ley 1266 de 2008. Artículo 13. Permanencia de la información: La
información de carácter positivo permanecerá de manera indefinida en los bancos
de datos de los operadores de información.
Los datos cuyo contenido
haga referencia al tiempo de mora, tipo de cobro, estado de la cartera, y en general,
aquellos datos referentes a una situación de incumplimiento de obligaciones, se
regirán por un término máximo de permanencia, vencido el cual deberá ser
retirada de los bancos de datos por el operador, de forma que los usuarios no
puedan acceder o consultar dicha información. El término de permanencia de esta
información será de cuatro (4) años contados a partir de la fecha en que sean
pagadas las cuotas vencidas o sea pagada la obligación vencida.
[234]
Sobre este asunto la sentencia C-1011 de 2008 explica lo siguiente:
“con base en la necesidad de otorgar eficacia al “derecho a la
caducidad del dato negativo”, la Corte determinó, vía jurisprudencia, los
términos de conservación del reporte, para lo cual distinguió tres
situaciones: (i) cuando el pago ha sido voluntario, donde el término de
caducidad es de dos años, siempre y cuando la mora haya sido superior a un año,
por lo que, en evento contrario, la caducidad será hasta el doble de la mora,
(ii) cuando el pago se ha originado como consecuencia de un proceso ejecutivo,
donde la caducidad es de cinco años y (iii) cuando se ha iniciado acción de
ejecución, pero el pago se ha efectuado con la sola notificación del mandamiento
de pago, caso en que la caducidad será la misma del pago voluntario. En todos
los casos, la Corte ligó la posibilidad de la supresión del reporte en los
plazos reseñados a que durante su vigencia no se presentaran nuevos
incumplimientos, caso en el cual se perderá el beneficio de la caducidad,
precisamente porque con ellos se desvirtúa la intención de recobrar el buen
nombre ante las entidades de crédito y disminuir el nivel de riesgo
financiero.”
[235]
Sentencia T-174 de 1994, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
[236]
Corte Suprema de Justicia, sentencia del 18 de noviembre de 1994, M.P. Héctor
Marín Naranjo. Sobre el particular expresó ese fallo: “De otro lado, la
preceptiva que dimana del artículo 422 del Código Civil, no deja duda en el
sentido de que se deben alimentos necesarios al hijo que estudia, aunque haya
alcanzado la mayoría de edad, consecuencia que deviene, además, de lo expresado
en la parte inicial de ese mismo artículo, cuando dispone que, 'Los alimentos
que se deben por ley, se entienden concedidos para toda la vida del
alimentario, continuando las circunstancias que legitimaron la demanda". Y
sigue diciendo más adelante la misma providencia que "Es ese, en efecto,
el sentido acogido invariablemente por la Jurisprudencia emanada de esta
Corporación, tal como así se desprende de la sentencia que data de 7 de mayo de
1991, la que sobre el punto, determinó: "(...) Según el alcance que la
Jurisprudencia le ha dado al artículo 422 del Código Civil, se deben alimentos
necesarios al hijo que estudia, aunque haya alcanzado mayoría de edad (...) en
tanto se encuentren inhabilitados para subsistir de su trabajo, lo que puede
obedecer a que estén adelantando estudios”.
[237]
La sistematización de estas reglas fue planteada por la Corte Constitucional en
la sentencia T-854 de 2012, así:
“De lo dicho se concluye que tanto la jurisprudencia como la ley han sostenido que la
obligación alimentaria que deben los padres a sus hijos es:
(i)
Por regla general, hasta la mayoría de edad, es decir, 18 años, excepto que por
la existencia de impedimento físico o mental la persona se encuentre
incapacitada para subsistir de su trabajo;
(ii)
Asimismo, han reconocido la obligación a favor de los hijos mayores de 18 y
hasta los 25 años de edad que se encuentran estudiando, siempre y cuando no
exista prueba que demuestre que sobreviven por su propia cuenta; y
(iiii)
Solamente los hijos que superan los 25 años cuando están estudiando, hasta que
terminen su preparación educativa, siempre dependiendo de la especificidad del
caso. En este evento, los funcionarios al momento de tomar alguna decisión
sobre la obligación de alimentos deben tener en cuenta las especiales
circunstancias de cada situación, con el fin de que tal beneficio no se torne
indefinido para los progenitores en razón de dejadez o desidia de sus hijos.”
Estas
mismas fueron reiteradas por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de
Justicia, entre otras en la sentencia STC14750-2018 del 14 de noviembre de
2018, M.P. Luis Armando Tolosa Villabona. Esa decisión expresó:
“Una de
las obligaciones que asumen los padres jurídica, moral y existencialmente
frente a los hijos es la de prestar alimentos, (en sentido amplio:
alimentación, educación, vivienda, recreación, etc.), al punto de que la
doctrina de la Sala la ha entendido más allá de la mayoría de edad; hasta
los 25 años. Se procura dar apoyo razonable para el aprendizaje de una
profesión u oficio al hijo para que proyecte su vida autónomamente hacia el
futuro. Pero esta condición no puede tornarse irredimible o indefinida frente a
los padres; claro, salvo discapacidades imponderables y probadas que repercuten
en la inhabilitación de los alimentarios. || Se trata del relevo generacional
para que los hijos asuman su propio sustento, la conquista de lo nuevo y
distinto, para que sean gestores de su historia y de su existencia e irrumpan
en lo público, por medio del trabajo como seres racionales y animales
“laborans”; como auténticos “homo faber” que pueden articular la
responsabilidad intergeneracional entre el pasado, el presente y el futuro,
para dar sentido a la vida, -el bien más preciado y elevado que nos entregan
los mayores-, presupuesto necesario de toda individualidad, de la familia y del
Estado.”
[238]
Sobre el asunto, la Sala de Casación Civil, en sentencia STC13255-2018, M.P.
Luis Alfonso Rico Puerta, reiteró ese precedente de la siguiente manera:
“En cuanto a la prescripción de las cuotas alimentarias, esta
Corporación, luego de analizar lo previsto en la normativa sustancial sobre
dicho modo de extinción de las obligaciones, esto es, los artículos 2535 y 2536
del Código Civil, este último precepto con la modificación contenida en el
artículo 8º de la Ley 791 de 2002, y entronizarla con el precepto 426 de la
referida codificación sustantiva que refiere a “las pensiones alimenticias atrasadas”,
ciertamente ha venido sosteniendo que en las ejecuciones de alimentos, no es
viable aceptar la restricción de dicho medio exceptivo en tanto vulnera el
derecho de defensa del demandado.
Es así
como ha dicho y reiterado que los jueces de familia no puede desechar los
argumentos del ejecutado con miramiento solo en la estrictez gramatical
descrita en el artículo 152 de Decreto 2737 de 1989, según el cual en esta
clase de asuntos “no se admitirá otra excepción que la de pago”, pues la tesis
expuesta por esta Corte, en el sentido de que sin importar el título que
origina el cobro de los alimentos, es válido proponer excepciones de mérito
diferentes a las de pago, con todo y lo contemplado en el canon 397-5 del
Código General del Proceso, mantiene pleno vigor y amerita su observancia y
aplicación en tanto constituye doctrina probable (ver entre otros fallos:
STC-10699-2015, STC9398-2015, STC-12922-2016, STC8032-2017 y STC18727-2017)
No
obstante, de los pronunciamientos antes referidos y otros que abordan la
temática pero en relación concreta con la prescripción en ese tipo de
ejecuciones, se extrae con suficiencia que tal medio exceptivo no aplica cuando
se dirige contra menores de edad o cualquier otro alimentario que legal o
judicialmente se establezca como incapaz, habida cuenta tanto la prohibición
que sobre el particular contempla el artículo 2530 del Código Civil, como la
decantada jurisprudencia acerca del otorgamiento de plenas garantías para
aquellas personas que por su estado de indefensión y vulnerabilidad, merecen
una especial protección constitucional.”
[239]
M.P. Carlos Gaviria Díaz
[240]
Sobre este asunto la sentencia C-237 de 1997 señaló:
“Ahora
bien: el juicio sobre la conveniencia o no de la norma, no puede ser realizado
por la Corte; dicha valoración debe hacerla el legislador, atendiendo razones
de política criminal. El derecho penal, que en un Estado democrático debe ser
la última ratio, puede ser utilizado, sin vulnerar la Constitución, para
sancionar las conductas lesivas de bienes jurídicos ajenos que se estiman
esenciales y cuya vulneración, en consecuencia, debe asociarse a una pena. La
Corte, en función de la competencia que le ha sido atribuida, puede valorar la
norma atendiendo sólo criterios de razonabilidad y proporcionalidad. En el caso
de inasistencia alimentaria, en consideración al bien jurídico protegido, ésta
Corporación juzga los artículos 263 del Código Penal y 270 del Código del
Menor, conformes a la Carta Política.”
[241]
M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[242]
M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
[243]
M.P. Alberto Rojas Ríos.
[244]
Acerca de la enumeración de estos requisitos adicionales al mérito, la
sentencia C-093 de 2020 estableció lo siguiente:
[245]
En efecto, la Corte declaró la exequibilidad del inciso tercero del artículo 60
de la Ley 610 de 2000, cuyo contenido es el siguiente:
“Los representantes
legales, así como los nominadores y demás funcionarios competentes, deberán
abstenerse de nombrar, de dar posesión o celebrar cualquier tipo de contrato
con quienes aparezcan en el boletín de responsables, so pena de incurrir en
causal de mala conducta, en concordancia con lo dispuesto en el artículo 6o. de
la ley 190 de 1995. Para cumplir con esta obligación, en el evento de no contar
con esta publicación, los servidores públicos consultarán a la Contraloría
General de la República sobre la inclusión de los futuros funcionarios o
contratistas en el boletín.”
[246]
Sobre el particular resulta ilustrativa la sentencia C-384 de 2008, M.P. Jaime
Córdoba Triviño. En este caso, se estudió la constitucionalidad de los
artículos 198 y 440 del Código de Comercio, que establecen la remoción en
cualquier tiempo de los representantes legales y ante el cargo por la presunta
vulneración del derecho al trabajo. La Corte concluyó que estas normas
resultaban compatibles con la Constitución puesto que (i) la vinculación del
representante legal no necesariamente correspondía a una de tipo laboral, de la
cual fuesen predicables las garantías del artículo 53 de la Constitución; y
(ii) la designación del representante legal está basada en una especial
relación de confianza, donde imperan las condiciones éticas y, por tanto,
resulta razonable una previsión que permita la remoción de dicho representante
bajo un criterio más flexible que el previsto en la ley para el caso de los
trabajadores.
[247]
Código de Comercio.
Artículo 196. La
representación de la sociedad y la administración de sus bienes y negocios se
ajustarán a las estipulaciones del contrato social, conforme al régimen de cada
tipo de sociedad.
A falta de
estipulaciones, se entenderá que las personas que representan a la sociedad
podrán celebrar o ejecutar todos los actos y contratos comprendidos dentro del
objeto social o que se relacionen directamente con la existencia y el
funcionamiento de la sociedad.
Las limitaciones o
restricciones de las facultades anteriores que no consten expresamente en el
contrato social inscrito en el registro mercantil no serán oponible a terceros.
[248]
Así, para el caso de la sociedad anónima, el artículo 440 del Código de
Comercio determinar que el representante legal, con uno o más suplentes,
designados para periodos determinados, quienes podrán reelegirse
indefinidamente o ser removidos en cualquier tiempo.
[249]
M.P. Alfredo Beltrán Sierra. Esta sentencia reitera las consideraciones
realizadas en la Sentencia C-728 de 2000, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, la cual
analizó una norma jurídica análoga y contenida en el numeral 13 del artículo 41
de la Ley 200 de 1995. Acerca del asunto analizado, esta última decisión
planteó lo siguiente:
“El fin de la norma bajo
examen es el de garantizar que los servidores públicos respondan al modelo del
ciudadano cumplidor de sus obligaciones legales y que no lesionen la imagen
pública del Estado. Detrás de este objetivo pueden encontrarse varias razones:
por un lado, que los funcionarios son la representación más visible del Estado
y se espera que sus actuaciones concuerden con las visiones que se proponen
acerca de la colectividad política y del papel de cada uno de los asociados
dentro de ella; por otro lado, que los servidores públicos son los encargados
de realizar las actividades estatales en beneficio de los ciudadanos y que, en
consecuencia, deben brindar con su vida personal garantía de que en el
desarrollo de sus labores responderán a los intereses generales de la
comunidad; de otra parte, que, en la medida de lo posible, los servidores
públicos estén liberados de los inconvenientes y los trastornos que generan las
continuas reyertas y desavenencias derivadas del incumplimiento de las
obligaciones privadas, de manera que puedan dedicarse de lleno a sus labores y
que no involucren a las entidades estatales en esos conflictos; y, finalmente,
que los funcionarios no se amparen en su calidad de servidores del Estado para
cometer desafueros, bajo el entendido de que su condición infunde temor en los
afectados por sus acciones.”
[250]
Sentencia C-300 de 2012, M.P. Jorge Pretelt Chaljub. “En consecuencia, los
principios de racionalidad de la intervención del Estado en la economía,
eficacia y celeridad, de eminente naturaleza instrumental, deben guiar la
contratación estatal, de modo que cualquier limitación desproporcionada de los
mismos, debe traer como consecuencia la inconstitucionalidad de la respectiva
medida. Ciertamente, la mejor relación costo beneficio (no solamente en
términos monetarios, sino también sociales, ambientales, culturales, etc.) le
permite al Estado contar con más recursos para satisfacer las otras necesidades
de la población, y en esa medida, se tornan inconstitucionales aquellas medidas
cuyo efecto sea elevar los costos de las actuaciones estatales injustificadamente.”
[251]
Ley 909 de 2004, artículo 24. Modificado por el artículo 1º de la Ley 1960 de
2019.
[252]
Así por ejemplo, tratándose de los concejales, el artículo 43 de la Ley 136 de
1994 determina que las inhabilidades se extienden tanto a la inscripción como a
la elección del servidor público. Similar consideración plantea, para el caso
de los alcaldes, diputados y gobernadores, la Ley 617 de 2000.
[253]
Es claro que esta expresión se deriva de una inadecuada transcripción del acta,
pues debe leerse como “posesión” para que adquiere sentido en el marco de la
exposición del Representante ponente.
[254]
Gaceta del Congreso 51 de 2019, p. 32.
[255]
Sobre el particular se sintetizan las reglas derivadas de la recopilación
jurisprudencial contenida en la sentencia C-893 de 2001, M.P. Clara Inés Vargas
Hernández.
[256]
Sentencia C-361 de 2016, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, C-468 de 2011, M.P.
María Victoria Calle Correa y C-018 de 2004, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa,
entre otras.
[257]
Sentencia C-511 de 2013, M.P. Nilson Pinilla Pinilla, fundado a su vez en lo explicado
en la sentencia SU-257 de 1997, M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
[258]
Sentencia C-157 de 2020, M.P. Diana Fajardo Rivera.
[259]
Organización de Naciones Unidas. Comité de Derechos Humanos. Observación
General 27. Documento CCPR/C/21/Rev.1/Add.9. Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Caso Ricardo Canese v. Paraguay. Sentencia del 31 de agosto de
2004. Fondo, Reparaciones y Costas.
[260]
Ley 1098 de 2006 – Código la Infancia y la Adolescencia.
Artículo 112.
Restitución internacional de los niños, las niñas o los adolescentes. Los
niños, las niñas o los adolescentes indebidamente retenidos por uno de sus
padres, o por personas encargadas de su cuidado o por cualquier otro organismo
en el exterior o en Colombia, serán protegidos por el Estado Colombiano contra
todo traslado ilícito u obstáculo indebido para regresar al país. Para tales
efectos se dará aplicación a la Ley 173 de 1994 aprobatoria del Convenio sobre
aspectos civiles del secuestro internacional de niños, suscrito en La Haya el
25 de octubre de 1980, a la Ley 620 de 2000 aprobatoria de la Convención
Interamericana sobre restitución internacional de menores, suscrita en
Montevideo el 15 de julio de 1989, y a las demás normas que regulen la materia.
Para los efectos de este
artículo actuará como autoridad central el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar. La Autoridad Central por intermedio del Defensor de familia
adelantará las actuaciones tendientes a la restitución voluntaria del niño,
niña o adolescente y decretará las medidas de restablecimiento de derechos a
que haya lugar.
[261]
Así, la Organización para la Cooperación Internacional y el Desarrollo
Económicos – OCDE incorpora el cumplimiento del principio de responsabilidad
demostrada como uno de las directrices para la administración de datos
personales de y entre sus estados miembros. De acuerdo con esa institución, el
principio consiste en el deber que quien controle el dato sea responsable del
cumplimiento de las medidas que permitan la eficacia de los demás principios
sobre administración de datos. Vid. “OECD Guidelines on the
Protection of Privacy and Transborders Flows of Personal Data.” Disponible
en:
https://www.oecd.org/sti/ieconomy/oecdguidelinesontheprotectionofprivacyandtransborderflowsofpersonaldata.htm
[262]
Como lo expresa la doctrina nacional, “El principio de responsabilidad
demostrada —accountability— ha sido incorporado en los principales documentos
sobre tratamiento de datos personales de las siguientes organizaciones: Red
Iberoamericana de Protección de Datos (RIPD); la Unión Europea (UE); la
Organización de Estados Americanos (OEA); la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos (OCDE); la Conferencia Internacional de Autoridades
de Protección de Datos y Privacidad (CIAPDP); el Foro de Cooperación Económica
Asia Pacífico (APEC) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). De dichos
documentos se observa lo siguiente: los primeros fueron emitidos en la década
de los años ochenta y se referían a la responsabilidad pero sin necesidad de tener
que demostrarla (era una especie de responsabilidad no demostrada). Algunos de
ellos fueron modificados luego para ampliar su contenido e incluir la
obligación de estar en capacidad de probar que los mecanismos son útiles,
adecuados y eficientes.” Remolina Angarita, Nelson. Álvarez Zuluaga, Luisa
Fernanda. (2018). Guía GECTI para la implementación del principio de
responsabilidad demostrada –accountability– en las transferencias
internacionales de datos personales. Recomendaciones para los países
latinoamericanos. Universidad de los Andes, Bogotá, p. 30.
[263]
CSJ, SP 19 en. 2006, rad. 21023.
[264]
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Sentencia SP4093-2020 del 21
de octubre de 2020, M.P. Eugenio Fernández Carlier.
[265]
M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[266]
Sentencia C-581 de 2001, M.P. Jaime Araújo Rentería.
[267]
Sentencia C-932 de 2006, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
[268]
En términos simples, el efecto performativo refiere a que el uso determinada
expresión lingüística, como es este caso “promulgación” realiza un efecto
sustantivo, de allí que también sea denominado como enunciado realizativo. En
el presente caso, cuando el Legislador señala que una norma tiene efectos a
partir de su promulgación, condiciona estos a su publicación y, de esta manera,
realiza un acto lingüístico que satisface los principios de legalidad y
publicidad de las normas jurídicas. Al respecto Vid. Austin, John L.
(2014) Cómo hacer cosas con palabras. Palabras y acciones. Paidós,
Barcelona. Searle John R. (2017) Actos del habla: ensayo de filosofía del
lenguaje. Cátedra, Madrid.
[269]
Sentencia C-325 de 2009, M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo. “Las
sentencias integradoras de tipo sustitutivas se producen en aquellos casos en
que la Corte retira del ordenamiento jurídico la disposición acusada o un
aparte de la misma, y procede a llenar el vacío de regulación generado por la
decisión con un nuevo texto que se ajuste a la Constitución Política. Las
sentencias sustitutivas son entonces una mezcla de sentencia de inconstitucionalidad
simple y de sentencia integradora, en el sentido que si bien en ellas se anula
el precepto acusado, éste es reemplazado por un mandato que el propio fallo
decide incluir o agregar al ordenamiento. De acuerdo con la doctrina
especializada, el tipo de sentencia sustitutiva se caracteriza por adoptar, en
forma sucesiva y concurrente, una postura ablativa, por medio de la cual se
neutraliza la inconstitucionalidad advertida, y una postura reconstructiva,
dirigida a llenar la laguna normativa creada por el vicio de
inconstitucionalidad detectado.” |
19 | SU016-21
Sentencia SU016/21
Referencia: T-7.626.515
Acción de tutela presentada por Dairo Manuel Navas Reyes y otros
en contra de la Alcaldía de El Copey y otros.
Procedencia: Sala Penal del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Valledupar.
Asunto: El derecho al debido proceso en
el marco de procedimientos de desalojo y el derecho a la vivienda de personas
en situación de debilidad manifiesta.
Magistrada ponente:
GLORIA STELLA ORTIZ DELGADO
Bogotá, D. C., veintiuno (21) de enero de dos mil veintiuno (2021)
La Sala Plena de la Corte Constitucional,
conformada por los Magistrados Diana Fajardo Rivera, Jorge
Enrique Ibáñez Najar, Alejandro Linares Cantillo, Antonio José Lizarazo Ocampo,
Paola Andrea Meneses Mosquera, Gloria Stella Ortiz Delgado, Cristina Pardo Schlesinger,
José Fernando Reyes Cuartas y Alberto Rojas Ríos, quien la preside, en ejercicio de sus atribuciones constitucionales y
legales, ha proferido la siguiente:
SENTENCIA
En el trámite de revisión del fallo de segunda instancia emitido
por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Valledupar, el
25 de abril de 2019, que confirmó la sentencia proferida por el Juzgado Segundo
de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Valledupar, el 12 de febrero de
2019, que denegó el amparo solicitado por Dairo
Manuel Navas Reyes y otros contra la Alcaldía del municipio de El Copey y otras
autoridades.
El asunto llegó a la Corte Constitucional, en cumplimiento de lo
dispuesto en el artículo 32 del Decreto 2591 de 1991, por remisión que efectuó
la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Valledupar. El 30
de octubre de 2019, la Sala Número Diez de Selección de Tutelas de esta
Corporación escogió el presente caso para su revisión.
El 26 de febrero de 2020, la Sala Plena de esta
Corporación decidió asumir el conocimiento de este asunto, con fundamento en
los artículos 59 y 61 del Reglamento Interno de la Corte Constitucional.
En auto de 1º de octubre de 2020, la Magistrada
sustanciadora profirió auto en el que precisó la forma de contabilización de
términos para decidir el presente asunto. En particular, explicó que: (i) el 20
de febrero de 2020 se profirió auto de suspensión por el término de tres meses
contados a partir del momento en el que se recauden las pruebas decretadas,
(ii) el 26 de febrero de 2020 empezó la contabilización del término ordinario
de tres meses para decidir el asunto en Sala Plena[1], el cual
corrió hasta el 16 de marzo cuando inició la suspensión de términos judiciales
decretada por el Consejo Superior de la Judicatura que se extendió hasta el 30
de julio siguiente[2];
(iii) el 31 de julio de 2020 se reanudó la contabilización del término
ordinario hasta el 9 de septiembre[3],
momento en el que se recaudó la última prueba y, por lo tanto, se cumplió la
condición de suspensión decretada en el auto de 20 de febrero.
Con base en las circunstancias descritas y la
suspensión de los términos derivada tanto de las medidas relacionadas con la
crisis sanitaria provocada por el COVID-19, como de las órdenes asociadas al
recaudo probatorio se precisó que el término para decidir el asunto vencería el
2 de febrero de 2021[4].
I. ANTECEDENTES
El 29 de octubre de 2018, Dairo Manuel Navas Reyes y 56 personas
más formularon acción de tutela en contra de la Alcaldía de El Copey y otras
autoridades del orden municipal, departamental y nacional con el propósito de
que se protejan sus derechos al debido proceso, dignidad humana, igualdad y
vivienda digna. Los actores adujeron que sus derechos fueron transgredidos como
consecuencia de las medidas de desalojo adelantadas en el predio que
actualmente ocupan en el municipio El Copey.
A. Hechos y pretensiones
1. Los accionantes indicaron que se encuentran en situación de
pobreza extrema y son sujetos de especial protección constitucional por
diversas condiciones. En particular, señalaron que entre los actores hay
víctimas del conflicto armado, madres cabeza de familia, personas de la tercera
edad, migrantes venezolanos y que la mayoría de los núcleos familiares están
integrados por menores de edad.
2. En atención a las circunstancias descritas y como quiera que no
cuentan con los recursos para acceder a una vivienda digna, los accionantes
ocuparon un lote de propiedad del municipio El Copey. Asimismo, aclararon que
en este predio se pretende realizar un proyecto de vivienda de interés social,
que hasta el momento no se ha ejecutado y que en todo caso, a su juicio, está
dirigido a ofrecer una solución de vivienda para “quienes cuenten con
suficientes recursos y relaciones (…)”.[5]
3. Los actores adujeron que con sus esfuerzos han construido casas
en el predio en mención y aunque no cuentan con servicios públicos ni medidas
de saneamiento básico en estas construcciones solventaron parcialmente sus
necesidades de vivienda.
4. Los peticionarios señalaron que, a pesar de sus condiciones de
vulnerabilidad, la Alcaldía de El Copey, la Inspección de Policía del
municipio, la Gobernación del Cesar, el Ministerio de Defensa Nacional, la
Policía Nacional, y el Batallón de Artillería número 2 La Popa vulneraron, en
reiteradas ocasiones, sus derechos fundamentales. En concreto, señalaron que
las autoridades en mención adelantaron diversas diligencias de desalojo en las
que: (i) desconocieron el derecho de contradicción y defensa de los ocupantes;
(ii) no comunicaron las actuaciones administrativas en las que se sustentan las
medidas de desalojo; (iii) no identificaron ni caracterizaron los grupos familiares
que habitan el predio; (iv) maltrataron verbal y físicamente a los ocupantes; y
(v) no les brindaron alternativas de reubicación.
5. Finalmente, los actores señalaron que días antes de la
presentación de la acción de tutela el Alcalde de El Copey anunció, a través de
una emisora de radio local, la realización de una nueva diligencia de desalojo.
Indicaron que esta actuación vulneró sus derechos fundamentales porque no se
les notificó el acto administrativo en el que se tomó la decisión, no se
caracterizó a los ocupantes y no se brindaron medidas de acompañamiento,
reubicación y superación de su situación de vulnerabilidad.
6. Con base en las circunstancias descritas, los accionantes
solicitaron como medida de protección de sus derechos fundamentales que se ordene
a las autoridades accionadas abstenerse de adelantar procedimientos de desalojo
y que se tomen las medidas necesarias para materializar sus derechos
fundamentales, especialmente el derecho a la vivienda digna.
B. Actuación procesal
El 31 de enero de 2019, el Juzgado Segundo de Ejecución de Penas y
Medidas de Seguridad de Valledupar admitió la acción de tutela, vinculó a
algunas autoridades del orden nacional y departamental, y les corrió el
traslado de la solicitud de amparo a las accionadas para que ejercieran su
derecho de defensa. Adicionalmente, como medida provisional, le ordenó al
Alcalde de El Copey y a todos los funcionarios de la administración municipal
que se abstuvieran de realizar diligencias de desalojo hasta que no se rehiciera
la actuación del trámite constitucional y se decidiera la acción de tutela[6].
Respuestas de las autoridades accionadas
Precisión preliminar
En el trámite inicial de la presente acción de tutela los
promotores del amparo no identificaron el inmueble ocupado. En consecuencia,
las autoridades accionadas se refirieron a las circunstancias de ocupación y a
los procedimientos de desalojo adelantados en tres inmuebles del municipio El
Copey. No obstante, en la solicitud de selección presentada por los accionantes
ante esta Corporación reiteraron los argumentos de la impugnación y precisaron
que el predio que ocupan está ubicado en la parte posterior del nuevo hospital
y por lo tanto señalaron que:
“(…) es falso que no se haya identificado el predio lo que no
conocíamos era el número de matrícula inmobiliaria pero en este momento podemos
precisar que se encuentra registrado bajo el folio de matrícula inmobiliaria
No. 190-159605.” [7]
En consecuencia, la Sala concentrará su análisis y se pronunciará
únicamente en relación con las circunstancias de ocupación y desalojo del
inmueble identificado por los accionantes.
Alcaldía de El Copey
El Alcalde de El Copey indicó que promovió un proceso policivo por
la invasión del predio identificado con el folio inmobiliario 190-159605, de
propiedad del municipio. Manifestó que este proceso busca proteger el derecho
de dominio sobre el inmueble, el cual se destinó a la construcción de un
proyecto de vivienda de interés social, apoyado por la Gobernación del Cesar,
FINDETER y COMFACESAR.
Asimismo aclaró que en el trámite policivo se respetaron los
derechos fundamentales de los ocupantes y se realizaron las caracterizaciones
para determinar sus condiciones de vulnerabilidad, brindar la asistencia
humanitaria y evitar la vulneración de sus derechos fundamentales. En
particular, la Alcaldía señaló que en la diligencia de desalojo celebrada el 15
de noviembre de 2018 sólo se encontraron tres familias, de las cuales dos
corresponden a los promotores del amparo. La primera familia es víctima de
desplazamiento forzado y la segunda es indígena. La tercera familia, que no es
accionante y ocupaba el inmueble, no se encuentra en estado de vulnerabilidad y
es propietaria de un predio en la vereda Pequín. Luego de identificar las
familias ocupantes del inmueble, en el mes de noviembre de 2018, la Alcaldía de
El Copey les entregó a las dos familias en situación de vulnerabilidad un
auxilio de $600.000.
Igualmente precisó que, revisadas las bases de datos Vivanto[8],
16 de los accionantes fueron reconocidos como víctimas del conflicto armado y
destacó que los promotores del amparo pueden postularse para ser beneficiarios
de los proyectos de vivienda de interés social que se adelantarán cuando se
abran las convocatorias correspondientes.
Finalmente, remitió como anexos algunas actuaciones realizadas por
la Inspectora de Policía de El Copey, las cuales se describirán en el acápite
correspondiente al trámite policivo, y las caracterizaciones de los núcleos
familiares que ocupan los predios del municipio -no se identificó en cuál
predio se encontraba cada familia-[9].
Departamento del Cesar
La Oficina Jurídica de la Gobernación del Cesar solicitó su desvinculación
del trámite constitucional. En particular, indicó que no ha intervenido en el
desalojo cuestionado por los accionantes y, por el contrario, todas las
actuaciones identificadas como violatorias de los derechos fundamentales de los
actores se adelantaron por la Alcaldía de El Copey. Adicionalmente, señaló que
no tiene competencia en el desarrollo de programas de vivienda dirigidos a
población vulnerable.
Finalmente, indicó que las normas de policía prevén: (i) la acción
de protección a bienes inmuebles, la cual está dirigida a obtener medidas
provisionales, dictadas por el Inspector de Policía, en casos de afectación de
los derechos de posesión, servidumbre o mera tenencia; y (ii) la acción
preventiva por perturbación, en virtud de la cual la Policía Nacional expulsa a
los ocupantes de hecho de bienes de uso público o privado durante las 48 horas
siguientes a la ocupación. Con base en estas características adujo que la
decisión de desalojo recae únicamente en las autoridades municipales y, por ende,
el Departamento no tiene competencias ni responsabilidades en este tipo de
actuaciones.
Inspección Central de Policía de El Copey
La autoridad de policía indicó que actualmente en el municipio El
Copey se presentan tres invasiones de predios de la entidad territorial, con
respecto a las cuales se han adelantado procesos policivos por ocupación de
hecho en contra de personas indeterminadas de acuerdo con las previsiones del
Código Nacional de Policía y Convivencia. Uno de estos procesos corresponde al
identificado con la radicación 2018-009 relacionado con el predio con matrícula
190-159605.
Asimismo, aclaró que en el procedimiento de amparo policivo se
respetaron las garantías del debido proceso y se realizaron las
caracterizaciones de los ocupantes para determinar su situación de
vulnerabilidad. En el proceso 2018-009 mediante auto de 30 de octubre de 2018
se ordenó la caracterización de los ocupantes y se encontraron tres familias,
de las cuales sólo una es promotora de la acción de tutela, por lo tanto “el
número de accionantes no corresponde a las familias encontradas al momento de
realizar las caracterizaciones.”[10]
Finalmente, la entidad accionada indicó que en el marco del
proceso policivo se respetaron los derechos fundamentales de los accionantes,
pues se observaron los trámites previstos en la ley y las actuaciones contaron
con la compañía de la Comisaría de Familia, su equipo psicosocial y el Personero
Municipal[11].
Ejército Nacional, Batallón de Artillería núm. 2 La Popa
El Batallón adujo que no participó de forma directa en la
diligencia de desalojo que se llevó a cabo en el predio identificado con folio
inmobiliario 190-159605, pues las actuaciones se adelantaron por la Policía
Nacional. En particular, indicó que los miembros del Ejército Nacional únicamente
acompañaron la diligencia para mantener la seguridad perimetral del sector,
pues una de sus funciones constitucionales es asegurar la integridad del
territorio nacional.
En ese sentido, aclaró que la unidad militar no tuvo contacto con
los ocupantes del predio, pues los miembros de la Fuerza Pública estaban
ubicados en el tercer anillo de seguridad, que corresponde a un lugar alejado
del predio en el que se adelantó la diligencia. Igualmente, precisó que en sus
dependencias no se han presentado quejas relacionadas con el acompañamiento a
la diligencia de desalojo.
De otra parte, señaló que el 13 de noviembre de 2018 recibió un
oficio en el que la Alcaldía le solicitó el apoyo del personal militar para
adelantar diligencia de desalojo y custodiar el sector de forma permanente con
el propósito de evitar nuevas invasiones. El Batallón emitió respuesta en la
que le indicó a la autoridad municipal que conforme a sus funciones no puede
hacer presencia permanente en el predio, y de acuerdo con sus competencias
mantendría operaciones militares generales de custodia en el área rural del
municipio El Copey.
Por último, resaltó que no tiene competencias para proveer
vivienda a los accionantes o ejecutar diligencias de desalojo.
Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio
El Ministerio adujo que carece de legitimación en la causa por
pasiva, debido a que sus competencias en materia de vivienda se circunscriben a
formular, dirigir, y coordinar las políticas, la regulación, los planes y los
programas en materia habitacional integral, pero no tiene funciones de
inspección, vigilancia, control y ejecución en esta materia. En consecuencia,
de su actuación no se deriva la violación de los derechos fundamentales alegada
por los accionantes.
La entidad señaló que en la Ley 3ª de 1991 se creó el Sistema
Nacional de Vivienda e Interés Social en el que se estableció el subsidio
familiar de vivienda, que corresponde a un aporte estatal en dinero o en
especie otorgado por una sola vez al beneficiario con el objeto de facilitarle
una solución de vivienda de interés social siempre que cumpla las condiciones
establecidas por la ley y se postule por los mecanismos previstos para el
efecto.
De acuerdo con las previsiones del Decreto 555 de 2003, la entidad
encargada de atender la postulación de hogares y asignar subsidios familiares
de vivienda bajo las diferentes modalidades y de acuerdo con la normativa
vigente es el Fondo Nacional de Vivienda, el cual tiene personería jurídica
propia, patrimonio, y autonomía presupuestal y financiera.
Adicionalmente, las cajas de compensación familiar y otras
entidades públicas y privadas conforman el Sistema Nacional de Vivienda de
Interés Social, en el marco del cual se adelantan las funciones de
financiación, construcción, mejoramiento, reubicación, habilitación y
legalización de títulos de vivienda de esta naturaleza. En consecuencia, el
Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio no tiene la competencia de asignación
de subsidios familiares de vivienda urbana.
De otra parte, señaló que revisadas sus bases de datos los
siguientes accionantes recibieron subsidios de vivienda por el valor de
$130.000:
Beneficiario
Cédula
Fecha
Carlos
Alberto Andrade
77168013
31
de diciembre de 2007
Mariluz
Pérez Hernández
36591661
31
de diciembre de 2007
Benjamin
Villalba Caballero
3864256
31
de diciembre de 2007
Yenis
Isabel Monsalvo Oñate
26948901
31
de diciembre de 2007
Luz
Line Orozco Ospina
26947419
31
de diciembre de 2007
Finalmente, indicó que la señora Maire Sol Salas Carrillo se
postuló al programa de vivienda gratuita y fue rechazada porque un miembro de
su núcleo familiar está reportado como beneficiario en una entidad diferente a
FONVIVIENDA.
Defensoría del Pueblo -Regional Cesar-
La Defensora del Pueblo -Regional Cesar- indicó que el 4 de
febrero de 2019 requirió al Alcalde de El Copey para que verificara mediante un
censo la condición actual de los accionantes. Asimismo, le solicitó que en caso
de que se cumplan las condiciones para el efecto incluya a los ocupantes,
promotores del amparo, en los programas de vivienda del municipio.
Finalmente, la entidad solicitó que sea eximida de toda
responsabilidad, pues de sus actuaciones no se deriva la violación de los
derechos fundamentales denunciada en la acción de tutela.
Caja de Compensación Familiar del Cesar
En primer lugar, COMFACESAR indicó que las cajas de compensación
familiar del país suscribieron un contrato de gestión con FONVIVIENDA para la
operatividad del subsidio familiar de vivienda, en el que realizan una labor de
mandatarias a través de las actividades de divulgación, comunicación, recepción
de solicitudes, verificación y revisión de la información, digitación, ingreso
al Registro Único de Postulantes, y verificación de los documentos para hacer
efectivo el pago del subsidio de vivienda. Por su parte, FONVIVIENDA tiene la
competencia exclusiva de realizar la calificación, preselección y desembolsos
de los subsidios de vivienda.
En segundo lugar señaló que, a su juicio, en este caso no se puede
discutir la legitimidad de la Alcaldía para promover las actuaciones de
desalojo, ni el surgimiento de algún derecho sobre el bien público como
consecuencia de la ocupación. Sin embargo, el Estado debe actuar diligentemente
para que los accionantes conozcan los mecanismos para satisfacer sus problemas
de vivienda y entiendan que la ocupación ilegal no es una vía para cubrir esa
necesidad.
En tercer lugar, destacó que el Gobierno Nacional impulsa y
desarrolla la segunda fase del programa de vivienda gratuita, el cual se creó
para personas en situación de extrema pobreza y pretende entregar 30.000
viviendas en el país, crear empleo y reducir la pobreza. En el marco de este
programa, el 23 de enero de 2018, el Departamento del Cesar y la Caja de
Compensación Familiar del Cesar suscribieron el convenio de asociación
2018-03-0002-01 para la aplicación de 1834 subsidios familiares de vivienda en
diversos municipios, incluido El Copey.
Uno de los compromisos adquiridos por los municipios en el marco
del convenio en mención fue la cesión de los predios en los que se construirían
las soluciones de vivienda. Por su parte, las cajas de compensación se
comprometieron con la gestión de comercialización. Sin embargo, hasta el
momento no se han iniciado las actuaciones correspondientes en el municipio El
Copey, debido a que el predio está ocupado ilegalmente.
Con base en los argumentos expuestos, la Caja de Compensación
indicó que de su actuación no se deriva la violación de los derechos
fundamentales de los accionantes y, por lo tanto, solicitó que se declare la
falta de legitimación en la causa por pasiva.
Fondo Nacional de Vivienda
FONVIVIENDA señaló que ha realizado todas las gestiones necesarias
para garantizar el beneficio habitacional a los hogares en situación de
desplazamiento que han cumplido los requisitos establecidos para el efecto. En
consecuencia, de sus actuaciones no se deriva violación de los derechos
fundamentales de los accionantes.
Adicionalmente indicó que, revisadas las bases de datos, 49 de los
promotores del amparo no se han postulado a ninguna de las convocatorias de
FONVIVIENDA, las cuales se adelantan a través de las cajas de compensación
familiar. Asimismo, destacó que en el año 2007 a los hogares de los accionantes
Carlos Alberto Rada, Mariluz Pérez Hernández, Benjamín Villalba Caballero,
Bladimir Murcia Orozco y Luz Line Orozco Ospino se les asignó un subsidio de
$130.000 en la modalidad de habilitación de títulos, y en el año 2011 el hogar
de Maire Sol Salas Carillo se postuló a una convocatoria para adquisición de
vivienda nueva y fue rechazada porque el sistema arrojó información sobre un
subsidio asignado a un miembro de su núcleo familiar.
La entidad explicó que en la última convocatoria para población
desplazada se postularon 220.831 hogares, de los cuales unos fueron asignados,
otros rechazados y aproximadamente 64.994 hogares que acreditaron los
requisitos están a la espera de ser asignados. En consecuencia, ante la
existencia de mecanismos reglados no pueden admitirse las vías de hecho como
medios para obtener subsidios de vivienda, pues se desconocen los derechos de
otras personas que están en las mismas condiciones de vulnerabilidad y agotaron
los trámites para el reconocimiento del subsidio.
Asimismo, FONVIVIENDA indicó que a partir del año 2012 ejecuta un
programa de vivienda gratuita 100% en especie, el cual se dirige principalmente
a la población que: (i) esté vinculada a programas sociales del Estado que
tengan por objeto la superación de la pobreza o estén en el rango de pobreza
extrema; (ii) se encuentre en situación de desplazamiento; (iii) haya sido
afectada por desastres naturales, calamidades públicas o emergencias; o (iv)
habite zonas de alto riesgo no mitigable.
También pueden ser beneficiarios los hogares registrados en las
bases de datos de los siguientes sistemas: (i) de información de la red para la
superación de la pobreza extrema; (ii) de identificación para potenciales
beneficiarios de los programas sociales; (iii) registro único de población
desplazada; y (iv) de información del subsidio familiar administrado por
FONVIVIENDA con los hogares que han sido beneficiarios de un subsidio que se
encuentre sin aplicar.
Las convocatorias que realiza FONVIVIENDA se dirigen a los hogares
señalados por el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social (en
adelante DPS) como posibles beneficiarios, entidad que identifica los hogares
de acuerdo con las previsiones del Decreto 1077 de 2015, los órdenes de
priorización y los porcentajes de composición poblacional del proyecto. Por lo
tanto, cuando el DPS identifica los hogares, FONVIVIENDA expide el acto
administrativo en el que asigna los subsidios correspondientes.
En atención al procedimiento descrito, la entidad vinculada
precisó que no puede incluir a los hogares en los programas de vivienda
gratuita y de interés social hasta que el DPS no los habilite como potenciales
beneficiarios.
Finalmente, aclaró que las postulaciones ante las cajas de
compensación familiar no siempre están dirigidas a proyectos ejecutados por
FONVIVIENDA, ya que las alcaldías son las encargadas de realizar censos de
desastres y mediante otros oferentes pueden ejecutar proyectos de vivienda.
El Ministerio del Interior -Grupo de
Articulación Interna para la Política de Víctimas del Conflicto Armado-, el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, la Financiera de Desarrollo
Territorial y el Departamento de Policía del Cesar hicieron una referencia
general a sus competencias legales y, con base en estas, adujeron que carecen
de legitimación en la causa por pasiva. En particular, indicaron que no
tuvieron injerencia en las actuaciones que se acusan como transgresoras de los
derechos fundamentales de los accionantes.
C. Decisiones objeto de revisión
Fallo de primera instancia
El 12 de febrero de 2019, el Juzgado Segundo de Ejecución de Penas
y Medidas de Seguridad de Valledupar denegó el amparo reclamado por los
accionantes.
En primer lugar, el juez advirtió el incumplimiento del requisito
de subsidiariedad, pues los actores no agotaron los mecanismos administrativos
para obtener soluciones en materia de vivienda. En particular, destacó que los
accionantes no se postularon a las convocatorias en los programas estatales
desarrollados para el efecto y que los peticionarios que, a su vez, son
víctimas del conflicto armado interno tampoco acudieron ante las entidades
competentes para acceder a los auxilios específicos dirigidos a esta población
como las ayudas humanitarias.
En segundo lugar, el a quo consideró que en las actuaciones
de desalojo no se advierte la violación de los derechos fundamentales de los
peticionarios, pues las autoridades municipales observaron las normas
pertinentes, contaron con el acompañamiento de la Personería Municipal,
adelantaron el censo y la caracterización de los ocupantes, identificaron la
población víctima de desplazamiento forzado y le brindaron asistencia especial.
Para el juez de tutela, la presencia de personas en situación de
vulnerabilidad en el predio ocupado no implica una suspensión indefinida de las
diligencias de desalojo sino que activa medidas de protección en favor de
dichos sujetos, las cuales se adelantaron en el caso bajo examen.
En síntesis, para el juez las actuaciones de la Alcaldía y de la
Inspección de El Copey en el procedimiento policivo no vulneraron los derechos
fundamentales de los accionantes, pues se evaluaron y consideraron las
condiciones de vulnerabilidad de los ocupantes, y se tomaron medidas de
identificación y protección sin que fuera posible, como lo pretenden los
peticionarios, una suspensión indefinida de la actuación de desalojo sobre un
predio ilegalmente ocupado.
Impugnación
Los promotores del amparo presentaron impugnación en contra del
fallo de tutela de primera instancia, en la que cuestionaron los elementos que
el juez tuvo por acreditados para descartar la vulneración alegada.
En primer lugar adujeron que, contrario a lo señalado por el a
quo, las autoridades municipales no adelantaron el censo ni la
caracterización de los ocupantes, y el único acercamiento con las entidades
accionadas se ha presentado en las diligencias de desalojo adelantadas en
compañía de la Policía Nacional, el ESMAD y el Ejército Nacional.
En segundo lugar, señalaron que no han podido ejercer su derecho
de defensa porque las autoridades del municipio no les notificaron las
actuaciones del procedimiento administrativo de desalojo. Asimismo, resaltaron
que los ocupantes, víctimas del conflicto armado, elevaron múltiples peticiones
ante diferentes entidades del orden municipal, departamental y nacional para la
protección y restablecimiento de sus derechos sin obtener una respuesta
efectiva que solucione sus necesidades de vivienda.
En tercer lugar, indicaron que la última convocatoria de vivienda
para el municipio El Copey se realizó en el año 2007 y este proyecto benefició
únicamente a 150 familias víctimas del conflicto armado interno, pero en dicho
municipio viven más de 3000 víctimas. En consecuencia, resulta claro que desde
hace 12 años no se presentan soluciones de vivienda digna y los proyectos que
se han desarrollado no son suficientes.
En cuarto lugar, los accionantes precisaron que ocupan un lote en
la parte posterior del nuevo hospital del municipio El Copey, el cual está
destinado a la construcción de un proyecto de vivienda de interés social en el
marco del programa “Mi casa ya”. Sin embargo, este proyecto está
dirigido a familias con ingresos de 2 SMLMV y los ocupantes del predio no
tienen esos ingresos, razón por la que no pueden postularse.
Finalmente, solicitaron que se adelante una inspección judicial en
el predio con el propósito de que se tengan elementos más precisos sobre las
condiciones de la ocupación.
Fallo de Segunda Instancia
El 25 de abril de 2019, la Sala Penal del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Valledupar confirmó la decisión de primera instancia.
Para evaluar la procedencia de la acción de tutela, el ad quem
indicó que el proceso policivo de lanzamiento por ocupación de hecho está
regulado por el artículo 125 del Decreto Ley 1355 de 1970, pretende hacer cesar
la perturbación por indebida ocupación de un inmueble y el ocupante puede
defenderse acreditando una justa causa como las condiciones de tenedor o
poseedor, o la orden de autoridad competente.
Luego de hacer referencia a las características generales del
trámite policivo, la Sala destacó que las autoridades municipales accionadas
hicieron referencia a tres procedimientos policivos por la invasión de tres
predios. Sin embargo, los accionantes no identificaron el predio que ocupan y
esta información resultaba necesaria para determinar si la medida de desalojo
fue legítima y si se garantizó el derecho al debido proceso.
Adicionalmente, resaltó que la mayoría de los accionantes no se
han postulado a las convocatorias para acceder a un subsidio de vivienda. Por
lo tanto, existen mecanismos para que los actores procuren obtener de manera
activa y diligente la vivienda que reclaman a través de la acción de tutela.
Con base en las consideraciones descritas, el juez de segunda
instancia consideró que no se cumple el requisito de subsidiariedad, pues, de
un lado, los accionantes cuentan con mecanismos de defensa para proteger su
ocupación en el marco del proceso policivo y, de otro, se constató la
inactividad de los promotores del amparo en la postulación a las convocatorias
para la solución de vivienda.
II.
Actuaciones adelantadas en sede de revisión
Auto de pruebas de 2 de diciembre de 2019
En el trámite de revisión ante esta Corporación, el 2 de diciembre
de 2019 la Magistrada sustanciadora profirió auto de pruebas en el que requirió
a las personas que fueron mencionadas como accionantes, pero no suscribieron el
escrito de tutela, para que manifestaran su voluntad en relación con la
solicitud de amparo; y a la Alcaldía y la Inspección de Policía de El Copey
para que contestaran algunas preguntas sobre los procedimientos de desalojo
cuestionados. Asimismo, comisionó al Juzgado Primero Civil del Circuito de
Valledupar para la práctica de una inspección judicial en el predio
identificado con folio inmobiliario 190-159605.
Respuesta de la Alcaldía de El Copey
La Alcaldía de El Copey señaló que el inmueble identificado con el
folio inmobiliario 190-159605, de su propiedad, está ubicado en la calle 16
núm. 17-80 del municipio, tiene una extensión de 4 hectáreas +3.074,59 m2,
cuenta con servicios públicos de energía y acueducto, se destinó para ofrecer
soluciones de vivienda en el marco de un proyecto de vivienda de interés social
y actualmente está ocupado de manera ilegal por aproximadamente 106 familias
que invadieron el inmueble.
En relación con las circunstancias de la ocupación, explicó que el
23 de enero de 2018 celebró con la Caja de Compensación del Cesar convenio de
asociación para otorgar 154 subsidios de vivienda y se obligó a ceder el
predio, identificado con folio inmobiliario 190-159605, en el que se construirá
el proyecto. Sin embargo, no ha podido cumplir esa obligación porque desde el
15 de mayo de 2018 se recibieron denuncias sobre la ocupación del inmueble.
Como respuesta a la situación descrita adelantó diversas
actuaciones administrativas para la recuperación material del inmueble. En
particular, el 16 de mayo de 2018 la Inspección de Policía del municipio
inició, de oficio, proceso de amparo policivo en el que se efectuaron múltiples
diligencias en las que se constató, inicialmente, que no habitaban personas,
pero se plantaron piedras, palos y se iniciaron construcciones en el predio. La
autoridad de policía buscó, de manera infructuosa, el retiro voluntario de los
ocupantes y el desmonte de las estructuras en mención. Asimismo, precisó que la
primera vez que se intentó derribar las estructuras -12 de septiembre de 2018-
se presentaron personas con la cara cubierta, piedras, palos y machetes que se
opusieron a la diligencia, pero cuando intentó caracterizarlas -25 de
septiembre de 2018- no encontró habitantes en el predio.
El 1º de noviembre de 2018, se intentó una nueva caracterización
en la que se encontraron tres familias habitando el predio. Algunos días
después se llevó a cabo la diligencia de desalojo en la que participó la
Comisaría de Familia, la Personería Municipal, la Policía Nacional, el ESMAD y
el Ejército Nacional. En esa oportunidad se encontraron tres personas y se
dispuso para ellas la entrega de la ayuda humanitaria.
El predio fue invadido nuevamente y, en consecuencia, el 17 de
noviembre de 2018 se adelantó una nueva diligencia de desalojo. En esa
oportunidad las personas que estaban en el predio huyeron, tres personas fueron
capturadas por el delito de invasión de tierras y edificaciones, y se
desmontaron las estructuras sin que se presentaran alteraciones del orden
público.
Luego de la formulación de acciones de tutela, el 2 de julio de
2019 se llevó a cabo una nueva diligencia de caracterización y se encontró un
número mayor de ocupantes, aproximadamente 106 familias, que no han sido
desalojadas.
De otra parte, la Alcaldía indicó que en el municipio se construye
un proyecto de vivienda de interés social denominado “Villa Ángela”, totalmente
gratuito y destinado a 1452 beneficiarios. Este proyecto está en fase de
construcción, su avance aproximado es del 35%, y la inscripción al proyecto se
efectuó en los meses de octubre a diciembre de 2019.
Finalmente, la entidad señaló que da a conocer los proyectos de
vivienda que ofrece el municipio a través de las carteleras oficiales ubicadas
en la Alcaldía, pautas en radio y emisoras locales, perifoneo en las calles, y
publicaciones en la página web de la alcaldía y redes sociales
Respuesta de la Inspección Central de Policía de El Copey
La Inspección de Policía indicó que en relación con la ocupación
del inmueble identificado con el folio inmobiliario 190-159605 se tramita el
amparo policivo por ocupación de hecho número 2018-009 y describió las
actuaciones de este proceso. La autoridad destacó que desde el desalojo
realizado el 17 de noviembre de 2018 se han presentado nuevas invasiones. Por
esta razón, el 2 de julio de 2019 realizó la última diligencia de caracterización,
en la que se encontraron aproximadamente 80 familias ocupando el predio.
Actualmente, la Oficina de Enlace de Víctimas verifica si los ocupantes fueron
reconocidos como víctimas del conflicto armado.
Inspección judicial adelantada por el Juzgado Primero Civil del
Circuito en Oralidad de Valledupar
El 4
y 5 de febrero de 2020, la Jueza Primera Civil del Circuito de Valledupar
adelantó diligencia de inspección judicial en el predio contiguo al Hospital
San Roque del municipio El Copey, ubicado en la calle 16 con carrera 17.
En
relación con el predio, la jueza señaló que se trata de un terreno amplio
dividido por los habitantes en manzanas que van del número 1 al 10, algunas de
las cuales se acompañan con letras para su identificación. Asimismo, los lotes
agrupados en las manzanas están enumerados y la mayoría cuenta con una tablilla
que enuncia la dirección en color rojo. La jueza advirtió que se trata de un
barrio de invasión, conocido con el nombre “Trece de Mayo”, organizado por sus
residentes con calles amplias y limpias, y que algunos de los lotes están
desocupados, cerrados y sin construcciones.
Luego
de realizar entrevistas a los habitantes, la jueza concluyó que la mayoría de
las personas hicieron construcciones en el inmueble, de forma irregular, las
cuales utilizan como viviendas familiares, y pueden acceder a los servicios de
electricidad y agua a través de conexiones irregulares, pero no cuentan con el
servicio de alcantarillado.
De
las entrevistas realizadas en el predio, remitidas a esta Corporación, se
extraen los siguientes datos sobre los ocupantes:
Núcleos
familiares
120
Personas
365
Sujetos
de Especial Protección Constitucional[12]
Núcleos
familiares
Individuos
Menores
de edad
80
149
Tercera
edad (76 años en adelante)
2
2
Desplazados[13]
36
121
Indígenas
y personas afro
3
16
Madre
o padre cabeza de hogar
23
23
Situación
de discapacidad
1
1
Inmigrantes
10
37
Tiempo
de ocupación[14]
Núcleos
familiares
0-6
meses
2
6
meses-1 año
20
1
año a 1 año y medio
5
1año
y medio a 2 años
66
No
precisan el tiempo
28
Número
de veces que han sido desalojados del predio
Núcleos
familiares
1
12
2
22
3
31
4
1
No
indican
55
Auto de pruebas de 20 de febrero de 2020
En atención a los resultados de la inspección judicial referida,
mediante auto de 2 de febrero de 2020 la Magistrada sustanciadora le remitió a
la UARIV la lista de personas que han sido registradas como ocupantes del
predio y en relación con cada una de las personas identificadas le ordenó que
precisara si están incluidas en el RUV y si ha adoptado medidas de atención y
reparación para solventar la necesidad de vivienda.
Unidad Administrativa para la Atención y Reparación Integral a las
Víctimas
En primer lugar, la UARIV indicó que el hecho de que los
accionantes hayan sido reconocidos como víctimas del conflicto armado no
significa que la entidad sea responsable de la vulneración de los derechos
fundamentales cuyo restablecimiento se persigue en la acción de tutela. En ese
sentido destacó que la violación cuestionada se deriva de los actos de desalojo
del predio en los cuales no participó.
En segundo lugar, adujo que la población víctima del conflicto
armado tiene derecho priorizado a la vivienda digna y que la UARIV, de acuerdo
con el artículo 68 de la Ley 1448 de 2011, tiene la función de adelantar las
acciones pertinentes ante las distintas entidades que conforman el Sistema
Nacional de Atención y Reparación a las Víctimas para garantizar ese derecho.
Esta competencia en materia de vivienda se limita al suministro de información,
a través de la Red Nacional de Información, para que las entidades del Estado
otorguen la oferta institucional que existe para este grupo poblacional. Por
lo tanto, las personas que se encuentren en el RUV
deben acudir al Ministerio de Vivienda, quien es el responsable de atenderlos y
suministrarles, de forma prioritaria, los subsidios en las modalidades de
mejoramiento, construcción o adquisición de vivienda.
Con base en lo expuesto, la UARIV precisó que no cuenta con la
información de las medidas de asistencia y reparación que cada entidad del
Estado le otorga a las personas que están registradas en el RUV, pues no es un
sistema que registre la acción de cada entidad para concretar el resultado de
reparación integral.
En
tercer lugar, indicó que si bien la inscripción en el Registro Único de
Víctimas no es constitutiva de la condición de víctima es un instrumento
práctico que sirve para identificar la población a la que se deben dirigir las
medidas de reparación. Luego, destacó que de los 55 promotores del amparo sólo
20 están inscritos en el RUV y, por lo tanto, los otros accionantes no tienen
derecho a la oferta institucional de reparación de las víctimas.
En
cuarto lugar, señaló que la lista de 585 personas remitida por esta
Corporación, que corresponde a los ocupantes del predio identificados en las
caracterizaciones realizadas por la Alcaldía del Copey y la inspección judicial
ordenada en esta sede, fue confrontada con sus bases de datos y concluyó que:
(i) 221 personas no están registradas en el aplicativo, lo que significa que no
han realizado trámites de inclusión en el RUV. Estos casos incluyen personas
con respecto a las que no se suministró documento de identidad y su nombre no
está registrado. (ii) Las 364 personas restantes del anexo están inscritas en
el RUV.
Promotores del amparo
Inscritos en el RUV
55
20
Ocupantes del predio
Inscritos en el RUV
585
364
Como
soporte de los datos descritos, la Unidad remitió los anexos con los listados
de las personas incluidas en el RUV.
Auto
de 3 de agosto de 2020
En
atención a la respuesta brindada por la UARIV, se consideró necesario proferir
un nuevo auto de pruebas para (i) solventar inconsistencias entre la respuesta
global emitida por la entidad y los anexos que soportan esa información: (ii)
reiterar la orden en relación con la caracterización de las carencias de las
personas incluidas en el RUV y la entrega de asistencia humanitaria; y (iii)
requerir a otras entidades del Sistema Nacional de Atención y Reparación a las
Víctimas para que informen sobre las medidas de atención y reparación del
derecho a la vivienda los ocupantes del predio.
Alcaldía de El
Copey
En
primer lugar, la autoridad precisó que en los últimos diez años en el municipio
se han desarrollado tres proyectos para la satisfacción de la vivienda de la
población en situación de vulnerabilidad a saber: (i) el proyecto Ciudadela El
Portal del Copey dirigido a población en situación de desplazamiento y que benefició
a 187 familias; (ii) la Urbanización Villa Ángela, que está en fase de
ejecución y se dirige a 200 beneficiarios; y (iii) el proyecto de vivienda que
se buscaba edificar en el predio ocupado que motivó la presente acción de
tutela.
En
segundo lugar, señaló que el proyecto de vivienda de interés prioritario que se
pretendía adelantar en el predio ocupado fue viabilizado por la Gobernación del
Cesar y aprobado en el órgano colegiado de administración y decisión –OCAD- a
través de COMFACESAR, pero no contó con los recursos para el cierre financiero.
En consecuencia, no se realizó la convocatoria para la elección de los
beneficiarios.
En
tercer lugar, indicó que las razones por las que se presentan diferentes
ocupaciones de hecho irregulares en predios del municipio están relacionadas
con: (i) el alto déficit de vivienda; (ii) el alto número de asentamientos
indígenas; (iii) el alto índice de personas víctimas del conflicto armado; (iv)
y actos ilegales de promoción de las invasiones para la apropiación irregular
de los predios y su posterior venta.
En
cuarto lugar, adujo que no cuenta con la información sobre el número de
víctimas del conflicto armado y personas en condición de pobreza extrema que
habitan el municipio según la encuesta SISBEN, pues las áreas que manejan esa
información están en proceso de reorganización.
Por
su parte, el Personero de El Copey indicó que el alto índice de
ocupaciones de hecho obedece a la ausencia de una política estatal de subsidios
de vivienda que beneficie al municipio y al incremento de población inmigrante
irregular que se ha asentado en esa entidad territorial.
FONVIVIENDA
Luego
de referir sus competencias legales en materia de la ejecución de las políticas
de vivienda para la población en situación de vulnerabilidad la entidad indicó
que confrontado el listado de ocupantes del predio con sus bases de datos se
advierte que:
·
8
hogares
fueron identificados como posibles beneficiarios del subsidio de
vivienda en especie en el proyecto Villa Ángela. Está pendiente el sorteo
correspondiente por empate.
·
26
hogares se han postulado a algún programa para el acceso,
mejoramiento o, en general, satisfacción del derecho a la vivienda en
los programas en los que interviene la entidad.
·
5
personas
se postularon a las convocatorias para población desplazada, de las
cuales 3 recibieron dinero de la bolsa de desplazados.
·
11
personas
fueron beneficiarios de apoyos en materia de habilitación de títulos, bolsa de
desplazados y programa de vivienda gratuita fase I.
En
cuanto a los programas desarrollados en el municipio El Copey destacó la
Urbanización Villa Ángela, la cual está dirigida a 200 familias beneficiarias,
de las cuales 100 son víctimas de desplazamiento forzado, 82 pertenecen a la
Red Unidos y 18 familias fueron afectadas por desastres naturales. Asimismo,
describió las asignaciones para la satisfacción del derecho a la vivienda en el
municipio desde el año 2010 así:
Año
Tipo de bolsa
Número de
subsidios asignados
Valor asignado
2010
Bolsa
Concejales
1
$ 11.330.000
2010
Bolsa
Concejales
30
$ 450.625.000
2011
Bolsa
Desplazados
111
$
1.783.548.000
2020
Programa de
Vivienda Gratuita Fase III
26
$
1.415.667.572
TOTAL
168
$3.661.170.572
Luego,
destacó la necesidad de que los actores se inscriban en los programas de
vivienda ofrecidos por el Estado, pues sólo de esta forma se protege el derecho
a la igualdad de las familias en condiciones de vulnerabilidad que han
postulado a través de los canales institucionales. Igualmente, describió los
programas que maneja la entidad: (i) Programa de Promoción y Acceso a la
Vivienda de Interés Social Mi Casa Ya[15];
y (ii) el Semillero de Propietarios Ahorradores[16].
Finalmente,
precisó que los canales de comunicación para los programas de vivienda
corresponden a (i) la atención presencial en la sede del Ministerio de Vivienda
y líneas telefónicas; (ii) la actuación de las cajas de compensación, con las
cuales se suscribió un convenio para divulgar, informar, recibir las
solicitudes, verificar y revisar la información entregada por los posibles
beneficiarios de los programas de vivienda; y (iii) recientemente el Grupo de
Vivienda Rural y Urbana del Subcomité de Restitución del SNARIV acompañó
espacios de participación de víctimas en materia de vivienda rural y urbana.
Para el año 2020, se adoptó como una de las líneas del grupo en mención “Brindar
acompañamiento a entidades territoriales y espacios de participación de
víctimas en lo relativo a la oferta en materia de vivienda” y se dispuso
que a partir de los requerimientos de asistencia a Centros Regionales se
priorizarán las entidades territoriales con mayor necesidad de acompañamiento
en oferta de vivienda.
El Departamento
Administrativo para la Prosperidad Social
La
entidad indicó que el Programa de Vivienda Gratuita es una oferta institucional
exclusiva del Ministerio de Vivienda Ciudad y Territorio a través de
FONVIVIENDA, en el marco del cual el DPS se limita a identificar potenciales
beneficiarios y seleccionar los hogares aptos para el programa. Por lo tanto, aclaró que no determina la oferta de vivienda
ni tiene la potestad de adquirir compromisos con la población, ya que su
competencia se encuentra sujeta a la oferta e información previa que remita
FONVIVIENDA.
En ese sentido,
explicó que el procedimiento administrativo para la asignación del subsidio
familiar de vivienda 100% en especie tiene 5 etapas:
1. Determinación
del proyecto y composición poblacional. (FONVIVIENDA -
Alcaldía).
2.
Identificación de Hogares Potencialmente beneficiarios (DPS).
3. Convocatoria,
postulación y verificación cumplimiento de requisitos. (FONVIVIENDA).
4. Selección de
beneficiarios (DPS).
5. Asignación de
SFVE (FONVIVIENDA).
En
concordancia con lo anterior, explicó que tan pronto recibe la información de
los proyectos seleccionados en el marco del programa de vivienda gratuita, en
la que se indica el departamento y municipio donde se desarrolla el proyecto,
el número de viviendas a transferir y los porcentajes de composición
poblacional elabora el listado de potenciales beneficiarios con base en los
siguientes criterios:
Bases de datos Focalización
Entidad que administra
Subsidios
asignados o calificados
FONVIVIENDA
Subsidio
Bolsa de Desastres
FONVIVIENDA
RUV
o medición subsistencia mínima y superación de la situación de vulnerabilidad
UARIV
Estrategia
Unidos
DPS
Sisbén
DNP
Censos
damnificados
Alcaldías
Asimismo,
debe considerar: (i) los órdenes de priorización dentro de cada grupo de
población establecidos en la normativa que regula el programa; (ii) cumplir
como mínimo el 150% del número de población identificada como potencial
beneficiaria con respecto al cupo de vivienda reportado por FONVIVIENDA para
cada grupo de población; (iii) incluir a los hogares que reporten dentro de las
bases de datos oficiales como residencia un municipio donde se estén ejecutando
proyectos de vivienda gratuita; (iv) establecer una fecha de corte para las
bases de datos oficiales por cada procedimiento de identificación que se
adelante en los proyectos de vivienda gratuita; y (iv) los puntos de corte que
se establecieron para la base de datos SISBEN III.
Una
vez realizada la identificación de hogares potencialmente beneficiarios, el DPS
envía el listado de hogares a FONVIVIENDA, entidad encargada del proceso de
convocatoria, postulación y verificación de los requisitos de postulación.
Luego,
FONVIVIENDA remite al DPS el listado de los hogares postulantes que cumplieron
con los requisitos para ser beneficiarios por cada grupo de población y el DPS
expide el listado de beneficiarios con base en los siguientes criterios: (i) los órdenes de
priorización establecidos en la normativa del programa; (ii) la selección
directa cuando el número de hogares de un respectivo orden de priorización sea
inferior al número de viviendas del proyecto; y (iii) la selección mediante
sorteo cuando los hogares que conforman un orden de priorización exceden el
número de viviendas a transferir a un grupo de población en el proyecto.
Tras describir
sus competencias en el Programa de Vivienda Gratuita indicó que luego de
contrastar el listado de ocupantes remitido por esta Corporación con sus bases
de datos advirtió que:
40 personas
Incluidas en
el listado de potenciales beneficiarios del programa
392 personas
No cumplen con
los criterios de participación en el programa
119 personas
No pudieron
ser consultadas en las bases de datos
En relación con
las personas incluidas en el listado de potenciales beneficiarios la entidad
precisó que esta circunstancia no garantiza la asignación del subsidio, pues se
deben surtir las demás etapas del programa. Asimismo aclaró que de las 40
personas en mención 24 personas no se han postulado al programa y 16 sí han
presentado postulaciones. De los 16 postulantes, 5 fueron rechazados por
no cumplir los requisitos de la postulación y 11 cumplieron los requisitos.
De los 11, 1 recibió el subsidio de forma directa, 9 están pendientes de
asignación por sorteo y 1 persona no recibió el beneficio porque otros
beneficiarios tenían prevalencia por priorización.
Con respecto a
las 392 personas que no cumplen con las condiciones para ser
participantes del beneficio de vivienda gratuita, señaló que no cumplen alguno
de los siguientes requisitos que deben concurrir: (i) estar registrado en las
bases de datos mediante las cuales se ejecuta el procedimiento de
identificación de potenciales beneficiarios; (ii) reportar en dichas bases de
datos un municipio o municipios donde se estén ejecutando proyectos de vivienda
en modalidad gratuita; (iii) encontrarse en las bases de datos dentro de las
mismas fechas de corte establecidas para el momento de aplicar el procedimiento
de identificación de potenciales beneficiarios; (iv) cumplir con los criterios
de priorización aplicados para el proyecto de vivienda del municipio que
reporta como residencia; (v) cumplir con los puntos de corte de SISBEN III.
Disponibilidad
presupuestal
Luego
de describir los programas de vivienda para la población en situación de
vulnerabilidad en general y para las personas en situación de desplazamiento,
el DPS hizo referencia a la disponibilidad presupuestal del Estado para la
atención de derecho a la vivienda. En concreto, indicó que el presupuesto
general de la nación (en adelante PGN) para 2019 se estimó en 258.9 Billones de
pesos, de los cuales el 61% son para funcionamiento, 20% para el pago de deuda
y el 19% restante para inversión.
El
Subsidio Familiar de Vivienda 100% en Especie SFVE, corresponde a Vivienda de
Interés Social Prioritaria (VIP), que es aquella vivienda de interés social
cuyo valor máximo es de 70 SMLMV, es decir que actualmente el precio de una
vivienda de SFVE no puede exceder de $57.968.120. Por su parte, la UARIV ha
reportado 7.134.646 personas en situación de desplazamiento. En
consecuencia, entregar vivienda gratuita a la mitad de esta población 3.567.323
personas implicaría invertir $ 206’791.007’742.760, es decir 206 billones de
pesos.
Con
base en las estimaciones expuestas, la entidad adujo que la garantía de
vivienda gratuita para toda la población en situación de desplazamiento en
cortos periodos implicaría concentrar todo el PGN en ese propósito y, de esta
forma, desatender las demás necesidades de la población, en general, y de otros
sujetos de especial protección constitucional.
En
concordancia con lo expuesto adujo que el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales (en adelante PIDESC) prevé el compromiso de
los Estados Parte de adoptar medidas económicas y técnicas, hasta el máximo de
los recursos de que dispongan, para lograr progresivamente la plena efectividad
de estos derechos. En consecuencia, el Estado colombiano prevé unos criterios de
priorización y focalización para la satisfacción de estos derechos. Por
ejemplo, el artículo 24 de la Ley 1176 de 2007 define la focalización del gasto
social conforme a los criterios del CONPES Social, la cual se reglamentó
mediante el Decreto 4816 de 2008. En ese sentido, precisó que de acuerdo con el
CONPES 3877 de 2016 la herramienta principal de focalización es la encuesta
SISBEN, que sirve de instrumento para la focalización de 20 programas sociales
del Estado.
Finalmente,
indicó que como garantía del debido proceso en el presente caso resulta
imperioso vincular a los hogares que cumplieron con los criterios para la
asignación de subsidios de vivienda en aras de que puedan defender el derecho
que les asiste en su priorización. En su defecto, amparar el derecho a obtener
un subsidio de vivienda, siempre y cuando los actores cumplan con los criterios
de identificación de potenciales beneficiarios y se adelante el
Ministerio
de Vivienda, Ciudad y Territorio
En
primer lugar, la entidad indicó que contrastado el listado de ocupantes
remitido por esta Corporación con el sistema de información del subsidio
familiar de vivienda encontró que:
-
6 personas cuentan con subsidios asignados. 5
subsidios de $130.000 por habilitación de títulos y un subsidio de $16.068.000
de la Bolsa de Desplazados.
-
3 personas se encuentran en estado calificado y en
proceso de asignación, es decir que el hogar cumplió con los requisitos para
acceder al subsidio, pero este no se ha asignado. En relación con la asignación
aclaró que en el año 2007 se adelantó una convocatoria para las víctimas de
desplazamiento forzado y la cantidad de hogares calificados superan la oferta
estatal. Por esta razón, FONVIVIENDA no puede brindar una fecha de asignación,
ya que esta se determina de acuerdo con la capacidad presupuestal y los
puntajes de los solicitantes en aras de preservar el derecho a la igualdad.
-
11 personas registran que cumplen los requisitos,
es decir que el hogar
fue identificado como potencial beneficiario en un orden de priorización, pero
cuando el DPS hizo la selección de hogares no fue suficiente la disponibilidad
de soluciones habitacionales para el grupo de hogares que cumplieron requisitos
en el proyecto al cual aplicó. Por lo anterior, estos hogares no reportan la asignación
de los subsidios.
-
2 personas no cumplieron los requisitos para
acceder al subsidio de vivienda de población desplazada porque tienen una o más
propiedades en lugares diferentes al sitio de la expulsión.
-
11 personas no cumplieron los requisitos para
acceder al subsidio de vivienda gratuita por alguna de las causales previstas
en el artículo 14 del Decreto 1921 de 2012, modificado por el Decreto 2164 de
2013.
-
396
personas
no se han postulado en ninguna de las convocatorias de FONVIVIENDA,
para acceder a programas de vivienda, con el objetivo de aplicar la política de
vivienda a favor de las personas más vulnerables del territorio nacional.
En
segundo lugar, precisó que las competencias de coordinar, asignar, rechazar y
atender la postulación a los subsidios de vivienda de interés social en las
diferentes modalidades están radicadas en FONVIVIENDA. Asimismo, destacó que
los accionantes y beneficiarios de subsidios deben acercarse a su caja de
compensación para recibir la información sobre los programas de vivienda y los
requisitos para el desembolso correspondiente.
En
tercer lugar, resaltó que desde la creación del Sistema Nacional de Vivienda de
Interés Social el Legislador estableció que el subsidio familiar de vivienda es
un aporte estatal en dinero o en especie que se otorga por una sola vez con el
objeto de facilitar una solución de vivienda y que las personas que requieran
la asignación de los subsidios deben acudir a los canales institucionales para
efectuar la postulación correspondiente ante las cajas de compensación. En ese
sentido, describió las etapas del proceso de asignación de los subsidios, las
competencias de las entidades que intervienen y la importancia de esos
procedimientos para respetar el derecho a la igualdad de las personas en
condición de vulnerabilidad que han acudido a los canales institucionales para
satisfacer el derecho de vivienda.
Finalmente,
describió los programas estatales en ejecución par a la satisfacción del
derecho a la vivienda: (i) El Programa de Promoción de Acceso a la Vivienda de
Interés Social “Mi Casa Ya”; (ii) Programa
Semillero de Propietarios; y (iii) Programa Casa Digna Vida Digna.
Unidad Administrativa para la Atención y Reparación Integral a las
Víctimas
Luego de
requerir a la entidad por inconsistencias en la respuesta emitida previamente,
la UARIV confirmó que 20 de los 55 promotores de la acción de tutela están
incluidos en el RUV. En relación con la base de datos de 585 personas
construida a partir de la información suministrada en diferentes diligencias
adelantadas durante la ocupación precisó que los datos sólo permiten
identificar a 136 personas de las cuales 135 están incluidas en el RUV[17].
En cuanto a la calificación
de carencias más reciente presentó la siguiente información consolidada[18]:
Carencia
Alojamiento
Alimentación
Hogares
Víctimas
IC
Extrema
Extrema
6
12
IC
Extrema
urgencia y vulnerabilidad manifiesta
Extrema
urgencia y vulnerabilidad manifiesta
4
7
IC
Grave
Leve
1
1
IC
Grave
No
carencia
2
5
IC
Leve
No
carencia
1
1
IC
No
carencia
No
carencia
44
74
1er
año
Grave
Grave
1
1
Total
59[19]
101
En relación con
la entrega de ayuda humanitaria presentó la siguiente información
consolidada[20]:
Año
Hogares
Giros
Valor
2012
12
15
$
14.715.000
2013
7
7
$
7.935.000
2014
15
19
$
9.840.000
2015
24
28
$
17.651.000
2016
12
15
$
13.188.000
2017
13
25
$
21.829.576
2018
11
15
$
10.729.000
2019
7
11
$
7.958.000
2020
6
6
$3.020.000
Total
107
141
$106.865.576
En relación con
las 136 personas identificadas por la UARIV se advierte que 135 personas son
víctimas de desplazamiento forzado así:
Año
del desplazamiento forzado
Víctimas
inscritas en el RUV
1990
2
1995
2
1996
1
1997
9
1998
5
1999
2
2000
2
2001
22
2002
15
2003
22
2004
16
2005
9
2006
10
2007
5
2008
4
2009
1
2011
1
2012
1
2014
4
2015
2
Total
135[21]
III. CONSIDERACIONES
Competencia
1.- La Sala Plena de la Corte Constitucional es competente para
revisar los fallos de tutela proferidos dentro del trámite de la referencia, de
conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 y 241 (numeral 9º) de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 31 a 36 del Decreto
2591 de 1991.
Asunto
objeto de análisis y problemas jurídicos
2.- Dairo Manuel Navas Reyes y 56 personas más formularon acción de
tutela en contra de la Alcaldía de El Copey y otras autoridades del orden
municipal, departamental y nacional con el propósito de que se protejan sus
derechos al debido proceso, dignidad humana, igualdad y vivienda digna. Los
actores solicitaron que se suspendan las medidas de desalojo del predio que
actualmente ocupan ilegalmente hasta que se adopten medidas que les garanticen
el derecho a la vivienda digna.
3.- Los accionantes señalaron que como consecuencia de la falta de
recursos para satisfacer sus necesidades básicas ocuparon un predio de
propiedad del municipio El Copey, identificado con el folio inmobiliario
190-159605, en el que se pretendía adelantar un proyecto de vivienda de interés
social. Indicaron, que durante el tiempo en el que han mantenido la ocupación
las autoridades municipales realizaron varias diligencias de desalojo, en las
que se vulneraron sus derechos fundamentales, debido a que: (i) no les
notificaron las actuaciones administrativas para el desalojo; (ii) no les
permitieron ejercer el derecho de defensa; (iii) no caracterizaron a los
ocupantes para establecer sus condiciones de vulnerabilidad; y (iv) no les
ofrecieron medidas de reubicación.
4.- En el trámite de tutela, la Alcaldía de El Copey confirmó que
es propietaria del predio identificado por los accionantes y que, como
consecuencia de la ocupación del inmueble, promovió procesos de desalojo.
Asimismo, aclaró que el predio se destinó a la construcción de un proyecto de
vivienda de interés social emprendido en alianza con la Gobernación del Cesar,
FINDETER y COMFACESAR. Sin embargo, como consecuencia de la ocupación referida
no pudo cumplir con la obligación de entregar materialmente el inmueble para
que se iniciara la construcción de las soluciones de vivienda y finalmente el
proyecto no obtuvo el cierre financiero requerido.
5.- La Alcaldía y la Inspección de Policía del Copey adujeron que
en el trámite de desalojo respetaron las garantías del debido proceso a través
de la notificación de las actuaciones y la caracterización de los ocupantes del
predio. Asimismo, destacaron que en el inmueble se adelantaron varias
diligencias de inspección, caracterización y desalojo, en las que inicialmente
se identificaron pocos ocupantes, estos fueron desalojados y cada vez que
regresaban al predio aumentaba el número de ocupantes de manera gradual y
significativa.
En particular, mediante las diferentes respuestas emitidas en este
trámite constitucional, las autoridades dieron cuenta de los siguientes
momentos relevantes, que serán considerados para evaluar la evolución de la
ocupación:
Fecha
Actuación
Ocupantes
Familias
Ocupantes
Individuos
Enero 2018
Firma de
contrato
Proyecto de
vivienda
NR
NR
Mayo 2018
1ª denuncia
ocupación
NR
NR
Junio 2018
Inspección
ocular
0
0
Septiembre
2018
Inspección
ocular
0
0
Octubre 2018
Acción de
tutela
NR
NR
Noviembre 2018
Inspección
ocular
3
familias
11
Julio 2019
Inspección
ocular
105
familias
377
Febrero 2020
Inspección
judicial
120
familias
366
6.- En atención a las circunstancias descritas en la acción de
tutela, las pretensiones de los actores, las respuestas emitidas por las
autoridades accionadas y las pruebas recaudadas en esta sede, la Sala advierte
que la situación de ocupación irregular de un predio del municipio El Copey
plantea dos problemas relacionados con los derechos al debido proceso, a la
vivienda digna y la especial protección de sujetos en condiciones de
vulnerabilidad, estos últimos con respecto a los accionantes y las personas que
aspiraban a participar en el proyecto de vivienda que se desarrollaría en el
predio.
7.- En primer lugar, los actores denunciaron en el escrito de
tutela circunstancias violatorias del debido proceso en el marco del
procedimiento de desalojo. En consecuencia, la Sala revisará la actuación
adelantada por las autoridades municipales accionadas en el marco del proceso
policivo 2018-0009 a la luz de las garantías que se derivan del artículo 29
superior. De acuerdo con lo expuesto le corresponde a la Sala determinar si:
¿La acción de tutela presentada por 57 personas, ocupantes
irregulares de un predio de El Copey, que refieren diferentes condiciones de
vulnerabilidad incluida su calidad de víctimas de desplazamiento forzado es
procedente para la protección de los derechos al derecho al debido proceso y
vivienda en el marco de los procedimientos de desalojo que enfrentan?
En caso, de que se acredite el cumplimiento de los requisitos de
procedencia de la acción de tutela esta Corporación debe establecer si:
¿La Alcaldía y la Inspección de Policía del municipio El Copey
vulneraron el derecho al debido proceso por el desconocimiento de las garantías
procesales de los ocupantes del predio identificado con el folio inmobiliario
190-159605 en el marco del proceso policivo de desalojo 2018-0009?
8.- En segundo lugar, los accionantes señalaron que sus
condiciones sociales y económicas les impiden proveerse una solución de
vivienda, razón por la que ocuparon el inmueble identificado con folio
inmobiliario 190-159605 y estos actos de ocupación solucionaron precariamente su
necesidad de vivienda. En consecuencia, pretenden que se suspendan las medidas
de desalojo hasta que se adelanten actuaciones de reubicación mediante las que
se les garantice el derecho a la vivienda digna. Por esas razones, también le
corresponde a la Sala determinar si:
¿Las actuaciones de las autoridades accionadas dirigidas a lograr
el desalojo del predio con folio inmobiliario 190-159605 para entregar el
predio a un proyecto de vivienda de interés social, vulneraron el derecho a la
vivienda digna de los accionantes? En concordancia, con este problema debe
establecer si ¿el derecho a la vivienda digna de los accionantes genera una
obligación de reubicación en cabeza de las entidades accionadas como
presupuesto para la materialización de la medida de desalojo?
9.- Previo al examen de los problemas jurídicos descritos, la Sala
analizará el cumplimiento de los requisitos generales de procedencia de la
acción de tutela. En caso de que se encuentren acreditados estos presupuestos
se desarrollarán consideraciones sobre los siguientes temas: (i) la línea
jurisprudencial en relación con la protección de los derechos de las víctimas
de desplazamiento forzado en el marco de procesos de desalojo, la cual hará
énfasis, de un lado, en las garantías del debido proceso y, de otro, en los
derechos relacionados con la vivienda digna de los ocupantes; (ii) el
derecho a la vivienda digna, las cargas correlativas para su satisfacción, y las situaciones
de abuso del derecho; (iii) el derecho a la vivienda de la población desplazada, el
desarrollo, los avances y los retos de la política pública. Una mirada desde el
seguimiento al estado de cosas inconstitucional en la materia; (iv) la atención
humanitaria frente a la migración masiva de nacionales venezolanos y la respuesta
con respecto a las necesidades habitacionales; (v) la unificación de la
jurisprudencia constitucional en relación con la protección de los derechos de
las víctimas de desplazamiento forzado y otros sujetos de especial protección
constitucional en el marco de procesos de desalojo de bienes de carácter
público.
Examen
de los requisitos de procedencia de la acción de tutela
Legitimación en la causa por activa
10.- El artículo 86 superior establece que toda persona puede
acceder a la acción de tutela para obtener la protección de sus derechos
fundamentales afectados o amenazados por la acción u omisión de una autoridad
pública o de los particulares, en los casos que determine la ley. Esta
disposición constitucional determina la legitimación para la formulación de la
solicitud de amparo, circunscrita al titular de los derechos fundamentales cuya
protección o restablecimiento se persigue.
Por su parte, el artículo 10 del Decreto 2591 de 1991 precisa que
la acción de tutela puede ser ejercida: (i) a nombre propio; (ii) a través de
un representante legal; (iii) por medio de apoderado judicial; (iv) mediante un
agente oficioso o (v) por el defensor del Pueblo o los personeros municipales.
11.- En el presente caso, el señor Dairo Manuel Navas Reyes y 56
personas más formularon acción de tutela en contra de la Alcaldía de El Copey y
otras autoridades con el propósito de que se protejan los derechos
fundamentales que consideran vulnerados.
En relación con los promotores de la acción es necesario destacar
que en el escrito de tutela los señores Brayán Pallares Rodríguez, José Lucas
de la Cruz Pérez, Yenis Isabel Monsalvo Oñate, Katty Julieth Zapata Ochoa, Juan
Carlos Domínguez Cárdenas, Francia Elena Yepes Lora, Jorge Alberto García
Torres, Jesús Alberto López Buelvas, Leile Maireth Martínez Arzuza, Alidis
Judith Peña Jiménez y Juan Alberto Estrada Peña fueron enunciados como
accionantes, pero no lo suscribieron. Adicionalmente, Gladys Josefina Romero y
Gledis Josefina no fueron identificadas en
el escrito de tutela como accionantes, pero se aportó su documento de identidad. En consecuencia,
mediante auto de 2 de diciembre de 2019 las personas en mención fueron
requeridas para que manifestaran su consentimiento en relación con la
presentación de la acción de tutela de la referencia. Sin embargo, no se obtuvo
respuesta alguna.
En atención a la situación descrita, la Sala tendrá por acreditado
el presupuesto de legitimación en la causa por activa únicamente en relación
con los accionantes que suscribieron el escrito de tutela de la referencia, que
corresponden a 44 personas[22], titulares de los derechos
fundamentales que adujeron transgredidos y que presentaron la tutela a nombre
propio. En relación con las 13 personas restantes que si bien fueron
identificadas en la acción como promotoras del amparo, pero no la suscribieron
y requeridas en esta sede tampoco ratificaron esa condición, no concurren
elementos para tener por acreditada la legitimación en la causa por activa.
En ese sentido, es necesario resaltar que la jurisprudencia
constitucional ha reconocido que si bien la acción de tutela está regida por el
principio de informalidad la suscripción del escrito constituye un presupuesto
mínimo que busca garantizar que sea el titular de los derechos fundamentales el
que promueva su defensa y evitar que
su nombre sea usado por otras personas sin su consentimiento para instaurar la
acción[23]. Esta exigencia se armoniza
con la informalidad de la tutela y la protección de los derechos fundamentales
a través de la previsión de figuras como la agencia oficiosa y la
representación legal para los casos en los que el titular de los derechos
fundamentales no se encuentra en las condiciones que le permitan promover
directamente su defensa. Por lo tanto, la suscripción del escrito de amparo no
constituye una formalidad insustancial, pues ante la ausencia de un elemento
indicativo sobre la voluntad de las personas mencionadas como accionantes en la
solicitud, debe declararse la ausencia de legitimación por activa porque con
este requisito se pretende proteger la autonomía de las personas.
En el presente caso no se puede tener por acreditada la
legitimación en la causa por activa con respecto a las personas que no
suscribieron la acción de tutela, pues no concurre la firma como elemento
mínimo indicativo de la voluntad de presentar la acción y tampoco se advierten
elementos que demuestren una relación de representación legal, representación
judicial o agencia oficiosa entre los actores y las personas que no
suscribieron el escrito. En concreto, en relación con las 13 personas que no
firmaron la demanda no se hizo referencia a una situación particular que les
impidiera interponer directamente la acción, lo que descarta la agencia
oficiosa; no obra poder para la acreditación de la representación judicial; y
tampoco se refirieron los vínculos que generan la representación legal, con lo
que también se descarta esta figura.
12.- No obstante, como se advirtió en el fundamento jurídico 5 de
esta sentencia, en el desarrollo del trámite de tutela el número de ocupantes
del predio aumentó significativamente. La
caracterización adelantada por la Inspección de Policía de El Copey el 2 de
julio de 2019 dio cuenta de la ocupación de por lo menos 80 familias y en la
inspección judicial ordenada en esta sede y realizada el 4 y 5 de febrero de
2020 se reportaron 120 núcleos familiares. En consecuencia, el examen de
legitimación en los términos descritos no obsta para que el análisis de la
vulneración de los derechos fundamentales responda al panorama general que
plantea el caso y que ha evolucionado en el trámite de la acción
constitucional. Adicionalmente, la legitimación referida no es óbice para que,
si la Sala Plena lo considera necesario, con base en sus facultades ultra y
extra petita, y la potestad de modular el alcance de las decisiones,
extienda sus efectos más allá de los accionantes en mención, siempre y cuando
se trate de amparar derechos con protección constitucional. Con todo, de
presentarse esta situación, se estudiaría en la determinación de los efectos
del fallo, pero no es un asunto propio de la legitimación.
Legitimación en la causa por pasiva
13.- La legitimación en la causa por pasiva en sede de tutela se refiere a la
aptitud legal que tiene la persona contra la que se dirige la acción de tutela
y quien está llamada a responder por
la vulneración o amenaza del derecho fundamental, cuando ésta resulte
demostrada[24]. Según el artículo 86 de
la Constitución Política y el artículo 1º del Decreto 2591 de 1991, la acción
de tutela procede contra cualquier autoridad pública y, excepcionalmente,
contra particulares (artículo 42 del Decreto 2591 de 1991).
14.- En el presente caso, la acción de tutela inicialmente se
dirigió en contra de la Alcaldía de El Copey, la Inspección de Policía de El
Copey, la Gobernación del Departamento del Cesar, el Ministerio de Vivienda
Ciudad y Territorio, el Ministerio del Interior -Grupo de Articulación Interna para la Política de Víctimas del
Conflicto Armado-, la Policía Nacional, el Ministerio de
Defensa Nacional y el Batallón de Artillería número 2 La Popa. Luego, en el
trámite de tutela se vinculó a la Defensoría del Pueblo, la
Unidad Administrativa para la Atención y Reparación Integral las Víctimas,
FONVIVIENDA, el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social, el
ICBF, la Procuraduría Delegada para la Paz y la Protección de los Derechos de
las Víctimas, FINDETER, COMFACESAR, la Comisaría de Familia de El Copey y la
Personería de ese mismo municipio.
Tal y como se explicó en la presentación del caso, la acción de
tutela cuestionó, de un lado, la violación de las garantías procesales en el
trámite de desalojo de los ocupantes irregulares de un inmueble del municipio
El Copey en el que se pretendía construir un proyecto de vivienda de interés
social. De otro lado, los actores adujeron que sus condiciones de pobreza
extrema y las especiales circunstancias de vulnerabilidad como ser víctimas del
desplazamiento forzado, madres cabeza de familia, menores de edad, personas de
la tercera edad, indígenas, entre otros, les han impedido satisfacer su derecho
a la vivienda, motivo por el cual la ocupación en mención ha sido una solución
precaria para ese propósito. En consecuencia, solicitaron que se adopten
medidas para garantizar el derecho a la vivienda digna a través de medidas de
reubicación.
15.- Con base en los hechos y pretensiones de la acción de tutela
se advierte que se presenta la legitimación en la causa por pasiva de las
autoridades públicas accionadas y vinculadas al presente trámite de constitucional.
En primer lugar, se encuentra el grupo de las autoridades que intervinieron en
las diligencias de desalojo, a saber: la Alcaldía, la
Inspección de Policía, la Personería, la Comisaria
de Familia de El Copey, la Policía Nacional y el
Batallón de Artillería número 2 La Popa. En concreto, en relación con esas
autoridades se cuestionan acciones como el uso indebido de la fuerza y
omisiones como la falta de caracterización de los ocupantes, la indebida
notificación y la ausencia de medidas de reubicación.
16.- En segundo lugar, fungen como accionadas diversas entidades
que tienen competencias en relación con la elaboración de la política pública
de vivienda en general, y el diseño y la ejecución de los programas dirigidos a
satisfacer el derecho a la vivienda de la población más vulnerable. Los actores
adujeron que sus condiciones socioeconómicas les han impedido satisfacer su
derecho a la vivienda digna y que los programas estatales como el que se
pretendía desarrollar en el inmueble que ocuparon están dirigidos a personas de
mayores ingresos. En consecuencia, las medidas adoptadas con respecto a la
protección del derecho a la vivienda pueden involucrar la actuación de
autoridades con competencias relacionadas con el diseño y la ejecución de la política
pública de vivienda.
Por lo expuesto, se tiene acreditado el presupuesto de
legitimación en la causa por pasiva con respecto al segundo grupo de
autoridades públicas que tienen competencias en la dirección, diseño y
ejecución de la política estatal de vivienda para la población más vulnerable.
En particular, el Ministerio de Vivienda Ciudad y Territorio, el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social, FONVIVIENDA, FINDETER y COMFACESAR.
17.- En tercer lugar, los actores refirieron diferentes
circunstancias que, adujeron, los hace merecedores de especial protección
constitucional. En concreto, indicaron que los núcleos familiares que ocupan el
inmueble están conformados por víctimas de desplazamiento forzado, personas de
la tercera edad, menores de edad, madres cabeza de familia, entre otros. Por lo
tanto, reclaman atención diferenciada derivada de las circunstancias en
mención.
De cara a la pretensión descrita también se advierte la
legitimación en la causa por pasiva en relación con las autoridades accionadas
que tienen competencias para la atención de los grupos poblacionales en
mención. En efecto, se comprueba la legitimación del
Ministerio del Interior -Grupo de Articulación
Interna para la Política de Víctimas del Conflicto Armado-, la Procuraduría Delegada para la Paz y la Protección de los
Derechos de las Víctimas, la Defensoría del Pueblo, la Unidad Administrativa
para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, y el Instituto
Colombiano del Bienestar Familiar.
En consecuencia, este requisito se encuentra acreditado.
El presupuesto de subsidiariedad
18.- Según el artículo 86 de la Carta Política, la acción de
tutela sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial, salvo que se utilice como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable. Esa previsión corresponde al requisito de
subsidiariedad que descarta la utilización de este medio excepcional como vía
preferente para el restablecimiento de los derechos.
Sobre el carácter subsidiario del mecanismo de amparo, la Corte ha
señalado que “permite reconocer la validez y viabilidad de los medios y recursos
ordinarios de protección judicial, como dispositivos legítimos y prevalentes
para la salvaguarda de los derechos”[25].
Este reconocimiento obliga a los asociados a incoar los mecanismos
judiciales con los que cuenten para conjurar la situación que estimen lesiva de
sus derechos y que impide el uso indebido de la tutela como vía preferente o
instancia adicional de protección.
En consecuencia, en el análisis de la viabilidad del amparo
corresponde al juez constitucional determinar el cumplimiento de ese requisito,
frente al cual se previeron dos excepciones, en las que la existencia de otros
mecanismos no frustra el ejercicio de la tutela. La primera, establecida en el
mismo precepto de la Carta, permite acudir a la acción como un mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable; y
la segunda, en consonancia con lo dispuesto en el numeral 1º del artículo 6º
del Decreto 2591 de 1991, cuando se advierta que las vías ordinarias al alcance
del afectado resultan ineficaces para la protección del derecho.
19.- En cuanto a la primera hipótesis,
relacionada con el perjuicio irremediable, la protección es temporal
y exige que el accionante demuestre: (i) una afectación inminente
del derecho -elemento temporal respecto al daño-; (ii) la
urgencia de las medidas para remediar o prevenir la afectación; (iii) la gravedad
del perjuicio -grado o impacto de la afectación del derecho-; y (iv) el
carácter impostergable de las órdenes para la efectiva protección de los
derechos en riesgo[26].
En relación con la segunda hipótesis, que se refiere a la
idoneidad del medio de defensa judicial, se tiene que esta no puede
determinarse en abstracto. El análisis particular resulta necesario, pues en la
valoración específica podría advertirse que la acción ordinaria no permite resolver
la cuestión en una dimensión constitucional o tomar las medidas necesarias para
la protección de los derechos fundamentales afectados.
20.-
Para determinar el cumplimiento del requisito de subsidiariedad en el
presente caso, la Sala reiterará las reglas de procedencia de la acción de
tutela contra las actuaciones surtidas en el marco de procedimientos de
desalojo por la ocupación irregular de predios.
21.-
En primer lugar, se ha señalado que en los
procesos policivos que tienen como finalidad amparar la posesión, la tenencia o
una servidumbre, las autoridades de policía, si bien son autoridades
administrativas, ejercen funciones jurisdiccionales y, en consecuencia, sus
decisiones son actos de este tipo[27]. Por lo tanto, no son objeto de
control ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo de acuerdo con lo
previsto en el artículo 105 de la Ley 1437 de 2011, según el cual esta
jurisdicción no conocerá de las actuaciones proferidas por autoridades
administrativas en ejercicio de sus funciones jurisdiccionales[28].
22.- En segundo lugar, esta Corporación ha advertido que las
acciones civiles no son idóneas para confrontar las actuaciones adelantadas en
los procesos policivos de amparo de los derechos reales desde la perspectiva de
los ocupantes irregulares sujetos de especial protección constitucional.[29]Lo
anterior, porque las acciones civiles están dirigidas a proteger derechos
reales y en casos como el examinado en esta oportunidad los ocupantes no
ostentan tales derechos sobre el predio y tampoco reclaman la protección de
garantías derivadas de la ocupación. Por el contrario, reconocen el dominio
ajeno y la procedencia del desalojo, razón por la que las pretensiones de la
tutela están encaminadas a que se adopten medidas de reubicación y soluciones
de vivienda de mediano y largo plazo por sus condiciones de vulnerabilidad y no
porque aleguen derechos sobre el inmueble.
En
ese mismo sentido, los recursos contra la decisión de la autoridad de policía no
son idóneos, por cuanto están instituidos para debatir el fundamento de la
orden de desalojo y, por lo tanto, hacen referencia a los derechos que el eventual
perturbador alegue sobre el bien, que serían los únicos motivos para frustrar
el desalojo. Sin embargo, en el presente asunto no se cuestiona la decisión de desalojar
sino la ausencia de medidas por parte de las autoridades competentes para brindar
soluciones de vivienda inmediata -a través de la reubicación-, y de mediano y
largo plazo en atención a las condiciones de vulnerabilidad alegada por los
accionantes.
23.- En tercer lugar, en atención a la improcedencia de las
acciones de control en la jurisdicción contencioso administrativa y descartada
la idoneidad de las acciones civiles, por cuanto se restringen a debatir
asuntos sobre los derechos reales, en múltiples oportunidades se ha reconocido
la procedencia de la acción de tutela en el marco de los procesos en mención[30].
24.- En cuarto lugar, con respecto a las solicitudes de amparo
formuladas por víctimas de desplazamiento forzado en procesos de desalojo se ha indicado que la acción de tutela constituye el mecanismo principal de protección
de los derechos fundamentales de esta población, pues otros medios de
defensa judicial pueden resultar insuficientes para brindar una protección eficaz
ante las circunstancias de urgencia que enfrentan[31]. En
ese sentido, resulta desproporcionado exigir a las personas desplazadas el agotamiento
de los recursos judiciales ordinarios, pues esta exigencia implicaría la
imposición de cargas adicionales a las que han tenido que soportar como
víctimas del conflicto armado interno y desconoce la necesidad de proteger sus
derechos comprometidos por la condición de víctimas.
25.- En quinto lugar, cuando la acción de tutela se presenta por
sujetos de especial protección constitucional el cumplimiento de los requisitos
de procedencia se flexibiliza. Este menor rigor en las exigencias de
procedibilidad se ha reconocido en relación con solicitudes de amparo
formuladas para la protección de los derechos fundamentales de menores de edad[32],
miembros de comunidades étnicas[33], personas de la tercera edad[34],
entre otros.
26.- En sexto lugar, contrario a lo señalado por los jueces de
instancia, la falta de prueba sobre la presentación a convocatorias de vivienda
no afecta el carácter subsidiario de la tutela por cuanto dichos programas no
son mecanismos judiciales para la protección de los derechos y, de acuerdo con
el artículo 86 superior, la acción de tutela procede cuando “el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial”. Adicionalmente, como se explicará más
adelante, en este caso las autoridades no dieron cuenta de oferta institucional vigente en materia de vivienda para las
personas de menores recursos económicos. En ese contexto, resulta
desproporcionada la postulación a esos programas como requisito de procedencia
de la tutela y por esta razón se hace un llamado a los jueces de instancia para
que en la evaluación de los mecanismos al alcance de los accionantes se
considere la naturaleza del recurso -judicial- y las posibilidades de
ejercerlo.
27.- Las reglas descritas aplicadas al caso bajo examen dan cuenta
del cumplimiento del presupuesto de subsidiariedad por cuanto: (i) las
actuaciones del procedimiento de desalojo no están sujetas a control por parte
de la jurisdicción contencioso administrativa; (ii) las acciones civiles
procedentes están instituidas principalmente para debatir los derechos reales
sobre el inmueble; (iii) la jurisprudencia constitucional ha reconocido la
tutela como mecanismo principal para la discusión y protección de los derechos
fundamentales de sujetos en situación de vulnerabilidad que enfrentan procesos
de desalojo; (iv) entre los accionantes se encuentran víctimas de
desplazamiento forzado, en relación con los cuales resulta desproporcionada la
exigencia de agotar mecanismos ordinarios en el trámite de desalojo; (v) entre
los actores también concurren otras circunstancias de especial protección
constitucional que flexibilizan el examen de subsidiariedad; y (vi) las
convocatorias para acceder a subsidios de vivienda no son mecanismos
jurisdiccionales y, en este caso, las autoridades no dieron cuenta de programas
vigentes para ofrecer soluciones de vivienda a la población más vulnerable. Luego,
este requisito de procedencia formal de la acción de tutela se encuentra
acreditado.
El requisito de inmediatez
28.- Esta Corporación ha resaltado que, de conformidad con el
artículo 86 de la Constitución, la acción de tutela no tiene término de
caducidad[35].
Sin embargo, la solicitud de amparo debe formularse en un plazo razonable desde
el momento en el que se produjo el hecho vulnerador o la amenaza.
Esta exigencia se deriva de la finalidad de la acción
constitucional, que pretende conjurar situaciones urgentes que requieren de la
actuación rápida de los jueces. Por ende, cuando el mecanismo se utiliza mucho
tiempo después de la actuación u omisión que se alega como violatoria de
derechos se desvirtúa su carácter apremiante.
Asimismo, este requisito de procedencia tiene por objeto respetar
o mantener la certeza y estabilidad de los actos o decisiones que no han sido
cuestionados durante un tiempo razonable, respecto de los cuales se presume la
legalidad de sus efectos ante la ausencia de controversias jurídicas.
29.- En atención a esas consideraciones
la jurisprudencia constitucional ha determinado que, de acuerdo con los hechos
del caso, corresponde a la autoridad judicial establecer si la tutela se
interpuso dentro de un tiempo prudencial, de tal modo que no se vulneren derechos
de terceros.
En efecto, bajo ciertas circunstancias y
situaciones de excepcionalidad, el juez puede concluir que la solicitud de
amparo invocada después de un tiempo considerable desde la amenaza o
vulneración del derecho fundamental resulta procedente. La jurisprudencia ha
identificado tres eventos en los que esto sucede, a saber: (i) cuando se
advierten razones válidas para la inactividad, tales como la configuración de
situaciones de caso fortuito o fuerza mayor[36]; (ii) en los casos en los que la
situación de debilidad manifiesta del peticionario torna desproporcionada la
exigencia del plazo razonable[37] y, (iii) excepcionalmente cuando se
presenta una situación de permanencia o prolongación en el tiempo de la
vulneración o amenaza de los derechos fundamentales del accionante que hace
imperiosa la intervención del juez constitucional[38].
En síntesis, la
jurisprudencia de este Tribunal ha precisado que el presupuesto de inmediatez:
(i) tiene fundamento en la finalidad del mecanismo de amparo, la cual supone la
protección urgente e inmediata de un derecho constitucional fundamental[39];
(ii) persigue el resguardo de la seguridad jurídica y los intereses de
terceros; e (iii) implica que la tutela se haya interpuesto dentro de un plazo
razonable, el cual dependerá de las circunstancias particulares de cada caso.
30.- En el presente caso, el proceso policivo de desalojo se
inició formalmente el 15 de mayo de 2018, el 8 de junio siguiente se adelantó
la primera inspección ocular en el inmueble y el 12 de septiembre de 2018 se
intentó la audiencia de desalojo. Por su parte, los actores presentaron la
acción de tutela el 25 de septiembre de 2018, esto es, transcurridos 4 meses
desde que se inició el proceso y menos de 15 días desde la primera actuación de
desalojo. En consecuencia, se advierte el cumplimiento del requisito de
inmediatez, pues la acción de tutela se formuló en un tiempo razonable desde el
momento en el que se emprendieron las actuaciones que los accionantes denuncian
como transgresoras de sus derechos fundamentales, las cuales se han seguido
desarrollando durante el presente trámite constitucional.
31.- Así las cosas, tras el análisis de los presupuestos de
legitimación en la causa por activa y pasiva, subsidiariedad e inmediatez del
asunto se tienen por acreditados los requisitos de procedencia de la acción de
tutela. En consecuencia, la Sala emprenderá el examen de fondo del asunto y la
decisión de los problemas jurídicos que plantea el caso descritos en los
fundamentos jurídicos 7 y 8 de esta sentencia. Para este propósito, se expondrá
el sustento normativo y jurisprudencial relevante con respecto a los derechos
de la población vulnerable y las víctimas de desplazamiento forzado en el marco
de procesos de desalojo, con base en los cuales se definirá la unificación de
la jurisprudencia en la materia y, finalmente, se resolverá el caso concreto.
La jurisprudencia constitucional sobre los procesos de desalojo de
ocupantes irregulares de predios, víctimas de desplazamiento forzado y sujetos
de especial protección constitucional
32.- Esta Corporación ha decidido diferentes acciones de tutela en
las que se reclama la protección de los derechos fundamentales de personas en
contra de las que se profieren órdenes de desalojo de los inmuebles que
habitan. Los casos examinados presentan particularidades en relación con el número
de personas a desalojar, pues algunas veces se trata de una persona, un
núcleo familiar o toda una comunidad; las razones del desalojo que
pueden estar relacionadas con el riesgo de habitabilidad del predio, la
ausencia de licencias urbanísticas para la edificación, la invasión ilegal de
predios de particulares o del Estado, entre otras; y las condiciones de
vulnerabilidad de los habitantes, que varían por tratarse de víctimas de
desplazamiento forzado, menores de edad, miembros de comunidades étnicas,
personas de la tercera edad, etc. Estas particularidades tienen incidencia en
el examen de la vulneración del derecho y, por lo tanto, en las medidas de
protección. Sin embargo, un elemento común del examen es el reconocimiento de
que el desalojo genera un impacto profundo en el derecho a la vivienda digna,
principalmente de personas en situación de mayor vulnerabilidad por sus
condiciones económicas y sociales, y tiene la potencialidad de generar una
afectación en otros aspectos de la vida de las personas como los medios de
subsistencia, la construcción de una comunidad y el acceso a servicios
sociales, entre otros[40].
33.- A partir de la premisa descrita y en
atención a las particularidades del caso bajo examen la Sala describirá la
línea jurisprudencial desarrollada por esta Corporación sobre el examen
constitucional de órdenes de desalojo en el marco de invasiones ilegales
adelantadas por víctimas de desplazamiento forzado y otros sujetos de especial
protección constitucional. En el estudio de estos casos
la Corte ha destacado que las autoridades tienen la obligación de adelantar
procedimientos respetuosos del debido proceso y de los demás derechos
fundamentales de los invasores, por cuanto estas actuaciones no sólo tienen la
potencialidad de afectar garantías procesales sino también otros derechos como
la vivienda y la vida en condiciones dignas. En efecto, a partir de esta
premisa en la mayoría de los casos se ha examinado de forma conjunta la
vulneración de los derechos al debido proceso, a la vivienda y a la dignidad
humana, y se han emitido medidas de protección que involucran todas estas
garantías en conjunto.
No obstante, para mayor claridad la Sala en esta oportunidad
reiterará, de forma independiente, las reglas jurisprudenciales sobre las
garantías procesales en trámites de desalojo de víctimas de desplazamiento
forzado y sujetos en situación de vulnerabilidad, y luego hará referencia con
mayor profundidad al desarrollo jurisprudencial en relación con el derecho a la
vivienda digna.
Las garantías procesales en el marco de procedimientos de desalojo
34.- El artículo 29
de la Constitución Política consagró el derecho fundamental al debido proceso
como una garantía que proscribe la arbitrariedad en los procedimientos y que
debe ser observada no sólo en actuaciones judiciales sino también en las
administrativas. Se trata de un derecho de aplicación inmediata conforme lo
establece el artículo 85 superior, el cual está íntimamente relacionado con el
acceso a la administración de justicia, como presupuesto para su
materialización, y con las características que deben ser observadas en el
ejercicio de esta función pública, que corresponden a la imparcialidad,
publicidad, prevalencia del derecho sustancial, celeridad, observancia de los
términos procesales, la autonomía, entre otras.
Las
garantías mínimas objeto de protección de acuerdo con el artículo 29 superior
corresponden al: (i) acceso a la administración de justicia ante el juez
natural de la causa; (ii) derecho a ser informado de las actuaciones que
conduzcan a la creación, modificación o extinción de un derecho, o la
imposición de una obligación o sanción; (iii) derecho de defensa a través de la
contradicción o el debate de las pretensiones o excepciones propuestas; (iv) el
derecho a que los procesos se desarrollen en un término razonable y sin
dilaciones injustificadas, (vi) el derecho a presentar pruebas y controvertir
las que se alleguen en su contra y, (vii) el derecho a controvertir e impugnar
las decisiones, entre otras[41].
Ahora bien, las
garantías del debido proceso se materializan, en general, a través del diseño
legislativo de los procedimientos judiciales y administrativos, y en concreto
mediante el respeto de las formas de cada juicio y la observancia de los
derechos asociados en cada proceso. En consecuencia, la violación del debido
proceso con respecto a los sujetos individualmente considerados se presenta,
principalmente, en el marco de las actuaciones judiciales y administrativas en
las que participan y su transgresión da lugar a la activación de los recursos
judiciales ordinarios diseñados para superar esas afectaciones y, de forma subsidiaria,
a la presentación de la acción de tutela como mecanismo de protección y
restablecimiento de los derechos fundamentales.
35.- En relación con
las actuaciones de desalojo la jurisprudencia constitucional ha resaltado su legitimidad
y legalidad por cuanto se adelantan por las autoridades investidas de la
competencia para el efecto y en el marco de las acciones diseñadas por el
ordenamiento para la protección de importantes bienes jurídicos como la
propiedad, la legalidad y la seguridad jurídica. Asimismo, ha destacado que estos procedimientos exigen una actuación
cualificada de las autoridades dirigida a proteger los derechos de los
ocupantes en aras de no quedar expuestos a situaciones de mayor vulnerabilidad.
La actuación
cualificada en mención obedece a: (i) la situación de vulnerabilidad en la que
suelen encontrarse los ocupantes y la protección especial de la que son
sujetos, (ii) la Observación General 7 del Comité
de las Naciones Unidas de Derechos Económicos, Sociales y Culturales[42],
en la que se precisa que a pesar de la legalidad de los desalojos las
actuaciones deben ser razonables y proporcionadas, garantizar todos los recursos jurídicos apropiados a los
afectados y adelantarse con plena observancia de las normas internacionales de
derechos humanos[43] y (iii) los principios PINHEIRO en lo referente a la población
desplazada. En efecto, con base en estos elementos se ha precisado que las
actuaciones deben asegurar un “estricto debido proceso” que incluye las
siguientes garantías mínimas:[44]
(i)
La debida notificación e información con antelación suficiente a
la fecha prevista para el desalojo[45].
(ii)
La presencia de las autoridades administrativas o judiciales en el
trámite de desalojo.
(iii)
La obtención de la identificación exacta de todas las personas que
efectúen el desalojo.
(iv)
La prohibición de efectuar desalojos cuando haga mal tiempo o de
noche, salvo que las personas afectadas den su consentimiento.
(v)
El otorgamiento de recursos jurídicos adecuados[46].
(vi)
El derecho a la asistencia jurídica que permita obtener, llegado
el caso, reparación.
36.- El cumplimiento de las garantías procesales en mención
también debe estar guiado por los principios de razonabilidad, celeridad y la
protección de los derechos fundamentales. Lo anterior, por cuanto fenómenos
como la ocupación pueden variar de manera drástica en periodos muy cortos, de
manera que las autoridades deben estar prestas a atender estas variaciones bajo
criterios de maximización por el respeto de las garantías de los ocupantes sin
desconocer los derechos, que también tienen protección constitucional y legal,
de los propietarios y personas con interés legítimo en la recuperación de los
inmuebles.
37.- Así las cosas, el examen que adelanta el juez de tutela sobre
las actuaciones dirigidas a lograr el desalojo de inmuebles ocupados de manera
irregular por víctimas de desplazamiento forzado y otros sujetos en condiciones
de vulnerabilidad debe valorar, de un lado, que las autoridades tienen la
obligación constitucional de adelantar los procesos de recuperación de los
bienes en el marco de sus competencias y el amparo de intereses legítimos y, de
otro, que las condiciones de vulnerabilidad de los ocupantes irregulares
generan garantías adicionales que constituyen un debido proceso estricto.
Jurisprudencia constitucional respecto de los derechos de las
víctimas de desplazamiento forzado y de otros sujetos de especial protección
constitucional en el marco de procesos de desalojo
38.- El desplazamiento forzado obliga a las personas “a abandonar intempestivamente su lugar de residencia
y sus actividades económicas habituales, debiendo migrar a otro lugar dentro de
las fronteras del territorio nacional para huir de la violencia generada por el conflicto armado interno y por
el desconocimiento sistemático de los derechos humanos o del derecho
internacional humanitario”[47].
Esta circunstancia conlleva a que en muchas ocasiones las víctimas de
desplazamiento ocupen de manera irregular predios para la satisfacción precaria
de la imperiosa necesidad de vivienda. En efecto, la ocupación irregular de
predios corresponde a una realidad que ha sido constatada tanto en el
seguimiento a las medidas dirigidas a superar el estado de cosas
inconstitucional en materia de desplazamiento forzado como en el estudio de
casos por parte de las salas de revisión de esta Corporación.
En atención a la extensión del fenómeno del desplazamiento en
nuestro país la Corte Constitucional ha revisado múltiples casos en los que se
invoca la protección de los derechos fundamentales de víctimas que ocuparon de
manera irregular predios y enfrentan los procesos de desalojo promovidos por
los propietarios. En estas decisiones este Tribunal ha reconocido la tensión
que se presenta entre, de un lado, la protección de los derechos de víctimas de
desplazamiento forzado que requieren medidas urgentes para la satisfacción del
derecho a la vivienda y, de otro, los derechos relacionados con la propiedad,
la legalidad y el interés general que subyace a la protección de los bienes del
Estado o de particulares.
En el desarrollo jurisprudencial sobre la materia se han
consolidado reglas sobre algunos aspectos de la protección del derecho a la
vivienda digna en estos casos y se han presentado variaciones sobre otros, las
cuales no permiten determinar con claridad el alcance de las medidas de
protección y de las obligaciones de las entidades que intervienen en este tipo
de diligencias. Por lo tanto, la Sala hará una descripción, que no pretende ser
exhaustiva, de las sentencias que han examinado la situación descrita para
extraer las reglas de decisión y las medidas de amparo en aras de establecer
los criterios reiterados y vigentes, la evolución de las situaciones de
ocupación, y la existencia de criterios disímiles que requieran unificación.
39.- La primera oportunidad en la que la Corte estudió el problema
constitucional descrito fue la Sentencia SU-1150 de 2000[48]
, que se ocupó de varios procesos de tutela de víctimas de desplazamiento
forzado, entre los que se encontraba el promovido por un grupo de personas
desplazadas ubicadas irregularmente en una zona de alto peligro de
deslizamiento de la ciudad de Medellín, y a quienes se les ordenó desalojar el
terreno. En atención al peligro para la salud y vida que representaba la
ocupación de un predio con esas características la Sala Plena denegó la
solicitud de suspensión de la medida de desalojo. Sin embargo, destacó la
obligación del Estado de brindar atención a las personas desplazadas por la
violencia y el deber de prestar albergue provisional. Asimismo, ordenó la
inclusión de las familias en los programas para la asistencia a los desplazados
por la violencia.
La Sentencia T-1346 de 2001[49]
analizó el caso de una familia desplazada que, junto con 3500 familias más,
invadieron un predio del municipio de Villavicencio y contra las que se emitió
una orden de desalojo. En el trámite de tutela la entidad territorial alegó que
le ofreció a la familia soluciones de vivienda a largo plazo.
En este caso, la Sala indicó que: (i) el juez constitucional no puede tomar medidas en relación con el proceso
policivo que concluyó con la orden de desalojo porque se trata de decisión legítima
adoptada por autoridad competente y la ocupante no acreditó tener algún derecho
de propiedad, posesión o tenencia sobre el predio; y (ii) no basta con
una posible solución de vivienda a largo plazo, pues esta medida no soluciona de manera efectiva e inmediata la
situación de desprotección que se generaría como consecuencia del desalojo,
razón por la que también se requiere una solución de estancia en un albergue provisional. En consecuencia,
le ordenó a la entidad territorial adelantar un programa de reubicación y
estabilización económica para los desplazados ocupantes del predio y que se
ofreciera una solución real y efectiva de cara a la medida de desalojo.
La Sentencia T-078 de 2004[50] estudió del caso de un
grupo de familias víctimas de desplazamiento forzado que se asentaron en las
márgenes de quebradas del municipio de Florencia, lugares considerados de alto
riesgo por inundación y desbordamiento. En atención a estas circunstancias, la
Alcaldía inició las actuaciones tendientes al desalojo de los ocupantes.
En esta oportunidad se indicó que: (i) el juez constitucional no
puede pronunciarse sobre la orden desalojo, ya que fue proferida por una
autoridad en ejercicio de sus competencias legales y los ocupantes no
demostraron derechos sobre el bien; (ii) no procede la suspensión del desalojo,
pues no es constitucionalmente legítimo mantener un asentamiento en condiciones
de riesgo para sus habitantes. Asimismo, (iii) se precisó que aunque la institución gubernamental encargada de brindar la
atención para la población desplazada acredite la entrega de la
ayuda de emergencia por el término establecido en la ley no cesa su posición de
garante de los derechos de la población desplazada y el deber de brindarles
atención y protección. En consecuencia, ordenó que
se brindara albergue temporal a los ocupantes y se adelantaran las gestiones
para incluirlos en los programas para la asistencia a las víctimas de
desplazamiento forzado.
La Sentencia T-770 de 2004[51]
decidió un caso en el que un grupo de familias víctimas de desplazamiento
forzado invadieron un lote de terreno en la vía paralela al río Medellín
-municipio de Bello- y levantaron en el lugar viviendas precarias. Tras
comprobar que el bien ocupado tenía naturaleza fiscal, la Alcaldía ordenó su
restitución.
En esa oportunidad, se resaltó que los accionantes argumentaban
que fueron desplazados de sus lugares de origen como consecuencia del conflicto
armado y que esta circunstancia los llevó a ocupar el predio en mención. En
consecuencia, para la Sala los hechos no daban cuenta de una invasión de un
predio público sino “fundamentalmente de satisfacer la necesidad de
alojamiento de personas desplazadas”. Asimismo, confirmó las medidas de
protección emitidas por el juez de segunda instancia, en tanto protegió los
derechos sobre el bien que se reclamaron en la restitución, pero, a su vez,
dispuso medidas de protección de los ocupantes. En particular, estableció la
obligación de proveer un albergue provisional a las personas desalojadas
víctimas de desplazamiento, y la inscripción en los programas adelantados como
consecuencia de la Sentencia T-025 de 2004. Finalmente, indicó que si bien
podrían existir otras circunstancias de vulnerabilidad que generó el
asentamiento la protección sólo cobijaba a las personas que se encontraban en
situación de desplazamiento forzado[52].
La Sentencia T-967 de 2009[53]
decidió la acción de tutela formulada por una
mujer desplazada, quién junto con su hija ocupó ilegalmente un inmueble de
propiedad del municipio de Fusagasugá. La entidad territorial emprendió un
proceso policivo de lanzamiento y la ocupante formuló acción de tutela para
lograr la suspensión de la actuación de desalojo hasta que se le brindaran las
atenciones necesarias como víctima de desplazamiento forzado.
En el examen de las pretensiones, la Sala de
Revisión precisó que: (i) el derecho
a la vivienda digna de la población desplazada debe ser entendido como
fundamental y autónomo dada la especial fragilidad y el estado de
vulnerabilidad en el que se encuentran las víctimas; (ii) no procede
la suspensión del lanzamiento en el proceso policivo en curso, pues de esta
forma se tendería un manto de aparente legitimidad sobre una conducta ilegal.
En ese sentido, aclaró que a pesar de las condiciones apremiantes de la
accionante como víctima de desplazamiento forzado su conducta es contraria a
derecho y, por lo tanto, no puede generar derechos, ni expectativas legítimas
y; (iii) en consecuencia debe examinarse cómo procede la protección del derecho
a la vivienda de la accionante como víctima de desplazamiento forzado y
no como ocupante irregular de un predio próxima ser desahuciada. La Sala
concluyó que este amparo procede a través de un albergue provisional hasta
tanto puedan resultar las condiciones que hagan posible el traslado de la
accionante hacia otro lugar que cuente con los elementos indispensables de una
vivienda en condiciones dignas, y la participación en el proceso de
adjudicación de bienes, sin que eso implique desplazar a las personas que están
en lista de espera. Finalmente, (iv) en concordancia con los lineamientos de
género del seguimiento a la Sentencia T-025 de 2004 ordenó la inclusión de la
accionante el programa de apoyo a las mujeres desplazadas que son jefes de
hogar, de facilitación del acceso a oportunidades laborales y productivas, y de
prevención de la explotación doméstica y laboral de la mujer desplazada.
La Sentencia T-068 de 2010[54]
examinó el caso de la ocupación irregular de dos viviendas de interés social de
propiedad del municipio de Fusagasugá por parte de una familia desplazada,
indígena e integrada por menores de edad y personas de la tercera edad, quienes
enfrentaban el procedimiento de desalojo.
En esta oportunidad, la Sala indicó que (i) de
conformidad con la Observación General No. 7 del CDESC los desalojos forzosos
de población desplazada resultan prima facie contrarios a los principios
del PIDESC; (ii) las condiciones de vulnerabilidad extrema de los ocupantes y
la incuria estatal en la protección de sus derechos los indujo a la ocupación
irregular de los inmuebles del municipio; y (iii) el lanzamiento agrava la
situación de vulnerabilidad de los ocupantes. Con base en estos argumentos
determinó la suspensión definitiva de la diligencia de lanzamiento, estableció
que el inmueble ocupado debía servir como albergue provisional para la familia
y, finalmente, le ordenó a las autoridades adoptar todas las medidas a su
alcance para solucionar el problema de vivienda planteado con la ocupación del
inmueble.
La Sentencia T-282 de 2011[55] examinó la acción de tutela formulada por 120 familias
indígenas desplazadas por la violencia desde el departamento del Cauca, quienes
se asentaron en un bien baldío en la ciudad de Cali al que accedieron nueve
meses antes de la interposición de la acción de tutela, en aras de solucionar
sus necesidades en materia de alojamiento. En atención a la situación de
ocupación la autoridad de policía municipal emprendió proceso de restitución
del bien.
En el examen del caso descrito la Sala estableció
las siguientes reglas: (i) cuando las comunidades indígenas pierden la posesión
ancestral de la tierras en las que habitan por motivos ajenos a su voluntad el
Estado mantiene la obligación de propender por la recuperación de su
territorio, velar porque se haga efectivo el derecho al retorno; y, en caso de
que este no sea posible, adoptar las medidas para que la comunidad obtenga
tierras aptas para mantener sus tradiciones y desarrollar su proyecto de vida;
(ii) el Estado tiene la obligación de garantizar un albergue en condiciones
acordes con la dignidad humana para los afectados con la actuación policiva; y
(iii) el Estado tiene el deber de activar el sistema de protección de la
población desplazada y asumir las obligaciones establecidas por la
jurisprudencia constitucional, la ley y el reglamento en cabeza de las
distintas autoridades con respecto a las víctimas del desplazamiento forzado.
Asimismo, precisó que para ese momento no existía
una jurisprudencia pacífica en relación con la procedencia de medidas de
suspensión de la orden de desalojo, y destacó la tensión que presentan entre la
protección del patrimonio público y el bienestar mínimo de la población
desplazada, de manera que “asumir el
carácter absoluto del principio de legalidad en materia de desalojos puede
llevar a desconocer el principio de supremacía constitucional y las
circunstancias especiales en que un desalojo forzoso, a pesar de estar previsto
por la ley y de ser desarrollado con apego a esta, puede afectar
desproporcionadamente los derechos humanos fundamentales de los afectados”. En
consecuencia, propuso un test de proporcionalidad y razonabilidad para
evaluar los intereses en mención. En el marco de esta ponderación deben
considerarse: (i) los estándares de protección constitucional e internacional
de la población desplazada; (ii) la naturaleza del bien ocupado; (iii) el uso
que tenga al momento de la ocupación; (iv) la función social y ecológica de la
propiedad; (v) las circunstancias económicas, sociales y culturales del grupo
ocupante, (vi) el número de potenciales afectados por el desalojo, (vii) la
presencia de “otras vulnerabilidades” como la edad, la situación de
discapacidad; y (viii) las posibles consecuencias del desalojo.
En el caso concreto, la Sala estableció que si bien el desalojo persigue el fin legítimo
de proteger el patrimonio público la suspensión del mismo pretende garantizar
la especial protección de la población desplazada y tiene fundamento en
estándares del derecho internacional que se han ocupado de resaltar la especial
afectación que supone un desalojo para personas víctimas del citado fenómeno y
otros grupos vulnerables y, por lo
tanto, concluyó que resultaba desproporcionado mantener la medida de desalojo.
En consecuencia, ordenó el inicio de un proceso de concertación con las
familias para (i) conceder un albergue en condiciones acordes con la dignidad
humana en el que la comunidad, considerada en su conjunto, pueda concretar o
ejercer su derecho a preservar su cultura y modo de vida buena ancestralmente
determinados; (ii) determinar si los peticionarios formaban una comunidad
indígena determinada, con anterioridad a la ocupación del predio, y ocupaban
tierras susceptibles de identificación; y (iii) consultar con la comunidad la
posibilidad de hacer efectivo su derecho al retorno. En el caso de que no
constituyeran una comunidad se ordenó iniciar los trámites
para que los ocupantes accedieran a la adjudicación de tierras o a otros
programas de reforma agraria o de restitución de tierras.
La Sentencia T-946 de 2011[56],
analizó el caso de 800 familias desplazadas por la violencia que se asentaron
en un predio privado ubicado en el municipio de Valledupar, en el cual
construyeron refugios para suplir sus necesidades de vivienda. El propietario
del inmueble inició un proceso policivo de lanzamiento por ocupación de hecho
en el que se ordenó el lanzamiento de los ocupantes.
La Sala de Revisión indicó que: (i) a pesar de la especial
protección que merecen las víctimas de desplazamiento forzado no es posible
suspender indefinidamente un proceso policivo por ocupación de hecho en donde
el propietario de un bien privado reclama los derechos legítimos que tiene
sobre el inmueble, máxime cuando obró de manera diligente; (ii) no puede permitirse que las personas
asentadas en el predio continúen ocupándolo porque carece de condiciones de
habitabilidad; (iii) en atención al carácter fundamental del derecho a la
vivienda de la población desplazada y sus especiales condiciones de
vulnerabilidad los desalojos no pueden dar lugar a que estas personas se queden
sin vivienda; (iv) el Estado debe adoptar todas las medidas necesarias para que
se reubique a las víctimas de desplazamiento forzado o se les proporcione otra
vivienda mediante la garantía de un albergue provisional hasta que sean
incluidos en programas de vivienda para la población desplazada o se
desarrollen estos planes si no existen; (vi) las especiales medidas de
protección de albergue temporal e inclusión en programas de vivienda se adoptan
únicamente en relación con las víctimas de desplazamiento forzado por el hecho
de la violenta expulsión de su territorio como resultado del incumplimiento
sistemático del Estado de sus obligaciones de seguridad y protección; (vii) en
relación con otros ocupantes sujetos de especial protección constitucional que
no son desplazados procede como medida de protección la información y el
acompañamiento sobre los programas de vivienda.
La Sentencia T-119 de 2012[57] estudió la acción de tutela promovida en
representación de un grupo de ocupantes de un predio del municipio de Riohacha,
quienes solicitaron la suspensión de la diligencia de lanzamiento por ocupación
de hecho emprendida en su contra.
En este caso, la Sala reiteró las reglas de la
Sentencia T-282 de 2011 e indicó que si bien la ocupación por vías de hecho de
un bien público carece de protección legal y puede dar lugar a un desalojo
constitucionalmente legítimo, también es posible que las disposiciones legales
se inapliquen cuando se afecte de manera desproporcionada a grupos vulnerables.
Igualmente, advirtió la necesidad de un test de proporcionalidad en el que los
derechos de la población desplazada cuenten con peso superior frente a la
protección de la propiedad. En consecuencia, ordenó la suspensión de la medida de
desalojo, que se otorgara un
albergue en condiciones dignas a los
desplazados ubicados del predio y la activación del sistema de protección de la población desplazada asumiendo
las obligaciones establecidas por la jurisprudencia constitucional, la ley y el
reglamento en cabeza de las distintas autoridades públicas.
La Sentencia T-349 de 2012[58]
examinó la acción de tutela formulada por un
grupo de ocupantes irregulares de un predio del municipio de Yopal, incluidas
víctimas de desplazamiento forzado. En el inmueble se pretendía desarrollar un
proyecto de vivienda de interés social y los ocupantes enfrentaban un proceso
policivo de desalojo.
La Sala precisó que cuando las autoridades pretendan recuperar bienes fiscales o de uso
público habitados por grupos humanos tienen
dos deberes constitucionales: de un lado, recuperar la tenencia del bien y, de
otro lado, asegurar el derecho a la vivienda digna de la población vulnerable
asentada en el predio. En relación con las medidas
de protección de los ocupantes destacó la observancia de las garantías mínimas
procesales desarrolladas en la materia; indicó que cuando la comunidad afectada no cuente con recursos
propios para proveerse una solución de vivienda digna las autoridades deben
adoptar todas las medidas necesarias de acuerdo con sus recursos para que se
proporcione otra vivienda, reasentamiento o acceso a otras tierras productivas;
y que las autoridades deben evitar el uso desproporcionado de la fuerza y
proteger especialmente a la población más vulnerable.
En atención a las obligaciones descritas se ordenó la instalación
de una mesa de concertación con los representantes de la población asentada en
el lote para buscar una solución temporal de vivienda adecuada que cobije tanto
a la población en situación de desplazamiento como a otras poblaciones
vulnerables. Asimismo, se ordenó la suspensión del desalojo hasta que se
garantice a la población afectada una solución de vivienda temporal adecuada.
Finalmente, se ordenó el acompañamiento a las familias objeto del desalojo que
deseen postularse a los programas de subsidios de vivienda[59].
La Sentencia T-740 de 2012[60]
examinó las acciones de tutela formuladas por personas en condiciones de
pobreza extrema, víctimas de desastres naturales y de
desplazamiento forzado que se
inscribieron y fueron seleccionadas para acceder a uno de
los proyectos de vivienda de interés social en el municipio de Ibagué, pero que
tras cuatro años de espera no se les pudo hacer la entrega material de las
viviendas porque estas fueron objeto de ocupación ilegal por parte de terceros.
En consecuencia, las autoridades municipales emprendieron acciones de desalojo
para recuperar la tenencia de las viviendas y entregarlas a los adjudicatarios.
En el estudio del caso, la Sala advirtió que tanto los adjudicatarios de las viviendas de interés social
como los invasores constituían población vulnerable, se encontraban en estado
de debilidad manifiesta y eran sujetos de especial protección constitucional.
En ese sentido, concluyó que todos requerían la protección del derecho a la
vivienda digna sin que ello implicara la
aprobación o refrendación de la utilización de vías de hecho o actuaciones
ilegales y, por ende, debían emitirse medidas de
amparo que respondieran a esa necesidad bajo un rasero de razonabilidad y
proporcionalidad.
En concreto, indicó que las órdenes de desalojo
dadas a los ocupantes de un predio que sean población vulnerable no son
procedentes, ya que dichas ocupaciones de hecho se deben a causas sociales y
económicas de carácter estructural, las medidas de fuerza no deben proceder en
contra de este tipo de población, y las autoridades tienen la obligación
jurídica de garantizar a estos ciudadanos sus derechos fundamentales a través
de la reubicación transitoria y soluciones duraderas de vivienda digna.
Con base en las consideraciones expuestas
concluyó que debía realizarse un censo de los ocupantes irregulares, determinar
su condición de vulnerabilidad y lograr el desalojo de los bienes. Asimismo,
indicó en relación con los ocupantes en situación de vulnerabilidad que las autoridades
tenían la obligación de reubicarlos de manera transitoria y en el plazo máximo
de seis meses incluirlos en proyectos de vivienda. Finalmente, en concordancia
con las medidas anteriores dispuso la entrega de los inmuebles a los
adjudicatarios.
La Sentencia T-907 de 2013[61] estudió
la situación de un grupo de víctimas de desplazamiento forzado que se asentaron
en un predio privado ubicado en el municipio de Puerto Gaitán. El propietario
del inmueble promovió un proceso de lanzamiento en contra de los accionantes,
el cual se adelantó por las autoridades municipales, quienes realizaron
previamente esfuerzos para garantizar transporte y albergues provisionales a
las personas afectadas. No obstante, representantes de la Defensoría del Pueblo
y la Procuraduría solicitaron la suspensión de la diligencia porque no se
tomaron medidas suficientes para garantizar el derecho a la vivienda de los
ocupantes.
La Sala adujo que no se puede materializar una
orden de desalojo en perjuicio del derecho a la vivienda digna de personas
desplazadas por la violencia, lo que supone disponer a su favor alternativas
habitacionales en el corto plazo, y luego facilitar la inclusión en programas
habitacionales definitivos para el largo plazo. En ese sentido, indicó que debe darse prevalencia a los derechos a acceder a una
vivienda digna sobre los derechos igualmente legítimos que le asistían al
propietario del predio.
En consecuencia, suspendió la audiencia de desalojo hasta que se
les garantizara a los ocupantes del predio en situación de desplazamiento un
albergue provisional, el cual se extenderá hasta que puedan resultar las condiciones que hagan posible su
traslado hacia otro lugar que cuente con los elementos indispensables de una vivienda
en condiciones dignas. En relación con los ocupantes en situación de
vulnerabilidad por circunstancias diferentes al desplazamiento forzado le
ordenó a la entidad territorial que les informara por escrito, de manera
clara y detallada las políticas públicas destinadas a garantizar el acceso a
una vivienda de interés social[62].
La Sentencia T-417 de 2015[63] reiteró
la obligación de las autoridades estatales de recuperar los bienes de uso
público y el deber de asegurar el contenido del derecho fundamental a la
vivienda de las personas en situación de vulnerabilidad. Por lo tanto, ordenó
que se realizara un censo de los ocupantes, se consultara previamente a la
comunidad afectada, se garantizara un albergue temporal y el acceso efectivo a
los programas de vivienda que se encontraran en desarrollo, a través de la
información y la asistencia jurídica necesaria.
La Sentencia T-188 de 2016[64] decidió
una tutela presentada por 212 familias víctimas de desplazamiento forzado y en
circunstancias de pobreza extrema, quienes ocuparon de manera irregular
predios en las márgenes del Rio Guatiquía. En atención al procedimiento de
restitución emprendido por la entidad territorial los ocupantes presentaron
acción de tutela con el fin de que se suspendiera el desalojo de los
asentamientos hasta que se les garantizaran sus derechos fundamentales.
En el examen de la acción de la referencia, la Sala reiteró que:
(i) el derecho a la vivienda de la población en situación de desplazamiento
forzado en el marco de los desalojos ha sido protegido por la jurisprudencia
constitucional a través de dos medidas principales: (a) la medida provisional y urgente de albergue; y (b) la
solución definitiva de vivienda, previa la realización de un censo integral de
los afectados; (ii) los procedimientos de desalojo de ocupaciones e invasiones
de hecho por parte de población desplazada se pueden suspender hasta que exista
un plan de reubicación en el corto plazo y se garantice acceso a una vivienda
digna en el mediano y largo plazo; (iii) no hay lugar a la suspensión descrita
cuando el asentamiento se ubique en lugares que generen riesgo para la vida e
integridad de los ocupantes; (iv) una respuesta judicial que privilegia el
deber de acudir a los programas de vivienda y cuestiona la ocupación desconoce
el contexto que lleva a estas personas por miedo, inseguridad, pobreza, despojo
y desarraigo a asentarse en cualquier lugar; y (v) por lo tanto aunque las
víctimas de desplazamiento forzado tienen la carga de postularse a los
programas de vivienda deben contar con acompañamiento y asesoría en los
procedimientos de asignación de subsidios o auxilios estatales.
En consecuencia, se concedió el amparo del
derecho a la vivienda digna de las 212 familias ocupantes, se ordenó la
suspensión del desalojo mientras la entidad territorial y la UARIV realizan el
censo para identificar las personas que se encuentran en situación de
desplazamiento forzado y pobreza extrema, y otorgan un albergue provisional a las
familias en condición de desplazamiento. Asimismo, dispuso la ejecución de
programas de estabilización socioeconómica y de ayuda humanitaria, los cuales
debían extenderse hasta que las
condiciones que dieron origen a la vulneración de sus derechos fundamentales
desaparezcan. Finalmente, se ordenó al municipio de Villavicencio y al departamento
del Meta que, en caso de que no exista un plan de vivienda para la población
desplazada, en el término de seis meses le asegurara el acceso a una vivienda
digna a los accionantes que se encuentren en condición de desplazamiento.
Igualmente, aclaró que la financiación del programa debía asignarse en el
presupuesto aprobado para la siguiente vigencia fiscal.
La Sentencia T-267 de 2016[65] estudió el caso de 30 familias
que ocuparon predios ubicados en la localidad de San Cristóbal de la ciudad de
Bogotá y adujeron que la Alcaldía emprendió acciones para desalojarlas sin
ofrecerles soluciones de vivienda.
En el caso concreto se advirtió la carencia actual de objeto
porque a los ocupantes sí se les ofrecieron albergues temporales y subsidios de
arriendo que rechazaron, pues exigían la entrega de una vivienda gratuita. En
consecuencia, la Sala advirtió que la obligación de cara al desalojo corresponde
a un albergue temporal por un tiempo que estimó prudencial -siete meses- y el
examen de alternativas para el acceso a una solución de vivienda definitiva
según las circunstancias de cada núcleo familiar
y de acuerdo con la posibilidad que tienen de procurarse una opción efectiva y
permanente de vivienda, por ejemplo a través de la evaluación de la
disponibilidad de ingresos que les permita pagar un arriendo.
Asimismo, señaló que el derecho a la vivienda no se quebranta cuando no existe una solicitud previa de subsidio y, según la base de datos de
FONVIVIENDA los accionantes no participaron en las convocatorias realizadas
para el efecto. Por ello, concluyó que no se presentó una acción u omisión
institucional que vulnerara los derechos fundamentales de los actores. En ese sentido, destacó que acceder a la pretensión
de que se otorgue una solución definitiva de vivienda sin acudir a los
mecanismos dispuestos para el efecto va en contravía de los derechos al debido
proceso y a la igualdad de otros postulantes dentro de esos programas, que se
encuentran en situaciones de vulnerabilidad extrema, reclaman asistencia con
urgencia y siguieron los canales institucionales para acceder a los subsidios.
La Sentencia T-636 de 2017[66]
examinó el caso de aproximadamente 34 familias integradas
por sujetos de especial protección constitucional, quienes se asentaron en un
bien de uso público en el municipio de Yopal. La administración municipal
realizó 28 intentos de desalojo en compañía de la Policía Nacional.
En esta oportunidad se indicó que en los procedimientos de desalojo de invasiones de hecho de población
desplazada por la ocupación irregular de bienes públicos o privados las
autoridades deben dar prelación y amparo a dichas familias. Por lo tanto, estas
actuaciones administrativas deben suspenderse hasta que exista un plan de
reubicación a corto plazo y se garantice el acceso a la vivienda digna a
mediano y largo plazo. Asimismo, aclaró que si bien las comunidades desplazadas tienen la obligación de
presentarse a las convocatorias esta carga tiene que estar precedida de un
acompañamiento y asesoría en los procedimientos de asignación de subsidios o
auxilios estatales. En consecuencia, la Sala le ordenó a la
entidad territorial que: (i) otorgara un albergue transitorio a las personas desplazadas y en pobreza extrema hasta que las condiciones que dieron origen a la vulneración
de sus derechos fundamentales sean superadas, (ii) los inscribiera de forma prioritaria en programas sociales a
cargo de las entidades territoriales y nacionales; y (iii) les informara por
escrito de manera clara y detallada las políticas públicas destinadas a
garantizar el acceso a una unidad de vivienda de interés social.
La Sentencia T-247 de 2018[67] examinó la acción de tutela formulada por 19 familias que presentaron acción de tutela contra la Alcaldía de
Villavicencio ante la amenaza de desalojo del bien de uso público que ocuparon
irregularmente. Los accionantes indicaron que, por sus condiciones sociales y
económicas, especialmente por el desplazamiento forzado del que fueron víctimas
invadieron el área de cesión y ronda hídrica de los Caños Rodas y Maizaro, en
la que realizaron construcciones precarias para satisfacer su necesidad de
vivienda.
Para el examen de la
solicitud de amparo, la Sala indicó que la población desplazada es titular de
garantías para no ser desalojados en procedimientos policivos sin que
previamente se adopten medidas que eviten dejarlos expuestos a nuevas
vulneraciones de sus derechos fundamentales. En concreto, señaló que existe una
presunción de especial vulnerabilidad de la población desplazada porque han
sido desarraigados de manera violenta de su lugar de residencia, la cual puede
desvirtuarse evaluando caso a caso si cuentan con una respuesta humanitaria que
les permita enfrentar sus carencias de alojamiento. La respuesta positiva
desvirtúa el estado de necesidad mencionado.
Asimismo, precisó que
cuando la ocupación se adelanta sobre bienes públicos: (i) el Estado detenta el derecho a la conservación de
estos bienes y por lo tanto existen herramientas encaminadas a velar por su
protección en aras de garantizar
la función social de la propiedad de los bienes fiscales, contribuir a la
satisfacción del derecho constitucional a la vivienda digna y a una mejor
planificación del desarrollo urbano; (ii) las autoridades públicas tienen el
deber de ejercer las acciones previstas en el ordenamiento jurídico para
obtener la restitución de los bienes de uso público al Estado; y (iii) el ejercicio de esa
facultad debe garantizar el principio de igualdad y el derecho a una vivienda
digna de los ocupantes irregulares sin que esto signifique un estímulo a la
ocupación ilegal o irregular.
Con base en las premisas
descritas, la Sala concluyó que procedía el amparo al derecho a la vivienda
digna de la población asentada en un bien objeto de desalojo por restitución de
bien de uso público cuando los hogares cumplan las siguientes condiciones,
después de la respectiva caracterización y medición de carencias:
(i)
Está acreditada la
condición de víctima de desplazamiento forzado.
(ii)
La medición de carencias
en alojamiento reporta una escala “extrema”, “grave” o “leve”.
(iii)
La persona no ha recibido
giros de ayuda humanitaria para cubrir el componente de alojamiento temporal o
el giro se encuentre pendiente de colocar.
En el examen del caso
concreto se indicó que el desalojo ordenado por las entidades accionadas tiene
fundamento legal, es constitucional, viable y factible, por tratarse de un bien
de uso público. Sin embargo, se debe considerar la especial protección de las
personas en situación de desplazamiento porque han sido desarraigadas de manera
violenta de su lugar de residencia, lo cual genera la presunción de un estado
de necesidad por no contar con un alojamiento en condiciones de dignidad. En
consecuencia, evaluó con respecto a cada una de las 19 familias si contaron con una respuesta humanitaria que les
permitiera enfrentar sus carencias en alojamiento para descartar la necesidad
de protección –en la modalidad alojamiento provisional y urgente- con respecto
al desalojo. En ese análisis a partir de: (i) la inscripción en el RUV
-elemento con el que determinó la protección especial derivada de la condición
de desplazamiento forzado-; (ii) la medición de carencias en materia de
vivienda -elemento con el que determinó la necesidad actual frente al derecho a
la vivienda-; y (iii) las personas que reciben pagos de ayudas humanitarias
-elemento con el que evaluó la respuesta institucional para el componente
vivienda- concluyó que sólo una de las familias requerían la medida provisional y
urgente de albergue y 14 familias la protección en la modalidad de solución definitiva de vivienda, entendida como medida de reparación en el marco
de un proceso de retorno o reubicación conducente a su estabilización social y
económica.
La medida de solución definitiva consistió en
ordenar que en un plazo de doce meses se adelantaran las acciones necesarias
para que se les garantice a los hogares que no cuenten con condiciones de
alojamiento digno el acceso efectivo a los planes y programas de retorno y
reubicación, así como de estabilización a los que tienen derecho. Esto incluye
el acceso prioritario a programas dirigidos a la garantía de una vivienda digna
bajo los criterios de priorización, gradualidad y progresividad.
Asimismo, precisó que si bien la comunidad desplazada debe
presentarse a las convocatorias que las autoridades ofrezcan esta carga tiene
que estar precedida de un acompañamiento y asesoría. En el caso concreto (i) ni
la entidad territorial ni las entidades
vinculadas diseñaron o ejecutaron planes o programas para solucionar en forma
definitiva el problema de vivienda de los accionantes; (ii) la ausencia de una solución estructural y definitiva al problema
de vivienda de la población desplazada después de dos años de inicio del
asentamiento configura una omisión del deber estatal; y (iii) las autoridades
accionadas no brindaron información clara y concreta sobre los trámites que
deben surtir para postularse a la adjudicación de subsidios de vivienda.
Finalmente, indicó que otras circunstancias de vulnerabilidad no
generaban la suspensión de la orden de desalojo como sí ocurre con la situación
de desplazamiento. Sin embargo, las entidades accionadas deben brindarles a los
sujetos de especial protección constitucional por circunstancias diferentes al
desplazamiento el acompañamiento necesario para postularse a los subsidios de
vivienda ofrecidos por el Estado.
Conclusiones
40.- De la línea
jurisprudencial descrita se advierte que esta Corporación ha considerado de
manera invariable que: (i) el desplazamiento forzado comporta la violación del
derecho a la vivienda digna, ya que las víctimas se ven forzadas a
abandonar sus propios hogares o lugares habituales de residencia y someterse a
condiciones inapropiadas de alojamiento en los lugares hacia donde se
desplazan; (ii) en atención a la particular afectación del derecho a la
vivienda que genera el desplazamiento forzado las víctimas de este flagelo
merecen una protección estatal especial del derecho en mención que se
materializa a través de medidas provisionales y urgentes de albergue, así como
soluciones definitivas de vivienda; (iii) los
procedimientos para desalojo de predios ocupados de manera irregular son
válidos en tanto protegen derechos con relevancia constitucional. No obstante,
se han establecido reglas para hacer compatibles esos derechos con los de la
población desplazada;
(iv) no procede la suspensión del desalojo cuando la ocupación se
adelantó sobre predios que generan riesgos para los habitantes, pues no es
constitucionalmente legítimo mantener un asentamiento en condiciones que puedan
afectar la vida e integridad de los ocupantes[68]; y (v) la
suspensión del desalojo es temporal. Sin embargo, las condiciones a las que se
somete el desalojo han variado en la jurisprudencia, como pasa a verse.
El
alcance de las medidas de protección
41.- Aunque se reconoce la autonomía del juez de tutela para la
definición de las medidas de protección y el restablecimiento de los derechos
fundamentales, la Sala considera necesario dar cuenta de las diferencias que se
han presentado en la jurisprudencia constitucional sobre el alcance de la
protección del derecho a la vivienda digna de víctimas de desplazamiento
forzado en el marco de procesos de desalojo, pues se trata de una problemática
grave, reiterada, actual, que involucra importantes esfuerzos de las
autoridades y que, en algunos casos, puede afectar el acceso y la garantía de
derechos de otros sujetos de especial protección constitucional. En
consecuencia, la identificación de estas diferencias le permitirá a la Sala
unificar su jurisprudencia sobre las medidas de protección que deben adoptarse
en estos casos y de esta forma aclarar el alcance de las obligaciones de las
autoridades con respecto a las medidas de desalojo por ocupaciones irregulares
de inmuebles.
42.- En primer lugar, en cuanto a la pretensión reiterada de que
se suspendan las órdenes de desalojo la respuesta de la jurisprudencia
constitucional ha variado así:
Un primer grupo de sentencias ha destacado que las órdenes de
desalojo no pueden ser suspendidas de manera indefinida, debido a que: (i)
se emiten por autoridades investidas de competencias para el efecto, (ii)
buscan resguardar intereses constitucionales, (iii) se dirigen contra ocupantes
que no acreditan derechos reales sobre los bienes, y (iv) no se puede tender un
manto de legalidad sobre actuaciones ilegales[69].
Un segundo grupo de sentencias ha considerado que procede la
suspensión definitiva de la orden de desalojo y que el predio ocupado debe
servir de albergue temporal mientras se adoptan medidas definitivas de solución
de vivienda. Como fundamento de esta medida se ha indicado que el desalojo
profundiza la situación de violación de los derechos de las víctimas de
desplazamiento forzado y que la incuria estatal llevó a las personas a ocupar
irregularmente predios para satisfacer de manera precaria su imperiosa
necesidad de vivienda[70].
Un tercer grupo de sentencias consideran que la suspensión del
desalojo debe evaluarse caso a caso mediante un examen de proporcionalidad y
razonabilidad. En el marco de estos juicios se ha establecido el mayor peso
de los derechos fundamentales de las víctimas de desplazamiento forzado frente
a la legalidad y la propiedad. Por lo tanto, en algunos casos se ha admitido la
suspensión de los desalojos[71].
Un cuarto grupo de sentencias ha admitido la suspensión
temporal de las órdenes de desalojo únicamente mientras se adoptan
medidas de reubicación temporal y urgente. En estas decisiones se ha
considerado que son legítimas las órdenes de desalojo y por ende deben ser
materializadas, pero estas deben armonizarse con la necesidad de que se adopten
medidas de protección de las víctimas de desplazamiento forzado en esta calidad
y no por el hecho de la ocupación[72].
43.- En segundo lugar, en el marco de las medidas de protección
del derecho a la vivienda de las víctimas de desplazamiento forzado que ocupan
irregularmente un predio se han adoptado dos tipos de medidas para la
protección del derecho a la vivienda: (i) la medida provisional y urgente de albergue, y (ii) la
solución definitiva de vivienda.
44.- Con respecto a la medida provisional y
urgente de albergue, el alcance de esta protección y, por ende, de las
obligaciones de las entidades ha variado en el sentido de que el albergue
provisional debe ser otorgado: (i) por un tiempo prudencial estimado en siete
meses[73]; (ii) hasta tanto las condiciones que dieron
origen a la vulneración de los derechos fundamentales desaparezcan[74]; (iii) hasta que se efectúe el traslado de las víctimas a otro
lugar que cuente con los elementos indispensables de una vivienda en
condiciones dignas[75]; y (iv)
hasta que sean incluidas en programas de vivienda para la población desplazada
o se desarrollen estos planes si no existen[76].
45.-
Para el examen de esta medida la Corte ha expuesto dos criterios diferenciados
aunque no excluyentes: (i) uno general de acuerdo con el cual la orden de
desalojo no puede dejar a los ocupantes desalojados expuestos a nuevas violaciones de sus
derechos fundamentales. Por lo tanto, en atención a la situación de
desplazamiento forzado y como quiera que la ocupación irregular de bienes se
utilizó como una vía para satisfacer de manera precaria el derecho a la
vivienda se genera la obligación de brindar soluciones de reubicación temporal[77];
y (ii) otro que reconoce la protección general en mención, pero precisa que la
situación de vulnerabilidad de las víctimas de desplazamiento forzado puede
desvirtuarse de cara a la necesidad de la medida provisional y urgente de
albergue. Por ejemplo, cuando los ocupantes recibieron ayuda humanitaria o
cuando se desvirtúa la necesidad de alojamiento a través de la calificación de
carencias que realiza la UARIV. Este segundo criterio ha sido valorado
directamente por la Corte con respecto a cada ocupante o mediante las órdenes
de censos en los que se verifique caso a caso la necesidad de la medida[78].
46.- En relación
con la solución definitiva de vivienda también se ha acudido a fórmulas
que generan diferentes obligaciones para las autoridades. En concreto esta
medida ha variado así: (i) que se le otorgue a los ocupantes la información detallada y clara sobre las
políticas públicas en materia de vivienda y se les brinde acompañamiento para
la postulación y el acceso a esos programas; (ii) la inclusión directa en los programas de adjudicación de bienes
sin que esto implique modificar el orden de las personas que se postularon a
los programas y están en lista de espera[79]; (iii) la inclusión
preferencial y prioritaria de los ocupantes desalojados en programas de
asignación de vivienda[80]; y (iv) el desarrollo
de programas de vivienda específicos para los accionantes que garanticen que en
el término de seis meses podrán contar con una solución definitiva a sus
problemas de vivienda y con cargo al presupuesto aprobado para la siguiente
vigencia fiscal de la entidad territorial[81].
47.- En cuanto a los criterios sobre las
medidas de protección del derecho a la vivienda a mediano y largo plazo la
Corte ha indicado que: (i) las víctimas de desplazamiento forzado deben
postularse a los programas estatales desarrollados para el efecto, pero esta
obligación debe estar precedida del debido acompañamiento e información
adecuada para las víctimas. Por lo tanto, cuando las autoridades no emprendieron
actuaciones de orientación e información concretas con respecto a los ocupantes
se presenta violación del derecho a la vivienda digna y se ha ordenado la
inclusión en los programas[82]; (ii) no existe
violación del derecho a la
vivienda cuando no se presentó una solicitud previa, razón por la que en los casos en los que las víctimas
no se han postulado a los programas la medida de protección es la información y
no la inclusión directa en programas[83]; y (iii) debe
evaluarse de cara a cada ocupante la necesidad de la solución definitiva de
vivienda, la cual se desvirtúa por ejemplo cuando disponen de ingresos que les
permiten pagar un arriendo[84].
48.- Finalmente, es necesario precisar que el
elemento participativo y de concertación con la comunidad ha variado. En
algunos casos la Corte ha definido directamente el alcance de la medida de
protección de la vivienda a mediano y largo plazo, y en otros ha instado a la
concertación de esas medidas con los ocupantes[85].
Los sujetos que reciben las medidas de protección
49.- Otro de los aspectos importantes en la línea
jurisprudencial descrita corresponde a los sujetos en relación con los que se
han emitido las especiales medidas de protección del derecho a la vivienda digna
en el marco de procesos de desalojo. El alcance de las medidas de protección
desde la perspectiva de los sujetos ha variado en la jurisprudencia
constitucional así:
El primer grupo de sentencias ha indicado que la atención
provisional y urgente a través de la reubicación y el albergue, y las medidas
definitivas como el desarrollo, la inscripción y el acceso prioritario a
programas de vivienda sólo cobijan a las víctimas de desplazamiento forzado en
atención a la dinámica de este flagelo que los obligó a abandonar sus hogares y
lugares de residencia, y por el grado de vulnerabilidad al que quedan
expuestos. Por lo tanto, en relación con personas que están en otras
situaciones de vulnerabilidad, pero no son víctimas de desplazamiento forzado,
la Corte ha indicado que aunque no desconoce la especial protección
constitucional que merecen no procede el mismo amparo que el otorgado a las
víctimas en mención. En consecuencia, ha ordenado que se les brinde la
información y el acompañamiento para la postulación a los programas de acceso a
la vivienda[86].
El segundo grupo de sentencias ha señalado
que las medidas de protección provisionales y urgentes de reubicación
y albergue, así como las medidas de largo plazo cobijan a otras personas en
condiciones de vulnerabilidad que estén asentadas de manera irregular en predios
así no sean víctimas de desplazamiento forzado. Lo anterior, en atención a: (i)
las condiciones de vulnerabilidad por sus particularidades socioeconómicas como
la pobreza extrema; (ii) la especial protección de la que son sujetos por
tratarse de menores de edad, madres cabeza de familia, miembros de comunidades
étnicas, etc; y (iii) por verse avocados a la ocupación irregular como una
forma precaria de satisfacer su necesidad imperiosa de vivienda[87].
El derecho a la
vivienda digna. Reiteración de jurisprudencia[88]
50.-
El artículo 51 de la Constitución Política señala que el derecho a la vivienda
digna es una prerrogativa de la que gozan todas las personas y el Estado tiene
la obligación de establecer las condiciones necesarias para hacerlo efectivo.
Por su parte, el artículo 11 del PIDESC
reconoce “el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y
su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora
continua de las condiciones de existencia”.
La
Corte Constitucional ha analizado la naturaleza jurídica de esta garantía y ha
determinado que se trata de un derecho fundamental autónomo por cuanto:
(i) los instrumentos internacionales que consagran las obligaciones del Estado
colombiano precisan que todos los Derechos Humanos deben ser garantizados; (ii)
el modelo de Estado Social de Derecho conlleva el reconocimiento de los
Derechos Económicos Sociales y Culturales –en adelante DESC- como
fundamentales; (iii) todos los derechos comprenden mandatos de abstención y de
prestación, y esto no es óbice para negar su naturaleza fundamental; (iv) a
pesar de que las prestaciones requeridas para la satisfacción de esta garantía
deben ser precisadas por las instancias del poder es común a todos los derechos
constitucionales cierto grado de indeterminación; y (v) una cosa es la
naturaleza del derecho y otra su eficacia, por lo que un derecho fundamental
puede tener distintos grados de eficacia[89].
El alcance del derecho a la vivienda digna ha sido fijado por esta
Corporación en concordancia con la Observación General No. 4, en la cual el
Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales -en adelante CDESC- precisó
que este derecho implica “disponer de un lugar
donde poderse aislar si se desea, espacio adecuado, seguridad adecuada,
iluminación y ventilación adecuadas, una infraestructura básica adecuada y una
situación adecuada en relación con el trabajo y los servicios básicos, todo
ello a un costo razonable” .
Asimismo, identificó siete elementos que delimitan el concepto de “vivienda
adecuada” y que corresponden a: (i) la seguridad jurídica de la tenencia[90];
(ii) la disponibilidad de servicios, materiales, facilidades e infraestructura[91];
(iii) los gastos soportables[92];
(iv) la habitabilidad[93];
(v) la asequibilidad[94];
(vi) el lugar[95]
y (vii) la adecuación cultural[96].
En
ese sentido, la jurisprudencia constitucional ha resaltado la relación de la
vivienda con la dignidad humana, y ha indicado que el derecho a la vivienda no
debe ser visto únicamente con la posibilidad de contar con un “techo por
encima de la cabeza”, sino que este debe implicar el “derecho a vivir en
seguridad, paz y dignidad en alguna parte”[97].
51.-
Ahora bien, en cuanto a la exigibilidad del derecho a la vivienda digna se ha
reconocido que si bien se trata de un derecho fundamental su materialización es
progresiva. En efecto, el CDESC ha precisado que “la plena efectividad de
todos los derechos económicos, sociales y culturales en general no podrá
lograrse en un breve período de tiempo”[98].
Por su parte, esta Corporación ha reconocido que la
satisfacción plena de los derechos sociales exige una inversión considerable de
recursos públicos con los cuales el Estado no cuenta de manera inmediata. En
consecuencia, la materialización de estos derechos está sometida a una cierta
“gradualidad progresiva”, la cual no puede ser entendida como una justificación para la
inactividad del Estado, que tiene la obligación de garantizar los contenidos
mínimos esenciales y avanzar en la satisfacción plena y cabal del derecho
fundamental a la vivienda[99].
En
relación con los contenidos mínimos para la satisfacción de los DESC la Sentencia
C-165 de 2015[100]
indicó que las facetas que deben cumplirse de inmediato o en períodos
breves de tiempo corresponden a: (i) las de respeto, que constituyen
deberes de abstención del Estado, quién no debe interferir en el disfrute y
goce del derecho; (ii) las de protección, que hacen referencia a los
mecanismos de amparo frente a las injerencias ilegítimas de terceros en el
disfrute del derecho; y (iii) algunas obligaciones de garantía entre las
que se encuentra:
"(i)
garantizar unos contenidos mínimos o esenciales del respectivo derecho a todos
sus titulares; (ii) iniciar cuanto antes el proceso encaminado a la completa
realización del derecho y, como mínimo, disponer un plan trazado de modo
admisible, es decir, que garantice los demás derechos, sea razonable,
especifique las circunstancias de tiempo, modo y lugar en las cuales va a
desarrollarse e incluya en el grupo de beneficiarios a todos los afectados
titulares del derecho;(iii) asegurar la participación de los involucrados en
las decisiones;(iv) no discriminar injustificadamente; (v) proteger
especialmente a personas en situación de debilidad manifiesta; (vi) no
interferir arbitrariamente en el contenido ya garantizado del derecho y (vii)
no retroceder de forma injustificada en el nivel de protección alcanzado.
En consecuencia, las demás obligaciones dirigidas a lograr la
plena satisfacción del derecho a la vivienda son de cumplimiento progresivo.
52.- En concordancia con las facetas descritas la jurisprudencia
constitucional también ha determinado que la protección del derecho fundamental
a la vivienda digna a través de la acción tutela está condicionada a la
posibilidad de que este pueda traducirse en un derecho subjetivo. En
consecuencia, el amparo del derecho a la vivienda por vía de tutela es
procedente en tres hipótesis: primero, cuando se pretende hacer
efectiva la faceta de abstención de la vivienda digna; segundo, siempre
que se formulen pretensiones relativas al respeto de derechos subjetivos
previstos en el marco de desarrollos legales o reglamentarios; y tercero,
en eventos en los que, por una circunstancia de debilidad manifiesta, el
accionante merece una especial protección constitucional y se torna imperiosa
la intervención del juez constitucional para lograr la igualdad efectiva[101].
Con respecto a la última hipótesis en mención este Tribunal ha
destacado la obligación radicada en cabeza del Estado para que el mandato de
igualdad sea real y efectivo a través de la adopción de medidas en favor de
grupos discriminados o marginados, y mediante la especial protección
constitucional de personas en condiciones de debilidad manifiesta. Asimismo, se
ha referido al principio de solidaridad social que, de conformidad con el
artículo 95 superior, es un deber de todos los asociados y, de forma
correlativa, genera medidas de protección de las personas que se encuentren en
estado de vulnerabilidad o debilidad manifiesta como consecuencia de fenómenos
sociales económicos o naturales.
53.-
Ahora bien, descritas las obligaciones del Estado en relación con el derecho a
la vivienda digna la Sala destacará, a continuación, algunas de las
consideraciones expuestas por la jurisprudencia constitucional sobre los
deberes asociados al ejercicio de este derecho y la existencia de
circunstancias constitutivas de abuso del derecho.
Los
deberes en materia de vivienda y las situaciones de abuso del derecho
54.-
El
ejercicio de los derechos comporta la obligación correlativa de respetar los
derechos ajenos y no abusar de los propios, que corresponde al primer deber de
la persona y el ciudadano de acuerdo con lo previsto en el artículo 95 de la
Carta Política[102].
Asimismo, el artículo 83 ibídem establece un mandato de actuación tanto
de las autoridades como de los particulares conforme al principio de buena fe.
Con base en las disposiciones expuestas y en los demás principios fundantes del
Estado Social de Derecho como el respeto de la dignidad humana, la solidaridad
y la prevalencia del interés general se ha reconocido que las situaciones de
abuso del derecho se configuran cuando: (i) alguien que ha adquirido un derecho
de forma legítima lo utiliza para fines no reconocidos por la ley[103];
(ii) una persona se aprovecha de vacíos legales o de interpretaciones
encontradas para obtener beneficios incompatibles con el ordenamiento legal[104];
(iii) un ciudadano utiliza un derecho de manera desproporcionada e irrazonable[105];
o (iv) una persona invoca de manera excesiva o confusa una norma para
desvirtuar el objeto que persigue o protege[106].
De
manera que el pacto social recogido en la Constitución Política de 1991
reconoce como eje transversal la premisa de acuerdo con la cual los derechos llevan
consigo cargas y deberes constitucionales, cuyo cumplimiento no es una
exigencia insustancial sino que materializa los principios y derechos
constitucionales, asegura la convivencia pacífica y la igualdad, y en general
contribuye a la construcción de una sociedad más justa y pacífica. En
consecuencia, el derecho a la vivienda también conlleva obligaciones, entre las
que se encuentran: (i) un ejercicio conforme al principio de buena
fe, lo cual implica actuar con honestidad, lealtad y rectitud; (ii) observar
los mandamientos constitucionales y legales que regulan el debido
aprovechamiento y protección del espacio público, y la protección del medio
ambiente[107];
(iii) utilizar
los mecanismos y canales legales instituidos para el acceso a la vivienda y la
postulación a los programas correspondientes[108];
y, en general, un ejercicio del derecho que considere, no sólo el interés
particular, sino a la sociedad en su conjunto.
55.-
Ahora bien, en la materialización del derecho a la vivienda para la población
más vulnerable concurren una serie de circunstancias que, en algunos casos,
pueden generar abusos del derecho. En efecto, como quiera que todas las
personas tienen la necesidad imperiosa de proveerse un techo, (i) el derecho a
la vivienda digna exige importantes esfuerzos presupuestales e inversión de
recursos públicos; (ii) el país presenta altas cifras de pobreza y desigualdad;
(iii) el fenómeno de desplazamiento forzado ha dejado víctimas durante décadas
en todo el territorio nacional con la consecuente afectación del derecho a la
vivienda digna; y (iv) existen prácticas económicas, sociales y culturales
permeadas por las dinámicas de la ilegalidad y el conflicto. En relación con
este último escenario, se evidencia que algunas personas aprovechan estas
circunstancias para, de manera irregular, acudir a los mecanismos de protección
y desviar la actuación prioritaria del Estado, la cual debe estar focalizada en
la salvaguarda y el restablecimiento de los derechos fundamentales de la población
más vulnerable. Estas actuaciones, además de ser cuestionables desde una
perspectiva de la legalidad, deben ser objeto de un mayor reproche jurídico y
social por cuanto afectan el desarrollo de los esfuerzos en la política de
vivienda, instrumentalizan la situación de vulnerabilidad de la población y
generan mayores obstáculos para que las personas que requieren con mayor
urgencia satisfacer la vivienda digna puedan acceder a los programas previstos
para el efecto.
En
atención a los deberes constitucionales y las circunstancias descritas, la
jurisprudencia ha reconocido situaciones de abuso en el ejercicio del derecho a
la vivienda. Por lo tanto, ha indicado que cualquier acción de un ciudadano que
constituya un obstáculo desproporcionado, desleal y notoriamente arbitrario
para perturbar la actuación de las autoridades administrativas, dirigida a
garantizar la vivienda digna, debe ser considerado como un acto constitutivo de
abuso del derecho y, por lo tanto, reprobado por el juez constitucional e investigado
penalmente por las autoridades competentes[109].
Asimismo, ha considerado que la promoción de urbanizaciones ilegales
constituye, además de una conducta sancionada penalmente, un grave abuso del
derecho porque estas actuaciones parten del aprovechamiento de vacíos legales
sobre la titularidad de la propiedad, corresponden a un uso irracional de los
principios que hacen parte del derecho fundamental a la vivienda digna, y
permiten que personas inescrupulosas estafen sistemáticamente a personas
de escasos recursos económicos.
56.- En consecuencia, en el marco de la protección del
derecho a la vivienda, si bien el juez constitucional debe enfocar su actuación
en el amparo y restablecimiento de los derechos fundamentales, no puede
desconocer los deberes correlativos asociados a su ejercicio, pues estas
obligaciones no son formalidades insustanciales sino que se trata de verdaderos
presupuestos para la materialización de principios como los de igualdad, de
legalidad, de solidaridad, entre otros. Igualmente, debe evaluar con especial
precaución el contexto fáctico y los elementos de prueba en situaciones en las
que pueda resultar instrumentalizada la especial protección de sujetos
vulnerables por parte de personas inescrupulosas para la obtención de ventajas
ilegítimas; y velar para que, a través de las medidas de protección en los
casos concretos, no se afecten los derechos de otras personas en las mismas o
más graves condiciones de vulnerabilidad ni se desvíe la debida focalización de
los recursos.
El derecho a la vivienda digna de las víctimas de desplazamiento
forzado. Reiteración de jurisprudencia
57.- En relación con la vivienda digna de víctimas del desplazamiento
forzado esta Corporación ha señalado en múltiples oportunidades[110]
que este derecho fundamental tiene un carácter autónomo y merece una
protección reforzada, debido a que:
“el desplazamiento es consecuencia del despojo, usurpación o
abandono forzado del lugar de residencia y de la vivienda que las víctimas
habitaban, lo cual hace parte de la configuración de este grave delito contra
los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. Por esta razón, el
derecho a la vivienda digna es uno de los derechos fundamentales que por
excelencia resulta vulnerado por las situaciones de desplazamiento forzado, lo
cual exige el trato especial, preferente y prioritario que merecen estas
víctimas, especialmente, respecto del derecho fundamental antes mencionado.”[111]
Adicionalmente, con respecto a la obligación reforzada del Estado
en la protección y el restablecimiento de los derechos de las víctimas de
desplazamiento forzado, la Corte desde sus primeros pronunciamientos también
hizo énfasis en el incumplimiento de los deberes del Estado en la protección de
la vida e integridad de los asociados y en el aseguramiento de las condiciones
de orden y seguridad que evitaran este fenómeno. En ese sentido, la Sentencia
SU-1150 de 2000[112]
señaló que la atención de las víctimas del desplazamiento forzado
compromete la legitimidad del Estado, pues:
“(…) si el Estado -que de acuerdo con la teoría es la asociación
que debe monopolizar el ejercicio de la fuerza- no fue capaz de impedir que sus
asociados fueran expulsados de sus lugares de origen, tiene por lo menos que
garantizarle a los cientos de miles de colombianos que han tenido que abandonar
sus hogares y afrontar condiciones extremas de existencia la atención necesaria
para poder reconstruir sus vidas.”
Finalmente, desde
la declaración formal del estado de cosas inconstitucional en la Sentencia
T-025 de 2004[113]
se indicó
que, si bien el desplazamiento forzado no es ocasionado por el Estado sino por
grupos al margen de la ley, lo cierto es que las políticas públicas de atención
a las víctimas no han logrado contrarrestar su situación de vulnerabilidad, no
han asegurado el goce efectivo de sus derechos constitucionales ni han
favorecido la superación de las condiciones que ocasionan la violación de tales
derechos. Por lo tanto, existe un estado de cosas inconstitucional que
involucra las omisiones estructurales del Estado en la debida atención de las
víctimas de violaciones masivas, prolongadas y sistemáticas a los derechos
humanos.
En
síntesis, la protección reforzada de los derechos de las víctimas de
desplazamiento forzado, incluido el derecho a la vivienda, tiene sustento en:
(i) la dinámica del desplazamiento que genera que las personas se vean forzadas
a abandonar intempestivamente sus hogares y lugares de origen, y deban arribar,
en condiciones precarias, a otros lugares con los que no tienen arraigo; (ii)
el desplazamiento forzado, aunque se cometa por grupos al margen de la ley,
comporta el incumplimiento de los deberes del Estado, pues no brindó las
medidas de protección y seguridad para que este fenómeno no se produjera; y (iii)
la actuación estatal no ha logrado proteger y restablecer los derechos de las
víctimas de desplazamiento forzado, lo que configura un estado de cosas
inconstitucional que involucra las omisiones estructurales en la debida
atención de las víctimas.
58.- Ahora bien, la protección constitucional reforzada de las
víctimas de desplazamiento forzado se traduce en especiales deberes y
responsabilidades de las autoridades nacionales, regionales y locales para
garantizar la vivienda digna a esta población. Estas obligaciones tienen que
enmarcarse en una política pública estructural, a partir de la cual se dé una
respuesta eficaz y oportuna, tanto a la provisión de vivienda transitoria a las
víctimas, como a la garantía de soluciones duraderas.
En relación con las obligaciones de las autoridades públicas para
la garantía del derecho a la vivienda de la población desplazada, la
jurisprudencia ha determinado que estas consisten, como mínimo, en las
siguientes:
“i) brindarle soluciones de vivienda de carácter temporal en
condiciones dignas; ii) facilitarle el acceso a soluciones de carácter
permanente; iii) proporcionarle asesoría sobre los procedimientos que deben
seguir para acceder a programas de vivienda; iv) tomar en consideración los
subgrupos de la población, como niños, personas de la tercera edad o madres
cabeza de familia, en el diseño de planes y programas; y v) eliminar las
barreras de acceso a los programas de asistencia social del Estado, entre otras
obligaciones.”[114]
En conclusión, el derecho
a la vivienda digna de las víctimas de desplazamiento forzado es fundamental y
merece una actuación reforzada de Estado para su protección y restablecimiento;
por lo tanto, la acción de tutela es procedente para reclamar su protección.
Además, las autoridades tienen la obligación de prever soluciones de vivienda
temporal o permanente de manera digna, crear planes y programas sociales para
acceder a estas soluciones y proporcionar el debido acompañamiento para
materializar esta prerrogativa.
Los instrumentos para la protección del derecho a la
vivienda digna de la población desplazada en los momentos cercanos al hecho
victimizante
59.- Tal y como se explicó
previamente, el Estado tiene una obligación reforzada de garantizar el
derecho a la vivienda digna de las víctimas de desplazamiento forzado. En cumplimiento de esa obligación y para el
restablecimiento de ese derecho, es necesario distinguir dos tipos de medidas.
De un lado, la atención humanitaria, que corresponde a las acciones inmediatas o cercanas a la
configuración del hecho victimizante y constituyen la respuesta estatal urgente
y necesaria para la protección de los derechos de las víctimas –incluido el
derecho a la vivienda– conculcados por desplazamiento forzado[115]. De
otro lado, las medidas de estabilización social y económica, que son las
acciones para restablecer de forma permanente los derechos transgredidos por el
desplazamiento forzado[116].
Las primeras medidas están reglamentadas de forma particular para las víctimas
de desplazamiento forzado, y las segundas, aunque también cuentan con
regulación particular, se inscriben dentro de una política más general de
acceso a la vivienda para la población vulnerable.
A continuación, la Sala hará una breve referencia
a las medidas referidas, en aras de establecer el diseño legal de la actuación
del Estado de cara al derecho a la vivienda digna de la población desplazada.
Esta regulación constituye un insumo importante para evaluar la atención y actuación
estatal con respecto a los promotores del amparo constitucional bajo examen y
su incidencia en las medidas de amparo en el marco de actuaciones de desalojo.
60.- De acuerdo con el artículo 62 de la Ley 1448
de 2011, la atención humanitaria se desarrolla en tres fases, a saber:
61.- La atención humanitaria inmediata,
que corresponde a la ayuda humanitaria entregada a las
personas que manifiestan haber sido desplazadas, se encuentran en situación de
vulnerabilidad acentuada y requieren albergue temporal y asistencia
alimentaria. Esta medida se ofrece antes de la inscripción en el RUV y está a
cargo de la entidad territorial receptora de las personas desplazadas[117]. En concreto, se trata
de la obligación de las entidades territoriales de prestar el
alojamiento transitorio en condiciones dignas y de forma inmediata, una vez
ocurre el desplazamiento forzado.
62.- La atención humanitaria de emergencia
hace referencia a la atención de las necesidades de las víctimas de desplazamiento
forzado tras su inclusión en el RUV[118].
Estas medidas deben ser otorgadas por la UARIV y comprenden, entre otros, los
componentes de alimentación, artículos de aseo, alojamiento transitorio y
vestido. Esta atención se entrega de acuerdo con el grado de necesidad y urgencia con respecto a la subsistencia
mínima[119],
y se dirige a los hogares: (i) cuyo desplazamiento haya
ocurrido dentro del año anterior a la fecha de solicitud; (ii) con respecto a
los que se identifiquen carencias graves en los componentes de
alojamiento temporal o alimentación, cuyo desplazamiento haya ocurrido dentro
de los diez años anteriores a la fecha de la solicitud; y (iii) cuya situación
sea de extrema urgencia y vulnerabilidad, independientemente del tiempo
transcurrido desde la ocurrencia del hecho victimizante[120].
La situación de cada hogar se
examina en relación con las carencias que presenta y con fundamento en la información obrante en los
registros, bases de datos oficiales y los datos suministrados por los hogares a
la UARIV. De manera que los montos, los componentes y
la temporalidad en la entrega de la atención humanitaria dependen de la
valoración de la situación de vulnerabilidad de los hogares, determinada por
las condiciones y las características particulares y actuales de cada uno de
sus miembros. En síntesis, la tasación y frecuencia de esta medida debe ser
proporcional a la gravedad y urgencia de las carencias identificadas, y
responde al análisis de la composición del hogar y el grado de afectación[121].
63.- La atención
humanitaria de transición incluye las medidas para la atención de las víctimas
cuyo desplazamiento haya ocurrido en un término superior a un año contado a
partir de la declaración y que, previo análisis de vulnerabilidad, se evidencie
la persistencia de carencias en los componentes de alimentación y alojamiento,
pero cuya situación no sea de tal gravedad que se mantenga la necesidad de la
atención humanitaria de emergencia. Esta medida “tiene
como finalidad servir de puente para consolidar soluciones duraderas”[122].
64.- En síntesis,
existe una serie de obligaciones en cabeza del Estado dirigidas a responder de
forma inmediata a la situación de desplazamiento forzado y la grave violación
de derechos humanos que comporta. Esta respuesta corresponde a la atención
humanitaria, y por la dinámica del desplazamiento incluye medidas en materia de
alojamiento, las cuales varían de acuerdo con la proximidad del hecho
victimizante, la evolución de las necesidades de atención y el seguimiento en
los momentos próximos a ese hecho. Con todo, esta respuesta no agota las
obligaciones públicas de cara al restablecimiento del derecho a la vivienda de
las víctimas de desplazamiento forzado.
65.- Ahora
bien, como quiera que la ayuda humanitaria es, por definición, temporal y las
personas no pueden depender indefinidamente de estas medidas, la actuación del
Estado debe estar encaminada a generar estrategias que contribuyan a que la
población desplazada obtenga un restablecimiento de sus derechos y sea
autosuficiente en la generación de sus propios medios de subsistencia. En
particular, adelantar acciones dirigidas a que cese la situación de
desplazamiento forzado, esto es, que se logre: “(…) la
consolidación y estabilización socioeconómica, bien sea en su lugar de origen o
en las zonas de reasentamiento”[123].
En ese
sentido, el artículo 16 de la Ley 387 de 1997 estableció la obligación de apoyar el
retorno de la población desplazada a sus lugares de origen, y el artículo
17 ibídem la promoción de actuaciones de mediano y largo plazo con el
propósito de generar condiciones de sostenibilidad económica y social en
el marco del retorno voluntario o del reasentamiento en otras zonas rurales o
urbanas, a través de medidas como los programas de atención social en vivienda.
En consecuencia, la Sala hará
referencia al desarrollo de la política pública dirigida a restablecer el
derecho a la vivienda de la población desplazada gravemente afectado, la cual
se enmarca en unas medidas más amplias para la satisfacción progresiva del
derecho a la vivienda de la población vulnerable, y que ha sido impulsada y
controlada por la Sala Especial de Seguimiento al Estado de Cosas
Inconstitucional en Materia de Desplazamiento Forzado.
La política pública de vivienda
para la población más vulnerable y la focalización en las víctimas de
desplazamiento forzado
66.- En el ordenamiento
jurídico colombiano, desde la expedición de la Ley 3ª de 1991[124]
se desarrolló la política pública de satisfacción de vivienda a través del
Sistema Nacional de Vivienda de Interés Social, integrado por las entidades
públicas y privadas que cumplen funciones relacionadas con la financiación,
construcción, mejoramiento, reubicación, habilitación y legalización de títulos
de viviendas de esta naturaleza. Este sistema ha sido objeto de múltiples
modificaciones y reglamentaciones, las cuales hoy se encuentran integradas en
el Decreto 1077 de 2015, reglamentario del sector vivienda.
En lo que respecta al
componente de acceso a la vivienda de la población más vulnerable,
inicialmente, la Ley 3ª de 1991 previó el subsidio de vivienda como un método
de financiación dirigido a la población que carezca de recursos suficientes
para “obtener una vivienda, mejorarla o habilitar legalmente los títulos de
la misma”[125]. Posteriormente, como
respuesta al fenómeno de desplazamiento forzado, las disposiciones legislativas
de atención y reparación integral de las víctimas desarrollaron diversas
medidas para el restablecimiento y garantía del derecho a la vivienda
focalizadas principalmente en la entrega de subsidios, ya sea en el marco del
retorno o del reasentamiento.
67. La política de vivienda
para la población desplazada se ha desarrollado bajo tres esquemas distintos, los cuales han sido descritos,
evaluados e impulsados por la jurisprudencia de la Corte Constitucional. En
particular, a través de la función de revisión mediante la decisión de acciones
de tutela[126],
el examen de constitucionalidad de normas dirigidas a la atención de las
víctimas[127]
y la actuación de la Sala de Seguimiento al ECI Desplazamiento Forzado.
La Sentencia T-025 de 2004[128]
resaltó que uno de los derechos que con mayor frecuencia vulnera el
desplazamiento forzado es el derecho a la vivienda “(…) puesto que las personas en condiciones de desplazamiento tienen
que abandonar sus propios hogares o lugares habituales de residencia y
someterse a condiciones inapropiadas de alojamiento en los lugares hacia donde
se desplazan, cuando pueden conseguirlas y no tienen que vivir a la
intemperie.” Asimismo, al evaluar la política de
atención a las víctimas de desplazamiento forzado advirtió la insuficiencia en
la acción estatal en lo que respecta, entre otros, al derecho a la vivienda por
cuanto: (i)
los programas de estabilización socioeconómica y
adjudicación de tierras y vivienda se facilitan a un número mínimo de
desplazados; (ii) las entidades responsables se abstienen de prestar la
asesoría y acompañamiento necesarios para el acceso a créditos y subsidios; (iii)
no se ha desarrollado el componente de retorno; (iv) los requisitos de acceso a
programas de subsidio desconocen la realidad económica de las víctimas, pues en
muchos casos se les exige ser propietarios, acreditar tiempos de ahorro,
aportar referencias comerciales y otras condiciones que ignoran su situación de
vulnerabilidad; (v) se presentan retrasos en la atención y en el desarrollo de
los programas; (vi) la falta adecuada de información sobre las zonas aptas para
la construcción de vivienda ha generado reasentamientos en barrios marginales
que no cuentan con servicios públicos domiciliarios básicos, o en zonas de alto
riesgo; y (vii) la asignación del presupuesto para la atención de la población
desplazada es insuficiente. Todas estas falencias generaban que, para el año
2004, sólo el 3.7% de la población con demandas potenciales accediera a la
ayuda en vivienda ordenada en la ley. En consecuencia, se emitieron órdenes
estructurales dirigidas a superar la violación sistemática de los derechos de
la población desplazada.
68.-. En el marco del proceso de seguimiento a la superación
del ECI en materia de desplazamiento forzado se han proferido diferentes
medidas relacionadas con la política de vivienda. Los Autos 160 de 2015[129] y 373 de 2016[130] explicaron
los esquemas de la política en mención y su evolución, los cuales se
describirán a continuación:
El primer esquema surgió con la expedición
de la Ley 387 de 1997 y la reglamentación del Decreto 951 de 2001, y se enfocó
en subsidiar la demanda a través de aportes en dinero a la población desplazada
para la adquisición de vivienda. Este esquema exigía la concurrencia del
beneficiario del subsidio para el cierre financiero. Bajo esta modalidad se
adelantaron convocatorias en los años 2004 y 2007.
En Auto 008 de 2009[131], la
Sala de Seguimiento ordenó la reformulación de la política pública de vivienda
para la población desplazada por cuanto su implementación no demostró avances
significativos y porque el diseño amenazaba con perpetuar el ECI. En
particular, se advirtió que los subsidios estaban lejos de cubrir la demanda
real, pues menos del 50 % de los subsidios asignados se ejecutaban, y en los
casos ejecutados sólo el 13% de los beneficiarios terminaba accediendo a una
vivienda digna. Asimismo, se resaltó que el problema principal del diseño
consistía en la exigencia de la concurrencia económica de las víctimas por
cuanto: “los hogares desplazados no cuentan con suficientes recursos para
cubrir la financiación no subsidiada por el Estado.”
En atención a la orden descrita, se desarrolló un
segundo esquema en los Decretos 3450 y 4911 de 2009, a través de los que
se pretendió estructurar un sistema mixto, de promoción de la oferta y la
demanda, y la incorporación de la población desplazada a los macroproyectos de
interés social nacional. En el marco de este esquema, se realizaron tres
convocatorias en el año 2011.
En Auto 219 de 2011[132]
se indicó que, si bien se verificaron algunos cambios en los
planteamientos de la política de vivienda, no se produjo la reformulación
ordenada por cuanto se insistió en los mismos instrumentos empleados en el
pasado, no se tuvieron en cuenta las características y dinámicas propias del
mercado inmobiliario, y la producción de vivienda se concentró en agentes
privados especializados que no tenían en cuenta la brecha existente entre las
viviendas que se producen, la capacidad de pago y las necesidades de las
familias desplazadas.
En esa oportunidad, se advirtió que, a pesar de los reparos
advertidos en el proceso de seguimiento, el Gobierno Nacional insistió en que
el modelo de subsidios es el vehículo más adecuado para entregarle recursos del
Estado a la población más vulnerable, y se limitó a hacer algunos ajustes
orientados a flexibilizar los requisitos tradicionales y generar nuevos
instrumentos sin modificar la orientación del primer esquema, cuya
insuficiencia se había comprobado. En consecuencia, la
Sala indicó que:
“(…) sigue
siendo casi imposible para la población desplazada por la violencia acceder a
una vivienda digna. Entre otras falencias se destacan (i) la bajísima oferta de
vivienda para la población desplazada, (ii) la complejidad
del proceso de postulación y la poca difusión de información pertinente para
acceder a los subsidios ofrecidos, o para interponer oportunamente recursos
en caso de no ser favorecidos con el Subsidio Familiar de Vivienda (SFV),
así como (iii) la insuficiente capacitación de los funcionarios de
los entes territoriales en el área que cobija la política de vivienda para
población desplazada.(subrayas propias)
En concordancia con lo expuesto se concluyó que la política de
vivienda desarrollada hasta el momento: (i) mantenía la deficiencia de oferta
de vivienda de interés social; (ii) no respondía a la baja calidad del espacio
habitacional ofrecido; y (iii) se erigía sobre un presupuesto reducido,
situación que favorecía el crecimiento de asentamientos precarios. Asimismo, se
determinó que la priorización en los macroproyectos
de interés social nacional no era efectiva, pues en muchas zonas en los que se
desarrollaban no se tenía en cuenta a la población desplazada.
En atención a las falencias identificadas, se
emitieron nuevas órdenes dirigidas a lograr espacios de concertación sobre la reformulación
de la política de vivienda, y la presentación de informes de las entidades
involucradas en la materia para superar las insuficiencias ampliamente
referenciadas.
Finalmente, el tercer esquema evaluado por
la Sala de Seguimiento se implementó a través de la Ley 1537 de 2012, en la que
se fortaleció el sistema mixto, se aumentó el monto de los subsidios de 7.5 SMMLV a 25 SMMLV, y se creó el “Programa
de Vivienda Gratuita”[133],
dirigido a facilitar el cierre financiero y superar algunos de los obstáculos
operativos y de gestión entre las entidades.
69.- La última vez que la Sala de Seguimiento al ECI
Desplazamiento Forzado evaluó los avances en materia de vivienda fue mediante
el Auto 373 de 2016[134].
En esta oportunidad, estudió la reformulación de la política ordenada en el
2009 y las actuaciones concretas en vivienda rural y urbana. En relación con
estos asuntos, concluyó que las autoridades demostraron un nivel de
cumplimiento medio y bajo.
En lo que respecta a la
vivienda urbana advirtió que la reformulación integral de la política de
vivienda se satisfizo en un nivel medio. En concreto, reconoció que el “Programa de Vivienda Gratuita” superó varios de
los obstáculos identificados a lo largo del proceso de seguimiento y, con ello,
se alcanzaron “resultados que impactan favorablemente el goce efectivo del
derecho a la vivienda de la población desplazada”. En ese sentido, resaltó
que los 48.529 subsidios en especie entregados entre 2012 y 2015 se acercaron a
igualar toda la actuación adelantada en los nueve años en los que se
implementaron los dos esquemas anteriores
Con base en la evolución descrita, la Sala concluyó que se cumplió
con la obligación de rediseñar la política y que la entrega de subsidios en
especie superó los problemas relacionados con la falta de recursos para el
cierre financiero, se estimuló la oferta de vivienda y se asignó mayor
presupuesto. Asimismo, reconoció que la estrategia no se limitó a concretar
soluciones de vivienda sino que también se propuso brindar un entorno con
dotaciones de servicios públicos, salud, educación, recreación, transporte,
acompañamiento psicosocial, entre otros bienes y servicios, que correspondía a una apuesta integral del Gobierno Nacional
para materializar el goce efectivo del derecho a una vivienda digna de la
población desplazada.
No obstante, advirtió que aproximadamente
80.000 hogares no habían accedido a una solución efectiva de vivienda a pesar
de haber recibido un subsidio -dentro de los esquemas anteriores- que no
pudieron aplicar, o se encontraban en estado calificado sin acceso a las
soluciones habitacionales. Estas dificultades se presentaron por las siguientes
razones: (i) la estrategia de comunicación por medio de las cajas de
compensación familiar resultaba insuficiente; (ii) la falta de participación de
algunos municipios en las convocatorias del programa por carecer de lotes y
terrenos disponibles para ejecutarlo, a pesar de contar con un censo de
población beneficiaria de los esquemas pasados; (iii) la situación de los
beneficiarios a quienes se les aplicaron los subsidios en proyectos que se
declararon en incumplimiento y no pueden acceder a los nuevos programas; (iv)
la recomposición de los grupos familiares que fueron beneficiarios de los
subsidios en el esquema anterior; (v) la situación del resto de la población
desplazada que, a pesar de no haber participado en las convocatorias, necesita
una solución de vivienda[135];
(vi) los programas alternativos desconocían la realidad económica de la
población desplazada, por cuanto requerían que los hogares postulantes contaran
con un mínimo de ingresos equivalente a 2 SMMLV y haber obtenido un crédito de
vivienda; y (vii) problemas en la ejecución de los proyectos, que requerían
esfuerzos de coordinación
70.- En materia de vivienda rural, la Sala refirió los
dos esquemas de política pública desarrollados hasta el momento. El primero,
entre el 2001 y el 2011[136]
y el segundo desde el 2012[137]
y que estaba próximo a ser reforzado mediante el Decreto 1934 de 2015. En
relación con la vivienda rural, se advirtió que las medidas implementadas
presentaban problemas en: (i) la siniestralidad y el
incumplimiento de los proyectos; (ii) la
ejecución de los recursos y la consecuente entrega inoportuna de las viviendas,
particularmente, debido a las dificultades para adquirir las pólizas; (iii) la
falta de información sobre la necesidad y demanda de vivienda rural; y (iv) la
brecha entre el desarrollo de vivienda urbana y vivienda rural.
71.-
Con base en la actuaciones referidas y a pesar de los reconocidos avances, la
Sala de Seguimiento advirtió que persistía una baja cobertura en la
satisfacción de vivienda, en la proporción de
hogares con seguridad jurídica en la tenencia de la vivienda, el acceso a
algunos servicios públicos y pocos avances en el desarrollo y ejecución de la
política de vivienda rural. Por ende, concluyó que se mantenía la necesidad de
la intervención del juez constitucional y profirió diferentes órdenes para el
avance en la superación del ECI en la materia y la protección efectiva del derecho a la vivienda de la población desplazada.
72.- El Gobierno Nacional, en el informe
anual de 2018 presentado ante la Sala de Seguimiento al ECI Desplazamiento
Forzado planteó: (i) una propuesta de ajuste a la batería de indicadores
formulada en cumplimiento de la orden primera del Auto 373 de 2016https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/autos/2019/a331-19.htm
- _ftn21; (ii) la medición de la batería propuesta; (iii) el
análisis de los resultados en relación con los umbrales establecidos; y (iv)
solicitudes relacionadas con levantamientos parciales del ECI. Actualmente, la Sala
adelanta el proceso de verificación de la idoneidad de los indicadores como
medio de prueba para examinar el avance en el goce efectivo de los derechos de
la población desplazada[138].
73.- La
descripción sobre el proceso de seguimiento al ECI en relación con el derecho a
la vivienda de las víctimas de desplazamiento forzado permite extraer las
siguientes conclusiones: (i) se trata de una materia en la que se adelantan
esfuerzos institucionales, guiados y monitoreados por la intervención del juez
constitucional y conciliados en el marco de la naturaleza dialógica del proceso
de seguimiento; (ii) la definición de la política de vivienda para la población
desplazada no es discrecional de cada Gobierno, por cuanto involucra la
protección y el restablecimiento de los derechos de las víctimas de
desplazamiento forzado, y la superación de una comprobada situación de
violación masiva, prolongada y sistemática de derechos fundamentales; (iii) en
el marco del diálogo entre el juez constitucional y las autoridades con
competencias en materia de vivienda se han alcanzado importantes avances, y se
han superado problemas en el diseño, la ejecución y la cobertura de la política
pública de vivienda; (iv) con todo, los graves problemas de protección y acceso
a la vivienda digna se mantienen en relación con un importante grupo de
población desplazada; de ahí que el diseño, la ejecución y la evaluación de las
medidas de protección sigan siendo aspectos monitoreados por la Sala de
Seguimiento al ECI Desplazamiento Forzado.
74.- Ahora bien, tal y como se explicó, la última vez que se analizó
la política de vivienda para población desplazada fue en el Auto 373 de 2016[139].
De manera que han trascurrido cuatro años desde la última evaluación de la
materia, tiempo en el que, además, se produjo un cambio de Gobierno. Por lo
tanto, la Sala hará referencia a los otros programas en materia de vivienda
referidos por las autoridades públicas en el trámite de esta acción
constitucional y que dichas entidades identificaron como la oferta
institucional vigente para las víctimas de desplazamiento forzado y la
población en situación de vulnerabilidad que ocupa el predio ubicado en El
Copey.
El Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, FONVIVIENDA y la
UARIV, con competencias en materia de satisfacción de vivienda y a quienes se
les preguntó en esta sede por los mecanismos de acceso y garantía del derecho a
la vivienda para la población víctima de desplazamiento forzado y en
condiciones de vulnerabilidad, hicieron referencia a algunos programas que se
referirán a continuación, los cuales son concordantes con las Bases del Plan
Nacional de Desarrollo 2018-2022 “Pacto por Colombia, pacto por la equidad”
y con la oferta institucional publicitada por la cartera de vivienda en su
sitio web oficial[140].
En concreto, refirieron los siguientes programas de vivienda:
75.-
El Programa
de Promoción y Acceso a la Vivienda de Interés Social Mi Casa Ya, que
busca facilitar la compra de vivienda nueva de la clase media en zona
urbana[141]. El programa se dirige a hogares con
ingresos de hasta cuatro salarios mínimos y para la adquisición de viviendas de
hasta 135 SMLMV o 150 SMLMV. El subsidio oscila entre 20 y 30 SMLMV, y cuatro a
cinco puntos porcentuales de la tasa de interés[142].
76.- El Semillero de Propietarios Ahorradores, que presenta dos modalidades. La primera, subsidia el arriendo y busca
atender a los hogares que habitan en viviendas no dignas o cuya tenencia se
ejerce mediante contratos de arrendamiento informales. De acuerdo con el artículo
2.1.1.6.1.2. del Decreto 1077 de 2015, el subsidio corresponde a un aporte
estatal en dinero de hasta 0.6 SMLMV para cada canon de
arrendamiento hasta por 24 meses, el
cual se otorga por una sola vez al beneficiario de forma periódica o
anticipada, sin cargo de restitución, destinado a cubrir un porcentaje del
canon mensual de arrendamiento, en aras de acceder como arrendatario a una
solución de vivienda[143].
La segunda modalidad, prevé un aporte del
beneficiario que constituye un ahorro a través del depósito en una cuenta
especial, hasta llegar a la suma de 4,5 SMMLV. El valor del subsidio familiar de vivienda será de
hasta 6 SMLMV para el ejercicio de la opción de compra, en el marco de leasing
habitacional, o la compra de otra vivienda con la utilización del ahorro
promovido en el programa[144].
77.-
El programa Casa Digna Vida Digna busca superar el déficit cualitativo
de las viviendas y, por lo tanto, se concentra en el mejoramiento en las condiciones
de espacio, servicios públicos, estructura, entre otros. Por esta razón,
es un presupuesto para la postulación a dicho programa ser propietario de una
vivienda o poseedor regular de un inmueble por el término de cinco años[145].
El subsidio corresponde a un aporte en dinero de hasta 18 SMLMV[146].
78.-
Finalmente, se encuentra el Subsidio Familiar de Vivienda 100% en especie,
que se deriva del programa de vivienda gratuita creado en el artículo 12 de la
Ley 1537 de 2012[147].
En este programa se entregan las
viviendas 100% subsidiadas resultantes de los proyectos destinados a otorgar
subsidios familiares, a los beneficiarios que cumplan con los requisitos de
priorización y focalización establecidos por el Gobierno Nacional a través del
DPS[148].
El artículo 6º ibídem precisa que esta
política de vivienda en especie para la población más vulnerable es secuencial
y continua, es decir que se desarrolla a través de programas sucesivos en el
tiempo. Cada programa consistirá en el suministro de una cantidad de subsidios
en especie y se formula de acuerdo con la disponibilidad presupuestal y las
apropiaciones del sector de vivienda. El artículo 12 ejusdem estableció
los criterios de priorización y precisó que la asignación de viviendas
beneficiará de forma preferente a la población que cumpla con las siguientes
características:
“(…) a) que esté vinculada a programas sociales
del Estado que tengan por objeto la superación de la pobreza extrema o que se
encuentre dentro del rango de pobreza extrema, b) que esté en situación de
desplazamiento, c) que haya sido afectada por desastres naturales, calamidades
públicas o emergencias y/o d) que se encuentre habitando en zonas de alto
riesgo no mitigable.
Asimismo, en el marco de la población descrita se
prioriza a: “las mujeres y hombres cabeza de hogar, personas en situación de
discapacidad y adultos mayores.”
79.-
Tal y como se explicó en los fundamentos jurídicos 69 a 71 de esta sentencia,
la política de vivienda gratuita fue evaluada por la Sala de Seguimiento en el
año 2016 y se reconocieron los avances que planteó con respecto a los diseños
anteriores. La Sala advirtió que, en la medida en que se trata de una
estrategia de asignación de vivienda que no exige el cierre financiero de las
víctimas, quienes no cuentan con los recursos para el efecto, contribuyó de
manera más efectiva al acceso a la vivienda de la población desplazada y que
los resultados alcanzados en tres años de ejecución igualaban la actuación de nueve
años de política de vivienda.
El
programa de vivienda gratuita está registrado en la oferta institucional que
refiere la cartera de vivienda actualmente y las normas que lo regulan no han
sido derogadas, aunque su continuidad no se previó de forma expresa en las
estrategias del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022. Adicionalmente, en la
respuesta remitida por FONVIVIENDA y COMFACESAR, se adujo que están pendientes
algunas actuaciones del Programa de Vivienda Gratuita Fase II, como los sorteos
de la Urbanización Villa Ángela en el municipio El Copey, pero no identificó
este programa como parte de la oferta institucional actual en materia de
vivienda. Finalmente, en informe emitido por la Contraloría General de la
República para el año 2019 se indicó:
(…) no existe continuidad en el programa de viviendas totalmente
subsidiadas o “gratuitas” que otorgó cerca de 130.000 alojamientos. Frente a
ello, el Gobierno no formuló soluciones alternativas para la población en
condiciones de extrema pobreza y vulnerabilidad (sin capacidad de ahorro y
acceso al crédito, desplazados, afectados de desastres y habitantes en zonas de
alto riesgo), que considere una mayor participación de los beneficiarios,
acceso a infraestructura institucional y comunitaria, además del desarrollo
progresivo y flexible de la vivienda para que sea asequible y adecuada a sus
necesidades personales y culturales.”[149]
Con
base en los elementos en mención, existen dudas sobre la continuidad de la
política actual de vivienda en relación con las víctimas de desplazamiento
forzado. En particular, no es claro si el enfoque de la política pública actual
de atención responde a la evolución de los esquemas descritos en los
fundamentos jurídicos 68 a 71 y mantiene o avanza en los estándares que se
alcanzaron en ese proceso. Como se vio, las medidas de atención en vivienda a
la población desplazada no están sujetas a la discrecionalidad de cada
Gobierno, en tanto involucran el restablecimiento de los derechos de población
desplazada y la superación de una comprobada situación de violación masiva,
prolongada y sistemática de derechos fundamentales. Además, se trata de una
política que ha avanzado en el marco de un diálogo entre las víctimas, el juez
constitucional y las autoridades con competencias en materia de vivienda. Por
lo tanto, en el acápite de la unificación jurisprudencial se adoptarán algunas
medidas para que, en concordancia con la actuación y el acompañamiento de la
Sala de Seguimiento se determine el estado actual de la política de
satisfacción de vivienda de la población desplazada.
La atención humanitaria frente a la migración masiva de nacionales
venezolanos y la respuesta con respecto a las necesidades habitacionales
80.-
A lo largo de la historia, Colombia se ha caracterizado por ser un país de
emigrantes. Varios de sus ciudadanos se han dirigido hacia otros países en
busca de mejores oportunidades[150].
En particular, las causas principales de la
emigración han sido el conflicto armado interno, con más de ocho millones de
víctimas, y el consecuente desplazamiento forzado, (que le ha valido al país el
segundo lugar entre las naciones con mayores índices de desplazamiento forzado
en el mundo[151]). Como respuesta a estos fenómenos,
la política pública no se ha centrado en la situación de emigración sino en la
atención del fenómeno de desplazamiento forzado interno en mención.
No obstante, a partir del año 2015 la situación contrasta con la
tendencia histórica de emigración. Desde entonces se registra un fenómeno
migratorio masivo de ciudadanos venezolanos hacía Colombia, debido a la difícil
situación económica[152], social y política que afronta
Venezuela, que con el paso del tiempo, se ha transformado en una situación de
crisis humanitaria que se mantiene en la actualidad[153].
De acuerdo con los informes de la Oficina del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Refugiados, Colombia es el principal país de
acogida para los migrantes venezolanos[154]. En efecto, a partir del 19 de agosto
de 2015, momento en el que Venezuela cerró su frontera con el Estado colombiano,
Migración Colombia registró el aumento de las cifras de migración y de acuerdo
con el último comunicado oficial de esa entidad se estima que un total de 1’764.883
ciudadanos venezolanos estaban radicados en territorio colombiano para mayo
de 2020. En relación con esta cifra, es necesario precisar que más de un millón
de nacionales venezolanos no han regularizado su estancia en Colombia. En
concreto, más de 293.000 personas están en situación de irregularidad
migratoria al haber superado el tiempo de permanencia permitido y cerca de
708.000 ingresaron al país por canales no autorizados para ello, sin sellar su
pasaporte[155].
El escenario descrito permite concluir, como esta Corporación lo
ha hecho en otras oportunidades, que varios departamentos y municipios del país
enfrentan una crisis humanitaria a causa de la migración masiva de ciudadanos
venezolanos al territorio nacional[156]. Los patrones actuales de migración
han desbordado la capacidad institucional de los principales municipios de
acogida y han exigido una actuación tanto de las entidades territoriales
receptoras como de las del orden nacional[157].
81. Las
autoridades estatales han realizado diferentes acciones con el fin de atender y
superar la crisis humanitaria. Particularmente, se han adelantado esfuerzos
institucionales en relación con: (i) los mecanismos de regularización de la
permanencia en el país; (ii) la prestación de los servicios de salud; (iii) la
atención a la primera infancia; (iv) la educación de los niños, niñas y
adolescentes -en adelante NNA-; y (v) el derecho al trabajo[158]. Sin
pretensión de exhaustividad, es necesario destacar algunas medidas específicas.
Por ejemplo, el artículo 140 de la Ley 1873 de 2017[159] estableció
que:
“El
Gobierno nacional en atención a la emergencia social que se viene presentando
en la frontera con Venezuela, diseñará una política integral de atención
humanitaria y asignará los recursos en la vigencia fiscal a través de la Unidad
Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres.”
De
manera que el Estado colombiano reconoce la migración masiva de nacionales
venezolanos al país y la necesidad de adoptar una política de atención
humanitaria que, como se verá a continuación, se ha desarrollado de manera
paulatina y sectorial, para responder a las principales carencias y asegurar el
ejercicio de los derechos fundamentales de las personas migrantes.
82.-
En primer lugar, se han diseñado medidas que buscan que la migración y la
permanencia en Colombia sean regulares, ordenadas y seguras, a
través de una política pública que ha considerado las consecuencias que tiene
el ingreso y la permanencia irregular para los migrantes, quienes se ven
expuestos a una mayor situación de vulneración de derechos[160], para las
comunidades receptoras y para el orden público nacional.
En
relación con el marco legal migratorio en Colombia, es necesario resaltar que,
además de la reglamentación general de las visas, entendidas como una de las
modalidades de autorización de estancia que concede el Ministerio de Relaciones
Exteriores -en adelante MINEX- a los extranjeros para su ingreso y permanencia
en el territorio nacional[161],
se han desarrollado instrumentos específicos para atender la situación
migratoria de los nacionales venezolanos. La Resolución 5797 de 2017[162]
creó el Permiso Especial de Permanencia -en adelante PEP-, como
una autorización otorgada únicamente a los nacionales venezolanos[163]
para que, en un periodo de 90 días, prorrogable hasta por dos años, permanezcan
de manera regular en el país y ejerzan cualquier actividad u ocupación legal,
incluidas aquellas que se desarrollen en virtud de una vinculación o contrato
laboral[164].
En
relación con la creación del PEP es necesario destacar que, desde su
concepción, se focalizó en los migrantes venezolanos que ingresaron de forma
regular al país, es decir, a través de los puestos de control migratorio y con
pasaporte[165].
Su naturaleza se modificó con las reglamentaciones subsiguientes, en las que se
estableció que, además de la autorización referida, constituye el documento de
identificación válido para los nacionales venezolanos en territorio colombiano,
el cual les permite permanecer temporalmente en condiciones de regularización
migratoria y acceder a la oferta institucional en materia de salud, educación,
trabajo y atención de NNA en los niveles nacional, departamental y municipal[166].
Adicionalmente,
en atención al ingreso y permanencia irregular en el país de miles de
nacionales venezolanos, el Decreto 542 de 2018 creó el Registro
Administrativo de Migrantes Venezolanos -en adelante RAMV- como una herramienta
de recolección de información. Este registro se previó como un insumo para la
formulación y el diseño de la política integral de atención humanitaria y se
precisó que la inclusión en él no implicaba una autorización de permanencia ni
suplía los mecanismos de regularización migratoria.
Con
base en la información recaudada en el RAMV, que reportó altos índices de irregularidad
en el ingreso y la permanencia de ciudadanos venezolanos en territorio
colombiano, el Decreto 1288 de 2018 adoptó una serie de medidas para
garantizar su acceso a la oferta institucional. Por ejemplo, se ordenó
modificar los requisitos y plazos del PEP con el propósito de otorgarlo a
quienes se encontraban inscritos en el RAMV[167].
En consecuencia, mediante la Resolución 2033 de 2018, el Ministerio de
Relaciones Exteriores determinó que el acceso al PEP para los inscritos al RAMV
se sujetaba a tres condiciones: (i) estar en el territorio colombiano a la
fecha de publicación de la resolución; (ii) no tener antecedentes judiciales a nivel nacional o
requerimientos judiciales internacionales; y (iii) no tener una medida de
expulsión o deportación vigente. Recientemente, mediante comunicado de prensa expedido el 9 de octubre de
2020, Migración Colombia anunció la expedición de un nuevo PEP para los
nacionales venezolanos que ingresaron
de manera regular al territorio nacional antes del 31 de agosto de 2020[168].
Adicionalmente, se reglamentó el PEP para los
nacionales venezolanos que eran miembros de
las Fuerzas Armadas y Policiales de la República Bolivariana de Venezuela[169]; para las personas a las que se
les rechazó la solicitud o no se les reconoció la condición de refugiado en
Colombia; y para nacionales venezolanos que se encuentren en condición migratoria irregular en
territorio colombiano, que cuenten con una oferta de contratación laboral o de
prestación de servicios[170].
83.-
Como se aprecia de la reglamentación descrita el Estado colombiano, en el marco
de la discrecionalidad que ostenta para configurar y modificar la política
migratoria, ha adelantado esfuerzos importantes para que la migración y la
permanencia de los nacionales venezolanos se desarrolle bajo criterios de
orden, legalidad y seguridad. Para este efecto, ha adoptado medidas especiales
en la política migratoria en las que ha hecho énfasis en la necesidad de
procurar y conservar una situación migratoria regular, esto es, el ingreso por
los puestos de control migratorio, con pasaporte y por el tiempo de permanencia
autorizado. El Estado no ha sido indiferente a la situación de migración
irregular, ni a las dificultades que enfrentan muchos nacionales venezolanos
para acceder a documentos como el pasaporte o para ingresar por los pasos
autorizados. Por el contrario, ha adoptado medidas paulatinas que responden a
la situación de las personas que no han regularizado su estancia en el país.
84.-
En segundo lugar, en materia de salud se han adoptado medidas para
garantizar una respuesta al fenómeno migratorio actual que sea congruente con
la dignidad humana, los compromisos internacionales del Estado, la protección
de los derechos fundamentales de todas las personas y los principios de universalidad
y solidaridad de la seguridad social en salud. La garantía del derecho en
mención se ha efectuado a través del reconocimiento de sus facetas
prestacionales y no prestacionales, así como de la distinción entre la
exigibilidad inmediata y el carácter progresivo de las prestaciones asociadas a
él[171].
En ese sentido, la protección ha involucrado una acción concomitante de las
entidades del orden nacional y las del territorial, como también el impulso de
las medidas de protección a través de la jurisprudencia constitucional. En
efecto, sin la pretensión de identificar todas las actuaciones del Estado, la
Sala se referirá brevemente a algunas de las acciones relacionadas con la
protección del derecho a la salud de los migrantes.
De un
lado, la atención de urgencias a los extranjeros (sin considerar
su condición migratoria) responde al derecho de todas las personas a recibir
una atención mínima del Estado en casos de extrema necesidad y urgencia médica,
en respeto de su dignidad humana[172],
y la política pública en salud se ha orientado a hacer efectiva esa garantía
universal[173].
Asimismo, se han desarrollado actuaciones para: (i) garantizar la atención en
salud a mujeres gestantes y menores de edad[174];
(ii) lograr la afiliación al Sistema General de Seguridad Social en Salud
como una actuación progresiva[175],
y (iii) fortalecer los procesos de la gestión de la salud pública, entre
ellos, las acciones de vigilancia en salud pública, vacunación e intervenciones
colectivas[176].
Finalmente,
es necesario destacar que las medidas de atención en salud de la población
migrante se enmarcan en un sistema de seguridad social en salud que, a su vez,
continúa en un proceso de modificación estructural dirigido a superar un
comprobado ECI en la protección de este derecho. Bajo ese escenario y a pesar
de los esfuerzos por brindar la atención en salud a la población migrante, la
jurisprudencia constitucional ha advertido la insuficiencia en esa actuación y
ha instado a las autoridades para avanzar lo más expedita y eficazmente
posible hacia la plena realización del derecho a la salud de los
migrantes sin importar su estatus migratorio, especialmente respecto de
aquellos en mayor situación de vulnerabilidad[177].
85.- En tercer lugar, se han adelantado medidas dirigidas a
proteger a los NNA migrantes a través de la gestión del sistema educativo
(que se referirán en detalle más adelante), de la intervención del ICBF[178]
y de otras instituciones del Estado. En concreto, las actuaciones han abarcado
medidas legales y administrativas dirigidas a: (i) evitar el riesgo de apatridia[179],
(ii) prevenir los riesgos de vulneración de derechos a través de la
atención del ICBF a NNA, mujeres gestantes y las familias inscritas en el RAMV
en sus políticas, programas y oferta institucional[180]; (iii) garantizar el derecho al mínimo vital mediante la
inclusión en los programas de alimentación y transporte escolar[181],
y (iv) atención en salud de acuerdo con lo señalado previamente.
86.- En cuarto lugar, se han desarrollado estrategias para
garantizar el acceso a la educación pública y gratuita de los NNA
migrantes, con independencia de su estatus migratorio[182].
El Ministerio de Educación Nacional instó a las secretarías de educación de
las entidades territoriales certificadas a nivel nacional a priorizar el
servicio educativo de los menores de edad afectados por la situación de
movilidad humana derivada de la crisis migratoria[183]. En concreto, dispuso:
(i) la apertura de las matrículas; (ii) la implementación de modelos educativos
flexibles en los casos de insuficiencia de cupos escolares; y (iii) las actuaciones
de identificación y registro de los menores de edad en el sistema educativo.
Estas medidas de respuesta inmediata se han complementado con
actuaciones dirigidas a atender diferentes asuntos relacionados con el derecho
a la educación de los NNA migrantes[184].
En ese sentido, el informe emitido por la UNESCO señala, con respecto a la
actuación del Estado colombiano, que:
“(…) la eliminación de requisitos de documentación, creación
de rutas de atención, estrategias para ampliar la infraestructura escolar y
asegurar equipamiento, creación de modalidades de aprendizaje flexibles,
adaptación de programas de formación docente, iniciativas de alimentación y
transporte, campañas y acciones contra la xenofobia y violencia de género, son
algunas de las acciones que importa subrayar en la actual respuesta al flujo
migratorio mixto desde Venezuela.”[185]
Asimismo,
se advierten los desafíos con respecto a la garantía plena del derecho a la
educación no solo mediante la integración de los NNA migrantes a la escuela,
cuando no han accedido a ella, sino también a través de los ajustes
estructurales que permitan la satisfacción plena del derecho a la educación en
condiciones de accesibilidad, aceptabilidad, adaptabilidad, disponibilidad y
responsabilidad[186].
87.-
En quinto lugar, el Estado colombiano ha adelantado acciones relacionadas con
el derecho al trabajo, entre las cuales se destacan: (i) el alcance del
PEP, que comporta la autorización de trabajo en el país y las medidas de
extensión posteriores referidas previamente; (ii) las estrategias de
convalidación de títulos; (iii) el Registro Único de Trabajadores Extranjeros
en Colombia, una plataforma que busca que los empleadores colombianos registren
a los trabajadores extranjeros, de manera que el Ministerio del Trabajo
disponga de la información suficiente para supervisar su situación laboral, las
condiciones de su trabajo y el cumplimiento de las normas laborales[187];
y (iv) el acceso a los servicios de orientación, información y remisión
prestados por la Red de Prestadores del Servicio Público de Empleo[188].
88.-
Como se advirtió inicialmente, la alusión a la actuación del Estado para
responder a la situación de migración masiva de nacionales venezolanos y a la
crisis humanitaria que conlleva, no pretende ser exhaustiva ni tiene como
finalidad una calificación sobre su suficiencia. Por el contrario, busca
evidenciar que existe un esfuerzo institucional en desarrollo, que ha demandado
una serie de actuaciones de diversas entidades del Estado dirigidas a responder
a ese fenómeno y a lograr una adecuada integración de la población migrante en
la sociedad colombiana, de acuerdo con la regulación de la política migratoria
en cabeza del Presidente de la República.
89.-
Tal y como se deriva de la descripción recogida en los fundamentos jurídicos 81
a 88 de esta sentencia, la respuesta estatal se ha concentrado en los derechos
a la salud, educación, atención a los NNA, trabajo y regularización del estatus
migratorio. Ahora bien, en lo que respecta a las necesidades habitacionales
de la población migrante la Sala no advierte una reglamentación general o una
política clara. Por el contrario, evidencia acciones aisladas de las entidades
territoriales[189]
y algunos refugios temporales en zonas de frontera[190].
Esta
conclusión la confirman los informes de organismos internacionales en los que
se ha indicado que: (i) la migración masiva genera una demanda importante en
materia habitacional; (ii) los migrantes venezolanos no reciben ayuda económica
o albergue temporal de parte de las autoridades estatales; (iii) no existen
planes de respuesta nacional para la demanda habitacional; (iv) los problemas
de documentación de los migrantes agravan el acceso a soluciones de vivienda,
incluido el arrendamiento; y (v) la falta de respuesta a la demanda
habitacional ha generado la ocupación de espacios públicos o privados, algunos
ubicados en zonas de riesgo, que no cuentan con las condiciones mínimas de
habitabilidad digna y, por lo tanto, exacerban la vulnerabilidad, la
inseguridad y las condiciones de riesgo para los migrantes[191].
90.-.
En relación con las necesidades habitacionales de la población migrante,
es necesario distinguir dos tipos de actuaciones. De un lado, las que
corresponden a la atención humanitaria o atención de urgencia y, de
otro, la política relacionada con la garantía del derecho a la vivienda. Esta
distinción es necesaria en tanto se desprende de diferentes fundamentos
normativos y responde a contextos que, aunque relacionados, son distintos.
91.-
En primer lugar, se encuentran las actuaciones adelantadas en el marco de la asistencia
humanitaria o atención de urgencia. Esta respuesta corresponde a las
medidas dirigidas a satisfacer las necesidades urgentes e imperiosas en el
contexto de la violación de derechos humanos, derivada de escenarios de
migración masiva. El fundamento de esta actuación es la dignidad humana y, por
lo tanto, cobija a todas las personas, en razón de su condición de seres
humanos, independientemente de su situación migratoria, origen nacional,
pertenencia a un grupo social o cualquier otra particularidad[192].
La
atención humanitaria como respuesta de urgencia, al estar relacionada con la
dignidad humana, tiene sustento en los instrumentos del Derecho Internacional
de los Derechos Humanos (DIDH)[193];
como también en los principios y derechos consagrados en la Constitución de
1991. Su principal cimiento es el respeto de la dignidad, la solidaridad entre
las personas, la prevalencia del interés general[194] y
el reconocimiento de la primacía de los derechos inalienables de la persona,
sin discriminación alguna[195].
Con base en esos supuestos, la jurisprudencia constitucional ha admitido que
los compromisos del Estado dirigidos a asegurar condiciones dignas para las
personas que forman parte de flujos migratorios, bajo la premisa de la
realización universal de los derechos humanos, apuntan a la necesidad de que
cualquier persona reciba “(…) atención mínima del Estado en casos de extrema
necesidad y urgencia, en aras de atender sus necesidades primarias y respetar
su dignidad humana; un núcleo esencial mínimo que el Legislador no puede
restringir”[196].
92.- Ahora bien, aunque la respuesta o atención humanitaria es un
concepto ampliamente referido con respecto a los fenómenos de migración masiva,
como también en el marco de los instrumentos o compromisos de los Estados ante
estas situaciones, su alcance no ha sido definido en forma precisa y clara en
el DIDH. En ese sentido, es importante destacar que la CIDH exhortó a los
países de acogida de migrantes venezolanos a proteger y brindar asistencia
humanitaria[197], y recordó que los esfuerzos
internacionales dirigidos a lograr una actuación común, respecto de los grandes
movimientos de migrantes y refugiados en el mundo, incluyen compromisos sobre
atención humanitaria.
Por su parte, la Declaración de Nueva York para los Refugiados
y los Migrantes[198], y el Pacto Global para una
Migración Segura, Ordenada y Regular[199], suscritos por Colombia, constituyen
una respuesta política y un marco de cooperación que, pese a carecer de
naturaleza directamente vinculante, reconocen el alcance del fenómeno
migratorio en el mundo, la situación de vulnerabilidad y la afectación de los
derechos humanos de los migrantes y refugiados[200],
así como el impacto que las migraciones masivas generan en los países de
acogida. Estos documentos plantean una serie de compromisos políticos que, si
bien no constituyen deberes jurídicos en los términos del derecho internacional
público, en todo caso están dirigidos a atender de forma mancomunada, mediante
el apoyo de los Estados y organizaciones[201], los fenómenos de migración con el
propósito de respetar plenamente los derechos humanos y libertades
fundamentales de las personas en situación de movilidad humana, y asegurar para
ellas una vida en condiciones de seguridad y dignidad.
El Pacto Global para una Migración Segura, Ordenada y Regular se
erige sobre los siguientes principios: (i) el centro de los compromisos es la
dimensión humana; (ii) se trata de un pacto de cooperación que entiende que
ningún Estado puede abordar el fenómeno de la migración en solitario; (iii) el respeto
de la soberanía nacional en la definición de la política migratoria y la
determinación de las medidas con las que aplicarán los compromisos del pacto “teniendo
en cuenta sus diferentes realidades, políticas y prioridades, y los requisitos
para entrar, residir y trabajar en el país, de conformidad con el derecho
internacional”; (iv) el respeto del Estado de derecho, las garantías
procesales y el acceso a la justicia; (v) el desarrollo sostenible; (vi) el
enfoque de género, infantil y de protección de los derechos humanos; y (vii) el
entendimiento del fenómeno migratorio como una realidad pluridimensional que
involucra la actuación de todos los sectores y niveles del gobierno, así como
de todos los estamentos sociales.
93.-
De manera que fenómenos como los que enfrenta el país actualmente, como
receptor de una situación de migración masiva, ocupan una parte importante de
la agenda política de los Estados, quienes reconocen que se trata de
situaciones que desbordan las capacidades institucionales de las naciones de
tránsito y acogida y, por ende, destacan la necesidad de una actuación conjunta
para la protección de los derechos humanos de las personas en situación de
movilidad humana, su adecuada integración a las comunidades receptoras, así
como el desarrollo de estrategias dirigidas a lograr el retorno en condiciones
respetuosas y compatibles con el DIDH.
En el marco de este fenómeno, tal y como se describió en los
fundamentos jurídicos 81 a 88, Colombia ha respondido a la necesidad de
protección de los derechos humanos. La actuación se ha centrado en la atención
humanitaria como se desprende del reconocimiento
de la necesidad de diseñar la política integral de atención humanitaria
a la que hace referencia el artículo 140 de la Ley 1873 de 2017 y las
actuaciones sugeridas en el Documento CONPES 3950 del 23 de noviembre de 2018 “Estrategia
para la Atención de la Migración desde Venezuela”, en el que se
refiere la necesidad de trazar una ruta de atención básica al fenómeno
migratorio, más allá de las acciones humanitarias realizadas hasta el momento.
En lo que respecta a la atención humanitaria ante las necesidades
habitacionales, el Documento CONPES en mención prevé el desarrollo de
Centros de Atención Transitorios al Migrante en sitios de frontera a través del
liderazgo de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y Desastres. Estos
centros son espacios para la prestación de los servicios de alojamiento
temporal, alimentación y aseo, atención primaria en salud y acompañamiento
institucional por un tiempo definido[202]. No obstante, en la información
publicada por la unidad administrativa especial en mención, sólo se destaca la
apertura de un centro de atención en el municipio de Villa del Rosario[203], razón por la que no es
claro si se acogieron los lineamientos del CONPES para la respuesta humanitaria
en materia habitacional y no es posible establecer el alcance de la actuación
estatal en esta materia concreta.
94.- Ahora bien, en lo que respecta a la vivienda como un
derecho fundamental de realización progresiva y con facetas de cumplimiento inmediato,
es necesario considerar que:
95.- En primer lugar, el artículo 100 superior prevé que los
nacionales y los extranjeros gozan de los mismos derechos y garantías en
territorio colombiano[204]. Adicionalmente, de conformidad con “(…)
lo dispuesto en el artículo 13 de la Carta, prima facie puede predicarse una
igualdad entre unos y otros ya que el precepto superior al disponer que todas
las personas tienen derecho a recibir la misma protección y trato de las
autoridades, prohíbe expresamente establecer discriminaciones, entre otros
motivos, por razones de origen nacional”[205]. No
obstante, el Legislador puede establecer límites y condiciones para el
ejercicio de las garantías constitucionales y legales de los extranjeros, los
cuales solo podrán fundarse en razones de orden público[206],
esto es, para “(…) salvaguardar las condiciones y presupuestos básicos de un
Estado Social de Derecho, que permitan garantizar el goce de los derechos
fundamentales”[207].
Igualmente, se ha aclarado que la igualdad no
solo opera en función de las garantías constitucionales y legales, sino que
también se extiende sobre el ejercicio de los deberes[208], entre los
cuales se encuentra el respeto por la Constitución y la ley. En esa medida,
nacionales y extranjeros se encuentran sometidos al ordenamiento jurídico
colombiano, las instituciones y las autoridades[209], las cuales
deben ser respetadas. Uno de los elementos por acatar corresponde a la política
migratoria que, según el numeral 2° del artículo 189 de la Constitución, es
definida por el Presidente de la República como Jefe de Estado y director de
las relaciones internacionales191, en el marco de la soberanía
nacional.
96.-
En segundo lugar, debe reiterarse que, de acuerdo con lo desarrollado en el
fundamento jurídico 50, el derecho a la vivienda, si bien tiene un carácter
fundamental su materialización, tiene facetas de inmediato cumplimiento y de
realización progresiva. En concreto, su plena efectividad exige
importantes esfuerzos económicos y de planeación para los Estados, así como el
desarrollo de políticas de largo aliento. En ese sentido, se han reconocido
facetas que deben cumplirse en breves períodos, tales como las obligaciones de
abstención, protección y algunos deberes de garantía mínima como el diseño de
la política pública sin desconocer el carácter progresivo de realización del
derecho.
Con
respecto a la faceta prestacional del derecho a la vivienda es necesario
destacar que en el marco de la realización progresiva se establecen medidas
para la priorización, la cual, por definición, conlleva el otorgamiento de
soluciones habitacionales a unos sujetos, y la postergación y exclusión en
relación con otros. Asimismo, la importante inversión de recursos que demanda la
materialización del derecho genera que su desarrollo se adelante a través de políticas
de largo aliento, tal y como se evidenció al describir la política para la
atención de la población desplazada. Por lo tanto, la protección del derecho a
la vivienda en lo que respecta a la faceta prestacional no puede generar falsas
expectativas, pues se trata de una materia en la que concurren sujetos con
diferentes vulnerabilidades, está definida mediante herramientas de
priorización, que de suyo generan postergaciones y exclusiones en relación con
otros sujetos, e involucra actuaciones del Estado de largo plazo.
97.-
En tercer lugar, es necesario destacar que en el derecho internacional se
reconoce el derecho a una vivienda adecuada, el cual debe ejercerse sin
discriminación alguna por motivos raciales o étnicos, sexuales, religiosos, de
idioma, de opinión política o de otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social[210].
Asimismo, se precisa que la materialización de los derechos económicos, entre
los que la vivienda se enlista, es progresiva y que:
“Los países en desarrollo, teniendo
debidamente en cuenta los derechos humanos y su economía nacional, podrán
determinar en qué medida garantizarán los derechos económicos reconocidos en el
presente Pacto a personas que no sean nacionales suyos.”[211]
Por
su parte, el artículo 43 de la Convención Internacional sobre la Protección de
los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y de sus Familiares[212]
obliga a los Estados a garantizarles la igualdad de trato respecto de los
nacionales en relación con el acceso a la vivienda, bien estén “documentados
o en situación regular”. Ello a través de su inclusión en los planes
sociales de vivienda y de la protección contra la explotación en materia de
alquileres.
98.-
En cuarto lugar, la definición de la política de vivienda para la población
migrante está íntimamente relacionada con la dirección y orientación de la
política migratoria, en cabeza del Presidente de la República, de acuerdo con
lo establecido en el numeral 2° del artículo 189 de la Constitución. Lo
anterior, porque los programas de acceso progresivo a la vivienda corresponden
a medidas de largo plazo relacionados con la vocación de permanencia en el
país.
99.-
Con base en los elementos descritos, para la garantía del derecho a la vivienda
de la población migrante debe considerarse que: (i) la realización del derecho
a la vivienda es de carácter progresivo; (ii) está proscrita la discriminación
fundada en criterios como el origen nacional, pero se otorga un margen de
actuación a los Estados para que definan cómo garantizar los derechos
económicos a los nacionales de otros países; (iii) la regularización de la
situación migratoria es un criterio relevante en el acceso a políticas de
vivienda, no solo desde una perspectiva de los deberes, sino también porque
esta condición está relacionada con el interés de permanencia[213]; y (iv) en
todo caso la faceta prestacional se desarrolla mediante herramientas de
priorización, que implican la postergación y exclusión de soluciones
habitacionales para algunos sujetos, y a través de políticas de largo plazo.
La unificación de la jurisprudencia sobre la protección de
población vulnerable en procesos de desalojo por ocupación irregular de predios
y las medidas estructurales que responden a la unificación
100.- El asunto examinado en esta oportunidad por la Sala Plena de
la Corte Constitucional no es un caso aislado sobre la ocupación de un predio
en El Copey, Cesar, y las consecuentes actuaciones de desalojo. Por el
contrario, los 20 años de jurisprudencia descritos en el fundamento jurídico 39
de esta sentencia evidencian que se trata de una situación frecuente en un
contexto identificado por un conflicto armado interno de larga duración, una de
las mayores cifras de desplazamiento forzado interno en el mundo y la crisis
humanitaria que apareja[214],
las altas cifras de pobreza e inequidad[215],
y un déficit habitacional que, de conformidad con las cifras del DANE, para el
año 2018 superaba el 36% de los hogares del país[216].
Además de lo anterior, actualmente concurre una situación de migración masiva
de nacionales venezolanos[217]
y una pandemia en la que la vivienda cobra un significado adicional[218].
En este escenario, muchas personas en condición de vulnerabilidad ocupan
predios de manera irregular como una alternativa para satisfacer, de manera
precaria, su imperiosa necesidad de vivienda.
Los casos examinados por esta Corporación evidencian que las
ocupaciones en mención se adelantan principalmente por víctimas de
desplazamiento forzado y personas en condiciones de pobreza extrema, en quienes
además concurren otras condiciones de vulnerabilidad, y que acuden a estos
mecanismos de hecho, en algunos casos, porque no encuentran otra alternativa, y
en otros porque consideran que la ocupación es el mecanismo instituido para el
acceso a la vivienda. Tal y como se ha señalado en múltiples oportunidades una
de las principales falencias de la política de vivienda es la ausencia de
canales de comunicación efectivos a través de los que se le indique con
claridad a la población vulnerable cuáles son los programas y medidas
desarrollados por el Estado para la garantía y el acceso a la vivienda digna.
En ese sentido, como se evidenciará en el estudio del caso concreto y lo
demuestran hechos como los estudiados en la Sentencia T-267 de 2016[219],
en muchas ocasiones las personas consideran que las actuaciones de hecho
son las vías dispuestas para el acceso a los programas de vivienda o para
lograr la priorización en los mismos.
101.- En el contexto descrito y en atención al carácter progresivo
de la faceta prestacional del derecho a la vivienda, se ha desarrollado la
política pública para su satisfacción. En lo que respecta a la población
desplazada[220],
hasta el año 2016 esta política tuvo una evolución importante en la que
confluyeron las actuaciones y esfuerzos de diversas autoridades, orientados a
brindar una respuesta seria y estructurada a las graves necesidades de vivienda
que el fenómeno del desplazamiento forzado ha generado en el país y bajo el
reconocimiento de que este es uno de los asuntos que más dificultades presenta
por las importantes exigencias presupuestales que demanda. En concreto, las indagaciones,
los requerimientos, el control y el impulso efectuado por la Sala de
Seguimiento al ECI Desplazamiento Forzado[221]
han estado dirigidos a que la política de atención efectivamente responda
a las necesidades habitacionales de las víctimas y a que se priorice a las
personas en situación de mayor vulnerabilidad y a quienes llevan más tiempo a
la espera de una solución de vivienda.
102.- Ahora bien, un asunto menos explorado desde la perspectiva
constitucional, pero que también es relevante para la protección del derecho a
la vivienda, su materialización progresiva y el acceso en condiciones de
igualdad en el contexto descrito, está relacionado con los deberes
correlativos impuestos a los asociados. En particular, el reconocimiento y
la utilización de los programas, canales institucionales y mecanismos dirigidos
a hacer efectivo el derecho en mención.
La previsión y el desarrollo de la política de vivienda para las
personas en situaciones de mayor vulnerabilidad exigen de esta población y de
la sociedad en su conjunto el ejercicio de unos deberes que contribuyan, o por
lo menos no retrasen, su materialización. Estos deberes tienen diversas
manifestaciones y pueden incluir desde el control social a la gestión pública
en materia de vivienda, pasan por la utilización de las vías institucionales y
su fortalecimiento, y también conllevan obligaciones de abstención por cuanto
actuaciones ilegítimas de abuso del derecho afectan el desarrollo y el éxito de
esta política. En efecto, medidas que demandan fuertes inversiones de recursos
y que son programáticas, resultan minadas o fracturadas por actuaciones
irregulares que incluyen variadas formas, unas más reprochables que otras, pero
que, en su conjunto afectan el avance de la política en vivienda y la
materialización de los proyectos para que las personas en situación de mayor
vulnerabilidad, que están a la espera de soluciones de vivienda digna, puedan
acceder a ellas.
En concreto, existen diversas actuaciones que impactan de manera
negativa el desarrollo de una política de vivienda que priorice y atienda a las
personas en situación de mayor vulnerabilidad. Estos actos se presentan en
variadas formas y se realizan por diferentes agentes, desde funcionarios
públicos hasta particulares, y pueden incluir actos de corrupción en el manejo
de los recursos públicos, incumplimientos contractuales en los proyectos de
vivienda, la discontinuidad y falta de articulación en las estrategias de atención,
y el uso de la violencia o las actuaciones de hecho para exigir acciones del
Estado que, en muchos casos, desvían la focalización de los recursos. Por lo
tanto, el análisis de la protección del derecho a la vivienda y de las medidas
para su materialización progresiva, exigen valorar un contexto más amplio,
marcado no sólo por las condiciones de necesidad en el caso concreto, sino
también por el impacto de las medidas en una política más amplia y el
cumplimiento de los deberes de las autoridades y los particulares.
En este sentido, la Sala reitera los deberes asociados al derecho
a la vivienda, especialmente de las autoridades públicas, principales obligadas
a adelantar las actuaciones para su protección, pero también de los
particulares y de la sociedad en su conjunto. En concreto, el deber de una
actuación estatal coordinada, armónica, seria y dirigida a lograr el
cumplimiento de las proyecciones y necesidades en satisfacción de vivienda, en
un escenario como el de nuestro país, en el que más de 30 años de
desplazamiento forzado interno han provocado masivas y sistemáticas violaciones
de derechos fundamentales y ha puesto a las víctimas en situaciones de grave
precariedad, ampliamente reconocida y documentada en la jurisprudencia de esta
Corporación.
Con todo, el llamado no sólo se extiende a las autoridades sino a
la sociedad en su conjunto, y en ese sentido, a los ciudadanos que, por vías de
hecho, frustran el desarrollo de las acciones dirigidas a lograr avances en las
políticas de vivienda. La Sala no puede desconocer, como lo ha reconocido en
una línea jurisprudencial de 20 años, que las fallas estructurales del Estado
en la garantía de la vida e integridad personal, y la satisfacción de los
derechos fundamentales de los asociados han provocado que miles de personas se
vean forzadas a satisfacer de manera precaria su imperiosa necesidad de
vivienda a través de actos de ocupación irregular. Sin embargo, esta
Corporación también ha advertido casos de ocupaciones que, lejos de buscar la
satisfacción de una necesidad habitacional, están dirigidas a tomar ventajas
ilegales por vía de la fuerza y mediante la instrumentalización de sujetos de
especial protección constitucional.
103.- La respuesta administrativa y judicial no puede desconocer
estas realidades que confluyen en contextos como los de ocupación ilegal de
predios bajo las condiciones descritas previamente. En consecuencia, el juez
constitucional debe velar por el amparo de los derechos fundamentales y la
protección reforzada de los sujetos de especial protección constitucional, pero
sin excusar la instrumentalización de estas personas por parte de terceros ni
generar incentivos que dejen en situación de mayor desprotección a sujetos
vulnerables que acudieron a las vías institucionales y están a la espera de una
solución de vivienda.
El equilibrio propuesto no es una tarea fácil, pues la realidad y
las dimensiones de situaciones de hecho como las ocupaciones masivas de predios
dificultan la distinción entre las actuaciones dirigidas a lograr la satisfacción
precaria de una necesidad urgente de vivienda y los actos de abuso del derecho
que pretenden sacar ventajas ilegales de contextos de necesidad, informalidad y
falta de respuestas estatales adecuadas. Con todo, esta dificultad no puede
generar la negación de esta realidad ni obviar el impacto que la misma provoca
en el avance hacia la satisfacción del derecho a la vivienda de las personas en
condiciones de mayor vulnerabilidad.
Por lo tanto, en lo que respecta a las medidas de protección de
los derechos fundamentales que proceden en el marco de procesos de desalojo por
ocupaciones irregulares de predios, la Sala unificará la jurisprudencia en aras
de lograr el equilibrio propuesto en un contexto tan complejo como el descrito
y, de esta forma, que únicamente se protejan los derechos a la vivienda y a la vida
en condiciones dignas de las víctimas de desplazamiento forzado que no cuentan
con las herramientas ni la respuesta estatal para la satisfacción de la
imperiosa necesidad de vivienda, tanto en el caso concreto, como a futuro, de
cara también a la política pública general de vivienda y su adecuado desarrollo
y focalización.
Tal y como se
describió en las consideraciones generales y como se ha explicado en otras
sentencias de la línea jurisprudencial descrita, la protección reforzada de las
víctimas de desplazamiento forzado en el marco de procedimientos de desalojo
obedece a: (i) la
dinámica del desplazamiento que genera que las personas se vean forzadas a
abandonar intempestivamente sus hogares y lugares de origen, y deban arribar,
en condiciones precarias, a otros lugares con los que no tienen arraigo; (ii)
en ese sentido, el desplazamiento forzado tiene una relación directa con las
necesidades habitaciones; (iii) el desplazamiento forzado, aunque se cometa por
grupos al margen de la ley, comporta el incumplimiento de los deberes del
Estado, pues no brindó las medidas de protección y seguridad para que este
fenómeno no se produjera; y (iv) la actuación estatal no ha logrado proteger y
restablecer los derechos de las víctimas de desplazamiento forzado, lo que
configura un estado de cosas inconstitucional que involucra las omisiones
estructurales en la debida atención de las víctimas.
Por las
anteriores razones, aunque concurran otros sujetos de especial protección
constitucional las medidas de amparo se concentrarán principalmente en las
víctimas de desplazamiento forzado. Sin embargo, como se explicará más adelante
la mayor protección de las víctimas no implica la ausencia de medidas en
relación con otros SEP.
104.- En atención a las diversas manifestaciones de las órdenes de
amparo emitidas en la jurisprudencia de esta Corporación, presentadas en los
fundamentos jurídicos 32 a 49 de esta sentencia, la Sala unificará las
medidas de protección de la población vulnerable en el marco de procedimientos
de desalojo de bienes de carácter público. La unificación, además de
responder al contexto descrito previamente, partirá de las siguientes premisas:
105.-
En primer lugar, es necesario reiterar que de la
ilegalidad no se generan derechos y que las ocupaciones irregulares de bienes
de carácter público afectan el interés general, no ofrecen soluciones de
vivienda digna, frustran el desarrollo de las políticas en la materia e
impactan la satisfacción de los derechos de otras personas en situación de
vulnerabilidad. En consecuencia, de la calidad de ocupante irregular de un
predio de naturaleza pública no se deriva la protección constitucional, pues
ello surge solamente de la condición de desplazamiento forzado en la que se
encuentra.
106. En segundo lugar, la unificación hace referencia a los
casos en los que la actuación del Estado no generó expectativas que gocen de
protección constitucional en relación con la tolerancia a la ocupación del
bien, es decir, no se generó una situación de confianza legítima sobre la
viabilidad de la ocupación. En concreto, se trata de procedimientos de
desalojo con respecto a ocupaciones que no fueron toleradas por las autoridades
públicas, quienes emprendieron actuaciones dirigidas a lograr la recuperación
del bien y, por ende, no generaron expectativas legítimas en los ocupantes.
107.- En tercer lugar, el derecho a la vivienda es un derecho
fundamental que, como se explicó en los fundamentos jurídicos 50 y
siguientes, tiene facetas de cumplimiento inmediato y otras de realización
progresiva, las cuales deben ser consideradas, reconocidas y respetadas por las
autoridades. En relación, con la “gradualidad progresiva” la Sala
reitera que esta no puede ser entendida como una justificación para la
inactividad del Estado, que tiene la obligación de garantizar los contenidos
mínimos esenciales y avanzar en la satisfacción plena y cabal del derecho
fundamental a la vivienda.
108.- En cuarto lugar, en concordancia con la premisa anterior, el
derecho a la vivienda digna con el alcance establecido a partir de la Carta
Política y los instrumentos internacionales de protección de derechos humanos
impiden admitir que las ocupaciones ilegales de bienes, en el marco de
las cuales las personas realizan construcciones precarias en espacios que no
cuentan con condiciones de habitabilidad, generan situaciones de vivienda digna.
De manera que, el Estado no puede considerar que este tipo de ocupaciones y
condiciones de vida constituyen una respuesta a la necesidad de vivienda, y
menos aún, que estas circunstancias lo relevan de sus deberes en la atención en
materia de vivienda respecto de los ocupantes de estos predios, que se hallen
en situación de vulnerabilidad.
109- En quinto lugar, las actuaciones de desalojo aunque se
adelanten en el marco de procesos civiles o de policía para la protección de la
propiedad o la tenencia de inmuebles, no se limitan a la protección de derechos
reales, ni están desprovistos de relevancia constitucional. La existencia y
el desarrollo de estos procedimientos están íntimamente relacionados con la
legalidad, la seguridad jurídica, la protección de todas las personas en sus
bienes como principal propósito de las autoridades públicas, el interés
general, el acceso efectivo a la administración de justicia, la convivencia
pacífica y la vigencia de un orden justo. En efecto, la existencia de
mecanismos de protección de los bienes de los asociados y de los bienes
públicos, y su operatividad tiene una importancia mayúscula en la legitimidad
del Estado y la construcción de la paz.
110.- En sexto lugar, las medidas de protección deben valorar
la situación de afectación de los derechos fundamentales con respecto a los
sujetos del caso concreto y considerar, a su vez, el impacto de las decisiones
en otros sujetos de especial protección constitucional o en situaciones de
mayor vulnerabilidad que pueden resultar afectados con la decisión. En
efecto, como se ha explicado ampliamente la política de vivienda para la
atención de la población desplazada ha implicado el desarrollo y ajuste de
medidas de largo plazo, en las que sujetos en condiciones de vulnerabilidad y
pobreza extrema acudieron a los canales institucionales para obtener una
solución habitacional y han esperado por largo tiempo esa respuesta. Por lo
tanto, las medidas deben considerar este escenario general.
Adicionalmente, el desarrollo de las medidas de atención en
vivienda para víctimas de desplazamiento forzado ha estado impulsado por la
Sala de Seguimiento al ECI Desplazamiento Forzado. En consecuencia, los casos
concretos deben considerar esos avances para evitar decisiones que se
contrapongan, ralenticen la actuación estatal o minen esfuerzos estructurales
dirigidos a atender a la población más vulnerable.
111.- En sexto lugar, como quiera que las ocupaciones irregulares
de predios no pueden ser admitidas como respuestas acordes con el derecho a la
vivienda digna y en los casos examinados los propietarios de los bienes -el
Estado- adelantaron las actuaciones dirigidas a lograr la recuperación material
del inmueble, las medidas de protección deben ser determinadas y articuladas
de tal forma que no se traduzcan en obligaciones de imposible cumplimiento para
las autoridades y, de esta forma, materialmente se frustren las actuaciones de
desalojo.
En efecto, se pueden generar cargas desproporcionadas que resulten
de imposible cumplimiento para las autoridades municipales y materialmente se
frustran las órdenes de desalojo cuando se adoptan medidas generales de
albergue temporal o construcción de proyectos de vivienda que no consideran la
capacidad y las competencias de las entidades territoriales, la concurrencia de
las autoridades del orden nacional, el carácter progresivo de algunas de las
facetas del derecho a la vivienda, el desarrollo general de la política de
vivienda y las particularidades de la ocupación y de los sujetos, como se
explicará más adelante.
112.- En séptimo lugar, las diferencias en los sujetos que
concurren en estos contextos de ocupación deben ser identificadas, evaluadas y
consideradas tanto por las autoridades administrativas como por los
jueces para brindar una respuesta acorde con el amparo de los sujetos de
especial protección constitucional, la focalización de la atención a las
personas en situación de mayor vulnerabilidad, y la protección del interés
general, la legalidad y la propiedad que subyace a los procedimientos de
desalojo. En efecto, como se verá, no todos los ocupantes irregulares de un
predio están en condiciones de vulnerabilidad o son sujetos de especial
protección constitucional. Adicionalmente, en el marco de la población
vulnerable también existen diferencias en el grado de afectación de los
derechos y en el alcance de las obligaciones de las autoridades.
Los casos que ha examinado la jurisprudencia constitucional permiten
identificar grupos de ocupantes con diferencias relevantes de cara a la
respuesta constitucional así:
El primer grupo está integrado por víctimas de desplazamiento
forzado. En relación con este grupo la obligación de protección del derecho
a la vivienda se refuerza en atención a las circunstancias descritas en el
fundamento jurídico 57 de esta sentencia. En concreto, por la dinámica del
desplazamiento que los obligó a abandonar sus hogares, la relación entre el
hecho victimizante y las necesidades habitacionales, el incumplimiento de las
obligaciones del Estado en la protección de sus bienes e integridad y el ECI
por la insuficiencia de la respuesta estatal en relación con la violación
masiva, prolongada y sistemática de los derechos humanos.
El segundo grupo incluye a los sujetos de especial
protección constitucional por circunstancias diferentes a la situación de
desplazamiento forzado y que tengan necesidades apremiantes en materia de
vivienda. En este grupo, se encuentran personas cabeza de hogar, de la
tercera edad, menores de edad, miembros de comunidades étnicas, mujeres
gestantes, personas en situación de discapacidad, en condiciones de pobreza
extrema y otras vulnerabilidades. En relación con los integrantes de este
grupo, es necesario precisar que, si bien merecen una especial protección
constitucional las medidas de protección en materia de vivienda no tienen el
mismo alcance que las del primer grupo, pues no están sujetos a la misma
situación de violación masiva de los derechos fundamentales que genera el
desplazamiento forzado y, prima facie, las otras condiciones de
vulnerabilidad no tienen la misma relación con la vivienda que son predicables del
desplazamiento forzado, que comporta la expulsión forzada de las víctimas de
los lugares de origen y, por ende, de sus viviendas.
El tercer grupo, corresponde a sujetos de especial protección
constitucional sin necesidades apremiantes de vivienda y otros ocupantes
que no son sujetos de especial protección constitucional. En relación con
los integrantes de este grupo no proceden medidas de protección del derecho a
la vivienda en el marco de los procesos de desalojo por ocupación irregular,
pues justamente la ausencia de circunstancias de especial vulnerabilidad en
materia de vivienda evidencia que la ocupación irregular no estuvo fundada en
la urgencia de satisfacer una necesidad habitacional imperiosa. Por lo tanto,
la ocupación en estos casos corresponde a un acto que busca ventajas ilegítimas
y que no puede ser tolerado o promovido por el juez constitucional, ni puede
activar medidas de protección.
El cuarto grupo, que resulta novedoso para el presente
caso, pues no concurría en los anteriores asuntos examinados por la Corte,
corresponde a los migrantes venezolanos. Para la determinación de las
medidas de protección en relación con este grupo es necesario reiterar que
actualmente el país enfrenta un fenómeno de migración masiva que acarrea una
crisis humanitaria y que ha motivado una respuesta del Estado colombiano de ayuda
humanitaria descrita en los fundamentos jurídicos 81 a 89 de esta sentencia.
Adicionalmente, aunque la garantía de la vivienda no admite discriminaciones
fundadas en criterios como el origen nacional sí existe un margen de
configuración de los Estados para determinar la política de atención en la
materia con respecto a nacionales de otros países, máxime si se considera que
los programas de vivienda están relacionados con la vocación de permanencia en
el país y este es un asunto que guarda íntima relación con la política
migratoria del Estado, y que la materialización de la faceta progresiva del
derecho a la vivienda implica criterios de priorización, altas erogaciones
económicas y políticas públicas de largo plazo.
113.- Bajo el contexto descrito y las premisas referidas
previamente la Sala Plena de la Corte Constitucional unifica la
jurisprudencia en relación con las medidas de protección de las personas en
condición de vulnerabilidad en el marco de actuaciones de desalojo por
ocupación irregular de predios de carácter público así:
Las medidas de protección en relación con el debido proceso
114.- Todas las actuaciones de desalojo de ocupaciones irregulares
a través de las que se satisface de manera precaria necesidades urgentes de
vivienda deben respetar las garantías del debido proceso desarrolladas de
manera uniforme por la jurisprudencia constitucional. En particular, tal y como
se describió en los fundamentos jurídicos 35 y 36, los procedimientos de
desalojo deben asegurar un “estricto debido proceso” que incluye las
siguientes garantías mínimas:
(i)
La debida notificación e información con antelación suficiente a
la fecha prevista para el desalojo que permita evitar o, por lo menos, minimizar la necesidad de
recurrir a la fuerza.
(ii)
La presencia de las autoridades administrativas o judiciales en el
trámite de desalojo.
(iii)
La identificación de todas las personas que efectúen el desalojo.
(iv)
La prohibición de efectuar desalojos cuando haga mal tiempo o de
noche, salvo que las personas afectadas den su consentimiento.
(v)
El otorgamiento de recursos jurídicos adecuados.
(vi)
El derecho a la asistencia jurídica que permita obtener, llegado
el caso, reparación.
El cumplimiento de las garantías procesales en mención debe estar
guiado por los principios de razonabilidad, celeridad y la prevalencia
de los derechos fundamentales. Lo anterior, por cuanto la magnitud de las
ocupaciones de hecho puede variar de manera drástica en períodos muy cortos, de
manera que las autoridades deben estar prestas a atender estas variaciones bajo
criterios de maximización por el respeto de las garantías de los ocupantes sin
desconocer los derechos de los propietarios y personas con interés legítimo en
la recuperación de los inmuebles, que también tienen protección constitucional
y legal.
Las medidas de protección en relación con el derecho a la vivienda
Las órdenes y actuaciones de desalojo no pueden ser suspendidas
indefinidamente
115.-En primer lugar, la Sala precisa que no proceden
suspensiones indefinidas. Lo anterior, porque la interrupción indefinida de
estas actuaciones implica aceptar que la precariedad de las ocupaciones
irregulares constituye una respuesta idónea en materia de vivienda, situación
que contraría el alcance del derecho a la vivienda digna ampliamente
referenciado en esta sentencia. Asimismo, estas decisiones cohonestan
situaciones de ilegalidad, generan incentivos perversos, e imponen una carga
desproporcionada para los propietarios de los bienes que activaron las vías
jurídicas institucionales para su recuperación. Finalmente, se desconoce el
interés general que subyace a la protección de bienes públicos y las
características de imprescriptibilidad, inembargabilidad e inalienabilidad que
les otorgó la Carta Política.
En consecuencia, no hay lugar a suspensiones indefinidas de
órdenes de desalojo y estas se postergarán únicamente durante el tiempo
necesario para que las autoridades ofrezcan las medidas urgentes de
reubicación temporal y albergue a las víctimas de desplazamiento que reúnan las
condiciones para el efecto.
En ese sentido, se aclara que la suspensión no opera durante el tiempo del
albergue temporal sino únicamente durante el tiempo que se adelanten de forma
diligente las actuaciones para la reubicación en aras de brindar el albergue temporal
en los términos precisos que se describirán a continuación. Así, una vez
verificadas esas actuaciones será procedente adelantar el desalojo.
La medida provisional y urgente de albergue y remedios
estructurales de fortalecimiento de la UARIV
116.-
Una de las medidas de protección ordenadas por la jurisprudencia constitucional
en las actuaciones de desalojo por ocupaciones irregulares ha consistido en el
albergue temporal que debe brindar la entidad territorial. Esta medida se
ha otorgado: (i) por un tiempo prudencial estimado en siete meses; (ii) hasta
tanto las condiciones que dieron origen a la vulneración de los derechos
fundamentales desaparezcan; (iii) hasta que se efectúe el traslado de las
víctimas a otro lugar que cuente con los elementos indispensables de una
vivienda en condiciones dignas; y (iv) hasta que sean incluidas en programas de
vivienda o se desarrollen estos planes si no existen. Adicionalmente, en
algunos casos la medida ha cobijado únicamente a las víctimas de desplazamiento
forzado y en otros a todos los sujetos en condiciones de vulnerabilidad.
117.- En atención a las diferencias descritas, la Sala
unificará el alcance de la medida provisional y urgente de albergue
temporal en el sentido de precisar que: (i) operará únicamente para la
protección de las víctimas de desplazamiento forzado que no cuenten con los
recursos ni una respuesta institucional para la satisfacción del derecho a la
vivienda; (ii) puede consistir en un subsidio o la adecuación de un espacio en
condiciones acordes con el derecho a la vivienda digna que debe garantizar la
entidad territorial; (iii) se extenderá hasta que se cumpla con cualquiera de
las siguientes condiciones: (a) la UARIV brinde la atención humanitaria
necesaria para la satisfacción de la necesidad de alojamiento que calificó, (b)
la UARIV determine que por otras vías como una estabilización socioeconómica la
víctima superó la carencia de alojamiento, o (c) se materialice una solución de
vivienda de mediano o largo plazo. El albergue, por tratarse de una medida
temporal, debe extenderse por un tiempo definido en aras de racionalizar las
cargas de las entidades territoriales y brindar un período de estabilización
suficiente para las personas que lo requieran. Este término se ha estimado por
la jurisprudencia en 7 meses. En consecuencia, el albergue se extenderá hasta
que se cumpla cualquiera de condiciones señaladas previamente si esto ocurre
primero y, en todo caso, deberá brindarse por el término máximo de siete
meses.
El término de siete meses se aplica en esta oportunidad por la
necesidad de contar con un referente temporal que clarifique las obligaciones
de las autoridades. Este criterio temporal ha sido utilizado por la
jurisprudencia constitucional en oportunidades anteriores; le permite a las
entidades territoriales hacer un ajuste presupuestal de cara a la obligación;
racionaliza la carga en cabeza de las autoridades y les permite conocer con
claridad el término máximo durante el que se extiende la obligación, y es un término
razonable para que se adelanten las gestiones de comunicación y coordinación
con las entidades del orden nacional para que se adopten las medidas
relacionadas con la ayuda humanitaria si la calificación de la UARIV arrojó
carencias en materia habitacional, y se adelanten las gestiones en relación con
la información e inclusión, de ser el caso, en los programas de vivienda.
Finalmente, desde la perspectiva de las víctimas de desplazamiento forzado, que
cumplen con las condiciones para obtener el albergue, el término de siete meses
les brinda un periodo de estabilización para la búsqueda de soluciones de
vivienda y de estabilización económica como la ubicación laboral.
La determinación de la procedencia del albergue temporal y su
alcance están supeditados a la evaluación de las carencias de alojamiento
por parte de la UARIV y la verificación de la actuación del Estado en la
protección y el restablecimiento del derecho a la vivienda de cada víctima. De
manera que la medida se otorga únicamente a: (a) las víctimas de
desplazamiento forzado que, realizada la evaluación de carencias por parte de
la UARIV, arrojan carencias extremas o graves en materia de vivienda, y (b) no reciben
subsidios o ayudas humanitarias para la satisfacción del derecho. En ese
sentido, es importante resaltar que, tal y como se explicó en los fundamentos
jurídicos 61 a 64, las diferentes fases de atención humanitaria para las
víctimas de desplazamiento forzado implican una actuación en materia de
alojamiento. Por lo tanto, aunque no es una respuesta definitiva, si a la
víctima de desplazamiento forzado se le está brindando la atención humanitaria
con el componente de alojamiento, no hay lugar a otorgar una medida adicional
de albergue temporal en el marco del desalojo, pues cuenta con una respuesta
del Estado para esa necesidad. Adicionalmente, si la calificación de carencias
no arroja falencias extremas o graves significa que el núcleo cuenta con una
situación de estabilización en la que operan las medidas de mediano y largo
plazo, pero no el albergue temporal que es la respuesta urgente e inmediata con
respecto a una necesidad imperiosa de vivienda.
118.- Ahora bien, para materializar y hacer efectiva esta medida
de protección es necesario un ajuste estructural en lo que atañe a la actuación
de la UARIV. Lo anterior, por cuanto la identificación de las víctimas a las
que la entidad territorial deberá brindarles albergue temporal está supeditada
a la evaluación que adelante dicha unidad, razón por la que se requiere su
acompañamiento oportuno y una actuación célere dirigida a establecer: (i) los
ocupantes próximos a ser desalojados que son víctimas de desplazamiento
forzado; (ii) las carencias que presentan en materia de alojamiento; y (iii)
cuál es la respuesta estatal con respecto a su situación de desplazamiento. Por
lo tanto, la Sala adoptará medidas estructurales en relación con la UARIV para
que adelante un acompañamiento efectivo a las entidades territoriales en estos
procesos.
El acompañamiento y la respuesta efectiva de la UARIV como entidad
coordinadora del SNARIV[222]
y de la implementación de la Política Pública de Atención, Asistencia y
Reparación Integral a las Víctimas
119.- En la medida en que la materialización y adecuada
focalización de las medidas de amparo en el marco de los procesos de desalojo,
y la disuasión de conductas de hecho exigen una respuesta estatal oportuna y la
debida identificación de las carencias de las víctimas, es necesario reforzar
la actuación de la UARIV en el acompañamiento a las autoridades de carácter
municipal y a las autoridades judiciales para la determinación de las
condiciones que dan lugar a las medidas de protección descritas.
En ese sentido, la Sala llama la atención sobre los ingentes
esfuerzos que debió adelantar la Magistrada sustanciadora para obtener una
respuesta concreta de la UARIV en relación con los ocupantes del predio ubicado
en El Copey. En efecto, fueron necesarias más de cuatro autos para lograr
recaudar parcialmente la información requerida, pues la entidad adoptó
una estrategia de defensa jurídica que incluyó: la negación de sus
competencias, la remisión de informes incompletos y contradictorios, el
desconocimiento de las órdenes emitidas y de los términos otorgados para el
efecto, y en general una actuación procesal que, lejos de estar dirigida a
cumplir las obligaciones constitucionales y legales de protección a las
víctimas y colaboración con la administración de justicia, se circunscribió a
negar sus competencias y responsabilidades[223].
La conducta de la UARIV durante el presente trámite constitucional
dilató la respuesta judicial que debe brindarse en esta sede y se concentró en
cuestionar que las medidas de desalojo de víctimas de desplazamiento forzado
guarden relación con sus competencias. Lo anterior, a pesar de que 20 años de
jurisprudencia constitucional han evidenciado que la ocupación irregular de
predios por víctimas de desplazamiento forzado es una realidad grave, reiterada
y general que responde, entre otras causas, a las fallas en las medidas de
atención a las víctimas y el debido acompañamiento para su estabilización. Por
lo tanto, la actuación de la entidad evidencia el desconocimiento y la negación
de una realidad que, de acuerdo con sus competencias legales, debería conocer
de primera mano.
En concordancia con lo expuesto, la Sala expresa su preocupación
sobre el alcance y la oportunidad de la actuación que la UARIV adelantará en el
acompañamiento de los procedimientos de desalojo en los términos descritos
previamente. Por lo tanto, adoptará una serie de medidas dirigidas a que esa
entidad desarrolle mecanismos de coordinación, respuesta y acompañamiento
efectivo a las autoridades administrativas y judiciales en los procedimientos
que impliquen el desalojo de víctimas de desplazamiento forzado. Estas
medidas, serán verificadas por la Sala de Seguimiento al ECI en materia de
desplazamiento forzado de acuerdo con los parámetros que se definirán a
continuación:
120.- En primer lugar, se ordenará a la UARIV que active un
canal de comunicación específico con las autoridades administrativas y
judiciales, relacionado con el acompañamiento e información necesaria para la
protección de los derechos de las víctimas en el marco de los procesos de
desalojo. Este canal de comunicación consistirá en un micrositio en el
portal web de la entidad, en el que las autoridades podrán solicitar la
información y el acompañamiento de la Unidad para la identificación y
verificación de las condiciones de los ocupantes en el marco de procesos de
desalojo.
121.- En segundo lugar, la actuación de la UARIV deberá estar
dirigida a acompañar de manera efectiva a las autoridades administrativas y
judiciales en la identificación de las víctimas ocupantes de los predios y el
estado de sus carencias. Para garantizar esta respuesta efectiva, la entidad en
mención deberá expedir un protocolo, que presentará a la Sala de Seguimiento al
ECI en materia de desplazamiento forzado, en el que se regule el curso de
acción de la entidad y prevea lo siguientes elementos mínimos:
1.
Tiempos de respuesta sobre las siguientes actuaciones: (i)
confirmación del recibo de la solicitud de acompañamiento; (ii) requerimientos
para que se completen los datos sobre los ocupantes en relación con los que se
brindará la información; y (iii) la remisión de las bases de datos con la
información de los ocupantes de acuerdo con lo referido en el numeral siguiente.
El tiempo de respuesta no podrá superar los plazos previstos para la respuesta
a solicitudes en ejercicio del derecho de petición.
2.
La información veraz, oportuna, completa y organizada sobre: (i)
los ocupantes inscritos en el RUV, (ii) las ayudas humanitarias que han
recibido o reciben; (iii) la calificación vigente sobre las carencias en
materia de alojamiento; e (iv) información sobre la superación de la necesidad
de vivienda.
3.
En caso de inscripción en el RUV y ausencia de información sobre
las ayudas humanitarias y la calificación de carencias, la previsión de medidas
de traslado de funcionarios de la UARIV al lugar de la ocupación para efectuar
la evaluación de las carencias de los ocupantes, víctimas de desplazamiento
forzado.
4.
La actualización y coordinación entre la UARIV y la entidad territorial
sobre las calificaciones de carencias o entregas de ayudas humanitarias
posteriores al desalojo, en aras de establecer el alcance del albergue
temporal.
5.
La adecuada publicidad e información a las entidades sobre la
existencia de este canal de comunicación y su uso, así como la posibilidad de
exponer directamente ante la Sala de Seguimiento al ECI Desplazamiento Forzado
las omisiones de la UARIV en la atención de las solicitudes de información para
los casos de desalojo.
6.
Comoquiera que parte de la información que se deberá recaudar para
determinar las necesidades de vivienda de las víctimas caso a caso requiere el
suministro de información por parte de otras entidades, se instará a todas las
autoridades con competencias en la materia como el Ministerio de Vivienda,
FONVIVIEDA, el DPS, entre otras, para que remitan de manera oportuna la
información a la UARIV en aras de que el acompañamiento a los casos de desalojo
sea efectivo.
Es necesario que la respuesta de la UARIV a los requerimientos de las
entidades territoriales y el acompañamiento a los procesos de desalojo sean
céleres, por las condiciones de vulnerabilidad de los ocupantes en los
asentamientos irregulares y porque las dinámicas de ocupación varían
rápidamente en cortos períodos. En consecuencia, los tiempos de respuesta deben
tener como plazo máximo los tiempos fijados en la Ley 1755 de 2015 de acuerdo
con la naturaleza de la solicitud.
El protocolo en mención será presentado a la Sala de Seguimiento
ECI en materia de desplazamiento forzado, quién verificará que incluya las
condiciones para una respuesta efectiva y vigilará su cumplimiento.
122.-Establecido el alcance del albergue provisional y las medidas
estructurales para que sea efectivo y se focalice en las víctimas de
desplazamiento forzado que necesitan una respuesta urgente de vivienda, la Sala
precisa que el albergue temporal se circunscribe a las víctimas de
desplazamiento forzado en atención a las tres condiciones, reconocidas por la
jurisprudencia constitucional, para brindar una protección reforzada a esta
población. En particular: (i) la dinámica del desplazamiento que genera que
las personas se vean forzadas a abandonar intempestivamente sus hogares y
lugares de origen, y resulten obligadas a arribar en condiciones precarias a
otros lugares con los que no tienen arraigo; (ii) el hecho de que el
desplazamiento forzado, aunque se cometa por grupos al margen de la ley,
comporta el incumplimiento de los deberes del Estado en relación con las
medidas de protección y seguridad para que este fenómeno no se produjera; y
(iii) que el Estado no ha logrado proteger y restablecer los derechos de las
víctimas de desplazamiento forzado, lo que ha generado un ECI que involucra las
omisiones estructurales de las autoridades en la debida atención de las
víctimas.
123.- En lo que respecta al segundo grupo de ocupantes, esto
es, sujetos de especial protección constitucional por condiciones diferentes al
desplazamiento forzado, la Sala no es indiferente ante su situación de
vulnerabilidad. Sin embargo, no proceden las mismas medidas de protección que
las otorgadas a las víctimas de desplazamiento forzado con las condiciones
expuestas previamente por cuanto: (i) no están sujetos a una situación de
vulneración masiva de sus derechos fundamentales, como la que genera el
desplazamiento forzado, y (ii) su condición de vulnerabilidad, prima facie,
no tiene la misma relación con la vivienda como ocurre con el fenómeno del
desplazamiento que, por definición, comporta la expulsión violenta de la
víctimas de sus hogares y lugares de origen, lo que en la mayoría de los casos
genera una necesidad habitacional directa. Por estas razones, en relación con
otros SEP el amparo no incluirá el albergue temporal sino que se concentrará en
la garantía del debido proceso estricto referido en el fundamento jurídico 114
para que las actuaciones de desalojo sean respetuosas de la dignidad humana, la
inclusión en programas de vivienda y la orientación de la política pública para
que responda a las necesidades de la población vulnerable, conforme al carácter
progresivo del derecho a la vivienda.
En ese sentido se reitera que, las actuaciones ilegales no generan
derechos y que la especial protección que se ordena con respecto a la población
víctima de desplazamiento forzado en el marco de procedimientos de desalojo
está fundada en la grave violación de los derechos humanos que enfrentan por el
hecho del despojo, y no por su condición de ocupantes irregulares de predios.
De manera que, en circunstancias como las que se examinan en esta oportunidad,
en las que no se generaron expectativas sobre la viabilidad de la ocupación, no
se generan medidas de protección derivadas de la calidad de ocupante irregular.
Finalmente, para la atención de las otras vulnerabilidades que no
se derivan de la condición de desplazamiento forzado, es necesario que las
actuaciones de desalojo estén acompañadas de las instituciones con competencias
para la protección de dichos sujetos. En concreto, que el ICBF, la autoridad
administrativa de familia, la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría General de
la Nación y las entidades con competencias respecto de la protección de
derechos fundamentales sean convocadas para que brinden acompañamiento a las
actuaciones, informen a los sujetos en condición de vulnerabilidad los
programas de atención y la oferta institucional disponible sobre la materia, y
adelanten, en el marco de sus competencias, las medidas de protección
correspondientes.
124.- En relación con el tercer grupo, que corresponde a
sujetos que no tienen carencias en materia de vivienda, no hay lugar a albergue
temporal por los fundamentos de la restricción descrita y porque, bajo esta
hipótesis, la ocupación no pretendió satisfacer una necesidad imperiosa sino la
obtención de una ventaja por una vía ilegal. Esta pretensión no puede ser
admitida ni cohonestada por el juez constitucional, no sólo desde una
perspectiva de legalidad, sino principalmente porque este tipo de actuaciones
transgreden los derechos de terceros, muchos de ellos en situación de
vulnerabilidad, afectan el avance en la política de vivienda, y desvían la
focalización de recursos.
125.- Con respecto al cuarto grupo de sujetos, que corresponden
a los migrantes tampoco concurren las especiales condiciones que generan la
protección reforzada de las víctimas de desplazamiento forzado por las mismas
razones expuestas en relación con los otros SEP y porque la atención
humanitaria, como se explicó en los fundamentos jurídicos 80 a 88, corresponde
principalmente a la actuación del Estado cercana a la recepción de los
migrantes en el país. Sin embargo, en los casos de desalojo la ocupación de un
inmueble con ánimo de vivienda es indicativa de que temporalmente la situación no
se encuentra en la fase de atención inicial a la migración masiva. Por lo
tanto, no procede la medida de albergue temporal en las condiciones
establecidas para las víctimas de desplazamiento forzado.
Adicionalmente, se reitera que el derecho a la vivienda, aunque es
fundamental, tiene una faceta prestacional cuya materialización, en relación
con los migrantes, está sujeta a la política definida por el Presidente de la
República, en tanto involucra asuntos de la política migratoria del Estado.
Con todo, en las actuaciones de desalojo se deberá convocar a la
Defensoría del Pueblo y a la Procuraduría General de la Nación para que les
informe a los nacionales de otros países, ocupantes irregulares de predios,
cuál es la oferta institucional de atención humanitaria dispuesta por el
Estado. Asimismo, deberá brindarles la información y el acompañamiento en
relación con la política migratoria del país, los mecanismos de regularización
de la permanencia y los canales para el reconocimiento de su condición de
refugiado, de ser el caso.
Las medidas de
protección del derecho a la vivienda a mediano y largo plazo. Estas medidas no suspenden
los desalojos ni son condiciones previas para su realización
126.- En
relación con las medidas de protección del derecho a la vivienda a mediano y
largo plazo en el marco de actuaciones de desalojo por ocupación irregular de
bienes, la Corte ha acudido a fórmulas que generan diferentes
obligaciones para las autoridades. En concreto esta medida ha variado así: (i)
que se le otorgue a los ocupantes la
información detallada y clara sobre las políticas públicas en materia de
vivienda y se les brinde acompañamiento para la postulación y el acceso a esos
programas; (ii) la inclusión directa en
los programas de adjudicación de bienes sin que esto implique modificar el
orden de las personas que están en lista de espera; (iii) la inclusión
preferencial y prioritaria de los ocupantes desalojados en programas de
asignación de vivienda; y (iv) el desarrollo de programas de vivienda específicos
para los accionantes.
127.- En atención a los matices referidos, se unificará la medida
de protección del derecho de vivienda a mediano y largo plazo, en
relación con la víctimas de desplazamiento forzado en el sentido de: (i)
reforzar las medidas de suministro de información clara y oportuna sobre los
programas y políticas de satisfacción de vivienda; (ii) reforzar el
acompañamiento en el acceso y la postulación a esos programas; y (iii) ordenar
la inscripción de las víctimas de desplazamiento forzado, que cumplan con los
requisitos para el efecto, en los programas de vivienda en desarrollo sin que esto implique modificar el orden de las
personas que están en lista de espera, ni la inclusión en proyectos de vivienda
específicos. En particular, la medida consiste en el registro en la base de
datos a través de la que se ejecuta el procedimiento de identificación de
posibles beneficiarios del programa.
Las medidas descritas sólo abarcan a las víctimas de
desplazamiento forzado por la dinámica de este flagelo y pretenden
compatibilidad y coordinación entre: (i) la política global de atención a las
víctimas de desplazamiento forzado, (ii) los avances en la política de
satisfacción de vivienda, impulsados y controlados por la Sala de Seguimiento
al ECI Desplazamiento Forzado. Además, se encamina a respetar el derecho de las
otras víctimas que acudieron a los canales institucionales y están a la espera
de una solución de vivienda. En ese sentido, se advierte que las medidas que se
toman mediante sentencias de tutela en casos concretos, en las cuales se otorga
el acceso prioritario a los programas en favor de ocupantes irregulares de
predios, desconocen los esfuerzos globales que se adelantan en el proceso
dialógico del seguimiento al ECI y pueden resultar violatorias del mandato de
igualdad, pues ignoran la espera de otras víctimas con iguales o mayores
vulnerabilidades que acudieron a los mecanismos formales de acceso a la
vivienda en relación con las que se retrasa la política gradual en la materia.
Asimismo, la inconveniencia de ordenar el acceso prioritario caso
a caso es clara si se consideran los ajustes ordenados a la política de
vivienda, en los que se ha hecho énfasis en la necesidad de priorización de las
personas que accedieron a las vías institucionales en las dos primeros esquemas
indicados en esta providencia, quienes recibieron subsidios y estos no se
tradujeron en una solución de vivienda porque los proyectos fueron siniestrados,
incumplidos o se estableció su inviabilidad y continúan en listas de espera[224].
Finalmente, las órdenes generales de inclusión prioritaria en estos programas
desconocen los diferentes grados de vulnerabilidad de la población e impactan
la acción dirigida a lograr un avance coordinado, sistemático y sostenido en la
materia.
128.- El alcance de la medida de protección del derecho a la
vivienda a mediano y largo plazo para las víctimas de desplazamiento forzado consiste
principalmente en la inclusión en los programas de vivienda. Esta inclusión
hace referencia a los programas en general y no a proyectos de vivienda
específicos, y no implica modificar
el orden de las personas que se postularon previamente y están en lista de
espera. En concreto, las autoridades en materia de vivienda deberán evaluar las
circunstancias de cada una de las víctimas identificadas y establecerá, en el
marco de la oferta institucional vigente, cuál es el programa de vivienda que
responde a sus circunstancias y necesidades. Luego, adelantará la inscripción
en la base de datos a través de la que se ejecuta el procedimiento de
identificación de posibles beneficiarios del programa, le informará a la
víctima esta inscripción, le explicará la forma en la que opera el programa
correspondiente y las actuaciones a seguir así como una estimación aproximada
de los tiempos de espera. Establecido el alcance de la medida de amparo la Sala
considera necesario emitir órdenes con respecto al desarrollo y el estado
actual de la política de vivienda para la población desplazada. Lo anterior por
cuanto:
Tal
y como se explicó en los fundamentos jurídicos 69 a 73, la política de atención
en vivienda para la población desplazada: (i) ha sido impulsada por esfuerzos
institucionales, guiados y monitoreados por la intervención del juez
constitucional y conciliados en el marco de la naturaleza dialógica del proceso
de seguimiento al ECI en materia de desplazamiento forzado; (ii) la definición
de esta política no puede ser arbitraria por cuanto involucra la protección y
el restablecimiento de los derechos de las víctimas de desplazamiento forzado,
y la superación de una comprobada situación de violación masiva, prolongada y
sistemática de derechos fundamentales; (iii) es una materia en la que se han
alcanzado importantes avances, y se han superado problemas en el diseño, la
ejecución y la cobertura de la política pública de vivienda; y (iv) con todo,
se mantienen graves problemas de protección y acceso a la vivienda digna en
relación con un importante grupo de población desplazada, de ahí que el diseño,
la ejecución y la evaluación de las medidas sigan siendo monitoreadas por la
Sala de Seguimiento.
De otra parte, revisados los programas de vivienda referidos por
el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, FONVIVIENDA y el DPS no se
identifica la política actual de vivienda en relación con la población más
vulnerable, en general, y con las víctimas de desplazamiento forzado, en
particular. En efecto, no es claro si existe una continuidad en la política
pública de atención a la población desplazada compatible con los estándares
alcanzados en el marco del seguimiento al ECI. Asimismo, los programas que
señaló el Gobierno Nacional para atender las necesidades de los ocupantes del
predio en El Copey requieren que los hogares postulantes concurran con aportes
para cierres financieros, medidas de ahorro o sean propietarios de inmuebles,
exigencias que, prima facie, parecen focalizar la atención en una
población con características diferentes a las de las víctimas de
desplazamiento forzado en situación de mayor vulnerabilidad.
Así las cosas, teniendo en cuenta que la política de vivienda para
la población desplazada (i) no es un asunto que depende de la absoluta
autonomía del Gobierno correspondiente; (ii) responde a un esfuerzo de diversas
autoridades y estamentos de la sociedad en un diálogo y construcción conjunta
adelantados desde el año 2004 para superar el ECI en materia de desplazamiento;
y (iii) se evaluó por última vez en el año 2016, se adoptarán las siguientes
medidas:
129.- En primer lugar, se ordenará al Ministerio de Vivienda,
Ciudad y Territorio, y a FONVIVIENDA que presenten un informe a la Sala de
Seguimiento al ECI en materia de desplazamiento forzado sobre: (i) los
programas de vivienda vigentes para la población desplazada, (ii) las metas de
estos programas, y (iii) la concordancia de esta política con los estándares
logrados a través del seguimiento al ECI en materia de desplazamiento forzado.
Con base en este informe, la Sala Especial de Seguimiento analizará
la política actual de vivienda para la atención de la población desplazada.
130.- En segundo lugar, se ordenará al Ministerio de Vivienda,
Ciudad y Territorio, FONVIVIENDA y a la UARIV que fortalezcan los canales de
comunicación e información sobre los programas estatales para la garantía de la
vivienda de la población desplazada. En efecto, en el marco del seguimiento se
ha indicado que la difusión de los programas a través de las cajas de
compensación familiar ha sido insuficiente y las autoridades, cuestionadas
sobre esta materia en el trámite de esta acción de tutela, indicaron que ese
sigue siendo el principal canal de comunicación.
En ese sentido, se destaca que el argumento central de las
autoridades con competencias en la satisfacción de vivienda en el presente
trámite constitucional estuvo relacionado con la obligación de que las víctimas
de desplazamiento forzado acudan a los mecanismos instituidos para la
satisfacción del derecho a la vivienda. Sin embargo, no refirieron un esfuerzo
institucional, más allá de la actuación de las cajas de compensación, con las
insuficiencias anotadas, para que las víctimas de desplazamiento forzado
conozcan los programas y cuenten con el acompañamiento para acceder de manera
efectiva a estos programas.
En consecuencia, la UARIV, el Ministerio de Vivienda, Ciudad y
Territorio, y FONVIVIENDA en el término máximo de seis meses, deberán diseñar
una estrategia coordinada de información, publicidad y acompañamiento
a las víctimas de desplazamiento forzado en relación con el acceso a los
programas de vivienda. Esta estrategia debe contar como mínimo con los
siguientes elementos: (i) información clara sobre los programas vigentes; (ii)
los requisitos generales y mecanismos de acceso; (iii) difusión de amplio
alcance y focalización en municipios y asentamientos que concentren población
desplazada; y (iv) medidas de acompañamiento en las fases de acceso y
postulación. Esta estrategia será presentada a la Sala de Seguimiento al ECI en
materia de desplazamiento forzado.
131.-
En síntesis con respecto al primer grupo de ocupantes, esto es, víctimas de
desplazamiento forzado, la medida de protección del derecho a la vivienda en el
mediano y largo plazo consiste, principalmente, en la inclusión en los
programas de vivienda. Esta
inclusión hace referencia a los programas en general y no a proyectos de
vivienda específicos, y no implica modificar
el orden de las personas que se postularon previamente y están en lista de
espera. En particular, se trata de la inscripción en la base de datos a través de la que se
ejecuta el procedimiento de identificación de posibles beneficiarios del programa,
la cual deberá informársele a la víctima, a quién también se le explicará la
forma en la que opera el programa correspondiente y las actuaciones a seguir
así como una estimación aproximada de los tiempos de espera. En aras de que los
mecanismos institucionales y los programas de vivienda sean vías efectivas de
acceso a la vivienda y no sólo una respuesta formal, la Sala ordenará que se
presente un informe sobre el alcance de la política actual en la materia a la
Sala de Seguimiento ECI de Desplazamiento Forzado. Asimismo, se ordenará una
medida de fortalecimiento de la estrategia de difusión, acceso y acompañamiento
a los programas de vivienda.
132.- En relación con el segundo grupo de
ocupantes, sujetos de especial protección constitucional por condiciones
diferentes al desplazamiento forzado con necesidades de vivienda, la
medida de protección es la inclusión en los programas de satisfacción de
vivienda. Esta inclusión hace referencia a los programas en
general y no a proyectos de vivienda específicos, y no implica modificar el
orden de las personas que se postularon previamente y están en lista de espera.
En concreto, las autoridades en materia de vivienda deberán evaluar las
circunstancias de cada uno de los sujetos de especial protección
constitucional, desalojados y con comprobadas necesidades en materia de
vivienda y establecerá, en el marco de la oferta institucional vigente, cuál es
el programa de vivienda que responde a sus circunstancias y necesidades. Luego,
adelantará la inscripción en la base de datos a través de la que se ejecuta el
procedimiento de identificación de posibles beneficiarios del programa, le
informará al beneficiario esta inscripción, le explicará la forma en la que
opera el programa correspondiente y las actuaciones a seguir así como una
estimación aproximada de los tiempos de espera.
Con respecto a los programas de vivienda para la
población más vulnerable se ordenará al Ministerio de Vivienda, Ciudad y
Territorio que, de acuerdo con la orden emitida previamente, fortalezca la
estrategia de comunicación en programas de vivienda para población vulnerable
en los siguientes puntos: (i) información clara sobre los programas vigentes;
(ii) los requisitos generales y mecanismos de acceso; (iii) difusión de amplio
alcance y focalización en municipios con altos índices de asentamientos
irregulares e informales; y (iv) medidas de acompañamiento al acceso y
postulación. Comoquiera que la estrategia está dirigida a la población
vulnerable en general deberán fortalecerse las vías de comunicación con las
entidades territoriales para lograr que la institucionalidad en materia de
vivienda sea conocida por toda la población y no se limite a la actuación de
las cajas de compensación.
En el cumplimiento de esta orden deberá remitirse
un informe a la Sala de Seguimiento ECI de Desplazamiento Forzado.
133- Con respecto al tercer grupo de ocupantes,
esto es, sujetos de especial protección constitucional sin necesidades
apremiantes de vivienda y otros ocupantes que no ostenten alguna circunstancia
que los haga sujetos de especial protección constitucional no se adoptarán
medidas de protección del derecho a la vivienda.
134.- Finalmente, en relación con el cuarto
grupo de ocupantes es necesario señalar que, si bien no son admisibles los
tratamientos diferenciados con base en el origen nacional, lo cierto es que, los
instrumentos de derechos humanos reconocen que los Estados pueden definir la
forma como garantizan el derecho a vivienda a los extranjeros. Asimismo, se ha
reconocido que la política de vivienda puede tomar como fundamento el carácter
regular de los migrantes. En efecto, los planes de vivienda y la
materialización progresiva del acceso a la vivienda implican medidas de largo plazo
y, por lo tanto, estas políticas pueden tomar como factor relevante la vocación
de permanencia en el país, la cual está íntimamente relacionada con la política
migratoria del Estado, en cabeza del Presidente de la República.
En atención a estas particularidades, la Sala
precisa que las medidas de protección en el marco de los desalojos para los
migrantes corresponden a las garantías del debido proceso anunciadas
previamente, y la información y el acompañamiento en relación con las rutas de
atención humanitaria vigentes y las medidas de regularización migratoria, las
cuales no suspenden la realización de las actuaciones de desalojo. Igualmente,
la Corte aclara que no adoptará medidas en relación con la protección del
derecho a la vivienda de mediano y largo plazo de los extranjeros, pues la
definición de esta política está en cabeza del Gobierno Nacional y de la Rama
Legislativa, e implica importantes consideraciones sobre la política migratoria
del país, cuya competencia de acuerdo con el artículo 189.2 superior está asignada
al Presidente de la República.
135.- Por último, en lo que respecta a los efectos de las
medidas de amparo es necesario señalar que, en la mayoría de los casos
estudiados por esta Corporación, la acción de tutela se promovió por uno de los
ocupantes o por pequeños grupos de personas que reclamaban la protección
individual de sus derechos fundamentales. Sin embargo, dado que el contexto de
la solicitud de amparo generalmente da cuenta de circunstancias de ocupación
por una comunidad mayor, la Corte ha acudido principalmente a los efectos inter
comunis, que constituyen “un dispositivo de amplificación de la decisión”[225]
para extender los efectos de las medidas de
amparo en escenarios en los que, entre otros, existen grupos de personas con
intereses:
“Paralelos y, en virtud
de consideraciones relacionadas con el principio de igualdad, la economía
procesal o la especial protección constitucional que gozan ciertos sujetos, se
torna imperioso que las consecuencias del fallo se extiendan a todos los
miembros de la respectiva colectividad.”[226]
En concreto, cuando se reclama la protección de los derechos
fundamentales de sujetos de especial protección constitucional en el marco de
procedimientos de desalojo, en muchos casos se advierte que la ocupación
irregular involucra otras personas que si bien no formularon la acción de
tutela están en la misma situación de ocupación irregular, también enfrentan
las actuaciones de desalojo y ostentan las mismas o mayores condiciones de
vulnerabilidad que los accionantes. En este escenario y ante situaciones de
posible violación de derechos fundamentales de otros sujetos de especial protección
constitucional, la Corte Constitucional no puede ser indiferente con respecto
al alcance de las situaciones reveladas en el trámite de tutela, privilegiar
aspectos formales sobre el derecho sustancial y desconocer los eventos en los
que la decisión debe hacerse extensiva a todos los sujetos que, junto con los
actores, integran una misma comunidad que, en razón de la identidad fáctica,
conforman un grupo social que se verá directamente impactado por la decisión de
la Corte.
No obstante, el alcance de estas medidas debe velar porque la
imposición de las cargas a las autoridades sea razonable. En consecuencia, es
necesario que en el cumplimiento de la orden de amparo las entidades
territoriales y las autoridades administrativas adelanten una actuación
diligente dirigida a identificar a los ocupantes, clasificarlos de acuerdo con
los grupos referidos en el fundamento jurídico 111 y determinar las medidas de
protección procedentes y explicadas en precedencia. En ese sentido, en aras de
evitar incentivos que favorezcan posteriores ocupaciones irregulares y para
racionalizar las cargas de las autoridades, la aplicación de los efectos sólo
se extenderá a las personas que aunque no formularon la acción de tutela
durante la actuación administrativa o judicial de desalojo, o el trámite
constitucional, fueron identificados como ocupantes del predio y que, por lo
tanto, fueron caracterizados.
Caso concreto
Precisión
preliminar
136.- Tal y como
se explicó en la presentación del caso la acción de tutela se formuló por 57
personas. No obstante, en el examen de la legitimación en la causa por activa
se advirtió que sólo 44 suscribieron el escrito de tutela y presentaron la
acción a nombre propio. En relación con las 13 personas restantes, identificadas
en la acción como promotoras del amparo, pero que no la suscribieron y que
requeridas en esta sede tampoco ratificaron esa condición, se concluyó que no
concurren los elementos para tener por acreditada la legitimación en la causa
por activa.
Ahora bien, a
pesar de las consideraciones descritas la Sala advierte que la solicitud de
amparo hace referencia a un contexto de ocupación de un predio del municipio El
Copey, comprobado en el trámite de esta acción constitucional. En concreto, las
actuaciones reportadas por la Inspección de Policía de El Copey y en la
inspección judicial ordenada en esta sede revelan un panorama más amplio que el
de la ocupación de los promotores del amparo y que incluyó, de acuerdo con el
último reporte, que por lo menos 120 núcleos familiares conformados
aproximadamente por 365 personas ocupaban irregularmente el inmueble en
mención. En consecuencia, el examen de la solicitud de amparo se adelantará
conforme a ese contexto.
Análisis de la
solicitud de amparo bajo las reglas de unificación
137.- En la
acción de tutela, los actores adujeron que se encuentran en situación de pobreza
extrema y son sujetos de especial protección constitucional por diversas
condiciones. En particular, señalaron que entre los accionantes hay víctimas
del conflicto armado, madres cabeza de familia, personas de la tercera edad,
migrantes venezolanos y que la mayoría de los núcleos familiares están
integrados por menores de edad.
Indicaron que como
consecuencia de la falta de recursos para satisfacer sus necesidades básicas
ocuparon un predio del municipio El Copey, en el que se pretendía adelantar un
proyecto de vivienda en el marco del programa “Mi Casa Ya”, y durante el
tiempo en el que han mantenido la ocupación las autoridades municipales
realizaron varias diligencias de desalojo, en las que se vulneraron sus
derechos fundamentales por cuanto: (i) no les notificaron las actuaciones para
el desalojo; (ii) no les permitieron ejercer el derecho de defensa; (iii) no
caracterizaron a los ocupantes para establecer sus condiciones de
vulnerabilidad; y (iv) no les ofrecieron medidas de reubicación. En
consecuencia, solicitaron como medida de protección de sus derechos
fundamentales que se ordene la suspensión de las medidas de desalojo hasta que
se les brinden soluciones de vivienda de carácter temporal y de largo plazo.
138.- Por su
parte, la Alcaldía y la Inspección de Policía de El Copey adujeron que en el
trámite de desalojo respetaron las garantías del debido proceso a través de la
notificación de las actuaciones y la caracterización de los ocupantes del
predio. Asimismo, destacaron que en el inmueble se adelantaron varias
diligencias de inspección, caracterización y desalojo, en las que inicialmente
se identificaron actos de cercamiento de los predios, estos fueron derribados,
y cada vez que regresaban al predio se presentaban nuevas actuaciones de
perturbación que incrementaron de manera gradual y significativa. En
particular, mediante las diferentes respuestas emitidas en este trámite
constitucional, la Corte pudo constatar la evolución de la situación de
ocupación así:
Fecha
Actuación
Ocupantes
Enero
2018
Contrato
Proyecto de vivienda
NR
Mayo
2018
1ª
denuncia ocupación
NR
Junio
2018
Inspección
ocular
0
Septiembre
2018
Inspección
ocular
0
Octubre
2018
Acción
de tutela
NR
Noviembre
2018
Inspección
ocular
11
Julio
2019
Inspección
ocular
377
Febrero
2020
Inspección
judicial
366
Establecido el
contexto general del caso, esto es, que: (i) un grupo de personas que refieren
diversas condiciones de vulnerabilidad emprendieron actos de perturbación de la
posesión de un predio del municipio El Copey; (ii) los ocupantes reconocen que
el municipio es el propietario del predio y que en este se pretendía adelantar
un proyecto de vivienda de interés social; (iii) la ocupación varió en cortos
periodos desde actos precarios como el encerramiento de lotes hasta la
construcción de espacios de vivienda; y (iv) los ocupantes exigen que se
suspendan las medidas de desalojo hasta que se ofrezcan soluciones de vivienda
a corto, mediano y largo plazo, la Sala examinará la violación de los derechos
fundamentales alegada. Para la evaluación de estas circunstancias y la
aplicación de las reglas de unificación de la jurisprudencia en el presente
asunto se partirá de las premisas anunciadas en los fundamentos jurídicos 105 a
111 de esta sentencia, las cuales se comprueban en el presente asunto:
139.- En primer
lugar, en este caso no se generaron expectativas que gocen de protección
constitucional, esto es, la actuación del municipio El Copey en relación con la
ocupación irregular del bien no generó situaciones de confianza legítima.
Por el contrario, en el presente asunto la Alcaldía emprendió diversas
actuaciones para lograr la recuperación material del inmueble incluso en
momentos tempranos en los que la invasión no comportaba el uso del predio como
un lugar de vivienda.
En efecto, en
las entrevistas recaudadas en la inspección judicial los ocupantes precisaron
que el primer acto de ocupación se adelantó el 13 de mayo de 2018, hecho con
base en el cual nombraron el asentamiento “Barrio Trece de Mayo”. El
15 de mayo de 2018 vecinos del lugar presentaron las primeras denuncias
sobre cercamientos en el inmueble. El 16 de mayo de 2018, la Inspección
de Policía de El Copey profirió auto en el que dio inicio al proceso policivo
por ocupación de hecho y le solicitó a la Fuerza Pública que adelantara las
actuaciones dirigidas a expulsar a los ocupantes de acuerdo con lo previsto en
el artículo 81 de la Ley 1801 de 2016[227].
El 17 de mayo siguiente en el desarrollo de las acciones preventivas no
encontraron ocupantes en el predio sino “un gran número de palos y pitas que
dividían en predio en pequeños lotes”.
Asimismo, la
autoridad de policía dio cuenta de otras actuaciones de inspección ocular al
predio en el que se presentaban nuevas estructuras sin ocupantes, las
cuales fueron retiradas -8 de junio de 2018, 12, 21 y 25 de septiembre de
2018-, y de las diligencias en las que se identificaron habitantes luego de
la formulación de la acción de tutela -1, 15 y 17 de noviembre de 2018, 14
y 25 de junio de 2019, 25 de junio de 2019-.
En consecuencia,
como se evidencia de las actuaciones descritas y se explicará más adelante la
Alcaldía de El Copey emprendió de manera oportuna, permanente y diligente las
actuaciones necesarias para la protección de sus derechos sobre el predio. Por
lo tanto, de su actividad no se desprenden omisiones o conductas negligentes
que infundieran confianza en los ocupantes sobre la tolerancia a la ocupación
de hecho.
140.- En segundo
lugar, el alcance del derecho a la vivienda digna impide admitir que las
construcciones precarias en espacios que no cuentan con condiciones de
habitabilidad y salubridad como las realizadas en este caso generan situaciones
de vivienda digna. En efecto, en el presente asunto se advirtió que
en el transcurso de la ocupación los habitantes hicieron construcciones sin
acceso a medidas de salubridad, espacios habitacionales suficientes, conexiones
a servicios públicos, entre otras condiciones necesarias para la vivienda
adecuada. De acuerdo con la información recaudada en la inspección judicial
adelantada el 4 y 5 de febrero de 2020 se advirtió la división del predio en
aproximadamente 120 lotes, en los que se realizaron construcciones precarias
con las siguientes características:
Materiales
Construcciones
Barro,
bahareque y tejas de zinc
55
Madera
y tabla
27
Sacos
de arena, escombros y plástico
20
Bloque,
cemento
10
Lotes
cercados, cultivos y mejoras sin vivienda
7
Adicionalmente,
aunque no se recaudaron los datos de todas las construcciones en la inspección
se registró que en muchos casos los espacios habitacionales corresponden
principalmente a una única habitación, en la que conviven núcleos familiares
completos, integrados en promedio entre 3 y 5 personas. Igualmente, la mayoría
de las construcciones carecen de baño o un espacio de saneamiento básico.
141.- En
consecuencia, las construcciones precarias en mención, sin acceso formal a
servicios de agua y luz (algunas cuentan con conexiones ilegales), sin un
sistema de alcantarillado que permita mantener unas condiciones de salubridad y
dignidad, y sin el cumplimiento de las condiciones de vivienda adecuada,
reconocidas por la jurisprudencia constitucional, no pueden ser admitidas como
vivienda digna. La actuación estatal, incluida la respuesta judicial, no puede
estar dirigida a admitir estas condiciones de extrema precariedad en materia de
vivienda y contrarias a la dignidad humana, como respuestas a la necesidad de
vivienda de la población más vulnerable.
142.-
En tercer lugar, el procedimiento policivo dirigido a lograr el desalojo de los
ocupantes del predio persigue la protección de un inmueble de la entidad
territorial y este propósito guarda una íntima relación
con la legalidad, la seguridad jurídica, el interés general, la convivencia
pacífica y la vigencia de un orden justo. En efecto, la existencia de
mecanismos de protección de los bienes públicos y su operatividad tiene una
importancia mayúscula en la legitimidad del Estado, la construcción de la paz y
la protección del interés general.
Adicionalmente,
en el presente asunto la relevancia de la protección del predio se refuerza por
su destinación. En el trámite de la acción de tutela la Alcaldía explicó que el
23 de enero de 2018 la Gobernación del Cesar y COMFACESAR celebraron un
convenio de asociación para la aplicación de subsidios del Programa “Mi Casa
Ya”, en el que se incluyó al municipio El Copey para la aplicación de 154
subsidios. En el marco de este programa la entidad territorial se comprometió a
entregar el bien identificado con matrícula inmobiliaria 190-159605 para la
construcción del proyecto de vivienda. Sin embargo,
en atención a la ocupación bajo examen no pudo cumplir con la obligación a su
cargo y finalmente el proyecto no obtuvo el cierre financiero requerido.
En
consecuencia, en el presente asunto la recuperación material del inmueble no
sólo protegía los derechos reales de la entidad territorial sino que también
involucraba los intereses de los posibles beneficiarios del proyecto de
vivienda dirigido a población vulnerable. En ese sentido, la Sala destaca que
en la acción de tutela los ocupantes reconocieron esa circunstancia e indicaron
que las condiciones de vulnerabilidad los llevaron a “tomar posesión de un
predio de propiedad del municipio donde se pretendía realizar un proyecto de
vivienda que nunca se ha dado y que de darse sólo quienes cuenten con
suficientes recursos y relaciones podrán acceder a él.”[228]
De
manera que la relevancia constitucional del procedimiento de desalojo está
comprobada, en general, por los intereses que subyacen a su previsión en el
ordenamiento jurídico y, adicionalmente, por la destinación del inmueble a la
construcción de un proyecto de vivienda para población vulnerable en un
municipio con altas necesidades habitacionales[229].
143.- En cuarto lugar, en la ocupación bajo examen concurren
sujetos que presentan diferentes circunstancias y vulnerabilidades, las cuales
deben ser identificadas, evaluadas y consideradas para establecer la
violación de los derechos fundamentales y las medidas de protección. En el
contexto de la ocupación examinada en esta oportunidad y de acuerdo con el
panorama reflejado a través de las actuaciones adelantadas en el trámite de
tutela, prima facie, se presentan los siguientes grupos de ocupantes:
El primer
grupo está integrado por víctimas de desplazamiento forzado. Con
fundamento en las bases de datos construidas a partir del escrito de tutela,
las diligencias de caracterización y la inspección judicial se estableció que
de los 57 promotores del amparo 20 estaban inscritos en el RUV por el
hecho victimizante de desplazamiento forzado. Asimismo, la UARIV indicó que del
total de las bases de datos pudo identificar a 135 personas inscritas en el
RUV cuyo desplazamiento forzado se produjo así:
Año
del desplazamiento forzado
Víctimas
inscritas en el RUV
1990
2
1995
2
1996
1
1997
9
1998
5
1999
2
2000
2
2001
22
2002
15
2003
22
2004
16
2005
9
2006
10
2007
5
2008
4
2009
1
2011
1
2012
1
2014
4
2015
2
Total
135
El segundo
grupo hace referencia a los sujetos de especial protección
constitucional por circunstancias diferentes a la situación de desplazamiento
forzado y que tengan necesidades apremiantes en materia de vivienda. En ese
sentido, es importante destacar que de acuerdo con la inspección judicial el
predio estaba ocupado aproximadamente por 120 núcleos familiares integrados por
365 personas. De acuerdo con la caracterización efectuada se evidencia que,
además de los datos sobre desplazamiento forzado referidos previamente, en los
ocupantes concurren las siguientes condiciones de especial protección
constitucional:
Sujetos
de Especial Protección Constitucional[230]
Núcleos
familiares
Individuos
Menores
de edad
80
149
Tercera
edad (76 años en adelante)
2
2
Indígenas
y personas afro
3
16
Madre
o padre cabeza de hogar
23
23
Situación
de discapacidad
1
1
El tercer
grupo corresponde a sujetos de especial protección constitucional sin
necesidades apremiantes de vivienda y otros ocupantes que no son sujetos
de especial protección constitucional. En relación con este grupo resultan
ilustrativas las situaciones de personas que en el marco de las
caracterizaciones y la inspección judicial adujeron que son propietarios de
otros predios. Por ejemplo, una de las primeras familias ocupantes explicó que:
“Actualmente vive en la vereda, tienen las cosas en la vereda y duerme en la
invasión a ver si puede obtener un predio”[231]
. Asimismo otro grupo familiar aclaró que vivía en otro predio y que:
“vienen por ratos, viven en el barrio las delicias”[232].
Por su parte, otra de las ocupantes señaló que: “(…) Llegó al barrio
reinvadiendo el patio de la invasora del lote más grande porque ella ya tiene
casa. Los vecinos le ayudaron porque le dijeron que podía meterse aquí.”[233]
Igualmente,
como se explicó en la identificación de las construcciones algunos lotes sólo
cuentan con cercamientos o cultivos, de manera que no están destinados a
satisfacer necesidades imperiosas de vivienda; y otros grupos familiares
explicaron que viven en casas en arriendo en otros barrios y adelantan
construcciones en la invasión para ser propietarios de un inmueble[234].
Finalmente,
llama la atención de la Sala que de los 57 promotores de la acción 17 personas,
de las cuales cinco están incluidas en el RUV como víctimas de desplazamiento
forzado, no se encontraron habitando el predio en las caracterizaciones
realizadas el 1º de noviembre de 2018, el 3 de julio de 2019 y en la inspección
judicial adelantada el 4 y 5 de febrero de 2020[235].
Esta situación pudo obedecer al carácter volátil de las situaciones de
ocupación que, como se verá en este caso, variaron en períodos muy cortos. Sin
embargo, como se vio en relación con otros ocupantes, es posible que los 17
actores en mención sólo ejercieran actos de cercamiento, hipótesis que
descartaría la necesidad urgente de vivienda.
El cuarto
grupo corresponde a los migrantes venezolanos. En la inspección judicial se
identificaron 10 grupos familiares integrados por 37 individuos, de los cuales
19 son menores de edad. En las entrevistas realizadas algunas personas
indicaron que ingresaron al país por pasos irregulares y en atención a la
crisis humanitaria que se presenta en Venezuela[236].
144.- Con
respecto a los grupos descritos es necesario precisar que en esta sede se
destacan los elementos diferenciales generales en aras de precisar el alcance
de las medidas de protección de acuerdo con las reglas de unificación de la
jurisprudencia. Sin embargo, considerada la magnitud de la ocupación y la
variabilidad de estas situaciones de hecho, como lo demuestra este caso en el
que en menos de seis meses la ocupación pasó de 11 a 377 personas, se ordenará
la actualización de la caracterización de los ocupantes del predio para
establecer la situación actual de las víctimas de desplazamiento forzado y
sujetos de especial protección constitucional que ocupan el predio.
El derecho al
debido proceso en las actuaciones de desalojo de la ocupación en El Copey
145.- Con base
en las premisas descritas la Sala examinará si en las actuaciones de desalojo
se violaron las garantías del debido proceso de los ocupantes. En efecto, el
primer reparo de los accionantes estuvo relacionado con la forma en la que se
adelantaron los procedimientos por cuanto, adujeron, no se les comunicaron las
decisiones, no se les garantizó el ejercicio del derecho de defensa, las
actuaciones implicaron el uso de la fuerza, y no se caracterizaron a las
personas ocupantes para brindarles soluciones de vivienda. Para el análisis
sobre el respeto de las garantías del debido proceso es necesario reiterar que las
actuaciones de desalojo deben responder a un “debido proceso estricto”
que incluye unas garantías mínimas que se evaluarán en esta oportunidad.
Asimismo, es necesario destacar que el examen de la actuación de desalojo
también debe estar guiado por criterios de razonabilidad y proporcionalidad
sobre las exigencias a las autoridades en atención a la magnitud de contextos
de ocupación y a su variabilidad en periodos muy cortos.
146.- Los
elementos de prueba recaudados evidencian que la ocupación del predio en el
municipio El Copey ha sufrido variaciones que pueden ser identificadas y
clasificadas en tres momentos, en los cuales las actuaciones de las autoridades
se han ajustado para responder a las circunstancias cambiantes. En concreto,
los tres momentos relevantes corresponden a:
Momento
Fecha
Actuación
de las autoridades
Actos de
ocupación sin una situación de vivienda
13 a 17 de
mayo 2018
Acciones
preventivas conforme el artículo 81 de la Ley 1801 de 2016.
Trámite
policivo por actos de cercamiento hasta las primeras manifestaciones de
situaciones de vivienda
18 de mayo de
2018 a 15 de noviembre de 2018
Inspecciones
oculares, diligencias de caracterización, desmontes de estructuras, y
desalojo de las tres primeras familias ocupantes
El período de
consolidación de una situación de ocupación en materia de vivienda
17 de
noviembre de 2018 en adelante
Caracterización
de los ocupantes y suspensión material de las medidas en el trámite de tutela
Los diversos momentos
y escenarios por los que atravesó la ocupación no generan las mismas medidas de
protección. En efecto, las primeras actuaciones de la autoridad de policía se
efectuaron cuando se presentaban actos de perturbación de la posesión que no
correspondían prima facie a una situación de vivienda. En ese sentido,
es necesario destacar que el debido proceso estricto referido en los
fundamentos jurídicos 34 a 36 para situaciones de desalojo parte de un contexto
en el que las personas ocupan el predio para su propia vivienda y son
desalojadas en el marco de dicha ocupación irregular. Estas reglas no
cobijan cualquier acto de perturbación de la propiedad, sino que se trata de
las garantías que deben ser otorgadas cuando los trámites de desalojo recaen en
espacios y sobre sujetos que enfrentan una pérdida de su vivienda precaria.
Primer momento:
actos de ocupación sin una situación de vivienda en el predio
147.- El primer
acto de ocupación a través de cercamientos precarios se adelantó el 13 de mayo
de 2018. El 15 de mayo siguiente, el Alcalde presentó denuncia sobre los actos
de perturbación de la posesión y el 16 de mayo de 2018 la Inspección de Policía
profirió auto de apertura en el procedimiento de amparo policivo e indicó que,
de acuerdo con el artículo 81 de la Ley 1801 de 2016, procedía la acción
preventiva, la cual está dirigida a que se detengan los actos iniciales de
perturbación de bienes inmuebles. En consecuencia, ofició a la Fuerza Pública
para que adelantaran las actuaciones preventivas con el acompañamiento de la
Personería Municipal, la Comisaría de Familia y la Secretaría de Gobierno.
La actuación
preventiva se ejecutó el 17 de mayo de 2018, a través del desmonte de
estructuras precarias que pretendían dividir el predio en lotes. Sin embargo,
para este momento no se presentaban estructuras de vivienda. En concreto, el
acta de la diligencia precisa que: “Llegados al sitio de la diligencia
encontramos que el predio se encontraba vacío, la Policía Nacional y el
Ejército Nacional, acordonaron el lugar, los trabajadores procedieron al retiro
de un gran número de los palos y pitas que dividían el predio en lotes
pequeños”[237].
Adicionalmente,
en el desarrollo de la diligencia llegaron las personas que hicieron los
cercamientos en mención y el Alcalde de El Copey para el momento, José Luis
Nieves Pérez, adelantó una reunión en el predio, registrada en video aportado
al trámite constitucional, en la que les explicó: (i) la destinación del predio
para la construcción de 88 viviendas en el marco del programa de vivienda “Mi
Casa Ya” y las condiciones para la participación de ese proyecto; (ii) el
desarrollo de dos proyectos adicionales para un total de 300 soluciones de
vivienda en el municipio; e (iii) hizo un llamado a detener las acciones de
invasión que se presentan en el municipio así:
“(…) en la
medida en que se presenten este tipo de invasiones esos proyectos se van a
caer. Entonces ¿en qué terminamos? en que se van a construir viviendas en
pésimas condiciones, las familias que van a entrar ahí van a entrar en pésimas
condiciones. Igual van a seguir teniendo una mala calidad de vida sin servicios
públicos, sin agua, sin alcantarillado y al final todos vamos a perder, porque
ni la administración ni los que van a invadir los lotes van a estar viviendo de
la forma que merecen. Yo estoy preocupado si invaden esto vamos a perder otro
proyecto como ha sucedido en otros proyectos de El Copey. (…) Si el municipio
compra un lote al mes ya lo están invadiendo (…)
(…) Los invito a
que analicen: El Copey está creciendo a un ritmo rápido, es cierto, pero
nosotros tenemos que crecer en forma ordenada. Meterse acá a levantar viviendas
sin servicios eso al final los que van a vivir aquí van a vivir mal y el
municipio sigue en el mismo desorden. (…) Como Alcalde lo que tenemos que
hacer son las gestiones ante el Ministerio de Vivienda y la Gobernación para
que casas de interés social gratuita lleguen a El Copey, pero no solamente van
a ser viviendas gratis hay otras personas que no tienen casa que de pronto se
ganan uno o dos salarios mínimos que también ellos pueden hacer el aporte, que
es el caso de las casas que se van a construir aquí (…) nosotros sí estamos
buscando la solución al problema del déficit habitacional que tiene El Copey,
pero si no nos dejan y todos los lotes del municipio los van a invadir entonces
¿dónde vamos a hacer esas casas?, es la pregunta que les hago y los invito a que
analicen eso (…)
No se dejen
manipular y engañar de las personas que están acostumbradas a invadir lotes y
después vender los terrenos, gente que está en todas las invasiones. Entonces
ese es mi llamado a que los que no tienen casa participen de las 200 que se van
a entregar, todavía eso no tiene dueño. Usted hace la solicitud, (…) eso es una
convocatoria abierta y el que define el DPS no la Alcaldía (…)”[238]
Por su parte,
las personas expresaron su disconformidad por exigencias como el aporte
económico en el programa “Mi Casa Ya” porque no cuentan con los recursos
para el efecto, y refirieron su situación de vulnerabilidad y su incredulidad
sobre la posibilidad de participar y acceder a proyectos de vivienda. En
particular, como lo señalaron en la acción de tutela adujeron que se trata de
programas que benefician a pocas personas que tengan “conexiones” y no a
quienes más lo necesitan. El Alcalde respondió a estos cuestionamientos explicando
que el funcionamiento de los programas se define por las autoridades del orden
nacional, la identificación de población vulnerable se adelanta por parte de la
Red Unidos y el DPS, y que las autoridades municipales no determinan los
beneficiarios y, de esta forma, se asegura mayor transparencia.
148.- En
relación con este primer momento es necesario destacar que no son aplicables
las garantías referidas en los fundamentos jurídicos 34 a 36, por cuanto estas
reglas están dirigidas a proteger el debido proceso y la dignidad de las
personas que ocuparon los predios para su necesidad de vivienda urgente y
enfrentan situaciones de desalojo. En contraste, en este primer momento la
actuación policiva estaba dirigida a disuadir actos de perturbación como cercamientos
irregulares, pero no se dirigió a desalojar a ocupantes de espacios de vivienda
o habitación precaria.
En efecto, la
acción preventiva que refirió la autoridad de policía está prevista en el
ordenamiento jurídico como una reacción preliminar e inmediata con respecto a
los actos iniciales o primigenios de perturbación de la posesión. Por lo tanto,
en esta instancia no son exigibles las garantías de consulta o notificación
previa, pues desnaturalizarían la celeridad y oportunidad de la acción preventiva
en mención.
Segundo momento. Trámite
policivo por actos de cercamiento reiterados hasta las primeras manifestaciones
de situaciones de vivienda
149.- Luego de
las acciones preventivas adelantadas el 17 de mayo de 2018, la Inspección de
Policía efectuó las siguientes actuaciones:
(i) Inspección
ocular adelantada el 8 de junio de 2018 a las 7:15 am[239],
en la que en compañía del Personero municipal y la Comisaría de Familia se
visitó el predio y se advirtió que: “el predio se encuentra dividido en un
gran número de lotes pequeños cercados con palos y pitas, además existen varias
estructuras levantadas con palos encerradas con malla verde; en este no se
encontró personal alguno como tampoco menores de edad”[240].
Las autoridades dejaron registros fotográficos de la situación.
(ii) Resolución
02 de 09 de julio de 2018 en la que se concedió el amparo policivo al inmueble
y se ordenó el desalojo de las personas indeterminadas.
(iii) La
decisión de desalojo se notificó mediante edicto fijado en el predio e
información a través de medios de comunicación locales. En efecto, la acción de
tutela formulada el 29 de octubre de 2018 precisó en el hecho sexto que:
“(…) hace
algunos días el señor José Luis Nieves Pérez, Alcalde municipal de El Copey –
Cesar, a través de un medio radial local anunció que en los próximos días se
adelantará una nueva diligencia de desalojo en el predio ocupado por nosotros
sin que a nosotros se nos haya notificado de las actuaciones administrativas
para tal fin, y sin adelantar las caracterizaciones y estudios socioeconómicos
de las familias que aquí nos encontramos.”[241]
(iv) El 12 de
septiembre de 2018, la Inspección de Policía en compañía del Secretario de
Gobierno, la Comisaría de Familia, la Policía Nacional y el Ejército Nacional
se trasladaron al predio para retirar las estructuras. Sin embargo, la
diligencia no se pudo realizar, pues aunque el predio no estaba habitado:
“(…) al llegar
se evidenció un gran número de personas, con palos, piedras y machetes, además
se encontraban con la cara cubierta, gritando palabras ofensivas y amenazantes,
por lo que fue imposible realizar la actividad programada ya que no se contaba
con el personal suficiente e idóneo para garantizar la seguridad de los
funcionarios y trabajadores presentes.”[242]
(v) El 21 de
septiembre de 2018 se programó audiencia para la caracterización de posibles
ocupantes del predio, la cual fue notificada mediante aviso fijado en el
inmueble. El 25 de septiembre siguiente en la realización de la audiencia se
advirtió que en el predio: “(…) sólo se encontró que este está dividido por
un gran número de lotes pequeños los cuales están cercado con palos y pitas;
por lo que no es posible realizar ninguna caracterización ya que no se encontró
a ninguna persona en este.”
(vi) El 1º de
noviembre de 2018 se adelantó nueva diligencia de caracterización en la que se
encontraron tres familias habitando el predio, en relación con las que se
verificó el número de integrantes, si estaban incluidos en el RUV y las
circunstancias de la ocupación.
(vii) El 13 de
noviembre de 2018 mediante edicto fijado en el inmueble se notificó que la
audiencia de desalojo se realizaría el 15 de noviembre siguiente. En el
marco de la audiencia se identificaron los tres grupos familiares, el primero
era víctima de desplazamiento forzado, el segundo pertenecía a un grupo étnico
y el tercero no tenía condición de vulnerabilidad, pues era propietario de un
inmueble en el municipio y construía en la ocupación para adquirir un nuevo
lote. En relación con los dos primeros grupos familiares se otorgó un subsidio
de $600.000 y se adelantaron las actuaciones de desalojo.
150.- Con
respecto al segundo momento de la situación de ocupación descrito es necesario
destacar que en las actuaciones de desalojo se respetaron las garantías del
debido proceso, pues durante el tiempo en el que no se advirtieron situaciones
de vivienda se adelantaron las inspecciones oculares al predio, se adoptaron
las medidas de amparo posesorio y se notificaron las actuaciones por vías como
los medios de comunicación local. Únicamente hasta la diligencia de
caracterización realizada el 1º de noviembre de 2018 se comprobaron situaciones
de vivienda. Tan pronto la autoridad de Policía verificó la presencia de
ocupantes en una situación de habitación en el predio dispuso: (i) la
notificación de las actuaciones, (ii) el acompañamiento de autoridades como la
Personería Municipal y la Comisaría de Familia para la caracterización de las
tres familias ocupantes; (iii) indagó por las circunstancias de la ocupación y
la razón por la que las familias se encontraban en el predio; y (iv) gestionó
las actuaciones dirigidas a brindar la ayuda humanitaria en relación con las
víctimas de desplazamiento forzado.
La actuación
referida, desde una perspectiva del debido proceso, no merece reproches por
cuanto los elementos de prueba evidencian que el primer y segundo momento de la
ocupación se limitó a actos de perturbación de la posesión que no estaban
dirigidos a satisfacer de manera inmediata necesidades de vivienda. En
concreto, desde el mes de mayo de 2018 e incluso después de la formulación de
la acción de tutela se adelantaron múltiples visitas al inmueble, registrada en
medios fotográficos y video, y documentadas a través de las actas, en las que
se encontraban cercamientos y construcciones precarias, que no estaban
destinadas a la habitación. Asimismo, en el momento en el que se advirtió una
situación de vivienda se adoptaron medidas concretas para la identificación de
los ocupantes, la notificación de la actuación, la presencia de las
autoridades administrativas en el trámite de desalojo, la ejecución
de las actuaciones durante el día y la entrega de ayuda humanitaria.
En concordancia
con lo anterior, la Sala reitera que los sujetos que no habitaban en
el predio en la fecha en la cual se materializó la diligencia, identificada
como vulneratoria de los derechos fundamentales, no podían ser consideradas al
resolver este problema jurídico, pues cómo se explicó ampliamente en el fundamento
jurídico 146, las
especiales reglas de debido proceso en materia de desalojo están dirigidas a
proteger los derechos de las personas que ocuparon los predios para su
necesidad de vivienda urgente y enfrentan situaciones de desalojo. En consecuencia,
no se extienden sobre las personas que ejercían actos de mera perturbación a
través de cercamientos y no habitaban el predio.
Tercer momento.
El periodo de consolidación de una situación de ocupación en materia de
vivienda
151.- Al día
siguiente a la actuación de desalojo de las tres familias ocupantes se
emprendieron nuevos actos de perturbación y el 17 de noviembre de 2018 se
adelantaron nuevas actuaciones de desalojo. En el marco de este trámite se
realizaron tres capturas por el delito de invasión de tierras.
El 20 de
noviembre de 2018, el Juzgado Segundo de Ejecución de Penas y Medidas de
Seguridad de Valledupar concedió el amparo reclamado por los accionantes y le
ordenó a las autoridades municipales suspender los actos de desalojo hasta que
se realizara un censo de los ocupantes de varios predios del municipio que
presentaban situaciones de ocupación irregular y se adoptaran soluciones en
materia de vivienda. Esta decisión se anuló el 16 de enero de 2019 por la Sala
Penal del Tribunal Superior de Valledupar, que ordenó rehacer el trámite de
tutela.
En atención al
desarrollo del trámite de tutela no se adelantaron nuevas actuaciones en el
procedimiento de desalojo[243]. Luego de
que se notificó el fallo de segunda instancia, que denegó el amparo, se ordenó
una nueva caracterización de los ocupantes, la cual se realizó el 3 de julio de
2019 “con el fin de verificar el número de familias que habitan el predio,
garantizando de esta manera el debido proceso.”[244]
La segunda
caracterización se adelantó luego del periodo de suspensión material del
procedimiento policivo entre el 17 de noviembre de 2018 y el 3 de julio de
2019. En este tiempo la situación de ocupación varió de tres familias
ocupantes, desalojadas y en relación con las que se tomaron medidas de atención
humanitaria, a 105 familias, integradas por 377 individuos.
152.- En el
tercer momento, se advierte que la autoridad de Policía en atención al trámite
constitucional y al primer fallo de tutela suspendió materialmente el proceso.
En efecto, es claro el contraste entre la actuación adelantada en los dos
primeros momentos de la ocupación, que incluyó múltiples y reiteradas
diligencias para la protección material del predio y así garantizar su
destinación al proyecto de vivienda frente a la suspensión de las actuaciones
en el tercer momento descrito. Esta actuación, tampoco merece reproches de cara
al debido proceso de los ocupantes, pues no se advierten situaciones
violatorias de sus garantías procesales.
En ese sentido,
la Sala reitera que el examen de las acciones de las autoridades en los
trámites de desalojo si bien deben estar orientadas a garantizar un estricto
debido proceso también deben ser evaluadas desde criterios de proporcionalidad
y razonabilidad. El presente caso revela cómo la actuación de la Inspección de
Policía estuvo dirigida a responder a la situación con los instrumentos
jurídicos a su alcance, maximizar las garantías procesales de los ocupantes,
atender el interés del municipio en la protección del predio y ajustar las
medidas en un contexto de perturbación de la posesión que presentaba
variaciones en espacios de un día. Asimismo, la Sala destaca la actuación del
entonces Alcalde de El Copey en los intentos por acercarse a la población para
explicar los efectos de la ocupación de cara al desarrollo de la política de
vivienda en el municipio, el funcionamiento de los programas, las competencias
de las autoridades en el orden nacional, y la importancia de la protección del
predio para generar soluciones de vivienda digna.
El examen en
relación con el derecho a la vivienda
153.- Ahora
bien, descartada la afectación de las garantías del debido proceso en el
proceso de amparo policivo 2018-009 la Sala examinará si las actuaciones
adelantadas por la Inspección de Policía y la Alcaldía de El Copey vulneraron
el derecho a la vivienda de los accionantes. En el escrito de tutela presentado
el 29 de octubre de 2018 los actores indicaron que en las diligencias de
desalojo las autoridades no adoptaron medidas de reubicación temporal, ni les
ofrecieron soluciones habitacionales de mediano y largo plazo.
154.- Tal y como
se describió en el examen previo, las pruebas recaudadas en esta sede
demuestran que la situación de ocupación del predio desde el 13 de mayo de 2018
hasta el 1º de noviembre de 2018, momento en el que se identificaron las tres
primeras familias ocupantes, no presentaba una situación de protección del
derecho a la vivienda. En particular, para el momento de la formulación de
la acción de tutela se adelantaron múltiples actos de perturbación de la
posesión mediante cercamientos de lotes a través de estructuras superficiales,
las cuales fueron documentadas mediante registros fotográficos. Estas
construcciones precarias que no estaban destinadas a la habitación no pueden
generar las medidas de reubicación que exigían los actores.
Las especiales
medidas de protección con respecto a los desalojos hacen referencia a los
procedimientos en situaciones en las que las personas ejercen la ocupación
irregular para su propia vivienda. En contraste, las actuaciones desarrolladas
desde el 13 de mayo de 2018 no estaban dirigidas a buscar un refugio con
respecto a una necesidad urgente sino a ejercer actuaciones de “tenencia”
sobre el predio. En ese sentido, se destaca que los tres primeros núcleos
familiares que empezaron a habitar el inmueble lo hicieron sólo hasta el mes
de noviembre de 2018 y distan de los 57 accionantes que formularon la
solicitud de amparo el 29 de octubre de 2018. Asimismo, sólo la familia de
Jacqueline Alfonso Trujillo, identificada como habitante del predio el 1º de
noviembre, fungió como promotora de la acción, y el núcleo familiar encabezado
por Elver Díaz reconoció que era propietario de otro inmueble, pero dormía en
la invasión para adquirir la propiedad de otro lote.
En el trámite
policivo se evidenció cómo desde el 13 de mayo de 2018 y después de la formulación
de la tutela se presentó una serie de actos que no corresponden a medidas para
cubrir la necesidad urgente de vivienda sino que, por el contrario, y como lo
refirieron varios de los ocupantes están dirigidos a lograr una solución de
vivienda a largo plazo, lo cual se acerca más al derecho a la propiedad privada.
Por lo tanto, para el momento de presentación de esta acción constitucional y
durante el tiempo en que la actuación correspondió a situaciones de
encerramiento de lotes como mecanismo de acceso a predios las autoridades de
El Copey no estaban obligadas a brindar soluciones de reubicación para
compensar los actos de cercamiento como lo reclamaron los accionantes.
Adicionalmente,
cuando se presentó la situación de ocupación del predio como un mecanismo de
vivienda inmediata la Alcaldía identificó a las tres familias que habitaban el
inmueble, estableció si tenían necesidades de vivienda comprobando que una de
las familias dormía en la invasión para acceder a un lote, pero contaban con
otra vivienda, y en relación con las dos familias que sí referían una situación
de vulnerabilidad en materia habitacional les proporcionó una respuesta a
través de subsidio de arriendo. De manera que la actuación de las autoridades
municipales denunciada en la acción de tutela tampoco merece reproches
desde la perspectiva del derecho a la vivienda.
155.- Con base
en las circunstancias descritas, la Sala no puede tener por probada la
violación del derecho a la vivienda por la ausencia de medidas de reubicación que
denunciaron los actores en la acción de tutela formulada el 29 de
octubre de 2018. Por el contrario, los hechos del caso demuestran que las
actuaciones desarrolladas hasta ese momento correspondían a cercamientos
precarios sin situaciones de habitación construidos bajo la convicción de que
la invasión premeditada es la vía para acceder a soluciones de vivienda de
largo plazo. Esta situación la confirman los datos remitidos por FONVIVIENDA y
el Ministerio de Vivienda sobre la postulación a los programas de vivienda,
pues de los 135 núcleos familiares, víctimas de desplazamiento forzado, sólo 26
hogares se han postulado a algún programa para el acceso,
mejoramiento o, en general, satisfacción del derecho a la vivienda en
los programas en los que interviene la entidad. En relación con esta realidad
que revela el asunto examinado, la Sala advierte la necesidad de fortalecer los
mecanismos de comunicación con la población sobre las formas de acceso y el
desarrollo de los programas de vivienda y, por lo tanto, emitirá las órdenes
estructurales anunciadas en el capítulo de unificación dirigidas a (i)
identificar los programas de vivienda para la población más vulnerable; (ii)
fortalecer los canales de publicidad y conocimiento en relación con la oferta
institucional en vivienda, los mecanismos de acceso y el acompañamiento; y
(iii) mejorar la comunicación y el apoyo de las autoridades con competencias a
nivel nacional a las entidades territoriales. Sin embargo, la necesidad de
fortalecer la política de vivienda para población vulnerable, su publicidad y
efectiva comunicación no implica que en el presente asunto se acepte que los
actos de perturbación mediante el cercamiento del predio generaron derechos o debían
generar medidas de protección en materia de vivienda. Por el contrario, la Sala
reprocha estas actuaciones y reitera el impacto negativo que producen en el
desarrollo de una política de vivienda ordenada en la que se priorice a los
sujetos en situación de mayor vulnerabilidad.
En ese sentido,
este caso resulta muy ilustrativo pues en un municipio con altas necesidades
habitacionales y con una importante población víctima de desplazamiento
forzado, grupos étnicos, personas en condición de pobreza y altos índices de
población migrante los esfuerzos por desarrollar programas de vivienda para la
población más vulnerable resultaron afectados por las actuaciones de sujetos
que, por vías de hecho, reclamaron una actuación prioritaria en materia de
vivienda, a pesar de que, como se vio, algunos de los ocupantes carecen de
necesidades imperiosas de vivienda o, incluso, ejercían los actos de invasión
del predio con el único propósito de hacerse a un nuevo inmueble.
El panorama
generado tras la formulación de la acción de tutela y una primera medida de
amparo anulada en el trámite constitucional
156.- Como
se vio, antes de la formulación de la acción de tutela las actuaciones se
concentraron en cercamientos y la división de lotes a través de estructuras
precarias, las cuales eran retiradas del predio por parte de la Inspección de
Policía, previa verificación de la ausencia de ocupantes en el inmueble. La
admisión de la acción de tutela se notificó a las autoridades el 13 de
noviembre de 2018 y la última actuación de desalojo se produjo el 17 de
noviembre de 2018. En un primer fallo de tutela, proferido el 20 de noviembre
de 2018, el Juzgado Segundo de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de
Valledupar amparó los derechos fundamentales de los accionantes y ordenó la
suspensión de las medidas de desalojo hasta que se adoptaran soluciones para
los problemas de vivienda que refirieron los actores[245].
Tras el fallo en
mención, así como la nulidad, la vinculación de las demás autoridades con
competencias en la materia, la reelaboración del trámite constitucional, la
decisión de las instancias que, finalmente, denegaron el amparo y la
notificación a las autoridades transcurrieron aproximadamente seis meses,
tiempo durante el que la Inspección de Policía y la Alcaldía de El Copey se
abstuvieron de adelantar nuevas actuaciones dirigidas a la protección material
del inmueble en mención. Superado este tiempo y notificado el fallo de segunda
instancia, la Inspección de Policía programó diligencia de caracterización de
los ocupantes, realizada el 3 de julio de 2019, en la que el panorama de la
ocupación cambió radicalmente.
En concreto, en
la diligencia del 3 de julio de 2019 se advirtió que el predio estaba ocupado
por aproximadamente 105 núcleos familiares integrados por 377 personas, la
mayoría de los cuales adelantaron construcciones precarias en diferentes
materiales y en las que satisfacen sus necesidades de vivienda. Luego, en el trámite
de revisión en esta sede el 2 de diciembre de 2019 se comisionó al Juzgado
Primero Civil del Circuito de Valledupar para que adelantara una inspección
judicial en el predio, la cual se realizó el 4 y 5 de febrero de 2020. La jueza
comisionada explicó que:
“(…) en su mayor
parte el barrio Trece de Mayo está habitado por personas que han levantado
casas que utilizan como vivienda familiar; casi todas tienen electricidad y
agua que han conectado de forma irregular. Son personas de muy escasos recursos
que viven allí e condiciones pobrísimas y cuyos recursos apenas les alcanzan
para su supervivencia “alimentación y vestido”, no cuentan con alcantarillado y
los baños que en algunas casas tienen son utilizados para la ducha, pozas
artesanales. (…) En el predio están viviendo desplazados que no han podido
acceder a una vivienda digna, algunos inmigrantes procedentes de Venezuela que
ingresaron sin legalizar su situación en el país, pero también manifiestan
desconocer los trámites. El acceso a la información estatal es escasa y se
constató la necesidad de acompañamiento de autoridades públicas para que estas
familias superen la condición de vulnerabilidad, siendo la falta de recursos
económicos para poder pagar un arriendo en un barrio normalizado, la principal
razón que han tenido (según dijeron) para reinvadir el predio después de haber
sido desalojados.” [246]
157.- Las
circunstancias descritas evidencian que si bien antes de la formulación de la
acción de tutela los actos ejercidos sobre el predio se limitaron a
cercamientos y no a situaciones de vivienda que generaran medidas de
reubicación y, por lo tanto, las actuaciones de las autoridades municipales no
vulneraron el derecho a la vivienda de los actores, lo cierto es que en el
trámite de tutela ese panorama varió. En concreto, el último contexto
comprobado en esta sede da cuenta de una ocupación con las siguientes
características:
Núcleos
familiares
120
Personas
365
Sujetos
de Especial Protección Constitucional[247]
Núcleos
familiares
Individuos
Menores
de edad
80
149
Tercera
edad (76 años en adelante)
2
2
Desplazados[248]
36
121[249]
Indígenas
y personas afro
3
16
Madre
o padre cabeza de hogar
23
23
Situación
de discapacidad
1
1
Inmigrantes
10
37
Tiempo
de ocupación[250]
Núcleos
familiares
0-6
meses
2
6
meses-1 año
20
1
año a 1 año y medio
5
1año
y medio a 2 años
66
No
precisan el tiempo
28
Número
de veces que han sido desalojados del predio
Núcleos
familiares
1
12
2
22
3
31
4
1
No
indican
55
Adicionalmente,
la autoridad judicial comisionada explicó que:
“Se trata de un
terreno amplio, dividido por sus mismos habitantes en manzanas que van del
número 1 al número 10, (…) asimismo los lotes agrupados por manzanas están
enumerados y en su mayor parte cuentan con una tablilla que enuncia la
dirección con un pintura de color rojo. En forma general, puede decirse que el
barrio de invasión conocido con el nombre Trece de Mayo es un barrio que,
aunque subnormal, está bien organizado por sus residentes, cuenta con calles
amplias y limpias, y las casas están distribuidas en forma organizada y se
evidencia que tienen una vida en comunidad. Algunos lotes están desocupados,
cerrados y en otros casos están sin construcción. En su mayor parte se trata de
personas que tienen su vivienda allí, familias completas con niños menores de
edad y algunas personas de la tercera edad.”[251]
158.- El cambio
de contexto descrito y generado en el trámite de tutela, en el que la
situación pasó de una perturbación de la posesión a través de actos de
cercamiento de lotes a la construcción de espacios de vivienda y al desarrollo
de una comunidad no puede ser ignorada por esta Corporación, especialmente
porque la actuación de desalojo para la recuperación material del predio del
municipio el Copey se adelantará en unas circunstancias diferentes. En
consecuencia, ante la posible amenaza a los derechos al debido proceso y
vivienda de los ocupantes del predio en las circunstancias actuales la Sala
ordenará que se adopten las medidas de protección de acuerdo con las reglas de
unificación establecidas en los fundamentos jurídicos 113 y siguientes de esta
decisión.
En relación con
el amparo en mención, es necesario precisar que si bien se descartó la
violación de los derechos de los accionantes en el trámite de desalojo
adelantado hasta el momento en que se interpuso la acción de tutela, en el
nuevo contexto se evidencia una amenaza, que corresponde a un escenario
diferente al de la vulneración. En efecto, el artículo 86 superior precisa que
la acción de tutela procede para la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales cuando resulten “vulnerados o amenazados por
la acción o la omisión de cualquier autoridad pública”. La distinción que
prevé la norma superior habilita las medidas de protección no sólo en los casos
en los que se comprobó la violación de un derecho sino también cuando las
circunstancias evidencian que se cierne un riesgo sobre las garantías
fundamentales.
La
jurisprudencia, en atención a las hipótesis de protección planteadas en la
Constitución, ha precisado que la amenaza es un concepto autónomo que se
configura cuando el derecho sin ser vulnerado “es puesto en trance de sufrir mengua”[252].
Esta circunstancia se evalúa por el juez
constitucional en el caso concreto y requiere la confluencia de “elementos
subjetivos - convicción íntima de la existencia de un riesgo o peligro - como
objetivos - condiciones fácticas que razonablemente permitan inferir la
existencia de un riesgo o peligro.”[253]
159.- En aras de establecer la situación de amenaza bajo los
criterios referidos por la jurisprudencia es necesario señalar que el primer
elemento indicativo de la amenaza es el contexto que rodea o rodeará la
ocupación. En efecto, los 20 años de jurisprudencia sobre casos similares
al examinado en esta oportunidad evidencian que la ocupación irregular de
predios por SEP, principalmente víctimas de desplazamiento forzado, se ha
inscrito en un contexto nacional marcado por un conflicto armado interno
extendido en el tiempo, una de las mayores cifras de desplazamiento forzado
interno en el mundo y la crisis humanitaria que apareja, las altas cifras de
pobreza e inequidad, y un déficit habitacional que de acuerdo con las cifras
del DANE para el año 2018 superaba el 36% de los hogares del país. En este
escenario, muchas personas en condición de vulnerabilidad ocupan predios de manera
irregular como una alternativa para satisfacer, de manera precaria, su
imperiosa necesidad de vivienda. Sin duda, pese a que en el momento en que se
presentó la tutela no se vulneraron los derechos fundamentales, en la fecha en
que se profiere esta sentencia, es claro que hay familias de personas en
situación de desplazamiento forzado que se encuentran en el predio de propiedad
de la Alcaldía y que no tienen solución a sus necesidades habitacionales, lo
cual no puede ser desconocido por esta Corporación.
El segundo elemento, indicativo de la amenaza, tiene que ver
con el tipo de sujetos que adelantan la ocupación y enfrentan las medidas de
desalojo, pues cómo se evidenció en las caracterizaciones la ocupación se
ejerce principalmente por víctimas de desplazamiento forzado y personas en
condiciones de pobreza extrema, en quienes además concurren otras circunstancias
de vulnerabilidad. En efecto, en el desarrollo de la línea jurisprudencial
unificada en esta sentencia, la Corte ha considerado, de forma invariable, que las
condiciones de vulnerabilidad de los ocupantes, especialmente la grave
situación de violación de derechos de las víctimas de desplazamiento forzado
por el despojo que enfrentaron generan medidas de protección en el marco de las
actuaciones de desalojo. En este punto, la protección se sustenta en las
graves condiciones de vulnerabilidad y no en la situación de ocupación
irregular, pues evidentemente esta última no genera derechos.
En tercer lugar, la definición del asunto en esta sede, en el que
se ordenará que se materialice el desalojo, implica que algunos de los
ocupantes en situaciones de grave vulnerabilidad y con necesidades
habitacionales pierdan la solución de vivienda precaria que generaron a través
de la ocupación irregular. En ese sentido, la Sala explicó ampliamente que este
tipo de ocupaciones no genera derechos y justamente por esa razón los desalojos
deben ejecutarse. Sin embargo, el juez constitucional no puede desconocer que,
pese a la legitimidad de la actuación de desalojo, las consecuencias materiales
que las medidas acarrean para los sujetos con necesidades reales de vivienda.
En cuarto lugar, en el presente asunto se advirtió la ausencia de
programas de vivienda focalizados en la población más vulnerable y de menores
recursos. En concreto, la oferta institucional que refirió el
Gobierno Nacional para atender las necesidades de los ocupantes del predio en
El Copey requiere que los hogares postulantes concurran con aportes para
cierres financieros, medidas de ahorro o sean propietarios de inmuebles,
exigencias que, prima facie, parecen focalizar la atención en una
población con características diferentes a las de las víctimas de
desplazamiento forzado en situación de mayor vulnerabilidad. Asimismo, se
advirtió que se mantienen las fallas en la adecuada comunicación de la oferta
institucional y en los mecanismos de postulación a programas de vivienda para
la población más vulnerable.
En quinto lugar, como quiera que las autoridades de El Copey deben
adelantar el desalojo en un contexto diferente al que advirtieron inicialmente y
aplicar reglas que, antes de la unificación, tenían diferentes matices, el
otorgamiento del amparo permite dirigir la actuación de las autoridades para
que, de acuerdo con las reglas definidas en esta oportunidad, se otorguen las
garantías de protección en los términos fijados en esta sentencia, sin
desconocer que las autoridades competentes pueden adelantar los procesos de
desalojo.
Con base en estos elementos, la Sala considera que si bien no
existe una situación de vulneración las medidas de desalojo próximas a ser
ejecutadas en el municipio El Copey dan cuenta de una amenaza para los sujetos
de mayor vulnerabilidad y con necesidades reales de vivienda. Por lo tanto, se
concederá parcialmente el amparo en aras de que, en relación con los ocupantes
en los que concurren las especiales condiciones definidas en esta sede
indicativas de una situación apremiante en materia habitacional, se adopten
medidas de protección, las cuales operan por sus especiales circunstancias de
vulnerabilidad, pero no suspenden indefinidamente los procesos de desalojo.
En relación con el amparo que se concede en esta oportunidad es
necesario reiterar que estas medidas no protegen ni promocionan la ocupación
irregular. Por el contrario, la unificación de las reglas jurisprudenciales
adelantada en esta oportunidad restringió las medidas de amparo para que la
protección otorgada en estos casos se dirija únicamente a solventar las
necesidades urgentes de vivienda de víctimas de desplazamiento forzado por las
graves situaciones de vulnerabilidad que enfrentan en materia habitacional por
la situación de despojo y evitar que la respuesta constitucional a esta
problemática, brindada en la línea precedente, constituyera un incentivo para
la promoción a la ocupación irregular. En ese sentido, las medidas
estructurales destacan y buscan proteger la política pública de vivienda para
que la materialización de la faceta prestacional de este derecho se adelante a
través de los mecanismos institucionales previstos para el efecto.
160.- Con base en estas consideraciones, se adoptarán las
siguientes órdenes y medidas de protección ante la eventual amenaza que el
procedimiento de desalojo puede generar en el contexto de ocupación que hoy
revela el caso. En efecto, en el marco de la situación de vivienda que se
advirtió en la caracterización realizada el 3 de julio de 2019 y la inspección
judicial del 4 y 5 de febrero de 2020 es necesario que en el procedimiento de
desalojo se adopten las medidas que protejan el debido proceso, y el derecho a
la vivienda y vida en condiciones dignas de las víctimas de desplazamiento
forzado que no cuentan con las herramientas ni la respuesta estatal para la
satisfacción de la imperiosa necesidad de vivienda.
161.- En primer
lugar, se concederá el amparo parcial de los derechos fundamentales de los
accionantes, víctimas de desplazamiento forzado y en relación con los que se
acreditó la legitimación en la causa por activa. En efecto, de acuerdo con la
UARIV sólo 20 de los 57 accionantes están inscritos en el RUV[254],
y de los 20 inscritos en mención 5 personas no expresaron su voluntad en la
presentación de tutela, razón por la que se descartó la legitimación en la
causa por activa[255].
Adicionalmente,
se aplicarán efectos inter comunis en atención a la evolución de la
situación de ocupación que involucra a otros sujetos diferentes a los actores.
Por ejemplo, en la primera caracterización sólo uno de los 57 accionantes
habitaba el predio, en la segunda caracterización realizada el 3 de julio de
2019 se comprobó que 31 de los 57 accionantes vivían en el inmueble[256]
y que la ocupación se adelantaba por lo menos por 377 personas, y en la
inspección judicial celebrada el 4 y 5 de febrero de 2020 se registró que 28 de
los accionantes fueron identificados como habitantes del predio[257]
y la ocupación se ejercía por 365 personas. Como se ve, las circunstancias han
variado y el presente asunto revela un panorama más amplio en el que la
ocupación del predio para vivienda se adelanta por otras personas, además de
los accionantes
No obstante, en
aras de evitar incentivos perversos y para racionalizar la actuación de las
autoridades, los efectos inter comunis en estos casos sólo cobijarán a
las personas que: (i) cumplan con los requisitos definidos para otorgar las
medidas de amparo de acuerdo con la clasificación de los grupos poblacionales
efectuada en esta sentencia, y (ii) que en el procedimiento de desalojo y el
presente trámite constitucional hayan sido identificados como ocupantes del
bien y que, por lo tanto, fueron caracterizados. Por lo tanto, las obligaciones
de las autoridades se extenderán únicamente sobre las personas referidas en el
Anexo I de esta sentencia, el cual contiene la información recaudada tanto
en el trámite policivo como en la inspección judicial ordenada en esta sede
sobre los ocupantes del predio.
En relación con
el anexo en mención es necesario precisar que incluye 551 registros, pues en
los procesos de caracterización se refirieron nombres incompletos, no se
registraron documentos de identidad, y se presentaron incongruencias y múltiples
registros de documentos de identidad y nombres[258].
En consecuencia, se trata de un listado que guiará la actualización de las
caracterizaciones de los ocupantes, la cual deberá adelantarse por las
autoridades con mayor rigor para la adecuada identificación de los sujetos de
especial protección constitucional que cumplen con los requisitos definidos en
esta providencia para acceder a las medidas de amparo. En ese sentido, es
necesario destacar la importancia de que las caracterizaciones y la
identificación de los sujetos por parte de las autoridades sea rigurosa, pues
sólo con información precisa sobre los ocupantes se pueden identificar las
personas que cumplen con los criterios para el otorgamiento de las medidas de
amparo y se pueden adelantar las actuaciones de coordinación con las
autoridades competentes en el orden nacional.
162.- En segundo
lugar, la Sala precisa que la suspensión de la orden de desalojo proferida
en el caso bajo examen sólo se extenderá durante el tiempo necesario para que
las autoridades del Copey adelanten la actualización de las caracterizaciones y
brinden el albergue temporal a las víctimas de desplazamiento forzado que
cumplan con las condiciones fijadas en esta sentencia. En concreto, como ya
se ha indicado en varios acápites de esta providencia, la protección de los bienes
públicos resguarda importantes bienes jurídicos como el interés general, la
seguridad jurídica, y la legalidad. Adicionalmente, en este caso la situación
de ocupación tuvo incidencia en la materialización de un proyecto de vivienda
para la población vulnerable, razón por la que no se pueden admitir
suspensiones indefinidas de órdenes de desalojo y resulta imperiosa la
recuperación material del predio en El Copey. Sin desconocer la situación de
vulnerabilidad en que se encuentran varios de los ocupantes actuales del
predio, la Sala debe resaltar que las acciones de hecho no pueden convertirse
en una vía para la obtención de respuesta institucional en materia de
satisfacción del derecho a la vivienda. Esto no solo porque de la ilegalidad no
se generan derechos y esas vías operan al margen del orden jurídico, sino
porque aceptar su validez impone cargas insoportables a las personas que, en
similares condiciones, acudieron a los procedimientos existentes en la ley para
la protección de ese derecho.
De otra parte, la necesidad de adelantar la actuación de desalojo
está relacionada con la precariedad de las condiciones de vivienda constatadas
en esta sede y descritas en el fundamento jurídico 138. En efecto, el juez
constitucional no puede admitir situaciones de habitación precaria como las
acreditadas en esta oportunidad como respuestas a la necesidad de vivienda de
población vulnerable. En
consecuencia, se ordenará a la Inspección de Policía de El Copey que continúe con el procedimiento de amparo policivo y
postergue la orden de desalojo únicamente durante el tiempo necesario para que
la entidad territorial adelante las actuaciones de albergue temporal en los
términos definidos en esta oportunidad. Sin perjuicio de la evaluación
de las medidas sanitarias necesarias relacionadas con la prevención del
contagio del COVID-19, razón por la cual las actuaciones que adelanten las
autoridades policivas deberán ejecutarse bajo condiciones de bioseguridad y de
acuerdo con las instrucciones que al respecto determine la Secretaría de Salud
del municipio[259].
163.- Ahora bien, con respecto a las condiciones a las que se
sujeta la realización del desalojo se identificaron tres tipos de medidas: (i)
un conjunto de garantías de debido proceso estricto; (ii) las medidas de
protección del derecho a la vivienda a corto plazo; y (iii) las medidas de
protección del derecho a la vivienda a largo plazo, las cuales se aplicarán al
presente asunto.
Las garantías del debido proceso en el trámite de desalojo del
predio del municipio El Copey
164.- En relación con el primer grupo de medidas es necesario
reiterar que el debido proceso estricto debe garantizarse a los ocupantes que
enfrenten el procedimiento de desalojo y que habitan las viviendas precarias
con independencia de las particularidades que serán resaltadas más adelante,
relevantes de cara al derecho a la vivienda. Estas garantías incluyen la debida
notificación de las actuaciones; la presencia de las autoridades
administrativas o judiciales en la diligencia; la identificación exacta de
todas las personas que efectúen el desalojo; la prohibición de efectuar
desalojos cuando haga mal tiempo o de noche, salvo que las personas afectadas
den su consentimiento y el otorgamiento de recursos jurídicos adecuados.
En efecto, en la medida en que algunas de las personas ocupan el
predio para su propia vivienda las garantías del debido proceso estricto
resultan aplicables a la actuación de desalojo que se adelantará en el nuevo
contexto acreditado en esta sede. Adicionalmente, la aplicación de estas
garantías servirá, a su vez, como insumo en el desarrollo de las medidas de
protección del derecho a la vivienda. En ese sentido, se ordenará a la
Inspección de Policía de El Copey que actualice la caracterización de los
ocupantes del predio para la identificación de las características relevantes
de acuerdo con los grupos identificados en el fundamento jurídico 112 y las
necesidades en materia de vivienda.
Las
medidas de protección en materia de vivienda en el trámite de desalojo del predio del municipio El Copey
En
relación con el albergue temporal
165.-
Una de las medidas de protección ordenadas por la
jurisprudencia constitucional en las actuaciones de desalojo por ocupaciones
irregulares ha consistido en el albergue temporal, el cual debe
brindarse por la entidad territorial. Esta medida fue solicitada en la acción
de tutela y de acuerdo con la regla de unificación establecida en esta sede opera
únicamente para la protección de las víctimas de desplazamiento forzado que no
cuenten con los recursos ni una respuesta institucional para la satisfacción
del derecho a la vivienda, y que hayan sido identificadas como ocupantes en el
Anexo I. La medida puede consistir en un subsidio o la adecuación de un
espacio en condiciones acordes con el derecho a la vivienda digna y se
extenderá hasta que se cumpla cualquiera de las siguientes condiciones: (a) la
UARIV brinde la atención humanitaria necesaria para la satisfacción de la
necesidad de alojamiento que calificó y que motivó el albergue, (b) la UARIV
determine que por otras vías como una estabilización socioeconómica la victima
superó la carencia de alojamiento, o (c) se materialice una solución de
vivienda de mediano o largo plazo por parte de las autoridades nacionales. El
albergue, por tratarse de una medida temporal, debe extenderse por un tiempo
máximo de siete meses. En consecuencia, la entidad territorial deberá otorgarlo
hasta que se cumpla cualquiera de condiciones señaladas previamente si esto
ocurre primero y, en todo caso, deberá brindarse por el término máximo de siete
meses.
En consecuencia, para que la Alcaldía de El Copey pueda cumplir
con la medida de albergue temporal se ordenará a la UARIV que acompañe el
proceso de identificación de los ocupantes actuales del predio y con base en
esta información establezca de manera oportuna: (i) los ocupantes inscritos en
el RUV, (ii) las ayudas humanitarias que han recibido o reciben; (iii) la
calificación vigente sobre las carencias en materia de alojamiento; y (iv) la
superación de la necesidad de vivienda. En caso de que los ocupantes estén
inscritos en el RUV y la UARIV no cuente con la información sobre las ayudas
humanitarias y la calificación de carencias deberá disponer de forma inmediata
la evaluación de las carencias de las víctimas de desplazamiento forzado.
La información remitida por la UARIV es crucial para determinar el
alcance de la obligación de albergue temporal a cargo del municipio. Por
ejemplo, a título ilustrativo, en los datos obtenidos en esta sede la unidad en
mención indicó que de las 135 víctimas de desplazamiento forzado, incluidas en
el RUV, 44 núcleos familiares integrados por 74 personas no arrojaron
carencias en materia de vivienda. Asimismo, refirió la entrega de ayudas
humanitarias a 11 hogares en el 2018, 7 hogares en el 2019 y a 6 en el 2020.
En consecuencia, si hipotéticamente la ocupación mantuviera las mismas
condiciones hoy y la medida de albergue temporal sólo cobija a las víctimas de
desplazamiento forzado que no cuenten con los recursos ni una respuesta
institucional para la satisfacción del derecho a la vivienda, el municipio de
El Copey debería brindarle albergue temporal a menos del 10% de las víctimas
ocupantes, pues estarían excluidas las familias que: (i) no arrojaron
necesidades en materia de vivienda (44 familias integradas por 74 personas), o
(ii) cuenten con una respuesta en materia de atención humanitaria (24 hogares
con respecto a los que no se precisó número de integrantes).
Como se advierte de las consideraciones expuestas el debido
acompañamiento de la UARIV a las autoridades de El Copey resulta imprescindible
para el cumplimiento de las órdenes emitidas en esta sede. En ese sentido, la
Sala hace un llamado enérgico a la entidad para que suministre de manera
oportuna la información requerida por las entidades territoriales para
establecer si procede el albergue temporal en relación con los ocupantes, víctimas
de desplazamiento forzado, que enfrentan los procesos de desalojo. Lo anterior,
porque como se explicó en el fundamento jurídico 118 en el trámite de esta tutela
la autoridad en mención dilató la respuesta sobre las víctimas de
desplazamiento forzado que ocupan el predio, presentó informes contradictorios,
negó sus competencias y, finalmente, luego de cuatro requerimientos no remitió
información consolidada, clara y completa sobre la debida identificación de los
ocupantes víctimas de desplazamiento forzado que presentan carencias graves en
materia de alojamiento. En consecuencia, las medidas estructurales y el
seguimiento se orientarán a alcanzar una respuesta seria y oportuna por parte
de esta entidad en el ejercicio de sus funciones.
166.- De manera que, con base en la información suministrada por
la UARIV, la Alcaldía de El Copey deberá brindar un albergue temporal a las
víctimas de desplazamiento forzado cuya calificación de carencias arroje
necesidades extremas o graves en materia de alojamiento, y que fueron
identificadas como ocupantes en el proceso –Anexo I-. En consecuencia,
están excluidas las víctimas que de acuerdo con esa calificación no presenten
necesidades en materia de vivienda o estén recibiendo atención humanitaria en
cualquiera de sus fases.
167.- En relación con los demás grupos no proceden las medidas
de albergue temporal, pues como se explicó la situación de ilegalidad como la
ocupación irregular no genera derechos. La especial protección constitucional
otorgada en materia de albergue temporal a las víctimas de desplazamiento
forzado está fundada en la dinámica de este flagelo que acentúa la vulneración
del derecho a la vivienda y el comprobado ECI en materia de atención a las
víctimas.
No obstante, las actuaciones de desalojo deberán contar con la
presencia de las autoridades con competencias para la protección de los sujetos
de especial protección constitucional. En concreto, el ICBF, la Defensoría del
Pueblo y la Procuraduría General de la Nación serán convocadas para que brinden
un acompañamiento a las actuaciones de desalojo e informen a los sujetos en
condición de vulnerabilidad los programas de atención y la oferta
institucional, y adelanten, en el marco de sus competencias, las medidas de
protección que consideren pertinentes. Asimismo, de manera específica la
Defensoría del Pueblo les informará y les brindará acompañamiento a los
migrantes en relación con la oferta institucional de atención humanitaria
dispuesta por el Estado y la política migratoria del país, los mecanismos de
regularización de la permanencia y los canales para el reconocimiento de su
condición de refugiado de ser el caso.
En síntesis, el desalojo podrá ser efectuado con: (i) el pleno
respeto de las garantías del debido proceso, (ii) el otorgamiento de la medida
de albergue temporal a las víctimas de desplazamiento forzado que cumplan con
las condiciones para el efecto en los términos descritos; y (iii) el
acompañamiento de las autoridades con competencias en la protección de los
derechos de los sujetos de especial protección constitucional, incluidos los
migrantes venezolanos, para informarles la oferta institucional y programas de
atención, y para que adopten las medidas de protección que consideren
pertinentes de acuerdo con sus competencias.
En
relación con las medidas de protección del derecho a la vivienda de mediano y
largo plazo
168.-
Para la protección del derecho a la vivienda a mediano y largo plazo las
medidas también varían de acuerdo con los criterios generales de diferenciación
de los grupos de ocupantes en los términos de las reglas de unificación.
169.-
En relación con el primer grupo, que corresponde a las víctimas de
desplazamiento forzado, se ordenará al Ministerio de Vivienda, Ciudad y
Territorio, FONVIVIENDA y al DPS que incluyan a los ocupantes, identificados
por la Inspección de Policía de El Copey en la actualización ordenada en esta
sede, víctimas de desplazamiento forzado, incluidos en el Anexo I de esta
sentencia, y que cumplan con los requisitos para el efecto, en los programas de
vivienda para población desplazada sin que esto implique
la inscripción en proyectos específicos ni modificar el orden de las personas que se postularon
previamente. En concreto, las autoridades referidas deberán evaluar las
circunstancias de cada una de las víctimas identificadas y establecerán en el
marco de la oferta institucional vigente cuál es el programa de vivienda que
responde a sus circunstancias y necesidades. Luego, adelantarán la inscripción en
las bases de datos a través de las que se ejecuta el procedimiento de
identificación de posibles beneficiarios, informarán a la víctima la
inscripción, las actuaciones a seguir y una estimación aproximada de los
tiempos de espera.
170.-
En relación con el segundo grupo de ocupantes, sujetos de especial
protección constitucional por condiciones diferentes al desplazamiento forzado
y con necesidades de vivienda, se ordenará al Ministerio de Vivienda,
Ciudad y Territorio, al DPS y a FONVIVIENDA que incluyan a los ocupantes,
identificados en la actualización ordenada en esta sede, incluidos en el Anexo
I de esta sentencia, que sean sujetos de especial protección constitucional por
condiciones diferentes al desplazamiento forzado y que cumplan con los
requisitos para el efecto, en los programas de vivienda para población
vulnerable sin que esto implique la inscripción en proyectos específicos ni
modificar el orden de las personas que se postularon previamente y están en
lista de espera. En concreto, las autoridades referidas deberán
evaluar las circunstancias de cada una de los SEP con necesidades de vivienda y
establecerán, en el marco de la oferta institucional vigente, cuál es el
programa que responde a sus circunstancias y necesidades. Luego, adelantarán la
inscripción en las bases de datos a través de las que se ejecuta el
procedimiento de identificación de posibles beneficiarios, informarán a la
víctima la inscripción, las actuaciones a seguir y una estimación aproximada de
los tiempos de espera.
171.- Con respecto al tercer grupo de ocupantes, esto es, sujetos
de especial protección constitucional sin necesidades apremiantes de vivienda y
otros ocupantes que no ostenten alguna condición que los haga sujetos de
especial protección constitucional no proceden medidas de protección del
derecho a la vivienda en el presente asunto.
Finalmente, con base en los argumentos expuestos
en el fundamento jurídico 125 de esta sentencia no hay lugar a adoptar medidas
de mediano y largo plazo con respecto el derecho a la vivienda de la población
migrante.
Conclusiones
172.-
El presente caso dio cuenta de la evolución de una situación de ocupación
irregular de un predio del municipio El Copey, en el marco de la cual se
presentó la acción de tutela por un grupo de ocupantes, que incluía víctimas de
desplazamiento forzado y otros sujetos de especial protección constitucional.
La solicitud de amparo pretendía la suspensión de las actuaciones hasta que se
adelantaran medidas de protección del derecho a la vivienda de corto y largo
plazo.
En
el examen del asunto se advirtió que en el desarrollo de 20 años de
jurisprudencia constitucional las medidas de amparo en el marco de los
desalojos de sujetos de especial protección constitucional por ocupación
irregular han presentado matices que generan diferentes obligaciones en cabeza
de las autoridades con competencias en la materia, y tienen impactos
diferenciales de cara a la política pública de vivienda. Por lo tanto, la Sala
Plena decidió unificar las reglas en la materia así:
(i)
Las
actuaciones ilegales no generan derechos y las ocupaciones irregulares de
bienes de carácter público afectan el interés general, no ofrecen soluciones de
vivienda digna, frustran el desarrollo de las políticas en la materia e
impactan en la satisfacción de los derechos de otras personas en situación de
vulnerabilidad. En consecuencia, de la calidad de ocupante irregular de un
predio de naturaleza pública no se deriva protección constitucional.
(ii)
Todas las actuaciones de desalojo en contextos en los que las
personas ocupan el predio para su propia vivienda deben respetar las
garantías del debido proceso estricto desarrolladas de manera uniforme por
la jurisprudencia constitucional.
(iii)
La suspensión de órdenes de desalojo únicamente procede durante
el tiempo necesario para que las autoridades ofrezcan las medidas urgentes de
albergue temporal a las víctimas de desplazamiento forzado que reúnan
las condiciones para el efecto. Esta suspensión hace referencia al tiempo
de las gestiones para conceder el albergue y no al tiempo durante el que se
brinda el albergue –máximo siete meses-.
(iv)
La medida provisional y urgente de albergue temporal
operará únicamente para la protección de las víctimas de desplazamiento forzado
que no cuenten con los recursos ni una respuesta institucional para la
satisfacción del derecho a la vivienda. Esta medida puede consistir en un subsidio
o la adecuación de un espacio de vivienda digna que debe garantizar la entidad
territorial y se extenderá hasta que se cumplan cualquiera de las siguientes
condiciones: (a) la UARIV brinde la atención humanitaria necesaria para la
satisfacción de la necesidad de alojamiento, (b) la UARIV determine que por
otras vías como una estabilización socioeconómica la victima superó la carencia
de alojamiento, o (c) se materialice una solución de vivienda de mediano o
largo plazo. El albergue por ser una medida temporal se brindará por el término
máximo de siete meses. En consecuencia, si se cumple alguna de las condiciones
a, b o c antes del término de siete meses el albergue cesará en el momento en
el que se cumpla esa condición y si estas condiciones no se cumplen la
obligación de la entidad territorial en materia de albergue temporal se
extenderá por el término máximo de siete de meses.
(v)
En relación con otros sujetos de especial protección
constitucional – SEP por razones diferentes al desplazamiento forzado
la medida de protección de corto plazo se concentra en las garantías del debido
proceso, y el acompañamiento de las autoridades para que les informen los
programas de atención y la oferta institucional, y adelanten, en el marco de
sus competencias, las medidas de protección que consideren pertinentes.
(vi)
Con respecto a los migrantes venezolanos la medida de
protección consistirá en el acompañamiento de la Defensoría del Pueblo para que
les informe la oferta institucional de atención humanitaria dispuesta por el
Estado, y la política migratoria del país.
(vii)
La medida de protección del derecho a la vivienda a mediano y
largo plazo para las víctimas de desplazamiento forzado consiste en la
inclusión de los programas de vivienda sin que esto implique la inscripción en
proyectos concretos ni modificar el orden de la lista de espera. En
concreto, la inscripción en las bases de datos a través de las que se ejecuta
el procedimiento de identificación de posibles beneficiarios y la notificación
correspondiente.
(viii)
La medida de protección del derecho a la vivienda a mediano y
largo plazo para SEP por condiciones diferentes al desplazamiento forzado con
necesidades de vivienda es la inclusión en los programas de vivienda, en
los que cumplan los requisitos, sin que esto implique modificar el orden de las personas están en lista de espera,
ni la inscripción en proyectos de vivienda concretos. En efecto, corresponde a
la inscripción en las bases de datos a través de las que se ejecuta el
procedimiento de identificación de posibles beneficiarios y la notificación
correspondiente.
(ix)
Para la operatividad de las reglas de unificación descritas se
advirtió la necesidad de una serie de medidas estructurales, que
incluyen el fortalecimiento de la actuación de la UARIV para el acompañamiento
a los procesos de desalojo; el examen de la política actual de vivienda para la
población desplazada; y el desarrollo de estrategias de información, publicidad
y acompañamiento a los diferentes grupos poblaciones en relación con el acceso
a los programas de vivienda.
(x)
En atención a las comprobadas dificultades para establecer el
estado actual de la política de vivienda para la población desplazada y la
existencia de programas vigentes focalizados, y como quiera que el desarrollo de
estas medidas ha sido impulsado por la Sala Especial de Seguimiento para la
superación del estado de cosas inconstitucional en materia de desplazamiento
forzado se ordenará al Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio y a FONVIVIENDA
que rindan un informe a la Sala en mención para que se analicen los avances en
esta materia.
173.- En el examen del caso concreto se aplicaron las reglas
de unificación descritas y se advirtió que en el período anterior a la
formulación de la acción de tutela la situación de ocupación se limitó a
cerramientos irregulares del predio mediante estructuras precarias. En ese
contexto, evaluadas las actuaciones de la Inspección de Policía y la Alcaldía
de El Copey se descartó la violación de los derechos al debido proceso y la
vivienda digna de los accionantes.
No obstante, en el trámite de tutela la situación de
ocupación varió y la inspección judicial ordenada en esta sede y realizada el
pasado 4 y 5 de febrero reveló unas circunstancias de ocupación diferentes, en
las que el predio estaba habitado por aproximadamente 120 núcleos familiares,
integrados por 365 personas. En consecuencia, como quiera que las actuaciones
de desalojo se adelantarán en una situación en las que personas en condiciones
de vulnerabilidad satisfacen de manera precaria su necesidad de vivienda ante
una eventual amenaza de sus derechos al debido proceso y vivienda digna se
aplicaron las medidas de unificación en el caso concreto. En particular, se
precisó que no procede la suspensión indefinida del desalojo, pues la
recuperación del predio de El Copey persigue finalidades constitucionales
importantes y no pueden admitirse situaciones precarias de vivienda como las
identificadas en esta oportunidad. Asimismo, se estableció que en la
materialización de las actuaciones de desalojo deberán adoptarse una serie de
medidas conforme a la unificación que protejan únicamente a la población
vulnerable con necesidades de vivienda y, en particular, a las víctimas de
desplazamiento forzado que no cuenten con los recursos ni una respuesta
institucional para la satisfacción del derecho a la vivienda.
II. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Sala Plena de la Corte
Constitucional, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
RESUELVE
PRIMERO.- REVOCAR
PARCIALMENTE el fallo de tutela
proferido por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Valledupar, el 25 de abril de 2019, que confirmó la sentencia proferida por el
Juzgado Segundo de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Valledupar, el
12 de febrero de 2019, que denegó el amparo solicitado por Dairo Manuel Navas
Reyes y otros contra la Alcaldía del municipio de El Copey y otras autoridades.
En su lugar, CONCEDER
PARCIALMENTE el amparo de los derechos fundamentales al debido proceso, en
los términos del fundamento jurídico 164 de esta sentencia, y a la vivienda
digna en los términos de los fundamentos jurídicos 165 a 170 de esta sentencia,
de los ocupantes del predio identificado con el folio inmobiliario 190-159605,
inscritos en el Registro Único de Víctimas - RUV como víctimas de desplazamiento
forzado, que corresponden a: Bladimir Murcia Orozco, Dairo Manuel
Navas Reyes, Maire Sol Salas Carrillo, Matilde Torres Rodríguez, Duy Naringumu
Crespo Torrez, Marcelina Torres Rodríguez, Salvador Carmona Martínez, Yenis
Eliana Suárez Hernández, Enith Johanna Cárdenas Barcasnegra, Ninfa Patricia
Cadena Crespo, Juan Manuel Estrada Peña, José Luis Borja Pabón, Leonor Elena
Torres Crespo, Jacqueline Trujillo Alfonso y Landis María Sanes Díaz siempre que concurran
las condiciones para la protección establecidas en la parte motiva de esta
sentencia.
Las
medidas de protección tendrán efectos inter comunis en los términos del
fundamento jurídico 161 de esta sentencia y en relación con las víctimas de
desplazamiento forzado que se encuentran en la misma situación y que están
identificadas en el Anexo I de esta providencia.
SEGUNDO.-
ORDENAR
a la Inspección de Policía de El Copey que, en un plazo de treinta (30)
días contados a partir de la notificación de esta sentencia, actualice la
caracterización de los ocupantes del predio y establezca la situación actual de
las víctimas de desplazamiento forzado y sujetos de especial protección
constitucional que ocupan el predio y que están incluidos en el Anexo I de esta
providencia. A la diligencia de actualización deberá concurrir la UARIV,
quién contribuirá a la identificación de los hogares que cuentan con personas
desplazadas y al reporte de los resultados de caracterización de sus carencias
en materia de alojamiento.
La
Inspección de Policía de El Copey remitirá la actualización con la debida
identificación de los ocupantes al Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio,
y a FONVIVIENDA para que estas entidades cumplan las medidas de protección del
derecho a la vivienda de mediano y largo plazo en los términos previstos en los
fundamentos jurídicos 169 y 170 de esta sentencia.
TERCERO.-
ORDENAR a la UARIV
que, en el término de treinta (30) días contados a partir del momento en el que
se elabore el listado de los ocupantes del predio identificado con el folio
inmobiliario 190-159605, en el caso en
que no lo hubiere hecho, actualice la caracterización a todos los hogares
ubicados en el predio que cuenten con personas desplazadas y la reporte de
forma clara y ordenada a la Inspección de Policía y la Alcaldía de El Copey
para efecto de determinar las personas a las que se les otorgará albergue
temporal. Asimismo, conforme a los resultados de dicha caracterización, la
UARIV deberá seguir proveyendo o proveer la atención humanitaria que
corresponda, particularmente para suplir las carencias identificadas en
alojamiento, sin perjuicio de que también otorgue el componente de
alimentación.
CUARTO.-
ORDENAR
a la Alcaldía de El Copey que, con base en la información reportada por
la Inspección de Policía y la UARIV, brinde un albergue temporal a las víctimas
de desplazamiento forzado cuya calificación de carencias arroje necesidades
extremas o graves en materia de alojamiento. El albergue se brindará con el
alcance definido en el fundamento jurídico 165 de esta sentencia.
QUINTO.- ORDENAR a la Inspección
de Policía de El Copey que tan pronto se adopten las medidas de albergue
temporal en los términos definidos en el numeral anterior adelante las
actuaciones de desalojo de acuerdo con las garantías del debido proceso.
Asimismo, deberá convocar a las diligencias a las autoridades con competencias
en relación con los sujetos de especial protección constitucional para que
acompañen las actuaciones y adopten las medidas que consideren necesarias, y
coordinar con la Secretaría de Salud municipal las medidas sanitarias
pertinentes relacionadas con la prevención del contagio del COVID-19.
SEXTO.-
ORDENAR a la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría General de la Nación, el
Personero Municipal de El Copey y al ICBF que, de acuerdo con sus
competencias legales y constitucionales, brinden acompañamiento a las
actuaciones de desalojo del predio identificado con el folio inmobiliario 190-159605 de
propiedad del municipio El Copey. En particular, deberán informar a los
sujetos en condición de vulnerabilidad los programas de atención y la oferta
institucional, y adelantar las medidas de protección que consideren
pertinentes. Asimismo, informarán y brindarán acompañamiento a los migrantes en
relación con la oferta institucional de atención humanitaria dispuesta por el
Estado, la política migratoria del país, los mecanismos de regularización de la
permanencia y los canales para el reconocimiento de su condición de refugiado
de ser el caso.
SÉPTIMO.-
ORDENAR al Ministerio
de Vivienda, Ciudad y Territorio, FONVIVIENDA y al Departamento
Administrativo de Prosperidad Social que, en el término de treinta (30)
días contados a partir de la remisión del listado de ocupantes del predio por
parte de la Inspección de Policía de El Copey, incluyan a los ocupantes
víctimas de desplazamiento forzado y a los sujetos de especial protección
constitucional por circunstancias diferentes al desplazamiento forzado con
necesidades de vivienda, que cumplan con los requisitos para el efecto, en las
bases de datos de los programas de vivienda vigentes de acuerdo con sus
particularidades sin que esto implique modificar el orden de las personas que se postularon
previamente ni la inscripción en proyectos concretos. Asimismo, deberán informarles
por escrito a cada uno de los beneficiarios de esta orden el programa de
vivienda en el que fueron inscritos, la forma en la que este opera, las
actuaciones a seguir y una estimación aproximada con respecto a la
materialización del subsidio.
OCTAVO.- ORDENAR a la UARIV, para el cumplimiento de las medidas estructurales y
materializar las medidas de unificación definidas en esta oportunidad, que:
(i)
En el término de seis (6) meses contados a partir de la
notificación de esta decisión active un micrositio en el portal web de la
entidad, que sirva como canal de comunicación específico con las
autoridades administrativas y judiciales relacionado con el acompañamiento e
información necesaria para la protección de los derechos de las víctimas en
procesos de desalojo. Este canal tendrá las finalidades desarrolladas en
los fundamentos jurídicos 120 y 121 de esta sentencia.
(ii)
En el término de tres (3) meses contados a partir de la
notificación de esta decisión expida un protocolo, que presentará a la Sala
Especial de Seguimiento al ECI en materia de desplazamiento forzado de la Corte
Constitucional, en el que se regule el curso de acción de la entidad y prevea
los elementos mínimos desarrollados en el fundamento jurídico 121 de esta
sentencia.
NOVENO.- ORDENAR al Ministerio de
Vivienda Ciudad y Territorio, y a FONVIVIENDA que en el término de treinta
(30) días, contados a partir de la notificación de esta decisión, presenten un
informe a la Sala Especial de Seguimiento al ECI en materia de desplazamiento
forzado de la Corte Constitucional sobre: (i) los programas de vivienda
vigentes para la población desplazada, (ii) las metas de estos programas, y
(iii) la concordancia de esta política con los estándares logrados a través del
seguimiento a la superación del ECI en materia de desplazamiento forzado.
Con base en este informe, la Sala de Seguimiento analizará la
política actual de vivienda para la atención de la población desplazada.
DÉCIMO.- ORDENAR a la UARIV, el Ministerio de Vivienda Ciudad y
Territorio, y FONVIVIENDA que en el término máximo de seis (6) meses
contados a partir de la notificación de esta decisión diseñen una estrategia coordinada
de información, publicidad y acompañamiento a las víctimas de desplazamiento
forzado en relación con el acceso a los programas de vivienda. Esta
estrategia debe contar como mínimo con los elementos referidos en el fundamento
jurídico 130 de esta sentencia y deberá ser presentada ante la Sala Especial de
Seguimiento al ECI en materia de desplazamiento forzado de la Corte
Constitucional para que analice esta información.
UNDÉCIMO.- ORDENAR al Ministerio
de Vivienda, Ciudad y Territorio que,
en el término máximo de seis (6) meses contados a partir de la notificación de
esta decisión, formule un programa de comunicación y
acercamiento a la población vulnerable dirigida a: (i) dar a conocer los
programas en materia de vivienda y las estrategias que adelanta el Estado para
la satisfacción de este derecho; e (ii) identificar los canales de atención a
la población en relación con el derecho a la vivienda. Esta
estrategia debe contar como mínimo con los elementos referidos en el fundamento
jurídico 132 de esta sentencia y deberá ser presentada ante la Sala Especial de
Seguimiento al ECI en materia de desplazamiento forzado de la Corte
Constitucional, para que analice esta información.
DUODÉCIMO.-
REMITIR
copia
de la decisión a la Contraloría General de la República para que, en el marco
de sus competencias, acompañe el proceso de distribución de recursos para
subsidios de vivienda y otras modalidades de atención del derecho a la vivienda
que fije la alcaldía de El Copey.
DEcimotercero. Por Secretaría General, LÍBRENSE
las comunicaciones previstas en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese,
comuníquese y cúmplase.
ALBERTO ROJAS RÍOS
Presidente
Con salvamento
parcial de voto
DIANA FAJARDO
RIVERA
Magistrada
Con aclaración
de voto
JORGE ENRIQUE
IBÁÑEZ NAJAR
Magistrado
ALEJANDRO
LINARES CANTILLO
Magistrado
Con aclaración
de voto
ANTONIO JOSÉ
LIZARAZO OCAMPO
Magistrado
Con salvamento
parcial de voto
PAOLA ANDREA
MENESES MOSQUERA
Magistrada
Con salvamento
de voto
GLORIA STELLA
ORTIZ DELGADO
Magistrada
CRISTINA PARDO
SCHLESINGER
Magistrada
JOSÉ FERNANDO
REYES CUARTAS
Magistrado
MARTHA VICTORIA
SÁCHICA MÉNDEZ
Secretaria
General
ANEXO I
Lista global de
ocupantes del predio El Copey
Este listado fue
construido a partir de las caracterizaciones remitidas a esta sede y que se
realizaron en el marco del proceso de desalojo y de la inspección judicial
ordenada en esta sede. Los nombres y documentos de identidad corresponden a la
transcripción literal de la información remitida y por tratarse de nombres no
se efectúan adiciones o correcciones.
Adicionalmente,
con respecto al listado inicial remitido a la UARIV que contenía 585 registros
se suprimieron aquellos en los que era evidente la duplicidad de la
información, lo que redujo el listado a 551 registros. Sin embargo, en los
casos en los que se presentan dos nombres similares, el mismo nombre con
diferentes documentos de identidad o diferentes nombres para el mismo documento
se incluyeron todos los registros para que en el procedimiento de actualización
se verifiquen con precisión los datos de los ocupantes.
Nombres
Cédula
Cédula 2*
1
Adalberto Daniel Martínez Mercado
1128107014
1118107014
2
Adingela María Astorga
No reporta
3
Adolfo Cañate Martínez
12011500V
4
Adriana Aroca Rada
1003197739
1006197739
5
Adriana Pacheco Quintero
1065137407
6
Alba Rosa Ospino Rodríguez
36592962
7
Albeiro José Vides Polo
77168295
8
Alberto Rafael Martínez
12683527
9
Alejandra Isabella Sánchez Carrillo
1082850508
1082850506
10
Alejandro Cervantes Carmona
1044647376
11
Alejandro de Jesús Sánchez Carrillo
1065138947
12
Alex David Sánchez Carrillo
1082890808
13
Alexander Alberto Arenas
12636112
14
Alexander Antonio Sánchez Polo
7633536
15
Ali Bravo
1131071649
16
Alidis Judith Peña Jiménez
36624137
17
Álvaro Javier Vitola Polo
1083003148
18
Álvaro Javier Vitola Vargas
1148705498
19
Alver Castellar
5135854
20
Amalia Vargas Negras
1065125068
21
Amelia Suárez
No reporta
22
Ana Carmen Semprun Murrillo
21511683V
23
Ana Isabel Simancas Fontalvo
57186224
24
Ana Legarda M.
No
reporta
25
Ana Rocío Ledezma Rivera
1002274902
26
Anabel Murcia Manjarrez
1065128038
27
Anderson Godoy de la Hoz
1001872550
28
Anderson José Montiel Semprun
27257108V
29
Anderson Mendoza Pacheco
1081816115
30
Anderson Ramírez Guette
1065136795
31
Andrea Camila Vargas Negras
No reporta
32
Andrea Carolina Vásquez
No reporta
33
Andrea Catalina Ariza
No reporta
34
Andrea Ortiz
No reporta
35
Andres Camilo Vargas Negras
No reporta
36
Andrés Campo Acosta
1065134642
37
Andrés José Reales
1003196915
38
Andrés Torres Cervantes
1065130272
39
Ángel Murcia Manjarrez
1065129428
40
Angela de la Cruz
57116673
41
Angela Rada Barrios
1003195921
42
Angely Montiel Semprum
30058471
43
Angely Yarid López Cadena
1065139085
44
Angie González
26423802V
45
Angie Suárez Brochero
1065137831
46
Anibal Pérez Silgado
3136008
47
Annie Manotas Ruíz
1065134149
48
Antonio Fernando Rivera Vásquez
No reporta
49
Antonio Restrepo
No reporta
50
Anyi Patricia Figueroa Guzmán
1063970769
51
Arleth Johana Fontalvo Escobar
1082848795
52
Armando Coronado
1065136532
53
Aron Astorga Suárez
No reporta
54
Ashley Sofía Godoy Castillón
1065140477
55
Asiel Nikole Borrego Figueroa
No reporta
56
Asly Isabel Polo Rodríguez
1065141275
57
Asly Isabel Vitola Polo
1065141271
58
Audi Manjarrez Prada
1081794716
59
Aura María Vergel Blanco
1065133238
60
Avid Enrique Ariza Morales
1065172719
61
Benjamín Villalba
3894256
62
Betty Villalba
40937411
63
Bladimir Murcia Manjarrez
1065134271
64
Bladimir Murcia Orozco
77166970
65
Bleidy Judith Carmona
26947886
66
Breishel Arenas
1065139086
67
Calixto Chaparro
No reporta
68
Camilo Andrés Aguilar Álvarez
1134330997
69
Camilo Andrés Lizcano
1003196471
70
Carlos A. Palmera
No reporta
71
Carlos Alberto Escobar Peña
1065131650
72
Carlos Alberto Movilla Restrepo
19708071
73
Carlos Alfredo Arroyo Fontalvo
1065132821
74
Carlos Andrés Yepez Cadena
1069645482
75
Carlos Arenas
1152941566
76
Carlos David Pacheco
1137878250
77
Carlos Enrique Ortiz Vega
77166011
78
Carlos Julio López Sánchez
19615167
79
Carlos Julio Pineda Villalobos
12641996
80
Carlos Manuel Ortiz
1063953387
81
Carlos Movilla García
1065132912
82
Carlota Montenegro Pacheco
26947951
83
Carmen Alicia Álvarez Pertuz
26761558
84
Carmen Guzmán Balseiro
1065134134
85
Carolay de la Cruz
No reporta
86
Celina Sharith Montero Martínez
No reporta
87
César Anaya Olivera
1003197175
88
César Contreras Quesada
9112500
89
César Quintana Pérez
1120747570
90
Cinthya Suárez Hernández
1065133745
91
Clarineth Acosta Polo
49715481
92
Clemernina Izquierdo
1065133896
93
Daiberis López Caipana
30847927
94
Dainis Dayana García Acosta
1003230106
95
Dairo Carillo
1131070381
96
Damian Rodríguez Pérez
No reporta
97
Daniel Felipe Martínez Monsalvo
1065140481
98
Daniel José López Simancas
100772881
99
Daniel José Ochoa Ruiz
1065136780
100
Daniel Rodríguez
1068389933
101
Daniela Amaya Escobar
1065644672
102
Daniela Astorga Suárez
No reporta
103
Daniela Bornacelly de la Cruz
1004271596
104
Daniela Guerra Romero
1193517766
105
Daniela Piño
10003197095
106
Danilo Rodríguez Cardenas
1065128841
107
Danna Sofía Carrillo Salas
1137875568
108
Darli Suárez Hernández
1065127729
109
Darwin Vives Caipana
1214470473
110
David Bastos Muleth
1065140887
111
David Bornacelli
1004271597
112
David Campo Charris
1079654487
113
David de la Hoz Morales
1041870223
114
David Pacheco Maldonado
1065140520
115
David Rodolfo Guerrero
1045309454
116
Dawiris Mejía Barceló
1003195799
117
Dayana Aguilar
1082946080
118
Dayana Arroyo Amaya
1066292966
119
Deiber David Suárez
No reporta
120
Deiner Jesús López Carpana
27723788
121
Deivis David Venera
1065139212
122
Deivis Fontalvo Escobar
1082942512
123
Deivis Valle Martínez
77168182
124
Delcis Esther Macías Suárez
No reporta
125
Dennis Altahona Wolf
1118820390
126
Diana Ariza
1065126079
127
Diana Esther Oviedo
No reporta
128
Dianeth Caipana
22254387
129
Dianeth Josefita Carpana
22169295
130
Didier Alvaréz P.
1135638732
131
Diego Armando Velásquez
No reporta
132
Diego Rada
1065139511
133
Dilan Cortez Guerra
No reporta
134
Dilan Dair Cortés Sierra
1065140933
135
Dina Mercado Martínez
1065130210
136
Dina Vanessa Vásquez
No reporta
137
Disleinys Paola Caro Arriesta
1004306325
138
Dona Paola Vargas Negras
No reporta
139
Donaldo Pertuz García
No reporta
140
Douglas Correa Velásquez
29738780
141
Duban Enrique Hernández Mavarez
279.303.376
V
142
Duglainy Anyely Correa Velásquez
30769469
143
Dulia Soler Izquierdo
1193587489
144
Eberlides de Jesús Jiménez García
49595553
145
Edinson Javier López Rada
86075815
146
Edith Álvarez Pertuz
26761763
147
Edwin Ariza
No reporta
148
Edwin José Sierra Martínez
No reporta
149
Eglimar Álvarez Viera
8764275V
150
Eider Enrique Vitola Polo
1124042834
151
Eidis Oviedo
No reporta
152
Eldemar José Álvarez Rodríguez
28409277V
153
Eliana Trillo
No reporta
154
Elizabeth Balseiro
1128188794
155
Elizabeth Bornacelli
1081794776
156
Elizabeth Polo Palma
32849437
157
Elodina Esther Carmona
1065131492
1035131492
158
Elver Antonio Barcasnegra
771680025
77168002
159
Enedith de la Cruz Pérez
52418706
160
Engorleca Cañate Castillo
32107050V
161
Enith Cárdenas Barcasnegra
36688251
162
Erick Eduardo Acevedo Flores
30058031V
163
Erik Alejandro Páez Bonilla
No reporta
164
Esmeider Mendoza Martínez
1065810633
165
Esneider José Mendoza
1081810633
166
Estefanny Martínez
1128197983
167
Ever Bornaceli
19590308
168
Ever Torres Cervantes
1063126863
169
Fabián Parra Cujia
No reporta
170
Fabianny Rodríguez Pérez
No reporta
171
Fabio José Basto Ospino
1065137817
172
Felipe Velásquez
No reporta
173
Fernando Fontalvo Polo
77166636
174
Fernando Vanegas
1064786144
175
Fevinn Javier Monterrosa
No reporta
176
Francia Sánchez
No reporta
177
Francisco Javier Herrera Moreno
77165742
178
Francisco Sierra Lizano
No reporta
179
Frank Carlos Pertuz Álvarez
1004486303
180
Franklin Ariza
1065134509
181
Franklin Moreno Montenegro
5079490
182
Freddy Alexander Pérez
77168102
183
Fredy José Ruiz Persia
1065133944
184
Fredys Alexander Pérez
72168102
185
Frein Alonso Reiz Persia
1065138392
186
Gleusy Isabel Rodríguez Bello
1063947477
187
Gregoria Yance de Ángel
No reporta
188
Greys Lucía Villalba Sierra
36688207
189
Guillermo Arenas
1065140234
1128185413
190
Guillermo Mariolli
1065135503
191
Haritza Serrano Márquez
No reporta
192
Harold Fierro
77166917
193
Heberlega Castillo de Cañate
19617420V
194
Héctor Fabio Pacheco Ortiz
1044916664
195
Héctor García Merlano
No reporta
196
Hermes Fabián Remolina León
1090987367
197
Hilary Vanessa Rodelo Fernández
No reporta
198
Ingrys Milena Vargas Polo
1124047870
199
Inocencio Montiel Semprun
30058422V
200
Irene de Jesús Guette Reyes
26947471
201
Iris Llega
26947505
202
Isaac Fierro Ruiz
1065141055
203
Isabel Carrillo de la Hoz
26947680
204
Isabela Jacome Suárez
1045489397
205
Isabela Valle Martínez
1065141267
206
Isad Barreto Rende
No reporta
207
Isaí José Palmera Solano
1065141328
208
Isis Valeria Daza Caro
1128153106
209
Jacqueline Trujillo Alfonso
40443665
210
Jaide Henrique Aroca
No reporta
211
Jaider Alfon Aguilar
85477472
212
Jaime Arenas
1176966033
213
Jaime Luis Sosa Lora
1063949799
214
Jair Barrios Pineda
1065127946
215
Jaired Carolina Astorga Suárez
30139991
216
Jairo de Arco Almenar
77163699
217
Jairo Enrique Fernández Ceballos
85447549
218
Jairo Rafael Hernández
No reporta
219
James Arenas
No reporta
220
Javier Fernández Lobo
1065132494
221
Javier Pérez Mercado
1065130383
222
Jean del Valle Velázquez
15883300
223
Jeimi Montiel B.
1065139711
224
Jeimi Rodríguez
1152933521
225
Jeire Andrade
No reporta
226
Jessica Rodríguez
No reporta
227
Jesu Lara
No reporta
228
Jesu Ortiz Llega
1065134270
229
Jesús Alberto Lopez Buelvas
1065133097
230
Jesús Daniel Cortés Guerrero
1063138279
231
Jesús Daniel Marriollí Lugo
1065141406
232
Jesús David Ortiz
1063956604
233
Jesús David Vides
1065125707
234
Jesús Ibarres Pertuz
19707027
235
Jesús Manuel Canedo López
No reporta
236
Jesús Manuel Leyva
1067600494
237
Jesús Manuel Vides Bravo
1065124710
238
Jesús Medina
1065165370
239
Jhon Anderson Díaz
No reporta
240
Jhon Díaz Vergara
79955780
241
Jhon Gaona
28121770
242
Jhon José Gaola Borges
28125760V
243
Joel Castillo Carmona
1002035622
244
Joel David Rincón Rodríguez
1065138427
245
Johana Paola Rende Pama
1065134259
246
Jonathan Escobar O.
1003195585
247
Jonathan Polo Vargas
1148701485
248
Jorge Andrés Aguilar
1082847715
249
Jorge Andrés Muñoz
1042852455
250
Jorge Aurelio Lara García
77165932
251
Jorge Eliecer Orozco
77168211
252
Jorge Luis Borrego Rodelo
1003198339
253
Jorge Luis Morales Crespo
1063960488
254
Jorge Luis Morales Sarmiento
77173970
255
Jorge Luis Silva Flórez
77167944
256
Jorge Luis Torres Aldana
2768126
257
Jorge Mario Rivero
No reporta
258
Jorge Torres Aldana
17681125
259
José Alejandro Páez Santiago
1090984205
260
José Anny Roxymar Salas Rojas
No reporta
261
José Austin Maldonado Páez
1085105059
262
José Daniel Polanco Astorga
35.7777 V
263
José David Martínez Ospino
1065126155
264
José Eduardo Velásquez
No reporta
265
José Fernando Vizcaino Yepes
No reporta
266
José Guerrero Salas Doboin
29941699V
267
José Luis Vásquez
No reporta
268
José Miguel de la Cruz
1065122320
269
José Ospino
1065860286
270
José Palmera
19617748
271
José Rodríguez
1068346378
272
Joseannu Salas Rojas
15680189
273
Josefa Gregoria Guette Reyes
36594336
274
Josefa Silva Fonseca
24707438
275
Josheris María Salas Daboin
26196354V
276
Josimar Joleida Salas Rojas
1065141741
277
Josser Camilo Díaz
No reporta
278
Juan Alberto Estrada Peña
1065137673
279
Juan Andrés Reales Soler
1065138771
280
Juan Antonio Andrade Castillo
1065123192
281
Juan Barrios Roca
1066292710
282
Juan José Pirela Navas
25778832
283
Juan Manuel Estrada Peña
1065136604
284
Juan Pablo Pertuz Álvarez
1081819288
285
Julio César García Acosta
1065123725
1065128725
286
Karen Aguilar
No reporta
287
Karen Álvarez Rada
1003196272
288
Karieth Campo Acosta
1065139332
289
Karina Contreras Guzmán
No reporta
290
Karolay Michell de la Cruz
1065138911
291
Kasandra Milena Morales Crespo
1063960489
292
Katherin Dayan Acuña Oviedo
1065130226
293
Katleen Luz Dari Cañate Castillo
No reporta
294
Katty Yulieth Canedo Ospina
1065646302
295
Keiler Barreto Rende
No reporta
296
Keiler Orozco Suárez
1065141237
297
Keisy Ojeda Echet
30909090V
298
Kelis Yulieth Canaval Durán
1065134401
299
Kelly Johana Mejía
1003125800
300
Kevin José Palmera
1003198507
301
Kiara Rada Ortiz
No reporta
302
Landis María Sanes Díaz
36591824
303
Laura Daniel Leyva
1065567812
304
Laura Daniela Fernández Sosa
No reporta
305
Laura Valentina Montero Martínez
No reporta
306
Laura Vanessa Bonilla
1003197292
307
Lauris Duque Tirado
49686433
308
Lediys Aguilar
1082847711
309
Leidis Patricia Diaz Ospino
1064707879
310
Leidys Monsalvo Oñate
1193212042
311
Leomar Álvarez Viera
1065141640
312
Leonela Mengual
No reporta
313
Leonor Torres Crespo
39460334
314
Lessly Canedo Díaz
1067611432
315
Leyie Maireth Martínez
1065137760
316
Liliana Andrea Roca Ureña
1065137305
317
Lisbeth Carolina Morales Crespo
1063960487
318
Lisbeth Viviana Aviles
57463716
319
Liseth Persia
26947238
320
Liz Kartiney Pacheco
1065139138
321
Lizeth Maria Arrieta Cantillo
1080011986
322
Lourdes Llerena
No reporta
323
Luciano Rincón
No reporta
324
Ludys Peña Jiménez
1065133107
325
Luis Alberto Polo Palma
72164816
326
Luis Alberto Posada
1093771833
327
Luis Alberto Vitola Jamara
12639403
328
Luis Alfonso Oviedo Navas
5135744
329
Luis Camilo Herrera
79930524
330
Luis Carlos López Simancas
1065131623
331
Luis Carlos Rada Ortiz
1065139511
332
Luis Eduardo Muleth de la Hoz
1047222268
333
Luis Eduardo Oviedo Medina
7858446
334
Luis Jesús Canedo Díaz
1067619861
335
Luis Maldonado Meléndez
7435700
336
Luis Ortiz
1003196076
337
Luis Polo Palma
77164816
338
Luis Rafael Montiel Semprun
No reporta
339
Luisa Fernanda Medina
No reporta
340
Luisa Rada Ortiz
1003198515
341
Luz Cenith Oviedo Navas
1065124177
342
Luz Elena Maldonado
1007559403
343
Luz Elena Rivero
No reporta
344
Luz García Torres
No reporta
345
Luz Karina Vuelvas D.
1003197669
346
Luz Marina Erazo Guette
1065133560
347
Luz Mendoza Pacheco
No reporta
348
Maiden Castellar
No reporta
349
Maira Isabel Ramírez Guette
1065130896
350
Maira Ortiz Gutiérrez
1065122822
351
Maira Roca Uruña
1065134630
352
Maire Sol Salas Carillo
1065125067
353
Manola Sánchez
No reporta
354
Manuel Alonso Martínez
77006326
355
Manuel de Jesús Alonso Sánchez
1065130833
356
Manuel Guzmán Collante
77166333
357
Manuel Rodríguez
1002354508
358
Manuel Ruíz Rada
12640888
359
Manuel Suárez
1065127221
360
Maolis Viera Colina
27260423V
361
Marcela Suárez
No reporta
362
Marcelina Torres Rodríguez
1123404781
363
Marco Tulio Coneo
19560475
364
Marelby Esther Escobar Bravo
26947983
365
Margoth del Carmen Rodríguez
12.712.504
V
366
Mari Medina
10655138718
367
María Alejandra Campo
1065137646
368
María Angélica Muleth de la Hoz
1047222268
369
María Cervantes Niebles
26747119
370
María del Carmen Ruíz Ruíz
1065130031
371
María González
1065141558
372
María Jesús Brochero Álvarez
1081784843
373
María José Carrillo Salas
1065131476
374
María José González
1065130443
375
María Karina Canedo López
1062805803
376
María Ledezma Rivera
No reporta
377
María Margarita Suárez Brochero
1065139875
1065130819
378
María Marisol López
11750120
379
María Martínez Usuga
39302998
380
María Pertuz Oson
26830751
381
María Trinidad Flores
18428025V
382
María Walditrudis Oviedo Palmera
60254024
383
Mariana Blanco Aroca
No reporta
384
Mariana Campo Acosta
1065136628
385
Marilyn Andrea Tronpeta Maldonado
1123410417
386
Marlon J. Palmera
No reporta
387
Maroli Medina
1065140701
388
Marolis Viera Colina
27260423
389
Mary Luz Perez Hernández
36591661
390
Mateo Mercado Brochero
No reporta
391
Matías Aruña Oviedo
1065137453
392
Matilde Torres Rodríguez
1123401208
393
Mauricio Manuel Barcanegra Rodríguez
77167473
394
Mauro Medina
1065136941
395
Mayerlis Beatriz Rodelo
No reporta
396
Mayerly Mercardo Gandara
36594882
397
Melanie Muñoz Montenegro
1139429995
398
Meriño Zambrano
5009916
399
Miguel Ángel Morales Crespo
No reporta
400
Miguel Ángel Rodríguez Orozco
No reporta
401
Miguel Sánchez
No reporta
402
Mileidys Suárez Hernández
49595458
403
Mirley María Martínez Ospino
1065129699
404
Mishel Rodríguez Cárdenas
1003197501
405
Moisés Arroyo Villafañe
1063591926
406
Moisés de Jesús López Medina
28551465
407
Nairobis Páez Nieto
No reporta
408
Naivis Natalie Acuña Manota
1065132399
409
Natalia Rivera
No reporta
410
Natalis Paola Morales Crespo
1067604341
411
Natalith Tatiana Tronpeta Maldonado
1123406970
412
Nayery Aguilar
1004361789
413
Neider de Jesús Morales Crespo
1067601342
414
Neidre Daniela Guerra
No reporta
415
Neidys Johana Palmera Torres
1065134457
416
Neirelin Rodríguez González
13.839.958
V
417
Nelcy Isabel Morales Crespo
No reporta
418
Nellys Mercedes Crespo Montero
1003240383
419
Nellys Yalena Morales Crespo
1081829894
420
Nelsy Isabel Morales Crespo
No reporta
421
Nereida Solano Valencia
1003196156
422
Netiz Mariana Silgado Laguna
36594848
423
Nidis Judith Rivera
49758311
424
Ninfa Patricia Cadena Crespo
36688197
425
Nixon Rodríguez González
No reporta
426
Noray del Carmen Hernández
No reporta
427
Norbelis Montiel Semprum
No reporta
428
Nuris Camila Martínez Polo
1085042196
429
Nuris Dayana Vergara Aviles
10043663773
430
Oleidis Valencia
1065125923
431
Olga Lucia Barrios Euse
57464154
432
Omar David Suárez
No reporta
433
Oquia Isabel Torres Vega
36594486
434
Orlando José Jímenez Montoya
1065122714
435
Oscar Manuel Peñaloza
No reporta
436
Osman Javier Sierra Guzmán
73144251
437
Osvaldo Oviedo Medina
12592986
438
Oviedo Manuel Suárez
771673711
439
Pablo Enrique Vásquez Mercado
1045308077
440
Pablo Vásquez Rada
1051360413
441
Paul Gabriel Vizcaino Pierro
No reporta
442
Pedro Miguel Mozo Cardona
12642626
443
Rafael Alonso Polo Palma
77164892
444
Rafael Barreto Muñoz
No reporta
445
Rafael Barreto Rende
1067625775
446
Rafael García Torres
1065137613
447
Rafael Rodríguez
1038385465
448
Rafael Segundo Barros Jiménez
4993324
449
Rafael Valdés Jaime
7884272
450
Remberto Barcanegra Ramos
12642482
451
Renaldo de Jesus Canedo Ospino
1065584652
452
Ricardo Barbosa
31135766
453
Richard Mendéz Parra
No reporta
454
Rodrigo Cortés Salcedo
74376038
455
Roibeles Barbosa
No reporta
456
Rolan Ayola Balseiro
1128189031
457
Rosa Acosta Cassiani
1003196982
458
Rosa Angélica Barcasnegra
1065624633
459
Rosa Isabel Reyes Almeira
36590675
460
Rosa Marcela Navarro Mozo
1065130824
461
Rosa Martínez Marriota
1065810633
462
Rosa Michell Martínez
No reporta
463
Rosario Isabel Carvajal
33334607
464
Rosario Miriam Rojas Gómez
27994813V
465
Rosaura Elena Ochoa
1065140425
466
Salvador Carmona Martínez
77165759
467
Salvador Sánchez
1065996808
468
Samuel Andrés Herrera Carvajal
No reporta
469
Samuel David Pérez Mercado
1065138650
470
Samuel Legarda M.
No reporta
471
Sandra Patricia Martínez Jiménez
1003197100
472
Sandra Rodríguez
36623286
473
Sandra Suárez Hernández
1082940348
474
Sandrith Rodríguez Cárdenas
1065123610
475
Santander José Vásquez Medina
19596398
476
Santiago Andrés Carranza Barros
1065135191
477
Santiago Díaz
No reporta
478
Sara Ariza Medina
1065122185
479
Saray García Acosta
1065128724
480
Sebastián Pérez Mercado
1065131774
481
Sebastián Vargas Negras
No reporta
482
Shaira Guzmán Balseiro
1065130880
483
Shaira Michell Vásquez Rada
1065137317
484
Sharit Moscote Salas
1043535538
485
Sharol Herrera Carvajal
No reporta
486
Shirly Dayana Trujillo
1021679868
487
Silvia Esther Martínez Polo
No reporta
488
Silvia Palma Martínez
36688035
489
Sindry Movilla Villalba
1065137165
490
Sofía Pérez Nieto
No reporta
491
Soleinys Ortiz Ortiz
1063964446
492
Tairo Rafael Carrillo Ariza
No reporta
493
Talia Suárez
No reporta
494
Tania Milena Cantillo
36688367
495
Thaliana Elena Ochoa
1065141726
496
Thiago de Jesús Mejía
No reporta
497
Tomás Elías Herrera
No reporta
498
Valentina Vargas
1065125026
499
Valeria Posada
No reporta
500
Valeria Sofía Sánchez García
1137878424
501
Valerie Luna Suárez
1065126062
1065126002
502
Valery Mestre Amaya
1066879651
503
Valery Michell Leyva
1067600499
504
Valery Vanessa Cantillo Ruíz
1065137391
505
Vanesa Alexandra Erazo
1065235163
506
Vicelis Yaneth Álvarez P.
1081793953
507
Víctor Danilo Jacome Sánchez
1085102128
508
Víctor Manuel Martínez Polo
No reporta
509
Wesley Daniel Oviedo Aviles
1083000370
510
Wilmar José Lara Pérez
1065130849
511
Wilson Rafael Vergara Mercado
12642575
512
Xavier Andrés Carmona Teherán
1065128722
513
Yaire Astorga Suárez
30139991 V
514
Yalila Marcela Barros Martínez
1065130154
515
Yandris Paola Muleth de la Hoz
1065222269
1047222269
516
Yandry Vanesa Barros Martínez
1065125593
517
Yanesa Herazo
1065135063
518
Yaneth Morales Viloria
36593833
519
Yarima de la Hoz
49717859
520
Yasmin Adriana Ojeda Marbello
1131006859
521
Yeferson Polo Vargas
1148701486
522
Yeider Sánchez Palmera
No reporta
523
Yeimi Yulieth Andrade Ledezma
1003198128
524
Yeimis Esther Maldonado Páez
1007559370
525
Yeimis Judith Vásquez Atencio
No reporta
526
Yeira Castillo
No reporta
527
Yeleany Fernández
No reporta
528
Yenis Isabel Monsalvo Oñate
26948901
529
Yerson Polo Vargas
1148701487
530
Yesica Patricia Sánchez Palmera
1065138059
531
Yesica Sánchez
16780202
532
Yesmina Angélica Pana Cujia
49789283
533
Yessica Paola Rodríguez
1003196084
534
Yhaneth Lara Suárez
1065140705
535
Yiseth Patricia Polo
1065645495
536
Yoiseth Polo Vargas
1084464099
537
Yolmadis Montes
1070913367
538
Yorjanis Rodríguez
No reporta
539
Yorlin Castellar
No reporta
540
Yorma de la Rosa
No reporta
541
Yoshelis Salas
26196354
542
Yosxeilys Lugos
3116166837
543
Yuleidi Castellar
No reporta
544
Yuleidys Paola de la Hoz Morales
1042217511
545
Yulian Castellar
No reporta
546
Yulieth Ortega
1003196564
547
Yulisa Narváez
1067876619
548
Yuranis Oviedo Navas
26948386
549
Yureimis del Pilar Ariza Morales
95060305275
550
Yuris Tatiana Collante Flores
1065135029
551
Zoraida Josefina Navas
7770234
ACLARACIÓN DE
VOTO DE LA MAGISTRADA
DIANA FAJARDO
RIVERA
A LA SENTENCIA
SU.016/21
Referencia:
Expediente T-7.626.515
Acción de tutela presentada por Dairo Manuel Navas Reyes y
otros en contra de la Alcaldía de El Copey y otros.
Magistrada
ponente:
Gloria Stella
Ortiz Delgado
1. Mediante
Sentencia SU-016 de 2021, la Corte estudió una situación de ocupación irregular
de un predio del municipio El Copey (Cesar), en el marco de la cual se presentó
la acción de tutela por un grupo de ocupantes, que incluía víctimas de
desplazamiento forzado y otros sujetos de especial protección constitucional.
La solicitud de amparo pretendía la suspensión de las actuaciones de desalojo
hasta que se adelantaran medidas de protección del derecho a la vivienda de
corto y largo plazo. El predio en cuestión, además, había sido dispuesto por
las autoridades municipales y departamentales para adelantar un programa de
vivienda que resolviera las necesidades de hogar de otras tantas familias de la
zona.
2. Si
bien algunos ocupantes no tenían una situación de vulnerabilidad que
justificara la ocupación del terreno, también resulta innegable que a este
predio de El Copey arribaron varias familias, obligadas por la violencia o la
marginalidad extrema, a buscar una solución al menos parcial a su necesidad de
vivienda. Esta situación genera un panorama muy complejo de derechos y deberes
enfrentados, en los que ninguna solución resultará completamente satisfactoria.
Es por esto que la sentencia advierte lo difícil que es llegar a un equilibrio;
más aún, cuando “la realidad y las dimensiones de situaciones de hecho como
las ocupaciones masivas de predios dificultan la distinción entre las
actuaciones dirigidas a lograr la satisfacción precaria de una necesidad
urgente de vivienda y los actos de abuso del derecho que pretenden sacar
ventajas ilegales de contextos de necesidad, informalidad y falta de respuestas
estatales adecuadas.”
3. Sin
desconocer las dudas que razonablemente persisten en este tipo de casos
difíciles, comparto el balance al que llegó la Sala Plena y por ende acompañé
la decisión. No obstante, mi intención con esta aclaración de voto es
profundizar en dos asuntos que estimo relevantes para tener una lectura
adecuada del alcance y las limitaciones de esta decisión, pero también de las
oportunidades que ofrece para lograr una solución más integral, y ojalá
definitiva a la grave problemática de vivienda, más allá del proceso puntual de
desalojo.
4. En
primer lugar, me parece necesario precisar el alcance de esta sentencia. Como
señala el texto adoptado, las consideraciones de la Corte surgen para un
contexto específico determinado por: (i) la naturaleza pública del
predio ocupado, y (ii) la actitud diligente de las autoridades
municipales que evitaron que en los ocupantes se generara la percepción de que
la incursión en el predio contaba con su aprobación, dando lugar a un escenario
de confianza legítima. Hay un tercer elemento determinante para la comprensión
de este caso y es (iii) la destinación del inmueble, pues en este caso
es claro que el terreno ocupado ya había sido dispuesto por las autoridades
regionales para adelantar un programa de subsidios de vivienda denominado “Mi
casa ya”.
5. Es
importante recordar las particularidades del caso para entender el contexto en
que se produce la decisión de la Corte. De lo contrario, podrían ampliarse las
reglas jurisprudenciales aquí dispuestas para otros escenarios que realmente no
fueron considerados por la Sala. En efecto, no es lo mismo la ocupación de un
bien público destinado para un programa de vivienda social, que lo que podría
ser la ocupación de un terreno privado abandonado por su propietario, o un
terreno público frente al cual las autoridades convalidaron, de forma tácita,
la ocupación por varias semanas o incluso meses.
6. La
idea en la que insiste esta sentencia -la cual comparto-, es la necesidad de
consultar las particularidades de cada caso. Pese a la existencia de líneas
jurisprudenciales y marcos normativos con vocación de generalidad, es labor del
juez constitucional resolver caso a caso, con especial atención por las circunstancias
en que se encuentra los sujetos que acuden al amparo. La aplicación mecánica
del derecho puede, en ocasiones, conducir a resultados injustos. Con
mayor razón, dada la complejidad del contexto colombiano y los múltiples
desafíos que persisten para la consolidación del Estado social de derecho, los
cuales no pueden preverse siempre con anterioridad. Por eso, me parece
importante que la Sala Plena haya reiterado en esta decisión, la Sentencia
T-282 de 2011 que en materia del derecho fundamental a la vivienda y las
diligencias de desalojo, propuso una serie de criterios a considerar en estos
procesos, tales como: (i) la naturaleza del bien ocupado; (ii) el
uso que tenga al momento de la ocupación; (iii) la función social y
ecológica de la propiedad; (iv) las circunstancias económicas, sociales
y culturales del grupo ocupante, (vi) el número de potenciales afectados
por el desalojo, (vii) la presencia de “otras vulnerabilidades” como la
edad, la situación de discapacidad; y (viii) las posibles consecuencias
del desalojo.[260]
7. Lo
anterior es fundamental porque nos recuerda la función encomendada al juez
constitucional y nos enfrenta a las limitaciones inherentes al precedente
jurisprudencial, incluso cuando este proviene de la Corte Constitucional. De
ahí la importancia de abordar integralmente todos los hechos y circunstancias
relevantes en cada caso. En esta ocasión, la Sala Plena resolvió que no podía
convalidar la ocupación irregular del inmueble, en detrimento de la política
pública de vivienda que la administración municipal había iniciado, pero que se
había interrumpido, precisamente, por la ocupación irregular del lote. Las vías
de hecho no podían convertirse en un mecanismo para “saltarse la fila”
en el listado de beneficiarios del programa de vivienda en curso.
8. Este
caso también podría ser indicativo de una problemática mayor relacionada con la
instrumentalización de sujetos vulnerables (madres cabeza de hogar, víctimas
del conflicto, menores de edad, migrantes, entre otros) para evitar que la
Fuerza Pública realice operativos de desalojo. Resulta extraño que, el 13 de
noviembre de 2018, cuando se comunicó mediante edicto la audiencia de desalojo,
solo había en el predio tres familias, pero a los pocos días la situación
evolucionó rápidamente hasta que, según el último reporte, se encontraron por
lo menos 120 núcleos familiares conformados aproximadamente por 365 personas
que ocupaban irregularmente el inmueble en mención. ¿Quién parceló el terreno
antes de que llegaran las familias ocupantes? ¿Quién determinó la extensión de
los terrenos que ocuparía cada familia? ¿Se lucró alguien de la asignación de
estas áreas? ¿Por qué se produce una llegada masiva de familias luego de la
presentación de la acción de tutela? Son interrogantes que no encuentran una
respuesta clara en el expediente y que, por el contrario, sugieren el
aprovechamiento por parte de unos pocos de la necesidad y marginalización
extrema en que se encuentran millones de personas en nuestro país.
9. Ante
este panorama, la Corte concluyó que las actuaciones dirigidas a tomar ventajas
ilegales por vía de la fuerza y mediante la instrumentalización de sujetos de
especial protección no podían ser amparadas por el juez de tutela.
Precisamente, cuando el terreno ocupado ya había sido destinado para avanzar en
una solución de vivienda digna a otras tantas personas con carencia
habitacional. La sentencia también dispuso que otros sujetos de especial
protección constitucional, por razonas ajenas al conflicto armado interno, no
tenían, en principio, una protección equivalente a la que recibe la población
víctima del desplazamiento, en tanto que el delito de desplazamiento forzado,
por definición, es consustancial a la afectación del derecho a la vivienda.
10. A esta última
afirmación apunta mi segunda aclaración, de manera que este fallo no se
interprete como un retroceso injustificado en el derecho fundamental a la
vivienda que la Corte había brindado con anterioridad. Este caso requería
encontrar un equilibrio entre dos posturas legítimas en tensión. De un lado, se
encuentran las carencias de vivienda y las fallas en las políticas públicas del
Estado que llevan a muchas personas vulnerables a ocupar irregularmente predios,
ante la falta de respuesta oficial a sus necesidades; y del otro, la función
del Estado de salvaguardar la propiedad, restablecer el orden público,
desincentivar las actuaciones contrarias a la ley y garantizar los derechos de
las personas que han acudido a los caminos legales para exigir sus derechos. El
equilibrio que propone esta sentencia no supone la victoria absoluta de alguna
de estas posturas. De hecho, si esta providencia se lee únicamente en función
del segundo enunciado, se cometería un grave error puesto que el equilibrio se
perdería, privilegiando la función policiva del Estado.
11. Ignorar que
nuestro país presenta altas cifras de pobreza y desigualdad, que el fenómeno de
desplazamiento forzado ha dejado millones de víctimas en todo el territorio
nacional con la consecuente afectación del derecho a la vivienda digna; y que
en los últimos años Colombia ha recibido de manera solidaria un flujo
considerable de migrantes venezolanos, corre el riesgo de volvernos insensibles
ante la dura realidad que nos habla de “fallas estructurales del Estado en
la garantía de la vida e integridad personal, y la satisfacción de los derechos
fundamentales de los asociados [que] han provocado que miles de personas se
vean forzadas a satisfacer de manera precaria su imperiosa necesidad de
vivienda a través de actos de ocupación irregular.”[261] Reducir la
problemática social de ocupación irregular de terrenos a un asunto de orden
público y pensar que todo se resolverá a través de operativos policiales de
desalojo, no solo ignora el compromiso de las instituciones con la vigencia de
un orden justo,[262] sino
que es irrealista en la práctica.
12. Acompañé a la
mayoría en esta difícil decisión, en el entendido de que el pronunciamiento de
la Corte no se limita a reprochar la ocupación irregular de bienes inmuebles,
sino que también reconoce la dura realidad en que subsisten millones de
personas en nuestro país, quienes ni siquiera cuentan con un techo donde
resguardarse de las inclemencias naturales y mucho menos un entorno digno donde
desarrollar sus proyectos de vida. Es por esto que la sentencia es propositiva
e incluye en su parte motiva y resolutiva, órdenes estructurales para avanzar
en la garantía del derecho a la vivienda digna, tanto para la población
desplazada, como para otros sujetos de especial protección constitucional, e
incluso para la población venezolana que ha buscado refugio en nuestro país en
los últimos años.
13. En últimas, es
imperioso garantizar que nadie se vea condenado a la calle, ante la falta de
soluciones idóneas, accesibles y oportunas en vivienda. Sobre este punto el Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales -del cual Colombia hace parte- ha
señalado que “los desalojos no deberían dar lugar a que
haya personas que se queden sin vivienda o expuestas a violaciones de otros
derechos humanos.”[263] Por
ello, si las personas desalojadas “no disponen de recursos para una
vivienda alternativa, los Estados partes deberán adoptar todas las medidas
necesarias para que en lo posible se les proporcione otra vivienda,
reasentamiento o acceso a tierras productivas, según proceda. Los Estados
partes deben prestar especial atención a los casos en que los desalojos afecten
a mujeres, niños, personas mayores, personas con discapacidad, así como a otros
individuos o grupos que sufran discriminación sistémica o estén en una
situación de vulnerabilidad.”[264]
Entonces, la carga argumentativa recae sobre el Estado quien debe demostrar que
ha empleado todos los recursos a su alcance, y pese a esto no puede brindar una
solución temporal de albergue.
14. El alto déficit
habitacional que, de conformidad con las cifras del DANE, para el año 2018
superaba el 36% de los hogares del país, es el reflejo de fallas estructurales
en las políticas públicas del Estado. Esta situación golpea con especial
intensidad a las víctimas del desplazamiento forzado. Pero no son los únicos
afectados. De hecho, en un reciente informe la Relatora Especial de Naciones
Unidas sobre el derecho a la vivienda explicó cómo la falta de una vivienda
adecuada repercute severamente en varios grupos poblaciones:
“Las causas de la
falta de hogar varían entre los grupos particulares. Los niños conectados con
la calle provienen de familias con experiencias muy diversas, incluida la
muerte, la desvertebración, la enfermedad, el aislamiento, la pobreza, la
enfermedad mental, la violencia doméstica, los malos tratos a los niños y el
consumo de drogas. Las mujeres se ven abocadas a la falta de hogar debido a la
violencia, el acceso desigual a la tierra y la propiedad, los salarios
desiguales y otras formas de discriminación. Las personas con discapacidad se
convierten en personas sin hogar debido a la falta de trabajo, medios de vida y
vivienda accesible. Se niega a menudo el acceso a la vivienda y los servicios a
los jóvenes en las ciudades si no tienen la documentación adecuada expedida por
el gobierno o documentos de identidad. Los conflictos dan lugar al
desplazamiento y la migración en masa, como ha quedado claramente demostrado
por las oleadas de refugiados procedentes de países como el Afganistán,
Eritrea, el Iraq, la República Árabe Siria y Somalia que escapan de los
conflictos, la violencia generalizada y la inseguridad. // La falta de hogar
rural ha sido el resultado de la disminución de la seguridad alimentaria de la
producción de subsistencia, el cambio climático, la mercantilización de la
agricultura, la pérdida de tierras por la subdivisión de las herencias, la
disminución de la seguridad civil en las zonas rurales, la pobreza extrema, la
explotación no regulada de los recursos y los desastres naturales. La falta de
hogar rural por lo general lleva a la población a migrar a las zonas urbanas en
busca de trabajo y vivienda.”[265]
15. El déficit de
vivienda es una problemática generalizada que supera el desplazamiento forzado
-pese a la magnitud de este fenómeno en nuestro país-. Los cinturones de
miseria que se forman en los perímetros de las ciudades también son un reflejo
de fallas trasversales del Estado en varios campos. Nuevamente, cito las
palabras de la Relatora Especial de Naciones Unidas que me parecen pertinentes
para el contexto colombiano:
“La falta de hogar
se debe a la interacción entre las circunstancias individuales y factores
sistémicos más amplios. Una respuesta de derechos humanos a la falta de hogar
se ocupa de ambas cuestiones. Se entiende que la falta de hogar puede estar
relacionada con dinámicas individuales como la discapacidad psicosocial, la
pérdida inesperada de empleo, adicciones o elecciones complejas de conexión con
la calle, y que una de las principales causas de la falta de hogar es el
fracaso de los gobiernos en dar respuesta a circunstancias individuales únicas
con compasión y respeto a la dignidad individual. Sin embargo, un enfoque de
derechos humanos también debe abordar las causas estructurales e
institucionales generales de la falta de hogar —el efecto acumulativo de las
políticas, los programas y la legislación nacionales, así como los acuerdos
financieros y de desarrollo internacionales que contribuyan y den lugar a la
falta de hogar. En sus consultas, la Relatora Especial constató que la
desigualdad y las condiciones que la propician son las causas más comúnmente
señaladas de la falta de hogar. // A nivel mundial, hay indicios de un patrón
constante: los gobiernos han abandonado su función fundamental en la protección
social, incluida la vivienda asequible, han recortado o privatizado las
prestaciones sociales y han delegado en el mercado privado, permitiendo a los
actores privados y las élites con acceso al poder y el dinero controlar esferas
clave de la adopción de decisiones.”[266]
16. Entender y
buscar soluciones a las causas estructurales del déficit de vivienda debe ser
el objetivo final de las autoridades públicas. Por esta razón, comparto esta
sentencia, en su búsqueda por encontrar un equilibrio que no ampare con el
manto protector de la tutela las ocupaciones irregulares de bienes públicos
destinados a programas de vivienda, pero que tampoco ignore la grave
problemática social que subyace y obliga a muchas familias a recurrir a vías de
hecho para exigir del Estado una respuesta. Si esta sentencia no es
interpretada y acogida en su integridad, y si el Estado olvida su
responsabilidad en la garantía del derecho fundamental a la vivienda, no será
posible encontrar una solución definitiva a esta grave problemática.
17. Queda entonces
en manos de las autoridades responsables avanzar en las órdenes estructurales
fijadas por esta providencia y en las demás que resulten pertinentes para
lograr una política pública de vivienda accesible, integral y consecuente con
el Estado social de derecho. La presencia del Estado en los asentamientos
irregulares a lo largo y ancho de Colombia no debe manifestarse únicamente a
través del brazo policivo. De lo contrario, los operativos de desalojo
continuarán siendo una respuesta apenas superficial, insuficiente y en
ocasiones contraproducente para la garantía de los derechos fundamentales.
Fecha ut supra
DIANA FAJARDO
RIVERA
Magistrada
SALVAMENTO DE
VOTO DE LA MAGISTRADA
PAOLA
ANDREA MENESES MOSQUERA
A LA SENTENCIA
SU.016/21
Referencia:
Expediente. 7.626.515
Magistrada
ponente: Gloria Stella Ortiz Delgado
De manera
respetuosa presento Salvamento de Voto en relación con la sentencia de la
referencia. En mi criterio, la Sala ha debido negar la acción de tutela, toda
vez que no se acreditó una vulneración o amenaza a los derechos
fundamentales al debido proceso y a la vivienda digna de los sujetos a quienes
se les otorgó el amparo. Como consecuencia, no era posible emitir órdenes
particulares a las autoridades accionadas, como tampoco órdenes estructurales a
las demás autoridades vinculadas al trámite de tutela.
La decisión de
la cual me aparto amparó los derechos fundamentales de quince accionantes que
están inscritos en el Registro Único de Victimas[267],
“siempre que concurran las condiciones establecidas en la parte motiva de
esta sentencia”[268]. Así mismo, extendió
los efectos del amparo a las demás víctimas de desplazamiento forzado que se
encuentren en la misma situación que los accionantes beneficiarios del amparo y
que estén identificadas en el Anexo I de la providencia[269].
Lo anterior, tras considerar que la diligencia de desalojo debe llevarse a
cabo, pero en un contexto de ocupación distinto al que existía para el momento
en que se presentó la acción de tutela[270].
Para la suscrita
magistrada, las razones por las cuales se otorgó el amparo en los términos
descritos corresponden a situaciones hipotéticas y eventuales, que no son
susceptibles de protección a través de la acción de tutela[271].
A juicio de la
mayoría de la Sala, la futura actuación de desalojo implica una “posible
amenaza a los derechos al debido proceso y vivienda de los ocupantes del predio
en las circunstancias actuales”[272]. La amenaza se
infirió, primero, del contexto que “rodea o rodeará la ocupación”[273],
esto es, una ocupación actual de “familias de personas en situación de
desplazamiento forzado […] y que no tienen solución a sus necesidades
habitacionales”[274] y una eventual
ocupación por parte de sujetos de especial protección, especialmente, víctimas
de desplazamiento forzado, como ha ocurrido en otros casos[275].
Segundo, porque las personas que enfrentarán el desalojo son “principalmente
víctimas de desplazamiento forzado y personas en condiciones de pobreza
extrema, en quienes además concurren otras circunstancias de vulnerabilidad”[276].
Tercero, debido a que la realización de la diligencia de desalojo “implica
que algunos de los ocupantes en situaciones de grave vulnerabilidad y con
necesidades habitacionales pierdan la solución de vivienda precaria que
generaron a través de la ocupación irregular”[277].
Y, cuarto, porque “se advirtió la ausencia de programas de vivienda
focalizados en la población más vulnerable y de menores recursos”[278].
Para la mayoría de la Sala, la oferta para los ocupantes del predio en materia
de vivienda “requiere que los hogares postulantes concurran con aportes para
cierres financieros, medidas de ahorro o sean propietarios de inmuebles,
exigencias que, prima facie, parecen focalizar la atención en una población con
características diferentes a las de las víctimas de desplazamiento forzado en
situación de mayor vulnerabilidad”[279].
Adicionalmente,
en criterio de la mayoría, el amparo “permite dirigir la actuación de las
autoridades para que, de acuerdo con las reglas definidas en esta oportunidad,
se otorguen las garantías de protección en los términos fijados en esta
sentencia, sin desconocer que las autoridades competentes pueden adelantar los
procesos de desalojo”[280].
A partir de las
circunstancias descritas, considero que no es posible colegir un peligro cierto
a los derechos fundamentales al debido proceso y a la vivienda digna de los
sujetos que ocupan el predio, como paso a explicarlo.
No está
acreditada una amenaza al derecho al debido proceso.
La suscrita magistrada considera que ninguna de las circunstancias descritas
permite inferir, que en el presente caso existe una amenaza de que se vulnerará
el derecho al debido proceso de los ocupantes del predio en el desarrollo de la
diligencia de desalojo. La única razón que apunta a fundamentar el amparo de
este derecho es la orientación que se quiere impartir para la realización de la
diligencia, lo cual no puede servir como fundamento para la tutela de un
derecho fundamental.
En el expediente
se encuentra acreditado que las autoridades administrativas encargadas de
realizar el desalojo fueron respetuosas del debido proceso en anterior
oportunidad, como fue reconocido por la mayoría de la Sala[281].
Por lo tanto, no existen elementos probatorios de los que se pueda deducir
razonablemente que estas puedan desconocer, en el futuro, sus actuaciones precedentes
y, por tanto, amenazar los derechos fundamentales de los accionantes y demás
ocupantes del predio.
No está
acreditada la amenaza al derecho a la vivienda digna.
Respecto a este derecho, la suscrita considera que, a diferencia del criterio
mayoritario, en el expediente no está acreditado que a las víctimas de
desplazamiento forzado que ocupan el bien se les vulnerará el derecho
fundamental en comento ante la realización de la diligencia de desalojo. Es
más, el amparo está supeditado a que en ellas concurran unas condiciones de las
cuales, al momento de proferirse la sentencia, no se tenía certeza[282].
De allí que, en mi criterio, se ampara una circunstancia eventual y no una
amenaza actual a un derecho fundamental.
En el expediente
no existen elementos probatorios que permitan afirmar con contundencia que los
sujetos que enfrentarán la diligencia de desalojo y que son víctimas de
desplazamiento forzado no encontrarán garantizado su derecho a la vivienda
digna.
En primer lugar,
las autoridades administrativas de El Copey ya llevaron a cabo un desalojo en
el predio en cuestión cuando este estaba siendo ocupado, entre otros, por un
grupo familiar víctima de desplazamiento forzado y por una familia
perteneciente a un grupo étnico. En esa oportunidad, las familias en situación
de vulnerabilidad recibieron un subsidio para suplir su necesidad de vivienda[283].
Por lo tanto, a partir de este precedente, la suscrita encuentra que no es
razonable inferir que en un futuro, ante la realización de otra diligencia de
desalojo, habrá una vulneración del derecho a la vivienda digna.
En segundo
lugar, según el razonamiento mayoritario, este derecho también se encuentra en
riesgo porque supuestamente no existen programas de vivienda focalizados en la
población más vulnerable y de menores recursos. Para la mayoría de la Sala, los
programas existentes tienen unas exigencias que, prima facie, no
atienden las necesidades de las víctimas de desplazamiento forzado en situación
de mayor vulnerabilidad. Como consecuencia, dispuso como remedio, entre otros,
que estas y los sujetos de especial protección fueran incluidos “en las
bases de datos de los programas de vivienda vigentes de acuerdo con sus
particularidades sin que esto implique modificar el orden de las personas que
se postularon previamente ni la inscripción en proyectos concretos”[284].
Al respecto, por
una parte, considero que estos argumentos no son suficientes para la
sustentación de la amenaza del derecho fundamental de los accionantes y demás
sujetos a quienes se les extienden los efectos del fallo. Y, de otro lado, en
el expediente no hay evidencia de que no existen programas de vivienda de los
que los sujetos interesados en la presente acción de tutela puedan verse
beneficiados.
Por el contrario,
FONVIVIENDA informó que algunos hogares que al parecer ocupan actualmente el
predio “fueron identificados como posibles beneficiarios del subsidio de
vivienda en especie en el proyecto Villa Ángela”[285]
y otros se han postulado a algún programa o a las convocatorias para recibir
apoyos en materia habitacional[286]. Así mismo, el
Departamento Administrativo para la Prosperidad Social señaló que la mayoría de
ocupantes del predio no cumplen con los criterios de participación en el Programa
de Vivienda Gratuita[287]. Igualmente, indicó que
algunos de ellos están incluidos en el listado de potenciales beneficiarios del
programa[288]. Por último, las
entidades requeridas informaron que actualmente existen varios programas de
vivienda, entre los cuales hay uno de subsidio familiar de vivienda 100% en
especie[289].
Teniendo en
cuenta lo anterior, no se vislumbran elementos objetivos que permitan considerar
que el derecho a la vivienda digna de los sujetos en favor de quienes se
dispuso el amparo esté en peligro inminente de ser lesionado ante la
realización de una diligencia de desalojo.
Por último, para
la mayoría de la Sala, si bien el programa de vivienda gratuita está registrado
en la oferta institucional, “su continuidad no se previó de forma expresa en
las estrategias del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022”. Esto, también
fue puesto de presente por la Contraloría General de la República en el
Seguimiento al sector Vivienda, Ciudad y Territorio PND 2018- 2022 “Pacto por
Colombia, Pacto por la Equidad”, en concreto, en el análisis que esta entidad
realizó “sobre la formulación e implementación de la política de Vivienda,
agua y saneamiento básico en el actual Plan Nacional de Desarrollo-PND, la
ejecución de recursos en 2019, el avance de metas, y finalmente la armonización
del Proyecto de Presupuesto General de la Nación para la vigencia 2020 con los
propósitos de mediano y largo plazo propuestos”[290].
A mi juicio, de
las anteriores consideraciones no es posible concluir con certeza
que en el caso concreto hay una amenaza actual e inminente de que a los
destinatarios del desalojo se les vulnerará su derecho a la vivienda digna. El
hecho de que un programa de vivienda concreto no esté señalado expresamente en
el Plan Nacional de Desarrollo no lleva a la conclusión indiscutible de que las
personas que serán desalojadas no tendrán una respuesta institucional adecuada
a sus necesidades.
De esta manera,
considero que en el presente caso no estaban dados los presupuestos para
concluir que existe una amenaza al derecho a la vivienda digna de los
accionante a quienes se les otorgó el amparo de este derecho y a los demás
sujetos a quienes se les extendieron los efectos de la decisión.
En suma, la
acción de tutela es un mecanismo excepcional para salvaguardar los derechos
fundamentales que están siendo vulnerandos o están en peligro inmediato de ser
vulnerados. Frente a este último supuesto, la Corte ha indicado que se trata de
unas circunstancias debidamente acreditadas que se sitúan antes de que la
violación al derecho inicie su consumación[291]. En el caso
examinado, como se indicó, no se acreditó una amenaza inminente y cierta a los
derechos fundamentales al debido proceso y a la vivienda digna de los ocupantes
del predio. Por lo tanto, considero que no era posible el amparo de esos
derechos en los términos establecidos por la mayoría de la Sala.
Fecha ut supra,
PAOLA ANDREA
MENESES MOSQUERA
Magistrada
SALVAMENTO PARCIAL DE VOTO DEL MAGISTRADO ANTONIO JOSÉ LIZARAZO
OCAMPO
A LA SENTENCIA SU.016/21
Referencia:
Expediente T-7.626.515
Acción de tutela presentada por Dairo Manuel Navas Reyes y otros
en contra de la Alcaldía de El Copey y otros.
Magistrado sustanciador:
Gloria Stella Ortiz Delgado
Con mi acostumbrado respeto por las decisiones de la Sala,
presento las razones por las que me aparté, parcialmente, de la decisión de la
mayoría.
Aunque en el presente caso quedó en evidencia que las autoridades
implicadas no incurrieron en actuaciones u omisiones que vulneraran o
amenazaran los derechos fundamentales de los accionantes, lo cierto es que
durante el trámite de la tutela se presentaron nuevos hechos que obligaban a la
Corte a pronunciarse para proteger los derechos de las personas en situación de
desplazamiento forzado que actualmente se encuentran en el predio invadido,
razón por la cual acompañé la decisión de revocar parcialmente el fallo en
cuanto denegaron el amparo de tales personas.
No obstante, en mi criterio no resultan procedentes las ordenes
estructurales que adoptó la Sala por mayoría, en particular las órdenes
contenidas en los resolutivos octavo a undécimo dirigidas a la UARIV, al
Ministerio de Vivienda Ciudad y Territorio, y a FONVIVIENDA, por cuanto se
refieren a aspectos operativos y técnicos para la ejecución de políticas
públicas a cargo de dichas entidades que sólo a ellas, en el marco de su
facultad reglamentaria, corresponde adoptar, entre muchas otras opciones a su
alcance para la búsqueda de los mismos fines de publicidad, información y
comunicación. En efecto, activar o no un micrositio en el portal web de la
UARIV para las comunicaciones con las autoridades y expedir o no un protocolo
que regule la acción de la entidad; evaluar la política pública de vivienda
para verificar el cumplimiento de los estándares alcanzados tanto en el
Ministerio de Vivienda Ciudad y Territorio, como en FONVIVIENDA; diseñar
o no estrategias de información, publicidad y acompañamiento a las víctimas de
desplazamiento forzado en relación con el acceso a los programas de vivienda; y formular o no un programa de comunicación y
acercamiento a la población vulnerable por parte del
Ministerio de Vivienda, Ciudad y
Territorio; son asuntos que, no obstante su importancia, no dejan de ser operativos
y técnicos y del resorte exclusivo de las entidades a las que dichas órdenes se
dirigen. Es probable, incluso, que las mismas entidades tengan mejores
estrategias o mecanismos acerca de cómo cumplir sus funciones.
En este sentido, en mi opinión, se trata asuntos eminentemente
administrativos para cuya determinación carece de competencia la Corte,
limitando de esa manera la competencia de las mencionadas entidades para
adoptar los mecanismos y procedimientos que estimen más adecuados para el
cumplimiento de sus funciones.
ANTONIO JOSÉ
LIZARAZO OCAMPO
Magistrado
[1] De acuerdo con lo previsto en el artículo 64 del Reglamento Interno
de la Corte Constitucional.
[2] Los Acuerdos PCSJUDA20-11517,
PCSJUDA20-11518, PCSJUDA20-11519, PCSJUDA20-11521, PCSJUDA20-11526,
PCSJUDA-11532, PCSJUDA-11546, PCSJUDA-11549, PCSJA20-11556 y PCSJA20-11567
(todos del presente año) proferidos por el Consejo Superior de la Judicatura
suspendieron los términos judiciales en el territorio nacional desde el 16 de
marzo y hasta el 30 de julio de 2020.
[3] El 3 de agosto de 2020 y el 4 de
septiembre de 2020 se profirieron nuevos autos de pruebas. El 24 de marzo, el
1º de abril, el 18 de agosto, el 19 de agosto, 21 de agosto, 31 de agosto, 1º
de septiembre y 9 de septiembre de 2020 se recaudaron nuevos elementos de
convicción. En consecuencia, el 9 de septiembre de 2020 se recaudó el último
elemento de prueba y a partir de esta fecha y por el término de tres meses se
suspenden los términos para decidir, la cual se extiende hasta el 9 de
diciembre de 2020.
[4] Para el momento en el que se cumplió la condición impuesta en los
autos de suspensión en total habían transcurrido 58 días (17 días entre el 27
de febrero y el 16 de marzo de 2020, y 41 días entre el 31 de julio y el 9 de
septiembre de 2020) del término para decidir. A partir del 9 de diciembre de
2020, se contabiliza el término ordinario restante para el cumplimiento de los
tres meses, esto es, 32 días, los cuales vencen el 2 de febrero de 2021.
[5] Folio 2, cuaderno 1.
[6] El
auto de 31 de enero de 2019 corresponde a la segunda admisión de la tutela,
luego de que en auto de 14 de diciembre de 2018, la Sala Penal del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Valledupar decretara la nulidad de toda la
actuación por la falta de vinculación de: (i) la
Personería Municipal de El Copey; (ii) la Procuraduría Delegada para la Paz y
la Protección de los Derechos de las Víctimas; (iii) la Defensoría del Pueblo;
(iv) la Unidad Administrativa para la Reparación de las Víctimas; (v) el
Instituto Colombiano del Bienestar Familiar; (vi) la Comisaría de Familia de El
Copey; (vii) FINDETER; (viii) COMFACESAR y (ix) FONVIVIENDA.
Previo a la
declaración de nulidad en mención, el 20 de noviembre de 2018, el Juzgado
Segundo de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Valledupar profirió
fallo de primera instancia en el que concedió el amparo de los derechos
fundamentales de los accionantes. En consecuencia, ordenó la suspensión de las
medidas de desalojo mientras se adelantan las actuaciones para asegurar el
derecho a la vivienda digna de los actores.
[7] Folio 4,
cuaderno 4.
[8] Vivanto consolida toda la información de los diferentes
sistemas de las entidades del Sistema Nacional de Atención y Reparación
Integral a las Víctimas.
[9] Estas caracterizaciones se resumirán en los anexos de la
providencia.
[10] Folio 249, cuaderno 1.
[11] La Inspección de Policía de El Copey remitió copia de las
actuaciones adelantadas, las cuales corresponden con los anexos aportados por
la Alcaldía.
[12] En muchas personas concurren varias
circunstancias que los hacen sujetos de especial protección constitucional, por
ejemplo una persona desplazada y madre cabeza de familia.
[13] Se contabilizó a todo el núcleo familiar de la persona que adujo ser
víctima de desplazamiento forzado.
[14] O-6 meses:
ocupaciones iniciadas entre agosto de 2019 y enero de 2020. 6 meses a 1 año:
ocupaciones iniciadas entre febrero de 2019 y julio de 2019. 1 año a 1
año y 6 meses: ocupaciones iniciadas entre agosto de 2018 y enero de 2019;
y 1 año y 6 meses a 2 años: ocupaciones iniciadas entre enero de 2018 a
julio de 2018-.
[15] El cual busca facilitar la compra de vivienda nueva de la clase
media en zona urbana. El programa se dirige a hogares con ingresos de hasta
cuatro salarios mínimos y para la adquisición de viviendas de hasta 135 SMLMV o
150 SMLMV. El subsidio oscila entre 20 y 30 SMLMV, y 4 a 5 puntos porcentuales
de la tasa de interés.
[16] Este programa busca promover la
adquisición de vivienda a través del ahorro y el crédito hipotecario o el
leasing habitacional entre la población con ingresos inferiores a 2 SMLMV, es
complementario al subsidio otorgado en el marco del Programa de adquisición de
vivienda “Mi Casa Ya”. El valor del subsidio familiar de vivienda será de hasta
6 SMLMV al momento de la expedición del acto administrativo
[17] En relación con esta cifra es
necesario precisar que algunas personas cuentan con registros múltiples por
diferentes hechos victimizantes.
[18] En relación con estos datos la UARIV no precisó cuándo efectuó la
identificación de carencias que señala ni quiénes fueron las víctimas cuyas
carencias fueron calificadas.
[19] En relación con los 59 hogares, la
UARIV precisa que 53 están notificados de la resolución en la que se determinó
la calificación de carencias y 6 están en proceso de notificación, la cual
priorizarán.
[20] En relación con estos datos, la UARIV remitió base de datos en la
que precisó cuáles fueron los hogares que recibieron los giros que refiere,
el monto, la periodicidad y el tipo de ayuda humanitaria asignada.
[21] Este total es el resultado de filtrar la base de datos remitida por
la UARIV con los criterios: incluido en el RUV y hecho victimizante:
desplazamiento forzado, y restar las personas que tienen doble registro.
[22] 1. Alexander De Jesús Barcanegra Rodríguez; 2. Ángel Crespo
Montero; 3. Benjamín Villalba Caballero; 4. Bladimir Murcia Orozco; 5. Calixto
Chaparro Torres; 6. Carlos Alberto Rada Andrade; 7. Carlos Enrique Ortiz Vega;
8. Carlota María Montenegro Pacheco; 9. César Augusto Contreras Quesada; 10.
Dairo Manuel Navas Reyes; 11. Daniela Guerra Romero; 12. Darly Danith Suárez
Hernández; 13. Deivis Enrique Valle Martínez; 14. Duy Naringumu Crespo Torres;
15. Edilberto Rafael Castro Movilla; 16. Enith Johanna Cárdenas Barcasnegra; 17.
Estelinda Montero Villafaña; 18. Fabio José Basto Ospino; 19. Jacqueline
Trujillo Alfonso; 20. Jairo Enrique Fernández Ceballos; 21. Jorge Eliecer
Orozco Palmera; 22. José Luis Borja Pabón; 23. Juan Manuel Estrada Peña; 24.
Landis María Sanes Díaz; 25. Leonor Elena Torres Crespo; 26. Lisbeth Viviana
Aviles Mejía; 27. Luis Alberto Vásquez Muñoz; 28. Luz Cenitth Oviedo Navas; 29.
Luz Line Orozco Ospino; 30. Maire Sol Salas Carrillo; 31. Marcelina Torres
Rodríguez; 32. Marco Tulio Coneo Teran; 32. Mariluz Pérez Hernández; 34.
Matilde Torres Rodríguez; 35. Mauricio Manuel Barcanegra Rodríguez; 36. Moisés
Arroyo Villafañe; 37. Ninfa Patricia Cadena Crespo; 38. Rafael Valdés Jaime; 39.
Rodrigo Cortez Salcedo; 40. Rosa Isabel Reyes Almeira; 41. Salvador Carmona
Martínez; 42. Sandra Milena Suárez Hernández; 43.Yenis Eliana Suarez Hernández;
44.Yesmina Angélica Pana Cujia.
[23] Sentencias T-115 de 2005 M.P. Jaime
Córdoba Triviño, T-647 de 2008 M.P. Clara Inés Vargas Hernández, T-860 de 2013
M.P. Alberto Rojas Ríos.
[24] Sentencia
T-373 de 2015, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[25] Corte Constitucional. Sentencia T 580 de
26 de julio de 2006. M. P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[26] Sentencias: T-225 de 1993 M.P. Vladimiro Naranjo Mesa, T-789 de 2003 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa, entre otras.
[27] Sentencias T-601 y 645 de 2016 M.P.
Gloria Stella Ortiz Delgado, T-689 de 2013 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub,
T-302 de 2011 M.P. Juan Carlos Henao Pérez y T-267 de 2011 M.P. Mauricio
González Cuervo.
[28] En la Sentencia C-241 de 2010 M.P. Juan Carlos Henao Pérez si bien
la Corte se declaró inhibida para decidir la demanda dirigida contra una norma
subrogada en materia de las actuaciones de policía y en la que se precisaba que
no procedían recursos en las diligencias dirigidas a lograr el desalojo por
ocupación irregular la Sala Plena precisó que las decisiones de los procesos
policivos de amparo de la posesión se excluyen del control de la jurisdicción
contencioso administrativa en aras de que tengan un efecto inmediato para
evitar la perturbación del orden público y mantener así el statu quo mientras
el juez ordinario competente decide sobre la titularidad de los derechos reales
en controversia.
[29] Sentencias T-850 de 2012 M. P. Luis Guillermo Guerrero Pérez, T-601
de 2016 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado
[30] Sentencias T-770 de 2004 M.P. M.P. Jaime
Córdoba Triviño, T-967 de 2009 M.P. María Victoria Calle Correa,
Sentencia T-068 de 2010 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, T-282 de 2011 M.P.
Luis Ernesto Vargas Silva, T-946 de 2011M.P. María Victoria Calle Correa, T-119
de 2012 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, T-267 de 2016 M.P.
Jorge Iván Palacio Palacio; T-636 de 2017 M.P. Cristina Pardo
Schlesinger T-247de 2018 M.P. Antonio José Lizarazo
Ocampo, entre otras.
[31] Sentencia T-636 de 2017 M.P. Cristina Pardo Schlesinger, T-247de 2018 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo, entre otras.
[32] Sentencia T-058 de 2012 M.P. Humberto
Sierra Porto,
[33] Ver sentencias T-601 de 2016 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado en
relación con las comunidades e individuos afro descendientes, T-172 de 2019
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado en relación con las comunidades indígenas.
[34] Sentencia T-199 de 2016 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[35] Sentencia SU-961 de 1999; M.P. Vladimiro
Naranjo Mesa.
[36] Sentencias T-1009 de 2006 M.P. Clara
Inés Vargas Hernández y T-299 de 2009 M.P, Mauricio González Cuervo. .
[37] Ver sentencias T-151 de 2017 M.P.
Alejandro Linares Cantillo y T-457 del 2013 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[38] Ver sentencias T-1028 de 2010, M.P. Humberto Antonio Sierra
Porto y T-087 de 2018 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[39] Sentencia T-246 de 2015 M.P. Martha
Victoria Sáchica Méndez.
[40] Ver sentencias T-547 de 2019 M.P.
Cristina Pardo Schlesinger, T-109 de 2015 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio;
[41] Sentencia C-154 de 2004 M.P. Álvaro Tafur Galvis.
[42] En la observación general 7 El derecho a una vivienda adecuada: los desalojos
forzosos. El comité DESC define el
desalojo forzoso como “el hecho de hacer salir a personas,
familias y/o comunidades de los hogares y/o las tierras que ocupan, en forma
permanente o provisional, sin ofrecerles medios apropiados de protección legal
o de otra índole, ni permitirle su acceso a ellos.”
[43] A partir de la Sentencia C-936 de
2003 M.P. Eduardo Montealegre Lynett, esta Corporación complementó la interpretación
del artículo 51 superior con las Observaciones Generales núm. 4 y núm. 7
proferidas por el CDESC, precisando que se trata de elementos que asisten a la interpretación de la disposición constitucional.
[44] Sentencias T.264 de 2012 M.P. Jorge
Iván Palacio Palacio, T-946 de 2011 M.P. María Victoria Calle Correa, T-547 de
2019 M.P. Cristina Pardo Schlesinger,
[45] En relación con
la suficiente antelación la Sentencia T-956 de 2011 indicó que la notificación debe surtirse
con una antelación mínima de quince días a la fecha prevista para el desalojo.
Por su parte, la Sentencia T-547 de
2019 indicó que en ni en la legislación nacional ni en el DIDH se ha fijado un
plazo específico que se considere adecuado para notificar con suficiente
antelación el desalojo. En ese sentido, indicó que podrían tomarse como ejemplo
términos previstos en otras legislaciones como en Sudáfrica en donde se adoptó
el término de 2 meses, Filipinas 30 días o en la legislación interna la Ley 820 de 2003, que contempla algunas causales especiales de
restitución del inmueble, dentro de las cuales se encuentra la futura
demolición del mismo, en cuyo caso el arrendador debe avisar al arrendatario
con una antelación no menor de tres (3) meses.
[46] En relación con los recursos
jurídicos, la Sentencia T-547 de 2019 señaló que de acuerdo que el Relator
Especial para el derecho a la vivienda es necesario que los desalojos forzosos
que se planean realizar para ejecutar proyectos de desarrollo, deberían incluir
oportunidades y esfuerzos para facilitar apoyo legal a las personas afectadas,
acerca de sus derechos y opciones, así como sostener audiencias públicas que
provean a las personas afectadas y a sus abogados, oportunidades para
cuestionar la decisión de desalojo y/o presentar alternativas. Asimismo, ONU
Hábitat indicó que “Todas las personas
amenazadas u objeto de desalojo forzoso tienen derecho a acceder a un recurso
oportuno, que incluya una audiencia imparcial, el acceso a la asistencia
letrada y asistencia jurídica (gratuita, en caso necesario)” (Naciones Unidas. Folleto informativo No. 25.
Desalojos Forzosos. Pag. 35.)
[47] Sentencia T-025 de 2004 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[48] M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
[49] M.P. Rodrigo Escobar Gil.
[50] M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
[51] M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[52] La Sentencia T-585 de 2006 (M.P.
Marco Gerardo Monroy Cabra) aunque no analizó circunstancias de desalojo
realizó una síntesis de las reglas jurisprudenciales desarrolladas hasta el
momento en relación con el derecho a la vivienda digna de la población en
situación de desplazamiento, las cuales fueron retomadas en las decisiones
posteriores para el examen de los casos de desalojo. En concreto, indicó que de
acuerdo con la jurisprudencia constitucional el Estado tiene las siguientes
obligaciones en relación con el derecho a la vivienda de la población en
situación de desplazamiento forzado: (i) reubicar a las personas en situación
de desplazamiento que, por esta circunstancia, se han visto obligadas a
asentarse en zonas de alto riesgo (ii) proveer una solución de vivienda de
carácter temporal y, luego, facilitar el acceso a una solución de carácter
permanente; (iii) brindar asesoría a sobre los programas de vivienda a los
cuales pueden acceder; y (iv) tener en cuenta dentro del diseño de los planes y
programas de vivienda a subgrupos que podrían encontrarse en un mayor grado de
vulnerabilidad. Asimismo, hizo referencia a las obligaciones previstas por la
normativa vigente para la satisfacción del derecho a una vivienda digna de la
población desplazada.
[53] M.P. María Victoria Calle Correa.
[54] M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[55] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[56] M.P. María Victoria Calle Correa.
[57] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[58] M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[59] La Sentencia T-454 de 2012 estudió la solicitud de tutela elevada
por el Fondo Ganadero del Meta S.A. para que se hiciera efectiva la diligencia
de lanzamiento por ocupación de hecho sobre los ocupantes ilegales de una
hacienda de su propiedad, que eran en su mayoría personas desplazadas. Aunque
la Corte declaró la carencia actual de objeto, pues la diligencia de desalojo
se había llevado a cabo, comunicó la providencia a las autoridades encargadas
de atender a la población desplazada para que las familias que fueron
desalojadas del predio en cuestión, tuvieran acceso a (i) un albergue en
condiciones acordes para la dignidad humana; (ii) planes de vivienda que les
permitieran garantizar este derecho a largo plazo; y (iii) los demás
componentes de la ayuda humanitaria de emergencia y de estabilización
socioeconómica previstos en la ley y en la jurisprudencia para esta población.
[60] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[61] M.P. María Victoria Calle Correa.
[62] La Sentencia T-781 de 2014
estudió la acción de tutela formulada por un ocupante de un predio privado que
reclamó la protección de sus derechos fundamentales al debido proceso y a la
vivienda digna, presuntamente vulnerados por la Alcaldía Municipal de Puerto
Gaitán, Meta y la Inspección de Policía de este mismo.
En
relación con las reglas que rigen el examen del caso, la Sala reiteró las
reglas fijadas en la Sentencia T-349 de 2012 y reiteró las medidas de
protección ordenadas en la sentencia T-907 de 2013 que dispuso efectos inter
comunis sobre la ocupación del predio Cuernavaca.
[63] M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[64] M.P. María Victoria Calle Correa.
[65] M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[66] M.P. Cristina Pardo Schlesinger.
[67] M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[68] Sentencia SU-1150 de 2000 M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra., T-078 de 2004 M.P. Clara Inés Vargas Hernández, T-188 de 2016 M.P.
María Victoria Calle Correa.
[69] Sentencias T-1346 de 2001 M.P. Rodrigo
Escobar Gil, T-078 de 2004 M.P. Clara Inés
Vargas Hernández, T-770 de 2004 M.P. Jaime Córdoba Triviño, T-967 de
2009 M.P. María Victoria Calle Correa, T-946 de 2011 M.P. María Victoria Calle
Correa., T-349 de 2012 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[70] Sentencia T-068 de 2010 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[71] Sentencia T-282 de 2011 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, T-119 de 2012
M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[72] Sentencia T-907 de 2013 M.P. María Victoria
Calle Correa, T-188 de 2016 M.P. María Victoria Calle Correa, T-636 de 2017
M.P. Cristina Pardo Schlesinger.
[73] Sentencia T-267 de 2016 M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio.
[74] Sentencia T.188 de 2016 M.P. María Victoria
Calle Correa, T-636 de 2017 M.P. Cristina Pardo Schlesinger
[75] Sentencia T-946 de 2011 M.P. María Victoria Calle Correa.
[76] Sentencia T-967 de 2009 M.P. María Victoria Calle Correa.
[77] Sentencia T-078 de 2004 M.P. Clara Inés Vargas Hernández.
[78] Sentencia T-247 de 2018 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[79] Sentencias SU-1150 de 2000 M.P. Marco
Gerardo Monroy Cabra., T-770 de 2004 M.P. Jaime Córdoba Triviño, T-967
de 2009 M.P. María Victoria Calle Correa.
[80] Sentencia T-636 de 2017 M.P. Cristina Pardo Schlesinger, T-247 de
2018 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[81] Sentencia T-188 de 2016 M.P. María
Victoria Calle Correa.
[82]Sentencias T-188 de 2016 M.P. María Victoria Calle Correa., T-636 de
2017 M.P. Cristina Pardo Schlesinger y T-247 de 2018 M.P.
Antonio José Lizarazo Ocampo.
[83] Sentencia T-267 de 2016 M.P. Jorge Iván
Palacio Palacio.
[84] Sentencia T-267 de 2016 M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[85] Sentencias T-282 de 2011 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, T-349 de
2012 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub y T-417 de 2015 M.P. Gabriel Eduardo
Mendoza Martelo.
[86] Sentencia T-770 de 2004 M.P. Jaime Córdoba
Triviño, T-946 de 2011 M.P. María Victoria Calle Correa, T-907 de 2013 M.P.
María Victoria Calle Correa y T-247 de 2018 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[87] Sentencias T-349 de 2012 M.P. Jorge Ignacio
Pretelt Chaljub y T-417 de 2015 M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[88] Estas consideraciones están fundamentadas
parcialmente en la sentencia T-223 de 2015, M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[89] Estas
consideraciones se retoman parcialmente la Sentencia T-139 de 2017 M.P. Gloria
Stella Ortiz Delgado. Sobre el particular se
pueden consultar las sentencias C-936 de 2003 M.P. Eduardo Montealegre Lynett;
C-444 de 2009 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub; T-530 de 2011 M.P. Humberto
Sierra Porto; T-709 de 2017 M.P. Alejandro Linares Cantillo, entre otras.
[90] La Observación General Nº4: CDESC precisa en relación con la seguridad
jurídica que: “(…) Sea cual fuere el tipo de tenencia, todas las personas
deben gozar de cierto grado de seguridad de tenencia que les garantice una
protección legal contra el desahucio, el hostigamiento u otras amenazas. Por
consiguiente, los Estados Partes deben adoptar inmediatamente medidas
destinadas a conferir seguridad legal de tenencia a las personas y los hogares
que en la actualidad carezcan de esa protección consultando verdaderamente a
las personas y grupos afectados.”
[91] Con respecto a la disponibilidad la Observación en mención precisa: “Una
vivienda adecuada debe contener ciertos servicios indispensables para la salud,
la seguridad, la comodidad y la nutrición. Todos los beneficiarios del derecho
a una vivienda adecuada deberían tener acceso permanente a recursos naturales y
comunes, a agua potable, a energía para la cocina, la calefacción y el
alumbrado, a instalaciones sanitarias y de aseo, de almacenamiento de
alimentos, de eliminación de desechos, de drenaje y a servicios de emergencia.”
[92] En relación con los gastos soportables la Observación señala que: “Los
gastos personales o del hogar que entraña la vivienda deberían ser de un nivel
que no impidiera ni comprometiera el logro y la satisfacción de otras
necesidades básicas. Los Estados Partes deberían adoptar medidas para
garantizar que el porcentaje de los gastos de vivienda sean, en general,
conmensurados con los niveles de ingreso.”
[93] La Observación General Nº4: CDESC precisa en
relación con la habitabilidad que: “Una vivienda adecuada debe ser
habitable, en sentido de poder ofrecer espacio adecuado a sus ocupantes y de
protegerlos del frío, la humedad, el calor, la lluvia, el viento u otras
amenazas para la salud, de riesgos estructurales y de vectores de enfermedad.
Debe garantizar también la seguridad física de los ocupantes.”
[94] Con respecto a la asequibilidad la Observación
precisa que: “Debe concederse a los grupos en situación de desventaja un
acceso pleno y sostenible a los recursos adecuados para conseguir una
vivienda. Debería garantizarse cierto grado de consideración prioritaria en la
esfera de la vivienda a los grupos desfavorecidos como las personas de edad,
los niños, los incapacitados físicos, los enfermos terminales, los individuos
VIH positivos, las personas con problemas médicos persistentes, los enfermos
mentales, las víctimas de desastres naturales, las personas que viven en zonas
en que suelen producirse desastres, y otros grupos de personas.”
[95] En relación con el lugar la Observación señala que: “La vivienda
adecuada debe encontrarse en un lugar que permita el acceso a las opciones de
empleo, los servicios de atención de la salud, centros de atención para niños,
escuelas y otros servicios sociales.”
[96] La Observación General Nº4: CDESC precisa en relación con la adecuación
cultural que: “ La manera
en que se construye la vivienda, los materiales de construcción utilizados y
las políticas en que se apoyan deben permitir adecuadamente la expresión de la
identidad cultural y la diversidad de la vivienda.”
[97] Sentencias T-420 de 2018 M.P. Antonio José Lizarazo y T-024 de
2015 M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo.
[98]
Observación General número 3 del CDESC.
[99] Ver sentencias C-165 de 2015 M.P.
María Victoria Calle Correa, T-247 de 2018 M.P. Antonio José Lizarazo Ocampo.
[100] M.P. María Victoria Calle Correa.
[101] Sentencias T-206 de 2019 M.P. Antonio José Lizarazo, T-139 de 2017
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado, y T-585 de 2008, M.P. Humberto Antonio Sierra
Porto.
[102] Sentencia T-713 de 1996. M.P. José Gregorio Hernández.
[103] Sentencia C-258 de 2013 M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
[104] Sentencia T-511 de 1993 M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
[105] Sentencia SU-624 de 1999. M.P. Alejandro Martínez Caballero.
[106] Sentencia T-465 de 1994. M.P. José Gregorio Hernández Galindo.
[107]Este
mandato se deriva del artículo 83
superior. En ese sentido, la
jurisprudencia ha avalado la constitucionalidad de las actuaciones relacionadas
con la protección del espacio público, la exigencia de licencias urbanísticas y
las sanciones por su pretermisión siempre que sean proporcionales y respetuosas
de los derechos fundamentales. Sentencias T-706 de 2011 M.P. Jorge Iván Palacio
Palacio, T-376 de 2012 M.P. María Victoria Calle
Correa, y T-327 de 2018 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[108] Por ejemplo, la
Corte ha examinado casos en los que víctimas de desplazamiento forzado
solicitan como medida de protección de sus derechos fundamentales la asignación
de subsidios de vivienda. En el estudio de estos casos, se ha destacado la
especial protección constitucional de la que son titulares las víctimas y la
importancia de observar el principio de igualdad en su trato. Por lo tanto, se
han descrito los programas y mecanismos de la política de vivienda, se ha establecido
la obligación de agotar las actuaciones de
postulación a los programas de subsidios, que corresponden a los mecanismos
previstos en el ordenamiento para el acceso a la vivienda y además materializan
el derecho a la igualdad en tanto las autoridades respeten el
orden de asignación de los subsidios de acuerdo con la postulación y
priorización de los programas. Ver sentencias T-919 de 2006 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa y
T-1028 de 2012 M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo
[109] La Sentencia T-825 de 2014 M.P.
Gloria Stella Ortiz D7elgado, examinó el caso de una persona que de manera temeraria emprendió la construcción
de una vivienda en el momento en que autoridades municipales iniciaron los
operativos de control en el terreno para la construcción de un espacio público y
un área de amortiguamiento entre las laderas de los cerros de la ciudad y la
población. En el caso, se comprobó que la construcción no constituía la
vivienda del actor y estaba dirigida únicamente a torpedear las actuaciones
administrativas para el manejo del predio y logra un provecho económico, razón
por la que se estableció el abuso del derecho por parte del accionante, se
denegaron las pretensiones de amparo y se compulsaron copias para la
investigación sobre la posible comisión de delitos.
[110] Sentencias
T-585 de 2008 M.P. Humberto Sierra Porto; T-440
de 2012 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; T-628 de 2015 M.P. Luis Guillermo
Guerrero Pérez; entre otras.
[111] Sentencia
T-440 de 2012 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[112] M.P.
Eduardo Cifuentes Muñoz.
[113] M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[114] Estas reglas jurisprudenciales fueron
establecidas en la Sentencia T-585 de 2006,
M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra y han sido reiteradas en las sentencias T-440
de 2012, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva; T-188 de 2016, M.P. María Victoria
Calle Correa, entre otras.
[115] Artículo 15 de la Ley 387 de 1997.
[116] En relación con los subsidios de
vivienda, este Tribunal indicó que de acuerdo con lo dispuesto en la Sentencia
SU-254 de 2013, las medidas de reparación y las de asistencia social no se
pueden equiparar, pues si bien se complementan y existe un impacto de los servicios
sociales en la reparación a las víctimas, no es posible considerar que estos
servicios sustituyen las medidas de reparación, dado que estos responden a un
título jurídico y razón de ser diferentes.
[117] El
artículo 63 de la Ley 1448 de 2011 define la atención inmediata como: “Es la
ayuda humanitaria entregada a aquellas personas que manifiestan haber sido
desplazadas y que se encuentran en situación de vulnerabilidad
acentuada y requieren de albergue temporal y asistencia alimentaria.”
El Artículo
2.2.6.5.2.1. del Decreto 1084 de 2015
señala en relación con la atención humanitaria inmediata que: “La entidad
territorial receptora de la población víctima de desplazamiento, debe
garantizar los componentes de alimentación, artículos de aseo, manejo de
abastecimientos, utensilios de cocina y alojamiento transitorio, mientras se
realiza el trámite de inscripción en el Registro Único de Víctimas.
Adicionalmente, en las ciudades y municipios que presenten altos índices de
recepción de población víctima del desplazamiento forzado, las entidades
territoriales deben implementar una estrategia masiva de alimentación y
alojamiento que garantice el acceso de la población a estos componentes, según
la vulnerabilidad derivada del desplazamiento forzado. Esta estrategia debe
contemplar, como mínimo, los siguientes mecanismos:
1.
Asistencia Alimentaria: alimentación en especie, auxilios monetarios, medios
canjeables restringidos o estrategias de comida servida garantizando los
mínimos nutricionales de la totalidad de los miembros del hogar.
2.
Alojamiento Digno: auxilios monetarios, convenios de alojamiento con
particulares o construcción de modalidades de alojamiento temporal con los
mínimos de habitabilidad y seguridad integral requeridos.”
[118] En relación con la temporalidad de
las medidas es necesario resaltar que la Sentencia C-278 de 2007 indicó que la
atención humanitaria de emergencia no puede estar sujeta a un plazo fijo
inexorable, pues aunque es importante una referencia temporal, la ayuda debe
ser flexible y estar condicionada a que se supere la situación de
vulnerabilidad. Asimismo, en sentencias de revisión, esta Corporación ha
destacado la necesidad de que la ayuda humanitaria se extienda hasta el momento
en que la víctima esté en condiciones materiales para asumir su propia
manutención.
[119] Artículo 64 de la Ley 1448 de 2011 y artículo 2.2.6.5.2.2.
[120] Artículo 2.2.6.5.2.4. del Decreto 1084 de 2015.
[121] Artículo 2.2.6.5.3.1. y siguientes del
Decreto 1084 de 2015.
[122] Artículo 2.2.6.5.2.5. del Decreto 1084 de 2011.
[123] Artículo 18 de la Ley 387 de 1997.
[124] “Por
la cual se crea el Sistema Nacional de Vivienda de Interés Social, se establece
el subsidio familiar de vivienda, se reforma el Instituto de Crédito
Territorial, ICT, y se dictan otras disposiciones.”
[125] Artículo 4.
[126] Por ejemplo, mediante las Sentencias T-025 de 2004 M.P. Manuel José
Cepeda Espinosa, T-754 de 2006 M.P. Jaime Araujo Rentería, T-966 de 2007 M.P.
Clara Inés Vargas Hernández, T-1044 de 2012 M.P. Nilson Pinilla Pinilla, SU-254
de 2013 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[127] Por ejemplo ver sentencias C-715 de 2012 M.P. Luis Ernesto Vargas Silva;
C-462 de 2013 M.P. Mauricio González Cuervo; C-280 de 2013 M.P. Nilson Pinilla
Pinilla, entre otras.
[128] M.P. Manuel José Cépeda Espinosa.
[129] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[130] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[131] M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
[132] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[133] Ley 1537 de 2012.
[134] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[135] Esta población asciende, de acuerdo
con información presentada por el Ministerio de Vivienda, a 400.000 familias
aproximadamente.
[136] Decretos 951
del 2001, 2675 del 2005 y 1160 del 2010.
[137] Decreto 900 de 2012.
[138] Ver Auto 331 de 2019. M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[139] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[140] Disponible en http://www.minvivienda.gov.co/viceministerios/viceministerio-de-vivienda/programas/. Consultado por última vez en octubre de 2020.
[141] Para el año 2020 se otorgarán en total 30.540 subsidios
a través del programa Mi Casa Ya y la meta para el cuatrienio es la entrega de
255.000 subsidios de acuerdo con
las metas anunciadas en la página web del Ministerio de Vivienda, Ciudad y
Territorio. Adicionalmente, en las Bases del Plan Nacional de Desarrollo
2018-2022 se establece como una de las estrategias para profundizar el acceso
a soluciones de vivienda digna y facilitar el financiamiento formal a los hogares de menores ingresos dar continuidad y
fortalecer el programa Mi Casa Ya.
[142] Ver artículos 2.1.1.4.1.2.1. y siguientes del Decreto 1077 de 2015.
[143] En relación con este programa, en las Bases del Plan Nacional de
Desarrollo 2018-2022 se establece como una de las estrategias para mitigar el
déficit habitacional que el Ministerio de Vivienda impulse el arrendamiento
como parte de la estrategia para mitigar el déficit habitacional. Para ello,
deberá: • Implementar el programa Semillero de Propietarios, a través de la
asignación de subsidios para arrendamiento de vivienda nueva o usada, como
vehículo de transición hacia la propiedad.
[144] De acuerdo con las proyecciones del
Ministerio de Vivienda, en el cuatrienio 2018-2022 se estima la entrega de
200.000 subsidios.
[145] Artículo 2.1.1.7.5. del Decreto 1077 de 2015 adicionado por el Decreto
867 de 2009.
[146] Este programa se inscribe dentro del objetivo de “Mejorar condiciones
físicas y sociales de viviendas, entornos y asentamientos precarios” planteado
en las Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022. De acuerdo con lo señalado por el
Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio se realizarán un total de 600 mil
mejoramientos de vivienda a través de las tres entidades participantes, esto
es, el Ministerio en mención, el DPS y el Ministerio de Agricultura.
[147] “Artículo 12. Subsidio En Especie Para Población Vulnerable.
Las viviendas resultantes de los proyectos que se financien con los recursos
destinados a otorgar subsidios familiares de vivienda por parte del Gobierno
Nacional, así como los predios destinados y/o aportados a este fin por las
entidades territoriales incluyendo sus bancos de Suelo o Inmobiliarios, se
podrán asignar a título de subsidio en especie a los beneficiarios que cumplan
con los requisitos de priorización y focalización que establezca el Gobierno
Nacional a través del Departamento Administrativo para la Prosperidad Social.
Sin perjuicio de lo anterior, la asignación de las
viviendas a las que hace referencia el presente artículo beneficiará en forma
preferente a la población que se encuentre en alguna de las siguientes
condiciones: a) que esté vinculada a programas sociales del Estado que tengan
por objeto la superación de la pobreza extrema o que se encuentre dentro del
rango de pobreza extrema, b) que esté en situación de desplazamiento, c) que
haya sido afectada por desastres naturales, calamidades públicas o emergencias
y/o d) que se encuentre habitando en zonas de alto riesgo no mitigable. Dentro
de la población en estas condiciones, se dará prioridad a las mujeres y hombres
cabeza de hogar, personas en situación de discapacidad y adultos mayores.
Las entidades territoriales que aporten o transfieran
recursos o predios, según lo previsto en este artículo podrán participar en la
fiducia o patrimonio autónomo que se constituya.”
[148] En relación con las competencias para
facilitar el acceso a la vivienda de la población en condiciones de mayor
vulnerabilidad, la Ley 1537 de 2012 señaló las responsabilidades y funciones de
las entidades del orden nacional y territorial. En particular, estableció que
las entidades públicas del orden nacional y territorial tienen, entre otras,
las siguientes obligaciones: (i) promover mecanismos para estimular proyectos
de Vivienda de Interés Social y Vivienda de Interés Prioritario, y la
expedición de los permisos, licencias y autorizaciones respectivas, agilizando
los trámites y procedimientos; (ii) otorgar estímulos para la ejecución de los
proyectos en mención; (iii) aportar bienes y recursos a los patrimonios
autónomos constituidos para el desarrollo de los proyectos; e (iv) identificar
y habilitar terrenos para el desarrollo de proyectos de Vivienda de Interés
Social y Vivienda de Interés Prioritario.
En cuanto
a la construcción de los proyectos dirigidos a materializar este tipo de
subsidios la norma establece el aporte de las entidades territoriales y de
particulares de bienes para la construcción de los proyectos. Por su parte, el
Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio establece mediante resolución los
criterios de distribución de los recursos asignados a FONVIVIENDA en el
Presupuesto General de la Nación. Estos recursos se trasladan a patrimonios
autónomos que constituyan las entidades, quienes administran los recursos y
adelantan los procesos de convocatoria y selección de los constructores
interesados en desarrollar los proyectos de vivienda o el proveedor de las
viviendas de interés prioritario.
Las
viviendas resultantes de los proyectos que se financien con los recursos
destinados a otorgar subsidios familiares de vivienda por parte del Gobierno
Nacional se asignarán a título de subsidio en especie a los beneficiarios que
cumplan con los requisitos de priorización y focalización.
El Decreto
1921 de 2012 reglamentó la ley y determinó las competencias de identificación,
selección, postulación, priorización y asignación del Subsidio Familiar de
Vivienda en Especie.
FONVIVIENDA-
tiene las siguientes competencias: (i) remitir al DPS la información sobre los
proyectos seleccionados o que se desarrollen en el marco del programa de
vivienda gratuita -lugar, el número de viviendas a transferir y los porcentajes
de composición poblacional-; (ii) emitir el acto administrativo de apertura a
la convocatoria de los hogares con base en la lista de potenciales
beneficiarios remitida por el DPS; (iii) revisar la consistencia y veracidad de
la información suministrada por los postulantes; (iv) remitir al DPS el listado
de los hogares que cumplen con los requisitos para ser beneficiarios; (v)
emitir el acto administrativo de asignación del subsidio.
Por su
parte, el DPS tiene las siguientes competencias: (i) elaborar un listado de
“potenciales beneficiarios” teniendo cuenta los criterios de priorización que
atienden de manera prevalente a la situación de vulnerabilidad de los hogares y
a quienes se encontraban en proceso de asignación de un subsidio familiar con
anterioridad al nuevo proyecto ; y (ii) seleccionar los hogares que son los
beneficiarios definitivos del subsidio con base en el listado remitido por
FONVIVIENDA en el que se indican los hogares y de acuerdo con los criterios de
priorización previstos en el artículo 8º del Decreto 1921 de 2012.
Finalmente,
el operador designado, que suele ser una caja de compensación familiar,
recibirá la información y los documentos de los postulantes, de acuerdo con los
requisitos previstos en el artículo 11 del decreto en mención.
[149] Informe emitido por la Contraloría General de la República “Seguimiento
al sector Vivienda, Ciudad y Territorio PND 2018- 2022 “Pacto por Colombia,
Pacto por la Equidad”
[150] Por ejemplo, en lo que respecta a los
flujos migratorios con Venezuela, el documento CONPES 3950 del 23 de noviembre
de 2018 precisó que “Según el Departamento Administrativo Nacional de
Estadística (DANE) (2007), el análisis de los datos censales históricos muestra
que los saldos migratorios netos fueron negativos para todo el periodo
comprendido entre 1973 y 2005. Esto señala que, para todo el periodo, Colombia
fue un expulsor neto de migrantes. En particular, los flujos migratorios en
dicho periodo entre Colombia y el vecino país eran negativos. Es decir, el
número de salidas de personas hacia Venezuela era mayor que el ingreso a
Colombia. La causa principal de esto fue, como señala Robayo León (2013), el
alto nivel de vida generado por la bonanza petrolera de las décadas de los años
70 y 80 que impulsó a muchos colombianos a buscar establecerse en el vecino
país.” Por su parte, el Perfil Migratorio de Colombia 2012,
publicado por la Organización Internacional para las Migraciones en septiembre
de 2013, aseguró que Colombia ha sido un país de emigración (Organización
Internacional para las Migraciones -OIM. Misión Colombia. Perfil Migratorio de
Colombia 2012. Bogotá, 2013. En: https://www.iom.int/files/live/sites/iom/files/pbn/docs/Perfil-Migratorio-de-Colombia-2012.pdf -20.10.2020). En concreto
indica que “desde la primera oleada migratoria en los años sesenta, los
colombianos han emigrado a diferentes destinos por diversas razones, en gran
medida por buscar mejores condiciones de vida y mayores oportunidades
laborales. Los países de destino de los connacionales han sido, en primer
lugar, la República Bolivariana de Venezuela y Estados Unidos, pero esto se ha
venido modificando a lo largo de los años, como lo muestran algunos datos y
estudios. De acuerdo con el Panorama migratorio de
América del Sur (OIM, 2012), Colombia es el país con mayor cantidad de emigrantes
en Suramérica. El DANE, a partir del censo de 2005, calculó que el número de
colombianos en el exterior es de 3.378.345. El Ministerio de Relaciones
Exteriores (2012) estima que hay 4.700.000(…)”. En el mismo sentido ver: Agencia de la ONU para los
Refugiados -ACNUR. Tendencias globales. Desplazamiento Forzado en 2019. En: https://www.acnur.org/5eeaf5664.pdf (20.10.2020).
[151] De acuerdo con el referido informe Tendencias Globales Desplazamiento
Forzado en 2019 publicado por ACNUR “A finales de 2019, Colombia siguió
registrando el mayor número de personas desplazadas internamente, con cerca de
ocho millones según las estadísticas del Gobierno. El gran número de
desplazados internos registrados, sin embargo, proviene de la cifra total
acumulada del Registro de Víctimas, que comenzó en 1985”.
[152] MALDONADO VALERA, Carlos et al. Protección
social y migración: Una mirada desde las vulnerabilidades a lo largo del ciclo
de la migración y de la vida de las personas. Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL), 2018. “(…) la migración motivada por una
situación de crisis económica ha sido también conceptualizada en términos de
necesidades de refugio económico, en lugar de una migración de carácter laboral
donde las personas migrantes y sus familias podrían necesitar de una acogida
humanitaria (OCDE y OEA, 2015)”.
[153] Agencia de la ONU para los Refugiados -ACNUR. Tendencias globales.
Desplazamiento Forzado en 2019. En: https://www.acnur.org/5eeaf5664.pdf
(20.10.2020).
[154] El informe Tendencias Globales
Desplazamiento Forzado en 2019 publicado por ACNUR refiere la existencia de
1.8 millones de venezolanos desplazados en el extranjero cuyo país de acogida
es Colombia.
[155] Migración Colombia. Comunicado oficial del 6 de
agosto de 2020. En: https://www.migracioncolombia.gov.co/noticias/para-finales-del-mes-de-mayo-el-3-del-total-de-
venezolanos-que-se-encontraban-en-colombia-al-comienzo-de-la-pandemia-habia-regresado-a-su-pais-y-un-2-mas-estaria-a-la-espera-de-poder-hacerlo.
(20.10.2020).
[156] Ver Sentencia SU-677 de 2017 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[157] El informe del Banco Mundial titulado “Migración
desde Venezuela a Colombia: impactos y estrategia de
respuesta en el corto y mediano plazo” precisa que “La demanda de servicios
sociales en los municipios fronterizos excede las capacidades de atención
existente. Muchas de estas necesidades no son exclusivas de los migrantes y por
tanto compiten con las necesidades actuales de la población receptora. La
elevada tasa de pobreza en las áreas fronterizas donde se concentra la
población migrante y retornada aumenta la demanda de servicios sociales,
mientras que los recursos del nivel municipal son limitados.” (Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento. “Migración desde Venezuela a
Colombia: impactos y estrategia de respuesta en el corto y mediano plazo”.
Washington, 2018. En: https://r4v.info/es/documents/download/66643 -20.10.2020)
[158] La Sala hará referencia a las medidas
adelantadas en relación con los migrantes nacionales venezolanos y no incluirá
las actuaciones con respecto a los nacionales colombianos que retornaron al
país en el marco de la ola migratoria derivada de la crisis política en
Venezuela. Esta precisión es importante, pues las medidas en relación con los
nacionales colombianos que regresan al país tienen un carácter y una naturaleza
distinta.
[159] “Por la cual se decreta el Presupuesto de
Rentas y Recursos de Capital y Ley de Apropiaciones para la vigencia fiscal del
1 de enero al 31 de diciembre de 2018”.
[160] Sentencia T-452 de 2019 M.P. José Fernando
Reyes Cuartas, T-143 de 2019 M.P. Alejandro Linares Cantillo. y T-295 de 2018
M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado.
[161] Medidas compiladas en
el Decreto Único Reglamentario del Sector Administrativo de Relaciones
Exteriores Decreto 1743 de 2015 y sus modificaciones
[162] Expedida por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
[163] De acuerdo con el artículo 1º de la Resolución 5797 de 2017 de MINEX, el
PEP se otorgará a los nacionales venezolanos que cumplan los siguientes
requisitos: “1. Encontrarse en el territorio colombiano a la fecha de
publicación de la presente resolución. // 2. Haber ingresado al territorio
nacional por Puesto de Control Migratorio habilitado con pasaporte. // 3. No
tener antecedentes judiciales a nivel nacional e internacional. // 4. No tener
una medida de expulsión o deportación vigente.”
[164] Este permiso ha tenido varias prórrogas desde la Resolución 5797 de
2017. Se han efectuado a través de las resoluciones (i) 740 de 2018 del MINEX,
que amplió el plazo para los nacionales venezolanos que se encontraran en el
territorio colombiano al 2 de febrero de 2018, (ii) 3317 de la Unidad
Administrativa Especial Migración Colombia –en adelante UAEMC- y (iii) 10677 de
2018 de MINEX que amplió el plazo para los nacionales venezolanos que se
encontraran en el territorio colombiano al 17 de diciembre de 2018, y (iv) 240
de 2020 de MINEX que amplió el plazo para los nacionales venezolanos que se
encontraran en el territorio colombiano a fecha 29 de noviembre de 2019.
[165] La Resolución 1567 de 2019 de la UAEMC implementó un procedimiento
dirigido a renovar el PEP otorgado entre el 3 de agosto de 2017 y el 31 de
octubre de 2017, por el término de dos años a partir de su fecha de
vencimiento. La Resolución 3870 de 2019 de la misma unidad administrativa
implementó el procedimiento de renovación del PEP otorgado entre el 7 de
febrero y el 7 de junio de 2018. La Resolución 6667 de 2019 creó el
procedimiento de renovación del PEP. En ese mismo sentido, ver la Resolución
2018 de 2020 sobre renovación del PEP.
[166] Ver Resolución 2502 de 2020 de MINEX.
[167] Asimismo, en virtud del Decreto número 1288 de
2018 y la Resolución número 6370 de 2018 del Ministerio de Relaciones
Exteriores, fue elevado a la categoría de documento de identificación para los
nacionales venezolanos en todo el territorio colombiano.
[168] De acuerdo con el comunicado oficial del 9 de octubre de 2020
publicado en la página web de Migración Colombia disponible en: https://www.migracioncolombia.gov.co/noticias/migracion-colombia-lanza-nuevo-permiso-especial-de-permanencia-para-venezolanos#:~:text=MIGRACI%C3%93N%20COLOMBIA%20LANZA%20NUEVO%20PERMISO%20ESPECIAL%20DE%20PERMANENCIA%20PARA%20VENEZOLANOS,-tama%C3%B1o%20de%20la&text=Entre%20el%2015%20de%20octubre,2020%2C%20podr%C3%A1n%20expedir%20su%20PEP
[169] Ver Resoluciones 1465 de 2019 de UAEMC.
[170] Decreto 117 de 2020 “Por el cual se adiciona
la Sección 3 al Capítulo 8 del Título 6 de la Parte 2 del Libro 2 del Decreto
número 1072 de 2015, Decreto Único Reglamentario del Sector Trabajo, en lo
relacionado con la creación de un Permiso Especial de Permanencia para el
Fomento de la Formalización (PEPFF).”
[171] Sentencias T-595 de 2002 M.P. Manuel José Cepeda Espinosa,
[172] La jurisprudencia constitucional ha
hecho énfasis en este derecho, fundado en la condición de persona, y la
política pública en salud se ha orientado a hacer efectiva esa garantía
universal. Ver Sentencias SU-677 de 2017 M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado, T-210 de 2018 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado, T-025 de 2019 M.P.
Alberto Rojas Ríos, T-197 de 2019 M.P. Diana Fajardo Rivera, T-436 de 2020 M.P.
Gloria Stella Ortiz Delgado.
[173] El literal b) del artículo 10º de la Ley 1751 de 2015 establece que
toda persona tiene derecho a recibir atención de urgencias sin que sea exigible
pago previo alguno. Por su parte, diferentes actos administrativos expedidos
por el Ministerio de Salud han adoptado medidas que garantizan la atención de
urgencia a los migrantes con independencia de su estatus migratorio, las cuales
están relacionadas con: (i) la financiación de esa atención; (ii) la
determinación del alcance de la atención en urgencias; y (iii) la coordinación
intersectorial para hacer efectiva esta garantía.
[174] Ver sentencias T-705 de 2017 M.P. José Fernando Reyes Cuartas, SU-677 de
2019 M.P. Gloria Stella Ortiz Delgado; y T-436 de 2020 M.P. Gloria Stella Ortiz
Delgado.
[175] Respecto a estas medidas ver la Resolución 3015 de 2017 del Ministerio
de Salud y Protección Social que estableció el PEP como documento válido de
identificación ante el Sistema General de Seguridad Social en Salud. Asimismo,
es necesario destacar que los portadores del PEP, se consideran residentes y
pueden afiliarse al SGSSS, ya sea como dependientes o independientes. Si sus
condiciones socioeconómicas no les permiten realizar aportes al SGSSS, pueden
solicitar la aplicación de la encuesta SISBEN y si llenan los criterios,
afiliarse al régimen subsidiado.
[176] Por ejemplo, ver la Circular 025 de 2017 en la que se adoptan varias
estrategias para fortalecer la atención en salud para responder a la situación
de migración de población venezolana, 006 de 2018 del Ministerio de Salud
relacionada con la prevención, atención, vigilancia y control para evitar la
introducción o aparición de casos de Sarampión y Rubeola. Asimismo, ver los
Lineamiento proferidos por el Ministerio de Salud y Protección Social para la
prevención, detección y manejo de casos de covid-19 para población migrante en
Colombia.
[177] Ver Sentencia T-210 de 2018 M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[178] De acuerdo con las cifras reportadas por el ICBF en su página web, a
corte 31 de mayo 2020, se atendieron 83.717 menores de edad nacidos en
Venezuela a través de la estrategia Primera Infancia, Nutrición Familias y
Comunidades. ICBF. “Niños, Niñas y Adolescentes Nacidos en Venezuela
Atendidos en Servicios del ICBF distribución por Departamento de atención y
misional durante el 2020”. En: https://www.icbf.gov.co/system/files/atencion_icbf_a_venezolanos_mayo2020.pdf (20.10.2020)
[179] Ver la Ley 1997 de 2019 “por medio del cual
se establece un régimen especial y excepcional para adquirir la nacionalidad
colombiana por nacimiento, para hijos e hijas de venezolanos en situación de
migración regular o irregular, o de solicitantes de refugio, nacidos en
territorio colombiano, con el fin de prevenir la apatridia.”
[180] Decreto 1288 de 2018.Artículo 11.
[181] En ese sentido, en la Circular 16 del 10 de abril de 2018, el Ministerio
de Educación Nacional precisó que el acceso a los programas de alimentación y
transporte escolares dependen de la condición de los estudiantes
independientemente de su procedencia.
[182] En relación con estas actuaciones es necesario destacar que en el
informe de la UNESCO “Derecho a la educación bajo presión: principales
desafíos y acciones transformadoras en la respuesta educativa al flujo
migratorio mixto de población venezolana en Colombia” se reconoce que la
respuesta del Estado se orientó a la inclusión de personas migrantes y
refugiadas en las escuelas públicas del país, asegurar personal docente, el uso
del currículo nacional y dispositivos de apoyo y bienestar. En el marco de esa
política de 460 mil menores de 18 años con necesidades escolares 198 mil están
inscritos en el sistema educativo, la mayoría en primaria y secundaria (79 %).
A pesar de estos esfuerzos, alrededor de 250 mil menores de edad venezolanos en
Colombia están fuera de la escuela. UNESCO. Oficina Regional de Educación para
América Latina y el Caribe. “Derecho a la educación bajo presión:
principales desafíos y acciones transformadoras en la respuesta educativa al
flujo migratorio mixto de población venezolana en Colombia”. Santiago,
2020. En https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000373455 (20.10.2020).
[183] Inicialmente a través de la Circular
45 del 16 de septiembre de 2015
[184] Por ejemplo, las Circulares 07 del 2
de febrero de 2016, 01 del 27 de abril de 2017, 16 del 10 de abril de 2018 , y
las Resoluciones 624 de 2019 y 10687 de 2019 establecieron medidas sobre los
mecanismos de atención a los estudiantes migrantes procedentes de Venezuela,
los procesos de matrícula, convalidación de títulos o grados, y estrategias de
permanencia en el sistema educativo .
[185] UNESCO. “Derecho a la educación bajo presión: principales desafíos y
acciones transformadoras en la respuesta educativa al flujo migratorio mixto de
población venezolana en Colombia”. Op. cit. p. 25.
[186] En ese sentido, el informe revela que la magnitud del fenómeno de
migración y las falencias que el sistema educativo presentaba antes del
fenómeno migratorio genera retos: “fragiliza la disponibilidad del derecho a
la educación; elevadas privaciones, riesgos, violencias, barreras
administrativas y dificultades en el reconocimiento de grados, títulos y
saberes obstaculizan la accesibilidad; la debilidad para abordar la diversidad
cultural en el aula y la escuela, atender la dimensión socio-emocional y
responder a las necesidades de aprendizaje diversas de la población dificulta
la aceptabilidad; el desfinanciamiento crónico, dificultades de coordinación,
desafíos en la operatividad de nuevos marcos normativos y un desborde de las
capacidades institucionales frena la adaptabilidad; y la falta de
institucionalización de los espacios de participación social para la población
migrante y refugiada y, un sistema de monitoreo aún en rodaje reduce la
responsabilidad.”
[187] Creado en el artículo 10 del Decreto 1288 de 2018.
[188] Decreto 1288 de 2018. Artículo 8.
[189] Por ejemplo, en ciudades receptoras de migrantes como Bogotá, a través
de la Secretaría de Integración Social, se han desarrollado algunas actuaciones
tendientes a brindar alojamiento temporal.
[190] De acuerdo con algunos comunicados de prensa de
la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres -UNGRD- se advierte
la creación de Centros de Atención al Migrante. Ver, por ejemplo; UNGRD. “Centro
de Atención Transitorio al Migrante – CATM” Bogotá, Abril de 2019. En http://portal.gestiondelriesgo.gov.co/Paginas/Slide_home/Centro-de-Atencion-Transitorio-al-Migrante-CATM.aspx (20.10.2020)
[191] Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento. “Migración
desde Venezuela a Colombia. Impactos y Estrategias de Respuesta en el Corto y
Mediano Plazo” Op. Cit.; y
Consejo Noruego Para Refugiados. “Identificación de necesidades de
protección de la población venezolana en el territorio colombiano y otros
países de acogida”, 30 de abril de 2019. En
https://nrc.org.co/wp-content/uploads/2019/11/Final-Identificacio%cc%81n-de-Necesidades-de-la-Poblacio%cc%81n-Venezolana-2018-2019.pdf
Consultado por última vez en octubre de 2020.
[192] Artículo 1º de la CADH “1. Los
Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y
libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda
persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos
de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra
índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier
otra condición social. // 2. Para los efectos de esta Convención, persona es
todo ser humano.”
[193] Por ejemplo, la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, artículos 2º y 7º; el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, artículos 2.1 y 26; el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales artículo 2.2; la Convención sobre la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención
sobre los Derechos del Niño, artículo 2º; Convención Americana sobre Derechos
Humanos, entre otros.
[194] Artículo 1º de la Carta Política.
[195] Artículo 5º de la Carta Política.
[196] Ver sentencias T-210 de 2018 y T-436 de 2020 M.P. Gloria Stella
Ortiz Delgado.
[197] Con respecto a este tipo de asistencia, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos mediante la Resolución de 2018
exhortó a los Estados miembros de la OEA a “[p]roteger y brindar asistencia
humanitaria a las personas venezolanas que se encuentren en el ámbito de su
jurisdicción. A su vez, se debe garantizar que organismos internacionales como
el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), UNICEF,
ONU Mujeres, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el
Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Organización Panamericana de la Salud
(OPS-OMS), así como otras organizaciones internacionales y regionales
relevantes, las instituciones nacionales de derechos humanos y las
organizaciones de la sociedad civil puedan brindar asistencia humanitaria a las
personas venezolanas”.
[198] Aprobada el 13 de septiembre de 2016.
[199] Aprobado el 13 julio de 2018.
[200] La declaración reconoce las diferencias en el estatus jurídico entre
migrantes y refugiados, y precisa que: “[a]unque el trato que se les dispensa
se rige por marcos jurídicos separados, los refugiados y los migrantes tienen
los mismos derechos humanos universales y libertades fundamentales. Afrontan
también muchos problemas comunes y tienen vulnerabilidades similares, incluso
en el contexto de los grandes desplazamientos
[201] “Reconocemos que compartimos la
responsabilidad de gestionar los grandes desplazamientos de refugiados y
migrantes de manera humana, respetuosa, compasiva y centrada en las personas.
Acometeremos esa tarea mediante la cooperación internacional, reconociendo al
mismo tiempo que hay capacidades y recursos diversos para responder a esos
movimientos.”
[202] “(…) se plantea la adecuación de cuatro CATM, a través de los
cuales se atendería 62.400 personas en el año 2019, y presentaría un costo
aproximado de 15.819 millones de pesos99. En caso de ser necesario habilitar
los CATM en ciudades diferentes a los municipios fronterizos de Cúcuta y
Maicao, el costo de la adecuación o construcción y sostenibilidad será
calculado con base en el análisis técnico y presupuestal que realice la UNGRD
en las ciudades donde sea definida esta necesidad.”
[203] De acuerdo con algunos comunicados de prensa de la Unidad Nacional
para la Gestión del Riesgo de Desastres -UNGRD- se advierte la creación de
Centro de Atención al Migrante. Ver, UNGRD. “Centro de Atención Transitorio al
Migrante – CATM” Bogotá, Abril de 2019. En
http://portal.gestiondelriesgo.gov.co/Paginas/Slide_home/Centro-de-Atencion-Transitorio-al-Migrante-CATM.aspx
(20.10.2020)
[204] Sentencia C-622 de 2013. M.P. Mauricio González Cuervo.
[205] Sentencia C-070 de 2004. M.P. Clara
Inés Vargas Hernández.
[206] Sentencias C-049 de 1997 M.P. Jorge Arango Mejía, C-385 de 2000
M.P. Antonio Barrera Carbonell, C- 1259 de 2001 M.P. Jaime Córdoba Triviño,
C-725 de 2015 M.P. Myriam Ávila Roldán, C-469 de 2017 M.P. Cristina Pardo
Schlesinger y T-051 de 2019 M.P. José Fernando Reyes Cuartas.
[207] Sentencia C-311 de 2007. M.P. Nilson Pinilla Pinilla.
187 Sentencia C-1058 de 2003. M.P. Jaime Córdoba Triviño-
[208] Sentencia T-705 de 2017. M.P. José
Fernando Reyes Cuartas.
[209] Artículo 4º de la Carta Política.
[210] Artículos 2 y 11 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. El artículo 5 de
la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial se establece el derecho de toda persona a la igualdad en
el goce del derecho a la vivienda, sin distinción de raza, color y origen
nacional o étnico.
[211]Artículo 2.3. del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales.
[212] Aprobada mediante Ley 146 de 1994.
[213] En ese sentido, por ejemplo, en el informe del Banco Mundial sobre
las necesidades de la población migrante de Venezuela se precisa que estas son
disimiles de acuerdo con el tipo de migración, pues el apoyo a ingresos,
vivienda o servicios es relevante solo para migrantes con vocación de
permanencia
[214]De acuerdo con el informe Tendencias Globales Desplazamiento Forzado
en 2019 publicado por ACNUR “A finales de 2019, Colombia siguió registrando
el mayor número de personas desplazadas internamente, con cerca de ocho
millones según las estadísticas del Gobierno. El gran número de desplazados
internos registrados, sin embargo, proviene de la cifra total acumulada del
Registro de Víctimas, que comenzó en 1985”
[215] De acuerdo con el comunicado oficial del DANE en el año 2019 la
pobreza monetaria fue 35,7% y la pobreza monetaria extrema fue 9,6% en el total
nacional. Por su parte, de acuerdo con los reportes del Banco Mundial el índice
de Gini para Colombia en el año 2018 es de 50.4.
[216] El total
del déficit habitacional incluye el déficit cuantitativo y cualitativo
Disponible en https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/demografia-y-poblacion/deficit-habitacional. Consultado por última vez en octubre de 2020.
[217] El Informe Tendencias Globales
Desplazamiento Forzado en 2019 publicado por ACNUR refiere 1.8. millones de
venezolanos desplazados en el extranjero cuyo país de acogida es Colombia. Por
su parte, de acuerdo con el último comunicado oficial de Migración Colombia se estima
que para el mes de mayo de 2020 1’764.883 nacionales venezolanos estaban
radicados en el país.
[218] En ese sentido es necesario resaltar
la Resolución 1 de 2020 de la CIDH en la que se formulan recomendaciones a los
Estados miembros con respecto a políticas públicas orientadas a combatir la
pandemia en las Américas con enfoque de derechos humanos. En esta resolución se
destaca la importancia de los DESCA como la vivienda, en el marco de la
situación de pandemia y por lo tanto se recomienda: “Garantizar que las
medidas adoptadas para enfrentar las pandemias y sus consecuencias incorporen
de manera prioritaria el contenido del derecho humano a la salud y sus
determinantes básicos y sociales, los cuales se relacionan con el contenido de
otros derechos humanos, como la vida e integridad personal y de otros DESCA,
tales como acceso
a agua
potable, acceso a alimentación nutritiva, acceso a medios de limpieza, vivienda
adecuada, cooperación comunitaria, soporte en salud mental, e integración de
servicios públicos de salud; así como respuestas para la prevención y atención
de las violencias, asegurando efectiva protección social, incluyendo, entre
otros, el otorgamiento de subsidios, rentas básicas u otras medidas de apoyo
económico.”
[219] M.P. Jorge Iván Palacio Palacio.
[220]Como se explicó en los fundamentos jurídicos 57 y 58 sufre una
afectación diferencial y acentuada del derecho a la vivienda.
[221] Descrito en los fundamentos jurídicos 68 a 74 de esta sentencia.
[222] Sistema Nacional de Atención y
Reparación a las Víctimas.
[223] En ese sentido, se destacan que: (i) mediante
auto de 20 de febrero de 2020 se remitió a la UARIV el listado de ocupantes
para que informara quienes estaban inscritos en el RUV y precisara en relación
con los inscritos las medidas de asistencia y reparación; (ii) en respuesta
emitida el 1º de abril de 2020 adujo que 364 de los ocupantes del predio están
inscritos en el RUV y que esa era la única información con la que contaba;
(iii) el 3 agosto, en atención a la negación de sus competencias y advertidas
inconsistencias en relación con el número de inscritos en el RUV la Magistrada
profirió nuevo auto en el que requirió que se solventaran las inconsistencias
en mención; (iv) en auto de 4 de septiembre, vencido el término para responder,
se profirió un auto de requerimiento. Finalmente, el 9 de septiembre se remitió
la información requerida de forma parcial.
[224] Auto 373 de 2016 M.P. Luis Ernesto
Vargas Silva.
[225] Sentencia SU-037 de 2019 M.P. Luis
Guillermo Guerrero Pérez.
[226] Ibídem.
[227] “ARTÍCULO 81. ACCIÓN PREVENTIVA POR PERTURBACIÓN. Cuando se
ejecuten acciones con las cuales se pretenda o inicie la perturbación de bienes
inmuebles sean estos de uso público o privado ocupándolos por vías de hecho, la
Policía Nacional lo impedirá o expulsará a los responsables de ella, dentro de
las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la ocupación.
El
querellante realizará las obras necesarias, razonables y asequibles para
impedir sucesivas ocupaciones o intentos de hacerlas por vías de hecho, de
conformidad con las órdenes que impartan las autoridades de Policía.”
[228] Folio 14, cuaderno 1.
[229] De acuerdo con las pruebas recaudadas
en la acción de tutela, la Alcaldía y la Personería de El Copey indicaron que
el municipio presenta diversas situaciones de asentamientos irregulares en
atención a : (i) el alto déficit de vivienda; (ii) el alto número de
asentamientos indígenas; (iii) el alto índice de personas víctimas del
conflicto armado; (iv) y actos ilegales de promoción de las invasiones para la
apropiación irregular de los predios y su posterior venta; (v) la ausencia de
una política estatal de subsidios de vivienda que beneficie al municipio y (vi)
al incremento de población inmigrante irregular que se ha asentado en esa
entidad territorial.
[230] En muchas personas concurren varias
circunstancias que los hacen sujetos de especial protección constitucional, por
ejemplo una persona desplazada y madre cabeza de familia.
[231] La caracterización del núcleo familiar de Ana Ríos, que corresponden a
una de las tres primeras familias que habitaron el predio.
[232] Folio 315, cuaderno inspección judicial
[233] Folio 289 cuaderno Inspección Judicial.
[234] Por ejemplo núcleos familiares encabezados por Manuel de Jesús Alonso,
José Eduardo Velásquez, José Fernando Vizcaino Yepes, Mayerli Beatriz Rodelo
entre otros, folios 213, 328 y 329 cuaderno Inspección Judicial.
[235] De los 57accionantes, las siguientes
personas no se encontraron habitando el predio en las diligencias realizadas el
1º de noviembre de 2018, el 3 de julio de 2019 y el 4 y 5 de febrero de 2020:
1. Dairo Manuel Navas Reyes, 2. Duy Naringumu Crespo Torres, 3. Francia Elena
Yepes Lora, 4.Yenis Eliana Suarez Hernández, 5. José Luis Borja Pabón, 6.
Carlos Alberto Rada Andrade, 7. Brayan Pallares Rodríguez, 8. José Lucas De La
Cruz Pérez, 9. Alexander de Jesús Barcanegra Rodríguez, 10. Luis Alberto
Vásquez Muñoz, 11. Katty Julieth Zapata Ocho, 12. Edilberto Rafael Castro
Movilla, 13.Juan Carlos Domínguez Cárdenas, 14. Jorge Alberto García Torres,
15. Ángel Crespo Montero, 16. Estelinda Montero Villafaña y 17. Luz Line Orozco
Ospino.
[236] Declaraciones de José Gregorio Salas, Margoth
del Carmen Rodríguez folios 293 y 294 cuaderno Inspección Judicial.
[237] Folio 22 expediente policivo 2018-009.
[238] Video del 17 de noviembre de 2018, CD expediente policivo 2018-009.
[239] La realización de la inspección ocular se decretó en autos de 22 de
mayo y 5 de junio de 2020.
[240] Folio 29, expediente policivo 2018-019.
[241] Folio 14, cuaderno 1.
[242] Folio 33, expediente policivo
2018-019.
[243] Luego de que se rehízo el trámite de
tutela, se profirieron los fallos de primera y segunda instancia el 12 de
febrero y 25 de abril de 2019 se declaró improcedente la acción de tutela.
[244] Folio 269, expediente policivo 2018-019.
[245] Esta decisión se anuló el 16 de enero
de 2019 por la Sala Penal del Tribunal Superior de Valledupar, que ordenó
rehacer a actuación.
[246] Folio 158, cuaderno inspección judicial.
[247] En muchas personas concurren varias
circunstancias que los hacen sujetos de especial protección constitucional, por
ejemplo una persona desplazada y madre cabeza de familia.
[248] Se contabilizó a todo el núcleo
familiar de la persona que adujo ser víctima de desplazamiento forzado.
[249] Este dato corresponde a la
información recaudada en la inspección judicial en relación con las personas
que manifestaron ser víctimas de desplazamiento forzado.
[250] En relación con los tiempos de ocupación, los entrevistados
incluyen el tiempo en el que efectuaron los cercamientos de lotes. Los tiempos
de ocupación se clasifican así: O-6 meses: ocupaciones iniciadas entre
agosto de 2019 y enero de 2020. 6 meses a 1 año: ocupaciones iniciadas
entre febrero de 2019 y julio de 2019. 1 año a 1 año y 6 meses:
ocupaciones iniciadas entre agosto de 2018 y enero de 2019; y 1 año y 6
meses a 2 años: ocupaciones iniciadas entre enero de 2018 a julio de 2018.
[251] Folio 258, cuaderno inspección
judicial.
[252] Sentencias T-096 de 1994 M.P.
Alejandro Martínez Caballero y T-111 de 2008 M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[253] Sentencias T-308 de 1993 M.P. Eduardo
Cifuentes Muñoz, T-952 de 2003 M.P. Álvaro Tafur Galvis, T-447 de 2004 M.P.
Eduardo Montealegre Lynett; y T-111 de 2008 M.P. Jaime Córdoba Triviño.
[254] Bladimir Murcia Orozco, Dairo Manuel Navas Reyes, Maire Sol Salas
Carrillo, Matilde Torres Rodríguez, Duy Naringumu Crespo Torrez, Yenis Isabel
Monsalvo Oñate, Marcelina Torres Rodríguez, Salvador Carmona Martínez, Francia
Elena Yepes Lora, Yenis Eliana Suárez Hernández, Enith Johanna Cárdenas
Barcasnegra, Ninfa Patricia Cadena Crespo, Jesús Alberto López Buelvas, Leile
Maireth Martínez Arzuza, Juan Manuel Estrada Peña, Juan Alberto Estrada Peña,
José Luis Borja Pabón, Leonor Elena Torres Crespo, Jacqueline Trujillo Alfonso
y Landis María Sanes Díaz.
[255] En el análisis de legitimación en la
causa por activa se descartó la legitimación en la causa por ctiva de Yenis
Isabel Monsalvo Oñate, Francia Elena Yepes Lora, Jesús Alberto López Buelvas,
Leile Maireth Martínez Arzuza, Juan Alberto Estrada Peña.
[256] En las actas de la caracterización
adelantada el 3 de julio de 2019 por la Inspección de Policía El Copey sólo se
registra que de los 57 accionantes iniciales las siguientes 31 personas se
encontraron habitando el predio: 1.Maire Sol Salas Carrillo, 2. Matilde Torres
Rodríguez, 3. Marcelina Torres Rodríguez, 4. Salvador Carmona Martínez, 5.
Enith Johanna Cárdenas Barcasnegra, 6. Ninfa Patricia Cadena Crespo, 7. Jesús
Alberto López Buelvas, 8. Leile Maireth Martínez Arzuza, 9. Leonor Elena Torres
Crespo, 10. Jacqueline Trujillo Alfonso, 11. Bladimir Murcia Orozco, 12. Landis
María Sanes Díaz, 13. Fabio José Basto Ospino, 14. Sandra Milena Suarez
Hernández, 15. Darly Danith Suarez Hernández, 16. Jorge Eliecer Orozco Palmera,
17. César Augusto Contreras Quesada, 18. Moisés Arroyo Villafañe, 19. Lisbeth
Viviana Aviles Mejía, 20. Mauricio Manuel Barcanegra Rodríguez, 21. Mariluz
Pérez Hernández, 22. Benjamin Villalba Caballero, 23. Calixto Chaparro Torres,
24. Rafael Valdés Jaime, 25. Yesmina Angélica Pana Cujia, 26. Luz Cenith Oviedo
Navas, 27. Rosa Isabel Reyes Almeira, 28. Deivis Enrique Valle Martínez, 29.
Carlota María Montenegro Pacheco, 30. Rodrigo Cortez Salcedo, 31. Daniela
Guerra Romero.
[257] En
las actas de la inspección judicial adelantada por el Juzgado Primer Civil del
Circuito de Valledupar el 4 y 5 de febrero de 2020 se registró que de los 57
accionantes iniciales las siguientes 28 personas se encontraban habitando el
predio: 1 Maire Sol Salas Carrillo, 2. Matilde Torres Rodríguez. 3. Yenis
Isabel Monsalvo Oñate, 4. Marcelina Torres Rodríguez, 5. Salvador Carmona
Martínez, 6. Ninfa Patricia Cadena Crespo, 7. Juan Manuel Estrada Peña, 8.Juan
Alberto Estrada Peña, 9. Jacqueline Trujillo Alfonso, 10. Landis María Sanes
Díaz, 11. Fabio José Basto Ospino, 12. Sandra Milena Suárez Hernández, 13.
Darly Danith Suárez Hernández, 14. Jorge Eliecer Orozco Palmera, 15. Marco
Tulio Coneo Teran, 16. César Augusto Contreras Quesada, 17. Lisbeth Viviana
Aviles Mejía, 18. Mauricio Manuel Barcanegra Rodríguez, 19. Jairo Enrique
Fernández Ceballos, 20. Rafael Valdés Jaime, 21. Yesmina Angélica Pana Cujia,
22. Luz Cenitth Oviedo Navas, 23. Rosa Isabel Reyes Almeira, 24. Carlos Enrique
Ortiz Vega, 25. Alidis Judith Peña Jiménez, 26. Carlota María Montenegro
Pacheco, 27. Rodrigo Cortez Salcedo, y 28. Daniela Guerra Romero.
[258] Este listado fue construido a partir
de las caracterizaciones remitidas a esta sede y que se realizaron en el marco
del proceso de desalojo y de la inspección judicial ordenada en esta sede. Los
nombres y documentos de identidad corresponden a la transcripción literal de la
información remitida y por tratarse de nombres no se efectúan adiciones o
correcciones.
Adicionalmente,
con respecto al listado inicial remitido a la UARIV que contenía 585 registros
se suprimieron aquellos en los que era evidente la duplicidad de la
información, lo que redujo el listado a 551 registros. Sin embargo, en los
casos en los que se presentan nombres similares, el mismo nombre con diferentes
documentos de identidad o diferentes nombres para el mismo documento se
incluyeron todos los registros para que en el procedimiento de actualización se
verifiquen con precisión los datos de los ocupantes.
[259] Estas consideraciones no contradicen
las consideraciones expuestas por la Sala de Casación Civil en relación con
procedimiento de desalojo en los fallos de 10 de junio de 2020 STC3701-2020 en relación con la
suspensión de medidas de desalojo, por cuanto estaban fundadas principalmente
en la medida de suspensión de términos judiciales dispuesta por el Consejo
Superior de la Judicatura, que ya fue levantada, y las restricciones a la
movilidad en el marco de las medidas de aislamiento preventivo obligatorio en
el territorio nacional ordenado inicialmente en el Decreto 457 del 22 de marzo
de 2020 y que se extendió hasta el 1º de septiembre de 2020. A partir de este momento
empezó la estrategia de aislamiento selectivo y distanciamiento individual
responsable regulado en el Decreto 1168 de 2020 con mayores posibilidades de
movilidad a través de protocolos de bioseguridad y que se extendió hasta el 1º
de diciembre mediante el Decreto 1408 de 2020.
[260] M.P. Luis Ernesto Vargas Silva.
[261] Supra. Fundamento jurídico 102.
[262] Constitución Política, artículo 2.
[263] Comité DESC (1997). Observación general Nº 7. El derecho a una
vivienda adecuada (párrafo 1 del artículo 11 del Pacto): los desalojos forzosos.
[264] Dictamen aprobado por el Comité en virtud del Protocolo Facultativo
del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales respecto
de la comunicación núm. 5/2015. Caso Mohammed Ben Djazia. E/C.12/61/D/5/2015.
21 de julio de 2017.
[265] Informe de la Relatora Especial sobre una vivienda adecuada como
elemento integrante del derecho a un nivel de vida adecuado y sobre el derecho
de no discriminación a este respecto. 30 de diciembre de 20150. A/HRC/31/54.
[266] Ibidem.
[267] Fundamento jurídico 161.
[268] Resolutivo primero, inciso primero.
[269] Cfr. Ib., inciso segundo.
[270] Entre otras diligencias, la sentencia
refiere la inspección judicial realizada al predio en sede de revisión, en la
que se encontró que éste estaba siendo ocupado por 365 personas. Entre éstas,
había sujetos de protección constitucional como menores de edad, personas de la
tercera edad y desplazados, entre otros (cfr. Fundamento jurídico 157).
[271] La Corte Constitucional ha explicado que
“la amenaza es una vulneración inminente y cierta del derecho […]. Como ya
se expresó, la amenaza implica de por sí inicio de vulneración del derecho y se
sitúa antes de que la violación inicie su consumación definitiva pero no antes
de su existencia; es decir que la amenaza presenta datos reales y objetivos que
permiten prever el agravamiento inminente que conlleva la vulneración del
derecho. La amenaza menoscaba el goce pacífico del derecho y, por lo tanto, es
un inicio de vulneración en el sentido de que el ejercicio del derecho ya se ha
empezado a perturbar. […]. La diferencia entre riesgo y amenaza dependerá del
material probatorio que se sustente en cada caso en particular. Hay que
advertir que la acción de tutela solo es procedente en los casos de amenaza o
peligro cierto de vulneración, pero no en los casos de riesgo” (Sentencia
T-1002 de 2010).
[272] Fundamento jurídico 158.
[273] Fundamento jurídico 159.
[274] Ib.
[275] Cfr. Ib.
[276] Ib.
[277] Ib.
[278] Ib.
[279] Ib.
[280] Ib.
[281] En la decisión se indica lo siguiente: “[c]on
respecto al segundo momento de la situación de ocupación descrito es necesario
destacar que en las actuaciones de desalojo se respetaron las garantías del
debido proceso, pues durante el tiempo en el que no se advirtieron situaciones
de vivienda se adelantaron las inspecciones oculares al predio, se adoptaron
las medidas de amparo posesorio y se notificaron las actuaciones por vías como
los medios de comunicación local. Únicamente hasta la diligencia de
caracterización realizada el 1o de noviembre de 2018 se comprobaron situaciones
de vivienda. Tan pronto la autoridad de Policía verificó la presencia de
ocupantes en una situación de habitación en el predio dispuso: (i) la
notificación de las actuaciones, (ii) el acompañamiento de autoridades como la
Personería Municipal y la Comisaría de Familia para la caracterización de las
tres familias ocupantes; (iii) indagó por las circunstancias de la ocupación y
la razón por la que las familias se encontraban en el predio; y (iv) gestionó
las actuaciones dirigidas a brindar la ayuda humanitaria en relación con las
víctimas de desplazamiento forzado” (Fundamento jurídico 150).
[282] El amparo al derecho a la vivienda digna
se otorgó “siempre que concurran las condiciones para la protección
establecidas en la parte motiva de esta sentencia” (cfr. Resolutivo
primero, inciso primero).
[283] Cfr. Fundamento jurídico 147.
[284] Resolutivo séptimo.
[285] P. 17.
[286] Ib.
[287] En concreto, el DPS indicó que 392 personas no cumplen con los
criterios para participar en el Programa de Vivienda Gratuita (cfr. P. 19).
[288] En concreto, el DPS informó que 40
personas están incluidas en el listado de potenciales beneficiarios del
programa (cfr. Ib.)
[289] Fundamentos jurídicos 75 a 78. Las
entidades requeridas dieron cuenta de que existen los siguientes programas: (i)
Programa de Promoción y Acceso a la Vivienda de Interés Social Mi Casa Ya, (ii)
Semillero de Propietarios Arrendadores, (iii) Casa Digna Vida Digna y (iv)Subsidio
Familiar de Vivienda 100% en especie.
[290] Contraloría General de la República, “Seguimiento
al sector Vivienda, Ciudad y Territorio PND 2018- 2022 ‘Pacto por Colombia,
Pacto por la Equidad’”
(Disponible en: https://observatoriofiscal.contraloria.gov.co/Publicaciones/Seguimiento%20al%20sector%20Vivienda,%20Ciudad%20y%20Territorio%20PND%202018-2022%20%E2%80%9CPacto%20por%20Colombia,%20Pacto%20por%20la%20Equidad%E2%80%9D.pdf)
[291] Cfr. Sentencia T-1002 de 2010. |
20 | T-001-92
Sentencia No
Sentencia No. T-001/92
ACCION DE TUTELA-Objeto
La acción de tutela es un instrumento
jurídico confiado por la Constitución a los jueces, cuya justificación y propósito
consisten en brindar a la persona la posibilidad de acudir sin mayores
requerimientos de índole formal y en la certeza de que obtendrán oportuna
resolución, a la protección directa e inmediata del Estado, a objeto de que, en
su caso, consideradas sus circunstancias específicas y a falta de otros medios,
se haga justicia frente a situaciones de hecho que representen quebranto o
amenaza de sus derechos fundamentales, logrando así que se cumpla uno de los
fines esenciales del Estado, consistente en garantizar la efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución.
ACCION DE TUTELA-Naturaleza
La tutela tiene como dos de sus caracteres
distintivos esenciales los de la subsidiariedad y la inmediatez; el primero por
cuanto tan solo resulta procedente instaurar la acción cuando el afectado no
disponga de otro medio de defensa judicial, a no ser que busque evitar un
perjuicio irremediable; el segundo puesto que no se trata de un proceso sino de
un remedio de aplicación urgente que se hace preciso administrar en guarda de
la efectividad, concreta y actual del derecho sujeto a violación o amenaza.
COMPETENCIA DE
TUTELA/JURISDICCION CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA
Los jueces no están facultados para invadir
la órbita propia de la jurisdicción contencioso administrativa, y en el asunto
en examen lo hicieron, al dejar sin efectos, así fuera en forma transitoria,
los actos administrativos emanados de las asambleas departamentales, materia de
examen. Aunque por vía distinta, esas determinaciones judiciales equivalieron,
en sus consecuencias jurídicas y prácticas, a la suspensión provisional de los
enunciados actos administrativos, la cual únicamente podía provenir de dicha
jurisdicción.
ACCION DE TUTELA TRANSITORIA-Improcedencia/PERJUICIO IRREMEDIABLE/CONTRALOR
DEPARTAMENTAL
Los ciudadanos que venían ejerciendo como
Contralores, si creían vulnerados sus derechos, disponían del medio judicial de
defensa consistente en ejercer la pertinente acción prevista en el C.C.A. A su
situación no era aplicable la excepción que contempla la norma Constitucional
cuando introduce el concepto de tutela como mecanismo transitorio para evitar
un perjuicio irremediable, ya que atendida su definición legal, no revestía tal
carácter el perjuicio alegado, toda vez que ante la Jurisdicción Contencioso
Administrativa habían podido impetrar que, si sus pretensiones prosperaban,
además de la indemnización correspondiente, fuera ordenado -sobre la base de
que en cada caso se cumplieran las condiciones legales- su reintegro a los
cargos que venían desempeñando.
PRINCIPIO DE INTERPRETACION DEL
EFECTO UTIL
El conocido principio de interpretación de
las normas jurídicas, a partir del "efecto útil" de éstas, enseña
que, entre dos posibles sentidos de un precepto, uno de los cuales produce
consecuencias jurídicas y el otro a nada conduce, debe preferirse el primero.
CONTRALOR DEPARTAMENTAL-Periodo/TRANSITO
CONSTITUCIONAL
A los Contralores Departamentales elegidos
en 1990 y cuyo periodo debía vencerse el 31 de Diciembre de 1992, éste se les
terminó anticipadamente, al entrar en vigencia una nueva Constitución Política
que introdujo la modalidad de periodos iguales en su duración y coincidentes en
su iniciación, para Gobernadores y Contralores Departamentales.
DERECHOS ADQUIRIDOS-Inexistencia/FUNCION PUBLICA/INTERES
PUBLICO
La fijación de periodos para el desempeño
de ciertos cargos no ha sido concebida en beneficio exclusivo de la persona a
quien se ha investido de la función pública, sino en razón de los requerimientos
de ésta última. Dada la prevalencia del interés general sobre el privado o
particular no puede hablarse de derecho adquirido a un periodo determinado si
el ordenamiento jurídico, por motivos de interés público ha resuelto modificar
la duración del mismo haciendo concordar su iniciación con la de otros cargos
que guardan relación con él.
DERECHO AL TRABAJO/CONTRALOR
DEPARTAMENTAL
De ninguna manera encuentra la Corte que se
haya golpeado o amenazado por las Asambleas el derecho al trabajo de los
demandantes de tutela, porque debe expresarse que los cuerpos a los cuales
concernía elegir no hicieron sino acatar una obligación Constitucional.
-Sala de Revisión No. 3-
Ref.: Revisión sentencias de Tutela
-Expediente T-117
EUCLIDES LOZANO LEMUS contra ASAMBLEA
DEPARTAMENTAL DEL CHOCO
-Expediente T-120
GERMAN ORDOÑEZ PLATA contra ASAMBLEA
DEPARTAMENTAL DE SANTANDER
-Expediente T-245
GONZALO FIERRO CASTILLO contra ASAMBLEA
DEPARTAMENTAL DEL CAQUETA
-Expediente T-261
NESTOR ALAIN VILLEGAS CANDELO contra
ASAMBLEA DEPARTAMENTAL DEL CAUCA
-Expediente T-498
VICTOR OBDULIO BENAVIDES LADINO contra
ASAMBLEA DEPARTAMENTAL DEL META
-Expediente T-783
ALVARO BALLESTEROS MEDERO contra ASAMBLEA
DEPARTAMENTAL DE LA GUAJIRA
-Expediente T-837
ARMANDO ANTONIO BACA MENA contra ASAMBLEA
DEPARTAMENTAL DEL MAGDALENA
Magistrados:
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
(Aprobada mediante acta de la Sala de
Revisión No. 3 en Santafé de Bogotá, D.C., a los tres (3) días del mes de abril
de mil novecientos noventa y dos (1992).
Entra la Corte Constitucional a revisar los
fallos proferidos, en los asuntos de la referencia, por los siguientes jueces:
Expediente T-117
Juzgado 12 de Instrucción Criminal
Radicado, Quibdó (Chocó).
Expediente T-120
Juzgado Primero Penal Municipal de
Bucaramanga (Santander).
Expediente T-245
Juzgado Tercero Penal Municipal de Florencia
(Caquetá)
Juzgado Primero Penal del Circuito de
Florencia
Expediente T-261
Juzgado Primero Civil del Circuito de
Popayán (Cauca).
Expediente T-498
Juzgado Cuarto Penal Municipal de
Villavicencio (Meta).
Juzgado Segundo Penal del Circuito de
Villavicencio.
Expediente T-783
Juzgado Noveno de Instrucción Criminal
Radicado, Riohacha (Guajira)
Tribunal Superior de Riohacha -Sala Plena-
Expediente T-837
Juzgado Primero Penal Municipal de Santa
Marta (Magdalena)
Juzgado Segundo Penal del Circuito de Santa
Marta.
I. INFORMACION PRELIMINAR
Observa la Corte que, en los asuntos
mencionados en la referencia, existe unidad de materia desde el punto de vista
del análisis constitucional y que, por otra parte, las decisiones judiciales sometidas
a revisión recayeron sobre actos de asambleas departamentales por cuyo medio se
procedió a elegir contralores para los respectivos departamentos estando en
vigencia la Constitución de 1991.
Todo ello hace que las consideraciones de
esta Corte valgan por igual para todos los casos examinados y, en consecuencia,
efectuado el indispensable estudio, se ha resuelto proferir un solo fallo.
Los peticionarios, en los expedientes de la
referencia, fueron elegidos por sus respectivas asambleas departamentales
durante las sesiones del mes de octubre de mil novecientos noventa (1990), para
desempeñarse como contralores departamentales durante un periodo de dos (2)
años que finalizaba el treinta y uno (31) de diciembre de mil novecientos
noventa y dos (1992).
Dichos ciudadanos tomaron posesión de sus
empleos y venían ejerciendo sus funciones desde el primero (1) de enero de mil
novecientos noventa y uno (1991).
Transcurridos varios meses del periodo
mencionado, principió a regir la Constitución Política de 1991, en cuyo
artículo 272, por lo que concierne a funciones de asambleas departamentales y
concejos municipales, se estableció:
Artículo 272. ----- Igualmente les
corresponde elegir Contralor para periodo igual al del Gobernador o Alcalde,
según el caso, de ternas integradas con dos candidatos presentados por el
Tribunal Superior de Distrito Judicial y uno por el correspondiente Tribunal de
lo Contencioso Administrativo ----.
En cada uno de los departamentos
enunciados, las asambleas, durante sesiones llevadas a cabo en octubre y
noviembre de mil novecientos noventa y uno (1991), procedieron a elegir nuevos
contralores departamentales para el periodo comprendido entre el primero (1) de
enero de mil novecientos noventa y dos (1992) y el treinta y uno (31) de
diciembre de mil novecientos noventa y cuatro (1994).
Ante esas circunstancias, los anteriores
contralores ejercieron la acción de tutela, invocando el artículo 86 de la
Constitución, por considerar que las corporaciones administrativas en cada una
de las nombradas entidades territoriales, al elegir nuevos fiscales sin esperar
a que los periodos en curso hubieran concluído, vulneraron su derecho al
trabajo (artículo 25 Constitución Política), ya que fueron removidos de sus
empleos, recortándoles el periodo que les correspondía ejercer, sin que para
ello, en su sentir, hubiera existido causal alguna y sin haber llenado la
asamblea ningún requisito legal.
Algunos de los quejosos alegaron también
como quebrantado su derecho al debido proceso y otros más señalaron que la
Asamblea respectiva desconoció el artículo 250 del Decreto 1222 de 1986, a cuyo
tenor "los contralores que ejerzan el cargo en propiedad sólo podrán ser
removidos antes del vencimiento de su periodo, por sentencia judicial o decisión
de la Procuraduría General de la Nación".
La mayoría de los accionantes, con el
propósito de reforzar sus argumentos, trajeron a colación el proyecto de
artículo 4 transitorio, que fue considerado en la Asamblea Nacional
Constituyente el tres (3) de julio de mil novecientos noventa y uno (1991) y
que establecía la facultad de las asambleas para designar contralores en sus
correspondientes departamentos en el mes de noviembre de mil novecientos
noventa y uno (1991), los cuales tomarían posesión el dos (2) de enero de mil
novecientos noventa y dos (1992).
Este artículo, que en concepto de los
peticionarios, en el caso de haberse aprobado, si habría dado fundamento a los
posteriores actos de las asambleas, obtuvo 31 votos afirmativos, 6 negativos y
22 abstenciones, es decir, que fue negado. De allí que las diferentes acciones
incoadas se fundaron en una interpretación de la voluntad del Constituyente
como contraria a la interrupción o revocatoria de los contralores que venían en
ejercicio.
II. LAS DECISIONES JUDICIALES MATERIA DE
REVISION
Las sentencias que fueron objeto de la
revisión de esta Corte presentan entre sí diferencias, tanto desde la
perspectiva del número de instancias agotadas como desde el punto de vista de
los razonamientos expuestos por los jueces al resolver.
Se procede, por eso, a una sintética
referencia en los anotados aspectos:
1) En los casos de los departamentos del
Chocó, Santander y Cauca, los jueces se negaron a acceder a las pretensiones de
los accionantes, interpretando el artículo 272, inciso 4o., de la Constitución
Política en el mismo sentido en que lo hiciera en su momento la Sala de
Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado al conceptuar sobre el tema por
solicitud del Gobierno Nacional[1],
es decir, estimaron que, por expresa disposición constitucional, el periodo de
los contralores departamentales, de dos años, tal como lo preveía la
Constitución anterior (art. 190, numeral 8o.), así como el lapso durante el
cual se contaba (art. 246, Decreto 1222 de 1986), fueron modificados y que, por
ende, debía darse aplicación a la nueva normatividad, lo que hacía infundado
cualquier reclamo relativo a las elecciones efectuadas por las asambleas.
Estos jueces concluyeron, en consecuencia,
afirmando que fue propósito del Constituyente hacer concomitantes y simultáneos
los periodos del ejecutivo departamental y de su respectivo fiscal y que la
elección resultaba de imperativo cumplimiento para las corporaciones
nominadoras en desarrollo del artículo 4o. de la Constitución Política.
En los expresados casos no hubo segunda
instancia, ya que los fallos no fueron impugnados.
2) En cuanto a los departamentos de la
Guajira y Magdalena la tutela fue negada, con argumentos análogos a los ya
expuestos e impugnada la decisión, fue confirmada.
3) En los departamentos de Meta y Caquetá,
la decisión de primera instancia consistió en conceder la tutela, por
considerar los respectivos jueces que se hacía necesario aplicar la figura como
mecanismo inmediato, para evitar un perjuicio irremediable.
Además, dichas sentencias se fundaron en el
argumento subjetivo, acudiendo al proyecto de artículo transitorio propuesto en
la Asamblea Nacional Constituyente -ya citado en la presente providencia- por
medio del cual se disponía que las asambleas departamentales debían elegir en
el mes de noviembre de 1991 a los contralores, para que tomaran posesión el dos
(2) de enero de 1992, proposición ésta que fue negada, con la votación que
antes se reseña, atribuyendo los jueces a tal negativa una indudable
"voluntad del Constituyente", inclinada en favor de la permanencia en
sus cargos de los contralores elegidos en 1990.
Igualmente, las decisiones en comento
coinciden en apartarse del prenombrado concepto originario de la Sala de
Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado.
La sentencia del Juez Tercero Penal
Municipal de Florencia añade a los argumentos que anteceden el de la violación,
por parte de la Asamblea del Caquetá, del artículo 250 del Decreto 1222 de
1986.
Como resultado de dichas razones, en el
caso del Meta se resolvió ordenar a la Asamblea que no ejerciera actividades
que atentaran contra el derecho tutelado y al Gobernador que se abstuviera de
dar posesión al nuevo Contralor, concediendo al peticionario el término de
cuatro meses para ejercer la acción contencioso administrativa ante la
autoridad competente. Parecidas decisiones fueron adoptadas en la primera
instancia al resolver la petición del Contralor del Caquetá, con la
característica de que, además, el juez llegó hasta manifestar en la providencia
que, a partir de ella y para todos los efectos legales, se tendría como
Contralor al anteriormente elegido, mientras el Tribunal Contencioso
Administrativo decidía lo pertinente.
Ahora bien, en cuanto toca con los dos
departamentos de que se viene hablando, los fallos de segunda instancia fueron
diferentes: en el Meta se confirmó la sentencia de primera instancia, mientras
que en el Caquetá se revocó, por compartir el Juez de Circuito la integridad
del criterio que esbozara el Consejo de Estado en su concepto.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Competencia
Esta Corporación es competente para revisar
las sentencias antes relacionadas, de conformidad con lo previsto en los
artículos 86, inciso 2, y 241, numeral 9, de la Constitución Política, 31, 32 y
33 del Decreto 2591 de 1991.
2. Marco jurídico de la acción de tutela
Tanto la institución de la tutela como el
procedimiento de revisión eventual de los fallos judiciales que se profieran en
aplicación de ella, por parte de la Corte Constitucional, provienen de la nueva
Constitución. Asimismo, los actos de las asambleas departamentales que
motivaron el ejercicio de la acción, en los siete casos a cuyo examen se
contrae ahora la Corte, se produjeron dentro de la vigencia del nuevo orden
jurídico, al igual que los pronunciamientos judiciales en cuestión.
Así las cosas, el análisis de las
sentencias sobre las cuales recaerá el presente fallo de revisión habrá de
efectuarse íntegramente a la luz de la Constitución de 1991.
Estima la Corte que resulta necesario,
antes de entrar en el estudio específico del asunto debatido, definir el
sentido, el alcance y los límites constitucionales de la acción de tutela, por
lo menos en aquellos puntos que merecen atención a efectos de dirimir la
controversia de que se trata. Es la tutela un mecanismo concebido para la
protección inmediata de los derechos fundamentales constitucionales cuando, en
el caso concreto de una persona, la acción u omisión de cualquier autoridad
pública o de particulares, en esta última hipótesis en los casos que determine
la ley, tales derechos resulten vulnerados o amenazados sin que exista otro
medio de defensa judicial o, aún existiendo, si la tutela es usada como medio
transitorio de inmediata aplicación para evitar un perjuicio irremediable. Se
trata, entonces, de un instrumento jurídico confiado por la Constitución a los
jueces, cuya justificación y propósito consisten en brindar a la persona la
posibilidad de acudir sin mayores requerimientos de índole formal y en la
certeza de que obtendrá oportuna resolución, a la protección directa e
inmediata del Estado, a objeto de que, en su caso, consideradas sus
circunstancias específicas y a falta de otros medios, se haga justicia frente a
situaciones de hecho que representen quebranto o amenaza de sus derechos
fundamentales, logrando así que se cumpla uno de los fines esenciales del
Estado, consistente en garantizar la efectividad de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución (art. 2o. Const. Pol.).
Tiene, pues, esta institución, como dos de
sus caracteres distintivos esenciales (los de mayor relevancia para efectos de
considerar el tema que ahora se dilucida) los de la subsidiariedad y la
inmediatez; el primero por cuanto tan solo resulta procedente instaurar la
acción cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, a no
ser que busque evitar un perjuicio irremediable (art. 86, inc. 3, Constitución
Política); el segundo, puesto que no se trata de un proceso sino de un remedio
de aplicación urgente que se hace preciso administrar en guarda de la
efectividad concreta y actual del derecho sujeto a violación o amenaza.
En otros términos, la acción de tutela no
ha sido consagrada para provocar la iniciación de procesos alternativos o
sustitutivos de los ordinarios, o especiales, ni para modificar las reglas que
fijan los diversos ámbitos de competencia de los jueces, ni para crear
instancias adicionales a las existentes, ni para otorgar a los litigantes la
opción de rescatar pleitos ya perdidos, sino que tiene el propósito claro y
definido, estricto y específico, que el propio artículo 86 de la Constitución
indica, que no es otro diferente de brindar a la persona protección inmediata y
subsidiaria para asegurarle el respeto efectivo de los derechos fundamentales que
la Carta le reconoce.
Unicamente ese carácter de medio judicial
subsidiario e inmediato puede explicar el cortísimo tiempo -no más de diez (10)
días contados a partir de la solicitud de tutela- que ha conferido la propia
Constitución al juez, de manera perentoria e inexcusable, para que resuelva
sobre aquélla.
Ahora bien, en un Estado de Derecho y
particularmente en nuestro sistema constitucional, no existen poderes omnímodos
ni atribuciones de infinito alcance, como con toda claridad se desprende de lo
estatuído en los artículos 3, 6, 122 y 123 de la Carta. En cuanto a los jueces
se refiere, sus competencias están delimitadas por diferentes factores que a la
Constitución y a la ley corresponde establecer y entre ellos cabe señalar los
que tocan con la naturaleza del proceso respectivo, o, en casos como los que
nos ocupan, con la índole propia de la institución dentro de cuyo marco actúan.
3. Aplicación de los principios enunciados
a los casos en estudio
De lo dicho se desprende que, en los asuntos
al examen de la Corte, los jueces no estaban facultados para invadir la órbita
propia de la Jurisdicción Contencioso-administrativa y es evidente que lo
hicieron los jueces Tercero Penal Municipal de Florencia (Caquetá), Cuarto
Penal Municipal de Villavicencio (Meta) y Segundo Penal del Circuito de esa
misma ciudad, éste último en cuanto confirmó la providencia de su inferior
jerárquico, al dejar sin efectos, así fuera en forma transitoria, los actos
administrativos emanados de las asambleas departamentales del Caquetá y el Meta
respectivamente, por medio de los cuales fueron elegidos nuevos contralores en
cada uno de estos departamentos. Aunque por vía distinta, esas determinaciones
judiciales equivalieron, en sus consecuencias jurídicas y prácticas, a la
suspensión provisional de los enunciados actos administrativos, la cual
únicamente podía provenir de dicha jurisdicción según lo preceptuado por el
artículo 238 de la Constitución, que establece: "La jurisdicción de lo
contencioso administrativo podrá suspender provisionalmente, por los motivos y
con los requisitos que establezca la ley, los efectos de los actos
administrativos que sean susceptibles de impugnación por vía judicial".
La propia norma constitucional anuncia que
la suspensión provisional que decreta la mencionada jurisdicción exigirá
motivos y requisitos, lo cual implica que no siempre cabe aplicarla aun por el
tribunal competente, lo cual resulta luego desarrollado por el Código
Contencioso Administrativo cuando requiere violación, "prima facie",
de precepto superior para que sea posible suspender el acto administrativo.
Este punto no corresponde estudiarlo a cualquier juez sino, de acuerdo con la
Constitución, exclusivamente al que tiene la competencia para decretar la
suspensión provisional.
En realidad, los jueces que se acaban de
mencionar desconocieron la naturaleza subsidiaria que arriba ha subrayado la
Corte y que tiene fundamento en el inciso 3o. del artículo 86 de la
Constitución, a cuyo tenor "esta acción sólo procederá cuando el
afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquella
se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable". (Subraya la Corte).
No puede perderse de vista el carácter a
todas luces exceptivo del inciso transcrito: sólo procede la tutela si no
existe otro medio de defensa judicial y, en situación excepcional, únicamente
cabe la tutela como mecanismo transitorio cuando mediante ella se busque evitar
un perjuicio irremediable.
Es principio de universal aplicación el de
que las disposiciones exceptivas son de interpretación estricta, pues, si fuera
posible ampliar ilimitadamente su campo de acción, se convertirían en normas
generales y no surgiría nada distinto de la contradicción interna entre dos
proposiciones de una misma norma jurídica. Por eso, en punto de la
procedibilidad de la acción de tutela, su posible uso cuando existen vías
judiciales de defensa alternativas -como ocurre en los casos materia de este
análisis- está limitado, sin que sea factible extensión ni analogía, a los
eventos en que se presente dicha irremediabilidad del daño.
Repárese, además, en que el perjuicio
irremediable únicamente puede ser invocado para solicitar al juez que conceda
la tutela "como mecanismo transitorio", esto es, no como fallo
definitivo sobre el punto cuestionado, el cual se reserva a la decisión del
juez o tribunal competente. En otros términos, el remedio que se aplica es
apenas temporal, precario, momentáneo, pasajero, mientras resuelve de fondo
quien goza de jurisdicción y competencia para hacerlo, y únicamente se
justifica la intervención de un juez extraño a una u otra, o a ambas, por la
amenaza inminente de un daño que, de no evitarse oportunamente, resultará
irreversible y apenas susceptible de resarcimiento por la vía de la
indemnización.
Una aproximación a los casos concretos
puestos a consideración de esta Corte en virtud de la presente revisión,
permite concluír sin gran dificultad que los ciudadanos que venían ejerciendo
como contralores, si creían vulnerados sus derechos, disponían del medio
judicial de defensa consistente en ejercer la pertinente acción prevista en el
Código Contencioso Administrativo, modificado parcialmente por el Decreto ley
2304 de 1989. A su situación no era aplicable la excepción que contempla la
norma constitucional cuando introduce el concepto de tutela como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable, ya que, atendida la
definición legal de perjuicio irremediable (art. 6o., numeral 1, del Decreto
2591 de 1991), esto es, aquel que "solo puede ser reparado en su
integridad mediante una indemnización", no revestía tal carácter el
perjuicio alegado por ellos, toda vez que ante la jurisdicción Contencioso
Administrativa habían podido impetrar que, si sus pretensiones prosperaban,
además de la indemnización correspondiente, fuera ordenado -sobre la base de
que en cada caso se cumplieran las condiciones legales- su reintegro a los
cargos que venían desempeñando.
No ignora la Corte que los jueces que
concedieron la tutela en las providencias estudiadas, lo hicieron en el
expresado sentido, es decir, que se abstuvieron de fallar de modo definitivo
sobre la validez del acto administrativo proferido por la correspondiente
Asamblea Departamental, señalando inclusive al peticionario el plazo legal para
intentar la acción correspondiente, pero ha de subrayarse que resulta
equivocado haber concedido la tutela cuando existían otros medios de defensa
judicial sin que se configurara la situación del inminente perjuicio
irremediable.
Tendrán, pues, que ser revocadas por el
aspecto que se considera, las sentencias materia de revisión mediante las
cuales se accedió a las pretensiones de los peticionarios suspendiendo,
erróneamente, los efectos de los actos administrativos dictados por las asambleas
departamentales.
4. El artículo 272, inciso 4o. de la
Constitución Política
Aunque, en gracia de discusión, se aceptara
que la competencia de los jueces que conocieron de las acciones de tutela les
permitía entrar a resolver si privaban o no de efectos a los actos
administrativos de elección de nuevos contralores departamentales, estima la
Corte que la decisión no podía consistir, como en realidad consistió en los
casos ya reseñados, en tutelar el supuesto derecho adquirido del anterior
Contralor a permanecer en el cargo, por cuanto la interpretación que esos
jueces hicieron del artículo 272 de la Carta Política, riñe con el sentido de
la norma.
En efecto, la Constitución de 1886
establecía en su artículo 187, numeral 8, que correspondía a las asambleas, por
medio de ordenanzas, organizar las contralorías departamentales y elegir
contralores de los departamentos para periodos de dos (2) años.
El artículo 246 del Decreto ley 1222 de
1986, por el cual se expidió el denominado Código de Régimen Departamental,
estableció que el periodo de dos (2) años señalado para los contralores
departamentales en la Constitución comenzaría a contarse el primero (1o.) de
enero de mil novecientos ochenta y siete (1987).
De tal modo que, en virtud del aludido
mandato constitucional y de conformidad con la norma que se acaba de citar, los
contralores departamentales que venían actuando para la época en que principió
su vigencia la nueva Constitución, tenían un periodo que vencía el 31 de
diciembre de 1992.
Norma equivalente se consagró, como
desarrollo del artículo 190, inciso 2o. de la Constitución, en el artículo 306
del Decreto ley 1333 de 1986 (Código de Régimen Municipal), para contabilizar
los periodos de los contralores de los municipios respecto de los cuales el
artículo 305 ibidem preveía tal cargo: los dos (2) años principiaban a contarse
el primero (1o.) de enero de mil novecientos ochenta y siete (1987) y, en
consecuencia, los contralores municipales que estaban ejerciendo ese empleo
cuando inició su vigencia la Carta de 1991, gozaban de un periodo que vencía el
31 de diciembre de 1992.
Con la Constitución Política de 1991 se
inició una nueva era en el Derecho Público Colombiano y se dejó atrás de modo
expreso el conjunto normativo de la Carta de 1886 y sus reformas. En efecto -lo
declara el Preámbulo de manera solemne- el pueblo de Colombia, en ejercicio de
su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional
Constituyente, decretó, sancionó y promulgó una nueva Constitución, en cuyo
artículo 380 se dijo: "Queda derogada la Constitución hasta ahora vigente
con todas sus reformas. Esta Constitución rige a partir del día de su
promulgación".
El artículo 272, inciso 4o., de la
Constitución Política preceptúa que a las asambleas "les corresponde
elegir Contralor para periodo igual al del Gobernador o Alcalde, según el
caso". (subraya la Corte).
El primer punto que surge con claridad de
la norma transcrita, es el de que los Contralores serán elegidos para periodo
igual al del Gobernador o Alcalde. En el caso materia de revisión -Contralor
Departamental- debemos referirnos al periodo de los gobernadores. Tenemos
entonces que remitirnos al artículo 303, inciso 1o., de la Constitución en cuya
parte final se lee: "... los gobernadores serán elegidos para periodos de
tres años y no podrán ser reelegidos para el periodo siguiente".
No cabe duda acerca de que el periodo de
los contralores departamentales, que debe ser igual al de los gobernadores, es,
por lo tanto, de tres (3) años (artículo 272, inciso 4o., y 303, inciso 1o., de
la Constitución Política).
Cabría preguntar ahora desde cuándo se
inicia el periodo de los contralores departamentales según la nueva
Constitución.
De la lectura del citado artículo 272,
inciso 4o., cuando dispone que los contralores serán elegidos "... para
periodo igual al del gobernador o alcalde, según el caso..."(subraya
la Corte), surge la indudable consecuencia de que los periodos de gobernadores
y contralores departamentales deben principiar y culminar al mismo tiempo.
Veamos:
El conocido principio de interpretación de
las normas jurídicas, a partir del "efecto útil" de éstas, enseña
que, entre dos posibles sentidos de un precepto, uno de los cuales produce
consecuencias jurídicas y el otro a nada conduce, debe preferirse el primero.
Si se procede usando este criterio, las
palabras "según el caso", pertenecientes al artículo 272 de la
Constitución, habrán de tener algún significado en relación con el tema objeto
de controversia y, por ende, se precisa establecerlo en relación sistemática
con otras normas constitucionales, rechazando las hipótesis que carezcan de
sentido.
Con ese propósito y si se tiene claridad en
lo tocante al periodo de los gobernadores, que es de tres (3) años, debe
consultarse el artículo 314 de la Constitución, relativo al periodo de los
alcaldes municipales, para verificar si se trata de dos periodos de duración
distinta, pero allí se encuentra que los alcaldes municipales serán elegidos
popularmente "... para periodos de tres años...", esto es, el mismo
de los gobernadores.
Pues bien, de conformidad con el artículo
16 transitorio de la Constitución, la primera elección popular de gobernadores
se debía celebrar, como en efecto ocurrió, el 27 de octubre de 1991 y los
gobernadores elegidos tomarían posesión, como en realidad lo hicieron, el 2 de
enero de 1992. Es decir que su periodo de tres (3) años se inició -y lo tenía
previsto así el Constituyente- el 2 de enero de 1992.
Respecto de los alcaldes municipales,
sabido es que su periodo, según lo dispuesto en el artículo 1o. de la ley 78 de
1986, se inicia el 1 de junio de 1992 para los elegidos el 8 de marzo pasado y
que, tal como se deduce del artículo 19 transitorio, en armonía con el 314 de
la Constitución Política, a partir de 1995 el periodo de los alcaldes se
iniciará el 1 de enero cada tres (3) años.
Quiere decir lo anterior que, al
promulgarse la Constitución de 1991, la fecha de iniciación del primer periodo
de los gobernadores y los alcaldes no estaba unificada; tales periodos
empezaban en fechas distintas: 2 de enero de 1992 y 1 de junio de 1992,
respectivamente.
Al ser idéntico ese periodo de Gobernadores
y Alcaldes -3 años- pero ser diferente la fecha de iniciación para cada uno de
ellos, la expresión "según el caso" utilizada en el artículo 272,
inciso 4o., no puede referirse sino a éste último aspecto, es decir, a la fecha
de iniciación del periodo de gobernadores y alcaldes, pues si hiciera alusión a
aquél no habría distinción alguna, dada la igual duración de los periodos y
sobraría la expresión aclaratoria del precepto en estudio. Ello significa que
la finalidad de la norma es hacer coincidir en el tiempo los periodos de los
gobernadores y los de sus correspondientes contralores departamentales, así
como los de los alcaldes y sus respectivos contralores.
Coincide, pues, el criterio de la Corte con
el de la Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de Estado, que, en el ya
mencionado concepto del 10 de septiembre de 1991, con ponencia del Doctor Jaime
Betancur Cuartas, había expresado que "del examen de estas normas se
infiere que el periodo de los contralores departamentales, se igualó al de los
gobernadores, no sólo en su duración sino en la coincidencia de la iniciación
del mismo, y por ello los tres años deben contarse a partir del 2 de enero de
1992. Lo cual permite concluír que, por expresa disposición de la Constitución,
el periodo de los contralores departamentales de dos años previsto en el
numeral 8 del artículo 190 de la anterior Carta Constitucional y el lapso
durante el cual se contaba, que termina el 31 de diciembre de 1992 (art. 246,
Decreto 1222 de 1986), fueron modificados y, por lo mismo, debe darse
aplicación a las nuevas disposiciones constitucionales".
Obsérvese cómo, en algunos casos en los
cuales, dada la nueva normatividad, podía llegar a crearse duda en torno a la
continuidad en el cargo por parte de un funcionario cuyo periodo ya se había
iniciado al entrar en vigencia la Constitución, ésta previó en sus artículos
transitorios la disposición aplicable en relación con el periodo. Así sucedió,
por ejemplo, con los cargos del Registrador Nacional del Estado Civil, el
Contralor General de la República, el Procurador General de la Nación
(artículos 33 y 36 transitorios de la Constitución). Ciertamente no parecía
necesaria una previsión semejante en el asunto que nos ocupa, dada la claridad
meridiana del artículo 272, inciso 4o., de la Constitución.
De todo lo expuesto se colige que a los
contralores departamentales elegidos en 1990 y cuyo periodo debía vencerse el
31 de diciembre de 1992, éste se les terminó anticipadamente, al entrar en
vigencia una nueva Constitución Política que introdujo la modalidad de periodos
iguales en su duración y coincidentes en su iniciación, para gobernadores y
contralores departamentales.
- Se ha alegado, por parte de algunos de
los peticionarios, la posible violación de sus derechos adquiridos en cuanto la
elección efectuada por la correspondiente Asamblea Departamental impidió que
culminara el periodo para el cual fueron inicialmente elegidos.
A este respecto, considera la Corte que la
fijación de periodos para el desempeño de ciertos cargos no ha sido concebida
en beneficio exclusivo de la persona a quien se ha investido de la función
pública, sino en razón de los requerimientos de ésta última, uno de los cuales
consiste en la necesidad de armonizar la relativa estabilidad de una gestión,
para que alcance a culminar o, cuando menos, a planificar objetivos de beneficio
común, con la indispensable renovación en la titularidad de esos cargos, para
ampliar las posibilidades de participación. Así se desprende del artículo 123
de la Carta, a cuyo tenor "los servidores públicos están al servicio del
Estado y de la comunidad; ejercerán sus funciones en la forma prevista por la
Constitución, la ley y el reglamento".
Si ello es así, dada la prevalencia del
interés general sobre el privado o particular (art. 1o. de la Carta Política),
no puede hablarse de derecho adquirido a un periodo determinado si el
ordenamiento jurídico, por motivos de interés público, ha resuelto modificar la
duración del mismo haciendo concordar su iniciación con las de otros cargos que
guardan relación con él.
Alrededor del punto hizo una importante
distinción la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado
cuando, al resolver sobre asunto similar al que se considera, expresó:
"Surge de allí una diferencia
específica entre las situaciones jurídicas individuales o derechos subjetivos
que emanan del derecho privado y las que se derivan de normas de derecho
público. Mientras las primeras deben serle respetadas íntegramente a su titular
por todos los demás particulares, por la autoridad y por la ley, que no puede
vulnerarlos ni desconocerlos sino apenas regular su ejercicio, aquellas que
nacen del derecho público son susceptibles de modificaciones en el futuro y aun
de ser extinguidas por obra de la voluntad legislativa en aras del interés
supremo de la colectividad y de sus necesidades inmanentes de progreso y
equilibrio social"[2].
Si lo anterior puede afirmarse de supuestos
derechos adquiridos frente a normas de la ley expedidas por motivos de interés
general y con base en principios de derecho público, con mayor razón debe
entenderse cuando se trata de alegarlos frente a la Constitución, cuyo interés
colectivo y eminente naturaleza política no admiten duda, máxime si, como
ocurre en la cuestión que se decide, las nuevas normas representan no
simplemente una reforma constitucional sino un cambio íntegro en la estructura
fundamental del Estado, producido en desarrollo de la voluntad inalienable del
Constituyente primario.
No debe perderse de vista que la
Constitución Política contiene la expresión del poder soberano del pueblo de
Colombia, y que ese poder, dado su carácter inalienable, intransferible,
inenajenable y autónomo, no puede supeditarse al beneficio o a los intereses de
una persona individualmente considerada.
- No se extiende la Corte en
consideraciones sobre el argumento, que tan definitivo parece a algunos de los
actores y jueces, relativo al hecho de haber sido negada en la Asamblea
Constituyente una propuesta de artículo transitorio en la que se expresaba que
las asambleas deberían elegir nuevos contralores en noviembre de 1991 para
iniciar sus periodos en enero de 1992, por cuanto el argumento subjetivo, habida
cuenta de la coincidencia de principios de interpretación jurídica en el
sentido que se deja expuesto, parece inócuo en el punto que se debate.
En efecto, por una parte, las normas
jurídicas y con mayor razón la Constitución, se independizan del querer de sus
autores y adquieren vida propia y sentido autónomo desde el momento en que
comienzan a regir, siendo el subjetivo apenas uno de los criterios existentes
para buscar ese sentido, complementario mas no único ni decisivo, sin que
resulte pertinente su utilización cuando la claridad del texto que se examina,
los criterios sistemático, teleológico y contextual de interpretación arrojan
suficiente luz sobre el significado de aquél.
Pero, además, aun recurriendo al expresado
método interpretativo en el asunto materia de este fallo, nada hay en el
conjunto de antecedentes del artículo 272 de la Constitución que permita
atribuír a los constituyentes, por la sola negativa del proyecto de marras, el
deliberado propósito de postergar la elección de nuevos contralores
departamentales hasta la culminación del periodo de quienes se venían
desempeñando en tales cargos. Así, por ejemplo, tomando en consideración lo que
ya habían plasmado en el precepto constitucional y la igualdad de duración de
los periodos de contralores y gobernadores, bien podría pensarse, con no menor
validez, que los constituyentes juzgaron innecesaria la inclusión del artículo
propuesto, por entenderlo implícito en el 272 aprobado.
- De ninguna manera halla la Corte que se
haya golpeado o amenazado por las asambleas el derecho al trabajo de los
demandantes de tutela, porque, si no fuera suficiente lo que se acaba de
puntualizar, debe expresarse que los cuerpos a los cuales concernía elegir no
hicieron sino acatar una obligación constitucional. Por tanto, tampoco
infringieron, por el solo hecho de la elección, las reglas del debido proceso.
- Llama la atención de esta Corte el
argumento esgrimido por el Juez Cuarto Penal Municipal de Villavicencio, quien
al decidir en primera instancia sobre la acción de tutela instaurada, expresa:
"Por estas someras concideraciones
(sic) concluye el Despacho que el acto administrativo emanado de las asambleas
departamentales donde se nombró a los Contralores Departamentales para el
periodo, comprendido entre el Primero de Enero de 1991 y 31 de Diciembre de
1992 se encuentra vigente, porque se emitió con fundamento en normas positivas
vigentes y que no han tenido ninguna variación; Esto es que se mantienen
incólumes en toda su extensión, ya que no existe ley que reglamente el
nombramiento de Contralores para el periodo de tres años, creado en la nueva
Constitución Nacional".
Son varias las imprecisiones conceptuales y
las referencias erróneas que se advierten en el párrafo transcrito. Sin
embargo, esta Corte se referirá únicamente a dos de ellas:
1) La que afirma que se encuentran vigentes
las normas con fundamento en las cuales las asambleas departamentales eligieron
contralores para el periodo comprendido entre el 1o. de enero de 1991 y el 31
de diciembre de 1992.
A este respecto, basta recordar que la
Constitución Política es norma de normas y que en todo caso de incompatibilidad
entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica -como pueden ser los
decretos, las ordenanzas y los acuerdos-, se aplicarán las disposiciones
constitucionales. Esa Carta Política, desde su entrada en vigencia, derogó de
modo expreso (art. 380) la Constitución anterior, uno de cuyos preceptos, el
artículo 187, numeral 8o., contemplaba como función de las asambleas la de
elegir contralores departamentales para periodos de dos años, al paso que el
artículo 272 y sus normas concordantes establecieron las nuevas reglas del
juego en la materia. Ello muestra que es mayúsculo el desacierto en que incurre
el fallador al sostener que se trata de "norma positiva vigente y que no
ha tenido ninguna variación".
2) La que insiste en que las normas sobre
las cuales se fundó la corporación administrativa para elegir Contralor en
1990, "se mantienen incólumes en toda su extensión, ya que no existe ley
que reglamente el nombramiento de contralores para el periodo de tres años,
creado en la nueva Constitución".
Esta aseveración resulta aún más grave que
la anterior, en cuanto abiertamente desconoce la vigencia de la Constitución.
El pretexto usado para ese desconocimiento, cual es la supuesta falta de
desarrollo legal, es completamente infundado, toda vez que en esta materia la
Carta Política no condicionó de manera alguna su aplicación y menos aún
prolongó la vigencia de las disposiciones derogadas.
IV. DECISION
Por las anteriores consideraciones, la
Corte Constitucional, en Sala de Revisión, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero.- CONFIRMAR la sentencia proferida por el Juzgado 12
de Instrucción Criminal radicado, de Quibdó (Chocó), fechada el 27 de diciembre
de 1991, mediante la cual se resolvió acerca de la acción de tutela instaurada
por el ciudadano EUCLIDES LOZANO LEMUS.
Segundo. CONFIRMAR la sentencia emanada del Juzgado Primero
Penal Municipal de Bucaramanga (Santander), fechada el 30 de diciembre de 1991,
por la cual se resolvió sobre la acción de tutela instaurada por el ciudadano GERMAN
ORDOÑEZ PLATA.
Tercero. CONFIRMAR el fallo proferido por el Juez Primero
Penal del Circuito de Florencia (Caquetá), por medio del cual se revocó en
todas sus partes la sentencia dictada por el Juez Tercero Penal Municipal de
esa ciudad, en relación con la demanda de tutela instaurada por GONZALO
FIERRO CASTILLO.
Cuarto. CONFIRMAR el fallo originario del Juzgado Primero
Civil del Circuito de Popayán (Cauca) con fecha 18 de diciembre de 1991,
mediante el cual se decidió sobre la acción interpuesta por NESTOR ALAIN
VILLEGAS CANDELA.
Quinto. REVOCAR los fallos que, al resolver sobre la acción
de tutela instaurada por VICTOR OBDULIO BENAVIDES LADINO, pronunciaron
los jueces Cuarto Penal Municipal y Segundo del Circuito de Villavicencio
(Meta), con fechas 30 de diciembre de 1991 y 27 de enero de 1992.
Sexto. CONFIRMAR el fallo del Tribunal Superior de Riohacha
(Guajira) de fecha 27 de enero de 1992, mediante el cual, a su vez, se confirmó
el de primera instancia dictado por el Juzgado Noveno de Instrucción Criminal
radicado, de esa misma ciudad, en diciembre 24 de 1991, relativo a la acción de
tutela instaurada por el ciudadano ALVARO BALLESTEROS MEDERO.
Séptimo. CONFIRMAR la sentencia dictada por el Juzgado
Segundo Penal del Circuito de Santa Marta (Magdalena), el 7 de febrero de 1992,
que a su vez confirmó la proferida por el Juzgado Primero Penal Municipal de la
misma ciudad con fecha 23 de diciembre de 1991, relativa a la acción de tutela
instaurada por el ciudadano ARMANDO ANTONIO BACA MENA.
Octavo. Por la Secretaría líbrense las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí
contemplados.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Presidente de la Sala-
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
[1] Consejo de Estado, Sala de Consulta y Servicio Civil. Radicación
No. 399. Concepto del 10 de septiembre de 1991. Consejero Ponente: Dr. Jaime
Betancur Cuartas
[2] Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección
4a., sentencia de marzo 20 de 1970. Consejero Ponente: Doctor Juan Hernández
Sáenz. |
21 | T-002-92
SENTENCIA No
SENTENCIA No. T-002/92
DERECHOS FUNDAMENTALES-Interpretación/JUEZ DE TUTELA/DERECHO A
LA EDUCACION/AUTONOMIA UNIVERSITARIA
El hecho de limitar los derechos
fundamentales a aquellos que se encuentran en la Constitución Política bajo el
título de los derechos fundamentales y excluír cualquier otro que ocupe un
lugar distinto, no debe ser considerado como criterio determinante sino
auxiliar, pues él desvirtúa el sentido garantizador que a los mecanismos de
protección y aplicación de los derechos humanos otorgó el constituyente de
1991. El juez de tutela debe acudir a la interpretación sistemática,
finalística o axiológica para desentrañar, del caso particular, si se trata o
no de un derecho fundamental, lo que podría denominarse una "especial
labor de búsqueda" científica y razonada por parte del juez.
DERECHO A LA
EDUCACION/AUTONOMIA UNIVERSITARIA
Siendo la educación un derecho
constitucional fundamental, el incumplimiento de las condiciones para el
ejercicio del derecho, como sería el no responder el estudiante a sus
obligaciones académicas y al comportamiento exigido por los reglamentos, puede
dar lugar a la sanción establecida en el ordenamiento jurídico para el caso y
por el tiempo razonable que allí se prevea, pero no podría implicar su pérdida
total, por ser un derecho inherente a la persona.
El principio de la autonomía universitaria
consagrado en el artículo 69 de la Constitución, debe ser leído en el marco del
artículo 2, por ser la primera una norma orgánica mientras que este último es
un principio material que irradia toda la Constitución. La educación puede ser
encauzada y reglada autónomamente pero no negada en su núcleo esencial.
REF.:
Expediente No. T-644
Peticionaria: Pastora Emilia Upegui
Noreña
Procedencia: Tribunal Superior del
Distrito Judicial
de Pereira (Risaralda)
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santafé de Bogotá,D.C. mayo ocho (8) de mil
novecientos noventa y dos (1992)
La Sala Cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional, compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero,
Fabio Morón Díaz y Simón Rodríguez Rodríguez,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela, identificado con
el número de radicación T-644, adelantada por Pastora Emilia Upegui Noreña.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional llevó a cabo la selección de la
Acción de Tutela de la referencia.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia de Revisión.
1. Solicitud
PASTORA EMILIA UPEGUI NOREÑA confirió poder
al abogado LUIS ANGEL VELASQUEZ GARCIA para presentar ante el Juez de
Instrucción Criminal (reparto) de Pereira una petición de tutela para la protección
de un derecho.
Se fundamenta la solicitud en el hecho de
que la peticionaria inició estudios de Ingeniería Industrial en la Universidad
Tecnológica de Pereira en el año de 1977 y, a causa de inconvenientes
personales, suspendió estudios para reingresar luego en 1985.
En el segundo semestre de 1989, la
peticionaria reprobó por tercera vez la materia Matemáticas IV, razón por la
cual fue excluída de la Universidad y no fue aceptada la solicitud de reintegro
al mismo programa.
Considera la accionante que la negativa por
parte de la Universidad Tecnológica de Pereira, de no acceder a su petición,
aunque sustentada en el Reglamento Universitario, le ocasionó graves perjuicios
materiales y morales.
A la solicitud de Tutela la accionante
presentó como anexos:
1. Oficios de la Universidad Tecnológica de
Pereira No. 068302 y 036569.
2. Certificado de conducta expedido por la
Universidad Tecnológica de Pereira.
3. Historial académico expedido por la
Universidad Tecnológica de Pereira.
La solicitud de tutela se fundamentó en los
siguientes artículos de la Constitución:
4o. (supremacía de la Constitución y
obligación política de obedecerla), 67 (servicio público educativo) y 365
(finalidad social del Estado y de los servicios públicos).
2. Fallos
2.1 Del Juzgado 1o. de Instrucción Criminal
de Pereira (Providencia de enero 14 de 1992).
En primera instancia, el Juzgado de
Instrucción Criminal no accedió a la petición de acción de tutela propuesta por
PASTORA EMILIA UPEGUI NOREÑA, consistente en ordenar a la Universidad
Tecnológica de Pereira (U.T.P.) el reintegro para la culminación de sus
estudios en la facultad de Ingeniería Industrial.
El Juzgado en mención, previamente al
fallo, practicó pruebas, tales como la declaración de Pastora Emilia Upegui
Noreña, y allegó al expediente el Reglamento de la Universidad.
Los siguientes fueron los argumentos del
Juzgado de Instrucción Criminal para denegar la solicitud:
1. Según el Juzgado, el artículo 1o. del
Decreto 2591 de 1991 establece que la protección de la acción de tutela es con
relación a los derechos constitucionales fundamentales. Estos están regulados
en el Título II, Capítulo I, artículos 11 al 41 de la Constitución. En ellos no
está consagrada la educación como derecho fundamental.
2. El artículo 67, según el a quo, que se
refiere a la responsabilidad que tienen el Estado, la sociedad y la familia
frente a la educación obligatoria de los niños y adolescentes entre los 5 y 15
años de edad, está comprendido en el Capítulo de los derechos sociales,
económicos y culturales.
3. También citó el Despacho anotado que el
Reglamento Universitario fue expedido mediante el acuerdo 0029 de 1987 por el
Consejo Superior; mediante su artículo 36 establece las causales académicas de
retiro del programa de formación que se cursa; específicamente en el literal a)
se contempla la situación de haber perdido una misma asignatura en tres (3)
periodos lectivos.
4. Para el a quo, el reglamento no es
violatorio de la Constitución Política y no impidió la prestación del servicio
público de la educación; el Reglamento está concebido para garantizar los
derechos y deberes de estudiantes y directivas que conforman la Universidad.
5. Por lo tanto, concluyó el Despacho en su
oportunidad, el incumplimiento es sólo atribuible a la estudiante, quien así lo
admitió en la declaración que rindió ante el Juzgado de Instrucción Criminal.
2.2 Del Tribunal Superior de Pereira. Sala
de Decisión Penal (Providencia de Febrero 3 de 1992).
En segunda instancia se pronunció el
Tribunal Superior sobre la solicitud de impugnación, de conformidad con el
artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
Consideró el Tribunal que en relación con
la ubicación que la educación tiene en el texto constitucional, no queda duda
alguna de que ella es un derecho fundamental, no sólo porque aparece como tal
en el Título II, Capítulo 1, De los Derechos Fundamentales -al referirse a ella
en los artículos 26 y 27 con la libertad de escoger profesión y la libertad de
enseñanza-, sino por cuanto está incluída en el Capítulo 2o. del mismo Título
de los Derechos Sociales, Económicos y Culturales, artículos 67, 68, 69 y 70,
donde específicamente la contempla como parte de los derechos, las garantías y
los deberes.
Así, sentada esta premisa, el Tribunal
entró a analizar la prueba aportada para decidir sobre la viabilidad o no de la
pretensión.
En relación con el Reglamento
Universitario, el ad quem consideró que aún siendo la educación un derecho
fundamental para el ser humano, su ejercicio no puede estar sujeto al juego de
las actitudes y voluntades del hombre -del estudiante-, por lo que es elemental
que se impongan unas reglas de juego en las que se defina cuáles son las
prerrogativas y cuáles las obligaciones de quien imparte instrucción y de quien
la recibe.
Concluye el Tribunal que en el caso
particular se ha desnaturalizado la acción de tutela y utilizado equívocamente
para intentar enderezar un "entuerto personal", de común ocurrencia,
al cual es ajena la institución de la tutela.
Con los anteriores argumentos el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Pereira confirmó la providencia que por
apelación fue revisada, con la aclaración en relación a que el Derecho a la
Educación es un Derecho Fundamental.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. Consideraciones Generales
Es competente esta Sala de Revisión de la
Corte Constitucional para proferir Sentencia de Revisión del fallo dictado por
el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Pereira, con fundamento en el
artículo 86 de la Constitución Política y en el artículo 2o. del Decreto 2591
de 1991.
En el caso en estudio se trata de una
acción de tutela contra autoridad pública, por cuanto la Universidad
Tecnológica de Pereira fue creada mediante la Ley 41 de 1985 (Diario Oficial número
29.847), y en el decreto 1731 de 1983 se adoptó el Estatuto General de la
Universidad.
Esta Sala de Revisión considera que los
temas en controversia, y que serán resueltos, son:
a- Si la educación es o no un derecho
fundamental.
b- Si la decisión de la Universidad
Tecnológica de Pereira constituye o no una violación de derechos
constitucionales fundamentales.
2. De los criterios para determinar los
derechos constitucionales fundamentales
Es necesario definir el alcance del
artículo 86 de la Constitución, que dice:
"Toda persona tendrá acción de tutela
para reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar, mediante un
procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre,
la protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando
quiera que éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de
cualquier autoridad pública".
Con el fin entonces de establecer los
derechos tutelables de que trata el artículo 86 de la Constitución, esta Sala
de Revisión utilizará dos tipos de criterios que no son concurrentes: los
criterios principales y los subsidiarios.
2.1 Criterios principales
Los criterios principales para determinar
los derechos constitucionales fundamentales son dos: la persona humana y el
reconocimiento expreso. El primero contiene una base material y el segundo una
formal.
2.1.1 Los derechos esenciales de la
persona
El primer y más importante criterio para
determinar los derechos constitucionales fundamentales por parte del Juez de Tutela
consiste en establecer si se trata, o no, de un derecho esencial de la persona
humana.
El sujeto, razón y fin de la Constitución
de 1991 es la persona humana. No es pues el individuo en abstracto,
aisladamente considerado, sino precisamente el ser humano en su dimensión
social, visto en la tensión individuo-comunidad, la razón última de la nueva
Carta Política.
Los derechos constitucionales fundamentales
no deben ser analizados aisladamente, sino a través de todo el sistema de
derechos que tiene como sujeto a la persona.
Es a partir del ser humano, su dignidad, su
personalidad jurídica y su desarrollo (artículos 14 y 16 de la Constitución),
que adquieren sentido los derechos, garantías y los deberes, la organización y
funcionamiento de las ramas y poderes públicos.
Los valores y principios materiales de la
persona, reconocidos por la Constitución, están inspirados en el primer inciso
del Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, aprobada
y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre
de 1948, que dice: "Considerando que la libertad, la justicia y la paz en
el mundo tiene por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los
derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia
humana;".
Y en otro considerando afirma que:
"Los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en
los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona
humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres;"1.
Los valores y principios materiales de la
dignidad, la personalidad jurídica y su libre desarrollo, así como los
criterios de la esencialidad, la inherencia y la inalienabilidad, son atributos
propios de la persona, reconocidos en la Constitución, así:
El Preámbulo de la Carta contiene los
valores de la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el
conocimiento, la libertad y la paz; y en el cuerpo de la Constitución figuran
además la moral social, la riqueza natural y el pluralismo expresado en la
diversidad política, étnica y cultural.
En los artículos 1o. y 2o. de la
Constitución se establece así mismo que Colombia es un Estado social de
derecho, fundado en el respeto de la dignidad humana; y dentro de sus fines
esenciales está el garantizar la efectividad de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución.
En este sentido, con el fin de verificar si
un derecho constitucional fundamental se deriva del concepto de derecho
esencial de la persona humana, el Juez de Tutela debe investigar racionalmente
a partir de los artículos 5o. y 94 de la Constitución, como se procede a
continuación.
El artículo 5o. de la Carta establece:
"El Estado reconoce, sin discriminación alguna, la primacía de los
derechos inalienables de la persona y ampara a la familia como institución
básica de la sociedad".
El artículo 94 de la Constitución determina
que: "La enunciación de los derechos y garantías contenidos en la
Constitución y en los convenios internacionales vigentes, no debe entenderse
como negación de otros que, siendo inherentes a la persona humana, no figuren
expresamente en ellos". Esta disposición tiene como antecedente la
enmienda novena de la Constitución de los Estados Unidos, aprobada en 1791.
Ambos artículos se interpretan a la luz de
la Convención Americana de los Derechos del Hombre (norma interpretativa
constitucional según el artículo 93 de la Carta). En efecto, la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, "Pacto de San José de Costa Rica",
fue aprobada por Colombia mediante la Ley 16 de 1972, ratificado el 31 de julio
de 1973 y entró en vigencia el 18 de julio de 1975. Ella es por tanto una norma
jurídica vinculante en el derecho interno. Allí se encuentra la idea de que son
los atributos de la persona humana lo determinante para establecer la
esencialidad de un derecho, cuando en el Preámbulo se dice: "Reconociendo
que los derechos esenciales del hombre no nacen del hecho de ser
nacional de determinado Estado, sino que tienen como fundamento los atributos
de la persona humana, razón por la cual justifican una protección
internacional, de naturaleza convencional coadyuvante o complementaria de la
que ofrece el derecho interno de los Estados americanos"2 (subrayas fuera del texto).
Entonces, se
pregunta, Qué es inalienable, inherente y esencial?
Podría
responderse que inalienable es: "que no se puede enajenar, ceder ni
transferir"[1]; inherente: "que constituye un modo
de ser intrínseco a este sujeto"; y esencial: "aquello por lo que un
ser es lo que es, lo permanente e invariable de un ser"[2].
Estos términos "inalienables" e
"inherentes" deben ser entendidos así: algo es inalienable por ser
inherente y algo es inherente por ser esencial.
Ahora bien, una característica de algunos
de los derechos constitucionales fundamentales es la existencia de deberes
correlativos. En el artículo 95 de la Constitución Política se encuentran los
deberes y obligaciones de toda persona. La persona humana además de derechos
tienen deberes; ello es como las dos caras de una moneda, pues es impensable la
existencia de un derecho sin deber frente a si mismo y frente a los demás.
Concluyendo se advierte que, como definía
Emmanuel Kant, en su libro Fundamento de la Metafísica de las Costumbres[3], ser persona es
ser fin de sí mismo.
2.1.2 El reconocimiento expreso del
Constituyente
La Constitución en un único caso, concretamente
en el artículo 44, determinó en forma expresa unos derechos fundamentales, al
referirse a los niños, así: "Son derechos fundamentos de los niños: la
vida, la integridad física, la salud y la seguridad social...".
En ningún otro artículo se encuentra tal
referencia tan precisa y por lo mismo no ofrece dificultad en su
interpretación, como se observará en el punto 2.2 ordinal d), denominado
"los derechos fundamentales por su ubicación y denominación.
Este derecho ha sido desarrollado por
distintos Pactos Internacionales entre los cuales se destacan: la Declaración
de los Niños de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 20 de diciembre
de 1959, la Convención sobre los Derechos del Niño adoptada por la Organización
de las Naciones Unidas el 20 de Noviembre de 1989 y aprobada por la Ley 12 de
1991; y los Pactos Internacionales de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales; de Derechos Civiles y Políticos; los Convenios de la O.I.T. número
52, 29, 62; los Convenios de Ginebra números 1 y 2; y la Convención Americana
de Derechos Humanos, entre otros.
2.2 Criterios auxiliares
Si bien los criterios principales son
suficientes y vinculantes para efectos de definir los derechos constitucionales
fundamentales, se reseñan a continuación algunos criterios auxiliares cuyo fin
primordial es servir de apoyo a la labor de interpretación del Juez de Tutela,
pero que por sí solos no bastan.
a) Los Tratados internacionales sobre
derechos humanos
El artículo 93 de la Carta es el único
criterio interpretativo con rango constitucional expreso. Dicho artículo dice:
"Los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se interpretarán de
conformidad con los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados
por Colombia". Así se reitera en el artículo 4o. del Decreto 2591 de
1991.
En este sentido, considera Bobbio que
"el fundamento de los derechos humanos, a pesar de la crisis de los
fundamentos, está, en cierto modo resuelto, con la proclamación de común
acuerdo de una Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Se trata de un
fundamento histórico y, como tal, no absoluto: pero el histórico del consenso
es el único fundamento que puede ser probado factualmente"[4].
b) Los derechos de aplicación inmediata
Nos ocupan ahora el estudio de los derechos
establecidos en el artículo 85 de la Constitución.
Este artículo enumera los derechos que no
requieren de previo desarrollo legislativo o de algún tipo de reglamentación
legal o administrativa para su eficacia directa y que no contemplan condiciones
para su ejercicio en el tiempo, de modo que son exigibles en forma directa e
inmediata. En realidad la especificidad de estos derechos es un fenómeno de
tiempo: el hombre llega a ellos de manera directa, sin necesidad de la
mediación de un desarrollo legislativo. Es pues, un criterio residual para los
efectos que nos ocupan.
Para que el artículo 85 de la Constitución
no sea inocuo debe leerse como una norma que no condiciona a la mediatización
de una ley, la aplicación de los derechos allí enumerados.
c) Derechos que poseen un plus para su
modificación
El artículo 377 de la Constitución es una
guía para el Juez de Tutela; en él se establece que unos derechos poseen más
fuerza que otros, otorgándoles un plus, cuando dice: "Deberán someterse a
referendo las reformas constitucionales aprobadas por el Congreso, cuando se refieran
éstas a los derechos reconocidos en el Capítulo 1, Título II y sus
garantías..., si así lo solicitan dentro de los seis meses siguientes a la
promulgación del Acto Legislativo un cinco por ciento de los ciudadanos que
integran el censo electoral...".
Este capítulo de derechos tiene una
"supergarantía" que le permite condicionar eventualmente su reforma,
lo que hace pensar en la naturaleza especial de tales derechos, siguiendo en
esto la orientación de la Constitución Española de 1978 en su artículo 168 (a
su vez inspirado en el artículo 79-3 de la Ley Fundamental de Bonn de 1949).
d) Los derechos fundamentales por su
ubicación y denominación
Otro criterio auxiliar de interpretación es
la ubicación y denominación del texto para determinar su significado. Es lo que
se denomina por la doctrina, para efectos de la interpretación sistemática, los
argumentos "sede materiae" y "a rúbrica".
El significado de la norma se puede
determinar por su ubicación (sede materiae) y/o por su título (a rúbrica).
La Constitución está organizada en títulos
y capítulos que agrupan temas afines y permiten su estudio.
Ahora bien, qué efectos jurídicos tienen
los títulos y capítulos en que se divide y denomina la Constitución Política de
Colombia?
Ante esta pregunta hay dos posibles
respuestas. Primera, la que considera que se trata de un criterio principal
para la determinación de los derechos constitucionales fundamentales; y la
segunda, que acoge los criterios de ubicación y denominación pero sólo les
otorga un valor indicativo para el intérprete.
Esta Sala de Revisión de la Corte
Constitucional, para resolver este punto, procede a consultar la voluntad del
Constituyente a través del método subjetivo. Para ello se acude al Reglamento
de la Asamblea Nacional Constituyente que preveía un procedimiento para adoptar
normas jurídicas (artículos 40 y 63) y otro trámite distinto para la
codificación de dichas normas (39, 43 y 44).
Los artículos del Reglamento que consagran
el procedimiento para aprobar normas jurídicas, tienen el siguiente contenido:
Artículo 40: "Temas nuevos o negados.
Durante el segundo debate, la Asamblea podrá ocuparse de asuntos que no fueron
considerados en el primer debate o que fueron negados. En tal caso, la
aprobación del texto o textos nuevos requerirá el voto favorable de los dos
tercios de los miembros de la Corporación".
Artículo 63: "Número de votos
requeridos. Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 40 sobre temas nuevos
o negados en primer debate, las decisiones de la Asamblea sobre reformas
constitucionales se tomarán con el voto favorable de la mayoría de los miembros
que la componen. Las decisiones sobre otros asuntos solamente requerirán la mayoría
de los presentes"[5].
Y el trámite para la codificación tiene el
siguiente contenido:
Artículo 39: Ponencia para segundo debate.
La Presidencia nombrará, no más tarde del 3 de mayo de 1991, una comisión
especial que codificará los textos aprobados por la Asamblea en primer debate,
los integrará por asuntos y materias y elaborará ponencia para segundo debate.
En la ponencia que deberá ser entregada antes del 5 de junio de 1991, la
comisión explicará con detalle las modificaciones que sugiera".
"Artículo 43: Texto único de la
Constitución Nacional: La Asamblea ordenará la compilación de sus decisiones en
un solo texto de Constitución Nacional que expedirá al terminar el periodo de
sesiones".
"Artículo 44: "Proclamación del
texto final: Aprobado el texto final: Aprobado el texto final de las reformas y
su codificación, la Presidencia citará a una sesión especial en la cual dicho
texto se proclamará, pero esta sesión no será indispensable para que entre en
vigencia la Reforma en la fecha que así se hubiera dispuesto al aprobarla. La
sesión de proclamación y la de clausura podrán ser una sola"[6].
Este criterio recoge la tradición
colombiana en la materia ya que fue el utilizado en las reformas a la
Constitución de 1886 en los años de 1936 (artículo 35 transitorio) y en la de
1945 (artículo E transitorio), donde el Constituyente facultó expresamente al
Gobierno Nacional para hacer la codificación de las disposiciones, previo
dictamen del Consejo de Estado.
Del análisis de las actas de la Asamblea
Nacional Constituyente, publicadas en la Gaceta Constitucional, se concluye, en
relación con el artículo 39 del Reglamento, que la Comisión Codificadora entregó
los textos por asuntos y materias -títulos y capítulos-, pero que tal tarea no
fue aprobada en conjunto, en los términos consagrados en el artículo 44, cuando
dice: "Aprobado el texto final de las reformas y su codificación, la
Presidencia citará a una sesión especial en la cual dicho texto se
proclamará...".
Es decir la propia Constituyente tenía
claro que una cosa era hacer normas (con fuerza vinculante) y otra la
organización y titulación de dichas normas (fuerza indicativa).
Fue pues voluntad del Constituyente de 1991
conferir un efecto indicativo a la ubicación y titulación de las normas
constitucionales y en consecuencia, ello es una información subsidiaria
dirigida al intérprete.
Como se podrá observar, el Constituyente no
determinó en forma taxativa cuáles eran los derechos constitucionales
fundamentales, a diferencia de algunos textos constitucionales de otros países,
como es el caso de la Constitución española de 1978 -artículos 14 a 29 y 30.2-
y de la Constitución alemana -artículos 2o. al 17 de conformidad con el
apartado 3 del artículo 1o.-.
En otros países, como por ejemplo en la
Constitución de Guatemala de 1985, en el artículo 20, relativo a las
disposiciones transitorias, se establece que los epígrafes que preceden a los
artículos de la Constitución no tienen validez interpretativa y no pueden ser
citados con respecto al contenido y alcance de las normas constitucionales.
Fuerza concluír que el hecho de limitar los
derechos fundamentales a aquellos que se encuentran en la Constitución Política
bajo el título "de los derechos fundamentales" y excluír cualquier
otro que ocupe un lugar distinto, no debe ser considerado como criterio
determinante sino auxiliar, pues él desvirtúa el sentido garantizador que a los
mecanismos de protección y aplicación de los derechos humanos otorgó el
Constituyente de 1991.
Ahora bien, al no existir una definición
constitucional clara en materia de derechos fundamentales, el Legislador en el
artículo 2o. del Decreto 2591 de 1991 dispuso:
"La acción de tutela garantiza los
derechos constitucionales fundamentales. Cuando una decisión de tutela
se refiera a un derecho no señalado expresamente por la Constitución como
fundamental, pero cuya naturaleza permita su tutela para casos
concretos, la Corte Constitucional le dará prelación en la revisión de esta
decisión". (subraya y negrillas fuera del texto).
El Legislador, en relación con el artículo
2o. del Decreto 2591 de 1991, se fundamentó en lo establecido por el artículo
241 numeral 9o. de la Constitución, que obliga, como una de las funciones de la
Corte Constitucional, revisar en la forma que determine la ley, las decisiones
judiciales relacionadas con la acción de tutela de los derechos
constitucionales, sin definir los derechos objeto de la Acción de Tutela.
Es inocua o gratuita esta omisión del
Constituyente?
Se responde, siguiendo a Bobbio, que
"el problema grave de nuestro tiempo respecto a los derechos fundamentales
no es el de su justificación sino el de su protección"[7] "No se trata de
saber cuántos y cuáles son estos derechos, cuál es su naturaleza y su
fundamento, si son derechos naturales o históricos absolutos o relativos, sino
cuál es el modo más seguro para garantizarlos, para impedir que, a pesar de las
declaraciones solemnes, sean contínuamente violados".[8]
Labor del Juez de Tutela en la búsqueda de
los derechos constitucionales fundamentales.
El Juez de Tutela debe acudir a la
interpretación sistemática, finalista o axiológica para desentrañar, del caso
particular, si se trata o no de un derecho fundamental, lo que podría
denominarse una "especial labor de búsqueda", científica y razonada
por parte del Juez.
El Juez está frente a lo que la doctrina
denomina un "concepto jurídico indeterminado": los derechos constitucionales
fundamentales, que pueden ser o no ser al mismo tiempo o ser simultáneamente de
una manera o de otra, pero siempre su sentido se define bajo las circunstancias
de tiempo, modo y lugar.
Para el profesor García de Enterría,
introductor de la noción "concepto jurídico indeterminado", la
"valorización política de la realidad podrá acaso ser objeto de una
facultad discrecional, pero la realidad como tal, si se ha producido el hecho o
no se ha producido y cómo se ha producido, esto ya no puede ser objeto de una
realidad discrecional, porque no puede quedar al arbitrio de la Administración
discernir si un hecho se ha cumplido o no se ha cumplido o determinar que algo
ha ocurrido si realmente no ha sido así".[9]
Esta indeterminación sin embargo, no le
permite al juez actuar total y absolutamente libre. La interpretación del caso
particular se mueve dentro de parámetros establecidos por la propia
Constitución.
El Juez debe buscar, como lo dice el
artículo 2o. del Decreto 2591 de 1991, la naturaleza del derecho fundamental
que permita su tutela. Es entonces en la naturaleza, en el estudio de su
esencia, en donde el Juez descubre si está frente a un derecho fundamental.
La labor que realiza el Juez de Tutela es
de verificación; él no crea el derecho fundamental, lo desentraña y verifica.
Esta "teoría de la verificación" también es desarrollada por Dworkin
sobre la figura del Juez modelo, capaz de encontrar racionalmente la solución
justa. "El Juez no tiene una función creadora, sino garantizadora de los
derechos".[10]
De conformidad con los criterios expuestos
se concluye que cobra gran importancia la labor de interpretación del Juez, al
asumir un serio compromiso impuesto por la filosofía que orienta la nueva
Constitución, pues solamente mediante el análisis crítico y razonable se pueden
encontrar los parámetros justos en la comparación entre los hechos expuestos y
la norma constitucional.
Ahora bien, la Jurisdicción de Tutela en
Colombia comprende a todos los jueces, pues a diferencia de ordenamientos de
otros países en donde sólo la Corte o el Tribunal Constitucional se pronuncian
sobre el Derecho de Amparo, institución que guarda semejanzas pero también
diferencias con la tutela. En nuestro sistema todos los jueces sin distinción
de jerarquía tienen competencia en materia de tutela. Esta Jurisdicción es
llamada por el constitucionalismo contemporáneo la "Jurisdicción de la
libertad".
3. La educación como derecho fundamental
Determinados ya los criterios para la
búsqueda y verificación de los derechos constitucionales fundamentales en
general, y ante la presencia de una sentencia de tutela sobre el derecho a la
educación, cabe entonces preguntarse, es la educación un derecho fundamental?
Para ello bastará con hacer una lectura de
este derecho a la luz de los criterios expuestos en acápites anteriores, a
saber:
a) Los derechos esenciales de la persona
"El fin de la Constitución es asegurar
a la persona el logro de unos valores, entre los cuales se encuentra, en el
Preámbulo, el conocimiento.
El artículo 67 reconoce que la educación es
un derecho de la persona y que con ella se busca el acceso al conocimiento,
a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura.
(subrayas fuera del texto).
El conocimiento, de conformidad con la
definición de Santo Tomás de Aquino, es cualquier acto vital en que un ser
intelectual o sensitivo como sujeto cognocente se dá cuenta de algún modo de un
objeto[11].
El conocimiento es inherente a la
naturaleza del hombre, es de su esencia; él hace parte de su dignidad, es un
punto de partida para lograr el desarrollo de su personalidad, es decir para
llegar a ser fin de sí mismo.
Como dice Umberto Eco, la lectura (como un
medio para acceder al conocimiento) es una necesidad biológica de la especie.
El hombre nace y muere, y entre lo uno y lo
otro la educación ocupa un lugar primordial en su vida y logra que permanezca
en un constante deseo de realización.
Desde tiempos inmemoriales el hombre ha
sido un hacedor de cosas y un constante transformador de la naturaleza,
llegando a dominarla, sometiéndola y poniéndola a su servicio. Para lograrlo
posee el conocimiento como su mayor riqueza. Así se refería Platón en los
Diálogos acerca de la verdadera riqueza del hombre: "En tal Estado sólo mandarán
los que son verdaderamente ricos, no en oro, sino en sabiduría y en virtud,
riquezas que constituyen la verdadera felicidad".[12]
La educación por su parte es una de las
esferas de la cultura y es el medio para obtener el conocimiento y lograr el
desarrollo y perfeccionamiento del hombre.
La educación, además, realiza el valor y
principio material de la igualdad que se encuentra consignado en el Preámbulo y
en los artículos 5o. y 13 de la Constitución. Ello puesto que en la medida en
que la persona tenga igualdad de posibilidades educativas, tendrá igualdad de
oportunidades en la vida para efectos de su realización como persona.
Ahora bien, la cultura fue tan valiosa al
Constituyente que ella permite deducir en la Carta Fundamental la noción de
Constitución cultural, de que habla Pizzorusso en sus Lecciones de Derecho
Constitucional.[13].
En efecto, una lectura sistemática a lo
largo de la Carta permite deducir el concepto de Constitución Cultural, a
partir de las siguientes disposiciones: se funda principalmente en el Preámbulo,
en los artículos 1o., 5o. y 7o. de la Constitución y se desarrolla en los
artículos: 8o. (protección de la riqueza cultural y natural de la Nación), 10
(idioma, lenguas y dialectos), 13 (igualdad), 14 (personalidad jurídica), 18
(libertad de conciencia), 20 (libertad de expresar y difundir su pensamiento y
opiniones), 26 (libertad de profesión u oficio), 27 (libertad de enseñanza,
aprendizaje, investigación y cátedra), 40 (derechos políticos), 41 (pedagogía
constitucional), 42 (educación de los menores e impedidos), 44 (derechos
fundamentales del niño), 45 (educación del adolescente), 47 (rehabilitación
para los disminuídos físicos, sensoriales y síquicos), 52 (educación física),
53 (capacitación y adiestramiento de los trabajadores), 54 (la formación y
habilitación profesional y técnica de los trabajadores), 61 (propiedad
intelectual), 63 (protección del patrimonio arqueológico de la Nación), 67
(función social de la educación), 68 (establecimientos educativos), 69
(autonomía universitaria), 70 (promoción y fomento a la cultura), 71 (búsqueda
del conocimiento y la expresión artística), 72 (patrimonio cultural de la
Nación), 150.8 (leyes sobre la inspección y vigilancia), 189.21 (inspección y
vigilancia de la enseñanza por el Ejecutivo), 189.27 (patente temporal a los
autores), 300.10 (regulación de la educación por las Asambleas
Departamentales), 311 (el municipio y la cultura), 336 (rentas destinadas a la
educación), 356 (situado fiscal con destino a la educación), 365 (servicios
públicos) y 366 (la educación como objeto fundamental del Estado).
b) Por reconocimiento expreso.
También se llega a la conclusión de que la
educación es un derecho fundamental por la vía del argumento de los derechos
constitucionales fundamentales por reconocimiento expreso. En efecto como ya se
mencionó, el artículo 44 de la Constitución contiene la educación como uno de
los derechos constitucionales de los niños y agrega que "la familia, la
sociedad y el estado tienen la obligación de asistir al niño para garantizar su
desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos".
De la simple lectura se comprende su
sentido según el cual la educación es un derecho fundamental de los niños.
La fundamentalidad del derecho a la
educación, sin perjuicio de lo anterior, también puede constatarse en los
criterios auxiliares, así:
a- Los tratados internacionales sobre
derechos humanos
El artículo 13 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales dice: "(1). Los Estados Partes
en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a la educación".
Este Pacto -aprobado por Colombia mediante la ley 74 de 1968- entró en vigencia
el 29 de octubre de 1969.
Esta norma tiene como fuente la Declaración
Universal de Derechos Humanos, Artículo 26, que consagra: "(1). Toda
persona tiene derecho a la educación"[14].
Allí se establece que la educación -tema que nos ocupa- debe orientarse hacia
el pleno desarrollo de la personalidad humana y el sentido de su dignidad, y
debe fortalecer el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales.
b- Los derechos de aplicación inmediata
El artículo 85 cobija los artículos 13, 26
y 27 de la Constitución como derechos de aplicación inmediata. Todos ellos
están relacionados con la educación.
El artículo 13, porque la igualdad de
oportunidades se logra mediante la igualdad de posibilidades que ofrece la
educación. El artículo 26, porque en la libertad de escoger profesión u oficio
está implícito el derecho a la formación. Y en el artículo 27, por cuanto los
términos libertad de enseñanza, de aprendizaje, investigación y cátedra son
consecuencia del derecho a la educación, la cual los antecede.
c) Derechos que poseen un plus
Los artículos 13, 26 y 27 de la
Constitución se encuentran dentro del Capítulo 1, Título II de que trata el
artículo 377.
d) por la ubicación y titulación
Los argumentos expuestos en el caso del
artículo 377 de la Constitución son también válidos en esta materia.
4. La educación como derecho-deber
El artículo 67 de la Constitución establece
en forma expresa que la educación primordialmente es una función social.
Este concepto de función social tiene su
origen en los Estudios sobre la Transformación del Estado de León Duguit, que
sostenía que: "Todo individuo tiene en la sociedad una cierta función que
cumplir, una cierta tarea que ejecutar. Y ése es precisamente el fundamento de
la regla de derecho que se impone a todos, grandes y pequeños, gobernantes y
gobernados... Todo hombre tiene una función social que llenar, y por
consecuencia tienen el deber social de desempeñarla; tiene el deber de
desenvolver, tan completamente como le sea posible, su individualidad física,
intelectual y moral para cumplir esa función de la mejor manera posible y nadie
puede entorpecer ese libre desenvolvimiento."[15].
De la tesis de la función social de la
educación surge entonces la educación como "derecho-deber", que
afecta a todos los que participan en esa órbita cultural.
Respecto de los derechos fundamentales,
"ellos -escribe Maciá Manso-, tienen además la particularidad de que no
sólo son derecho en relación a otras personas, sino también deberes de la misma
persona para consigo misma. Pues la persona no sólo debe respetar el ser
personal de otro, sino que también ella debe respetar su propio ser".[16]
Peces-Barba, en su libro Escritos sobre
Derechos Fundamentales, considera al respecto lo siguiente: "Este tercer
nivel que yo denomino provisionalmente derecho-deber, supone que el mismo
titular del derecho tiene al mismo tiempo una obligación respecto a esas
conductas protegidas por el derecho fundamental. No se trata que frente al
derecho del titular otra persona tenga un deber frente a ese derecho, sino que
el mismo titular del derecho soporta la exigencia de un deber. Se trata de
derechos valorados de una manera tan importante por la comunidad y por su
Ordenamiento jurídico que no se pueden abandonar a la autonomía de la voluntad
sino que el Estado establece deberes para todos, al mismo tiempo que les otorga
facultades sobre ellos. El caso más claro de esta tercera forma de protección
de los derechos económicos, sociales y culturales es el derecho a la educación
correlativo de la enseñanza básica obligatoria".[17].
Ahora bien, siendo la educación un derecho
constitucional fundamental, el incumplimiento de las condiciones para el
ejercicio del derecho, como sería el no responder el estudiante a sus
obligaciones académicas y al comportamiento exigido por los reglamentos, puede
dar lugar a la sanción establecida en el ordenamiento jurídico para el caso y
por el tiempo razonable que allí se prevea, pero no podría implicar su pérdida
total, por ser un derecho inherente a la persona.
Este concepto se deduce claramente del
artículo 34 de la Constitución, al prohibir las penas perpetuas. Dicho carácter
limitativo de las sanciones se extiende a todo el ordenamiento jurídico en
general (excepto la sanción establecida en el artículo 122 de la Carta) y en
especial a la esfera educativa.
Es de advertir que contra esta tesis no se
podría alegar la autonomía universitaria con el pretexto de desconocer un
derecho constitucional fundamental, como lo es la educación.
La organización y funcionamiento del Estado
persigue los fines esenciales que traza el artículo 2o., cuando dice: "Son
fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad
general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución".
Por lo tanto el principio de la autonomía
universitaria, consagrado en el artículo 69 de la Constitución, debe ser leído
en el marco del artículo 2o., por ser la primera una norma orgánica, mientras
que este último es un principio material que irradia toda la Constitución.
En otras palabras, la educación puede ser
encauzada y reglada autónomamente pero no negada en su núcleo esencial.
Siguiendo a Peter Häberle, se denomina "contenido esencial" al ámbito
necesario e irreductible de conducta que el derecho protege, con independencia
de las modalidades que asuma el derecho o de las formas en que se manifieste.
Es el núcleo básico del derecho fundamental, no susceptible de interpretación o
de opinión sometida a la dinámica de coyunturas o ideas políticas.[18].
5. Consideraciones en relación con el
caso particular.
Hechos los análisis anteriores sobre
derechos constitucionales fundamentales y específicamente sobre el derecho a la
educación, entra esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional a revisar el
fallo de tutela de segunda instancia.
El artículo 86 de la Constitución contempla
como uno de los principales requisitos para la protección a través de la acción
de tutela, el hecho de que el derecho fundamental haya sido vulnerado o
amenazado. Razón por la cual, en el caso que ocupa a esta Sala de Revisión, se
debe analizar la posible amenaza o vulneración del derecho fundamental a la
educación.
De las pruebas aportadas al expediente se
concluye que la actora no cumplió con el reglamento de la Universidad
Tecnológica de Pereira que establece en el artículo 55: "son deberes de
los estudiantes: ...c) cumplir con los estatutos y reglamentos de la
institución". Así lo admitió la petente en declaración rendida ante el
Juzgado de Instrucción Criminal de Pereira.
Así, con fundamento en el incumplimiento
del reglamento, la Universidad Tecnológica de Pereira decidió no aceptar la
solicitud de reintegro de la peticionaria. Obra en el proceso la comunicación
de mayo 10 de 1990, mediante la cual se avisó a la alumna que, de acuerdo con
el artículo 36 del reglamento, había perdido el derecho a la matrícula en el
programa de la facultad de Ingeniería Industrial; en la misma comunicación se
invita a la estudiante a realizar sus aspiraciones académicas en otros
programas de la propia universidad.
Observa esta Sala de Revisión que, teniendo
en cuenta la fundamentalidad del derecho, éste se puede condicionar en su
ejercicio, mas no ser extinguido.
Este concepto lo desarrolla el reglamento
de la Universidad Tecnológica de Pereira en su artículo 39, que dice: "el
estudiante que por causas académicas quede por fuera de un programa de
formación, podrá ingresar a otro, previo cumplimiento de los requisitos
establecidos para los aspirantes".
No existe pues en este caso vulneración ni amenaza
del derecho fundamental a la educación porque con la reprobación de una
asignatura en varias oportunidades, la peticionaria perdió el derecho a
continuar sus estudios en ese programa concreto, sin perjuicio de iniciar, en
igualdad de condiciones a los demás estudiantes, un programa de estudios
distinto del cual fue excluída.
Por lo tanto, la Universidad Tecnológica de
Pereira, al reglamentar el programa de formación académica que cursaba Pastora
Emilia Upegui Noreña, encauzaba la educación en tanto que deber mas no la
desconocía en su núcleo esencial.
Se confirmará de esta forma el fallo
proferido por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Pereira
(Risaralda), con las aclaraciones formuladas en los considerandos.
En mérito de lo expuesto, la Sala Cuarta de
Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
CONFIRMAR la providencia proferida por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Pereira (Risaralda), en Sala de Decisión Penal, de fecha
febrero 3 de 1992, por las razones expuestos en esta Sentencia.
Cópiese, pubíquese, comuníquese a quien
corresponda, insértese en la Gaceta Constitucional y envíese al Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Pereira -Sala Penal-.
Dada en Santafé de Bogotá, a los ocho (8)
días del mes de mayo de mil novecientos noventa y dos
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado
1 Los Derechos Constitucionales.. Fuentes Internacionales para su
interpretación. Consejería para el desarrollo de la Constitución. Presidencia
de la República 1992 Pág. 714
2PACHECO GOMEZ, Máximo. Los Derechos Humanos. Documentos Básicos.
Editorial Jurídica de Chile. Santiago. 1967. Pág. 189
[1]Definición del Diccionario Jurídico Abeledo-Perrot. Tomo II.
Buenos Aires. 1986, pág. 286.
[2]Definiciones del Diccionario General Ilustrado de la lengua
española "Vox". Editorial Bibliograf. Barcelona. 1967
[3]KANT, Emmanuel. Fundamento de la Metafísica de las Costumbres.
Editorial Artes Gráficas. Barcelona. 1951. págs. 514 y 515.
[4]BOSSIO, Norberto. Presente y Porvenir de los Derechos Humanos, en
"Anuario de Derechos Humanos"(1991). pág. 11
[5]Gacetas Constitucionales números 13 y 66, correspondientes a los
días marzo 1 y mayo 3 de 1991.
[6]Ibídem.
[7]BOBBIO. Norberto. L'ilusión du fondement absolu, en A.A. V.V., Les
fondements des droit de L,homme.Actes des entretiens de L"Aquila (14-19
septiembre 1964) (Firenze 1966). Institut International de philosophie. La
Nueva Italia. Pág. 5 y ss. Hay traducción española sobre el fundamento de los
derechos del hombre, en Sánchez de La Torre Angel. Textos y documentos sobre
derecho natural. 2 Ed. Madrir 1974. Sección de publicaciones de la Facultad de
Derecho de la Universidad Complutense, pág. 337 y ss. Presente y porvenir de
los derechos humanos (1961) pág. 7 y ss. Estos dos textos se encuentran
recopliados en el Libro del mismo autor: el problema de la guerra y las vías de
la paz (Barcelona 1982), Gedisa. Pág. 117 y 129 y ss.
[8]BOBBIO, Norberto. Presente y porvenir ...Ob. cit. pág. 9
[9]GARCIA DE ENTERRIA, Eduardo. La Lucha contra las inmunidades del
Poder. Cuadernos de Civitas. Tercera edición. Editorial Civitas S.A. Madrid
1983 págs. 31 y 32
[10]Estudios sobre la Constitución Española.Homenaje al profesor Eduardo
García de Enterría. Tomo I. El ordenamiento jurídico. Editorial Civitas S.A.
Madrid 1991. Pág. 94
[11]BRUGGER, Walter. Diccionario de Filosofía, Editorial Herder. 1967
[12]PLATON. Diálogos. Tomo I. La República. Ediciones
Universales.Bogotá. Libro Séptimo Pág. 242.
[13]Crf. el concepto de "Constitución Cultural"en Lecciones
de Derecho Constitucional. Alessandro Pizzorusso. Tomo I. Capítulo XIII, págs.
193-194.
[14]Los Derechos y Libertades Fundamentales en el constitucionalismo
contemporáneo. Presidencia de la República, Ministerio de Gobierno, pág. 83.
[15]DUGUIT, León. Las Transformaciones Generales del Derecho Pivado
desde el Código de Napoleón. Ed. Librería Española y extranjera. Madrid 1920
págs. 36 y 37
[16]MACIA-MANSO. Citado por HOYOS CASTAÑEDA, Ilva Myriam. El Concepto
de Persona y los Derechos Humanos. Editorial Universidad de la Sabana. Facultad
de Derecho. Colección Jurídica No. 2. Santa Fé de Bogotá 1991. Pág. 156.
[17]PECES-BARBA. Gregorio. Escritos sobre Derechos Fundamentales.
Eudema Universidad. Madrid. 1988. pág. 209.
[18]HäBERLEN,Peter. El Contenido Esencial como Garantía de los
Derechos Fundamentales. |
22 | T-003-92
Sentencia No
Sentencia No. T-003/92
DERECHO A LA PARTICIPACION POLITICA/DERECHO
AL EJERCICIO DE CARGOS Y FUNCIONES PUBLICAS/ELECCION Y POSESION DEL
CARGO/NOMBRAMIENTO/POSESION DEL CARGO
Para que el derecho al ejercicio de cargos
y funciones públicas pueda ejercerse de manera efectiva es indispensable que
concurran dos elementos exigidos por la Carta: la elección o nombramiento, acto
condición que implica designación que el Estado hace, por conducto del
funcionario o Corporación competente, en cabeza de una persona para que ejerza
las funciones, deberes y responsabilidades que el ordenamiento jurídico ha
previsto respecto de un determinado cargo, y la posesión, es decir, el hecho en
cuya virtud la persona asume, en efecto, esas funciones, deberes y
responsabilidades, bajo promesa de desempeñarlos con arreglo a la Constitución
y la Ley.
CONTRALOR DEPARTAMENTAL-Periodo
Como la Constitución Política instauró un
nuevo periodo para los Contralores Departamentales el cual se quiso hacer
equivalente al de los Gobernadores tanto en su duración como en su iniciación,
la Asamblea Departamental estaba en el deber de elegir nuevo Contralor para que
principiara a desempeñar su cargo en forma simultánea con el Gobernador y, si
en realidad así lo hizo en esta ocasión, radicó en cabeza de la elegida el derecho
fundamental protegido por el artículo 40 numeral 7, de la Constitución,
generándose dos deberes correlativos; el del Gobernador del Departamento,
consistente en dar posesión a la elegida si cumplía los requisitos legales y el
de ésta en el sentido de tomar esa posesión para entrar a desempeñar sus
funciones.
PROCESO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO-Objeto
El objeto de los procesos contencioso
administrativos en curso no es el de la posesión que a la peticionaria se ha
negado, sino el de la legalidad del acto electoral, y además por cuanto no
puede llamarse medio de defensa judicial, en los términos del artículo 86 de la
Constitución, a la posibilidad de comparecer, como parte demandada o en calidad
de tercero, dentro de un proceso cuyas resultas, como en el presente caso, en
nada garantizarían -aún si fuesen favorables a quien solicita la tutela- el
propósito inmediato de ésta, el cual reside en evitar que el derecho sea
ficticio.
ACCION DE TUTELA-Naturaleza
Se está frente a un caso típico de aquellos
que el constituyente pretendió regular, toda vez que las circunstancias
fácticas analizadas encajan perfectamente dentro de los caracteres esenciales
de la tutela, la subsidiariedad y la inmediatez, la primera por cuanto no
existe mecanismo alternativo para la defensa del derecho y la segunda porque la
resolución pronta de la acción de tutela resulta indispensable para que no siga
transcurriendo el periodo sin una certidumbre de la peticionaria sobre el
ejercicio que dentro de él le corresponde mientras su elección goce de la
presunción general de validez.
-Sala de Revisón No. 3-
Ref.:
Acción de Tutela T-309
LUZ
MARINA MOTTA DE MANRIQUE contra Gobernador del Huila
Magistrados:
JOSE
GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO
MORON DIAZ
Aprobada mediante acta de la Sala de
Revisión No. 3 en Santafé de Bogotá, D.E., a los once (11) días del mes de
mayo de mil novecientos noventa y dos (1992).
Procede la Corte Constitucional a revisar
la sentencia de tutela proferida, en el asunto de la referencia, por el Juez
Cuarto Penal Municipal de Neiva (Huila).
I. INFORMACION PRELIMINAR
El treinta (30) de noviembre de mil
novecientos noventa y uno (1991), por acto de la Asamblea Departamental del
Huila, fue elegida la doctora LUZ MARINA MOTTA DE MANRIQUE para desempeñar el
cargo de Contralora Departamental durante el periodo 1992-1994. En la
comunicación sobre elección, la Asamblea le informó que "su posesión e
iniciación será la fecha que determine la ley reglamentaria" (Sic).
El Gobernador del Huila se negó a dar
posesión a la ciudadana electa, quien resolvió hacerlo entonces ante dos
testigos, protocolizando esta posesión en la Notaría Primera del Círculo de
Neiva, según escritura pública No. 10 del 8 de enero de mil novecientos noventa
y dos (1992).
Mediante comunicación del nueve (9) de
enero, el Gobernador del Departamento manifestó que, de conformidad con el
artículo 248 del Decreto 1222 de 1986, únicamente el Gobernador puede dar
posesión al Contralor Departamental y que, ante la situación de un Contralor en
ejercicio y la pretensión de la señora MOTTA DE MANRIQUE de ejercer el mismo
cargo, el gobierno se atendría a cuanto decidiera el Tribunal de lo Contencioso
Administrativo.
La señora MOTTA DE MANRIQUE ejerció acción
de tutela ante el juez Municipal de Neiva (Reparto), invocando su derecho-deber
fundamental y específico de desempeñar las funciones del cargo de Contralor
General del Departamento (artículos 268 y 272 de la Constitución Política), en
armonía con su derecho fundamental al trabajo (artículo 25 ibidem), por
considerar que la conducta del Gobernador vulneraba sus derechos y que, además,
le causaba perjuicio irremediable, dada la certeza y concreción del periodo
para el cual fue elegida.
La peticionaria adujo en su favor el
concepto del Consejo de Estado -Sala de Consulta y Servicio Civil- de fecha
diez (10) de septiembre de mil novecientos noventa y uno (1991), así como lo
expresado por la Corte Suprema de Justicia en Sala Plena del doce (12) de
septiembre del mismo año, que muestran criterios coincidentes de los dos
tribunales en el sentido de que las normas constitucionales en esta materia son
de aplicación inmediata y en torno a que el periodo de tres (3) años para los
contralores departamentales debería iniciarse el dos (2) de enero de mil
novecientos noventa y dos (1992).
La accionante solicitó al Juez que ordenara
al Gobernador del Huila garantizarle su derecho y tomar las medidas necesarias
para que ella pudiera ejercer la integridad de sus atribuciones como Contralora
del Departamento.
II. LA DECISION JUDICIAL EN REVISION
Correspondió la decisión de la presente
acción de tutela, al Juez Cuarto Penal Municipal de Neiva, cuyo fallo, de fecha
veintisiete (27) de enero del presente año, se funda en las siguientes razones:
1. Invoca los artículos 86 de la
Constitución Nacional, 6o. y 8o. del Decreto 2591 de 1991 en los cuales, entre
otras disposiciones, se establece que la acción de tutela solo procederá cuando
el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial. En el presente caso,
según la sentencia, resulta improcedente dicha acción toda vez que se está a la
espera del fallo de fondo de una autoridad judicial. En efecto, el Tribunal
Contencioso Administrativo del Huila informó mediante oficio que ante ese
organismo se estaban ventilando varios procesos de nulidad relacionados con la
elección de LUZ MARINA MOTTA DE MANRIQUE como Contralora del Departamento.
2. Considera que, si su Despacho entrare a
resolver estando pendiente la decisión del Tribunal, estaría usurpando
funciones de ese órgano jurisdiccional, violando así el debido proceso
consagrado en el artículo 29 de la Constitución y causando un caos, al despojar
de seguridad jurídica a las determinaciones judiciales.
3. Expresa que la actora hizo uso de la
acción de tutela para que se le protegiera un derecho de índole laboral. Sobre
el particular, el juez se apoya en sentencia del Consejo de Estado, Sala Plena,
del 24 de enero de 1992, en la cual se dijo que el trabajo, si bien es cierto
forma parte de los derechos fundamentales consagrados en la Constitución,
también lo es que, por disposición del artículo 85 de la Carta, no se encuentra
dentro de los de aplicación inmediata y, por tanto, su efectividad debe
lograrse en los términos que señala la ley.
4. Estima que la actora cuenta con los
medios de defensa judicial, sin que pueda entenderse que el perjuicio alegado
sea irremediable por cuanto la accionante puede pedir el reintegro al servicio
y el pago de lo dejado de percibir.
Puesto que el fallo no fue objeto de
impugnación dentro del término legal, el juez de conocimiento lo envió a esta
Corte, de acuerdo con lo previsto por el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Competencia
Esta Corporación es competente para revisar
la sentencia antes relacionada, de conformidad con lo previsto en los artículos
86, inciso 2, y 241, numeral 9, de la Constitución Política, 31, 32 y 33 del
Decreto 2591 de 1991.
2. Observaciones previas
Efectuará la Corte esta revisión, partiendo
de premisas ya consignadas por ella en sentencia del 3 de abril último, las cuales
se estiman aplicables al asunto materia de examen, con el propósito de definir
respecto de él cuáles son los alcances y los límites de la acción de tutela:
"Es la tutela un mecanismo concebido
para la protección inmediata de los derechos fundamentales constitucionales
cuando, en el caso concreto de una persona, la acción u omisión de cualquier
autoridad pública o de particulares, en esta última hipótesis en los casos que
determine la ley, tales derechos resulten vulnerados o amenazados sin que exista
otro medio de defensa judicial o, aún existiendo, si la tutela es usada como
medio transitorio de inmediata aplicación para evitar un perjuicio
irremediable. Se trata, entonces, de un instrumento jurídico confiado por la
Constitución a los jueces, cuya justificación y propósito consisten en brindar
a la persona la posibilidad de acudir, sin mayores requerimientos de índole
formal y en la certeza de que obtendrá oportuna resolución, a la protección
directa e inmediata del Estado, a objeto de que, en su caso, consideradas sus
circunstancias específicas y a falta de otros medios, se haga justicia frente a
situaciones de hecho que representen quebranto o amenaza de sus derechos
fundamentales, logrando así que se cumpla uno de los fines esenciales del
Estado, consistente en garantizar la efectividad de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución (art. 2o. Const. Pol.).
Tiene, pues, esta institución, como dos de
sus caracteres distintivos esenciales (los de mayor relevancia para efectos de
considerar el tema que ahora se dilucida) los de la subsidiariedad y la inmediatez;
el primero por cuanto tan solo resulta procedente instaurar la acción cuando el
afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, a no ser que busque
evitar un perjuicio irremediable (art. 86, inc. 3, Constitución Política); el
segundo, puesto que no se trata de un proceso sino de un remedio de aplicación
urgente que se hace preciso administrar en guarda de la efectividad concreta y
actual del derecho sujeto a violación o amenaza"1
Ahora bien, cuando no existe medio judicial
distinto para buscar la eficacia del derecho atacado o amenazado, surge la
acción de tutela como única medida a disposición del titular de aquél, con el
fin de llevar a la práctica la garantía que en abstracto le ha conferido la
Constitución. Allí reside su importancia en el contexto de las instituciones
vigentes: en que otorga una salida a la que no conducen los mecanismos
ordinarios (por eso es subsidiaria) para obtener certeza en la
satisfacción de las aspiraciones fundamentales de la persona.
En estos casos, si el juez encuentra que se
tiene el derecho, que en efecto está siendo violado o amenazado y que se dan
todas las condiciones indispensables para que la acción prospere en el asunto
de cuyo juzgamiento se ocupa, apreciando en concreto las circunstancias del
solicitante, según las prescripciones del artículo 86 de la Constitución y las
normas legales que lo desarrollan, habrá de concederla, impartiendo las
instrucciones orientadas hacia la cabal y completa protección del derecho
afectado.
3. Aplicación de los principios
enunciados al caso en estudio.
a) Violación de un derecho fundamental
El artículo 40, numeral 7, de la
Constitución Política dice:
"Artículo 40. Todo ciudadano tiene
derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder
político. Para hacer efectivo este derecho puede:
...
7. Acceder al desempeño de funciones y
cargos públicos, salvo los colombianos, por nacimiento o adopción, que tengan
doble nacionalidad. La ley reglamentará esta excepción y determinará los casos
a los cuales ha de aplicarse".
Está de por medio, sin lugar a dudas, la
efectividad de un derecho que, si bien, dada su naturaleza política, no ha sido
reconocido por la Constitución a favor de todas las personas sino únicamente a
los ciudadanos colombianos que no sean titulares de doble nacionalidad, tiene,
respecto de ellos, el carácter de fundamental en cuanto únicamente la seguridad
de su ejercicio concreto permite hacer realidad el principio de la
participación, que se constituye en uno de los esenciales dentro de la
filosofía política que inspira nuestra Carta, lo cual encuentra sustento no
solo en la misma preceptiva constitucional, en su Preámbulo y en sus artículos
1, 2, 3, 40, 41, 103 a 112, entre otros, sino en el texto de la papeleta por
medio de la cual el pueblo colombiano votó abrumadoramente el 27 de mayo de
1990 por la convocatoria de una Asamblea Constituyente, cuyo único propósito
expreso consistió en "fortalecer la democracia participativa".
No puede ser ajeno a la garantía
constitucional de los derechos esenciales del hombre el ejercicio cierto de los
que se enmarcan dentro del ámbito de la participación política, ya que éstos
también son inherentes a la naturaleza humana, la cual exige, como algo
derivado de su racionalidad, la opción de tomar parte en el manejo de los
asuntos públicos. Ello, desde luego, sobre la base de que exista con el Estado
el vínculo de la nacionalidad y de que se cumplan los requerimientos
constitucionales y legales para su ejercicio.
Desde la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamada en 1789 por la Asamblea
Nacional Francesa, se plasmó, como derecho del ciudadano, el de ser admitido a
todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades y sin
otro criterio de distinción que el derivado de sus virtudes y de sus talentos2,
principio ratificado por el artículo 23 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) cuando declaró en 1969 que
todo ciudadano debe gozar del derecho y la oportunidad de "tener acceso,
en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país"3.
El mismo principio había quedado plasmado
en el artículo 21 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que
proclamó la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948 y en el 25 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos adoptado por la Asamblea
General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 1966, que entró en
vigencia el 23 de marzo de 19764.
Tanto la Convención Americana sobre
Derechos Humanos como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos fueron
aprobados por el Congreso de Colombia mediante la ley 74 de 1968.
El derecho específico al ejercicio de
cargos y funciones públicas merece protección, a la luz de la Constitución
Colombiana, no únicamente por lo que significa en sí mismo sino por lo que
representa, al tenor del artículo 40, como medio encaminado a lograr la
efectividad de otro derecho -genérico- cual es el de participar en la
conformación, ejercicio y control del poder político, a objeto de realizar la
vigencia material de la democracia participativa.
Si ello es así, tal protección puede ser
reclamada, en casos concretos, mediante el uso del mecanismo de la acción de
tutela, concebida precisamente como medio idóneo para asegurar que los derechos
trascienden del plano de la ilusión al de la realidad.
Ahora bien, para que el derecho enunciado
pueda ejercerse de manera efectiva es indispensable, ante todo, que concurran
dos elementos exigidos por la misma Carta: la elección o nombramiento, acto
condición que implica designación que el Estado hace, por conducto del
funcionario o corporación competente, en cabeza de una persona para que ejerza
las funciones, deberes y responsabilidades que el ordenamiento jurídico ha
previsto respecto de un determinado cargo, y la posesión, es decir, el hecho en
cuya virtud la persona asume, en efecto, esas funciones, deberes y
responsabilidades, bajo promesa solemne de desempeñarlos con arreglo a la
Constitución y la ley5.
Mientras la persona no se ha posesionado,
le está vedada cualquier actuación en desarrollo de las atribuciones y
actividades que corresponden al cargo, de tal modo que, pese a su designación,
carece del carácter de servidor público. Es la posesión, en tal sentido, un
requisito sine qua non para iniciar el desempeño de la función pública, pues,
según el artículo 122 de la Carta Política, "ningún servidor público
entrará a ejercer su cargo sin prestar juramento de cumplir y defender la
Constitución y desempeñar los deberes que le incumben".
Si la participación en la función pública
es, como lo hemos visto, un derecho cuyo ejercicio está pendiente de la
posesión, negarla a un ciudadano ya nombrado o elegido -a no ser que falte
alguno de los requisitos legales- implica la violación del derecho en cuanto
imposibilita su ejercicio.
En este orden de ideas y teniendo en cuenta
que, como ya lo dijo la Corte Constitucional en sentencia del 3 de abril de 1992,
la Constitución Política instauró un nuevo periodo para los contralores
departamentales el cual se quiso hacer equivalente al de los gobernadores tanto
en su duración como en su iniciación, la Asamblea Departamental estaba en el
deber de elegir nuevo Contralor para que principiara a desempeñar su cargo en
forma simultánea con el Gobernador y, si en realidad así lo hizo en esta
ocasión, radicó en cabeza de la elegida, señora MOTTA DE MANRIQUE, el derecho
fundamental protegido por el artículo 40, numeral 7, de la Constitución,
generándose así dos deberes correlativos: el del Gobernador del Departamento,
consistente en dar posesión a la elegida, si cumplía los requisitos legales,
según competencia definida por el artículo 248 del Decreto 1222 de 1986, y el de
la propia señora MOTTA DE MANRIQUE, en el sentido de tomar esa posesión, por
expreso mandato del artículo 122 de la Carta, para entrar a desempeñar sus
funciones.
Es claro que la validez de la elección
deberá ser resuelta en su oportunidad procesal por el Tribunal Administrativo
ante el cual ha sido demandada. Mientras ese pronunciamiento judicial se
produce, dicha elección está cobijada por la presunción de legalidad de los
actos administrativos, aunque se observa que la aplicación de éstos depende de su
conformidad con la Constitución Política, la cual prevalece sobre ellos. De tal
manera que dicha presunción tiene validez en la medida en que el acto
administrativo de que se trata no contraríe "prima facie" los
preceptos constitucionales (art. 4o. Const. Pol.).
Según lo que a primera vista resulta del
expediente, el Gobernador desconoció dicho principio, ya que supeditó la
posesión de la Contralora al pronunciamiento del Tribunal Administrativo,
conducta de la cual se ha desprendido la nugatoriedad del derecho de la señora
MOTTA DE MANRIQUE.
Pero, además, ya la situación de la actora
venía siendo afectada en cuanto al verdadero ejercicio de su derecho, por un
factor que para esta Corte no pasa desapercibido: según obra en el expediente,
mediante carta del 5 de diciembre de 1991, la Secretaría General de la Asamblea
del Huila le comunicó su elección como Contralora General del Departamento para
el periodo 1992 a 1994, advirtiéndole que "su posesión e iniciación será
la fecha que determina la ley reglamentaria"(Sic).
La Corte Constitucional no entrará a
resolver dentro del presente proceso en torno a la validez de ese acto, lo
cual, según lo dicho, compete a la jurisdicción Contencioso Administrativa,
pero sí debe ocuparse en determinar, para los efectos de la acción de tutela
cuya revisión se tramita, cuál era el sustento constitucional y la
aplicabilidad del expresado condicionamiento.
Al efectuar este análisis, encuentra la
Corte que ya la Constitución había señalado con exactitud la fecha de iniciación
de los periodos para los nuevos contralores departamentales, como se deduce de
lo dispuesto en sus artículos 272, inciso 4o., 303 y 16 Transitorio, y que, por
ende, las normas enunciadas no precisaban de un desarrollo legal que repitiera
tal fecha, pues aceptar semejante requerimiento, llevaría a la conclusión
absurda de que ningún precepto constitucional rige por sí mismo sino que
necesita de la ley para que principie su observancia.
Al respecto, debe distinguirse entre
aquellas disposiciones constitucionales que en su mismo texto o por sus propias
características exigen que el legislador precise elementos imprescindibles para
su aplicación y las que, por el contrario, son de inmediata ejecución, dado su
contenido completo, claro e inequívoco, tal como sucede con las normas en
referencia. En este último supuesto no hace falta una definición legislativa;
ella sobraría si repitiera lo ordenado por la Constitución y sería
inconstitucional si lo modificara.
En lo que toca en los enunciados preceptos
de la Carta se tiene:
El artículo 272; inciso 4o., iguala los
periodos de gobernadores y contralores departamentales; el 303 señala que la
duración de tales periodos es de tres años; el 16 Transitorio -aplicable
directamente a los gobernadores, pero extensivo a los contralores habida cuenta
de la equiparación que fue ampliamente analizada por esta Corte en reciente
fallo6-, determinó la fecha del 2 de enero de
1992 como aquella en la cual habrían de tomar posesión. A ello nada tenía que
añadir la ley.
Lo dicho es suficiente para llegar a la
conclusión ineluctable de que el supuesto del cual partían tanto la Asamblea
como el Gobernador del Huila, esto es, la necesidad de una norma legal que
fijase fecha de posesión para los contralores departamentales, carecía de
fundamento constitucional y, en consecuencia, era improcedente tanto
condicionar la posesión como negarla. De lo cual, a su vez, se desprende que
resultaba viable la petición de la señora MOTTA DE MANRIQUE.
Por otra parte, la posesión de la
accionante no admitía condicionamiento de ninguna clase, por parte de autoridad
alguna distinta de la judicial competente para resolver sobre las impugnaciones
contra la elección, si se atiende a los perentorios mandatos de los artículos
4o. y 85 de la Carta Política. El uno declara con imperatividad manifiesta que
la Constitución es norma de normas y que, por tanto, en todo caso de
incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, "se
aplicarán las disposiciones constitucionales"; el otro incluye el
artículo 40, que a su vez consagra el derecho del que aquí se trata, entre los
de aplicación inmediata, con lo cual queda definitivamente desvirtuada
toda tesis que pretenda excusar su desconocimiento en la falta de disposición
legal o de otra naturaleza.
Por si fuera poco lo anterior, en la
materia específica que se estudia (la procedibilidad de la tutela), ha
expresado de manera categórica el artículo 41 del Decreto 2591 de 1991:
"No se podrá alegar la falta de desarrollo legal de un derecho fundamental
civil o político para impedir su tutela".
b. Inexistencia de otros medios de
defensa judicial
Queda claramente definido que, en el caso
sub examine, se ha hecho imposible, por las razones expuestas, que la señora
LUZ MARINA MOTTA DE MANRIQUE ejerza realmente el derecho fundamental consagrado
en el artículo 40, numeral 7, de la Constitución Política. Cabe ahora
preguntarse si la accionante disponía de otros medios de defensa judicial a los
que hubiera podido recurrir, en vez de la tutela, para lograr la seguridad de
su derecho.
A este respecto debe expresar la Corte,
como criterio indispensable para el análisis, que únicamente son aceptables
como medio de defensa judicial, para los fines de excluír la acción de tutela,
aquellos que resulten aptos para hacer efectivo el derecho, es decir, que no
tienen tal carácter los mecanismos que carezcan de conducencia y eficacia
jurídica para la real garantía del derecho conculcado.
Con arreglo a lo anterior, es suficiente
analizar las eventuales vías judiciales de las que hubiera podido valerse la
peticionaria en el asunto que nos ocupa:
- La acción de nulidad, consagrada en el
artículo 84 del Código Contencioso Administrativo, subrogado por el 14 del
Decreto 2304 de 1989, no era vía judicial aplicable, por cuanto, aunque se
aceptase que hubiera podido ser demandado con base en ella el condicionamiento
contenido en el acto de elección (lo cual a esta Corte parece improcedente por
tratarse de un acto primordialmente electoral), nada habría conseguido la
demandante en relación con el ejercicio cierto de su derecho a ejercer el
cargo, ya que aún declarada la nulidad, ella no comportaba, por la misma naturaleza
de esta acción, la efectiva posesión de la elegida, que es de lo que se trata.
Tampoco era útil al genuino ejercicio del
quehacer público para el cual había sido escogida la peticionaria, intentar la
acción de nulidad contra el acto administrativo en que consistía la carta
suscrita por el Gobernador y a ella dirigida, mediante la cual supeditaba la
posesión a lo que dispusiera la jurisdicción Contencioso Administrativa en
punto a la validez de la elección, porque, como puede verse, ese camino no conducía
sino a un "círculo vicioso" en el que quedaba en manos del
Contencioso resolver si era adecuado que el Gobernador se remitiera al mismo
Contencioso para los efectos de la posesión.
Entiende la Corte que uno de los principios
básicos de la Constitución de 1991, plasmado de manera perentoria en su
artículo 228, es el de la prevalencia del derecho sustancial en las actuaciones
de la administración de justicia. De admitir como vía alternativa a la acción
de tutela -cuyo objeto último, en armonía con uno de los fines esenciales del
Estado (art. 2o. Const. Pol.), es el de garantizar la efectividad de los
principios y derechos constitucionales- un mecanismo que significara
"girar en redondo", sin que se llegara a una definición oportuna de
la materia cuestionada, se estaría quebrantando de manera flagrante el
imperativo constitucional.
- Tampoco era pertinente la acción de
nulidad y restablecimiento del derecho prevista en el artículo 85 del citado Código,
subrogado por el 15 del Decreto 2304 de 1989, toda vez que la actora no
pretendía que se la restableciera en el ejercicio del cargo sino que se le
diera acceso al mismo en virtud de la posesión.
- En cuanto a la acción de reparación
directa, que contempla el artículo 86 del Código Contencioso Administrativo,
subrogado por el 16 del Decreto 2304 de 1989, su objeto radica en la reparación
del daño ya causado, mas no en la efectividad del derecho a cuya garantía
aspira la ciudadana MOTTA DE MANRIQUE.
En suma, no hay en la legislación vigente
mecanismo alguno cuyo uso conduzca de modo cierto y pertinente, no ya a la
definición judicial sobre validez de la elección y ni siquiera a la posesión
formal del empleo, sino a lo específicamente reclamado por la actora en el caso
sub judice, que no es nada diferente al ejercicio material de las atribuciones,
funciones, deberes y responsabilidades del cargo, con todas sus consecuencias
jurídicas y prácticas.
Estima la Corte que es indispensable
resaltar la diferencia últimamente enunciada, por cuanto el objeto de la acción
de tutela consiste precisamente en eso, es decir, en otorgar a quien la
ejercita un mecanismo idóneo e inmediato para alcanzar la efectividad
de su derecho; en consecuencia, para el caso en estudio, si se hubiese tratado
solamente de resolver sobre si fueron atendidos los requerimientos formales y
de fondo exigidos para la elección o en relación con otros aspectos de la
validez de ella, los contradictores de la actora contaban, en efecto, con las ya
mencionadas vías judiciales ante la jurisdicción Contencioso Administrativa, de
las cuales hicieron uso; y si se hubiese buscado tan solo la posesión formal,
sobraba la tutela, ya que la peticionaria se posesionó, como obra en el
expediente, ante dos testigos, pero con ello no logró, en efecto, ejercer el
cargo pues, de hecho, el condicionamiento contenido en el acto administrativo a
que se ha hecho referencia, unido a la negativa del Gobernador a posesionarla,
crearon un obstáculo insalvable para su eficaz acceso al ejercicio de las
funciones propias del Contralor Departamental.
Considera esta Corporación que, cuando el
inciso 3o. del artículo 86 de la Carta Política se refiere a que "el
afectado no disponga de otro medio de defensa judicial ..." como presupuesto
indispensable para entablar la acción de tutela, debe entenderse que ese medio
tiene que ser suficiente para que a través de él se restablezca el derecho
fundamental violado o se proteja de su amenaza, es decir, tiene que existir una
relación directa entre el medio de defensa judicial y la efectividad del
derecho. Dicho de otra manera, el medio debe ser idóneo para lograr el cometido
concreto, cierto, real, a que aspira la Constitución cuando consagra ese
derecho. De no ser así, mal puede hablarse de medio de defensa y, en
consecuencia, aún lográndose por otras vías judiciales efectos de carácter
puramente formal, sin concreción objetiva, cabe la acción de tutela para
alcanzar que el derecho deje de ser simplemente una utopía.
- De allí que tampoco resultara conducente
al fin perseguido por la accionante la vía contemplada por el artículo 249 del
Decreto 1222 de 1986 ya que, fuera de no existir su supuesto básico (la disputa
entre dos contralores por la designación para un mismo periodo), porque la
Carta Política puso término al periodo de los contralores que venían ejerciendo
(arts. 272, inciso 4o., 303 y 16 Transitorio de la Constitución), la definición
judicial allí prevista no recae sobre la certidumbre que en este caso perseguía
la actora sino sobre si la elección cumplió o no con las formalidades
prescritas en la ley.
- No podría plantearse que fuese viable
para alcanzar el fin propuesto el uso de la acción establecida en el artículo
87 de la Constitución Nacional, por cuanto este precepto consagra la
posibilidad de otra hipótesis jurídica que es distinta a la defensa y
protección de la eficacia de un derecho constitucional fundamental.
No juzga la Corte que se haga necesario
examinar si el posible perjuicio sufrido por la demandante era o no
irremediable, ya que, según las voces del artículo 86 de la Constitución, ese
análisis se hace menester únicamente cuando existen vías alternativas de
defensa judicial, lo que no acontece en el presente caso.
El fallo judicial que se revisa, por medio
del cual se declaró improcedente la acción de tutela, parte del supuesto
equivocado de que la peticionaria contaba con otros medios de defensa judicial,
ya que el juez le otorga carácter de tal a la comparecencia de aquella a los
procesos en curso ante la Jurisdicción Contencioso Administrativa.
No lo cree así la Corte, en primer lugar
porque el objeto de dichos procesos no es el de la posesión que a la
peticionaria se ha negado, sino el de la legalidad del acto electoral, y en
segundo lugar por cuanto no puede llamarse medio de defensa judicial, en los
términos del artículo 86 de la Constitución, a la posibilidad de comparecer,
como parte demandada o en calidad de tercero, dentro de un proceso cuyas
resultas, como en el presente caso, en nada garantizaráin -aún si fuesen
favorables a quien solicita tutela- el propósito inmediato de ésta, el cual
reside en evitar que el derecho sea ficticio.
La participación de la peticionaria en los
aludidos procesos es en verdad un medio de defensa pero, claro está, circunscrito
a la materia que en esos procesos es debatida, la cual definitivamente no
coincide con el objeto, varias veces mencionado, que es propio de la acción de
tutela.
A lo cual debe agregarse que, en
obedecimiento al claro mandato contenido en el artículo 6o. del Decreto 2591 de
1991, el juez estaba obligado a apreciar "en concreto, en cuanto a su
eficacia", la posible existencia de otros medios de defensa, "atendiendo
a las circunstancias en que se encuentra el solicitante" (subraya la
Corte).
Estamos, pues, frente a un caso típico de
aquellos que el constituyente de manera abstracta pretendió regular, toda vez
que las circunstancias fácticas analizadas encajan perfectamente dentro de los
caracteres esenciales de la tutela, que ya han sido objeto de pronunciamiento
de esta Corte, vale decir, la subsidiariedad y la inmediatez, la
primera por cuanto no existe mecanismo alternativo para la defensa del derecho
y la segunda porque la resolución pronta de la acción de tutela resulta
indispensable para que no siga transcurriendo el periodo sin una certidumbre de
la peticionaria sobre el ejercicio que dentro de él le corresponde mientras su
elección goce de la presunción general de validez.
Así las cosas, considera esta Corporación
que es necesario tutelar el derecho fundamental que, bien por la Asamblea
Departamental, ya por el Gobernador del Departamento, se ha desconocido de
hecho a la señora LUZ MARINA MOTTA DE MANRIQUE y que, en consecuencia, debe ser
posesionada en el cargo para el cual se la eligió.
Habrá de revocarse, entonces, consideración
hecha de los motivos aludidos, la sentencia judicial en cuya virtud se le
denegó la tutela.
Debe advertir la Corte que la presente
providencia, por las razones que anteceden, tiene como únicos efectos los que
contemplan los artículos 86 de la Constitución Política y 36 del Decreto 2591
de 1991, sin que pueda entenderse que represente resolución judicial favorable
a la validez del acto administrativo de la Asamblea del Huila por medio del cual
fue elegida la peticionaria, puesto que, según queda consignado, ello pertenece
a la órbita de competencia de la jurisdicción Contencioso Administrativa.
IV. DECISION
Con fundamento en las razones expuestas, la
Corte Constitucional de la República de Colombia, en Sala de Revisión, en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.- REVOCAR la sentencia proferida por el juez Cuarto
Penal Municipal de Neiva (Huila) al resolver sobre la acción de tutela
instaurada por LUZ MARINA MOTTA DE MANRIQUE contra el Gobernador del mismo
Departamento.
SEGUNDO.- Líbrense las comunicaciones previstas en el artículo
36 del Decreto 2591 de 1991 para los fines allí contemplados, en el sentido de
que se ordene al Gobernador del Huila la posesión de LUZ MARINA MOTTA DE
MANRIQUE como Contralor Departamental durante el periodo 1992-1994, para el
cual fue elegida.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional, y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Presidente de la Sala-
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
-Magistrado-
FABIO MORON DIAZ
-Magistrado-
1 Corte Constitucional. Sala de Revisión No. 3. Sentencia de abril
3 de 1992. Ponente: Magistrado José Gregorio Hernández Galindo.
2 Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, 1789,
artículo 6o.
3 Convención Americana sobre Derechos Humanos. "Pacto de San
José de Costa Rica". San José. 22 de noviembre de 1969
4 Declaración Universal de los Derechos Humanos, diciembre 10 de
1948. Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Resolución 2200 de
16 de diciembre de 1966. Asamblea General de las Naciones Unidas.
5 Consejo de Estado. Sala Plena de lo Contencioso Administrativo.
Sentencia de agosto 12 de 1977, Consejero Ponente: Doctor Humberto Mora Osejo.
6 Corte Constitucional. Sala de Revisión No. 3. Sentencia citada. |
23 | T-006-92
Sentencia No
Sentencia No. T-006/92
ACCION DE TUTELA CONTRA SENTENCIAS
Excluir la acción de tutela respecto de
sentencias de una de las Salas de la Corte Suprema de Justicia significa que,
en este campo de la actuación pública, de tan estrecha relación con la
protección de los derechos fundamentales, no existe ningún medio de control de
su comportamiento constitucional.
La tesis de la Corte Suprema de Justicia,
según la cual ciertos actos jurisdiccionales escapan al control de
constitucionalidad pese a ser violatorios del sistema constitucional de
derechos, garantías y deberes, no se compadece con la idea de estado social de derecho.
La sentencia que se produzca con violación
o desconocimiento de los derechos fundamentales, tanto de orden sustantivo como
procesal, por no incorporar el mínimo de justicia material exigido por el
ordenamiento constitucional, no puede pretender hacer tránsito a cosa juzgada.
Sólo la cosa juzgada que incorpore por lo menos ese mínimo de justicia puede
aspirar a conservar su carácter.
CONSTITUCION POLITICA/PRINCIPIOS
FUNDAMENTALES
Las normas de la Constitución son
fundamentales en cuanto ellas expresan un mínimo de principios incuestionables
e incontrovertibles que por su estabilidad y permanencia sirven de sustento a
la comunidad. Esos principios son unos de naturaleza orgánica y procedimental y
otros de contenido material. Los primeros señalan las tareas que el Estado debe
cumplir, configuran las competencias e instituyen los órganos que las realiza;
gracias a ellos se regulan los procesos de creación y aplicación de normas y
solución de conflictos, estableciendo entre los órganos, mecanismos de coordinación
y control a los abusos del poder. Los segundos consagran las metas del Estado,
los principios y valores máximos de la sociedad y los ámbitos de libertad y
derechos de los individuos y grupos.
SOBERANIA DEL
PUEBLO-Autodeterminación
El principio de autodeterminación del
pueblo refiere a éste el origen del poder público y de las principales
decisiones políticas que configuran y unifican la comunidad. La tesis de la
inimpugnabilidad judicial de las sentencias contrarias a los derechos fundamentales
representa el más sutil traslado de la soberanía del pueblo a los jueces por
ella instituidos, que así quedan libres de toda atadura constitucional para
coartar la democracia y los procesos sociales a través de los cuales germina y
se expresa la voluntad popular. No hay democracia sin autodeterminación del
pueblo; ni autodeterminación del pueblo sin respeto hacia el ejercicio efectivo
de los derechos fundamentales; ni respecto a los derechos fundamentales si su
violación no puede controlarse, verificarse y sancionarse.
JURISDICCION
CONSTITUCIONAL/COMPETENCIA ESPECIAL
La jurisdicción constitucional se ha
establecido por la Constitución como función pública asignada a ciertos
órganos dotados de competencias judiciales especiales cuyo cometido consiste en
asegurar la integridad y primacía de la Carta. Es la garantía básica del Estado
constitucional de derecho. Asegura que efectivamente todos los poderes
públicos sujeten sus actos (aquí quedan comprendidos entre otros las leyes, las
sentencias y los actos administrativos) a las normas, valores y principios
constitucionales, de modo que cada una de las funciones estatales sea el
correcto y legítimo ejercicio de una función constitucional. Esta jurisdicción
asume como competencia especialísima la guarda de los derechos fundamentales
buscando, conforme a la expresa y reiterada intención de todos los
constituyentes, la efectividad de los mismos y su oponibilidad frente a todos
los órganos del poder público.
ACCION DE TUTELA CONTRA
SENTENCIAS/FALLO DE TUTELA-Alcance
La acción de tutela puede recaer sobre
sentencias y demás providencias que pongan término a un proceso, proferidas por
los Jueces, Tribunales, Corte Suprema de Justicia y Consejo de Estado, cuando
éstos a través de las mismas vulneren o amenacen por acción u omisión cualquier
derecho constitucional fundamental. En este evento, la actuación del juez de
conocimiento se circunscribe al examen y decisión de la materia constitucional
con prescindencia de todo aquello que no tenga que ver con la vulneración o
amenaza de vulneración del derecho constitucional fundamental. La acción de
tutela no representa frente a los respectivos procesos judiciales, instancia ni
recurso alguno.
COMPETENCIA DE TUTELA/CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA/PRINCIPIO DE ESPECIALIDAD DE SALAS
La asignación de competencias en materia de
tutela a las Salas de la Corte Suprema de Justicia y a la Corte en pleno, la
erige a ella y a sus Salas en órganos a través de los cuales se ejerce en
Colombia la Jurisdicción Constitucional.
La tesis de la diversidad y especialización
de las Salas, que se esgrime contra la posibilidad de que una de ellas conozca
en sede de tutela la sentencia proferida por otra, desconoce que es la materia
constitucional exclusivamente la que suscita la acción de tutela y su
definición e impugnación. No se trata de entrar a conocer del proceso fallado
por otra Sala, sino que el Juez Constitucional examina la conformidad de la
sentencia con los derechos fundamentales consagrados en la Constitución.
ACCION DE TUTELA CONTRA
SENTENCIAS/PRINCIPIO DE
JERARQUIA/CONSTITUCION
POLITICA-Primacía
Si se admitiera que la acción de tutela
sobre sentencias de la Corte Suprema de Justicia, plantea un problema de
jerarquía, de todas maneras tal acción y eventual revocatoria de las sentencias
inconstitucionales serían procedentes. Las exigencias vinculadas a la primacía
de la Constitución se imponen sobre las derivadas de cualquier principio
jerárquico.
REVISION FALLO DE TUTELA-Objeto/ REVISION FALLO DE TUTELA-Efectos/JURISPRUDENCIA
CONSTITUCIONAL/CORTE CONSTITUCIONAL
La competencia de la Corte Constitucional
para revisar sentencias de tutela es una manifestación de su posición como
máximo Tribunal de la Jurisdicción Constitucional y obedece a la necesidad de
unificar la jurisprudencia nacional sobre derechos fundamentales. La actuación
de ésta permite darle cohesión e integrar en sentido sustancial la aplicación e
interpretación de la Constitución en las restantes jurisdicciones. La
jurisprudencia Constitucional de la Corte Constitucional aparte de los efectos
de cosa juzgada constitucional de sus sentencias, tendrá una influencia
irradiadora importante en los casos de aplicación preferente de la Constitución
frente a otras normas.
DERECHO DE ACCESO A LA
ADMINISTRACION DE JUSTICIA/DERECHO DE DEFENSA
El derecho fundamental de acceso efectivo a
la administración de justicia impone a los jueces el deber de actuar como
celosos guardianes de la igualdad sustancial de las partes vinculadas al
proceso. La notificación, presupuesto esencial para que una parte pueda
ejercitar su derecho de defensa, no puede ser reducido a mero requisito de
forma y sobre el juez recae la obligación de garantizar el derecho fundamental a
ser notificado de conformidad con la ley de manera efectiva y real.
ACCION DE TUTELA CONTRA
SENTENCIAS/COSA JUZGADA
La cosa juzgada, como límite de lo
inimpugnable e inmutable, puede ser objeto de mudanza por la ley al adicionar o
cercenar posibilidades de impugnación, en cuyo caso la cosa juzgada avanza o
retrocede pero no se elimina en cuanto que siempre habrá un límite y en
realidad lo que le importa a la sociedad es que los litigios y causas tengan un
fin y "se pronuncie la última palabra".
Si la ley puede producir el anotado
desplazamiento de la cosa juzgada, lo que no equivale a su eliminación, con
mayor razón lo puede hacer el constituyente al incluír una acción -en este caso
la acción de tutela como mecanismo idóneo- contra las sentencias que violen los
derechos fundamentales. En este caso el límite de la cosa juzgada se desplaza
hacia adelante y sólo luego de la decisión que desate el procedimiento que se
instaura con ocasión de la acción de tutela se puede hablar en estricto rigor
de cosa juzgada.
SENTENCIA DE MAYO 12 DE 1992
REF.: Expediente
T-221
Actores: JULIAN
PELAEZ CANO y
LUIS
ARIAS CASTAÑO
Magistrado
Ponente:
Dr. EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Segunda de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los doctores Eduardo
Cifuentes Muñoz, José Gregorio Hernández Galindo y Alejandro Martínez Caballero
ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de
acción de tutela promovido por los señores JULIAN PELAEZ CANO y LUIS FELIPE
ARIAS CASTAÑO contra las sentencias condenatorias proferidas en su contra por
el Juez Trece (13) Superior de Medellín en primera instancia, por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de la misma ciudad en segunda instancia y por la
Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia en casación.
A N T E C E D E N T E S
1. El día 13 de
noviembre de 1991, los señores JULIAN PELAEZ CANO y LUIS FELIPE ARIAS CASTAÑO
interpusieron acción de tutela contra la sentencia del TRIBUNAL SUPERIOR DE
MEDELLIN de agosto de 1991 que, en lo fundamental, confirmó la sentencia
dictada por el Juez Trece (13) Superior de la misma ciudad, por la cual se los
condenó a penas principales de cuarenta y ocho (48) meses y diez (10) días y
sesenta (60) meses de prisión respectivamente, como responsables de los
delitos de ESTAFA AGRAVADA EN DOCUMENTO PUBLICO. La acción de tutela cobija igualmente
a la sentencia de casación de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia de
fecha septiembre 13 de 1991 que se abstuvo de CASAR la sentencia del Tribunal
Superior de Medellín.
2. Los accionantes
aducen el desconocimiento de "los derechos fundamentales consagrados en la
Carta en sus artículos 14, 21, 28 inciso 2 y 29, durante la tramitación del
proceso penal que conoció en primera instancia el señor Juez Trece (13)
Superior de Medellín, en segunda el Tribunal de ese Distrito y posteriormente esa
honorable Corporación (Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia)
en recurso de casación rechazado sin fundamentación de mérito alguno".
3. Como fundamento
de la petición de no dar cumplimiento al "fallo inconstitucional
contenido en la sentencia condenatoria", los petentes sostienen que
"tratándose de obligaciones civiles se ha procedido penalmente con
violación expresa de lo dispuesto en el artículo 28 inciso 2". Igualmente,
advierten que durante el trámite del proceso se les desconoció todo derecho a
pedir pruebas, revisar dictámenes periciales practicados secretamente,
provocar incidentes de cualquier naturaleza y conocer los autos del proceso
para determinar en que pruebas se fundamentaban las acusaciones. En fin,
aseveran que los memoriales de petición de pruebas eran resueltos por el juez
mediante autos de "cúmplase", luego de calificarlas como dilatorias
o improcedentes.
4. Según lo
expresado por el señor LUIS FELIPE ARIAS CASTAÑO se violó flagrantemente su
derecho a la honra, consagrado en el artículo 21 de la Constitución, por
desconocer que su padre legítimo era el señor LUIS FELIPE ARIAS CARVAJAL y no
LUIS FELIPE ARIAS GOMEZ, ignorándose así su filiación legítima y estado civil.
5. Finalmente, los
señores CANO y ARIAS atacan la sentencia de la Sala de Casación Penal de la
Corte Suprema de Justicia por haber fundado su decisión en un argumento
abiertamente inconstitucional como sería el siguiente: "las formas del
proceso de cuya plenitud trata el artículo 29 de la Constitución no son las
formalidades legales del procedimiento", con lo cual se estaría ignorando
el artículo mencionado.
6. La anterior
acción de tutela fue presentada ante la Sala Penal de la Honorable Corte
Suprema de Justicia la cual, en cumplimiento de lo dispuesto por el inciso 3o.
del artículo 40 del Decreto 2591 de 1991, dispuso su traslado al Presidente de
la Sala Civil de la misma Corporación.
7. La Corte Suprema
de Justicia, Sala de Casación Civil, en sentencia del 9 de Diciembre de 1991,
materia de revisión por esta Corte Constitucional, resolvió denegar las
solicitudes de tutela formuladas en relación con la sentencia de la Sala Penal
de la misma Corporación y el fallo de la Sala Penal del Tribunal Superior de
Medellín.
El primer argumento
que desarrolla la Corte Suprema de Justicia, Sala Civil, tiene por objeto
verificar su competencia para conocer de las acciones de tutela que se formulen
contra sentencias de otras Salas de la misma Corporación.
Parte la Sala de la
premisa de la división del poder público en ramas cuyos órganos tienen
funciones separadas y bien definidas sus atribuciones los servidores públicos
que las realizan (CP arts. 113 y 6). Esas mismas notas de separación y de
precisión propias de la estructura del Estado, se predican, a juicio de la
Sala, de la conformación y funcionamiento de la rama judicial.
Basta observar,
agrega, en lo que se refiere a la Corte Suprema de Justicia, máximo Tribunal
de la Jurisdicción ordinaria, que su actividad se desarrolla a través de salas
separadas - Sala Plena y salas especializadas - que conocen privativamente de
los asuntos que la Constitución y la ley les asignen (CP arts. 234 y 235).
Las salas de la
Corte Suprema de Justicia, se advierte, están sujetas al principio de la
"diversidad igualitaria". Cada sala es separada. Esto es,
independiente de las restantes. Los asuntos encomendados a cada una de las
salas son diferentes de los asignados a las demás y consultan su propia
especialidad. La calidad de máximo Tribunal de la Jurisdicción Ordinaria que
corresponde a la Corte Suprema de Justicia se comunica a cada una de sus salas,
pues es a través de ellas que se ejerce tal jurisdicción. Ninguna sala, ni
siquiera la Sala Plena, en consecuencia, detenta respecto de otra, jerarquía o
precedencia alguna, ni puede interferir en su autonomía.
El principio
mencionado de la "diversidad igualitaria" sería desatendido si,
afirma la sala, una de ellas pudiese conocer lo que precedentemente ha sido
conocido por otra y, peormente conculcado, caso de que revocase su decisión.
Una Sala especializada no puede por ello conocer de acciones de tutela contra
decisiones judiciales de otra de las salas. La Corte Suprema de Justicia sólo
como superior jerárquico de los Tribunales puede ser competente para conocer de
acciones de tutela. Internamente, en razón del principio de diversidad
igualitaria, ni siquiera en su Sala Plena, podría conocer de una acción de esta
naturaleza contra una sentencia de una de las salas especializadas.
De otro lado, la
Corte Suprema de Justicia como organismo autónomo y máximo en su jurisdicción,
carece de organismo externo superior, en el sentido orgánico y funcional
mencionado, sin perjuicio de las separadas y eventuales revisiones de la Corte
Constitucional que establezca la ley.
Con base en las
anteriores consideraciones, la Sala encuentra que las normas constitucionales
citadas que plasman el principio de "diversidad igualitaria" y
otorgan autonomía y superioridad a la Corte Suprema de Justicia, son
incompatibles con la disposición del artículo 40 del Decreto 2591 de 1990 que
concede competencia a la sala que le sigue en orden para conocer de la acción
de tutela contra sentencias de las otras salas o secciones de la Corte Suprema
de Justicia.
8. A continuación la
Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia se ocupa de la acción de tutela
interpuesta contra el fallo del Tribunal Superior. Su principal argumento para
denegar la solicitud se basa en la supuesta improcedencia de la acción de
tutela, dadas sus características, respecto de sentencias ejecutoriadas.
Sostiene la Sala de
Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia que la acción de tutela
estatuida en el artículo 86 de la Constitución se caracteriza por su naturaleza
judicial, su objeto protector inmediato o cautelar, su función policiva y su
carácter subsidiario y eventualmente accesorio.
En concepto de la
Sala Civil, el objeto de la acción de tutela es proteger de manera inmediata
los derechos fundamentales. De allí su característica cautelar y su función
puramente policiva, sin implicar juzgamiento del derecho en sí mismo
controvertido. Sólo de esta forma, se evitaría que la acción de tutela se
convirtiera en una tercera instancia o revisión adicional, quedando a salvo la
competencia de los jueces ordinarios para resolver sobre el derecho
controvertido.
El carácter de la
acción de tutela es, por tanto, subsidiario y sólo eventualmente accesorio.
Argumenta la Corte que al condicionar el inciso 3 del artículo 86 de la
Constitución, la procedencia de la acción de tutela a que "el afectado no
disponga de otro medio de defensa judicial", se otorga un carácter
supletorio y excepcional a dicha acción. De modo que únicamente cuando no
existan medios de defensa judicial ordinaria contra la acción u omisión de
cualquier autoridad pública habrá lugar a interponer este excepcional mecanismo
de protección constitucional. Según lo anterior, la acción de tutela tampoco
sería procedente cuando se hubiesen agotado los medios de defensa judicial
existentes o cuando habiéndose ejercido todavía se encuentren pendientes de
definición. En caso contrario, según la Sala Civil, perdería su carácter
subsidiario y residual para convertirse en un instrumento sustituto o adicional
de la jurisdicción ordinaria, con los graves efectos que ello traería para la
paz, la correcta administración de justicia, el sometimiento de los jueces
"sólo" al imperio de la ley, y el principio universal, no escrito, de
la cosa juzgada, respaldado en el artículo 94 de Constitución Nacional. De otra
parte, añade la Sala, las sentencias ejecutoriadas no pueden ser objeto de
acción de tutela y el Procurador debe velar por su cumplimiento. Para sustentar
su aserto, se cita el informe-ponencia presentado para primer debate por la
Comisión I a la Asamblea Nacional Constituyente que afirma: "con el
criterio de simplificar el artículo se suprimieron ciertos aspectos ...; tal es
el caso de la no procedencia de la acción frente a situaciones consumadas o
frente a las cuales se haya producido sentencia con fuerza de cosa juzgada".
La Corte Suprema de
Justicia reconoce el carácter eventualmente accesorio de la acción de tutela
en las circunstancias previstas por el inciso 3 del artículo 86 de la
Constitución, esto es, cuando a pesar de la existencia de otro medio de
defensa judicial dicha acción "se utilice como mecanismo transitorio para
evitar un perjuicio irremediable". En este único caso la acción de tutela
es adicional y concurrente, pero dado su carácter transitorio y cautelar,
solamente es posible ejercerla en forma accesoria al medio judicial ordinario o
extraordinario que se tenga y ante el mismo órgano con el fin de que éste
decida preventivamente sobre la tutela solicitada mientras se adopta la
decisión final sobre la defensa principal alegada. En consecuencia, tales
características impiden el ejercicio autónomo de la acción de tutela como lo
establece para la jurisdicción ordinaria el artículo 8 del Decreto 2591 de 1991
o la procedencia de la misma una vez termine el proceso con sentencia
definitiva.
Por último, a juicio
de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia, los artículos 11 y 40 del
Decreto 2591 de 1991 infringen el mandato constitucional de la no tutelabilidad
de las sentencias y demás providencias judiciales que pongan fin al proceso ya
ejecutoriadas, las cuales están excluidas en el artículo 86 de la C.N., por lo
que decide inaplicar los mencionados artículos.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. No puede
calificarse el acierto de una solución jurídica sin precisar el problema que
pretenda resolver. La Corte Suprema de Justicia, luego de un extenso
raciocinio, concluye que su Sala Civil no puede conocer de las acciones de
tutela interpuestas contra sentencias de su Sala Penal. La respuesta de la
Corte Suprema de Justicia es de índole procesal. A eso equivale declararse
incompetente en el caso examinado.
2. El primer
indicio, que puede deducirse a partir de la respuesta dada por la Corte Suprema
de Justicia, lleva a concluir que el problema enfrentado por ella era de
derecho sustantivo. El cuestionamiento procesal planteado - incompetencia- se
formula respecto de la acción a través de la cual se buscaba el reconocimiento
de pretensiones que los demandantes vinculan a derechos reconocidos por el
ordenamiento.
3. La Corte Suprema
de Justicia no desconoce que las acciones de tutela contra sentencias de los
jueces, incluidas las pronunciadas por otras salas de la misma Corporación,
siempre se originan en una pretendida o eventual violación de un derecho
fundamental. ¿La supuesta violación de un derecho constitucional fundamental
por una Sala de la Corte Suprema de Justicia con ocasión del ejercicio de la
función jurisdiccional, puede ser objeto de acción de tutela ante otra Sala de
la misma, según el procedimiento previsto en el artículo 40 del Decreto 2591 de
1990? A este y no a otro interrogante responde la Corte Suprema de Justicia.
Sin duda es a una
cuestión de fondo, de derecho sustancial -violación de un derecho
constitucional fundamental- a la que debe responder la solución dada por la
Corte Suprema de Justicia. Por ello, la justicia y consistencia de la solución,
deberá confrontarse vis a vis con el problema planteado para poder
apreciar su bondad o desacierto.
4. El examen de
cualquier acto jurisdiccional no debe ignorar que privilegiar el derecho
sustancial constituye el fin principal de la administración de justicia (art.
228 CN). La validez de una decisión judicial de carácter procesal debe
necesariamente juzgarse a partir del problema de fondo de derecho sustantivo a
cuya resolución ella se enderece. En el presente caso, la Corte Constitucional
determinará si la decisión de la Corte Suprema de Justicia de declararse
incompetente -acto jurisdiccional de carácter procesal- resolvía adecuadamente
el problema de fondo: la presunta violación de un derecho fundamental en que
pudo incurrir la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia al decidir el
recurso de casación interpuesto por los señores JULIAN PELAEZ CANO y LUIS ARIAS
CASTAÑO.
5. Si una sentencia
de la Corte Suprema de Justicia proferida por una de sus salas no puede ser
impugnada ante la sala siguiente ni ante la Sala Plena, ni ante un órgano
jurisdiccional externo a la Corte, en razón del principio de "diversidad
igualitaria" y "autonomía", ella carecerá por completo de
contención y devendrá inimpugnable. A lo sumo, con independencia de la
ejecutoria de la sentencia, cabría la posibilidad teórica que el debate sobre
la constitucionalidad de la actuación de la sala se ventilará en su interior y
por ella misma.
6. Sin embargo,
tratándose de acciones de tutela, la pretensión de defensa relativa al derecho
fundamental violado o amenazado debe plantearse ante una instancia distinta de
la presuntamente infractora y el fallo que se produzca podrá impugnarse ante el
juez competente. La Constitución edifica una múltiple garantía de protección
en favor de la víctima de la violación de un derecho fundamental: la acción
de tutela ante el juez competente, la impugnación del fallo de tutela y su
eventual revisión por la Corte Constitucional. Se consagra así, por voluntad
del propio constituyente, para las controversias sobre violación de derechos
fundamentales por autoridades públicas, el principio de la doble instancia
judicial, a lo cual, se agrega la eventual revisión del fallo de tutela por
parte de la Corte Constitucional. Este conjunto de garantías, que configuran un
verdadero derecho constitucional para reclamar de las autoridades una conducta
de obediencia estricta a los derechos fundamentales de los ciudadanos, sería
nugatorio si sólo pudiere ejecutarse ante las mismas autoridades públicas que
las vulneren.
7. La respuesta dada
por la Corte Suprema de Justicia al problema planteado de la violación de derechos
fundamentales por una de sus salas, conduce directamente a la inimpugnabilidad
de sus decisiones, pese a la eventual inconstitucionalidad del proceder de la
correspondiente sala. Esto quiere decir que la tesis de la incompetencia,
prohijada por la Corte Suprema de Justicia, es una solución procesal que de
ninguna manera satisface el problema de derecho sustancial y de carácter
constitucional sometido a su consideración.
8. La única
posibilidad de que la tesis de la Corte Suprema de Justicia pudiera todavía
tener sustento sería aceptar que las decisiones de una de sus salas, no
obstante su eventual inconstitucionalidad, no pueden, en verdad, ser
impugnadas. Pero, el artículo 86 de la Constitución Política no exceptúa a
ninguna autoridad pública, de la posibilidad de que en su contra se ejerza por
parte de un interesado una acción de tutela con el fin de proteger de manera
inmediata sus derechos fundamentales.
En el seno de la
Asamblea Nacional Constituyente fue negada reiteradamente la propuesta que
buscaba circunscribir la expresión "autoridades públicas", que
aparece en el texto del artículo 86 de la Constitución, de manera que sólo
cobijara a las "autoridades administrativas". En el proyecto de
articulado presentado por la Comisión I a la Plenaria no se acogió la
pretendida limitación del alcance del derecho de amparo o de la acción de
tutela a las autoridades administrativas (Proyecto No. 67, artículo 62 Misael
Pastrana Borrero, Augusto Ramírez Ocampo, Carlos Rodado Noriega, Hernando Yepes
Alzate y Mariano Ospina Hernández. Gaceta Constitucional No. 23) y, por el
contrario, adoptó la fórmula amplia de incluir como sujeto pasivo de dicha
acción a cualquier autoridad pública. Igualmente, en el curso del segundo
debate en Plenaria, se presentó una propuesta sustitutiva en el sentido de
restringir a las acciones u omisiones de las autoridades administrativas
la interposición de la acción de tutela cuando éstas vulneren o amenacen
vulnerar los derechos fundamentales, la cual fue nuevamente derrotada al
aprobarse definitivamente el actual artículo 86 de la Constitución Política.
(Propuesta sustitutiva presentada por los honorables constituyentes Hernando
Yepes Arcila, Rodrigo Llorente Martínez, Carlos Rodado Noriega, Mariano Ospina
Hernández y María Garcés Lloreda. Gaceta Constitucional No. 142 p.18).
9. La Corte Suprema
de Justicia y cada una de sus salas, constituyen autoridad pública para los
efectos del artículo 86 de la C.P., en cuanto ejercen jurisdicción y para el
efecto están investidas de poder público. Sus actuaciones como emanación del
poder público se imputan a una peculiar actuación del estado y están
revestidas de autoridad.
10. La
configuración de la acción de tutela contra acciones u omisiones de las
autoridades que violen o pongan en peligro derechos fundamentales de los
ciudadanos, indica que no existe en Colombia una presunción de derecho que
ampare la constitucionalidad de la actuación de los poderes públicos. Todas
las autoridades deben respetar en sus actuaciones las normas de la
Constitución y, en especial, las que consagran los derechos fundamentales de
las personas. La Constitución contempla sanciones y prevé acciones -la tutela
es una de ellas- para el caso de que las autoridades se aparten del cumplimiento
de sus obligaciones y deberes constitucionales. No cabe, pues, aceptar, que la
Corte Suprema de Justicia, en Sala Plena, o a través de una de sus salas
especializadas, no pueda en ningún caso violar con sus acciones u omisiones la
carta fundamental.
Si contra tales
acciones u omisiones violatorias de derechos fundamentales, imputables a la
Corte Suprema de Justicia o a una de sus salas, no existiera acción o recurso
alguno, ello sería la comprobación que aquéllas son entes supremos no
vinculados por la Constitución Política. La observancia de la Constitución
Política por la Corte sólo tendría una explicación moral y no sería la
consecuencia de un deber positivo impuesto a su cargo.
11. La tesis
sostenida por la Corte, que por fuerza de las cosas desemboca en la no
cuestionabilidad constitucional de la sentencia de la Sala Penal de la Corte
Suprema de Justicia, parte de la premisa equivocada de que cada compartimento
del poder público, quizá en razón de un entendimiento rígido del principio de
separación de poderes, tiene la competencia y el derecho para decidir por sí y
ante sí, de manera definitiva, el significado de la Constitución. El sistema
de control constitucional más difuso, no autorizaría un ejercicio tan laxo de
la jurisdicción. Menos todavía puede dicha tesis prosperar a la luz de las
garantías constitucionales que para la protección y aplicación de los
derechos fundamentales consagró el Constituyente y en cuya virtud la persona
que estime que un derecho fundamental ha sido vulnerado o puede resultar
lesionado por la acción u omisión de cualquier autoridad pública -
incluídas las judiciales - tiene acción judicial para reclamar la protección
debida que, en este caso, será necesariamente ante una autoridad judicial
diferente de la presunta causante de la infracción.
12. Si bien la Corte
Suprema de Justicia sustenta la tesis de la no cuestionabilidad constitucional
de la sentencia de la Sala Penal, en el sistema de división de poderes y
precisas limitaciones que para el ejercicio del poder público se contempla en
la Constitución Política, la consecuencia de su proveído no es otra que la de
otorgarle a la Sala Penal y consiguientemente a las restantes salas y a la
Corte en pleno, un poder impreciso e ilimitado que no se concilia con el
pregonado estado de derecho. Ese poder es el poder jurídico de violar en sus
sentencias la Constitución Política. Tanto vale que una de las salas de la
Corte Suprema de Justicia viole en sus sentencias la Constitución Política
como que la observe, de todas maneras, de acuerdo con la tesis sostenida,
éllas una vez pronunciadas no pueden ser cuestionadas judicialmente. No será
fácil convencer a las víctimas de un desafuero constitucional que sus derechos
fundamentales no han sido violados porque en el mundo jurídico el acto o la
omisión que pudo vulnerarlos goza de una presunción de constitucionalidad que
bajo ninguna circunstancia podrá ser atacada. No. La Constitución ha construído
un sistema absolutamente contrario al descrito. Un estado social de derecho,
democrático, cuya finalidad es asegurar la convivencia pacífica y la vigencia
de un orden justo, no tolera un poder público como el que podría tener acomodo
en la Corte Suprema de Justicia si sus sentencias estuvieran revestidas de
inmunidad constitucional. El artículo 86 no exonera de la acción de tutela a
los actos u omisiones de la Corte Suprema de Justicia. El precepto autoriza que
la acción se dirija "contra cualquier autoridad pública".
13. No es
indiferente para un estado de derecho que las autoridades públicas - incluidas
las judiciales - tengan poderes limitados o ilimitados. No existe estado de
derecho si las autoridades disponen de poderes ilimitados. Tampoco existe si
los límites impuestos a las autoridades carecen de virtualidad para acotar el
campo de su actuación válida. Ese límite es la Constitución. Allí donde una
autoridad pública pueda traspasar el límite fijado por la Constitución y sus
actos u omisiones sigan no obstante teniendo valor jurídico, no sirve tener
Constitución o ésta es apenas un pedazo de papel que dará a lo sumo ocasión
para el ejercicio de un fetichismo vacío.
Si en verdad la
Constitución se tiene como norma fundamental, sobre ella no pueden prevalecer
ninguno de los actos ni de las abstenciones de los órganos que integran las
ramas del poder público. Actos del Congreso o del ejecutivo que violen esa
norma superior están llamados a ser excluídos del ordenamiento jurídico
mediante las correspondientes acciones de inconstitucionalidad y nulidad. Lo contrario
equivaldría a permitir que mediante actos y medios ordinarios se alterara el
texto constitucional, convertido así en pieza secundaria, moldeable a voluntad
de los poderes constituídos y expuesto a ceder ante las vicisitudes de cada
momento histórico. En este estado de cosas, es indudable que se perdería el
sentido de una Constitución escrita y rígida como la nuestra y que los poderes
públicos, en lugar de tener atribuciones y cometidos limitados, se tornarían
en fuerzas incontrolables.
Lo dicho de la rama
legislativa y ejecutiva y de sus actos con mayor énfasis debe predicarse de
los órganos y autoridades públicas que, como la Corte Suprema de Justicia,
conforman la rama judicial. La vinculación de la Corte Suprema de Justicia a la
Constitución, como máximo tribunal de la jurisdicción ordinaria, sobra en todo
caso reiterarse. Ello es así y así debe ser. Esa, por lo demás, ha sido su
norma de conducta y gracias a ella el país ha contado, aún en momentos de
adversidad institucional, con un sólido baluarte de justicia y orden.
Los actos del juez -
y la Corte Suprema de Justicia lo es y en grado sumo - en la aplicación del
derecho al caso concreto no pueden desconocer los dictados de la Constitución,
norma superior del ordenamiento. Excluir la acción de tutela respecto de
sentencias de una de las salas de la Corte Suprema de Justicia significa que,
en este campo de la actuación pública, de tan estrecha relación con la
protección de los derechos fundamentales, no existe ningún medio de control de
su comportamiento constitucional.
La tesis de la no
cuestionabilidad constitucional de las sentencias de cualquiera de las salas
de la Corte Suprema de Justicia, permite que tales sentencias puedan convertirse
en vehículos de reforma material de la Constitución. Si una sentencia puede
violar los límites de la Constitución - el respeto a los derechos fundamentales
es uno de los más importantes límites que la carta impone a los poderes
públicos - sin perder ni arriesgar por ello su validez y eficacia, allí
tendremos un medio ordinario con capacidad para alterar el contenido y alcance
de la Constitución, en el momento más decisivo para ésta que es el de su
consagración en la vida real.
El control
constitucional de las leyes, actos administrativos y sentencias, persigue que
ninguna de las tres ramas del poder público, mediante actos ordinarios puedan
modificar la Constitución Política, marco básico de la convivencia pacífica y
límite infranqueable a la acción de las autoridades públicas instituídas para
llevar adelante los fines del estado.
Si la Constitución
hubiera confiado únicamente al celo de cada autoridad el mantenimiento y fiel
acatamiento de sus normas, lo que se da por descontado y corresponde no a una
actitud graciosa sino a su deber mínimo y primero, no se habría tomado la
molestia de instaurar un sistema integral de control de constitucionalidad,
general y específico, de los actos de los diferentes órganos que integran cada
una de las ramas del poder público. Igualmente, en esta hipótesis habría sido
tarea ociosa el establecimiento de un procedimiento especial para la reforma
de la Constitución.
No es ese el sistema
acogido en Colombia. Nuestra Constitución establece límites a las autoridades y
pretende que estos se cumplan y la reforma de su texto escrito se surte a
través de un procedimiento especial. La consagración de deberes a cargo de las
autoridades reposa en la confianza de que éstas, conscientes de su misión,
devotamente los cumplirán. Si no lo hacen, los ciudadanos y las víctimas de sus
actuaciones u omisiones no pueden quedar inermes, pues la concesión de
autoridad a los servidores del Estado no supone que se abjure de su control. A
través de las acciones contempladas en la Constitución puede determinarse el
grado de cumplimiento que las autoridades han dado a su deber de sujetar su
conducta a la norma fundamental. Si no se abre la posibilidad de control, no es
posible determinar si la autoridad ha cumplido o no con este sagrado deber y,
si ello es así, esa autoridad carece de límites constitucionales, la
Constitución pierde todo su sentido y debe abdicar de su función como
ordenadora suprema de la sociedad.
No puede dársele a
la traición del deber de obedecer la Constitución más fuerza que a ésta, lo
cual se logra si se arrebata a la sociedad que ha depositado su confianza en
las autoridades públicas la garantía inteligente de que mediante las acciones
correspondientes - la acción de tutela es una de ellas - pueda controlar la fidelidad
con que aquéllas han cumplido el juramento empeñado de sujetarse a la
Constitución.
De la misma manera
como una ley del Congreso puede, en la realidad, violar la Constitución, por
ser incompatible con una disposición de ésta última, de idéntica manera, una
sentencia de una de las salas de la Corte Suprema de Justicia, puede, en la
realidad, violar un derecho fundamental consagrado en una disposición de la
carta. En el primer caso, la existencia de la acción de inconstitucionalidad en
caso de que se acredite la violación debería conducir a la exclusión de la ley
acusada del ordenamiento. De no haberse consagrado la acción pública o de
impedirse su ejercicio, la ley en la práctica, pese a violar la Constitución,
se impondría sobre ésta. Ello no ocurre y, por eso, la Constitución frente a la
ley mantiene su prevalencia y es norma de normas. En el segundo caso, de
negarse la acción de tutela, el comportamiento inconstitucional, no obstante
que pudiere existir y comprobarse, no podría ser objeto de acción judicial
alguna y, en la realidad, la sentencia prevalecería sobre la Constitución no
obstante su incompatibilidad. En este evento, la Constitución no sería, como lo
señala el artículo 4o. de la carta, norma de normas. A esta consecuencia
conduce la tesis de la Corte Suprema de Justicia de la no cuestionabilidad
constitucional de las sentencias de la Sala Penal, y de nada vale que se
invoque expresamente como título de inspiración el principio constitucional de
la separación y límites de los poderes públicos. La Constitución, límite
supremo, frente a las sentencias, dejaría de ser norma de normas. Las
sentencias y sus autores, los jueces, no tendrían límites.
14. La tesis de la
no cuestionabilidad constitucional de las sentencias de las salas de la Corte
Suprema de Justicia, aparte de transformar a la Corte de órgano con
"poderes limitados" en órgano con "poderes ilimitados",
desconoce la estricta sujeción que ella debe a la Constitución como norma de
normas.
La inmunidad
judicial que la aplicación práctica de esta tesis otorga a eventuales
violaciones de preceptos constitucionales por parte de las sentencias de la
Corte Suprema de Justicia, como se examinó en el punto anterior, coloca a las
sentencias en un plano superior respecto de las normas constitucionales
vulneradas.
La tesis analizada,
por entrañar semejante secuela práctica, desconoce el valor normativo de la
Constitución expresado en su artículo 4o. con las palabras siguientes: "La
Constitución es norma de normas". Conviene, pues, precisar, para los
presentes efectos, el alcance de este principio.
La posición de
supremacía de la Constitución sobre las restantes normas que integran el
orden jurídico, estriba en que aquélla determina la estructura básica del
estado, instituye los órganos a través de los cuales se ejerce la autoridad
pública, atribuye competencias para dictar normas, ejecutarlas y decidir
conforme a ellas las controversias y litigios que se susciten en la sociedad,
y al efectuar todo esto funda el orden jurídico mismo del estado. La
Constitución se erige en el marco supremo y último para determinar tanto la
pertenencia al orden jurídico como la validez de cualquier norma, regla o
decisión que formulen o profieran los órganos por ella instaurados. El
conjunto de los actos de los órganos constituidos - Congreso, ejecutivo y
jueces - se identifica con referencia a la Constitución y no se reconoce como
derecho si desconoce sus criterios de validez. La Constitución como lex
superior precisa y regula las formas y métodos de producción de las normas
que integran el ordenamiento y es por ello "fuente de fuentes", norma
normarum. Estas características de supremacía y de máxima regla
de reconocimiento del orden jurídico propias de la Constitución, se
expresan inequívocamente en el texto del artículo 4o. citado: "En todo
caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica,
se aplicarán las disposiciones constitucionales".
15. El valor
normativo de la Constitución no se limita a que el Congreso, el ejecutivo
y los jueces al ejercer sus funciones y expedir leyes y decretos y proferir
sentencias, observen la Constitución. El valor normativo de la
Constitución explica que a ella igualmente queden sometidos los nacionales y
extranjeros y que sea un deber y una obligación suyas acatar la
Constitución (CP arts. 4o. y 95) so pena de responder por su infracción
(CP art 6).
A diferencia de
antiguas constituciones o cartas, la Colombiana no consagra privilegios y su
papel plenamente normativo se ratifica en el hecho de que vincula por igual a
los ciudadanos y a las autoridades. En los dos casos, el desacato de las
normas constitucionales compromete la responsabilidad de los infractores (CP
arts. 6 y 90). La responsabilidad que puede deducirse contra los autores de las
infracciones constitucionales refuerza su carácter normativo. Tratándose de
autoridades públicas, dado que no existe conducta más antijurídica que la
violación de la Constitución, aparte de la responsabilidad patrimonial del
estado por los daños que se sigan a la infracción, deberá éste repetir contra
los primeros (CP art. 90). El cumplimiento que impone la Constitución, derivado
de su carácter normativo y general, no es compatible con la
existencia de zonas de inmunidad o impunidad constitucional, menos todavía
cuando la excepción a la observancia estricta a la Constitución pretenda
cobijar a un órgano de la rama judicial.
16. Para que un
ordenamiento jurídico exista basta que su población amolde generalmente
su conducta a las normas válidas que lo conforman. Pero, es decisivo, en todo
caso, que las autoridades, como conducta pública y uniforme, acepten las normas
que la Constitución establece como criterios de validez para determinar la
regularidad de la producción de las restantes normas del ordenamiento y de los
mecanismos de solución de las controversias relativas a su aplicación. En caso
contrario, si no existe un criterio oficial común y público, compartido por las
diferentes instancias de producción y aplicación del derecho y si la aceptación
de los supremos criterios de validez jurídica a los cuales deben adecuarse
dichos procesos y los correspondientes órganos establecidos por la
Constitución, se deja a su libre opción, se pone en serio peligro la unidad y
continuidad del mismo orden jurídico y se allana el camino a su disolución.
La patología de un
orden jurídico puede obedecer a causas externas a él y así acaece cuando sus
normas comienzan a perder eficacia por razones que tienen que ver con su
entorno social, político o económico, y de este modo se resiente
paulatinamente el respeto generalizado a las normas por parte de la población.
No es infrecuente, sin embargo, el caso de que la quiebra del orden jurídico
obedezca a una causa interna y que ésta se atribuya al desconocimiento de la
Constitución por uno de los poderes públicos. De ahí la imperiosa necesidad
institucional de impedir en este caso que las altas autoridades del estado se
aparten, en el ejercicio de su funciones, de las normas constitucionales.
17. El valor
normativo de la Constitución adquiere mayor relieve cuando en ella se
introducen contenidos materiales nuevos destinados a informar en profundidad
todo el ordenamiento, a caracterizar la misión misma del estado y sus
autoridades y a servir de marco de la convivencia ciudadana. La Constitución
Política Colombiana no se ha limitado a regular la estructura y conformación
del poder público. Adicionalmente a las normas de "tipo orgánico", se
encuentran otras que utilizando una licencia verbal se podrían denominar de
"tipo material" y que definen y desarrollan las características del
estado colombiano (social de derecho, unitario, descentralizado, con autonomía
de sus entidades descentralizadas, democrático, participativo, pluralista,
fundado en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de
las personas y en la prevalencia del interés general), consagran los fines
esenciales del estado y los valores y principios que inspiran el ordenamiento
constitucional (servicio a la comunidad, promoción de la prosperidad general,
garantía y efectividad de los derechos y deberes fundamentales, participación
en la vida política, defensa de la independencia nacional y de la integridad
territorial, convivencia pacífica, justicia, igualdad, conocimiento, libertad y
paz) y establecen los derechos, las garantías y los deberes.
Tanto el contenido
"orgánico" como el nuevo contenido "material" de la
Constitución, tienen valor normativo. La Constitución en esta parte no
pretende tener sentido puramente exhortatorio o de proclama. Su pretensión es
eminentemente preceptiva. Y esto es lo que se afirma de manera rotunda y sin
esguinces en el artículo 4o.: "la Constitución -toda, sin distinguir entre
su parte "orgánica" y su parte "material", agrega la Corte
Constitucional- es norma de normas" y a la misma, en su integridad, deben
acomodar sus conductas los servidores públicos -sin excepción- y los
particulares.
Tratándose de los
derechos y de las garantías de los ciudadanos, la Constitución no sólo ha
querido concederles a las disposiciones que los consagran pleno valor
normativo, sino que ha buscado a través de distintos mecanismos y
garantías, otorgarles efectividad. En este orden de ideas, la
Constitución define directamente los diferentes derechos, de suerte que su contenido
esencial sea en todo caso respetado y quede sustraído al juego de las
mayorías políticas, gozando así de la inmutabilidad y perdurabilidad propias
de la norma constitucional; ciertos derechos son de aplicación inmediata (los
consagrados en los arts. 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 23, 24,
26, 27, 28, 29, 39, 31, 33, 34, 37 y 40); a través de un procedimiento
preferente y sumario, toda persona dispone de una acción de tutela para
reclamar ante los jueces la protección inmediata de sus derechos fundamentales
(CP art. 86); la Constitución ordena a la ley regular las acciones populares
para la protección de los derechos e intereses colectivos y para el resarcimiento
de los daños que se ocasionen a un número plural de personas (CP art 88); la
violación de los derechos y garantías por las autoridades públicas compromete
la responsabilidad patrimonial del estado y de sus agentes (CP art.90); en fin,
además de los recursos que para la defensa de los derechos contempla la
Constitución, se ordena a la ley reforzar las acciones y los procedimientos
para que se pueda propugnar por la integridad del orden jurídico y por la
protección de los derechos individuales, de grupo o colectivos, frente a la
acción u omisión de las autoridades públicas.
La gran mayoría de
las propuestas presentadas por todos los sectores políticos a la Asamblea
Nacional Constituyente refleja el consenso general de los constituyentes de
1991 en torno a la necesidad de garantizar la efectividad de los derechos y
libertades fundamentales.
"En el
articulado se intento hacer una sinopsis de los derechos fundamentales de la
persona humana... Como consecuencia, no podía dejar de consagrarse también un
procedimiento de garantía efectiva de estos derechos, permitiéndole a quien ha
sido privado de su libertad recurrir a cualquier autoridad para su liberación
inmediata y respecto de los demás derechos, otras garantías similares".
(Aida Abella, Raimundo Emiliani Román, Germán Toro, Diego Uribe Vargas, María
Mercedes Carranza. Informe - Ponencia para primer debate en Plenaria sobre
Nueva Carta de Derechos, Deberes, Garantías y libertades G.C. No. 51 p.19).
" (...) Creo
que además de esos derechos fundamentales existe lo que nosotros hemos
denominado la necesidad de no quedarnos en el enunciado, porque nosotros
podemos ser muy elocuentes en el esfuerzo de síntesis y en la presentación de
todo lo que resultará nuestro catálogo, nuestro decálogo o nuestros 14 puntos;
pero la sustancia de todo el esfuerzo tiene que estar concentrada en cómo es
que eso se va a cumplir y de qué manera el Estado colombiano puede realmente
apersonarse de una manera tal y el ciudadano estar cubierto para efectos de
que no sea letra muerta nuestra Constitución. De ahí que nosotros hemos dicho
que los derechos humanos necesitan dientes, ahora se diría muelas en la
Constituyente, pero necesitan dientes y muelas que coman para efectos de
garantizar que pueda realmente aplicarse lo que establecemos". (Augusto
Ramírez Ocampo. Intervención en la Comisión I de la Asamblea Nacional
Constituyente. G.C. 104 p.11).
No cabe duda del valor
normativo acentuado que la Constitución le asigna a las normas sobre
derechos, garantías y deberes. Valor normativo que se acompaña con el principio
de efectividad que se eleva a fin esencial del estado y a compromiso
ineludible de todas las autoridades públicas: "son fines esenciales del
estado:...garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución"
(CP art. 2). La
misión de las autoridades de la República - los jueces no pueden
escapar a este mandato cuando ella es, por el contrario, su misión por
excelencia - es la de "proteger a todas las personas residentes en
Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades,
y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del estado y de los
particulares" (CP art. 2o.).
El principio de
efectividad de los derechos y garantías es consustancial al concepto
mismo de estado social de derecho que se propone como misión de
estado y justificación de la autoridad pública convertir los derechos
formales en derechos reales. Entre las varias proyecciones de este principio,
especialmente aplicables a la función de la Corte Suprema de Justicia y de
todos los jueces en su función de amparar los derechos de los ciudadanos, cabe
destacar lo señalado en el art. 13 de la Constitución Política: "El estado
- la Corte Suprema de Justicia y los jueces son órganos de una rama del estado
- promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará
medidas en favor de grupos discriminados o marginados". De esta forma han
quedado plasmados en la Constitución los anhelos de amplios sectores de la población
y que en su momento tuvieron expresión en la Comisión V de la Asamblea Nacional
Constituyente cuando se afirmó: "Un principio fundamental orienta esta
exposición: la concepción de los ciudadanos como iguales ante la vida y no
únicamente ante la ley.
Hemos dicho que la
Asamblea ha sido convocada en la búsqueda de una salida democrática a la
crisis política, social y moral del país y que la comisión quinta se creó con
la firme intención de ir más allá del necesario rediseño de nuestra estructura
institucional y consagrar en la Carta unas normas que de alguna forma impacten
la cotidianidad angustiosa de muchos compatriotas.
Con este propósito
estaremos vigilantes para que en la Constitución no queden solamente
enunciados múltiples derechos que, de suyo, no garantizan unas condiciones de
vida dignas y decorosas y abogaremos por unas fórmulas constitucionales con
capacidad suficiente para normar y transformar la realidad social".
(Jaime Benitez Tobón, Tulio Cuevas Romero, Angelino Garzón, Guillermo Guerrero
Figueroa, Iván Marulanda Gómez, Guillermo Perry Rubio, Oscar Hoyos Naranjo,
Carlos Lemos Simmonds, Rodrigo Lloreda Caicedo, Ignacio Molina Giraldo, Carlos
Ossa Escobar, Miguel Antonio Yepes Parra. Informe - Ponencia para primer debate
en Plenaria sobre Finalidad Social del Estado y la Seguridad Social, G.C. No.
78 p.2)
Una jurisprudencia
evolutiva, abierta al conocimiento de las condiciones sociales, económicas y
políticas del país y consciente de la necesidad de estimular la progresiva
y firme instauración de un orden justo, asentado en el respeto y efectividad
de los derechos y garantías de los ciudadanos, es la única que se concilia
con el estado social de derecho. Como corolario del principio de
efectividad, elemento esencial del estado social de derecho, el
artículo 228 de la Constitución Política, ordena que en las decisiones
judiciales prevalecerá el derecho sustancial. No existe derecho más
sustancial que el consagrado en la propia Constitución cuando se ocupa de
definir los diferentes derechos. Esa disposición debe por ello interpretarse
como una de las más preciosas garantías de la protección de los derechos y
brinda la prueba inconcusa de su pleno valor normativo.
Ninguna autoridad
pública puede desconocer el valor normativo y la efectividad de
los derechos y garantías que la Constitución consagra en favor de las
personas. Todas las autoridades, sin excepción, deben proteger y promover su
cumplimiento y respeto. Si la Corte Suprema de Justicia o cualquier juez viola
o pone en peligro un derecho reconocido en la Constitución a una persona,
desconoce el valor normativo y el principio de efectividad que
ella reconoce a las disposiciones que lo consagran y su actuación no goza de
inmunidad o privilegio alguno que la haga incuestionable. Ante ninguna
autoridad, por alta que sea, la Constitución abdica su valor normativo ni
el estado social de derecho presta legitimidad a actuaciones suyas que
no sean las de servir a la comunidad y respetar y promover los derechos de sus
miembros.
18. La consagración
en el texto constitucional de principios generales, valores y derechos en favor
de las personas, ha enriquecido indudablemente su contenido material.
Esto tiene repercusiones de la mayor trascendencia respecto de los actos que
realizan los órganos constituidos - Congreso, ejecutivo y jueces - y sus
agentes. La Constitución, en efecto, ya no agota su regulación en el sólo
diseño de los órganos del estado y en la determinación del método y
procedimiento para la creación y aplicación del derecho por parte de éstos. A
los criterios de validez y de reconocimiento del derecho como derecho estatal,
cometido específico de la norma constitucional, se agrega el respeto a los
principios, valores y derechos consagrados expresamente por la Constitución. El
contenido material de la Constitución se erige en criterio de validez
del entero ordenamiento jurídico y del universo de las actuaciones de los
poderes constituídos, cuya regularidad y pertenencia al derecho estatal no se
cumple solamente satisfaciendo criterios orgánicos y formales. Así
las leyes del Congreso, los Decretos del Presidente, las sentencias de la Corte
Suprema de Justicia y de los demás jueces, entre otros actos del estado, sólo
se reconocen como derecho válido del estado si además de reunir los
requisitos para su producción y emanación, según criterios formales y
orgánicos, respetan y se inspiran en el contenido material de la
Constitución que suministra criterios de fondo para calificar desde este punto
de vista la validez de los actos y abstenciones del estado llevadas a cabo por
sus órganos y agentes en todos los órdenes y en sus diversas manifestaciones.
Consiguientemente,
las sentencias de la Corte Suprema de Justicia que violen derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución a las personas, por no
conciliarse con su contenido material deberán excluirse a través del
procedimiento correspondiente del derecho estatal.
19. La violación de
la Constitución por uno de los órganos que integran cualquiera de las ramas del
poder público o sus agentes, siempre supone un grave desajuste institucional
que precisa ser corregido de manera inmediata a través de los procedimientos
de depuración constitucional que ella misma contempla. No se compadece con la
Constitución que los órganos por ésta creados, por definición sujetos a su
control, se conviertan en factores de desestabilización institucional. Es
comprensible que el ordenamiento reaccione con mayor energía ante este tipo de
incumplimientos dado su mismo origen y que ponga en acción una serie de
mecanismos correctores. Ninguna esfera del estado - así pertenezca a la rama
judicial - puede considerarse inmune a esta reacción de defensa del
ordenamiento estatal.
Las altas
jerarquías del estado de los órdenes legislativo, ejecutivo y judicial, no son
titulares de fracciones de poder sino instrumentos para la realización de las
tareas estatales. La comunidad reclama de los órganos superiores del estado un
claro, inequívoco y militante compromiso de ceñir su conducta a lo preceptuado
por la Constitución. De otra manera, la Constitución se expone a ver
erosionada su eficacia, su fuerza y su prestigio. No se puede exigir a la
población el cumplimiento de una Constitución cuando sus altas jerarquías
hacen caso omiso de sus mandatos e imponen sobre ella su nuda voluntad de
poder.
20. Si bien la
Constitución es norma normarum, fundamento de todo el ordenamiento estatal,
ello paradójicamente la hace más frágil. La norma constitucional no tiene
existencia propia fuera de la realidad. Dado que su validez no puede ser
auto-referencial, su único sentido se concreta en llevar a la realidad lo
estatuído por ella. El valor normativo de la Constitución no significa por sí
mismo la actualización del querer constituyente. Esa pretensión de vigencia a
la que se contrae esencialmente su valor normativo precisa tanto su
aceptación como su efectiva realización mediante actos humanos de voluntad y
hechos concretos de ordenación de la realidad política y social según sus
dictados.
Es cierto que la
pretensión de ordenar la realidad social y política - mundo de lo fáctico -
propia de la Constitución, puede malograrse si sus autores han desatendido
condicionantes insalvables de orden cultural, económico, técnico, geográfico o
de cualquier naturaleza que impidan e interfieran de manera irresistible el
proyecto constitucional. Obrando estas circunstancias, la pretensión de
vigencia de la Constitución y su valor normativo no pueden sino sucumbir ante
la tozudez de la realidad.
Así no operen estas
causas objetivas de ineficacia de la Constitución, ella tampoco podrá realizar
su cometido si las altas jerarquías del estado como poderes establecidos por
la Constitución no toman plena conciencia de su improrrogable compromiso de
adecuar su conducta a la Constitución y promover activamente su cumplimiento.
Las personas que
ocasionalmente fungen como agentes del poder público deben adquirir conciencia
de los fines del estado como que en su realización se cifra la existencia
misma de la Constitución. No es posible que una rama del poder público -
legislativa, ejecutiva o judicial - cumpla idónea y responsablemente su
función si no tiene conciencia de los fines del estado. Ese
desconocimiento convierte las competencias en feudos de poder; el
agenciamiento, puramente instrumental de una tarea estatal, en fin del estado
mismo; las técnicas organizativas de la separación de funciones, de simple
mecanismo de racionalización del manejo de la cosa pública, en pretexto para
fundar dentro del estado "pequeñas repúblicas independientes",
soberanas e imbuidas de sus propios fines.
En Colombia todas
las autoridades públicas están obligadas - la Corte Suprema de Justicia y los
demás jueces no están exceptuados de este deber - a ejercer responsablemente
las atribuciones que les han sido conferidas para realizar las diferentes
tareas estatales. Ese ejercicio responsable del poder público supone tener conciencia
de los fines del estado, pues el propósito único de cada competencia
asignada a la autoridad pública es justamente la de realizar dichos fines. Se
comprende que si se carece de conciencia de los fines del estado no se
podrá cumplir el encargo que la sociedad hace a cada funcionario del estado.
La actuación de los
poderes públicos debe imperativamente estar caracterizada por una clara conciencia
de los fines del estado. Así lo ordena el artículo 113 de la Constitución:
"Los diferentes órganos del estado tienen funciones separadas pero
colaboran armónicamente para la realización de sus fines".
Esta conciencia es
inseparable de la voluntad de la cual debe ser portador todo servidor público
consistente en acomodar su conducta al precepto constitucional y contribuir
eficazmente a que su valor normativo y su pretensión de vigencia
se cumplan de modo que el proyecto de vida del constituyente se proyecte en la
realidad y la regule conforme a sus previsiones.
No se puede tener conciencia
de los fines del estado si se parte de una consideración abstracta y
estática del estado como sujeto preexistente colocado fuera de la historia. El
estado más que un sujeto es un proceso histórico continuo mediante el cual se
pretende, en la realidad, reducir a unidad la diversidad y heterogeneidad de
las conductas e intereses que se manifiestan en la vida humana muchas veces de
manera caótica y desordenada. Se tratará siempre de la obtención de mínimos de
consenso que garanticen la unidad política del estado sin la cual no podrá
dentro del territorio disponerse de un orden jurídico que regule la convivencia
social. Los órganos del estado se asientan sobre esa unidad política que en
ningún caso puede darse por dada y de cuya conservación y afianzamiento depende
la existencia misma del estado. Tener presente y colaborar en la construcción
histórica de esa unidad global es lo que ordena el artículo 113 citado al
imponer a los servidores públicos el deber de colaborar para la realización de
los fines del estado. Los órganos superiores del estado están obligados
constitucionalmente a tener esta visión unificada y global alrededor de los
fines que lo caracterizan y que la Constitución pretende cimentar en la
realidad de la vida social apelando primariamente a su concurso y actividad.
Plantear la
separación de funciones, orgánica o intraorgánica, de manera absoluta, supone
convertir una herramienta del aparato estatal en fin del estado mismo.
Anteponer un pretendido principio de jerarquía como muralla al control
constitucional del respeto de los derechos fundamentales por parte de los
magistrados de la Corte Suprema de Justicia, equivale a excluir de una esfera
importante de la vida del estado la realización de uno de sus fines más
preciados. Asumir como verdaderas estas tesis no se concilia con la conciencia
de los fines del estado que debe distinguir la actuación de sus órganos
superiores.
La conciencia de
los fines del estado debe forzar a mantener un comportamiento oficial coherente.
No se puede predicar frente a otros respeto a los derechos fundamentales y
sancionar sus violaciones y, simultáneamente, negar ese escrutinio respecto de
sus propios actos. La comunidad perdería toda fe en la Constitución.
21. La conciencia
de los fines del estado se alimenta de la convicción acerca de la necesidad
de que la Constitución sea inviolable, dentro y fuera del aparato estatal,
como garantía de que la comunidad pueda tener en la unidad del ordenamiento
jurídico un sólido cimiento que le permita desenvolverse de manera ordenada y
no de modo caótico o informe. La Constitución abriga la pretensión de ser la
piedra angular de la vida comunitaria. Sus normas son fundamentales en
cuanto ellas expresan un mínimo de principios incuestionables e incontrovertibles
que por su estabilidad y permanencia sirven de sustento a la comunidad. Esos
principios son unos de naturaleza orgánica y procedimental y otros de contenido
material. Los primeros señalan las tareas que el estado debe cumplir,
configuran las competencias e instituyen los órganos que las realiza; gracias
a ellos se regulan los procesos de creación y aplicación de normas y solución
de conflictos, estableciendo entre los órganos mecanismos de coordinación y
control a los abusos del poder. Los segundos consagran las metas del estado,
los principios y valores máximos de la sociedad y los ámbitos de libertad y
derechos de los individuos y grupos.
Ambos conjuntos de
normas, materiales y orgánicas, persiguen conferirle unidad a la acción del
estado y concretar en la comunidad un determinado proyecto de vida. La
inviolabilidad de la Constitución, comprendiendo cabalmente su cometido, es
condición esencial para ordenar la lucha política dentro de la sociedad,
establecer y racionalizar el poder público y evitar su abuso y preservar los
derechos y garantías de sus miembros.
La tesis que impide
el control constitucional de las sentencias de la Corte Suprema de Justicia
cuando éstas se acusan de violar los derechos fundamentales, desconoce tanto
los principios orgánicos de la Constitución que favorecen el control de los
órganos estatales a fin de evitar el abuso del poder, como los principios y
valores materiales que pretenden asegurar el respeto a los derechos y libertad
de los ciudadanos.
22.
La conciencia de los fines
del estado no ignora que la Constitución es un orden histórico que puede
quedar inactuado si los órganos del poder público no se empeñan deliberadamente
en cumplirla. La legitimación de la Constitución debe ser tarea constante de
las autoridades públicas. Compromiso que es mayor tratándose de una
Constitución nueva cuyo arraigo en la conciencia popular debe todavía esperar a
que el tiempo y el ejemplo y uniformidad de la conducta oficial produzcan su
fruto.
Someter las sentencias
de la Corte Suprema de Justicia al escrutinio y examen de constitucionalidad
refuerza el respeto a la Constitución y estimula su obediencia. No hacerlo es
un precedente que la deslegitimiza.
23. La conciencia
de los fines del estado lleva a comprender que la Constitución es en
cierto sentido un orden a alcanzar. Pretende esculpir en la realidad un
proyecto de vida comunitaria. Parte del presupuesto y de la fe que el derecho,
si cuenta con el auxilio de la voluntad de los hombres, puede tener algún poder
de conformación de la realidad y que éstos no siempre estarán expuestos a
circunstancias ingobernables. La Constitución puede ser frágil como se
ha dicho. Pero si a ella la sustenta una firme e indeclinable voluntad, puede
transformar la realidad.
24. Como se ha
anotado, la Constitución no circunscribe su pretensión normativa al
establecimiento de órganos del poder público y a la asignación de sus
atribuciones, de modo que su actuación configure - a partir de la norma
fundamental - el ordenamiento jurídico en sus diferentes niveles y facetas.
Esta misión de la Constitución se puede denominar orgánica.
Adicionalmente, la
Constitución determina las reglas o pautas mínimas de convivencia social y de
ejercicio de la autoridad pública. La vida de relación, en sus múltiples
manifestaciones privadas y públicas y en la necesaria interacción de los
ciudadanos y las autoridades, debe discurrir de conformidad con los principios
y valores expresamente consagrados en la Constitución y con estricto respeto a
los derechos allí plasmados, los cuales a su turno por representar los más
altos valores humanos se erigen en el núcleo esencial de la
Constitución. La Constitución cumple aquí una tarea que se puede denominar su
misión material.
25. El título II de
la Constitución que se ocupa de los Derechos, las garantías y los Deberes, constituye
la proyección en el articulado de la misma de la primera y más radical
afirmación con la cual se inicia su texto: "Colombia es un estado
social de derecho...".
El estado de derecho
se define materialmente como aquél que consagra, protege y hace efectivos los
derechos de las personas, sus garantías y deberes. La protección de los
derechos se integra como elemento definitorio del estado social de derecho. No
hay estado de derecho sin garantía efectiva de los derechos de las personas ni
éstos pueden realizarse por fuera del estado de derecho. El respeto a la
dignidad humana, al trabajo, y a la solidaridad de las personas
que integran la nación le dan, en su conjunto, un contenido material y
no simplemente formal al estado de derecho, el cual ya no puede
definirse a secas como el "mero imperio de las leyes".
En este sentido, el
constituyente encargado de redactar los artículos sobre Preámbulo y Principios,
en ponencia para primer debate ante la Plenaria de la Asamblea Nacional
Constituyente, afirmaba: "Al respetar la dignidad humana estamos
respetando todos los derechos de la persona y otorgamos preeminencia a la
libertad y la justicia... Hemos tenido muy en cuenta, además, el abrumador
plebiscito con que todos los proyectos y propuestas (más de quinientas)
proclaman la primacía de los derechos de la persona, así como la protección de
la familia, institución básica de la sociedad". (Alberto Zalamea Costa -
Ponencia para primer debate en Plenaria sobre Preámbulo y Principios G.C. No.
36 p. 28).
La consideración de
la persona humana y de su dignidad es el presupuesto y el elemento central del
nuevo estado de derecho, razón por la cual el sistema constitucional de
derechos y garantías - máxima expresión jurídica de la dignidad de la persona
humana - contribuye a darle contenido, sentido y fin a esta modalidad histórica
de estado.
La persona humana en
su manifestación individual y colectiva es contemplada en la Constitución como
fuente suprema y última de toda autoridad y titular de derechos inalienables
para cuya protección se crea el estado y se otorgan competencias a sus
agentes. En efecto: la soberanía reside exclusivamente en el pueblo y
de él emana el poder público (CP art 3); el pueblo lo constituyen las
personas en ejercicio de sus derechos políticos.
El Estado reconoce
la primacía de los derechos inalienables de la persona humana (CP art.
5). Las autoridades de la República están instituídas - tal es la razón del estado
- - para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su
vida, honra y bienes y demás derechos y libertades y para asegurar el
cumplimiento de los deberes sociales del estado y de los particulares (CP art
2).
Los derechos y
garantías de las personas consagradas en la Constitución, inspirados en el
respeto y promoción de la persona humana, satisfacen necesidades subjetivas de
los individuos y grupos sociales frente al estado y entre sí (función
subjetiva), y, de otra parte, integran de manera objetiva el estado de derecho
(función objetiva).
En un plano
subjetivo, los derechos y garantías constitucionalmente proclamados, tienen la
virtualidad de reconocer al individuo y a los grupos sociales el poder efectivo
de establecer, en unos casos, un límite a la acción del estado y por tanto
reivindicar con éxito frente a sus invasiones una esfera de actuación libre de
interferencias e intromisiones (libertad negativa); en otros, el de ejercer
libremente una determinada actividad, que implica acotar un campo específico y
propio para el libre desarrollo de la personalidad, en sus proyecciones
individuales y sociales (libertad positiva); y, finalmente, el de obtener del
estado la realización de ciertas prestaciones que correlativamente se tornan
deberes sociales del estado y que, en línea de principio, corresponden a los
derechos económicos, sociales y culturales. En el plano subjetivo, de otra
parte, repercuten en últimas aquellos derechos que tutelan bienes e intereses
públicos y cuya titularidad se ubica, por estas circunstancias, en la misma
colectividad (derechos colectivos y del ambiente).
El catálogo de
derechos nos expone una variedad de situaciones. En primer término, poderes de
libre determinación e iniciativa del individuo que le otorgan un verdadero
status frente al estado y las demás personas y grupos, ante quienes los puede
reivindicar como derechos subjetivos públicos. Es el campo de la libertad y de
la autodeterminación de la persona con referencia a sí misma en pos de la
actualización de todas las potencialidades de su ser, para lo cual es
indispensable la ausencia de interferencias. En segundo término, la
Constitución reconoce que los derechos y libertades individuales corresponden a
las oportunidades realmente existentes en la sociedad para satisfacer las
necesidades esenciales de cada individuo y cuya realización es indispensable
para su dignidad y desarrollo. La realidad empírica muestra que el hombre está
supeditado a las condiciones históricas de orden económico, social y cultural
propias de su entorno. Con el objeto de crear oportunidades reales para el
ejercicio de los derechos por parte de todos los miembros de la comunidad, la
Constitución impone al estado objetivos, metas y programas de acción que pueden
eventualmente traducirse en derechos a diferentes prestaciones de orden
económico, social y cultural. Con la consagración de este tipo de derechos y de
intereses legítimos que representan para el estado obligaciones positivas, se
pretende conseguir la igualdad social de suerte que la libertad y el pleno
desarrollo vital no sólo esté al alcance de una fracción pequeña de la
población.
El sistema de
derechos y garantías tiene además una importante dimensión objetiva, como
elemento integrante del estado de derecho. Los derechos y garantías representan
el repertorio de valores básicos prohijado por la Constitución como base del
consenso social cuyo acatamiento legitima la actuación estatal y cuyo
incumplimiento franquea el ejercicio del derecho de resistencia contra el
mismo estado y sus agentes. Los derechos y garantías, de otro lado,
contribuyen a asignar los cometidos estatales primarios que se sintetizan en la
protección de la libertad - actuando en unos casos y debiendo abstenerse en
otros - y en la promoción activa de las condiciones para que la igualdad sea
real y efectiva (CP art 13).
Para medir la
incidencia objetiva del sistema de derechos y garantías y el significado
dominante que tiene en la Constitución, basta detenerse en las siguientes
consideraciones. El Estado-aparato, correspondiente al momento orgánico de la
Constitución, se califica y define en función de su capacidad constitutiva
para proteger la libertad y promover la igualdad y efectiva realización y
ejercicio de los derechos por parte de todos los miembros de la comunidad.
Dado que el Estado sólo se crea y justifica con esa pretensión, él se
califica como estado social de derecho. El sistema de derechos y
garantías no se limita a funcionalizar el estado en la dirección de su efectiva
realización, sino que se constituye además en el máximo criterio para calificar
el desempeño del mismo ordenamiento jurídico, el cual sólo puede representar
la vigencia de un orden justo cuando la proclamación constitucional de
los derechos, garantías y deberes se proyecte en la realidad concreta. Ese es
el fin esencial del estado (CP art. 2).
Cabe finalmente
destacar la posibilidad de que la reforma constitucional que recaiga sobre los
derechos reconocidos en el capítulo I del título II y sus garantías, se torne
más rígida que el procedimiento normal de reforma, si así lo solicita el 5% de
los ciudadanos que integran el censo electoral (CP art. 377). En este último
caso, la necesidad de someter a referendo las reformas constitucionales
aprobadas por el Congreso, pone de presente el peso significativo que la
Constitución le asigna al sistema de derechos y garantías.
El estado social de
derecho es la fórmula constitucional que articula de manera armoniosa la
Constitución orgánica y la Constitución material y que demuestra la primacía
del elemento material. El Estado-aparato es el medio para garantizar y hacer
efectivos los derechos y garantías y deberes sociales. La relación de Estado y
sistema de derechos y garantías es una relación de medio a fin. El Estado se
configura genéticamente para servir como instrumento a la garantía y
realización de los derechos. Esta es la esencia del estado social de derecho.
Como lo dijera un
ilustre ex-presidente ante la Comisión I de la Asamblea Nacional Constituyente,
"El tema de los derechos humanos, no es un tema cualquiera, yo estoy
absolutamente seguro de que sí somos capaces de acordar aquí, y luego pasarlo
a la Asamblea y allí defenderlo, un repertorio ordenado y al mismo tiempo
garantizado que serían los derechos humanos en la nueva Carta Política, le
hemos ofrecido a Colombia la paz, porque la verdad es que la paz reposa en eso,
en que los gobiernos garanticen los derechos de los seres humanos, que cada
ciudadano garantice los derechos de otro ciudadano y que los gobiernos sean
capaces de consagrar y exigir que los derechos humanos sean eso que
pudiéramos llamar la columna vertebral de nuestra democracia". (Misael
Pastrana Borrero. Intervención en la Comisión I de la Asamblea Nacional
Constituyente. G.C. 108 p.4).
A la luz de las
anteriores consideraciones, la tesis de la Corte Suprema de Justicia según la
cual ciertos actos jurisdiccionales escapan al control de constitucionalidad,
pese a ser violatorios del sistema constitucional de derecho, garantías y deberes,
no se compadece con la idea de estado social de derecho.
El estado social de
derecho se construye bajo el designio de proteger y respetar a la persona
humana. La violación de sus derechos y garantías, representa una afrenta a la
persona y a su dignidad. El estado social de derecho se expondría a ver
desvirtuada su naturaleza si prestara su "razón social" para mantener
la vigencia y eficacia de actos jurisdiccionales lesivos de los derechos y
garantías de las personas constitucionalmente establecidos.
El estado social de
derecho sólo puede reclamar obediencia si su actuación es legítima y para serlo
no puede, mediante sus actos o sus abstenciones, violar el sistema
constitucional de derechos y garantías de las personas. Los actos
jurisdiccionales violatorios de los derechos constitucionales de las personas,
carecen de legitimidad y no pueden merecer acatamiento.
Los actos
jurisdiccionales violatorios de los derechos desconocen el concepto mismo que
los anima, y que apuntan a mantener frente al Estado, sea este el
estado-legislador, el estado-administrador o el estado-juez, - una esfera de
interés privado libre de interferencias .
En estas
situaciones, la tesis de la inimpugnabilidad de los actos jurisdiccionales
violatorios de derechos fundamentales, recorta el concepto mismo de derecho
fundamental. No es posible aceptar que el ámbito de la vida personal o social
que el constituyente privilegia contra las intromisiones estatales se
reivindique y se imponga contra el legislador y la administración y no lo
pueda hacer frente al estado-juez.
Cuando el sistema
constitucional de derechos y garantías impone al estado obligaciones positivas
de actuación, como desarrollo del programa perenne que asume el estado social
de derecho con miras a afianzar la igualdad, la función del juez no puede ser
ajena a la consolidación y promoción de los nuevos horizontes emancipatorios
que se abren a las personas y a los grupos sociales. El estado-juez en la tarea
de aplicación del derecho al caso concreto debe otorgar prioridad al derecho
sustancial y mediante la interpretación privilegiar la solución que promueva en
un mayor grado la igualdad real y efectiva. Estos mandatos específicos
contenidos en los artículos 13 y 228 de la Constitución enmarcan el decisivo
papel que el juez debe cumplir en el estado social de derecho. El
estado-aparato debe estar al servicio activo del sistema constitucional de
derechos y garantías de las personas. El juez como defensor y promotor de los
derechos reniega de su función en el estado social de derecho cuando a través
de sus actos o abstenciones, lejos de ser el artífice y constructor de un
orden justo, lesiona los derechos que debería tutelar.
El estado social de
derecho busca la máxima aplicación y ejercicio de los derechos constitucionalmente
protegidos. Su vigencia, por lo tanto, no se circunscribe a las relaciones
entre los particulares y el estado. La primacía de la Constitución -
autopostulada en su artículo 4o. -, unido al deber de nacionales y extranjeros
de acatar la Constitución (orgánica y material) y al deber específico de toda
persona y ciudadano de respetar los derechos ajenos, de no abusar de los
propios y de defender y difundir los derechos humanos como fundamento de la
convivencia pacífica (CP art 95), le otorga títulos más que suficientes al
sistema de derechos y garantías constitucionales para gobernar las relaciones
de los particulares entre sí. El juez está llamado a ser garante y promotor de
la convivencia pacífica, la cual se quebranta cuando en la vida de relación
las personas desconocen y vulneran sus derechos y garantías constitucionales,
que en Colombia constituyen parte esencial del ordenamiento jurídico, con
fuerza vinculante inmediata respecto de las relaciones privadas. Es claro que
si las violaciones privadas a los derechos constitucionales no son sancionadas
por el juez a quien se acude para su tutela, éste incumple en el Estado Social
de Derecho su misión constitucional como garante y promotor de la convivencia
pacífica. En este caso, la sentencia contribuye a consumar la violación o
desconocimiento de un derecho o garantía constitucional y se suma por lo tanto
a la infracción constitucional materia del proceso, máxime si se considera que
la indefensión estaría patrocinada por el mismo agente público que debería
rechazarla. Pretender que estas sentencias no se sujeten al control
constitucional no es solamente librar la vida comunitaria al arbitrio de los
sujetos privados más poderosos, sino renunciar a la misión que el estado
social de derecho reserva a los jueces: ser los principales defensores y
promotores de los derechos de las personas, lo que equivale a convertirse en
los más activos garantes de la convivencia pacífica.
El sistema
constitucional de derechos y garantías constitucionales se incorpora como
elemento objetivo y material del estado de derecho e integra con sus reglas,
principios y valores el ordenamiento jurídico que deben aplicar los jueces. La
función jurisdiccional del estado está, pues, consustancialmente ligada al
efectivo cumplimiento de esta parte fundamental del ordenamiento.
La primacía de la
Constitución además de concebirse como poder vinculante respecto de los
sujetos públicos y privados, debe entenderse como pretensión moldeadora e
informativa de todo el andamiaje jurídico. No en vano la Constitución
reivindica su naturaleza normativa. Los jueces deben apreciar, interpretar y
aplicar las leyes y demás normas, conforme a los dictados de las reglas y
principios consagrados en la Constitución. En este sentido se dejarán de
aplicar normas incompatibles con la Constitución y entre las modalidades de su
aplicación e interpretación se escogerá la que más se ajuste al espíritu y
texto de la carta. La nueva hermenéutica que impone la Constitución se inspira
en el propósito de incorporar a todas las zonas de la normatividad los
postulados del estado social de derecho y el instrumento para alcanzar este
objetivo no puede ser sino el juez. La tesis de la inimpugnabilidad
constitucional de las sentencias, acogida por la Corte Suprema de Justicia,
impide rectificar el curso desviado de la función jurisdiccional cuando ésta,
en lugar de afianzar el estado social de derecho, directamente lo vulnere. Sin
control constitucional sobre las sentencias, se sustituye el necesario proceso
institucional y ordenado de afianzamiento de la primacía de la Constitución
respecto de las restantes normas del ordenamiento, por una actitud puramente
discrecional y volitiva de los jueces como si la efectividad del estado social
de derecho fuese algo de tan poca monta que un órgano del poder público
pudiese, sin consecuencias, dejar de cumplirla.
26. El Estado
Colombiano se define como democrático y participativo (CP art 1).
El proceso político y la articulación del estado-aparato, se llevan a cabo a
partir de la idea de "autodeterminación del pueblo", diáfanamente
expresada en el artículo 3o. de la carta: "La soberanía reside
exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo la ejerce
en forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la
Constitución establece".
27. La autodeterminación
del pueblo puede ser estimulada por grupos y entes especialmente diseñados
para canalizar la participación ciudadana, pero ella en últimas se ejerce a
través de cada individuo. Los mecanismos de participación del pueblo - el voto,
el plebiscito, el referendo, la consulta popular, el cabildo abierto, la
iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato - se orientan a la
participación libre e igualitaria de cada miembro de la comunidad política.
28. El principio
de autodeterminación del pueblo refiere a éste el origen del poder público
y de las principales decisiones políticas que configuran y unifican la
comunidad. Para que las supremas decisiones y orientaciones políticas y la
articulación del poder público, no se imputen al pueblo estableciendo
con este un nexo puramente formal y teórico, incapaz de ganar legitimación
para la autoridad establecida y el proceso de toma de decisiones, se hace
necesario que las personas y ciudadanos que integran el pueblo
cumplan en verdad con su deber constitucional de participar en la vida
política, cívica y comunitaria del país (CP art 95-5).
29. Para que se
cumpla la aspiración propia del estado social de derecho y el poder y su
aparato se construya a partir de la sociedad misma, cuya participación por
esta razón resulta decisiva, debe brindarse a los miembros de la comunidad
posibilidades reales e iguales de participación en un proceso político abierto,
libre, transparente y pluralista.
30. Los derechos de
participación política junto a los restantes derechos y garantías previstos en
la Constitución, entre los que cabe mencionar la libertad de conciencia,
expresión, reunión, entre otros, tienen una clara incidencia en el proceso
político que, si se pretende democrático y legitimador, debe asegurar a los
miembros de la comunidad el mayor nivel de participación, el cual no se logra
sino en condiciones de libertad e igualdad reales.
31. La consagración
del sistema de derechos y garantías y su efectivo cumplimiento, resulta
esencial para el régimen democrático y en su ausencia no es posible apelar al
principio de autodeterminación del pueblo como origen del poder público
y sustento de la voluntad política.
32. Dado que el
poder judicial se origina - como todo el estado - en el pueblo y que el
derecho se vincula a su voluntad política expresada en forma directa o por
medio de sus representantes, las sentencias que violen derechos
fundamentales de las personas ligados a la garantía de un proceso político
libre y abierto a través del cual se forma - de manera rica y variada - esa
voluntad popular, vulneran el principio democrático, causa última de su
autoridad y del derecho que aplica.
33. La tesis de la
inimpugnabilidad judicial de las sentencias contrarias a los derechos
fundamentales, representa el más sutil traslado de la soberanía del pueblo a
los jueces por ella instituidos, que así quedan libres de toda atadura constitucional
para coartar la democracia y los procesos sociales a través de los cuales
germina y se expresa la voluntad popular. Y es que no hay democracia sin
autodeterminación del pueblo; ni autodeterminación del pueblo sin respeto hacía
el ejercicio efectivo de los derechos fundamentales; ni respecto a los
derechos fundamentales si su violación no puede controlarse, verificarse y
sancionarse.
34. La Constitución
realiza su objetivo cuando el discurrir comunitario y estatal se conforma a sus
dictados y acredita su primacía en cuanto sea capaz de imponerse sobre las
conductas que contradigan o ataquen el orden que pretende establecer. La idea
de Constitución es inseparable del atributo de prevalencia con el que enfrenta
las manifestaciones de la vida estatal o comunitaria que la nieguen.
La existencia de la
Constitución, como sistema o conjunto de normas, no es independiente de su
efectiva aplicación a la realidad concreta que pretende modelar. La deliberada
configuración normativa de la Constitución - norma de normas - exige la
institucionalización de una eficiente y organizada reacción contra su
incumplimiento. Como lo expresaran los constituyentes ponentes del tema sobre
Control de Constitucionalidad "el corolario lógico de la jerarquía de
normas en cuya cima se encuentra la Constitución, es la necesidad de un control
de constitucionalidad que vuelva eficaz el principio de la superioridad de las
normas constitucionales. Así en caso de contradicción entre la ley inferior y
la ley superior, es esta última la que deben aplicar los tribunales, los cuales
rehusarán aplicar la ley inferior o bien declararán su inconformidad con la
Constitución". (Ponencia sobre Control de Constitucionalidad, Corte
Suprema de Justicia y Consejo de Estado. María Teresa Garcés Lloreda y José
María Velasco Guerrero. Gaceta Constitucional No. 36 p.2).
La Jurisdicción
Constitucional se ha establecido por la misma Constitución como función
pública asignada a ciertos órganos dotados de competencias judiciales
especiales cuyo cometido consiste en asegurar la integridad y primacía de la
Constitución.
El ejercicio de la
función de defensa del orden constitucional confiada a la Jurisdicción
Constitucional contribuye de manera eficaz a configurar la realidad
constitucional, como quiera que su misión es la de que la Constitución
trascienda su expresión formal y se convierta en Constitución en sentido
material.
Sin ella la
Constitución no sería norma de normas y carecería de carácter coercitivo. Este
carácter que puede en ciertos eventos evidenciarse a través del uso de la
fuerza, en materia constitucional generalmente se hace visible con ocasión del
ejercicio de la Jurisdicción Constitucional que excluye del mundo
jurídico o impone la inaplicación de las normas contrarias a la Constitución y
sujeta a sus dictados las conductas transgresoras.
La Jurisdicción
Constitucional se pone en movimiento en los eventos previstos en la
Constitución. En algunos de ellos sólo se requiere de una iniciativa ciudadana
- acción de inexequibilidad - o de la petición de la persona agraviada - acción
de tutela.
Con lo anterior
quiere destacarse que la integridad y primacía de la Constitución, consagrada
por virtud del querer soberano del pueblo, es un derecho fundamental de las
personas que bajo distintas formas -acción de inexequibilidad, acción de
nulidad, excepción de constitucionalidad, acción de tutela etc.- se concede a
ellas por la Constitución con miras a vigilar su cumplimiento y obtener, cuando
no sea así, que los poderes públicos ejerzan sus competencias dentro de los
límites de la Constitución, se inspiren en sus valores y principios y respeten,
en todas las circunstancias, los derechos y garantías de las personas.
Con independencia de
la necesidad institucional de la Jurisdicción Constitucional, inherente
a la condición normativa de la Constitución, ésta se instituye con el objeto de
hacer posible el ejercicio del derecho fundamental de todas las personas a
la integridad y primacía de la Constitución. No sobra relievar la
naturaleza fundamental de este derecho. En la Constitución se consagran las
reglas básicas de la convivencia pacífica y de la organización y ejercicio de
los poderes públicos. A través de la Jurisdicción Constitucional se
asegura su respeto.
35. La Jurisdicción
Constitucional, bien comprendido su objeto, debe entenderse en sentido
material, máxime si se tiene en cuenta que las competencias específicas sobre
el particular no se radican en un único órgano judicial. De otra parte, sólo el
conjunto de las competencias en punto de control constitucional, permite
extraer las características y finalidades propias de la Jurisdicción
Constitucional, las cuales brevemente esbozamos a continuación.
36. Las principales
competencias en materia constitucional son conferidas a los diferentes órganos
judiciales de manera directa por la Constitución.
El artículo 241 de
la Constitución Política confía a la Corte Constitucional la guarda de la
integridad y supremacía de la Constitución y enumera los asuntos de
constitucionalidad sobre los cuales debe pronunciarse.
El artículo 237 de
la Constitución Política atribuye al Consejo de Estado el conocimiento de las
acciones de nulidad por inconstitucionalidad de los decretos dictados por el
Gobierno Nacional, cuya competencia no corresponda a la Corte Constitucional.
De otra parte, según la misma norma, como Tribunal Supremo de lo Contencioso
Administrativo, conforme a las reglas que señale la ley, le corresponde
pronunciarse sobre la constitucionalidad de la actuación administrativa.
De conformidad con
el artículo 86 de la Constitución Política, toda persona tendrá acción para
reclamar ante los jueces la protección inmediata de sus derechos
constitucionales fundamentales.
Con base en lo
previsto en el artículo 4 de la Constitución Política, en todo caso de
incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, los
jueces deberán aplicar las disposiciones constitucionales.
La configuración de
la Jurisdicción Constitucional es una tarea que acomete directamente la
Constitución y lo hace con base en criterios materiales. Todas las
competencias de la Corte Constitucional integran la Jurisdicción
Constitucional, pero no todos los asuntos que pertenecen a ésta última se han
adscrito a su conocimiento. En todo caso, el ejercicio de las competencias en
materia de control constitucional, independientemente del órgano judicial que
las ejerza, se proponen de manera inmediata asegurar la primacía e integridad
de la Constitución y conforman por ello la Jurisdicción Constitucional. Correlativamente,
la Jurisdicción Constitucional sólo establecida del modo indicado, o
sea en términos materiales, corresponde a la extensión del derecho
fundamental de toda persona a la integridad y primacía de la Constitución, que
exige que en los distintos ámbitos de la vida pública y privada la Constitución
pueda desplegar en concreto su máxima eficacia ordenadora como suprema
condición de la paz social y pueda convertirse así en Constitución material,
con lo cual satisface su objetivo esta jurisdicción.
37. El derecho
fundamental a la integridad y primacía de la Constitución y las normas que
articulan la Jurisdicción Constitucional, deben interpretarse de manera
que potencien al máximo la defensa y cumplimiento de la Constitución. Basta
observar que la Jurisdicción Constitucional tiene una significación esencial
para el perfeccionamiento y vigencia del estado constitucional de derecho, la
división y equilibrio de las ramas del poder público, la distinción entre poder
constituyente y poderes constituidos, la división vertical del poder del estado
y el respeto de los derechos fundamentales.
38. La Jurisdicción
Constitucional es la garantía básica del Estado constitucional de derecho.
El poder público en todas sus manifestaciones - estado-legislador,
estado-administrador y estado-juez - se origina en el pueblo y se ejerce en
los términos que la Constitución establece (CP art. 3o.). La Jurisdicción
Constitucional asegura que efectivamente todos los poderes públicos sujeten
sus actos (aquí quedan comprendidos entre otros las leyes, las sentencias y los
actos administrativos) a las normas, valores y principios constitucionales, de
modo que cada una de las funciones estatales sea el correcto y legítimo
ejercicio de una función constitucional.
El ejercicio de la Jurisdicción
Constitucional, indispensable en el estado de derecho, es hoy además
crucial a fin de mantener un adecuado equilibrio de poderes y salvaguardar la
esfera de la libertad y los derechos de grupos y minorías carentes de
influencia real en el proceso de toma de decisiones. La intervención creciente
del estado en sectores de la vida económica y social, antes alejados de su
interferencia, ha multiplicado el tamaño y poder de la administración y
modificado el papel de la ley y la función del Congreso. A lo anterior se suma
el grado variable de incidencia de los grupos privados organizados sobre las
dos ramas que concentran los más importantes recursos de poder en la sociedad.
La rama judicial, a través de la Jurisdicción Constitucional, está
llamada a contrapesar inteligente y responsablemente el crecimiento del
legislativo y del ejecutivo modernos. El estado de derecho requiere del igual
fortalecimiento de las tres ramas del poder público.
39. La Jurisdicción
Constitucional, y el derecho fundamental a la integridad y primacía de
la Constitución, se orientan a preservar la división, que nunca debe
soslayarse, entre poder constituyente y poderes constituidos. Esta función
esencial se cumple por la Jurisdicción Constitucional, al impedir que
los poderes constituidos (ramas legislativa, ejecutiva y judicial) se aparten
de los mandatos y cauces de actuación establecidos en la Constitución. La
ausencia de control, tesis sostenida por la Corte Suprema de Justicia en
relación con las sentencias, lleva a que se esfumen los contornos de esta
división sobre la cual se asienta la existencia de la Constitución.
40. La Jurisdicción
Constitucional garantiza el respeto y adecuada distribución de competencias
entre la administración central del estado y las entidades territoriales de
modo que no se lesione su autonomía. Leyes y actos administrativos que
desconozcan el grado de autonomía constitucionalmente reconocido a las
entidades territoriales, que expresan una forma de división vertical del poder
del estado, se exponen a ser proscritos del ordenamiento al ponerse en marcha
variados mecanismos de control constitucional.
41. La Jurisdicción
Constitucional está llamada a asegurar la primacía del núcleo esencial de
la Constitución que corresponde a la consagración de los derechos
constitucionales fundamentales de las personas. La enunciación de derechos
fundamentales sería proclama vacía si no se hubieren contemplado vigorosos
mecanismos de defensa constitucional de tales derechos. La Jurisdicción
Constitucional asume como competencia especialísima la guarda de los
derechos fundamentales buscando, conforme a la expresa y reiterada intención de
todos los constituyentes, la efectividad de los mismos y su oponibilidad
frente a todos los órganos del poder público.
La defensa
constitucional de los derechos puede plantearse por vía general a través de las
acciones de inexequibilidad o nulidad, dependiendo de si la ofensa a los
derechos se origina en una ley o en un acto de la administración,
respectivamente. Ante violaciones concretas de derechos fundamentales
producidas por la acción u omisión de cualquier autoridad pública, la persona
agraviada tiene la acción de tutela, a la cual se refiere el artículo 86 de la
Carta Política.
42. En los
considerandos anteriores se ha demostrado extensamente que la tesis sostenida
por la Corte Suprema de Justicia, desconoce el texto de la Constitución y los
principios fundamentales del ordenamiento constitucional que tienen que ver
con la separación de los poderes, la preferencia por el derecho sustancial, el
valor normativo de la Constitución, la efectividad de los derechos, la
intangibilidad del contenido material de la Constitución, la conciencia de los
fines del estado y la pretensión de vigencia de la Constitución.
Sólo resta hacer
referencia a los argumentos de la Corte Suprema de Justicia que se esgrimen
contra la sujeción de las sentencias a la acción de tutela: el alcance de esta
acción dadas sus características y el valor de la cosa juzgada.
43. La acción de
tutela puede recaer sobre sentencias y demás providencias que pongan término a
un proceso, proferidas por los Jueces, Tribunales, Corte Suprema de Justicia y
Consejo de Estado, cuando éstos a través de las mismas vulneren o amenacen
por acción u omisión cualquier derecho constitucional fundamental.
44. La asignación de
competencias al pleno de la Corte Suprema de Justicia y a sus salas, en materia
de tutela, no viola el artículo 234 de la Constitución Política. La norma que
lleva a cabo la distribución de competencias tiene fuerza de ley. De otra
parte, el criterio de separación se mantiene. En efecto, el conocimiento
de la acción de tutela dirigida contra la sentencia de una sala, compete a la
sala que le sigue en orden; la impugnación contra la sentencia de tutela de
ésta última, se atribuye a la Sala Plena. El conocimiento de la acción de
tutela y la impugnación se adscriben como competencias separadas a la
Corte en pleno y a las salas respectivas.
45. La ley puede, en
el marco de la Constitución, adicionar las atribuciones de la Corte Suprema de
Justicia (CP art. 235-7) y determinar su distribución entre la Corte en pleno
y sus salas (CP art. 234).
Dado que las
sentencias de la Corte Suprema de Justicia pueden ser objeto de la acción de
tutela, se hacía necesario que la norma reglamentaria de esta acción asignara
nuevas competencias a la Corte Suprema de Justicia y articulara un sistema
separado de conocimiento de la acción e impugnación del fallo de tutela.
La Corte Suprema de
Justicia en su carácter de Juez Colegiado no podía sustraerse del
conocimiento de las acciones de tutela. El artículo 86 de la Constitución
Política compromete a todos los Jueces en la defensa de los derechos
fundamentales. La nueva atribución que adiciona las competencias de la
Corte Suprema de Justicia, no es sino la refrendación de un mandato
organizativo de la Constitución.
Corresponde al
legislador, en desarrollo del artículo 86 de la Constitución, perfeccionar el
mecanismo procesal más adecuado para que las personas agraviadas puedan
obtener la protección de sus derechos fundamentales. Entre las distintas
alternativas posibles de regulación, el Legislador histórico optó por una que a
juicio de esta Corte consulta la naturaleza de la Corte Suprema de Justicia y
de los otros altos cuerpos colegiados de la Justicia y que conjuga a su vez,
dentro de los límites de la Constitución y el prioritario respeto que merecen
los derechos fundamentales, la debida consideración a su rango e independencia.
En efecto, otras fórmulas en materia de tutela cuyo objeto fuesen sentencias de
la Corte Suprema de Justicia acusadas de violar derechos fundamentales, habrían
podido concluir en la institucionalización de controles judiciales externos a
dicha Corte para asumir la doble función - ordenada en la Constitución - de
conocimiento de la acción de tutela e impugnación del respectivo fallo.
46. La asignación de
competencias en materia de acción de tutela a las salas de la Corte Suprema de
Justicia y a la Corte en pleno, la erige a ella y a sus salas en órganos a
través de los cuales se ejerce en Colombia la Jurisdicción Constitucional.
La tesis de la
diversidad y especialización de las salas, que se esgrime contra la posibilidad
de que una de ellas conozca en sede de tutela la sentencia proferida por otra,
desconoce que es la materia constitucional exclusivamente la que
suscita la acción de tutela y su definición e impugnación. No se trata por
tanto de entrar a conocer del proceso tallado por otra Sala, sino que el juez
constitucional examina la conformidad de la sentencia con los derechos
fundamentales consagrados en la Constitución.
La violación actual
o potencial de un derecho constitucional fundamental es primariamente un
asunto constitucional y el ejercicio de la acción de tutela se convierte en
el presupuesto para que su resolución corresponda a la Jurisdicción
Constitucional. Los momentos de ejercicio de la acción, impugnación del
fallo de tutela y eventual revisión de éste último, son tramos de la indicada
jurisdicción y los órganos judiciales encargados de cada momento pertenecen
materialmente a la Jurisdicción Constitucional y aplican Justicia
Constitucional.
Los distintos
planteamientos de la Corte Suprema de Justicia sobre diversidad,
especialización, igualdad, autonomía e independencia de las salas, desconocen
su importante ubicación en la Jurisdicción Constitucional y la forma
particular de estructuración de esta Jurisdicción en el país, que se sirve,
como se ha visto, del aparato judicial ordinario para el cumplimiento de su
alta misión, lo cual debe llevar a distinguir respecto de cada órgano judicial
los asuntos que se incluyen en la esfera de su respectiva jurisdicción y los
que pertenecen a la esfera de la Jurisdicción Constitucional. Nada más
alejado del querer constituyente, que un órgano judicial ordinario reniegue de
su función como Organo de la Jurisdicción Constitucional anteponiendo
criterios de especialidad, diversidad, igualdad y autonomía, propios y
exclusivos de su esfera ordinaria de actuación.
En fin, teniendo
entidad propia y diferenciada la materia constitucional, la Jurisdicción
Constitucional y la Justicia Constitucional, el argumento de la diversidad
igualitaria de las salas no puede prosperar. Queda claro que en el orden
constitucional, un órgano puede cumplir distintas funciones y una misma función
puede ser ejercida por distintos órganos, en cuyo caso una interdependencia
organizativa y sistemática de los órganos entre sí no es incompatible con la
normal independencia jurídica con la que uno de tales órganos en particular
realiza sus funciones ordinarias.
47. Tampoco están
destinados a prosperar los múltiples argumentos de la Corte Suprema de
Justicia que tienen su raíz en un supuesto principio jerárquico que se
desvirtuaría de permitirse la acción de tutela contra sentencias de la Corte
Suprema de Justicia, así como por librarse su decisión a la sala que le siga en
orden, asignarse la definición de su impugnación a la Sala Plena y mantenerse
la revisión del fallo de tutela por la Corte Constitucional.
La acción de tutela,
la impugnación y revisión consiguientes, se inspiran en la configuración de un
eficaz sistema de defensa de los derechos fundamentales que trasciende la mera
satisfacción de los intereses concretos en juego y se constituye en un control
objetivo de constitucionalidad. En consecuencia, los diferentes jueces que
intervienen en las sucesivas fases judiciales de la tutela no ejercen entre sí
una suerte de control jerárquico. El fallo de tutela no expresa la voluntad del
juez que lo emite ni su propósito de dirigir y coordinar la actuación del juez
(o sala) que profirió la sentencia objeto de la tutela, del mismo modo como se
desata un recurso jerárquico. Por el contrario, este fallo - y lo mismo puede
predicarse del que define su impugnación y el de revisión - se pronuncia en
condiciones de independencia para la realización y garantía del derecho
constitucional objetivo y por conducto de un órgano judicial que en cada caso
representa la soberanía del estado aplicada a la función de administrar
Justicia Constitucional. La independencia en este caso está
completamente desligada de la jerarquía y quiere decir que el juez, en
materia de tutela, sólo depende de la norma constitucional y circunscribe su
función, no a la realización de un control jerárquico, sino a la protección de
los derechos fundamentales. La revocatoria de una sentencia de una sala de la
Corte Suprema de Justicia producida por otra en ejercicio de la acción de
tutela, no es la señal de un control jerárquico, a todas luces inexistente,
sino la prueba y consecuencia de su patente inconstitucionalidad.
Pero, si en gracia
de discusión, se admitiera que la acción de tutela sobre sentencias de la Corte
Suprema de Justicia, plantea un problema de jerarquía, de todas maneras, tal
acción y eventual revocatoria de las sentencias inconstitucionales serían
procedentes. Las exigencias vinculadas a la primacía de la Constitución se
imponen sobre las derivadas de cualquier principio jerárquico. Si se lleva el
conflicto hasta sus últimas consecuencias y se plantea la no coexistencia en
dado caso de estos dos extremos, el criterio jerárquico sucumbe ante la
necesidad de salvaguardar la primacía de la Constitución. Este conflicto,
primacía de la Constitución - jerarquía, ya ha sido resuelto en favor de la
primera por la misma Constitución en su artículo 91: "En caso de
infracción manifiesta de un precepto constitucional en detrimento de alguna
persona, el mandato superior no exime de responsabilidad al agente que lo
ejecuta". Por lo demás, el texto del artículo 4o. de la Constitución
Política, tantas veces citado, impone la supremacía de la Constitución por
encima de cualquier acto de las autoridades públicas.
48. La revisión de
las sentencias de tutela originadas en la Corte Suprema de Justicia por parte
de la Corte Constitucional no va en detrimento de la condición de la Corte
Suprema de Justicia como máximo Tribunal de la Jurisdicción Ordinaria y, en su
caso, del Consejo de Estado como Tribunal Supremo de lo Contencioso
Administrativo.
Se trata, en primer
término, de una competencia expresamente asignada a la Corte Constitucional
por la misma Constitución (CP arts 86 y 241-9). De otra parte, la paridad
jurídica de los máximos tribunales es compatible con el predominio de uno de
ellos en el ejercicio de las funciones que tengan relación más directa e
inmediata con sus competencias ordinarias. A diferencia de los otros altos
tribunales, la Jurisdicción Constitucional es para la Corte Constitucional su
competencia única. De idéntica manera, como acontece con las otras
jurisdicciones, la Constitución señala para la Jurisdicción Constitucional
a la Corte Constitucional como máximo tribunal en esa materia, al confiarle de
manera expresa "la guarda de la integridad y supremacía de la
Constitución" (CP art 241).
La competencia de
la Corte para revisar sentencias de tutela es una manifestación de su
posición como máximo tribunal de la Jurisdicción Constitucional y obedece a la
necesidad de unificar la jurisprudencia nacional sobre derechos fundamentales.
La circunstancia de que todos los jueces, independientemente de la jurisdicción
a que pertenezcan, son para estos efectos jueces constitucionales - con
lo que se ha querido ampliar la Jurisdicción Constitucional a fin de
otorgar la máxima protección a los derechos fundamentales - torna más necesaria
aún la unificación de la Jurisdicción Constitucional.
Por lo demás, la
actuación de la Corte Constitucional como máximo Tribunal de la Jurisdicción
Constitucional, permite darle cohesión e integrar en sentido sustancial la
aplicación e interpretación de la Constitución en las restantes jurisdicciones.
La Jurisprudencia Constitucional de la Corte Constitucional, aparte de los
efectos de cosa juzgada constitucional de sus sentencias, tendrá una influencia
irradiadora importante en los casos de aplicación preferente de la Constitución
frente a otras normas. Igualmente, la Corte Constitucional como juez de la
constitucionalidad de las leyes y de las normas con fuerza de ley, provee a la
Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo y a la ordinaria la base legal
depurada conforme a la cual se juzgará la actuación administrativa y la
aplicación de la ley a los casos concretos, respectivamente.
49. El derecho
fundamental a la integridad y supremacía de la Constitución se traduce en
materia de derechos fundamentales en el derecho fundamental a la protección
inmediata de los derechos fundamentales. De conformidad con lo estipulado
en el artículo 228 de la Constitución, los mecanismos procesales ideados por el
constituyente y por el legislador deben interpretarse de manera que prevalezca
el derecho sustancial. La acción de tutela - al igual que los restantes
mecanismos y procedimientos legales de protección de los derechos fundamentales
- deben interpretarse, en consecuencia, buscando el máximo grado de
cumplimiento y eficacia de la Constitución que, en este caso, equivale a la
mayor efectividad del derecho fundamental a la protección inmediata de los
derechos fundamentales. La Corte Suprema de Justicia, por el contrario,
interpreta la acción de tutela, con una visión tan restrictiva que frusta su
naturaleza, finalidad y sentido y desconoce la materialidad del derecho
sustancial que dicha acción pretende amparar.
50. El derecho
fundamental a la protección inmediata de los derechos fundamentales entraña
un mandato perentorio al legislador para que adopte los procedimientos
necesarios y ágiles para la protección de los derechos individuales, de grupo o
colectivos (CP arts. 86, 98 y 152-a).
La acción de tutela
es uno de los medios a través de los cuales se pretende satisfacer el
mencionado derecho fundamental, pero su utilización se subordina, en primer
término, a la condición de que el afectado "no disponga de otro medio de
defensa judicial".
Para determinar si
se dispone de "otro medio de defensa judicial", no se debe verificar únicamente,
como lo sugiere la Corte Suprema de Justicia, si el ordenamiento contempla
expresamente una posibilidad legal de acción. No se trata de garantizar
simplemente el "derecho de toda persona para acceder a la
administración de justicia" (CP art. 229), sino el derecho
fundamental a la protección inmediata de los derechos fundamentales. En
consecuencia, debe determinarse, adicionalmente, si la acción legal
alternativa, de existir, es capaz de garantizar la protección inmediata de
los derechos vulnerados o amenazados.
Esta interpretación
consulta, de otra parte, la Convención Americana de Derechos Humanos, suscrita
por Colombia, que en su artículo 25 ordena: "Toda persona tiene derecho a
un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los
jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente
convención, aún cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en
ejercicio de sus funciones oficiales".
Y no de otra manera
podría ser ya que como lo expresara el legislador especial - Comisión Especial
Legislativa - en su momento "la real existencia de medios judiciales de
defensa no se suple con una existencia formal o de mero papel. Para que ésta
pueda predicarse requiere que los medios sean eficaces y aptos para remediar la
vulneración o eliminar la amenaza. Si el medio existe, pero es tardío, lo que
lo hace ineficaz, determina la procedencia de la acción" (Informe Ponencia
para Debate en Plenaria. Informe de Mayoría. Ponentes Germán Sarmiento Palacio,
Hidela Avila de Zuluaga, Armando Novoa García. Comisión Especial Legislativa,
Gaceta Legislativa No. 18 p. 5).
Es imperioso, a
voces del artículo 93 de la Constitución, interpretar los derechos y deberes
constitucionales de conformidad con los tratados internacionales sobre
derechos humanos ratificados por Colombia. En este orden de ideas, es
importante destacar que las notas de "sencillez", "rapidez"
y "efectividad", son determinantes para establecer si un
procedimiento legal, diferente a la acción de tutela, tiene aptitud para
brindar a los afectados la protección inmediata de sus derechos
constitucionales vulnerados o amenazados.
No es lógico ni
jurídico que Colombia sólo cumpla la Convención Americana de los Derechos
Humanos, cuando no exista en la ley medio judicial alguno de protección de los
derechos, en cuyo caso sería procedente la acción de tutela - que sí reune las
mencionadas notas de aptitud para brindar la protección inmediata - y deje de
cumplirla en los demás casos en los cuales no sería procedente la acción de
tutela por existir un medio judicial ordinario, pese a que este no reuna las
indicadas características.
La
"sencillez" del medio judicial se determina según la mayor o menor
complejidad del procedimiento y las limitaciones de orden práctico que ello
suponga para que el afectado pueda tener posibilidades reales de iniciar y
mantener la correspondiente acción, atendidas sus condiciones socio-económicas,
culturales y las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que se encuentre. Las
peticiones que a este respecto formulen las personas pertenecientes a los
grupos discriminados o marginados deben merecer especial consideración, pues la
acción de tutela puede ser una medida de favor que mitigue en algo la
desigualdad que tradicionalmente ha acompañado a estos grupos (C.P. art. 13).
La
"rapidez" del medio judicial está relacionada con la mayor o menor
duración del proceso y el efecto que el tiempo pueda tener sobre la
actualización de la amenaza de violación del derecho o las consecuencias y
perjuicios derivados de su vulneración, para lo cual deberán examinarse las
circunstancias del caso.
La
"efectividad" del medio judicial es una combinación de las dos notas
anteriores, pero se orienta más al resultado del proceso y por ello se relaciona
con la medida de protección ofrecida al afectado durante el proceso y a su
culminación. Aquí el juez debe analizar a la luz de los procedimientos
alternativos, cuál puede satisfacer en mayor grado el interés concreto del
afectado, lo cual en modo alguno implica anticipar su resultado sino
establecer frente a la situación concreta, el tipo de violación del derecho o
de amenaza, la complejidad probatoria, las características del daño o perjuicio
y las condiciones del afectado, entre otros factores, lo adecuado o
inadecuado que puedan ser los medios judiciales ordinarios con miras a la
eficaz protección de los derechos lesionados.
51. Es evidente que
si el afectado ha hecho uso de los medios de defensa judiciales ordinarios
hasta agotarlos, sin obtener efectiva protección de sus derechos
constitucionales amenazados o vulnerados, a su término no dispondrá "de
otro medio de defensa judicial" y podrá perseguir esa protección a través
de la acción de tutela. En este caso, es necesario que la protección de los
derechos se haya planteado de manera expresa ante las diferentes instancias
judiciales. La acción de tutela se concibe como medio último y extraordinario
de protección al cual se puede recurrir sólo en ausencia efectiva de un medio
judicial ordinario capaz de brindarla. Con mayor razón, se abre la vía de la
tutela a los afectados que han agotado en vano los medios judiciales ordinarios
sin encontrar protección efectiva a sus derechos constitucionales conculcados.
Consideraciones de equidad (CP art. 230), que se encuentran en la base de la
acción de tutela, militan igualmente en favor de su concesión en esta
situación extrema, de modo que al término de la vía judicial ordinaria se abra
la vía de la Jurisdicción Constitucional. No puede ser de otra manera
cuando la Constitución ve en el respeto a la dignidad humana y la consiguiente
efectividad de los derechos fundamentales el valor fundante y el fin esencial
del estado.
52. La lesión de los
derechos constitucionales fundamentales puede producirse en el curso de
cualquier proceso judicial o a su término, sin que necesariamente el mismo se
haya instaurado con miras a la protección de un derecho de esta naturaleza. En
estos casos, el autor de la vulneración de un derecho o de su amenaza es el
juez. Las providencias judiciales respectivas pueden en estas condiciones ser
objeto de acción de tutela si no existe otro medio judicial idóneo para
proteger el derecho conculcado. De persistir la violación, pese a la
interposición de los recursos correspondientes, el agotamiento de la vía
judicial ordinaria, permitirá al afectado acceder a la Jurisdicción
Constitucional.
53. Cuando la acción
de tutela verse sobre sentencias, la actuación del juez del conocimiento se
circunscribe al examen y decisión de la materia constitucional con
prescindencia de todo aquello que no tenga que ver con la vulneración o
amenaza de vulneración del derecho constitucional fundamental. La acción de
tutela no representa frente a los respectivos procesos judiciales instancia ni
recurso alguno. Cuando la vulneración del derecho constitucional se estudia con
ocasión del trámite de la acción de tutela, no se avoca el conocimiento y
desarrollo de la litis, lo que bajo ninguna circunstancia es de la incumbencia
de la Jurisdicción Constitucional, sino única y exclusivamente la
conducta del juez reflejada en su providencia y en cuanto ésta haya violado un
derecho fundamental o amenace con hacerlo. Este es el único asunto que tiene
relevancia constitucional. Ir más allá quebranta el principio de independencia
(CP art 228) indispensable para la administración de justicia y subvierte
los límites entre las diferentes jurisdicciones.
54. La acción de
tutela da lugar a un verdadero proceso judicial, es decir, formulada la
petición de protección, se requiere de una serie de actos coordinados y
regulados por el derecho cuyo cumplimiento es necesario para la declaración o
ejecución del derecho. La Constitución señala que ese medio a través del cual
se persigue la efectividad de la pretensión - en este caso la declaración y
protección de un derecho fundamental - tenga las características de un procedimiento
preferente y sumario.
La intervención de
los jueces para la definición de la acción de tutela y de su impugnación,
aunada a la revisión eventual de la Corte Constitucional y a que todas las
actuaciones anteriores rematan en sentencias, le resta toda
verosimilitud a la tesis de la Corte Suprema de Justicia que pretende asimilar
la acción de tutela y su resultado a un simple trámite policivo que arroja
medidas a lo sumo precautelativas. Desconoce, de otra parte, la Corte Suprema
de Justicia que la Constitución en el mismo artículo 86 está sujetando a la
competencia judicial y no administrativa la definición de
controversias sobre la vulneración o amenaza de derechos constitucionales
fundamentales. Después de que el constituyente consagrara una reserva
judicial en esta materia, precisamente para asegurar y fortalecer la
defensa de los derechos, núcleo esencial de la carta, no es posible reducir la
actuación judicial y su resultado - que se expresa en sentencias y en un
procedimiento de doble instancia - a un asunto puramente policivo.
La acción de tutela
busca la efectividad de la protección del derecho fundamental vulnerado o amenazado
y como medio de protección debe interpretarse atendiendo el cumplimiento de su
finalidad. Corresponde a la regulación y a los jueces, considerando las
circunstancias del caso, graduar los efectos de las sentencias que pueden ser
definitivos (generalmente en los casos en los cuales no haya otro medio
judicial), temporales, suspensivos o transitorios (cuando se utilice como
mecanismo transitorio).
La variabilidad de
los efectos de las sentencias de tutela y la naturaleza preferente y sumaria de
su procedimiento, no desvirtúa su carácter judicial - que es la razón de ser
de su garantía - sino que responde a la exigencia de asegurar la efectividad
de los derechos constitucionales fundamentales de manera que se haga
justicia al caso concreto y ésta sea cumplida y pronta.
55. Resta una
mención expresa al valor del principio de la cosa juzgada esgrimido por la
Corte Suprema de Justicia para negar que la acción de tutela pueda dirigirse
contra sentencias. El primer argumento, apenas esbozado por la Corte, se
relaciona con la intangibilidad de la cosa juzgada que sufriría quebranto de
aceptarse su procedencia.
56.
Según la Corte Suprema de
Justicia la cosa juzgada responde a un principio no escrito de valor
universal, cuyo apoyo constitucional lo ofrecería el artículo 94 de la Carta
Política. Este precepto constitucional afirma la vigencia en el ordenamiento
de los derechos y garantías que, siendo inherentes a la persona humana, no
figuren expresamente en el texto de la Constitución y en los convenios
internacionales suscritos por Colombia.
57. Como derecho
o garantía inherente a la persona humana la cosa juzgada, de acuerdo con
esta postura, adquiriría una fuerza supraconstitucional. En efecto, cerrar la
vía a la acción de tutela contra sentencias cuando éstas violen derechos
fundamentales expresos, equivale a eludir toda confrontación entre aquél derecho
o garantía inherente a la persona humana y los mencionados derechos
fundamentales expresos, para de esta manera mantener la intangibilidad de
la cosa juzgada que asumiría una posición de primacía constitucional, hasta el
punto de clausurar ab initio el debate sobre la eventual vulneración
de tales derechos por parte de la sentencia.
58. Si el principio
de la cosa juzgada tiene el alcance que sostiene la Corte Suprema de Justicia,
debe averiguarse su naturaleza y determinarse si él corresponde a una emanación
de la personalidad humana y si como tal se impone a los derechos
constitucionales expresos pese a que frente a éstos sólo exhiba el
carácter de un derecho o garantía constitucional implícita.
59.
Se dice que una sentencia
tiene fuerza de cosa juzgada cuando ella se torna inmutable y definitiva y no
puede ser modificada o revocada por ningún medio jurídico, ordinario o
extraordinario, dentro o fuera del proceso en que se produjo.
Las diversas teorías
que se han expuesto sobre la naturaleza y fundamento de la cosa juzgada no la
hacen depender de un supuesto derecho o garantía a la persona humana, como
afirma la Corte Suprema de Justicia. Un rápido repaso y comentario a las
principales teorías sobre la materia, desde las clásicas hasta las modernas,
sirve para confirmar el aserto.
En el Derecho Romano
primitivo, dada su influencia religiosa se imputaba a la divinidad el poder de
hacer las leyes y decidir los litigios. "Una disputa surgia entre dos
ciudadanos: solamente la divinidad, por intermedio de sus ministros , los
Pontífices, podía ponerle fin. Pero para obtener el juicio divino era aún
necesario utilizar ciertas formas, hacer ciertos gestos. Si las formas
exigidas habían sido regularmente cumplidas, los Pontífices no tardaban en
expresar la voluntad divina. Si, por el contrario, las formas se habían
cumplido imperfectamente, la voluntad de los dioses no se revelaba. Pero en
todos los casos estaba prohibido renovar el procedimiento. Quién hubiera
osado ofender a los Dioses, formulando dos veces la misma cuestión?" (Jean
Dumitresco, L'autorité de la chose jugée et ses applications en matiére des
personnes physiques, citado por Esteban Ymaz, en "La esencia de la
cosa juzgada y otros ensayos", ed Arayú, Buenos Aires, p. 7). La cosa
juzgada tiene aquí una explicación mágico-religiosa y en ella está ausente
toda consideración a su origen humano. El mismo Derecho Romano, en su
evolución posterior, superó esta primera visión y redujo la pretensión de la
cosa juzgada a la de una presunción de verdad condensada en la conocida
fórmula "res iudicata pro veritate accipitur" (la cosa juzgada es
admitida como verdad). El fundamento mítico fue sustituido por otro de orden
mundano y de carácter acendradamente práctico, desde entonces alegado como
cimiento de la cosa juzgada: la necesidad de darle certeza al derecho y
mantener la paz social de suyo inconciliable con las múltiples sentencias
contradictorias y la indefinida prolongación de los procesos. Tampoco esta
justificación tiene filiación con un pretendido derecho inherente a la
persona humana sino que obedece sencillamente a un criterio práctico de
conveniencia general.
El código de
Napoleón, como es suficientemente sabido, consagró legalmente la concepción
de la cosa juzgada proveniente del Derecho Romano (CC arts 1350-1352)
confiriéndole el carácter de una presunción iuris et de iure, o sea
sin dar lugar a admitir prueba alguna contra lo decidido en ella. En este
orden de ideas, la sentencia mantiene su status de verdad legal pese a que en
muchos casos contraríe la realidad o el juez haya incurrido en error de
derecho. No se descubre en esta concepción legal una explicación diferente a
la ya mencionada del Derecho Romano. Cabe resaltar que ahora el principio de la
cosa juzgada se convierte en derecho positivo y que es el estado, a través de
su instrumento natural, la ley, el que otorga a ciertas sentencias el valor
de presunción de derecho y el que niega a otras esta autoridad y, finalmente,
será también el Estado el llamado a consagrar excepciones a dicha presunción.
No subyace a esta manifestación del derecho estatal, ningún ligamen con un
supuesto derecho inherente a la persona humana. Por el contrario, antes
que reafirmar un derecho de la personalidad, la cosa juzgada consagrada en la
ley reivindica el poder de jurisdicción del estado que se ejerce a través de
los jueces. La cosa juzgada se trata no como derecho de los individuos sino
como algo que por antonomasia pertenece al derecho público y donde campea una
voluntad supraindividual que como acto de imperio otorga y despoja, a su
arbitrio, contenido de verdad a sus manifestaciones, de suerte que cuando
decide que ciertas decisiones de los jueces son definitivas e inmutables,
ellas valen como verdad, lo que representa simplemente un llamado a
su acatamiento y una técnica persuasiva o un excesivo recurso de legitimación
que puede tal vez ser eficaz. Detrás de la presunción puede que sólo haya
metáfora y metalenguaje, pero en últimas siempre será posible exigir el
cumplimiento de las sentencias no porque éstas sean la verdad sino
porque provienen de uno de los poderes públicos, o sea están dotadas de autoridad.
En el Código Civil Francés, y en los Códigos inspirados en él, el aspecto
de autoridad propio de una decisión judicial definitiva e inmutable,
quiso ser asociado con la noción de verdad, pretensión que refleja el
deseo del estado no de consagrar un derecho inherente a la persona humana sino
de reclamar para una de sus manifestaciones existenciales- las decisiones de
sus jueces - el mayor y máximo respeto y observancia, toda vez que ellas -
aquí estriba su pretensión - no pueden ser miradas solamente como meras
manifestaciones de su autoridad sino como muestras absolutas de verdad. Si
ante un fallo con autoridad de cosa juzgada, no vale implorar derechos de la
persona por el cercenados, pues sobre ellos el Estado reclama para las
decisiones de los jueces incondicional obedecimiento como mandatos que
reúnen auctoritas y veritas, ¿cómo puede sostenerse que estas
cualidades de las sentencias se deriven de un supuesto derecho inherente
a la persona humana?.
Adoptando una
perspectiva diversa, algunos doctrinantes han preferido explicar el fenómeno
de la cosa juzgada recurriendo a la figura de la ficción como más
apropiada que la de la presunción de derecho. El estado simplemente supone
(de ahí la idea de la ficción) que el contenido de la sentencia
corresponde a la verdad, independientemente que ello sea o no cierto. La
teoría de la ficción, que no entra esta Corte a criticar o avalar, no sugiere
que la cosa juzgada sea la proyección de un derecho inherente a la persona
humana. Al igual que las restantes teorías su función es explicar y
justificar el carácter definitivo e inmutable que la ley otorga a ciertas
decisiones judiciales. En todo caso, nada estará más alejado de un derecho
inherente a la persona humana que "una ficción de verdad". Los
derechos fundamentales no pueden construirse a partir de este tipo de
ficciones. Menos todavía cuando ellas pretenden dar una base de legitimidad
social a dictados provenientes del imperio del estado. Solamente a partir de
un completo sojuzgamiento del individuo por el estado - alienación total -, es
dable construir la categoría de los derechos fundamentales de la persona
humana sobre la apropiación e internalización en la órbita de esta última de
todas aquellas necesidades funcionales y existenciales del aparato estatal,
como lo es la necesidad que llegue un momento en que los jueces del estado
deban pronunciar, en los asuntos que se les sometan, la última palabra.
Una concepción
diferente vincula la cosa juzgada a los efectos de la sentencia de modo que
aquella se la hace residir en la fuerza vinculante de la declaración de
certeza que ésta contiene, la cual es especialmente obligatoria para los
jueces que deben sujetarse a ella en cualquier debate posterior sobre el mismo
asunto decidido.
Otra teoría postula
que las sentencias irrevisables no se limitan a declarar el derecho objetivo
sino que tienen virtualidad configuradora y transformadora de las relaciones
jurídicas debatidas.
Ambas teorías
vinculan la cosa juzgada a la declaración de certeza realizada por el juez, la
primera de ellas circunscribiendo su eficacia en términos puramente procesales
y la segunda otorgándole efectos sustantivos en lo que hace al reconocimiento y
extinción de relaciones jurídicas. En últimas, la cosa juzgada se conecta con
el efecto de la sentencia que genera una indiscutible declaración de certeza
ya sea que ésta tenga una vigencia reducida al plano procesal o se predique
del ámbito de los derechos que reconoce o extingue. En ninguno de los casos
la cosa juzgada se entiende como emanación de un derecho inherente a la
persona humana. Por el contrario, el fundamento de la cosa juzgada se
reivindica como campo particular del derecho procesal del estado, según la
primera de las teorías estudiadas. Y, de acuerdo con la última, la cosa juzgada
se manifiesta en la configuración directa por la sentencia de relaciones
jurídicas sin ser ella misma, aparte de forjadora de relaciones jurídicas,
derivada de un supuesto derecho inherente a la persona humana.
Finalmente, a partir
de una concepción puramente normativa, la sentencia se contempla como norma
individual y el problema de la cosa juzgada se plantea en términos de su
vigencia en el tiempo, concretándose en la prohibición existente para
ciertos casos de la derogación de esta especie de norma individual judicial por
otras normas posteriores, con el objetivo de garantizar la estabilidad
jurídica del sistema. La prohibición aquí tampoco obedece a un pretendido derecho
inherente a la persona sino a una norma positiva que establece la
prohibición derogatoria y de esta manera fundamenta la cosa juzgada.
60. El recuento de
algunas de la principales teorías acerca del fundamento de la cosa juzgada
demuestra que no deriva este principio de un pretendido derecho inherente a
la persona humana. Las teorías modernas se ocupan de justificar la figura
a partir de su expresa consagración legal y de criterios prácticos de
conveniencia general inspirados en la necesidad de mantener los valores de
certeza jurídica y paz social.
Los diferentes
códigos de procedimiento han consagrado expresamente la figura de la cosa
juzgada. En los indicados códigos se regula el ejercicio de la jurisdicción
por parte del estado y de manera especial el efecto de las sentencias,
principal acto a través del cual el órgano jurisdiccional cumple la obligación
correlativa al derecho de acción y ésta a su vez realiza su objeto y
simultáneamente se da cabida y responde al derecho de contradicción.
En Colombia no se
hace necesario recurrir a principios universales o a tratados internacionales
para descubrir la figura de la cosa juzgada. El Congreso, en ejercicio de su
atribución constitucional de dictar las leyes y, particularmente, de su
función de "expedir códigos en todos los ramos de la legislación y
reformar sus disposiciones" (CP art. 150, numerales 1 y 2), ha consagrado
y precisado los contornos de esta figura.
Entre otras normas
legales que regulan la cosa juzgada basta citar las siguientes : artículos 9 y
16 del Código Penal; artículo 17 del Código de Procedimiento Penal; artículos
332 y 333 del Código de Procedimiento Civil; artículo 175 del Código
Contencioso Administrativo.
La definición de la
cosa juzgada en los diferentes procesos y sus efectos, la determinación de
sus requisitos, el señalamiento de las sentencias que constituyen y no
constituyen cosa juzgada, y sus excepciones, son aspectos que integran una
materia que, en nuestro ordenamiento, es de orden legal y carece de jerarquía
constitucional. Entre otras razones, la rigidez propia del texto constitucional
no aconseja someter una materia tan dinámica a la normativa constitucional.
Por eso el Constituyente abandonó su tratamiento concreto a la ley y no es
difícil verificar que su regulación se aloja en los códigos de procedimiento.
61. Las leyes que
consagran y regulan la cosa juzgada deben respetar la Constitución. La
regulación legal de la cosa juzgada no tiene una jerarquía o status superior a
la Constitución y su interpretación debe hacerse según el sentido que mejor
armonice con sus principios y preceptos.
Parecería la
aclaración anterior una ociosa reiteración del principio de supremacía de la
Constitución sobre las leyes. Se impone hacerla sin embargo por la persistencia
del arraigo mítico que la cosa juzgada todavía suscita en la jurisprudencia
nacional y que recuerda esa fase del Derecho Romano primitivo brevemente
reseñada en esta sentencia. De hecho el intento que se ha demostrado fallido
de sustentar la cosa juzgada en el artículo 94 de la Constitución Política como
derecho inherente a la persona humana expresa una creencia en un
equivocado y distante valor supranormativo y supraconstitucional de dicha
figura.
De otra parte, la
aclaración pretende dejar bien establecido que los linderos entre Constitución
y ley no se suprimen ni se extinguen por confusión cuando esta última refleja
y desarrolla valores y principios constitucionales. Los valores y principios
constitucionales - como los de paz, prevalencia del interés general y vigencia
de un orden justo - están llamados a inspirar y permear todo el ordenamiento
jurídico, sin que por ello las leyes que sirvan de vehículo para su realización
práctica adquieran rango constitucional. Aún más, en caso de conflicto entre
dichos valores y la eficacia de los derechos fundamentales el constituyente ha
optado por la primacía de los derechos inalienables de la persona (art. 5).
La regulación de la
cosa juzgada por la ley puede justificarse en criterios de interés
general y de conservación de la paz social. De allí no se sigue que esa ley
y la materia regulada, la cosa juzgada, adquieran status
constitucional. Hacer caso omiso de la posible violación de los derechos
constitucionales fundamentales a fin de mantener la intangibilidad de las cosa
juzgada es supeditar la Constitución a la ley e invertir la pirámide
normativa. El raciocinio de la Corte Suprema de Justicia obra en la ley una
extraña metamorfosis pues la convierte en principio supranormativo y como tal
condicionante y subordinante de la Constitución, para lo cual apela a la idea
de la cosa juzgada como derecho inherente a la persona humana, extremo
que ha resultado carecer de todo fundamento.
El camino lógico que
debe transitarse es el de entender cabalmente el contenido y alcance legal de
la cosa juzgada y dar una interpretación de la misma conforme a la
Constitución. De este modo se podrá determinar si la institución de la cosa
juzgada puede conciliarse - y de qué manera - con el respeto a los derechos
fundamentales consagrados en la Constitución y cuyo cumplimiento coactivo
puede surtirse a través de la acción de tutela.
62. En este orden de
ideas, la exacta delimitación del problema constitucional que suscita la
regulación legal de la cosa juzgada, exige detenerse a examinar la tensión que subyace
a esta figura así como a la dinámica de sus elementos.
Los litigios y
controversias cuya resolución pacífica se somete a la decisión de los jueces,
deben tener un fin y reclaman una pronta composición por parte del estado. Así
se satisfacen los deberes del estado frente a las demandas de estabilidad
jurídica y paz social. Llega un momento en que las sentencias deben adquirir
irrevocabilidad e inmutabilidad, para no poner en peligro la estabilidad
jurídica. De otra parte, para asegurar la agilidad que debe caracterizar al
estado en la definición de los procesos, la Constitución Política ordena a los
jueces cumplir diligentemente los términos procesales (CP art. 228), pues de lo
contrario no solamente se pierde la utilidad y la oportunidad de la justicia
sino se incuba un germen de desorganización social que puede quebrantar la paz.
Pero la paz también exige que la decisión de los jueces sea justa como quiera
que la injusticia es la mayor causa de congoja e insatisfacción que puede
soportar un pueblo.
Definir el problema
planteado supone tener en cuenta los elementos mencionados sobre los cuales la
Constitución se pronuncia de manera expresa. Se garantiza el derecho de toda
persona para solicitar la tutela de la justicia (CP art. 229). La Administración
de Justicia debe tomar decisiones sobre los asuntos que se someten a su
consideración y hacerlo de manera imparcial (CP art. 228). Los jueces
deben actuar con prontitud y diligencia (CP art. 228). Las
sentencias de los jueces deben ser justas dado que ellos son uno de los
principales instrumentos del estado para asegurar la convivencia pacífica y
la vigencia de un orden justo (CP art. 2).
De ahí que el
verdadero problema constitucional que plantea la cosa juzgada no sea el
vislumbrado por la Corte Suprema de Justicia pues es evidente que la
regulación legal de la misma debe someterse a la Constitución y por ende
respetar los derechos fundamentales y ser objeto de escrutinio especial para
tal efecto, sino el de la compatibilidad de dicha regulación legal de la cosa
juzgada con la exigencia que impone la Constitución a los jueces: que sus
sentencias aseguren la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.
63. El fin del
proceso debe ser la sentencia justa (CP art. 2): No la cosa juzgada a
secas.
Se admite sin
embargo que entre ese fin y su resultado concreto siempre existirá un margen de
diferencia atribuible a la falibilidad del juicio humano y a las limitaciones
de orden técnico y probatorio inherentes al instrumental del cual se sirve el
juez y que en cierto modo se tornan muchas veces insuperables.
Repárese solamente
en las variadas limitaciones intrínsecas y circunstanciales que exhiben los
diferentes medios de prueba (testimoniales, documentales etc.) para apreciar la
dificultad que enfrenta el juez que sólo por su conducto puede acceder al
conocimiento de los hechos que sustentan las pretensiones de las partes o
conforman la base real e histórica de las causas sobre las cuales debe decidir.
Añádase a lo
anterior, el deber imperioso de fallar que pesa sobre el juez, so pena de
incurrir en caso contrario en denegación de justicia (Ley 153 de 1887, art. 48;
artículo 150 del Código Penal), independientemente de la deficiencia del
material probatorio y del silencio, oscuridad o insuficiencia de la ley a
aplicar.
La búsqueda de la
justicia y la verdad podría no tener término. Razones prácticas ya mencionadas
llevan a la necesidad de clausurar en un momento dado las controversias y a que
sobre ellas se pronuncie la última palabra por parte del juez, no obstante las
deficiencias e inseguridades anotadas. La cosa juzgada precisamente se edifica
sobre la precariedad objetiva y subjetiva de la tarea secular de administrar justicia
y se hace cargo de tal precariedad, inmunizando las decisiones judiciales
que la ley determina, contra los ataques e impugnaciones posteriores que
contra ellas se dirijan. Esas decisiones que hacen tránsito a cosa juzgada,
pese a su no-verdad o no completa verdad, valen como verdad y deben cumplirse.
Lo que se expresa en la conocida expresión res iudicata pro veritate
habetur.
La cosa juzgada es
en últimas una fórmula de compromiso, quizá imperfecta pero en todo caso
práctica, entre las exigencias de justicia y paz, y la certeza jurídica y
agilidad en el ejercicio de la función jurisdiccional. La cuestión que tiene
directa relevancia constitucional es la de determinar cuánta justicia y cuánta
paz deben sacrificarse en aras de la certeza jurídica y de la agilidad de la
función jurisdiccional. Esta pregunta es forzosa en el nuevo marco
constitucional que asigna a los jueces la misión de administrar justicia y
asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo (C.P. art.
2o).
64. El sentido de la
entera obra del Constituyente se orienta al establecimiento de un orden
social justo. Por consiguiente entre las alternativas de solución de un
caso, el Juez debe inclinarse por la que produzca el resultado más justo y
resuelva de fondo la controversia dando prevalencia al derecho sustancial (CP
Preámbulo, arts. 2 y 228). No cabe duda que a la luz de la Constitución debe
afirmarse como valor orientador de la actividad judicial el favorecimiento de
la justicia material que se condensa en la consigna pro iustitia.
En razón del
principio pro iustitia la regulación legal de la cosa juzgada debe en
aras de la seguridad jurídica sacrificar lo menos posible la justicia. El juez
como instrumento de la justicia y de la paz y no solamente de la ley positiva
tiene, en la nueva Constitución, la delicada y excelsa misión de ser con
ocasión de cada caso concreto sometido a su decisión, el artífice de ese orden
social justo. Lo que cubre la cosa juzgada con su firmeza debe en su mayor
extensión responder a un contenido de justicia material. El mero
"decisionismo", no corresponde a la filosofía que anima la
Constitución.
Frente al problema
planteado conviene avanzar en un doble sentido. Primero, determinando unos
criterios generales que apunten a la progresiva construcción de la justicia
material, de modo que la cosa juzgada sea más el escudo de una decisión justa
que la mera inmunidad que protege una decisión de estado. Y es que la cosa
juzgada, en el nuevo ordenamiento constitucional, vale no como razón de
estado sino como expresión de justicia. Segundo, señalando específicamente lo
que en ningún caso puede ser sacrificado en función de la certeza o seguridad
jurídica y que corresponde al "mínimo de justicia material"
que debe contener una sentencia. Sólo de esta manera se puede delimitar el
ámbito de seguridad jurídica que permite sustraer a una decisión judicial
cubierta por la cosa juzgada de los ataques e impugnaciones de que puede ser
objeto por su ilegalidad o injusticia.
65. La progresiva
construcción de justicia por los jueces enriquece la cosa juzgada pues sus
fallos tendrán más valor en términos de justicia y verdad. Los criterios
generales de justicia material, cuya elaboración debe hacerse a partir de la
Constitución, están llamados a consagrarse en el curso de una evolución
histórica que tenga siempre presente la realidad del país. Sin embargo, desde
ahora pueden esbozarse algunas pautas de justicia que surgen directamente del
texto constitucional y cuya incorporación a la faena judicial no hará sino,
como acaba de decirse, enriquecer la cosa juzgada.
Los artículos 228 y
229 de la Constitución Política atribuyen a las personas el derecho
fundamental de acceso efectivo a la administración justicia. Por esta
vía los particulares solicitan a los jueces la protección de sus derechos tanto
de los consagrados en la Constitución como en otras normas. Este derecho se
asienta sobre la concepción de un Estado material de derecho que por
definición no agota su pretensión ordenadora en la proclamación formal de los
derechos de las personas sino que se configura a partir de su efectiva
realización.
El derecho
fundamental de acceso efectivo a la administración de justicia comprende
en su ámbito las sucesivas fases de tramitación de las peticiones de
actuación que se formulan al órgano de justicia y la respuesta que éste en
cada caso dé a las mismas. Por fuerza de las cosas el mencionado derecho cubre
los dos "tramos" que corresponden respectivamente a los momentos de
tramitación y resolución de peticiones.
En lo que respecta
al primer momento, debe comenzarse por afirmar que en virtud de lo establecido
en el artículo 228 de la Constitución Política, se ha constitucionalizado el
principio de interpretación según el cual la ley procesal debe
interpretarse teniendo en cuenta que el objeto de los procedimientos es la
efectividad de los derechos reconocidos por la Constitución y la ley. Con
esta idea en mente pueden destacarse otros principios con efectos inmediatos
en el desenvolvimiento del proceso.
Las dilaciones
indebidas en el curso de los diferentes procesos desvirtúan la eficacia de la
justicia y quebrantan el deber de diligencia y agilidad que el artículo
228 impone a los jueces que deben tramitar las peticiones de justicia de las
personas dentro de unos plazos razonables. Sopesando factores inherentes a
la Administración de Justicia que exige cierto tiempo para el procesamiento de
las peticiones y que están vinculados con un sano criterio de seguridad
jurídica, conjuntamente con otros de orden externo propios del medio y de las
condiciones materiales de funcionamiento del respectivo Despacho judicial,
pueden determinarse retrasos no justificados que, por apartarse del
rendimiento medio de los funcionarios judiciales, violan el correlativo derecho
fundamental de las personas a tener un proceso ágil y sin retrasos indebidos.
El derecho
fundamental de acceso efectivo a la administración de justicia impone a
los jueces el deber de actuar como celosos guardianes de la igualdad sustancial
de las partes vinculadas al proceso. La notificación, presupuesto esencial para
que una parte pueda ejercitar su derecho de defensa, no puede ser reducido a
mero requisito de forma y sobre el juez recae la obligación de garantizar el derecho
fundamental a ser notificado de conformidad con la ley de manera efectiva y
real.
La igualdad
sustancial de las partes y el respeto a sus derechos fundamentales obliga al
juez a abstenerse de decretar y prácticar ciertas pruebas que resulten
incompatibles con el ordenamiento constitucional. Pero, sin perjuicio de lo
anterior, el juez en términos generales tiene la obligación positiva de
decretar y prácticar las pruebas que sean necesarias para determinar la verdad
material, pues esta es la única manera para llegar a una decisión de fondo que
resuelva la controversia planteada y en la que prime el derecho sustancial y el
valor justicia, como lo ordena el artículo 228 de la Constitución
Política. En este sentido, debe reinterpretarse a la luz de la Constitución,
el alcance de la carga de la prueba regulada por algunos códigos de
procedimiento.
Independientemente
de la aplicación general del indicado principio probatorio, en algunos casos el
Juez en atención a la necesidad de promover la efectividad de los derechos
fundamentales y en razón del principio pro iustitia podrá disponer que
la prueba de un hecho, dadas las circunstancias concretas y excepcionales de
la causa, no recaiga sobre quien lo alega sino sobre la parte que esté en
mejores condiciones o posibilidades de probarlo.
En lo que respecta
al segundo momento, o sea el de la resolución de las controversias, debe
tenerse en cuenta que la aplicación e interpretación del derecho debe hacerse
conforme a la Constitución. La norma que primero y en grado mayor obliga al
juez es la Constitución. Si bien los jueces en sus providencias sólo están
sometidos al imperio de la ley (CP art. 230), en todo caso de
incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica,
se aplicarán sus disposiciones (CP art. 4). Las normas constitucionales
están llamadas a ser aplicadas directamente a las controversias y para ello,
por regla general, no requieren de la mediación de la ley por cuanto tienen
un contenido normativo propio y autosuficiente. Las leyes y demás normas del
ordenamiento no deben aplicarse si resultan incompatibles con el sentido de la
Constitución y, en todo caso, deberán interpretarse del modo que más armonicen
con el texto constitucional. La Constitución aspira a tener una plenitud de
sentido y a permear con sus principios y valores el entero ordenamiento.
Cualquier pieza normativa del ordenamiento, por ende, para subsistir en él y
reclamar obediencia debe conciliarse con la letra y el espíritu de la
Constitución. Esa decisiva verificación es una de las tareas más delicadas
que el Estado confía al poder judicial, en el momento en que éste procede a
decidir los asuntos que se someten a su consideración.
No se trata de una
mecánica y formal aplicación del derecho a los hechos. La Constitución pretende
que el juez - obligado portador de los principios y valores incorporados
positivamente al texto constitucional - al decidir la controversia busque
materializar en el mayor grado posible tales principios y valores de modo que
su sentencia asegure la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo.
En la sociedad democrática que establece la Constitución la misión del juez se
concreta en la de ser un instrumento eficaz de justicia material.
66. De lo dicho
puede colegirse que la regulación legal de la cosa juzgada sólo puede
mantenerse en la sociedad democrática y justa diseñada por el Constituyente
bajo la condición de que como fórmula histórica y evolutiva de compromiso
sacrifique cada vez menos justicia en aras de la consecución de la necesaria
estabilidad jurídica. En otras palabras, en cada momento histórico habrá un
"precio" límite en términos de justicia sacrificada a partir del cual
no se podrá ofrecer nada más a fin de garantizar la necesaria seguridad
jurídica.
Los criterios de
justicia material extraídos de la Constitución, llamados a gobernar el proceso
y su resolución - o sea, los momentos de tramitación de los pedidos de justicia
y de decisión de las controversias - están destinados a ganar para la justicia
material un mayor espacio. El acatamiento de las indicadas pautas de justicia
hará que las sentencias que hagan tránsito a cosa juzgada tengan un mayor
contenido intrínseco de justicia.
Aparte de los
criterios constitucionales aplicables a la tramitación y decisión de los
procesos, cuya finalidad es incorporar a la sentencia el máximo contenido de
justicia, la Constitución determina un ámbito que representa el mínimo de
justicia material que ella debe contener y que en ningún caso puede
sacrificarse en aras de la seguridad jurídica. Ese ámbito merecedor de tan
especial protección corresponde a los derechos fundamentales cuya efectividad
se eleva a fin esencial del estado y a razón de ser de sus autoridades (CP
arts. 1 y 2).
Los derechos
fundamentales previstos en la Constitución abarcan igualmente los momentos de
trámite de los procesos - garantía del debido proceso - así como de decisión de
la controversia que deben enderezarse hacia la efectividad de los mismos.
La sentencia que se
produzca con violación o desconocimiento de los derechos fundamentales - tanto
de orden sustantivo como procesal -, por no incorporar el mínimo de
justicia material exigido por el ordenamiento constitucional, no puede
pretender hacer tránsito a cosa juzgada. Sólo la cosa juzgada que incorpore por
lo menos ese mínimo de justicia puede aspirar a conservar su carácter.
La violación o
desconocimiento de los derechos fundamentales, base de la convivencia,
quebranta la paz social. La violación o desconocimiento de los derechos
fundamentales se opone a la vigencia de un orden justo. La seguridad
jurídica no se puede construir ni mantener a costa de la violación o
desconocimiento de los derechos fundamentales y la que se consiga de esa manera
será siempre frágil. El juez que profiere una sentencia que desconozca o viole
los derechos fundamentales obra por fuera de sus competencias e incurre en
arbitrariedad. La jurisdicción del estado como todo poder público se origina en
la soberanía que reside exclusivamente en el pueblo y no puede ejercerse para
desconocer o violar sus derechos fundamentales. Todo lo anterior explica
suficientemente porqué se desintegra la cosa juzgada cuando ella afecta el mínimo
de justicia material dado por los derechos fundamentales. Ninguno de los
elementos cuyo equilibrio conforma y regula la cosa juzgada -paz social,
justicia, seguridad jurídica, autoridad judicial- se mantiene en pie cuando la
sentencia vulnera o desconoce los derechos fundamentales.
67. La Constitución
y la ley promueven a través de la consagración de diversos recursos la
consecución de un resultado justo como desarrollo de la actividad judicial. El
ordenamiento, a través de la organización de recursos, pretende
"maximizar" las posibilidades de arribar a una decisión justa. Se
quiere que la cosa juzgada, pese a las dificultades objetivas y subjetivas de
todo orden, exprese el mayor contenido posible de justicia.
La nueva
Constitución asigna a los recursos ordinarios y extraordinarios que puedan
proponerse contra las providencias judiciales una importancia decisiva como
mecanismos que permiten al aparato judicial depurar los contenidos de
injusticia de sus proveídos. De ahí que el artículo 31 de la Constitución
Política establezca que toda sentencia judicial podrá ser apelada o consultada,
salvo las excepciones que consagre la ley. La impugnación y la consulta son la
regla general con el fin de asegurar - con las limitaciones propias de lo
humano - la justicia y ponderación de las decisiones finales de los jueces.
Apuntando los recursos a la obtención de justicia material y teniendo
prioridad la efectividad de los derechos y la aplicación del derecho
sustancial, la concesión de los recursos no debe supeditarse a un excesivo
ritualismo y sobrecarga de requisitos formales, como ocurre con el recurso de
casación. Por el contrario, existe una clara correlación entre la concesión de
derechos por la Constitución y la ley y la entrega a las personas de recursos
y medios procesales para hacerlos valer.
En este contexto la
acción de tutela prevista en el artículo 86 de la Constitución Política es un
medio procesal especial que complementa el derecho sustantivo constitucional,
mediante la concesión de un arma poderosa a las personas que vean sus derechos
fundamentales violados o desconocidos. Tratándose de sentencias que vulneren
estos derechos, la acción de tutela, es un medio idóneo para depurar el
eventual contenido de injusticia de la sentencia atacada y evita que ésta se
torne inimpugnable e irrevocable no obstante el flagrante desconocimiento del
mínimo de justicia material que debe expresar toda sentencia y que sólo
se da cuando se respetan y se hacen efectivos los derechos fundamentales.
68. El análisis
anterior permite acotar un terreno en el cual no son inconciliables las
instituciones de los derechos fundamentales - la acción de tutela que es el
instrumento especial de su defensa es a su turno y por esta razón un derecho
fundamental - y la cosa juzgada. Hemos visto que encontrarlo es indispensable
para la sobrevivencia constitucional de la cosa juzgada que debe interpretarse
siempre de conformidad con la Constitución.
La cosa juzgada
marca el límite que la ley establece a las impugnaciones y mutaciones de que
puede ser objeto una sentencia judicial. Hay sentencias que están expuestas a
cambios y modificaciones y no hacen tránsito a cosa juzgada. Existen otras
que no pueden luego de ejecutoriadas ser objeto de recurso alguno, pero que
admiten su revisión extraordinaria como es el caso de los recursos
extraordinarios de revisión y anulación. Cuando ya no cabe recurso alguno,
dentro ni fuera del proceso, se habla en estricto rigor de cosa juzgada. La cosa
juzgada, como límite de lo inimpugnable e inmutable, puede ser objeto de
mudanza por la ley al adicionar o cercenar posibilidades de impugnación, en
cuyo caso la cosa juzgada avanza o retrocede pero no se elimina en cuanto que
siempre habrá un límite y en realidad lo que le importa a la sociedad es que
los litigios y causas tengan un fin y "se pronuncie la última
palabra".
Si la ley puede
producir el anotado desplazamiento - en cualquiera de los sentidos - de la
cosa juzgada, lo que no equivale a su eliminación, con mayor razón lo puede
hacer el constituyente al incluir una acción - en este caso la acción de tutela
como mecanismo idóneo - contra las sentencias que violen los derechos
fundamentales. En este caso el límite de la cosa juzgada se desplaza hacia
adelante y sólo luego de la decisión que desate el procedimiento que se
instaura con ocasión de la acción de tutela se puede hablar en estricto rigor
de cosa juzgada.
De la manera
señalada, la cosa juzgada no se elimina y por el contrario se enriquece pues
si prospera la acción de tutela y por ende se modifica la sentencia judicial,
ésta incorporará ese mínimo de justicia material sin el cual la cosa
juzgada por sí sola no se sostiene frente a la nueva Constitución.
Finalmente, es
importante destacar que la acción de tutela no se superpone a la cosa juzgada,
en cuanto el objeto de la primera es la acción o abstención del juez que en el
sentir del actor viola sus derechos fundamentales y así mismo el sujeto
frente al cual ella se dirige es el mismo juez a quien se imputa tal acción
o abstención. Lo que ocurre es que el contencioso constitucional a que da
lugar la acción de tutela - la conducta inconstitucional del juez -
necesariamente se refleja en la sentencia y por esta razón, de prosperar,
acarrea su revocatoria y el consiguiente desplazamiento de la cosa juzgada.
69. Finalmente, no
comparte esta Corte Constitucional los criterios generales de interpretación
constitucional utilizados por la Corte Suprema de Justicia.
Las normas
constitucionales, sus partes (orgánica y material), sus valores y principios,
mantienen entre sí una estrecha relación e interdependencia, que le dan al
conjunto unidad y coherencia, la cual se sacrifica cuando se toma
aisladamente una norma y se le pretende dar efectos que no armonizan con el
conjunto. En contradicción con este criterio interpretativo, la Corte Suprema
de Justicia se apoya en el artículo 234 de Constitución Política, norma que
faculta a la ley para dividir a la Corte Suprema de Justicia en salas y
asignarles los asuntos que deban conocer separadamente, con el objeto de negar
la procedencia de la acción de tutela contra sentencias de cualquiera de las
salas. Si ya el sólo texto no sustenta esta interpretación, considerado en el
conjunto como se tuvo oportunidad de demostrar, pierde ella todo asidero pues
la norma así entendida y tomada aisladamente, resulta incompatible con los
principios esenciales de la misma Constitución.
Los bienes
tutelados por la Constitución no deben ser sacrificados en la interpretación.
Debe imponerse una interpretación que gracias al establecimiento de límites
justos y proporcionales, entre los diferentes bienes protegidos, se oriente
por su coexistencia, en un nivel que, atendidos los respectivos bienes
jurídicos y sus limitaciones, resulte óptimo.
La Corte Suprema de
Justicia eleva la cosa juzgada al plano de lo absoluto e intemporal, con la
consecuencia que la seguridad jurídica - concediendo sólo en gracia de
discusión que aquélla goce de protección constitucional -, sacrifica el valor
de la justicia, los derechos fundamentales y la primacía de la Constitución.
La interpretación no
debe modificar la estructura y distribución de las funciones estatales
establecida por la Constitución. La interpretación que la Corte Suprema de
Justicia hace de la tutela sobre sentencias, conduce a la transformación de la
función judicial que ejerce en función constituyente, como quiera que órganos
públicos exonerados de control constitucional pueden modificar a su antojo el
contenido y alcance de la Constitución. De otra parte, la misma interpretación
sustrae de hecho a la Corte Suprema de Justicia su función como órgano de la Jurisdicción
Constitucional para los efectos de la protección de los derechos
fundamentales.
La interpretación
constitucional debe enderezarse a la conservación y promoción de la unidad
política, cometido esencial de la Constitución. La solución que la Corte
Suprema de Justicia le da en su sentencia al problema planteado, la aparta del
cumplimiento efectivo de la Constitución y la convierte en patrocinadora de una
tesis que desconoce el estado social de derecho y el principio democrático,
bases insustituibles de la unidad política a cuya consagración apunta
decididamente la carta.
El valor normativo
de la Constitución y su pretensión normativa, reclaman una interpretación que
propenda por la eficacia y actualización de sus disposiciones, de modo que la
Constitución formal se convierta en Constitución real y vaya adaptándose a
las cambiantes condiciones de la vida social. La tesis de la inimpugnabilidad
constitucional de las sentencias, deja sin aplicación en un importante ámbito
de la realidad nacional, las normas constitucionales sobre protección de
derechos fundamentales. Así mismo, la interpretación radicalmente restrictiva
y reduccionista de la tutela, la despoja de eficacia real.
La interpretación
constitucional debe buscar la prevalencia del derecho sustancial. Exigencia que
se plantea aún con más énfasis en el campo de la protección de los derechos
fundamentales. La Corte Suprema de Justicia equivocadamente antepone a la
prevalencia del derecho sustancial criterios formales y principios
organizativos secundarios.
Por último, la
interpretación de la Constitución debe inspirarse en su preámbulo en el cual
aparece expresado de manera vinculante el designio del Constituyente y en los principios
fundamentales consagrados en su título I. Valores y principios como el de
justicia, igualdad y efectividad de los derechos fundamentales, entre otros,
se han incorporado con plena fuerza positiva en el ordenamiento constitucional
que exige una hermeneútica que promueva su acatamiento y los integre a la
conciencia nacional.
70. La acción de
tutela interpuesta por los señores JULIAN PELAEZ CANO y LUIS ARIAS CASTAÑO
exige un pronunciamiento de mérito sobre la pretendida violación de sus
derechos fundamentales, según lo expuesto en los antecedentes 2 a 5 de este
proveído. En consecuencia, la Corte Constitucional procederá a revocar la
sentencia de tutela objeto de revisión para que la Sala Civil de la Corte
Suprema de Justicia, en el plazo establecido por el artículo 86 de la
Constitución, proceda a fallar de fondo.
DECISION
En mérito de lo
expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional,
R
E S U E L V E
PRIMERO.- REVOCAR la decisión de tutela
proferida por la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia de fecha diciembre
nueve (9) de mil novecientos noventa y uno (1991).
SEGUNDO.- LIBRESE
por Secretaría las
comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los
efectos allí contemplados.
Cópiese,
comuníquese, cúmplase, e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
-Salvamento de voto-
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia aprobada
por la Sala Segunda de Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá D.C., a los
doce (12) días del mes de mayo de 1992).
Salvamento de
voto del Dr. JOSE GREGORIO HERNANDEZ a la Sentencia No. T-06, Exp. T-221:
ACCION DE TUTELA CONTRA SENTENCIAS-Improcedencia/COSA JUZGADA/PRINCIPIO DE
SEGURIDAD JURIDICA/PRINCIPIO DE CERTEZA JURIDICA/DERECHO DE ACCESO A LA
ADMINISTRACION DE JUSTICIA (Salvamento de voto)
Para verificar si en cada caso se alcanzó
ese mínimo de justicia material exigido por esta Sala para reconocer a la cosa
juzgada su verdadera fuerza, sería preciso revisar la sentencia correspondiente
y ello implica, desde luego, que la materia presuntamente definida vuelva a
quedar sub judice. Y, como no estamos seguros de que en todos los casos ese
mínimo de justicia material haya sido alcanzado, la aceptación de este
argumento representa, por necesaria consecuencia, la pérdida del status de cosa
juzgada para todas las sentencias que suponíamos lo habían alcanzado.
"Desplazamiento" hacia una nueva instancia que en el fondo representa
vocación de reapertura de todo proceso judicial y, por ende, ruptura de la
certeza jurídica. Si de lo que se trata, como predica la sentencia, es de
asegurar la prevalencia efectiva de los principios constitucionales, ello no se
logra sembrando el germen de la inestabilidad ni creando un clima propicio a la
ruptura de la seguridad jurídica. El acceso a la administración de justicia
requiere, para que en efecto tenga utilidad, de un sistema jurídico que
contemple un momento procesal definitivo en el que, con certeza, las
resoluciones que se profieran sean aptas para la concreción de los derechos.
ACCION DE TUTELA CONTRA
SENTENCIAS/PERJUICIO IRREMEDIABLE/ACCION DE TUTELA TRANSITORIA (Salvamento
de voto)
Del artículo 86 de la Carta Política surge
sin lugar a dudas la consecuencia de que también los jueces como autoridades
públicas, pueden vulnerar o amenazar los derechos fundamentales por su acción u
omisión. Ante tal posibilidad el mismo ordenamiento jurídico ha consagrado
medios procesales idóneos para contrarrestar los efectos de tales actos u
omisiones inconstitucionales. Pero, en el caso concreto, habida consideración
de las circunstancias en que se halla la persona y, mirada la efectividad del
derecho que se le conculca, puede también realizarse la hipótesis de que no
cuente para su defensa con un medio judicial adecuado a la certidumbre del derecho
o la circunstancia de que, aún existiendo alguno, sea inminente un perjuicio
irremediable que exige inmediata protección siquiera a modo preventivo. En
tales condiciones no puede negarse que procede la acción de tutela en guarda
del eficaz imperio de las garantías constitucionales. Pero habiéndose llegado a
la decisión final, la sola duda sobre si en el último fallo pudo haberse
desconocido un derecho fundamental no puede dar lugar a nuevas opciones de
revisión del proceso, porque allí surge el conflicto con el interés general
representado en la necesaria certidumbre de las definiciones judiciales.
ACCION DE TUTELA CONTRA
SENTENCIAS/CORTE CONSTITUCIONAL/REVISION DE TUTELA- Efectos/PRINCIPIO
DE CELERIDAD (Salvamento de voto)
Si se aceptara en gracia de discusión que
cabe ejercer acciones de tutela contra fallos que participan de la
inapelabilidad de la cosa juzgada, ha debido entrar esta Corte -para cumplir
con su función- en el estudio de si en realidad fue vulnerado o amenazado el
derecho fundamental que se alega, para que, comunicada la correspondiente
decisión al juez o Tribunal competente de primera instancia, se adoptaran allí
las medidas necesarias tendientes a adecuar su fallo a lo dispuesto por la
Corte Constitucional. En esta ocasión el examen de la Corte Constitucional ha
sido apenas preliminar, lo que a mi juicio riñe con el propósito que busca el
artículo 86 de la Constitución sobre especialísima celeridad en la protección
concreta del derecho supuestamente conculcado.
El suscrito Magistrado,
en el proceso de la referencia, se permite consignar las razones fundamentales
de su discrepancia con la tesis acogida por la Sala de Revisión No. 2, en fallo
de esta misma fecha, por medio del cual se resolvió revocar la sentencia
proferida por la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia fechada
el 9 de diciembre de 1991, providencia ésta que, a su vez, denegó las
solicitudes de una acción de tutela instaurada contra sentencia de la Sala de
Casación Penal de la misma Corporación:
1. El punto crucial
de la controversia adelantada en el seno de la Sala para decidir sobre el caso
planteado radica en resolver, en lo inmediato, si las sentencias definitivas
que han hecho tránsito a cosa juzgada según lo que disponen las leyes
colombianas para que una providencia judicial alcance esa categoría -inclusive
las que profieran las salas de casación de la Corte Suprema de Justicia y, en
el ámbito de su competencia, el Consejo de Estado- están sujetas por mandato
del artículo 86 de la Constitución a la posibilidad de nuevos pronunciamientos,
también judiciales, como consecuencia del ejercicio de acciones de tutela.
Pero mucho más en el
fondo, se trata de definir si, a juicio de la Corte Constitucional, los valores
de la seguridad jurídica y la certeza del Derecho -los cuales interesan a toda
la sociedad y se hacen indispensables para la pacífica convivencia dentro de
ella- deben sacrificarse íntegramente en búsqueda de una nueva opción procesal
para casos individuales ya suficientemente debatidos en distintas instancias de
la Rama Judicial, o si, por el contrario, la Carta Política, al ampliar el
espectro de los derechos fundamentales y los mecanismos de su efectiva
protección, dotó al sistema de nuevos elementos que están destinados a
fortalecer, más bien que a debilitar el Estado de Derecho y los valores
jurídicos esenciales que lo inspiran.
2. No encuentro que
por haberse plasmado la acción de tutela como mecanismo de inmediata aplicación
para garantizar la efectividad de los derechos fundamentales, se haya puesto
fin a la vigencia de los postulados básicos en los cuales ha sido fundada y
desarrollada nuestra civilización jurídica, pues esa acción no es en sí misma
ni puede interpretarse como su negación o como la derogatoria de los
presupuestos con apoyo en los cuales la administración de justicia cumple la
primordial tarea que le atañe en el contexto de nuestra democracia.
3. Es cierto que,
como lo expresa la sentencia de la cual discrepo, tanto el Constituyente como
el legislador promueve, mediante el establecimiento de acciones y recursos, la
obtención de un resultado justo que la preceptiva constitucional ha vinculado
estrechamente a los fines del Estado y de manera muy particular a la
realización concreta de los derechos inalienables de la persona, a cuyo
servicio ha sido concebida -al igual que otras figuras dentro del ordenamiento
superior- la acción prevista en el artículo 86.
También es innegable
que la Constitución, en su artículo 228, señala la prevalencia del derecho
sustancial como principio de ineludible acatamiento por los jueces al adoptar
sus decisiones.
Pero de lo dicho no
se sigue, ni en lógica, ni en derecho, que la Constitución haya venido a
desvirtuar por esta vía uno de los principios esenciales al orden jurídico que
en la misma Constitución se funda, cual es el de la cosa juzgada.
Así, la obtención
del resultado justo constituye el ideal que, por definición, persigue el
Derecho y el objetivo al cual apunta, según su misma esencia, toda institución
judicial. Diríase que la historia de la administración de justicia es, en el
mundo entero, la historia de un portentoso esfuerzo colectivo por alcanzar ese
ideal, claro está que dentro de las limitaciones implícitas en la naturaleza
humana, falible, de los jueces.
Es precisamente la
falibilidad del juez la que hace posible su apreciación errónea de los hechos
tanto como su interpretación equivocada de las leyes o la parcialidad de sus
juicios. El reconocimiento de estas posibilidades es lo que simultáneamente
explica que se hayan concebido los recursos judiciales, los impedimentos, las
recusaciones, la vigilancia fiscal, las nulidades, el régimen jurídico de la
prueba y su contradicción, entre otras fórmulas que pretenden eliminar o,
cuando menos hacer inferiores los márgenes de error o de injusticia en los
procesos, garantizar los derechos de las partes y, digámoslo de una vez,
conseguir -sin detrimento de lo anterior- la certeza y la firmeza de las
definiciones judiciales.
Sería torpe
desconocer el error judicial como fuente de injusticias y, por supuesto,
también lo sería negar que, de hecho, se puedan conculcar los derechos
inalienables del individuo involucrado en el proceso, ya en su calidad de
actor, ora como demandado, ya como tercero. Tanto una como otra posibilidad
vienen a ser consustanciales a la idea misma de la administración de justicia.
Pero no es lícito
convertir el error del juez, la injusticia o la violación judicial de los
derechos en la regla general, ni tampoco deducir de esa hipótesis un principio
de inestabilidad de cuanto fallo definitivo se haya pronunciado.
4. No puede haber
verdadera justicia sino dentro de un orden que garantice a la sociedad el
principio de certeza de las decisiones judiciales, es decir, la convicción
general en torno a que los juicios llegan a su fin mediante resoluciones firmes
que definan el Derecho. La acción de la justicia no puede moverse eternamente
en el terreno de lo provisional. El punto final, la última palabra, después de
agotadas todas las instancias, se erigen en factores insustituíbles para que,
haciéndose efectiva, se consolide la idea de lo justo.
Una sentencia que en
su contenido desarrolle el ideal de la justicia pero que nunca llegue al nivel
de lo definitivo, deviene en injusta en cuanto torna ilusoria su realización.
Unicamente la
seguridad jurídica permite la vigencia del orden justo al que aspira nuestra
Carta Política, tanto en su Preámbulo como en su artículo 2o., cuyo logro exige
momentos de definición judicial que otorguen a todas las personas la confianza
en lo resuelto, sin el albur de nuevas y siempre posibles acciones que
provoquen la indefinida reanudación de los procesos.
La certeza, según lo
recuerdan LOPEZ DE OÑATE y LORCA NAVARRETE1, ha sido
tradicionalmente reconocida como función que ha de cumplir el Derecho para que
el ente social ascienda hacia una concepción plena de la juridicidad.
5. El fallo en
referencia pone en tela de juicio la validez del principio de la cosa juzgada
cuando en la sentencia cobijada por él no se incorpore un mínimo de justicial material,
caso en el cual dicho principio "se desintegra", ya que "sólo la
cosa juzgada que incorpore por lo menos ese mínimo de justicia puede aspirar a
conservar su carácter".2
Esta aseveración
implica en realidad la eliminación de la cosa juzgada, aún a pesar de las
advertencias que se hacen en el mismo fallo en el sentido de que su propósito
no es la destrucción sino el desplazamiento de aquélla.
En efecto, para
verificar si en cada caso se alcanzó ese mínimo de justicia material exigido
por esta Sala para reconocer a la cosa juzgada su verdadera fuerza, sería
preciso revisar la sentencia correspondiente y ello implica, desde luego, que
la materia presuntamente definida vuelva a quedar sub judice. Y, como no
estamos seguros de que en todos los casos ese mínimo de justicia material haya
sido alcanzado, la aceptación de este argumento representa, por necesaria
consecuencia, la pérdida del estatus de cosa juzgada para todas las sentencias
que suponíamos lo habían alcanzado. "Desplazamiento" hacia una nueva
instancia que en el fondo representa vocación de reapertura de todo proceso
judicial y, por ende, ruptura de la certeza jurídica.
Habría que preguntar
en dónde reside, en esta hipótesis, el daño de mayor gravedad: si en el posible
desconocimiento de un derecho fundamental en un caso concreto, como el que
constituye materia del presente proceso, que ha pasado por el tamiz de dos
instancias judiciales y un recurso extraordinario de casación, o en la
desestabilización de todo el aparato judicial colombiano como consecuencia del
indiscriminado ejercicio de acciones de tutela que, muy probablemente, habrán
de instaurarse con ese pretexto para añadir una instancia a las ya tramitadas.
ANTONIO FERNANDEZ
GALIANO, en su
Introducción a la Filosofía del Derecho, expresa a este respecto:
"Específicamente,
la seguridad jurídica se refiere a las situaciones concretas de los
particulares dentro del orden del Derecho. Este debe proporcionar seguridad al
individuo en el sentido de que en todo momento sepa con claridad hasta dónde
llega su esfera de actuación jurídica y dónde empieza la de los demás; que
conozca con plena certeza a lo que le compromete una declaración de voluntad y,
en general, las consecuencias de cualquier acto que él o los otros realicen en
la órbita del Derecho; que pueda prever con absoluta certidumbre los resultados
de la aplicación de una norma; en fin, que en todo instante pueda contemplar,
deslindados con perfecta nitidez, los derechos propios y los ajenos. Por
supuesto que el descrito es un ideal utópico para cuya efectividad se
requeriría un ordenamiento de una perfección técnica incompatible con la
falibilidad de toda obra humana: es evidente que en todo Derecho existen
imperfecciones, imprevisiones del legislador, lagunas y contradicciones. Pero
también hay normas que no realizan con plenitud los debidos ideales de justicia
y no por eso debe condenarse el ordenamiento en su conjunto como incapaz de
realizar aquel valor.
Lo que interesa es
que el Derecho, aparte sus inevitables fallos, tienda a la creación de una
seguridad para el particular que se acoja a sus normas, de manera que nunca
pueda ser sorprendido por un resultado imprevisible con arreglo al propio
ordenamiento. Finalidad del Derecho tiene que ser la supresión de toda
situación dudosa o imprecisa y su sustitución por situaciones netas y
definidas. A procurarlas en casos concretos irán dirigidas normas determinadas,
pero la finalidad de creación de seguridad jurídica para el particular está
representada por una porción de principios de carácter general existentes en
todos los ordenamientos: tales son, entre otros, el de la inexcusabilidad del
cumplimiento de la ley independientemente de su conocimiento, el de la fuerza
de la cosa juzgada, el de la protección posesoria y el que inspira la
institución de la usucapión (...)"3
JORGE HÜBNER GALLO,
en la misma perspectiva,
señala:
"Se puede
concebir que, en un Estado de Derecho, la aplicación indiscriminada de
la ley, como exigencia del Bien Común - el "dura lex, sed lex" de los
viejos romanos provoque situaciones individuales de injusticia, que no sería
fácil evitar, sin cambiar a la vez todo el sistema de la legislación. No es
necesario evocar a este respecto la muerte heróica de Sócrates, que se inmoló
sacrificando la Justicia, que debía absolverlo, en aras del Bien Común, que
exigía el respeto a la ley y a la sentencia. Piénsese solamente en el caso, tan
común en la vida profesional, del individuo que pierde un litigio, a pesar de
haber adquirido el juez la convicción de que está en la razón, por no poder dar
testimonio objetivo de su derecho de acuerdo con las normas reguladoras de la
prueba"4
LUIS LEGAZ Y
LACAMBRA expone con
brillante lucidez:
"El problema de
la fuerza jurídica de la cosa juzgada ha surgido principalmente en el ámbito
del Derecho procesal. De antiguo se distingue entre la cosa juzgada en sentido
material y en sentido formal. Los romanos establecían la distinción en los
siguientes términos: res judicata jus facit inter omnes; res judicata jus
facit inter partes. Esto quiere decir lo siguiente: fuerza de cosa juzgada
en sentido formal significa la imposibilidad de anular la sentencia por medio
de los recursos, ya porque la última instancia ha dicho la última palabra, ya
porque ha transcurrido el tiempo para interponerlos o porque se ha desistido o
renunciado a ellos. La fuerza de cosa juzgada en sentido material significa que
"el fallo contenido en la sentencia es de tal suerte decisivo, que excluye
totalmente cualquier nuevo examen del negocio y cualquier resolución nueva
distinta sobre la misma relación jurídica, frente a los que han sido partes,
sea por el mismo tribunal que dictó la primera, o sea por otra diferente".
De suerte que el fallo recaído no puede ser examinado en su exactitud de fondo
por otro tribunal; y si alguien, cuya demanda no ha sido estimada por
infundada, vuelve a presentarla de nuevo, es absuelto en ella apenas el
tribunal tenga conocimiento de la sentencia anterior, sin que se pueda entrar
en el fondo de la misma. Además, lo decidido con fuerza de cosa juzgada en la
sentencia firme, es un título que la parte a quien favorece puede hacer
valer en cualquier proceso posterior; la cosa juzgada funda una situación
jurídica que puede alegarse como título de la acción judicial emprendida
contra quien se obstina en desconocerla (He subrayado).
Sólo motivos de
seguridad sirven de base a esta institución; motivos de seguridad y no
directamente de justicia, aunque nada tienen de opuestos a la justicia
(subrayo). Naturalmente, puede darse el caso de que la sentencia sea
materialmente injusta, que la sentencia firme declare que yo soy el legítimo
propietario de tal trozo de terreno y no de mi vecino que me lo disputa, aunque
la razón esté de parte de mi vecino. Pero el juez tiene que proceder conforme a
lo alegado y probado y por eso puede decirse que es siempre más justo que el
legislador, porque aprecia mejor la individualidad del caso. Como obra humana,
su sentencia está sujeta a error; pero las posibilidades de injusticia material
están reducidas al extremo límite por la segunda instancia y la casación, y por
otra parte, sería mucho mayor la dosis de injusticia que significaría
atentar contra la seguridad, permitiendo la posibilidad de procesos continuos y
de fallos contradictorios sobre un mismo negocio mil veces resuelto. Aquí, la
injusticia material de unos cuantos casos representa -frente a la seguridad- lo
que el interés particular, que debe ceder ante el interés general precisamente
por exigencia de la justicia"5 (He subrayado).
6. Si de lo que se
trata, como predica la Sentencia, es de asegurar la prevalencia efectiva de los
principios constitucionales, ello no se logra sembrando el germen de la
inestabilidad ni creando un clima propicio a la ruptura de la seguridad
jurídica.
- El Preámbulo de la
Constitución señala como uno de los objetivos hacia los cuales se orienta el
pueblo de Colombia, el de "asegurar a sus integrantes (...) la
justicia, (...) dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que
garantice un orden (...) justo ...".
En mi concepto, mal
se puede asegurar la justicia y garantizar un orden justo dentro de un marco
jurídico que fundamente el concepto de justicia sobre la base de la
incertidumbre.
- El artículo 1o. de
la Carta consagra como principios fundamentales del Estado Social de Derecho
los del respeto a la dignidad humana y la prevalencia del interés general.
No considero que el
"Mito de Sísifo" en que se pretende convertir por vía interpretativa
la acción de tutela, resulte acorde con la dignidad humana de quienes
obtuvieron fallo favorable a sus pretensiones, habiéndose sujetado a los
trámites de suyo difíciles y engorrosos de un proceso judicial que ha culminado
en sentencia definitiva avalada por el sello de la cosa juzgada y que ahora,
por virtud de tal acción, están a punto de comenzar de nuevo.
Tampoco hallo
realizado el principio de prevalencia del interés general en la tesis de
la cual me aparto, por cuanto estimo que sirve mucho más al beneficio colectivo
la conciencia cierta sobre la realidad de la justicia en firme que la
inestabilidad general provocada por el desconocimiento de la seguridad
jurídica.
- La efectividad
de los derechos consagrados en la Constitución (artículos 2o., 86, 88, 89, 91,
93, 94, entre otros) tiene su mejor prenda en la definición de las
controversias sobre la base de una verdad deducida en juicio. Por el contrario,
resulta vulnerada cuando esa verdad, varias veces debatida, no se establece con
certidumbre.
- El acceso a
la administración de justicia (artículo 229 de la Constitución) requiere, para
que en efecto tenga utilidad, de un sistema jurídico que contemple un momento
procesal definitivo en el que, con certeza, las resoluciones que se profieran
sean aptas para la concreción de los derechos.
7. No es cierto,
como lo afirma la sentencia, que la cosa juzgada carezca de sustento en la
Constitución y se soporte simplemente en mandatos de jerarquía legislativa,
pues si bien no hay en la Carta Política de 1991 (como tampoco había en la de
1886) un texto expreso que la plasme para todas las ramas del Derecho como letra
constitucional, aunque sí lo hace el artículo 241, Parágrafo, para los
fallos de esta Corte, ella se deduce inequívocamente de los principios
enunciados y surge como realización concreta de la seguridad jurídica que, más
allá de la Constitución, está anclada en el concepto mismo de Derecho.
Es la seguridad
jurídica un principio de naturaleza supraconstitucional ligado tan íntimamente
a la justicia que no es concebible la una sin la otra.
8. El artículo 86 de
la Constitución dispone que "toda persona tendrá acción de tutela para
reclamar ante los jueces (...) la protección inmediata de sus derechos
constitucionales fundamentales, cuando quiera que éstos resulten vulnerados o
amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad
pública y agrega que "esta acción sólo procederá cuando el afectado no
disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquélla se utilice
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable"(Subrayo).
Del precepto constitucional
surge sin lugar a dudas la consecuencia de que también los jueces, como
autoridades públicas, pueden vulnerar o amenazar los derechos fundamentales por
su acción o su omisión. En tal sentido, hallo coincidencia entre mi criterio y
el contenido en el fallo, pues debe reconocerse que un juez, individual o
colegiado, está en capacidad efectiva de ejecutar actos o de incurrir en
abstenciones que impliquen la transgresión de los preceptos constitucionales
que garantizan derechos inherentes a la persona. Así, por ejemplo, puede
impartir a sus subalternos órdenes en cuyo desarrollo se impida, de hecho, el
acceso a la justicia, al derecho de defensa o a las prerrogativas propias del
debido proceso; o le es factible proferir, por fuera de sus competencias,
providencias de sustanciación o interlocutorias cuyo contenido infrinja los
derechos; inclusive en las sentencias pueden encontrarse interpretaciones o
resoluciones contrarias a la Constitución o lesivas de los derechos en ella
consagrados.
Ante esas
posibilidades, el mismo ordenamiento jurídico ha consagrado medios procesales
idóneos para contrarrestar los efectos de tales actos u omisiones
inconstitucionales, según ya se expresó. Pero, en el caso concreto, habida
consideración de las circunstancias en que se halla la persona y mirada la
efectividad del derecho que se le conculca, puede también realizarse la
hipótesis de que no cuente para su defensa con un medio judicial adecuado a la
certidumbre del derecho o la circunstancia de que, aún existiendo alguno, sea
inminente un perjuicio irremediable que exige inmediata protección siquiera a
modo preventivo.
En tales
condiciones, no puede negarse que procede la acción de tutela en guarda del
eficaz imperio de las garantías constitucionales, como ya lo tiene dicho la
jurisprudencia de esta Corte al revisar fallos de tutela6 .
Pero habiéndose
llegado a la decisión final -que supone agotados todos los momentos de
verificación jurídica sobre lo actuado, por regla general a cargo de varios
jueces o tribunales, y terminadas todas las instancias concebidas por el
ordenamiento jurídico precisamente para garantizar que prevalezca el Derecho-
la sola duda sobre si en el último fallo pudo haberse desconocido un derecho
fundamental no puede dar lugar a nuevas opciones de revisión del proceso,
porque allí surge el conflicto con el interés general representado en la
necesaria certidumbre de las definiciones judiciales.
Dice al respecto el
ya citado profesor FERNANDEZ-GALIANO:
"La posibilidad
de error -y aún de prevaricación- en los jueces ha sido prevista en los
ordenamientos procesales mediante el establecimiento de sucesivas instancias
ante las que pueda acudir quien no haya tenido éxito en las inferiores; pero
con el límite de una última instancia más allá de la cual no cabe nueva
apelación y cuyo fallo es, por tanto, firme. Claro está que también en esa
instancia suprema ha podido haber error y producirse una sentencia injusta,
pero una reiteración indefinida de recursos procesales conduciría a una
situación de absoluta inseguridad, pues mientras estuviera el asunto sub
judice
-y sin posibilidad
de prever el fin del estado litigioso- ninguno de los litigantes podría estar
seguro de sus derechos. No hay más remedio, por tanto, que dar por terminada la
cuestión mediante un fallo definitivo e inapelable. Y si con ello -repetimos-
puede sancionarse alguna injusticia en casos concretos (que, por lo demás,
serán escasos dadas las garantías que se han puesto en juego hasta llegar a la
sentencia firme), es preferible eso a la permanente inseguridad que existiría
de no regir el principio de la santidad de la res iudicata"7
9. Por otra parte,
aún en el supuesto de aceptar la tutela para sentencias del nivel aquí tratado,
nadie garantiza que un estudio preferente y sumario, que debe efectuarse
en el perentorio término de diez (10) días, permita hacer realidad la plena
certeza de la total justicia en todo un proceso de doble instancia y casación,
menos aún si la Sala encargada de verificar la sujeción del fallo a derecho es
de una especialidad distinta, como ocurre en el presente caso.
10. No entro en el
estudio de los argumentos expuestos por la Sala Civil de la Corte Suprema de
Justicia sobre inaplicabilidad de la competencia especial prevista en el
artículo 40 del Decreto 2591 de 1991, ni particularmente sobre la relativa al
establecimiento de posibles jerarquías entre las salas de esa Corporación para
la tramitación de acciones de tutela contra sentencias definitivas por ellas
proferidas, por cuanto estimo que las razones atrás consignadas en torno a la
improcedencia de esta acción respecto de fallos que han hecho tránsito a la
autoridad de la cosa juzgada hacen del todo inoficioso cualquier
análisis sobre los mecanismos tendientes a realizar un fin que contraría ese
postulado.
Pero, además, en
torno a la constitucionalidad del mencionado artículo, la cual ha sido
cuestionada ante esta Corte en ejercicio de acción pública, prefiero esperar el
momento procesal adecuado para exteriorizar mis opiniones al respecto.
11. En cambio, sí me
parece indispensable manifestar que disiento de la interpretación acogida en la
sentencia de esta Sala en cuanto a los efectos de la revisión a cargo de la
Corte Constitucional.
Sobre el particular,
si se aceptara en gracia de la discusión que cabe ejercer acciones de tutela
contra fallos que participan de la inapelabilidad de la cosa juzgada, ha debido
entrar esta Corte -para cumplir con su función- en el estudio de si en realidad
fue vulnerado o amenazado el derecho fundamental que se alega, para que,
comunicada la correspondiente decisión al juez o tribunal competente de primera
instancia (en este caso, la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia), se
adoptaran allí las medidas necesarias tendientes a adecuar su fallo a lo
dispuesto por la Corte Constitucional (artículo 36 del Decreto 2591 de 1991).
En esta ocasión,
pese al interesante estudio efectuado en la Sentencia, el examen de la Corte
Constitucional ha sido apenas preliminar, lo que a mi juicio riñe con el
propósito que busca el artículo 86 de la Constitución sobre especialísima
celeridad en la protección concreta del derecho supuestamente conculcado.
Si la Sala se
hubiese introducido en ese análisis de fondo, sobre el derecho invocado por el
actor, quizá hubiera podido responder a la pregunta que tuve ocasión de
formular en el curso de las deliberaciones: dado que la protección en que
consiste la tutela se concreta en una orden para que aquél respecto de quien se
solicita actúe o se abstenga de hacerlo (artículo 86 de la Constitución)...
Cuál sería la orden, de inmediato cumplimiento, que debería impartir el
juez de tutela en relación con sentencias que han surtido la integridad del
trámite procesal y han alcanzado la cúspide de la cosa juzgada? ...
Acaso la reiniciación del proceso? Desde cuál de sus etapas? O la modificación
de la sentencia? O la nulidad de lo actuado?
Lo anterior suscita,
a su vez, un nuevo interrogante: Cómo se procedería en caso de impugnación del
fallo de tutela si ya la orden -cualquiera de las indicadas u otra- está en
ejecución?
Y uno adicional:
Cuál sería el papel de la seguridad jurídica como valor del Derecho que el
Estado debe realizar, en un contexto tan inestable e inseguro como el
planteado?
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Sentencia No.
T-06 ADICION
Ref.:
Proceso de Tutela T-221
Actores:
JULIAN PELAEZ CANO Y
LUIS
ARIAS CASTAÑO
SALA
SEGUNDA DE REVISION
Santafé de
Bogotá,D.C. junio diecisiete (17) de mil novecientos noventa y dos (1992).
Antecedentes
1. La Corte
Constitucional, Sala de Revisión, mediante sentencia del 12 de mayo del
presente año, resolvió revocar la decisión de tutela proferida por la Sala
civil de la Corte Suprema de Justicia de fecha 9 de diciembre de 1991. En esta
providencia para los efectos del artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, se
señaló: "La acción de tutela interpuesta por los señores JULIAN PELAEZ
CANO y LUIS ARIAS CASTAÑO exige un pronunciamiento de mérito sobre la
pretendida violación de sus derechos fundamentales, según lo expuesto en los
antecedentes 2 a 5 de este proveído. En consecuencia, la Corte Constitucional
procederá a revocar la sentencia de tutela objeto de revisión para que la Sala
Civil de la Corte Suprema de Justicia, en el plazo establecido por el artículo 86
de la Constitución, proceda a fallar de fondo".
2. La Corte Suprema
de Justicia en providencia del 2 de junio de 1992 se abstuvo de dictar el fallo
de fondo a que hacía referencia en su sentencia la Corte Constitucional y, en
su lugar, resolvió "Ordenar la remisión del expediente a dicho organismo
(Corte Constitucional) para lo de su competencia".
3. Es esencial e
inapreciable la participación de la Corte Suprema de Justicia en el trámite y
decisión de fondo de las acciones de tutela. En la sentencia de la Corte
Constitucional citada se dan pautas que requieren ser aplicadas a la concreta
situación materia de la tutela y para ello es decisivo el aporte de la Corte
Suprema de Justicia, Sala Civil que para el efecto es juez de tutela.
4. Entiende la Corte
Constitucional que la Constitución brinda un espacio de colaboración en el
ejercicio de la función jurisdiccional constitucional, referida a la protección
de los derechos fundamentales, según lo cual, a la Corte Suprema de Justicia
compete dictar fallos de tutela y a la Corte Constitucional asumir su eventual
revisión.
5. Con el objeto de
poder cabalmente cumplir con la función de revisión y dado que, en el
expediente remitido no se incluye un pronunciamiento del juez de tutela sobre
el derecho fundamental cuya violación se alega, la Corte Constitucional,
conforme lo establecido en sentencia del 12 de mayo de 1992, requiere dicho
pronunciamiento.
En mérito de lo
expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
REMITIR el
expediente respectivo a la Corte Suprema de Justicia, Sala Civil, a fin de que
dicho organismo proceda a dar cumplimiento a la sentencia de la Corte
Constitucional, Sala Segunda de Revisión del 12 de mayo de 1992.
Comuníquese y
cúmplase.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
-Aclaración de voto-
ACLARACION DE VOTO DEL MAGISTRADO
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Ref.:
Proceso de Tutela T-221
Actores:
JULIAN PELAEZ CANO y LUIS ARIAS CASTAÑO
Sala
Segunda de Revisión
Magistrado
Ponente:
Dr.
Eduardo Cifuentes Muñoz
Santafé de
Bogotá,D.C. junio diecisiete (17) de mil novecientos noventa y dos (1992).
Pese a la
discrepancia que mantengo con la mayoría de esta Sala en torno al sentido del
fallo de revisión de fecha 12 de mayo de 1992, por cuanto estimo que a la luz
de la Constitución no cabe acción de tutela contra sentencias que han hecho
tránsito a cosa juzgada, he votado afirmativamente la providencia que
hoy profiere la misma Sala ordenando remitir el expediente a la Honorable Corte
Suprema de Justicia, Sala Civil, para que proceda a dar cumplimiento a lo que
se dispone en aquella, por las siguientes razones:
1. Resulta esencial
a la realización de los fines propios del Estado de Derecho que los distintos
organismos y funcionarios encargados de ejercer el poder público reconozcamos y
acatemos la distribución de competencias establecidas por el ordenamiento
jurídico, así como las reglas de juego dentro de las cuales se producen
las actuaciones que a unos y a otros toca cumplir.
2. En este orden de
ideas, por cuanto se refiere a los jueces, la Constitución de 1991 ha
contemplado, para las distintas jurisdicciones, órbitas bien definidas dentro
de las cuales obra cada una sin detrimento ni invasión del campo reservado a
las demás. Así, uno es el ámbito de la Jurisdicción Ordinaria, en cuyo
nivel superior se encuentra la H. Corte Suprema de Justicia; otro el de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa, cuyo máximo organismo es el H. Consejo
de Estado; y otro el de la Jurisdicción Constitucional, a cuya cabeza está la
Corte Constitucional.
En lo concerniente a
la Jurisdicción Constitucional, además de la tradicional función de control
prevista en el artículo 241 de la Carta Política, se ha introducido la Tutela
como mecanismo enderezado a la defensa de los derechos fundamentales,
atribuyéndose a todos los jueces (incluídos la Cortes Suprema de Justicia y el
Consejo de Estado) la decisión concreta sobre las acciones que se instauren a
su amparo.
La propia
Constitución ha ordenado que la totalidad de las sentencias proferidas en esta
materia pasen a la eventual revisión de la Corte Constitucional en los términos
que señale la ley. De tal manera que, cuando la Corporación, en ejercicio de
esa competencia constitucional y según las reglas del Decreto 2591 de 1991,
asume la revisión de un determinado fallo y, en desarrollo de su función, lo
confirma o revoca, la sentencia de revisión se constituye en la resolución
final del caso controvertido, siendo vinculantes para los jueces de tutela
correspondientes las determinaciones en ella contenidas.
3. En concordancia
con las razones que me permití exponer en su momento sobre la necesidad de
hacer prevalecer los valores de la seguridad jurídica y la certeza del Derecho,
con apoyo en las cuales me aparté de la sentencia de revisión que admitió la
acción de tutela contra sentencias ejecutoriadas, debo ahora sostener, en aras
de los mismos principios, mi apoyo a la tesis de que ese fallo de revisión, con
absoluta independencia de su contenido -del cual he discrepado- debe ser
acatado en cuanto se trata de un sentencia que, dentro del campo de la
jurisdicción constitucional, no admite apelaciones.
Otra cosa es que el
desenvolvimiento futuro de la misma actividad de revisión constitucional lleve
a la Corte en Sala Plena, si se presenta el caso en el cual se susciten
propuestas de cambio jurisprudencial, a adoptar decisiones contrarias. Entre
tanto, aún para quienes no compartimos el sentido de la doctrina vigente, el
fallo de la Corte Constitucional es obligatorio.
4. Comparto, pues,
la apreciación de la mayoría de la Sala en el sentido de que resulta inapreciable
y esencial la participación de la Corte Suprema de Justicia en la aplicación de
los preceptos constitucionales que rigen esta materia.
Como lo expresé en
mi salvamento de voto en relación con la sentencia de mayo 12, sigo creyendo
que la Corte Constitucional ha debido entrar en el fondo del asunto planteado
por los accionantes si creía que era procedente la tutela contra sentencias
amparadas por el principio de la cosa juzgada, pero ya que no lo hizo, su fallo
debe cumplirse. En este sentido, coincido plenamente con las razones expuestas
por los H. Magistrados Alberto Ospina Botero y Eduardo García Sarmiento,
miembros de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, en su
salvamento de voto referente a la providencia de dicha Corporación de fecha 2
de junio.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
1 LOPEZ DE OÑATE, F.: La certeza del Derecho. Buenos Aires.
Ed. Jurídicas Europa-América. 1953. LORCA NAVARRETE, J.F. : El Derecho
natural, hoy. Madrid. Ediciones Pirámide, S.A. 1978, pág. 67
2 Ponencia. Versión estudiada en Sala. pág. 89
3 FERNANDEZ GALIANO, Antonio: Introducción a la Filosofía del
Derecho. Ed. Revista de Derecho Privado. Madrid. 1964. Pág. 139 y
siguientes
4 HÜBNER GALLO, Jorge. Manuel de Filosofía del Derecho.
Santiago. Editorial Jurídica de Chile. 1963. pág. 209
5 LEGAZ y LACAMBRA, Luis: Filosofía del Derecho. Barcelona.
Bosch, Casa Editorial. Quinta edición. 1979. Pág. 620
6 Ver, por ejemplo, Sentencia No. 1. Sala de Revisión No. 3. Abril
3 de 1992; sentencia No. 3 de la misma Sala, mayo 11 de 1992.
7 FERNANDEZ-GALIANO, Antonio: Op. Cit. |
24 | T-007-92
Sentencia No.
T-007/92
ACCION DE TUTELA-Trámite
Preferencial
Del cabal cumplimiento del término legal
consagrado depende la efectividad de la acción de tutela. La protección que
demanda el accionante es inmediata y por ello la Carta exige que el
procedimiento aplicable al trámite de las solicitudes de tutela sea preferente
y sumario, pues lo que interesa es la decisión material sobre si se concede o
se niega la protección impetrada.
ACCION DE TUTELA TRANSITORIA-Improcedencia/PERJUICIO
IRREMEDIABLE/INSUBSISTENCIA
Cuando el quejoso tiene o ha tenido a su
alcance la posibilidad de entablar una acción de nulidad y restablecimiento del
derecho en materia laboral pudiendo pedir, en ejercicio de ella, además de lo
que dejó de percibir por razón del acto administrativo, su reintegro al cargo
que venía desempeñando, no hay perjuicio irremediable porque el resarcimiento
integral no está compuesto únicamente por indemnización de lo cual se deriva
que la tutela, en situaciones como la que se estudia, no procede a título de
mecanismo transitorio.
-Sala de Revisión No. 3-
Ref.: Expediente
No. T-283
Acción
de Tutela
JOSE
JOAQUIN GUERRERO VILLAMIL
contra
acto de la Contraloría
Departamental
de Boyacá
Magistrados:
JOSE
GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO
MORON DIAZ
Aprobada mediante acta de la Sala de
Revisión No. 3 en Santafé de Bogotá,D.C., a los trece (13) días del mes de mayo
de mil novecientos noventa y dos (1992).
Procede la Corte Constitucional a revisar,
en ejercicio de la facultad prevista en los artículos 86 y 241, numeral 9o., de
la Constitución Política, las sentencias proferidas en el asunto de la referencia
por el Tribunal Administrativo de Boyacá -Sala Plena- y por el Consejo de
Estado -Sala Plena de lo Contencioso Administrativo- los días doce (12) de
noviembre de mil novecientos noventa y uno (1991) y veinticuatro (24) de enero
de mil novecientos noventa y dos (1992), respectivamente.
I. INFORMACION PRELIMINAR
El actor, JOSE JOAQUIN GUERRERO VILLAMIL,
por conducto de apoderado, acudió a la acción de tutela mediante escrito
presentado el veinticuatro (24) de octubre de mil novecientos noventa y uno
(1991) ante el mencionado Tribunal Administrativo.
Según la demanda mediante la cual se
interpuso la acción, GUERRERO VILLAMIL fue nombrado el ocho (8) de febrero de
mil novecientos ochenta y nueve (1989) en el cargo de Auditor del Complejo
Ricaurte, de la Contraloría Departamental de Boyacá, puesto que ocupó hasta el
dieciseis (16) de octubre de mil novecientos noventa (1990), fecha en la cual
fue ascendido al cargo de Auditor Círculo 21.
El veintiuno (21) de febrero de mil
novecientos noventa y uno (1991), mediante resolución 354, su nombramiento fue
declarado insubsistente.
El peticionario alegó en su demanda de
tutela que la decisión de separarlo del empleo había obedecido a motivos
políticos y que con ella habían sido quebrantados sus derechos, sin indicar
específicamente cuáles.
El escrito en cuestión terminaba
solicitando al Tribunal que amparara en su derecho a GUERRERO VILLAMIL,
"restableciéndolo en su cargo, e indemnizándolo en todos los salarios
caídos hasta la fecha del reintegro".
II. LA PRIMERA INSTANCIA
Al resolver sobre la acción instaurada, la
Sala Plena del Tribunal Administrativo de Boyacá consideró que indudablemente
el actor pretendía la tutela de su derecho al trabajo, pero que este derecho,
consagrado en la Carta, tiene su desarrollo a través de la ley, siendo ésta la
que dispone los mecanismos legales para la defensa judicial del derecho
conculcado.
Estimó que el accionante habría podido
acudir a la acción de nulidad y restablecimiento del derecho (art. 85 C.C.A.) y
que, por tanto, tuvo a su alcance otro medio de defensa judicial, con lo cual
resultaba improcedente la acción de tutela.
En el criterio del Tribunal, el hecho de la
preclusión del término de caducidad para ejercitar la acción que correspondía,
en modo alguno habilitaba al actor para instaurar la de tutela, "realmente
consagrada para la protección de derechos constitucionales fundamentales,
carentes de desarrollo legal en cuanto a defensa de índole judicial se refiere,
y no para enmendar omisiones de los interesados para obtener tal defensa".
III. LA SEGUNDA INSTANCIA
Correspondió al Consejo de Estado -Sala
Plena de lo Contencioso Administrativo-, con ponencia del H. Consejero, doctor
Joaquín Barrero Ruíz, conocer sobre la impugnación interpuesta por el
accionante contra la decisión judicial en referencia, por medio de la cual se
declaró improcedente la acción de tutela.
Las consideraciones del Consejo de Estado
pueden resumirse así:
- La acción fue impetrada antes de la
reglamentación legal, lo cual justifica en gran medida los desenfoques de la
solicitud.
- El trabajo es uno de los derechos
fundamentales consagrados en la Constitución, pero no es de aplicación
inmediata (art. 85 Const. Pol.), razón por la cual su efectividad debe lograrse
en los términos que señala la ley.
- Cuando la administración incurre en
ilegalidad al desvincular a un empleado público, éste puede acudir a la acción
de nulidad y restablecimiento del derecho, ante la jurisdicción Contencioso
Administrativa.
En el proceso correspondiente, el
restablecimiento del derecho implica el reintegro al servicio y el pago de los
haberes dejados de percibir, razón por la cual el presunto perjuicio no es
irremediable y, en consecuencia, estamos ante la primera causal de improcedencia
de la tutela (artículo 6, numeral 1, Decreto 2591 de 1991).
- Menos aún se puede acudir a la tutela
cuando se ha dejado vencer el término que la ley concede para utilizar el medio
de defensa judicial, como ocurrió en el caso del solicitante.
- La expresión en todo momento, que trae el
artículo 1o. del Decreto 2591 de 1991 significa que la solicitud de tutela
puede formularse cuando quiera que el derecho fundamental esté siendo vulnerado
o amenazado, pero no que hayan desaparecido los términos de caducidad previstos
para el ejercicio de las acciones legales.
- Cuando el artículo 8o. del Decreto 2591
establece el término de cuatro (4) meses como máximo para iniciar la acción
judicial, no es que esté creando un plazo nuevo de caducidad si ésta ya hubiera
ocurrido, sino restringiendo a ese lapso el que fuere superior en la hipótesis
allí prevista.
Con base en esos motivos, el Consejo de
Estado decidió confirmar la providencia de primera instancia.
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Competencia
De conformidad con lo establecido en los
artículos 86 y 241, numeral 9o., de la Constitución Política y 31 a 36 del
Decreto 2591 de 1991, esta Corte es competente para revisar los fallos
mencionados.
2. Estudio sobre oportunidad de las
decisiones judiciales
El artículo 86, inciso 4o., de la
Constitución Política establece un término de ineludible observancia por parte
de los jueces a quienes corresponde resolver sobre la acción: "En ningún
caso podrán transcurrir más de diez (10) días entre la solicitud de tutela y su
resolución".
Se trata, como ya lo dijo esta Corte, de
una obligación perentoria e inexcusable1, que según las voces del precepto
mencionado, no admite excepciones, y cuyo cumplimiento se inscribe dentro del
marco general de responsabilidad previsto por el artículo 228 de la
Constitución, según el cual "los términos procesales se observarán con
diligencia y su incumplimiento será sancionado".
Debe subrayarse la importancia de este
tema, que a primera vista pudiera parecer de índole apenas procedimental,
cuando en realidad toca con el fondo de la institución, pues del cabal
cumplimiento del término depende nada menos que la efectividad del mecanismo
consagrado en el artículo 86 de la Carta Política. Para insistir en la razón
que inspira el indicado mandato constitucional, basta recordar que la
protección que demanda el accionante es inmediata y que por ello la Carta exige
que el procedimiento aplicable al trámite de las solicitudes de tutela sea
preferente y sumario, pues lo que interesa es la decisión material sobre si se
concede o se niega la protección impetrada.
En el caso presente, la regla
constitucional en comento no fue atendida por el Tribunal Administrativo de
Boyacá, ya que, según puede leerse en el expediente, la solicitud fue
presentada el veinticuatro (24) de octubre de mil novecientos noventa y uno
(1991) y, en consecuencia, ha debido ser resuelta a más tardar el ocho (8) de
noviembre. La providencia del Tribunal fue proferida el doce (12) de noviembre
de mil novecientos noventa y uno (1991).
Se observa, además, que el Tribunal tampoco
dió cumplimiento al término indicado en el artículo 32 del Decreto 2591 de
1991, a cuyo tenor, "presentada debidamente la impugnación el juez (en
este caso el Tribunal) remitirá el expediente dentro de los dos (2) días
siguientes al superior jerárquico correspondiente" (subraya la Corte).
No ocurrió así en el caso materia del
examen, toda vez que, según obra en el expediente, la impugnación fue
presentada ante el Tribunal el día diecinueve (19) de noviembre de mil
novecientos noventa y uno (1991) y apenas el día veintiseis (26) se ordenó
remitir el expediente al Consejo de Estado, en donde se recibió el cinco (5) de
diciembre.
En consecuencia, de conformidad con la
competencia prevista en el artículo 256, numerales 3 y 4, de la Constitución,
se remitirá copia del expediente al Consejo Superior de la Judicatura para lo de
su cargo.
El Consejo de Estado, por su parte,
resolvió sobre la impugnación dentro del término que contempla el citado
artículo 32 del decreto 2591 de 1991.
3. Improcedencia de la acción de
tutela
Como bien lo señalan el Tribunal
Administrativo de Boyacá y la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo del
Consejo de Estado, la acción de tutela no procede, según el artículo 86 de la
Carta, cuando el presunto afectado disponga de otros medios de defensa
judicial.
Allí radica precisamente la naturaleza subsidiaria
de esa acción, la cual no es mecanismo alternativo o sustitutivo de los
procesos que, de conformidad con las reglas constitucionales y legales, están a
cargo de las distintas jurisdicciones.
Insiste la Corte en que la única
posibilidad de intentar la acción de tutela, cuando se dispone de otros medios
judiciales para la protección del derecho que se invoca, es la que resulta de
un inminente perjuicio irremediable, esto es, solo susceptible de ser
resarcido en su integridad mediante una indemnización (art. 6o., numeral 1,
Decreto 2591 de 1991), pues en tales circunstancias, pese a la existencia del
medio judicial ordinario, puede ser concedida la tutela como mecanismo
transitorio encaminado a evitar el perjuicio.
Un acto administrativo por medio del cual
se declara la insubsistencia del nombramiento de un empleado -como el que ha
sido objeto de acción en el caso que se revisa puede ser demandado ante la
jurisdicción de lo Contencioso-Administrativo, es decir, que respecto de él
existe una vía judicial consagrada para la defensa de los derechos que el
afectado estime que le han sido desconocidos o violados. Las definiciones
acerca de si en realidad se produjeron las violaciones alegadas y sobre si
procede la declaratoria de nulidad del acto por cualquiera de los motivos
previstos en la ley, así como en torno a si hay lugar al restablecimiento del
demandante en su derecho, quedan todas ellas en cabeza del Tribunal competente.
Con independencia del sentido final que
tenga el fallo, en eso consiste la protección que el sistema jurídico
colombiano brinda a la persona, de acuerdo con la garantía consagrada en el
artículo 229 de la Constitución: en la oportunidad de acceder a la administración
de justicia.
Ahora bien, si el titular de la acción
correspondiente, es decir, la persona así protegida por el ordenamiento
jurídico, hace uso de ella y, en efecto, tiene acceso a la administración de
justicia, su demanda de defensa judicial ha sido satisfecha, quedando, eso sí,
sujeto a la decisión del tribunal competente, y no tiene razón alguna para
acudir a un mecanismo como la tutela, ideado precisamente para cuando esos
otros medios específicos, previstos y regulados, que le dan acceso a la
administración de justicia, no existen.
Si, por el contrario, el titular de la
acción ordinaria no hace uso de ella dentro del tiempo que la ley le otorga, no
podrá esperar que el Estado despliegue su actividad jurisdiccional para
ofrecerle la protección que necesita, pero su situación, entonces, no es
imputable al Estado o a sus agentes, sino que obedece a su propia incuria, a su
negligencia, al hecho de haberse abstenido de utilizar los medios de los cuales
gozaba para su defensa. En tales situaciones, menos aún puede ser invocada la
tutela, por cuanto no es ésta una institución establecida para revivir los
términos de caducidad ni para subsanar los efectos del descuido en que haya
podido incurrir el accionante.
Considera la Corte, por otra lado, que cuando
el quejoso tiene o ha tenido a su alcance la posibilidad de entablar una acción
de nulidad y restablecimiento del derecho en materia laboral pudiendo pedir, en
ejercicio de ella, además de lo que dejó de percibir por razón del acto
administrativo, su reintegro al cargo que venía desempeñando, no hay perjuicio
irremediable porque el resarcimiento integral no está compuesto únicamente por
indemnización, como lo exige el artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, de lo
cual se deriva que la tutela, en situaciones como la que se estudia, no procede
a título de mecanismo transitorio.
Por otra parte, es preciso anotar que el
derecho al trabajo es ciertamente un derecho constitucional fundamental, según
se desprende del Preámbulo y de los artículos 1, 2, 25 y 53 de la Carta
Política.
Sin embargo, además de las razones que se
dejan expuestas, su tutela no cabe en este caso por cuanto los medios
judiciales de defensa ya aludidos fueron dispuestos previamente por el
legislador para proteger en forma específica ese derecho constitucional.
Aplicando lo dicho al caso de JOSE JOAQUIN
GUERRERO VILLAMIL, es ostensible la improcedencia de la tutela y, por ende,
serán confirmadas las providencias sometidas a revisión.
Para adoptar la decisión son suficientes
las razones que se dejan consignadas.
V. DECISION
Con fundamento en las consideraciones que
anteceden, la Corte Constitucional, en Sala de Revisión, administrando justicia
en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E:
Primero. CONFIRMAR los fallos proferidos en
el asunto de la referencia por el Tribunal Administrativo de Boyacá y por la
Sala Plena de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, con fechas
doce (12) de noviembre de mil novecientos noventa y uno (1991) y veinticuatro
(24) de enero de mil novecientos noventa y dos (1992), respectivamente.
Segundo. Ordenar que se remita copia del
expediente al Consejo Superior de la Judicatura para lo de su competencia.
Tercero. Por la Secretaría líbrense las
comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los
efectos allí contemplados, y envíese copia de esta providencia a la Sala Plena
de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
1 Corte Constitucional. Sentencia No. 1. Sala de Revisión No. 3.
Abril 3 de 1992 |
25 | T-008-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-008/92
DERECHOS COLECTIVOS
DERECHOS FUNDAMENTALES-Clasificación /JUEZ DE TUTELA-Facultades
El problema de la interpretación de los
derechos constitucionales fundamentales queda a cargo de la Corte
Constitucional, teniendo en cuenta el valor indicativo que tiene el Capítulo I
del Título II de la Constitución en donde están contenidos la mayoría de esos
derechos, sino también el punto de vista material del concepto que lleva a
identificarlos en otros preceptos de la Carta, así como en "los tratados y
convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los
derechos humanos y que prohiben su limitación en los estados de excepción"
y que "prevalecen en el orden interno", según lo consagra el artículo
93 del Estatuto Fundamental. Así, pues, el Juez de la Tutela debe analizar el
asunto en cada caso con los diversos criterios que se han señalado anteriormente,
y en todo caso al hacer la revisión de las sentencias de tutela corresponde a
la Corte Constitucional un papel decisivo, para cumplir su misión de guardiana
de la integridad y supremacía de la Carta Política.
DERECHO A LA PAZ/DERECHO COLECTIVO/ACCION
POPULAR/ACCION DE TUTELA-Improcedencia
El artículo 22 de la C.N., contiene el
derecho a la paz y el deber de su obligatorio cumplimiento, derecho éste que
por su propia naturaleza pertenece a los derechos de la tercera generación, y
requiere el concurso para su logro de los más variados factores sociales,
políticos, económicos e ideológicos que, recíprocamente se le pueden exigir sin
que se haga realidad por su naturaleza concursal o solidaria. Esta
interpretación encuentra fundamento adicional en lo preceptuado en el Art. 88
de la C.N. que consagra las Acciones Populares como mecanismo especializado
para la protección de los derechos e intereses colectivos relacionados con el
patrimonio, el espacio, la seguridad y la salubridad pública..." y otros
de similar naturaleza que definen en ella". Así lo entendió el legislador
al expedir el Decreto 2591 cuando señaló la improcedencia de la Acción de
Tutela para proteger derechos colectivos como la paz y los demás contemplados
en el artículo 88 de la Constitución Política.
Se ha sostenido que este tipo de derechos
tiene un carácter proclamatorio en razón de las dificultades para que de ellos
se predique la eficacia jurídica. De todos modos y es lo que interesa ahora, no
se trata de un "Derecho Natural" cuyo cumplimiento inmediato pueda
demandarse de las autoridades públicas o de los particulares a través de la
acción de tutela.
DERECHO AL TRABAJO-Naturaleza/DERECHO
AL EMPLEO
El derecho al trabajo es una manifestación
de la libertad del hombre y por tanto en último término tiene su fundamento en
la dignidad de la persona humana. Este conlleva el derecho a obtener un empleo,
pero ello no quiere decir, que este derecho implica que exista una prestación u
ofrecimiento necesario de trabajo a todo ciudadano que se halle en condiciones
de realizarlo. Aparece únicamente bajo la virtualidad que le presta el
principio de acceso a los cargos según el mérito y capacidad de los aspirantes,
requisitos que tienen su aplicación más rigurosa en el ámbito público. Este
derecho fundamental no llega hasta el extremo de tutelar la aspiración de
acceder a un empleo público o privado, pues ello desbordaría el legítimo
alcance de su concepción y el marco de las demás libertades y garantías
consagradas en el Estatuto Fundamental.
DERECHO A LA ASISTENCIA PUBLICA-Naturaleza
El propio constituyente previó la
naturaleza asistencial de derechos como el derecho a la Asistencia Pública que
regula el inciso final del artículo 13 de la Carta. Derechos que recogen el
querer del constituyente de darle un tratamiento prioritario, preferente en el
conjunto de los Derechos de la Segunda generación, de manera que el Estado debe
orientar las destinaciones del gasto público social hacia ellos, con una
discrecionalidad o arbitrio del mismo, que sólo es dable saber al gobernante.
Señala igualmente la Sala que los
denominados derechos asistenciales encuentran su eficacia en el grado que
corresponde a los niveles de Desarrollo Económico y Social. En un país
avanzado, derechos como la salud o la educación son de manera concreta
exigibles, por existir condiciones reales para ello.
ACCION DE TUTELA-Procedencia/DERECHOS
FUNDAMENTALES/ACCION DE TUTELA-Naturaleza
La acción de tutela procede contra las
decisiones u omisiones de cualquier autoridad pública o de particulares, cuando
éstos violen o amenacen violar derechos fundamentales, a fin de evitar un
atentado contra la dignidad de la persona humana, cuando no pueda mediar otro
correctivo judicial. Así, tiene la mencionada acción el carácter de supletiva,
mas no de sustitutiva de las competencias constitucionales y legales de las
autoridades públicas, en el presente caso para impartir justicia.
No hay lugar a que prospere la acción de
tutela, cuando la persona que la invoca cuestione la acción de las autoridades
por errónea interpretación de la ley, ni el caso de que la decisión de la
autoridad pública o del particular hayan definido el derecho dentro de sus
competencias constitucionales y legales.
DERECHO A LA FAMILIA
La familia es titular de los derechos
fundamentales a la honra, a la dignidad, a la intimidad y a la igualdad de sus
miembros; lo que pone de presente el interés del constituyente en garantizar
especialmente esos derechos en la familia, en orden a que consultan
ingredientes propios de su naturaleza, sin perjuicio del derecho que tiene la
familia, a ser según el nuevo Orden Superior acreedora del "amparo"
del Estado y de la Sociedad.
DERECHOS DEL NIÑO/ACCION DE TUTELA- Procedencia
Especial mención merece la expresión
"Derechos Fundamentales de los Niños" que trae la norma; el
predicado: "de los niños", le da una connotación especial a la
primera parte de la frase. En primer término, ésta debe interpretarse en
concordancia con la última del artículo: "los derechos de los niños
prevalecen sobre los derechos de los demás". La expresión derechos
fundamentales de los niños tiene una doble connotación: Implica el
reconocimiento de la titularidad de que disponen, de los derechos
fundamentales, para los enunciados en el artículo 44 y la primacía señalada; y
simultáneamente muestra el particular interés del Constituyente de habilitar,
en el Estado Social de Derecho, los procedimientos legales y las acciones de la
familia, la Sociedad y el estado con el propósito claro de hacerlos una pronta
realidad, en la parte de los derechos asistenciales que se relacionan en el
primer inciso, tal como lo estatuye con la lógica proteccionista que le es
propia al inciso 2o. de la norma comentada.
Lo anterior lleva a la Sala a precisar que
sobre "los derechos fundamentales", en sentido material, de entre los
relacionados en el artículo 44 de la C.N., procede la acción de tutela.
REF.: Expediente
No. T-399
Derechos
Fundamentales,
Derechos
de la Familia,
Derechos
del niño.
Actor:
MATILDE
BOHORQUEZ
Magistrados:
Dr.
FABIO MORON DIAZ
-Ponente-
Dr.
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Dr.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Aprobado según Acta No. 1
La Sala de Revisión de tutelas de la Corte
Constitucional procede a resolver en el Grado Jurisdiccional de Revisión,
teniendo en cuenta lo siguiente:
ANTECEDENTES
La señora MATILDE BOHORQUEZ, en ejercicio
de la acción de tutela autorizada en el artículo 86 de la Constitución Política
de Colombia, solicita amparo del Estado Colombiano de sus derechos consagrados
en los artículos 5, 13 y 42 de ese Estatuto Superior y "de los Derechos
Humanos Universales" art. 16 y 25, y los Pactos Internacionales de los
Derechos Humanos de Ginebra y de San José de Costa Rica. "De igual manera
el artículo 46 de la Constitución Nacional que taxativamente expresa: "El
Estado, la Sociedad y la familia concurrirán para la protección y la asistencia
de las personas de la tercera edad y promoverán su integración a la vida activa
y la seguridad social integral y el subsidio alimentario en caso de
indigencia", concordante lo anterior con el artículo 44 de la misma Carta
que expresaba: "son derechos fundamentales de los niños: la vida, la integridad
física, la salud y la seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre
y nacionalidad, tener una familia y no ser separado de ella...".
Las anteriores peticiones provienen de las
razones de hecho y de derecho que la accionante expone de la siguiente manera:
"PRIMERO. Considero vulnerados y
amenazados los derechos fundamentales que se consagran en la C.N., por mi
condición de compañera, en unión libre, madre y abuela, hoy injustamente
respondiendo sola; por mi hija menor Sandra Liliana de 15 años, estudiante, y
mis nietas niñas: Yeny Marcela 4 años, Yenit Paola 6 años, Anyi Milena 7 años y
Diana Beatriz de 5 años. Lo anterior por culpa de una detención y condena
injusta, que pesa contra mi compañero marital MARIO MANZANAREZ en el Juzgado 24
Superior de esta ciudad; y que siendo una persona de estrato campesino,
trabajadora y responsable, atendía puntualmente las necesidades de nuestra
subsistencia"...
"SEGUNDO. Como consecuencia de su
detención injusta quedé totalmente desamparada, sin trabajo por ser mujer de
hogar, sin quien atienda las necesidades del hogar, mis hijos y nietos. Pues
estos últimos, la madre mi hija lo poco (sic) que gana no nos alcanza para el
estudio y subsistencia ..."
Solicita al mismo tiempo se revise el
proceso penal en el cual fue condenado su compañero permanente, por haber
actuado en defensa propia al haber causado la muerte a otra persona.
El fallo de primera instancia
El Honorable Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santafé de Bogotá, D.C. resuelve sobre los derechos que solicita la
accionante, rechazando la ACCION DE TUTELA promovida por Matilde Bohórquez, en
lo referente a la sentencia del 13 de agosto de 1991, dictada por el Juzgado 24
Superior de ese Distrito, contra MARIO MANZANAREZ por el delito de homicidio; y
denegando por improcedente las peticiones de la demanda, en lo atinente a la
violación de los derechos fundamentales consagrados en los artículos 44 y 46 de
la Carta Política; con base en las consideraciones siguientes:
- Que el Honorable Tribunal es competente
para pronunciarse sobre la viabilidad o no de la acción, en relación con la
sentencia de condena proferida por el Juzgado 24o. Superior de Santafé de
Bogotá D.C., conforme a lo estatuído por el artículo 40 del Decreto 2591 de
1991.
- Que, "para el caso concreto, deviene
inatendible la acción de tutela" (art. 86 C.N.), promovida a motu proprio
por la señora MATILDE BOHORQUEZ, en virtud de haber operado la figura de la "caducidad",
por vencimiento del término establecido en el artículo 11 del Decreto
Reglamentario No. 2591 de 1991".
- Que los derechos consagrados en los
artículos 44 y 46 de la Constitución Política, "de momento y para el caso
específico, no son materia de tutela por parte de la jurisdicción, por la
sencilla pero potísima razón de que en relación con los mismos no ha existido
ninguna acción u omisión de parte de las autoridades públicas, que los vulneren
o amenacen violarlos, que es en definitiva la filosofía de la acción de tutela,
según las previsiones del artículo 5o. del Decreto 2591 de 1991.
Teniendo en cuenta los antecedentes
expuestos, la Corte Constitucional -Sala de tutela- procede a decidir previas
las siguientes,
CONSIDERACIONES
COMPETENCIA
Es competente la Sala para conocer de la
Revisión de la sentencia proferida por el Honorable Tribunal Superior del
Distrito de Santafé de Bogotá D.C., en la presente causa, de acuerdo con lo
dispuesto en los artículos 86 inciso 2o. y 241 numeral 9o. de la Constitución
Política de Colombia, en concordancia con los artículos 33 y 34 del decreto No.
2591 de 1991.
LA MATERIA
El fallo objeto de la presente revisión
comprende de manera general un doble aspecto: El relacionado con la sentencia
judicial del Juzgado 24 Superior, de Santafé de Bogotá D.C., de 13 de agosto de
1991, que dispuso la condena de 80 meses de prisión contra el acusado, MARIO
MANZANAREZ; en segundo lugar, los derechos a la protección de la familia y del
niño.
La decisión comprende el estudio de los
derechos consagrados en los artículos 42 y 44 y las normas concordantes de la
Constitución Política.
Lo anterior se hará teniendo en cuenta lo
dispuesto por el artículo 86 del Estatuto Fundamental en cuanto a la naturaleza
y características del procedimiento de la Acción de Tutela y lo atinente al fin
u objeto que persigue la señalada garantía.
Teniendo en cuenta que el objeto de la
acción de tutela lo constituye la garantía de los "derechos
fundamentales", se impone el análisis de este importante tema en el nuevo
orden Constitucional.
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
Los derechos humanos resultan
históricamente la razón última del constitucionalismo moderno, cuyo origen no
puede entenderse sin la proclamación de los mismos por el mundo de occidente,
desde 1789. Este vínculo esencial entre el Estado y la Libertad, en los
denominados Sistemas Demoliberales, ha permitido una evolución coetánea entre
las Instituciones de éstos y las exigencias de aquélla, siempre
con el impulso acordado por la sociabilidad, de reconocer al hombre en
sociedad unos grados más altos de aseguramiento de su dignidad. De ese modo
es reconocido el aserto anterior en la Constitución Política Colombiana desde
su artículo 1o., al preceptuar que el Estado social de derecho, unitario,
descentralizado, con autonomía de sus entidades territoriales, democrático,
participativo y pluralista, se funda "en el respeto de la dignidad
humana".
La praxis de la libertad ha impuesto una
lógica de categorizaciones que se traduce, por virtud de la especialización, en
clasificaciones doctrinales y legales, cuya primera consecuencia se encuentra
en el abandono del tratamiento de la libertad, como valor singular, propio del
pensamiento liberal clásico, para adoptar el reconocimiento de libertades de
distinta categoría según el fin perseguido por la autodeterminación, el
principio garantizador del Estado y la protección Internacional de derechos
humanitarios.
La doctrina, ha clasificado, con un método
historiográfico, los derechos humanos en tres categorías:
1a. Los derechos de la Primera Generación.
Integrada por "las libertades públicas" que durante el periodo
clásico del liberalismo imponían al Estado la obligación de "dejar hacer y
dejar pasar", a fin de proteger el libre desarrollo de la personalidad
individual. Se trata de garantías que consultan lo más íntimo de la
dignidad humana, sin las cuales se desvirtúa la naturaleza de ésta y se niegan
posibilidades propias del ser. La lista de los derechos de esta generación se
encuentra en la Declaración Universal de Derechos del Hombre y del ciudadano de
1789. Estas garantías vienen a inspirar todo el Constitucionalismo Europeo, y
por transferencia cultural el Latinoamericano del siglo XIX.
2a. Derechos de la segunda generación.
Conformada por el conjunto de garantías que reciben el nombre de "Derechos
Asistenciales", cuya principal característica es la de que no son simples
posibilidades de acción individual, sino que imponen además una carga u
obligación al Estado, frente al cual el individuo es situado en el marco social
en la condición de acreedor de ciertos bienes que debe dispensarle el aparato
político, principalmente a través de la función administrativa, que con la
adopción garantizadora comentada, viene a ocupar un amplio espacio en el poder
público. Igualmente imponen estos nuevos derechos, cargas a ciertas libertades
públicas, tal el caso de la función social que es señalada a la propiedad
privada. Esta generación nace, adicionada a la anterior, en el siglo XX.
Sin perjuicio de algunos textos
constitucionales precursores, entre los cuales se encuentran la Constitución
Alemana de 1919, los cambios llevados a cabo por la interpretación de la
Constitución en los países neocapitalistas a fin de señalar los alcances
sociales del Estado, llegó a convertirlo en un Estado Social de Derecho, es
decir, un Estado de Derecho que actualizase los postulados liberales del Estado
de Derecho y los armonizase con las exigencias de la Justicia Social. Por eso
en la década de los años 30 y en la Reforma Constitucional Colombiana de 1936,
aparece esta generación de derechos humanos definitivamente como un logro de la
cultura Universal después de la Segunda Guerra Mundial, no solo en el Derecho
Público Interno de los Estados, sino también en documentos internacionales con
vocación universalista. Entre estos, tiene carácter fundacional la Declaración
Universal de Derechos Humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948.
3a. Derechos de la Tercera Generación. La
componen los derechos a la paz, al entorno, al patrimonio común de la humanidad
y el derecho al desarrollo económico y social. Se diferencian estos derechos de
los de la primera y segunda generación en cuanto persiguen garantías para la
humanidad considerada globalmente. No se trata en ellos del individuo como tal
ni en cuanto ser social, sino de la promoción de la dignidad de la especie
humana en su conjunto, por lo cual reciben igualmente el nombre de derechos
"Solidarios". Su carácter solidario presupone para el logro de su
eficacia la acción concertada de todos los "actores del juego
social": El Estado, los individuos y otros entes públicos y privados.
Estos derechos han sido consagrados por el Derecho Internacional Público de
manera sistemática en varios Tratados, Convenios y Conferencias a partir de la
década de los setenta del presente siglo y por las constituciones políticas más
recientes.
Según una doctrina muy prestigiosa, en
primer término, tienen el carácter de fundamentales los derechos de la primera
generación. La legislación Internacional igualmente utiliza la expresión
Derechos Fundamentales para identificarlos con esos mismos derechos, según se
lee por ejemplo en el PREAMBULO, de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, 1948, del siguiente tenor: "Considerando que los pueblos de las
Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos
fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y
en la igualdad de derechos de hombres y mujeres; y se han declarado resueltos a
promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto
más amplio de la libertad,... considerando que los Estados miembros se han
comprometido a asegurar en Cooperación con la Organización de las Naciones
Unidas, el respeto Universal y efectivo de los derechos y libertades
fundamentales del hombre". El contexto transcrito lleva a la
conclusión, según esta autorizada fuente, que el concepto de derechos
fundamentales se refiere a los de la primera generación.
Pero no sólo se producen jerarquizaciones
en las Constituciones Contemporáneas, con el fin de precisar la naturaleza de
los Derechos Humanos, sino que también con el propósito de establecer grados de
eficacia se consagran distinciones entre los derechos que buscan determinar
aquellos que pueden aplicarse sin que medie ley que los desarrolle; así, es
preciso señalar el artículo 85 de la C.N. que introduce lo que denomina una
serie de derechos de aplicación inmediata.
De otra parte, el derecho interno de los
Estados se ha visto, ante las necesidades de la reglamentación de las distintas
categorías de Derechos Humanos, en la obligación de establecer una jerarquía
entre ellos, situando en el plano más privilegiado a los denominados
"Fundamentales". Así ocurre por ejemplo en la Constitución Política
de Colombia que, en su artículo 5o. consagra "la primacía de los derechos
inalienables de la persona", y en su artículo 86 estatuye la procedencia
de la "acción de tutela" a fin de garantizar "la protección
inmediata de sus Derechos Constitucionales Fundamentales", al tiempo que
en el artículo 214 numeral 2 de la Carta Política, limita el ejercicio de las
facultades propias de los Estados de Excepción, en el sentido de que "No
podrán suspenderse los derechos humanos ni las libertades fundamentales",
con lo cual queda claro que se les sitúa en un nivel de protección mucho más
alto que el de las demás garantías constitucionales, excepción hecha, de
acuerdo con lo previsto en el mismo numeral, de "las reglas del derecho
Internacional Humanitario".
La Carta Política de Colombia contiene una
clasificación en su Título II De los Derechos, Las Garantías y los Deberes, en
"Derechos Fundamentales" (Capítulo 1, de los artículos 11 al 41),
"Derechos Sociales, Económicos y Culturales" (Capítulo 2, de los artículos
42 a 77) y "Derechos Colectivos y del Medio Ambiente" (Capítulo 3, de
los artículos 78 al 82). De suerte que esta clasificación, por la titulación de
los capítulos del Título II, permitiría adelantar, desde un punto de vista
formal, una interpretación de acuerdo con la cual son derechos fundamentales en
Colombia, con todos sus efectos en el ordenamiento jurídico, en la Sociedad y
en el Estado, los consagrados en el Capítulo 1 del citado Título de la
Constitución. Sin embargo, desde un punto de vista material, por el contenido o
la naturaleza de esos derechos, así titulados por la Carta Política, en
criterio de la Sala, aquella interpretación impone ser ponderada, a más de que
se ha concluído, por investigación llevada a cabo en los documentos de la Asamblea
Nacional Constituyente, que los títulos de tal Capítulo sólo tienen un carácter
indicativo, y no un efecto vinculante porque fueron incorporados por la
Comisión Codificadora, sin que hubieran sido aprobados por el pleno de la
Corporación en el segundo debate. En efecto, del análisis de las actas de la
Asamblea Nacional Constituyente, publicadas en la Gaceta Constitucional, se
concluye en relación con el artículo 39 del Reglamento, que la Comisión
Codificadora entregó los textos por asuntos y materias (Títulos y Capítulos),
pero que tal tarea no fue aprobada en segundo debate, en los términos
consagrados en el artículo 44 cuando dice "Proclamación del texto final:
aprobado el texto final de las reformas y su codificación, la Presidencia
citará a una sesión especial...".
En efecto, el artículo 22 de la C.N.,
contiene el derecho a la paz y el deber de su obligatorio cumplimiento, derecho
éste que por su propia naturaleza pertenece a los derechos de la tercera
generación, y requiere el concurso para su logro de los más variados factores
sociales, políticos, económicos e ideológicos que, recíprocamente se le pueden
exigir sin que se haga realidad por su naturaleza concursal o solidaria. Esta
interpretación encuentra fundamento adicional en lo preceptuado en el Art. 88
de la C.N. que consagra las Acciones Populares como mecanismo especializado
para la protección de los derechos e intereses colectivos relacionados con el
patrimonio, el espacio, la seguridad (véase la paz) y la salubridad
pública..." y otros de similar naturaleza que se definen en ella".
Así lo entendió el legislador al expedir el Decreto 2591 cuando señaló la
improcedencia de la Acción de Tutela para proteger derechos colectivos como la
paz y los demás contemplados en el artículo 88 de la Constitución Política.
Se ha sostenido que este tipo de derechos
tiene un carácter proclamatorio en razón de las dificultades para que de ellos
se predique la eficacia jurídica. De todos modos y es lo que interesa ahora, no
se trata de un "Derecho Natural" cuyo cumplimiento inmediato
pueda demandarse de las autoridades públicas o de los particulares a través de
la acción de tutela.
El artículo 25 de la C.N. consagra el
derecho al trabajo y su obligación, gozando de la protección especial del
Estado y estatuyendo que "Toda persona tiene derecho a un trabajo en
condiciones dignas y justas". Esta libertad de trabajo no fue
expresamente consagrada en la Declaración de Derechos del Hombre y del
ciudadano de 1789, pero sí lo fue en el artículo 17 de la Declaración de
Derechos del Hombre y del ciudadano que contiene la Constitución Política
Francesa del 24 de junio de 1793, en los siguientes términos: "Ningún
género de Trabajo, cultural o Comercial, puede ser prohibido a la Industria de
los ciudadanos".
Ahora bien, no cabe duda que el derecho del
trabajo es una manifestación de la libertad del hombre y por tanto en último
término tiene su fundamento en la dignidad de la persona humana. De ahí que su
constitucionalización haya sido el resultado de un largo y difícil proceso
histórico, en cuyo fondo aparecen las grandes luchas políticas y sociales por
la libertad del hombre. Por eso se ha señalado que, en el marco de la libertad
económica consagrada por el Estado Liberal, la libertad de trabajo es el
instrumento para que se realicen los fines individuales y el Estado sólo debe
establecer reglas que permitan a cada hombre un salario suficiente para
satisfacer sus necesidades. En una evolución posterior, históricamente se
considera el trabajo como una función social en que se conjugan el derecho y el
deber de trabajar, con la especial protección de un Estado que interviene en la
vida económica y social.
Ciertamente el derecho al trabajo está hoy
encuadrado entre los derechos sociales y libertades económicas, pero es claro
que, como lo ha señalado la doctrina en estas materias, los derechos sociales
no constituyen más que una parte de las libertades de contenido económico, que
a su vez constituyen un conjunto más desarrollado de las libertades públicas.
Analizado desde este punto de vista, el
derecho del trabajo implica el derecho a obtener un empleo. Pero ello no quiere
decir, como también se encarga de esclarecerlo la doctrina, que este derecho
implica que exista una prestación u ofrecimiento necesario de trabajo a todo ciudadano
que se halle en condiciones de realizarlo. Aparece únicamente bajo la
virtualidad que le presta el principio de acceso a los cargos según el mérito y
capacidad de los aspirantes, requisitos que tienen su aplicación más rigurosa
en el ámbito público. En el sector privado, inclusive bajo las formas relativas
de libertad de empresa que coexisten con la dirección económica a cargo del
Estado, el derecho del trabajo se ejercita dentro de la libertad de
contratación que le permite al empresario la facultad de elegir entre los
aspirantes al trabajo, aún en el supuesto de que tal elección deba efectuarse
entre quienes se hallen en determinadas circunstancias.
Por tanto este derecho fundamental no llega
hasta el extremo de tutelar la aspiración de acceder a un empleo público o
privado, pues ello desbordaría el legítimo alcance de su concepción y el marco
de las demás libertades y garantías consagradas en el Estatuto Fundamental.
Por otra parte, el propio constituyente
previó la naturaleza asistencial de derechos como el derecho a la Asistencia
Pública que regula el inciso final del artículo 13 de la Carta. Derechos que
recogen el querer del constituyente de darle un tratamiento prioritario,
preferente en el conjunto de los Derechos de la Segunda generación, de manera
que el Estado debe orientar las destinaciones del gasto público social hacia
ellos, con una discrecionalidad o arbitrio del mismo, que sólo es dable saber
al gobernante.
Señala igualmente la Sala que los denominados
derechos asistenciales encuentran su eficacia en el grado que corresponde a los
niveles de Desarrollo Económico y Social. En un país avanzado, derechos como la
salud o la educación son de manera concreta exigibles, por existir condiciones
reales para ello.
En este orden de ideas la interpretación
formal según la cual los derechos fundamentales en la Constitución Política
Colombiana son los contenidos en su Título II, Capítulo 1o., salvo la anotación
que ya se hizo anteriormente en cuanto al valor indicativo del nombre de los
títulos y capítulos, debe ser complementada y ponderada, en razón de que la
misma amplía el número de los derechos de esa naturaleza, es decir, los
inherentes a la persona humana, a otros artículos que no aparecen en el
mencionado Capítulo 1o., como es el caso de los consagrados en el artículo 44
(derechos fundamentales del Niño) y en el artículo 229 (el derecho de toda
persona para acceder a la administración de justicia), y que además en el
artículo 94 se postula la regla de que la enunciación de los derechos
contenidos en la Constitución y en los convenios internacionales vigentes, no
debe entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la persona
humana, no figuren expresamente en ellos, principio que tiene su claro origen
en la IX Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de América.
Pero además, el artículo 2o. del Decreto
2591 dispone que "La acción de tutela garantiza los derechos fundamentales
cuando una decisión de tutela se refiere a un derecho no señalado expresamente
por la Constitución como fundamental, pero cuya naturaleza permita su
tutela para casos concretos, la Corte Constitucional le dará prelación en la
revisión de esta decisión". Es decir que, en último término, el problema
de la interpretación de los derechos constitucionales fundamentales queda a
cargo de la Corte Constitucional, teniendo en cuenta el valor indicativo que
tiene el Capítulo I del Título II de la Constitución en donde están contenidos
la mayoría de esos derechos, sino también el punto de vista material del
concepto que lleva a identificarlos en otros preceptos de la Carta, así como en
"los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que
reconocen los derechos humanos y que prohiben su limitación en los estados de
excepción" y que "prevalecen en el orden interno", según lo
consagra el artículo 93 del Estatuto Fundamental. Así, pues, el Juez de la
Tutela debe analizar el asunto en cada caso con los diversos criterios que se
han señalado anteriormente, y en todo caso al hacer la revisión de las
sentencias de tutela corresponde a la Corte Constitucional un papel decisivo,
para cumplir su misión de guardiana de la integridad y supremacía de la Carta
Política.
Todo lo cual quiere decir que sobre esta
materia de suyo difícil y trascendente quizá sea lo más conveniente adoptar una
posición flexible y abierta, sin comprometerse en una definición cerrada y
excluyente de los derechos fundamentales, para dejar al dominio de la
interpretación constitucional, frente a cada situación o caso, determinar si se
incorporan los valores inherentes a la persona humana en un derecho cuya
defensa o salvaguardia se discute, con motivo de su ejercicio, lo que
permitiría atribuirle, fuera de los casos ya clasificados y conocidos, el carácter
fundamental. Es una solución que tiene en cuenta el carácter evolutivo y
dinámico que tiene de suyo la interpretación constitucional.
LA REVISION DE LA SENTENCIA
La solicitud que hace la actora de que sea
revisada la sentencia condenatoria que pesa sobre su compañero marital, MARIO
MANZANAREZ, expedida por el Juzgado 24 Superior de Santafé de Bogotá D.C., no
está llamada a prosperar en razón de que la tutela no procede por errónea
interpretación judicial de la Ley y en este caso se trataría de determinar si
en el curso del proceso respectivo el Juez aplicó correctamente la ley.
De otra parte, el escrito de la actora, no
permite determinar con claridad el derecho fundamental que considera violado.
Dice que la decisión judicial fue "INJUSTA, por haber obrado el condenado
en defensa propia de su vida"; si esta circunstancia fue como ella expone,
debió su apoderado alegar tal eximente de responsabilidad en el curso del
proceso y si en la instancia condenatoria no hubiese prosperado dicha acción,
aún quedaba la posibilidad de acudir a la segunda instancia e incluso al
expediente de los recursos extraordinarios para hacer valer la aseveración que
ahora se presenta a la justicia; nada de lo cual se hizo, según consta en la
inspección judicial que obra al expediente (Folios 12 y 13).
No es la tutela un procedimiento que sirva
para suplir las deficiencias en que las partes, al defender sus derechos en los
procesos, puedan incurrir, porque se convertiría en una instancia de definición
de derechos ordinarios, como lo pretende la solicitante, y no como lo prevé la
Carta Política para definir la violación de Derechos Constitucionales
Fundamentales.
La acción de tutela procede contra las
decisiones u omisiones de cualquier autoridad pública o de particulares, cuando
éstos violen o amenacen violar derechos fundamentales, a fin de evitar un
atentado contra la dignidad de la persona humana. Las manifiestas violaciones a
dicha condición inherente del ser humano encontrarán un valioso recurso en la
denominada Acción de Tutela, cuando no pueda mediar otro correctivo judicial.
Así, tiene la mencionada acción el carácter de supletiva, mas no de sustitutiva
de las competencias constitucionales y legales de las autoridades públicas, en
el presente caso para impartir justicia.
No hay lugar a que prospere la acción de
tutela, cuando la persona que la invoca cuestione la acción de las autoridades
por errónea interpretación de la ley, ni el caso de que la decisión de la
autoridad pública o del particular hayan definido el derecho dentro de sus
competencias constitucionales y legales.
Se dirige, pues, la acción de tutela no a
la discusión jurídica sino al hecho (acción u omisión), concreto, irrefragable
de desconocimiento del Derecho Fundamental. A la manera de la procedencia o
improcedencia del conocido accionar en Habeas Corpus, se ordena la libertad, o
se formula el cargo; se viola la libertad física si se prolonga la detención o
se ha privado de ella en igual forma. El punto lo sabe el Juez, es bien nítido.
De manera que el juez de la tutela no puede reemplazar al juez competente para
fallar en lo que le autoriza la ley, sino que su accionar es un medio de
protección de derechos propios de la persona humana en su primacía. Y la razón
alegada por la accionante, vale decir, la legítima defensa, con que pudo actuar
el condenado es asunto, por su naturaleza, de conocimiento del juez que tuvo a
su cargo la causa y de sus superiores jerárquicos en ese orden jurisdiccional.
En señalamiento cierto, el H. Tribunal
Superior de Distrito cuya decisión de tutela es objeto de la presente revisión,
pone de presente la caducidad de la acción de tutela contra las decisiones
judiciales que pongan fin a un proceso conforme a lo dispuesto por el Decreto
2591 de 1991, en su artículo 11, toda vez que la sentencia acusada quedó en
firme el 28 de agosto de 1991 y la acción de tutela se interpuso el 22 de enero
de 1992, es decir, esta última actuación se produjo vencido el término de
caducidad de dos meses que señala la Ley.
DERECHO DE LA FAMILIA
La Constitución Política sitúa a la familia
en lugar preeminente de la sociedad al tener a esa célula social como base de
la articulación colectiva desde su artículo 5o., en el cual impone al Estado la
obligación de ampararla "como Institución Básica de la Sociedad".
De manera que representa un verdadero logro
constitucional, el de considerar a esa Institución, en su real alcance, para lo
cual impone a la Administración el desarrollo de acciones para su protección y
al legislador la definición de los derechos que le corresponden, de acuerdo con
lo preceptuado en el artículo 42 de la C.N. Este artículo retoma el criterio
inicial al dar a la familia el carácter de "núcleo fundamental de la
sociedad", distinguiendo dos categorías de la misma, la natural y la jurídica,
esta última que se constituye mediante el vínculo institucional del matrimonio,
al paso que la primera forma familiar es un simple efecto de la voluntad
"responsable", de conformarla. Con una orientación garantizadora
impone el artículo no sólo al Estado sino también a la "Sociedad", la
protección "integral de la familia", para luego traer la
especificación de la facultad legislativa para determinar el patrimonio
familiar inalienable e inembargable.
El artículo 42 de la C.N. trae en su inciso
3o., una prolongación de los artículos 15 y 21 de la C.N., para hacer titular a
la familia de derechos fundamentales, en los siguientes términos: "la
honra, la dignidad y la intimidad de la familia son inviolables". De
suerte que los derechos consagrados en favor de ese núcleo básico de la
sociedad, en lo relacionado con la honra, la dignidad y la intimidad de la
familia, pueden ser objeto del control de tutela, en cuanto a prolongaciones
naturales de los derechos constitucionales fundamentales consagrados en los
artículos 15 y 21 del Estatuto Superior.
Se observa aquí una evolución de aquellos
Derechos Humanos en su titularidad, toda vez que inicialmente sólo eran
detentados por el individuo, mientras que según el nuevo texto constitucional
sus titulares son igualmente entes colectivos como la familia. Interpreta la
Constitución Política, las tendencias a socializar los derechos fundamentales,
haciendo titulares de ellos a organizaciones sociales. Otro tanto hace el
artículo 42 en sus incisos 4o. y 6o. al explicitar el fundamental derecho a la
igualdad (artículo 13 C.N.) en las relaciones familiares, las cuales según se
lee allí, "se basan en la igualdad de derechos" de la pareja y de los
hijos.
Luego establece el artículo reglas básicas
a las cuales debe sujetarse el legislador en relación con expresiones de
violencia en la familia (Art. 12 C.N.), la progenitura responsable, el número
de hijos y la responsabilidad de los padres en su educación y sostenimiento,
las formas de matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los deberes y
derechos de los cónyuges, su separación y la disolución del vínculo y los
efectos civiles del matrimonio.
De lo anterior colige la Sala, que la
familia es titular de los derechos fundamentales a la honra, a la dignidad, a
la intimidad y a la igualdad de sus miembros; lo que en sentido estricto es una
especificidad, que pone de presente el interés del constituyente en garantizar
especialmente esos derechos en la familia, en orden a que consultan
ingredientes propios de su naturaleza, sin perjuicio del derecho que tiene la
familia, a ser según el nuevo Orden Superior acreedora del "amparo"
del Estado y de la Sociedad. Sobre este particular se observa que el proyecto
de acto reformatorio de la Constitución Política de Colombia elaborado por el
Gobierno y sometido a consideración de la Asamblea Constitucional, en su
artículo 30., le daba este último carácter asistencial al derecho de la
familia, según el siguiente tenor literal: "... PROTECCION A LA FAMILIA-
1. Todas las personas tienen derecho a conformar y desarrollar libremente una
familia con los efectos que determine la Ley-. Los poderes públicos protegerán
la familia. 2. Los padres tienen iguales derechos y deberes en la educación y
cuidado de sus hijos. Deberán prestar asistencia a todos sus hijos mientras
sean menores y en los demás casos que establezca la Ley. 3. Sólo la Ley
Colombiana regulará las formas de matrimonio, la edad y capacidad para
contraerlo, los derechos y deberes de los cónyuges, la separación y disolución
de sus efectos. 4. La Ley determinará lo relativo al estado civil de las
personas y los consiguientes derechos y deberes-. Así mismo, podrá establecer
el patrimonio familiar inalienable e inembargable". De suerte que la
referencia a derechos fundamentales en el actual artículo 42 de la Carta, fue
agregado por el poder constituyente, se repite, para ejemplificar y especificar
su existencia en favor de la familia.
LOS DERECHOS DEL NIÑO
En este siglo se aborda la necesidad de
proteger la niñez, en varias oportunidades y de manera especial en la
Declaración de Ginebra de 1924 sobre los derechos del niño, en la Declaración
de los derechos del Niño adoptada por Naciones Unidas en 1959 y reconocida en
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, (en particular, en los
artículos 23 y 44), en el Pacto Internacional de Derechos Económicos (artículo
10), para finalmente surgir una legislación internacional que protege a la
niñez de la humanidad, con expresiones bastante más elaboradas desde el
artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas
(1948), en el cual se reconoce a la infancia el derecho a "cuidados y
asistencia especiales", hasta la aprobación por el mismo sujeto
internacional de la Convención Sobre los Derechos del Niño de 1989, en
consideración a que los niños de manera especial deben recibir la protección y
asistencia necesaria para poder asumir plenamente sus responsabilidades dentro
de la comunidad; a que para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad,
deben crecer en el seno de una familia, en un ambiente de felicidad y amor y
comprensión y ser preparados para una vida independiente en sociedad y ser
educados en el espíritu de valores fundamentales, y en particular, en un
espíritu de paz, dignidad, tolerancia, libertad, igualdad y solidaridad; a que
el niño por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidados
especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del
nacimiento, y, a que en todos los países hay niños que viven en condiciones
excepcionalmente difíciles que requieren especial atención, con medios como la
defensa y protección de la tradición y valores culturales de cada pueblo.
En esa corriente del pensamiento se enmarca
el Constituyente Colombiano de 1991, quien se hizo entre otras las siguientes
consideraciones en torno a los Derechos del Niño:
"El niño no puede ser considerado como
un ser aislado. Es producto de la maternidad, la familia y la sociedad. Estas
condicionan su existencia por cuanto él evoluciona siempre con respecto a
ellos, lo cual hace evidente que el niño es un ser en alto grado indefenso y
frágil...
"En el siglo veinte, una vez superados
los problemas de libertad y saciadas las necesidades primarias del hombre, un
despertar de la conciencia social llevó a las naciones industrializadas a
pensar en el niño y su protección, pues se entendió que éste representa y
garantiza el futuro de un pueblo, sin embargo, en los paises menos
desarrollados el niño continúa siendo el más débil y vulnerable miembro de la
comunidad, objeto de malos tratos y desatenciones, a pesar de ser él, quien
encarne la conservación de la especie".
"... En este articulado se distinguen
los derechos esenciales del niño que garantizan a éste un desarrollo armónico e
integral como ser humano. Estos derechos no sólo están relacionados con la
vida, la integridad, el nombre y la nacionalidad, sino que también hacen del
niño sujeto de derecho, en la medida en que -por medio de la familia, la
Sociedad y el Estado- le asegura la salud, la educación y la cultura.
"..." (Ponencia - Informe -
COMISION QUINTA, Gaceta Constitucional No. 52, pág. 4).
Consecuente con lo expuesto, el
Constituyente expidió los artículos 44 y 50 de la Constitución Nacional, en el
primero se consagran "los derechos fundamentales de los niños" y en
el segundo se establece un desarrollo a uno de esos derechos, el de la salud.
El artículo 44, enumera como derechos
fundamentales de los niños, la vida, la integridad física, la salud y la
seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener
una familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la
cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión, la protección contra
toda forma de abandono, violencia física o moral, secuestro, abuso sexual,
explotación laboral o económica y/o trabajos riesgosos, además de los derechos
consagrados en la Constitución, en las leyes y Tratados Internacionales
ratificados por Colombia.
Por las calidades propias del ser infantil,
de manera general, sus derechos deben hacerse valer, tradicionalmente por sus
mentores, tutores y curadores y ahora, según el inciso 2o., se amplía esa
obligación en el texto Constitucional a la familia, la Sociedad y al Estado.
Esos derechos, con las limitaciones propias de su condición humana, mientras
adquieren suficiente desarrollo físico y mental, ya que son considerados como
incapaces por la Ley civil, quiere el legislador protegerlos de manera plena a
fin de alcanzar niveles de mejoramiento de las sociedades del futuro.
Esos derechos a pesar de ser tratados
globalmente por la norma, admiten una distinción: Aquellos que provienen de su
condición humana, como la vida, la integridad física, el nombre, la salud, la
alimentación equilibrada y todos los que se pueden incluír dentro del concepto
de asistencia, y de lo que el Código Civil denomina "una congrua
subsistencia", que al tiempo con los demás derechos fundamentales de los
adultos, deben ser protegidos en los niños con este último carácter de
fundamentales, por su propia naturaleza, mientras que los demás que enuncia la
norma, tienen el carácter de asistenciales, por lo cual su protección se
encuentra deferida a la Ley y al desarrollo institucional que los haga
realidades concretas. Entre tanto, estos derechos asistenciales pertenecen a la
especie de los proclamatorios y finalísticos en la medida en que fijan
objetivos prioritarios a la Ley y al Estado para su concreción.
Especial mención merece la expresión
"Derechos Fundamentales de los Niños" que trae la norma; el
predicado: "de los niños", le da una connotación especial a la
primera parte de la frase. En primer término, ésta debe interpretarse en
concordancia con la última del artículo: "los derechos de los niños
prevalecen sobre los derechos de los demás". Así pues, los derechos de los
niños tienen en ese sentido, una primacía reconocida por el Constituyente
frente a los derechos de las demás personas. De otra parte, la expresión
derechos fundamentales de los niños una doble connotación: Implica el
reconocimiento de la titularidad de que disponen, de los derechos
fundamentales, para los enunciados en el artículo 44 y la primacía señalada; y
simultáneamente muestra el particular interés del Constituyente de habilitar,
en el Estado Social de Derecho, los procedimientos legales y las acciones de la
familia, la Sociedad y el estado con el propósito claro de hacerlos una pronta
realidad, en la parte de los derechos asistenciales que se relacionan en el
primer inciso, tal como lo estatuye con la lógica proteccionista que le es
propia al inciso 2o. de la norma comentada.
Lo anterior lleva a la Sala a precisar que
sobre "los derechos fundamentales", en sentido material, de entre los
relacionados en el artículo 44 de la C.N., procede la acción de tutela.
La interpretación de la naturaleza de los
Derechos Humanos, no puede hacerse al margen de la historia. De modo que
cualquiera sea el contenido de aquélla, ésta, siempre condicionante y
circunstancial, le impone una realidad insoslayable. Bien puede ocurrir que, un
determinado derecho, en un momento histórico preciso no lo sea, para luego, en
el futuro, en un presente deseable, venga a convertirse en fundamental. Los
Derechos Humanos, hacen en cada país su camino en la historia.
En el caso sub examine, la accionante ha
solicitado la protección de derechos de sus niños (hijos y nietos) y la suya
propia por ser persona de la tercera edad y no disponer de los medios de
subsistencia que les suministraba a todos ellos su compañero permanente,
condenado a reclusión carcelaria por sentencia judicial ejecutoriada.
La demandante no señala contra qué acto u
omisión de autoridad pública se dirige la acción. Aparece en autos que la
demandante no se ha dirigido al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ni a
ninguna otra autoridad pública que, por ley, tenga la obligación de subvenir a
esas necesidades. Queda en claro entonces que en este caso no ha habido ninguna
omisión por parte del Instituto de Bienestar Familiar ni de ningún otro agente
público. No aparece, pues, la negativa del Estado a cumplir su deber
constitucional de proteger los derechos fundamentales del Niño y de las
personas de la tercera edad, a que lo obligan en forma clara e indubitable los
artículos 44 y 46 de la C.N.
Considerando lo anterior, la presente
revisión tiene lugar para aclarar el alcance de los derechos de la familia y de
los niños conforme a una de las finalidades que le señala el artículo 33 del
Decreto 2591 de 1991.
En mérito de lo expuesto, la Sala de
Revisión de tutelas de la Corte Constitucional, administrando justicia en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero. Confirmar la sentencia del Honorable Tribunal del
Distrito Judicial de Santafé de Bogotá -Sala Penal- del 31 de enero de 1992,
mediante la cual se rechaza la acción de tutela promovida por MATILDE
BOHORQUEZ, por las razones precedentes.
Segundo. Comuníquese al Honorable Tribunal del Distrito
Judicial de Santafé de Bogotá, Sala Penal la presente decisión para que sea
notificada a las partes conforme lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto
2591 de 1991.
CUMPLASE.-
FABIO MORON DIAZ SIMON
RODRIGUEZ RODRIGUEZ
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
26 | T-009-92
Sentencia No
Sentencia No. T-009/92
ACCION DE TUTELA CONTRA
PARTICULARES
La acción de tutela no procede contra todos
o contra cualquier particular. Solo procede contra los particulares o contra
las organizaciones particulares, en aquellos casos en que lo autorice la ley.
No es un principio extensible a otros casos.
DERECHO A LA EDUCACION/SERVICIO
PUBLICO DE EDUCACION
La educación es un servicio público. Siendo
la educación un derecho constitucional fundamental y una función social, el
incumplimiento de las condiciones para el ejercicio del derecho puede dar lugar
a la sanción establecida en el ordenamiento jurídico para el caso y por el
tiempo razonable que allí se prevea, pero no podría implicar su pérdida total,
por ser un derecho inherente a la persona.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/PRINCIPIO
DE IGUALDAD DE OPORTUNIDADES
En el caso de autos, no existió violación
del derecho fundamental a la educación por parte de las directivas del Colegio
y los hechos ocurridos no constituyen fundamento para conceder la acción de
tutela. Por el contrario, en la medida en que el Colegio se abstuvo de graduar
a las peticionarias, se ciñó al ordenamiento jurídico y protegió la educación,
en tanto que es derecho-deber. Es de advertir que con esta conducta la
institución educativa le dió aplicación al principio constitucional de la
igualdad de oportunidades en la educación, consignado en los artículos 13 y 70
de la Constitución. de conformidad con éste, los asuntos semejantes no deben
tratarse en forma diferente y los casos distintos no deben regularse de manera
similar. Así, sería violatorio del principio de igualdad, graduar por igual a
los estudiantes que aprueben las materias fijadas en un reglamento y a los
estudiantes que las imprueben.
REF.:
Expedientes Nos. T-030 T-092 y T- 121 (Acumulados)
Peticionarias:
Laura Lylanda Jordán Miranda, Luisa Fernanda Ramírez Sánchez y
Cristina Ruth Barrera Duván.
Procedencia:
Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, Sala Especial, de Familia
y Civil.
Magistrado
Sustanciador:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santafé de Bogotá, D.C. mayo veintidos (22)
de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala Cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional, compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero,
Fabio Morón Díaz y Simón Rodríguez Rodríguez,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado lo siguiente:
SENTENCIA
En el proceso de tutela identificado con
los números T-030, T-092 y T-121, adelantados por Laura Lylanda Jordán Miranda,
Luisa Fernanda Ramírez Sánchez y Cristina Ruth Barrera Duván
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional escogió las tutelas de la
referencia.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia de revisión.
Con fundamento en el Reglamento de la Corte
Constitucional y con base en la decisión adoptada en Sala Plena de la
Corporación, se procede a la acumulación de las tutelas reseñadas.
1. Solicitud
Las señoritas Laura Lylanda Jordán Miranda,
Luisa Fernanda Ramírez Sánchez y Cristina Ruth Barrera Duván, presentaron ante
el Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, petición de tutela para la
protección de un derecho.
Las petentes fundamentan la solicitud en el
hecho que habían realizado sus estudios en el Colegio El Carmelo, cumpliendo
con todos los requisitos académicos para cada grado.
Las accionantes, durante el año de 1991,
cursaron en el citado colegio el grado once y en el mes de agosto presentaron
los exámenes de Estado, exigidos por el ICFES, obteniendo un alto puntaje para
efectos del ingreso a la educación superior.
Asímismo, presentaron exámenes de admisión
en las Universidades Nacional, Santo Tomás y Javeriana y fueron admitidas en
estos centros universitarios, de conformidad con los requisitos que cada uno
exigió.
Al culminar el grado once, sin embargo, las
peticionarias reprobaron dos materias cada una. Y al presentar nuevamente los
exámenes de habilitación no obtuvieron la calificación mínima para su
aprobación, por lo tanto reprobaron el año escolar.
Con las solicitudes de tutela presentaron
los anexos siguientes:
1. Certificado de estudios de los
diferentes grados expedidos por el Colegio El Carmelo.
2. Copia auténtica de los resultados
obtenidos en el examen del ICFES.
3. Copia auténtica de las credenciales de
inscripción en distintas universidades.
4. Copia auténtica de los boletines de
notas o calificaciones del grado undécimo.
Las solicitudes de tutela se fundamentaron
en los artículos 2o., 4o., 16, 23, 26, 27, 41, 45, 67, 68, 70, 71, 84, 86, 87,
en el literal f) del numeral 19 del artículo 150 y en el numeral 21 del
artículo 189 de la Constitución Política de 1991.
2. Fallos
En esta sentencia se revisarán los fallos
de los tres procesos acumulados, ninguno de los cuales tuvo segunda instancia.
2.1. Del Tribunal Superior de Santafé de
Bogotá. Sala Especial (Providencia de diciembre 10 de 1991).
En el proceso radicado con el número T-030
se declaró improcedente la acción de tutela presentada por Laura Lylanda Jordán
Miranda, fundamentando la decisión en que, en el Título II, Capítulo 1,
artículos 11 a 41 de la Constitución Política, se enumeran los derechos
fundamentales que le han sido reconocidos a todo colombiano y a los extranjeros
residentes o de paso por el país. Y las normas que se citan en el artículo 42
del Decreto 2591 de 1991 pertenecen a ese grupo de disposiciones sobre derechos
fundamentales.
Consideró el Tribunal Superior que las
normas invocadas por la accionante no constituyen derecho fundamental. Por
consiguiente, la acción de tutela no tiene una aplicación más extensa que la
expresamente señalada en la Constitución y la ley, o sea la protección de los
derechos fundamentales del individuo, y no cabe buscar en otras normas
constitucionales, distintas a las contenidas en los artículos 11 a 41, respaldo
para la pretensión de la actora.
2.2. Del Tribunal Superior de Santafé de
Bogotá, Sala de Familia (Providencia de enero 13 de 1992).
En el proceso número T-092 el Tribunal,
previamente a la decisión, ofició al Instituto Colombiano para el Fomento de la
Educación Superior -ICFES- y al Colegio El Carmelo de Santafé de Bogotá, para
determinar si la señorita Luisa Fernanda Ramírez para el año de 1991, había
adquirido el derecho para que el mencionado plantel educativo le otorgara el
título de bachiller académico.
Con base en las pruebas allegadas, la Sala
de Familia del Tribunal Superior determinó que el Colegio El Carmelo, mediante
sus directivas, no hizo otra cosa que dar estricto cumplimiento a la ley y por
ello no era posible hablar de arbitrariedad en su actuación. Así las cosas, no
admitió la tesis contraria, con el argumento de que ésto sería abrir la senda a
la transgresión de la ley, so pretexto de amparar un derecho que no se ha
adquirido.
Finalmente, considera que el derecho a la
educación, que en ese momento era titular la alumna Ramírez, no fue vulnerado
ni amenazado por las directivas del Colegio y por lo tanto, no puede ser objeto
de tutela.
2.3. Del Tribunal Superior de Santafé de
Bogotá, Sala Civil (Providencia de diciembre 19 de 1991).
Y en el tercer proceso acumulado, número
T-121, la Sala del Tribunal considera que la acción de tutela contra
particulares sólo procede para proteger los derechos fundamentales
específicamente consagrados en la Constitución y en la ley.
Como el asunto respecto del cual la
señorita Ruth Cristina Barrera Duván interpuso la acción de tutela, no se
encuentra contenido en el capítulo 1 del Título II de la Constitución Política
ni en ninguna de las eventualidades consagradas en el artículo 42 del Decreto
2591 de 1991, concluyó esa Corporación que los hechos no son materia de tutela
y por lo tanto, denegó la solicitud formulada.
Pero aclara la Sala que aún atendiendo a
que el derecho consagrado en el artículo 67 pueda ser amparado, su conclusión
sería igual, ya que las disposiciones vigentes en relación con la aprobación de
las materias y la finalidad de los exámenes de Estado para ingresar a la
educación superior, demuestran que no existió violación alguna por parte de las
directivas del Colegio El Carmelo al no otorgar el título de bachiller
académico.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. Consideraciones Generales
Es competente esta Sala de Revisión de la
Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión de los fallos
pronunciados por las Salas Especial, Civil y de Familia del Tribunal Superior
de Bogotá, con fundamento en el artículo 86 de la Constitución y el artículo 2
del Decreto 2591 de 1991.
El artículo 86 de la Constitución Política
establece:
"Toda persona tendrá acción de tutela
para reclamar ante los jueces en todo momento y lugar, mediante un
procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre,
la protección inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales ... La
ley establecerá los casos en los que la acción de tutela proceda contra
particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta
afecte grave y directamente el interés colectivo o respecto de quienes el
solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión".
El anterior texto fue el resultado del
análisis de los distintos proyectos estudiados en la Asamblea Nacional
Constituyente sobre la viabilidad de la acción de tutela frente a particulares,
para la protección de los derechos constitucionales fundamentales frente a
terceros, ya que existieron varias posiciones y se impuso finalmente la
decisión de garantizarlos.
La acción de tutela frente a particulares
recoge lo que la doctrina alemana denomina "Drittwirkung der
Grundrechte" (literalmente, efecto frente a terceros de los derechos
fundamentales), que suele denotar la incidencia de los derechos fundamentales
en el derecho privado y en las relaciones jurídicas privadas, cuya fuente es de
carácter jurisprudencial desde 1958, a raíz del pronunciamiento del Tribunal
Constitucional alemán en la sentencia dictada en el caso "Lücth".1
La Constitución de 1991 se inspiró en el
aporte jurisprudencial alemán que se centró en el hecho de que los derechos
constitucionales despliegan un efecto en el tráfico jurídico entre
particulares.
El Legislador por mandato Constitucional
entró a definir los derechos constitucionales fundamentales protegidos en las
relaciones entre particulares, mediante el artículo 42 del Decreto 2591 de
1991, que establece que la acción de tutela procederá contra acciones u
omisiones de particulares en los siguientes casos:
"1- Cuando aquél contra quien se
hubiere hecho la solicitud esté encargado de la prestación de un servicio
público de educación para proteger los derechos consagrados en los artículos
13, 15, 16, 18, 19, 20, 23, 27, 29, 37 y 38 de la Constitución".
Los derechos consagrados en el artículo 42
del Decreto 2591 de 1991 son: igualdad ante la ley (13), intimidad personal y
familiar, derecho al buen nombre (15), libre desarrollo de la personalidad
(16), libertad de conciencia (18), libertad de cultos (19), libertad de
expresar y difundir su pensamiento y opiniones (20), libertad de enseñanza,
aprendizaje, investigación y cátedra (27), debido proceso (29), derecho de
reunión y manifestación pacífica (37) y libre asociación para el desarrollo de
las distintas actividades (38).
Considera entonces esta Sala que son tres
las condiciones para que proceda la tutela en este caso concreto:
a) Que la educación sea un derecho
constitucional fundamental protegido frente a particulares.
b) Que este derecho esté a cargo de un
particular.
c) Que el derecho sea un servicio público
(una de las tres modalidades permitidas por el artículo 86).
1.1. La educación como derecho fundamental
protegido frente a particulares.
El artículo 27 de la Constitución utiliza
los términos libertad de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra que
son consecuencia del derecho a la educación, el cual los antecede. Por lo
tanto, la educación es un derecho fundamental que tiene protección no sólo en
las relaciones entre el estado y los particulares, sino en las relaciones entre
los particulares, logrando así la eficacia social u horizontal inmediata del
derecho fundamental garantizado.
A la anterior conclusión llegó esta Sala de
Revisión de la Corte Constitucional2, cuando dijo que la educación es
ciertamente un derecho constitucional fundamental.
Los derechos tienen un "núcleo
esencial" que se expresa en varias manifestaciones de la Carta. Por
ejemplo, en el caso concreto, la educación, como núcleo esencial, está
consagrada en los artículos 26 y 27 precitados, debido a que lógicamente no es
posible "enseñar" ni "aprender", sin pensar al mismo tiempo
en "educar".
Como lo tiene establecido esta Sala,
"en otras palabras, la educación puede ser encauzada y reglada
autónomamente pero no negada en su núcleo esencial. Siguiendo a Peter Häberle,
se denomina "contenido esencial" al ámbito necesario e irreductible
de conducta que el derecho protege, con independencia de las modalidades que
asuma el derecho o de las formas en que se manifieste. Es el núcleo básico del
derecho fundamental, no susceptible de interpretación o de opinión sometida a
la dinámica de coyunturas o ideas políticas3".
1.2. La educación a cargo de un particular
En cuanto al segundo requisito, se está en
este negocio en presencia de una acción de tutela contra particulares, ya que
el Colegio El Carmelo es una institución privada, sin ánimo de lucro,
perteneciente a una comunidad Religiosa-católica, pero que presta un servicio
educativo por autorización de las Resoluciones No. 13825/85 para Bachillerato y
09249/87 para primaria, expedidas por el Ministerio de Educación y actualmente
en vigencia.
De la lectura del artículo 42 del Decreto
2591 de 1991 se puede concluír que la acción de tutela no procede contra todos
o contra cualquier particular. Sólo procede contra los particulares o contra
las organizaciones particulares, en aquellos casos en que lo autorice la ley.
No es pues un principio extensible a otros casos.
Aún en los casos en que proceda contra
persona u organizaciones particulares, no opera la tutela para garantizar todos
los derechos fundamentales que la Constitución consagra, sino que aquellos que
se han señalado en la ley.
1.3. La educación como servicio público
Respecto del tercer requisito, tendiente a
demostrar que la educación es un servicio público, esta Sala se fundamenta en
la interpretación sistemática de los artículos 67, 2o. y 365 de la Carta.
Del artículo 67 de la Constitución Política
se comprende que la educación es un derecho de la persona y un servicio
público que tiene una función social, como ya lo ha establecido esta Sala
de Revisión4.
En el artículo 2o. de la Carta se dice que
es fin del Estado asegurar el cumplimiento de los deberes esenciales de los
particulares.
Por su parte, en el artículo 365 superior
se establece que:
"Es deber del Estado asegurar su
prestación eficiente a todos los habitantes del territorio nacional".
En otro aparte del mismo artículo se
determina la regulación, control y vigilancia de la prestación de los servicios
públicos, así:
"Los servicios públicos estarán
sometidos al régimen jurídico que fije la ley, podrán ser prestados por el
Estado, directa o indirectamente, por comunidades organizadas y por
particulares. En todo caso, el Estado mantendrá la regulación, el control y la
vigilancia de dichos servicios".
En conclusión, la educación es un servicio
público porque así lo disponen en forma concordante los artículos 67, 2o. y 365
de la Carta. Se cumple de esta manera este supuesto del artículo 86 de la
Constitución.
Sin perjuicio de lo anterior, esta Sala
desea enfatizar en las consecuencias derivadas del carácter de función social
de la educación, de que trata el artículo 67 precitado.
La educación, en este sentido, irradia a
toda la sociedad en especial al educando. Por eso la educación, al tiempo que
es un derecho, es también un deber, una carga. De allí surge la noción de la
educación como "derecho-deber". En efecto, en el caso objeto de esta
sentencia de revisión, es primordial la referencia a la educación como
derecho-deber, pues las peticionarias no cumplieron con los requisitos
establecidos por las disposiciones del Colegio y las determinadas por el
ordenamiento jurídico, relativas a la aprobación del año lectivo.
No se trata de que frente al derecho del
titular otra persona tenga un deber frente a ese derecho, sino que el mismo
titular del derecho soporta la exigencia de un deber o sea una carga a cumplir.
Ahora bien, siendo la educación un derecho
constitucional fundamental y una función social, el incumplimiento de las
condiciones para el ejercicio del derecho puede dar lugar a la sanción
establecida en el ordenamiento jurídico para el caso y por el tiempo razonable
que allí se prevea, pero no podría implicar su pérdida total, por ser un
derecho inherente a la persona, como lo ha establecido en sentencia anterior
esta Sala de Revisión.5
2. Consideraciones en relación con el caso
particular
Entra en la Sala de Revisión de la Corte
Constitucional a revisar los tres fallos de tutela de la referencia.
De acuerdo con las anteriores conclusiones,
el Tribunal Superior en sus Salas Especial y Civil no tuvo razón al considerar
que la educación no figuraba en la enumeración del artículo 42 del Decreto 2591
de 1991 y que por lo tanto no era procedente el análisis de la solicitud.
Confundió el Tribunal los derechos fundamentales protegidos frente a
particulares y por lo tanto se limitó a hacer una interpretación exegética del
artículo 42 del Decreto 2591 de 1991, limitando la protección de los derechos
constitucionales fundamentales frente a particulares a las acciones de enseñar,
aprender, investigar y la cátedra, sin encontrar en ellos como núcleo esencial
la educación.
A la luz de los anteriores presupuestos y
luego de haber establecido en consecuencia la equivocidad del Tribunal
Superior, se trata ahora de determinar si las señoritas Cristina Ruth Barrera,
Laura Lylanda Jordán y Luisa Fernanda Ramírez, adquirieron el derecho para que
el Colegio EL CARMELO les otorgara el título de bachiller académico.
Es necesario analizar previamente las
disposiciones vigentes sobre el régimen educativo. La Resolución 17.864 de
1984, proferida por el Ministerio de Educación Nacional, reguló lo atinente a
la aprobación escolar de la educación básica primaria, secundaria y media
vocacional.
En la mencionada disposición se establece
que el estudiante se promueve al grado superior o a título de bachiller cuando
apruebe todas las áreas o si, promediadas las calificaciones de las áreas de
formación, éstas arrojan una nota mínima de siete (7.0) sobre diez, siempre y
cuando que el alumno no haya perdido más de un área con una nota inferior a
cuatro (4.0).
Significa lo anterior que si el educando
pierde un área académica con una nota inferior a 4.0, el alumno debe
habilitarla a pesar de que el promedio de todas las áreas sea igual o superior
a 7.0. Debe igualmente habilitar las áreas perdidas cuando éstas no sean
superiores a 2.0.
Para otorgar el título de bachiller
académico, de conformidad con las disposiciones vigentes y tal como se mencionó
anteriormente, se requiere la aprobación de todas las áreas académicas. En
caso de pérdida de una o dos materias, deberá el alumno habilitarlas y
aprobarlas para ser promovido al grado superior o para obtener el diploma de
bachiller. Si éstas no se aprueban, como sucedió en los tres casos que nos
ocupan, se pierde el año cursado y como se trata del último año de bachillerato
no adquiere en consecuencia, el derecho para que se le otorgue el diploma de
bachiller.
Ahora bien, las alumnas accionantes han
basado sus solicitudes en el hecho de haber obtenido un alto puntaje en los
exámenes del ICFES que realiza el Estado para el ingreso a la educación
superior. Consideran que, al haber obtenido el buen resultado y el consiguiente
ingreso a las Universidades, esto las habilita para obtener el título de
bachiller.
Para esta Sala lo anterior no es de recibo,
por cuanto los exámenes de Estado realizados por el ICFES tienen por objeto
comprobar los niveles mínimos de aptitud y de conocimiento de quienes aspiran a
ingresar a instituciones de educación superior, mas no tienen la finalidad de
otorgar a los examinados el título de bachiller clásico o académico. Luego este
argumento de las tres petentes carece de fundamento. Luego es un sofisma querer
atribuirle efectos que no tienen un supuesto determinado.
Por lo tanto, esta Sala estima que las
alumnas no cumplieron con los requisitos exigidos para obtener el grado de
bachiller y que el Colegio El Carmelo no actuó arbitrariamente al no otorgarles
el diploma.
En consecuencia, no existió violación del
derecho fundamental a la educación por parte de las directivas del Colegio El
Carmelo de Santafé de Bogotá y los hechos ocurridos no constituyen fundamento
para conceder la acción de tutela.
Por el contrario, en la medida en que el
Colegio El Carmelo se abstuvo de graduar a las tres peticionarias, se ciñó al
ordenamiento jurídico y protegió la educación, en tanto que es derecho-deber.
Es de advertir que con esta conducta la institución educativa le dió aplicación
al principio constitucional de la igualdad de oportunidades en la educación,
consignado en los artículos 13 y 70 de la Constitución.
Según este principio, los asuntos
semejantes no deben tratarse en forma diferente y los casos distintos no deben
regularse de manera similar. Así, sería violatorio del principio de igualdad,
graduar por igual a los estudiantes que aprueben las materias fijadas en un
reglamento y a los estudiantes que las imprueban.
En consecuencia, los tres fallos revisados
serán confirmados en sus partes resolutivas, mas no en sus motivaciones por
cuanto la Corte Constitucional no las comparte y ha expuesto las suyas.
En mérito de lo expuesto, la Corte
Constitucional, en Sala de Revisión,
RESUELVE
Primero. CONFIRMAR la providencia proferida
por el Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, en Sala Especial, de fecha
diciembre 10 de 1991, mediante la cual declaró improcedente la acción de
tutela, presentada por la Srta. LAURA LYLANDA JORDAN MIRANDA contra el Colegio
El Carmelo de Santafé de Bogotá, por las razones expuestas en esta sentencia.
Segundo: CONFIRMAR la providencia proferida
por el Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, en Sala de Familia, de fecha
enero 13 de 1992, mediante la cual denegó la solicitud de tutela formulada por
la Srta. LUISA FERNANDA RAMIREZ SANCHEZ contra el Colegio El Carmelo de Santafé
de Bogotá, por las razones expuestas en esta sentencia.
Tercero: CONFIRMAR la providencia proferida
por el Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, en Sala Civil de decisión de
fecha diciembre 19 de 1991, mediante la cual denegó la solicitud de tutela
formulada por la Srta. RUTH CRISTINA BARRERA DUVAN contra el Colegio El Carmelo
de Santafé de Bogotá, por las razones expuestas en esta sentencia.
Cuarto. Cópiese, publíquese, notifíquese a
quien corresponda, insértese en la Gaceta Constitucional y envíese al Tribunal
Superior de Santafé de Bogotá, a las Salas correspondientes.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Sustanciador
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Cuarta de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los veintidos (22) días
del mes de mayo de mil novecientos noventa y dos (1992).
1 GARCIA TORRES, Jesús y JIMENEZ BLANCO, Antonio. Derechos
Fundamentales y relaciones entre particulares. Cuadernos Civitas. Editorial
Civitas S.A. Madrid 1986, pág. 11
2 Cfr. Sentencia No. 2 de la Corte Constitucional. Santafé de
Bogotá, -Sala 4a. de Revisión, mayo 8 de 1992
3 Idem
4 Idem
5 Idem |
27 | T-010-92
Sentencia No
Sentencia No. T-010/92
ACCION DE TUTELA
TEMERARIA/PRINCIPIO DE ECONOMIA/PRINCIPIO DE EFICACIA/PRINCIPIO DE LA BUENA
FE/INTERES GENERAL-Prevalencia
El abuso desmedido e irracional del recurso
judicial, para efectos de obtener múltiples pronunciamientos a partir de un
mismo caso, ocasiona un perjuicio para toda la sociedad civil, porque de un
100% de la capacidad total de la administración de justicia, un incremento en
cualquier porcentaje, derivado de la repetición de casos idénticos,
necesariamente implica una pérdida directamente proporcional en la capacidad
judicial del Estado para atender los requerimientos del resto de la sociedad
civil. La coexistencia de tutelas lesiona el interés general.
REF.:
EXPEDIENTE No. T-531
Peticionario:
Coronel (r) Víctor
Hugo
Ferreira Abella
Procedencia:
Juzgado 52 de Instrucción Penal Militar, Tribunal Superior de Santafé
de Bogotá (conoce en primera y segunda instancias de las impugnaciones de
las providencias de los Juzgados 65 y 76 de Instrucción Criminal) y Corte Suprema
de Justicia
Sala de
Revisión No. 4, conformada por los Magistrados: Alejandro Martínez Caballero,
Fabio Morón Díaz y Simón Rodríguez Rodríguez
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santafé de Bogotá,D.C. mayo veintidos (22)
de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala Cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional, compuesta por los Magistrados: Alejandro Martínez Caballero,
Fabio Morón Díaz y Simón Rodríguez Rodríguez,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En los cinco procesos de tutela acumulados,
radicados bajo el No. T-531.
I. ANTECEDENTES
Con base en el artículo 86 de la
Constitución Política y el Decreto 2591 de 1991, la Sala de selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió las acciones de tutela de la
referencia para efectos de su revisión.
Con fundamento en el reglamento de la Corte
Constitucional y con base en la decisión adoptada en Sala Plena de la
Corporación, se procede a la acumulación de las tutelas reseñadas.
Para efectos de la identificación de los
negocios, la demanda No. T-531, por haber sido presentada de primera, servirá
de número de referencia en el presente asunto.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala entra a dictar sentencia de Revisión con base
en los siguientes argumentos.
1. HECHOS
El día 30 de septiembre de 1987, el Ministerio
de Defensa Nacional expidió el Decreto 1867 por el cual retira en forma
temporal del servicio activo de la Policía Nacional, al Coronel Ferreira
Abella, por disminución de su capacidad sico-física para la actividad policial.
El día 2 de octubre de 1987, el Gobierno
Nacional retiró en forma definitiva al Coronel, por considerarlo no apto para
trabajar, aduciendo incapacidad sico-física y ezquizofrenia. Esta decisión es
ratificada por el Tribunal Médico-laboral de la Policía. Ambas decisiones fueron
consideradas por el accionante como injustas y violatorias del debido proceso
que debe regir toda actuación judicial, en la medida que no se tuvo en cuenta
las valoraciones sicológicas de los Doctores Cristina Páez Cediel (8 de junio
de 1987) y José Gutiérrez (1 septiembre de 1987), y además no se le dió
oportunidad de controvertir las pruebas en su contra.
A partir del 2 de octubre de 1987 se
solicitó la realización de nuevas valoraciones sico-físicas, las cuales fueron
practicadas por el jefe de sicología y el equipo de sicólogos de la Policía
Nacional, el Instituto de Medicina Legal y el Hospital Militar, cuyos
resultados no pudieron ser conocidos por el Coronel Ferreira Abella, por ser
estimados de carácter confidencial y reservado.
El Coronel consideró entonces que como
consecuencia de su actividad policial y su retiro forzoso, a partir de
noviembre de 1988, se le inició lo que él denominó una "guerra
sicológica", promovida por altos militares entre ellos el Director de la
Caja de Sueldos de Retiro de la Policía, quien fijó en cartelera avisos que el
actor calificó de panfletos acusándolo de "comunista y loco",
papelería que también se distribuyó en el edificio donde habita el accionante y
en los C.A.I. de Bogotá.
Debido a estas conductas, el ciudadano
oficial retirado solicitó la protección de la vida e integridad suya y de su
familia ante distintas entidades, hasta que el día 6 de agosto de 1990 el
Ministro de Gobierno de entonces le solicitó al Director de la Policía Nacional
dicha protección, la cual fue procurada pero, a consideración del Coronel, en
forma parcial e insuficiente. Fue por ello que, ante las reiteradas solicitudes
del Coronel, y mediante oficio 3318 del 28 de noviembre de 1991, el entonces
Procurador Delegado para la Defensa de los Derechos Humanos, envió al Jefe del
DAS solicitud de protección a la vida e integridad del Coronel retirado, dada
la incapacidad que manifestó la DIJIN y el Ejército Nacional para la debida
salvaguarda de su derecho a la vida e integridad personal.
El 20 de enero de 1992 el Procurador
General de la Nación, solicita nuevamente al Director General de la Policía
Nacional la protección de los derechos amenazados. Defensa ésta que no ha
podido prestarse por la falta de colaboración por parte del accionante, según
afirmaron los organismos competentes.
2. ACCIONES DE TUTELA
De la lectura del voluminoso expediente
T-531, que acumula cinco (5) tutelas en más de tres mil folios, se ha podido
establecer que el Coronel Victor Hugo Ferreira Abella, actuando en nombre
propio, presentó ante diferentes autoridades de la República un total de (35)
investigaciones entre denuncias penales (17), quejas disciplinarias (5),
acciones ante lo contencioso administrativo (1) y acción de tutela diferente
(1).
El peticionario presentó nueve acciones de
tutela ante diferentes juzgados radicados en Santafé de Bogotá.
A continuación se enumeran todas las
tutelas por orden cronológico de presentación. De ellas, sólo se impugnaron
para segunda instancia las tutelas correspondientes a los numerales 5 y 8 de la
relación siguiente:
1. Agosto 8 de 1991, ante el Juzgado 61 de
Instrucción Criminal Ambulante.
2. Agosto 30 de 1991, ante el Juzgado 52 de
Instrucción Penal Militar.
3. Septiembre 6 de 1991, ante el Juzgado
105 de Instrucción Criminal.
4. Octubre 7 de 1991, ante el Juzgado 55
Penal Municipal.
5. Octubre 7 de 1991, ante el Juzgado 76 de
Instrucción Criminal. La decisión se impugnó ante el Tribunal Superior de
Bogotá -Sala Penal-.
6. Octubre 10 de 1991, ante el Juzgado 101
de Instrucción Criminal.
7. Diciembre 4 de 1991, ante el Tribunal
Superior de Bogotá.
8. Enero 3 de 1992, ante el Juzgado 65 de
Instrucción Criminal ambulante. La decisión se impugnó ante el Tribunal
Superior de Bogotá -Sala Plena-.
9. Febrero 10 de 1992, ante la Corte
Suprema de Justicia -Sala Plena-.
Con relación a las tutelas reseñadas en los
numerales 1o., 3o., 4o. y 6o., esta Sala de Revisión no se pronuncia por cuanto
no están a examen de la Corporación.
En consecuencia, esta sentencia de Revisión
sólo recaerá sobre los fallos acumulados relacionados en los numerales 2o.,
5o., 7o., 8o. y 9o.
3. PETICIONES DE LAS ACCIONES DE TUTELA
En todas las tutelas, el accionante ha
solicitado en forma simultánea la protección de los siguientes derechos:
- a conocer su hoja de vida policial, su
historia médico-laboral, su historia clínica y el derecho a actualizarlas y a
rectificarlas.
- el derecho a rectificar su buen nombre.
- la protección adecuada de la vida e
integridad del accionante y su familia.
4. DETERMINACION DEL DERECHO PRESUNTAMENTE
VIOLADO
En todos los casos se han invocado las
siguientes normas:
- Artículo 15 de la Constitución Nacional:
"Todas las personas tienen derecho a
su intimidad personal y familiar y a su buen nombre, y el Estado debe
respetarlos y hacerlos respetar. De igual modo, tienen derecho a conocer,
actualizar y rectificar las informaciones que se hayan recogido sobre ellos en
bancos de datos y en archivos de entidades públicas y privadas".
- Artículo 11 de la Constitución Nacional:
"El derecho a la vida es inviolable.
No habrá pena de muerte".
- Y el artículo 29 de la Carta:
"El debido proceso se aplicará a toda
clase de actuaciones judiciales y administrativas..."
5. FALLOS REVISADOS
5.1. EN UNICA INSTANCIA
5.1.1. Juzgado 52 de Instrucción Penal
Militar (12 septiembre de 1991)
El Juzgado consideró que no es posible
acceder a las pretensiones del Coronel (r) Ferreira Abella, en la medida que no
se encuentran vulnerados ninguno de los derechos fundamentales que regula la
Constitución Nacional. Agrega que el hecho de conocer información contenida en
los archivos de la Policía y los juzgados no es procedente, porque de acuerdo
con la ley procesal penal militar, específicamente el artículo 549 de dicho
estatuto, es prohibido permitir el acceso a esas investigaciones por tener
ellas el carácter de reserva sumarial.
5.1.2. Tribunal Superior de Bogotá (10
diciembre de 1991)
El Tribunal, enterándose de que en el
Juzgado 76 de Instrucción Criminal cursaba una tutela idéntica, le remitió a
éste la solicitud de tutela que le correspondía tramitar. Luego se abstuvo este
Despacho de decidir, hasta tanto el Juez 76 de Instrucción Criminal no
expidiese su fallo. Para ello se basó en el hecho de que el peticionario
promovió la misma acción de tutela ante otros juzgados de la República. Por
este hecho, y en cumplimiento de la filosofía de la acción de tutela, que es la
protección eficaz, oportuna y justa de los derechos previstos en el
ordenamiento supralegal, el Tribunal se abstuvo de tramitar este proceso, hasta
tanto el Juez 76 de Instrucción Criminal no hubiese dictado su fallo.
5.1.3. Corte Suprema de Justicia
(Providencia de marzo 5 de 1992).
La Corte Suprema de Justicia denegó la
acción de tutela porque ésta "versa sobre un acto administrativo, cuya
competencia se atribuye a prevención (artículo 370 del Decreto 2591 de 1991) a
jueces y tribunales del lugar donde han ocurrido los hechos, es decir de
Santafé de Bogotá. En consecuencia, no corresponde a la Corte Suprema de
Justicia conocer de esta acción".
El alto Tribunal de Casación consideró que
"El capítulo II del Decreto se ocupa de la competencia para conocer de la
acción de tutela, consagrando dos especies absolutamente diferenciables, una de
carácter general y otra de linaje especial. Respecto de la primera, establece
el artículo 37 que 'son competentes para conocer de la acción de tutela, a
prevención, los jueces o tribunales con jurisdicción en el lugar donde
ocurriere la violación o la amenaza que motivaren la presentación de la
solicitud'. Y con relación a la segunda, que se contrae a actos
jurisdiccionales, específicamente a sentencias y providencias que le pongan fin
al proceso, dispone el artículo 40, del mencionado estatuto, lo siguiente: 'Cuando
las sentencias y demás providencias judiciales le pongan término a un proceso,
proferidas por los jueces superiores, los Tribunales, la Corte Suprema de
Justicia y el Consejo de Estado, amenacen o vulneren un derecho fundamental,
será competente para conocer de la acción de tutela el superior jerárquico
correspondiente".
Por lo expuesto anteriormente, la Corte
Suprema de Justicia rechazó la acción de tutela, con fundamento en el parágrafo
del artículo 29 del Decreto 2591 de 1991.
5.2. EN SEGUNDA INSTANCIA
5.2.1. Tribunal Superior de Bogotá
(Providencia de Febrero 3 de 1992).
Este Tribunal conoció ante la solicitud de
impugnación presentada sobre la decisión del Juez 76 de Instrucción Criminal,
de conformidad con el Artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
El a quo había rechazado las pretensiones,
excepto el derecho que el accionante tenía a rectificar su buen nombre. En
consecuencia, había ordenado se fijara nuevamente en la cartelera de la Caja de
Sueldos de Retiro de la Policía Nacional un escrito que reinvindicara el nombre
del quejoso.
El Tribunal por su parte confirmó la
decisión del Juzgado 76 de Instrucción Criminal, en la parte que rechazaba las
pretensiones del accionante y revocó lo concerniente al derecho a rectificar el
buen nombre ya que, aunque este derecho se vulneró, la acción interpuesta no
sería procedente porque la amenaza o vulneración del derecho por la acción u
omisión de cualquier autoridad pública debía ser actual.
5.2.2. Tribunal Superior de Bogotá (Providencia
de febrero 19 de 1992)
Este Tribunal conoció ante la solicitud de
impugnación formulada sobre la decisión del Juez 65 de Instrucción Criminal, de
conformidad con el Artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
En primera instancia fueron rechazadas las
solicitudes del accionante porque no se le estaba violando o amenazando ningún
derecho fundamental.
Además, argumentó el Tribunal que el
quejoso accionó en otros despachos judiciales sobre los mismos hechos y
derechos.
El Tribunal confirmó la decisión del Juzgado
por considerar que "los derechos del impugnante permanecen incólumes. No
han sido violados; le asisten mecanismos legales pertinentes para que obtenga
información sobre los exámenes referidos y por consiguiente, habrá de
concluírse que la determinación objeto de revisión está ajustada a
derecho...".
6. MEMORIALES
El accionante presentó ante la Sala
correspondiente de la Corte Constitucional, escritos que fueron anexados al
expediente.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
Entra la Sala Cuarta de Revisión de la
Corte Constitucional a considerar los argumentos jurídicos que sirven de base
para adoptar su decisión en el caso que nos ocupa.
1. De la obligación del Juez de Tutela
de tomar juramento
Dice el inciso segundo del artículo 37 del
Decreto 2591 de 1991:
El que interponga la acción de tutela
deberá manifestar, bajo la gravedad del juramento, que no ha presentado otra
respecto de los mismos hechos y derechos. Al recibir la solicitud, se le
advertirá sobre las consecuencias penales del falso testimonio.
Estudiando con cuidado el voluminoso
expediente, esta Sala advierte que en ninguna de las cinco tutelas el
peticionario prestó juramento. Los jueces tramitaron entonces las acciones sin
que mediara esta fórmula al respecto. Las veces que se le tomó juramento al
actor fue para preguntarle si se ratificaba en su petición, mas no para
establecer la coexistencia de acciones de tutela. Es más, en declaraciones
juramentadas posteriores el peticionario no negó en ningún momento el hecho que
hubiese presentado varias acciones de tutela similares.
2. De la actuación temeraria:
Esta Sala empieza por analizar los términos
del inciso primero del artículo 38 del Decreto 2591 de 1991, reglamentario de
la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la Constitución Nacional.
Dice así la norma invocada:
"Artículo 38. ACTUACION TEMERARIA.
Cuando sin motivo expresamente justificado, la misma acción de tutela sea
presentada por la misma persona o su representante ante varios jueces o
tribunales, se rechazarán o decidirán desfavorablemente todas las
solicitudes".
Lo anterior tiene su fundamento en los
artículos 83 y 95 de la Constitución, que establecen, el primero, que las
actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas deberán ceñirse a
los postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que
aquéllos adelanten ante éstas y el segundo a los deberes de las personas en los
numerales primero y séptimo así: "Respetar los derechos ajenos y no abusar
de los propios" (subrayas de la Sala) y "Colaborar en el buen
funcionamiento de la administración de la justicia".
Por último, el artículo 209 de la
Constitución dispone que el Estado debe actuar regido por los principios de
economía y eficacia.
Luego la explicación de ello consiste en el
hecho que el abuso desmedido e irracional del recurso judicial, para efectos de
obtener múltiples pronunciamientos a partir de un mismo caso, ocasiona un
perjuicio para toda la sociedad civil, porque de un 100% de la capacidad total
de la administración de justicia, un incremento en cualquier porcentaje,
derivado de la repetición de casos idénticos necesariamente implica una pérdida
directamente proporcional en la capacidad judicial del Estado para atender los
requerimientos del resto de la sociedad civil.
Igualmente, el artículo primero de la
Constitución Política corrobora lo anterior al consagrar la "prevalencia
del interés general" como uno de los fundamentos del Estado Social de
Derecho de Colombia, se concluye sin esfuerzo que la coexistencia de tutelas
idénticas lesiona el interés general.
Para poder concluír acerca de si el
peticionario ha incurrido o no en la acción temeraria de que trata el artículo
38 precitado, es necesario analizar si se reunen en el caso concreto los
presupuestos exigidos por la disposición, así:
Primero, que una misma acción de tutela sea
presentada en varias oportunidades: este requisito se satisface ampliamente en
el negocio presente, pues en cinco (5) ocasiones se ha intentado la misma
acción de tutela. En algunos casos este mecanismo ha revestido leves matices,
pero se han invocado los mismos hechos y derechos, ya reseñados en la primera
parte de esta sentencia.
Este justamente es el caso del Coronel,
quien ha puesto imprudente y temerariamente en movimiento una plétora de
acciones de tutela cuya repetida presentación es objeto de sanción por la Ley.
Segundo, que las varias tutelas sean
presentadas por la misma persona o su representante: en todos los casos ha sido
el mismo actor quien ha presentado personalmente las tutelas.
Tercero, que la reiterada invocación de la
tutela se realice sin motivo expresamente justificado: también se cumple a
cabalidad este requisito, toda vez que las acciones de tutela se intentaron a
partir del segundo semestre de 1991, sobre hechos acaecidos entre 1989 y 1990.
Luego no ha habido acontecimientos
sobrevinientes, súbitos nuevos o excepcionales, que justifiquen la presentación
de nuevas tutelas.
Y cuarto, un requisito no expresado en el
artículo citado pero que se desprende en forma elemental de la ciencia del
derecho: este artículo 38 hace parte del Decreto 2591, el cual entró en
vigencia el día 19 de diciembre de 1991, fecha de su publicación. Para esta época
el accionante ya había presentado varias de sus tutelas, las cuales se
encontraban lógicamente exentas de este condicionante. Sin embargo, con
posterioridad a la fecha señalada -19 de diciembre de 1991-, el actor presentó
nuevas solicitudes de tutela, como obra en el resumen realizado en este fallo,
y por lo tanto la norma le es aplicable. Las tutelas presentadas contienen una
conducta única por lo tanto el tratamiento para todas será el mismo ya que hay
una violación al principio constitucional de la buena fe, consignado en el
artículo 83 que está desarrollado en los numerales 1o. y 2o. del artículo 71
del Código de Procedimiento Civil y 6o. del Código de Procedimiento Penal, que
consagran los deberes, la responsabilidad y la lealtad de las partes en el
proceso.
Antes de la promulgación del Decreto 2591
de 1991 -19 de diciembre de 1991- el actor ya había presentado tres de las
cinco tutelas que se acumulan en este negocio, así:
- El 30 de agosto ante el Juzgado 52 de
Instrucción Penal Militar;
- el 7 de octubre ante el Juzgado 76 de
Instrucción Criminal,
- el 4 de diciembre de 1991 ante el Juzgado
101 de Instrucción Criminal.
Las otras dos solicitudes son posteriores a
la fecha de inicio de la vigencia del Decreto 2591 y por tanto son destinatarias
directivas de sus preceptivas.
En efecto, el actor, haciendo caso omiso
del decreto, presentó las siguientes tutelas que subsumen a las presentadas
inicialmente, por tratarse de los mismos hechos:
- el 3 de enero de 1992, ante el Juzgado 65
de Instrucción Criminal Ambulante.
- y el 10 de febrero de 1992 ante la Corte
Suprema de Justicia.
Como consecuencia de todo lo anterior,
todas las acciones de tutela del peticionario, aquí revisadas, deben ser
rechazadas.
En razón de las circunstancias anotadas, la
Corte no entra a analizar el contenido de las providencias, y se limita
aplicando el artículo 38 del Decreto 2591 de 1991, en el sentido de rechazar la
revisión de las mencionadas sentencias.
En conclusión, esta Sala se ve compelida
por la Ley a compulsar copias a un juez penal, para que, entre otros presuntos
hechos punibles de todos los diversos agentes que han intervenido en este
asunto, determine si el actor ha incurrido en los tipos penales previstos.
En mérito de lo expuesto, esta Sala de
Selección de la Corte Constitucional,
RESUELVE
PRIMERO: Rechazar la revisión de las
siguientes sentencias, por las razones expuestas en la parte motiva de esta
providencia:
a. Juzgado 52 de Instrucción Penal Militar
(12 septiembre de 1991).
b. Tribunal Superior de Bogotá (10 de
diciembre de 1991)
c. Corte Suprema de Justicia (Providencia
de marzo 5 de 1992).
d. Tribunal Superior de Bogotá (Providencia
de febrero 3 de 1992).
e. Tribunal Superior de Bogotá (Providencia
de febrero 19 de 1992).
SEGUNDO: Compulsar copia al juez penal
competente a fin de que investigue si eventualmente se han cometido uno o
varios hechos punibles en el marco del proceso de la referencia.
TERCERO: Cópiese, publíquese, comuníquese a
quien corresponda, insértese en la Gaceta Constitucional y devuélvanse los
expedientes a los juzgados y tribunales de origen.
Dado en Santafé de Bogotá,D.C. a los
veintidos (22) días del mes de mayo de mil novecientos noventa y dos (1992).
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Sustanciador
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado |
28 | T-011-92
Sentencia No
Sentencia No. T-011/92
DERECHO A LA INTIMIDAD PERSONAL
Y FAMILIAR
El artículo que consagra el derecho a la
intimidad es una de las expresiones del libre desarrollo de la personalidad y
una forma para garantizar la dignidad de la persona. El Estado debe conocer lo
mínimo necesario para que la persona-hombre viva en el contexto social gozando
del máximo espacio vital a que tiene derecho para lograr el desarrollo de la
personalidad.
No se violó el derecho a la intimidad
porque en la inspección judicial practicada se estableció que mediante el
mecanismo "M.R.T." se logra localizar el número del abonado que
realiza la llamada pero no se puede escuchar su contenido, por cuanto éste es
un sistema automático de registro y control. Si no se le escuchaban sus
conversaciones al peticionario, no se violó su zona de reserva ni se afectó su ámbito
de libertad en que se debe desarrollar espontáneamente su personalidad.
DEBIDO PROCESO/ACTUACION
ADMINISTRATIVA/ACTUACION JURISDICCIONAL
Toda infracción merecedora de reproche
punitivo tiene una misma naturaleza, como idénticas son las consecuencias, no
obstante que provengan de una autoridad administrativa o jurisdiccional o que
tengan origen en las diferencias formales de los trámites rituales. De
consiguiente, los principios que rigen todo procedimiento deben necesariamente
hacerse extensivos a todas las disciplinas sancionatorias en las que no ha
existido un desarrollo doctrinal adecuado sobre esta materia. En el caso de
autos se violó el debido proceso, ya que dentro de un Estado de derecho la
actuación administrativa es reglada, máxime cuando de aplicar sanciones se
trata. Al peticionario primero le suspendieron la prestación del servicio
telefónico, luego le notificaron la decisión y no le advirtieron de los
recursos que le asistían.
RESPONSABILIDAD CIVIL INDIRECTA
Del artículo 2349 del Código Civil, la
Jurisprudencia ha elaborado la noción de "responsabilidad indirecta",
según la cual una persona es responsable por el hecho de sus súbditos, a partir
de la culpa "in eligendo" o "in vigilando". En efecto, el accionante
suponiendo que no hizo las llamadas en forma personal, es responsable de la
conducta de agentes sobre los que tiene el poder de orientación, como hijos,
invitados a la casa o sirvientes.
ACCION DE TUTELA-Cesación/PRINCIPIO
DE EFICACIA/PRINCIPIO DE ECONOMIA/FALLO DE TUTELA-Contenido
Las solicitudes del petente que apuntaban a
la cesación de las acciones de Telecom no pueden ser cumplidas por cuanto éstas
ya habían desaparecido al momento del fallo. Por eso tiene razón el Tribunal al
no conceder la tutela. Con la norma se quiso evitar fallos inocuos, esto es,
que al momento de su expedición fuere imposible su aplicación. Ello bebe en las
fuentes de la economía procesal, que tiene como base constitucional el
principio de la eficacia y economía.
El Tribunal Superior no acertó al revocar
el punto segundo del fallo de primera instancia, que prevenía a la autoridad a
no incurrir nuevamente en la medida que desconocía el debido proceso.
REF.:
Exp. No. T-716
Peticionarios:
JOAQUIN MARTINEZ VANEGAS
Procedencia:
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales (Caldas).
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santafé de Bogotá,D.C. mayo veintidos (22)
de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala Cuarta de Revisión de la Corte Constitucional
compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero, Fabio Morón Díaz y
Simón Rodríguez Rodríguez,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente,
SENTENCIA
En el proceso de tutela identificado con el
número de radicación T-716, adelantado por Joaquín Martínez Vanegas.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el expediente el día 10 de
marzo del presenta año.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia de Revisión.
1. Solicitud
Joaquín Martínez Vanegas confirió poder al
abogado Roberto Quiceno Jaramillo para presentar ante el Juez Penal del
Circuito (reparto) de la Dorada una acción de tutela.
Se fundamenta dicha acción en el hecho de
que el ciudadano Carlos Alberto Jiménez Mejía solicita la
"intervención" de su línea telefónica por estar recibiendo llamadas
maliciosas que alteran su paz y tranquilidad. Atendiendo a dicha petición, el
gerente local de TELECOM (La Dorada) ordenó el "rastreo" de las
llamadas y encontró que éstas provenían del número telefónico del que es
suscriptor el peticionario, por lo cual la empresa decidió suspenderle el
servicio por el término de un mes. Esta decisión fue notificada mediante
comunicación en la que se expresan la causa de la medida adoptada "ser
usado (el teléfono) para ejecutar llamadas maliciosas a otros
suscriptores".
El solicitante considera que "la
decisión se tomó sin ceñirse a un procedimiento que determine etapas de defensa
para la suspensión, o sea, sin acogerse a un trámite previo que garantice el
sagrado derecho de defensa...", motivo por el cual interpuso recurso de
reposición y apelación del acto administrativo que dispuso la suspensión.
Dichos recursos se trasladaron a la sección jurídica de la oficina regional de
TELECOM en Manizales para su decisión, sin que hasta la fecha de inicio de la
acción se haya ésta pronunciado. Considera el accionante que la suspensión del
servicio telefónico por parte de TELECOM le ocasionó graves perjuicios
materiales.
La solicitud de tutela se fundamentó en los
siguientes artículos de la Constitución: 15 (Derecho a la intimidad personal) y
29 (Debido proceso).
2. Fallos
2.1. Del Juzgado Segundo Penal del
Circuito de La Dorada (providencia de diciembre 19 de 1991)
En primera instancia, el Juzgado Penal del
Circuito accedió parcialmente a la petición de acción de tutela propuesta por
Joaquín Martínez Vanegas, consistente en ordenar al gerente local de TELECOM
(La Dorada) la reanudación inmediata del servicio y la indemnización de
perjuicios a que hubiere lugar.
Los siguientes fueron los argumentos del
Juzgado Penal del Circuito para aceptar la solicitud:
1. El derecho a la intimidad no ha sido
vulnerado, como tampoco amenazado por persona o entidad alguna. Ello porque al
rastrear una llamada telefónica catalogada como maliciosa, no es posible
escuchar el contenido de la misma.
Esto fue constatado con base en la
inspección judicial que practicó el Juzgado, en la que se comprobó la
existencia de mecanismos que permiten descubrir en un teléfono la procedencia
de sus llamadas, mas no percibir su contenido.
2. El Artículo 29, según el a quo, sí fue
violado con el acto acusado. La norma citada consagra el debido proceso, que lo
define como "el conjunto de pasos a seguir para llegar a una decisión que
tiene que ver con las partes trabadas en la relación que da el movimiento del
aparato jurisdiccional o administrativo.." El Juez estimó que en este caso
se violó ciertamente el debido proceso.
El Juzgado ordenó la reanudación inmediata
del servicio telefónico del accionante, pero no la indemnización de perjuicios,
porque consideró que la actuación del gerente local de TELECOM, no alcanzó a
producir daños económicamente cuantificables.
2.2. Del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Manizales, Sala de Decisión Penal (Providencia de febrero 10 de
1992)
En segunda instancia se pronunció el
Tribunal Superior sobre la solicitud de impugnación, de conformidad con el
artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
El Tribunal revocó la decisión del a quo,
básicamente por los siguientes aspectos:
El gerente de TELECOM no violó el debido
proceso, en la medida que comunicó verbalmente al accionante que de su línea
telefónica se venían haciendo llamadas maliciosas y, a pesar del requerimiento
éstas siguieron presentándose, razón por la cual no tuvo más remedio que
suspender el servicio.
Agrega el Tribunal que los artículos 24 y
26 del Decreto 2591 de 1991 deben aplicarse porque durante el curso de la
acción de tutela se restableció el servicio telefónico, luego el Juzgado no
debió concederla.
En relación con la indemnización de
perjuicios que solicitó el señor Martínez Vanegas, consideró el Tribunal que
éstos no se demostraron plenamente, por lo tanto no concede el resarcimiento.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
Considera la Sala que los temas de estudio
en este caso concreto son el derecho a la intimidad y el debido proceso en
actuaciones administrativas.
Esta Sala de Revisión analizará en primer
término el derecho a la intimidad.
1. Del derecho a la intimidad
1.1. La Constitución de 1991
El derecho genérico a la intimidad quedó
consagrado en cuatro artículos de la Carta: 15, 21, 33 y 74. El artículo 15
establece propiamente la noción de vida privada y sus implicaciones. El
artículo 21 regula el derecho a la honra. El artículo 33 la prohibición de
obligar a una persona a declarar contra sí o contra sus seres queridos. Y el
artículo 74 el acceso de los particulares a los documentos públicos y el
secreto profesional. Todo lo anterior debe ser complementado además con el
artículo 28, sobre inviolabilidad del domicilio.
En Colombia la Carta de 1886 no consagraba
de manera expresa e independiente el derecho a la intimidad. Los artículos 16,
23, 25 y 38 permitían, por vía de inferencia, establecer cierto principio
tácito del derecho a la intimidad.
Aquí en este fallo, el estudio se limitará
al derecho de la intimidad establecida en el artículo básico, esto es, el
artículo 15 de la nueva Carta.
Dice el artículo 15 de la Constitución
Nacional:
"Todas las personas tienen derecho a
su intimidad personal y familiar y a su buen nombre, y el Estado debe
respetarlos y hacerlos respetar. De igual modo tienen derecho a conocer
actualizar y rectificar las informaciones que se hayan recogido sobre ellas en
bancos de datos y en archivos de entidades públicas y privadas.
En la recolección, tratamiento y
circulación de datos se respetarán la libertad y demás garantías consagradas en
la Constitución. La correspondencia y demás formas de comunicación privada son
inviolables. Sólo pueden ser interceptadas o registradas mediante orden
judicial, en los casos y con las formalidades que establezca la ley.
Para efectos tributarios o judiciales y
para los casos de inspección, vigilancia e intervención del Estado podrá
exigirse la presentación de libros de contabilidad y demás documentos privados,
en los términos que señale la ley".
El artículo es una de las expresiones del
libre desarrollo de la personalidad (art. 16) y una forma para garantizar la
dignidad de la persona (art. 1o.).
En otras palabras, el fundamento último de
la Constitución de 1991 es la dignidad de la persona, una de cuyas principales
premisas es el desarrollo de la personalidad, el cual a su vez tiene como
supuesto la intimidad.
Además el artículo 93 de la Carta establece
que hacen parte del derecho constitucional colombiano y sirven de criterio de
interpretación de los derechos humanos los tratados válidamente ratificados,
que consagren y protejan los derechos humanos más allá de la legislación
interna, así:
a) La Convención Americana de Derechos y
Deberes del Hombre, artículo 5o. -ratificada por Colombia mediante la Ley 74 de
1968-.
"Toda persona tiene derecho a la
protección de la Ley, contra los ataques abusivos a su honra, a su reputación y
a su vida privada y familiar".
b) El Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos de las Naciones Unidas , artículo 17 ratificada por
Colombia mediante la Ley 74 de 1968.
"1. Nadie será objeto de injerencias
ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni
de ataques ilegales a su honra y reputación.
2. Toda persona tiene derecho a la
protección de la Ley contra esas injerencias o esos ataques".
Las anteriores Convenciones y Pactos tienen
como fundamento la Declaración Universal de los Derechos Humanos que en su
artículo 12 establece:
"Nadie será objeto de injerencias
arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia,
ni de ataques a su honra, o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la
protección de la Ley contra tales injerencias o ataques".
1.2. Razón jurídica del derecho a la
intimidad
Conceptualmente el derecho a la intimidad
adquiere identidad definitiva en 1890, en los Estados Unidos, donde Warren y
Brandeis elaboran el "right of privacity". Posteriormente el fallo
de 1965 de la Corte Suprema de los Estados Unidos, en el caos Griswald vs.
Connecticut le confiere los alcances definitivos que actualmente posee este
derecho.
La vida privada, al sentir de Novoa
Monreal, "está constituída por aquellos fenómenos, comportamientos, datos
y situaciones de una persona que normalmente están sustraídos al conocimiento
de extraños y cuyo conocimiento por éstos puede turbarla moralmente por afectar
su pudor o su recato a menos que esa misma persona asienta a ese
conocimiento"1
Para Recaséns Siches, "intimidad es
sinónimo de conciencia, de vida interior, por lo tanto este campo queda
completamente fuera del ámbito jurídico, puesto que es de todo punto de vista
imposible penetrar auténticamente en la intimidad ajena"2
Ahora bien, los nexos vida
privada-información oficial tienen como telón de fondo las relaciones entre el
Estado y la persona.
El sujeto razón y fin de la Constitución de
1991 es la persona humana. No es pues el individuo en abstracto, aisladamente
considerado, sino precisamente el ser humano en su dimensión social, visto en
la tensión individuo-comunidad, la razón última de la nueva carta Política.
Qué tanto debe saber el poder público de la
persona?
Este interrogante se lo ha planteado
siempre la humanidad desde que el hombre tiene conciencia del Estado. Por
ejemplo Hobbes (Leviathán), Orwell ("1984") y Foucault (Vigilar y
castigar), han reflexionado sobre ello.
Esta pregunta plantea las dos dimensiones
fundamentales del hombre: la individual y la social.
El Estado debe conocer lo mínimo necesario
para que la personahombre viva en el contexto social gozando del máximo espacio
vital a que tiene derecho para lograr el desarrollo de la personalidad.
Para Schneider, el Estado debe
"asegurar" a la persona un ámbito de libertad en el que desarrolle
espontáneamente su personalidad y en el que podrán refugiarse discreta e
incontroladamente y donde gozarán el derecho a la "intimidad",
expresión de su dignidad humana"3
Así lo ha reconocido en forma expresa el
derecho comparado al establecer una zona de reserva o derecho a la intimidad
del hombre, frente al Estado y frente a los demás. Entre otras consagran ese
derecho las constituciones de Venezuela (art. 59), Turquia (art. 15), Ecuador
(art. 28.4), Egipto (art. 45), España (art. 18.1), Portugal (art. 33), Puerto
Rico (art. 2o.), Bulgaria (art. 50), Perú (art. 2o.), Alemania (arts. 10o. y
13), Bulgaria (art. 5o.), Guatemala (art. 23 y 24), Italia (art. 14 y 15) y
México (art. 16).
2. Del Debido proceso en actuaciones
administrativas
Una vez analizado el tema del derecho a la
intimidad, esta Sala avoca el estudio del Debido Proceso en actuaciones
administrativas.
Colombia, como Estado de Derecho, se
caracteriza porque todas sus competencias son regladas (arts. 3o., 6o. y 123 de
la Constitución).
Por Estado de Derecho se debe entender el
sistema de principios y reglas procesales según los cuales se crea y
perfecciona el ordenamiento jurídico, se limita y controla el poder estatal y
se protegen y realizan los derechos del individuo. Surge entonces el derecho
de defensa del individuo frente al Estado.
Todo proceso consiste en el desarrollo de
particulares relaciones jurídicas entre el órgano sancionador y el procesado o
demandado, para buscar la efectividad del derecho material y las garantías
debidas a las personas que en él intervienen.
La situación conflictiva que surge de
cualquier tipo de proceso exige una regulación jurídica y una limitación de los
poderes estatales, así como un respeto de los derechos y obligaciones de los
intervinientes o partes procesales. Es decir que cuando de aplicar sanciones se
trata, el debido proceso es exigente en materia de legalidad, ya que no solamente
pretende que el servidor público cumpla las funciones asignadas, sino además
que lo haga en la forma como determina el ordenamiento jurídico.
El Debido Proceso es el mayor celo en el
respeto de la forma de los procesos sancionatorios.
La verdad no se ha de investigar a
cualquier precio, sino protegiendo la persona con su dignidad, su personalidad
y su desarrollo; es por ello que existe una estrecha relación entre el derecho
procesal y el derecho constitucional.
Toda infracción merecedora de reproche punitivo
tiene una misma naturaleza, como idénticas son las consecuencias, no obstante
que provengan de una autoridad administrativa o jurisdiccional o que tengan
origen en las diferencias formales de los trámites rituales. De consiguiente,
los principios que rigen todo procedimiento deben necesariamente hacerse
extensivos a todas las disciplinas sancionatorias en las que no ha existido un
desarrollo doctrinal adecuado sobre esta materia.
El proceso moderno se caracteriza por una
progresiva y paulatina ampliación de los derechos de defensa. Por esta razón
las constituciones contemporáneas consagran en sus textos disposiciones
específicas para la protección de esta garantía jurídico-procesal.
Los tratadistas contemporáneos de derecho
administrativo, entre ellos García de Enterría y Ramón Parada, sostienen que
"los principios inspiradores del ordenamiento penal son de aplicación, con
ciertos matices, al derecho sancionador, dado que ambos son manifestaciones del
ordenamiento punitivo del Estado, tal y como lo refleja la propia
Constitución"4
Así lo entendió el Constituyente de 1991, y
en el artículo 29 de la Constitución se hace una clara determinación de la
aplicación del debido proceso a toda clase de actuaciones administrativas.
3. De las consideraciones en relación
con el caso concreto
3.1. Del derecho a la intimidad
En primer lugar, de las pruebas allegadas
al expediente, a Carlos Alberto Jiménez Mejía se le estaba violando su derecho
a la intimidad porque con las llamadas maliciosas se le afectaba su zona de
reserva privada y con ello su paz y tranquilidad. Estas llamadas se venían
haciendo desde el teléfono ubicado en el domicilio del peticionario, Joaquín
Martínez Vanegas, según lo estableció TELECOM mediante los mecanismos técnicos
para rastrear llamadas.
En este sentido Martínez Vanegas es
responsable del mal uso de su línea telefónica, según se desprende de los
artículos 2349 del Código Civil y 78 del "Reglamento General de
Suscriptores del Servicio Telefónico y Servicios Suplementarios", de que
se da cuenta en la Resolución No. 3962 de octubre 4 de 1989, expedida por el
Ministerio de Comunicaciones.
Del artículo 2349 del Código Civil, la
Jurisprudencia ha elaborado la noción de "responsabilidad indirecta",
según la cual una persona es responsable por el hecho de sus súbditos, a partir
de la culpa "in eligendo" o "in vigilando". En efecto, el
accionante suponiendo que no hizo las llamadas en forma personal, es
responsable de la conducta de agentes sobre los que tiene el poder de
orientación, como hijos, invitados a la casa o sirvientes.
Y el artículo 78 del Reglamento citado
indica:
"El suscriptor o usuario del servicio
telefónico está en obligación de velar por el buen uso de sus instalaciones
telefónicas..."
En segundo lugar, se pregunta esta Sala si
la Empresa de Teléfonos violó el derecho a la intimidad de Joaquín Martínez
Vanegas al rastrear las llamadas.
Considera esta Sala que no se violó este
derecho porque en la inspección judicial practicada por el Juzgado de
Instrucción Criminal de La Dorada se estableció que mediante el mecanismo
"M.R.T." se logra localizar el número del abonado que realiza la
llamada pero no se puede escuchar su contenido, por cuanto éste es un sistema
automático de registro y control.
En conclusión, si no se le escuchaban sus
conversaciones al peticionario, no se violó su zona de reserva ni se afectó su
ámbito de libertad en que se debe desarrollar espontáneamente su personalidad.
3.2. Del debido proceso en actuaciones
administrativas
Según se desprende de los antecedentes del
caso, el gerente de TELECOM en el Municipio de la Dorada (Caldas) notificó
verbalmente al peticionario que desde su línea telefónica se estaban haciendo
llamadas maliciosas y que de continuar esas situación se le interrumpiría la
prestación del servicio. Fue exactamente lo que ocurrió.
Observa esta Sala que ello viola el debido
proceso, ya que la actuación administrativa es reglada, dentro de un Estado de
Derecho, máxime cuando de aplicar sanciones se trata.
En efecto, se ha desconocido el debido
proceso en este caso, por los motivos siguientes, consagrados en tres tipos de
ordenamientos jurídicos diferentes -y descendentes-, así:
Dice el artículo 29 de la Constitución:
"El debido proceso se aplicará a toda
clase de actuaciones judiciales y administrativas.
Nadie podrá ser juzgado sino ... con
observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio..."
Luego este artículo remite a los procesos
sancionatorios de cada ordenamiento legal, para establecer con base en ellos la
observancia o inobservancia de las formas.
El ordenamiento que debe estudiarse
entonces es el relativo al derecho administrativo. En este sentido dice así el
artículo 35 del Código Contencioso Administrativo, Decreto 01 de 1984:
"Habiéndose dado oportunidad a los
interesados para expresar sus opiniones, y con base en las pruebas e informes
disponibles, se tomará la decisión que será motivada al menos en forma sumaria
si afecta a particulares...
Las notificaciones se harán conforme lo
dispone el capítulo X de este título."
Dice el artículo 44 -capítulo X- de este
Código:
"Las demás decisiones que pongan
término a una actuación administrativa se notificarán personalmente al
interesado...
Al hacer la notificación personal se
entregará al notificado copia íntegra, auténtica y gratuita de la decisión, si
ésta es escrita..."
Y el artículo 47 dispone:
"En el texto de toda notificación o
publicación se indicarán los recursos que legalmente proceden contra las
decisiones de que se trate, las autoridades ante quienes deben interponerse, y
los plazos para hacerlo".
Pues bien, estos textos generales, válidos
para toda actuación administrativa, no fueron respetados en este negocio, ya
que, al accionante, primero le suspendieron la prestación del servicio
telefónico y luego le notificaron la decisión. Mucho menos entonces le
advirtieron de los recursos que le asistían.
En cuanto al ordenamiento jurídico
específico de TELECOM, éste se encuentra regulado en la resolución No. 3962 del
4 de octubre de 1989 del Ministerio de Comunicaciones, por la cual se aprueba
el "Reglamento General de Suscriptores del Servicio Telefónico", que
en su artículo 86 dispone que contra los actos administrativos, procede el
recurso de reposición de conformidad con lo establecido en el Código
Contencioso Administrativo.
Pero además, el propio Código dispone en el
artículo 32 lo siguiente:
"Los organismos de una rama ejecutiva
del poder público, las entidades descentralizadas del orden nacional, las
gobernaciones y las alcaldías de los distritos especiales, deberán reglamentar
la tramitación interna de las peticiones que les corresponda resolver, y la
manera de atender las quejas por el mal funcionamiento de los servicios a su
cargo..."
Así, tratándose de TELECOM, es necesario
entonces pasar a estudiar la reglamentación interna de esta entidad.
En su artículo 87, la Resolución 3962 de 1989
consagra las causales de suspensión del servicio, ninguna de las cuales
cabe en este negocio. El artículo 92 idem, sin embargo, establece las causales de
retiro del servicio, en cuyo numeral 10o. se dispone:
"10o. Cuando el teléfono se utilice
para perturbar el orden público o las buenas costumbres y la tranquilidad de
los hogares..."(subrayas de la Sala)
Se infiere entonces sin dificultad que en
el negocio que nos ocupa este trámite para imponer sanciones no fue el seguido
por TELECOM -la Dorada- y por lo tanto, se violó el debido proceso.
3.2. De la cesación de la actuación
impugnada
El artículo 24 del Decreto 2591 de 1991
establece:
"Artículo 24. Prevención a la
autoridad. Si al concederse la tutela hubieren cesado los efectos del acto
impugnado, o éste se hubiera consumado en forma que no sea posible restablecer
al solicitante en el goce de su derecho conculcado, en el fallo se prevendrá a
la autoridad pública para que en ningún caso vuelva a incurrir en las acciones
u omisiones que dieron mérito para conceder la tutela, y que, si procediere de
modo contrario, será sancionada de acuerdo con lo establecido en el artículo
correspondiente de este Decreto, todo sin perjuicio de las responsabilidades en
que ya hubiere incurrido.
El juez también prevendrá a la autoridad en
los demás casos en que lo considere adecuado para evitar la repetición de la
misma acción u omisión".
El artículo 26 del Decreto 2591 de 1991,
por su parte dispone:"
"Artículo 26. Cesación de la
actuación impugnada. Si, estando en curso la tutela, se dictare resolución,
administrativa o judicial, que revoque, detenga o suspenda la actuación
impugnada, se declarará fundada la solicitud únicamente para efectos de
indemnización y de costas, si fueren procedentes..."
Estos artículos, considera esta Sala, son
aplicables al caso concreto y por consiguiente, de un lado, las solicitudes del
petente que apuntaban a la cesación de las acciones de Telecom no pueden ser cumplidas
por cuanto éstas ya habían desaparecido al momento del fallo.
Por esto tiene razón el Tribunal al no
conceder la tutela y revocar en consecuencia el punto primero del fallo del
Juzgado de Instrucción Criminal de La Dorada.
La razón jurídica de ello es fácil de
apreciar: se quiso con esta norma evitar fallos inocuos, esto es, que al
momento de su expedición fuere imposible su aplicación. Ello bebe en las
fuentes de la economía procesal, que tiene como base constitucional el
principio de la eficacia y economía consagrado en el artículo 209 Superior.
De otro lado, el Tribunal Superior no
acertó al revocar el punto segundo del fallo de primera instancia, que prevenía
a la autoridad a no incurrir nuevamente en esa medida que desconocía el debido
proceso, situación contemplada en el artículo 24 del Decreto 2591 de 1991.
En consecuencia, ha debido confirmar el
numeral segundo del fallo del a quo, que se refería a esta prevención.
Queda sin embargo, por resolver el punto
relativo a las consecuencias patrimoniales.
En este sentido dice así el artículo 25 del
Decreto 2591 de 1991
"Artículo 25. Indemnizaciones y
costas. Cuando el afectado no disponga de otro medio judicial, y la violación
del derecho sea manifiesta..., en el fallo que conceda la tutela el juez, de
oficio, tiene la potestad de ordenar en abstracto la indemnización del daño
emergente causado... así como el pago de las costas del proceso".
Considera esta Sala que el Tribunal acertó
al negar el pago de indemnizaciones y costas en este negocio, porque los daños
no fueron probados en el marco del proceso.
En vista de las consideraciones anteriores,
esta Sala Cuarta de Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
Primero: Confirmar la decisión del Tribunal
Superior Judicial de Manizales, de 10 de febrero de 1992, Sala de Decisión
Penal, en cuanto se refiere a los numerales 1o., 3o. y 4o. del fallo del a quo,
con base en los argumentos aquí consignados.
Segundo: Revocar la decisión del Tribunal
Superior Judicial de Manizales, de 10 de febrero de 1992, Sala de Decisión
Penal, en lo referente al numeral 2o. del fallo del a quo, con base en los
argumentos aquí consignados y en su lugar ordénese al Tribunal que haga la
prevención a Telecom La Dorada, con el fin de que dicha entidad aplique el
debido proceso en todas las actuaciones administrativas.
Tercero: Cópiese, publíquese, comuníquese a
quien corresponda, insértese en la Gaceta Constitucional, envíese al Despacho
de origen y cúmplase.
Dado en Santafé de Bogotá, a los veintidos
(22) días del mes de mayo de mil novecientos noventa y dos (1992).
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado
1 NOVOA MONREAL, Eduardo. Derecho a la vida privada y libertad de
información. Un conflicto de derechos. Ed. Siglo XXI. México 1989 pág. 87 y ss.
2 RECASENS SICHES, Luis. Tratado General de filosfoía del Derecho.
Sexta edición, Porrua, México, 1978, p. 181.
3 SCHNEIDER, Hans Peter. Democracia y Constitución. Centro de
Estudios Constitucionales. Madrid 1991 pág. 21.
4 Cfr, GARCIA DE ENTRRIA, Eduardo. Curso de Derecho Administrativo
II. Editorial Civitas S.A. Madrid 1991 págs. 161 y ss. FERNANDEZ, Tomás Ramón.
Derecho Administrativo I Parte General. Tercera edición. Marcial Pons.
Ediciones Jurídicas S.A. Madrid 1991 Págs. 467 y ss. En estos dos Libros se
encuentran el concepto, clases y naturaleza de las sanciones administrativas. |
29 | T-012-92
Sentencia No
Sentencia No. T-012/92
ACCION DE TUTELA-Trámite
preferencial
/PRINCIPIO DE
INMEDIATEZ/TRAMITOMANIA
El término de diez días no admite
excepciones, pues de lo que se trata es de asegurar la inmediata protección del
derecho violado o amenazado, razón por la cual el mismo precepto superior habla
de un procedimiento preferente y sumario, a la vez que el artículo 15 del
Decreto 2591 de 1991 ordena que su trámite se surta con prelación, para lo cual
se pospondrá cualquier otro asunto, salvo el de Habeas Corpus, añadiendo que
los plazos son perentorios e improrrogables.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/DERECHO
DE PETICION/ACTO ADMINISTRATIVO/JURISDICCION CONTENCIOSO
ADMINISTRATIVA/COMPETENCIA
No se entiende conculcado el derecho de
petición cuando la autoridad responde al peticionario, aunque la respuesta sea
negativa. Ella, siempre y cuando se produzca dentro de los términos que la ley
señala, representa en sí misma, independientemente de su sentido, la
satisfacción del derecho de petición. Cuando al absolver la petición se
resuelve negar lo pedido, no se está desconociendo el derecho de petición y, en
consecuencia, ningún objeto tiene la tutela para reclamar la protección de
éste.
Cuestión muy diferente es la relativa a la
validez del acto administrativo en que consiste la respuesta, frente al cual el
peticionario dispone de los recursos por la vía gubernativa, en guarda de sus
intereses. En esta hipótesis no cabe la acción de tutela, dada la existencia de
otros medios de defensa judicial, a menos que se intente como medida
transitoria para evitar un perjuicio irremediable.
PRINCIPIO DE CELERIDAD/PRINCIPIO DE LA
BUENA FE/PREVALENCIA DEL DERECHO SUSTANCIAL
Se hace necesario que las ramas del poder
público y los servidores del Estado ajusten sus decisiones y actos a los nuevos
criterios constitucionales y procedan a eliminar los papeleos, trámites y
obstáculos tan arraigados en el habitual comportamiento de nuestras oficinas
públicas, que van en contravía del ordenamiento superior y que generan con
frecuencia la nugatoriedad de los derechos fundamentales y aún el cumplimiento
de los deberes que corresponden a los gobernados.
Sala de Revisión No. 3
Ref.:
Expediente T-1297
Acción
de Tutela
HERNAN
ALBERTO CORDOBA ARTURO
contra
División de Asistencia a la Rama Jurisdiccional.
Magistrados:
JOSE
GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO
MORON DIAZ
Aprobada mediante acta de la Sala de
Revisión No. 3 en Santafé de Bogotá, D.C. a los veinticinco (25) días del mes
de mayo de mil novecientos noventa y dos (1992).
Revisa la Corte el fallo de fecha
veinticuatro (24) de febrero de mil novecientos noventa y dos (1992), proferido
por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé
Bogotá, respecto de la acción de tutela en referencia.
I. ANTECEDENTES
HERNAN ALBERTO CORDOBA ARTURO solicitó a la División de Asistencia a la
Rama Jurisdiccional del Ministerio de Justicia el reconocimiento de su
judicatura, para optar el título de abogado, para lo cual dice haber presentado
treinta y ocho (38) constancias de diferentes juzgados y haber dado
cumplimiento a todos los requisitos indispensables para la expedición del
certificado correspondiente.
El Jefe de la División de Asistencia a la
Rama Jurisdiccional profirió la Resolución número 00258 del 13 de marzo de
1991, por medio de la cual decidió "negar la judicatura solicitada",
argumentando que el señor CORDOBA ARTURO no había aportado la certificación
expedida por el Consejo Directivo de la Facultad en donde culminó sus estudios
(Derecho Universidad Autónoma) en la cual constara que un profesional había
sido autorizado previamente para asistir y supervigilar la práctica del
egresado; que en sustitución de aquélla, el interesado había presentado un
certificado expedido por el Presidente y Secretario del Consejo Consultivo de
la referida facultad en donde se expresaba que éste, en su sesión del 5 de mayo
de 1989 (Acta 09) había designado al abogado Alvaro Rojas Buitrago para asistir
y supervigilar el ejercicio profesional del señor CORDOBA ARTURO. Como tal
autorización se concedió a los cinco (5) meses y veintiún (21) días de haber
terminado los estudios, entendió la División que no se cumplía el requisito
exigido por la Resolución 2001 de 1984 a cuyo tenor la referida autorización ha
debido otorgarse dentro de los tres meses siguientes a la fecha de terminación
de estudios (noviembre 17 de 1988).
Agregó la División que el peticionario no
aportó constancia sobre inexistencia de faltas contra la Etica Profesional
expedida por el Tribunal Superior de Distrito Judicial, ni tampoco
certificación del profesional que asistió y supervigiló su práctica.
CORDOBA ARTURO ejerció la acción de tutela,
mediante escrito radicado el 29 de enero de 1992 ante el Tribunal Superior de
Distrito Judicial de Santafé de Bogotá.
El Tribunal, mediante el fallo que se
revisa, de fecha veinticuatro (24) de febrero de mil novecientos noventa y dos
(1992), decidió denegar la tutela impetrada por estimar que, si bien el derecho
invocado -el de petición, garantizado en el artículo 23 de la Carta- es
susceptible de protección por la vía del artículo 86 Ibidem, la solicitud le
fue atendida mediante la Resolución mencionada y, además, porque los motivos
que tuvo en cuenta la División de Asistencia a la Rama Jurisdiccional eran
suficientes para haber negado al peticionario la judicatura por no ajustarse a
lo previsto en el numeral 4o. del artículo séptimo de la Resolución 2001 de
1984.
El fallo no fue impugnado.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Competencia
La Corte Constitucional es competente para
efectuar esta revisión, según lo previsto en los artículos 86 y 241, numeral 9,
de la Constitución Política, 31, 32 y 33 del Decreto 2591 de 1991.
2. Oportunidad de la providencia que se
revisa
Dispone el artículo 86 de la Constitución
en su inciso 4o.:
"En ningún caso podrán transcurrir más
de diez días entre la solicitud de tutela y su resolución".
Como ya lo ha expresado la Corte1,
este término no admite excepciones, pues de lo que se trata es de asegurar la
inmediata protección del derecho violado o amenazado, razón por la cual el
mismo precepto superior habla de un procedimiento preferente y sumario, a la
vez que el artículo 15 del Decreto 2591 de 1991 ordena que su trámite se surta
con prelación, para lo cual se pospondrá cualquier otro asunto, salvo el de
Habeas Corpus, añadiendo que los plazos son perentorios e improrrogables.
Como en el presente caso es ostensible que
el Tribunal no profirió oportunamente la providencia mediante la cual se
resolvió sobre la acción instaurada, se remitirá copia del expediente al
Consejo Superior de la Judicatura para lo de su cargo (artículo 256, numerales
3 y 4, de la Constitución Política).
3. La acción de tutela y el derecho de
petición
Dice el artículo 23 de la Constitución:
"Artículo 23. Toda persona tiene
derecho a presentar peticiones respetuosas a las autoridades por motivos de
interés general o particular y a obtener pronta resolución (...)"
Se trata de uno de los derechos
fundamentales cuya efectividad resulta indispensable para el logro de los fines
esenciales del Estado, particularmente el servicio a la comunidad, la promoción
de la prosperidad general, la garantía de los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución y la participación de todos en las decisiones
que los afectan, así como para asegurar que las autoridades cumplan las
funciones para las cuales han sido instituídas (artículo 2o. Constitución
Política).
Por tanto, como lo expresa el Tribunal, es
un derecho cuya protección puede ser demandada, en casos de violación o
amenaza, por medio de la acción de tutela.
Desde luego, es presupuesto indispensable
para que la acción prospere, la existencia de actos u omisiones de la autoridad
en cuya virtud se impida o se obstruya el ejercicio del derecho o no se
resuelva oportunamente sobre lo solicitado.
Pero no se entiende conculcado el derecho
de petición cuando la autoridad responde al peticionario, aunque la respuesta
sea negativa. Ella, siempre y cuando se produzca dentro de los términos que la
ley señala, representa en sí misma, independientemente de su sentido, la
satisfacción del derecho de petición. Cuando al absolver la petición se
resuelve negar lo pedido, no se está desconociendo el derecho de petición y, en
consecuencia, ningún objeto tiene la tutela para reclamar la protección de
éste.
Cuestión muy diferente es la relativa a la
validez del acto administrativo en que consiste la respuesta, frente al cual el
peticionario dispone de los recursos por la vía gubernativa, en guarda de sus
intereses. En esta hipótesis no cabe la acción de tutela, dada la existencia de
otros medios de defensa judicial, a menos que se intente como medida
transitoria para evitar un perjuicio irremediable (artículo 86 Constitución
Política).
Puesto que en el asunto materia de revisión
el actor recibió respuesta oportuna, según consta en el expediente y teniendo
en cuenta que no se aprecia violación del derecho de petición, la Corte
confirmará el fallo proferido por el Tribunal, observando que nada justificaba
la demora de éste en resolver sobre la acción.
Ahora bien, la autoridad que profirió la
resolución por medio de la cual se negó al peticionario el reconocimiento de su
judicatura, invocó para ello el incumplimiento de requisitos exigidos por un acto
administrativo de carácter general, la Resolución 2001 del 6 de septiembre de
1984, del Ministerio de Justicia.
Observa la Corte que, si bien no cabe la
tutela cuando se trata de actos de carácter general, impersonal y abstracto,
como es el caso de la Resolución 2001 mencionada (artículo 6o., numeral 5o. del
Decreto 2591 de 1991) -lo cual explica el sentido de este fallo-, no es menos
cierto que el artículo 209 de la Constitución declara que la función
administrativa está al servicio de los intereses generales y se desarrolla con
fundamento en los principios de eficacia, economía y celeridad, entre otros, a
la vez que el 84 Ibidem prohibe a las autoridades públicas establecer y exigir
permisos, licencias o requisitos adicionales para el ejercicio de los derechos
o actividades que han sido reglamentados de manera general.
Lo anterior, unido a los principios de la
buena fe y la prevalencia del derecho sustancial, que informan la totalidad de
los preceptos consagrados en la Constitución de 1991, hace aconsejable y aún
necesario, que las ramas del poder público y los servidores del Estado ajusten
sus decisiones y actos a los nuevos criterios constitucionales y procedan a
eliminar los papeleos, trámites y obstáculos tan arraigados en el habitual
comportamiento de nuestras oficinas públicas, que hoy, si transgreden los
enunciados preceptos, van en contravía del ordenamiento superior y que generan
con frecuencia la nugatoriedad de los derechos fundamentales y aún el
cumplimiento de los deberes que corresponden a los gobernados.
Así, en el caso sometido al examen de esta
Corte, una disposición administrativa de orden puramente interno, adicionó
requisitos y trámites a los ya establecidos por un decreto que tiene fuerza
legislativa, como es el 196 de 1971, haciendo rigurosa en exceso la
demostración de aquellos para el efectivo ejercicio de los derechos
constitucionales.
No era la acción de tutela el mecanismo
jurídico adecuado para proteger el derecho del peticionario, por mandato
expreso de los artículos 86 de la Constitución y 6o. del Decreto 2591 de 1991,
por lo cual se confirmará la providencia revisada, pero otros medios
consagrados en el ordenamiento jurídico servirán al actor para remover los
obstáculos que le impiden su acceso al ejercicio profesional.
Hace la Corte las precedentes
observaciones, en acatamiento a lo dispuesto por el artículo 41 de la Carta
Política, a cuyo tenor corresponde al Estado la tarea de divulgar la
Constitución y los valores y principios que la inspiran.
III. DECISION
Con fundamento en las consideraciones
expuestas, la Corte Constitucional, en Sala de Revisión, actuando en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero. Confirmar la sentencia pronunciada por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala Civil de Decisión, el
veinticuatro (24) de febrero de mil novecientos noventa y dos (1992).
Segundo. Ordenar que se remita copia del expediente al Consejo
Superior de la Judicatura para lo de su competencia.
Tercero. Comuníquese al Tribunal de origen, según lo dispone
el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los fines allí previstos.
Cópiese, publíquese, comuníquese, insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Presidente de la Sala-
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
1 Cfr. Corte Constitucional. Sala de Revisión No. 3. Sentencias de
abril 3 y mayo 6 de 1992. |
30 | T-013-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-013/92
ACCION DE TUTELA-Objeto
La Acción de Tutela está prevista como un
mecanismo procesal complementario, específico y directo que tiene por objeto
la protección concreta e inmediata de los derechos constitucionales
fundamentales, en una determinada situación jurídica, cuando éstos sean
violados o se presente amenaza de su violación, sin que se pueda plantear en
esos estrados discusión jurídica sobre el derecho mismo.
ACCION DE TUTELA-Procedencia
Es necesario destacar que tanto en la norma
constitucional, como en su desarrollo legislativo, el ejercicio de la citada
acción está condicionado, entre otras razones, por la presentación ante el Juez
de una situación concreta y específica de violación o amenaza de violación de
los derechos fundamentales, cuya autoría debe ser atribuída a cualquier
autoridad pública o, en ciertos eventos definidos por la ley, a sujetos
particulares. Además el peticionario debe tener un interés jurídico y pedir su
protección también específica, siempre en ausencia de otro medio judicial de
protección o excepcionalmente, como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable.
ACCION DE TUTELA-Finalidad/ACCION DE TUTELA CONTRA
PARTICULARES
La consagración constitucional de la acción
de tutela se endereza a establecer un procedimiento, o eventualmente un
conjunto de procedimientos judiciales autónomos, específicos y directos de
garantía inmediata de muy precisos derechos y libertades establecidos en
principio en el capítulo I del Título Segundo de la Constitución y considerados
como fundamentales, cuando quiera que sean agraviados por la concreta acción o
la omisión de una autoridad pública o por un organismo del Estado, siempre
identificable especificamente como una autoridad responsable de la misma, o
por un particular en los términos señalados por la ley.
ALCALDE/COMPETENCIA/FUNCION DE
POLICIA/POSESION/QUERELLA DE AMPARO
Según se desprende del artículo 315 numeral
2o. de la Carta Fundamental, aquella competencia para ordenar la demolición de
obra ruinosa o la construcción de obra nueva, comprende la facultad de ordenar
el desalojo de moradores o habitantes del inmueble; en efecto, para la Corte
Constitucional no existe duda al respecto, puesto que las finalidades de las
normas transcritas no dan lugar a pensar que si se puede afectar el derecho de
propiedad para imponer la carga pública de la demolición o construcción de obra,
no pueda extenderse la misma competencia para proteger los bienes jurídicos de
la vida y la integridad personal de moradores, ocupantes, habitantes, tenedores
o poseedores del bien inmueble.
Si la peticionaria pretende alegar su
condición de poseedora para resolver su conflicto de derechos con el titular
inscrito de la propiedad del inmueble, necesariamente debe acudir a la vía
judicial que le asegura el artículo 977 del C.C. conocida como querella de
amparo.
JURISDICCION CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA/COMPETENCIA/ACTO
POLICIVO/PODER DE POLICIA/ACCION DE TUTELA-Improcedencia
Para la Corte Constitucional los actos
administrativos impugnados específicamente no son de aquellos excluídos de la
competencia de la jurisdicción contencioso administrativa en el último inciso
del artículo 82 del Decreto 01 de 1984, modificado por el artículo 12 del
Decreto 2304 de 1989. Las resoluciones del Alcalde municipal son el resultado
de una competencia de dicho funcionario, ejercida en desarrollo de la función
ejecutiva de policía y su contenido no es judicial sino administrativo; por lo
tanto, son plenamente impugnables y controvertibles, y su legalidad demandable
ante aquella jurisdicción. A juicio de la Corte los actos impugnados por la vía
de la tutela se enderezan a aplicar las normas que desarrollan los aspectos de
la salubridad, la tranquilidad y la seguridad públicas, propias de la función
de policía local y que están contenidas en una hipótesis jurídica reglada con
precisión.Por este aspecto la petición presentada queda por fuera de los
presupuestos constitucionales de la Acción de Tutela que exige para su
procedencia, entre otros elementos, que no exista otra vía judicial para
garantizar el derecho que se dice violado.
ACCION DE TUTELA TRANSITORIA/PERJUICIO IRREMEDIABLE
El perjuicio irremediable que se puede
amparar por la vía de la Acción de Tutela como mecanismo transitorio, en
concurrencia con otras vías judiciales de protección, es aquel que se estime
causado o infligido contra un Derecho Constitucional Fundamental y no a otros
derechos distintos de aquellos. No se ha configurado un perjuicio
irremediable, ya que también existen vías judiciales para proteger y amparar el
derecho de posesión y para obtener de los jueces la reparación de cualquier
lesión.
DEBIDO PROCESO/ACTUACION ADMINISTRATIVA
El Debido Proceso que emana de la
Constitución para las actuaciones administrativas de esta especie, dentro de
los presupuestos de la organización jurisdiccional del control contencioso
administrativo de aquellos actos, es el que tiene relación con la existencia y
atribución de la competencia en cabeza de la autoridad pública, con la
determinación de si su actuación obedece a intereses generales o a fines
constitucionales y públicos, o si aquella manifestación de voluntad es
arbitraria, irracional u ofensiva de los derechos constitucionales, o si no es
una grosera emanación del querer abusivo de la autoridad, en contra de los
derechos constitucionales fundamentales de la persona.
ACCION DE TUTELA-Regulación legal/NULIDAD PROCESAL-Improcedencia
La ausencia de regulación legal para el
caso de la Acción de Tutela no genera vicio de nulidad si se respetan los
presupuestos constitucionales propios de ella como son su carácter preferencial
y sumario, y si además se aplican los principios de publicidad y contradicción,
economía procesal y efectividad de los derechos constitucionales fundamentales
que son de rango superior.
REF: Expediente No.
T-210.
Acción de tutela
contra las Resoluciones 398 y 591 de 1991 de la Alcaldía de Chiquinquirá
(Boyacá).
Peticionarios:
VICTOR MANUEL
MENDOZA y
MARIA LUCRECIA
CASTILLO
Magistrados:
Dr. FABIO MORON DIAZ
-Ponente-
Dr. SIMON RODRIGUEZ
RODRIGUEZ
Dr.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Sala de Revisión No. 5
Aprobado según
Acta No. 2
Santafé de Bogotá D.C., Mayo veintiocho
(28) de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión en asuntos de Tutela,
integrada por los señores Magistrados Simón Rodríguez Rodríguez, Jaime Sanín
Greiffenstein y Fabio Morón Diaz, previo estudio del Magistrado ponente,
resuelve sobre la sentencia relacionada con la acción de la referencia
proferida por el Juzgado Primero Civil del Circuito de Chiquinquirá el 8 de noviembre
de 1992.
I. ANTECEDENTES
A. La Petición
1. En escrito presentado el día 24 de
octubre de 1991, ante el Juzgado Civil del Circuito de Reparto de Chiquinquirá
(Boyacá), el señor Víctor Manuel Mendoza Castellanos apoderado de la señora María
Lucrecia Castillo Rodríguez, interpuso la Acción de Tutela establecida en el
artículo 86 de la Constitución Nacional contra las resoluciones de la Alcaldía
de aquél municipio Nos. 398 del 12 de agosto y 594 del 21 de octubre de 1991,
con el fin de impedir que se cumpla el desalojo de su poderdante de un
"predio aledaño" a un edificio declarado en ruina por las citadas
resoluciones.
2. Los hechos que señala el representante
de la peticionaria, como causa de la citada acción se resumen como sigue:
a. En relación con el "viejo
edificio" ubicado en la carrera 10 números 25-61, 25-73 y 25-75 de la
ciudad de Chiquinquirá en donde durante algún tiempo funcionó un Colegio, la
Alcaldía municipal dictó la resolución No. 398 en la cual se dispuso la
remodelación de aquél y el desalojo de la señora Castillo Rodríguez
"poseedora del lote de terreno adyacente".
b. La Alcaldía Municipal no accedió a la
petición contenida en el recurso de reposición interpuesto por la señora María
Lucrecia Castillo Rodríguez; por el contrario, expidió la resolución No. 594 de
1991, con la cual se confirma la resolución impugnada y se agotó la vía
gubernativa.
c. La peticionaria ha ejercido durante más
de 20 años la posesión ininterrumpida del predio del cual se le quiere
desalojar y le ha introducido mejoras de diversa naturaleza.
d. La peticionaria no es ocupante de la
edificación declarada en ruina, sino del "lote aledaño";
e. De cumplirse la orden de desalojo se le
causaría a la accionante un perjuicio irreparable, mucho más si se tiene en
cuenta el tiempo que debe transcurrir mientras se tramita la acción
Contencioso-Administrativa de nulidad y de restablecimiento del derecho.
f. Como la accionante sólo es poseedora de
un "lote aledaño", no puede quedar comprendida dentro de la orden de
desalojo, ya que ella no habita la edificación que debe refaccionarse. Además,
como la orden de la Alcaldía es apremiante e indefinida, causa grandes
perjuicios a la peticionaria.
g. La suya es una solicitud de tutela
presentada como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable,
mientras se adelanta la acción Contencioso-administrativa correspondiente y
ante la cual se pedirá la suspensión provisional del artículo tercero de la
Resolución 398 de 1991.
3. En su opinión, la acción propuesta es
procedente para evitar el abuso de autoridad del Alcalde, que viola el derecho
constitucional al Debido Proceso, consagrado en el artículo 29 de la
Constitución Nacional.
Solicita al señor Juez que ordene la
práctica de la diligencia de inspección judicial al inmueble objeto de
desalojo, para establecer su ubicación cabida y linderos, los nombres de los
ocupantes del edificio y del lote adyacente; los actos de posesión y mejoras y
la necesidad del desalojo ante la orden de arreglar el edificio y el valor de
la posesión material del "lote de terreno con espectativas de
usucapir". (sic)
B. La Sentencia que se Revisa.
a. Diligencias Previas:
Dentro de la sustanciación de la acción
propuesta, el citado Despacho practicó varias diligencias previas a la
decisión, teniendo en cuenta la falta de la regulación legal del procedimiento
para el trámite de la misma, así:
Admitida la petición, ordenó correr
traslado del escrito correspondiente al representante legal del municipio,
reconocer personería jurídica al apoderado de la peticionaria y la práctica de
la inspección judicial al inmueble objeto de desalojo y al edificio ubicado en
la Carrera 10 Nos. 25-61, 25-73 y 25-75, del perímetro urbano de Chiquinquirá.
b. La Decisión:
El ocho (8) de Noviembre de 1991, el citado
Despacho resolvió sobre la solicitud presentada y ordenó al funcionario
competente que "... se abstenga de desalojar a María Lucrecia Castillo
Rodríguez y su familia, por no ser ocupante del edificio declarado en
ruina". Ese mismo día la providencia fue notificada a los apoderados de la
peticionaria y de la Alcaldía, lo mismo que al Procurador Provincial.
c. Las Consideraciones de Mérito:
Para el Juzgado no hay duda sobre el estado
de ruina de la edificación, según la apreciación que se hizo en la Inspección
Ocular y en el examen pericial surtido; empero, los artículos 216 y 217 del
Código Nacional de Policía sólo permiten a los Alcaldes, o a quienes hagan sus
veces, imponer la demolición o construcción de obra "al diseño de
edificación o construcción que amenace ruina o al que mantenga los muros de su
antejardín o los frentes de su casa o edificio en mal estado de conservación o
presentación". Advierte que "dichas normas no son aplicables a María
Lucrecia Castillo Rodríguez por no ser dueña u ocupante del inmueble declarado
en ruinas". Además, dicha providencia señala que "la peticionaria
bien pudiera reubicarse dentro del lote mientras se arregla la cubierta del
edificio, ya que según el perito, es arriesgado proceder a su ejecución sin
desocupar las habitaciones".
d. Otros Trámites judiciales:
El día 15 de noviembre de 1991, el abogado
Pedro Enrique Acosta Guzmán obrando en nombre del representante legal del
Convento Dominicano de Nuestra Señora del Rosario, interpuso recurso de
reposición y en subsidio de apelación contra la providencia que se resume más
arriba y solicita que se revoque aquella providencia.
En su opinión, la entidad religiosa
poderdante no puede adelantar las reparaciones necesarias y urgentes a la parte
construída del edificio, sin correr el riesgo de dañar la integridad física de
la ocupante de la parte no construída del inmueble.
Además, sostiene que el derecho invocado
como violado no es de carácter constitucional fundamental, pues la posesión
no fue considerada como tal en la lista que hizo la Carta Política 1991, y en
consecuencia la interpretación de dichas normas debe ser restrictiva sin
extenderlo al derecho de posesión. Sostiene que la peticionaria no es titular
del derecho de posesión y el debate de la acción de tutela sobre dicho derecho
se surtió sin la presencia del verdadero poseedor en el litis-consorcio
necesario.
Como el edificio sí amenaza ruina y se hace
necesaria su reparación, debe desalojarse a la persona que habita la pieza
construída a continuación del claustro.
En su concepto, con la sentencia de tutela
que pretende impugnar, se está desconociendo el derecho de propiedad de que es
titular la comunidad religiosa a la que apodera el abogado Acosta Guzmán.
En otro sentido advierte que dados los
vacíos y las dudas que deja la regulación constitucional sobre la materia, y en
ausencia de la regulación legal sobre la acción de tutela, toda actuación que
se adelante con tal fin debe ser declarada nula; mientras dicha regulación no
se expida, no puede darse aplicación a la acción de tutela.
El 20 de noviembre de 1991 el Juzgado
Primero Civil del Circuito de Chiquinquirá, de conformidad con las normas del
Código de Procedimiento Civil sobre notificaciones y ejecutoria de los autos y
sentencias, inadmitió el anterior recurso por extemporáneo, reconoció
personería al peticionario y expidió las copias pedidas; posteriormente, el 4
de diciembre del mismo año, ante la insistencia del apoderado, aquel Despacho
resolvió no revocar su providencia de noviembre 20 de 1991 y ordenó el envío
del expediente a la Corte Constitucional.
Con las copias expedidas por el Juzgado de
Chinquinquirá, el apoderado del Convento Dominicano de Nuestra Señora de
Rosario interpuso ante el Tribunal Superior de Tunja recurso de queja contra el
último de los autos reseñados, con el fin de que se le concediera la apelación
interpuesta. Sostuvo que en su caso se dio aplicación a un procedimiento
inexistente, pues sólo después del 18 de noviembre de 1991 se expidió el
Decreto 2591 que estableció el procedimiento aplicable; con base en este
argumento pide al Tribunal que decrete la nulidad de todo lo actuado.
Señala que la actuación no fue notificada a
los interesados, y que, en su opinión, la tutela no puede desconocer el
derecho de terceros, pues se estaría en presencia de una violación al principio
de contradicción, que también es un Derecho Constitucional Fundamental.
Manifiesta que la accionante María Lucrecia Castillo, no tiene derecho alguno
sobre el bien objeto de su acción, y que la Acción de Tutela no puede
desconocer los derechos de los terceros.
El Tribunal Superior de Tunja resolvió el
recurso interpuesto y confirmó la decisión del Juez Primero Civil del Circuito
de Chiquinquirá. Considera dicho Tribunal que la acción de tutela fue bien
tramitada por el citado Despacho ya que se notificó a las personas interesadas
y cualquier tercero que hubiese querido intervenir debía hacerlo dentro de los
términos de ejecutoria de la providencia respectiva.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Primera.- La Competencia
Esta Sala de la Corte Constitucional es
competente para conocer de la revisión de la sentencia de la referencia, en
atención a lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero y 241, numeral 9
de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36
del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección
que de dicho acto practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se
verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación.
Segunda.- La Acción de Tutela y la
Actuación Policiva
Municipal
A. El Artículo 86 de la Constitución
Nacional.
Como cuestión preliminar y para definir los
fundamentos de esta providencia, esta Sala estima que la Acción de Tutela
está prevista en el artículo 86 de nuestra Carta Fundamental como un mecanismo
procesal complementario, específico y directo que tiene por objeto la
protección concreta e inmediata de los derechos constitucionales
fundamentales, en una determinada situación jurídica, cuando éstos sean
violados o se presente amenaza de su violación, sin que se pueda plantear en
esos estrados discusión jurídica sobre el derecho mismo, como sí ocurre con el
asunto que se examina, según se verá en forma detallada más adelante.
Dicha acción es un medio, porque se
contrae a la protección inmediata de los derechos constitucionales
fundamentales, afectados de modo actual e inminente y no a otros, y conduce,
previa la solicitud, a la expedición de una declaración judicial que contenga
una o varias órdenes de efectivo e inmediato cumplimiento.
Es directo, porque siempre presupone una
actuación preferente y sumaria a la que el afectado puede acudir sólo en
ausencia de cualquier otro medio de defensa judicial, salvo que se utilice
apenas y excepcionalmente como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable y, en todo caso, procura la restitución al sujeto peticionario en
el goce del derecho de rango constitucional que se demuestra lesionado.
Es necesario destacar que tanto en la norma
constitucional, como en su desarrollo legislativo, el ejercicio de la citada
acción está condicionado, entre otras razones, por la presentación ante el Juez
de una situación concreta y específica de violación o amenaza de violación de
los derechos fundamentales, cuya autoría debe ser atribuída a cualquier
autoridad pública o, en ciertos eventos definidos por la ley, a sujetos
particulares. Además el peticionario debe tener un interés jurídico y pedir su
protección también específica, siempre en ausencia de otro medio judicial de
protección o excepcionalmente, como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable.
Es, en efecto, un mecanismo judicial de
origen constitucional de evidente carácter residual que está previsto para
asegurar la tutela efectiva y sustancial de los derechos constitucionales
fundamentales, pues "solo procederá cuando el afectado no disponga de
otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable". Se establece así
un sistema complementario de garantía de aquellos derechos constitucionales
fundamentales que, con determinadas características de sumariedad, preferencia
y efectividad, impida en dicho ámbito la ausencia de su protección judicial,
pues el constituyente quiso superar con sus previsiones determinadas
deficiencias de la organización del sistema judicial que, entre otras causas,
por su carácter legislado, no garantizaba la plena, efectiva e integral
protección de los derechos constitucionales fundamentales tan caros al Estado
Social y Democrático de Derecho y al constitucionalismo en todas sus
evoluciones.
No se trata de una vía de defensa, de la
Constitución en abstracto, con fines generales, que pueda dirigirse contra
todos los integrantes o agentes de una Rama del Poder Público en su conjunto ,
o contra un acto con vocación general y abstracta para lo cual la Carta y la
ley establecen otras vías; ni versa sobre derechos subjetivos controvertibles
judicialmente por las vías ordinarias o especializadas, ni sobre la legalidad
de los actos administrativos de contenido individual, subjetivo y concreto,
atacables ante la jurisdicción constitucionalmente competente de lo contencioso
administrativo, salvo que según lo visto se utilice como mecanismo transitorio
para evitar un perjuicio de carácter irremediable.
Su consagración constitucional se endereza
a establecer un procedimiento, o eventualmente un conjunto de procedimientos
judiciales autónomos, específicos y directos de garantía inmediata de muy
precisos derechos y libertades establecidos en principio en el capítulo I del Título
Segundo de la Constitución y considerados como fundamentales, cuando quiera
que, se repite, sean agraviados por la concreta acción o la omisión de una
autoridad pública o por un organismo del Estado, siempre identificable
específicamente como una autoridad responsable de la misma, o por un
particular en los términos señalados por la ley.
B. Las Materias objeto de la Sentencia de
Tutela.
Encuentra la Corte Constitucional que en el
asunto en cuestión se trata de determinar si procede o no la Acción de Tutela
para controvertir e impugnar, por razón de los derechos del poseedor sobre una
parte de un bien inmueble urbano, el ejercicio de las competencias que los
artículos 216 y 217 del Código Nacional de Policía, radican en la persona de
los alcaldes, o en la de quienes hagan sus veces, para imponer construcción de
obra sobre un inmueble declarado en ruina.
Es evidente que la sentencia que se revisa
se ocupa inicialmente de examinar los alcances de algunas expresiones
contenidas en los artículos 216 y 217 del citado Código; además, estima que las
normas en las que se fundamenta la resolución de desalojo comprende a los
dueños de la edificación y a sus poseedores.
Empero, el Despacho Judicial de origen,
encontró que la peticionaria no era ni dueña ni ocupante o poseedora de la
edificación declarada en ruina, sino sólo ocupante o poseedora de un predio
aledaño y, por tal razón, materialmente no podía ser desalojada de aquel lote
de terreno.
Una vez definida aquella situación
jurídica, el Despacho Judicial de Chiquinquirá ordenó impedir el cumplimiento y
la ejecución de los efectos de la actuación policiva del Alcalde del municipio,
concediendo la protección pedida.
C. La Función de Policía Local.
Para resolver en este caso, tiénese en
primer término que los artículos 216 y 217 del Código Nacional de Policía
establecen la competencia de los Alcaldes municipales, para efectos del
ejercicio de las funciones de policía local en caso de las contravenciones que
dan lugar a la demolición y construcción de obra, así:
"Artículo
216.- Los Alcaldes o quienes hagan sus veces impondrán demolición de obra:
"1. Al dueño
de edificación o construcción que amenace ruina, siempre que esté de por medio
la tranquilidad y la seguridad pública.
"2. Para
contener incendio o cualquiera calamidad pública o para evitar mayores daños en
estos casos."
"Artículo
217.- Los Alcaldes o quienes hagan sus veces impondrán construcción de obra:
"1. Al que
mantenga los muros de su antejardín o los frentes de su casa o edificio en mal
estado de conservación o de presentación.
"2. A los
dueños de inmuebles que no hayan instalado canales, tubos o cañerías para la
conducción de aguas, o los tengan en mal estado."
De una primera lectura de las normas
transcritas podría concluirse que aquéllas sólo comprenden, en sus enunciados
normativos, a los titulares del derecho de dominio de la construcción, casa o
edificio en mal estado de conservación o presentación o que amenace ruina;
empero, por la naturaleza de las cosas que se regulan en dichas expresiones
normativas se puede concluir que también comprenden a los poseedores del
inmueble en cuestión, ya que lo que señala la ley es la facultad policiva de
asegurar el estado de conservación y presentación de los edificios o casas
levantados en el municipio (art. 217 C.N.P.), y/o la seguridad y tranquilidad
pública (art. 216 C.N.P.), y nada más coherente con dicho enunciado, que
interpretarlo en el sentido que comprenda como destinatarios de la orden del
Alcalde que ejerce la función de Policía local, a los titulares del derecho de
dominio y a los poseedores de los inmuebles. En este sentido asiste razón al
Despacho de origen y no cabe reparo sobre su providencia por este aspecto
preliminar.
Esto es así, si se observa que en el
inciso segundo del artículo 762 del Código Civil colombiano se establece que
"El poseedor es reputado dueño, mientras otra persona no justifique
serlo".
Según se desprende del artículo 315 numeral
2o. de la Carta Fundamental, aquella competencia para ordenar la demolición de
obra ruinosa o la construcción de obra nueva, comprende la facultad de ordenar
el desalojo de moradores o habitantes del inmueble; en efecto, para la Corte
Constitucional no existe duda al respecto, puesto que las finalidades de las
normas transcritas no dan lugar a pensar que si se puede afectar el derecho de
propiedad para imponer la carga pública de la demolición o construcción de
obra, no pueda extenderse la misma competencia para proteger los bienes jurídicos
de la vida y la integridad personal de moradores, ocupantes, habitantes,
tenedores o poseedores del bien inmueble. Por este otro aspecto la providencia
que se revisa no es objeto de reparos, ya que parcialmente se fundamenta en
dicha interpretación.
Son intereses públicos los que emanan de
aquellos enunciados normativos, y a ellos debe atenerse el Alcalde municipal
para garantizar, por la vía del ejercicio de las funciones regladas de policía,
la seguridad, la salubridad y la tranquilidad públicas. Ellos se extienden
hasta admitir y fundamentar la orden de desalojo de aquellas personas cuando
los fines y las funciones a que se ha hecho mención deban ejecutarse. Dicha
norma constitucional (art.315 núm. 2o. C.N.), señala en la parte pertinente que
"El Alcalde es la primera autoridad de Policía del Municipio" y da
fundamento a estas consideraciones, según las nociones que la doctrina y la
jurisprudencia constitucional han elaborado con precisión.
D. La Procedencia de la Acción.
Ahora bien, lo cierto es que, en el asunto
en cuestión, la orden de desalojo proferida por el Alcalde se dirigió contra
María Lucrecia Castillo Rodríguez y Familia como ocupantes del costado
occidental del mismo inmueble objeto de la declaratoria del estado de ruina,
y que además, la orden de remodelación de la cubierta del inmueble se dirigió
contra la Comunidad Dominicana de Nuestra Señora del Rosario, propietaria de
aquel bien.
En este orden de ideas cabe ahora
determinar si procedía o no la Acción de Tutela por parte de la peticionaria
María Lucrecia Castillo Rodríguez, para lograr la protección transitoria a su
Derecho Constitucional al Debido Proceso como lo advierte en su escrito, ante
la existencia de otras vías judiciales para garantizarlo, o si, más bien de lo
que se trata es de amparar por aquella vía, el derecho de posesión que se dice
desconocido.
En este sentido se encuentra con claridad y
sin mayores esfuerzos interpretativos, que con los reparos argüidos por la
peticionaria no se pretende desconocer los fundamentos jurídicos de la
competencia ejercida por el Alcalde Municipal, ni se alega violación alguna a
las reglas sobre la publicidad del acto mismo, ni sobre la posibilidad de su
controversia en vía gubernativa o de su control jurisdiccional; tampoco se alega
ni se pretende probar violación alguna a las normas que dicen motivar la
expresión de la función administrativa, ni especialmente las que le entregan a
dicho funcionario la función policiva en estas materias, casos éstos en los
cuales podría estimarse como alegado por la peticionaria el Derecho
Constitucional al Debido Proceso, y procedería la eventual protección judicial
en sede de tutela.
Es claro que la peticionaria controvierte
las resoluciones administrativas señaladas más arriba, bajo los supuestos de
que no pueden aplicársele por no ser ella y su familia los dueños del edificio
sobre el que recae la orden de construcción de obra, sino sólo la poseedora de
un lote de terreno aledaño; además, alega que su derecho de posesión no puede
ser desconocido con aquellas actuaciones administrativas, configurándose así
una petición distinta de la inicial y expresa, contraída evidentemente a un
debate ante la autoridad judicial de la tutela, sobre la extensión de su
derecho subjetivo de posesión.
Con la petición incoada se pretende que el
Alcalde divida los efectos materiales de su acto administrativo, entre lo
edificado y lo que no lo está del mismo bien inmueble sobre el que se alegan
pretendidos derechos de posesión de una de sus partes. Estima esta Sala que si
la peticionaria pretende alegar su condición de poseedora para resolver su
conflicto de derechos con el titular inscrito de la propiedad del inmueble,
necesariamente debe acudir a la vía judicial que le asegura el artículo 977 del
Código Civil Colombiano, conocida como querella de amparo, y que se expresa en
los siguientes términos:
"Artículo 977.
El poseedor tiene derecho para pedir que no se le turbe o embarace su posesión
o se le despoje de ella, que se le indemnice el perjuicio que ha recibido, y
que se le dé seguridad contra el que fundadamente teme."
Cabe reiterar que las competencias
señaladas en cabeza de los alcaldes también comprenden la facultad de ordenar
el desalojo de ocupantes, dueños, moradores, habitantes o poseedores del
inmueble, pues aquélla es una función de policía administrativa, relacionada
igualmente con la Salubridad Pública, como concepto sustancial que expresa el
fin de la normatividad reseñada, al estar prevista para "evitar mayores
daños en estos casos" y "contener cualquiera calamidad pública"
(art. 216 C.N.P.).
Obviamente dicha competencia administrativa
de la policía local radicada en cabeza del Alcalde o de quien haga sus veces,
no puede ejercerse dentro del Estado Social y Democrático de Derecho para
desconocer derechos subjetivos, los que de ser afectados por el ejercicio de
aquellas competencias pueden reclamarse, inclusive en el caso de la posesión,
por vía de las acciones ordinarias y especiales como se ha advertido.
D. El Control Judicial de Los Actos Administrativos
Impugnados.
Las citadas resoluciones de la Alcaldía
son actos administrativos reglados y regulados por el Código Nacional de
Policía que bien podían ser controvertidos judicialmente si existían reparos
contra su legalidad ante la jurisdicción contenciosa o especializada, de
conformidad con las normas procedimentales establecidas en el Decreto 01 de
1984, una vez agotada la Vía Gubernativa con el ejercicio de los recursos que
proceden ante las autoridades administrativas, como en efecto sucedió al
presentarse y resolverse en tiempo el recurso de reposición presentado por el
apoderado de la peticionaria.
Para la Corte Constitucional los actos
administrativos impugnados específicamente no son de aquellos excluídos de la
competencia de la jurisdicción contencioso administrativa en el último inciso
del artículo 82 del Decreto 01 de 1984, modificado por el artículo 12 del
Decreto 2304 de 1989, pues con ellos no se trata de poner fin a un juicio civil
especial, de naturaleza policiva, conocido y fallado con la fuerza de la cosa
juzgada por la autoridad ejecutiva municipal en el que se haya debatido un
derecho subjetivo, en cuyo caso su conocimiento escaparía por expresa
disposición normativa a los tribunales contencioso-administrativos y su debate
se tramitaría y decidiría de conformidad con las reglas propias por la
autoridad municipal o departamental. Aquellas resoluciones del Alcalde
municipal de Chiquinquirá son el resultado de una competencia de dicho
funcionario, ejercida en desarrollo de la función ejecutiva de policía y su
contenido no es judicial sino administrativo; por lo tanto, son plenamente
impugnables y controvertibles, y su legalidad demandable ante aquella
jurisdicción. En dichos actos no se decidió sobre derecho subjetivo alguno,
mucho menos sobre la propiedad o la posesión del bien, sólo se establece una
orden específica y su consecuencial aplicación; no se desconoce la posesión ni
se pretende dividir material o jurídicamente el bien inmueble objeto de la
orden, cuestiones éstas ajenas a la función administrativa del Alcalde
municipal. A juicio de la Corte los actos impugnados por la vía de la tutela
se enderezan a aplicar las normas que desarrollan los aspectos de la salubridad,
la tranquilidad y la seguridad públicas, propias de la función de policía
local y que están contenidas en una hipótesis jurídica reglada con precisión.
Por este aspecto la petición presentada
queda por fuera de los presupuestos constitucionales de la Acción de Tutela
prevista en el artículo 86 de la Carta que exige para su procedencia, entre
otros elementos, que no exista otra vía judicial para garantizar el derecho que
se dice violado. Como en aquel asunto se impugnó la legalidad de los actos
administrativos por su alcance subjetivo y por desconocer indebidamente el
derecho de posesión, la petición por este aspecto debió presentarse ante la
jurisdicción contencioso-administrativa, haciendo uso de las vías que
garantizan la nulidad del acto y el restablecimiento del derecho, en caso de
perjuicio; así las cosas, la providencia que se revisa debe ser revocada, como
en efecto se ordenará en la parte resolutiva de este pronunciamiento de la
Corte Constitucional.
E. El Perjuicio Irremediable.
Además, si aquella acción se presentó como
un mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable tampoco podía
prosperar puesto que el supuesto perjuicio no era de tal índole que quedara
comprendido dentro de aquel concepto constitucional, emanado de la regulación
sobre la acción de tutela prevista por el artículo 86 de la Carta; en efecto,
la interpretación de aquella norma, indica palmariamente que el perjuicio
irremediable que se puede amparar por la vía de la Acción de Tutela como
mecanismo transitorio, en concurrencia con otras vías judiciales de protección,
es aquel que se estime causado o infligido contra un Derecho Constitucional
Fundamental y no a otros derechos distintos de aquellos. En otros términos, si
lo que en verdad propuso la peticionaria fue un reclamo para obtener de la
jurisdicción en vía de tutela la protección de su derecho de posesión,
equivocó su formulación, ya que los títulos XIII y XIV del Código Civil (art.
972 y 1007), establecen las reglas propias de las Acciones Posesorias que
tienen por objeto, dentro del año siguiente contado desde el acto de molestia o
embarazo inferido a ella, recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos
reales constituídos sobre éstos y obtener las reparaciones indemnizatorias
procedentes.
Igualmente, bajo el título "De
Algunas Acciones Posesorias Especiales", el artículo 986 del mismo
estatuto extiende de modo especial el ámbito garantizador de estas acciones
radicadas en cabeza del poseedor, a la prohibición de obra nueva a construir
sobre el suelo de que está en posesión; también el poseedor tiene derecho a
denunciar ante el Juez competente ordinario toda obra nueva para lograr que
aquélla se reduzca a lo estrictamente necesario, en el caso de molestias que
pueda causarse a su posesión y a que, terminada la construcción, se restituyan
las cosas a su estado anterior, a costa del dueño de las obras.
Dichas reglas también se extienden, entre
otras varias hipótesis, en favor de los herederos del poseedor (art. 975 C.
C.); se pueden intentar si la nueva posesión ha sido violenta y clandestina y
dan derecho al que injustamente ha sido privado de ella a pedir que se
le restituya con indemnización de perjuicios.
Por otra parte, se advierte que dicha
acción está comprendida dentro de las reglas del Código de Procedimiento Civil,
contenidas en el Capítulo II, del Titulo XXIII, Libro 3o. Sección 1a. arts. 435
numeral 6o. y siguientes llamadas del Proceso Verbal Sumario.
Como queda visto, no se ha configurado un
perjuicio de tal índole que tenga el carácter de irremediable, ya que también
existen vías judiciales para proteger y amparar el derecho de posesión y para
obtener de los jueces la reparación de cualquier lesión; por ello, debe
descartarse la procedencia de la acción intentada y revocarse el fallo que se
examina.
F. El Debido Proceso.
En conclusión, no cabe duda a la Corte de
que la peticionaria dirigió su acción con el fin de asegurar la posesión
material sobre la parte no construida del mismo inmueble respecto del cual, en
la parte construida se ordenó una obra para evitar su ruina y los daños a los
transeuntes de las vías públicas circundantes; en efecto no se encuentra en
ninguna de las actuaciones producidas con ocasión de la petición de la
referencia, reparos u observaciones contra los actos administrativos del
Alcalde enderezados a fundamentar la supuesta violación al Derecho
Constitucional al Debido Proceso que, ciertamente, se extiende a toda clase de
actuaciones, inclusive a las administrativas, según las voces del artículo 29 de
la Carta Fundamental.
Se observa que los únicos reparos
propuestos contra la legalidad de aquellos actos son los que se refieren a la
interpretación de la expresión legal "dueño" contenida en los
artículos 216 y 217 del Código Nacional de Policía y a su extensión sobre todo
el bien inmueble urbano y no sólo a la parte construída del mismo; todo lo
anterior no tiene relación alguna con el Derecho Constitucional al Debido
Proceso Administrativo (art. 29 C.N.)
Adviértase nuevamente que no es la tutela la
sede judicial para adelantar el examen específico, concreto, singular y
subjetivo encaminado a determinar la legalidad de la resolución señalada,
cuestión que corresponde por mandato constitucional a la jurisdicción
especializada de lo contencioso administrativo; así las cosas, la competencia
de los jueces en funciones de tutela de los derechos constitucionales
fundamentales (art. 86 C.N.), se extiende hasta determinar si en una acción u
omisión de las autoridades públicas se violan o nó aquellos derechos de
superior jerarquía formal y material, siempre que no exista otra vía judicial
que asegure su garantía.
En este sentido, entiende la Corte que el
Debido Proceso que emana de la Constitución para las actuaciones
administrativas de esta especie, dentro de los presupuestos de la organización
jurisdiccional del control contencioso administrativo de aquellos actos, es el
que tiene relación con la existencia y atribución de la competencia en cabeza
de la autoridad pública, con la determinación de si su actuación obedece a
intereses generales o a fines constitucionales y públicos, o si aquella
manifestación de voluntad es arbitraria, irracional u ofensiva de los derechos
constitucionales, o si no es una grosera emanación del querer abusivo de la
autoridad, en contra de los derechos constitucionales fundamentales de la
persona.
Otras razones de contraste jurídico,
eventualmente relacionadas con los efectos del acto administrativo sobre la
existencia, alcance, monto, reconocimiento o desconocimiento de derechos
subjetivos reales o personales, o de intereses legítimos sobre otros derechos
constitucionales distintos de los fundamentales, se deben debatir ante los
jueces ordinarios o especializados si existe vía judicial para ello;
precisamente este es el caso comprendido por la sentencia de tutela en examen,
que también se ocupa de amparar por una vía distinta de la procedente, el
alegado Derecho de Posesión de la peticionaria, y nó del examen de las
actuaciones impugnadas en el preciso ámbito del Derecho Constitucional
Fundamental al Debido Proceso.
Para resolver sobre una eventual
controversia jurídica en torno de derechos reales, existe en el ordenamiento
jurídico colombiano una plétora de vías, de acciones generales y especiales y
de procedimientos jurisdiccionales y policivos, que comprenden, además del
mantenimiento del statu quo entre los interesados, la reversión de las
cosas a su estado inicial y el pago de las indemnizaciones que procedan, a los
que debe acudir el interesado si se propone usucapir o mantener la posesión
frente al propietario inscrito, e incluso obtener que se le restituya la posesión
y se le indemnicen los perjuicios causados.
G. La Ausencia de Regulación Legal de la
Acción.
Por último, en lo que se relaciona con la
providencia del Tribunal Superior de Tunja, se observa que ella se produjo por
virtud del reseñado recurso de queja presentado por el apoderado de los
propietarios del inmueble, con fundamento en la supuesta nulidad de la
actuación por falta de procedimiento legal aplicable para la Acción de Tutela,
y por no haberse notificado a su poderdante las actuaciones adelantadas; dicho
Tribunal se contrajo a señalar que las actuaciones surtidas fueron legalmente
tramitadas y que la sentencia se hallaba ejecutoriada cuando fue impugnada.
Esta Sala considera que desde el punto de
vista estrictamente procedimental, la actuación se surtió en cumplimiento de
los presupuestos generales aplicables al trámite preferencial y sumario que
exige para la Acción de Tutela el artículo 86 de la Carta de 1991; además, no
obstante la ausencia temporal del desarrollo legal necesario, la naturaleza
especial y garantística de aquella acción imponía su trámite preferencial y
sumario dentro del término de diez días que se establece y la aplicación
analógica de las normas procedimentales especiales, previstas para acciones
similares, o para situaciones jurídicas que guardan con las reguladas por la
Acción de Tutela una relación de semejanza, como fue el caso del procedimiento
aplicado por el Juez en el asunto en examen.
En otros términos, la ausencia de
regulación legal para el caso de la Acción de Tutela no genera vicio de nulidad
si se respetan los presupuestos constitucionales propios de ella como son su
carácter preferencial y sumario, y si además se aplican los principios de
publicidad y contradicción, economía procesal y efectividad de los derechos
constitucionales fundamentales que son de rango superior. Esto es, los
argumentos del apoderado de la Comunidad Dominicana, propietaria inscrita de
todo el globo de terreno objeto de la decisión administrativa, carecen de
fundamento y no debieron prosperar como efectivamente ocurrió, ya que no se
presentó nulidad procedimental alguna que hubiese afectado la validez formal de
lo actuado.
En mérito de lo
expuesto,
LA CORTE CONSTITUCIONAL
SALA DE REVISION DE TUTELAS,
Administrando
Justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E:
Primero. REVOCAR la sentencia proferida por el Juzgado Primero
Civil del Circuito de Chiquinquirá el 8 de noviembre de 1991, en el caso de la
Acción de Tutela presentada por VICTOR MANUEL MENDOZA y MARIA LUCRECIA
CASTILLO.
Segundo. Comuníquese la presente decisión al Despacho
Judicial de origen para que sea notificada conforme lo dispone el artículo 36
del Decreto 2591 de 1991.
Tercero. Comuníquese la presente decisión a la Alcaldía
Municipal de Chiquinquirá.
COMUNIQUESE Y CUMPLASE.-
FABIO MORON DIAZ SIMON
RODRIGUEZ RODRIGUEZ
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
31 | T-014-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-014/92
LIBERTAD DE TRABAJO/DERECHO AL LIBRE
DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
Este derecho fundamental comprende dos
aspectos: 1) El que otorga al hombre la libertad o derecho para escoger
profesión, oficio u ocupación, según su parecer, actitudes, gustos o
aspiraciones; sin perjuicio de que la ley pueda imponer la obligación de competencia
o habilitación requeridas de acuerdo con cada actividad. 2) El que se refiere a
que la libertad de trabajo no puede traer consigo el menoscabo, la pérdida o el
irrevocable sacrificio de la libertad del hombre. Los artículos 16 y 17 de la
C.N., prevén el derecho al libre desarrollo de la personalidad, sin más
limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico,
y la prohibición de la esclavitud y la servidumbre respectivamente, de cuya
interpretación sistemática, se deduce la libertad de trabajo, en concordancia
con lo previsto en el artículo 26 del mismo Estatuto Superior, según el cual
toda persona es libre de escoger profesión u oficio. Se entiende por libertad
de trabajo, de acuerdo con la Carta, una expresión de la personalidad,
voluntaria y no sometida a dominio o imposición ni del Estado ni de los
particulares, para escoger profesión y oficio.
DERECHO
AL TRABAJO-Naturaleza/DERECHO AL EMPLEO
El derecho al trabajo es una manifestación
de la libertad del hombre y por tanto en último término tiene su fundamento en
la dignidad de la persona humana. Este conlleva el derecho a obtener un empleo,
pero ello no quiere decir, que este derecho implica que exista una prestación u
ofrecimiento necesario de trabajo a todo ciudadano que se halle en condiciones
de realizarlo. Aparece únicamente bajo la virtualidad que le presta el
principio de acceso a los cargos según el mérito y capacidad de los aspirantes,
requisitos que tienen su aplicación más rigurosa en el ámbito público. Este
derecho fundamental no llega hasta el extremo de tutelar la aspiración de
acceder a un empleo público o privado, pues ello desbordaría el legítimo
alcance de su concepción y el marco de las demás libertades y garantías
consagradas en el Estatuto Fundamental. El derecho del trabajo considerado como
libertad de trabajo tiene el carácter de derecho fundamental, objeto por lo
mismo de la acción de tutela.
DEBER
DE TRABAJAR/ACCION DE TUTELA-Improcedencia
Lo que interesa dilucidar ahora es si este
deber de trabajar puede ser objeto de la acción de tutela, y resulta evidente
que mal podría entenderse que hubiese posibilidad de demandar del Estado o del
particular una acción u omisión por un deber propio, menos aún cuando se
consagra de manera expresa el Derecho al Trabajo, lo que no permite que
mediante el aseguramiento del cumplimiento del deber propio se pretenda
obtener el derecho a trabajar, tal como se hacía al deducir el derecho al
trabajo de la obligación social contemplada en el artículo 17 de la C.P.
anterior.
RELACION LABORAL/CONTRATO DE
TRABAJO
La doctrina jurídica ha diseñado el
concepto de la "relación laboral" para caracterizar el fenómeno real
de la simple prestación del trabajo como generadora de derechos para el
trabajador, al margen del concepto estricto del contrato de trabajo, y que el
artículo 53 consagra entre los principios constitucionales que debe desarrollar
la ley estatutaria del trabajo el de la "primacía de la realidad sobre
formalidades establecidas por los sujetos de las relaciones laborales".
Ref: Expediente No. T-771
Derecho al Trabajo en la Constitución Política.
Actor:
YANETH ROCIO PACHECO CHIQUILLO
Magistrados:
Dr. FABIO MORON DIAZ
-Ponente-
Dr. SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Dr. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Aprobado según Acta No. 02
Santafé de Bogotá D.C., Mayo Veintiocho
(28) de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Corte Constitucional, Sala de Revisión
de Tutelas, se pronuncia sobre la acción de la referencia, en el Grado
Jurisdiccional de Revisión, teniendo en cuenta lo siguiente:
ANTECEDENTES
La señora Yaneth Rocio Pacheco Chiquillo, en ejercicio de la
acción de tutela prevista en el artículo 86
de la Constitución Política, demanda actuación de LEONOR AROCHA PRADA,
en su condición de jefe de la seccional del Instituto de Bienestar Familiar
Zona 2 y de GERMAN ARIAS JURADO, en su condición de Presidente de la
Junta de Hogares de Bienestar Familiar de la Urbanización San Martín II, de la
ciudad de Cúcuta, con el fin de que se acceda a las siguientes peticiones :
"Que mediante
los procesos legales se ordene el reintegro de mi persona en el cargo de madre
comunitaria del Hogar Infantil LLUVIAS DE ALEGRIA, ubicado en la calle 2 #
11-04 de la Urbanización San Martín II de la ciudad de Cúcuta".
"Que se
investigue la conducta asumida por LEONOR AROCHA PRADA y GERMAN ARIAS JURADO
quienes abusando de su investidura han puesto al servicio de intereses oscuros
un programa de esta naturaleza, pretermitiendo normas legales que regulan la
materia".
Encuentra fundamento para sus peticiones en
las siguientes circunstancias:
- Que desde el 15 de enero de 1990 fue
nombrada madre comunitaria por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar,
mediante el procedimiento requerido para estos casos que consiste en una
elección que se lleva a cabo en Asamblea General de Padres Usuarios.
- Que durante su servicio como madre
comunitaria ha cumplido "a cabalidad con las funciones para las cuales fuí
elegida y ahora me encuentro con la sorpresa en (sic) que LEONOR AROCHA PRADA y
GERMAN ARIAS JURADO sin que exista razón valedera me suspenden en mis
actividades como MADRE COMUNITARIA pretermitiendo normas muy claras, pues es de
simple lógica que como se nombra se destituye y yo fuí elegida por la comunidad
para desempeñar el cargo, que viene NO SIENDO FACULTAD clara de quienes ahora
me retiran del servicio".
- Que "La Junta Administradora,
quien posee atribuciones no ha tomado ninguna decisión, pues fue determinación
exclusiva de LEONOR AROCHA y GERMAN ARIAS JURADO".
- Que no existe en su contra queja alguna
de los padres usuarios, lo cual pretendió demostrar con "la xeroscopia
debidamente recibida con fecha enero 21 de 1992 y suscritas (sic) por los
padres usuarios y no se tuvo en cuenta".
- Que el señor German Arias Jurado, en su calidad de Presidente de la Junta
de Hogares de Bienestar Familiar, "ha desvirtuado los fines para lo cual
(sic) fueron creados los Hogares de Bienestar convirtiéndolos en centros
"políticos" y al servicio de sus pretensiones (sic)".
La Decision
Judicial que se Revisa
El Juzgado Tercero Penal Municipal de San
José de Cúcuta en sentencia de Febrero cinco (5) de mil novecientos noventa y
dos (1992), decide, dentro del término previsto en el inciso 4o. del artículo
86 de la C.N., "RESOLVER DESFAVORABLEMENTE la presente ACCION DE TUTELA
presentada por YANETH ROCIO PACHECO CHIQUILLO, contra la doctora LEONOR AROCHA
PRADA, jefe Zona Dos del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el señor German Arias Jurado, Presidente de la
Junta Administradora de los Hogares de Bienestar Familiar", previas las
siguientes consideraciones:
- Que el escrito presentado por la
accionante, actuando en su propio nombre, es claro "en determinar el
derecho constitucional fundamental que considera se le ha violado, como lo es,
el derecho al trabajo (artículo 25 de la Constitución Nacional)".
- Que "...la solicitud de tutela
expresaba claramente la acción que la motivó, la determinación del derecho
considerado como violado con su ubicación dentro de la Constitución Nacional,
el nombre de la autoridad pública autora del agravio y demás circunstancias
antecedentes al hecho, es decir reunía los requisitos mínimos exigidos en el
artículo 14 del Decreto reglamentario y siendo además este Juzgado, de conformidad
con el artículo 37 del aludido decreto, competente para conocer de la acción de
tutela por tener jurisdicción en el lugar donde se afirma tiene ocurrencia la
violación del derecho, se avocó su conocimiento ordenándose su trámite".
- Que no "hay discusión alguna que
el derecho en que se estima agraviada la aquí solicitante, es derecho
fundamental, que encuentra su sustento y consagración en el artículo 25 de la
Constitución Nacional,..."
- Que el "Decreto 2019 de 1989 en su
artículo tercero reglamenta la organización de los Hogares Comunitarios de
Bienestar, organización que está a cargo del I.C.B.F. y de la asociación de
padres, quienes se encargan de seleccionar las madres que estén dispuestas a
aportar trabajo solidario". Y que el "artículo 4o. del mismo decreto
establece que "la vinculación de las madres comunitarias, así como la de
las demás personas y organismos de la comunidad que participen en el programa
de "Hogares Comunitarios de Bienestar" mediante su trabajo solidario,
constituye la contribución voluntaria de los miembros de la comunidad al
desarrollo de este programa y por consiguiente, dicha vinculación no implica
relación laboral con las asociaciones, que para el efecto se organicen, ni con
las entidades públicas que participen en el mismo".
- Que no existe relación directa entre el
I.C.B.F. y la madre comunitaria, puesto que todas las comunicaciones sobre el
manejo técnico y administrativo del programa de Hogares de Bienestar se hace a
través de la Junta Administradora.
- Que el I.C.B.F. tiene la facultad de
reconocer personería jurídica a las instituciones del Sistema Nacional de
Bienestar Familiar, como es el caso de los "Hogares de Bienestar".
- Que el I.C.B.F. en cumplimiento de las
funciones de evaluación, asesoramiento y supervisiones del buen manejo y
funcionamiento de los Hogares de Bienestar, "en el caso concreto de la
madre comunitaria YANETH ROCIO PACHECO CHIQUILLO, por las contínuas quejas
formuladas ante ese organismo, como se demuestra con las copias aportadas de
los escritos que varios miembros de la comunidad del Barrio San Martín
hicieron llegar al I.C.B.F. (vistos folios 12, 13 y 16) tomó la determinación
de comunicarlo a la respectiva Junta Administradora de los Hogares de
Bienestar".
- Que el "material probatorio
evidencia que no se pretermitieron y no se violaron normas que regulan la
organización y funcionamiento de los Hogares de Bienestar, así como tampoco se
omitió el procedimiento a seguir para retirar del programa de madre comunitaria
a la señora PACHECO CHIQUILLO".
- Que no se ajusta "el caso que nos
ocupa a una relación laboral que diere lugar a recurrir a otros mecanismos
distintos a la acción de tutela, así como tampoco se trata de un acto
administrativo en el que pudiera acudirse ante la jurisdicción Contencioso
Administrativa, es la acción de tutela el mecanismo procedente".
- Que la señora YANETH ROCIO PACHECHO
CHIQUILLO no ha sido vulnerada en su derecho al trabajo, ya que el servicio
prestado como madre comunitaria en nada se ajusta a una relación laboral,
contrayéndose sólo a un servicio voluntario y que el procedimiento para
suspender la labor de la madre comunitaria estuvo ajustado a las normas legales
establecidas para tal fin. Por lo anterior considera que la acción de tutela
impetrada por la señora PACHECHO CHIQUILLO no prospera, y en consecuencia no
es dable además el restablecimiento del derecho, porque si bien es cierto que
la Constitución Nacional garantiza ese derecho, éste no ha sido vulnerado.
La decisión antes relatada no fue objeto de
la impugnación a que se refieren los artículos 31 y 32 del Decreto 2591 de
1991.
Procede a decidir la Corte Constitucional
en Sala de Revisión de Tutelas, sobre el presente caso, previas las siguientes,
C O N S I D E R A C I O N E S:
1. La Competencia
Es competente la Sala para conocer de la
acción de tutela instaurada por la señora YANETH ROCIO PACHECO CHIQUILLO, de
acuerdo con lo preceptuado en los artículos 86 inciso 2o. y 241 numeral 9 de
la Constitución Política, desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto
2591 de 1991.
2. La materia.
La presente decisión comprende además de la
revisión de la sentencia que resolvió la acción de tutela instaurada por la
señora YANETH ROCIO PACHECO CHIQUILLO, el análisis del alcance de las
disposiciones constitucionales sobre el Trabajo, a que ha dado lugar la
consideración de este caso.
1o. EL TRABAJO EN LA CONSTITUCION
La Constitución Política de 1991, declara
desde su artículo 1o. que Colombia "es un Estado social de
derecho...". Este precepto no solamente impone la conformación de una
estructura orgánico-institucional que se encargue de administrar servicios y de
adelantar intervenciones en el campo económico y social, para venir así a
abandonar el esquema del Estado Liberal del siglo XIX, según el cual el Estado
debía dejar libre, en sus relaciones con la Sociedad, a ésta de manera que su
función se limitara a mantener el orden público interno y a garantizar la
integridad nacional frente a la agresión externa, esquema que ya en nuestro
país había comenzado a ser desmontado desde la Reforma Constitucional de 1936.
Esta transformación política y jurídica ha llevado a consagrar el Estado Social
de Derecho, para asegurar la inviolabilidad de las libertades y derechos
humanos y adelantar todas las acciones que tiendan a lograr su efectividad
total, para buscar que se realicen al mismo tiempo las exigencias de la
justicia social.
Esto último confiere al Estado Social de
Derecho un papel de promotor del desarrollo y la justicia sociales, para
combatir las desigualdades humanas con sus mecanismos políticos y económicos.
En esta órbita de aspiraciones políticas y sociales se encuentra en un plano
prevalente al Trabajo, que es en las sociedades un elemento esencial en el
orden de la convivencia humana. El Trabajo resulta primordial en razón de que
posibilita los medios de subsistencia, y la calidad de ésta, para el mayor
número de la población; en razón de que es un factor económico del cual
dependen de manera general el crecimiento y desarrollo económicos; y en razón
de que de él se desprenden variadas y complejas relaciones sociales
concurrentes y divergentes en punto a los intereses que en ellas se traban.
Esta naturaleza básica del Trabajo, reconocida por el Constituyente desde el
preámbulo de la Carta, en su contenido finalístico manifiesta su propósito de
asegurarlo, de manera prioritaria, en la enumeración entre otros objetivos del
Estado, antecedido sólo del derecho a la existencia individual
("vida") y colectiva ("convivencia").
De esta manera fue entendida la
dimensión social del trabajo, por el constituyente, según se lee en el
"Informe-ponencia para primer debate en plenaria", del siguiente
tenor:
"La trascendencia
de las relaciones laborales en una sociedad moderna, con (sic) los fenómenos
empresariales, tecnológicos, culturales, económicos y de seguridad social que
no le son ajenos, demandó de las comisiones I y V de la Asamblea un detenido
análisis de las instituciones que a nivel de cánon supremo debían tutelar el
derecho laboral en Colombia y de sus repercusiones en el ámbito
internacional".
"El articulado
propuesto para consideración de la Asamblea parte del principio de que el
trabajo es la base del Bienestar Nacional, la fuente principal del Desarrollo y
el medio de la realización material y espiritual de la persona".
"El trabajo no
es cuestión que pertenezca exclusivamente a sindicatos y gremios de
empleadores, sino que involucra a todos los individuos y sectores sociales.
Además de los trabajadores, los estudiantes, los desempleados, las personas
vinculadas a la economía informal y los jubilados expresaron a través de las
mesas de trabajo sus intereses y aspiraciones. Sobre tal premisa abordamos los
aspectos esenciales del ordenamiento laboral, procurando armonizar los
criterios de la justicia conmutativa y redistributiva, sin perder el sentido de
la realidad social colombiana". (Gaceta Constitucional, No. 85, página 2).
Son pertinentes las precedentes
consideraciones por cuanto, deben estar presentes en la inteligencia que el
intérprete haga de las normas constitucionales en torno al trabajo humano.
El texto constitucional regula el trabajo,
en varias disposiciones que permiten, como primera precisión, distinguir entre
la libertad de trabajo, el derecho al trabajo y el deber de trabajar.
La libertad de trabajo fue consagrada como
uno de los derechos del hombre desde la Declaración de Derechos de la
Constitución Francesa de 1793 que expresó: artículo 17: "Ninguna clase de
ocupación, empleo y oficio puede ser prohibida a los ciudadanos.",
artículo 18: "Cada uno puede disponer a su arbitrio de su tiempo y
servicio; pero no puede venderse a sí mismo ni ser vendido. Su persona es
propiedad inenajenable. La ley no reconoce el estado de servidumbre; entre el
que trabaja y el que emplea solamente puede existir un comercio por servicios
que hayan de prestarse y la compensación que por ello haya de darse".
Posteriormente fue reconocida por la Constitución Mexicana de Queretaro (1917),
la que en su artículo 4o. la consagró diciendo que "A ninguna persona
podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria o comercio o trabajo
que le acomode". Este derecho fundamental comprende dos aspectos: El
primero, que otorga al hombre la libertad o derecho para escoger profesión,
oficio u ocupación, según su parecer, actitudes, gustos o aspiraciones; sin
perjuicio de que la ley pueda imponer la obligación de competencia o
habilitación requeridas de acuerdo con cada actividad (art. 26 C.N.). El
segundo aspecto, se refiere a que la libertad de trabajo no puede traer consigo
el menoscabo, la pérdida o el irrevocable sacrificio de la libertad del
hombre. De suerte que es fundamental, que en la ejecución de su relación
laboral, el trabajador conserve su persona y su libertad, sin perjuicio de que
deba desempeñar su labor bajo la autoridad del empleador, quien no puede
atentar contra la libertad personal de aquél. Los artículos 16 y 17 de la
C.N., prevén el derecho al libre desarrollo de la personalidad, sin más
limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico,
y la prohibición de la esclavitud y la servidumbre respectivamente, de cuya
interpretación sistemática, se deduce la libertad de trabajo, en concordancia
con lo previsto en el artículo 26 del mismo Estatuto Superior, según el cual
toda persona es libre de escoger profesión u oficio. Se entiende por libertad
de trabajo, de acuerdo con la Carta, una expresión de la personalidad, voluntaria
y no sometida a dominio o imposición ni del Estado ni de los particulares, para
escoger profesión y oficio.
El derecho al trabajo tiene una historia
accidentada. Se han presentado dificultades para incluirlo en los textos
constitucionales, como fue el caso de la República Federal de Alemania, donde
se consideró inconstitucional, con base en el criterio de que resultaba extraño
a la estructura económica prevista en la misma constitución. El siglo XIX ,
muestra el esfuerzo realizado para que este derecho, tenido por revolucionario
y desestabilizador, pudiera alcanzar rango constitucional sólo a partir de la
presente centuria y como resultado de la función social impuesta a la economía,
al rediseñarse el Estado Liberal, convirtiéndolo en un Estado garantizador,
también denominado Estado Social de Derecho. En adelante, en ese marco,
adquiere el derecho al trabajo la dimensión de un logro del reformismo
acordado, o, en las voces de la Constitución colombiana, concertado, (art. 55
C.N.), para resultar compatible con la libertad de empresa y las economías de
mercado.
El artículo 25 de la C.N. consagra el
derecho y deber del trabajo, indicando que gozarán de la especial protección
del Estado. El Derecho al Trabajo, se reconoce a toda persona "en
condiciones dignas y justas", y en un desarrollo posterior más detallado,
trae la Carta Política, disposiciones, tales como el artículo 52, que consagra
el derecho al aprovechamiento del tiempo libre, es decir, del no trabajo,
reconociendo en favor de los trabajadores y de las personas en general, el
derecho a la recreación y a la práctica del deporte; el artículo 54 que impone
la obligación al Estado y a los empleadores de ofrecer formación y habilitación
profesional y técnica a quienes lo requieran y al Estado en especial la
obligación de propiciar la ubicación laboral de las personas en edad de
trabajar y garantizar a los minusválidos el derecho a un trabajo acorde con sus
condiciones de salud; el artículo 55, que garantiza el derecho a la negociación
colectiva y el deber del Estado de concertar los conflictos colectivos del
trabajo; el artículo 56, que garantiza el Derecho de Huelga; el artículo 57
que autoriza al legislador para propiciar la participación de los trabajadores
en la gestión de las empresas; el artículo 58 que obliga al Estado a proteger y
promover las formas asociativas y solidarias de la propiedad; que constituyen
previsiones del Constituyente, orientadas todas a fijar las condiciones
generales del Derecho al Trabajo en la Sociedad Colombiana.
Especial mención requiere el artículo 53 de
la Constitución Nacional, frente a las acciones que se analizan. Esta norma
ordena al Congreso expedir un estatuto del trabajo que tendrá en cuenta por lo
menos los siguientes principios constitucionales: igualdad de oportunidades;
remuneración mínima vital y móvil, proporcional a la cantidad y calidad del
trabajo; estabilidad en el empleo; irrenunciabilidad de derechos laborales;
facultades para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y discutibles;
interpretación favorable al trabajador; primacía de la realidad sobre
formalidades establecidas por los sujetos de las relaciones laborales;
garantía a la seguridad social, la capacitación, el adiestramiento y el
descanso necesario; protección especial a la mujer, a la maternidad y al
trabajo del menor. Todos estos principios consolidantes del Derecho al Trabajo
tienen por mandato expreso de la Carta, rango constitucional. De otra parte,
entendido en el sentido de que no se sacrifican tampoco las demás libertades
del hombre, el Derecho al Trabajo depende de elementos objetivos como las
posibilidades fiscales del Estado y las variables económicas y sociales
generadoras de empleo.
Por eso, este derecho en sus desarrollos
concretos, previstos en los artículos 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58 y 64 de la
C.N., fue regulado por el mismo poder soberano en la categoría que denominó de
los "Derechos Sociales Económicos y Culturales", lo que le dá
categoría de derecho asistencial, y por lo tanto desde este específico punto
de vista no es objeto de la acción de tutela prevista en el estatuto
fundamental.
Ahora bien, no cabe duda que el derecho del
trabajo es una manifestación de la libertad del hombre y por tanto en último
término tiene su fundamento en la dignidad de la persona humana. De ahí que su
constitucionalización haya sido el resultado de un largo y difícil proceso
histórico, en cuyo fondo aparecen las grandes luchas políticas y sociales por
la libertad del hombre. Por eso se ha señalado que, en el marco de la libertad
económica consagrada por el Estado Liberal, la libertad de trabajo es el
instrumento para que se realicen los fines individuales y el Estado sólo debe
establecer reglas que permitan a cada hombre un salario suficiente para
satisfacer sus necesidades. En una evolución posterior, históricamente se
considera el trabajo como una función social en que se conjugan el derecho y el
deber de trabajar, con la especial protección de un Estado que interviene en la
vida económica y social.
Ciertamente el derecho al trabajo está hoy
encuadrado entre los derechos sociales y libertades económicas, pero es claro
que, como lo ha señalado la doctrina en estas materias, los derechos sociales
no constituyen más que una parte de las libertades de contenido económico, que
a su vez constituyen un conjunto más desarrollado de las libertades públicas.
Analizado desde este punto de vista, el
derecho del trabajo implica el derecho a obtener un empleo. Pero ello no
quiere decir, como también se encarga de esclarecerlo la doctrina, que este
derecho implica que exista una prestación u ofrecimiento necesario de trabajo a
todo ciudadano que se halle en condiciones de realizarlo. Aparece únicamente
bajo la virtualidad que le presta el principio de acceso a los cargos según el
mérito y capacidad de los aspirantes, requisitos que tienen su aplicación más
rigurosa en el ámbito público. En el sector privado, inclusive bajo las formas
relativas de libertad de empresa que coexisten con la dirección económica a
cargo del Estado, el derecho del trabajo se ejercita dentro de la libertad de
contratación que le permite al empresario la facultad de elegir entre los
aspirantes al trabajo, aún en el supuesto de que tal elección deba efectuarse
entre quienes se hallen en determinadas circunstancias.
Por tanto, este derecho fundamental no
llega hasta el extremo de tutelar la aspiración de acceder a un empleo público
o privado, pues ello desbordaría el legítimo alcance de su concepción y el
marco de las demás libertades y garantías consagradas en el Estatuto
Fundamental.
El Deber del Trabajo, consagrado en el
artículo 25 de la Carta, de algún modo resulta una fórmula de equilibrio frente
al reconocimiento del Derecho al Trabajo. Si éste se admite, aquél se exige.
Pero qué es propiamente la obligación del trabajo?. No puede ser la
posibilidad de imposición de trabajos forzosos y debe distinguirse también de
la posibilidad de obligar al cumplimiento de determinadas actividades laborales
con el fin de obtener ciertos beneficios, tal es el caso de las tareas de
prestación de servicios cívicos, que no pugna con la Constitución.
Lo que interesa dilucidar ahora es si este
deber de trabajar puede ser objeto de la acción de tutela, y resulta evidente
que mal podría entenderse que hubiese posibilidad de demandar del Estado o del
particular una acción u omisión por un deber propio, menos aún cuando se
consagra de manera expresa el Derecho al Trabajo, lo que no permite que
mediante el aseguramiento del cumplimiento del deber propio se pretenda obtener
el derecho a trabajar, tal como se hacía al deducir el derecho al trabajo de la
obligación social contemplada en el artículo 17 de la Carta Política anterior.
Las consideraciones expuestas acerca del
trabajo y de su regulación constitucional, a las cuales habría que agregar los
efectos que la Carta Superior proyecta sobre el trabajo como consecuencia de la
organización económica y social que ella dispone, muestran, en criterio de la
Sala, que el derecho del trabajo considerado como libertad de trabajo tiene el
carácter de derecho fundamental, objeto por lo mismo de la acción de tutela.
Siendo ello así, no están llamadas a prosperar las pretensiones de la
demandante.
2o. LA REVISION DE LA SENTENCIA
Se detiene la Sala en cada uno de los
argumentos que toma en consideración el Juez Tercero Penal Municipal de San
José de Cúcuta, para resolver desfavorablemente la presente acción de tutela,
presentada por Yaneth Rocio Pacheco
Chiquillo, contra la doctora Leonor
Arocha Prada, Jefe de la Zona 2 del Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar y el señor German Arias Jurado,
Presidente de la Junta Administradora de los Hogares de Bienestar Familiar.
Estima el Juez que el Derecho al Trabajo es
fundamental y por lo tanto susceptible de amparo mediante acción de tutela en
razón de los enunciados del artículo 25 de la Carta, por encontrarse situado en
el Capítulo Primero, Título Segundo de ese Estatuto Superior.
Considera el Juez, que la vinculación de
las madres comunitarias, así como la de las demás personas y organismos de la
comunidad que participen en el programa de "Hogares Comunitarios de
Bienestar", mediante su trabajo solidario, constituye la contribución
voluntaria de los miembros de la Comunidad al desarrollo de este programa y por
consiguiente, dicha vinculación no implica relación laboral con las
asociaciones, que para el efecto se organicen, ni con las entidades públicas
que participen en el mismo, conforme a lo establecido en el artículo 4o. del
Decreto 2019 de 1989.
Sin perjuicio de la muy probable veracidad
de la definición conclusiva a que llega el Juez, sobre la inexistencia de
relación o contrato laboral entre la madre comunitaria y la Junta de Padres de
Familia o el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en sede de tutela, no
resulta técnicamente aceptable dicha definición como fundamento para el fallo,
si se tiene en cuenta que no corresponde al Juez de tutela, decidir sobre el
derecho que es objeto de la controversia, tarea reservada a la jurisdicción
ordinaria en esta especialidad del Derecho o a la jurisdicción contencioso
administrativa, según fuere el caso.
Cabe advertir sin embargo que en esta
materia del trabajo, la doctrina jurídica ha diseñado el concepto de la
"relación laboral" para caracterizar el fenómeno real de la simple prestación
del trabajo como generadora de derechos para el trabajador, al margen del
concepto estricto del contrato de trabajo, y que el artículo 53 consagra entre
los principios constitucionales que debe desarrollar la ley estatutaria del
trabajo el de la "primacía de la realidad sobre formalidades establecidas
por los sujetos de las relaciones laborales". Esta primacía se manifiesta
en todos los aspectos de la relación laboral. Es más, algunos doctrinantes
llegan a afirmar que el contrato de trabajo es un contrato realidad, puesto
que existe nó en el acuerdo abstracto de voluntades sino en la realidad de la
prestación del servicio y que ésta y nó el acuerdo es lo que determina su
existencia.
Expresadas las anteriores consideraciones,
esta Corporación confirmará la decisión judicial revisada no sin precisar las
siguientes conclusiones:
- Que el derecho a la existencia de un
contrato laboral y el derecho a un reintegro como consecuencia del cumplimiento
del mismo, tienen rango legal, cuya protección debe pedirse ante las
autoridades judiciales competentes, y, por otra parte, se puede recurrir al
mecanismo transitorio cuando exista un perjuicio irremediable, conforme a lo
previsto en el artículo 86 de la C.N..
- Que existen otros medios judiciales para
hacer valer los derechos que se demandan.
En mérito de lo expuesto la Corte
Constitucional, en esta Sala de Revisión de tutelas, administrando justicia en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E:
Primero.- Confirmar la sentencia del Juzgado Tercero Penal
Municipal de San José de Cúcuta, de febrero 5 de mil novecientos noventa y dos,
mediante la cual rechaza las pretensiones demandadas en acción de tutela por la
señora Yaneth Rocio Pacheco Chiquillo,
por las razones precedentes.
Segundo.- Comuníquese al Juzgado Tercero Penal Municipal, de San
José de Cúcuta la presente decisión para que sea notificada a las partes
conforme lo dispone el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
COMUNIQUESE Y CUMPLASE,
FABIO MORON DIAZ SIMON
RODRIGUEZ RODRIGUEZ
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
32 | T-015-92
Sentencia No
Sentencia
No. T-015/92
ACCION
DE TUTELA-Objeto/DERECHOS
FUNDAMENTALES
La
acción de tutela está prevista como un mecanismo procesal específico y directo
que tiene por objeto la protección concreta e inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales, en una determinada situación jurídica, cuando
estos sean violados o se presente amenaza de su violación, sin que se pueda
plantear en esos estrados discusión jurídica sobre el derecho mismo.
Es un
medio específico, porque se contrae a la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales, de modo actual e inminente, y no a otros, y
conduce, previa la solicitud, a la expedición de una declaración judicial que
contenga una o varias órdenes de efectivo e inmediato cumplimiento.
Es
directo, porque siempre presupone una actuación preferente y sumaria a la que
el afectado pueda acudir sólo en ausencia de cualquier otro medio de defensa
judicial, salvo que se utilice como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable.
ACCION
DE TUTELA CONTRA PARTICULARES/DERECHO A LA EDUCACION/DERECHOS FUNDAMENTALES
No se
puede ubicar la controversia planteada en el ámbito del eventual
desconocimiento del Derecho Constitucional a la Educación, consagrado en el
art. 67 de la CP como un derecho de la persona y como un servicio público, si
la acción o la omisión del particular no están vinculadas con cualquiera de los
derechos fundamentales que enumera el art. 42 del Decreto 2591 de 1991, puesto
que la naturaleza social de éste, y su dependencia de la suprema inspección y
vigilancia del Estado, no admiten su discusión en sede de tutela si no aparece
violación o amenaza de violación contra alguno de aquellos derechos
fundamentales. En caso de conflictos de intereses y de obligaciones sobre el
derecho constitucional a la educación, éstos se resuelven por las vías
Administrativa, Disciplinaria o Gubernativa, o llegado el caso, por las vías
judiciales ordinarias o contencioso-administrativas.
DERECHO
DE PROPIEDAD/DERECHOS FUNDAMENTALES
El
derecho de propiedad reconocido y garantizado por la Carta Política, abarca
todos los derechos patrimoniales de una persona, esto es, los que recaen sobre
las cosas y los bienes, entendidos estos como los objetos inmateriales
susceptibles de valor, y que se desarrollan en el Código Civil, no cabe duda
de que en este sentido es un derecho fundamental, "aunque es una función
social que implica obligaciones", según la precisa evolución política,
económica y social. Por virtud de la regulación del ejercicio de este derecho
en el CC y demás leyes que lo adicionan y complementan, en casos como el que
se resuelve, existen múltiples mecanismos ordinarios y extraordinarios,
jurisdiccionales y administrativos que garantizan y protegen tal derecho en
caso de ser vulnerado o amenazado, y que pueden ser utilizadas por sus
titulares.
SALA DE REVISION No. 5
REF :
Expediente No. T-265
Acción de Tutela interpuesta
contra la Universidad Cooperativa de Colombia Seccional Bucaramanga.
Peticionaria:
BLANCA MARITZA SUAREZ ROJAS
Magistrados:
Dr. FABIO MORON DIAZ.
-Ponente-
Dr. SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Dr. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Aprobado
por Acta No. 2
Santafé
de Bogotá D.C., mayo veintiocho (28) de mil novecientos noventa y dos (1992).
La
Sala de Revisión en asuntos de tutela, compuesta por los Magistrados Simón Rodríguez
Rodríguez, Jaime Sanín Greiffenstein y Fabio Morón Diaz, previo estudio del
Magistrado Ponente resuelve sobre la sentencia relacionada con la acción de la
referencia, proferida por el Juzgado Tercero Civil Municipal de Bucaramanga el
veinticuatro (24) de enero de mil novecientos noventa y dos (1992).
I. ANTECEDENTES
A. La
Petición:
1.
Con fecha de enero trece (13) de mil novecientos noventa y dos (1992), Blanca
Maritza Suárez Rojas mayor de edad y ciudadana en ejercicio, presentó ante el
Juez Civil Municipal de reparto en la ciudad de Bucaramanga (Santander), un
escrito en el que ejerce la Acción de Tutela establecida en el artículo 86 de
la Constitución Política contra la Universidad Cooperativa de Colombia,
Seccional Bucaramanga.
2.
Los hechos que señala la peticionaria como causa del ejercicio de la citada
acción, se resumen como sigue:
a.
La peticionaria, en su condición de estudiante de la mencionada Universidad
debe cancelar para cursar el primer periodo lectivo correspondiente al año de
1992, la suma equivalente al 50% del valor de la matrícula fijada. Esta
obligación económica se fundamenta en la resolución número 399 de 1991
proferida por la misma Universidad que ordena dar por terminado anticipadamente
el desarrollo del segundo periodo lectivo del año 1991 y reconocer, de los
valores pagados en aquél sólo el cincuenta por ciento (50%), e imputarlos para
el del siguiente.
b.
La situación descrita es resultado del conflicto entre los trabajadores y los
estudiantes de una parte, y las directivas de la Universidad por la otra, lo
que por diversas razones condujo a la parálisis de las actividades laborales y
académicas de la Universidad, desde el cinco (5) de Agosto hasta el cinco (5)
de Diciembre de 1991.
c.
La peticionaria sostiene que la Universidad eludió sus responsabilidades
académicas y administrativas y es por ello responsable de la "crisis"
que paralizó las actividades de la Universidad.
3.
La accionante pide que se le garantice el Derecho Constitucional a la Educación;
que se ordene que la resolución mencionada no produzca efectos y que se le
reconozca el cien por ciento (100%) del valor de la matrícula pagada para el
segundo periodo lectivo de 1991, como imputado al pago del valor de la
matrícula correspondiente al primer periodo de 1992.
4.
La peticionaria no formula concepto jurídico especial, ni fundamenta las
peticiones en algún juicio de constitucionalidad; sólo señala de modo breve y
sucinto los hechos que se resumen y se contrae a reclamar la defensa del derecho
Constitucional a la educación.
B. La
Sentencia que se revisa.
1.
El Juzgado Tercero Civil Municipal de Bucaramanga, al que le correspondió por
reparto el conocimiento y la resolución de la petición formulada, produjo la
decisión correspondiente dentro de los términos constitucionales y legales y
resolvió "NEGAR la tutela solicitada por BLANCA MARITZA SUAREZ
ROJAS..."
2.
La Sentencia que se revisa fundamenta su resolución en las consideraciones
jurídicas que se resumen, así:
-
La acción de tutela consagrada en la Constitución Política de 1991, procede
igualmente contra particulares que se encuentran encargados de la prestación de
un servicio público o cuya conducta afecte grave y directamente el interés
colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado de
subordinación o indefensión; además, el artículo 42 del Decreto 2591 de 1991
establece los casos en que la acción de tutela procede contra particulares y
entre ellos señala el de los encargados de la prestación del servicio público
de educación, cuando se trate de la protección judicial de los derechos
consagrados en los artículos 13, 15, 16, 18, 19, 20, 23, 27, 29, 37 y 38 de la
Constitución.
-
En el caso planteado por la peticionaria se debe dar aplicación a lo dispuesto
por el artículo 42 y siguientes del citado Decreto, toda vez que la acción se
dirige contra un "Centro de Educación Superior de Carácter Privado".
-
La peticionaria pide que le sea tutelado el Derecho a la Educación; que se deje
sin fundamento la Resolución No. 399 del 5 de Diciembre de 1991 del Director
Seccional de la Universidad Cooperativa de Colombia y que se le reconozca el
"100% de la matrícula ya cancelada desde el mes de julio de 1991 por un
semestre que no comenzó".
El
juzgado interpretó la acción en el sentido de que ella se dirige a obtener el
amparo y protección al derecho constitucional de la propiedad privada de la
peticionaria, ante la supuesta violación generada por la nueva obligación
económica establecida por la citada resolución del Rector de la Universidad
Cooperativa de Colombia -Seccional Bucaramanga-; en este orden de ideas, se
detiene brevemente en el examen del ámbito de la nueva noción de Derechos
Constitucionales Fundamentales, para determinar si el derecho a la propiedad privada
consagrado en el artículo 58 de la Carta Política, queda comprendido dentro de
aquella noción, y si es de aquellos derechos que son objeto de la protección
que implica la Acción de Tutela.
Concluye
este punto señalando que el citado derecho a la propiedad privada, al no quedar
comprendido en el Capítulo I del Título II de la Constitución Política que
trata específicamente de los Derechos Fundamentales, no es objeto de la Acción
de Tutela cuando resulte amenazado o vulnerado, y que, por tanto, debe denegarse
la petición que allí examina.
Añade
que el punto relativo a si la alumna debe o no pagar el cincuenta por ciento
(50%) del valor de la nueva matrícula, y si la entidad docente debe reintegrar
dicha suma a la alumna matriculada y cumplir la obligación de impartir la
educación correspondiente al semestre no cursado pero pagado debidamente, debe
debatirse ante el Juez competente y por el procedimiento ordinario contemplado
en la Ley.
En
su concepto, la actuación de la Universidad desconoció el derecho
constitucional a la propiedad privada al generar el incumplimiento del contrato
de educación; empero, lo anterior no se puede debatir en sede de tutela, pues
como advierte, no obstante ser aquél un derecho constitucional, no tiene la
categoría de fundamental ni queda comprendido por la acción de tutela.
Por
otra parte, el juez advierte en la situación examinada que se podría generar la
eventual violación al Derecho a la Educación, que en su juicio si es
fundamental, por quedar comprendido en el artículo 27 de la Carta (Capítulo I
del Título II), pero solo antes de que se produjera la cancelación del
semestre, y así, cualquier alumno podía pedir que se abriera la Universidad y
se dictaran las clases respectivas después de la matrícula.
II
CONSIDERACIONES DE LA SALA
Primera
: La Competencia
Esta
Sala de la Corte Constitucional es competente para conocer de la revisión de la
sentencia de la referencia, en atención a lo dispuesto por los artículos 86,
inciso tercero y 241, numeral 9 de la Constitución Política, en concordancia
con los artículos 33, 34, 35 y 36 del Decreto 2591 de 1991; además, su examen
se hace por virtud de la selección que de dicho acto practicó la Sala
correspondiente, y del reparto que se verificó en la forma señalada por el Reglamento
de esta Corporación.
Segunda
: La Materia Objeto de la Revisión
En
primer término encuentra la Sala que ante los distintos despachos judiciales de
Bucaramanga, varios grupos de peticionarios, estudiantes de la Universidad
Cooperativa de Colombia, presentaron otras tantas solicitudes de tutela
relacionadas todas con el mismo objeto y con la misma situación jurídica que
motivó la acción resuelta por la providencia que se revisa en esta
oportunidad; ahora bien, como dichas solicitudes y los respectivos fallos se
ocupan del examen de la misma situación jurídica planteada en el caso de la
referencia, procede la Corte a pronunciar su juicio, y a fijar su
interpretación al respecto de la materia en cuestión, sistematizando los
argumentos en los que unas y otros se fundamentan.
En
este apartado cabe hacer un breve resumen de las distintas solicitudes, así:
Como
se desprende del resumen de los hechos planteados por la solicitante, se
encuentra que se trata de un conflicto de intereses primordialmente económicos,
suscitado por la orden interna de cancelación de un periodo lectivo en una
Universidad de carácter privado, al considerar aquella institución que
resultaba imposible adelantar las labores propias de la actividad académica y
administrativa ante el conflicto laboral planteado con los trabajadores y los
profesores de dicho Centro Privado, que presta el servicio público de
educación.
Se
demanda principalmente la actuación de las directivas de la Universidad
Cooperativa de Colombia Seccional Bucaramanga -INDESCO-, quienes ordenaron la
cancelación del segundo semestre académico del año 1991 y la imputación para
el pago de la matrícula del primer semestre académico del año 1992, sólo del
cincuenta por ciento (50%) del valor de la matrícula pagada en el semestre
cancelado.
En
líneas generales, se tiene que los peticionarios solicitan la especial
protección por la vía de la Acción de Tutela para obtener la defensa de los
siguientes derechos que estiman en las solicitudes como constitucionales
fundamentales:
1.
El Derecho Constitucional a la Educación, que se estima violado porque, en
juicio de los peticionarios, la Universidad contra la que se dirigen impidió su
natural ejercicio, al condicionar el acceso de los estudiantes a un periodo
lectivo, al nuevo y adicional pago, así sea parcial, de un derecho que fue
cubierto plenamente con anterioridad.
Sostienen
en este sentido que el nuevo cobro de los derechos de matrícula es un medio
para restringir dicho Derecho Constitucional fundamental, pues, una vez pagados
los costos correspondientes a un periodo de estudios, el Centro Universitario
se encuentra en la obligación constitucional de impartir la educación, y no
puede cobrar un incremento como condición para recibir a los estudiantes, sin
eludir el cumplimiento del citado Derecho Constitucional a la Educación.
Además,
los peticionarios señalan que dicho derecho resultó desconocido porque la
Universidad no puso a disposición de los estudiantes, durante el periodo
académico cancelado, al personal docente necesario para impartir la educación a
que se comprometió.
2.
El Derecho Constitucional a la Propiedad privada, resulta violado en opinión de
algunos de los solicitantes porque la Universidad se apropio de parte de los derechos
de matrícula correspondientes al semestre académico que no se adelantó ni
cumplió por su culpa y causa. Además, indican que la Universidad no dispuso
adecuadamente los medios docentes necesarios y el personal de profesores
requerido para adelantar las actividades para las que se había comprometido,
apropiándose de esta manera de los valores pagados como derechos de matricula.
Tercera:
La Acción de Tutela contra Particulares y
y
el Servicio Público de la Educación
Encuentra
esta Sala de Revisión que la cuestión que se debate en las actuaciones
judiciales correspondientes a las acciones de tutela presentadas con ocasión de
la fijación y cobro del valor de la matrícula para el primer semestre de
estudios de 1992, en la Universidad Cooperativa de Colombia Seccional
Bucaramanga, no es de tal naturaleza que afecte en la forma exigida por la
Carta el Derecho a la Educación como derecho constitucional de la persona o
como servicio público (arts. 67 y 68 C.N.), ni a la libertad de enseñanza como
derecho constitucional fundamental (art. 27 C.N.), ni tampoco al derecho
constitucional a la propiedad (art. 58 C.N.), y por tanto las peticiones que se
intentaron con dicho fin en el caso del conflicto de la Universidad
Cooperativa de Colombia, no debieron prosperar.
Además
es claro que la acción planteada se ubica dentro del ámbito
jurídico-constitucional de la Acción de Tutela contra particulares, regulada de
manera especial por el inciso final del artículo 86 de la Carta y por los
artículos 42 a 45 del Decreto 2591 de 1991; por tal razón la Corte
Constitucional aborda su examen teniendo como base las características propias
de la institución de la Acción de Tutela en su especial modalidad de
procedencia contra acciones u omisiones de particulares. También se
circunscribe el examen de esta modalidad de la tutela de origen constitucional
o legal al objeto de la relación jurídica que regula, es decir a la protección
de los derechos constitucionales fundamentales que pueden resultar afectados
por particulares en la prestación del Servicio Público de Educación (art. 67
C.N.).
En
efecto, para la Sala, la Acción de Tutela está prevista en el artículo 86 de
nuestra Carta Fundamental como un mecanismo procesal específico y directo que
tiene por objeto la protección concreta e inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales, en una determinada situación jurídica, cuando
éstos sean violados o se presente amenaza de su violación, sin que se pueda
plantear en esos estrados discusión jurídica sobre el derecho mismo.
Es
un medio específico, porque se contrae a la protección inmediata de los
derechos constitucionales fundamentales afectados, de modo actual e inminente,
y nó a otros, y conduce, previa la solicitud, a la expedición de una
declaración judicial que contenga una o varias órdenes de efectivo e inmediato
cumplimiento.
Es
directo, porque siempre presupone una actuación preferente y sumaria a la que
el afectado puede acudir sólo en ausencia de cualquier otro medio de defensa
judicial, salvo que se utilice apenas y excepcionalmente como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable y, en todo caso, procura la
restitución al sujeto peticionario en el goce del derecho de rango
constitucional que se demuestra lesionado.
En
este sentido es necesario destacar, que tanto en la norma constitucional, como
en su desarrollo legislativo, el ejercicio de la citada acción está
condicionado, entre otras razones, por la presentación ante el Juez de una
situación concreta y específica de violación o amenaza de violación de aquellos
derechos, cuya autoría debe ser siempre atribuída a cualquier autoridad pública
o, en ciertos eventos definidos por la ley, a sujetos particulares. Además, el
peticionario debe tener un interés jurídico y pedir su protección también
específica, siempre en ausencia de otro medio judicial de protección o
excepcionalmente, como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable.
No
se trata pues, de una vía de defensa de la Constitución en abstracto con fines
generales que pueda dirigirse contra todos los integrantes o agentes de una
rama del poder público en su conjunto, o contra un acto con vocación general y
abstracta para lo cual la Carta y la ley establecen otras vías; ni sobre
derechos subjetivos controvertibles judicialmente, por las vías ordinarias o
especializadas.
Su
consagración constitucional se endereza a señalar un procedimiento, o
eventualmente un conjunto de procedimientos autónomos, específicos y directos
de garantía inmediata de muy precisos derechos y libertades establecidos en el
Capítulo I del Título Segundo de la Constitución y considerados como
fundamentales, cuando quiera que, se repite, sean agraviados por la concreta
acción o la omisión de una autoridad pública o por un organismo del Estado siempre
identificable específicamente como una autoridad responsable de la misma, o
por un particular, en los términos señalados por la ley.
De
otra parte, la Constitución señala que "La ley establecerá los casos en
los que la acción de tutela procede contra particulares encargados de la
prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y directamente
el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado
de subordinación o indefensión." (Art. 86 in fine).
En
este sentido y en obedecimiento de la cláusula constitucional que reserva a la
ley la regulación del ámbito de procedencia de la Acción de Tutela contra
particulares, dentro del principio de la prevalencia de los derechos
constitucionales fundamentales, el Decreto 2591 de 1991 establece de modo
especial en el Capítulo III (arts. 42 a 45), los casos en los que dicha acción
puede ejercerse con aquel fin.
Además,
en el numeral 1o. del artículo 42 del citado decreto se advierte que procede la
acción de tutela "cuando aquél contra quien se hubiere hecho la solicitud
esté encargado de la prestación del servicio público de educación para proteger
los derechos consagrados en los artículos 13, 15, 16, 18, 20, 23, 27, 29, 37 y
38 de la Constitución."
Pero
además, en dicho sentido el artículo 45 del citado Decreto 2591 de 1991,
establece como límite al ejercicio de la Acción de Tutela, su no procedencia
contra conductas legítimas de un particular, así:
"Artículo
45. Conductas Legítimas. No se podrá conceder la tutela contra
conductas legítimas de un particular."
Esto
significa que, a la luz del inciso final del artículo 86 de la Carta, la
Acción de Tutela procede siempre que la acción o la omisión de un particular
encargado de la prestación del Servicio Público de Educación sean de tal
alcance que con ellas se viole o amenace violar los derechos constitucionales
fundamentales a la igualdad y a la libertad (art. 13); a la intimidad y al
secreto de la correspondencia y demás formas de comunicación privada (art. 15);
al libre desarrollo de la personalidad (art. 16); a la libertad de conciencia o
creencias (art. 18), a la libertad de expresión (art. 20); de petición (art.
23), a la libertad de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra (art.
27); al debido proceso (art. 29); a la reunión y manifestación (art.37) y a la
libre asociación (art. 38).
Así
las cosas, también debe concluirse que en los demás casos en los que la acción
o la omisión de un particular que esté encargado de la prestación del Servicio
Público de la Educación, afecten otros derechos constitucionales, legales o
contractuales, o intereses legítimos de las personas ajenos a los citados
derechos constitucionales fundamentales, o sean producto de su actividad
legítima, no puede intentarse la citada acción, sino por el contrario, se debe
acudir forzosamente a otras vías judiciales ordinarias. Pero además, del
examen sistemático del inciso 3o. del artículo 86 de la Carta se concluye que
si existe otra vía judicial para la protección, en dicha relación especial del
Servicio Público de Educación prestado por particulares, en cuanto a aquellos
derechos fundamentales que forman parte de la lista ordenada por el legislador
en el artículo 42 del decreto 2591 de 1991, tampoco puede intentarse la Acción
de Tutela, salvo la situación excepcional y transitoria que se menciona para
evitar un perjuicio irremediable. Sin embargo, advierte esta Sala que en este
ámbito la virtud garantizadora de la Acción de Tutela adquiere mayor vigor y
eficacia por la circunstancia de que históricamente no se ha reglamentado
suficientemente, desde el punto de vista legal, la protección judicial a los
mencionados derechos constitucionales a que se refiere esta especial situación,
y por tanto tal remedio específico lo incorporó el constituyente con miras a
asegurar la eficacia de estos derechos, con un procedimiento judicial que, como
se ha dicho, es preferente, inmediato y sumario.
A
juicio de esta Sala no puede estar en la razón del Constituyente la confusión
de vías y mecanismos judiciales de protección a los derechos constitucionales
fundamentales, ni la redundancia ni la falta de coherencia sistemática en los
instrumentos de protección judicial a dichos derechos; en efecto, en el orden
jurídico constitucional, o lo que es lo mismo, dentro de las normas que forman
el texto de la Carta, prevalece el postulado de que el conjunto de las normas
constitucionales forman una totalidad sistemática y coherente que excluye las
contradicciones y antinomias entre sus distintas disposiciones normativas.
En
este sentido, es claro que en presencia de la vía judicial ordinaria con la
salvedad anotada, o ante la amenaza de lesión o del agravio a otro derecho
constitucional distinto de los fundamentales que forman parte de la lista de
casos señalados por la ley, o ante intereses legítimos distintos de los que se
relacionen con aquellos derechos, no procede la Acción de Tutela contra
particulares encargados de la prestación del Servicio Público de la Educación.
No
queda duda a la Corte sobre la índole y la categoría de los derechos que se
cuestionan en el asunto resuelto por la providencia que se revisa; esto es, se
trata principalmente de una controversia contractual de carácter económico en
la que lo debatido es el cumplimiento de muy determinadas obligaciones
económicas que surgen de la relación existente entre un centro universitario y
algunos de sus estudiantes, que no están conformes con el monto de uno de los
extremos del objeto económico de la relación.
También,
para fundamentar su petición en dicha controversia, se formulan por los
peticionarios, en el estrado de tutela, argumentos fácticos que se enderezan a
replantear la controversia laboral interna, y las relaciones ordinarias entre
la institución y los estudiantes frente a la ley y a los reglamentos que
regulan dicho Servicio Público. Ante todo lo anterior, advierte la Corte que
la parte del Ordenamiento Jurídico colombiano prevista para regular el
ejercicio de la especial competencia del Estado de "inspección y
vigilancia del servicio público de Educación", es bien precisa y detallada
en lo que hace a acciones, mecanismos, procedimientos y sanciones, así como a
organismos y autoridades administrativas competentes, los que en aquel caso ya
se pronunciaron oportunamente sobre la legalidad de la resolución impugnada.
Dichas actuaciones administrativas bien pueden ser controvertidas
judicialmente ante los tribunales contencioso-administrativos competentes.
En
dicha controversia no se encuentra ningún vínculo con el Derecho Constitucional
Fundamental consagrado en el artículo 27 de la Carta en términos de Libertad de
Enseñanza, Aprendizaje, Investigación y Cátedra, y por tanto, la Acción de
Tutela planteada no procede por este aspecto. En efecto, este derecho puede
definirse, en líneas muy generales, como una de las aspiraciones más elevadas
de la humanidad y hace relación a las garantías de que debe rodear el Estado
Moderno al individuo con el fin de evitar el oscurantismo, el dogmatismo, las
doctrinas oficiales impuestas por regímenes autoritarios, monocráticos,
totalitarios o de terror; igualmente, en el mundo contemporáneo se erige como
un freno sustancial al imperio de la tecnocracia y al dominio de la ciencia
sobre la libertad. En este sentido, también comprende la actividad de todos los
centros públicos y privados organizados con fines científicos, culturales o
académicos y de formación profesional, para evitar iguales vicios y
deformaciones; aquella es la libertad que asegura el derecho de educar y de
educarse para la libertad y sobre la cual se erigen buena parte de los
postulados del Estado de Derecho y de la Democracia, en sus antiguas y
contemporáneas expresiones.
Tampoco
podría ubicarse la controversia planteada, en el ámbito del eventual
desconocimiento del Derecho Constitucional a la Educación, consagrado en el
artículo 67 de la Carta como un derecho de la persona y como un servicio
público, si la acción o la omisión del particular no están vinculadas con
cualquiera de los derechos fundamentales que enumera el citado artículo 42
numeral 1o. del Decreto 2591 de 1991, puesto que la naturaleza social de éste,
y su dependencia de la suprema inspección y vigilancia del Estado, no admiten
su discusión en sede de tutela si no aparece violación o amenaza de violación
contra alguno de aquellos derechos constitucionales fundamentales. En caso de
conflictos de intereses y de obligaciones sobre aquel derecho, éstos se
resuelven y deben resolver por las vías Administrativa, Disciplinaria o
Gubernativa, o, llegado el caso, por las vías judiciales ordinarias o
contencioso-administrativas.
La
petición también se contrae en el fondo a obtener la anulación de un acto de la
Universidad que reguló el calendario académico del segundo semestre de 1991 y
del primer semestre de 1992, para resolver una situación de conflicto con sus
empleados y trabajadores, que paralizó todas las actividades ordinarias de
dicho centro (Resolución 399/91); además, se dirige a obtener, se repite, la
anulación de los efectos económicos de la misma actuación administrativa
interna, para que las visicitudes de las obligaciones económicas relatadas
(valor, reconocimiento y pago del importe de la matrícula) se resuelvan en
favor de los peticionarios.
En
el primero de los elementos de la petición, como se advirtió, no se hace
presente ninguno de los derechos constitucionales fundamentales que pueden
relacionarse con el Servicio Público de la Educación prestado por particulares
para efectos de que proceda la Acción de Tutela; en el segundo, se trata de
una reclamación que por razones económicas busca la anulación de la citada
resolución, y no se relaciona tampoco con ningún Derecho Constitucional
Fundamental, sino con la pretendida protección de una manifestación contractual
del derecho de propiedad.
En
ninguno de los eventos relatados procede la Acción de Tutela, pues para lograr
estos cometidos de protección, el Estado tiene previstos los mecanismos
administrativos correspondientes en desarrollo de la "suprema inspección y
vigilancia de la Educación" que le corresponde por mandato constitucional
desde 1886, reiterado ahora por la Carta de 1991 con el "fin de velar por
su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral,
intelectual y física de los educandos"; en estas condiciones, el mismo
Estado y los interesados, que no son sólo los estudiantes, deben actuar
conforme a la ley y a los reglamentos y procurar la resolución de aquella clase
de controversias por las vías adecuadas, y no por el mecanismo de la Acción de
Tutela.
De
otra parte, encuentra la Sala que en general en el ejercicio de esta Acción de
Tutela no existe fundamento en la Carta para invocar como violado el Derecho
Constitucional a la Propiedad Privada consagrado en el Capítulo II del Título
Segundo de la Carta (art. 58) como un derecho y una libertad económica. En
efecto, la Carta de 1991 consagra el Derecho de Propiedad Privada como una de
las bases fundamentales del sistema jurídico, económico y social, aunque como
es lógico recoge también la profunda e importante evolución que se ha cumplido
en esta materia por razón de las transformaciones de toda índole que se han
llevado a cabo en las instituciones políticas y civiles. Así el artículo 58
prescribe:
"Artículo
58. Se garantizan la propiedad privada y los demás derechos adquiridos con
arreglo a las leyes civiles, los cuales no pueden ser desconocidos ni
vulnerados por leyes posteriores. Cuando de la aplicación de una ley expedida
por motivo de utilidad pública o interés social, resultaren en conflicto los
derechos de los particulares con la necesidad por ella reconocida, el interés
privado deberá ceder al interés público o social.
"La
propiedad es una función social que implica obligaciones. Como tal, le es
inherente una función ecológica.
"El
Estado protegerá y promoverá las formas asociativas y solidarias de propiedad.
"Por
motivos de utilidad pública o de interés social definidos por el legislador,
podrá haber expropiación mediante sentencia judicial e indemnización previa.
Esta se fijará consultando los intereses de la comunidad y del afectado. En
los casos que determine el legislador, dicha expropiación podrá adelantarse
por vía administrativa, sujeta a posterior acción contenciosa administrativa,
incluso respecto del precio.
"Con
todo, el legislador, por razones de equidad, podrá determinar los casos en que
no haya lugar al pago de indemnización, mediante el voto favorable de la
mayoría absoluta de los miembros de una y otra Cámara. Las razones de equidad,
así como los motivos de utilidad pública o de interés social, invocados por el
legislador, no serán controvertibles judicialmente."
Vale
la pena recordar a este propósito cómo fue reconocido el Derecho de Propiedad
como inviolable y sagrado en las Declaraciones del Derecho de la Revolución
Francesa, así:
"-
La Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano de 26 de agosto de
1789; artículo 17: <Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado,
nadie puede ser privado de ella sino cuando la necesidad pública, legalmente
constatada, lo exija claramente, y con la condición de una indemnización justa
y previa>.
"-
La Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano de 24 de junio de
1793, hablaba en su artículo 1o. de: que el <Gobierno está instituído para
garantizar al hombre el goce de sus derechos naturales e imprescriptibles> y
a continuación señalaba en el artículo 2o.: <Estos derechos son: la
igualdad, la libertad, la seguridad y la propiedad>."
Ahora
bien: ya se ha señalado anteriormente como el concepto de derechos
fundamentales es de suyo difícil, y cómo, según prescribe el artículo 94 de la
Constitución Nacional:
"La
enunciación de los derechos y garantías contenidos en la Constitución y en los
convenios internacionales vigentes, no debe entenderse como negación de otros
que, siendo inherentes a la persona humana, no figuren expresamente en
ellos."
Asímismo
el artículo 2o. del Decreto 2591 de 1991 señala, en relación con los derechos
protegidos por la tutela que "La acción de tutela garantiza los derechos constitucionales
fundamentales. Cuando una decisión de tutela se refiera a un derecho no
señalado expresamente por la Constitución como fundamental, pero cuya
naturaleza permita su tutela para casos concretos, la Corte Constitucional le
dará prelación en la revisión a esta decisión."
Entonces,
si se tiene en cuenta que el derecho de propiedad reconocido y garantizado por
la Carta Política, abarca todos los derechos patrimoniales de una persona, esto
es, los que recaen sobre las cosas y los bienes, entendidos estos como los
objetos inmateriales susceptibles de valor, y que se desarrollan en el Código
Civil, no cabe duda de que en este sentido es un derecho fundamental,
"aunque es una función social que implica obligaciones", según la
precisa evolución política, económica y social a que se ha aludido más arriba.
Que ello es así lo ratifica la Convención Americana sobre Derechos Humanos de
1969 (Ley 16 de 1972), la que en su artículo 21 prescribe, en primer término,
que "toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes", y,
además que "ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto
mediante el pago de indemnización justa por razones de utilidad pública o de
interés social y en los casos y según las formas establecidas por la ley".
El
análisis global con la salvedad anotada, coincide con la línea doctrinaria que
se puede señalar en la Constitución de España de 1978, que siguiendo los
antecedentes de la Constitución de 1931, incluye el derecho de propiedad entre
los derechos económicos y sociales, que se reglamentan por la ley ordinaria y
son garantizados por las acciones ante los Tribunales Ordinarios o ante la
Jurisdicción de lo Contencioso-administrativo y que por tanto no le atribuye el
carácter de fundamental a este derecho. Este mismo tratamiento es consagrado
por la Constitución Italiana (artículos 42, 43 y 44) y por los artículos 14 y
15 de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania que, según
interpretación de su Tribunal Constitucional (Sentencia de 18 de noviembre de
1962), no consideran la propiedad un derecho fundamental por sí mismo, sino
"en cuanto se encuentra en relación íntima con la libertad personal"
(Parada Vásquez José Ramón, en Estudios sobre la Constitución Española,
Homenaje al Profesor Eduardo García de Enterría. Tomo II, p. 1271).
Otra
cosa es que, por virtud de la regulación del ejercicio de este derecho en el
Código Civil y demás leyes que lo adicionan y complementan, en casos como el
que se resuelve en esta revisión de tutela existan múltiples mecanismos
ordinarios y extraordinarios, jurisdiccionales y administrativos que garantizan
y protegen tal derecho en caso de ser vulnerado o amenazado y que por tanto
bien pueden ser utilizados por sus titulares, con los señalados fines.
En
mérito de lo expuesto,
LA
CORTE CONSTITUCIONAL
SALA
DE REVISION DE TUTELAS,
Administrando
Justicia en nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S
U E L V E:
Primero:
Confirmar la sentencia proferida por el Juzgado Tercero Civil Municipal de
Bucaramanga el veinticuatro (24) de enero de mil novecientos noventa y dos
(1992) en el caso de la petición de tutela presentada por BLANCA MARITZA SUAREZ
ROJAS.
Segundo:
Comuníquese la presente decisión al Despacho Judicial de origen para que sea
notificada conforme lo dispone el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese,
comuníquese, insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase.
FABIO
MORON DIAZ SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
JAIME
SANIN GREIFFENSTEIN
MARTHA
VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria
General
NOTA
DE RELATORIA: Las sentencias Nos. T-15 a T-220, corresponden a las
acciones de tutela interpuestas contra la Universidad Cooperativa de Colombia,
Seccional Bucaramanga. Se publica únicamente la sentencia T-15, ya que los
mencionados fallos se profirieron en el mismo sentido. |
33 | T-222-92
Sentencia No
Sentencia No. T-222/92
DERECHO A LA INTIMIDAD PERSONAL Y
FAMILIAR_
La intimidad es un derecho que se proyecta
en dos dimensiones a saber: como secreto de la vida privada y
como libertad. Concebida como secreto, atentan contra ella todas aquellas
divulgaciones ilegítimas de hechos propios de la vida privada o familiar o las
investigaciones también ilegítimas de acontecimientos propios de dicha vida.
Concebida como libertad individual, en cambio, trasciende y se realiza en el
derecho de toda persona de tomar por sí sola decisiones que conciernen a la
esfera de su vida privada. Es claro que los atentados contra la intimidad
pueden entonces provenir tanto de los particulares como del Estado. Se ha
creído necesario proteger la intimidad como una forma de asegurar la paz y
tranquilidad que exige el desarrollo físico, intelectual y moral de las
personas, vale decir, como un derecho de la personalidad.
DERECHO AL LIBRE DESARROLLO DE
LA PERSONALIDAD
Se quiere garantizar con el Derecho al
libre desarrollo de la personalidad la libertad general de actuar, de hacer o
no hacer lo que se considere conveniente. Por tanto, se inscribe en el amplio
ámbito de la libertad y en todas aquellas manifestaciones en que el ser humano
se proponga autónomamente realizar las más diversas metas. Su compleja
naturaleza hace que la protección que le depara el ordenamiento cobije las
relaciones del hombre en el campo social, político, económico y afectivo, entre
otras. En virtud de este derecho el Estado no puede interferir el desarrollo
autónomo del individuo sino que, por el contrario, debe procurar las
condiciones más aptas para su realización como persona.
DERECHO AL TRABAJO
En la Carta del 91 se observa un bien
significativo cambio de carácter cualitativo en relación con el trabajo. En
efecto, es ciertamente un derecho humano (Artículo 25) pero también constituye,
al mismo nivel del respeto a la dignidad humana, un principio o elemento
fundamental del nuevo orden estatal. (Artículo 1).
Cuando el Constituyente de 1991 decidió
garantizar un orden político, económico y social justo e hizo del trabajo
requisito indispensable del Estado, quiso significar con ello que la materia
laboral, en sus diversas manifestaciones, no puede estar ausente en la
construcción de la nueva legalidad.
ACCION DE TUTELA-Eficacia
En la hipótesis de existir un medio de
defensa judicial distinto de la acción de tutela para proteger uno de tales
derechos, como pudiera ser aquí el caso del derecho al trabajo, ello no
implica necesariamente que la eficacia protectora de tal instrumento se
extienda a los demás derechos en virtud de un singular fenómeno de absorción
que conduciría a la exclusión de la acción de tutela. Cuando lo cierto es,
precisamente, lo contrario. Que una correcta aplicación del principio de la
efectividad de los derechos determina que la protección otorgada a ellos sea
tan inmediata y efectiva, al menos como la que les ofrece la tutela.
Es claro entonces, que el otro medio de
defensa judicial a que alude el artículo 86 de la Carta debe poseer
necesariamente, cuando menos, la misma eficacia en materia de protección
inmediata de derechos constitucionales fundamentales que hoy le reconoce la
Carta a la acción de tutela. No basta, pues, con la existencia en abstracto de
otro medio de defensa judicial si su eficacia es inferior a la de la acción de
tutela.
REF:
EXPEDIENTE T-026
PROCEDENCIA:
Juzgado 47 de Instrucción
Criminal de Bogotá.
PETICIONARIO:
OSCAR JOSE DUEÑAS
MAGISTRADO
PONENTE:
CIRO
ANGARITA BARON
La
Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los
magistrados Jaime Sanín Greiffenstein, Ciro Angarita Barón y Eduardo Cifuentes
Muñoz, ha pronunciado
EN
NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR
MANDATO DE LA CONSTITUCION
La
siguiente
SENTENCIA
En el
proceso de acción de tutela instaurado por Oscar José Dueñas Ruíz contra las
directivas de la Universidad INCCA de Colombia, resuelto en primera y única
instancia por Juzgado 47 de Instrucción Criminal.
I.ANTECEDENTES
De
conformidad con lo establecido en el artículo 86 en concordancia con el numeral
9o. del artículo 241 de la Constitución y los artículos 31, 32 y 33 del Decreto
2591 de 1991, corresponde a la Corte Constitucional en Sala de
selección del caso por la Sala correspondiente, revisar los fallos judiciales
dictados sobre las acciones de tutela. El presente proceso entró a esta Sala
de Revisión el 10 de Marzo de 1992.
A. La
acción
Mediante
escrito dirigido al Juez de Instrucción Criminal el Doctor Oscar Dueñas, en su
condición de Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y del Estado de la
Universidad INCCA de Colombia reclama la protección de sus derechos a la
intimidad, a que no se menoscabe su dignidad, su imagen y su buen nombre, a
desarrollar libre y creadoramente su personalidad, a que no se amenace su
libertad y a que no se le discrimine en su trabajo. Estima que esos derechos le
fueron quebrantados por acciones y omisiones de las directivas de la mencionada
Universidad, particularmente por la Rectora y representante legal, Señora
Leonor García de Andrade.
Como
acciones y omisiones violatorias de sus derechos, puntualiza las siguientes:
1.
Haberle impedido conocer la planta de profesores de la facultad, desestimar sus
apreciaciones al respecto y obstaculizar sus funciones como Decano.
2.
Haberlo recriminado la Rectora, por el hecho de hablar dentro de la Universidad
con el señor Jorge Delgado, quien al parecer es enemigo de ella y ejercer
vigilancia y control muy marcado sobre sus movimientos para indagar quien lo
visita y con quien conversa.
3.Presume
que su correspondencia es controlada, porque en alguna ocasión recibió un
paquete con la revista del Tribunal de Cundinamarca y a los pocos minutos la
secretaria de la Rectora llegó a su oficina a preguntar por dicho sobre y por
ello se vió obligado a abrirlo en su presencia y demostrar que no iba dirigido
a la Rectora.
4
Manifiesta que otros aspectos de su vida íntima están amenazados, pero que
esos atentados son difíciles de probar sin que ocurra efectivamente la
violación. Sobre el particular cita el hecho de que se han tomado represalias
contra personas a quienes tiene gran estima y de haber considerado mal
intencionada su actitud de defender los intereses de los estudiantes.
5
Dice que en toda la Universidad se comenta el hecho de que se le quiere
minimizar, desatendiendo las importantes propuestas que ha formulado para la
Facultad, para que no pueda mostrar hechos concretos ante la comunidad
universitaria, afectando su buena imagen, por ser persona de relevancia
nacional e internacional.
6.
Dice que el Vicerrector Germán Pachón demerita la investigación que hizo para
Trieste calificándola de "investigacioncita" y no le reconoce lo que
puede aportar a nivel jurídico y de conceptualización del Estado.
Señala
que si no cesan los obstáculos al libre desarrollo de su personalidad y las
violaciones a su privacidad y a su dignidad, la alternativa que se presenta en
la práctica es la cancelación de la relación laboral y por esa razón, ha
planteado una conciliación en el Juzgado Laboral, pero no ha sido posible
porque las Directivas lo que pretenden es que los empleados permanezcan
subordinados a sus criterios.
Por
último, manifiesta que todos los problemas narrados le han ocasionado una
lesión al corazón y el dictamen médico le aconseja buscar otro trabajo pero no
ha podido conseguirlo, ni tampoco ha logrado conciliar su salida de la
Universidad, pese a que solo pide una liquidación dentro de los términos
legales.
B. La
primera instancia
El
Juzgado 47 de Instrucción Criminal luego de decretar y practicar las pruebas
pertinentes, resolvió así la petición:
Al
evaluar el acervo probatorio estimó que las pruebas recaudadas no eran
suficientes para concluir que el derecho a la intimidad en relación con la
inviolabilidad del domicilio, de su correspondencia o de sus papeles privados,
había sido violado, pues el incidente en que apoyó el supuesto quebranto no
configuraba violación de la correspondencia.
Sobre
el mismo punto indicó el juzgado que de estimarse por el accionante que su correspondencia
fue interceptada (abierta o sustraída) por empleados de la Universidad lo
procedente era instaurar la querella correspondiente para establecer la
veracidad de los hechos y la responsabilidad que de ellos se derivara.
Consideró
también improcedente la tutela como mecanismo transitorio para proteger por ese
aspecto su derecho a la intimidad, pues no se lograron determinar los
perjuicios irremediables alegados.
En
torno a las restricciones de comunicación con otras personas, el Juez del
conocimiento considera que la Rectora con su conducta violó en ese aspecto los
derechos a la intimidad y al libre desarrollo de la personalidad de los que
debe gozar todo ser humano, puesto que ella misma reconoció haber reclamado al
doctor Dueñas, por el hecho de haber estado hablando con el señor Jorge Delgado
en su oficina de la Universidad , dado que las Directivas lo habían declarado
persona no grata. El Juez desestimó los argumentos por considerar que no eran
válidos para que en su condición de superior jerárquico del peticionario le
limitara su trato con otras personas. Por consiguiente, ordenó a la señora de
Andrade cesar todo comportamiento dirigido a menoscabar el derecho reclamado.
En
relación con la protección del derecho al trabajo consagrado en el artículo 25
de la Constitución Política consideró procedente la acción de tutela como
mecanismo transitorio, por cuanto el contrato de trabajo tenía previsto que las
controversias que se presentaran en la relación laboral durante su ejecución,
deberían ser resueltas por arbitradores y de otra parte, se había terminado el
contrato de trabajo aduciendo justa causa, sin cumplir con los mecanismos
estatutarios que exigían convocar el Tribunal de Honor para juzgar la conducta
del doctor Dueñas, asegurándole oportunidades de defensa, pues para justificar
la referida omisión no eran atendibles las explicaciones que rindió la señora
de Andrade, según las cuales, no tuvo en cuenta ese procedimiento por respeto a
la personalidad y a la connotación de lider político que tiene el doctor
Dueñas.
El
juez ordenó a las partes acudir al arbitramento en un plazo máximo de 4
meses, con el fin de evitar un perjuicio irremediable y consideró improcedente
ordenar la inaplicación del acto particular que afecta la situación del actor,
por cuanto carecía de elementos de juicio para tomar esa decisión y dejó la
determinación correspondiente al criterio del tribunal de arbitramento.
La
decisión de primera instancia no fue impugnada.
Cuando
corría el término para la revisión de la Sentencia de tutela dictada en este
proceso, el Doctor Oscar Dueñas Ruíz presentó ante la secretaría de la Corte
un memorial en el cual solicita que la Corporación confirme la protección de
sus derechos y acepte jurisprudencialmente que "la acción de tutela se ha
instituído entre otros motivos para desactivar conflictos y derrotar la
intolerancia".
Informa que concilió el aspecto laboral
involucrado en la acción de tutela y que fue objeto de protección transitoria
por el Juez de primera instancia y considera despejado el camino para que la
Corte se pronuncie sobre las violaciones de los derechos fundamentales
relacionados con la autonomía personal y el libre desarrollo de la
personalidad, que le causaron graves perjuicios materiales y morales.
II CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Esta Sala estima necesario hacer algunas
consideraciones a manera de premisas de su decisión, en el orden que a
continuación se indica:
A. La acción de tutela
Fue
propósito esencial de la Asamblea Nacional Constituyente defender la eficacia
de las garantías individuales que tuvo a bien consagrar en la Carta Política.
Con esa orientación buscó acrecer la capacidad de ejercicio de los derechos
fundamentales y creó condiciones de acceso real a la administración de
justicia para su reclamo. Entre los mecanismos de protección diseñó la acción
de tutela a través de la cual se promueve el control judicial sobre las
acciones y omisiones de los funcionarios públicos y de los particulares que
violen o atenten contra los derechos constitucionales fundamentales, a fin de
solicitar que el juez ordene su reconocimiento o tome las medidas
indispensables para evitar su quebranto.
La
defensa de los derechos que ofrece la acción de tutela es integral, en el
sentido de que dada la oponibilidad erga omnes de los derechos fundamentales,
no solo procura su vigencia frente al eventual menoscabo que pueda inferirles
el ejercicio arbitrario del poder por parte de las autoridades públicas, sino
que extiende la necesidad de su eficacia al ámbito de las relaciones privadas
y por ello permite, en circunstancias especiales, reclamar su protección
cuando la lesión o amenaza del derecho provenga de los particulares.
El
artículo 86 de Constitución traza lineamientos generales al legislador para que
éste señale los casos en que la acción de tutela procede por acciones u
omisiones de los particulares. Entre las pautas que deben ser objeto de
desarrollo legal, está indicada la circunstancia de que la persona afectada en
sus derechos fundamentales por la conducta de un particular, se halle respecto
de éste, "en condiciones de subordinación o indefensión ".
El
Presidente de la República, en ejercicio de las facultades atribuídas por el
artículo transitorio No. 5 de la Constitución, reglamentó mediante el Decreto
2591 de 1991 la acción de tutela y al desarrollar la autorización mencionada
puntualizó dos casos en que es procedente solicitarla contra el particular,
en el supuesto de que entre el interesado y éste exista relación de
subordinación o indefensión, ellos son: para reclamar la tutela del derecho
contra una organización privada, contra quien la controle efectivamente o
fuere beneficiario de la acción y para defender la vida y la integridad.
Bajo
estas premisas se procede a revisar la decisión judicial adoptada por el Juez
47 de Instrucción Criminal, a fin de verificar en primer término si la acción,
dados los contornos en que la ubica el demandante, era procedente de acuerdo
con las normas constitucionales y legales que delimitan su ámbito y regulan su
ejercicio.
El
análisis de los argumentos expuestos por el actor permiten concluir que vincula
las presiones y molestias de distinto orden que alega le han sido inferidas, a
la relación laboral que tiene con la Universidad, en cuanto señala que todas
ellas tienden a obstaculizar sus funciones de Decano, afectan su dignidad y
menoscaban su prestigio, por cuanto expresa: "Todos estos obstáculos al
libre desarrollo de mi personalidad plantean en la práctica esta alternativa: o
cesan las violaciones a la dignidad y a la privacidad o se cancela la relación
laboral".
(Las anteriores consideraciones están
contenidas en la ponencia original presentada por el Dr. Jaime Sanín
Greiffenstein, que la Sala acoge)
En este orden de ideas es claro que se
consideran afectados cinco derechos constitucionales fundamentales, cuya
protección se demanda, a saber: la intimidad, la dignidad humana, la imagen, el
nombre, el libre desarrollo de la personalidad y el derecho al trabajo en
condiciones dignas y justas ajenas a toda discriminación.
Comoquiera que cada uno de estos derechos
posee una autonomía determinada por su propia naturaleza y contenido, lo que no
excluye que en ocasiones puedan darse también situaciones de hecho que
involucren la simultánea vulneración de dos o más de ellos, es preciso
referirnos seguidamente y en forma por demás somera a las peculiaridades
propias de los mencionados derechos.
B. La intimidad
Esta Corte acoge plenamente la doctrina que
considera la intimidad como un derecho que se proyecta en dos dimensiones a
saber: como secreto de la vida privada y como libertad.
Concebida como secreto, atentan contra ella
todas aquellas divulgaciones ilegítimas de hechos propios de la vida privada o
familiar o las investigaciones también ilegítimas de acontecimientos propios de
dicha vida.
Concebida como libertad individual, en
cambio, trasciende y se realiza en el derecho de toda persona de tomar por sí
sola decisiones que conciernen a la esfera de su vida privada.
Es claro que los atentados contra la
intimidad pueden entonces provenir tanto de los particulares como del Estado.
Se ha creído necesario proteger la
intimidad como una forma de asegurar la paz y tranquilidad que exige el
desarrollo físico, intelectual y moral de las personas, vale decir, como un
derecho de la personalidad.
Esta particular naturaleza suya determina
que la intimidad sea también un derecho general, absoluto, extrapatrimonial,
inalienable e imprescriptible y que se pueda hacer valer "erga
omnes", vale decir, tanto frente al Estado como frente a los particulares.
En consecuencia, toda persona, por el solo hecho de serlo, es titular a priori
de este derecho y el único legitimado para permitir la divulgación de datos
concernientes a su vida privada; su finalidad es la de asegurar la protección
de intereses morales; su titular no puede renunciar total o definitivamente a
la intimidad pues dicho acto estaría viciado de nulidad absoluta [1]
Visto así, es claro que el derecho a la
intimidad se ha vulnerado no sólo por el control indebido de la correspondencia
al que se ha visto sometido el peticionario, sino también por las
recriminaciones de que ha sido objeto por hablar con cierta persona que no es
del agrado de las directivas del colegio. Todas esas conductas son
intromisiones indebidas en el ámbito de la vida privada del Dr. Dueñas.
Esto lo corrobora, por ejemplo, la
declaración que a folio 62 del expediente hace el señor Rafael Fernando
Calderón Pulido, empleado de la Universidad, cuando dice:
"...Existe un
gran temor de los trabajadores, miedo a perder el puesto, miedo a hablar,
incluso es muy mal visto por las directivas de la Universidad que se hable con
cualquiera de los hijos del rector, se controla o se vigila violando la
intimidad de las personas con quien se habla, concretamente una situación que
le sucedió al doctor OSCAR DUEÑAS a quien le llamaron la atención
telefónicamente y luego fue inspeccionada su oficina, para determinar el porqué
estaba hablando con JORGE DELGADO trabajador que había sido despedido, la
realidad era que él había entrado a la Universidad en compañía de FABIO ABEL
DELGADO, persona totalmente distinta, pero, el ambiente de recelo y de control
es tal que por la simple similitud de los apellidos se toman acciones como las
señaladas..."
C. El respeto a la dignidad humana
Este derecho ha sido consagrado
expresamente en la Carta de 1991 y estructurado, al igual que el trabajo, como
un claro fundamento del orden estatal vigente. Además, constituye un elemento
dinamizador de la efectividad de los demás derechos.
Su reconocimiento implica, ni mas ni
menos, la categoría suprema del ordenamiento y como tal debe ser respetado por
el Estado en todas las circunstancias y con manifiesta prevalencia sobre otras
categorías.
La desestimación de que han sido objeto las
apreciaciones académicas y administrativas del Dr. Dueñas, la obstaculización
de sus funciones como decano, el control sobre sus movimientos para indagar
quien lo visita y quien conversa, la violación de su correspondencia, la
campaña de desprestigio ante la comunidad universitaria, y el menosprecio hacia
sus actividades por parte de colegas y superiores, son todas conductas que
revelan un irrespeto por la dignidad del ser humano, y en consecuencia, también
un atropello contra uno de los fundamentos esenciales de la nación colombiana.
Esto se confirma con diversas pruebas que
obran en el expediente, entre otras, el testimonio de Pedro Quijano Samper,
quien, a folio 42, afirma:
"...
Personalmente me consta el trato que se le ha dado al cuerpo de decanos del
cual hace parte el doctor OSCAR DUEÑAS RUÍZ. En mi concepto no ha sido un trato
respetable y humano hacia personas que llevan laborando con la Universidad
muchos años. Se les ha creado a un gran numero de trabajadores de la
Universidad una situación insostenible de temor puesto que constantemente se
les recuerda a quien deben serle fieles y que puede ocurrirles en caso de
disentir o de opinar diferente dentro del ámbito de las posiciones. "
Igualmente, las declaraciones de Carlos
Arturo Romero Jiménez (Folio 164),
"Sí a pesar de
que el doctor Dueñas, según mi opinión se caracteriza por ser un hombre
discreto y prudente en sus relaciones personales y políticas, hubo momentos en
que comunicó en la dirección Nacional de la Unión Patriótica las dificultades
que tenía para ejercer libremente y sin traba su actividad política...A la
situación de dificultades que tenía por problemas de seguridad por motivo de la
guerra sucia, se agregaba ciertos gestos de intimidación y de amenazas que se
proferían contra él y su dignidad como hombre de estudio desde la misma
dirección de la Universidad. No tengo la menor duda de que este trato afectó
anímicamente a OSCAR DUEÑAS..."
permiten concluír a esta Sala que los
atropellos a la dignidad humana del Dr. Dueñas eran graves y constantes, lo
cual, además vulnera también otros derechos fundamentales, que se estudian a
continuación.
D. La imagen
Es el derecho que tiene el sujeto sobre
todo cuanto concierna a su apariencia física y moral lo cual conlleva el
reconocimiento de una consiguiente facultad de autodeterminación sobre dicha
apariencia.
Posee, por tanto, una clara independencia
funcional con referencia a derechos tales como la intimidad.
El hecho que, en virtud de los desplantes
contra la dignidad y la intimidad de que ha sido objeto el peticionario, hayan
desembocado en comentarios generalizados al interior de la comunidad
universitaria, según los cuales se le minimiza y se le impide mostrar sus
realizaciones concretas, afecta, en los términos que lo hemos definido, su
derecho a la imagen.
E. El buen nombre
Este derecho ha sido consagrado
expresamente en el artículo 15 de la Carta fundamental de 1991, junto a la
intimidad. Lo que ya de por sí es indicativo de que el Constituyente quiso
también reconocerle un espacio autónomo.
En el derecho colombiano es dominante la
tendencia a identificarlo con la honra o integridad moral, vale decir,
"con el acervo de cualidades que conforman éticamente a cada uno y que, al
ser reconocidas, le comunican la admiración, el respeto y la consideración de
las gentes"[2]
Paralelo con la lesión a la propia imagen,
se vulnera el buen nombre del peticionario, cuando todo lo que el peticionario
realiza en su actividad académica y laboral, es minimizado, desestimado y se
limita la posibilidad de que la comunidad universitaria conozca sus logros y
resultados concretos.
F. El libre desarrollo de la personalidad
También este derecho ha sido consagrado de
manera expresa por el Constituyente de 1991 siguiendo en buena medida la pauta
del art. 2 de la constitución vigente de Alemania Federal.
Se quiere garantizar con él la libertad
general de actuar, de hacer o no hacer lo que se considere conveniente. Por
tanto, se inscribe en el amplio ámbito de la libertad y en todas aquellas
manifestaciones en que el ser humano se proponga autónomamente realizar las más
diversas metas.
Su compleja naturaleza hace que la protección
que le depara el ordenamiento cobije las relaciones del hombre en el campo
social, político, económico y afectivo, entre otras.
En virtud de este derecho el Estado no
puede interferir el desarrollo autónomo del individuo sino que, por el
contrario, debe procurar las condiciones más aptas para su realización como
persona.
Las actitudes de las directivas de la
Universidad INCCA hacia el peticionario, indican un afán de impedirle
desarrollar su personalidad, de acuerdo a lo que estime más conveniente. Con
ese tipo de actitudes se limita de manera ostensible la posibilidad de que
establezca las relaciones y los vínculos que desee y desarrolle así su
personalidad libre y autónomamente.
G. El derecho al trabajo
El artículo 6 del "Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales" lo concibe como el derecho
de toda persona a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo
libremente escogido o aceptado.
En la Carta del 91 se observa un bien
significativo cambio de carácter cualitativo en relación con el trabajo. En
efecto, es ciertamente un derecho humano (Artículo 25) pero también constituye,
al mismo nivel del respeto a la dignidad humana, un principio o elemento
fundamental del nuevo orden estatal. (Artículo 1).
Cuando el Constituyente de 1991 decidió
garantizar un orden político, económico y social justo e hizo del trabajo
requisito indispensable del Estado, quiso significar con ello que la materia
laboral, en sus diversas manifestaciones, no puede estar ausente en la construcción
de la nueva legalidad.
Así se desprende claramente del texto de la
propuesta formulada en la Asamblea Constituyente y acogida finalmente por ella,
en el sentido de reconocerle en forma expresa al trabajo la categoría del
fundamento esencial de la República unitaria.
En dicha propuesta se pone de presente que:
"...se trata de
superar, con todas sus consecuencias, la concepción que ve en el trabajo
únicamente un derecho humano y una obligación individual y social...
"No se trata,
como pudiera pensarse con ligereza, de un simple retoque cosmético o
terminológico. Se pretende señalar un rumbo inequívoco y fundamental para la
construcción de una nueva legitimidad para la convivencia democrática, que debe
nutrir el espíritu de la estructura toda de la nueva carta. En estas
condiciones, el trabajo humano se eleva a rango de postulado ético-político
necesario para la interpretación de la acción estatal y de los demás derechos y
deberes incluídos en la carta así como factor indispensable de integración social."
[3]
Las barreras impuestas por parte de las
directivas de la INCCA al Dr. Dueñas para el normal desempeño de sus funciones
y el ambiente injustificadamente hostil que rodea su labor, significan
vulneraciones a su derecho al trabajo, que es, como vimos, valor fundante de la
nueva legalidad. Estas conductas del patrono configuran también inejecución de
sus obligaciones contractuales.
La presentación esquemática que hemos hecho
de los diversos derechos constitucionales fundamentales que el peticionario
estima vulnerados en su caso, nos permite afirmar que ellos tienen claramente
un ámbito, una naturaleza, un contenido que les confiere una especificidad y
autonomía que obviamente se traduce también en los instrumentos de protección
de cada uno de ellos que el derecho vigente consagra.
En consecuencia, en la hipótesis de existir
un medio de defensa judicial distinto de la acción de tutela para proteger uno
de tales derechos, como pudiera ser aquí el caso del derecho al trabajo, ello
no implica necesariamente que la eficacia protectora de tal instrumento se
extienda a los demás derechos en virtud de un singular fenómeno de absorción
que conduciría a la exclusión de la acción de tutela.
Cuando lo cierto es, precisamente, lo
contrario. Que una correcta aplicación del principio de la efectividad de los
derechos determina que la protección otorgada a ellos sea tan inmediata y
efectiva, al menos como la que les ofrece la tutela.
Es claro entonces que el otro medio de
defensa judicial a que alude el artículo 86 de la Carta debe poseer
necesariamente, cuando menos, la misma eficacia en materia de protección
inmediata de derechos constitucionales fundamentales que hoy le reconoce la
Carta a la acción de tutela. No basta, pues, con la existencia en abstracto de
otro medio de defensa judicial si su eficacia es inferior a la de la acción de
tutela.
En el caso sub-examine el
peticionario podría tal vez utilizar los instrumentos protectores de los
derechos que se derivan de su contrato de trabajo. Pero es claro que ellos
serían manifiestamente insuficientes para proteger los demás derechos
vulnerados por las razones que se derivan de su naturaleza, contenido y formas
de desconocimiento.
De otra parte, en el caso que esta Sala
analiza no se concreta simplemente la inejecución de un contrato de trabajo por
parte del patrono. Esto es apenas una faceta del problema global. Existen
desconocimientos de otros derechos atrás mencionados que hacen que en este caso
la acción de tutela reuna los requisitos exigidos por la Constitución y la Ley.
Por tanto, esta Sala confirmará el fallo proferido por el Juzgado 47 de
Instrucción Criminal porque los hechos aducidos por el peticionario constituyen
no sólo indebida ejecución del contrato de trabajo por parte del patrono, pues
son actos que desconocen no sólo sus derechos de trabajador y su dignidad sino
también su buen nombre y su derecho al desarrollo autónomo de la personalidad.
En cuanto a los perjuicios morales y
materiales que el peticionario alega que le fueron inferidos, se ordenará en el
presente fallo la indemnización en abstracto del daño emergente causado, así
como el pago de las costas del proceso.
SENTENCIA
En mérito de las consideraciones
precedentes, la Sala Séptima de Revisión de la Corte Constitucional
RESUELVE
PRIMERO.- CONFIRMAR el numeral primero del fallo proferido
por el Juzgado 47 de Instrucción Criminal mediante el cual se resolvió en el
fondo la acción de tutela instaurada por el doctor Oscar José Dueñas Ruíz, en
el sentido de acceder a la tutela, como quiera que se han vulnerado no solo los
derechos de intimidad y libre desarrollo de la personalidad, sino también los
de respeto a la dignidad humana, imagen, buen nombre y derecho al trabajo, por
las razones expuestas en la parte motiva de esta providencia.
SEGUNDO.- ACEPTAR el desistimiento presentado por el
peticionario, en cuanto a lo ordenado en el numeral segundo de dicho fallo.
TERCERO-. CONDENAR a la Universidad INCCA de Colombia a la
indemnización del daño emergente causado al peticionario en el monto que se
compruebe ante las autoridades competentes, siempre que no haya sido
indemnizado en la conciliación del conflicto laboral de que da cuenta la parte
motiva de la presente providencia.
CUARTO.- CONDENAR a la Universidad INCCA de Colombia al pago
de las costas de este proceso.
QUINTO.- ORDENAR que por Secretaría se comunique esta
providencia al Juez 47 de Instrucción Criminal, en la forma y para los efectos
previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, cópiese, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional ,
cúmplase,
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Presidente
-Salvamento de Voto-
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
Sentencia aprobada por acta No 3 de la Sala
Séptima de Revisión, en Santafé de Bogotá a los diecisiete ( 17 ) días de
Junio de mil novecientos noventa y dos
(1992)
SALVAMENTO DE VOTO A LA SENTENCIA No.
T-222/92
ACCION DE TUTELA-Objeto (Salvamento de voto)
La sentencia aprobada por mayoría desconoce
sin recato que la acción de tutela tiene un marcado fin restitutorio o de
restablecimiento y, solo en casos muy extremos, lo tiene resarcitorio o de
indemnización y que su función no es tampoco definir derechos controvertidos
sino restablecer la situación al estado anterior a la violación o amenaza de un
derecho constitucional fundamental para asegurar su goce. Aquí, por el
contrario, se asumió la competencia para determinar violaciones y para
sancionarlas a la manera de los jueces ordinarios y especiales de plena
jurisdicción.
Se olvidó por completo, en efecto, que la
situación fáctica había cambiado en un todo y que ya eran inútiles,
extemporáneos e ilógicos los pronunciamientos admonitorios que para el
comportamiento futuro de las partes había hecho el juez, dado que las
relaciones conflictivas de las mismas habían cesado por alteración sustancial
de las circunstancias que ya habían terminado. A mi manera de ver, la sentencia
debió haberse limitado a reconocerlo así.
ACCION DE TUTELA-Pruebas
(Salvamento de voto)
La valoración probatoria que hace la
sentencia es caprichosa y desafortunada, pues no hay en el expediente
comprobación suficiente de los hechos que alega el accionante y que la mayoría
sin más ni más acepta.
La sentencia pierde de vista que todos los
episodios -probados o simplemente alegados- se desarrollaron en el marco de un
contrato de trabajo y dentro de una institución que como tal tiene su
estructura organizativa; no que la relación laboral sea excluyente y absorba
todo lo demás, pero sí que el entendimiento y evaluación de todos los hechos
deben hacerse teniendo en cuenta esta circunstancia englobante.
ACCION DE TUTELA/RESPONSABILIDAD
PATRIMONIAL (Salvamento
de voto)
La parte más increíble del fallo consiste
en la condenación a la Universidad y en favor del ex-decano del pago del daño
emergente no cubierto por la conciliación laboral y al pago de las costas. Ya
se ha dicho que solamente en casos extremos y muy particulares, la acción de tutela
tiene carácter indemnizatorio e inclusive es dudoso que desde un punto de vista
estrictamente constitucional pueda tenerlo.
Me permito comedidamente salvar el voto con
relación a la sentencia No. 222 de la Sala Séptima de Revisión que resolvió la
acción de tutela interpuesta por el señor OSCAR JOSE DUEÑAS RUIZ contra las
directivas de la Universidad INCCA de Colombia.
1. La sentencia aprobada por mayoría
desconoce sin recato que la acción de tutela tiene un marcado fin restitutorio
o de restablecimiento y, solo en casos muy extremos, lo tiene resarcitorio o de
indemnización y que su función no es tampoco definir derechos controvertidos
sino restablecer la situación al estado anterior a la violación o amenaza de un
derecho constitucional fundamental para asegurar su goce. Aquí, por el
contrario, se asumió la competencia para determinar violaciones y para
sancionarlas a la manera de los jueces ordinarios y especiales de plena
jurisdicción.
Se olvidó por completo, en efecto, que la
situación fáctica había cambiado en un todo y que ya eran inútiles,
extemporáneos e ilógicos los pronunciamientos admonitorios que para el
comportamiento futuro de las partes había hecho el juez, dado que las
relaciones conflictivas de las mismas habían cesado por alteración sustancial
de las circunstancias que ya habían terminado. A mi manera de ver, la sentencia
debió haberse limitado a reconocerlo así.
No sucedió de esta manera, sin embargo, y
después de acceder a una tutela ya superada, la providencia entra sin
competencia a declarar la violación de unos derechos ya decretar una
responsabilidad, de la cual se hablará un poco más adelante.
En este sentido, la ponencia original que
no fue aprobada por mayoría decía: "Finalmente, de todas maneras, a la
presente altura del proceso y en el estado actual de los hechos, como la
situación jurídica sobre la que versaba la acción de tutela ha cesado y no se
trata de imponer sanciones por pasadas violaciones sino, en su caso, de
restablecer el derecho conculcado e impedir su transgresión futura, lo cual
ahora en estos autos no es posible, no es pertinente -tampoco por ello- hacer
ningún pronunciamiento de fondo".
2. Cabe anotar también que la valoración
probatoria que hace la sentencia es caprichosa y desafortunada, pues no hay en
el expediente comprobación suficiente de los hechos que alega el accionante y
que la mayoría sin más ni más acepta. La prueba puede llegar a establecer que
el ambiente que se vive en el claustro mencionado es tenso y particularmente
difícil y de hostilidad entre distintos grupos, pero no demuestra que en
concreto y en singular se hubiesen cometido actos inconstitucionales contra el
actor, quien aparece, también él, más que todo como parte muy activa del
conflicto.
Además, la sentencia pierde de vista que
todos los episodios -probados o simplemente alegados- se desarrollaron en el
marco de un contrato de trabajo y dentro de una institución que como tal tiene
su estructura organizativa; no que la relación laboral sea excluyente y absorba
todo lo demás, pero sí que el entendimiento y evaluación de todos los hechos
deben hacerse teniendo en cuenta esta circunstancia englobante.
Es así como el petente no era una rueda
suelta y loca en el desempeño de su labor y tuviese todas las prerrogativas de
quien sólo es responsable ante sí mismo; como empleado, por el contrario, así
fuese de tanta altura como la de decano, hacía parte de una organización a la
que debía respeto y subordinación y hacia la cual tenía deberes que cumplir. El
libre desarrollo de su personalidad, por ejemplo, estaba sujeto al cumplimiento
de tales deberes y esto, que en la Constitución no es absoluto, es cabal
resultado del respeto al orden jurídico y a los derechos de los demás, tal como
la misma Carta lo indica.
De otro lado, no se ve de donde salga el
increíble privilegio que se le concede al señor Dueñas de que su trabajo no sea
criticado, ni sus iniciativas analizadas, ni sus programas estudiados, ni su
comportamiento evaluado, como si se tratara de una persona que no debe nada a
nadie, ni responde ante nadie ni por nada, algo así como un espíritu puro y
absoluto.
3. Pero la parte más increíble del fallo
consiste en la condenación a la Universidad y en favor del ex-decano del pago
del daño emergente no cubierto por la conciliación laboral y al pago de las
costas.
Ya se ha dicho que solamente en casos
extremos y muy particulares, la acción de tutela tiene carácter indemnizatorio
e inclusive es dudoso que desde un punto de vista estrictamente constitucional
pueda tenerlo; de todas maneras, el artículo 25 del Decreto 2591,91 exige los
siguientes presupuestos:
a. Que "el afectado no disponga de
otro medio judicial" para obtener la indemnización, se entiende, pues el
problema similar que se plantea al estudiar la acción de tutela ya ha sido
resuelto; se trataría en este caso de una acción civil por perjuicios, pues los
laborales ya fueron conciliados. Este primer requisito, entonces, no se cumple.
b. Que "la violación del derecho sea
manifiesta", lo cual está muy lejos de ocurrir aquí, aún dando como
probado lo apenas alegado.
c. Que sea "consecuencia de una acción
clara e indiscutiblemente arbitraria", lo cual niego rotundamente en este
caso.
d. Que la condenación sea necesaria
"para asegurar el goce efectivo del derecho", cosas, estas dos, la
condenación en el daño emergente y el goce efectivo de los derechos a la
intimidad, imagen, etc., que aquí no aparecen como ligados, pues lo uno es
compensación patrimonial, dineraria, de un daño y lo otro es el
restablecimiento en especie de un derecho que fue violado para que vuelva a
gozarse, esto es, son antípodas y excluyentes.
Es de advertir que esta condenación no
mereció ninguna fundamentación en la sentencia y menos se hizo alusión siquiera
a que la Universidad hubiese observado temeridad durante el trámite de la
acción de tutela.
Fecha ut supra.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Magistrado
[1](Cfr. Roux André La protection de la vie privée dans les
rapports entre L'etat et les particuliers. Económica, París 1983, p.13)
[2]Pérez ,Luis Carlos.Derecho Penal. Editorial Temis, Bogotá,
1984, pag.439
[3] Perry Gullermo. Serpa Horacio y Verano Eduardo. El trabajo
como valor fundamental . Proyecto de acto reformatorio de la Constitución
Política de Colombia . Gaceta Constitucional No 63 pag.2. |
34 | T-223-92
Sentencia No
Sentencia No. T-223/92
ACCION DE TUTELA
CONTRA SENTENCIAS/SOBERANIA DEL PUEBLO- Autodeterminación
La tesis de la inimpugnabilidad judicial de
las sentencias contrarias a los derechos fundamentales representa el más sutil
traslado de la soberanía del pueblo a los jueces por ella instituídos, que así
quedan libres de toda atadura constitucional para coartar la democracia y los
procesos sociales a través de los cuales germina y se expresa la voluntad
popular. No hay democracia sin autodeterminación del pueblo; ni
autodeterminación del pueblo sin respeto hacia el ejercicio efectivo de los
derechos fundamentales; ni respecto a los derechos fundamentales si su violación
no puede controlarse, verificarse y sancionarse.
JURISDICCION
CONSTITUCIONAL/PREVALENCIA DE LA CONSTITUCION POLITICA
La jurisdicción constitucional y el derecho
fundamental a la integridad y primacía de la Constitución, se orientan a
preservar la división que nunca debe soslayarse, entre poder constituyente y
poderes constituídos. Esta función esencial se cumple por la jurisdicción
constitucional, al impedir que los poderes constituídos (ramas legislativa,
ejecutiva y judicial) se aparten de los mandatos y cauces de actuación
establecidos en la Constitución. La ausencia de control, tesis sostenida por la
Corte Suprema de Justicia en relación con las sentencias, lleva a que se
esfumen los contornos de esta división sobre la cual se asienta la existencia
de la Constitución.
ACCION DE TUTELA CONTRA
SENTENCIAS/FALLO DE TUTELA-Contenido
La acción de tutela puede recaer sobre
sentencias y demás providencias que pongan término a un proceso, proferidas por
los Jueces, Tribunales, Corte Suprema de Justicia y Consejo de Estado, cuando
éstos a través de las mismas vulneren o amenacen por acción u omisión cualquier
derecho constitucional fundamental. En este evento, la actuación del juez de
conocimiento se circunscribe al examen y decisión de la materia constitucional
con prescindencia de todo aquello que no tenga que ver con la vulneración o
amenaza de vulneración del derecho constitucional fundamental. La acción de
tutela no representa frente a los respectivos procesos judiciales, instancia ni
recurso alguno.
SENTENCIA
DE JUNIO 2 DE 1992
REF. :
Expediente T-350
Actor:
JORGE CARO COPETE
Magistrado
Ponente:
Dr.
CIRO ANGARITA BARON
La Sala Séptima de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados JAIME SANIN GREIFFENSTEIN, CIRO
ANGARITA BARON y EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de tutela T-350 adelantado
por el señor JORGE CARO COPETE contra las providencias 007 de julio 25 de 1991
del Juzgado Dieciocho (18) Penal del Circuito de Cali y 059 de agosto 14 de
1991 del Juzgado Veintidós (22) Penal Municipal de Cali.
ANTECEDENTES
1. El señor JORGE CARO COPETE formuló acción
de tutela para reclamar la protección de los derechos fundamentales que, en su
sentir, le fueron conculcados por los señores MIGUEL CAMACHO PEREA, RAFAEL H.
SALAZAR, LUIS ANGEL TOFIÑO y la señora CLEMENTINA BRAVO DE GOMEZ, miembros de
la Academia de Historia del Valle del Cauca, y que no le fueron reconocidos
efectivamente en las decisiones judiciales que acusa.
Manifestó que contra los citados señores
había presentado querella penal por los hechos punibles de injuria y calumnia,
por cuanto en declaraciones a la prensa informaron que había sido expulsado de
la Academia por malos manejos y deslealtad por el hecho de haber trasladado,
por orden de la Alcaldía, los archivos de la institución.
2. La desprotección de los derechos
invocados se concretó, según el peticionario, porque dentro del proceso penal
se dictó auto de cesación de todo procedimiento en favor de los acusados,
haciendo una evaluación de los hechos y de las circunstancias que estima
contrarios a la realidad procesal.
3. El afectado solicitó la nulidad de las
providencias acusadas y en su lugar que se dictara resolución acusatoria contra
los sindicados de los hechos que fueron objeto de querella, en defensa de sus
derechos al buen nombre, a la libertad de expresión, a la honra y a la dignidad.
4. La Sala Penal del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cali en decisión de enero 29 de 1992 negó la tutela por
considerar que la acción es de carácter subsidiario y residual y sólo es
procedente cuando el acusado no dispone de otros medios judiciales para la
protección de sus derechos y tampoco constituye una instancia adicional para
controvertir asuntos definidos por la jurisdicción, respecto de los cuales se
tuvieron todas las oportunidades de defensa.
5. El Tribunal afirmó que el accionante
intervino activamente en el proceso penal, pero dejó agotar el término que
tenía para impugnar la decisión final, lo cual hace también improcedente la
tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, pues
lo que pretende es anular la decisión y continuar un proceso que ya concluyó.
6. La decisión no se impugnó y el
expediente fue remitido a esta Corporación para la eventual revisión de la
decisión judicial.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. La acción de tutela fue consagrada por
el constituyente, como un instrumento para asegurar la vigencia de los derechos
constitucionales fundamentales frente a los agravios que eventualmente pudiesen
inferirles las autoridades públicas o los particulares, en los casos que señale
la ley.
Se buscó, de esta manera, afianzar la
prevalencia de las disposiciones constitucionales que los consagran como una
seguridad adicional al principio de la supremacía de la Constitución nivel de
garantías individuales y en desarrollo del postulado fundamental, conforme al
cual, las autoridades del Estado y los particulares están obligados a vivir
sometidos al imperio de la Constitución.
La acción de tutela fue diseñada como un
instrumento ágil y eficaz para amparar los derechos constitucionales
fundamentales, restableciéndolos cuando fueren violados, impidiendo su
transgresión o interrumpiendo la que ya se hubiere iniciado, mediante una orden
que imparte el juez para que el particular o la autoridad actúe o se abstenga
de hacerlo, según que la lesión del derecho se produzca por la acción o la
omisión de quienes están obligados a respetarlo.
4. El artículo 86 de la Constitución
condiciona la procedencia de la acción de tutela a que "el afectado no
disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable". A su vez, el
artículo 6 del Decreto 2591 de 1991, reglamentario de la acción de tutela,
ratifica su improcedencia cuando existan otros recursos o medios de defensa
judicial; pero el mencionado precepto aclara que " la existencia de dichos
medios será apreciada en concreto, en cuanto a su eficacia, atendiendo las
circunstancias en que se encuentre el solicitante".
El requisito de la disposición de otro
medio judicial no se satisface con su mera consagración legal. No basta para
garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
constitucionales, que es uno de los fines del Estado (CP art 2.), limitarse a
verificar si existe o no un medio judicial consagrado en la ley. La existencia
objetiva de otras acciones, recursos o instrumentos procesales debe además
evaluarse a la luz de su efectividad e idoneidad para proteger los derechos
fundamentales, según las circunstancias concretas del caso y la situación del
solicitante. Si el medio de defensa judicial existe, pero está fuera del
alcance de la persona afectada, por circunstancias de modo, tiempo y lugar, sin
que ello sea el resultado de su conducta negligente, es procedente la
utilización de este mecanismo constitucional de protección de los derechos
fundamentales.
Para determinar si se dispone de "otro
medio de defensa judicial", no debe verificarse únicamente si el
ordenamiento contempla expresamente una posibilidad legal de acción. No se
trata de garantizar simplemente el "derecho de toda persona para
acceder a la administración de justicia" (CP art. 229), sino el
derecho fundamental a la protección inmediata de los derechos fundamentales,
lo cual consulta la Convención Americana de Derechos Humanos, ratificada por
Colombia, que en su artículo 25 ordena la existencia de un recurso sencillo y
rápido ante los jueces para amparar a toda persona contra los actos que violen
sus derechos fundamentales.
Es evidente que si el afectado ha hecho uso
de los medios de defensa ordinarios hasta agotarlos, sin obtener efectiva
protección de sus derechos constitucionales amenazados o vulnerados, a su
término no dispondrá "de otro medio de defensa judicial" y podrá
perseguir esa protección a través de la acción de tutela. En este caso, es
necesario que la protección de los derechos se haya planteado de manera expresa
ante las diferentes instancias judiciales.
5. El examen de cualquier acto
jurisdiccional no debe ignorar que privilegiar el derecho sustancial constituye
el fin principal de la administración de justicia (art. 228 CN).
6. El artículo 86 de la Constitución
Política no exceptúa a ninguna autoridad pública de la posibilidad de que en su
contra se ejerza por parte de un interesado acción de tutela con el fin de
proteger de manera inmediata sus derechos fundamentales.
7. La configuración de la acción de
tutela contra acciones u omisiones de las autoridades que violen o pongan en
peligro derechos fundamentales de los ciudadanos, indica que no existe en Colombia
una presunción de derecho que ampare la constitucionalidad de la actuación de
los poderes públicos.
8. Afirmar que las sentencias ejecutoriadas
son inimpugnables, así ellas puedan violar los derechos fundamentales, sería la
aceptación de que los jueces no están vinculados a la Constitución Política, y
gozan de poderes ilimitados, con capacidad de reformar materialmente la
Constitución.
9. El control integral, general y
específico, de constitucionalidad de las leyes, actos administrativos y sentencias
persigue que ninguna de las tres ramas del poder público pueda modificar la
Constitución.
10. Una sentencia contraria a los derechos
fundamentales que pudiera prevalecer sobre la Constitución no obstante su
incompatibilidad haría que la Constitución dejara de ser norma de normas (CP
art.4) y pauta suprema ordenadora, vinculante tanto para los particulares como
para las autoridades.
11. Si no existe un criterio oficial común
y público sobre la supremacía de la Constitución en relación con cualquier acto
de los poderes constituidos, compartido por las diferentes instancias de
producción y aplicación del derecho, se pone en serio peligro la unidad y
continuidad del mismo orden jurídico y se allana el camino a su disolución.
12. Tratándose de los derechos y de las
garantías de los ciudadanos, la Constitución no sólo ha querido concederles a
las disposiciones que los consagran pleno valor normativo, sino que ha
buscado a través de distintos mecanismos y garantías, otorgarles efectividad.
13. El principio de efectividad de
los derechos y garantías (CP art.2) es consustancial al concepto mismo de estado
social de derecho que se propone como misión de estado y justificación
de la autoridad pública convertir los derechos formales en derechos reales.
14. Una jurisprudencia evolutiva, abierta
al conocimiento de las condiciones sociales, económicas y políticas del país y
consciente de la necesidad de estimular la progresiva y firme instauración de
un orden justo, fundado en el respeto y efectividad de los
derechos y garantías de los ciudadanos, es la única que se concilia con el estado
social de derecho.
15. No es posible que una rama del poder
público - legislativa, ejecutiva o judicial - cumpla idónea y responsablemente
su función si no tiene conciencia de los fines del estado. Ese
desconocimiento convierte las competencias en feudos de poder; el
agenciamiento, puramente instrumental de una tarea estatal, en fin del estado
mismo; las técnicas organizativas de la separación de funciones, de simple
mecanismo de racionalización del manejo de la cosa pública, en pretexto para
fundar dentro del estado "pequeñas repúblicas independientes",
soberanas e imbuidas de sus propios fines.
16. Anteponer un pretendido principio de
jerarquía como muralla al control constitucional del respeto de los derechos
fundamentales por parte de los jueces, equivale a excluir de una esfera
importante de la vida del estado la realización de uno de sus fines más
preciados.
17. La conciencia de los fines del estado
debe forzar a mantener un comportamiento oficial coherente. No se puede
predicar frente a otros respeto a los derechos fundamentales y sancionar sus
violaciones y, simultáneamente, negar ese escrutinio respecto de sus propios
actos. La comunidad perdería toda fe en la Constitución.
18. La inviolabilidad de la Constitución,
comprendiendo cabalmente su cometido, es condición esencial para ordenar la
lucha política dentro de la sociedad, establecer y racionalizar el poder
público y evitar su abuso y preservar los derechos y garantías de sus miembros.
19. La consideración de la persona humana y
de su dignidad es el presupuesto y el elemento central del nuevo estado de
derecho, razón por la cual el sistema constitucional de derechos y garantías -
máxima expresión jurídica de la dignidad de la persona humana - contribuye a
darle contenido, sentido y fin a esta modalidad histórica de estado. Los
derechos y garantías representan el repertorio de valores básicos prohijado por
la Constitución como base del consenso social cuyo acatamiento legitima la
actuación estatal y cuyo incumplimiento franquea el ejercicio del derecho de
resistencia contra el mismo estado y sus agentes.
20. Pretender que las sentencias judiciales
no se sujeten al control constitucional no es solamente librar la vida
comunitaria al arbitrio de los sujetos privados más poderosos, sino renunciar a
la misión que el estado social de derecho reserva a los jueces: ser los
principales defensores y promotores de los derechos de las personas, lo que
equivale a convertirse en los más activos garantes de la convivencia pacífica.
21. La tesis de la inimpugnabilidad
judicial de las sentencias contrarias a los derechos fundamentales, representa
el más sutil traslado de la soberanía del pueblo a los jueces por ella
instituidos, que así quedan libres de toda atadura constitucional para coartar
la democracia y los procesos sociales a través de los cuales germina y se
expresa la voluntad popular.
22. La Jurisdicción Constitucional se
ha establecido por la misma Constitución como función pública asignada a
ciertos órganos dotados de competencias judiciales especiales cuyo cometido
consiste en asegurar la integridad y primacía de la Constitución.
23. La Jurisdicción Constitucional,
y el derecho fundamental a la integridad y primacía de la Constitución, se
orientan a preservar la división, que nunca debe soslayarse, entre poder
constituyente y los poderes constituidos. Esta función esencial se cumple por
la Jurisdicción Constitucional, al impedir que los poderes constituidos
(ramas legislativa, ejecutiva y judicial) se aparten de los mandatos y cauces
de actuación establecidos en la Constitución. La ausencia de control en
relación con las sentencias lleva a que se esfumen los contornos de esta
división sobre la cual se asienta la existencia de la Constitución.
24. La acción de tutela puede recaer sobre
sentencias y demás providencias que pongan término a un proceso, proferidas por
los Jueces, Tribunales, Corte Suprema de Justicia y Consejo de Estado, cuando
éstos a través de las mismas vulneren o amenacen por acción u omisión
cualquier derecho constitucional fundamental.
25. La violación actual o potencial de un
derecho fundamental es primariamente un asunto constitucional cuya
resolución corresponde a la Jurisdicción Constitucional.
26. Los argumentos de diversidad,
especialización, autonomía e independencia de los jueces, desconocen su
importante ubicación en la Jurisdicción Constitucional y la forma
particular de estructuración de esta Jurisdicción en el país, que se sirve,
como se ha visto, del aparato judicial ordinario para el cumplimiento de su
alta misión, lo cual debe llevar a distinguir respecto de cada órgano judicial
los asuntos que se incluyen en la esfera de su respectiva jurisdicción y los
que pertenecen a la esfera de la Jurisdicción Constitucional.
27. El fallo de tutela no expresa la
voluntad del juez que lo emite ni su propósito de dirigir y coordinar la
actuación del juez que profirió la sentencia objeto de la tutela, del mismo modo
como se desata un recurso jerárquico. Por el contrario, este fallo - y lo mismo
puede predicarse del que define su impugnación y el de revisión - se pronuncia
en condiciones de independencia para la realización y garantía del
control objetivo de constitucionalidad.
28. La revisión por parte de la Corte
Constitucional de las sentencias de tutela proferidas por los jueces no va en
detrimento de los principios de independencia y autonomía que guían el
funcionamiento de la administración de justicia. La Constitución señala para la
Jurisdicción Constitucional a la Corte Constitucional como máximo
tribunal en esa materia, al confiarle de manera expresa "la guarda de la
integridad y supremacía de la Constitución" (CP art 241). La circunstancia
de que todos los jueces, independientemente de la jurisdicción a que
pertenezcan, son para efectos de la acción de tutela jueces
constitucionales, torna más necesaria aún la unificación de la
Jurisprudencia Constitucional.
29. Cuando la acción de tutela verse sobre
sentencias, la actuación del juez del conocimiento se circunscribe al examen y
decisión de la materia constitucional con prescindencia de todo aquello que
no tenga que ver con la vulneración o amenaza de vulneración del derecho constitucional
fundamental. La acción de tutela no representa frente a los respectivos
procesos judiciales instancia ni recurso alguno. Cuando la vulneración del
derecho constitucional se estudia con ocasión del trámite de la acción de
tutela, no se avoca el conocimiento y desarrollo de la litis, lo que bajo
ninguna circunstancia es de la incumbencia de la Jurisdicción
Constitucional, sino única y exclusivamente la conducta del juez reflejada
en su providencia y en cuanto ésta haya violado un derecho fundamental o
amenace con hacerlo.
30. En razón del principio pro iustitia la
regulación legal de la cosa juzgada debe en aras de la seguridad jurídica
sacrificar lo menos posible la justicia. El juez como instrumento de la
justicia y de la paz y no solamente de la ley positiva tiene, en la nueva
Constitución, la delicada y excelsa misión de ser con ocasión de cada caso
concreto sometido a su decisión, el artífice de ese orden social justo.
31. Tratándose de sentencias que vulneren
estos derechos, la acción de tutela, es un medio idóneo para depurar el
eventual contenido de injusticia de la sentencia atacada y evita que ésta se
torne inimpugnable e irrevocable no obstante el flagrante desconocimiento del mínimo
de justicia material que debe expresar toda sentencia y que sólo se da
cuando se respetan y se hacen efectivos los derechos fundamentales.
32. La celeridad de la acción de tutela -
diez días para el fallo y veinte para la definición judicial de su impugnación
- no puede suponer dilación en los procesos previamente decididos mediante
sentencia. De todas maneras la presentación de la solicitud de tutela no
suspende la ejecución de la sentencia o providencia que puso fin al proceso.
33. La acción de tutela contra sentencias
no implica reiniciar y asumir el estudio de la litis, sino examinar la
actuación del juez frente al respeto de los derechos constitucionales
fundamentales. Es sólo la conducta del juez la que es objeto de esta acción y
su examen se limita a verificar el obedecimiento o desacato de las normas
constitucionales que consagran los derechos.
34. Los jueces en la nueva Constitución son
los instrumentos de la defensa de los derechos fundamentales y, por tanto, su
conducta de estricto cumplimiento de los mismos debe servir de ejemplo a la
comunidad. Cuando esta conducta se examina no se produce congestión o dilación
en los procesos, sino cumplimiento de la Constitución que exige que la
sentencias en firme y con valor de cosa juzgada sólo sean aquellas proferidas
sin haber violado los derechos fundamentales.
35. El solicitante de tutela, señor JORGE
CARO COPETE ante la probable violación de sus derechos a la honra y al buen
nombre optó por ejercer la acción penal, la cual finalmente acabó siendo
desestimada mediante la declaratoria de cesación de procedimiento proferida por
el Juzgado Veintidós (22) Penal Municipal de Cali. Posteriormente el mismo
peticionario interpuso acción de tutela contra las providencias judiciales
adversas a sus pretensiones, sin interponer los recursos respectivos dentro del
procedimiento penal ordinario, razón por la cual hay lugar a denegar la tutela
solicitada y se procederá por esta Sala de Revisión a confirmar la decisión
proferida por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Cali, en lo que hace a su parte resolutiva.
36. No sobra enfatizar, finalmente, que el
Decreto 2591 de 1991, reglamentario de la acción de tutela, exige que cuando
ésta se instaura contra providencias judiciales que ponen término a un proceso,
la lesión del derecho debe ser consecuencia directa de éstas y deducirse de
manera manifiesta y directa de la parte resolutiva, además de haberse agotado
todos los recursos de la vía judicial, lo cual no se cumple cuando el
interesado deja pasar la oportunidad para controvertir las decisiones que le
son adversas.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda
de Revisión de la Corte Constitucional
R E S U E L V E
PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia del 29 de enero de 1992
proferida por la SALA PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE CALI
en el proceso de tutela de la referencia.
SEGUNDO.- LIBRESE por Secretaría las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los efectos allí
contemplados.
Cópiese, comuníquese, cúmplase, e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Presidente
-Aclaración de Voto-
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Séptima de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los dos (2) días del mes
de junio de mil novecientos noventa y dos (1992)
ACLARACION DE VOTO A LA SENTENCIA No. T-223
ACCION DE TUTELA CONTRA
SENTENCIAS/COSA JUZGADA
(Aclaración de voto)
La Cosa Juzgada expresa la autoridad y la
eficacia de una sentencia judicial, cuando no existen contra ella medios de
impugnación y es atributo propio del fallo que indica que ha adquirido carácter
definitivo y que el derecho que en él se reconoce se ha tornado indiscutible.
La certeza de los derechos y la seguridad
jurídica que se adquiere en virtud de la decisión judicial satisfacen el
interés general cuya prevalencia garantiza el artículo 1o. de la Carta Política
como un principio esencial de nuestro Estado Social de Derecho.
Ni las razones históricas expuestas, ni los
principios supraconstitucionales que informan los efectos de la decisión
judicial, ni los constitucionales que gobiernan el ejercicio de la función,
hacen posible admitir la acción de tutela contra decisiones de los jueces
amparadas por la firmeza de la Cosa Juzgada.
JURISDICCION CONSTITUCIONAL (Aclaración de voto)
Afirmar que para efectos y como
consecuencia de la consagración de la acción de tutela se ha creado una
jurisdicción constitucional con preeminencia sobre la ordinaria es un
despropósito, pues tal jurisdicción vendría a estar conformada exactamente por
los mismos jueces y tribunales en que consiste la ordinaria con la mera adición
de esta Corte y sin que puedan distinguirse sus deberes cuando actúan en una
sede o en otra. Nada garantiza que como jueces de tutela van a acertar y no lo
van a ser como jueces ordinarios, que sería la única consideración que daría fundamento
a una preferencia por la primera máscara de los mismos jueces para que con ella
revisen lo que hicieron cuando usaban la otra.
No, la jurisdicción que está establecida en
nuestro sistema es única y en ella tienen plena vigencia y merecen absoluto
respeto los derechos constitucionales.
Ref.:
Expediente No. T-350
Actor:
JORGE CARO COPETE
Sentencia
No. T-223 de junio 2 de 1992
Por no estar de acuerdo con los raciocinios
expuestos por la mayoría, aunque lo estoy con la resolución que fue la misma
que inicialmente propuse, me permito aclarar la motivación que sostengo y
decir, entonces, que entiendo que no cabe la acción de tutela contra ninguna
providencia judicial -ni siquiera contra aquellas señaladas como pasibles por
el artículo 40 del Decreto 2591 de 1991. Las razones las tomo de la ponencia
que en este mismo asunto sometí a examen de la Sala y que está, por mayoría, no
aceptó, dice así:
2o. Improcedencia de la tutela contra las
providencias judiciales.
2.1. La cosa juzgada.
El artículo 40 del decreto 2591 de 1991
admite la procedencia de la tutela contra las providencias judiciales que
pongan fin al proceso. Entre ellas, desde luego, estaría incluida la impugnada
en esta ocasión en cuanto ordena la cesación de todo procedimiento contra los
sindicados de calumnia e injuria, dado que la ley le otorga la fuerza
vinculante de una sentencia por ser providencia que impide la continuidad del
proceso.
Corresponde dilucidar si dentro del marco
trazado por el Constituyente a la acción de tutela y los principios esenciales
que rigen la función jurisdiccional, es posible la procedencia de la acción de
tutela contra las decisiones judiciales que han hecho tránsito a Cosa Juzgada.
Ahora bien, un análisis retrospectivo para
indagar sobre los antecedentes de la institucionalización de la acción de
tutela en la Carta Política de 1991 permite verificar que en el informe para
primer debate en la plenaria de la Asamblea Constituyente respecto de los
mecanismos de protección de los derechos fundamentales y particularmente al
definir el perfil de esta nueva institución se expresa:
"Con el
criterio de simplificar el artículo en la Comisión se suprimieron ciertos
aspectos. Unos, como la referencia a los derechos colectivos, porque serán
protegidos de manera especial mediante la consagración de las acciones
populares. Otros, porque se consideran que hacen parte de la naturaleza y no
requieren enunciarse expresamente; tal es el caso de la acción frente a
situaciones consumadas o frente a las cuales se haya producido sentencia con
fuerza de cosa juzgada.
"En estos
últimos casos es evidente que ya no cabe la protección inmediata de los
derechos, bien sea porque lo procedente es intentar una acción ordinaria de
reparación, o porque ya hay una decisión definitiva de autoridad sobre la
materia objeto de controversia, y la acción de tutela no tiene -como en
ocasiones si ocurre con el llamado recurso de amparo- el carácter de una
instancia adicional para la controversia de unos derechos que ya han sido
definidos judicialmente. Por ésta razón, consideramos conveniente insistir en
que éste inciso se suprimió simplemente para simplificar el artículo, pero su
precepto es parte consustancial de la figura que se propone y se mantiene
implícitamente en la norma tal como se aprobó la Comisión."
El proyecto de texto propuesto fue votado
con algunas modificaciones, pero en el entendimiento de que era un mecanismo de
protección que se pedía ante los jueces, más no contra las decisiones que éstos
han dictado para decidir definitivamente sobre el asunto litigioso. La
exclusión de las sentencias como actos susceptibles de ser atacados mediante la
acción de tutela en razón a su propia naturaleza, no significa que se haya
presumido de derecho que los fallos judiciales se ajustan a la Constitución y a
la ley o que el juez es infalible para resolver los conflictos sometidos a su
consideración, las cuales serían a estas alturas de la historia pobres teorías
sin apoyo científico ni dogmático que han sido desplazadas por una
consideración objetiva de su caracterización como principio propio y
perteneciente al derecho organizativo del Estado como uno de sus rasgos
naturales, como lo es la cosa juzgada, que entraña que contra ellas existen
específicos y variados medios de control, a fin de que el particular que se
considere afectado en sus derechos pueda obtenerlos, impugnar el fallo que le
es adverso y se corrijan eventuales errores judiciales que infrinjan derechos
fundamentales y en general para verificar su conformidad con la Constitución y
la ley, todo como parte de un prolijo andamiaje de garantías y controles, que
la misma constitución hace imperativos por expreso mandato de su artículo 29.
Para este efecto, por ejemplo, la
legislación prevé medios que permiten solicitar la nulidad del proceso o de una
parte y aún de la decisión cuando quiera que ella atente contra las garantías
del debido proceso, bien sea porque el juez ha actuado sin competencia o
excedido la que le fue otorgada por la ley, no ha observado las formas propias
del juicio, ha vulnerado el derecho de defensa, o en fin, ha lesionado los
derechos fundamentales de las personas que intervienen en el proceso, así como
establece distintos modos y maneras de impugnar las providencias que dictó el
juez, los que deben rituarse dentro del proceso y son parte de él.
De la misma forma se consagra el recurso de
casación contra este tipo de providencias con propósitos que han variado con el
tiempo pero que siempre entrañan un control de legalidad del acto judicial.
Con el mismo propósito, igualmente, ha
consagrado la ley recursos extraordinarios para impugnar decisiones que han
hecho tránsito a Cosa Juzgada formal, para obtener la revisión del proceso
dentro de un lapso que va más allá de lo estrictamente razonable, a fin de
garantizar el mayor grado de justicia y acierto en las decisiones judiciales,
casi siempre por circunstancias sobrevinientes, desconocidas al momento de
fallar o cuyos efectos no pudieron impedirse.
La función jurisdiccional o función de administrar
justicia que corresponde al Estado se manifiesta a través de la sentencia o de
las providencias que ponen fin al proceso, a las cuales la ley les confiere la
misma fuerza vinculante, por ser el instrumento mediante el cual se concreta la
aplicación del derecho y se decide definitivamente con fuerza de verdad legal
sobre el caso controvertido, con el efecto de que el asunto no puede debatirse
dentro de ningún otro proceso.
A la decisión judicial que define el
conflicto se le reconoce por la doctrina fuerza de Cosa Juzgada o fuerza de
verdad legal, por considerarse que sus efectos determinantes son paralelos a
los de la ley, dentro del ámbito individualizado del asunto litigioso resuelto.
Las características de inmutabilidad e
indiscutibilidad que se les reconoce universalmente a las decisiones
jurisdiccionales desde el Derecho Romano, origen de nuestras instituciones, es
cualidad consustancial de las sentencias que trasciende el campo de lo
estrictamente doctrinario o procesal, en la medida en que ellas imprimen
certeza y estabilidad a las relaciones jurídicas y generan certidumbre respecto
a los derechos individuales permitiendo la convivencia pacífica. Esta
autoridad de las decisiones judiciales es un concepto metapositivo que debe
entenderse incluido en el texto de la Carta como carácter intrínseco,
connatural y esencial de las decisiones que son expresión de la potestad de
administrar justicia y por tener tan honda significación en la vida de las
sociedades políticamente organizadas, es que se obliga a respetar lo decidido
por el juez que discierne justicia a nombre del Estado.
La Cosa Juzgada expresa la autoridad y la
eficacia de una sentencia judicial, cuando no existen contra ella medios de
impugnación y es atributo propio del fallo que indica que ha adquirido carácter
definitivo y que el derecho que en él se reconoce se ha tornado indiscutible.
La certeza de los derechos y la seguridad
jurídica que se adquiere en virtud de la decisión judicial satisfacen el
interés general cuya prevalencia garantiza el artículo 1o. de la Carta Política
como un principio esencial de nuestro Estado Social de Derecho.
Couture dice: "Donde hay Cosa Juzgada
hay jurisdicción y donde no hay Cosa Juzgada no existe función
jurisdiccional" del tal manera que negar el principio equivale a negar la
función misma, cuya finalidad primordial radica en la seguridad y efectividad
que imprime a los derechos, garantizando la continuidad del orden jurídico y,
por tanto, su vigencia no puede quedar subordinada a la protección del interés
individual que se discute en la acción de tutela.
La interpretación histórica del artículo 86
de la Constitución es auxiliar importante para definir el alcance de la acción
de tutela, en la medida en que refleja el carácter esencial de la función judicial
y armoniza con lo dispuesto en los artículos superiores 228 y 230 que
consagran principios fundamentales ineludibles, conforme a los cuales debe
realizarse la función de administrar justicia.
Los postulados contenidos en los artículos
citados señalan:
"La
administración de justicia es función pública. Sus decisiones son
independientes."
"Los jueces en
sus providencias solo están sometidos al imperio de la ley."
Frente a estos principios de observancia
inexcusable no puede entenderse cómo podría conciliarse la procedencia de la
acción de tutela contra las providencias judiciales con las garantías de
independencia y autonomía conferidas a los jueces en las normas citadas, para
proferir sus decisiones. Si lo que se persigue con la acción de tutela es que
un juez imparta orden para que el funcionario que viole o amenace violar el
derecho fundamental actúe o se abstenga de hacerlo, el destinatario de esa
orden no puede ser un juez de la República porque la Constitución garantiza que
el funcionario judicial para dictar sus providencias sólo está sometido al
imperio de la ley.
Conviene indicar que la autonomía e
independencia del juez para adoptar sus decisiones es un principio secular
democrático, que si bien no estaba reconocido expresamente en la Constitución
de 1886, era ya acatado por el legislador como garantía esencial del
juzgamiento, al punto que las normas sobre competencia funcional, en perfecta
armonía con ese postulado, no prescriben que el superior jerárquico pueda, como
sucedía en regímenes antiguos ya superados, dar órdenes a su inferior sobre
cómo debe resolver el asunto sub-judice, cuando no comparta los fundamentos del
fallo y la decisión. Ante esa hipótesis lo que le corresponde es revocarla y
dictar la sentencia que habrá de reemplazar la providencia proferida por el
a-quo, mas no imponerle su criterio personal sobre el caso controvertido.
Ni las razones históricas expuestas, ni los
principios supraconstitucionales que informan los efectos de la decisión
judicial, ni los constitucionales que gobiernan el ejercicio de la función,
hacen posible admitir la acción de tutela contra decisiones de los jueces
amparadas por la firmeza de la Cosa Juzgada.
Un control constitucional adicional de las
sentencias en el supuesto de considerarse necesario, requeriría de una acción
especial diseñada dentro del marco racional de la Ley Suprema del Estado y nó
haciendo extensiva una acción que por su naturaleza no fue ideada contra
decisiones judiciales y por ello contrasta con los principios señalados,
poniendo en peligro la estabilidad de las relaciones jurídicas, al permitir que
conflictos definidos en otra instancia procesal, donde ha existido la
posibilidad de controversia probatoria y de impugnar las decisiones de fondo,
dictadas en el curso del proceso puedan someterse a un trámite preferente y
sumario, donde no existe debate probatorio alguno y la controversia debe
decidirse en un término improrrogable de 10 días; sin que ello garantice que en
esas condiciones la decisión que pueda adoptarse, quede librada de todo margen
de error o de injusticia, que pudiese al menos justificar el desconocimiento de
los principios fundamentales en aras del interés individual.
2.2. La jurisdicción constitucional.
Afirmar que para efectos y como consecuencia
de la consagración de la acción de tutela se ha creado una jurisdicción
constitucional con preeminencia sobre la ordinaria es un despropósito, pues tal
jurisdicción vendría a estar conformada exactamente por los mismos jueces y
tribunales en que consiste la ordinaria con la mera adición de esta Corte y sin
que puedan distinguirse sus deberes cuando actúan en una sede o en otra.
En efecto, cuando los jueces y tribunales
ordinarios despachan los asuntos que la ley les confía con base en la Constitución,
lo hacen con sujeción solamente a la ley, que es un concepto claramente
extensivo en este caso y entonces comprende también, y en primer lugar, a la
Carta Política: igual harían en sede de tutela en la que se busca la
efectividad de los derechos constitucionales fundamentales tanto como en
aquella, por donde viene a verse que la distinción no tiene origen ni contornos
respetables.
En ambos casos y por los mismos
funcionarios el derecho aplicable es el mismo y los deberes y fidelidades son
iguales, de manera que se trataría de imponer distinciones basadas solamente en
rótulos y según se produzca el cambio de careta en forma ilógica y antitécnica.
Finalmente, nada garantiza que como jueces
de tutela van a acertar y no lo van a ser como jueces ordinarios, que sería la
única consideración que daría fundamento a una preferencia por la primera
máscara de los mismos jueces para que con ella revisen lo que hicieron cuando
usaban la otra.
No, la jurisdicción que está establecida en
nuestro sistema es única y en ella tienen plena vigencia y merecen absoluto
respeto los derechos constitucionales.
2.3. La subsidiariedad.
Como es bien sabido, la acción de tutela no
procede cuando exista otro medio de defensa judicial del derecho transgredido o
amenazado, "salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para
evitar un perjuicio irremediable".
Obsérvese, entonces, que no puede haber
concurrencia o concierto de medios judiciales, pues siempre prevalece -con la
excepción dicha- la acción ordinaria; de ahí que pueda afirmarse que la acción
de tutela no es un medio tampoco alternativo ni menos adicional o
complementario y que no pueda pensarse que ella sea el último remedio, pues su
carácter es el de único medio de protección que al ofendido brinde el ordenamiento
positivo.
Ahora bien, es fácil comprender que si
prevalece la acción ordinaria y no procede la de tutela, la preferencia de la
Constitución por este remedio es clara y que no se entendería que después de
manifestar esa preeminencia y remitir el asunto a esa vía, venga luego a
someter el resultado de su ejercicio, trámite y decisión al sistema que desde
el principio desechó.
Inclusive cuando por la circunstancia
especial anotada procede la acción de tutela, así acontece para que tenga
efectos efímeros, esto es, hasta cuando la ordinaria defina, por preferencia
del mismo constituyente, el punto.
Además, al hecho de que el mecanismo
transitorio procede solamente y como excepción en el caso que se dejó
transcrito, hay que darle todo su significado y cabal sentido en cuanto a que
la Constitución no tolera la acción de tutela ni siquiera ante la mera
expectativa o pertinencia de un fallo ordinario.
2.4 La supremacía constitucional.
Aunque en lo que antecede ya se ha tocado
el punto por distintos motivos y varios propósitos, vale la pena insistir en
que la Constitución no pierde su primer lugar y que en ningún caso pueden los
jueces desconocerla o violarla y menos en puntos tan vitales para la comunidad
y cada uno de sus componentes como son los derechos fundamentales que ella
reconoce; lo que no parece ni dogmáticamente posible ni políticamente
aconsejable es que se sacrifique la administración de justicia, se le entrabe y
enrede, se le desacelere y complique en aras del interés individual del tutelante
en lugar de asegurársele una acción dinámica, célere, sin intromisiones
indebidas como lo requiere y exige el interés general y lo desea la propia
Carta Política.
Salta a la vista que la jurisdicción es uno
de los medios más importantes que ha creado la civilización y que tiene el
Estado precisamente para "garantizar la efectividad de los principios,
derechos y deberes consagrados en la Constitución" y para proteger sus
habitantes "en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y
libertades" (art. 2o., C.N.) de manera que se conjugan y equilibran los
valores bajo la guía del interés general en la debida, pronta y eficaz
prestación del servicio público.
3o. Razones específicas de improcedencia de
la tutela contra providencias de la naturaleza de la impugnada.
En atención a que la providencia que
cuestiona el actor tiene el carácter de una decisión absolutoria para los
procesados y a las implicaciones que tendría su revisión respecto de las
garantías de juzgamiento consagradas en el artículo 29 de la Constitución, se
advierte una razón adicional para reafirmar la improcedencia de la acción de
tutela en este caso.
Como ya se dijo, el auto interlocutorio
acusado declara que la acción penal iniciada no puede proseguirse "por
cuanto los hechos punibles denunciados, no han existido". En estos
términos se puso fin al proceso iniciado por querella de parte y se ordenó el
archivo definitivo del expediente.
En la forma indicada se resolvió la
situación procesal de las personas involucradas por el doctor Caro, mediante
providencia que tiene la fuerza vinculante de una sentencia y por tanto
autoridad de Cosa Juzgada, la cual no puede anularse, porque tal decisión
desconocería la garantía procesal fundamental de que goza la persona que ha
sido juzgada penalmente, a no serlo de nuevo por los mismos hechos y que pone
de presente el arraigo constitucional de los efectos de Cosa Juzgada.
La existencia de la garantía mencionada
genera un obstáculo insalvable de rango constitucional, para que en virtud de
la acción de tutela pueda la Sala revisar el juzgamiento de la conducta de los
Miembros de la Academia de Historia del Valle, acusados dentro del proceso
penal, por cuanto para dar curso a la petición sería indispensable examinar
previamente la decisión judicial absolutoria impartida en su favor, a fin de
verificar si la conducta en que incurrieron es lesiva de los derechos
fundamentales del doctor Caro y ello necesariamente implicaría un doble
juzgamiento de la misma conducta, el cual se realizaría en una instancia
judicial distinta al proceso penal, pues la acción de tutela no es una tercera
instancia de los procesos ordinarios, sino un acción independiente con trámite
especial y sumario.
Es cierto que mediante esta acción de
tutela se pretende que el juez ordene anular la providencia que puso fin al
proceso y como consecuencia de la dinámica de los procedimientos éste debería
reanudar su trámite. No obstante, ese mandato no podría darse, sin antes
estudiar en sede de tutela su procedencia conforme a los hechos y probanzas,
para lo cual resulta indispensable desconocer el juzgamiento que ya realizó,
sobre los mismos hechos, el juez por la vía ordinaria, con lo que, además, se
violaría también la prohibición de controvertir las pruebas de que resultan
tales hechos.
El derecho a no ser juzgado dos veces por
la misma conducta es como se dijo un derecho fundamental de aplicación
inmediata, al tenor de lo dispuesto en los artículos 29 y 85 de la Carta
Política y a esa garantía no han renunciado quienes fueron acusados por el
doctor Caro dentro de la querella penal instaurada. Por consiguiente,
corresponde a la Corte asegurar la eficacia del fallo absolutorio en guarda del
principio non bis in idem y no propiciar el desconocimiento del juzgamiento que
ampara a las personas absueltas.
Fecha ut supra.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Magistrado |
35 | T-224-92
Sentencia No
Sentencia No. T-224/92
LIBERTAD DE CIRCULACION/DERECHOS
FUNDAMENTALES
El derecho a la circulación es un derecho
fundamental del individuo que atañe directamente a su propio desarrollo
material e intelectual, consiste en la posibilidad de desplazarse libremente de
un lugar a otro. Es por ello que el juez en un proceso de alimentos, no puede,
por su propia voluntad, imponer limitación a este derecho de circulación, más
aún cuando, la medida no era la única posible, y existían alternativas viables
para no tener que llegar hasta el extremo de hacer nugatorio este derecho.
DERECHO AL TRABAJO/LIBERTAD DE
TRABAJO
La libertad de trabajo, entendida esta como
la facultad que tiene toda persona de escoger profesión u oficio y de
asegurarse la subsistencia para sí mismo y para su familia, mediante el
ejercicio de cualquier actividad productiva que no sea contraria a la ley, a la
moralidad, a la salubridad o al orden público. Por lo tanto, esa libertad
implica también la facultad de escoger el lugar donde se quiere trabajar.
ACCION DE
TUTELA CONTRA AUTO INTERLOCUTORIO/ACCION DE TUTELA CONTRA AUTOS
El contenido y alcance de un auto
interlocutorio pueden ser tales que vulneren o pongan en peligro derechos
fundamentales de las partes. A través de los recursos procesales previstos en
el ordenamiento, la parte agraviada debe ventilar la correspondiente violación
del derecho constitucional; de persistir la lesión, no obstante la
interposición de los recursos, la decisión judicial correspondiente puede ser
materia de la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la Constitución
Política.Es evidente que la omisión del recurso a través del cual cabía
solicitar el acatamiento de la Constitución, impide que la presunta víctima de
la vulneración de un derecho fundamental pueda plantearlo mediante la acción de
tutela.
SENTENCIA DE JUNIO 17 DE 1992
REF:
EXPEDIENTE T-744
PROCEDENCIA:
TRIBUNAL SUPERIOR DE BOGOTA- SALA DE
FAMILIA-
PETICIONARIO:
JESUS MARIA JIMENEZ
RODRIGUEZ
MAGISTRADO
PONENTE: CIRO ANGARITA
BARON
La Sala Séptima de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los Magistrados Jaime Sanín Greiffenstein, Ciro
Angarita Barón y Eduardo Cifuentes Muñoz ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
La siguiente
SENTENCIA
En el proceso de acción de tutela promovido
por Jesús María Jiménez Rodríguez contra providencias del Juzgado Noveno de
Familia de Bogotá, y resuelto en primera instancia por la Sala de Familia del
Tribunal Superior de Bogotá.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Nacional y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela del año en curso.
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el expediente el 10 de Marzo
del presente año.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entrará a dictar
sentencia de revisión
A . Acción
El señor Jiménez Rodríguez actúa como
demandado en un proceso de alimentos instaurado por su ex-cónyuge, en
representación de sus comunes hijos menores. El Juzgado Noveno de la
Jurisdicción de Familia ordenó, entre otras medidas precautelativas, que el
demandado no pudiera salir del país, para lo cual ofició al DAS. También
embargó unos bienes de su propiedad.
El demandado interpone la tutela porque
considera que se vulneran varios de sus derechos fundamentales.
B. Hechos
En primer lugar, desde hace 25 años vive y
trabaja en Estados Unidos, lo cual le permite garantizar, como lo ha hecho
durante todos estos años, el cumplimiento de las obligaciones alimentarias; no
tiene ninguna expectativa laboral en Colombia, razón por la cual considera que
la decisión es contraproducente para sus mismos hijos.
En segundo lugar, tiene la calidad de
residente en Estados Unidos, la cual se pierde después de salir de ese país por
más de un año, plazo que está a punto de cumplirse.
En tercer lugar, ha ofrecido un automóvil y
un inmueble como bienes susceptibles de ser embargados, pero la juez de familia
no los quiso aceptar, por cuanto no garantizan la disponibilidad de dinero en
caso de incumplimiento de las mesadas alimentarias. Todo ello lo lleva a
concluír que se ha vulnerado su derecho al trabajo y su derecho a la
circulación.
C. Decisión a revisar
La Sala de Familia que conoció de la
tutela, denegó la solicitud con base en consideraciones que se pueden resumir
así:
- La acción de tutela, que busca garantizar
ágilmente los derechos fundamentales de la constitución, tiene como requisito
de procedibilidad que el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial, salvo que se utilice como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable. Es un recurso excepcional y no paralelo.
- El solicitante ha dispuesto de los
recursos ordinarios dentro del proceso de alimentos para obtener la
modificación de la decisión que le impide salir del país. Los bienes ofrecidos
en garantía no permiten tener una disponibilidad mensual de dinero mientras
termina el juicio.
- En esas condiciones, dejarlo salir del
país vulneraría los derechos fundamentales de los niños, consagrados en el
artículo 44, último inciso de la Constitución Nacional.
- "El hecho que el solicitante sólo
tenga sus expectativas laborales en otro país, no significa que no pueda
trabajar en Colombia"
- No se trata tampoco de un perjuicio
irremediable que haga prosperar la tutela como mecanismo transitorio, pues si
cumple con los deberes legales y alimentarios las cosas pueden volver a su
estado anterior, al igual que si es absuelto en el proceso.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
A. Los derechos vulnerados
Con el auto interlocutorio proferido por la
Juez Noveno de Familia en el cual se prohibe la salida del país del
peticionario se vulneran de manera flagrante derechos fundamentales del
peticionario. Por eso, no obstante algunos vacíos procesales imputables al
peticionario, ésta Sala tomará medidas modificatorias tendientes a garantizar
los derechos fundamentales de todas las partes involucradas.
Se reconoce que la juez procedió en defensa
de los derechos del niño consagrados en el artículo 44 de la constitución, y de
la loable intención de garantizar su prevalencia. Con todo, es claro que al
proceder así, escogió instrumentos que vulneran otros derechos. Se impone un
excesivo sacrificio para una de las partes, cuando ha debido buscarse una
coexistencia de los derechos fundamentales de todas las partes en conflicto.
Las vulneraciones a derechos fundamentales
que emanan del referido auto son de tal naturaleza que llevan a la sala a
ocuparse de ellas, pese a que el peticionario omitió interponer los recursos de
ley. En el entendido de que es la vía justa para aplicar el principio supremo
de la justicia firmemente construída en la prevalencia del derecho sustancial,
como expresamente lo consagra el artículo 228 de la Carta.
B. La circulación, un derecho fundamental
Es el primer derecho que se vulnera con el
contenido del auto interlocutorio que aquí ocupa a la sala. Está establecido en
el artículo 23 de la Carta en los siguientes términos:
"todo
colombiano, con las limitaciones que establezca la ley, tiene derecho a
circular libremente por el territorio nacional, a entrar y salir de él y a
permanecer y residenciarse en Colombia"
En últimas, consiste en la posibilidad de
desplazarse libremente de un lugar a otro, de " ir y venir", como
dice Colliard. Es un derecho fundamental del individuo que atañe directamente a
su propio desarrollo material e intelectual, el cual está expresamente
consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos
"toda persona
tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio
de un Estado" (Art. 13)
Y en el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos:
"Toda persona
tendrá derecho a salir libremente de cualquier país, incluso del propio"
Si bien la misma Constitución admite
limitaciones de la ley, también es cierto que el juez, en un proceso de
alimentos, no puede, por su propia voluntad, imponer esa limitación, mas aún
cuando, como en este caso, es claro que la medida no era la única posible y que
existían alternativas viables para no tener que llegar hasta el extremo de
hacer nugatorio este derecho.
C. El derecho al trabajo
El trabajo, no sólo como derecho sino como
valor fundamental del Estado colombiano (Art. 1 C.N), se vulnera de forma
flagrante con el contenido del auto interlocutorio.
Para ser más precisos, no se está
vulnerando el DERECHO AL TRABAJO, propiamente dicho, sino más bien LA LIBERTAD
DE TRABAJO, entendida esta como la facultad que tiene toda persona de escoger
profesión u oficio y de asegurarse la subsistencia para sí mismo y para su
familia, mediante el ejercicio de cualquier actividad productiva que no sea
contraria a la ley, a la moralidad, a la salubridad o al orden público. En
conexión con lo dicho en el considerando anterior, ha de entenderse que esa
libertad implica también la facultad de escoger el lugar donde se quiere
trabajar.
Por ello, esta Sala rechaza la afirmación
de la Sala de Familia que conoció de la tutela, según la cual:
"en torno al
derecho fundamental del trabajo, no se encuentra como el Juzgado está
impidiéndoselo; el hecho que el solicitante solo tenga sus expectativas
laborales en otro país, no significa que no pueda trabajar en Colombia"
Muy por el contrario, si el solicitante ha
vivido casi un cuarto de siglo fuera del país y es en el extranjero donde puede
ejercer mejor la libertad y el derecho al trabajo, se vulnera su derecho
fundamental constitucional, obligándolo a permanece en un país en el que no
tiene esas posibilidades.
La Sala del Tribunal Superior ignora la
realidad social del país, al mantener la decisión de impedir la salida al
extranjero del peticionario arguyendo que él "puede trabajar en
Colombia". Las tasas de desempleo y la difícil situación económica hacen
que esa afirmación carezca de sustento en la realidad. Más aún, si el
peticionario tiene todos sus vínculos laborales en los Estados Unidos, quizá su
permanencia allá sea la mejor garantía del cumplimiento de la obligación
alimentaria y de la consiguiente efectividad de los derechos fundamentales de
sus hijos menores.
D. Conclusión
Como se ha visto claramente en este caso,
el contenido y alcance de un auto interlocutorio pueden ser tales que vulneren
o pongan en peligro derechos fundamentales de las partes. A través de los
recursos procesales previstos en el ordenamiento, la parte agraviada debe
ventilar la correspondiente violación del derecho constitucional; de persistir
la lesión, no obstante la interposición de los recursos, la decisión judicial
correspondiente puede ser materia de la acción de tutela consagrada en el
artículo 86 de la Constitución Política.Es evidente que la omisión del
recurso a través del cual cabía solicitar el acatamiento de la Constitución,
impide que la presunta víctima de la vulneración de un derecho fundamental
pueda plantearlo mediante la acción de tutela.
No obstante lo anterior, dado que los
hechos ponen de presente una manifiesta y palmaria violación de los derechos
fundamentales del petente, corresponde a esta Corte, en su función de velar por
la preservación de la primacía e integridad de la Constitución, advertir a la
Juez Novena de Familia de Santafé de Bogotá sobre dicha violación con el objeto
de que en la primera oportunidad procesal respectiva proceda a corregir la
actuación cuestionada.
De acuerdo con lo expuesto se procederá a
modificar el fallo de tutela del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá - Sala de Familia- en el sentido de ordenarle a la Juez Novena de
Familia de Santafé de Bogotá celebrar una audiencia especial con el objeto de
examinar la situación planteada y tomar por su parte la decisión que de
conformidad con la Constitución y la ley, asegure el respeto a los derechos
fundamentales de las partes.
En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima
de Revisión de la Corte Constitucional.
RESUELVE
PRIMERO : MODIFICAR la decisión de tutela proferida por la Sala
de Familia del Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, con fecha doce (12) de
Febrero de 1992, en el sentido de ORDENAR al Juzgado Noveno de Familia
que en el término de diez (10) días hábiles, contados a partir de la
notificación de ésta providencia, CELEBRE una audiencia con
participación de las partes involucradas, con el fin de garantizar el respeto a
sus derechos fundamentales, teniendo en cuenta las consideraciones de esta
providencia.
SEGUNDO: ORDENAR que por Secretaría se comunique esta
providencia al Juzgado Noveno de Familia de Bogotá, en la forma y para los
efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Presidente
-Salvamento de Voto-
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
Sentencia aprobada por acta No 3 de la Sala
de Revisión Séptima, en Santafé de Bogotá, a los diecisiete (17) días del mes
de junio de mil novecientos noventa y dos (1992)
SALVAMENTO DE VOTO Sentencia No. T-224
ACCION DE
TUTELA CONTRA AUTO INTERLOCUTORIO/ACCION DE TUTELA CONTRA AUTOS
( Salvamento de
voto)
No podrá esta Corte entrar en
consideraciones como las hechas en la sentencia que se revisa porque no tiene
competencia para conocer del asunto, dado que, sin analizar si las decisiones
judiciales pueden o no atacarse en tutela, lo cierto es que, para este concreto
caso, basta decir que el artículo 40 del Decreto 2591 de 1991 no permite la
procedencia de la acción sino contra sentencias y otras providencias que pongan
fin al proceso, que es precisamente lo que no ocurre aquí. pues los proveídos
atacados son interlocutorios dentro de etapas del juicio que ha de seguir y que
aquí no termina.
Ref.
Exp. T-744
Actor:
Jesús María Jiménez Rodríguez
Con todo comedimiento me permito salvar el
voto de la sentencia No. 224 de 2 de junio del año que corre, que decidió la
acción de tutela No. T-744, intentada por el señor Jesús María Jiménez
Rodríguez, por la razón que aparece en seguida en la forma como me permití
presentar la ponencia inicial que fue improbada por mayoría; decía así:
"Ahora bien, no podrá esta Corte
entrar en consideraciones como las hechas en la sentencia que se revisa porque
no tiene competencia para conocer del asunto, dado que, sin analizar si las
decisiones judiciales pueden o no atacarse en tutela, lo cierto es que, para
este concreto caso, basta decir que el artículo 40 del Decreto 2691 de 1991 no
permite la procedencia de la acción sino contra sentencias y otras providencias
que pongan fin al proceso, que es precisamente lo que no ocurre aquí, pues los
proveídos atacados son interlocutorios dentro de etapas del juicio que ha de
seguir y que aquí no termina. La acción no puede prosperar y así se resolvió en
instancia".
De otra parte, vale señalar que el punto
que en el anterior párrafo se deja en suspenso, esto es, si procede o no la
acción de tutela contra sentencias y otras providencias que le pongan fin al
proceso, conforme a voces del artículo 40 del Decreto 2591 de 1991, se resuelve
en mi opinión en sentido negativo, según he tenido oportunidad de explicarlo in
extenso en otro salvamento de voto dentro de la acción de tutela instaurada por
el señor Jorge Caro Copete, T-350, que se falló en sentencia adoptada por
mayoría y que está fecha el 2 del presente mes.
Fecha ut supra.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Magistrado |
36 | T-225-92
Sentencia No
Sentencia No. T-225 a 400/92
_
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/ACTO GENERAL
El acto regla o general no crea situaciones
jurídicas subjetivas y concretas y, por lo mismo, tampoco puede lesionar por sí
solo derechos de esta índole, que es lo que la Constitución y la ley requieren
para que la acción de tutela sea viable, por cuya virtud, en consecuencia, ésta
no procede.
ACCION DE TUTELA-Procedencia/ACTO PARTICULAR/DERECHO
SUBJETIVO
En el acto administrativo, aunque en forma
amplia pero no abstracta, se regulan situaciones jurídicas particulares y
concretas de sujetos que, si bien no son mencionados por sus nombres, tienen
una identidad específica y definida, no impersonal; la determinación en
concreto de los sujetos comprendidos en el acto no se hace a partir de
caracterizaciones genéricas sino por aplicación directa de su entidad
particular; es igual jurídicamente a que en el acto mismo se les hubiese
identificado uno por uno como personas a quienes se les cancela el permiso,
para efectos de esta acción de tutela, ya que hay una regulación de situaciones
concretas y particulares. Por este aspecto procede la acción de tutela.
ACCION DE TUTELA TRANSITORIA/PERJUICIO
IRREMEDIABLE
En el caso de autos es patente que el
perjuicio que surgiría de la inactividad de los accionantes, si se concluye que
es contraria a sus derechos fundamentales, no se ha consumado y es todavía
parcial, pero en lo transcurrido es ya irremediable, pues sólo admitiría, en
tal supuesto, la indemnización y no su restitución hacia el pasado. La acción
de tutela debe, pues, acogerse como mecanismo transitorio.
ACCION DE TUTELA-Trámite preferencial/PREVALENCIA DEL
DERECHO SUSTANCIAL/CARGA DE LA PRUEBA
Debe darse prelación al derecho sustancial
por encima de las formas y esto es especialmente cierto en este tipo de casos
en que el procedimiento es preferente y sumario; además, no se trata de un
juicio ordinario en el que la presencia por prueba específica de los
presupuestos procesales sea exigible ni de un proceso empastado en los viejos
moldes; ante la afirmación del actor, la administración municipal debió
demostrar que el petente no era de aquellos que perdían su permiso, lo que
ciertamente estaba dentro de sus claras posibilidades y es lo que aconseja la
técnica procesal en este tipo de acciones.
ACCION DE TUTELA-Naturaleza
La acción de tutela no es una acción de
legalidad integral, ésta mira exclusivamente si el acto amenaza o viola un
derecho constitucional fundamental y a eso se reduce su alcance, de manera que
confronta el acto de la autoridad pública tal como se le presenta con la
Constitución en su texto dogmático.
DERECHO AL ESPACIO PUBLICO/DERECHO AL TRABAJO-Coexistencia/VENDEDOR AMBULANTE
Del libre ejercicio del derecho fundamental
al trabajo depende la subsistencia de las familias de los vendedores
ambulantes. Sin embargo, su ocupación del espacio público no está legitimada
por la Constitución. cuando una autoridad local se proponga recuperar el
espacio público ocupado por vendedores ambulantes titulares de licencias o
autorizaciones concedidas por el propio Estado, deberá diseñar y ejecutar un
adecuado y razonable plan de reubicación de dichos vendedores de manera que se
concilien en la práctica los intereses en pugna.
SALA DE DECISION
Santafé de Bogotá, D.C., diez y siete (17)
de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala Séptima de Revisión de Tutelas de
la Corte Constitucional decide mediante esta sentencia las demandas de tutela
siguientes, que fueron debidamente acumuladas, a saber:
T-670(1) Gabriela Hernández
T-670(2) Henry Tavera Ruíz
T-670(3) Rosa Evelia Ruíz
T-670(4) José Inocencio Carretero
S.
T-670(5) Luz Stella Peñuela
T-670(6) Leonardo Vega
T-670(7) Carlos Alberto Daza
T-670(8) Uberley Bocanegra López
T-670(9) Abelardo Duarte
T-670(10) Blanca Orfilia Prieto
Leyton
T-670(11) José Gómez
T-670(12) Alvaro Angel Cuartas
T-670(13) Guillermo Peñaloza Marín
T-670(14) Edgar Ospina Hurtado
T-670(15) Orlando Peña
T-670(16) Rubiela Rodríguez
T-670(17) Lus Stella Gutiérrez
T-670(18) Elcira Reyes
T-670(19) Jaime Meneses
T-670(20) Eberto Castro
T-670(21) Jorge Barbosa Rojas
T-670(22) Luis Humberto Rodríguez
T-670(23) José Antonio Cortés
T-670(24) Alvaro Bernal Perdomo
T-670(25) Alfonso Sunce Vargas
T-670(26) Jorge Luis Arcila González
T-670(27) Alba Luz Ospina
T-670(28) Blanca Lilia Pelaez Ramírez
T-670(29) Fabiola Suárez
T-670(30) Luz Stella Rodríguez
T-670(31) Eulalia Monroy
T-670(32) Ramiro García H.
T-670(33) Evaristo Alba
T-670(34) Cecilia Largo Chiquito
T-670(35) Miltón Hernández Acosta
T-670(36) Jorge Arbey Murillo
T-670(37) Israel Gómez Lugo
T-670(38) Hernando Barbosa Rojas
T-670(39) José Reinel Hernández
T-670(40) Segundo Rafael Amaya
T-670(41) Blanca Irma Casas
T-670(42) Norberto Avila Aranguren
T-670(43) Felix Antonio González
T-670(44) Carmen Rosa González
T-670(45) José Ricardo Rocora
T-670(46) Carlos Eduardo Mosquera
T-670(47) Carlos Uribe Vargas
T-670(48) Humberto García Tangarife
T-670(49) Anibal Ascencio Sogamoso
T-670(50) Luis Leonery Grisalez
T-670(51) Pedro Varón
T-670(52) Giomar Jiménez Segura
T-670(53) Roberto Antonio Capera
T-670(54) Jairo E. Ortíz
T-670(55) Blanca Lilia Villanueva
T-670(56) Edgar Alfonso Triana
Ferreira
T-670(57) Luis Alfonso Torres
T-670(58) Alvaro Aguirre Moreno
T-670(59) Rosa Elina Bonilla
T-670(60) Jaime González González
T-670(61) Amparo Grisales
T-670(62) José Javier Hernández
T-670(63) Bertulfo Calderon
T-670(64) Heriberto García
T-670(65) Luz Myriam Rodríguez Arenas
T-670(66) Miguel Angel Rada Osorio
T-670(67) José Hermes Ortíz Guerrero
T-670(68) Carlos Eduardo Cubillos
T-670(69) Jazmín Tovar
T-670(70) Ever Fernando Cárdenas
Jiménez
T-670(71) José Abundio Fierro
Hernández
T-670(72) José Julian Quimbayo
T-670(73) Iván Logreira Rodríguez
T-670(74) Mery de Silva
T-670(75) Gustavo Bravo
T-670(76) Luis Enrique Sierra
T-670(77) Hernando Zoza
T-670(78) José Alvaro Callejas
T-670(79) Rubiela Rodríguez
T-670(80) Juán Evangelista Gómez
T-670(81) Luz Marina Monroy
T-670(82) Luisa Fernanda González
T-670(83) Arley Agudelo Patiño
T-670(84) Rosalba Montoya Bermudez
T-670(85) José Milciades Bermudez
T-670(86) José Anibal Cifuentes
T-670(87) Edgar Quiceno Hernández
T-670(88) Jairo Murillo Camacho
T-670(89) René Franco Mora
T-670(90) María de Jesús Lozano
T-670(91) Humberto Peñuela Gúzman
T-670(92) Alvaro Castro Valero
T-670(93) Margoth Gúzman
T-670(94) Pedro Luis Viro Cortés
T-670(95) Carlos Eduardo Bustos
T-670(96) Alirio Zúñiga
T-670(97) José Antonio Bohorquez
T-670(98) María Cielo Lozano Cabezas
T-670(99) Rodrígo Alejandro Díaz
T-670(100) María del Carmen Vargas
T-670(101) Florentino Chávez López
T-670(102) Nelson Escárraga Rondón
T-670(103) Edilberto Urueña
T-670(104) Wilson Molano Herrera
T-670(105) Susana Cortés Aroca
T-670(106) Martha Cecilia Benavidez
T-670(107) Aura Rubiela Samúdio
T-670(108) Roque Godoy Parra
T-670(109) Pedro Nel Ospina
T-670(110) Hilda Lozano Esquivel
T-670(111) Noel Alfonso Gúzman
T-670(112) Luis Alberto Conde
T-670(113) Francisco Javier Silva
T-670(114) Germán Hernández Varón
T-670(115) Estefanía Bermudez
T-670(116) Julio Cesar Machado
T-670(117) Leonel Valencia Giraldo
T-670(118) Luis Argenis Gualaco
T-670(119) Lucero Cedano Jiménez
T-670(120) Luz Myriam González
T-670(121) María Leyla Rubiano Cutiva
T-670(122) Carlos José Silva Morales
T-670(123) José Hernando
Ureña
T-670(124) Fernando Villanueva Tarquino
T-670(125) Juán Evencio Heredia C.
T-670(126) William Rodríguez
T-670(127) Israel Medina
T-670(128) José Francisco Rodríguez
T-670(129) Nancy Rincón
T-670(130) Carlos Julio Peñaloza
T-670(131) Carlos Alberto Ríos
T-670(132) Esther Judith Echeverry
T-670(133) Efigenia Ramírez
T-670(134) Carlos Arturo García
T-670(135) Luis Alberto Mellao
T-670(136) María Bertilda Joya
T-670(137) Flor María Villamizar
T-670(138) Nelson Meneses Benjumea
T-670(139) Alba Luz Cuartas Orózco
T-670(140) María Jakeline Díaz
T-670(141) Albeiro Varón Zabala
T-670(142) Alirio Ramírez Pasto
T-670(143) Melida Celemin Cortés
T-670(144) Carlos Julio Cardona
T-670(145) Alfonso Chávez
T-670(146) Olga C. Becerra
T-670(147) Nubia Reina
T-670(148) José Simón Bolivar Rojas
T-670(149) Anibal Suárez Parra
T-670(150) Lucero Parra Peña
T-670(151) Elizabeth Copera
T-670(152) Henry Gil Cardozo
T-670(153) Edgar Orlando Tovar
T-670(154) María Ofelia Moreno Ferro
T-670(155) Yesid Castaño
T-670(156) Carmen Pérez
T-670(157) Miguel Angel Silva
T-670(158) Blanca Cortés
T-670(159) Dolly Henao de Vega
T-670(160) Fabiola Méndez Alarcón
T-670(161) Alvaro Gómez Bohorquez
T-670(162) Carlos Julio Liberato
T-670(163) Gloria Amparo Garzón Giraldo
T-670(164) Luz Marina Téllez
T-670(165) Leonel Antonio Grisales
T-670(166) Luis Eduardo Idarraga
T-670(167) Hernando de Jesús López
Hernández
T-670(168) José Guillermo Reinoso
T-670(169) Jairo Antonio Valbuena
Triviño
T-670(170) Guillermo González
T-938 Aurelio Ramírez
T-940 Norberto Arevalo
T-941 Fabio Raul Buenaventura
T-943 Miguel Angel Usechi Castañeda
I. ANTECEDENTES.
Las personas que se acaba de indicar
presentaron demanda de tutela ante la Sala Laboral del Tribunal Superior de
Ibagué para obtener protección de su derecho al trabajo que ellos estimaron
lesionado por el Decreto número 742 del 4 de diciembre de 1991, expedido por el
Alcalde Municipal de dicha ciudad, dado que en este acto administrativo se
prohibió la instalación de ventas callejeras en un amplio sector del centro de
ese municipio, lo que les privó de su actividad laboral de la cual derivaban la
subsistencia propia y la familiar.
Después de practicar varias pruebas que
consideró pertinentes, el Tribunal Superior mencionado dictó su sentencia y en
ella accedió a la demanda aunque sólo en forma temporal, esto es, mientras la
autoridad judicial competente resolvía la acción que oportunamente debían
intentar los demandantes para que se determinase la validez del acto en
cuestión.
No contento con esta decisión, el señor
Alcalde Municipal de Ibagué la impugnó dentro del término legal por lo cual el
asunto subió a la consideración de la Sala de Casación Laboral de la Corte
Suprema de Justicia, la que, en fallo que ahora revisa esta Corte, revocó la
sentencia recurrida y negó consecuencialmente el amparo.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
Las sentencias que se revisan se
fundamentan en dos pensamientos, a saber, que se trata de un acto
administrativo general, impersonal y abstracto que no es pasible de examen en
sede de tutela (art. 6-5, Decreto 2591, 1991) y que los interesados disponen de
otros medios de defensa judicial para obtener la defensa de su derecho (art.
6-1, ibidem), por lo cual no procede la acción que se ejercitó.
Estas dos cuestiones se examinaran por
separado.
a.
El acto de carácter general.
Cuando
el enunciado de la norma jurídica consagra situaciones genéricas y comprende un
conjunto indefinido de sujetos a ella sometidos por un precepto de mandato o de
prohibición, que son determinables mediante la aplicación de predicados que la
misma formula en términos de características abstractas, se dice que se trata
de un acto regla (Jeze) o general.
Por
su propia naturaleza, entonces, el acto de este linaje no crea situaciones
jurídicas subjetivas y concretas y, por lo mismo, tampoco puede lesionar por sí
sola derechos de esta índole, que es lo que la Constitución y la ley requieren
para que la acción de tutela sea viable, por cuya virtud, en consecuencia, esta
no procede.
Por
esto es incuestionable que el primer numeral del decreto en mención, que
prohibe in genere la instalación de ventas callejeras en determinado sector y
cobija a todas las personas con las excepciones enunciadas en su artículo 3o.,
es un acto general, impersonal y abstracto en el sentido de la nomenclatura del
decreto especial y en ello tiene razón la Corte Suprema de Justicia.
Pero,
para efectos de la acción de tutela, no puede decirse lo mismo del artículo
2o., conforme al cual "como consecuencia de lo anterior, revócanse todos
los permisos expedidos con anterioridad para la ocupación del Espacio
Público" por cuanto en él, aunque en forma amplia pero no abstracta, se
regulan situaciones jurídicas particulares y concretas de sujetos que, si bien
no son mencionados por sus nombres, tienen una identidad específica y definida,
no impersonal; la determinación en concreto de los sujetos comprendidos en el
acto no se hace a partir de caracterizaciones genéricas sino por aplicación
directa de su entidad particular; es igual jurídicamente a que en el acto mismo
se les hubiese identificado uno por uno como personas a quienes se les cancela
el permiso, para efectos de esta acción de tutela, ya que hay una regulación de
situaciones concretas y particulares.
Cree
la Corte, en consecuencia, que por este aspecto procede la acción de tutela.
En
este punto conviene rectificar un planteamiento del Tribunal Superior de Ibagué
que parece percibir un conflicto entre el artículo 6-5 del Decreto 2591 de 1991
-que señala la improcedibilidad de esta acción contra actos generales,
impersonales y abstractos- y el artículo 29-6 ibidem -que "autoriza, dice
el Tribunal, la protección cuando la violación o la amenaza se deriva de la
aplicación de una norma incompatible con los derechos fundamentales aunque
ella, desde luego, dada su naturaleza, sea general e hipotética"- y que
resuelve tal conflicto en favor de esta última norma o la tiene como caso de
excepción a aquella.
No
hay en realidad antinomia ni contradicción entre las dos normas, pues la última
mantiene el principio consagrado en la primera y continúa exigiendo que exista
la transgresión concreta por un acto individual de un derecho subjetivo, solo
que aclara que como tal acto puede y aún debe derivar de una regla general
superior y antecedente, también ésta, aunque no pasible de este juicio, pues la
improcedibilidad contra ella considerada in se mantiene, merece un
pronunciamiento en el fallo, en el sentido cabalmente de que conserva su
vigencia pero es inaplicable en el caso concreto. Por este motivo sí acertó el
Tribunal cuando dijo que "la protección que se otorga no implica la
suspensión, y menos la anulación del decreto, sino la inaplicabilidad al caso
concreto....".
b. La
subsidiariedad.
Es bien sabido que la acción de tutela no
procede cuando existen otros medios de defensa judicial que acudan a proteger
el derecho conculcado, tal como lo sostiene acertadamente la Corte Suprema de
Justicia; pero, agrega la Constitución, "salvo que aquella (la acción de
tutela) se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable", que aquella no encontró que pudiese darse en este caso, por
lo que, en consecuencia, denegó la solicitud; el Tribunal, en cambio, pensó que
"aquí se trata de evitar un perjuicio inmediato e irremediable, pues la
imposibilidad de trabajar priva de los medios de subsistencia no sólo al actor
sino a su grupo familiar y este daño no podría ser reparado de modo alguno,
salvo mediante indemnización".
La
Corte cree que el perjuicio que la acción de tutela debe evitar en forma
transitoria y, por lo tanto, el perjuicio irremediable de que hablan la
Constitución y la ley, puede ser parcial, que no es necesario que la
potencialidad de la causa dañina se haya agotado o pueda agotarse, y que no es
lo mismo daño consolidado o consumado que daño irremediable; por esto, cree la
Corte que cuando se hace evidente la posibilidad de un perjuicio que solo sea
susceptible de compensación mediante un pago dinerario o cuando tal perjuicio
está en curso, aunque no se haya agotado, es precisamente cuando cabe la tutela
transitoria, pues se trata cabalmente de impedir que se cause el daño en otra
forma irreparable o de que continúe produciéndose.
En
el caso de autos es patente que el perjuicio que surgiría de la inactividad de
los accionantes, si se concluye que es contraria a sus derechos fundamentales,
no se ha consumado y es todavía parcial, pero en lo transcurrido es ya
irremediable, pues sólo admitiría, en tal supuesto, la indemnización y no su
restitución hacia el pasado. La acción de tutela debe, pues, acogerse como
mecanismo transitorio.
c.
Otros puntos.
1. La
ilegitimidad de la personería del demandante.
El
señor Alcalde Municipal de Ibagué resalta el argumento de que los accionantes
no han demostrado su calidad de vendedores callejeros en el sector prohibido
que lo legitime para pedir la protección de su derecho. Las sentencias de
instancia no se refieren a este punto.
La
ausencia de la prueba dicha es notoria, así como la circunstancia de que en
principio sólo aquellos que han sufrido el daño o amenaza de sus derechos
fundamentales pueden interponer la demanda. Pero también es claro que debe
darse prelación al derecho sustancial por encima de las formas y que esto es
especialmente cierto en este tipo de casos en que el procedimiento es
preferente y sumario; además, no se trata de un juicio ordinario en el que la
presencia por prueba específica de los presupuestos procesales sea exigible ni
de un proceso empastado en los viejos moldes; ante la afirmación del actor, la
administración municipal debió demostrar que el petente no era de aquellos que
perdían su permiso, lo que ciertamente estaba dentro de sus claras
posibilidades y es lo que aconseja la técnica procesal en este tipo de
acciones.
2. La
competencia.
El
actor, a su turno, argumenta que el ordenamiento del espacio público
corresponde al Concejo Municipal y no al Alcalde. La administración municipal
no se refirió a este aspecto ni lo hicieron tampoco las sentencias.
Basta
decir que la acción de tutela no es una acción de legalidad integral en la que
sí se estudia el aspecto de la competencia para producir el acto enjuiciado al
lado de otros aspectos que no son aquí relevantes, pues la tutela mira
exclusivamente si el acto amenaza o viola un derecho constitucional fundamental
y a eso se reduce su alcance, de manera que confronta el acto de la autoridad
pública tal como se le presenta con la Constitución en su texto dogmático, nada
más.
3. El
trabajo y el espacio público.
Como bien lo anota el Tribunal, hay aquí un
serio conflicto de intereses que corresponde componer en últimas a la
jurisdicción, dado que ella, por mandato de la Constitución, debe pasar juicio
sobre el acto administrativo que lo resuelva, desde el punto de vista de los
derechos constitucionales envueltos.
El
trabajo es un derecho fundamental que goza de la especial protección del Estado
(art. 25) y, además, es uno de los bienes que para todos pretende conseguir la
organización política, según el preámbulo, y uno de los valores fundamentales
de la República, conforme al artículo 1o. ibidem, del cual se preocupa en otras
normas, como el artículo 53 que enuncia los principios mínimos fundamentales a
los que habrá de conformarse el Congreso al expedir el estatuto del trabajo y
el mismo artículo en cuanto insiste en el carácter obligatorio en el orden
interno de los convenios internacionales sobre el tema y prohibe a la ley, los
contratos y los acuerdos y convenios de trabajo "menoscabar la libertad,
la dignidad humana ni los derechos de los trabajadores".
En
este momento de la cultura mundial y del sentimiento nacional, parece
innecesario destacar la importancia del trabajo y bastará decir que hace mucho
dejó de ser una mercancía sujeta a los mecanismos del quehacer económico para
convertirse en un atributo de la personalidad jurídica, un valor de la
existencia individual y comunitaria y un medio de perfeccionamiento del ser
humano y de la sociedad toda que no podrían existir sin él.
De
otro lado está el interés general en el espacio público que está igualmente en
la mente de la Constitución, pues los bienes de uso público figuran, entre
otros, en una categoría de tratamiento especial, ya que son inalienables,
inembargables e imprescriptibles (art. 63, C.N.) y tienen destacada connotación
de acuerdo con el artículo 82 ibidem que la Corte quiere resaltar, así:
"Es deber del Estado velar por la protección de la integridad del espacio
público y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés
particular" y que termina ordenando que "las entidades públicas...
regularán la utilización del suelo.... en defensa del interés común".
Existe
también el derecho a la seguridad personal de los peatones y vehículos que se
sirven de esos bienes públicos que son las vías, parques, aceras, etc. y el muy
importante interés de los comerciantes aledaños que no solamente pagan sus
impuestos, utilizan probamente los servicios públicos domiciliarios y cumplen
la ley, sino que también representan una actividad económica garantizada
igualmente por la Constitución (art. 333 y ss. C.N.) y, como si fuera poco, dan
trabajo y son el resultado de esfuerzos personales a veces muy prolongados.
Y
todo ello hay que solucionarlo teniendo en cuenta la presencia de un fenómeno
nuevo que acompaña al trabajo en estas circunstancias, como es el de la
economía informal que es fruto de nuestras tradicionales penurias y que
requiere de un delicado tratamiento humano y económico como solución, entre
otros, al problema del desempleo y la descapitalización en forma que la someta
a la ley y la incorpore al mundo de la institucionalidad.
Ahora
bien, en este difícil equilibrio de intereses no queda duda a la Corte de que
una medida como la del Alcalde Municipal de Ibagué cumple los objetivos
propuestos, pues regula adecuadamente el uso del espacio público, que debe ser
común y libre y en el que debe primar el interés general y deja a salvo el
ejercicio reglamentado del trabajo mediante la economía informal en aquellos
sitios que lo permitan, de donde se sigue con igual lógica que puede someterla
a las normas sobre ordenamiento urbano que aseguren el desarrollo comunitario y
el progreso de sus ciudades.
Es
de esperar que ese desarrollo y ese progreso conlleven la creación de nuevos
puntos de interés para compradores y vendedores que por su propia dinámica
lleven solución al problema al tiempo que alivian el espacio urbano donde antes
lo perturbaban.
Del
libre ejercicio del derecho fundamental al trabajo depende la subsistencia de
las familias de los vendedores ambulantes. Sin embargo, su ocupación del
espacio público no está legitimada por la Constitución. Se impone por lo tanto
establecer una pauta de coexistencia entre los derechos e intereses en
conflicto, que resulte proporcional y armoniosa en relación con los valores y
principios consagrados en la Constitución y que permita al Estado dar
cumplimiento a la obligación a su cargo de "velar por la protección de la
integridad del espacio público y por su destinación al uso común" (CP art.
82), así como de "propiciar la ubicación laboral de las personas en edad
de trabajar" (CP art. 54).
Lo
anterior supone, en consecuencia, que cuando una autoridad local se proponga
recuperar el espacio público ocupado por vendedores ambulantes titulares de
licencias o autorizaciones concedidas por el propio Estado, deberá diseñar y
ejecutar un adecuado y razonable plan de reubicación de dichos vendedores
ambulantes de manera que se concilien en la práctica los intereses en pugna.
De
tiempo atrás las autoridades han expedido licencias o permisos a vendedores
ambulantes para el ejercicio de su oficio en determinadas zonas. Tal situación
jurídica puede cambiar, siempre que se tengan en cuenta los intereses de las
personas afectadas por ello. Como acertadamente lo expone García de Enterría:
"A ese problema ha dado una respuesta adecuada el principio de protección
de la confianza legítima, que, formulado inicialmente por la
jurisprudencia alemana, ha hecho suyo el Tribunal Europeo de Justicia a raíz de
la Sentencia de 13 de julio de 1965. Dicho principio, del que ha hecho eco
entre nosotros la doctrina (GARCIA MACHO) y, posteriormente, el propio Consejo
de Estado (vid. la Memoria del Alto Cuerpo consultivo del año 1988), no impide,
desde luego, al legislador modificar las regulaciones generales con el fin de
adaptarlas a las exigencias del interés público, pero sí le obliga a dispensar
su protección, en caso de alteración sensible de situaciones en cuya
durabilidad podía legítimamente confiarse, a los afectados por la modificación
legal, a quienes ha de proporcionar en todo caso tiempo y medios para
reequilibrar su posición o adaptarse a la nueva situación, lo que, dicho de
otro modo, implica una condena de los cambios legislativos bruscos adoptados
por sorpresa y sin las cautelas aludidas".1
No
ve, pues, la Corte que se haya faltado a los deberes de prudencia y buen
gobierno que deben alentar estas decisiones administrativas y, por lo tanto,
aunque por razones diferentes, confirmará la sentencia que se revisa,
agregando, como se indica en la parte resolutiva, que la actuación
administrativa deberá asegurar la coexistencia de los derechos al espacio
público y al trabajo.
III.
DECISION.
En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima
de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de
la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.- CONFIRMAR la decisión de tutela del 12 de febrero de
1992 proferida por la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia.
SEGUNDO.- ADICIONAR la mencionada providencia en el sentido de
ordenar a la autoridad local correspondiente que en el cumplimiento de la obligación
de recuperar el espacio público, en desarrollo del Decreto 742 del 4 de
diciembre de 1991, expedido por el Alcalde Municipal de Ibagué, tome las
medidas adecuadas, necesarias y suficientes para reubicar a los vendedores
ambulantes que se vean afectados por la medida, de modo que con ocasión del
ejercicio de la actuación administrativa se arbitre una fórmula que permita la
coexistencia de los derechos al espacio público y al trabajo.
TERCERO.- LIBRESE por Secretaría las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 para los efectos allí contemplados.
Cópiese, comuníquese, cúmplase, e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Presidente
CIRO ANGARITA BARON EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
Magistrado
1 García de Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás-Ramón. Curso de
Derecho Administrativo II Ed. Civitas. Madrid 1991. p.375-376 |
37 | T-401-92
Sentencia No
Sentencia No. T-401/92
DERECHO A LA LIBERTAD/IGUALDAD ANTE LA
LEY/INIMPUTABLES/MEDIDAS DE SEGURIDAD/PRINCIPIO DE DIGNIDAD HUMANA
La prolongación indefinida de las medidas
de seguridad vulneró el derecho a la libertad consagrado en el artículo 28 de
la Constitución Política. Si bien los jueces al negarse a ordenar la cesación
de las medidas de seguridad, lo hacían en desarrollo de precisas competencias a
ellos atribuidas por el Código Penal, no advirtieron, en las diferentes
situaciones, cómo los efectos de la ley contrariaban las mencionadas
disposiciones constitucionales, justo a partir del momento en que perdía
sustento la razonabilidad de las medidas de seguridad y su reiterada negativa a
levantarlas producía una prolongación indefinida e injusta de las mismas.
La dignidad humana fue aquí desconocida,
olvidándose que toda persona, en razón de su condición humana, exige igual
consideración y respeto y debe reconocérsele capacidad de autodeterminación y
posibilidad de goce de los bienes inapreciables de la existencia. Tratándose de
enfermos incurables, la autodeterminación y la posibilidad de gozar de la
existencia no les puede ser negada y ellas son las que resulten más adecuadas y
ajustadas a su disminuida condición física y mental.
EXCEPCION DE
INCONSTITUCIONALIDAD
La constitucionalidad de la ley no es óbice
para considerar que su aplicación en una situación particular puede resultar,
atendidas las especiales circunstancias presentes, inconstitucional, y deba
prescindirse de darle aplicación. Ello ocurre cuando los efectos de la ley
referidos a una situación singular, producen consecuencias contrarias a la
propia Constitución, en un momento inicial o posteriormente.
ESTADO SOCIAL DE
DERECHO/INIMPUTABLES-Atención integral
El Estado debe proteger y atender de manera
especial a las personas con debilidad manifiesta por su condición económica,
física y mental. Los convictos inimputables sujetos a una injusta y prolongada
privación de su libertad, cesado el motivo de la correspondiente medida de
seguridad, deben ser objeto de la protección integral por parte del Estado si
se encuentran en circunstancias de debilidad manifiesta. La situación descrita
transforma la obligación genérica del Estado frente a las personas débiles o
marginadas, en obligación específica y hace nacer el correlativo derecho a
exigir las prestaciones correspondientes por parte de las personas en quienes
concurran las circunstancias de debilidad manifiesta. El Estado social de
derecho (CP art. 1) impone la solución señalada ante los casos de manifiesta
injusticia material y vulneración de la dignidad humana, cuando ha sido el
mismo Estado el primero en eludir sus compromisos.
ACCION DE TUTELA/DERECHOS
FUNDAMENTALES-Vulneración
La acción de tutela era en las
circunstancias anotadas el medio idóneo para impetrar la protección de los
derechos fundamentales cercenados y para restablecer el respeto a la dignidad
humana, tanto en lo que concierne a su eficacia como a su efectividad, máxime
si se tiene en cuenta que los medios judiciales ordinarios constantemente
utilizados por los accionantes se revelaron en la práctica como insuficientes
para proteger sus derechos.
SENTENCIA DE JUNIO 3 DE 1992
Ref:
Expedientes T-103; T-377; T-426
Actores: LUIS FRANCISCO BARAJAS, LUIS JESUS
CORTES GONZALEZ Y BERNARDO
GOMEZ SANDOVAL.
Magistrado
Ponente:
Dr. EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Segunda de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los doctores Eduardo Cifuentes Muñoz, José
Gregorio Hernández Galindo y Alejandro Martínez Caballero ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
SENTENCIA
En los procesos de acción de tutela de LUIS
FRANCISCO BARAJAS contra el JUZGADO PRIMERO (1o.) SUPERIOR DE BUCARAMANGA, LUIS
JESUS CORTES GONZALEZ contra el JUZGADO ONCE (11) SUPERIOR DE Santafé de
Bogotá, y BERNARDO GOMEZ SANDOVAL contra el JUZGADO SEGUNDO (2o.) SUPERIOR DE
BUCARAMANGA.
ANTECEDENTES
1. Los fallos de tutela radicados bajo los
números T-103, T-377 y T-426 fueron seleccionados para revisión por la Corte
Constitucional y serán examinados mediante este único acto en razón de la
homogeneidad de los hechos y de las pretensiones de los accionantes, todos
ellos inimputables condenados por los delitos de homicidio.
2. Los señores LUIS FRANCISCO BARAJAS, LUIS
JESUS CORTES GONZALEZ y BERNARDO GOMEZ SANDOVAL han permanecido por el término
de veintiséis (26) años y cuatro (4) meses, veintidós (22) años y treinta (30)
años, respectivamente, privados de su libertad con medidas de seguridad de
internación siquiátrica en manicomio criminal.
3. En el mes de noviembre de 1991 los
suscritos señores BARAJAS, CORTES y GOMEZ interpusieron, por separado, acciones
de tutela contra los juzgados que inicialmente los condenaran a medidas de
seguridad de mínimo dos (2) años y de máximo indeterminado. Citan como violados
sus derechos a la libertad (CP art. 28), a la igualdad (CP art. 13), a la
dignidad de la persona (CP art. 1), a la prescriptibilidad de las medidas de
seguridad (CP arts. 28 y 29) y a la seguridad jurídica.
4. De la acción de tutela ejercida por el
señor LUIS FRANCISCO BARAJAS contra el JUZGADO PRIMERO (1o.) SUPERIOR DE
BUCARAMANGA, conoció la SALA PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL
DE BUCARAMANGA, la cual concedió la tutela pedida y ordenó al Juzgado Primero
Superior disponer la CESACION de la medida de seguridad que cobijaba al señor BARAJAS.
La Sala Penal del Tribunal Superior basó su
decisión en las valoraciones psiquiátricas practicadas al señor BARAJAS en
1990, según las cuales "se trata de un paciente anciano con el deterioro
normal de su avanzada edad y que no presenta sintomatología en la actualidad,
no recibiendo por lo tanto ningún tipo de medicación ni presentando problemas
de manejo".
A juicio de la Sala, "el condenado,
por virtud del tratamiento a que fue sometido, que prácticamente culminó en el
año de mil novecientos sesenta y ocho, en el que le fue suspendida toda
medicación, ha adquirido suficiente adaptabilidad al medio social en que ha de
desenvolverse", por lo que resulta evidente la cesación de la medida de
seguridad, en contra del anterior concepto del Juzgado Primero Superior de
Bucaramanga para el cual "la duración de la medida de seguridad impuesta
al enfermo mental permanente depende de su curación (fl. 44) por lo que no
amerita ningún pronunciamiento".
La Sala Penal del Tribunal Superior de
Bucaramanga afirmó que condicionar la suspensión o cesación de la medida de
seguridad a la recuperación de la salud mental del convicto incurable
"equivale a hacerla perpetua e irredimible", con lo que se
configuraría el desconocimiento del derecho a la libertad, a la igualdad ante
la ley, a la prescriptibilidad de las medidas de seguridad, a la seguridad
jurídica y a la dignidad humana.
5. El señor LUIS JESUS CORTES GONZALEZ
presentó directamente en el JUZGADO QUINTO (5o.) PENAL DEL CIRCUITO de Santafé
de Bogotá acción de tutela con fundamento en la violación ya mencionada.
En providencia del cinco (5) de diciembre
de 1991, el Juez Quinto (5o.) Penal del Circuito decidió que la solicitud del
señor CORTES GONZALEZ "no puede ser materia de acción de tutela", por
disponer el afectado de otro medio de defensa judicial y ser el Juzgado Once
(11) Superior de Santafé de Bogotá, como autoridad judicial de quien depende la
causa, la llamada a determinar si existe la supuesta violación de los derechos
fundamentales del solicitante.
Impugnada la anterior providencia por el
interesado, tanto el Juzgado Quinto (5o.) Penal del Circuito como el Juzgado
Once (11) Superior de Santafé de Bogotá se negaron a darle trámite. El primero
por considerar que su providencia era un auto de simple trámite en el cual no
se resolvía sobre la acción de tutela sino que la petición del señor CORTES
GONZALEZ "debe interpretarse en sano criterio como una nueva solicitud
para la suspensión de la medida de seguridad". En criterio del segundo, el
Juzgado Quinto (5o.) Penal del Circuito si era competente para resolver la
impugnación porque en la decisión del cinco (5) de diciembre de 1991 "está
resolviendo adversamente pretensiones del interno CORTES GONZALEZ".
Luego de repetidos envíos y devoluciones de
las diligencias de un juzgado a otro, éstas fueron finalmente remitidas al
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá. El Tribunal, como
juzgador de segunda instancia, confirmó la providencia del cinco (5) de
diciembre de 1991, al estimar "que las expresiones utilizadas por el
Juzgado Quinto (5o) Penal del Circuito en su auto del cinco (5) de diciembre no
dejan duda alguna de que consideró improcedente la acción de tutela en la
situación jurídica que atraviesa Cortés González y que por lo tanto resolvió
negativamente ese petitum de tutela aunque la misma funcionaria se haya negado
luego a reconocerlo".
El argumento central de la decisión el
Tribunal Superior se basa en la improcedencia de la acción de tutela por
existir otros recursos o medios judiciales, siendo evidente que "el
procesado LUIS JESUS CORTES GONZALEZ dispone aún, dentro del proceso que ha
motivado su privación de libertad, de la posibilidad de seguir solicitando la
suspensión de la medida de seguridad que lo afecta y, en el evento de negativa
por parte del Juzgado Once (11) Superior, de interponer los recursos legalmente
previstos contra una determinación en ese sentido".
6. Por su parte, de la acción de tutela
interpuesta por el señor BERNARDO GOMEZ SANDOVAL contra sentencia del JUZGADO
SEGUNDO SUPERIOR DE BUCARAMANGA del cinco (5) de febrero de 1963, conoció la
Sala Penal del TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL de Bucaramanga. Mediante
sentencia del veintidós (22) de enero de 1992, dicha Sala resolvió DENEGAR la
solicitud de tutela formulada con el argumento de la existencia de una
"amarga paradoja - atribuíble a la imprevisión estatal - la de que siendo
innecesaria la reclusión por haber desaparecido jurídicamente el motivo que la
generara, no se la pueda ordenar judicialmente, por no darse la condición de
hecho, suspensiva, impuesta por los facultativos y que los falladores no
podrían obviar sino aduciendo argumentos invalidativos".
En efecto, según el Tribunal, "al
repasar el informativo procesal del peticionario se observa que desde el año 72
ha estado suplicando se suspenda el internamiento y que desde el 79 los peritos
conceptúan que el tratamiento de su dolencia podría hacerse ambulatoriamente,
pero condicionando esta alternativa a que un pariente o alguna institución de
beneficiencia quiera recibirlo, ya que por sí solo no está en condiciones de
poderse valer. En el 82 se advierte que aunque es remota la posibilidad de que
pueda causar daño, las convulsiones que padece han deteriorado notoriamente su
mente, por lo que amerita de cuidados y atención médica permanente (C 4, 26).
Otros informes con pronósticos semejantes se condujeron con ocasión de la
reiteración del pedimento y solo en el 88 se discrepa de los anteriores. En el
89 sin embargo se torna a la tendencia precedente, repitiendo que se le puede
dar de alta a condición de que su familia o alguna entidad se responsabilice de
su cuidado, "porque no puede valerse por sí mismo" ".
FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. La dignidad humana, cuya vulneración
ponen de presente los reclusos que en esta ocasión han ejercido la acción de
tutela, es en verdad principio fundante del Estado (CP art.1). Más que
derecho en sí mismo, la dignidad es el presupuesto esencial de la consagración
y efectividad del entero sistema de derechos y garantías contemplado en la
Constitución.
La dignidad, como principio fundante del
Estado, tiene valor absoluto no susceptible de ser limitado ni relativizado
bajo ninguna circunstancia, lo que a menudo sí acaece con los derechos que
deben necesariamente coexistir con otros y admiten variadas restricciones.
La naturaleza de principio que
ostenta la dignidad humana, impide que su desconocimiento pueda ser alegado de
manera principal y única como causa de la acción de tutela. Sin embargo, ella
se resiente cada vez que una acción u omisión de una autoridad pública viola o
pone en peligro un derecho fundamental. Además del quebrantamiento de un
derecho fundamental, el accionante de la tutela puede invocar - como ocurre en
el presente caso - el agravio infligido a su dignidad humana, y así el Juez
podrá apreciar en su fallo tanto la conculcación del derecho como la
profanación a la dignidad.
2. En los libelos de tutela se denuncia la
situación de desigualdad ante la ley a la que el Código Penal (arts. 94-96) sujeta
a los inimputables. Para éstos, las denominadas medidas de seguridad
contemplan un mínimo, pero el máximo queda indeterminado. Tratándose de los imputables,
expresión quizá inexacta y que aquí se utiliza sólo para contraponerla a la
de inimputables, la ley al disponer la sanción señala un mínimo y un
máximo de la pena.
El artículo 13 de la CP establece:
"Todas las
personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y
trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y
oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen
nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica. El Estado
promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará
medidas en favor de grupos discriminados o marginados. El Estado protegerá
especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o
mental, se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta y sancionará
los abusos o maltratos que contra ellas se cometa".
De la norma transcrita puede inferirse que
una hipótesis de desigualdad sería la de deducir consecuencias jurídicas
diferentes de situaciones de hecho semejantes, apelando para el efecto a
elementos de diferenciación irracionales o arbitrarios.
3. La naturaleza jurídica de las medidas de
seguridad, no es tema pacífico en la ciencia penal. Algunos sostienen su
carácter de pena que debe tener por lo tanto una duración definida, si
no se desea desvirtuar el principio de legalidad. Otros reconocen en ella una
función no sancionatoria sino de protección del enfermo y de la sociedad,
pudiendo levantarse o suspenderse cuando aquél no represente peligro para ésta.
En materia constitucional,
independientemente de su naturaleza, la medida de seguridad que afecta a los inimputables
limita sus derechos fundamentales en cuanto supone privación de su libertad,
la cual se encuentra justificada en la ley en cuanto hace a la comisión de
un delito pero debe de todas manera apreciarse desde el punto de vista de la equidad
de trato frente al régimen punitivo ordinario, lo que conduce a analizar si
la misma viola el principio de igualdad ante la ley.
4. La nota diferencial de la medida de
seguridad, frente a la pena ordinaria, consiste en el "máximo
indeterminado", que apareja la primera. Podría desconocerse la equidad
de trato y por ende el principio de igualdad si, en la limitación de los
derechos fundamentales de los inimputables, como consecuencia de la
aplicación de la ley penal, no obra un elemento diferenciador relevante que
racionalmente justifique la disparidad de la pena ordinaria y de la medida de
seguridad en lo que concierne a su duración.
La intención subjetiva presente en el
momento de cometer el delito es
el elemento que distingue las situaciones en que se ven comprometidos los
imputables y que está ausente cuando la acción es realizada por los
inimputables, incapaces de comprender la ilicitud de su conducta y determinarse
de acuerdo con dicha comprensión. La conducta y el agente conforman para la Ley
Penal un conjunto unitario que, con base en el indicado elemento, es claramente
distinguible según se trate del imputable o del inimputable, de modo que las
consecuencias jurídicas - pena y medida de seguridad - son diferentes y ello es
así pues se originan en presupuestos diversos. La distinción que opera la Ley
Penal, a juicio de la Corte, no es arbitraria, máxime si el legislador al
otorgarle mayor peso a la intencionalidad del acto ha buscado conferirle más
severidad a la pena. De otra parte, la medida de seguridad - mirada no a partir
de su presupuesto sino de su consecuencia - tiene entidad y singularidad
propias, explicables por su finalidad rehabilitadora del enfermo.
5. La constitucionalidad de la ley no es
óbice para considerar que su aplicación en una situación particular puede
resultar, atendidas las especiales circunstancias presentes, inconstitucional,
y deba prescindirse de darle aplicación. Ello ocurre cuando los efectos de la
ley referidos a una situación singular, producen consecuencias contrarias a la
propia Constitución, en un momento inicial o posteriormente.
6. En los tres casos examinados, los
reclusos han permanecido privados de su libertad por el término de veintiséis
(26) años y cuatro (4) meses LUIS FRANCISCO BARAJAS, veintidós (22) años LUIS
JESUS CORTES GONZALEZ, y treinta (30) años BERNARDO GOMEZ SANDOVAL. En el
primer caso, el doctor ALVARO SANIN, médico psiquiatra del hospital Julio
Manrique de Sibaté dónde se encontraba recluido el señor LUIS FRANCISCO
BARAJAS, conceptuó en valoración psiquiátrica realizada el 9 de agosto de 1990
que "se trata de un paciente anciano con el deterioro normal de su
avanzada edad y que no presenta sintomatología en la actualidad, no recibiendo
por tanto ningún tipo de medicación ni presentando problemas de manejo",
habiendo sido suspendida la medicación desde 1968. En el segundo caso, desde
enero de 1982 el médico EDUARDO DE LA ROCHE, director del anexo psiquiátrico de
la Penitenciaria Central de Colombia había conceptuado que el comportamiento
del señor LUIS JESUS CORTES GONZALEZ "es tranquilo sin rasgos de
peligrosidad, pero totalmente ajeno a lo que acontece a su alrededor"
(...) "su permanencia en el anexo no es necesaria, consideramos de mayor
beneficio su traslado a una institución psiquiátrica de beneficencia, o si las
condiciones lo permiten un control médico ambulatorio, bajo la responsabilidad
de sus familiares". Y, en el tercer caso, desde 1982 se advirtió por parte
de los especialistas DANILO MURCIA ARANA y ALVARO RODRIGUEZ GAMA, médicos
forenses del Instituto de Medicina Legal, que "examinado el señor BERNARDO
GOMEZ SANDOVAL, dictaminamos que por su estado normal y físico, en la
actualidad y en el momento, la peligrosidad de que vuelva a causar daño en sociedad,
es de remota posibilidad".
No obstante lo anterior, los diferente
jueces, pese a las solicitudes de levantamiento de las medidas de seguridad,
fundadas en los dictámenes médicos atrás referidos, se abstuvieron de darles
curso favorable. Indistintamente se alegó por los jueces ora la sólo parcial
recuperación del enfermo ya la ausencia de apoyo familiar que hacía temer por
su integridad personal luego de adquirir la libertad.
Los motivos alegados de suyo carecen de
justificación para mantener privados de libertad a las indicadas personas
sujetas a las medidas de seguridad. Tratándose de convictos incurables, exigir
su completa rehabilitación carece de razonabilidad, debiéndose en justicia
supeditar la libertad a la comprobación de la no peligrosidad aunada a la
adquisición de un adecuado grado de adaptabilidad social. La ausencia de apoyo
familiar, por sí misma, no es criterio suficiente para mantener indefinidamente
privado de la libertad al convicto, enfermo incurable, que reune las dos
condiciones anteriores, y de ser cierta esa circunstancia el campo de
soluciones en un Estado social no puede limitarse de manera tan inhumana. Menos
atendible es todavía el planteamiento del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santafé de Bogotá - Sala Especial - que no ve vulneración de
derecho alguno y fundamenta la denegación de la tutela en la posibilidad que el
ordenamiento le brinda al recluso, enfermo incurable, para solicitar
periódicamente ante el juez que decretó la medida su levantamiento concurriendo
la causal para ello, que es precisamente lo que aquél durante los últimos diez
años infructuosamente trató de hacer.
7. En los tres casos examinados, los
motivos invocados por los jueces para mantener las medidas de seguridad
respectivas, carecen manifiestamente de razonabilidad. En estas condiciones los
efectos de la ley, frente a dichas situaciones, deben cesar por contrariar
expresas disposiciones constitucionales y erigirse en afrenta a la dignidad
humana en una sociedad democrática y justa.
8. Según el artículo 28 de la Constitución,
en ningún caso podrá haber penas y medidas de seguridad imprescriptibles.
Medidas de seguridad que se prolonguen indefinidamente, no obstante que su
finalidad se encuentre cumplida, adquieren de hecho la característica de imprescriptibilidad
que repudia el ordenamiento constitucional.
9. El artículo 34 de la Constitución
prohibe la pena de prisión perpetúa. Supeditar la cesación de una medida de
seguridad impuesta a un inimputable incurable a su completa rehabilitación, sabiendo
de antemano que ella es imposible, equivale a que ésta haga tránsito a pena
perpetua, máxime si se acredita que el convicto no reviste peligrosidad y está
en grado de adaptarse adecuadamente a la sociedad. El principio pro
libertate obliga al juez a escoger la alternativa menos gravosa para el
recluso.
10. La prolongación indefinida de las
medidas de seguridad - en los presentes casos - vulneró el derecho a la
libertad consagrado en el artículo 28 de la Constitución Política. Si bien los
jueces al negarse a ordenar la cesación de las medidas de seguridad, lo hacían
en desarrollo de precisas competencias a ellos atribuidas por el Código Penal,
no advirtieron, en las diferentes situaciones, cómo los efectos de la ley
contrariaban las mencionadas disposiciones constitucionales, justo a partir del
momento en que perdía sustento la razonabilidad de las medidas de seguridad y
su reiterada negativa a levantarlas producía una prolongación indefinida e
injusta de las mismas.
11. Las violaciones a los derechos
fundamentales que en los tres casos amparaban a los reclusos, inimputables
incurables, abandonados sin justificación jurídica y durante varios lustros de
su existencia en un anexo penitenciario cuya precariedad es públicamente
conocida, evidencian la transformación de una pena o medida de seguridad, en un
comienzo lícitamente impuesta, en pena o medida degradante y cruel y, por
tanto, inconstitucional (CP art. 12). La dignidad humana fue aquí desconocida,
olvidándose que toda persona, en razón de su condición humana, exige igual
consideración y respeto y debe reconocérsele capacidad de autodeterminación y
posibilidad de goce de los bienes inapreciables de la existencia. Tratándose de
enfermos incurables, la autodeterminación y la posibilidad de gozar de la
existencia no les puede ser negada y ellas son las que resulten más adecuadas y
ajustadas a su disminuida condición física y mental. Los inimputables, enfermos
incurables, pertenecen al grupo de los disminuidos físicos, sensoriales y
psíquicos y el trato que la sociedad y el Estado debe dispensarles no es el de
"igual consideración y respeto" sino el de "especial
consideración, respeto y atención" (CP art. 47), precisamente por su misma
condición y en obedecimiento a los principios de respeto a la dignidad humana y
de solidaridad, sobre los cuales se edifica el Estado social de derecho (CP
art. 1).
12. De acuerdo con lo señalado por el
artículo 13 de la Constitución Política y reiterado por el artículo 47 del
mismo estatuto, el Estado debe proteger y atender de manera especial a las
personas con debilidad manifiesta por su condición económica, física y mental.
Los convictos inimputables sujetos a una injusta y prolongada privación de su
libertad, cesado el motivo de la correspondiente medida de seguridad, deben ser
objeto de la protección integral por parte del Estado si se encuentran en
circunstancias de debilidad manifiesta, tal y como ocurre en los tres casos
examinados en esta providencia. La situación descrita transforma la obligación
genérica del Estado frente a las personas débiles o marginadas, en obligación
específica y hace nacer el correlativo derecho a exigir las prestaciones
correspondientes por parte de las personas en quienes concurran las
circunstancias de debilidad manifiesta. El Estado social de derecho (CP art. 1)
impone la solución señalada ante los casos de manifiesta injusticia material y
vulneración de la dignidad humana, cuando ha sido el mismo Estado el primero en
eludir sus compromisos.
13. El Gobierno, a través de los Ministros
de Justicia y Salud, deberá presentar dentro de los treinta (30) días
siguientes a la notificación de esta providencia los programas de atención y
protección integral de las personas que serán beneficiadas con la cesación de las
medidas de seguridad y que, en consecuencia, se reintegrarán a la sociedad en
circunstancias de debilidad manifiesta.
14. La acción de tutela era en las
circunstancias anotadas el medio idóneo para impetrar la protección de los
derechos fundamentales cercenados y para restablecer el respeto a la dignidad
humana, tanto en lo que concierne a su eficacia como a su efectividad, máxime
si se tiene en cuenta que los medios judiciales ordinarios constantemente
utilizados por los accionantes se revelaron en la práctica como insuficientes
para proteger sus derechos.
15. De acuerdo con lo expuesto se procederá
a confirmar la sentencia de tutela proferida por la SALA PENAL DEL TRIBUNAL
SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE BUCARAMANGA del doce (12) de diciembre de
1991 y a revocar la sentencia dictada por el TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO
JUDICIAL DE SANTAFE DE BOGOTA -SALA ESPECIAL- del treinta (30) de enero de
1992, así como la sentencia de la SALA PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO
JUDICIAL DE BUCARAMANGA del veintidós (22) de enero de 1992. Como consecuencia
de la revocatoria se deberá producir en cada caso la cesación de la
correspondiente medida de seguridad, a fin de restablecer a los accionantes en
el ejercicio de su derecho a la libertad. En razón de la condición de debilidad
manifiesta de las personas mencionadas en esta providencia, y solamente por
esta circunstancia, ellas deberán permanecer en el anexo penitenciario hasta el
momento en que el Estado -a través de los Ministros indicados y del concurso e
intervención de los organismos y personas que ellos consideran del caso
vincular- asuma la protección integral, lo cual deberá producirse dentro de los
cuarenta y cinco (45) días siguientes a la notificación de la sentencia.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda
de Revisión de la Corte Constitucional,
R E S U E L V E
PRIMERO.- CONFIRMAR la decisión de la SALA PENAL DEL TRIBUNAL
SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE BUCARAMANGA del doce (12) de diciembre de
1991.
SEGUNDO.- REVOCAR la sentencia del TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO
JUDICIAL de Santafé de Bogotá - SALA ESPECIAL - del treinta (30) de enero de
1992.
TERCERO.-
REVOCAR la
sentencia de la SALA PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE
BUCARAMANGA del veintidós (22) de enero de 1992.
CUARTO.- RECONOCER el derecho a cargo del Estado a la atención
integral, para la debida protección suya y de la sociedad, en favor de los
señores LUIS FRANCISCO BARAJAS, LUIS JESUS CORTES GONZALEZ y BERNARDO GOMEZ
SANDOVAL, de conformidad con los programas que para el efecto deberán
presentarse y los cuales se diseñarán teniendo en cuenta las condiciones
económicas, físicas, síquicas, familiares y de todo orden de las personas
nombradas.
QUINTO.- ORDENAR que la protección integral que se reconoce
se canalice a través de los Ministerios de Justicia y Salud. En consecuencia,
los titulares de los dos indicados ministerios deberán presentar dentro de los
treinta (30) días siguientes a la notificación de esta providencia tanto al
TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL de Santafé de Bogotá y a la SALA PENAL
DEL TRIBUNAL SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL DE BUCARAMANGA, así como a la CORTE
CONSTITUCIONAL - SALA SEGUNDA DE REVISION - sendos programas de atención
integral que se ajusten a lo señalado en el punto quince (15) de los
fundamentos jurídicos. En todo caso, dentro de los cuarenta y cinco (45) días
siguientes a la notificación de esta sentencia, el Estado, a través de dichos
Ministerios, deberá haber asumido la protección integral de los señores LUIS
FRANCISCO BARAJAS, LUIS JESUS CORTES GONZALEZ y BERNARDO GOMEZ SANDOVAL, para
los efectos claramente indicados en el epígrafe cuarto de la parte resolutiva
de esta providencia y en los fundamentos jurídicos doce (12), trece (13) y
quince (15).
SEXTO.- NOTIFICAR a los MINISTROS DE JUSTICIA y SALUD el
contenido de esta providencia a fin de que en el término indicado en la misma
se proceda a dar cumplimiento a lo ordenado en ella.
SEPTIMO.- ORDENAR que las decisiones que deben adoptarse en
desarrollo de lo previsto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, se
conformen a lo dispuesto en esta providencia y en particular a lo señalado en
el numeral quince (15) de los fundamentos jurídicos.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia
aprobada por la Sala Segunda de Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá,
D.C., a los tres (3) días del mes de junio de mil novecientos noventa y dos
(1992)). |
38 | T-402-92
Sentencia No
Sentencia No. T-402/92
DERECHOS FUNDAMENTALES-Determinación/DERECHOS DEL NIÑO/DERECHO
A EDUCAR
Algunos derechos, por ser inherentes a la
persona humana son fundamentales (v. gr. derecho a la vida, libertad de
locomoción etc). Otros, no son fundamentales para algunas personas, pero sí
para otras que se encuentran en circunstancias específicas u ostentan
determinada condición: es el caso del derecho a la salud que, no siendo
inherente a la persona, tampoco es derecho fundamental ni tiene aplicación
inmediata, pero que, tratándose de los niños, sí adquiere carácter fundamental.
En razón de su condición de debilidad
manifiesta, e incapacidad física y mental para llevar una vida totalmente
independiente, los niños requieren una protección especial por parte del
Estado, la familia y la sociedad. Lo anterior unido a la decisión del
Constituyente de consagrar el principio de prevalencia de los derechos de los
niños sobre los derechos de los demás, justifica el reconocimiento en su favor
de derechos fundamentales distintos y adicionales a los consagrados para las
personas en general.
La consagración expresa, en el artículo 44
de la Constitución, de la educación como un derecho fundamental de los
niños, no deja duda alguna sobre su naturaleza ni sobre la posibilidad de
exigir su respeto y protección mediante el ejercicio de la acción de tutela.
DERECHO A LA EDUCACION/IGUALDAD
DE OPORTUNIDADES
El principio de igualdad de oportunidades
juega un papel neurálgico en la tarea de mantener y promover un orden justo, en
una sociedad que además de la pobreza se caracteriza por una inequitativa
distribución de recursos. La obligación del Estado de promover las condiciones
para alcanzar una igualdad real y efectiva sólo podrá verse cumplida mediante
el respeto e igual consideración de todas las personas en el diseño y
funcionamiento de las instituciones públicas. Tratándose de un menor de edad se
espera que su permanencia en una entidad educativa sea garantizada por encima
de las decisiones arbitrarias de la autoridad de turno con poder decisorio para
otorgar o denegar cupos de estudio.
DERECHO A LA EDUCACION
En caso de conflicto entre la autonomía del
centro docente -expresada en la libertad de enseñanza y en la facultad de
fundar establecimientos educativos- y los derechos de los padres a educar a sus
hijos y a participar en la dirección de las instituciones de educación, el
constituyente se ha manifestado en favor de los niños al consagrar la
prevalencia de sus derechos sobre los derechos de los demás. Sería violatorio
de la Constitución no respetar el derecho de permanencia del menor en el centro
educativo a raíz de las disputas surgidas entre padres de familia y directivos
o profesores. Tal circunstancia, además de ser un elemento ajeno a las causales
de exclusión del sistema educativo, viola el mandato constitucional de no
discriminación por razón del origen familiar.
ASOCIACION DE PADRES DE
FAMILIA/SERVICIO PUBLICO DE EDUCACION
Las Juntas de las Asociaciones de Padres de
Familia en el ejercicio de sus potestades, deben evitar involucrarse en
disputas en torno a la dirección y competencias de las autoridades educativas,
deben buscar siempre la armonía y el acuerdo en favor del interés prioritario
de los menores.
La prestación idónea del servicio público
de la educación requiere modificar radicalmente el "modelo de
docilidad", ligado a la idea de sumisión y condición de inferioridad del
niño, y remplazarlo por una nueva pedagogía para el desarrollo integral y libre
de la personalidad.
DERECHO A LA INTEGRIDAD
PERSONAL/DERECHO AL LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD/DERECHOS FUNDAMENTALES
DEL NIÑO/LIBERTAD DE EXPRESION/PRINCIPIO DE DIGNIDAD HUMANA
El constituyente ha querido consagrar,
aunque de forma negativa, el derecho de toda persona a su integridad física y
moral. El artículo 12 de la Carta prohibe la desaparición forzada, la tortura y
los tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. No pocas veces las
actitudes y conductas violentas de padres de familia y educadores pueden dar
lugar a la vulneración de este derecho, por lo que le corresponde al juez
constitucional establecer cuándo las actuaciones de los mayores constituyen un
caso de tortura o de tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes respecto
de los menores.
El grado en que se castigue a un menor no
sólo puede dar lugar a la vulneración de su integridad física o moral, sino que
como consecuencia de tal acción podría también verse afectado su derecho al
libre desarrollo de su personalidad.
La conducta de castigar a un niño
impidiéndole ejercer su libertad de expresión y someterlo a la burla de sus
compañeros es contraria a la dignidad humana y constituye un trato degradante
en los términos del artículo 12 de la Constitución, y una vulneración del
artículo 44 de la Constitución que garantiza a los niños protección contra toda
forma de violencia moral.
SENTENCIA
DE JUNIO 3 DE 1992
Ref.
: Expediente T-503
Actor:
LEONTE CORREA TOVAR
Magistrado
Ponente:
Dr.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Segunda de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los doctores Eduardo Cifuentes Muñoz, José
Gregorio Hernández Galindo y Alejandro Martínez Caballero ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela T-503 adelantado
por LEONTE CORREA TOVAR, en representación de sus hijos menores FRANCISCO
JAVIER Y HENRY CORREA CUBILLOS contra directivos de la escuela oficial
"Diego de Ospina No.2" de la ciudad de Neiva.
ANTECEDENTES
1. El señor LEONTE CORREA TOVAR presentó el
veinticuatro (24) de enero de 1992 acción de tutela contra las directivas del
establecimiento educativo C.D.U. DIEGO DE OSPINA No. 2 - NEIVA, solicitando que
sus hijos menores de edad, FRANCISCO JAVIER CORREA CUBILLOS (8 años) y HENRY
CORREA CUBILLOS (6 años), fueran matriculados.
2. Los hechos que suscitaron la acción de
tutela consistieron resumidamente en la determinación adoptada por las señoras
MERY MENDEZ RAMIREZ, directora encargada del mencionado Centro Educativo,
GRACIELA AÑAZCO DE PEÑA, directora del Núcleo Educativo 07, y ROSAURA CANO
CABRERA, profesora, en el sentido de negarse a matricular a los menores, a
pesar de que éstos habían cursado satisfactoriamente el año académico de 1991
en dicha escuela.
3. Según lo afirmado por el solicitante, la
negativa de las directivas fue el desenlace de una serie de diferencias
originadas entre el mismo señor CORREA TOVAR y la profesora ROSAURA CANO, en
razón de un incidente ocurrido con su hijo menor Francisco Javier Correa
Cubillos durante el año lectivo de 1991 y, además, por desaveniencias tenidas
con la señora GRACIELA AÑAZCO DE PEÑA, directora del Núcleo Educativo 07, a
causa de su intromisión en las decisiones de la Asociación de Padres de Familia
del Centro Docente Diego de Ospina No.2, y de la cual él era su representante.
4. El día 22 de marzo de 1991 se eligió
nueva Junta Directiva de la Asociación de Padres de Familia en dicho
establecimiento, designándose al padre de los menores como su presidente,
elección ésta que fue ratificada por la Gobernación del Huila mediante
Resolución No. 626 de 1991, de abril 23 de 1991.
5. En carta de fecha 14 de junio de 1991
dirigida por la Junta Directiva de la Asociación de Padres de Familia a la
señora GRACIELA AÑAZCO DE PEÑA, se le solicitó no intervenir en sus decisiones,
en particular respecto de los aportes o cuotas de los padres para el servicio
de aseo del colegio. Igualmente, en dicha comunicación se requería a la
directora del Núcleo Educativo 07 para que interviniera ante la anterior Junta
Directiva con el objeto de que ésta hiciera entrega de los elementos -libros,
archivos, sellos, dineros- necesarios para el buen funcionamiento de la
Asociación de Padres de Familia.
6. El 4 de octubre de 1991, el padre de los
menores presentó queja por escrito ante la directora de la escuela, MERY
MENDEZ RAMIREZ contra la educadora ROSAURA CANO en relación con el trato dado
por ésta a su hijo menor Francisco Javier Correa Cubillos. Según lo reconoció
posteriormente la educadora, sus actos consistieron en ordenarle pasar al
frente de sus compañeros de clase y proceder, acto seguido, a taparle la boca
con un esparadrapo para evitar que contestara cuando no era preguntado. El
padre del menor señala que la conducta de la docente convirtió a su hijo en
objeto de burla y sorna para sus demás compañeros.
7. En su escrito, el petente afirma que la
decisión de excluir a sus hijos del colegio no tiene motivo diverso de
"hacerle perder su calidad de socio, y por ende la Presidencia", de
la Asociación de Padres de Familia.
8. Aduce el padre de familia que las
discrepancias entre la Asociación de Padres de Familia y las Directivas del
establecimiento docente no deben "repercutir en los derechos del
niño" consagrados en el artículo 44 de la Constitución.
9. El Juzgado Cuarto Promiscuo de Familia
de la ciudad de Neiva avocó el mismo día veinticuatro (24) de enero de 1992 el
conocimiento del negocio y, previa la práctica de diversas pruebas documentales
y testimoniales, concedió, dentro del término constitucional, la tutela
solicitada, ordenando a las directivas de la escuela el otorgamiento de los
cupos y matrículas a los menores FRANCISCO JAVIER y HENRY CORREA CUBILLOS.
10. El Juzgado Cuarto Promiscuo de Familia
fundamentó su decisión de conceder la tutela en la violación del derecho a la
educación de los menores FRANCISCO JAVIER Y HENRY CORREA CUBILLOS. Para el
fallador, el hecho de estar consagrado el derecho a la educación en la
Constitución, en los Convenios Internacionales ratificados por Colombia y en el
Código del Menor, amerita que sea objeto de la acción de tutela, al tenor de
los artículos 2 y 40 del Decreto 2591 de 1991.
11. Según el fallador, la educación es un
derecho de la persona y un servicio público (CP art. 67) que tiene una función
social, correspondiéndole al Estado, en virtud de sus facultades de inspección
y vigilancia, asegurar a los menores las condiciones necesarias para su acceso
y permanencia en el sistema educativo. En consecuencia, luego de indagar sobre
la causa que impidió el acceso de los menores CORREA CUBILLOS al
establecimiento educativo C.D.U. Diego de Ospina No.2, llegó a la conclusión
que la negativa obedeció a las desaveniencias surgidas entre las directivas y
el demandante, no aceptando las razones expuestas por las demandadas en el
sentido de haber tomado la resolución en la seguridad de que los menores serían
desvinculados del Centro Educativo como consecuencia del traslado de su
progenitora, anteriormente profesora del mismo establecimiento, a otro colegio.
12. A juicio del juez, dado que los menores
eran antiguos alumnos que habían aprobado satisfactoriamente el año anterior,
"deberían tener prioridad para su continuidad en el plantel respecto de
los nuevos aspirantes". Aún más, examinados los criterios fijados por las
directivas para el otorgamiento de las matrículas, se podían deducir
irregularidades en ese proceso, como la ausencia de comunicación previa a los
padres informándoles sobre los mencionados criterios.
13. Igualmente, el Juez Cuarto (4o.)
Promiscuo de Familia encontró que el acto de la profesora ROSAURA CANO CABRERA
contra el menor FRANCISCO JAVIER CORREA CUBILLOS -consistente en taparle la
boca con un esparadrapo- podía ser constitutivo de maltrato, según los artículo
16 y 272 del Código del Menor (Decreto 2737 de 1989), y por ello procedió a
compulsar copias a la Comisaría de Familia de la ciudad de Neiva, para que se
investigara la conducta de la mencionada profesora.
14. No habiendo sido impugnada la anterior
providencia, el Juez a quo remitió el expediente a esta Corte el día siete (7)
de febrero de 1992. Seleccionado para revisión, correspondió por reparto a la
Sala Segunda de Revisión su conocimiento.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. El señor LEONTE CORREA TOVAR en
ejercicio de la acción de tutela solicitó la protección del derecho a la
educación de sus hijos menores FRANCISCO JAVIER Y HENRY CORREA CUBILLOS. El
Juzgado Cuarto (4o.) Promiscuo de Familia de Neiva en primera instancia concedió
la acción de tutela solicitada y ordenó al centro educativo C.D.U. Diego de
Ospina No.2 de Neiva proceder a matricular a los menores. En desarrollo de la
presente revisión esta Sala procede a establecer si la mencionada acción fue
correctamente concedida, según lo dispuesto en la Constitución y en la ley.
2. Ante todo es necesario determinar si el
derecho a la educación es un derecho fundamental y, como tal, goza del
mecanismo de protección inmediata que representa la acción de tutela (CP art.
86).
Algunos
derechos, por ser inherentes a la persona humana son fundamentales (v. gr.
derecho a la vida, libertad de locomoción etc). Otros, no son fundamentales
para algunas personas, pero sí para otras que se encuentran en circunstancias
específicas u ostentan determinada condición: es el caso del derecho a la salud
que, no siendo inherente a la persona, tampoco es derecho fundamental ni tiene
aplicación inmediata, pero que, tratándose de los niños, sí adquiere carácter
fundamental (CP arts. 44 y 50).
En razón de su condición de debilidad
manifiesta, e incapacidad física y mental para llevar una vida totalmente
independiente, los niños requieren una protección especial por parte del
Estado, la familia y la sociedad.
Lo anterior unido a la decisión del
Constituyente de consagrar el principio de prevalencia de los derechos de los
niños sobre los derechos de los demás (CP art. 44 inc. 2), justifica el
reconocimiento en su favor de derechos fundamentales distintos y adicionales a
los consagrados para las personas en general.
La consagración expresa, en el artículo 44
de la Constitución, de la educación como un derecho fundamental de los
niños, no deja duda alguna sobre su naturaleza ni sobre la posibilidad de
exigir su respeto y protección mediante el ejercicio de la acción de tutela.
3. Cuando el derecho fundamental de los
niños a la educación se ejerce respecto de una entidad educativa, o contra sus
directivas, surgen interrogantes en cuanto a la forma de su concretización.
¿Incluye el derecho a la educación un derecho al acceso a la educación
formal en establecimientos públicos o privados destinados para tal fin?
¿Puede reconocerse la existencia de un derecho a permanecer en una
entidad educativa, después de haber cursado en ella satisfactoriamente las
materias exigidas en el pensum escolar y cumplido con su régimen disciplinario
?
4. En principio, no siendo el derecho
fundamental a la educación un derecho de aplicación inmediata (CP art.85), su
efectividad está condicionada al desarrollo legal y a su realización progresiva
mediante las políticas sociales del Estado. La garantía real de un derecho
económico, social o cultural - conocidos por la doctrina como derechos de la
segunda generación - depende del desarrollo económico y social del país. El
Estado social de derecho exige del legislador y del gobierno atención
preferencial para la satisfacción de las demandas de la población enderezadas a
hacer efectivos este tipo de derechos. Los planes de desarrollo y el
presupuesto deben contemplar la permanente ampliación de las oportunidades
reales para que un mayor número de personas puedan gozar y ejercer los derechos
que la Constitución proclama.
5. Podría pensarse, en caso de aceptar la
existencia de un derecho a acceder a la educación, que éste no sería exigible
mediante la acción de tutela por estar consagrado en el artículo 67, es decir,
fuera del Título II, Capítulo 1o. de la Constitución Política1 .
Sin embargo, en el caso de los niños el
reconocimiento expreso del carácter fundamental del derecho a la educación (CP
Art.44) establece un parámetro de juzgamiento constitucional distinto al
anteriormente esbozado. Si el constituyente elevó la educación entre los 5 y
los 15 años de edad a la categoría de obligación (CP art.67), ello significa
que correlativamente debe afirmarse la existencia de un derecho público
subjetivo para exigir del Estado el acceso a la misma. Mal podría el Estado
hacer obligatoria la educación formal si, a su vez, no garantiza las
condiciones materiales mínimas y necesarias para el cumplimiento de dicha
obligación.
6. La obligación de educarse supone como
condición previa el acceso a los centros educativos. Existe entonces un derecho
constitucional para acceder a la educación formal, ya que de dicho acceso
depende la posibilidad de cumplimiento de una obligación exigida a la persona.
Un problema adicional para la exigibilidad
tanto del derecho como de la obligación de educarse se presenta cuando no
existe la infraestructura física y los recursos humanos necesarios para poner a
operar un establecimiento educativo. Tal circunstancia explica porque el
derecho a acceder a la educación no fue concebido como un derecho de aplicación
inmediata. Pero, confrontada esta situación con el carácter fundamental del
derecho respecto de los niños, así como con su obligatoriedad, al juez
constitucional le corresponde resolver las aparentes contradicciones del texto
constitucional, en virtud de la aplicación del principio de unidad y
armonización de los preceptos del ordenamiento.
Existe un derecho público subjetivo a
exigir del Estado el acceso a la educación si las condiciones necesarias -
centros educativos, planta de personal, recursos económicos -, para prestar
este servicio público (CP art.67) se encuentran materializadas. En caso de
ausencia de cupos, como consecuencia de la alta demanda del servicio o de la
limitación de la infraestructura educativa, el reconocimiento del derecho
fundamental de los niños a la educación se hará teniendo en cuenta el principio
de igualdad de oportunidades, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 13
de la Constitución.
Frente a un exceso de solicitudes para
acceder a un número limitado de cupos, deberá tenerse en cuenta además de los
méritos o capacidades individuales, el compromiso del Estado para promover a
grupos tradicionalmente marginados o discriminados y proteger a las personas
que por sus condiciones económicas, físicas o mentales se encuentren bajo
circunstancias de debilidad manifiesta (CP art. 13 inc. 2 y 3).
7. Con mucha mayor razón debe afirmarse la
existencia de un derecho público subjetivo frente al Estado de permanecer en el
sistema educativo. La voluntad expresa del constituyente ha sido la de proteger
la educación en su integridad. La Constitución garantiza el acceso y la
permanencia en el sistema educativo, salvo que existan elementos razonables
- incumplimiento académico o graves faltas disciplinarias del estudiante -
que lleven a privar a la persona del beneficio de permanecer en una entidad
educativa determinada.
El deber del Estado de asegurar a los
menores las condiciones necesarias para permanecer en el sistema educativo (CP
art. 67) debe interpretarse a la luz de los artículos 44 y 13 de la Carta: el
primero porque comunica o irradia el carácter de fundamental al derecho de
permanencia educativa, y, el segundo, porque dicha permanencia debe ser
garantizada en igualdad de condiciones, esto es, sin ningún tipo de
discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua,
religión, opinión política o filosófica.
El principio de igualdad de oportunidades
juega un papel neurálgico en la tarea de mantener y promover un orden justo (CP
Preámbulo, art. 2), en una sociedad que además de la pobreza se caracteriza por
una inequitativa distribución de recursos. La obligación del Estado de promover
las condiciones para alcanzar una igualdad real y efectiva sólo podrá verse
cumplida mediante el respeto e igual consideración de todas las personas en el
diseño y funcionamiento de las instituciones públicas. Tratándose de un menor
de edad se espera que su permanencia en una entidad educativa sea garantizada
por encima de las decisiones arbitrarias de la autoridad de turno con poder
decisorio para otorgar o denegar cupos de estudio.
Dentro de los factores jurídicos relevantes
para no reconocer el derecho de permanencia en una entidad educativa estarían
el grave incumplimiento de las exigencias académicas y disciplinarias. Para
evitar un trato desigual o arbitrario en su apreciación y aplicación, el Estado
ha diseñado diversos mecanismos de control.
En desarrollo de la facultad de regular y
ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación con el fin de velar
por su calidad, el cumplimiento de sus fines y la mejor formación moral,
intelectual y física de los educandos, el Estado, a través del Ministerio de
Educación y el Instituto Nacional para el Fomento de la Educación Superior
(ICFES), ha reglamentado los requisitos académicos para aprobar los estudios de
preescolar, primaria, secundaria, técnico vocacional y universitarios.
En materia de régimen disciplinario se
reconoce una mayor autonomía a los centros educativos para regirse por sus
propios estatutos, siempre que en ellos se respeten los preceptos
constitucionales, en especial las garantías del debido proceso y del derecho de
defensa (CP art. 29), el principio de proporcionalidad y el principio de
participación de los padres en la educación (CP arts. 42 inc. 8, 67 inc. 3 y 68
inc. 2).
En cuanto al derecho de los padres a educar
a sus hijos (CP art. 42 inc. 8) podrían presentarse divergencias con las
directivas del centro educativo al cual asisten los menores de edad. En caso de
conflicto entre la autonomía del centro docente - expresada en la libertad
de enseñanza (CP art 27) y en la facultad de fundar establecimientos educativos
(CP art. 67 inc.1)- y los derechos de los padres a educar a sus hijos y a
participar en la dirección de las instituciones de educación (CP art.68 inc.
2), el constituyente se ha manifestado en favor de los niños al consagrar la
prevalencia de sus derechos sobre los derechos de los demás (CP art. 44 inc.
2), lo que significa que la mejor alternativa que responda objetivamente a su
interés y al desarrollo de su personalidad es la que en cada caso concreto
deberá promoverse.
Sería violatorio de la Constitución no
respetar el derecho de permanencia del menor en el centro educativo a raíz de
las disputas surgidas entre padres de familia y directivos o profesores. Tal
circunstancia, además de ser un elemento ajeno a las causales de exclusión del
sistema educativo, viola el mandato constitucional de no discriminación por
razón del origen familiar contenida en el artículo 13 de la Carta, así como la
prevalencia de los derechos de los niños sobre los derechos de los demás.
8. El Juzgado Cuarto (4o.) Promiscuo de
Familia de la ciudad de Neiva - aunque asumió irregularmente el proceso dado
que la acción de tutela no se sometió previamente a reparto - concedió dicha
acción al deducir del material probatorio recaudado que la negativa a
matricular a los menores se debió a desaveniencias de las directivas con el
demandante, además de haberse incurrido por parte del centro educativo en
diversas irregularidades en el proceso de otorgamiento de las matrículas
consistentes en no dar prioridad a los menores CORREA CUBILLOS para su
continuidad en el plantel respecto de los nuevos aspirantes y en la ausencia de
comunicación previa a los padres sobre los criterios a aplicar para la
conservación y el otorgamiento de cupos de estudio.
Esta Sala de Revisión comparte las razones
expuestas por el juzgador de primera instancia para conceder la tutela, razones
fundadas en la existencia de un derecho a permanecer en el sistema educativo y
en la prohibición de discriminación por razones de origen familiar como
garantía del principio de igualdad de oportunidades.
Aunque en materia probatoria no se pueda
aseverar tan contundentemente como lo hace el Juzgado Cuarto (4o.) Promiscuo de
Familia de Neiva que la negativa de las directivas obedeció a las
desaveniencias con el demandante, no es menos cierto que las explicaciones
dadas por la directora encargada señora MERY MENDEZ RAMIREZ en el sentido de
haber presumido que los menores FRANCISCO JAVIER y HENRY CORREA CUBILLOS serían
desvinculados del centro educativo C.D.U. Diego de Ospina # 2, por el traslado
de su madre a otro centro docente, es un factor arbitrario que no puede tener
la virtualidad de desconocer el derecho a un trato igualitario en la adjudicación
de puestos de estudio, así como la existencia del derecho a permanecer en dicho
centro docente máxime si se tiene en cuenta que los menores habían cumplido
satisfactoriamente los requisitos exigidos por la institución.
9. De otra parte, las características del
caso muestran que las acciones de la autoridad encargada del servicio público
de la educación pueden haber constituído una vulneración o amenaza de otros
derechos fundamentales: la libertad de asociación (CP art. 38), íntimamente
vinculada a la conformación y el funcionamiento de la asociación de padres de
familia del colegio C.D.U. Diego de Ospina No.2 y el derecho de los padres a
participar en la educación de sus hijos (CP art. 41, 42 inc. 8, 44, 67 inc. 3,
68 inc. 2 y 4).
El artículo 5 de la Constitución ampara a
la familia como institución básica de la sociedad. En el seno de la familia el
niño descubre y aprende por primera vez a conocer el mundo. De ahí la función
primordial asignada a los padres en la educación de sus hijos, con los derechos
y las obligaciones que su cumplimiento impone para el desarrollo armónico e
integral del menor y el ejercicio pleno de sus derechos.
Los derechos y obligaciones de los padres
no cesan por el hecho de ingresar el menor a una entidad educativa. Las
personas encargadas de este esencial servicio público y los progenitores deben
unir esfuerzos para el logro de los fines de la educación; además, deben
ejercer y cumplir responsablemente sus derechos y obligaciones, sin olvidar que
los derechos de los niños, en todo caso, deben prevalecer sobre los derechos de
los demás (CP art. 44 inc. 2).
El respeto recíproco y el trabajo armonioso
en pro de la niñez puede verse alterado por pugnas de poder, abusos de
autoridad y conflictos económicos o políticos, entre directivas escolares y
padres de familia.
El lugar privilegiado que ocupan los
derechos humanos en la nueva Constitución da cuenta del tránsito decisivo de
una sociedad autoritaria a una democrática, tolerante, pluralista y
participativa (CP art. 1). Es por ello que, tanto las directivas de las
entidades educativas como los padres de familia, deben colaborar en la búsqueda
de un consenso que permita la convivencia pacífica y promueva el respeto de los
derechos humanos, la paz y la democracia (CP art. 67 inc. 2).
Acciones como la negativa de matricular a
niños que han cursado satisfactoriamente el año escolar anterior con miras a
excluir a un padre de familia de la Asociación de Padres de Familia,
constituyen un claro atentado contra el derecho de los padres a participar en
la educación de sus hijos, además de una amenaza a la libertad de asociación.
Aunque en el presente caso haya cesado la inminente amenaza a los derechos
fundamentales, es deber del juez constitucional advertir a la autoridad sobre
su obligación de abstenerse en el futuro de incurrir en tales acciones (art. 24
Decreto 2591 de 1991).
Cabe también advertir a las Juntas de las
Asociaciones de Padres de Familia que, en el ejercicio de sus potestades, deben
evitar involucrarse en disputas en torno a la dirección y competencias de las
autoridades educativas, sino buscar siempre la armonía y el acuerdo en favor
del interés prioritario de los menores.
Los padres gozan, a través de los medios
democráticos y de coparticipación a su alcance, de la posibilidad de tener
injerencia tanto externa (lugar de estudio, salubridad, condiciones locativas),
como interna (contenido de las materias, métodos de enseñanza, valoración del
rendimiento académico, régimen disciplinario), en el desarrollo del proceso
educativo y formativo de sus hijos. Sin embargo, estas facultades llevan
asociadas delicadas responsabilidades.
El ejercicio simultáneo de los derechos de
los padres y de las autoridades educativas precisa delimitar la órbita de
injerencia de cada uno de ellos: los padres de familia tienen un derecho
prioritario a escoger el tipo de educación para sus hijos menores, así como su
formación moral o espiritual (CP art. 68 inc. 4). Por su parte, el Estado y los
particulares, en ejercicio del servicio público de la educación, tienen una
mayor influencia en la toma de decisiones administrativas y de gestión, así
como de contenido y método de la educación respetando, claro está, el derecho
de los padres a participar en la adopción de esta clase de decisiones.
10. El solicitante de la tutela denuncia,
de otra parte, el acto de la profesora ROSAURA CANO CABRERA, contra el menor
FRANCISCO JAVIER CORREA CUBILLOS, de ocho (8) años de edad, consistente en
taparle la boca con un esparadrapo frente a sus compañeros. Aunque no se aduce
por parte del representante del menor afectado, una violación específica de un
derecho fundamental, es evidente para la Corte Constitucional que tal conducta
de la educadora vulneró derechos fundamentales del menor, lo cual debe
señalarse así para evitar que en el futuro vuelvan a presentarse actitudes
violentas y por lo tanto contrarias al orden justo perseguido por la
Constitución.
El constituyente ha querido consagrar,
aunque de forma negativa, el derecho de toda persona a su integridad física y
moral. El artículo 12 de la Carta prohibe la desaparición forzada, la tortura y
los tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. No pocas veces las actitudes
y conductas violentas de padres de familia y educadores pueden dar lugar a la
vulneración de este derecho, por lo que le corresponde al juez constitucional
establecer cuándo las actuaciones de los mayores constituyen un caso de tortura
o de tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes respecto de los menores.
El grado en que se castigue a un menor no
sólo puede dar lugar a la vulneración de su integridad física o moral, sino que
como consecuencia de tal acción podría también verse afectado su derecho al
libre desarrollo de su personalidad (CP art. 16). La secuelas a nivel
sicológico y emocional producto de un trato cruel, inhumano o degradante pueden
impedir, desviar y, en ocasiones extremas, coartar definitivamente el libre
desarrollo de la personalidad del menor. Se ha observado que las personas que
sufren violencia en su infancia posteriormente la reproducen en su vida adulta.
La Constitución rechaza en forma expresa dichas acciones al señalar que
"cualquier forma de violencia en la familia se considera destructiva de su
armonía y unidad" (CP art.42 inc.5 ). En otra disposición ordena que los
niños serán protegidos contra "toda forma de abandono o violencia física o
moral" (CP art. 44).
En la Asamblea Nacional Constituyente se
advirtió lo siguiente: " si vamos a consagrar un Estado social de derecho,
es necesario contemplar específicamente los derechos del grupo humano más
vulnerable - la población infantil -, ya que por carecer dichos derechos de
significado dentro de la vida política, económica, social y cultural se han
establecido desigualdades y, en gran medida, se han forjado los cimientos de la
actual violencia." (Iván Marulanda, Jaime Benítez, Tulio Cuevas, Guillermo
Perry, Angelino Garzón, Guillermo Guerrero. Ponencia-Informe Derechos de la
Familia, y el Niño. G.C. No. 85 p. 6)
La violencia debe ser definitivamente
proscrita de la familia y de las instituciones educativas. La accidentada
historia nacional enseña que la violencia engendra más violencia. El niño, el
eslabón más frágil pero necesario de la especie humana, requiere de una
especial protección, más cuando anualmente en Colombia "son abandonados
por sus padres 20.000 niños; 100.000 menores sufren las consecuencias del
maltrato y el abuso sexual y aproximadamente 5.000 entre ellos niños y
adolescentes expósitos, deambulan por las calles". (Informe-Ponencia. Iván
Marulanda y otros. Asamblea Nacional Constituyente, Comisión V. Gaceta
Constitucional No. 85, p. 6).
Una modalidad aún hoy arraigada en la
educación es el empleo de castigos físicos y morales que no se compadecen con
el respeto de los derechos humanos y con los principios democráticos
consagrados en la Constitución. Algunos docentes todavía veneran la antigua
máxima autoritaria, "la letra con sangre entra". Sin embargo, por extendidas
y reiteradas que sean estas prácticas en nuestras tradiciones culturales, ellas
conllevan una grave violación de los derechos fundamentales de los niños, en
especial del derecho al cuidado y al amor (C.P. art. 44), guía insustituible
del proceso educativo.
El autoritarismo en la educación no se
compadece con los valores democráticos y pluralistas de la sociedad. Una nueva
pedagogía ha surgido de la Constitución de 1991. En el sentir del
Constituyente, son fines de la educación despertar la creatividad y la
percepción, entender y respetar la diversidad y universalidad del mundo,
recibir el amor de la familia y prodigarlo en la vida adulta, desarrollar las
aptitudes de acuerdo con las capacidades, expresar las opiniones libremente con
miras a propiciar el diálogo, compartir las vivencias, alimentar la curiosidad
y aprender a no temer a los retos de la vida (Gaceta Constitucional No. 85 p.
6).
Como garantía del desarrollo integral del
niño, la Constitución consagra derechos de protección (CP art. 44) con los
cuales lo ampara de la discriminación, de las prácticas lesivas a la dignidad
humana y de cualquier tipo de indefensión que coloque en peligro su desarrollo
físico y mental.
Una práctica lesiva de la dignidad humana,
con potencialidad de poner en peligro el desarrollo mental del menor, es aquel
castigo que por su gravedad degrada o humilla a la persona y hace que ella
pierda autoestima a los ojos de los demás o a los suyos propios. En tal evento,
nos encontramos ante una múltiple violación de derechos fundamentales (CP art.
12, 16 y 44), que genera una falla en el servicio público de la educación y
puede dar lugar a sanciones y condenas contra el Estado y el funcionario o
particular encargado de la educación (CP arts. 67 y 68).
En declaración juramentada ante el juzgado
del conocimiento, la profesora ROSAURA CANO CABRERA admitió haberle tapado la
boca con un esparadrapo al menor FRANCISCO JAVIER CORREA CUBILLOS frente a sus
compañeros, como "corrección" por el hecho de que el mencionado niño
en una evaluación respondió preguntas cuando no se le preguntaba. La educadora
adujo como justificación de su proceder la ira que le ocasionó la
conducta del menor; sin embargo, afirma haber recapacitado luego y no haber
"vuelto a reincidir en eso".
La conducta de castigar a un niño
impidiéndole ejercer su libertad de expresión y someterlo a la burla de sus
compañeros es contraria a la dignidad humana y constituye un trato degradante
en los términos del artículo 12 de la Constitución. Prueba de la humillación
sufrida por el menor CORREA CUBILLOS es que cuando llegó a su casa se puso a
llorar como lo atestigua su padre en Carta del 4 de octubre de 1991, dirigida a
la directora encargada del centro docente MERY MENDEZ, al afirmar que el
castigo "sirvió de burla a sus demás compañeros lo cual ha originado
llanto (no delante de ellos, por ser berraco) pero sí aquí en la casa al
comentarme lo sucedido".
La modalidad del castigo escogida por la
profesora CANO CABRERA también constituye una vulneración del artículo 44 de la
Constitución que garantiza a los niños protección contra toda forma de
violencia moral. La ira del docente, lejos de ser una causal
exculpatoria de su conducta, es por sí misma contraria a las ideas y valores
que inspiran el derecho y el servicio público de la educación.
Los patrones culturales y los métodos
educativos tienen un papel decisivo en el proyecto de cambio hacia una sociedad
pacífica, democrática y participativa. La Constitución espera que los
educadores, de manera permanente, hagan propicio el proceso educativo para
inculcar en los educandos, un genuino sentimiento de respeto hacia los derechos
humanos y que los mismos se incorporen en dicho proceso y sean cumplidos por
todos los participantes, directivos, profesores y alumnos. Educar para la
libertad y la democracia es la consigna que debe guiar a los profesores en el
ejercicio de sus funciones.
El Estado tiene la obligación de divulgar
la Constitución (CP art. 41), así como la carga de mejorar el nivel
remunerativo e intelectual de los profesores. La prestación idónea del servicio
público de la educación requiere modificar radicalmente el "modelo de
docilidad", ligado a la idea de sumisión y condición de inferioridad del
niño, y remplazarlo por una nueva pedagogía para el desarrollo integral y libre
de la personalidad.
La responsabilidad del Estado en materia de
educación se deriva, igualmente, de los compromisos internacionales suscritos
por el Estado colombiano para la protección de la niñez. La Convención sobre
los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas
el 20 de noviembre de 1.989 y ratificada por la Ley 12 de 1.991, establece que
"el niño debe estar plenamente preparado para una vida independiente en
sociedad y ser educado en el espíritu de los ideales proclamados en la Carta de
las Naciones Unidas y, en particular, en un espíritu de paz, dignidad,
tolerancia, libertad, igualdad y solidaridad". Igualmente, el artículo 13
del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
ratificado por la ley 74 de 1.968, ordena: "Los Estados Partes en el
presente Pacto reconocen el derecho a toda persona a la educación. Convienen en
que la educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad
humana y del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el respeto por los
derechos humanos y las libertades fundamentales. Convienen asimismo en que la
educación debe capacitar a todas las personas para participar efectivamente en
una sociedad libre, favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre
todas las naciones y entre todos los grupos raciales, étnicos o religiosos, y
promover las actividades de las Naciones Unidas en pro del mantenimiento de la
paz".
En consecuencia, es no sólo una obligación
constitucional para el Estado garantizar las condiciones materiales y humanas
para el logro de los fines de la educación, sino además un compromiso con la
comunidad internacional, de necesario cumplimiento.
El Código del Menor y el Estatuto Docente
Nacional sancionan el maltrato (Decreto 2737 de 1.989, art.272) y la aplicación
de castigos denigrantes o físicos a los educandos (Decreto 2277 de 1.979, art.
46). Por lo tanto, la Sala de Revisión de la Corte Constitucional encuentra
suficientes elementos de juicio para considerar que la educadora ROSAURA CANO
CABRERA comprometió su responsabilidad en este caso, por lo que procederá a
confirmar la decisión del Juzgado Cuarto (4o.) Promiscuo de la ciudad de Neiva
y ordenará enviar copia del proceso a la autoridad competente para sancionar la
referida conducta.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda
de Revisión
R E S U E L V E
PRIMERO.- CONFIRMAR en todas sus partes la sentencia de tutela
del dos (2) de febrero de mil novecientos noventa y dos (1992), proferida por
el JUZGADO CUARTO PROMISCUO DE FAMILIA de la ciudad de NEIVA.
SEGUNDO.- COMPULSAR copias a la Junta de Escalafón Docente,
Seccional Neiva, para lo de su competencia en relación con la violación de
derechos fundamentales en que incurrió la profesora ROSAURA CANO CABRERA,
identificada con cédula de ciudadanía 36.162.335 de Neiva y actualmente
vinculada al colegio C.D.U. Diego de Ospina # 2 - Neiva, como educadora.
TERCERO.- LIBRESE por Secretaría las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los efectos allí
contemplados.
Cópiese, comuníquese, cúmplase, e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Segunda de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los tres (3) días del mes
de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
1 En todo caso la doctrina constitucional de la Corte ha entendido
que el derecho a la educación tiene el carácter de un derecho fundamental.
Sentencia No. 02 Magistrado Ponente Dr. Alejandro Martínez Caballero. |
39 | T-403-92
Sentencia No
Sentencia No. T-403/92
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Primacía/DERECHOS DE APLICACION INMEDIATA
La
opción por la primacía de los derechos fundamentales sobre las llamadas
"razones de estado", históricamente esgrimidas por la autoridad para
limitar el ejercicio de los derechos y libertades ciudadanas, en aras de la
defensa in abstracto de valores y nociones como "la moral", el
"orden público", las "buenas costumbres" o el "interés
general", llevó al constituyente de 1991 a postular derechos de aplicación
inmediata que no requieren de desarrollo legal para ser exigibles. El libre
ejercicio de derechos no condicionados a lo establecido por la ley, así como la
prohibición de que sean suspendidos los derechos humanos y las libertades
fundamentales en estados de excepción, se explican en el mismo principio de
primacía de los derechos fundamentales. El constituyente optó por excluir de
las disposiciones sobre derechos fundamentales su condicionamiento a nociones
como la moral, el orden público, o la ley, prefiriendo elevar estos valores a
derechos constitucionales: derecho a la honra, derecho a la paz, derecho a la
intimidad, derecho al debido proceso.
LIBERTAD
DE CULTOS/LIBERTAD DE EXPRESION/LIBERTAD DE RELIGION-Alcance
Las
libertades de culto y de expresión no consagran una competencia legislativa que
pueda restringir su práctica. Ello significa que al legislador no le es dado
limitar por vía legal ciertos derechos colocados por el constituyente fuera de
la órbita de acción de las autoridades. Desde luego, si las libertades de culto
y de expresión dan lugar a la conformación de una reunión pública, esta última
en cuanto tal en los términos del artículo 37 de la Constitución Política,
queda sujeta a las limitaciones que de manera expresa establezca la ley. Por
otra parte, las libertades de religión y de cultos comprenden no sólo la
posibilidad de ejercer de forma activa una fe o creencia sin intervención del
Estado, sino también el ejercicio pasivo de las mismas, esto es, el derecho a
no ser obligado a profesar o divulgar una religión. La libertad de religión
comprende expresamente el derecho de difundirla en forma individual o colectiva.
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Confrontación
En
caso de confrontación entre derechos fundamentales de igual jerarquía
constitucional el juzgador debe proceder a sopesar su valor relativo, según las
circunstancias del caso y los efectos concretos que la restricción de los
derechos podría tener respecto de las personas involucradas en la situación
concreta. Un criterio cualitativo que estime en su dimensión existencial la
importancia del ejercicio de un derecho o libertad y las consecuencias prácticas
de su restricción, debe imponerse sobre un criterio cuantitativo basado en el
número de personas posiblemente afectadas por la limitación.
SENTENCIA
DE JUNIO 3 DE 1992
REF.
: Expediente T-628
Actor:Euclides
Sierra Hernández
Magistrado
Ponente:
Dr.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
La
Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los
magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, José Gregorio Hernández Galindo y
Alejandro Martínez Caballero ha pronunciado
EN
NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR
MANDATO DE LA CONSTITUCION
la
siguiente
S E N
T E N C I A
En el
proceso de tutela T-628 adelantado por el señor EUCLIDES ALVARO SIERRA
HERNANDEZ contra la Alcaldía Municipal y la Inspección Departamental Permanente
de Policía de Barbosa, Santander.
A N T E C E D E N T E S
1. El
día 17 de febrero de 1992 fue remitido a esta Corte el proceso de acción de
tutela de EUCLIDES ALVARO SIERRA HERNANDEZ contra la Alcaldía Municipal y la
Inspección Departamental Permanente de Policía de Barbosa, Santander, para
su eventual REVISION, no habiendo sido impugnada la decisión de tutela
proferida por el Juzgado Primero Civil Municipal de la misma ciudad. El
mencionado proceso fue seleccionado para revisión correspondiendo por reparto
a la Sala Segunda de Revisión su conocimiento.
2.
Varios residentes del Barrio Gaitán del municipio de Barbosa, Santander,
presentaron por escrito el día 16 de septiembre de 1991 ante la Inspección
Departamental Permanente de Policía una queja contra el señor EUCLIDES ALVARO
SIERRA HERNANDEZ, dado que éste utilizaba un equipo de amplificación "a
todas horas pero más a las horas del medio día, para proclamar la religión
evangélica sin hallarse en esa casa Iglesia o culto alguno y sin tener
respeto por la religión de cada cual". Señalan los peticionarios que,
además, la conducta del señor Sierra "dificulta la atención para
observar televisión o conciliar el descanso o siesta tanto de mayores como
de lactantes".
3.
Luego de intentar resolver en vano el problema por intermedio de la señorita
SOFIA SIERRA, hija del señor SIERRA HERNANDEZ, y, después de recibir varias
llamadas telefónicas de los vecinos del sector quiénes se quejaban por el
alto volumen del altoparlante, el día 20 de septiembre de 1991 la Inspección
Departamental Permanente de Policía ordenó a un sargento de policía conducir al
mencionado señor SIERRA a la Inspección y apagar el equipo amplificador.
La
inspección puso de presente al señor EUCLIDES SIERRA que su acción alteraba el
orden público y que para reanudar el uso del equipo amplificador requería de un
permiso especial de la Alcaldía.
4. El
señor SIERRA HERNANDEZ procedió a solicitar a la Alcaldía Municipal de Barbosa
el permiso para utilizar un altoparlante ubicado en su casa de habitación a fin
de divulgar "la palabra de Dios". En su solicitud reconocía el
respeto debido a las autoridades y a los vecinos, por lo cual sugería un horario
diario de 11:30 a.m. a 12:00 a.m. y de 5:00 p.m. a 6:00 p.m. para ejercer su
derecho.
5. La
anterior solicitud se despachó negativamente mediante oficio número 000090 de
la Alcaldía Municipal de Barbosa del 7 de octubre de 1991, en razón de la
perturbación a la paz pública que se producía con el altoparlante, según quejas
presentadas por varias personas ante la Inspección de Policía. Posteriormente,
ante el juez 1o. Civil Municipal, el Alcalde Municipal fundamentó su decisión
de negar el permiso en lo que sobre el particular establecía el Código Nacional
de Policía.
6.
Mediante oficio 209 del 9 de octubre de 1991, la Inspección explicó al señor
SIERRA, ante solicitud suya, las razones para haber exigido su comparecencia y
le reiteró la prohibición de utilizar el equipo de amplificación hasta que la
Alcaldía Municipal le concediera permiso para ello.
7. El
señor SIERRA HERNANDEZ interpuso acción de tutela contra la Alcaldía Municipal
y la Inspección Departamental Permanente de Policía de Barbosa, Santander, por
considerar que con sus decisiones se conculcaban sus derechos fundamentales
consagrados en los artículos 19 y 20 de la Constitución Nacional. En su
memorial alega que tales derechos son de aplicación inmediata y por tanto no
puede supeditarse su ejercicio a la obtención de un permiso previo. A su
juicio, las autoridades frente a las quejas de los vecinos por el uso del
altoparlante les corresponde regular la intensidad del sonido y señalar un
horario sin limitar en su totalidad este derecho.
8.
En providencia fechada el seis (6) de febrero de 1992 el Juzgado Primero
Civil Municipal de Barbosa denegó la acción de tutela y declaró que en el
caso "no hubo ni hay violación de los derechos consagrados en los
artículos 19 y 20 de la Constitución Nacional."
Como
fundamentos de su decisión, el fallador afirmó que el ejercicio de las
libertades de religión y de culto tienen como límites el deber de respetar los
derechos ajenos - entre ellos la libertad religiosa de otros -, de no abusar
de los propios, de no oponerse al orden jurídico y político vigente y de
cumplir las leyes que protegen la honra de las personas, el orden social y la
tranquilidad pública.
En consecuencia, resuelve desfavorablemente la acción de
tutela por haber desconocido el peticionario con el ejercicio de su libertad de
religión y de cultos igual derecho de los demás. Finalmente, el juzgado
considera ajustada a derecho la actuación de la policía local tendiente a
garantizar la tranquilidad pública en todas sus dimensiones, así como su concreto
ejercicio al otorgar o cancelar licencias para el uso de altoparlantes, como
acaece con el ejercicio de la libertad de prensa y de radiodifusión.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. En
ejercicio de la facultad de revisión de los fallos de tutela conferida a la
Corte Constitucional por el artículo 241-9 de la Constitución Política, le
corresponde a esta Sala de Revisión establecer si con los actos de la Alcaldía
Municipal y la Inspección Departamental Permanente de Policía de Barbosa,
Santander, se vulneraron o amenazaron los derechos fundamentales del señor
EUCLIDES ALVARO SIERRA HERNANDEZ consagrados en los artículos 19 y 20 de la C.
N.
Los
derechos fundamentales que el señor SIERRA invoca como vulnerados consisten en
el derecho que toda persona tiene a profesar libremente su religión y a
difundirla en forma individual o colectiva (CP art. 19) y el derecho a la
libertad de expresión, pensamiento y opinión (CP art. 20).
Para determinar si las decisiones de la primera
autoridad pública del Municipio de Barbosa y de la Inspección de Policía
vulneran los derechos fundamentales del señor SIERRA a difundir libremente su
religión y expresar su pensamiento y opiniones, es necesario, en primer
término, fijar el alcance de los referidos derechos.
2. La libertad de cultos, esto es, el derecho a
profesar y difundir libremente la religión, y la libertad de expresión,
constituyen derechos fundamentales indispensables en una sociedad democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto a la dignidad humana (CP art.
1).
Las libertades de culto y de expresión ostentan
el carácter de derechos fundamentales, no solamente por su consagración
positiva y su naturaleza de derechos de aplicación inmediata (CP art. 85), sino
sobre todo, por su importancia para la autorealización del individuo en su vida
en comunidad.
En una sociedad cuyo orden jurídico garantiza las
concepciones religiosas o ideológicas de sus miembros, así como su
manifestación por medio de la práctica ritual asociada a una creencia
particular, el Estado debe ser especialmente cuidadoso en sus intervenciones,
pues ellas pueden interferir la independencia y libertad de las personas que
profesan una confesión o credo.
De
otra parte, la libertad de expresar y difundir los propios pensamientos y
opiniones es esencial para el "libre mercado de las ideas",
imprescindible en una sociedad democrática, participativa y pluralista. No
existe democracia donde se acallen violentamente las ideas; no hay república
pluralista donde se niegue la diversidad o se imponga la intolerancia; tampoco
será posible la participación democrática y pluralista, cuando una concepción o
credo oficial desde el poder restringe los derechos y libertades cuya protección
corresponde precisamente a la autoridad (CP art. 2).
Las
libertades de conciencia, de pensamiento, de expresión, de religión y de cultos
son valores de naturaleza esencial, debido a su estrecha relación con la
dignidad humana sobre la que se funda el Estado colombiano.
3. El
valor esencial de las libertades de culto y expresión en el nuevo orden
constitucional se revela claramente al contrastar su consagración actual con la
que se plasmaba en la Constitución de 1886.
En
efecto, la libertad de expresión carecía de consagración positiva en la antigua
Constitución. El artículo 53 establecía:
"El
Estado garantiza la libertad de conciencia.
Nadie
será molestado por razón de sus opiniones religiosas, ni compelido a profesar
creencias ni a observar prácticas contrarias a su conciencia.
Se
garantiza la libertad de todos los cultos que no sean contrarios a la moral
cristiana ni a las leyes. Los actos contrarios a la moral cristiana o
subversivos del orden público que se ejecuten con ocasión o pretexto del
ejercicio de un culto, quedan sometidos al derecho común.
El
Gobierno podrá celebrar con la Santa Sede convenios sujetos a la posterior
aprobación del Congreso para regular, sobre bases de recíproca deferencia y
mutuo respeto, las relaciones entre el Estado y la Iglesia Católica"
(artículo 13 del Acto Legislativo número 1 de 1936).
La
libertad de la persona para expresar y difundir sus pensamientos y opiniones se
vinculaba básicamente con las libertades de conciencia, religión y cultos. Por
vía jurisprudencial se amplió la garantía del artículo 53 C.N. al ejercicio de
la libertad de pensamiento y opinión con fines no confesionales.
De
conformidad con el reconocimiento que en el preámbulo se hacia de la religión
católica, apostólica y romana como la religión oficial de la nación, la
Constitución de 1886 garantizaba la libertad de cultos subordinándola a la
conformidad del culto respectivo con la moral cristiana y, en todo caso,
sometiendo su ejercicio a las leyes.
En
estas condiciones, la libertad de cultos quedaba sujeta a precisos límites
constitucionales: la moral cristiana, las leyes y el orden público.
El
constituyente de 1991 tomó la determinación de garantizar la igualdad entre las
diferentes religiones e iglesias y de liberalizar la libertad de cultos, sin
consagrar límites constitucionales expresos a su ejercicio. El artículo 19 de
la Constitución establece:
"Se
garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a profesar
libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva.
Todas
las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley ".
Los
antecedentes de esta decisión del constituyente en torno a la religión
acreditan el tránsito de un estado confesional a un estado láico y pluralista
en materia de confesiones religiosas.
En el
informe-ponencia para primer debate en Plenaria, el Constituyente Diego Uribe
Vargas expresó:
"Dentro
del nuevo ordenamiento Constitucional, la consagración de la libertad de conciencia
representa uno de los aspectos fundamentales. Ello se complementa con el
derecho de cada persona de profesar libremente su religión en forma individual
o colectiva. Las palabras "todas las confesiones religiosas e iglesias son
igualmente libres ante la ley", expresan la diferencia fundamental con
el texto de la Constitución vigente, en el cual se hace referencia a la moral
cristiana y a la restricción que de ella se deriven. El haber desaparecido del
preámbulo de la Carta, que fuera aprobado en el plebiscito de 1957, el
carácter oficial de la religión católica, da paso a la plena igualdad entre
religiones e iglesias. Lo cual se traduce en la libertad de cultos".
(Gaceta Constitucional No. 82 p.10).
Por
su parte, el Constituyente Augusto Ramírez Ocampo, en el informe-ponencia para
segundo debate en plenaria, afirmó:
"Tema
que produjo intensos debates fue el de las libertades de conciencia, religión y
cultos, fruto de los cuales fue la separación deliberada que la Asamblea hizo
de estas libertades en dos artículos diferentes. La Constitución vigente la
consagraba en una sola norma que limita su campo al religioso. En el nuevo
ordenamiento, la libertad de conciencia se predica también de toda creencia, o
ideología.
En
cuanto a la libertad religiosa sobresalen dos aspectos esenciales: su
consagración absoluta sin limitaciones y el tratamiento igualitario que se
otorga a todas las confesiones religiosas. A lo anterior se agrega la supresión
de la incompatibilidad del ministerio sacerdotal con el ejercicio de funciones
públicas, la cual obedecía a las circunstancias históricas en que se expidió
la Constitución de 1886.
Es
este un corolario lógico de la igualdad que se predica para todos los
ciudadanos y de haber eliminado la protección especial que otorgaba la
Constitución original y después el Acto plebiscitario de 1957, a la Iglesia
Católica.
Simultáneamente
con la ratificación de derechos tales como, los de asociación, reunión,
petición, la Carta incluirá nuevos fueros como son los del derecho a la
intimidad, a la autonomía, a la honra y a la libertad de movimiento, todos
ellos inherentes a un régimen verdaderamente democrático". (Gaceta
Constitucional No. 112 p. 6).
La
opción por la primacía de los derechos fundamentales sobre las llamadas
"razones de estado", históricamente esgrimidas por la autoridad para
limitar el ejercicio de los derechos y libertades ciudadanas, en aras de la
defensa in abstracto de valores y nociones como "la moral", el
"orden público", las "buenas costumbres" o el "interés
general", llevó al constituyente de 1991 a postular derechos de aplicación
inmediata que no requieren de desarrollo legal para ser exigibles (CP art.
85). El libre ejercicio de derechos no condicionados a lo establecido por la
ley (CP art. 18, 19, 20), así como la prohibición de que sean suspendidos los
derechos humanos y las libertades fundamentales en estados de excepción (CP
art. 214), se explican en el mismo principio de primacía de los derechos
fundamentales.
4. En
el caso sub iudice, el ejercicio de la libertad de cultos debe evaluarse de
conformidad con la garantía del artículo 19 de la Constitución y no a la luz
de las limitaciones impuestas por el artículo 53 de la Constitución anterior.
Al respaldar su decisión en la doctrina y la jurisprudencia anteriores a la
Constitución vigente, el fallador de primera instancia acabó desconociendo el
alcance de la nueva Constitución. Es así cómo para determinar si le asistía
razón al solicitante al afirmar que la acción de las autoridades públicas violaba
sus derechos de libertad de cultos y de expresión, condicionó la garantía
constitucional de dichas libertades a que éstas no se opusieran al "orden
jurídico y político", ni constituyeran un acto prohibido por la ley, o
contrario a la honra de las personas, el orden social o la tranquilidad
pública.
La
vigencia de un orden jurídico justo mediante la garantía de efectividad de los
principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución impone a las
autoridades el deber de respetar el mínimo de justicia material necesario para
que los preceptos constitucionales no sean letra muerta. En este caso, el
mínimo de justicia material se concreta en el derecho a una decisión
suficientemente fundamentada que justifique el sacrificio o la restricción a un
derecho fundamental.
Acudir
a la defensa genérica de preceptos abstractos tales como "el orden
público", "el orden político", "el orden social",
"el orden jurídico" o "la tranquilidad pública", para
limitar el ejercicio de los derechos y libertades individuales, sin precisar cómo
y en qué grado dicho ejercicio estaría desconociendo tales valores, es
disolver la existencia de los poderes en cabeza del ciudadano en un universo de
valores abstractos, cuya materialización correspondería al arbitrio de la
autoridad de turno.
El
constituyente optó por excluir de las disposiciones sobre derechos
fundamentales su condicionamiento a nociones como la moral, el orden público,
o la ley, prefiriendo elevar estos valores a derechos constitucionales: derecho
a la honra, derecho a la paz, derecho a la intimidad, derecho al debido
proceso.
Se
torna imperioso, cuando se trata de sopesar valores constitucionales en
confrontación, entrar a realizar un examen cuidadoso de cuál debe ser el
derecho fundamental que prime en un caso concreto y cuáles las justificaciones
constitucionales adecuadas y razonables, para sacrificar o restringir el goce
o ejercicio de otros derechos.
5.
Las libertades de culto y de expresión no consagran una competencia legislativa
que pueda restringir su práctica, lo que sí sucede con otros derechos
fundamentales como el derecho de petición (CP art.23), la libertad de escoger
profesión u oficio (CP art.26) y el derecho de asilo (CP art.36), entre otros.
Ello significa que al legislador no le es dado limitar por vía legal ciertos
derechos colocados por el constituyente fuera de la órbita de acción de las
autoridades. Desde luego, si las libertades de culto y de expresión dan lugar a
la conformación de una reunión pública, esta última en cuanto tal en los
términos del artículo 37 de la Constitución Política, queda sujeta a las
limitaciones que de manera expresa establezca la ley.
Es
improcedente para limitar las garantías incondicionales establecidas por la
Constitución en favor de ciertos derechos acudir al argumento de la
inexistencia de derechos "absolutos" y, acto seguido, pasar a
restringir su ejercicio con fundamento en su carácter "relativo".
Igualmente,
no es admisible la interpretación constitucional que deduce limitaciones a los
derechos fundamentales mediante la sóla remisión a los deberes ciudadanos en
general (CP art. 95), debiéndose demostrar la supuesta violación de los
derechos ajenos y su relación de causalidad con el abuso del propio derecho.
6. El
ejercicio de las libertades de culto y de expresión puede entrar en conflicto
con otros derechos constitucionales, como en este caso, el derecho de otras
personas a su intimidad y libertad religiosa.
Los
residentes del Barrio Gaitán en el municipio de Barbosa, Santander, elevaron sus
quejas contra el señor SIERRA HERNANDEZ ante la Inspección de Policía. Entre
los varios motivos expuestos, figuraban los siguientes: el uso durante varias
horas del día del equipo amplificador; su utilización para proclamar la
religión evangélica sin hallarse en esa casa iglesia o culto alguno; el
irrespeto de la religión de los demás; y, la dificultad para mirar televisión,
conciliar el descanso o siesta de mayores y lactantes.
Dentro
de los derechos constitucionales afectados por la conducta del señor SIERRA
HERNANDEZ, se encuentra, el derecho a la intimidad personal y familiar (CP art.
15) de los residentes del Barrio Gaitán. Este derecho abarca la privacidad que
busca encontrar una persona o su familia dentro de su casa, sin tener que
soportar molestias indeseadas o indeseables. Por otra parte, las libertades de
religión y de cultos comprenden no sólo la posibilidad de ejercer de forma
activa una fe o creencia sin intervención del Estado, sino también el ejercicio
pasivo de las mismas, esto es, el derecho a no ser obligado a profesar o
divulgar una religión. En ese sentido, les podría asistir razón a los vecinos
del señor SIERRA HERNANDEZ de oponerse a que les sea irrespetada su propia
órbita de derechos como consecuencia de verse obligados a escuchar
permanentemente sus palabras.
De
otra parte, la libertad de cultos no exige, como parece sugerirlo el grupo de
vecinos, que su ejercicio se realice dentro de una Iglesia o como desarrollo
directo de un rito religioso. La simple manifestación o difusión, individual o
colectiva, de las convicciones religiosas propias cae dentro del ámbito de la
libertad de cultos y merece por ello ser protegida por las autoridades y
respetada por los particulares.
7. En
caso de confrontación entre derechos fundamentales de igual jerarquía
constitucional el juzgador debe proceder a sopesar su valor relativo, según las
circunstancias del caso y los efectos concretos que la restricción de los
derechos podría tener respecto de las personas involucradas en la situación concreta.
Un
criterio cualitativo que estime en su dimensión existencial la importancia del
ejercicio de un derecho o libertad y las consecuencias prácticas de su
restricción, debe imponerse sobre un criterio cuantitativo basado en el número
de personas posiblemente afectadas por la limitación.
Aplicar
indiscriminadamente el principio general de que el "interés general prima
sobre el particular" puede constituirse en un camino fácil para el
desconocimiento de los derechos individuales, en desmedro de las minorías y la
posición especial que ocupan en un sistema democrático participativo y
pluralista.
El
derecho a profesar y difundir libremente la religión permite al individuo
ordenar su vida y decidir cómo desea participar en su comunidad.
La
religión ocupa un lugar tan destacado en la autorrealización de la personalidad
que las fricciones entre diferentes grupos por tal causa debe ser un factor
previsible y por ello no necesariamente indeseable.
La
libertad de difundir una fe o creencia supone la posibilidad de hacer conocer a
otros su doctrina. El valor de la propia dignidad y autonomía legítima al
individuo para exponer sus posiciones morales y ejercitar su derecho a formar,
expresar y revisar las propias convicciones religiosas con miras a compartirlas
con la comunidad.
Una
determinación objetiva que subordine el ejercicio de la libertad de cultos al
respeto del orden jurídico en abstracto daría lugar a negar la particularidad
de las demandas de individuos originales, quienes tendrían que soportar una
mayor intromisión de las autoridades por el hecho de no compartir prácticas
coincidentes con las de la mayoría.
De
otra parte, una interpretación de los derechos de conformidad con los tratados
y convenios internacionales ratificados por el Congreso llevaría a la
conclusión de que la manifestación de la propia religión y las propias
creencias está sujeta únicamente a "las limitaciones prescritas por la ley
que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral
públicos o los derechos o libertades de las demás" (artículo 12 numeral 3
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos o "Pacto de San José de
Costa Rica", ratificada por la Ley 16 de 1972 y artículo 18 numeral 3 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ratificado por la Ley 74
de 1968).
En
igual sentido, la libertad de expresión está sujeta a ciertas restricciones en
los Tratados Internacionales, las cuales deben estar expresamente fijadas por
la ley y ser necesarias para: a) asegurar el respeto a los derechos o la
reputación de los demás; b) la protección de la seguridad nacional, el
orden público o la salud o la moral públicas (artículo 19 numeral 13, Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ratificado por la Ley 74 de 1968).
Mientras
que la Constitución colombiana sustrae las libertades de religión, de cultos y
de expresión a la órbita del legislador, los tratados y convenios
internacionales subordinan su ejercicio a lo dispuesto por la ley con miras a
garantizar la "seguridad, el orden, la salud o la moral pública". Tal
divergencia debe resolverse en favor del mayor alcance de los derechos
fundamentales acogido en la Constitución, sin que con ello se lleguen a
desconocer derechos fundamentales de otras personas o el principio de
prevalencia del interés general (CP art. 2)
Dos
cuestiones adicionales deben absolverse cuando se trata de balancear el
ejercicio de la libertad de cultos o de expresión frente a los derechos
constitucionales de otros o los intereses generales del Estado con fundamento
constitucional: primero, si el núcleo esencial de la libertad ejercida es
respetado y, segundo, los efectos que tendría para el individuo o la sociedad
quedar subordinados en sus intereses a la prevalencia del interés contrario.
8. La
libertad de cultos, o derecho a profesar libremente la religión y a difundirla
tiene como presupuesto esencial la posición del individuo en la Constitución,
como persona responsable, con capacidad para desarrollar libremente su
personalidad.
La
libertades de religión y de cultos hacen parte esencial del sistema de valores
establecido en la Constitución, junto al mandato de tolerancia íntimamente
ligado a la convivencia pacífica y al respecto de la dignidad humana, valores
fundantes del Estado.
Por estas
razones, el Estado no puede someter las actividades y formas de conducta que
fluyen de una visión o creencia religiosa particular a las mismas sanciones o
restricciones previstas para comportamientos desplegados con independencia de
motivaciones religiosas.
En el
presente caso, la restricción sufrida por el señor SIERRA HERNANDEZ al no
permitírsele utilizar un equipo de amplificación desde su casa de habitación
para divulgar "la palabra de Dios", debería ser una limitación menos
gravosa que la exigible para el uso de altoparlantes con otros fines.
9.
Aunque la libertad de expresar y difundir el propio pensamiento y opiniones es
un derecho de toda persona, no es sólo un derecho individual, sino también
garantía de una institución política fundamental: "la opinión pública
libre". Una opinión pública libre está indisolublemente ligada con el
pluralismo político, que es un valor fundamental y un requisito de
funcionamiento del estado democrático. Sin una comunicación pública libre
quedarían vaciados de contenido real otros derechos que la Constitución
consagra, reducidos a formas hueras las institucionales representativas y
participativas y absolutamente falseado el principio de la legitimidad
democrática.
Ante
la colisión de derechos fundamentales como la libertad de expresión y el
derecho a la intimidad, respecto de los cuales la Constitución no establece
ningún orden jerárquico que sirva de directriz para resolver tales conflictos,
al juez le corresponde hacer una cuidadosa ponderación de los intereses en
juego teniendo en cuenta las circunstancias concretas.
Una
argumentación sistemático-formal tendería a proteger los derechos fundamentales
según el orden de su reconocimiento, empezando por el artículo 15 con el
derecho a la intimidad, antes que por las libertades de cultos y de
expresión, consagradas en los artículos 19 y 20 de la Constitución. Sin
embargo, la resolución formal del conflicto no responde al objetivo de trazar
un límite al ejercicio pacífico de las libertades de expresión y de cultos, sin
vulnerar con ello el núcleo esencial del derecho a la intimidad.
Tampoco
es posible proclamar apriorísticamente la superioridad de un derecho
fundamental sobre el otro, lo que llevaría a afirmar que en un caso se trata de
un derecho individual, que refleja un interés particular, y en el otro de un
derecho social, debiendo el segundo primar sobre el primero.
Enfrentados
los derechos o libertades en conflicto cabe establecer la función que cumplen
dentro del ordenamiento jurídico democrático, participativo y pluralista. Bajo
esta óptica, la libertad de expresión ocupa una posición preferente como medio
de formación de la opinión pública, sobre otros derechos fundamentales cuya
finalidad es resguardar la esfera privada del individuo.
Esta
posición preferente de la libertad de expresión como garantía de la opinión
pública sirve para resolver las dudas a favor de tal libertad (in dubio pro
libertate); sin embargo, el valor preferente de esta libertad declina cuando su
ejercicio no se realiza por los cauces normales de formación de la opinión
pública, sino a través de medios, tan anormales e irregulares que atentan o
vulneran otros derechos fundamentales también reconocidos y protegidos por la
Constitución.
10.
El anterior orden de ideas permite situar con precisión el cuestionamiento
central elevado mediante la interposición de la presente tutela: ¿es
constitucional el uso de un equipo de amplificación como medio para ejercer las
libertades de cultos y de expresión cuando dicho uso se hace en una zona
residencial?
No
existe una prohibición genérica en la legislación respecto de la utilización
de equipos que sirvan para proclamar o divulgar ideas o creencias, así como
propaganda política o comercial. Aún más, si tal prohibición existiera,
adolecería muy probablemente de un vicio de constitucionalidad, dada la
posición preferente dada a la libertad de expresión en el ordenamiento
jurídico.
Socialmente
el uso de altoparlantes es común y su efecto tolerado por la comunidad, a pesar
de que su abuso podría generar una eventual violación del derecho a un medio
ambiente sano como productor de "polución por ruido". Ciertos
sectores de la población acuden a dicho medio para difundir sus convicciones o
pensamientos, y con mayor medida aquellas personas o grupos que por su
condición económica no tienen acceso a los medios masivos de comunicación
social y, por lo tanto, su capacidad de influir en la formación de la opinión
pública es mínima. Piénsese, por ejemplo, en los pequeños comerciantes que
acuden a este sistema para hacer propaganda de sus productos. De igual manera,
actividades como las campañas políticas y, específicamente, ciertas
celebraciones religiosas hacen uso de mecanismos de amplificación de la voz
para comunicar sus mensajes.
Es
así como, en principio, el uso de altoparlantes no estaría restringido cuando
se emplee con la finalidad de divulgar "la palabra de Dios", como
tampoco está restringido su uso para otro tipo de finalidades. Sin embargo,
podría pensarse en una restricción especial atendiendo al lugar en donde se
utilice.En efecto, el uso de equipos de amplificación en casas situadas en
zonas residenciales podría estar limitado por la conservación de la
tranquilidad pública. La división de la ciudad en diferentes zonas, de
conformidad con criterios urbanísticos y de planeación, obedece al
cumplimiento de ciertos parámetros según el tipo de actividades desarrolladas
en dichos espacios: comercial, industrial, residencial. La denominación de zona
residencial busca garantizar el descanso y la privacidad, valores cobijados
bajo el derecho a la intimidad. Por tal motivo, se justificaría limitar el uso
de dichos medios con miras a preservar la tranquilidad propia de ciertas zonas
de la ciudad.
Si la
prohibición al uso de altoparlantes estuviera justificada con miras a preservar
la tranquilidad pública, tal prohibición debería ser extendida a todo tipo de
actividades que optaran por acudir a tal procedimiento. En la práctica, sin
embargo, se observa que ello no es así. Los alcaldes autorizan el uso de
equipos de amplificación para el desarrollo de campañas políticas, propaganda
comercial y otras actividades propias de la sociedad civil. En definitiva, el
uso de altoparlantes desde una casa de habitación para difundir "la palabra
de Dios" no debe ser la única excepción de un comportamiento generalizado,
so pena de incurrir en un trato discriminatorio por razones religiosas.
La
libre formación de la opinión pública y religiosa en una sociedad democrática,
participativa y pluralista, exige tolerancia frente al ejercicio de las
libertades públicas. Ante el uso legítimo de medios y mecanismos de
amplificación de la voz en zonas residenciales deberá estarse a la
particularidad del caso y al grado de la utilización del medio para que pueda
ser compatible frente a otros derechos y valores constitucionales
fundamentales.
Queda
claro, según lo anterior, que la utilización en general de altoparlantes en
zonas residenciales no está sujeta a ninguna prohibición constitucional o
legal. Por tal motivo, resta establecer si el uso de tal mecanismo para los
fines y en las condiciones del caso sub iudice contrarían o no derechos
constitucionales de otras personas y, en dicho caso, establecer cuál tiene
primacía, atendido el contenido y alcance de cada uno de ellos.
11.
La libertad de religión comprende expresamente el derecho de difundirla en
forma individual o colectiva. De otra parte, el derecho de toda persona a
su intimidad personal y familiar, aunado a las libertades de conciencia, de
expresión, de informar y recibir información, de cultos y de religión, permiten
afirmar con ocasión de los diferentes procesos de comunicación social el derecho
a no ser forzado a escuchar o a ver lo que no se desea escuchar o ver. La
utilización de un altoparlante como medio para difundir la religión, puede en
algunos casos ser intrusivo frente a las demás personas, si las
circunstancias en las que se produce la emisión del mensaje les impide
como destinatarios del mismo ser receptores voluntarios, y dicha emisión se
realiza por fuera de un foro público, esto es, el sitio, lugar o medio a
través de los cuales la sociedad y sus integrantes circulan, debaten,
intercambian y comunican sus ideas.
12.
La instalación y utilización de un altoparlante en una zona residencial de una
ciudad, puede colocar a los vecinos en la posición de audiencia cautiva y
forzada de quien se vale de él para transmitir mensajes de tipo religioso.
13.
Cuando se utiliza un medio para potenciar la difusión de una idea, creencia o
pensamiento - altoparlante, micrófono etc. - en lugares que por su naturaleza
se destinan al foro público, como las calles, parques y plazas públicas,
los receptores eventuales de los mensajes y datos difundidos, así se encuentren
involuntariamente en el espacio de propagación o influencia del sonido o de la
imagen por cuyo conducto se tornan tangibles y por la fuerza de las
circunstancias son constreñidos a escuchar o a ver, no pueden
constitucionalmente oponerse al ejercicio en dicho foro público de la
libertad de expresión, reunión o religión, que allí se despliega. El ejercicio
constitucional de estas libertades en lugares que por su naturaleza y
destinación corriente, sirven de asiento al foro público de las ideas,
no se subordina a la aprobación de las personas que eventualmente sean los
receptores voluntarios o involuntarios de aquéllas. En el foro público
está excluido por definición el derecho a no ser forzado a escuchar o a ver
lo que allí se dice o muestra.
14.
La utilización de un altoparlante para divulgar creencias religiosas, colocado
y operado desde una casa perteneciente a un conjunto o zona residencial, lo
convierte en foro público para la difusión de ideas, creencias o
pensamientos de contenido religioso. Si las costumbres y demás circunstancias
del respectivo ambiente social no son compatibles con la conversión, así sea
temporal, del lugar privado en foro público para los indicados
propósitos, el ejercicio de la libertad de religión en esas condiciones se
subordina a que sus habitantes lo acepten. Lo contrario significaría la
invasión impune de los reductos de la intimidad personal y familiar (CP art.
15) y de las esferas de la propia libertad de conciencia, de religión, de
expresión y de informar y recibir información (CP art. 20) de las personas que
sin su consentimiento queden expuestas a la influencia del medio empleado. Aquí
sí cabe el ejercicio por éstas del derecho a no ser forzado a escuchar o a
ver lo que no desea escuchar o ver.
De
todas maneras es claro que los residentes no interfieren con el contenido y
alcance de la libertad de religión de quien pretende utilizar el altoparlante,
como quiera que dentro de ésta no se incluye la potestad para convertir un
lugar privado, perteneciente a varios, en foro público en contra de su
voluntad expresa o tácita.
Los
dueños, poseedores o tenedores de un lugar, medio o facilidad privados, tienen
el derecho a que su finalidad esencial no se desvirtúe de manera permanente o
adventicia y pueden, por tanto, válidamente oponerse a que se utilicen como
foro público. En ocasiones este derecho adquiere connotaciones colectivas, como
ocurre cuando los residentes de un conjunto residencial caracterizado por su
tranquilidad y silencio y su preponderante destinación al reposo y tranquilidad
de sus moradores, rechazan la utilización de altoparlantes para comunicar ideas
y pensamientos. Es evidente que sólo con este fundamento puede mantenerse el
lugar privado sustraido a su conversión en foro público, como quiera que de no
ostentar estas características o ser otros los motivos, la oposición perdería
sustento y se tornaría en medida odiosa de censura social, discriminatoria de
los derechos y las libertades de algunos de sus miembros.
15.
Un lugar privado de las características anteriores puede convertirse en foro
público, sin necesidad de autorización, permiso o aviso previo, si los
emitentes y receptores, como participantes de un proceso de comunicación
social, están de acuerdo en ello. La importancia de los procesos de
comunicación social y su estrecha relación con la libertades públicas - en
especial para la circulación y propagación de ideas políticas, religiosas etc
-, debe permitir a cualquier miembro de la comunidad iniciar dicho proceso,
formulando a través de los medios a su alcance, las invitaciones y mensajes
necesarios para que éstos tengan lugar. Si los restantes miembros del grupo
social, atendidas las características del mismo y el carácter de privacidad del
recinto o ámbito donde se pretende proseguir un determinado proceso de
comunicación social - en este caso de orden religioso -, se oponen al mismo se
suscita un conflicto cuya solución supedita su ulterior continuación.
16.
El juez de tutela llamado a resolver el conflicto debe, además de sopesar los
derechos en juego, como se ha indicado en los considerandos anteriores, dar
cabida al derecho a iniciar un proceso de comunicación en un lugar privado -
con miras a su eventual transformación, para los efectos del discurso, en un
foro público - y así mismo al derecho que corresponde a los destinatarios del
mismo para decidir sobre éste último extremo y sobre la continuación del
indicado proceso, cuando la naturaleza potencialmente intrusiva del medio
empleado y las características del lugar escogido por el emitente puedan colocar
a sus receptores en una posición de audiencia cautiva y forzada.
17.
En situaciones como la descrita, el juez de tutela debe tener en cuenta los
siguientes elementos de juicio y factores que intervienen en ellas:
- El derecho
para iniciar un proceso de comunicación social en un lugar que carece de la
connotación de foro público, tiene sólo la función de exhortar e invitar
a su realización, no pudiendo el emitente pasar a las fases sucesivas de
desarrollo del respectivo discurso o prédica que suponen la previa
configuración de una audiencia libre y voluntaria.
- El
conflicto no se presenta en lugares que tienen la connotación de foro
público, en cuyo caso la libertad de difundir la religión, no puede en
principio ser interferida por razones de contenido o forma esgrimidas por los
receptores voluntarios o forzados.
-
Para que un conjunto a zona residencial de una población, no pueda
jurídicamente servir como base de un foro público para canalizar ideas
religiosas, debe en verdad corresponder a las características de quietud,
tranquilidad y reposo alegadas por sus moradores de modo que la utilización del
medio de transmisión de las ideas o mensajes - en este caso, el altoparlante -
efectivamente tenga la aptitud de disturbarlas e invadir sensiblemente ámbitos
de la intimidad personal y familiar.
- Si
el lugar no reune las características de foro público y el medio empleado por
el emitente para divulgar sus ideas religiosas puede ser intrusivo, la decisión
del juez se basará en el respeto al derecho que tiene el emitente - en razón de
la libertad que le reconoce la Constitución de divulgar públicamente sus
creencias - de invitar y exhortar a su eventual audiencia. En esta fase inicial
de convocatoria, el derecho del emitente para efectuarla no puede ser
interferido por los restantes miembros de la comunidad, pero la utilización del
medio escogido debe en todo caso ser razonable y respetuosa para con los demás.
Producida la convocatoria, el juez debe considerar que la prosecución
del pretendido proceso comunicativo, sólo puede tener lugar si los eventuales
receptores que idealmente integran la audiencia buscada imparten su aceptación
a ella. La intervención de los restantes miembros de la comunidad es necesaria
si su anuencia es indispensable para despojar al medio empleado de su carácter
intrusivo; y, además, si se considera que sin dicha aquiescencia, la cual puede
ser expresa o tácita, tomando en consideración el lugar y las demás
circunstancias de la situación, ellos se expondrían a conformar una audiencia cautiva
y forzada. Esta intervención es procedente para evitar que el proceso
comunicativo prosiga pese a la existencia de una audiencia cautiva y forzada
cuyos miembros verían conculcado su derecho a la intimidad y demás libertades
propias.
18.
En el presente caso, las autoridades decidieron por sí y ante sí el concreto
ejercicio de los derechos de las partes involucradas en el frustrado proceso
comunicativo de carácter religioso, sin tener en cuenta además las fases del
mismo y sin adelantar las averiguaciones que para el efecto eran
indispensables. Por lo expuesto se procederá a revocar la sentencia del Juez
Primero Civil Municipal de Barbosa, a fin de que éste, conforme a lo señalado
en los anteriores considerandos, proceda a determinar como instrumento de la
convivencia pacífica, si frente a las circunstancias presentes en el barrio
Gaitán del municipio de Barbosa, Santander, hay lugar a considerar la
existencia de un foro público para el fin divulgativo religioso materia
de esta sentencia o, en caso contrario, conceder la oportunidad al petente para
que proceda a efectuar la convocatoria correspondiente conforme a su derecho
para iniciar un proceso de comunicación religiosa, cuya prosecución, en un
segundo término, sólo será viable si lo aceptan los posibles miembros de su
audiencia, en desarrollo de su derecho a no escuchar o ver - por fuera de un
foro público - lo que no se desea escuchar o ver.
D E C
I S I O N
En
mérito de lo expuesto, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional,
R E S
U E L V E
PRIMERO.- REVOCAR
la decisión de tutela proferida por el Juzgado Primero Civil Municipal de
Barbosa (Santander) de fecha seis (6) de febrero de mil novecientos noventa y
dos (1992) en el proceso de la referencia.
SEGUNDO.- ORDENAR
al Juez Primero Civil Municipal de Barbosa (Santander) que proceda a
determinar si en el barrio Gaitán del municipio de Barbosa, Santander, hay
lugar a considerar la existencia de un foro público para el fin
divulgativo religioso materia de esta sentencia o, en caso contrario, conceder
la oportunidad al señor EUCLIDES ALVARO SIERRA HERNANDEZ para que proceda a
efectuar la convocatoria correspondiente conforme a lo establecido en la
parte motiva de la sentencia.
TERCERO.- ORDENAR
a la Alcaldía Municipal y a la Inspección Departamental Permanente de
Policía de Barbosa, Santander, el acatamiento estricto a lo decidido por el
Juez Primero Civil Municipal de la misma ciudad en cumplimiento de lo ordenado
por esta Corte
CUARTO.-
LIBRESE por
Secretaría las comunicaciones de que trata el artículo 36 del Decreto 2591 de
1991 para los efectos allí contemplados.
Cópiese,
comuníquese, cúmplase, e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
Ponente
JOSE
GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia
aprobada por la Sala Segunda de Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá,
D.C., a los tres (3) días del mes de junio de mil novecientos noventa y dos
(1992). |
40 | T-404-92
Sentencia No
Sentencia No. T-404/92
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/CONTRALOR AUXILIAR-Periodo/PROCESO
CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO/PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD
Al haberse producido el hecho de una nueva
elección para el cargo de Contralor Auxiliar por acto de la Asamblea
Departamental, con antelación al vencimiento del periodo, pudo, en efecto,
haberse vulnerado el derecho del accionante a su trabajo, pues su periodo no
necesariamente estaba atado al del Contralor del Departamento, pero la
definición acerca de si la Asamblea se atuvo en esta materia a las pertinentes
disposiciones del Código de Régimen Municipal y del Código Fiscal del
Departamento, no era algo que pudiera discernirse dentro del sumario trámite
propio de la acción de tutela, no concebida para dilucidar controversias sobre
la legalidad de los actos administrativos, sino para brindar amparo eficaz y
oportuno ante violaciones o amenazas de los derechos fundamentales. En el caso
sometido a estudio, es claro que el accionante contaba con un medio de defensa
judicial distinto a la acción de tutela, encaminado a obtener la nulidad del
acto emanado de la Asamblea Departamental y el consiguiente restablecimiento de
su derecho, en caso de prosperar la acción. Siendo subsidiaria la acción de
tutela, no podía intentarse a cambio de la vía enunciada, la cual ha debido
tramitarse ante el respectivo Tribunal Contencioso Administrativo.
PERJUICIO IRREMEDIABLE
Atendida la definición legal de perjuicio
irremediable, es decir, el que "solo puede ser reparado en su integridad
mediante una indemnización", no reviste tal carácter el perjuicio alegado
cuando sea factible impetrar ante el Contencioso Administrativo, además de la
indemnización correspondiente, el reintegro al cargo, tal como sucede en el
caso materia de examen.
-Sala Tercera de Revisión-
Ref.:
Expedientes T-585 Y T-514
Acciones de
tutela
PABLO GERMAN
CABRERA SALAZAR contra ASAMBLEA DEPARTAMENTAL DEL CAQUETA.
JOSE ELIADES
TABARES OSPINA contra GOBERNADOR DEL CAQUETA.
Magistrados:
JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO -Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Aprobada por acta de la Sala de Revisión Nº
3, dada en Santafé de Bogotá, D.C., a los tres (3) días del mes de junio de mil
novecientos noventa y dos (1992).
Revisa la Corte Constitucional las
sentencias proferidas por el Juez Primero de Instrucción Criminal y el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Florencia (Caquetá), el dos (2) de enero y el
tres (3) de febrero de mil novecientos noventa y dos (1992), respectivamente,
para resolver sobre la acción de tutela intentada por PABLO GERMAN CABRERA
SALAZAR contra la Asamblea Departamental del Caquetá, y por el Juez Segundo
de Instrucción Criminal de la misma ciudad, el veinticuatro (24) de enero del
presente año, para decidir en torno a la acción de tutela incoada por JOSE
ELIADES TABARES OSPINA contra el Gobernador del Caquetá.
La Corte fallará estos dos procesos
mediante la misma providencia, por cuanto ambos aluden al mismo caso, según
pasa a relatarse.
I. INFORMACION PRELIMINAR
A. Caso de Pablo Germán Cabrera Salazar
La acción de tutela fue interpuesta por el
interesado el veintitrés (23) de diciembre de mil novecientos noventa y uno
(1991).
CABRERA SALAZAR fue elegido por la Asamblea Departamental del Caquetá
como Contralor Auxiliar para el periodo comprendido entre el 1o. de enero de
1991 y el 31 de diciembre de 1992. Tomó posesión de su cargo el 27 de
diciembre de 1990 y empezó a ejercer sus funciones el 2 de enero de 1991.
- El día 29 de octubre de 1991, la
Asamblea Departamental del Caquetá eligió como Contralor Auxiliar al señor JOSE
ELIADES TABARES OSPINA.
- Con dicha elección, según el accionante,
se violó el Código Fiscal del Caquetá, pues el cargo de Contralor Auxiliar es
de periodo y no de libre nombramiento y remoción. La Asamblea Departamental
únicamente tendría facultad para remover a esta clase de empleados por
violación de los deberes y prohibiciones o por no ejercer dignamente el cargo,
sobre la base de una previa investigación administrativa en la que el inculpado
pueda defenderse.
En el sentir del demandante, la Asamblea
asimiló equivocadamente la situación del Contralor Auxiliar de la Contraloría
Departamental a la situación jurídica aplicable a la elección de Contralor
Departamental para el periodo 92-95.
Dice el peticionario que, si bien la Carta
otorga a las asambleas la facultad de nombrar contralores departamentales para
periodos de tres (3) años, ella está restringida solamente a ese tipo de
nombramientos y, por tanto, ni la Constitución, ni la ley, ni reglamento alguno
autorizan para designar contralores auxiliares y demás funcionarios cada vez
que haya elección de Contralor Departamental. Añade que dichos funcionarios
solo pueden ser removidos por sentencia judicial o por decisión de la
Procuraduría, casos que respecto de él no se han dado.
Solicita el accionante que se ordene al
Gobernador del Caquetá y al Presidente de la Asamblea Departamental del Caquetá
abstenerse de dar posesión al señor JOSE ELIADES TABARES como Contralor
Auxiliar de la Contraloría Departamental del Caquetá, es decir que se suspenda
la aplicación del acto administrativo que amenaza su derecho.
Al efecto invoca los artículos 25 y 86 de
la Constitución Política.
La decisión de la controversia planteada
correspondió, en primera instancia, al Juzgado Primero de Instrucción Criminal
de Florencia (Caquetá), el cual en forma oportuna, mediante providencia del 2
de enero de 1992, resolvió sobre la acción incoada.
Después de un breve recuento de los hechos
narrados por el accionante, el Juez considera procedente admitir la acción de
tutela y ordena la medida provisional de suspender la aplicación del acto
administrativo de elección, mientras el Despacho decide de fondo. En
consecuencia, ordena al Gobernador del Caquetá y al Presidente de la Asamblea
Departamental se abstengan de darle posesión al Contralor Auxiliar elegido en
la Contraloría Departamental del Caquetá, hasta nueva orden.
La providencia por medio de la cual se
resuelve está fundada en las siguientes consideraciones:
1. El derecho al trabajo como derecho constitucional y
fundamental que es, debe ser objeto de protección por todas las autoridades y
en especial, por los jueces de la República.
2. El artículo 385 del Código Fiscal del Departamento del
Caquetá, Acuerdo Especial No.05 del 14 de mayo de 1982, expedido por el
Honorable Consejo Intendencial con funciones de Asamblea, determinó que el
Subcontralor, ahora Contralor Auxiliar, será elegido por la Asamblea
Departamental para un periodo de dos (2) años.
3. El Consejo de Estado, en sentencia del 26 de octubre
de 1989, dijo: "Cuando una elección se hace para un periodo determinado,
el empleado adquiere el derecho de permanecer en su cargo hasta el final de
dicho periodo mientras lo ejerza con eficiencia, lealtad y honestidad. De
manera que, para retirarlo del servicio antes del vencimiento se requiere
adelantar un proceso disciplinario...".
4. Agrega el Juez que "la Asamblea Departamental no
podía legalmente, violando el artículo 385 del Acuerdo Especial No.05 del 14 de
mayo de 1982, es decir desconociendo sus propios actos, negar ni desconocer la
elección que hizo de PABLO GERMAN CABRERA SALAZAR como Contralor
Auxiliar, el día 4 del mes de octubre de 1990, para un periodo comprendido
entre el 1o. de enero de 1991 y el 31 de diciembre de 1992, y está obligada a
respetar el derecho que CABRERA SALAZAR tiene de permanecer en el cargo
durante el respectivo periodo, a menos que la Procuraduría General de la Nación
lo encuentre incurso en faltas disciplinarias, o que un Juez de la República
por sentencia judicial lo separe del cargo".
5. Observa que la Constitución otorga a las asambleas
departamentales la facultad de nombrar Contralor Departamental para periodos de
tres (3) años, de ternas presentadas por los tribunales de justicia del
respectivo departamento, pero nada dice en relación con los cargos de
subcontralores o contralores auxiliares, cuya regulación se dejó a la ley.
6. Por las razones expuestas el Juez de primera instancia
concluye que el nombramiento de Contralor Auxiliar efectuado por la Asamblea
Departamental del Caquetá constituye una amenaza al goce del derecho al trabajo
del Contralor Auxiliar que venía ejerciendo y que instauró la acción de
tutela. Ordena por tanto, la suspensión del Acta No.10 del 29 de octubre de
1991 de la Asamblea Departamental del Caquetá en virtud de la cual se nombró
como Contralor Auxiliar a JOSE ELIADES TABARES OSPINA, hasta que el
Tribunal de lo Contencioso Administrativo resuelva lo pertinente en relación
con la acción pública de nulidad instaurada ante dicha Corporación por PABLO
GERMAN CABRERA.
El fallo de primera instancia fue impugnado
por el representante legal de la Asamblea del Caquetá, doctor Jesús Angel
González Arias. Correspondió la decisión en segunda instancia al Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Florencia (Caquetá), el cual revocó la
decisión de su inferior con apoyo en las siguientes razones:
1. En concepto del Tribunal, se trata inequívocamente de
un derecho fundamental, cual es el derecho al trabajo establecido en el
artículo 25 de la Constitución Política, pero, al existir otros medios o
recursos de defensa judicial, la tutela es inabordable, salvo que se utilice
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, lo que no
sucede en este caso.
2. Afirma el Tribunal que el daño en el derecho al
trabajo "cuando es vulnerado por un acto de la administración como el
enunciado, es remediable puesto que dentro de la actividad correspondiente a la
jurisdicción Contencioso Administrativa se pueden obtener, al comienzo, la
posible suspensión del acto supuestamente lesivo, y al finalizar, la orden de reintegro
sumada a la indemnización".
Existiendo otros mecanismos de defensa
judicial como lo es la acción de nulidad ante la Jurisdicción de lo Contencioso
Administrativo y la remediabilidad del derecho lesionado, "salta con
claridad meridiana la improcedencia de la solicitud de tutela...".
B. Caso de José Eliades Tabares Ospina
El señor JOSE ELIADES TABARES OSPINA,
solicitante de la tutela, fue elegido Contralor Auxiliar de la Contraloría
General del Departamento de Caquetá, por la Asamblea de esa entidad territorial
para el periodo comprendido entre el 2 de enero de 1992 y el 31 de diciembre de
1993. El nombramiento le fue comunicado oficialmente por el Presidente de la
Asamblea Departamental siendo aceptado mediante comunicación escrita del
elegido.
- El señor Gobernador del Departamento de
Caquetá se niega a dar posesión al nuevo Contralor Auxiliar con base en una
orden impartida por el Juez Primero de Instrucción Criminal de Florencia dentro
de la acción de tutela propuesta por PABLO GERMAN CABRERA y hasta tanto
no haya un pronunciamiento de fondo por parte del Juez competente, lo cual
implica, según él, un atropello a su derecho al trabajo.
- Afirma el accionante que recurre a la
tutela para evitar un perjuicio irremediable que se está ocasionando al no
haber podido empezar a desempeñarse en forma digna y decorosa desde el pasado 2
de enero de 1992.
- Invoca el artículo 385 del Código fiscal
Departamental y se remite a los artículos 272 y 303 de la Constitución
Nacional, de los cuales concluye que equiparó el periodo del Gobernador y el de
Contralor Departamental, tanto en su duración como en su iniciación.
- Solicita se ordene al Gobernador de
Caquetá le dé posesión como nuevo Contralor Auxiliar de la Contraloría del
Departamento de Caquetá para el periodo comprendido entre el 2 de enero de 1992
y el 31 de diciembre de 1993. Igualmente pide que se ordene al anterior
Contralor Auxiliar, PABLO GERMAN CABRERA, le haga entrega inmediata del
Despacho a su cargo y de los bienes de la Contraloría.
En escrito aparte, PABLO GERMAN CABRERA,
quien venía actuando como contralor Auxiliar del Departamento, por medio de
apoderado interviene en este proceso alegando que la acción de tutela es
improcedente por cuanto ya hay una decisión de primera instancia en la acción
de tutela instaurada por él, la cual sólo puede ser revisada por el superior
jerárquico del Juez que la profirió -Juez Primero de Instrucción Criminal de
Florencia-.
El Juez Segundo de Instrucción Criminal de
Florencia, en providencia del 24 de enero de 1992, decidió sobre la acción de
tutela interpuesta por el señor TABARES, negándose a conceder el amparo
con base en las siguientes argumentaciones:
1. Está demostrado que el señor JOSE ELIADES TABARES
fue nombrado como Contralor Auxiliar Departamental sin que hubiese podido tomar
posesión de su cargo en razón de la orden impartida por el Juez Primero de
Instrucción Criminal.
2. Se está controvertiendo el derecho de dos personas a
un mismo cargo, una por no haberse posesionado y la otra por continuar en el
ejercicio de sus funciones.
3. Ante la decisión adoptada por un Juez de similar
categoría, estima el fallador que no es procedente su pronunciamiento, pues la
facultad le corresponde al Tribunal Superior por razón de la escala jerárquica,
más si hay de por medio, como en este caso, una impugnación en trámite.
4. El parágrafo 4o. del artículo 40 del decreto 2591 de
1991 es claro al establecer la improcedencia de la tutela contra fallos de
tutela.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Competencia
La Corte Constitucional es competente para
revisar los fallos en referencia, de conformidad con lo estatuído en los
artículos 86 y 241, numeral 9o., de la Constitución Política, 31, 32 y 33 del
Decreto 2591 de 1991.
III. REVISION DE LOS FALLOS
PABLO GERMAN CABRERA SALAZAR ejercía su cargo como Contralor Auxiliar
del Caquetá al amparo del artículo 385 del Código Fiscal de ese Departamento,
Acuerdo Especial número 05 del 14 de mayo de 1992, expedido por el entonces
Consejo Intendencial, que dice:
"Elección. El Contralor General del
Departamento tendrá como colaborador inmediato en el desempeño de sus funciones
fiscalizadoras, un subcontralor elegido por la Asamblea Departamental para un
periodo de dos (2) años.
PERIODO: El periodo del subcontralor
empezará a contarse el primero de julio siguiente a la elección".
Al haberse producido el hecho de una nueva
elección para ese mismo cargo por acto de la Asamblea Departamental, con
antelación al vencimiento del periodo, pudo, en efecto, haberse vulnerado el
derecho del accionante a su trabajo, pues su periodo no necesariamente estaba
atado al del Contralor del Departamento, pero la definición acerca de si la Asamblea
se atuvo en esta materia a las pertinentes disposiciones del Código de Régimen
Municipal y del Código Fiscal del Departamento, no era algo que pudiera
discernirse dentro del sumario trámite propio de la acción de tutela, no
concebida para dilucidar controversias sobre la legalidad de los actos
administrativos, sino para brindar amparo eficaz y oportuno ante violaciones o
amenazas de los derechos fundamentales. En el caso sometido a estudio, es
claro que el accionante contaba con un medio de defensa judicial distinto a la
acción de tutela, encaminado a obtener la nulidad del acto emanado de la
Asamblea Departamental y el consiguiente restablecimiento de su derecho, en
caso de prosperar la acción.
Siendo subsidiaria la acción de tutela, no
podía intentarse a cambio de la vía enunciada, la cual ha debido tramitarse
ante el respectivo Tribunal Contencioso Administrativo.
Cabría preguntarse si era pertinente
invocarla como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable a lo
cual ya ha respondido esta Corte indicando que, atendida la definición legal de
perjuicio irremediable (artículo 6o., numeral 1o., del Decreto 2591 de 1991),
es decir, el que "solo puede ser reparado en su integridad mediante una
indemnización", no reviste tal carácter el perjuicio alegado cuando sea
factible impetrar ante el Contencioso Administrativo, además de la
indemnización correspondiente, el reintegro al cargo, tal como sucede en el
caso materia de examen1.
Se concluye de lo dicho que acertó el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Florencia al revocar, por los
enunciados motivos, el fallo de primera instancia que erróneamente había
concedido la protección solicitada.
Caso distinto es el de JOSE ELIADES
TABARES OSPINA, precisamente la persona elegida por la Asamblea
Departamental para ocupar el cargo que venía desempeñando CABRERA SALAZAR.
Obra en el expediente copia del acta número
10 del 29 de octubre de 1991, que da fe de la elección efectuada por la
Asamblea Departamental del Caquetá para el empleo mencionado durante el periodo
comprendido entre el 2 de enero de 1992 y el 31 de diciembre de 1994, la cual
recayó en la persona del ciudadano TABARES OSPINA.
Se trata de un acto administrativo en cuyo
favor existe la presunción de legalidad, que únicamente puede ser desvirtuada
por la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo si encuentra motivos para
declarar su nulidad.
Como, por otro lado no hay en ese acto una
violación "prima facie" de la Constitución Política, pues entonces
sería pertinente su inaplicación en virtud de los dispuesto por el artículo 4o.
Superior, el llamado a dar posesión al empleado electo, es decir el Gobernador
del Departamento, debe proceder a ello para hacer realidad el derecho
fundamental consagrado en el artículo 40, numeral 7, de la Constitución, que en
efecto resulta vulnerado en esta ocasión.
A diferencia de CABRERA SALAZAR, el
señor TABARES no contaba, para la defensa cierta de su derecho, con
ningún medio judicial de defensa y, por tanto, el único mecanismo apto para
alcanzar la efectividad de aquel era el previsto por el artículo 86 de la
Constitución2 .
Advierte la Corte que el Juez Segundo de
Instrucción Criminal de Florencia, a cuyo cargo estuvo la decisión en el caso
del señor TABARES OSPINA, tuvo que negarse a conceder la tutela por
cuanto a la fecha de la sentencia (24 de enero de 1992) aún no había sido
resuelta la impugnación instaurada por PABLO GERMAN CABRERA SALAZAR
contra el fallo de primera instancia mediante el cual se había ordenado por
otro juez la suspensión del acto electoral, providencia que apenas se produjo
el día 3 de febrero y que revocó la decisión últimamente mencionada. Mal podía
entonces resolverse en ese momento sobre la acción que intentaba TABARES
OSPINA, dado el perentorio mandato, correctamente invocado por el juzgador,
contenido en el artículo 40, parágrafo 4o., del Decreto 2591 de 1991, que
prohibe la tutela contra fallos de tutela. No es por esos motivos que se
revocará el fallo, sino por los que dejan expuestos.
Por último, debe indicarse que al
disponerse la posesión del funcionario elegido por la vía de la tutela como
única apta para hacer eficaz el derecho fundamental enunciado, no está la Corte
Constitucional profiriendo decisión que sustente la validez del acto electoral,
pues apenas parte de la presunción de su legalidad en cuanto no contraviene "prima
facie" la Constitución Política, quedando en manos de la Jurisdicción
competente la resolución relativa sobre dicha validez.
IV. DECISION
Con fundamento en las consideraciones
expuestas, la Corte Constitucional de la República de Colombia, en Sala de
Revisión, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
R E S U E L V E :
Primero.- CONFIRMASE la sentencia proferida por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Florencia (Caquetá) el 3 de febrero de 1992,
por medio de la cual se revocó la del Juez Primero de Instrucción Criminal de
la misma ciudad, al resolver sobre la acción de tutela instaurada por PABLO
GERMAN CABRERA SALAZAR.
Segundo.- Revócase la sentencia del 24 de enero de 1992,
pronunciada por el Juez Segundo de Instrucción Criminal de Florencia (Caquetá),
al decidir sobre acción de tutela incoada por JOSE ELIADES TABARES OSPINA.
Tercero.- Líbrense las comunicaciones previstas en el artículo
36 del Decreto 2591 de 1991, para los fines allí contemplados, en el sentido de
que se ordene al Gobernador del Caquetá la posesión de JOSE ELIADES TABARES
OSPINA como Contralor Auxiliar del Departamento durante el periodo para el
cual fue elegido.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Presidente de la Sala
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
Magistrado
1 Corte Constitucional. Sala de Revisión No. 3. Sentencia No. 1
abril 3 de 1992
2 Ver Sentencia No. 3 Corte Constitucional. Sala de Revisión No.
3. Mayo 11 de 1992 |
41 | T-405-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-405/92
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/CONTRALOR
MUNICIPAL/REVOCATORIA DE NOMBRAMIENTO/PROCESO CONTENCIOSO
ADMINISTRATIVO/PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD
La acción de tutela no puede concebirse ni
utilizarse como medio judicial que sustituya los mecanismos previstos en la
Constitución y en las leyes de la República, ni como proceso alternativo que el
interesado pueda escoger a cambio de los ordinarios o especiales, también
establecidos para administrar justicia y para hacer efectivos los derechos
consagrados en la Carta Política. El actor habría podido intentar la nulidad
del acto por medio del cual se revocó su elección y el restablecimiento del
derecho que en virtud de él le estaba siendo conculcado; o la acción pertinente
contra la elección de quien lo sucedió en el cargo, todo dentro de los términos
previstos por el legislador. Más aún, habría podido solicitar la suspensión
provisional del acto revocatorio de su elección.
JUEZ DE TUTELA-Límites
La decisión sobre validez de los actos
emanados del Concejo Municipal no podía corresponder al juez la tutela, ya que
rebasaba la órbita propia de su competencia. Estaba de por medio la elección
de un nuevo Contralor y la presunción de legalidad del acto electoral
correspondiente, con la necesaria conexidad entre ésta y el derecho que también
podía alegar el elegido y pedir que le fuera eficazmente amparado. Había,
pues, que resolver de fondo sobre materias que el ordenamiento jurídico ho ha
confiado a los jueces por la vía de la tutela sino a la jurisdicción
especializada de lo Contencioso Administrativo.
-Sala Tercera de Revisión-
Ref.: Acción de
Tutela T-1018
ORLANDO GARCIA
CARVAJAL contra Concejo Municipal de Riosucio (Caldas)
Magistrados:
JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Sentencia aprobada mediante acta de la Sala
de Revisión No.3, dada en Santafé de Bogotá, D.C., a los tres (3) días del mes
de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
I. INFORMACION PRELIMINAR
ORLANDO GARCIA CARVAJAL, quien venía
desempeñándose como Contralor Municipal de Riosucio (Caldas), se dirigió al
Juez Primero Penal Municipal de esa ciudad para interponer acción de tutela en
contra de los actos por medio de los cuales se revocó su elección y se eligió,
en su reemplazo, al señor ANIBAL TREJOS.
GARCIA CARVAJAL había sido elegido por la
misma Corporación para el periodo comprendido entre el primero (1o.) de enero y
el treinta y uno (31) de mayo de mil novecientos noventa y dos (1992). Tomó
posesión del cargo el treinta y uno (31) de diciembre de mil novecientos
noventa y uno (1991).
El diez (10) de febrero de mil novecientos
noventa y dos (1992), el Concejo Municipal eligió a ANIBAL TREJOS. El ocho (8)
de febrero la Secretaria del Concejo había enviado una comunicación escrita a
GARCIA CARVAJAL, en la cual se le informaba que en sesión del día siete (7), se
había resuelto revocar su nombramiento como Contralor Municipal, "en razón
de que dicho nombramiento es inconstitucional".
GARCIA CARVAJAL acudió a la acción de
tutela por estimar que con los expresados actos se le desconoció su derecho al
trabajo (artículo 25 de la Carta) y que el Concejo Municipal actuó sin
atribución constitucional ni legal alguna, violando además los artículos 272 de
la Constitución y 103 del Código de Régimen Municipal (Decreto 1333 de 1986).
II. LA DECISION JUDICIAL
Mediante fallo del dieciocho (18) de
febrero de mil novecientos noventa y dos (1992), el Juez Primero Penal
Municipal de Riosucio decidió declarar improcedente la acción instaurada, por
estimar que el peticionario ha debido acudir a la jurisdicción Contencioso
Administrativa mediante la acción prevista en el artículo 85 del Código
adoptado mediante Decreto 01 de 1984.
Así, pues, existiendo otros medios de
defensa judicial y no siendo el caso de evitar un perjuicio irremediable (aquel
que solamente puede repararse mediante una indemnización), el juzgador no
estimó aplicable el artículo 86 de la Constitución Política.
La sentencia no fue objeto de impugnación.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Competencia
Esta Corporación es competente para revisar
la sentencia mencionada, según lo disponen los artículos 86 y 241, numeral 9,
de la Constitución Política, 31, 32, y 33 del Decreto 2591 de 1991.
2. Confirmación de la providencia que se
revisa
Reitera la Corte que la acción de tutela no
puede concebirse ni utilizarse como medio judicial que sustituya los mecanismos
previstos en la Constitución y en las leyes de la República, ni como proceso
alternativo que el interesado pueda escoger a cambio de los ordinarios o
especiales, también establecidos para administrar justicia y para hacer
efectivos los derechos consagrados en la Carta Política.
Existiendo otra vía judicial para la
defensa del derecho que se estima quebrantado o sujeto a amenaza, el único
motivo que hace viable la acción de tutela es la necesidad de evitar un perjuicio
irremediable, que el legislador ha definido como aquel exclusivamente
resarcible mediante el pago de una indemnización (artículo 6o. del Decreto 2591
de 1991).
En el caso sometido a examen, es evidente
que no procedía la acción de tutela por cuanto el actor disponía de otros
medios judiciales idóneos, previstos en el Código Contencioso Administrativo,
para obtener la protección de sus derechos. Habría podido intentar la nulidad
del acto por medio del cual se revocó su elección y el restablecimiento del
derecho que en virtud de él le estaba siendo conculcado; o la acción pertinente
contra la elección de quien lo sucedió en el cargo, todo -claro está- dentro de
los términos previstos por el legislador.
Más aún, el demandante habría podido
solicitar la suspensión provisional del acto revocatorio de su elección si
consideraba, como lo expresó en la demanda, que con él se violaban de manera
ostensible normas superiores. Si esta solicitud prosperaba, podía continuar en el
ejercicio del cargo durante el corto término para el cual fue elegido, en
cuanto se suspendían los efectos del acto cuestionado mientras la
jurisdicción competente resolvía sobre su validez. La tutela, en cambio, no
podía ser concedida, por expreso mandato constitucional (artículo 86, inciso
4o.) pues la vía judicial indicada hacía remediable el perjuicio y protegía
suficientemente la efectividad de su derecho.
Deben resaltarse las enunciadas
características del caso en estudio, para distinguirlas de aquellas en las
cuales ha encontrado esta Corporación que, ante la inexistencia de otras
opciones judiciales para conseguir la eficacia del derecho conculcado, era la
acción de tutela el único camino que podía emprender el peticionario. Así por
ejemplo, en Sentencia No.3 del 11 de mayo de 1992 proferida por esta misma
Sala, se estimó procedente la acción de tutela para hacer efectivo el derecho
de una ciudadana a quien se negaba la posesión en el cargo público para el cual
había sido electa, no estando esa negativa contenida en actos susceptibles de
ser atacados por la vía de lo Contencioso Administrativo con la indispensable
idoneidad para alcanzar la cierta y concreta protección del derecho fundamental
consagrado en el artículo 40, numeral 7, de la Constitución Política.
A diferencia de lo allí acontecido, en el
caso sub-judice el actor podía haber prescindido de la acción de tutela, la
sola suspensión provisional del acto por cuyo medio se lo separaba del cargo,
se prosperaba, privaba de efectos jurídicos esa determinación del Concejo
Municipal, mientras se resolvía de fondo acerca de si dicha Corporación había
acatado o desconocido la ley.
Como puede observarse mediante la lectura
del expediente, la decisión sobre validez de los actos emanados del Concejo Municipal
no podía corresponder al juez la tutela, ya que rebasaba la órbita propia de su
competencia. Estaba de por medio la elección de un nuevo Contralor y la
presunción de legalidad del acto electoral correspondiente, con la necesaria
conexidad entre ésta y el derecho que también podía alegar el elegido y pedir
que le fuera eficazmente amparado. Había, pues, que resolver de fondo sobre
materias que el ordenamiento jurídico ho ha confiado a los jueces por la vía de
la tutela sino a la jurisdicción especializada de lo Contencioso
Administrativo.
Hallándose fundada la decisión del Juez que
resolvió sobre la acción de tutela habrá de confirmarse.
IV. DECISION
Por las razones expuestas, la Corte
Constitucional de la República de Colombia, en Sala de Revisión, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero. CONFIRMAR el fallo de fecha dieciocho (18) de febrero
de mil novecientos noventa y dos (1992), proferido por el Juez Primero Penal
Municipal de Riosucio (Caldas), que declaró improcedente la acción de tutela
instaurada por ORLANDO GARCIA CARVAJAL.
Segundo. Líbrese la comunicación prevista en el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991 para los efectos allí contemplados.
Cópiese, comuníquese, publíquese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Presidente de la Sala-
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
-Magistrado-
-Magistrado- |
42 | T-406-92
Sentencia No
Sentencia No. T-406/92
ESTADO SOCIAL DE
DERECHO/JUEZ DE TUTELA
El juez, en el Estado social de derecho
también es un portador de la visión institucional del interés general. El juez,
al poner en relación la Constitución -sus principios y sus normas- con la ley
y con los hechos hace uso de una discrecionalidad interpretativa que
necesariamente delimita el sentido político de los textos constitucionales. En
este sentido la legislación y la decisión judicial son ambas procesos de
creación de derecho.
CONSTITUCION POLITICA/VALORES
CONSTITUCIONALES/PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
La Constitución esta concebida de tal
manera que la parte orgánica de la misma solo adquiere sentido y razón de ser
como aplicación y puesta en obra de los principios y de los derechos inscritos
en la parte dogmática de la misma. La carta de derechos, la nacionalidad, la
participación ciudadana, la estructura del Estado, las funciones de los poderes,
los mecanismos de control, las elecciones, la organización territorial y los
mecanismos de reforma, se comprenden y justifican como transmisión instrumental
de los principios y valores constitucionales. No es posible, entonces,
interpretar una institución o un procedimiento previsto por la Constitución por
fuera de los contenidos materiales plasmados en los principios y derechos
fundamentales.
JUEZ DE TUTELA-Facultades/DERECHOS
FUNDAMENTALES-Efectividad
Existe una nueva estrategia para el logro
de la efectividad de los derechos fundamentales. La coherencia y la sabiduría
de la interpretación y, sobre todo, la eficacia de los derechos fundamentales
en la Constitución de 1991, están asegurados por la Corte Constitucional. Esta
nueva relación entre derechos fundamentales y jueces significa un cambio
fundamental en relación con la Constitución anterior; dicho cambio puede ser
definido como una nueva estrategia encaminada al logro de la eficacia de
los derechos, que consiste en otorgarle de manera prioritaria al juez, y no ya
a la administración o al legislador, la responsabilidad de la eficacia de los
derechos fundamentales. En el sistema anterior la eficacia de los
derechos fundamentales terminaba reduciéndose a su fuerza simbólica. Hoy, con
la nueva Constitución, los derechos son aquello que los jueces dicen a través
de las sentencias de tutela.
DERECHOS FUNDAMENTALES-Concepto/ESTADO
SOCIAL DE DERECHO/ACCION DE TUTELA
Otro de los pilares del Estado social de
derecho se encuentra en el concepto de derecho fundamental. Dos notas
esenciales de este concepto lo demuestran. En primer lugar su dimensión
objetiva, esto es, su trascendencia del ámbito propio de los derechos individuales
hacia todo el aparato organizativo del Estado. Más aún, el aparato no tiene
sentido sino se entiende como mecanismo encaminado a la realización de los
derechos. En segundo lugar, y en correspondencia con lo primero, la existencia
de la acción de tutela, la cual fue establecida como mecanismo de protección
inmediata de los derechos frente a todas las autoridades públicas y con
posibilidad de intervención de la Corte Constitucional para una eventual
revisión de las decisiones judiciales, que sirva para unificar criterios de
interpretación.
Esta Corte considera que para que un
derecho tenga la calidad de fundamental debe reunir unos requisitos esenciales.
Para la identificación de un derecho de tal naturaleza existen unos criterios
que ponen en evidencia los requisitos señalados y, de contera, el derecho
fundamental mismo: 1) Conexión directa con los principios constitucionales; 2)
Eficacia directa y 3) Contenido esencial.
DERECHOS FUNDAMENTALES-Interpretación/
DERECHOS DE APLICACION INMEDIATA
El carácter de fundamental no coincide con
el de aplicación inmediata. Siendo así, es necesario distinguir entre derechos
fundamentales de aplicación inmediata y derechos fundamentales que no son de
aplicación inmediata. Ante esta dificultad, corresponde a la jurisprudencia, y
en especial a la Corte Constitucional, la definición de la naturaleza y alcance
de los derechos fundamentales que no son de aplicación inmediata.
PRINCIPIO DE SEPARACION DE
FUNCIONES ENTRE ORGANOS DEL ESTADO
La doctrina de la separación de poderes ha
variado sustancialmente en relación con la formulación inicial. Aquello que en
un principio tenía como punto esencial la separación de los órganos, cada uno
de ellos depositario de funciones bien delimitadas, ha pasado a ser, en la democracia
constitucional actual, una separación de ámbitos funcionales dotados de un
control activo entre ellos. Lo dicho está en acuerdo, además, con una
interpretación contemporánea de la separación de los poderes, a partir de la
cual el juez pueda convertirse en un instrumento de presión frente al
legislador, de tal manera que este, si no desea ver su espacio de decisión
invadido por otros órganos, adopte las responsabilidades de desarrollo legal
que le corresponden y expida las normas del caso. Este contrapeso de poderes,
que emergen de la dinámica institucional , es la mejor garantía de la
protección efectiva de los derechos de los asociados.
DERECHOS ECONOMICOS/DERECHOS
SOCIALES/DERECHOS CULTURALES/ACCION DE TUTELA/JUEZ DE TUTELA- Facultades
La aceptación de la tutela para los
derechos económicos, sociales y culturales, sólo cabe en aquellos casos en los
cuales exista violación de un derecho fundamental de acuerdo con los requisitos
y criterios de distinción anotados; sólo en estos casos, el juez puede, en
ausencia de pronunciamiento del legislador, y con el fin de adecuar una
protección inmediata del derecho fundamental, pronunciarse sobe el sentido y
alcance de la norma en el caso concreto y, si es necesario, solicitar la
intervención de las autoridades competentes para que tenga lugar la prestación
del Estado que ponga fin a la violación del derecho. En tales eventos el juez
debe tomar decisiones que consulten no sólo la gravedad de la violación del
derecho fundamental a la luz de los textos constitucionales, sino también las
posibilidades económicas de solución del problema dentro de una lógica de lo
razonable, que tenga en cuenta, por un lado, las condiciones de escasez de
recursos y por el otro los propósitos de igualdad y justicia social que señala la
Constitución. En la mayoría de estos casos, una vez establecida la violación de
un derecho fundamental, el juez se enfrenta a un problema de justicia
distributiva.
REVISION FALLO DE TUTELA-Objeto/JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
La revisión tiene, entre otras, la
finalidad de servir de instrumento de fijación del sentido de los textos. Su
alcance, por lo menos en términos prácticos, no se limita a la solución
definitiva del caso que se presenta para su conocimiento, sino que va mucho más
allá: sirve de pauta a todas las autoridades para la interpretación y
aplicación de los derechos. Es innegable el valor pedagógico e incluso
"normativo- general" de la jurisprudencia de tutela que crea la Corte
Constitucional.
DERECHO A LA SALUBRIDAD PUBLICA/DERECHO AL
SERVICIO DE ALCANTARILLADO/DERECHOS FUNDAMENTALES
El derecho al servicio de alcantarillado,
en aquellas circunstancias en las cuales afecte de manera evidente derechos y
principios constitucionales fundamentales, como son los consagrados en los
artículos 1 (dignidad humana), 11 (vida) y 13 (derechos de los disminuidos),
debe ser considerado como derecho susceptible de ser protegido por la acción de
tutela. El hecho de haberse iniciado la construcción del alcantarillado
desvirtúa la principal objeción para la efectiva aplicación del derecho a los
servicios públicos fundamentales, cual es la falta de recursos económicos.
SENTENCIA DE JUNIO 5 DE 1992
REF.
Expediente T-778
PETICIONARIO:
José Manuel Rodríguez R.
PROCEDENCIA:Tribunal
Administrativo de Bolívar
MAGISTRADO
PONENTE:
CIRO
ANGARITA BARON
La Sala Primera de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Ciro Angarita Barón, Eduardo
Cifuentes Muñoz y José Gregorio Hernández ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
La siguiente
SENTENCIA
En el proceso de acción de tutela promovido
por el señor José Manuel Rodríguez Rangel contra el señor Enrique Chartuny
González, gerente de las Empresas Públicas de Cartagena y resuelto en
primera instancia y única instancia por el Tribunal Contencioso Administrativo
de Bolívar.
I. ANTECEDENTES
A. Hechos
Las Empresas Públicas de Cartagena
iniciaron en 1991 la construcción del servicio de alcantarillado para el barrio
Vista Hermosa de esa ciudad. Transcurrido un año y sin haber terminado su
construcción fue puesto en funcionamiento, hecho este que ha producido el
desbordamiento de aguas negras por los registros, ocasionando olores
nauseabundos y contaminantes de la atmósfera de los residentes tanto del
barrio en mención como del Campestre, ubicado a pocos metros de aquél.
El peticionario, residente del barrio
Campestre, se ha visto afectado, puesto que su manzana se halla exactamente en
frente de las obras inconclusas. A pesar de los varios requerimientos hechos a
las Empresas para que terminen la obra, esta no se ha concluído.
La petición se encamina a que el Tribunal
ordene a las entidades demandadas la continuidad de la obra hasta su
terminación, o la adopción de alguna medida que tienda a proteger a los
residentes del sector.
B. Fundamentos de la acción
Solicita el accionante que se tutele el
derecho a la salubridad pública consagrado en el artículo 88 de la Constitución
Nacional. Agrega, además, que el derecho al medio ambiente sano y a la salud
de la población puede estar protegido por la tutela cuando se instaura como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. Así lo establece
el artículo 6 del decreto 2591.
El peticionario solicita la tutela y no una
acción popular tal como lo establece el artículo 88 de la Carta por razones
que no aparecen de manera explícita en la demanda.
Ante todo debe tenerse en cuenta el hecho
de que las acciones populares no han sido reglamentadas por la ley y, en
consecuencia, aún no se puede hablar de ellas como de un mecanismo efectivo de
protección de derechos colectivos; además, y en acuerdo con lo anterior, la
violación del derecho colectivo señalado por el demandante, requería una
protección inmediata, para lo cual la tutela constituye el mecanismo de
protección más idóneo.
Agrega que, si bien es cierto que el
Decreto Reglamentario 2591 de 1991 establece entre las causales de improcedencia
contenidas en el artículo 6o. No 3, su inaplicabilidad cuando se quieran
proteger derechos colectivos, este mismo hace una salvedad para aquellos casos
en que el titular pretenda la protección de sus derechos amenazados o violados
en situaciones que comprometan intereses o derechos colectivos siempre que se
trate de impedir un perjuicio irremediable.
Enfatiza el accionante que lo que pretende
con la acción es precisamente evitar un perjuicio irremediable. Si se reputara
que éste ya está consumado, la acción sigue siendo procedente pues continúan
los actos violatorios del derecho
Por otra parte, aclara que, si bien existen
otros medios de defensa judicial como la acción de reparación directa ante lo
contencioso administrativo, interpone la acción de tutela como mecanismo
transitorio.
C. Decisión a revisar
Presentada la demanda ante el Tribunal
Administrativo de Bolívar, correspondió conocer de la demanda a la Dra. Olga
Salvador de Vergel, como Magistrada ponente. Una vez admitida, solicitó al Gerente
General de las Empresas Públicas Municipales de Cartagena un informe detallado
sobre la construcción del alcantarillado, requerimiento éste que no fue
atendido por dicho funcionario. Así mismo ordenó la práctica de una inspección
judicial que se llevó a cabo el día seis de febrero de 1992 y en la cual se
constató la existencia de un "registro de alcantarillado del cual brota
una corriente de aguas negras de olores nauseabundos que inunda parte de la
calle...".
Terminada la diligencia de inspección,
procedió el Tribunal en sala plena a proferir su fallo, fundándose en las
siguientes razones:
1."La acción de tutela sólo es procedente para la
protección inmediata de los derechos constitucionales fundamentales, que son
los señalados expresamente en la Constitución Título II, Capítulo I."
Apoya este razonamiento en el concepto emitido por el Consejo de Estado de
fecha 5 Febrero de 1992, donde además se agrega la incompetencia de la Corte
Constitucional para definir otros derechos como fundamentales, aparte de los
contenidos en dicho título.
2. El accionante cita como violado el derecho contenido
en el artículo 88 de la Constitución Nacional, que no se encuentra expresamente
señalado como fundamental en la Constitución Nacional, lo cual lleva a la
Sala a inaplicar por vía de la excepción de inconstitucionalidad lo
dispuesto en el artículo 2 del Decreto 2591 de 1991, que establece:
"... la
posibilidad de utilizar por razón de su naturaleza en casos concretos el
mecanismo de la tutela para derechos no contemplados como fundamentales por la
Constitución, toda vez que dicha disposición desborda lo establecido en el
artículo 86 de la Carta."
Razones estas suficientes a juicio de la
sala para negar la protección invocada por el accionante.
Este fallo no fue objeto de impugnación. En
cumplimiento de lo establecido en el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991, el
Tribunal Administrativo lo envió a la Corte para su eventual revisión.
II.CONSIDERACIONES DE LA CORTE
La decisión del Tribunal de Bolívar plantea
cuestiones de fondo en relación con la interpretación de los derechos
fundamentales y la acción de tutela. Según el Tribunal, "la acción de
tutela procede sólo para la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales".
Los derechos que el peticionario
considera violado -dice el Tribunal- son los establecidos en el artículo 88,
que tienen como mecanismo de protección las acciones populares, así mismo se
relacionan con dicha petición los artículos 49 sobre atención a la salud ,
saneamiento ambiental y el artículo 79 sobre derechos colectivos y del medio
ambiente. Ninguno de estos artículos, concluye el Tribunal, pueden ser
considerados como fundamentales por no estar en el capítulo primero del título
segundo, en que están consagrados los derechos de este tipo.
En vista de la trascendencia del tema, no
sólo por estar vinculado con lo esencial de la parte dogmática de la
Constitución, sino también por la circunstancia de que en los actuales
momentos, una definición sobre este tema es indispensable para la adecuada
aplicación de los textos constitucionales, esta Sala de Revisión considera que
es necesario un pronunciamiento de fondo sobre el alcance de los derechos
económicos, sociales y culturales y su relación con los derechos fundamentales.
Pero antes, es indispensable una referencia a dos temas básicos, cuya
definición será determinante para la delimitación de tales derechos . El
primero de ellos se refiere al alcance del estado social de derecho, y
el segundo a la delimitación de los derechos fundamentales.
I. EL ESTADO SOCIAL DE DERECHO
La fórmula del artículo primero de la
Constitución, ampliada y respaldada a través de todo el texto fundamental,
según la cual Colombia se define como un Estado social de derecho, es de una
importancia sin precedentes en el contexto del constitucionalismo colombiano.
Esta importancia amerita un pronunciamiento de la Corte sobre el alcance de
este concepto y sobre su sentido e interpretación, no sólo en el contexto
internacional -del cual sin duda alguna se nutrió la Asamblea Nacional
Constituyente- sino en la Constitución misma, vista como una norma autónoma.
Para ello ninguna ocasión tan oportuna como la que se refiere a la definición
de los derechos económicos sociales y culturales y a su relación con el derecho
de tutela.
A. Origen y delimitación conceptual
1. Lo primero que debe ser advertido es que el término
"social", ahora agregado a la clásica fórmula del Estado de Derecho,
no debe ser entendido como una simple muletilla retórica que proporciona un
elegante toque de filantropía a la idea tradicional del derecho y del Estado.
Una larga historia de transformaciones institucionales en las principales
democracias constitucionales del mundo, esta presente para dar testimonio de la
trascendencia de este concepto.
2. La incidencia del Estado social de derecho en la
organización sociopolítica puede ser descrita esquemáticamente desde dos puntos
de vista: cuantitativo y cualitativo. Lo primero suele tratarse bajo el tema
del Estado bienestar (welfare State, stato del benessere, L'Etat
Providence) y lo segundo bajo el tema de Estado constitucional democrático.
La delimitación entre ambos conceptos no es tajante; cada uno de ellos hace
alusión a un aspecto específico de un mismo asunto. Su complementariedad es
evidente.
a. El estado
bienestar surgió a principios de siglo en Europa como respuesta a las demandas
sociales; el movimiento obrero europeo, las reivindicaciones populares
provenientes de las revoluciones Rusa y Mexicana y las innovaciones adoptadas
durante la república de Weimar, la época del New Deal en los Estados Unidos,
sirvieron para transformar el reducido Estado liberal en un complejo aparato
político-administrativo jalonador de toda la dinámica social. Desde este punto
de vista el Estado social puede ser definido como el Estado que garantiza
estándares mínimos de salario, alimentación, salud, habitación, educación,
asegurados para todos los ciudadanos bajo la idea de derecho y no simplemente
de caridad (H.L. Wilensky, 1975).
b. El Estado constitucional democrático ha
sido la respuesta jurídico-política derivada de la actividad intervencionista
del Estado. Dicha respuesta está fundada en nuevos valores-derechos consagrados
por la segunda y tercera generación de derechos humanos y se manifiesta
institucionalmente a través de la creación de mecanismos de democracia
participativa, de control político y jurídico en el ejercicio del poder y
sobre todo, a través de la consagración de un catálogo de principios y de
derechos fundamentales que inspiran toda la interpretación y el funcionamiento
de la organización política1
3. Estos cambios han producido en el derecho no sólo una
transformación cuantitativa debida al aumento de la creación jurídica, sino
también un cambio cualitativo, debido al surgimiento de una nueva manera de
interpretar el derecho, cuyo concepto clave puede ser resumido de la siguiente
manera: pérdida de la importancia sacramental del texto legal entendido como
emanación de la voluntad popular y mayor preocupación por la justicia material
y por el logro de soluciones que consulten la especificidad de los hechos.
Estas características adquieren una relevancia especial en el campo del derecho
constitucional, debido a la generalidad de sus textos y a la consagración que
allí se hace de los principios básicos de la organización política. De aquí la
enorme importancia que adquiere el juez constitucional en el Estado social de
derecho.
4. La complejidad del sistema, tanto en lo que se
refiere a los hechos objeto de la regulación, como a la regulación misma, hace
infructuosa la pretensión racionalista que consiste en prever todos los
conflictos sociales posibles para luego asignar a cada uno de ellos la solución
normativa correspondiente. En el sistema jurídico del Estado social de derecho
se acentúa de manera dramática el problema -planteado ya por Aristóteles- de la
necesidad de adaptar, corregir, acondicionar la aplicación de la norma por
medio de la intervención del juez. Pero esta intervención no se manifiesta
sólo como el mecanismo necesario para solucionar una disfunción, sino también,
y sobre todo, como un elemento indispensable para mejorar las condiciones de
comunicación entre el derecho y la sociedad, es decir, para favorecer el
logro del valor justicia (de la comunicación entre derecho y realidad), así
ello conlleve un detrimento de la seguridad jurídica.
5. Es justamente aquí, en esta relación entre justicia y
seguridad jurídica, en donde se encuentra el salto cualitativo ya mencionado:
El sistema jurídico creado por el Estado liberal tenía su centro de gravedad en
el concepto de ley, de código. La norma legal, en consecuencia, tenía una
enorme importancia formal y material, como principal referente de la validez y
como depositaria de la justicia y de la legitimidad del sistema. En el
Estado intervencionista se desvanece buena parte de la importancia formal
(validez) y de la importancia material (justicia) de la ley.
6. La Constitución colombiana recoge ampliamente los
postulados normativos del Estado social de derecho. Ello se comprueba no solo
al repasar lo consagrado en la lista de los principios y de la Carta de
derechos, sino también en la organización del aparato estatal. El artículo
primero de la Constitución es la clave normativa que irradia todo el texto
fundamental:
Art. 1. Colombia
es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria,
descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el
trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia
del interés general.
Por lo menos tres postulados se desprenden
del artículo primero:
a) El Estado es definido a través de sus
caracteres esenciales. Entre estos caracteres y el Estado la relación es
ontológica: El Estado Colombiano es tal, en tanto sus elementos
esenciales están presentes; no se trata de cualidades, capacidades o dotes del
Estado, sino de su propia naturaleza, de su propio ser.
b) Los caracteres esenciales del Estado
tienen que ver no solo con la organización entre poderes y la producción y
aplicación del derecho, sino también y de manera especial, con el compromiso
por la defensa de contenidos jurídicos materiales2 .
El sentido y alcance del artículo primero
no puede ser desentrañado plenamente a partir de una interpretación reducida al
análisis de su texto. Cada una de las palabras del artículo posee una enorme
carga semántica, la cual a través de la historia del constitucionalismo
occidental, se ha ido decantando en una serie de nociones básicas que
delimitan su alcance y lo hacen coherente y razonable. Una interpretación que
se aparte del contexto nacional e internacional en el cual han tenido formación
los conceptos del artículo primero, puede dar lugar a soluciones amañadas y
contradictorias.
En síntesis, la Constitución esta concebida
de tal manera que la parte orgánica de la misma solo adquiere sentido y razón
de ser como aplicación y puesta en obra de los principios y de los derechos
inscritos en la parte dogmática de la misma. La carta de derechos, la
nacionalidad, la participación ciudadana, la estructura del Estado, las
funciones de los poderes, los mecanismos de control, las elecciones, la
organización territorial y los mecanismos de reforma, se comprenden y
justifican como transmisión instrumental de los principios y valores
constitucionales. No es posible, entonces, interpretar una institución o un
procedimiento previsto por la Constitución por fuera de los contenidos
materiales plasmados en los principios y derechos fundamentales.
B. Principios y valores constitucionales
7. Una de las características más relevantes del Estado
social de derecho consiste en la importancia que adquiere el juez en sus
relaciones con el legislador y con la administración. Buena parte de ella se
deriva del nuevo papel que juegan los principios constitucionales en las
decisiones judiciales y su relación con los valores y normas de la Carta.
a-. Los valores representan el catálogo
axiológico a partir del cual se deriva el sentido y la finalidad de las demás
normas del ordenamiento jurídico3 pueden tener consagración explícita o
no; lo importante es que sobre ellos se construya el fundamento y la finalidad
de la organización política.
De este tipo son los valores de
convivencia, trabajo, justicia, igualdad, conocimiento, libertad y paz
plasmados en el preámbulo de la Constitución. También son valores los
consagrados en el inciso primero del artículo 2 de la Constitución en
referencia a los fines del Estado: el servicio a la comunidad, la prosperidad
general, la efectividad de los principios, derechos y deberes, la participación,
etc. Todos ellos establecen fines a los cuales se quiere llegar. La relación
entre dichos fines y los medios adecuados para conseguirlos, depende, por lo
general, de una elección política que le corresponde preferencialmente al
legislador. No obstante el carácter programático de los valores
constitucionales, su enunciación no debe ser entendida como un agregado
simbólico, o como la manifestación de un deseo o de un querer sin incidencia
normativa, sino como un conjunto de propósitos a través de los cuales se deben
mirar las relaciones entre los gobernantes y los gobernados, para que, dentro
de las limitaciones propias de una sociedad en proceso de consolidación,
irradien todo el tramado institucional.
Su condición de valores fundantes les
otorga una enorme generalidad y, en consecuencia, una textura interpretativa
abierta, dentro de la cual caben varias fijaciones del sentido. Corresponde al
legislador, de manera prioritaria, la tarea de establecer la delimitación de
dichos valores a través de leyes. En vista de su naturaleza abierta, los
valores constitucionales sólo tienen una eficacia interpretativa; la Corte
Constitucional debe ser respetuosa de la prerrogativa legislativa que consiste
en establecer el alcance general de los mismos. Esto no impide que la Corte
pueda, e incluso deba, en ciertos casos, valerse de ellos para resolver una
situación específica o para valorar otras normas o instituciones; sin embargo,
ello sólo sería posible dentro de una interpretación global de los hechos y del
derecho y no como normas de aplicación inmediata suficientes por sí solas para
fundamentar la decisión judicial. Los valores son definitorios a la hora de
resolver un problema de interpretación en el cual está en juego el sentido del
derecho, no son normas de aplicación directa que puedan resolver, aisladamente,
un asunto.
b-. Los principios Constitucionales, a
diferencia de los valores que establecen fines, consagran prescripciones
jurídicas generales que suponen una delimitación política y axiológica reconocida
y, en consecuencia, restringen el espacio de interpretación, lo cual hace de
ellos normas de aplicación inmediata, tanto por el legislador como por el juez
constitucional. Son principios constitucionales, entre otros, los consagrados
en los artículos primero y tercero: el Estado social de derecho, la forma de
organización política y territorial, la democracia participativa y pluralista,
el respeto de la dignidad humana, el trabajo, la solidaridad, la prevalencia
del interés general (artículo 1); la soberanía popular y la supremacía de la
Constitución (artículo 2). Ellos se refieren a la naturaleza política y
organizativa del Estado y de las relaciones entre los gobernantes y los
gobernados. Su alcance normativo no consiste en la enunciación de ideales que
deben guiar los destinos institucionales y sociales con el objeto de que algún
día se llegue a ellos; su valor normativo debe ser entendido de tal manera que
signifiquen una definición en el presente, una base axiológico-jurídica sin la
cual cambiaría la naturaleza misma de la Constitución y por lo tanto toda la
parte organizativa perdería su significado y su razón de ser. Los principios
expresan normas jurídicas para el presente; son el inicio del nuevo orden. Los
valores, en cambio, expresan fines jurídicos para el futuro; son la mira que
jalona hacia el orden del mañana.
Los principios fundamentales del Estado son
una pauta de interpretación ineludible por la simple razón de que son parte de
la Constitución misma y están dotados de toda la fuerza normativa que les
otorga el artículo cuarto del texto fundamental. Sin embargo, no siempre son
suficientes por sí solos para determinar la solución necesaria en un caso
concreto. No obstante el hecho de poseer valor normativo, siguen teniendo un
carácter general y por lo tanto una textura abierta, lo cual, en ocasiones,
limita la eficacia directa de los mismos. En estos casos se trata de un
problema relativo a la eficacia más o menos directa de los principios y no a un
asunto relacionado con su falta de fuerza normativa. En síntesis, un principio
constitucional jamás puede ser desconocido en beneficio de otra norma legal o
constitucional o de otro principio no expresamente señalado en la Constitución,
pero puede, en ciertos casos, necesitar de otras normas constitucionales para
poder fundamentar la decisión judicial.
Los valores son normas que establecen
fines dirigidos en general a las autoridades creadoras del derecho y en
especial al legislador; los principios son normas que establecen un deber
ser específico del cual se deriva un espacio de discrecionalidad legal y
judicial. La diferencia entre principios y valores no es de naturaleza
normativa sino de grado y, por lo tanto, de eficacia. Los principios, por el
hecho de tener una mayor especificidad que los valores, tienen una mayor
eficacia y, por lo tanto, una mayor capacidad para ser aplicados de manera
directa e inmediata, esto es, mediante una subsunción silogística. Los valores,
en cambio, tienen una eficacia indirecta 4 , es decir, sólo son
aplicables a partir de una concretización casuística y adecuada de los
principios constitucionales. De manera similar, la diferencia entre principios
y reglas constitucionales no es de naturaleza normativa sino de grado, de
eficacia. Las normas, como los conceptos, en la medida en que ganan generalidad
aumentan su espacio de influencia pero pierden concreción y capacidad para
iluminar el caso concreto.
C. Principios y Estado Social
8. El aumento de la complejidad fáctica y jurídica en el
Estado contemporáneo ha traído como consecuencia un agotamiento de la capacidad
reguladora de los postulados generales y abstractos. En estas circunstancias la
ley pierde su tradicional posición predominante y los principios y las
decisiones judiciales, antes considerados como secundarios dentro del sistema
normativo, adquieren importancia excepcional. Esta redistribución se explica
ante todo por razones funcionales: no pudiendo el derecho, prever todas las
soluciones posibles a través de los textos legales, necesita de criterios
finalistas (principios) y de instrumentos de solución concreta (juez) para
obtener una mejor comunicación con la sociedad. Pero también se explica por
razones sustanciales: el nuevo papel del juez en el Estado social de derecho es
la consecuencia directa de la enérgica pretensión de validez y efectividad de
los contenidos materiales de la Constitución, claramente señalada en su
artículo 228 ("Las actuaciones [de la administración de justicia] serán
públicas y permanentes con las excepciones que establezca la ley y en ellas
prevalecerá el derecho sustancial").
9. Pero esta no es la única razón que explica el cambio
anotado: el desarrollo de la democracia constitucional puso de presente que el
órgano legislativo, depositario tradicional de legitimidad popular, debe estar
acompañado del control jurisdiccional, que ha demostrado, a través de la
historia del derecho constitucional moderno, ser el órgano más eficaz en la
defensa de los derechos de los ciudadanos y los principios democráticos. Las
dificultades derivadas del crecimiento desbordante del poder ejecutivo en el
estado intervencionista y de la pérdida de liderazgo político del órgano
legislativo, deben ser compensadas, en la democracia constitucional, con el
fortalecimiento del poder judicial, dotado por excelencia de la capacidad de
control y de defensa del orden institucional. Sólo de esta manera puede
lograrse un verdadero equilibrio y colaboración entre los poderes; de lo
contrario, predominará el poder ejecutivo.
La dispersión de intereses en la sociedad
capitalista actual, ha diezmado la importancia del concepto de interés general,
repercutiendo así en la legitimidad del órgano legislativo y de la ley misma.
Esta deficiencia de la legitimidad tradicional ha sido compensada con el
fortalecimiento de la capacidad estatal para crear consenso y para encontrar
soluciones producto no solo del imperio de la ley sino también de la negociación
y de la adecuación a las circunstancias específicas del conflicto. En estas
condiciones, la idea de control judicial aparece como la clave funcional para
evitar un desbordamiento de poder y para lograr una adaptación del derecho a la
realidad social. Depositario de las ventajas propias del sabio alejado de la
sociedad, que piensa en la objetividad de los valores y dotado de las ventajas
de quien tiene el compromiso de tomar cotidianamente en consideración "la
realidad viviente de los litigios", el juez está en plena capacidad, como
ningún otro órgano de régimen político, de desempeñar ese papel 5. En síntesis, el control ejercido por jueces
y tribunales en el Estado constitucional contemporáneo resulta siendo la
fórmula para la mejor relación seguridad jurídica-justicia.
10. De lo dicho se deriva la idea de que el juez, en el
Estado social de derecho también es un portador de la visión institucional del
interés general. El juez, al poner en relación la Constitución -sus principios
y sus normas- con la ley y con los hechos hace uso de una discrecionalidad
interpretativa que necesariamente delimita el sentido político de los textos
constitucionales. En este sentido la legislación y la decisión judicial son
ambas procesos de creación de derecho 6 .
D. El Estado social de derecho y los
derechos fundamentales
11. La fórmula clásica del Estado liberal, en relación
con la delimitación de los derechos fundamentales, consistía en establecer una
lista de derechos pertenecientes a esta categoría. Una de las manifestaciones
de la crisis del Estado constitucional en la segunda mitad del siglo veinte,
consiste en afirmar que de nada sirve una buena lista de derechos si no se
tiene en cuenta el proceso de aplicación. Según esta crítica, el problema
fundamental de tales derechos se encuentra en la definición de las relaciones
entre ellos y no en la enunciación de los que son. Es relativamente fácil
ponerse de acuerdo en los derechos que son fundamentales - de hecho en los
convenios internacionales existe tal acuerdo - pero es difícil saber, a priori,
como se aplican. El asunto es: en caso de conflicto - y esto es lo mas
corriente- entre dos o tres derechos, cuál debe tener prioridad ?. El
problema fundamental de los valores no es el de su enunciación sino el de su
aplicación. Para la realidad del derecho es más importante establecer cuales son
los criterios de interpretación y aplicación de las normas que establecer
cuales es la lista de aquellas normas que pertenecen a una determinada
categoría.
Si lo esencial de la definición de los
derechos fundamentales, se juega en el ámbito de la relación entre los mismos,
esto trae como consecuencia: 1) que la definición a priori de todos los que son
no tiene mayor importancia; 2) que esta tarea debe ser llevada a cabo por el
juez, puesto que la relación entre los derechos es un dato que viene de los hechos
( a través de la tutela); 3) de esta manera, en la relación texto
constitucional-hecho social, se irá construyendo una nueva interpretación de la
carta de derechos adecuada a una realidad propia del subdesarrollo (nuevo
constitucionalismo para América Latina).
12. Existe una nueva estrategia para el
logro de la efectividad de los derechos fundamentales. La coherencia y la sabiduría de la
interpretación y, sobre todo, la eficacia de los derechos fundamentales en la
Constitución de 1991, están asegurados por la Corte Constitucional. Esta nueva
relación entre derechos fundamentales y jueces significa un cambio fundamental
en relación con la Constitución anterior; dicho cambio puede ser definido como una
nueva estrategia encaminada al logro de la eficacia de los derechos, que
consiste en otorgarle de manera prioritaria al juez, y no ya a la
administración o al legislador, la responsabilidad de la eficacia de los
derechos fundamentales. En el sistema anterior la eficacia de los derechos
fundamentales terminaba reduciéndose a su fuerza simbólica. Hoy, con la nueva
Constitución, los derechos son aquello que los jueces dicen a través de las
sentencias de tutela 7 .
II. LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
13. Otro de los pilares del Estado social de derecho se
encuentra en el concepto de derecho fundamental. Dos notas esenciales de este
concepto lo demuestran. En primer lugar su dimensión objetiva, esto es, su
trascendencia del ámbito propio de los derechos individuales hacia todo el
aparato organizativo del Estado. Más aún, el aparato no tiene sentido sino se
entiende como mecanismo encaminado a la realización de los derechos. En segundo
lugar, y en correspondencia con lo primero, la existencia de la acción de
tutela, la cual fue establecida como mecanismo de protección inmediata de los
derechos frente a todas las autoridades públicas y con posibilidad de
intervención de la Corte Constitucional para una eventual revisión de las
decisiones judiciales, que sirva para unificar criterios de interpretación.
A. Debates en la Asamblea Nacional
Constituyente
14. Sobre el concepto de derecho fundamental debatido en
la Asamblea Nacional Constituyente hay pocas referencias. Casi todo el tema fue
tratado bajo la rúbrica de los derechos humanos. Así se desprende de la
ponencia de la subcomisión segunda de la comisión primera, cuando afirma:
"para determinar los derechos que deben figurar en nuestra Carta
constitucional se tuvo en cuenta la evolución del concepto de derechos
fundamentales propiciada por las circunstancias históricas y políticas y por el
desarrollo de los principios humanitarios"; Todo ello para tratar el tema
bajo la clásica división de las tres generaciones de derechos humanos.
Otra forma de determinar el carácter de
fundamental de un derecho debatida en la Asamblea fue la del concepto de
aplicación inmediata. Esta vía fue defendida en la intervención hecha por
el Ministro de Gobierno Humberto de la Calle Lombana en la sesión del 6 de Marzo
ante la comisión primera al presentar el proyecto de gobierno: "... en
nuestra opinión no se trata de establecer una escala de valores que discrimine
unos derechos frente a otros, ... lo que el gobierno quiere señalar es que hay unos
derechos que son de aplicación inmediata, que no requieren la intermediación de
la norma legal para que ellos tengan vigencia y por lo tanto permiten la
utilización inmediata de los elementos de protección de los derechos...".
Según esto el derecho de tutela sólo podía ser aplicado frente a la violación
de alguno de estos derechos considerados como de aplicación inmediata.
Pero fue en las sesiones plenarias donde se
aclaró el punto: La aplicación inmediata no agotaba la lista de los
derechos fundamentales. Para llegar a esta conclusión es necesario conocer
el debate en plenaria sobre el artículo 85 de la Constitución . En sesión
plenaria de junio 29 la comisión codificadora sometió a discusión un texto que
hacia referencia a la acción de tutela, únicamente para aquellos derechos que
se habían determinado como de aplicación inmediata, entre ellos la vida, la
integridad personal, la honra, la igualdad, etc. Una vez finalizada la lectura
se presentaron las interpelaciones en contra, por parte de algunos
constituyentes; así expresó su inconformidad el Dr, Alvaro Echeverry Uruburu:
"La comisión codificadora incurrió en una gravísima confusión; de suerte
que confundió aplicación inmediata de los derechos que quiere decir que hay
derechos que simplemente basta su consagración en la Constitución para que
tengan operancia y efectividad; que no necesitan ley que los reglamente,...y
eso es una cosa distinta con el amparo o con el derecho de tutela como aquí se
ha llamado, que obviamente está prescrito para unos derechos fundamentales, pero
obviamente el error partió de allí, porque dice la comisión que se amparan con
tutela, esos derechos de aplicación inmediata , es decir que no hay tal ley
reglamentaria y otra cosa es que se diga cuales derechos van a ser amparados
por la tutela que esos si pueden ser reglamentados en la ley estatutaria
respectiva...".
Es precisamente en este punto donde es
necesario entrar a establecer si realmente se quiso, por parte de los
constituyentes, establecer un catálogo taxativo de derechos fundamentales, o,
por el contrario, fue apenas una enunciación susceptible de ser ampliada a
otros derechos que, a pesar de no ser tenidos bajo el título de fundamentales,
pueden serlo por una interpretación que de ella se haga.
Un gran número de constituyentes pensaban
que la carta de derechos fundamentales no podía ser taxativa, tema este que se
debatió cuando se estaba votando el artículo referente a la acción de tutela.
Se transcribe a continuación la intervención del Dr. Juan Carlos Esguerra en la
sesión plenaria del 29 de junio:"... en el artículo de tutela que viene a
continuación se estableció que a través de ese mecanismo se protegerían los
derechos fundamentales, entonces, deliberadamente no incluimos allí una
relación de los derechos fundamentales, porque la verdad es que quizá lo
conveniente es dejarle esa labor al legislador más bien que al constituyente;
hoy se reputan fundamentales algunos derechos que quizá mañana no lo sean, como
mañana pueden llegar a tener ese carácter algunos que hoy no hemos imaginado,
entonces yo sería partidario y así se lo sugerí al doctor Pérez Rubio, de que
en esta norma corremos el riesgo de equivocarnos como ocurre con toda
enumeración taxativa a nivel constitucional, se dejara que lo haga la ley... de
manera...que la reglamentación debería comenzar por la determinación de cuales
son los derechos que van a ampararse a través de ese mecanismo y no correr el
riesgo de petrificar una serie de derechos, cerrando la posibilidad de que el
día de mañana aparezcan otros; donde la ley podría determinar cuales tienen el
carácter de fundamentales para efectos de la tutela..."
Posición está respaldada por el
constituyente Fernando Carrillo quien expresó:" Respaldo la posición del
Dr. Esguerra, porque si hay algún artículo que debe caracterizarse por la
flexibilidad es precisamente este, dentro de las recomendaciones que hace la
Comisión codificadora se encuentra además este criterio, que dice textualmente
"no se excluye que la ley amplíe la tutela a otros derechos", pero el
texto sugerido por ellos no se encuentra la expresión que permitiera la
extensión de esa garantía a este tipo de derecho".
El constituyente Otty Patiño también
respaldo la propuesta, agregando que sin embargo era una obligación consagrar
constitucionalmente alguno de esos derechos.
Por otra parte el Dr. Jesús Pérez señaló:
" aclaro lo siguiente, que en ninguna parte la comisión codificadora
pretendió enviar a la ley a que reglamente nada, simplemente se permite que la
ley extienda a otros derechos la protección del recurso de tutela..."
Así mismo otra forma para determinar la no
taxatividad de los derechos fundamentales es aquella de dejarle al juez de
tutela que determine, en últimas, si un derecho es fundamental o no. Frente a
este tema encontramos alguna referencia hecha por el Constituyente Juan Carlos
Esguerra al hacer su presentación sobre el mecanismo de la tutela para los
derechos fundamentales cuando expresó: " La calificación de los derechos
debe ser una prerrogativa del juez, y no de la Constitución Nacional..."
(Gaceta Constitucional No 24 pag. 7)
15. Esta Corte considera que para que un derecho tenga la
calidad de fundamental debe reunir unos requisitos esenciales. De otro lado
para la identificación de un derecho de tal naturaleza existen unos criterios
que ponen en evidencia los requisitos señalados y, de contera, el derecho
fundamental mismo. A estos dos aspectos nos referimos en seguida.
B. Requisitos esenciales
1). Conexión directa con los principios
Como se señaló anteriormente, los
principios constitucionales son la base axiológico-jurídica sobre la cual se
construye todo el sistema normativo. En consecuencia, ninguna norma o
institución del sistema puede estar en contradicción con los postulados
expuestos en los principios. De aquí se deriva el hecho de que toda la
discrecionalidad otorgada a los órganos y creadores del derecho debe estar
fundada a partir del hilo conductor de los principios. La movilidad del sentido
de una norma se encuentra limitada por una interpretación acorde con los
principios constitucionales. Los derechos fundamentales son, como todas las
normas constitucionales, emanación de los valores y principios
constitucionales, pero su vinculación con estos es más directa, más inmediata,
se aprecia con mayor evidencia. Todo derecho fundamental debe ser emanación
directa de un principio.
2). Eficacia directa
Para que un derecho constitucional pueda
ser considerado como fundamental, debe además ser el resultado de una
aplicación directa del texto constitucional, sin que sea necesario una
intermediación normativa; debe haber una delimitación precisa de los deberes
positivos o negativos a partir del sólo texto constitucional. Por lo tanto, en
normas que poseen una "textura abierta", como por ejemplo las que establecen
meros valores constitucionales, a partir de la cual el legislador entra a fijar
el sentido del texto, no podrían presentarse la garantía de la tutela. Está
claro que no puede ser fundamental un derecho cuya eficacia depende de
decisiones políticas eventuales.
Ahora bien, la eficacia directa no se
reduce a los derechos de aplicación inmediata o a los derechos humanos de la
llamada primera generación. En algunos casos los derechos económicos, sociales
y culturales pueden ser objeto de protección especial por medio de la tutela;
tal es el caso del artículo 50 sobre los derechos de los niños; los derechos
consagrados en el inciso segundo del artículo 53 sobre principios mínimos
fundamentales de los trabajadores; el derecho establecido en el artículo 73
sobre obtención de información contenida en documentos públicos.
Igualmente pueden ser objeto de tutela
casos en los cuales el juez considere que una prestación del Estado consagrada
como derecho económico, social o cultural, o la falta de ella, ponga en
entredicho de manera directa y evidente un principio constitucional o uno o
varios derechos fundamentales , de tal manera que, a partir de una
interpretación global, el caso sub judice resulte directamente protegido por la
Constitución. Es importante tener en cuenta que la eficacia de las normas
constitucionales no se puede determinar en abstracto; ella varía según las
circunstancias propias de los hechos: una norma de aplicación inmediata (art.
85) puede tener mayor o menor eficacia dependiendo del caso en cuestión; lo
mismo un valor o un principio. El juez debe encontrar, en la relación
hecho-norma la decisión más razonable, no sólo desde el punto de vista jurídico
sino también desde el punto de vista fáctico.
De acuerdo con esto, la enumeración del artículo
85 no debe ser entendida como un criterio taxativo y excluyente. En este
sentido es acertado el enfoque del artículo segundo del decreto 2591 de 1991
cuando une el carácter de tutelable de un derecho a su naturaleza de derecho
fundamental y no a su ubicación.
3). El contenido esencial
Existe un ámbito necesario e irreductible
de conducta que el derecho protege, con independencia de las modalidades que
asuma o de las formas en las que se manifieste. Es el núcleo básico del derecho
fundamental, no susceptible de interpretación o de opinión sometida a la
dinámica de coyunturas o ideas políticas. El concepto de "contenido
esencial" es una manifestación del iusnaturalismo racionalista del siglo
XVIII, según el cual, existe un catálogo de derechos anteriores al derecho
positivo, que puede ser establecido racionalmente y sobre el cual existe
claridad en cuanto a su delimitación conceptual, su titularidad y el tipo de
deberes y obligaciones que de el se derivan.
Según esto, quedan excluidos aquellos
derechos que requieren de una delimitación en el mundo de las mayorías
políticas. Los derechos sociales, económicos y culturales de contenido difuso,
cuya aplicación está encomendada al legislador para que fije el sentido del texto
constitucional, no pueden ser considerados como fundamentales, salvo aquellas
situaciones en las cuales en un caso específico, sea evidente su conexidad con
un principio o con un derecho fundamental.
C. Criterios de distinción
1). Analíticos
a) La consagración expresa
En relación con algunos derechos, el
constituyente señaló en forma expresa su voluntad de consagrarlos como
fundamentales. Es el caso de los derechos establecidos en el capítulo primero
del título segundo de la Constitución e igualmente del artículo 44 sobre los
derechos de los niños.
El carácter de fundamental no coincide con
el de aplicación inmediata. Siendo así, es necesario distinguir entre derechos
fundamentales de aplicación inmediata y derechos fundamentales que no son de
aplicación inmediata. Ante esta dificultad, corresponde a la jurisprudencia, y
en especial a la Corte Constitucional, la definición de la naturaleza y alcance
de los derechos fundamentales que no son de aplicación inmediata.
Algunos exconstituyentes sostienen que los
títulos y subtítulos de la Constitución no tienen el carácter de norma
jurídica y como tal no delimitan el ámbito de los derechos fundamentales. Tales
títulos fueron obra de la Comisión Codificadora y no voluntad jurídicamente
significativa de la Asamblea. De ahí que estimen también que el artículo 85 de
la Constitución no tiene alcance práctico y resulta inocuo a causa de su
conflicto con el artículo 86.
b). La remisión expresa.
En otros casos, tal como sucede con los
derechos humanos y con la prohibición de limitarlos en los estados de
excepción, el constituyente ha estimado conveniente remitirse a los tratados y
convenios internacionales ratificados por el Congreso, para reconocer su
prevalencia en el orden interno, no sólo en cuanto a su texto mismo sino como
pauta concreta para la interpretación de los derechos y deberes consagrados en
la Constitución de 1991 (art. 93).
En este caso la Constitución colombiana
parece adoptar el sistema español (const. art.10), según el cual el derecho
internacional ratificado prevalece en aquellos casos en los cuales contenga
normas que ofrezcan mayores garantías que las normas nacionales. La remisión
parece ser ante todo interpretativa, a diferencia del sistema italiano en el
cual existe una remisión de alcance más profundo: las normas, en los casos
señalados, hacen parte del texto constitucional.
c). La conexión directa con derechos
expresamente consagrados.
Algunos derechos no aparecen considerados
expresamente como fundamentales. Sin embargo, su conexión con otros derechos
fundamentales es de tal naturaleza que, sin la debida protección de aquellos,
estos prácticamente desaparecerían o harían imposible su eficaz protección. En
ocasiones se requiere de una interpretación global entre principios, valores,
derechos fundamentales de aplicación inmediata y derechos económicos sociales o
culturales para poder apoyar razonablemente una decisión judicial. Un derecho fundamental
de aplicación inmediata que aparece como insuficiente para respaldar una
decisión puede llegar a ser suficiente si se combina con un principio o con un
derecho de tipo social o cultural y viceversa. Esto se debe a que la eficacia
de las normas constitucionales no está claramente definida cuando se analiza a
priori, en abstracto, antes de entrar en relación con los hechos.
d). El carácter de derecho inherente a la
persona
En ocasiones, la existencia de un derecho
fundamental no depende tanto de un reconocimiento expreso por parte de los
creadores de la norma constitucional, como de una interpretación sistemática y
teleológica a partir de las cuales se mire el ordenamiento en su conjunto, o la
norma de acuerdo con su consagración implícita
De aquí la importancia del artículo 94 de
la Constitución según el cual, la enumeración de la carta de derechos no debe
entenderse como la negación de otros que, siendo inherentes al hombre no
figuren expresamente en la Constitución o en los convenios internacionales
vigentes. Esta disposición concuerda con el sentido amplio y dinámico que debe
tener el concepto de derecho fundamental en el Estado social. En otros
términos: los criterios que determinan el carácter de fundamental de un
derecho, sobrepasan la consagración expresa y dependen de la existencia de un
consenso, histórico y de una voluntad colectiva en torno a la naturaleza
específica de un derecho, con todas sus implicaciones relativas al contenido
esencial, a la conexión con los principios y a la eficacia directa. Por eso el
criterio de la consagración expresa es insuficiente.
2). Fácticos
a) Importancia del hecho
La relación jurídica mencionada entre valor
fundamental o vinculado con un valor fundamental (salud, propiedad, posesión,
competencia económica, etc.) y aplicación problemática, determina un camino
específico para la construcción conceptual de estos derechos. Este camino es
principalmente inductivo; será a través de la interpretación que los jueces
hagan de la relación entre los textos y los hechos que se vayan presentando,
como se irá construyendo la delimitación de los derechos mencionados. Por lo
pronto, los jueces y la Corte cuentan, para su interpretación, por un lado, con
el texto constitucional, con el catálogo de valores que se desprende de los
principios constitucionales y que alimenta toda el saber del constitucionalismo
occidental y de la doctrina sobre el Estado social de derecho, y por el otro
con una realidad social colmada de dificultades económicas, atropellos y
violaciones a los derechos humanos y con unas instituciones venidas a menos en
su capacidad reguladora. A partir de estos dos elementos, normas y hechos, el
juez constitucional debe ir construyendo una interpretación razonable de la
carta de derechos; esto quiere decir que el resultado final de la
interpretación debe tener en cuenta las dificultades estructurales de la
realidad económica colombiana sin que dichas dificultades hagan inocua la
voluntad constituyente de construir, desde el presente, una sociedad más
justa, más libre y más democrática, tal como lo establece el preámbulo de la
Carta.
De conformidad con lo anterior, en
aquellas situaciones en las cuales la norma constitucional se encuentra en
franca contradicción con hechos generalizados e irremediables en un futuro
próximo por la falta de recursos económicos ‑como por ejemplo la
mortalidad infantil por carencia de agua potable- el juez, sin desconocer los
mandatos constitucionales -en este caso el artículo 366 sobre prioridad del
gasto público social- debe apreciar los límites impuestos por las posibilidades
económicas, de tal manera que su decisión no se convierta en un bendición al
"statu quo", pero tampoco en una orden que imponga un cambio
imposible de llevar a la práctica sin cambiar las reglas estructurales de la
economía. En este punto adquiere especial significación todos los desarrollos
contemporáneos alrededor de la idea del juez como instrumento de paz social y
como pieza central de un orden democrático basado en el consenso.
2) Carácter histórico
Por otra parte, la categoría de derecho
fundamental posee también un carácter histórico. Dos implicaciones se derivan
de este postulado: a). No todos los derechos fundamentales lo han sido en todos
los tiempos y algunos de ellos bien han podido tener este carácter en forma
transitoria y luego perderla, todo ello de acuerdo con la evolución de la
sociedad civil, y b). La entidad de fundamental de un derecho se
encuentra ligada al estado de la representación colectiva sobre el tema. Vale
decir, la visión que la sociedad tiene de dichos derechos.
III. LOS DERECHOS ECONOMICOS SOCIALES Y
CULTURALES
A. Su naturaleza jurídica
16. La carta de derechos de la Constitución colombiana
es especialmente generosa en lo que se refiere a los derechos sociales, económicos
y culturales, consagrados en el capítulo segundo del título segundo. Mucho se
ha discutido sobre el carácter normativo de los mismos. Las opiniones se
dividen entre quienes otorgan naturaleza normativa a tales derechos, haciendo
de ellos plenos derechos constitucionales y quienes consideran que se trata de
enunciados programáticos que sólo adquieren la condición de normas jurídicas
cuando el legislador los desarrolle a través de la ley. En lo que sigue de este
fallo se defenderá una posición intermedia, en concordancia con lo anotado
anteriormente sobre estado social y principios constitucionales.
La mayoría de los derechos en referencia
implican una prestación por parte del Estado y por lo tanto una erogación
económica que por lo general depende de una decisión política. Con base en
esto, se sostiene que los enunciados constitucionales que recogen tales
derechos no pueden ser objeto de decisiones judiciales hasta tanto el Congreso
no haya expedido la legislación necesaria para aplicarlos; de lo contrario, se
dice, el juez estaría ocupando terrenos que no le corresponden de acuerdo con
la doctrina de la separación de los poderes. Esta fue la solución que la
doctrina colombiana e internacional dio al asunto mencionado, a la luz de los
postulados del estado de derecho liberal clásico. Sin embargo, los nuevos
postulados del Estado social y las nuevas relaciones jurídicas derivadas del
Estado bienestar imponen un cuestionamiento de esta solución.
17. En primer lugar, es necesario advertir que los
derechos económicos sociales y culturales, promovidos a nivel constitucional
durante las primeras décadas del siglo y conocidos como la segunda generación
de derechos humanos, no han sido incorporados al ordenamiento jurídico de las
democracias constitucionales simplemente por ser considerados como un elemento
adicional de protección. La razón de ser de tales derechos está en el hecho de
que su mínima satisfacción es una condición indispensable para el goce de los
derechos civiles y políticos. Dicho de otra forma: sin la satisfacción de unas
condiciones mínimas de existencia, o en términos del artículo primero de la
Constitución, sin el respeto "de la dignidad humana" en cuanto a sus
condiciones materiales de existencia, toda pretensión de efectividad de los
derechos clásicos de libertad e igualdad formal consagrados en el capítulo
primero del título segundo de la Carta, se reducirá a un mero e inocuo
formalismo, irónicamente descrito por Anatole France cuando señalaba que todos
los franceses tenían el mismo derecho de dormir bajo los puentes. Sin la
efectividad de los derechos económicos, sociales y culturales, los derechos
civiles y políticos son una mascarada. Y a la inversa, sin la efectividad de
los derechos civiles y políticos, los derechos económicos, sociales y
culturales son insignificantes 8 .
18. Por otra parte, la doctrina de la separación de
poderes ha variado sustancialmente en relación con la formulación inicial.
Aquello que en un principio tenía como punto esencial la separación de los
órganos, cada uno de ellos depositario de funciones bien delimitadas, ha pasado
a ser, en la democracia constitucional actual, una separación de ámbitos
funcionales dotados de un control activo entre ellos.
Lo dicho está en acuerdo, además, con una
interpretación contemporánea de la separación de los poderes, a partir de la
cual el juez pueda convertirse en un instrumento de presión frente al
legislador, de tal manera que este, si no desea ver su espacio de decisión
invadido por otros órganos, adopte las responsabilidades de desarrollo legal
que le corresponden y expida las normas del caso. Este contrapeso de poderes,
que emergen de la dinámica institucional , es la mejor garantía de la
protección efectiva de los derechos de los asociados.
B. La falta de intervención del legislador
19. Dicho esto, el dilema que se impone es el siguiente:
ante la falta de intervención legislativa que desarrolle los
derechos-prestación del capítulo segundo título segundo de la Constitución,
debe el juez permanecer a la espera de que se produzca dicho desarrollo, y en
tal caso, considerar los textos que consagran tales derechos como desprovisto
de fuerza normativa, o por el contrario, debe el juez definir el contenido de
tales derechos, anticipándose al legislador y aplicándolos de manera directa a
partir del propio texto constitucional ?.
Ante este dilema el juez debe actuar con
prudencia y firmeza a la vez. En primer lugar, la intervención judicial en el
caso de un derecho económico social o cultural es necesaria cuando ella sea
indispensable para hacer respetar un principio constitucional o un derecho
fundamental. En estas circunstancias, el juez actúa bajo condiciones similares
a aquellas que se presentan cuando debe resolver un problema relacionado con un
vacío o una incoherencia de la ley. Es claro que en todos estos casos el juez
decide algo que en principio le corresponde al legislador. Sin embargo, en
estas precisas condiciones, la falta de solución proveniente del órgano que
tiene la facultad de decidir, implica la posibilidad de que otro órgano, en
este caso el judicial, decida, para un caso específico, con la única pretensión
de garantizar la validez y efectividad de la norma constitucional.
La solución opuesta - es decir la que
supone la no intervención judicial- desconoce los valores y principios
constitucionales que consagran la efectividad de los derechos (art.2: "Son
fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad
general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados..."; Art. 5 "El Estado reconoce, sin discriminación
alguna, la primacía de los derechos inalienables..."; Art 13 inc. 2:"
El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y
efectiva..." ) y desconoce la prevalencia del derecho sustancial sobre los
procedimientos, consagrada en el artículo 228.
20. Pero quizás lo más grave de la solución que se comenta
consiste en el desconocimiento del artículo cuarto de la Constitución, en el
cual se afirma que "La Constitución es norma de normas. En todo caso de
incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se
aplicarán las disposiciones constitucionales". Este artículo no solo
plantea un asunto relacionado con la validez de las normas constitucionales,
también prescribe una clara definición en cuanto a su efectividad.
Con independencia de la función
programática-finalista y de la función simbólica que sin duda ocupan un lugar
importante en los preceptos sobre fines y valores, la Constitución es una
norma jurídica del presente y debe ser aplicada y respetada de inmediato. Por
esta razón , sostener que los derechos sociales, económicos y culturales se
reducen a un vínculo de responsabilidad política entre el constituyente y el
legislador, es no sólo una ingenuidad en cuanto a la existencia de dicho
vínculo, sino también una distorsión evidente en cuanto al sentido y coherencia
que debe mantener la Constitución. Si la responsabilidad de la eficacia de los
derechos mencionados estuviese sólo en manos del legislador, la norma
constitucional no tendría ningún valor y la validez de la voluntad
constituyente quedaría supeditada a la voluntad legislativa.
Es más razonable pensar que el
constituyente quiso otorgarle verdadero carácter normativo a los textos del
capítulo segundo título segundo, entregándole al legislador la prerrogativa de
discrecionalidad política en la materia pero facultando al juez para ejercer
dicha discrecionalidad, limitada a casos concretos, en ausencia de ley. De esa
manera se logra el respeto de las prioridades en materia de delimitación
política de los textos fundamentales y el respeto de la superioridad jurídica
de la Constitución sobre la ley. De esta manera se logra -parafraseando a
Herbert Kruger- que las leyes valgan en el ámbito de los derechos fundamentales
en lugar de que los derechos fundamentales sólo valgan en el ámbito de la ley 9 .
C. La justicia distributiva
21. Ahora bien, la aceptación de la tutela para los
derechos en cuestión, sólo cabe en aquellos casos en los cuales exista
violación de un derecho fundamental de acuerdo con los requisitos y criterios
de distinción antes anotados; sólo en estos casos, el juez puede, en ausencia
de pronunciamiento del legislador, y con el fin de adecuar una protección
inmediata del derecho fundamental, pronunciarse sobe el sentido y alcance de la
norma en el caso concreto y, si es necesario, solicitar la intervención de las
autoridades competentes para que tenga lugar la prestación del Estado que ponga
fin a la violación del derecho.
22. Está claro que, en tales eventos el juez debe tomar
decisiones que consulten no sólo la gravedad de la violación del derecho
fundamental a la luz de los textos constitucionales, sino también las
posibilidades económicas de solución del problema dentro de una lógica de lo
razonable, que tenga en cuenta, por un lado, las condiciones de escasez de
recursos y por el otro los propósitos de igualdad y justicia social que señala
la Constitución. En la mayoría de estos casos, una vez establecida la violación
de un derecho fundamental, el juez se enfrenta a un problema de justicia
distributiva. Como se sabe, los elementos de juicio para definir este tipo de
justicia no surgen de la relación misma entre los sujetos involucrados -el
Estado y el ciudadano- sino que requieren de un criterio valorativo exterior a
dicha relación (Aristóteles....). La aplicación de los derechos económicos
sociales y culturales plantea un problema no de generación de recursos sino de
asignación de recursos y por lo tanto se trata de un problema político10 .
En ocasiones la norma constitucional
proporciona este criterio. Así, por ejemplo, el artículo 366 es muy claro
cuando afirma que en "los planes y presupuestos de la Nación y de las
entidades territoriales, el gasto social tendrá prioridad sobre cualquier otra
asignación". Sin embargo, es posible que ella no sea lo suficientemente
iluminadora para resolver el caso sin llegar a consecuencias inaceptables o
imposibles de llevar a cabo. En consecuencia, es necesario que el juez haga uso
de la "lógica de lo razonable" 11 de tal manera que la solución final que
adopte sirva, ante todo, para proteger el derecho violado, y además tenga en
cuenta las condiciones financieras de los entes públicos. Si fuese necesario
dar elementos de juicio en abstracto sobre la justicia distributiva -cuestión
de por si temeraria- se podría recurrir al principio de igualdad, ampliamente
debatido en la teoría de la justicia de las últimas décadas, a partir del cual
toda distribución de recursos, para ser justa, deba mejorar al menos la
condición de los más desfavorecidos 12 . Dicho en otra perspectiva, la
justicia distributiva debe ser planteada como un problema de repartición -de
asignación por parte del Estado- de recursos nuevos disponibles, cuyo resultado
final, cualquiera que sean los beneficiarios o los afectados por tal repartición,
no desmejore la situación de aquellos que poseen menos recursos. Esta
interpretación, por lo demás se encuentra en plena armonía con lo prescrito en
el artículo 13 inciso segundo:
"El Estado
promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará
medidas en favor de grupos discriminados o marginados.
"El Estado
protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica,
física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y
sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan".
23. Los reparos que pueda suscitar esta posición, en el
sentido de que se llegaría a una enorme dispersión jurisprudencial en vista del
carácter abiertamente político del contenido de las decisiones, pueden ser
despejados si se tiene en cuenta la importante fuente de seguridad jurídica que
se desprende del mecanismo de revisión de tutelas por parte de la Corte
Constitucional y consagrado en el numeral 9 del artículo 241 de la Carta. Como
se sabe, la revisión tiene, entre otras, la finalidad de servir de instrumento
de fijación del sentido de los textos. Su alcance, por lo menos en términos
prácticos, no se limita a la solución definitiva del caso que se presenta para
su conocimiento, sino que va mucho más allá: sirve de pauta a todas las
autoridades para la interpretación y aplicación de los derechos. Es innegable
el valor pedagógico e incluso "normativo- general" de la
jurisprudencia de tutela que crea la Corte Constitucional y su importancia y
alcance apenas empiezan a vislumbrarse en el panorama jurídico nacional.
IV. EL DERECHO A LA SALUBRIDAD PUBLICA
A. La salubridad publica y la Constitución
24. La Comisión Quinta de la Asamblea estuvo encargada de
estudiar los derechos económicos, sociales y ecológicos. Desde el inicio de los
debates la preocupación básica de la Comisión se centró en la necesidad de
establecer una "concepción de los ciudadanos como iguales ante la vida y
no únicamente como iguales ante la ley" 13 .
Este propósito quedó consignado en la Constitución en el artículo 366:
"El
bienestar general y el mejoramiento de la calidad de la vida de la población
son finalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de su actividad
la solución de las necesidades insatisfechas de salud, de educación, de
saneamiento ambiental y de agua potable".
La Comisión Quinta consideró además que
"en Colombia el sector social no ha sido entendido como un pilar
fundamental del desarrollo y, en consecuencia ha sido sistemáticamente
discriminado desde los puntos de vista político y presupuestal". Para
remediar esta situación era necesario que la finalidad social tuviese un cumplimiento
permanente, anticipatorio y prioritario 14 .
25. Como consecuencia de estos planteamientos la
Constitución estableció en su artículo 365 inciso 1, una vinculación esencial
entre el Estado social de derecho y la prestación de los servicios públicos:
"Articulo
361: Los servicios públicos son inherentes a la finalidad social del Estado. Es
deber del Estado asegurar su prestación eficiente a todos los habitantes del territorio"
En concordancia con esto, el artículo 366
consagra la prioridad del gasto público social:
"Artículo
366. El bienestar general y el mejoramiento de la calidad de la vida de la
población son finalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de su
actividad la solución de las necesidades insatisfechas de salud, educación, de
saneamiento ambiental y de agua potable. Para tales efectos, en los planes y
presupuestos de la Nación y de las entidades territoriales, el gasto público
social tendrá prioridad sobre cualquier otra asignación"
Al respecto el exconstituyente Antonio
Yepes Parra, en la opinión sobre el tema solicitado por el magistrado
sustanciador, sostiene que la prioridad del gasto público social no está
consagrada en "un par de disposiciones aisladas de la Carta; sino que
hacen parte de una clarísima intención del constituyente de reorientar el gasto
público: el situado fiscal (art. 356, inciso 2) se destina a la salud y a la
educación; la participación de los municipios en los ingresos corrientes de la
nación (art. 357, inciso 1) debe financiar áreas prioritarias de inversión
social ; y las rentas provenientes de los monopolios departamentales, de juegos
de suerte y azar y de licores (art. 336), incisos 4 y 5) la salud y la
educación."
En términos globales -dice el doctor Yepes
Parra- " En la Constitución de 1991 la salud superó el estrecho concepto
de asistencia publica que traía la Carta de 1886". Esto se manifiesta a
través de diferentes artículos de la Constitución, entre los cuales sobresalen
los siguientes: Art. 13, sobre protección especial a los débiles; Art. 44 sobre
el derecho fundamental a la salud de los niños; el artículo 49 que establece la
atención a la salud y al saneamiento ambiental como servicios públicos a cargo
del Estado; el artículo 64 sobre acceso progresivo de los trabajadores agrarios
a los servicios de salud y el artículo 78 relativo a protección de la salud de
los consumidores.
B. La importancia del servicio de
alcantarillado
26. En respuesta a varios interrogantes sobre la
importancia de la salud publica y su vinculación con el derecho a la vida, el
doctor John A. Flórez Trujillo, Vicedecano de la Facultad Nacional de Salud
Publica Héctor Abad Gómez, sostiene que entre las causas principales de
enfermedades diarreico-agudas se encuentran, "en primer lugar la carencia
de agua potable, y en segundo lugar la falta de una adecuada disposición de
escretas (alcantarillado, pozos sépticos, tazas sanitarias). En 1984, agrega el
doctor Flórez, la primera causa inmediata de mortalidad en niños entre 1 y 4
anos fueron las enfermedades infecciosas intestinales (en su mayoría
enfermedades diarreicas) En la lista de las diez primeras causas también figura
otra enfermedad asociada con el deficiente estado sanitario, la helmintiasis.
La segunda enfermedad más importante que afecta a la población infantil son las
infecciones intestinales".
"El hecho de que la comunidad
-concluye el doctor Florez- no tenga servicio de alcantarillado, o lo tenga
pero no funcionando adecuadamente, se constituye en un factor de riesgo grande
para la salud de la comunidad expuesta a dicha situación". Como se deduce
claramente de las estadísticas anotadas, la expresión "factor de riesgo
grande" utilizada por el doctor Flórez, no se refiere a otra cosa que al
riesgo de muerte.
27. Por otro lado, el Tribunal de Bolívar, en una
interpretación apresurada concluye que los derechos fundamentales son sólo los
enumerados en el capítulo primero del Titulo segundo. Quizás la idea del
Tribunal era la de sostener que tales derechos son aquellos definidos por el
artículo 85 como derechos de aplicación inmediata. Pero aún si esta fue la idea
que quiso expresarse y que no esta explícita en el razonamiento del Tribunal,
su validez es cuestionable de acuerdo con todo lo dicho anteriormente sobre el
carácter abierto de dicho concepto, claramente establecido en los debates de la
Asamblea Nacional Constituyente.
En consecuencia, el derecho al servicio de
alcantarillado, en aquellas circunstancias en las cuales afecte de manera
evidente derechos y principios constitucionales fundamentales, como son los
consagrados en los artículos 1 (dignidad humana), 11 (vida) y 13 (derechos de
los disminuidos), debe ser considerado como derecho susceptible de ser
protegido por la acción de tutela. Siendo ello así y teniendo en cuenta, de
un lado, las consideraciones de los expertos doctores Yepes Parra y John
Flórez, y del otro, el hecho de que se trate de una situación de carencia
claramente comprobada en el barrio de Vista Hermosa en Cartagena, con
previsibles consecuencias nefastas para los habitantes del barrio. Esta Sala
de Revisión considera que se trata de una clara violación a un derecho
fundamental. El alcantarillado inconcluso ha ocasionado el desbordamiento de
las aguas negras sobre las calles del barrio. Es importante, además, que se
trata de un barrio de clase baja, (estrato 2 según información obtenida en
planeación municipal de Cartagena) y que por lo tanto los recursos económicos
para afrontar el problema son presumiblemente insuficientes lo que lleva a
pensar que las condiciones de higiene y salubridad deben ser precarias.
28. La violación del derecho de los habitantes del barrio
Vista Hermosa a la salubridad publica adquiere una connotación especial por el
hecho de haber sido iniciada la construcción del alcantarillado para luego ser
suspendida. La decisión de construir el alcantarillado y el inicio de los
trabajos correspondientes constituye una respuesta positiva a las demandas
populares cuyo incumplimiento crea una frustración adicional en la población.
Por otro lado, el hecho de haberse iniciado
la construcción del alcantarillado desvirtúa la principal objeción para la
efectiva aplicación del derecho a los servicios públicos fundamentales, cual
es la falta de recursos económicos. En efecto, cuando se tomó la decisión de
construir, ella debía estar respaldada en una disponibilidad presupuestal. Las
Empresas Públicas de Cartagena nunca se manifestaron durante el proceso de la
acción de tutela - a pesar de haber sido citados por el juez- para explicar
causas excepcionales que hubiesen impedido la terminación de los trabajos, lo
cual da la impresión de una clara negligencia en el tratamiento de este asunto.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera
de Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
PRIMERO. -REVOCAR la providencia del Tribunal Contencioso
Administrativo de Bolívar del doce (12) de febrero de mil novecientos noventa y
dos ( 1992), por las razones expuestas en la sentencia, y en su lugar
SEGUNDO. -ORDENAR a las Empresas Públicas de Cartagena la
terminación de la construcción del alcantarillado del barrio Vista Hermosa.
Dicha terminación deberá llevarse a cabo dentro de un plazo razonable que no
exceda de tres meses. Mientras ello ocurre debe adoptar, inmediatamente,
medidas provisionales idóneas, encaminadas a la cesación de las molestias y
perjuicios que se están ocasionando a los habitantes del barrio.
TERCERO. -En todos aquellos casos similares al presente por sus
hechos o circunstancias, siempre que se dejen obras inconclusas que afecten la
salubridad publica, la doctrina constitucional señalada en esta sentencia
tendrá carácter obligatorio para todas las autoridades, en los términos del
artículo 33 del Decreto 2591 de 1991
CUARTO. - ORDENAR que por Secretaría se comunique esta
providencia al Tribunal Administrativo de Bolívar , en la forma y para los efectos
previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, comuníquese, cúmplase e
insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
-Aclaración de voto-
Sentencia aprobada por acta No 1 de la
Sala Primera de Revisión, en Santafé de Bogotá, a los cinco ( 5 ) días del
mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992)
ACLARACION DE VOTO A LA Sentencia No. T-406
ACCION POPULAR/ACCION DE TUTELA
TRANSITORIA/PERJUICIO IRREMEDIABLE (Aclaración de voto)
Este caso encaja mejor dentro de la
previsión consagrada en el artículo 88 de la Constitución, relativo a las
acciones populares para la protección de los derechos e intereses colectivos,
relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y la salubridad
pública, la moral administrativa, el ambiente, la libre competencia económica y
otros de similar naturaleza.
He votado favorablemente la ponencia por
cuanto se trata de acción de tutela usada únicamente como mecanismo preventivo
para evitar un perjuicio irremediable y tomando en consideración el peligro
que afrontan derechos fundamentales como la vida y la salud de quienes habitan la
zona afectada.
Ref.: Expediente
T-778
Magistrado
Ponente: Dr. Ciro Angarita Barón
Santafé de Bogotá, D.C., junio diecisiete
(17) de mil novecientos noventa y dos (1992).
Debo aclarar mi voto en el asunto de la
referencia en los siguientes sentidos:
El presente caso encaja mejor dentro de la
previsión consagrada en el artículo 88 de la Constitución, relativo a las
acciones populares para la protección de los derechos e intereses colectivos,
relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y la salubridad
pública, la moral administrativa, el ambiente, la libre competencia económica y
otros de similar naturaleza.
Tales asuntos no deberían ser objeto de
acciones de tutela, pues esta última institución ha sido concebida con otros
fines, específicamente relacionados con la protección de los derechos
fundamentales.
Pese a lo anterior, he votado
favorablemente la ponencia por cuanto se trata de acción de tutela usada
únicamente como mecanismo preventivo para evitar un perjuicio irremediable, lo
cual está autorizado de modo expreso por el artículo 6o., numeral 3o., del
Decreto 2591 de 1991 y tomando en consideración el peligro que afrontan
derechos fundamentales como la vida y la salud de quienes habitan la zona
afectada.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Magistrado-
1 Manuel Aragón Reyes, Constitución y Democracia,
Tecnos, Madrid, 1989
2 Luciano PAREJO ALONSO, "Constitución y valores del
ordenamiento, en Estudios sobre la Constitución Española, Cívitas,
Madrid, 1991.
3 R. Dworkin, Questioni di principio; Il Saggiatore, Milano
1985, p. 5 y ss
4 Hans Peter Schneider, Democracia y Constitución, C.E.C,
Madrid, 1991, p. 48
5 Alexander
Bickel The least dangerous branch, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1962
6 Capelletti, Le pouvoir des juges, Press Universitaire
d'aix-Marseille, 1990, p. 35
7 H.L. Hart, El concepto del derecho,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1977, 125 y ss
8 Cfr .Gross Espiell, Los derechos económicos, sociales
y culturales, 1986
9 Grundegesetz und Kartellgesetzgebung, 1950, p. 12
10 Luis F Jimenez, Los derechos económicos en América
latina. Otros enfoques; en Derechos económicos y desarrollo en América
Latina; IIDH, 1990
11 Por ejemplo en Chaim Perelman, Logique
juridique, Dalloz, Paris, 1979
12 John Rawls, Teoría de la Justicia, F.C.E., 1968.
13 Gaceta Constitucional N. 83, p. 4, columna 3
14 Gaceta Constitucional N. 78, p. 2 |
43 | T-407-92
Sentencia No. T-407/92
DERECHO AL TRABAJO/DERECHOS
FUNDAMENTALES/LIBERTAD DE TRABAJO
El derecho al trabajo, es decir, el desempeño libre de actividad
personal legítima que entraña la obtención de estipendios económicos que
sufragan necesidades de la persona y su núcleo familiar y que debe prestarse en
condiciones dignas y justas, pertenece a la categoría de los derechos
fundamentales y a él se refieren los artículos 25 y 26 de la CP. Se reconoce
la libertad de trabajo.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/DERECHO AL TRABAJO/ IUS
VARIANDI
Consiste el jus variandi en la
facultad que tiene el patrono de alterar las condiciones de trabajo en cuanto
al modo, lugar, cantidad o tiempo de trabajo y ello en virtud del poder
subordinante que ejerce sobre sus trabajadores. Su uso estará determinado por
las conveniencias razonables y justas que surgen de las necesidades de la
empresa y que de todas maneras, según lo tiene establecido la doctrina y la
jurisprudencia, habrá de preservarse el honor, la dignidad, los intereses, los
derechos mínimos y seguridad del trabajador y dentro de las limitaciones que le
imponen la ley, el contrato de trabajo, la convención colectiva y el reglamento
de trabajo.Se está frente a una típica controversia laboral sobre el alcance
del jus variandi ejercido por el empleador y que tiene como elementos de
juicio el contrato de trabajo suscrito con las operarias y la convención
colectiva de trabajo que rige las relaciones entre las partes. Queda esta
divergencia bajo la jurisdicción laboral a términos del artículo 2o. del C P
del T.
SALA DE REVISION No. 6.
Ref.: Acciones de tutela contra el Liceo Francés
Louis Pasteur.
Tema: Derecho
al trabajo como derecho fundamental
constitucional.
Procesos acumulados:
Proceso: T-080
Demandante: María
Elena Casas de Ramírez.
Proceso: T-114
Demandante: María
Hermelinda Guillén de Ochica.
Proceso: T-151
Demandante: María Ofelia Medina Padilla.
Proceso: T-184
Demandante: Patrocinia
Yara de Tique.
Proceso: T-205
Demandante: Helda Rojas de Pérez.
Proceso: T-213
Demandante: Oliva
Pico.
Magistrados :
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Ponente
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
CIRO
ANGARITA BARON
Santafé de Bogotá, D.C., cinco (5) de junio
de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión de la Corte
Constitucional conformada por los Magistrados Simón Rodríguez Rodríguez,
Jaime Sanín Greiffenstein y Ciro Angarita Barón, revisa las acciones de
tutela decididas en sentencias proferidas por los Juzgados 11 (T:080), 3
(T:114), 29 (T:151), 10o. (T:184), 15 (T:205) y 48 (T:213) de Instrucción
Criminal de Santafé de Bogotá, los días 13, 9, 7, 3, 10 y 13 de enero de 1992
respectivamente.
I. ANTECEDENTES.
En atención a que en los procesos
mencionados existe conformidad de materia tanto en lo que se refiere al
supuesto derecho violado, como en lo que atañe a los hechos y peticiones, la
Corte considera que sin perjuicio del obligado estudio y juicio de todos los
asuntos y correspondientes fallos, ellos se relacionarán separadamente sólo en
cuanto al aspecto de la actuación procesal y los fallos que se revisan.
A. HECHOS DE LA DEMANDA
Las señoras María Elena Casas de Ramírez,
María Hermelinda Guillen, Ofelia Medina Padilla, Patrocinia Yara de Tique,
Helda Rojas de Pérez y Oliva Pico, en la actualidad trabajadoras al servicio
de la Asociación Colombo Francesa para la Enseñanza, en el Liceo
Francés Louis Pasteur de Santafé de Bogotá, desempeñaban la labor de servicio
en el horario de 7:00 a.m. a 5:30 p.m. con 1 hora de almuerzo de lunes a
viernes y el sábado de 8:00 a.m. a 12:00 m. cada cinco semanas con 1 hora de
gracia para pagarla el sábado. El 18 de diciembre de 1991 les fue entregado a
cada una, un memorando por medio del cual se les modificó su horario de
trabajo así: lunes, martes, jueves y viernes de 2:00 p.m. a 9:00 p.m., el
miércoles de 12:00 m. a 9:00 p.m. y el sábado de 7:00 a.m. a 4:00 p.m.
B. PETICION.
Las actoras solicitan se les proteja su
derecho al trabajo en las condiciones dignas y justas de que habla el artículo
25 de la Constitución Nacional, que consideran vulnerado cuando de manera
unilateral fueron alterados sus horarios, todo lo cual las obliga a salir más
tarde con los consiguientes aumentos en el costo del transporte, en los
peligros de vida y demás perjuicios aledaños que conlleva la salida tarde en la
noche.
C. ACTUACION PROCESAL.
Las solicitudes de tutela fueron
presentadas individual y separadamente por las señoras María Elena Casas de
Ramírez, María Hermelinda Guillén de Ochica, María Ofelia Medina Padilla,
Patrocinia Yara de Tique, Helda Rojas de Pérez y Oliva Pico, el día 26 de
diciembre de 1991, ante el Juzgado 100 de Instrucción Criminal, sometió a
reparto la demanda cuyo conocimiento correspondió a los Juzgados 11, 29, 10o.,
15 y 48 de Instrucción Criminal de esta ciudad, respectivamente.
Con el propósito de dar trámite a las
acciones de tutelas instauradas, los Juzgados dispusieron: Citar a las
accionantes a efectos de ampliar la demanda. Solicitar al demandado (Liceo) y
accionantes, los documentos que acreditaran la relación de trabajo e informes
respecto de la vinculación laboral, tales como cargo desempeñado, horario de
trabajo y asignación mensual. Requerir al demandado (Liceo) fotocopia de la
licencia de funcionamiento de la empresa y del acto administrativo por medio
del cual fue modificado el horario de trabajo. Oír al administrador del Liceo,
sobre el motivo y fundamentos jurídicos que dieron lugar al cambio de horario.
En los procesos de tutela Nos. 080, 114,
184 y 205, Diego Humberto
Caicedo Ortíz apoderado general de la Asociación Colombo Francesa de Enseñanza
y en ausencia del representante legal de ésta, manifiesta por escrito lo
siguiente: La accionante es actualmente trabajadora del Liceo y desempeña
labores de aseo. El horario de trabajo de la accionante y de otras, fue
modificado por el Liceo. El contrato de trabajo establece en la cláusula 5a.
que "el trabajador se obliga a laborar la jornada en los turnos y dentro
de las horas indicadas por el Liceo, quien puede hacer ajustes o cambios, de
acuerdo con las necesidades del servicio". La legislación laboral no
establece limitación a la implantación de la jornada de trabajo, salvo cuando
se trate de aquellos casos especiales que señala el artículo 161 del Código
Sustantivo de Trabajo. La accionante recibirá como compensación económica en
razón del cambio de horario, la resultante de aplicar el porcentaje de recargo
por el trabajo en las horas nocturnas, tal como lo establece la legislación
laboral. Para demostrar lo anterior, allegó copias de la convención colectiva vigente,
del contrato individual de trabajo y de la certificación expedida por la
Alcaldía Mayor de Bogotá, en la que consta que la Asociación aludida es una
entidad sin ánimo de lucro y con personería jurídica.
En los procesos de tutela Nos. 080, 114, 151,
184, 205 y 213, obran los
respectivos contratos individuales de trabajo suscritos entre el Liceo Francés
Louis Pasteur y las demandantes, en los cuales se consigna entre otras
cláusulas, que el Liceo se obliga a pagarle a la trabajadora un salario según
el horario efectivamente trabajado correspondiente a la categoría 1.1, que se
cancelará por quincena vencida en los días, horas y lugares señalados al
efecto, y que el horario de trabajo para las trabajadoras de tiempo completo es
el que fija la ley, el reglamento interno del trabajo y la convención
colectiva. Se estipula además que el trabajador se obliga a laborar la
jornada en los turnos y dentro de las horas indicadas por el Liceo, quien puede
hacer ajustes o cambios de acuerdo con las necesidades del servicio.
Igualmente se señala que las diferencias que ocurrieren entre las partes con
ocasión de este contrato o con motivo de su terminación serían sometidas a un
Tribunal de Arbitramento que se integrará y funcionará de acuerdo con los
preceptos del Código de Procedimiento Laboral. Y finalmente en cada uno de
ellos se acordó las asignaciones mensuales correspondientes, las cuales son
diferentes para cada trabajadora.
En los procesos de tutela Nos. 080, 114 y
151, se hallan copias de
la convención colectiva de trabajo suscrita el 24 de octubre de 1991 (para
regir por 2 años a partir del 1o. de septiembre de 1991) entre el Liceo Francés
Louis Pasteur y su Sindicato de Trabajadores, en la cual se consagra, entre
otras cosas, que no obstante que la semana de trabajo para el personal de
administración será de 33 horas y 20 minutos de lunes a viernes, el Liceo podrá
ampliarla, por necesidad del servicio, hasta un límite de 40 horas semanales.
Se nota que para los efectos de dicha norma se considera "personal
administrativo" a los trabajadores del Liceo que laboren permanentemente
en sus oficinas. En el proceso de tutela No. 080 también se encuentra copia de
la convención colectiva de trabajo suscrita el 18 de diciembre de 1987 para
regir por 2 años a partir del 1 de septiembre de 1987.
En los procesos de tutela Nos. 080, 114,
184 y 205, se allega la
escritura pública No. 1149 de 12 de julio de 1991 de la notaría 44 del Círculo
de Bogotá de 12 de julio de 1991, a través de la cual Jean Gabriel Cazaubón,
representante de la Asociación Colombo Francesa de Enseñanza, confiere poder
general a Diego Humberto Caicedo Ortíz, abogado en ejercicio, para representar
a la Asociación, entre otros, ante cualquier corporación, entidad, funcionario
o empleado de los órdenes legislativos, ejecutivos, judiciales y contenciosos.
En los procesos de tutela Nos. 114, 151,
184 y 205, se observa que
según certificación de la Alcaldía Mayor de Bogotá, D.E., la Asociación Colombo
Francesa de Enseñanza, con domicilio en esta ciudad, tiene personería jurídica
reconocida mediante Resolución No. 28 de 19 de febrero de 1948 del Ministerio
de Educación y como representante legal inscrito a Jean Gabriel Cazaubón.
En el proceso de tutela No. 151, aparece memorando contentivo del nuevo
horario y en donde se señala el siguiente: lunes, martes, jueves y viernes de
2:00 p.m. a 9:00 p.m., miércoles de 12:00 m. a 9:00 p.m. y sábado de 7:00 a.m.
a 4:00 p.m.
La Corte Constitucional en providencia de 7
de mayo del año en curso, dispuso solicitar a la entidad empleadora enviar
el reglamento interno de trabajo de la institución, el cual no fue
allegado según informe de la Secretaría General.
En el proceso de tutela No. 080, María Elena Casas de Ramírez accionante de
la tutela en examen, declara bajo la gravedad del juramento que presta el
servicio de aseo en el Liceo desde hace 9 años, y que su horario de trabajo
antes de que el Liceo lo cambiara era de lunes a viernes de 7:00 a.m. a 5:30
p.m., con una hora para el almuerzo y de 7:00 a.m. a 1:00 p.m. un sábado y de
12:00 m. a 6:00 p.m. otro sábado. Y agrega recibir $ 82.662.oo mensuales
además de lo percibido por los turnos dominicales y nocturnos, sin saber si le
seguirán pagando las labores nocturnas pues todavía no ha comenzado el nuevo
horario.
En el proceso de tutela No. 114, María Ermelinda Guillén de Ochica,
manifestó bajo la gravedad del juramento lo siguiente: Desconocer las
circunstancias del cambio de su horario de trabajo. Desempeñar el cargo de
aseadora desde hace 17 años y 4 meses. Haber suscrito contrato de trabajo a
término indefinido, del cual hizo allegar copia de carbón que tenía en sus
manos y que en su encabezamiento aparece "a término fijo de un año"
suscrito el día 27 de septiembre de 1974. Presentar por primera vez acción de
tutela en relación con el asunto que la motiva, encontrándose bajo las mismas
circunstancias de nueve personas más. Existir un Sindicato que se encuentra
funcionando desde hace 15 años, el cual celebró en el año de 1991 la última
convención colectiva en donde al parecer no se trató el tema de cambios al
horario de trabajo. Tener conocimiento que sus compañeros presentaron
igualmente acciones de tutela. Poner en conocimiento el original de la
comunicación que modifica el horario de trabajo. Contener el Reglamento Interno
de Trabajo del Liceo como horario de trabajo el de 7:00 a.m. a 5:30 p.m. de
lunes a jueves con 1 hora de almuerzo y el viernes hasta las 6:00 p.m., y cada
5 semanas 4 horas el día sábado de 8:00a.m. a 12:00 m.. Poner en conocimiento
del Sindicato el asunto de que se ocupa esta Sala, empero le manifestaron que
tendría que iniciar acción de tutela. Y no recurrir ante el Ministerio de
Trabajo por cuanto primero intentaría la acción de tutela.
En el proceso de tutela No. 151, María Ofelia Medina Padilla, accionante del
proceso en estudio declara bajo juramento que labora en el servicio de aseo en
el Liceo desde hace 20 años, y que su horario de trabajo antes de que el Liceo
lo modificara era de 7:00 a.m. a 5:30 p.m. con una hora de almuerzo durante la
semana y de 7:00 a.m. a 1:00 p.m. un sábado y de 12:00 m. a 6:00 p.m. otro
sábado. Y agregó que no sabe cómo le retribuirán el nuevo horario.
En el proceso de tutela No. 205, la accionante Helda María Rojas de Pérez,
rindió declaración ante el Juez 15 de Instrucción Criminal el día 2 de enero de
1992, en donde señaló que tiene el cargo de aseadora desde hace 21 años en el
Liceo y que el salario devengado es de $ 109.000.oo mensuales. Anotó
igualmente que se le informó de un cambio de horario sin que se le haya
manifestado cuestión alguna sobre la compensación económica.
En el proceso de tutela No. 213, la accionante Oliva Pico en diligencia de
ratificación y ampliación de la denuncia manifestó que trabaja desde 1970 en el
Liceo y que para el día 18 de diciembre de 1991, el administrador de dicha
entidad a través de la señora Mercedes Martínez de Corez, jefe inmediato del
personal de aseo, las reunió para informarles que el horario debía ser
cambiado de 2:00p.m. a 9:00 p.m. durante la semana y de 7:00 a.m. a 4:00 p.m.
los sábados sin haber razón alguna para estos cambios, sobre todo para el
sábado cuando no hay muchas labores para realizar. Agrega tener un contrato de
trabajo en donde se estipuló oficios varios pero ninguna clase de horarios y
que muchas de las trabajadoras se encuentran igualmente inconformes con el
nuevo horario, dada la lejanía en que viven.
D. FALLOS QUE SE REVISAN.
1. Proceso de tutela No. 080.
Sentencia del Juzgado 11 de Instrucción
Criminal de 13 de enero de 1992.
Decisión:
"Abstenerse de dar paso al derecho de
tutela".
Consideraciones : Al consultar el Código Sustantivo del
Trabajo, el Juzgado deduce que el demandado (Liceo) actuó legítimamente ya que
según esa norma, el empleador en cualquier momento puede modificar la
calidad o cantidad de trabajo e imponer reglamentos internos, "obviamente
sin perjuicio de lo sustantivo de la ley laboral".
2. Proceso de tutela No. 114.
Sentencia del Juzgado 3o. de Instrucción
Criminal de 9 de enero de 1992.
Decisión:
Negar la tutela solicitada.
Consideraciones : Se argumentó por parte del Juzgado, que no
se puede plantear vulneración alguna de derechos constitucionales
fundamentales, por cuanto el cambio de horario, contrario a lo alegado, está
encaminado a la buena marcha y funcionamiento de la empresa, sin que
conlleve interrupción en la prestación del servicio por parte del
trabajador, incremento de las horas de trabajo, ni desconocimiento de los
ingresos extras en razón de las horas nocturnas. Igualmente se consideró que el
contrato de trabajo contempla cambios de horario, contrato que como tal y por
no contravenir el orden público, es ley para las partes.
3. Proceso de tutela No. 151.
Sentencia del Juzgado 29 de Instrucción
Criminal de 7 de enero de 1992.
Decisión:
Rechazar por improcedente la acción de
tutela.
Consideraciones: Al fallarse se consideró que la tutela no
es un medio sustitutivo del que ordinariamente poseen los ciudadanos para hacer
valer sus derechos ante las autoridades jurisdiccionales, esto es, la tutela no
procede cuando existen otros medios de defensa judicial, salvo que se
quiera evitar un perjuicio irremediable. En consecuencia y como la accionante
puede acudir a la jurisdicción laboral, no procede la tutela.
4. Proceso de tutela No. 184.
Sentencia del Juzgado 10o. de Instrucción
Criminal de 3 de enero de 1992.
Decisión:
Negar la tutela instaurada.
Consideraciones : Se adujo en el fallo que en ningún momento
se ha amenazado o quebrantado derecho constitucional fundamental, como sería el
del trabajo, ya que el contrato de trabajo suscrito entre las partes permite en
su cláusula quinta, que el empleador de acuerdo a sus necesidades imponga ciertas
condiciones respecto al modo, tiempo y cantidad de trabajo.
5. Proceso de tutela No. 205.
Sentencia del Juzgado 15 de Instrucción
Criminal de 10 de enero de 1992.
Decisión:
No tutelar el derecho invocado.
Consideraciones: Se argumenta por el Juzgado que la
accionante tiene otros medios y recursos de defensa como son la cláusula
compromisoria de arbitramento voluntario, la cual es clara y expresa en su
contrato individual de trabajo. Y aún cuando ella no tuviere esa vía, existe
otra instancia y es la consagrada en la ley 23 de 1991 sobre conciliación
laboral.
6. Proceso de tutela No. 213.
Sentencia del Juzgado 48 de Instrucción
Criminal de 13 de enero de 1992.
Decisión:
Negar la tutela e indicar a la accionante
que el procedimiento idóneo es el juicio ordinario ante un juzgado laboral.
Consideraciones: El Juzgado aduce lo siguiente: No se viola
el derecho al trabajo ya que la empresa en ningún momento impide a la
accionante continuar trabajando. Las horas de trabajo no se han aumentado. La
jornada del sábado está autorizada por la ley. El patrono goza de un poder
subordinante (ius variandi). Y el hecho de trabajar hasta las 9:00 p.m. no es
indigno.
II. COMPETENCIA.
Es competente la Corte para revisar los
fallos de tutela sometidos ahora a su conocimiento y ello en virtud de lo
previsto en el artículo 86 inciso 2o. y 241 numeral 9 de la Constitución
Nacional, en armonía con los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991.
III. CONSIDERACIONES.
1. En los procesos acumulados se
plantea por las trabajadoras la violación del artículo 25 de la Constitución
Política en el aspecto de que "...toda persona tiene derecho a un trabajo
en condiciones dignas y justas", por habérseles cambiado el horario de
trabajo por el Liceo Francés Louis Pasteur.
El mencionado texto es del siguiente tenor:
"El trabajo es un derecho y una
obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la especial protección
del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y
justas".
2. El derecho al trabajo es un
derecho fundamental.
Cuestión cardinal que debe dilucidarse es
la relativa a determinar si el derecho del trabajo es un derecho
fundamental, ya que según la concepción del constituyente colombiano, sólo esa
clase de derechos amerita la acción de tutela (artículo 86).
2.1. Con la expedición de la Carta de
1991 entró nuestro país en la era del constitucionalismo del derecho del
trabajo, es decir, de su especial tratamiento en la Constitución, a diferencia
de la parquedad con que de éste se ocupó la Carta anterior.
En esta última el artículo 17 establecía
que el trabajo era una obligación social y gozaba de la especial protección del
Estado, el 18 garantizaba el derecho de huelga con la excepción de los
servicios públicos, el 44 autorizaba la formación de compañías, asociaciones y
fundaciones, dentro de las cuales se entendió que estaban incluídos los
sindicatos y el artículo 32 que garantizaba la libertad de empresa y la
iniciativa privada, baluartes del sistema económico capitalista, mas precedido
ello de intervencionismo estatal con el fin de procurar el desarrollo económico
y social dentro de una política de ingresos y salarios, para beneficio
integrado y armónico de la comunidad y "de las clases proletarias en
particular". Significó entonces este intervencionismo estatal la
superación del Estado gendarme, en que la suerte de la economía se dejaba a la
libre oferta y demanda del mercado.
La Constitución de 1991 da un vuelco a la
normación constitucional existente sobre la cuestión laboral y es así como se
adentra en sus más representativas instituciones y principios informadores del
derecho de trabajo y de esta manera al elevar de rango unas y otros, les otorga
la debida importancia y firmeza. En efecto, en el mismo preámbulo de la nueva
Carta se expresa que el pueblo de Colombia la sanciona y promulga para asegurar
a sus integrantes, entre otros derechos, el derecho al trabajo. El
artículo 25, antes transcrito, concibe al trabajo como un derecho y una
obligación social, amparado por el Estado y dispone que el trabajo que se
preste se exija en condiciones dignas y justas. El artículo 17 prohibe
la esclavitud, la servidumbre y la trata de seres humanos. El 26 instituye
la libertad de escogencia de profesión u oficio. Consagra el artículo 38
la garantía del derecho de libre asociación y así sustituye al artículo 44
anterior constitucional, el artículo 39 concede a los trabajadores y
empleadores el derecho a constituir sindicatos o asociaciones sin intervención
del Estado y defiere, a la autoridad judicial la facultad de cancelar o
suprimir la personería jurídica reconociéndosele a los representantes
sindicales fuero y demás garantías para el cumplimiento de su gestión. El
artículo 48 consagra el derecho a la seguridad social. El artículo 54 hace
recaer en los empleadores y el Estado la obligación de ofrecer a los
asalariados formación y habilitación profesional y técnica, debiendo igualmente
el Estado garantizar a los minusválidos el derecho a un trabajo acorde con sus
condiciones de salud. El artículo 56 repite la norma de la Constitución
anterior que garantiza el derecho de huelga, con la salvedad de los servicios
públicos esenciales definidos por el legislador y previene la creación de
una comisión permanente conformada por el Gobierno con representación
obrero-patronal que se encargará de estimular las buenas relaciones laborales,
cooperará en la solución de los conflictos colectivos laborales y concertará
las políticas salariales y laborales. Por el artículo 55 se garantiza el
derecho de negociación colectiva para regular las relaciones laborales. El
derecho a la carrera de los servidores públicos se contempla en el artículo
125. Se preserva en los artículos 334 y 335 la libertad de empresa, mas
dejando en manos del Estado la dirección general de la economía con
intervención del mismo dirigida a racionalizar esta última a efecto de mejorar
la calidad de los habitantes, debiendo el Estado de manera especial ejercer la
intervención con el objeto de dar pleno empleo a los recursos humanos "y
asegurar que todas las personas, en particular las de menos ingresos,
tengan acceso efectivo a los bienes y servicios básicos". Merece especial
mención el artículo 53 que entrega al Congreso la facultad de expedir el
estatuto del trabajo que habrá de guiarse por estos principios mínimos
fundamentales: principio de indubio pro operario, o sea la aplicación de la
interpretación más favorable al trabajador, en caso de tener varios sentidos
la norma laboral aplicable; principio de la condición más provechosa frente a
la coexistencia de preceptos laborales; principio de la irrenunciabilidad de derechos,
principio de la continuidad de la relación laboral, principio de la supremacía
de la realidad del contrato de trabajo sobre las formalidades. Del mismo modo
se pregona la igualdad de oportunidades para los trabajadores, una
remuneración mínima y móvil para ellos y también proporcional a la
cantidad y calidad de trabajo. A los convenios internacionales del trabajo
debidamente ratificados se les imprime la categoría de legislación interna.
2.2 Los derechos humanos
fundamentales que consagra la Carta Política de 1991 y que son susceptibles de
la acción de tutela, son los que pertenecen a toda persona en razón de su
dignidad humana, pues por ser ésta una sustancia individual de naturaleza
racional posee la aptitud de entender y querer y con ello se
diferencia del animal.
El hombre tiene como valor supremo la
libertad, pues, él mismo opta por llevar a cabo los actos que a bien tiene
en su afán de perfeccionar su ser, sujetándolos a los valores éticos que
autónomamente acepta. Esta característica intrínseca del hombre le comunica
tal respetabilidad que lo hace único en el universo y por ello se le reconocen
determinados derechos que son los fundamentales y sin los cuales no podría
existir como tal, es decir, su naturaleza se vería distorsionada o modificada.
De ahí que se considere que tales derechos son inherentes al ser humano, que
han existido desde todos los tiempos antes de su consagración en cualquier
texto legal positivo y aún por encima de éste si llegare a desconocerlos.
"Los
derechos humanos -sostiene
Angel Sánchez de la Torre- parten de un nivel por debajo del cual carecen de
sentido: la condición de persona jurídica, o sea, desde el reconocimiento de
que en el ser humano hay una dignidad que debe ser respetada en todo caso,
cualquiera que sea el ordenamiento jurídico, político, económico y social y
cualesquiera que sean los valores prevalentes en la colectividad
histórica". Y Legaz y La Cambra afirma que "hay un derecho
absolutamente fundamental para el hombre, base y condición de todos los demás;
el derecho a ser reconocido siempre como persona humana".1
La facultad de elección antes mencionada
coloca al hombre frente a distintas clases de libertades y obviamente frente
a los condignos derechos, así: a)
Derechos que amparan la libre disposición
del cuerpo: derecho a la vida, a la integridad personal, esto es, a no ser torturado
ni esclavizado, derecho a la libertad personal, a la libre circulación de un
lugar a otro, derecho al respeto, a la honra y reconocimiento de la dignidad ,
derecho al trabajo. b) Derecho al goce libre de sus manifestaciones
espirituales, que se traducen en las libertades de pensamiento y expresión,
conciencia, religión, asociación y educación. c) Hay otros derechos que le
permiten al ser humano realizar los derechos antes mencionados, así, entre
otros, la igualdad de las personas ante la ley, el principio del debido proceso
que incluye el principio de la irretroactividad de la ley, el derecho a
participar en la vida política de la comunidad, etc.
3. El derecho al trabajo se presenta bajo
distintas manifestaciones: 1) La facultad que le asiste al ser humano de
utilizar su fuerza de trabajo en una actividad lícita y que le permite
obtener los recursos necesarios para subvenir a las necesidades mínimas de él y
de su familia. 2) El derecho a ejercer libremente ocupación u oficio que no se le
puede entorpecer y 3) El derecho que tiene a conseguir un empleo.
El derecho al trabajo, concebido en los términos anteriores, es
decir, el desempeño libre de actividad personal legítima que entraña la
obtención de estipendios económicos que sufragan necesidades de la persona y su
núcleo familiar y que debe prestarse en condiciones dignas y justas, pertenece
a la categoría de los derechos fundamentales y a él se refieren los artículos
25 -con la excepción que se comentará en el párrafo siguiente- y 26 de la
Carta Política. La libertad de trabajo está consagrada en el artículo 26 de la
Carta. Se le reconoce ella al trabajo, como factor de producción de la
economía, al igual que se le otorga a la empresa (art. 333). El hombre,
entonces, como secuela de su libertad individual puede disponer a su arbitrio
de sus actividades físicas e intelectuales en la escogencia de cualquier
ocupación, arte u oficio, con excepción de las que entrañen riesgo social.
También la ley podrá exigir título de idoneidad para el ejercicio de las
profesiones y éstas a su vez serán vigiladas y controladas por las autoridades.
Desde otro punto de vista, el artículo 25
de la Carta de 1991, a imagen del artículo 17 de la Constitución anterior,
concibe el trabajo como "una obligación social" y con ello se
reconoce y exalta el protagonismo insustituible que desempeña el trabajo
en la vida social como factor de producción, porque el asalariado aporta a ella
su actividad útil y remunerativa y contribuye así a su propia prosperidad y al
crecimiento del desarrollo económico de la comunidad. De otro lado el Estado
adquiere el deber general de propiciar, facilitar y estimular políticas,
estrategias y planes de desarrollo de empleos y el mercado de trabajo, que le
permitan a la persona ingresar a la fuerza laboral. Por Decreto 1421 de 1989
se asigna al Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA- la función de promocionar
y ejercitar la gestión e intermediación pública y gratuita de empleo
que estaba a cargo del Ministerio de Trabajo. Así mismo Colombia ratificó el
Convenio No. 88 de la Organización Internacional del Trabajo relativo a la
organización del servicio de empleo, adoptado el 17 de junio de 1948 por su
Conferencia General, ratificado por el Gobierno colombiano y aprobado por el
Congreso mediante la Ley 37 de 9 de octubre de 1967. ( Diario oficial No.
32356).
Mas este deber del Estado hacia el miembro
de la comunidad carece de la connotación de derecho fundamental exigible de
aquél, ya que sólo pondrá los medios, dentro de los planes de desarrollo, para
crear y propulsar empleos y así coadyuvar a la disminución de la tasa de
desempleo; mas una vez creados los empleos, la colectividad los irá absorbiendo
de manera general, según las oportunidades y diligencias de cada cual, sin que
le sea dable a todo gobernado reclamarle particularmente y con carácter
compulsivo al Estado una colocación laboral porque ello en sí sería de
imposible realización.
Al definir los derechos fundamentales en
párrafos anteriores, se destacó la nota esencial de ser ellos inherentes al ser
humano, a su esencia, a su naturaleza e inalienables y sin los cuales éste no
podría subsistir como tal. Ello sucede con el derecho del trabajo, el cual
además de realizar al hombre como tal, dignificándolo, constituye para él a la
vez un medio insustituíble para conseguir recursos económicos para su cóngrua
subsistencia y la de su progenie. Obsérvese que la tipificación del derecho
al trabajo como derecho fundamental, cual se lo concibe hoy, tuvo que
atravesar por vicisitudes sin cuento, que históricamente van desde la
esclavitud, que consideraba al hombre como un esclavo y por tanto lo
igualaba a las cosas y venía a ser la antítesis de dicho derecho; la
servidumbre de la Edad Media, en que se vinculaba el siervo a la tierra,
sin que le fuera posible abandonarla; las Corporaciones, también
instituciones medievales, que tenían como miras determinar y preservar los
precios de los productos por ellas elaborados propiciándose así el monopolio económico;
excluían además a quienes no pertenecieran a ellas, con lo cual se obstruía el
trabajo de las personas. Recuérdese que existían en ella los siguientes
rangos: el aprendiz, el compañero y el maestro, a los cuales se iba escalando
según las habilidades y experiencias que se fueran demostrando en la ejecución
de las labores. Adviene más tarde lo que se ha denominado la revolución
liberal, que teniendo como precedente la independencia de los E.E.U.U., se
centra en la Revolución Francesa que da al traste con el régimen monárquico
imperante (ancien régime) y pregona a todos los vientos los postulados de la
igualdad y la libertad de todos los hombres (Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano) y obviamente la libertad de trabajo, todo lo cual
habría de traer como lógica conclusión la supresión de las servidumbres y las
corporaciones. La aparición de la revolución industrial dió paso al
sistema económico capitalista, que por su forma implacable de aplicarse, colocó
al trabajador en condiciones infrahumanas de subsistencia, hasta el punto de
decirse que con tal sistema se instauró la explotación del hombre por el
hombre.
Dentro de este transcurso histórico se
llega, finalmente a la situación presente de los países, de intervencionismo
estatal en las relaciones obrero-patronales. Se reconoce como tipología
socio-política-económica lo que se conoce con el nombre de la cuestión
social, es decir, que la inequitativa distribución de la riqueza en las
Naciones, es factor de sobresalto e intranquilidad de la sociedad, ya que los
trabajadores ni siquiera con la remuneración que perciben a cambio del aporte
de su energía laboral, alcanzan a cubrir sus necesidades mínimas de
subsistencia.
"La cuestión social es problema
integral. No constituye simplemente un hecho económico, aunque sus
manifestaciones más chocantes se hayan mostrado en la vida económica. Es
fenómeno que abarca lo religioso, lo filosófico, lo científico, lo moral y
político. Es la forma económica del gran problema de la humanidad; es la
descomposición social saturada del sabor amargo de la angustia económica.
De la misería que destruye los cuerpos y abona el terreno a la disolución de
las almas". 2
Por ello el contrato de trabajo ha de ser
intervenido y con ello protegido. Siendo la parte débil el asalariado, no
se concibe que pueda contratar en igualdad de condiciones con su
empleador, así que deben dictarse normas que amparen al primero y que estén
por encima de la voluntad de ambos. De ahí surge toda esa normatividad tuitiva
que considera de orden público las normas laborales, la irrenunciabilidad de
éstas y su aplicación favorable en caso de dudas, el establecimiento del
salario mínimo, etc.
En el seno de la Asamblea Nacional
Constituyente, en la ponencia sobre trabajo y el trabajador presentada por el
Dr. Guillermo Guerrero Figueroa y otros, ante la Comisión Quinta se lee:
"...Si el
problema político del nuevo constitucionalismo consiste en realizar un régimen
de garantías jurídicas de las libertades públicas y privadas, el problema de
ahora, para un constitucionalismo ajustado al ritmo acelerado de los tiempos,
consiste en hacer posible y realizable, un régimen jurídico y social adecuado
en el cual el trabajo sea una exigencia moral no sólo económica, sino condición
primordial para la dignidad de la persona". ( Gaceta No. 45).
En el ámbito internacional cabe destacar
los siguientes documentos que reafirman la concepción humanista del derecho al
trabajo: la Carta Internacional de los Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, aprobada y proclamada el 10 de diciembre de 1948, cuyo artículo 23
previene que toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su
trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la
protección contra el desempleo y el artículo 24 pregona que toda persona que
trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria que le asegure,
así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y
que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de
protección social. La Carta de la Organización de los Estados Americanos
(Bogotá, 1948), proclama que el trabajo es un derecho y un deber social, no se
considerará como artículo de comercio y reclama respeto a "la dignidad
de quien lo presta y ha de efectuarse en condiciones que aseguren la vida,
la salud y un nivel económico decoroso". El Pacto Internacional de los
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, aprobado por la Ley 74 de 1968
dice en su artículo 6o. que los Estados partes reconocen el derecho a
trabajar, que comprende el derecho de toda persona de tener la oportunidad de
ganarse la vida mediante el trabajo libremente escogido o aceptado y tomarán
las medidas adecuadas para garantizar este derecho. Y en el artículo 7o. los
Estados reconocen también que se asegure a los trabajadores "condiciones
de existencia dignas para ellos y para sus familias". La Convención
de Roma de 1950 sobre salvaguardia de los Derechos del Hombre y de las
libertades fundamentales proscriben la esclavitud, la servidumbre y los
trabajos forzados (artículo 4o.) lo cual reitera el Pacto de San José de Costa
Rica aprobado por Colombia por la Ley 16 de 1972 (artículo 6o.).
Como colofón de lo anteriormente expresado,
ha de decirse que siendo el derecho al trabajo parte integrante de la
personalidad humana, es inconcuso su carácter de derecho fundamental, dentro
de las precisiones que respecto de aquél se han hecho.
4. Otro medio judicial de defensa.
Según el artículo 86 de la Carta, la acción
de tutela es instrumento jurídico subsidiario pues sólo se puede hacer uso de
ella cuando "el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial", salvo que "se utilice como mecanismo transitorio para
evitar un perjuicio irremediable".
La cuestión objeto de la presente revisión
se centra alrededor de la inconformidad de las trabajadoras de aseo al servicio
del Liceo Francés Louis Pasteur a quienes por razones de necesidades del
servicio se les mudó su horario de labores hacia las horas de la noche.
Se está entonces frente a una típica
controversia laboral sobre el alcance del jus variandi ejercido por el
empleador y que tiene como elementos de juicio el contrato de trabajo suscrito
con las operarias y la convención colectiva de trabajo que rige las relaciones
entre las partes. Queda pues esta divergencia bajo la jurisdicción laboral a
términos del artículo 2o. del Código Procesal del Trabajo, de conformidad con
el cual ella "está instituída para decidir conflictos jurídicos
que se originen directamente o indirectamente del contrato de
trabajo". Y en el presente caso se convino que las controversias
laborales las dirimiría un Tribunal de Arbitramento Voluntario (arts. 130 y
siguientes del C.S.T.). Por todo ello la presente litis queda sustraída del
ámbito de la acción de tutela.
Tampoco puede afirmarse que la acción pueda
utilizarse por las trabajadoras como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable, por las siguientes razones: Este perjuicio consiste en
que sólo puede ser reparado en su integridad mediante una indemnización (art.
6o.-1 del Decreto 2591 de 1991), no se presenta en el evento sub lite, porque
las asalariadas en la hipótesis de una decisión favorable de la justicia
laboral pueden obtener que se restablezca el horario de trabajo anterior.
5. El trabajo en condiciones dignas
y justas y el
"ius variandi".
Consiste el jus variandi en la
facultad que tiene el patrono de alterar las condiciones de trabajo en cuanto
al modo, lugar, cantidad o tiempo de trabajo y ello en virtud del poder
subordinante que ejerce sobre sus trabajadores. Su uso estará determinado por
las conveniencias razonables y justas que surgen de las necesidades de la
empresa y que de todas maneras, según lo tiene establecido la doctrina y la
jurisprudencia, habrá de preservarse el honor, la dignidad, los intereses, los
derechos mínimos y seguridad del trabajador y dentro de las limitaciones que le
imponen la ley, el contrato de trabajo, la convención colectiva y el reglamento
de trabajo.
El texto constitucional, atrás transcrito,
en verdad que consagra un derecho fundamental objeto de la acción de tutela,
pues, el empresario ha de guiar sus actuaciones frente al asalariado dentro de
las mínimas condiciones del debido respeto a la dignidad de sus operarias,
porque, según se ha explicado precedentemente, es consubstancial tal dignidad con
la naturaleza del hombre-persona y cabalmente, de la relación que se
establece entre obrero y patrono y en razón del poder subordinante del último
sobre el primero, pueden aparecer situaciones conflictivas de abuso que el
ordenamiento constitucional no tolera, porque se repite ha de
entenderse que al empleador se le prohibe categóricamente atentar
contra la dignidad de sus empleados. En este sentido el Código Sustantivo del
Trabajo advierte que la subordinación jurídica no puede afectar "el honor,
la dignidad y los derechos mínimos del trabajador..."(art. 23-b);
obliga al empleador a "guardar absoluto respeto a la dignidad del
trabajador"(art. 57-5) y correlativamente le prohibe ejecutar o autorizar
cualquier acto "que ofenda su dignidad (art. 59-9) y erige en justa
causa de despido para dar por terminado el contrato de trabajo por parte del
trabajador la violación grave de esas obligaciones y prohibiciones (art. 62 -
f). - 8).
Es insistente la Constitución de 1991 en la
salvaguarda de la dignidad humana. Desde su primer artículo y en el Titulo I
que trata de "los principios fundamentales" al definir que Colombia
en un Estado Social de Derecho, advierte que éste se funda "en el
respeto a la dignidad humana". En virtud del artículo 5o. "El
Estado reconoce sin discriminación alguna, los derechos inalienables de la
persona humana". El artículo 16 afirma que "todas las personas tienen
derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las
que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico". El artículo 42
previene que "la honra, la dignidad y la intimidad de la
familia" son inviolables. Proclama el artículo 53 que "la ley, los
contratos, los acuerdos y convenios de trabajo, no pueden menoscabar la
libertad, la dignidad humana ni los derechos de los trabajadores".
El artículo 70 que confía al Estado el deber de promover y fomentar el acceso a
la cultura de todos los colombianos, señala que "la cultura en sus
diversas manifestaciones es fundamento de la nacionalidad. El Estado reconoce
la igualdad y dignidad de todos los que conviven en el país".
En mérito de lo expuesto, la Sala de
Revisión No. 6o., administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de
la Constitución:
FALLA :
Primero: Confirmar las siguientes sentencias: Del Juzgado 11 de Instrucción Criminal de
Santafé de Bogotá de 13 de enero de 1992. Del Juzgado 3o. de Instrucción
Criminal de Santafé de Bogotá de 9 de enero de 1992. Del Juzgado 29 de
Instrucción Criminal de Santafé de Bogotá de 7 de enero de 1992. Del Juzgado
10o. de Instrucción Criminal de Santafé de Bogotá de 3 de enero de 1992. Del
Juzgado 15 de Instrucción Criminal Santafé de Bogotá de 10 de enero de 1992.
Del Juzgado 48 de Instrucción Criminal de Santafé de Bogotá de 13 de enero de
1992, por las razones expuestas en la parte motiva.
Segundo: Comuníquese a los Juzgados 11, 3o., 29, 10o., 15 y 48
de Instrucción Criminal de Santafé de Bogotá, la presente decisión para que sea
notificada a las partes conforme a lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto
2591 de 1991.
NOTIFIQUESE Y CUMPLASE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado Ponente
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN CIRO
ANGARITA BARON
Magistrado Magistrado
-Salvamento
de voto-
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
Salvamento de voto a la Sentencia T-407 de
junio 5 de 1992
ACCION DE TUTELA/DERECHO AL
TRABAJO/ DERECHOS FUNDAMENTALES (Salvamento de voto)
Si, como parecen creerlo mis colegas de
Sala, se trata simple y llanamente de un conflicto surgido en el estrecho
ámbito de un contrato laboral y de la aplicación del iusvariandi por parte del
patrono, ello conduce necesariamente, dentro de esta óptica estrecha, a
considerar que existe un medio de defensa judicial de carácter laboral y que,
en consecuencia, no es procedente la acción de tutela. Cuando es lo cierto que,
aceptando en gracia de discusión la presunta eficacia de tal medio, ella no se
extiende necesariamente, y por virtud de un singular y cuestionable fenómeno de
absorción, a otros derechos constitucionales fundamentales, real o
potencialmente amenazados. En estas circunstancias no podía excluírse a la
ligera la acción de tutela.
PALABRAS, PALABRAS, FLATUS VOCIS?
El suscrito Magistrado quiere dejar
constancia de las razones que lo han llevado a separarse de la decisión de la
Sala de Revisión No. 6 en relación con los casos contenidos en los expedientes
acumulados números T-080, T-114, T-155, T-184, T-205.
PRIMERA. Me complace singularmente señalar la forma como en la
decisión mayoritaria se reitera el carácter de derecho fundamental
constitucional que hoy tiene el trabajo en la Carta vigente, lo mismo que su
ubicación en el amplio y prometedor universo de la dignidad humana que le es
consustancial a tal derecho. Es de esperar que este reconocimiento explícito
conduzca a la constitucionalización de nuestro derecho laboral, en consonancia
con la filosofía y los valores profesados por el Constituyente cuando elevó el
trabajo a la bien significativa altura de principio y elemento esencial del
Estado social de derecho en que se transformó la República de Colombia, a
partir del 5 de julio de 1991. (C.N. Artículo primero).
SEGUNDA. Ante la profesión de tan valiosos presupuestos
jurídicos y exiológicos, era de esperar que en el presente caso se hiciera una
aplicación paradigmática de ellos, en desarrollo de esa congruencia que debe
existir siempre en el contenido de las providencias judiciales.
Infortunadamente, no ocurrió así. Tal como se desprende del fallo la Sala
resolvió el caso aplicando exclusivamente los principios e instrumentos del
derecho laboral anteriores a la vigencia de la Carta del 91 sin cuestionar en
momento alguno su compatibilidad material con las nuevas e imperativas
exigencias del respeto a la dignidad humana y el desarrollo de la personalidad
del trabajador.
TERCERA. Apartándose abiertamente del exigente papel que debe
cumplir el Juez en el análisis del caso concreto como presupuesto indispensable
de la administración de justicia que demanda el Estado Social de derecho, mis
colegas no consideraron necesario decretar y practicar algunas pruebas. Esta
omisión impidió determinar, por ejemplo, la edad de las peticionarias, si son
madres y tienen a su cargo niños en edad de lactancia, si están haciendo
algunos estudios fuera del lugar habitual de su trabajo, si algunas de ellas
habitan en lugares peligrosos que hagan aconsejable un retorno más temprano al
hogar. Todo esto y más era pertinente indagar por cuanto existen elementos en el
expediente que demuestran que las peticionarias no reclaman simplemente el pago
oportuno de su recargo nocturno sino el eventual desconocimiento de otros
derechos de distinta naturaleza que bien ameritaba, cuando menos, esclarecer y
decidir a la luz de los principios consagrados en la Carta vigente.
Por eso propuse a mis colegas que ordenaran
a los jueces competentes realizar audiencias para escuchar tanto a las
peticionarias como al patrono y establecer así la justicia o no de sus
reclamos. Mi sugerencia fue desatendida por cuanto terminó por prevalecer la
preocupación de que con ella pudiera prolongarse innecesariamente la decisión
de la Sala.
CUARTA. Por tanto, es evidente que la decisión con la cual no
comulgo es producto de una visión unidimensional del caso que pugna con los
intereses de la justicia y la protección de los derechos fundamentales. En
efecto si, como parecen creerlo mis colegas de Sala, se trata simple y
llanamente de un conflicto surgido en el estrecho ámbito de un contrato laboral
y de la aplicación del iusvariandi por parte del patrono, ello conduce
necesariamente, dentro de esta óptica estrecha, a considerar que existe un
medio de defensa judicial de carácter laboral y que, en consecuencia, no es
procedente la acción de tutela.
Cuando es lo cierto que, aceptando en
gracia de discusión la presunta eficacia de tal medio, ella no se extiende
necesariamente, y por virtud de un singular y cuestionable fenómeno de
absorción, a otros derechos constitucionales fundamentales, real o potencialmente
amenazados. En estas circunstancias no podía excluírse a la ligera la acción de
tutela, menos aún cuando esta misma Corte ha creído necesario poner de presente
que:
"El otro medio
de defensa judicial a que alude el art. 86 debe poseer necesariamente, cuando
menos, la misma eficacia en materia de protección inmediata de derechos
constitucionales fundamentales que, por su naturaleza, tiene la acción de
tutela, de no ser así, se estaría haciendo simplemente una burda y mecánica
exégesis de la norma, en abierta contradicción con los principios vigentes en
materia de efectividad de los derechos y con desconocimiento absoluto del
querer expreso del Constituyente.
"En otros
términos, en virtud de lo dispuesto por la Carta del 91, no hay duda que
"el otro medio de defensa judicial a disposición de la persona que reclama
ante los jueces la protección de sus derechos fundamentales ha de tener una
efectividad igual o superior a la de la acción de tutela para lograr efectiva y
concretamente que la protección sea inmediata. No basta, pues, con la
existencia en abstracto de otro medio de defensa judicial si su eficacia es
inferior a la de la acción de tutela"1
QUINTA.- Se proclama en la providencia que el derecho del
trabajo tiene en todo caso el carácter de fundamental y así se rotula
significativamente el fallo y se elogian los principios mínimos fundamentales
que habrán de guiar en el futuro la expedición de un estatuto del trabajo, entre
los cuales figura la aplicación de la interpretación más favorable al
trabajador.
Pero llegado el caso de aplicar la justicia
en concreto, se hace uso de una hermenéutica estrecha y unidimensional que
impide considerar siquiera, como era el deber en guarda del principio de
supremacía de la Carta vigente, si algunos otros derechos constitucionales
fundamentales conexos a la ejecución del contrato de trabajo, tales como el
respeto a la dignidad humana, el desarrollo autónomo de la personalidad y los
derechos de los niños había sido eventualmente vulnerados o no.
Nada de esto preocupó a mis colegas de Sala
como hubiera sido de esperar en aplicación del principio según el cual en la
administración de justicia debe prevalecer el derecho.
Mis colegas reconocen igualmente que el
asalariado es la parte débil y que no puede contratar en igualdad de
condiciones con su empleador, por lo cual "deben dictarse normas que
amparen al primero y que estén por encima de la voluntad de ambos". Pero
cuando podían haber colaborado, en la medida de sus posibilidades a promover
las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y proteger
especialmente a los débiles como lo establece el artículo 13 de la Carta
vigente, solo estimaron oportuno, paradójicamente, negar la tutela y con ella
la protección inmediata de sus derechos a unas humildes trabajadoras con el
cuestionable argumento de que existía otro medio judicial de defensa.
Por todo lo anterior, las numerosas
alusiones al trabajo como derecho constitucional fundamental y al respeto a la
dignidad humana como elemento esencial del Estado social de derecho no han
bastado para ocultar la cruda realidad nacida de este fallo poco afortunado
donde la justicia y la protección efectiva de los derechos fundamentales constitucionales
no resultaron bien librados, por todas las razones someramente expuestas.
Ha sido pues, lamentablemente, un caso más
de flatus vocis.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado
1 Citados por
Germán J. Bidart Campos. "Teoría General de los Derechos Humanos",
pág. 73. Editorial Astrea, Buenos Aires 1988.
2 Rafael
Caldera. Derecho del trabajo. Tomo I, pág. 30. Librería El Ateneo. Editorial
1969, Buenos Aires.
1 Sentencia Corte Constitucional No. T-414, Sala de revisión No. 1,
pág. 15 |
44 | T-408-92
Sentencia No
Sentencia No. T-408/92
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/MEDICINA HOMEOPATICA/ACTO
ADMINISTRATIVO/JURISDICCION CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA/COMPETENCIA
El accionante habría podido acudir a la
jurisdicción de lo Contencioso Administrativo para impetrar la nulidad del acto
que le impedía continuar en el ejercicio de la medicina homeopática y solicitar
que, como consecuencia de ello, se le restableciera en su derecho.
Asimismo, podía haber solicitado a la misma
jurisdicción que suspendiera provisionalmente los efectos de dicho acto
administrativo, pretensión ésta que en el evento de prosperar le habría
permitido proseguir en el ejercicio de su actividad profesional, desde luego
sobre la base de que se reunieran los presupuestos consagrados en las
correspondientes disposiciones legales.
Mal podría caber la acción de tutela cuando
la actuación administrativa se produce en desarrollo de la responsabilidad
confiada a las autoridades en cuanto a la inspección y vigilancia del ejercicio
de las profesiones, si de lo que se trata es de garantizar en el caso concreto
que quien pretende ejercitar en determinado ramo lo haga con el respectivo
título de idoneidad cuando lo exige la ley, o de preservar el interés colectivo
representado en aspectos tales como la salud, la seguridad, la moralidad o el
orden público.
LIBERTAD DE ESCOGER PROFESION U
OFICIO/DERECHO AL TRABAJO
Ese principio de libertad de escoger
profesión, que se conjuga con el derecho al trabajo, no se concibe como
absoluto, al igual que sucede con todas libertades y derechos reconocidos en la
Carta Política. De su naturaleza y de las repercusiones sociales de su
ejercicio se desprenden las limitaciones que la sujetan a prescripciones de
carácter general establecidas por el legislador y a restricciones de índole
concreta por parte de las autoridades administrativas.
EJERCICIO DE PROFESION-Título de idoneidad
Los títulos de idoneidad, son indispensables
para acreditar la preparación académica y científica que exija la ley tanto en
relación con la profesión en sí misma, como en lo relativo a sus
especialidades. Si bien la ley puede establecer títulos de idoneidad y las
autoridades están obligadas a exigirlos, no les está permitido imponer a los
particulares requisitos adicionales para el ejercicio de su actividad. A la
inversa, la carencia de título o la falta de los documentos que acrediten
legalmente la idoneidad para ejercer una profesión, facultan y aún obligan a la
autoridad a impedir ese ejercicio para hacer cierta la prevalencia del interés
general.
Sala Tercera de Revisión
Ref.: Proceso
T-606
Acción de Tutela
instaurada por:
PEDRO JOSE
MONSALVE LEON
Magistrado
Ponente: Doctor
JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
Aprobada mediante Acta de la Sala de
Revisión No. 3, en Santafé de Bogotá, D.C., a los ocho (8) días del mes de
junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
Procede la Corte a revisar las sentencias
que en el asunto de la referencia fueron proferidas por los Juzgados Cuarenta y
Uno (41) Penal Municipal y Veinte (20) Penal del Circuito de Medellín, con
fechas doce (12) de diciembre de mil novecientos noventa y uno (1991) y
veintidos (22) de enero de mil novecientos noventa y dos (1992),
respectivamente.
I. INFORMACION PRELIMINAR
PEDRO JOSE MONSALVE LEON, invocando el derecho previsto en el
artículo 86 de la Constitución Política, ejerció acción de tutela contra el
Instituto Metropolitano de Salud METROSALUD División de Atención al
Medio Ambiente, Sección Control de Medicamentos, de la ciudad de Medellín.
En su escrito expresó el demandante que el
veintidos (22) de noviembre de mil novecientos noventa y uno (1991), mediante
acto expedido por la dependencia mencionada, cuya copia obra en el expediente,
se le prohibió "practicar" cualquier acto reservado al ejercicio de
las profesiones de la salud (medicina, farmacia y otras), así como "la
práctica de cualquier otro acto que por medio de cualquier terapéutica se
dedique a tratar enfermedades", conminándolo con una sanción de multa
equivalente a cien mil pesos ($100.000=).
Alegó en su favor que, según las
disposiciones vigentes, el ejercicio de la medicina homeopática ya ha sido
reconocido, siempre que se acrediten las pruebas de idoneidad señaladas en la
misma ley y que, por tanto, mediante el acto en referencia se hizo una
interpretación restrictiva de dichas normas.
El demandante señaló como vulnerados, en
forma genérica, sus "derechos y garantías sociales" y particularmente
su derecho de defensa, en cuanto el acto de METROSALUD, según el mismo
texto, no era susceptible de recurso alguno por la vía gubernativa.
Invocó, además, como aplicables al caso las
Leyes 35 de 1929, 14 de 1963 y 9 de 1979, y los decretos 986 de 1932, 605 de
1963 y 1950 de 1964.
En escrito separado, dirigido al Juez de
Reparto, el peticionario solicitó: "Que se suspenda la sanción establecida
en la diligencia conminatoria 4-090 expedida por el Instituto Metropolitano de
Salud -METROSALUD-, mientras no se dé curso al derecho de tutela de
conformidad, con la Constitución Nacional de conformidad (sic) con el artículo
86 de la misma y la ley que la reglamente".
II. DECISION DEL JUEZ DE PRIMERA INSTANCIA
Y SUS FUNDAMENTOS
Mediante providencia calendada el doce (12)
de diciembre de mil novecientos noventa y uno (1991), el Juez Cuarenta y uno
Penal Municipal de Medellín resolvió negar la tutela con base en los siguientes
argumentos:
- A juicio de ese Despacho, la disposición
primordial para resolver el interrogante acerca de si el accionante podía o no
ejercer la medicina era la Ley 14 de 1962, en especial sus artículos 2, 3, 6, y
8. En aplicación de esos preceptos y teniendo en cuenta los documentos
aportados por el solicitante, el Juez concluyó que MONSALVE LEON obtuvo
su título de Médico Homeópata de una entidad no reconocida por el Estado; que
el aludido título carece de validez en cuanto no ha sido refrendado por el
Ministerio de Educación Nacional; que el nombre del accionante no aparece
inscrito ante las autoridades sanitarias.
Expresa, por tanto, no comprender lo que
reclama el accionante, pues las normas que él mismo alega en su favor, le
exigen el cumplimiento de unos requisitos mínimos para el ejercicio de la medicina,
y que éste no cumple.
Concluye que existe mérito para negar la
tutela reclamada, pues el acto emanado de la Sección de Control de
Medicamentos, División de Atención al Medio Ambiente, del Instituto
Metropolitano de Salud -METROSALUD- se ajusta a la ley y no pone en
peligro derecho alguno.
III. DECISION DE LA SEGUNDA INSTANCIA Y
SUS FUNDAMENTOS
Impugnada la sentencia en mención, el
Juzgado Veinte (20) Penal del Circuito de Medellín resolvió confirmarla, con
apoyo en las siguientes consideraciones:
- Desde el momento de entrar en vigencia
la Ley 14 de 1962, para ejercer la profesión de la medicina se requiere título
de universidad reconocida en Colombia, cualquiera sea la especialidad escogida.
- La ley mencionada reguló íntegramente lo
concerniente al ejercicio de la medicina, la cirugía y las demás ramas afines,
sin que exista motivo alguno para estimar que la homeopatía pueda tener una
reglamentación diferente.
- La misma ley, si bien respetó los
derechos adquiridos de los médicos licenciados o permitidos, así como también
de los homeópatas en esas mismas circunstancias, exigió, para reconocer tales
derechos, que en el momento de su entrada en vigencia, ya tuvieran su título,
licencia o permiso concedido con base en las leyes 35 de 1929 o 67 de 1953, o,
cuando menos, que hubiesen presentado ya sus solicitudes de reconocimiento.
- Según lo dispuesto por el artículo 17 de
la Ley 153 de 1887: "Las meras expectativas no constituyen derecho contra
la ley nueva que las anule o cercene.
- En el presente caso el actor no ha
demostrado que al principiar la vigencia de la Ley 14 de 1962 hubiese poseído
el título, licencia o permiso que se requería, según las leyes anteriores (Ley
35 de 1929 y Ley 67 de 1953) o hubiese presentado la solicitud correspondiente.
- El hecho invocado por el solicitante en
su escrito de impugnación, en el sentido de haber firmado un acuerdo de
amnistía en julio de 1983, afirmando allí que se dedicaría la medicina
homeopática, no significa que ello allane o derribe toda la normatividad
jurídica vigente, pues si el actor ingresaba a la civilidad, lo hacía con todas
sus cargas y beneficios pues, de lo contrario, "los demás ciudadanos de
bien se verían discriminados, vulnerándose, este sí, un derecho fundamental
cual es la igualdad ante la ley, lo que en otras palabras equivaldría a decir
que ser guerrillero crea beneficio y privilegio frente a las demás personas del
conglomerado social".
- El fallo de primera instancia fue
proferido dentro del tiempo oportuno. Asunto diferente es el de la
notificación, pues el actor compareció a conocer su contenido varios días
después de dictado el mismo, tal vez impedido por la parálisis de la
administración de justicia en ese lapso, situación de la cual se dejó
constancia secretarial y que no puede cargarse como falta o mora del
funcionario competente.
- El procedimiento policivo aplicado
preventivamente al caso por -METROSALUD-, mediante el cual se conminó a
PEDRO JOSE MONSALVE LEON para que se abstuviera de ejercer la
medicina fue justo, por cuanto él no demostró, ante la funcionaria de Salud
que lo visitó, los requisitos legales para desempeñarse como médico homeópata.
IV. NORMAS CONSTITUCIONALES INVOCADAS
El solicitante invocó en su favor los artículos
13, 16, 25, 26 y 27 de la Carta, pues, en su sentir, con el acto del Instituto
Metropolitano de Salud -METROSALUD- de Medellín, le han sido conculcados
sus derechos al trabajo, al libre desarrollo de la personalidad y a la libre
escogencia de profesión, a la investigación, a la igualdad real y efectiva.
V. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Competencia
Esta Corporación es competente para revisar
las sentencias antes relacionadas de conformidad con lo previsto en los
artículos 86, inciso 2, y 241, numeral 9, de la Constitución Política, 31, 32 y
33 del Decreto 2591 de 1991.
2. Improcedencia de la acción de tutela
Para la Corte es evidente que la privación
arbitraria del normal ejercicio de su profesión implica para la persona
afectada un flagrante desconocimiento del derecho fundamental del trabajo, uno
de los primordiales dentro de la estructura constitucional vigente, tal como la
Corporación ha venido destacándolo en recientes fallos 1
En principio, allí aparece la acción de
tutela como valioso instrumento jurídico enderezado a la certidumbre de los
principios y preceptos constitucionales en materia de derechos.
Pese a ello, se hace menester una revisión
acerca de la viabilidad de su aplicación según las características del caso y
en relación con el entendimiento de la preceptiva constitucional en punto del
ejercicio de las profesiones.
Reitera la Corte que esta acción tiene como
una de sus características básicas la de ser mecanismo subsidiario de defensa
por cuanto, desde una perspectiva general, es improcedente instaurarla cuando
el afectado disponga de otros medios judiciales para la aplicación del derecho
en cuestión.
Un primer examen muestra que, en el caso
del que ahora se ocupa la Corte, el accionante habría podido acudir a la
jurisdicción de lo Contencioso Administrativo para impetrar la nulidad del acto
que le impedía continuar en el ejercicio de la medicina homeopática y solicitar
que, como consecuencia de ello, se le restableciera en su derecho.
Asimismo, el demandante podía haber
solicitado a la misma jurisdicción que suspendiera provisionalmente los efectos
de dicho acto administrativo, pretensión ésta que en el evento de prosperar le
habría permitido proseguir en el ejercicio de su actividad profesional, desde
luego sobre la base de que se reunieran los presupuestos consagrados en las
correspondientes disposiciones legales.
Ahora bien, tanto el artículo 86 de la
Constitución Política como el 8º del decreto 2591 de 1991 han previsto la
posibilidad de que, aún existiendo vías judiciales para la defensa del derecho
atacado o sometido a amenaza, se intente la acción de tutela como mecanismo
transitorio, a fin de evitar un perjuicio irremediable. Este ha sido definido
por el artículo 6º del mencionado decreto como "el que sólo pueda ser
reparado en su integridad mediante indemnización".
La prohibición arbitraria del normal
ejercicio de una profesión puede revestir el carácter de perjuicio irremediable
si, consideradas las circunstancias concretas, únicamente fuera factible
resarcir el daño causado mediante una indemnización. Lo irreparable del
perjuicio podría llegar a poner en peligro la subsistencia misma del individuo
y de su familia, desbordando el límite del derecho inicialmente quebrantado,
esto es, el derecho a trabajar. Negar la tutela en situaciones como las
descritas representaría desconocer flagrantemente los fines constitucionales
del Estado y hacer inútil la institución plasmada en el artículo 86 de la
Carta.
Debe tenerse en cuenta, sin embargo,, que
no toda orden administrativa encaminada a impedir que una persona desempeñe
actividades propias de una profesión representa privación arbitraria del derecho
al trabajo y, por tanto, no siempre que alguien alegue perjuicio irremediable
por tal motivo existe fundamento jurídico para que el juez conceda la tutela y
decrete la reanudación de las actividades laborales o profesionales en
suspenso.
En efecto, mal podría caber la acción de
tutela cuando la actuación administrativa se produce en desarrollo de la
responsabilidad confiada a las autoridades en cuanto a la inspección y
vigilancia del ejercicio de las profesiones (artículo 26 de la Constitución
Política), si de lo que se trata es de garantizar en el caso concreto que quien
pretende ejercitar en determinado ramo lo haga con el respectivo título de
idoneidad cuando lo exige la ley, o de preservar el interés colectivo
representado en aspectos tales como la salud, la seguridad, la moralidad o el
orden público.
En Colombia, tal como lo establece la
disposición constitucional citada, toda persona es libre de escoger profesión u
oficio e inclusive, si la ley no ha exigido formación académica para la
ocupación seleccionada en virtud de esa libertad, la norma hoy vigente las
favorece a todas, como regla general, con el libre ejercicio, a menos que su
índole propia implique en sí mismo un riesgo para la sociedad.
Ese principio de libertad, que se conjuga
con el derecho al trabajo (artículo 25 de la Constitución), no se concibe como
absoluto, al igual que sucede con todas libertades y derechos reconocidos en la
Carta Política. De su naturaleza y de las repercusiones sociales de su
ejercicio se desprenden las limitaciones que la sujetan a prescripciones de
carácter general establecidas por el legislador y a restricciones de índole
concreta por parte de las autoridades administrativas.
Por lo que concierne al ámbito de
regulación propio de la ley, la importancia y necesidad de ésta se derivan no
solamente del artículo 26 sino de los artículos 1o. y 2o. de la Constitución y
de su mismo Preámbulo, en cuanto resulta ser el instrumento jurídico adecuado
al establecimiento de condiciones mínimas indispensables para que el derecho de
cada individuo a escoger y ejercer una profesión no afecte a la comunidad, la
cual podría verse gravemente lesionada si a todos fuera factible la práctica de
actividades en materia tan delicada como la atención de la salud humana sin la
previa preparación académica y científica.
Consecuencia de esa elemental precaución es
la facultad conferida por el Constituyente al legislador en el sentido de
reconocer las profesiones, exigir títulos de idoneidad, contemplar para ellas
una previa formación académica y calificar como de riesgo social las
ocupaciones y los oficios que, aún sin requerir esa formación, demanden
especiales controles o cuidados habida cuenta de sus peculiares características
o del peligro que su desempeño representa.
En ese orden de ideas, la tarea de las
autoridades competentes en cuanto a la inspección y vigilancia sobre el
ejercicio de las profesiones (la medicina en el caso que nos ocupa),
complemento imprescindible de las previsiones legales, viene a representar el práctico
desarrollo de los fines contemplados en los artículos 1o., 2o., 6o, 13, 16, 49,
78, 79, 80, 81, 82 y 95 de la Constitución, para mencionar apenas algunos.
El artículo 49 se destaca entre los citados
por su especial pertinencia en relación con el tema controvertido en este
proceso, ya que la libertad reconocida en el artículo 26 de la Carta y el
derecho al trabajo previsto en el 25 Ibídem deben armonizarse, en beneficio de
la sociedad, con la obligación estatal de organizar, dirigir y reglamentar la
prestación de servicios de salud a los habitantes, siendo del resorte oficial
la fijación de políticas en relación con los servicios que en esta materia
prestan entidades privadas, así como su vigilancia y control.
En lo concerniente a esta tarea, la norma
del artículo 26 alude genéricamente a las autoridades competentes, pues el
señalamiento de los criterios con arreglo a los cuales se definan esas
autoridades y sus atribuciones en casos concretos depende de la ley y los
reglamentos en el orden nacional y de las ordenanzas, acuerdos y decretos en
los niveles departamental, distrital y municipal, según los respectivos ámbitos
de competencia normativa. Así, la función de velar por el interés general en el
campo de la salud, al cual se refiere este proceso -dentro de las reglas y
exigencias señaladas por la ley- pueden ser del Ministerio de Salud, las
seccionales de salud o los alcaldes municipales en ejercicio de sus
atribuciones de policía administrativa, en forma directa o por conducto de las
dependencias correspondientes.
En cuanto se refiere específicamente a los
títulos de idoneidad, ellos son indispensables para acreditar la preparación
académica y científica que exija la ley tanto en relación con la profesión en
sí misma, como en lo relativo a sus especialidades. Como lo expresó la Corte
Suprema de Justicia desde 19692 "obtenido un título académico,
conforme a la ley, salvo las limitaciones que ella fije, el beneficiario adquiere
un derecho perfecto y una vocación definida al ejercicio profesional
respectivo, sin que las autoridades administrativas gocen de competencia alguna
para establecer restricciones por su cuenta, señalando campos o ramas que no
son de libre aplicación para todos sino sólo para aquellos a quienes ellas
aprueben y califiquen".
Hoy estos conceptos tienen expresión en los
artículos 26 y 84 de la Constitución, en el sentido de que, si bien la ley
puede establecer títulos de idoneidad y las autoridades están obligadas a
exigirlos, no les está permitido imponer a los particulares requisitos
adicionales para el ejercicio de su actividad.
A la inversa, la carencia de título o la
falta de los documentos que acrediten legalmente la idoneidad para ejercer una
profesión, facultan y aún obligan a la autoridad a impedir ese ejercicio para
hacer cierta la prevalencia del interés general.
Así las cosas, retornando a la definición
sobre si procedía la acción de tutela en el caso de MONSALVE LEON, se
infiere del análisis efectuado que el peticionario, según ya se explicó,
contaba con otros medios judiciales para su defensa y, por otra parte, no podía
alegar perjuicio irremediable, ya que si se tiene en cuenta la definición legal
-artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991- el interesado podía solicitar y
eventualmente obtener no solo una indemnización por los perjuicios ocasionados
si el acto administrativo de METROSALUD fuere anulado, sino, además, el
restablecimiento del derecho, que aquí consistiría en la posibilidad de
continuar ejerciendo la profesión.
Pero, además de eso, no era viable para el
juez de conocimiento otorgar el amparo solicitado, toda vez que la autoridad
competente, en este caso METROSALUD, no impedía a MONSALVE el
ejercicio de la medicina homeopática por arbitraria decisión suya, sino por
haber constatado, en el curso de visita administrativa sobre la cual obra
prueba en el expediente, que el accionante aspiraba a proseguir practicando esa
profesión sin acreditar el cumplimiento de los requisitos exigidos en la ley
vigente.
Así pues, desde el punto de vista
constitucional, el acto en mención no conculcaba el derecho del actor al
trabajo ni su libertad de escoger profesión u oficio (artículos 25 y 26 de la
Constitución), razón por la cual no tenía cabida la tutela como lo expresaron
con razón, tanto el Juez Cuarenta y Uno Penal Municipal, como el Veinte Penal
del Circuito de Medellín.
La Corte confirmará esas providencias, por
las razones que se dejan consignadas, lo cual no significa que al hacerlo
afirme la validez del acto administrativo correspondiente cuya legalidad
presume, quedando al tribunal respectivo la decisión sobre ella, en la esfera
de su competencia.
V. DECISION
La Corte Constitucional, en Sala de
Revisión, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,
R E S U E L V E :
Primero. Confirmar la sentencia proferida por el Juez Veinte
(20) Penal del Circuito de Medellín el veintidos (22) de enero de mil
novecientos noventa y dos (1992), por medio de la cual, a su vez, se confirmó
la del Juzgado Cuarenta y Uno (41) Penal Municipal de Medellín del 12 de
diciembre de 1991, relativa a la acción de tutela instaurada por el señor PEDRO
JOSE MONSALVE LEON.
Segundo. Por la Secretaría líbrense las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los efectos allí
contemplados.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Presidente de la Sala
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
1 Corte
Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia Nº T-08, mayo 18 de 1992.
Magistrado Ponente: Dr. Fabio Morón Díaz.
2 C.S.J.
Sentencia de Noviembre 18 de 1969, Gaceta Judicial CXXXVII, No.2338. |
45 | T-409-92
Sentencia No
Sentencia No. T-409/92
SERVICIO MILITAR/IGUALDAD ANTE
LA LEY/LIBERTAD DE CONCIENCIA/OBJECION DE CONCIENCIA
La obligación de prestar el servicio
militar es desarrollo del postulado según el cual los intereses colectivos
prevalecen sobre los individuales y si, además, el Estado al exigirlo no puede
desconocer la igualdad de las personas ante la ley, cuyos dictados deben ser
objetivos e imparciales, es evidente que la objeción de conciencia para que
pueda invocarse, requiere de su expresa institucionalización dentro del
respectivo ordenamiento jurídico. El servicio militar en sí mismo, es decir
como actividad genéricamente considerada, carece de connotaciones que puedan
afectar el ámbito de la conciencia individual, por cuanto aquel puede prestarse
en diversas funciones de las requeridas para la permanencia y continuidad de
las Fuerzas Militares.
DERECHO A ESCOGER EDUCACION
La facultad que se otorga a los padres de
familia está referida a la selección de las mejores opciones educativas para
sus hijos menores, en el sentido de excluír toda coacción externa que haga
forzoso un determinado perfil, un cierto establecimiento, una ideología
específica, o que niegue a los progenitores la posibilidad de diseñar, según
sus propias concepciones, la orientación pedagógica y formativa que estiman
deseable para su mejor porvenir, pero sin que eso represente discreción para
aceptar o rechazar la convocatoria a cumplir con la obligación que éstos tienen
de prestar el servicio militar.
-Sala Tercera de Revisión-
Ref.: Acción de
tutela T-125
OSCAR FLAVIO
OCHOA QUIÑONES y ANDRES OSPINA CRUZ contra Fuerzas Militares de Colombia.
-Ejército Nacional-
Magistrados:
JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ.
Aprobada mediante acta de la Sala de
Revisión No. 3, dada en Santafé de Bogotá, D.C., a los ocho (8) días del mes
de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
Procede la Corte Constitucional a revisar
la sentencia de tutela proferida, el seis (6) de diciembre de mil novecientos
noventa y uno (1991), en el asunto de la referencia, por el Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, D.C.
I- INFORMACION PRELIMINAR
A- Acto objeto de la acción
Las Fuerzas Militares de Colombia, Ejército
Nacional, mediante oficios expedidos por la Dirección de Reclutamiento,
comunicaron a los jóvenes OSCAR FLAVIO
OCHOA QUIÑONES y ANDRES
OSPINA CRUZ que habían sido seleccionados para prestar el servicio
militar.
Al mismo tiempo se les hizo saber que
debían presentarse en las instalaciones de un Distrito Militar, portando la
constancia auténtica de haber aprobado el undécimo grado de educación media.
De igual manera, se les advirtió que, en
caso de no presentarse, serían declarados "REMISOS", con todas las
consecuencias que ello implica, de conformidad con la Ley 1a. de 1945.
B. Fundamentos de la Acción
El abogado Ricardo Esquivia Ballestas,
quien actúa en nombre y representación de OSCAR OCHOA y ANDRES OSPINA,
como también de sus padres, estima que con el mencionado acto las Fuerzas
Militares han atentando contra la libertad de conciencia de dichos jóvenes,
violándose al mismo tiempo a los padres de estos el derecho de escoger la
educación para sus hijos. El apoderado sustenta la petición de tutela en las
siguientes razones:
1) Sus representados, tanto los padres como los menores,
son miembros de la IGLESIA DE "DIOS ES AMOR" DE LOS HERMANOS
MENONITAS. La creencia religiosa y base teológica de sus poderdantes se
fundamenta en un profundo respeto al prójimo, en el amor a los enemigos, en el
cumplimiento al mandato divino de no matar, por lo que expone el accionante,
rechazan pertenecer a organismos creados para imponer la fuerza, monopolizar la
violencia, eliminar o intimidar al enemigo, o para ejercer la "acción
legal" de matar a un ser humano.
2) Según el actor, los ejércitos han sido creados para eliminar
al enemigo que no se dejó intimidar por la fuerza e imponer por la violencia
una determinada razón, dirigiendo su acción a entrenar para la guerra y el uso
y porte de armas.
3) Sus poderdantes se rehusan a participar y pertenecer
en forma alguna a las Fuerzas Militares, por cuanto los procedimientos y
criterios de éstas son contrarios a sus creencias, es decir a su conciencia.
Además, los jóvenes convocados para prestar el servicio militar, son totalmente
no violentos y rechazan por convicción cualquier ejercicio de la violencia.
II- TRAMITE JUDICIAL DE LA ACCION
El Tribunal Superior de Santafé de Bogotá,
D.C., en Sala de Decisión General, asumió el conocimiento del caso, el cual fue
fallado el seis (6) de diciembre de mil novecientos noventa y uno (1991),
negando las pretensiones del actor quien fue notificado mediante telegrama
enviado en la misma fecha.
Contra la mencionada providencia no se
interpuso recurso alguno, razón por la cual fue remitido el expediente a la
Corte Constitucional para su eventual revisión, siendo recibido en la
Secretaría el dieciocho (18) de febrero del presente año. La Sala de
Selección, en sesión de marzo 6, determinó que la sentencia debería ser
revisada.
Los motivos que llevaron al Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, D.C., a negar la tutela
solicitada por el abogado Ricardo Esquivia Ballestas, son esencialmente:
1) Los derechos de los particulares no pueden ser
considerados de manera aislada para concluír que han sido vulnerados o puestos
en peligro por la acción del Estado, ya que la condición de ciudadano
colombiano no confiere únicamente beneficios; así se infiere de la denominación
del Título II de la Constitución Política: "DE LOS DERECHOS, LAS GARANTIAS
Y LOS DEBERES". Se concluye, entonces, que toda persona tiene
responsabilidades para con su nación.
2) La Fuerza Pública hace parte de la Rama Ejecutiva,
según lo establece la Constitución Política. Ella está integrada por las
Fuerzas Militares y la Policía Nacional,
siendo la razón de ser de estos cuerpos la
defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio
nacional y del orden constitucional. La integración de estos cuerpos requiere
la participación de los colombianos, obligación de la cual sólo pueden ser
eximidos aquellos a quienes la ley designe en forma expresa.
3) El servicio al Ejército Nacional no puede entenderse
como un atentado a los principios de conciencia, ya que gracias a la rígida
disciplina y a la educación allí recibidas, lo que se obtiene es la
reafirmación de las mejores calidades de la persona. Además, explica la Sala,
sería grave que ante los deberes para con la patria, como es prestar el servicio
militar, "los ciudadanos pudieran plantear el dilema bíblico de si es
justo o nó atender a tales obligaciones".
4) En cuanto al derecho de los padres para ofrecer a sus
hijos la educación que les parezca más conveniente, aparece que la convocatoria
para prestar el servicio militar tiene origen en el hecho de que los jóvenes
han concluído sus estudios primarios y secundarios, es decir que sus padres
tuvieron oportunidad de educarlos. Además, luego de concluído el servicio
militar, los padres pueden seguir ofreciendo a sus hijos los estudios
superiores, sin perder de vista que para ingresar a ellos los ciudadanos
varones deben haber definido su situación militar.
III- CONSIDERACIONES DE LA CORTE
CONSTITUCIONAL
A. Competencia
De conformidad con lo dispuesto en los artículos 86,
inciso 2, y 241, numeral 9, de la Constitución Política; 31, 32, y 33 del
Decreto 2591 de 1991, la Corte Constitucional es competente para revisar la
sentencia que el Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, D.C. ha proferido en
el presente caso.
B. Observaciones previas
En apariencia, nos encontramos ante un
conflicto entre la libertad individual y el poder público, representado en esta
ocasión por las Fuerzas Militares de Colombia.
Estima la Corte que, previamente a la adopción
de decisiones, se hace necesario examinar si en realidad existe esa
confrontación y determinar cuál debe ser el criterio constitucional para
conciliarla, en caso de llegar a una conclusión afirmativa.
La Carta Política, al establecer y asignar
funciones a los órganos del Estado, respeta -por corresponder a uno de los
fines que señala su Preámbulo- el ámbito de los derechos y prerrogativas de los
gobernados, pero sin menoscabo de los que interesan a la colectividad.
Como fundamento del Estado de Derecho en
una organización social democrática, la Constitución tiene entre sus
características la de servir como medio para conciliar la libertad y el poder
del Estado, el cual tiene en su base a los individuos que lo integran, pues ha
sido creado con el objeto de garantizar la convivencia pacífica entre los
mismos. Para cumplir con tal fin y para garantizar la integridad de la
soberanía, la organización política dispone del monopolio de la fuerza y goza
de plena aptitud para ejercerla legítimamente cuando ello sea indispensable,
claro está, dentro de los límites que el ordenamiento jurídico establece.
Esta facultad, ligada a los fines
esenciales que la Constitución Política fija al Estado colombiano (artículo
2o.), impone la existencia de cuerpos especializados, dotados de material
técnico y de un grupo humano capaz e idóneo para el cumplimiento de su misión.
Cuando la norma en mención establece entre tales fines el de "defender
la independencia nacional (se subraya), mantener la integridad
territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden
justo", está dando las bases para la existencia y el funcionamiento de los
órganos necesarios a estos propósitos.
En concordancia con lo anterior, el
Estatuto Fundamental dedica el Capítulo 7, de su Título VII, a la Fuerza
Pública, estableciendo en el artículo 216, que la misma estará integrada por
las Fuerzas Militares y la Policía Nacional. Añade el inciso 2o. de la misma
norma que todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las
necesidades públicas lo exijan para defender la independencia
nacional (subraya la Corte) y las instituciones públicas".
En el mismo sentido, el artículo 217 de la
Constitución, señala como finalidad primordial de las Fuerzas Militares
"la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del
territorio nacional y del orden constitucional".
Ahora bien, las Fuerzas Militares, para su
integración y para el obligado relevo que cada cierto tiempo debe irse
produciendo en el interior de sus filas, requieren de modo permanente del
cierto y eficaz concurso de los colombianos que, en virtud de la ley y por los
sistemas de conscripción o de ingreso voluntario, sean incorporados a ellas.
El servicio militar obliga en principio a todos por dos razones básicas: en el
plano de los deberes constitucionales de los gobernados, por la imperiosa y
constante necesidad que de él se tiene para la efectiva defensa de la Patria y,
en el terreno de los derechos, por elemental aplicación del principio de
igualdad ante la ley (artículo 13 de la Constitución). Es la ley, al tenor del
artículo 216, inciso 2o, de la Carta, la que "determinará las condiciones
que en todo tiempo eximen del servicio militar".
Tales condiciones se hallan actualmente
previstas en el artículo 21 de la Ley 1a. de 1945, que establece: "Están
exentos del servicio personal bajo banderas en tiempo de paz, con la obligación
de inscribirse y pagar la cuota de compensación militar:
a) Los que hubieren sido condenados a pena
que tenga como accesoria la pérdida de los derechos políticos mientras no
tengan su rehabilitación;
b) El hijo de viuda, que observe buena
conducta y que atienda a sus necesidades si ésta carece de medios de
subsistencia;
c) El huérfano de padre que atienda con su
trabajo a la subsistencia de sus hermanos incapaces de ganarse el sustento;
d) El hijo de padres incapacitados para
trabajar o que pasen de 60 años, cuando éstos carezcan de renta, pensión o
medios de subsistencia, y siempre que dicho hijo vele por ellos;
e) El hermano o hijo de quien haya muerto
prestando sus servicios en las filas, si su trabajo es indispensable para la
subsistencia de la familia;
f) Los casados que hagan vida conyugal;
g) Los viudos que sostengan hijos habidos
en el matrimonio;
h) El hijo único huérfano de padre con
hermanas solteras que observen buena conducta o hermanos menores a quienes
sostenga, por no tener ellas o ellos peculio propio;
i) Los inhábiles relativos
permanentes".
Como lo establece la Carta, la regla
general es la obligación de prestar el servicio militar y las excepciones a la
misma se encuentran en la ley, lo que significa que si el colombiano llamado
al servicio, no se encuentra en una de tales circunstancias, debe acudir a las
filas.
En el presente caso, el actor no ha
demostrado que sus representados se encuentren en alguna de las situaciones de
excepción que la ley ha previsto; por ende, ellos están en la misma posición
que la de sus conciudadanos obligados a cumplir el servicio militar y los
deberes que él comporta. Una excepción específica y personal en su favor
representaría flagrante desconocimiento del subrayado principio constitucional
de igualdad ante la ley, en cuanto significaría privilegio.
Ahora bien, si es la ley que obliga a
prestar el servicio militar, la que se considera violatoria de la Constitución
Política, ella es susceptible de ser demandada ante la Corte Constitucional
mediante el procedimiento propio de tal acción.
Al menos por lo que atañe a la taxativa
enunciación de excepciones que consagra la citada ley, no observa la Corte que
"prima facie" sea incompatible con principios ni preceptos
superiores, razón por la cual no es del caso hacer valer aquí la
inaplicabilidad de sus disposiciones (artículo 4º Constitución Política).
Pero entiende la Corporación que este
proceso no tiene por origen una cuestión de inconstitucionalidad de la ley que
regula el tema del servicio militar, sino que el apoderado de los aquí llamados
a prestarlo pide que se los exceptúe de la convocatoria alegando que ésta, dada
la religión a la cual dicen pertenecer, vulnera su libertad de conciencia,
asunto del cual se ocupa a continuación esta providencia.
C. El servicio militar como deber del
ciudadano
El Estado, como organización política de la
sociedad, garantiza, mediante su Constitución, a los individuos que lo integran
una amplia gama de derechos y libertades, al lado de los cuales existen
obligaciones correlativas.
Los beneficios conferidos por la Carta Política
a los colombianos se hallan establecidos, de manera genérica, en el Título II,
capítulos 1o. al 4o., pero como ella misma lo dice en su artículo 95, inciso
primero, "el ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en esta
Constitución implica responsabilidades".
De igual manera el artículo 2 de la
Constitución, en su inciso segundo, declara que las autoridades han sido
instituídas para "proteger a todas las personas residentes en Colombia, en
su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades y para
asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los
particulares" (subraya la Corte). Es apenas lógico que, si el Estado
proporciona beneficios, reclame de quienes gozan de ellos, una mínima
contribución al interés colectivo y les imponga límites razonables al ejercicio
de sus libertades.
En el presente caso, el aporte requerido de
los citados jóvenes está plenamente justificado en la Carta Política, cuando en
su artículo 95, al establecer los deberes de la persona y del ciudadano, en el
numeral 3º incluye el de "respetar y apoyar a las autoridades democráticas
legítimamente constituídas para mantener la independencia y la integridad
nacionales", al paso que en el 216, con las excepciones que la ley señale,
se exige -a título de obligación en cabeza de todos los colombianos-
"tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan para defender
la independencia nacional y las instituciones públicas".
No se trata de tiránica imposición sino de
la natural y equitativa consecuencia del principio general de prevalencia del
interés social sobre el privado, así como de las justas prestaciones que la
vida en comunidad exige de cada uno de sus miembros para hacerla posible.
Una concepción equilibrada de los derechos
subjetivos implica el reconocimiento de que ninguno de ellos es absoluto, pues
los que emanan de unas cláusulas constitucionales encuentran límite en las
obligaciones que imponen otras, por lo que es necesario conciliarlas impidiendo
que la aplicación indiscriminada de una deje a las demás sin contenido .
D. La Libertad de Conciencia
La facultad que tiene una persona para
actuar en determinado sentido, o para abstenerse de hacerlo, se ve determinada
en grado sumo por sus convicciones, por su propia ideología, por su manera de
concebir el mundo. Tales convicciones e ideología son el producto de su
formación académica, social, moral y religiosa, la cual condiciona al individuo
imponiéndole modelos de comportamiento a seguir en medio de la sociedad a la
cual pertenece y encauzando el ejercicio de su libertad, la cual, por eso
mismo, pierde desde el comienzo su carácter absoluto.
La formación que la persona recibe y
asimila va integrando su sistema de valores, para llevarla a considerar, frente
a las distintas opciones que la vida en comunidad le ofrece, lo que desde su
particular perspectiva es bueno, justo, equitativo, oportuno..., arrojando unos
resultados exteriores que son el producto de un análisis interno cuyo ámbito es
del dominio inalienable de la persona. Ese sistema de valores constituye, en
lo más íntimo de cada ser humano, su propia conciencia, en cuyas profundidades
no puede penetrar la acción del Estado ni forma alguna de coacción.
En principio, la conciencia misma del
individuo, dada su propia naturaleza, no está expuesta a violaciones por actos
de la autoridad. Son las manifestaciones exteriores, derivadas del proceso
interno, las que pueden verse coartadas, impedidas, dificultadas o
condicionadas mediante acción del Estado o sus agentes, o de particulares.
Por tanto, el ejercicio de la libertad
consagrada en el artículo 18 de la Carta es susceptible de violación y, por
ello, de protección jurídica, en la medida en que aflora por las distintas vías
que el hombre ha concebido para explicitarla, dando lugar a formas específicas
de previsión normativa tendientes a preservarla en su integridad: allí se
sustentan las libertades constitucionales de expresión y de cultos (artículos
19 y 20), entre otras.
Obsérvese cómo la misma libertad de
conciencia tiene una referencia jurídica que hace recaer la protección sobre
los momentos exteriores de su desarrollo, como cuando el artículo 18 de la
Carta indica que "nadie será molestado por razón de sus
convicciones y creencias", hipótesis en la cual se suponen conocidas, o
cuando prohibe que el individuo sea "compelido a revelarlas u
obligado a actuar contra su conciencia" (subraya la Corte).
En virtud de lo anterior, la doctrina
jurídica ha clasificado a la libertad de conciencia como individual, por
cuanto antes de ser un ciudadano libre frente a la sociedad, el hombre tiene
derecho a ser un individuo libre, esto es, exento de coacciones y atentados
arbitrarios que afecten, impidan o sancionen la exteriorización de sus
convicciones íntimas, mientras ellas en si mismas no causen daño a la
colectividad .
Las constituciones políticas de la mayoría
de los estados democráticos garantizan la libertad de conciencia, lo cual
implica dos efectos: que cada individuo tiene derecho a regular su vida de
acuerdo con sus creencias y que el Estado no tiene facultad para imponérselas;
él debe tener en cuenta tales creencias para permitirle ejercer su libertad.
Como ya se dijo, la Constitución Política,
en su artículo 18, garantiza la libertad de conciencia, de lo cual se desprende
que, a partir del inalienable fuero interno de cada individuo, este goza de
facultad para actuar o abstenerse de hacerlo en virtud de su razón práctica, de
su pensamiento y de su íntima convicción, claro está, sobre la base, implícita
en todo derecho y en toda libertad, de que sus expresiones están limitadas por
los derechos de los demás y por las necesidades propias del orden público, la
tranquilidad, la salubridad y la seguridad colectivas.
La garantía de la libertad de conciencia
no necesariamente incluye la consagración positiva de la objeción de conciencia
para prestar el servicio militar. Esta figura, que en otros sistemas
permite al individuo negarse a cumplir una obligación como la mencionada cuando
la actividad correspondiente signifique la realización de conductas que pugnan
con sus convicciones íntimas, no ha sido aceptada por la Constitución
colombiana como recurso exonerativo de la indicada obligación.
La objeción de conciencia, es definida por
Venditti como "la resistencia a obedecer un imperativo jurídico invocando
la existencia de un dictamen de conciencia que impide sujetarse al
comportamiento prescrito"1
El objetor de conciencia, en los estados
que consagran esa posibilidad, no incurre en violación de las prescripciones
constitucionales y legales sobre servicio militar por el hecho de adoptar una
posición negativa frente a la obligación que se le impone, sino que, dadas las
condiciones que el respectivo régimen jurídico establezca, hace uso de un
verdadero derecho, que debe ser reconocido por las autoridades. Estas, en un
buen número de casos, canjean con el objetor las prestaciones que normalmente
le corresponderían por otras de similares condiciones que no impliquen
transgresión a los principios que alega derivados de su conciencia. Allí no
puede hablarse de desobediencia civil o de remisión a prestar el servicio.
Si, como ya se ha dicho, la obligación de
prestar el servicio militar es desarrollo del postulado según el cual los
intereses colectivos prevalecen sobre los individuales y si, además, el Estado
al exigirlo no puede desconocer la igualdad de las personas ante la ley, cuyos
dictados deben ser objetivos e imparciales, es evidente que la objeción de
conciencia para que pueda invocarse, requiere de su expresa institucionalización
dentro del respectivo ordenamiento jurídico. Es decir, las autoridades no
pueden admitirla sin estar contemplada su posibilidad ni fijadas en norma
vigente las condiciones dentro de las cuales ha de reconocerse; hacerlo sin ese
fundamento en casos específicos representaría desbordamiento de sus
atribuciones y franca violación del principio de igualdad, aparte de la
incertidumbre que se generaría en el interior de la comunidad.
De allí que deba afirmarse la
impracticabilidad de tal figura en cualquiera de sus modalidades en aquellos
sistemas constitucionales que no la han consagrado, como acontece en el caso
colombiano. Una propuesta en el sentido de introducirla expresamente en el texto
de la Carta de 1991, presentada por el constituyente Fernando Carrillo fue
negada por la Asamblea Nacional Constituyente, sin que pueda afirmarse que de
los textos aprobados se deduzca siquiera un principio de objeción. De allí que
no sea procedente, a la luz del ordenamiento en vigor, acceder a las
pretensiones del demandante relacionadas con la sustitución o exclusión de los
deberes propios del servicio militar, a favor de sus representados.
Juzga la Corte, por otra parte, que el
servicio militar en sí mismo, es decir como actividad genéricamente
considerada, carece de connotaciones que puedan afectar el ámbito de la
conciencia individual, por cuanto aquel puede prestarse en diversas funciones
de las requeridas para la permanencia y continuidad de las Fuerzas Militares.
Así, un colombiano llamado a las filas del ejército nacional, puede
desempeñarse en cualquiera de los distintos frentes que implican la existencia
de los cuerpos armados, por ejemplo en calidad de conductor de vehículo, o como
operador de radio, mediante una razonable distribución de tareas y
responsabilidades, en el marco de las facultades legales de quienes tienen a
cargo su funcionamiento.
Ahora bien, por regla general el empleo de
las armas por parte de los miembros de las Fuerzas Militares, está íntimamente
ligado a la naturaleza de sus actividades, pues no es fácil concebir un
ejército en el cual sus integrantes dejaran de valerse de ellas absolutamente.
Pese a lo anterior, algunos sistemas
jurídicos han consagrado, dentro del servicio, una forma específica de
objeción, circunscrita a la obligación de tomar las armas si con ello se
violentan los dictados de la conciencia individual.
En esta modalidad, como se observa, la
objeción no se refiere al servicio militar en su integridad, pues se parte del
supuesto de que está siendo prestado, sino que concierne a una manifestación
del mismo, obviamente dentro de la reglamentación que la respectiva ley
establezca.
En Colombia tampoco es admisible esta
posibilidad, igualmente propuesta y rechazada en la Asamblea Nacional
Constituyente, de tal modo que no existe en nuestro Derecho Público norma
alguna que haga lícita al individuo la conducta de negarse a tomar o a emplear
las armas que le suministran las Fuerzas Militares para los fines que la
Constitución Política indica.
No obstante, el perentorio mandato
consagrado en el artículo 16 de la Constitución vigente permite al subalterno
reclamar el derecho inalienable de no ser obligado a actuar en contra de su
conciencia, lo cual conduce necesariamente a distinguir, en el campo de la
obediencia militar, entre aquella que se debe observar por el inferior para que
no se quiebre la disciplina y la que, desbordando las barreras del orden
razonable, implica un seguimiento ciego de las instrucciones impartidas por el
superior.
Se insiste en esta diferencia, por cuanto,
independientemente de la pura consecuencia jurídica derivada del artículo 91 de
la Carta en torno a establecer sobre quién recae la responsabilidad en caso de
infracción manifiesta de un precepto constitucional en detrimento de alguna
persona --asunto claramente definido por la norma cuando, respecto de los
militares en servicio, libera de ella al inferior y la proyecta hacia el
superior que dá la orden- la disposición del artículo 18, que no admite
excepciones, favorece la libertad de conciencia del subordinado y se constituye
en límite a la discrecionalidad de quien manda, la cual no es absoluta,
conciliando así el sano criterio de la disciplina inherente a los cuerpos
armados con la real aplicación de los derechos.
Así, en virtud del criterio que se deja
expuesto, bien podría negarse un subalterno a obedecer la orden impartida por
su superior si ella consiste en infligir torturas a un prisionero o en
ocasionar la muerte fuera de combate, pues semejantes conductas, por su sóla
enunciación y sin requerirse especiales niveles de conocimientos jurídicos,
lesionan de manera abierta los derechos humanos y chocan de bulto con la
Constitución.
No podría interpretarse de otra manera el
concepto de orden justo, perseguido por la Carta Política, según su
preámbulo, ni entenderse de modo diverso el artículo 93 constitucional, a cuyo
tenor "los tratados y convenios internacionales ratificados por el
Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohiben su limitación en
los estados de excepción, prevalecen en el orden interno".
Según el Convenio de Ginebra I, del 12 de
agosto de 1949, aprobado por la Ley 5a. de 1960 (Diario Oficial No. 30318), que
las Altas Partes Contratantes se comprometieron a respetar y a hacer respetar
"en todas las circunstancias", existen infracciones graves,
contra las cuales los estados han de tomar oportunas medidas. Entre ellas se
enuncian, a título de ejemplo, "el homicidio intencional, la tortura o los
tratos inhumanos, incluidos los experimentos biológicos, el hecho de causar
deliberadamente grandes sufrimientos o de atentar gravemente contra la
integridad física o la salud, la destrucción y la apropiación de bienes, no
justificadas por necesidades militares y efectuadas a gran escala, ilícita y
arbitrariamente" (artículo 50).
Obligado en esos términos el Estado
colombiano, mediante un convenio internacional que, por otra parte, es hoy
fuente interpretativa sobre el alcance de los derechos y deberes de rango constitucional
(artículo 93 Constitución Política), mal podría prohijarse actualmente una
concepción absoluta y ciega de la obediencia castrense.
Los anteriores conceptos no deben
entenderse como la posibilidad constitucional de que toda orden militar pueda
ser discutida por quienes la reciben, ya que eso representaría una ruptura del
concepto de autoridad, cuyo fundamento reside en la normatividad en que se
apoya este fallo para sostener la obligatoriedad del servicio y la
indispensable disciplina que exigen los altos fines señalados por la
Constitución a las Fuerzas Armadas.
E. Derecho de escoger la Educación para
los hijos
En cuanto al argumento del peticionario,
según el cual con la convocatoria a prestar el servicio militar se estaría
violando, a los padres de los jóvenes Ochoa y Ospina, el derecho a escoger la
educación para sus hijos, se destacan las consideraciones del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, D.C., cuando dice que la mencionada
convocatoria se origina en el hecho de que los conscriptos concluyeron sus
estudios primarios y secundarios, y que por ende sus padres tuvieron la
oportunidad de educarlos, "sin que haya la menor constancia de que
personas particulares o el Estado por sí o a través de sus representantes les
hayan siquiera limitado en grado mínimo tal facultad".
La Constitución Política, en su artículo
68, inciso cuarto, establece: "Los padres de familia tendrán derecho de
escoger el tipo de educación para sus hijos menores". Debe entenderse que
se trata de la facultad de los padres para determinar la clase de formación que
deben recibir sus hijos desde la más temprana edad, pero sin que eso represente
discreción para aceptar o rechazar la convocatoria a cumplir con la obligación
que estos tienen de prestar el servicio militar.
La facultad que el artículo 68 de la
Constitución otorga a los padres de familia está referida a la selección de las
mejores opciones educativas para sus hijos menores, en el sentido de excluír
toda coacción externa que haga forzoso un determinado perfil, un cierto
establecimiento, una ideología específica, o que niegue a los progenitores la
posibilidad de diseñar, según sus propias concepciones, la orientación
pedagógica y formativa que estiman deseable para su mejor porvenir.
El ámbito de esa prerrogativa es, entonces,
muy distinto del campo considerado en esta providencia, cual es el de la
general obligación del ciudadano hacia el Estado, la cual no puede
interpretarse como obstáculo a la libertad sino como corolario de ella.
Además, como en forma acertada lo dijo el
Tribunal, los padres, una vez terminado el servicio militar, pueden ofrecer a
sus hijos los estudios superiores, dentro de las condiciones propias del
sistema constitucional y legal colombiano.
Ahora bien, el derecho que tienen los niños
y los adolescentes a la educación y a la cultura, a la formación integral y al
desarrollo armónico (artículos 44 y 45 de la Constitución) señala al Estado, a
la sociedad y a la familia como destinatarios de la norma en cuanto atañe a su
cumplimiento. Este debe llevarse a cabo durante varias etapas pedagógicas
sucesivas, una de las cuales puede ser, para alguien llamado a prestar el
servicio militar después de cumplido el ciclo de la secundaria, la formación
que imparten los cuerpos armados. Entonces, en nada riñe el llamamiento a filas
con el derecho a la educación del individuo sino que, por el contrario,
contribuye a su complemento.
Por todo lo expuesto, habrán de ser
confirmadas las providencias en revisión.
IV. DECISION
Por lo expuesto, la Corte Constitucional,
en Sala de Revisión, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato
de la Constitución,
R E S U E L V E :
1) Confirmar en todas sus partes la providencia de
fecha 6 de diciembre de 1991, emanada del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santafé de Bogotá, D.C., mediante la cual se negó la tutela
solicitada por el abogado Ricardo Esquivia Ballestas.
2) Comuníquese al Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Santafé de Bogotá, D.C., a efecto de dar cumplimiento a lo establecido por
el artículo 36 del Decreto No. 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Presidente de la Sala-
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
-Magistrado-
-Magistrado-
1 Citada por SUAREZ PERTIERRO, Gustavo: La objeción de conciencia
al servicio militar en España, en "Anuario de Derechos Humanos",
Instituto de Derechos Humanos, Madrid, 1990. Pág. 251. |
46 | T-410-92
Sentencia No
Sentencia No. T-410/92
DERECHO AL TRABAJO/ACCION DE
TUTELA/IGUALDAD ANTE LA LEY/CARRERA ADMINISTRATIVA
La reubicación e incorporación a cargos de
igual o superior categoría al que venían ejerciendo los peticionarios, es un
fin al que sólo podrían aspirar a través de una acción como la de tutela,
diseñada precisamente para proteger los derechos constitucionales fundamentales
cuando fueren amenazados o vulnerados por la acción u omisión -como en este
caso- de una autoridad pública, sin que exista otro medio de defensa judicial
Se trata, según el expediente, de personas
vinculadas a la Carrera Administrativa, titulares por ello de unos derechos
adquiridos que merecen el respeto y la prioritaria atención de las autoridades
nacionales que tienen a su cargo la ejecución de los mandatos legales en
referencia.
DERECHO AL TRABAJO/IGUALDAD DE
OPORTUNIDADES
El artículo 53, en concordancia con el 13,
establece como principio mínimo fundamental, obligatorio para el legislador y
por tanto, para la administración pública, el de la igualdad de oportunidades
a todos los trabajadores, precepto que resulta desconocido cuando la autoridad
discrimina a los actores, dándoles tratamiento distinto a aquel recibido por
otros trabajadores de su mismo nivel y condición. Con las actuaciones de la
autoridad pública, que constituyen materia de análisis, encuentra la Sala que
la administración ha omitido el deber impuesto mediante el artículo 54 de la
norma superior que establece: "El Estado debe propiciar la ubicación
laboral de las personas en edad de trabajar ...".
Sala Tercera de Revisión
Ref.: Expediente
T-043
Acción de Tutela
Liberto Rodríguez
Rodríguez
Héctor Jaimes
Correa y
Orlando Mateus
Romero
Contra la Nación
-Ministerio de Educación Nacional-
Magistrados:
JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
- Ponente -
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Aprobada mediante acta de la Sala de
Revisión Número Tres (3), en Santafé de Bogotá, D.C., a los ocho (8) días del
mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
Procede la Corte Constitucional a revisar
el fallo de fecha veintidós (22) de noviembre de mil novecientos noventa y uno
(1991), proferido por el Juzgado Primero Laboral del Circuito de Bucaramanga,
respecto de la acción de tutela en referencia.
I. INFORMACION PRELIMINAR
En ejercicio de las facultades conferidas
por el artículo 13 de la Ley 12 de 1986, el Presidente de la República expidió
el Decreto número 77 de 1987, por medio del cual se establecieron normas sobre
descentralización en beneficio de los municipios.
El citado decreto en el artículo 24 ordenó
la supresión del Instituto Colombiano de Construcciones Escolares -ICCE-, establecimiento
público del orden nacional, creado mediante decreto extraordinario número 2394
de 1968 y que se encontraba adscrito al Ministerio de Educación.
La misma norma dispuso que el Instituto
entrara en proceso de liquidación, el cual debía concluir antes del 1o. de
enero de 1990. En el mismo sentido, el artículo 26 dijo que durante el periodo
de liquidación las actividades, estructura y planta de personal del Instituto
se irían reduciendo progresivamente hasta la conclusión del proceso.
Mediante el artículo 29 se creó en el
Ministerio de Educación Nacional la Dirección General de Construcciones
Escolares y en el artículo 32 se ordenó al Ministerio de Educación Nacional
vincular al servicio de esa Dirección, preferencialmente, a los funcionarios que
venían laborando en el ICCE.
Asimismo, en la Directiva Presidencial No.
16 del 11 de noviembre de 1987, se requirió a otros organismos de la
administración para que incorporaran a los empleados públicos y trabajadores
oficiales que laboraban en entidades objeto de supresión.
El decreto No.1024 de 1987 reglamentó la
incorporación de los empleados que laboraban en las entidades suprimidas,
expresando, entre otras cosas que los funcionarios escalafonados en la carrera
administrativa podrían solicitar su actualización en el escalafón y que para la
incorporación no era menester que se adelantara un concurso.
Por su parte, el decreto No. 503 de marzo
22 de 1988, mediante el cual se complementan las disposiciones reglamentarias
del proceso de incorporación de empleados oficiales, previsto en el decreto 77
de 1987, estableció:
"ARTICULO 8o.- Los empleados
inscritos en la Carrera Administrativa incorporados, conservarán los derechos
derivados de ella y podrán solicitar la actualización de su escalafón conforme
a las normas vigentes, si a ello hubiere lugar.
"ARTICULO 9o.- La incorporación de
los empleados deberá efectuarse a cargos con sueldos básicos iguales o
superiores a los que venían percibiendo.
"ARTICULO 10o.- Dentro de los tres
(3) días siguientes a la vinculación del empleado a la nueva entidad, ésta
enviará al Departamento Administrativo del Servicio Civil y al organismo del
cual proviene el empleado copia auténtica del acto administrativo de
vinculación y del acta de posesión, o del contrato de trabajo según el
caso."
La acción incoada por los señores Liberto
Rodríguez, Héctor Jaimes Correa y Orlando Mateus Romero, mediante escrito del
ocho (8) de noviembre de mil novecientos noventa y uno (1991), contra la
Nación -Ministerio de Educación Nacional-, por su omisión en el cumplimiento
de las obligaciones consagradas en los decretos reglamentarios No. 1024 de 1987
y 503 de 1988, tiene por objeto:
1. La reubicación en cargos de igual o
superior categoría;
2. El pago de salarios dejados de percibir
desde el mes de septiembre de mil novecientos noventa (1990);
3. El pago de las vacaciones
correspondientes.
II. LA DECISION JUDICIAL
Correspondió resolver acerca de la petición
de tutela en referencia al Juzgado Primero Laboral del Circuito de
Bucaramanga,el cual, mediante providencia del veintidós (22) de noviembre de
mil novecientos noventa y uno (1991), negó el amparo solicitado con fundamento
en las siguientes consideraciones:
Reconoce el Despacho que los actores son
titulares del derecho y la Nación -Ministerio de Educación Nacional-, ha
contraído deberes y obligaciones con los mismos. Sin embargo, del análisis
concienzudo de las disposiciones citadas no es posible derivar una fecha
precisa que sirva de límite para hacer efectivos y exigibles esos deberes y
obligaciones.
Agrega el Juzgado que "ordenar a
entidades estatales el cumplimiento perentorio de obligaciones condicionadas y
cuya exigibilidad en el tiempo no ha sido precisada de manera concreta y en los
términos improrrogables que corresponden a los fallos de tutela, sería
enormemente traumático para la administración pública...".
Además, según el Juez de tutela, la Nación
-Ministerio de Educación Nacional-, ha obrado dentro de la normatividad
jurídica según sus posibilidades y las reubicaciones se han hecho en forma
gradual y paulatina. Concluye afirmando que no ha sido vulnerado ningún
derecho fundamental en el presente caso por lo cual deniega la protección
tutelar solicitada.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Como punto inicial debe examinarse si
procedía en este caso la acción de tutela, en los términos del artículo 86 de
la Constitución. Al hacerlo, la Corte encuentra que, de modo ostensible, los
demandantes han sufrido la violación de derechos constitucionales fundamentales,
en especial el del trabajo (artículo 25), pues, a pesar de perentorias
disposiciones de la ley tendientes a preservar su continuidad al servicio del
Estado, han sido retirados de un organismo suprimido sin que se los haya
reubicado en forma preferencial en cargos de igual o superior categoría, según
había previsto el legislador .
Surge entonces la pregunta de si, siendo la
acción de tutela un mecanismo supletorio, disponían los interesados de otro
medio para la defensa judicial de sus derechos. Es claro que nos hallamos en
el caso de un incumplimiento por parte de la Nación de obligaciones suyas
expresamente reconocidas, tanto en un decreto con fuerza de ley _Decreto 77 de
1987 - como en otros de carácter reglamentario -Decretos 1024 de 1987 y 503
de 1988- , cuya ejecución no podría haberse conseguido, al menos por lo que
respecta a la certeza y eficacia de los derechos que asistían a los afectados,
mediante ninguna de las acciones consagradas en el Código Contencioso
Administrativo.
En efecto, ni la acción de nulidad, ni la
de nulidad y restablecimiento del derecho, ni la de reparación directa, y menos
aún la contractual, eran vías idóneas para la efectividad del derecho invocado
por los solicitantes, pues lo máximo que se hubiera conseguido mediante una de
ellas -la de reparación directa- habría sido, en caso de prosperar y
transcurrido mucho tiempo, el resarcimiento del daño mediante una
indemnización, propósito muy diferente al perseguido por los afectados, cual
era sencillamente su derecho a trabajar (artículo 25 Constitución Política).
Ya lo expresó esta Corte en sentencia del
once (11) de mayo de mil novecientos noventa y dos (1992):
"...únicamente son aceptables como
medios de defensa judicial, para los fines de excluir la acción de tutela,
aquellos que resulten aptos para hacer efectivo el derecho, es decir, que no
tienen tal carácter los mecanismos que carezcan de conducencia y eficacia
jurídica para la real garantía del derecho..".
La reubicación e incorporación a cargos de
igual o superior categoría al que venían ejerciendo los peticionarios, es un
fin al que sólo podrían aspirar a través de una acción como la de tutela,
diseñada precisamente para proteger los derechos constitucionales fundamentales
cuando fueren amenazados o vulnerados por la acción u omisión -como en este
caso- de una autoridad pública, sin que exista otro medio de defensa judicial,
situación que viene a configurarse en el caso sub-examine.
Tampoco podría plantearse que fuese viable
para alcanzar el fin propuesto por los accionantes, el uso de la acción
establecida en el artículo 87 de la Carta Política, por cuanto este precepto se
refiere a otra hipótesis jurídica distinta en su alcance a la defensa y
protección de la eficacia de un derecho constitucional fundamental, elemento
este que en el presente caso resulta ser decisivo.
No sobra destacar y, por el contrario, debe
resaltarse el hecho de que, en el proceso de revisión, se trata, según el
expediente, de personas vinculadas a la Carrera Administrativa, titulares por
ello de unos derechos adquiridos que merecen el respeto y la prioritaria
atención de las autoridades nacionales que tienen a su cargo la ejecución de
los mandatos legales en referencia.
Afirman los accionantes que, invocando
precisamente las disposiciones del Decreto 77 de 1987 y sus decretos
reglamentarios, otras personas de condiciones laborales similares a las suyas
han sido reubicadas en diferentes agencias del Estado, mientras que con los
peticionarios no se ha procedido de la misma manera. Si ello es así, se ha
vulnerado, además, y de manera flagrante el artículo 13 de la Constitución
Política que garantiza la igualdad ante la ley, ordenando que todas las
personas reciban la misma protección y trato de las autoridades.
El artículo 53, en concordancia con el 13,
establece como principio mínimo fundamental, obligatorio para el legislador y
por tanto, para la administración pública, el de la igualdad de oportunidades
a todos los trabajadores, precepto que resulta desconocido cuando la autoridad
discrimina a los ciudadanos Liberto Rodríguez, Héctor Jaimes Correa y Orlando
Mateus, dándoles tratamiento distinto a aquel recibido por otros trabajadores
de su mismo nivel y condición.
Con las actuaciones de la autoridad
pública, que constituyen materia de análisis, encuentra la Sala que la
administración ha omitido el deber impuesto mediante el artículo 54 de la norma
superior que establece: "El Estado debe propiciar la ubicación laboral de
las personas en edad de trabajar ...". En el presente caso, al haber
transcurrido el tiempo sin solución a la vista y, por ende, tornándose ilusorio
el derecho de los accionantes, aparece con meridiana claridad la inobservancia
del citado precepto constitucional.
Encuentra la Corte que se dan entonces los
presupuestos constitucional y legalmente consagrados, para que la autoridad
judicial proteja, por la vía de la acción de tutela, el derecho vulnerado. En
consecuencia, será revocado el fallo del Juez 1o. Laboral del Circuito de
Bucaramanga, ordenando en cambio al Ministerio de Educación Nacional y al
Departamento Administrativo del Servicio Civil tomar las medidas necesarias
para que en el término de treinta (30) días calendario, se proceda a la
reubicación de los señores Liberto Rodríguez, Héctor Jaimes Correa y Orlando
Mateus, en cargos de igual o superior categoría a los que venían desempeñando
en el desaparecido Instituto Colombiano de Construcciones Escolares -ICCE-, tal
como lo ordenó el decreto Ley 77 de 1987, sin perjuicio de las indemnizaciones
que pueda decretar la jurisdicción Contencioso Administrativa si ante ella se
ejerce y prospera la acción correspondiente.
IV. DECISION
Con fundamento en las razones expuestas, la
Corte Constitucional de la República de Colombia en Sala de Revisión, en nombre
del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE:
PRIMERO: REVOCAR la sentencia proferida por el Juez Primero
Laboral del Circuito de Bucaramanga al fallar sobre la acción de tutela
instaurada por los señores Liberto Rodríguez Rodríguez, Héctor Jaimes Correa y
Orlando Mateus Romero contra la Nación -Ministerio de Educación Nacional-
SEGUNDO: Ordenar al Ministerio de Educación Nacional y al
Departamento Administrativo del Servicio Civil, que en un término razonable,
que en todo caso no podrá exceder de treinta (30) días calendario, contados a
partir de la fecha de notificación de esta providencia, reubiquen a los
indicados ciudadanos en cargos de igual o superior categoría a los que venían
ejerciendo en el Instituto Colombiano de Construcciones Escolares -ICCE-.
TERCERO: Líbrense las comunicaciones previstas en el artículo
36 del decreto 2591 de 1991 para los fines allí contemplados.
CUARTO: Los jueces de tutela deberán resolver aquellos casos
cuyas características fundamentales coincidan con las aquí estudiadas,
atendiendo al mandato consagrado en el artículo 23 del Decreto 2067 de 1991.
Cópiese, comuníquese, publíquese en la
gaceta de la Corte Constitucional, notifíquese al Ministro de Educación
Nacional y al Director del Departamento Administrativo de Servicio Civil y
cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Presidente de la Sala
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
Magistrado |
47 | T-411-92
Sentencia No
Sentencia No. T-411/92
ACCION DE TUTELA-Titularidad/PERSONA JURIDICA/DERECHOS
FUNDAMENTALES
Sobre la titularidad de las personas
jurídicas respecto de la acción de tutela, esta Sala considera que ellas son
ciertamente titulares de la acción. Las personas jurídicas poseen derechos
constitucionales fundamentales por dos vías: a) indirectamente: cuando la
esencialidad de la protección gira alrededor de la tutela de los derechos
constitucionales fundamentales de las personas naturales asociadas y b)
directamente: cuando las personas jurídicas son titulares de derechos
fundamentales no porque actúan en sustitución de sus miembros, sino que lo son
por sí mismas, siempre, claro está, que esos derechos por su naturaleza sean
ejercitables por ellas mismas.
DERECHO AL AMBIENTE SANO/DERECHOS
FUNDAMENTALES-Núcleo
esencial
La ecología contiene un núcleo esencial,
entendiendo por éste aquella parte que le es absolutamente necesaria para que
los intereses jurídicamente protegidos y que le dan vida resulten real y
efectivamente tutelados. Se rebasa o se desconoce el contenido esencial cuando
el derecho queda sometido a limitaciones que lo hacen impracticable, lo
dificultan más allá de lo razonable o lo despojan de la necesaria protección.
Los derechos al trabajo, a la propiedad privada y a la libertad de empresa,
gozan de especial protección, siempre que exista un estricto respeto de la
función ecológica, esto es, el deber de velar por el derecho constitucional
fundamental al ambiente.
REF: Expediente
Nº T-785
Peticionario:
José Felipe Tello Varón.
Procedencia:
Juzgado Primero de Instrucción Criminal de Granada (Meta).
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santafé de Bogotá, D.C., junio diecisiete
(17) de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala Cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero,
Fabio Morón Díaz y Simón Rodríguez Rodríguez,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela identificado con el
número de radicación T-785, adelantada por José Felipe Tello Varón.
I. ANTECEDENTES
Con fundamento en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1.991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional escogió para su revisión la acción
de tutela de la referencia.
Realizado el reparto, correspondió a esta
Sala la revisión de la sentencia identificada como T-785, la cual entró a
Despacho el día 18 de marzo de 1992.
Siguiendo los lineamientos del artículo 34
del Decreto 2591 de 1.991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia de Revisión.
1. Solicitud.
José Felipe Tello Varón, en su doble
condición de representante legal de Industria Molinera Granarroz Ltda. y de
persona natural, presentó ante el Juez de Instrucción Criminal de Granada
(Meta) una acción de tutela, fundamentándose para ello en los siguientes
hechos:
La actividad del Molino que originó la
tutela fue la relacionada con el manejo de los desechos de materias primas,
específicamente la cascarilla de arroz que era abandonada y luego quemada. Ello
producía grandes cantidades de ceniza, dando origen a problemas pulmonares y
respiratorios en los habitantes de los lugares aledaños al Molino.
Como consecuencia de lo anterior, el
Alcalde del Municipio de Granada ordenó el sellamiento del Molino, por dos
motivos: primero por considerar que su actividad atentaba contra la salud y el
bienestar de la comunidad y segundo por no poseer licencia de funcionamiento.
El Alcalde apoyó su decisión en la contaminación del medio ambiente que
producía la quema de la cascarilla. Así mismo se basó el Alcalde en una
supuesta comunicación de protesta que los habitantes del barrio suscribieron y
le enviaron, pero cuyas firmas fueron cuestionadas.
El Molino GRANARROZ se encuentra ubicado en
una zona calificada como "agroindustrial"; así lo dispuso en el
Acuerdo Nº 005 de diciembre 4 de 1.990, artículo 7º, el Concejo Municipal. Sin
embargo, a pesar de la calificación de dicha zona, a su alrededor se encuentran
dos barrios residenciales.
Durante el trámite de la tutela el Alcalde ordenó
la reapertura y levantamiento de los sellos del Molino, pero con amenazas de
volverlo a cerrar. Es por ello que el actor insiste en su petición tutelar,
consistente en solicitar al Juez de Tutela que ordene al Alcalde Municipal de
Granada que se abstenga de disponer el sellamiento del Molino Granarroz, debido
a la cantidad de perjuicios y daños que esta medida genera a la empresa.
A la solicitud de tutela el accionante
presentó como anexos:
1. Constancia de
fecha 23 de diciembre de 1.991 de la Inspección Segunda Penal Municipal de
Granada.
2. Resolución
Administrativa Nº 122 de diciembre 23 de 1991.
3. Certificado sin
número de la Cámara de Comercio de Villavicencio.
La solicitud de tutela cita como
fundamento normativo el artículo 25 de la Constitución Política, relativo al
derecho al trabajo.
2. Fallo del Juzgado Primero de Instrucción Criminal
de Granada (providencia de febrero 12 de 1.992).
En primera y única instancia, el Juzgado de
Instrucción no accedió a la petición de acción de tutela propuesta por José
Felipe Tello Varón.
El Juzgado en mención practicó las
siguientes pruebas: ratificación y ampliación de la queja presentada por José
Felipe Tello Varón; declaraciones del Alcalde Municipal de Granada Alfonso
Parada Pardo; de Carlos Alberto Barrera González, habitante del barrio San Juan
Bosco; allegó al expediente copia de la Resolución Nº 01032 de septiembre 5 de
1.990, emanada del Inderena; oficio del 12 de febrero de 1.992 del Cuerpo de
Bomberos de Granada; y el Acuerdo Nº 005 del 4 de diciembre de 1992 del Concejo
Municipal de Granada.
Los siguientes fueron los argumentos del
Juzgado de Instrucción Criminal para denegar la solicitud:
1. El accionante con
el proceso buscaba únicamente el levantamiento de los sellos impuestos por
orden del Alcalde y, consecuencialmente, el reinicio de labores. Ahora, como
ello se produjo con anterioridad al fallo, la decisión versaría exclusivamente
entonces en la indemnización de perjuicios en caso de que fueran procedentes,
de acuerdo con el artículo 26 del Decreto 2591/91.
2. No existía en
este caso violación del derecho al trabajo, en la medida que el interés social
debe primar sobre el interés particular, y por ende, concluye el Juzgado, no
sería procedente la indemnización de perjuicios.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. Legitimidad del accionante.
En este aparte, se estudiarán la
competencia y la tutela ejercida por persona jurídica.
1.1. Competencia.
Es competente esta Sala de Revisión de la
Corte Constitucional para dictar Sentencia de Revisión del fallo proferido por
el Juzgado 1º de Instrucción Criminal de Granada (Meta), con fundamento en los
artículos 86, 241-9 de la Constitución y el artículo 2º del Decreto 2591 de
1991.
2. Tutela ejercida por persona jurídica.
El artículo 86 de la Constitución establece
que toda persona tendrá acción de tutela, así:
"Toda
persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces en todo
momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o
por quien actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos
constitucionales fundamentales" (subrayas y negrillas fuera del texto).
El artículo 10º del Decreto 2591 de 1.991
establece:
"La acción de
tutela podrá ser ejercida, en todo momento y lugar, por cualquier persona
vulnerada o amenazada en uno de sus derechos fundamentales, quien actuará por
sí misma o a través de representante..." (subrayas y negrillas fuera del
texto).
En el derecho colombiano se distinguen dos
tipos de personas, a saber: las personas naturales y las personas jurídicas
(artículo 73 del código civil).
a) Personas naturales: son absolutamente
todos los seres humanos (artículo 74 del código civil).
b) La persona jurídica: el artículo 633 del
código civil las define de la siguiente manera:
"Se llama
persona jurídica, una persona ficticia, capaz de ejercer derechos y contraer
obligaciones civiles, y de ser representada judicial y extra
judicialmente".
Sobre la titularidad de las personas
jurídicas respecto de la acción de tutela, esta Sala considera que ellas son
ciertamente titulares de la acción.
Para los efectos relacionados con la
titularidad de la acción de tutela se debe entender que existen derechos
fundamentales que se predican exclusivamente de la persona humana, como el
derecho a la vida y la exclusión de la pena de muerte (artículo 11);
prohibición de desaparición forzada, torturas, tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes (artículo 12); el derecho a la intimidad familiar
(artículo 15); entre otros.
Pero otros derechos ya no son exclusivos de
los individuos aisladamente considerados, sino también en cuanto se encuentran
insertos en grupos y organizaciones, cuya finalidad sea específicamente la de
defender determinados ámbitos de libertad o realizar los intereses comunes.
En consecuencia, en principio, es necesario
tutelar los derechos constitucionales fundamentales de las personas jurídicas,
no per se, sino que en tanto que vehículo para garantizar los derechos
constitucionales fundamentales de las personas naturales, en caso concreto, a
criterio razonable del Juez de Tutela.
Otros derechos constitucionales
fundamentales, sin embargo, las personas jurídicas los poseen directamente: es
el caso de la inviolabilidad de la correspondencia y demás formas de
comunicación privada (artículo 15 de la Constitución), la libertad de
asociación sindical (artículo 38); el debido proceso (artículo 29), entre
otros.
Luego las personas jurídicas poseen derechos
constitucionales fundamentales por dos vías:
a) indirectamente: cuando la esencialidad
de la protección gira alrededor de la tutela de los derechos constitucionales
fundamentales de las personas naturales asociadas.
b) directamente: cuando las personas
jurídicas son titulares de derechos fundamentales no porque actúan en
sustitución de sus miembros, sino que lo son por sí mismas, siempre, claro
está, que esos derechos por su naturaleza sean ejercitables por ellas mismas.
La interrelación entre el Estado y las
personas jurídicas se traduce tanto en la participación de los ciudadanos en la
organización del Estado, como en una ordenación de entidades de carácter social
en cuanto a que su actividad presente un interés público relevante. Su
libre creación y actuación esta garantizada tanto en la Constitución (artículos
38, 103 y 355) como en la ley.
Esta tesis ha sido adoptada por el derecho
comparado, así: el artículo 162.1.b. de la Constitución española reconoce
expresamente la acción de amparo para personas naturales y jurídicas; y la Ley
Fundamental alemana, en su artículo 19.III., dispone lo mismo.
Observa la Sala, que en este orden de
ideas, al solicitante, Señor José Felipe Tello Varón, los dos factores por los
cuales presentó la solicitud de tutela lo legitiman para ser considerado
titular de dicha acción, ya que actuó tanto como persona natural como en
calidad de representante legal de la Sociedad Molino Granarroz Ltda, tal como
consta en el certificado de la Cámara de Comercio de Villavicencio que adjuntó
al escrito de solicitud.
2. El medio ambiente y la Constitución.
2.1. La persona y su entorno ecológico en
la Constitución.
Como lo estableció la Corte Constitucional,
"el sujeto, razón y fin de la Constitución de l991 es la persona humana.
No es pues el individuo en abstracto, aisladamente considerado, sino
precisamente el ser humano en su dimensión social, visto en la tensión
individuo-comunidad, la razón última de la nueva Carta Política.
Es a partir del ser humano, su dignidad, su
personalidad jurídica y su desarrollo (artículos 1º, 14 y 16 de la
Constitución), que adquieren sentido los derechos, garantías y los deberes, la
organización y funcionamiento de las ramas y poderes públicos"1
así como la defensa del ambiente, en tanto que éste es el entorno vital del
hombre.
En los artículos 1º y 2º de la Constitución
se establece así mismo que Colombia es un Estado social de derecho, fundado en
el respeto de la dignidad humana; y dentro de sus fines esenciales está el de
garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en
la Constitución.
2.2. CONSTITUCION ECOLOGICA
La Constitución no es sólo el fundamento de
validez del ordenamiento -en la medida que regula la creación jurídica-, sino
que contiene el orden jurídico básico de los diversos sectores de la vida
social y política. Ella prefigura un modelo de sociedad. Por lo tanto en ella
surge una Constitución económica, con su tríptico: propiedad, trabajo, empresa;
una Constitución social, con la legislación de sus relaciones; una Constitución
ecológica y una Constitución cultural, como ya lo ha establecido la Corte
Constitucional en su fallo Nº 02 de tutela2 donde se desarrolló el
concepto de Constitución cultural elaborado por Pizzorusso, así:
"Al lado del conjunto de principios
que la Constitución dedica a las relaciones económicas deben situarse una serie
de disposiciones de no menos transcendencia encaminadas a asegurar una
protección básica a la vida humana considerada como valor en sí, al margen del
uso que se haga de los recursos humanos en atención a fines políticos y
económicos. Se da así entrada a una nueva dimensión de las garantías
constitucionales cuyo núcleo esencial se halla en la protección de la libertad
personal y de los demás derechos fundamentales vinculados de diversa manera a
la misma y que se manifiesta, ante todo, en un conjunto de reglas generales
tendientes a crear una situación ambiental que facilite lo más posible el
ejercicio de las libertades individuales. En tanto que estas reglas generales
, así como el principio de garantía de la persona y sus diversas
especificaciones, encuentran su fundamento en una serie de opciones en las que
se acepta un determinado modelo de cultura -y un consiguiente rechazo de otros
modelos contrapuestos-, parece oportuno integrar toda esta temática bajo la
noción común de "constitución cultural"3
De lo anterior se deduce que la
Constitución de 1.991, a diferencia de la de 1886, no sólo señala al poder
público el límite de lo permitido, sino que le impone el deber positivo de
garantizar la creación de un orden político, económico y social justo, como
explícitamente se determina en el preámbulo y en el artículo 2º.
La Constitución se transforma pues en un
programa. El legislador no es un instrumento de una acción política libre
dentro de unos límites negativos que la Constitución impone, sino que él
desarrolla el programa que la Constitución contiene. La Constitución es el
programa de lo que el Estado debe hacer, aquí y ahora, para crear condiciones
sociales más justas y libres, o sea, lo que llama Schneider, el "Mito
Concreto"[1].
En este orden de ideas, de una lectura
sistemática, axiológica y finalista surge el concepto de Constitución
Ecológica, conformado por las siguientes 34 disposiciones:
Preámbulo (vida), 2º (fines esenciales del Estado:
proteger la vida), 8º (obligación de proteger las riquezas culturales y
naturales de la Nación), 11 (inviolabilidad del derecho a la vida), 44
(derechos fundamentales de los niños), 49 (atención de la salud y del
saneamiento ambiental), 58 (función ecológica de la propiedad), 66 (créditos
agropecuarios por calamidad ambiental), 67 (la educación para la
protección del ambiente), 78 (regulación de la producción y
comercialización de bienes y servicios), 79 (derecho a un ambiente sano
y participación en las decisiones ambientales), 80 (planificación del
manejo y aprovechamiento de los recursos naturales), 81 (prohibición de
armas químicas, biológicas y nucleares), 82 (deber de proteger los
recursos culturales y naturales del país), 215 (emergencia por
perturbación o amenaza del orden ecológico), 226 (internacionalización
de las relaciones ecológicas, 268-7 (fiscalización de los recursos
naturales y del ambiente), 277-4 (defensa del ambiente como función del
Procurador), 282-5 (el Defensor del Pueblo y las acciones populares como
mecanismo de protección del ambiente), 289 (programas de cooperación e integración
en zonas fronterizas para la preservación del ambiente), 300-2
(Asambleas Departamentales y medio ambiente), 301 (gestión
administrativa y fiscal de los departamentos atendiendo a recursos naturales y
a circunstancias ecológicas), 310 (control de densidad en San Andrés y
Providencia con el fin de preservar el ambiente y los recursos naturales), 313-9
(Concejos Municipales y patrimonio ecológico), 317 y 294 (contribución
de valorización para conservación del ambiente y los recursos naturales), 330-5
(Concejos de los territorios indígenas y preservación de los recursos
naturales), 331 (Corporación del Río Grande de la Magdalena y
preservación del ambiente), 332 (dominio del Estado sobre el subsuelo y
los recursos naturales no renovables), 333 (limitaciones a la libertad
económica por razones del medio ambiente), 334 (intervención estatal
para la preservación de los recursos naturales y de un ambiente sano), 339 (política
ambiental en el plan nacional de desarrollo), 340 (representación de los
sectores ecológicos en el Consejo Nacional de Planeación), 366 (solución
de necesidades del saneamiento ambiental y de agua potable como finalidad del
Estado).
Resultan, de este listado, y para los
efectos de este negocio, los siguientes artículos:
Artículo 8º: Es obligación del Estado y de las
personas proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación.
Artículo 58: Se garantiza la propiedad privada y los
demás derechos adquiridos con arreglo a las leyes civiles, los cuales no pueden
ser desconocidos ni vulnerados por las leyes posteriores....
La propiedad es una
función social que implica obligaciones. Como tal le es inherente una función
ecológica.
Artículo 79: Todas las personas tienen derecho a gozar
de un ambiente sano. La ley garantizará la participación de la comunidad en las
decisiones que puedan afectarlo.
Es deber del estado
proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de
especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos
fines.
Artículo 95-8: Son deberes de la persona y del
ciudadano:
8- Proteger los recursos culturales y
naturales del país y velar por la conservación de un ambiente sano.
De la concordancia de estas normas, e
inscritas en el marco del derecho a la vida, de que trata el artículo 11 de la
Carta, se deduce que el ambiente es un derecho constitucional fundamental para
el hombre, pues sin él, la vida misma correría letal peligro.
2.3. Pactos Internacionales sobre ambiente.
El artículo 93 de la Constitución le
confiere a los tratados internacionales sobre Derechos Humanos el carácter de
norma prevalente en el ordenamiento interno, si se ajustan al orden
constitucional, y les otorga la condición de criterio de interpretación
constitucional para buscar el sentido de los derechos y deberes consagrados en
la Carta Fundamental.
El artículo 93 de la Constitución
establece:
"Los tratados y
convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los
derechos humanos y que prohíben su limitación en los estados de excepción,
prevalecen en el orden interno. Los derechos y deberes consagrados en esta
Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre
derechos humanos ratificados por Colombia".
Colombia, sobre la conservación del
ambiente, ha ratificado los siguientes pactos:
a. Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, aprobado mediante la Ley 74 de 1968, que
establece, en el artículo 12, lo siguiente:
"1. Los Estados
Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute
del más alto nivel posible de salud física y mental.
2. Entre las medidas
que deberán adoptar los Estados Partes en el Pacto a fin de asegurar la plena
efectividad de este derecho, figurarán las necesarias para:
b) el mejoramiento
en todos sus aspectos... del medio ambiente"[2].
En el Título III del Convenio de Ginebra
IV, del 12 de agosto de 1949, relativo a la protección debida a las personas
civiles en tiempo de guerra -aprobado mediante la Ley 5ª de agosto de 1960-, se
dispone, en su artículo 35, numeral 3º, lo siguiente:
"3. Queda
prohibido el empleo de métodos o medios de hacer la guerra que hayan sido
concebidos para causar, o de los que quepa prever que causen, daños externos,
duraderos y graves al medio ambiente natural".[3]
Y en el artículo 55 consagra dicho
Convenio:
"Protección al
medio ambiente natural.
1. En la realización
de la guerra se velará por la protección del medio ambiente natural contra
daños extensos, duraderos y graves.
Esta protección
incluye la prohibición de emplear métodos o medios de hacer la guerra que hayan
sido concebidos para causar o de lo que quepa prever que causen tales daños al
medio ambiente natural, comprometiendo así la salud o la supervivencia de la
población.
2. Quedan prohibidos
los ataques contra el medio ambiente natural como represalias".[4]
Dentro del marco de la Organización
Marítima Internacional -Entidad de las Naciones Unidas- se han celebrado los
siguientes instrumentos internacionales:
a. Convenio Marpol, Convenio Internacional
para prevenir la contaminación por buques de 1973. Con Protocolo de 1978.
Ratificado por Colombia mediante la Ley 12 de 1981.
b. Convenio Internacional sobre
responsabilidad civil por contaminación por hidrocarburos de 1969. Con
Protocolo de 1976. Ratificado por Colombia mediante la Ley 55 de 1989.
c. Convenio Solas, Seguridad de la vida
humana en el mar. Con Protocolo de 1978. Ratificado por Colombia mediante la
Ley 8 de 1980.
Como se advierte, los Pactos
Internacionales vigentes en Colombia complementan la protección constitucional
al ambiente, aunque la fuerza expansiva de su núcleo esencial sea menor que la
de las normas constitucionales, lo cual se explica por su antigüedad. Hoy en
día el tema ambiental es ciertamente más importante que antes y en el futuro lo
será aún más. Prueba de ello, los países preocupados por el problema del
deterioro ambiental de la tierra se encuentran reunidos actualmente en la
Conferencia de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo en
Río de Janeiro.
Como antecedente de la Conferencia de Río
de Janeiro está la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano,
celebrada en Estocolmo en 1.972 en la que se adoptó el siguiente principio:
El hombre tiene el
derecho fundamental... al disfrute de condiciones de vida adecuadas en un medio
de calidad tal que le permita llevar una vida digna y gozar de bienestar, y
tiene la solemne obligación de proteger y mejorar el medio para las
generaciones presentes y futuras.
2.4. El desarrollo normativo de la función
ecológica.
La legislación ambiental en Colombia está
integrada por una serie de leyes y decretos, dentro de los cuales se destacan:
-El Código de
Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente, expedido
mediante Decreto 2811 de 1974.
-La Ley Sanitaria
Nacional, Ley 9ª de 1979.
-La Ley Penal,
Decreto 100 de 1980, artículos 242 a 247 del Código de 1.980, que consagran los
delitos contra los recursos naturales.
-La Ley del Mar, Ley
10 de 1978.
-El Código Minero,
Decreto Ley 2855 de 1988.
-Ley 9a. de 1899,
artículo 8º.
-Decreto 2400 de
1989, entre otros.
2.5. La Ratio Juris de la Constitución
Ecológica.
La protección jurídica del medio ambiente
es hoy una necesidad universalmente reconocida, una necesidad socialmente
sentida, de dar una respuesta contundente a las intolerables agresiones que
sufre el medio ambiente.
El desarrollo sin planificación y los
avances científicos fueron ampliando considerablemente el impacto industrial en
el entorno.
El problema ecológico y todo lo que este
implica es hoy en día un clamor universal, es un problema de supervivencia.
Para esta Sala de Revisión, la protección
al ambiente no es un "amor platónico hacia la madre naturaleza", sino
la respuesta a un problema que de seguirse agravando al ritmo presente,
acabaría planteando una auténtica cuestión de vida o muerte: la contaminación
de los ríos y mares, la progresiva desaparición de la fauna y la flora, la
conversión en irrespirable de la atmósfera de muchas grandes ciudades por la
polución, la desaparición de la capa de ozono, el efecto invernadero, el ruido,
la deforestación, el aumento de la erosión, el uso de productos químicos, los
desechos industriales, la lluvia ácida, los melones nucleares, el
empobrecimiento de los bancos genéticos del planeta, etc., son cuestiones tan
vitales que merecen una decisión firme y unánime de la población mundial. Al
fin y al cabo el patrimonio natural de un país, al igual que ocurre con el
histórico - artístico, pertenece a las personas que en él viven, pero también a
las generaciones venideras, puesto que estamos en la obligación y el desafío de
entregar el legado que hemos recibido en condiciones óptimas a nuestros
descendientes[5].
Este inmenso desafío tiene una dimensión
moral y espiritual. La era pasada nos ha enseñado una muy buena lección: el
hombre no puede mandar sobre el viento y la lluvia.
El hombre no es el amo omnipotente del
universo, con carta blanca para hacer impúnemente lo que desee o lo que le
convenga en un determinado momento. Y, como sostiene el humanista Vaclav Havel,
el mundo en que vivimos está hecho de un tejido inmensamente complejo y
misterioso sobre el cual sabemos muy poco y al cual debemos tratar con
humildad.
Entre los habitantes de la tierra, son las
tribus indígenas las que aún conservan el respeto por ella; así lo manifestó el
Jefe Seattle de las tribus Dwasmich y Suquamech:
"Esto sabemos:
la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto
sabemos. Todo va enlazado como la sangre que une a una familia. Todo va
enlazado. [6]
Por estas razones el medio ambiente y los
recursos naturales han sido reconocidos por constituciones de varios países,
que han consagrado su tutela, así: artículo 24 de la Constitución griega de
1975, artículo 66 de la Constitución portuguesa de 1976 y artículo 45 de la
Constitución española de 1978.
3. La función ecológica del tríptico
económico.
3.1. El derecho-deber del tríptico
económico
Una de las características de casi todos
los derechos constitucionales fundamentales es que no son derechos absolutos
que puedan ejecutarse sin carga alguna, por parte de su titular, pues están
sujetos a límites más allá de los cuales resulta ilegítimo su ejercicio. En
este sentido la doctrina ha elaborado la noción de derecho-deber, que implica
límites al ejercicio del derecho.
Peces-Barba, en su libro Escritos sobre
Derechos Fundamentales, considera al respecto lo siguiente: "Este tercer
nivel, que yo denomino provisionalmente derecho-deber, supone que el mismo
titular del derecho tiene al mismo tiempo una obligación respecto de ésas
conductas protegidas por el derecho fundamental. No se trata que frente al
derecho del titular otra persona tenga un deber frente a ese derecho, sino que
el mismo titular del derecho soporta la exigencia de un deber. Se trata de
derechos valorados de una manera tan importante por la comunidad y por su
Ordenamiento jurídico que no se pueden abandonar a la autonomía de la voluntad
sino que el estado establece deberes para todos, al mismo tiempo que les otorga
facultades sobre ellos".[7]
Uno de los límites implícitos de los
derechos es el concepto de función social de León Duguit, que sostenía:
"Todo individuo tiene en la sociedad una cierta función que cumplir, una
cierta tarea que ejecutar. Y este es precisamente el fundamento de la regla de
derecho que se impone a todos, grandes y pequeños, gobernantes y gobernados...
todo hombre tiene una función social que llenar, y por consecuencia tiene el
deber social de desempeñarla; tiene el deber de desenvolver, tan completamente
como le sea posible, su individualidad física, intelectual y moral para cumplir
esa función de la mejor manera posible y nadie puede entorpecer ese libre
desenvolvimiento"[8].
En la Constitución Política surge un
tríptico económico, constituído por el trabajo (artículo 25), la propiedad
privada (artículo 58) y la libertad de empresa (artículo 333).
Este tríptico económico tiene una función
social. En tanto que social, él debe velar por la protección de los valores y
derechos sociales. Entre éstos a su vez se destaca la vida y la ecología. Luego
el trabajo, la propiedad y la empresa tienen una función ecológica que es
inherente a la función social. Es de advertir que el fin último de la función
ecológica del tríptico económico es la prevalencia del interés general sobre el
interés particular, que es un principio fundante del Estado colombiano.
3.2. El núcleo esencial del derecho al
ambiente y sus incidencias en el tríptico económico.
La ecología contiene un núcleo esencial,
entendiendo por éste aquella parte que le es absolutamente necesaria para que
los intereses jurídicamente protegidos y que le dan vida resulten real y
efectivamente tutelados.
Se rebasa o se desconoce el contenido
esencial cuando el derecho queda sometido a limitaciones que lo hacen
impracticable, lo dificultan más allá de lo razonable o lo despojan de la
necesaria protección.
Observa la Corte que se trata en este
negocio de hacer compatibles y armónicos los derechos del tríptico económico
(trabajo, propiedad privada y libertad de empresa) y el derecho a
un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.
La compatibilidad está en la conjunción
copulativa -"y"-, que radica en la combinación del crecimiento
económico y el respeto por el medio ambiente. Esta ha sido la esencia del
concepto de desarrollo sostenible que fue presentado hace cinco años por la
Comisión Brundtland (en honor de la primera ministra noruega, Gro Harlem
BrundTland) y que se encuentra a la orden del día en la agenda de la
Conferencia de Río de Janeiro. En otras palabras, la clave radica en mantener
el desarrollo económico, pero haciéndolo sostenible, esto es, de forma tal que
responda a las necesidades tanto del hombre como de la naturaleza.
V. Consideraciones en relación al caso
concreto.
Concretamente en el caso a estudio de la
Sala de Revisión, están en juego dos grupos de derechos. El primero de ellos
conformado por el trabajo, la propiedad privada y la libertad de empresa de
José Felipe Tello Varón como persona natural y en calidad de representante legal
de la Sociedad Molino Granarroz Ltda., y el segundo por el derecho de la
comunidad de los barrios San Juan Bosco, Luis Carlos Riveros y Patio Bonito,
ubicados en la zona agroindustrial de la Ciudad de Granada (Meta), a gozar de
una calidad de vida expresada en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado.
Considera la Corte Constitucional que en el
caso concreto, y por las razones expuestas, los derechos al trabajo, a la
propiedad privada y a la libertad de empresa, gozan de especial protección,
siempre que exista un estricto respeto de la función ecológica, esto es, el
deber de velar por el derecho constitucional fundamental al ambiente.
En el caso particular de la Sociedad Molino
Granarroz Ltda, ésta no dio cumplimiento a las obligaciones contenidas en la
Resolución del Inderena Nro. 032 de Septiembre de 1.990, que se relacionaban
con las medidas para evitar la contaminación y los perjuicios a la salud de los
habitantes de los barrios San Juan Bosco, Carlos Riveros y Patio Bonito.
La Resolución citada establece una carga al
funcionamiento de la empresa, en los siguientes términos:
"ARTICULO 1º.- El Molino
"GRANARROZ", por intermedio de su Gerente debe:
a) Evitar la quema de la cascarilla dentro
de las instalaciones.
b) Construir una tolva u otro sistema de
almacenamiento temporal de la cascarilla y disponer finalmente de la cascarilla
fuera del área urbana.
c) El lugar donde se dé disposición final a
la cascarilla deberá cumplir con los siguientes requisitos:
- Localizarse a más de 100 mts. de
corrientes naturales de aguas, bajos, esteros o nacimientos.
- Localizarse a más de 1.000 mts. de
asentamientos humanos.
- Estar cercado e impedir el acceso de
personas al sitio.
- No permitir ni realizar quema de la
cascarilla.
- El lugar debe ser aprobado por este
Instituto.
Artículo 2º.- Dadas las implicaciones
sobre la salud humana, estas medidas, deben ser observadas inmediatamente,
para la solución definitiva del problema. (subrayas fuera del texto).
Artículo 3º.- Envíese copia de la presente
Providencia al Alcalde Municipal de Granada (Meta), al jefe de Microcuencas del
Inderena en Granada (Meta), a la oficina de Unidad Ambiental de esta Regional y
al Servicio de Salud del Meta, para lo de su competencia".
Para esta Sala de Revisión de la Corte
Constitucional, es preciso darle cumplimiento a esta Resolución, la cual fue
expedida en ejercicio de las facultades que emergen de los artículos 38, 305 y
306 del Código de Recursos Naturales, que establecen:
"Artículo 38.
Por razón del volumen o la calidad de los residuos, las basuras, desechos o
desperdicios, se podrá imponer a quien los produce la obligación de
recolectarlos, tratarlos o disponer de ellos, señalándole los medios para cada
caso".
"Artículo 305.
Corresponde a los funcionarios competentes velar por el cumplimiento de las
disposiciones de éste código y las demás legales sobre la materia, e impartir
las órdenes necesarias para la vigilancia y defensa de los recursos naturales
renovables y del ambiente".
"Artículo 306.
En incendio, inundación, contaminación u otro caso semejante, que amenace
perjudicar los recursos naturales renovables o el ambiente se adoptarán medidas
indispensables para evitar, contener o reprimir el daño, que durarán lo que
dure el peligro".
En razón de lo anterior, y teniendo en
cuenta que la Resolución del Inderena fijó un plazo prudencial para la
adecuación del Molino a las obligaciones para la preservación del medio
ambiente y la salud de los habitantes de los barrios circunvecinos, es
necesario recordar que la Constitución en su artículo 315 numeral primero
establece como funciones del alcalde: "Cumplir y hacer cumplir la
Constitución, la ley, los decretos del gobierno, las ordenanzas, y los acuerdos
del concejo.
En consecuencia, la Sentencia proferida por
el Juzgado Primero de Instrucción de Granada (Meta), será confirmada tanto en
su parte motiva como en su parte resolutiva por adecuarse a las consideraciones
aquí trazadas, en el sentido de no conceder la tutela solicitada por el Sr.
José Felipe Tello Varón en la que pretendía la cesación de la actuación del
Alcalde y la indemnización de perjuicios ocasionados con el sellamiento del
Molino Granarroz Ltda.
En mérito de lo expuesto, la Sala Cuarta de
Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
Primero.- CONFIRMAR la Sentencia proferida por el Juzgado
Primero de Instrucción Criminal de Granada (Meta), de fecha 12 de febrero de
1992, por las razones expuestas en esta Sentencia.
Segundo.- COMUNICAR el contenido de esta Sentencia al
Ministerio de Salud, al Ministerio de Agricultura, al Departamento Nacional de
Planeación, al Director del Inderena, a la Seccional de los Llanos Orientales,
a la Secretaría de Salud del Meta, al H. Tribunal Superior de Villavicencio, al
Concejo Municipal y al Alcalde de Granada (Meta), para lo de su competencia.
Cópiese, publíquese, comuníquese a quien
corresponda, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional y envíese al
Juzgado Primero de Instrucción Criminal de Granada (Meta).
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO.
Magistrado Sustanciador.
FABIO MORON DIAZ.
Magistrado.
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ.
Magistrado.
Sentencia aprobada por la Sala Cuarta de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá D.C., a los diecisiete (17) días
del mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
1Sentencia Nro. T-02 de la Corte Constitucional. Mayo 8 de 1.992.
Págs. 8 y 9.
2 Ibidem, Págs. 24 y 25.
3 PIZZORUSSO, Alessandro. Lecciones de Derecho Constitucional. Tomo
I. Capítulo XIII. Págs. 1.983-1.984.
[1]SCHNEIDER, Hans Peter. Democracia y Constitución. Centro de
Estudios Constitucionales. Madrid. 1.991. Pág. 21.
[2]Los Derechos Constitucionales. Fuentes Internacionales para su
interpretación. Consejería para el desarrollo de la Constitución. Presidencia
de la República. 1.992. Página 31.
[3]Ibidem, página 269.
[4]Ibidem, página 279.
[5] Se han tenido como fundamento los siguientes documentos:
Terradillos Bosoco, Juan. El Delito
Ecológico. Editorial Trotta. Madrid 1992.
Martín Mateo, Ramón. La Calidad de
vida como valor Jurídico. Estudios sobre la Constitución Española. Homenaje al
profesor Eduardo García de Enterría. Volumen II De los Derechos y Deberes
Fundamentales. Editorial Civitas S.A. Madrid 1991. Página 1437.
Alzaga Villamil, Oscar. Comentario
Sistemático ala Constitución Española de 1978. Ediciones el Foro. Madrid, 1978.
Página 323.
Revistas:
Desarrollo Mundial (Revista de la
Organización de Naciones Unidas) Octubre de 1991.
[6] Derechos Humanos y Modernidad. Personeria Municipal de Cali.
1989. Pág. 171.
[7] PECES-BARBA, Gregorio. Escritos sobre Derechos Fundamentales.
Eudema Universidad. Madrid 1.968. Pág. 209.
[8]DUGUIT, León. Las Transformaciones Generales del derecho Privado
desde el Código de Napoleón. Ed. Librería Española y extranjera. Madrid. 1.920.
Págs 36 y 37. |
48 | T-412-92
Sentencia No
Sentencia No. T-412/92
ACCION DE TUTELA CONTRA
PARTICULARES/CONSTREÑIMIENTO ILEGAL
En el numeral 4 del artículo 42 del Decreto
2591/91 se protegen los derechos fundamentales que pueden ser vulnerados o
amenazados por una organización privada con la sola condición de la relación de
subordinación o indefensión con tal organización, es decir no se condiciona al ejercicio
de determinado derecho, sino que se hace referencia a una situación concreta.
Cuando la persona es constreñida, mediante una conducta ilícita, a realizar el
pago de una obligación, se encuentra en una clara situación de indefensión,
pues ante un cobro extraproceso, no puede ejercer el derecho de defensa ni las
garantías consagradas en el ordenamiento jurídico, como sí ocurre ante un
juez, quien velará por el respeto del debido proceso como derecho
constitucional fundamental.
DERECHO AL BUEN NOMBRE/PERSONA
NATURAL/PERSONA JURIDICA
El caso a estudio de la Sala de Revisión
guarda relación directa con el derecho al buen nombre, entendiendo por ello el
derecho a la reputación, o sea el concepto que las demás personas tienen de
uno. Ese derecho cobija tanto a las personas naturales como a las jurídicas. En
el caso de la protección de la reputación de las personas naturales, el
Constituyente consideró necesario desarrollar el núcleo esencial del derecho al
buen nombre en el artículo 21 de la Constitución. Pero el núcleo esencial del
artículo 15 permite también proteger a las personas jurídicas, ante la
difamación que le produzcan expresiones ofensivas e injuriosas. Es la
protección del denominado "Good Will" en el derecho anglosajón, que
es el derecho al buen nombre de una persona jurídica y que puede ser estimado
pecuniarimente.
DERECHO A LA HONRA/DERECHOS DE APLICACION
INMEDIATA/DERECHOS FUNDAMENTALES
El concepto de honra se debe construír
desde puntos de vista valorativos y, en consecuencia, con relación a la
dignidad de la persona. Desde dicha perspectiva la honra es un derecho de la
esfera personal y se expresa en la pretensión de respeto que corresponde a
cada persona como consecuencia del reconocimiento de su dignidad.
Aunque honra y honor sean corrientemente
considerados como sinónimos, existe una diferencia muy clara entre ellos. Honor
se refiere a un valor propio que de sí mismo tiene la persona, independiente de
la opinión ajena; en cambio la honra o reputación es externa, llega desde
afuera, como ponderación o criterio que los demás tienen de uno, con
independencia de que realmente se tenga o no honor; uno es el concepto interno
-el sentimiento interno del honor-, y otro el concepto objetivo externo que se
tiene de nosotros -honra-. Es de advertir que el derecho fundamental a la honra
es de aplicación inmediata, por lo tanto no requiere para su aplicación la
mediación de otra norma jurídica.
ACCION DE TUTELA-Objeto/DERECHOS
FUNDAMENTALES-Vulneración/DERECHOS FUNDAMENTALES-Amenaza
La acción de tutela está encaminada a la
protección inmediata de los derechos constitucionales fundamentales, cuando
quiera que estos resulten vulnerados o amenazados por la acción u
omisión de cualquier autoridad pública o de los particulares en los casos que
señala el Decreto.
La vulneración lleva implícito el
concepto de daño o perjuicio. Se vulnera un derecho cuando el bien jurídico que
constituye su objeto es lesionado.
Se amenaza el derecho cuando ése
mismo bien jurídico, sin ser destruído, es puesto en trance de sufrir mengua.
En el primer caso la persona afectada ya ha
sido víctima de la realización ilícita. En el segundo, por el contrario, la
persona está sujeta a la inmediata probabilidad de un daño.
COBRO JUDICIAL-Procedencia/DERECHO
DE DEFENSA
El derecho subjetivo al pago que tiene el
acreedor por la obligación jurídica, contiene un límite que son los
procedimientos legales para lograr la efectividad, esto es, los mecanismos que
el ordenamiento jurídico le otorga para hacer eficaz el cumplimiento de la obligación
por parte del deudor. En desarrollo del artículo 229 de la Constitución,
existen claramente otros medios determinados en los Códigos Civil y de
Procedimiento Civil, que establecen los derechos y trámites a seguir para
lograr el pago de una obligación vencida y el resarcimiento por los perjuicios
causados con el incumplimiento. Por esta razón,así como por las expuestas en la
parte de las consideraciones jurídicas, ninguna autoridad judicial podrá avalar
la actitud de ejercer justicia por la vía privada.
REF.: EXPEDIENTE
No. T-875
Peticionaria: LUZ
MARINA AVILA CASTRO.
Procedencia:
Juzgado 11 Penal Municipal de Santafé de Bogotá.
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santafé de Bogotá, D.C., junio diecisiete
(17) de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala Cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional, compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero,
Fabio Morón Díaz y Simón Rodríguez Rodríguez,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela identificado con el
número de radicación T-875, adelantada por Luz Marina Avila Castro.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional escogió para su revisión la acción
de tutela de la referencia.
Correspondió por reparto el negocio T-875 a
esta Sala de Revisión, la cual lo recibió formalmente el día 18 de marzo del
año en curso.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia en el presente negocio.
1. Solicitud
Luz Marina Avila Castro, actuando en nombre
propio, presentó ante el Juez Penal Municipal (reparto) de Santafé de Bogotá
una petición de tutela basada en los siguientes hechos:
La peticionaria es codeudora de un préstamo
que otorgó la empresa CRESISTEMAS S.A. a su esposo, deuda que se encuentra
garantizada con cheques y letras de cambio que suscribieron los deudores.
Debido a dificultades patrimoniales, la peticionaria afirma no haber podido
cumplir con su obligación de codeudora, por lo cual la empresa acreedora
decidió enviar al lugar de su trabajo a un cobrador. Este cobrador profirió una
amenaza a la deudora, consistente en el hecho de que si ésta última no cumplía
con sus obligaciones, aquél se colocaría su "ropa de trabajo" y la
intimidaría en presencia de sus compañeros de labores. La ropa de trabajo era
un disfraz denominado popularmente de "chepito", que consiste en un
llamativo atuendo compuesto de sacoleva, sombrero y maletín color negro que
lleva la inscripción "deudor moroso", cuyo fin es colocar a la
persona -que tiene una obligación pendiente- en ridículo frente a los demás
para de esta forma obligarla a cumplir con sus créditos.
Como la peticionaria misma lo afirmó, por
el inmenso "nerviosismo, pena y vergüenza con los visitantes y compañeros
de oficio", solicitó y obtuvo una licencia laboral, para lograr conseguir
el dinero y pagar la deuda.
De acuerdo con el testimonio de una
compañera de trabajo de la señora Avila Castro, el intimidador volvió a
realizar la cobranza "dos veces de civil y otra vestido de chepito,
despertando la curiosidad de las personas que ingresaban al lugar de
trabajo", según consta en el proceso.
La acción de tutela impetrada por Luz
Marina Avila Castro se fundamentó en los siguientes artículos de la
Constitución: 13 (protección especial del Estado para personas que se
encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta) y 15 (derecho al buen
nombre).
2. Fallo del Juzgado Once Penal Municipal de Santafé
de Bogotá (Providencia de enero 30 de 1992).
En primera y única instancia el Juzgado
Penal Municipal no accedió a la petición de tutela propuesta por Luz Marina
Avila Castro, que apuntaba a evitar la vulneración de los derechos
fundamentales de la accionante.
Los siguientes fueron los argumentos del
Juzgado Penal Municipal de Santafé de Bogotá para denegar la solicitud:
1. La labor del cobrador no alcanzó a
vulnerar el derecho que invocó la accionante.
2. La amenaza que realizó por una sola vez,
una persona con traje de calle y que se presentó ante la accionante, no era
suficiente motivo para solicitar la acción de tutela.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. De la acción de tutela frente a
particulares.
Es competente esta Sala de Revisión de la
Corte Constitucional para dictar Sentencia de Revisión del fallo proferido por
el Juzgado 11 Penal Municipal de Santafé de Bogotá, con fundamento en el
artículo 86 de la Constitución y el artículo 2º del Decreto 2591 de 1991.
La acción de tutela está consagrada en el
artículo 86 de la Constitución Política y establece en su inciso primero:
"Toda persona
tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces en todo momento y lugar,
mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe
a su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales".
El caso que ocupa a esta sala de Revisión
está comprendido en lo establecido en el inciso final del artículo 86 de la
Constitución y en el artículo 42 del Decreto 2591 de 1.991, por tratarse de una
acción de tutela contra una organización privada.
El artículo 86 en su inciso segundo
consagra que:
"La ley
establecerá los casos en los que la acción de tutela procede contra
particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta
afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el
solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión".
El inciso citado del artículo 86 dispone
los casos en que el particular puede ser objeto pasivo de la acción:
- Cuando el particular esté encargado de un
servicio público.
- Cuando el particular afecte grave y
directamente el interés colectivo.
- Cuando el solicitante se halle en estado
de subordinación o indefensión.
El artículo 42 del Decreto 2591 de 1.991,
que desarrolla la acción de tutela, establece en el numeral 4º que ésta
procederá contra acciones u omisiones de particulares en los siguientes casos:
"4- Cuando la
solicitud fuere dirigida contra una organización privada , contra quien la
controle efectivamente o fuere el beneficiario real de la situación que motivó
la acción, siempre y cuando el solicitante tenga una relación de subordinación
o indefensión con tal organización".
Tanto el artículo 86 de la Constitución
como el numeral 4º del artículo 42 del Decreto 2591 de 1.991 utilizan los
términos "subordinación" e "indefensión" que en su
sentido jurídico significan:
"Subordinación": Condición de una
persona sujeta a otra o dependiente de ella. En el derecho laboral constituye
el elemento característico y el más importante del contrato de trabajo, de tal
manera que cuando existe, comienza hacia esa relación contractual la tutela
del Estado".
"Indefensión": La violación del
derecho de defensa y su garantía constitucional colocan a la persona en estado
de indefensión. La indefensión se produce cuando una persona, sin culpa de su
parte, no ha podido defenderse o defender sus derechos conforme a las leyes que
reglamentan su ejercicio"1 .
En el numeral 4º se protegen los derechos
fundamentales que pueden ser vulnerados o amenazados por una organización
privada con la sola condición de la relación de subordinación o indefensión con
tal organización, es decir no se condiciona al ejercicio de determinado
derecho, sino que se hace referencia a una situación concreta.
Cuando la persona es constreñida, mediante
una conducta ilícita, a realizar el pago de una obligación, se encuentra en una
clara situación de indefensión, pues ante un cobro extraproceso, no puede
ejercer el derecho de defensa ni las garantías consagradas en el ordenamiento
jurídico, como sí ocurre ante un juez, quien velará por el respeto del debido
proceso como derecho constitucional fundamental.
2. De la justicia ejercida por
particulares.
Una de las características de un Estado de
Derecho es que ofrece su jurisdicción a los particulares, como última
instancia, para la solución de los conflictos que surgen de las relaciones
sociales.
Es así como la Constitución de 1991
estableció en el artículo 229 el derecho de toda persona para acceder
libremente a la administración de justicia.
La administración de justicia es una
función pública, cuyas decisiones son independientes y cuyas actuaciones serán
públicas y permanentes, con las excepciones que fije la ley.
Con el fin de evitar que los procedimientos
sean utilizados para obstaculizar la administración de justicia, se dispone que
en las actuaciones prevalecerá el derecho sustancial.
Así mismo, se establece en el artículo 228
de la Carta los parámetros necesarios para que la justicia sea eficaz, al
determinar que los términos procesales se observarán con diligencia y su
incumplimiento será sancionable.
En consecuencia, la solución coactiva, pero
imparcial y pacífica, de las controversias o conflictos, constituye el objeto
propio de la función jurisdiccional.
El hombre ha realizado con el correr de los
tiempos un proceso de racionalización en la forma y en los medios para
solucionar sus conflictos, cristalizar sus aspiraciones y satisfacer sus
necesidades. Es así como pasó de la barbarie inicial a un civilizado monopolio
de la fuerza y de la administración de justicia en manos del Estado.
Todo lo anterior con el fin de cumplir con
lo determinado en el artículo 2º de la Carta, que establece como fin esencial
del Estado, garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución; y de facilitar la realización del principio
consignado en el artículo 95 numeral 4º, que consagra los derechos humanos como
fundamento de la convivencia pacífica.
Es así como la inobservancia del principio
de llevar a la jurisdicción competente los conflictos surgidos de las
relaciones sociales, que no pudieron ser solucionados por medio de la
autonomía de la voluntad, equivale a regresar al estado de naturaleza, a la Ley
del Talión, a la venganza incontrolada. Esto fue precisamente lo que quiso
prohibir el legislador al consagrar desde el Código Penal de 1.837 el tipo
penal denominado "Ejercicio arbitrario de las propias razones", que
hoy dejó de ser delito y se convirtió en contravención especial. El delito
estaba consagrado en estos términos:
"El que en
lugar de recurrir a la autoridad y con el fin de ejercer un derecho, se haga
justicia arbitrariamente por sí mismo, incurrirá en multa de un mil a cincuenta
mil pesos.."
3. Derecho de la esfera interna de la
persona.
En el inciso 2º del artículo 2º de la
Constitución se consagra que las autoridades están instituídas para proteger a
todas las personas residentes en Colombia en sus vidas, honra, bienes,
creencias y en los demás derechos y libertades.
Como quiera que existen artículos expresos
referentes al derecho a la vida, a los bienes, a la religión y creencias, y a
las libertades de la persona humana, se creyó conveniente consagrar normas que
prescriban el deber del Estado y de los particulares de proteger la esfera
interna de las personas2
El artículo 15 de la Constitución relativo
al derecho a la intimidad, contiene una zona de reserva para la propia persona,
de la que quedan excluídos los demás, a menos que la persona protegida decida
voluntariamente compartir dicho ámbito. Contiene dicho artículo, entre otros,
los derechos a la intimidad personal y familiar, al buen nombre, al habeas
data y a la inviolabilidad de la correspondencia y demás formas de comunicación
privada. Todos estos derechos están unidos por su finalidad, cual es la de
aislar a la persona de las injerencias de terceros, así como proteger su
imagen.
El caso a estudio de la Sala de Revisión
guarda relación directa con el derecho al buen nombre, entendiendo por ello el
derecho a la reputación, o sea el concepto que las demás personas tienen de
uno.
Ese derecho cobija tanto a las personas
naturales como a las jurídicas. En el caso de la protección de la reputación de
las personas naturales, el Constituyente consideró necesario desarrollar el
núcleo esencial del derecho al buen nombre en el artículo 21 de la
Constitución.
Pero el núcleo esencial del artículo 15
permite también proteger a las personas jurídicas, ante la difamación que le
produzcan expresiones ofensivas e injuriosas. Es la protección del denominado
"Good Will" en el derecho anglosajón, que es el derecho al buen
nombre de una persona jurídica y que puede ser estimado pecuniariamente.
Esta ha sido la interpretación que la
doctrina constitucional contemporánea le ha dado al término "buen
nombre" y que fue recogida por el Tribunal Constitucional Español en
Sentencia 137 de 1.985, en el caso Derivados de Hojalata S.A.3
Ahora bien, el artículo 21 de la
Constitución garantiza el derecho a la honra, así:
"Se garantiza
el derecho a la honra. La ley señalará la forma de su protección".
El Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos que entró en vigor el 23 de marzo de 1.976, -aprobado mediante la
Ley 74 de diciembre 26 de 1.968-, estableció en su artículo 17:
"1. Nadie será
objeto de injerencias arbitrarias e ilegales en su vida privada, su familia, su
domicilio o su correspondencia ni de ataques ilegales a su honra y
reputación.
2. Toda persona
tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos
ataques" (subrayas y negrillas no originales).
Igualmente el artículo 11 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos "Pacto de San José de Costa Rica"
-aprobado mediante la Ley 74 de diciembre 26 de 1968-, consagra:
"1. Toda
persona tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su
dignidad.
2. Nadie puede ser
objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su
familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra
y reputación.
3. Toda persona
tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos
ataques" (subrayas y negrillas no originales).
El artículo 93 de la Constitución le
confiere a los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos el carácter de
norma prevalente en el orden interno si se ajusta al orden constitucional y le
otorga la condición de criterio de interpretación constitucional para buscar el
sentido de los derechos y deberes consagrados en la Carta Fundamental.
Como se podrá observar, las normas
contenidas en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos son vinculantes, pero en ésta
última el concepto de honra está más protegido que en aquél. Para interpretar
ésto, se debe recurrir a los artículos 46 (Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos) y al artículo 29 (Convención Americana sobre Derechos
Humanos) que establecen que ninguna disposición del Pacto Internacional o de
la Convención puede ser interpretada en el sentido de excluír o limitar el
efecto que consagre la norma más generosa.
Con los fundamentos anteriores se concluye
que la Convención Americana sobre Derechos Humanos contiene una cláusula más
amplia titulada "Protección de la Honra y de la Dignidad" y cuyo
primer apartado se refiere en forma exclusiva a ese derecho.
La Constitución reconoce y garantiza la
honra de "todas" las personas, sin excepción alguna. El artículo 13
de la Constitución consagra expresamente el derecho a la igualdad ante la ley,
vedando cualquier discriminación. La dignidad de la persona es el soporte y
fundamento de dicha igualdad.
La ratio juris de la honra es la dignidad
humana, la cual es cualidad de la persona, razón y fin de la Constitución de
1.991. No es pues el individuo en abstracto, aisladamente considerado, sino
precisamente el ser humano en su dimensión social, visto en la tensión
individuo-comunidad, la razón última de la nueva Carta Política.
Los derechos constitucionales fundamentales
no deben ser analizados aisladamente, sino a través de todo el sistema de
derechos que tiene como sujeto a la persona.
Es a partir del ser humano, su dignidad, su
personalidad jurídica y su desarrollo (artículos 14 y 16 de la Constitución),
que adquieren sentido los derechos, garantías y los deberes, la organización y
funcionamiento de las ramas y poderes públicos4
Para nuestra Constitución y para los Pactos
Internacionales sobre Derechos Humanos, la honra es un atributo esencial e
inmanente de la persona, que se deriva de su condición y dignidad. Un bien
jurídico personalísimo, de inicial raigambre "aristocrática",
experimenta un proceso de generalización, democratización o socialización, que
alcanza del mismo modo a los derechos a la intimidad, al buen nombre, al habeas
data y a la inviolabilidad de la correspondencia de todas las personas.
El concepto de honra se debe construír
desde puntos de vista valorativos y, en consecuencia, con relación a la
dignidad de la persona. Desde dicha perspectiva la honra es un derecho de la
esfera personal y se expresa en la pretensión de respeto que corresponde a
cada persona como consecuencia del reconocimiento de su dignidad.
Aunque honra y honor sean corrientemente
considerados como sinónimos, existe una diferencia muy clara entre ellos. Honor
se refiere a un valor propio que de sí mismo tiene la persona, independiente de
la opinión ajena; en cambio la honra o reputación es externa, llega desde
afuera, como ponderación o criterio que los demás tienen de uno, con
independencia de que realmente se tenga o no honor; uno es el concepto interno
-el sentimiento interno del honor-, y otro el concepto objetivo externo que se
tiene de nosotros -honra-.
Es de advertir que el derecho fundamental a
la honra es de aplicación inmediata (artículo 85 de la Constitución), por lo
tanto no requiere para su aplicación la mediación de otra norma jurídica.
4. Núcleo esencial del derecho a la honra.
El contenido esencial de un derecho es
aquella parte que le es absolutamente necesaria para que los intereses
jurídicamente protegidos y que le dan vida resulten real y efectivamente
tutelados.
En el derecho a la honra, el núcleo
esencial es el derecho que tiene toda persona a ser respetada ante sí mismo y
ante los demás, independientemente de toda limitación normativa.
El núcleo esencial de este derecho lo
regulan los artículos 21 de la Constitución, 17 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos y 11 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos que prevén todos el mismo núcleo esencial. Los artículos mencionados
anteriormente determinan que la ley señalará la forma de protección del
derecho a la honra. Esa protección se manifiesta tanto en la acción de tutela
como en los artículos 313 a 322 del Código Penal relativos a los Delitos contra
la Integridad Moral, concretizados en los hechos punibles de injuria y
calumnia. Comete injuria el que hace a otros imputaciones deshonrosas, que
menoscaban su reputación o su buen nombre dentro de la comunidad, mediante
hechos que pueden ser ciertos o falsos pero no punibles. Incurre en calumnia el
que imputa falsamente a otro un delito o una contravención.
Respecto del derecho a la honra frente a
los particulares, es necesario resaltar que si en algún ámbito tiene sentido
hablar de la eficacia entre particulares de los derechos constitucionales
fundamentales, éste es sin duda en el campo de la honra.
5. Sobre la vulneración o la amenaza.
Tanto en el artículo 86 de la Constitución
como en el artículo 1º del Decreto 2591 de 1.991 se establece que la acción
de tutela está encaminada a la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales, cuando quiera que estos resulten vulnerados
o amenazados por la acción u omisión de cualquier autoridad pública o de
los particulares en los casos que señala el Decreto.
Como se podrá observar, el artículo 86 de
la Constitución, como el artículo 1º del Decreto 2591 de 1.991, disponen que
la protección de los derechos constitucionales fundamentales va dirigida en dos
sentidos:
a- Cuando resulten vulnerados.
b- Cuando sean amenazados.
La vulneración lleva implícito el
concepto de daño o perjuicio. Se vulnera un derecho cuando el bien jurídico que
constituye su objeto es lesionado.
Se amenaza el derecho cuando ése
mismo bien jurídico, sin ser destruído, es puesto en trance de sufrir mengua.
En el primer caso la persona afectada ya ha
sido víctima de la realización ilícita. En el segundo, por el contrario, la
persona está sujeta a la inmediata probabilidad de un daño.
El artículo 5º del Decreto 2591 contribuye
a precisar aún más esta materia cuando establece que la vulneración o amenaza
pueden presentarse:
a- Cuando la violación ya ha ocurrido.
b- Cuando está ocurriendo en el acto.
c- Cuando exista amenaza de violación.
La amenaza se asemeja a la figura que en
materia penal se denomina "tentativa", que es la no consumación del
delito o que el tipo del delito no ha sido realizado en su totalidad, pero el
fracasado intento pone en peligro al bien jurídico tutelado, la vida en común y
la paz jurídica, de modo tal que se ha de reaccionar frente a ello con una pena
por razones de prevención general y especial. Pero por otra parte, se llegaría
demasiado lejos si se castigara como tentativa, cualquier conducta que
manifieste al exterior que se pretende realizar un delito; tal modo de operar
sacrificaría por completo la seguridad jurídica. Acto ejecutivo no es entonces
solamente el que supone la violación de una norma penal que protege el bien
jurídico atacado, sino aquél que lo coloca en un inmediato peligro por invadir
su órbita de protección.
Así pues, en materia de protección de los
derechos constitucionales fundamentales, se trata de determinar si los actos
realizados denotan la decisión firme de continuar hacia la vulneración, por las
manifestaciones externas realizadas y que son inequívocas del desarrollo futuro
del comportamiento.
6. Consideraciones en relación con el caso
particular.
6.1. De la tutela frente a particulares.
En el caso concreto la entidad contra la
que se promovió la acción de tutela es de orden particular; se trata de una
Sociedad Anónima, de derecho privado, regulada por el derecho privado, como tal
la conducta se subsume en el numeral 4º del Decreto 2591 de 1.991, porque se
presentan los requisitos allí establecidos, así:
1) Tutela dirigida contra organización
privada: ésta se presentó efectivamente contra la firma CRESISTEMAS S.A., que
es una persona jurídica de orden privado.
2) Que se dirija la tutela contra el
beneficiario o controlador: la Sociedad CRESISTEMAS S.A. se beneficiaba
directamente con el cobro, porque en el evento de ser cancelada la obligación
se evitaba de esta forma el inicio de un proceso ejecutivo.
6.2. Del derecho a la reputación de la
accionante.
En el caso particular se trata de
establecer si ha habido una violación al derecho a la reputación de la
accionante, consagrado en los artículos 15 y 21 de la Constitución, 17 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 11 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.
De conformidad con las pruebas aportadas al
expediente (declaración del Sr. Luis Fabio Serrano Avila y de la Señorita Doris
Stella Romero Santos), se demostró que el cobrador acudió al sitio de trabajo
de la Sra. Luz Marina Avila Castro, a conminarla a cumplir con una obligación
civil que se encontraba pendiente de pago, con la amenaza de que si no se
obtenía el resultado inmediato, procedería a utilizar el disfraz de
"chepito", para que de esta forma y ante la intimidación que la sóla
imagen produce, se viera obligada a cancelar la deuda.
En consecuencia, para esta Corte es claro
que la reputación de la peticionaria ha sido vulnerada. Se trata entonces, como
lo solicita la actora, de la vulneración a su buen nombre (artículo 15),
considerado como concepto genérico, pero además del derecho fundamental a la
honra, como norma específica consagrada en el artículo 21 de la Constitución.
No es sólo por la vía del artículo 15 de la
Carta (buen nombre), sino además por la vía del artículo 21 (honra) que se
protege la reputación de la Sra. Luz Marina Avila Castro.
Por otra parte observa la Corte Constitucional
que el derecho subjetivo al pago que tiene el acreedor por la obligación
jurídica, contiene un límite que son los procedimientos legales para lograr la
efectividad, esto es, los mecanismos que el ordenamiento jurídico le otorga
para hacer eficaz el cumplimiento de la obligación por parte del deudor.
En desarrollo del artículo 229 de la
Constitución ya mencionado (vid supra), existen claramente otros medios
determinados en los Códigos Civil y de Procedimiento Civil, que establecen los
derechos y trámites a seguir para lograr el pago de una obligación vencida y
el resarcimiento por los perjuicios causados con el incumplimiento. Por esta
razón,así como por las expuestas en la parte de las consideraciones jurídicas,
ninguna autoridad judicial podrá avalar la actitud de ejercer justicia por la
vía privada.
6.3. De la vulneración o amenaza.
En el caso concreto, el ataque al derecho
fundamental a la honra se inició con la amenaza, cuando el cobrador de
la firma CRESISTEMAS S.A. le manifestó a la peticionaria que si no cancelaba la
obligación se vestiría de "chepito".
Y el ataque al derecho continuó con la vulneración
cuando el cobrador apareció con el disfraz puesto en las dependencias de la
división administrativa y financiera de la Universidad Católica de Colombia, en
donde trabajaba la Sra. Avila Castro como da cuenta la Srta. Doris Stella
Romero Santos.
Por lo tanto, para esta Sala de Revisión,
la actitud tanto de amenaza como de vulneración constituye un verdadero
atentado al derecho a la honra de la Sra. Luz Marina Avila Castro.
6.4. De las consideraciones finales.
Esta Sala de Revisión de la Corte
Constitucional no comparte los planteamientos expuestos en la Sentencia de
tutela proferida por el Juzgado 11 Penal Municipal de Santafé de Bogotá, ya que
existen en el proceso razones suficientes para proteger el derecho fundamental
de la peticionaria, sin que la Corte Constitucional desconozca el derecho al
pago que tiene el acreedor y la obligación de cumplimiento por parte del
deudor.
En consecuencia esta Sala de Revisión de la
Corte Constitucional revoca la Sentencia de única instancia y entra a tutelar
el derecho a la honra de la peticionaria.
Además es conducente prevenir a la
organización privada CRESISTEMAS S.A., para que en ningún caso vuelva a
incurrir en las acciones que dieron mérito a la tutela, y que, si procediere de
modo contrario, será sancionada de acuerdo con lo establecido en los artículos
24, 52 y 53 del Decreto 2591 de 1991.
Es la Superintendencia de Sociedades, de
conformidad con el literal a), del numeral 6º, del artículo 267 del Código de
Comercio, la entidad llamada a ejercer estricta vigilancia sobre las
sociedades, para determinar si éstas realizan actividades intimidatorias con el
propósito de lograr sus objetos sociales.
Igualmente, respecto de las personas
naturales en particular, se compulsarán copias a la autoridad competente de
conformidad con el artículo 1º de la Ley 23 de 1.991, para la investigación de
la contravención especial denominada "Ejercicio arbitrario de las propias
razones", y para que se determine si la misma conducta de los cobradores
también encuadra en otro u otros tipos penales.
En consecuencia, el fallo revisado será
revocado tanto en su parte resolutiva como en su parte motiva.
En mérito de lo expuesto, la Corte
Constitucional, en Sala de Revisión,
RESUELVE
Primero: REVOCAR la Providencia proferida por el Juzgado 11
Penal Municipal de Santafé de Bogotá, de fecha enero 30 de 1.992, mediante la
cual denegó la solicitud de tutela que presentó la Sra. Luz Marina Avila
Castro, por las razones expuestas en esta Sentencia.
Segundo: CONCEDER la Acción de Tutela a la Sra. Luz Marina
Avila Castro, por las razones expuestas en esta Sentencia.
Tercero: ORDENAR al Juez 11 Penal Municipal de Santafé de
Bogotá que prevenga a la Sociedad CRESISTEMAS S.A., en cabeza de su
Representante Legal, para que en lo sucesivo se abstenga de incurrir en el tipo
de comportamiento que desató esta acción de tutela, so pena de hacerse
merecedora de una sanción establecida en el artículo 53 del Decreto 2591 de
1991.
Cuarto: COMPULSAR copias de esta Sentencia de Revisión
al Juez de Juez de Instrucción Criminal (reparto) de Santafé de Bogotá para la
de su competencia, por conducto de la Secretaría General de la Corte
Constitucional.
Quinto: COMPULSAR copias de esta Sentencia de Revisión
a la Superintendencia de Sociedades para lo de su competencia, por conducto de
la Secretaría General de la Corte Constitucional.
Sexto: Cópiese, publíquese, notifíquese a quien corresponda,
insértese en la Gaceta Constitucional y envíese al Juzgado 11 Penal Municipal
de Santafé de Bogotá.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Sustanciador
FABIO MORON DIAZ.
Magistrado.
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ.
Magistrado.
Sentencia aprobada por la Sala Cuarta de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá D.C., a los diecisiete (17) días
del mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
1 Las dos definiciones se encuentran en el Diccionario Jurídico
Abeledo-Perrot. Argentina 1.987. Tomos II y III.
2 Gaceta Constitucional número 82. Pág. 13.
3 LOPEZ GUERRA, Luis.ESPIN ,Eduardo. GARCIA MORILLO,Joaquín. PEREZ
TREMPS, Pablo. SATUSTREGUI, Miguel. derecho Constitucional. Volumen I. El
Ordenamiento Constitucional. Derechos y Dereberes de los Ciudadanos. Editorial
Tirant lo Blanch. Valencia. 1.991. Pág. 182.
4 Cfr, Sentencia de Constitucionalidad del 29 de mayo de 1.992.
Sala Plena. |
49 | T-413-92
Sentencia No
Sentencia No. T-413/92
JURISDICCION CONSTITUCIONAL/ACCION DE
TUTELA CONTRA SENTENCIAS/TRIBUNAL DISCIPLINARIO/COMPETENCIA DE TUTELA
La jurisdicción constitucional es, pues,
paralela y bien puede ser ejercida por los mismos jueces que actúan en el
ámbito de otras jurisdicciones sin que respecto de ellas se prediquen las
mismas jerarquías y niveles de dichas jurisdicciones. Es precisamente esto lo que
permite, por ejemplo, que una Sala de la Corte Suprema pueda conocer de las
tutelas contra sentencias de otra Sala de la misma corporación. Por tratarse de
la acción de tutela el Tribunal es órgano de la jurisdicción constitucional
difusa y en ella operan normas de jerarquía y de asignación funcional de
competencias distintas a las de las jurisdicciones ordinarias. En una
circunstancia excepcional, como la que vivió el extinto Tribunal Disciplinario
al conocer de las tutelas que aquí nos ocupan, la Sala de Conjueces hubiera
podido revisar los fallos del Tribunal, pues precisamente existe para eso: para
evitar la producción de fallos viciados. Que lo hagan preventivamente de
ordinario, no impide que puedan hacerlo también reactivamente en una
circunstancia excepcional, ante un vacío legal, todo dentro del marco de la
Jurisdicción Constitucional.
PRINCIPIO NON BIS IN IDEM
No se viola el principio Non Bis in Idem,
por cuanto el juicio realizado en dos jurisdicciones distintas implica una
confrontación con normas de categoría, contenido y alcance distinto. El juez
disciplinario evalúa el comportamiento del acusado, con relación a normas de
carácter ético, contenidas principalmente en el Estatuto de la Abogacía. Por su
parte, el juez penal hace la confrontación de la misma conducta, contra tipos
penales específicos que tienen un contenido de protección de bienes
jurídicamente tutelados en guarda del interés social. Así que tanto la norma
aplicable, como el interés que se protege son de naturaleza distinta en cada
una de las dos jurisdicciones. Por ello , es posible, como sucedió en este
caso, que el juez penal haya absuelto y, por su parte, el juez disciplinario
haya condenado.
PRINCIPIO NO REFORMATIO IN PEJUS/CONSULTA
En el primer caso estudiado el Tribunal Disciplinario
violó este derecho constitucional fundamental, estrachamente vinculado con el
debido proceso. En el segundo caso no tiene cabida la "reformatio in
pejus" pues se trata de una revisión hecha por el superior en grado de
consulta, el cual la excluye. Así, si la sentencia es consultable de
oficio y no ha habido apelación, como la consulta da competencia para reformar
en cualquier sentido la decisión, el superior puede agravar la condena que en
primera instancia haya habido contra la parte en razón de la cual se establece
tal consulta, pues para ésta no rige la "reformatio in pejus". Ello,
en virtud de que el artículo 31 de la Carta, sólo prohibe la agravación de la
pena en los casos en que haya un apelante único", característica que, por
su naturaleza misma, no se presenta en la consulta.
SENTENCIA DE JUNIO 5 DE 1992
REF:
EXPEDIENTES T-480 Y T-814
PROCEDENCIA:
TRIBUNAL
DISCIPLINARIO DE BOGOTA
PETICIONARIOS:
HUGO
ERNESTO FERNANDEZ ARIAS Y ARTURO SANCHEZ ZAMBRANO
MAGISTRADO
PONENTE:
CIRO
ANGARITA BARON
La Sala Primera de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los Magistrados Ciro Angarita Barón, Eduardo
Cifuentes Muñoz y José Gregorio Hernández Galindo ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
La siguiente
SENTENCIA
En los procesos de acción de tutela de Hugo
Ernesto Fernández Sánchez contra la sentencia del Tribunal Disciplinario de
Bogotá, proferida el 9 de Diciembre de 1991 y de Arturo Sánchez Zambrano contra
la decisión del mismo Tribunal de fecha 3 de Octubre de 1991, acciones que la
sala de selección respectiva decidió acumular.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
las acciones de tutela de la referencia.
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el expediente el 17 de Marzo
del año en curso.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia de revisión.
1. Hechos del expediente T-480
Hugo Ernesto Fernández Arias, interpuso
acción de tutela ante el Tribunal Disciplinario el 9 de diciembre de 1991. Con
ella, pretendió que se tutelerán sus derechos fundamentales, que consideraba
violados por la sentencia del 3 de Octubre de 1991, por la cual dicho Tribunal
le impuso la sanción de suspensión en el ejercicio de la profesión de abogado
por el término de 2 años, por haber infringido una norma del Estatuto del
Ejercicio de la Abogacía (Decreto 196 de 1971). La norma presuntamente violada
por el peticionario es aquella que prohibe,en salvaguardia de la lealtad con
el cliente: "adquirir de él, parte de su interés en causa, a título
distinto de la equitativa retribución de los servicios y gastos
profesionales"
Los derechos fundamentales que Fernández
Arias considera violados son los contemplados en los artículos 31, 58, y 29 de
la Constitución Nacional. Porque el Tribunal le agravó la pena de 6 meses que
en primera instancia le había impuesto la Sala Disciplinaria del Tribunal
Superior de Cundinamarca; atentó contra su derecho a la propiedad privada;
algunas notificaciones se hicieron en forma irregular y se le juzgó dos veces
por el mismo hecho, en la jurisdicción penal y la disciplinaria. Por último,
considera que el Tribunal Disciplinario desapareció desde el momento en que
entró a regir la constitución de 1991 y sus funciones fueron trasladadas al
Consejo Superior de la Judicatura. Por lo tanto, fue sancionado por una entidad
que había perdido jurisdicción y competencia para ello.
2. Decisión a revisar
El Tribunal Disciplinario consideró que
todos sus magistrados estaban incursos en un impedimento, por haber dictado la
providencia de cuya revisión se trataba y decidió convocar una Sala de
Conjueces, que finalmente quedó integrada por los Doctores Jaime Aponte
Vanegas, Hernán Fabio López Blanco, Carlos Enrique Marín Vélez (ponente) y
Alvaro Tafur Galvis.
Después de transcribir el art. 40 del D.
2591, que regula la "competencia especial"para las acciones de tutela
contra providencias judiciales, la Sala de Conjueces hizo unas breves consideraciones
que se sintetizan así:
- El Tribunal Disciplinario, que actúa en
Sala única y plena, no tiene un superior jerárquico. Luego contra sus
decisiones no procede la acción de tutela.
- La Sala de Conjueces sustituye a los
magistrados, para ocupar su lugar, pero no para controlar sus actos.
- La acción de tutela no puede reemplazar
las jurisdicciones existentes en lo civil, penal, laboral y contencioso
administrativo.
- Por ello y en virtud de que no hay lugar
a fallos inhibitorios, se niega la solicitud de tutela.
3. Hechos del expediente T-814
El ciudadano Arturo Sánchez Zambrano
interpuso tutela contra otra sentencia del 3 de Octubre de 1991, emanada del
mismo Tribunal Disciplinario, ante el Juez Noveno Superior de Bogotá y éste la
remitió al Tribunal Disciplinario, por considerar que este era el llamado a
conocer de la solicitud.
Argüye el actor que el Tribunal Superior de
Cundinamarca lo absolvió de todas las presuntas faltas que se le imputaron y
que dieron lugar a la iniciación de un proceso disciplinario. Se le acusaba de
haber cometido varias faltas contra el estatuto del abogado, entre otras, la de
"asesorar, patrocinar, o representar, simultánea y sucesivamente, a
quienes tengan intereses contrapuestos..." En grado de consulta, el
Tribunal Disciplinario revocó la decisión absolutoria y le impuso la sanción de
suspensión en el ejercicio de la abogacía por el término de 6 meses.
Sánchez Zambrano consideró que la sentencia
vulnera su posibilidad de ejercer libremente su derecho al trabajo y su derecho
al buen nombre y a la honra, pues la apreciación de las pruebas es deficiente y
solicitó que en el fallo de tutela se ordenará cesar de inmediato los efectos
de la sanción.
4. Decisión
a revisar
El Tribunal Disciplinario volvió a convocar
Sala de Conjueces, que quedó integrada por los doctores Alvaro Tafur Galvis,
Hernán Fabio López Blanco (ponente), Susana Montes de Echeverry y Jesús
Octavio Acosta Sánchez.
Los argumentos por los cuales esta Sala de
Conjueces negó la tutela, se pueden sintetizar así:
- El decreto 2591 consagra una competencia
especial para los casos de acciones de tutela contra ciertas providencias
judiciales (art. 40).
- El Tribunal Disciplinario ejerce en Sala
única y plena y no tiene superior jerárquico. Luego contra sus decisiones no
cabe la acción de tutela.
- La Sala de Conjueces no es ni puede ser
superior jerárquico del Tribunal, pues está diseñada para reemplazarlos no para
controlar sus actos. No podría en este caso darse una analogía que permitiera a
los conjueces conocer de las tutelas contra fallos de la misma corporación.
- Termina la Sala de Conjueces observando
que:
""habiéndose
consagrado la acción de tutela por el constituyente específicamente como un
mecanismo especial de protección, la cual hace consistir específicamente la
Carta en la posibilidad de que el juez que conoce pueda impartir "...una
orden para que aquel respecto de quien se solicita la tutela, ACTUE O SE
ABSTENGA DE HACERLO", no se ve como respecto de los pronunciamientos
judiciales pueda aplicarse, pues al juez le corresponde solamente producir
decisiones, fundadas en razones de hecho y de derecho y una vez las haya
proferido, resulta imposible impartirle la orden para que actúe o se abstenga
de hacerlo"
"De otra parte,
se debe considerar que según el inciso séptimo del artículo 40 del decreto 2591
de 1991, "la tutela no procederá por errónea interpretación judicial de
la ley ni para controvertir pruebas" y todas las providencias
judiciales que le pongan fin a un proceso por expreso mandato legal (art. 304
C. de P.C.) deben estar debidamente motivadas y tal motivación consiste "...en
el examen crítico de las pruebas y de los razonamientos legales, de equidad y
doctrinarios estrictamente necesarios para fundamentar las conclusiones" lo
que corrobora la apreciación concerniente a que no se ve como respecto de los
pronunciamientos judiciales pueda aplicarse."
En consecuencia, se negó la solicitud de
tutela.
En virtud de la similitud de los problemas
jurídicos planteados, la sala de Selección respectiva de esta Corte
Constitucional, decidió acumular los dos expedientes, con el propósito de
pronunciarse en una sola sentencia de revisión sobre ambos casos. Ello se hace
a continuación con base en las siguientes
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Parecería ya un tanto inocuo pronunciarse
sobre el problema del "superior jerárquico" en lo que hace al
Tribunal Disciplinario, habida consideración de que este ha cesado en sus
funciones, las cuales, por mandato constitucional, han sido transferidas a la
Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura. Sin embargo, la
perspectiva desde la cual el Tribunal en Sala de conjueces estudió y falló
ambos casos amerita algún comentario.
En ninguno de los dos fallos que aquí se
revisan se alude al problema central, vale decir, la vulneración eventual de
algunos derechos fundamentales, para dar así cumplimiento a lo dispuesto en el
artículo 228 de la Constitución Nacional en materia de prevalencia del derecho
sustancial. Es manifiesta la primacía de un enfoque que conduce casi
irremediablemente a la "procesalización del derecho constitucional".
Los peticionarios acudieron ante el
Tribunal movidos por el justo deseo de saber si hubo o no vulneración de sus
derechos fundamentales y se encontraron con sendos fallos que ignoraron sus
expectativas. Es por eso que el representante de uno de los peticionarios
afirma:
"Finalmente, es
sorprendente que luego del esfuerzo hecho por el Estado con el ánimo de
impartir justicia, procediendo a nombrar conjueces, atendiendo con la mayor
solicitud posible la acción, no sean estudiados ni considerados por la Sala de
Conjueces los derechos constitucionales que se solicitaron tutelar."
El Tribunal pareció olvidar que la
supremacía de la Constitución y su carácter de norma de normas lo obligaba a
"constitucionalizar el procedimiento", vía la protección del derecho
fundamental o, al menos, a hacer una declaración de fondo que estableciera
que no hubo la alegada violación. En vez de esto, hizo gala de la racionalidad
propia de la jurisdicción ordinaria a la que pertenece el organismo (en este
caso la disciplinaria), cuando era lo cierto que actuaba como órgano de la
JURISDICCION CONSTITUCIONAL DIFUSA, por virtud de lo dispuesto en la Carta vigente.
En efecto, la acción de tutela, es una
manifestación de esa jurisdicción constitucional que todos los jueces y
Tribunales de la República pueden y deben asumir, de manera excepcional y
paralela con la jurisdicción ordinaria a la que pertenezcan. Así, si un juez
laboral conoce de una tutela, en ese momento no está actuando como juez de lo
laboral, sino como juez constitucional, comoquiera que su actuación está
encaminada a hacer valer la integridad y supremacía de la Constitución, vía la
protección de los derechos fundamentales.
La jurisdicción constitucional es, pues,
paralela y bien puede ser ejercida por los mismos jueces que actúan en el
ámbito de otras jurisdicciones sin que respecto de ellas se prediquen las
mismas jerarquías y niveles de dichas jurisdicciones. Es precisamente esto lo
que permite, por ejemplo, que una Sala de la Corte Suprema pueda conocer de las
tutelas contra sentencias de otra Sala de la misma corporación. Es claro que
una Sala de la Corte Suprema, ordinariamente, no es superior jerárquico de la
otra. Pero tratándose de tutelas, opera de inmediato la jurisdicción
constitucional, respecto de la cual la ley puede alterar, modificar y crear
nuevas competencias funcionales, como en efecto lo hizo.
La jurisdicción constitucional difusa es
transversal, atraviesa de un lado a otro toda la rama judicial y se expresa, de
manera general, mediante los fallos de tutela. Posee una diacronía y una
sincronía especial que no tiene los mismos tiempos y espacios que la actividad
ordinaria de las jurisdicciones, llamadas como están a resolver, con fundamento
en el imperio de la ley, los conflictos originados en las diversas ramas del
derecho.
La jurisdicción constitucional difusa está
instituída para realizar la Constitución a través de la protección inmediata y
eficaz de los derechos fundamentales. Por su especialidad, de ella no se pueden
predicar las jerarquías ordinarias.
El decreto 2591 guardó silencio con
respecto al Tribunal Disciplinario, tal vez por efecto de su prevista
desaparición. Era el único organismo que sin tener superior jerárquico actuaba
siempre en Sala única y plena, lo cual no permitía que le fueran aplicables las
normas relativas a la competencia funcional de Salas y Secciones, tal como hoy
ocurre con otras altas corporaciones judiciales.
Puesto que como lo ha destacado otra Sala
de esta Corte
"...cuando la
acción de tutela verse sobre sentencias, la actuación del juez de conocimiento
se circunscribe al examen y decisión de la materia constitucional con
prescindencia de todo aquello que no tenga que ver con la vulneración o amenaza
de vulneración del derecho constitucional fundamental..."1
Es claro que el aspecto de la jerarquía
ordinaria pierde importancia, ante la vulneración (real o no) del derecho
fundamental. No entenderlo así, es vulnerar el derecho fundamental a LA
PROTECCION INMEDIATA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES.
Para mayor abundamiento y claridad valga la
siguiente consideración, que hace parte de la referida sentencia:
"Pero, si en
gracia de discusión, se admitiera que la acción de tutela sobre sentencias de
la Corte Suprema de Justicia, plantea un problema de jerarquía, de todas
maneras, tal acción y eventual revocatoria de las sentencias inconstitucionales
serían procedentes. Las exigencias vinculadas a la primacía de la Constitución
se imponen sobre las derivadas de cualquier principio jerárquico. Si se lleva
el conflicto hasta sus últimas consecuencias y se plantea la no coexistencia en
dado caso de estos dos extremos, el criterio jerárquico sucumbe ante la
necesidad de salvaguardar la primacía de la Constitución. Este conflicto,
primacía de la Constitución-jerarquía, ya ha sido resuelto en favor de la
primera por la misma constitución en su artículo 91: "En caso de
infracción manifiesta de un precepto constitucional en detrimento de alguna
persona, el mandato superior no exime de responsabilidad al agente que lo ejecuta".
Por lo demás, el texto del artículo 4 de la Constitución Política, tantas veces
citado, impone la supremacía de la Constitución por encima de cualquier acto de
las autoridades públicas..."2
Esta Corte no comulga con la tesis expuesta
por el Tribunal según la cual:
"el trámite
establecido en el decreto 2591 señala de manera precisa los pasos que deben ser
seguidos que dada su precisión y especialidad no permiten ni necesitan
aplicación analógica, motivo adicional por el cual no es posible admitir que la
Sala de Decisión del Tribunal tiene como su superior jerárquico a la de
Conjueces y proceder a decidir sobre la acción de tutela respecto de las
sentencias proferidas por la misma corporación"
En efecto, se reitera una vez más que por
tratarse de la acción de tutela el Tribunal es órgano de la jurisdicción
constitucional difusa y en ella operan normas de jerarquía y de asignación
funcional de competencias distintas a las de las jurisdicciones ordinarias.
Por lo demás, el argumento según el cual la
Sala de Conjueces sustituye pero no revisa las decisiones de los jueces a
quienes se sustituye, posee un valor muy relativo, incluso en el ámbito de las
jurisdicciones distintas a la constitucional. Sabido es que los conjueces
sirven para reemplazar a los magistrados del Consejo de Estado, las Cortes y
los Tribunales que sean recusados o que estén impedidos en alguna causa o
negocio; o para dirimir, en caso de empate, los desacuerdos en la aprobación de
los proyectos de resoluciones. Si ello es así, ha de entenderse que los
conjueces existen para evitar que una determinada decisión judicial sea
posteriormente revisada. Evitan, preventivamente, los vicios del fallo. Son un
"segundo ojo", desprovisto de los vicios que han obligado al primer
fallador a sustraerse del conocimiento del asunto. Por ello, en una
circunstancia excepcional, como la que vivió el extinto Tribunal Disciplinario
al conocer de las tutelas que aquí nos ocupan, la Sala de Conjueces hubiera
podido revisar los fallos del Tribunal, pues precisamente existe para eso: para
evitar la producción de fallos viciados. Que lo hagan preventivamente de
ordinario, no impide que puedan hacerlo también reactivamente en una
circunstancia excepcional, ante un vacío legal, todo dentro del marco de la
JURISDICCION CONSTITUCIONAL.
En estas condiciones, la Sala Primera de
Revisión lamenta que el Tribunal hubiera negado las tutelas impetradas,
clausurando así toda posibilidad de que los peticionarios tuvieran acceso a la
jurisdicción constitucional para proteger eventualmente sus derechos
fundamentales.
Al proceder así, la Sala de Conjueces
confundió lo importante con lo accesorio, forma eficaz como pocas de hacer
inocuo el derecho.
Precisamente, para hacer frente a esta
clase de situaciones existe la revisión eventual de los fallos de tutela por
parte de esta Corte Constitucional. Es eventual, porque no en todos los fallos
de tutela (de hecho, en muy pocos) se presenta esta doble vulneración al
derecho de protección inmediata de los derechos fundamentales. Pero existe,
para subsanarlas, en alguna medida, en los casos obstensibles en que esta
ocurra.
La Sala de Selección decidió acumular estas
dos tutelas, porque ambas planteaban el mismo tipo de problema en relación con
el procedimiento de la tutela. Una vez considerado, como se ha hecho, este
aspecto común, la Sala de Revisión entra a estudiar separadamente los dos
casos, puesto que sus problemas sustanciales no presentan entre sí total
similitud, como se verá seguidamente.
TUTELA 480. ACTOR: HUGO ERNESTO FERNANDEZ
ARIAS
En este caso el peticionario alega que,
entre otros derechos constitucionales fundamentales vulnerados, la sentencia
del Tribunal Disciplinario viola el artículo 31 de la Constitución Nacional, pues
siendo apelante único, se le agravó la pena impuesta en primera instancia: pasó
de estar suspendido 6 meses en el ejercicio de la abogacía, a una sanción de
dos años.
Dentro de los recursos contra las
providencias del juez, quizá el más importante es el de apelación por cuanto un
superior revisa la providencia del inferior en procura de que corrija sus
errores. En él, adquiere todo su vigor el principio procesal de la DOBLE
INSTANCIA.
Su interposición tiene varios efectos ,
entre otros, el que el superior no puede agravar la situación del apelante
único, porque se entiende que lo interpuso sólo en lo desfavorable de la
providencia. Nuestros códigos procesales civiles, laborales, penales y
contencioso-administrativos han acogido tradicionalmente esta norma.
La Constitución colombiana la consagra
también en el artículo 31, cuando afirma:
"Toda
sentencia judicial podrá ser apelada o consultada, salvo las excepciones que
consagre la ley. el superior no podrá agravar la pena impuesta cuando el
condenado sea apelante único"
Debe entenderse, por supuesto, que la norma
constitucional hace referencia también a sanciones distintas a las penales. El
término pena ha de entenderse aquí en su sentido extenso, como toda sanción que
le sea desfavorable a la parte que la está apelando.
De tal manera que la prohibición de agravar
la pena, consagrada en la Constitución, exige dos requisitos:
- que se trate de un recurso de apelación (
o uno análogo o similar)
- que se trate de un apelante único
Si hay adhesión en la apelación, o ambas
partes apelan puntos distintos de la sentencia, el superior queda entonces en
libertad para tomar la decisión que crea más ajustada a la ley.
Pues bien, el Tribunal violó este derecho
constitucional fundamental (estrechamente vinculado con el debido proceso), al
agravar la pena impuesta al apelante único por la Sala Disciplinaria del
Tribunal Superior de Cundinamarca y ampliar la suspensión en el ejercicio de la
abogacía de seis meses a dos años.
Por otro lado, obra en el expediente copia
de sendas sentencias absolutorias de carácter penal que por los mismos hechos
se profirieron en favor del Dr. Fernandez Arias, lo cual lleva al peticionario
a considerar que se ha violado la prohibición constitucional de no ser juzgado
dos veces por los mismos hechos (non bis in idem).
Esta Sala considera que en el presente caso
no se da una violación al precepto citado, por cuanto el juicio realizado en
dos jurisdicciones distintas implica una confrontación con normas de categoría,
contenido y alcance distinto. El juez disciplinario evalúa el comportamiento
del acusado, con relación a normas de carácter ético, contenidas principalmente
en el Estatuto de la Abogacía. Por su parte, el juez penal hace la confrontación
de la misma conducta, contra tipos penales específicos que tienen un contenido
de protección de bienes jurídicamente tutelados en guarda del interés social.
Así que tanto la norma aplicable, como el interés que se protege son de
naturaleza distinta en cada una de las dos jurisdicciones. Por ello , es
posible, como sucedió en este caso, que el juez penal haya absuelto y, por su
parte, el juez disciplinario haya condenado. No hay, por tanto, violación de la
norma superior invocada en este punto por el peticionario,como tampoco de otros
derechos fundamentales .
TUTELA 814. ACTOR: ARTURO SANCHEZ ZAMBRANO
En este caso, los derechos supuestamente
vulnerados son distintos.
En primer lugar, no tiene aquí cabida la
"reformatio in pejus" pues se trata de una revisión hecha por el
superior en grado de consulta, el cual la excluye. De hecho, ni
siquiera es invocada por el peticionario. En efecto, la consulta tiene lugar
cuando el legislador dispone que la sentencia sea necesaria y oficiosamente
revisada por el superior, sin lo cual no se ejecutoria. No se trata de ningún
recurso, puesto que nadie lo interpone y no rige el principio de la
"reformatio in pejus" para la competencia del superior y el alcance
de su decisión.
Así, si la sentencia es consultable de oficio
y no ha habido apelación, como la consulta da competencia para reformar en
cualquier sentido la decisión, el superior puede agravar la condena que en
primera instancia haya habido contra la parte en razón de la cual se establece
tal consulta, pues para ésta no rige la "reformatio in pejus". Ello,
en virtud de que el artículo 31 de la Carta, sólo prohibe la agravación de la
pena en los casos en que haya un apelante único", característica que, por
su naturaleza misma, no se presenta en la consulta.
Por lo demás, no se percibe en este proceso
violación alguna de otro derecho fundamental. Existe, por el contrario, un
cuidadoso estudio de los hechos, de las pruebas aportadas y de la
interpretación de las normas aplicables. Si tras una ponderación cuidadosa, el
juzgador llega a la conclusión de que debe imponer una sanción establecida en
la ley, el juez de tutela no puede entrar a estudiar la posible vulneración de
un derecho fundamental, pues entraría en controversias de interpretación o de
apreciación de la norma, las cuales desbordan su órbita. Así, si se ha
lesionado su buen nombre, ello es una consecuencia del tipo de sanción que la
ley establece en casos como el presente.
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera
de Revisión de la Corte Constitucional
RESUELVE
PRIMERO.- CONCEDER la tutela
impetrada por Hugo Ernesto Fernández Arias, contra de la sentencia del
Tribunal Disciplinario de Bogotá proferida el 3 de Octubre de 1991 por la cual
se le impuso una sanción de 2 años en el ejercicio de la abogacía.
SEGUNDO.- REVOCAR dicha sentencia y,
en su lugar, ORDENAR que se de cumplimiento a lo dispuesto en la
sentencia de primera instancia, emanada de la Sala Disciplinaria del Tribunal
Superior de Cundinamarca.
TERCERO.- CONFIRMAR el numeral
primero de la parte resolutiva de la sentencia por la cual se denegó la tutela
interpuesta por Arturo Sánchez Zambrano contra la sentencia del 3 de Octubre,
proferida por el mismo Tribunal Disciplinario.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
-Salvamento de Voto-
Sentencia aprobada por acta No 1 la Sala
Primera de Revisión, en Santafé de Bogotá D.C a los cinco ( 5) días del mes de
Junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
SALVAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO A LA
SENTENCIA T-413
ACCION DE TUTELA CONTRA SENTENCIAS-Improcedencia/PRINCIPIO DE SEGURIDAD
JURIDICA (Salvamento de voto)
A la luz del sistema constitucional
vigente y en guarda del principio de la seguridad jurídica, no procede la
acción de tutela contra sentencias judiciales que han alcanzado ese nivel. Son
excepcionales y, por ende, deben estar expresamente previstos los casos en que
pueda revisarse una sentencia de esa categoría. Así sucede, por ejemplo, con el
recurso extraordinario de revisión, previsto en nuestro Derecho Procesal. Pero
la acción de tutela no tiene tal alcance, según la normativa constitucional que
la consagra, ni es un recurso extraordinario.
PRINCIPIO NO REFORMATIO IN PEJUS/COSA
JUZGADA (Salvamento de
voto)
Coincido con mis compañeros de Sala en la
evaluación de los hechos que se consideraron en los dos casos materia de
análisis y en la condena que merece la flagrante violación del mandato expreso
contenido en el artículo 31 de la Constitución Política por parte del Tribunal
Disciplinario en uno de tales asuntos, al haber aumentado la pena impuesta a un
apelante único. A mi juicio, ello debe dar lugar a investigación por parte de
las autoridades competentes para definir la responsabilidad en que pudieron
haber incurrido los magistrados por desconocimiento del precepto
constitucional, pero tal situación, a todas luces excepcional, no puede
convertirse en argumento válido para desconocer el principio general de la cosa
juzgada que confiere certidumbre a la comunidad sobre el momento en que los
asuntos tramitados ante la Administración de Justicia quedan definidos de modo
incontrovertible.
Ref.: Expediente
T-480 y T-814
Magistrado Ponente:
Dr. Ciro Angarita Barón
El suscrito Magistrado se permite expresar
su parcial discrepancia con el contenido del fallo adoptado por esta Sala en el
proceso de la referencia.
Puesto que las decisiones del desaparecido
Tribunal Disciplinario al resolver sobre procesos por él tramitados respecto a
la imposición de sanciones por faltas disciplinarias eran decisiones de
naturaleza jurisdiccional y, además, según el ordenamiento jurídico que les era
aplicable, hacían tránsito a cosa juzgada una vez quedaban ejecutoriadas,
estimo que también en los casos aquí considerados son válidas las razones que
me permití exponer en salvamento de voto fechado el 12 de mayo último en
relación con sentencia de la Sala Segunda de Revisión (Proceso T-221), en el
sentido de que a la luz del sistema constitucional vigente y en guarda del
principio de la seguridad jurídica, no procede la acción de tutela contra
sentencias judiciales que han alcanzado ese nivel. Son excepcionales y, por
ende, deben estar expresamente previstos los casos en que pueda revisarse una
sentencia de esa categoría. Así sucede, por ejemplo, con el recurso
extraordinario de revisión, previsto en nuestro Derecho Procesal. Pero la
acción de tutela no tiene tal alcance, según la normativa constitucional que la
consagra, ni es un recurso extraordinario. Por lo demás, me remito a los
argumentos que consigné en el mencionado documento.
Debo manifestar, sin embargo,, que coincido
con mis compañeros de Sala en la evaluación de los hechos que se consideraron
en los dos casos materia de análisis y en la condena que merece la flagrante
violación del mandato expreso contenido en el artículo 31 de la Constitución
Política por parte del Tribunal Disciplinario en uno de tales asuntos, al haber
aumentado la pena impuesta a un apelante único. A mi juicio, ello debe dar
lugar a investigación por parte de las autoridades competentes para definir la
responsabilidad en que pudieron haber incurrido los magistrados por
desconocimiento del precepto constitucional, pero tal situación, a todas luces
excepcional, no puede convertirse en argumento válido para desconocer el
principio general de la cosa juzgada que confiere certidumbre a la comunidad
sobre el momento en que los asuntos tramitados ante la Administración de
Justicia quedan definidos de modo incontrovertible.
Obsérvese que se trata de una razón
íntimamente ligada a la prevalencia del interés general y a la operatividad del
sistema jurídico, que no pueden verse entorpecidas por la sola ocurrencia de
casos aislados en que los jueces, apartándose de sus competencias, pueden caer
en errores o en transgresiones del ordenamiento constitucional y legal que
están llamados a aplicar.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Fecha ut supra.
1 Sentencia No 6. Corte Constitucional . Sala de Revisión No 2.Mayo
12 de 1992, pag 62.
2 Ibidem , pp 62, 63 |
50 | T-414-92
Sentencia No
Sentencia No. T-414/92
DERECHO A LA INTIMIDAD PERSONAL Y
FAMILIAR/DERECHO A LA INFORMACION
Se protege la intimidad como una forma de
asegurar la paz y la tranquilidad que exige el desarrollo físico, intelectual y
moral de las personas, vale decir, como un derecho de la personalidad. Esta
particular naturaleza suya determina que la intimidad sea también un derecho
general, absoluto, extrapatrimonial, inalienable e imprescriptible y que se
pueda hacer valer "erga omnes", tanto frente al Estado como a los
particulares. En consecuencia, toda persona, por el hecho de serlo, es titular
a priori de este derecho y el único legitimado para permitir la divulgación de
datos concernientes a su vida privada.
Esta Sala no vacila en reconocer que la
prevalencia del derecho a la intimidad sobre el derecho a la información, es
consecuencia necesaria de la consagración de la dignidad humana como principio
fundamental y valor esencial, a la vez, del Estado social de derecho en que se
ha transformado hoy Colombia, por virtud de lo dispuesto en el artículo
primero de la Carta de 1991.
ASOCIACION BANCARIA/BANCO DE DATOS/DATO
INFORMATICO/HABEAS DATA
La Asociación Bancaria de Colombia
administra un servicio privado de información del sistema financiero conformado
por bases de datos de carácter personal económico y que, como tal, es
responsable del manejo de los respectivos archivos. Las personas cuyos datos
personales son reportados a dicha Central tienen derecho a conocer, actualizar
y rectificar las informaciones, de acuerdo con la Constitución o la ley.
LIBERTAD INFORMATICA
El dato es un elemento material susceptible
de ser convertido en información cuando se inserta en un modelo que lo
relaciona con otros datos y hace posible que dicho dato adquiera sentido. El
dato que constituye un elemento de la identidad de la persona, que en conjunto
con otros datos sirve para identificarla a ella y solo a ella, y por lo tanto
sería susceptible de usarse para coartarla, es de su propiedad, en el sentido
de que tendría ciertos derechos sobre su uso.
Consiste la libertad informática en la
facultad de disponer de la información, de preservar la propia identidad
informática, es decir, de permitir, controlar o rectificar los datos
concernientes a la personalidad del titular de los mismos y que, como tales, lo
identifican e individualizan ante los demás.
SENTENCIA DE 16 DE JUNIO DE 1992
REF:
Expediente T - 534
Peticionario:
FRANCISCO GABRIEL
ARGÜELLES
NORAMBUENA
Procedencia:
Tribunal Superior
del
Distrito Judicial de Santafé
de
Bogotá, D.C.
Magistrado
Ponente:
CIRO
ANGARITA BARON
La Sala Primera de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los Magistrados CIRO ANGARITA BARON, EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ y JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO.
EN NOMBRE DEL
PUEBLO
y
POR MANDATO DE LA
CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela promovido por el
señor FRANCISCO GABRIEL ARGüELLES
NORAMBUENA contra la sentencia del Juzgado 110 de Instrucción Criminal de
Bogotá proferida el 31 de diciembre de 1991 mediante la cual negó la acción.
Esta providencia fue confirmada por el Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Bogotá el 4 de febrero de 1992.
El negocio llegó a conocimiento de esta
Corte por la vía ordinaria de la remisión que hizo el Tribunal del Distrito
Judicial de Bogotá para su eventual revisión, en virtud de lo dispuesto por el
artículo 31 del Decreto 2591 de 1991.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el expediente el día 10 de
Marzo del presente año.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia de revisión.
A. La acción.
El día 19 de diciembre de 1991, el
arquitecto Francisco Gabriel Argüelles Norambuena impetró acción de tutela ante
el Juzgado 110 de Instrucción Criminal de Bogotá, por medio de apoderado.
1. Hechos.
a) El peticionario figura como deudor
moroso del Banco de Bogotá en la Central de Información de la Asociación
Bancaria de Colombia por razón de un crédito respaldado con un pagaré, el cual
se vencía inicialmente el 14 de Julio de 1981 y fue prorrogado hasta el 14 de
Noviembre de 1981.
b) Por sentencia debidamente ejecutoriada,
el Juzgado Décimo Sexto Civil del Circuito de Bogotá declaró prescrita la
obligación del peticionario, el 27 de Abril de 1987.
c) Tanto el 8 de Noviembre de 1988 como
el 18 de Junio de 1991 el señor Argüelles, personalmente y por intermedio de
apoderado, solicitó a la Asociación Bancaria que lo retirara de la lista de
deudores morosos.
d) Mediante oficio 004407 del 26 de Junio
de 1991 la Asociación Bancaria se negó rotundamente a acceder a su solicitud.
e) El 24 de Junio de 1991 el peticionario
elevó igual solicitud al Banco de Bogotá, el cual la rechazó verbalmente.
f) En virtud de todo lo anterior, el señor
Argüelles aparece como deudor moroso en el banco de datos de la Asociación
Bancaria cuatro años después de ejecutoriada la sentencia que declaró
extinguida su obligación.
2.- Solicitud.
a) Que se le retire de la lista de
deudores morosos y que se actualice y rectifique la información que sobre él
existe en el banco de datos de la Asociación Bancaria.
b) Que se ordene a la Asociación y/o Banco
de Bogotá a indemnizar el daño emergente ocasionado al peticionario.
c) Que se condene a los responsables en
costas.
3.- Pruebas.
a) Copia de la sentencia del 27 de abril
de 1987 por la cual el Juzgado 16 Civil del Circuito de Bogotá declara probada
la excepción de prescripción de la acción cambiaria.
b) Oficio remitido el 8 de noviembre de
1988 por el arquitecto Argüelles a la Asociación Bancaria pidiendo el retiro
de su nombre de la pantalla de deudores morosos.
c) Certificación 9598 de junio 8 de 1991
expedida por la Asociación Bancaria en la cual consta que el peticionario
continúa figurando como deudor moroso.
d) Oficio de junio 18 de 1991 enviado por
el apoderado del peticionario a la Asociación Bancaria en el cual solicita:
- Retirar de manera inmediata al Doctor
Gabriel Argüelles como deudor moroso del Banco de Bogotá, en consideración a
que desde el 9 de Noviembre de 1988 se les entregó copia auténtica de la
sentencia del Juzgado 16 Civil del Circuito proferida el día 27 de Abril de
1987, por el cual se declaró libre de toda obligación a su representado frente
al Banco en mención.
- Explicar el motivo por el cual ha sido
desatendida la sentencia de un Juez de la República, que hizo tránsito a cosa
juzgada.
- Considerar los perjuicios que se le han
causado a su representado derivados de la conducta asumida por la Asociación
consistente en hacer caso omiso de la sentencia mencionada e insistir en
presentarlo como deudor moroso, a pesar de haber sido declarado absuelto de las
obligaciones que reclamaba el Banco de Bogotá.
e) Oficio de junio 24 de 1991, enviado por
el apoderado del peticionario al Banco de Bogotá, en el cual le solicita
comunicar a la Asociación Bancaria que su cliente ya no es deudor moroso del
banco y que le levante la sanción moral y comercial que el banco le ha impuesto.
f) Oficio 22-004407 de 26 de julio de
1991, enviado por la Asociación Bancaria al peticionario en el cual afirma que
el fundamento de su Central de Información es el derecho a la información y
"dotar a las
entidades afiliadas de una fuente de información que permita evaluar la
solvencia económica y moral de sus clientes".
- "No
obstante lo anterior, la base de datos que contiene dicha central es
suministrada en su totalidad por las mismas entidades afiliadas, son ellas las
propietarias de la información; es por lo tanto a ellos a quienes les compete
decidir sobre la modificación o eliminación de registros. Mal podría la
Asociación Bancaria por su cuenta y riesgo y sin instrucciones de quienes le ha
reportado, modificar dicha información.
No sobra
advertir, que con base en la información contenida en la Central, la entidad
afiliada está en libertad de adoptar la conducta que estime conveniente según
su criterio, pues de ninguna manera dicha información obliga a las entidades a
tomar posición alguna.
Por los motivos
anotados le solicitamos cordialmente se dirija directamente a la entidad
reportante a fin de que ella sea quien tome las decisiones del caso y expida un
paz y salvo a su cliente. Con este paz y salvo, el cliente deberá acercarse a
nuestras instalaciones en el piso 6o. donde se le levantarán, previo el pago de
unos costos administrativos, los registros a su cargo. (Fls. 6 y 7).
4.- Sentencia del Juzgado.
En decisión del 31 de diciembre de 1991 el
Juzgado negó la acción de tutela por las siguientes consideraciones:
a.- El derecho fundamental presuntamente
vulnerado es el de habeas data consagrado en nuestra Constitución Nacional,
Artículo 15, inciso 1.
b.- No procede la acción de tutela contra
la Asociación Bancaria comoquiera que quien impuso la sanción al peticionario
fue el Banco de Bogotá. Además dicha Asociación
"no tiene
responsabilidad alguna del acto que se imputa, ya que esta simplemente da
trámite a la información que suministran los bancos".(Fl. 17).
c.- Ciertamente en virtud de la sentencia
proferida por el Juzgado 16 Civil del Circuito de Bogotá, el Banco de Bogotá
debió borrar de la lista de deudores morosos al señor Argüelles Norambuena y
"no debe
seguir con este bloqueo por cuanto no existe obligación alguna del señor
Argüelles Norambuena con el referido banco.(Fl. 18).
d.- No obstante lo anterior, no procede
en este caso la acción de tutela porque existen otros recursos o medios de
defensa judiciales (Decreto 2591 de 1991 art. 6 numeral tales
como intentar
"una acción
ordinaria de Reparación ante la Superintendencia Bancaria la cual es la
encargada de proteger y velar por el buen funcionamiento de las entidades a su
cargo; o intentar uno de los procedimientos consagrados en el C. de P. C."
(Fl. 18).
5.- Impugnación de la sentencia.
En escrito de fecha 7 de enero de 1992
(Fls. 21-24) el apoderado del peticionario impugnó el fallo referido por las
siguientes razones:
a.- La acción interpuesta no buscaba
establecer responsabilidades sino actualizar las informaciones de un banco de
datos.
b.- De aceptarse la tesis del fallador no
tendría razón alguna de ser la tutela, puesto que todos los derechos
fundamentales constitucionales tienen algún medio de defensa judicial.
c.- En este caso se ha utilizado la
tutela como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irreparable.
6.- Sentencia del Tribunal.
En sentencia del 4 de Febrero de 1992 (Fls.
30-35) el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá confirmó la
sentencia del Juzgado por las siguientes razones:
a.- Ciertamente el derecho fundamental
consagrado en el Art. 15 de la Constitución puede ser protegido con la tutela.
b.- Pero, en virtud del "principio
de definitividad" al"al quejoso le queda alguna acción o recurso
como es la de acudir a la Superintendencia Bancaria -Sección Bancos- para que
revise la actuación del Banco e imponga la correspondiente sanción o interponer
los respectivos recursos administrativos, si a ello hubiere lugar.
c.- Por tanto, no procede la tutela.
7.- Solicitud de información a la
Superintendencia
Bancaria.
Puesto que tanto el Juzgado 110 de
Instrucción Criminal como el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá
aluden en sus respectivos fallos a la Superintendencia Bancaria como la entidad
a cuyo cargo se halla el proveer el otro medio de defensa judicial de que
eventualmente podría disponer el peticionario para defender su derecho
constitucional fundamental vulnerado, el Magistrado ponente dispuso que a
través de la Secretaría de la Corte se enviara un oficio enderezado a precisar
el eventual control que dicha entidad pudiera ejercer sobre los bancos de
datos que operan al servicio, de las entidades financieras. Tanto el oficio
(Fls.49-50) como la respuesta de la Superintendencia (Fls. 51-54) serán
comentados oportunamente al formular las consideraciones que habrán de preceder
la sentencia de esta Sala.
8.- Concepto de expertos.
En desarrollo de la facultad consagrada en
el artículo 13 del Decreto 2067 de 1991, el Magistrado ponente invitó al
Ingeniero doctor Ernesto Lleras, profesor investigador de la Facultad de
Ingeniería de Sistemas y Computación de la Universidad de los Andes a presentar
por escrito un concepto sobre algunos puntos relevantes para la elaboración del
presente de fallo.
En su concepto el profesor Lleras se
pronunció sobre aspectos tales como la propiedad o titularidad del dato desde
la teoría de la información; la responsabilidad en el manejo de los bancos de
datos; el "poder informático" o capacidad de control sobre la acción
de las personas que pueden llegar a tener quienes manejan bancos de datos; el
derecho a la información y el derecho a la intimidad; la vigencia del dato y el
derecho al olvido (Fls. 44-48).
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
La Corte Constitucional es competente para
efectuar esta revisión, según lo previsto en los artículos 86 y 241, numeral 9
de la Constitución Política y 31, 32, 33 del Decreto 2591 de 1991.
Además es de observar que la providencia
fue proferida oportunamente de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 86 de
la Constitución en su inciso 4o. el cual no admite excepciones, como ha tenido
a bien señalarlo esta Corte Constitucional1 .
Comoquiera que algunos de los
planteamientos formulados en los fallos del Juzgado 110 de Instrucción y del
Tribunal de Bogotá involucran aspectos fundamentales de carácter filosófico y
jurídico concernientes a la dogmática constitucional vigente, esta Sala no
puede menos que entrar a considerarlos antes de pronunciar su decisión.
Tales aspectos serán tratados en el
siguiente orden:
A.El otro medio de defensa judicial
Como es bien sabido, el inciso tercero del
artículo 86 de la Carta dispone expresamente que la tutela sólo procederá
cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial.
En desarrollo de esta norma el artículo
40 del Decreto 2591 de 1991 dispone como principio general que la existencia
del medio de defensa ha de considerarse en cada caso concreto.
En el caso presente, tanto la Juez de
primera instancia como la Sala del Tribunal Superior de Distrito Judicial
consideraron que al quejoso le quedaba todavía la posibilidad de acudir ante la
Superintendencia Bancaria para los fines específicos que atrás reprodujimos
textualmente o interponer los respectivos recursos administrativos, si a ello
hubiere lugar.
En virtud de lo anterior, el Magistrado
ponente estimó necesario solicitar a la Superintendencia que enviara un informe
detallado y acerca de los siguientes aspectos:
1. Información
correspondiente al periodo de 1987 a 1992, acerca de la forma de control que
dicha Superintendencia ha venido ejerciendo sobre los bancos de datos de las
entidades sometidas a su vigilancia.
2. Información
correspondiente al mismo periodo acerca de los resultados concretos de dicho
control.
3. Información
acerca del conocimiento que la Superintendencia haya tenido en dicho periodo de
decisiones de autoridades públicas, concernientes a los bancos de datos
organizados por entidades vigiladas y la conducta asumida por éstas frente a
tales decisiones.
4. Información
acerca de eventuales anomalías en materia de organización y manejo de banco de
datos financieros de las entidades sometidas a su control y de las medidas que
esa Superintendencia haya tomado para remediarlas, particularmente en virtud de
lo dispuesto por el artículo 15, inciso 1, de la Constitución Nacional de 1991
y de algunos pronunciamientos de la Procuraduría General de la Nación.
5. Información
acerca del conocimiento que la Superintendencia haya tenido de la renuencia del
Banco de Bogotá a cumplir la sentencia proferida el 27 de abril de 1987 por el
Juzgado Décimo Sexto Civil del Circuito de Bogotá mediante la cual declaró
prescrita una obligación y no obstante insiste en hacer aparecer a su antiguo
cliente como deudor moroso en estos últimos cinco años.
6. Información
acerca de la eventual intervención de la Superintendencia en la creación,
funcionamiento y control de la Central de Informaciones de la Asociación
Bancaria. Y copia del reglamento de dicha central aprobado por la
Superintendencia.
7. Constancia
acerca de la existencia o inexistencia en el ordenamiento jurídico vigente de
una acción ordinaria de reparación ante la Superintendencia Bancaria por fallas
en la organización y manejo de bancos de datos financieros por parte de
entidades sometidas a su vigilancia (Fls. 49-50).
Por su especial relevancia para ilustrar la
desprotección en que hoy se encuentra el ciudadano colombiano frente a las
entidades que organizan y administran bancos de datos, estimamos pertinente
transcribir aquí la casi totalidad del informe solicitado a la autoridad, que
según la juez y el Tribunal, debiera ocuparse de proteger adecuadamente al
peticionario.
En primer
término, es procedente advertir que la Superintendencia Bancaria no ejerce
control sobre los bancos de datos que operan al servicio de las entidades
financieras y aseguradoras, por no estar facultada para ello como explicará más
adelante.
No obstante lo
anterior, procederemos a dar respuesta a la solicitud en el orden planteado y
en la medida en que contamos con la información para ello.
1. Incompetencia
de la Superintendencia Bancaria para ejercer control sobre los bancos de datos
del sector bajo su vigilancia.
En el entendido
de que las entidades públicas sólo están facultadas para realizar aquellas
actividades a que la ley expresamente las autoriza, de conformidad con el
principio de legalidad de las actuaciones administrativas, consagrado tanto en
la Carta anterior como en la Constitución Nacional vigente y revisadas las
normas que han regido la estructura y funciones de la Superintendencia Bancaria
en el periodo de 1987 a 1992, encontramos que ninguna disposición la ha
autorizado para adelantar funciones de control y vigilancia sobre los bancos de
datos mencionados.
En efecto, el
decreto 1339 de 1986, en su artículo 2o. enumera las instituciones sometidas a
la vigilancia e inspección de la Superintendencia Bancaria, dentro de las
cuales no incluyó los bancos de datos. El decreto 1033 de 1991 derogatorio del
anterior, hizo otro tanto en su artículo 2o. El decreto 1730 de 1991, actual
estatuto orgánico del sistema financiero, al relacionar en su artículo
4.1.1.0.2. las entidades vigiladas, tampoco los incluyó. Valga mencionar que el
literal c) del mencionado artículo dispone que corresponde a la
Superintendencia Bancaria el control de "las demás personas naturales y
jurídicas respectivamente" pero hasta la fecha ninguna ley le ha impuesto
tal función, con respecto a los bancos de datos.
En conclusión, no
es dable la vigilancia por parte de la Superintendencia Bancaria de los bancos
de datos, ni de las personas que los administran, pues se trata de personas
jurídicas diferentes a las vigiladas, a las cuales prestan un servicio para la
evaluación del riesgo de su clientela, análisis que es tanto más importante
como que la jurisprudencia consideró a la actividad concerniente al manejo del
ahorro como servicio público y hoy el artículo 335 de la Constitución la define
como "de interés público".
2. Resultados
del control
De lo anterior se
colige la carencia de una evaluación de las formas y resultados del control,
por la inexistencia de competencia para desarrollar tales funciones.
3. Decisiones de
autoridades públicas relacionadas con los bancos de datos
Esta
Superintendencia no ha recibido noticia oficial sobre el particular.
4.
Irregularidades en el manejo de información de los bancos de datos
Los clientes del
sector financiero, no con poca frecuencia, elevan quejas ante esta entidad
relacionadas con el manejo de la información de los bancos de datos que por
parte de las entidades financieras se lleva a cabo.
La
Superintendencia da el trámite que toda queja requiere, cuando interviene una
entidad vigilada por nosotros, que consiste en lo siguiente: una solicitud de
explicaciones a la entidad vigilada. Posteriormente se evalúa la respuesta de
ésta y si en ella ha demostrado que la información que trasmitió al banco de
datos es fidedigna, el trámite se da por concluído. En caso contrario se
requiere a la entidad financiera a efectos de que la información que reporte el
banco de datos sea fidedigna. En uno y otro evento el resultado de la actuación
se comunica al interesado.
Ahora bien, la
Superintendencia no puede adelantar actuación alguna frente a la manera como el
banco de datos administre la información que contiene, por las razones que se
expusieron en el punto 1o. de este escrito, que se resumen básicamente en la
carencia de facultades legales para vigilar a las personas jurídicas que los
manejan.
Si bien es cierto
que la Superintendencia Bancaria no tiene facultades para vigilar los bancos de
datos, el tema de su manejo no le ha sido ajeno. Es así que por medio de su
Oficina Jurídica ha emitido diferentes conceptos, de los cuales anexo
fotocopia, eso si dictados con el alcance que dispone el artículo 25 del código
contencioso administrativo. Los pronunciamientos a que hago mención, han tenido
como orientación diferentes fuentes de la doctrina, entre los cuales se cuenta
el pronunciamiento de la Procuraduría Delegada en lo Civil, proferido el 19 de
julio de 1991, expediente 359, cuyo espíritu compartimos pero que en algunos
aspectos nos merece observaciones, como se advierte en los comentarios que
formulamos en seguida.
Recientemente se
ha examinado el tema y es oportuno mencionar los criterios a que se ha llegado:
El artículo 15 de
la Carta constitucionaliza la existencia de los bancos de datos y señala las
garantías de las personas en la recolección, tratamiento y circulación de los
datos. Así, pues, el propio constituyente estima que la existencia de tales
instituciones no es contraria al derecho de la intimidad.
Amén del derecho
a la intimidad es de advertir la garantía del derecho a la información en el
artículo 20 de la Carta, cuyo rango constitucional es equivalente.
Lo anterior hace
necesario establecer un equilibrio entre el derecho a la intimidad y el derecho
a la información, que permita la libertad y la dignidad de las personas tanto
como el derecho a la información veraz e imparcial.
Este equilibrio
es tanto más importante cuando se trata de una actividad como la financiera, la
cual por concernir al manejo del ahorro de la comunidad, cuyo cuidado depende
de la ortodoxia y prudencia con que procedan las entidades del sector, requiere
un acervo adecuado de información en materia de evaluación de riesgo. Aquí no
huelga recordar que el constituyente calificó a la actividad financiera como de
interés público en el artículo 335 de la Carta.
5. Renuencia del
Banco de Bogotá a cumplir sentencia judicial
Las actuaciones
judiciales que se adelantan frente a las entidades vigiladas por la
Superintendencia Bancaria, no se ponen en nuestro conocimiento por las
autoridades pertinentes, por tratarse de un trámite independiente a las
actuaciones administrativas adelantadas por nosotros.
6. Creación,
funcionamiento y control de la central de información de la Asociación
Bancaria.
La Asociación
Bancaria una organización civil de carácter gremial sin ánimo de lucro,
diferente a las entidades financieras afiliadas a ella; no compete a la
Superintendencia Bancaria su control y por ende no tiene facultades relativas a
su creación o funcionamiento.
No obstante,
anexo al presente escrito, me permito remitirle fotocopia del reglamento de la
central de riesgos de la Asociación Bancaria.
En todo caso,
debe señalarse que para la Superintendencia Bancaria es de gran importancia y
conveniencia la existencia de mecanismos de información que permitan una mejor
evaluación del riesgo crediticio. Tanto es así que para otorgar así y evaluar
el crédito esta Superintendencia exige la consulta a centrales de riesgos.
7. Acciones
contra la Superintendencia Bancaria por fallas en el manejo y organización de
los Bancos de Datos.
El ordenamiento
jurídico colombiano no prevé acción alguna contra la Superintendencia Bancaria
por perjuicios que se causen por la organización y manejo de los bancos de
datos financieros, ya que no corresponde a ésta la vigilancia de los mismos
como se ha explicado (Fls. 51-54).
Como se desprende de lo anterior, no existe
en el ordenamiento nacional el otro medio de defensa judicial señalado tanto
por la Juez 110 como por la Sala del Tribunal.
Es claro también que la ignorancia o
negligencia de ambos falladores constituye un grave desconocimiento de los
principios de prevalencia del derecho sustancial y de la eficacia, que según el
artículo 3o. del Decreto 2591 de 1991, deben regir el trámite de la acción de
tutela. Representa igualmente un grave irrespeto a la dignidad y tranquilidad
del peticionario. Todo lo anterior amerita la intervención de las autoridades
competentes, particularmente por cuanto que a partir de la vigencia de la Carta
de 1991 no hay duda alguna que el Estado debe estar al servicio de la persona y
no la persona al servicio ciego del Estado.
Lo ocurrido en el presente caso dá pié para
formular algunas consideraciones adicionales acerca del alcance que tiene la expresión
"Esta acción sólo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio
de defensa judicial" (inciso 3o. del artículo 86 de la Carta vigente).
Si se repara que en el inciso primero de
dicho artículo la acción de tutela aparece consagrada como un procedimiento
para la protección inmediata de los derechos constitucionales fundamentales
cuandoquiera que éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la
omisión de cualquier autoridad pública; que en la función pública de
administrar justicia debe prevalecer el derecho sustancial y se observará la
debida diligencia (Constitución Nacional, Artículo 228); y que entre los fines
esenciales del Estado está el de garantizar la efectividad de los
derechos consagrados en la Constitución (Ibidem art. 2o.) está fuera de toda
duda que la acción de tutela, por la expresa voluntad del Constituyente de
1991, es el recurso efectivo que consagran los tratados y convenios
internacionales para proteger eficazmente los derechos fundamentales. Por
tanto, así se ha venido a colmar en el ordenamiento nacional un vacío que
justamente venía preocupando a personas y entidades comprometidas en la
protección de tales derechos.
Siendo esto así, es claro entonces que el
otro medio de defensa judicial a que alude el artículo 86 debe poseer
necesariamente, cuando menos, la misma eficacia en materia de protección
inmediata de derechos constitucionales fundamentales que, por su naturaleza,
tiene la acción de tutela. De no ser así, se estaría haciendo simplemente una
burda y mecánica exégesis de la norma, en abierta contradicción con los
principios vigentes en materia de efectividad de los derechos y con
desconocimiento absoluto del querer expreso del Constituyente.
En otros términos, en virtud de lo
dispuesto por la carta del 91, no hay duda que "el otro medio de defensa
judicial" a disposición de la persona que reclama ante los jueces la
protección de sus derechos fundamentales ha de tener una efectividad igual o
superior a la de la acción de tutela para lograr efectiva y concretamente que
la protección sea inmediata. No basta, pues, con la existencia en abstracto de
otro medio de defensa judicial si su eficacia es inferior a la de la acción de tutela.
De otra parte, es así mismo claro que
cuando el Estado colombiano está obligado a hacer la mayor divulgación de la
Constitución (Constitución Nacional art. 41) ello no implica sólamente una
labor formal a través de los diversos medios de comunicación sino también el
estímulo concreto a la práctica cotidiana de sus principios y valores por parte
de sus funcionarios. Lo cual supone, entre otras cosas, que el Juez del Estado
social de derecho en que se ha transformado Colombia por virtud de lo dispuesto
en el artículo 1o. de su nueva Carta, está en la obligación de indicarle al
peticionario, con la claridad y precisión que son de presumir en un profesional
egresado de una facultad de Derecho aprobada por el Estado, el otro medio de
defensa judicial de que puede disponer el afectado para proteger su derecho.
De no ser así, podría estimularse una práctica dilatoria y claramente kafkiana
en abierta burla de la dignidad humana. Tal como ha ocurrido en el presente
caso y que bien amerita una investigación por parte de las autoridades
competentes.
Por todas las consideraciones anteriores,
esta Sala reconocerá que en el presente caso el afectado no dispone de otro
medio de defensa judicial y que por tanto es procedente la acción de tutela
incoada.
B. La dignidad humana, supremo
principio de la Constitución de 1991.
Con toda razón sus comentaristas ponen de
presente que esta Carta consagra una nueva orientación filosófica que ubica al
hombre en lugar privilegiado y es el más eficaz instrumento al servicio de la
dignificación de la persona humana. Ello se desprende de buena parte de su
texto, pero en especial del preámbulo y los artículos 1 al 95, los cuales
permean todo el ordenamiento nacional.
En virtud de lo anterior, se ha producido
pues un cambio cualitativo de amplio espectro que supone necesariamente la
revisión de aquellas categorías jurídicas que siempre tuvieron como núcleo la
propiedad y no el debido miramiento a la persona humana. Tal revisión se
traduce en una neta prevalencia de la categoría del ser sobre la del tener o
del haber, dentro del marco de un hondo y genuino humanismo que debe presidir
los actos de los encargados de administrar justicia en todos los niveles del
sistema jurídico.
Por tanto, en Colombia la actividad
económica no puede desarrollarse hoy en abierto contraste con los valores
fundamentales y las exigencias propias de la libertad humana. Ella prevalece
sobre toda pretensión desmesurada de servir los intereses de la productividad y
la eficiencia.
C. Las nuevas tecnologías y la
libertad personal.
Dentro de la perspectiva de crear y definir
permanentemente nuevos derechos humanos que respondan a las exigencias de las
diversas coyunturas históricas, se habla hoy de una cuarta generación de tales
derechos que tendría como finalidad específica la de dar respuesta tanto a los
desafíos científicos y del progreso tecnológico como al cuestionamiento
producido por la manipulación genética o por el riesgo de la desinformación
universal de los procedimientos ultramodernos de los medios de comunicación.
De estas inquietudes muy fundadas se han
hecho también eco algunos instrumentos elaborados por organismos
internacionales.
Así, por ejemplo, en la denominada
"Proclama de Teherán", aprobada por la Conferencia Internacional de
Derechos Humanos el 13 de Mayo de 1968 se declaró solemnemente que:
"Si bien los
recientes descubrimientos científicos y adelantos tecnológicos han abierto
amplias perspectivas para el progreso económico, social y cultural, esta
evaluación puede, sin embargo, comprometer los derechos y las libertades de los
individuos y por ello requerirá una atención permanente".
También en su "Declaración sobre la
utilización del progreso científico y tecnológico en interés de la paz y en
beneficio de la humanidad", proclamada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 10 de noviembre de 1975 se expresa que:
"Todos los
Estados tomarán medidas apropiadas a fin de impedir que los progresos
científicos y tecnológicos sean utilizados, particularmente por órganos
estatales, para limitar o dificultar el goce de los derechos humanos y las
libertades fundamentales de la persona consagrados en la Declaración Universal
de Derechos Humanos, en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos y en
otros instrumentos internacionales pertinentes".
Entre tales medidas apropiadas la ONU, a
través de sus organismos especializados, ha venido estimulando la adopción de
normas para el manejo de bancos de datos y de protección a la intimidad.
D. Intimidad y habeas data:
aproximación al artículo 15 de la Carta.
La Sala estima conveniente señalar en forma
muy somera algunos alcances de esta nueva disposición con la cual el
Constituyente ha querido, en buena medida, proteger la intimidad la honra y la
libertad contra los abusos del poder informático vinculado estrechamente, según
se verá, con los adelantos tecnológicos.
1.- La intimidad.
Como es bien sabido, cuando la doctrina2
se refiere a la intimidad bajo la forma de protección de la vida privada, lo
hace tanto en un sentido amplio como en un sentido estricto.
En el primero, la expresión designa todas
las reglas jurídicas que tienen por objeto proteger la vida personal y
familiar. Este es el alcance que le reconoce la Corte Europea de Derechos del
Hombre al artículo 8o. de la Convención sobre la materia.
En un sentido más estricto, la expresión se
emplea también para designar exclusivamente un conjunto de normas que tiene por
fin la protección de las personas contra atentados que afectan particularmente
el secreto o la libertad de la vida privada.
En algunos pronunciamientos de la
jurisprudencia francesa, el profesor Stromholm considera que la intimidad no es
otra cosa que el derecho de una persona de manejar su propia existencia como a
bien lo tenga con el mínimo de injerencias exteriores 3.
Por su naturaleza manifiestamente
individualista y negativa, concepciones como ésta son hoy insuficientes para
demandar la protección del ordenamiento ante las embestidas del "poder
informático".
La misma doctrina destaca también que la
intimidad se proyecta en dos dimensiones a saber: como secreto de la vida
privada y como libertad.
Concebida como secreto, atentan contra ella
todas aquellas divulgaciones ilegítimas de hechos propios de la vida privada o
familiar o las investigaciones también ilegítimas de acontecimientos propios de
dicha vida.
Concebida como libertad individual,
trasciende y se realiza en el derecho de toda persona de tomar por sí sola
decisiones que concierne a la esfera de su vida privada.
Planteamientos como éstos han estimulado intentos
enderezados a distinguir diversas esferas de la vida privada, a ubicar la
intimidad en la porción más interna de la misma, y a precisar que la protección
jurídica debe tener por objeto exclusivamente la parte íntima de la vida
privada y no simplemente la "privacidad". Pero también parecen dar
la razón a quienes estiman inútil y hasta imposible construir una noción clara
de intimidad como presupuesto indispensable para su eficaz protección jurídica.
El derecho no ha sido ajeno a la protección
de la vida privada. Pero esta meta resulta cada vez más difícil por cuanto en
nuestro tiempo los secretos no son simplemente captados por los sentidos sino
que el uso de técnicas hace prácticamente ilimitada su revelación a los nuevos
medios de comunicación social.
Los atentados contra la intimidad pueden
provenir tanto de los particulares como del Estado.
Entre las prácticas más perturbadoras de
los particulares la doctrina señala la exposición pública de fotografías sin el
consentimiento del retratado, las vociferaciones para anunciar la venta de
mercancía, el asedio inoportuno de periodistas en momentos de extrema
pesadumbre, las llamadas telefónicas de anónimos injuriadores, el empleo
ilícito de aparatos destinados a espiar detalles de la vida íntima, el empleo
abusivo de la informática en el acopio de datos sobre los antecedentes
comerciales y la circulación de libros, filmes y videos cuyos argumentos
reproduzcan, sin tacto alguno, episodios desgraciados de la vida real de las
personas4
La creciente utilización de la informática
en las actividades propias de la administración pública, particularmente
notoria durante la presente década, ha creado grandes esperanzas de encontrar
por fin el remedio más eficaz para muchos de sus problemas, algunos de los
cuales se remontan al siglo pasado.
Este optimismo, tal vez ingenuo, parece
haber relegado a un plano secundario la consideración de un aspecto específico
de la informatización del Estado que concierne en grado sumo al ciudadano
común, a saber: el uso indebido de una ingente masa de información en manos del
Ejecutivo bien puede acarrear consecuencias nocivas para sus derechos en países
donde todavía no existe una regulación adecuada sobre nuevas tecnologías de
información como es, precisamente, el caso de Colombia.
Dentro de este complejo contexto, se
protege la intimidad como una forma de asegurar la paz y la tranquilidad que
exige el desarrollo físico, intelectual y moral de las personas, vale decir,
como un derecho de la personalidad.
Esta particular naturaleza suya determina
que la intimidad sea también un derecho general, absoluto, extrapatrimonial,
inalienable e imprescriptible y que se pueda hacer valer "erga
omnes", vale decir, tanto frente al Estado como a los particulares. En
consecuencia, toda persona, por el hecho de serlo, es titular a priori
de este derecho y el único legitimado para permitir la divulgación de datos
concernientes a su vida privada. Su finalidad es la de asegurar la protección
de intereses morales; su titular no puede renunciar total o definitivamente a
la intimidad pues dicho acto estaría viciado de nulidad absoluta5 .
Es de señalar también que la doctrina
moderna ha venido reiterando una nueva y creciente dimensión de la intimidad
que la reivindica de su inicial caríz individualista y negativo. Se trata, ni
más ni menos, de reconocerle un espacio propio entre las denominadas libertades
públicas, vale decir, entre aquellos derechos fundamentales de una sociedad que
permiten el desarrollo y mantenimiento de la personalidad y la dignidad humana6
De otra parte, en las nuevas condiciones
creadas por la emergencia de sofisticadas tecnologías, la intimidad adquiere
más y más objetiva naturaleza política como que apunta a lograr un justo
equilibrio en la distribución del poder de la información y no exclusivamente,
como en el pasado, a garantizar los apetitos de soledad de una persona.
2.- Intimidad y derecho a la
información
En casos de conflicto insoluble entre
ambos, esta Sala no vacila en reconocer que la prevalencia del derecho a la
intimidad sobre el derecho a la información, es consecuencia necesaria de la
consagración de la dignidad humana como principio fundamental y valor
esencial, a la vez, del Estado social de derecho en que se ha transformado hoy
Colombia, por virtud de lo dispuesto en el artículo primero de la Carta de
1991.
En efecto, la intimidad es, como lo hemos
señalado, elemento esencial de la personalidad y como tal tiene una conexión
inescindible con la dignidad humana. En consecuencia, ontológicamente es parte
esencial del ser humano. Sólo puede ser objeto de limitaciones en guarda de un
verdadero interés general que responda a los presupuestos establecidos, por el
artículo 1o. de la Constitución. No basta, pues, con la simple y genérica
proclamación de su necesidad: es necesario que ella responda a los principios
y valores fundamentales de la nueva Constitución entre los cuales, como es
sabido, aparece en primer término el respeto a la dignidad humana.
3.- La Central de Información de la
Asociación Bancaria
De la documentación suministrada por el
señor Superintendente se desprende que la Central es un mecanismo de defensa
gremial que concentra la información de clientes del sistema financiero en lo
relacionado con aspectos que permiten establecer el grado de riesgo que implica
un determinado crédito. La información que pueden recibir estos entes está
sometida al principio de la reserva bancaria y su manejo se sujeta al deber
general de no causar daño a otro. Pero la reserva bancaria no opera respecto de
los datos relativos a obligaciones incumplidas comoquiera que es esta una excepción
al deber de sigilo de los establecimientos bancarios7 .
En Agosto de 1991, la Asociación Bancaria
de Colombia expidió un reglamento de su Central de Información, del cual merecen
destacarse los siguientes aspectos:
Artículo 1o.
Naturaleza. La Central de Información de la Asociación Bancaria de Colombia es
un servicio privado de información del sistema financiero, conformado por las
bases de datos de carácter personal económico mencionados en los Acuerdos
Interbancarios y los que la Junta Directiva estime necesarios para el logro del
propósito que se establece en el artículo siguiente:
Artículo 2o.
Propósito. Las bases de datos que conforman la Central de Información tienen
el propósito de servir a las instituciones financieras como elementos de juicio
para la evaluación de riesgos en los negocios financieros y operaciones activas
de crédito que celebren con sus clientes, así como para la aplicación de los
acuerdos interbancarios adoptados por la Asamblea de Afiliados a la Asociación.
Artículo 4o.
Titulares de los datos. Las personas cuyos datos personales hayan sido
reportados a la Central son los titulares de los mismos, y en consecuencia
tienen derecho a conocer, actualizar y rectificar las informaciones, conforme
al procedimiento señalado en este reglamento.
Artículo 5o.
Responsables. La Asociación Bancaria de Colombia es la administradora de las
bases de datos que conforman la Central de Información y en consecuencia es
responsable de los archivos. Los usuarios serán responsables de la exactitud de
los datos y de la actualización o rectificación, así como del buen uso de la
información obtenida de la Central. (Fls. 94-95).
Es claro, pues, que la Asociación Bancaria
de Colombia administra un servicio privado de información del sistema
financiero conformado por bases de datos de carácter personal económico
y que, como tal, es responsable del manejo de los respectivos archivos.
De otra parte, las personas cuyos datos
personales son reportados a dicha Central tienen derecho a conocer, actualizar
y rectificar las informaciones, de acuerdo con la Constitución o la ley8 .
Por todo lo anterior, esta Sala encuentra
reprochable en grado sumo la conducta de la Asociación Bancaria al negarse
rotundamente a acceder a la solicitud que le hiciera el peticionario en dos
ocasiones en el sentido de que lo retirara de la lista de deudores morosos. En
efecto, en el expediente obra prueba de que por sentencia debidamente
ejecutoriada el Juzgado 16 Civil del Circuito de Bogotá había declarado
prescrita la obligación del Arquitecto Argüelles desde el 27 de Abril de 1987.
Sorprende igualmente que dicho quejoso haya
tenido que impetrar, por medio de apoderado, la presente acción de tutela ante
el Juzgado 110 de Instrucción Criminal de Bogotá para que se le retirara de la
lista de deudores morosos y se actualizara y rectificara la información que
sobre él existe en el banco de datos de la Asociación Bancaria. Porque es lo
cierto que por virtud de lo dispuesto en el reglamento de la Central, él tenía
perfecto derecho a la actualización de las informaciones que le concernían, en
particular, que su obligación con el Banco de Bogotá había sido declarada
prescrita por sentencia judicial desde abril de 1987 y no tenía por qué seguir
figurando en la condición de deudor moroso de dicha entidad financiera.
Como consecuencia de todo lo anterior, esta
Sala reitera que es voluntad expresa del Constituyente plasmada en el texto del
artículo 1o. la primacía del ser humano con sus atributos fundamentales sobre
otras categorías simplemente accesorias, como las de haber o tener.
Ello quiere decir, en otros términos, que
el ejercicio del derecho a la información en que, según la Asociación Bancaria
de Colombia, se fundamenta la Central de Información que dicha entidad
administra, no puede conducir en manera alguna a la vulneración de la dignidad
humana. Tal como ha ocurrido en el caso del señor Argüelles. La misma
limitación pesa sobre el ejercicio del derecho a la protección del crédito como
proyección del derecho de propiedad.
3.- El Dato y su
"propiedad"
Por cuanto respecta a su especial y
compleja naturaleza el profesor Ernesto Lleras observa justamente que en la
teoría de la información.
El dato es un elemento material susceptible
de ser convertido en información cuando se inserta en un modelo que lo
relaciona con otros datos y hace posible que el dicho dato adquiera sentido
(Cfr. Lleras et. al).
En forma muy somera, se puede decir que el
sentido en última instancia, lo producen una o varias mentes humanas y este
sentido es un determinante de la acción social. Los modelos se plasman en forma
de textos y mensajes que consisten en una serie de signos algunos de los cuales
les llamaremos datos, organizados de acuerdo a sistemas de reglas o gramática.
"A través de los signos y mensajes los
eventos adquieren realidad social. La realidad expresada a través de
mensajes ... es la determinante de la acción social (Lleras et. al p. 6).
El dato se constituye entonces en el
elemento básico de información sobre eventos o cosas. (Fl. 45).
Pero aquí nos
importa señalar especialmente la incidencia del dato en la eventual vulneración
de la intimidad. En efecto, el mencionado experto señala también en su
concepto que:
El dato que
constituye un elemento de la identidad de la persona, que en conjunto
con otros datos sirve para identificarla a ella y solo a ella, y por lo tanto sería
susceptible de usarse para coartarla, es de su propiedad, en el sentido de que
tendría ciertos derechos sobre su uso. Datos de este tipo serían sus señales
particulares, relaciones de propiedad y de familia, aspectos de su
personalidad, y señales de identidad de diversa índole que van emergiendo en
las actividades de la vida. Todos estos datos combinados en un modelo, son
equivalentes a una "huella digital" porque el individuo es
identificable a través de ellos.
Por las
características propias de los datos, una vez producidos (codificado un evento
u objeto por alguien o eventualmente una máquina) pueden diseminarse con
relativa facilidad. Esto hace que puedan ser usados, en combinación con otros
de procedencias distintas pero adscribibles a la misma persona. Así se va
configurando lo que ha dado en llamar un "perfil de datos de una
persona"(Lleras). Estos perfiles pueden construirlos quienes tengan bancos
de datos bien sea manuales o sistematizados, y el poder de información y control social que
estos tengan depende del uso de la tecnología disponible.
El problema del
"poder informático"existe siempre que se poseen datos sobre las
personas bien sea en forma manual o por medios electrónicos. Con el desarrollo
de estos últimos, las posibilidades de acción de ese poder en contra de la
libertad de las personas se magnifican y harían necesaria una legislación
especial.
El "perfil
de datos" de la persona se constituye entonces en una especie de
"persona virtual" sobre la cual pueden ejercerse muchas acciones que
tendrán repercusión sobre la persona real. Desde el envío de propaganda no
solicitada, hasta coerción u "ostracismo" social como en el caso que
se presenta. Un "buen" manejo de Bancos de Datos permitiría
identificar hasta perfiles poblacionales desde distintos puntos de vista, lo
cual constituye un evidente peligro de control social de aquellos que ostentan
"poder informático", no solamente contra la libertad de las personas
individuales sino contra la de sectores sociales más amplios. (Fl. 46).
Por su compleja naturaleza es claro que
frente al dato no puede aplicarse en todo su rigor el derecho clásico de
propiedad. En verdad, bien miradas las cosas, salta a la vista la existencia de
varios sujetos con distintas relaciones. Uno es el sujeto del cual se dice algo
o al cual algo le concierne en el universo informativo construído a partir del
dato. Otro es el sujeto que, aplicando unos códigos o gramáticas como
instrumentos auxiliares, hace que el dato se convierta en información. Pueden
existir otros cuya labor específica es la circulación y difusión de la
información con destino a los clientes habituales de los medios de
comunicación. La labor primordial de estos últimos sujetos es, como se ve,
hacer que el dato se convierta en esa mercancía denominada a veces noticia,
apta para el consumo de su clientela que las nuevas tecnologías de información
permiten ampliar más y más cada día. En estas condiciones, los diversos sujetos
son apenas titulares de algunas facultades que no les confieren necesariamente
la calidad de propietarios. Muchas veces no son más que simples depositarios
forzosos.
De otra parte, la facultad de difusión que
es, como se sabe, propia del derecho a la información, adquiere un contenido
económico que muy a menudo dificulta establecer un límite claro entre el
ejercicio del derecho a la información como dimensión de la libertad política y
presupuesto de una democracia participativa y pluralista, y la simple actividad
empresarial de producir más y más noticias para una creciente clientela
teniendo como materia prima los datos. Algunos se apropian codiciosamente de
ellos, como si se tratara de colegiales indisciplinados a la caza de frutos
silvestres en predios que consideran baldíos y que son en verdad los huertos de
sus iracundos vecinos o colegas.
Lo cierto es que por las muy estrechas
relaciones entre el dato personal y la intimidad que atrás hemos destacado, la
sóla búsqueda y hallazgo de un dato no autoriza a pensar que se ha producido
simultáneamente su apropiación exclusiva y, por tanto, la exclusión de toda
pretensión por parte del sujeto concernido en el dato.
De ahí que no pueda hablarse de que existe
un propietario del dato con las mismas implicaciones como si se tratara de una
casa, un automóvil o un bien intangible. Tampoco cabe pensar que la entidad que
recibe un dato de su cliente en ejercicio de una actividad económica, se
convierte por ello mismo en su propietario exclusivo hasta el punto de que es
ella quien pueda decidir omnímodamente su inclusión y posterior exclusión de un
banco de datos. Esto sería tanto como autorizarlo de lleno a desposeer al
sujeto, con todas sus consecuencias previsibles, de los "perfiles
virtuales" que, como ya hemos visto, pueden construírse a partir de los
datos de una persona.
Con las posibilidades que ofrecen hoy las
modernas tecnologías de información y, en particular, los bancos de datos
computarizados, ello equivaldría también a autorizar a la persona o entidad que
recibe el dato a encarcelar "virtualmente" en el banco de datos al
sujeto concernido en los mismos. Lo cual, en países que carecen de una
legislación específica protectora de la intimidad frente al fenómeno informático,
favorecería abiertamente su cotidiana vulneración. Que estos abusos no son
simplemente potenciales e imaginarios, lo señala en buena medida el informe
del señor Superintendente.
Por eso, a partir de la vigencia del art.
15 de la Carta del 91 y en desarrollo del mismo es indispensable la regulación
integral del poder informático para poner coto a sus crecientes abusos. Así lo
exige la adecuada protección de la libertad personal frente a los poderosos
embates de las nuevas tecnologías. Y así lo ordenará esta Sala.
4- Los bancos de datos y el derecho
constitucional informático
Tal como lo señala el profesor Mario G.
Losano9 precursor muy fecundo tanto de la
informática jurídica como del derecho informático en Italia, y cuyas obras son
ampliamente conocidas en nuestro continente, un banco de datos no es otra cosa que un conjunto de
informaciones que se refieren a un sector particular del conocimiento, las
cuales pueden articularse en varias bases de datos y ser distribuídas a los
usuarios de una entidad que se ocupa de su constante actualización y
ampliación.
O lo que es fundamentalmente lo mismo, un
conjunto de informaciones exhaustivas y no redundantes sobre un determinado
tema, manejado por un específico conjunto de programas10 .
Como se ve, pues, los bancos de datos son
objetos propios de la ciencia de la información que adquieren una particular
relevancia en el moderno derecho constitucional por la gran potencialidad que
tienen de vulnerar algunos derechos fundamentales, como la intimidad.
La incidencia de los bancos de datos en el
derecho público informático se aprecia con mayor claridad en el surgimiento de
conceptos tan específicos como los de poder informático y libertad
informática. Nos referiremos a ellos más adelante, por cuanto son hoy de
ineludible referencia para entender a cabalidad los verdaderos alcances del
artículo 15 de la Carta de 1991.
Es preciso, de otra parte, recordar que a
partir de la década del cincuenta máquinas tales como los computadores han
hecho posible no sólo crear e interconectar enormes "bancos de datos"
que pueden suministrar inmediatamente una vasta cantidad de información
personal a grandes distancias y en forma más comprensiva, sino también
establecer correlaciones entre datos que aisladamente son las más de las veces
inofensivos pero que reunidos pueden descubrir aspectos cuya relevación atenta
contra la libertad e intimidad del ciudadano.
En efecto, como lo observa agudamente el
profesor Losano11
mediante el denominado software aplicativo el computador se ha convertido para
el ciudadano en un delator perfecto de informaciones sin que en la mayoría de
los casos el titular de ellas llegue siquiera a enterarse, lo cual representa
un peligro evidente para sus derechos, sobre todo en países como Colombia, que
carecen de una legislación especial en materia de circulación de datos.
Es comprensible, entonces, que la
literatura especializada se haya venido ocupando más y más de la dramática e
injusta situación del ciudadano que es objeto de una permanente observación por
parte del aparato estatal que lo coloca dentro de un virtual acuario de
cristal, sin posible escapatoria o salvación. Aparece así el denominado
síndrome del pez rojo[1].
Pero es innegable también que cuantos más
servicios pretenda recibir el ciudadano del Estado tanto mayor será la cantidad
de datos que deba suministrarse (composición del núcleo familiar, vivienda,
salud, educación, lugar de trabajo, necesidades de transporte, seguridad
social, etc.), con la obvia consecuencia de que una mayor transparencia de sus
beneficiarios, todo lo cual contribuye a reproducir, prolongar y fortalecer la
vigencia del síndrome y del poder informático.
Como bien lo destaca el profesor Vittorio
Frosini, la posibilidad de acumular informaciones en cantidad ilimitada, de
confrontarlas y agregarlas entre sí, de hacerle un seguimiento en una memoria
indefectible, de objetivizarlas y transmitirlas como mercancía en forma de
cintas, rollos o discos magnéticos, por ejemplo, permite un nuevo poder de
dominio social sobe el individuo, el denominado poder informático.
Como necesario contrapeso, este nuevo poder
ha engendrado la libertad informática. Consiste ella en la facultad de disponer
de la información, de preservar la propia identidad informática, es decir, de
permitir, controlar o rectificar los datos concernientes a la personalidad del
titular de los mismos y que, como tales, lo identifican e individualizan ante
los demás. Es, como se ve, una nueva dimensión social de la libertad individual
diversa, y por razón de las circunstancias que explican su aparición, de otras
clásicas manifestaciones de la libertad.
Por su peculiar naturaleza, esta libertad
ha sido reconocida en las legislaciones de Estados de democracia liberal
mediante estatutos jurídicos especiales, los cuales, establecen nuevos derechos
e instituciones de control. En España, Portugal, y Brasil, por ejemplo,tanto la
libertad informática como el habeas data han recibido el honor de una
clara y explícita consagración constitucional[2].
5.- La cárcel del alma y el derecho
al olvido
1. Con el triunfo definitivo del Estado
moderno en el siglo XVIII, depositario de las ideas de la Ilustración y del
humanismo racionalista, se impuso una nueva manera de ver las relaciones entre
los gobernantes y los gobernados y con ella una nueva manera de ver el castigo.
El punto clave de esta última novedad puede ser explicado como un abandono de
la preocupación medioeval por punir el cuerpo de los delincuentes -a través de
los suplicios- en beneficio de un interés permanente por castigar su alma.
Este cambio de objeto, que Foucault ha descrito en detalle como un cambio
estratégico en el ejercicio del poder, se ha ido imponiendo a través de los
últimos siglos hasta adquirir hoy plena manifestación en disciplinas sociales
basadas en la imposición de reglas comerciales, de métodos de observación, de
técnicas de registro, de procedimientos de indagación y de pesquisa, de
aparatos de verificación y, en general, de tratamiento de informaciones que
condicionan y manipulan el comportamiento ciudadano sin necesidad de ejercer
una coacción o una amenaza de coacción física sobre los individuos.
El encarcelamiento del alma en la sociedad
contemporánea, dominada por la imagen, la información y el conocimiento, ha
demostrado ser un mecanismo más expedito para el control social que el
tradicional encarcelamiento del cuerpo. Por eso vale la pena preguntarse si estos
dos tipos de encarcelamiento se ejercen de manera discriminada y estratégica en
Colombia como mecanismo de control frente a dos sectores de población diferente
a saber: la cárcel tradicional para la clase marginada del circuito económico y
comercial y la cárcel del espíritu contra los demás violadores de las reglas
disciplinarias impuestas por dicho circuito.
Los datos tienen por su naturaleza misma
una vigencia limitada en el tiempo la cual impone a los responsables o
administradores de bancos de datos la obligación ineludible de una permanente
actualización a fin de no poner en circulación perfiles de "personas
virtuales" que afecten negativamente a sus titulares, vale decir, a las
personas reales.
De otra parte, es bien sabido que las
sanciones o informaciones negativas acerca de una persona no tienen vocación de
perennidad y, en consecuencia después de algún tiempo tales personas son
titulares de un verdadero derecho al olvido.
Este derecho le fue abiertamente negado al
peticionario tanto por la Asociación Bancaria de Colombia como por el Banco de
Bogotá, con lo cual lo condenaron, sin fórmula de juicio, a una exclusión del
sistema crediticio por término indefinido. Ello pese a que ambas entidades
sabían que desde el 27 de abril de 1987 un Juez de la República, con la
autoridad que le confiere la ley declaró prescrita la obligación contraida por
el peticionario con el Banco de Bogotá.
Por eso es a todas luces censurable la
rebeldía del banco a reconocerle efectos a esta sentencia. Como lo es también,
en mayor grado, la complicidad manifiesta con dicha conducta por parte de una
entidad llamada a velar por los mejores intereses del gremio, como es el caso
de la Asociación Bancaria de Colombia.
6.- Creciente informatización social
e insuficiente protección jurídica
Un censo realizado por el DANE en diciembre
de 1987 sobre el desarrollo informático en Colombia, reveló la existencia de
640 empresas oficiales que procesan datos, cifra ésta que contrasta
abiertamente con las 2.535 empresas que lo hacen también en el sector privado.
Teniendo en cuenta las diversas actividades
económicas, es de destacar que en el sector de la agricultura, la
silvicultura, la caza y la pesca existían 70 entidades que procesan datos
mientras que en la industria manufacturera lo hacen 753, en el comercio 559 y
en el sector financiero 628.
Por cuanto respecta a la ubicación
regional, vale la pena señalar que en tanto que en Bogotá y la región central
se concentra el 68% de los recursos informáticos, en la zona pacífica el
porcentaje tan solo llega al 12, y el 20% restante en las regiones atlántica
oriental y los territorios nacionales.
De otra parte, estudios realizados por la
Embajada de los Estados Unidos para estimar el potencial del mercado de los
computadores en nuestro país prospectado hacia el año de 1993, indican
claramente que en cinco años la adquisición de equipos pasó de 482 a 3.827 con
una marcada tendencia al crecimiento en la demanda de microcomputadores la cual
constituirá más de la mitad del mercado general de computadores, tanto en valor
como en número de unidades.
Por cuanto respecta a los diversos equipos
importados al país y su utilización en los distintos sectores de la economía
nacional, el mencionado estudio estableció también que los "main
frames" serán adquiridos principalmente por el gobierno y por los
sectores financiero y manufacturero, los minis por el sector del comercio y el
manufacturero y los micros por el sector financiero, el comercio, el
manufacturero y el educativo. Es de destacar también que los gastos hechos en
el país por concepto de hardware de computadores, software y servicios
ascienden, respectivamente, a cerca de 270 millones de dólares, 80 y 40.[3].
De otra parte, la presencia de la
informática en la sociedad colombiana se percibe también tanto a través de
normas de carácter fundamentalmente técnico sobre la utilización de sistemas
de información, equipos y servicios de procesamiento de datos como sobre la
formulación y aplicación de políticas en materia de sistemas de información[4] y del servicio de
transmisión o recepción de información codificada (datos) entre equipos
informáticos[5].
Hace algún tiempo se reguló también la coordinación del programa de informática
en el sector público INSEP. En uno de los considerandos de la norma se deja
expresa constancia de la necesidad de mejorar los procesos de gestión de la
administración pública a todos los niveles, mediante la producción y uso de la
información y su vinculación a la planeación y a la toma de decisiones tanto
por entidades públicas como por la comunidad en general[6].
En una investigación reciente realizada por
el Centro Nacional de Consultoría con financiación de ACIS la cual abarcó
específicamente los sectores del gobierno, la industria, la educación, los
servicios, el comercio y la consultoría, se destaca la gran discrepancia que
existe entre los resultados obtenidos en dicho estudio y los de otros con
respecto a la cantidad de computadores que existen actualmente en Colombia. Se
afirma que existe una enorme subestimación del número de microcomputadores[7].
Ante esta creciente informatización de la
sociedad colombiana en distintas ocasiones y foros se ha puesto de presente la
carencia de instrumentos adecuados en el ordenamiento nacional para proteger la
libertad de los ciudadanos contra el uso abusivo de las nuevas tecnologías de
información.
Recientemente la voz muy autorizada de la
Procuraduría General de la Nación expresó su preocupación al respecto en un
amplio e iluminante concepto conque creyó oportuno pronunciarse en defensa de
los intereses de la comunidad ante el avance tecnológico de los sistemas y la
información computarizada y cuyas siguientes conclusiones esta Sala acoge
integralmente:
En los países
tercermundistas, como el nuestro, se ha de resaltar que al no ser productores
de tecnología, siempre habrá una distancia entre la regulación jurídica, el
avance científico y la afectación de la sociedad por la técnica, ello se
traduce en una legislación deficiente en materia de protección de derechos
personalísimos y sucesivamente desadaptada ante los progresos rápidos,
permanentes y severos de la ciencia.
Es posible
señalar algunas conclusiones sobre la situación del país frente al manejo de la
información con respecto de las personas:
a) La tecnología
y la informática son aún temas desconocidos por la mayoría de nuestra
población.
b) El acceso a
esa tecnología es en verdad mínima para un grupo muy selecto de la comunidad, y
los últimos adelantos son accedidos solo por las grandes empresas comerciales y
financieras para su explotación económica.
c) Existe una
falta total de difusión y educación acerca de los progresos técnicos para la
mayoría de los ciudadanos, además su alejamiento de las Instituciones
Estatales, se traduce en el desconocimiento de sus más mínimos derechos, por
consiguiente no se exigen.
d) En el manejo
de la información existe un poder concentrado que no permite la competencia en
la práctica y en donde se mueven grandes intereses económicos.
e) Las empresas
productoras y almacenadoras de datos han venido hasta hoy operando en un
ambiente de "absoluta" libertad, precisamente frente a derechos que
conceptualmente no aparecían claros en la legislación vigente pudiendo ser
desconocidos por la vía de la interpretación.
Nuestra
legislación no tiene la virtud de poder regular el tema de la intimidad y los
derechos personales de los ciudadanos ante el avance informático, pues sólo se
preocupó por avenirse a esa realidad normativizando el manejo de datos
especialmente en el sector público para racionalizar la inversión en equipos y
optimizar su utilización, dejando que los particulares manejen a su acomodo la
situación específica y dejando por fuera inexcusablemente, la protección a las
personas por el mal manejo o uso que se hiciera de dicha información.
De otra parte el informe del señor
Superintendente que se transcribió atrás refleja en buena medida la
desprotección en que se halla el ciudadano colombiano.
Ante esta situación se han adelantado
investigaciones de carácter académico tendientes a colmar integralmente la
laguna mencionada, intentos que hoy adquieren particular actualidad y
relevancia en virtud de lo dispuesto por el artículo 15 de la Constitución de
1991.
En el informe final de un proyecto de
investigación interdisciplinaria para la reglamentación de la reserva de los
ciudadanos y la responsabilidad en el uso y almacenamiento de información que
el gobierno nacional confió a la Universidad de los Andes en 1986, se deja
expresa constancia de que el ordenamiento nacional vigente protege la intimidad
mediante normas de distinta naturaleza y en áreas tales como la imagen, el
domicilio, la correspondencia, las comunicaciones, la interceptación
telefónica, el secreto profesional, la salud, la reserva documental, la reserva
tributaria, la reserva bancaria, la reserva sumarial, la reserva en ejercicio
de funciones públicas, la reserva comercial, el secreto industrial, la
seguridad del Estado y la reserva de la información estadística. Pero también
se deja constancia de que estos instrumentos de protección general son hoy
manifiestamente insuficientes para proteger debidamente a nuestros compatriotas
contra el uso abusivo de las modernas tecnologías de información. Por eso, como
resultado final de dicha investigación, se elaboró un esquema preliminar de
anteproyecto de regulación de los bancos de datos personales.
El objetivo fundamental del anteproyecto de
ley fue la protección de los datos personales contra toda recolección, uso,
acceso, difusión y transmisión en detrimento de la intimidad de sus titulares.
Y la democratización del denominado poder informático.
7.- Uso responsable de la Informática
La irrupción de nuevas tecnologías exige la
creación de instrumentos jurídicos adecuados que protejan los intereses
comunitarios y del ciudadano medio frente a los eventuales abusos de los
titulares, directos beneficiarios de tales tecnologías y establezcan principios
adecuados de responsabilidad en el manejo de los datos, vale decir, de la mayor
fuente de poder y eventual manipulación de nuestra cultura contemporánea.
En el siglo pasado el poder de un Estado se
media en términos demográficos y territoriales; posteriormente se hizo
necesario completar estos elementos con la dimensión de la riqueza de los
recursos naturales y en especial de los recursos minerales. Hoy, el poder de un
Estado se mide, ante todo, en términos de conocimiento. El saber necesario para
hacer algo, venderlo, utilizarlo etc. ha resultado ser más importante que los
insumos indispensables para producirlo. En consecuencia, el ejercicio del poder
se ha desplazado del ámbito tradicional al control físico de tierras, armas,
hombres, etc, al ámbito de control de la información y a través de ella, del
comportamiento de los individuos.
Las implicaciones sociales de las nuevas
tecnologías no pueden por eso ser ignoradas por la Academia comoquiera que
afectan positiva y negativamente la comunidad y el entorno, determinando
fenómenos y conductas concernientes a la cultura, a la convivencia social y a
la suerte misma de la persona humana.
Ante la emergencia de la civilización
tecnológica con todas sus vastas implicaciones para la convivencia social, el
Abogado no puede menos que actualizar sus conocimientos a fin de ofrecer a sus
clientes los servicios profesionales especializados que demanda dicha
civilización so pena de marginarse voluntaria o involuntariamente de la
posibilidad de servir eficazmente a sus clientes y de comprometer seriamente su
responsabilidad profesional.
La comunidad, por su parte, debe
desarrollar una conciencia que le permita defender eficazmente sus derechos
fundamentales frente a los sutiles o descarados embates de las nuevas
tecnologías y su incidencia en la vulneración de la dignidad humana.
Igualmente y con mayor razón, a los
titulares o empresarios de servicios tecnológicos y en particular de
tecnologías de información, la naturaleza de su materia prima, vale decir, el
dato, impone una diligencia especial en guarda del respeto a la dignidad humana
sin que sea óbice el que existan o no relaciones patrimoniales que configuren
propiedad. Es natural que esta diligencia sea mayor cuando se trata de
actividades empresariales lucrativas que crean, ingentes riesgos de vulnerar la
libertad o la honra de las personas.
8.- El derecho a la información
En su informe el señor Superintendente
observa, frente al pronunciamiento de la Procuraduría Delegada en lo Civil
proferido el 19 de Julio de 1991 (expediente 359), que la Carta garantiza tanto
el derecho a la intimidad como el derecho a la información "cuyo rango
constitucional es equivalente". Por lo cual es preciso "establecer un
equilibrio entre ambos derechos" que permita respetar la libertad y la
dignidad de las personas tanto como el derecho a la información veraz e imparcial.
"Este
equilibrio es tanto más importante cuando se trata de una actividad como la
financiera, la cual por concernir al manejo del ahorro de la comunidad cuyo
cuidado depende de la ortodoxia y prudencia con que procedan las
entidades del
sector requiere un acervo adecuado la información en materia de evaluación de
riesgo. Aquí no huelga recordar que el constituyente calificó la actividad
financiera como de interés público en el artículo 335 de la Carta".
Ciertamente, ya desde las labores de las
Comisiones preparatorias de la Asamblea Nacional Constituyente fue visible el
propósito de que el derecho a la información fuera plenamente compatible con el
respeto a la intimidad de las personas pues se quiso evitar en todo momento la
intromisión indebida en su vida privada[8].
Posteriormente, con la consagración expresa
que se ha hecho de la dignidad humana como el valor supremo del Estado Social
de Derecho, (Artículo 1o. de la Carta de 1991), la intimidad, que es una de las
manifestaciones más concretas y directas de dicha dignidad, ha adquirido una
posición privilegiada en el conjunto de los derechos constitucionales fundamentales.
Esto implica,se reitera una vez más, que ante un eventual conflicto insuperable
entre el derecho a la información y el derecho a la intimidad en donde no pueda
ser posible un equilibrio o coexistencia, la intimidad deberá prevalecer.
A manera de conclusión general, esta Sala
reitera que en el presente caso no sólo no existe otro medio de defensa
judicial, por las razones expuestas en su oportunidad, sino que además se ha
vulnerado la intimidad, la libertad personal y la dignidad del petente mediante
el abuso de la tecnología informática y del derecho de y a la información. La
vulneración de tales derechos constitucionales fundamentales se materializa en
la renuencia de la Asociación Bancaria de Colombia a cancelar su nombre de la
lista de deudores morosos y actualizar inmediatamente la información de su
banco de datos computarizado, a sabiendas de que mediante sentencia del 27 de
abril de 1987 debidamente ejecutoriada, un Juez de la República declaró
prescrita la obligación del señor Argüelles con el Banco de Bogotá.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera
de Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
PRIMERO. - REVOCAR la providencia proferida por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá el día 4 de Febrero de 1992
y en su lugar, ORDENAR la inmediata cancelación del nombre del peticionario
FRANCISCO ARGÜELLES NORAMBUENA de la lista de deudores morosos de la Central de
Información, organizada y administrada bajo la responsabilidad de la Asociación
Bancaria de Colombia.
SEGUNDO.- CONDENAR a la Asociación Bancaria de Colombia a la
indemnización del daño emergente causado al peticionario, en el monto que éste
compruebe ante las autoridades competentes.
TERCERO.- CONDENAR a la Asociación Bancaria de Colombia a pagar
las costas del presente proceso, de conformidad con la tasación que para tal
efecto realice el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá.
CUARTO.- Para los efectos de lo expuesto en la parte motiva de
este fallo, DAR traslado para lo de su competencia a las honorables Salas
Disciplinarias del Consejo Superior de la Judicatura y del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, así como a la Procuraduría General
de la Nación.
QUINTO.- Solicitar al Procurador General de la Nación que en
uso de su facultad de iniciativa legislativa y en desarrollo del artículo 15 de
la Carta y demás normas concordantes, considere la conveniencia de presentar a
la brevedad posible ante el Congreso de la República un proyecto de ley que
proteja eficazmente la intimidad y la libertad informática de los colombianos.
SEXTO.- En todos aquellos casos similares al presente por sus
hechos o circunstancias, siempre que hayan ocurrido abusos o intromisiones
arbitrarias o ilegales en la recolección, almacenamiento, tratamiento, uso y
divulgación no autorizada expresamente de datos personales, por cualquier medio
o tecnología, que amenacen vulnerar la intimidad y libertad informática de la
persona, la doctrina constitucional enunciada en esta sentencia tendrá CARACTER
OBLIGATORIO para las autoridades, en los términos del artículo 23 del
decreto 2067 de 1991.
SEPTIMO.- ENVIENSE sendas copias del presente fallo a los
señores Superintendente Bancario y Director del Departamento Nacional de
Estadística (DANE).
OCTAVO.- ORDENAR que por Secretaría se comunique esta
providencia al Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá en la forma y
para los efectos previstos en el artículo 36 del decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, Cópiese, Comuníquese, Cúmplase
e Insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Sentencia aprobada por la sala primera de
revisión a los dieciseis (16) días del mes de junio de mil novecientos
noventa y dos (1992).
1 Cfr. Corte Constitucional Sala de Revisión No. 3 Sent. de Abril 3
y Mayo 6 de 1992.
2 Cfr. Kayser Pierre. La protection de la vie privée. Protection
du secret de la vie privée. Económica París, 1984. pp. 9, 10.
3 Citado por Kayser. Op. Cit., p. 200
4 Cfr. Molinero César. Libertad de Expresión Privada.
Editorial A.T.E., Barcelona, 1981, pp. 63, 69. Citado por Madrid Malo Garizabal
Mario, Los Derechos Humanos en Colombia, Documentos ESAP, Bogotá, Abril
de 1989, p. 156
5 Cfr. Roux Andre, La protectión de la vie privée dans les
rapports entre l"etat et les particuliers. Económica, Paris 1983, p.
13.
6 Cfr. Roux, op. cit., p. 18.
7 Cfr. Superintendencia Bancaria, Concepto No. 91015226-0 de mayo 9
de 1991
8 Cfr. arts. 4 y 9 del reglamento.
9 Losano Mario G., Informatica per le scienze sociali Giulio
Einaudi editore s.p.a., Torino 1985, pág. 315.
10 Ibidem, pág. 316.
11 Cfr. Losano Mario G., Il diritto publico dell'informatica,
Giulio Einaudi editore s.p.a., Torino 1986, pp. 7, 8.
[1] Ibidem Op. cit.. p. 13
[2] Cfr. Losano Mario G., Il diritto dell'informatica, Giulio
Einaudi editore s.p.a., Torino 1986, pp. 7, 8.
[3] Embajada de los Estados Unidos, Empresa de Investigación de
Mercados Optimos Ltda., El mercado de los Computadores en Colombia.
[4] Cfr. Decretos 131 de 1976 y 1160 de 1976.
[5] Cfr. Decreto 2328 de 1982.
[6] Cfr. Decreto 473 de 1989
[7] Cfr. ACIS, "Estudio sobre la evolución de la informática
en Colombia. En : Sistemas, No. 46 pp. 4, 5.
[8] Cfr. Presidencia de la República, Propuestas de las Comisiones
Preparatorias. Bogotá, Colombia. Enero de 1991, pp. 226, 227, 321. |
51 | T-415-92
Sentencia No
Sentencia No. T-415/92
DERECHO AL AMBIENTE SANO/DERECHOS
FUNDAMENTALES
El derecho al medio ambiente y en general,
los derechos de la llamada tercera generación, han sido concebidos como un
conjunto de condiciones básicas que rodean al hombre, que circundan su vida
como miembro de la comunidad y que le permiten su supervivencia biológica e
individual, además de su desempeño normal y desarrollo integral en el medio
social. De esta manera deben entenderse como fundamentales para la
supervivencia de la especie humana. Nuestra Constitución consagra no sólo la
protección de los derechos fundamentales cuandoquiera que estén afectados por
daños ambientales, sino también unos derechos del ambiente específicos -a
participar en las decisiones que lo afecten, por ejemplo y también un derecho
fundamental al medio ambiente.
DERECHOS COLECTIVOS/DERECHOS FUNDAMENTALES/DERECHOS
DE APLICACION INMEDIATA/JUEZ DE TUTELA-Facultades
La conexión que los derechos colectivos
pueden presentar, en el caso concreto, con otros derechos fundamentales, puede
ser de tal naturaleza que, sin la debida protección de aquellos, estos
prácticamente desaparecerían o se haría imposible una protección eficaz. En
estos casos se requiere una interpretación global de los principios, valores,
derechos fundamentales de aplicación inmediata y derechos colectivos, para
fundamentar debidamente, una decisión judicial. Un derecho fundamental de
aplicación inmediata que aparece como insuficiente para respaldar una decisión,
puede llegar a ser suficiente si se combina con un principio o con un derecho
de tipo social o cultural, y viceversa. Esto se debe a que la eficacia de las
normas constitucionales no está claramente definida cuando se analiza apriori,
en abstracto, antes de entrar en relación con los hechos.
DERECHO AL AMBIENTE SANO/ACCION
DE TUTELA TRANSITORIA/PERJUICIO IRREMEDIABLE
El cumplimiento de la ley es un derecho de
estirpe constitucional fundamental reconocido en el artículo 40 de la
Constitución. Cuando la norma incumplida consagra un derecho constitucional
fundamental, entonces el derecho de interponer acciones públicas en defensa de
la constitución o de la ley "se puede hacer efectivo mediante
instrumentos tales como la tutela". Los derechos al medio ambiente sano y
a la salud de la población puede ser protegidos mediante la tutela cuando se
instaura como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
SENTENCIA DE JUNIO 17 DE 1992
Ref:
Expediente T-101
Peticionario:
FUNDEPUBLICO.
Procedencia:
Juzgado Primero Superior
de Tuluá-Valle.
MAGISTRADO
PONENTE:
Ciro
Angarita Barón.
La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional,
integrada por los Magistrados Ciro Angarita Barón, Eduardo Cifuentes Muñoz y
José Gregorio Hernández Galindo ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
La siguiente
SENTENCIA
En el proceso de acción de tutela promovido
por el Dr. Jesús María Sanguino en representación de Fundepúblico, por poder
que a esta institución confirieran las juntas de acción comunal de los Barrios
La Planta y Cocicoinpa, localizados en el municipio de Bugalagrande en el Departamento
del Valle del Cauca, contra omisiones del Alcalde del Municipio, Marino Mayor
Romero, del Personero, del Director de Saneamiento Ambiental de la Secretaría
de Salud del Departamento del Valle, Dr. Raúl Sardi Dorronsoro, y resuelto en
primera y única instancia por el Juzgado Primero Superior de Tuluá.
I. ANTECEDENTES
A. HECHOS
La Compañía SOCOPAV LTDA, Sociedad
Colombiana de Pavimentos, suscribió contrato con la empresa PAVING S.A. con el
objeto de pavimentar las Carreteras Roldanillo-Bolivar y Roldanillo-la Unión
del Departamento del Valle del Cauca. En cumplimiento de dicho contrato instaló
una planta de mezcla asfáltica en terrenos pertenecientes al Departamento,
situados en jurisdicción del municipio de Bugalagrande, entre el rio de su mismo
nombre y la carretera central, colindante por el nororiente y por el
noroccidente con los barrios cuyas juntas de acción comunal han interpuesto la
presente acción de tutela. La planta, además, se encuentra cerca de una
fábrica de productos lácteos.
Desde Agosto 2 de 1991, la planta comenzó
la extracción de materiales del rio, tales como piedra y agua necesarios para
producir la mezcla asfáltica, con permiso provisional otorgado por la
Corporación Autónoma del Valle CVC.
De acuerdo con los demandantes, se hace
necesario que la Empresa SOCOPAV LTDA se retire del casco urbano donde se
encuentra ubicada, debido a que su instalación en ese sitio podría producir
graves problemas ambientales, perjudicando tanto a los residentes del sector
como a la empresa que se encuentra a pocos metros de ella. Así mismo, se
enfatiza en la demanda que los funcionarios involucrados han actuado
omisivamente al permitir el funcionamiento de la planta sin los requisitos
básicos que exigen las leyes sobre sanidad ambiental, (especialmente el Decreto
02 de 1982), tales como licencia de funcionamiento expedida por la unidad de
salud departamental, estudios de impacto ambiental y utilización de mecanismos
que permitan disminuir los niveles de contaminación por las emisiones atmosféricas.
Agrega la demanda que la extracción de
materiales del río puede provocar sedimentaciones en los estribos de la
variante del puente de Bugalagrande.
B. Decisión a revisar
Correspondió conocer de la acción de tutela
instaurada por FUNDEPUBLICO, a la Juez Primera Superior de Tuluá, quien después
de evacuar algunas pruebas necesarias para contar con elementos de juicio y
fundamentar su decisión concluyó:
- Los derechos protegidos con la acción de
tutela se deben interpretar de conformidad con los tratados sobre derechos
humanos ratificados.
- El derecho de todos a gozar y a vivir en
un ambiente sano, debe ser considerado como un derecho humano básico,
prerrequisito y fundamento para el ejercicio de los restantes derechos, bajo
las siguientes consideraciones:
a. Un ambiente sano es condición sine qua
non de la propia vida; ningún derecho podría ser realizado en un ambiente
imposible.
b. El nivel de calidad ambiental es valor
esencial para asegurar la supervivencia no solamente humana sino de toda la
biósfera.
c. La protección de este derecho humano
debe comprender la protección de otros derechos que siempre han sido objeto de
tutela, tales como la vida, la integridad física, etc.
- Establece que existen cuatro razones
básicas que llevan a conceder la protección jurídica del derecho al medio
ambiente, como derecho susceptible de ser tutelado. Estas son:
a. El derecho básico a que la vida y la
salud no sean lesionados o puestos en peligro a consecuencia de la
contaminación o deterioro ambiental, entendiendo la protección al medio
ambiente como una extensión de la protección brindada a la integridad física y
la seguridad personal.
b. El derecho a un nivel de calidad
ambiental razonable debe protegerse, así no este determinado el agente
polutante o fuente contaminadora, porque puede amenazar tanto la vida como la
salud en un momento determinado.
c. Existe el derecho a disfrutar del
patrimonio ambiental. Aquí la protección no se dirige específicamente sobre la
garantía del derecho a la vida o a la salud, sino al uso de dicho patrimonio.
Como consecuencia directa de este derecho, resultan ílicitas acciones que
exentas de efectos peligrosos para la vida y la salud, priven del uso y goce
del patrimonio ambiental.
d. El derecho a proteger la propiedad
privada de eventuales daños causados por contaminación o perturbaciones
ambientales.
Del acervo probatorio se evidencia que se
está atentando contra un derecho fundamental consagrado en el artículo 79 de la
Constitución Nacional, el cual a pesar de ser colectivo, resulta vulnerado
causando un perjuicio irremediable.
Por lo tanto se hace necesario conceder la
tutela como mecanismo transitorio contra las omisiones de los funcionarios
demandados, y, en consecuencia, la juez ordenó a la empresa SOCOPAV suspender
sus actividades de mezcla asfáltica y a los funcionarios que impusieran los
correctivos legales pertinentes.
II. Consideraciones de la Corte
A. La violación del derecho
1. El problema que aquí se plantea tiene
que ver con la posible amenaza de violación de un derecho constitucional
fundamental, como consecuencia del incumplimiento por parte de los
funcionarios encargados de la aplicación de normas legales que aseguran la
efectividad del derecho constitucional fundamental. Entonces, con
independencia del problema que consiste en saber si efectivamente se produjo
una contaminación indebida, es necesario plantear la posible configuración de
una violación al derecho a gozar de un medio ambiente sano, como resultado del
incumplimiento de normas que establecen procedimientos para fijar unos límites
objetivos de contaminación, dentro de los cuales se considera que no existe
peligro mayor para la salud. Por consiguiente, puesto que se trata de establecer
la existencia de una amenaza real del derecho, no es necesaria la demostración
de una violación efectiva, pues si bien su existencia ratificaría la amenaza,
su inexistencia no la desvirtuaría.
La demanda está fundada en la alarma social
que ocasiona el hecho de no cumplirse una norma de seguridad que determina unos
controles del riesgo derivados de la contaminación ambiental. Por lo tanto el
interrogante acerca de si en realidad la planta de asfalto contaminaba en
exceso o no, esto es si superaba o no los límites permitidos, deja de ser
pertinente en este caso y en su lugar cobra interés, por un lado, la
demostración acerca de si hubo violación o no de las normas legales anotadas, y
por el otro, el estudio de la posible vinculación de dicha violación con un
derecho fundamental, para saber si procede o no la tutela.
2. Está probado en el expediente que, al
momento de interponerse la tutela, la planta de mezcla asfáltica se encontraba
en funcionamiento, sin el cumplimiento de todos los requisitos legales. En
particular, está establecido que carecía de la AUTORIZACION SANITARIA DE
FUNCIONAMIENTO, expedida por la división de Saneamiento Ambiental de la
Secretaría de Salud del Departamento del Valle del Cauca. Este requisito está
contemplado en el Decreto 02 de 1982 (art. 125).
3. Por lo tanto, existen omisiones de los
tres funcionarios mencionados en la demanda que contribuyeron, en mayor o menor
medida, a poner en peligro eventual el derecho constitucional de los ciudadanos
a un ambiente sano.
En primer lugar, el Alcalde de Bugalagrande
dejó de aplicar los artículos 42, 48, 50 y 132 No 1 del Código de Régimen
Municipal (decreto 1333 de 1986), e ignoró también el 315 No 1 de la
Constitución Nacional . Estas normas lo obligan a cumplir y hacer cumplir la
Constitución, las leyes, las ordenanzas, los acuerdos, y los decretos que estén
en vigor, y dentro de ese marco normativo, lo facultan para ordenar la
suspensión de las obras o explotaciones que afecten la seguridad pública o
perjudiquen el área urbana y tomar las medidas necesarias para que las
industrias existentes, que por su naturaleza puedan causar deterioro
ambiental, sean trasladadas a otras zonas en que se llenen los requisitos
legales, y, entre tanto, disponer lo necesario para que se causen las menores
molestias a los vecinos.
Por su parte, el personero municipal
también incurrió en omisión de sus funciones, pues no hizo uso de las
atribuciones que le confiere el art. 139 del Código de Régimen Municipal, como
defensor del pueblo o veedor ciudadano. En particular, fueron inaplicados los
numerales 1, 3, 8 y 9, que lo obligan a velar por el cumplimiento de la
Constitución, leyes, ordenanzas, acuerdos y ordenes superiores en el Municipio;
recibir las quejas y reclamos que toda persona le haga llegar referentes al
funcionamiento de la administración, al cumplimiento de los cometidos que le
señalen las leyes y los relativos a la efectividad de los derechos y deberes de
los administrados; promover ante cualquier autoridad o empleado todo lo que
estime conveniente a la mejora y prosperidad del Municipio; y motivar a las
autoridades locales a que tomen las medidas convenientes para impedir la
propagación de los males que amenazan a la población.
4. Pero quizá la omisión determinante, es
la de la Secretaría de Salud del Departamento del Valle, en particular la de su
División de Saneamiento Ambiental, que es la entidad directamente vinculada con
el asunto que aquí se trata. Esta entidad, a sabiendas de que la planta carecía
de la AUTORIZACION SANITARIA DE INSTALACION Y DE FUNCIONAMIENTO exigida por el
art. 125 del decreto 02 de 1982 , (regulador de las emisiones atmosféricas) no
ejerció la función de control e inspección que el mismo decreto le asigna (art.
179) y no tomó ninguna de las medidas para las cuales está facultada (art. 180
idem), tales como suspender parcial o totalmente los trabajos o servicios o
clausurar temporalmente el establecimiento.
5. Una vez establecida la violación de las
normas por parte de estos funcionarios, la Sala entra a estudiar si ellas por
si solas dan lugar a la procedencia de la acción de tutela, para lo cual es
indispensable analizar la naturaleza del derecho a un ambiente sano y
determinar si es o no fundamental a la luz de la Constitución Nacional. Para
ello se hace a continuación una breve referencia a lo dicho sobre el tema en la
Asamblea Nacional Constituyente para luego hacer algunas consideraciones.
B. El medio ambiente en la Asamblea
Nacional Constituyente
6. Uno de los temas que tuvo mayor relevancia
en las discusiones de la Asamblea Nacional Constituyente fue la consagración y
la protección del medio ambiente y los recursos naturales, puesto que su
protección estaba íntimamente ligada con el derecho a la vida.
En la Asamblea el tema ecológico y del
medio ambiente mereció la atención de expertos de diversos sectores, como se
desprende de la reseña de algunas de sus intervenciones.
Partiendo del hecho de que el medio
ambiente se encuentra recogido en una normatividad con validez universal, los
constituyentes se dieron a la tarea de consagrarlo y de dotarlo de mecanismos
adecuados de protección.
Esta preocupación fue expuesta, por
ejemplo, por el constituyente Diego Uribe Vargas quien expresó en su momento:
"... de la
adecuada tutela a este derecho (medio ambiente) , depende que el derecho a la
vida alcance la plenitud en todo su ámbito"
"... de él no son sólo titulares los
ciudadanos, sino los conglomerados, dentro de las múltiples modalidades de
asociación hasta cobijar al mismo Estado ..." 1
Otros como el caso Dr. Alfredo Vásquez
Carrizosa, propugnaron por que la Constitución garantizara los derechos
esenciales de la persona humana, entre los cuales hace parte el medio ambiente
sano.
La importancia del medio ambiente y su
consagración como un derecho fundamental también fue expuesta por la
constituyente Aida Abello en los siguientes términos:
"...la carta de
derechos que se discute en la comisión primera, consigna el derecho que toda
persona tiene como un derecho fundamental del hombre el del medio ambiente
consagrado no sólo como un problema social- de derecho social-, sino como un
derecho fundamental en la parte de los derechos del hombre. Sería importante discutirlo
en un contexto tanto que sea considerado como un derecho, para de esta manera
determinar mecanismos de garantía. 2
El derecho al medio ambiente y en general,
los derechos de la llamada tercera generación, han sido concebidos como un
conjunto de condiciones básicas que rodean al hombre, que circundan su vida
como miembro de la comunidad y que le permiten su supervivencia biológica e
individual, además de su desempeño normal y desarrollo integral en el medio
social. De esta manera deben entenderse como fundamentales para la
supervivencia de la especie humana. Así lo entendieron en el seno de la
Asamblea, con una consecuencia inmediata que se expresó de la siguiente manera:
" ... así estas
circunstancias que afectan e involucran a todos los seres humanos, no pueden
dejar de ser protegidos o tutelados con igual o mayor rigor que el resto de
los derechos fundamentales, y dentro de estos derechos la protección al medio
ambiente tiene una importancia determinante"
"La norma
propuesta, al consagrar como principio constitucional la protección del medio
ambiente lo hace, primero, con un objetivo programático nacional que vincule a
todos los colombianos, y segundo, como un imperativo jurídico del cual se
puedan derivar efectivas acciones para la tutela de supremo bien de la
colectividad" 3
No sólo se entendió el medio ambiente como
un derecho esencial de los seres humanos , sino como uno de los fines del
Estado, porque de su concreción depende no sólo el desarrollo integral de la
especie humana, sino también la protección de las más mínimas condiciones de
supervivencia.
" La protección
al medio ambiente es uno de los fines del Estado Moderno, por lo tanto toda
estructura de éste debe estar iluminada por ese fin, y debe tender a su
realización" 4
La protección del medio ambiente no sólo
incumbe al Estado, sino a todos los estamentos de la sociedad; es un
compromiso de la presente generación y de las futuras. El restablecimiento de
las condiciones mínimas del ecosistema no sólo garantiza la vida actual, sino
la de las próximas generaciones.
"Los derechos y
deberes del hombre no se pueden seguir considerando con independencia a la
obligación que tienen las generaciones presentes de conservar para las
generaciones futuras un patrimonio natural, como base del desarrollo.
"La concepción
del derecho debe desligarse de su inmediatez y de su egoismo productivista para
entender la responsabilidad con el futuro de la vida. La vida no es un disfrute
inmediato y pasajero, sino un proceso construido y perfeccionado durante
millones de años, que el hombre no puede interrumpir impunemente" 5
Existió una gran preocupación en la
Asamblea sobre la consagración constitucional del derecho al medio ambiente,
como se desprende del siguiente informe de ponencia:
" Lo ambiental
no puede ser comprendido como un apéndice o como un puñado de buenas
intenciones encerradas en un capítulo altruista, pero cuyo contenido acaba
siendo refutado o ignorado por el conjunto de las normas básicas que regulan la
convivencia".
"La crisis
ambiental es, por igual, una crisis de la civilización y replantea la manera de
entender las relaciones entre los hombres. Las injusticias sociales se traducen
en desajustes ambientales y estos a su vez reproducen las condiciones de
miseria"6
C. Consideraciones generales
6. La concepción jurídica de los derechos
ha tenido por siglos su centro de gravedad en la idea de derecho subjetivo;
esto es, en una facultad o prerrogativa otorgada por el derecho y que responde
a la naturaleza misma del hombre. Una de las implicaciones más problemáticas
de las nuevas relaciones impuestas por el Estado social de derecho, tiene que
ver con el surgimiento de otro tipo de derechos construídos bajo categorías
diferentes a la de los derechos subjetivos. Estos nuevos derechos han sido
denominados con términos tales como derechos difusos o derechos colectivos,
términos que ponen de presente la independencia del derecho frente al sujeto.
La existencia de estos derechos plantea serios problemas técnicos al sistema
jurídico, que pueden ser resumidos en la dificultad para conciliar su eficacia
con los propósitos de seguridad jurídica indispensables en el derecho. Esta
dificultad se manifiesta concretamente en la delimitación del concepto de
violación y de bien jurídico protegido.
En el Estado liberal clásico los derechos
violados eran siempre derechos del individuo; todo lo relacionado con intereses
colectivos tenía trámite en el proceso político que finalmente conducía a la
elección de representantes y a la expedición de leyes. En la democracia
participativa, se plantea la posibilidad de que el ciudadano, sin la
intermediación de sus representantes, se convierta en vocero efectivo de
intereses generales o comunitarios. Esta posibilidad representa una ventaja
democrática en relación con el sistema anterior, en la medida en que el
trámite del derecho se encuentra al alcance de los ciudadanos; sin embargo, su
misma vinculación con los intereses colectivos y por ello mismo, su similitud
con cuestiones políticas hace difícil su tratamiento jurídico. En todo caso, de
esta dificultad no se puede derivar una falta de importancia: los últimos
decenios de la historia mundial han puesto en evidencia el hecho de que los
grandes riesgos que afectan a las comunidades -e incluso pueden poner en
peligro su supervivencia- ya no se limitan a la confrontación bélica o a la
dominación tiránica por parte de los gobernantes. La dinámica misma del
comercio, de la industria y en general de la actividad económica capitalista,
puede convertirse en la causa de males tan graves o peores que aquellos que
resultan de la violación de derechos subjetivos.
D. El Medio ambiente como derecho
fundamental
7. En el ámbito internacional se discute si
el derecho al medio ambiente es o no un derecho fundamental. Esta Sala de
Revisión no quiere dejar de hacer rápida mención del estado de la polémica a
nivel internacional, más aún cuando el mundo siguió expectante los resultados
de la conferencia global que se realizó en Brasil y en vísperas de una
conferencia de similar magnitud sobre la promoción y protección de los derechos
humanos en 1993. De hecho, un creciente número de instrumentos regionales y
globales de derechos humanos y de constituciones nacionales (como la nueva
Carta colombiana) incluyen el derecho a un ambiente sano, entre las garantías.
No hay ninguna duda de que el medio
ambiente se está deteriorando y de que el fracaso para solucionar la actual
degradación ambiental puede amenazar la salud y la vida humana.
Algunos estudiosos del tema ven en los
derechos humanos fundamentales y en la protección ambiental una representación
diferenciada, pero interrelacionada, de determinados valores sociales. Esta
visión sugiere, para la protección ambiental, dos posibilidades:
1). La consagración del derecho al medio
ambiente sano a través de su conexidad con otros derechos fundamentales de
aplicación inmediata y
2). La consagración de un conjunto de
derechos fundamentales del ambiente.
La aplicación por conexidad se encuentra
respaldada en los artículos 88 y 94 de la Carta. Esta idea, además, ha sido
reconocida desde 1972 en la Declaración de Estocolmo sobre el Ambiente Humano,
en la cual se establece un vínculo entre DERECHOS FUNDAMENTALES y PROTECCION
AMBIENTAL:
"el hombre
tiene el derecho fundamental a la libertad, la igualdad y adecuadas
condiciones de vida, en un medio ambiente de una calidad que permita una vida
de dignidad y bienestar".
La interrelación entre DERECHOS
FUNDAMENTALES expresamente consagrados y LA PROTECCION AMBIENTAL ha sido
realizada a nivel internacional de dos maneras: tomando esta última como
prerrequisito o precondición para el ejercicio de aquellos, o como parte
integral de su disfrute.
En relación con la conexidad E Pigretti
sostiene que:
"La noción de
no matar está suficientemente descrita en el código penal, pero la idea de
permitir la vida no tiene un correlato semejante. Sólo mediante la aplicación
de principios generales del derecho o por la extensión de las normas
provenientes del derecho civil, podría considerarse posible la delimitación
más o menos segura de un ámbito de protección jurídica del ser y de su
integridad, considerada ésta última como la preservación de sus condiciones
físicas y consecuente inalterabilidad de los sentidos."7
La segunda posibilidad se funda en nuestro
ordenamiento en el artículo 79:
"todas las
personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano. la ley garantizará la
participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectarlo".
El derecho fundamental al medio ambiente,
ha sido consagrado en diversos instrumentos internacionales y regionales de
derechos humanos, en desarrollo de la Declaración de Estocolmo, sobre todo a
partir de 1980 . La Organización de Estados Americanos, incluyó recientemente
el derecho al ambiente sano en su Protocolo de San Salvador ( Art. 11). En el
marco de las Naciones Unidas, los instrumentos de derechos humanos se han
quedado cortos en declarar un DERECHO FUNDAMENTAL AL AMBIENTE SANO, pero
hay referencias específicas, por ejemplo, en la Convención de Derechos del
Niño.
Además, la Convención de la OIT relativa a
pueblos Tribales e Indígenas en Estados Independientes, de 1989, hace
referencia a la protección ambiental, aunque no garantiza un derecho general al
ambiente sano. Instrumentos legales internacionales relativos a normas
humanitarias durante conflictos armados también contienen previsiones para
proteger el ambiente.
De otra parte, las Constituciones de cerca
de un tercio de los paises del mundo incluyen ahora alguna formulación sobre
el derecho al ambiente sano, o incluyen obligaciones ambientales a cargo del
Estado.
Nuestra Constitución hace parte de este
grupo pues consagra no sólo la protección de los derechos fundamentales cuando
quiera que estén afectados por daños ambientales, sino también unos derechos
del ambiente específicos -a participar en las decisiones que lo afecten, por
ejemplo y también un derecho fundamental al medio ambiente. ( Artículo 79).
Los organismos de las Naciones Unidas
responsables de asuntos de derechos humanos han empezado a considerar la
interrelación entre ambiente y derechos humanos. La Subcomisión para la
Prevención de la Discriminación y la Protección de Minorías, agregó este tema
a su agenda (1989) y adoptó una resolución para acometer el estudio del ambiente
y su relación con los derechos humanos. El informe preliminar de dicho estudio
apareció en Agosto de 1991. Es de señalar que empieza por discutir si hay
bases para afirmar que el derecho al ambiente es un derecho humano fundamental,
o si el problema debería limitarse al de un derecho que se protege a través de
otros derechos (conexidad).
Sobre este particular observa justamente un
autor que:
"Los derechos
fundamentales y la protección ambiental son dos de las preocupaciones
fundamentales del derecho constitucional moderno. Ellos representan valores
sociales diferentes pero interrelacionados por un conjunto de metas comunes.
Los esfuerzos para realizarlos ambos buscan lograr y mantener la más alta
calidad de vida humana. En ese ámbito, los derechos humanos fundamentales
dependen de la protección ambiental y la protección ambiental depende del
ejercicio de los derechos fundamentales ya existentes como el derecho a la
información y el derecho a la participación política"8
E. El medio ambiente y la intervención del
juez.
8. Ahora bien, la importancia de estos
derechos y su carácter difuso han hecho indispensable la invención de nuevos
mecanismos de protección. En vista de la imposibilidad de prever, en abstracto
y apriori, tal como lo hace la ley, la totalidad de los elementos de juicio
necesarios para delimitar la violación de estos derechos, su carácter de
fundamental sólo puede ser definido en concreto, con base en las circunstancias
propias del caso y, por lo tanto, esta labor le corresponde al juez. Los
principios y valores constitucionales y las características de los hechos
adquieren aquí una importancia excepcional. Mientras que en el caso de los
derechos fundamentales de aplicación inmediata se suelen mirar los hechos bajo
la óptica de la norma, en el caso de los derechos difusos, la norma
constitucional que los consagra y su status de derecho fundamental se
descubre bajo la óptica de los valores, de los principios y de las
circunstancias del caso.
La conexión que los derechos colectivos
pueden presentar, en el caso concreto, con otros derechos fundamentales, puede
ser de tal naturaleza que, sin la debida protección de aquellos, estos
prácticamente desaparecerían o se haría imposible una protección eficaz. En
estos casos se requiere una interpretación global de los principios, valores,
derechos fundamentales de aplicación inmediata y derechos colectivos, para
fundamentar debidamente, una decisión judicial. Un derecho fundamental de
aplicación inmediata que aparece como insuficiente para respaldar una decisión,
puede llegar a ser suficiente si se combina con un principio o con un derecho
de tipo social o cultural, y viceversa. Esto se debe a que la eficacia de las
normas constitucionales no está claramente definida cuando se analiza apriori,
en abstracto, antes de entrar en relación con los hechos.
F. consideraciones específicas
9. El cumplimiento de la ley es un derecho
de estirpe constitucional fundamental reconocido en el artículo 40 de la
Constitución. Ahora bien, cuando la norma incumplida consagra un derecho
constitucional fundamental, entonces el derecho de interponer acciones
públicas en defensa de la constitución o de la ley "se puede hacer
efectivo mediante instrumentos tales como la tutela"
10. La producción de asfalto es una
actividad industrial de riesgo para el medio ambiente y en consecuencia para la
salud de los habitantes. La planta de Socopav se encontraba en zona urbana y
sólo obtuvo un permiso provisional para la localización por parte del Alcalde,
que luego fue revocado. Cerca a la planta de asfalto se encontraba una fábrica
procesadora de lácteos (Nestlé) que representa la principal fuente de trabajo
para el pueblo de Bugalagrande. Todas estas circunstancias justifican el temor
de la población frente a una planta altamente contaminadora del aire que
funciona sin los permisos debidos. De aquí se desprende el sentido de la
demanda de tutela, entablada como mecanismo para la protección inmediata de un
derecho constitucional fundamental: la salud de la población.
11. La razón de ser de los requisitos
impuestos para la obtención de una licencia de funcionamiento para una planta
cuya actividad es contaminadora del medio ambiente, no es otra que la de la
protección de la vida en general. Dichas normas parten de la base de que cierta
contaminación del medio ambiente - y por consiguiente cierto perjuicio para la
vida o para la calidad de la vida- es inevitable. Con base en este supuesto
establecen límites de contaminación; superados estos límites se considera que
el perjuicio para el
medio y para la vida no es justificable y
en consecuencia se imponen correctivos.
12. Las normas de seguridad protegen
contra peligros. En el caso materia de este fallo el peligro consistía en
el deterioro de la salud de la población o en la contaminación de los productos
alimenticios. Existe, entonces una íntima relación entre una norma de seguridad
y el bien que ella protege. (Entre -por ejemplo- la regla que aconseja
ponerse el cinturón de seguridad y la protección del cuerpo en caso de
accidente). Por lo tanto, el incumplimiento de una norma que asegura o protege
un derecho pone en peligro dicho derecho. En el caso de la planta de Socopav
el temor de la población no provenía del hecho simple de la contaminación, sino
de la posibilidad, de la amenaza, de que se estuviese poniendo en peligro la
salud de los habitantes, como consecuencia de la superación de los límites
permitidos de contaminación en una planta sin permiso de funcionamiento,
ubicada en un sitio urbano y cercano a una fábrica de productos lácteos.
De acuerdo con lo anterior, las
circunstancias especiales del caso (la ubicación de la planta en zona urbana,
la cercanía a una fábrica de productos lácteos, fuente esencial de empleo y
estabilidad económica de la población y la naturaleza misma de la actividad
contaminadora) permiten establecer , una conexidad evidente entre el derecho a
gozar de un medio ambiente sano y otros también de carácter constitucional, a
saber:
- el derecho a la salubridad (art. 49)
- a la vida (Art. 11)
- al trabajo (Art. 25),
- a la prevalencia del interés general
(Art. 1).
13. Por otra parte, los derechos al medio
ambiente sano y a la salud de la población puede ser protegidos mediante la
tutela cuando se instaura como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable. Así lo establece el artículo 6 del decreto 2591:
"La acción de
tutela no procederá...6. cuando se pretenda proteger derechos colectivos, tales
como la paz y los demás mencionados en el artículo 88 de la Constitución
política. Lo anterior no obsta para que el titular solicite la tutela de
sus derechos amenazados o violados en situaciones que comprometan intereses
colectivos siempre que se trate de impedir un perjuicio irremediable" (resaltado
adicionado).
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera
de Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
PRIMERO. CONFIRMAR la providencia proferida el 19 de
Diciembre de 1991 por el Juzgado Primero Superior de Tuluá . Por las razones
expuestas en la parte motiva de esta sentencia.
SEGUNDO. En todos aquellos casos similares al presente por sus
hechos o circunstancias, siempre que se omitan estudios de impacto y/o permisos
de funcionamiento, por el ejercicio de actividades que amenacen contaminar el
ambiente, la doctrina constitucional enunciada en esta sentencia tendrá
carácter obligatorio para las autoridades, en los términos del artículo 23
del decreto 2067 de 1991.
TERCERO. ENVIESE copia de este fallo al Señor Director
del Instituto Nacional de Recursos Naturales Renovables y del Ambiente
(INDERENA).
CUARTO. ORDENAR que por Secretaría se comunique esta
providencia al Juez Primero Superior de Tuluá ( Valle ), en la forma y para
los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, publíquese, comuníquese a
quien corresponda, insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Sentencia aprobada por acta No 2 de la Sala
Primera de Revisión, en Santafé de Bogotá, a los diecisiete (17) días del mes
de junio de mil novecientos noventa y dos (1992)
1 Gaceta Constitucional Número 7 pag.6
2 Desgrabaciones magnetofónicas. Presidencia de la República.
Sesión de Abril 11 de 1991. Comisión V.
3 Alvaro Gómez Hurtado , Gaceta Constitucional Número 19 pag, 3
4 Luis Guillermo Nieto Roa, Juan Carlos Esguerra. Gaceta
Constitucional No 26 pags 2
5 Informe de Ponencia Gaceta Constittucional No 46 pags 4-6
6 ibidem
7 E Pigretti y otros. LA RESPONSABILIDAD POR DAÑO AMBIENTAL .
Centro de publicaciones jurídicas y sociales; Buenos Aires, 1986
8 Dinah Shelton. Human Rights, Enviromental Rights and the
Right to Enviroment.. Stanford Journal of International Law. Vol 23, Tomo
128. pp 103 y ss |
52 | T-418-92
Sentencia No
Sentencia No. T-418/92B
ACCION DE TUTELA-Titularidad/SINDICATO
Están legitimados los sindicatos para
demandar la tutela del derecho de sindicalización y otros consecuenciales
considerados por ellos como violados respecto de la cuestión de afiliación de
los trabajadores, porque, de darse la infracción repercute ello en la
subsistencia de tales organizaciones, cuyo número de afiliados podría
disminuírse por debajo del mínimo legal requerido para existir como tales.
ACCION DE TUTELA CONTRA PARTICULARES
No obstante ser persona de derecho privado
la parte demandada de la acción de tutela, es procedente ésta por encontrarse
los Sindicatos y sus trabadores en estado de subordinación frente a ella.
DERECHOS FUNDAMENTALES-Determinación
Los derechos obtienen el calificativo de
fundamentales en razón de su naturaleza, esto es, por su inherencia con
respecto al núcleo jurídico, político, social, económico y cultural del hombre.
Un derecho es fundamental por reunir estas características y no por aparecer
reconocido en la Constitución Nacional como tal. Estos derechos fundamentales
constituyen las garantías ciudadanas básicas sin las cuales la supervivencia del
ser humano no sería posible.
DERECHO DE ASOCIACION SINDICAL/DERECHOS
FUNDAMENTALES/ACCION DE TUTELA-Improcedencia/JURISDICCION ORDINARIA/COMPETENCIA
El derecho de sindicalización quedó
expresamente reconocido como derecho constitucional fundamental en el capítulo
I del título II de la Carta Política de Colombia. Este derecho no se puede
seguir viendo como un simple derecho secundario, pues al ser reconocido como
elemento indispensable del Estado, la sociedad y los trabajadores y componente
esencial de la democracia, debe concluirse que para el constituyente, es un
derecho fundamental.
Es improcedente la acción de tutela cuando
existan otros recursos o medios de defensa judicial. Sucede esto en efecto en
el evento sub lite en que tanto la legislación laboral como la penal proveen
los correctivos jurisdiccionales para impedir que se vulnere el derecho de
asociación sindical.
SALA DE REVISION No. 6
Ref.: Tutela No. 398.
Tema: Derecho
a la Asociación Sindical como Derecho
fundamental.
Actores: Sindicato
Nacional de Trabajadores de
Good Year de Colombia -Sintragoodyear-
y Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Industria
Transformadora del Caucho,
Plástico, Polietileno, Poliuretano,
Sintéticos, Partes y Derivados
de estos procesos
-Sintraincapla-.
Magistrados:
Dr. SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Ponente
Dr.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Dr.
CIRO ANGARITA BARON
Santafé de Bogotá, D.C., diecinueve (19) de
junio de mil novecientos noventa y dos(1992).
La Sala de Revisión de tutelas de la Corte
Constitucional conformada por los Magistrados Simón Rodríguez Rodríguez, Jaime
Sanín Greiffenstein y Ciro Angarita Barón, revisa la acción de tutela decidida
en sentencia proferida por el Juzgado Tercero Superior de Cali, el día 3 de
febrero de 1992.
I. ANTECEDENTES.
A. HECHOS DE LA DEMANDA
Los Sindicatos "Sindicato Nacional de
Trabajadores de Good Year de Colombia" -Sintragoodyear- y "Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Industria Transformadora del Caucho, Plástico,
Polietileno, Poliuretano, Sintéticos, Partes y derivados de estos
procesos" -Sintraincapla-, mediante apoderada exponen los siguientes
hechos en su demanda de tutela ante el Juez Tercero Superior de Cali:
El 20 de agosto de 1991 los sindicatos
citados presentaron pliego de peticiones a la Sociedad Goodyear de Colombia
S.A., lo que llevó a la huelga y en consecuencia y después de finalizada ésta
(declarada ilegal, según aparece en el expediente, comenta la Sala), condujo a
la empresa a realizar diferentes modalidades de presión para que los
trabajadores no participaran del sindicato.
La empresa procedió a cancelar el contrato
de trabajo o negar préstamos a quienes continuaran en el sindicato y a ofrecer
prebendas como bonos de navidad o aumentos especiales a quienes no
permanecieran más en el sindicato, violándose con todo ello el derecho de libre
asociación (art. 38), pues, de noviembre de 1991 a enero de 1992 se han
retirado del sindicato 110 trabajadores, quienes no obstante ello, quedan
agradecidos con el sindicato, le desean progreso y manifiestan que motivos
ajenos a su voluntad los llevan a renunciar. Hubo maniobras con 13
trabajadores a quienes se les presionó de igual manera y como no se
desafiliaron de los sindicatos se les canceló el contrato de trabajo,
violándose así el derecho del trabajo (art. 25).
B. DERECHOS VULNERADOS
.
En la demanda se manifiesta la violación de
los siguientes derechos constitucionales:
Derecho a la Asociación Sindical (art. 39)
pues el impedir la vida normal de la organización sindical infringe no sólo el
derecho que tienen los trabajadores a constituir sindicatos o asociaciones sin
intervención del Estado, sino otros derechos que a renglón seguido se
mencionan:
Se alega violación del derecho a no ser
sometidos a tratos degradantes (art.12), puesto que obligar a un trabajador a
renunciar al sindicato, el cual como el mismo considera le ha prestado
beneficios, es someter a la persona a un trato humillante. Y del derecho a la
paz (art.22), pues, el mantener a los trabajadores en un conflicto sicológico,
moral, económico y social, desconoce el derecho a la concordia.
Igualmente se delata la violación del
principio a la igualdad ante la ley y las autoridades (art. 13), puesto
que, coartar el derecho constitucional de poder agruparse en un sindicato,
atenta contra el mandato de que toda persona nace libre y no puede ser
discriminada por ninguna razón. Y de la libertad de conciencia (art. 18), pues,
presionar para que se renuncie a la convicción del que afiliarse al sindicato
da mejores condiciones de trabajo, máxime cuando se reconoce que los sindicatos
lo han hecho, infringe esta clase de libertad.
Finalmente, se demanda el quebranto del
derecho de asociación (art. 38), puesto que el acudir al método de amenazar
con cancelar el contrato de trabajo, a quien no acceda a las exigencias del
patrono en el sentido de desvincularse del sindicato, desconoce la mentada
libertad y el derecho al trabajo (art. 25).
C. PETICIONES.
En la demanda se expresa que la tutela es
ejercida "a fin de que se defiendan los derechos constitucionales y
legales de los afiliados, así como el restablecimiento de los derechos
violados por diferentes directivos de la empresa Good Year de Colombia S.A., a
los trabajadores vinculados a los sindicatos Sintragoodyear y
Sintraincapla".
D. ACTUACION PROCESAL.
Los Sindicatos presentaron la solicitud de
tutela el día 24 de enero de 1992, ante el Juzgado Octavo Superior del Distrito
Judicial de Cali, quien sometió a reparto la demanda cuyo conocimiento
correspondió al Juzgado Tercero Superior de esta ciudad.
Con el fin de dar trámite a la acción de
tutela, el Juzgado dispuso de conformidad con el Decreto 2591 de 1991, evacuar
las pruebas pertinentes, para luego de ello proferir el fallo correspondiente.
Dichas pruebas consistieron en la declaración de trabajadores, extrabajadores y
directivos de la empresa. Obra además en el proceso lo siguiente:
Constancias del Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social, Regional del Valle del Cauca, sobre que Diego Julián Ramírez
y Luis Fernando Bello son representantes legales del Sintragoodyear y
Sintraincapla respectivamente.
Relación elaborada por la Gerencia de la
Empresa, de 35 trabajadores que han presentado la carta de renuncia al
Sindicato.
Cartas tanto de Gustavo Moncada como de
otros, de renuncia al Sindicato y en donde en términos generales y comunes
exponen que por motivos particulares a la libre determinación renuncian y
reconocen el apoyo y servicio brindados por el Sindicato.
Comunicaciones de la misma gerencia para
José Aquimín Charry y a otros, sobre la determinación de la empresa de
prescindir de sus servicios.
Copia de volante en donde se señala que el
objetivo del sindicato deberá ser el sentirse parte de la empresa y tener
mentalidad positiva, para lo cual deberá darse la desafiliación y la
eliminación de los "Bad Apples".
E. FALLO QUE SE REVISA.
Sentencia del Juzgado Tercero Superior de
Cali.
Decisión: Negar la tutela reclamada.
Consideraciones: Se argumenta por parte del Juzgado lo
siguiente: La acción de tutela no procede
ni cuando existen otros medios o instrumentos judiciales, ni cuando se busca
proteger los derechos colectivos mencionados en el artículo 88 de la
Constitución Nacional, excepto de que se trate de impedir un perjuicio
irremediable (art. 6o. No. 1o. del Decreto 2591 de 1991), ni cuando sea
evidente que la violación del derecho originó un daño consumado salvo que
continúe la acción u omisión, caso en el cual se tienen también las acciones
reparadoras a través del Contencioso Administrativo. La acción de tutela
igualmente no procede, en razón de que el afiliarse y desafiliarse a una organización
sindical no es un derecho constitucional sino legal. Además la afiliación no
vincula de por vida. Finalmente tampoco es procedente la acción de tutela,
pues todo empleador tiene el derecho de seleccionar y escoger a su
personal, máxime cuando para Good Year S.A. la huelga de 52 días resultó
angustiosa, desmoralizante y perjudicial, lo que condujo al cierre de dos de
sus departamentos (fabricación y vulcanización de neumáticos y correas
automotrices industriales). Era entonces de esperarse, que el personal que no
pudo reubicarse quedara por fuera y que para dicha reubicación se estudiaran
las hojas de vida de todos y cada uno de ellos.
II. COMPETENCIA.
De conformidad con los artículos 86 inciso
2o. y 214 Numeral 9o. de la Constitución Nacional, y los artículos 31, 33 y 34
del Decreto 2591 de 1991 "por el cual se reglamenta la acción de tutela
consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política", es competente
la Corte para conocer en revisión de la acción de tutela incoada por los sindicatos
Sintragoodyear y Sintraincapla contra "las directivas de la empresa Good
Year de Colombia S.A.".
III. LEGITIMACION
Están legitimados los sindicatos para
demandar la tutela del derecho de sindicalización y otros consecuenciales
considerados por ellos como violados respecto de la cuestión de afiliación de
los trabajadores, porque, de darse la infracción repercute ello en la
subsistencia de tales organizaciones, cuyo número de afiliados podría
disminuírse por debajo del mínimo legal requerido para existir como tales.
IV. No obstante ser persona de derecho privado la parte
demandada de la acción de tutela, estima la Corte que es procedente ésta por
encontrarse los Sindicatos y sus trabadores en estado de subordinación frente a
ella (art. 86 inciso 5 de la Constitución Nacional y art. 42 numeral 4 del
Decreto 2591 de 1991).
V. CONSIDERACIONES.
1. Derecho de asociación sindical
como derecho cuya vulneración se demanda.
En este proceso primordialmente se plantea
la violación del artículo 39 y como consecuencia de ello, el quebranto de los
artículos 12, 13, 18, 22, 25 y 38 de la Constitución Política de Colombia.
Ello en atención a que los actores consideran se afectan todos esos principios,
derechos y libertades, con los mismos hechos, es decir, conminando a los
trabajadores con la cancelación del contrato de trabajo, a que se desvinculen
del sindicato.
Al respecto el texto del artículo 39 de la
Constitución Nacional, señala:
"Los
trabajadores y empleadores tienen derecho a constituir sindicatos o
asociaciones, sin intervención del Estado. Su reconocimiento jurídico se
producirá con la simple inscripción del acta de constitución.
La estructura
interna y el funcionamiento de los sindicatos y organizaciones sociales y
gremiales se sujetarán al orden legal y a los principios democráticos.
La cancelación o
la suspensión de la personería jurídica sólo procede por vía judicial.
Se reconoce a los
representantes sindicales el fuero y las demás garantías necesarias para el
cumplimiento de su gestión.
No gozan del
derecho de asociación sindical los miembros de la fuerza pública".
2. Criterio para establecer si un
derecho es fundamental o no.
Los derechos obtienen el calificativo de
fundamentales en razón de su naturaleza, esto es, por su inherencia con
respecto al núcleo jurídico, político, social, económico y cultural del hombre.
Un derecho es fundamental por reunir estas características y no por aparecer
reconocido en la Constitución Nacional como tal. Estos derechos fundamentales
constituyen las garantías ciudadanas básicas sin las cuales la supervivencia
del ser humano no sería posible.
Al respecto se dijo en sentencia de tutela
de esta Corte Constitucional:
"Los derechos
fundamentales son los que corresponden al ser humano en cuanto tal, es decir,
como poseedor de una identidad inimitable caracterizada por su racionalidad que
le permite ejercer sus deseos y apetencias libremente. De ahí que se les
reconozca una dignidad -la dignidad humana- que lo colocan en situación de
superior en el universo social en que se desenvuelve, y por ello, es acreedor
de derechos que le permiten desarrollar su personalidad humana y sin los cuales
ésta se vería discriminada, enervada y aún suprimida. Son los derechos
fundamentales que le protegen la vida, proscriben la tortura, aseguran su
igualdad frente a sus congéneres, amparan su derecho a la intimidad, garantizan
su libertad de conciencia, de cultos, de expresión y pensamiento; salvaguardan
su honra, le permiten circular libremente, le preservan el derecho al trabajo,
a la educación y la libertad de escogencia de una profesión u oficio, las
libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra; su juzgamiento
debe respetar el debido proceso, se le garantiza el derecho a la libre
asociación y a formar sindicatos, etc.".
3. Derecho de asociación sindical
diferente al derecho de asociación.
Como el asunto que se plantea en este caso
es el derecho a la sindicalización (art. 39 C.N.) y no a la asociación (art. 38
C.N.), es preciso extenderse a concretar la diferencia entre los dos derechos.
Precisión indispensable máxime cuando el artículo 39 de la Constitución de
1991, a diferencia de la de 1886 artículo 44, reconoció el derecho a la
sindicalización de manera especial con la sola excepción de los integrantes de
la fuerza pública. Así entonces, el derecho a la sindicalización es diferente
al de asociación en lo siguiente:
1) El derecho de asociación general
corresponde a todos los hombres siempre que se persigan fines lícitos; forma
parte de los derechos individuales del hombre. El sindical o de asociación
profesional corresponde sólo a los hombres que integran la relación laboral, o
sea a los trabajadores y patronos. 2) El de asociación general es un derecho
frente al Estado. El de asociación sindical es, ante todo, un derecho de una
clase frente a la otra, pero sin dejar de ser también un derecho frente al
Estado, ya que si faltara la autonomía sindical, se llegaría a un sistema
jurídico similar al de los regímenes totalitarios. 3) El de asociación sindical
corresponde a la libertad de formar asociaciones para la realización de todos
los fines que no sean contrarios al derecho, con excepción a los fines a que se
refiere la asociación profesional. El de sindicalización corresponde a la
libertad de unirse para la defensa y mejoramiento de las condiciones del
trabajo y de la economía.
4. El derecho de asociación
sindical es un derecho fundamental.
El derecho de sindicalización quedó
expresamente reconocido como derecho constitucional fundamental en el capítulo
I del título II de la Carta Política de Colombia. Para corroborar esta
acertada calificación la Sala subraya las siguientes características de este
derecho fundamental:
4.1. Por indicación de la ley
natural. El derecho de asociación sindical es inherente a la
personalidad del hombre, a su simple condición de criatura humana, es decir, un
derecho que le pertenece, le es inseparable y corresponde a su naturaleza.
4.2. Derecho de asociación sindical
para el perfeccionamiento del ser humano. En su anhelo de realizarse
física y espiritualmente, el hombre que presta su contingente laboral al
servicio de un patrono, o éste, tienen como valor altísimo la facultad de
asociarse, claro está, condicionando esa libertad a las leyes y buenas
costumbres. Si el derecho de sindicalizarse y formar asociaciones de
empleadores es útil y provechoso al hombre, deben entonces reconocerse como
fundamental.
4.3. Derecho de asociación sindical
para respetar al hombre trabajador como tal. Se parte de la base que el
motivo de la asociación sindical es el hombre trabajador o empleador, o sea,
que se le respete como tal, sin desconocer los derechos de la persona humana,
porque se negaría así misma, puesto que, en esencia el grupo social es realidad
efectuada por el hombre. Efectivamente la organización sindical pretende
conducir a los trabajadores, y en último término a la sociedad, hacia el
bienestar, la paz, la prosperidad y la felicidad.
4.4. Derecho de asociación sindical
para la realización de otros derechos y libertades. En el derecho de
asociación sindical se encuentran otros derechos de los hombres que componen la
organización y los intereses generales de una clase. Obsérvese como los mismos
demandantes señalan entre otros el derecho a la paz y a la igualdad como
igualmente vulnerados o amenazados a través del quebrantamiento del derecho a
la sindicalización.
El Sindicato además de ser método
representativo y vía de participación pública, es una institución jurídica en
cuyo ámbito puede realizarse un determinado derecho o libertad. En él se pueden
verificar el derecho a ser libres (art.13), igualmente el derecho a una
remuneración mínima vital y móvil (art. 53), derecho al trabajo (art. 25),
derecho de asociación (art.38), derecho a la capacitación laboral (art.54),
derecho de negociación colectiva (art.55), y derecho a la participación
democrática en las diferentes instancias de la gestión pública la cual según
lo dispone la misma Constitución, puede lograrse por intermedio de asociaciones
sindicales (art.103).
4.5. Derecho de asociación sindical para la
realización de la justicia social dentro de la sociedad actual. El sindicalismo es una institución real de
la sociedad contemporánea. Sociedad donde la noción del sindicato no es un
producto histórico y meramente ideológico o político, sino un instrumento
práctico para el planteamiento de los problemas que la misma sociedad ofrece al
individuo dentro de las relaciones económicas.
Habiéndose destacado que el derecho de
asociación sindical es fundamental, sólo resta por decir que esta apreciación
es vigorisada por la significación y universalidad que a él le dan en primer
lugar la Asamblea Nacional Constituyente y también los instrumentos y convenios
internacionales.
4.6. Por indicación del
Constituyente de 1991. Como se observa en el informe de ponencia ante
la Comisión Quinta sobre el tema de la asociación sindical y que obra en la
Gaceta Constitucional No. 45, el Constituyente previa consideración de esta
forma de asociación como un derecho sindical y de la democracia como elemento
esencial para el desarrollo y consolidación del Estado, la sociedad y las
personas, señala que "los derechos sindicales son parte integrante de
los derechos humanos y éstos, a su vez, son factores esenciales e indivisibles
de la democracia".
Anota el constituyente que "las
empresas y los sindicatos se tienen que ver como instituciones importantes de
la democracia, en relaciones que se complementan, donde los sindicatos se
preocupan por el presente y el futuro de las empresas y a su vez, el Estado y
los empresarios contribuyen para que los sindicatos sean organismos respetados
y escuchados por el conjunto de la sociedad".
Tanto de ese contexto como de muchos otros,
también esparcidos en las actas sobre el artículo 39 de la Constitución
Nacional, se establece que el derecho a la sindicalización no se puede seguir
viendo como un simple derecho secundario, pues al ser reconocido como elemento
indispensable del Estado, la sociedad y los trabajadores y componente esencial
de la democracia, debe concluirse que para el constituyente, es un derecho
fundamental.
4.7. Por indicación de los
convenios internacionales. Observando no sólo el numeral cuarto
del artículo 23 de la Carta Internacional de los Derechos Humanos, el cual
dispone que "toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a
sindicalizarse para la defensa de sus intereses", sino también las
disposiciones de los convenios y recomendaciones internacionales del
trabajo, se desprende que en la órbita internacional, el derecho a la
sindicalización es considerado como un derecho principal y necesario del ser
humano.
No sólo el gran origen de los derechos
constitucionales fundamentales, como es la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, sino también la principal fuente internacional del derecho
laboral como son los convenios internacionales aprobados por la Organización
Internacional del Trabajo consagran "el derecho de asociación para
todos los fines que no sean contrarios a las leyes, tanto para los obreros como
para los patronos".
La Declaración Universal de los Derechos
Humanos adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas,
considerando de una parte que los pueblos de la Organización "se
declaran resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida
dentro de un concepto más amplio de la libertad", y de otra parte que "el
desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de
barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad", consagró en
sus artículos 20 y 23 lo siguiente:
Artículo 20 No. 1o. "Toda persona
tiene derecho a la libertad de reunión y asociación pacífica".
No. 2o. "Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación".
Artículo 23 No. 4o. "Toda persona
tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicalizarse para la defensa de sus
intereses".
La Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre aprobada en Bogotá, 1948, por la Novena Conferencia Internacional,
considerando entre otras cosas, que "Los pueblos americanos han
dignificado la persona humana y que sus constituciones nacionales reconocen que
las instituciones jurídicas y políticas, rectoras de la vida en sociedad,
tienen como fin principal la protección de los derechos esenciales del hombre y
la creación de circunstancias que le permitan progresar espiritual y
materialmente" consagró en su artículo XXII lo siguiente: "Toda
persona tiene el derecho de asociarse con otras para promover, ejercer y
proteger sus intereses legítimos de orden político, económico, religioso,
social, cultural, profesional, sindical o de cualquier otro orden".
La Carta Internacional Americana de
Garantías Sociales o Declaración de los Derechos Sociales del Trabajador,
aprobada en Río de Janeiro, 1947, estableció en su artículo 26 lo siguiente: "Los
trabajadores y empleadores sin distinción de sexo, raza, credo o ideas
políticas, tienen el derecho de asociarse libremente para la defensa de sus
respectivos intereses, formando asociaciones profesionales o sindicatos, que, a
su vez, puedan federarse entre sí".
El Convenio número 98 de la O.I.T (1948),
aprobado por el Congreso colombiano a través de la ley 27 de 1976 establece en
su artículo primero que "los trabajadores deberán gozar de adecuada
protección contra todo acto de discriminación tendiente a menoscabar la
libertad sindical en relación con su empleo. Dicha protección deberá ejercerse
especialmente contra todo acto que tenga por objeto: a) Sujetar el empleo de un
trabajador a la condición de que no se afilie a un sindicato o a la de dejar de
ser miembro de un sindicato, y b) Despedir a un trabajador o perjudicarle en
cualquier otra forma a causa de su afiliación sindical o de su participación en
actividades sindicales fuera de las horas de trabajo o, con el consentimiento
del empleador, durante las horas de trabajo".
El Convenio número 87 de la O.I.T. (1948),
aprobado por Colombia mediante la Ley 27 de 1987, en su artículo 2o. sobre la
Libertad Sindical y la Protección del Derecho de Sindicalización, reconoce el
derecho fundamental de los trabajadores y de los empleadores de establecer
organizaciones profesionales. Por esta razón, los órganos de control de la
O.I.T. han dictaminado que infringe el Convenio toda legislación nacional que
deniegue o restrinja el reconocimiento del derecho de sindicalización de
ciertos grupos, ya sea en razón de su profesión u otros criterios.
5. Improcedencia por existir otros
medios de defensa judicial.
Como se desprende de las peticiones y
hechos de la demanda, todos ellos van dirigidos a plantear que el empleador,
utilizando distintos procedimientos indebidos atenta contra el derecho de
asociación sindical de sus trabajadores (art. 38) y por ello, desconoce
consecuencialmente los derechos de asociación (art. 39 ib.), de igualdad ante
la ley (art. 13 ib.), de libertad de conciencia (art. 18 ib.), a la paz (art.
22) y a no ser sometidos los trabajadores a tratos degradantes.
Según el artículo 6o. No. 1. del Decreto
2591 de 1991 es improcedente la acción de tutela cuando existan otros recursos
o medios de defensa judicial. Sucede esto en efecto en el evento sub lite en
que tanto la legislación laboral como la penal proveen los correctivos
jurisdiccionales para impedir que se vulnere el derecho de asociación sindical.
En efecto, el artículo 354 del Código
Sustantivo del Trabajo denominado "Protección del derecho de
asociación", subrogado por el artículo 39 de la Ley 50 de 1990 previente
lo siguiente:
"1. En los
términos del artículo 292 del Código Penal, queda prohibido a toda persona
atentar contra el derecho de asociación sindical.
2. Toda persona
que atente en cualquier forma contra el derecho de asociación sindical será
castigada cada vez con una multa equivalente al monto de cinco (5) a cien (100)
veces el salario mínimo mensual más alto vigente, que le será impuesta por el
respectivo funcionario administrativo del trabajo, sin perjuicio de las
sanciones penales a que haya lugar.
Considéranse como
actos atentatorios contra el derecho de asociación sindical, por parte del
empleador:
a) Obstruir o
dificultar la afiliación de su personal a una organización sindical de las
protegidas por la ley, mediante dádivas o promesas, o condicionar a esa
circunstancia la obtención o conservación del empleo o el reconocimiento de
mejoras o beneficios;
b) Despedir,
suspender o modificar las condiciones de trabajo de los trabajadores en razón
de sus actividades encaminadas a la fundación de las organizaciones sindicales;
c) Negarse a
negociar con las organizaciones sindicales que hubieren presentado sus
peticiones de acuerdo con los procedimientos legales;
d) Despedir,
suspender o modificar las condiciones de trabajo de su personal sindicalizado,
con el objeto de impedir o difundir el ejercicio del derecho de asociación, y
e) Adoptar
medidas de represión contra los trabajadores por haber acusado, testimoniado o
intervenido en las investigaciones administrativas tendientes a comprobar la
violación de esta norma".
El artículo 292 del Código Penal titulado
"Violación de los derechos de reunión y asociación" dice:
"El que
impida o perturbe una reunión lícita o el ejercicio de los derechos que
conceden las leyes laborales o tome represalias con motivo de huelga, reunión o
asociación legítima, incurrirá en arresto de uno (1) a cinco (5) años y multa
de un mil a cincuenta mil pesos".
El estatuto criminal prevé el delito de
"violación de los derechos de reunión y asociación" y lo tipifica
sobre las conductas de obstruir o perturbar los derechos que otorga el
ordenamiento del trabajo o de desquitarse por razones de huelga, reunión o
asociación legítima. Y según el artículo 14 del Decreto 2700 de 1991, Código de
Procedimiento Penal que en breve entrará en vigencia, art. 16 del Decreto 0050
de 1987 "las autoridades judiciales están obligadas a adoptar las medidas
necesarias para que cesen los efectos creados por la comisión del hecho punible
y las cosas vuelvan al estado anterior, de modo que se restablezcan los
derechos quebrantados" (Subraya la Sala).
Quiere ello decir que la acción penal sí
ofrece, en caso de hallarse que se incurre en el delito contra la asociación
sindical, la solución de volver las cosas al estado anterior, es decir, que se
constriña al empleador a reafiliar al sindicato a los trabajadores, que así lo
quisieren y que fueren ilícitamente separados del mismo.
Del mismo modo y en cuanto hace a los
trabajadores que hubieren sido víctimas de actividades perturbadoras de su
derecho de asociación sindical, advierte esta Sala que tal conducta le está
vedada al empleador por el artículo 59 No. 4o. del Código Sustantivo del
Trabajo que no le tolera "limitar o presionar en cualquier forma a los
trabajadores en el ejercicio de su derecho de asociación". Y si ello
ocurriere es causal de terminación del contrato de trabajo por justa causa por
parte del asalariado (art. 62 b) - 8 ib.), lo cual da derecho a las
indemnizaciones económicas contempladas en el artículo 64 ib., subrogado por el
artículo 6o. de la Ley 50 de 1990.
Como se ve, existe doble vía de carácter
jurisdiccional para hacerle frente a cualquier violación del derecho de
asociación sindical: Una de índole laboral y otra de naturaleza penal.
Obsérvese además que el catálogo de
comportamientos sancionables administrativamente con multas, aunque no ostenta
la condición de judicial, es de amplio espectro y expedita utilización. Dentro
de esos comportamientos se encuentran las actividades que los demandantes
puntualizan como infringidoras del derecho de asociación sindical, a saber: De
un lado está la obstrucción o dificultad de afiliación a una organización
sindical que ejerza el empleador y ello a través de mercedes o promesas, o
condicionamiento de que no haga la afiliación a la concesión de mantenimiento
del empleo, otorgándole mejoras o beneficios. Constituye también acto
atentatorio contra el derecho de asociación el despido, la suspensión o
alteración de las condiciones de trabajo de asalariados pertenecientes al sindicato,
con el fin de no permitir el desempeño de dicho derecho.
Según el artículo 53 de la Carta Política,
los convenios internacionales de trabajo debidamente ratificados, hacen parte
de la legislación interna. Ello es aplicable al Convenio número 98 de la
Organización Internacional del Trabajo, relativo al derecho de sindicalización
y de negociación colectiva, aprobado por la Ley 27 de 1976 y ratificado por el
Gobierno Nacional el 16 de noviembre de 1976, y el cual contempla las mismas o
similares conductas del artículo 354 del C. S. del T., infringidoras del
derecho de asociación sindical.
Debe advertirse también que las normas
laborales y penales que amparan el derecho sindical son de orden público y de
derecho público y por ello no pueden ser objeto de acuerdo y disposición por
las partes. De ahí que una conciliación laboral o de otra índole que
desconociera una u otra normatividad se tendría por no escrita y de ninguna
manera sería vinculante para el trabajador o el sindicato, que quedarían libres
para actuar judicialmente.
En mérito de lo expuesto la Sala de
Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
FALLA:
Primero: Confirmar la sentencia del Juzgado Tercero Superior de Cali, del día 3 de
Febrero de 1992, mediante la cual se negó la tutela solicitada por el Sindicato
Nacional de Trabajadores de Good Year de Colombia S.A. -Sintragoodyear- y el
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Transformadora del Caucho,
Plástico, Polietileno, Poliuretano, Sintéticos, Partes y Derivados de estos
procesos -Sintraincapla- alegando vulneración del derecho de sindicalización y
otros, por las razones expuestas en la parte considerativa del presente fallo.
Segundo: Comuníquese al Juzgado Tercero Superior de
Cali, la presente decisión para que sea notificada a las partes conforme a lo
dispuesto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
COMUNIQUESE Y CUMPLASE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Ponente
CIRO ANGARITA BARON JAIME
SANIN GREIFFFENSTEIN
Magistrado
Magistrado
-Con salvamento de voto-
Salvamento de voto a la Sentencia No. T-418
de Junio 19 de 1992
DERECHO DE ASOCIACION SINDICAL/ACCION DE
TUTELA/PRINCIPIO DE EFICACIA/PRINCIPIO DE INMEDIATEZ/DERECHOS FUNDAMENTALES-Protección (Salvamento de voto)
Los derechos constitucionales fundamentales
consagrados en la Carta de 1991 poseen todos una autonomía tanto ontológica
como axiológica que no permite atribuírles para ningún efecto el carácter
simplemente accesorio de unos frente a otros, tal como parecen creerlo los que
suscriben la sentencia mayoritaria.
La existencia de otro medio judicial de
defensa en un caso determinado, no releva al Juez de su obligación de otorgar
protección inmediata específica a los demás derechos vulnerados, acorde con su
naturaleza y los principios de celeridad y eficacia. Sin que sea de recibo en
modo alguno argüir que otorgada protección a uno de tales derechos, lo estarán
igualmente, de contera, todos los demás vulnerados o amenazados. La protección
de los derechos fundamentales debe ser no sólo eficaz sino inmediata.
DEL DICHO AL HECHO
Ante la persistencia y profundización de
una manera bien peculiar de concebir tanto el desconocimiento de derechos
constitucionales fundamentales como los instrumentos adecuados de protección,
en aras de la fidelidad al texto y espíritu de la Carta vigente, me veo
obligado a expresar los motivos por los cuales me separo de la decisión
mayoritaria adoptada por la Sala de Revisión No. 6 en relación con el caso de
dos sindicatos que impetran la acción de tutela para amparar el derecho de
asociación sindical.
PRIMERO.- No puedo menos que celebrar y compartir el
reconocimiento expreso que hacen mis colegas del derecho a la asociación
sindical como derecho constitucional fundamental y de la plena legitimación de
los sindicatos para interponer la acción de tutela. Frente a las manifiestas
vacilaciones de algunos falladores de instancia, esta doctrina constitucional
tendrá carácter obligatorio para las autoridades de la República, en los
términos del Artículo 23 del Decreto 2067 de 1991.
SEGUNDO.- Reitero mi disentimiento absoluto con la visión
englobante y unidimensional del problema laboral que se desprende tanto de esta
providencia como de la T-407 (ver salvamento de voto) y que conduce a negar la
acción de tutela arguyendo la existencia de otros medios de defensa judicial.
Dicha visión llevó a mis colegas a no detenerse un momento siquiera a
considerar que los diversos actos atentatorios contra el derecho de asociación
sindical por parte del empleador que constan en el expediente (Folios 114, 176,
177, 180, 183, 187, 201) podrían también haber vulnerado otros derechos
autónomos tales como los de un trato humano y no degradante, la igualdad, la
libertad de conciencia y el trabajo en condiciones dignas y justas.
La decisión mayoritaria es tanto más
sorprendente cuanto que en un documento denominado "Lista de sugerencias
de los jefes de áreas" que obra en el expediente (y no consta que haya
sido expresamente desautorizado por las directivas de la empresa) se habla sin
tapujos de eliminar las "bad apples" (sic) o manzanas podridas para
referirse en forma por demás despectiva a aquellos trabajadores que en opinión
de los supervisores tengan bajos niveles de eficiencia o altos niveles de
ausentismo; igualmente, se trazan en él objetivos tales como los de competir
con el Sindicato para rescatar y atraer a los trabajadores o crear un fondo de
ahorro exclusivamente para el personal no sindicalizado. Es claro que por su
propia naturaleza tales objetivos no constituyen precisamente la expresión más
lograda del respeto a la dignidad humana del trabajador, al derecho a la
asociación sindical o a la igualdad. Por eso lamento que en la providencia de
la cual me separo no se hayan tomado medidas conducentes a establecer la
eventual vulneración de algunos derechos constitucionales fundamentales o la
simple amenaza a los mismos, de acuerdo con la filosofía en que se inspira el
artículo 86 de la Carta.
De otra parte, sabido es que esas conductas
del empleador están expresamente prohibidas tanto en el Convenio 98 de la OIT,
ratificado por la ley 27 de 1976, como en el artículo 292 del Código Penal
vigente. No obstante, en la parte resolutiva de la sentencia T-418 no aparece,
como fuera de esperarse, un llamado a las autoridades competentes en el sentido
de investigar hasta sus últimas consecuencias todas las posibles violaciones de
la ley.
TERCERO.- Tampoco en la aludida providencia se hace el más
mínimo reparo al fallo de primera instancia proferido por el Juzgado Tercero
Superior de Cali, el 3 de febrero del presente año, pese a que en él se ignora
la naturaleza constitucional del derecho de asociación sindical y la
legitimación que tienen las personas jurídicas para impetrar la acción de
tutela.
El fallador de instancia creyó necesario,
en cambio, dedicar una buena parte de su providencia a amonestar a las
directivas de los sindicatos por haber instaurado la acción de tutela y
decretado una huelga de 52 días de duración que en su opinión sólo produjo
perjuicios patrimoniales a sus afiliados. Tanto estas críticas como las cifras
que las respaldan coinciden significativamente con las apreciaciones del
abogado de la empresa expuestas en su memorial de impugnación de la tutela
(Folios 193, 194 y 373).
El fallador acusa una evidente
desconfianza, prevención y subestimación de la tutela, como si no se tratara
del más eficaz instrumento constitucional consagrado para proteger los derechos
fundamentales.
Una cuidadosa revisión del expediente
permite advertir también que la amplia intromisión del Juez de instancia en los
predios propios del sindicato sigue la misma línea que le permite al apoderado
de la empresa calificar como "trabajadores inteligentes" o
"sensatos" (en opinión del juez) a aquellos que se desafiliaron
masivamente de las organizaciones sindicales (Folios 194, 373).
En abierto constraste con lo anterior, el
Juez de instancia dedica sólo pocos párrafos a afirmar, sin sólido sustento,
que no surge por parte alguna vulneración o amenaza de los derechos
fundamentales de los peticionarios. Reitera sus críticas contra ellos por haber
iniciado la acción de tutela, actuación ésta que estima no sólo no muy ortodoxa
sino destinada a "presionar a la empresa Good Year de Colombia S.A. y a
colocar en solfa a sus Directivos"(Folio 373).
CUARTO.- Reitero una vez más mi profunda convicción de que los
derechos constitucionales fundamentales consagrados en la Carta de 1991 poseen
todos una autonomía tanto ontológica como axiológica que no permite atribuírles
para ningún efecto el carácter simplemente accesorio de unos frente a otros,
tal como parecen creerlo los que suscriben la sentencia mayoritaria.
Siendo esto así, es claro también que la
existencia de otro medio judicial de defensa en un caso determinado, no releva
al Juez de su obligación de otorgar protección inmediata específica a los demás
derechos vulnerados, acorde con su naturaleza y los principios de celeridad y
eficacia. Sin que sea de recibo en modo alguno argüir que otorgada protección a
uno de tales derechos, lo estarán igualmente, de contera, todos los demás
vulnerados o amenazados.
La protección de los derechos fundamentales
debe ser no sólo eficaz sino inmediata. Es por eso que esta Corte ha
considerado necesario poner de presente que:
"El otro medio
de defensa judicial a que alude el art. 86 debe poseer necesariamente, cuando
menos, la misma eficacia en materia de protección inmediata de derechos
constitucionales fundamentales que por su naturaleza, tiene la acción de
tutela, de no ser así, se estaría haciendo simplemente una burla y mecánica
exégesis de la norma, en abierta contradicción con los principios vigentes en
materia de efectividad de los derechos y con desconocimiento absoluto del
querer expreso del Constituyente.
En otros términos,
en virtud de lo dispuesto por la Carta del 91, no hay duda que el otro medio de
defensa judicial a disposición de la persona que reclama ante los jueces la
protección de sus derechos fundamentales ha de tener una efectividad igual o
superior a la de la acción de tutela para lograr efectiva y concretamente que
la protección sea inmediata. No basta pues con la existencia en abstracto de
otro medio de defensa judicial si su eficacia es inferior a la acción de
tutela."1
QUINTO.- Por todo lo anterior y habida consideración de que la
sentencia que no comparto niega la tutela solicitada por los dos sindicatos,
luego de exponer en detalle 7 argumentos que llevan a concluír que la
asociación sindical es derecho constitucional fundamental y dejar en el ánimo
desprevenido del lector sembrada la duda de que el empleador pudiera haber
realizado actos atentatorios contra tal derecho, bien cabe afirmar que se tomó
partido abierto en favor de la eficacia meramente simbólica, tal como se desprende
de la evidente disociación entre la parte motiva y la parte resolutiva del
fallo. En efecto, mientras en la primera se echa mano de todos los recursos
retóricos para reconocer y elogiar la Carta de los derechos, a renglón seguido
y sin vacilación alguna ellos se aplican restrictivamente en la parte
resolutiva. Se proclama, pues, generosamente el derecho en abstracto y se lo
aplica avaramente en concreto.
Es por ello que el trabajador tiene motivos
para pensar que de esto al escarnio hay la misma distancia que separa el dicho
del hecho...
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado
1 Cfr. Sentencia Corte Constitucional No. 414 Sala de Revisión No.
1 pág. 15. |
53 | T-419-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-419/92
DERECHO A LA
INICIATIVA PRIVADA/DERECHO A LA LIBRE EMPRESA/DERECHO A LA PROPIEDAD/LIBERTAD
ECONOMICA
El Secretario
de Hacienda desconoció el principio de libertad económica y de contera el
derecho a la propiedad privada al exigir un requisito que la ley de su parte no
establece, esta medida constitucional, cabalmente va dirigida a extirpar esta
abusiva práctica de abrumar al ciudadano de constancias, certificaciones y
requisitos no previstos por el legislador sino ideados por la administración y
que en vez de facilitar la actividad de ésta muchas veces la entorpece, porque
tal obstaculización puede resultar en que el servicio público que se supone
debe prestar eficientemente y con la debida expedición, termine no
suministrándose o suministrándose tardíamente, después de haberle causado al
súbdito incomodidades y desgaste de tiempo, energías, dineros y aún perjuicios.
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Determinación/DEBIDO
PROCESO-Violación
Los derechos
fundamentales son los que corresponden al ser humano en cuanto tal, es decir,
como poseedor de una identidad inimitable caracterizada por su racionalidad que
le permite ejercer sus deseos y apetencias libremente. De ahí que se le
reconozca una dignidad -la dignidad humana- que lo colocan en situación de
superior en el universo social en que se desenvuelve, y por ello, es acreedor
de derechos que le permiten desarrollar su personalidad humana y sin los
cuales ésta se vería discriminada, enervada y aún suprimida. Son
los derechos fundamentales que le protegen la vida, proscriben la tortura,
aseguran su igualdad frente a sus congéneres, amparan su derecho a la
intimidad, garantizan su libertad de conciencia, de cultos, de expresión y
pensamiento; salvaguardan su honra, le permiten circular libremente, le
preservan el derecho al trabajo, a la educación y la libertad de escogencia de
una profesión u oficio, las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación
y cátedra; su juzgamiento debe respetar el debido proceso, se le garantiza el
derecho a la libre asociación y a formar sindicatos, etc.
DEBIDO
PROCESO/DERECHO DE PETICION/IMPUESTO PREDIAL-Paz y salvo/REMATE DE INMUEBLES-Aprobación/ACCION
DE TUTELA TRANSITORIA/PERJUICIO IRREMEDIABLE
La figura del
debido proceso, es aplicable a toda clase de actuaciones que se realicen en los
estrados judiciales e igualmente es válido el debido proceso, para toda
actividad de la administración pública en general, sin excepciones de ninguna
índole y sin ninguna clase de consideraciones sobre el particular.
El proceder
del Secretario de Hacienda violó el debido proceso administrativo consagrado
para el derecho de petición, causando de paso un perjuicio inminente a la
peticionaria, como quiera que el paz y salvo por concepto del impuesto predial,
es requisito esencial para la aprobación del remate de los bienes inmuebles,
sometiendo de paso a la actora, a las sanciones previstas en el inciso 3o. del
artículo 529 del Código de Procedimiento Civil. Se configura en esta forma un
perjuicio irremediable para el accionante de la tutela, al determinar éste que
"vencido el término sin que se hubiere hecho la consignación y el pago del
impuesto, el juez improbará el remate y decretará la pérdida de la suma
depositada para hacer postura a título de multa".
Es cierto que
había otro medio de defensa judicial como son las acciones contencioso
administrativas y que la vía gubernativa se había agotado a través de la
negativa verbal, persistente y reiterada del funcionario competente para
expedir el paz y salvo. Mas al prolongarse en el tiempo tal expedición, se
le hubiera causado a la peticionaria un perjuicio económico irreparable, pues
a más de perder la propiedad del bien rematado, se hacía acreedora a una multa
por parte del despacho judicial.
SALA DE REVISION No. 6
Proceso: Tutela No. 355.
Ref.: Acción de tutela contra actuación
del Secretario de Hacienda del
Municipio de Envigado.
Tema: Amenaza
contra el Derecho a la Propiedad.
El
Derecho al Debido Proceso como
Derecho Fundamental.
Inaplicación
del artículo 82 del Código Catastral de
Antioquia.
Demandante:
ANGELA MARIA MEJIA MESA.
Magistrado
Ponente:
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Santafé de Bogotá,
D.C., diecisiete (17) de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión
de tutelas de la Corte Constitucional integrada por los Magistrados Simón
Rodríguez Rodríguez, Jaime Sanín Greiffenstein y Ciro Angarita Barón, revisa la
acción de tutela decidida en sentencia dictada por el Juzgado Civil del
Circuito de Envigado ( Antioquia ) el 16 de diciembre de 1991.
I. ANTECEDENTES.
Con fundamento en
los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la
Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional, llevó a cabo la
selección de la acción de tutela de la referencia.
Con base en el
artículo 34 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a
dictar la sentencia correspondiente.
A. HECHOS.
1. En el
Juzgado Civil del Circuito de Envigado (Antioquia), se encuentra cursando su
trámite normal un proceso de ejecución hipotecaria de Hernán Antonio Palacio
Roldán, contra Teresita Soraya Marín Quintero.
2. Previo el
trámite legal, ese despacho judicial convocó a diligencia de remate el día 28
de noviembre de 1991, para que mediante subasta pública se le adjudicaran los
bienes materia de este proceso.
3. En este
orden de ideas, dando cumplimiento al artículo 527 del Código de Procedimiento
Civil, se adjudicó el local número 177 de la carrera 43 A No. 27 A-S-86,
situado en el nivel A del Centro Comercial la Casona de Envigado a la
señora Angela María Mejía Mesa, identificada con cédula de ciudadanía
número 21.331.286 de Medellín, en su condición de única postora
dentro del remate jurídico de la referencia por valor de $
1.400.000.oo.
4. La afectada
por el remate señora Teresita Soraya Marín Quintero, a la fecha del remate, es
propietaria de varios predios dentro de la jurisdicción del municipio de
Envigado, bienes inmuebles por los cuales estaba en mora en el pago del
impuesto predial, incluyendo el local rematado.
5. La señora
Angela María Mejía Mesa solicitó a la Secretaria de Hacienda Municipal de
Envigado, en fecha que no se precisa en el expediente, la cuenta por concepto
de impuesto predial y complementarios, adeudados por Teresita Soraya Marín
Quintero, a lo cual se le contestó que ésta era propietaria de dos predios
más, por los cuales debía cancelar el impuesto correspondiente a efecto de
expedirse el paz y salvo.
6. Mediante
oficio número 514/6265 de 3 de diciembre de 1991, el Secretario del Juzgado
Civil del Circuito, solicita al Secretario de Hacienda Municipal de Envigado,
la posibilidad de recibirle el valor correspondiente al impuesto del predio
rematado para obtener en esta forma el paz y salvo predial del inmueble
rematado y adjudicado a Angela María Mejía Mesa.
7. El
Secretario de Hacienda de Envigado da contestación al Secretario del Juzgado
Civil del Circuito en oficio de 4 de diciembre de 1991 en los siguientes
términos:
"En atención
a su oficio No. 514/6265 del 3 de los corrientes, me permito transcribir a
usted textualmente, el contenido del artículo 82 del Código Catastral de
Antioquia: ""El paz y salvo catastral consiste en la
atestiguación de las autoridades catastrales, de que el contribuyente ha pagado
en su totalidad el impuesto predial que deba en cada municipio, sobre todos
los predios que le aparezcan en los registros catastrales"". Situación que me impide la recepción
del dinero que corresponde al predio citado y por ende la expedición del paz
y salvo correspondiente. Atentamente Diego León Osorio Cespedes".
B. ACCION
DE TUTELA.
1. Así las
cosas Angela María Mejía Mesa, viendo que había encontrado obstáculos para la
obtención del paz y salvo por concepto del impuesto predial sobre el bien
inmueble rematado por ella, según acta de remate del 28 de noviembre de 1991,
actuación jurídica emitida por el Juzgado Civil del Circuito de Envigado,
otorga poder al abogado Juan Fernando Mejía Mesa, para que a nombre de ella y
en su representación, inicie la acción de tutela a fin de que se ordene a la
Secretaría de Hacienda de Envigado, le expida el paz y salvo por concepto del
impuesto predial y complementarios, del bien inmueble local No. 177 de la
carrera 43 A No. 27 A-S-86 del nivel A del Centro Comercial La Casona de
Envigado.
2. El apoderado
de la parte actora presenta la acción de tutela en diciembre de 1991, en el
Juzgado Civil del Circuito de Envigado, alegando como hecho fundamental, la
negativa de las autoridades municipales de Envigado, concretamente de la
Secretaría de Hacienda, para expedirle su paz y salvo predial, del inmueble
cuya nomenclatura se ha citado e identificado con la matrícula inmobiliaria No.
001-447688 y número predial 30431 del perímetro urbano del municipio de
Envigado.
Señala que para el
presente caso resulta improcedente el pago por la totalidad de los predios que
posea la persona titular del bien inmueble rematado, actuación violatoria del
artículo 1o. del Decreto 2088 de 1941 y termina su alegato manifestando que
este proceder de la administración municipal de Envigado, viola indirectamente
el derecho fundamental del debido proceso, consagrado en el artículo 29 de la
Constitución Nacional.
En la solicitud de
tutela la accionante pide textualmente:
"Ordenar a
la Secretaría de Hacienda del municipio de Envigado, que previo el pago de los
impuestos prediales que deba el local No. 177 de la carrera 43 A No. 27 A-S-86,
situado en el nivel A del Centro Comercial la Casona de Envigado y cuyo titular
es la señora Teresita Marín Quintero, expedir el paz y salvo predial a la
señora Angela María Mejía Mesa".
3. El Juzgado
Civil del Circuito de Envigado mediante providencia del 9 de diciembre de 1991,
accede a dar trámite a la tutela propuesta por Angela María Mejía Mesa y
ordena requerir al Secretario de Hacienda Municipal de Envigado doctor Diego
León Osorio Cespedes para que informe al Juzgado si la señora Angela María
Mejía Mesa, por sí o por mandatario solicitó en esa Secretaría la expedición
del paz y salvo del impuesto predial previo el pago del valor correspondiente
al inmueble objeto del remate por parte del despacho judicial e igualmente
informar por qué para la administración municipal, prima en este caso, el
Código Catastral de Antioquia ante el Decreto 2088 de 1941.
En el mismo escrito
el Juez le da un término de 2 días al Secretario de Hacienda para dar respuesta
a su solicitud.
El Secretario de
Hacienda Municipal en escrito fechado el 11 de diciembre pasado, le contestó
al Juez Civil del Circuito de Envigado, manifestándole que efectivamente a ese
despacho se había presentado Angela María Mejía Mesa a quien no se le había
expedido el paz y salvo predial por los argumentos conocidos dentro del
expediente, sin llegar a concretar sobre otras decisiones que le hiciera el
Juzgado.
4. En este
orden de ideas, mediante providencia del 16 de diciembre de 1991, el Juzgado
falló la tutela en favor de la demandante Angela María Mejía Mesa, precisando
que el Secretario de Hacienda Municipal había violado con su actuación el
debido proceso en los términos establecidos en el artículo 29 de la
Constitución Nacional.
Manifiesta el
despacho judicial que la Secretaría de Hacienda Municipal contradice el
espíritu del artículo 1o. de la Ley 33 de 1896 en lo pertinente a la obtención
del paz y salvo por concepto del impuesto predial respecto de la propiedad
raíz como en este caso concreto, el bien inmueble rematado.
En la parte
resolutiva el Juzgado ordena al Secretario de Hacienda Municipal recibir el
pago del impuesto predial y expedir el comprobante de paz y salvo en relación
única y exclusivamente con el inmueble objeto del remate y se le da un plazo de
48 horas para expedir el citado documento, con fundamento en los artículos 86
de la Constitución Nacional y 23 y 29 del Decreto 2591 de 1991.
La decisión del Juez
de tutela, fue notificada a las partes dentro de los términos establecidos en
el artículo 30 del Decreto 2591 de 1991, el día 17 de diciembre de 1991, y el
18 de ese mismo mes y año, el Secretario de Hacienda del municipio de Envigado
expidió el certificado de paz y salvo número 19158 por concepto del impuesto
predial y complementarios al predio local 117 de la carrera 43 A No.27 Sur 86
Centro Comercial la Casona.
El fallo no fue
impugnado dentro de los términos consagrados en el artículo 31 del Decreto 2591
de 1991, siendo remitido en esta forma para la revisión de la Corte
Constitucional.
II. COMPETENCIA.
Es competente la
Corte para revisar el presente fallo de tutela y ello con fundamento en lo
previsto en el artículo 86 inciso 2o. y 241 No. 9o. de la Constitución
Nacional, en consonancia con los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991.
III. CONSIDERACIONES.
En el presente caso
se trata de una acción de tutela instaurada contra una autoridad pública, por
cuanto la parte demandada es la Secretaría de Hacienda del Municipio de
Envigado, calidad que le otorgan el inciso final del artículo 115 en
concordancia con los artículos 286 y 287 de la Constitución Nacional.
Esta Sala de
Revisión, teniendo en cuenta los hechos relatados considera que los temas,
materia de la presente controversia jurídica, que serán resueltos, son:
1. De
conformidad con las normas que regulan el impuesto predial, establecer si era
procedente expedir el paz y salvo por ese concepto, únicamente por el bien
objeto del remate.
2. Desconocimiento
de los derechos a la libertad de empresa y la propiedad privada.
3. Actuación
del Secretario de Hacienda del Municipio frente al debido proceso y el
quebranto de este derecho.
Se desenvuelve el
temario anterior así:
1. EL PAZ Y
SALVO SE EXIGE UNICAMENTE RESPECTO DEL BIEN REMATADO.
A. Petición
para obtener el paz y salvo.
La señora Angela
María Mejía Mesa, rematante del bien inmueble local No. 117 de la carrera
43 A-S -86 del nivel A del centro comercial La Casona de Envigado, presentó su
solicitud verbal al funcionario competente para la expedición del paz y salvo.
Elevó su petición ante el Secretario de Hacienda Municipal de Envigado, según
lo confirma este funcionario en escrito fechado el 11 de diciembre de 1991,
negándosele su solicitud en forma verbal porque según concepto del Secretario,
la titular del bien rematado debía el impuesto de otros inmuebles, los cuales
tenía que cancelar en su totalidad para expedirle en esta forma el certificado
de paz y salvo por concepto del impuesto predial.
La solicitud se hizo
ante el funcionario competente, ya que el impuesto predial es del orden
municipal y está consagrado en los artículos 173 y siguientes del Decreto 1333
de 1986, norma que indica que "las autoridades catastrales tendrán a su
cargo las labores de formación, actualización y conservación de los catastros,
tendientes a la correcta identificación física, jurídica, fiscal y económica de
los inmuebles".
El Consejo de Estado
en sentencia de 21 de septiembre de 1971, expediente No. 1490, con ponencia del
Consejero Lucrecio Jaramillo Vélez dijo: "El impuesto predial es una
carga que recae sobre las personas en razón de sus propiedades raíces como
resulta de las disposiciones jurídicas que las crearon y que lo regulan".
Fue la petición de
Angela María Mejía Mesa, una petición en ejercicio de su derecho, realizada
ante el funcionario competente, petición que fue negada de acuerdo con la
interpretación del Decreto 088 que hizo el Secretario de Hacienda de Envigado.
B. Normas
que regulan la expedición del paz y salvo.
Se tiene:
El artículo 1o. del
Decreto 2088 de 1941 señala: "En los Departamentos donde esté
establecido el impuesto directo sobre la propiedad raíz, los jueces deberán
exigir para la aprobación de los remates, el comprobante de paz y salvo de que
trata el artículo 1o. de la Ley 33 de 1896".
Y el artículo citado
de la Ley 33 expresa: "En los Departamentos en donde esté establecido
el impuesto directo sobre la propiedad raíz, los notarios o los que hagan sus
veces, no prestarán su oficio en el otorgamiento de instrumentos que graven o
cambien la propiedad de fincas raíces, sin que se les presente por los
interesados el comprobante de que la finca o fincas a que el instrumento va
a referirse están a paz y salvo con el respectivo Tesoro Departamental por
lo que les corresponde por impuesto directo hasta la fecha del mismo
otorgamiento".
De la lectura de las
normas transcritas, se observa que ellas hacen relación específica a las
diligencias de aprobación de remates de fincas raíces y que el paz y salvo por
concepto del impuesto predial tiene que ver específicamente, con el bien
raíz rematado, no se predica respecto de la propietaria o titular del bien
inmueble.
Esta situación halla
su razón de ser en el hecho de que el objeto del impuesto predial son los
inmuebles, los cuales se identifican por su cédula catastral. Es más, por esa
identificación y particularización, el impuesto predial se establece teniendo
en cuenta cada inmueble y en igual forma se expide el paz y salvo.
2. DERECHOS
A LA INICIATIVA PRIVADA Y A LA LIBRE EMPRESA ; Y A LA PROPIEDAD PRIVADA. SU
QUEBRANTO.
El Secretario de
Hacienda desconoció el principio de libertad económica del artículo 333 de la
Carta Política y de contera el derecho a la propiedad privada consagrado en el
artículo 58 ibidem.
En efecto:
Contempla el
artículo 333 la garantía a la iniciativa privada y a la libre empresa
morigerada por el interés social. Dice esta norma:
"La
actividad económica y la iniciativa privada son libres, dentro de los límites
del bien común. Para su ejercicio, nadie podrá exigir permisos previos ni
requisitos, sin autorización de la ley. (Subraya la Sala).
La libre
competencia económica es un derecho de todos que supone responsabilidades.
La empresa, como
base del desarrollo, tiene una función social que implica obligaciones. El
Estado fortalecerá las organizaciones solidarias y estimulará el desarrollo
empresarial.
El Estado, por
mandato de la ley, impedirá que se obstruya o se restrinja la libertad
económica y evitará o controlará cualquier abuso que personas o empresas hagan
de su posición dominante en el mercado nacional.
La ley delimitará
el alcance de la libertad económica cuando así lo exijan el interés social, el
ambiente y el patrimonio cultural de la nación".
El Secretario de
Hacienda entonces al exigir un requisito que la ley de su parte no establece,
transgredió el susodicho artículo 333 en la parte que se ha dejado subrayada. Y
ello no es nuevo en nuestro país, esta medida constitucional, cabalmente va
dirigida a extirpar esta abusiva práctica de abrumar al ciudadano de
constancias, certificaciones y requisitos no previstos por el legislador sino
ideados por la administración y que en vez de facilitar la actividad de ésta,
muchas veces la entorpece, porque tal obstaculización puede resultar en que el
servicio público que se supone debe prestar eficientemente y con la debida
expedición, termine no suministrándose o suministrándose tardíamente, después
de haberle causado al súbdito incomodidades y desgaste de tiempo, energías,
dineros y aún perjuicios. Se sigue de esta infracción al artículo 333, la del
artículo 58 que consagra el derecho constitucional a la propiedad privada,
pues, según el artículo 529 inciso 3o. del Código de procedimiento Civil,
el vencimiento del término para hacer la consignación del precio por parte
del rematante y el pago del impuesto, traen como consecuencia la improbación
del remate, la pérdida de la suma depositada para hacer la postura, a título de
multa, y obviamente la no adjudicación del bien en el evento sublite, a la
demandante de tutela, Angela María Mejía Mesa. Corría ésta así el riesgo de ser
privada del derecho a la propiedad del inmueble en cuestión. Este Derecho es
concebido como constitucional fundamental; así en sentencia No. T-15 de la Sala
Quinta de Revisión de esta Corporación se le reconoció tal carácter.
3. EL
SECRETARIO DE HACIENDA DESCONOCIO EL PROCEDIMIENTO PARA LA EXPEDICION DEL PAZ
Y SALVO.
A. El debido proceso es derecho
fundamental.
Los derechos que
pueden ser objeto de la acción de tutela son los fundamentales, según lo
previene el artículo 86 de la Constitución Nacional.
Esta a su vez en su
Título II denominado "De los derechos, las garantías y los deberes",
contempla en su Capítulo I los Derechos Fundamentales, entre los cuales
está el del debido proceso.
Esta incorporación
del Derecho al Debido Proceso de manera explícita en la Carta como derecho
fundamental corresponde inconcusamente a la naturaleza de este último.
En efecto:
Los derechos
fundamentales son los que
corresponden al ser humano en cuanto tal, es decir, como poseedor de una
identidad inimitable caracterizada por su racionalidad que le permite ejercer
sus deseos y apetencias libremente. De ahí que se le reconozca una dignidad
-la dignidad humana- que lo colocan en situación de superior en el universo
social en que se desenvuelve, y por ello, es acreedor de derechos que le
permiten desarrollar su personalidad humana y sin los cuales ésta se vería
discriminada, enervada y aún suprimida. Son los derechos
fundamentales que le protegen la vida, proscriben la tortura, aseguran su
igualdad frente a sus congéneres, amparan su derecho a la intimidad, garantizan
su libertad de conciencia, de cultos, de expresión y pensamiento; salvaguardan
su honra, le permiten circular libremente, le preservan el derecho al trabajo,
a la educación y la libertad de escogencia de una profesión u oficio, las
libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra; su juzgamiento
debe respetar el debido proceso, se le garantiza el derecho a la libre
asociación y a formar sindicatos, etc.
El Presidente de la
República en el acto de instalación de la Asamblea Constituyente el 5 de
febrero de 1991 destaca el carácter inmanente de los derechos fundamentales
al decir que son "aquellos que por su trascendencia democrática
pueden ser aplicados por un Juez porque no requieren una ley que explique sus
alcances y su contenido".
Mario Madrid-Malo
Garizábal caracteriza estos derechos así:
"Los
derechos humanos han recibido varias denominaciones a lo largo de los siglos.
Primero, por influencia de la teología y del jusnaturalismo, se les llamó
derechos naturales. ""Según esta noción -explica Benito de Castro Cid-, enraizada
en la doctrina tradicional del derecho natural, los Derechos Humanos son unos
atributos o exigencias que dimanan de la propia naturaleza, que son anteriores
a la constitución de la sociedad civil y que, siendo previos y superiores al
derecho estatal, deben ser reconocidos y garantizados por éste"".
"En el siglo
pasado surgió el concepto de derechos públicos subjetivos. Este concepto es
fruto de la observación del conjunto de circunstancias originadas en la
existencia del hombre, conjunto en el cual quedan abarcadas todas las
posibilidades de su actuación como sujeto de derechos y deberes.
También se hace
referencia a los derechos humanos con el nombre de derechos fundamentales. Esta
expresión se emplea para señalar aquellos derechos del ser humano que por su
incorporación en las normas reguladoras de la existencia y de la organización
de un Estado, se incorporan al derecho positivo como fundamento de la
""técnica de conciliación"" entre el ejercicio del poder
público y el de la libertad de los gobernados.
El
constitucionalismo clásico llamó libertades públicas o derechos individuales
a lo que hoy conocemos con el nombre de Derechos Humanos Fundamentales. Se
trata en todo caso, de la suma de atributos inherentes al hombre, fundados en
su naturaleza misma, indispensable para su autoperfeccionamiento. La persona
humana es un ser racional y libre que está ordenado a un fin. Tal carácter la
reviste de una dignidad esencial, en el cual tiene su raíz y su fundamento
ciertas prerrogativas que le permiten defender la plenitud de su identidad. ""La
persona tiene una dignidad absoluta -reflexiona Maritain- porque está en relación
directa con lo absoluto, único medio en que puede hallar su cabal
realización"".[1]
Sobre el Derecho al
Debido Proceso discurre Fernando Velásquez V. del siguiente modo:
"En sentido
amplio el debido proceso es el conjunto no sólo de procedimientos,
legislativos, judiciales y administrativos que deben cumplirse para que una
ley, sentencia o resolución administrativa que se refiera a la libertad
individual sean fundamentalmente válida, sino también para que se constituya en
garantía del orden, de la justicia, de la seguridad en cuanto no se
lesione de manera indebida la seguridad propuesta como intangible para el
ciudadano en el Estado democrático.
En sentido
restringido la doctrina define el debido proceso como todo ese conjunto
de garantías que protegen al ciudadano sometido a cualquier proceso, que le
aseguran a lo largo del mismo una recta y cumplida administración de justicia;
que le aseguren la libertad y la seguridad jurídica, la nacionalidad y la
fundamentación de las resoluciones judiciales conforme a derecho. Desde este
punto de vista, entonces, el debido proceso es el principio madre o generatriz
del cual dimanan todos y cada uno de los principios del Derecho Procesal Penal,
incluso el del Juez Natural que suele regularse a su lado".[2]
La Carta Política
plasma en su artículo 29 el derecho al debido proceso del siguiente modo:
"El debido
proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas.
Nadie podrá ser
juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez
o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de
cada juicio.
En materia penal,
la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de
preferencia a la restrictiva o desfavorable.
Toda persona se presume
inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable. Quien sea
sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado escogido
por él, o de oficio, durante la investigación y el juzgamiento; a un debido
proceso publico sin dilaciones injustificadas; a presentar pruebas y a
controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la sentencia
condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho.
Es nula, de
pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso".
Con el debido
proceso se relacionan los artículos 31 y 33 de la Constitución que son del
siguiente tenor:
Artículo 31. "Toda
sentencia judicial podrá ser apelada o consultada, salvo las excepciones que
consagre la ley.
El superior no
podrá gravar la pena impuesta cuando el condenado sea apelante único".
Artículo 33. "Nadie
podrá ser obligado a declarar contra sí mismo o contra su cónyuge o
compañero permanente o parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad,
segundo de afinidad o primero civil".
Los artículos 1o.,
2o., 10o., 16 del Código de Procedimiento Penal (Decreto No. 2700 de 30 de
noviembre de 1991) recogen los mandatos constitucionales precedentes.
La Institución del
Debido Proceso está contemplada en todas las legislaciones y ello ha permitido
consagrar este principio como pilar fundamental de las tesis que forman el
Derecho Procesal Universal. Ya particularizada la figura del debido proceso se
convierte en un derecho fundamental constitucional en beneficio de las personas
consideradas partes dentro de la relación procesal.
Jurisprudencialmente
en nuestro Estado, también existe la reafirmación de la figura jurídica del
debido proceso, al reiterar la Corte Suprema de Justicia en diferentes oportunidades
sus criterios en ese sentido, y en aras de ratificar esos señalamientos, se
transcribe lo siguiente:
"Tiene
establecido la Corte, y no de ahora sino por tradición jurisprudencial, que
toda disposición legal o de jerarquía menor, procesal o no, penal o no,
debe respetar y en su caso garantizar los principios normados en los artículos
10o, 16, 23 y 26 de la Constitución, sobre el debido proceso, el derecho de
defensa y la igualdad de las personas ante la ley y de las partes ante su
juzgador.
Es indispensable
además hacer ver que tantos presupuestos procesales constitucionalizados han
sido ya prohijados por el denominado "Derecho Ecuménico" de las
naciones civilizadas del orbe, como una de las pocas conquistas clara de
naturaleza universal, plasmadas en cláusulas normativas multilaterales de
naturaleza supralegal, como pactos o tratados internacionales de derecho
público".
Más adelante señala
la Corte en el mismo fallo:
"El derecho
de defensa emana del artículo 26 de la Carta, porque pertenece al debido
proceso. Más aún esta norma constitucional tiene como objeto principal su
garantía, dado que el mismo derecho es atributo fundamental de la persona como
tal y se relaciona directamente con los derechos esenciales de la libertad, la
igualdad ante la ley y la seguridad.
Es además, un
derecho histórico. Los romanos instituyeron el principio AUDITUR ALTERA
PARS, como regulador de todo proceso en garantías de sus partes. No hay
sistema procesal alguno que lo pueda excluir".[3]
B. El
debido proceso en la normatividad internacional.
En el plano del
Derecho Internacional los siguientes instrumentos ratifican y exaltan el debido
proceso, como medio de protección al ser humano cuando quiera que fuere objeto
de enjuiciamiento:
1. El
principio de la legalidad.
En la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano adoptada por la Asamblea Nacional
Constituyente de Francia el 26 de agosto de 1789, en sus artículos 7o., 8o. y
9o..
Está consagrado en
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, "Pacto de San José de
Costa Rica" del 22 de noviembre de 1969, aprobado por la Ley 74 de 1968,
artículos 1o., 7o. -2., 9o. y 27.
En el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos aprobado por la Ley 74 de 1968,
artículos 2o. -2., 4o. -2., 6o. -2, 9o. y 15.
En la Convención
sobre los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas el 20 de noviembre de 1989 y aprobada por la Ley 12 de 1991, de
conformidad con el artículo 40 No. 2o. literal a).
En la Convención
contra la Tortura y otros Tratos o Penas Civiles, Inhumanos o Degradantes,
ratificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas según Resolución 39
de 1946 de 10 de diciembre de 1984 y aprobada por la Ley 78 de 1986, en sus
artículos 6o. -1. y 15.
En el Convenio de
Ginebra III, de 12 de agosto de 1949 relativo al Trato Debido a los Prisioneros
de Guerra, aprobado por la Ley 5a. de 1960, publicado en el Diario Oficial No.
30318 en sus artículos 82 y 89.
En el Convenio de
Ginebra IV de 12 de agosto de 1949, relativo a la Protección Debida a las Personas
Civiles en Tiempo de Guerra, aprobado por la Ley 5a. de 1960, en sus artículos
33, 64, 65 y 70.
2. Los
Derechos del Procesado.
La siguiente
legislación supranacional, consagra el derecho de los procesados:
La Convención contra
la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, inhumanas o Degradantes.
La Convención
Americana sobre los Derechos Humanos, en sus artículos 5o. -4., 7o. -5. y 8o.
-2.
En el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en sus artículos
2o.-2, 9o.-3 y 14 - 3.
La Convención sobre
los Derechos del Niño, artículo 37 literal c).
El Convenio
de Ginebra III, en su artículo 103.
El Convenio
de Ginebra IV, artículos 70 y 71.
Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, artículos 7o., 8o. y 9o.
3. El
principio del Juez Natural.
Señalan a nivel
universal este principio los siguientes Pactos o Convenios Internacionales:
La Convención
Americana sobre Derechos Humanos, artículos 1o., 8o. -1.
El Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, artículos
2o.-2., 4o.-2., 6o.-2. y 14 -10.
La Convención
Internacional para la Represión y el Castigo del Crimen del Apartheid,
ratificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas según Resolución No.
3068 de 30 de noviembre de 1973, aprobada por la Ley 26 de 1987, en su artículo
5o.
Convención para la
Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, ratificada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas por Resolución 260 A (III) de 9 de diciembre de
1948 y aprobada según Ley 28 de 1959, en su artículo 6o. acoge el principio del
Juez Natural.
Convenio de Ginebra
I, de 12 de agosto de 1949, para aliviar la suerte que corren los heridos y los
enfermos de las Fuerzas Armadas en campaña aprobado por la Ley 5a. de 1960,
artículo 3o.-1. literal d).
Convenio de Ginebra
II, de 12 de agosto de 1949, para aliviar la suerte que corren los heridos, los
enfermos y los náufragos de las Fuerzas Armadas en el mar, aprobado por la ley
5a. de 1960, en su artículo 3o.-1. literal d).
En el convenio de
Ginebra III, en sus artículos 3o.-1. literal d), 84, 87 y 96.
En el Convenio de
Ginebra IV, en sus artículos 3o.-1. literal d), 43 y 66.
Protocolo adicional
a los Convenios de Ginebra de 12 de agosto de 1949, relativo a la protección
de las víctimas de los conflictos armados internacionalmente en su artículo 74
-4.
Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano, artículos 7o. y 9o.
4. Principio
de Favorabilidad.
Está consagrado en
las siguientes normas internacionales:
En la Convención
Americana de Derechos Humanos en sus artículos 1o. y 9o.
En el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, lo establece en sus artículos
2o.-2 y 15 - 1.
El Protocolo sobre el
Estatuto de los Refugiados, aprobado por la Ley 65 de 1979, publicado en el
Diario Oficial No. 35442, en su artículo 7o. -1.
El Convenio de
Ginebra III, artículo 83.
El protocolo I,
adicional a los Convenios de Ginebra de 12 de agosto de 1949 consagra el
principio de favorabilidad en materia penal, en su artículo 75 -4. literal c).
5. Prohibición
a la Autoincriminación.
Establece este
principio, las siguientes normas supranacionales:
La Convención
Americana sobre los Derechos Humanos, en sus artículos 1o. y 8o.-2. literal g).
El Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en sus artículos 2o. -2. y 14
-3. literal g).
La Convención sobre
los Derechos del Niño en el artículo 40 -2. literal a).
El Convenio de
Ginebra III, consagra la prohibición a la auto-incriminación en su artículo 99.
El Protocolo I,
adicional a los Convenios de Ginebra de 12 de agosto de 1949, en el artículo 75
-4. literal f) trae expresamente señalada la prohibición de la
auto-incriminación.
6. El
Defensor de los Pobres.
Este precepto dentro
del contexto de las normas que regulan los Tratados y los Convenios
Internacionales se encuentra:
En la Convención
Americana sobre los Derechos Humanos en los artículos 1o. y 8o. -2 literal e).
En el Pacto
Internacional de los Derechos Civiles y Políticos artículos 2o. -2. y 14 -3.
literal d).
La Convención de los
Derechos del Niño lo consagra en los artículos 37 literal d), 40 -2. literal
a).
Protocolo sobre el
estatuto de los refugiados lo incorpora en el artículo 32 -2.
El Convenio de
Ginebra III, lo consagra en su artículo 105.
El Convenio de
Ginebra IV, señala al Defensor de los Pobres en su artículo 72.
7. El
Derecho a la Protección Judicial.
Aparece esta figura
jurídica en los siguientes Tratados o Convenios Internacionales:
Convención Americana
sobre Derechos Humanos, artículos 1o, 2o. y 25.
Protocolo sobre el
Estatuto de los Refugiados que lo tipifica en su artículo 16.
En la Convención
contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes en su
artículo 13.
En el Protocolo I,
adicional a los Convenios de Ginebra de 12 de agosto de 1949, lo estatuye en su
artículo 45 -2.
Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano artículos 7o. y 9o.
8. El
Derecho del Preso.
Este principio lo
encontramos en la siguiente legislación universal:
En la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en su artículos 1o. y 5o. -2.
El Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos señala este derecho en sus
artículos 2o. -2 y 10o.
La Convención sobre
los Derechos del Niño lo incorpora en el artículo 37 literal c).
En la Convención
sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
En el Convenio de
Ginebra III.
En el Convenio de
Ginebra IV en sus artículos 37, 69, 76, 124, 125 y 126.
En el Protocolo II
de Ginebra en su artículo 125.
Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano.
C. El
Debido Proceso Penal.
Se considera el
Derecho Penal como una rama del Derecho Público, por cuanto el hecho punible
emerge de una relación jurídica pública, que tiene como sujetos en primera
instancia, al Estado en su calidad de titular del derecho punitivo y en el otro
extremo de esa relación aparece el procesado.
Esta afirmación
tiene su razón de ser, en el hecho concreto que la infracción de la ley
penal ofende no sólo al particular cuyo interés es violado sino a la sociedad,
y en aras de conservar el orden jurídico impuesto para gobernar a esa
comunidad, se imponen las sanciones y se aplican las penas.
Por ese carácter de
contenido eminentemente público del Derecho Penal, sus normas son de rigurosa
observación, de necesaria aplicación y no pueden ser sustituídas por el libre
arbitrio de los asociados.
En materia penal, el
debido proceso constituye uno de los principios rectores de su procedimiento,
que a su vez encuentra sustento en los textos constitucionales antes
transcritos.
Como marco general
de referencia que informa y preside todo el sistema del derecho penal, ha de
mencionarse el principio de presunción de inocencia que supone la bondad de
actuación del ser humano y por tanto, para privarlo de su libertad, es,
menester que el Estado le demuestre que ha incurrido en responsabilidad
penal.
Del mismo modo su
vinculación a un proceso penal debe estar rodeada de todas las garantías que le
faciliten defenderse debidamente, asistido por un abogado con la facultad de
poder aducir a su favor las probanzas que demuestren su no culpabilidad y a
su vez refutar las pruebas que se esgriman contra él. Es esto lo que se llama
el principio de contradicción. Se prohibe la doble sanción por la misma
conducta punible (non bis in idem). Igualmente se quiere dar más posibilidades
de revisión de las decisiones al preverse las dos instancias y el grado de
jurisdicción de consulta y a la vez se prohibe la reformatio in pejus. Se
proscribe la autoincriminación y del mismo modo se excusa a los familiares
allegados del incriminado declarar contra él.
Según el principio
de legalidad de los delitos y de las penas -nullum crimen sine lege, nulla
poena sine lege- aquéllos y éstos deben estar previamente consagrados y
tipificados en un ordenamiento jurídico. Es decir, no hay delito ni pena sin
ley. Ello excluye por supuesto la aplicación analógica de delitos que a su vez
no estuvieren previstos en la ley, al igual que no permite la aplicación de
pena no contemplada para tal hecho criminoso en igual texto y previamente a la
perpetración de éste. Sin embargo, cuando la ley posterior es favorable al imputado
se aplicará retroactivamente. Además, el proceso ha de seguirse ante juez
competente, es decir, que sea el señalado por la ley para conocer de la
conducta criminal. El proceso también ha de satisfacer las formas
propias -que serán las esenciales- del mismo. Es riguroso el cumplimiento de
estos mandatos procedimentales, pues su omisión dará lugar a nulidades del
proceso (Art. 304 del Código de Procedimiento Penal).
La Corte Suprema de
Justicia en fallo de su Sala Penal de 2 de octubre de 1981 dijo lo siguiente al
respecto:
"El derecho
de defensa emana también del artículo 26 de la Carta, ( art. 29 de la Constitución de 1991) porque
pertenece al debido proceso. Más aún, esta norma constitucional tiene por
objeto principal su garantía, dado que el mismo derecho es atributo fundamental
de la persona como tal y se relaciona directamente con los derechos
esenciales de la libertad, la igualdad ante la ley y la seguridad. Es, además,
un derecho histórico. Los romanos instituyeron el principio audiatur altera
pers, como regulador de todo proceso en garantía de sus partes. No hay
sistema procesal alguno que lo pueda excluir.
"El derecho
de defensa en la práctica se descompone, entre otros, en los derechos de
impugnación, y de contradicción, esenciales a él, y consecuencia jurídico
procesal de su aplicación. Su fuente constitucional es la misma. Se
encuentran específicamente proclamados en los "pactos internacionales de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, de Derechos Civiles y
Políticos", aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
Nueva York, el 16 de diciembre de 1966, y convertidos en norma nacional
mediante Ley 74 de 1968, donde se determina: Toda persona cuyos derechos o
libertades reconocidos en el presente pacto hayan sido violados, podrá
interponer un recurso efectivo aun cuando tal violación hubiera sido cometida
por personas que actuaban en ejercicio de funciones oficiales (parte II, art.
2o. 3 C)".
El constituyente de
1991, se expresó en estos términos respecto del debido proceso:
"Las
garantías procesales. La administración de justicia penal constituye una de
las más claras expresiones de la soberanía del Estado frente al
individuo. Por ello los regímenes jurídicos occidentales han procurado,
dentro del aspecto de la tutela de los Derechos Humanos, rodear al procesado de
una serie de garantías que lo protejan de los potenciales abusos del Leviatán
en que, según la caracterización de Hobbes, puede verse convertido un Estado de
Corte absolutista.
Someto, entonces,
a consideración de la Asamblea, dos artículos en que se consagra de manera
expresa y precisa la garantía, que deben tener todos los asociados de ser
juzgados por lo que, en la doctrina contemporánea se designa como Juez Natural,
al igual que la presunción de inocencia.
La garantía del
Juez Natural y el debido proceso se concretan en el respectivo artículo".[4]
Dentro del contexto
del derecho comparado, valga mencionar el célebre caso de Gideon vs. Wainwright
(1963) decidido por la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Se
trataba de una persona pobre (Gideon) que fue condenada a 5 años de prisión por
un Tribunal de la Florida y como no se le proveyó de la asistencia legal de un
abogado, alegó y solicitó que se lo pusiera en libertad con fundamento en la
enmienda XIV de la Constitución. A ello accedió la Corte aceptando la tesis
del acusado de desconocerse el "due process of law" y anulando la
condena pronunciada contra él porque "indigent defendent accused of
serious crime must be offered the assignment of counsel".
D. El
debido proceso en los procesos civil y administrativo.
La vida del hombre
en sociedad ha contribuído a sus realizaciones personales pero también ha dado
lugar la generación de conflictos entre ellos mismos y también entre éstos y
las instituciones del Estado. Existen dos caminos para solucionar estos
conflictos de interés particular: arreglarlos como cada quien estime
conveniente (criterio establecido dentro de las sociedades primitivas) o que
sea el Estado a través de las autoridades legítimamente constituídas quien
dirima el conflicto de intereses puesto en su conocimiento, a través de una
serie de actos encaminados a lograr ese fin.
Pero como no se
puede dejar en manos de las personas la facultad de realizar los actos que a
bien tengan para dirimir su controversia, ya que a través de esa forma
arbitraria no podría obtenerse el objetivo buscado, se hace necesaria la
intervención del Estado, quien haciendo uso de su poder de imperio encuentra
fundamento para dictar normas que señale tanto a las partes como al juez, qué
actuaciones deben realizar, cómo deben llevar a cabo sus cometidos y dentro de
qué oportunidad pueden aportar sus pruebas y ejecutar sus actos para que tengan
validez en el proceso.
Con base en las
nociones que se han dejado expuestas, bien puede definirse el derecho procesal
como el conjunto de normas que establecen el procedimiento que se debe seguir
para obtener la actuación de la ley en un caso concreto, que señalan los
funcionarios encargados de aplicarlas y las personas que deben someterse a esas
normas.
Pues bien, el
legislador ha querido entonces, que los procesos sean reglados, que tengan
preceptos claros por los cuales han de regirse, haciéndose imperioso su
cumplimiento tanto para los sujetos procesales como para el juez.
Los principios que
antes se han expuesto sobre el debido proceso y que están contenidos en los
textos constitucionales antes transcritos, también tienen plena operación
mutatis mutandi, en las demás ramas del derecho procesal: procesal civil (que
se extiende a la laboral, etc.) y a la actividad administrativa que comprende tanto
la actuación gubernativa como la contencioso administrativa.
El tratadista
Eduardo J. Couture,[5]
menciona las siguientes hipótesis que darían lugar a inconstitucionalidades:
la privación de audiencia que equivale a condenar a una persona sin haber sido
oida y vencida en juicio, la falta de citación, la falta de emplazamiento, la
privación de pruebas, la privación de recursos, la privación de revisión
judicial.
Del artículo 29
constitucional se establece, para efectos del presente caso, que la figura del
debido proceso, es aplicable a toda clase de actuaciones que se realicen en los
estrados judiciales e igualmente es válido el debido proceso, para toda actividad
de la administración pública en general, sin excepciones de ninguna índole y
sin ninguna clase de consideraciones sobre el particular.
El título V,
capítulo I de la Constitución Nacional consagra lo pertinente a la estructura
de nuestro Estado.
En su artículo 113,
señala las ramas del poder público, en el 114 enuncia en forma general la
función del Congreso, el 115 expresa quiénes conforman el Gobierno y radica en
cabeza del Presidente de la República, la suprema autoridad administrativa del
Estado. Igualmente esta norma determina que las gobernaciones y alcaldías, así
como la superintendencias, los establecimientos públicos y las empresas
industriales y comerciales del Estado, forman parte de la rama Ejecutiva, razón
por la cual estas entidades ejercen función administrativa.
Los órganos
judiciales se encuentran señalados en el artículo 116. El artículo 117 expresa
que los órganos de control de la administración pública nacional son el
Ministerio Público y la Contraloría General de la República. El Consejo
Nacional Electoral y la Registraduría Nacional del Estado Civil, se ocupan de
la organización electoral.
Todas estas
entidades que conforman la estructura y organización estatales ejercen
esencialmente, unas, funciones jurisdiccionales ( rama judicial ), otras,
funciones legislativas ( Congreso ) y ambas pueden también cumplir funciones
administrativas. Y la rama Ejecutiva, en sus órdenes todos: nacional,
departamental y municipal, desempeña actividad administrativa por antonomasia.
Del mismo modo a cargo de los particulares pueden estar actividades
administrativas.
Ha querido esta Sala
hacer las anteriores precisiones, en primera instancia para confirmar que las
Alcaldías Municipales, ejercen funciones administrativas y que por tanto
en ejercicio de esas funciones, les es obligatorio cumplir y hacer cumplir
el debido proceso, más aún si se tiene en cuenta que el derecho administrativo
colombiano es en toda su actuación, eminentemente reglado.
En el caso de la
solicitud de paz y salvo por concepto del impuesto predial a la Secretaría de
Hacienda del Municipio de Envigado, por parte de Angela María Mesa, existe una
actuación administrativa ciudadana denominada derecho de petición, reglamentada
por el Decreto No. 01 de 1984 ( Código Contencioso Administrativo ), en sus
artículos 9o. al 16, con fundamento constitucional en el artículo 23 de la
Carta Política (art. 45 de la Constitución anterior) que al respecto expresa: "Toda
persona tiene derecho a presentar peticiones respetuosas a las autoridades por
motivos de interés general o particular y a obtener pronta resolución. El
legislador podrá reglamentar su ejercicio ante organizaciones privadas para
garantizar los derechos fundamentales".
Ya en su oportunidad
la jurisprudencia se había pronunciado al respecto, así: "El
capítulo III del Código Contencioso Administrativo (Decreto 01 de 1984)
establece un derecho de petición en interés particular, que puede ser formulado
por toda persona con arreglo a la ley y a los reglamentos especiales. Por
tratarse de un derecho o garantía individual, su ejercicio no puede limitarse
por normas que no tengan jerarquía de ley".[6]
E.
Análisis del caso sublite.
Pues bien, el
Secretario de Hacienda de Envigado cita como razón para no expedir el paz y
salvo del inmueble rematado, el artículo 82 del Decreto 088 de 1984, Código
Catastral de Antioquia, el cual según él, ordena no expedir paz y salvo
parciales. Dicho texto define este documento como "la atestiguación de
las autoridades catastrales, de que el contribuyente ha pagado en su totalidad
el Impuesto Predial que deba en cada municipio, sobre todos los predios que le
aparezcan en los registros catastrales", fundamento jurídico en que se
apoyó el Secretario para no expedir el paz y salvo del inmueble rematado.
Con base en lo
anterior, se puede colegir, que el Decreto 2088 de 1941 es una norma especial
que establece una conexión entre la aprobación de los remates judiciales y el
catastro, y remite a la ley 33 de 1896 en lo que tiene que ver con la
expedición del paz y salvo predial. Es clara esta última disposición
cuando dice: "La finca o fincas a que el instrumento va a referirse",
que la expedición del paz y salvo predial sólo ha de contraerse al bien objeto
del remate.
Y como en el acta de
remate de 28 de noviembre de 1991 sólo se remata un bien, el local No. 177 de
la carrera 43 A No. 27-A-S-86 del nivel A del Centro Comercial la Casona, por
ese sólo bien estaba obligada la Secretaría de Hacienda de Envigado a expedir
el paz y salvo por concepto del impuesto predial, habiéndose previamente
pagado el valor del impuesto correspondiente, por parte de la peticionaria.
Y es que el
Constituyente de 1991, trató de poner coto a los excesos reglamentaristas de
la administración, cuando en el artículo 84 de la Carta Política dijo: "Cuando
un derecho o una actividad hayan sido reglamentados de manera general, las
autoridades públicas no podrán establecer ni exigir permisos, licencias o
requisitos adicionales para su ejercicio".
Esta Corte estima
que el Constituyente consagró este texto para erradicar los vicios de la
administración conocidos con el nombre de "papeleo" que avasalla y
agobia al administrado y que erige a los funcionarios públicos en verdaderos
reglamentadores de la actividad administrativa por fuera de la ordenación
legal, usurpando así tareas propias del Legislativo.
Luego, si el Código
Catastral de Antioquia trae aparejadas otras exigencias que hacen más onerosas
las cargas para los administrados, ese Código va en contravía de la
anterior norma constitucional, situación que obliga a darle plena
aplicabilidad al artículo 4o. de la Constitución, cuando dice: "La
Constitución es norma de normas. En todo caso de incompatibilidad entre la
Constitución y la Ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones
constitucionales.
La posición del
Secretario de Hacienda fue reiterada en varias oportunidades, tal como se
desprende de las pruebas allegadas al informativo, proceder de este funcionario
público del orden municipal, que violó el debido proceso administrativo
consagrado para el derecho de petición, causando de paso un perjuicio
inminente a la peticionaria, como quiera que el paz y salvo por concepto del
impuesto predial, es requisito esencial para la aprobación del remate de los
bienes inmuebles, según el artículo 1o. del Decreto 2088 de 1941, sometiendo de
paso a la actora, a las sanciones previstas en el inciso 3o. del artículo 529
del Código de Procedimiento Civil. Se configura en esta forma un perjuicio
irremediable para el accionante de la tutela, al determinar éste que "vencido
el término sin que se hubiere hecho la consignación y el pago del impuesto,
el juez improbará el remate y decretará la pérdida de la suma depositada
para hacer postura a título de multa".
Es cierto que había
otro medio de defensa judicial como son las acciones contencioso administrativas
y que la vía gubernativa se había agotado a través de la negativa verbal,
persistente y reiterada del funcionario competente para expedir el paz y
salvo. Mas al prolongarse en el tiempo tal expedición, se le hubiera causado
a la peticionaria un perjuicio económico irreparable, pues a más de perder la
propiedad del bien rematado, se hacía acreedora a una multa por parte del
despacho judicial.
Teniendo en cuenta
las actuaciones señaladas en el presente caso, esta Sala de Revisión confirmará
la tutela como mecanismo transitorio, en la forma establecida en los artículos
6o. No. 1o. y 8o. del Decreto 2591 de 1991.
En mérito de lo
expuesto, la Sala de Revisión No. 6 de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución:
FALLA :
Primero: Confirmar la providencia proferida por el Juzgado Civil del
Circuito de Envigado (Antioquia) del 16 de diciembre de 1991, por las razones
expuestas en esta sentencia.
Segundo: Comuníquese al Juzgado Civil del Circuito
de Envigado (Antioquia) la presente decisión para que sea notificada a las
partes conforme a lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, con
entrega a cada cual de copia de esta sentencia.
NOTIFIQUESE Y CUMPLASE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado Ponente
JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN CIRO ANGARITA BARON
Magistrado
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
[1] Mario
Madrid-Malo Garizábal. Los Derechos Humanos en Colombia. Instituto de Derechos
Humanos. Guillermo Cano. Publicaciones ESAP 1990. Pág. 28.
[2] Fernando
Velásquez V. "Comentarios al nuevo Código de Pocedimiento Penal".
Señal Editora. Medellín 1987. Págs. 111 y 12.
[3] Corte
Suprema de Justicia. Sentencia No. 62 de 10 de mayo de 1983. Gaceta Judicial
No. 2413. Págs. 302 y 303.
[4] Gaceta
Constitucional No. 23. Proyecto No. 68. Ponencia del Constituyente Armando
Holguin.
[5] Gaceta
Constitucional No. 23. Proyecto No. 68. Ponencia del Constituyente Armando
Holguin.
[6] Consejo de
Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Cuarta. Auto de 8 de
abril de 1986. |
54 | T-420-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-420/92
DERECHO A LA
EDUCACION/DERECHOS FUNDAMENTALES-Determinación/IGUALDAD ANTE LA LEY
Se
caracterizan los derechos fundamentales porque pertenecen al ser humano en
atención a su calidad intrínseca de tal, por ser él criatura única pensante
dotada de razonamiento; lo que le permite manifestar su voluntad y apetencias
libremente y poseer por ello ese don exclusivo e inimitable en el universo
social que se denomina dignidad humana. Estos atributos se predican de la
educación.La educación permite a la persona formarse intelectual, moral y
cívicamente y con ello tener conciencia de su dignidad personal y de los
deberes y obligaciones para con la sociedad. No existe violación que merezca
sanción para limitar el derecho a la educación de la estudiante, porque nunca
se le sancionó legalmente, nunca se le comprobó el hecho imputado, solo se tomó
una decisión personal de hecho infringiéndose la normatividad antes señalada y
con ello el derecho a la educación a que tiene derecho. La Sala no puede
aceptar que por el hecho de que la estudiante haya quedado en estado de
embarazo, se deduzca o sirva de prueba para imputarle actos
"inmorales" y "carnales" dentro de dicho plantel. También
se le ha vulnerado el derecho fundamental de la igualdad a la estudiante, ya
que el rector al marginarla del derecho a la educación, le da un trato de inferioridad
en relación con las otras estudiantes y la discrimina cuando afirma que es
objetivo primordial de la moral del establecimiento cerrarle las puertas a las
madres solteras.
DERECHO AL LIBRE
DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD/MATERNIDAD
El rector ha
desobedecido también el mandato constitucional del Derecho a la Autonomía
establecido en el artículo 16 como derecho fundamental, por cuanto coarta la
libre decisión de la estudiante de escoger como nueva forma de vida su
condición de madre, limitándole la facultad de autodeterminarse conforme a su
propio arbitrio dentro de los límites permitidos. En este orden de ideas el
rector no tiene ninguna potestad para impedirle a la estudiante que dirija
soberanamente su vida, siempre que transite dentro de los lineamientos que le impone
la ley y sin que traspase la barrera donde se inicia el derecho de los demás.
La nueva condición de vida de la estudiante no infringe ninguna disposición de
derecho, como tampoco afecta el libre ejercicio de las potestades de los demás.
Además a favor de la maternidad se han consagrado disposiciones tuteladoras
contenidas en la legislación sobre seguridad social en el orden mundial como
también en las constituciones de los Estados.
SALA
DE REVISION No. 6
Ref.: Proceso de Tutela No. 693.
Acción
de tutela contra acto del Rector del Liceo
Departamental Integrado San Francisco de Asís de
Liborina (Antioquia).
Tema: La Educación como Derecho Fundamental.
Demandante:
LUZ CARMENZA ESCUDERO PATIÑO.
Magistrados:
Dr. SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Ponente
Dr. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Dr.
CIRO ANGARITA BARON.
Santafé de Bogotá,
D.C., diecisiete (17) de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión
de tutelas de la Corte Constitucional integrada por los Magistrados Simón
Rodríguez Rodríguez, Jaime Sanín Greiffenstein y Ciro Angarita Barón, revisa la
acción de tutela decidida en sentencia dictada por el Juzgado Promiscuo Municipal
de Liborina (Antioquia) el 5 de febrero de 1992.
I. ANTECEDENTES.
Con fundamento en
los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la
Sala de Selección correspondiente de la Corte Constitucional, llevó a cabo la
selección de la acción de tutela de la referencia.
Con base en el
artículo 34 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a
dictar la sentencia correspondiente.
A.
HECHOS DE LA DEMANDA.
Se fundamenta la
demanda de tutela presentada ante el Juez Promiscuo Municipal de Liborina, en
los siguientes hechos:
Luz Carmenza
Escudero Patiño realizó estudios de bachillerato en el Liceo Departamental
Integrado San Francisco de Asís de Liborina (Antioquia), a partir del año de
1985 hasta el año de 1989. Debido a su estado de embarazo tuvo que suspender
sus estudios para el año de 1990 y al solicitar para el año de 1991 su
reintegro al Liceo, no le fué aceptado por el Rector Joaquín Lopera R. Igual
proceder adoptó éste al insistir ella el 23 de marzo de 1992 para que fuera
admitida.
Manifiesta que "no
se le ha notificado ninguna sanción por haber violado de alguna manera el
reglamento interno de la moral del establecimiento" lo cual estima
arbitrario porque no existe norma de la Secretaría de Educación Departamental
que niegue a las madres solteras el derecho a continuar sus estudios en
establecimiento oficial.
B.
DERECHOS VULNERADOS.
En la sentencia del
Juez de Tutela no se dice que la actora señalara expresamente como desconocido
ningún derecho fundamental.
C.
PETICIONES DE LA DEMANDA.
Solicita Luz
Carmenza Escudero Patiño que se ordene su reintegro al Liceo San Francisco de
Asís para la culminación de sus estudios universitarios.
D.
ACTUACION PROCESAL.
Se recibieron por el
Juez de Tutela los testimonios de los señores Alberto Garzón Quiroga y
Margarita Nelly Cañas, solicitados por la actora y quienes confirmaron los
hechos de la demanda. El primero asevera que la conducta de aquélla siempre ha
sido buena.
También rindió declaración
el señor Jose Joaquín Lopera Ramírez, Rector del Liceo San Francisco, quien
acepta que la joven Escudero Patiño cursó hasta el grado décimo y no volvió al
décimo por razones de embarazo y que pidió reingreso al plantel en el año de
1991 que se le negó por las siguientes razones: Según el artículo 10o. del
Reglamento del Liceo son faltas que "ameritan rebaja de conducta"
la inmoralidad comprobada o la relación carnal, que dan lugar, con la
aplicación del debido proceso, a la cancelación de la matrícula o a perder el
derecho de reintegro al año siguiente y ella sostiene relaciones íntimas
con otro joven. El rector debe velar por la buena moral del Colegio e
igualmente el Estado según el artículo 67 de la Carta Política. Afirma igualmente
que también la actora le solicitó reingreso para el año lectivo de 1992 pero
que no podía dar una solución inmediata al asunto y que se ha dilatado ésta
porque el Decreto 1398 de 1973 del Gobernador del Departamento y la Circular
No. 42 de 13 de agosto de 1984 contemplan sólo el caso del alumno a quien se le
ha cancelado legalmente su matrícula, mas no al de quien se retira
voluntariamente, fuera de que es "potestad del rector conceder o no los
puestos". Es consciente de que el comportamiento de la ex-alumna en
el plantel fue bueno. Manifestó también el rector que la aceptaría nuevamente,
pero que debía consultar el caso con la División de Recursos Humanos de la
Secretaría de Educación. Estima que no debió acudirse a la acción de tutela
porque no se tuvieron en cuenta las autoridades en el campo educativo y el
artículo 86 de la Constitución Nacional la contempla cuando no exista previsto
otro medio.
E.
FALLO.
Del Juzgado
Promiscuo Municipal de Liborina (Antioquia), providencia de 5 de febrero de 1992.
En primera instancia
el Juzgado accedió a la petición de tutela propuesta por Luz Carmenza Escudero
Patiño, y fue así como ordenó al señor José Joaquín Lopera Ramírez, en su
calidad de rector del Liceo San Francisco de Asís su reintegro para la conclusión
de sus estudios secundarios.
Los siguientes
fueron los razonamiento del Juzgado:
1. El artículo
1o. del Decreto 2591 de 1991 establece que la acción de tutela tiene relación
con los derechos constitucionales fundamentales.
Este Decreto es
reglamentario de la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la
Constitución Política, según el cual sólo procederá cuando el afectado no
disponga de otro medio de defensa judicial.
2. El artículo
27 de la Carta Fundamental se refiere al derecho considerado como fundamental,
de que toda persona de nacionalidad colombiana tenga acceso a la educación
garantizada por el Estado y en procura de un mejoramiento de tipo cultural y un
bienestar a nivel económico y social, que se supone se derivan de una educación
bien impartida y a la vez bien asimilada.
3. Si bien es
cierto que cada establecimiento educativo tiene facultad para expedir un
reglamento de carácter interno, aprobado por la Secretaría de Educación y
Cultura, también es cierto que las sanciones que en dicho Reglamento se
contemplan han de aplicarse previo proceso legal y con el lleno de todas las
formalidades exigidas.
4. La joven Luz
Carmenza Escudero Patiño se retiró voluntariamente del Liceo en el año de 1989
cuando terminaba su décimo grado de enseñanza.
5. La
estudiante solicitó el reintegro para los años de 1991 y 1992, solicitud
que fué negada por el rector, invocando razones de orden moral y
concretamente, el hecho de ser madre en estado de soltería.
6. El Juzgado
acepta la calificación moral de la conducta realizada por Escudero, pero no que
se le sancione con tanta gravedad que la margine o limite de algunos beneficios
a los que tiene derecho, como por ejemplo el de la educación.
7. Si como lo
manifiesta el rector, a la actora no le ha sido legalmente cancelada la
matrícula, la aducción del artículo 10o. del Reglamento Interno del Liceo para
no admitirla, debe tomarse en su sentido integro y así debió aplicársele la
sanción de no recibirla en el año inmediatamente posterior.
8. Como han
transcurrido dos años desde que ella abandonó el establecimiento escolar, ha de
tenerse por cumplida la sanción que aunque no se le hubiere impuesto "sí
le correspondía cumplir".
9. En el municipio
de Liborina el Liceo es el único establecimiento de educación secundaria, luego
su no acceso a él conduciría a desplazarse ella a otro municipio con el
consiguiente "incremento de sus erogaciones".
10. El Juzgado,
al recibir las declaraciones de los testigos y del Rector pudo unificar los
conceptos de que la joven estudiante ha tenido buen comportamiento dentro del
Liceo, y también, buen rendimiento académico conforme a los requerimientos del
plantel educativo.
11. Por lo tanto
concluyó el Despacho que el incumplimiento es sólo atribuíble al Rector del
Liceo San Francisco de Asís, Joaquín Lopera R., quien se negó a recibir a la
estudiante en aquella oportunidad, luego de repetidas solicitudes.
II. COMPETENCIA.
Es competente esta
Sala de Revisión de la Corte Constitucional para proferir sentencia de
revisión del fallo dictado por el Juzgado Promiscuo Municipal de Liborina, con
fundamento en los artículos 86, 241 No. 9 de la Constitución Política y el
artículo 2o. del Decreto 2591 de 1991.
III.
CONSIDERACIONES.
El caso que se
estudia trata de la acción de tutela incoada por Luz Carmenza Escudero Patiño
contra el Rector del Liceo Departamental Integrado San Francisco de Asís, de
Liborina (Antioquia), para que se le permita el reintegro a dicha institución
y así pueda culminar su último año de bachillerato.
A.
Cuestión Previa.
En primer lugar ha
de precisar la Sala que el juzgado encuentra como derecho infringido en el
caso sublite el artículo 27 de la Carta Política que garantiza las libertades
de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra.
Al respecto valga
decir que la no permisión de continuar estudios en un establecimiento
educativo, no atenta contra ninguna de las libertades anteriores que pueden
definirse en términos generales "como una de las aspiraciones más
elevadas de la humanidad y hace relación a las garantías de que debe rodear el
Estado Moderno al individuo con el fin de evitar el oscurantismo, el
dogmatismo, las doctrinas oficiales impuestas por regímenes autoritarios,
monocráticos, totalitarios o de terror; igualmente, en el mundo contemporáneo
se erige como un freno sustancial al imperio de la tecnocracia y al dominio de
la ciencia sobre la libertad. En ese sentido, también comprende la actividad
de todos los centros públicos y privados organizados con fines científicos,
culturales o académicos y de formación profesional para evitar iguales vicios y
deformaciones".1
En cambio el derecho
que está en juego y que se viola es el de la educación, porque la separación de
la estudiante del Colegio la priva de los conocimientos que a través de ella se
le brindan y que contribuye al perfeccionamiento de su ser. Del mismo modo se
le desconoce tanto el derecho a la igualdad de la persona humana al colocarla
en situación capitis deminutio por el hecho de encontrarse en estado de
embarazo como el derecho a laautodeterminación al pretenderse coartar su
libertad para desarrollar su propia personalidad. Estos temas se
desarrollarán a continuación.
B.
Derecho a la Educación.
1. La educación
como derecho fundamental.
Se caracterizan los
derechos fundamentales porque pertenecen al ser humano en atención a su calidad
intrínseca de tal, por ser él criatura única pensante dotada de razonamiento;
lo que le permite manifestar su voluntad y apetencias libremente y poseer por
ello ese don exclusivo e inimitable en el universo social que se denomina
dignidad humana.
Estos atributos se
predican de la educación.
La educación, según
su definición más general es aquella actividad que perfecciona intencionalmente
las potencialidades específicamente humanas. Esto quiere decir, que la
educación formal que se transmite en las instituciones educativas, implica un
proceso sistemático e institucionalizado, donde se forman las estructuras y
contenidos de pensamiento y comportamieno exigidos por la sociedad.
La educación permite
a la persona formarse intelectual, moral y cívicamente y con ello tener
conciencia de su dignidad personal y de los deberes y obligaciones para con la
sociedad.
El concepto de
educación "señala la transmisión y aprendizaje de las técnicas
culturales o sea de las tecnicas de uso, de producción, de comportamiento,
mediante las cuales un grupo de hombres está en la situación de satisfacer
necesidades, de protegerse contra la hostilidad del ambiente físico y
biológico, de trabajar y vivir en sociedad en una forma más o menos
ordenada y pacífica. Ya que la totalidad de estas técnicas se denominan
culturas, una sociedad humana no puede sobrevivir en caso de que su cultura no
sea transmitida de generación en generación, y las modalidades o las formas
mediante las cuales esta transmisión se efectua o garantiza, se denomina
educación".2
El hombre está en el
mundo no sólo como agente de comportamientos, o de actos como puede serlo otro
animal, sino que él es autor y actor de su propia vida, de su propia
existencia, esto quiere decir, que puede proyectar, disponer y guiar su propia
vida. Los hechos de la vida del hombre son más que todo conductas, lo que debe
entenderse como eventos, acontecimientos.
Desde el punto de
vista histórico esos acontecimientos o eventos (conductas) son formados,
dirigidos y perfeccionados por medio de la educación y es por esto que la
educación como fenómeno social da al hombre unas posibilidades y unas
capacidades que le permiten desarrollar su ilimitada potencialidad de ser
racional y desempeñarse como tal en su vida de relación en sociedad.
Impedir a una
persona el acceso a los conocimientos que sólo la educación transmite,
significa negarle las posibilidades de ser y de obtener las capacidades para
desempeñar los oficios y ejercitar los saberes que demanda la sociedad del
mundo moderno enriquecida día a día por inventos científicos y tecnológicos que
obligan al hombre a adquirirlos y ya como elemento esencial de supervivencia.
Piénsese por ejemplo, como se dice y reconoce hoy, que el analfabeta de fin
de siglo y del nuevo que próximamente se inaugura es el que desconoce la
informática y no el abedecedario.
Xavier Zubiri, gran
filósofo español al hacer referencia sobre las potencialidades del hombre
señala que "la persona con sus capacidades accede a unas posibilidades,
las cuales una vez apropiadas se naturalizan en las potencias y facultades con
lo cual cambian las capacidades. Con estas nuevas capacidades, las personas se
abren en un nuevo ámbito de posibilidades. Es el ciclo capacidad, posibilidad,
capacitación: en la teoría como proceso".3
La Constitución
Nacional eleva la educación a la categoría de un derecho de la persona humana y
le otorga el carácter de servicio público que cumple una función social, pues
sólo con base en ella puede conseguirse eldesarrollo autónomo y creativo del
individuo acorde con sus intereses y necesidades sociales.
Dice su artículo 67:
"La educación
es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función
social: Con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la
técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura.
La educación
formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la
democracia; y en la práctica del trabajo y la creación, para el mejoramiento
cultural, científico, tecnológico y para la protección del ambiente".
"...
Emilio Durkheim en
su libro "Educación y filosofía" señala que: "La educación
tiene antes que nada una función colectiva si tiene por objeto adaptar al niño
(el joven y la persona) al medio social en que está destinado a vivir, es
imposible que la sociedad se desinterese de semejante operación".
..."Si
atribuimos algún valor a la existencia de la sociedad, hace falta que la
educación asegure entre los ciudadanos una suficiente comunidad de ideas y
sentimientos sin las cuales toda sociedad es imposible".
..."Desde el
momento que la educación es una función esencialmente social el Estado no puede
desinteresarse de ella".4
Por último ha de decirse que esta Corporación en sentencia No. T-02
de 8 de mayo de 1992 otorgó a la educación el carácter de derecho fundamental.
Acerca del tema de la educación por último, el artículo 27 de la
Carta previene que "El Estado garantiza las libertades de enseñanza,
aprendizaje, investigación y cátedra".
2. La educación en el ámbito del derecho internacional.
Los instrumentos internacionales sobre derechos humanos se refieren
al derecho de la educación, así:
El artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
sociales y culturales dice:
"Los Estados partes en el presente pacto reconocen el derecho
de toda persona a la educación.
Convienen en que la educación debe orientarse al pleno desarrollo
de la personalidad humana y del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el
respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Convienen así
mismo, en que la educación debe capacitar a todas las personas para
participar efectivamente en una sociedad libre, favorecer la comprensión, la
tolerancia y la amistad entre todas las naciones y entre todos los grupos raciales,
étnicos o religiosos, y promover las actividades de las Naciones Unidas en pro
del mantenimiento de la paz".
Los Estados partes de ese Pacto reconocen que, con el objeto de
lograr el pleno ejercicio de este derecho:
a) La enseñanza primaria debe ser obligatoria y gratuita.
b) La enseñanza secundaria en sus diferentes formas, debe ser
generalizada y accesible a todos por los diferentes medios apropiados, y en
particular por la implantación de la enseñanza gratuita.
c) La enseñanza superior debe hacerse, igualmente accesible a
todos, teniendo en cuenta las capacidades de cada uno por cuantos medios sean
apropiados.
d) Debe
formentarse e intensificarse para las personas que no hayan recibido o
terminado el ciclo completo de instrucción primaria, en la medida de lo
posible.
La Declaración
Universal de los Derechos Humanos en su artículo 26 proclama:
"Toda
persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos
en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción
elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser
generalizada. El acceso a los estudios superiores será igual para todos, en
función de los méritos respectivos".
Luego dice:
"La
educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el
fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y las libertades
fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre
todas las naciones y todos los grupos étnicos y religiosos, y promoverá el
desarrollo de las actividaes de las naciones unidas para el mantenimiento de
paz".
Finalmente dice:
"Los padres
tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a
sus hijos".
3.
Normas sobre educación relacionadas con el caso concreto.
1. Decreto
1398 de 1973.
El Decreto 1398 de
25 de septiembre de 1973, expedido por la Gobernación del Departamento de
Antioquia actualiza las sanciones disciplinarias aplicadas a los alumnos de los
establecimientos educativos, unifica los criterios respecto a esas sanciones y
fija el procedimiento a seguir para la aplicación de cada una de ellas.
Tiene como
fundamento el cultivo del honor de los educandos y la orientación de sus
actos por medio de la educación de la voluntad. Prohibe los castigos
dolorosos, afrentosos y todos los que tiendan a deprimir y menoscabar el
carácter y la dignidad del hombre.
Las sanciones disciplinarias que contempla
dicho estatuto van desde la amonestación en privado hasta la expulsión
definitiva, pasando por las amonestaciones en público, las notificaciones de
los padres o acudientes, privación de actividades extra-escolares, rebaja de la
disciplina y de la conducta , suspensión de beca, retiro temporal de clases o
del establecimiento y la cancelación de matrículas.
Las sanciones son impuestas por el
profesor, por el Director, o por el Consejo de Profesores de la respectiva
institución educativa, de acuerdo con lo establecido en los parágrafos
1,2,3,4,5 del artículo 2o. del mismo decreto, habida cuenta que cada una de las
sanciones se somete a un procedimiento dependiendo de la gravedad de la falta.
2. Circular No. 42 de l984.
La Circular No. 42
del día 13 de agosto de l984 expedida por la Secretaría de Educación y Cultura
del Departamento de Antioquia, trata sobre la calificación de la conducta y la
disciplina, los procedimientos para aplicar sanciones a los alumnos y en
materia de faltas que afectan la disciplina transcribe las normas pertinentes
del Decreto 1398 de 1973.
3. Reglamento
Interno del Liceo.
Expedido el 23 de
mayo de 1987, se refiere al funcionamiento interno del plantel, señala sus
objetivos, horario de trabajo, su estructura administrativa (funciones del
rector, cordinador de disciplina, secretaria, profesores, etc.), régimen de
sanción para los educadores; los alumnos y sus derechos, obligaciones y
prohibiciones, faltas que afectan la disciplina y la conducta y las sanciones,
que se atienen al Decreto 1398 de 1973 y Circular No. 42 de 1984.
Se tipifican en el
numeral 10o. como faltas generales que afectan la conducta: La inmoralidad
comprobada y la relación carnal, las cuales, previa la observancia del proceso
legal, darán lugar a la cancelación de matrícula o al no recibimiento del
estudiante en el año inmediato.
4. Análisis del
caso sub-judice.
Luego de haber
realizado los análisis sobre los derechos constitucionales fundadmentales y
básicamente sobre el derecho a la Educación, esta Sala entra a revisar el fallo
de tutela proferido por el Juzgado Promíscuo Municipal de Liborina.
Los artículos 86 de
la Constitución Nacional y 1o. y 6o. del Decreto 2591 de 1991, contemplan
como requisitos para que haya protección por medio de la acción de tutela,
que se haya vulnerado o amenazado un derecho fundamental y que no exista un
medio de defensa judicial para evitarlo.
Se explicó
precedentemente que el derecho a la educación es un derecho fundamental; así
mismo es evidente que la conducta negativa de facto, ilegal e inconstitucional
del rector del Liceo no podía obtener reparación distinta al del ejercicio de
la acción de tutela.
Con base en las
pruebas que fueron aportadas al expediente, se establece que el Rector del
Liceo Departamental Integrado San Francisco de Asís, de Liborina, Antioquia,
ha quebrantado el derecho fundamental de la Educación, por cuanto impidió el
ingreso de la estudiante al mencionado plantel educativo, aduciendo argumentos
de orden moral y más exactamente, que no es permitido por el Liceo recibir
madres solteras, sin haber agotado con antelación los procedimientos legales.
En efecto, para que
el Rector pudiera impedir el reintegro de la estudiante, ha debido existir
previamente a la solicitud de reintegro, una sanción disciplinaria aplicada de
conformidad con los procedimientos señalados en el Decreto 1398 de 1973, la
Circular No. 42 y el Reglamento Interno del Liceo, pues en estas normas se
especifican, además de las faltas que afectan la disciplina y la conducta, el
trámite legal para aplicar las sanciones disciplinarias, cuando dichas normas
hayan sido transgredidas por los estudiantes; por lo tanto se concluye que no
existe violación que merezca sanción para limitar el derecho a la educación de
la estudiante Luz Carmenza Escudero, porque nunca se le sancionó legalmente,
nunca se le comprobó el hecho imputado, solo se tomó una decisión personal de
hecho infringiéndose la normatividad antes señalada y con ello el derecho a la
educación a que tiene derecho.
Por último la Sala
no puede aceptar que por el hecho de que la estudiante haya quedado en estado
de embarazo, se deduzca o sirva de prueba para imputarle actos
"inmorales" y "carnales" dentro de dicho plantel. Es esta
una aseveración muy personal del rector huérfana de toda prueba.
C.
Violación del Derecho de la igualdad.
Considera asi mismo
esta Corporación que también se le ha vulnerado el derecho fundamental de la
igualdad a la joven Luz Carmenza Escudero Patiño, ya que el rector al
marginarla del derecho a la educación, le da un trato de inferioridad en relación
con las otras estudiantes y la discrimina cuando afirma que es objetivo
primordial de la moral del establecimiento cerrarle las puertas a las madres
solteras.
La Carta Política
proscribe tal proceder en su artículo 13, así:
"Todas las
personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y
trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y
oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen
nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica.
El Estado
promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará
medidas en favor de grupos discriminados o marginados.
El Estado
protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica,
física o mental, se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta y
sancionará los abusos o maltratos que contra ella se cometan".
D.
Vulneración del Derecho a la autodeterminación.
La Sala considera
que el rector ha desobedecido también el mandato constitucional del Derecho a
la Autonomía establecido en el artículo 16 como derecho fundamental, por cuanto
coarta la libre decisión de la estudiante de escoger como nueva forma de vida
su condición de madre, limitándole la facultad de autodeterminarse conforme a
su propio arbitrio dentro de los límites permitidos. En este orden de ideas el
rector no tiene ninguna potestad para impedirle a la estudiante que dirija
soberanamente su vida, siempre que transite dentro de los lineamientos que le
impone la ley y sin que traspase la barrera donde se inicia el derecho de los
demás.
La nueva condición
de vida de la estudiante no infringe ninguna disposición de derecho, como
tampoco afecta el libre ejercicio de las potestades de los demás. Además a
favor de la maternidad se han consagrado disposiciones tuteladoras contenidas
en la legislación sobre seguridad social en el orden mundial como también en
las constituciones de los Estados.
En el nuestro, el
artículo 53 superior erige como principio mínimo fundamental laboral la "protección
esencial a la mujer, a la maternidad..."
Por todo ello el
rector de marras se inmiscuyó gravemente en la vida personal de la estudiante e
inexplicablemente se convirtió en un implacable Savonarola criollo de la
moralidad de ella, atentando contra su derecho a la autodeterminación.
En mérito de lo
expuesto esta Sala de Revisión de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
FALLA :
Primero: Confirmar la sentencia proferida por el Juzgado Promiscuo
Municipal de Liborina (Antioquia) el día 5 de febrero de 1992, por las razones
expuestas en la parte motiva de esta providencia.
Segundo: Comuníquese al Juzgado Promiscuo Municipal
de Liborina (Antioquia), la presente decisión para que sea notificada a las
partes conforme a lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, con
entrega de copia de este fallo.
Tercero:Comuníquese al Señor Ministro de Educación
y al Secretario de Educación del Departamento de Antioquia, con entrega a cada
uno de copia de esta Sentencia.
COMUNIQUESE Y CUMPLASE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado Ponente
JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Sentencia No. 15 de 28 de mayo de 1992. Sala de Revisión No. 5.
Proceso de tutela No. 265. Magistrado Ponente Dr. Fabio Morón Díaz.
2 Diccionario de Filosofía, Nicola Abbagnano, Fondo de Cultura
Económica, Mexico, 1982. Pág. 370, segunda reeimpresión.
3 Xavier Zubiri, citado por Luís José González y Germán Marquínez
en "Educación para el Cambio", pág. 137, editorial el Buo, Bogotá,
1989 (tomado de "Siete Ensayos de Antropología Filosófica"), Xavier
Zubiri, Usta, Bogotá, 1982.
4 Emilio Durkheim. Educación y
Sociología. Editorial Linotipo, Bogotá, 1973. Pág. 82-83. |
55 | T-421-92
Sentencia No
Sentencia No. T-421/92
LIBERTAD DE CULTOS/LIBERTAD DE
CONCIENCIA/EDUCACION RELIGIOSA
El constituyente de 1991 optó por
garantizar la igualdad entre las diferentes religiones e iglesias y liberalizar
la libertad de culto, sin consagrar límites constitucionales expresos a su
ejercicio, como se advierte en el precitado artículo 19 de la Constitución. A
la luz de la nueva Constitución, no es que exista una regla general de que la
religión católica obliga ser cursada como materia básica, salvo que se solicite
ser eximido. Ello violaría la libertad de conciencia. Por el contrario, las
instituciones educativas oficiales deben mantener una posición neutral y
preguntarle al educando -o a sus padres si es menor-, al momento de la
matrícula, acerca de si desea estudiar o no la asignatura de religión, sin
indagar si en efecto profesa o no dicho credo.
DERECHO A LA EDUCACION
Al frente de todos los derechos de un
educando se encuentra el Estado con la misión de regular y vigilar su
ejercicio, con miras a la prevalencia del interés general. Sin embargo el
Estado en su intervención puede encauzar el derecho a la educación pero no desconocer
de plano su núcleo esencial.
LIBERTAD DE ENSEÑANZA
En una relación educativa se encuentran
cohabitando dos derechos de orden constitucional: de un lado los derechos a la
educación y a la libertad de cultos y, de otro lado, los derechos a la libertad
de enseñanza de los profesores. Estas dos series de derechos no son
incompatibles sino que, muy por el contrario, los unos se realizan por y en los
otros, a través de un punto de equilibrio que matiza sus desarrollos.
En Colombia existe libertad de enseñanza,
pero ella no es absoluta sino que tiene un límite constituído por los fines del
Estado, entre los cuales se encuentra la protección de los derechos, como la
paz, la convivencia y la libertad de conciencia, entre otros.
EXCEPCION DE INCONSTITUCIONALIDAD
Es claro que debió darse primacía a las
normas constitucionales que protegían los derechos fundamentales de los
petentes, pues ellas son superiores (art. 4º). Ello porque toda norma, sea cual
fuere su naturaleza jurídica, anterior o posterior a la carta de 1991, está
subordinada en su aplicación a la conformidad con la Constitución. En este
sentido, una norma jurídica violatoria de la Constitución es, si fuere anterior
su vigencia, derogada; y, si fuere con posterioridad, no aplicable.
DERECHO A ESCOGER EDUCACION
En autos, se ha querido imponer un tipo de
educación religiosa en contra de la libre decisión de los padres. Ello es
contrario a la Carta pues el carácter de padre no se limita al hecho de dar la
vida, sino que implica también, como algo inherente a su esencia, el hecho de
orientar espiritualmente a los hijos. Ello incluso es un deber de los padres,
según el artículo 42.5 de la Carta. Luego no tienen más derecho los educadores
que los padres -educadores primigenios- para decidir el tipo de formación
religiosa de un niño.
REF:
EXPEDIENTE No. T-1263
Peticionarios:
Amparo Bedoya Díaz y José Raúl García García.
Procedencia:
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales (Caldas).
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santafé de Bogotá, D.C., diecinueve (19) de
junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala Cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero,
Fabio Morón Díaz Y Simón Rodríguez Rodríguez,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela identificado con el
número de radicación T-1263, adelantada por Amparo Bedoya Díaz y José Raúl
García García.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 y 241.9 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la sala de selección
correspondiente de la Corte Constitucional llevó a cabo la escogencia para su
revisión de la acción de tutela de la referencia. Por reparto le correspondió a
esta Sala Cuarta de Revisión el presente negocio, el cual fue formalmente
recibido el día 3 de abril del presente año.
1. Solicitud
Amparo Bedoya Díaz y José Raúl García
García, actuando en nombre de su hijo Raúl Vladimir García Bedoya, sobre el
cual ejercen patria potestad, presentaron ante el Tribunal Superior del
Distrito de Manizales una petición de tutela para la protección de un derecho
fundamental del hijo.
Se basa la solicitud en el hecho de que los
peticionarios matricularon a su hijo Raúl Vladimir en la Escuela Pública
"Julio Zuluaga", para que cursara el primer año de primaria.
En este establecimiento se dicta la
asignatura de educación religiosa a todos los alumnos, con base en el plan de
estudios de educación básica del Ministerio de Educación (Decreto 1002 de 1984,
artículo 5). Por esta razón, y amparados en sus creencias -no profesan religión
alguna-, los accionantes solicitaron al establecimiento educativo que no se
impartiera a su hijo dicha educación ni se le sometiera a los rituales propios
de la religión que profesan en dicha Escuela, esto es, la religión católica.
Dicha petición no fue atendida por las
directivas de la Escuela, sino que por el contrario se empeñaron en inducir al
estudiante en los valores morales de la religión católica, al presentar a los
padres un plan de "trabajo reeducativo" para el hijo. Este plan fue
rechazado por los padres del educando.
Las directivas de la Escuela Julio Zuluaga
consultaron a la Secretaría de Educación del Departamento de Caldas sobre la
aplicación del artículo 68, inciso 4o. constitucional. La Secretaría respondió
en el sentido de ordenar la continuación de la aplicación de lo reglamentado en
materia de orientación básica, mientras no hubiese modificación del pensum
curricular vigente.
Ante este hecho los padres del educando
recurrieron entonces a la acción de tutela.
La solicitud de tutela se cimientó en el
artículo 68 inciso 4o. de la Constitución Nacional, por el cual:
"los padres de
familia tendrán derecho de escoger el tipo de educación para sus hijos menores.
En los establecimientos del Estado ninguna persona podrá ser obligada a recibir
educación religiosa".
2. Fallo del Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Manizales (Providencia de febrero 26 de 1992).
En primera y única instancia, el Tribunal
Superior del Distrito Judicial accedió a la petición de acción de tutela
propuesta por Amparo Bedoya y José Raúl García García, y en consecuencia ordenó
a las directivas de la Escuela Julio Zuluaga abstenerse de impartir educación
religiosa y de hacer comparecer a sus rituales al menor Raúl Vladimir García
Bedoya.
El Tribunal en mención, previamente al
fallo, tomó la declaración de Raúl García García y de Amparo Bedoya Díaz.
Además allegó al expediente certificación de la Secretaria de Educación del
Departamento de Caldas, en donde consta que la Escuela Julio Zuluaga es
"entidad educativa de carácter oficial". Así mismo obtuvo fotocopia
auténtica del Decreto 1002 del 24 de abril de 1984, del Ministerio de
Educación.
Los siguientes fueron los argumentos del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales para acceder a la
solicitud:
1. El Derecho invocado -artículo 68- no
está designado dentro de los derechos fundamentales; su contenido en cambio
encaja dentro de los derechos sociales, económicos y culturales.
2. En el presente caso se está más bien
ante la presencia de la libertad de conciencia, artículo 18 constitucional.
Esta norma sí es derecho fundamental, entendida como "esa facultad moral,
permanente de la persona humana, que asegura la captación de los sonidos
emitidos por los valores".
3. La libertad de conciencia implica la
libertad religiosa.
4. Para el Tribunal, por último, el derecho
fundamental de la libertad de conciencia fue desconocido, en la medida que no
se permitió a los tutores del estudiante prescindir de la religión que se
impartía en el centro educativo. Los padres considera la religión innecesaria
para su íntima convicción, siendo ésta una evidente manifestación de la
libertad de conciencia, la cual es amparada en la Constitución Política de
1991.
II FUNDAMENTOS JURIDICOS
El negocio de la referencia, estima esta
Sala, involucra varios derechos constitucionales, los cuales serán estudiados
en una primera parte. Luego se entrará a analizar la razón jurídica de la
decisión de esta Sala. Y por último se hará referencia al caso concreto.
1. De las Normas jurídicas
1.1. De la dignidad humana
El fundamento último del negocio que nos
ocupa hace referencia al valor de la dignidad humana dentro del Estado social
de derecho. Ello porque la posibilidad de los padres e hijos de optar
libremente por el culto religioso que deseen no por ser vulnerable y por que la
vida espiritual del hombre es uno de los pilares de su dignidad.
Dice el artículo 1º de la Constitución:
"Colombia es un
Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria,
descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el
trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia
del interés general."
1.2. Del libre desarrollo de la personalidad
La libertad de cultos bebe así mismo en las
fuentes del derecho al libre desarrollo de la personalidad, pues es la persona,
o por ella sus padres si es menor, la que debe escoger su propia vida
espiritual y los parámetros que han de guiar su conciencia. Una intromisión de
un educador que busque moldear la adhesión a un cierto culto o su supresión, en
contra del consentimiento del educando, incurre en una inaceptable agresión a
la libertad de pensar y de creer en lo que cada uno desea.
El artículo 16 de la Constitución sostiene
lo siguiente:
"Todas las
personas tienen derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más
limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden
jurídico."
1.3. Del derecho a la intimidad
Otro de los fundamentos de la libertad de
cultos en este negocio es el derecho a la intimidad. En efecto, el hecho de
forzar a un niño a escuchar una orientación espiritual que no desean sus
padres, en forma obligatoria, irresistible, incontenible, como lo es la
audición de una cátedra en un aula, puede agredir ciertamente el resorte íntimo
del educando.
El artículo 15 de la Constitución
establece:
"Todas las
personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a su buen nombre,
y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar. De igual modo, tienen derecho
a conocer, actualizar y rectificar las informaciones que se hayan recogido
sobre ellas en bancos de datos y en archivos de entidades públicas y privadas.
En la recolección,
tratamiento y circulación de datos se respetarán la libertad y demás garantías
consagradas en la Constitución.
La correspondencia y
demás formas de comunicación privada son inviolables. Sólo pueden ser
interceptadas o registradas mediante orden judicial, en los casos y con las
formalidades que establezca la ley.
Para efectos
tributarios o judiciales y para los casos de inspección, vigilancia e
intervención del Estado podrá exigirse la presentación de libros de
contabilidad y demás documentos privados, en los términos que señale la
ley."
1.4. De la libertad de conciencia
El último soporte constitucional de la
libertad de cultos, desde luego, es la libertad de conciencia, como quiera que
aquélla es una manifestación o especie de ésta.
El artículo 18 de la Constitución consagra
lo siguiente:
"Se garantiza
la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o
creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su
conciencia."
Esta norma se encuentra respaldada por el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ratificado por Colombia en
virtud de Ley 74 de 1968, en su artículo 18, que reza:
"1. Toda
persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o las
creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o sus
creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado,
mediante el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza.
2. Nadie será objeto
de medidas coercitivas que puedan menoscabar su libertad de tener o de adoptar
la religión o las creencias de su elección.
3. La libertad de
manifestar la propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente
a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la
seguridad, el orden, la salud o la moral públicos, o los derechos y libertades
fundamentales de los demás.
4. Los Estados
partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de los
padres y, en su caso, de los tutores legales, para garantizar que los hijos
reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones."
Así mismo, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, "Pacto de San José de Costa Rica", ratificada por
Colombia en virtud de Ley 16 de 1972, en su artículo 12 preceptúa:
"1. Toda
persona tiene derecho a la libertad de conciencia y a la religión. Este derecho
implica conservar la libertad de conservar su religión o sus creencias, o de
cambiar de religión o de creencias, así como la libertad de profesar y
divulgar su religión o sus creencias , individual o colectivamente, tanto en
público como en privado.
2. Nadie puede ser
objeto de medidas restrictivas que puedan menoscabar la libertad de conservar
su religión o sus creencias o de cambiar de religión o de creencias.
3. La libertad de
manifestar la propia religión y las propias creencias está sujeta únicamente a
las limitaciones prescritas por la ley y que sean necesarias para proteger la
seguridad, el orden, la salud o la moral públicos o los derechos o libertades
de los demás.
4. Los padres, y en
sus casos los tutores, tienen derecho a que sus hijos o pupilos reciban la
educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones."
1.5. De la libertad de cultos:
La tutela radicada con el número T-1263
hace alusión básicamente a la libertad de culto, ya que las directivas y
profesores de la Escuela Julio Zuluaga impartieron la asignatura de religión
-católica- a Raúl Vladimir García Bedoya; lo iniciaron en los rituales propios
de esta religión.
Afirma en este sentido el artículo 19 de la
Constitución:
"Se garantiza
la libertad de cultos. Toda persona tiene derecho a profesar libremente su
religión y a difundirla en forma individual o colectiva.
Todas las
confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley."
El Pacto de Derechos Civiles y Políticos en
el artículo 18 antes citado desarrolla el derecho a la libertad de cultos. De
la misma manera, el artículo 27 del mismo Pacto establece para las minorías el
derecho anotado, de la siguiente forma:
"En los Estados
en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se negará a las
personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde, en
común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a
profesar y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma."
La Convención Americana sobre Derechos
Humanos, Pacto de San José de Costa Rica en su artículo 12 citado
anteriormente, también se refiere al tema del derecho a la libertad de cultos.
En cuanto al derecho comparado, la Corte
Suprema de Justicia de los Estados Unidos, en el caso Winsconsin vs. Yoder,
sostuvo en 1972, a propósito de la educación impartida a los niños de la
religión Amish, que "la esencia de todo lo que se ha dicho y escrito sobre
este tema es que los intereses de orden superior y aquellos otros que no pueden
ser ejercidos de otra manera pueden contrabalancear el legítimo reclamo a la
libre profesión de una religión. Podemos dar por aceptado, en consecuencia, que
no importa cuán fuerte sea el interés del Estado en la educación general
obligatoria, éste no es de modo alguno absoluto no permite la exclusión o subordinación
del resto de los intereses... El cumplimiento de la ley estatal que requiere la
asistencia obligatoria a la escuela... pondría en peligro gravemente, si es que
no destruiría, el libre ejercicio de su fe a los demandados."1
Por su parte, la Corte Suprema de Argentina
dijo en 1979 a propósito de un caso similar al de esta tutela, que la conducta
asumida por "las autoridades del establecimiento escolar respectivo
importa un apartamiento manifiesto y arbitrario de los fines de la norma
superior."2
Ahora bien, ha habido un cambio importante
en el tratamiento constitucional a la libertad de cultos entre la antigua y la
nueva Constitución. Ciertamente el artículo 53 constitucional establecía:
"El Estado
garantiza la libertad de conciencia.
Nadie será
molestado por razón de sus opiniones religiosas, ni compelido a profesar
creencias ni a observar prácticas contrarias a su conciencia.
Se garantiza la
libertad de todos los cultos que no sean contrarios a la moral cristiana ni a
las leyes. Los actos contrarios a la moral cristiana o subversivos del orden
público que se ejecuten con ocasión o pretexto del ejercicio de un culto,
quedan sometidos al derecho común.
El Gobierno podrá
celebrar con la Santa Sede convenios sujetos a la posterior aprobación del
Congreso para regular, sobre bases de recíproca deferencia y mutuo respeto,
las relaciones entre el Estado y la Iglesia Católica".
En el preámbulo de la Carta de 1886, además
se reconocía a la religión católica, apostólica y romana como la religión
oficial de la nación. Se garantizaba la libertad de cultos pero subordinándola
a la conformidad del culto respectivo con la moral cristiana y, en todo caso,
sometiendo su ejercicio a las leyes.
El constituyente de 1991, bien por el
contrario, optó por garantizar la igualdad entre las diferentes religiones e
iglesias y liberalizar la libertad de culto, sin consagrar límites
constitucionales expresos a su ejercicio, como se advierte en el precitado
artículo 19 de la Constitución.
Obsérvese que para la doctrina
constitucional, las relaciones entre la Iglesia y el Estado pueden clasificarse
en tres modelos diferentes: la sacralidad -en el que el Estado asume
funciones del bien religioso de la comunidad-; la secularidad -en el que el
Estado reconoce el peso político de un poder religioso determinado, pero sin
hacerse ya cargo de lo espiritual-; y la laicidad -en el que el Estado adopta
una actitud de neutralidad respecto del poder religioso, separando el poder
político del espiritual-.3
En Colombia entonces en 1991, como ya lo
sostuvo esta Corte, se hizo "tránsito de un Estado confesional a un
Estado laico y pluralista en materia de confesiones religiosas."4
Ello queda de manifiesto si se consulta la
voluntad del constituyente, expresada en los debates realizados en el seno de
la Asamblea Nacional Constituyente. En efecto, en el respectivo
informe-ponencia, el Constituyente Diego Uribe Vargas dijo:
"Dentro del
nuevo ordenamiento Constitucional, la consagración de la libertad de conciencia
representa uno de los aspectos fundamentales. Ello se complementa con el
derecho de cada persona de profesar libremente su religión en forma individual
o colectiva. Las palabras "todas las confesiones religiosas e iglesias son
igualmente libres ante la ley", expresan la diferencia fundamental con
el texto de la Constitución vigente, en el cual se hace referencia a la moral
cristiana y a la restricción que de ella se derive. El haber desaparecido del
preámbulo de la Carta, que fuera aprobado en el plebiscito de 1957, el carácter
oficial de la religión católica, da paso a la plena igualdad entre religiones e
iglesias. Lo cual se traduce en la libertad de cultos".5
Por su parte, el Constituyente Augusto
Ramírez Ocampo expresó los siguientes argumentos:
"Tema que
produjo intensos debates fue el de las libertades de conciencia, religión y
cultos, fruto de los cuales fue la separación deliberada que la Asamblea hizo
de estas libertades en dos artículos diferentes. La Constitución vigente la
consagraba en una sola norma que limita su campo al religioso. En el nuevo
ordenamiento, la libertad de conciencia se predica también de toda creencia, o
ideología.
En cuanto a la
libertad religiosa sobresalen dos aspectos esenciales: su consagración absoluta
sin limitaciones y el tratamiento igualitario que se otorga a todas las
confesiones religiosas. A lo anterior se agrega la supresión de la
incompatibilidad del ministerio sacerdotal con el ejercicio de funciones
públicas, la cual obedecía a las circunstancias históricas en que se expidió
la Constitución de 1886.
Es este un corolario
lógico de la igualdad que se predica para todos los ciudadanos y de haber
eliminado la protección especial que otorgaba la Constitución original y
después el Acto plebiscitario de 1957, a la Iglesia Católica.
Simultáneamente con
la ratificación de derechos tales como, los de asociación, reunión, petición,
la Carta incluirá nuevos fueros como son los del derecho a la intimidad, a la
autonomía, a la honra y a la libertad de movimiento, todos ellos inherentes a
un régimen verdaderamente democrático6 ".
Y los constituyentes indígenas, por su
parte, sostuvieron:
"Si se trata de invocar un Dios,
estaríamos obligados a reconocer, en detrimento de nuestras propias creencias y
cosmogonías, que sólo existe una divinidad. Nosotros tenemos nuestros propios
dioses y personajes míticos: Caragabí, Serankua, Papa Dumat, Pacha Mama, etc.,
que no estarían representados en la fórmula de un sólo Dios."7
1.6. De los derechos de los niños
Los niños fueron objeto de una particular
protección por parte del constituyente. Puede decirse que sus derechos ostentan
un plus respecto de los demás. Por ejemplo la Carta, en el artículo 44,
consagra el único derecho constitucional fundamental expreso.
Dice así el artículo 44 de la Constitución:
"Son derechos
fundamentales de los niños: la vida, la integridad física, la salud y la
seguridad social, la alimentación equilibrada, su nombre y nacionalidad, tener
una familia y no ser separados de ella, el cuidado y amor, la educación y la
cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión. Serán protegidos
contra toda forma de abandono, violencia física o moral,
secuestro, venta, abuso sexual, explotación laboral o económica y trabajos
riesgosos. Gozarán también de los demás derechos consagrados en la
Constitución, en la leyes y en los tratados internacionales ratificados por
Colombia.
La familia, la
sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para
garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus
derechos. Cualquier persona puede exigir de la autoridad competente su
cumplimiento y la sanción de los infractores.
Los derechos de los
niños prevalecen sobre los derechos de los demás" (subrayas no
originales).
También existe protección jurídico
internacional para los derechos de los niños. Por ejemplo el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, artículo 10, anteriormente
expuesto.
Igualmente la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, "Pacto de San José de Costa Rica", en su artículo
5º estatuye:
"1. Toda
persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.
1.7. De los derechos de los padres para escoger la
educación de sus hijos
No sólo está en juego en este negocio la
libertad de culto del niño Raúl Vladimir, sino también, por su condición de
menor, el derecho constitucional de sus padres para escoger libremente el tipo
de educación que desean para su hijo.
El artículo 68 inciso 5º de la Constitución
es del siguiente tenor:
"Los padres de
familia tendrán derecho de escoger el tipo de educación para sus hijos menores.
En los Establecimientos del Estado ninguna persona podrá ser obligada a recibir
educación religiosa."
Esta disposición se encuentra respaldada
por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el cual en su
artículo 18 precitado expresa el derecho de los padres para escoger la
educación de sus hijos.
1.8. De los deberes educativos de la pareja para con
los hijos
Paralelamente a su derecho, y como carga
del mismo, los padres del niño Raúl Vladimir García Bedoya tienen el deber de
educarlo. Ello no es sino la manifestación del concepto del derecho-deber, ya
elaborado por esta misma Sala de Revisión.8
Reza así el artículo 42 inciso 5º de la
Constitución:
"La pareja
tiene derecho a decidir libre y responsablemente el número de sus hijos, y
deberá sostenerlos y educarlos mientras sean menores o impedidos."
Como fundamento jurídico internacional de
los deberes educativos de la pareja para con los hijos figura el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ratificado por
Colombia en virtud de Ley 74 de 1978, que en su artículo 10 anota:
"Los Estados
partes en el presente Pacto reconocen que:
1. Se debe conceder
a la familia, que es el elemento natural y fundamental de la sociedad, la más
amplia protección y asistencia posible, especialmente para su constitución y
mientras sea responsable del cuidado de la educación de los hijos a su cargo.
El matrimonio debe contraerse con el libre consentimiento de los futuros
cónyuges.
Pero la legislación internacional más
completa sobre el tema bajo examen, está precisamente en la Convención sobre
los Derechos del Niño, ratificada por Colombia en virtud de Ley 12 de 1991, la
cual, para el caso en concreto que trata la acción de tutela de la referencia,
establece en el artículo 14:
"Los Estados
Partes respetarán el derecho del niño a la libertad de pensamiento, de
conciencia y de religión.
2. Los Estados
Partes respetarán los derechos y deberes de los padres y, en su caso, de los
representantes legales, de guiar al niño en el ejercicio de su derecho de modo
conforme a la evolución de sus facultades.
3. La libertad de
profesar la propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente a
las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la
seguridad, el orden, la moral o la salud públicos o los derechos y libertades
fundamentales de los demás."
Además, el artículo 30 idem señala:
"En los Estados
en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas o personas de origen
indígena, no se negará a un niño que pertenezca a tales minorías o que sea
indígena el derecho que le corresponde, en común con los demás miembros de su
grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia
religión, o a emplear su propio idioma."
1.9. Del derecho a la educación y del Estado
Al frente de todos los derechos de un
educando se encuentra el Estado con la misión de regular y vigilar su ejercicio,
con miras a la prevalencia del interés general. Sin embargo el Estado en su
intervención puede encauzar el derecho a la educación pero no desconocer de
plano su núcleo esencial, como ya lo ha sostenido esta Corporación.9
El artículo 67 de la Constitución sostiene:
"La educación
es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función
social...
La educación formará
al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la
democracia...
Corresponde al Estado
regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación con el fin
de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor
formación moral, intelectual y física de los educandos..."
Con respecto a lo anterior, el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en su artículo 13, preceptúa:
1. Los Estados
Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona de la
educación. Convienen en que la educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo
de la personalidad humana y del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el
respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Convienen así
mismo en que la educación debe capacitar a todas las personas para participar
efectivamente en una sociedad libre, favorecer la comprensión, la tolerancia y
la amistad entre todas las naciones y entre todos los grupos raciales, étnicos
o religiosos, y promover las actividades de las Naciones Unidas en pro del
mantenimiento de la paz.
2. Los Estados Partes
en el presente pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres y, en
su caso, de los tutores legales, de escoger para sus hijos o pupilos escuelas
distintas de las creadas por las autoridades públicas, siempre que aquéllas
satisfagan las normas mínimas que el Estado prescriba o apruebe en materia de
enseñanza, y de hacer que sus hijos o pupilos reciban la educación religiosa
o moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
3. Nada de lo dispuesto en este artículo se
interpretará como una restricción de la libertad de los particulares y
entidades para establecer y dirigir instituciones de enseñanza, a condición
de que se respeten los principios enunciados en el párrafo 1 y de que la
educación dada en esas instituciones se ajuste a las normas mínimas que
prescriba el Estado (subrayas fuera de texto).
1.10. De la libertad de enseñanza
En una relación educativa, como ésta que
nos ocupa, se encuentran cohabitando dos derechos de orden constitucional: de
un lado, como se vió, los derechos a la educación y a la libertad de cultos de
Raúl Vladimir García Bedoya y, de otro lado, los derechos a la libertad de
enseñanza de los profesores de la escuela Julio Zuluaga.
Estas dos series de derechos no son
incompatibles sino que, muy por el contrario, los unos se realizan por y en los
otros, a través de un punto de equilibrio que matiza sus desarrollos.
El artículo 27 de la Constitución anota:
"El Estado
garantiza las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y
cátedra."
1.11. De la fuerza vinculante de los pactos internacionales
sobre derechos humanos
Por último, como ya lo tiene establecido
esta Sala de Revisión, "el artículo 93 de la Constitución le confiere a
los tratados internacionales sobre Derechos Humanos el carácter de norma
prevalente en el ordenamiento interno, si se ajustan al orden constitucional, y
les otorga la condición de criterio de interpretación constitucional para
buscar el sentido de los derechos y deberes consagrados en la Carta
Fundamental."10
Sostiene lo siguiente el artículo 93 de la
Constitución:
"Los tratados y
convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los
derechos humanos y que prohíben su limitación en los estados de excepción,
prevalecen en el orden interno.
Los derechos y
deberes consagrados en esta Carta, se interpretarán de conformidad con los
tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia."
2. De la razón jurídica
1. Desde el 5 de julio de 1991, y merced a la nueva
Constitución, Colombia es un Estado pluralista en el que no hay homogeneidad
religiosa, por lo tanto es preciso permitir la enseñanza de todas la opciones
religiosas.
2. Existe el deber constitucional de todos de
propender por el respeto y la convivencia pacífica, de que trata el preámbulo y
los artículos 1º, 2º y 95.4 de la Carta. Este concepto de la convivencia
pacífica es un valor superior que irradia todo el ordenamiento constitucional
y que debería informar las conductas de los operadores jurídicos todos.
El pueblo colombiano comparte un tiempo y
un espacio. Ha tenido un pasado común y está destinado a compartir el futuro.
Para ello debe eliminar con el esfuerzo de todos los factores que generan
violencia, entre los cuales figura en primerísimo lugar la intolerancia.
Es preciso entender no sólo que existe
"el otro", la otredad, la alteridad, sino que el hombre debe hacer
aún un esfuerzo para comprender que ese otro es distinto, a veces contrario y,
sin embargo, es preciso convivir en el mundo con él. Hay espacio para todos.
3. Los profesores de los primeros años escolares tienen
una misión particularmente delicada, pues al tiempo que informan y educan -como
los demás-, deben procurar la creación y la re-creación de unos valores que
formen en el respeto de los derechos humanos, en la paz y en la democracia,
para la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos, como lo
consagra el artículo 67 de la constitución.
Si los profesores no atienden a estos
fines, se agreden los derechos de los alumnos de una manera particularmente
insidiosa, en la medida en que es sutilmente dirigida a su conciencia,
valiéndose de paso de un posicionamiento de subordinación.
En efecto, el profesor de la enseñanza
básica primaria es para el niño una especie de segundo padre o madre, según el
caso. Este "desplazamiento", esta "proyección" le permite
al profesor incidir con particular eficacia en las mentes de sus educandos, de
manera conciente y, peor aún, de manera inconciente. Así, el inconciente de los
niños a la edad en que cursan en primer año de primaria es perfectamente
maleable y su deseo puede ser canalizado fácilmente en un cierto sentido.11 "En el inconciente no hay
contradicción", como afirma Lacan.12
4. La libertad de conciencia subsume a una subespecie de
ella: La libertad de cultos, esto es, la libertad para profesar o no una
cierta religión.
"La manifestación de la libertad de
conciencia, a través de la libertad religiosa -anotan Miller, Guelli y Cayuso-,
significa adjudicar a cada hombre o grupo de hombres la potencia de estar
inmune a la coerción tanto de parte de otros hombres como de los poderes del
Estado. Por lo tanto, la protección de la libertad religiosa pareciera querer
significar que ni se obliga a nadie a obrar contra su propia conciencia ni se
le impide actuar conforme a ella, tanto en privado como en público."13
La libertad de cultos, esto es, el derecho
a profesar y difundir libremente la religión y la libertad de expresión,
constituyen derechos fundamentales indispensables en una sociedad democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto a la dignidad humana, como lo
sostiene el artículo 1º de la Constitución.
Como ya lo ha establecido la Corte
Constitucional, en su sentencia Nº T-403, "las libertades de culto y de
expresión ostentan el carácter de derechos fundamentales, no solamente por su
consagración positiva y su naturaleza de derechos de aplicación inmediata,
sino, sobre todo, por su importancia para la autorrealización del individuo en
su vida en comunidad.
En una sociedad cuyo orden jurídico
garantiza las concepciones religiosas o ideológicas de sus miembros, el Estado
debe ser especialmente cuidadoso en sus intervenciones, pues ellas pueden
interferir la independencia y libertad de las personas que profesan una
confesión o credo"14 .
Ahora bien, como lo tiene establecido esta
Corporación, "la religión ocupa un lugar tan destacado en la
autorrealización de la personalidad que las fricciones entre diferentes grupos
por tal causa deben ser un factor previsible y por ello no necesariamente
indeseable.
La libertad de cultos, o derecho a profesar
libremente la religión y a difundirla tiene como presupuesto esencial la
posición del individuo en la Constitución, como persona responsable, con
capacidad para desarrollar libremente su personalidad.
Las libertades de religión y de cultos
hacen parte esencial del sistema de valores establecido en la Constitución,
junto al mandato de tolerancia íntimamente ligado a la convivencia pacífica y
al respeto de la dignidad humana, valores fundantes del Estado.
[La Cátedra forzada coloca a los educandos]
en la posición de audiencia cautiva y forzada de quien se vale de ella
para transmitir mensajes de tipo religioso.
Cuando se utiliza un medio para potenciar
la difusión de una idea, creencia o pensamiento en lugares que por su
naturaleza se destinan al foro público, [como la escuela], los
receptores eventuales de los mensajes y datos difundidos, así se encuentren
involuntariamente en el espacio de propagación o influencia del sonido y por la
fuerza de las circunstancias sean constreñidos a escuchar o a ver, no pueden
constitucionalmente oponerse al ejercicio en dicho foro público de la
libertad de religión que allí se despliega. En el foro público está
excluido por definición el derecho a no ser forzado a escuchar o a ver [lo
que allí se enseña.]"15
El Secretariado Permanente del Episcopado
incluso ha reconocido que, a la luz de la Carta de 1886, artículo 53 precitado,
"esta enseñanza confesional es facultativa aún para los católicos
natos..."16
La vida religiosa es del fuero íntimo del
ser, de suerte que resulta intolerable la posibilidad de ser manipulada desde
el exterior.
5. Según el artículo 19 de la Carta, "todas las
confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley." Esta
norma, desde luego, es una aplicación en materia religiosa del principio de
igualdad material genérico de que trata el artículo 13 idem, según el cual las
situaciones iguales deben tratarse de manera semejante.
6. Por otro lado, no puede desconocerse el principio de
imparcialidad de la función administrativa, consagrado en el artículo 209
constitucional.
7. Luego a la luz de la nueva Constitución, no es que
exista una regla general de que la religión católica obliga ser cursada
como materia básica, salvo que se solicite ser eximido. Ello violaría la
libertad de conciencia. Por el contrario, las instituciones educativas
oficiales deben mantener una posición neutral y preguntarle al educando -o
a sus padres si es menor-, al momento de la matrícula, acerca de si desea
estudiar o no la asignatura de religión, sin indagar si en efecto profesa o no
dicho credo.
3. Del caso concreto
1. La acción de tutela está prevista en el artículo 86
de la Constitución como un mecanismo que tiene toda persona para reclamar ante
los jueces "la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales, cuando quiera que estos resulten vulnerados o
amenazados..."
Esta acción hunde sus raíces en los campos
del principio de la efectividad de los derechos, que según el artículo 2º
constitucional es uno de los fines esenciales del Estado, todo ello inscrito en
el deseo del constituyente y de los colombianos de construír un Estado social
de derecho que propenda como fin último por la dignidad de la persona.
La acción de tutela exige además que, como
en este caso, no existan otros medios de defensa judiciales.
2. De conformidad con las bases constitucionales
anteriormente expuestas, es claro que tanto la Secretaría de Educación del
Departamento de Caldas como las directivas de la Escuela Julio Zuluaga han
violado los derechos constitucionales fundamentales del educando Raúl Vladimir
García Bedoya y de sus padres, Amparo Bedoya Díaz y José Raúl García García,
por lo cual le corresponde al Juez entrar a tutelar dichos derechos.
Procede pues la tutela de los derechos de
los petentes porque con la conducta desplegada por la Secretaría de Educación
de Caldas, a través de un equivocado concepto de la oficina jurídica de octubre
de 1991, se violan claramente los derechos al libre desarrollo de la
personalidad del educando (art. 14), a la libertad de conciencia (art. 18), a
la libertad de cultos y religiones (art. 19) y sus derechos fundamentales en
tanto que niño (art. 44), así como se violan también los derechos de sus padres
a educarlos conforme a sus creencias (art. 68.4). También se vulneran
claramente las normas internacionales arriba citadas.
En efecto, en dicho concepto jurídico se
afirma que "si bien es cierto que en la Constitución Política de Colombia
de 1991 se garantiza la libertad de enseñanza, aprendizaje, investigación y
cátedra y en su artículo 68, inciso 4, parte final, establece "en los
establecimientos del Estado ninguna persona podrá ser obligada a recibir
educación religiosa". También es cierto que no ha salido reglamentación
alguna sobre el particular: en consecuencia, hasta que no se reglamente,
y en el pensum curricular no se modifique, los establecimientos oficiales
tendrán que continuar aplicando lo reglamentado en materia de orientación
básica para la administración curricular..." (subrayas no originales).
La administración curricular está prevista
en el Decreto Nº 1002 del 24 de abril de 1984, "por el cual se establece
el Plan de Estudios para la educación Preescolar, Básica (Primaria y
Secundaria) y Media Vocacional de la Educación Formal Colombiana. Allí, en el
artículo 5º, se establece: "las áreas comunes para la Educación Básica
Primaria son:... Educación Religiosa y Moral."
En consecuencia, para la oficina jurídica
de la Secretaría de Educación de Caldas y, con ella, para las directivas del
centro educativo Julio Zuluaga, debe aplicarse preferentemente el Decreto 1002
de 1984 sobre los artículos constitucionales 14, 18, 19, 44 y 68.4.
Del examen del Decreto 1002 de 1984, a la
luz de las tres disposiciones constitucionales citadas, se infiere en forma
razonable que las autoridades educativas tanto departamentales como de la
institución concreta no podían darle prelación a un reglamento sobre las
disposiciones constitucionales sin violar con ello la Carta, de 1991, como
tampoco lo podían hacer antes, al tenor del artículo 215 de la Constitución de
1886.
Para esta Sala de la Corte la actitud de
las autoridades escolares viola la Constitución, es una interpretación
equivocada, por los siguientes motivos:
3. Primero, el artículo 4º superior dice en su inciso
primero:
"Art. 4º.- La
Constitución es norma de normas. En todo caso de incompatibilidad entre la
Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones
constitucionales."
Para esta Sala de la Corte, en efecto, es
claro que debió darse primacía a las normas constitucionales que protegían los
derechos fundamentales de los petentes, pues ellas son superiores (art. 4º). Ello
porque toda norma, sea cual fuere su naturaleza jurídica, anterior o posterior
a la carta de 1991, está subordinada en su aplicación a la conformidad con la
Constitución. En este sentido, una norma jurídica violatoria de la Constitución
es, si fuere anterior su vigencia, derogada; y, si fuere con posterioridad, no
aplicable.
4. Segundo, el artículo 85 de la Constitución dice:
"Art. 85.- Son
de aplicación inmediata los derechos consagrados en los artículos... 14. 18,
19..."
Las normas constitucionales citadas son de
aplicación inmediata, esto es, que no requieren un previo desarrollo normativo
para hacerse efectivas (art. 85). De todas maneras, si se requiriera un tal
desarrollo normativo, según el artículo 93 de la Carta, desde el 5 de julio de
1991 se incorporó automáticamente al derecho colombiano todo un conjunto de
disposiciones que reglamentan los derechos humanos, en este caso, el Pacto de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto de Derechos Civiles y
Políticos, la Convención Americana de los Derechos Humanos y la Convención
sobre los Derechos del Niño (vid supra).
5. Tercero, el artículo 44 idem dice que "los
derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás."
6. Fruto entonces de esa equivocada interpretación
constitucional, las directivas de la escuela Julio Zuluaga intentaron primero
forzar al infante Raúl Vladimir a recibir la instrucción de la religión
católica, así como a participar de sus rituales y, luego, procuraron
"reeducarlo".
En principio en Colombia existe libertad de
enseñanza, pero ella no es absoluta sino que tiene un límite constituído por
los fines del Estado, entre los cuales se encuentra la protección de los
derechos, como la paz, la convivencia y la libertad de conciencia, entre otros.
7. Además es preciso tener presente que la escuela Julio
Zuluaga es "una Entidad Educativa de carácter Oficial", según lo
afirma el oficio del día 12 de febrero de 1992, suscrito por el Secretario de
Educación Departamental, de Caldas.
La Escuela mencionada vulnera en este
sentido el artículo 68.4 constitucional, que dice que en "los
establecimientos del Estado ninguna persona podrá ser obligada a recibir
educación religiosa."
8. Observa de paso esta Sala que distinto sería el caso
para las instituciones educativas particulares o privadas, en donde la
interpretación constitucional estaría matizada por elementos conceptuales
adicionales, tales como los enunciados en los artículo 27 y 333, sobre los
cuales no es del caso detenerse.
9. Con las conductas descritas se han desconocido también
los derechos de los padres del educando: Amparo Bedoya Díaz y José Raúl García
García.
En efecto, el artículo 68.4 dice que
"los padres de familia tendrán derecho de escoger el tipo de educación
para sus hijos menores". Aquí sin embargo la escuela Julio Zuluaga ha
querido imponer un tipo de educación religiosa en contra de la libre
decisión de los padres. Ello es contrario a la Carta pues el carácter de padre
no se limita al hecho de dar la vida, sino que implica también, como algo
inherente a su esencia, el hecho de orientar espiritualmente a los hijos. Ello
incluso es un deber de los padres, según el artículo 42.5 de la Carta. Luego no
tienen más derecho los educadores que los padres -educadores primigenios- para
decidir el tipo de formación religiosa de un niño.
Como afirma Oscar Alzaga Villamil, a
propósito del artículo 27.3 de la Constitución española, "se nos insiste
de entrada en la responsabilidad de los padres, de la que se deriva el derecho
de los mismos a elegir el tipo de educación de sus hijos. Nosotros estamos muy
lejos de negar tal cosa, sería materializar demasiado a la familia, limitar su
función a crear la vida física, no permitiéndole transmitir la vida moral. Es
obvio... que la familia y no el Estado, es la creadora de vida, con sus
consecuencias inherentes, entre ellas su perfeccionamiento, es decir, la
educación de los hijos."17
10. De paso observa la Sala que los derechos
constitucionales fundamentales no son exclusivamente los que se encuentran el
Capítulo 1 del Título II de la Carta, como ya lo tiene establecido esta
Corporación18
11. Para esta Sala cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional, en consecuencia los peticionarios tienen derecho a ser
tutelados en sus derechos constitucionales fundamentales, tal como lo hizo el
Tribunal Superior de Manizales, en su sentencia del 26 de febrero de 1992,
motivo por el cual se ordenará aquí confirmar dicho fallo.
En Mérito de lo expuesto, la Sala Cuarta de
Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
PRIMERO: Confirmar por las razones expuestas en esta
providencia, la sentencia de tutela proferida por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Manizales (Caldas), de fecha veintiséis (26) de febrero de
mil novecientos noventa y dos (1992), en el proceso de la referencia.
SEGUNDO: Enviar, por medio de la secretaría General de esta
Corporación, copia de esta sentencia a las directivas de la Escuela Julio
Zuluaga de Manizales, a la Secretaría de Educación de Caldas, al Ministerio de
Educación Nacional, a Fecode y Ade.
TERCERO: Líbrense por Secretaría las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los efectos allí
contemplados.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Cuarta de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los diecinueve días del
mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
1 Vid. Corte
Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Winsconsin vs.Yoder. 406 US 205, 92
S. Ct. 1526,32 L. Ed. @d. 15 (1972).
2 Vid. Fallo de
la Corte Suprema de Argentina, marzo 6 de 1979, caso Barros us Consejo Nacional
de Educación.
3 Cfr.
Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe. Capítulos XI y XVII. Editorial
Bruguera.Barcelona, 1974. En este libro, escrito en 1513, el Secretario
Florentino divorcia el poder político del poder religioso.
4 Cfr. Sentencia
Nº T-403 precitada, pág. 8-9.
5 Gaceta
Constitucional Nº 82, pág. 10.
6 Gaceta
Constitucional Nº 112 pág. 6.
7 Véase Gaceta
Constitucional Nº 29, del 30 de marzo de 1991, pág. 5.
8 Veáse Sentencia Nº T-02 de la Corte Constitucional, pág. 28.
9 Idem, pág. 31.
10 Cfr. Sentencia
de la Corte Constitucional Nº T-785, pág. 14.
11 Cfr. Freud, Sigmund, Introducción al Psicoanálisis. Alianza
Editorial.16ª edición. Madrid, 1988. Pág. 17, donde afirma que lo psíquico es
un compuesto de procesos de la naturaleza del sentimiento, del pensamiento y de
la voluntad.
12 Lacan, Jacques.
Seminario Lógica del Fantasma. París, 1966-1967.
13 Cfr. Miller,
Jonathan; Gelli, María Angélica y Cayuso, Susana. Constitución y derechos
humanos. Tomo II. Editorial Astrea. Buenos Aires, 1991.Pág. 632.
14 Corte
Constitucional. Sentencia Nº T-403, de junio 3 de 1992, pág. 6.
15 Sentencia Nº
403, pág. 23.
16 Cfr.
Secretariado Permanente del Episcopado. La verdad sobre el concordato
colombiano. Bogotá,, 1988. Pág. 61.
17 Vid. Alzaga
Villamil, Oscar. Comentario Sistemático a Constitución Española de 1978.
Ediciones de Foro. Madrid, 1978. Pág. 259
18 Cfr. Fallo
T-02, reiterado por todas las otras Salas de Revisión de tutela de la Corte
Constitucional. |
56 | T-422-92
Sentencia No
Sentencia No. T-422/92
IGUALDAD ANTE LA LEY/IGUALDAD DE
OPORTUNIDADES/CONCURSO DE MERITOS/CARGA DE LA PRUEBA
La circunstancia de ocupar el primer puesto
en un concurso de méritos para un cargo de la administración y, sin embargo, no
ser nombrado por la entidad es factor suficiente para presumir un trato
diferente, discriminatorio en contra de la persona afectada por la medida. Si
se demuestra que dicho trato diferente no está objetiva y razonablemente
justificado, la respectiva actuación deberá ser excluida del ordenamiento por
ser violatoria del principio de igualdad.
Si la desigualdad aducida resulta de una
distinción hecha por el legislador y cuya validez se niega, la carga de probar
la razonabilidad de la diferencia incumbe a quien defiende la ley; por su
parte, quien impugna una ley por considerar que desatiende diferencias
significativas, debe aportar las razones por las que debió atribuirse
relevancia jurídica a tales diferencias.
JUEZ CONSTITUCIONAL-Criterios/LEY-Validez
Constitucional
La Constitución menciona algunas de las
razones o situaciones fácticas para prohibir que el legislador las adopte como
factor de diferenciación. No obstante, la mención de los factores considerados
discriminatorios para establecer una diferencia de protección o trato no es
suficiente. El juez ha de buscar fuera de la Constitución el criterio de
diferenciación con el cual juzgar la validez constitucional de una norma que
atribuye relevancia jurídica a cualquiera de las infinitas diferencias fácticas
que la realidad ofrece.
Al juez constitucional no le basta oponer
su "razón" a la del legislador, menos cuando se trata de juzgar la
constitucionalidad de una norma legal. La jurisdicción es un modo de producción
cultural del derecho; el poder del juez deriva exclusivamente de la comunidad y
sólo la conciencia jurídica de ésta permite al juez pronunciarse sobre la
irrazonabilidad o no de la voluntad del legislador.
CONCURSO DE MERITOS/EXCEPCION
DE INCONSTITUCIONALIDAD
Toda autoridad administrativa en ejercicio
de sus facultades discrecionales para el nombramiento de una persona en un
cargo, cuando medie previamente concurso, deberá diseñar y ejecutar la
evaluación de tal forma que excluya el trato discriminatorio de los aspirantes.
Por su parte, las normas que por su indeterminación al otorgar facultades
discrecionales a la autoridad permitan un trato discriminatorio deberán ser excluidas
del ordenamiento y, mientras ello así sucede, deberán ser inaplicadas en el
caso concreto para evitar la vulneración del principio de igualdad.
SENTENCIA DE JUNIO 19 DE 1992
REF. :
Expediente T-298
Actor: JORGE
ELIECER RANGEL
PEÑA
Magistrado
Ponente:
Dr. EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Séptima de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Jaime Sanín Greiffenstein, Ciro
Angarita Barón y Eduardo Cifuentes Muñoz, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de tutela T-298 adelantado
por el señor JORGE ELIECER RANGEL PEÑA contra el Instituto Nacional de los
Recursos Naturales Renovables y del Ambiente, INDERENA.
A N T E C E D
E N T E S
1. En su solicitud, el señor JORGE ELIECER
RANGEL PEÑA narra que después de once años de vinculación al Inderena
(Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente), en el
cargo de Almacenista del Proyecto Carare-Opón, fue despedido a fines de 1988,
cuando por motivos de seguridad personal relacionados con hechos de alteración
del orden público tuvo que abandonar el lugar de trabajo; en su momento, el
accionante consideró legal dicha decisión pero la tuvo como injusta; igualmente,
narró que pocos meses antes había enviado al funcionario competente de dicho
Instituto su petición de inscripción en la carrera administrativa para que
fuese tramitada debidamente ante el Departamento Administrativo de Servicio
Civil lo que nunca ocurrió por mala fe o al menos descuido de tal empleado, en
su sentir; por último relató que en septiembre de 1991 concursó para el mismo
cargo que había ocupado y que, a pesar de haber ocupado el primer puesto, y ser
política de la entidad escoger para el cargo al primero del concurso, no fue
nombrado.
2. Correspondió conocer del asunto al
Juzgado 53 de Instrucción Criminal de Bogotá, el cual, tras practicar algunas
pruebas, decidió el ocho de enero del año corriente negar la solicitud por
considerar que la insubsistencia había sido legal por tratarse de un empleado
de libre nombramiento y remoción - así el cargo fuese de carrera -, que no
existía prueba fehaciente de lo descrito por el accionante en relación con su
malograda inscripción en la carrera administrativa y que, finalmente, pese al
resultado del concurso, la decisión del Instituto que no lo escogió para el
cargo era legal conforme a la resolución 350 del 9 de julio de 1982, expedida
por el Jefe del Departamento Administrativo del Servicio Civil, cuyo artículo
2o., parágrafo, dispone que el nombramiento que se haga previo concurso debe
recaer sobre uno de los primeros cinco elegibles y no necesariamente en el
primero por su puntaje, de manera que el nominador goza de un razonable margen
de discrecionalidad.
3. Debido a impugnación interpuesta por el
actor, la segunda instancia se surtió ante el Tribunal Superior de Santafé de
Bogotá, el cual, a través de la Sala de Decisión Penal respectiva, el 24 de
enero cursantes, confirmó el fallo del inferior con similares argumentos; en
relación con las fallidas gestiones del peticionario para ingresar a la carrera
administrativa, el Tribunal dijo: "La acción de tutela tampoco va dirigida
a descifrar si se violó o no el derecho en el momento en que no se remitieron
los formularios para la inscripción en la carrera administrativa o si la
funcionaria encargada para ello, cometió o no un ilícito, tal como lo sugiere
el recurrente, por ende, su argumento se sale del contexto de lo invocado en el
ejercicio de la acción, de conformidad con el memorial petitorio".
4. La Sala Séptima de Revisión de Tutelas
entra a resolver mediante esta sentencia y por vía de revisión de los fallos
respectivos la acción de tutela intentada por el señor JORGE ELIECER RANGEL
PEÑA, mediante solicitud calendada el 23 de diciembre del pasado año.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Cargo central del solicitante
1. Esta Sala de Revisión de la Corte
Constitucional considera que el argumento central del peticionario para
solicitar la tutela de su derecho al trabajo no es tanto la declaratoria de
insubsistencia del INDERENA, acaecida en 1988, ni la posible negligencia o mala
fe del funcionario público que omitió el trámite de su inscripción en la
carrera administrativa con anterioridad a su desvinculación, sino la negativa
de la entidad a nombrarlo en el mismo cargo, luego de haber ocupado el primer
puesto en el concurso celebrado por ésta en septiembre de 1991.
Concepto de los falladores de tutela
2. En concepto de los falladores de
instancia, el Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del
Ambiente al no escoger al señor RANGEL PEÑA para el cargo, actuó dentro de la
legalidad, puesto que la Resolución 350 del 9 de julio de 1982, expedida por el
Jefe del Departamento Administrativo del Servicio Civil, dispone en el
parágrafo del artículo 2o. que el nombramiento que se haga previo concurso debe
recaer sobre los primeros cinco elegibles, y no necesariamente en el primero
por su puntaje.
Discrecionalidad de la administración
3. Las normas invocadas para sustentar su
decisión otorgan a la entidad administrativa un razonable margen de
discrecionalidad con miras a garantizar el buen servicio y el efectivo
cumplimiento de sus funciones. La discrecionalidad está instituida en la ley en
favor de la administración y todos los actos proferidos en desarrollo de esta
atribución están amparados bajo la presunción de legalidad. Particularmente,
los preceptos jurídicos que autorizan a una entidad administrativa para nombrar
a alguno de los cinco primeros cuando ha mediado previamente concurso, son
expresión clara de la potestad discrecional, una de cuyas manifestaciones es la
facultad de libre nombramiento y remoción (CP art. 125).
No vulneración del derecho fundamental al
trabajo
4. En principio, la persona que ocupó el
primer puesto en un concurso para la provisión de un cargo en la
administración, y que a la postre no fue nombrada para ocuparlo, puede afirmar
la violación de su derecho al trabajo al verse excluido, sin razón suficiente,
del mismo. No obstante, las normas legales que regulan el ingreso a los cargos
públicos mediante concurso reservan a favor de la entidad respectiva la atribución
de nombrar libremente al funcionario entre los cinco primeros aspirantes, con
miras a dar cabida a factores que no se reflejan en los concursos y son
determinantes para el cargo, como las cualidades específicas de la persona y
sus antecedentes laborales y personales. En consecuencia, no es posible afirmar
la vulneración del derecho al trabajo cuando la persona solamente posee una
justificada expectativa para ocupar un cargo, pero no es titular de un derecho
adquirido que pueda ser oponible frente a la facultad nominadora de la
administración.
Posible vulneración del principio de
igualdad
5. Una norma que otorgue a la
administración un margen de discrecionalidad tan amplio que en su aplicación,
teniendo en cuenta su finalidad y los medios empleados para alcanzarla, pueda
dar lugar a un trato discriminatorio, es inconstitucional por contrariar el
artículo 13 de la Constitución.
En efecto, aunque el accionante de tutela
no adujo la violación del principio de igualdad, el juez constitucional tiene
el deber de establecer si la acción u omisión de la autoridad pública viola o
amenaza otros derechos fundamentales distintos a los invocados por el
solicitante, mediante aplicación analógica del artículo 22 del Decreto 2067 de
1991. La circunstancia de ocupar el primer puesto en un concurso de méritos
para un cargo de la administración y, sin embargo, no ser nombrado por la
entidad es factor suficiente para presumir un trato diferente, discriminatorio
en contra de la persona afectada por la medida. Si se demuestra que dicho trato
diferente no está objetiva y razonablemente justificado, la respectiva
actuación deberá ser excluida del ordenamiento por ser violatoria del principio
de igualdad.
Concepto de igualdad
6. La igualdad designa un concepto
relacional y no una cualidad. Es una relación que se da al menos entre dos
personas, objetos o situaciones. Es siempre resultado de un juicio que recae
sobre una pluralidad de elementos, los "términos de comparación".
Cuáles sean éstos o las características que los distinguen, no es cosa dada por
la realidad empírica sino determinada por el sujeto, según el punto de vista
desde el cual lleva a cabo el juicio de igualdad. La determinación del punto de
referencia, comúnmente llamado tertium comparationis, para
establecer cuando una diferencia es relevante, es una
determinación libre más no arbitraria, y sólo a partir de ella tiene sentido
cualquier juicio de igualdad.
Alcance del principio de igualdad
7. El principio de igualdad consagrado en
el artículo 13 de la Constitución, como principio normativo de aplicación
inmediata, supone la realización de un juicio de igualdad, a la vez que excluye
determinados términos de comparación como irrelevantes; es así como, en
atención al principio de igualdad se prohibe a las autoridades dispensar una
protección o trato diferente y discriminatorio "por razones de sexo, raza,
origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o
filosófica".
Derecho: factor de diferenciación y de
igualación
8. Sin embargo, el artículo 13 de la
Constitución no prescribe siempre un trato igual para todos los sujetos del
derecho, o destinatarios de las normas, siendo posible anudar a situaciones
distintas - entre ellas rasgos o circunstancias personales - diferentes
consecuencias jurídicas. El derecho es, al mismo tiempo, un factor de
diferenciación y de igualación. Opera mediante la definición de supuestos de
hecho a los que se atribuyen consecuencias jurídicas (derechos, obligaciones,
competencias, sanciones, etc.). Pero, los criterios relevantes para establecer
distinciones, no son indiferentes para el derecho. Algunos están expresamente
proscritos por la Constitución y otros son especialmente invocados para
promover la igualdad sustancial y con ello el ideal de justicia contenido en el
Preámbulo.
Concepción tradicional del principio de
igualdad
9. La idea de la ley como norma general,
impersonal y abstracta, es la base de todo el sistema jurídico decimonónico. La
ley es expresión de la voluntad general y, por definición, a todos trata por
igual. El principio de igualdad queda así subsumido enteramente en el principio
de legalidad.
Según esta concepción del derecho, la ley
es el único punto de referencia jurídicamente relevante para establecer
diferenciaciones, característica ésta que le impone a la misma su generalidad y
duración indefinidas. Para los aplicadores del derecho, administradores o
jueces, no hay más tertium comparationis distinto del que la propia ley,
en su grado de abstracción, ofrece. Para el legislador, el principio de
igualdad, así entendido, impide establecer entre los ciudadanos diferencias que
no resulten del libre juego de las fuerzas sociales. Entendida la sociedad
civil como un hecho natural, ajeno al Estado, no hay obstáculo alguno para
considerar naturales y, en consecuencia jurídicamente relevantes, las
diferencias que la sociedad establece.
Cambio de significado del principio de
igualdad
10. Sólo hasta la segunda mitad del siglo
XX, cuando se generaliza el sentimiento de que la igualdad no es un punto de
partida, sino una finalidad, y que la sociedad no es un hecho natural, ni
naturales las diferencias que de ella resultan, se opera en el mundo jurídico
un cambio de significado del principio de igualdad. Signos de la transformación
de la igualdad como generalidad abstracta son la irrupción de partidos de
"clase" al poder, la reducción del concepto de ley a una noción
puramente formal, el traslado de poder a los Parlamentos y, sobre todo, el
dominio de éstos por partidos políticos fuertemente organizados y
disciplinados, los cuales terminaron por eliminar los supuestos en los que se
asentaba el viejo sistema.
Criterios de diferenciación
11. El primer problema que plantea una
nueva concepción del principio de igualdad hace relación con cuál es el criterio
de diferenciación -tertium comparationis- al que ha de acudir el juez, en
contraste con el del legislador, para aceptar o rechazar el que éste incorporó
en la norma. La Constitución menciona algunas de las razones o situaciones
fácticas para prohibir que el legislador las adopte como factor de
diferenciación. No obstante, la mención de los factores considerados
discriminatorios para establecer una diferencia de protección o trato no es
suficiente. El juez ha de buscar fuera de la Constitución el criterio de
diferenciación con el cual juzgar la validez constitucional de una norma que
atribuye relevancia jurídica a cualquiera de las infinitas diferencias fácticas
que la realidad ofrece.
Fórmulas para precisar la relevancia de una
diferenciación
12. El carácter de "regla" que
ostenta el principio de igualdad consagrado en las constituciones modernas,
como la inclusión de determinados criterios expresamente prohibidos, han
llevado a todas las jurisdicciones constitucionales a acuñar fórmulas para establecer
cuándo se está ante una diferenciación irrelevante y, por lo tanto, frente a un
trato discriminatorio. Entre las más importantes se encuentran la razonabilidad
de la diferenciación y la proporcionalidad de los medios incorporados en la
norma y los fines de ésta.
Justificación objetiva y razonable
13. Según la doctrina del Tribunal Europeo
de Derechos Humanos, toda desigualdad no constituye necesariamente una
discriminación; la igualdad sólo se viola si la desigualdad está desprovista de
una justificación objetiva y razonable, y la existencia de dicha justificación
debe apreciarse según la finalidad y los efectos de la medida considerada,
debiendo darse una relación razonable de proporcionalidad entre los medios
empleados y la finalidad perseguida.
Razonabilidad de la norma
14. La equiparación del principio de
igualdad con una exigencia de razonabilidad de la diferenciación no resuelve el
problema de cuál debe ser el criterio a escoger por el juez para valorar la
obra del legislador. Al juez constitucional no le basta oponer su
"razón" a la del legislador, menos cuando se trata de juzgar la
constitucionalidad de una norma legal. La jurisdicción es un modo de producción
cultural del derecho; el poder del juez deriva exclusivamente de la comunidad y
sólo la conciencia jurídica de ésta permite al juez pronunciarse sobre la
irrazonabilidad o no de la voluntad del legislador.
Proporcionalidad de la norma
15. De otra parte, los medios escogidos por
el legislador no sólo deben guardar proporcionalidad con los fines buscados por
la norma, sino compartir su carácter de legitimidad. El principio de
proporcionalidad busca que la medida no solo tenga un fundamento legal, sino
que sea aplicada de tal manera que los intereses jurídicos de otras personas o
grupos no se vean afectados, o que ello suceda en grado mínimo. De esta forma,
la comunidad queda resguardada de los excesos o abusos de poder que podrían
provenir del empleo indiscriminado de la facultad legislativa o de la
discrecionalidad atribuida a la administración.
Carga de la argumentación
16. La equiparación del principio de
igualdad con la interdicción de la arbitrariedad supone necesariamente un
problema procesal respecto de quién tiene la carga de la prueba sobre la
razonabilidad o no de una diferenciación. Si la desigualdad aducida resulta de
una distinción hecha por el legislador y cuya validez se niega, la carga de
probar la razonabilidad de la diferencia incumbe a quien defiende la ley; por
su parte, quién impugna una ley por considerar que desatiende diferencias
significativas, debe aportar las razones por las que debió atribuirse
relevancia jurídica a tales diferencias.
Igualdad y justicia distributiva
17. El derecho no es, sin embargo, una pura
estructura formal, sino una estructura dotada de sentido necesario. Todo orden
político-jurídico que se pretende justo relaciona estrechamente la idea de
justicia al principio de igualdad. El enunciado que ordena "tratar los
casos semejantes de la misma manera y los diferentes de diferente manera"
es un elemento central en la idea de justicia.
En efecto, tanto para Aristóteles como para
Platón, la teoría de la justicia es inseparable de la teoría de la política, en
cuanto que su objeto es la mejor forma de gobierno, es decir, el gobierno
justo. El principio de igualdad condiciona, en primer lugar, la forma justa de
distribuir el poder en una sociedad.
Igualdad sustancial e igualdad de
oportunidades
18. El principio de igualdad consagrado en
la Constitución no es ni un parámetro formal del valor de toda persona ante el
derecho, ni un postulado que pretenda instaurar el igualitarismo, sino una
fórmula de compromiso para garantizar a todos la igualdad de oportunidades.
La igualdad de oportunidades en un mundo
caracterizado por diferencias de todo tipo (étnicas, culturales, económicas,
sociales, políticas) se garantiza mediante la misma protección y trato de las
autoridades, sin que haya lugar a discriminación. Pero su consecución sólo es
posible estableciendo diferencias en favor de personas o grupos en situación de
desigualdad por sus condiciones concretas de marginamiento, discriminación o
debilidad manifiesta.
Igualdad de oportunidades y derechos de
participación
19. En el plano de la organización y el
funcionamiento de las instituciones públicas la igualdad de oportunidades se
traduce en el derecho a participar en el poder político y a ser respetado y
tenido en cuenta con similar consideración que a las demás personas. Uno de los
medios a través del cuál se ejercen tales derechos políticos de igualdad es el
sufragio; otro, el derecho a ocupar cargos en la administración. El postulado
de democracia participativa (CP, Preámbulo, arts. 1 y 2) inspira los derechos
políticos de participación y fundamenta la aplicación del principio de igualdad
de oportunidades en la provisión de empleos en las entidades del Estado.
Diversidad de empleos en la administración
20. Existen diversas modalidades de empleos
en los órganos y las entidades del Estado. Unos son de carrera, otros de libre
nombramiento y remoción, y otros, los cuales no están determinados por la
Constitución o la ley, son nombrados por concurso público (CP art. 125).
Objetivo común de los diversos empleos
21. Independientemente de los efectos
jurídicos de cada forma de vinculación al Estado - por carrera, libre
nombramiento o concurso - todos los empleos públicos buscan un objetivo común,
cual es el mejor desempeño de sus funciones para la consecución de los fines
del Estado. El ingreso y ascenso en los cargos de carrera se lleva a cabo mediante
el sistema de méritos y cualidades de los aspirantes; de igual forma, la
permanencia o desvinculación de una persona de libre nombramiento y remoción
obedece a razones de buen servicio o de confianza, según el caso, sin que la
discrecionalidad de la administración pueda tornarse en arbitrariedad. Nada
diferente sucede con los concursos públicos para acceder a un cargo: el
criterio principal es la "eunomía", o ley del mejor, según la cual,
los méritos personales determinan quién será el opcionado para ejercer las
funciones públicas.
Finalidad de la norma jurídica como
fundamento de la actividad estatal
22. La resolución 350 del 9 de julio de
1982, expedida por el Jefe del Departamento Administrativo de Servicio Civil,
invocada como fundamento por la autoridad nominadora en este caso, tiene como
finalidad escoger al mejor de los aspirantes para ocupar un cargo; tal
finalidad pretende ser lograda mediante el mecanismo del concurso público,
resguardando a la vez a la autoridad nominadora la facultad discrecional de
nombrar uno de los cinco primeros aspirantes.
Términos de comparación de la norma
23. Los términos de comparación
establecidos por la norma son, por un lado, el hecho de ocupar uno de los cinco
primeros puestos en un concurso público para un cargo y, por otro, la
circunstancia de no haber ocupado uno de dichos lugares, con la consecuencia de
quedar impedido para ejercer el cargo. Por otra parte, el criterio o factor
relevante para distinguir entre quién ocupará finalmente el cargo y aquéllos
que no serán nombrados, es la discrecionalidad de la autoridad nominadora.
Criterio relevante de la norma
24. En el presente caso, el tertium
comparationis, o criterio relevante para determinar quién debía ocupar el cargo
de Almacenista del Proyecto Carare-Opón en el Inderena, como resultado final
del concurso público celebrado para ello en septiembre de 1991, es la voluntad
de la autoridad administrativa. El Gobierno Nacional, en uso de las facultades
reglamentarias así lo dispuso, al establecer en el artículo 210 del Decreto
Reglamentario 1950 de 1973 que: "Cuando sea necesario proveer un empleo
por vacancia o creación y no fuere posible hacerlo por ascenso, deberá
designarse a una de las personas que se encuentren entre los cinco primeros
puestos de la lista de elegibles formado por concurso público".
Relación de fines y medios está justificada
racionalmente
25. Sometido al examen de
constitucionalidad, el criterio de diferenciación escogido - discrecionalidad
de la administración - sólo podría ser aceptable si existe una justificación
objetiva y razonable para establecer tal tratamiento diferenciado. La finalidad
buscada por el legislador mediante el sistema de concurso público para acceder
a un cargo en el Estado - escogencia por mérito - pretende ser alcanzada
finalmente por la decisión discrecional de la autoridad nominadora. Sin
embargo, la relación entre la finalidad de la norma y el medio escogido para
alcanzarla podría dar lugar a un resultado divergente, al depender éste
exclusivamente del criterio subjetivo de la autoridad. No obstante, la posible
divergencia entre la finalidad del concurso público y el criterio subjetivo de
la autoridad, no es un factor suficiente para inferir de allí la
irrazonabilidad del criterio diferenciador introducido en la norma ni, por
consiguiente, la ilegitimidad de uno de los medios escogidos, como es el de
garantizar un margen de apreciación suficiente a la administración en favor de
la mejor prestación del servicio.
Proporcionalidad de medios y fines
26. Aunque existe una justificación
razonable para aceptar el criterio diferenciador enunciado, éste debe ser
proporcional. El juicio de proporcionalidad entre el fin buscado por la norma y
los medios escogidos para ello tiene en cuenta no sólo la necesidad y la
adecuación de estos últimos al primero, sino además la existencia de otros
medios alternativos que, siendo menos gravosos de intereses o bienes jurídicos
legítimos, podrían lograr igual cometido.
Oportunidad del medio empleado y buena fe
27. La exigencia de una justificación
objetiva y razonable para establecer una diferenciación comporta la necesidad
de que los medios empleados sean adecuados, proporcionales y oportunos. Un
medio como la facultad discrecional de la administración puede ser adecuado y
proporcional con relación al fin del buen servicio buscado, pero por su
ejercicio inoportuno ser inconstitucional, al contrariar intereses legítimos de
una persona mientras se encuentra en determinadas circunstancias. La
oportunidad en el uso de un medio está condicionada a las circunstancias del
caso concreto.
Igualmente, la actuación pública es
desproporcionada cuando es contraria a las exigencias de la buena fe, en cuanto
la autoridad adopta una decisión que no es la conducta racional y recta que
podría esperarse de una persona en la misma situación.
Discriminación por trato desproporcionado
28. Estudiado detenidamente el caso
sub-examine bajo esta óptica, esta Sala de Revisión llega a la conclusión que
el medio empleado por la entidad administrativa para proveer uno de sus cargos,
atendidas las circunstancias del caso, se revela como desproporcionado en
cuanto a la relación de fines y medios. Mientras que el señor RANGEL PEÑA
demostró ser quien tenía mayores méritos para ocupar el cargo anteriormente
desempeñado por él - con lo que cumplía con la finalidad de escoger al mejor -,
la autoridad administrativa en uso de su discrecionalidad no lo nombró, sin
mediar siquiera motivación para ello, ni acreditar o alegar razones de peso
para apartarse del resultado del concurso, invocando el ejercicio de las
propias razones, con lo cual acabó traicionando la confianza legítima del
concursante mejor opcionado.
La decisión de la autoridad lleva
indefectiblemente al descrédito del sistema de concurso por desatención
absoluta de sus resultados. Si a la administración le cabía ejercer su potestad
discrecional escogiendo a uno de los cinco primeros del concurso, ello había
podido hacerlo mediante la elección de otro medio que no tuviera efectos contraproducentes
sobre la credibilidad de los sistemas de acceso al ejercicio del poder
político, como por ejemplo, incorporando en el concurso público mismo
evaluaciones sicológicas, motivacionales o comportamentales de quien aspira a
ocupar un cargo determinado.
Además, al acreditar el señor RANGEL PEÑA
su condición de persona con más méritos para ocupar el cargo, y estando
demostrado que la política del INDERENA era la de elegir a quien ocupara el
primer puesto en el concurso público, según lo confirmara en declaración ante
el juez de conocimiento el señor SERGIO OCTAVIO GAVIRIA TRESPALACIOS,
Subgerente Administrativo y Financiero del Inderena, la carga de la
argumentación y de la prueba para no respetar esta situación diferencial se
desplazó a la entidad.
Límites al poder discrecional de la
administración y del legislador
29. Toda autoridad administrativa en
ejercicio de sus facultades discrecionales para el nombramiento de una persona
en un cargo, cuando medie previamente concurso, deberá diseñar y ejecutar la
evaluación de tal forma que excluya el trato discriminatorio de los aspirantes.
Por su parte, las normas que por su indeterminación al otorgar facultades
discrecionales a la autoridad permitan un trato discriminatorio deberán ser
excluidas del ordenamiento y, mientras ello así sucede, deberán ser inaplicadas
en el caso concreto para evitar la vulneración del principio de igualdad.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima
de Revisión de la Corte Constitucional, en mérito de lo expuesto,
R E S U E L V E
PRIMERO.- REVOCAR la decisión de tutela proferida por la SALA
PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE SANTAFE DE BOGOTA del veinticuatro (24) de enero
de 1992, por la cual se confirmó la sentencia del JUZGADO 53 DE INSTRUCCION
CRIMINAL DE BOGOTA, del ocho (8) de enero de 1992.
SEGUNDO.- ORDENAR la inaplicación del parágrafo del artículo
2o. de la Resolución 350 del 9 de julio de 1982 y del artículo 210 del Decreto
Reglamentario 1950 de 1973 por ser incompatibles con el principio de igualdad
consagrado en el artículo 13 de la Constitución.
TERCERO.- CONCEDER la tutela de su derecho a la igualdad de
oportunidades y de su derecho fundamental al trabajo al señor JORGE ELIECER
RANGEL PEÑA y, en consecuencia, ORDENAR al Instituto Colombiano de los
Recursos Naturales Renovables y del Ambiente (INDERENA), por medio de su
Gerente General, que en el término de un (1) mes a partir de la notificación de
esta sentencia, proceda a nombrar al mencionado señor en el cargo para el cual
se presentó a concurso público y ocupó el primer lugar.
CUARTO.- COMUNIQUESE al JUZGADO 53 DE INSTRUCCION CRIMINAL DE
BOGOTA la presente decisión para que sea notificada a las partes conforme lo
dispone el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los efectos allí
contemplados.
Cópiese, comuníquese, cúmplase, e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Presidente
- Salvamento de voto -
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Séptima de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los diecinueve (19) días
del mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
Salvamento de voto a la Sentencia No. T-422
ADMINISTRACION PUBLICA-Discrecionalidad/CARRERA
ADMINISTRATIVA/CONCURSO DE MERITOS (Salvamento de voto)
La Resolución del Departamento
Administrativo del Servicio Civil es clara en el sentido de que el nominador
está obligado a designar uno de los cinco primeros -bien entendido que los
elegibles pueden ser menos sin que por ello el principio pierda aplicabilidad-
pero que no está forzado a escoger a quien haya ocupado el primer lugar, pues
se le ha querido dar un cierto margen de apreciación de lo que más convenga a
la Entidad y a la administración de acuerdo con factores que generalmente no
son reflejados por los concursos pero que tienen suma importancia como son
"las cualidades específicas del funcionario en relación al cargo que se va
a proveer y los antecedentes laborales y personales del mismo".
EXCEPCION DE INCONSTITUCIONALIDAD-Improcedencia/JUEZ DE TUTELA-Límites
(Salvamento de voto)
La sentencia sin ninguna explicación lógica
o forma alguna de distinción, salta de un momento a otro a criticar las normas
en sí y en su contenido general, aparte de cualquier caso concreto en que se
apliquen y sea que se apliquen o no razonable y equitativamente y por lo
mismo, sin ninguna autoridad para ello y en abierto desafio a nuestro sistema
constitucional y legal, termina decidiendo una inaplicabilidad por
inconstitucionalidad general y no limitada al caso concreto, en razón y para
el mismo que es lo lógico, técnico y procedente. Somos jueces constitucionales
y no administradores.
Me permito salvar el voto de la sentencia
T-422 del 16 de junio corrientes, dictada dentro del proceso de tutela
instaurado por el señor JORGE ELIECER RANGEL PEÑA y que yo considero
francamente abusiva.
En primer término, quiero dejar establecido
el modo como creo que debió decidirse el caso, lo que haré mediante la
transcripción de lo pertinente de la ponencia inicial que presenté y que fue
desautorizada por la mayoría, y luego comentaré el proveído del cual me separo.
1. La ponencia inicial, en esencia, decía
así:
"En
cuanto al resultado del concurso que se efectuó en septiembre del pasado año,
debe considerarse que existe la resolución 350 de 1982 del Jefe de Departamento
Administrativo del Servicio Civil, como lo afirman los sentenciadores de
instancia con razón, la que es clara en el parágrafo de su artículo 2o. en el
sentido de que el nominador está obligado a designar uno de los cinco primeros
-bien entendido que los elegibles pueden ser menos sin que por ello el
principio pierda aplicabilidad- pero que no está forzado a escoger a quien haya
ocupado el primer lugar, pues se le ha querido dar un cierto margen de
apreciación de lo que más convenga a la Entidad y a la administración de
acuerdo con factores que generalmente no son reflejados por los concursos pero
que tienen suma importancia como son "las cualidades específicas del
funcionario en relación al cargo que se va a proveer y los antecedentes
laborales y personales del mismo"".
Es
de observar en este punto que el autor de la resolución estaba facultado al
efecto por el artículo 184 del Decreto reglamentario 1950 de 1973, entre otros;
dice este artículo: "La provisión de los empleos comprendidos en la
carrera administrativa se hará mediante la selección de candidatos capacitados,
por el sistema de concursos, de acuerdo con los reglamentos que expida el
Departamento Administrativo del Servicio Civil".
Además,
ya el decreto ley 2400 de 1968 le había señalado atribuciones al Departamento
Administrativo del Servicio Civil para "fijar la política en materia de
administración de personal civil" y para "establecer los sistemas de
selección"(art. 54).
Finalmente,
se destaca que el artículo 210 del decreto 1950 de 1973 ya había establecido el
sistema cuando dispuso: "Cuando sea necesario proveer un empleo por
vacancia o creación y no fuere posible hacerlo por ascenso, deberá designarse a
una de las personas que se encuentren entre los cinco primeros puestos de la
lista de elegibles formado por concurso abierto".
Se
concluye, entonces, que la conducta del empleador se ciño a la ley.
2. A
su vez, la providencia merece algunos comentarios, como los siguientes:
a. Se
parte del presupuesto equivocado de que las pruebas que componen el concurso de
méritos arrojan un resultado perfecto, completo, absolutamente confiable y, por
lo tanto obligatorio como demostración inconcusa de una disposición o vocación
inmejorable para el cargo, cuando la verdad es que se trata de un instrumento
falible y oscilante que se ha venido diseñando como fórmula de ayuda y como una
guía de importancia apenas relativa para llegar a decisiones que tienen más
complejidad y vasto alcance como son las que atañen a las necesidades del
servicio y al mejor desarrollo de la función pública, puntos estos que son los
verdaderamente centrales y básicos en la escogencia de los funcionarios
públicos; hay, además, una serie de factores y aspectos que tienen influencia
en esto último y que no se reflejan ni están contenidos en tales pruebas y que
pueden ser determinantes, como ocurre, por ejemplo, con inusitada frecuencia
con rasgos morales relevantes, antecedentes personales, hábitos y costumbres
que, como si fuera poco, son refractarios a una evaluación simplemente
numérica.
Ante
este carácter nada más instrumental y orientador de las pruebas del concurso,
es apenas natural que la normatividad deje un cierto margen de
discrecionalidad, no para que se ejercite arbitrariamente o sin razón -como
parece creer la sentencia que siempre ocurre- sino para que dentro de la
prudencia y el designio de acierto se acuda en mejor forma a llenar el interés
público; en esta forma se le da al concurso la importancia que tiene y se le
reconoce su efecto, pero se llenan los vacíos y debilidades que presenta.
Entonces, el resultado no es la discriminación ilegítima sino la ponderación de
distintos factores, entre estos los que brindan las pruebas y números del
concurso.
b. La
sentencia reconoce en un principio la validez del sistema de escogencia entre
los 5 primeros que estatuyen el decreto reglamentario 1950 de 1973 y la
resolución 350 del 9 de julio de 1982 del Departamento Administrativo del
Servicio Civil y la necesidad de estudiar en cada caso concreto y particular,
como se admite ordinariamente en el derecho administrativo, si ha habido
discriminación ilegítima por abuso o desviación del poder o falsa motivación.
Dice, en efecto, en términos generales: "Si se demuestra que dicho trato
diferente no está objetiva y razonablemente justificada, la respectiva
actuación deberá ser excluida del ordenamiento por ser violatoria del principio
de igualdad". Más concretamente dice: "Un medio como la faculta
discrecional de la administración puede ser adecuado y proporcional con
relación al fin del buen servicio buscado, pero por su ejercicio inoportuno ser
inconstitucional, al contrariar intereses legítimos de una persona mientras se
encuentra en determinadas circunstancias. La oportunidad en el uso de un medio
está condicionada a las circunstancias del caso concreto". Igualmente se
desprende de otros pasajes que se trata de desnudar el caso concreto.
Sin
embargo -y esto es duramente censurable- sin ninguna explicación lógica o forma
alguna de distinción, salta de un momento a otro a criticar las normas en sí y
en su contenido general, aparte de cualquier caso concreto en que se apliquen y
sea que se apliquen o no razonable y equitativamente; por eso concluye con
este "dictum" general e indiferenciado: "....las normas que por
su indeterminación al otorgar facultades discrecionales a la autoridad permitan
un trato discriminatorio deberán ser excluidas del ordenamiento y, mientras
ello así sucede, deberán ser inaplicadas en el caso concreto para evitar la
vulneración del principio de igualdad"; y por lo mismo, sin ninguna
autoridad para ello y en abierto desafio a nuestro sistema constitucional y
legal, termina decidiendo una inaplicabilidad por inconstitucionalidad general
y no limitada al caso concreto, en razón del caso concreto y para el caso
concreto -como aparece en el numeral 2o. de la parte dispositiva- que es lo
lógico, técnico y procedente (art. 29-6, Decreto 2591,91).
c. Finalmente, como
lo dije en las reuniones pertinentes, creo que somos jueces constitucionales y
no administradores y que el expediente no daba base ninguna para pensar que se
hubiese conculcado ningún derecho al peticionario y se hubiese caído en la
arbitrariedad y la discriminación; creo que las normas son constitucionales por
las razones apuntadas y, además, que la Sala abusó de sus poderes en la
declaratoria dicha, contenida en su parte resolutiva, y al ordenar un
nombramiento supuestamente basado en el resultado de un concurso que ella ni
siquiera conoció.
Fecha ut supra.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Magistrado |
57 | T-423-92
Sentencia No
Sentencia No. T-423/92
DERECHO A LA VIVIENDA
El derecho a la vivienda sólo puede
obtenerse, al igual que todos los derechos, de conformidad con la ley; y no,
desconociendo derechos de los co-asociados, como se ha pretendido, al convertir
a los "invasores" en titulares reclamantes del derecho a la vivienda
establecido en la Constitución Política. Se trata de un derecho asistencial,
que debe ser promovido por el Estado, de acuerdo con la ley, para ser prestado
directamente por éste o a través de entes asociativos igualmente regulados
jurídicamente, tal como se ha expresdo. De suerte que no es un "derecho
fundamental" sobre el cual pueda caber la acción de tutela. La terminación
de un contrato de arrendamiento no puede tenerse como violatoria del derecho a
la vivienda consagrado en la CP.
JUEZ DE TUTELA-Límites
No es labor del juez de tutela reemplazar a
los jueces en la función judicial que les confiere la ley sino, con un carácter
subsidiario, amparar a los particulares en relación con las decisiones de las
autoridades públicas que atenten contra sus derechos. De suerte que el Juez en
cada caso debe afinar la interpretación de las acciones u omisiones, que según
la demanda violan un derecho fundamental, a fin de constatar si, efectivamente,
de manera indudable, sin mayores argumentaciones jurídicas violan el derecho
demandado.
SALA DE REVISION No. 5
REF. Expediente
No. T-351
Derecho a la
Vivienda
Actor:
LUIS HERNANDO
HEREDIA LEON
Magistrados:
Dr. FABIO MORON DIAZ
-Ponente-
Dr. SIMON RODRIGUEZ
RODRIGUEZ
Dr. JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN
Aprobada según Acta No. 3
Santafé de Bogotá, D.C., junio veinticuatro
(24) de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Corte Constitucional, Sala de Revisión
de Tutelas, se pronuncia sobre la acción de la referencia, en el Grado
Jurisdiccional de Revisión, teniendo en cuenta lo siguiente:
A N T E C E D E N T E S
El señor LUIS HERNANDO HEREDIA LEON, en
ejercicio de la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la
Constitución Política, y desarrollada en los Decretos No. 2591 de 1991 y No.
306 de 1992, solicita el amparo de sus derechos constitucionales previstos en
los artículos 29 y 51 de ese mismo Estatuto Superior, "los cuales pretende
violar el Alcalde Municipal de Melgar, por medio de las resoluciones 1482 del
18 de septiembre de 1991 y 025 de 1992, mediante los(sic) cuales da por
terminado en forma unilateral el contrato de arrendamiento celebrado con el
municipio de Melgar y se me da un término perentorio de ocho días para que
desocupe el inmueble".
Su solicitud "se limita a que el señor
Juez ordene la suspención (sic) de las Resoluciones...", mientras se le
soluciona el problema de su vivienda o se pronuncia el "fallo de fondo
sobre la legalidad de las citadas Resoluciones del Honorable Tribunal
Administrativo del Tolima, solicitud que conlleva urgencia habida cuenta que
ya están corriendo para mí los 8 días de plazo para la entrega de la
vivienda".
Sustenta su petición en los siguientes
argumentos:
- Que "Si bien es cierto que contra
las citadas resoluciones cabe la vía de lo contencioso administrativo, no deja
de ser menos cierto que mientras se presenta la demanda y se produce el fallo
del Tribunal Administrativo se puede producir un perjuicio irreparable con el
desalojo y posterior demolición de las casas".
- Que "Las citadas Resoluciones
contrarían abiertamente el espíritu que tuvo el Concejo Municipal de Melgar al
expedir el acuerdo que cambia la destinación de las casas fiscales, pues,
según se desprende de las actas y proposiciones del mismo, a este Acuerdo sólo
se le daría aplicación solamente (sic) después de que se le hubiese
solucionado el problema de vivienda a quienes allí habitan".
- Que "El trámite de las
Resoluciones y las acciones acometidas por la Administración Municipal han sido
a todas luces irregulares y contrarias a la Constitución y la ley, según se
desprende de la forma en que se iniciaron unos procesos de lanzamiento que
cursaron en el Juzgado Civil del Circuito de Melgar y la forma como han sido
notificados, fuera de la hora judicial y utilizando medios coercitivos a todas
luces ilegales, motivo por el cual en la actualidad cursa una investigación en
la Personería Municipal".
- Que el Acuerdo No. 017 de 1990, del
Concejo Municipal de Melgar, que sirvió de base para la expedición de las
Resoluciones se halla demandado ante el Honorable Tribunal Administrativo del
Tolima, por lo que solicita la suspensión de éstas, "...ya que en caso de
que el Tribunal Administrativo del Tolima declare nulo el citado acuerdo, las
resoluciones carecerían de base legal y por ende serían nulas y jamás nunca
(sic) se podrían aplicar, y si se produce el desalojo dentro del término
establecido por el señor Alcalde se produciría un daño que sería reparable
solamente por la vía de la indemnización, es decir, en los términos del Decreto
reglamentario de la tutela, un perjuicio irremediable".
LA DECISION JUDICIAL QUE SE REVISA
El señor Juez Segundo Penal del Circuito de
Melgar, mediante sentencia del veinticuatro (24) de enero de mil novecientos
noventa y dos (1992), resuelve sobre la acción de tutela instaurada por el
actor: "PRIMERO. Declarar que al señor LUIS HERNANDO HEREDIA LEON no se
le ha violado ni puesto en peligro uno de los derechos fundamentales de la C.N.
por él impetrado, ni otro derecho señalado en la Constitución como
fundamental. "SEGUNDO.- RECHAZAR por improcedente la acción de tutela
como mecanismo transitorio propuesto por el mismo", previas las siguientes
consideraciones:
- Que el artículo 51 de la C.N. que
establece "el derecho que tienen todos los colombianos a una vivienda
digna, encuéntrase consagrado en el título 2o. Capítulo 2o., llamado
genéricamente "De los Derechos, las Garantías y los Deberes", y
conocido específicamente como uno de los derechos sociales, es decir, que a
voces del artículo 2o. del Decreto 2591 del 19 de noviembre del pasado año, se
encuentra protegido por la tutela como mecanismo transitorio, si bien es cierto
no está consagrado como fundamental, de conformidad a los artículos 11 al 41 de
que habla el Capítulo I del título mencionado, de acuerdo a lo reglado en el
aludico (sic) decreto, se podrá solicitar esta acción."
- Que la Administración Municipal está a
cargo de un alcalde municipal y de una corporación administrativa denominada
Concejo Municipal (arts. 313 y 314 de la C.N.)," y que los bienes y rentas
gozan de las mismas garantías que las propiedades y rentas de los particulares
y podrán ser ocupados en los mismos términos que lo son la propiedad
privada" (art. 66 de; C de R. P. y M.)", y en desarrollo de las
anteriores normas, el alcalde tiene como atribuciones la de hacer cumplir la
C.N., la ley, los decretos, ordenanzas y los acuerdos municipales (art. 315
C.N.)".
- Que el Alcalde Municipal suscribió
contrato de arrendamiento con el accionante, cuya duración era de seis (6)
meses, prorrogables por acuerdo de las partes o automáticamente para periodos
sucesivos de tres (3) meses. "En la claúsula octava se estableció que
cuando el arrendatario pierda la investidura de empleado municipal tendrá un
plazo de tres meses para que el bien sea desocupado y entregado al
municipio."
- Que el estatuto de contratación
(D.222/83), regula los contratos administrativos y de derecho privado de la
administración, estableciendo lo concerniente a cláusulas obligatorias y
terminación unilateral.
- Que "ante la declaratoria de
exequibilidad del acuerdo 017 del primero de Diciembre de 1990 por parte del
Tribunal Contencioso Administrativo del Tolima, el Alcalde actual TOMAS ALFREDO
MORENO NIETO, es facultado por ese mismo acuerdo para tomar las medidas
pertinentes y ejecutarlo, procede autorizado por el artículo 19 del Decreto 222
referido a la terminación unilateral del contrato celebrado con el quejoso,
pues aquí el interés general prima sobre el particular, si bien es cierto LUIS
HERNANDO HEREDIA aún es empleado del Municipio, y el contrato se encontraba
vigente para la fecha en que fuera declarado terminado, dada la cláusula
quinta del contrato, esto es, ante el silencio entre las partes para renovar el
contrato, entendiéndose prorrogado, y no vencido el término legal de los cinco
años de duración del arrendamiento, según el artículo 157 del mismo Decreto,
esa terminación unilateral era procedente dado el régimen especial aludido y
se cumplió el trámite propio de los artículos 28 y 42 del Código Contencioso
Administrativo, es decir, el deber de dar a conocer la Alcaldía sus decisiones,
hasta tal punto que se agotó la vía gubernativa por parte del quejoso".
Que lo anterior permite colegir que no se violó el debido proceso estipulado en
el artículo 29 de la C.N..
- Que las actas del Concejo Municipal
aportadas por el accionante son posteriores al acuerdo, y por lo tanto no
pueden servir de prueba o medio para su interpretación y que, en caso de que
la Corporación hubiese querido ampararlos, debió expresarse esa voluntad en
otro acuerdo municipal, el cual no se expidió.
- Que no se debe olvidar "que el
Concejo Municipal de Melgar en desarrollo al art. 51 de la C.N. que habla del
derecho a una vivienda digna profiere el acuerdo No. 010 del 29 de agosto de
1991, esto para la adquisición de vivienda y en el presente evento se trata de
un contrato de arrendamiento, lo cual frente a los objetivos perseguidos por el
Consejo repítese, el interés es general frente a estos terceros
particulares....".
- Que el interés de la accionante
"sería entonces simple, por lo cual no puede contraponerse a un interés
general, por lo que no le asiste legitimidad e interés como así lo exige el
artículo 10 del Decreto 2591 de 1991, art. 58 C.N.".
- Que no se puede conceder la tutela al
querellante como mecanismo transitorio, por cuanto el perjuicio no es
irremediable (art. 6o. 2591/91).
C O N S I D E R A C I O N E S
La Competencia
Es competente la Sala para conocer de la
acción de tutela instaurada por el señor LUIS HERNANDO HEREDIA LEON, de acuerdo
con lo preceptuado en los artículos 86 inciso 2o. y 241 numeral 9 de la
Constitución Nacional, desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591
de 1991.
La Materia
La revisión comprende la determinación del
alcance del Derecho Constitucional a la Vivienda, frente a su posible violación
por las resoluciones 1482 de 18 de septiembre de 1991 y 025 de 1992, expedidas
por el Alcalde Municipal de Melgar, mediante las cuales dió por terminado
unilateralmente el contrato de arrendamiento que tenía suscrito el accionante
con el municipio.
El Derecho a la Vivienda
El crecimiento urbano de la sociedad
colombiana y el proceso de colonización de zonas rurales han producido un
déficit de 1'800.000 viviendas (DANE), cuya atención resulta un elemento
ineludible en los planes de desarrollo económico y social (artículos 339 y ss
C.N.), para asegurar el respeto a la dignidad humana, que no puede lograrse
sin la provisión de elementales condiciones de vivienda para los asociados.
Esta situación exigía soluciones provenientes no sólo de mecanismos
garantizadores del Estado, sino también de la sociedad, en consideración a
una estructura económica que reconoce en sus Normas Superiores el derecho a la
propiedad privada como una garantía individual, sin perjuicio de asignarle una
"función social" (art. 58 C.N.). La circunstancia de que el derecho
a la vivienda se encuentre vinculado de manera directa a la propiedad sobre el
suelo, obliga a interpretar los alcances de los dos derechos de manera
armónica, de acuerdo con los predicados del propio texto constitucional.
El artículo 51 de la Constitución Política
al consagrar el derecho a una vivienda digna, refleja el interés del
constituyente en asegurar la seguridad material de las personas. La
disposición constitucional orienta la política social, siguiendo las
previsiones del Pacto Internacional de Derechos Económicos y Sociales que en
su artículo 11 numeral 1o. consagra "el derecho de toda persona a un
nivel de vida para sí y su familia, incluso, alimentación, vestido y vivienda
y a un mejoramiento continuo de las condiciones de existencia...". Así,
acogió el constituyente el criterio contemporáneo de incluír dentro de los
programas de desarrollo al sector de la vivienda, no sólo urbana sino también
rural, tal como se desprende de la regulación que para esos fines trae el
artículo 64 de la C.N., que impone al Estado el deber de promover el acceso
progresivo a la propiedad de la tierra de los trabajadores agrarios y al
servicio de la "vivienda" entre otros.
El artículo 51 de la Constitución Política
consagra el derecho de todos los colombianos a una vivienda digna. Este
precepto acusa la influencia de la Constitución Española que en su artículo 47
dice: "Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda
digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y
establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando
la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la
especulación. La Comunidad participará en las plusvalías que genere la acción
urbanística de los entes públicos". Esta norma a su vez tuvo como antecedente
inspirador al artículo 65 de la Constitución Portuguesa que expone: "Todos
tendrán derecho, para sí y para su familia, a una vivienda de dimensión
adecuada, en condiciones de higiene y comodidad, y que preserve la intimidad
personal y familiar".
El correspondiente enunciado normativo de
la Constitución Colombiana, determina dos sujetos ante los cuales puede hacerse
efectivo el derecho a la vivienda, que deben ser reglamentados por la ley, el
uno, el Estado, que deberá suministrar el servicio de acuerdo con las
condiciones que se fijen en la reglamentación y que además debe promover
planes de vivienda de interés social, es decir, destinados a satisfacer la
necesidad de ese servicio, en los sectores inferiores y medios de la sociedad,
en los cuales aparece detectado el déficit antes señalado. Además, entiende la
norma, de manera indirecta, que el Estado debe promover la organización de
formas asociativas que adelanten programas de vivienda, con lo cual, éstas se
convertirán en su momento en sujetos ante quienes se pueda hacer exigible el
derecho comentado. También consagra la norma una obligación de democratizar
el crédito, estableciendo "sistemas adecuados de financiación a largo
plazo". Debe indicarse que el texto de la norma permite concluir que el
Estado puede intentar formas mixtas para prestar el servicio de la vivienda, en
concurrencia con el interés particular.
En razón de que la norma final acordada por
el constituyente eliminó del proyecto presentado por el gobierno la fórmula
idéntica a la actualmente vigente en la Constitución Española, de acuerdo con
la cual el Estado participaría en la plusvalía que genere la acción urbanística
de los entes públicos, los actuales propietarios de los predios urbanos
urbanizables responderán, en el marco de la preceptiva legislativa que se
expida, para hacer efectivo el derecho a la vivienda, de acuerdo con la
función social que se reconoce de manera general a la propiedad. Sobre este
particular, y para la vivienda urbana, la Constitución Política (art. 313
numeral 7o.), confiere a los Concejos Municipales la facultad de reglamentar
el uso del suelo, dentro de los límites que fije la ley, y para vigilar y
controlar las actividades relacionadas con la construcción y enajenación de
inmuebles destinados a la vivienda, facultades éstas que deben ejercerse
dentro de los lineamientos y objetivos fijados por los planes de desarrollo y
con miras a asegurar el primordial derecho a la vivienda.
Aclara la Corte que el derecho a la
vivienda sólo puede obtenerse, al igual que todos los derechos, de conformidad
con la ley; y no, desconociendo derechos de los co-asociados, como se ha
pretendido, al convertir a los "invasores" en titulares reclamantes
del derecho a la vivienda establecido en la Constitución Política. Se trata de
un derecho asistencial, que debe ser promovido por el Estado, de acuerdo con la
ley, para ser prestado directamente por éste o a través de entes asociativos
igualmente regulados jurídicamente, tal como se ha expresado. De suerte que no
es un "derecho fundamental" sobre el cual pueda caber la acción de
tutela aquí considerada (art. 86 C.N.), (Ver sobre el particular sentencia de
tutela No. 8 de 1992, expediente No. T-399. M.P. Dr. Fabio Morón Diaz). En
consecuencia, no estaba llamada a progresar la acción instaurada por el señor
LUIS HERNANDO HEREDIA LEON.
La Sentencia
La providencia del Juez Segundo Penal del
Circuito de Melgar, de enero 24 de 1992, que resolvió la acción de la
referencia, señala que con las resoluciones municipales demandadas no se violó
el derecho fundamental al debido proceso consagrado en el artículo 29 de la
C.N.. Llega el Juez a la conclusión de que el funcionario tenía competencia
para expedirlas, que ejecutó un acuerdo del Concejo Municipal (declarado
exequible por el Tribunal Contencioso Administrativo), que así las ordenaba, y
que el demandante tuvo la oportunidad de agotar la vía gubernativa, todo lo
cual lo lleva a concluir, mediante esas valoraciones, que no se violó el
derecho al debido proceso administrativo. No obstante, advierte la Sala que el
Juez incurrió, en juicios que no son propios del juez de tutela, al afirmar que
la "terminación unilateral era procedente", pues, declaraciones como
ésta corresponden al juez contencioso administrativo y no al juez de la
tutela. Igual reparo se hace a la providencia cuando valora las pruebas para
fijar el alcance del acuerdo 017 que dió lugar a la expedición de los actos
acusados, aducidas por el actor, ya que esa valoración y el juicio sobre aquel
sólo pueden ser adelantados por la jurisdicción Contencioso Administrativa. De
manera que se corrige por estos aspectos la sentencia revisada. Las
circunstancias observadas permiten a la Sala, puntualizar que no es labor del
juez de tutela remplazar a los jueces en la función judicial que les confiere
la ley, sino, con un carácter subsidiario, amparar a los particulares en
relación con las decisiones de las autoridades públicas que atenten contra sus
derechos fundamentales. De suerte que el juez en cada caso debe afinar la
interpretación de las acciones u omisiones, que según la demanda violan un
derecho fundamental, a fin de constatar si, efectivamente, de manera indudable,
sin mayores argumentaciones jurídicas violan el derecho demandado; a la manera
de la convicción, que el juez contencioso administrativo, se forma sobre la
ilegalidad del acto demandado, para ordenar su suspensión provisional, en los
términos permitidos por la ley, porque de otra manera, la función judicial se
vería sustituída con la acción de tutela, como en el presente caso, por un
juez no especializado y de manera brevísima, con grave riesgo para la correcta
administración de justicia y rebasando el sentido y alcance constitucionales
de la acción de tutela.
De otra parte, señala la providencia que en
el presente caso, "se trata de un contrato de arrendamiento", que se
termina por la administración. Comparte la Sala el criterio del Juez, en el
sentido de que la terminación de un contrato de arrendamiento no puede tenerse
como violatoria del derecho a la vivienda consagrado en la Constitución
Política.
En resumen, la presente acción no está
llamada a prosperar porque:
1. Existen otros medios de defensa
judicial para hacer valer el derecho y no existe un perjuicio irremediable que
la haga procedente a prevención, como mecanismo transitorio en los términos
consagrados en el artículo 86 de la C.N..
2. De autos se desprende que en este caso
no se viola el derecho de vivienda, porque no hay ningún derecho de vivienda
que tutelar y, además, se observa, para precisar el alcance este derecho, que
él no tiene la categoría de derecho fundamental (art. 2o., Decreto 2591/91).
El numeral "Primero", de
la parte resolutiva de la sentencia adolece de una imprecisión en la
identificación de los derechos constitucionales a que se refiere. Por lo
tanto, la Sala, sin apartarse en lo sustancial, lo modificará a fin de que no
quede duda sobre los pronunciamientos que contiene en relación con los Derechos
al Debido Proceso y a la Vivienda.
En mérito de lo expuesto, esta Sala de
Revisión de la Honorable Corte Constitucional , administrando justicia en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero. MODIFICAR el numeral Primero de la sentencia
proferida por el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Melgar, de enero 24 de
1992, para resolver las peticiones de la demanda de la referencia, en los
siguientes términos:
DENEGAR las peticiones del actor LUIS
HERNANDO HEREDIA LEON, por no haberse violado el derecho al debido proceso, ni
estar en juego en este caso el Derecho a la Vivienda, que, por otra parte no
tiene la categoría de derecho fundamental.
Segundo. CONFIRMAR los numerales segundo, tercero y cuarto,
de la sentencia del Juez Segundo Penal del Circuito de Melgar de enero 24 de
1992, mediante la cual se resolvió la acción de tutela promovida por el señor
LUIS HERNANDO HEREDIA LEON.
Tercero. Comuníquese al Juzgado Segundo Penal del Circuito de
Melgar, la presente decisión para que sea notificada a las partes conforme a
lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
FABIO MORON DIAZ JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
58 | T-424-92
Sentencia No
Sentencia No. T-424/92
DERECHOS DEL INTERNO/DERECHOS
FUNDAMENTALES/ACCION DE TUTELA
El régimen jurídico especial al que se
encuentran sometidos los internos en ocasiones, resulta incompatible con
ciertos derechos, aún fundamentales, cuyo ejercicio, en consecuencia, se
suspende para tornar a él luego de que haya expirado el término de la pena, o
según las condiciones fijadas en la ley o en la sentencia. No sobra recalcar
que algunos de los derechos, reconocidos a los reclusos, bien conservados en su
plenitud o limitados en razón de su especial régimen jurídico, ostentan el
carácter de constitucionales fundamentales, aserto que se demuestra
fehacientemente si se tiene en cuenta que los reclusos están en posibilidad de
incoar la acción de tutela, acción sólo procedente para la defensa de derechos
constitucionales fundamentales cuando son violados o existe amenaza de su
violación.
DERECHO A LA INTIMIDAD PERSONAL Y
FAMILIAR/DERECHO AL LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
El derecho a la intimidad comprende una
temática amplia que cobija muchos aspectos de la vida pública y privada de las
personas, entendiendo ésta última como aquel espacio personalísimo que por su
naturaleza no le atañe a terceros. La realización personal y el libre
desarrollo de la personalidad exigen de parte de los particulares y del Estado,
el reconocimiento y el respeto de las conductas que la persona realiza, para
vivir de manera sana y equilibrada, física y emocionalmente. La vida afectiva
con el cónyuge o compañera permanente, dentro de la que se encuentran,
lógicamente, las relaciones sexuales, es uno de los aspectos principales de ese
ámbito o círculo de la intimidad.
Las medidas que ordenan la identificación
de quienes reciben "visitas conyugales"no coartan el derecho
constitucional a la intimidad de que disponen los reclusos, porque la persona
recluída conserva la libertad de escoger su pareja y de mantener relaciones
sexuales, siempre y cuando cumpla con las exigencias de salubridad, orden y
seguridad propias de los establecimientos carcelarios.
SALA DE REVISION No. 5
REF: Expediente No.
T-1246.
Derecho a la
Intimidad.
Peticionario:
NICOLAS MURILLO
GUTIERREZ
Magistrados:
Dr. FABIO MORON DIAZ
-Ponente-
Dr. SIMON RODRIGUEZ
RODRIGUEZ
Dr. JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN
Aprobado según Acta No. 3
Santafé de Bogotá D.C., Junio veinticuatro
(24) de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión en asuntos de tutela,
integrada por los Magistrados Simón Rodríguez Rodríguez, Jaime Sanín
Greiffensteín y Fabio Morón Díaz, previo estudio del Magistrado Ponente,
resuelve sobre la revisión de la sentencia relacionada con la acción de la
referencia.
El señor NICOLAS MURILLO GUTIERREZ
en ejercicio de la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la C.N. y
reglamentada por el Decreto 2591 de 1991 solicita la protección de sus derechos
constitucionales fundamentales contemplados en los artículos 13 y 25 C.N., al
considerar que han sido violados por las directivas de la penitenciaría
"Peñas Blancas" de la ciudad de Calarcá.
Señala el actor que en el centro penitenciario
contra el que se dirige la acción de tutela, se vulnera y cercena el derecho a
la libre escogencia del sexo, de la intimidad personal y de la correspondencia
de los convictos.
RAZONES DE HECHO Y DE DERECHO
El señor Nicolás Murillo Gutiérrez señala
como circunstancias fácticas y razones de derecho, las que se transcriben y
resumen a continuación:
Primero: Que en todos los centros carcelarios y
penitenciarios del país se efectúan los días domingos de cada semana visitas
femeninas y dentro de éstas se desarrollan las visitas conyugales. Aquí en este
Centro, se exige por parte de las directivas del establecimiento a los
convictos, la expedición de un carnet que debe contener el nombre del visitado,
la visitante y una foto de ésta adherida a dicho carnet como exigencia para que
el reo pueda efectuar el acto sexual con su esposa, compañera permanente o
concubina".
Segundo: "En este centro sólo se le permite la visita
conyugal a los reos que sean portadores del documento aquí citado, y es a través
de este procedimiento, donde las Directivas del Citado centro están cercenando
y vulnerando el contenido del Art. 13 de nuestra Carta Política...".
Tercero: Este sistema de control para las visitas
conyugales "restringe la libre escogencia de la mujer con la que el
convicto desea efectuar el acto de intimidad en dicha visita, ya que no se le
permite el acto sexual a aquel convicto que en una de las visitas conyugales se
gane u obtenga la simpatía de una dama".
Cuarto: "Es importante aclarar que dicho carné no es
un sistema de control higiénico de la salud sexual del convicto y su compañera,
sino que sólo es un sistema de obstaculizar la libre escogencia de su amiga
íntima a la que el reo tiene derecho y que es "INTANGIBLE". Es de
anotar que dentro de todos estos presupuestos se observa a la luz del día que
se está violando el derecho a la intimidad personal de nosotros los
convictos..."
Quinto: Señala el peticionario que "...se nos viola
el derecho que nos consagra el artículo 15 de nuestra Carta Magna con relación
a la correspondencia y demás formas de comunicación privada, que de acuerdo con
el artículo antes citado son inviolables, pero que en este centro se nos
desconoce dicho derecho que nos consagra nuestra Carta, toda vez que, la
correspondencia privada que enviamos o recibimos es violada por las directivas
de este centro".
Solicita al mismo tiempo que se
restablezcan y vigilen los derechos a los que se refiere en su escrito.
EL FALLO DE PRIMERA INSTANCIA
El Juzgado Primero Penal del Circuito de
Calarcá, Quindio, se pronunció sobre la Acción de tutela promovida por Nicolás
Murillo Gutiérrez, resolviendo; "No admitir el recurso que, por vía de
tutela, ha interpuesto el convicto Nicolás Murillo Gutiérrez, contra las
directivas de la Penitenciaría rural Peñas Blancas...". El Juez llega a
esta decisión con base en las consideraciones siguientes:
- Que los derechos fundamentales sobre
libertad e igualdad de las personas ante la Ley, el derecho a la intimidad
familiar y personal, "son plenos para todos los ciudadanos en condiciones
normales de libertad y convivencia de acuerdo a esa libertad, pero la situación
particular de cautiverio físico y, por qué no decirlo, también jurídico del
peticionario Nicolás Murillo Gutiérrez, hace que tales derechos fundamentales
sufran notoria mengua y limitaciones..."
- Que la reglamentación Nacional de
Decreto 1817 de 1964 e interna de visitas conyugales obedece a razones de salud
y control, por lo que la carnetización representa una sana reglamentación de la
convivencia carcelaria.
- No se refiere, el Juzgado a la posible
violación de la correspondencia por haber sido objeto de recurso de tutela ante
otro Juzgado de esa municipalidad.
La anterior decisión no fue objeto de
impugnación de acuerdo a lo previsto en el Art. 31 del Decreto 2591/91, y fue
enviada a la Corte Constitucional para la correspondiente revisión.
Teniendo en cuenta los antecedentes
expuestos, la Corte Constitucional -Sala de Revisión de Tutelas- procede a
decidir previas las siguientes
C O N S I D E R A C I O N E S
1. Competencia.
Es competente la Sala para conocer de la
acción de tutela instaurada por el señor NICOLAS MURILLO GUTIERREZ de acuerdo a
lo establecido en los artículos 86 inciso 2o. y 241 numeral 9 de la
Constitución Política y desarrollados en los artículos 33 y 34 del Decreto 2591
de 1991.
2. La Materia
La acción de tutela consagrada en el
artículo 86 de la C.N. fue introducida en el ordenamiento jurídico colombiano
como ágil instrumento para la protección de los derechos constitucionales
fundamentales, cuando quiera que estos estén siendo vulnerados o sobre ellos
se cierna amenaza de conculcación y en ambos eventos en virtud del actuar
positivo o negativo de cualquier autoridad pública; su procedencia se hace
depender de que el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial,
salvo que sea utilizada como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable.
En el caso que ahora ocupa la atención de
la Corte la referida acción ha sido impetrada por el señor NICOLAS MURILLO
GUTIERREZ, quien en la actualidad se encuentra descontando pena de prisión
de siete (7) años, y la instaura en procura de la defensa de sus derechos
constitucionales fundamentales, particularmente el derecho a la intimidad,
según él, perturbado por las directivas del centro penitenciario en el que
cumple la pena que le fue impuesta. La específica situación jurídica en la que
se halla el accionante en razón de la sentencia condenatoria que en su contra
fue proferida, lleva a la Sala a dilucidar, como cuestión previa a cualquier
otro análisis, cuáles son los derechos que disfrutan los convictos y cuál el
alcance de los mismos.
Una tendencia en la consagración de los
derechos, propia del constitucionalismo moderno, es la de hacer sujeto de los
mismos no sólo al hombre individualmente considerado, sino también a grupos de
personas, configurando de ese modo diversas especies de titulares colectivos;
paralela a esta tendencia se advierte otra, no totalmente divorciada de la
anterior, que propende por el reconocimiento de derechos de variada índole a
individuos ubicados en determinadas condiciones que dicen relación, por
ejemplo, con la situación económica, física y mental, las sucesivas etapas de
la vida, el sexo o con la posición que alguien ostenta como consecuencia de
prescripciones jurídicas que debe acatar; derechos que en ocasiones constituyen
reiteración de los ya contemplados en favor de todo hombre y tenidos como
inherentes o que, por el contrario, surgen de esas determinadas condiciones y
logran receptividad por parte del ordenamiento jurídico; así, pues, dentro de
esta segunda alternativa es frecuente detectar en los catálogos contenidos en
recientes constituciones derechos en favor de la mujer, de los niños, de los
adolescentes, de los ancianos, de los trabajadores del agro, en fin de los
presos. Respecto de los últimos se discurrirá dentro de esta providencia a
propósito de sus derechos, que ciertamente ya han obtenido consagración;
evidente muestra de este predicado es el artículo 25 de la Constitución
española de 1978 que en lo pertinente dice:
"Artículo 25.
Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas
hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos
forzados. El condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma
gozará de los derechos fundamentales de este Capítulo, a excepción de los que
se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el
sentido de la pena y la ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un
trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la seguridad social,
así como el acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad".
A su vez, las Constituciones de Alemania,
Brasil, Guatemala, Italia, Perú, Portugal, entre otras, reconocen a los presos
derechos de contenido múltiple. No sólo el ordenamiento interno de los Estados
se ha ocupado de tan importante cuestión, también en el ámbito internacional,
-que tanta relevancia tiene en virtud del artículo 93 de nuestra Carta que
prescribe la prevalencia en el orden interno de los tratados y convenios
ratificados por el Congreso que reconocen los derechos humanos y que prohiben su
limitación en los estados de excepción y que erige a los tratados que se ocupen
de estos derechos en pauta de interpretación de los contemplados en la Carta-,
existen instrumentos que han abordado el tema de los procesados y de los
condenados a pena privativa de la libertad. Tal acontece con el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos que en su artículo décimo recoge
el mandato conforme al cual "Toda persona privada de la libertad será
tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser
humano", a la vez que señala derechos para los menores procesados y para
los menores delincuentes, así como las finalidades del régimen penitenciario.
Luego de este brevísimo recorrido por los
campos del ordenamiento internacional y del derecho comparado estima la Sala
que es pertinente proceder al examen de la Constitución Colombiana en el punto
objeto de consideración y en efecto, un somero análisis del contenido de
nuestro estatuto superior, permite afirmar que su normativa se refiere a
importantes asuntos que guardan relación con el aspecto que nos interesa; en
primer término, después de indicar que "toda persona es libre" se
detiene en la enunciación de los requisitos que han de reunirse para reducir a
arresto o prisión, detener o registrar el domicilio, requisitos consistentes en
el "mandamiento escrito de autoridad judicial competente, con las
formalidades legales y por motivo previamente definido en la ley",
contempla asímismo derechos para las personas detenidas preventivamente y los
consagra igualmente para quienes sean sindicados o estén siendo procesados y
juzgados; pero claramente se advierte la ausencia de una norma expresa y
específica que reuna los derechos de aquellos individuos condenados a pena de
prisión en virtud de decisión judicial. Sin embargo, no puede entenderse
esta omisión como una voluntad tácita del constituyente en el sentido de
desconocer todo derecho a los reclusos; semejante deducción conduciría a
negarles su calidad de personas y la dignidad que a esa calidad es inherente.
El respeto a esa dignidad inherente al ser humano encuentra eco en el artículo
décimo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos al que se ha
aludido, e informa decisivamente el texto constitucional que, desde su artículo
primero, al definir a Colombia como Estado Social de Derecho organizado en
forma de República unitaria declara que se funda "en el respeto de la
dignidad humana", en el trabajo y la solidaridad de las personas que
la integran" (Subrayas de la Sala); el artículo 2o. prescribe como fin
esencial del Estado el de "garantizar la efectividad de los principios,
derechos y deberes consagrados en la Constitución"; postulados éstos
reiterados en el artículo Quinto contentivo del reconocimiento que el Estado
hace de los derechos inalienables de la personas "sin distinción
alguna" en concordancia con el artículo 94 que se refiere a los
derechos "inherentes a la persona humana". De las normas citadas, en
forma indubitable se desprende el reconocimiento de derechos a los reclusos,
conclusión a la que también es posible arribar al detenerse en el contenido de
otras disposiciones constitucionales tales como el artículo 12 que prohibe
entre otras cosas las penas crueles, inhumanas o degradantes, el artículo 34
que descarta las penas de destierro, prisión perpetua y confiscación o el
artículo 28 que en su parte final señala que en ningún caso podrá haber
"penas y medidas de seguridad imprescriptibles", y, más aún, del
artículo 11, que proscribe la pena de muerte.
Habiendo establecido, de modo general, que
los reclusos son titulares de derechos, surge una reflexión adicional orientada
a precisar el alcance de estos. Es evidente que el ejercicio de los derechos
reconocidos al hombre no es absoluto; por el contrario, sufre limitaciones
derivadas, entre otras causas, de la misma naturaleza humana o de la carencia
de idoneidad y de medios adecuados para desarrollarlos, ya del simple hecho de
vivir en sociedad, ora de imposiciones establecidas por la ley o la
Constitución, que en el caso colombiano señala en su artículo 95 como el
primero de los deberes de la persona aquel de "Respetar los derechos
ajenos y no abusar de los propios", postulado elemental que sirve de base
a la convivencia en sociedad y que implica conciliación de intereses
particulares en aras de la armonía social. Claro resulta entonces, que
confluyen el reconocimiento de derechos, esencial a la noción de Estado social
de derecho, y la necesidad de regularlos; se previene así el abuso y a la vez
se hace posible un mínimo de condiciones para que todos los asociados puedan
disfrutar de sus derechos. Tal necesidad de regulación en los estados
constitucionales se refleja, por ejemplo, en la existencia del Derecho de
Policía cuyo carácter básicamente preventivo lo erige en bastión insustituible
del orden social, debiendo destacarse que los reglamentos a los que se somete
el ejercicio de esa función reguladora se tornan en garantía de los derechos
del individuo, dado que contemplan las precisas pautas dentro de las que se
habrá de enmarcar la actuación enderezada a limitarlos, previéndose así un
mecanismo adecuado para evitar que, so pretexto de regulación de los derechos,
se termine anulándolos totalmente, situación que desvirtuaría el espíritu del
ordenamiento de Policía, que no es el de desconocer la libertad sino el de
protegerla y hacerla posible. Por eso las limitaciones que prevé no son en
forma alguna caprichosas, todo lo contrario, persiguen la consolidación de
ciertos fines indispensables a la convivencia, la prevalencia del interés
social, la moralidad, las buenas costumbres, la seguridad, la salubridad, entre
otros. Sobre este particular y en asunto que guarda relación con el tema ahora
abordado, la Honorable Corte Suprema de Justicia ha manifestado:
"Es lo que
explica el valor relativo de las libertades públicas y el hecho de que ellas
puedan ser tratadas por el legislador, o por el Gobierno, según el caso, a
través de una adecuada reglamentación cuyo objetivo es el hacer posible que
todos tengan acceso a ellas; que para todos, por igual, exista la misma
posibilidad de su disfrute. La libertad, toda libertad, no tiene significado
sino en la vida social, que es el objeto del derecho. Es un concepto y un
valor intelectual en función comunitaria. Por eso es relativo. El orden
jurídico implica necesariamente una modelación de ella, que, para ser posible,
debe ejercerse dentro de unos límites que permitan la libertad de los demás en
armonía con los intereses generales de la comunidad. Como proyección de la
persona humana hacia la periferia social, debe ser y no puede ser cosa distinta
de un instrumento razonado y adecuado para facilitar el ejercicio de un
gobierno democrático en su más alta y noble expresión, esto es, de un gobierno
que pueda cumplir su misión de velar por la vida, honra y bienes de los
asociados". (G.J. Nos. 2340-41-42, págs. 419-20; Magistrado Ponente:
Dr. JOSE GABRIEL DE LA VEGA).
Ahora bien, si en la vida libre es posible,
y más aún, necesario, adoptar medidas limitativas del ejercicio y
reconocimiento de los derechos, no es motivo de sorpresa que tales limitaciones
tengan que existir también en los establecimientos penitenciarios respecto de
algunos derechos de quienes en virtud de decisión judicial se encuentran
privados de la libertad, pues la convivencia en estos centro de reclusión
suele estar organizada imperativamente y la conducta de los internos sometida
a altas dosis de vigilancia y control en aras de garantizar un mínimo de
orden y disciplina, y la conservación de condiciones de moralidad, seguridad y
salubridad, todo lo cual, en últimas, ha de redundar en el cabal cumplimiento
de los fines que el ordenamiento jurídico penal atribuye a la pena. De estas
restricciones también ha hecho conciencia el constitucionalismo moderno. Ello
explica por qué el antecitado artículo 25 de la Constitución Española enseña
que "el condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma
gozará de los derechos fundamentales de este capítulo, a excepción de los que
se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el
sentido de la pena y la ley penitenciaria", resaltando la existencia de
limitaciones y a la vez la regulación legal de las mismas, de lo cual se colige
que el ejercicio de las potestades limitativas dentro de las penitenciarias no
puede ser excesivo o arbitrario, sino adecuado a la ley y al derecho y con
miras a los fines que se han destacado.
Del análisis del conjunto normativo, que
conduce indubitablemente al reconocimiento de derechos en favor de los
reclusos, y de las consideraciones que se han hecho, puede concluirse con
facilidad que el régimen jurídico especial al que se encuentran sometidos los
internos en ocasiones, resulta incompatible con ciertos derechos, aún
fundamentales, cuyo ejercicio, en consecuencia, se suspende para tornar a él
luego de que haya expirado el término de la pena, o según las condiciones
fijadas en la ley o en la sentencia. Esto sucede, en primer lugar, con la
libertad y además con derechos tales como los políticos, el de reunión,
locomoción, etc., en tanto que otros derechos no se ven especialmente
afectados y se conservan en su plenitud; piénsese por ejemplo en el derecho a
la vida y a la integridad, en las libertad de conciencia y de cultos; un
tercer grupo de derechos está integrado por aquellos que deben soportar
limitaciones, las más de las veces previstas en la Constitución o en la ley,
tal como acontece con la comunicación oral, escrita o telefónica que, previos
los requisitos del caso, resulta restringida. Además, de la específica
condición de recluso surgen ciertos derechos , contenidos especialmente en la
ley penitenciaria y que tienen que ver con la alimentación, la salud, la
seguridad social, etc., y que, como contrapartida, constituyen deberes a cargo
del Estado. No sobra recalcar que algunos de estos derechos, reconocidos a los
reclusos, bien conservados en su plenitud o limitados en razón de su especial
régimen jurídico, ostentan el carácter de constitucionales fundamentales,
aserto que se demuestra fehacientemente si se tiene en cuenta que los reclusos
están en posibilidad de incoar la acción de tutela, acción sólo procedente
para la defensa de derechos constitucionales fundamentales cuando son violados
o existe amenaza de su violación.
El interno NICOLAS MURILLO GUTIERREZ
ha impetrado la acción de tutela para la protección del derecho constitucional
fundamental a la intimidad; con base en los argumentos expuestos, adelantará la
Sala algunas consideraciones sobre este derecho y su alcance en los
establecimientos penitenciarios.
La Constitución reconoce el derecho a la
intimidad personal y familiar a todas las personas que se encuentren en
territorio colombiano. Es así cómo en el artículo 15 se establece que
"todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a
su buen nombre y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar". No se
limita la norma a realizar una simple declaración sino que impone simultáneamente
a todas las personas, la obligación de respetar este derecho, con especial
responsabilidad del Estado Colombiano. De otra parte el mencionado artículo 15
señala unas esferas dentro de las cuales de manera indicativa y no taxativa se
protege la esfera íntima de las personas, se contempla el habeas data como el
"derecho a conocer, actualizar y rectificar las informaciones que se hayan
recogido sobre ellas en bancos de datos y archivos de entidades públicas y
privadas", se pretende proteger a las personas de la divulgación de
informaciones que sólo incumben a estas, como por ejemplo las referentes a
preferencias sexuales, artísticas, evaluaciones sicológicas y de comportamiento
social. Toda persona puede exigir del Estado o de los particulares el acceso a
estos bancos de información, su actualización, rectificación y eventualmente la
restricción de su tratamiento y circulación.
Como área de protección al derecho a la
intimidad se contempla la inviolabilidad de la correspondencia y demás formas
de comunicación privada, con la previsión de que "sólo pueden ser
interceptadas o registradas mediante orden judicial en los casos y con las
formalidades que establezca la ley". Se considera la correspondencia y
las formas de comunicación privadas como un asunto propio, no susceptible de
divulgación, ni de intervención por parte del Estado, y sus organismos, ni por
los particulares.
El artículo 42 Constitucional, en su inciso
tercero, establece que "La honra, la dignidad y la intimidad de la familia
son inviolables", otorgándole una particular importancia a la institución
de la familia, como núcleo básico de la sociedad, reconociéndole especialmente
el derecho a la intimidad, en atención a la necesidad de proteger las
relaciones familiares para que se desarrolle en un entorno libre y no
perturbado por intromisiones de personas ajenas.
Como consecuencia de las necesidades
actuales que imponen la contemplación de fenómenos recientes que amenazan la
autonomía y los diversos e íntimos intereses individuales, los ordenamientos
jurídicos han venido creando disposiciones orientadas a la protección del
derecho a la intimidad. Esta dinámica permite comprender cómo, del clásico
derecho a la intimidad, se desprende una problemática que comprende temas
relativos al secreto profesional, el derecho a la propia imagen, el habeas
data, la inviolabilidad de la correspondencia y demás formas de comunicación
privada, entre otros.
El anterior panorama muestra cómo el
derecho a la intimidad comprende una temática amplia que cobija muchos aspectos
de la vida pública y privada de las personas, entendiendo ésta última como
aquel espacio personalísimo que por su naturaleza no le atañe a terceros.
Esta esfera íntima, dentro de la cual se
ubica el fallo objeto de esta revisión, es reconocida por la sociedad como un
ámbito en la existencia de cada persona, que solamente le concierne y está
reservada a ella. Esto se deriva de la independencia de las personas, de su
libertad y de su autonomía. Por la trascendencia de estas facetas personales,
la Constitución reconoce y protege el derecho a la intimidad, precisando el
ámbito en el cual el individuo tiene derecho a impedir intrusiones y a limitar
el derecho de los demás.
La realización personal y el libre
desarrollo de la personalidad exigen de parte de los particulares y del Estado,
el reconocimiento y el respeto de las conductas que la persona realiza, para
vivir de manera sana y equilibrada, física y emocionalmente. La vida afectiva
con el cónyuge o compañera permanente, dentro de la que se encuentran,
lógicamente, las relaciones sexuales, es uno de los aspectos principales de
ese ámbito o círculo de la intimidad.
El peticionario convicto en la
Penitenciaria de "Peñas Blancas", solicita mediante la acción de
tutela que se elimine el carné que deben portar los reclusos para que se les
permita acceder a las visitas conyugales, pues este mecanismo atenta contra el
derecho a la igualdad (art. 13 C.N.), y el derecho a la intimidad (art. 15).
Como se expuso inicialmente nuestro texto
constitucional no excluye a los reclusos en establecimientos carcelarios de los
derechos y libertades consagradas para las demás personas, pero es necesario
que el reconocimiento de las libertades constitucionales se realice sin
perjuicio de las limitaciones propias de la sanción que se les impone.
La carnetización objetada es una medida
tendiente a garantizar la vida afectiva y las relaciones sexuales, en el
entendido de que estas conductas son parte integrante del derecho a la
intimidad personal y familiar, en los establecimientos carcelarios. Las
libertades y derechos de los reclusos deben someterse a disposiciones legales
que atiendan las limitaciones a la libertad de locomoción, y a las
características de la sanción impuesta por la autoridad judicial. Se permite
el goce y ejercicio de los derechos relacionados con los sentimientos, la
conducta interior, la filiación, el libre desarrollo de la personalidad física
y espiritual de los reclusos, pero por otra parte deben encauzarse dentro de
unas reglas de juego orientadas a establecer condiciones de salubridad, orden y
seguridad que permiten cumplir con el objetivo de rehabilitación en los centros
penitenciarios, aspectos todos que están regulados por el llamado Código de
Régimen Penitenciario (Decreto 1817 de 1964).
Las medidas que ordenan la identificación
de quienes reciben "visitas conyugales" no coartan el derecho
constitucional a la intimidad de que disponen los reclusos, porque la persona
recluída conserva la libertad de escoger su pareja y de mantener relaciones
sexuales, siempre y cuando cumpla con las exigencias de salubridad, orden y
seguridad propias de los establecimientos carcelarios.
Es necesario resaltar que los
encauzamientos a que se someten las visitas conyugales, como la carnetización,
obedece a la necesidad de prevenir problemas de salubridad, seguridad y control
de tráfico de personas en establecimientos carcelarios. Se pretende proteger a
la población carcelaria de la proliferación de enfermedades infecto-contagiosas
y, particularmente, las enfermedades venéreas.
En síntesis, la regulación jurídica
contenida en la reglamentación interna adoptada con base en el citado Código,
que impuso la utilización de carnés, no contrarió el derecho a la intimidad;
por el contrario, tiende a garantizarlo, esto sin perjuicio de consultar las
necesidades de disciplina, propias de la naturaleza de las penas criminales.
La sentencia del 24 de febrero de 1992
pronunciada por el Juzgado primero Penal del Circuito de Calarcá -Quindío, será
confirmada por esta Sala, pues sus consideraciones se adaptan a los criterios
consignados en esta providencia.
En mérito de lo expuesto, la Corte
Constitucional en Sala de Revisión de Tutelas, administrando justicia en nombre
del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero. CONFIRMAR la sentencia del Juzgado Primero Penal del
Circuito de Calarcá, Quindio, de febrero 24 de 1992, mediante la cual rechaza
las pretensiones demandadas en acción de tutela por el señor NICOLAS MURILLO
GUTIERREZ, por las razones precedentes.
Segundo.- Comuníquese al Juzgado Primero Penal del Circuito de
Calarcá, Quindio la presente decisión para que sea notificada a las partes
conforme lo dispone el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, publíquese, comuníquese, insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
FABIO MORON DIAZ SIMON
RODRIGUEZ RODRIGUEZ
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
59 | T-425-92
Sentencia No
Sentencia No. T-425/92
ACCION DE TUTELA/ACTO POLICIVO/JURISDICCION
CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA-Improcedencia
Es procedente la acción de tutela para
reclamar la protección del derecho al trabajo que se presume violado por el
acto acusado, a fin de que se examine la decisión allí contenida, teniendo en
cuenta que se da el requerimiento constitucional de no existir contra ellas un
mecanismo de defensa judicial distinto, por cuanto de acuerdo con lo normado en
el artículo 82 del Código Contencioso Administrativo "la jurisdicción de
lo Contencioso Administrativo no juzga las decisiones proferidas en juicios
civiles o penales de policía regulados especialmente por la ley". Por
tanto la Resolución impugnada por vía de tutela carece de control
jurisdiccional para verificar su adecuación a la normatividad jurídica por
disposición expresa del legislador y no puede perseguirse entonces su nulidad ni
el restablecimiento del derecho por haber sido asimiladas dichas providencias a
actos jurisdiccionales, en atención a que definen la responsabilidad
contravencional.
CONCEJO MUNICIPAL-Facultades
De la interpretación armónica de los
postulados mencionados no se puede colegir que desapareció la facultad que
tenían los concejos para reglamentar el ejercicio de las actividades que
realizan los ciudadanos con fines de explotación económica dentro del
respectivo municipio, pues la ley fundamental vigente les reconoce autonomía de
gestión para el manejo de los asuntos de interés local con arreglo tanto a ella
como a la ley.
Es claro, entonces, que la autonomía
administrativa de que gozan las entidades territoriales debe desarrollarse
dentro del marco señalado en la Carta y con observancia de las condiciones que
establezca la ley (art. 287 C.N.) como corresponde dentro de un Estado de
Derecho constituído en forma de República unitaria. Pues dentro de este sistema
jurídico político de organización institucional las Corporaciones de elección
popular que rigen la vida de las entidades territoriales tiene carácter
administrativo y carecen por tanto de potestad legislativa porque ella está
concentrada en el Congreso de la República.
PODER DE POLICIA-Límites/JUEGOS ELECTRONICOS/EXCEPCION
DE INCONSTITUCIONALIDAD
El poder de policía, en sus diversas
manifestaciones tiene límites claros que se derivan de su objeto específico de
mantener el orden público. Sin negar que las autoridades locales sean
competentes para establecer algunos gravámenes por la explotación de una
actividad económica, esta Corte estima que no es propio de la naturaleza del
poder de policía, por cuanto nada tiene que ver con el mantenimiento del orden
público en sus diversas manifestaciones, que en su desarrollo se llegue hasta
establecer pautas ajenas por entero a dicho orden, como los atinentes a la
comercialización de la actividad o servicio de juegos de razonamiento
abstracto. Por tanto, se ha producido un desbordamiento o desvío de tal poder
que esta Corte no puede ignorar.
LIBERTAD ECONOMICA
Por expreso mandato de la Ley Fundamental
vigente, estas limitaciones a la libertad económica sólo puede establecerlas el
Congreso, como quiera que ellas desbordan el marco propio del orden público
cuyo mantenimiento corresponde a las autoridades de policía, por las razones
que atrás hemos señalado. Las limitaciones a la libertad económica deben estar
hoy, más que nunca, expresamente autorizadas por la ley, comoquiera que el
Constituyente de 1991 quiso de manera clara y expresa no sólo ampliar su ámbito
sino rodearla de las garantías necesarias para su ejercicio. En consecuencia,
en la misma proporción en que se ha ampliado el ámbito de la libertad aludida,
se ha reducido proporcionalmente el ejercicio del poder de policía en el
contexto específico de la actividad económica.
Esta
Corte ve con preocupación que las autoridades locales hagan exigencias no
razonables para el ejercicio de la actividad económica, las cuales, como en el
caso del presente fallo, llegan hasta determinar el lugar y las condiciones de
mercadeo de un servicio sin que, de otra parte, haya claridad necesaria acerca
de las razones de tales normas.
SALA DE
REVISION No 7
EXPEDIENTE
T-736
PETICIONARIO:
MAURICIO NICOLAS SANCHEZ MOLANO Y FABIO
ROJAS ISAZA
MAGISTRADO:
CIRO ANGARITA BARON
Santafé de Bogotá, D.C., 24 de junio de
1992
La Sala Séptima de Revisión de la Corte
Constitucional integrada por los magistrados Jaime Sanín Greiffenstein, Ciro
Angarita Barón y Eduardo Cifuentes Muñoz ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
SENTENCIA
en el proceso de acción de tutela
instaurado por Mauricio Nicolás Sánchez Molano y Fabio Rojas Isaza y fallado en
primera instancia por el Juzgado Sexto Civil del Circuito de Bogotá.
I.ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Nacional y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela de la referencia
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el expediente el día 17 de
marzo del año en curso.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591, esta Sala de Revisión de la Corte entrará a dictar sentencia de
revisión.
A. Fundamentos de
la acción
En escrito dirigido al Juez Civil del
Circuito y por conducto de apoderado judicial, los accionantes manifiestan que
con gran esfuerzo lograron construir dos máquinas de video para juegos
recreativos y de razonamiento abstracto y las instalaron en un establecimiento
comercial que tenía licencia de funcionamiento. Cuando ya estaban operando
llegó la Policía y sin orden escrita allanó el establecimiento y se llevó las
máquinas de video con los cajones receptores de las monedas y con el dinero que
habían recogido durante los días en que estuvieron trabajando.
Luego de la incautación, la Inspectora de
Policía y Tránsito de Chía dictó la Resolución acusada, en la cual se sanciona
a los peticionarios por violación del Decreto 46 de 1986 y 73 de 1991, sin
señalar por qué razón estimó violadas las normas de carácter local. Por esta
razón y sin ser necesario, el apoderado se refiere en términos bastante desobligantes
a la Inspectora de Policía.
Prosigue diciendo que contra la Resolución
acusada interpuso recurso de reposición, argumentando que el artículo 333 de la
Constitución Nacional prohibe a las autoridades administrativas exigir
permisos, autorizaciones o requisitos similares, cuando una actividad económica
ha sido reglamentada de manera general por el Congreso y que los principios
fundamentales deben respetarse antes que las órdenes o resoluciones del alcalde
o de los Acuerdos de los Concejos Municipales y que además los juegos de video
fueron autorizados por el Decreto 624 de 1989 y la Ley 49 de 1990, como una
actividad económica lícita.
Dice que a pesar
de los citados argumentos, la Inspectora se negó a reponer la Resolución
impugnada, invocando el artículo 338 de la C.N. que en nada se refiere a la
materia en discusión, pues consagra la facultad de los Concejos para imponer
contribuciones fiscales y en relación con el artículo 333 de la C.N. se arroga
la potestad de definir el "bien común" para concluir que los juegos
de video no encajan dentro de ese concepto y como corolario de ello se
pregunta, que si los juegos de video son contrarios al bien común y al interés
social, por qué el Congreso los autorizó y el Presidente sancionó la ley y por
qué funcionan en las principales ciudades del país con la venia de las
autoridades.
Se refiere despectivamente a la providencia
de la Inspectora para señalar que es inconstitucional e ilegal, toda vez que
priva a sus representados de un medio de subsistencia lícito pues ellos no
estarían en capacidad de competir económicamente en una ciudad como Santafé de
Bogotá y además, genera un problema social pues propicia la emigración a las
grandes ciudades y las actividades al margen de la ley.
Pide la suspensión
inmediata de la Resolución No. 8191 de 1991 que causa perjuicio irremediable a
sus representados en su economía, salud y educación y en la de sus familias,
que se restablezca su derecho al trabajo, que se requiera a las autoridades de
Chía para que no vuelvan a incurrir en acciones violatorias de sus derechos y
se condene a la Inspectora en abstracto al pago de la indemnización por el
lucro cesante y el daño emergente.
Como pruebas presentaron fotocopias de la
Resolución cuestionada y de la que desató el recurso de reposición.
B. La actuación en la primera instancia
Correspondió al Juzgado Sexto Civil del
Circuito conocer de la presente acción de tutela y en ejercicio de la facultad
prevista en el artículo 7o. del Decreto 2591 de 1991 suspendió transitoriamente
la aplicación de la Resolución impugnada, mientras se pronunciaba
definitivamente sobre la tutela impetrada, por considerar ab-initio que la medida
adoptada entorpecía la actividad de los accionantes lesionando su derecho al
trabajo.
No obstante, al concluir la actuación
denegó la tutela por considerar que los juegos son una actividad económica que
ha estado de ordinario sometida al control y vigilancia de la Policía, lo cual
no significa que estén prohibidos por norma general; sino simplemente que su
ejercicio está reglamentado por las autoridades locales mediante normas
dictadas en desarrollo de facultades constitucionales y legales, las cuales para
el caso exigen obtener licencia de funcionamiento y pagar los impuestos
decretados por el Concejo y por consiguiente los accionantes estaban obligados
a cumplir esos dos requisitos.
Finalmente señala el Juez que la Resolución
dictada por la Inspectora no es arbitraria porque no prohibe el funcionamiento
de los juegos, sino que ordena devolver las máquinas una vez cancelada la
multa y tampoco vulnera el derecho de defensa porque dentro de la actuación
policiva se oyó en descargos a los sancionados.
Al día siguiente de la notificación del
fallo que denegó la tutela, el apoderado pidió complementarlo por considerar
que el Juez no se había pronunciado sobre la decisión de la Inspectora que
privó de la actividad laboral a sus representados, la cual había glosado
inicialmente ese Despacho por ser violatoria del derecho al trabajo y por no
haber indicado la razón por la cual se estimaban violadas las disposiciones de
la administración municipal en que se basó la multa y censuraba el hecho de
que la inspectora se hubiese arrogado la competencia de definir lo que debe
entenderse por "bien común".
En esa oportunidad insistió el apoderado en
que los Concejos Municipales no tenían competencia, dentro del nuevo orden
constitucional, para exigir requisitos distintos de los establecidos en la ley
para el ejercicio de una actividad económica, al tenor de lo dispuesto en los
artículos 84 y 333 de la Carta Fundamental y que el conflicto normativo entre
las disposiciones municipales y las superiores debía resolverse en favor de
éstas en cumplimiento del mandato contenido en el artículo 4o. ibidem.
El Juzgado advirtió que el peticionario
pretendía la revocatoria del fallo y no propiamente su adición y negó la
solicitud aduciendo que el pronunciamiento era claro, en cuanto a que el
derecho reclamado está reglamentado a nivel local y que los interesados no
cumplieron los requisitos exigidos en esa normatividad.
C. La segunda
instancia
El apoderado impugnó el fallo con
fundamento en los mismos argumentos en que se sustentó desde un comienzo la
violación del derecho al trabajo y a la defensa de sus representados, pero
el Tribunal del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá inadmitió el recurso por
haberse presentado por fuera del término señalado en el artículo 31 del Decreto
2591 de 1991.
Después del reparto del expediente al
Magistrado Sustanciador para su revisión, llegó un memorial suscrito por el
apoderado judicial, al cual anexa, en fotocopia auténtica, 13 folios
correspondientes a la actuación que se surtió en el Tribunal, luego de que
éste rechazara el recurso de apelación por extemporáneo.
Los documentos aportados se refieren al
recurso de súplica que se interpuso contra la providencia del Tribunal, por
considerar que éste incurrió en el error de contabilizar el término para la
formulación del recurso de apelación a partir de la fecha de la sentencia de
primera instancia y no de su notificación y sin tener en cuenta que la
petición para que se adicionara o complementara dicho fallo interrumpió el
término de ejecutoria, el cual debía empezar a contarse de nuevo desde la
notificación de la providencia que resolvió la solicitud.
Posteriormente, el apoderado desistió del recurso
de súplica por estimarlo improcedente, puesto que la sentencia ya había sido
firmada por la Sala y en su lugar interpuso recurso de reposición. El Tribunal
aceptó el desistimiento de la súplica y negó la reposición por no estar
contemplada en el Decreto 2591 de 1991.
II.CONSIDERACIONES DE LA CORTE
A. La acción de tutela
La acción de tutela fue consagrada en el
ordenamiento constitucional con el claro propósito de garantizar la protección
de los derechos constitucionales fundamentales y asegurar su efectiva
aplicación frente a eventuales violaciones o amenazas por el ejercicio
arbitrario de la función pública o por la acción de los particulares. Es así
como, mediante la acción de tutela es posible reclamar la defensa de los
derechos que han sido desconocidos por la acción u omisión de las autoridades
públicas o vulnerados por la actividad de los particulares encargados de la
prestación de un servicio público o que afecte gravemente el interés colectivo
o respecto de quienes el solicitante se halle en condiciones de subordinación o
indefensión, en las circunstancias que determine la ley.
Según las prescripciones de la Ley
Fundamental, la acción de tutela puede promoverse ante los jueces en todo
tiempo y lugar a fin de que éstos mediante un fallo de inmediato cumplimiento
impartan orden para que el funcionario o el particular contra quien se dirige
la acción actúe o se abstenga de hacerlo y así lograr el reconocimiento del
derecho lesionado o evitar que se llegue a producir su transgresión.
Dispone el artículo 86 que la acción deberá
tramitarse con arreglo a un procedimiento "preferente y sumario" y
resolverse por el juez dentro de un término perentorio.
El Presidente de la República en ejercicio
de las facultades que le confirió el literal c) del artículo 5o transitorio de
la Constitución y con la no improbación de la Comisión Especial expidió el
Decreto 2591 de 1991 mediante el cual reglamentó la acción de tutela definiendo
las competencias generales y especiales y los trámites para su conocimiento y
decisión.
Así mismo señalo los principios que deben
regir la actuación del juez, entre ellos estableció el de
"publicidad"y el de "prevalencia del derecho sustancial",
los cuales armonizan con lo dispuesto en el artículo 228 de la Constitución que
exige que a éstos mismos principios se sujeten los procedimientos que cumplen
los órganos encargados de la alta misión de administrar justicia.
Dispone el Decreto citado en el artículo
37, como regla general, que son competentes para conocer de la acción de tutela
en primera instancia los jueces o tribunales "con jurisdicción en el lugar
donde ocurriere la violación o la amenaza que motivare la presentación de la
solicitud" y radicó en "el superior jerárquico correspondiente"
la competencia para decidir en segunda instancia las impugnaciones que se
formulen contra el fallo de tutela, siguiendo los lineamientos legales en
materia de competencia funcional, para cumplir con la voluntad del constituyente
que si bien quiso que el fallo fuese de inmediato cumplimiento para remediar
con prontitud el desconocimiento del derecho o evitar su violación, también fue
su propósito consagrar la posibilidad de recurrir esa decisión para precaver
eventuales yerros del juzgador en detrimento de los derechos constitucionales
fundamentales.
Cabe observar en primer término que las
normas sobre competencia establecidas por el legislador para el trámite de la
acción de tutela fueron rigurosamente observadas en este caso, toda vez que la
acción se tramitó y decidió en primera instancia por el juez 6o Civil del
Circuito de Santafé de Bogotá, quien aúna jurisdicción y competencia para
conocer de las acciones de tutela incoadas por transgresiones o amenazas de los
derechos constitucionales fundamentales ocurridas dentro de la comprensión
territorial del Municipio de Chía, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 1o del Decreto 2270 de 1989 que modificó la división territorial
judicial del país y adscribió al Circuito de Distrito Judicial de Bogotá el
citado municipio, junto con los de Guasca y La Calera.
De igual manera debe precisarse
previamente, en torno a la naturaleza del acto acusado, que se trata de la
resolución No 8191 de octubre 31 de 1991, por medio de la cual se impuso
sanción de multa a los peticionarios, como culminación de un procedimiento de
carácter policivo; decisión que éstos estimaron abiertamente inconstitucional
por infracción de los artículos 84 y 333 de la Carta, por haberse dictado en
aplicación del Acuerdo 26 de 1986 de Concejo de Chía y del decreto No 46 de
1991 mediante el cual el Alcalde reglamentó el Acuerdo citado.
Contra el acto acusado los interesados
interpusieron, por conducto de apoderado judicial, recurso de reposición,
siendo éste el único medio posible de impugnación previsto en la ley para
controvertir la decisión que pone fin a la actuación policiva.
Considera la Sala que en este caso es
procedente la acción de tutela para reclamar la protección del derecho al
trabajo que se presume violado por el acto acusado, a fin de que se examine la
decisión allí contenida, teniendo en cuenta que se da el requerimiento
constitucional de no existir contra ellas un mecanismo de defensa judicial
distinto, por cuanto de acuerdo con lo normado en el artículo 82 del Código
Contencioso Administrativo "la jurisdicción de lo Contencioso
Administrativo no juzga las decisiones proferidas en juicios civiles o penales
de policía regulados especialmente por la ley". Por tanto la Resolución
impugnada por vía de tutela carece de control jurisdiccional para verificar su
adecuación a la normatividad jurídica por disposición expresa del legislador y
no puede perseguirse entonces su nulidad ni el restablecimiento del derecho por
haber sido asimiladas dichas providencias a actos jurisdiccionales, en atención
a que definen la responsabilidad contravencional.
Para la Sala es evidente que la Resolución
acusada, por haber sido dictada dentro de un juicio de policía puede enmarcarse
dentro de la excepción prevista en el artículo 82 del Código Contencioso
Administrativo, puesto que por medio de ella se sanciona la infracción al
Decreto 46 de 1991 y dada la procedencia de la acción de tutela, es posible
asumir la revisión de la decisión del juez y resolver si es del caso aplicar la
excepción de inconstitucionalidad respecto de las normas que le sirven de
sustento legal, dando aplicación preferente a las normas constitucionales que
se consideran quebrantadas, en guarda del principio de supremacía del orden
constitucional claramente establecido en el artículo 4o de la Constitución
política.
B. Otros instrumentos de protección de los
derechos
La Carta vigente reordenó el Estado con
propósitos de eficiencia para el logro de la prosperidad general, amplió los
cauces de participación democrática en las distintas instancias de decisión que
afectan la vida de la Nación garantizó el cumplimiento de los deberes sociales
del Estado y de los particulares y estableció todo un sistema para la efectiva
protección de los derechos de los asociados.
Dentro del capítulo 4o del Título II
denominado precisamente, "De la protección y Aplicación de los
derechos" consagró la presunción de buena fé, ordenó la aplicación
inmediata de los derechos consagrados en los artículos 11, 12, 14, 15, 16, 17,
18, 19, 20, 21, 23, 24, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 33, 34, 37 y 40;
institucionalizó junto con la acción de tutela, la acción ciudadana para exigir
el cumplimiento de una ley o de un acto administrativo, las acciones populares
para la protección de intereses colectivos, la responsabilidad civil del Estado
por daños de sus agentes, delimitó el ámbito de responsabilidad de los
funcionarios civiles y militares y estableció la prevalencia en el orden
interno de los tratados y convenciones internacionales que reconocen derechos
humanos y prohiben su limitación en estados de excepción.
Dentro de este catálogo de mecanismos
orientados a la protección y efectividad de los derechos, debe destacarse el
interés de dotarlos de la coercibilidad necesaria para hacerlos exigibles
cuando no sean acatados espontáneamente por las autoridades públicas o los
particulares, para evitar que su consagración en la carta se convierta en un
simple enunciado teórico y desciendan de ese plano a la realidad cotidiana.
Entre las distintas formas de defensa de
los derechos y actividades que desarrolla el grupo social está la prohibición
contenida en el artículo 84 en el sentido de que cuando determinada actividad o
derecho haya sido reglamentado de manera general, las autoridades no podrán
exigir permisos, licencias o requisitos adicionales para su ejercicio. De igual
manera el artículo 333 en armonía con el texto citado dispuso, en relación con
la actividad económica y la iniciativa privada, que ellas son libres dentro de
los límites del bien común y que "para su ejercicio, nadie podrá exigir
permisos previos ni requisitos sin autorización de la ley."
De la interpretación armónica de los
postulados mencionados no se puede colegir que desapareció la facultad que
tenían los concejos para reglamentar el ejercicio de las actividades que
realizan los ciudadanos con fines de explotación económica dentro del
respectivo municipio, pues la ley fundamental vigente les reconoce autonomía de
gestión para el manejo de los asuntos de interés local con arreglo tanto a ella
como a la ley.
Es claro, entonces, que la autonomía
administrativa de que gozan las entidades territoriales debe desarrollarse
dentro del marco señalado en la Carta y con observancia de las condiciones que
establezca la ley (art. 287 C.N.) como corresponde dentro de un Estado de
Derecho constituído en forma de República unitaria. Pues dentro de este sistema
jurídico político de organización institucional las Corporaciones de elección
popular que rigen la vida de las entidades territoriales tiene carácter
administrativo y carecen por tanto de potestad legislativa porque ella está
concentrada en el Congreso de la República.
(Las consideraciones anteriores están
contenidas, en lo sustancial, en la ponencia original del Dr. Jaime Sanín
Greiffenstein, que la Sala acoge)
La Sala estima necesario ocuparse de las
relaciones entre el poder de policía que ejercen fundamentalmente las
autoridades locales, y la libertad económica, como principio de rango
constitucional, para examinar cuales son los límites que aquél puede imponer a
ésta.
C. El poder de policía
Como es bien sabido, el poder de policía
administrativa general consiste en un conjunto de actividades administrativas
que tienen por objeto la expedición de reglas generales y de medidas individuales
necesarias para el mantenimiento del orden público.1 Es,
pues, una específica forma de actividad administrativa que obedece al principio
de que la actividad de los particulares tiene límites necesarios que se imponen
a través de la ley en aras de la convivencia social.
Es de señalar que las medidas de policía
administrativa que limiten las libertades individuales sólo son regulares en cuanto
tengan por objeto exclusivamente la preservación del orden público. Aunque la
delimitación exacta del contenido de esta noción es bastante difícil por su
carácter contingente y evolutivo, tradicionalmente se ha considerado que el
orden público se manifiesta en la tranquilidad, en la seguridad y en la
salubridad y que se encamina a evitar perjuicios individuales o colectivos,
provocados por desórdenes, accidentes, atentados a la salud y a la higiene
pública.
La doctrina destaca que el orden público se
determina en función de circunstancias locales que en un momento determinado
pueden desencadenar riesgos o problemas. Por eso mismo son las autoridades
municipales las encargadas de mantenerlo, por su cercanía a los administrados y
porque la noción misma de poder de policía se construye a partir de factores
esenciales de la vida comunitaria que se manifiestan primordialmente en la
órbita municipal.2
Ciertamente la protección de la moralidad
pública concierne también a la policía administrativa, comoquiera que no es más
que la prolongación de la protección de la tranquilidad. Pero la competencia de
las autoridades de policía en esta materia no las autoriza en ningún caso para
instituir un orden moral en abstracto sino para actuar anticipadamente y evitar
que se afecte el orden público mediante problemas o desórdenes concretos, tal
como lo señalan algunos autores3 .
Este carácter fundamentalmente preventivo
de la policía administrativa la distingue de la policía judicial encargada
fundamentalmente de reprimir los atentados contra el orden público una vez que
ellos hayan ocurrido. La distinción entre ambas policías es importante no sólo
por el principio de separación entre autoridades administrativas y judiciales
propiamente dichas sino porque en la práctica numerosas acciones de policía son
mixtas y su calificación se funda algunas veces en la finalidad de la acción
más que en su contenido4.
Sin querer ignorar esta compleja
naturaleza, es lo cierto también que el poder de policía, en sus diversas
manifestaciones tiene límites claros que se derivan de su objeto específico de
mantener el orden público. Es así como de la misma manera que no puede
pretenderse la ejecución de un contrato mediante una medida policiva, tampoco
puede hoy imponerse limitación alguna a la libertad económica sin autorización
de la ley, en virtud de lo dispuesto por el artículo 333 de la Carta vigente.
Cuando objetivas consideraciones de
mantener el orden público (con el contenido y alcance que atrás hemos señalado)
hagan indispensable la regulación del espacio público, es claro que las autoridades
locales podrán reglamentar la ubicación de los bares, cantinas, droguerías,
farmacias, salones de belleza, panaderías, teatros, heladerías, almacenes,
casinos, cementerios, iglesias y otros establecimientos. No en vano, al
municipio le corresponde por mandato constitucional ordenar el desarrollo de su
territorio (Art. 311) y a los Concejos reglamentar los usos del suelo (Art. 313
#7).
Con todo, en uso de sus facultades, las
autoridades de policía local no pueden regular la marca de los licores que se
expendan en los bares, o de los productos que se utilicen en los salones de
belleza, como tampoco impedir que se vendan drogas genéricas en las droguerías,
o disponer que solo se proyecten películas de color en los teatros de los
barrios residenciales.
Menos aún, imponer normas acerca del grado
de diferenciación de un producto o servicio o de los métodos o procedimientos
más adecuados para su comercialización, tal como ocurre en el presente caso.
D. Los juegos electrónicos
Por virtud de lo anterior es menester aquí
considerar someramente la naturaleza de la explotación de máquinas de juegos
electrónicos de video a la luz del articulo 333 de la Carta y, en particular,
del concepto de bien común.
Obra en el expediente la consideración de
que los juegos electrónicos constituyen una actividad lícita regulada por la
ley gravada con el valor al impuesto agregado IVA (Decreto 624 de 1987 y ley 49
de 1990)
Igualmente se menciona en el expediente el
Decreto No 46 de abril 4 de 1991, expedido por el Alcalde Especial de Chía,
como la norma que establece los requisitos para el funcionamiento de las
máquinas de video en el municipio de Chía y su compatibilidad con el artículo
333 de la Carta.
Por su naturaleza, este tema es de obligada
referencia:
"ARTICULO
PRIMERO.- Modifíquese el artículo 4 del decreto No 73 de 1990 (Agosto 3) el
cual quedará así:
ARTICULO CUARTO.-
Sólo podrá concederse permiso de funcionamiento de los juegos permitidos y de
los juegos electrónicos para los instalados en locales dedicados exclusivamente
a la explotación comercial de los mismos. En estos establecimientos o locales
no se permitirá el expendio o comercialización de otros productos o servicios.
La infracción a esta norma acarreará como pena al cierre temporal del establecimiento
y su reincidencia, la cancelación y retiro definitivo del permiso de
funcionamiento."
ARTÍCULO SEGUNDO.-
En los establecimientos comerciales ubicados en el Municipio de Chía y con
permiso o licencia de funcionamiento para realizar actividades diferentes a los
de juegos permitidos y/o juegos electrónicos, queda prohibida la instalación de
equipos, máquinas o mesas de juegos mecánicos o electrónicos. La infracción a
esta norma acarreará como pena el cierre temporal del establecimiento y en caso
de reincidencia el retiro definitivo del permiso o licencia de
funcionamiento."
Sin negar que las autoridades locales sean
competentes para establecer algunos gravámenes por la explotación de una
actividad económica, esta Corte estima que no es propio de la naturaleza del
poder de policía, por cuanto nada tiene que ver con el mantenimiento del orden
público en sus diversas manifestaciones, que en su desarrollo se llegue hasta
establecer pautas ajenas por entero a dicho orden, como los atinentes a la
comercialización de la actividad o servicio de juegos de razonamiento
abstracto. Por tanto, se ha producido un desbordamiento o desvío de tal poder
que esta Corte no puede ignorar.
Por expreso mandato de la Ley Fundamental
vigente, estas limitaciones a la libertad económica sólo puede establecerlas el
Congreso, como quiera que ellas desbordan el marco propio del orden público
cuyo mantenimiento corresponde a las autoridades de policía, por las razones
que atrás hemos señalado.
En consecuencia esta Corte declarará
inaplicable por violación del artículo 333 y 84 de la Constitución, el artículo
cuarto del Acuerdo 26 de 1986 emanado del Concejo Municipal de Chía, que dice
que "sólo podrán concederse permisos de funcionamiento de los juegos
permitidos y de los juegos electrónicos para locales dedicados exclusivamente a
la explotación comercial de los mismos." Igualmente, y por las mismas
razones, se declararán inaplicables los artículos primero y segundo del decreto
numero 46 de 1991, emanado del Alcalde Especial de Chía, cuyo texto ya se ha
reproducido en esta misma providencia.
E. La libertad económica
Puesto que en el expediente obran elementos
que indican que la actividad de los peticionarios y de la cual se deriva su
queja consiste fundamentalmente en ofrecer al público el servicio de uso de
máquinas de video para juegos recreativos y de razonamiento abstracto
instaladas en un establecimiento comercial que tiene licencia de
funcionamiento, es preciso establecer aquí si en alguna manera la conducta de
la policía vulnera la libertad económica consagrada como pilar básico del
régimen económico en la Carta vigente.
Es por ello que estimamos pertinente hacer
aquí unas someras consideraciones acerca de la noción, límites, antecedentes y
posición del Constituyente de 1991 acerca de la aludida libertad.
La libertad económica ha sido concebida en
la doctrina como una facultad que tiene toda persona de realizar actividades de
carácter económico, según sus preferencias o habilidades, con miras a crear,
mantener o incrementar un patrimonio.
Las actividades que conforman dicha
libertad están sujetas a limitaciones impuestas por la Constitución y las
leyes, por razones de seguridad, salubridad, moralidad, utilidad pública o
interés social.
En términos más generales, la libertad
económica se halla limitada por toda forma de intervención del Estado en la
economía y, particularmente, por el establecimiento de monopolios o la
calificación de una determinada actividad como servicio público, la regulación
del crédito, de las actividades comerciales e industriales.
Esta presencia estatal puede manifestarse
también en empresas industriales y comerciales o sociedades de economía mixta.
El contenido y alcance de la libertad
económica en el ordenamiento nacional ha sido fruto de un proceso con diversas
etapas y características cuyos hitos fundamentales referiremos someramente para
los efectos de este fallo.
La Carta de 1886 no consagró expresamente
esta libertad. Su existencia se infería del contenido del artículo 39 sobre
libertad de trabajo.
La reforma constitucional de 1910
estableció los monopolios estatales como arbitrio rentístico.
Haciéndose eco del constitucionalismo
social presente en las constituciones mexicanas de 1917 y española de 1934, a
partir de 1936 el Estado colombiano intervino para racionalizar la actividad
económica y proteger a los trabajadores. En consecuencia, se transformó en el
sujeto activo promotor del aprovechamiento racional de los recursos
disponibles.
En una etapa más de la creciente
afirmación de la libertad económica, el Constituyente de 1968 la consagró bajo
la forma de libertad de empresa e iniciativa privada. (Art. 32)
Con fundamento tanto en sus antecedentes
como en el texto vigente del artículo 333 de la Carta, esta Corte considera que
el Constituyente de 1991 quiso perfeccionar los instrumentos propios de la
economía de mercado, precisar la responsabilidad del Estado y dotarlo de nuevos
y más eficaces instrumentos para el logro de la equidad social.
Dentro de este contexto es claro, así
mismo, su voluntad de ampliar el ámbito de la libertad económica, la cual se
plasmó claramente en el texto de los dos primeros incisos del artículo 333
vigente, en los siguientes términos:
"la actividad
económica y la iniciativa privada son libres, dentro de los límites del bien
común.- Para su ejercicio, nadie podrá exigir permisos previos, ni requisitos,
sin autorización de la ley.
La libre competencia
económica es un derecho de todos que supone responsabilidades."
Con la única modificación del verbo
conllevar que figuraba en el texto original por el verbo suponer que aparece en
la versión finalmente aprobada, una simple confrontación de textos permite
afirmar que los dos incisos corresponden exactamente al texto recomendado en su
informe- ponencia para primer debate en plenaria por la Comisión Quinta de la
Asamblea Nacional Constituyente, la cual los explicó y justificó poniendo de
presente que:
"al
referirse a la actividad económica de manera general se reconoce el pluralismo
en las formas de satisfacción de las necesidades humanas, sin privilegiar unas
frente a otras por razón de su estructura específica o de su forma de
propiedad. Así, el término cobija por igual a la empresa y a las formas no
organizadas de producción, a la iniciativa privada y a la solidaria y estatal.
No obstante, y a pesar de estar contenida en el término de actividad económica,
la Comisión quiso mantener de manera expresa el concepto de iniciativa privada.
Al establecer que
el ejercicio de esa libertad no requiere permiso previo ni requisitos, salvo en
casos taxativamente enunciados en la ley por razones de interés social, salud y
seguridad públicas, medio ambiente y patrimonio cultural de la Nación
(excepciones consagradas en el último inciso del artículo), la consolida y la
hace expedita, al abolir las vallas y obstáculos de carácter puramente
burocrático que hoy dificultan su plena realización, sin que medien
justificaciones apropiadas vinculadas con la defensa del interés general"5
En virtud de todo lo anterior esta Corte
concluye que las limitaciones a la libertad económica deben estar hoy, más que
nunca, expresamente autorizadas por la ley, comoquiera que el Constituyente de
1991 quiso de manera clara y expresa no sólo ampliar su ámbito sino rodearla de
las garantías necesarias para su ejercicio. En consecuencia, en la misma
proporción en que se ha ampliado el ámbito de la libertad aludida, se ha
reducido proporcionalmente el ejercicio del poder de policía en el contexto
específico de la actividad económica.
Así las cosas, sólo resta determinar si en
el caso materia del presente fallo es o no admisible una limitación de carácter
policivo de la actividad económica de los peticionarios. Lo cual nos lleva a
ocuparnos una vez más de los juegos recreativos y de razonamiento abstracto.
El ámbito de los juegos electrónicos es
bastante amplio. Se puede incluso hacer una clasificación de los mismos. Los
hay caseros, que se compran para conectarlos al respectivo televisor, y los hay
comerciales, para colocar en establecimientos. Estos últimos son los que
popularmente se conocen como "maquinitas". También los hay insertados
en los computadores personales.
En el campo específico de las
"maquinitas", también existen, desde el punto de vista cualitativo,
diversas clasificaciones.
Hay algunas que son prácticamente casinos
electrónicos, en los que el único factor que juega es el azar, como aquellas en
que se hunde un botón para que salga una determinada combinación de figuras.
Esas deben ser reglamentadas, como todo juego en el que el azar sea el único
factor de triunfo.
Pero la mayoría de las
"maquinitas", destinadas al público infantil y adolescente, (aunque
cautiven también a los adultos), contienen juegos retadores, que motivan a los
aficionados a ellas a resolver problemas. Los obliga a usar el cerebro y pensar
creativamente. Desarrollan las habilidades sicomotrices del jugador, y permiten
un ejercicio de destreza, pues ante varias alternativas, el jugador, con su
habilidad manual, escoge la que le permita continuar en el juego. Este tipo de
maquinitas son, en realidad, computadores didácticos y recreativos por
excelencia.
Como se ve, desde el punto de vista de la
moralidad, estos instrumentos de recreación son por lo menos neutrales, y, en
la mayoría de los casos, cumplen una útil función de complemento educacional,
pues en ellos interactúa el jugador con la maquina de manera activa y
consciente. La televisión, por ejemplo, es mucho menos instructiva pues sólo
invita a la pasividad frente a la pantalla, sin que por eso solo pueda
calificarse de inmoral o atentatoria contra el bien común.
Esta Corte, a la luz de las anteriores
consideraciones, ve con preocupación que las autoridades locales hagan
exigencias no razonables para el ejercicio de la actividad económica, las
cuales, como en el caso del presente fallo, llegan hasta determinar el lugar y
las condiciones de mercadeo de un servicio sin que, de otra parte, haya claridad
necesaria acerca de las razones de tales normas. De permitir esta tendencia, no
estaría lejano el día en que a nivel local, cuando menos, se viera frustrada en
lo esencial la ampliación de la libertad económica que quiso expresamente
favorecer el Constituyente de 1991. Hay pues que recoger esa voluntad y hacerla
prevalecer por sobre toda otra consideración circunstancial no autorizada por
la ley. Puesto que la mencionada conducta vulnera el derecho a la libertad
económica que, como antes se vió, tiene carácter fundamental, esta Corte
concederá la tutela y en consecuencia revocará la sentencia que la denegó.
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera
de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de
la Constitución
RESUELVE
PRIMERO.- Revocar la sentencia proferida por el Juzgado
Sexto Civil del Circuito de Bogotá, el diecisiete de enero de 1992, por la cual
se negó la tutela formulada por Mauricio Nicolás Sánchez Molano y Fabio Aníbal
Rojas Isaza.
SEGUNDO.- Declarar la inaplicación, por inconstitucional, del artículo cuarto
del acuerdo 26 de 1986, emanado del Concejo Municipal de Chía, y de los
artículos primero y segundo del decreto numero 46 de 1991, emanados de la
Alcaldía Especial de Chía.
TERCERO.- Conceder la tutela formulada por Mauricio Nicolás
Sánchez Molano y Fabio Rojas Isaza contra las resolución 81-91 de Octubre 31 de
1991, emanada de la Inspección Municipal de Policía y Tránsito de Chía, por la
cual se sancionó a los peticionarios de esta tutela.
CUARTO.- En consecuencia, ORDENAR que cese la aplicación
de dicha resolución, y por tanto, que se restituya a los peticionarios las
máquinas de video juego.
QUINTO.- ORDENAR que por secretaría se comuníque esta
decisión al Juez sexto Civil del Circuito de Santafé de Bogotá, en la forma
señalada en el artículo 36 del Decreto 2591 y para los efectos allí previstos.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta Constitucional y cúmplase.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Presidente
-Salvamento de voto-
CIRO ANGARITA BARON EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
Magistrado
Salvamento de voto Sentencia No. T-425
CONCEJO MUNICIPAL-Facultades/PODER DE POLICIA
(Salvamento de voto)
Considero que los reglamentos municipales
en materia de orden público, esto es, de policía, tienen amplio respaldo
constitucional y legal y son, además, fundamentales para la preservación de
bienes invaluables para la persona humana y para la comunidad, que no pueden
minimizarse, como lo hace el voto de mayoría, por su enceguecimiento ante lo
que representan el orden, la tranquilidad, la moralidad y la seguridad públicas
que este caso envuelve y que tienen un importante impacto en la formación de
personas en periodo de su desarrollo básico.
No solamente la ley en forma directa sino
también otros ordenamientos legítimos y dentro de su competencia legal pueden
regular los puntos dichos, como ocurre, por su misma función y finalidad, con
la normativa de policía en los precisos campos que le corresponden, fuera de
que la libertad económica está sometida a restricciones "cuando así lo
exija el interés social", que comprende obviamente el orden policivo.
JUEGOS ELECTRONICOS-Regulación (Salvamento de voto)
Las exigencias de un permiso y de que las maquinitas
funcionen en un local aparte sin concurrencia de otras mercancías o servicios,
especialmente destinado para ellas, son medidas ampliamente justificadas porque
son instrumentos indispensables para el debido y necesario control de estos
juegos, cuya dispersión en toda clase de sitios, aún en un gran número de
pequeñas tiendas y almacenes, hace imposible su atención por las autoridades;
esto tiene que ver sobre todo con el control de las personas que frecuentan
estos sitios para proteger el desarrollo moral y la formación de hábitos y
costumbres en los menores y para que no se engañe al público; piénsese, además,
en lo que pasaría si se permite que estos aparatos sean instalados en sitios
donde no deben estar las personas que generalmente los usan, como en cantinas,
casinos y lupanares.
Comedidamente me permito salvar el voto en
la sentencia T-425 que resolvió la acción de tutela intentada contra una
resolución de la Inspección de Policía y Tránsito de Chía por los señores
MAURICIO NICOLAS SANCHEZ MOLANO y FABIO ROJAS ISAZA.
Aunque comparto las consideraciones
generales que en la sentencia se hacen con respecto al poder de policía y a la
libertad económica, discrepo de la forma como tales criterios se aplican al
caso concreto y, por lo tanto, de la decisión.
En efecto, considero que los reglamentos
municipales en materia de orden público, esto es, de policía, tienen amplio
respaldo constitucional y legal y son, además, fundamentales para la
preservación de bienes invaluables para la persona humana y para la comunidad,
que no pueden minimizarse, como lo hace el voto de mayoría, por su
enceguecimiento ante lo que representan el orden, la tranquilidad, la moralidad
y la seguridad públicas que este caso envuelve y que tienen un importante
impacto en la formación de personas en periodo de su desarrollo básico.
Ahora bien, desde el punto de vista
jurídico, es obvio que cuando el artículo 84 de la Constitución, en guarda del
principio de legalidad, elemento esencial del estado de derecho, prohibe
solicitar imperativamente a los gobernados condiciones adicionales a las
establecidas en los reglamentos generales, no alude específicamente y de manera
excluyente a los dictados sólo por el legislador, sino que comprende también
todas aquellas reglamentaciones que en desarrollo de la ley o con su
autorización, dicten otras autoridades en ejercicio de las facultades de
regulación que les han sido reconocidas como propias en el ordenamiento
fundamental.
Igual puede decirse del artículo 333 ibídem
que, en lo que importa, prohibe que la libertad económica se limite mediante la
exigencia de permisos o requisitos "sin autorización de la ley", lo
cual deja bien en claro que no solamente la ley en forma directa sino también
otros ordenamientos legítimos y dentro de su competencia legal pueden regular
los puntos dichos, como ocurre, por su misma función y finalidad, con la
normativa de policía en los precisos campos que le corresponden, fuera de que
la libertad económica está sometida a restricciones "cuando así lo exija
el interés social", que comprende obviamente el orden policivo.
Entonces, viniendo a las autorizaciones que
la ley puede otorgar conforme a tales normas, pueden citarse las siguientes que
son compatibles con la Constitución de 1991, según lo dicho: la que encomienda
a los Concejos "arreglar la policía en todas sus ramos" (art. 93,
Decreto 1333, 86, Código de Régimen Municipal); la que defiere estas cuestiones
al reglamento policivo cuando dispone que "la regulación del ejercicio de
ciertas actividades ciudadanas no reservadas por la constitución y la ley,
corresponde al reglamento de policía mientras el legislador no lo haga",
dentro, por supuesto, de su función, (art. 13-a, Decreto 1355, 70, Código
Nacional de Policía); y, ya para el caso concreto, las siguientes de este
último estatuto: la que manda que "cuando la ley o el reglamento de
policía subordine el ejercicio de una actividad a ciertas condiciones o al
cumplimiento de determinados requisitos, dicha actividad no podrá ejercerse
sino mediante el correspondiente permiso otorgado previa la comprobación de
aquellos o el cumplimiento de éstos", (art. 15 ibidem), así como que
"los establecimientos comerciales requieren permiso para su
funcionamiento. El permiso se otorgará, en cada caso, de acuerdo con las prescripciones
señaladas en los reglamentos de policía local" (art. 117, ibidem).
Porque el suscrito magistrado no tiene
dudas sobre la constitucionalidad de estos reglamentos, aún a la luz de los
artículos 84 y 333 de la Carta Política, celebra que en la sentencia se diga
que "las actividades que conforman dicha libertad (económica) están
sujetas a limitaciones impuestas por la Constitución y las leyes, por razones
de seguridad, salubridad, moralidad, utilidad pública o interés social",
que, agrega este salvamento, son materias propias, con sujeción a las normas
superiores, del reglamento de policía.
Desgraciadamente, no obstante, para
concluir, el fallo dice: "Esta Corte, a la luz de las anteriores
consideraciones, ve con preocupación que las autoridades locales hagan
exigencias no razonables para el ejercicio de la actividad económica, las
cuales, como en el caso del presente fallo, llegan hasta determinar el lugar y
las condiciones de mercadeo de un servicio sin que, de otra parte, haya
claridad necesaria acerca de las razones de tales normas".
Esto equivale casi que a un reconocimiento
de que se resolvió sin tener suficiente entendimiento de la realidad social
para la cual se estaba tomando una decisión y demuestra que se ha obrado sin
una idea clara de los intereses y valores en juego en forma por lo demás
desatinada.
Por el contrario, para el suscrito
Magistrado es claro que las exigencias de un permiso y de que las maquinitas
funcionen en un local aparte sin concurrencia de otras mercancías o servicios,
especialmente destinado para ellas, son medidas ampliamente justificadas porque
son instrumentos indispensables para el debido y necesario control de estos
juegos, cuya dispersión en toda clase de sitios, aún en un gran número de
pequeñas tiendas y almacenes, hace imposible su atención por las autoridades;
esto tiene que ver sobre todo con el control de las personas que frecuentan
estos sitios para proteger el desarrollo moral y la formación de hábitos y
costumbres en los menores y para que no se engañe al público; piénsese, además,
en lo que pasaría si se permite que estos aparatos sean instalados en sitios
donde no deben estar las personas que generalmente los usan, como en cantinas,
casinos y lupanares.
Creo que con esta decisión se ha creado en
Chía un grave problema social.
Fecha ut supra.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Magistrado
1 Cfr. Vidal Perdomo, Jaime. Derecho Administrativo, 9a edición,
Editorial Temis S.A. Bogotá, Colombia, 1987, p. 191
2 Cfr. Vidal Perdomo, Jaime. op. cit. p. 91
3 Cfr. Dupuis Georges et Guedón Marie Jose, Institutions
Administratives. Droit Administratrif. Armand Editeur, París 1986. p. 389.
4 Cfr. ibidem p. 391
5 Cfr. Gaceta Constitucional No 80, Bogotá D.E, jueves 23 de Mayo
de 1991, p.91 |
60 | T-426-92
Sentencia No
Sentencia No. T-426/92
DERECHO A LA SUBSISTENCIA
Aunque la Constitución no consagra un
derecho a la subsistencia éste puede deducirse de los derechos a la vida, a la
salud, al trabajo y a la asistencia o a la seguridad social. La persona
requiere de un mínimo de elementos materiales para subsistir. La consagración
de derechos fundamentales en la Constitución busca garantizar las condiciones
económicas y espirituales necesarias para la dignificación de la persona humana
y el libre desarrollo de su personalidad.
Al interpretar restrictivamente el alcance
del derecho a la subsistencia el juez desconoció la importancia de la solicitud
de tutela respecto de los derechos de seguridad social y de asistencia y
protección de la tercera edad, en las especiales circunstancias del
solicitante.
ESTADO SOCIAL DE DERECHO
El Estado social de derecho hace relación a
la forma de organización política que tiene como uno de sus objetivos combatir
las penurias económicas o sociales y las desventajas de diversos sectores,
grupos o personas de la población, prestándoles asistencia y protección. Exige
esforzarse en la construcción de las condiciones indispensables para asegurar a
todos los habitantes del país una vida digna dentro de las posibilidades
económicas que estén a su alcance. El fin de potenciar las capacidades de la
persona requiere de las autoridades actuar efectivamente para mantener o
mejorar el nivel de vida, el cual incluye la alimentación, la vivienda, la
seguridad social y los escasos medios dinerarios para desenvolverse en
sociedad.
DERECHO A LA SEGURIDAD SOCIAL/DERECHOS
FUNDAMENTALES/DERECHOS DE PERSONA DE LA TERCERA EDAD
El derecho a la seguridad social no está
consagrado expresamente en la Constitución como un derecho fundamental. Sin
embargo, este derecho establecido de forma genérica en el artículo 48 de la
Constitución, y de manera específica respecto de las personas de la tercera
edad, adquiere el carácter de fundamental cuando, según las circunstancias del
caso, su no reconocimiento tiene la potencialidad de poner en peligro otros
derechos y principios fundamentales como la vida, la dignidad humana, la
integridad física y moral o el libre desarrollo de la personalidad de las
personas de la tercera edad.
DERECHO A LA SUSTITUCION PENSIONAL
El derecho a la sustitución pensional es
una especie del derecho a la seguridad social que, cuando se verifican los
supuestos legales para que se cause, permite a una persona entrar a gozar de
los beneficios de la prestación económica antes percibida por otra. El derecho
a la sustitución pensional no supone el reconocimiento del derecho a una
pensión, sino la legitimación para reemplazar a la persona que venía gozando de
este derecho.
DERECHO DE PETICION
El derecho de petición consagrado en el
artículo 23 de la Carta, es un derecho público subjetivo de la persona para
acudir ante las autoridades, o las organizaciones privadas que establezca la
ley, con miras a obtener pronta resolución a una solicitud o queja. A
diferencia de los términos y procedimientos jurisdiccionales, el derecho de
petición es una vía expedita de acceso directo a las autoridades. Aunque su
objeto no incluye el derecho a obtener una resolución determinada, sí exige que
exista un pronunciamiento oportuno. La posibilidad de las autoridades de no
contestar reclamaciones o solicitudes que conlleva la configuración del
fenómeno del silencio administrativo no debe entenderse como vía expedita para
el desconocimiento del núcleo esencial del derecho fundamental de petición.
DERECHOS FUNDAMENTALES-Núcleo esencial
La interpretación y aplicación de la teoría
del núcleo esencial de los derechos fundamentales está indisolublemente
vinculada al orden de valores consagrado en la Constitución. La ponderación de
valores o intereses jurídico-constitucionales no le resta sustancialidad al
núcleo esencial de los derechos fundamentales. El núcleo esencial de un derecho
fundamental es resguardado indirectamente por el principio constitucional de
ponderación del fin legítimo a alcanzar frente a la limitación del derecho
fundamental, mediante la prohibición de limitaciones desproporcionadas a su
libre ejercicio
ADMINISTRACION PUBLICA-Deberes/PRINCIPIO DE EFICACIA/DERECHOS
DE LAS PERSONAS DE LA TERCERA EDAD/RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL
El principio de eficacia de la
administración pública juega un papel central para hacer realidad la
efectividad de los derechos fundamentales. Con la tardanza de la administración
para resolver sobre la petición de sustitución pensional se vulneró igualmente
el derecho al pago oportuno y al reajuste periódico de las pensiones legales
consagrado en el inciso 3 del artículo 53 de la Constitución Política.
Se ha elevado así a nivel de derecho
constitucional el goce efectivo de las pensiones legales que, junto con el
deber de promover la integración a la vida activa y comunitaria, constituyen
algunas de las más preciosas garantías en favor de las personas de la tercera
edad.
ACCION DE TUTELA/INDEMNIZACION DE
PERJUICIOS
El goce efectivo de sus derechos
fundamentales vulnerados requiere necesariamente de una indemnización dineraria
que, para el presente caso, se fija en el daño emergente ocasionado al
peticionario durante los meses que excedieron el doble del plazo ordinario para
resolver su solicitud, con el fin de compensar los costos asumidos por la
familia de la hija del petente, los cuales no se hubieran producido si la
injustificada tardanza de la administración no se hubiera presentado.
SENTENCIA DE JUNIO 24 DE 1992
REF. : Expediente
T-824
Actor: HERNANDO
DE JESUS BLANCO ANGARITA
Magistrado
Ponente:
Dr. EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Segunda de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, José
Gregorio Hernández Galindo y Alejandro Martínez Caballero ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de tutela T-824 adelantado
por el señor HERNANDO DE JESUS BLANCO ANGARITA contra el director de la Caja
Nacional de Previsión Social.
A N T E C E D
E N T E S
1. El señor HERNANDO DE JESUS BLANCO
ANGARITA interpuso el 17 de diciembre de 1991 acción de tutela contra el
director de la Caja Nacional de Previsión Social, aduciendo la violación de su
"derecho fundamental de subsistencia".
2. El petente afirmó en escrito
sustentatorio de su acción ser cónyuge supérstite de la señora MARIA JOSEFINA
DE JESUS OROZCO DE BLANCO, quien falleciera "en su condición de pensionada
de la Caja Nacional de Previsión Social como maestra que fue al servicio de la
Secretaría de Educación de Boyacá".
3. Según el accionante, quien se
autodefinió como "una persona anciana y sin recursos", el día 17 de
diciembre de 1990 solicitó la sustitución pensional, "sin que a la fecha
se hubiera atendido el otorgamiento de ese derecho laboral", lo cual lo
obligó a vivir bajo la protección de su hija con la carga adicional que para
ella ésto conlleva y sin poder satisfacer algunas elementales necesidades por
falta de recursos, entre ellas, una intervención quirúrgica requerida por su
precario estado de salud.
4. Entre sus pretensiones el señor BLANCO
ANGARITA solicitó "obligar al Director de la Caja Nacional de Previsión
Social o a quién haga sus veces a que resuelva de inmediato y en forma
favorable mi solicitud de sustitución pensional, radicada bajo el número 010558
del 17 de Diciembre de 1990", así como el pago inmediato de las mesadas
causadas desde el fallecimiento de su esposa y la indemnización correspondiente
por la mora en resolver la solicitud de sustitución pensional.
5. El Juzgado Primero Civil Municipal de
Santafé de Bogotá negó la tutela solicitada mediante sentencia del 18 de
febrero de 1992, salvo en lo que respecta al derecho fundamental de petición, y
ordenó al Jefe de la Sección de Pensiones del Magisterio de la Sub-dirección de
Prestaciones Económicas de la Caja Nacional de Previsión resolver definitivamente
en el término de un mes y medio sobre la petición de sustitución pensional.
De las pruebas practicadas, el juez de
tutela pudo constatar que el señor BLANCO ANGARITA hacía más de un año acudía
infructuosamente a la entidad pública esperando una respuesta a su solicitud y
que inclusive había intentado inquirir, sin éxito, sobre la negativa a
responder, no habiéndosele recibido su escrito por el funcionario de turno.
Procedió posteriormente el fallador a
realizar una audiencia pública en la misma Caja Nacional de Previsión Social,
donde fue atendido por la Jefe de la Sección de Pensiones del Magisterio, Dra.
GLORIA RODRIGUEZ DE ROMERO. En dicha oportunidad, se pudo establecer el tiempo
promedio para la tramitación de las sustituciones pensionales, así como el
procedimiento de trámite ordinario de estos asuntos. Ante la pregunta de cuánto
puede demorarse normalmente la resolución de una solicitud de sustitución
pensional desde el momento que se formula la solicitud hasta cuando se adopta
la decisión final, la doctora Rodríguez contestó: "Con los trámites
actuales se demora entre cuatro y cinco meses".
Con fundamento en las pruebas recogidas, el
juez primero verificó la violación del derecho de petición consistente en la
negativa de recibir un escrito exhortatorio a la administración para que se
pronunciara sobre la solicitud inicial de sustitución pensional y en la
inexistencia de una resolución oportuna a la petición elevada por el señor
BLANCO ANGARITA.
6. El juez del conocimiento no encontró
probada la vulneración del derecho a la subsistencia por considerar que al
solicitante no se le negó la asistencia médica en la Caja Nacional de Previsión
Social, "sino que éste no se sometió a ella por la falta de dinero para
cancelar deudas y para mantenimiento mientras, se interpreta, se encuentre
convaleciente".
7. Sobre la posible vulneración del
artículo 46 de la Constitución - si se entendiera tutelable - el juzgado
concluyó que "tampoco se ha violado en el presente caso ya que la
protección y asistencia de las personas de la tercera edad no corresponde
exclusivamente al Estado, sino que a ello también deben concurrir la sociedad y
la familia, y tanto en la solicitud escrita como en la declaración tomada
reiteradamente se reconoce que una hija del solicitante actualmente brinda a
éste protección y asistencia, y el grado de participación de todos en tal
propósito no puede esperarse que tenga una determinación exacta, por lo cual es
un imperativo si se quiere moral de la familia que esté en posibilidades de
ello, como en este caso, brindar esa asistencia y protección".
8. Por no haber sido impugnada la decisión
de tutela, el expediente respectivo fue remitido a esta Corporación para su
eventual revisión y correspondió a esta Sala su conocimiento.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Antes de proceder a revisar la presente
sentencia de tutela, la Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional
considera necesario referirse a la situación en que se encuentra el anciano en
nuestra sociedad actual, ya que en este contexto histórico es en el cual se
plantea la presente acción.
Papel del anciano en la sociedad moderna
1. Es inaceptable la condición de abandono
y marginamiento social de miles de personas pertenecientes a la tercera edad.
Tal situación obedece como bien lo explicó en su momento el constituyente, a
que "en tiempos pasados la sociedad fue generosa con el anciano. Lo hizo
gobernante, juez, pontífice y consejero; lo ofrendó con privilegios y lo hizo
merecedor de respeto y veneración. Por aquel entonces los promedios de vida
eran muy bajos y el hombre longevo era algo excepcional. Pero más tarde, con el
surgimiento de la familia nuclear y la crisis de la familia extensa o
patriarcal, en la cual los hombres y mujeres de edad desempeñaban roles
importantes, el viejo pierde su lugar, pues se limitan las obligaciones de sus
parientes, y la sociedad se vuelve esquiva con él. Es así como se crean
alrededor de la vejez una serie y mitos y tabúes adversos que la asocian con
la enfermedad, la inutilidad, la impotencia sexual y el aislamiento; en fin un
cúmulo de versiones que le hacen aparecer como una edad estéril y dolorosa,
alejada de cualquier clase de placer o satisfacción. Esta situación,
íntimamente vinculada a problemas de orden económico y socio-cultural, origina
una condición de inseguridad para el anciano, que hace cada vez más difícil su
convivencia con la familia, porque sus hijos han dejado de ser un apoyo para
él". (Iván Marulanda, Jaime Benítez, Tulio Cuevas, Guillermo Perry,
Angelino Garzón, Guillermo Guerrero. Ponencia-Informe Derechos de la Familia,
el Niño, el Joven, la Mujer, la Tercera Edad y Minusválidos. Gaceta
Constitucional No. 85 p. 8).
Carencias del anciano
2. Largas filas de ancianos en espera del
pago de las pensiones necesarias para sobrevivir, la falta de un servicio
social de atención a ancianos y disminuidos físicos o mentales como el
existente en otras sociedades - al cual necesariamente deberá llegarse - que
garantice la satisfacción de sus necesidades básicas, y, en general, la ausencia
de un adecuado sistema de protección y asistencia, son factores objetivos que
sitúan a este grupo social en circunstancias de marginalidad y debilidad
manifiestas.
Frente a esta injusticia ha querido
reaccionar el constituyente colombiano al afirmar que "para que la vida
del hombre sea digna de comienzo a fin, es perentorio asegurarle a la persona
de la tercera edad el derecho a la seguridad y el disfrute del bienestar social
que incluyen los de salud, la alimentación adecuada y la vivienda". (Iván
Marulanda, y otros. Gaceta Constitucional No. 85 p. 9). Es así como el inciso 2
del artículo 46 de la Constitución establece: "El Estado les garantizará
(a los ancianos) los servicios de la seguridad social integral y el subsidio
alimentario en caso de indigencia".
Dentro del anterior contexto socio-cultural
y según el marco normativo descrito debe evaluarse la acción de tutela
instaurada por el señor BLANCO ANGARITA en su condición de anciano. La
realidad social nutre el derecho constitucional. De ahí que la aplicación de la
normas constitucionales a los casos concretos deba tener en cuenta que uno de
los fines esenciales del Estado es la progresiva realización de las
aspiraciones del constituyente dirigidas a transformar la realidad, cuando ella
genera inequidad, injusticia y desigualdad.
Derechos
fundamentales supuestamente vulnerados
3. Entre los derechos fundamentales que el
peticionario aduce como violados se encuentran el derecho de subsistencia y el
derecho de petición (CP art.23). Por otra parte, la responsabilidad de la
administración también podría estar comprometida en la violación de los
derechos de protección y asistencia de la tercera edad (CP art.46), así como en
el desconocimiento del derecho a la seguridad social (CP art.48), a pesar de no
haber sido expresamente invocados por la parte afectada.
Derecho a la
subsistencia
4. Aunque la Constitución no consagra un
derecho a la subsistencia éste puede deducirse de los derechos a la vida, a la
salud, al trabajo y a la asistencia o a la seguridad social. La persona
requiere de un mínimo de elementos materiales para subsistir. La consagración
de derechos fundamentales en la Constitución busca garantizar las condiciones
económicas y espirituales necesarias para la dignificación de la persona humana
y el libre desarrollo de su personalidad.
El juez de tutela de primera instancia
circunscribe el derecho a la subsistencia a la necesidad del solicitante de
someterse a una urgente intervención quirúrgica. A su vez, funda su negativa de
tutelar el mencionado derecho en la circunstancia de no haberle negado la Caja
de Previsión Social asistencia médica al señor BLANCO ANGARITA. No obstante
asistirle razón al juzgador de instancia en el sentido de no existir una
vulneración o amenaza del derecho a la salud, al interpretar restrictivamente
el alcance del aludido derecho a la subsistencia el juez desconoció la
importancia de la solicitud de tutela respecto de los derechos de seguridad
social y de asistencia y protección de la tercera edad, en las especiales
circunstancias del solicitante.
Estado social de derecho, dignidad humana y
derecho al mínimo vital
5. El Estado social de derecho hace
relación a la forma de organización política que tiene como uno de sus
objetivos combatir las penurias económicas o sociales y las desventajas de
diversos sectores, grupos o personas de la población, prestándoles asistencia y
protección.
Del principio de Estado social de derecho
se deducen diversos mandatos y obligaciones constitucionales: primariamente, el
Congreso tiene la tarea de adoptar las medidas legislativas necesarias para
construir un orden político, económico y social justo (Preámbulo, CP art. 2).
Por otra parte, el Estado y la sociedad en su conjunto, de conformidad con los
principios de la dignidad humana y de la solidaridad (CP art.1), deben
contribuir a garantizar a toda persona el mínimo vital para una existencia
digna.
El Estado social de derecho exige esforzarse
en la construcción de las condiciones indispensables para asegurar a todos los
habitantes del país una vida digna dentro de las posibilidades económicas que
estén a su alcance. El fin de potenciar las capacidades de la persona requiere
de las autoridades actuar efectivamente para mantener o mejorar el nivel de
vida, el cual incluye la alimentación, la vivienda, la seguridad social y los
escasos medios dinerarios para desenvolverse en sociedad.
Toda persona tiene derecho a un mínimo de
condiciones para su seguridad material. El derecho a un mínimo vital - derecho
a la subsistencia como lo denomina el peticionario-, es consecuencia directa de
los principios de dignidad humana y de Estado Social de Derecho que definen la
organización política, social y económica justa acogida como meta por el pueblo
de Colombia en su Constitución. Este derecho constituye el fundamento
constitucional del futuro desarrollo legislativo del llamado "subsidio de
desempleo", en favor de aquellas personas en capacidad de trabajar pero
que por la estrechez del aparato económico del país se ven excluidos de los
beneficios de una vinculación laboral que les garantice un mínimo de
condiciones materiales para una existencia digna.
Igualdad de oportunidades y trato favorable
a los débiles
6. El derecho al mínimo vital no sólo
incluye la facultad de neutralizar las situaciones violatorias de la dignidad
humana, o la de exigir asistencia y protección por parte de personas o grupos
discriminados, marginados o en circunstancias de debilidad manifiesta (CP art.
13), sino que, sobre todo, busca garantizar la igualdad de oportunidades y la
nivelación social en una sociedad históricamente injusta y desigual, con
factores culturales y económicos de grave incidencia en el "déficit social".
El derecho a un mínimo vital, no otorga un
derecho subjetivo a toda persona para exigir, de manera directa y sin atender a
las especiales circunstancias del caso, una prestación económica del Estado.
Aunque de los deberes sociales del Estado (CP art. 2) se desprende la
realización futura de esta garantía, mientras históricamente ello no sea
posible, el Estado está obligado a promover la igualdad real y efectiva frente
a la distribución inequitativa de recursos económicos y a la escasez de
oportunidades.
Estado Social de Derecho y
"Constitución Económica"
7. La unidad normativa de la Constitución y
su interpretación sistemática permiten vincular directamente las disposiciones
que conforman la llamada "Constitución Económica" - Título XII del
Régimen Económico y de la Hacienda Pública - con el principio fundamental del
Estado social de derecho y la efectividad de los derechos constitucionales, en
especial, los derechos sociales, económicos y culturales (CP arts. 42 a 77).
Existe una íntima relación entre el derecho a un mínimo vital y el compromiso
institucional para garantizar el cubrimiento de las necesidades básicas
insatisfechas (CP arts. 324, 334, 350, 357, 366). El carácter programático de
las disposiciones económicas no es óbice para que el Estado desatienda sus
deberes sociales cuando las necesidades básicas ya han sido cubiertas mediante
el desarrollo de la infraestructura económica y social y, por lo tanto, se
encuentre materialmente en capacidad de satisfacerlas, ya de manera general o
particular. En estas circunstancias se concretiza la existencia de un derecho
prestacional del sujeto para exigir del Estado el cumplimiento y la garantía
efectiva de sus derechos sociales, económicos y culturales.
Situación
concreta del solicitante
8.
En efecto, el petente, anciano de sesenta y nueve años, sin empleo ni entradas
económicas fijas, confiado a la protección de su hija y sin recursos para
atender las más elementales necesidades, fundaba todas sus expectativas vitales
en el reconocimiento de su derecho a la seguridad social. Prueba de ello, es el
memorial del 23 de agosto de 1991 dirigido al Jefe de Prestaciones Económicas
del Magisterio de la Caja Nacional de Previsión, en ejercicio del derecho de
petición, y que no fuera atendido por dicha entidad, en el cual el señor BLANCO
ANGARITA expresaba: "Hemos hecho muchas averiguaciones con esa institución,
pero la respuesta siempre es la misma: plazos y más plazos que sólo traen como
consecuencia el aumento de la incertidumbre, el sufrimiento y los deseos de no
seguir viviendo". Es claro en este caso que el reconocimiento de su
derecho a la seguridad social era concebido como derecho a la subsistencia o
derecho al mínimo vital.
Carácter
fundamental del derecho a la seguridad social para ancianos
9. El derecho a la seguridad social no está
consagrado expresamente en la Constitución como un derecho fundamental. Sin
embargo, este derecho establecido de forma genérica en el artículo 48 de la
Constitución, y de manera específica respecto de las personas de la tercera
edad (CP art. 46 inc. 2), adquiere el carácter de fundamental cuando, según las
circunstancias del caso, su no reconocimiento tiene la potencialidad de poner
en peligro otros derechos y principios fundamentales como la vida (CP art. 11),
la dignidad humana (CP art.1), la integridad física y moral (CP art. 12) o el
libre desarrollo de la personalidad (CP art. 16) de las personas de la tercera
edad (CP art.
46).
Situación de los
ancianos en Colombia
10. La situación concreta de gran número de
ancianos hace que el derecho a la asistencia y la seguridad social sea para
ellos un derecho fundamental. Según el propio constituyente, "en Colombia
se calcula que en 1990 había 2.016.334 personas mayores de sesenta años, de los
cuales 592.402, más de la cuarta parte de esta población, no cuentan con
recursos necesarios para subsistir. Además, se sabe que la mayoría de los
individuos pertenecientes a la tercera edad sufren de algún tipo de abandono
social y muy pocos viejos tienen acceso a la seguridad social. La cifra no
alcanza siquiera al 1% en todo el territorio nacional" (Iván Marulanda, y
otros. Gaceta Constitucional No. 85 p. 8-9). Es por ello que la Constitución
garantiza a las personas de la tercera edad "los servicios de seguridad
social integral y el subsidio alimentario en caso de indigencia" (CP
art. 46).
Personas ancianas, en condiciones de
abandono o que representan una carga económica desproporcionada para la familia
de escasos recursos y que, por dichas circunstancias, se constituyen en un
atentado a la integridad familiar, gozan de un derecho fundamental a la
seguridad social según los términos que establezca la ley.
Derecho
Internacional
11. El derecho internacional defiende la
importancia central de los derechos de la seguridad social. Diversos
instrumentos otorgan status de derechos fundamentales a la satisfacción de las
necesidades básicas de la persona. La Declaración Universal de los Derechos
Humanos - el más importante documento del derecho internacional humanitario -
estatuye en su artículo 25: "Toda persona tiene derecho a un nivel de vida
adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en
especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios; tiene, así mismo, derecho a los seguros en caso
de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus
medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad".
Necesidades
básicas en la Constitución colombiana
12. Por su parte, la Constitución
colombiana no sólo acoge la noción de que la atención de las necesidades
básicas satisface exigencias primarias de los seres humanos, sino que convierte
ese cometido en prioridad del Estado y del ordenamiento. El concepto de
"necesidades básicas insatisfechas" condiciona la apropiación y
distribución de partidas presupuestales (CP art. 324) y del gasto público
social (CP art. 350), constituyéndose en una finalidad social del estado su
satisfacción (CP art. 366), incluso mediante la concesión de subsidios para el
pago de tarifas de servicios públicos domiciliarios (CP art. 368).
Derecho constitucional
a la seguridad social
13. Aunque las tesis intervencionistas
hayan sido aceptadas en el pasado para morigerar los efectos del sistema
socio-económico capitalista y con el objeto de promover la justicia social, lo
que se controvierte hoy en día es si las personas y grupos gravemente
necesitados, gozan de un derecho constitucional a la asistencia o seguridad
social. El carácter restrictivo del ejercicio de los derechos individuales
frente al Estado se opone al reconocimiento de derechos constitucionales
dirigidos a la satisfacción inmediata de las necesidades básicas y a la
consiguiente obligación del Estado de garantizarlos.
Libre mercado e
igualdad de oportunidades
14. En ciertos ámbitos políticos persiste
la concepción de que el sector privado es el garante primero y último de la
satisfacción de las necesidades básicas y no el sector público. La visión que
subyace a esta tesis es que el bienestar humano está mejor garantizado por el
"libre mercado", que ofrece infinitas oportunidades económicas para
alcanzar la prosperidad si las personas mismas saben utilizarlas adecuadamente,
y no por la asunción de obligaciones sociales a cargo del Estado.
Mecanismos para
el cumplimiento de los derechos
15. Sin embargo, el mito de la igualdad
económica de oportunidades ha sido desmentido por las realidades demográficas
mundiales.
En el plano internacional ello ha dado
lugar al establecimiento de mecanismos para el cumplimiento de los derechos
humanos. Es así como los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos
y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales adoptados en 1966, vigentes a
partir de 1976 y ratificados por Colombia mediante ley 74 de 1968, desarrollan
y dan concreción a los derechos consignados en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, el núcleo de la Carta Internacional de Derechos.
En especial, el artículo 9 del Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales establece:
"Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda
persona a la seguridad social, incluso al seguro social".
Interpretación
de conformidad con los tratados internacionales
16. El principio de interpretación de los
derechos y deberes de conformidad con los tratados internacionales sobre
derechos humanos ratificados por Colombia (CP art. 93), exige afirmar el
carácter fundamental del derecho a la seguridad social para aquellas personas
con necesidades básicas insatisfechas y que se encuentran en circunstancias de
debilidad manifiesta por su condición económica, física o mental (CP art. 13
inc. 3).
Derecho a la
sustitución pensional
17. El derecho a la sustitución pensional
es una especie del derecho a la seguridad social que, cuando se verifican los
supuestos legales para que se cause, permite a una persona entrar a gozar de
los beneficios de la prestación económica antes percibida por otra. El derecho
a la sustitución pensional no supone el reconocimiento del derecho a una
pensión, sino la legitimación para reemplazar a la persona que venía gozando de
este derecho.
Derecho a
obtener una resolución en torno a la sustitución pensional
18. El derecho a obtener una resolución
en torno a la sustitución pensional supone necesariamente el ejercicio del
derecho fundamental de petición (CP art. 23). Por su parte, la exigencia
constitucional de "pronta resolución" se hace más estricta tratándose
del ejercicio del derecho de petición por parte de personas de la tercera edad
(CP. arts. 46 y 13 inciso 3) y, aún más, cuando de la respuesta de la
administración depende la efectividad de un derecho fundamental (CP art. 2),
como es en este caso el derecho a la seguridad social del anciano.
Derecho de
petición
19. El derecho de petición consagrado en el
artículo 23 de la Carta, es un derecho público subjetivo de la persona para
acudir ante las autoridades, o las organizaciones privadas que establezca la
ley, con miras a obtener pronta resolución a una solicitud o queja. A
diferencia de los términos y procedimientos jurisdiccionales, el derecho de
petición es una vía expedita de acceso directo a las autoridades. Aunque su
objeto no incluye el derecho a obtener una resolución determinada, sí exige que
exista un pronunciamiento oportuno.
Derecho de petición y silencio
administrativo
20. La posibilidad de las autoridades de no
contestar reclamaciones o solicitudes que conlleva la configuración del
fenómeno del silencio administrativo (arts. 40 a 42 Código Contencioso
Administrativo) no debe entenderse como vía expedita para el desconocimiento del
núcleo esencial del derecho fundamental de petición.
Núcleo esencial - Definición
21. La doctrina y la jurisprudencia
extranjera han diseñado la teoría del núcleo o contenido esencial de los
derechos fundamentales como una garantía constitucional contra su vulneración.
El núcleo esencial de un derecho fundamental puede definirse como el ámbito
intangible del derecho cuyo respeto se impone a las autoridades y a los
particulares.
Métodos para la determinación del núcleo
esencial
22. En el proceso de determinación de lo
que constituye el núcleo esencial de un derecho fundamental, el juzgador
dispone de técnicas jurídicas complementarias. Visto desde la perspectiva de
los derechos subjetivos, el contenido esencial de un derecho fundamental
consiste en aquellas facultades o posibilidades de actuación necesarias para
que el derecho sea reconocible como pertinente al tipo descrito y sin las
cuales dejaría de adscribirse a ese tipo, desnaturalizándose. Por otra parte,
la jurisprudencia de intereses ha diseñado una fórmula según la cual el núcleo
esencial del derecho fundamental es aquella parte de su contenido que es
absolutamente necesaria para que los intereses jurídicamente protegibles, que
dan vida al derecho, resulten real, concreta y efectivamente protegidos. De
este modo, se rebasa o se desconoce el contenido esencial cuando el derecho
queda sometido a limitaciones que lo hacen impracticable, lo dificultan más
allá de lo razonable o lo despojan de la necesaria protección.
Combinación de métodos
23. Tanto la caracterización de las
facultades inherentes a un derecho particular, como la determinación de los
intereses jurídicamente protegidos, son caminos de indagación que deben
converger para establecer el ámbito medular de un derecho fundamental cuyo
respeto debe así quedar plenamente asegurado y protegido en el Estado social y
democrático de derecho.
Núcleo esencial y reserva legal
24. La teoría del núcleo esencial tiene una
estrecha conexión con la reserva de ley para regular los derechos. Esta última
persigue que sólo puede ser el legislador el órgano llamado a limitar ciertos
derechos fundamentales como garantía de su integridad. No obstante, cuando el
legislador haga uso de sus facultades expresas para restringir o limitar ciertos
derechos fundamentales debe respetar el valor de la decisión constituyente en
torno a la fundamentalidad de un derecho, ésto es, su núcleo esencial.
La garantía del núcleo esencial o
intangible de los derechos fundamentales impide que el legislador en uso de la
reserva legal (autorización constitucional para limitar los derechos) se
convierta en amo y señor de los mismos, lo cual llevaría a su vaciamiento.
La teoría del núcleo esencial limita el
alcance de la reserva legal. Esta no puede ser concebida como una facultad
unilateral para restringir la eficacia de los derechos fundamentales. Por el
contrario, se opera una inversión de los efectos de la reserva legal y el
núcleo esencial, en el sentido de que las leyes generales que limitan el
ejercicio de los derechos fundamentales deben a su vez ser interpretadas
teniendo en cuenta el significado de los derechos fundamentales en una sociedad
libre y democrática, en la cual los efectos restrictivos sobre los mismos deben
igualmente quedar limitados.
La restricción a las limitaciones de los
derechos fundamentales propugna por su fortalecimiento. El contenido de los
derechos fundamentales lleva a limitar la libertad preformativa del legislador.
Interpretación y aplicación del núcleo
esencial
25. La interpretación y aplicación de la
teoría del núcleo esencial de los derechos fundamentales está indisolublemente
vinculada al orden de valores consagrado en la Constitución. La ponderación de
valores o intereses jurídico-constitucionales no le resta sustancialidad al
núcleo esencial de los derechos fundamentales. El núcleo esencial de un derecho
fundamental es resguardado indirectamente por el principio constitucional de
ponderación del fin legítimo a alcanzar frente a la limitación del derecho
fundamental, mediante la prohibición de limitaciones desproporcionadas a su
libre ejercicio.
Núcleo esencial y ponderación de valores
26. La Constitución contiene una escala de
valores que impide, salvo casos de extrema necesidad, conceder prioridad a un
bien jurídico por encima de un derecho fundamental. En la ponderación de
valores constitucionales requerida en cada caso, es necesario garantizar una
especial "fuerza de resistencia" a los derechos fundamentales,
representada en la teoría del núcleo esencial, frente a otros valores jurídicos
consagrados en la Constitución.
Examen del caso concreto - vulneración del
núcleo esencial
27. El ejercicio efectivo del derecho de
petición supone el derecho a obtener una pronta resolución. Las
dilaciones indebidas en la tramitación y respuesta de una solicitud constituyen
una vulneración de este derecho fundamental.
El derecho a obtener una pronta resolución
hace parte del núcleo esencial del derecho fundamental de petición; sin la
posibilidad de exigir una respuesta rápida y oportuna carecería de efectividad
este derecho. Por otra parte, en ejercicio de su atribución de regular los
derechos fundamentales (CP art. 152), el legislador no podrá afectar el núcleo
esencial del derecho consagrado en el artículo 23 de la Carta, en este caso, la
exigencia de una pronta resolución.
En el caso sub-examine la omisión del
Estado en resolver prontamente la solicitud del petente, a pesar de sus
repetidos y frustrados intentos de obtener una respuesta, fue de tal magnitud
que puso fuera de las posibilidades del interesado el ejercicio de su derecho,
afectando con ello también el interés jurídicamente protegido que perseguía le
fuera reconocido, consistente en su derecho fundamental a la seguridad social. Las
razones expuestas por la entidad oficial como las deficiencias de personal,
volumen de expedientes, orden de las solicitudes, reestructuración de los
sistemas de trabajo, entre otros, no representan un interés público general que
pudiera esgrimirse para justificar la desatención del deber de respuesta
oportuna. Ni las máximas "prius in tempus prius in ius" o "error
comunis facit ius" pueden justificar el condicionamiento para resolver una
solicitud a la resolución de peticiones presentadas por otras personas con
anterioridad e igualmente todavía no resueltas.
Lo contrario sería bendecir los vicios
burocráticos de una administración contraria a los principios de celeridad,
economía y eficiencia que deben caracterizar el funcionamiento de las entidades
públicas creadas para el servicio de los ciudadanos.
En consecuencia, debe concluirse que el
núcleo esencial del derecho de petición ha sido afectado inconstitucionalmente
por parte de la administración al no haber resuelto en forma oportuna la
solicitud de sustitución pensional presentada por el accionante.
Deberes de la
administración
28. La administración en el cumplimiento de
su deber de diligencia y agilidad, con fundamento en los principios de
eficacia, economía y celeridad, cuenta con un término de tiempo razonable para
contestar oportunamente las peticiones elevadas por las personas. Como ya lo
advirtió esta Corte1 , el derecho de petición es "uno de los derechos
fundamentales cuya efectividad resulta indispensable para el logro de los fines
esenciales del Estado, perticularmente el servicio de la comunidad, la
promoción de la prosperidad general, la garantía de los principios, derechos y
deberes consagrados en la Constitución y la participación de todos en las
decisiones que los afectan, así como para asegurar que las autoridades cumplan
las funciones para las cuales han sido instituídas (artículo 2o. Constitución
Política)".
El principio de
eficacia y el compromiso de los servidores públicos
29. En el diseño de la función pública el
constituyente colombiano tuvo como especial propósito fijar los parámetros que
deben guiar a la administración para el cumplimiento de los fines sociales del
Estado. El principio de eficacia de la administración pública (CP art. 209)
juega un papel central para hacer realidad la efectividad de los derechos
fundamentales. Por otra parte, los servidores públicos tienen un ineludible
compromiso de servir al Estado y a la comunidad (CP art. 123 y ss.), ejerciendo
sus funciones con la diligencia y eficacia de un buen administrador.
Razonabilidad
del plazo para resolver
30. La razonabilidad del plazo para arribar
a una pronta resolución se determina sopesando los factores inherentes a la
entidad que reciba la solicitud, como el tiempo exigido para el procesamiento
de las peticiones, conjuntamente con otros criterios de orden externo propios
del medio y de las condiciones materiales del respectivo despacho.
Retrasos no
justificados
31. Fuera del incumplimiento del plazo
legal establecido para resolver una petición ante la entidad respectiva, de
suyo ya reprobable y sancionable en los términos de la ley, un retraso no
justificado en la tramitación de una solicitud se hace patente, entre otros
casos de flagrante y exorbitante conducta morosa no competible con un Estado
social de derecho eficiente y célere, cuando la duración promedio para resolver
se excede en el doble del tiempo requerido para evacuar dicho trabajo en la
entidad, o cuando el responsable para resolver se aparta del rendimiento medio
de los funcionarios que desempeñan un trabajo similar.
Retardo
injustificado en el caso concreto
32. En el caso presente, es palmario que el
plazo promedio de cuatro a cinco meses para resolver sobre una petición de
sustitución pensional en la Caja Nacional de Previsión Social - según lo
reconoce la misma jefe de la Sección de Pensiones del Magisterio en diligencia
de audiencia pública llevada a cabo por el Juzgado Primero (1o.) Civil
Municipal de Santafé de Bogotá - fue ampliamente superado en más del doble,
constituyéndose así un retardo injustificado con la consecuente vulneración del
derecho a obtener una pronta resolución el cual se integra en el núcleo
esencial del derecho de petición. En efecto, un año después de haber radicado
la documentación exigida para obtener el reconocimiento de la sustitución
pensional, el afectado no había recibido información alguna sobre la misma.
Aún, más grave, al momento de practicarse diligencia de audiencia pública
catorce meses después de entregada la documentación, el juez de tutela pudo
establecer que el expediente del solicitante ni siquiera había sido sometido a
estudio, y tampoco se había "efectuado la publicación del aviso, lo cual
está a cargo de la Caja Nacional de Previsión por disposición legal", ni
"unificado el expediente principal de la pensión del causante o pensionada
fallecida, con el expediente de la sustitución".
Vulneración del
artículo 53-3 de la Constitución
33. Con la tardanza de la administración
para resolver sobre la petición de sustitución pensional se vulneró igualmente
el derecho al pago oportuno y al reajuste periódico de las pensiones legales
consagrado en el inciso 3 del artículo 53 de la Constitución Política.
Las dificultades de quien ha laborado
durante el tiempo exigido por la ley, o de la persona que entre a reemplazarlo
en el disfrute de su derecho, para obtener el reconocimiento y posterior pago y
reajuste del "salario diferido" que representa la pensión, llevaron
al constituyente a garantizar este derecho.
Se ha elevado así a nivel de derecho
constitucional el goce efectivo de las pensiones legales que, junto con el
deber de promover la integración a la vida activa y comunitaria (CP art. 46),
constituyen algunas de las más preciosas garantías en favor de las personas de
la tercera edad.
Violación de la
protección y asistencia de personas de la tercera edad
34. Finalmente, es importante advertir que
la protección y asistencia de las personas de la tercera edad no es una función
potestativa del Estado, la sociedad o la familia. Los tres deben concurrir para
el cumplimiento de esta función social (CP art. 46), sin que sea posible para
alguno de ellos abstenerse de este deber jurídico pretextando que otros deben
hacerlo. Cuando la carga que implica la protección o asistencia de los ancianos
sea para la familia de tal magnitud, dadas sus condiciones económicas, que
atente contra ella como institución básica de la sociedad (CP art. 5), el
Estado o la sociedad deben concurrir para garantizar el cumplimiento de esta
obligación. Por lo anterior, no es atendible el argumento dado por el juez de
instancia en el sentido de que el Estado no estaría obligado a prestar
protección y asistencia al petente por ser ello una obligación adicional de la
familia. La omisión o conducta morosa en resolver sobre la sustitución
pensional terminó en el presente caso por vulnerar igualmente la obligación concurrente
del Estado de proteger y asistir al anciano.
Condena en
abstracto a la indemnización
35. En el presente caso se ha irrogado un
perjuicio al señor HERNANDO BLANCO ANGARITA como consecuencia de la violación
de sus derechos fundamentales de petición y a la seguridad social, en conexión
con el derecho al pago oportuno y al reajuste periódico de las pensiones
legales, así como, con la obligación de protección y asistencia de las personas
de la tercera edad, que corresponde al Estado en concurrencia con la familia y
la sociedad. El perjuicio sufrido por el peticionario durante diez (10) meses -
contados a partir del mes de junio de 1991, en que razonablemente debió haber
sido resuelta la solicitud y hasta el mes de abril de 1992, fecha en la que finalmente
se reconoció el derecho a la sustitución pensional -, fue consecuencia directa
de la grave omisión culposa de la entidad pública encargada de resolver este
tipo de solicitudes. El goce efectivo de sus derechos fundamentales vulnerados
requiere necesariamente de una indemnización dineraria que, para el presente
caso, se fija en el daño emergente ocasionado al peticionario durante los meses
que excedieron el doble del plazo ordinario para resolver su solicitud, con el
fin de compensar los costos asumidos por la familia de la hija del petente, los
cuales no se hubieran producido si la injustificada tardanza de la
administración no se hubiera
presentado.
Deber
estatal de repetir contra sus
agentes
36. La responsabilidad patrimonial
declarada judicialmente contra el Estado por la acción u omisión de las
autoridades públicas no es un camino de una sola vía. Los funcionarios del
Estado deben ser conscientes de los fines sociales que lo inspiran y de su
calidad de servidores públicos, la cual les exige un especial cuidado en el
desempeño de sus funciones. Por tal motivo, cuando se condene al Estado como
consecuencia de la conducta de uno de sus agentes a reparar patrimonialmente
los daños antijurídicos causados a una persona, el mismo Estado por intermedio
de la entidad respectiva está en la indeclinable obligación de repetir contra
el agente responsable (CP art. 90 inc.2). De otra forma, el Estado se
convertiría en fortín de los inescrupulosos, deshonestos y negligentes,
comprometiéndose seriamente el buen servicio y la responsabilidad, pilares
insustituibles de la función pública en el Estado social de derecho.
D E C I S I O N
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda
de Revisión de la Corte Constitucional,
R E S U E L V E
PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia de tutela del 18 de
febrero de 1992 proferida por el JUZGADO PRIMERO CIVIL MUNICIPAL de Santafé de
Bogotá.
SEGUNDO.- MODIFICAR la mencionada providencia en el
sentido de CONCEDER la tutela por la violación del derecho fundamental a la
seguridad social, en particular, el derecho al pago oportuno y al reajuste
periódico de la pensión legal reconocida al señor HERNANDO DE JESUS BLANCO
ANGARITA.
TERCERO.- ADICIONAR el fallo de tutela revisado en el
sentido de CONDENAR en abstracto a la Nación, Caja Nacional de Previsión
Social, (establecimiento público del orden nacional adscrito al Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social), al pago de la indemnización correspondiente en
favor del señor HERNANDO DE JESUS BLANCO ANGARITA, la cual deberá
liquidarse de conformidad con lo establecido en el artículo 25 del Decreto 2591
de 1991 y según lo dispuesto en los numerales 35 y 36 de los fundamentos
jurídicos.
CUARTO.- ADICIONAR el fallo de tutela revisado en el sentido
de ADVERTIR a los servidores públicos de la Caja Nacional de Previsión
Social - Subdirección de Prestaciones Económicas - Sección Pensiones del
Magisterio para que no vuelvan a incurrir en la violación de los derechos
fundamentales aquí protegidos.
QUINTO.- NOTIFICAR al Director General de la Caja Nacional de
Previsión Social la presente decisión, así como al Juzgado Primero Civil
Municipal de Santafé de Bogotá para los efectos del artículo 36 del Decreto
2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase, e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Segunda de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los veinticuatro (24)
días del mes de junio de mil novecientos noventa y dos
(1992).
1 Corte Constitucional sentencia T-12 del 25 de mayo de 1992 Sala
Tercera de Revisión, Magistrado Ponente doctor JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO. |
61 | T-427-92
Sentencia No
Sentencia No. T-427/92
INSUBSISTENCIA/DERECHOS DEL
MINUSVALIDO/PRINCIPIO DE LA BUENA FE
Por tener la declaratoria de insubsistencia
la virtualidad de afectar, sin necesidad de motivación alguna, el derecho
fundamental al trabajo, el juez constitucional debe ser especialmente sensible
frente a las circunstancias concretas del caso. Aunque la decisión
administrativa goce de la presunción de legalidad, el juzgador debe hacer un
examen minucioso de los hechos determinantes de la misma, con miras a comprobar
las verdaderas motivaciones del acto, y evitar así un tratamiento
discriminatorio en contra de los funcionarios de libre nombramiento.
Con respecto al ejercicio de la facultad de
remover libremente a los empleados no inscritos en la carrera administrativa
cuando median circunstancias de debilidad manifiesta por invalidez parcial o
total, es indispensable para las autoridades públicas ceñir sus actuaciones al
principio de la buena fe, consagrado en el artículo 83 de la Constitución.
Aunque la administración pueda aducir la legalidad de su decisión, si con ella
se vulnera la efectiva protección de las personas disminuidas física, sensorial
o psíquicamente, aquélla sólo será constitucional si es compatible con el
principio de la buena fe en cuanto a la oportunidad y proporcionalidad de la
medida. Una resolución inoportuna o inadecuada que no tenga en cuenta la
condición de manifiesta debilidad en que se encuentra la persona al momento de
ser proferida, está, en consecuencia, viciada de nulidad.
DERECHOS FUNDAMENTALES-Vulneración /CARGA DE LA PRUEBA
La especial protección de ciertos grupos y
personas por parte del Estado tiene como consecuencia la inversión de la carga
de la prueba cuando la constitucionalidad de una medida administrativa sea
cuestionada por afectar los derechos fundamentales de la persona directamente
perjudicada. En dicho evento, es a la administración a quien corresponde
demostrar por qué la circunstancia o condición de desventaja de la persona
protegida por el Estado no ha sido desconocida como consecuencia de su
decisión.
SENTENCIA DE JUNIO 24 DE 1992
REF. : Expediente
T-936
Actor: LUIS
HERNANDO SUAREZ PINEDA
Magistrado
Ponente:
Dr. EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Segunda de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, José
Gregorio Hernández Galindo y Alejandro Martínez Caballero, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de tutela T-936 adelantado
por el señor LUIS HERNANDO SUAREZ PINEDA contra el Director General de la Caja
de Previsión Social de Comunicaciones (CAPRECOM).
A N T E C E D E N T E S
1. Mediante Resolución Número 000020 del 10
de enero de 1992 proferida por el Director de la Caja de Previsión Social de
Comunicaciones (CAPRECOM), fue declarado insubsistente el nombramiento del
señor LUIS HERNANDO SUAREZ PINEDA para el cargo de Jefe de Oficina Código 2045
grado 09 de la Oficina de Auditoría Interna - Dirección General.
2. El señor SUAREZ PINEDA interpuso acción
de tutela contra la anterior decisión, invocando la protección inmediata al
derecho constitucional fundamental al trabajo y solicitó "ordenar que se
me reintegre al mismo cargo que venía desempeñando o a otro de igual o superior
categoría y sin que haya solución de continuidad. En igual forma ordenar a
Caprecom la cancelación de las remuneraciones y prestaciones sociales dejadas
de percibir desde el 10 de enero de 1992 y hasta cuando se produzca el
reintegro".
3. En su memorial el accionante afirmó
haber prestado desde el 31 de octubre de 1990 sus servicios a CAPRECOM, con
responsabilidad, honestidad y eficiencia. Igualmente, relató que "el 2 de
septiembre de 1991 se me practicó una intervención quirúrgica tendiente a
corregir una grave OSTEONEOCROSIS avascular en la cabeza femoral derecha de
pronóstico impredecible, habida cuenta de que esta enfermedad compromete el
normal funcionamiento de las estructuras pélvicas", lo cual lo ha dejado
en condición de minusválido relativo. En consecuencia, el afectado consideró
que el acto administrativo "es injusto y arbitrario, habida cuenta de que
se me despoja de la única fuente de ingresos con el cual contaba para el
sostenimiento de mi familia y en las preocupantes condiciones de salud precaria
que me aqueja e impide conseguir ocupación remunerada".
4. De la acción conoció el Tribunal
Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda - Subsección "A", el
cual negó la tutela por considerarla improcedente, habida cuenta de la
existencia de otros recursos o medios de defensa judicial, en este caso la
acción de nulidad y de restablecimiento del derecho contemplada en el artículo
85 del Código Contencioso Administrativo. De otra parte, el Tribunal tampoco
encontró procedente conceder la tutela como mecanismo transitorio para evitar
un perjuicio irremediable por estimar que "al lograrse la nulidad de la
insubsistencia y el reconocimiento y pago de lo dejado de devengar, el actor
vuelve a quedar en el estado en que se encontraba al momento de su retiro y
económicamente es resarcido en su patrimonio e interés material", con lo
cual no se configuraría el carácter irremediable del perjuicio como lo exige el
artículo 6 del Decreto 2591.
5. Por no haber sido impugnada, la anterior
providencia fue remitida a esta Corporación y seleccionada para revisión.
6. En desarrollo de la función de revisión
atribuida a la Corte Constitucional, este despacho solicitó concepto médico al
doctor RODRIGO PESANTEZ REINOSO (Reg. med. 3521), quien interviniera
quirúrgicamente al petente, y al doctor EDGAR MUÑOZ VARGAS, ambos especialistas
en traumatología y ortopedia, sobre la alegada condición de "minusválido
relativo" del señor LUIS EDUARDO SUAREZ PINEDA. Según el criterio del
doctor Pesantez, "el post-operatorio evolucionó sin complicaciones dentro
de los parámetros propios de la enfermedad y en el último control practicado el
día 4 de Junio de 1992, el paciente estaba prácticamente asintomático, con una
ligera "molestia" en los últimos grados de los movimientos de la
cadera, que por otro lado eran completos, caminando sin muletas. Por estos
motivos, si bien ahora desde el punto de vista clínico, no puede considerarse
un minusválido, ni siquiera parcial; sin embargo no puede predecirse el
resultado final y las condiciones en que quedará el paciente después de la
evolución completa de su enfermedad, por lo que es imposible en el momento
actual fijar de manera precisa su condición definitiva". Por su parte, el
doctor Muñoz conceptuó que "la osteonecrosis de la cabeza femoral es una
enfermedad cuya evolución está directamente relacionada con el estado en el
cual se encuentra en el momento de su diagnóstico, siendo de buen pronóstico si
se hace tratamiento en sus estados iniciales como es el caso de este paciente.
En la condición actual y según la Historia Clínica, no se puede considerar al
señor Suárez Pineda, como "minusválido relativo", ya que este
calificativo sólo podría aplicarse si tuviera una artrosis (degeneración
articular) ya establecida de la cabeza, que el paciente en referencia no
tiene".
Con base en lo anteriormente expuesto, esta
Sala procede a examinar el fallo de tutela proferido por el Tribunal
Administrativo de Cundinamarca, Sección Segunda - Subsección "A".
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Cuestión debatida
1. Corresponde a esta Sala de la Corte
Constitucional determinar la corrección de la sentencia por la cual se denegó
la tutela solicitada y, en el fondo, establecer si existió una vulneración o
amenaza de los derechos fundamentales del accionante por el hecho de haber sido
declarado insubsistente su nombramiento, en las circunstancias bajo las cuales
se adoptó dicha decisión.
El poder discrecional de la administración
2. Tradicionalmente, la Constitución y la
ley reconocen un campo de poder discrecional al ejecutivo, inmune al control de
los jueces. Su fundamento se encuentra en la mayor capacidad técnica de la
administración para tomar determinado tipo de decisiones, cuya valoración no
pueden hacerla más que los órganos especializados o las instancias del poder
político-administrativo.
El caso concreto de la declaratoria de
insubsistencia
3. La declaratoria de insubsistencia es el
producto de la facultad discrecional de remover de la cual están investidas las
autoridades nominadoras, según lo dispuesto por el artículo 26 del decreto ley
2400 de 1968. Dicha facultad actúa respecto de los empleados que no tengan
vinculación con la carrera administrativa y puede ser ejercida en cualquier
momento, sin necesidad de motivación alguna.
La necesidad de desvincular del servicio a
un funcionario es de libre apreciación; sin embargo, la autoridad debe
persuadirse de la conveniencia y oportunidad de su decisión con el propósito de
evitar el abuso o desviación de poder cuando se persiguen fines distintos a los
del buen servicio y eficacia de la administración (CP arts. 125 y 209).
El derecho fundamental al trabajo en la
administración
4. El artículo 25 de la Constitución
reconoce la doble naturaleza del trabajo como derecho fundamental y como
obligación social, y le otorga una especial protección en todas sus
modalidades. De otra parte, el constituyente estableció un mandato al
legislador de expedir el estatuto del trabajo y señaló los principios
fundamentales mínimos que deberá contener, entre ellos la estabilidad en el
empleo (CP art. 53).
El anterior marco normativo impone la
necesidad de examinar cuidadosamente -estricto escrutinio- las circunstancias
concretas en que se da la declaratoria de insubsistencia, ya que sus efectos
pueden vulnerar el derecho fundamental al trabajo y, en particular, la especial
protección de la estabilidad laboral del funcionario sobre el cual recae la
medida.
Límites doctrinales a la discrecionalidad
5. La moderna doctrina administrativista ha
impuesto, en gran parte del mundo occidental, límites a la discrecionalidad
administrativa. Se ha dicho que el poder discrecional es el verdadero
"caballo de Troya" del derecho administrativo en un Estado de derecho.
Sin embargo, con el auge del control constitucional ejercido por los Tribunales
o Cortes Constitucionales el dogma de la discrecionalidad ha cedido frente a la
utilización de diversos controles, tales como la desviación de poder -teoría
desarrollada de tiempo atrás por el Consejo de Estado francés y acogida por
nuestros tribunales administrativos-, el control de los hechos determinantes,
las técnicas de interpretación de los conceptos jurídicos indeterminados, el
control a partir de los principios generales del derecho, etc..
Control constitucional de la declaratoria
de insubsistencia
6. Por tener la declaratoria de
insubsistencia la virtualidad de afectar, sin necesidad de motivación alguna,
el derecho fundamental al trabajo, el juez constitucional debe ser
especialmente sensible frente a las circunstancias concretas del caso. Aunque
la decisión administrativa goce de la presunción de legalidad, el juzgador debe
hacer un examen minucioso de los hechos determinantes de la misma, con miras a
comprobar las verdaderas motivaciones del acto, y evitar así un tratamiento
discriminatorio en contra de los funcionarios de libre nombramiento.
Inversión de la carga de la prueba para
casos de protección especial
7. La Constitución otorga protección
jurídica a diversos sectores, grupos o personas en situación de desventaja,
marginamiento o debilidad manifiesta (CP art. 13). Sectores de la población
como los niños (CP art. 44), los ancianos (CP art. 46), los minusválidos (CP.
art. 47), las minorías étnicas (CP art. 7) etc., deben recibir una especial
protección del Estado por voluntad del constituyente. De esta forma se busca
promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y no
simplemente un parámetro formal que deje intocadas las desigualdades sustanciales
que se presentan en la sociedad.
La especial protección de ciertos grupos y
personas por parte del Estado tiene como consecuencia la inversión de la carga
de la prueba cuando la constitucionalidad de una medida administrativa sea
cuestionada por afectar los derechos fundamentales de la persona directamente
perjudicada. En dicho evento, es a la administración a quien corresponde
demostrar porqué la circunstancia o condición de desventaja de la persona
protegida por el Estado no ha sido desconocida como consecuencia de su
decisión.
La situación especial de los minusválidos
8. La situación de marginamiento en que
está la población colombiana con problemas de deficiencia física o mental, o
con limitaciones sensoriales, llevó al constituyente a consagrar una norma
constitucional para su protección. El artículo 46 de la Carta establece:
"El Estado
adelantará una política de previsión, rehabilitación e integración social para
los disminuidos físicos, sensoriales o psíquicos, a quienes prestará la atención
especializada que requieran".
De esta forma, el país acogió las
recomendaciones hechas en la Conferencia de Viena sobre Legislación para
Minusválidos, celebrada en 1986, en el sentido de "proteger e incrementar
los derechos de los ciudadanos minusválidos, mediante preceptos
constitucionales que garanticen la dignidad de estas personas y su derecho a
recibir tratamiento, educación, y tener acceso a los servicios públicos",
así como acoger disposiciones que les otorguen determinadas ventajas, indispensables
para contrarrestar las limitaciones derivadas de su condición y de las
actitudes de la sociedad.
Carácter tuitivo de las normas a su favor
9. En materia de empleo, la Organización
Internacional del Trabajo en su 69a. reunión, aprobó el Convenio 159 de 1983
sobre la readaptación profesional y el empleo de las personas inválidas. El
Convenio fue aprobado por el Congreso Nacional mediante la Ley 82 de 1988, por
lo que actualmente hace parte de nuestra legislación interna y es marco de
referencia para la interpretación de los derechos fundamentales de las personas
cobijadas en ella (CP art. 93).
El carácter tuitivo de la legislación para
minusválidos condiciona el tratamiento que las autoridades públicas están en la
obligación de dar a estas personas. En materia de empleo - la cual incluye la
facultad de la declaratoria de insubsistencia en favor de la administración -
el Convenio 159 constituye lex specialis frente a normas de igual
categoría, por lo que debe ser aplicado con preferencia. Su artículo 1
establece:
"Artículo 1.
1. A los efectos del
presente Convenio, se entiende por "persona inválida" toda persona
cuyas posibilidades de obtener y conservar un empleo adecuado y
progresar en el mismo queden sustancialmente reducidas a causa de una
deficiencia de carácter físico o mental debidamente reconocida.
2. A los efectos del
presente Convenio, todo Miembro deberá considerar que la finalidad de la
readaptación profesional es la de permitir que la persona inválida obtenga y
conserve un empleo adecuado y progrese en el mismo, y que se promueva así
la integración o la reintegración de esta persona en la sociedad.
3. Todo Miembro
aplicará las disposiciones de este Convenio mediante medidas apropiadas a las
condiciones nacionales y conforme con la práctica nacional.
4. Las disposiciones
del presente Convenio serán aplicables a todas las categorías de personas
inválidas."
El Decreto reglamentario 2177 de 1989, que
desarrolló la Ley 82 de 1988, aprobatoria del Convenio 159, obliga a todos los
patronos públicos o privados a reincorporar al trabajador inválido en el cargo
que ocupaba antes de producirse la invalidez, si recupera su capacidad de
trabajo, o a reubicarlo en otro cargo acorde con el tipo de la limitación,
cuando la incapacidad le impida el cumplimiento de las funciones que venía
desempeñando, o si ellas implican un riesgo para su integridad (artículos 16 y
17).
Cabe entonces preguntar qué efecto tienen
las normas de protección a las personas inválidas sobre la facultad de remover
libremente a los empleados de la administración, cuando dicha potestad se
ejerce respecto de quien ha sido víctima de una deficiencia física o mental
debidamente reconocida con anterioridad a su desvinculación.
No a derechos absolutos o a perpetuidad,
sino protección efectiva
10. La legislación en favor de los
minusválidos no consagra derechos absolutos o a perpetuidad que puedan ser
oponibles en toda circunstancia a los intereses generales del Estado y de la
sociedad, o a los legítimos derechos de otros. No obstante, el trato más
favorable a las personas que por su condición física o mental se encuentran en
circunstancias de debilidad manifiesta (CP art. 13-3) debe garantizar una protección
efectiva y real para este sector de la población.
Estado social de derecho, igualdad
sustancial y protección a los minusválidos
11. El trato desigual -más favorable-
dispensado a los minusválidos por parte de las autoridades públicas tiene como
fundamento los principios del Estado social de derecho, de igualdad y de
dignidad humana.
El presupuesto fundacional del Estado
social de derecho consagrado en el artículo 1o. de la Constitución, que como
tal califica esencialmente al Estado colombiano, plantea no pocos problemas en
su interpretación. La dificultad de precisar su alcance radica en que en él se
funden concepciones jurídicas tan diferentes como las del Estado social de
prestaciones y las del Estado de derecho de libertades.
El Estado de derecho se asienta desde sus
orígenes en la concepción liberal del Estado que manda, prohibe o permite, pero
que carece de normas eficaces que protegen al individuo y a las que éste pueda
recurrir para exigir del Estado una determinada prestación. El desarrollo
constitucional de la segunda mitad de este siglo conserva la estructura
fundamental del Estado liberal, pero transformado en el sentido de reconocer
garantías sustanciales al individuo, mediante la redistribución de la
riqueza y el reconocimiento de derechos prestacionales frente al Estado para
garantizar la existencia digna de la persona.
La transición del Estado de Derecho a un
Estado Social de Derecho tiene hondas repercusiones en la relación entre el
Estado y el ciudadano. Mientras que la Constitución tradicional, democrática,
con separación de poderes impide la intervención del Estado para favorecer a
ciertas personas o grupos y tiene como idea central el abstencionismo, el
Estado social de derecho es un Estado de prestaciones y de redistribución con
fines de asistencia social obligatoria. La tradicional estructura del derecho
administrativo, derivada esencialmente de la noción de la ley y del principio
de legalidad, ha sido por tanto superada por la administración que interviene,
ayuda, sirve y protege al individuo.
Con el paso del Estado de Derecho al Estado
Social de Derecho, las viejas libertades públicas también han modificado
parcialmente su significado, dejando de ser meras obligaciones de abstención
impuestas a los poderes públicos.
Las garantías y los deberes sociales a
cargo del Estado que en la antigua Constitución dependían en forma exclusiva de
un desarrollo legislativo para obligar al Estado a otorgar prestaciones, en el
Estado social de derecho adquieren una nueva dimensión. En la nueva
"Constitución social", las autoridades están vinculadas de manera
directa a la realización de la igualdad sustancial, a partir de la asignación
de mínimos materiales en favor de grupos sociales determinados (CP art. 13, 44,
45, 46, 47, 48, 49, 50, 51 y 67).
En igual sentido, el reconocimiento de la
dignidad humana como fundamento de la organización política en el artículo 1o.
de la Constitución, realza el valor de los derechos constitucionales de la
igualdad.
Los derechos prestacionales en la Constitución
12. Una de las características más comunes
de las constituciones modernas es la incorporación de preceptos que, de una u
otra forma, consagran prestaciones a cargo del Estado y en favor de los
particulares. La doctrina ha denominado acertadamente a las obligaciones
públicas del Estado "prestaciones constitucionales", una de
cuyas manifestaciones principales son precisamente los derechos fundamentales
de prestación.
Los derechos prestacionales de rango
constitucional tienen una estrecha relación con los derechos sociales,
económicos y culturales del capítulo 2, título II de la Constitución, pero no
se identifican con ellos. También los derechos de libertad -derechos civiles y
políticos fundamentales- pueden contener un elemento prestacional. En términos
generales, el carácter prestacional de un derechos está dado por su capacidad
para exigir de los poderes públicos y, en ocasiones de los particulares, una
actividad de hacer o dar derivada del mismo texto constitucional.
El factor determinante para reconocer
cuándo se configura un derecho constitucional prestacional - que obliga
directamente al Estado - es la relación unívoca entre el derecho en cuestión y
el valor "igualdad". Si la prestación contenida en el derecho
constitucional se identifica con el fin o valor de la igualdad perseguido por
el derecho, aquella constituye un derecho constitucional prestacional; mientras
que si el objetivo primordial de un derecho es la simple abstención de los
poderes públicos, los derechos correspondientes carecen de contenido
prestacional y son denominados por la doctrina "derechos de
libertad".
De otra parte, no todos los derechos que
incluyen una faceta prestacional son derechos constitucionales prestacionales
propiamente dichos, con la consecuencia jurídica que tal identificación
conlleva para las obligaciones estatales. Los derechos constitucionales
prestacionales son aquellos cuyo contenido esencial es la prestación misma,
mediante la cual se realiza el valor "igualdad" y se propugna por la
elevación de las condiciones materiales de existencia y desarrollo de la
población.
Tradicionalmente, la categoría de derechos
sociales, económicos y culturales fue empleada como arma política para
incorporar nuevos derechos al catálogo de los derechos liberales clásicos.
Hasta principios del presente siglo la contraposición individuo-sociedad
expresaba un conflicto latente. Sin embargo, hoy en día, gracias al desarrollo
del Estado social de derecho y la consagración de los derechos económicos,
sociales y culturales en la mayoría de las constituciones, han desaparecido las
razones para mantener esta oposición terminológica.
La mayoría de la doctrina ius publicista ha
identificado los derechos económicos, sociales y culturales por su peculiaridad
de obligar al Estado a conferir prestaciones en favor de grupos y personas.
Esta concepción haría coincidir integralmente estos derechos con los
denominados derechos prestacionales. Sin embargo, su fin común de propugnar por
la realización del valor de igualdad, no impide distinguir estas dos categorías
de derechos. Los primeros dependen de las condiciones y disponibilidades
materiales del país y normalmente requieren de desarrollo legal para ser
exigibles; los segundos, en cambio, buscan garantizar ciertas condiciones
mínimas para la población, sin las cuales acabaría siendo desconocido el
principio de dignidad humana y solidaridad social, justificándose así su
exigibilidad directa frente al Estado, si se verifican las expresas
condiciones establecidas en la Constitución. Lo anterior, explica la razón
por la cual los derechos económicos, sociales y culturales tienen el carácter
de derechos constitucionales prestacionales exclusivamente cuando por las
circunstancias concretas pueden ser subsumidos bajo la cláusula abierta del
artículo 13 de la Constitución.
Buena fe de la administración y ejercicio
de las facultades discrecionales
13. Con respecto al ejercicio de la
facultad de remover libremente a los empleados no inscritos en la carrera
administrativa cuando median circunstancias de debilidad manifiesta por
invalidez parcial o total, es indispensable para las autoridades públicas ceñir
sus actuaciones al principio de la buena fe, consagrado en el artículo 83 de la
Constitución. Aunque la administración pueda aducir la legalidad de su
decisión, si con ella se vulnera la efectiva protección de las personas
disminuidas física, sensorial o psíquicamente, aquélla sólo será constitucional
si es compatible con el principio de la buena fe en cuanto a la oportunidad y
proporcionalidad de la medida. Una resolución inoportuna o inadecuada que no
tenga en cuenta la condición de manifiesta debilidad en que se encuentra la
persona al momento de ser proferida, está, en consecuencia, viciada de nulidad.
La buena fe incorpora el valor ético de la
confianza, la cual se vería traicionada por un acto sorpresivo de la
administración que no tenga en cuenta la situación concreta del afectado. Las
facultades discrecionales de la administración deben ejercitarse conforme a las
exigencias de la buena fe. Un momento inoportuno para adoptar la medida, la
desproporción de la misma o la indiferencia respecto de la situación especial
de la persona afectada por la decisión, dan lugar al control jurisdiccional de
la actuación administrativa en defensa de los derechos fundamentales.
Carencia de la condición de minusválido del
petente
14. El señor LUIS EDUARDO SUAREZ PINEDA,
según conceptos médicos autorizados, no ostenta la condición de
"minusválido relativo" que invocara para cuestionar la
constitucionalidad de la decisión de removerlo de su cargo, proferida, mediante
Resolución 000020 del 10 de enero de 1992, por el Director de la Caja de
Previsión Social de Comunicaciones (CAPRECOM). No opera en este caso la
inversión de la carga de la prueba que, de ser minusválido, le habría
dispensado acreditar el supuesto de discriminación o lesión al derecho
fundamental presuntamente violado.
Oportunidad de la declaratoria de
insubsistencia
15. La declaratoria de insubsistencia fue
tomada en el mes de enero del presente año, cuatro meses después de la
intervención quirúrgica practicada al señor SUAREZ PINEDA y habiendo terminado
su periodo de incapacidad y convalecencia. Además, consta en el expediente que
la entidad pública - Caja de Previsión Social de Comunicaciones - no le ha
negado en ningún momento al petente el apoyo institucional necesario para su
recuperación, inclusive con posterioridad a su desvinculación. Por los
anteriores motivos, también es forzoso concluir que la actuación del
establecimiento público (Ley 82 de 1912) demandado se ciñó a las exigencias de
oportunidad y proporcionalidad, deducida del principio general de la buena fe,
teniendo en cuenta las circunstancias del solicitante.
En consecuencia, los derechos al trabajo y
a la protección especial a los minusválidos del señor LUIS EDUARDO SUAREZ
PINEDA no han sido vulnerados por la acción de la autoridad pública y no hay
lugar a conceder la tutela impetrada.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda
de Revisión de la Corte Constitucional,
R E S U E L V E
PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia del TRIBUNAL ADMINISTRATIVO
DE CUNDINAMARCA, SECCION SEGUNDA, SUBSECCION "A" del veintiuno (21)
de febrero de 1992 que denegó la tutela, por las razones expuestas en esta
providencia.
SEGUNDO.-
COMUNIQUESE al
TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE CUNDINAMARCA, SECCION SEGUNDA, SUBSECCION
"A", la presente decisión para que sea notificada a las partes
conforme lo dispone el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los efectos
allí contemplados.
TERCERO.- ENVIENSE copias de la presente sentencia a la
Fundación Pro Rehabilitación del Minusválido, TELETON, y a la Asociación
Colombiana de Parapléjicos, ASCOPAR.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Segunda de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los veinticuatro (24) días
del mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992). |
62 | T-428-92
Sentencia No
Sentencia No. T-428/92
DERECHO AL AMBIENTE SANO/TEORIA DE LA
IMPREVISION
Los habitantes de la Comunidad Indígena de
Cristianía, como los habitantes de cualquier terreno inestable geológicamente,
no tienen porqué estar condenados a afrontar las consecuencias perjudiciales
que surgen de la realización de obras que, ignorando negligentemente la
fragilidad del terreno, desencadenan daños y perjuicios. El hecho de que las
obras contribuyan en forma mínima, siendo este mínimo suficiente para
desencadenar los daños, no puede significar que la Comunidad deba soportar esta
causa adicional. Sería tanto como afirmar que los daños deben ser soportados en
aquellos casos en los cuales la naturaleza lleve la mayor parte de la
explicación causal y sostener que las obras civiles pueden hacer caso omiso de
las condiciones propias del terreno.
El Estado o los particulares no pueden
afectar el ambiente natural de manera indiscriminada, sin tener en cuenta las
circunstancias propias del sitio y de sus pobladores.
ACCION DE TUTELA/PERJUICIO
IRREMEDIABLE/COMUNIDAD INDIGENA-Protección
Es importante tener en cuenta que, en
ocasiones, precisamente como consecuencia de un perjuicio irremediable inferido
a un derecho fundamental, se ponen en peligro otros derechos fundamentales y
pueden derivarse perjuicios previsibles e irremediables que bien podrían
evitarse mediante la acción de tutela. La ampliación del concepto de perjuicio
irremediable hasta cubrir otros aspectos no circunscritos al daño específico,
tales como el mantenimiento de la integridad comunitaria, las condiciones
económicas y la existencia misma de la comunidad, están justificadas por la
importancia y especial protección que la Constitución contempla para los
indígenas y además por la flexibilidad y la primacía de lo sustancial en el
procedimiento constitucional.
INTERES COLECTIVO-Conflictos
En caso de conflicto entre el interés
general y otro interés protegido constitucionalmente, la solución debe ser
encontrada de acuerdo con los elementos jurídicos que proporcione el caso
concreto y a la luz de los principios y valores constitucionales. Esta labor de
interpretación es función primordial del juez y en especial de la Corte
Constitucional.
En el caso a estudio, se trata de un
conflicto entre dos intereses de tipo colectivo, no de un conflicto entre el
interés particular y el interés general. Ambos intereses colectivos poseen
diferencias en cuanto a su grado de generalidad. El interés de la comunidad
indígena está claramente delimitado en un ámbito espacial y temporal; en cambio
el interés de los beneficiarios de la ampliación de la carretera, que en
términos generales podría ser descrito como el interés de los pobladores de la
zona cafetera del occidente colombiano, abarca un mayor número de personas, e
incluso se puede afirmar que dentro de ese número de personas se incluye a la
comunidad indígena. En estas circunstancias, se trata de un conflicto entre dos
intereses colectivos, siendo uno de ellos compartido por ambas colectividades.
El interés de la comunidad indígena posee
una legitimación mayor, en la medida en que está sustentado en derechos
fundamentales ampliamente protegidos por la Constitución.
SENTENCIA DE JUNIO 24 de 1992
REF:
Expediente T-859
PETICIONARIO: AMADO DE JESUS CARUPIA YAGARI
PROCEDENCIA:
Tribunal Superior de Antioquia
MAGISTRADO
PONENTE:
CIRO ANGARITA BARON
La Sala Primera de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Ciro Angarita Barón, Eduardo
Cifuentes Muñoz y José Gregorio Hernández Galindo ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
La siguiente
sentencia
En el proceso de acción de tutela promovido
por el señor AMADO DE JESUS CARUPIA YAGARI, en su calidad de gobernador de la
comunidad indígena de Cristianía por poder que para el efecto concediera al
Dr. Juan de Jesús Alvarez y en contra de la compañía SOLARTE y del MINISTERIO
DE OBRAS PUBLICAS, entidad constructora de la troncal del café, en el
Departamento de Antioquía. Fue resuelta en primera instancia por el Juzgado
Civil del Circuito de Andes Antioquia y confirmada por el Honorable Tribunal
Superior de Antioquia
I.ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela de la referencia
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el expediente el día 17 de
marzo del año en curso
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia de revisión.
1. Los hechos.
a. El resguardo indígena de Cristianía,
ubicado en jurisdicción del municipio de Jardín departamento de Antioquia, se
ha visto afectado por la ampliación, rectificación y pavimentación de la carretera
que de Remolinos conduce a Jardín, continuación de la "troncal del
café", vía contratada por el Ministerio de Obras Públicas con el consorcio
de ingenieros Solarte.
b. El terreno donde se halla asentada la
comunidad presenta una falla geológica, conocida con anterioridad tanto por
las autoridades como por los integrantes de la comunidad, hecho esté que al
parecer no se tuvo en cuenta al momento de tomar la decisión de ampliar la vía
en mención.
c. Se han producido destrozos en las
construcciones ubicadas en zona aledaña a la carretera; de manera específica
en el trapiche, el beneficiadero de café, un establo, varias corralejas y
viviendas, todos los cuales han quedado inservibles. Las remociones de tierra,
junto con el uso de dinamita y la utilización de parte del terreno
perteneciente a la comunidad como botaderos de tierra, se mencionan como causa
de la destrucción de las instalaciones señaladas.
2. Fundamentos Jurídicos de la acción
La acción está encaminada a la suspensión
de los trabajos de ampliación en el tramo de la carretera que atraviesa la
falla geológica y que corresponde a la zona afectada.
La solicitud de tutela pretende lograr la
protección del derecho fundamental a la vida y a la propiedad, ambos amenazados
o vulnerados por la construcción en mención. Los peticionarios afirman que el
derecho a la propiedad ya se violó y que, de continuar la obra, la vida de los
integrantes de la comunidad corre grave peligro por los continuos
deslizamientos que se presentan a consecuencia de las grietas que tiene el
terreno.
Ejercen la tutela como un mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable, en concordancia con el
artículo 86 de la Constitución Nacional y el artículo 6 del Decreto 2591 de
1991. Manifestaron los peticionarios que se iniciarán las acciones
contenciosas administrativas que sean del caso para lograr la indemnización de
perjuicios.
3. Sentencia de primera instancia.
Tuvo conocimiento de la presente acción el
Juzgado Civil Circuito de Andes, el cual negó la tutela con base en los
siguientes argumentos:
a. Considera el juzgado que "de lo
expuesto por la Supervisora de la obra y por el ingeniero residente, se infiere
que la apertura de la vía carreteable pasa por terrenos distintos de la zona
afectada, además que los cortes de taludes, botaderos, y uso de dinamita, no
han dado lugar a los grandes perjuicios que reclaman los indígenas ... y los
pocos daños que se han producido ya se han recuperado..."
b. De los informes técnicos allegados al
proceso se deduce que las fallas del terreno se hacen más protuberantes en
época de invierno, dejando expresa constancia de que si bien la construcción de
la carretera Remolinos-Jardín ha contribuido a los hundimientos, ello ha sido
en una forma poco significativa, por cuanto las causas de los derrumbes se
deben a fallas geológicas de vieja data, agravadas por el mal drenaje de aguas
y la mala utilización de las tierras en pastoreo y cultivos.
El Juez de Andes concluye que los trabajos
de ampliación y pavimentación de la vía en cuestión no han contribuido de
manera significativa a producir los daños que alega la Comunidad indígena.
Apoya su sentencia en las declaraciones de la supervisora de la obra, en la del
ingeniero de la compañía constructora y la de un vecino de la región.
c. Si en vía de discusión - agrega el
juzgado- se acepta el argumento según el cual ha sido la ampliación de la
carretera la causa de los daños referidos, la acción de tutela resulta
improcedente a la luz del articulo 6 del Decreto 2591 de 1991, puesto que los
daños están consumados y de acuerdo con este artículo, no hay lugar a la acción
de tutela ni siquiera como mecanismo transitorio. En este caso, dice el
juzgado, sólo cabe la indemnización y no tiene objeto la suspensión de la obra.
Tampoco es procedente la tutela frente al
artículo 4 del citado decreto por cuanto estando el daño consumado, la acción u
omisión que lo produjo no continúa violando el derecho. Los hechos en que se
funda la acción, tales como la utilización de dinamita, los movimientos y
botaderos de tierra, etc, no se han seguido produciendo, debido a que las obras
principales en los terrenos de Cristianía ya se terminaron y sólo faltan
trabajos menores.
d. Tanto la parte afectada como los
demandados han reconocido que la carretera ha avanzado alrededor de 6
Kilómetros, faltando sólo algunos trozos por drenar y pavimentar.
e. También es de público reconocimiento el
hecho de que las obras son de beneficio común para los habitantes de la zona y,
en consecuencia, ningún interés particular puede ser un obstáculo para su
terminación. Sostiene el juzgado que, siendo la troncal del Café fruto de
grandes luchas y un beneficio para todo el suroeste antioqueño inclusive para
la comunidad indígena, un Juez de la República no puede ordenar la suspensión
de un pequeño tramo que atraviesa la comunidad, cuando los daños están
consumados y sólo dan lugar a una indemnización.
4. Sentencia de segunda instancia
En segunda instancia conoció el Tribunal
Superior de Antioquia quien confirmó la sentencia del Juez del Circuito de
Andes, con los siguientes fundamentos:
a. Aún si se ordenara la suspensión de los trabajos en
la troncal del café, el perjuicio no podría ser evitado, ni se solucionaría el
problema, debido a que estos ya están consumados (artículo 6 Decreto 2591 de
1991).
b. Sólo queda por pavimentar el tramo de carretera que
atraviesa la Comunidad. Allí los daños ya no pueden ser mayores. Por esto no se
puede afirmar que exista un peligro latente, ni tampoco que exista una amenaza
de que se ocasionen más perjuicios de los ya causados.
c. Existe otro mecanismo de defensa judicial: las
acciones contencioso administrativas para reclamar el pago de los perjuicios,
si se logra demostrar la relación de causalidad entre ellos y los daños
ocasionados.
5. La inspección ocular
Con el propósito de tener un mejor
conocimiento de los hechos que ocasionaron los daños y de la situación social,
cultural y económica en la que se encuentra la Comunidad indígena de
Cristianía, el ponente decidió realizar una inspección ocular de la zona
afectada, para lo cual delegó a su Magistrado auxiliar Dr. Mauricio García
Villegas. La diligencia tuvo lugar el día cinco de mayo de 1992. Allí se
hicieron presentes las siguientes personas: el señor Lorenzo Baquiaza,
Vice-gobernador del cabildo indígena de Cristianía; el señor Luis Carlos
Yagarí, fiscal del Cabildo; la doctora Jael Arango Pérez, abogada del
Ministerio de Obras Públicas; la doctora Olga Cecilia Vélez Mesa, representante
del Ministerio de Obras Públicas en la zona y el señor Amado Ramírez Giraldo,
empleado judicial quien se desempeñó como secretario ad-hoc.
Al inicio de la inspección se hizo un
reconocimiento de la zona y se oyó la declaración del señor Lorenzo Baquiaza,
el cual puso en evidencia la destrucción de las instalaciones del trapiche,
del beneficiadero y del establo; también indicó el sitio de los botaderos de
tierra sobrante de la ampliación de la carretera, en especial uno de ellos que
cubre el nacimiento de la quebrada "Plátano Muerto".
Por su parte la representante del
Ministerio señaló que los botaderos se hicieron con autorización del entonces
gobernador Amado Carupia y que, además, se trata de botaderos pequeños ya que,
dice la abogada Olga Cecilia Vélez, la gran mayoría de la tierra fue
reutilizada en la carretera.
La inspección continuó en el tramo de la
carretera que cubre el terreno afectado y que se extiende unos quinientos
metros entre el primer botadero de tierra - el más cercano a la vieja entrada a
la mayoría de la hacienda Villa Inés- y el cuarto botadero (ver Mapa de
Ingeominas, pág 7).
En vista de los daños y de las previsibles
acciones judiciales que de allí se produjeron, la compañía constructora decidió
suspender los trabajos de ampliación en esta parte de la vía. En la inspección
se observa, además, que no se trata de una simple ampliación sino también de
una rectificación de la vieja carretera Andes-Jardín. En el trozo de carretera
anotado, más o menos el cincuenta por ciento la nueva vía no coincide con la línea
de la carretera vieja.
*ver mapa pág. 7 de la sentencia.
Para un mejor conocimiento de la Comunidad
y de sus condiciones sociales, el Magistrado auxiliar se trasladó a la
población de Jardín con el objeto de entrevistar al señor alcalde Jaime Arturo Vargas
Marín. En su declaración, el burgomaestre indica, entre otras cosas, que las
relaciones entre la población indígena y el resto de los habitantes del
municipio son buenas y que los servicios de agua y salud se prestan
adecuadamente en Cristianía. A propósito de la ampliación de la carretera,
señala que la Comunidad de indígena no fue consultada sobre la conveniencia de
la obra, pero que está seguro de que se trata de un proyecto en beneficio de
toda la población.
La inspección continuó en la escuela de la
Comunidad. Allí se entrevistó al profesor Guillermo Antonio Tascón, quien
explicó cómo seis profesores indígenas imparten lecto-escritura en lengua
emberá-chamí y también en lengua castellana a ciento cincuenta alumnos. El
profesor Tascón proporcionó información acerca de la historia y de las
características de la Cristianía. Se trata, dijo, de la comunidad indígena más
numerosa del departamento de Antioquia, con cerca de 2.000 habitantes.
Pertenecen al grupo étnico Emberá-chamí y poseen una cohesión cultural y
política reconocida en toda la región.
La inspección terminó con una visita al
cabildo. Allí se puso de manifiesto la difícil situación económica de la
comunidad indígena, agravada por problemas de administración y manejo de los
recursos. También se habló en el lugar con el señor Hernando Loaiza abogado de
la Organización indígena de Antioquia, quien puso de presente la amenaza de
nuevos perjuicios ante la proximidad del invierno.
6. Conceptos de expertos
En desarrollo de la facultad consagrada en
el artículo 13 del decreto 2067 de 1991, el Magistrado ponente invitó a
presentar por escrito conceptos sobre las materias relacionadas con el caso a
los siguientes expertos: Doctor Carlos Alberto Uribe, director del Departamento
de Antropología de la Universidad de los Andes; al Doctor Carlos A. Macías,
director del Departamento de Geociencias de la Universidad Nacional y al
Doctor Luis Javier Caicedo, ex-asesor de constituyentes en la Asamblea y
consultor de organizaciones indígenas.
El informe del grupo de profesores
encabezado por el Doctor Carlos Alberto Uribe, hace hincapié en la falta de
consulta previa a los miembros de la comunidad de Cristianía sobre la
ampliación de la carretera Andes-Jardín y en la improvisación que suele ocurrir
en estos caso en relación con la población afectada.
El texto presentado por el geólogo Carlos
Macías se refiere a la dificultad para señalar con precisión el grado en el que
los trabajos de ingeniería incidieron en los daños. Reconoce que todo tipo de
obras que implique movimiento de tierras puede acentuar la inestabilidad de un
terreno si no se toman las medidas adecuadas en relación con excavaciones,
disposición de materiales y manejo de aguas. En todo caso, dice, con base en la
documentación existente resulta extremadamente difícil emitir un concepto sobre
las causas últimas que generaron el movimiento de tierra que afectó las
instalaciones.
Por su parte el doctor Luis Javier Caicedo
explica la importancia que en la Asamblea Nacional Constituyente tuvo la
protección de los derechos de las comunidades indígenas.
Los aspectos específicos y pertinentes de
estas opiniones serán mencionados en su oportunidad.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
A. Los indígenas y sus derechos en la
Asamblea Nacional Constituyente.
1. Un hecho importante dentro de la
Asamblea Nacional Constituyente fue la presencia de los indígenas y las
propuestas en materia de derechos étnicos y culturales. Entre los proyectos
sometidos a la Asamblea, reconocen el carácter multiétnico y pluralista de la
nación colombiana, con todas sus implicaciones en materia de derechos
culturales, territoriales y de educación, los presentados por los
constituyentes Navarro Wolf, Arturo Mejía Borda, Fernando Carrillo, Eduardo
Espinosa Facio-Lince y por el Gobierno Nacional1.
En las discusiones sobre derechos de las
comunidades indígenas se destaca el constituyente Francisco Rojas Birry. Desde
su primera intervención expuso las propuestas que lograrían, tanto para los
grupos indígenas como para otras culturas y razas asentadas en nuestro
territorio, el reconocimiento y la protección de sus valores y derechos, como
parte de una sociedad caracterizada por la diversidad étnica y cultural:
"... La
nación colombiana -dice Rojas Birry- tiene derecho a que se le defina como ella
es y no como una mera abstracción jurídica.. nos hemos propuesto, al venir
aquí, dejar siglos enteros de negar lo que somos y avanzar unidos en el
autodescubrimiento de nuestra identidad
(...)
"... una
declaración de ese tipo dentro de la Constitución no haría más que recoger una
realidad evidente"2
(...)
"Es esa
presencia de diversidad cultural, reconocida y no desconocida, promovida y no
avasallada la que puede llegar a constituirse en la mejor barrera para la
intolerancia en que se enraizan los comportamientos más violentos"
2. La necesidad de reconocer la diversidad
multiétnica y pluralista de la nación, fue también tema fundamental de la
propuesta del constituyente Lorenzo Muelas, quien insistió en las diferencias
ostensibles que existen entre las varias culturas asentadas en nuestro
territorio.
"Dentro del
panorama de inseguridad, de falta de trabajo, de tierra y conocimientos, de
corrupción política, de secuestro del poder, plagas estas que afrontamos los
indígenas además de la discriminación
por ser distintos a los demás, porque pensamos diferente, sentimos
diferente, actuamos diferente. Por eso reclamamos el reconocimiento de la
diversidad3 .
3. Estos proyectos determinaron el
contenido de las normas aprobadas. En ellas se hace énfasis en el carácter
multiétnico y pluralista de la nación colombiana y se reconocieron como
derechos humanos los derechos de las distintas étnias del país (Artículos 7 y
70 de la Constitución).
4. En la Asamblea tuvo amplia acogida la
propuesta de crear instrumentos protectores de los derechos de las comunidades
indígenas. Esto llevó a la consagración del artículo 330 de la Constitución
Nacional, en cuyo parágrafo se establece la obligatoriedad de la participación
de dichas comunidades en los planes de explotación de recursos naturales. Se
quiso así garantizar tanto la inviolabilidad del territorio indígena como la
protección de su medio ambiente 4
B. La incidencia de la ampliación de la
carretera en los daños ocasionados.
1. En el expediente de tutela resulta evidente la
importancia que se le dio al tema de la causalidad entre la construcción de la
carretera y los daños ocasionados. Para resolver este asunto se acudió a la
opinión de expertos del Ministerio de Obras Públicas, quienes rindieron
informes sobre el particular.
Todos coinciden en señalar que la
Comunidad de Cristianía se encuentra situada en una zona geológica de coluvión,
de aproximadamente un kilómetro de largo por unos quinientos metros de ancho y
por cincuenta metros de profundidad, la cual se manifiesta con grietas,
elevaciones y asentamientos del terreno.
Así por ejemplo, el Ingeniero Jafed Naranjo
G. se refiere a los daños ocasionados diciendo que los movimientos de bloques
de tierra, debidos a la falla geológica que atraviesa la zona, han sido la
causa principal de los destrozos; Sin embargo,
"de alguna
manera menos significativa - dice el funcionario- ha contribuido a
inestabilizar el sector, las alteraciones realizadas sobre el terreno aledaño
debido a la ampliación de la carretera, la cual con sus cortes y botaderos de
material ha cambiado el régimen de flujo normal de aguas en la ladera".
En un segundo informe presentado por el
ingeniero Rafael Tobón Correa, de la Secretaría de Obras Públicas del
Departamento de Antioquia, se explica la incidencia de los trabajos de
ampliación de la manera siguiente:
"La
carretera Jardín-Andes, actualmente en construcción, está fuera del coluvión.
Aunque los botaderos de la vía caen en el coluvión, estos no inciden
apreciablemente en el fenómeno de Cristianía, dada la gran magnitud de
aquél". Parece ser que el ingeniero Tobón Correa está de acuerdo con lo
dicho por su colega Jafed Naranjo, en el sentido de que la ampliación
contribuyó de manera poco significativa en los daños. Esta es la interpretación
más razonable de la expresión "estos no inciden apreciablemente...",
utilizada por el ingeniero Tobón en su informe.
De lo anterior se desprende que, según los
informes técnicos del Ministerio de Obras Públicas, la ampliación de la
carretera no fue ajena a la producción de los daños, habiendo contribuido en
ello por lo menos en una mínima parte. Lo cierto es que, en este tipo de
asuntos, en los cuales confluyen varias causas en la producción de un fenómeno
geológico, la delimitación de las mismas es sumamente problemática, debido a
las enormes dificultades para reconstruir causalmente variaciones subterráneas
que se produjeron en el pasado.
Es esta la razón por la cual los mismos
técnicos no están en capacidad de establecer con precisión la magnitud de la
incidencia. Así se desprende de otro informe técnico que no obra en el
expediente enviado a la Corte para su revisión y que fue conocido por el
Magistrado auxiliar durante la diligencia de inspección judicial. Se trata de
un estudio realizado por la oficina regional del Instituto de Investigaciones en
Geociencias, Minería y Química del Ministerio de Minas y Energía del 9 de abril
de 1992. Allí se hace un detallado análisis del problema y, en relación con el
tema de la causalidad, se sostiene que,
"a la luz de
las observaciones de campo realizadas, la explicación más razonable es la de que los
agrietamientos tuvieron su origen el corte súbito de los depósitos de
vertiente (debido a los botaderos de tierra producidos por los trabajos de
ampliación) por donde circulaba el flujo de aguas subterráneas que generaban
corriente, concretamente el nacimiento de la quebrada Plátano Muerto".
2. Es cierto, entonces, que hubo una confluencia de
causas que determinaron la producción de los daños y que, además, dentro de
ellas, la ampliación de la vía tuvo alguna incidencia. El argumento, expuesto
por el Juzgado Civil de Circuito de Andes, según el cual los agrietamientos del
terreno venían desde muchos años atrás, no desvirtúa en absoluto la idea de que
otras causas, sumadas a estas, hayan desatado después de muchos años en los
cuales se presentaba una relativa estabilidad del terreno, el desbordamiento
del fenómeno y los daños en cuestión.
3. Más aún, el hecho de estar probada la existencia de
la falla geológica -ampliamente conocida por los pobladores de la región desde
muchas décadas atrás- con anterioridad al inicio de los trabajos de ampliación,
es una circunstancia que obra en contra de la empresa constructora y del
Ministerio de Obras Públicas, al no ser tenida en cuenta en la planeación y
ejecución de las obras.
Los habitantes de la Comunidad indígena de
Cristianía, como los habitantes de cualquier terreno inestable geológicamente, no
tienen porqué estar condenados a afrontar las consecuencias perjudiciales que
surgen de la realización de obras que, ignorando negligentemente la fragilidad
del terreno, desencadenan daños y perjuicios. El hecho de que las obras
contribuyan en forma mínima, siendo este mínimo suficiente para desencadenar
los daños, no puede significar que la Comunidad deba soportar esta causa adicional.
Sería tanto como afirmar que los daños deben ser soportados en aquellos casos
en los cuales la naturaleza lleve la mayor parte de la explicación causal y,
en este orden de ideas, sostener que las obras civiles pueden hacer caso omiso
de las condiciones propias del terreno.
En las bien conocidas circunstancias
geológicas del resguardo indígena, las obras de ingeniería realizadas sin el
previo estudio de impacto ambiental, bien pudieron actuar a manera de factor
desencadenante de los movimientos de tierra, cuyas consecuencias lamentan hoy
los miembros de la Comunidad indígena.
El Estado o los particulares no pueden
afectar el ambiente natural de manera indiscriminada, sin tener en cuenta las
circunstancias propias del sitio y de sus pobladores. Estas circunstancias
especiales son las que impiden, por ejemplo, que se construya una planta de
embotellamiento de agua mineral en la única fuente de abastecimiento de un
poblado, o que se construya una planta de producción de asfalto en frente de un
hospital para dolientes pulmonares, o una fábrica de productos químicos en
medio de una bahía de pescadores.
C. El estudio de impacto ambiental
Todo esto conduce a demostrar la
importancia de las normas que imponen la obligación de los estudios de impacto
ambiental, consagradas en los artículos 27 y 28 del Decreto 2811 de 1974
(Código de Nacional de Recursos Naturales). Según el Artículo 27:
"Toda
persona natural o jurídica pública o privada, que proyecte realizar o realice
cualquier obra o actividad susceptible de producir deterioro ambiental, está
obligada a declarar el peligro presumible que sea consecuencia de la obra o
actividad".
Por su parte el artículo 28 dispone que:
"Para la
ejecución de obras, el establecimiento de industrias o el desarrollo de
cualquier otra actividad que, por sus características, pueda producir deterioro
grave a los recursos naturales renovables o al ambiente o introducir
modificaciones considerables o notorias al paisaje, será necesario el estudio
ecológico y ambiental previo y, además, obtener licencia"
El incumplimiento de estas normas en el
caso de la ampliación de la carretera Andes-Jardín se pone en evidencia con la
Resolución del Inderena número 0121 del 11 de marzo de 1992 por medio de la
cual se impuso una sanción de 250.000 pesos al Ministerio de Obras Públicas,
por omisión del debido estudio previo de impacto ambiental.
Es por esto que la Sala estima pertinente
reproducir los comentarios hechos por ella en sentencia, anterior acerca de los
alcances de las normas de seguridad:
" Las normas
de seguridad protegen de peligros. (...) Existe, entonces una íntima relación
entre una norma de seguridad y el bien asegurado por esta norma. Entre la regla
que aconseja ponerse el cinturón de seguridad y la protección del cuerpo en
caso de accidente. Por lo tanto, el incumplimiento de una norma que asegura o
protege un derecho pone en peligro dicho derecho" 5 .
En relación con este punto, la doctora
Esther Sánchez, coautora del concepto colectivo enviado por el Departamento
de Antropología de la Universidad de los Andes:
"Lo ocurrido
en Cristianía es más fruto de la imprevisión que de otra cosa, puesto que si se
hubiesen realizado los estudios técnicos correspondientes en una zona que
presentaba fallas geológicas desde tiempo atrás no se habrían utilizado, por
ejemplo, los terrenos de la comunidad como botadero de los desechos de
materiales, aspectos técnicos estos no previsibles por la Comunidad indígena,
bien es sabido que la apertura de carreteras y caminos o la pavimentación de
empedraderos, alteran los ciclos hidrológicos normales, pues impiden al agua
buscar o encontrar salida" ( folio 122 - 123 )
D. Los perjuicios consumados y la tutela.
1. Otro de los argumentos del Juez Civil de Circuito de
Andes (quizás el más importante) luego confirmado por el Tribunal Superior de
Antioquia, es el siguiente: La ampliación de la Carretera se encuentra casi
terminada, los perjuicios están consumados y, en consecuencia, la tutela no
procede, comoquiera que no es ya mecanismo transitorio apto para evitar un
perjuicio irremediable, en los términos exigidos por las normas que regulan la
acción.
Frente a este argumento, la Corte considera
necesario indicar el sentido que posee la expresión constitucional que señala
la procedencia de la acción de tutela cuando ella se instaura con el objeto de
evitar un perjuicio irremediable. Dos anotaciones al respecto: 1) El texto no
puede ser interpretado de tal manera que se convierta en una incitación a
consumar perjuicios por parte de los violadores de los derechos fundamentales,
con el objeto de evadir la aplicación de la justicia a través de la tutela y 2)
La idea del perjuicio irremediable, como los demás elementos de la tutela, debe
ser evaluada en el caso concreto y de manera tal que no conduzca a resultados
irrazonables o contraproducentes.
Para la interpretación de este texto es
necesario tener siempre en cuenta el sentido de la norma constitucional que
establece la tutela, y cuya clave ("leitmotiv") se encuentra plasmada
en la parte del inciso primero del artículo 86, según el cual la tutela se
establece "como mecanismo para la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales, cuando quiera que estos resulten vulnerados o
amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública".
Por tanto, es importante tener en cuenta que, en ocasiones, precisamente como
consecuencia de un perjuicio irremediable inferido a un derecho fundamental, se
ponen en peligro otros derechos fundamentales y pueden derivarse perjuicios
previsibles e irremediables que bien podrían evitarse mediante la acción de
tutela.
2. En el caso subjudice es necesario diferenciar unos
perjuicios reales y causados de otros potenciales: Los primeros resultan de la
ampliación de la carretera Andes-Jardín y de su responsabilidad, como se anotó
anteriormente, no está exento el Ministerio de Obras Públicas y la compañía
constructora. En relación con este punto, es claro que buena parte de los
perjuicios se encuentran consumados en la medida en que casi la totalidad de la
ampliación está terminada. Es importante anotar lo siguiente: el tramo que se
encuentra en el sector de la falla geológica, sitio en el cual se ubican los
botaderos de tierra que afectaron el terreno, fue suspendido por la compañía
constructora, justamente ante la interposición de la acción de tutela, en
espera de la definición judicial del asunto. Esta suspensión por parte de la
empresa constructora pone de presente la evidencia de la amenaza de nuevos
agrietamientos, movimientos de tierra y perjuicios adicionales.
En cuanto a los perjuicios potenciales, si
bien hubo un daño consumado que consiste en la destrucción de algunas
construcciones dedicadas a la producción agrícola de la comunidad, aún subsiste
la amenaza de que se produzcan otros, que serían irremediables en el evento de
ocurrir y que pueden ser evitados. En concreto, existe la amenaza de que se
causen por lo menos dos perjuicios adicionales: el primero de ellos está en los
posibles efectos dañinos producidos por la continuación de aquello que resta
de la ampliación de la vía Andes-Jardín. El segundo, en la notoria reducción de
los recursos económicos de la Comunidad indígena, cuyas implicaciones, para la
vida misma de sus miembros, serían catastróficas, si se tiene en cuenta que se
trata de una población organizada en torno a una economía de subsistencia.
El hecho de que el daño económico producido
por la destrucción de las edificaciones mencionadas sea sólo el comienzo de una
serie de dificultades económicas que amenazan la existencia misma de la
Comunidad, hace que el perjuicio derivado de la destrucción de su infraestructura
productiva no pueda ser considerado como irremediable y, en consecuencia, sea
procedente la tutela. Si no se suspende la ampliación de la carretera hasta
tanto se hayan efectuado los estudios necesarios para que exista la seguridad
de que no se causen nuevos daños y hasta tanto no se indemnice a la comunidad,
de tal manera que su situación económica sea restablecida, los indígenas de
Cristianía, como tantas otras comunidades de este tipo en Colombia, estarán en
serio peligro de desintegración y desaparición.
La ampliación del concepto de perjuicio
irremediable hasta cubrir otros aspectos no circunscritos al daño específico,
tales como el mantenimiento de la integridad comunitaria, las condiciones
económicas y la existencia misma de la comunidad, están justificadas por la
importancia y especial protección que la Constitución contempla para los
indígenas y además por la flexibilidad y la primacía de lo sustancial en el
procedimiento constitucional.
D. El interés general
1. Otro de los argumentos del Juez Civil de Circuito de
Andes, retomado por el Tribunal Superior de Antioquia, se encuentra en la
afirmación según la cual la ampliación de la carretera Andes-Jardín es un
asunto de interés general que beneficia a la comunidad y, por lo tanto, no podría
prevalecer el interés minoritario de la Comunidad indígena. Al respecto dice
uno de los considerandos de la sentencia del Juez de Andes:
"Fuera de
las anteriores razones, habría una muy poderosa y sería la aplicación del
principio de que el interés general prima sobre el particular.
Si tanto se ha
luchado por la troncal del Café (...) mal podría un juez de la República
ordenar suspender un pequeño tramo que atraviesa su comunidad, después de que
prácticamente todo se ha consumado..."
Y más adelante afirma,
"Es
principio general aceptado que el interés privado debe ceder al interés público
y, en nuestro caso, la vía objeto del contrato beneficiará a toda la población;
hecho este que es público y notorio..."
Ante todo es necesario aclarar que el
concepto de interés general, como todas las normas constitucionales que
consagran valores generales y abstractos, no siempre puede ser aplicado de
manera directa a los hechos. La Constitución establece la prevalencia del
interés general en su artículo primero, pero también establece la protección de
numerosos valores relacionados con intereses particulares, como es el caso de
los derechos de la mujer, del niño, de los débiles, etc. El Estado Social de
Derecho y la democracia participativa se han ido construyendo bajo la idea de
que el reino de la generalidad no sólo no puede ser llevado a la práctica en
todas las circunstancias, sino que, además, ello no siempre es deseable; la
idea del respeto a la diversidad, al reconocimiento de las necesidades específicas
de grupos sociales diferenciados por razones de cultura, localización, edad,
sexo, trabajo, etc., ha sido un elemento esencial para la determinación de los
derechos sociales económicos y culturales y en términos generales, para el
logro de la justicia.
En síntesis, el principio del interés
general sigue teniendo toda la importancia consabida; sin embargo, para el
logro de la justicia social, el principio universal de la igualdad debe ser
complementado con el respeto de las diferencias. Sobre el particular señala
Norberto Bobbio:
"el
postulado según el cual todos los individuos son iguales sin distinción alguna,
no es cierto respecto de los derechos sociales; ciertas condiciones personales
y sociales, son necesarias para determinar la atribución de estos
derechos" 6 .
Desde luego, con la consagración de estos
postulados constitucionales no sólo no se solucionan de antemano todos los
conflictos posibles entre intereses y derechos, sino que se suscitan más de los
que surgirían con una consagración escueta de la prevalencia del interés
general. Sin embargo, esa dificultad en la aplicación del derecho y en el
logro de la seguridad jurídica, está considerada como uno de los precios que es
necesario pagar en beneficio de la democracia real y del entendimiento entre
las instituciones políticas y los gobernados.
La norma que establece la prioridad del
interés general no puede ser interpretada de tal manera que ella justifique la
violación de los derechos fundamentales de unos pocos en beneficio del interés
de todos. Aquí, en esta imposibilidad, radica justamente uno de los grandes
avances de la democracia y de la filosofía política occidental en contra del
absolutismo y del utilitarismo. La persona es un fin en si mismo; el progreso
social no puede construirse sobre la base del perjuicio individual así se trate
de una minoría o incluso de una persona. La protección de los derechos
fundamentales no esta sometida al vaivén del interés general; ella es una norma
que encierra un valor absoluto, que no puede ser negociado o subestimado.
2. En caso de conflicto entre el interés general y otro
interés protegido constitucionalmente la solución debe ser encontrada de
acuerdo con los elementos jurídicos que proporcione el caso concreto y a la luz
de los principios y valores constitucionales. Esta labor de interpretación es
función primordial del juez y en especial de la Corte Constitucional.
Nuevamente resalta aquí la importancia que
en el Estado Social de Derecho adquiere la relación valor-principio/hecho y, en
consecuencia , la importancia del juez constitucional como órgano mejor dotado
para definir, en cada caso concreto, el sentido de dicha relación. Vale la
pena reproducir aquí lo dicho en la sentencia número T-406 de esta misma Sala:
"La
dispersión de intereses en la sociedad capitalista actual, ha diezmado la
importancia del concepto de interés general, repercutiendo asi en la
legitimidad del órgano legislativo y de la ley misma. Esta deficiencia de la
legitimidad tradicional ha sido compensada con el fortalecimiento de la
capacidad estatal para crear consenso y para encontrar soluciones producto no
sólo del imperio de la ley sino también de la negociación y de la adecuación a
las circunstancias específicas del conflicto. En estas condiciones, la idea de
control judicial aparece como la clave funcional para evitar un desbordamiento
de poder y para lograr una adaptación del derecho a la realidad social.
Depositario de las ventajas propias del sabio alejado de la sociedad, que
piensa en la objetividad de los valores y dotado de las ventajas de quien tiene
el compromiso de tomar cotidianamente en consideración "la realidad
viviente de los litigios", el juez está en plena capacidad, como ningún
otro órgano de régimen político, para desempeñar ese papel. (Alexander Bickel
The least dangerous branch, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1962). En síntesis, el
control ejercido por jueces y tribunales en el Estado constitucional
contemporáneo resulta siendo la fórmula para la mejor relación seguridad
jurídica-justicia.
De lo dicho se
deriva la idea de que el juez, en el Estado social de derecho también es un
portador de la visión institucional del interés general. El juez, al poner en
relación la constitución -sus principios y sus normas- con la ley y con los
hechos hace uso de una discrecionalidad interpretativa que necesariamente
delimita el sentido político de los textos constitucionales. En este sentido la
legislación y la decisión judicial son ambas procesos de creación de
derecho"7
E. El derecho a la protección de la
diversidad étnica y cultural.
1. La intención de proteger de manera
especial los valores culturales y sociales encarnados en las comunidades
indígenas que aún subsisten en el país, se manifiesta de manera evidente en los
debates realizados en la Asamblea Nacional Constituyente y en el texto mismo
de la Carta.
Por cuanto respecta al texto
constitucional, la importancia de estos valores se pone de presente de manera
directa en el artículo 7 que reconoce y protege la diversidad étnica y cultural
de la nación colombiana; en el artículo 8 sobre la obligación del Estado de
proteger la riqueza cultural de la nación; en el artículo 9 sobre respeto a la
autodeterminación de los pueblos; en el artículo 68 inciso quinto, sobre
derecho al respeto de la identidad en materia educativa; en el artículo 70,
relacionado con la cultura como fundamento de la nacionalidad colombiana y el
reconocimiento por parte del Estado de la igualdad y dignidad de todas las
culturas que conviven en el país, así como la promoción de la investigación, de
la ciencia, del desarrollo y de la difusión de todos los valores culturales de
la nación y en el artículo 72, sobre protección del patrimonio arqueológico de
la nación.
2. En los últimos años se ha producido un cambio
fundamental de concepción en la doctrina jurídica y en la ciencia política,
sobre derechos de las comunidades indígenas. En la Constitución colombiana se
manifiesta claramente este cambio, cuyas implicaciones empiezan a tener una
trascendencia que sobrepasa el ámbito estrictamente jurídico.
En el concepto solicitado por el Magistrado
ponente al doctor Luis Javier Caicedo, se explica cómo, otro elemento de esta
transformación se encuentra en el Convenio 169 de la O.I.T. de 1989 sobre
pueblos indígenas en países independientes (aprobado por la ley 21 de 1991) el
cual vale la pena mencionar, en cuanto que representa una clara manifestación
concreta del sentido adoptado en esta materia por la Carta vigente.
El artículo cuarto de este convenio ordena
"adoptar las medidas especiales que se precisen para salvaguardar las
personas, las instituciones, los bienes, el trabajo, las culturas y el medio
ambiente de los pueblos interesados". Tales medidas - continúa el
convenio- no deberán ser contrarias a los deseos expresados libremente por los
pueblos interesados. En tal sentido, el artículo séptimo N. 3 establece la
obligación del gobierno de
"velar
porque, siempre que haya lugar, se efectúen estudios, en cooperación con los
pueblos interesados, a fin de evaluar la incidencia social, espiritual y
cultural y sobre el medio ambiente que las actividades de desarrollo previstas
puedan tener sobre los pueblos".
Este último postulado fue elevado
parcialmente a norma constitucional en articulo 330 de la Carta, cuyo parágrafo
dice:
"La
explotación de los recursos naturales en los territorios indígenas se hará sin
desmedro de la integridad cultural, social y económica de las comunidades
indígenas. En las decisiones que se adopten respecto de dicha explotación, el
Gobierno propiciará la participación de los representantes de las respectivas
comunidades"
En relación con la participación de la
comunidad, exigida por el texto constitucional, el Profesor Roberto Pineda,
coautor del documento de expertos solicitado al Departamento de Antropología de
la Universidad de los Andes, en concepto solicitado por el magistrado ponente,
dice lo siguiente:
"Desde el
punto de vista cultural las obras se realizaran sin tener en cuenta o consultar
previamente a la máxima autoridad indígena del lugar como lo era el gobernador
del Cabildo, hecho esté que lleva a concluir que tanto el ministerio como el
contratista desconocieron el régimen civil y de territorio que tenía la
comunidad, interpretando esto como violación de los derechos culturales de la
comunidad".
Al no contarse
con la comunidad se desconocieron los esfuerzos que está hizo para la
consecución del terreno y las mejoras en el hechas, cuestión está que lleva a
pesar en un aprovechamiento indebido de las condiciones de inferioridad de los
indígenas" (folio 114).
F. El conflicto entre dos intereses
generales
1. En relación con el conflicto aludido por el Juez
Civil del Circuito de Andes y por el Tribunal Superior de Antioquia entre el
interés general de la zona cafetera y el interés de la Comunidad de Cristianía,
es necesario hacer las siguientes precisiones:
a. Formalmente, se trata de un conflicto
entre dos intereses de tipo colectivo, no de un conflicto entre el interés
particular y el interés general. Ambos intereses colectivos poseen diferencias
en cuanto a su grado de generalidad. El interés de la comunidad indígena está
claramente delimitado en un ámbito espacial y temporal; en cambio el interés de
los beneficiarios de la ampliación de la carretera, que en términos generales
podría ser descrito como el interés de los pobladores de la zona cafetera del
occidente colombiano, abarca un mayor número de personas, e incluso se puede
afirmar que dentro ese número de personas se incluye a la comunidad indígena,
En estas circunstancias, se trata de un conflicto entre dos intereses
colectivos, siendo uno de ellos compartido por ambas colectividades.
De acuerdo con esto, es necesario estudiar
cada uno de los dos tipos de interés protegidos desde el punto de vista
material, esto es, en cuanto a los derechos que están en juego en cada uno de
esos dos intereses.
b. Desde un punto de vista material se
trata de un conflicto entre el interés de los pobladores de la zona cafetera,
en relación con la mejoría de la infraestructura vial de la región y el interés
de una comunidad indígena en relación con derechos de propiedad sobre bienes
inmuebles fundamentales para su subsistencia. En efecto, tal como se pudo
constatar en el estudio de la información disponible sobre Cristianía y en la
diligencia de inspección judicial realizada por la Corte durante los primeros
días del mes de mayo, la pérdida de los inmuebles en los cuales estaba
localizado lo primordial de la infraestructura productiva de la comunidad, pone
en peligro sus precarias condiciones de subsistencia y con ello la integridad y
la vida misma de sus miembros.
2. Según esto, si bien se trata de dos intereses
colectivos, es evidente que desde el punto de vista del derecho en el que se
funda cada interés, las pretensiones de comunidad indígena poseen un mayor
peso. Mientras que su interés se funda en el derecho a la propiedad, al trabajo
y al mantenimiento de su integridad étnica y cultural, el interés del resto de
la comunidad está respaldado en el derecho a la terminación de una obra
concebida para el beneficio económico de la región.
En síntesis, el interés de la comunidad
indígena posee una legitimación mayor, en la medida en que está sustentado en
derechos fundamentales ampliamente protegidos por la constitución.
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera
de Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
PRIMERO: REVOCAR la providencia proferida por el Tribunal
Superior de Antioquia en febrero 4 de 1992 por las razones expuestas en esta
sentencia
SEGUNDO . CONCEDER la tutela impetrada por Amado de
Jesús Carupia Yagari en representación de la Comunidad indígena de Cristianía
y, en consecuencia, ordenar que se mantenga la suspensión de las labores de
ampliación de la carretera Andes-Jardín en el tramo que corresponde a la zona
afectada, (Km 5+150 a Km 6+200) hasta tanto se hayan hecho los estudios de
impacto ambiental y tomado todas las precauciones necesarias para no ocasionar
perjuicios adicionales a la comunidad. Todo lo anterior se hará bajo la
estricta supervisión y control de la oficina regional del INDERENA en
Antioquia, contando, en lo posible, con la colaboración de la oficina regional
noroccidente del instituto de investigaciones en geociencias, minería y química
del Ministerio de Minas y Energía
TERCERO: CONDENAR a las entidades causantes de los
perjuicios a la Comunidad indígena en el monto que esta compruebe ante las
autoridades competentes.
CUARTO: En todos aquellos casos similares al presente, por
sus hechos o circunstancias, siempre que se haya ocasionado perjuicios a
Comunidades indígenas derivadas de la omisión de normas sobre estudios previos
de impacto ambiental para la realización de obras públicas, la doctrina
constitucional enunciada en esta sentencia tendrá CARACTER OBLIGATORIO
para las autoridades, en los términos del Artículo 23 del Decreto 2067 de 1991.
QUINTO: Envíense sendas copias del presente fallo a los
señores Ministro de Gobierno y Obras Públicas, al defensor del Pueblo, al
director del Inderena, al Consejero Presidencial para los derechos Humanos y a
las organizaciones indígenas interesadas.
SEXTO: Ordénese que por secretaría se comunique esta
providencia al Tribunal Superior de Antioquia, en la forma y para los efectos
previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Copiese, publíquese, comuníquese a quien
corresponda e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
- Aclaración de Voto-
Sentencia aprobada por acta No 3 de la
Sala Primera de Revisión, en Santafé de Bogotá a los veinticuatro (24) días del
mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992)
ACLARACION DE VOTO A LA SENTENCIA No. T-428
CORTE CONSTITUCIONAL/COMPETENCIA/REVISION
FALLO DE TUTELA/PRUEBAS-Improcedencia
(Aclaración de voto)
En la etapa de revisión de sentencias sobre
tutela, la función de la Corte Constitucional no es la que corresponde al
tribunal de instancia sino la de efectuar la comparación entre lo resuelto por
los jueces y las previsiones de la Carta Política, a efectos de orientar y
unificar -desde ese punto de vista estrictamente jurídico- la jurisprudencia
constitucional.
La Corte no está llamada en principio a
fallar el caso concreto sobre el cual recayeron ya las sentencias de los jueces
de instancia, sino a revisar dichas sentencias dentro de la perspectiva de la
Constitución. Cosa distinta es que, con motivo de esa revisión, la Corte encuentre
que la interpretación o aplicación de las normas constitucionales ha sido
errónea y deba por eso revocar total o parcialmente las providencias que
examina, pues entonces sí está obligada a resolver el caso específico a la luz
de los principios que considera válidos, sustituyendo así la decisión revocada;
al hacerlo, debe partir de los supuestos fácticos que el expediente le ofrece,
salvo casos excepcionalísimos. Esto último hace que la Corte deba insistir en
la necesidad de que los jueces de tutela, cuando sea pertinente y necesario
para adoptar sus decisiones, decreten y practiquen las pruebas indispensables.
El Decreto 2591/91 no faculta a la Corte Constitucional para decretar pruebas
en la etapa de revisión.
ACCION POPULAR/ACCION DE TUTELA-Improcedencia (Aclaración de voto)
El presente caso encaja mejor dentro de la
previsión consagrada en el artículo 88 de la Constitución, relativo a las
acciones populares para la protección de los derechos e intereses colectivos,
relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y la salubridad
pública, la moral administrativa, el ambiente, la libre competencia y otros de
similar naturaleza. Estos asuntos no deberían ser objeto de acciones de tutela,
pues esta última institución ha sido concebida con otros fines, específicamente
relacionados con la protección de los derechos fundamentales.
Santafé de Bogotá,D.C., veinticuatro (24)
de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
Debo aclarar mi voto en el asunto de la
referencia en los siguientes sentidos:
1. Observo, tanto en este caso como en
otros procesos, que el Honorable Magistrado sustanciador ha ordenado la
práctica de pruebas, en este caso consistentes en una inspección ocular a la
zona en que se producen los hechos materia de la acción.
Con el debido respeto hacia la autonomía
que debe tener cada Magistrado en la conducción del proceso a su cargo y
conocedor de que el voto de los otros miembros de la respectiva Sala no versa
sobre el trámite que antecedió a la ponencia sino sobre la ponencia misma, me
permito expresar mi concepto en el sentido de que, en esta etapa de revisión de
sentencias sobre tutela, la función de la Corte Constitucional no es la que
corresponde al tribunal de instancia sino la de efectuar la comparación entre
lo resuelto por los jueces y las previsiones de la Carta Política, a efectos de
orientar y unificar -desde ese punto de vista estrictamente jurídico- la
jurisprudencia constitucional.
Estimo que la Corte no está llamada en
principio a fallar el caso concreto sobre el cual recayeron ya las sentencias
de los jueces de instancia, sino a revisar dichas sentencias dentro de la
perspectiva de la Constitución. Cosa distinta es que, con motivo de esa
revisión, la Corte encuentre que la interpretación o aplicación de las normas
constitucionales ha sido errónea y deba por eso revocar total o parcialmente
las providencias que examina, pues entonces sí está obligada a resolver el caso
específico a la luz de los principios que considera válidos, sustituyendo así
la decisión revocada; al hacerlo, debe partir de los supuestos fácticos que el
expediente le ofrece, salvo casos excepcionalísimos. Esto último hace que la
Corte deba insistir en la necesidad de que los jueces de tutela, cuando sea
pertinente y necesario para adoptar sus decisiones, decreten y practiquen las
pruebas indispensables.
Por otra parte, debe recordarse que el
Decreto 2591 de 1991, aplicable al procedimiento que debe cumplirse en materia
de acciones de tutela, no faculta a esta Corte para decretar pruebas en la
etapa de revisión.
Esta posición ha sido acogida en la fecha
por otra Sala de Revisión, la número 3, que preside el suscrito (Expediente
T-1005).
2. El presente caso encaja mejor dentro de
la previsión consagrada en el artículo 88 de la Constitución, relativo a las
acciones populares para la protección de los derechos e intereses colectivos,
relacionados con el patrimonio, el espacio, la seguridad y la salubridad
pública, la moral administrativa, el ambiente, la libre competencia económica y
otros de similar naturaleza.
Estos asuntos no deberían ser objeto de
acciones de tutela, pues esta última institución ha sido concebida con otros
fines, específicamente relacionados con la protección de los derechos
fundamentales.
Pese a lo anterior, he votado
favorablemente la ponencia por cuanto se trata de acción de tutela usada
únicamente como mecanismo preventivo para evitar un perjuicio irremediable, lo
cual está autorizado de modo expreso por el artículo 6o. numeral 3o., del Decreto
2591 de 1991 y tomando en consideración el peligro que afrontan derechos
fundamentales como la vida y la salud de quienes habitan la zona afectada.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
1 Cfr.
Gaceta Constitucional No. 67 pág 14.
2 Cfr. Gaceta Constitucional No 29 pág 5
3 Cfr. Exposición de motivos ante plenaria, Febrero 21 de 1991.
Gaceta Constitucional No 19, pág 13
4 Cfr. Gaceta Constitucional No 99 pág 2 y Gaceta Constitucional No
67, pág 14
5 Sentencia Corte Constitucional No. 415 Sala Primera de Revisión.
6 Norberto Bobbio, Diritti dell `uomo e societa, en Sociologia
del diritto, N. XVI, 1989,Milano pág 18.
7 Capelleti, Le pouvoir des juges, Press Universitaire d'aix
Marseille, 1990, pág 35 |
63 | T-429-92
Sentencia No
Sentencia No. T-429/92
DERECHO A LA
EDUCACION/SERVICIOS PUBLICOS/DERECHOS DEL NIÑO
Además de su condición de derecho fundamental de la persona, la educación es
también un servicio que tiene una función social. Así lo reconoce expresamente
la Constitución. Ello implica no sólo que satisface una necesidad de carácter
general y que por lo tanto debe estar al alcance de quienes lo requieran sino
que el Estado debe garantizar el acceso al mismo y velar porque en su
prestación se cumplan los fines señalados por el ordenamiento jurídico vigente.
En virtud del carácter de servicio público
con función social que constitucionalmente tiene la educación, las instituciones
públicas y privadas no pueden eludir su contribución eficaz a la solución de
los problemas propios de los niños con necesidades especiales, so pretexto de
ofrecer alternativas no sólo impracticables, la más de las veces, sino que
encubren la negación del derecho a la educación.
EDUCACION ESPECIAL
La educación especial ha de concebirse sólo
como recurso extremo para aquellas situaciones que, previa evaluación
científica en la cual intervendrán no sólo los expertos sino miembros de la
Institución educativa y familiares del niño con necesidades especiales, se
concluya que es la única posibilidad de hacer efectivo su derecho a la
educación. Por tanto, la educación especial no podrá nunca servir de
instrumento para la negación del derecho constitucional prevalente de acceso y
permanencia en el sistema educativo que hoy tienen los niños colombianos.
De acuerdo con los principios
constitucionales vigentes, los problemas propios de los niños con dificultad de
aprendizaje deben resolverse con la necesaria colaboración de la familia, la
sociedad y el Estado, instituciones estas que tienen la obligación de asistir y
proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico integral y el ejercicio
pleno de sus derechos.
SENTENCIA
DE JUNIO 24 DE 1992
REF:
EXPEDIENTE T-1011
PETICIONARIO:
JULIAN MAURICIO MORENO ALVAREZ
PROCEDENCIA:
Juzgado Promiscuo Municipal de
Sopó
Magistrado
Ponente:
CIRO
ANGARITA BARON
La Sala Primera de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los Magistrados CIRO ANGARITA BARON, EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ y JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela promovido el día 6
de Febrero de 1992 por el señor JULIAN MAURICIO MORENO ALVAREZ contra JULIO
MALDONADO BULLA, Rector del Colegio Cooperativo de Primaria y Bachillerato
Comercial de Sopó, departamento de Cundinamarca, acción de la cual conoció el
Juzgado Promiscuo Municipal del mismo municipio.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala de Revisión, la cual recibió formalmente el expediente el
día 16 de Marzo del año en curso.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala entra a dictar sentencia de revisión.
A. La acción.
En su condición de padre de la niña CAROL
ANDREA, el ciudadano JULIAN MAURICIO MORENO ALVAREZ instauró el 6 de febrero de
1992 acción de tutela ante el Juzgado Promiscuo Municipal de Sopó contra JULIO
MALDONADO BULLA, Rector del Colegio Cooperativo de Primaria y Bachillerato
Comercial, ubicado en el susodicho municipio, departamento de Cundinamarca.
1. Hechos.
a) El día 20 de enero de 1992, en momentos
en que se disponía a matricular a su hija en el mencionado colegio para que
cursara el tercer año de bachillerato, el Rector Maldonado Bulla condicionó su
ingreso a la presentación previa de los resultados de un encefalograma y un
diagnóstico neurológico que se le había exigido en diversas ocasiones, por
cuanto sus profesores consideraban que ella tenía dificultades de aprendizaje.
b) Carol Andrea ha dado muestras de
agresividad frente a sus demás compañeros, su rendimiento académico no ha sido
satisfactorio y posee deficiente coordinación sicomotriz, por todo lo cual
tanto sus profesores como la sicóloga del colegio estiman que requiere
educación especial.
c) El peticionario no ha sometido a su
hija al examen neurológico exigido por el colegio, lo cual determinó que se le
negara la admisión solicitada.
2. Solicitud.
El peticionario pide que se amparen los
derechos fundamentales de su hija a la educación y a la cultura.
3. Pruebas.
El peticionario no aportó ninguna prueba.
El Juzgado, por su parte, decretó que se
oyera la ampliación de queja del peticionario (Folios 6-11) y la declaración
del Rector del colegio señor Carlos Julio Maldonado Bulla (Folios 15-20) así
como de la sicóloga del mismo Clara Inés Zapata Rivera (Folios 21-28) y a la
profesora María del Carmen Mancera de Forero (Folios 60-63) quienes depusieron
acerca de la personalidad de Carol Andrea, sus dificultades de aprendizaje y
carencia de afecto de sus progenitores. Estiman que la niña debe ser sometida a
una educación especial.
4. Sentencia del Juzgado.
El Juzgado Promiscuo Municipal de Sopó
(Folios 75-82) resolvió:
a) Tutelar el derecho fundamental de la
educación de la menor Carol Andrea.
b) Ordenar que fuera admitida para
cursar el grado 8o. en el Colegio Cooperativo de Primaria y Bachillerato
Comercial de Sopó.
c) Disponer que el señor Julián Mauricio
Moreno Alvarez dé cumplimiento al artículo 8o. inciso final del Decreto 2591 de
1991 dentro del término de cuatro meses, en el sentido de demostrar en ese
lapso que la menor requiere o no de educación especial pues
"de lo
contrario el colegio cooperativo estará en todo su derecho para denegar la
permanencia de la menor en esa institución, igual sucederá en el evento que se
conceptúe que requiere de la tan mentada educación especial" (Folio 80).
A esta parte motiva de la providencia se
remite luego la decisión del fallador de primera instancia.
5. Concepto de expertos.
En desarrollo de la facultad consagrada en
el artículo 13 del Decreto 2067 de 1991, el Magistrado Ponente invitó al
Doctor Hernán Escobedo actual Director del Departamento de Psicología de la
Universidad de los Andes a presentar por escrito un concepto sobre algunos
temas relevantes para la elaboración del presente fallo tales como las causas y
tratamiento de la dificultad de aprendizaje, la utilidad real de los
encefalogramas y los diagnósticos neurológicos y la conveniencia de la
educación especial (Folios 92-96).
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
La Corte Constitucional es competente para
efectuar esta revisión según lo previsto en los artículos 86 y 241, numeral 9
de la Constitución Política y 31, 32, 33 del Decreto 2591 de 1991.
Además es de observar que la providencia
fue proferida oportunamente de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 86 de
la Constitución en su inciso 4o. el cual no admite excepciones, como ha tenido
a bien señalarlo esta Corte. Puesto que la decisión del caso por esta Sala
exige el señalamiento de algunas premisas relativas a la educación, las cuales
constituyen su fundamento necesario, procederemos a hacerlo en el orden
indicado en los siguientes acápites.
1.- La educación: un derecho
fundamental.
Tanto por la naturaleza y función del
proceso educativo como porque reune a plenitud los requisitos y criterios de
esa categoría constitucional abierta que es hoy el derecho fundamental, esta
Corte ha reconocido que la educación es uno de tales derechos que realiza el
valor y principio material de la igualdad, consignado en el preámbulo y en los
artículos 5o. y 13 de la Carta, como quiera que
"en la medida
en que la persona tenga igualdad de posibilidades educativas, tendrá igualdad
de oportunidades en la vida para efectos de su realización como persona"1 .
En la misma providencia reconoce también
esta Corte que la educación es un "derecho-deber", una actividad que
puede ser reglada autónomamente pero no negada en su núcleo o contenido
esencial, vale decir, en aquel ámbito necesario e irreductible de conducta que
el derecho protege independientemente de las modalidades o formas como él se
manifieste.
La Constitución vigente consagra la
educación como derecho humano que posee una función específica en el contexto
social y cultural a saber:
"La educación
es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social:
con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica y a los
demás bienes y valores de la cultura" 2 .
En los debates en la Asamblea Nacional
Constituyente hubo consenso tanto acerca de la necesidad de garantizar el
derecho a la educación de la manera más amplia posible, como también de que la
libertad en materia educativa debe enmarcarse dentro de un régimen de igualdad
de oportunidades:
"Establecer
la igualdad de oportunidades en la educación es probablemente la tarea
fundamental de la igualdad; no hay países subdesarrollados sino hombres
subdesarrollados y si no desarrollamos al hombre no podremos desarrollar a
Colombia3 .
2.- La educación: instrumento de cambio,
igualdad y democracia.
Ocupándose de las cuestiones esenciales de
la educación, vale decir, de la relación entre la educación y la sociedad,
entre la educación y el educado, entre la educación y el saber, entre los fines
declarados y los fines realizados, los autores de un célebre informe observan
justamente que la educación es a la vez un mundo en sí y un reflejo del mundo.
Está sometida a la sociedad pero reacciona también a las condiciones
ambientales a las que se halla sometida, contribuyendo así a engendrar las
condiciones objetivas de su formación4 .
Dentro de este contexto, la creación y
sostenimiento de escuelas puede entenderse como la realización del propósito
deliberado de no dejar al azar la formación de las generaciones futuras y de
utilizar instrumentos adecuados para perpetuar, fortalecer y promover aquellas
condiciones y valores que la sociedad más estima o, llegado el caso y por la
voluntad soberana del pueblo, transformarlos para que se adecúen a las nuevas
exigencias sociales. En este último sentido, la escuela realiza el papel de
"agente de cambio" que le reconoce la sociología.
Por todos estos aspectos, en un proyecto de
ley elaborado recientemente por el Ministerio de Educación Nacional en materia
de "sistema nacional de educación" se pone de presente justamente que
la educación constituye un proceso
mediante el cual
se transmiten y construyen, de manera permanente, los conocimientos, los
valores y las prácticas culturales que hacen posible la vida en sociedad y el
progreso de la misma. Desde la perspectiva de los individuos la educación es el
proceso que le permite el logro de su autonomía, conformar su propia identidad,
desarrollar sus capacidades y construír una noción de realidad que integre el
conocimiento y la vida misma. La educación tiene por objetivo el desarrollo
pleno de la personalidad. Es, también, la forma como el individuo desarrolla
plenamente sus capacidades"5
3.- La educación: un servicio público
con función social.
Además de su condición de derecho
fundamental de la persona, la educación es también un servicio público que
tiene una función social. Así lo reconoce expresamente la Constitución (Art.
67, inciso 1o.). Ello implica no sólo que satisface una necesidad de carácter
general y que por lo tanto debe estar al alcance de quienes lo requieran sino
que el Estado debe garantizar el acceso al mismo y velar porque su prestación
se cumplan los fines señalados por el ordenamiento jurídico vigente.
Es oportuno señalar que la concepción de la
educación como servicio público consagrada en el artículo 67 de la Carta
vigente responde adecuadamente a una sólida tradición de la jurisprudencia
nacional.
En efecto, es bien sabido que en un
pronunciamiento de hace cerca de 20 años la Corte Suprema afirmó que la
educación era una actividad encaminada a satisfacer una necesidad de carácter
general, en forma contínua y obligatoria, sin importar que su prestación
estuviera directamente a cargo del Estado o a cargo de personas privadas6
.
Años más tarde, también bajo la vigencia
del art. 41 de la Carta de 1886, la misma Corte puso de presente que el Estado,
por mandato directo o habilitado de la ley, encauza la actividad privada,
económica y docente hacia el bien común, la justicia social, el cumplimiento de
los fines sociales de la cultura y la mejor formación intelectual, moral y
física de los educandos y además que
"el sistema
de educación postsecundaria es de naturaleza esencialmente social, comprende
necesariamente derechos colectivos o sociales y no sólo derechos individuales y
particulares; las normas sobre educación son de orden público, se refieren a un
servicio público, bien sea porque se preste directamente por el Estado o porque
este asegure y supervise su prestación por los particulares y pertenecen al
interés social que prevalece sobre el privado. Por lo tanto, disponer
derroteros institucionales para educar, sin que se interfiera la libertad de
recepción o divulgación de la cultura, no es contrario a la libertad de la
enseñanza, ni, por eso sólo, al derecho a la educación, ni implica por lo tanto
transgresión del artículo 41 de la Carta, sino desarrollo de su mandato".
(......) La
instrucción pública y la educación son actividades esenciales en la sociedad y
claman por la indispensable intervención del Estado, en interés de todos y en
servicio de la comunidad, esto es, por su institucionalización como actividad
pública cuando se halla a cargo del Estado o por su supervisión y
reglamentación cuando está en manos de particulares7 .
Pero ya anteriormente, con ocasión de unas
medidas adoptadas por el Estado relativas a la educación postsecundaria y
mediante las cuales se exigía que las instituciones no oficiales de educación
debían constituírse como fundaciones o corporaciones sin ánimo de lucro, la
misma Corte observó que tales medidas venían a corregir.
"una
situación aberrante en una rama de la educación la cual (....) se estaba
convirtiendo en muchos casos en un próspero negocio a costa de la eficiente
preparación dada a su alumnado, con grave perjuicio para el desarrollo cultural
del país y la escasa preparación de los profesionales salidos de sus aulas. Se
pone de presente en estas oportunas expresiones, que en principio, el ánimo de
lucro es incompatible con los fines generales y constitucionales de este
servicio público por excelencia de la educación, comprendida por supuesto la
educación postsecundaria"8 .
El Consejo de Estado, por su parte, no ha
vacilado en reconocer que tanto el derecho a enseñar como el derecho a aprender
se hallan enmarcados dentro de unas normas de orden público económico
"pues el
Estado está en la obligación de impedir que por costos demasiado gravosos se
restrinja el "derecho a aprender"9 .
Es pertinente recordar también que la misma
entidad encontró ajustado a la legalidad un decreto que establecía "la
representación del gobierno en los establecimientos de educación superior de
carácter privado" por tratarse de una limitación admisible a la autonomía
de los establecimientos docentes10
. Encontró igualmente legítima la intervención del Estado para asegurar la
calidad de la enseñanza 11
.
Es claro a todas luces que, la tendencia
jurisprudencial aquí esbozada hunde sus raíces en los principios
constitucionales adoptados en la reforma de 1936 y, más concretamente, en ideas
y planteamientos del profesor León Duguit que merecieron la acogida de los
Constituyentes de entonces, tales como las siguientes:
"Es
indiscutible que el Estado tiene el derecho de tomar las medidas para que todo
establecimiento de instrucción presente condiciones suficientes de salubridad,
lo mismo que para exigir severas garantías de moralidad a todos aquellos que
pretenden dirigir la escuela. Tiene ciertamente el derecho, también del deber,
de ejercitar en cierta medida un control sobre todo los establecimientos de
enseñanza. Es igualmente cierto que el Estado puede y debe ejercer su
vigilancia para asegurar que los maestros no atentan contra la libertad
psíquica, intelectual y moral de sus alumnos, y con tal fin puede ejercer la
inspección de todos los institutos educativos .... A la inversa, no es menos
cierto que el Estado no puede ni debe prohibir ni imponer en una escuela la
enseñanza de doctrina alguna. El Estado no puede organizar una inspección para
vigilar métodos, doctrinas, tendencias, el espíritu que inspira la enseñanza de
tal escuela"12 .
En virtud de tales antecedentes, el
artículo 67 de la Carta vigente plasma, pues, una tradición colombiana en
materia de educación dentro de la cual adquieren particular relevancia tanto
sus dimensiones y perfiles de servicio público como su función social,
entrelazados en un todo inecindible que marca una pauta a la actividad estatal
y privada.
De otra parte, es de destacar que entre
los fines que en el documento del Ministerio se asignan a la educación
figuran, entre otros, los siguientes:
1. Formar
ciudadanos responsables y libres, capaces de actuar como personas autónomas y
de participar críticamente en las decisiones de la sociedad, dentro del respeto
de los derechos y deberes ciudadanos y en el ejercicio de la solidaridad, la
tolerancia, y el pluralismo ideológico y cultural.
2. Garantizar el
acceso de los ciudadanos a los conocimientos, a los valores y a los bienes de
la cultura que conforman la identidad nacional y que hacen posible la
convivencia y la integración entre iguales.
3. Propiciar el
libre desarrollo de la personalidad, de acuerdo con las aptitudes y
aspiraciones del individuo, fomentando al mismo tiempo actitudes y hábitos
permanentes de superación y de conservación de la salud física y mental.
Por virtud de todo lo anterior, es
indudable también que la acción de tutela procede contra acciones u omisiones
de particulares encargados de la prestación del servicio público de educación
para proteger los derechos consagrados en los artículos 13, 15, 16, 18, 19, 20,
23, 27, 29, 37 y 38 de la Constitución. Así lo dispone expresamente el decreto
reglamentario de dicha acción13
y así ha tenido ocasión de reconocerlo esta Corte recientemente14 .
4. La educación de los niños: un derecho
fundamental prevalente.
En tratándose de los niños y por voluntad
expresa del Constituyente, la educación es no sólo un derecho fundamental sino
que prevalece sobre los derechos de los demás y el Estado debe asegurarles las
condiciones necesarias para su acceso y permanencia en el sistema educativo15 .
En este contexto y en consideración a la
naturaleza, función y fines de la educación y a la obligación que pesa sobre
el Estado de promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva 16, los niños colombianos son hoy
enhorabuena, beneficiarios privilegiados de la educación, con todas sus
promisorias y positivas consecuencias en el plano social, humano y cultural.
En su condición de guardiana de la Carta,
esta Corte debe velar porque, en aras de su integridad y supremacía, los
principios mencionados trasciendan a la realidad concreta, superen el nivel de
las meras proclamaciones simbólicas, de las buenas intenciones, de las esperanzas
fallidas que alimentan la incredulidad y apatía de muchos de nuestros
compatriotas.
Con respecto a los niños adquiere toda su
dimensión e importancia el principio afirmado en la sentencia T-02 de esta
Corte acerca de la garantía y protección del contenido esencial del derecho a
la educación por cuanto son precisamente ellos quienes por su natural
indefensión y exposición a toda suerte de abusos y carencias, mejor encarnan
el sector de población de personas que se encuentran en circunstancias de debilidad
y que, por tanto, el Estado está obligado a proteger especialmente17 .
En consecuencia, deben ser los niños los
mayores y más directos beneficiarios de toda garantía o medida encaminada a
lograr un acceso real y efectivo a los beneficios de la educación. Es esto lo
que mejor corresponde y asegura en su nivel, la efectiva supremacía de la
Constitución.
Todo lo anterior implica que a las
instituciones educativas, públicas o privadas, les corresponde, ( en razón del
carácter de servicio público con función social que tiene la educación en
nuestro ordenamiento), una significativa cuota de colaboración para el logro de
ese gran propósito social y compromiso ineludible con las generaciones
presentes y futuras, con el bienestar social, material y cultural y con la
dignidad humana, de crear todas las condiciones necesarias para que los niños
tengan acceso efectivo a la educación.
Teniendo en cuenta la precaria
infraestructura actual de nuestro sistema educativo en su conjunto, es dable
esperar que en el inmediato futuro tal colaboración sea menguada.
Pero esto no obsta para que el niño exija
en todo momento que se le respete y haga efectivo su derecho permanente a la
educación, por encima de cualquier otra consideración.
Es de prever, asímismo, que en un cierto
número de casos el respeto y efectividad del derecho suponga la integración
plena de niños con necesidades especiales en una institución educativa
ordinaria de carácter privado.
Es evidente que en estos casos su admisión
y permanencia no constituye, como pudiera creerse, un acto caritativo o favor
especial de corazones bondadosos sino el desarrollo y cumplimiento de la
función social que le incumbe, por mandato constitucional expreso, al servicio
público de la educación.
El acceso de los niños a la educación no
puede tampoco estorbarse o impedirse mediante prácticas cuyo efecto concreto,
teniendo en cuenta las condiciones económicas y sociales de las familias de
donde ellos provienen, sea la negación misma del derecho. Tales son, por
ejemplo, exigencias de uniformes, útiles, materiales, cuotas, bonos,
transporte, matrículas, excursiones y otros costos que desborden las
capacidades económicas de sus progenitores, y se conviertan en eficaces instrumentos
al servicio de la discriminación social y de la desigualdad, en abierta
contradicción con los valores, principios y derechos consagrados en la Carta de
1991.
Conductas como las indicadas vulneran pues
el derecho fundamental y prevalente a la educación que hoy tienen los niños y
las autoridades públicas deben tomar medidas adecuadas para poner término de
manera inmediata a dichos atentados.
No se nos escapa tampoco que el Estado, por
su parte, está obligado a lograr que la igualdad de oportunidades en el ámbito
de la educación y, particularmente para los niños, sea una realidad, lo cual
supone, entre otras cosas, preparar y realizar programas adecuados de ayuda a
fin de que se creen las condiciones materiales que permitan su permanencia en las
instituciones educativas, públicas y privadas. Ello conlleva, desde luego, la
provisión de buena parte de los recursos necesarios, dentro del marco de la
Constitución y las leyes vigentes.
Por eso esta Sala solicitará que se tomen
las medidas adecuadas por parte del gobierno para garantizar efectivamente el
derecho prevalente, fundamental y constitucional que hoy tienen los niños a su
educación, las cuales deberán llevarse a la práctica en un razonable término.
5.- Educación especial, educación
ordinaria. Segregación o integración?
Obra en el expediente información según la
cual el Rector del colegio condicionó el ingreso de la niña Carol Andrea a la
presentación de los resultados de un encefalograma y un diagnóstico neurológico
por cuanto sus profesores consideraban que ella tenía dificultades de
aprendizaje y requería educación especial.
Su progenitor no la sometió a los exámenes
exigidos.
Además, en la parte motiva del fallo
proferido por el Juzgado Promiscuo Municipal de Sopó se dispone que el padre de
la menor debe demostrar, dentro del término de 4 meses, que ella requiere o no
de educación especial pues
"de lo
contrario el colegio Cooperativo estará en todo su derecho para denegar la
permanencia de la menor en esa institución, igual sucedería en el evento que se
conceptúe que requiere de la tan mentada educación especial" (Folio 80).
En guarda de la efectividad y debida
prevalencia del derecho de los niños a la educación, esta Corte estima oportuno
formular algunas consideraciones acerca de la incidencia que un uso inapropiado
de la educación especial pueda tener en la negación o desconocimiento del
derecho a la educación.
Como campo de aplicación de la pedagogía,
la educación especial está constituída por un conjunto de procesos remediales
de las necesidades educativas y vocaciones de los niños con limitaciones de
tipo sociocultural, psicoafectivo, cognoscitivo y neurocortical.
Por su naturaleza, busca fundamentalmente
superar tales limitaciones mediante actividades pedagógicas remediales las
cuales se conciben y desarrollan teniendo en cuenta primordialmente las
necesidades específicas de aquellos niños afectados por las limitaciones de
diversa índole.
En virtud de lo anterior, ellos reciben
una educación en buena medida distinta a la de sus coetáneos
"normales". Desde sus orígenes son ubicados, con todas sus
consecuencias, en el centro mismo del paradigma normal-anormal, con una alta
carga de discriminación implícita o explícita, a la cual contribuye en buena medida
la propia rotulación. Surge así, pues, una desigualdad que habrá de incidir
negativamente en las oportunidades diversas ofrecidas a los niños, según que se
hallen ubicados en los terrenos de la normalidad o de la anormalidad,
respectivamente.
La concepción prevalente en muy amplios
círculos de la escuela como sistema formal determina que niños con necesidades
especiales se vean condenados casi irremediablemente a frecuentar instituciones
especiales. Con todas las consecuencias que un experto describe en términos por
demás elocuentes, a saber:
En la medida en
que la escuela se centra casi exclusivamente sobre el logro académico, y este
se construye alrededor del lenguaje verbal, resulta imposible que niños con
limitaciones sensoriales o motrices que impiden el acercamiento a estos códigos
comunicacionales en forma convencional puedan desempeñarse en este contexto.
Las limitaciones visuales, auditivas o de control corporal automáticamente se
vuelven factor de exclusión en el proceso de convivencia escolar, ya que
evidentemente impiden los aprendizajes corrientes relacionados con el habla o
la lectoescritura.
De igual manera
los trastornos funcionales de construcción del lenguaje verbal oral o
lectoescrito hacen que un niño quede seriamente limitado para incorporarse a un
medio cada vez más estrecho en su horizonte formativo.
Dada esta
situación surge la necesidad de crear alternativas especializadas para cada
limitación, de tal forma que todos estos niños tengan una opción educativa
apropiada para su limitación específica lo cual conduce a un proceso de
agrupaciones, generalmente autosegregantes en su perspectiva futura.
El niño limitado
queda entonces a merced de la posibilidad de ser admitido en una de estas
instituciones, generalmente pobres y de difícil acceso por la falta de
recursos.
La escuela
corriente no siente que esto sea su problema. El maestro asume que todo lo
difícil requiere educación especial. El sistema de salud no tiene relación con
el sistema educativo. El estado no asume debidamente la responsabilidad
financiera de apoyar a los niños más débiles por lo cual queda esta
responsabilidad en manos de particulares que en unas ocasiones prestan un
servicio tan costoso que sólo es posible para personas de muy altos recursos y
en otras ocasiones sobreviven recurriendo a modestísimos auxilios y donaciones
casuales del sector privado, única forma de atender a niños de sectores pobres.
No puede pues
negarse la importancia de la educación especial, pero tampoco puede
desconocerse su limitación en un proceso de formación que permita la
integración a la vida social de personas que tienen el derecho a ser
reconocidas, valoradas y estimuladas en su proceso de desarrollo.
La educación
especial, pues, tiene dos perspectivas: por una parte es innegable su necesidad
en cuanto forma particular de abrir la puerta a una vida individualmente
productiva y socialmente útil, a quienes padecen de limitaciones. Por otra
parte la existencia de la educación especial y el reconocimiento de su
necesidad no puede convertirse en un argumento para excluír a los niños de la
posibilidad de socializarse desde temprana edad con sus coetáneos en los
ambientes escolares en los cuales ellos constituyen sus formas de relación y
socialización.
El hecho de que
un niño ciego no pueda aprender a escribir de la forma en que lo hacen los
videntes y que por tanto requiera una aproximación diferente a la construcción
de los símbolos de lectoescritura, no puede significar que ese niño quede
excluído de participar en la vida social que inician los niños videntes con los
cuales se puede comunicar a través de la palabra oral, ganando de paso la
oportunidad de dar y recibir afecto y de aprender a valorarse en un medio
abierto18 .
La educación ordinaria, por el contrario,
es la que se ofrece a todos los niños sin reparar en sus eventuales limitaciones
o necesidades especiales. Supone el acceso y permanencia al mundo de lo común y
corriente, vale decir, de la cotidiana normalidad. Los procedimientos y
prácticas pedagógicas son, pues, los requeridos para la formación del niño
"normal".
Es dable esperar por tanto, que en este
amplio universo afloren en toda su magnitud las manifestaciones propias de la
gran diversidad de personalidades, estimulada en buena medida por la
desigualdad de oportunidades presente en nuestra compleja realidad nacional.
La igualdad de oportunidades es no sólo
condición necesaria de la democracia constitucional contemporánea sino parte
consubstancial del Estado social de derecho en que se ha transformado
Colombia, por virtud de lo dispuesto en el artículo primero de su Constitución
vigente. Implica no sólo la ausencia de discriminaciones sino también ayuda
efectiva para que quienes se encuentren en situación de inferioridad o
desventaja puedan remediarlas eficazmente.
En virtud de lo anterior, para esta Corte
el problema de la educación especial adquiere una nueva dimensión, a saber:
determinar si ella promueve condiciones para que la igualdad de oportunidades
sea real y efectiva o, por el contrario, favorece en algún grado la
discriminación y el marginamiento de personas con debilidades manifiestas.
La dilucidación de estos aspectos no es,
ciertamente tarea fácil. Con tal fin, traeremos a cuento opiniones de expertos
y tendencias o respuestas identificables en algunos ordenamientos vigentes, a
manera de someros elementos de juicio los cuales habrán de servirnos para
hacer algunas reflexiones y aplicaciones a nuestra específica realidad
nacional.
Puesto que la educación de los niños en
instituciones especiales puede algunas veces conducir al aislamiento de sus
coetáneos y miembros posiblemente del mismo grupo de juegos o actividades
comunes, con todas las implicaciones sicológicas que de ello pueda derivarse,
no es inoportuno referirnos someramente al efecto que estas segregaciones
producen en el ámbito del sistema educativo.
Como es sabido, este problema tiene
antecedentes claros y respuestas concretas en la experiencia norteamericana en
materia de discriminación racial. En efecto, viene a la mente la tesis del
famoso magistrado Warren, en el caso Brown, cuando puso de presente, (citando
consideraciones de un Tribunal de instancia nutridas de elementos sociológicos
y sicológicos), que las facilidades educativas fundadas en la separación de
las personas constituían en su misma esencia fuentes de desigualdad. Por eso
estimamos pertinente reproducir sus planteamientos que han entrado no sólo a
enriquecer la jurisprudencia sino la causa inextinguible de la dignidad
humana:
"La
segregación de niños blancos y negros en las escuelas públicas produce un
efecto nocivo en los niños negros.
El impacto es
mayor cuando dicha segregación es sancionada por la ley porque la política de
separación racial se interpreta usualmente como manifestación de la
inferioridad del grupo negro. Un sentido de inferioridad afecta la
motivación del niño para aprender. Por tanto, la segregación sancionada
por la ley tiende a retardar el desarrollo educativo y mental de los niños
negros y a privarlos de algunos de los beneficios que ellos recibirían en un
sistema educativo racialmente integrado"19 .
La doctrina del anterior caso es
primordialmente relevante para países afectados por el estigma de la
discriminación racial. Pero constituye también un pronunciamiento válido
acerca de los efectos concretos de la provisión de facilidades educativas
segregadas. En efecto, como lo han destacado sus intérpretes, la doctrina de la
Corte Suprema de los Estados Unidos sugiere una cadena de causas digna de
señalar, a saber: la segregación engendra sentimientos de inferioridad que se
traducen en una baja motivación para aprender y luego en bajos resultados y
poco éxito en la vida [1].
Sin pretender que estos planteamientos sean
válidos también estrictamente en el ámbito nacional, es lo cierto que ellos
deben ser tenidos en cuenta cuando se elaboren programas educativos que
conlleven los efectos nocivos de la separación o aislamiento de los niños de
aquellas experiencias educativas propias del mundo de la
"normalidad". No puede negarse que la educación especial responde a
veces a las mejores intenciones y propósitos de ayudar eficazmente a los niños
a superar sus dificultades. Pero la separación o aislamiento pueden engendrar
sentimientos de inferioridad, con todas sus previsibles secuelas negativas.
En estas condiciones, la educación especial
ha de concebirse sólo como un recurso extremo para aquellas situaciones que,
previa evaluación científica en la cual intervendrán no sólo los expertos sino
miembros de la institución educativa y familiares del niño con necesidades
especiales, se concluya que es la única posibilidad de hacer efectivo su
derecho a la educación. Por tanto, la educación especial no podrá nunca servir
de instrumento para la negación del derecho constitucional prevalente de acceso
y permanencia en el sistema educativo que hoy tienen los niños colombianos.
De otra parte, el riesgo señalado y una
amplia polémica entre los expertos acerca de los reales beneficios comparativos
de la educación especial frente a la ordinaria, parecen haber tenido alguna
incidencia en la consagración de la alternativa de la integración escolar que
algunos países han venido haciendo, tanto a nivel constitucional como legal,
a partir de la Resolución 3447 de la Asamblea General de las Naciones Unidas,
emanada el 9 de diciembre de 1975.
Es así como en España esta integración
constituye hoy un verdadero derecho constitucional desarrollado por una ley
marco, la Ley 13 de Integración Social de Minusválidos, expedida el 13 de Abril
de 1982, con fundamento en un plan nacional sobre la materia elaborado en
1978. Esto supone, entre otras cosas, que los niños con limitaciones comparten
las aulas ordinarias con los demás niños y que al menos el 70% de aquellos
alumnos que antes frecuentaban centros especiales participan ahora de los
beneficios de los servicios ordinarios de su comunidad [2].
Es también bastante significativo, dentro
de la misma pauta, que el artículo 208 de la Constitución del Brasil establezca
entre los deberes del Estado con la educación la garantía de una
lll.- atención
educacional especial a los portadores de deficiencias, preferentemente en el
sistema ordinario de enseñanza.
Acorde con su bien
conocida tradición de avanzada en materia de tratamiento de niños con
necesidades especiales y como eco afortunado de la sentencia. No. 215 de la
Corte Constitucional, proferida el 3 de Junio de 1987, la cual, como es sabido,
impuso al sistema educativo y a la administración pública moverse
inmediatamente en la dirección del pleno respeto al concepto de derecho al
estudio, entendido como una ocasión y una posibilidad de crecimiento para todos
y para cada uno, el parlamento italiano expidió el 5 de febrero del presente
año la ley cuadro No. 104 para la asistencia, la integración social y los
derechos de las personas impedidas.
La ley consta de 44
artículos los cuales regulan, entre otras materias, los principios y los
procedimientos para garantizar el derecho a la educación y a la instrucción
mediante el instrumento de la integración escolar. Establece grupos de estudio
y de trabajo integrados por docentes familiares y estudiantes a los cuales se
les asigna la tarea de colaborar en las iniciativas de integración previstas en
el plan educativo. Contempla también mayores auxilios para las escuelas con
destino a la integración de personas con impedimentos y un mayor empeño de los
entes locales.
El artículo 3o. de
dicha ley define, por primera vez en el ordenamiento nacional, lo que es una
persona impedida, en los siguientes términos:
"Es persona
impedida aquella que presenta una disminución física síquica o sensorial,
estabilizada o progresiva, que causa una dificultad de aprendizaje, de relación
o de integración laboral de tal naturaleza que determina un proceso de
desventaja social o de marginación".
Por cuanto respecta
a Colombia, es de señalar que en el proyecto de ley sobre el sistema educativo
nacional que recientemente sometió a consideración del Congreso el Ministerio
de Educación se han incluído cinco artículos en materia de educación especial
cuyo texto es el siguiente:
Artículo 36.- La
educación especial es parte integrante de la educación y es responsabilidad de
la nación, los departamentos, los municipios y distritos especiales, y del
Distrito Capital garantizar su prestación a las personas con necesidades
educativas especiales.
Artículo 37.- Las
instituciones educativas que en la actualidad ofrecen educación especial
seguirán atendiendo los requerimientos de las personas con necesidades
educativas especiales y deberán desarrollar procesos de integración.
Artículo 38.-
Las Juntas Departamentales de Educación y la Junta del Distrito Capital de
Santafé de Bogotá designarán las instituciones que tendrán a su cargo la
atención de las personas con necesidades educativas especiales, teniendo en
cuenta las condiciones para una cobertura adecuada.
Artículo 39.- Las
instituciones educativas designadas para atender a las personas con necesidades
educativas especiales recibirán las asignaciones presupuestales necesarias y
serán dotadas con el personal docente y profesional especializado, y con
recursos físicos y didácticos aptos.
Artículo 40.- La
integración social y académica deberá ser un objeto permanente de la educación
en las instituciones designadas para atender a las personas con necesidades
educativas especiales. En todo caso, el proceso de rehabilitación estará
encaminado a capacitar al educando en las competencias cognoscitivas y
socio-afectivas, de tal manera que le evite traumas en la formación integral y
haga posible su incorporación a las aulas regulares.
En caso de que hagan
tránsito a ley de la República, es de esperar que estas normas no se apliquen
en el futuro con un criterio que dificulte en grado sumo la ejecución de una
justa y decidida política integracionista. Porque hoy más que nunca tienen
plena vigencia las palabras de quien ubicó los problemas de la educación especial
en el ámbito de las exigencias propias de una educación verdaderamente
democrática y de una pedagogía de la no-discriminación:
En Colombia, la
demanda de atención integral por parte de los llamados niños diferentes solo es
satisfecha en un 1.5%. Frente a la imposibilidad de la ciencia médica para dar
soluciones a aquellas características físicas, emocionales y sensoriales que
definen a una persona como diferente, la construcción de una nueva cultura
hacia el excepcional y de una pedagogía de la no-discriminación se presenta
como una respuesta adecuada y justa.
La integración
del excepcional al sistema educativo regular es la realización del derecho
fundamental de todos los niños y las niñas a recibir una educación democrática
que no los discrimine. Un niño excepcional desarrolla mucho más sus capacidades
humanas y de aprendizaje en un ambiente de socialización enriquecido en el cual
pueda aceptarse a sí mismo a través del reconocimiento que los otros le brinda,
y viceversa.
"El jardín y
la escuela son, por lo tanto, el lugar natural para el desarrollo de todos los
niños".
( ... ) El
gobierno apoyará con capacitación y estímulos a las instituciones y a los
docentes que se comprometan en este esfuerzo por demostrar que una pedagogía de
la no discriminación es condición fundamental para que el respeto por los
derechos de las personas excepcionales sea algo más que una declaración de
buenas intenciones[3].
En el caso materia del presente fallo el
experto doctor Hernán Escobedo pone de presente no sólo las diversas causas y
grados que pueden darse en la dificultad de aprendizaje sino también la muy
relativa utilidad de los exámenes neurológicos y la incidencia de la
desnutrición infantil en las dificultades aludidas, así como la importancia de
los cuidados que los padres prodiguen a sus hijos:
La dificultad de
aprender se da en diversos grados y por diversas razones. Va desde la
dificultad leve causada por falta de motivación o por algún problema emocional
transitorio, hasta dificultades severas (es posible que un niño nunca aprenda a
leer o incluso a hablar) por razones genéticas (el caso de los niños con
Síndrome de Down -o niños "mongoles"- es el más común). Constatar la
dificultad de aprender no es difícil; cualquier persona (y en especial un
profesor que tiene experiencia), puede hacerlo. Pero ponderar la severidad de
ella y sus causas no es fácil. Requiere un estudio cuidadoso que es costoso.
Los exámenes neurológicos y particularmente el electroencefalograma no son de
mucha utilidad. En efecto, una persona con serios problemas de aprendizaje bien
puede tener buenos resultados en estos exámenes o una persona sin dificultades
de aprendizaje puede producir resultados neurológicos anormales.
La desnutrición
infantil es una de las causas de los problemas de aprendizaje. A pesar de que
no conozco estudios exhaustivos sobre el tema realizados aquí en Colombia, creo
no equivocarme al afirmar que en nuestro medio la causa más común de las
dificultades de aprendizaje sea precisamente ésta. Es importante señalar que
desde el momento de la gestación puede darse ese fenómeno de desnutrición infantil
a través de la madre mal alimentada.
Por estudios
hechos ya hace algunos años por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
se sabe que la buena alimentación puede mejorar la capacidad de aprendizaje y
que esta mejoría es tanto mayor cuanto más temprano se alimenta adecuadamente
al niño. Pero además se estableció que un factor también muy importante es la
estimulación que el niño reciba en su medio familiar. Cuanto mayores sean los
cuidados que los padres prodiguen a sus hijos, mejores resultados se logran,
así sea en condiciones alimenticias muy precarias. Las madres que hablan a sus
bebes, atienden a sus gorgogeos, los estimulan para que pronuncien palabras,
logran que sus hijos hablen más rápido, para tomar un ejemplo en las diferentes
edades se encuentran resultados equivalentes. En suma los padres pueden ayudar
a sus hijos en el aprendizaje mediante una relación comunicativa estrecha. Esto
es algo de sentido común que se pierde de vista por las condiciones precarias
de las familias de bajos recursos (Folio 94).
Por cuanto respecta específicamente al
tratamiento que debe dársele a un niño con limitaciones, considera que es
necesario establecer que la magnitud de ellas haga indispensable realmente
acudir a una institución especial comoquiera que:
Cada vez se
piensa menos en las instituciones de educación especial; si bien en ellas el
niño es atendido de mejor forma, también es cierto que es estigmatizado,
separado de su medio "natural" y ello puede producir más problemas
que los que soluciona la atención especial.
(....)
Actualmente se está revisando esta forma de proceder pues los beneficios
comparativos para el niño con dificultades no son evidentes: los avances que el
niño pueda lograr en una institución especial no parecen ser tan grandes en comparación
con los que lograría en una institución normal como para justificar los
inconvenientes de ser rotulado como "retardado mental" o cualquier
otro término que lo distinga de los "normales". Incluso los niños
catalogados como "genios" (que sería algo interpretado como positivo
en nuestro sistema de valores) parecen verse perjudicados por esta rotulación.
Lo anterior es tanto más válido cuanto menor sea la magnitud de las
dificultades; en otras palabras, cuanto menor sea la importancia de las dificultades,
menos conveniente es la institución especial. Si nos situamos en las
condiciones estipuladas por la pregunta, pienso que una institución especial es
enteramente inapropiada para el niño. En un pequeño municipio es muy probable
encontrar instituciones de estas características; los padres deberán entonces
desplazar a su hijo a otra parte, en el mejor de los casos, y la separación de
la familia va a ser muchísimo más perjudicial que permanecer en su colegio
donde ya sufre por ser considerado "bruto". La otra alternativa (más
probable) es que el niño se quede en su casa; ésta es también más perjudicial
que permanecer en el colegio, pues de todas formas será considerado como
"bruto" y con mayores razones para ser estigmatizado por sus compañeros
(en un municipio pequeño los alumnos de un colegio mantienen un contacto
estrecho fuera de él). Además será separado de su grupo de pares en donde
tiene sus amigos quienes son una pieza clave en su desarrollo como persona.
Considero pues que, para un niño en estas circunstancias, es mucho más
conveniente permanecer en su colegio. Lo ideal sería poder constituir equipos
de apoyo con las directivas del colegio, los profesores, el psicólogo y los
padres; es algo difícil por la mala información que hay en las instituciones
educativas sobre estos problemas que, paradójicamente, son bastante comunes
(Folios 95-96).
A todo lo anterior se agrega que las
instituciones de educación especial para niños de familias de escasos recursos
son prácticamente inexistentes en la gran mayoría de municipios colombianos,
razón por la cual, como lo observa el mismo experto,
Las alternativas
reales que en este momento existen son escasas. Creo que la que gran mayoría
de las familias termina por optar es la de que el niño deje de asistir a la
escuela y se quede haciendo oficios de la casa o del campo en el caso de niños
de municipios pequeños o zonas rurales. (Folio 96).
Además, esta Corte considera que, de
acuerdo con los principios constitucionales vigentes, los problemas propios de
los niños con dificultad de aprendizaje deben resolverse con la necesaria
colaboración de la familia, la sociedad y el Estado, instituciones estas que
tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su
desarrollo armónico integral y el ejercicio pleno de sus derechos (Constitución
Nacional Artículo 44, inciso 2).
En consecuencia , los progenitores tienen
una ineludible cuota de responsabilidad en el acceso y permanencia de sus hijos
en el sistema educativo lo cual los obliga a mantener una atenta vigilancia
sobre el proceso de su instrucción lo mismo que a superar los obstáculos que,
en ocasiones, hacen que la asistencia de los niños a las escuelas sea irregular
y culmine en el abandono definitivo. En esta tarea, noble y necesaria como
pocas,
Los educadores y
padres deben sentirse parte de una comunidad educativa que tiene como fin
primordial la mejor educación posible para el niño. En este "equipo"
deben encontrarse las directivas y, de existir el cargo en el colegio, el
psicólogo. Las relaciones, pues, deben ser aquellas de un grupo de personas
que tienen un fin común y que están dispuestas a luchar conjuntamente por él.
Desafortunadamente lo que se encuentra comunmente es que el profesor quiere
deshacerse de esa responsabilidad y "entregarle el niño a sus
padres". (Folio 97).
En estas condiciones, condicionar la
admisión y permanencia de la niña Carol Andrea en el colegio que actualmente
frecuenta a la realización de unos exámenes costosos y de muy cuestionable
utilidad, enderezados a demostrar si requiere o no una educación especial,
equivale en la práctica a negarle su derecho constitucional prevalente a la
educación que esta Corporación ha reconocido y defendido como parte fundamental
de su labor de guardiana de la Carta, encargada de velar por su supremacía en
el ámbito del ordenamiento nacional.
No es razonable en modo alguno que una
institución educativa exija a los progenitores de una niña que demuestren su
normalidad como condición previa para garantizarle el acceso y permanencia en
la institución. Tampoco lo es que algunos profesores entiendan que su labor se
reduzca en buena medida a recetarle una terapia de tan discutibles virtudes
como es la de la educación especial, creyendo con ello ingenuamente haber
resuelto el problema de manera definitiva. Cuando es lo cierto que su
responsabilidad con la sociedad consiste en preparar a sus miembros para vivir
con dignidad en el universo de la normalidad a que ellos tienen claro derecho.
Por eso esta Corte espera que las
instituciones educativas promuevan una atenta lectura de la nueva Constitución
y adecuen a ella sus prácticas cotidianas. Solo así la Carta será la realidad
nueva, positiva y viviente que los colombianos nos hemos propuesto construir.
En virtud del carácter de servicio público
con función social que constitucionalmente tiene la educación, las
instituciones públicas y privadas no pueden eludir su contribución eficaz a
la solución de los problemas propios de los niños con necesidades especiales,
so pretexto de ofrecer alternativas no sólo impracticables, la más de las
veces, sino que encubren la negación del derecho a la educación.
De otra parte, el problema de la educación
especial adquiere una gravedad inusitada cuando se repara que, como antes se ha
visto, una de sus principales causas es la desnutrición infantil. En efecto, si
se considera únicamente la incidencia de un deficiente suministro de hierro en
la dieta de los niños, estudios científicos serios ponen de presente que ella
se traduce no sólo en una reducción del crecimiento de sus cuerpos sino también
en una significativa disminución de la capacidad de atención en sus actividades
escolares. Este dato no puede ser ignorado por un juez responsable y al servicio
del Estado social de derecho colombiano por cuanto que
"Aproximadamente
una tercera parte de la población colombiana (34.0%) presenta niveles de
saturación de la transferrina serica indicativos de ferropenia (eritropoyesis
deficiente de hierro). De los afectados, el 15.8% están en grado leve, el 18.2%
en grado moderado a severo.
La más afectada
es la población en edad escolar con una prevalencia del 46.8%"[4].
Entre los factores asociados con la
deficiencia de hierro se encuentran, significativamente, el nivel de ingresos y
la educación del jefe del hogar.
En estas condiciones y dado el peso de
dicha deficiencia en la desnutrición infantil tendríamos que vernos obligados
a reconocer que siete millones de niños que hoy padecen las consecuencias de la
ferropenia son de alguna manera también candidatos a ingresar a instituciones
de educación especial.
Lo cual significa ni más ni menos que
cerca de una cuarta parte de la población colombiana actual debería ir pensando
seriamente en solicitar con tiempo su cupo de admisión en una de tales
instituciones. Si este ritmo se mantuviera con las características actuales,
no estaría lejano el día en que los habitantes todos de la República de
Colombia ofreciéramos al mundo el espectáculo de convertir nuestro territorio
en una gigantesca institución de educación especial.
Ante la magnitud social del problema y el
carácter abrumador de esta tendencia, con obvias repercusiones en la
segregación, es claro que la familia, la sociedad y el Estado no pueden
permanecer indiferentes. Porque a ellos incumbe, se repite, la obligación
constitucional de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo
armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos.
Es, asimismo, claro que las instituciones
educativas públicas y privadas, no pueden lícitamente estorbar el acceso y
permanencia de los niños en su seno, mediante actos, acuerdos, medidas,
prácticas cuyo efecto real, querido o no, sea la negación del derecho a la
educación en todas sus manifestaciones. No cabe, por tanto, esgrimir argumento alguno
fundado en una abusiva o incorrecta interpretación de su presunta o real
autonomía.
Teniendo en cuenta la altísima misión de la
escuela y su trascendencia en la vida de los niños, la función social de la
educación no puede ser ignorada por quienes libre y espontáneamente han
decidido vincularse a la prestación de este servicio público fundamental, en
sus diversos niveles y formas de organización.
En estos términos, su colaboración a la
lucha contra todos los factores de que se nutre la segregación social es no
sólo una exigencia de la propia naturaleza de su misión sino también una
valiosa ayuda a la causa de la convivencia real que tanto anhelamos los
colombianos y en cuya larga búsqueda, a veces coronada con frustraciones,
estimulamos el proceso de cambio que hoy tiene su mejor instrumento de
expresión en la Carta de 1991. Por eso, en el nivel específico de la
educación es preciso tener siempre presente que
La escuela tiene
una obligación prioritaria que es la de humanizar a través de valores
fundamentales como la tolerancia, el respeto de las diferencias, la
solidaridad, la ayuda mutua. Para esto no bastan los discursos; es necesario
que la práctica cotidiana abra estos canales de formación y de ética social.
Por esto es urgente que la tendencia cada vez más marcada a la exclusión de
niños del sistema escolar sea restringida al máximo: los famosos problemas de
aprendizaje, las hiperactividades, las lateralidades no constituyen
argumento para que
algunas
instituciones obsesionadas enfermizamente por las pruebas del ICFES excluyan a
aquellos que amenazan con reducir los promedios académicos. Esto es una
conducta francamente violenta[5].
III. CONCLUSION
Por cuanto la educación es un instrumento
de cambio, igualdad y democracia, un derecho fundamental constitucional, un
servicio público con función social, que no puede estorbarse o negarse mediante
la exigencia de requisitos cuestionables, uno de cuyos efectos puede ser,
precisamente, la profundización de la segregación social, en abierta oposición
a la igualdad real que el Estado debe promover adoptando medidas en favor de
grupos discriminados o marginados y protegiendo a los débiles y necesitados,
esta Corte confirmará la sentencia del Juzgado Promiscuo Municipal de Sopó
proferida el 6 de febrero de 1992.
Pero la modificará en el sentido de que la
niña CAROL ANDREA MORENO GOMEZ permanezca en el Colegio Cooperativo de Primaria
y Bachillerato Comercial de Sopó (Cundinamarca) hasta cuando, sus directivas,
progenitores y competentes autoridades oficiales puedan ofrecerle una mejor
opción educativa, adecuada a las circunstancias sociales y económicas de su
familia y al lugar de su residencia.
En su iluminada imaginación, para el poeta
los niños son el modo de suspirar la aurora. Para esta Corte, los niños de
Colombia son también, en horabuena, titulares de derechos fundamentales
constitucionales y prevalentes, tales como el de la educación; espejos fieles
del respeto a la dignidad humana de los débiles y el aporte más valiosao de
nuestra sociedad a la causa universal de prolongar, cualitativamente
enriquecidas, la vida y la cultura de la especie.
IV. DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera
de Revisión de la Corte Constitucional
RESUELVE
PRIMERO.- CONFIRMAR el numeral primero de la providencia
proferida por el Juzgado Promiscuo Municipal de Sopó, Departamento de
Cundinamarca, el 20 de febrero de 1992, por las razones expuestas en esta
Sentencia.
SEGUNDO.- MODIFICAR el numeral segundo de la mencionada
providencia en el sentido de que la permanencia de la niña CAROL ANDREA MORENO
GOMEZ en el Colegio Cooperativo de Primaria y Bachillerato Comercial de Sopó,
Departamento de Cundinamarca, no estará condicionada en modo alguno a la
aportación que hagan sus progenitores de la prueba científica de que no
requiere educación especial.
En consecuencia, la menor podrá permanecer
en dicho plantel hasta cuando sus directivas, progenitores y autoridades
competentes puedan ofrecerle una mejor y real opción educativa.
TERCERO.- En todos aquellos casos similares al presente por sus
hechos o circunstancias similares al presente por sus hechos o circunstancias,
siempre que instituciones educativas públicas o privadas impidan o estorben el
acceso y permanencia de los niños en ellas, mediante actos, acuerdos, medidas o
practicas cuyo efecto real, querido o no sea la negación del derecho a la
educación, en todas sus manifestaciones la doctrina constitucional enunciada
en esta sentencia tendrá CARACTER OBLIGATORIO para las autoridades, en
los términos del artículo 23 del Decreto 2067 de 1991.
CUARTO.- ORDENAR que los progenitores de la niña CAROL ANDREA
MORENO GOMEZ asuman la responsabilidad que les incumbe y colaboren en su
educación con el colegio a fin de que pueda lograrse plenamente el propósito de
su integración a la actividad escolar ordinaria.
QUINTO.- SOLICITAR al señor Ministro de Educación Nacional
que, en uso de su facultad de iniciativa legislativa y en desarrollo de los
artículos 13 y 44 de la Carta y demás normas concordantes, considere la
conveniencia de presentar a la brevedad posible ante el Congreso de la República
un proyecto de ley que establezca los objetivos, instrumentos, procedimientos y
responsabilidades de la familia, la sociedad y el Estado en orden a garantizar
la efectiva integración de los niños con necesidades especiales en el sistema
educativo nacional ordinario.
SEXTO.- Para lo de su competencia, ENVIENSE sendas copias del
presente fallo al señor Ministro de Educación Nacional, al Defensor del
Pueblo, a la Directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF),
a los Consejeros Presidenciales para los derechos humanos, la juventud, la
familia y la mujer respectivamente.
SEPTIMO.- ORDENAR que por secretaría se comunique esta
providencia al Juzgado Promiscuo Municipal de Sopó Departamento de
Cundinamarca, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, cópiese, comuníquese, cúmplase
e insértese en la Gaceta
de la Corte Constitucional.
Dada en Santafé de Bogotá, a los veinticuatro
(24) días del mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
-Aclaración de Voto-
ACLARACION DE VOTO A LA SENTENCIA No. T-429
CORTE
CONSTITUCIONAL/COMPETENCIA/REVISION FALLO DE TUTELA/PRUEBAS-Improcedencia
(Aclaración de voto)
En la etapa de revisión de sentencias sobre
tutela, la función de la Corte Constitucional no es la que corresponde al
tribunal de instancia sino la de efectuar la comparación entre lo resuelto por
los jueces y las previsiones de la Carta Política, a efectos de orientar y
unificar -desde ese punto de vista estrictamente jurídico- la jurisprudencia
constitucional.
La Corte no está llamada en principio a
fallar el caso concreto sobre el cual recayeron ya las sentencias de los jueces
de instancia, sino a revisar dichas sentencias dentro de la perspectiva de la
Constitución. Cosa distinta es que, con motivo de esa revisión, la Corte
encuentre que la interpretación o aplicación de las normas constitucionales ha
sido errónea y deba por eso revocar total o parcialmente las providencias que
examina, pues entonces sí está obligada a resolver el caso específico a la luz
de los principios que considera válidos, sustituyendo así la decisión revocada;
al hacerlo, debe partir de los supuestos fácticos que el expediente le ofrece,
salvo casos excepcionalísimos. Esto último hace que la Corte deba insistir en
la necesidad de que los jueces de tutela, cuando sea pertinente y necesario
para adoptar sus decisiones, decreten y practiquen las pruebas indispensables.
El Decreto 2591/91 no faculta a la Corte Constitucional para decretar pruebas
en la etapa de revisión.
Santafé de Bogotá,D.C., veinticuatro (24)
de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
Debo aclarar mi voto en el asunto de la
referencia en el siguiente sentido:
Observo, tanto en este caso como en otros
procesos, que el Honorable Magistrado sustanciador ha ordenado la práctica de
pruebas, en este caso consistentes en la consulta a expertos.
Con el debido respeto hacia la autonomía
que debe tener cada Magistrado en la conducción del proceso a su cargo y
conocedor de que el voto de los otros miembros de la respectiva Sala no versa
sobre el trámite que antecedió a la ponencia sino sobre la ponencia misma, me
permito expresar mi concepto en el sentido de que, en esta etapa de revisión de
sentencias sobre tutela, la función de la Corte Constitucional no es la que
corresponde al tribunal de instancia sino la de efectuar la comparación entre
lo resuelto por los jueces y las previsiones de la Carta Política, a efectos de
orientar y unificar -desde ese punto de vista estrictamente jurídico- la
jurisprudencia constitucional.
Estimo que la Corte no está llamada en
principio a fallar el caso concreto sobre el cual recayeron ya las sentencias
de los jueces de instancia, sino a revisar dichas sentencias dentro de la
perspectiva de la Constitución. Cosa distinta es que, con motivo de esa
revisión, la Corte encuentre que la interpretación o aplicación de las normas
constitucionales ha sido errónea y deba por eso revocar total o parcialmente
las providencias que examina, pues entonces sí está obligada a resolver el caso
específico a la luz de los principios que considera válidos, sustituyendo así
la decisión revocada; al hacerlo, debe partir de los supuestos fácticos que el
expediente le ofrece, salvo casos excepcionalísimos. Esto último hace que la
Corte deba insistir en la necesidad de que los jueces de tutela, cuando sea
pertinente y necesario para adoptar sus decisiones, decreten y practiquen las
pruebas indispensables.
Por otra parte, debe recordarse que el
Decreto 2591 de 1991, aplicable al procedimiento que debe cumplirse en materia
de acciones de tutela, no faculta a esta Corte para decretar pruebas en la
etapa de revisión.
Esta posición ha sido acogida en la fecha
por otra Sala de Revisión, la número 3, que preside el suscrito (Expediente
T-1005).
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
1 Cfr. Corte Constitucional, Sentencia T-02, expediente No. T-644,
Santafé de Bogotá D. C. Mayo 8 de 1992.
2 Constitución Política, Art. 67, inciso 1.
3 Ramírez Ocampo, Augusto. Plenaria Debates 10 de Junio de 1991.
4 Cfr. Faure Edgar y otros, Aprender a ser. La educación del
futuro. Informe UNESCO. Alianza-
UNESCO, Tercera edición, Madrid
1974, p. 114.
5 Cfr. Ministerio de Educación Nacional, Proyecto de Ley:
Sistema Nacional de Educación. Versión preliminar: documento para
discusión. Santafé de Bogotá, Marzo de 1992..
6 Cfr. Corte Suprema de Justicia, Sala Plena, Sentencia de 6 de
julio de 1972. Magistrado ponente
Eustorgio Sarria Morcillo.
7 Cfr. Corte Suprema de Justicia, Sala Plena, Sentencia de 4 de
Noviembre de 1982. Magistrado
ponente: Manuel Gaona Cruz.
8 Cfr. Corte Suprema de Justicia, Sala Constitucional, sentencia de
4 de junio de 1981. Magistrado
ponente: Ricardo Medina Moyano.
9 fr. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,
Sentencia de 21 de Septiembre de
1978. Consejero ponente: Carlos
Galindo Pinilla
10 Cfr. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,
Sentencia de 31 de Mayo de 1967.
Consejero Ponente: Humberto Mora
Osejo.
11 Cfr. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,
Sentencia de 3 de Agosto de 1976.
Consejero ponente: Miguel Lleras
Pizarro.
12 DUGUIT, León. Traité de droit constitutionnel. Ed.
Anciénne Librarie, París, 1925, tomo 5o., p. 355.
13 Cfr. Decreto 2591 de 1991, artículo 42 numeral 1.
14 Cfr. Corte Constitucional, Sentencia No. T-02, expediente T-644
15 Cfr. Constitución, Artículos 44 y 67.
16 Cfr. Constitución, Art. 13, inciso 2.
17 Cfr. Constitución, Art. 13, inciso 3.
18 Cfr. Cajiao, Francisco. Educación Especial y Derechos
Humanos. En: Ministerio de Educación Nacional, Foro de Educación
Especial. Marzo de 1991. p. 3-4. (Policopiado).
19 Cfr. Brown v. Board of Education, 347 U. S. 483 (1954).
[1] Cfr. Strike Kenneth A. "Educational Policy and the Just
Society". University of Illinois Press,
Urbana, 1982, p. 193.
[2] Cfr. Pamblanco María Pilar. Una escuela para todos:
Estrategias para la Integración Escolar.
En: ICFES, Primer Encuentro
Nacional de Educación Especial. Bogotá, Colombia 1987, p. 168.
[3] Cfr. Valdivieso Sarmiento Alfonso. La Escuela es una para
todos. Folleto divulgativo. República de Colombia, Ministerio de Educación
Nacional.
[4] Cfr. Instituto Nacional de Salud. Anemias nutricionales.
- Situación nutricional de la población colombiana 1977-80 (Volúmen II). Serie
Publicaciones Científicas, No. 4. Bogotá, Febrero de 1986. p. 49.
[5] Cfr. Cajiao, Op. cit., p. 4 |
64 | T-430-92
Sentencia No
Sentencia No. T-430/92
ACCION DE TUTELA CONTRA ACTOS DE
LA RAMA LEGISLATIVA
La acción de tutela es reconocida por la
Constitución a favor de todas las personas cuando quiera que sus derechos
fundamentales resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de
cualquier autoridad pública, sin distinguir entre ellas, de tal forma que, en
principio, es posible intentarla contra actos emanados de servidores
pertenecientes a cualquier rama u órgano del poder público y aún de las
corporaciones públicas. Asiste la razón al accionante cuando afirma que también
los actos producidos por la rama legislativa son susceptibles de esta acción.
ACCION DE TUTELA-Titularidad/PERSONA
JURIDICA/REPRESENTACION LEGAL
El artículo 86 de la CP, no está excluyendo
a las personas jurídicas para intentar la acción de tutela, pues el precepto no
introduce distinción alguna y, por el contrario, las supone cobijadas por el
enunciado derecho cuando de modo genérico contempla la posibilidad de solicitar
el amparo por conducto de otro, sin que nada obste dentro del sistema jurídico
colombiano para que una de las especiales de ese género esté conformada precisamente
por las personas jurídicas. Sin embargo, para el ejercicio de la acción de
tutela, cuando una persona natural actúe a nombre de una jurídica es necesario
acreditar la personería correspondiente y su representación.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/JURISDICCION
CONTENCIOSO ADMINISTRATIVA/PERJUICIO IRREMEDIABLE
En el asunto que motiva esta sentencia, el
peticionario podría haber acudido al medio de defensa judicial previsto en el
C.C.A., con el objeto de obtener que en el curso del respectivo proceso se
ventilara la cuestión relativa a la participación de las minorías políticas en
las mesas directivas de las cámaras y se definiera la controversia por él
planteada en torno a la posible violación de los derechos correspondientes a
esas minorías.
No es el caso de un perjuicio irremediable
que pudiera ser evitado mediante la tutela como mecanismo preventivo, toda vez
que la nulidad de la elección de la mesa directiva del Senado, en el evento de
prosperar, llevaría necesariamente a replantear el tema de las minorías como lo
quiere el demandante, y por tanto, la solución que aportaría un fallo favorable
a sus pretensiones no consistiría en una indemnización de perjuicios.
-Sala Tercera de Revisión-
Ref.: Expediente
T-945
Acción de Tutela
ANATOLIO QUIRA GUAUÑA contra SENADO DE LA REPUBLICA
Magistrados:
JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Sentencia aprobada en Santafé de Bogotá,
D.C., mediante Acta de Junio veinticuatro (24) de mil novecientos noventa y
dos (1992).
Se revisan las sentencias proferidas por el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, Sala Laboral, y
por la Sala Plena de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia, los días
veintisiete (27) de enero y diecinueve (19) de febrero del presente año,
respectivamente.
I. ANTECEDENTES
ANATOLIO QUIRA GUAUÑA, Senador de la República, quien dice
actuar en representación del movimiento político denominado Alianza Social
Indígena, instauró la acción de tutela contra la decisión del Senado de la
República por medio de la cual eligió su mesa directiva el 1o. de diciembre de
mil novecientos noventa y uno (1991), según consta en Acta No. 01 de la sesión
plenaria de esa corporación, correspondiente a la misma fecha (Anales del
Congreso, Edición del 4 de diciembre de 1991, año XXXIV, No.20).
Consideró el actor que con el mencionado
acto fue desconocido el derecho de las minorías políticas de oposición para
participar en las mesas directivas de los cuerpos colegiados, ya que "el
Partido Liberal y el Conservador se apoderaron de la Presidencia y de las
vicepresidencias de la corporación".
En su criterio, si el derecho de las
minorías a participar de las mesas directivas de las corporaciones públicas
hace parte del artículo único del Capítulo de la Carta titulado "Del
estatuto de la oposición", es porque el concepto de minorías que se
debe tener en cuenta para elegir la mesa directiva del Senado no es el meramente
numérico, como de hecho se interpretó el artículo 83 de la Constitución
derogada y como fue aplicado el 1o. de diciembre mediante el acto
objeto de la acción.
Expresó en su escrito que, a fin de
institucionalizar la oposición política, la Asamblea Nacional Constituyente
determinó liberar a las minorías de oposición de los vaivenes de los acuerdos
políticos entre los partidos mayoritarios, que hacían nugatorio el derecho
consignado en el mencionado artículo 83. Este propósito, dijo el demandante, se
concretó en la consagración de un derecho, en cabeza de las minorías que no
participan del Gobierno, a tener asiento en las mesas directivas de las
corporaciones públicas.
Para el peticionario la acción de tutela
procede contra acciones u omisiones de los jueces, los órganos de control o la
Rama Legislativa, con excepción de las leyes, excluídas expresamente por el
artículo 6o del Decreto 2591 de 1991. Siendo las elecciones internas actos del
Congreso que generan situaciones individuales y, por tanto, susceptibles de
violar derechos constitucionales, es posible interponer contra ellas la acción
consagrada en el artículo 86 de la Constitución.
El actor dijo actuar como representante de
la Alianza Social Indígena y sustentó así la pertinencia de la acción a nombre
de personas jurídicas: los partidos y movimientos políticos, así como las
organizaciones sociales que intervengan en elecciones, tienen derecho a ejercer
la acción de tutela, pues el artículo 86 de la Constitución se refiere a
"toda persona", y aquellos son personas jurídicas. Y también las
personas jurídicas tienen derechos fundamentales. Incluso se puede ver que
dentro del catálogo expreso de derechos fundamentales que trae el Capítulo I
del Título II de la Carta se encuentran casos en los cuales un derecho
fundamental está en cabeza de una persona jurídica, como el artículo 19 que se
refiere a iglesias o el artículo 39 a los sindicatos y asociaciones obreras o
patronales. Si la acción de tutela recae primeramente sobre los derechos de ese
capítulo, debe aceptarse que las iglesias y los sindicatos tienen aquella
acción como medio de defensa de sus derechos.
De la misma manera, dice el peticionario,
agrupaciones políticas minoritarias tienen derechos fundamentales, en este caso
el consagrado en el artículo 112 de la Carta, que de no ser respetado las deja
sin garantías y a su inferioridad numérica se agrega el ostracismo.
II. LAS DECISIONES JUDICIALES MATERIA DE
REVISION
Mediante fallo del veintisiete (27) de
enero de mil novecientos noventa y dos (1992), la Sala Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá resolvió declarar
improcedente la acción de tutela instaurada. Afirmó el Tribunal que, según el
artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, la acción de tutela no cabe cuando
existan otros recursos o medios de defensa judicial y que, en el caso de autos,
por tratarse de un acto electoral ese medio es la acción pública electoral,
consagrada en el artículo 227 del Código Contencioso Administrativo.
"Por demás, -señaló la providencia- no
se utilizó (la tutela) como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable". La magistrada Auristela Daza Fernández, quien salvó el
voto, estimó que el acto contra el cual se ejerció la acción de tutela
transgredió indiscutiblemente los artículos 13, 40 y 112 de la Constitución
Política.
En su sentir, el ejercicio del derecho a la
oposición sólo se cumple cabalmente cuando en las mesas directivas del cuerpo
colegiado de que se trate, tengan miembros de los partidos y movimientos
minoritarios, atendiendo a su representación en ellos, de manera que la sola
circunstancia de que se excluya a uno de dicha participación implica violación
del derecho consagrado por el inciso segundo del artículo 112.
A su juicio, cabía la tutela como mecanismo
transitorio, pues la Mesa Directiva del Senado está actuando efectivamente
desde el día 1o. de diciembre de 1991, con lo cual se ha causado perjuicio
irremediable al derecho de que se trata.
Impugnada la decisión del Tribunal,
correspondió resolver sobre ella a la Corte Suprema de Justicia -Sala de
Casación Laboral-, Corporación ésta que confirmó el fallo por considerar que,
en tratándose de actos emanados de cuerpos electorales, cualquier persona se
encuentra habilitada para demandar la elección ante la jurisdicción de lo
Contencioso Administrativo, con el objeto de que decida sobre la legalidad o
ilegalidad de la misma. El perjuicio en estos casos, dijo la Corte Suprema, no
puede reputarse como irremediable, pues en materia Contencioso Administrativa
la ley contempla mecanismos capaces de impedir que actos ilegales se prorroguen
indefinidamente (Ley 96 de 1986, artículo 66, sobre Suspensión Provisional).
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
1. Competencia
Es esta Corte la competente para revisar
las sentencias mencionadas, dentro del ámbito de la jurisdicción constitucional
y muy particularmente a partir de los artículos 86 y 241, numeral 9, de la
Carta Política, 31, 32 y 33 del Decreto 2591 de 1991.
2. Tutela contra actos de la Rama
Legislativa
La acción de tutela es reconocida por la
Constitución a favor de todas las personas cuando quiera que sus derechos
fundamentales resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de
cualquier autoridad pública, sin distinguir entre ellas, de tal forma que, en
principio, es posible intentarla contra actos emanados de servidores
pertenecientes a cualquier rama u órgano del poder público y aún de las
corporaciones públicas (artículo 123 de la Constitución).
Así, pues, considera la Corte que asiste la
razón al accionante cuando afirma que también los actos producidos por la Rama
Legislativa son susceptibles de esta acción. Tanto las cámaras como las
comisiones permanentes que dentro de ellas se conforman de acuerdo con lo
previsto por el artículo 142 de la Constitución y sus mesas directivas tienen
aptitud efectiva para proferir actos o incurrir en omisiones por cuyo medio se
vulnere o amenace vulnerar un derecho fundamental, siendo lógico entonces que
éste sea protegido por la vía de la acción de tutela, de manera definitiva o al
menos transitoria en orden a evitar un perjuicio irremediable.
Desde luego, como también lo apunta el
actor, están excluídas las leyes que expida el Congreso, pero también lo están
-digámoslo de una vez- los actos legislativos reformatorios de la Constitución
(artículos 374 y 375 Constitución Política), ya que respecto de aquellas y de
éstos, la propia Carta ha previsto la acción de inexequibilidad para atacarlos
por los motivos allí mismo indicados, si vulneran sus preceptos (artículo 241,
numerales 1, 2, 4 y 10 Constitución Política).
Debe recordarse, además, que el artículo
6o. del Decreto 2591 de 1991 declara expresamente que la acción de tutela no
procede cuando se trate de actos de carácter general, impersonal y abstracto.
3. Acción de tutela incoada por personas
jurídicas
Como lo expresa el Preámbulo de la Carta,
una de las motivaciones del constituyente al expedirla consistió en la
necesidad de garantizar un orden político, económico y social justo.
En perfecta concordancia con ese propósito,
el artículo 1o. de la Constitución define a Colombia como Estado Social de
Derecho, al paso que el 2o. le señala a ese Estado, como dos de sus fines
esenciales, el de asegurar la efectividad de los principios, derechos y
deberes y el de facilitar la participación de todos en las decisiones
que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de
la Nación. El artículo 4o. subraya el carácter supralegal de la Constitución, y
su prevalencia en todo caso de conflicto con normas de nivel jerárquico
inferior. La acción de tutela no puede entenderse como una figura ajena al
sistema jurídico fundado en la Constitución y, por el contrario, debe ser
concebida con criterio teleológico, es decir, como instrumento al
servicio de los fines que persiguen la organización política y el ordenamiento
fundamental, uno de los cuales radica en la eficacia de las normas superiores
que reconocen los derechos esenciales de la persona (artículo 5o.).
Desde luego, la persona humana es sociable
por su misma naturaleza y no es posible una verdadera protección de ella
desechando ese carácter ni prescindiendo de su innegable inserción dentro del contexto
colectivo en cuyo medio se desenvuelve.
Cuando el artículo 86 de la Constitución
establece que "toda persona tendrá acción de tutela para reclamar
(...) por sí misma o por quién actúe a su nombre, la protección
inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que
éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier
autoridad pública", no está excluyendo a las personas jurídicas, pues el
precepto no introduce distinción alguna y, por el contrario, las supone
cobijadas por el enunciado derecho cuando de modo genérico contempla la
posibilidad de solicitar el amparo por conducto de otro, sin que nada obste
dentro del sistema jurídico colombiano para que una de las especies de ese
género esté conformada precisamente por las personas jurídicas.
Observa la Corte, sin embargo, que para el
ejercicio de la acción de tutela, cuando una persona natural actúe a nombre de
una jurídica es necesario acreditar la personería correspondiente y su
representación; si bien, como lo dice el artículo 10 del Decreto 2591 de 1991,
los poderes se presumirán auténticos, deben presentarse.
En el caso que se examina, no obra en el
expediente ningún elemento de juicio a ese respecto.
4. Improcedencia de la acción de tutela en
este caso
Como lo ha venido sosteniendo esta
Corporación, el artículo 86 de la Carta Política, desarrollado por el 6o. del
Decreto 2591 de 1991, excluye la acción de tutela cuando el afectado tenga a su
disposición otros medios de defensa judicial que le permitan hacer efectivo el
derecho que se le conculca o amenaza, a menos que la acción se intente como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.1
En el caso sub-judice, el Código
Contencioso Administrativo adoptado mediante Decreto No.01 de 1984, confía al
Consejo de Estado la competencia para resolver sobre las acciones que se
intenten contra las elecciones o nombramientos efectuados por el Senado de la
República y la Cámara de Representantes.
El artículo 128, numeral 4o., de dicho
Código señala:
"Artículo 128.- Subrogado. D. E.
597/88, art.2o. El Consejo de Estado, en Sala de lo Contencioso Administrativo,
conocerá de los siguientes procesos privativamente y en única instancia:
(...)
4. De la nulidad de las elecciones de
Presidente de la República, designado a la Presidencia, senadores y
representantes a la Cámara, así como de los que se susciten con motivo de las
elecciones o nombramientos hechos por el congreso, las cámaras, la Corte
Suprema de Justicia, el Gobierno o por cualquiera autoridad, funcionario,
corporación o entidad descentralizada del orden nacional" (Subraya la
Corte).
Por su parte el artículo 136 del mismo
estatuto, subrogado por la Ley 14 de 1988, artículo 7o., establece que la
acción electoral caducará en 20 días contados a partir del día siguiente a
aquel en el cual se notifique legalmente el acto que declara la elección de
cuya nulidad se trata.
Así, pues, en el asunto que motiva esta
sentencia, el peticionario podría haber acudido al medio de defensa judicial en
referencia, con el objeto de obtener que en el curso del respectivo proceso se
ventilara la cuestión relativa a la participación de las minorías políticas en
las mesas directivas de las cámaras y se definiera la controversia por él
planteada en torno a la posible violación de los derechos correspondientes a
esas minorías.
No es el caso de un perjuicio irremediable
que pudiera ser evitado mediante la tutela como mecanismo preventivo, toda vez
que la nulidad de la elección de la mesa directiva del Senado, en el evento de
prosperar, llevaría necesariamente a replantear el tema de las minorías como lo
quiere el demandante, y por tanto, la solución que aportaría un fallo favorable
a sus pretensiones no consistiría en una indemnización de perjuicios, lo cual
significa que no se configura el presupuesto contemplado en el artículo 6o.,
numeral 1o., del Decreto 2591 de 1991.
Téngase presente, además, lo ya subrayado
por la Corte Suprema de Justicia en el fallo que se revisa, en relación con la
posibilidad legal de impedir que actos contrarios al ordenamiento jurídico se
prorroguen indefinidamente (Ley 96 de 1986, artículo 66): "En los
procesos electorales procede la suspensión provisional".
De lo anterior se deduce con entera
claridad que, no obstante ser de la mayor importancia los derechos alegados por
el accionante, no era la acción de tutela el mecanismo constitucional adecuado
para su protección, motivo suficiente a juicio de la Corte para confirmar la
sentencia de la Corte Suprema de Justicia objeto de revisión, a su vez
confirmatoria del fallo pronunciado por el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santafé de Bogotá.
IV. DECISION
En mérito de lo expuesto, la Corte
Constitucional de la República de Colombia, actuando en Sala de Revisión, en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.- CONFIRMASE la sentencia
proferida por la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral, de fecha
19 de febrero de 1992, por medio de la cual se confirmó el fallo del 27 de
enero del mismo año, emanado del Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, Sala
Laboral, que declaró improcedente la acción de tutela interpuesta por ANATOLIO
QUIRA GUAUÑA, quien dice actuar a nombre de la ALIANZA SOCIAL INDIGENA.
SEGUNDO.- Líbrense las comunicaciones
previstas en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para los fines allí
contemplados.
COPIESE, COMUNIQUESE, PUBLIQUESE EN LA GACETA
DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Y CUMPLASE.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Presidente de la Sala
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON
DIAZ Magistrado Magistrado
El Magistrado MARTINEZ CABALLERO
se encontraba en la fecha en uso
de permiso concedido por el Presidente
de la Corporación.
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Ver sentencias Nos. 1, 3, 7, 12, 405 y 410 de esta misma Sala |
65 | T-431-92
Sentencia No
Sentencia No. T-431/92
ACCION DE TUTELA/COMPETENCIA DE
TUTELA/SENTENCIA INHIBITORIA-Improcedencia
La competencia especial establecida por el
artículo 40 del Decreto 2591 de 1991 no puede convertirse en regla general sino
que debe atenderse a su carácter exceptivo para evitar que se desvirtúe el
propósito buscado por el Constituyente, cuyo sentido es el de ofrecer a todas
las personas la ocasión de obtener, sin mayores disquisiciones ni controversias
de orden procedimental o formal, el efectivo amparo a sus derechos, siempre y
cuando haya lugar al mismo. Así, pues, el superior jerárquico debe resolver,
según el art. 4o. Decreto 2591/91, sobre las acciones de tutela que se
instauren contra providencias proferidas por los jueces y tribunales que en su
texto se indican, pero esa regla no es aplicable a las que se intenten contra
providencias emanadas de jueces no comprendidos dentro de dicha enumeración.
Es
claro que los jueces de Circuito están excluídos de la enunciación legal y, por
tanto, no es aceptable la resolución inhibitoria de la juez de conocimiento,
máxime cuando esta clase de providencias se halla expresamente prohibida.
CORTE CONSTITUCIONAL/COMPETENCIA/REVISION
FALLO DE TUTELA/PRUEBAS-Improcedencia
No siendo posible el decreto de pruebas en
la etapa de revisión, por cuanto no lo contempla el Decreto 2591 de 1991 y
porque la función de la Corte Constitucional al revisar las sentencias de tutela
no implica en principio un fallo de instancia ni por tanto una reanudación del
proceso sino que busca apenas la confrontación de lo decidido con la
Constitución Política, esta Corporación profiere fallo basado en los documentos
que obran dentro del expediente.
ACCION DE TUTELA/ACCION LEGAL
ALTERNATIVA/PETICION DE OPORTUNIDAD-Improcedencia
Cuando el inciso 3o. del artículo 86 de la
Carta Política se refiere a que "el afectado no disponga de otro medio de
defensa judicial..." como presupuesto indispensable para entablar la
acción de tutela, debe entenderse que ese medio tiene que ser suficiente para
que a través de él se restablezca el derecho fundamental violado o se proteja
de su amenaza, es decir, tiene que existir una relación directa entre el medio
de defensa judicial y la efectividad del derecho. El solo hecho de añadir a
las ya presentadas una solicitud más, esta vez apoyada en la "Petición de
oportunidad", no constituye, a juicio de esta Corte, medio efectivo de
defensa judicial pues, aun sin ese nombre, ya había sido agotado
infructuosamente.
ADMINISTRACION DE JUSTICIA/TERMINO
JUDICIAL/MORA JUDICIAL/JUEZ-Responsabilidad
No se trata únicamente de velar por el
cumplimiento de los términos por sí mismo ya que él no se concibe como fin sino
como medio para alcanzar los fines de la justicia y la seguridad
jurídica, sino de asegurar que, a través de su observancia, resulten
eficazmente protegidos los derechos de los gobernados, muy especialmente el que
tienen todas las personas en cuanto a la obtención de pronta y cumplida
justicia. La tutela para esta clase de transgresiones se deriva indudablemente
de la enorme trascendencia de los derechos que, por razón de la paquidermia
judicial, pueden resultar afectados, muchas veces de modo irreparable.
En este caso sin perjuicio de las sanciones
legales que hayan de ser impuestas por las autoridades competentes, si se
configura la responsabilidad de la juez contra quien se instauró la acción,
debe procederse de todas maneras a tutelar los derechos del ofendido y de las
demás partes intervinientes en el proceso de marras, ordenando a la juez que
cumpla en forma inmediata los deberes propios de su cargo.
Sala Tercera de Revisión
Ref.: Expediente
T-1005
Acción de Tutela
instaurada por
DIMAS SAMPAYO
NOGUERA
Magistrados:
JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Sentencia aprobada mediante acta de la Sala
Tercera de Revisión, en Santafé de Bogotá, D.C., a los veinticuatro (24) días
del mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
I. ANTECEDENTES
DIMAS SAMPAYO NOGUERA, haciendo uso de la acción consagrada en
el artículo 86 de la Constitución Política, interpuso acción de tutela ante la
Juez Promiscuo de Familia de Aguachica (Cesar), en contra de la Juez Unico
Civil del Circuito del mismo municipio, alegando que ésta violó su derecho de
petición e incurrió en denegación de justicia.
En su escrito narró el peticionario que
desde el doce (12) de mayo de mil novecientos ochenta y dos (1982), por medio
de apoderado judicial, presentó ante el Juzgado Unico Civil del Circuito de
Aguachica una demanda ordinaria de nulidad del nombramiento del administrador
de una comunidad.
El proceso, según el actor, se sustanció en
ocho (8) años hasta que finalmente en abril de mil novecientos noventa (1990)
fue pasado el expediente por la Secretaría al Despacho y se encuentra para
sentencia, ampliamente vencido el término para proferirla, según el artículo
124 del Código de Procedimiento Civil.
Según el peticionario, esta prolongada mora
del Juzgado le ha causado daños patrimoniales de gran magnitud, al punto de no
poder pagar los honorarios de su apoderado de turno ni los gastos del proceso,
habiéndose visto obligado por ello a solicitar a la Juez el amparo de pobreza,
el nombramiento de apoderado de oficio y la exoneración del pago de costas,
"a sabiendas que estaba impedido para hacerlo según lo prescrito por el
art. 404 del C. de P.C. que le prohibe al Juez tramitar tal petición y al
Secretario pasar al despacho tal petición, encontrándose el expediente para
sentencia".
El seis (6) de noviembre de mil novecientos
noventa y uno (1991), la Juez profirió, una providencia mediante la cual
concedió el amparo de pobreza y designó apoderado de oficio. La abogada
designada para desempeñar esta función no aceptó y la Juez procedió a nombrar
en su reemplazo a otro abogado, el día veintiocho (28) de noviembre.
De todo lo anterior el demandante deduce
que la mencionada funcionaria judicial, al omitir el cumplimiento de su
obligación de dictar sentencia, ha hecho nugatorio su derecho de petición y
vulnerado también el de obtener de la Rama Judicial la administración de pronta
y cumplida justicia.
II. TRAMITE JUDICIAL DE LA ACCION
La Juez Promiscuo de Familia, alegando que
el Juzgado contra el cual se intentó la acción de tutela es de su misma
jerarquía, se abstuvo de conocer de ella y remitió la solicitud al Tribunal de
Distrito Judicial de Valledupar.
El Tribunal consideró que el accionante
contaba con otro medio de defensa judicial (la solicitud de oportunidad
prevista en el artículo 43 del Decreto 2651 de 1991) y que, por tanto, con
arreglo al artículo 6 del Decreto 2591, la acción de tutela era improcedente,
razón por la cual denegó el amparo, añadiendo que frente a las actuaciones
judiciales como aquella objeto de esta acción no es viable la tutela
"porque de ser así se estaría desconociendo de tajo las leyes rituarias
que trazan los procedimientos, las oportunidades y términos que tienen el juez
y las partes para ejercer sus derechos, cumplir sus cargos, deberes y
obligaciones".
"En consecuencia -agregó el Tribunal-
los estrados judiciales que conozcan de las acciones de tutela deberán actuar
con celo y probidad para efectos de despachar su prosperidad teniendo en cuenta
que lo serán en tratándose de actuaciones que le pongan fin al proceso, más
no contra cualquier acto omisivo (sic) del funcionario jurisdiccional"
(Subraya la Corte).
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Competencia
Esta Corporación, como cabeza de la
Jurisdicción Constitucional, es competente para revisar las providencias en
mención, de acuerdo con lo estatuído por el artículo 86 de la Constitución
Política y por el Decreto 2591 de 1991.
2. Debida interpretación del artículo
40 del Decreto 2591 de 1991
Según se desprende de la lectura del
expediente, el Juzgado Promiscuo de Familia de Aguachica se negó a resolver
sobre la acción de tutela instaurada por SAMPAYO NOGUERA arguyendo su
presunta incompetencia, deducida del hecho de la igual jerarquía entre su
Despacho y el de la Juez contra quien aquella se interpuso.
La Corte estima indispensable corregir la
equivocada interpretación del Juzgado sobre el artículo 40 del Decreto 2591 de
1991.
Esta norma es a todas luces excepcional y,
por ende, su alcance no puede ser extensivo ni analógico, sino taxativo, es
decir que lo allí dispuesto es aplicable únicamente a los casos expresamente
previstos, no solamente por aplicación del principio universal que prohíbe al
intérprete distinguir donde la norma legal no ha distinguido, sino por el
perentorio mandato constitucional que ordena a los jueces resolver dentro de un
término improrrogable sobre las acciones de tutela ante ellos instauradas, con
el fin de brindar protección a las personas "en todo momento y lugar,
mediante un procedimiento preferente y sumario", cuando quiera que sus
derechos fundamentales resulten vulnerados o amenazados por la acción o la
omisión de cualquier autoridad pública.
De lo anterior se desprende que la competencia
especial establecida por el artículo 40 del Decreto 2591 de 1991 no puede
convertirse en regla general sino que debe atenderse a su carácter exceptivo
para evitar que se desvirtúe el propósito buscado por el Constituyente, cuyo sentido
es el de ofrecer a todas las personas la ocasión de obtener, sin mayores
disquisiciones ni controversias de orden procedimental o formal, el efectivo
amparo a sus derechos, siempre y cuando haya lugar al mismo. Así, pues, el
superior jerárquico debe resolver, según la norma legal citada, sobre las
acciones de tutela que se instauren contra providencias proferidas por los
jueces y tribunales que en su texto se indican, pero esa regla no es aplicable
a las que se intenten contra providencias emanadas de jueces no comprendidos
dentro de dicha enumeración.
Es claro que los jueces de Circuito están
excluídos de la enunciación legal y, por tanto, no es aceptable la resolución
inhibitoria de la juez de conocimiento, máxime cuando esta clase de
providencias se halla expresamente prohibida por el artículo 29 del mismo
Decreto 2591, Parágrafo.
IV. PROCEDENCIA DE LA ACCION DE TUTELA
A la luz del Código de Procedimiento Civil
(artículo 124) y según lo que obra en el expediente, la funcionaria judicial a
quien correspondía fallar dentro del proceso instaurado por el accionante desde
mayo de 1982, dejó vencer el término legalmente previsto para proferir
sentencia, causando perjuicio a las partes y obstruyendo el acceso de éstas a
la efectiva administración de justicia, es decir que con su omisión violó
derechos fundamentales constitucionales según se verá más adelante en este
fallo.
En efecto, dicha norma, modificada por el
artículo 1º, reforma 68, del Decreto 2282 de 1989, establece: "Los jueces
deberán dictar los autos de sustanciación en el término de tres días, los
interlocutorios en el de diez y las sentencias en el de cuarenta, contados
desde que el expediente pase al Despacho para tal fin".
En este caso, según afirma el demandante,
el expediente se encuentra al Despacho de la Juez para sentencia desde abril de
1990.
La Corte, en desarrollo del principio de la
buena fe plasmado en el artículo 83 de la Constitución, presume la veracidad de
lo expuesto por el actor, ya que ello no fue desvirtuado por la Juez de tutela
en la primera instancia, ni por el Tribunal de Valledupar en la segunda,
quienes omitieron decretar pruebas, como era su deber, para determinar la
verdad de los hechos. No siendo posible ese decreto de pruebas en la etapa de
revisión, por cuanto no lo contempla el Decreto 2591 de 1991 y porque la
función de la Corte Constitucional al revisar las sentencias de tutela no
implica en principio un fallo de instancia ni por tanto una reanudación del
proceso sino que busca apenas la confrontación de lo decidido con la
Constitución Política, esta Corporación profiere fallo basado en los documentos
que obran dentro del expediente. Uno de ellos, el auto de fecha seis (6) de
noviembre de 1991 proferido por la Juez Civil de Circuito de Aguachica para
resolver sobre la solicitud de amparo de pobreza reconoce en sus considerandos
que el proceso "se encuentra para sentencia" y no se ocupa en
contradecir la afirmación del actor en la solicitud correspondiente en el
sentido de que "el presente ordinario de nulidad (...) se encuentra a
Despacho para sentencia desde el pasado mes de mayo de 1990, o sea hace más de
un (1) año...".
A lo anterior se suma que la Juez de tutela
en primera instancia guarda absoluto silencio y que el Tribunal de Valledupar
no pone en tela de juicio lo aseverado por el demandante y, por el contrario,
lo supone en el considerando número 2 de su sentencia cuando le indica que debe
utilizar la vía de la "petición de oportunidad" prevista en el
artículo 43 del Decreto 2651 de 1991 precisamente para los casos en que el
término para proferir sentencia ya vencieron.
Así, pues, de todo lo dicho se infiere que
asiste razón al solicitante.
Ahora bien, no se discute en este asunto si
procede o no la acción de tutela contra sentencias judiciales. Al contrario,
cabalmente lo impetrado por el actor es que se produzca un fallo, de tal manera
que no se halla en juego el principio de la cosa juzgada.
Se trata de definir si puede ser objeto de
tutela la vulneración de derechos fundamentales cuando ella es el producto del
incumplimiento de los términos procesales que obligan al funcionario competente
de conformidad con lo previsto en el artículo 228 de la Constitución Política.
No se oculta a esta Corte que el
peticionario carecía de medios aptos para la defensa real de sus derechos y que
tal evento está cobijado por la previsión del artículo 86 de la Carta, que
otorga a la persona una oportunidad de acudir a los jueces para invocar que se
apliquen en su caso las disposiciones constitucionales que la amparan, dada la
inexistencia de mecanismos alternativos con tal fin.
El Tribunal Superior de Valledupar estimó
que el accionante tenía a su disposición un medio de defensa judicial en efecto
creado por el Decreto 2651 de 1991 con el objeto de contribuir a la
descongestión de los despachos judiciales, bajo la denominación de Petición
de oportunidad, en los siguientes términos:
"ARTICULO 43.- Petición de
oportunidad. Los jueces
deberán dictar las sentencias en el mismo orden en que hayan entrado al despacho
para fallo. Cualquiera de las partes podrá solicitar al juez, transcurridos
tres días a partir del vencimiento del término para proferir sentencia, sin que
ésta se hubiere omitido, que la dicte con prelación de los demás asuntos
pendientes en su despacho. En caso de varias solicitudes de oportunidad, las
resolverá según el orden de presentación".
Esta Sala ha insistido en varios de sus
fallos en el sentido constitucional que tiene, frente a la efectividad del
derecho material conculcado, el "otro medio de defensa judicial"
aludido por el artículo 86 de la Constitución como elemento cuya existencia
hace improcedente la acción de tutela a no ser que se intente como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
Ha sostenido la Corte que el medio de
defensa en cuestión ha de ser idóneo para obtener una protección cierta
y concreta del derecho fundamental de cuya violación o amenaza se trata.
En sentencia del 11 de mayo de 1991, esta
misma Sala expresó:
" Considera esta Corporación que,
cuando el inciso 3o. del artículo 86 de la Carta Política se refiere a que
"el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial..." como
presupuesto indispensable para entablar la acción de tutela, debe entenderse
que ese medio tiene que ser suficiente para que a través de él se
restablezca el derecho fundamental violado o se proteja de su amenaza, es
decir, tiene que existir una relación directa entre el medio de defensa
judicial y la efectividad del derecho. Dicho de otra manera, el medio debe ser
idóneo para lograr el cometido concreto, cierto, real, a que aspira la
Constitución cuando consagra ese derecho. De no ser así, mal puede hablarse de
medio de defensa y, en consecuencia, aún lográndose por otras vías
judiciales efectos de carácter puramente formal, sin concreción objetiva, cabe
la acción de tutela para alcanzar que el derecho deje de ser simplemente una
utopía"1 .
Pues bien, en el caso materia de análisis,
el actor, aun antes de expedido el Decreto 2651 de 1991, había hecho uso
reiterado del mecanismo allí previsto solicitando a la Juez cuya sentencia se
demoraba que procediera a fallar, esto es, exactamente la misma petición a que
alude la norma transcrita, sin resultado práctico alguno. Así consta en el
escrito en que se invoca la tutela y en el memorial presentado a la Juez el 7
de octubre de 1991, así como en las providencias por medio de las cuales, en
vez de sentencia, la titular del Despacho Judicial concedió el amparo de
pobreza y designó abogados de oficio (autos del 6 y el 28 de noviembre de 1991).
El solo hecho de añadir a las ya
presentadas una solicitud más, esta vez apoyada en la "Petición de
oportunidad", no constituye, a juicio de esta Corte, medio efectivo de
defensa judicial pues, aun sin ese nombre, ya había sido agotado infructuosamente.
Cabía, entonces, la acción de tutela como
único medio enderezado a obtener la certeza del derecho que a SAMPAYO
NOGUERA le venía siendo desconocido.
En consecuencia, la providencia del
Tribunal Superior de Valledupar habrá de ser revocada y, en su lugar, se
ordenará proceder de conformidad con lo dispuesto en este fallo de revisión.
V. LOS DERECHOS CONCULCADOS
La Constitución Política de 1991 está
inspirada, entre otros muchos, en el propósito definido de erradicar la
indeseable costumbre, extendida entre los jueces pero también entre otros
funcionarios públicos, de incumplir los términos procesales acarreando a los
destinatarios de la administración de justicia toda suerte de perjuicios en el
ejercicio de sus más elementales derechos.
A título de ejemplo, para ilustrar lo que
se acaba de afirmar, pueden recordarse, entre muchos antecedentes con idéntico
sentido, los que siguen:
El Delegatario Horacio Serpa Uribe, en su
exposición de motivos a un proyecto de Acto Reformatorio por él presentado
sobre indemnizaciones a cargo del Estado por los daños que fueran consecuencia
del funcionamiento anormal de la administración de justicia, enunciaba entre
los vicios de ésta "los casos de morosidad, de denegación de justicia
(...), de retardo desmesurado de la prestación del servicio", afirmando
que ellos "exceden la normal tolerancia de lo que para el común de las
personas impone la vida en sociedad"2 .
Por su parte, el Constituyente Alvaro Gómez
Hurtado profundizaba en la necesidad de establecer normas constitucionales que
propendieran efectivamente por el cumplimiento de los deberes impuestos a los
funcionarios públicos, enunciando entre ellos a los judiciales:
"...resulta
inadmisible que las autoridades públicas, en frente de los deberes que les
impongan la Constitución y la ley con el afán de atender el interés general,
puedan asumir actitudes pasivas e inertes, e incurran en conductas omisivas
que, a la postre, constituyen inobservancia de sus deberes. con tal
comportamiento se defraudan -con muy graves consecuencias- las expectativas de
los asociados que, esperanzadamente, aguardan el obrar de sus
autoridades".
---------------------------------------------
"...sus
prerrogativas y sus actuaciones no son ni mucho menos graciosas, sino que, por
el contrario casi siempre están consagradas de modo obligatorio y
reglado".
---------------------------------------------
"...se propone
(...) un complemento necesario que garantice la efectividad de la Constitución
y de las leyes, evitando así que tales disposiciones puedan quedar consignadas
como letra muerta..."
---------------------------------------------
"Los órganos
judiciales no podrán dejar de dar aplicación a las normas contentivas de
derechos individuales..."3
En la Ponencia presentada a la
consideración de la Asamblea Constituyente por los delegatarios Jaime Fajardo Landaeta
y Alvaro Gómez Hurtado el 5 de abril de 1991, se proponía consagrar como principio
de administración de justicia el de celeridad, con el siguiente
texto: "Los términos procesales son improrrogables y obligan tanto a las
partes como a los jueces. El funcionario que incumpla los términos procesales
sin causa justificada incurrirá en causal de mala conducta". A lo
anterior se agregaba, entre las funciones del Consejo Superior de la Judicatura
la de "llevar el control del rendimiento de las corporaciones y despachos
judiciales en los términos que señale la ley"4
La Delegataria María Teresa Garcés LLoreda
proponía también la institucionalización de la mora en las decisiones y
trámites judiciales como causal de mala conducta y la sustentaba así:
"Es para todos
sabido que uno de los mayores males que aquejan a la Administración de Justicia
es la morosidad en la prestación de este servicio público. Procesos de índole
penal, civil, laboral y contencioso administrativo demoran en los despachos respectivos
un considerable tiempo haciéndose nugatoria la administración de justicia y
causándose con ello gravísimas consecuencias de todo orden a la convivencia
social de los ciudadanos"5 .
Como esta Sala de la Corte estima que, pese
a lo diciente de estos y similares antecedentes fidedignos del establecimiento
de la actual Constitución, el sistema subjetivo de interpretación no puede
llevar por sí solo a determinar cabalmente el sentido de la preceptiva
constitucional, debe completarse lo ya expuesto con el análisis sistemático y
teleológico de la normativa constitucional sobre este tema.
Desde el punto de vista de las finalidades
buscadas por la Carta Política en vigor, es suficiente recordar que en el
Preámbulo de la misma se contempla el aseguramiento de la justicia y el
logro de un orden justo como objetivos esenciales del sistema político
que en ella se funda, al paso que en el artículo 1º se reconoce la prevalencia
del interés general como una de las bases del Estado Social de Derecho y en el
2º aparece la garantía de efectividad de los derechos y deberes consagrados en
la Constitución como uno de los fines del Estado. La misma disposición confía
a las autoridades de la República la función de asegurar el cumplimiento de los
deberes sociales del Estado, uno de los cuales es sin duda el de brindar a los asociados
una pronta y cumplida justicia, tal como lo indica el artículo 228, a cuyo
tenor es una función pública.
El mencionado artículo 228 alude de manera
directa al tema que nos ocupa y estatuye de modo perentorio: "Los
términos procesales se observarán con diligencia y su incumplimiento será
sancionado". Esta norma debe interpretarse en relación con el artículo 6º
de la Constitución, relativo a la responsabilidad de los servidores públicos
por omisión en el ejercicio de sus funciones y con el 256 Ibidem, que al
enunciar las atribuciones del Consejo Superior de la Judicatura, confía a este
organismo la de
"llevar el control de rendimiento de las corporaciones y despachos
judiciales".
En cuanto al derecho de la persona afectada
por la omisión, de manera específica se configura una obstrucción indebida para
el acceso a la eficaz administración de justicia (artículo 229), derecho éste
cuyo carácter fundamental es para la Corte innegable, habida cuenta de su
necesaria vinculación con otros derechos tales como la vida, la integridad
personal, la libertad, el debido proceso, la igualdad ante la ley, la
propiedad, el trabajo, el derecho a la personalidad jurídica y el libre
desarrollo de la personalidad, entre otros, pues la realización concreta de
estas depende en grado sumo de la celeridad con que actúen los jueces en el
cumplimiento de la misión que les ha encomendado el Constituyente.
Considera la Corte que no se trata
únicamente de velar por el cumplimiento de los términos por sí mismo ya que él
no se concibe como fin sino como medio para alcanzar los fines de la
justicia y la seguridad jurídica, sino de asegurar que, a través de su
observancia, resulten eficazmente protegidos los derechos de los gobernados,
muy especialmente el que tienen todas las personas en cuanto a la obtención de
pronta y cumplida justicia.
Al tenor del artículo 122 de la Carta,
"ningún servidor público entrará a ejercer su cargo sin prestar juramento
de cumplir y defender la Constitución y desempeñar los deberes que le incumben".
Ese juramento compromete al juez y conduce a su responsabilidad cuando falta a
su deber, según los artículos 6 y 124 de la Constitución.
La tutela para esta clase de transgresiones
se deriva indudablemente de la enorme trascendencia de los derechos que, por
razón de la paquidermia judicial, pueden resultar afectados, muchas veces de
modo irreparable.
En el caso sub-judice, la Corte estima
pertinente que, sin perjuicio de las sanciones legales que hayan de ser
impuestas por las autoridades competentes, si se configura la responsabilidad
de la juez contra quien se instauró la acción, debe procederse de todas maneras
a tutelar los derechos del ofendido y de las demás partes intervinientes en el
proceso de marras, ordenando a la juez que cumpla en forma inmediata los
deberes propios de su cargo.
Con el fin de determinar la responsabilidad
de dicha funcionaria, se enviarán copias del expediente a la Procuraduría
General de la Nación y al Consejo Superior de la Judicatura para lo de sus
respectivas competencias.
VI. DECISION
En mérito de lo expuesto, la Corte
Constitucional de la República de Colombia en Sala de Revisión, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero.- REVOCANSE las providencias proferidas por la Juez
Promiscuo de Familia de Aguachica (Cesar) y por el Tribunal de Distrito
Judicial de Valledupar, Sala Civil, los días veintiuno (21) de enero y
dieciocho (18) de febrero de mil novecientos noventa y dos (1992), mediante las
cuales se decidió sobre la acción de tutela instaurada por DIMAS SAMPAYO
NOGUERA.
Segundo.- Comuníquese al Juez de primera instancia el contenido
de esta providencia, según lo dispone el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991,
para que, una vez notificada, adecúe su fallo a lo dispuesto en ella y, en
especial, para que ordene a la Juez Unico Civil del Circuito de Aguachica
proferir sentencia dentro del proceso aludido en la demanda de tutela
instaurada por DIMAS SAMPAYO NOGUERA, en un término que no podrá exceder
de las cuarenta y ocho (48) horas hábiles siguientes.
Tercero.- Remítanse copias del expediente y de este fallo al
Procurador General de la Nación y al Consejo Superior de la Judicatura, para lo
de su competencia.
Cópiese, comuníquese, publíquese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Presidente de la Sala
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO FABIO
MORON DIAZ
Magistrado
Magistrado
El Magistrado MARTINEZ CABALLERO
se encontraba en la fecha en uso
permiso concedido por el Presidente
de la Corporación.
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Fallo de mayo 11
de 1992. Magistrado Ponente: Dr. José Gregorio Hernández Galindo.
2 SERPA URIBE, Horacio: Proyecto de Acto Reformatorio de la
Constitución Política de Colombia No. 91. Justicia. Gaceta Constitucional
No.24. Miércoles 20 de marzo de 1991. Págs. 28 y 29.
3 GOMEZ HURTADO, Alvaro: Proyecto de Acto Reformatorio de la
Constitución Política de Colombia No.25. "El ámbito de acción de los
funcionarios públicos y de los particulares". Gaceta Constitucional
Nº.19. Marzo 11 de 1991. Págs. 5 y 6.
4 FAJARDO LANDAETA, Jaime y GOMEZ HURTADO, Alvaro: Ponencia.
De los principios de la Administración de Justicia y de la creación del
Consejo Superior de la Judicatura". Gaceta Constitucional No. 38.
viernes 5 de abril de 1991. Pág. 12.
5 Constitucional No. 38. Viernes 5 de abril de 1991. Pág. 12
GARCES LLOREDA, María Teresa: "Adición
al principio de celeridad". Gaceta Constitucional No. 88. Lunes 3 de
junio de 1991. Pág. 2. |
66 | T-432-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-432/92
IGUALDAD ANTE LA
LEY/DERECHOS FUNDAMENTALES/IGUALDAD FORMAL/IGUALDAD MATERIAL
El principio de
la igualdad es objetivo y no formal; él se predica de la identidad de los
iguales y de la diferencia entre los desiguales. Se supera así el
concepto de la igualdad de la ley a partir de la generalidad abstracta, por el
concepto de la generalidad concreta, que concluye con el principio según el
cual no se permite regulación diferente de supuestos iguales o análogos y
prescribe diferente normación a supuestos distintos. Con este concepto sólo se
autoriza un trato diferente si está razonablemente justificado. Se supera
también, con la igualdad material, el igualitarismo o simple igualdad
matemática. La igualdad material es la situación objetiva concreta que prohibe
la arbitrariedad.
La igualdad de
todas las personas ante la ley y las autoridades, constituye un derecho
constitucional fundamental tanto por su consagración como tal en el Capítulo
I, Título II de la Constitución Nacional, como por su exaltación como derecho
de vigencia inmediata en el artículo 85 de la Carta Política, y también por el
valor trascendente que tiene para el hombre, sobre todo dentro de una nación
que persigue garantizar a sus habitantes una vida convivente dentro de
lineamientos democráticos y participativos que aseguren un sistema político,
económico y social justo.
IGUALDAD ANTE LA
LEY/SERVICIOS PUBLICOS DOMICILIARIOS
El derecho a la
igualdad impone el deber de no consagrar un igualitarismo jurídico entre
quienes se hallan en diversidad de condiciones fácticas, es decir, la
obligación de crear un sistema jurídico diferente para quienes se encuentran en
desigualdad en los amplios y complejos campos de la vida política, económica,
social y cultural. El ordenamiento jurídico sobre los servicios públicos
domiciliarios, considerados los estatutos mencionados en su conjunto, se
preocupa por colocar los medios aptos para lograr en la mayor medida posible
una situación de igualdad de oportunidades en la obtención del servicio de
acueducto. Así lo indica cuando no obstante señalar que todas las personas
podrán solicitar la prestación del referido servicio, concede preferencias a
las solicitudes de los ocupantes de viviendas de interés social e igualmente
otorga prioridad a las soluciones de los problemas de suministro de agua en los
asentamientos en donde la infraestructura de servicios presenta serias deficiencias
por no estar integrada totalmente a la infraestructura formal urbana o en donde
las familias viven en condiciones de pobreza crítica.
SALA DE REVISION No. 6
Ref.: Proceso de tutela No. 860.
Acción
de tutela contra actuación del
Gerente General de la Empresa
Municipal de Servicios Públicos de
Ocaña.
Tema: Derecho
a la Igualdad como Derecho
Fundamental.
Actoras:
LUZ MARINA BECERRA
HENETH
DURAN.
Magistrados:
DR.
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Ponente
Dr. JAIMEN SANIN GREIFFENSTEIN
Dr.
CIRO ANGARITA BARON.
Santafé de Bogota,
D.C., veinticinco (25) de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión
de Tutelas de la Corte Constitucional conformada por los Magistrados Simón
Rodríguez Rodríguez, Jaime Sanín Greiffenstein y Ciro Angarita Barón, revisa
la acción de tutela decidida en sentencia proferida por el Juzgado Segundo
Civil Municipal de Ocaña, el dia doce (12) de febrero de mil novecientos
noventa y dos (1992).
I. ANTECEDENTES.
A.
HECHOS DE LA DEMANDA.
Las actoras exponen
los siguientes hechos en su demanda de tutela presentada ante el Juez Segundo
Civil Municipal de Ocaña: El gerente general de la empresa municipal de
servicios publicos de Ocaña, doctor Saury José Thomas Manzano, dispuso eliminar
la instalación ilícita de la tubería de agua potable de la red central del
barrio El Carmen hecha por Luz Marina Becerra en la carrera 28C No. 10-41 y
Heneth Duran en la carrera 28C No. 9-62.
Las demandantes a la
par que reconocen la actitud ilícita de parte de ellas de apegarse a la red
madre sin la orden oficial, señalan su inconformidad en el sentido de que otras
personas como son José Manzano y Eliécer Manzano, familiares del doctor Saury
José Thomas Manzano, y además: Ramón Vergel, Ramón Becerra, Jesús Santiago y
muchos otros miembros de la comunidad de los barrios Simón Bolívar y
Circunvalar, no han tenido problema alguno, no obstante haber obrado de igual
manera.
B.
DERECHOS VULNERADOS.
Luz Marina Becerra y
Heneth Duran consideran se viola el principio de la igualdad, esto es, "todos
los ciudadanos son iguales ante la ley", pues la empresa muncipal
de servicios públicos de Ocaña está parcializada en favor del sector del
concejal Jairo Vergel.
Anotan además que se
viola el principio de la neutralidad, pues el gerente de la empresa aludida
debe atender de preferencia el interés general sobre el interés particular de
ciertos grupos de presión o determinados partidos políticos.
C.
PETICIONES.
Los demandantes, en
atención a que la conducta del referido gerente termina afectando grave y
directamente el interés colectivo, piden la realización de inspección judicial
a efecto de constatar los hechos y el inicio de un proceso de tutela para que
se les proteja el derecho a la igualdad de oportunidades en el acceso al
servicio público, pues "varios hogares ocañeros podrían enlutarse al no
estar dispuestos sus integrantes a que se siga atentando contra los derechos constitucionales,
así se halla (sic) anunciado por parte del gerente de la empresa
municipal de servicios públicos, el acudir a la fuerza pública".
D.
ACTUACION PROCESAL.
Con el fin de dar
trámite a la acción de tutela, el Juzgado dispuso de conformidad con el
Decreto 2591 de 1991, evacuar las pruebas pertinentes, para luego de ello
proferir el fallo correspondiente. Obran en el proceso las siguientes pruebas:
Oficio de 4 de
febrero de 1992 suscrito por el gerente general encargado de la empresa municipal
de servicios públicos de Ocaña doctor Saury José Thomas Manzano en donde se
expresa que a pesar de que inicialmente la empresa ordenó el corte de las
instalaciones de tubería de agua potable de la red central del barrio El
Carmen, carrera 28 C No. 10-41 y carrera 28 C No. 9-62, por tratarse de
actuación fraudulenta, posteriormente se acordó con la comunidad de dicho
barrio dejar la instalación de agua potable hecha por los usuarios y esperar
se normalice completamente el servicio, bien sea a través de dos válvulas
instaladas recientemente en la esquina de la escuela o estudiando la
posibilidad de dar servicio por el sector donde actualmente se tiene la
conexión fraudulenta. Agrega que durante la administración que él gerencia no
existe permiso alguno para usuarios respecto de la red central del barrio, y si
existiera sería anterior a su gestión, por lo tanto no se podría imputar a la
administración actual.
Diligencia de
inspección judicial mediante la cual en primer lugar se constató que en el barrio
"el Carmen" parte alta, concretamente en la carrera 28 C con las
calles 10a. y 9a., existe un tubo de p.v.c. de media pulgada instalado de la
red central por donde viene una calle en pavimentación a las casas en
conflicto; tubo que se encuentra sellado por un tapón del mismo material y que
no ha sido llevado a ninguna de las viviendas que se sienten afectadas. Y en
segundo término, se determinó a través de las declaraciones de la Ingeniera
de Mantenimiento y Operaciones Consuelo Cifuentes y del Gerente General de la
Empresa de Servicios Públicos Saury Thomas Manzano, lo siguiente: Las
instalaciones verificadas, son fraudulentas. Ellas no serán mayor problema,
mientras no se conecten otras, pues de hacerse, afectarían la parte alta del
barrio "El Carmen". Por ello y con fundamento en el artículo 32 del
Decreto 1842 de 1991 -Estatuto Nacional de Usuarios de los Servicios Públicos
Domiciliarios-, se están cortando las instalaciones fraudulentas sobre la
tubería madre, tanto en la parte baja del barrio "El Carmen" como
en el barrio "Simon Bolivar". Con el propósito de mejorar el
servicio se han instalado por parte de la Empresa dos válvulas en la esquina de
la escuela. De veinte días para acá, el servicio de toda la ciudad de Ocaña ha
sido deficiente debido a que los transformadores de bombeo se fundieron,
encontrándose la empresa en emergencia. Para efectos de instalación de agua
potable, se debe hacer una solicitud a la Empresa, la que entrará a estudiar la
factibilidad teniendo en cuenta la disponibilidad del servicio. Toda solicitud
de conexión presupone un estudio técnico para así no perjudicar a las personas
que gozan del servicio. Las solicitudes son objeto de un estudio cuidadoso
debido a que las redes de todo el sistema de acueducto y alcantarillado de
Ocaña fueron ejecutadas en 1957 presentándose muchos desfases, entre ellos una
tuberia deteriorada, depreciada y deficiente, más aun, cuando la ciudad se
expandió demasiado.
E.
FALLO QUE SE REVISA.
Sentencia del
Juzgado Segundo Civil Municipal de Ocaña, de 12 de febrero de 1992.
Decisión: Negar la acción de tutela impetrada.
Consideraciones: Se argumenta por parte del Juzgado que no
se ha violado derecho fundamental alguno, por lo siguiente: se trata de una
conexión ilícita, como lo reconocen las mismas demandantes. El derecho al
servicio de agua potable no ha sido pedido, como bien pudo suceder, ya que el
articulo 32 del Decreto 1842 de 1991 faculta a toda persona o grupo de personas
para solicitar y obtener los servicios públicos. Esa clase de conexiones
afectan las viviendas de la parte alta del barrio "El Carmen", toda
vez que la ubicación de las dos viviendas que pretenden la conexión
fraudulenta, menoscabarían el derecho adquirido de los otros usuarios.
II. COMPETENCIA.
De conformidad con
los artículos 86 inciso 2o. y 214 numeral 9o. de la Constitución Nacional y los
artículos 31, 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991, por el cual se reglamenta la
acción de tutela, es competente la Corte Constitucional para conocer en
revisión del fallo del Juzgado Segundo Municipal de Ocaña.
III.
CONSIDERACIONES.
1. Derecho a la
igualdad como derecho cuya vulneración se demanda.
Al respecto el texto
del artículo 13 de la Constitución Nacional señala:
"Todas las
personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y
trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y
oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen
nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filósofica. El Estado
promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará
medidas en favor de grupos discriminados o marginados.
El Estado
protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física
o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará
los abusos o maltratos que contra ellas se cometan".
2. Concepto
y naturaleza del derecho a la igualdad ante la ley y las autoridades.
Para puntualizar si
la decisión del Gerente General de la Empresa Municipal de Servicios
Públicos de Ocaña, Santander, Saury José Thomas Manzano, vulnera el derecho de
Luz Marina Becerra Navarro y Janneth Duran a recibir la misma protección,
trato, libertades y oportunidades sin ninguna distinción, es preciso en primer
lugar, determinar el concepto y la naturaleza del aludido derecho.
2.1. Concepto.
El principio de la
igualdad se traduce en el derecho a que no se instauren excepciones o
privilegios que exceptúen a unos individuos de lo que se concede a otros en
idénticas circunstancias, de donde se sigue necesariamente, que la real y
efectiva igualdad consiste en aplicar la ley en cada uno de los acaecimientos
según las diferencias constitutivas de ellos. El principio de la justa
igualdad exige precisamente el reconocimiento de la variada serie de
desigualdades entre los hombres en lo biológico, económico, social, cultural,
etc., dimensiones todas ésas que en justicia deben ser relevantes para el
derecho.
Ya esta Corporación
en sentencia No. D-006 de 29 de mayo de 1992, desentrañó el alcance del
principio de la igualdad así:
"Ese
principio de la igualdad es objetivo y no formal; él se predica de la identidad
de los iguales y de la diferencia entre los desiguales. Se supera
así el concepto de la igualdad de la ley a partir de la generalidad abstracta,
por el concepto de la generalidad concreta, que concluye con el principio según
el cual no se permite regulación diferente de supuestos iguales o análogos y
prescribe diferente normación a supuestos distintos. Con este concepto sólo se
autoriza un trato diferente si está razonablemente justificado. Se supera
también, con la igualdad material, el igualitarismo o simple igualdad
matemática.
Hay pues que
mirar la naturaleza misma de las cosas; ella puede en sí misma hacer imposible
la aplicación del principio de la igualdad formal, en virtud de obstáculos del
orden natural, biológico, moral o material, según la conciencia social
dominante en el pueblo colombiano.
Por ello, para
corregir desigualdades de hecho, se encarga al Estado de promover las
condiciones para que la igualdad sea real y efectiva. En este sentido se deben
adoptar medidas en favor de grupos discriminados o marginados, y proteger especialmente
a aquellas personas que por su condición económica, física o mental se
encuentren en circunstancias de inferioridad manifiesta, como afirma el
artículo 13 en sus incisos 2o. y 3o.
La igualdad
material es la situación objetiva concreta que prohibe la arbitrariedad.
El operador
jurídico, al aplicar la igualdad con un criterio objetivo, debe acudir a
la técnica del juicio de razonabilidad que, en palabras del tratadista italiano
Mortati, ""consiste en una obra de cotejo entre hipótesis normativas
que requieren distintas operaciones lógicas, desde la individualización e
interpretación de las hipótesis normativas mismas hasta la comparación entre
ellas, desde la interpretación de los contextos normativos que pueden
repercutir, de un modo u otro, sobre su alcance real, hasta la búsqueda de las
eventuales disposiciones constitucionales que especifiquen el principio de
igualdad y su alcance""1 .
El derecho a la
igualdad impone entonces el deber de no consagrar un igualitarismo jurídico
entre quienes se hallan en diversidad de condiciones fácticas, es decir, la
obligación de crear un sistema jurídico diferente para quienes se encuentran en
desigualdad en los amplios y complejos campos de la vida política, económica,
social y cultural.
Desarrollo de ello
es el Decreto Ley 1842 de 1991 por el cual se expide el Estatuto Nacional de
Usuarios de los Servicios Públicos Domiciliarios, que en sus artículos 3o.
inciso 3o. y 6o. inciso 2o., señala que las empresas de servicios públicos
domiciliarios "atenderán preferiblemente las solicitudes de los
ocupantes de vivienda de interés social" y "deberán proveer
soluciones a fin de garantizar el suministro de tales servicios a los
asentamientos subnormales". Del mismo modo el no igualitarismo
jurídico se expresa en el Decreto Ley 0951 de 1989 "por el cual se
establece el Reglamento General para la prestación de los servicios de acueducto
y de alcantarillado en todo el territorio nacional", el cual en sus
artículos 22 y 49 inciso 2o. dispone que para dar curso a una solicitud de
conexión residencial a los servicios de acueducto y alcantarillado no se
requiere ser propietario del inmueble y "los usuarios del estrato
económico "bajo-bajo" no pagarán suma alguna por concepto de tarifa
de conexión".
Lo acabado de
expresar corresponde a la protección que el artículo 13 de la Carta Política
brinda especialmente a las personas que por condiciones económicas, entre
otras, se hallan en estado de debilidad ostensible.
El ordenamiento
jurídico sobre los servicios públicos domiciliarios, considerados los estatutos
mencionados en su conjunto, se preocupa por colocar los medios aptos para
lograr en la mayor medida posible una situación de igualdad de oportunidades en
la obtención del servicio de acueducto. Así lo indica cuando no obstante
señalar que todas las personas podrán solicitar la prestación del referido
servicio, concede preferencias a las solicitudes de los ocupantes de viviendas
de interés social e igualmente otorga prioridad a las soluciones de los
problemas de suministro de agua en los asentamientos en donde la
infraestructura de servicios presenta serias deficiencias por no estar integrada
totalmente a la infraestructura formal urbana o en donde las familias viven en
condiciones de pobreza crítica.
2.2. Naturaleza.
La igualdad de todas
las personas ante la ley y las autoridades, constituye un derecho
constitucional fundamental tanto por su consagración como tal en el Capítulo
I, Título II de la Constitución Nacional, como por su exaltación como derecho
de vigencia inmediata en el artículo 85 de la Carta Política, y también por el
valor trascendente que tiene para el hombre, sobre todo dentro de una nación
que persigue garantizar a sus habitantes una vida convivente dentro de
lineamientos democráticos y participativos que aseguren un sistema político,
económico y social justo.
La igualdad ante la
ley y las autoridades ha quedado cristalizada como derecho fundamental por
cuanto es esencial al ser humano, pues elimina la esclavitud, la servidumbre,
las prerrogativas hereditarias y los privilegios de clases, consideración que
es robustecida por la trascendencia que a dicho derecho se le da en la
Asamblea Nacional Constituyente y en los instrumentos y pactos internacionales.
A.
Asamblea Nacional Constituyente.
En el informe de
ponencia para primer debate en plenaria sobre el tema de la igualdad y que
aparece en la Gaceta Constitucional No. 82, se manifiesta que:
"Constituye
progreso indudable frente a la muy somera enunciación de nuestra Carta
Centenaria, la obligación del Estado de promover las condiciones de igualdad y
la obligatoria adopción de medidas contra grupos, víctimas de discriminación o
marginados. Conjuga perfectamente con el derecho a la igualdad que se otorga a
todas las personas, la obligación de los poderes públicos de tutelar una de las más preciadas garantías de
la persona humana".
"Es
indispensable expresar como se establece en la proposición sustitutiva que
todas las personas son iguales ante la ley y tienen los mismos derechos y
deberes. La consecuencia directa de la igualdad, es la no discriminación de las
personas, ni para perjudicarlas ni para favorecerlas, por causa de su sexo, su
ascendencia, su raza, su lengua o su ideología religiosa o política. Pero,
además de la igualdad, se debe establecer por parte del Estado especial
protección para aquellos que se encuentran en un nivel de desigualdad frente a
los demás".
B.
Instrumentos y Pactos Internacionales.
La Declaración
Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, votada por la Convención
Francesa de 1789 reconoció y declaró en su artículo 1o. que los hombres nacen
y permanecen libres e iguales en derechos; por tanto, las distinciones sociales
no tienen más fundamento que la utilidad pública.
La Declaración
Universal de los Derechos Humanos aprobada y proclamada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de l948 expresa en su artículo 2o.
No. 1o. que toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en
esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión,
opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición.
La Convención
Americana sobre Derechos Humanos del "Pacto de San José de Costa
Rica" proclama lo siguiente:
Dice el artículo 1o.
que los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los
derechos y libertades reconocidos en ellas y a garantizar su libre y pleno
ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación
alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas
o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social.
Preceptúa el
artículo 24 que todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia,
tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley.
Los Estados
firmantes del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado por
la Asamblea General de las Naciones Unidas, convinieron lo siguiente:
Su artículo 2o.
numeral 1o. previene que cada uno de los Estados se compromete a respetar y a
garantizar a todos los individuos que se encuentren en su territorio y estén
sujetos a su jurisdicción, los derechos reconocidos en el presente Pacto, sin
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de
otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición social.
El artículo 26
consagra que todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin
discriminación a igual protección de la ley. A este respecto la ley prohibirá
toda discriminación y garantizará a todas las personas protección igual y
efectiva contra cualquier discriminación por motivo de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen
nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición
social.
Los Estados partes
del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, adoptado
por la Asamblea General de las Naciones Unidas, acordaron en su artículo 2o.
numeral 1o. que se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos que
en él se enuncian, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.
3. No se puede
pretender la igualdad mediante actuaciones ilegales.
La idea del derecho
y en últimas de la justicia en función de la paridad o igualdad jurídica,
implica la idea de la reciprocidad o contracambio. Esto significa que un sujeto
al reclamar legalidad en el obrar de algunos, debe hacerlo sólo sobre la base
de que su conducta es legal. En definitiva, el principio jurídico universal
reclama que las cosas que se quieren que los hombres hagan por uno, uno deberá
hacerlas por ellos.
En consecuencia y
así mismo como uno no puede mejorar su condición con sus propios delitos, o lo
hecho ilícitamente no impone obligaciones, o a quien mal usa de su poder, se le
priva de él, resulta indudable lo siguiente: No se puede otorgar el servicio de
acueducto transgrediendo los procedimientos preestablecidos para su obtención.
Una acción ilícita como es la de hacer instalaciones a la tubería central de
agua potable sin autorización, no obliga a que se consideren las aspiraciones
de quién las realiza. Y quien por atentar contra el derecho de los demás,
indebidamente utiliza su derecho a la igualdad, no se le debe reconocer éste.
El hecho de llevar a
cabo esa clase de instalaciones sin ninguna facultad, resulta ser un acto
ilegal. El proceder de las demandantes es ilegal en atención a que no sólo
irrespeta los derechos ajenos, como se explicará más adelante, sino también
porque viola la ley positiva que el Estado erigió para reglamentar la manera de
alcanzar el servicio de acueducto.
El acto de las
demandantes ofende tanto a los particulares como al Estado. A los particulares,
porque la actuación de ellas merma hasta el punto de menoscabarlo, el disfrute
legal que los residentes de la parte alta del mismo barrio "El
Carmen" tienen respecto al agua potable. Y al Estado, porque burla los
requisitos y trámites establecidos por éste para la adquisición del servicio
de acueducto.
Debido a esa
ilicitud en el medio usado para reclamar su derecho a la igualdad, y mientras
ella subsista pierden las actoras el derecho a solicitar en protección mediante
las vías judiciales, incluída la acción de tutela.
4. No
vulneración del Derecho a la Igualdad que alegan las demandantes.
Del material
probatorio allegado al proceso de tutela, no se puede deducir la trasgresión
del derecho a la igualdad. Si bien las actoras manifiestan en el escrito de
demanda que los funcionarios encargados de ejecutar el servicio público de
acueducto discriminan entre los usuarios por razones de opinión política, pues "están
parcializados en favor de quienes siguen las orientaciones de un Concejal
Municipal", no obra probanza alguna que permita establecer la
presencia de la influencia política para que el funcionario público preste el
servicio de acueducto. Lo anterior es más patente si se tiene en cuenta que
las demandantes han gozado de la oportunidad de presentar solicitud y
adelantar las gestiones para la obtención del servicio y no lo han hecho
posiblemente por negligencia o ignorancia.
En el caso sublite
no se puede hablar de un desconocimiento del derecho a la igualdad por parte de
la Empresa Municipal de Servicios Públicos de Ocaña. La actuación procesal
permite deducir que ella trata de suministrar el servicio de agua potable a los
habitantes del barrio "El Carmen". Así lo indica la instalación
reciente de dos válvulas de abastecimiento para dotar de agua potable a los
habitantes del sector que en la actualidad carecen de ella y la intención de
establecer el servicio de manera definitiva en dicho sector. (Folios 6o., 10o.
y 11 del cuaderno principal).
El derecho
fundamental del artículo 13 de la Carta Magna es el que le permite a las
demandantes en tutela exigir una situación de igualdad en cuanto a las
posibilidades para obtener el suministro de agua potable. Sin embargo esta
norma garantiza no sólo que todas las personas tendrán las mismas oportunidades
de acceso al servicio público de agua, sino también que los que hayan ya
alcanzado el servicio, lo conserven sin perturbaciones ilegítimas y puedan
gozarlo de conformidad con lo que la ley disponga.
Así las cosas, la
igualdad a que se refiere el artículo 13 viene a ser conculcada si se tolerare
que los residentes de un determinado sector y que gozan justa y legalmente del
servicio que satisface la necesidad de agua potable, sean perjudicados por la
actuación ilícita de otras personas, cual sucede con los habitantes de la
parte alta del barrio El Carmen.
Ellos, como lo
dictaminó la ingeniera de la División de Operación y Mantenimiento de la
Empresa Municipal de los Servicios Públicos de Ocaña, resultarían afectados
tanto con las derivaciones a la red madre del acueducto que no obedezcan a un
examen técnico, como con las acometidas fraudulentas.
El derecho
fundamental a la igualdad también garantiza que todo el que quiera acceder al
servicio público del agua, debe hacerlo en igualdad de condiciones a los
demás, esto es, acatando los requisitos a que deben y debieron someterse todos.
De no ser esto así, la norma constitucional quedaría privada de toda eficacia,
pues la no exigencia absoluta de ellos respecto de algunas personas, generaría
una desigualdad, dado que se trata de individuos que están en una situación
económica, social y cultural análoga.
Siendo así, la
igualdad del artículo 13 resultaría lesionada al permitirse que sin ningún tipo
de solicitud, estudio y autorización, es decir, ilegítimamente, se tolerara a
algunos instalar tuberías de agua potable a la red central del barrio "El
Carmen". Se instituiría de esta forma, un manejo dispar y sin
ninguna razón, de las oportunidades que se tienen para obtener el servicio de
acueducto.
5. El principio fundamental que se viene
considerando en el sentido de que la igualdad se predica de los ciudadanos no
solamente ante la ley sino también ante la vida, implica una obligación para el
Estado colombiano, máxime cuando él se concibe como Estado Social de
Derecho. (Art. 1o.).
Si bien no se puede
afirmar que la Empresa Municipal de Servicios Públicos de Ocaña, desconoce el
derecho a la igualdad, no significa lo anterior que lo realizado por el Estado
colombiano y concretamente en el caso sublite por dicha Empresa, sea lo
suficiente y esperado por la comunidad en materia de suministro del servicio
público de agua potable.
Según el artículo
1o. de la Constitución Política, Colombia es un Estado Social de Derecho
y no un mero Estado de Derecho. Como consecuencia de ello está guiada la
acción gubernamental por un designio social, puesto que los derechos que
consagra la Carta a favor de la colectividad tienen como mira fundamental
procurar su bienestar en todos los órdenes.
Así se puntualiza en
sentencia No. T-406 del 5 de junio de 1992 de la Sala de Revisión Primera de
esta Corte, cuando señala que Colombia como Estado Social que es, está obligada
a garantizar mínimos de asistencia social y salud pública "para todos
los ciudadanos sobre la idea de derecho y no simplemente de caridad". En
efecto el artículo primero de la Constitución Nacional expresa:
"Colombia es
un Estado social de derecho, organizado en forma de República
unitaria , descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales,
democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el
trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia
del interés general".
El novedoso concepto
del Estado Social de Derecho transmuta el Estado mismo, de inservible e incapaz
en uno justificado por sus funciones y fines, ya que este nuevo Estado,
mediante la prestación del servicio público respectivo, tiene como aspiraciones
esenciales la seguridad, la tranquilidad y la salubridad de los asociados.
Para el caso de que
se ocupa esta Sala, el ente estatal denominado Empresa Municipal de Servicios
Públicos de Ocaña, debe entonces buscar y además lograr, el mínimo de los fines
y propositos que se le han impuesto, esto es, entre otros aspectos, proveer de
agua potable a todos los habitantes de la ciudad de Ocaña. En consecuencia la
empresa no debe dar por suficiente lo hasta ahora realizado en pro del servicio
de acueducto para los residentes del barrio "El Carmen", sino que por
el contrario deberá redoblar esfuerzos para obtener la mayor o total cobertura
del servio y ponerse a tono con los mandatos de la nueva Constitución que así
lo exige perentoriamente.
En efecto, ha de agregarse a lo antes dicho que la prestación por el Estado de
los servicios públicos a todos los habitantes del territorio nacional resulta
ser algo consubstancial a su finalidad social. Así lo indica el Constituyente
en el Capitulo V del Titulo XII de la Constitución, quien partiendo de que la
idea del "servicio" es la piedra angular de toda la actividad pública
y, del concepto de que el "poder público" es el instrumento puesto
en mano de los gobernantes para cumplir el deber fundamental de
satisfacer las necesidades y aspiraciones colectivas, señala a través de
los articulos 365 y 366, lo siguiente:
Artículo 365. "Los
servicios públicos son inherentes a la finalidad social del Estado. Es deber
del Estado asegurar su prestación eficiente a todos los habitantes del
territorio nacional.
Los Servicios
Públicos estarán sometidos al régimen jurídico que fije la ley, podrán ser
prestados por el Estado directa o indirectamente, por comunidades organizadas,
o por particulares. En todo caso, el Estado mantendrá la regulación, el control
y la vigilancia de dichos servicios. Si por razones de soberanía o de interés
social, el Estado, mediante ley aprobada por la mayoría de los miembros de una
y otra cámara, por iniciativa del gobierno decide reservarse determinadas
actividades estrategicas o servicios públicos, deberá indemnizar previa y
plenamente a las personas que en virtud de dicha ley, queden privadas del
ejercicio de una activida lícita".
Artículo 366. "El
bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son
finalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la
solución de las necesidades insatisfechas de salud, de educación, de
saneamiento ambiental y de agua potable.
Para tales
efectos, en los planes y presupuestos de la nación y de las entidades
territoriales, el gasto público social tendrá prioridad sobre cualquier otra
asignación".
El sentido de los
artículos 1o. -Estado Social de Derecho-, 13 -Igualdad ante la ley-,
365 y 366 -Finalidad Social del Estado y Servicios Públicos-, es la
verificación de la llamada "justicia distributiva", la cual presupone
que el Estado deberá conceder esfuerzos y recursos cuya consecución última,
alivie la situación de quienes viven en condiciones de pobreza.
De esta forma la
Empresa Municipal de Servicios Públicos de Ocaña, de conformidad con las
disposiciones del Decreto 0951 de 1989, antes citado, deberá entre muchas otras
actuaciones tendientes a suministrar el servicio de agua potable a toda la
ciudad de Ocaña, prestar el servicio comunitario a través de la instalación de
hidrantes, prohibir el cobro de derechos de suministro, formularios de
solicitud del servicio y otros rubros diferentes a la tarifa de conexión,
conceder plazos para la cancelación de las sumas correspondientes a la tarifa
de conexión, el valor de la acometida y el costo de las redes locales e instalar
pilas públicas para atender las necesidades de zonas urbanas de muy bajos
ingresos, sin urbanizador responsable y distantes de una red local de
acueducto. Todo ello consultando sus posibilidades económicas, mas siempre
acuciada por el sentimiento de que la comunidad, como acreedora que es del
servicio, actúa legítimamente cuando lo reclama y aguarda su obtención en
plazo razonable. Sólo así se puede decir que se aplica la Constitución de 1991
en su dimensión social.
6. Esta Sala encuentra también que de
conformidad con los artículos 3o. y 6o. del Decreto Ley 1842 de l991, las
Empresas encargadas de prestar los servicios públicos domiciliarios están
facultadas para legalizar el suministro de cualesquiera de estos servicios,
previo pago de la tarifa de conexión si hubiere lugar a ello y el estudio de
la posibilidad técnica de la prestación del mismo.
Así mismo y en
avenencia con el artículo 33 del Decreto Ley 0951 de l989, atrás citado, la
entidad responsable de la prestación del servicio de acueducto y alcantarillado
podrá además contemplar la posibilidad de amnistiar las instalaciones
clandestinas de que dan cuenta las actuaciones procesales. Ello también,
siempre y cuando las usuarias soliciten regularizar su situación, pues, como se
ha dicho, no han presentado solicitud alguna.
En mérito de lo
expuesto la Sala de Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia
en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
FALLA:
Primero: Confirmar la sentencia del Juzgado Segundo
Civil Municipal de Ocaña, de 12 de febrero de l992, mediante la cual se negó la
tutela solicitada por LUZ MARINA BECERRA NAVARRO y HENETH DURAN, por las
razones expuestas en la parte considerativa del presente fallo.
Segundo: Comuníquese al Juzgado Segundo Civil
Municipal de Ocaña la presente decisión para que sea notificada a las partes
conforme a lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto 2591 de l991, con entraga
de copia del presente fallo.
COMUNIQUESE Y NOTIFIQUESE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado Ponente
JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN CIRO ANGARITA BARON
Magistrado
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALENO
Secretaria General
1 Véase en ALESSANDRO , Pizzoruso. Lecciones de Derecho
Constitucional. Pág. 169. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid 1984. |
67 | T-433-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-433/92
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/CADUCIDAD/ACCION DE
TUTELA CONTRA SENTENCIAS
Consiste la
caducidad en el fenómeno procesal de declarar extinguida la acción por no
incoarse ante la jurisdicción competente dentro del término perentorio
establecido por el ordenamiento jurídico para ello. Opera la caducidad ipso
jure, vale decir que el juez puede y debe declararla oficiosamente cuando
verifique el hecho objetivo de la inactividad del actor en el lapso consagrado
en la ley para iniciar la acción. Este plazo no se suspende ni interrumpe, ya
que se inspira en razones de orden público, lo cual sí ocurre en tratándose de
la prescripción civil, medio éste de extinguir las acciones de esta clase. La
caducidad viene a erigirse en factor de incompetencia para esta Corte, pues,
demostrada su existencia, no le es dable a ella avocar el conocimiento del
negocio.
SALA DE REVISION No. 6
Ref.: Proceso de tutela No. 998
Acción de tutela contra omisiones
del Juzgado Penal Municipal de
Santafé de Bogotá, D.C., en el
proceso de estafa adelantado contra
el demandante.
Tema: Caducidad de la presente acción de
tutela.
Demandante:
EDUARDO DAZA RUIZ.
Magistrados:
DR. SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Ponente
DR. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
DR.
CIRO ANGARITA BARON.
Santafé de Bogotá,
D.C., veinticuatro (24) de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión
de Tutelas de la Corte Constitucional integrada por los Magistrados Simón
Rodríguez Rodríguez, Jaime Sanín Greiffenstein y Ciro Angarita Barón, entra al
examen de la acción de tutela que ha llegado a su conocimiento y que fue
decidida en sentencia dictada por el Juzgado 33 Penal Municipal de Santafé de
Bogotá, D.C.
I. ANTECEDENTES.
Con fundamento en
los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de
l991, la Sala de Selección de la Corte Constitucional escogió la acción de
tutela de la referencia.
Con base en el
artículo 34 del Decreto 2591 de l991, la Sala de Revisión No. 6 de la Corte
entra a dictar la sentencia correspondiente.
A.
HECHOS DE LA DEMANDA.
Se fundamenta la
demanda de tutela presentada ante el Tribunal Superior de Santafé de Bogotá en
los siguientes hechos:
Encontrándose
Eduardo Daza Ruíz a órdenes del Juzgado 48 de Instrucción Criminal de Santafé
de Bogotá, el Juzgado 18 Penal Municipal de esta capital lo llamó a rendir
indagatoria por el delito de estafa, a reconocimiento en fila y lo notificó de
que debía pagar una caución prendaria de tres salarios mínimos, los cuales se
cancelaron oportunamente.
Manifiesta que no es
culpable del delito que se le endilga porque al practicársele el examen
grafológico, no se le comprobó la autoría de los manuscritos. Refiere que ha
enviado memoriales al juzgado, sin tener contestación alguna desde que la
oficina jurídica de la Cárcel Modelo ofició a dicho Juzgado, solicitándole si
lo requería. Desde ese momento, no se le ha notificado nada, motivo por el
cual se vió en la necesidad de pedir información a la Cárcel sobre su hoja de
vida, apareciéndole condena por el Juzgado 18 Penal Municipal de esta ciudad
por el delito de estafa.
Alega que no pudo
conocer cómo se resolvió su situación jurídica, y que no se le dió traslado
para alegar de conclusión como tampoco saber qué decía la resolución de
acusación.
B.
DERECHOS VULNERADOS.
El demandante
expresa que se le ha desconocido el Derecho a la Defensa.
C.
PETICIONES DE LA DEMANDA.
Solicita Eduardo
Daza Ruíz que le sean corregidas las omisiones cometidas por el Juzgado 18
Penal Municipal de Santafé de Bogotá, conocedor de la investigación por el
delito de estafa.
D.
DECISIONES.
1. Previamente,
auto del Tribunal Superior del Distrito Judicial (Sala Penal) de Santafé de
Bogotá, de 13 de febrero de l.992.
En primer lugar la
Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, se
abstuvo de conocer la acción de tutela promovida por Eduardo Daza Ruíz, por no
tener competencia para ello.
Los siguientes
fueron los argumentos que tuvo dicha Sala al efecto:
Aduce el Tribunal
que "el legislador no dejó al capricho de los promotores la escogencia
del funcionario que deba ocuparse de resolver sobre la acción de tutela,
instrumento que como se sabe no constituye una instancia más, sino un mecanismo
que se le ofrece a toda persona para que pueda reclamar ante los jueces, por sí
misma o por quien actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos
constitucionales fundamentales, cuando quiera que estos resulten vulnerados o
amenazados por acción u omisión de cualquier autoridad pública, o cualquier
particular en determinados casos".
De igual forma se
pronunció la H. Corte Suprema de Justicia en providencia de 11 de diciembre de
l991, en caso similar.
Sostiene el Tribunal
que si bien el artículo 37 del Decreto 2591 de l991, preceptúa que "son
competentes para conocer de la acción de tutela, a prevención, los jueces o
tribunales con jurisdicción en el lugar donde ocurriere la violación o la
amenaza que motivaron la presentación de la solicitud; empero, en virtud del
principio de la especialidad priva la observancia del citado artículo 40
ibídem, norma que propende porque sea el inmediato superior jerárquico del
funcionario o juez, ya sea unipersonal o colegiado que dictó la providencia, el
que conozca de la acción de tutela.
Quiere esto
decir, que es el Juez del Circuito en lo Penal a quien corresponde conocer
de la referida acción de tutela, de acuerdo con el artículo 37 del Decreto 2591
de l991, ya que el Juzgado Penal Municipal de esta capital fué quien dictó
sentencia condenatoria por el delito de estafa.
La Sala Penal del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, remitió en
consecuencia al Juez Penal del Circuito (reparto) la acción de tutela de
Eduardo Daza Ruíz, mediante oficio número 489 del día 14 de febrero de l992 y
le correspondió al Juez 33.
2. Juzgado
Treinta y Tres Penal del Circuito de Santafé de Bogotá, D.C. Proveido de 20 de
febrero de l992.
1. Dice que el actor
fué condenado a la pena de 16 meses de prisión por el Juzgado 18 Penal
Municipal de esta misma ciudad, mediante sentencia del día 23 de octubre l991.
2. La Sentencia se
notificó personalmente a las partes el día 28 de los mismos mes y año.
3. La sentencia fué
publicada por edicto en la Secretaría del Juzgado, por el término legal.
4. El día 30 de
octubre del mismo año se desfijó el edicto, lo que quiere decir, según el
Juzgado, que la providencia quedó debidamente ejecutoriada y en consecuencia
dicha providencia hace tránsito a cosa juzgada.
5. El día 6 de
febrero de l992, el condenado Eduardo Daza Ruíz, presenta ante el H. Tribunal
Superior de esta capital, la acción de tutela para que se le restablezcan sus
derechos vulnerados, los cuales le han producido graves perjuicios.
6. De acuerdo con el
artículo 11 del Decreto 2591 de l991, se concluye que la presente acción de
tutela fué presentada contra una providencia que pone fín a un proceso como lo
es la sentencia condenatoria.
7. La sentencia a
que se refiere el Juzgado en comento habrá quedado ejecutoriada hacía más de
tres (3) meses, luego la acción incoada ha caducado a términos
del artículo 11 del Decreto 2591 de l991 y por lo tanto, se abstiene de conocer
dicha acción.
E.
CADUCIDAD DE LA PRESENTE ACCION DE TUTELA.
1. Consiste la
caducidad en el fenómeno procesal de declarar extinguida la acción por no
incoarse ante la jurisdicción competente dentro del término perentorio
establecido por el ordenamiento jurídico para ello. Opera la caducidad ipso
jure, vale decir que el juez puede y debe declararla oficiosamente cuando
verifique el hecho objetivo de la inactividad del actor en el lapso consagrado
en la ley para iniciar la acción. Este plazo no se suspende ni interrumpe, ya
que se inspira en razones de orden público, lo cual sí ocurre en tratándose de
la prescripción civil, medio éste de extinguir las acciones de esta clase.
En fin de cuentas la
caducidad viene a erigirse en factor de incompetencia para esta Corte, pues,
demostrada su existencia, no le es dable a ella avocar el conocimiento del
negocio.
2. Previene el
artículo 11 del Decreto 2591 de 1991 que "la acción de tutela podrá
ejercerse en todo tiempo salvo la dirigida contra sentencias o providencias
judiciales que pongan fin a un proceso, la cual caducará a los dos meses de
ejecutoriada la providencia correspondiente".
3. En la
providencia del Juez 33 Penal del Circuito de Santafé de Bogotá se da cuenta
de que "al folio 143 del cuaderno principal, aparece la providencia
por medio de la cual el Juzgado 18 Penal Municipal de esta capital condenó a
Eduardo Daza Ruíz a la pena principal de dieciseis meses de prisión en octubre
23 de 1991; en 28 del mismo mes y año se notificó personalmente a las partes,
es decir al Ministerio Público y se publicó edicto que permaneció fijado en lugar
público de la Secretaría por el término legal, siendo desfijado el 30 de
octubre del mismo año, es decir que la providencia quedó debidamente
ejecutoriada, dicha providencia ya hace tránsito a cosa juzgada..." ...
"...se concluye que la presente acción de tutela se presentó contra una
providencia que pone fin a un proceso, como lo es la sentencia
condenatoria...", todo lo cual indica que para la fecha en que se
introdujo la acción ante el Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, D.C. el 6
de febrero de 1992, se había producido la caducidad de los dos meses de que
trata el mencionado artículo 11 del Decreto 2591 de 1991.
Ello conduce
inevitablemente a que esta Corte confirme la sentencia del susodicho Juzgado 33
Penal del Circuito que se pronunció en el mismo sentido y así se resolverá.
3. Habrá
próximamente por esta Corporación de adelantarse el examen de la procedencia o
no de la acción de tutela contra sentencias ejecutoriadas, y para entonces se
tomará la decisión que corresponda por su Sala Plena.
En mérito de lo
expuesto, la Sala de Revisión No. 6 de la Corte Constitucional, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
FALLA:
Primero: Confírmase la providencia del Juzgado 33
Penal del Circuito de Santafé de Bogotá, D.C. de 20 de febrero de 1992.
Segundo: Comuníquese al Juzgado 33 Penal del
Circuito de Santafé de Bogotá, D.C., la presente decisión para que sea
notificada a las partes conforme a lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto
2591 de l991.
Tercero: Comuníquese a la Sala Penal del Tribunal
Superior de Bogotá de que se da cuenta en la presente providencia y envíese
copia de esta sentencia.
COMUNIQUESE Y NOTIFIQUESE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado Ponente
JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN CIRO ANGARITA BARON
Magistrado
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
68 | T-436-92
Sentencia No
Sentencia No. T-436/92
DERECHO DE DEFENSA/DERECHOS
FUNDAMENTALES/DEFENSORIA PUBLICA
Tanto el Constituyente colombiano, como el
legislador, han previsto los mecanismos adecuados para garantizar,
necesariamente, el adecuado derecho a la defensa. Tanto es así, que en ausencia
del defensor público, debe, de todas maneras, nombrarse un defensor de oficio.
El derecho de defensa es, pues, un derecho fundamental autonómo, ligado
inextricablemente al debido proceso, que permite garantizar la realización de
otros derechos, como la libertad, la petición y la vida. El Estado dispone, al
menos normativamente, de los instrumentos para hacerlo efectivo, mediante
mecanismos tales como la defensoría pública, la cual ha quedado radicada en
cabeza del Defensor del Pueblo. De esa manera se vela mejor por la promoción,
ejercicio y divulgación de los derechos humanos, función principal de dicho
funcionario. Para que este derecho fundamental adquiera todo su vigor, debe
entenderse que el abogado debe ser, ante todo, un defensor del derecho y aunque
la defensa sea esencialmente técnica, requiere además de una dimensión humana
inmensa.
ACCION DE TUTELA-Alcance/DERECHO DE DEFENSA-Efectividad
No obstante que
no ha habido ninguna acción u omisión violadora de derechos fundamentales, lo
cierto es que la tutela puede ser un mecanismo idóneo para garantizarlos y
hacerlos efectivos y el juez de la misma está autorizado para tomar las medidas
conducentes para ello. Dicho en otros términos: no se requiere de una acción o
de una omisión de las autoridades para que el juez de tutela pueda dar la orden
respectiva. En este caso, por ejemplo, el peticionario carece de un servicio de
defensa para interponer el recurso extraordinario de revisión. Esa carencia no
es atribuible a una negligencia estatal, sino más bien a una circunstancia
estructural, y al hecho de que el peticionario no ha puesto en conocimiento de
las autoridades la necesidad de dicho servicio. A través de la tutela, bien
puede garantizarse la efectividad de ese derecho. La alternativa contraria, es
decir, denegar la tutela por cuanto no está claramente determinado el sujeto
activo de la violación, es desproteger el derecho fundamental vulnerado, y,
sobre todo, el derecho fundamental a la protección inmediata de los derechos
fundamentales. Por eso, la orden puede ir encaminada al organismo que tenga más
posibilidades de garantizar el derecho, aunque la vulneración no sea atribuible
a dicho organismo. Se trata simplemente de hacer efectivo un derecho
fundamental, no de establecer responsabilidades.
REF:
EXPEDIENTE T-1507
PROCEDENCIA:
CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA -SALA PENAL-
PETICIONARIO:
LUIS FRANCISCO GRANADOS
GONZALEZ
MAGISTRADO
PONENTE: CIRO ANGARITA BARON
La Sala Primera de Revisión de la Corte
Constitucional integrada por los magistrados Ciro Angarita Barón, Eduardo Cifuentes
Muñoz y José Gregorio Hernández Galindo, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
SENTENCIA
en el proceso de acción de tutela
instaurado por Luis Francisco Granados González y fallado en primera y única
instancia por la Sala Penal de la Honorable Corte Suprema de Justicia.
I. ANTECEDENTES.
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Nacional y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el expediente el día 24 de
marzo del presente año.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entrara a dictar
sentencia de revisión.
A. Hechos
El 21 de Diciembre de 1988, el Juzgado
promiscuo municipal de La Belleza, Santander, previa indagatoria, profirió en
contra de Luis Francisco Granados González, medida de aseguramiento consistente
en detención preventiva sin derecho a la libertad provisional, por el delito de
homicidio en la persona de Vicente Ferrer González.
El 31 de Marzo de 1989, el Juzgado 12 de
Instrucción Criminal de San Gil procedió a calificar el mérito del sumario,
profiriendo resolución de acusación contra el sindicado, por el delito de
homicidio y ordenó además que se investigara un delito de hurto del cual
también se le acusaba. En la providencia, se anota que el defensor no presentó
oportunamente los alegatos previos a esta calificación.
Por su parte, el juzgado 10 de Instrucción
Criminal de San Gil, profirió resolución de acusación contra Granados González
por los delitos de hurto y homicidio en la persona de Luis Alfonso González
Rojas, cometidos el 20 de Julio de 1988, razón por la cual el Juzgado Quinto
Superior de San Gil, que estaba conociendo del primer proceso, decidió, el 23
de Enero de 1990, acumular las dos causas procesales.
El 23 de Octubre de 1990 se llevó a cabo la
audiencia pública con participación de la Dra. Esperanza Gómez Cordovez como
fiscal y del Dr. Jaime Uribe Celis como defensor. El sindicado estuvo presente
en esta diligencia. El fiscal solicitó que se le declarara culpable del delito
de homicidio contra Ferrer González, pero que se le absolviera de todos los
demás cargos. La defensa estuvo de acuerdo con el fiscal en lo relativo a la
absolución de algunos cargos, pero sostuvo que también debía ser absuelto por
los cargos del homicidio contra Ferrer, por cuanto las pruebas no eran
contundentes.
El 7 de Noviembre de 1990, el Juzgado
Quinto Superior profirió la sentencia respectiva, en la cual halló culpable de
todos los cargos al sindicado y lo condenó a 24 años de prisión, le impuso como
condena accesoria la interdicción de derechos y funciones públicas por 10 años
y una indemnización por perjuicios materiales de cinco millones de pesos (en
total por los dos procesos) y de dos mil gramos oro por perjuicios morales (en
total).
La sentencia condenatoria fue apelada por
el condenado y de esa apelación conoció la Sala Penal del Tribunal Superior de
San Gil. El 24 de Junio de 1991 se profirió la respectiva sentencia de segunda
instancia.
La Fiscal del Tribunal solicitó
confirmación del fallo apelado.
El Tribunal consideró que la sentencia de
primera instancia merecía todo respaldo; que el procesado pertenecía además a
una banda que tenía azotada la región; que si se demoraron en aparecer los
testigos, ello se debió al temor de denunciar; que las declaraciones favorables
de otros testigos, obedecen a una coartada de la banda, que además tiene el
respaldo del ejército; que el asesinato de Ferrer, se realizó con insidia,
razón por la cual debería haberse impuesto una pena más grave, que
"desafortunadamente" no se puede imponer porque ello atentaría contra
el derecho de defensa; que parece evidente que la coartada del sindicado fue
hábilmente preparada por organismos de inteligencia militar, que respaldaban al
grupo paramilitar del cual hacía parte el homicida; que la pena impuesta es
correcta, pero no así el monto de la indemnización, que se modifica. Termina el
Tribunal confirmando la sentencia condenatoria recurrida, con una modificación
relativa al monto de la indemnización de perjuicios.
B. La acción
El 11 de Febrero de 1992, el condenado
interpuso acción de tutela ante el Tribunal Superior de Cúcuta. Afirma que la
Corte Suprema de Justicia ha exigido, en reiteradas jurisprudencias, que el
recurso extraordinario de revisión sea interpuesto mediante abogado titulado;
que él ha encontrado fallas que ameritan una revisión de la sentencia;
interpone la tutela, en últimas, para que se le dé cabal aplicación al art.
131 del Código de Procedimiento Penal, que establece una defensoría pública de
oficio, pues no tiene recursos para costear los honorarios de un abogado
titulado.
El 12 de Febrero de 1992, se le tomo
declaración juramentada al peticionario, quien relató el trámite procesal que
arriba se ha descrito, haciendo énfasis en que la apelación la había presentado
sin asistencia de apoderado y en que en la segunda instancia no contó con
abogado en ningún momento.
El 13 de Febrero de 1992, el Tribunal
decidió enviar la acción de tutela a la Corte Suprema de Justicia, por ser esta
el organismo competente para conocer de ella, en aplicación del art. 40 del
Decreto 2591 de 1991.
c. Decisión de primera instancia
La Corte Suprema de Justicia, Sala Penal,
con ponencia del magistrado Jorge Carreño Luengas, rechazó la tutela con base
en consideraciones que se pueden resumir así:
- Si la sentencia de segunda instancia hizo
tránsito a cosa juzgada, por no haberse interpuesto contra ella el recurso
extraordinario de casación, la acción de tutela no puede prosperar, porque ella
es un mecanismo excepcional y subsidiario y no adicional; la tutela no es una
instancia, sino una medida cautelar. Por ello no procede en casos como estos.
- Tampoco procede la tutela con respecto al
recurso extraordinario de revisión, por cuanto le correspondía al peticionario
elevar la solicitud a la defensoría Pública del Ministerio de Justicia, para
que esta dependencia nombrara un abogado que verificara la procedencia de dicho
recurso extraordinario. El peticionario no da cuenta de que se le haya negado
alguna solicitud a la defensoría pública, o que no se le hubiese respondido.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
A. El debido proceso en la nueva
Constitución
El constituyente de 1886 consagró en el
artículo 26 de la constitución de aquel año una norma del siguiente tenor:
Art. 26: Nadie podrá
ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se impute, ante
Tribunal competente, y observando la plenitud de las formas propias de cada
juicio.
En materia criminal,
la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de
preferencia a la restrictiva o desfavorable"
Con la reforma constitucional de 1936, esta
disposición pasó a ser el artículo 22 de la Carta, manteniendo intacta su
redacción. Con la codificación de 1945, volvió a quedar ubicado en el artículo
26, sin modificación alguna.
En el fallido intento de reforma
constitucional de 1979, el artículo no fue modificado. Sin embargo, se
consagró una norma de carácter complementario a esta, al atribuirle al
Procurador General de la Nación, la función de velar por la integridad del
derecho de defensa y por la legalidad de los procesos penales. Como se sabe,
esta reforma constitucional fue declarada inexequible en su totalidad por la
Corte Suprema de Justicia, mediante sentencia de noviembre 3 de 1981.
De tal manera que el 4 de Julio de 1991,
cuando entró a regir la nueva Constitución, el artículo se encontraba tal cual
y como lo había redactado, en su sabiduría, el constituyente de 1886.
Tal artículo, junto con las normas que lo
complementaban, fue considerado por la doctrina y la jurisprudencia colombiana,
como el pilar básico del derecho fundamental al debido proceso. Sirvió también
de fundamento a todos los códigos procesales e hizo que se anulara, por
inconstitucional, cualquier sentencia que se hubiera producido con violación
del debido proceso.
Como normas constitucionales
complementarias consagraron también las siguientes:
- El Art. 23 que prohibía las detenciones,
los registros de domicilios, sin el cumplimiento de las formalidades legales;
- el Art. 25, que prohibía obligar a los
ciudadanos a declarar contra sí mismos o contra sus parientes en determinados
grados de consanguinidad o afinidad;
-el art. 27, que establecía los casos
excepcionales, en que se podía castigar sin juicio previo;
- el art. 28, que reiteraba expresamente el
principio de legalidad en materia penal, estableciendo una excepción cuando
hubiera graves motivos para temer una perturbación del orden público;
- el art. 78, # 6 que prohibía al Congreso
y a cada una de sus Cámaras, decretar actos de proscripción o persecución
contra personas o corporaciones;
- el art. 164, que en su segundo inciso,
contemplaba la posibilidad a la ley de instituír jurados por causas criminales.
Era, como se ve, todo un sistema un tanto
disperso, de garantías en favor del ciudadano, que limitaban el poder del
Estado para juzgar y condenar arbitrariamente.
La Constitución de 1991, no introdujo
modificaciones sustanciales al debido proceso, pero lo sistematizó, agrupando
las normas relativas al mismo en los artículos 28 a 32 de la Carta. El artículo
central, es el 29 según se desprende de su tenor:
"El debido
proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas.
Nadie podrá ser
juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se imputa, ante juez o
tribunal competente, y con observancia de la plenitud de las formas propias de
cada juicio.
En materia penal,
la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de
preferencia a la restrictiva o desfavorable.
Toda persona se
presume inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable. Quien
sea sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado
escogido por él, o de oficio, durante la investigación y el juzgamiento; a un
debido proceso público sin dilaciones injustificadas; a presentar pruebas y a
controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la sentencia
condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho.
Es nula, de pleno
derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso".
La Constitución no hizo otra cosa sino
hacer explícitos algunos principios que se entendían implícitos y vigentes a
la luz del texto anterior.
Repite, con la misma redacción el art. 26
anterior, el principio del debido proceso, haciéndolo extensivo a toda clase
de actuaciones judiciales y administrativas.
Hace específica mención del derecho de
defensa, que debe garantizarse tanto en la investigación como en el juzgamiento.
Sobre la base de la presunción de
inocencia, ordena la aplicación del principio de la irretroactividad de la ley
y reitera que nadie puede ser considerado culpable, sin haber sido oído y
vencido en juicio.
Añade, por último, que nadie puede ser
juzgado dos veces por el mismo hecho, lo que en doctrina jurídico penal se
conoce como el "non bis in idem" eadem".
Sin embargo, debe resaltarse el afán del
Constituyente de hacer expreso el derecho a la defensa, que antes se
había entendido como un elemento más del debido proceso. Hoy en día, es claro
que constituye un elemento diferenciado, con autonomía y alcances propios y
particulares.
B. El derecho a la defensa
Los tres grandes universos del proceso
penal son la acusación, la defensa y el juzgamiento.
La acusación es el mecanismo por el cual el
Estado se entera de la posible comisión de uno o varios delitos y ayuda al
Estado a formarse una idea de los elementos del mismo (autor, circunstancias,
móviles víctima, etc).
La defensa es indispensable para la
protección del inculpado y para la investigación de la verdad.
En el juzgamiento, con base en los
elementos de juicio aportados por los otros dos, se decide si se impone una
pena, y en tal caso, cuál.
La defensa, que es el elemento del proceso
que nos interesa para el caso, tiene una función y una finalidad definidas.
Para que haya un proceso propio de un Estado de derecho es irrenunciable que el
inculpado pueda tomar posición frente a los reproches formulados en su contra y
que se consideren en la obtención de la sentencia los puntos de vista sometidos
a discusión. La exposición razonada de los argumentos y pruebas del sindicado
no sólo sirven al interés individual de éste, sino también al esclarecimiento
de la verdad.
La meta de todo proceso judicial, que es
hallar la verdad, se alcanza en la mejor forma por medio de un proceso en que
se pongan en discusión los argumentos y contraargumentos ponderados entre sí,
en que se miren los aspectos inculpatorios y los exculpatorios. En definitiva,
se trata de un proceso dialéctico.
Con miras a garantizar que esa defensa
judicial sea efectiva, la constitución y la ley han establecido que deba
hacerse preferentemente a través de abogado. Así lo afirma la Constitución Nacional,
al establecer que :
"...Quien
sea sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado
escogido por él, o de oficio, durante la investigación y el
juzgamiento..."
La razón de ser de esta norma, común en
casi todas las constituciones del mundo, la explica Klaus Tiedemann1
de la siguiente manera:
"Con
frecuencia, el mismo inculpado no puede exponer su punto de vista en la forma
exigida, y tampoco, en absoluto, defender él mismo la función de un control de
los órganos de la justicia. Esto depende muchas veces de que no está en
situación de referir su situación oralmente o por escrito. Ante todo, le falta
el conocimiento necesario sobre las cuestiones jurídico-procesales y
materiales. También está a menudo confundido por la situación del proceso
penal, para él desacostumbrada, y por esto no se encuentra en condiciones de
apreciar objetivamente las cosas. Si se encuentra el inculpado en prisión
provisional, entonces está todavía más claramente limitado respecto a sus
posibilidades de defensa, especialmente en lo relativo a examinar
circunstancias exculpatorias. El inculpado, no tiene normalmente, por lo tanto,
ninguna oportunidad de triunfo...Por eso, en interés de la 'limpieza' del
proceso penal, así como del hallazgo de la verdad, es irrenunciable el que sea
puesto al lado del inculpado, en todos los casos importantes, una persona
correspondientemente formada, el defensor.
"El defensor
es por esto, en primer lugar, ayudante del inculpado y ha de defender
sus derechos..."
La exigencia constitucional tiene,
entonces, un doble alcance: ayudarle al sindicado y colaborar en la búsqueda y
final encuentro con la verdadera realidad de los hechos que se investigan. Por
ello, todas las legislaciones modernas contemplan una serie de derechos para el
defensor, entre los cuales se destacan el derecho a comunicarse, por escrito u
oralmente, sin impedimento, con el inculpado; examinar y objetar todas las
actuaciones judiciales, haciendo uso, si fuere el caso, de todos los recursos
legales disponibles; solicitar la práctica de pruebas; mantener informado a su
defendido de todas las circunstancias y elementos jurídicos; presentar
solicitudes respetuosas al juez y solicitar la absolución, sobre todo en caso
de duda. Y por supuesto, tiene también una serie de obligaciones, la más
importante de las cuales es guardar discreción absoluta con respecto a lo que
sepa por parte de su mandante.
Quizá sea Francesco Carnelutti quien mejor
ha definido el papel del abogado defensor cuando afirma:
"Acusador y
defensor son, en último análisis, dos razonadores: construyen y exponen las
razones. Su oficio es razonar. Pero un razonar, con licencias, de pie forzado.
Un razonar en modo diverso del razonar del juez. No es quizá muy fácil de
comprender; pero si no se comprende esto, tampoco se comprende el proceso; y no
basta que comprendan los juristas, porque este es el punto respecto del cual
los profanos pueden tener en torno al proceso impresiones falaces y nocivas
para la civilidad. Razonar es, en palabras sencillas, exponer premisas y sacar
consecuencias: el imputado ha confesado haber matado, así, pues, él ha matado.
En términos de lógica, primero vienen las premisas y después las consecuencias.
Así procede el razonador imparcial. Y es esto lo que escandaliza a la gente. A
pesar del escándalo, el defensor no es imparcial porque no debe serlo. Y porque
no es imparcial el defensor, tampoco puede ser ni debe ser imparcial su
adversario. La parcialidad de ellos es el precio que se debe pagar para obtener
la imparcialidad del juez, que es, pues, el milagro del hombre, en cuanto,
consiguiendo no ser parte, se supera a sí mismo. El defensor y el acusador
deben buscar las premisas para llegar a una conclusión obligada."
"Todo esto
puede parecer absurdo. Y, sin embargo, la clave del proceso está aquí. Malo
sería si el juez se contentase con razonar así: el imputado ha confesado haber
matado. Por lo tanto ha matado. Hay también casos en los cuales un hombre
confiesa un delito que no ha cometido: hemos visto padres que se acusaban para
salvar al hijo, y también hijos que se sometían al mismo sacrificio para salvar
a su padre. Esto es tan cierto -y no por la sola razón que acabo de indicar-
que incluso el Código Penal castiga a aquellos que denuncian contra la verdad
ser culpables de un delito. Esto quiere decir que incluso cuando existen
pruebas evidentes de la culpabilidad o de la inocencia, antes de condenar o
absolver es necesario continuar en la investigación hasta haber agotado todos
los recursos. Pero para hacer esto, el juez debe ser ayudado; por si solo, no
lo lograría. Su ayudante natural es el defensor, este amigo del imputado, el
cual, naturalmente, tiene el interés de buscar todas las razones que pueden
servir para demostrar la inocencia de aquel. El defensor, pues, es y debe ser
un razonador de pie forzado, esto es, un razonador parcial; un razonador que
trae el agua a su molino."2
Lo dicho hasta aquí es aplicable en su
totalidad al derecho colombiano.
El Nuevo Código de Procedimiento Penal,
vigente desde el primero de julio consagra expresamente el derecho a la
defensa ( inciso segundo artículo primero) para ajustarse en debida forma a lo
establecido en la nueva Constitución. Dicho artículo es reproducción exacta de
lo establecido en el art. 29 de la C.N. Sin embargo, el proyecto que el
gobierno presentó a la Comisión Legislativa era aún más claro pues decía:
"En materia
penal el debido proceso comprende...el derecho de defensa, mediante el cual
toda persona a la que se impute la comisión de un hecho punible, tiene derecho
a defenderse personalmente y a la asistencia de un abogado nombrado por el o
asignado por el Estado. Incluye el derecho a ser informado debidamente,
mediante notificación, de toda acusación formulada en su contra."
Para el caso que ocupa a esta Corte, es de
particular interés la figura de la defensoría pública, pues a ella hace
referencia el peticionario.
C. La defensoría pública
El régimen de la defensoría pública de
oficio que se regulaba en el artículo 131 del Código de Procedimiento Penal ha
sufrido una transformación en el vigente que entró a regir desde el primero de
julio. En el artículo 140 de esta nueva codificación, se establece que:
"El servicio
de defensoría pública, bajo la dirección y organización del defensor del
pueblo, se prestará en favor de quienes carecen de recursos económicos para
proveer su propia defensa a solicitud del sindicado, el ministerio público o el
funcionario judicial"
El artículo simplemente está desarrollando
los artículos 281 y 282 de la Constitución Política, el primero de los cuales
crea la figura del Defensor del Pueblo y el segundo le asigna, entre otras
funciones, la de organizar y dirigir la Defensoría Pública en los términos que
señale la ley.
Con respecto al art. 140, arriba citado,
Cuervo Pontón ha dicho:
"La
defensoría pública es el contrapeso esencial dentro del sistema acusatorio
frente a los poderes de la fiscalía. La garantía del derecho de defensa sólo
será posible cuando el Estado cuente con una defensoría pública fuerte que
supla efectivamente la falta de apoderado escogido por el imputado"3
Todas las consideraciones anteriores,
llevan a la Corte a afirmar que tanto el Constituyente colombiano, como el
legislador, han previsto los mecanismos adecuados para garantizar,
necesariamente, el adecuado derecho a la defensa. Tanto es así, que en ausencia
del defensor público, debe, de todas maneras, nombrarse un defensor de oficio.
El derecho de defensa es, pues, un derecho
fundamental autónomo, ligado inextricablemente al debido proceso, que permite
garantizar la realización de otros derechos, como la libertad, la petición y la
vida. El Estado dispone, al menos normativamente, de los instrumentos para
hacerlo efectivo, mediante mecanismos tales como la defensoría pública, la cual
ha quedado radicada en cabeza del Defensor del Pueblo. De esa manera se vela
mejor por la promoción, ejercicio y divulgación de los derechos humanos,
función principal de dicho funcionario.
Por supuesto, para que este derecho
fundamental adquiera todo su vigor, debe entenderse que el abogado debe ser,
ante todo, un defensor del derecho y aunque la defensa sea esencialmente
técnica, requiere además de una dimensión humana inmensa. La defensa implica
la existencia de un hombre comprensivo y capaz de afrontar la realidad, que
brinde confianza y amistad al sindicado. El defensor es el "oído y boca
jurídicos del asistido". Estas exigencias no se atenúan, y por el
contrario, son mayormente válidas, cuando el defensor es de oficio, pues
representa al Estado, no sólo acusando e investigando, sino también protegiendo
y garantizando, todo desde una perspectiva humana que realiza los principios
del artículo primero de la Constitución.
D. El caso en concreto
Teniendo en mente las consideraciones
anteriores, la Corte entra a estudiar el caso en concreto para lo cual se
considera:
- El proceso penal que culminó con la
sentencia condenatoria del peticionario, se ciñó al debido proceso legal y las
diversas providencias de primera y segunda instancia revelan un cuidadoso y
ponderado estudio, tanto de las pruebas, como de los argumentos aportados por
cada una de las partes.
- Sin embargo, es claro que, al menos en
la segunda instancia, el sindicado careció de una defensa técnica adecuada.
Aunque el Tribunal afirma en la sentencia de segunda instancia que el sindicado
ha estado asistido por los organismos de inteligencia del Ejército, lo cierto
es que faltó una asistencia verdaderamente técnica- jurídica.
- Lo anterior puede hacer procedente la
eventual revisión de esa sentencia condenatoria. Para saber si es procedente
interponer ese recurso extraordinario, el condenado requiere, pues así lo
establece la ley, la asistencia de un defensor. No puede, en este caso, actuar
a nombre propio.
- Es cierto también que, como lo dice la
Corte Suprema de Justicia, el peticionario no acudió al organismo
administrativo correspondiente para solicitar el servicio de defensoría. Por
ello no se puede hablar de que haya habido una omisión o una acción vulneradora
de derechos fundamentales. No se le puede reprochar aquí nada al Estado, pues
no estaba en conocimiento de que el peticionario requiriera de un defensor para
interponer un recurso extraordinario.
- No obstante lo anterior, -esto es, que no
ha habido ninguna acción u omisión violadora de derechos fundamentales- , lo
cierto es que la tutela puede ser un mecanismo idóneo para garantizarlos y
hacerlos efectivos y el juez de la misma está autorizado para tomar las medidas
conducentes para ello. Dicho en otros términos: no se requiere de una acción o
de una omisión de las autoridades para que el juez de tutela pueda dar la orden
respectiva.
- En este caso, por ejemplo, el
peticionario carece de un servicio de defensa para interponer el recurso
extraordinario de revisión. Esa carencia no es atribuible a una negligencia
estatal, sino más bien a una circunstancia estructural, y al hecho de que el
peticionario no ha puesto en conocimiento de las autoridades la necesidad de dicho
servicio. A través de la tutela, bien puede garantizarse la efectividad de ese
derecho.
- La alternativa contraria, es decir,
denegar la tutela por cuanto no está claramente determinado el sujeto activo de
la violación, es desproteger el derecho fundamental vulnerado, y, sobre todo,
el derecho fundamental a la protección inmediata de los derechos fundamentales.
Por eso, la orden puede ir encaminada al organismo que tenga más posibilidades
de garantizar el derecho, aunque la vulneración no sea atribuible a dicho
organismo. Se trata simplemente de hacer efectivo un derecho fundamental, no de
establecer responsabilidades.
- Por eso, no es de recibo la tesis de la
Corte Suprema, según la cual "no procede la tutela pretendida ya que el
peticionario no da cuenta de que se le haya negado alguna solicitud a la
Defensoría Pública o que no se hubiere dado la respuesta pertinente".
Esta Sala de Revisión, con miras a
garantizar los derechos fundamentales del peticionario, procederá a conceder la
tutela, haciendo énfasis en que la orden que se dé, no implica que es un
prejuzgamiento de determinada conducta estatal.
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera
de Revisión Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución
RESUELVE
PRIMERO.- Revocar la sentencia de la Corte Suprema de
Justicia- Sala Penal del 4 de Marzo de 1992, por la cual se denegó la tutela
interpuesta por Luis Francisco Granados González.
SEGUNDO.- Conceder la tutela interpuesta por Luis Francisco
Granados González ante la Corte Suprema de Justicia, para que se le designara
un defensor público de oficio.
TERCERO.- Ordenar al Defensor del Pueblo que, atendidas las
circunstancias particulares del caso, especialmente la relativa a la dificultad
insalvable que encontró para ejercer su derecho de defensa, designe un
defensor público de oficio para que estudie la posibilidad de interponer el
recurso extraordinario de revisión contra la sentencia proferida por el
Tribunal Superior de San Gil el 24 de Junio de 1991, en la cual se confirmó la
sentencia de primera instancia del Juzgado Quinto Superior del Socorro, que
condenó a Luis Francisco Granados González a 24 años de prisión por los delitos
de homicidio agravado, hurto y homicidio.
CUARTO.- En todos aquellos casos similares al presente por sus
hechos o circunstancias en los que un condenado por delito carezca de recursos
económicos necesarios que le impidan en absoluto contar con la debida
asistencia técnica, la doctrina constitucional enunciada en esta sentencia
tendrá el CARACTER OBLIGATORIO para las autoridades, en los términos del
artículo 23 del Decreto 2067 de 1991.
QUINTO.- ORDENAR que por Secretaría se envíe copia de esta
sentencia a la Corte Suprema de Justicia - Sala Penal- en la forma y para los
efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Con
aclaración de voto
(Aprobada según Acta No. 4 de la Sala de
Revisión No. 1, en Santafé de Bogotá, el primero (1o.) de julio de 1992).
Aclaración de voto Sentencia No. T-436
REVISION FALLO DE TUTELA-Finalidad/DERECHOS FUNDAMENTALES-Protección
(Aclaración de voto)
La tutela como tal (contra la sentencia),
no prospera, pues no se imparte una orden para que quien profirió el fallo
enmiende su sentido, sino que, habida cuenta de la probada circunstancia según
la cual el sindicado no fue asistido durante el proceso como lo establece
nuestro ordenamiento jurídico, se traslada al Defensor del Pueblo la
responsabilidad de buscar, atendida la situación particular del caso, que se
promueva el recurso extraordinario de revisión consagrado en la ley, si llegare
a ser procedente.
La Corte cumple con la finalidad buscada
por el Constituyente al encomendarle la revisión de fallos de tutela, entrando
a resolver en el fondo sobre la efectiva protección del derecho conculcado, sin
afectar el principio de la cosa juzgada y sin dejar despojado de protección al
peticionario.
Ref.:
Expediente T-1507
Peticionario:
LUIS FRANCISCO GRANADOS G.
Magistrado
Ponente:
Dr. CIRO
ANGARITA BARON
Santafé de Bogotá, primero de julio de mil
novecientos noventa y dos (1992).
Esta Sala ha optado, previo un juicioso
estudio del H. Magistrado Ponente, por conceder la tutela impetrada por el
demandante, revocando así la decisión judicial que la negaba.
Aunque de la exposición de los hechos
resulta que el peticionario, acusado de la comisión de varios delitos, fue
condenado y la sentencia correspondiente está ejecutoriada, como lo hace notar
el fallo de la H. Corte Suprema de Justicia que deniega la tutela, siendo
conocida mi posición en torno a la improcedencia de esta acción en tales
circunstancias, he votado favorablemente y en su integridad la ponencia
sometida al estudio de la Sala, por las siguientes razones, adicionales a las
que se consignan en la providencia misma:
1. El objeto de la tutela no es la sentencia
judicial ejecutoriada, razón que a mi juicio salva el principio de la cosa
juzgada, por cuanto ni se controvierte el fallo, ni se reinicia el proceso, ni
se aplica el mecanismo contemplado en el artículo 86 de la Constitución para
ordenar la práctica de pruebas que debieron tramitarse durante el proceso.
2. En el fondo, como tuve ocasión de
expresarlo durante las deliberaciones de la Sala, la tutela como tal (contra la
sentencia), no prospera, pues no se imparte una orden para que quien profirió el
fallo enmiende su sentido, sino que, habida cuenta de la probada circunstancia
según la cual el sindicado no fue asistido durante el proceso como lo establece
nuestro ordenamiento jurídico, se traslada al Defensor del Pueblo la
responsabilidad de buscar, atendida la situación particular del caso, que se
promueva el recurso extraordinario de revisión consagrado en la ley, si llegare
a ser procedente.
3. Así, la Corte cumple con la finalidad
buscada por el Constituyente al encomendarle la revisión de fallos de tutela,
entrando a resolver en el fondo sobre la efectiva protección del derecho
conculcado, sin afectar el principio de la cosa juzgada y sin dejar despojado
de protección al peticionario.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
1 Tiedemann, Klaus y otros. Introducción al derecho penal y al
derecho penal procesal. Editorial Ariel , Barcelona. 1989. Pg. 183
2 Carnelutti, Fracesco. Las miserias del proceso penal. Monografías
Jurídicas Temis, 1989, Bogotá. Pg 65.
3 Cuervo Pontón, Luis Enrique. Código de Procedimiento Penal
Comentado. Ministerio de Justicia, Bogotá, 1992.Pg 205. |
69 | T-437-92
tutelas de junio-92
Sentencia
No. T-437/92
ACCION
POPULAR-Finalidad/ACCION
DE TUTELA/PERJUICIO IRREMEDIABLE
La
defensa del ambiente sano concierne a la comunidad en cuanto tal y para el
amparo de los derechos que a ella corresponden ha sido previsto el mecanismo de
las acciones populares que, en ese sentido, tienen un objeto diferente al de la
acción de tutela. Eso explica el porqué de la norma contenida en el artículo
6º, numeral 3, del Decreto 2591 de 1991, a cuyo tenor no procede la acción de
tutela cuando se pretenda proteger los derechos mencionados en el artículo 88,
a menos que se trate de impedir un perjuicio irremediable.
Pero
si, además, una persona individualmente considerada puede probar que la misma
causa (perturbación del medio ambiente) está afectando o amenazando de modo
directo sus derechos fundamentales o los de su familia, al poner en peligro su
vida, su integridad o su salubridad, cabe la acción de tutela en cuanto a la
protección efectiva de esos derechos fundamentales en el caso concreto, sin que
necesariamente el amparo deba condicionarse al ejercicio de acciones populares.
ACCION
DE TUTELA/DERECHO AL AMBIENTE SANO
Una
acción de tutela instaurada por persona directa y ciertamente afectada
(artículo 10 del Decreto 2591 de 1991) puede prosperar en casos como el que se
estudia, claro está sobre la base de una prueba fehaciente sobre el daño
soportado por el solicitante o respecto de la amenaza concreta por él afrontada
en el campo de sus derechos fundamentales (artículo 18 Decreto 2591 de 1991).
Igualmente deberá acreditarse el nexo causal existente entre el motivo alegado
por el peticionario para la perturbación ambiental y el daño o amenaza que dice
padecer. Unicamente de la conjunción de esos tres elementos puede deducirse la
procedencia de la acción de tutela para que encaje dentro del artículo 86 de la
Constitución.
ACCION
DE TUTELA TRANSITORIA/PERJUICIO IRREMEDIABLE/JUEZ DE TUTELA
La
acción de tutela cabe únicamente cuando no existan otros medios judiciales para
la protección del derecho invocado (subsidiariedad), pero se excluye de esta
hipótesis el caso del perjuicio irremediable, el cual puede ser evitado por
medio de la intervención oportuna del juez a partir de una demanda de tutela.
En esas circunstancias, que deben ser evaluadas por el juzgador de manera
concreta, a fin de realizar la protección cierta del derecho mientras se
profiere la decisión de la autoridad en la vía judicial pertinente, la tutela
asume el carácter de remedio urgente cuya aplicación procede pese a la
existencia de otros procedimientos, si ellos carecen de la inmediatez
indispensable para que luego no resulten inútiles.
Los
hechos que hacen prever ese perjuicio irremediable, en cuanto dan lugar a la
adopción de medidas excepcionales de carácter transitorio tendientes a
evitarlo, deben acreditarse ante el juez competente para conocer de la acción
de tutela y a él corresponde la evaluación concreta de los mismos en orden a
adoptar la decisión que resulte urgente para proteger el derecho mientras opera
el otro medio de defensa judicial, todo lo cual supone la inmediación del juez
como elemento indispensable.
Sala
Tercera de Revisión
Ref.:
Acción de Tutela T-1554
JOSE
VICENTE MOLANO FERNANDEZ
Contra
INDERENA y Otros
Magistrados:
JOSE
GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO
MORON DIAZ
Aprobada
mediante acta de la Sala de Revisión Nº 3, dada en Santafé de Bogotá, D.C., a
los treinta (30) días del mes de junio de mil novecientos noventa y dos (1992).
Procede
la Corte Constitucional a revisar el fallo de marzo dos (2) del presente año,
proferido en el asunto de la referencia por el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santafé de Bogotá, D.C. -Sala Penal-, mediante el cual confirmó la
providencia del Juzgado Veintiocho de Instrucción Criminal, que en primera
instancia negó la tutela solicitada.
I.
INFORMACION PRELIMINAR
JOSE
VICENTE MOLANO FERNANDEZ, en ejercicio de la acción de tutela,
presentó escrito que fue asignado por sorteo el día seis (6) de febrero del año
en curso al Juzgado Veintiocho de Instrucción Criminal de Santafé de Bogotá,
D.C., agencia judicial que resolvió en primera instancia la solicitud planteada
mediante providencia del once (11) del mismo mes y año.
La
petición formulada ante el mencionado Despacho fue dirigida contra el INDERENA,
la Procuraduría General de la Nación, el Ministerio de Salud y la Presidencia
de la República, por cuanto, según el actor, tales autoridades "omitieron
la emisión del concepto necesario para la declaración del efecto ambiental de
la obra contrato Nº 59 para el DISEÑO Y EJECUCION DE OBRAS, EL SUMINISTRO Y
TRANSPORTE DE MATERIAL RODANTE Y EQUIPOS FIJOS, LA CAPACITACION DEL PERSONAL Y
EL MONTAJE Y ENTREGA EN FUNCIONAMIENTO DEL METRO PARA EL VALLE DE ABURRA"
(Subrayado en el original).
Consideró
el accionante que debido a tal omisión se adjudicó el contrato y se iniciaron
las obras correspondientes, presentándose una amenaza ecológica y sanitaria
contra la población, amenaza que tiene origen, según MOLANO FERNANDEZ,
en el trazado ilegal del Metro de Medellín, toda vez que con él se afectan las
riberas y el cauce del Río Medellín y de la quebrada "La Hueso".
Por
tal razón solicitó le fuera concedida la tutela como mecanismo transitorio para
que se ordenara "la cesación de trabajos en el Metro de Medellín, como
acción para evitar una posible catástrofe y la propagación de epidemias de
incalculables proporciones y funestos resultados".
Como
fundamentos de hecho el peticionario mencionó en 34 ítems, lo que él denomina
"cronograma de actividades relacionadas con el Metro de Medellín y su
ilegalidad durante diez años", citando allí diversas actuaciones
vinculadas con la construcción de la mencionada obra.
Consideró
el demandante que la expresada omisión ha constituído y constituye
"flagrante violación de las normas, leyes que protegen la vida, salud,
bienes y soberanía nacional", enunciando a continuación por sus números
varias normas, sin explicación sobre ellas y sin determinación sobre si
pertenecen al orden nacional, departamental o municipal.
Se
observa que el actor no indica las razones por las cuales considera que los
derechos fundamentales mencionados están amenazados o han sido vulnerados.
II.
TRAMITE JUDICIAL
Mediante
fallo del once (11) de febrero del presente año, el Juzgado Veintiocho (28) de
Instrucción Criminal de Santafé de Bogotá, D.C., negó el amparo solicitado con
fundamento en el artículo 37 del Decreto 2591 de 1991, según el cual "son
competentes para conocer de la acción de tutela, a prevención, los jueces o
tribunales con jurisdicción en el lugar donde ocurriere la violación o la
amenaza que motivaren la presentación de la solicitud".
En
consecuencia, la razón expuesta por el Despacho para decidir está basada en su
falta de competencia, toda vez que la acción debió ser iniciada ante las
autoridades judiciales de Medellín. Para avalar su determinación cita una
providencia proferida por la Honorable Corte Suprema de Justicia el pasado seis
(6) de febrero, en la cual se señala: "...Habrá de concluirse que la
acción de tutela, al tenor del artículo 37 del Decreto 2591 de 1991, debe
promoverse ante los jueces o tribunales del lugar donde ocurre la violación o
amenaza de los derechos constitucionales fundamentales...".
Una
vez notificado el solicitante, procedió, dentro del término legal, a impugnar
el fallo mencionado por considerar que si bien la obra se ejecuta en el Valle
de Aburrá, las autoridades competentes para decidir sobre su suspensión están
radicadas en la Capital de la República.
El
Tribunal Superior de Santafé de Bogotá, D.C., por intermedio de su Sala Penal,
decidió, el pasado dos (2) de marzo, sobre la apelación interpuesta. Las
razones por las cuales la sentencia de primera instancia fue confirmada, están
vinculadas con la falta de precisión del actor, quien, según la providencia,
"ni siquiera trata de insinuar" el derecho fundamental violado o
amenazado, como lo exige el artículo 14 del Decreto 2591 de 1991; además, dice
el Tribunal, debido a que con su actuación pretende la preservación de derechos
e intereses colectivos relacionados con la protección del medio ambiente,
cuenta con otro tipo de acción, prevista en el artículo 88 de la Constitución
Política.
En
cuanto a los motivos del inferior para negar la tutela y los argumentos que
contra tal decisión esgrime el recurrente, el Tribunal parece no aceptar éstos,
pero no entra a resolver de manera precisa acerca de si el juez de primera
instancia y él mismo eran o no competentes para fallar sobre la acción
intentada.
El
expediente en referencia fue recibido en la Secretaría General de la Corte Constitucional
el pasado dieciseis (16) de marzo y dos días después enviado a la Sala de
Selección, la que mediante auto del treinta (30) del mismo mes resolvió que
fuera repartido, para su revisión, a la Sala que ahora se ocupa del mismo.
III.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
A. Competencia
Según
lo disponen los artículo 86, inciso 2º, y 241, numeral 9 de la Constitución
Política y 31, 32 y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Corte Constitucional es
competente para revisar la sentencia que el Tribunal Superior de Santafé de
Bogotá, D.C., ha proferido en el presente caso.
B. Consideraciones
relativas al caso examinado
En el
asunto ahora sometido al examen de la Corte concurren varias circunstancias que
ameritan especial análisis en consideración a la importancia de la materia,
toda vez que con la obra atacada por el actor en su libelo, tanto como con su
eventual suspensión podrían estar siendo afectados los derechos de un gran
número de personas que habitan en el Valle de Aburrá.
No se
oculta a la Corte que, como puede acontecer con toda obra de similar magnitud,
los trabajos iniciados podrían estar afectando el ambiente, tal como lo asevera
el peticionario y que, desde luego, de ser así, ello implicaría la necesidad de
adoptar las medidas indispensables en orden a proteger derechos esenciales
tales como la vida, la integridad personal y la salubridad de los habitantes.
A
este respecto, en cuanto toca con el ambiente, debe distinguirse entre el perjuicio
colectivo y el perjuicio individual, ya que tanto la comunidad
comprendida en su conjunto como las personas individualmente consideradas
pueden resultar afectadas por la perturbación ambiental.
Las
acciones populares como medio de defensa del interés colectivo.
Por
lo que atañe al perjuicio que sufra la comunidad por causa del deterioro o
corrupción del ambiente, ha de tenerse en cuenta que precisamente para esos
eventos la Constitución Política ha contemplado un especial procedimiento
encaminado a brindarle protección efectiva en caso de verificarse que en
realidad el interés común está siendo dañado o amenazado.
Es
así como, dentro de un contexto mucho más amplio que cubre varias materias de
interés comunitario, el artículo 88 constitucional, al preceptuar que la
"ley regulará las acciones populares para la protección de los
derechos e intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, el espacio, la
seguridad y la salubridad públicos, la moral administrativa, el ambiente,
la libre competencia económica y otros de similar naturaleza que se definen en
ella" (Subraya la Sala), ha deferido en el legislador la facultad para
indicar las acciones y el procedimiento a seguir cuando se trate de procurar la
actividad estatal enderezada al amparo del conglomerado, lo cual desarrolla con
marcado énfasis el principio superior enunciado en el artículo 1º de la Carta
sobre prevalencia del interés general, mediante la actividad que hoy debe
cumplir el Estado Social de Derecho.
Es
claro que el ambiente sano hace parte de ese gran temario que puede encerrarse
dentro del concepto del interés colectivo que reclama la atención prioritaria
de las autoridades y que ha encontrado en la nueva Constitución varias formas
de garantía, una de las cuales es cabalmente la del artículo 88 en comento.
Desde
luego, las acciones populares no son nuevas dentro del ordenamiento jurídico
colombiano, pues están plasmadas algunas de ellas desde el Código Civil, en
defensa de los bienes y lugares de uso público, la seguridad de los
transeúntes, el interés de la comunidad frente a obras nuevas que amenacen
causar daño, o ante el perjuicio contingente que pueda derivarse de delito,
imprudencia o negligencia de cualquier persona y que pongan en peligro a
personas indeterminadas (artículos 1005, 1006, 1007, 2358, 2359, 2360 del C.C.,
entre otros).
El
precepto constitucional del artículo 88 buscó ampliar el campo propio de esta
clase de acciones como "un paso fundamental en el desarrollo de un nuevo
derecho solidario, que responda a nuevos fenómenos de la sociedad como es el
daño ambiental, los perjuicios de los consumidores, los peligros a que se ven
sometidas las comunidades en su integridad física y patrimonial, los daños que
se le causan a las mismas por el ejercicio abusivo de la libertad económica,
sin consideración a conductas comerciales leales y justas"1 . Se las consideró como
"remedios colectivos frente a los agravios y perjuicios públicos"2 , en distintas esferas.
El
ambiente reviste, dentro de las enunciadas materias, una especialísima
importancia, tal como lo entendió en su momento la Asamblea Constituyente,
según consta en varios de los proyectos en ella considerados: "Es claro
que la protección del medio ambiente es uno de los fines del Estado Moderno.
Por tanto toda la estructura de éste debe estar iluminada por ese fin y debe
tender a su realización"3 .
"La
problemática ambiental (...) y la protección del medio ambiente constituyen una
compleja conjunción de factores socioeconómicos, técnicos e institucionales
cuya atención demanda grandes esfuerzos y presupuestos proporcionados a la
importancia de la tarea. Sin embargo, no hay duda alguna de que las acciones
que el país debe adelantar al respecto corresponden esencialmente a una decisión
del Estado, que asigne a la gestión ambiental la importancia que le
corresponde dentro del conjunto de actividades prioritarias del país"4 .
Sobre
la necesidad de facilitar a la sociedad los mecanismos jurídicos idóneos para
alcanzar el propósito de preservar el ambiente, el Constituyente Alvaro Gómez
Hurtado propuso una acción pública, que finalmente quedó incorporada con
los demás temas colectivos en el artículo 88, expresando:
"...
se justifica que se dote a los particulares de una acción pública que sirva de
instrumento para poner en movimiento al Estado en su misión, bien de dirimir
los conflictos de intereses que pudieren presentarse, bien de evitar los
perjuicios que el patrimonio común pueda sufrir"5 .
La
acción de tutela como medio orientado a la protección de los derechos
fundamentales.
Como
se observa, la defensa del ambiente sano concierne a la comunidad en cuanto tal
y para el amparo de los derechos que a ella corresponden ha sido previsto el
mecanismo de las acciones populares que, en ese sentido, tienen un objeto
diferente al de la acción de tutela. Eso explica el porqué de la norma
contenida en el artículo 6º, numeral 3, del Decreto 2591 de 1991, a cuyo tenor
no procede la acción de tutela cuando se pretenda proteger los derechos
mencionados en el artículo 88, a menos que se trate de impedir un perjuicio
irremediable.
Pero
si, además, una persona individualmente considerada puede probar que la misma
causa (perturbación del medio ambiente) está afectando o amenazando de modo
directo sus derechos fundamentales o los de su familia, al poner en peligro su
vida, su integridad o su salubridad, cabe la acción de tutela en cuanto a la
protección efectiva de esos derechos fundamentales en el caso concreto, sin que
necesariamente el amparo deba condicionarse al ejercicio de acciones populares.
El
artículo 86 de la Constitución contempla expresamente la vulneración o amenaza
de los derechos fundamentales como las razones que hacen jurídicamente idónea
la acción de tutela, siendo claro que la acción popular no necesariamente obra
como medio de defensa judicial adecuado a la eficaz protección de los derechos
del individuo, en especial cuando está de por medio la circunstancia de un
perjuicio irremediable que podría prevenirse por la vía de la tutela, sin
detrimento del uso colectivo de aquella para los fines que le son propios,
según lo dicho.
Desde
este punto de análisis se considera que una acción de tutela instaurada por
persona directa y ciertamente afectada (artículo 10 del Decreto 2591 de
1991) puede prosperar en casos como el que se estudia, claro está sobre la base
de una prueba fehaciente sobre el daño soportado por el solicitante o
respecto de la amenaza concreta por él afrontada en el campo de sus derechos
fundamentales (artículo 18 Decreto 2591 de 1991). Igualmente deberá
acreditarse el nexo causal existente entre el motivo alegado por
el peticionario para la perturbación ambiental y el daño o amenaza que dice
padecer. Unicamente de la conjunción de esos tres elementos puede deducirse la
procedencia de la acción de tutela para que encaje dentro del artículo 86 de la
Constitución.
Del
estudio efectuado por la Corte resulta evidente que las señaladas condiciones
no se cumplen en este proceso, pues el solicitante no demuestra estar
legitimado para ejercer la acción, ni acredita el perjuicio y menos aún la
relación causa-efecto entre la construcción del Metro de Medellín y una
situación concreta que ponga en peligro o cercene sus derechos constitucionales
fundamentales.
Por
el contrario, entre los argumentos expuestos por el petente está el relacionado
con el desbordamiento contínuo del Río Medellín y de la quebrada "La
Hueso" sin que para esta Corte quede esclarecido si el mencionado fenómeno
es ocasionado por el trazado y construcción de la obra o, como también lo
afirma el actor, por "el irregular comportamiento del sistema de lluvias
en el Valle de Aburrá, así como (por) la presencia de aguas servidas y de
basuras de los cinco municipios anteriores a Medellín que son arrojadas al
río", pues de establecerse esto último, no sería tan ostensible como lo
pretende el actor el nexo causal entre la obra y la alteración ambiental que
según él se presenta.
Juez
competente.
El
ejercicio de la acción de tutela está sometido al trámite procesal fijado
mediante el referido Decreto 2591 de 1991, que en su artículo 37 establece la
competencia para resolver sobre ella, radicándola en cabeza de "los jueces
y magistrados con jurisdicción en el lugar donde ocurriere la violación o la
amenaza que motivaren la presentación de la solicitud".
Como
bien lo hizo notar en su fallo el Juzgado Veintiocho (28) de Instrucción
Criminal, el trazado y la construcción del Metro afectarían a los habitantes de
Medellín y de las áreas adyacentes o aledañas a la obra, siendo por tanto
competente para conocer del proceso la autoridad que ejerce jurisdicción en ese
lugar del territorio nacional.
El
perjuicio irremediable
El
actor señala, entre sus múltiples argumentos, que por medio del Acuerdo Metropolitano
Nº 08 de 1981, denominado "Plan Vial de Aburrá", se concedió para el
trazado aledaño al Río Medellín y sobre la quebrada "La Hueso", una
faja de 18.00 metros a uno y otro lado del río, desde Bello hasta Sabaneta, lo
cual implica que si el peticionario llegara a acreditar que dicho trazado
desconoce o viola el mencionado Acuerdo, podría obtener el pronunciamiento de
la autoridad jurisdiccional competente en torno a la legalidad de la actuación
administrativa llevada a cabo.
Pero,
claro está, no es la acción de tutela la vía judicial adecuada para alcanzar
ese cometido ni es cualquier juez, sino el competente Tribunal Contencioso
Administrativo el llamado a fallar sobre el tema.
Ahora
bien, en el presente caso la tutela ha sido solicitada como mecanismo
transitorio, lo cual significa que su procedencia debe ser analizada en
relación con esa modalidad procesal.
El
artículo 86 de la Constitución prevé de modo general que la acción de tutela
cabe únicamente cuando no existan otros medios judiciales para la protección
del derecho invocado (subsidiariedad), pero excluye de esta hipótesis el caso
del perjuicio irremediable, el cual puede ser evitado por medio de la
intervención oportuna del juez a partir de una demanda de tutela. En esas
circunstancias, que deben ser evaluadas por el juzgador de manera concreta,
como ya lo ha dicho esta Corporación, a fin de realizar la protección cierta
del derecho mientras se profiere la decisión de la autoridad en la vía judicial
pertinente, la tutela asume el carácter de remedio urgente cuya aplicación
procede pese a la existencia de otros procedimientos, si ellos carecen de la
inmediatez indispensable para que luego no resulten inútiles.
La
norma constitucional está desarrollada en el Decreto 2591 de 1991, que consagra
en sus artículos 7º y 8º las atribuciones protectoras del juez cuando se
requiera en el caso específico adoptar medidas provisionales desde la
presentación de la solicitud, para amparar el derecho, o cuando sea el
peticionario quien, alegando un perjuicio irremediable, solicite que la tutela
se aplique como mecanismo transitorio.
Pero,
obviamente, los hechos que hacen prever ese perjuicio irremediable, en cuanto
dan lugar a la adopción de medidas excepcionales de carácter transitorio
tendientes a evitarlo, deben acreditarse ante el juez competente para
conocer de la acción de tutela -único autorizado para el efecto, según el
Decreto 2591 de 1991- y a él corresponde la evaluación concreta de las
mismas en orden a adoptar la decisión que resulte urgente para proteger el
derecho mientras opera el otro medio de defensa judicial, todo lo cual supone
la inmediación del juez como elemento indispensable.
Dado
que en el presente caso no se instauró la acción ante la autoridad judicial
competente, mal podía esperar el actor una decisión favorable a sus
pretensiones aunque invocara, como lo hizo, una posible amenaza de daño
irreparable, motivo éste que se añade a los anteriores para confirmar las
providencias que denegaron la tutela impetrada.
IV.
DECISION
Con
fundamento en las consideraciones que anteceden, la Sala Tercera de Revisión de
la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S
U E L V E :
Primero.-
CONFIRMASE,
por las razones expuestas en esta providencia, la sentencia proferida por el
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá, D.C., Sala Penal,
de fecha dos (2) de marzo de mil novecientos noventa y dos (1992), por medio de
la cual se confirmó el fallo del 11 de febrero del mismo año, emanado del
Juzgado Veintiocho (28) de Instrucción Criminal, que denegó la tutela
interpuesta por JOSE VICENTE MOLANO FERNANDEZ.
Segundo.-
Líbrense
las comunicaciones previstas en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, para
los fines allí contemplados.
COPIESE,
COMUNIQUESE, PUBLIQUESE EN LA GACETA DE LA CORTE CONSTITUCIONAL Y CUMPLASE.
JOSE
GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Presidente
de la Sala
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO FABIO MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
MARTHA
VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Cfr.
Proyecto de Acto Reformatorio Nº 62. Derechos Colectivos, medio ambiente y
acciones populares. Delegatarios Guillermo Perry, Horacio Serpa y Eduardo
Verano. Gaceta Constitucional Nº 22. Marzo 18 de 1991. Pág. 62.
2 Cfr.
Proyecto de Acto Reformatorio Nº 125. Reforma General. Constituyente Fernando
Carrillo Flórez. Gaceta Constitucional Nº 31. Abril 1 de 1991. Pág. 17.
3 Cfr.
Proyecto de Acto Reformatorio Nº 127. Delegatarios Juan Carlos Esguerra Portocarrero
y Luis Guillermo Nieto Roa. Gaceta Constitucional Nº 26A. Marzo 26 de 1991.
Pág. 2
4 Cfr.
Proyecto de Acto Reformatorio Nº 45. Delegatario Carlos Lemos Simmonds.
Gaceta Constitucional Nº 21. Marzo 15 de 1991. Pág. 21.
5 Cfr. Proyecto
de Acto Reformatorio Nº 23. Constituyente Alvaro Gómez Hurtado. Gaceta
Judicial Nº 19. Marzo 11 de 1991. Pág. 3. |
70 | T-438-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-438/92
DERECHO DISCIPLINARIO/DEBIDO PROCESO/PRINCIPIO DE
FAVORABILIDAD-Alcance
Si al derecho disciplinario se le aplican
los principios generales del derecho penal, es claro que en el caso concreto,
la procuraduría violó el principio de la favorabilidad. Si bien es cierto que
la doctrina y la jurisprudencia se han ocupado de este principio en especial
para resolver conflictos de carácter temporal entre las leyes, también es
cierto que el principio de favorabilidad está esencialmente concebido para
resolver conflictos entre leyes que coexisten de manera simultanea en el
tiempo.
EMPLEADO PUBLICO-Intervención en política/PERSONAL
DOCENTE
Cuando el estatuto docente les ordena a los
educadores cumplir la Constitución y las leyes de Colombia, se entiende que así
deben hacerlo, pero que deben cumplir en particular las normas que regulan específicamente
su actividad, y subsidiariamente, las demás normas generales. Por ello, no se
le puede exigir al docente que no intervenga en política, cuando el estatuto
específico que regula su actividad se lo esta permitiendo, con una excepción
supremamente concreta. la Constitución del 91 consagra, como principio general,
que los empleados públicos pueden participar en política y se encarga de
establecer ella misma las excepciones a ese principio. La participación de los
empleados no contemplados en la prohibición en planchas o en listas con miras a
su elección para corporaciones públicas, es un asunto que en los términos del
citado artículo sólo puede ser definido por la ley. Sin embargo, no cabe duda
que la posibilidad de intervenir en política era también permitida para los
docentes, incluso a la luz de la Constitución anterior, respetando, eso sí, las
limitantes que ella y la ley contemplaban.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/TRANSITO CONSTITUCIONAL
No obra en el expediente prueba de las
circunstancias concretas que podrían haberse erigido en obstáculo para atacar
el acto vulnerador de los derechos fundamentales, y que hubieran colocado al
solicitante - aún disponiendo de medios judiciales ordinarios de impugnación -
en situación de no poder hacer uso de ellos o ser éstos inidóneos para el fin
propuesto. El material acopiado no permite efectuar la confrontación de
eficacia entre la acción de tutela y los medios judiciales ordinarios en
principio procedentes. De otra parte, se trata de una actuación y unos efectos
ya consumados al amparo del anterior ordenamiento constitucional, los cuales
por estar agotados en la órbita jurídica no subsisten a la fecha de adoptarse
este fallo.
Sentencia de JULIO 1 DE 1992
Ref:
Expediente 1413
Actor:
ARGEMIRO RAMIREZ
MENDIVIELSO
Magistrado ponente:
EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Primera de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Ciro Angarita Barón, Eduardo
Cifuentes Muñoz y José Gregorio Hernández Galindo ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de acción de tutela
instaurado por Argemiro Ramírez Mendivelso contra el Ministerio de Educación
Nacional, y que fuera resuelto en primera y única instancia por el Tribunal
Administrativo de Cundinamarca.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el expediente el día 17 de
marzo del año en curso.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia de revisión.
a. La acción
El 18 de febrero de 1992, el señor Argemiro
Ramírez Mendivielso interpuso demanda de tutela ante el Juez Superior de
Reparto de Santafé de Bogotá.
En dicha demanda, el peticionario relata
que fue nombrado por el Ministerio de Educación Nacional desde 1975 como
profesor de Química y Biología, en un Colegio de Bosa y que después de haber
sido trasladado en varias oportunidades, el 21 de Enero de 1991 le fue
notificada una resolución de destitución emanada del mismo Ministerio.
El origen de dicha destitución se remonta
al 15 de Diciembre de 1988, cuando el profesor fue denunciado ante la
procuraduría regional de Bogotá por supuesta intervención en política. Seis
meses después se formuló el respectivo pliego de cargos. Al momento de rendir
descargos, Ramírez Mendivielso argumentó en su defensa diciendo que el Estatuto
Docente (decreto ley 2277 de 1979) sólo prohibe hacer proselitismo político en
la cátedra y de ninguna manera prohibe a los educadores intervenir en política,
tesis que encuentra respaldo en diversas resoluciones de la misma procuraduría.
Finalmente, manifiesta que se trata de una contradicción entre una norma
general (ley 25 de 1974), y una norma especial (estatuto docente), y que, en
consecuencia la interpretación debe resolverse a favor de la norma especial por
mandato expreso de la ley 57 de 1887.
Estos argumentos fueron recibidos por el
Procurador Primero Regional de Bogotá, quien, al considerarlos insuficientes,
solicitó su destitución, decisión que fue confirmada en apelación por el
Procurador Tercero Delegado para la Vigilancia Administrativa y ejecutada por
el Ministerio de Educación Nacional el 20 de Noviembre de 1990.
Paralelamente, se adelantó un proceso penal
contra Ramírez por los mismos hechos. El 21 de Mayo de 1991, el Juzgado 9 de
Instrucción Criminal de Chocontá decretó cesación de procedimiento por no
encontrar fundamento en los cargos.
Según el profesor Ramírez los hechos
mencionados conducen a una violación de su derecho al trabajo y al debido
proceso y por eso se ve obligado a interponer la tutela, para que se ordene su
reintegro, se le cancelen los sueldos a que tiene derecho y se le indemnice.
b. Las pruebas
El peticionario aportó las siguientes
pruebas:
- Constancia de trabajo expedida por el
Jefe de División de Personal del Ministerio de Educación Nacional. En ella consta
que trabajó como profesor, desde el 21 de Abril de 1975 hasta el 20 de
Noviembre de 1990, fecha en la que fue destituido.
- Resolución de Escalafón 03699 del 15 de
Mayo de 1989 de la Junta Seccional de Escalafón en la cual consta que fue
ascendido al Grado 12 del Escalafón Docente.
- Oficio 1158 del 21 de Junio de 1989 de la
Procuraduría 1a. Regional de Bogotá, en la que se le pide al peticionario
explicación de las razones por las cuales aceptó la candidatura al cargo de
concejal de Machetá, y en la que se afirma que "la conducta descrita
constituye inequivocadamente intervención en política". (Subrayas
de la Sala)
- Copia de la explicación dada por el
peticionario a la Procuraduría Primera, en la que detalló que el Estatuto
Docente le permitía ostentar la categoría de concejal y recusación por el hecho
de considerar que el competente para conocer del asunto no es el procurador
regional sino la Junta del Escalafón.
- Resolución 059 del 14 de Noviembre de
1989 de la Procuraduría 1a. solicitando la destitución del peticionario. En
esta resolución, después de desestimar la recusación, el Ministerio Público
procede a afirmar que en el momento en que se inscribió como candidato, el
peticionario ostentaba la calidad de empleado oficial, en el grado de docente,
lo que viola el art. 1 de la Ley 85 de 1981, porque "figurar en lista,
aceptar la postulación como candidato para Corporaciones Públicas de elección
popular, siendo éstas de índole administrativo -CONCEJOS MUNICIPALES-
constituye intervención en política, toda vez que su nombre representa un
determinado movimiento partidista y se somete a una contienda de tipo
electoral". Como sustento de lo anterior, cita la Procuraduría apartes de
sendas providencias de la Procuraduría Delegada para la Vigilancia
Administrativa, y de la Sala de Consulta y Servicio Civil del Consejo de
Estado. Termina diciendo que la existencia de norma especial no impide la
aplicación de normas generales.
- Copia del recurso de apelación
interpuesto el 27 de Noviembre de 1989 contra la anterior resolución. En él,
reitera los argumentos expresados en el proceso disciplinario y agrega:
"Como se desprende de lo anterior al imponérseme la sanción de destitución
del cargo de Profesor de enseñanza media del Colegio Distrital Bomberos por
parte de la Procuraduría Primera Regional de Bogotá, ésta no tuvo en cuenta el
principio de favorabilidad, ni el de la prelación que tienen las normas
especiales sobre las generales; formuló el cargo de violación de una norma
sustantiva especial y general y aplicó una mixtura indebida, impropia e
improcedente de procedimientos disciplinarios, haciendo más gravosas las
condiciones de defensa y sanción del inculpado; y por aplicar y utilizar normas
diferentes a las que conforman el debido proceso de los educadores, con su
actuación generó una nulidad que deberá ser declarada por el inmediato
superior".
- Copia de la Resolución 270 del 14 de
Marzo de 1990, de la Procuraduría Tercera para la Vigilancia Administrativa, en
la que se confirma la resolución 059. En ella se afirma que no es de recibo la
argumentación del apelante, por cuanto se considera que todo empleado público
que se inscriba en listas para corporaciones administrativas-legislativas
incurre en la falta disciplinaria determinada como intervención en política.
- Copia de la Resolución 16636 del 20 de
Noviembre de 1990 del Ministerio de Educación Nacional en la que se destituye
al peticionario de su cargo de profesor, en cumplimiento de las resoluciones
del Ministerio Público.
- Copia de la providencia del Juzgado 90
de Instrucción Criminal de Chocontá, del 21 de Mayo de 1991, por la cual se
calificó el mérito del sumario y se decretó la cesación del procedimiento en
el proceso que por el delito de intervención en política cursaba contra el
peticionario de esta tutela. En dicha providencia, el Juzgado de Instrucción
Criminal consideró que, si bien en principio está prohibido a los empleados
públicos participar en política, en este caso existen normas especiales, como
el Estatuto docente, en las que lo único que se prohibe es hacer proselitismo
en la cátedra, lo cual permite inferir que a los educadores les está permitido
intervenir en los demás actos propios de la política nacional. La elección de
concejal, a más de ser un derecho constitucional, está, entonces, permitida
para los educadores. Además, le consta al juzgador que el acusado consultó
diversas opiniones autorizadas al respecto lo cual, en últimas, permite que
haya obrado con la convicción errada e invencible de no incurrir en violación
alguna a la ley penal, lo cual es una causal de inculpabilidad, pues creyó
invenciblemente que estaba amparado por una causal de justificación .
- Copia de dos resoluciones en las que
diversas procuradurías delegadas y regionales archivaron procesos y revocaron
destituciones, en casos similares al presente.
- Por último, se aporta el concepto de los
abogados Luis Carlos Avellaneda Tarazona y Manuel Medina Pareja, emitido a
solicitud de FECODE en el cual se sostienen los siguientes argumentos: el principio
general es que todo ciudadano tiene derecho a elegir y ser elegido y, por lo
tanto, la excepción a ese principio tiene que interpretarse de manera
restrictiva. La prohibición de intervenir en política sólo es predicable de los
empleados de Carrera Administrativa y no a los de Carrera Docente, por
interpretación del Estatuto Docente. La sola inscripción de la candidatura no
es "participación en política". Los Concejos son órganos
administrativos y no políticos.
c. El fallo a revisar
El juzgado superior a quien le
correspondió el reparto, consideró que el competente era el Tribunal
Administrativo de Cundinamarca y a dicho organismo remitió el expediente.
Con ponencia de Alvaro León Obando Moncayo,
el Tribunal Administrativo de Cundinamarca negó la tutela, con base en las
siguientes consideraciones:
- El peticionario pretende que se le
protejan sus derechos, sin atacar la ilegalidad de los actos administrativos
por los cuales se le sancionó, y sin especificar si utiliza o no la tutela como
mecanismo transitorio.
- La tutela sólo procede cuando no existe
otro mecanismo de defensa judicial. En este caso, el peticionario tiene a su
disposición la acción contencioso-administrativa de nulidad y restablecimiento
del derecho.
- Tampoco se trata de un caso en que se
interponga la tutela como mecanismo transitorio, pues no hay en juego ningún
perjuicio irreparable.
d. El texto de la presente sentencia de revisión, casi en
su integridad, corresponde a un proyecto de ponencia inicialmente presentado
por el H. Magistrado CIRO ANGARITA BARON, el cual no fue acogido únicamente por
las razones que se consignan en el considerando D.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
A. La naturaleza del Derecho Disciplinario
1. El peticionario fue sancionado por el
Ministerio Público, en ejercicio del poder disciplinario. El derecho
disciplinario que respalda este poder está compuesto por un conjunto de normas
y principios jurídicos que permiten imponer sanciones a los servidores públicos
cuando éstos violan sus deberes, obligaciones o incurren en vulneración de las
prohibiciones e incompatibilidades que para ellos ha establecido la ley.
Este tipo de responsabilidad ha dado lugar
a la formación de una rama del derecho administrativo llamada "derecho
administrativo disciplinario". Un amplio sector de la doctrina, si bien
admite la diferenciación entre la responsabilidad civil, penal y disciplinaria,
encuentra que la sanción disciplinaria debe sujetarse a los principios y garantías
propias del derecho penal. Según esta interpretación, el derecho disciplinario
es una modalidad del derecho penal, y en su aplicación debe observarse las
mismas garantías y los mismos principios que informan el derecho penal. La
naturaleza esencialmente sancionatoria de ambos derechos hace que las garantías
del derecho más general (el penal) sean aplicables también a ese otro derecho,
más especializado pero igualmente sancionatorio, que es el derecho
disciplinario. Tanto el derecho penal como el administrativo disciplinario
emplean las penas como el principal mecanismo de coacción represiva. Todos los
principios y garantías propias del derecho penal se predican también del
disciplinario. Esta situación ha llevado a considerar que el término derecho
penal es impropio (pues existen, como se ve, varios derechos penales) y
empieza a hacer carrera la revitalización del término "derecho
criminal" para referirse al derecho de los delitos propiamente dichos.
Expertos como el profesor Juan Fernández Carrasquilla
afirman:
"El derecho
disciplinario amenaza sanciones administrativas a quienes violan los especiales
deberes de lealtad y rectitud que por una investidura pública les vienen
impuestos. Al aplicarlo (aunque sea por medio del otorgamiento de esta función
administrativa a ciertos órganos de la jurisdicción), el Estado procede, dice
algún autor, como un patrón especial, no como soberano. En general, el ilícito
disciplinario se encuentra definido en tipos más abiertos y las sanciones
pueden ser a veces discrecionales. En él no hay nada de peligrosidad. Por lo
general, la sanción disciplinaria no es incompatible con la penal propiamente
dicha, salvo cuando la deslealtad o deshonestidad del funcionario o empleado
público es elemento del tipo penal, pues entonces se violaría el postulado nombis
in idem. )1
Todo lo anterior lleva a la conclusión
inequívoca de que este derecho disciplinario, que es, en últimas un derecho
penal administrativo, debe aplicarse con la observancia debida a los principios
del derecho penal común. Debe aplicarse directamente el art. 375 del Código
Penal, que establece:
"Las
disposiciones contenidas en el Libro Primero de este Código se aplicarán
también a las materias penales de que tratan otras leyes o normas, siempre que
éstas no dispongan otra cosa"
En consecuencia, se debe entender que
"materias penales" no es equivalente a "materias
criminales", sino a materias en las que se apliquen penas, y se debe
entender el término "penas" en un sentido amplio, como cualquier
represión estatal formalizada. Si no se aceptare la aplicación directa de este
precepto en el derecho disciplinario, cabría en todo caso la aplicación
analógica del mismo, por la similitud en la naturaleza de las normas. En todo
caso, la misma Constitución permite hacer esta interpretación, pues en el
artículo 29 generaliza las normas del debido proceso a toda clase de
actuaciones judiciales o administrativas.
Si al derecho disciplinario se le aplican
los principios generales del derecho penal, es claro que en el caso concreto
que hoy ocupa a esta Sala, la procuraduría violó uno de esos principios
generales: el principio de la favorabilidad.
B. El principio de favorabilidad
2. El principio de favorabilidad está
consagrado en la Constitución Nacional, art. 29, inciso tercero ("En
materia penal, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se
aplicará de preferencia a la restrictiva o desfavorable"). La norma de la favorabilidad
está reiterado en la ley 153 de 1887 y estaba consagrado en la Constitución de
1886. Si bien es cierto que la doctrina y la jurisprudencia se han ocupado de
este principio en especial para resolver conflictos de carácter temporal entre
las leyes, también es cierto que el principio de favorabilidad está
esencialmente concebido para resolver conflictos entre leyes que coexisten de
manera simultanea en el tiempo.
En el caso planteado, si la procuraduría,
encontraba reprochable la conducta del profesor Ramirez, tenía la posibilidad
de escoger entre dos normas concurrentes: de un lado la Ley 85 de 1981, que es
de carácter general para todos los empleados públicos y del otro el Estatuto
docente, que es una norma específica. Olvidando que en su potestad
disciplinaria-sancionatoria, debía tener en cuenta los principios generales del
Derecho Penal, la Procuraduría aplicó la norma que más fácilmente respaldaba
una sanción y no la norma que más convenía al acusado.
La argumentación del Juez Noventa de Instrucción
Criminal de Chocontá, en cambio, acoge plenamente el principio de favorabilidad
y absuelve de toda responsabilidad al profesor Ramírez.
Dice el juez penal en su sentencia:
"...No
obstante, para casos como el presente, tenemos que existen igualmente normas
especiales, como el llamado "Estatuto Docente" contemplado en el
Decreto 2277 de 1979, el cual determina un "tratamiento especial" al
docente en su artículo 3".
"A su vez, el
Art. 46, literal i, establece prohibición de intervención proselitista política
mediante la utilización de la cátedra; significa lo anterior que al
interpretarse exegéticamente está permitido, de consiguiente, si solamente se
prohibe la utilización de la cátedra para el proselitismo político, por lo
demás, estos empleados oficiales pueden intervenir en los demás actos propios
de la política nacional".
"Así las cosas
tendríamos que el ser elegido concejal, no sería incompatible con las
inhabilidades de que trata la norma en cita; si no es aplicable a los docentes
tenemos que en la práctica estos son y pueden ser elegibles a cargos tales
como el de que dan cuenta estos autos."
La confrontación de la argumentación hecha
por la Procuraduría contrasta con la argumentación del juzgado penal. Ambos se
refieren al mismo hecho pero la tonalidad y el sentido del discurso jurídico
apuntan en direcciones opuestas: mientras la Procuraduría acude a la
normatividad existente con un propósito sancionatorio, tratando de encontrar la
norma que respalda la destitución del profesor Ramírez, el juzgado penal
explora las normas en busca de la protección de la persona. Más que una
contradicción entre dos órdenes normativos, tenemos aquí una contradicción
entre dos perspectivas, entre dos tipos de preocupación, entre dos tipos de
sensibilidad jurídica.
3. El argumento esgrimido por el Ministerio
Público plantea un problema de hermenéutica jurídica, relativo a la
especialidad o generalidad de las leyes. Es deber de los docentes, como de
todos los ciudadanos, cumplir la Constitución y las leyes. Pero cuando se trata
de normas sancionatorias (penales en el sentido amplio), debe hacerse una
interpretación lo más restrictiva posible de ese postulado, no sólo con base en
el principio de la favorabilidad -ya explicado-, sino con base en lo preceptuado
en el artículo 5 de la ley 57 de 1887, que dice que la disposición relativa a
un asunto especial prefiere a la que tenga carácter general
De tal manera que, cuando el estatuto
docente les ordena a los educadores cumplir la Constitución y las leyes de Colombia,
se entiende que así deben hacerlo, pero que deben cumplir en particular las
normas que regulan específicamente su actividad, y subsidiariamente, las demás
normas generales. Por ello, no se le puede exigir al docente que no intervenga
en política, cuando el estatuto específico que regula su actividad se lo está
permitiendo, con una excepción supremamente concreta.
C. Los funcionarios públicos y la
intervención en política
1) En la Asamblea Nacional
Constituyente
4. En la comisión tercera encargada de
redactar el articulado sobre la estructura del Estado tuvo especial importancia
el tema del régimen del servidor público. Los debates estuvieron marcados por
la idea de la modernización de la administración y de la eliminación de viejas
prácticas clientelistas propiciadas por los servidores públicos, consideradas
como causa de inmoralidad y descrédito de las instituciones del Estado.
En el marco de estas preocupaciones tuvo
lugar la polémica sobre la intervención en política de los empleados públicos,
que finalmente daría lugar a la votación del artículo 127 de la Constitución.
La discusión puso en evidencia la
existencia de dos posiciones encontradas. La primera de ellas era partidaria de
la prohibición constitucional como regla general; la segunda, en cambio,
prefería la permisión constitucional como regla general.
5. Los principales defensores de la tesis
según la cual participación en política de los funcionarios públicos, en
cualquiera de sus manifestaciones y para toda clase de servidores del Estado,
debía estar prohibida, fueron los delegatarios Hernando Yepes y María Teresa
Garcés, quienes presentaron el siguiente texto a consideración de la plenaria.2
" artículo 5: A
los servidores públicos les está prohibido tomar parte en las actividades de
los partidos y en las controversias políticas sin perjuicio que ejerzan el
derecho al sufragio. El quebrantamiento de esta prohibición constituye causal
de mala conducta"
6. Por otra parte estaban los partidarios
de que se permitiera como regla general la participación en política de los
empleados públicos.
En este grupo existían dos tendencias: la
primera de ellas consideraba que cualquier excepción a la regla general de la
participación, debía estar consagrada en la Constitución y al respecto
presentaron el siguiente texto:
"artículo 5 a:
A los funcionarios públicos que detenten jurisdicción y mando o cargo de
dirección administrativa, así como todos los que están vinculados a la rama
jurisdiccional, la electoral y los mecanismos de control les está prohibido
tomar parte en las actividades de partido o movimientos políticos, en las
controversias políticas e intervenir en debates de carácter electoral sin
perjuicio de ejercer libremente el derecho al sufragio, el quebrantamiento de
esta prohibición será causal de mala conducta" 3
La segunda tendencia del grupo de los
partidarios de la permisión, sostenía que correspondía al legislador establecer
todo lo relacionado con la posibilidad de la participación en política de los
funcionarios públicos. Entre los defensores de esta idea se encontraban los
constituyentes Jesús Pérez, Eduardo Espinosa, así como la propuesta de la
Cámara de Representantes y la del Gobierno Nacional.
De acuerdo con esta opinión, el
Constituyente Abel Rodríguez propuso el siguiente artículo:
"Artículo 14:
La ley fijará las condiciones para la participación de los servidores públicos
en política ... " 4
" Esta
propuesta constituye un significativo avance frente al régimen vigente, en el
sentido de permitirle el ejercicio pleno de los derechos políticos de los
ciudadanos, no obstante su vinculación al Estado; concientes eso si que la
autoridad de la cual pueden estar investidos no puede constituirse en elemento
al servicio de una causa o partido. En consecuencia y con el ánimo de que pueda
realizarse un desmonte parcial de la prohibición actual se ha trasladado al
legislador la fijación de condiciones y requisitos para la participación de los
servidores públicos en política."[1]
7. Luego de este debate, la mayoría de
constituyentes fueron partidarios de abolir la prohibición que se tenía a
todos los empleados públicos de intervenir en política. Se pensó que la
prohibición era demasiado restrictiva, que si bien frente a ciertos
funcionarios se justificaba la prohibición, frente a otros no era razonable y
podía conducir a excesos e injusticias.
Fue así como el constituyente Carlos Rodado
Noriega presentó una propuesta sustitutiva del artículo 14 presentado por la
comisión tercera, según la cual se le defería a la ley la reglamentación de la
intervención política de los servidores públicos. El texto sustitutivo fue el
siguiente:
" artículo 14:
La ley fijará las condiciones para la participación de los servidores públicos
en actividades políticas, salvo en los casos de los funcionarios que detenten
jurisdicción o mando o dirección administrativa o de la rama jurisdiccional,
la electoral y los organismos de control. Con todo el servidor público que
induzca o presione indebidamente a cualquier persona natural o jurídica, para
que respalde una causa o campaña política perderá el empleo e incurrirá en
interdicción de derechos y funciones por el término de cinco años"6
Como se ve, la propuesta conciliaba la idea
de la prohibición taxativa para ciertos funcionarios públicos con la idea de la
permisión regulada por la ley.
Fue sometida a votación y aprobada, con
algunas modificaciones de carácter gramatical, en la sesión plenaria del 18 de
junio de 1991, en el capítulo de los partidos y movimientos políticos. El texto
aprobado fue el siguiente:
" artículo 6: A
los empleados del Estado y de sus entidades descentralizadas que ejerzan
jurisdicción, autoridad civil o administrativa, o se desempeñen en los órganos
judicial, electoral y de control, les está prohibido tomar parte en las
actividades de los partidos o movimientos y en las controversias políticas,
sin perjuicio de ejercer libremente el derecho al sufragio. ( tesis 2)
Los empleados no contemplados en está
prohibición podrán participar en dichas actividades y controversias en las
condiciones que señale la ley."[2]
En la plenaria del 1 de Julio se decidió
incluir dentro del artículo de incompatibilidades del servidor público este
artículo que estaba disgregado de este capítulo, donde la prohibición de
intervenir en política se convirtió en la excepción dentro de la regla y será
al legislador a quien le corresponderá establecer la forma de acceso de los
servidores públicos al plano de la actividad política.
2). Conclusión: la intervención en
política
8. La estructura y funcionamiento de la
administración pública están determinados por la idea del interés general. En
el caso de los funcionarios oficiales, esta determinación se manifiesta en la
creación de un régimen de regulación especial de las relaciones entre la
administración y sus servidores.
9. La prohibición de la participación en
política se deriva del propósito estatal de neutralidad en la toma de
decisiones y en la aplicación de las mismas, condición ésta indispensable para
la protección de los intereses generales.
El postulado clásico de este principio se
desprende de la mecánica institucional del Estado liberal del siglo XIX: en
aquellas circunstancias, la administración tenía el cometido exclusivo de
aplicar la ley, producto de la voluntad general representada en las mayorías
parlamentarias; un adecuado funcionamiento de esta distribución de competencias
exigía la total neutralidad de los funcionarios y por lo tanto una perfecta
separación entre el periodo político de creación de la ley y el periodo técnico
de su aplicación.
Con la evolución del Estado
intervencionista y con el aumento de la complejidad de las relaciones entre el
derecho y la sociedad se introdujeron variaciones importantes en el esquema
clásico de la administración pública, entre las cuales la más significativa
tuvo que ver con el fortalecimiento de su poder de interpretación y creación en
el proceso de aplicación. De acuerdo con esto, la función de la administración
no puede limitarse a una simple deducción mecánica del principio legal; ella
implica una participación activa, creativa y política, en cuanto interpretación
del contenido del interés general, en el proceso de adecuación de las normas
legales a la realidad social. El poder discrecional no debe ser entendido como
una intromisión en las facultades políticas del órgano legislativo, sino como
una consecuencia misma de la naturaleza de la función administrativa, cuya
complejidad y dinamismo impiden una previa determinación, a través de
formulaciones abstractas, de la manera como deben ser aplicadas las normas.
No obstante el carácter creador y político
de la función llevada a cabo por la administración pública, el principio de la
no intervención en política de sus servidores -en política partidista- ha
permanecido intacto. Se ha seguido considerando que la prohibición de
participar en el debate político es una condición necesaria de la neutralidad
del funcionario público.
Sin embargo, la misma complejidad de la
administración y la diversidad de manifestaciones que puede adoptar la conducta
prohibida hace necesario una adecuación del principio general a los diferentes
casos concretos. No todos los funcionarios públicos al participar en la
política partidista están en condiciones de afectar de manera similar la
neutralidad y el interés general. Si se parte del principio general, según el
cual las decisiones de los servidores públicos deben ser imparciales, es
evidente que una de las condiciones indispensables para poder incurrir en una
falta relacionada con dicha imparcialidad tiene que ver con la existencia de
decisiones en las cuales se haga posible dicha violación. Si un servidor
público dentro del catálogo de las funciones que le fueron asignadas no tiene
la oportunidad de tomar este tipo de decisiones, pues es claro que con su
participación en política no se afecta el interés general.
En el caso de los profesores, la preocupación
del legislador sobre la participación en política se manifiesta en la
posibilidad de que la enseñanza impartida por el maestro se encuentre cargada
de contenido político en favor de algún partido o movimiento. Por eso el
estatuto docente prohibe expresamente al profesor la utilización de la cátedra
para estos fines. Por fuera de esta específica interdicción, el estatuto
docente no hace referencia a ninguna otra conducta y esto es razonable si se
tiene en cuenta el hecho de que sólo en estas circunstancias, en la cátedra,
el profesor se encuentra en posibilidad el afectar la neutralidad exigida por
la constitución a sus servidores. Por fuera de la cátedra el profesor se
encuentra en condiciones similares a las de los demás ciudadanos. Sus opiniones
políticas e incluso su participación directa en el debate partidista, por fuera
del recinto académico, no tienen por qué afectar la neutralidad que la ley
exige de sus servidores en el manejo de los bienes y asuntos de interés
general.
La Constitución colombiana, atendiendo al
criterio de neutralidad en las decisiones, a la hora de establecer la
prohibición de participar en política, diferencia claramente entre aquellos
funcionarios que tienen un notable poder decisorio y de afectación del interés
general y aquellos que no lo tienen. Para el primer grupo de funcionarios la
constitución establece el principio de la prohibición; para el segundo el
principio de la permisión.
En efecto el artículo 127 de la Carta dice
lo siguiente en sus incisos segundo y tercero
"A los
empleados del Estado y de sus entidades descentralizadas que ejerzan
jurisdicción, autoridad civil o política, cargos de dirección administrativa, o
se desempeñen en los órganos judicial, electoral de control, les está prohibido
tomar parte en las actividades de los partidos y movimientos y en las
controversias políticas, sin perjuicio de ejercer libremente el derecho al
sufragio.
"Los empleados
no contemplados en esta prohibición podrán participar en dichas actividades y
controversias en las condiciones que señale la ley."
Es claro entonces, que la Constitución del
91 consagra, como principio general, que los empleados públicos pueden
participar en política y se encarga de establecer ella misma las excepciones a
ese principio. La participación de los empleados no contemplados en la
prohibición en planchas o en listas con miras a su elección para corporaciones
públicas, es un asunto que en los términos del citado artículo sólo puede ser
definido por la ley. Sin embargo, teniendo en cuenta las consideraciones
anteriores de esta misma providencia, no cabe duda que la posibilidad de
intervenir en política era también permitida para los docentes, incluso a la
luz de la Constitución anterior, respetando, eso sí, las limitantes que ella y
la ley contemplaban.
D. El otro mecanismo de defensa judicial
10. El Tribunal Administrativo de
Cundinamarca niega la tutela al peticionario con el argumento de que
"existen otros mecanismos de defensa judicial". El alcance de dicha
expresión ha sido ya objeto de análisis por esta misma Sala de Revisión al
conocer de la tutela de referencia T-534; en aquella ocasión se dijo lo
siguiente:
"Si se repara
que en el inciso primero de dicho artículo la acción de tutela aparece
consagrada como un procedimiento para la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales cuandoquiera que éstos resulten vulnerados o
amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública; que en la
función pública de administrar justicia debe prevalecer el derecho sustancial y
se observará la debida diligencia (Constitución Nacional, Artículo 228); y que
entre los fines esenciales del Estado está el de garantizar la efectividad de
los derechos consagrados en la Constitución (Ibidem Art. 2) está fuera de toda
duda que la acción de tutela, por la expresa voluntad del Constituyente de
1991, es el recurso efectivo que consagran los tratados y convenios
internacionales para proteger eficazmente los derechos fundamentales. Por
tanto, así se ha venido a colmar en el ordenamiento nacional un vacío que
justamente venía preocupando a personas y entidades comprometidas en la
protección de tales derechos.
"Siendo esto
así, es claro entonces que el otro medio de defensa judicial a que alude el
artículo 86 debe poseer necesariamente, cuando menos, la misma eficacia en
materia de protección inmediata de derechos constitucionales fundamentales que,
por su naturaleza, tiene la acción de tutela. De no ser así, se estaría
haciendo simplemente una burda y mecánica exégesis de la norma, en abierta
contradicción con los principios vigentes en materia de efectividad de los
derechos y con desconocimiento absoluto del querer expreso del Constituyente.
"En otros
términos, en virtud de los dispuesto por la carta del 91, no hay duda que
"el otro medio de defensa judicial" a disposición de la persona que
reclama ante los jueces la protección de sus derechos fundamentales ha de tener
una efectividad igual o superior a la de la acción de tutela para lograr efectiva
y concretamente que la protección sea inmediata. No basta, pues, con la
existencia en abstracto de otro medio de defensa judicial si su eficacia es
inferior a la de la acción de tutela."[3]
No obstante lo anterior, no obra en el
expediente prueba de las circunstancias concretas que podrían haberse erigido
en obstáculo para atacar el acto vulnerador de los derechos fundamentales, y
que hubieran colocado al solicitante - aún disponiendo de medios judiciales
ordinarios de impugnación - en situación de no poder hacer uso de ellos o ser
éstos inidóneos para el fin propuesto. El material acopiado no permite efectuar
la confrontación de eficacia entre la acción de tutela y los medios judiciales
ordinarios en principio procedentes. De otra parte, se trata de una actuación y
unos efectos ya consumados al amparo del anterior ordenamiento constitucional,
los cuales por estar agotados en la órbita jurídica no subsisten a la fecha de
adoptarse este fallo.
Lo anterior en atención a que el artículo
6o. numeral 1o. del Decreto 2591 de 1991 exige que la existencia de otros
recursos o medios de defensa judiciales sea apreciada en concreto, en cuanto a
su eficacia dependiendo de las circunstancias en que se encuentre el
solicitante. Luego, tales circunstancias deben poder apreciarse por el juez,
para decidir por razones de eficacia la procedencia de la acción de tutela,
pese a la existencia de medios judiciales ordinarios. Lo dicho resulta todavía
más necesario tratándose de vulneraciones plenamente consumadas con
anterioridad a la actual Constitución.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera
de Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
PRIMERO.- CONFIRMAR el fallo del Tribunal Administrativo de
Cundinamarca, de fecha 3 de Marzo de 1992, por la cual se negó la tutela
impetrada por Argemiro Ramírez Mendivelso.
SEGUNDO.- ORDENAR a la Secretaría de la Corte Constitucional
que se comunique este fallo al Tribunal Administrativo de Cundinamarca, para
los efectos establecidos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Copiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado
-Salvamento de Voto-
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Salvamento de voto de la Sentencia No.
T-438
PRINCIPIO DE
FAVORABILIDAD/PREVALENCIA DEL DERECHO SUSTANCIAL/ACCION DE TUTELA (Salvamento de voto)
Luego de la indicación acerca de la
ausencia de prueba sobre la procedencia de la tutela como el mecanismo más
eficaz de defensa de los derechos fundamentales, la decisión mayoritaria
resuelve la duda que de allí se deriva en contra y no a favor del peticionario.
De esta manera contradice el principio universal de favorabilidad. La duda
procesal, resuelta en contra del peticionario, no se ajusta al principio
consagrado en el artículo 228. Además, la contradicción de uno de mis colegas
es aún más evidente si se tiene en cuenta su respaldo a la Sentencia 224 de la
Corte Constitucional, en la cual se manifestó expresamente que la omisión de
alguno de los requisitos procesales no impedía el otorgamiento de la tutela
cuando fuera evidente la vulneración de un derecho constitucional fundamental.
FALLO DE TUTELA (Salvamento de voto)
De la parte motiva de las sentencias no se
puede esperar otra cosa que la exposición de los fundamentos de la decisión.
Sin embargo, no siempre sucede así y la sentencia de la cual me aparto es un
buen ejemplo de ello. En este caso la disociación entre la motivación y la
resolución no se explica como un descuido o como una falla o como un error de
quien elabora el texto. En realidad, la disparidad es deliberada y oculta, tras
el discurso, un propósito simbólico.
PALABRAS INUTILES
"Pronuncia tus sentencias
pero no dés tus razones".
William Murray
(advice to judges)
1. Es necesario comenzar aclarando que la
incongruencia del fallo obedece al hecho de que la parte motiva del mismo fue
redactada casi en su totalidad por el autor de este salvamento, con el
propósito de conceder la tutela al peticionario y no como termina sucediendo,
para negarla. La mayoría de la Sala redactó únicamente los dos párrafos finales
y la parte resolutiva del mismo. Por tanto es apenas natural que yo esté de
acuerdo con lo que escribí. Ahora bien, mi desacuerdo es total con la parte
resolutiva y con los dos párrafos finales que la respaldan. Las razones
suficientes para otorgar la tutela fueron ignoradas por mis colegas.
2. Es claro que en la decisión que no
comparto, terminó por prevalecer un argumento de estirpe estrictamente
procesal, que llevó a mis colegas a desentenderse de las eventuales violaciones
de derechos constitucionales fundamentales.
En su obsesión por ignorar abiertamente el
pasado y sus efectos, mis colegas no repararon en que el peticionario está en
la actualidad sin empleo, como fruto de un hecho que si bien se produjo en el
pasado, proyecta todavía sus efectos nocivos en el presente: la vulneración del
derecho al trabajo originada en una restricción injusta a la participación en
política.
3. En las últimas 26 líneas de la tutela,
que son las que sirven para negar la petición, se afirma lo siguiente: "no
obra en el expediente prueba de las circunstancias concretas que podrían
haberse erigido en obstáculo para atacar el acto vulnerador de los derechos
fundamentales y que hubieran colocado al solicitante -aún disponiendo de medios
judiciales ordinarios de impugnación- en situación de no poder hacer uso de
ellos o ser éstos inidóneos para el fin propuesto. El material acopiado no
permite efectuar la confrontación de eficacia entre la acción de tutela y los
medios ordinarios en principio procedentes".
Luego de la indicación acerca de la
ausencia de prueba sobre la procedencia de la tutela como el mecanismo más
eficaz de defensa de los derechos fundamentales, la decisión mayoritaria
resuelve la duda que de allí se deriva en contra y no a favor del peticionario.
De esta manera contradice el principio universal de favorabilidad al cual la
ponencia inicial, incorporada en el texto finalmente aprobado, le dedica nueve
párrafos.
Pero ésta no es la única contradicción de
mis colegas: la perspectiva puramente procesal que se acaba de indicar,
contradice el artículo 228 de la Constitución defendido arduamente por
sentencia de esta Corporación en la que se lee:
"... Como
corolario del principio de efectividad, elemento esencial del Estado Social de
Derecho, el artículo 228 de la Constitución Política ordena que en las
decisiones judiciales, prevalecerá el derecho sustancial. No existe
derecho más sustancial que el consagrado en la propia Constitución cuando se
ocupa de definir los diferentes derechos. Esa disposición debe por ello
interpretarse como una de las más preciosas garantías de la protección de los
derechos y brinda la prueba inconcusa de su pleno valor normativo"1
(Subrayas fuera del texto).
Sin embargo, la duda procesal, resuelta en
contra del peticionario, no se ajusta al principio consagrado en el artículo
228.
Además, la contradicción de uno de mis
colegas es aún más evidente si se tiene en cuenta su respaldo a la Sentencia
224 de la Corte Constitucional, en la cual se manifestó expresamente que la
omisión de alguno de los requisitos procesales no impedía el otorgamiento de la
tutela cuando fuera evidente la vulneración de un derecho constitucional
fundamental.
4. Por otra parte, la decisión mayoritaria
que no comparto es un buen ejemplo de una peligrosa tendencia, manifiesta en
sentencias de tutela de otras Salas de la Corte y que consiste en utilizar la
parte motiva para exponer un discurso progresista y alentador en materia de
derechos constitucionales, que a la hora de la verdad no es tenido en cuenta en
la parte resolutiva de la sentencia.
En efecto, de la parte motiva de las
sentencias no se puede esperar otra cosa que la exposición de los fundamentos
de la decisión. Sin embargo, no siempre sucede así y la sentencia de la cual me
aparto es un buen ejemplo de ello. En este caso la disociación entre la
motivación y la resolución no se explica como un descuido o como una falla o
como un error de quien elabora el texto. En realidad, la disparidad es
deliberada y oculta, tras el discurso, un propósito simbólico.
El mecanismo simbólico que se anota puede
ser descrito como el propósito que los creadores o los aplicadores del derecho
persiguen al separar una práctica discursiva colmada de valores democráticos,
solidarios, protectores, conciliadores, de una práctica muda, cuya
característica esencial consiste en la imposición de restricciones, controles,
limitaciones, etc. Lo dicho no se hace y lo hecho no se dice. El pudor de no
comentar las sanciones que se establecen conduce al establecimiento de
sentencias infundadas, sin pudor.
En el caso de la decisión mayoritaria que
no comparto, luego de recorrer el texto de la Sentencia, pasando por una
motivación detallada y colmada de insistentes argumentos en favor del derecho
de los profesores a la participación política, hasta llegar a la desconcertante
decisión que niega el derecho del peticionario, viene a la memoria la pregunta
de F. Von Schiller: "Qué es lo poco que quiere decir todo ese largo
discurso?".
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado
1 Fernández Carrasquilla, Juan. Derecho Penal Fundamental.
Tomo I
2 Desgrabaciones magnetofónicas de los debates de la Asamblea
Nacional Constituyente. Sesión Plenaria de Mayo 30 de 1991.
3 Ibidem No 2
4 Gaceta Constitucional No 70 pág 16
6 Informe de ponencia para primer debate. Gaceta Constitucional No
68 pág 17
[2] Gaceta Constitucional No 105 pág 15
[3]. Sentencia Corte Constitucional No 414 Sala Primera de Revisión,
pág 15
1 Sentencia Número 06. Sala de Revisión Número 2, página 28 |
71 | T-439-92
Sentencia No
Sentencia T-439/92
ACCION DE TUTELA/MINORIAS POLITICAS
Los integrantes de minorías políticas que
individualmente ostentan la condición de civiles pueden verse afectados con
ocasión de las actividades militares y tienen derecho a solicitar del Estado su
protección específica, mediante el ejercicio de los medios jurídicos más
efectivos para ello, en particular de la acción de tutela.
DERECHO A LA PAZ
La convivencia pacífica es un fin básico del Estado y
el móvil último de la actividad militar de las fuerzas del orden constitucional.
La paz es, además, presupuesto del proceso democrático, libre y abierto, y
condición necesaria para el goce efectivo de los derechos fundamentales. El
lugar central que ocupa en el ordenamiento constitucional llevó a su
consagración como derecho y deber de obligatorio cumplimiento. El mínimo de paz
constituye así un derecho fundamental ya que de su garantía depende la
efectividad de los demás derechos civiles y políticos de la persona.
DERECHOS FUNDAMENTALES-Vulneración/DERECHOS FUNDAMENTALES-Amenaza/JUEZ
DE TUTELA-Facultades/DERECHO A LA LIBERTAD/JUEZ DE TUTELA-Facultades
La vulneración y la amenaza de los derechos
fundamentales son dos causales claramente distinguibles: la primera requiere de
una verificación objetiva que corresponde efectuar a los jueces de tutela,
mediante la estimación de su ocurrencia empírica y su repercusión
jurídico-constitucional; la segunda, en cambio, incorpora criterios tanto
subjetivos como objetivos, configurándose no tanto por la intención de la
autoridad pública o el particular, cuando sea del caso, sino por el resultado
que su acción o abstención pueda tener sobre el ánimo de la persona
presuntamente afectada. El criterio constitucional para evaluar la existencia
de amenazas a los derechos fundamentales es racional. No supone la verificación
empírica de los factores de peligro, lo cual de suyo es imposible
epistemológicamente, sino la creación de un parámetro de lo que una persona, en
similares circunstancias, podría razonablemente esperar. El juez de tutela debe
tener una especial sensibilidad por los derechos fundamentales y su efectiva
protección, para lo cual, no basta limitarse a argumentos lógicos o
probabilísticos. Debe apreciar las circunstancias del caso en su temporalidad e
historicidad concretas para concluir si la acción de la autoridad podría
racionalmente percibirse como amenazante para una persona colocada en
condiciones similares.
DERECHOS DEL NIÑO/DERECHO A LA FAMILIA
La familia, en particular sus derechos fundamentales a
la armonía y unidad, ha sufrido en el presente caso una clara
desestabilización, con la grave repercusión que ello tiene para los niños y,
para la sociedad, al ser precisamente ella su institución básica y núcleo
fundamental. La circunstancia del padre que se ve obligado a huir abandonando a
su esposa e hijos, constituye un atentado contra la familia y una amenaza
respecto de los derechos fundamentales de los niños a tener una familia y no
ser separados de ella.
DERECHO DE PARTICIPACION POLITICA
Mediante la protección individual de los derechos
fundamentales del solicitante se pretende advertir a la fuerza pública que
actos de esa naturaleza no pueden volver a ocurrir. La Corte reafirma la
legitimidad de las Fuerzas Militares y de Policía para recuperar la totalidad del
territorio nacional, mediante el uso privativo de las armas y el derecho a
capturar y conducir ante la justicia a las personas que con sus actos
beligerantes pretendan desconocer el orden constitucional vigente. Pero también
defiende de manera categórica los derechos fundamentales de las personas
civiles, víctimas de la confrontación armada y del accionar de los grupos en
pugna. En particular, agrupaciones políticas que finalmente han optado por la
vía democrática, abandonando los medios violentos de lucha, tienen un derecho
al apoyo institucional necesario para el ejercicio pleno de sus derechos de
participación política, así como, para garantizar su seguridad y la de sus
miembros, el acceso a los medios y mecanismos estatales indispensables para
desarrollar su acción política y poder crecer como alternativa de poder.
DERECHO A LA SEGURIDAD PERSONAL-Amenazas a miembro de la UP
SUJETOS DE ESPECIAL PROTECCION
CONSTITUCIONAL-Deberes
mínimos de las autoridades estatales
Referencia: expediente T-1088
Actor: LUIS HUMBERTO
ROLON MALDONADO
Magistrado Ponente:
Dr. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Segunda de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, José
Gregorio Hernández Galindo y Alejandro Martínez Caballero, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de tutela T-1088 adelantado por el
señor LUIS HUMBERTO ROLON MALDONADO contra las Fuerzas Militares de Colombia y
los Organismos de Seguridad del Estado con sede en el Departamento de Norte de
Santander.
A N T E C E
D E N T E S
1. LUIS HUMBERTO ROLON MALDONADO, militante del
Partido Comunista, y a partir de 1988 miembro del movimiento político Unión
Patriótica, interpuso acción de tutela contra las autoridades y los organismos
de seguridad del Estado (D.A.S., F.2, DIJIM, SIJIM, S.2 Y B.2) para que se le
protegieran el derecho a la vida, a la integridad personal suya y de su
familia, sus bienes, así como su regreso al país. Acusa como violados y
amenazados los derechos constitucionales consagrados en los artículos 11, 12,
13, 18, 28 y 40 de la Constitución.
2. En su escrito petitorio, el señor Rolón Maldonado
narró como por ser "tildado de guerrillero" por algunas autoridades y
personas del municipio de Santiago, Norte de Santander, debido a sus
actividades políticas, la Policía y el Ejército lo buscaban para matarlo,
teniendo que huir en 1989 con su esposa e hijos a Bucaramanga. Posteriormente,
en 1990, por la difícil situación económica que atravesaban, regresó a la finca
de sus padres en la vereda UPERENA.
3. El día 24 de agosto de 1990, según versión del
peticionario, viajó hacia las 4:00 al municipio de Zulia y "a las 5:00 de
la mañana, tropas del Ejército Nacional, adscritas al Batallón de Infantería
Número Cinco Maza de Cúcuta se tomaron por ASALTO la casa y desarrollaron un
intenso tiroteo que duró por espacio de 15 a 20 minutos".
4. El solicitante anotó respecto del operativo
militar:
"realizaron el allanamiento y registro
de la casa y fueron sacando a cada uno de los habitantes que estaban en la
casa, dos ancianos (mis padres), los niños y mi hermano CIRO ROLON con su
esposo (sic), y un MAQUINISTA de CAMINOS VECINALES que en esos días estaba
abriendo la trocha para la carretera CACAHULA-UPERENA.
Cuando los soldados sacaron a mi hermano
CIRO ROLON, el oficial que comandaba el operativo le preguntó a uno de los
"soldados" que llevaban encapuchados "que si ese era" este
encapuchado disque que le dijo "no ese no es, el otro tiene
vigote"(sic), o sea yo.
Como consecuencia de este tiroteo,
resultaron heridos dos campesinos de la zona que se desplazaban a su trabajo a
esa hora, uno de ellos LUIS EDUARDO DIAS (sic) es mi cuñado le fue cercenado el
brazo derecho con una granada que le lanzó un soldado, el otro campesino sufrió
heridas por las esquirlas de la misma granada, este campesino se llama ORLANDO
CONTRERAS.
De estos hechos tuvo conocimiento la PERSONERIA
MUNICIPAL DE SANTIAGO, así como la PROCURADURIA DEPARTAMENTAL DE NORTE DE
SANTANDER, por queja que hiciera la señora DELFINA RINCON madre del señor LUIS
EDUARDO DIAZ, en el mes de Octubre de 1990".
5. Como consecuencia de estos hechos, afirmó el
petente, se vió forzado a huir nuevamente de la vereda, esta vez, fuera del
país sin que hasta el momento haya podido regresar a su lugar de origen. No
obstante, miembros del Ejército Nacional, de acuerdo con los testimonios
recogidos, en varias oportunidades se hicieron presentes en la finca de sus
padres inquiriendo sobre su paradero. En una de tales ocasiones, llegaron hasta
su rancho, luego de destruirlo, llevaron a su hijo JHOANY ROLON DIAZ a un
sembradío de caña, procediendo a amenazarlo con fusiles y a preguntarle sobre
el paradero de su padre.
6. Igualmente, el señor Rolón Maldonado sostuvo en su
solicitud de tutela que a su esposa DIGNERIA DEL CARMEN LOZADA un miembro del
D.A.S. le comentó que legalmente no había nada contra su esposo, "pero que
ahí había una plata para matarlo, que el agente del D.A.S. que lo conociera se
lo podía ganar".
7. De los anteriores hechos conoció, en primera
instancia, el Juzgado Promiscuo Municipal de Santiago, el cual luego de
practicar diversas pruebas testimoniales y de oficiar a los diferentes
organismos de defensa y seguridad, mediante sentencia del 18 de febrero de
1992, concedió la tutela solicitada en lo que respecta al derecho fundamental a
la libertad personal, y ordenó "a las autoridades militares y organismos
de seguridad del Estado, que salvo causa legal, se abstengan de molestar en su
persona o familia o detener o registrar el domicilio o residencia del señor
LUIS HUMBERTO ROLON MALDONADO".
8. En concepto del juez del conocimiento el conjunto
de pruebas recaudadas permitió concluir que
"en agosto de 1990 miembros del
Ejército Nacional adelantaron un operativo militar en la finca de la familia
Rolón Maldonado habiendo registrado su habitación, con actitud amenazante e
indagando, según la versión del señor HERMES ROLON y CIRO ALFONSO ROLON, por el
paradero de LUIS HUMBERTO ROLON MALDONADO". De otra parte, el fallador
pudo establecer que se inició investigación penal en el Juzgado 25 de
Instrucción Penal Militar contra un soldado voluntario por el presunto delito
de lesiones personales en perjuicio de dos particulares como resultado de los
hechos ocurridos en desarrollo de las aludidas actividades militares, cuyo
expediente fue enviado el día 17 de enero de 1992 al Juzgado de Instancia -
Comando - Grupo de Caballería Mecanizado No. 5 "Maza".
Igualmente, pudo comprobarse judicialmente, que a
pesar de no existir ninguna orden de captura vigente en su contra, ni registrar
antecedentes penales, según lo certificado por las fuerzas militares y los
organismos de seguridad del Estado, el señor LUIS HUMBERTO ROLON MALDONADO fue
molestado de manera arbitraria e injusta, vulnerándose así su derecho
fundamental a la libertad personal consagrado en el artículo 28 de la
Constitución.
9. En cuanto a la posible violación o amenaza de otros
derechos como la vida, la integridad física, la libertad de conciencia y los
derechos de participación política, el juez de instancia no encontró
establecido si efectivamente hubo actos consumatorios o atentatorios contra los
mismos; en su criterio, tampoco pudo demostrarse que los rumores de que la vida
del petente estaba en peligro fueran ciertos ni atribuibles al ejército
nacional ya que "no es lógico ni viable afirmar que con los operativos
militares se buscaba eliminarlo". Igualmente, el juez de tutela no estimó
corroborado el hecho de una violación o amenaza de la libertad de conciencia
del solicitante por parte de los miembros del ejército como consecuencia de
rechazo o condena de su ideología política, ya que "por el contrario, los
testigos que declararon, manifestaron ignorar la causa o el por qué de los
operativos militares".
10. No habiendo sido impugnada la referida providencia
de tutela, fue enviada a la Corte Constitucional, siendo repartida, previo
proceso de selección, a esta Sala para su revisión.
11. En el curso del proceso de revisión, la doctora
AIDA ABELLA ESQUIVEL, Presidenta de la Unión Patriótica, entregó a la Corte una
lista que incluye los nombres de más de mil personas vinculadas a dicho
movimiento y que fueron asesinadas o desaparecidas.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Derechos fundamentales y militancia política
1. El accionante, señor LUIS HUMBERTO ROLON MALDONADO,
adujo como vulnerados y amenazados sus derechos fundamentales como consecuencia
de su militancia política en el partido comunista y posteriormente en la Unión
Patriótica. La anterior aseveración aunque no fue demostrada en el proceso de
tutela, tampoco fue desvirtuada, por lo que exige tenerse en cuenta en el
análisis de la situación jurídica presente.
Democracia participativa y proceso político
2. El principio de democracia participativa acogido
por la Constitución supone un proceso político abierto y libre, a cuya
realización deben contribuir tanto los particulares como todas las autoridades,
incluida la fuerza pública.
El corazón de la democracia es el respeto de los
derechos de la persona. El fin último y fundamento mismo de la organización
política democrática es la dignidad humana, la cual solamente puede ser
garantizada mediante la efectiva protección de los derechos fundamentales.
Los derechos políticos de participación (CP art. 40)
hacen parte de los derechos fundamentales de la persona humana. El hombre solo
adquiere su real dimensión de ser humano mediante el reconocimiento del otro y
de su condición inalienable como sujeto igualmente libre. Los derechos de
participación en la dirección política de la sociedad constituyen una esfera
indispensable para la autodeterminación de la persona (CP art. 16), el
aseguramiento de la convivencia pacífica y la consecución de un orden justo (CP
Preámbulo, art. 2).
La democracia participativa es un principio material
que permea tanto la parte dogmática como orgánica de la Constitución. Ella
exige la reinterpretación del ejercicio del poder desde la esencia de los
derechos de participación. La recuperación de la legitimidad institucional
inspiró la consagración de diversos mecanismos de participación a lo largo del
texto constitucional. La transformación del sistema político y de las
relaciones Estado-sociedad se refleja en el concepto mismo de soberanía popular
(CP art. 2). El pueblo, en ejercicio de sus derechos políticos, articula el
Estado-aparato. La sociedad construye al Estado y organiza el ejercicio del
poder político; en esta capacidad constitutiva del orden político radica la
esencialidad de los derechos políticos de participación. La democracia es el
medio para la autodeterminación individual y colectiva; la participación
ciudadana, condición necesaria para que dicha finalidad pueda ser realizada, se
ejerce a través de diversas instituciones como el referendo, la iniciativa
legislativa, el plebiscito, la convocatoria a una Asamblea Constituyente, la
consulta popular, el sufragio, la revocatoria del mandato, la elección popular
de Alcaldes y Gobernadores, etc.
El artículo 1o. de la Constitución define a Colombia
como un Estado Social de Derecho organizado en forma de República democrática,
participativa y pluralista. Las cualidades distintivas de la organización
política nacional se asientan en el libre intercambio de ideas y opiniones, en
la activa vinculación de los individuos en la toma de las decisiones que los
afectan, en la tolerancia y en la diversidad y multiplicidad de concepciones
del mundo de los diferentes grupos étnicos que conforman la sociedad (CP art.
7).
La democracia no es simplemente una forma de
organización estatal. Es un proyecto político cuyo fundamento material es la
dignidad humana y sus manifestaciones concretas de la diversidad y la libertad.
La estrecha relación entre democracia, dignidad humana, pluralismo y autonomía
individual explica el frágil equilibrio de valores necesario para lograr su
realización. La participación de todos los sectores de la población - Estado,
sociedad civil, grupos reincorporados a la legalidad - es indispensable en el
proceso democrático. La reticencia continuada de cualquiera de ellos puede
imposibilitar la democratización de la vida social. Todas las autoridades -
incluidas las fuerzas militares y de policía -, así como los particulares están
vinculados a la Constitución (CP art. 6) y tienen como imperativo el
reconocimiento de la persona humana, su dignidad, su singularidad, así como el
respeto de la organización político-democrática donde aquélla obtiene su
reconocimiento.
Proceso político y situaciones de conflicto
3. El carácter democrático, participativo y pluralista
del proceso político peligra cuando tiene que afrontar situaciones de hecho que
atentan contra la existencia misma de la organización política.
La presencia de los grupos guerrilleros en algunas
zonas del país sitúa en un nivel crítico la vigencia del sistema político
democrático en dichos territorios. El uso de la violencia como mecanismo de
lucha política, la persecución física e ideológica, y la sistemática violación
de los derechos fundamentales a la vida, la integridad personal, la igualdad, y
la libertad, entre otros, comprometen seriamente la posibilidad de alcanzar un
orden justo por las vías pacíficas.
Cuando se presentan situaciones de conflicto armado
entre la fuerza pública y los grupos armados que están fuera de la legalidad,
el Estado tiene la obligación de ser extremadamente sensible en sus
intervenciones, con miras a preservar el equilibrio político y social, mediante
la protección eficaz a los grupos, partidos o movimientos minoritarios, en
especial a aquellos que por su carácter contestatario pueden "estar en la
mira" de otros grupos que, gozando de los beneficios institucionales y
patrimoniales, pueden ver amenazadas sus prerrogativas.
El surgimiento de grupos, movimientos y partidos
políticos minoritarios a raíz de la desmovilización de antiguos integrantes de
la guerrilla requiere de especial protección y apoyo por parte del Estado. La
institucionalización del conflicto, la dejación de las armas y su sustitución
por el ejercicio activo de la participación político-democrática y la renuncia
de la violencia como método para alcanzar el cambio social, son alternativas
que deben ser garantizadas por todas las autoridades para evitar que la llamada
"guerra sucia" acabe cerrando la posibilidad de llegar a un consenso
que reuna a todos los sectores de la población y permita la convivencia
pacífica.
La política de paz adelantada por sucesivos gobiernos
ha permitido la progresiva apertura del aparato político que ahora incorpora
personas y grupos sociales anteriormente excluidos del ejercicio del poder
político. La profunda transformación constitucional en favor de la democracia
participativa, el apoyo a los partidos y movimientos políticos minoritarios, la
circunscripción especial para indígenas, financiación estatal de los partidos y
movimientos políticos con personería jurídica, los mecanismos de democracia
directa, etc., han contribuido a la recuperación de la legitimidad
institucional y al fortalecimiento del Ejército Nacional como única
organización militar autorizada constitucionalmente para el uso de las armas.
Monopolio de las armas y judicialización del conflicto
4. Sólo el Estado, a través de la fuerza pública,
tiene el monopolio de las armas. Otras organizaciones armadas al margen de la
ley son inconstitucionales y deben ser proscritas del territorio nacional.
Tampoco pueden existir en el país, por definición unitario, repúblicas
independientes. La soberanía se debe ejercer sobre la totalidad del territorio.
Es finalidad primordial de las fuerzas militares la
defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio
nacional y del orden constitucional (CP art. 217). Para cumplirla, las Fuerzas
Militares y la Policía Nacional están legitimadas para hacer presencia en todo
el territorio nacional y combatir, hasta su sometimiento o reducción, a todos
los grupos o movimientos guerrilleros que persistan en la confrontación armada.
Sin embargo, en el ejercicio de sus funciones la fuerza pública debe tener
presente que el fundamento mismo de su legitimidad es la defensa y el respeto
de dichos derechos fundamentales.
La Constitución de 1991 no sólo contribuyó a recuperar
la legitimidad de las instituciones por la vía de la reformas democráticas.
Adicionalmente, introdujo un profundo cambio en el manejo del orden público
político, particularmente con la derogatoria del artículo 28 de la antigua
Constitución, - que autorizaba la detención precautelativa de personas -, y la
reforma al Estado de Sitio y la expresa prohibición de suspender los derechos
humanos y las libertades públicas durante los estados de excepción (CP arts.
214 num. 2 y 93). La democratización de la sociedad ha estado acompañada de la
decisión de llevar al plano judicial los conflictos armados que se presentan
entre el Estado y los diferentes grupos situados fuera de la legalidad.
Sin lugar a dudas, la consagración de una Carta de
Derechos y Deberes y la adopción de mecanismos efectivos para su protección,
han permitido que demandas y reivindicaciones sociales para las cuales
anteriormente no existían canales democráticos de expresión cuenten hoy en día
con amplios y eficaces instrumentos de participación.
La judicialización del conflicto armado también ha
repercutido en la concepción tradicional del poder político. Los derechos
fundamentales constituyen límite constitucional del ejercicio del poder. Su
fuerza irradiadora, por el lugar prioritario que ocupan en el orden político,
económico y social justo, limita entre otros, el alcance del artículo 91 de la
Constitución. Esta Corte ya ha sostenido anteriormente que,
"independientemente de la pura
consecuencia jurídica derivada del artículo 91 de la Carta en torno a
establecer sobre quién recae la responsabilidad en caso de infracción
manifiesta de un precepto constitucional en detrimento de alguna persona
-asunto claramente definido por la norma cuando, respecto de los militares en
servicio, libera de ella al inferior y la proyecta hacia el superior que dá la
orden- la disposición del artículo 18, que no admite excepciones, favorece la
libertad de conciencia del subordinado y se constituye en límite a la
discrecionalidad de quien manda, la cual no es absoluta, conciliando así el
sano criterio de la disciplina inherente a los cuerpos armados con la real
aplicación de los derechos.
Así, en virtud del criterio que se deja
expuesto, bien podría negarse un subalterno a obedecer la orden impartida por
su superior si ella consiste en infligir torturas a un prisionero o en
ocasionar la muerte fuera de combate, pues semejantes conductas, por su sóla
enunciación y sin requerirse especiales niveles de conocimientos jurídicos,
lesionan de manera abierta los derechos humanos y chocan de bulto con la Constitución".1
Otro de los cambios introducidos por el constituyente
para institucionalizar el conflicto armado colombiano a través de las vías
judiciales fue la prohibición absoluta, en estado de conmoción interior, y con
mayor razón en tiempos de normalidad, de sujetar a los civiles a la justicia
penal militar (CP art. 214 inc. final). El ejército y la policía nacional
tienen la misión de capturar a los infractores de la Constitución y la ley, y
llevarlos ante sus jueces naturales para que sean procesados.
La nueva fisonomía del poder político en Colombia
significa el abandono de la hipótesis de "lucha contra el enemigo
interior" y su sustitución por la cultura de los derechos humanos y su
protección aún en tiempos de grave perturbación del orden público.
Protección a la sociedad civil víctima del conflicto
armado
5. Independientemente de la situación jurídica de
normalidad o anormalidad política, la sociedad civil víctima de la
confrontación armada debe ser protegida por parte del Estado. Los asaltos
guerrilleros a poblaciones, la voladura de oleoductos, torres de energía,
puentes y demás elementos de la infraestructura nacional, la extorsión y el
secuestro, los atentados terroristas, etc., afectan directamente a personas
inermes, ajenas al conflicto bélico y lesionan el interés general. De otra
parte, en los operativos militares que legítimamente adelanta el Ejército
Nacional pueden resultar vulnerados los derechos fundamentales de personas
atrapadas en la "mitad de los dos fuegos".
La angustiosa situación de desamparo en que están
sumidas las personas civiles que no participan directamente en las hostilidades,
exige del Estado la protección especial de estas personas o grupos sociales.
Los integrantes de minorías políticas que
individualmente ostentan la condición de civiles pueden verse afectados con
ocasión de las actividades militares y tienen derecho a solicitar del Estado su
protección específica, mediante el ejercicio de los medios jurídicos más
efectivos para ello, en particular de la acción de tutela consagrada en el
artículo 86 de la Constitución.
Mínimo de paz y derecho a la paz
6. La organización política tiene como fin primordial
la convivencia pacífica. La paz fue uno de los principales fines buscados en el
nuevo consenso social, al punto de ser llamado ese cuerpo "la
Constituyente de la paz". (Intervención del constituyente Misael Pastrana
Borrero ante la Plenaria de la Asamblea Nacional Constituyente).
La convivencia pacífica es un fin básico del Estado
(CP art. 2) y el móvil último de la actividad militar de las fuerzas del orden
constitucional. La paz es, además, presupuesto del proceso democrático, libre y
abierto, y condición necesaria para el goce efectivo de los derechos
fundamentales. El lugar central que ocupa en el ordenamiento constitucional
llevó a su consagración como derecho y deber de obligatorio cumplimiento (CP
art. 22).
El mínimo a la paz constituye así un derecho
fundamental ya que de su garantía depende la efectividad de los demás derechos
civiles y políticos de la persona.
Derechos fundamentales del peticionario
7. De los hechos relacionados en su libelo y de las
pruebas recogidas y evaluadas por el fallador de instancia se desprende la
amenaza del derecho fundamental a la libertad personal (CP art. 28) del señor
LUIS HUMBERTO ROLON MALDONADO por la acción injusta y arbitraria del Ejército
Nacional en el curso de un operativo realizado en la vereda UPERENA, del
municipio de Santiago, Norte de Santander el día 23 de agosto de 1990.
La decisión del juez de conceder la tutela respecto
del derecho a la libertad personal, pero de denegarla en relación con los derechos
a la vida, la integridad física, la igualdad, la libertad de conciencia y el
ejercicio de los derechos políticos, se fundó en que "no se encontró si
efectivamente hubo actos consumatorios o atentatorios contra los mismos".
El examen de los hechos probados, las circunstancias
del caso en el contexto geográfico, histórico y político donde sucedieron los
acontecimientos y los testimonios de las personas que comparecieron al juzgado
en desarrollo de la investigación, hacen necesario una serie de precisiones
conceptuales para luego proceder a dictar sentencia definitiva.
Vulneración y amenaza de los derechos fundamentales
8. La vulneración y la amenaza de los derechos
fundamentales son dos causales claramente distinguibles: la primera requiere de
una verificación objetiva que corresponde efectuar a los jueces de tutela,
mediante la estimación de su ocurrencia empírica y su repercusión
jurídico-constitucional; la segunda, en cambio, incorpora criterios tanto
subjetivos como objetivos, configurándose no tanto por la intención de la
autoridad pública o el particular, cuando sea del caso, sino por el resultado
que su acción o abstención pueda tener sobre el ánimo de la persona
presuntamente afectada. Para que se determine entonces la hipótesis constitucional
de la amenaza se requiere la confluencia de elementos subjetivos y objetivos o
externos: el temor del sujeto que ve peligrar sus derechos fundamentales y la
convalidación de dicha percepción mediante elementos objetivos externos, cuya
significación es la que ofrecen las circunstancias temporales e históricas en
que se desarrollan los hechos.
El criterio constitucional para evaluar la existencia
de amenazas a los derechos fundamentales es racional. No supone la verificación
empírica de los factores de peligro, lo cual de suyo es imposible
epistemológicamente, sino la creación de un parámetro de lo que una persona, en
similares circunstancias, podría razonablemente esperar.
De esta forma se evita que cualquier persona, ante las
comunes tensiones sociales que la vida moderna conlleva, aduzca la existencia
de amenazas contra sus derechos fundamentales. Más aún, se requiere que las
circunstancias históricas así lo confirmen de manera generalizada y pueda
aceptarse que el temor advertido lejos de obedecer a la paranoia o a la
excentricidad de la persona se origina en la apreciación subjetiva y razonable
de la situación fáctica vivida.
Bajo la anterior perspectiva, el examen probatorio
realizado por el juez de instancia, aunque cuidadoso y concienzudo, resultó ser
insuficiente. La evaluación del material probatorio fue prudente al no
apresurarse a concluir que los rumores de que la vida del petente estaba en
peligro fueran ciertos o atribuibles al Ejército Nacional; sin embargo, el
carácter de simples rumores atribuido a las versiones uniformes de la familia
del solicitante no se compadece con las circunstancias objetivas de la Unión
Patriótica en el año de 1990. La situación de amenaza aducida es inescindible
del contexto vivido por esta agrupación política y su eliminación progresiva.
Las simples cifras de muertes y desapariciones de sus militantes o
simpatizantes durante los años 1985 a 1992, suministradas por la Unión
Patriótica a esta Corte, muestran de manera fehaciente la dimensión objetiva de
la persecución política contra ella desatada, sin que por parte del Estado se
hubieran tomado las medidas suficientes para garantizar su protección especial
como partido político minoritario, sistemáticamente diezmado a pesar de su
reconocimiento oficial (Resolución No. 37 del 20 de agosto de 1986,
Registraduría Nacional del Estado Civil).
Mucho menos atendible es el argumento esgrimido por el
juez en el sentido de no ser "lógico ni viable afirmar que con los
operativos militares se buscaba eliminarlo" (al solicitante). Tal
enjuiciamiento corresponde exclusivamente a los jueces penales militares (CP
art. 221) por constituir, en caso de comprobarse, una infracción manifiesta al
código penal. El juez de tutela debe tener una especial sensibilidad por los
derechos fundamentales y su efectiva protección, para lo cual, no basta
limitarse a argumentos lógicos o probabilísticos. Debe apreciar las
circunstancias del caso en su temporalidad e historicidad concretas para
concluir si la acción de la autoridad podría racionalmente percibirse como
amenazante para una persona colocada en condiciones similares. La situación
política de la Unión Patriótica en dicho momento y lugar era por lo tanto
relevante para concluir positivamente sobre la pretendida amenaza. La
vinculación formal o simplemente de palabra con la Unión Patriótica, en el
contexto de la persecución política e ideológica desatada contra sus miembros o
simpatizantes, es un factor determinante en el caso para afirmar que la
sensación de amenaza respecto de su vida era razonable, atendidas las
circunstancias concretas del solicitante.
Prueba de la poca sensibilidad hacia la protección
efectiva de los derechos fundamentales es que habiendo existido una violación
manifiesta del derecho a la intimidad personal y familiar en su modalidad de la
inviolabilidad del domicilio (CP art. 15 y 28) por parte de las fuerzas
militares, al no existir orden de autoridad competente para proceder a limitar
tales derechos, el juez de tutela no concluyó sobre su clara violación.
Atentado a la familia y a los derechos fundamentales
de los niños
9. Esta Sala de la Corte Constitucional encuentra
igualmente que la familia, en particular sus derechos fundamentales a la
armonía y unidad, ha sufrido en el presente caso una clara desestabilización,
con la grave repercusión que ello tiene para los niños y, para la sociedad, al
ser precisamente ella su institución básica (CP art. 5) y núcleo fundamental
(CP art. 42). La circunstancia del padre que se ve obligado a huir abandonando
a su esposa e hijos, constituye un atentado contra la familia y una amenaza
respecto de los derechos fundamentales de los niños a tener una familia y no
ser separados de ella (CP art. 44).
Con fundamento en las anteriores razones se procederá
por esta Corte a confirmar la decisión del Juzgado Promiscuo Municipal de
Santiago, en el sentido de conceder la tutela del derecho fundamental a la
libertad personal, y a adicionarla, extendiendo la protección a los derechos
consagrados en los artículos 11, 12, 13, 15, 18, 28 y 40 de la Constitución.
Derechos de participación política y problemática de
la U.P., del E.P.L. y de grupos y movimientos políticos en condiciones
similares
10. Finalmente, es necesario sentar un criterio
general para impedir la negación de los derechos políticos de los partidos
minoritarios, en especial, aquellos cuyo origen se remonta a la desmovilización
y reinserción de antiguos combatientes guerrilleros. El país debe marchar por
el camino del pluralismo político y la tolerancia, desterrando radicalismos o
actitudes políticas fundamentalistas que tanta violencia han generado en el
pasado y en el presente para nuestra población.
Mediante la protección individual de los derechos
fundamentales del solicitante se pretende advertir a la fuerza pública que
actos de esta naturaleza no pueden volver a ocurrir. La Corte reafirma la
legitimidad de las Fuerzas Militares y de Policía para recuperar la totalidad
del territorio nacional, mediante el uso privativo de las armas y el derecho a
capturar y conducir ante la justicia a las personas que con sus actos
beligerantes pretendan desconocer el orden constitucional vigente. Pero también
defiende de manera categórica los derechos fundamentales de las personas civiles,
víctimas de la confrontación armada y del accionar de los grupos en pugna. En
particular, agrupaciones políticas que finalmente han optado por la vía
democrática, abandonando los medios violentos de lucha, tienen un derecho al
apoyo institucional necesario para el ejercicio pleno de sus derechos de
participación política, así como, para garantizar su seguridad y la de sus
miembros, el acceso a los medios y mecanismos estatales indispensables para
desarrollar su acción política y poder crecer como alternativa de poder. No
obstante, cabe advertir que "la combinación de las formas de lucha como
método para llegar al poder" es contraria al orden constitucional
democrático, participativo y pluralista, y su utilización manifiesta y
sostenida puede conllevar a la extinción de la personería jurídica del partido
o movimiento político que recurra a ella (CP art. 95), como quiera que ello
significa el desconocimiento del Estado social de derecho y de los fines
esenciales del mismo - servir a la comunidad, promover la prosperidad general y
garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en
la Constitución -, los cuales deben ser defendidos y respetados, sin excepción,
por todos los colombianos.
El país requiere que las investigaciones sobre la
eliminación progresiva de los miembros y simpatizantes de la Unión Patriótica,
del movimiento político Esperanza, Paz y Libertad (E.P.L) y de otros
movimientos o partidos en condiciones semejantes, lleguen a su culminación, por
razones de justicia y porque así lo demanda la profundización del proceso
democrático y participativo consagrado en la Constitución. Correspondiéndole al
Defensor del Pueblo velar por la protección de los derechos humanos, se
procederá a solicitarle su intervención en este caso, dentro del ámbito de sus
atribuciones constitucionales.
La presente decisión parte de la premisa de la
ausencia de antecedentes penales válidos que, de existir en el caso de ROLON
MALDONADO, hubieren permitido la intervención de la fuerza pública en
desarrollo de su competencia constitucional y legal. Es evidente que en caso
contrario, o frente a una eventual y futura transgresión del ordenamiento por
parte del petente, la intervención de la fuerza pública puede tornarse
necesaria y adquiere plena legitimación siempre que ella se haga, además, en
virtud de mandamiento escrito de autoridad judicial competente, con las
formalidades legales y por motivo previamente definido en la ley (CP art. 28).
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda de Revisión
de la Corte Constitucional,
R E S U E L V E
PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia del JUZGADO PROMISCUO MUNICIPAL DE
SANTIAGO del 18 de febrero de 1992 en el sentido de conceder la tutela del
derecho fundamental a la libertad personal del señor LUIS HUMBERTO ROLON
MALDONADO.
SEGUNDO.- ADICIONAR la mencionada providencia en el sentido de tutelar
igualmente los derechos a la vida, la integridad, la igualdad, la intimidad, la
libertad de conciencia y la participación política del solicitante, así como
los derechos de su familia a la armonía y unidad, y los derechos fundamentales
de los niños a gozar de una familia y a no ser separados de la misma.
TERCERO.-
ORDENAR al Director
General del Departamento Administrativo de Seguridad (D.A.S.) proceda a asumir
la protección inmediata del señor LUIS HUMBERTO ROLON MALDONADO, de manera que
se asegure su pacífico retorno e incorporación a su hogar y lugar de trabajo y
el pleno ejercicio de sus derechos fundamentales.
CUARTO.- SOLICITAR al señor Defensor del Pueblo que, dentro de la órbita
de sus competencias y para los fines indicados en el artículo 282 de la
Constitución, elabore, en el término de tres (3) meses un informe con destino
al Congreso Nacional, al Gobierno y al Procurador General de la Nación, sobre
el estado en que se encuentran las investigaciones penales y disciplinarias que
se adelantan como consecuencia de las muertes de miembros del partido político
Unión Patriótica y del movimiento político Esperanza, Paz y Libertad, así como
promover ante las autoridades judiciales competentes las acciones necesarias
para el definitivo y total esclarecimiento de estos hechos.
QUINTO.- ORDENAR al Ministro de Defensa se sirva remitir copia de la
presente providencia a todas las guarniciones, cuarteles e instalaciones
militares del país con miras a que la doctrina constitucional en ella contenida
sea divulgada y estudiada por los miembros de las Fuerzas Militares.
SEXTO.- ORDENAR al Director General de la Policía Nacional poner en
conocimiento de los miembros de esta institución el contenido de la presente
sentencia.
SEPTIMO.- LIBRESE comunicación al Juzgado Promiscuo Municipal de
Santiago, Norte de Santander, con miras a que se surta lo establecido en el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Segunda de Revisión,
en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los dos (2) días del mes de julio de
mil novecientos noventa y dos (1992).
1 Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia T-409
del 8 de junio de 1992, Magistrado Ponente Dr. José Gregorio Hernández Galindo. |
72 | T-440-92
Sentencia No
Sentencia No. T-440/92
LIBERTAD DE
ENSEÑANZA/DERECHOS FUNDAMENTALES
La libertad de enseñanza es garantizada por
el Estado como un derecho fundamental. Ella es manifestación directa de la
facultad particular de fundar establecimientos educativos y de la autonomía
universitaria. Es un derecho garantizado tanto a las personas individualmente
consideradas como a las entidades educativas. Sus límites están dados por la
Constitución y la ley, sin que en su ejercicio puedan desatenderse los fines de
la educación. La libertad de enseñanza resulta desconocida si a pesar de
reconocerse la facultad de los colegios y educadores para impartir educación
sexual a los alumnos, los profesores pueden verse expuestos a sanciones
disciplinarias por el hecho de tratar el tema en clase.
EDUCACION SEXUAL
Constitucionalmente, la educación sexual es
un asunto que incumbe de manera primaria a los padres. La importancia y
delicada responsabilidad que implica esta educación del niño, exige de padres y
colegios una estrecha comunicación y cooperación. Los padres tienen derecho a
solicitar periódicamente información sobre el contenido y métodos empleados en
cursos de educación sexual, con el fin de estar seguros sobre si éstos
concuerdan con las propias ideas y convicciones. Sin embargo, el deber de
colaboración exige de los padres la necesaria comprensión y tolerancia con las
enseñanzas impartidas en el colegio, en especial cuando éstas no son
inadecuadas o inoportunas para la edad y condiciones culturales del menor. La
introducción del tema o materia de la sexualidad en la escuela no es
irrazonable, en cuanto puede intentar reducir el nivel de embarazos no
deseados, la extensión de enfermedades venéreas o la paternidad irresponsable.
El respeto del derecho de los padres a educar no significa el derecho a eximir
a los niños de dicha educación, por la simple necesidad de mantener a ultranza
las propias convicciones religiosas o filosóficas.
PERSONAL DOCENTE/RESPONSABILIDAD
DISCIPLINARIA/RESPONSABILIDAD PENAL/DEBIDO PROCESO
Es independiente la responsabilidad docente
disciplinaria de la propiamente penal. La primera tiene como finalidad impedir
y sancionar la mala conducta del educador que incide negativamente en la
formación de los educandos; la responsabilidad penal, en cambio, es genérica y
en ella incurre quien con sus actos transgreda, sin justificación legítima, los
bienes jurídicos tutelados por el ordenamiento penal.
La inexistencia de la causal de
"homosexualismo o práctica de aberración sexual" en la conducta de la
profesora conlleva una evidente vulneración del derecho al debido proceso, el
cual debe aplicarse a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas.
La sanción de exclusión del escalafón y consiguiente destitución del cargo
resulta desproporcionada frente a la real dimensión de lo sucedido.
ACCION DE TUTELA
Para determinar si se dispone de "otro
medio de defensa judicial", no basta verificar únicamente si el
ordenamiento contempla una posibilidad legal de acción; debe determinarse
adicionalmente, si la acción legal alternativa, de existir, es capaz de
garantizar la protección inmediata de los derechos vulnerados o amenazados.
INCIDENTE DE
RECTIFICACION CONSTITUCIONAL/REVOCACION DE ACTO ADMINISTRATIVO
La vulneración de los derechos
fundamentales de la petente y el desconocimiento que exhibe la actuación
administrativa respecto de lo investigado y decidido por el juez penal,
extremos a los cuales se ha referido esta providencia, hacen imperioso se
ordene, por conducto del señor Ministro de Educación, la reapertura de la
investigación disciplinaria, a fin de que dentro de ella se lleve a cabo un
incidente administrativo de rectificación constitucional, con audiencia de la
parte agraviada, en el curso del cual se tome en consideración lo señalado en
este proveído y se estudie la procedencia de la revocatoria del acto
administrativo examinado.
SENTENCIA
DE JULIO 2 DE 1992
Ref: Expediente
T- 1152
Actor: Lucila
Díaz Díaz
Magistrado
Ponente:
Dr.EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Segunda de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, José
Gregorio Hernández Galindo y Alejandro Martínez Caballero, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de tutela T-1152 adelantado
por la señora LUCILA DIAZ DIAZ contra las Resoluciones Nos. 01651 y 0075 de
1991, proferidas por la Junta Seccional de Escalafón Docente de Boyacá y la
Junta Nacional de Escalafón Docente, respectivamente.
A N T E C E D E N T E S
1. La Oficina Seccional de Escalafón
Docente del Departamento de Boyacá, mediante Resolución No. 06151 de mayo 28 de
1991, sancionó a la señora LUCILA DIAZ DIAZ con la exclusión del escalafón
docente y consiguiente destitución del cargo por incurrir presuntamente en
"la práctica de aberraciones sexuales" y en "la aplicación de castigos
denigrantes o físicos a los educandos" (Decreto 2277 de 1979, art. 46 lit.
b y e).
2. La sanción se impuso como consecuencia
de las investigaciones disciplinarias No. 520 y 672, las cuales fueron
acumuladas en un sólo proceso. Los hechos materia de la primera investigación
consistieron, según el Alcalde de la localidad de Ventaquemada, Boyacá, en que
la educadora:
"golpeó a un
niño con una vara por la cabeza y como si fuera poco después lo colocó a dar
vueltas en un dedo, diciéndole que no debía ser chismoso, ya que por uno la
pagan todos, a los pocos minutos el niño se mareó y cayó de espaldas
golpeándose la cabeza y quedando inconsiente (sic)".
La segunda causal invocada por la Junta
Seccional de Escalafón para investigar disciplinariamente a la profesora consistió,
de conformidad con lo expresado en auto de apertura de la investigación, en que
"la docente en forma inadecuada y sin explicación lógica y normal expuso a
los menores de tercer año de primaria tema como es la sexualidad de forma más
que inadecuada y grotesca, creando en ellos una idea tergiversada de los
elementos que conforman este tema".
En palabras del
menor DIOMEDES CASTRO, los hechos que dieron lugar a calificar de
"aberración sexual" la conducta de la profesora sucedieron así:
"Estábamos en clase
y nos dijo que si sabíamos como nacía un niño, dijo que la mujer tenía un
huequito y el hombre un tubito que se lo metía a la mujer cuando le derramaba
el líquido y se unía con el de la mujer tenía un niño, y que la mamá se ponía
gorda, ella nos dibujo eso en el tablero, nos dibujo un tubito y un huequito,
la profesora Lucila Diaz Diaz, se subió el buzo y nos mostró que debajo de los
brazos tenía pelos y nos mostró el brazier, que cuando las mujeres tenían
quince años les daba derrame cerebral y que tenían que ponerse las toallas para
que no se untaran del derrame, que tenían que ponerse unos calzones grandes
para que no se untarán que ese derrame les daba por el tubito que ella les
dibujo en el tablero, y que a la mamá les salían los pechos, y que por eso los
pechos les daba leche, nos cogió a los niños del salón y nos daba besos por la
cara, nos decía que para que dijeramos que ella si nos quería, nos decía que el
toro cuando se montaba a la vaca y las gallinas cuando el gallo pisaba a la
gallina que ahí había el ternero, que por eso el papá y la mamá dormían juntos,
para hacer los niños ella nos dibujo un tubito y un huequito en el tablero, les
daba besos a los niños a Yuber y Omar y a Oscar, La profesora nos dibujo como
nacían los niños, dibujo un tubito un huequito y por detrás dibujo el niño,
dijo que el niño salía por el huequito de la mujer".
3. La Junta Seccional de Escalafón de
Boyacá mediante oficio 30525 del 3 de septiembre de 1990 solicitó al Juez de
Instrucción Criminal de Tunja (Reparto) determinar conforme a su sana crítica
"si existe o no adecuación de la conducta desplegada por la docente dentro
de las normas tipificadas en el ordenamiento penal", e informarles sobre
lo decidido. El Juez Cuarto de Instrucción Criminal, mediante auto del 9 de
octubre de 1990, se abstuvo de abrir investigación penal por "inexistencia
parcial de los hechos denunciados" y por "ser atípica
penalmente" la conducta indilgada a la profesora. En sentir del juez penal
"A través de la
indagación se pudo establecer lo siguiente: Que la escuela queda ubicada en
zona rural y en sus inmediaciones unos potreros donde las gentes tiene sus
reses o ganados; ocurrió que cualquier día una vaca estaba pariendo y esto
llamó la atención a los alumnos, quienes comenzaron a platicar sobre tal
aspecto y a formularle preguntas a la profesora; ésta tuvo que responderles o
explicarles algo al respecto.
Se estableció
también que por circunstancias que no son objeto de la investigación, algunos
padres de familia no tienen buenas relaciones con la profesora y desean por
cualquier medio lograr que sea trasladada de la escuela. Así lo manifestaron
incluso ante este mismo Despacho...".
Es lógico que los
niños llevaron comentarios a sus casas y los padres de familia que desean el
cambio de la profesora aprovecharon tal circunstancia para prepararlos y
traerlos reunidos para que formularan la queja...".
"Evidentemente
los niños criados en el campo o zonas rurales desde muy temprana edad viven
observando la forma como se produce el apareamiento de la distinta clase de
animales y porqué no de los seres humanos, dado el hacinamiento en que
generalmente viven.
Significa lo
anterior que ni siquiera en el evento de que fuese cierto lo narrado por los
alumnos en su queja, encajaría tal conducta dentro de alguna de las normas del
Código Penal...".
4. A pesar de lo anterior, el sustanciador
de la investigación disciplinaria afirmó la existencia de una aberración sexual
en la conducta de la profesora y desechó la decisión del juez de instrucción criminal
alegando la independencia de las investigaciones penal y disciplinaria, así
como la correspondiente responsabilidad. Respecto a los hechos enjuiciados
sostuvo como probado que
"Como se dan
los hechos, atendiendo sus circunstancias de tiempo, modo y lugar, las
circunstancias socio-culturales y religiosas, de los esquemas y actitudes
éticas y morales acuñadas por la tradición y la costumbre, la docente LUCILA
DIAZ DIAZ, pasó por alto éstos detalles que a cualquier persona y aún más a un
educador no se le debe olvidar; su comportamiento al tratar temas de
sexualidad, la reproducción; nadie se aparta que son asuntos normales y
naturales, vale decir per-se o de su propia esencia, así lo manifiestan sus
compañeros de trabajo, tal como el profesor JAIRO AMARILLO VACCA, lo que no es
dable atender, es la manera como la docente le dió significado o trascendencia;
desviada o extraviada, llegando al punto y así lo expresan los declarantes o expositores,
que se despojó de su ropa o parte de ella, para ilustrar mejor el tema a sus
alumnos, acariciando y besando a sus alumnos; que son los directamente
perjudicados y los sujetos pasivos, éste comportamiento no sólo de emplear
palabras de doble sentido o quitarse prendas estrictamente y para el caso, de
una especie de aberraciones, al punto que se denomina como nudismo, conducta
que en algunos medios no es reprochable, ni es inmoral pero "ese mismo
comportamiento en un medio donde todos andan vestidos constituye un hecho
anormal, una conducta sexual anormal, sancionable...(Régimen disciplinario,
docente aplicado; Pablo Julio Poveda Veloza)".
5. El abogado sustanciador finalmente
concluyó que se encontraban demostradas plenamente las causales de mala
conducta y solicitó a la Junta Seccional sancionar a la profesora por los
hechos investigados. Esta última Junta, con fundamento en las conclusiones
contenidas en el auto de sustanciación, tomó la determinación de sancionar a la
señora DIAZ DIAZ por las razones antes expuestas.
6. La educadora interpuso recurso de
apelación contra la resolución 06151 de 1991, pero la Junta Nacional de
Escalafón Docente confirmó la decisión sancionatoria, mediante la Resolución
No. 0075 de agosto 28 de 1991, notificada personalmente a su apoderado el 16 de
octubre del mismo año.
7. Posteriormente, la señora DIAZ DIAZ
presentó acción de tutela ante el H. Tribunal Superior de Santafé de Bogotá y
solicitó la protección de sus derechos constitucionales fundamentales al trabajo
y al debido proceso. La Sala Laboral de este Tribunal consideró que por haber
ocurrido los hechos en el departamento de Boyacá el juez competente era el
Tribunal Superior de Tunja y procedió a remitirle el expediente.
8. En providencia del 11 de febrero de
1992, la Sala Laboral del Tribunal Superior de Tunja denegó la tutela
solicitada por ser ella
"improcedente
por existir otros medios de defensa judiciales y por que no se puede utilizar
como mecanismo transitorio en razón a que no se trata de perjuicio
irremediables (sic) conforme a la definición expresamente establecida en el
mismo Decreto 2591 de 1991, pues como se dijo, el daño ocasionado puede ser
reparado por otros medios diferentes a la indemnización".
9. No habiendo sido impugnada, la anterior
decisión fue enviada a esta Corte, correspondiendo a la Sala Segunda de
Revisión su conocimiento.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Libertad de enseñanza
1. Las investigaciones disciplinarias
impugnadas como violatorias de los derechos fundamentales de la solicitante
versan sobre hechos ocurridos dentro de una sesión de clase, guardando por ende
relación con el posible exceso o desviación de la educadora en el ejercicio de
la facultad de la libertad de enseñanza.
Como quiera que el derecho a la libertad de
enseñanza de la educadora LUCILA DIAZ DIAZ podría haber sido vulnerado por las
decisiones administrativas que la excluyeron del escalafón con la consiguiente
destitución del cargo, es indispensable, en primer término, evaluar si existió
dicha vulneración.
La libertad de enseñanza es garantizada por
el Estado como un derecho fundamental (CP art. 27). Ella es manifestación
directa de la facultad particular de fundar establecimientos educativos (CP
art. 68) y de la autonomía universitaria (CP art. 69).
La libertad de enseñanza es un derecho
garantizado tanto las personas individualmente consideradas como las entidades
educativas. Sus límites están dados por la Constitución y la ley, sin que en su
ejercicio puedan desatenderse los fines de la educación.
La libertad de enseñanza resulta
desconocida si a pesar de reconocerse la facultad de los colegios y educadores
para impartir educación sexual a los alumnos, los profesores pueden verse
expuestos a sanciones disciplinarias por el hecho de tratar el tema en clase.
Sexualidad y proceso de desarrollo
2. La sexualidad es un componente esencial
de la vida síquica y cimiento de la personalidad. La función de reproducción,
como se ha pretendido en el pasado, no explica satisfactoriamente ni absorbe
enteramente su papel vital, individual y social. La comunicación inteligente,
honesta, seria y solícita sobre esta materia debe comprometer a la familia, la
sociedad y el Estado y en ese empeño ha de buscar descorrer el velo de misterio
y tabú que la cubre.
Los expertos reconocen cómo desde el
nacimiento hasta la vida adulta, se suceden etapas en el desarrollo de la
personalidad, a través de las cuales la conducta responde a determinantes de
orden sexual, sensorial y emocional definidas, cuya adecuada vivencia resulta
indispensable para la construcción de una psique sana.
Ciertos tipos de interferencias,
incomprensiones, falsificaciones y represiones, provenientes de la sociedad y
de las instancias socializadoras del individuo - padres, escuela, coetáneos,
medios de comunicación, etc. -, aparte de incidir en muchos casos de manera
negativa y por lo demás intrusiva en ámbitos de la intimidad, generan neurosis
y disfuncionalidades que inhiben o trastornan el libre y sano desarrollo de la
personalidad. A este mismo resultado suele conducir una equivocada y subyugante
representación social de la sexualidad, que sin título alguno de legitimidad,
el grupo social proyecta sobre el individuo, y que éste termina por
interiorizar como propia pese a negar su misma subjetividad.
En este contexto, la educación sexual
representa un esfuerzo consciente de comunicación y transparencia entre las
diferentes generaciones con miras a que los niños y adolescentes - sin limitar
desde luego a estos grupos el diálogo social -, de acuerdo con sus condiciones
emocionales y sus capacidades cognitivas, puedan asumir, enfrentar y superar
feliz y enriquecedoramente cada etapa de su evolución personal, de modo que
alcancen un pleno y armonioso desarrollo.
La educación sexual, no tiene un
equivalente en los modelos convencionales de aprendizaje. Lejos de ser un
simple recuento de anatomía, fisiología y de los métodos de control de la
natalidad, se trata de un verdadero proceso que se inicia desde el nacimiento y
que tiene en los padres a la instancia que más influencia ejerce en la misma.
En efecto, la conducta explícita e implícita de los padres, sus palabras, sus
silencios, gestos, actitudes, creencias y sus respuestas de todo orden a las
exigencias, manifestaciones y múltiples sentimientos de sus hijos determinan en
gran medida su patrón de comportamiento sexual, la identificación de sus roles
y una parte esencial de la estructura y funcionamiento de su psiquismo.
La escuela, institución socializadora por
excelencia, por acción o abstención, refuerza distorsiones o deja de suplir los
vacíos que en esta materia suelen dejar los padres de familia. El abandono que
se percibe en esta área no se compadece con la trascendencia que la sexualidad
juega en la vida individual y social. Si bien se reconoce el papel
preponderante de aquí deben desempeñar los padres respecto de sus hijos, es
conveniente que la escuela moderna, de manera coordinada con ellos, coadyuve a
su esfuerzo, practique una pedagogía que incorpore el reconocimiento y la
comprensión cabal de la sexualidad, de suerte que los educandos reciban en cada
momento conocimientos serios, oportunos y adecuados y gracias a esta
interacción lleguen al pleno dominio de su "yo" y de respeto y
consideración humana por el "otro".
Uno de los fines de la educación sexual -
de ahí que resulte mejor hablar de educación o formación integral - es la de
que el niño, el púber y el adolescente crezcan en autoestima y en respeto hacia
los demás, fundamento de una personalidad sana y de una sociabilidad necesaria.
Función de la educación sexual
3. La función de la educación sexual no es
la de alinear al individuo como un cúmulo de creencias sobre la sexualidad,
sino la de proveer elementos objetivos para contribuir a su reflexión y a una
más clara, racional y natural asunción de su corporeidad y subjetividad. Se
estimula de esta manera que las elecciones y actitudes que se adopten - en un
campo que pertenece por definición a la intimidad y al libre desarrollo de la
personalidad - sean conscientes y responsables.
La transparencia que esta Corte considera
indispensable hacer en la materia examinada, es hoy todavía más necesaria y
urgente si se toman en cuenta fenómenos tales como la propagación de
enfermedades infecto-contagiosas, el aumento de embarazos no deseados, el abuso
sexual (particularmente el que se ejerce contra los niños), la indiscriminada y
masiva difusión de mensajes sexuales a través de los medios de comunicación de
impredecible impacto en los niños y jóvenes, en fin, la tendencia a reducir
insensiblemente la esfera de la sexualidad y de la afectividad a una mera
cosificación del mundo capitalista.
Educación sexual en los colegios
4. Constitucionalmente, la educación sexual
es un asunto que incumbe de manera primaria a los padres. Existen buenas
razones para asignar la responsabilidad de la educación sexual a la pareja. Por
su propia naturaleza, la instrucción sexual se lleva a cabo desde el nacimiento
en la atmósfera protegida de la familia. No obstante lo anterior, es necesario
evaluar si al Estado le está permitido participar en la educación sexual y, en
caso afirmativo, establecer en que grado puede hacerlo. La facultad estatal de
regular y ejercer la inspección y vigilancia de la educación incorpora el poder
de planear y dirigir el sistema educativo con miras a lograr la mejor formación
moral, intelectual y física de los educandos (CP art. 67 inc. 5). La formación
integral de los educandos justifica que los colegios participen en la educación
sexual del niño.
La educación no es meramente el proceso de
impartir conocimientos. Por el contrario, ella incluye la necesidad de hacer
del niño un miembro responsable de la sociedad. Aunque lo ideal es que la
educación sexual se imparta en el seno de la familia, por la cercanía y el
despliege natural de los roles paternos, los colegios están en la obligación de
participar en ello, no solo para suplir la omisión irresponsable de aquéllos en
el tratamiento del tema, sino porque el comportamiento sexual es parte esencial
de la conducta humana general, del cual depende el armonioso desarrollo de la
personalidad y, por esta vía, la convivencia pacífica y feliz de la sociedad.
Educación sexual y derechos del niño
5. La educación sexual, deficientemente
concebida y practicada, puede interferir con los derechos a la intimidad y al
libre desarrollo de la personalidad del niño. La sexualidad es parte de la
esfera privada de la persona (CP art. 15). El derecho fundamental a la
intimidad personal protege el derecho de definir las propias actitudes
sexuales. El individuo tiene el poder de regular su propia conducta sexual y
decidir sobre los límites y motivos para permitir que otros influyan en el
proceso autónomo y libre de auto-determinación de su personalidad (CP art. 16).
La formación de la persona, puede verse
afectada por los métodos empleados en la educación sexual. Tanto padres como
profesores deben ser especialmente conscientes de que la finalidad última de la
educación es el respeto de la dignidad humana.
El adoctrinamiento en una determinada
concepción del hombre o la utilización de métodos inadecuados o inoportunos en
la educación pueden llevar a daños psicológicos que afectan gravemente el
desarrollo de la personalidad del menor.
Necesaria comunicación y cooperación entre
padres y educadores
6. La importancia y delicada
responsabilidad que implica la educación sexual del niño, exige de padres y
colegios una estrecha comunicación y cooperación. Los padres tienen derecho a
solicitar periódicamente información sobre el contenido y métodos empleados en
cursos de educación sexual, con el fin de estar seguros sobre si éstos
concuerdan con las propias ideas y convicciones. Sin embargo, el deber de
colaboración exige de los padres la necesaria comprensión y tolerancia con las
enseñanzas impartidas en el colegio, en especial cuando éstas no son
inadecuadas o inoportunas para la edad y condiciones culturales del menor. La
introducción del tema o materia de la sexualidad en la escuela no es
irrazonable, en cuanto puede intentar reducir el nivel de embarazos no
deseados, la extensión de enfermedades venéreas o la paternidad irresponsable.
El respeto del derecho de los padres a educar no significa el derecho a eximir
a los niños de dicha educación, por la simple necesidad de mantener a ultranza
las propias convicciones religiosas o filosóficas.
Tal como lo sostuvo el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos en el caso KJELDSEN, BUSK MADSEN y PEDERSEN sobre la
introducción de la educación sexual como materia obligatoria en los colegios en
Dinamarca, el Estado "debe controlar que la información y los
conocimientos transmitidos se realice de forma objetiva, crítica y pluralista,
sin traspasar el límite del adoctrinamiento".
Adecuación y oportunidad de los métodos
utilizados
7. La libertad de enseñanza garantizada en
la Constitución faculta a los colegios y educadores respectivos para impartir
la educación sexual. No obstante, no es constitucional ni legalmente
irrelevante la manera y el momento en que ello se haga.
Los contenidos de la temática presentada
por el educador, el enfoque equilibrado en el tratamiento de los diferentes
aspectos, el respeto por las diversas convicciones religiosas o ideológicas,
así como la edad y condiciones de susceptibilidad emocional y espiritual de los
menores de edad son factores de los cuales depende el saludable desarrollo de
la personalidad del niño; una educación sexual inoportuna para la edad, que
adopte una perspectiva absoluta o restrictiva o que no contemple las
inquietudes, ni responda respetuosamente a los diversos cuestionamientos de los
alumnos, puede llevar a producir en ellos graves traumatismos psicológicos en
su vida futura.
Examen de adecuación y oportunidad en el
caso concreto
8. Dada la susceptibilidad de la población
en lo que respecta al tema de la educación sexual en los colegios es imperativo
analizar la conducta desplegada en el contexto de las consideraciones antes
expuestas.
En el caso sub-exámine, existen
enjuiciamientos sobre la adecuación y oportunidad de los métodos empleados por
la profesora DIAZ DIAZ para impartir enseñanzas sobre el tema de la sexualidad
a alumnos entre 8 y 12 años del curso tercero de primaria, en la escuela
veredal "El Frutillo" del municipio de Ventaquemada, Boyacá. Mientras
que para el Juzgado Cuarto de Instrucción Criminal de Tunja, la conducta de la
profesora es penalmente atípica y la apreciación de lo sucedido obedece más a
las hostilidades preexistentes entre los padres de familia y la educadora, el
abogado sustanciador de la Junta Seccional de Escalafón califica el
comportamiento de la misma como una aberración sexual.
Relación entre la responsabilidad penal y
la disciplinaria
9. En principio le asiste razón al abogado
sustanciador de la Junta Seccional de Escalafón en el sentido de ser
independiente la responsabilidad docente disciplinaria de la propiamente penal.
La primera tiene como finalidad impedir y sancionar la mala conducta del
educador - lo cual justifica un examen más riguroso y exigente dada la trascendental
función pública por éste desempeñada - que incide negativamente en la formación
de los educandos; la responsabilidad penal, en cambio, es genérica y en ella
incurre quien con sus actos transgreda, sin justificación legítima, los bienes
jurídicos tutelados por el ordenamiento penal.
En el caso específico de la conducta
identificada con el nombre de "aberraciones sexuales", la incidencia
de la misma no sólo es de notoria gravedad para el proceso educativo, sino que
por si misma, cuando ella se despliega respecto de otras personas, es
generalmente constitutiva de delito. Esta percepción no escapó en su momento a
la Junta Seccional de Escalafón Docente de Boyacá, la cual procedió a poner en
conocimiento de los jueces de instrucción criminal la conducta cuestionada y a
solicitar su pronunciamiento, pero separándose posteriormente del mismo con una
explicación - a la luz de los hechos concretos - desacertada sobre la
independencia de las responsabilidades penales y administrativas. De otra
parte, los medios empleados por la educadora al explicar el tema sexual -
lenguaje utilizado, dibujos en el tablero, analogías con otros procesos de
apareamiento, muestra de zonas no erógenas del cuerpo, besos y caricias a los
alumnos -, aunque no fueron los más adecuados por su simplismo y
superficialidad carecen de toda significación penal en concepto del juez del
conocimiento y distan en mucho de ser constitutivas de una "aberración
sexual".
La inexistencia de la causal de
"homosexualismo o práctica de aberración sexual" en la conducta de la
profesora LUCILA DIAZ DIAZ conlleva una evidente vulneración del derecho al
debido proceso, el cual debe aplicarse a toda clase de actuaciones judiciales y
administrativas, de conformidad con el artículo 28 de la Constitución. La sanción
de exclusión del escalafón y consiguiente destitución del cargo resulta
desproporcionada frente a la real dimensión de los sucedido. La desestimación
de la decisión del juez penal no está justificada, tratándose de la gravedad de
la conducta presuntamente desplegada por la educadora.
Prohibición de castigos físicos a los
educandos
10. Con respecto al empleo de castigos
físicos o denigrantes a los educandos, esta es una conducta expresamente
sancionada por la ley (artículo 46 literal e.), Decreto 2277 de 1979). Sobre el
uso de la violencia en la educación, esta Sala de la Corte Constitucional ya se
pronunció en sentencia de junio 3 de 1992 manifestando que:
"Una modalidad
aún hoy arraigada en la educación es el empleo de castigos físicos y morales
que no se compadecen con el respeto de los derechos humanos y con los
principios democráticos consagrados en la Constitución. Algunos docentes
todavía veneran la antigua máxima autoritaria, "la letra con sangre
entra". Sin embargo, por extendidas y reiteradas que sean estas prácticas
en nuestras tradiciones culturales, ellas conllevan una grave violación de los
derechos fundamentales de los niños, en especial del derecho al cuidado y al
amor (C.P. art. 44), guía insustituible del proceso educativo.
El autoritarismo en
la educación no se compadece con los valores democráticos y pluralistas de la
sociedad. Una nueva pedagogía ha surgido de la Constitución de 1991. En el
sentir del Constituyente, son fines de la educación despertar la creatividad y
la percepción, entender y respetar la diversidad y universalidad del mundo,
recibir el amor de la familia y prodigarlo en la vida adulta, desarrollar las
aptitudes de acuerdo con las capacidades, expresar las opiniones libremente con
miras a propiciar el diálogo, compartir las vivencias, alimentar la curiosidad
y aprender a no temer a los retos de la vida (Gaceta Constitucional No. 85 p.
6).
Como garantía del desarrollo integral del
niño, la Constitución consagra derechos de protección (CP art. 44) con los
cuales lo ampara de la discriminación, de las prácticas lesivas a la dignidad
humana y de cualquier tipo de indefensión que coloque en peligro su desarrollo
físico y mental".1
Como consecuencia de lo anterior,
dependiendo de las circunstancias y de la gravedad de los castigos aplicados,
la autoridad competente deberá evaluar la magnitud de la sanción a imponer,
teniendo en cuenta los antecedentes disciplinarios de la docente con fundamento
en la misma causal.
Procedencia de la acción de tutela
10. La Constitución Política de 1991
consagró en su artículo 86 la acción de tutela como uno de los mecanismos para
garantizar la eficacia de los derechos fundamentales. Subordinó, sin embargo,
su utilización, en primer término, a la condición de que el afectado "no
disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable".
Para determinar si se dispone de "otro
medio de defensa judicial", no basta verificar únicamente si el
ordenamiento contempla una posibilidad legal de acción; debe determinarse
adicionalmente, si la acción legal alternativa, de existir, es capaz de garantizar
la protección inmediata de los derechos vulnerados o amenazados.
La acción de tutela se concibe como medio
último y extraordinario de protección inmediata, ante la vulneración de un
derecho fundamental, a lo cual se puede recurrir en ausencia de un medio
judicial ordinario capaz de brindarla. En el presente caso, no se dan las
condiciones materiales y concretas predicables de la situación concreta en la
cual se encontraba colocada la petente, y que le hubieran impedido de hecho
apelar a los medios judiciales ordinarios o que los tornare inidóneos o
ineficaces como instrumentos de protección inmediata. Por esta razón se
confirmará la sentencia de tutela, modificando sin embargo su sentido y
alcance.
En el caso examinado, la educadora LUCILA
DIAZ DIAZ pretende la protección de sus derechos al debido proceso y al
trabajo, violados en su sentir por los actos administrativos de las Juntas
Seccional de Boyacá y Nacional al sancionarla con la destitución del cargo.
Contra las resoluciones de la autoridad
pública demandada el ordenamiento jurídico colombiano contempla una expresa
posibilidad legal de acción, una vez se agote la vía gubernativa. Tratándose
de la actividad administrativa del Estado, como en este caso, la ley ha
establecido medios ordinarios de control jurisdiccional, entre ellos la acción
de nulidad y el restablecimiento del derecho (art. 85 C.C.A.).
La Resolución 0075 del 28 de agosto de 1991
fue notificada personalmente al apoderado de la solicitante el 16 de octubre de
1991, conforme a lo establecido en el artículo 44 del Código Contencioso
Administrativo, fecha a partir de la cual comenzó a contabilizarse el término
de cuatro (4) meses para interponer la respectiva acción administrativa (C.C.A.
art. 136). La presente acción de tutela fue interpuesta el 19 de diciembre de
1991, sin que se hubiera producido una decisión definitiva por parte de la
justicia administrativa sobre la posible vulneración de los derechos fundamentales
invocados, razón por la cual se procederá a confirmar la decisión revisada, no
sin antes intervenir para que los efectos de la decisión administrativa puedan
ser corregidos.
Incidente de rectificación constitucional
12. La vulneración de los derechos
fundamentales de la petente y el desconocimiento que exhibe la actuación
administrativa respecto de lo investigado y decidido por el juez penal,
extremos a los cuales se ha referido esta providencia, hacen imperioso se
ordene, por conducto del señor Ministro de Educación, la reapertura de la
investigación disciplinaria, a fin de que dentro de ella se lleve a cabo un
incidente administrativo de rectificación constitucional, con audiencia de la
parte agraviada, en el curso del cual se tomen en consideración lo señalado en
este proveído y se estudie la procedencia de la revocatoria del acto
administrativo examinado.
Educación sexual obligatoria
13. Finalmente, dada la necesidad de
promover la educación sexual, en los diferentes planteles educativos, de conformidad
con lo expuesto, se procederá a ordenar al Ministerio de Educación, elaborar
con el apoyo de expertos un estudio sobre el contenido y metodología más
adecuados para impartir la educación sexual en todo el país.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda
de Revisión de la Corte Constitucional,
R E S U E L V E
PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia de la Sala Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Tunja, del 11 de febrero de 1992 en
el sentido de denegar la tutela solicitada por la señora LUCILA DIAZ DIAZ.
SEGUNDO.- MODIFICAR la sentencia mencionada, en el sentido de
solicitar al Ministro de Educación que por su conducto se disponga la
reapertura de la investigación disciplinaria abierta contra la señora LUCILA
DIAZ DIAZ para los propósitos señalados en el fundamento jurídico 12.
TERCERO.- SOLICITAR al Ministro de Educación que, en un término
de 12 meses luego de recibir el informe de los expertos mencionado en este
proveído, proceda a ordenar las modificaciones y cambios a que haya lugar para
adelantar, conforme a los mismos, la educación sexual de los educandos en los
diferentes centros educativos del país.
CUARTO.- LIBRESE comunicación al mencionado Tribunal con
miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Segunda de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los dos (2) días del mes
de julio de mil novecientos noventa y dos)
1 Corte Constitucional Sala Segunda de Revisión. Sentencia T-402
Junio 3 de 1992. Magistrado Ponente Eduardo Cifuentes Muñoz. |
73 | T-441-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-441/92
ACCION DE TUTELA-Titularidad/DERECHOS
FUNDAMENTALES/PERSONA JURIDICA
La acción de tutela puede ser ejercida por
personas naturales o jurídicas. Las personas jurídicas poseen derechos
constitucionales fundamentales por dos vías: a) directamente: cuando las
personas jurídicas son titulares de derechos fundamentales no porque actúan en
sustitución de sus miembros, sino que lo son por sí mismas, siempre, claro
está, que esos derechos por su naturaleza sean ejercitables por ellas mismas y
b) indirectamente: cuando la esencialidad de la protección gira alrededor de la
tutela de los derechos constitucionales fundamentales de las personas naturales
asociadas.
DERECHO DE
ASOCIACION SINDICAL
El derecho de
asociación sindical es un derecho subjetivo que tiene una función estructural
que desempeñar, en cuanto constituye una vía de realización y reafirmación de
un estado social y democrático de derecho, más aún cuando este derecho que
permite la integración del individuo a la pluralidad de grupos, no constituye
un fin en sí mismo o un simple derecho de un particular, sino un fenómeno
social fundamental en una sociedad democrática y, es más, debe ser reconocido
por todas las ramas y órganos del poder público. La Asociación Sindical tiene
un carácter voluntario, ya que su ejercicio descansa en una autodeterminación
de la persona de vincularse con otros individuos y que perdura durante esa
asociación. Tiene también un carácter relacional o sea que se forma de una
doble dimensión. Ya que de un lado aparece como un derecho subjetivo de
carácter individual y por el otro se ejerce necesariamente en tanto haya otros
ciudadanos que estén dispuestos a ejercitar el mismo derecho y una vez se dé el
acuerdo de voluntades se forma una persona colectiva. Tiene así mismo un
carácter instrumental ya que se crea sobre la base de un vínculo jurídico,
necesario para la consecución de unos fines que las personas van a desarrollar
en el ámbito de la formación social.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/CONVENCION COLECTIVA-Incumplimiento
Es claro que no en todas las ocasiones en
que una resolución administrativa sea la causante de la violación o amenaza de
un derecho constitucional fundamental y que sea posible su cuestionamiento a
través de las vías de los recursos ordinarios, puede el Juez de Tutela desechar
la protección del derecho constitucional fundamental, pues es necesario
realmente verificar en el caso concreto si los recursos a que alude la
normatividad son verdaderos medios de defensa que le garanticen a la persona el
goce pleno de su derecho. En relación con el incumplimiento de la Convención
Colectiva, considera esta Sala que no procede la acción de tutela por cuanto es
muy claro que existen para dichos efectos otros medios judiciales de defensa
que le permitían a la Unión de Empleados Bancarios demandar su cumplimiento.
SUSPENSION
PROVISIONAL-Alcance
La suspensión provisional, suspende los
efectos de un acto negativo pero no tiene la virtud de hacer producir un acto
positivo, ni mucho menos puede indemnizar o reparar un perjuicio ocasionado.
Según la naturaleza jurídica de la suspensión provisional, se puede lograr la
simple paralización de la actividad ejecutiva, pero carece de eficacia
-obligación de hacer-, en que el acto administrativo contiene la denegación o
prohibición del ejercicio de una actividad. En este caso la suspensión
provisional no habría podido tutelar los derechos entre el momento de su
violación y la expedición de la sentencia definitiva del Contencioso
Administrativo. El juez administrativo puede obligar a la administración a
expedir una resolución coercitiva que efectivamente proteja los derechos de la
UNEB. Un pronunciamiento de esta índole se constituye en un mecanismo idóneo de
defensa judicial.
ACCION DE TUTELA
TRANSITORIA-Improcedencia/JUEZ
DE TUTELA-Facultades/IGUALDAD MATERIAL-Vulneración
No habiéndose
solicitado la tutela como mecanismo transitorio, cabría entonces preguntarse si
el juez de tutela estaría habilitado para conceder, en principio, una acción en
términos diferentes a los solicitados por el presente. Esta Sala observa que
ello es posible e incluso necesario, según las circunstancias de cada caso. En
el negocio concreto, empero, esta Sala estima que la adecuación oficiosa de la
tutela, haciéndola pasar de definitiva a transitoria, no es procedente porque
ello violaría el principio de igualdad material, según el cual las situaciones
diferentes deben ser tratadas de manera desigual. En este sentido, el socorrer
la solicitud de tutela de un abogado especialista por parte de la Corte
Constitucional en forma oficiosa, coloca a los petentes que son abogados -la
mayoría- en una situación ventajosa respecto de los demás, ya que las prerrogativas
que el constituyente y el legislador establecieron para que toda persona
pudiese acceder a la administración de justicia, no podrían ser extendidas por
el juez de tutela a los abogados especialistas. Ello sin duda violaría la
especial protección que requieren todas aquellas personas que se encuentran en
condiciones de inferioridad o debilidad.
REF: Expediente
Nº T-1.378
Peticionario:
UNION NACIONAL DE EMPLEADOS BANCARIOS -UNEB-
Procedencia:
Corte Suprema de Justicia (Sala Laboral).
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santafé de Bogotá, D.C., julio tres (3) de
mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala Cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero,
Fabio Morón Díaz y Simón Rodríguez Rodríguez,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela identificado con el
número de radicación T-1.378, adelantada por la UNION NACIONAL DE EMPLEADOS
BANCARIOS -UNEB-.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional llevó a cabo la escogencia para su
revisión de la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le correspondió a esta Sala
Cuarta de Revisión el presente negocio, el cual fue formalmente recibido el día
26 de marzo del presente año.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia.
1. Solicitud.
La UNION NACIONAL DE EMPLEADOS BANCARIOS
-UNEB- confirió poder al abogado Octavio Gil Gámez para presentar ante el
Tribunal Superior de Santafé de Bogotá una acción de tutela.
Se fundamenta el mecanismo tutelar incoado
en el hecho de que UNEB es un sindicato con personería jurídica legalmente
reconocida, en cuyo seno se encuentran afiliados trabajadores de diferentes
bancos, cajas de ahorros y otras entidades dependientes de la Superintendencia
Bancaria.
El sindicato firmó convención colectiva con
la Corporación Popular de Ahorro y Vivienda -CORPAVI- el día 6 de abril de
1989, pero desde el 6 de agosto de 1990 esta Corporación ha venido desconociendo
dicha convención.
Como consecuencia de lo anterior, el
Ministerio del Trabajo ha multado varias veces a CORPAVI y la ha conminado para
que no siga ejerciendo hechos que atentan contra el derecho de asociación.
UNEB presentó a CORPAVI otro pliego de
peticiones laborales sin que haya sido posible su negociación, precisamente por
las mismas causas.
El sindicato solicitó entonces la
intervención del Ministerio del Trabajo, el cual, por medio de la Resolución Nº
0195 de febrero 3 de 1992, se abstuvo de obligar a CORPAVI a negociar el
pliego. En consecuencia finiquitó la etapa del conflicto laboral de
negociación, por las razones que presentó el Ministerio en su oportunidad.
Concluye el peticionario que se está desconociendo
el derecho de los empleados de CORPAVI a afiliarse a la UNEB, a pesar de que
había una convención firmada. Agrega que es preciso garantizar el pleno derecho
de asociación que tienen los trabajadores de CORPAVI y por ende el de
contratación colectiva en cabeza de la UNEB.
Examinado el texto de la acción de tutela,
observa esta Sala de Revisión que el peticionario no invocó el mecanismo
transitorio ni registró la lesión aducida como perjuicio irremediable
ocasionado por la omisión del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social.
2. Fallos.
2.1. Del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Santafé de Bogotá -Sala Laboral-(providencia de febrero 11 de
1992).
En primera instancia, el Tribunal Superior
no accedió a la petición de acción de tutela propuesta por la UNEB.
Los siguientes fueron los argumentos del
Tribunal Superior para denegar la solicitud.
a- La acción de
tutela no está instaurada para impugnar actos administrativos sino para
proteger inmediatamente los derechos constitucionales fundamentales.
b- La acción de
tutela es en este caso improcedente, de acuerdo con el artículo 6º del Decreto
2591 de 1991, por cuantos existen "otros recursos o medios de defensa
judiciales...". Como en el presente asunto son procedentes los recursos de
reposición y apelación de la resolución que se acusa, se rechazó en
consecuencia la acción.
2.2. De la Corte Suprema de Justicia -Sala
Laboral- (providencia de marzo 3 de 1992).
En segunda instancia se pronunció la Corte
Suprema de Justicia sobre la solicitud de impugnación, de conformidad con el
artículo 31 del decreto 2591 de 1991.
Consideró el Alto Tribunal que no es
procedente la acción invocada y por lo tanto confirma la providencia de
instancia, con base en las siguientes razones:
a- Los actos administrativos
expedidos por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social gozan de otros medios
defensivos que deben ser agotados.
b- El peticionario
no invocó la tutela como mecanismo transitorio y además tampoco registró la
lesión aducida como perjuicio irremediable ocasionada por parte del Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
1. Competencia.
Es competente esta Sala de
Revisión de la Corte Constitucional para proferir Sentencia de revisión de los
fallo dictado por la Sala Laboral de la H. Corte Suprema de Justicia, con
fundamento en los artículos 86 inciso tercero y 241 numeral noveno de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del
Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que
de dicho fallos practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó
en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación.
2. Legitimidad de la persona jurídica para
ejercer la acción de tutela.
Para el caso en estudio por esta Sala de
Revisión de la Corte Constitucional, se trata de una acción de tutela
presentada por persona jurídica -Unión de Empleados Bancarios -UNEB-, que es un
sindicato con personería jurídica reconocida legalmente y cuyos estatutos se
encuentran aprobados por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
En realidad la acción de tutela puede ser
ejercida por personas naturales o jurídicas. En efecto, el artículo 86
de la Constitución establece que toda persona tendrá acción de tutela, así:
"Toda
persona tendrá acción de tutela para reclamar ante los jueces en todo
momento y lugar, mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o
por quien actúe a su nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales" (subrayas y negrillas fuera del texto).
El artículo 10º del Decreto 2591 de 1991
establece:
"La acción de
tutela podrá ser ejercida, en todo momento y lugar, por cualquier persona
vulnerada o amenazada en uno de sus derechos fundamentales, quien actuará por
sí misma o a través de representante..." (subrayas y negrillas fuera del
texto).
En el derecho colombiano se distinguen dos
tipos de personas, a saber: las personas naturales y las personas jurídicas
(artículo 73 del código civil).
a- Personas
naturales: son absolutamente todos los seres humanos (artículo 74 del Código
Civil).
b- Persona jurídica:
el artículo 633 del Código Civil las define de la siguiente manera:
"Se llama
persona jurídica, una persona ficticia, capaz de ejercer derechos y contraer
obligaciones civiles, y de ser respetada judicial y extra judicialmente".
Sobre la titularidad de las personas
jurídicas respecto de la acción de tutela, esta Sala considera que ellas son
ciertamente titulares de la acción, como lo dijo ya la Corte en Sentencia de
tutela número T-411.1
Para los efectos relacionados con la
titularidad de la acción de tutela se debe entender que existen derechos
fundamentales que se predican exclusivamente de la persona humana, como el
derecho a la vida y la exclusión de la pena de muerte (artículo 11);
prohibición de desaparición forzada, torturas, tratos o penas crueles, inhumanos
o degradantes (artículo 12); el derecho a la intimidad familiar (artículo 15);
entre otros.
Pero otros derechos ya no son exclusivos de
los individuos aisladamente considerados, sino también en cuanto se encuentran
insertos en grupos y organizaciones, cuya finalidad sea específicamente la de
defender determinados ámbitos de libertad o realizar los intereses comunes.
En consecuencia, en principio, es necesario
tutelar los derechos constitucionales fundamentales de las personas jurídicas,
no per se, sino en tanto que vehículo para garantizar los derechos
constitucionales fundamentales de las personas naturales, en cada caso
concreto, a criterio razonable del Juez de Tutela.
Otros derechos constitucionales
fundamentales, sin embargo, las personas jurídicas los poseen directamente: es
el caso de la inviolabilidad de la correspondencia y demás formas de
comunicación privada (artículo 15 de la Constitución), el debido proceso
(artículo 29) o la libertad de asociación sindical (artículo 38), entre otros.
Luego, las personas jurídicas poseen
derechos constitucionales fundamentales por dos vías:
a- directamente:
cuando las personas jurídicas son titulares de derechos fundamentales no porque
actúan en sustitución de sus miembros, sino que lo son por sí mismas, siempre,
claro está, que esos derechos por su naturaleza sean ejercitables por ellas
mismas.
b- indirectamente:
cuando la esencialidad de la protección gira alrededor de la tutela de los
derechos constitucionales fundamentales de las personas naturales asociadas.
Esta tesis ha sido adoptada por el derecho
comparado, así: el artículo 162.1.b. de la Constitución española reconoce
expresamente la acción de amparo para personas naturales y jurídicas; y la Ley
Fundamental alemana, en su artículo 19.III., dispone lo mismo.
Observa la Sala que, en este orden de
ideas, la Unión de Empleados Bancarios -UNEB-, es considerada titular Legítima
de dicha acción.
3. Derecho al Trabajo como valor
fundamental.
La Constitución es un sistema portador de
valores y principios materiales. En su "suelo axiológico" se
encuentra el valor del trabajo, que según el Preámbulo de la Carta fundamental
se debe asegurar a los integrantes de la sociedad, dentro de un marco jurídico,
democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social
justo. Por ello el Constituyente le otorgó al trabajo el carácter de principio
informador del Estado Social de derecho, al considerarlo como uno de sus
fundamentos, al lado de la dignidad humana, la solidaridad de las personas que
integran la sociedad y la prevalencia del interés general (artículo 1º de la
Constitución).
La persona es el sujeto de la Constitución
y, como condición de la dignidad humana, la Carta es portadora de derechos y
deberes (Título II). El trabajo es justamente uno de ellos (artículo 25), con
un carácter de derecho-deber y, como todo el tríptico económico de la
Carta-propiedad (artículo 58), trabajo (artículo 25), empresa (artículo 333)-,
cumple una función social.
El mandato Constitucional obliga proteger
el trabajo como derecho-deber, para el cumplimiento de uno de los fines
esenciales del Estado: garantizar la efectividad de los principios, derechos y
deberes que genera esa labor humana (artículo 2º).
Ahora bien, la protección especial que la
Carta le confiere al trabajo comprende, de suyo, la garantía al derecho de
asociación sindical y, como un elemento derivado, también al derecho a la
negociación colectiva a partir de la consideración según la cual no puede
conferírsele igualdad de trato al patrono y a cada uno de los trabajadores en
sus relaciones contractuales; por lo tanto se hace necesario asegurar el
derecho de asociación para equilibrar la relación capital-trabajo.
4. Derecho fundamental a la libre
asociación de los trabajadores.
4.1. Nociones generales.
La libre asociación sindical es una especie
del derecho genérico a la asociación, consagrado en el artículo 38 de la Carta,
así:
"Se garantiza
el derecho de libre asociación para el desarrollo de las distintas actividades
que las personas realizan en sociedad".
El artículo 39 de la Constitución
establece:
"Los
trabajadores y empleadores tienen derecho a constituír sindicatos o
asociaciones, sin intervención del Estado. Su reconocimiento jurídico se
producirá con la simple inscripción del acta de constitución.
La estructura
interna y el funcionamiento de los sindicatos y organizaciones sociales y
gremiales se sujetarán al orden legal y los principios democráticos.
La cancelación o la
suspensión de la personería jurídica solo procede por vía judicial.
Se reconoce a los
representantes sindicales el fuero y las demás garantías necesarias para el
cumplimiento de su gestión. No gozan del derecho de asociación sindical los
miembros de la fuerza pública".
Los antecedentes de esta norma en la
Asamblea Nacional Constituyente se pueden resumir en el papel fundamental que
debe jugar la asociación sindical en el desarrollo social, económico y político
del país.
Estimó el constituyente en este sentido lo
siguiente:
"Debe existir
esa concertación tripartita que aconseja la O.I.T. para que de esta forma se
disminuyan los conflictos sociales y se distense ese ambiente de antagonismo,
de irrespeto, de desconfianza, de intolerancia.
En ese orden de
ideas, se busca un sindicalismo que sea escuchado, respetado y que contribuya a
afianzar la paz y la democracia"2 .
En el informe-ponencia del Constituyente
Angelino Garzón se aborda el tema del derecho de asociación sindical. Estima el
ponente que éste hace parte de los derechos humanos y éstos a su vez de la
democracia. Se estudia, en la ponencia, la relación entre capital y trabajo. Se
dice que, tal relación y el papel mediador del Estado, es decisivo para la
democracia y el desarrollo económico y social del país. La relación antes
citada se finca en el principio de redistribución económica del capital, como
elemento de justicia social.
"En este marco,
tanto empresas como sindicatos son elementos complementarios y no antagónicos
de la democracia. Por tanto se deben asumir las relaciones laborales en el
ámbito del respeto mutuo, del beneficio recíproco y del bien común".3
El artículo 93 de la Constitución le
confiere a los Tratados Internacionales sobre derechos humanos el carácter de
norma prevalente en el ordenamiento interno, si se ajustan al orden
constitucional, y les otorga la condición de criterio de interpretación para
buscar el sentido de los derechos y deberes consagrados en la Carta
Fundamental.
Específicamente en materia laboral el
artículo 53 de la Constitución establece que los convenios internacionales del
trabajo debidamente ratificados, hacen parte de la legislación interna.
Los fundamentos del artículo 39 de la
Constitución se encuentran en el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, ratificado por Colombia mediante la Ley 64 de 1968.
El concepto del derecho a la
sindicalización consagrado por el Pacto Internacional de 1966, había sido
elaborado y desarrollado por los Convenios Internacionales 87 y 98 de la
Organización Internacional del Trabajo. Es de advertir que esos Convenios tienen
el carácter de norma mínima laboral para los Países que lo ratifiquen, en
virtud del numeral 8º del artículo 19 de la Constitución de la Organización
Internacional del Trabajo -aprobada por Colombia mediante la Ley 49 de 1919, ya
que ella era uno de los compromisos que adquirieron los países al suscribir el
Pacto de la Liga de las Naciones acordado por la conferencia de La Paz con que
culminó la primera guerra mundial-.
El Estado colombiano aprobó mediante la Ley
26 de 1976 (septiembre 15) el Convenio número 87 adoptado por la Trigésima
Primera Reunión de la Conferencia General de la Organización Internacional del
Trabajo (1948), relativo a la libertad sindical y a la protección del derecho
de sindicalización.
Se concluye que el derecho de asociación sindical
es un derecho subjetivo que tiene una función estructural qué desempeñar, en
cuanto constituye una vía de realización y reafirmación de un estado social y
democrático de derecho, más aún cuando este derecho que permite la integración
del individuo a la pluralidad de grupos, no constituye un fin en sí mismo o un
simple derecho de un particular, sino un fenómeno social fundamental en una
sociedad democrática y, es más, debe ser reconocido por todas las ramas y
órganos del poder público.
La Asociación Sindical tiene un carácter
voluntario, ya que su ejercicio descansa en una autodeterminación de la persona
de vincularse con otros individuos y que perdura durante esa asociación.
Tiene también un carácter relacional o sea
que se forma de una doble dimensión. Ya que de un lado aparece como un derecho
subjetivo de carácter individual y por el otro se ejerce necesariamente en
tanto haya otros ciudadanos que estén dispuestos a ejercitar el mismo derecho y
una vez se dé el acuerdo de voluntades se forma una persona colectiva.
Tiene así mismo un carácter instrumental ya
que se crea sobre la base de un vínculo jurídico, necesario para la consecución
de unos fines que las personas van a desarrollar en el ámbito de la formación
social.
La libertad de asociación sindical
comprende tres enfoques:
a- Libertad
individual de organizar sindicatos, cuyo pluralismo sindical está consagrado en
el artículo 2º del Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo.
b- Libertad de
sindicalización (o sindicación), ya que nadie puede ser obligado a afiliarse o
a desafiliarse a un sindicato; en palabras del artículo 358 del Código
Sustantivo de Trabajo, inciso 1º: "Los sindicatos son asociaciones de
libre ingreso y de retiro de los trabajadores".
c- Autonomía
sindical que es la facultad que tiene la organización sindical para crear su
propio derecho interno, para organizarse. Así lo dispone el artículo 3º del
Convenio 87 de la OIT.
La importancia que hoy en día ha tomado
este derecho, hace que se acoja por los Estados en forma universal. Así por
ejemplo este derecho lo consagran todas las constituciones elaboradas en este
siglo.
4.2. El derecho de asociación sindical en
el caso concreto.
La Unión Nacional de Empleados Bancarios
UNEB, es un sindicato con personería jurídica reconocida legalmente y los
estatutos vigentes hasta 1989, debidamente aprobados por el Ministerio del
Trabajo y Seguridad Social.
En el artículo 1º (en su parágrafo) y en el
artículo 7º de los anteriores estatutos de la UNEB se estableció que ésta podía
tener afiliados en "los Bancos, cajas de ahorro o toda entidad dependiente
de la Superintendencia Bancaria".
La UNEB presentó reforma de estatutos, para
su aprobación, al Ministerio del trabajo y Seguridad Social, buscando precisar
y aclarar lo mejor posible, la cobertura del sindicato de industria bancario.
El Ministerio redujo el alcance o cobertura de la UNEB, mediante resolución
número 03620 del 20 de agosto de 1990.
La resolución número 0598 de fecha 4 de
octubre de 1991 y que dá validez a la reforma de los estatutos de la UNEB, que
a su vez permite que los trabajadores de las Corporaciones de Ahorro y Vivienda
puedan afiliarse a la referida organización sindical, se produjo con fecha 5 de
noviembre de 1991, según certificación expedida por la Subdirectora de
Relaciones Colectivas, por lo tanto en la fecha en que se celebró el Congreso
en donde se aprobó el pliego de peticiones de los trabajadores de CORPAVI
afiliados a la UNEB, esta organización sindical no podía tener como afiliados a
los trabajadores de CORPAVI.
Para el Ministerio del Trabajo es claro que
según se expresa en el acto administrativo número 1653 de 4 de diciembre de
1991, proferido por la Dirección Regional Santafé de Bogotá- Cundinamarca, la
Convención de Trabajo suscrita entre las partes puede estar presuntamente
viciada de nulidad y que está vigente hasta que no sea declarada por la
autoridad competente y mientras esto no suceda sigue generando a plenitud todos
los efectos jurídicos que la misma implica.
5. La acción de tutela en el caso
sub-exámine.
Para esta Sala de Revisión de la Corte
Constitucional no es procedente en este caso la acción de tutela, por los
siguientes motivos:
a- En términos generales, esta Sala
advierte que si bien es cierto que la acción de tutela no opera cuando existen
otros medios judiciales de defensa, es lo cierto que, como ya lo tiene
establecido esta Corporación4 , es necesario que esos medios
alternativos de defensa judicial sean eficaces e idóneos para la protección
real de los derechos constitucionales fundamentales.
En otras palabras, para esta Sala de
Revisión de la Corte Constitucional es claro que no en todas las ocasiones en
que una resolución administrativa sea la causante de la violación o amenaza de
un derecho constitucional fundamental y que sea posible su cuestionamiento a
través de las vías de los recursos ordinarios, puede el Juez de Tutela desechar
la protección del derecho constitucional fundamental, pues es necesario
realmente verificar en el caso concreto si los recursos a que alude la
normatividad son verdaderos medios de defensa que le garanticen a la persona el
goce pleno de su derecho, como bien lo ordena el artículo 6º del Decreto 2591
de l991 que establece:
"La acción de
tutela no procederá:
1. Cuando existan
otros recursos o medios de defensa judiciales salvo que aquella se utilice como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable. La existencia
de dichos medios será apreciada en concreto, en cuanto a su eficacia,
atendiendo las circunstancias en que se encuentra el solicitante"(negrillas
fuera del texto).
b- Pero en términos específicos, en el caso
concreto la solicitud tutelar goza ciertamente de medio idóneos de defensa
judicial, como se verá a continuación, tanto para el caso de la violación de la
Convención colectiva como para el caso de la negativa de negociación del pliego
de peticiones.
5.1. La acción de tutela frente a la
violación de la Convención Colectiva.
La Convención Colectiva de Trabajo suscrita
entre la empresa Corporación de Ahorro y Vivienda CORPAVI y la Organización
Sindical denominada Unión Nacional de Empleados Bancarios, contiene en el
artículo tercero su término de vigencia de dos años contados a partir del
primero (1º) de marzo de mil novecientos ochenta y nueve (1989) hasta el
veintiocho (28) de febrero de mil novecientos noventa y uno (1991).
Durante la vigencia de la Convención, y
obrando en concordancia con el artículo 479 del Código Sustantivo del Trabajo,
la Unión Nacional de Empleados Bancarios, en fecha diciembre 20 de 1990,
expresó su voluntad de dar por terminada la Convención Colectiva de Trabajo, y
para los efectos legales presentaron con las formalidades debidas la denuncia
ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Según el expediente, CORPAVI incumplió las
cláusulas de la Convención Colectiva, de conformidad con las siguientes
resoluciones expedidas por el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, con
fundamento en el artículo 486 del Código Sustantivo del Trabajo, subrogado por
el Decreto 2351 de 1965 -artículo 41-:
a- Resolución No.
317 de 1991: por la cual se resuelve una petición por violación de la
Convención Colectiva. En esta decisión administrativa se procedió a conminar
bajo apremios de sanción pecuniaria a la Corporación, a la multa de veinte (20)
salarios mínimos para que diera cumplimiento a las obligaciones originadas en la
Convención Colectiva ya mencionada.
b- Resolución No.
1653 de 1991: en ésta se considera que la Convención Colectiva creó un
derecho objetivo más favorable que la ley para servir de contenido obligatorio
de los contratos de trabajo durante su vigencia. La violación de una de las
cláusulas de la Convención, como fue la relativa a los préstamos de vivienda,
hizo merecedora a la Corporación de una sanción de multa correspondiente a
cincuenta (50) salarios mínimos.
Para esta Sala, frente al incumplimiento de
la Convención Colectiva, el Sindicato posee los siguientes mecanismos idóneos
judiciales de defensa:
a- El artículo 475
del Código Sustantivo del Trabajo que dispone que los sindicatos que sean parte
de una convención colectiva tienen acción para exigir su
cumplimiento o el pago de daños y perjuicios.
b- El artículo 476
determina que los trabajadores obligados por una convención colectiva tienen
acción para exigir su cumplimiento o el pago de daños y perjuicios, siempre
que el incumplimiento les ocasione un perjuicio individual. Los trabajadores
pueden delegar el ejercicio de esta acción en su sindicato.
Así mismo, la Sección de Trabajo y
Vigilancia de las Direcciones Regionales del Ministerio del Trabajo, es
autoridad administrativa competente para aplicar las sanciones a que haya lugar
por violación o desconocimiento de las normas laborales contempladas en las
leyes, convenciones, pactos colectivos o laudos arbitrales.
En relación con el incumplimiento de la
Convención Colectiva, considera esta Sala que no procede la acción de tutela
por cuanto es muy claro que existen para dichos efectos otros medios judiciales
de defensa que le permitían a la Unión de Empleados Bancarios demandar su
cumplimiento.
5.2. La acción de tutela frente a la
negativa de negociar el pliego de peticiones.
El pliego de peticiones fue aprobado y
ratificado por el V Congreso Nacional extraordinario de delegados de la UNEB
realizado los días 23 y 24 de mayo de 1992, firmado por el Presidente y
Secretario General de la Unión de Empleados Bancarios.
Este pliego fue oportunamente presentado al
patrono, quien no ha querido entrar a negociarlo. Ante este hecho, el Sindicato
elevó una petición al Ministerio del Trabajo y Seguridad Social para obligar a
CORPAVI a negociar el pliego con fundamento en el artículo 433, numeral 2º del
Código Sustantivo del Trabajo, que dice:
"El patrono que
se niegue o eluda iniciar las conversaciones de arreglo directo dentro del
término señalado será sancionado por las autoridades del trabajo con multas
equivalentes al monto de cinco (5) a diez (10) veces el salario mínimo mensual
más alto por cada día de mora, a favor del Servicio Nacional de Aprendizaje
(SENA). Para interponer los recursos legales contra las resoluciones de multa,
el interesado deberá consignar previamente su valor a órdenes de dicho
establecimiento".
La Resolución Número 0195 del 3 de febrero
de 1992, del Ministerio del Trabajo y Seguridad Social era ciertamente objeto
de esta acción, en la cual incluso es susceptible de suspensión provisional.
Es de advertir que para esta Sala de
Revisión la suspensión provisional, suspende los efectos de un acto
negativo pero no tiene la virtud de hacer producir un acto positivo, ni mucho
menos puede indemnizar o reparar un perjuicio ocasionado.
En consecuencia considera esta Sala que
según la naturaleza jurídica de la suspensión provisional, se puede lograr la
simple paralización de la actividad ejecutiva, pero carece de eficacia
-obligación de hacer-, en que el acto administrativo contiene la denegación o
prohibición del ejercicio de una actividad; es decir de nada sirven los casos
de inactividad administrativa o de denegación de la petición ante ella aducida.
Por lo tanto en este caso, la suspensión provisional, analizada en concreto
en cuanto a su eficacia, no es un medio idóneo para evitar el perjuicio que el
acto administrativo no impide generar y en principio procedería la tutela
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irreparable.
Lo anterior en razón que la suspensión
provisional prevista en el ordenamiento jurídico colombiano no consagra la
ejecución provisional de peticiones denegadas o del ejercicio de una actividad
prohibida por un acto administrativo, como sí está consagrada en el derecho
alemán con la figura del "orden provisional" y "orden para hacer
desistir de hacer" en Puerto Rico.
La suspensión provisional no habría podido
tutelar dichos derechos entre el momento de su violación y la expedición de la
sentencia definitiva del contencioso administrativo.
Como anotan Henri y León Mazeaud y André
Tunc, "...Por último existe un tercero y último caso en que surge una
imposibilidad de ejecución o cumplimiento en especie. El Tribunal, ya sea por
lo demás judicial o incluso administrativo, no lo puede ordenar porque
conduciría a la anulación, a la modificación o a la ejecución de la medida
administrativa; y eso sería violar el principio de la separación de
poderes".5
Y en el mismo sentido Georges Vedel
expresa, "...El juez administrativo puede anular los actos de la
administración y puede condenarla a pagar tal suma, pero no puede ordenarle o
prohibirle tal o cual acto u operación y, aún menos, sustituírla..."6
La labor del Juez de tutela es tan
importante y, como lo ha dicho ya la Corte Constitucional en Sentencia Nº T-02:
"El Juez está frente a lo que la doctrina denomina un 'concepto jurídico
indeterminado': los derechos constitucionales fundamentales que pueden ser o no
ser al mismo tiempo o ser simultáneamente de una manera o de otra, pero siempre
su sentido se define bajo las circunstancias de tiempo, modo y lugar".7
La acción de nulidad y restablecimiento del
derecho establecida en el artículo 85 del Código Contencioso Administrativo,
establece:
"Toda persona
que se crea lesionada en un derecho amparado en una norma jurídica, podrá pedir
que se declare la nulidad del acto administrativo y se restablezca en su derecho;
también podrá solicitar que se le repare el daño. La misma acción tendrá quien
pretenda que le modifiquen una obligación fiscal, o de otra clase, o la
devolución de lo que pagó indebidamente".
¿Puede la sentencia final del contencioso
administrativo obligar al Ministerio del trabajo y Seguridad Social a expedir
la resolución coercitiva?
Para esta Sala la respuesta es afirmativa,
es decir, el juez administrativo puede obligar a la Administración a expedir
una resolución como la que nos ocupa, que efectivamente proteja los derechos de
la UNEB.
Así las cosas, un pronunciamiento de esta
índole se constituye en un mecanismo idóneo de defensa judicial y, en
consecuencia, no prospera la tutela en los términos en los que la solicitó el
peticionario, motivo por el cual la sentencia de instancia será confirmada.
En otras palabras, la acción de nulidad y
restablecimiento del derecho permite, en su sentencia de fondo, proteger
eficazmente los derechos cuya tutela aquí se solicita.
Ahora bien, no habiéndose solicitado la
tutela como mecanismo transitorio, cabría entonces preguntarse si el juez de
tutela estaría habilitado para conceder, en principio, una acción en términos
diferentes a los solicitados por el presente. Esta Sala observa que ello es
posible e incluso necesario, según las circunstancias de cada caso.
En el negocio concreto, empero, esta Sala
estima que la adecuación oficiosa de la tutela, haciéndola pasar de definitiva
a transitoria, no es procedente porque ello violaría el principio de igualdad
material, consagrado en el artículo 13 constitucional, según el cual las
situaciones diferentes deben ser tratadas de manera desigual. En este sentido,
el socorrer la solicitud de tutela de un abogado especialista por parte de la
Corte Constitucional en forma oficiosa, coloca a los petentes que no son
abogados -la mayoría- en una situación ventajosa respecto de los demás, ya que
las prerrogativas que el constituyente y el legislador establecieron para que
toda persona pudiese acceder a la administración de justicia, no podrían ser
extendidas por el juez de tutela a los abogados especialistas. Ello sin duda
violaría la especial protección que requieren todas aquellas personas que se
encuentran en condiciones de inferioridad o debilidad.
En mérito de lo expuesto, la Sala Cuarta de
Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
Primero.- Confirmar la Sentencia proferida por la Corte Suprema
de Justicia en Sala Laboral por las razones expuestas en esta Sentencia.
Segundo.- A través de la Secretaría General de
la Corte Constitucional, enviar copia de esta Sentencia a la Corte Suprema de
Justicia -Sala Laboral-, al Tribunal Superior de Santafé de Bogotá -Sala
Laboral-, al Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, a la Corporación de
Ahorro y Vivienda "CORPAVI", a la Unión Nacional de Empleados
Bancarios "UNEB", al apoderado de la UNEB, Dr. Octavio Gil Gámez, a
la Central Unitaria de Trabajadores CUT, a la Confederación de Trabajadores de
Colombia CTC y a la Confederación General de Trabajadores Democráticos CGTD.
Cópiese, publíquese, comuníquese a quien
corresponda, insértese en la Gaceta Constitucional y cúmplase.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO.
Magistrado Sustanciador.
FABIO MORON DIAZ.
Magistrado.
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ.
Magistrado.
Sentencia de Revisión discutida y aprobada
en Sala de Revisión Nº 4 de la Corte Constitucional, de fecha tres (3) de julio
de mil novecientos noventa y dos (1992).
1 Sentencia Nro. T-411 de la Sala Cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional de fecha 17 de junio de 1992.
2 Informe-Ponencia. Asociación Sindical. Gaceta Constitucional Nº
45. Pág. 2 a 4.
3 Propuestas laborales para la nueva Constitución Política
Nacional. Gaceta Constitucional Nº 11 a 12.
4 Cfr, Sentencia Nº T-03 de la Sala de Revisión número 3 de la
Corte Constitucional de fecha 11 de mayo de 1992.
5 MAZEAUD, Henri y León. TUNC, André. Tratado teórico y práctico de
la responsabilidad civil. Delictual y contractual, T.III, vol. I, Ediciones
Jurídicas Europa-América, Buenos Aires. 1.963. P. 493.
6 VEDEL, Georges.Derecho Administrativo. Biblioteca jurídica
Aguilar. Madrid. 1.980. P. 451.
7 Sentencia Nº T-02 de la Corte Constitucional de fecha mayo 8 de
1992. |
74 | T-442-92
Sentencia No
Sentencia No. T-442/92
DEBIDO
PROCESO/SUPERINTENDENCIA-Naturaleza
El debido proceso administrativo tiene por
objeto garantizar a través de la evaluación de las autoridades administrativas
competentes y de los Tribunales Contenciosos, si los actos proferidos por la
administración, se ajustan al ordenamiento jurídico legal previamente
establecido para ellos, con el fin de tutelar la regularidad jurídica y afianzar
la credibilidad de las instituciones del Estado, ante la propia organización y
los asociados y asegurar los derechos de los gobernados. Las Superintendencias
son entidades administrativas del Orden Nacional, que las personas que
prestan sus servicios en esas dependencias son empleados públicos y que por lo
tanto su ejercicio y actividad está sometida a los parámetros de los artículos
6o. y 122 de la Constitución Nacional, los actos proferidos por los
funcionarios de estas instituciones, son verdaderos actos administrativos que
deben por esa razón estar sometidos a la Constitución, a la ley y a los
reglamentos propios de la Superintendencia.
SUPERINTENDENCIA
DE CAMBIOS-Funciones/INFRACCION
CAMBIARIA/ACCION DE TUTELA-Improcedencia
Existe un procedimiento especial
administrativo para la averiguación y sanción de las violaciones al estatuto
cambiario que se sigue ante la Superintendencia de Cambios. El acto
administrativo que determinó la multa puede a su vez ser objeto de recurso de
reposición. Más tarde y en caso de persistir la Superintendencia en mantener su
decisión, existe la jurisdicción de lo Contencioso-Administrativo ante
quien se pueden ejercer las acciones pertinentes y en el evento sublite de la
multa, sería la de nulidad y de restablecimiento del derecho que cabalmente
persigue, no sólo la nulidad del acto sino la restauración del derecho, esto
es, volver las cosas al estado anterior, vale decir la eliminación de dicha
sanción pecuniaria con el reconocimiento de los intereses que mientras tanto
hubiera producido esa suma. Como medida cautelar se puede pedir junto con esta
actuación, la suspensión provisional de la resolución mencionada y en caso de
prosperidad, temporalmente cesarán los efectos jurídicos de ella. Es
improcedente la acción de tutela.
SALA DE REVISION No. 6
Ref.: Proceso de Tutela No. 1076.
Acción de tutela con actuación administrativa
de la Superintendencia de Cambios.
Tema:Derecho al Debido Proceso como Derecho Fundamental.
Demandante:
JOHNNY JOSE DACCARETT GIHA.
Magistrados:
Dr.
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Ponente
Dr.JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Dr.
CIRO ANGARITA BARON.
Santafé de Bogotá, D.C., tres (3) de julio
de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión de tutelas de la Corte
Constitucional integrada por los Magistrados Simón Rodríguez Rodríguez, Jaime
Sanín Greiffenstein y Ciro Angarita Barón, revisa la acción de tutela decidida
en Sentencia dictada por el Juzgado Cuarto Civil de Circuito de Barranquilla
(Atlántico) de febrero doce (12) de mil novecientos noventa y dos (1992).
I. ANTECEDENTES.
Con fundamento en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de l991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional, llevó a cabo la selección de la
acción de tutela de la referencia.
De conformidad con en el artículo 34 del
Decreto 2591 de l991, esta Sala de Revisión de la Corte, entra a dictar la
sentencia correspondiente.
A. HECHOS DE LA DEMANDA.
Johnny José Daccarett Giha mediante abogado
expresa como fundamentos de hecho para ejercer la acción de tutela los
siguientes:
La Superintendencia de Cambios, abrió
investigación preliminar administrativa contra Farnán Ltda. y otros.
El 6 de enero de l988, se vinculó
formalmente al proceso administrativo por violación al régimen cambiario al
señor Daccarett Giha a quien "no le determinaron los hechos concretos
que ameritaran su vinculación, ni las pruebas que lo señalaran".
Con fecha 19 de diciembre de l990, le
formularon pliego de cargos sin que hubiera tenido la oportunidad de ejercer el
derecho de defensa.
El infractor dió contestación dentro del término
legal, propuso la nulidad de todo lo actuado, por violación del derecho de
defensa y solicitó unas pruebas.
El 19 de junio de l991, la Superintendencia
de Cambios dictó la Resolución No. 00875 por medio de la cual impuso una multa
a Johnny José Daccarett Giha, sin tener en cuenta la nulidad propuesta y denegó
las pruebas solicitadas.
Agrega la Sala que la multa ascendió a
$1.096.097.616,11 y lo fue por violación de los artículos 246 y 32 del Decreto
Ley 444 de l967 y de la Resolución 46 de l983 de la Junta Monetaria.
Cuando tuvo conocimiento de los cargos
solicitó pruebas para infirmar "los indicios" que sirvieron de base
probatoria para formularlos y después imponer la multa.
Así, le fue impuesta una multa sin haber
tenido oportunidad de defensa, ni antes ni después de los cargos.
Habiendo solicitado la repetición de las
pruebas decretadas y recibidas sin su audiencia, la Superintendencia respondió
que la contestación "es la oportunidad que tienen los investigados
para solicitar pruebas y defenderse".
El 26 de julio de l985 (sic) propuso la
nulidad de lo actuado por violación del debido proceso.
B. ACCION DE TUTELA.
1. En escrito del 9 de diciembre de
l991 Johnny Daccareth Giha presentó acción de tutela ante el Juzgado Catorce
Civil Municipal de Barranquilla, para que ese Despacho judicial, ampare el
derecho fundamental del debido proceso, violado por la Superintendencia de
Cambios, al expedir la Resolución No. 00875 del 19 de junio de l991 al haberlo
sancionado con multa y con fundamento en los hechos que se describieron
anteriormente.
La acción de tutela se concreta a las
siguientes peticiones:
Como medida provisional, el Juzgado ordene
a la Superintendencia se abstenga de decidir el recurso interpuesto por él
contra sobre la Resolución mencionada.
Como fallo definitivo, decrete la nulidad
de todo lo actuado por la entidad administrativa, a partir de su vinculación al
proceso, para poder ejercer los derechos conculcados.
Precisa que las normas violadas de la
Constitución son los artículos 4o. que tiene a la Constitución como norma de
normas, el 29 que consagra el debido proceso, el 34 que prohibe la confiscación
y el 83 que consagra el principio de la buena fe.
2. La Superintendencia en su alegato
presentado el 14 de enero de l992, por conducto de apoderada, señala al Juzgado
la improcedencia de la tutela en las investigaciones administrativas
cambiarias. Expresa que en ningún caso la entidad representada por ella ha
violado el debido proceso, que las actuaciones que adelanta esa entidad en
materia cambiaria son de carácter administrativo, que tienen como fundamento el
procedimiento especial consagrado en el Decreto-Ley 444 de l967 al cual se
sujetó, razón por la cual no está llamada a prosperar la acción de tutela en
contra de la Resolución No. 00875 de l991.
C. FALLO DE PRIMERA INSTANCIA.
El Juzgado Catorce Civil Municipal de
Barranquilla en providencia del 20 de enero pasado, concedió la tutela al
accionante Jhonny Daccarett Giha y ordenó a la Superintendencia de Cambios que
decretara la nulidad de la actuación administrativa a partir de su vinculación
al proceso. Que se formalizara nuevamente la investigación administrativa, se
precisaran los hechos en que ella se fundaba y se notificara al infractor de
conformidad con las disposiciones legales.
Le otorga un plazo de cuarenta y ocho (48)
horas a la Superintendencia para adecuar su comportamiento a estos
requerimientos.
Fundamenta su decisión en la violación al
debido proceso de conformidad con el artículo 29 de la Constitución Nacional.
La providencia fue impugnada el 23 de
enero de l992 y pasó a conocimiento del Juzgado Cuarto Civil del Circuito.
D. FALLO DE SEGUNDA
INSTANCIA.
El Juzgado Cuarto Civil del Circuito de
Barranquilla en providencia de febrero 12 de l992 revocó en todas sus partes la
decisión del fallo de tutela proferido por el Juzgado Catorce Civil Municipal
de Barranquilla teniendo en cuenta que el peticionario de la acción tenía a su
disposición otros mecanismos de defensa judicial para hacer valer sus
derechos, en la forma prevista en el artículo 32 del Decreto 2591 de l991,
cuales son el recurso de reposición interpuesto en su oportunidad por él contra
la Resolución No. 00875 de l991 de la Superintendencia y las acciones
contencioso administrativas que se pueden incoar ante la justicia
administrativa.
El expediente fue remitido a la Corte
Constitucional para su revisión.
II. COMPETENCIA.
Es competente la Corte para revisar el
presente fallo de tutela y ello de conformidad con lo prescrito en el artículo
86 inciso 2o. y 241 numeral 9o. de la Constitución Nacional, en concordancia
con los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de l991, tiene competencia la Corte
para revisar el presente fallo de tutela.
III. CONSIDERACIONES
Esta acción fue instaurada contra una
autoridad pública del Orden Nacional, por cuanto la parte demandada es la
Superintendencia de Cambios, calidad que le otorga el inciso final del
artículo 115 en consonancia con el 150-7 de la Constitución Nacional.
Con fundamento en los hechos reseñados,
estima esta Corte que los puntos relacionados con la presente controversia
jurídica, son:
1. Establecer el carácter del debido
proceso como derecho fundamental.
2. Las infracciones cambiarias se regulan
por un procedimiento especial. Funciones de la Superintendencia de Control de
Cambios (hoy, Superintendencia de Cambios).
3. Improcedencia de la acción de tutela por
existir defensa judicial para el derecho fundamental.
Entra esta Sala de Revisión a desarrollar
el temario propuesto, en los siguientes términos:
1. El debido Proceso es Derecho
Fundamental
La Acción de tutela, fue incorporada a
nuestro ordenamiento jurídico en la Constitución de l991, norma que en su
artículo 86 la establece como un amparo a los derechos fundamentales.
En el cuerpo de la Constitución se
encuentra el título II que habla "De los derechos, las garantías y los
deberes". Este en su primer capítulo señala los derechos
fundamentales entre los cuales aparece descrito el debido proceso.
Proceso es el conjunto de actos sucesivos
que se realizan por parte del Juez o con conocimiento de él para que en un
asunto sometido a su consideración administre justicia.
El debido proceso entendido en sentido
amplio o general es un estado de cambio constante y de evolución
correspondiente a cualquier fenómeno, que tiene por objeto conseguir un fin
establecido con anterioridad.
En su acepción jurídica, el debido proceso
es el conjunto de garantías establecidas como medios obligatorios necesarios y
esenciales para que el ejercicio de la función jurisdiccional se materialice,
si se tiene en cuenta que es imposible aplicar el derecho por parte de los
Organos del Estado, sin que la actuación de éstos se haya ajustado a los
procedimientos institucionalizados para el fiel cumplimiento de su misión de
administrar justicia. Significa esto que todos los actos que el Juez y las
partes ejecutan, en la iniciación, impulso procesal, desarrollo y extinción del
mismo, tienen carácter jurídico porque están previamente señalados por la
ley instrumental. Es una actividad reglada y garantizadora que se desarrolla
por etapas, entrelazadas o unidas por un objetivo común, como es el de obtener
la aplicación del derecho positivo, a un caso concreto, sometido a la actividad
jurisdiccional del Estado.
La institución del debido proceso aparece
señalada como derecho fundamental por lo que ha significado para el desarrollo
del hombre, como ser social.
El hombre es el principio y fin de todo
sistema de organización estatal, de ahí que el reconocimiento y la protección
de los derechos fundamentales de él son en el presente el primer objetivo del
constitucionalismo actual.
El principio de autoridad de los
gobernantes, está limitado por ciertos derechos de la persona humana, que son
anteriores y superiores a toda forma de organización política.
Esa limitación de los gobernantes
constituye el punto de partida de todas las doctrinas que se ocupan de
reivindicar para el hombre unos atributos esenciales que el Estado se halla en
la obligación de respetar.
Esta situación debidamente comprobada a
través de la historia de la humanidad, por el seguimiento que los estudiosos de
las ciencias sociales de la época habían realizado, a las diferentes formas de
estado, en relación con el trato dado a los derechos de los asociados, se
convirtió de hecho, en la razón de ser para que esos derechos, no solo tuvieran
algunas veces vigencia práctica, sino que hicieron imperiosa su inclusión
formal, en las diferentes proclamas sobre derechos humanos, desde finales del
siglo XVII.
La Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano de l789 en su artículo 16, advierte: "Toda sociedad en la
cual la garantía de los derechos no esté asegurada, ni determinada la
separación de los poderes, carece totalmente de Constitución". Desde
la fecha de publicación de este principio, ningún Estado podía aspirar a que
lo consideraran como tal, si no había incluido en su sistema un mecanismo de
amparo para los derechos civiles de los hombres. Esta es la razón por la cual
se ha llegado a afirmar que las garantías de los derechos fundamentales están
incorporadas a la esencia del Estado democrático.
La comunidad internacional ha sido
protagonista de primer orden para que los Estados asuman responsabilidades
respecto de la guarda de los derechos fundamentales, porque consideran
que la mejor opción para aclimatar la paz universal, el desarrollo económico,
social y cultural de los pueblos, tiene su origen, en la justicia y en la
equidad que cada una de las naciones en particular le brinde a sus
administrados.
Con razón afirma el doctor Manuel José
Cepeda, respecto de este tema, lo siguiente:
"La fuerza
de los derechos a nivel internacional es cada vez más grande. La Corte Europea
de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos han adoptado
decisiones trascendentales sobre el tema, que han llegado inclusive a
desencadenar procesos de reforma constitucional en otras latitudes. Y en un
plano más político, pero no menos significativo, el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas resolvió formalmente justificar limitaciones a la soberanía de
un Estado con base en la Defensa de los Derechos Humanos, como sucedió hace
unos meses con los Kurdos en Irán. Se está desarrollando, entonces un campo
inmensamente rico que ha llevado a un replanteamiento de doctrinas jurídicas y
posiciones políticas que tenían una larga tradición.
No es este el
lugar apropiado para profundizar en este y otros temas relativos a la
interpretación de los derechos y sus implicaciones. De lo que se trata
simplemente es de recoger fuentes normativas indispensables para entender los
alcances de la Carta de los Derechos ".1
A nuestro Estado también han llegado
vientos informadores que han imprimido nueva dinámica a las instituciones, se
ha evolucionado y modernizado el Estado, pero especialmente se le ha dado mayor
vigor y celo al hombre, a su desarrollo, a la guarda y protección de sus
derechos y a ese fin intrínseco que toda persona lleva en la búsqueda de su
superación y en la prestación de un servicio útil para sus congéneres, que se
le reconozcan sus valores y se le tenga en cuenta su calidad humana.
De ahí que el artículo 1o. de la
Constitución Nacional, prescribe:
"Colombia es
un Estado Social de derecho, organizado en forma de República unitaria,
descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el
trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia
del interés general".
Es fundamento del Estado Social Colombiano
el respeto de la dignidad humana, toda vez que la persona considerada como tal
es el destinatario final de todos los preceptos contenidos en ella.
El artículo 2o. de la norma constitucional
establece los fines esenciales del Estado y entre ellos consagra el de
garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes instituídos en
ella. Expresa en su inciso final, lo siguiente:
"Las
autoridades de la República están instituídas para proteger a todas las
personas residentes en Colombia, en su vida, honra y bienes, creencias y demás
derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes sociales
del Estado y de los particulares",
Precepto que establece la responsabilidad
objetiva de las autoridades estatales, que convierte en realidad el cabal
cumplimiento de los deberes y fines propuestos del Estado dentro de la norma
Constitucional, y en el Artículo 5o. la Carta afirma que el Estado se obliga a
reconocer la primacía de los derechos inalienables de la persona. Entonces, sí
existen dentro de nuestra organización jurídica esos derechos que están por
encima de toda consideración y el Estado tiene la obligación ineludible por esa
razón y circunstancia, de respetarlos, protegerlos y hacer que las autoridades
y asociados en general, hagan un reconocimiento expreso de esos derechos y
respeten, en igual forma, su cabal ejercicio.
El capítulo I del Título II Constitucional
consagra, entre otros el derecho a la vida, la prohibición a la desaparición
forzada, a torturas, a tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, el
derecho a la libertad e igualdad ante la ley, el reconocimiento de la
personalidad jurídica, derecho a la intimidad personal y familia, al libre
desarrollo de su personalidad, derecho de la persona a vivir en paz, a ejercer
el derecho de petición, a circular libremente, a escoger trabajo o profesión
según sus aptitudes, a que en todas las actuaciones judiciales y
administrativas, se le aplique un debido proceso, al derecho de
asociarse para ejercer actividades económicas, culturales, sociales o
laborales; puede aspirar a conformar, y a ejercer el poder político del Estado,
todos estos considerados como derechos fundamentales para que el hombre pueda
desarrollarse como ser social.
El derecho al debido proceso fue
contemplado en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,
adoptada por la Asamblea Nacional Constituyente de Francia el 26 de agosto de
l789, la cual en su artículo 7o. prescribe:
"Ningún
hombre puede ser acusado, arrestado ni detenido sino en los casos determinados
por la ley y con las formalidades prescritas en ella. Los que soliciten,
expidan, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias, deben ser castigados;
pero todo ciudadano llamado o preso en virtud de la ley debe obedecer al
instante y si resiste se hace culpable".
Este ordenamiento contiene reglas precisas
y rigurosas en lo pertinente al debido proceso penal. Significa esto, que
desde esos tiempos se preveía que sin la existencia anterior de una ley que
tipificara el hecho como punible, ningún acto humano podía dar lugar a su
arresto o detención por parte de las autoridades encargadas de administrar
justicia. El señalamiento de la norma prescribe que las personas
encargadas del juzgamiento, tienen la obligación de adecuar su actuación
judicial a los lineamientos, que con antelación se han establecido.
A partir de la consagración formal en la
declaración comentada, del principio del debido proceso como derecho esencial
para el desarrollo del hombre, todos los tratados internacionales que hacen
referencia o se relacionan con el respeto de los Derechos Humanos, lo
encuentran imprescindible y de obligatoria incorporación en las normas
supranacionales.
Este precepto hace parte de los
mandamientos consagrados en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos en su artículo 14, reconocido también en el artículo 8o. de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, pactos internacionales ratificados
y aprobados por Colombia, los cuales por esa condición, hacen parte de nuestra
Ordenación Legal.
La Constitución Política, establece el
debido proceso en su artículo 29, el cual se expresa así:
"El debido
proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas.
Nadie podrá ser
juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante
juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas
propias de cada juicio.
En materia penal,
la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de
preferencia a la restrictiva o desfavorable.
Toda persona se
presume inocente mientras no se le haya declarado judicialmente culpable.
Quien sea sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado
escogido por él, o de oficio, durante la investigación y el juzgamiento; a un
debido proceso público sin dilaciones injustificadas; a presentar pruebas y a
controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la sentencia
condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho.
Es nula, de pleno
derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso".
Ha expresado esta Sala de Revisión que con
el artículo precedente se relacionan el 31, cuando da la oportunidad a las
partes procesales para apelar las decisiones del Juez y a éste le otorga
competencia para consultar las sentencias, figuras que someten a una revisión
más las decisiones adoptadas por el Juez de conocimiento.
En lo que hace relación con el artículo 33
de la Constitución, éste prohibe la autoincriminación, al señalar que nadie
está obligado a declarar contra sí mismo o contra su cónyuge o compañero
permanente o de parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad, segundo de
afinidad o primero civil.
El Código de Procedimiento Penal recoge
estos postulados constitucionales y los desarrolla en su título preliminar
denominado "normas rectoras" en sus artículos 1o. a 22 (arts. 1o. a
17 del Decreto Ley 0050 de 1987), como garantías reales establecidas en
beneficio de las personas requeridas por la jurisdicción estatal.
El debido proceso en los Pactos y Convenios
Internacionales.
La Institución del Debido Proceso, engloba
los siguientes derechos: el principio de la legalidad, el principio que otorga
el derecho a los procesados, el del Juez Natural, la favorabilidad y
permisibilidad para el sindicado o procesado, la prohibición de la
autoincriminación, la obligación para el Estado de buscarle un defensor a los
pobres, derecho a la protección judicial, derechos que le asiste a los presos y
la segunda instancia, preceptos todos estos consagrados en la legislación
internacional.
Cada día el Constitucionalismo colombiano
se ha visto obligado a instruirse de las fuentes internacionales que establecen
en sus ordenamientos avances importantes en cuanto a la aplicación del derecho.
Los foros internacionales debaten con mayor severidad las restricciones a que
se ven sometidos muchos pueblos de la humanidad, porque precisamente ahí en
esas asambleas, se cuestionan con mayor independencia, el panorama político,
social, cultural y económico de los Estados.
Esta la razón para mencionar los tratados y
convenios que aprobados por Colombia, establecen las instituciones jurídicas
que forman parte del debido proceso así:
La Convención Americana sobre Derechos
Humanos, Pacto de San José de Costa Rica del 22 de noviembre de l969, aprobado
por la ley 74 de l968.
El Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos aprobado por la ley 74 de l968.
La Convención sobre los Derechos del Niño
adoptada por la Asamblea General de las Naciones unidas el 20 de noviembre de
l989.
La Convención contra la tortura y otros
tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes aprobada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas según Resolución 39 de l946.
En los Convenios de Ginebra I,II,III y IV
del 12 de agosto de l949, aprobados por la ley 5a de l960.
La Convención Internacional para la
represión y el castigo del crimen del Apartheid, ratificada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas, según Resolución No. 3068 de 30 de noviembre de
l973, aprobada por la ley 26 de l987.
En la Convención para la prevención del
delito de genocidio, firmada por la Asamblea General de las Naciones Unidas,
ratificada por resolución No. 260 A (III) de 9 de diciembre de l948 y aprobada
según ley 28 de l959.
En el Protocolo adicional a los Convenios
de Ginebra de agosto 12 de l949, relativo a la protección de las víctimas de
los conflictos armados internacionales.
En el Protocolo sobre el Estatuto de los
refugiados, aprobado por la ley 65 de l979.
La Constitución Nacional es amplia en el
sentido de brindar acogida y tener como fuente de criterios para la
interpretación de los derechos fundamentales a los tratados internacionales
suscritos por Colombia al prescribirlo así su artículo 93:
"Los
tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen
los derechos humanos y que prohiben su limitación en los estados de excepción,
prevalecen en el orden interno, los derechos y deberes consagrados en esta
Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre
derechos humanos suscritos por Colombia".
El Presidente César Gaviria expresa
respecto a la interpretación de los derechos fundamentales:
"En lo que
tiene que ver con la protección de los valores fundamentales de un Estado
Social y democrático de derecho, la Constitución introdujo un gran vuelco
filosófico. La tarea de desentrañar el significado de esos valores, no es
fácil. Tomará tiempo. A veces los criterios objetivos podrán parecer
insuficientes. Por eso, la misma Constitución le otorgó a los tratados
internacionales sobre derechos humanos un valor especial".2
El debido proceso penal
Se ha dicho, que el derecho penal, tanto
sustantivo como procedimental es eminentemente público. El hecho punible que
identifica a las conductas, como violatorias del régimen penal es creado por el
Estado y las normas que establecen los procedimientos a seguir dentro de las
etapas procesales también tienen su origen en el Estado. Este a través de la
Rama Jurisdiccional es el titular del derecho punitivo que sanciona las
infracciones no sólo a nombre del lesionado sino a nombre y en representación
de la sociedad a quien se le amenaza con las conductas punibles.
Como el derecho penal no sólo interesa a
las partes procesales sino a toda la comunidad y dado el carácter público de
éste, sus normas son de imperioso cumplimiento para los sujetos y partes
procesales que intervienen en el conflicto. Al Estado es a quien le corresponde
poner en movimiento los medios adecuados para hacer cumplir las normas penales
y sancionar al infractor, respetando las garantías constitucionales y legales
que se han consagrado para el juzgamiento.
Es por esta situación que encuentra
especial peso constitucional la figura del debido proceso en materia penal, de
allí que si se mira con detenimiento el contenido del artículo 29 de la
Constitución Nacional, fuerza concluir que esta norma tiene particular
trascendencia y aplicabilidad en el derecho criminal.
El tercer inciso de la norma en cita, sólo
tiene operancia en materia penal al prescribir las figuras jurídicas de la
permisibilidad y favorabilidad en estos juicios. En el cuarto se habla de la
presunción de inocencia del sindicado, de la culpabilidad, preceptos que tienen
relación directa con los procesos penales.
El fin del proceso está determinado por la
búsqueda de la verdad material dentro de la confrontación ideológica
establecida por las partes. Esa meta sólo se puede cumplir, si el juez y
las partes, adecúan su proceder a unos trámites previos y obedecen unos
principios fundamentales constituídos como garantías universalmente reconocidas
para que el juicio sea eficiente e idóneo y el fallo produzca efectos en derecho.
La legalidad de los delitos y de las penas,
la ritualidad del juicio, el principio del Juez natural, la favorabilidad y la
permisibilidad normativa y el derecho de defensa, la prohibición de la
autoincriminación y la doble instancia, son los pilares sobre los cuales
descansa el debido proceso penal.
Estos principios no sólo deben respetarse,
sino garantizarse materialmente dentro de la vigencia del proceso porque de lo
contrario estaría viciada la actuación judicial.
El debido proceso tiene una amplia historia
jurisprudencial en nuestro medio. Así lo confirman las tesis sentadas por la
Corte Suprema de Justicia en diferentes oportunidades. Ha sido esta Corporación
lúcida y rica en apreciaciones sobre esta figura y al respecto se considera
procedente recoger algunos de sus acertados criterios:
"Los
principios del debido proceso y del derecho de defensa exigen el respeto a las
formas normadas también preexistentes de procedimiento para cada juicio, la
carga de la prueba para el Estado y no para el sindicado, la controversia
probatoria plena y previa a la evaluación y decisión, y la prohibición no
sólo de la penalidad sino también del Juzgamiento Ex Post Facto, o sea que por
hechos sobrevivientes, no probados o no controvertidos, o no incriminados
inicialmente, o aún no establecidos previa y claramente en norma alguna".3
En otra de sus providencias para precisar
la importancia práctica del debido proceso dijo:
"El debido
proceso, como una de esas garantías, no puede constituír un simple enunciado
formal, sino que impera entenderse en todo su contenido pragmático, como que se
desarrolla en los principios y regulaciones determinadas en los Códigos de
Procedimiento, además de las leyes que los reglamentan y para este evento,
específicamente en las normas de orden penal; de ahí que el proceso no
corresponda a una reunión arbitraria de actuaciones sin un determinado objetivo".4
Y para
reafirmar el debido proceso como una institución procesal de orden público,
señaló:
"Debe agregarse, por otra parte, que los principios del debido
proceso no sólo tienen relación con la defensa de los sindicados o demandados
sino también con la protección de los intereses de la colectividad e incluso
con la garantía de los derechos concedidos por el ordenamiento jurídico, que
solo pueden hacerse valer, ante la renuencia de los obligados, mediante juicio
ante tribunal competente y con la plenitud de las formas legales ".5
El debido proceso administrativo
El debido proceso administrativo tiene por
objeto garantizar a través de la evaluación de las autoridades administrativas
competentes y de los Tribunales Contenciosos, si los actos proferidos por la
administración, se ajustan al ordenamiento jurídico legal previamente
establecido para ellos, con el fin de tutelar la regularidad jurídica y
afianzar la credibilidad de las instituciones del Estado, ante la propia
organización y los asociados y asegurar los derechos de los gobernados.
Se observa que el debido proceso se mueve
dentro del contexto de garantizar la correcta producción de los actos
administrativos, y por ello extiende su cobertura a todo el ejercicio que debe
desarrollar la administración pública, en la realización de sus objetivos y
fines estatales, es decir, cobija a todas sus manifestaciones en cuanto a la
formación y ejecución de los actos, a las peticiones que realicen los
particulares, a los procesos que por motivo y con ocasión de sus funciones cada
entidad administrativa debe desarrollar y desde luego, garantiza la defensa
ciudadana al señalarle los medios de impugnación previstos respecto de las
providencias administrativas, cuando crea el particular, que a través de ellas
se hayan afectado sus intereses.
El debido proceso tiene reglas de
legitimación, representación, notificaciones, términos para pruebas,
competencias, recursos e instancias garantías establecidas en beneficio del
administrado, etapas que deben cumplirse dentro del procedimiento
administrativo señalado. Se concluye que estos actos deben formarse mediante
procedimientos previstos en la ley, que la observancia de la forma es la regla
general, no sólo como garantía para evitar la arbitrariedad, sino para el logro
de una organización administrativa racional y ordenada en todo su ejercicio, el
cumplimiento estricto para asegurar la vigencia de los fines estatales, y para
constituir pruebas de los actos respectivos, que permitan examinarlos respecto
de su formación, esencia, eficacia y validez de los mismos.
El ejercicio de la función pública para la
fecha de los acontecimientos, tenía su fundamento en el artículo 20 de la
Constitución Nacional anterior, que al respecto decía:
"Los
particulares no son responsables ante las autoridades sino por la infracción de
la Constitución y de las leyes. Los funcionarios públicos lo son por la
misma causa y por extralimitación de funciones, o por omisión en ejercicio de
éstas".
Esta norma corresponde al artículo 6o. del
ordenamiento actual y dentro de ella se observa que los servidores públicos
tienen un marco legal dentro del cual actúan, cuando se encuentran en ejercicio
de sus funciones, ámbito señalado que deben respetar porque si hacen más de lo
que por competencia se les ha asignado, están extralimitándose en sus funciones
y si hacen menos, están omitiendo sus obligaciones, es decir, hay omisión de
funciones.
Es que la actividad administrativa es
eminentemente reglada, en razón de que con su actuación el funcionario no sólo
compromete su voluntad, sino que decide con su proceder, a nombre y en
representación de toda la comunidad constituída y organizada a través del
Estado.
El artículo precedente tiene estrecha
relación con el 63 de la anterior Carta que expresaba: "No habrá en
Colombia ningún empleo que no tenga funciones detalladas en la ley o
reglamento", precepto que consagra la Constitución vigente en su artículo
122, el cual hace más rigurosa las condiciones para la prestación del servicio
de funciones públicas, así: el cargo debe encontrarse creado en la planta de
la entidad, estar previstos sus costos presupuestales, la persona ha de
jurar que va a cumplir con los deberes que el cargo le impone y tiene la obligación
de declarar el monto de sus bienes y rentas.
Se constata con la lectura de estos dos
artículos que el Constituyente previó darle toda la relevancia y solemnidad al
ejercicio de las funciones oficiales y ha determinado que toda aquella
actividad que desarrolle una persona como servidora pública debe realizarla
acorde con la ley, carácter que reviste de legalidad la actuación
administrativa.
Este principio de legalidad de los actos
administrativos tiene su origen en la imperiosa obligación de que el
funcionario público someta su conducta a una serie de normas que le señalan el
camino a seguir en cuanto a la toma de decisiones. No impera su libre
arbitrio, sino el sometimiento de su voluntad a los preceptos constitucionales
que rigen la materia, a las leyes y a los reglamentos que le dan la competencia
a cada funcionario, normas tan especiales y concretas que llegan a definir lo
que debe hacer cada funcionario en su caso particular.
El Consejo de Estado tiene amplia
jurisprudencia sobre la materia, y de la siguiente forma reseña los requisitos
esenciales de los actos administrativos:
"En todo
acto administrativo existen ciertos elementos esenciales, de los cuales
dependen su validez y eficacia. Esos elementos son los siguientes: órgano
competente, voluntad administrativa, contenido, motivos, finalidad y forma. 1o.
Organo Competente: El acto debe emanar de la administración, es decir de un
órgano estatal que actúe en función administrativa. Además, el órgano de la
administración debe actuar dentro de los límites de su competencia. Si los
excede, el acto resulta viciado, con mayor o menor intensidad, según sea la
naturaleza del exceso cometido. 2o. Voluntad Administrativa: Otro elemento
esencial del acto administrativo es la existencia de una voluntad estatal
válida, exteriorizada en una declaración expresada en forma legal. El acto
administrativo se aprecia a través de esa declaración, pero lo esencial es la
voluntad real del órgano administrativo. A este respecto algunos tratadistas
plantean el problema de si la voluntad de la administración puede originar
actos administrativos válidos, manifestándose en forma tácita. En estos casos
el acto tácito se infiere de otros actos expresos que lo presuponen
necesariamente: 3o. Contenido: Todo acto administrativo debe tener un
contenido determinado, el cual debe ajustarse a todas las normas jurídicas
vigentes. La existencia de este contenido, ajustado a las normas jurídicas
vigentes y superiores, es un elemento esencial para la validez del acto. 4o.
Motivo: El concepto de causa del derecho privado no puede aplicarse exactamente
a los actos administrativos, porque en derecho privado se trata generalmente de
convenciones libremente pactadas por las partes, mientras que, en derecho
administrativo, generalmente se trata de actos unilaterales, que emanan de una
sola voluntad o sea la voluntad de la administración. La administración no
puede actuar caprichosamente, sino que debe hacerlo tomando en consideración
las circunstancias de hecho y derecho que corresponde. En las actividades
fundamentalmente reguladas, los actos de la administración están casi
totalmente determinados de antemano; en cambio, en las actividades
discrecionales, la administración tiene un margen más o menos amplio para
decidir, pero debe tomar en cuenta las circunstancias y los fines propios del
servicio a su cargo. Las circunstancias de hecho o de derecho que, en cada
caso, llevan a dictar el acto administrativo constituyen la causa, o mejor, el
motivo de dicho acto administrativo. 5o. La forma: Las entidades públicas, en
su calidad de personas jurídicas, expresan su voluntad a través de ciertos
procedimientos. Las formalidades del acto administrativo no pueden confundirse
con su forma. Las formalidades son los requisitos que han de observarse para
dictar el acto y pueden ser anteriores, concomitantes o posteriores al acto. La
forma es el modo como se documenta la voluntad administrativa que da vida al
acto."6
Por regla general los actos administrativos
deben cumplir estos requisitos, para que ellos tengan plena validez. Si falta
alguno de esos presupuestos, el Estado ha creado los medios de control respecto
de las acciones u omisiones de la administración. Así lo prescriben los
artículo 84 y 85 del Código Contencioso Administrativo que al respecto, señala:
"Artículo
84. Acción de nulidad.
Toda persona podrá solicitar por sí, o por medio de representante, la nulidad
de los actos administrativos. Procederá no sólo cuando dichos actos infrinjan
las normas en que deberá fundarse sino también cuando hayan sido expedidos por
funcionarios u organismos incompetentes, o con desconocimiento del derecho de
audiencia y de defensa, o mediante falsa motivación o en forma irregular o con
desviación de las atribuciones propias del funcionario o corporación que los
profirió.
También puede
pedirse que se declare la nulidad de las circulares de servicio y de las actas
de certificación y registro".
"Artículo
85. Acción de nulidad y de restablecimiento del derecho. Toda persona que se crea lesionada en un
derecho amparado en una norma jurídica, podrá pedir que se declare la nulidad
del acto administrativo y se le restablezca en su derecho; también podrá
solicitar que se le repare el daño. La misma acción tendrá quien pretenda que
le modifiquen una obligación fiscal, o de otra clase, o la devolución de lo que
pagó indebidamente".
Las manifestaciones de voluntad de la
administración, por gozar de la presunción de legalidad, producen efectos
jurídicos.
La obligatoriedad del cumplimiento de los
actos de la administración, se considera como parte del ejercicio del poder de
imperio del Estado, quien a través de ellos, impone su voluntad a los
administrados. Pero la conducta de la administración, a su vez, está sometida
a una serie de reglas claras y precisas que los funcionarios deben cumplir para
que el acto producto de esa voluntad, tenga plena validez y llegue a producir
los efectos jurídicos deseados.
Encuentra esta Sala de Revisión que la
figura jurídica del debido proceso en el ámbito de las actuaciones
administrativas, no sólo tiene sus fundamentos en los artículos 29,31, y 33
de la Constitución Nacional, sino que estas normas deben mirarse íntimamente
relacionadas con el 6o., 121 y 122 de la Carta Política, habida cuenta que en
ellas se expresa el criterio reglado que debe asistir a toda actuación de la
administración pública nacional por pequeña que sea.
Los fines de la administración deben estar
guiados por sentimientos de buen servicio de beneficio colectivo para la
población y los actos que ella produzca deben estar precedidos por los
elementos esenciales previstos para cada actuación, con las formalidades que
las normas exigen para el cumplimiento de las funciones inherentes a los
servidores públicos. Nada se ha dejado al azar, al arbitrio del gobernante de
turno porque por encima de su voluntad, están los intereses supremos de la
colectividad. Por esta circunstancia, se ha llegado a afirmar:
"La
concepción democrática del poder excluye y proscribe cualquier acto del Estado
dirigido a conseguir fines simplemente personales o inspirados en intereses
minoritarios o de grupo, pero no basta que el Estado persiga fines de interés
público o de defensa de derechos objetivos para que sus actos resulten
legítimos. Ni siquiera es suficiente que los órganos emisores del acto tengan
origen democrático. Es necesario, además, que por la Constitución y la ley se
les haya confiado la competencia para expedir el acto y que utilicen sólo los medios legalmente autorizados.
Estos, en todo caso, deben ser adecuados, necesarios y proporcionales a la
magnitud del conflicto y ante todo al fin que se persigue. Es el principio de
utilización moderada del poder".7
El título V de la Constitución Nacional
señala la organización del Estado Colombiano y en el Capítulo I aparece la
estructura Nacional. El artículo 115 inciso final señala que "las
Gobernaciones y las Alcaldías, así como las Superintendencias, los
establecimientos públicos y las empresas industriales y comerciales del Estado,
forman parte de la Rama Ejecutiva".
En el artículo 150, cuando establece que al
Congreso le corresponde hacer las leyes y por medio de ellas ejerce las
siguientes funciones, en el numeral 7, precisa: "Determinar la
estructura de la administración nacional y crear, suprimir o fusionar
ministerios, departamentos administrativos, Superintendencias, establecimientos
públicos y otras entidades del Orden Nacional, señalando sus objetivos y
estructura orgánica..."
Se precisa entonces, que las
Superintendencias son entidades administrativas del Orden Nacional, que las
personas que prestan sus servicios en esas dependencias son empleados
públicos y que por lo tanto su ejercicio y actividad está sometida a los
parámetros de los artículos 6o. y 122 de la Constitución Nacional y por
último, los actos proferidos por los funcionarios de estas instituciones, son
verdaderos actos administrativos que deben por esa razón estar sometidos a la
Constitución, a la ley y a los reglamentos propios de la Superintendencia.
El tema del derecho fundamental del debido
proceso ha sido tratado en las sentencias T-11, T-13, T-401, T-419, T-440,
T-453 y T-463 de esta Corte Constitucional.
2. Las infracciones cambiarias se regulan por
un procedimiento especial. Funciones de la Superintendencia de Control de
Cambios (hoy Superintendencia de Cambios)
Todas las reformas constitucionales traen
aparejadas una serie de cambios institucionales dentro de la estructura del
Estado. Ellos son portadores de revoluciones dentro de la organización
jurídico-políticas de las entidades administrativas que conllevan a los
administrados a cambiar sus costumbres para adecuarlas a la nueva vida
organizacional.
Las tendencias intervencionistas plasmadas
en las reformas constitucionales de l936, l945 y l968 hicieron que el Estado
estuviera más cerca de las actividades que desarrollaban las personas del común
y trataron de ejercer un control estricto y severo sobre algunas actuaciones y
operaciones llevadas a cabo por los asociados.
Esta tendencia hizo que se crearan una
variedad de organismos nacionales que prestaran especialmente unos servicios a
la comunidad y se gestaron otros, que fueron a contratar y a vigilar las
actuaciones de los asociados. Se pasó en esta forma a un estado planificador
que trató de dirigir la economía, los programas de proyección social y las
inversiones.
Para que los programas se cumplieran, el
Estado le dió competencia a varias instituciones para ejercer funciones de
control y vigilancia, con funciones no sólo preventivas sino sancionadoras para
perseguir a través de este medio, a las personas que no se sometieran a las
reglas de intervención, planificación y sometimiento de ciertas actividades de
interés general. Así nace y se le dá competencia administrativa-disciplinaria a
la Superintendencia de Cambios para perseguir y sancionar a los infractores del
régimen cambiario nacional.
El proceso administrativo contravencional
que corresponde seguir a la Superintendencia de Control de Cambios, en el
evento sublite, está reglado en el Decreto 444 de l967, por el cual se
establece el régimen de cambios internacionales y de comercio exterior.
En el artículo 2o. del Decreto se precisa
que todas las operaciones de cambio exterior están sujetas a control por parte
del Estado.
Su artículo 4o. precisa: La posesión y
negociación de oro y divisas se ceñirán a las disposiciones de este Decreto.
Con las excepciones en él establecidas, los
ingresos en moneda extranjera se venderán al Banco de la República o se
canjearán en esta Institución por "Certificados de Cambio", según el
caso. Solamente podrán adquirirse divisas para los fines económica o
socialmente útiles definidos como tales en este estatuto y previa la expedición
de la respectiva licencia de cambios.
La obligación de negociar las divisas con
el Banco de la República se aplicará especialmente cuando se trate de
exportaciones de bienes y servicios, según lo dispone el literal a) del
artículo 5o. del Decreto citado.
El artículo 18 define el certificado de
cambio como los títulos representativos de monedas extrajeras que el Banco de
la República deberá expedir contra entrega de divisas que constituyan ingresos
al mercado nacional y en los artículos siguientes señala el trámite para la
expedición de los certificados de cambio, su regulación en el mercado y el
término de vencimiento de los mismos.
Por lo que interesa a los fines del
presente proceso, se transcribe el artículo 246 del nombrado Decreto: "Para
los efectos del presente estatuto se considerarán operaciones de cambio
exterior no solamente aquellas que implican ingresos o egresos de divisas, sino
también las entradas al país y las salidas de éste de moneda legal colombiana.
En consecuencia, dichas entradas o salidas están sujetas a las disposiciones
sobre control de cambios y solamente podrán efectuarse en la forma y en los
casos que autorice la Junta Monetaria mediante resoluciones de carácter
general. La violación de las normas de este artículo se sancionará por la
prefectura de control de cambios con las penas previstas en este estatuto para
el caso de las infracciones a las disposiciones sobre control de cambios".
La vigilancia y el control de todas estas
actividades cambiarias los ejerce la Perfectura de Cambios, hoy
Superintendencia de Cambios, en la forma en que lo prescribe el artículo
217 del Estatuto Cambiario y en ejercicio de esas funciones puede solicitar
informes a las entidades oficiales para cumplir las tareas que se le han
asignado, adelantan las diligencias y averiguaciones del caso para constatar si
ha habido violación al régimen cambiario nacional y si ello ha sucedido debe
proceder a imponer multas a los infractores al tenor del literal d) del
artículo referido.
La cuantía de las multas, al tenor del
artículo 221 íbidem será del 200 por ciento del monto de la operación
comprobada y se graduará de acuerdo con las circunstancias dentro de las cuales
fue cometida la infracción. Si la multa no fuere cubierta dentro de los cinco
(5) días siguientes a la notificación de la Resolución que la impone, o si
contra ella no se ejercita el recurso de reposición dentro del mismo término, o
dentro de los cinco (5) días siguientes a la que resuelve la reposición, se
convertirá en arresto a razón de un día por cada treinta pesos, pero el arresto
no podrá exceder de dos años.
Sobre el trámite para imponer las multas
previene el artículo 222 íbidem:
"Las
investigaciones por posible violación de las normas cuya vigilancia se confía a
la Prefectura se abrirán de oficio o por aviso o queja recibidos; terminada la
investigación, se correrá traslado al interesado mediante la entrega de copia
del informativo, para que dentro de los cinco días siguientes formule sus
descargos y solicite las pruebas que considere necesarias.
Si las pruebas
solicitadas fueren conducentes, se practicarán dentro del término que señale el
Prefecto, el cual no podrá ser superior a treinta días, más el término de la
distancia.
La apreciación de
las pruebas se hará de acuerdo con el valor que les asigna el Código de
Procedimiento Penal".
Y el Artículo 223 dispone que:
"Vencido el
término para practicar pruebas, el prefecto decidirá, mediante resolución
motivada, que se notificará al infractor en la forma prevista por el Decreto
2733 de l959.
Contra la
resolución sólo procede el recurso de reposición; surtido el recurso, se
entiende agotada la vía gubernativa y la resolución es acusable ante el
Tribunal de lo Contencioso Administrativo en única instancia, si la cuantía de
la multa es de treinta mil pesos o menos, o ante el Consejo de Estado si es
superior.
El Consejo de
Estado o el Tribunal rechazarán toda demanda a la cual no se le acompañe el
recibo de pago de la multa, si no se hubiere hecho su conversión en arresto; en
caso de arresto, la demanda deberá acompañarse de la prueba de que se está
cumpliendo".
3. Improcedencia de la acción de
tutela por existir defensa judicial
A términos del Artículo 86 de la Constitución
Política, la acción de tutela, instituída para proteger los derechos
constitucionales fundamentales ante su vulneración o amenaza, sólo procede
cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, salvo que
ella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable.
Pues bien, de las consideraciones que se
han hecho precedentemente, ha quedado establecido que existe en primer lugar un
procedimiento especial administrativo para la averiguación y sanción de las violaciones
al estatuto cambiario que se sigue ante la Superintendencia de Control de
Cambios (hoy Superintendencia de Cambios). El acto administrativo que determinó
la multa, a saber, la Resolución No. 00875 de l991 puede a su vez ser objeto de
recurso de reposición. Más tarde y en caso de persistir la Superintendencia en
mantener su decisión, existe la jurisdicción de lo
Contencioso-Administrativo ante quien se pueden ejercer las acciones
pertinentes y en el evento sublite de la multa, sería la de nulidad y de
restablecimiento del derecho que cabalmente persigue, no sólo la nulidad del
acto sino la restauración del derecho, esto es, volver las cosas al estado
anterior, vale decir la eliminación de dicha sanción pecuniaria con el
reconocimiento de los intereses que mientras tanto hubiera producido esa suma.
Como medida cautelar se puede pedir junto con esta actuación, la suspensión
provisional de la resolución mencionada y en caso de prosperidad, temporalmente
cesarán los efectos jurídicos de ella (Artículo 152 Código Contencioso
Administrativo).
Tan cierta es la existencia de la vía
administrativa previa para obtener la protección del derecho, que el mismo
demandante de la acción de tutela ha manifestado que ya interpuso recurso de
reposición contra la Resolución No.00875 de l991 de la Superintendencia que lo
multó y ante la cual cursa actualmente.
Tampoco es dable el mecanismo transitorio
para evitar un daño irremediable, ya que definido éste como el que sólo puede
repararse en su integridad mediante una indemnización, el gravamen económico
que se le impuso a Johnny José Daccarett Giha puede recuperarse, en el sentido
de obtener la supresión de la multa, a través de la acción
contencioso-administrativa antes mencionada. De ahí que el Decreto 306 de l992
acertadamente prevenga que no se considera que el perjuicio tenga el carácter
de irremediable, cuando el interesado pueda solicitar a la autoridad judicial
competente, que se disponga el restablecimiento o protección del derecho,
mediante la adopción de disposiciones como las siguientes: "e. Orden de
restitución o devolución de una suma de dinero pagada por razón de una multa,
un tributo, una contribución, una tasa, una regalía o cualquier otro
título....". (Subraya la Sala).
Del mismo modo es enfático el artículo 3o.
del Decreto 306 de l992 reglamentario del Decreto 2591 de l991 al determinar
que "se entenderá que no se encuentra amenazado un derecho
constitucional fundamental por el sólo hecho de que se abra o adelante una
investigación o averiguación administrativa por la autoridad competente con
sujeción al procedimiento correspondiente reglado por la ley".
De todo lo cual ha de concluírse que es
improcedente la acción de tutela y que por ello esta Sala comparte la
apreciación y decisión del Juez Cuarto Civil del Circuito de Barranquilla que
así lo declaró y que revocó la tutela concedida indebidamente por el Juez 14
Civil Municipal de la misma ciudad.
Por último ha de precisarse que el
procedimiento gubernativo atrás examinado del Decreto Ley 444 de 1967, por ser
especial, prevalece sobre el general contemplado para toda clase de casos en el
Código Contencioso Administrativo (artículo 1o.).
4. El nuevo estatuto sancionatorio del
régimen cambiario
El Gobierno Nacional expidió el Decreto
No. 1746 de l991, por medio del cual se establece el Régimen sancionatorio
y el procedimiento administrativo cambiario. En el artículo 1o. señala
la competencia de la Superintendencia de Cambios para establecer las infracciones,
e imponer las sanciones que se deriven de las actividades cambiarias.
Los artículos 3o. al 5o. dicen quienes son
sujetos activos de estas operaciones, sus intermediarios y las sanciones a las
que pueden hacerse acreedores.
Precisa el artículo 6o., la caducidad de la
acción, que vence a los dos (2) años, contados a partir del último acto
constitutivo de la falta y la prescripción de la sanción que se imponga será de
tres (3) años, contados a partir de la fecha en que la Superintendencia haya
ejecutoriado el acto administrativo que la señala.
La iniciación de la etapa de diligencias
preliminares se iniciará por queja o en forma oficiosa, actuación que la
Superintendencia puede adelantar sin la intervención del particular afectado
con la medida.
Terminada la etapa instructiva, y evaluadas
las pruebas recopiladas, si el funcionario de conocimiento considera que los
hechos son constitutivos de infracciones cambiarias, la entidad administrativa,
mediante providencia motivada señala en forma concreta las operaciones que
dieron origen a ella e indica las normas violadas, acto que se notifica al
infractor o a su apoderado.
El traslado se hace por quince (15) días,
periodo en el cual los presuntos infractores pueden solicitar pruebas, objetar
las obtenidas antes de su vinculación jurídica al proceso y presentar los
descargos que consideren pertinentes.
El periodo probatorio será de treinta (30)
días cuando se trate de prácticas de pruebas en territorio nacional, o de
sesenta (60), si ellas se realizan en el exterior.
Los artículos 16 y 17 señalan que la
decisión para practicar pruebas, proferida por la administración se notificará
por estado en el término de tres (3) días, susceptible del recurso de
reposición el cual debe resolverse en el lapso de cinco (5) días.
El artículo 20 señala que vencido el
término de traslado la Superintendencia expedirá la Resolución motivada que
decidirá sobre el fondo del proceso disciplinario cambiario.
No es obligatorio para la Superintendencia,
tener enterado al particular sobre las actividades encaminadas a establecer la
responsabilidad cambiaria, sino a partir del momento en que se le corre pliego
de cargos y se establece su vinculación jurídica al proceso. Adiciona su
término de traslado en diez (10) días y cambia las condiciones para la práctica
de pruebas, decisión que debe ser adoptada por la administración, mediante
providencia motivada susceptible del recurso de reposición.
Aún con los cambios anotados, el criterio
del legislador fue el mismo y en el fondo se puede precisar que se conserva el
marco legal del ya derogado Decreto 444 de 1967.
Esta Sala quiere resaltar que ni con la
anterior legislación ni con la actual hay vinculación jurídico procesal del
inculpado antes de la notificación del pliego de cargos.
En mérito de lo expuesto, la Sala de
Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
FALLA:
Primero: Confirmar la sentencia del Juzgado Cuarto Civil del
Circuito de Barranquilla de 12 de febrero de 1992, mediante la cual se revocó
el fallo del Juez 14 Civil Municipal de Barranquilla que había concedido la
tutela al señor Johnny Daccarett Giha.
Segundo: Comunicar al Juzgado Catorce Civil Municipal de
Barranquilla la presente decisión para que sea notificada a las partes conforme
a lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Igualmente enviar copia de la presente
sentencia al Juzgado Cuarto Civil del Circuito de Barranquilla.
COMUNIQUESE Y NOTIFIQUESE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado Ponente
CIRO ANGARITA BARON JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN
Magistrado
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Manuel José Cepeda. "Los Derechos Constitucionales, fuentes
internacionales para su interpretación". Consejería para el desarrollo de
la Constitución. Pág. XI.
2 Presidente César Gaviria Trujillo. Los Derechos Constitucionales
fuentes Internacionales para su interpretación. Prólogo Pág. VIII.
3 Corte Suprema de Justicia. Sentencia de 7 de marzo de l.985.
4 Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Sentencia de
Casación del 29 de sept. de l987. M.P. Lisandro Martínez Zuñiga. Gaceta
Judicial. Tomo 189. Pág.321.
5 Corte Suprema de Justicia. Sala Plena. Sentencia No.120 de agosto
27 de l.987. M.P. doctor Jesús Vallejo Mejía. Gaceta Judicial No. 2430. Pág.
88.
6 Auto de marzo 9 de l971.Sala Plena de lo Contencioso
Administrativo. C.P.Dr.Lucrecio Jaramillo Vélez. Diccionario Jurídico.
Evolución Jurisprudencial del Consejo de Estado l958-l981.Tomo I. Págs.105-106.
7 Marino Tadeo Henao.La Constituyente, la Constitución y la reforma
del Estado.Documentos ESAP l.990. Págs. 14 y 15. |
75 | T-443-92
Sentencia No
Sentencia No. T-443/92
ACCION DE TUTELA-Titularidad/PERSONA JURIDICA/SINDICATO
La acción de tutela no puede entenderse
como una figura ajena al sistema jurídico fundado en la Constitución y, por el
contrario, debe ser concebida con criterio teleológico, es decir, como
instrumento al servicio de los fines que persiguen la organización política y
el ordenamiento fundamental, uno de los cuales radica en la eficacia de las
normas superiores que reconocen los derechos esenciales de la persona. El art.
86 de la CP. no está excluyendo a las personas jurídicas, pues el precepto no
introduce distinción alguna y, por el contrario, las supone cobijadas por el
enunciado derecho cuando de modo genérico contempla la posibilidad de solicitar
el amparo por conducto de otro, sin que nada obste dentro del sistema jurídico
colombiano para que una de las especies de ese género esté conformada
precisamente por las personas jurídicas.
DERECHO DE
ASOCIACION SINDICAL/DERECHOS FUNDAMENTALES
El derecho de asociación sindical tiene
carácter de derecho fundamental, susceptible de protección efectiva mediante el
ejercicio individual o colectivo de la acción de tutela.
COMPETENCIA DE TUTELA
Es evidente la falta de competencia del
Juzgado Primero Superior de Cali para conocer de la solicitud de tutela,
derivada no solamente de lo que acaba de exponerse sino del conjunto de datos
que ofrece el expediente, del cual se desprende que la sede del Sindicato
demandante es Santafé de Bogotá y que, como lo dijo el Tribunal de segunda
instancia, absolutamente ningún efecto de los actos administrativos
cuestionados tenía lugar en Cali, ni los trabajadores del Banco en esa ciudad
gozaban de legitimidad alguna para controvertirlos. La incompetencia de este
funcionario es doble, pues fuera de haber desconocido el límite territorial que
le impuso la norma legal en cita, invadió la órbita propia de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa.
ACTO ADMINISTRATIVO/SUSPENSION
PROVISIONAL-Improcedencia
La atribución de suspender provisionalmente
los efectos de los actos administrativos está específicamente conferida por la
Constitución a la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo y mal pueden
interpretarse en contra de su perentorio mandato las disposiciones de los
artículos 7 y 8 del Decreto 2591 de 1991, aplicables tan solo a aquellos actos
contra los cuales no sea procedente dicho mecanismo, de conformidad con las
reglas generales. No desconoce la Corte que la última de las disposiciones
citadas, al permitir el ejercicio conjunto de la acción de tutela con las
pertinentes ante la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, faculta al
juez para ordenar que tratándose de un perjuicio irremediable, se inaplique el
acto particular respecto de la situación jurídica concreta cuya protección se
solicita mientras dure el proceso, pero es obvio que ésta norma legal parte del
supuesto de que en tales casos no procede la suspensión provisional, pues
resultaría innecesario, inconveniente e inconstitucional que, siendo ella
aplicable para alcanzar el específico fin de detener los efectos del acto
cuestionado, se añadiera un mecanismo con idéntica finalidad por fuera del
proceso Contencioso Administrativo y a cargo de cualquier juez de la República,
con el peligro adicional de decisiones contradictorias, máxime si se tiene en
cuenta que también la suspensión provisional se resuelve mediante trámite
expedito tal como lo dispone el Código Contencioso Administrativo.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/PERJUICIO IRREMEDIABLE
La acción de tutela es un mecanismo
excepcional concebido en defensa de los derechos fundamentales, con la
característica de ser supletorio, esto es que solamente procede en caso de
inexistencia de otros medios judiciales de defensa, salvo cuando se trate de
evitar perjuicios irremediables. En el presente caso el acto de la autoridad
pública que dio lugar al proceso de tutela, se concretó en tres resoluciones,
las cuales, en su condición de actos administrativos eran susceptibles de
impugnación a través de los diversos medios consagrados por la ley, ante la
jurisdicción correspondiente, si se consideraba que mediante ellas se había
violado, desconocido o amenazado un derecho protegido constitucional o legalmente. De existir la posibilidad de reparar
un eventual perjuicio con medios diferentes al de la indemnización, el mismo
estaría desafecto del concepto de irremediable.
DERECHO DE HUELGA
El derecho de huelga es un instituto
definido por preceptos constitucionales y legales dentro de contornos que de
tiempo atrás ha subrayado la jurisprudencia, en orden a garantizar, de una
parte, la eficaz garantía de su legítimo ejercicio por los trabajadores y de la
otra, la defensa del interés colectivo, que no puede verse perjudicado por
aquél; ambos son derechos constitucionales de clara estirpe democrática que no
tienen por qué provocar, con base en desmesuradas concepciones, la ruptura de
la normal y armónica convivencia social.
NORMA
CONSTITUCIONAL-Desarrollo
Legal
Ante la falta de desarrollo legal de las
disposiciones superiores, debe recurrirse, como en efecto se ha hecho por las
distintas agencias del Estado, a los preceptos que estando vigentes con
anterioridad a la Carta Política de 1991, no resultan ahora incompatibles con
ella. La contradicción que permita concluír que la Constitución derogó una
norma jurídica anterior a su vigencia debe ser ostensible, de tal manera que, a
fin de establecerla, no sea indispensable para el intérprete acudir a profundos
análisis históricos o a razonamientos complejos sobre el espíritu del
Constituyente; ella debe aparecer por sí sola, sin necesidad de buscarla en
fuente distinta al texto constitucional, o, como lo expresa el artículo 4º de
la Carta, la norma en cuestión debe ser incompatible con ésta.
SERVICIO PUBLICO
BANCARIO
La actividad relacionada con el manejo,
aprovechamiento e inversión de los recursos captados al público, atendiendo a
su propia naturaleza, reviste interés general y, por tanto, no escapa al
postulado constitucional que declara su prevalencia sobre intereses
particulares, lo cual se concreta en el carácter de servicio público que
se le atribuyó desde 1959 y que, tanto a la luz de la Constitución anterior
como de la actual -en este último caso mientras la ley no defina el concepto
de servicios públicos esenciales- faculta al Ejecutivo para impedir la
huelga en dicha actividad y para convocar tribunales de arbitramento
obligatorios. Si el Congreso de la República, al ejercer la función que le
confía el artículo 36 de la Carta, elabora una definición que clasifique a la
actividad bancaria y financiera por fuera del concepto "servicio
público esencial", el derecho de huelga podría ser ejercido por los
trabajadores a ella vinculados dentro de las normas que el propio legislador
establezca.
TRANSITO
CONSTITUCIONAL/INCONSTITUCIONALIDAD SOBREVINIENTE
Debe tenerse en cuenta que la expedición de
la Carta Política de 1991 no implicó la derogatoria en bloque de todo el
ordenamiento legal que venía rigiendo, pues el artículo 380 se limita a
declarar "derogada la Constitución hasta ahora vigente, con todas sus
reformas". En otras palabras, la sustitución normativa se produjo en el
nivel constitucional y únicamente se proyectó de manera directa e inmediata a
nivel de la legislación, en la medida en que ésta resultara incompatible con la
preceptiva superior, según el ya citado artículo 4º. Si se llegara a considerar
derogado todo el sistema jurídico colombiano a partir de la vigencia de la
nueva Constitución, no es difícil imaginar las dimensiones del caos en todos
los niveles de la actividad social.
-Sala Tercera de Revisión-
Ref.: Expediente
T-1369
Acción de Tutela
Sindicato
Nacional de Trabajadores del Banco de Colombia "SINTRABANCOL"
contra Ministerio del Trabajo y Seguridad Social.
Magistrados:
JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Aprobada mediante acta de la Sala de
Revisión Nº 3, en Santafé de Bogotá, D.C., a los seis (6) días del mes de julio
de mil novecientos noventa y dos (1992).
Procede la Corte Constitucional a revisar
el fallo de tutela proferido por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Cali -Sala Laboral-, el veintiuno (21) de febrero de mil novecientos noventa y
dos (1992), mediante el cual se revocó la sentencia Nº 001 del Juzgado Primero
Superior de esa ciudad, de fecha veintinueve (29) de enero del presente año.
I. INFORMACION PRELIMINAR
El ciudadano MIGUEL ANGEL CASTRO CASTAÑO,
en calidad de representante legal de la Organización Sindical denominada
"Sindicato Nacional de Trabajadores del Banco de Colombia", presentó
ante el Juez Primero Superior de Cali una solicitud de tutela en contra de las
resoluciones números 005895, 006130 y 006239 de noviembre 22, diciembre 5 y 12
de 1991, respectivamente, proferidas por el Ministerio del Trabajo y Seguridad
Social, relacionadas con el conflicto laboral planteado entre dicho Sindicato y
la aludida organización financiera, que llevó a los trabajadores a declarar la
huelga el día veintiocho (28) de noviembre de mil novecientos noventa y uno
(1991), fijando como hora cero para la cesación colectiva de labores el día
diez (10) de diciembre del mismo año a las cuatro de la tarde (4:00 p.m.).
Mediante la Resolución Nº 005895 del
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social se ordenó la constitución de un
Tribunal de Arbitramento para que decidiera el conflicto laboral entre el
Sindicato Nacional de Trabajadores del Banco de Colombia y dicha entidad
financiera. Por medio de la Resolución Nº 006130, el mismo Ministerio declaró
la ilegalidad de los ceses de actividades adelantados por los trabajadores del
Banco de Colombia en las dependencias de Valledupar, oficina carrera 7a. Nº
16B-14; Santafé de Bogotá, D.C., oficina calle 30 Nº 6-38 (Sección Bienestar
Social y Centro Documentario) y sucursal Puente Aranda; Neiva, oficina
principal, oficina 02 Colonial, carrera 5a. con calle 21 esquina y Agencia 01
Plaza de Mercado. Por medio de la Resolución Número 006239 el Ministerio
declaró ilegal el cese de actividades efectuado por los trabajadores del Banco
de Colombia en las siguientes dependencias de la Dirección General y la
Oficina Centro Internacional de Santafé de Bogotá, D.C.
A. Fundamentos de la Acción
El peticionario fundamenta su demanda en
que los actos administrativos antes mencionados conducen a la violación de los
derechos fundamentales de los trabajadores porque se impone la convocatoria de
un Tribunal de Arbitramento Obligatorio que, a su juicio, tal como se encuentra
concebido y estructurado en Colombia, no resulta prenda de garantía y atenta
contra los derechos y facultades de las partes. Señala que esta institución no
permite crear prestaciones o derechos que vayan más allá de lo dispuesto por la
ley, que es precisamente lo que se busca con la negociación colectiva.
Expresa que la convocatoria del Tribunal de
Arbitramento desconoce la decisión adoptada por los trabajadores e ilegitima el
ejercicio del derecho de huelga "con base en normas y disposiciones
anacrónicas, tácitamente derogadas y reformadas por los postulados de la
Constitución Nacional, como son los decretos 753 de 1956 y 1593 del 59".
Considera, además, que con base en el
artículo 41 del Decreto 2591 de 1991, no se puede alegar la falta de desarrollo
legal de un derecho fundamental civil o político para impedir la tutela.
Igualmente el actor solicita la aplicación del artículo 4º de la Constitución,
y del artículo 9º de la Ley 153 de 1887, aplicable al caso de disposiciones
contrarias a la Carta.
Por tales razones pide la invalidación y
cese de los efectos jurídicos de los actos administrativos que dieron lugar a
la acción, como también la garantía y el pleno goce de los derechos que
presuntamente han sido vulnerados y el pago de los perjuicios causados, así
como de las costas del proceso.
Los anteriores son, en síntesis, los
argumentos expuestos por el representante legal del Sindicato Nacional de
Trabajadores del Banco de Colombia, utilizados como fundamento de la solicitud
de tutela, apoyada en la posible violación de los derechos consignados en los
artículos 13, 25, 29, 38 y 39 de la Constitución Política, en concordancia con
los artículos 53, 55 y 56 Ibidem.
El accionante acompaña a la solicitud las
actas levantadas en cada uno de los municipios y localidades en donde laboran
trabajadores del Banco de Colombia, conforme a las cuales se votó la huelga.
II. TRAMITE JUDICIAL DE LA ACCION
A. Ante el Juzgado Primero Superior de
Cali.
El Juzgado Primero Superior de Cali,
mediante auto interlocutorio Nº 002 de veinte (20) de enero del presente año,
ordenó la suspensión provisional de las resoluciones números 005895, 006130 y
006239, de noviembre 22, diciembre 5 y 12 de 1991, respectivamente, y por medio
de la sentencia Nº 001 del veintinueve (29) de enero del año en curso, resolvió
suspender las resoluciones durante el término que la autoridad judicial
competente utilice para decidir de fondo sobre la acción instaurada por los
afectados. Igualmente dispuso la inaplicabilidad del Decreto 1593 de 1959, que
califica la actividad bancaria como servicio público.
Contra la decisión del Juzgado hicieron uso
del recurso de impugnación tanto el apoderado del Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social como el del Banco de Colombia; el primero de ellos argumentó
la improcedencia de la tutela por cuanto el de huelga no está consagrado como
derecho fundamental en los artículos 11 a 41 de la Constitución, y además por
cuanto existen otros medios de defensa judicial, como el recurso de reposición
que se interpuso contra las citadas resoluciones y así mismo por ser ellas
susceptibles de las acciones pertinentes ante la jurisdicción de lo Contencioso
Administrativo. Igualmente plantea en el escrito la incompetencia del Juez con
fundamento en el artículo 37 del Decreto 2591 de 1991.
Por su parte, el apoderado del Banco de
Colombia considera que no cabe la acción de tutela por existir otros recursos o
medios de defensa judiciales, y por cuanto no se configura la hipótesis del
perjuicio irremediable para que ella proceda como mecanismo transitorio.
B. Ante el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Cali -Sala Laboral-
Se ocupa en primer lugar el Tribunal de
resolver sobre la competencia del juez de primera instancia para conocer sobre
la acción, con fundamento en el artículo 37 del Decreto 2591 de 1991 el cual
dispone que gozan de ella, a prevención, los jueces o tribunales con
jurisdicción en el lugar donde ocurriere la violación o la amenaza que
motivaren la presentación de la solicitud.
Para la Sala Laboral del Tribunal de Cali
resulta clara la incompetencia del Juez Primero Superior, la cual, frente al
Derecho Procesal, daría lugar a declarar la nulidad de la actuación, pero por
mandato del artículo 29 del Decreto 2591 de 1991 y en virtud de que no se
admiten los fallos inhibitorios, se decide de fondo sobre la solicitud, aunque
la competencia la tienen únicamente los jueces de Santafé de Bogotá, D.C.,
Neiva o Valledupar.
En cuanto a la resolución Nº 005895 emanada
del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, encuentra el Tribunal que tal
acto administrativo no constituye amenaza para los trabajadores del Banco de
Colombia de la ciudad de Cali y que en dicha ciudad no tuvo ocurrencia ningún
hecho que pueda considerarse violatorio de los derechos fundamentales de
aquellos.
Acerca de las resoluciones números 006130 y
006239, que declaran ilegal el cese de actividades en otras ciudades, considera
el Tribunal que con ellas no resultaron afectados los trabajadores que prestan
sus servicios a la entidad bancaria en la ciudad de Cali.
Con base en tales argumentos, el Tribunal
revocó en su integridad la sentencia impugnada, negándose a tutelar los
derechos invocados por el actor.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE CONSTITUCIONAL
A. Competencia
De acuerdo con lo preceptuado en los
artículos 86, inciso 2, y 241, numeral 9, de la Constitución Política; 31, 32 y
33 del Decreto 2591 de 1991, la Corte Constitucional es competente para revisar
la sentencia que el Tribunal Superior de Cali, por intermedio de su Sala
Laboral, profirió en el presente caso.
B. Observaciones previas
Del análisis efectuado respecto de la
actuación judicial que se revisa y del origen de la misma, surge a primera
vista el problema de la aptitud constitucional y legal de las personas
jurídicas para acudir ante los jueces, como en este asunto, buscando la
inmediata y eficaz protección de sus derechos constitucionales fundamentales,
mediante el procedimiento consagrado en su favor por el artículo 86 de la Carta
Política.
Reitera la Corte sobre el particular que,
cuando la norma mencionada, en su inciso primero, señala como titular de la
acción a "toda persona", debe entenderse que están comprendidas las
jurídicas, por cuanto en cabeza de las mismas se pueden radicar derechos
susceptibles de ser protegidos mediante el procedimiento excepcional señalado
para la tutela. Tal sería el caso, por ejemplo, del atentado contra su buen
nombre, contra el derecho a ser tratada en igualdad de condiciones, o contra el
derecho a asociarse con entes de naturaleza análoga.
Al respecto, la Corporación ha manifestado
en reciente fallo de esta misma Sala:
"Como lo expresa el Preámbulo de la
Carta, una de las motivaciones del Constituyente al expedirla consistió en la
necesidad de garantizar un orden político, económico y social justo.
En perfecta concordancia con ese propósito,
el artículo 1o. de la Constitución define a Colombia como Estado Social de
Derecho, al paso que el 2o. le señala a ese Estado, como dos de sus fines
esenciales, el de asegurar la efectividad de los principios, derechos y
deberes y el de facilitar la participación de todos en las decisiones
que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de
la Nación. El artículo 4o. subraya el carácter supralegal de la Constitución y
su prevalencia en todo caso de conflicto con normas de nivel jerárquico
inferior. La acción de tutela no puede entenderse como una figura ajena al
sistema jurídico fundado en la Constitución y, por el contrario, debe ser
concebida con criterio teleológico, es decir, como instrumento al
servicio de los fines que persiguen la organización política y el ordenamiento
fundamental, uno de los cuales radica en la eficacia de las normas superiores
que reconocen los derechos esenciales de la persona (artículo 5o.).
Desde luego, la persona humana es sociable
por su misma naturaleza y no es posible una verdadera protección de ella
desechando ese carácter ni prescindiendo de su innegable inserción dentro del
contexto colectivo en cuyo medio se desenvuelve.
Cuando el artículo 86 de la Constitución
establece que "toda persona tendrá acción de tutela para reclamar
(...) por sí misma o por quién actúe a su nombre, la protección
inmediata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que
éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier
autoridad pública", no está excluyendo a las personas jurídicas, pues el
precepto no introduce distinción alguna y, por el contrario, las supone
cobijadas por el enunciado derecho cuando de modo genérico contempla la
posibilidad de solicitar el amparo por conducto de otro, sin que nada obste
dentro del sistema jurídico colombiano para que una de las especies de ese
género esté conformada precisamente por las personas jurídicas"1
.
En el asunto objeto de examen, la
representación ejercida por "SINTRABANCOL", a nombre de los
trabajadores, encuentra soporte constitucional, según lo dicho, al establecer
la Carta que la petición de tutela puede ser formulada no solo directamente por
el presunto afectado, sino además "por quien actúe a su nombre". Es
acorde con la lógica jurídica que el Sindicato encargado de velar por los
derechos e intereses de un grupo de trabajadores, acuda en su representación
cuando legalmente ello proceda.
Lo anterior está corroborado en la
Constitución para el caso de la asociación sindical, a cuyo respecto ya resaltó
esta Corte su carácter de derecho fundamental2, susceptible de
protección efectiva mediante el ejercicio individual o colectivo de la acción
de tutela.
C. Legitimidad e interés para actuar
De conformidad con los mandatos
constitucionales, la acción prevista en el artículo 86, aunque corresponde a un
procedimiento preferente y sumario, necesita de unas condiciones mínimas para
su procedencia. Así, quien solicite el amparo debe estar legitimado para
actuar, es decir, debe ser el afectado o amenazado por la acción u omisión, o
quien actúe a su nombre, tal como lo establece el artículo 10 del Decreto 2591
de 1991, que dice:
"Legitimidad e interés. La
acción de tutela podrá ser ejercida, en todo momento y lugar, por cualquier
persona vulnerada o amenazada en uno de sus derechos fundamentales, quien
actuará por sí misma o a través de representante. Los poderes se
presumirán auténticos.
También se pueden agenciar derechos
ajenos cuando el titular de los mismos no esté en condiciones de promover
su propia defensa. Cuando tal circunstancia ocurra, deberá manifestarse en
la solicitud (Subraya la Corte).
También podrá ejercerla el Defensor del
Pueblo y los personeros municipales".
En el caso objeto de revisión, es claro que
los afectados con las decisiones del Ministerio de Trabajo eran empleados del
Banco de Colombia quienes, como antes se indica, estaban representados, para
efectos del ejercicio de la acción de tutela, por el Sindicato.
D. Incompetencia del juez de primera
instancia
Aunque, según la Carta, todos los jueces
tienen jurisdicción para conocer sobre acciones de tutela, el legislador
-que en esta materia lo fue el Ejecutivo, en desarrollo de las facultades
conferidas por el artículo Transitorio 5 de la Constitución- ha identificado
los criterios con arreglo a los cuales se define la competencia para
fallar acerca de aquellas en casos específicos. En otros términos, no todos
los jueces pueden decidir sobre toda acción de tutela.
Cuando la norma superior dispone que
"los jueces, en todo momento y lugar", están llamados a conocer de
esta acción, entiende la Corte que ha sido la ley, vale decir el Decreto 2591
de 1991, la que ha señalado el sentido que debe darse al mencionado precepto,
especialmente al establecer el ámbito estricto que debe reconocer y respetar todo
juez de la República para admitir, tramitar y fallar solicitudes de tutela. Es
así como el artículo 37 del Decreto mencionado, ordena:
"Primera instancia. Son
competentes para conocer de la acción de tutela, a prevención, los jueces o
tribunales con jurisdicción en el lugar donde ocurriere la violación o la
amenaza que motivaren la presentación de la solicitud".
En el presente asunto, encuentra la Corte
Constitucional que si bien los actos administrativos que originaron la acción
de tutela, fueron expedidos en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., por una
autoridad nacional como lo es el Ministro del Trabajo y Seguridad Social, no es
menos cierto que la alegada violación o amenaza a los derechos de los
trabajadores, recaería directamente sobre aquellos que se hallaban al servicio
del Banco de Colombia en las oficinas aludidas en las resoluciones números
006130 y 006239 de mil novecientos noventa y uno (1991), mediante las cuales el
Despacho de asuntos laborales declaró la ilegalidad de los ceses de actividades
que se llevaban a cabo en las dependencias allí mencionadas, es decir que sus
efectos no solamente se producían en Santafé de Bogotá sino también en
Valledupar y en Neiva, pero de ninguna manera en la ciudad de Cali, ante uno de
cuyos jueces se instauró la acción de tutela y éste, inexplicablemente, le dió
trámite en franca desobediencia al precepto legal transcrito. Es, pues,
evidente la falta de competencia del Juzgado Primero Superior de Cali para
conocer de la solicitud de tutela, derivada no solamente de lo que acaba de
exponerse sino del conjunto de datos que ofrece el expediente, del cual se
desprende que la sede del Sindicato demandante es Santafé de Bogotá y que, como
lo dijo el Tribunal de segunda instancia, absolutamente ningún efecto de los
actos administrativos cuestionados tenía lugar en Cali, ni los trabajadores del
Banco en esa ciudad gozaban de legitimidad alguna para controvertirlos. Así,
pues, el titular del aludido despacho se fundó en una interpretación tan
abiertamente contraria al texto y al sentido del artículo 37 del Decreto 2591
de 1991, que su actuación amerita, como en efecto se ordena, oficiar las
diligencias pertinentes.
E. Otros medios judiciales de defensa
Pero, además, la incompetencia de este
funcionario es doble, pues fuera de haber desconocido el límite territorial que
le impuso la norma legal en cita, invadió la órbita propia de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa.
En efecto, puede verse en el expediente que
el juez ordenó la suspensión provisional de las resoluciones mediante
las cuales el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social había dispuesto la
convocatoria de un Tribunal de Arbitramento y declarado ilegales los ceses de
actividades en las oficinas del Banco de Colombia en varias ciudades del país.
Como ya lo señaló esta Corte3, la
atribución de suspender provisionalmente los efectos de los actos
administrativos está específicamente conferida por la Constitución a la
jurisdicción de lo Contencioso Administrativo (artículo 238) y mal pueden
interpretarse en contra de su perentorio mandato las disposiciones de los
artículos 7 y 8 del Decreto 2591 de 1991, aplicables tan solo a aquellos actos
contra los cuales no sea procedente dicho mecanismo, de conformidad con las
reglas generales.
No desconoce la Corte que la última de las
disposiciones citadas, al permitir el ejercicio conjunto de la acción de tutela
con las pertinentes ante la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo,
faculta al juez para ordenar que tratándose de un perjuicio irremediable, se
inaplique el acto particular respecto de la situación jurídica concreta cuya
protección se solicita mientras dure el proceso, pero es obvio que esta norma
legal parte del supuesto de que en tales casos no procede la suspensión
provisional, pues resultaría innecesario, inconveniente e inconstitucional que,
siendo ella aplicable para alcanzar el específico fin de detener los efectos
del acto cuestionado, se añadiera un mecanismo con idéntica finalidad por fuera
del proceso Contencioso Administrativo y a cargo de cualquier juez de la
República, con el peligro adicional de decisiones contradictorias, máxime si se
tiene en cuenta que también la suspensión provisional se resuelve mediante
trámite expedito tal como lo dispone el Código Contencioso Administrativo.
Ahora bien, la Corte ha señalado en forma
reiterada que la acción de tutela es un mecanismo excepcional concebido en
defensa de los derechos fundamentales, con la característica de ser supletorio,
esto es que solamente procede en caso de inexistencia de otros medios
judiciales de defensa, salvo cuando se trate de evitar perjuicios
irremediables. En el presente caso el acto de la autoridad pública que dio
lugar al proceso de tutela, se concretó en tres resoluciones, las cuales, en su
condición de actos administrativos eran susceptibles de impugnación a través de
los diversos medios consagrados por la ley, ante la jurisdicción
correspondiente, si se consideraba que mediante ellas se había violado,
desconocido o amenazado un derecho protegido constitucional o legalmente.
Tales mecanismos de defensa judicial están
señalados en los artículos 83 y siguientes del Código Contencioso
Administrativo, el cual al mismo tiempo establece el procedimiento a seguir
cuando las actuaciones de la administración pública ameriten ser llevadas para
su control ante la mencionada jurisdicción.
El Juzgado Primero Superior de Cali, al
conceder la tutela, consideró que aún en la hipótesis de que procediera otro
medio de defensa judicial, se estaba ante un eventual perjuicio irremediable
ocasionado por el despido de los empleados "en un país que presenta las
tasas de vacancia más altas del mundo...", ensayando así, para la determinación
sobre irremediabilidad del daño, un criterio ajeno al fijado por la norma legal
pertinente.
Ello hace necesario que la Corte recuerde
una vez más la definición que de perjuicio irremediable ha dado el legislador:
"Se entiende por irremediable el perjuicio que sólo puede ser reparado en
su integridad mediante una indemnización" (Artículo 6º, numeral 1º, del
Decreto 2591 de 1991), precepto de ineludible acatamiento para el juez, según
lo dispone sin dar lugar a sutilezas el artículo 230 de la Constitución:
"los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la
ley".
Significa lo anterior que, de existir la
posibilidad de reparar un eventual perjuicio con medios diferentes al de la
indemnización, el mismo estaría desafecto del concepto de irremediable. En el
asunto que ahora nos ocupa, es evidente que, si se hubiera presentado la
desvinculación laboral de los trabajadores del Banco de Colombia como efecto de
los actos administrativos atacados, los afectados tenían a su alcance
instrumentos jurídicos aptos para la defensa de sus derechos y no solo podían
obtener por las vías judiciales adecuadas, indemnización de parte del
empleador, sino además, en el evento de que sus acciones prosperaran, la
garantía de ser reintegrados a los cargos que venían ocupando, todo lo cual, a
la luz de la previsión legal en comentario, excluía de plano la procedencia de
la acción de tutela.
F. El derecho de huelga como parte del
ordenamiento jurídico
El derecho de huelga se constituye en una
de las más importantes conquistas logradas por los trabajadores en el presente
siglo. Se trata de un instrumento legítimo para alcanzar el efectivo
reconocimiento de aspiraciones económicas y sociales que garanticen justicia en
las relaciones obrero-patronales y un progresivo nivel de dignidad para el
trabajador y su familia, cuya consagración constitucional, desde la Reforma de
1936, ha representado la más preciosa garantía del ordenamiento positivo para
la salvaguarda de los derechos laborales y para el desarrollo de un sistema
político genuinamente democrático.
En la Constitución de 1991, el derecho de
huelga adquiere aún más relevancia, partiendo del principio inspirador de su
Preámbulo, que indica como objetivo central del Estado y de las instituciones
el establecimiento de "un marco jurídico, democrático y participativo que
garantice un orden político, económico y social justo"; de la definición
plasmada en el artículo 1º, en el sentido de que la República de Colombia
"es un Estado social de derecho (...) fundada en el respeto de la
dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la
integran..."; de los fines esenciales hacia los cuales el artículo 2º
orienta la actividad del Estado, entre otros la promoción de la prosperidad
general, la garantía de los principios, derechos y deberes consagrados en la
Carta y la fácil participación de todos en las decisiones que los afectan; del
papel señalado por la misma norma a las autoridades en lo que toca con el
cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares; de la ya
enunciada garantía de la asociación sindical como derecho fundamental (artículo
39); y, claro está, del artículo 56 de la Constitución, que dispone sin ambages
la garantía del derecho de huelga y ordena la creación de una comisión
permanente integrada por el Gobierno, los empleados y los trabajadores cuyo
objeto consiste, entre otros, en fomentar las buenas relaciones laborales y en
contribuir a la solución de los conflictos colectivos de trabajo.
Pero, desde luego, también con arreglo a
los principios constitucionales, el derecho de huelga ha de ejercerse dentro
del presupuesto del marco jurídico invocado por el Preámbulo, atendiendo a la
prevalencia del interés general, como lo estatuye el artículo 1º de la Carta
Política y en el entendimiento de que todo derecho tiene deberes correlativos,
como con meridiana claridad se desprende de las disposiciones contenidas en
los artículos 2º y 95 de la Constitución.
No se trata, entonces, de un derecho ajeno
al sistema jurídico sino, por el contrario, de un instituto definido por
preceptos constitucionales y legales dentro de contornos que de tiempo atrás ha
subrayado la jurisprudencia, en orden a garantizar, de una parte, la eficaz
garantía de su legítimo ejercicio por los trabajadores y de la otra, la defensa
del interés colectivo, que no puede verse perjudicado por aquél; ambos son
derechos constitucionales de clara estirpe democrática que no tienen por qué
provocar, con base en desmesuradas concepciones, la ruptura de la normal y
armónica convivencia social.
Es en concordancia con este criterio, de
ningún modo extraño a las consideraciones del Constituyente tanto en 1936 como
en 1991, que la Carta Política en vigor determinó la garantía del derecho de
huelga como principio general y señaló, por razones de interés colectivo, la
salvedad de los servicios públicos esenciales definidos por el legislador,
agregando que la ley reglamentará este derecho.
G. La actividad bancaria como servicio
público
A los fines de este proceso interesa
establecer si la actividad en la cual se produjeron los ceses de actividades
declarados ilegales por el Ministerio de Trabajo y la huelga que ocasionó la
determinación adoptada por ese organismo sobre convocatoria de un tribunal de
arbitramento, tiene el carácter de servicio público.
Ninguno como el tema del servicio público
ha generado tantos escritos ni dado lugar a tantas polémicas entre los
jus-publicistas; acerca de su noción versan las principales obras de
tratadistas como Gastón JEZE y León DUGUIT, quienes vinculan el rol de la
administración a la prestación de los llamados servicios públicos, a los que
ahora en Colombia se agrega el calificativo de esenciales, para los
efectos de establecer constitucionalmente en cuáles de ellos resulta
improcedente la huelga.
En sí misma la noción de servicio público
ha venido sufriendo mutaciones a medida que evoluciona el pensamiento jurídico
y las circunstancias sociales en cuyo medio éste se desenvuelve, de tal modo
que su interpretación varía no solo con los meridianos geográficos, sino
también con los históricos.
De una sociedad a otra, de un Estado a
otro, y atendiendo incluso a sus sistemas políticos y a sus peculiares
características económicas y sociales, tal noción ve modificados sus alcances y
los principios relativos a su interpretación, a las prerrogativas que incorpora
y a los límites que encierra; así, no tiene el mismo sentido hablar de servicio
público en sociedades que garantizan la libertad de empresa y la iniciativa
privada, permitiendo que este tipo de servicio sea asumido por particulares,
que hacerlo en estados en los cuales la mencionada actividad continúa siendo
realizada de manera exclusiva por órganos de la administración pública.
De lo anterior se desprende el reiterado
análisis de los doctrinantes acerca del servicio público desde los puntos de
vista funcional y orgánico, según se atienda a la actividad o al ente encargado
de realizarla, para decir, en el primero de los casos, que tiene tal carácter
la actividad encaminada a satisfacer necesidades de interés colectivo, sin
atender al órgano que la realice; y en el segundo, que solo la actividad de
interés general adelantada por agentes de la administración, puede ser
calificada como servicio público.
El servicio público es definido en el
Derecho Positivo colombiano como "... toda actividad organizada que tienda
a satisfacer necesidades de interés general en forma regular y continua, de
acuerdo con un régimen jurídico especial, bien que se realice por el Estado
directa o indirectamente o por personas privadas" (Subraya la
Sala), según el artículo 430 del Código Sustantivo del Trabajo.
De igual manera, la jurisprudencia
constitucional ha establecido que el servicio público es "... toda
actividad a satisfacer una necesidad de carácter general, en forma contínua y
obligatoria, según las ordenaciones del derecho público, bien sea que su
prestación esté a cargo del Estado directamente o de concesionarios o
administradores delegados, a cargo de simples personas privadas"4
.
Por otra parte, la doctrina ha fijado los
índices que permiten establecer cuándo una actividad adquiere el carácter de
servicio público; así, ella debe estar encaminada a satisfacer necesidades
colectivas o públicas, no personales o particulares; además, debe permitirse el
acceso de toda la colectividad al servicio, sin privilegiar a alguno de sus
miembros o a un sector de la misma; y finalmente tal actividad,
independientemente de quién la realice, debe ser necesaria al desarrollo de la
vida en comunidad, es decir que su carencia o interrupción genere
perturbaciones en el orden requerido para el logro de uno de los fines
propuestos por nuestra Carta en su Preámbulo, como lo es la convivencia.
Resulta claro que la tesis a cuyo amparo
era considerada como de servicio público únicamente la actividad realizada por
la administración, ha sido superada, razón por la cual lo corriente en la época
actual es que se permita a los particulares, o a entidades provenientes del
sector privado, acudir a prestar tales servicios, dentro de las prerrogativas
que les otorgue el ordenamiento jurídico y, desde luego, sujetándose éstos a
los controles especiales que contempla la normatividad en defensa de los
intereses colectivos.
El ya mencionado concepto de Estado Social
de Derecho, al cual hace referencia el artículo 1º de la Constitución Política,
se encuentra desarrollado en diversos preceptos de la Carta; es así como en
materia de servicios públicos, el artículo 365 establece que ellos "son
inherentes a la finalidad social del Estado". A renglón seguido la misma
norma vincula el poder soberano con la garantía de continuidad requerida para
tales servicios, al establecer que "es deber del Estado asegurar su
prestación eficiente a todos los habitantes del territorio nacional".
La norma superior dejó al legislador la
facultad para señalar el régimen jurídico de los servicios públicos,
autorizando su prestación a cargo de particulares y reservando al Estado su
regulación, control y vigilancia.
Nos encontramos, entonces, ante la
posibilidad de que los particulares puedan garantizar la prestación del
servicio público, lo cual implica la concesión de ciertas prerrogativas, con
obligaciones que corresponde cumplir al particular, y que al mismo tiempo
impone a la administración el deber de inspeccionar tales actividades.
En el asunto del que aquí se trata, la
actividad desplegada por las entidades financieras tiene la prerrogativa
consistente en la facultad para captar recursos del público, manejarlos,
invertirlos y obtener un aprovechamiento de los mismos, dentro de los límites y
con los requisitos contemplados en la ley; así como también, por expreso
mandato de la Constitución Política, el Presidente de la República está
obligado a "ejercer, de acuerdo con la ley, la inspección, vigilancia y
control sobre las personas que realicen actividades financiera, bursátil,
aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo, aprovechamiento o
inversión de recursos captados del público", según lo dispone el artículo
189, numeral 24 de la Carta, quedando así establecido que en el asunto sometido
a revisión, se presentan por lo menos dos de los elementos básicos que la
doctrina ha identificado como requeridos para que los particulares colaboren en
la prestación de servicios públicos.
Mucho más difícil resulta ubicar el
relativo a la actividad bancaria y financiera como servicio público esencial
(Subraya la Sala), pues debido a su propia complejidad es que la Carta
Política, en su artículo 56, ha conferido al legislador la función de
definirlo, para los efectos ya indicados. Aquí la Corte Constitucional se
abstiene de efectuar cualquier calificación, la cual, por mandato de la Carta,
corresponde exclusivamente al legislador.
Ahora bien, ante la falta de desarrollo
legal de las disposiciones superiores, debe recurrirse, como en efecto se ha
hecho por las distintas agencias del Estado, a los preceptos que estando
vigentes con anterioridad a la Carta Política de 1991, no resultan ahora
incompatibles con ella.
La contradicción que permita concluír que
la Constitución derogó una norma jurídica anterior a su vigencia debe ser
ostensible, de tal manera que, a fin de establecerla, no sea indispensable para
el intérprete acudir a profundos análisis históricos o a razonamientos
complejos sobre el espíritu del Constituyente; ella debe aparecer por sí sola,
sin necesidad de buscarla en fuente distinta al texto constitucional, o, como
lo expresa el artículo 4º de la Carta, la norma en cuestión debe ser incompatible
con ésta.
Tal no es el caso del artículo 1º del
Decreto 1593 de 1959, que declara como de servicio público la actividad
bancaria, sea prestada directamente por el Estado o por particulares, cuyo
alcance no riñe con la Constitución y, en cambio, armoniza con lo dispuesto en
su artículo 335, a cuyo tenor, "las actividades financiera, bursátil,
aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo, aprovechamiento e
inversión de los recursos de captación a los que se refiere el literal d) del
numeral 19 del artículo 150 son de interés público..."
(Subraya la Corte).
Ahora bien, debe tenerse en cuenta que la
expedición de la Carta Política de 1991 no implicó la derogatoria en bloque
de todo el ordenamiento legal que venía rigiendo, pues el artículo 380 se
limita a declarar "derogada la Constitución hasta ahora vigente, con todas
sus reformas". En otras palabras, la sustitución normativa se produjo en
el nivel constitucional y únicamente se proyectó de manera directa e inmediata
a nivel de la legislación, en la medida en que ésta resultara incompatible con
la preceptiva superior, según el ya citado artículo 4º.
Si se llegara a considerar derogado todo el
sistema jurídico colombiano a partir de la vigencia de la nueva Constitución,
no es difícil imaginar las dimensiones del caos en todos los niveles de la
actividad social.
Encuentra la Corte que el juez de primera
instancia resolvió inaplicar el artículo 1º del Decreto 1593 de 1959, con el
propósito de conceder la tutela impetrada por el Sindicato de Trabajadores del
Banco de Colombia sobre la base de una posible invalidez de las resoluciones
proferidas por el Ministerio de Trabajo, derivada a su vez de la presunta
inconstitucionalidad sobreviniente de dicha disposición, lo cual justifica un
breve estudio sobre los orígenes de la misma y su actual vigencia.
El Decreto 1593 de 1959 fue expedido por el
Presidente de la República en desarrollo del artículo 1º del Decreto
Legislativo 753 de 1956 (acogido como legislación permanente por la Ley 2a. de
1958), que sustituyó el 430 del Código Sustantivo del Trabajo y que definió la
actividad bancaria como servicio público en la forma que ya se ha reseñado.
La norma mencionada dispuso:
"Decláranse de servicio público las actividades de la industria bancaria,
ya sean realizadas por el Estado, directa o indirectamente o por los
particulares".
Para evaluar la actual vigencia de ese
principio, es indispensable, según lo expuesto, verificar si resulta compatible
con la preceptiva constitucional de 1991.
El artículo 150, numeral 19, de la
Constitución atribuye al Congreso la función de "dictar las normas
generales, y señalar en ellas los objetivos y criterios a los cuales debe
sujetarse el Gobierno para los siguientes efectos:
----------------------------------------------------------
d) Regular las actividades financiera, bursátil,
aseguradora y cualquiera otra relacionada con el manejo, aprovechamiento e
inversión de los recursos captados del público".
Esta norma se armoniza con la previsión del
artículo 189, numeral 24, Ibidem, a cuyo tenor "corresponde al Presidente
de la República como Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y Suprema Autoridad
Administrativa:
----------------------------------------------------------
24. "Ejercer, de acuerdo con la ley, la inspección,
vigilancia y control sobre las personas que realicen actividades financiera,
bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo,
aprovechamiento o inversión de recursos captados del público. Así mismo, sobre
las entidades cooperativas y las sociedades mercantiles".
El artículo 335 de la Carta establece:
"Artículo 335. Las actividades
financiera, bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo,
aprovechamiento e inversión de los recursos de captación a las que se refiere
el literal d) del numeral 19 del artículo 150 son de interés público y sólo
pueden ser ejercidas previa autorización del Estado, conforme a la ley, la cual
regulará la forma de intervención del Gobierno en estas materias y promoverá la
democratización del crédito".
Por su parte, los artículos transitorios 49
y 50 dispusieron:
"Artículo Transitorio 49. En
la primera legislatura posterior a la entrada en vigencia de esta Constitución,
el Gobierno presentará al Congreso los proyectos de ley de que tratan los
artículos 150 numeral 19 literal d), 189 numeral 24 y 335, relacionados con las
actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquiera otra relacionada con
el manejo, aprovechamiento e inversión de los recursos captados del público.
Si al término de las dos legislaturas ordinarias siguientes, este último no los
expide, el Presidente de la República pondrá en vigencia los proyectos mediante
decretos con fuerza de ley".
"Artículo Transitorio 50.
Mientras se dictan las normas generales a las cuales debe sujetarse el Gobierno
para regular la actividad financiera, bursátil, aseguradora y cualquiera otra
relacionada con el manejo, aprovechamiento e inversión de los recursos captados
del público, el Presidente de la República ejercerá, como atribución
constitucional propia, la intervención en estas actividades".
De los precedentes textos constitucionales
aparece que la actividad relacionada con el manejo, aprovechamiento e inversión
de los recursos captados al público, atendiendo a su propia naturaleza, reviste
interés general y, por tanto, no escapa al postulado constitucional que declara
su prevalencia sobre intereses particulares (artículo 1º de la Constitución
Política), lo cual se concreta en el carácter de servicio público que se
le atribuyó desde 1959 y que, tanto a la luz de la Constitución anterior
(artículo 18) como de la actual (artículo 56) -en este último caso mientras la
ley no defina el concepto de servicios públicos esenciales- faculta al
Ejecutivo para impedir la huelga en dicha actividad y para convocar tribunales
de arbitramento obligatorios.
Observa la Corte que en nada afecta la
actual vigencia de la aludida norma la circunstancia de que, mediante el
Decreto 1730 de 1991 se hayan incorporado y sustituído todas las normas
anteriores a él relativas al sistema financiero y a la vigilancia que sobre las
entidades financieras ejerce la Superintendencia Bancaria, ya que el objeto de
dicho estatuto está ligado específicamente a los aspectos orgánicos y
estructurales del sector financiero, su dirección administrativa y control, el
régimen patrimonial de sus entidades, el régimen de capitales, operaciones,
inversiones y sistemas de crédito, entre otros, pero en modo alguno trata, ni
tendría por qué haber tratado lo relativo al carácter de servicio público de
esa actividad para los efectos propios del Derecho Laboral Colectivo y mucho
menos para lo referente a las funciones que corresponde ejercer al Ministro de
Trabajo y Seguridad Social.
Como puede verse, no es incompatible la
norma cuestionada con el nuevo texto constitucional, como lo pretende el juez
de primera instancia y, por ende, no era del caso aplicar en este asunto el
artículo 4º superior.
Desde luego, se reitera, si el Congreso de
la República, al ejercer la función que le confía el artículo 36 de la Carta,
elabora una definición que clasifique a la actividad bancaria y financiera por
fuera del concepto "servicio público esencial", el derecho de
huelga podría ser ejercido por los trabajadores a ella vinculados dentro de las
normas que el propio legislador establezca.
La calificación de la actividad bancaria y
financiera como de servicio público no emana exclusivamente de la norma
positiva que lo declara, sino que así lo ha entendido una jurisprudencia
reiterada de la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, que resulta
aplicable mientras la ley no defina lo contrario.
La Corte Suprema de Justicia ha sido
terminante en expresar:
"La actividad bancaria, tanto la
oficial como la privada, es una actividad de servicio público. A falta de una
definición legal, ha dicho la Corte, se debe estar a la doctrina, a la
jurisprudencia y a los preceptos del derecho positivo relacionados con la
materia. Para la doctrina y la jurisprudencia, servicio público es toda
actividad encaminada a satisfacer una necesidad de carácter general, en forma
contínua y obligatoria, según las ordenaciones del derecho público, bien sea
que su prestación esté a cargo del Estado directamente o de concesionarios o administradores
delegados, o a cargo de simples personas privadas. Noción de igual contenido
trae el artículo 430 del Código Sustantivo del Trabajo"5 .
Así las cosas, aunque en gracia de
discusión se aceptara que el juez de primera instancia gozaba de competencia
para suspender los efectos de las resoluciones proferidas por el Ministerio de
Trabajo, dichas resoluciones contaban con el respaldo de la presunción de
legalidad, que tan solo puede ser desvirtuada mediante fallo de la jurisdicción
competente y, en todo caso, al menos por el aspecto relativo al carácter de
servicio público de la actividad sobre la cual recayeron tales actos
administrativos, es suficiente lo dicho para confirmar la revocatoria decretada
por la Sala Laboral del Tribunal Superior de Cali.
IV. DECISION
Por lo expuesto, la Corte Constitucional,
en Sala de Revisión, administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato
de la Constitución,
R E S U E L V E :
1) Confirmar el fallo de fecha veintiuno (21) de febrero
de mil novecientos noventa y dos (1992), por medio del cual el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Cali, Sala Laboral, revocó en su integridad
la sentencia del Juzgado Primero Superior de esa ciudad, que accedió a conceder
la tutela intentada por el ciudadano MIGUEL ANGEL CASTRO CASTAÑO,
representante legal del sindicato Nacional de Trabajadores del Banco de
Colombia.
2) Oficiar al Consejo Superior de la Judicatura, Sala
Disciplinaria, y al Procurador General de la Nación a efecto de que sean
examinados por esa entidad, los actos que, adelantados por el Juez Primero
Superior de Cali en el presente asunto, sean susceptibles de investigación.
3) Comuníquese al juez de primera instancia, a efecto de
dar cumplimiento a lo establecido por el artículo 36 del Decreto Nº 2591 de
1991.
4) Envíese copia de esta providencia al Ministro del
Trabajo y Seguridad Social.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Presidente
de la Sala
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO FABIO
MORON DIAZ
Magistrado Magistrado
Con salvamento de voto
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
Salvamento de voto del Dr. ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO a la Sentencia No. T-443
SERVICIO PUBLICO
BANCARIO/SERVICIOS PUBLICOS ESENCIALES (Salvamento de voto)
En ningún aparte de la Constitución se
afirma, como lo hace el fallo de mayoría, que la actividad bancaria sea un
servicio público esencial. No todo lo que es de interés público es un servicio
público esencial y tal asimilación no es aceptable si se tiene en cuenta que es
para efectos de restringir un derecho constitucional como es el derecho a la
huelga. Por el contrario, la Carta al hablar en el artículo 335, de la
actividad bancaria, sólo obliga al Estado a "autorizar", mientras que
en el 365 al regular los servicios públicos obliga al Estado a "asegurar
su prestación", lo cual es mucho más amplio y comprometedor que una simple
intervención permisiva o de vigilancia. La actividad bancaria se inspira en la
libertad de empresa, en la cual el Estado se limita a autorizarla, mientras que
los servicios públicos se inspiran en los deberes sociales del Estado dentro de
sus fines esenciales. Una cosa es "autorizar y controlar" a un
empresario y otra cosa muy distinta es tener la "dirección y control"
de un servicio cuya garantía última es deber esencial del Estado. Cuando la
Constitución colombiana exige que sea la ley la que defina los servicios
públicos esenciales, está haciendo alusión a la ley en sentido formal y no a la
ley en sentido material. Es por esto que la ponencia mayoritaria en el negocio
que nos ocupa se equivoca al darle rango de ley en sentido formal al Decreto
reglamentario 1593 de 1959 para efectos de calificar la actividad bancaria como
de "interés público". No existe en Colombia una Ley que defina a la
actividad bancaria como un servicio público esencial sino que sólo existe un
decreto reglamentario que la define como servicio público a secas.
TRANSITO
CONSTITUCIONAL/INCONSTITUCIONALIDAD SOBREVINIENTE (Salvamento de voto)
La expedición de la nueva Carta Política no
es intrascendente para la legislación preexistente. En este sentido las normas
compatibles siguen vigentes, pero aquellas que sean incompatibles son
inconstitucionales y adolecen de lo que la doctrina ha denominado
"inconstitucionalidad sobreviniente" o bien de derogatoria
automática, sin perjuicio de la inaplicabilidad por parte de los operadores
jurídicos. Al seguir aplicando el decreto reglamentario, se desconoce el
anterior argumento de teoría general del derecho y viola flagrantemente la
Constitución. El Constituyente en el artículo 56 determinó que el derecho a la
huelga es la regla general y su prohibición es la excepción (servicios públicos
esenciales). Luego este Despacho no comparte tampoco la interpretación
extensiva y peligrosa que hizo la mayoría en esta Sala de Revisión de una
limitación de un derecho constitucional reconocido por todo el mundo. Un
servicio público es esencial cuando es necesario para el goce de los derechos
de la persona humana reconocidos por la Constitución. No es de la esencia de la vida, de la
persona y de la colectividad un servicio bancario.
Ref.: Expediente No.
T-1369
Peticionario:
Sindicato Nacional de Trabajadores del Banco de Colombia
"SINTRABANCOL".
Sala de Revisión No.
3
Ponencia del
Magistrado José Gregorio Hernández Galindo
En Sala de Revisión No. 3 de la Corte
Constitucional fue aprobada la Sentencia de Revisión de Tutela del expediente
número T-1369.
Mediante el presente escrito el Magistrado
Alejandro Martínez Caballero presenta SALVAMENTO DE VOTO por encontrarse en
desacuerdo con algunas de las consideraciones allí consignadas, sin perjuicio
de compartir la parte resolutiva.
La tesis que este Despacho definitivamente
no comparte es la que considera que la actividad bancaria es un servicio
público esencial.
Esta tesis estructura el fallo de mayoría
y, no siendo ella de recibo por parte nuestra, la salvedad del voto es
necesaria por los siguientes motivos:
1. Fundamento Constitucional
El artículo 56 de la Constitución
establece:
"Se garantiza
el derecho de huelga, salvo en los servicios públicos esenciales definidos por
el legislador.
La ley reglamentará
este derecho.
Una comisión
permanente integrada por el Gobierno, por representantes de los empleadores y
de los trabajadores, fomentará las buenas relaciones laborales, contribuirá a
la solución de los conflictos colectivos de trabajo y concertará las políticas
salariales y laborales. La ley reglamentará su composición y
funcionamiento".
2. Ausencia de definición legal
El artículo mencionado anteriormente
dispone que el legislador definirá los servicios públicos esenciales.
Desde el 5 de julio, fecha de la
promulgación de la Constitución, y hasta el presente, no ha sido expedida la
ley que así lo defina.
3. Argumento sistemático
De la lectura concordante de los artículos
de la Constitución se establece que existen varias definiciones muy cercanas
entre sí, que es preciso deslindar porque cada una de ellas contiene una
esencialidad diferente y unos alcances distintos, a saber:
3.1. El Interés general
El artículo 1o. de la Constitución
establece:
"Colombia es un
Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria,
descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática,
participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el
trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia
del interés general"
3.2. El Interés público
El artículo 335 de la Constitución,
concordado con el numeral 19 literal d) del artículo 150 y el numeral 24 del
artículo 189, disponen:
"Artículo 355.
Las actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada
con el manejo, aprovechamiento e inversión de los recursos de captación a las
que se refiere el literal d) del numeral 19 del artículo 150 son de interés
público y sólo pueden ser ejercidas previa autorización del Estado, conforme a
la ley, la cual regulará la forma de intervención del Gobierno en estas
materias y promoverá la democratización del crédito".
"Artículo 150
numeral 19 literal d). Regular las actividades financiera, bursátil,
aseguradora y cualquiera otra relacionada con el manejo, aprovechamiento e
inversión de los recursos captados al público".
"Artículo 189
numeral 24. Ejercer, de acuerdo con la ley, la inspección, vigilancia y control
sobre las personas que realicen actividades financiera, bursátil, aseguradora y
cualquier otra relacionada con el manejo, aprovechamiento o inversión de
recursos captados al público. Así mismo, sobre las entidades cooperativas y las
sociedades mercantiles".
3.3. El servicio público
El artículo 365 de la Constitución dice:
"Los servicios
públicos son inherentes a la finalidad social del Estado. Es deber del Estado
asegurar su prestación eficiente a todos los habitantes del territorio
nacional.
Los servicios
públicos estarán sometidos al régimen jurídico que fije la ley, podrán ser
prestados por el Estado, directa o indirectamente, por comunidades organizadas
o por particulares. En todo caso, el Estado mantendrá la regulación, el control
y la vigilancia de dichos servicios. Si por razones de soberanía o de interés
social, el Estado, mediante ley aprobada por la mayoría de los miembros de una
u otra cámara, por iniciativa del Gobierno decide reservarse determinadas
actividades estratégicas o servicios públicos, deberá indemnizar previa y
plenamente a las personas que, en virtud de dicha ley, queden privadas del
ejercicio de una actividad lícita".
3.4. El servicio público domiciliario
El artículo 367 de la Constitución
establece:
"La ley fijará
las competencias y responsabilidades relativas a la prestación de los servicios
públicos domiciliarios, su cobertura, calidad y financiación, y el régimen
tarifario que tendrá en cuenta además de los criterios de costos, los de
solidaridad y redistribución de ingresos.
Los servicios
públicos domiciliarios se prestarán directamente por cada municipio cuando las
características técnicas y económicas del servicio y las conveniencias
generales lo permitan y aconsejen, y los departamentos cumplirán funciones de
apoyo y coordinación.
La ley determinará
las entidades competentes para fijar las tarifas".
3.5. El servicio público esencial
Está consagrado en el artículo 56 de la
Constitución, precitado (vid supra acápite 1).
4. Conclusiones sobre los artículos citados
De los artículos transcritos se concluye,
en primer lugar, que el servicio público es el género y el servicio público
domiciliario, así como el servicio público esencial, son especies de aquél. La
ponencia de mayoría, sin embargo, identifica estos conceptos.
En segundo lugar, el interés general es el
género y el interés público es una especie.
En tercer lugar, según el artículo 355 de
la Constitución, las actividades financiera, bursátil, entre otras, son de
interés público. Pero en ningún aparte de la Constitución se afirma, como lo
hace el fallo de mayoría, que la actividad bancaria sea un servicio público
esencial. Como anota Hugo Palacios Mejía, "ante todo, es preciso
llamar la atención sobre el hecho de que la Constitución de 1991 dedica todo un
artículo, el 335, a calificar las actividades relacionadas con captación de
recursos del público. Dice de tales actividades que son 'de interés público',
con lo cual deja atrás la controversia y la terminología relacionada con las
instituciones financieras como 'servicio público'"1.
En cuarto lugar, no todo lo que es de
interés público es un servicio público esencial y tal asimilación no es
aceptable si se tiene en cuenta que es para efectos de restringir un derecho
constitucional como es el derecho a la huelga. Por el contrario, la Carta al
hablar en el artículo 335 (y 150.19 ordinal "d", concordado con el
189.23), de la actividad bancaria, sólo obliga al Estado a
"autorizar", mientras que en el 365 al regular los servicios públicos
obliga al Estado a "asegurar su prestación", lo cual es mucho más
amplio y comprometedor que una simple intervención permisiva o de vigilancia.
En quinto lugar, la actividad bancaria se
inspira en la libertad de empresa (333 de la Carta Nacional), en la cual el
Estado se limita a autorizarla, mientras que los servicios públicos se inspiran
en los deberes sociales del Estado dentro de sus fines esenciales (artículo
2o.). Una cosa es "autorizar y controlar" a un empresario y otra
cosa muy distinta es tener la "dirección y control" de un servicio
cuya garantía última es deber esencial del Estado. En este sentido no es pertinente
aquí la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia2, con
ponencia de Hernán Toro Agudelo, sobre la concesión mediante contrato de un
"servicio público", porque se basaba en el antiguo orden jurídico. En
este fallo se dijo que el artículo 39 de la Constitución de 1886 seguía siendo
aplicable a la banca en cuanto confería a la ley la facultad de ordenar la
revisión y la fiscalización de las tarifas y reglamentos de los servicios
públicos.
Y en sexto lugar, la actividad bancaria
bebe hoy en las fuentes de la libre concurrencia, mientras que los servicios
públicos hunden sus raíces en los campos de la continuidad y la
no-interrupción, por eso el Estado debe atender a su prestación eficiente (art.
365 precitado). Querer equipar lo uno con lo otro es inaceptable para este
Despacho.
De este parecer es Potobsky, al sostener
que "cuando se examinan las listas que aparecen en las legislaciones de
los servicios esenciales en los que las huelgas se hallan prohibidas o
restringidas, se hace más notorio que la evaluación del principio de
'continuidad' que inspira a dichos servicios está condicionado por
circunstancias nacionales. Es sabido que los órganos de control de la OIT
no han considerado como servicios esenciales en el sentido estricto los bancos,
los transportes en general, los puertos, el petróleo, la enseñanza, etc... De
modo que la nómina de servicios esenciales para los cuales la OIT acepta una
prohibición o restricción de la huelga es bastante más limitada que la de
numerosos países"3.
5. Argumento finalístico
De la concordancia del Preámbulo, los
artículos 1o., 2o., 22, 55, 56 y 95.4 de la Constitución se desprende que el
fin primordial del Estado es la consecución de la convivencia pacífica. En este
orden de ideas, en los conflictos laborales deben agotarse siempre las vías de
arreglo pacífico y civilizado entre las partes. Con el total respeto a las
diferentes instancias determinadas en la ley que permiten al trabajador
manifestar sus pretensiones laborales se expresa este fin del Estado.
Y la huelga por su parte tiene como finalidad
expresar las legítimas aspiraciones de los trabajadores cuando se han agotado
los instrumentos de conciliación directa, todo ello en el marco de la
protección al derecho al trabajo, el cual es un valor fundante del Estado, de
conformidad con el preámbulo y los artículos 1o., 2o., 25 y 53 de la
Constitución.
6. Argumentos de derecho internacional
No existiendo definición legal sobre los
servicios públicos esenciales en Colombia es preciso recurrir a las
disposiciones del derecho internacional vigentes en el ordenamiento interno que
regulen la materia.
6.1. Artículos 53 y 93 de la Constitución
El artículo 93 de la Constitución le
confiere a los tratados internacionales sobre Derechos Humanos el carácter de
norma prevalente en el ordenamiento interno, si se ajustan al orden
constitucional, y les otorga la condición de criterio de interpretación
constitucional para buscar el sentido de los derechos y deberes consagrados en
la Carta Fundamental.
Y el artículo 53 reitera la misma idea en
su inciso cuarto, para efectos laborales.
6.2. Artículo 19 numeral 8 de la
Constitución de la OIT, ratificado por Colombia mediante la Ley 49 de 1919, que
dice:
"En ningún caso
podrá considerarse que la adopción de un convenio o de una recomendación por la
Conferencia, o la ratificación de un convenio por cualquier Miembro,
menoscabará cualquier ley, sentencia, costumbre o acuerdo que garantice a los
trabajadores condiciones más favorables que las que figuren en el convenio o en
la recomendación".
Y el preámbulo de dicho instrumento afirma:
"Considerando
que la paz universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social
..."
6.3. El Convenio número 87 de 1948 de la
OIT "sobre la libertad sindical y la protección del derecho de
sindicación", ratificado mediante la Ley 26 de 1976, protege en los
artículos 3o. y 10o. los derechos sindicales en general.
Como anotan a este respecto Héctor G.
Bartolomei de la Cruz -Director del Departamento de Normas Internacionales del
Trabajo de la OIT- y Geraldo W. Von Potobsky, "para aclarar aún más la
situación en lo que concierne a los servicios esenciales, cabe tener presente
que el Comité de Libertad Sindical4 ha aceptado como tales
al sector hospitalario, abastecimiento de agua y electricidad, al servicio
telefónico y al control de tráfico aéreo, pero no a los bancos, los
puertos, el petróleo, las actividades agrícolas, la enseñanza, los transportes
en general, que no pueden -a su entender- considerarse servicios esenciales en
el sentido estricto del término5 (subrayas fuera de texto).
Potobsky reitera este concepto cuando
afirma que "el principio de la continuidad, desarrollado ampliamente por
la doctrina francesa, como elemento esencial de los servicios públicos, ha sido
la base de la negación del derecho de huelga cuando tales servicios eran
prestados exclusivamente por el Estado. Actualmente este principio es invocado
todavía para justificar las restricciones impuestas a su ejercicio, cualquiera
sea el sector que administre tales servicios. El problema que surge aquí es el
de la distinción entre aquellos servicios en los cuales la continuidad es
absolutamente necesaria para el bienestar común (empleando la terminología
alemana, el "Gemeinwoh") y aquellos otros servicios públicos donde
una falta de continuidad es menos perniciosa o incluso banal en sus
consecuencias. Veremos más adelante, al referirnos a la identificación o
definición de los servicios esenciales, los criterios utilizados para medir la
gravedad de las consecuencias de una discontinuidad de su prestación. La
regulación del derecho de huelga en los servicios esenciales representa un
ejercicio de equilibrio entre el reconocimiento de la eficacia que debe
conservar este instrumento básico de las relaciones colectivas de trabajo y la
satisfacción de ciertas necesidades inaplazables del individuo y la
comunidad"6.
6.4. El Convenio número 105 de la OIT de
1957, ratificado por Colombia mediante la Ley 54 de 1962, en su artículo 1o.
establece:
"Todo Miembro
de la Organización Internacional del Trabajo que ratifique el presente Convenio
se obliga a suprimir y a no hacer uso de ninguna forma de trabajo forzoso u
obligatorio:
d) como castigo por
haber participado en huelgas".
7. Argumentos de teoría general del derecho
7.1. Distinción ley en sentido formal ley
en sentido material
Para la doctrina jurídica universal es
preciso distinguir entre ley en sentido formal y ley en sentido material.
Ley en sentido formal, según Kelsen es
aquella norma que ha sido expedida por el Legislador mediante el trámite
previsto para la expedición de leyes.
Ley en sentido material, por el contrario,
es aquella norma que tiene un carácter general y abstracto, sin importar su
autor.
Ahora bien, cuando la Constitución
colombiana en el artículo 56 exige que sea la Ley la que defina los
servicios públicos esenciales, está haciendo alusión a la ley en sentido formal
y no a la ley en sentido material, de conformidad con los artículos 113 y 114
de la Constitución.
Es por esto que la ponencia mayoritaria en
el negocio que nos ocupa se equivoca al darle rango de ley en sentido formal al
Decreto reglamentario 1593 de 1959 para efectos de calificar la actividad
bancaria como de "interés público".
En efecto, el Decreto 1593 de junio 6 de
1959, "Por el cual se declara de servicio público la industria
bancaria" expedido por el Presidente de la República, reglamenta el
Decreto 753 de abril 5 de 1956 que en su artículo 1o. modificó al artículo 430
del Código Sustantivo del Trabajo.
En otras palabras, no existe en Colombia
una Ley que defina a la actividad bancaria como un servicio público esencial
sino que sólo existe un decreto reglamentario que la define como servicio
público a secas.
Por tanto, el fallo adolece de un grave error
en este sentido, que este Despacho no podría compartir.
7.2. Efecto de la nueva Constitución en las
leyes anteriores
La expedición de la nueva Carta Política no
es intrascendente para la legislación preexistente. En este sentido las normas
compatibles siguen vigentes, pero aquellas que sean incompatibles son
inconstitucionales y adolecen de lo que la doctrina ha denominado
"inconstitucionalidad sobreviniente" o bien de derogatoria automática,
sin perjuicio de la inaplicabilidad por parte de los operadores jurídicos.
Luego, al seguir aplicando el decreto
reglamentario número 1593 de 1959, se desconoce el anterior argumento de teoría
general del derecho y viola flagrantemente la Constitución.
Es por ello que nuevamente este Despacho se
separa de la posición de la mayoría en esta Sala de Revisión.
7.3. Interpretación restrictiva de las
excepciones
Es también un principio general del derecho
el carácter restrictivo de las excepciones. En otras palabras, la analogía no
puede ser aplicada en materia de excepciones puesto que éstas deben ser siempre
taxativas.
Así lo dispuso el Constituyente en el
artículo 56 cuando determinó que el derecho a la huelga es la regla general y
su prohibición es la excepción (servicios públicos esenciales).
Luego este Despacho no comparte tampoco la
interpretación extensiva y peligrosa que hizo la mayoría en esta Sala de
Revisión de una limitación de un derecho constitucional reconocido por todo el
mundo.
9. Argumento ontológico
Como el artículo 56 exige que el servicio
público sea "esencial", se trata entonces de establecer si la
actividad bancaria -sin considerar si es o no servicio público-, es una
actividad esencial.
Aristóteles decía que la esencia de una
cosa es aquello que hace que la cosa sea lo que es y no otra cosa.
En este sentido, cabría preguntarse si en
términos ontológicos la actividad bancaria es "esencial" para el
normal funcionamiento de la sociedad colombiana, al punto que justificaría
prohibir la huelga de los trabajadores de su sector.
Aunque en la ponencia de mayoría no se
aborda este tema -debiendo haberlo hecho-, para este Despacho la respuesta es
negativa.
En efecto, en nuestro sentir, un servicio
público es esencial cuando es necesario para el goce de los derechos de la
persona humana reconocidos por la Constitución.
A guisa de ejemplo, son esenciales los
servicios relacionados con la seguridad, la salud y la salubridad, ya que sin
ellos no habría vida ni sociedad civil. Por el contrario, sin la actividad
bancaria la vida y la sociedad son, pensables, factibles, posibles.
En otras palabras, no es de la esencia de
la vida, de la persona y de la colectividad un servicio bancario.
Es por ello que este Despacho disiente
profundamente y por motivos de fondo de la posición mayoritaria.
ALEJANDRO CABALLERO
Magistrado
Santafé de Bogotá, julio 8 de 1992
1 Cfr. Corte Constitucional. Sentencia Nº437. Sala de
Revisión Nº 3. Junio 24 de 1992.
2 Cfr. Corte Constitucional. Sala Sexta de Revisión.
Fallo Nº T-418. Junio 19 de 1992. Magistrado Ponente: Doctor Simón Rodríguez
Rodríguez.
3 Cfr. Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión.
Sentencia Nº 1 de abril 3 de 1992.
4 Corte Suprema de Justicia, sentencia de agosto 18 de
1970. Magistrado Ponente: Doctor Eustorgio Sarria.
5 C. S. J. Sala Plena. Sentencia de junio 6 de 1972.
1 Universidad de los Andes. Derecho Público 1. Revista de la
Facultad de Derecho, pág. 47
2 Véase Sentencia de la Corte Suprema de Justicia del 12 de junio
de 1969, con ponencia del Magistrado Hernán Toro Agudelo.
3 POTOBSKY, Geraldo Von. La huelga en los servicios públicos
esenciales. Revista "Debate Laboral" 8-9 1991. Pág. 98.
4 El Comité de Libertad y Sindical es la oficina de la OIT
encargada de la interpretación oficial de los Convenios. Es necesario agotar
siempre esta instancia por parte de todos los países del mundo, antes de
recurrir al Tribunal Internacional de Justicia de la Haya, de conformidad con
el artículo 17 de la Constitución de la OIT.
5 Von Potobsky, Geraldo W., Bartolomei de la Cruz, Héctor G., La
Organización Internacional del Trabajo, pág. 264
6 POTOBSKY, Op. Cit. Página 91 |
76 | T-444-92
Sentencia No
Sentencia No. T-444/92
DERECHO A LA INTIMIDAD PERSONAL Y
FAMILIAR/HABEAS DATA-Alcance
El habeas data, es el derecho de obtener
información personal que se encuentre en archivos o bases de datos. Este
derecho implica la posibilidad de ser informado acerca de los datos registrados
sobre sí mismo y la facultad de corregirlos. Con este derecho se pretende
proteger la intimidad de las personas ante la creciente utilización de
información personal por parte de la administración pública, de entidades
financieras, educativas, profesionales u otras organizaciones privadas. Lo
importante es que las personas no pierdan el control sobre la propia información,
así como sobre u uso. Este derecho establece una doble línea de salvaguarda de
los particulares; por una parte, incorpora obligaciones exigibles a entidades
públicas y privadas que recopilan y tratan información, tales como de regirse
por principios de lealtad, legitimidad con relación a la finalidad para lo que
se recolectarán los datos. Y por otra parte, consiste en el derecho que tiene
toda persona a exigir del Estado el respeto a derechos como el de la intimidad
personal y familiar y a su buen nombre.
ORGANISMOS DE SEGURIDAD ESTATAL-Límites/INFORMACION
PERSONAL/ANTECEDENTES PENALES/ANTECEDENTES CONTRAVENCIONALES
Los organismos de seguridad del Estado,
internamente, pueden y deben contar con toda la información necesaria para el
normal, adecuado, eficiente, legítimo y democrático ejercicio de su función de
servicio a la sociedad civil y defensa del orden público y de las
instituciones. Pero, eso sí, dichas instancias estatales no pueden difundir al
exterior la información sobre una persona, salvo en el único evento de un
"antecedente" penal o contravencional, el cual permite divulgar a
terceros la información oficial sobre una persona. Por "antecedente"
debe considerarse única y exclusivamente las condenas mediante sentencia judicial
en firme al tenor del artículo 248 constitucional. Esta regla se predica, entre
otros efectos, para los certificados sobre conductas y antecedentes.
BANCO DE DATOS/DERECHO A LA
INFORMACION
Toda suerte de archivos y bancos de datos
oficiales de una rama u órgano del Estado, que contengan información sobre una
persona, pueden ser eventualmente conocidos por las demás instancias oficiales.
Si está previamente autorizada por el ordenamiento jurídico. No obstante, si
por el cruce de información ésta podría ser conocida por terceras personas -por
ejemplo en el caso de una audiencia pública ante un juez o de una audiencia en
una sesión especial del Congreso-, la información en estos casos no podrá
contener datos perjudiciales de la persona, distintos de los "antecedentes"
de que trata el artículo 248 de la Constitución. De lo contrario se violaría el
derecho a la intimidad de las personas por culpa del Estado.
INVESTIGACION PENAL/DERECHO AL
BUEN NOMBRE
La investigación, su soporte científico y
el resultado tienen por objeto nutrir al investigador, y debido a su especial
carácter está prohibido darla a conocer a terceros; por lo tanto para esta Sala
de Revisión de la Corte Constitucional, la labor que realicen los organismos
encargados de llevar a cabo la investigación, no debe hacerse pública antes de
la etapa de juzgamiento o incluso en la etapa de investigación previa, por más
importante que resulte el hallazgo hecho y mucho menos en "ruedas de
prensa" realizadas a fin de explicar a la opinión pública el método
utilizado, o los resultados obtenidos o los presuntos infractores de la Ley
Penal, pues este comportamiento viola el derecho al buen nombre, entorpece el
desarrollo de la futura investigación penal y es un mecanismo de presión de un
fallo anticipado.
HABEAS DATA-Ejercicio/PROCESO PENAL-Etapas
procesales/ACCION DE TUTELA
En qué etapas puede ser ejercido el derecho
fundamental al habeas data? En la primera etapa de recolección y evaluación de
la prueba existen dos subdivisiones. La primera hace referencia al soporte científico
de la prueba allegada, a la cual no tiene acceso ni siquiera el interesado por
razones de defensa del interés general y de control interno para lograr la
eficacia. Sobre el resultado, el interesado puede conocer, actualizar y
rectificar dichas informaciones, en ejercicio del derecho a la intimidad, desde
la etapa de investigación previa. Los terceros sólo desde el juicio cuando así
lo establezca una prueba plena que lo determine o como resultado de un proceso
penal, administrativo o disciplinario que ordene su modificación. Si el
suministro de la información se lleva a cabo en las etapas de recolección y
evaluación de la información, investigación previa e instrucción, mediante la
reproducción fiel del material probatorio o de cualquier pieza procesal o
preprocesal, existen medios judiciales de defensa que permiten la sanción de
los responsables de la conducta. Si la información es errónea o contiene juicio
de responsabilidad, el medio judicial de defensa no es otro que la acción de
tutela por la violación de los derechos constitucionales fundamentales a la
rectificación en condiciones de equidad, al buen nombre y a la honra -frente a
la persona directamente afectada- o el derecho a recibir información veraz e
imparcial -frente al ciudadano-.
Ref: Expediente
Nº T-1.109
Peticionaria:
JACKELINE CAMPOS RINCON
Procedencia:
Juzgado 29 Superior de Santafé de Bogotá.
Magistrados
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santafé de Bogotá, D.C., julio siete (7) de
mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala Cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero,
Fabio Morón Díaz y Simón Rodríguez Rodríguez,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela identificado con el
número de radicación T-1.109, adelantado por Jackeline Campos Rincón.
I. ANTECEDENTES
De conformidad con los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional llevó a cabo la escogencia para su
revisión de la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le correspondió a esta Sala la
revisión de la sentencia Nº T-1.109, cuyo expediente fue recibido el día 31 de
marzo del año en curso.
En el marco del artículo 34 del Decreto
2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar sentencia de
Revisión.
1. Solicitud.
Jackeline Campos Rincón confirió poder al
abogado Luis Guillermo Pérez Casas para presentar ante el Juez Superior
(reparto) de Santafé de Bogotá una petición de tutela fundamentada en los
hechos siguientes:
El día 15 de junio de 1991, la Brigada 13
del Ejército Nacional recibió unas llamadas telefónicas anónimas que informaban
sobre una reunión de integrantes del E.L.N., que se celebraría en el aula del
centro pastoral del Seminario San Juan Apóstol, ubicado en Facatativá.
El Ejército consideró urgente dicha
investigación y pidió autorización para el allanamiento, que fue concedida el
mismo 15 de junio por el Juzgado 5º de Instrucción Penal Militar.
Según los informes, al parecer la reunión
sería de una fracción disidente del denominado Ejército de Liberación Nacional
E.L.N., grupo "Lorenzo Alcantuz".
El Ejército allanó el aula, detuvo 11
personas, entre ellas la accionante, decomisando además papelería y agendas con
información sobre el grupo guerrillero, según consta en la diligencia de
registro allegada al expediente.
La Señorita Campos se encuentra actualmente
detenida en la cárcel del Buen Pastor en Santafé de Bogotá, cumpliendo la orden
de un juzgado de instrucción de orden público, el cual encontró pruebas para
presumir la comisión del delito de rebelión.
Obra en el expediente una constancia de
antecedentes de la Señorita Campos, allegada por los organismos de
inteligencia del Estado, en donde califican a la peticionaria de
"rebelde", integrante del E.L.N., sin que sobre ella pese sentencia
condenatoria por ese acto.
La peticionaria ejerció una acción de
tutela, fundamentada en los siguientes artículos de la Constitución: 5º
(primacía de los derechos inalienables de la persona), 15 (derecho al buen
hombre y a conocer, actualizar y rectificar las informaciones que se haya
recogido sobre ella en bancos de datos y en archivos de entidades públicas y
privadas), 21 (derecho a la honra), 28 (principio de la libertad individual),
29 (debido proceso) y 248 (antecedentes penales y contravencionales).
2. Fallo del Juzgado Veintinueve Superior
de Santafé de Bogotá (providencia de febrero 24 de 1992)
En primera y única instancia, el Juzgado 29
Superior no accedió a la petición de acción de tutela propuesta por Jackeline
Campos Rincón. El objeto de la solicitud de tutela era pedirle al juez que
ordenara a los organismos de inteligencia del Estado la rectificación de las
informaciones que se recogieron sobre ella y al Estado colombiano la protección
de su buen nombre.
El Juzgado practicó las siguientes pruebas:
ratificación de la solicitud que presentó el abogado Luis Guillermo Pérez
Casas; inspección judicial sobre el expediente Nº 4010 que cursa en el Tribunal
de Orden Público de Santafé de Bogotá contra Jackeline Campos Rincón y otros; y
allegó al expediente los documentos que poseía el comando de la vigésima Brigada
del Ejército Nacional y la Unidad Investigativa de Orden Público sobre el
asunto en cuestión.
Los siguientes fueron los argumentos del
Juzgado para denegar la solicitud:
1. Los derechos fundamentales de la
peticionaria no se encuentran amenazados, ya que por el sólo hecho de adelantar
una investigación o averiguación administrativa por autoridad competente no se
vulnera derechos de la persona que se investiga.
2. Los organismos de seguridad del Estado
tienen las mismas facultades señaladas en la Constitución (art. 217) para la
fuerza pública; en virtud de ellas adelantaban sus labores de inteligencia bajo
reserva sumarial, razón por lo cual la accionante no tendría acceso a
documentos que posea dicha institución.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS
La solicitud de tutela gira en torno
al derecho fundamental a la intimidad personal y familiar consagrado en el
artículo 15 de la Carta.
1. Del derecho a la intimidad
1.1. La Constitución de 1991
El derecho genérico a la intimidad quedó
consagrado en cuatro artículos de la Carta: 15, 21, 33 y 74. El artículo 15
establece propiamente la noción de vida privada y sus implicaciones. El
artículo 21 regula el derecho a la honra. El artículo 33 dispone la prohibición
de obligar a una persona a declarar contra sí o contra sus seres queridos. Y el
artículo 74 consagra el acceso de los particulares a los documentos públicos y
el secreto profesional. Todo lo anterior debe ser complementado además con el
artículo 28, sobre inviolabilidad del domicilio. De otra parte, el artículo 93
de la Carta establece que hacen parte del derecho interno los tratados
válidamente ratificados por Colombia, que consagren y protejan los derechos
humanos más allá de la legislación interna. Aquí en este fallo, empero, el
estudio se limitará al derecho de la intimidad establecido en el artículo
básico, esto es, el artículo 15.
En el artículo 15 de la Constitución
Política se establece:
"Todas las
personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a su buen nombre,
y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar. De igual modo tienen derecho
a conocer, actualizar y rectificar las informaciones que se hayan recogido
sobre ellas en bancos de datos y en archivos de entidades públicas y privadas.
En la
recolección, tratamiento y circulación de datos se respetaran la libertad y
demás garantías consagradas en la Constitución. La correspondencia y demás
formas de comunicación privada son inviolables. Solo pueden ser interceptadas o
registradas mediante orden judicial, en los casos y con las formalidades que
establezca la ley...."
El derecho a la intimidad protege la vida
privada del individuo y de su familia. Corresponde este derecho a la aspiración
de la persona de conservar su existencia con el mínimo de injerencia de los
demás, libre de perturbaciones tales como la publicidad y la intromisión
arbitraria del Estado, para así lograr la tranquilidad de su espíritu y la paz
interior. La intimidad comprende tanto el secreto o respeto de la vida privada,
como la facultad de defenderse de la divulgación de hechos privados.
Este derecho también hace referencia al
ámbito personal, donde cada uno, resguardado del mundo exterior, encuentra las
posibilidades de desarrollo de su personalidad.
Como se advierte de la lectura del artículo
15, el derecho a la intimidad comprende varias dimensiones de la vida privada.
En este caso concreto, sin embargo, se trata sólo de una de tales dimensiones:
el habeas data, razón por la cual el análisis se centrará en este tema.
2. La intimidad y el habeas data en particular.
El habeas data, es el derecho de obtener
información personal que se encuentre en archivos o bases de datos. Este
derecho implica la posibilidad de ser informado acerca de los datos registrados
sobre si mismo y la facultad de corregirlos. Con este derecho se pretende
proteger la intimidad de las personas ante la creciente utilización de
información personal por parte de la administración publica, de entidades
financieras, educativas, profesionales u otras organizaciones privadas. Lo
importante es que las personas no pierdan el control sobre la propia
información, así como sobre su uso.
El autor español Luis Alberto Pomed
considera que la finalidad del habeas data es la de proteger a los individuos
frente a todo ataque contra su esfera de intimidad que tuviera lugar a través
de la informática".1
En la doctrina alemana se ha venido
estudiando el derecho a la autodeterminación informativa que no es otra cosa
que el habeas data, cuyos objetivos son la protección de la persona, en cuanto
al reconocimiento y tratamiento de datos que puedan afectar a los interesados y
que constituyen un verdadero deber para el Estado y los demás particulares.
El Convenio del Consejo de Europa del 28 de
enero de 1981, relativo a la protección de los individuos respecto del
tratamiento automatizado de datos de carácter personal, dice que el habeas data
abarca, según el artículo 2º, "cualquier información relativa a una
persona física identificada o identificable."2
Este derecho establece una doble línea de
salvaguarda de los particulares; por una parte, incorpora obligaciones
exigibles a entidades públicas y privadas que recopilan y tratan información,
tales como de regirse por principios de lealtad, legitimidad con relación a la
finalidad para lo que se recolectarán los datos. Y por otra parte consiste en
el derecho que tiene toda persona a exigir del Estado el respeto a derechos
como el de la intimidad personal y familiar y a su buen nombre.
1.3. Fundamentos teóricos del tema "La
Vida Privada"
Los nexos vida privada-información oficial
tienen como telón de fondo las relaciones entre el Estado y la sociedad civil.
¿Qué tanto debe saber el poder público de un individuo? ¿Cómo se disciplinan,
vigilan y controlan a las personas a través de la información?
Tres autores vienen de inmediato a la
memoria a partir de las preguntas formuladas: Hobbes, Orwell y Foucault. Hobbes
concibió al Estado como Leviathán, esto es, como un gran animal monstruoso que
devoraba al individuo. Orwell vislumbró en su libro "1984" un Estado
omnipotente que controlaba completamente a los gobernados a través de un
sofisticado sistema de vigilancia permanente. Foucault ha anotado que, por ejemplo,
la escuela, el sexo y las cárceles, han sido utilizadas como poleas sutiles de
transmisión del poder, con el ánimo de controlar y disciplinar el tejido
social.
Ahora bien, el tema de la vida privada en
general y de la intimidad en particular plantea las dos dimensiones
fundamentales del hombre: la individual y la social. La humanidad ha asistido a
un largo proceso de sociabilización caracterizado por la manifestación social,
la concentración urbana y el intervencionismo estatal. En este marco se
inscribe el estudio de la intimidad en la sociedad contemporánea. Como anota
Foucault, "vivimos en una sociedad que se caracteriza por una vigilancia
permanente sobre los individuos por alguien que ejerce sobre ellos un
poder"3 . Ya antes Ortega y Gasset había
llamado la atención sobre los peligros que engendra la colectivización de la
humanidad. En efecto, este autor afirma que "la socialización del hombre
es una faena pavorosa. Porque no se contenta con exigirme que lo mío sea para
los demás... sino que me obliga a que lo de los demás sea mío."4
En este sentido, el derecho de la intimidad tiende a proteger al hombre en su
aislamiento necesario frente a sus semejantes, frente a la prensa y frente al
Estado.
La intimidad es un valor esencial dentro de
una sociedad pluralista, que es inmanente a la vida del hombre.
La vida privada, al sentir de Novoa
Monreal, "está constituída por aquéllos fenómenos, comportamientos, datos
y situaciones de una persona que normalmente están sustraídos al conocimientos
de extraños y cuyo conocimiento por éstos puede turbarla moralmente por afectar
su pudor o su recato a menos que esa misma persona asienta a ese
conocimiento"5 .
Para Recaséns Siches, "intimidad es
sinónimo de conciencia, de vida interior, por lo tanto este campo queda
completamente fuera del ámbito jurídico, puesto que es de todo punto de vista
imposible penetrar auténticamente en la intimidad ajena"6 .
1.4. El derecho comparado.
Reconocen en forma expresa el derecho a la
intimidad, entre otras, las Constituciones de Venezuela (art. 59), Turquía
(art. 15), Ecuador (art. 28.4), Egipto (art. 45), España (art. 18.1), Portugal
(art. 33), Puerto Rico (art. 2), Bulgaria (art. 50), Perú (art. 2), Alemania
(arts. 10 y 13), Bulgaria (art. 5), Guatemala (art. 23 y 24), Italia (art. 14 y
15) y México (art. 16).
2. De los alcances del habeas data.
2.1. Los nexos habeas data-Estado.
Esta Sala de Revisión de la Corte, luego de
haberse detenido en consideraciones generales sobre el artículo 15 de la
Constitución, entra a precisar los nexos habeas data-antecedentes penales.
Si, como se estableció, la persona tiene,
en virtud de la intimidad, el derecho al habeas data, el Estado tiene, por otra
parte, la facultad de adelantar investigaciones contra las personas que
presuntamente atentan contra el orden político y jurídico del país.
Más que facultad, el Estado tiene la
obligación de defender a las personas y también a las instituciones.
Así en este caso se está pues en presencia
de dos atribuciones de orden constitucional:
- la persona tiene el derecho a que de ella
se conozca sólo lo mínimo para el normal convivir en sociedad.
- el Estado tiene el derecho a conocer lo
máximo necesario para la debida protección de las personas y las instituciones.
¿Cómo hacer compatibles estos dos derechos?
¿Cuál es la frontera entre ellos?
2.2. Fundamento constitucional.
La respuesta a estas preguntas exige
considerar los siguientes artículos de la Constitución:
a) El artículo primero establece que el
Estado Colombiano se funda, al mismo tiempo, "en el respeto de la dignidad
humana... y en la prevalencia del interés general..."
b) El artículo segundo dispone que, entre
los fines esenciales del Estado, se encuentran: "garantizar la efectividad
de los principios, derechos y deberes..., mantener la integridad territorial y
asegurar la convivencia pacífica..."
c) El artículo 15 regula el derecho a la
intimidad en general y al buen nombre y al habeas data en particular, cuando
afirma que todas las personas "tienen derecho a conocer, actualizar y
rectificar las informaciones que se hayan recogido sobre ellas en bancos de
datos y en archivos de entidades públicas y privadas".
d) El artículo 21 dice: "se garantiza
el derecho a la honra".
e) El artículo 29 consagra "el debido
proceso" y la presunción de inocencia.
f) El artículo 86 consagra la "acción
de tutela para reclamar ante los jueces... la protección inmediata de sus
derechos constitucionales fundamentales..."
g) El artículo 93 regula la prevalencia en
el orden interno de "los tratados y convenios internacionales ratificados
por el Congreso, que reconocen los derechos humanos...", los cuales sirven
además como guía de interpretación de los derechos y deberes consagrados en
esta Carta".
h) El artículo 95 introduce el concepto de
"derecho-deber", cuando dice que "el ejercicio de los derechos y
libertades reconocidos en esta Constitución implica responsabilidades".
Se enumeran allí varios deberes de la
persona, entre los que se destaca el numeral tercero: "respetar y apoyar a
las autoridades democráticas legítimamente constituídas para mantener la
independencia y la integridad nacionales". Esta norma será la piedra de
toque de esta sentencia.
Así mismo, el numeral cuarto de este
artículo dispone que es también deber el "defender y difundir los derechos
humanos como fundamento de la convivencia pacífica.
i) El artículo 189 dice en el numeral
quinto que es función del Presidente de la República como Jefe de Estado y Jefe
de Gobierno: "conservar en todo el territorio el orden público y
restablecerlo donde fuere turbado".
j) El artículo 217, relativo a la fuerza
pública, es del siguiente tenor en su inciso segundo: "Las fuerzas
militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la
independencia, la integridad del territorio nacional y del orden
constitucional".
k) El artículo 241 numeral noveno es el
fundamento de la competencia de la Corte Constitucional para revisar "las
decisiones judiciales relacionadas con la acción de tutela..."
l) El artículo 248, por último, es una de
las normas más importantes para los fines de este fallo. Dice el artículo:
"únicamente las condenas proferidas en sentencias judiciales en forma
definitiva tienen la calidad de antecedentes penales y contravencionales en
todos los órdenes legales".
2.3. Fundamento jurídico internacional.
Luego del anterior recorrido por la
Constitución, es preciso referirse a los tratados y convenios internacionales
ratificados por Colombia, relativos al habeas data, de conformidad con lo
prescrito por el artículo 93 superior. Este artículo le confiere a los tratados
internacionales sobre Derechos Humanos el carácter de norma prevalente en el
ordenamiento interno, si se ajustan al orden constitucional, y les otorga la
condición de criterio de interpretación constitucional para buscar el sentido
de los derechos y deberes consagrados en la Carta Fundamental.
El artículo 93 de la Constitución
establece:
"Los
tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen
los derechos humanos y que prohiben su limitación en los estados de excepción,
prevalecen en el orden interno. Los derechos y deberes consagrados en esta
Carta, se interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre
derechos humanos ratificados por Colombia".
a) Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos (Ley 74 de 1968), artículos:
-14.1: "...
la prensa y el público podrán ser excluídos de la totalidad o parte de los
juicios por consideraciones de moral, orden público o seguridad nacional en una
sociedad democrática, o cuando lo exija el interés de la vida privada de las
partes..."
-17.1:
"nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su vida
privada..."
b) Convención Americana sobre Derechos
Humanos, "Pacto San José de Costa Rica" (Ley 16 de 1972), artículos:
5.1: "Toda
persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y
moral."
8.2: "Toda
persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se establezca legalmente su culpabilidad.
11.1: "Toda
persona tiene derecho al respecto de su honra y al reconocimiento de su
dignidad".
11.2: "Nadie
puede ser objeto de ... ataques ilegales a su honra o reputación".
Como fundamento de los Tratados
Internacionales sobre el derecho a la intimidad, está la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, que en su artículo 12 establece:
"Nadie será
objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio
o su correspondencia, ni de ataques a su honra, o su reputación. Toda persona
tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o
ataques".
Por otra parte el artículo 32 de la
Convención Americana hace una correlación entre deberes y derechos.
1.Toda persona
tiene deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad.
2. Los derechos
de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad
de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad
democrática.
2.4. La ratio juris.
De conformidad con las normas citadas, esta
Sala considera que son varias las conclusiones que de ellas se derivan, a
saber:
Primero, uno de los valores materiales que
informa la Constitución Política de Colombia de 1991 es el pluralismo.
En efecto, desde el preámbulo hasta las disposiciones transitorias, se consagra
una combinación de diferentes valores, principios e ideologías, al tiempo que
se protege la confluencia de diferentes razas, étnias, lenguas, sexos y
religiones. Ello no hizo sino reflejar la pluralista integración de la Asamblea
Constituyente.
Segundo, esta heterogeneidad conceptual
está destinada a la convivencia. No se trata pues de establecer cuál
orientación debe excluír a las demás, sino de concebir la forma de hacerlas
compatibles.
Tercero, dicha pluralidad está destinada a
permitir la cohabitación de los hombres en paz. El compartir un tiempo
y un espacio por parte de un pueblo implica por lo menos un cierto clima de paz
que permita ordenar el desarrollo de las vidas de las personas.
Cuarto, que en ese orden de ideas, se
dictan unas reglas de juego de carácter constitucional, en las que el
fundamento último es la persona humana.
Quinto, que al tiempo que la persona se
regulan también las condiciones para el ejercicio del poder público,
destacándose el hecho de que el Estado está concebido para servir a la
comunidad, no siendo por tanto un fin en sí mismo.
Sexto, que para que el Estado cumpla con su
noble misión debe contar con los instrumentos adecuados y suficientes.
Séptimo, que los derechos humanos
son más importantes que los aspectos orgánicos y procedimentales del poder, ya
que éste tiene por fin a aquéllos.
Octavo, que los derechos tienen deberes,
en la medida en que, por el elemental aspecto de la convivencia civilizada, lo
que es derecho para unos es deber para otros.
Noveno, que para el normal ejercicio de un
derecho es necesario establecerle un cauce jurídico que lo reglamente pero que
no desconozca su contenido esencial. Es decir, un derecho de las
personas puede ser regulado, limitado, pero nunca eliminado. El contenido
esencial del derecho debe permanecer siempre, así las condiciones para su ejercicio
limiten algunas aristas o matices del mismo.
Esta idea del "contenido
esencial" de los derechos fue expuesta por Häberle, que la definió como
"el ámbito necesario e irreductible de conducta que el derecho protege,
con independencia de las modalidades que asuma el derecho o de las formas en
que se manifieste. Es el núcleo básico del derecho fundamental, no susceptible
de interpretación o de opinión sometida a la dinámica de coyunturas o ideas
políticas".7
Recapitulando, en el marco de una sociedad
pluralista, destinada a convivir en paz, y a fin de que los hombres disfruten
de un Estado que les sirva, debe dotarse a éste de las herramientas legítimas
pertinentes para ello, las cuales sin embargo, no deben desconocer el contenido
esencial de los derechos humanos, pero sí limitarlos en tanto que su ejercicio
civilizado implica deberes respecto a los demás.
De la conclusión anterior esta Sala deduce
los elementos para responder a la pregunta inicial: ¿cómo trazar la frontera
entre el derecho a la intimidad de las personas y el derecho estatal para
controlar el orden?
La regla general debe ser, en consecuencia,
que como el Estado tiene por misión el servicio a todas las personas, para ello
debe dotarse, respetando los derechos humanos y el debido proceso, de idóneas
herramientas que le permitan mantener un clima de paz y convivencia, de suerte
que pueda incluso recopilar y archivar información sobre una persona, en el marco
de sus legítimas y democráticas funciones, siempre y cuando no divulgue ni de a
la publicidad por ningún medio la información sobre esa persona, salvo el
evento que ella tenga antecedentes penales o contravencionales, esto es, que
tenga una condena proferida en sentencia judicial definitiva, como lo dispone
el artículo 248 constitucional, que se reproduce en el artículo 12 del código
de procedimiento penal, como principio rector del nuevo ordenamiento
procedimental.
En otras palabras, los organismos de
seguridad del Estado, internamente, pueden y deben contar con toda la
información necesaria para el normal, adecuado, eficiente, legítimo y
democrático ejercicio de su función de servicio a la sociedad civil y defensa del
orden público y de las instituciones. Pero, eso sí, dichas instancias estatales
no pueden difundir al exterior la información sobre una persona, salvo en el
único evento de un "antecedente" penal o contravencional, el cual
permite divulgar a terceros la información oficial sobre una persona.
Y por "antecedente" debe
considerarse única y exclusivamente las condenas mediante sentencia judicial en
firme al tenor del artículo 248 constitucional.
Esta regla se predica, entre otros efectos,
para los certificados sobre conductas y antecedentes.
La anterior interpretación, considera esta
Sala, recoge el sentido de la Constitución de 1991 y de los pactos y convenios
internacionales ratificados por Colombia.
Ahora bien, una dimensión adicional al caso
en estudio tiene relación con el aspecto orgánico, con el fin de establecer los
alcances y los límites de la información oficial, el registro y cruce de la
misma.
2.5. ¿Quién, del Estado, puede tener qué
información sobre una persona?
En primer lugar deben citarse los textos
constitucionales pertinentes, así:
a) Artículo 116: "... los tribunales y
jueces, administran justicia"
b) Artículo 137: "Cualquier comisión
permanente (del Congreso) podrá emplazar a toda persona... Si en el desarrollo
de la investigación se requiere... la intervención de otras autoridades, se las
exhortará para lo pertinente."
c) Artículo 250: "Corresponde a la
Fiscalía General de la Nación, de oficio o mediante denuncia o querella,
investigar los delitos... Para tal efecto la Fiscalía General de la Nación
deberá:
3. Dirigir y coordinar las funciones de
policía judicial..."
d) Artículo 251: "Son funciones
especiales del fiscal general de la nación:
5. Suministrar al gobierno información
sobre las investigaciones que estén adelantando, cuando sea necesaria para la
preservación del orden público."
e) Artículo 217: "La nación tendrá
para su defensa unas fuerzas militares permanentes... "
Así las cosas, son varias las agencias
estatales que pueden investigar a las personas residentes en Colombia, pero
ellas persiguen diferentes finalidades. En todo caso el Estado puede y debe
investigar a las personas, en el marco de la Ley.
Surge entonces la inquietud acerca del
cruce de informaciones. En este sentido se observa en forma sistemática y
concordante un principio tácito de colaboración y reserva de información entre
instancias del Estado.
Sin embargo, el principio debe ser matizado
a la luz de la limitación para la divulgación a terceros.
En consecuencia, toda suerte de archivos y
bancos de datos oficiales de una rama u órgano del Estado, que contengan
información sobre una persona, pueden ser eventualmente conocidos por las demás
instancias oficiales. Si está previamente autorizada por el ordenamiento
jurídico.
No obstante, si por el cruce de información
ésta podría ser conocida por terceras personas -por ejemplo en el caso de una
audiencia pública ante un juez o de una audiencia en una sesión especial del
Congreso-, la información en estos casos no podrá contener datos perjudiciales
de la persona, distintos de los "antecedentes" de que trata el
artículo 248 de la Constitución. De lo contrario se violaría el derecho a la
intimidad de las personas por culpa del Estado.
Aparte de las disposiciones
constitucionales, otras normas de orden legal y reglamentario regulan la
materia, así:
El Decreto Nº 2699 de 1991 (noviembre 30),
por el cual se expidió el Estatuto Orgánico de la Fiscalía General de la
Nación, con fundamento en el literal a) del artículo transitorio 5º, del
capitulo 1º de las disposiciones transitorias de la Constitución Política de
Colombia.
En el artículo 6º del citado decreto, se
establece que los fiscales velarán porque las actividades asociadas con el
cumplimiento de las funciones de investigación y acusación se adelanten de
conformidad con el respeto del derecho de defensa, los derechos humanos y
haciendo prevalecer el derecho sustancial.
En relación con el suministro de
información al Gobierno, el Fiscal General solo lo hará cuando sea
necesario para la preservación del orden público.
El artículo 24 del Decreto 2699 de 1991
creó el Centro de Información sobre actividades delictivas y tendrá como
funciones las siguientes:
1. Asesorar al Fiscal General en la
definición de la política referida a la recolección, registro, análisis
y difusión de la información requerida como soporte al desarrollo de las
investigaciones que debe adelantar la Entidad.
2. Organizar, controlar y reportar al
Fiscal General el desarrollo de las actividades a que se refiere el numeral
anterior.
3. Organizar la recolección y procesamiento
de toda la información básica para las investigaciones criminales.
b) El Decreto 2700 (Código de Procedimiento
Penal) que entró a regir el 1º de julio de 1992, dispone que durante la
investigación previa las diligencias son reservadas.
c) De manera específica, el Decreto 2398 de
1986 se ocupa de las normas sobre reseña delictiva, cancelación de antecedentes
y expedición de certificados judiciales y de policía.
En el artículo 2º establece:
"Los
archivos son de carácter reservado y en consecuencia el Departamento
Administrativo de Seguridad, solo expedirá previa solicitud escrita
certificados o informes de las anotaciones contenidas en ellos, así:
a) a los
peticionarios de sus respectivos registros
b) a los
funcionarios judiciales y de policía que adelanten investigación referente a la
persona de quien solicita
c) a las
autoridades administrativas que necesiten conocer antecedentes de personas
llamadas a ejercer cargos públicos."
2.6. Reserva del Estado frente a terceros.
Es importante que el Estado tenga la
oportunidad de adelantar investigaciones con un mínimo de reserva. Obviamente
esta prerrogativa encuentra un límite en las garantías fundamentales.
La reserva de la investigación cumple dos
fines primordiales: 1º. asegurar el éxito de las tareas de indagación; 2º.
garantizar la efectividad de la presunción de inocencia.
La reserva debe existir siempre que se
aplique estrictamente. Es una realidad que en nuestro tiempo las
investigaciones fracasan por la imprudencia de los organismos de investigación
que dan a conocer los resultados a los medios de comunicación. La opinión
pública emite juicios de valor con base en la información que aparece en los
medios de comunicación masivos.
Es un problema grave el prejuzgamiento por
parte de terceros, pues en el proceso penal se debaten aspectos de gran
delicadeza y que son personalísimos para quienes en él intervienen.
La libertad de expresión e información no
puede formularse de manera absoluta. Existen, legalmente consagradas, la
prohibición de revelar datos concernientes a la investigación penal.
Sancionados están los casos de violación de secretos oficiales o industriales y
existe, de otra parte, la obligación ética, para ciertos profesionales, de
abstenerse de revelar datos que se han confiado por razón de su investidura o
actividad: médicos, paramédicos, sacerdotes, abogados, sicoanalistas, entre
otros.
Como acertadamente lo consideró el profesor
Han Joachim Schneider, "Las noticias sobre crímenes fascinan a la
población desde hace siglos. En la edad media cantantes itinerantes iban con
éxito de pueblo en pueblo difundiendo sus romances, los cuales en su mayor
parte eran historias de asesinatos. Las historias de crímenes no son novedades
en sentido estricto, ya que no refieren nada realmente novedoso. Siempre son
narrados conforme al modelo del 'hecho sensacionalista acostumbrado' porque
cumplen una función exonerante para la sociedad; a través de ellas el
ciudadano 'respetuoso de la ley' puede separarse del delito; le ponen de
manifiesto su identidad 'normal' y se puede sentir satisfecho de ser mejor que
el delincuente y de haber podido evitar con éxito el delito.
..Existe en la población una gran necesidad
de noticias criminales porque son entretenidas y ahuyentan el aburrimiento de
la vida cotidiana. Los medios de comunicación de masas satisfacen gustosamente
esta demanda, ya que las noticias criminales son fáciles de conseguir y baratas
y porque con ellas se puede vender casi cualquier producto. Existe, por tanto,
una simbiosis, una alianza impía entre los medios de comunicación de masas y la
sociedad"8 .
Nadie duda hoy de la importancia de los
medios masivos de comunicación en la vida de una sociedad organizada. No se
trata de desconocer el derecho a la información consagrado en el artículo 20 de
la Carta, sino que todo lo que se exige de los medios de comunicación de masas
puede resumirse en una frase: deben contribuír a la consecución de la
convivencia pacífica a través de la verdad, la sinceridad y la imparcialidad a
fin de que nos enfrentemos con ética profesional, con responsabilidad a los
problemas de desviación social y delincuencia. De allí surge su
responsabilidad social consagrada en la Constitución.
2.7. La reserva en determinadas etapas de
investigación y del proceso penal.
Siendo la reserva el aspecto más importante
sobre el cual se edifica la investigación y acusación (competencia del Fiscal)
y el juzgamiento (competencia del juez), es necesario distinguir entre las
etapas de la recopilación y evaluación de la información, la investigación
previa, la actuación de la Fiscalía General de la Nación y la etapa final de
juzgamiento.
2.7.1. Etapa de recolección y evaluación de
la información.
La recopilación y evaluación de la
información que realizan la Fuerza Pública (Fuerzas Militares y Policía
Nacional) y el Departamento Administrativo de Seguridad, tienen como fundamento
los artículos 217 y 218 de la Constitución, en concordancia con los artículos
1º (dignidad humana y prevalencia del interés general), 4º (respeto y
obediencia a las autoridades), 29 (debido proceso), 83 (presunción de la buena
fe), en la función de mantener el orden constitucional y la convivencia pacífica
y en el artículo 318 del código de procedimiento penal (colaboración de
organismos oficiales y particulares), así como por la Convención Americana de
derechos humanos artículos 32 No. 1 y 2 que consagra la correlación entre
derechos y deberes.
La labor de inteligencia tiene como
finalidad detectar y realizar el seguimiento de conductas determinadas en la
ley como punibles y prestar apoyo en la labor de investigación a la Rama
Judicial del poder público.
Esta función requiere del máximo de
discreción que redundará en el éxito de la posterior sanción penal, pues es de
todos conocido que la desaparición de las pruebas o su deterioro normal por el
transcurso del tiempo inciden en el desarrollo del proceso.
Razones suficientes asisten al Estado para
mantener reserva en tan delicada labor y poseer no sólo a nivel nacional sino
internacional la información que le permita actuar rápidamente frente a las
conductas delictivas.
Pero es de todos conocido que ha existido
un desbordamiento de la función de investigación y que en varias oportunidades
personas que posteriormente resultaron absueltas por los cargos que dieron
lugar a la investigación, eran reseñadas inicialmente con fundamento en pruebas
en las que se cuestionaba la legalidad de su obtención.
La persona sin embargo, no está
desprotegida en esta materia; la Constitución le garantiza que en el rastreo,
recopilación y evaluación, se respetarán, los artículos 11 (derecho a la
vida), 12 (torturas y desapariciones, tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes),
13 (igualdad), 15 (en la recolección, tratamiento y circulación se observará el
respeto a la libertad y demás garantías) y 29 (debido proceso); y el pacto
internacional de derechos civiles y políticos y la Convención Americana de
derechos humanos garantizan el derecho al buen nombre.
En caso de exceso o extralimitación de las
funciones, la Constitución establece controles y sanciones en los artículos 6º
(responsabilidad de las autoridades), 87 (control sobre omisiones de los
particulares), 89 (protección judicial de los derechos), 90 (daño antijurídico
del Estado), 91 (responsabilidad de los militares y de los funcionarios
civiles), 92 (sanción de las autoridades por su conducta irregular) y 222
(fuerza pública y democracia).
Sobre esta fase interna es necesario
diferenciar la recopilación de la información y el resultado de la
misma.
En la recopilación los organismos del
Estado poseen una facultad amplia y sólo están limitados por los principios de
respeto de los derechos humanos, por el debido proceso y por una reserva
absoluta.
En cuanto al resultado, éste sólo puede ser
conocido por el interesado directamente cuando forme parte de un proceso ante
la jurisdicción penal, disciplinaria o fiscal, y allí pueda a través de los
principios de contradicción de la prueba, cuestionar su legalidad a la luz del
análisis probatorio que deberá realizar el funcionario competente.
Pero la recopilación y las evaluaciones
internas son absolutamente reservadas; ellas son el soporte científico del
resultado. A través de ellas se detecta la información y de su reserva
precisamente se deriva, como se mencionó anteriormente, el éxito de una
investigación.
El interesado tiene derecho a conocer de
los archivos reservados sólo aquella información que le es necesaria para casos
especiales. Es así como el Decreto 2398 de 1986 permite que el interesado
solicite los antecedentes de sus respectivos registros. Es decir sobre los
registros podrá ejercer el derecho que le otorga el artículo 15 de la
Constitución para conocer, actualizar o rectificar las informaciones que se
hayan recogido en bancos de datos y en archivos de entidades públicas y
privadas, únicamente cuando la información ha salido de los organismos de
inteligencia del Estado y se encuentra ya en manos de las autoridades
competentes para adelantar procesos judiciales.
De los resultados o los soportes de la
información son titulares las personas cuyos datos hayan sido reportados y en
consecuencia tienen derecho a conocer, actualizar y rectificar las
informaciones que no sean reservadas.
La ley protege la reserva y es así como
sanciona su violación en los artículos 155 (utilización de asunto sometido a
secreto o reserva), delito consagrado dentro del capítulo de los abusos de
autoridad y otras infracciones y 289 (divulgación y empleo de documentos
reservados), tipificado dentro del capítulo de los delitos contra la libertad
individual y otras garantías, o la Ley 57 de 1985 que establece en el artículo
12:
"Toda
persona tienen derecho a consultar los documentos que reposan en las oficinas
públicas y a que se le expida copia de los mismos, siempre que dichos
documentos no tengan carácter reservado conforme a la Constitución o la ley, o
no hagan relación a la defensa o seguridad nacional".
Este precepto se encuentra desarrollado por
el Código Contencioso Administrativo en el Capítulo IV del Título I.
Otros organismos estatales pueden llegar a
conocer de las evaluaciones reservadas, como en los siguientes casos:
Artículo 284 de la Constitución que
establece:
"Salvo las
excepciones previstas en la Constitución y la ley, el Procurador General de la
Nación y el Defensor del Pueblo podrán requerir de las autoridades las
informaciones necesarias para el ejercicio de sus funciones, sin que pueda
oponérseles reserva alguna".
Artículo 113:
"Los
diferentes órganos del Estado tienen funciones separadas pero colaboran
armónicamente para la realización de sus fines".
Ley 57 de 1985, artículo 20:
"El carácter
reservado de un documento no será oponible a las autoridades que lo soliciten
para el debido ejercicio de sus funciones. Corresponde a dichas autoridades
asegurar la reserva de los documentos que lleguen a conocer en desarrollo de lo
prescrito en este artículo".
Decreto 2241 de 1986, artículo 213:
"Toda
persona tiene derecho a que la Registraduría le informe sobre el número, lugar
y fecha de expedición de documentos de identidad pertenecientes a terceros.
Tienen carácter
reservado las informaciones que reposen en los archivos de la Registraduría
referentes a la identidad de las personas, como son sus datos biográficos, su
filiación y fórmula dactiloscópica. De la información reservada sólo podrá
hacerse uso por orden de autoridad competente.
Con fines
investigativos, los jueces y funcionarios de policía y de seguridad tendrán
acceso a los archivos de la Registraduría".
Decreto 2400 de 1968:
"Son deberes
de los empleados guardar la reserva que requieran los asuntos relacionados con
su trabajo en razón de su naturaleza o en virtud de instrucciones especiales,
aún después de haber cesado en el cargo y sin perjuicio de denunciar cualquier
hecho delictuoso".
Las garantías establecidas tanto en la
Constitución (artículo 29) como en la ley, las determinadas en el Código de
procedimiento penal y en el Decreto 2699 sobre la Fiscalía General de la
Nación, tienen como fundamento la protección especial a la dignidad de la
persona humana, como el derecho a la integridad personal (artículo 11) y a la
intimidad (art. 15) respaldados por los siguientes instrumentos
internacionales:
a) La Convención contra la tortura y otros
tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, ratificada por Colombia en
virtud de la Ley 78 de 1986;
b) La Convención para la prevención y la
sanción del delito de genocidio, ratificada por Colombia en virtud de la ley 28
de 1959;
c) La Convención Americana sobre Derechos
Humanos "Pacto de San José de Costa Rica", en sus artículos 1, 5, 27,
ratificada por Colombia en virtud de la ley 74 de 1968;
d) El Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, en sus artículos 2º numeral 2º, 4º numeral 2º y artículo
7º, ratificado por Colombia mediante la ley 74 de 1968;
e) La Convención sobre los Derechos del
Niño, en sus artículos 9º numeral 1º, 19, 32, 35, 36 y 37 numeral 1º,
ratificado mediante la Ley 12 de 1991;
f) La Convención internacional sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación racial, en su artículo 5º
literal b) (Ley 22 de 1981);
g) Convención Internacional para la
Represión y el castigo del crimen de Apartheid, en su artículo 2º, literal b),
segundo acápite (Ley 26 de 1987);
h) Convenio No. 107 relativo a la
protección e integración de las poblaciones indígenas y Tribunales en los
países independientes, en su artículo 2º, numeral 7º (Ley 31 de 1967), entre
otros.
Por otra parte, la información necesaria a
la opinión pública de las investigaciones llevadas a cabo por los organismos de
la Fuerza Pública (Ejército y Policía Nacional), el Departamento Administrativo
de Seguridad y los organismos oficiales y particulares que realizan labores
permanentes y especiales de Policía Judicial, debe limitarse a la mención de
las personas presuntamente involucradas, los bienes decomisados, incautados, aprehendidos
u ocupados, así como de las circunstancias en que ocurrieron los hechos sin
emitir juicio de responsabilidad.
2.7.2. Investigación previa.
Se denomina investigación previa la etapa
anterior al proceso que tiene por objeto determinar si el Estado ejercerá o no
la acción penal. Remplaza la etapa que el código de procedimiento penal de 1987
denominaba "Indagación Preliminar". Es una actuación anterior al
proceso en donde se pretende esclarecer las dudas relativas al posible
ejercicio de la acción penal. El artículo 320 del código de procedimiento penal
que entró en vigencia el 1º de julio, establece que en la investigación previa
intervienen quienes ejerzan funciones de policía judicial bajo la dirección del
Fiscal, las unidades de fiscalía y el Ministerio Público.
En esta etapa de investigación previa las
actuaciones serán reservadas para los terceros ajenos a ella y sólo podrán ser
conocidas por los funcionarios que intervienen en ella, el imputado y su
defensor. Así el artículo 321 consagra la "reserva de las
diligencias" en los siguientes términos:
"Durante la
investigación previa las diligencias son reservadas, pero el defensor del
imputado que rindió versión preliminar, tiene derecho a conocerlas y a que se
le expidan copias".
Numerosos procesos penales fueron
cuestionados por las pruebas obtenidas en la etapa de investigación previa, sin
el lleno de los requisitos e incluso bajo la violación de los derechos humanos.
Pero constituye un significativo avance que se haya consagrado como principio
general el que la contradicción de la prueba opere desde la investigación
previa.
2.7.3. Instrucción.
La Constitución Política le encomienda al
Fiscal las tareas de investigar y acusar. En ejecución de estas funciones debe
garantizar la comparecencia de los presuntos infractores de la ley penal, en
consecuencia, todas las autoridades y los particulares están obligados a acatar
cualquier decisión que tome la Fiscalía de acuerdo con la ley.
En la etapa de instrucción el funcionario
judicial tiene la obligación de averiguar la verdad material. Así, la
Constitución en el artículo 250, inciso final, dispuso:
"La Fiscalía
General de la nación está obligada a investigar tanto lo favorable como lo
desfavorable al imputado, y a respetar sus derechos fundamentales y las
garantías procesales que le asisten".
Igual que las etapas anteriormente
consideradas, la "instrucción", también debe ser reservada, y así se
establece en el artículo 331:
"Durante la
instrucción, ningún funcionario puede expedir copias de las diligencias
practicadas, salvo que las solicite autoridad competente para investigar y
conocer de procesos judiciales, administrativos o disciplinarios, o para dar
trámite al recurso de hecho".
Y en el artículo 332 se establecen las
sanciones para quienes violaren la reserva sumarial, así como la publicación en
medio de comunicación, los cuales permiten garantizar el cumplimiento de
ciertas disposiciones y como instrumento de control al poder de los medios de
comunicación.
Esta obligación, como la de mantener la
reserva en todas las etapas de la investigación, tiene como fundamento el
artículo 95 de la Constitución, que en su numeral 7º establece:
"colaborar
con el buen funcionamiento de la administración de la justicia", como un
deber de la persona y del ciudadano".
2.7.4. Juzgamiento.
Esta es una etapa procesal reservada al
juez en materia de dirección y disposición de la acción penal. En ella, toda
prueba debe practicarse en la audiencia pública para dar cumplimiento al
principio de la inmediación.
El artículo 8º del código de procedimiento
penal determina:
"Dentro del
Proceso Penal la investigación es reservada para quienes no sean sujetos
procesales y el juicio es público. Se aplicarán las excepciones previstas en el
Código sobre reserva".
Dentro del proceso de instrucción y sin
perjuicio de la eventual investigación previa, se distinguen las etapas de
investigación, sumario, y juicio. La controversia de las pruebas se permite en
cualquiera de las tres etapas de la actuación. La reserva cobija las etapas de
investigación previa e investigación propiamente dicha o instrucción.
Adicionalmente el concepto de reserva se extiende a las actuaciones realizadas
por los jueces regionales y los fiscales que actúan en éstos.
3. Conclusiones finales.
a- Existe un principio general para que el
Estado pueda conducir la investigación de todas las personas y obrar con la
responsabilidad que ello impone. Luego el Estado debe guardar la absoluta
reserva y dar a conocer al interesado sólo aquella parte que puede conocer,
actualizar o rectificar en virtud del artículo 15 de la Constitución, según lo
antes expuesto. Y frente a terceros la reserva es total.
b- Este principio tiene fundamento en la
Constitución Política y en la ley que determina la reserva para ciertos
documentos de la Administración Pública.
c- La recolección, evaluación y
encauzamiento de la información se debe ejercer dentro de los límites que
imponen el respeto a los derechos humanos establecidos en la Constitución,
Pactos Internacionales y disposiciones legales.
d- La investigación, su soporte científico
y el resultado tienen por objeto nutrir al investigador (en la investigación
previa o en la investigación-instrucción), y debido a su especial carácter
reservado está prohibido darla a conocer a terceros; por lo tanto para esta
Sala de Revisión de la Corte Constitucional, la labor que realicen los
organismos encargados de llevar a cabo la investigación, no debe hacerse
pública antes de la etapa de juzgamiento o incluso en la etapa de investigación
previa, por más importante que resulte el hallazgo hecho y mucho menos en
"ruedas de prensa" realizadas a fin de explicar a la opinión pública
el método utilizado, o los resultados obtenidos o los presuntos infractores de
la Ley Penal, pues este comportamiento viola el derecho al buen nombre,
entorpece el desarrollo de la futura investigación penal y es un mecanismo de
presión de un fallo anticipado.
e- El Fiscal debe realizar una labor de
evaluación de la prueba allegada y con base en ello y en los principios de
controversia de la prueba decide acusar o precluír la investigación. Por lo
tanto el procesado goza de todas las garantías constitucionales y legales para
la observancia del debido proceso.
f- El Juicio es público y, allí sí, y sólo
allí, toda persona puede conocer las decisiones que en el mismo se adopten.
4. El habeas data y las etapas
preprocesales y procesales.
Frente a lo anterior, ¿en qué etapas puede
ser ejercido el derecho fundamental al habeas data?
Recapitulando, diremos que en la primera
etapa de recolección y evaluación de la prueba existen dos subdivisiones. La
primera hace referencia al soporte científico de la prueba allegada, a la cual
no tiene acceso ni siquiera el interesado por razones de defensa del interés
general y de control interno para lograr la eficacia.
Sobre el resultado, el interesado puede
conocer, actualizar y rectificar dichas informaciones, en ejercicio del derecho
a la intimidad, desde la etapa de investigación previa. Los terceros sólo desde
el juicio cuando así lo establezca una prueba plena que lo determine o como
resultado de un proceso penal, administrativo o disciplinario que ordene su
modificación.
5. La existencia de otro medio judicial de
defensa.
Si el suministro de la información se lleva
a cabo en las etapas de recolección y evaluación de la información,
investigación previa e instrucción, mediante la reproducción fiel del material
probatorio o de cualquier pieza procesal o preprocesal, existen medios
judiciales de defensa que permiten la sanción de los responsables de la
conducta, como lo establecen los artículos 155 y 289 del código penal, y los
artículos 321 y 331 del código de procedimiento penal.
Si la información es errónea o contiene
juicio de responsabilidad, el medio judicial de defensa no es otro que la
acción de tutela por la violación de los derechos constitucionales
fundamentales a la rectificación en condiciones de equidad (art. 20), al buen
nombre (art. 15) y a la honra (art. 21) -frente a la persona directamente
afectada- o el derecho a recibir información veraz e imparcial (art. 20),
-frente al ciudadano-.
6. Consideraciones en relación con el caso
concreto.
De conformidad con todo lo anterior se
desprende que a la peticionaria no se le ha vulnerado ni amenazado su derecho
fundamental a la intimidad, y es por ello que la sentencia revisada será
confirmada.
En efecto, si los organismos de
inteligencia del Estado tienen reseñada en calidad de "rebelde" a la
petente, ello es conforme a derecho siempre y cuando no sea dado a conocer por
fuera de los organismos.
Si un tercero o la misma accionante
solicitan acceso a la información que el Estado tiene de ésta, las entidades
oficiales competentes sólo podrán decir que -no estando condenada sino sólo
detenida-, ella no tiene ningún tipo de antecedentes.
Si del resultado del proceso que cursa en
el Juzgado de Orden Público se demuestra que la peticionaria es absuelta de
todo delito que presuntamente ella ha cometido, el Juez competente está en la
obligación de informar a las autoridades y a los organismos de inteligencia que
adecúen su información a lo resuelto en el proceso.
Así mismo, si el Juez advierte que, antes
de que la información sea asequible a terceros, esto es, antes del juicio,
aquélla no ha sido debidamente reservada y se ha filtrado a la opinión pública,
deberá adoptar las medidas conducentes para investigar los delitos y demás
infracciones a que hubiere lugar, con el fin de proteger, ahí sí, la intimidad
de la peticionaria.
En mérito de lo expuesto, esta Sala Cuarta
de Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE:
Primero: CONFIRMAR la sentencia del
Juzgado 29 Superior de Santafé de Bogotá, con las aclaraciones aquí formuladas.
Segundo: Comuníquese el contenido de esta
sentencia a la Fiscalía General de la Nación, al Departamento Administrativo de
Seguridad y a la Dirección General de la Policía Nacional.
Tercero: Cópiese, publíquese, comuníquese a
quien corresponda, insértese en la Gaceta Constitucional, envíese al Despacho
de origen y cúmplase.
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado Ponente
FABIO MORON DIAZ SIMON RODRIGUEZ
RODRIGUEZ Magistrado
Magistrado
Dado en Santafé de Bogotá, a los siete
(07) días del mes de julio de mil novecientos noventa y dos (1992).
1 POMED SANCHEZ,
Luis Alberto. El derecho de acceso de los ciudadanos a los archivos y registros
administrativos. Madrid 1989, pag. 255.
2 Convenio del
Consejo de Europa. citado por POMED, Luis Alberto. El derecho de acceso de los
ciudadanos a los archivos y registros administrativos. Madrid 1989, pag. 255.
3 FOUCAULT,
Michel. La verdad y las formas jurídicas. Gedisa, Barcelona, 1.980 p
99.[1]
4 ORTEGA Y
GASSET, José. La socialización del hombre. Obras completas, sexta
edición, Editorial Revista de Occidente. Madrid, 1.963, p 745.
5 Idem, págs. 87
y sgts.
6 RECASENS
SICHES, Luis. Tratado General de filosofía del Derecho. Sexta edición,
Porrua, Mexico, 1.978 p. 181.
7 HÄBERLEN,Peter. El Contenido Esencial como Garantía de los
Derechos Fundamentales.
8 SCHNEIDER, Hans Joachim. La Criminalidad en los medios de
comunicación de masas. Derecho penal y Criminología. Revista del Instituto de
Ciencias Penales y Criminológicas. Universidad Externado de Colombia. Volumen
XI. Nro. 37. Enero/Abril de 1.989. P. 151. |
77 | T-445-92
Sentencia No
Sentencia No. T-445/92
DEBIDO
PROCESO/RECUSACION/IMPEDIMENTO
El debido proceso entendido como el
conjunto de trámites y formas que rigen la instrucción y resolución de una
causa, en cualesquiera de las jurisdicciones, es garantía para la debida
protección y el reconocimiento de los derechos de las personas. Dentro de este
entendido se ha previsto una serie de garantías de independencia y ecuanimidad
para quienes tienen como misión la administración de justicia. Consciente el
legislador de la naturaleza humana de quienes administran justicia y con el fin
de que los jueces sean imparciales, ha establecido una gama de causales que, de
existir, pueden restarle objetividad a la intervención del fallador. Para
garantizar a los litigantes el adelantamiento imparcial de los procesos y
permitirles a los jueces eximirse de intervenir en los juicios en donde no
puedan tener absoluta imparcialidad, la ley faculta a aquéllos para que recusen
a los jueces y a éstos para que se declaren impedidos.
SALA DE REVISION
Ref.: Proceso de tutela No. 1117.
Tema : Derecho
al Debido Proceso en la Constitución
Política. No se desconoce cuando
se tramita un impedimento y por
ende hay
suspensión del
proceso.
Demandante:
MARCELIANO CORRALES LARRARTE.
Magistrados:
DR. SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Ponente
DR. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
DR.
CIRO ANGARITA BARON.
Santafé de Bogotá, D.C., seis (6) de julio
de mil novecientos noventa y dos (1992).
I. ANTECEDENTES.
El señor Marceliano Corrales Larrarte,
Capitán de Corbeta (r.), mediante escrito presentado ante la Honorable Corte
Suprema de Justicia, el 30 de enero de 1991, en ejercicio de la acción de
tutela prevista por el artículo 86 de la Constitución Política, demanda la
omisión para proferir sentencia de tutela del Juez de primera instancia para la
Armada Nacional, señor Vicealmirante Gustavo Adolfo Angel Mejía y del
Presidente del Tribunal Superior Militar, señor General Luis Eduardo Roca
Maichel.
Señala el accionante las siguientes razones
de hecho y de derecho:
"Lo
anterior, obedece a que el día 13 de noviembre de 1991 solicité dicho amparo
por violación a un derecho fundamental y hasta la fecha no he obtenido
resolución alguna, pues el tiempo para el fallo debe ser de diez (10) días y
hasta la fecha el expediente se encuentra en las condiciones como me fue
entregado".
"Como quiera
que con ese proceder se viola en mi persona un derecho fundamental como es el
debido proceso art. 29 de la Constitución Nacional y por consiguiente el art.
15, 25, 85 (sic) de la
Constitución Nacional y porque dicha acción sea preferente y se anexe a los
documentos que faltan como los anexos de mis descargos de la fecha 25 de abril
de 1991 (sic). Las costancias (sic) que le remitiera el memorial al señor Juez
de primera instancia para la Armada Nacional, en donde le comunicó de la
violación de los términos.".
El demandante considera que con el proceder
de los demandados se viola su derecho fundamental al debido proceso, consagrado
en el artículo 29 de la Constitución Nacional y en consecuencia los derechos al
buen nombre (art. 15), al trabajo (art. 25) y el art. 85 de la misma (sic).
Reposan en el expediente los siguientes
documentos:
Radiograma de la Armada Nacional.
En el cual se solicitan fotocopias
autenticadas de las evaluaciones hechas al Capitán de Corbeta (r.) Marceliano
Corrales Larrarte, con el fin de resolver la acción de tutela impetrada ante
el Juez de primera instancia para la Armada Nacional.
Documento de la Armada Nacional.
Se informa al Capitán de Corbeta Corrales,
que mediante providencia el Juez de primera instancia se declaró impedido y que
se remite lo actuado al Tribunal Superior Militar.
Formulario No. 5. Evaluación de Oficiales
y suboficiales.
Se señala que la evaluación es
"C" -calidad exigida- teniendo en cuenta el folio de vida del
examinado y de conformidad con la cual se pasa al Capitán de Corbeta Marceliano
Corrales Larrarte de la lista tres (3) a la cuatro (4) según Acta No. 010 de
noviembre de 1990.
Formulario No. 3. Programa personal de
desempeño en el cargo.
Que contiene el concepto del evaluador
sobre que Corrales cumple bien con las funciones asignadas según su
especialidad y cargo.
Formulario No. 4. Folio de vida.
En cuya conclusión dice: "El
desempeño en el lapso que se evalúa fue bueno, que debe mejorar, pues su
actitud afecta las buenas relaciones haciéndose persona difícil". Que
debe evitar comentarios sobre colegas, que no le favorecen ya que afectan la
integridad, cohesión y compañerismo que deben unir a la Sanidad Naval.
Acta No. 010. de la Junta clasificadora de
Oficiales Superiores.
Trata de la reunión de la Junta
Clasificadora de Oficiales Superiores, de 8 de noviembre de 1990 celebrada con
el fin de clasificar, entre varios, al Oficial Marceliano Corrales Larrarte por
término de evaluación anual. En ella se modificaron, desfavoreciéndolo, los
indicadores de "sociabilidad" y "desempeño de cargo
principal".
Clavegrama No. 091605P.
En el cual se le comunica al Capitán de
Corbeta (r) Marceliano Corrales Larrarte que fue clasificado en la lista 4.
Escrito de reclamo (apelación) contra el
clavegrama No. 091605P.
Por medio del cual el Capitán de Corbeta
(r.) Corrales Larrarte aclara los puntos en los cuales se basó la evaluación,
de esta forma: Asegura que su trabajo lo ubica por encima de la calidad
exigida; que no tiene ninguna sanción disciplinaria, condena por comisión de
delitos, pérdida de curso de ley, demostrada incompetencia profesional en el
ejercicio del cargo, informativos fallados en su contra. Que el año anterior
le abrieron un proceso disciplinario, pero le fue decidido a su favor y que si
estuviera abierto se debía y debe aplicar el art. 12 del Decreto 1253 de 1988
que dice: " Toda evaluación se basa en hechos concretos y en las
condiciones demostradas por el evaluado, en ningún caso se tienen en cuenta los
cargos proferidos contra el personal mientras no hayan sido resueltos o
fallados".
Comunicación No. 97169 de 12 de diciembre
de 1990.
Por medio del cual el Vicealmirante Gustavo
Angel Mejía devuelve al Comandante de la Fuerza Naval del Atlántico, el reclamo
enviado por el señor Corrales a la Junta Asesora del Ministerio de Defensa
Nacional y fechada el 15 de noviembre de 1990, debido a que los términos empleados
en el citado reclamo "no se ajustan a la norma de cortesía y respeto
establecidas en el Reglamento de Régimen Disciplinario para las Fuerzas
Militares".
Memo comunicación No. 000021 de 10 de enero
de 1991.
Con el cual se envía al Director de Personal
de la Armada Nacional el reclamo presentado por el Capitán de Corbeta Corrales
Larrarte al Capitán de Navío Director de Personal de la Armada Nacional.
Escrito de reclamo de 26 de diciembre de
1990.
Dirigido a la Junta Asesora del Ministerio
de Defensa por el Capitán de Corbeta (r) Corrales Larrarte por medio del cual
reclama contra la clasificación anual que se le hizo por el lapso de 01-11-88
hasta 31-10-89 y según la cual lo pasaron de la lista 3 a la 4.
Documento No. 231139R de 23 de enero de 1991.
Enviado al Director de Personal de la
Armada Nacional por el Jefe del Departamento Jurídico de la Armada Nacional y
en el cual informa que el reclamo presentado por el Capitán de Corbeta Corrales
Larrarte de acuerdo con lo establecido con el Decreto No. 1253 de 1988, art.
135 lo fue en su debida oportunidad. En cuanto al fundamento del mismo, el
oficial no aduce ningún argumento de carácter legal válido para que la decisión
adoptada con suficientes elementos de juicio por la Junta Clasificadora sea modificada
por la Junta Asesora del Ministerio de Defensa.
Carta de dicho Capitán de Corbeta (r.) de
11 de febrero de 1991.
Por medio de la cual solicita le sea
entregado el reclamo presentado ante la Junta Asesora del Ministerio de
Defensa.
Documento No. 1051.
Por el cual el Comandante de la Armada
Nacional responde el memorial anterior al Capitán de Corbeta (r.) y le devuelve
la documentación pertinente por entender que ha desistido de su reclamo.
Comunicación de 25 de abril de l991.
El susodicho Capitán de Corbeta (r.) se
dirige a la Junta Asesora del Ministerio de Defensa para referirse enteramente
al oficio No. 080805 de 9 de abril de l991.
Comunicación
de 2 de mayo de l991.
Del mencionado Capitán de Corbeta (r.) para
el Director de Personal de la Armada Nacional y en la cual hace un recuento de
los hechos que se le endilgan y solicita en consecuencia que su hoja de vida
quede limpia de todas esas calumnias imputadas.
Comunicación No. 02661 de 10 de mayo de
l991.
El mencionado Director de Personal le
manifiesta al Capitán de Corbeta (r.) que oficios de éste se presentarán ante
la susodicha Junta Clasificadora.
Acta No.008 de 19 de junio de l991.
Trata de la reunión de la referida Junta
Clasificadora para tratar entre otros asuntos, la solicitud del nombrado
Capitán de Corbeta (r.) y allí se decidió que según Reglamento no pueden ser
modificadas las decisiones de una Junta anterior.
Comunicación No. 03849 de 11 de julio de
l991.
Se le dice al Capitán de Corbeta (r.) que
no se puede reconsiderar su clasificación por mandato de los reglamentos.
Carta presentada el 22 de abril de 1991 por
el mencionado Capitán de Corbeta (r.) ante el Presidente de la Junta
Clasificadora, Vicealmirante Alberto Sandoval Solano.
En la cual informa que el reclamo fue
presentado siguiendo el procedimiento del Decreto 1253 de 1988, en su debida
oportunidad, tiempo, modo y lugar dentro de los términos que establece la ley.
Agrega que en ningún momento su oficio dice que desiste del reclamo pues "las
normas constitucionales legales, en ningún momento dicen que tenga que desistir
a un derecho al cual me asiste la razón".
DOCUMENTO CONFIDENCIAL No. 04638 DE 21 DE
AGOSTO DE 1991 DEL VICEALMIRANTE ALBERTO SANDOVAL SOLANO PRESIDENTE DE LA
JUNTA CLASIFICADORA DE OFICIALES SUPERIORES PARA EL REFERIDO CAPITAN DE CORBETA
(R.).
Se reitera al señor Corrales Larrarte que
él de su puño y letra voluntariamente desistió del reclamo presentado ante la
Junta Asesora del Ministerio de Defensa. Además se recuerda que según el
artículo 23 de la Constitución Nacional toda petición que se haga ante
cualquier autoridad debe ser en forma respetuosa.
COMUNICACION DE 26 DE AGOSTO DE 1991.
De respuesta del Capitán de Corbeta (r.) al
documento anterior en el sentido de manifestar que no ha desistido de sus
pretensiones.
CARTA No. 5513 DE 25 DE SEPTIEMBRE DE 1991.
El Presidente de la Junta
Clasificadora de Oficiales Superiores reitera al Capitán de Corbeta (r.) lo
dicho en oficios de 11 de julio y 21 de agosto de 1991.
Igualmente obran en el expediente las
siguientes providencias:
Del Juez de primera instancia ante la
Armada Nacional, señor Vicealmirante Gustavo Angel Mejía, dictada el 22 de
noviembre de 1991 y que resolvió declararse impedido para conocer del asunto.
Del Tribunal Superior Militar de 12 de
diciembre de 1991, por medio del cual resuelve abstenerse de conocer del
impedimento manifestado por el Juez de primera instancia.
Del Tribunal Superior Militar en el cual
resuelve revocar su propio auto y declarar fundado y aceptar ahora el
impedimento del Juez de primera instancia.
II. EL FALLO QUE SE REVISA.
La Corte Suprema de Justicia, Sala de
Casación Penal, mediante sentencia de 17 de febrero de 1992, decidió: "Denegar
la acción de tutela promovida por el CC. (r.) Marceliano Corrales Larrarte por
improcedente".
Ello en razón de que el Vicealmirante
Gustavo Angel Mejía, Juez de primera instancia "no ha incurrido en
omisión alguna en cuanto al trámite y decisión de la acción de tutela promovida
por el Capitán de Corbeta (r.) Marceliano Corrales Larrarte pues, de
conformidad con lo preceptuado en el artículo 39 del Decreto 2591 de 1991,
estaba en la obligación previa de manifestar su impedimento para conocer de la
acción, ya que de no hacerlo, se vería sometido a un proceso disciplinario y
acreedor a las sanciones correspondientes".
III. CONSIDERACIONES.
Teniendo en cuenta los antecedentes
expuestos, la Corte Constitucional, Sala de Revisión de Tutelas, procede a
decidir en los siguientes términos:
1. Competencia.
Es competente la Sala para conocer de la
acción de tutela instaurada por el Capitán de Corbeta (r.) Marceliano Corrales
Larrarte de acuerdo con lo preceptuado en los artículos 86 inciso 2o. y 241 No.
9 de la Constitución Nacional, desarrollados en los artículos 33 y 34 del
Decreto 2591 de 1991.
2. Estado de Derecho y la consagración
del Derecho del Debido Proceso.
Colombia en un país inmerso dentro
de la tradición occidental, que desarrolla sus instituciones políticas dentro
del esquema de un Estado liberal, con los aportes y la evolución propias de las
exigencias sociales que se han suscitado en la historia.
Este Estado, nacido de las ideas del
iluminismo y del racionalismo, responde a los esquemas y a las características
de los Estados de Derecho. Esto significa que la sociedad es organizada sobre
la base de unas reglas fijas y claras, contenidas en la Constitución Política,
un régimen jurídico que permite que todos los ciudadanos puedan actuar sin
temor, con entera libertad y sin otra limitación que las nacidas de la
necesidad de convivir en sociedad; el respeto a la Constitución y a la ley y
como tal la abstención de realizar las conductas prohibidas por ellas; la
separación de poderes como principio mínimo y necesario para evitar excesos de
los gobernantes de tal forma que estén en cabeza de personas distintas las
potestades de legislar, ejecutar las leyes y la función de la justicia; otra de
las características de este Estado liberal o de derecho es la proclamación y
reconocimiento de derechos y garantías para todas las personas sin
discriminación alguna, independientemente de factores políticos, sociales o
culturales.
El reconocimiento de un listado de derechos
y libertades es precisamente la nota más importante de esta forma de Estado y
tanto es ello así que recibe el nombre de Estado liberal. La evolución
histórica de las declaraciones y reconocimientos de los derechos de las
personas han tenido como constante la contemplación del derecho al debido
proceso como garantía de primer orden para todas las personas. Dentro de este
orden de ideas se enmarca el derecho del debido proceso.
3. El debido proceso.
La garantía del debido proceso se encuentra
consagrada en nuestra Constitución Política en el artículo 29 que dispone:
"El debido
proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas.
Nadie podrá ser juzgado
sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante Juez o
Tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de
cada juicio.
En materia penal,
la ley permisiva o favorable, aún cuando sea posterior, se aplicará de
preferencia a la restrictiva o desfavorable.
Toda persona se
presume inocente mientras no se le haya declarado judicialmente culpable.
quien sea sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado
escogido por él, o de oficio, durante la investigación y el juzgamiento a un
debido proceso público sin dilaciones injustificadas; a presentar pruebas y a
controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la sentencia
condenatoria, y a no ser juzgados dos veces por el mismo hecho.
Es nula, de pleno
derecho, la prueba obtenida, con violación del debido proceso".
La garantía del debido proceso está
integrada por una serie de elementos que le son consubstanciales y que en
últimas le dan un contenido concreto. La Constitución Nacional consagra el
debido proceso cuando contempla "Que nadie podrá ser juzgado sino
conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante Juez o Tribunal
competente y con observancia de la plenitud de las formas de cada
juicio". Igualmente consagra nuestra Carta Magna normas especiales
orientadas a preservar con la mejor eficacia el debido proceso en asuntos de
naturaleza penal y es así como se establece entre otras, las reglas de la
aplicación preferencial de la permisiva o favorable sobre la ley restrictiva o
desfavorable aún cuando sea posterior; la presunción de inocencia, el derecho
de defensa y asistencia legal; el del proceso público y expedito; la
posibilidad de presentar y controvertir las pruebas en derecho y la oportunidad
de oponerse a las sentencias condenatorias y a no ser juzgado dos veces por el
mismo hecho.
El debido proceso se aplica, en su
concepción genérica a toda clase de actuaciones y procedimientos judiciales y
administrativos. Los principios establecidos en la Carta constituyen
fundamento para todas las actuaciones que se surtan ante las autoridades
públicas, pero estas disposiciones constitucionales del debido proceso se
desarrollan y concretan mediante la incorporación legal, pues es la ley la que
se encarga de realizar las previsiones procesales que permitan a todas las
personas el acceso a la justicia y la definición de derechos bajo el amparo de
este principio constitucional. En este sentido la Corte Suprema de Justicia en
sentencia de 31 de agosto de 1989 indicó:
"La
Constitución exige que el juzgamiento se lleve a cabo 'observando la plenitud
de las formas de cada juicio', pero no define tales formas, de manera que
corresponda a la ley, en primer lugar, luego a la Corte, fijar la manera como
debe estructurase el debido proceso y, dentro de éste, el derecho de
defensa." (Sentencia No. 54. Expediente No. 1927 de 31 de agosto de
1989. Magistrados Ponentes: Dres. Jaime Sanín Greiffenstein y Dídimo Paéz V.).
4. El debido proceso y las causales de
impedimentos y recusación.
El debido proceso entendido como el
conjunto de trámites y formas que rigen la instrucción y resolución de una
causa, en cualesquiera de las jurisdicciones, es garantía para la debida
protección y el reconocimiento de los derechos de las personas. Dentro de este
entendido se ha previsto una serie de garantías de independencia y ecuanimidad
para quienes tienen como misión la administración de justicia.
Consciente el legislador de la naturaleza
humana de quienes administran justicia y con el fin de que los jueces sean
imparciales, ha establecido una gama de causales que, de existir, pueden
restarle objetividad a la intervención del fallador. Para garantizar a los
litigantes el adelantamiento imparcial de los procesos y permitirles a los
jueces eximirse de intervenir en los juicios en donde no puedan tener absoluta
imparcialidad, la ley faculta a aquéllos para que recusen a los jueces y a
éstos para que se declaren impedidos.
Recusación e impedimento son, pues,
nociones que guardan íntima conexión y que buscan el mismo fin de asegurar la
idoneidad de los juzgadores. En tratándose de la recusación, las partes
manifiestan al Juez que, en virtud de las causales taxativamente determinadas
por la ley, debe separarse del conocimiento del proceso. El impedimento por el
contrario parte del Juez y va hacia los litigantes; es el Juez quien, también
en atención a las causales de recusación, le dice a ellos que no puede
aprehender el conocimiento del asunto.
La sentencia que se revisa señala con irrefutable
claridad que la conducta desplegada por el Juez de primera instancia al acatar
lo dispuesto en el artículo 39 del Decreto 2591 de 1991 "por el cual se
reglamenta la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la Constitución
Política" y manifestar que se encontraba incurso en una causal de
impedimento, fue la correcta. En efecto, cuando el Juez se declara impedido
brinda un elemento más de imparcialidad en claro beneficio de las partes. Que
fue lo acontecido en el evento sublite en que dicho Juez había intervenido
anteriormente en el trámite del reclamo presentado por el Capitán de Corbeta
(r.) Marceliano Corrales Larrarte por su clasificación en lista 4
correspondiente al lapso de 01-11-88 a 31-10-89, asunto éste sobre el cual
versaba la acción de tutela incoada por este último.
La causal alegada es la establecida en el
artículo 473 No. 4 del Código Penal Militar que señala:
"4. Haber
sido el Juez o el Magistrado apoderado o defensor de alguna de las partes, o
ser o haber sido contraparte de cualquiera de ellos, o haber dado consejo o
manifestado su opinión sobre el asunto materia del proceso, o haber sido
perito o testigo en el mismo, o haber sido denunciante o querellante". (
Subraya la Sala).
Esta causal de impedimento corresponde a la
establecida en los artículos 103 numeral 4o. de los Códigos de Procedimiento
Penal, (Decreto 50 de 1987 y Decreto 2700 de 1991 -nuevo Código de
Procedimiento Penal- ) a cuyas causales en materia de recusación e
impedimentos, se remite el susodicho Decreto 2591 de 1991.
5. El Debido Proceso y la suspensión
del Proceso.
La institución de la suspensión del
proceso, tiene el efecto, como su nombre lo indica, de que mientras dure la
causal que ha dado lugar a ella, cesen las actuaciones que normalmente se
cumplen en el seno del mismo, del Juez y de las partes.
La suspensión del proceso, en el estado en
que se encuentre, ocurre en los casos, entre otros, de acumulación de procesos
( art.159 C. de P.C., art. 88 del Decreto 50 de l987 y art. 93 del Decreto 2700
de l991 -Códigos de Procedimiento Penal-) y de impedimentos y recusaciones (
art.154 C. de P.C.; art. 114 del Decreto 50 de l987 y art.111 del Decreto 2700
de l991; art. 480 del Código Penal Militar).
Pues bien, los autos enseñan que el
Tribunal Militar mediante decisión de 27 de enero de l992 resolvió
aceptar el impedimento manifestado por el Almirante Gustavo Angel Mejía, Juez
de Primera Instancia y en consecuencia con ello, en cumplimiento del artículo
476 numeral 1o. del Código Penal Militar y del artículo 23 del Decreto
Reglamentario 1582 de l990, "para los efectos aquí previstos", ordenó
comunicar lo pertinente al señor Comandante General de las Fuerzas Militares.
Estas normas previenen que cuando se acepte
un impedimento o recusación respecto de jueces de primera instancia corresponde
a ese alto militar nombrar su reemplazo.
Precisamente encontrándose tramitando la
designación del nuevo Juez por parte del Comandante General de las Fuerzas
Militares, presentó el Capitán de Corbeta (r.) Marceliano Corrales Larrarte el
30 de enero de l992, es decir, al tercer día, la acción de tutela cuyo
trámite ahora se cuestiona, cabalmente hallándose suspendido el proceso por
razones de impedimento y en parálisis el desarrollo del mismo. Por ello el
proceso se desenvolvió dentro de la regulación pertinente de las normas
procesales y no se desconoció el derecho al debido proceso. De ahí también que
la H. Corte Suprema de Justicia acertadamente no admitiera el cargo de aquél de
violación de dicho derecho y calificara de apresurada la instauración de dicha
acción. Posteriormente y en su oportunidad se escogió en la Armada Nacional al
Juez de primera instancia sustituto, el proceso continuó su curso normal y
terminó con sentencias de fechas 28 de febrero de 1992 del Juez de
primera instancia y 13 de marzo de 1992 del Tribunal Superior Militar, en
segunda instancia, llegadas posteriormente a esta Corte en sede de revisión.
En mérito de lo expuesto, la Corte
Constitucional, Sala de Revisión de tutelas, administrando justicia en nombre
del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE :
Primero: Confirmar la sentencia proferida por la Corte Suprema
de Justicia de el 17 de febrero de 1992 en el caso de petición de tutela presentada
por el Capitán de Corbeta (r.) Marceliano Corrales Larrarte, por las razones
expuestas en la parte motiva.
Segundo: Comuníquese la presente decisión al Despacho judicial
de origen para que sea notificada conforme lo dispone el artículo 36 del Decreto
2591 de 1991.
Envíese copia de esta providencia al
Juzgado de primera instancia para la Armada Nacional y al Tribunal Penal
Militar.
COMUNIQUESE Y NOTIFIQUESE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado Ponente
CIRO ANGARITA BARON JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN
Magistrado Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
78 | T-446-92
Sentencia No
Sentencia No. T-446/92
DERECHO AL
TRABAJO-Límites/EJERCICIO
DE PROFESION
El que la Carta Fundamental asegure el
derecho al trabajo dentro de la esfera de los derechos constitucionales de la
persona y por tanto le de el status de Derecho constitucional
fundamental, no significa que pueda ejercerse en todo momento, lugar y
oportunidad con independencia de condiciones personales objetivas y de
materia. Obviamente, tanto los disposiciones legales como los límites
contractuales y reglamentarios no pueden llegar a suprimir el núcleo esencial
del derecho mismo radicado en una persona o en un grupo de personas con base en
odiosas y ofensivas causas violatorias de los Derechos Fundamentales, hasta el
punto de desconocerlo, situación que no se presenta en los hechos que
configuran el caso que se atiende, pues el peticionario puede ser llamado por
cualquier graduando para efectos de ser contratado en cada evento en que se
verifique un acto de grado en las instalaciones de la mencionada Universidad.
SALA DE REVISION No. 5
REF : Expediente No. T-1511
Acción
de Tutela interpuesta contra la Universidad de Antioquia y su Rector o
Vicerrector.
Peticionario:
GUILLERMO
ALBERTO FRANCO ESTRADA.
Magistrado
Ponente:
Dr.
FABIO MORON DIAZ.
Santafé de Bogotá D.C., julio ocho (8) de
mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión en asuntos de tutela,
integrada por los Magistrados Simón Rodríguez Rodríguez, Jaime Sanín
Greiffenstein y Fabio Morón Díaz, previo estudio del Magistrado Ponente,
resuelve sobre la revisión de las sentencias relacionadas con la acción de la
referencia, proferidas el seis (6) de febrero de mil novecientos noventa y dos
(1992) por el Juzgado Undécimo de Instrucción Criminal radicado en la ciudad de
Medellín, y el veintisiete (27) de dichos mes y año por el Tribunal Superior de
Medellín en Sala de Decisión Penal.
I. ANTECEDENTES
A. La Petición
1. Con fecha de enero 23 de 1991, Guillermo
Alberto Franco Estrada, mayor de edad y ciudadano en ejercicio, presentó ante
el Juez de Instrucción Criminal de Reparto en la ciudad de Medellín, un escrito
en el que propone la Acción de Tutela establecida en el artículo 86 de la
Constitución Política, contra la Universidad de Antioquia, y su Rector o
Vicerrector.
2. Los hechos que señala el peticionario
como causa del ejercicio de la citada acción se resumen como sigue:
a- Durante más de dieciocho años, el
señor Franco Estrada ha ejercido la "profesión de fotógrafo" y ha
derivado de esta actividad el sustento de su hogar; ahora, la Universidad de
Antioquia o sus directivos, "han ordenado a los porteros y al Jefe de Seguridad
que impidan la entrada de fotógrafos a las ceremonias de grado, con fundamento
en que la Institución cuenta con fotógrafos exclusivos". En virtud de esta
orden, el interesado no ha podido ejercer su profesión en las mencionadas
ceremonias, e inclusive ha sido objeto de amenazas y del ejercicio de la fuerza
física por parte de los porteros y del jefe de seguridad de la Universidad.
b- Estima que la ceremonia de graduación en
cualquier centro de educación del país es un acto público y nunca privado, ya
que se cumple en nombre y por autoridad de la República de Colombia.
c- Que la citada Universidad es una entidad
oficial en la que prevalece el principio de la igualdad aplicable a todas las
personas, con independencia del acto que se pretenda realizar.
3. Como petición específica el accionante
demanda la tutela del Derecho Fundamental al Trabajo y de su "derecho a
ejercer la profesión de fotógrafo" en las ceremonias de grado en la
Universidad de Antioquia; en consecuencia, pide que se oficie al Rector o al
Vicerrector de dicha Universidad para que se suspenda la orden que prohibe la
entrada de fotógrafos y en especial, la suya a las ceremonias de grado, y que
si es del caso se ordene que la Fuerza Pública le brinde protección para poder
ejercer su derecho.
B. Las Sentencias que se Revisan
1. La Sentencia del Juzgado Once de
Instrucción Criminal
a- La Decisión:
Por reparto, el conocimiento de la
petición correspondió en primer término al Juzgado Once de Instrucción
Criminal, radicado en la ciudad de Medellín; ese Despacho resolvió sobre la
solicitud en fallo fechado el seis (6) de febrero de Mil Novecientos noventa y
dos(1992), en el que ordena "No acceder a las peticiones el señor
Guillermo Alberto Franco Estrada, en el sentido de obligar a las autoridades de
la Universidad de Antioquia a que se le permita el acceso como fotógrafo
profesional a ejercer esta actividad en las ceremonias de grado que allí se
celebran. Esta decisión conlleva la negativa de oficiar a la Universidad para
que se le permita el acceso a sus instalaciones, mucho menos se le prestará
protección policial para estos eventos".
En otro apartado la providencia en examen y
con las advertencias pertinentes, concede el recurso de impugnación previsto en
el artículo 31 del decreto 2591 de 1991. El Despacho adelantó la sustanciación
de la petición y ordenó su ratificación y ampliación; notificó de la petición
y solicitó explicaciones a la Universidad contra la que se dirigió la acción.
b- Las Consideraciones de Mérito:
El Juzgado se negó a acceder a la petición
formulada, con base en las consideraciones que se resumen enseguida:
- El solicitante, además de fotógrafo es
empleado municipal y percibe por sus trabajos una cantidad considerable de ingresos
que desvirtúan el cargo basado en su dependencia económica de las actividades
que eventualmente realiza en las instalaciones de la Universidad.
- La última oportunidad en la que el
accionante intentó ingresar a la Universidad en actividad de fotógrafo para las
ceremonias de grado y se le impidió el acceso ocurrió "hace un año, de
donde se concluye que no se le está conculcando una especie de derecho
adquirido...". Agrega la providencia que el acceso, a la Universidad fue
restringido hace más de tres años y desde entonces el peticionario no ha podido
ejercer su profesión en las mencionadas instalaciones.
- La restricción del acceso a las
instalaciones de la Universidad y las medidas preventivas tomadas obedecen a
razones relacionadas con problemas de seguridad conocidos por la ciudadanía.
- Encuentra el citado Despacho que la
restricción señalada por el peticionario no obedece a su condición de
fotógrafo profesional, sino a la imposibilidad de identificar por razones de
seguridad, quiénes lo son y quiénes no; tampoco existe límite para que los
graduandos y sus familiares contraten los servicios de cualquier fotógrafo.
- El sentido común enseña que existen
situaciones que exigen reglamentación para precaver problemas de seguridad
entre otros; así, la misma Constitución "...en su artículo 26 dice que las
autoridades competentes inspeccionarán y vigilarán el ejercicio de las
profesiones...". En este sentido advierte que el accionante no posee la
tarjeta profesional de fotógrafo.
- No obstante que la citada Universidad sea
un ente oficial y las ceremonias de grado se verifiquen en actos públicos, nada
impide que en el régimen interno de aquella se tomen las medidas que se
consideren necesarias para su disciplina interna, su organización y
subsistencia; entre ellas, las restricciones del acceso de personas extrañas a
la comunidad universitaria.
- Por último, advierte que sería una
consecuencia positiva de la actuación de la Universidad con el fin de asegurar
el acceso a sus instalaciones, el establecimiento de un registro de personas
que quisieran ejercer oficios, artes, o profesiones.
2. La Sentencia del Tribunal Superior
de Medellín, Sala de
Decisión Penal.
a. La Previa Impugnación.
Dentro del término legal el señor Guillermo
Alberto Franco Estrada impugnó la sentencia del Juzgado Once de Instrucción
Criminal de Medellín que negó su solicitud de tutela, fundamentando su
insistencia en las siguientes consideraciones:
- Las autoridades de la Universidad
reconocen la restricción al ejercicio del Derecho fundamental al Trabajo en su
caso, pero invocan como fundamento de la misma la necesidad de establecer
medidas de seguridad ante el estado de inseguridad de la ciudad y de la propia
institución educativa. Estima que los fotógrafos no son los causantes del
citado estado de inseguridad y que no son ellos los terroristas; afirma que él
y sus colegas no pueden ser tratados como delincuentes cuando se trata
simplemente de ejercer su profesión lícita y reglamentada por la Ley 20 de
1991.
- La universidad distribuye los nombres y
las direcciones de los graduandos sólo a ciertos fotógrafos que los visitan en
nombre de aquella con carácter excluyente.
- No obstante, ser empleado oficial y
devengar un salario por ello, el Juzgado no tiene en cuenta cuánto deja de
percibir con la prohibición.
- Las normas internas de la Universidad no
pueden contrariar las disposiciones constitucionales, mucho más cuando la misma
Constitución señala que aquella es norma de normas, que deberá aplicarse en
todo caso de incompatibilidad con otra norma dentro de los fundamentos del
nuevo "Estado Social de Derecho" que aparece declarado desde el
Preámbulo.
El reglamento o la orden del Rector es
inaplicable por inconstitucional, pues viola el Derecho al Trabajo; este
Derecho constitucional no se pierde o adquiere por prescripción y el hecho de
no asistir desde hace tres años a los actos de graduación se debe a que no se
le permite su ingreso.
El Trabajo como Derecho Constitucional
Fundamental es, además, una obligación social y goza en todas sus modalidades
de la especial protección del Estado que aparece ahora condicionada por los
principios del "Estado Social de Derecho".
- El ejercicio de las profesiones puede
ser vigilado pero no prohibido, mucho más si el artículo 84 de la Constitución
advierte que cuando un derecho o actividad hayan sido reglamentados de manera
general, las autoridades públicas no podrán establecer ni exigir permisos,
licencias o requisitos adicionales para su ejercicio.
b. La Decisión y sus Consideraciones
El Tribunal Superior de Medellín, en Sala
de Decisión, confirmó el fallo del Juzgado Once de Instrucción Criminal
radicado en aquella ciudad con fundamento en las consideraciones que se resumen
enseguida:
- El Trabajo es un Derecho Constitucional
Fundamental cuya efectividad debe ser garantizada; empero, "...la
universidad de Antioquia, como campo de acceso restringido tiene la facultad de
establecer el reglamento administrativo interno y con él, el adecuado control
de personas, estudiantes, visitantes y de quiénes pretenden ejercer cualquier
actividad dentro del establecimiento, máxime frente a las urgidas y reclamadas
seguridad, tranquilidad y paz, también fundamentales objetos de protección por
parte del estado".
Las medidas adoptadas por el centro
universitario, en forma alguna entorpecen el ejercicio de una profesión, pues
son adoptadas como saludable reglamentación genérica ante la necesidad anotada
y sólo circunstancialmente impiden al peticionario ingresar a dicho lugar.
La restricción atacada también encuentra
razón de ser constitucional en el carácter fundamental que tienen,tanto el
derecho a la inviolabilidad del domicilio y del lugar de trabajo, como el
derecho a la seguridad, a la privacidad y a la intimidad, mucho más si se tiene
en cuenta que el artículo 16 de la Constitución señala como límites del Derecho
al Libre Desarrollo de la Personalidad, aquellos impuestos por los derechos de
los demás y por el orden jurídico, entre los que se encuentran las medidas
adoptadas por la Universidad de Antioquia para la seguridad de sus
instalaciones y de las personas que las frecuentan.
- El Tribunal encuentra que el acto que
genera la restricción anotada es la circular No. 39 de Octubre 25 de 1990 (fls.
11 y 12) que, por ser de carácter general impersonal y abstracto, puede ser
atacado por otras vías judiciales; además, de conformidad con el artículo 21
del Decreto 2591 de 1991, dicho acto no puede ser objeto de la acción de
tutela.
II. CONSIDERACIONES
Primera : La Competencia
Esta Sala de la Corte Constitucional es
competente para conocer de la revisión de las sentencias de la referencia, en
atención a lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero y 241, numeral 9
de la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36
del Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección
que de dicho acto practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se
verificó en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación.
Segunda: La Petición Formulada y la
Actividad Judicial de la Corte.
A. Del examen del escrito presentado por el
peticionario Guillermo Alberto Franco Estrada, se deduce que su principal
pretensión es la de obtener, por vía de la Acción de Tutela, una orden judicial
que le asegure el acceso a determinadas dependencias de las instalaciones de la
Universidad de Antioquia, en las precisas oportunidades en las que se celebran
actos de graduación, para efectos de ejercer el oficio de fotógrafo que
eventualmente cumple.
Además, cabe advertir que de lo que se
trata en la cuestión puesta al examen de la Jurisdicción de Tutela en el caso
de las sentencias que se revisan, no es en verdad un conjunto de hechos en los
que se discuta la Libertad de Escoger Profesión u Oficio, ni de conflictos
sobre los derechos constitucionales fundamentales en una especial relación de
trabajo, ni en los que esté de por medio una concreta reclamación de
condiciones dignas y justas entre patrono y trabajador.
Para obtener aquel pronunciamiento
judicial, el señor Franco Estrada alega como violado el Derecho Constitucional
Fundamental al Trabajo que establece el artículo 25 de la Constitución
Nacional; además, estima como violado el Principio Constitucional de la
Igualdad de todas las personas. También considera que la autoridad pública
causante de la lesión que señala, es la Universidad de Antioquia y su Rector o
su Vicerrector, como autoridades administrativas que en dicho plantel han
ordenado que se impida su ingreso a las dependencias en las oportunidades que
se señalan. No obstante lo anterior, -se repite- la Corte encuentra que la
cuestión jurídica sustancial que propone la petición del señor Franco Estrada,
se encamina en sus verdaderos alcances a lograr que por la jurisdicción de
tutela se declare que el Derecho al libre ejercicio del oficio de fotógrafo, se
debe respetar plenamente en todo lugar público en que se encuentre quien lo
practica. Se trata de obtener una interpretación de las disposiciones
constitucionales relacionadas con el Derecho al Trabajo que le de a éste un
alcance absoluto en términos de asegurar en todo momento y lugar su ejercicio
sin limitación alguna; para dicho propósito el peticionario pretende desprender
de las nociones constitucionales de "Estado Social de Derecho" y de
sus nuevas proyecciones jurídicas en relación con la igualdad de las personas,
la conclusión que le asegure su petición.
B. La Corte Constitucional llega a la
anterior conclusión después de examinar en detalle la situación jurídica
planteada en las actuaciones judiciales, en virtud de las cuales se le dio el
trámite constitucional y legal correspondiente a los escritos en los que se
sustenta la petición de tutela que fue negada; ahora, la especial función de
revisión de este fallo que le corresponde a la Corte Constitucional, previa la
selección ordenada por la Sala competente, se verifica con el fin de sentar la
jurisprudencia que en esta materia debe seguirse, mucho más teniendo en cuenta
que el tema en cuestión compromete diversos aspectos de trascendental
importancia que deben ser dilucidados en esta sede judicial.
Con este propósito, la Corporación
adelantará su aproximación interpretativa sobre los elementos normativos que
integran las nociones constitucionales de "Estado Social de Derecho"
y del Derecho al Trabajo en sus varias regulaciones, pues los enunciados
correspondientes exigen un cuidadoso examen, dada su relevancia para la
definición del caso que se analiza en esta oportunidad.
C. Para dicho fin, la Corte Constitucional
observa que según su Preámbulo, la Constitución de 1991 fue sancionada y
promulgada con el objetivo de asegurar el trabajo a los integrantes de la
Nación, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice
un orden político, económico y social justo; en este sentido, para lo que a este
asunto corresponde, se encuentra que el Constituyente también se ocupó de
regular el ámbito de la protección al trabajo como Derecho Constitucional
Fundamental en varios de sus elementos más relevantes como son el Derecho a
escoger libremente profesión u oficio (art. 26) y el Derecho al Trabajo
propiamente dicho que goza en todas sus modalidades de la especial protección
del Estado y que consiste en la garantía de que toda persona tiene derecho a un
trabajo en condiciones dignas y justas (art. 25).
En el ámbito de los derechos sociales y
económicos, el constituyente fue mucho más allá de hasta donde habían llegado
la Carta Constitucional de 1886 y todo el conjunto de la legislación laboral
interna, al impregnar con sus principios y valores, lo mismo que con sus
objetivos y normas, de un especial sentido de justicia social y de dignidad de
la persona del trabajador, al conjunto global de las relaciones sociales.
No sobra advertir que estos elementos ,
como conceptos jurídicos abiertos, sirven dentro del marco de una Constitución
como la de 1991, para fundamentar la actividad de todos los Organos del Poder
Publico y su lectura de la Constitución regulada por el derecho, así como sus
compromisos con las distintas fuerzas políticas y sociales en la dinámica de la
Comunidad política, organizada bajo la forma que diseñó el Constituyente;
empero, cabe destacar que aquellos términos de las disposiciones
constitucionales de carácter programático, son objeto permanente de la
actividad de la jurisdicción constitucional y a esta corresponde señalar con
certeza su alcance y sus contenidos para darle a la Carta su vigor como norma
básica de convivencia social y política, mucho mas ahora dentro de las
finalidades básicas y generales establecidas por el constituyente de 1991 de
hondo carácter pluralista.
D. La regulación constitucional a que se
hace referencia en estas consideraciones del fallo, parte del supuesto según el
cual el Derecho al Trabajo es una de las conquistas más trascendentales en el
desarrollo de las modernas sociedades, y expresa, en sus distintos estadios
evolutivos, una de las manifestaciones específicas de la libertad del hombre
que se dirige a fortalecer su dignidad frente a los demás, sean estos los
patronos, las empresas, los gobernantes o los otros ciudadanos.
Tercera: El Nuevo Concepto de Estado
Social de Derecho
A. Para efectos del examen que impone la
revisión de las sentencias de la referencia, y con fines apenas ilustrativos,
se tiene de modo general que la Constitución Política de 1991 declara en su
artículo 1o., como una de las grandes transformaciones de nuestra organización
política, que la pone a tono con las tendencias del Derecho Constitucional
contemporáneo, que Colombia "es un Estado social de derecho....organizado
en forma de República unitaria ..fundada en el respeto de la dignidad humana,
en el trabajo y la solidaridad de las personas...".
Adviértase que para la Corte Constitucional
las anteriores expresiones son parte de la manifestación de los criterios de
autodefinición del Estado que significan en principio sus opciones
fundamentales y orientadoras del proceso político y social; igualmente, son la
expresión de la formula política elaborada por el constituyente con miras en la
coherencia sistemática del orden constitucional e informan el resto del
ordenamiento jurídico; empero, no es suficiente su interpretación finalística
para obtener de aquellos enunciados sus verdaderos alcances. Para ello se
requiere su examen sistemático e histórico, pues, en primer lugar, dicha
fórmula es presupuesto indisponible del entendimiento de cualquiera otra norma
que forme parte de la Constitución y del resto del ordenamiento jurídico y, de
otra parte, es el resultado de la evolución del derecho Constitucional en
general, y de su desarrollo en nuestro país en particular.
Sin embargo, cabe advertir que la expresión
"Estado Social de Derecho" no es unívoca, ni ha sido definitivamente
incorporada en un solo sentido, ni por la doctrina ni por la dogmática
constitucional; por el contrario, sus vicisitudes históricas y sus antecedentes
hacen de aquella una expresión normativa bastante compleja que exige ser
determinada en su versión jurídico constitucional.
En líneas generales, el precepto señalado
presupone la conformación de unas nuevas dimensiones ideológicas y
orgánico-institucionales del Estado que le permiten administrar servicios,
coordinar procesos, regular bienes y adelantar la intervención necesaria en el
campo económico y social con el propósito de asegurar la realización de los valores
fundamentales de la vida social; además, éste nuevo cuerpo doctrinario permite
a la sociedad en general, que oriente la superación del viejo esquema del
Estado Liberal predominante durante casi todo el transcurso del siglo XIX, y
de sus iniciales evoluciones surgidas después de la primera guerra mundial,
denominadas genéricamente Estados intervencionistas por sus contenidos
compromisorios entre las clases sociales( Welfare State).
La nueva dimensión ideológica y estructural
de la Carta que se refleja en el ámbito de sus postulados sociales, en los
fines del Estado y en los principios y valores en ella consagrados, y en
particular en lo que se relaciona con el Derecho al Trabajo, resume, ahora,
tanto las nuevas nociones de Estado Social de Derecho, como las de Constitución
y Estado Pluralista, las que se examinan en estas reflexiones.
B. En principio, y conforme a las primeras
definiciones del Estado Liberal, este debía dejar libre al hombre en sus
relaciones con la Sociedad, de manera que su función se limitaba a mantener el
orden y la paz pública interna en la búsqueda del bien común que correspondía a
los hombres y al desarrollo de sus capacidades; posteriormente, y como se verá
enseguida, las primeras evoluciones del cuerpo doctrinario de pensamiento
liberal en los inicios de este siglo, condujeron al establecimiento de fórmulas
meramente declarativas de compromisos en favor de los derechos sociales que no
pudieron consolidarse en verdaderas salidas democráticas a las confrontaciones
propias de sistemas políticos y económicos dualistas, y que se precipitaron con
las dictaduras europeas y latinoamericanas de las primeras cuatro décadas del
siglo. Así, aquella expresión fue acuñada por Herman Heller en 1919, con el
principal propósito de impregnar al Estado de los nuevos compromisos frente a
la sociedad, y se confunde con los contenidos doctrinarios del llamado
Constitucionalismo Social.
Así, en nuestro país, el anterior esquema
histórico propio del Siglo XIX, a la par de las reseñadas tendencias generales
de los estados liberales surgidos después de la primera postguerra, comenzó a
ser desmontado muy lentamente desde la Reforma Constitucional de 1936; ésta,
también impuso en nuestro medio, la consagración normativa del deber de
intervención del Estado en la economía y la relativización de los derechos
fundamentales de carácter económico, al imponer la función social de la
propiedad y los correlativos derechos sociales en cabeza de las clases menos
favorecidas dentro del esquema de las relaciones capitalistas del poder y de la
economía, como son el derecho a la huelga y al trabajo y la especial
protección de éste.
C. Ahora bien, es preciso tener en cuenta
previamente que la citada declaración de principios de la Carta de 1991,
supone una redefinición fundamental de los elementos ideológicos que inspiran
al Derecho Constitucional Colombiano en este nuevo cuerpo normativo supremo, y
comporta su adhesión a los más actuales estadios de la evolución del
pensamiento democrático y social, resumidos en la corriente del
constitucionalismo pluralista y que se expresa en la figura del Estado Social y
Democrático de Derecho; empero, este cambio sustancial no es producto de una
ruptura coyuntural y sobrevenida; mas bien, él se enmarca dentro de nuestras
propias transformaciones y dentro del influjo del pensamiento constitucional
contemporáneo que penetra con sus aportes el amplio espectro de nuestra
organización jurídica.
Esta calificación del Estado conduce no
solo a la transformación funcional y estructural de este como se ha advertido,
sino ademas, a la mayor relevancia jurídica del principio de la igualdad de
las personas, al establecimiento de especiales reglas jurídicas de rango
constitucional que regulen en dicho nivel normativo los distintos procesos
económicos de la sociedad teniendo en cuenta los protagonistas de los mismos, y
el especial reconocimiento y garantía, incluso judicial, de determinados
derechos y libertades de contenido económico, social y cultural.
D. Cabe tener en cuenta que las primeras
constituciones de compromiso de clase propias de los inicialmente denominados
estados sociales, se erigen en Europa como solución prototípica de naturaleza
constitucional para atender jurídicamente a la búsqueda de reformas sociales
que reclamaban las organizaciones sindicales y partidistas de los conglomerados
populares. El ejemplo más importante y representativo de estas tendencias lo
configura la Constitución del Estado Alemán, llamada Constitución de Weimar,
que propone numerosos compromisos materiales denominados en su momento derechos
sociales destinados a mejorar las condiciones de vida del pueblo; dicha
Constitución dejó abierta, y en manos del legislador, con la participación
política del electorado, la posibilidad de profundas reformas económicas y
sociales en el sentido de la ampliación y consolidación de la justicia social
entre las fuerzas del capital y las del trabajo. Aquella solución esencialmente
dualista, también dejó abierta la posibilidad de la confrontación política y
social, y los riesgos que esta implicaba fueron sufridos por las naciones que
no pudieron consolidar un esquema de estabilidad y de defensa del orden
democrático con régimenes de partidos competitivos y renovables.
E. Bajo este contexto histórico y
normativo, los clásicos derechos de los cuales dependía la estructura
fundamental y ultima de la sociedad, como el derecho de propiedad y el derecho
de iniciativa económica privada, son igualmente reconocidos, pero al mismo
tiempo son relativizados con base en los intereses sociales generales que
podían ser atendidos por la ley.
De otra parte, aquella transformación
política y jurídica condujo paulatinamente en nuestro país, y más
progresivamente en otras latitudes, a la consagración de los supuestos normativos
del ahora entre nosotros denominado y redefinido "Estado Social de
Derecho", para asegurar no sólo la garantía de la inviolabilidad de las
libertades y de los derechos humanos del más puro y originario sentido
racionalista y voluntarista y de los derechos sociales, sino para proponer,
promover y adelantar todas las acciones posibles, tendientes a lograr que se
realicen al mismo tiempo las exigencias siempre cambiantes y progresivas de la
justicia social; igualmente, esta tendencia condujo a la ampliación de los
derechos de contenido social y colectivo, y al reconocimiento de los fenómenos
de masificación de las relaciones jurídicas con un nuevo núcleo de vías de
protección de aquellos intereses.
F. Después de la segunda guerra mundial, la
Constitución asume un significado nuevo y particularmente complejo, pues es
considerada en adelante como el ordenamiento jurídico de las funciones del
Estado y como el instrumento fundamental que permite la determinación de los
valores de la vida social; en este sentido, la principal tarea de los estados
salidos de las crisis políticas y militares que generaron aquella
conflagración, fue la de gestar las bases de una nueva convivencia no solo
política sino fundamentalmente social. Para ello, las Constituciones no se
ocupan solo de la organización de los aparatos e instrumentos del Estado sino,
principalmente, de la organización social en procura de una permanente
articulación y composición del orden siempre amenazado; así, el derecho
constitucional asume la tarea de redefinir la sociedad y de darle, en el nivel
normativo de su organización, los valores en los que se inspira la concordia
social y política, para que estos fuesen desarrollados por las fuerzas en
contienda conforme a definiciones jurídicas ciertas e indisponibles que se
desprenden del examen y de la lectura jurídica de la Carta Fundamental.
La segunda postguerra permite al derecho
constitucional afirmar la maduración de los elementos que desde los inicios de
este Siglo rodeaban la vida de los estados liberales y contra los cuales habían
luchado las fuerzas totalitarias; en este proceso se destaca el reconocimiento
y la incorporación de las fuerzas sociales que habían permanecido por fuera del
Estado y se abren nuevas sedes políticas y nuevas vías de participación a los
distintos sujetos sociales con el propósito de obtener su acuerdo sobre las
bases del orden normativo erigido con vocación de generalidad. Dentro de este
marco de reflexiones y de tendencias, cada fuerza, grupo, sector o sujeto de la
sociedad queda habilitado jurídicamente para luchar por mejorar su posición,
pero en el interior de un contexto signado por la presencia de muchas fuerzas
políticas, económicas y culturales. Estas Constituciones son el fruto del
acuerdo común entre numerosos grupos que en ellas buscan conservar su propia
identidad para elaborar un proyecto político y social general, e irradiar, no
solo cada ángulo de lo político, sino todos los ámbitos de la vida social. En
este orden de ideas, el Derecho Constitucional da forma a sistemas normativos
abiertos de conformidad con la pluralidad de fuerzas que en él se encuentran, y
supera los anteriores esquemas cerrados de disposiciones constitucionales
rígidas, para permitir, dentro de los marcos de legalidad, de la supremacía jurídica
de la Carta y de la vigencia ampliada de la jurisdicción constitucional de la
libertad, una más dinámica proyección de la democracia y de la justicia social.
El proceso evolutivo que se acaba de
reseñar ha ejercido en nuestro medio notoria influencia en el constituyente de
1991, y sus rasgos definitorios aparecen reflejados in extenso en buena
parte del texto constitucional; en consecuencia, sin que sea la oportunidad
para que la Corte se ocupe de un examen más detallado de estos temas, procede
la observación que indica que la lectura jurisprudencial de la normatividad
constitucional que ahora rige la vida de los colombianos, debe detenerse en la
comprensión de estos fenómenos de reciente factura histórica pero de
trascendental y definitiva importancia.
Cuarta: El Trabajo en la Constitución
A. Según lo visto, los grandes cambios
sufridos por las organizaciones políticas en las últimas décadas de este
Siglo, confieren a las estructuras orgánicas y administrativas del
"Estado Social de Derecho", el papel de promotoras del desarrollo y
de la justicia sociales, para combatir las desigualdades humanas con sus
mecanismos políticos y económicos; en esta órbita de aspiraciones políticas y
sociales, se encuentra en un plano prevalente el Derecho al Trabajo, que es
elemento esencial en el orden de la convivencia humana.
B. El Trabajo, como factor fundamental de
los procesos económicos y sociales, resulta de primordial importancia en
razón de que posibilita los medios de subsistencia y la calidad de ésta para el
mayor número de la población y de él depende de manera general el crecimiento y
desarrollo económico. También, de él se desprenden variadas y complejas
relaciones sociales concurrentes y divergentes en punto a los intereses que en
ellas se traban; esta naturaleza básica del Trabajo, reconocida por el
Constituyente de 1991 desde el Preámbulo de la Carta, también manifiesta en su
contenido finalístico el propósito de asegurarlo de manera prioritaria, ante
otros objetivos del Estado.
Desde todo punto de vista argumental, las
precedentes consideraciones son pertinentes por cuanto deben estar presentes en
la inteligencia que el intérprete haga de las normas constitucionales en torno
al trabajo humano y sobre las respectivas disposiciones constitucionales
aplicables.
C. La Constitución regula el factor
trabajo dentro del sistema productivo y económico-social en varias
disposiciones que permiten distinguir conceptual y normativamente entre la
Libertad de Trabajo, el Derecho al Trabajo y el Deber de Trabajar. Este
concepto fundamental comprende los tres elementos, así:
1- El primero, que otorga al hombre la
libertad o derecho para escoger profesión, oficio u ocupación, según su
parecer, actitudes, gustos o aspiraciones, sin perjuicio de que la ley pueda
imponer la obligación de competencia o habilitación requeridas de acuerdo con
cada actividad (art. 26 C.N.), tiene las siguientes connotaciones jurídicas.
- En sus orígenes, la Libertad de Trabajo
fue considerada como una garantía de contenido prevalentemente económico que
aseguraba que los fines de la realización individual del hombre pudiesen
cumplirse conforme a sus designios e intereses; en etapas posteriores se
consideró que la libertad de trabajo no era suficiente para las aspiraciones de
la justicia y el desarrollo, pues era evidente que cumplía y permitía cumplir
funciones sociales de significación definitiva para la paz pública y el
bienestar colectivo.
Al resultar la Libertad de Trabajo un ideal
difícil de lograr en su plenitud dentro de los régimenes liberales fundados
sobre las reglas de la competencia capitalista, y regidos por las leyes de la
oferta y la demanda sobre el mercado de trabajo por su cantidad y calidad, los
abusos cometidos en perjuicio de los trabajadores impusieron un cambio radical
en las relaciones jurídicas dentro de los ámbitos del Derecho Constitucional y
del Derecho Laboral, que obligaron al Estado a reconocer y garantizar no sólo
dicha libertad, sino a regular al mismo tiempo todas las formas de contratación
y empleo, tanto en lo individual como en lo colectivo, para defender la
dignidad del trabajador y para obligar a la utilización racional de los
recursos humanos, con miras en el pleno empleo dentro de políticas de ingresos
y salarios, conforme a las cuales el desarrollo económico tuviera como
objetivo principal la justicia social y el mejoramiento armónico e integrado de
la comunidad y de las clases proletarias en particular (art. 32 C.N. de 1886).
Esta garantía individual estuvo ligada al
derecho de todas las personas de dedicarse a la profesión, industria, comercio
o trabajos lícitos que le acomodaren, e implicaba que cualquier persona quedaba
facultada para ejercer una actividad industrial, profesional o comercial, sin
más limitación que la autorizada por las leyes; igualmente, dentro del ámbito
señalado por la ley y de conformidad con las funciones propias del poder de
policía, las autoridades estaban facultadas para inspeccionar las profesiones y
oficios en lo relativo a la moralidad, seguridad y salubridad públicas (art. 39
C.N. de 1886). Con base en lo anterior, se estimó que de no existir lesión o
agravio a un tercero o a la sociedad en general, ninguna persona se encuentra
obligada a la prestación de ningún servicio si no es su voluntad hacerlo y si
no es recompensada con el pago de una retribución económica, esté convenida o
no.
La libertad de escoger profesión u oficio,
como Derecho Constitucional Fundamental, fue complementada con base en la
especial garantía que se le dio a estas aspiraciones en las primeras etapas del
"Estado Social de Derecho", al ser objeto de la especial protección
del Estado y al ser considerado el trabajo como una obligación social (art.17
C.N. de 1886).
En este sentido la Libertad de Trabajo y su
expresión específica dentro del Derecho del Trabajo , condujo en esencia a la
configuración de un conjunto sistemático de regulaciones normativas de rango
legal y a un cuerpo doctrinario de extendida aceptación en el ámbito nacional y
en las proyecciones internacionales del Derecho del Trabajo que pueden
resumirse de modo breve en los siguientes términos.
Nadie puede ser privado del producto de su
trabajo salvo por resolución judicial; nadie puede ser obligado a realizar
trabajos personales sin justa retribución, salvo el correspondiente a
determinadas funciones públicas de carácter obligatorio y gratuito; no es
válida ninguna convención, pacto o contrato en la que se menoscabe la dignidad
o la libertad del hombre o el derecho a la absoluta libertad de trabajo y por
tanto el derecho a ejercer determinada profesión, industria o comercio; una
relación de trabajo sólo puede obligar al trabajador mientras haya sido
producto de la libre escogencia de este y no podrá durar más del tiempo que
éste quiera dentro de los términos señalados por la ley, es decir, no se podrán
celebrar contratos de trabajo de duración perpetua; la prestación de los
servicios personales no implica la renuncia a los demás derechos civiles o
políticos de que goza toda persona; las únicas consecuencias por la terminación
de la relación de trabajo por parte del trabajador son de orden civil, salvo
las consecuencias penales del dolo atribuíble y plenamente probado.
- La Libertad de Trabajo no puede traer
consigo el menoscabo, ni la pérdida o el sacrificio de la libertad del hombre;
de suerte que es fundamental que en la ejecución de su relación laboral, el
trabajador conserve su libertad, sin perjuicio de que deba desempeñar su labor
bajo la autoridad del empleador, quien no puede atentar contra la libertad
personal de aquélla.
Ahora bien, no obstante lo anterior, es
preciso advertir que los artículos 16 y 17 de la C.N., preven el Derecho al
Libre Desarrollo de la Personalidad, sin más limitaciones que las que imponen
los derechos de los demás y el orden jurídico, y la prohibición de la
esclavitud y la servidumbre respectivamente, de cuya interpretación
sistemática, también se deduce la Libertad de Trabajo, en concordancia con lo
previsto en el artículo 26 del mismo Estatuto Superior. Esta advertencia
sustancial del Constituyente, pone en claro que los contenidos de la Libertad
de Trabajo y del Derecho al Trabajo no llegan ni pueden llegar a comprender su
ejercicio ilegal y sin freno, ni a comprometer el derecho ajeno o a desconocer
el orden jurídico; pero ademas, el Derecho a la Igualdad y al Libre Desarrollo
de la Personalidad, como elementos básicos que integran las nociones
constitucionales de Libertad y de Derecho al Trabajo, se define por el
Constituyente con fundamento en las limitaciones que imponen los derechos de
los demás y el orden jurídico y no incluye la consagración de una potestad
supralegal de trabajar en todo momento, lugar o sobre toda materia, sino el
reconocimiento del Derecho al Trabajo como concepto jurídico positivo previsto
para garantizar a todos los individuos la facultad de desarrollar su
personalidad y de asegurar con dignidad su subsistencia y su bienestar dentro
del marco de la convivencia jurídica entre los asociados. El Estado y las
distintas fuerzas que participan en el proceso político, pueden dentro del
ámbito de la Carta y de estos conceptos, ampliar el alcance de aquellas
nociones y definir nuevos ámbitos de promoción de bienestar de las personas y
de los trabajadores en particular y asegurar reglas nuevas de convivencia pero,
al hacerlo, han de tener presente los límites constitucionales que no son otros
que las bases del Estado Social del Derecho.
- También, se entiende por Libertad de
Trabajo, de acuerdo con la Carta, una expresión voluntaria de la personalidad
no sometida a dominio o imposición ni del Estado ni de los particulares y, en
rigor, se contrae a la categoría jurídica de la Libertad de escoger o elegir
libremente la profesión, el arte, la ocupación o el oficio, que es distinta de
la de su ejercicio según las voces de los artículos 25 y 26.
En efecto, mientras sobre el ejercicio
de las profesiones caben limitaciones por las autoridades competentes, al
poderse exigir títulos de idoneidad por la formación académica y al estar sometido
a la vigilancia de las mismas, la elección de aquellas no puede
someterse a reglas distintas de las propias de la organización académica y
administrativa.
- Ahora bien, es preciso examinar lo
correspondiente al ejercicio de las artes, las ocupaciones y los oficios que no
exigen formación académica, puesto que según las expresiones de la Carta este
puede limitarse en caso de que implique riesgo social. Aunque la
Constitución establezca en el ultimo inciso del Articulo 26 que el ejercicio
de las profesiones es libre, los términos de este específico enunciado
normativo deben interpretarse en el sentido de que la voluntad del
Constituyente no se dirige a garantizar de modo absoluto su práctica en todo
momento y lugar, ni su goce arbitrario o contra derecho, desprovisto de las
regulaciones que impone la sociedad en general; para encontrar los principales
criterios que permitan su entendimiento, debe la Corte aproximarse al examen
interpretativo de esta disposición con base en los elementos jurisprudenciales
que corresponden a su función de guardiana de la Carta.
Cabe señalar que la Constitución faculta
expresamente el establecimiento de limitaciones sobre el ejercicio de las
artes, ocupaciones y oficios, fundadas en el riesgo social, noción esta
que debe ser definida no solo legislativamente, sino también por vía
jurisprudencial. No obstante su importancia en términos de sus precisos
alcances, y la novedad que implica para efectos de su definición jurídica, esta
noción en principio presupone y comprende los fines del Estado como
organización permanente de la comunidad social erigido con fines de asegurar la
convivencia; en este sentido no se ocupa la Corte de formular una definición
absoluta y global de estas expresiones, ya que los hechos puestos a su consideración
en este asunto no dan propiamente lugar a ello; más bien, esta Corporación
contrae sus reflexiones judiciales a los hechos del caso en atenta y prudente
espera de nuevas hipótesis lo suficientemente indicadoras para verter su juicio
interpretativo al respecto de la noción positiva de riesgo social.
Basta señalar que aquella, como limitante de una libertad fundamental, supone
necesariamente una lectura restrictiva en la que prevalezca la esencia de los
derechos y garantías fundamentales de las personas; empero, dicho criterio
debe ir acompañado por la incorporación de un cabal entendimiento de los fines
públicos y sociales de la comunidad estatal definidos de modo general por la
Carta y abiertos al desarrollo legislativo. Fórmula tradicional, y aún
conveniente para lograr desde un punto de vista sistemático una visión
jurisprudencial de esta noción, es la que tiene como fundamento el concepto y
las instituciones propias del Derecho de policía, como conjunto de instrumentos
y objetivos propios del poder de corrección de la conducta de los asociados,
radicado en cabeza de la Administración Pública y sus agentes dentro de los
límites señalados por la ley y que se endereza primordialmente a la
conservación continuada del orden y la paz pública, en términos de moralidad,
seguridad y salubridad públicas.
En principio, el riesgo social hace
referencia, en un estado social y democrático de derecho a los fines
constitucionales del Estado señalados por el Constituyente, y a los objetivos y
valores propios del orden constitucional pluralista que permite desarrollos,
compromisos y acuerdos de las fuerzas políticas en juego dentro del conjunto
general de la sociedad, con miras y bajo el amparo y guía de la Constitución.
- En conclusión, para la Corte Constitucional
el libre ejercicio de las ocupaciones, artes y oficios que asegura la Carta
debe entenderse en el sentido que indica que si aquellos son de los que
requieren formación académica, la ley bien puede exigir títulos de idoneidad, y
las autoridades competentes podrán inspeccionarlos y vigilarlos de modo
ordinario, continuado y permanente; también, el artículo 26 que se analiza
permite que las ocupaciones, artes y oficios que no exijan formación académica
sean ejercidos libremente, salvo cuando aquellas impliquen un riesgo social,
caso en el cual pueden establecerse limitaciones relacionadas con dicho riesgo.
Lo anterior no significa que las
ocupaciones, artes y oficios que no requieran formación académica y que no
impliquen riesgo social según la definición que de éste haga la ley, puedan
ejercerse en todo tiempo y lugar con independencia del derecho ajeno, de los
intereses generales de la sociedad y de las demás regulaciones jurídicas
vigentes dentro del Estado. El "libre ejercicio" de estos significa
que si no son de los que exigen formación académica, las autoridades no pueden
exigir título de idoneidad, y que si no implican riesgo social no
pueden ser inspeccionados o vigilados de modo ordinario, continuado y
permanente por las autoridades, empero, siempre deben ejercerse como se ha
señalado, dentro de los límites generales del ordenamiento jurídico y de los
derechos de los demás.
2- De otra parte se observa que se han
presentado dificultades para incluir el Derecho al Trabajo en los textos
constitucionales, como fue el caso de la República Federal de Alemania, donde
se consideró que resultaba extraño a la estructura económica prevista en la
misma constitución.
El siglo XIX muestra el esfuerzo realizado
para que este derecho, tenido por revolucionario, socializante y
desestabilizador, pudiera alcanzar rango constitucional sólo a partir de la
presente centuria y como resultado de la función social impuesta a la
economía, al rediseñarse el Estado Liberal; en adelante, adquiere el Derecho al
Trabajo la dimensión de un logro del reformismo concertado (art. 55 C.N.),
para resultar compatible con la libertad de empresa y las economías de
mercado.
Ahora, el artículo 25 de la C.N. consagra
el derecho y el deber de trabajar, indicando que el trabajo gozará de la
especial protección del Estado. El primero se reconoce a toda persona "en
condiciones dignas y justas"; además, la Carta Política en el artículo
52, consagra el derecho al aprovechamiento del tiempo libre, es decir, del no
trabajo, reconociendo en favor de los trabajadores y de las personas en
general, el derecho a la recreación y a la práctica del deporte; también el
artículo 54 impone la obligación al Estado y a los empleadores de ofrecer
formación y habilitación profesional y técnica a quiénes lo requieran y al
Estado en especial la obligación de propiciar la ubicación laboral de las
personas en edad de trabajar y garantizar a los minusválidos el derecho a un
trabajo acorde con sus condiciones de salud; el artículo 55, garantiza el
derecho a la negociación colectiva y el deber del Estado de concertar los
conflictos colectivos del trabajo. Igualmente, el artículo 56 garantiza el
Derecho de Huelga; el artículo 57 autoriza al legislador para propiciar la
participación de los trabajadores en la gestión de las empresas; el artículo
58 obliga al Estado a proteger y promover las formas asociativas y solidarias
de la propiedad. Estas son expresas previsiones del Constituyente, orientadas
todas a fijar las condiciones generales del Derecho al Trabajo en la Sociedad
Colombiana.
Especial mención requiere el artículo 53 de
la Constitución Nacional, frente a las acciones que se analizan, pues, ésta
norma ordena al Congreso expedir un estatuto del trabajo que tendrá en cuenta
por lo menos los siguientes principios constitucionales: igualdad de
oportunidades; remuneración mínima vital y móvil, proporcional a la cantidad y
calidad del trabajo; estabilidad en el empleo; irrenunciabilidad de derechos
laborales; facultades para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y
discutibles; interpretación favorable al trabajador; primacía de la realidad
sobre formalidades establecidas por los sujetos de las relaciones laborales;
garantía a la seguridad social, la capacitación, el adiestramiento y el
descanso necesario; protección especial a la mujer, a la maternidad y al
trabajo del menor. Todos estos principios reguladores del Derecho al Trabajo
tienen por mandato expreso de la Carta, rango constitucional. De otra parte,
entendido en el sentido de que no se sacrifican tampoco las demás libertades
del hombre, el Derecho al Trabajo depende, entre otros, de elementos objetivos
como las posibilidades fiscales del Estado y las variables económicas y
sociales generadoras de empleo.
Por eso, este derecho y las disposiciones,
previstas en los artículos 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58 y 64 de la C.N., fue
regulado por el Constituyente en la categoría que denominó de los
"Derechos Sociales Económicos y Culturales", lo que también le da status
de derecho asistencial, y por lo tanto, desde este específico punto de vista,
no es objeto de la acción de tutela prevista en el estatuto fundamental.
Ahora bien, no cabe duda que en nuestro
ordenamiento jurídico el Derecho al Trabajo es una manifestación de la libertad
del hombre y, por tanto, en último término tiene su fundamento en la dignidad
de la persona humana; de ahí que su constitucionalización haya sido el
resultado de un largo y difícil proceso histórico, en cuyo fondo aparecen las
grandes luchas políticas y sociales por la libertad del hombre.
El Derecho al Trabajo está hoy encuadrado
entre los derechos sociales y libertades económicas, pero es claro, como lo ha
señalado la doctrina en estas materias, que los derechos sociales no
constituyen más que una parte de las libertades de contenido económico, que a
su vez constituyen un conjunto más desarrollado de las libertades públicas.
Analizado desde este punto de vista, el
Derecho al Trabajo implica el derecho a obtener un empleo, pero ello no quiere
decir, como también se encarga de esclarecerlo la doctrina, que este derecho
establezca la prestación y el ofrecimiento necesario de trabajo a todo
ciudadano que se halle en condiciones de realizarlo; aparece únicamente bajo
la virtualidad que le presta el principio de acceso a los cargos según el
mérito y capacidad de los aspirantes, requisitos que tienen su aplicación más
rigurosa en el ámbito de la función pública.
Tampoco implica que las profesiones, artes,
ocupaciones u oficios puedan ejercerse en todo lugar y tiempo y sobre todas las
materias; aquellos están limitados obviamente por el derecho ajeno, por la ley
e incluso por el reglamento administrativo, siempre que no se atente contra la
naturaleza del mismo derecho, ni contra su núcleo esencial. En este sentido
también se tiene que nadie puede ejercer el Derecho al Trabajo desconociendo
los derechos de los demás, y las regulaciones legales y administrativas
previstas para asegurar el interés de la colectividad y los restantes derechos
de todas las personas; a ésta conclusión se añade lo dispuesto por el Artículo
95 de la Carta, que establece, entre otros, como deberes de la persona el de
respetar los derechos ajenos y el de no abusar de los propios, pues ésta es una
categórica afirmación de los postulados esenciales de todo Estado de Derecho
que sirve de fundamento jurídico a la convivencia en la sociedad en aras de la
armonía social. Se previene así el abuso del derecho y se garantiza un mínimo
de condiciones para que todos los asociados puedan disfrutar de sus derechos.
En el sector privado, inclusive bajo las
formas relativas de libertad de empresa que coexisten con la dirección económica
a cargo del Estado, el Derecho al Trabajo se ejercita dentro de la libertad de
contratación que le permite al empresario la facultad de elegir entre los
aspirantes al trabajo, aun en el supuesto de que tal elección deba efectuarse
entre quiénes se hallen en determinadas circunstancias.
3. El Deber del Trabajo como una obligación
social, consagrado en el artículo 25 de la Carta, en algún modo resulta una
fórmula de equilibrio matemático o físico frente al reconocimiento del Derecho
al Trabajo y no puede ser la posibilidad de imposición de trabajos forzosos.
Debe distinguirse también de la posibilidad de obligar al cumplimiento de
determinadas actividades laborales con el fin de obtener ciertos beneficios;
tal es el caso de las tareas de prestación de servicios cívicos, que no pugna
con la Constitución como se vio mas arriba. Es, en su esencia, un postulado de
armonía social y de racionalización de los recursos humanos que impone a todos
los asociados en condiciones de producir y de aportar sus capacidades al
proceso económico, la carga de contribuir al bienestar colectivo y de no
abandonarse a la caridad y a la asistencia pública.
Quinta. El Artículo 86 de la Constitución
Nacional y la Acción de Tutela
A. Para definir otro de los fundamentos de
esta providencia, esta Sala estima que la Acción de Tutela está prevista en
el artículo 86 de nuestra Carta Fundamental como un mecanismo procesal
complementario, específico y directo que tiene por objeto la protección
concreta e inmediata de los derechos constitucionales fundamentales, en una
determinada situación jurídica, cuando éstos sean violados o se presente
amenaza de su violación.
B. Dicha acción es un medio procesal
específico porque se contrae a la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales, afectados de modo actual e inminente y no a
otros, y conduce, previa la solicitud, a la expedición de una declaración
judicial que contenga una o varias ordenes de efectivo e inmediato
cumplimiento.
C. Es directo, porque siempre presupone una
actuación preferente y sumaria a la que el afectado puede acudir sólo en
ausencia de cualquier otro medio de defensa judicial, salvo que se utilice
apenas y excepcionalmente como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable y, en todo caso, procura la restitución al sujeto peticionario en
el goce del derecho de rango constitucional que se demuestra lesionado.
D. Es necesario destacar que tanto en la
norma constitucional, como en su desarrollo legislativo, el ejercicio de la
citada acción está condicionado, entre otras razones, por la presentación ante
el Juez de una situación concreta y específica de violación o amenaza de
violación de los derechos fundamentales, cuya autoría debe ser atribuída a cualquier
autoridad pública o, en ciertos eventos definidos por la ley, a sujetos
particulares. Además, el peticionario debe tener un interés jurídico y pedir
su protección también específica, siempre en ausencia de otro medio judicial de
protección o excepcionalmente, como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable.
Es, en efecto, un mecanismo judicial de
origen constitucional de evidente carácter residual que está previsto para
asegurar la tutela efectiva y sustancial de los derechos constitucionales
fundamentales, pues "solo procederá cuando el afectado no disponga de
otro medio de defensa judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable". Se establece así
un sistema complementario de garantía de aquellos derechos constitucionales
fundamentales que, con determinadas características de sumariedad, preferencia
y efectividad, impida en dicho ámbito la ausencia de su protección judicial,
pues el constituyente quiso superar con sus previsiones, determinadas
deficiencias de la organización del sistema judicial que, entre otras causas,
por su carácter legislado, no garantizaba la plena, efectiva e integral
protección de los derechos constitucionales fundamentales tan caros al Estado
Social y Democrático de Derecho y al constitucionalismo en todas sus
evoluciones.
E. No se trata de una vía de defensa de la
Constitución en abstracto o con fines generales, que pueda dirigirse contra
todos los integrantes o agentes de una Rama del Poder Público en su conjunto ,
o contra un acto con vocación general y abstracta para lo cual la Carta y la
ley establecen otras vías; ni versa sobre derechos subjetivos controvertibles
judicialmente por las vías ordinarias o especializadas, ni sobre la legalidad
de los actos administrativos de contenido individual, subjetivo y concreto,
atacables ante la jurisdicción constitucionalmente competente de lo contencioso
administrativo.
F. Su consagración constitucional se
endereza a establecer un procedimiento, o eventualmente un conjunto de
procedimientos judiciales autónomos, específicos y directos de garantía
inmediata de muy precisos derechos y libertades establecidos en principio en
el capítulo I del Título Segundo de la Constitución y considerados como fundamentales,
cuando quiera que, se repite, sean agraviados por la concreta acción o la
omisión de una autoridad pública o por un organismo del Estado, siempre
identificable especificamente como una autoridad responsable de la misma, o
por un particular en los términos señalados por la ley.
Sexta. La Denegación de la Tutela
Reclamada
La consideraciones expuestas acerca del
trabajo y de su regulación constitucional, a las cuales habría que agregar los
efectos que la Carta Superior proyecta sobre el trabajo como consecuencia de
la organización económica y social que ella dispone, muestran, en criterio de
la Sala, que el Derecho al Trabajo tiene el carácter de derecho fundamental,
objeto por lo mismo de la Acción de Tutela.
En verdad, como se advirtió desde el inicio
de estas consideraciones, el peticionario reclama de la jurisdicción de tutela
una lectura interpretativa de los artículos 25 y 26 de la Carta que en
desarrollo del Derecho al Trabajo le asegure que puede ejercer el oficio de
fotógrafo en cualquier dependencia pública en la que se celebre un acto
público, con independencia de las regulaciones administrativas internas de
estas, sin considerar si las personas desean o no sus servicios, y sin observar
los elementos que implica el derecho a la intimidad personal (art. 15 C.N.).
No cabe, dentro de las expresiones
analizadas de la Carta, que las personas en ejercicio del citado derecho puedan
pasar por encima de aquellas limitaciones y ubicarse en cualquier espacio,
incluso el publico para efectos de satisfacer su voluntad de gozar a su manera
del Derecho al Trabajo. En concepto de la Corte el citado derecho goza en
todas sus modalidades de la especial protección del Estado, pero esto no
significa que la Constitución habilite a las personas para acceder a su
ejercicio por fuera de los derechos de los demás, ni que comprometa a las
autoridades judiciales para exigir de todas las personas públicas y privadas la
satisfacción de los personales intereses de quien aspira a gozar de un trabajo.
En el caso que resuelven las sentencias que
se examinan, no se trata de la exigencia de un permiso, licencia o requisito
adicional para limitar el ejercicio de un oficio, arte, ocupación o actividad
(art. 84 C.N.); simplemente se trata de las naturales expresiones de las
competencias administrativas internas de una dependencia pública que, por
distintas razones, entre ellas las de la seguridad, limita el acceso de
personas extrañas al giro ordinario de sus responsabilidades oficiales a unas
determinadas dependencias. Es preciso advertir que también está presente en
estas consideraciones el derecho que asiste a todas las personas de conservar
en la intimidad sus realizaciones personales, inclusive los que tienen una
proyección social como es el acto objetivo de graduarse en una institución de
educación superior.
Iguales limitaciones pueden establecerse en
el interior de las instalaciones oficiales, con fines de salubridad y de
moralidad, y para atender, conforme a los cometidos legales, los compromisos
administrativos correspondientes sea por vía del reglamento general o por el
reglamento residual de competencia de las autoridades de conformidad con la
Constitución y con la Ley.
No obstante que se trate de actos públicos
en los que actúa la Administración y sus agentes, y que se celebran en
dependencias públicas, forma parte de las funciones y de las competencias de
aquella, regular el acceso físico de las personas a los mismos; no sobra
advertir que las instalaciones en las que se asienta una persona jurídica de Derecho
Público no son consideradas espacios abiertos, carentes de reglas
administrativas internas y externas que regulen la conducta de las personas en
dichos espacios.
Reitérase que el reglamento expedido por la
Universidad de Antioquia y sus autoridades administrativas encuentra fundamento
legal y constitucional, pues está previsto para asegurar reglas propias de una
sana administración. Inclusive, en el caso del espacio público y el Derecho al
Trabajo, prevalece el interés general y no siempre es posible en todo momento
ejercer cualquier actividad sobre la base de ser titular de aquella garantía
constitucional.
La Corte no comparte las apreciaciones del
peticionario, pues como se ha señalado en su entendimiento "el libre
ejercicio" que asegura la Carta para el caso de las ocupaciones, artes y
oficios, debe entenderse en el sentido de que la persona dedicada a una de
aquellas actividades que expresan su Derecho al Trabajo, debe someterse a las
limitaciones propias de los derechos ajenos, como el de escoger con quien se
contrata el servicio de la fotografía, y él de respetar desde este punto de
vista el derecho a la intimidad personal, que también tiene la categoría de
derecho fundamental, y además, las reglamentaciones de la órbita
administrativa de las dependencias públicas en las que se pretenda ejercer
tales actividades. Es evidente que la Constitución asegura el derecho
fundamental de todas las personas a la igualdad; sin embargo, ésta no es ni
puede ser, entendida en su relación con el Derecho al Trabajo, como la
posibilidad de su ejercicio carente de los límites señalados, pues bien puede
ocurrir que los interesados en obtener la prestación de un servicio personal o
institucional establezcan internamente reglas de selección, o prefieran a unos y
no a otros de quienes ofrecen sus servicios, o prefieran no recibirlos de
ninguno.
Aunque, como se vio, el Derecho al Trabajo
consagrado en el artículo 25 de la Carta sea un derecho constitucional
fundamental, su ejercicio se encuentra condicionado por los demás derechos de
las personas, por las restantes disposiciones de la Constitución y por las
disposiciones legales que expida el legislador con fundamento en aquella; así,
el que la Carta Fundamental asegure este derecho dentro de la esfera de los
derechos constitucionales de la persona y por tanto le de el status de
Derecho constitucional fundamental, no significa que pueda ejercerse en todo
momento, lugar y oportunidad con independencia de condiciones personales
objetivas y de materia. Obviamente, tanto los disposiciones legales como los
límites contractuales y reglamentarios no pueden llegar a suprimir el núcleo
esencial del derecho mismo radicado en una persona o en un grupo de personas
con base en odiosas y ofensivas causas violatorias de los Derechos
Fundamentales, hasta el punto de desconocerlo, situación que no se presenta en
los hechos que configuran el caso que se atiende, pues el peticionario puede
ser llamado por cualquier graduando para efectos de ser contratado en cada
evento en que se verifique un acto de grado en las instalaciones de la
mencionada Universidad. Nada se opone a que así sea y la reglamentación de la
Universidad es muy clara al respecto.
Por último, no obstante que la ley 20 de
1991, haya reglamentado el ejercicio de la actividad técnica o la profesión
tecnológica especializada de la Fotografía y Camarografía como lo advierte el
peticionario, dichas reglas no se refieren en ninguno de sus apartados al
derecho de ejercer dicha actividad en todo lugar y en todo momento, por fuera
de los derechos de los demás y de las regulaciones establecidas por el derecho,
puesto que ni a la luz de la Carta anterior, ni bajo las reglas de la que ahora
rige a los colombianos lo podía decir; aquella ley se refiere a la legalización
y al reconocimiento del ejercicio de la actividad técnica y la profesión
tecnológica y a los requisitos para obtener el título correspondiente y somete
a quiénes se dedican a ella a los reglamentos que puede expedir el Consejo
Nacional del Fotógrafo y del Camarógrafo.
En tales condiciones y por las razones
señaladas, procede la Corte a confirmar las providencias que se revisan.
En mérito de lo expuesto, la Corte
Constitucional en Sala de Revisión de Tutelas, administrando justicia en nombre
del pueblo y por mandato de la Constitución:
R E S U E L V E :
Primero. CONFIRMAR las sentencias relacionadas con la acción de
la referencia proferidas el 6 de febrero de 1992 por el Juzgado Undécimo de
Instrucción Criminal radicado en la ciudad de Medellín, y el 27 de febrero de
1992 por el Tribunal Superior de Medellín en Sala de Decisión Penal.
Segunda. Comuníquese la presente decisión a los Despachos
judiciales citados en la anterior disposición, para que sea notificada a las
partes conforme lo dispone el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, publíquese, comuníquese, insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
FABIO MORON DIAZ SIMON RODRIGUEZ
RODRIGUEZ
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
79 | T-450-92
Sentencia No
Sentencia No. T-450/92
DERECHO A LA
EDUCACION-Contenido/DERECHOS
DEL NIÑO
Se prohija la doctrina constitucional que
reconoce la educación como un derecho fundamental, con la consecuencia de su
exigibilidad ante el Estado o los particulares que prestan este servicio
público (derecho público subjetivo), así como su aptitud para ser protegido de
forma inmediata a través del ejercicio de la acción de tutela. El derecho a la
educación supone la existencia de los derechos al acceso y a la permanencia en
el sistema educativo.
El contenido esencial del derecho a la
educación se ve vulnerado, y es por tanto tutelable, cuando arbitrariamente se
niega por parte de la entidad que presta el servicio público el acceso o la
permanencia en el sistema educativo. El derecho a la permanencia cuando se
cumplen los requisitos para gozar de él, incluye el derecho a conservar el
ambiente y lugar de estudios, los vínculos emocionales y afectivos, así como el
medio propicio para el desarrollo armónico e integral de la personalidad. El
cambio abrupto y arbitrario de establecimiento de educación y la crisis que
éste puede generar en el niño no se compadecen con el derecho al cuidado y al
amor reconocido a éste por la Constitución.
SERVICIO PUBLICO
DE EDUCACION
La educación es un servicio público que
tiene una función social, cuya prestación está a cargo del Estado o de los
particulares, bajo la suprema inspección y vigilancia del Estado. De su
naturaleza de servicio público se deduce que los fines de la educación son el
servicio a la comunidad, la búsqueda del bienestar general y la elevación de la
calidad de vida de la población. Las entidades particulares autorizadas por las
autoridades públicas competentes para prestar el servicio público de la
educación deben estar guiadas en primer término por el servicio a la comunidad.
La función social de la educación excluye, por tanto, el manejo totalmente
libre y patrimonialista propia del derecho empresarial. Las entidades
educativas no tienen como objeto exclusivamente la explotación económica del
servicio público que prestan. Al contrario, su autonomía interna debe reflejar
la constante disposición a contribuir solidariamente con miras a la
satisfacción de las necesidades intelectuales, morales y físicas de los
educandos.
IGUALDAD DE
OPORTUNIDADES/DERECHO A LA EDUCACION
La jurisprudencia constitucional ha
completado las garantías mediante la aplicación del principio de igualdad de
oportunidades en la educación, como antídoto contra la arbitrariedad, la
discriminación y el desconocimiento de las desventajas relativas en que se
encuentran las personas en circunstancias de debilidad manifiesta. El derecho a
la igualdad de oportunidades se ve transgredido por la decisión de las
directivas del Colegio Militar Caldas. El motivo que llevó a no permitir la
matrícula de los niños es irrelevante para establecer una diferenciación de
trato respecto de los demás alumnos que venían estudiando en el establecimiento
y que también habían aprobado los requisitos para pasar al grado académico
siguiente.
DERECHO A
EDUCAR/ASOCIACION DE PADRES DE FAMILIA
La Constitución reconoce los derechos de
los padres - a través de la vías democráticas determinadas por ley, v.gr. las
asociaciones de padres de familia - a participar en la dirección de las
instituciones de educación. La pareja, en cumplimiento de su deber de educar a
sus hijos, hace parte de la comunidad educativa para los fines establecidos en
la Constitución.
El derecho de los padres a participar en la
educación formal de sus hijos, también ha sido desconocido por la acción de la
entidad demandada. El principio de participación democrática supone a nivel
educativo la colaboración y cooperación armónica entre padres, directivas y
profesores.
ACCION DE TUTELA
CONTRA PARTICULARES
La Constitución y la ley facultan a la
persona para ejercer la acción de tutela, contra particulares que tengan a su
cargo la prestación del servicio público de la educación. Los requisitos
exigidos para ello -ser un derecho fundamental, ser un servicio público y estar
a cargo de un particular -condicionan la procedencia de este mecanismo
constitucional con efectos frente a terceros.
JULIO 10 DE 1992
REF: Expediente
T-1211
Actor: HANS
FERNANDO CASTILLO JACOBUS
Magistrado
Ponente:
Dr. EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Segunda de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, José
Gregorio Hernández Galindo y Alejandro Martínez Caballero, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de tutela T-1211 adelantado
por el señor HANS FERNANDO CASTILLO JACOBUS contra el Colegio Militar Caldas
de la ciudad de Santafé de Bogotá.
A N T E C E
D E N T E S
1. El señor HANS FERNANDO CASTILLO JACOBUS,
en representación de sus hijos menores de edad HANS FERNANDO, HELMUTH FERNANDO,
y EGON FERNANDO CASTILLO interpuso acción de tutela contra el Coronel (r)
FABIO GUILLERMO LUGO PEÑALOSA, en su calidad de Rector y representante del
Colegio Militar Caldas de la ciudad de Santafé de Bogotá, por considerar que el
mencionado colegio violó los derechos de los menores a la educación y a la
cultura, garantizados en los artículos 44 y 67 de la Constitución Política. El
petente solicitó al Juez de tutela ordenar a la entidad que le permitiera
matricular a sus hijos en los cursos a que tenían derecho para el periodo
académico de 1992 por haber aprobado los requisitos legales y académicos, y se
advirtiera a las directivas y personal académico del Colegio sobre el deber de
abstenerse de ejercer represalias de ningún tipo, contra los jóvenes CASTILLO MEJIA.
2. En su escrito petitorio, el accionante
relató como a pesar de que sus hijos ya han cursado durante cuatro años
estudios en ese colegio, habían observado buena conducta, distinguiéndose como
buenos estudiantes al haber aprobado todas las áreas de estudio, no se le
permitió matricularlos. Según su escrito, el día 25 de noviembre de 1991,
cuando se disponía a matricular a su hijo Egon Fernando para el año lectivo de
1992, la funcionaria encargada en la Secretaría del colegio le informó que no
podía autorizar la matrícula porque en la institución había una lista de niños
"vetados" por las directivas del colegio, en la cual aparecían los
Castillo Mejía. El solicitante anotó respecto a tal determinación:
"Al parecer, la
razón para no autorizar la matrícula de mis hijos, para el año lectivo de 1992,
se originó en actuaciones mías como Secretario General de la Asociación de
Padres de familia, que no tenían porqué repercutir en contra de los menores.
Por otra parte, mi actuación en dicho cargo, no fue ilegal, ni contraria a las
disposiciones que rigen para el funcionamiento de dichas asociaciones."
3. El señor CASTILLO JACOBUS dirigió varias
peticiones escritas al Rector del colegio, Coronel (r) FABIO GUILLERMO LUGO
PEÑALOSA, en las que solicitaba se le expusieran por escrito "las razones
que tenga la Rectoría General para no autorizarme la matrícula de mis
hijos" (fl. 8).
4. En respuesta a la última de las
peticiones, el Rector, Coronel (r) Lugo Peñalosa el 15 de diciembre de 1991
expresó:
"Comoquiera que
este plantel del sector privado es de propiedad de la Cooperativa Multiactiva
de Militares en Retiro Ltda. "COOMILITAR", y sus directivos
decidieron no otorgarle cupos a sus dependientes, el instituto ha procedido a
acatar dicha disposición". (fl. 9)
5. El Juzgado 19 Penal Municipal de Santafé
de Bogotá, mediante providencia de tutela del 10 de febrero 1992, acogió
favorablemente las pretensiones del solicitante ordenó a las directivas del
Colegio Militar Caldas autorizar las respectivas matrículas y condenó en
abstracto a la Institución a pagar a los afectados el daño emergente causado
con su acción. El fallador de primera instancia fundó su decisión en que
"no se dió ninguna de las causales allí establecidas (en el reglamento
estudiantil), para impedir el ingreso de los estudiantes CASTILLO MEJIA, ni se
llevó a cabo procedimiento alguno para sancionar a estos estudiantes, ni mucho
menos al padre de familia que los representa, no teniendo que afectar a éstos
en su educación, máxime si los niños llevan aproximadamente cuatro años en
dicha institución,...".
6. El Rector LUGO PEÑALOSA, en su calidad
de representante legal del Colegio Militar Caldas impugnó la anterior decisión.
Adujó para controvertirla que tratándose de un centro educativo de carácter privado,
como en efecto lo es el Colegio Militar Caldas por pertenecer a la
"Cooperativa Integral de Militares en Retiro Ltda.", éste disponía de
autonomía para elegir a sus contratantes. En su sentir, el fallo impugnado
desconoció la libertad de empresa. Dijo el rector:
"obligar a
contratar con una persona como en el caso del señor Hans Fernando Castillo
Jacobus, no reune las condiciones apropiadas para convivir dentro de la
comunidad educativa, si se tiene en mente su ánimo beligerante, conflictivo y
desafiante. ... durante un periodo de tres años tanto el colegio como sus
propietarios, toleraron las conductas sensurables de CASTILLO JACOBUS, en
consideración a sus hijos que cursaban estudios en el instituto y no obstante
el habérsele insinuado que buscara otro plantel de la misma modalidad ya que en
esta ciudad funcionan más de siete con orientación militar, el mencionado se
mostró iracundo y amenazante".
7. El Juzgado 14 Penal del Circuito, quien
conociera del recurso, confirmó mediante fallo del 25 de febrero de 1992 la
decisión impugnada en todas sus partes, salvo en lo referente a la condena en
abstracto por concepto de daño emergente, en razón de que "los alumnos
finalmente fueron matriculados dentro del término de iniciación de clases del
calendario A, no originándose de esta forma, daños que puedan ser objeto de
indemnización". Además de acoger los argumentos del fallo impugnado, el
juzgador de segunda instancia declaró que
"la educación
tiene la categoría de servicio público que cumple una función social y que está
a cargo del Estado, pero que en este caso fue delegada en un particular; prima
sobre cualquier interés particular que los asociados puedan albergar. De ahí
que no se puede asegurar como lo hace el apelante, que esa relación estudiante-colegio,
sea de carácter contractual, y menos bajo una clase de contrato por la cual una
de las partes puede discrecionalmente darlo por terminado autónomamente, pues
tal concepto de autonomía se predica de otras actividades propias de las
instituciones docentes, como son su régimen de personal y de administración
interna, así como respecto de la actividad académica propiamente
dicha,...".
Para el juzgador de segunda instancia, la
actitud del colegio violó el derecho a la educación de los menores al colocarlos
arbitrariamente fuera del "sistema educativo del plantel", con lo
cual además desconoció el derecho a la igualdad y el principio de prevalencia
de los derechos de los niños, consagrados en los artículos 13 y 44 de la
Constitución Nacional, respectivamente.
8. La anterior decisión fue enviada a esta
Corte para su eventual revisión y, luego de ser seleccionada, correspondió a
esta Sala su conocimiento.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Doctrina constitucional en materia de
educación
1. La Corte Constitucional tiene sentada
una firme doctrina constitucional en torno al derecho a la educación. En
sucesivos fallos de tutela se han delineado el alcance y los contornos de la
educación, con énfasis en la necesidad de hacer efectivas las garantías
constitucionales para asegurar los fines del Estado, en particular, el acceso
al conocimiento y a la cultura.
Naturaleza jurídica de la educación
2. La Constitución expresamente define la
educación como "un derecho de la persona y un servicio público que tiene
una función social (CP art. 27). La doble naturaleza de la educación como
derecho individual y como servicio público impone una interpretación
sistemática de los artículos constitucionales que la regulan, con miras a
integrar sus diferentes elementos constitutivos. Mientras que su carácter de
derecho de la persona la vincula estrechamente con el derecho a la libertad de
enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra (CP art. 27), su categoría de
servicio público incorpora el núcleo de interés general que se vincula a su
prestación (CP arts. 365 y ss.).
Derecho fundamental de la educación
3. El carácter de derecho fundamental ha
sido reconocido a la educación de manera múltiple y reiterada por esta Corte.
En sentencia T-02 de 1992 se afirmó que, tanto por su naturaleza inherente al
hombre como por su consagración expresa en relación con los niños, el derecho a
la educación es fundamental1 .
Posteriormente, en un caso en el cual se
delimitó el alcance de la educación especial se reafirmó la fundamentalidad de
este derecho al asociarlo indisolublemente con el derecho a la igualdad de
oportunidades. En efecto, en sentencia T-429 la Corte sostuvo que
"Tanto por la
naturaleza y función del proceso educativo como porque reune a plenitud los
requisitos y criterios de esa categoría constitucional abierta que es hoy el
derecho fundamental, esta Corte ha reconocido que la educación es uno de tales
derechos que realiza el valor y principio material de la igualdad, consignado
en el preámbulo y en los artículos 5o. y 13 de la Carta2 ".
De otra parte, esta Sala sostuvo que
tratándose de los derechos de los niños, no sólo por el reconocimiento expreso
de la educación como un derecho fundamental a su favor sino por el carácter
obligatorio de la misma, es inobjetable, lógica y jurídicamente, afirmar el
carácter fundamental de este derecho3 para las personas obligadas por la
propia Constitución a educarse.
En el presente caso, se prohija la doctrina
constitucional que reconoce la educación como un derecho fundamental, con la
consecuencia de su exigibilidad ante el Estado o los particulares que prestan
este servicio público (derecho público subjetivo), así como su aptitud para ser
protegido de forma inmediata a través del ejercicio de la acción de tutela (CP
art. 86).
Servicio público de la educación
4. Dentro de los fines esenciales del Estado
está la de servir a la comunidad. De allí que los servicios públicos sean
inherentes a la finalidad social del Estado (CP art. 365) y que a través suyo
se promueva el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la
población (CP art. 366).
La educación es un servicio público que
tiene una función social (CP art. 67, inc. 1), cuya prestación está a cargo del
Estado o de los particulares, bajo la suprema inspección y vigilancia del
Estado. De su naturaleza de servicio público se deduce que los fines de la
educación son el servicio a la comunidad, la búsqueda del bienestar general y
la elevación de la calidad de vida de la población. La educación-servicio
público es un medio para alcanzar los valores esenciales del ordenamiento
constitucional, en especial la convivencia, el trabajo, la justicia, la
igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz (CP. Preámbulo). Cualquier
desviación en los fines de este servicio público puede llevar a retardar o
entorpecer la materialización de los valores definitorios de nuestra identidad
nacional.
Servicio público con función social
5. Por oposición a otros servicios públicos
de carácter contractual o sinalagmático - los servicios domiciliarios -, la
educación tiene expresamente una función social. La primera y principal
consecuencia de ello es que las entidades particulares autorizadas por las
autoridades públicas competentes para prestar el servicio público de la
educación deben estar guiadas en primer término por el servicio a la comunidad.
La función social de la educación excluye,
por tanto, el manejo totalmente libre y patrimonialista propia del derecho
empresarial. Las entidades educativas no tienen como objeto exclusivamente la
explotación económica del servicio público que prestan. Al contrario, su
autonomía interna debe reflejar la constante disposición a contribuir
solidariamente con miras a la satisfacción de las necesidades intelectuales,
morales y físicas de los educandos.
Contenido del derecho a la educación
6. Como también ya lo ha sostenido esta
Sala, el derecho a la educación supone la existencia de los derechos al acceso
y a la permanencia en el sistema educativo (CP art. 67 inc.5). Respecto del
primero, la Corte en sentencia T-402 afirmó:
"La obligación
de educarse supone como condición previa el acceso a los centros educativos.
Existe entonces un derecho constitucional para acceder a la educación formal,
ya que de dicho acceso depende la posibilidad de cumplimiento de una obligación
exigida a la persona4 ".
En relación con el derecho a permanecer en
el sistema educativo, la misma sentencia sostuvo que
"Con mucha
mayor razón debe afirmarse la existencia de un derecho público subjetivo frente
al Estado de permanecer en el sistema educativo. La voluntad expresa del
constituyente ha sido la de proteger la educación en su integridad. La
Constitución garantiza el acceso y la permanencia en el sistema educativo,
salvo que existan elementos razonables - incumplimiento académico o graves
faltas disciplinarias del estudiante - que lleven a privar a la persona del
beneficio de permanecer en una entidad educativa determinada5 .
El contenido esencial del derecho a la
educación se ve vulnerado, y es por tanto tutelable, cuando arbitrariamente se
niega por parte de la entidad que presta el servicio público el acceso o la
permanencia en el sistema educativo. El efecto inmediato de desconocer alguno
de estos derechos constitutivos de la educación es la violación de su núcleo
esencial por colocar en condiciones de imposibilidad a su titular para ejercer
las facultades que se desprenden de su derecho. Para este evento, precisamente,
el orden constitucional ha instituido una serie de garantías para asegurar la
efectividad de los derechos consagrados en la Constitución.
Garantías constitucionales del derecho a la
educación
7. Tradicionalmente, las constituciones
colombianas han consagrado como garantía del derecho a la educación mecanismos
de control institucional entre los que se encuentra la suprema inspección y
vigilancia de los establecimientos educativos por parte del Estado, con el fin
de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y la mejor formación
moral, intelectual y física de los educandos (CP art. 67 inc. 5).
A su vez tratándose de los niños, la
Constitución consagra la prevalencia de sus derechos - entre los cuales se
encuentra el de la educación - sobre los derechos de los demás (CP art. 44).
Esta específica garantía resuelve apriori, en favor de los primeros, los
conflictos de interés que puedan surgir entre los niños, los padres y las
directivas o propietarios de los establecimientos educativos por razón de su
dirección y funcionamiento.
De otra parte, la jurisprudencia
constitucional ha completado las anteriores garantías mediante la aplicación
del principio de igualdad de oportunidades en la educación, como antídoto
contra la arbitrariedad, la discriminación y el desconocimiento de las
desventajas relativas en que se encuentran las personas en circunstancias de
debilidad manifiesta (CP art. 13). Así lo ha sostenido esta Sala en la
sentencia ya citada cuando dijo:
"El principio
de igualdad de oportunidades juega un papel neurálgico en la tarea de mantener
y promover un orden justo (CP Preámbulo, art. 2), en una sociedad que además de
la pobreza se caracteriza por una inequitativa distribución de recursos. La
obligación del Estado de promover las condiciones para alcanzar una igualdad
real y efectiva sólo podrá verse cumplida mediante el respeto e igual
consideración de todas las personas en el diseño y funcionamiento de las
instituciones públicas. Tratándose de un menor de edad se espera que su
permanencia en una entidad educativa sea garantizada por encima de las
decisiones arbitrarias de la autoridad de turno con poder decisorio para
otorgar o denegar cupos de estudio6 ".
Ponderación de intereses entre directivas y
padres de familia
8. No pocas ocasiones de divergencias de
opinión, enfrentamientos personales y desaveniencias académicas o
disciplinarias se presentan entre las directivas o profesores y los padres de
familia. Tales situaciones son nocivas para el desarrollo y bienestar del menor
y deben ser tramitadas pacíficamente y a través de los cauces institucionales,
basados en los principios de solidaridad, participación democrática, pluralismo
y tolerancia.
Es comprensible que tratándose de la
formación de sus hijos, los padres sean especialmente susceptibles respecto de
las decisiones que se tomen en el proceso educativo. La Constitución reconoce
los derechos de los padres - a través de la vías democráticas determinadas por
ley, v.gr. las asociaciones de padres de familia - a participar en la dirección
de las instituciones de educación. La pareja, en cumplimiento de su deber de
educar a sus hijos, hace parte de la comunidad educativa para los fines
establecidos en la Constitución (CP art. 68 inc. 2). Esta Sala sostuvo al
respecto:
"En cuanto al
derecho de los padres a educar a sus hijos (CP art. 42 inc. 8) podrían
presentarse divergencias con las directivas del centro educativo al cual
asisten los menores de edad. En caso de conflicto entre la autonomía del
centro docente - expresada en la libertad de enseñanza (CP art 27) y en la
facultad de fundar establecimientos educativos (CP art. 67 inc.1)- y los
derechos de los padres a educar a sus hijos y a participar en la dirección de
las instituciones de educación (CP art.68 inc. 2), el constituyente se ha
manifestado en favor de los niños al consagrar la prevalencia de sus derechos
sobre los derechos de los demás (CP art. 44 inc. 2), lo que significa que la
mejor alternativa que responda objetivamente a su interés y al desarrollo de su
personalidad es la que en cada caso concreto deberá promoverse.
Sería violatorio de
la Constitución no respetar el derecho de permanencia del menor en el centro
educativo a raíz de las disputas surgidas entre padres de familia y directivos
o profesores. Tal circunstancia, además de ser un elemento ajeno a las causales
de exclusión del sistema educativo, viola el mandato constitucional de no
discriminación por razón del origen familiar contenida en el artículo 13 de la
Carta, así como la prevalencia de los derechos de los niños sobre los derechos
de los demás". (...)
"El artículo 5
de la Constitución ampara a la familia como institución básica de la sociedad.
En el seno de la familia el niño descubre y aprende por primera vez a conocer
el mundo. De ahí la función primordial asignada a los padres en la educación de
sus hijos, con los derechos y las obligaciones que su cumplimiento impone para
el desarrollo armónico e integral del menor y el ejercicio pleno de sus
derechos.
Los derechos y
obligaciones de los padres no cesan por el hecho de ingresar el menor a una
entidad educativa. Las personas encargadas de este esencial servicio público y
los progenitores deben unir esfuerzos para el logro de los fines de la
educación; además, deben ejercer y cumplir responsablemente sus derechos y
obligaciones, sin olvidar que los derechos de los niños, en todo caso, deben
prevalecer sobre los derechos de los demás (CP art. 44 inc. 2).
El respeto recíproco
y el trabajo armonioso en pro de la niñez puede verse alterado por pugnas de
poder, abusos de autoridad y conflictos económicos o políticos, entre
directivas escolares y padres de familia". (...)
"Cabe también
advertir a las Juntas de las Asociaciones de Padres de Familia que, en el
ejercicio de sus potestades, deben evitar involucrarse en disputas en torno a
la dirección y competencias de las autoridades educativas, sino buscar siempre
la armonía y el acuerdo en favor del interés prioritario de los menores.
Los padres gozan, a
través de los medios democráticos y de coparticipación a su alcance, de la
posibilidad de tener injerencia tanto externa (lugar de estudio, salubridad,
condiciones locativas), como interna (contenido de las materias, métodos de
enseñanza, valoración del rendimiento académico, régimen disciplinario), en el
desarrollo del proceso educativo y formativo de sus hijos. Sin embargo, estas
facultades llevan asociadas delicadas responsabilidades.
El ejercicio
simultáneo de los derechos de los padres y de las autoridades educativas
precisa delimitar la órbita de injerencia de cada uno de ellos: los padres de
familia tienen un derecho prioritario a escoger el tipo de educación para sus
hijos menores, así como su formación moral o espiritual (CP art. 68 inc. 4).
Por su parte, el Estado y los particulares, en ejercicio del servicio público
de la educación, tienen una mayor influencia en la toma de decisiones
administrativas y de gestión, así como de contenido y método de la educación
respetando, claro está, el derecho de los padres a participar en la adopción de
esta clase de decisiones7 ".
Vulneración de derechos fundamentales en el
caso sub-exámine
9. La decisión tomada por las directivas
del Colegio Militar Caldas de no otorgarle cupos a los menores CASTILLO MEJIA
violó los derechos fundamentales de éstos, a la educación y a la igualdad de
oportunidades, así como los derechos del señor HANS FERNANDO CASTILLO JACOBUS a
la libertad de expresión y opinión y a participar en el proceso educativo de
sus hijos.
Las razones esgrimidas por el plantel y sus
directivas no justifican la decisión de privar a los menores de su derecho a
permanecer en el sistema educativo, habiendo cumplido los requisitos
reglamentarios para ello. Esta determinación se muestra desproporcionada con el
fin buscado - igualmente ilegítimo por los medios utilizados -, de deshacerse
del padre de "ánimo beligerante, conflictivo y desafiante". La
prevalencia de los derechos de los niños excluye tajantemente esta opción. La
prestación del servicio público de la educación requiere de persuación y
tolerancia y no de medidas autoritarias. Si la conducta apropiada del padre de
familia acaba por constituirse en un obstáculo o entorpecimiento de la
dirección o funcionamiento del centro educativo, las vías judiciales son la
alternativa para evitar el abuso de los propios derechos (CP art. 95) y el
desconocimiento del principio de solidaridad (CP art. 1).
El núcleo esencial del derecho a la
educación, en este caso la permanencia en el plantel educativo donde habían
venido cursando los últimos años de estudio, fue vulnerado de manera manifiesta
por la entidad demandada. No es suficiente aducir la posibilidad de encontrar
otro centro de enseñanza para continuar en el sistema educativo. El derecho a
la permanencia cuando se cumplen los requisitos para gozar de él, incluye el
derecho a conservar el ambiente y lugar de estudios, los vínculos emocionales y
afectivos, así como el medio propicio para el desarrollo armónico e integral de
la personalidad. El cambio abrupto y arbitrario de establecimiento de educación
y la crisis que éste puede generar en el niño no se compadecen con el derecho
al cuidado y al amor reconocido a éste por la Constitución.
Igualmente, el derecho a la igualdad de
oportunidades se ve transgredido por la decisión de las directivas del Colegio
Militar Caldas. El motivo que llevó a no permitir la matrícula de los niños
CASTILLO MEJIA es irrelevante para establecer una diferenciación de trato
respecto de los demás alumnos que venían estudiando en el establecimiento y que
también habían aprobado los requisitos para pasar al grado académico siguiente.
De otra parte, el derecho de los padres a
participar en la educación formal de sus hijos, también ha sido desconocido por
la acción de la entidad demandada. El principio de participación democrática
supone a nivel educativo la colaboración y cooperación armónica entre padres,
directivas y profesores. El proceso inter-subjetivo de comunicación requiere
para su fluido desarrollo de una actitud abierta y respetuosa del
"otro". Cuando por virtud de los ánimos exaltados se abandonan los
cauces pacíficos de la democracia, los partícipes del conflicto deben recurrir
al diálogo y al acuerdo consensual y no al ejercicio de las propias razones, en
este caso la autonomía privada derivada de los derechos de propiedad y de libre
empresa.
Prevalencia de la interpretación
constitucional
10. El conflicto entre la autonomía del
establecimiento educativo - fundada en los derechos de libre empresa y
contratación - y los derechos de participación y opinión de los padres de
familia debe abordarse bajo una perspectiva constitucional por involucrar
derechos fundamentales de la persona. Una interpretación a la luz de la
autonomía de la voluntad del empresario educativo enfoca erróneamente el
problema que emerge de este caso. La libertad de empresa, al igual que el
derecho de propiedad y el derecho al trabajo, conllevan una función social8
. Su ejercicio debe tener como finalidad esencial del educando. En
consecuencia, una perspectiva privatista o exclusivamente lucrativa, que
desatienda el espíritu y los fines esenciales del servicio público de la
educación contraría y desconoce la obligación de toda persona de respetar y
cumplir la Constitución (CP arts. 6 y 95).
Confirmación del fallo de tutela
11. Se reitera igualmente, que la
Constitución (CP art. 86) y la ley (Decreto 2591 de 1991 art. 42) facultan a la
persona para ejercer la acción de tutela, contra particulares que tengan a su
cargo la prestación del servicio público de la educación. Los requisitos
exigidos para ello - ser un derecho fundamental, ser un servicio público y
estar a cargo de un particular9 - condicionan la procedencia de este
mecanismo constitucional con efectos frente a terceros. Las consideraciones
antes expuestas se suman a los argumentos esgrimidos por los falladores de
instancia quienes, acertada y oportunamente, procedieron a proteger los
derechos fundamentales de los menores lesionados.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda
de Revisión de la Corte Constitucional,
R E S U E L V E
PRIMERO.- CONFIRMAR en todas sus partes la sentencia proferida
por el Juzgado Catorce Penal del Circuito de Santafé de Bogotá de fecha 25 de
febrero de 1992.
SEGUNDO.- ADVERTIR a las directivas y profesores del Colegio
Militar Caldas de la ciudad de Santafé de Bogotá que deben abstenerse de tomar
cualquier tipo de represalias contra los menores HANS FERNANDO, HELMUTH
FERNANDO y EGON FERNANDO CASTILLO por la decisión adversa proferida por la
justicia constitucional, so pena de incurrir en las sanciones establecidas en
el artículo 52 del Decreto 2591 de 1991.
TERCERO.- LIBRESE comunicación al mencionado Juzgado con
miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Segunda de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los diez (10) días del mes
de julio de mil novecientos noventa y dos)
1 Corte Constitucional. Sala Cuarta de Revisión. Sentencia T-02 del
8 de mayo de 1992. Magistrado Ponente Dr. Alejandro Martínez Caballero.
2 Corte Constitucional. Sala Primera de Revisión. Sentencia T-429
del 24 de junio de 1992. Magistrado Ponente Dr. Ciro Angarita Barón.
3 Corte Constitucional. Sala Segunda de Revisión. Sentencia T-402
del 3 de junio de 1992. Magistrado Ponente Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz.
4 Corte Constitucional. Sala Segunda de Revisión. Sentencia T-402
del 3 de junio de 1992. Magistrado Ponente Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz.
5 Corte Constitucional. Sala Segunda de Revisión. Sentencia T-402
del 3 de junio de 1992. Magistrado Ponente Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz.
6 Corte Constitucional. Sala Segunda de Revisión. Sentencia T-402
del 3 de junio de 1992. Magistrado Ponente Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz.
7 Corte Constitucional. Sala Segunda de Revisión. Sentencia T-402
del 3 de junio de 1992. Magistrado Ponente Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz.
8 Corte Constitucional. Sala Cuarta de Revisión. Sentencia T-411
del 17 de junio de 1992. Magistrado Ponente Dr. Alejandro Martínez Caballero.
9 Corte Constitucional. Sala Cuarta de Revisión. Sentencia T-09 del
22 de mayo de 1992. Magistrado Ponente Dr. Alejandro Martínez Caballero. |
80 | T-451-92
Sentencia No
Sentencia No. T-451/92
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Interpretación/DEMANDA
DE TUTELA-Rechazo_
El carácter fundamental de un derecho no se
puede determinar sino en cada caso concreto, atendiendo tanto la voluntad
expresa del constituyente como la conexidad o relación que en dicho caso tenga
el derecho eventualmente vulnerado con otros derechos indubitablemente
fundamentales y/o con los principios y valores que informan toda la
Constitución. De tal manera que el juez no puede rechazar "in-limine"
la tutela con el argumento de que el derecho no es fundamental, pues es
indispensable hacer previamente un análisis concreto para establecer con
suficientes elementos de juicio su carácter de tutelable o no en las
específicas circunstancias del caso.
DERECHO AL
TRABAJO/DERECHOS FUNDAMENTALES
En la Carta de 1991 se observa un cambio de
carácter cualitativo en relación con el trabajo, como que es un derecho humano
y también un principio o elemento fundamental del nuevo orden estatal. En el
caso sub-exámine, el derecho fundamental del peticionario al trabajo no se
vulneró, en la medida en que se sigue prestando el servicio de recepción y
transmisión de la antena parabólica mientras se define un nuevo sitio para
ubicar los equipos.
DERECHO AL
AMBIENTE SANO
La importancia del derecho al medio
ambiente ya ha sido señalada por esta Corporación, la cual lo reconoció luego
como un derecho fundamental, y puso de presente la necesidad de crear
mecanismos eficaces de protección pues el deterioro del ambiente está generando
nefastas consecuencias en nuestro sistema y amenaza gravemente la supervivencia
de la especie.
INTERES COLECTIVO-Conflictos/INTERES GENERAL-Prevalencia
La Corte Constitucional considera que en el
presente caso el conflicto de intereses generales se resuelve de manera
ideal en el mismo texto de los actos administrativos pertinentes. En efecto, de
un lado, se desarrolló el principio de prevalencia del interés general en la
medida en que los terrenos mencionados fueron constituidos en "Zona
paisajística ambiental" en aras de contribuir a la defensa del medio
ambiente y ordenar el desarrollo urbano del municipio de Ibagué y del otro, se
preven los mecanismos para evitar que ese beneficio vulnere derechos
fundamentales de los habitantes de la zona. El principio de prevalencia del
interés general, como fundamento del Estado Social de Derecho, se aplicó en
toda su extensión. Pero se respetó la justicia.
TRANSITO
NORMATIVO
Las normas tienen generalmente efecto
inmediato y se aplican a todos los hechos jurídicos que se constituyan a partir
de su vigencia. De otra parte, la norma nueva no debe desconocer la formación o
extinción de derechos o consecuencias, pues ello equivaldría a desconocer la
respectiva fuente (hecho jurídico) que le dió vida o muerte. Sin embargo,
"algo diferente sucede con las leyes nuevas que sin desconocer los
derechos, estados o situaciones ya formados (o extinguidos) según la ley que se
deroga, se limitan a indicar nuevas condiciones de ejercicio. Estas leyes se
aplican no sólo en relación con los derechos que se constituyen durante su
vigencia, sino también con los que se encuentran formados."
Ref.
EXPEDIENTE No. 1285
PETICIONARIO:
S A S TELEVISION LTDA.
PROCEDENCIA:
Juzgado Tercero Superior de Ibagué
Magistrado
Ponente:
CIRO
ANGARITA BARON
La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los
Magistrados CIRO ANGARITA BARON, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ y JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela identificado con el
número de radicación T- 1285, promovido por SAS TELEVISION LTDA. contra el
Alcalde Municipal, Planeación Municipal y la oficina de Control y Vigilancia
Municipal de Ibagué, resuelto en primera instancia por el Juzgado Tercero
Superior de Ibagué.
El negocio llegó a conocimiento de esta
Corte por la vía ordinaria de la remisión que hizo el Juzgado Tercero Superior
de Ibagué para su eventual revisión, en virtud de lo dispuesto por el artículo
31 del Decreto 2591 de 1991.
I. ANTECEDENTES:
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el expediente el día once (11)
de marzo del presente año.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar
sentencia de revisión.
A. La acción.
El día 11 de febrero de 1992 la empresa SAS
TELEVISION LTDA. interpuso mediante apoderado ante el Juzgado Tercero Superior
de Ibagué acción de tutela contra la Administración de ese municipio
representada por el alcalde Francisco Peñalosa Castro.
B. Hechos.
Para el estudio del caso, los hechos
relevantes son los siguientes:
a) La Sociedad SAS TELEVISION LIMITADA
obtuvo una licencia provisional de funcionamiento para instalar la antena
parabólica en el "Cerro Pan de Azúcar " que la alcaldía municipal de
Ibagué le otorgó cuando estaba vigente el Acuerdo 038 de 1980 emitido por el
Concejo Municipal de Ibagué.
b) En octubre de 1991 solicitó la licencia
definitiva de funcionamiento y le fue negada por la Secretaría de Planeación
Municipal de Ibagué, la cual se abstuvo de expedir el certificado de uso y de
ubicación, documentos necesarios para la obtención de aquélla.
c) La no expedición de estos certificados
se hizo con base en lo establecido en el Acuerdo 044 de 1989 y 035 de 1990
expedidos por el Concejo Municipal de Ibagué los cuales declaraban el lugar
donde está ubicada la antena como "Zona verde especializada" (Control
paisajístico ambiental).
d) En el Acuerdo 035 de 1990 se prevé
también la reubicación de edificios que no satisfagan las nuevas exigencias y
se establecen mecanismos de concertación para la reubicación de los mismos.
C. Solicitud.
En virtud de lo anterior, el accionante
considera necesario acudir a la acción de tutela consagrada en el artículo 86
de la Constitución Nacional, pues en su concepto se violan con la negativa de
la administración municipal, varios derechos consagrados en la norma
fundamental tales como el derecho al trabajo (art. 25), el derecho a la
propiedad privada (art. 58) y el derecho a la cultura (art. 70), entre otros.
Por tanto, solicita que se le otorgue
amparo para que siga funcionando la empresa y pueda cumplir de esta forma con
su cometido social y que se ordene tanto a la Alcaldía Mayor, como a la
Secretaría de Planeación Municipal y a la División de Control y Vigilancia
de Ibagué, que expidan los certificados y la licencia de funcionamiento
respectivos.
D. Decisión del juez de primera instancia.
El Juzgado Tercero Superior de Ibagué en
providencia del 25 de febrero de 1992 rechazó por improcedente la acción de
tutela con base en los siguientes argumentos:
a) Que si bien es cierto que el petente
invoca los derechos a la propiedad privada, a la cultura, a la explotación
dentro de la ley del espectro electromagnético para servicios de televisión
etc., el mecanismo de la tutela no los protege y en consecuencia no puede
utilizarse ya "que equivocadamente ha surgido la idea de que la tutela
sirve para todo". (Fl. 34)
b) Que la resolución 090 del 31 de enero
de 1992 de Planeación Municipal de Ibagué que niega la expedición de los
certificados de uso y ubicación a SAS TELEVISION LIMITADA , se produjo con
sujeción al acuerdo 035 de mayo 31 de 1990 en donde se determinó como
"zona especializada de control paisajístico ambiental" el sector
donde esta situado el "Cerro de Pan de Azúcar" que hace parte de las
"áreas no edificables y su única posible utilización será
recreacional..."
Por esto, "Planeación municipal deberá
iniciar conjuntamente con Cavibague, Cortolima y las comunidades afectadas el
proceso de concertación para su reubicación". (Fl. 35)
c) Que los actos administrativos de los
cuales se siente afectado en el derecho fundamental al trabajo el accionante,
no provienen de acciones y omisiones fundadas en la arbitrariedad, sino que
fueron creados en ejercicio de las funciones regladas por el acuerdo 035 de
mayo 31 de 1990 y, por lo tanto, amparados por la presunción de legalidad. Esta
presunción puede controvertirse utilizando las acciones legales ante los
tribunales administrativos, situación que impide el uso del mecanismo de la
tutela pretendido para la protección del derecho fundamental presuntamente
atacado. Solo cuando existe la amenaza de un perjuicio irremediable, y se
utiliza como mecanismo transitorio, procede la tutela, aún cuando el afectado
disponga de otro medio de defensa judicial. (Fl 35)
II CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Es competente esta Sala de Revisión de la
Corte Constitucional para proferir sentencia de revisión del fallo dictado por
el Juzgado Tercero Superior de Ibagué, con fundamento en el art. 86 de la
Constitución Nacional y el artículo 2 del decreto 2591 de 1991.
Para llegar a una solución en el caso
concreto, es necesario estudiar diversos aspectos involucrados en él, tales
como la libertad económica, el derecho fundamental al trabajo, el medio
ambiente en la nueva Constitución, el concepto de interés general y el problema
del tránsito de normas.
Sin embargo, antes de entrar en el estudio
de fondo de tales temas, esta Sala estima necesario pronunciarse sobre la
afirmación del Juez de instancia según la cual la tutela no procedía para
proteger la mayoría de los derechos invocados por el peticionario, por cuanto
éstos no eran considerados fundamentales por la Constitución Nacional ya que no
figuraban en el capitulo 1 del Titulo II.
Al respecto, la Corte ya ha señalado
algunos criterios que se pueden consultar, por ejemplo, en la sentencia T-406
de esta misma Sala, proferida el 5 de Junio de 1992.
Según ellos, es claro que el carácter
fundamental de un derecho no se puede determinar sino en cada caso concreto,
atendiendo tanto la voluntad expresa del constituyente como la conexidad o
relación que en dicho caso tenga el derecho eventualmente vulnerado con otros
derechos indubitablemente fundamentales y/o con los principios y valores que
informan toda la Constitución.
De tal manera que el juez no puede rechazar
"in-limine" la tutela con el argumento de que el derecho no es
fundamental, pues es indispensable hacer previamente un análisis concreto para
establecer con suficientes elementos de juicio su carácter de tutelable o no en
las específicas circunstancias del caso.
De otra parte, se arguye por el juez de
instancia que existen otros mecanismos de defensa judicial que hacen
improcedente la tutela. También a ese respecto, la Corte ha dicho en diversas
sentencias1 que el otro mecanismo de defensa
judicial debe ser igual o más eficaz que la tutela para la protección del
derecho fundamental vulnerado. Sólo si existe un mecanismo de defensa judicial
que sea más eficaz para ese propósito que la tutela, será válido plantear ese
argumento para negarla.
A.- Libertad Económica.
Este derecho constituye piedra fundamental
de un sistema capitalista en el cual las personas pueden desarrollar cualquier
tipo de actividad lucrativa de acuerdo a sus preferencias o capacidades.
Sin embargo, la Sala destaca que la
libertad económica está limitada por las facultades que la ley le otorga al
Estado para que intervenga en las actividades de los particulares. De todas
formas es la misma Constitución en su artículo 333 la que consagra límites
conceptuales que luego desarrollará la ley, como son el bien común, el interés
social, el ambiente y el patrimonio cultural de la nación.
En el caso concreto que se estudia en esta
oportunidad, tenemos que el Acuerdo 035 de 1990 es el desarrollo de la
facultad constitucional que tienen las autoridades municipales de ordenar el
desarrollo de su territorio.
La Corte considera que el fundamento de
dicho Acuerdo en lo pertinente es la conservación del medio ambiente, límite
que también está consagrado en la misma Constitución.
Para la Corte es claro que la libertad
económica es un derecho fundamental que debe ejercerse dentro de los límites de
la Constitución y la ley. Uno de esos límites, es la posibilidad que tienen las
autoridades locales de proveer para la mejor distribución del espacio público y
la protección del medio ambiente. La medida tomada por el Concejo y la
Administración Municipal de Ibagué está dentro de los marcos permitidos por la
Constitución, pues no vulnera de manera arbitraria o abusiva la libertad
económica del peticionario. Tan es así, que la empresa aún sigue funcionando,
mientras se concretan los mecanismos de reubicación concertada que el mismo
Acuerdo del Concejo contempla.
B.- El trabajo
como derecho fundamental.
Evidentemente, tal como lo afirma el
peticionario, el derecho al trabajo está consagrado en nuestra Carta
Fundamental en el artículo 25 que a su tenor expresa:
"El trabajo
es un derecho y una obligación social y goza, en todas sus modalidades, de la
especial protección del Estado. Toda persona tiene derecho a un trabajo en
condiciones dignas y justas."
Fue voluntad expresa del Constituyente que
el trabajo apareciera en la Carta tanto como un principio fundamental del
Estado Social de Derecho como un derecho económico y social protegido, en los
siguientes términos:
"...El
Estado deberá proteger el trabajo humano en todas sus manifestaciones, ya sea
que se preste por cuenta propia o por cuenta ajena, ya sea que se desarrolle en
forma organizada al interior de una empresa en forma individual o familiar, sea
que se trate de un trabajo manual o intelectual, de trabajo directamente útil
para la actividad económica o de trabajo que cree valores culturales,
artísticos, científicos o tecnológicos".
Este artículo consagra el DERECHO y el
DEBER del trabajo. "El derecho al trabajo se reconoce a toda persona en
"condiciones dignas y justas". La Constitución Nacional prevé en
normas posteriores los parámetros que fijan las condiciones del derecho al
trabajo (art. 52, a 58 y 64).
Teniendo en cuenta la intención del
Constituyente y lo preceptuado por la Corte Constitucional en varias
sentencias, no cabe duda que el trabajo es un derecho fundamental, inherente a
la persona y por lo tanto es susceptible de ser tutelable de acuerdo a los
principios consagrados en nuestra Norma Suprema.
Es bueno recordar que la Corte2
ha expresado que en la Carta de 1991 se observa un cambio de carácter
cualitativo en relación con el trabajo, como que es un derecho humano y también
un principio o elemento fundamental del nuevo orden estatal.
En el caso sub-exámine, el derecho
fundamental del peticionario al trabajo no se vulneró, en la medida en que se
sigue prestando el servicio de recepción y transmisión de la antena parabólica
mientras se define un nuevo sitio para ubicar los equipos. El mismo Acuerdo
035 de 1990 consagra un proceso de concertación para solucionar todos aquellos
problemas derivados de su aplicación.
C.- Derecho al medio ambiente
La importancia de este derecho ya ha sido
señalada por esta Corporación3 la cual lo reconoció luego como un
derecho fundamental, y puso de presente la necesidad de crear mecanismos
eficaces de protección pues el deterioro del ambiente está generando nefastas
consecuencias en nuestro sistema y amenaza gravemente la supervivencia de la
especie. Al respecto se dijo:
"La
protección del medio ambiente no sólo incumbe al Estado, sino a todos los
estamentos de la sociedad; es un compromiso de la presente generación y de las
futuras. El restablecimiento de las condiciones mínimas del ecosistema no sólo
garantiza la vida actual, sino la de las próximas generaciones".
Dentro de este esquema, el Concejo
Municipal de Ibagué mediante el Acuerdo 035 de 1990 y en desarrollo de la
facultad constitucional consagrada en el numeral 9 del artículo 313 determinó
que el lugar donde están ubicadas las antenas receptoras y transmisoras de la
empresa SAS TELEVISION LIMITADA es "Zona paisajística ambiental".
La Corte considera que la decisión del
Concejo Municipal desarrolla correctamente la norma constitucional que
protege el ambiente. De otra parte, el Acuerdo ofrece alternativas para
realizar una reubicación concertada de las personas que pudiesen resultar
afectadas.
D.- Interés General contra interés
particular.
La Constitución de 1991 ha establecido como
principio fundamental del Estado Social de Derecho la prevalencia del interés
general sobre el interés particular.
De ese espíritu surge la intención de
mantener un equilibrio entre la prevalencia del interés general y el respeto a
los derechos fundamentales de los individuos y, además, entre los diversos
intereses generales que en un momento dado pueden entrar en conflicto. La Sala
ya se ha pronunciado sobre el tema en Sentencia No. T-428 donde se estableció
que podían entrar en conflicto dos intereses de tipo general (i.e comunidad
indígena versus habitantes de la zona) y que tendría que resolverse en favor
del aquél en el cual estén involucrados derechos fundamentales más valiosos o
importantes desde la perspectiva de los principios constitucionales.
La Corte Constitucional considera que en el
presente caso el conflicto de intereses generales se resuelve de manera
ideal en el mismo texto de los actos administrativos pertinentes. En efecto,
de un lado, se desarrolló el principio de prevalencia del interés general en la
medida en que los terrenos mencionados fueron constituidos en "Zona
paisajística ambiental" en aras de contribuir a la defensa del medio
ambiente y ordenar el desarrollo urbano del municipio de Ibagué y del otro, se
preven los mecanismos para evitar que ese beneficio vulnere derechos
fundamentales de los habitantes de la zona.
En síntesis, el principio de prevalencia
del interés general, como fundamento del Estado Social de Derecho, se aplicó en
toda su extensión. Pero se respetó la justicia, ya que el Acuerdo 035
conserva las mismas condiciones que tienen actualmente los habitantes de la
zona, entre ellos la persona jurídica actora en esta tutela, para el desarrollo
de su objeto social.
E.- Tránsito de normas.
Las normas tienen generalmente efecto
inmediato y se aplican a todos los hechos jurídicos que se constituyan a partir
de su vigencia.
De otra parte, la norma nueva no debe
desconocer la formación o extinción de derechos o consecuencias, pues ello
equivaldría a desconocer la respectiva fuente (hecho jurídico) que le dió vida
o muerte. Sin embargo,
"algo
diferente sucede con las leyes nuevas que sin desconocer los derechos, estados
o situaciones ya formados (o extinguidos) según la ley que se deroga, se
limitan a indicar nuevas condiciones de ejercicio. Estas leyes se aplican no
sólo en relación con los derechos que se constituyen durante su vigencia, sino
también con los que se encuentran formados."4
Indudablemente el problema jurídico
fundamental del presente caso, surge por las consecuencias que resultan de la
derogatoria del Acuerdo 038 de 1980 por los Acuerdos 044 de 1989 y 035 de 1990.
Tales Acuerdos establecieron que la zona
donde se encuentran las antenas receptoras y transmisoras es de reserva
ambiental, lo que implica que todas las edificaciones allí establecidas deberán
trasladarse a otro lugar, previa concertación con las autoridades municipales.
En estas circunstancias, las solicitudes de
los particulares para realizar cualquier tipo de construcción en la zona
carecen obviamente de fundamento legal, por cuanto el Acuerdo del Concejo no
solo busca proteger el medio ambiente, sino que lo hace en forma que no vulnera
el núcleo esencial de la libertad económica.
III CONCLUSION
En el presente tránsito normativo de los
acuerdos municipales no hay un desconocimiento de los derechos de los
peticionarios ya que éstos se mantienen y además se consagran mecanismos para
solucionar posibles problemas derivados del traslado de las antenas al sitio de
reubicación definitiva.
IV DECISION
En mérito de lo expuesto la Sala Primera de
Revisión de la Corte Constitucional
RESUELVE
PRIMERO.- CONFIRMAR la providencia proferida por el Juzgado
Tercero Superior de Ibagué, por las razones expuestas en la parte motiva de
esta Sentencia.
SEGUNDO.- LIBRESE por Secretaría las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los efectos allí
contemplados.
Notifíquese, cópiese, comuníquese, cúmplase
e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
Sentencia aprobada por acta No. 5 de la
Sala Primera de Revisión a los diez (10) días del mes de julio de mil
novecientos noventa y dos (1992)
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
1 Sentencia T-414, Sala de Revisión número 1, pg. 15.
2 Sentencia 222. 17 de junio de 1992. Sala Séptima de Revisión
3 Sentencia 415. 17 de junio de 1992. Sala Primera de Revisión
4 Arturo Valencia Zea. Derecho Civil. Editorial Temis 1979, Pg. 322 |
81 | T-452-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-452
DERECHO A LA VIDA/DERECHOS FUNDAMENTALES
El primero de los Derechos Fundamentales es
el derecho a la vida. Es un derecho inherente al individuo, lo que se pone de
presente en el hecho de que sólo hay que existir para ser titular del mismo.
De otra parte, se tiene que no se puede ser titular de derechos sin la vida
presente, pasada o futura. Así, resulta la vida un presupuesto para el
ejercicio de los demás derechos. La obligación del intérprete en la acción de
tutela de definir la expresión del derecho a la vida en cuanto fundamental y en
tanto asistencial, -por cuanto aquélla es la expresión primigenia de la vida y
así considerada tiene el carácter de fundamental, mientras que los distintos
modos de vida de la civilización de occidente, a que pertenecemos, involucrados
en nociones sociológicas como las del "confort" y "modo de
vida", sólo circunstancialmente en tanto la ley y el Estado los tengan
dispuestos serán objeto de amparo, mediante la acción de tutela.
DERECHO DE
PETICION-Alcance
El constituyente de 1991, introdujo como
elemento nuevo una extensión del Derecho de Petición ante organizaciones
privadas, cuando busquen la garantía de derechos fundamentales. Se instaura de
ese modo un mecanismo de defensa de esos derechos, incluso frente a los
particulares, ante quienes los individuos, por la composición de las distintas
fuerzas sociales puedan encontrarse en estado de indefensión. La extensión del
derecho a los poderes privados, es una medida de protección que permite
disponer del derecho a ser oído e informado sobre decisiones que le conciernen
y que tiene el efecto de democratizar las relaciones en el interior de las
organizaciones particulares y de quienes puedan verse afectados en sus derechos
fundamentales con sus decisiones.
SALA DE REVISION No. 5
Expediente No.
T-1429
Derecho a la Vida.
Derecho de Petición.
Demandante:
ALFONSO MORA LEON
Magistrados:
Dr. FABIO MORON DIAZ
-Ponente-
Dr. SIMON RODRIGUEZ
RODRIGUEZ
Dr. JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN
Santafé de Bogotá, D.C., julio diez (10) de
mil novecientos noventa y dos (1992).
En Sala de Revisión de Tutelas, la Corte
Constitucional procede a resolver en el grado jurisdiccional de revisión, el
asunto de la referencia, teniendo en cuenta lo siguiente:
ANTECEDENTES
El señor ALFONSO MORA LEON, en ejercicio de
la acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política,
instauró demanda contra el Alcalde Menor de la Zona de Santafé de la ciudad
capital y "los funcionarios que resulten implicados" en la
vulneración de sus derechos fundamentales consagrados en los artículos 11 y 23 de
aquel Estatuto Superior, para cuya protección solicita se tomen las siguientes
medidas:
"1o. El
sellamiento definitivo de las compraventas de cartón, papel, envase, etc., que
funcionan por las carreras 12A y 13 entre calles 8 a 10 y por la calle 9a. entre
carreras 10 y 14.
2o. Presencia y
acción de la Edis en la limpieza diaria del sector.
3o. Presencia
diaria y permanente de la Policía Nacional para reprimir la acción de los
atracadores, bazuqueros, marihuaneros, etc., que infestan la zona.
4o. Represión de
las personas que arrojen basuras y desperdicios en la zona.
5o. Que la Policía
Nacional no permita ni el estacionamiento de zorras y carromotos en la zona, ni
que los basuriegos y recicladores conviertan el sector en vivienda.
6o. Cumplimiento
estricto del Código Sanitario Nacional en la zona por parte de la Sección de
Saneamiento ambiental de la Regional de Salud No. 2.
7o. Que las
autoridades Distritales respeten el derecho de petición dentro de los términos
que la Constitución y la ley les señalen dando respuesta y pronta solución a
las quejas de los ciudadanos."
El actor funda sus peticiones en las
siguientes razones:
- Que tuvo que trasladar su residencia
del inmueble de su propiedad situado en la carrera 13 No. 8-70, apto. 302,
debido al grave peligro que corría su vida y la de su familia "por el
altísimo grado de inseguridad e insalubridad que desde que se trasladaron las
empresas de transporte que funcionaban en sus inmediaciones a la actual
terminal de transportes", el sector fue invadido por "maleantes y los
locales comerciales se convirtieron en compraventas de cartón, chatarra,
bazuco, marihuana y toda clase de elementos robados que funcionan con o sin
licencia de la Alcaldía Menor de Santafé, o de la Secretaría de Salud de
Bogotá", convirtiéndose la vía pública en basurero y lugar de reciclaje,
de suerte que "nadie que tenga sentido común o instinto de conservación de
la vida se atreve a pasar por allí."
- Que las propiedades como la suya,
situadas en ese lugar, han perdido su valor.
- Que las quejas y peticiones formuladas
por los vecinos, para que se protejan sus vidas y bienes han sido desatendidas
por la Alcaldía Menor, la Alcaldía Mayor y la Estación de Policía.
- Que las autoridades distritales
"organizaron en diciembre de 1991 el Primer Festival del Gamín en la
llamada 'Calle del Cartucho' donde tuvieron amplia representación toda clase de
rateros, bazuqueros y desechos de la sociedad, lo que quiere decir, que el
propio Gobierno Distrital le asignó a la delincuencia Bogotana un trozo del
territorio distrital para que todos los años celebren allí su propio
festival."
- Que su vida corre peligro "...por
cuanto no se sabe qué funcionario indiscreto dió a conocer a los dueños de la
zona que quien se estaba quejando contra ellos y pidiendo que se sellaran sus
negocios era yo y nadie más. Usted señor Juez puede concluir sin mayor
esfuerzo qué me puede pasar a mí o a mi familia si me paso por ese
sector."
- Que el "7 de junio de 1991
creyendo ingenuamente que con el cambio de titular en la Alcaldía Menor de
Santafé la situación que vivía el sector tomaría un rumbo favorable, en
ejercicio del derecho de petición radiqué tanto en la Alcaldía Menor como en la
Secretaría de Gobierno los memoriales cuya copia le estoy acompañando, y esta
es la fecha señor Juez en que no he recibido la respuesta escrita a que tengo
derecho sobre esa petición."
- Que acude a la autoridad judicial
"para que la Ley 9a. de 1976 conocida como Código de Sanidad Nacional sea
cumplida por la Secretaría Metropolitana de Salud de Santafé de Bogotá en lo
relacionado con la obligatoriedad para todos los establecimientos públicos de
funcionar teniendo vigente la Licencia Sanitaria de Funcionamiento, requisito
sin el cual los negocios deben sellarse indefinidamente por la autoridad
sanitaria encargada de expedirlas. Esto, con base al derecho que me da el
artículo 87 de la Constitución Política de Colombia."
LA PRIMERA INSTANCIA
Pruebas. El Juzgado Cuarto Penal Municipal de Santafé de
Bogotá, D.C., con el objeto de resolver sobre lo pedido, ordenó la práctica de
las siguientes diligencias:
"1. Oficiar a
la Alcaldía Menor de Santafé de Bogotá para que informe en qué sentido le fue
resuelta la petición elevada por el señor MORA LEON, con fecha 7 de junio de
1991, qué medidas se tomaron, por qué medio se le comunicó al peticionario y en
qué fecha. 2. Oficiar a la Secretaría de Gobierno Distrital, para que informe
qué tratamiento se le dió a la petición elevada por el señor MORA LEON y
radicada en esa oficina con el No. 006516 de junio 7 de 1991; en qué forma le
fue resuelta, en qué fecha, cuándo se le informó y por qué medio. 3. Oficiar
a la Personería Delegada para el Control del Medio Ambiente para que allegue en
fotocopia autenticada copia del expediente No. 450 de 1990, concerniente a la
queja elevada por el señor Mora León".
El Juzgado Cuarto Penal Municipal de
Santafé de Bogotá, D.C., mediante sentencia de fecha enero diecisiete (17) de
mil novecientos noventa y dos (1992), resolvió: "RECHAZAR LA TUTELA
solicitada por el ciudadano ALFONSO MORA LEON, identificado con la C.C.
#276.876 expedida en Girardot, contra la Alcaldía Menor de Santafé; la Sección
de Saneamiento ambiental de la Secretaría de Salud y la Personería Delegada
para el Medio Ambiente y el Desarrollo Urbano", con base en las siguientes
razones:
- Que "cuando se presenta la
vulneración de derechos colectivos, la ley debe regular las acciones populares
para su protección", según el artículo 88 de la C.N.. "En
consecuencia, por el artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, numeral tercero, la
tutela no procederá cuando se pretenda proteger derechos colectivos."
- Que el actor a pesar de que solicita
protección para sus derechos a la vida y de petición, "denotamos que no es
tal vulneración porque en las peticiones concretas apunta a señalar que desea
el sellamiento definitivo de las compraventas de cartón, papel, etc.; presencia
por la empresa Edis (sic), para la limpieza; presencia de la policía nacional
para la seguridad y en fin, que se dé cabal cumplimiento al Código
Sanitario".
- Que no se ha vulnerado el derecho de
petición, porque, la Alcaldía Menor del Barrio Santafé "según se informó
sí tomó las medidas sellando algunos establecimientos, envió un Inspector de
Zonas (Fl. 15)". Que igualmente la personería delegada para el medio
ambiente, inició inmediatamente investigación sobre los hechos lo que demuestra
que "las entidades acusadas si han dado respuesta a las inquietudes del
demandante en el sector donde tiene su apartamento."
I M P U G N A C I O N
El accionante dentro del término legal
impugnó la decisión anterior alegando lo siguiente:
- Que se le conculcó el derecho de
petición al no dársele pronta solución a la solicitud o petición que radicó en
la Alcaldía Menor el 7 de junio de 1991.
- Que se le violó su derecho consagrado
en el artículo 11 de la C.N. al exponerlo a la pérdida de su vida o la de algún
miembro de su familia "al no haberse guardado la PRUDENCIA que yo solicité
en mi petitorio radicado el 7 de junio de 1991 en el sentido de que los
involucrados, es decir, los propietarios de los depósitos de cartón, envases,
etc. sobre los cuales pedía que no se le renovara la licencia de
funcionamiento a quienes no cumplieran con el literal "c" del art.
3o. del Decreto 0246 de 1989, no tuvieran conocimiento de mi queja en razón
del peligro que correría mi vida y la de mis familiares dado la peligrosa
(sic) de esas gentes."
- Que no es cierto, que él hubiese formulado
la acción en interés general, sino en interés particular, por lo tanto la
acción de tutela es la procedente y no "La acción para la protección de
los derechos e intereses colectivos", "...porque a mí como ciudadano
concreto y como propietario del apartamento 302 de la carrera 13 No.
8-70, adquirido por compra hecha al señor Jorge Gutiérrez Mosquera mediante
Escritura No. 2525 de mayo 28 de 1980 de la Notaría Sexta de Bogotá, se me está
perjudicando con el funcionamiento indiscriminado de esos negocios que sin los
requisitos legales existen en las cercanías de mi propiedad, desvalorizándomela
con la presencia de la gentuza que forma su clientela y que conforman
verdaderas bandas de delincuentes y depravados de toda laya que atentan contra
la vida y los bienes de quienes tenemos intereses económicos en la zona como en
mi caso, que soy propietario de un inmueble que no he podido vender por la
suciedad y peligrosidad del sector".
- Que no es cierto que las dependencias
del Distrito, le respetasen el derecho de petición.
- Que lo "cierto es que yo no
puedo pasar por ahí o por lo menos siento temor en hacerlo después de la
advertencia" de un conocido y por eso vive en otra dirección. "Esto
también se llama petición en interés particular porque es mi vida y la
integridad personal de mi familia la que está en peligro y no la de la
comunidad".
- También impugna el fallo "porque
nada dice con relación a lo dispuesto en el artículo 87 de la C.N.".
LA SEGUNDA INSTANCIA
El JUZGADO OCTAVO PENAL DEL CIRCUITO,
mediante sentencia del dos (2) de marzo de mil novecientos noventa y dos
(1992), resolvió la segunda instancia, confirmando el fallo del A-quo, previas
las consideraciones que se resumen:
- Que no existe prueba suficiente para
colegir que se ha conculcado el derecho a la vida, "ya que para que esto
ocurra no basta con afirmar que el derecho está en grave peligro, sino que es
necesario acreditarlo y en este caso, como ya quedó anotado, no se hizo".
- Que no se vulneró el derecho de
petición, "porque el señor Alcalde Menor de Santafé de Bogotá, una vez
recibió la queja del señor Mora León, procedió a delegar a un Inspector de
Zona, con el fin de que practicara una visita al sector, arrojando como resultado
el sellamiento de varios establecimientos, por ocupación de zonas de uso
público y además al querellante se le notificó personalmente de las medidas
adoptadas, cada vez que se acercó al respectivo Despacho (fl. 15 c.o.), a lo
cual debe dársele credibilidad por tratarse de una manifestación hecha bajo
juramento al tenor de lo dispuesto en el artículo 19 del Decreto 2591 de
1991".
- Que el artículo 87 C.N., no ha sido
reglamentado, "pero como quiera que lo perseguido con la presente acción
es que se prohiba el funcionamiento de establecimientos públicos que carezcan
de licencia sanitaria, ya por parte de la respectiva Alcaldía se dispuso
hacerlo, cuando ordenó el sellamiento de los establecimientos ubicados en la
carrera 13 No. 8 - 52, carrera 13 No. 8 - 58, carrera 13 No. 8-50, carrera 13
No. 10-13 y carrera 12A No. 10-12, asistiéndole razón al A-quo en no tutelar
los derechos invocados".
- Que se confirma la decisión de primera
instancia, "pero no por las razones expuestas en la providencia
impugnada, esto es, por ser derechos colectivos, sino porque no son
susceptibles de tutela ya que no fueron vulnerados ni amenazados y es por ello
que debe confirmarse la providencia materia de alzada, con las anteriores
aclaraciones".
Teniendo en cuenta los antecedentes
expuestos, la Corte Constitucional -Sala de Tutela- procede a decidir previas
las siguientes,
C O N S I D E R A C I O N E S :
1a. Competencia
Es competente la Sala para adelantar la
revisión de la sentencia proferida por el Juez Octavo Penal del Circuito del
Distrito Capital, en la presente causa, en virtud de lo dispuesto en los
artículos 86 inciso 2o. y 241 numeral 9o. de la constitución Política de
Colombia, en concordancia con los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991.
2a. La Materia
La presente revisión de la sentencia
proferida por el Juez Octavo Penal del Circuito de Santafé de Bogotá el dos (2)
de marzo de mil novecientos noventa y dos (1992), mediante la cual se resolvió
la segunda instancia de la acción de tutela incoada por el ciudadano ALFONSO
MORA LEON, comprenderá, además, la fijación de los alcances para el caso de
los derechos a la vida y de petición.
DERECHO A LA VIDA
A fin de atender las exigencias de una
sociedad que necesita construir una cultura de la no violencia, respetuosa de
la existencia, estipuló el constituyente el derecho a la vida. Se trata de una
respuesta a preocupantes hábitos de criminalidad que en nuestra sociedad han
desembocado en un descenso en el respeto por la vida, la cual se comercia y
tasa en valores monetarios, al extremo de que existe una extendida profesión
contra la misma, ejercida por el denominado sicariato. En la exposición de
motivos del proyecto de acto reformatorio de la Constitución presentado por el
Gobierno a consideración de la Asamblea Constitucional, se lee lo siguiente:
"Atendiendo el
clamor que ha despertado en el país el contínuo desconocimiento del derecho a
la vida por causa de las masacres, del terrorismo, del sicariato, del
exterminio de indigentes; de los atentados contra dirigentes políticos, cívicos
y sindicales, el Gobierno propone consagrar expresamente el derecho a la vida
en la Constitución. Este postulado impondrá un mandato al Estado y a los
particulares y sin duda contribuirá a crear una cultura de respeto a la vida
del ser humano."
La Constitución Política de 1991 viene a
consagrar de manera expresa el Derecho a la vida en su artículo 11, del
siguiente tenor literal: "El Derecho a la vida es inviolable. No habrá
pena de muerte". El texto no define la naturaleza del derecho como sí
lo hacía el proyecto presentado por el Gobierno, cuando indicaba que el derecho
a la vida "es inherente a la persona humana". Se suple el vacío del
precepto en su redacción definitiva, por su ubicación en el texto
constitucional haciendo parte de los "Derechos fundamentales" y
comenzando la enumeración que de los mismos trae la Carta en el Capítulo I del
Título II. Resulta pues un avance frente a la Constitución de 1886, que consagraba
sólo de manera indirecta este derecho en su artículo 16, al disponer que las
autoridades de la República estaban instituídas para proteger "la
vida" de las personas residentes en Colombia. Consagra el nuevo
precepto la prohibición absoluta de imponer la pena de muerte, no sólo
dirigida al legislador como en el texto constitucional anterior (art. 29).
Esta prohibición, recoge el criterio constitucional colombiano adoptado en el
acto legislativo No. 3 de 1910, que reformó el artículo 29 original de la Constitución
de 1886, que estatuía lo siguiente: "Sólo impondrá el legislador la pena
capital para castigar, en los casos que se definan como más graves, los
siguientes delitos, jurídicamente comprobados, a saber: traición a la patria
en guerra extranjera panicidio, asesinato, incendio, asalto en cuadrilla de
malhechores, piratería y ciertos delitos militares definidos por las leyes del
ejército". "En ningún tiempo podrá aplicarse la pena capital fuera
de los casos en este artículo previsto."
El primero de los Derechos Fundamentales es
el derecho a la vida. Es un derecho inherente al individuo, lo que se pone de
presente en el hecho de que sólo hay que existir para ser titular del mismo.
De otra parte, se tiene que no se puede ser titular de derechos sin la vida
presente, pasada o futura. Así, resulta la vida un presupuesto para el
ejercicio de los demás derechos.
Sin entrar en definiciones absolutas ni
definitivas sobre el objeto del derecho comentado, la VIDA misma, cuyos
contenidos esenciales resultan inalcanzables para la conciencia actual del
hombre; en la lógica del derecho, que es una expresión de la conciencia media
de la sociedad, la vida, es la no muerte. Y el derecho a la vida es la
garantía para el individuo de que nadie pueda causarle la muerte como un acto
de expresión de la voluntad. Es el derecho a morir de muerte natural o por
efecto de enfermedad propia, no inducida. Con el crecimiento de las
obligaciones sociales del Estado, el derecho a la vida aumenta su espectro
garantizador, con una lógica de reducción a la unidad (el hombre), para
comprender también la posibilidad de "vivir bien", de suerte que, en
este sentido, la totalidad de los denominados derechos asistenciales" se
orienta justamente a asegurar esta expresión ampliada del derecho a la vida.
Lo anterior muestra la obligación del intérprete en la acción de tutela de
definir la expresión del derecho a la vida en cuanto fundamental y en tanto
asistencial, -por cuanto aquella es la expresión primigenia de la vida y así
considerada tiene el carácter de fundamental, mientras que los distintos modos
de vida de la civilización de occidente, a que pertenecemos, involucrados en
nociones sociológicas como las del "confort" y "modo de vida"
(se subraya), sólo circunstancialmente en tanto la ley y el Estado los tengan
dispuestos serán objeto de amparo, mediante la acción de tutela, tal como se
encuentra establecida en el ordenamiento jurídico colombiano.
Lo expuesto permite a la Sala concluir para
el caso concreto, que la solicitud del accionante en el sentido de demandar una
prestación de mejor calidad en los servicios de recolección de basuras, el
sellamiento de establecimientos de comercio que no cumplan con los reglamentos
de sanidad e higiene, o la presencia más eficaz de la Policía en un
determinado sector urbano, o la prohibición del estacionamiento de "zorras
y carromatos" o la circulación "basuriegos o recicladores" en
la zona, no constituyen atentados contra el derecho a la vida, en cuanto
derecho fundamental, sino que, sus peticiones se orientan a buscar la
protección de otros derechos de rango legal, para cuya garantía no está
autorizada la vía judicial utilizada por el actor (artículo 2o. del Decreto
306 de 1992).
Comparte la Sala el criterio expuesto por
el ad-quem, al afirmar que en "relación con el derecho a la vida,
encuentra este Despacho que no existe prueba suficiente para colegir que se ha
conculcado, pues únicamente se cuenta con el dicho de Mora León, basándose en
la peligrosidad de los vecinos del sector, de quienes dice conforman verdaderas
bandas de delincuentes y depravados, lo cual no demuestra un peligro inminente
para la vida del actor o de su familia y por ello no es susceptible de ser
tutelado, ya que para que esto ocurra no basta con afirmar que el derecho está
en grave peligro, sino que es necesario acreditarlo y en este caso, como ya
quedó anotado, no se hizo". En efecto, el actor no señala de manera
directa a ningún sujeto, sino a un grupo indiferenciado de personas, como
eventuales agresores contra su vida, ni prueba ninguna conducta humana que así
lo indique, ni omisión del Estado de la cual pueda resultar su individual
derecho a la vida o el de los miembros de su familia vulnerados, y su solo
temor no constituye elemento que pueda tener en cuenta la Sala para deducir de
allí la violación del derecho a la vida que pide le sea amparado.
Lo expuesto no hace posible que pueda
prosperar el amparo que solicita el demandante del derecho a la vida en el
presente caso.
EL DERECHO DE PETICION
Este derecho muestra tal vez más que ningún
otro derecho fundamental, la naturaleza de las relaciones de los asociados con
el poder público en el Estado Liberal. Es junto con los derechos políticos el
mecanismo de participación democrática más antiguo en esa forma del Estado.
En efecto, allí las relaciones entre la sociedad y el Estado, permiten a la
primera, con la consagración del Derecho de petición, solicitar de éste
proveimientos en interés particular o general, imponiéndole al aparato
institucional la obligación de atender esas solicitudes de acuerdo con las
posibilidades que le otorga la ley. Este especial tipo de "relación
política" no es propio de otras formas del Estado que atienden las
peticiones de los asociados como una respuesta a título de "gracia"
(monarquía), o cuya legitimación resulta precaria en razón de que el poder
estatal no busca satisfacer el interés general, sino el de una determinada
clase (periodo de la "dictadura del proletariado"); en el sistema
político demo-liberal, por el contrario, el individuo es personero de intereses
propios y de la sociedad en general, lo que es reflejo de la aspiración
democrática que contiene el modelo político. En esto justamente se encuentra
el contenido autónomo del derecho humano que se comenta, que además tiene el
contenido de los derechos que se piden mediante su ejercicio, los cuales son de
la naturaleza más general, públicos o privados, absolutos o relativos,
subjetivos y objetivos, lo cual ha llevado a sustentar la aseveración de que es
un derecho que sirve de instrumento para lograr la protección de los demás
derechos de los individuos.
Con el aumento de las funciones
administrativas en el Estado, después de la segunda postguerra, el derecho de
petición ha tenido una ampliación de su campo de aplicación, que permite un
intenso diálogo entre los administrados y las agencias de servicios públicos,
lo que no quiere decir, que el derecho de petición sólo pueda dirigirse a la
administración, porque él, permite también formular solicitudes a las otras
ramas del poder público.
La Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano del 26 de agosto de 1789, no consagró expresamente el derecho de
petición, el cual vino a aparecer poco después en la Declaración de los
Derechos que sirve de preámbulo a la Constitución Política Francesa del 24 de
junio de 1793, que en su artículo 32 lo dispuso así: "El derecho de
presentar peticiones a los depositarios de la autoridad pública no puede, en
ningún caso ser prohibido, suspendido ni limitado". La Declaración
Universal de Derechos Humanos (1948), no lo contiene, como tampoco el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (3 de enero de
1976), ni el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (23 de marzo
de 1976). El Derecho Constitucional de un buen número de países lo consagra de
manera expresa: Alemania (arts. 17 y art. 45 c.), Brasil (art. 5o.), España
(art. 29), Guatemala (arts. 28 y 137), Italia (art. 50), México (arts. 8o., 9o.,
y 35), Perú (art. 2o.), Portugal (art. 49), Venezuela (arts. 67 y 68), entre
otros.
La Constitución Política consagra el
derecho de petición en su artículo 23, el cual recoge, en su primera parte
casi literalmente, la fórmula de la anterior Constitución, que permite a
"toda persona", es decir, mayores o menores, nacionales o
extranjeros, domiciliados o transeúntes, naturales o jurídicas, sin
limitaciones de sexo, raza o condición, ni de ninguna otra clase, ejercerlo en
interés propio o general y de obtener pronta resolución. Esto último implica
la obligación que tiene la autoridad pública de resolver la solicitud en
forma expresa o tácita (silencio administrativo), verbal o escrita o con la
simple ejecución o suspensión fáctica de lo solicitado, según lo disponga la
ley. Lo anterior, es obvio, no quiere decir que la petición deba resolverse
accediendo a todo lo solicitado; las diferencias de criterio sobre la
solución, entre el actor y su destinatario, podrán ser objeto del ejercicio
de peticiones más especializadas (petición-demanda), para definir a quien
asiste la razón legal.
El constituyente de 1991, introdujo como
elemento nuevo una extensión del Derecho de Petición ante organizaciones
privadas, cuando busquen la garantía de derechos fundamentales. Se instaura de
ese modo un mecanismo de defensa de esos derechos, incluso frente a los
particulares, ante quienes los individuos, por la composición de las distintas
fuerzas sociales puedan encontrarse en estado de indefensión. La extensión del
derecho a los poderes privados, es una medida de protección que permite
disponer del derecho a ser oído e informado sobre decisiones que le conciernen
y que tiene el efecto de democratizar las relaciones en el interior de las
organizaciones particulares y de quienes puedan verse afectados en sus derechos
fundamentales con sus decisiones.
En el caso concreto las peticiones del
actor fueron atendidas por la administración. El señor Alcalde Menor de
Santafé de Bogotá, en atención a ellas delegó a un funcionario (Inspector de
zona), para que practicara visita al sector arrojando como resultado esta
diligencia el sellamiento de varios establecimientos (ventas de cartón y
elementos reciclables), entre los cuales indicó los situados en las siguientes
direcciones: carrera 13 No. 8-52, carrera 13 No. 8-58, carrera 13 No. 8-50,
carrera 13 No. 10-13, carrera 12A No. 10-12, por ocupación de zonas de uso
público. "En relación a la comunicación hecha al querellante, este se
dió por notificado de las medidas adoptadas en forma personal, cada una de las
veces que se acercó a este Despacho"(folio 15). El Personero Delegado
para el medio ambiente y el desarrollo, allegó a folios copia del expediente
radicado bajo el No. 003279/90 (450/90), sustanciado en esa delegada en virtud
de la queja formulada por el actor, con lo cual queda demostrada la respuesta
de esta autoridad a la petición, a tal grado que en su escrito de
"impugnación", el demandante afirma no haber dirigido la acción
contra la personería, lo cual parecía indicar su escrito de demanda inicial.
Con estas respuestas de la administración queda demostrado que no se conculcó
el derecho de petición del actor, por lo tanto no progresa por este aspecto la
solicitud que hizo de que se le amparara en la violación del derecho citado.
La solicitud de aplicar lo establecido en
el artículo 87 de la Constitución Política, por la vía procesal de la tutela,
no es procedente, por cuanto es un procedimiento distinto el llamado a
implementar la acción contemplada en ese precepto, que no ha sido objeto de los
desarrollos legales necesarios, art. 2o. Dto. 306/92.
En mérito de lo expuesto, la Corte
Constitucional, Sala de Revisión de Tutelas, administrando justicia en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E
Primero. CONFIRMAR la sentencia del Juzgado Octavo Penal del
Circuito de Santafé de Bogotá, D.C., de marzo dos (2) de mil novecientos
noventa y dos (1992), mediante la cual se decidió la segunda instancia, en la
acción de tutela de la referencia, promovida por ALFONSO MORA LEON, por las
razones precedentes.
Segundo.- Comuníquese al Juzgado Octavo Penal del Circuito
de Santafé de Bogotá, D.C., la presente decisión para que sea notificada
conforme a lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, publíquese, comuníquese, insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional y archívese el expediente.
FABIO MORON DIAZ SIMON
RODRIGUEZ RODRIGUEZ
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
82 | T-453-92
Sentencia No
Sentencia No. T-453/92
ACCION DE TUTELA-Alcance/PRINCIPIO DE
SUBSIDIARIEDAD/JUEZ DE TUTELA-Deberes
La acción de tutela no es un instrumento
alternativo o sustitutivo de las acciones ordinarias que la Constitución y la
ley asignan a las distintas jurisdicciones, según su especialidad, para que
ellas dentro de sus competencias definan si se han violado los derechos y
resuelvan lo pertinente al caso, a fin de que cese la violación y aquellos se
restablezcan. No obstante que la acción de tutela tampoco tiene el propósito de
instruir a los apoderados judiciales sobre cuál es la acción procedente para
atender los pleitos confiados a su cuidado, sí es deber ineludible del juez de
tutela, cuando llega a la conclusión de que hay un mecanismo judicial idóneo
para la salvaguarda del derecho, indicarle al afectado con precisión libre de
toda ambigüedad, la vía instituída para tal finalidad, sin que pueda dejar de
cumplir con esa obligación cuando la acción de tutela se presenta por conducto
de apoderado judicial.
ACCION DE TUTELA
TRANSITORIA-Improcedencia
La protección que brinda la acción
ordinaria es integral porque de comprobarse la existencia del derecho, éste se
reconoce desde el momento en que se causó y se ordena cancelar las sumas
adeudadas a partir de ese instante. Es por tanto un medio eficaz para obtener
el restablecimiento del derecho. La acción no ha prescrito y a ella puede
acudirse. Tampoco resultaría viable en este caso la acción de tutela como
mecanismo transitorio, pues se trata de obtener la definición de un derecho
litigioso y la acción no tendría la finalidad de evitar un perjuicio
irremediable.
PENSION DE VEJEZ-Reconocimiento/SOCIEDAD
CONYUGAL/RELACION LABORAL
La legislación laboral tiene establecido
que el contrato de trabajo puede concurrir con otras formas contractuales sin
perder ni transformar su naturaleza y hoy la Constitución manda que se dé
prevalencia a la realidad del trabajo por encima de cualquier formalidad todo
lo cual implica que en cada caso concreto y con el auxilio de la presunción
legal que ordena el C. S. del T. se deba estudiar si se da o no la relación
laboral, que, por lo demás, el Instituto aceptó sin protestar durante las
numerosas semanas de cotización. Lo anterior debe predicarse, aún con mayor
razón, cuando concurren el vínculo conyugal y la relación laboral que son dos
situaciones legales que por sí mismas y a priori no se excluyen sino que pueden
práctica y jurídicamente comulgar; la primera, en la cual rige la igualdad de
los consortes por disposición constitucional, funda las relaciones personales,
familiares y patrimoniales que la ley señala entre la pareja, al paso que la
segunda enmarca la prestación remunerada de un servicio económicamente útil de
una persona en favor de las actividades productivas de otra de la cual depende
para los únicos y exclusivos efectos de tal relación laboral.
DERECHO A LA
SEGURIDAD SOCIAL/DERECHO AL TRABAJO-Protección
La seguridad social que se reclama mediante
el reconocimiento de la pensión de vejez, no puede verse como algo
independiente o desligado de la protección al trabajo, el cual es garantizado
de manera especial en la Constitución, por considerar que es un principio
fundante del Estado Social del Derecho que ella organiza. Como el derecho
controvertido nace y se consolida ligado a una relación laboral, en cuyo
desarrollo la persona cumplió los requisitos de modo, tiempo de cotización y
edad a los cuales se condicionó su nacimiento es necesariamente derivación del
derecho al trabajo.
SALA DE REVISION No. 7
REF: EXPEDIENTE
T-1239
Acción de tutela
instaurada por CARLOS ALFONSO REINA CARRILLO contra la Resolución No. 04148 de
1991 del Instituto de Seguros Sociales.
Magistrado Ponente:
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN.
Aprobada según Acta
No.3
Santafé de Bogotá, D.C., trece (13) de
julio de mil novecientos noventa y dos (1992)..
El señor CARLOS ALFONSO REINA CARRILLO, por
conducto de apoderado judicial, formula acción de tutela para reclamar la
protección de sus derechos constitucionales fundamentales al trabajo, al debido
proceso y a la asistencia social, los cuales considera le fueron vulnerados
por el Instituto de Seguros Sociales.
I. FUNDAMENTOS DE LA ACCION.
La violación de los derechos indicados
ocurre, según el petente, porque mediante la Resolución No. 04148 de 1991 el
Instituto de Seguros Sociales confirmó la Resolución No. 5343 de 1990 negándole
la pensión de vejez a que tiene derecho, con base en que "el vinculo
laboral en la sociedad conyugal no es factible" interpretando así
erróneamente el artículo 23 del Código Sustantivo del Trabajo.
Manifiesta que cumple los requisitos de
edad y tiempo de cotización previstos en las normas reglamentarias del seguro
de vejez, las cuales no excluyen la posibilidad de que los cónyuges sean
afiliados al Seguro Social, en virtud de una relación laboral.
II. ACTUACION EN PRIMERA INSTANCIA.
El Juez séptimo Superior de Bogotá rechazó
la acción interpuesta por las razones siguientes:
1o.
El acto acusado no afecta el derecho al trabajo, sino a la seguridad social, el
cual no es fundamental.
2o.
La actuación administrativa no conculca el derecho al debido proceso, porque
la Resolución impugnada "es el resultado de los recursos interpuestos
contra la decisión inicial".
3o.
La acción de tutela es improcedente por ser el acto acusado un acto
administrativo, el cual puede demandarse ante la jurisdicción de lo Contencioso
Administrativo.
III. ACTUACION EN SEGUNDA INSTANCIA.
El Tribunal Superior de Santafé de Bogotá
-Sala Penal- confirmó la decisión del Juez del conocimiento, prohijando los
argumentos expuestos en torno a la existencia de un medio judicial distinto
para la defensa del derecho.
En relación con las alegaciones del
apoderado respecto de las dificultades de intentar la acción ante la
jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, toda vez que por negligencia de
quien tenía para ese efecto la representación judicial, la demanda no se
corrigió oportunamente y fue rechazada y además, a la posibilidad que
existiría de acudir a la jurisdicción laboral para dirimir el conflicto, el
Tribunal señala que tales planteamientos indican que no se han agotado los
recursos judiciales existentes para obtener el reconocimiento de la pensión y
que también pueden imponerse correctivos para que los abogados cumplan con su
deber.
IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
a. La subsidiariedad.
Compete a la Corte Constitucional en Sala
de Revisión y previa selección del caso, revisar las decisiones proferidas con
ocasión de acciones de tutela, de acuerdo con lo normado en los artículos 86 y
241-9 de la Constitución Nacional y los artículos 33 a 36 del Decreto 2591 de
1991.
Para resolver sobre la tutela impetrada es
necesario dilucidar si para la protección de los derechos que se consideran
lesionados existe un medio idóneo de defensa, bien sea a través de las acciones
comunes ante la jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, que fue la vía
escogida inicialmente por la apoderada judicial del peticionario, o ante la
jurisdicción laboral.
El artículo 86 de la Constitución Nacional
al instituir la acción de tutela para que pudiera reclamarse ante los jueces
la defensa de los derechos constitucionales fundamentales, impone como
condición de procedibilidad de ese instituto, que el afectado no disponga de
otro medio de defensa judicial para obtener la protección del derecho, salvo el
caso en que se pida su protección transitoria para evitar que se cause un
perjuicio irremediable.
Analizados los argumentos expuestos por el
apoderado judicial para fundar la petición de tutela se advierte que con
anterioridad a la presentación de esta solicitud se había intentado hacer
efectivo el derecho a la pensión de vejez, promoviendo la acción de nulidad y
de restablecimiento del derecho contra las Resoluciones del Instituto de
Seguros Sociales que la negaron.
El Tribunal Administrativo del Meta ordenó
corregir la demanda para adecuarla a las exigencias establecidas en el Código
Contencioso Administrativo y como las fallas que advirtió el Tribunal no fueron
corregidas dentro del término preclusivo que establece la ley, el Tribunal rechazó
la demanda por auto de Enero 28 de 1992 y la acción de restablecimiento del
derecho ya caducó.
Indica lo anterior, que la persona tuvo
oportunidad de acceder a la administración de justicia según lo ordena con
carácter imperativo el artículo 229 de la Carta Fundamental, pues puso en
marcha la actividad jurisdiccional para pedir la nulidad del acto que vulnera
su derecho. Sin embargo, por descuido de la apoderada a quien confió la defensa
de su interés jurídico, dejó pasar la oportunidad procesal para reclamarlo, la
cual no puede revivir en virtud de la acción de tutela, puesto que ella no fue
instituida para corregir las faltas de los abogados que determinan el fracaso
del medio judicial preestablecido en la ley, ni tiene carácter alternativo o de
opción.
En efecto, la acción de tutela no es un
instrumento alternativo o sustitutivo de las acciones ordinarias que la
Constitución y la ley asignan a las distintas jurisdicciones, según su
especialidad, para que ellas dentro de sus competencias definan si se han
violado los derechos y resuelvan lo pertinente al caso, a fin de que cese la
violación y aquellos se restablezcan.
No obstante que la acción de tutela tampoco
tiene el propósito de instruir a los apoderados judiciales sobre cuál es la
acción procedente para atender los pleitos confiados a su cuidado, sí es deber
ineludible del juez de tutela, cuando llega a la conclusión de que hay un
mecanismo judicial idóneo para la salvaguarda del derecho, indicarle al
afectado con precisión libre de toda ambigüedad, la vía instituída para tal
finalidad, sin que pueda dejar de cumplir con esa obligación cuando la acción
de tutela se presenta por conducto de apoderado judicial.
Para el caso que ocupa la atención de la
Sala, debe tenerse en cuenta que la vía adecuada para demandar el
reconocimiento de la pensión de vejez, negada en la actuación administrativa,
es la acción laboral ordinaria tomando en cuenta que la reclamación se intentó
ante el Instituto de Seguros Sociales con fundamento en el cumplimiento de requisitos
causados en desarrollo de una relación laboral de carácter privado derivada de
un contrato de trabajo; por ello, la solución del conflicto que suscita la
decisión oficial corresponde, como se dijo, a la jurisdicción laboral, la cual
fue instituída para resolver las controversias jurídicas que se originan
directa o indirectamente de un contrato de trabajo y especialmente "de las
controversias, ejecuciones y recursos que le atribuye la legislación sobre
seguro social"; al respecto, debe tenerse presente que el Código Procesal
del Trabajo fue expedido mediante el Decreto 4133 de 1948 y, para ese momento,
la ley 90 de 1946, por virtud de la cual se estableció el seguro social
obligatorio para amparar los riesgos de enfermedad, invalidez, vejez y muerte y
se creó el Instituto de Seguros Sociales, había dispuesto en su artículo 68:
"Las controversias que suscita la aplicación de la presente ley entre
patronos y trabajadores, o entre el Instituto o las Cajas y los patronos,
asegurados o beneficiarios, por razón del seguro, serán de competencia de la
justicia del trabajo".
Tratándose de demandas contra actos de
entidades de derecho público, administrativas o sociales, es requisito
indispensable agotar el procedimiento gubernativo o reglamentario correspondiente,
al igual que se exige para demandar ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo, de conformidad con las reglas establecidas en los artículos 2,
6 y 11 del Código de Procedimiento Laboral.
De otra parte, cabe anotar que el Código
Contencioso Administrativo, en consonancia con las normas procesales citadas,
excluye del conocimiento de esa jurisdicción los conflictos laborales derivados
de una relación contractual preexistente y por consiguiente, el de las
acciones en que se reclame un derecho con fundamento en una relación de esta
naturaleza, según las normas de competencia establecidas en los artículos 131-6
y 132-6, por cuanto en ellas sólo les asigna la facultad de conocer de los
procesos de restablecimiento del derecho de carácter laboral "que no
provengan de un contrato de trabajo" en los que se controviertan actos de
cualquier autoridad.
La protección que brinda la acción
ordinaria es integral porque de comprobarse la existencia del derecho, éste se
reconoce desde el momento en que se causó y se ordena cancelar las sumas
adeudadas a partir de ese instante. Es por tanto un medio eficaz para obtener
el restablecimiento del derecho. La acción no ha prescrito y a ella puede
acudirse.
Tampoco resultaría viable en este caso la
acción de tutela como mecanismo transitorio, pues se trata de obtener la
definición de un derecho litigioso y la acción no tendría la finalidad de
evitar un perjuicio irremediable.
A pesar de todo lo anterior, la Corte
considera que es imperativo que el Instituto de Seguros Sociales haga un
estudio nuevo y tome decisiones acordes con tal renovado análisis, pues no es
posible que el asunto lo resuelva dicha institución solamente con base en el
equivocado criterio de que el vínculo conyugal y la relación laboral se excluyen
per se. Como se acaba de decir, no es función de la acción de tutela definir
contenciones, esto es, derechos litigiosos, pero en este caso es palmar que el
aspecto que se deja reseñado debe corregirse y, si de ello así resulta, evitar
una acción ordinaria laboral, esto es, si resulta que el Instituto de Seguros
Sociales establece la presencia de los otros requisitos para reconocer la
pensión de vejez que se reclama.
La legislación laboral, en efecto, tiene
establecido que el contrato de trabajo puede concurrir con otras formas
contractuales sin perder ni transformar su naturaleza (art. 25. C. S. del T.) y
hoy la Constitución manda que se dé prevalencia a la realidad del trabajo por
encima de cualquier formalidad (art. 53 C.N.), todo lo cual implica que en cada
caso concreto y con el auxilio de la presunción legal que ordena el artículo 24
del C. S. del T. se deba estudiar si se da o no la relación laboral, que, por
lo demás, el Instituto aceptó sin protestar durante las numerosas semanas de
cotización.
Lo anterior debe predicarse, aún con mayor
razón, cuando concurren el vínculo conyugal y la relación laboral que son dos
situaciones legales que por sí mismas y a priori no se excluyen sino que pueden
práctica y jurídicamente comulgar; la primera, en la cual rige la igualdad de
los consortes por disposición constitucional, funda las relaciones personales,
familiares y patrimoniales que la ley señala entre la pareja, al paso que la
segunda enmarca la prestación remunerada de un servicio económicamente útil de
una persona en favor de las actividades productivas de otra de la cual depende
para los únicos y exclusivos efectos de tal relación laboral.
El Instituto de Seguros Sociales debe,
pues, analizar el caso concreto nuevamente y determinar si se reunen las
condiciones de la presencia de una relación laboral, número de cotizaciones y
edad para conceder la pensión de vejez al señor REINA sin utilizar como
argumento obstativo el vínculo conyugal que lo une con la dueña de la empresa
en la cual cotizó.
b. El derecho protegido.
De otro lado, interesa, de todas maneras,
dejar en claro que es equivocado el criterio del juez del conocimiento, cuando
señala que la negativa en conceder la pensión de vejez no afecta el trabajo
sino la seguridad social que no es un derecho fundamental.
La asistencia como derecho surgió
inicialmente de las relaciones de familia que imponían la obligación de ayuda y
socorro entre los miembros del grupo familiar. Los padres debían proporcionarle
a sus hijos los medios de subsistencia y los esposos debían auxiliarse entre
sí. En consecuencia, el miembro de familia que tuviese el derecho a exigir
asistencia, podía lograr su cumplimiento interponiendo la acción judicial para
obtener la asistencia requerida.
La seguridad social adquiere carácter de
institución y es considerada como derecho público subjetivo exigible del
Estado, cuando se consagra para éste la obligación de realizar planes y
programas para remediar los males sociales y brindarles medios de subsistencia
a las personas que no están en capacidad de proporcionárselos por si mismas.
La seguridad Social se enmarca dentro de
los denominados derechos sociales que surgen al influjo de los movimientos de
renovación social y de las tesis solidaristas que se agitaron en el periodo
subsiguiente a la primera guerra mundial.
La Constitución de 1991 incluye la
Seguridad Social dentro del capítulo 2o. del Titulo II sobre los derechos las
garantías y los deberes, bajo la denominación "De los Derechos Sociales,
Económicos y Culturales", en el artículo 48 con el texto siguiente:
"La Seguridad
Social es un servicio público de carácter obligatorio que se prestará bajo la
dirección, coordinación y control del Estado, en (sic) sujeción a los
principios de eficiencia, universalidad y solidaridad, en los términos que
establezca la ley.
Se garantiza a todos
los habitantes el derecho irrenunciable a la seguridad social.
El Estado, con la
participación de los particulares, ampliará progresivamente la cobertura de la
Seguridad Social que comprenderá la prestación de los servicios en la forma que
determine la ley.
La Seguridad Social
podrá ser prestada por entidades públicas o privadas, de conformidad con la
ley.
No se podrán
destinar ni utilizar los recursos de las instituciones de la Seguridad Social
para fines diferentes a ella.
La Ley definirá los
medios para que los recursos destinados a pensiones mantengan su poder
adquisitivo constante".
El texto que consagra la Seguridad Social
indica que se trata de una norma programática de desarrollo progresivo y
obligatorio por parte del legislador, que constituye promesa para los
gobernados de que el Estado como guardián de la colectividad, deberá diseñar
políticas de acuerdo con esos postulados fundamentales para cubrir las
prestaciones que surjan de las contingencias de enfermedad, invalidez o
senectud, a fin de que la Seguridad Social sea una realidad.
Empero, la seguridad social que se reclama
mediante el reconocimiento de la pensión de vejez, no puede verse como algo
independiente o desligado de la protección al trabajo, el cual es garantizado
de manera especial en la Constitución, por considerar que es un principio
fundante del Estado Social del Derecho que ella organiza. Como el derecho
controvertido nace y se consolida ligado a una relación laboral, en cuyo
desarrollo la persona cumplió los requisitos de modo, tiempo de cotización y
edad a los cuales se condicionó su nacimiento es necesariamente derivación del
derecho al trabajo.
Entonces, la Seguridad Social envuelta en
la petición corresponde al concepto tradicional que se tiene en nuestro medio,
por no existir aún un régimen integral y general de Seguridad Social, en el que
las limitaciones desaparecen para proteger al hombre y satisfacer sus
necesidades. De esta manera la defensa del trabajo apareja protección de la
seguridad social que de él dimana, por ser la pensión de vejez una prestación
a largo plazo que cubre al trabajador en el curso de su relación laboral y que
al decir de KROTOCHIN constituye "salario diferido" que se cobra
periódicamente una vez se satisfacen las exigencias legales.
En mérito de las consideraciones
precedentes, la Corte Constitucional en Sala de Revisión, administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.- REVOCAR el fallo proferido por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Santafé de Bogotá -Sala Penal- de febrero 24
de 1992, mediante el cual confirmó la decisión del Juzgado Séptimo Superior de
Bogotá que rechazó la acción de tutela formulada por CARLOS ALFONSO REINA
CARRILLO.
SEGUNDO.- ORDENASE al INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES estudiar
y definir nuevamente el caso de la pensión de vejez reclamada por el señor
CARLOS ALFONSO REINA CARRILLO teniendo en cuenta rigurosamente los criterios
expresados en la parte motiva de esta providencia. Y, para ello, dejar sin
efectos las resoluciones 5343 de 1990 y 04148 de 1991 que la habían resuelto
inicialmente. La nueva decisión se tomará en el término de quince (15) días
hábiles después de la notificación de este fallo.
TERCERO.- Por Secretaría General se dará cumplimiento al
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 y el Juez de instancia velará por la
ejecución de esta sentencia.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta Constitucional y cúmplase.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Presidente
CIRO ANGARITA
BARON EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
83 | T-454-92
Sentencia No
Sentencia No. T-454/92
DERECHO AL
TRABAJO/PERSONAL MILITAR/ASIGNACION DE RETIRO-Deducciones
Toda disminución ilegítima de una asignación
de retiro es un atentado contra el derecho al trabajo, el cual en su calidad o
modalidad de remunerado, tiene especial protección constitucional, pues la
retribución que se recibe, así sea por inactividad causada, está
inescindiblemente unida al trabajo que la persona realizó y es un efecto
intocable de la situación. Las deducciones practicadas tienen su causa
exclusiva en la afiliación del solicitante a las entidades beneficiarias y que
el derecho a la libre asociación que la Constitución consagra, conlleva al
derecho irrenunciable a dejar de pertenecer a ellas ad libitum; la afiliación
tanto como la pertenencia a una asociación son actos voluntarios y libres y
dependen exclusivamente y por siempre de la decisión de la persona. En este
asunto, la afiliación debió cancelarse tan pronto como el miembro manifestó su
voluntad en ese sentido y en ese mismo momento debieron cesar sus
consecuencias, tales como los descuentos.
SALA SEPTIMA DE REVISION
REF.: EXPEDIENTE
No. T-1282.
Acción de tutela
de RICARDO ANTONIO MURILLO LOZANO contra la CAJA DE RETIRO DE LAS FUERZAS
MILITARES.
Magistrado
Ponente: Dr. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN.
Aprobada según
acta No.3
Santafé de Bogotá, D.C., trece (13) de
julio de mil novecientos noventa y dos (1992).
I. ANTECEDENTES.
Quejándose de que la Caja de Retiro de las
Fuerzas Militares le ha venido haciendo retenciones de cuotas mensuales con
destino a distintas asociaciones de sub-oficiales del ejercito retirados
-dentro de las cuales menciona a ACOLSURE, ATOLSURE y FECOLSURE- no obstante
que no pertenece a ninguna y ha dado repetidas órdenes de que tal procedimiento
cese, el señor RICARDO ANTONIO MURILLO LOZANO, ex-sargento mayor de esa Arma,
pide que se le tutelen sus derechos fundamentales y, en consecuencia, cesen los
descuentos; igualmente pide que se decrete a su favor el pago de los perjuicios
materiales, que él hace consistir en la devolución indexada de lo retenido y de
sus intereses, de los perjuicios morales que estima en el valor de mil gramos
oro y el reconocimiento de las costas.
II. TRAMITE.
Correspondió el conocimiento de esta acción
a la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Ibagué, la
cual dictó sentencia denegatoria el 25 de febrero del presente año.
Dijo el Tribunal:
"El actor no
precisó el derecho que considera vulnerado (art. 14 del decreto) pero describió
con claridad los actos realizados por la Caja de Sueldos de Retiro de las
Fuerzas Militares respecto a la cual impetra la tutela. De los derechos
citados por el solicitante sólo son fundamentales el derecho al trabajo y la
libre asociación y ninguno de ellos resulta vulnerado por la deducción de una
cuota para una asociación de suboficiales en retiro; ese hecho podría vulnerar,
eventualmente, el derecho de propiedad -que no es fundamental- para cuya
protección existen otros medios de defensa judicial por lo cual es improcedente
la tutela máxima cuando el hipotético perjuicio es remediable (art. 6o. idem).
Además el artículo 1o. del Decreto 306 de 1992 explícitamente excluyó esta protección
en los casos en que el interesado puede solicitar a la autoridad judicial
competente la orden de devolución de sumas de dinero pagadas por contribuciones
(literal e))".
Se anota que el sentenciador no indicó
cuáles eran los otros medios de protección de los derechos de que disponía el
actor; además, negó la práctica de las pruebas pedidas por él, ya que pensó que
no eran relevantes "al considerar que aunque el contenido de esas pruebas
respaldase las aseveraciones fácticas hechas por el actor, la tutela resultaría
improcedente por las razones ya expuestas".
La sentencia fue impugnada por fuera de
tiempo, de manera que el recurso no fue concedido.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
La Corte Constitucional practicó algunas
pruebas, consistentes en dos certificaciones de la Caja de Retiro de las
Fuerzas Militares, de las cuales se desprende que al solicitante se le vienen
realizando deducciones de su asignación de retiro desde 1987 con destino al
Círculo de Suboficiales y a la Federación Colombiana de Suboficiales
(FECOLSURE), entidad de segundo grado a la que está afiliada la Asociación
Tolimense de Sub-oficiales en Retiro (ATOLSURE); otras deducciones que se le
practican no vienen al caso y no tocan con la demanda.
Igualmente se estableció que el petente no
ha dirigido a la Caja solicitudes para que cesen los descuentos y, lo que es
muy importante, que dicha Caja se limita a recaudar para los terceros dichos de
acuerdo con las órdenes que recibe de ellos conforme a la ley, por donde se ve
que la acción está mal dirigida y que la tutela debe entenderse enderezada,
como lo entiende la Corte, a los verdaderos responsables de la situación,
haciendo prevalecer así el derecho substancial.
Es claro para la Corte, a contrario de lo
que cree el fallador de instancia, que toda disminución ilegítima de una
asignación de retiro es un atentado contra el derecho al trabajo, el cual en su
calidad o modalidad de remunerado, tiene especial protección constitucional,
pues la retribución que se recibe, así sea por inactividad causada, está
inescindiblemente unida al trabajo que la persona realizó y es un efecto
intocable de la situación; la asignación de retiro no es un don o gracia ni es
tampoco una forma de previsión social general sino que tiene claros y precisos
anclajes en el trabajo y es su consecuencia.
También cree la Corte que las deducciones
practicadas tienen su causa exclusiva en la afiliación del solicitante a las
entidades beneficiarias y que el derecho a la libre asociación que la
Constitución consagra, conlleva al derecho irrenunciable a dejar de pertenecer
a ellas ad libitum; la afiliación tanto como la pertenencia a una asociación
son actos voluntarios y libres y dependen exclusivamente y por siempre de la
decisión de la persona; es claro que la ley puede exigir que determinadas
actividades se cumplan únicamente por personas jurídicas conformadas de acuerdo
a determinados modelos asociativos, pero este no es el caso presente y, aún en
ese caso, toda persona es libre de integrarse o no a la asociación o compañía.
En este asunto, la afiliación debió cancelarse tan pronto como el miembro
manifestó su voluntad en ese sentido y en ese mismo momento debieron cesar sus
consecuencias, tales como los descuentos.
IV. DECISION.
En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima
de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de
la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO: Revócase la sentencia del 25 de febrero de
1992, emanada de la Sala Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Ibagué, mediante la cual se definió la acción de tutela impetrada por el señor
RICARDO ANTONIO MURILLO LOZANO contra la CAJA DE RETIRO DE LAS FUERZAS
MILITARES.
SEGUNDO: Ordénase al CIRCULO DE SUBOFICIALES, a la
FEDERACION COLOMBIANA DE SUBOFICIALES (FECOLSURE) y a la ASOCIACION TOLIMENSE
DE SUBOFICIALES EN RETIRO (ATOLSURE) desafiliar al señor RICARDO ANTONIO
MURILLO LOZANO y suspender toda clase de descuentos en su contra en el término
de cuarenta y ocho (48) horas después de la notificación de esta providencia;
noticia inmediata de ambos hechos darán a la CAJA DE RETIRO DE LAS FUERZAS
MILITARES.
TERCERO: Dentro del término dicho, las entidades
mencionadas devolverán al demandante lo que a través de la Caja de Retiro de
las Fuerzas Militares hayan recibido de él a partir del momento en que
recibieron en debida forma su solicitud de desafiliación, si así aconteció en
el pasado; en este evento, previo reintegro de los beneficios recibidos después
de ello, en su caso.
CUARTO: Remítase al Tribunal de origen de acuerdo con el
artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los fines allí indicados.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta Constitucional y cúmplase.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Magistrado
CIRO ANGARITA BARON EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
84 | T-455-92
Sentencia No
Sentencia No. T-455/92
ACCION DE TUTELA-Titularidad/LEGITIMACION EN LA CAUSA
Es titular de la acción de tutela, la
persona a quien se le han vulnerado o puesto en peligro de quebranto sus
derechos, en este caso, a la libertad física. Por consiguiente, es ella quien
puede acudir ante los jueces, según las reglas de competencia, para que se
restablezca su derecho o cesen las amenazas que pesan sobre él. Tuvo razón la
juez cuando denegó la tutela y la apelación por falta de legitimidad en los
solicitantes quienes actuaron en defensa de los derechos de un menor, pues ésta
afirmación resultó desvirtuada por el propio titular quien bajo la gravedad del
juramento declaró ser mayor de edad.
ACCION DE TUTELA-Impugnación
Es evidente que el Decreto 2591 de 1991
exige que la impugnación sea "debidamente" formulada, lo cual indica
que debe acudirse a las normas generales de procedimiento que rigen el trámite
de la apelación, para interpretar el significado del vocablo y ellas señalan
que es indispensable sustentar el recurso ante el juez que haya proferido la
decisión correspondiente, como se estatuye para todos los procesos civiles,
penales y laborales en el artículo 57 Ley 2a. de 1984, que viene a constituir
así una importante guía de interpretación; exigencia, además, que busca darle
orden y también eficacia al proceso de tutela y que está orientada a que el juez
conozca las razones por las cuales se considera que la providencia no se ajusta
a derecho y con esos elementos de juicio, adopte la decisión pertinente. De tal
manera, que la expresión "debidamente" no apunta sólo a la
oportunidad que concede la ley para interponer la impugnación, sino también a
la necesidad de indicar las razones de inconformidad con el fallo. De otra
forma no se explicaría cómo el artículo 32 del Decreto 2591 de 1991 puede
exigir al juez que conoce de la impugnación, que estudie el contenido de tal
impugnación "cotejándolo (dicho contenido del recurso) con el acervo
probatorio y con el fallo", si la impugnación carece por completo de
sustentación.
SALA DE REVISION No.7
REF.: EXPEDIENTE
No. T-2133
Acción de tutela
instaurada por VICTOR GABRIEL ACOSTA, CARLOS ANDRES MOYA y HENRY RUIZ TOSE, en
favor de GERARDO ALFONSO SOTELO.
Magistrado Ponente:
Dr. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN.
Aprobada según acta
No.3
Santafé de Bogotá, D.C., trece (13) de
julio de mil novecientos noventa y dos (1992).
I. ANTECEDENTES.
Los señores VICTOR GABRIEL ACOSTA, CARLOS
ANDRES MOYA y HENRY RUIZ TOSE presentaron acción de tutela en nombre de GERARDO
ALFONSO SOTELO, de quien dijeron que era menor de edad y huérfano, con el fin
de que fuesen protegidos sus derechos fundamentales a la "libertad" y
a la "libre movilización".
La violación de los derechos cuya
protección se solicitó se concreta en que el presunto menor fue involucrado
injustamente en el hurto de una ferretería, ocurrido el 5 de marzo de 1991,
porque a ellos y a muchas otras personas les consta que ese día el joven
participó en un desfile de vehículos con el cual se cerró la campaña política
del señor HENRY RUIZ TOSE, candidato al Concejo de Popayán y que se prolongó
hasta altas horas de la noche.
Manifestaron que con motivo de la
sindicalización de que había sido víctima el joven Sotelo, los agentes del
Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) lo interrogaron ilegalmente, lo
golpearon y lo dejaron libre, para al día siguiente someterlo al mismo maltrato
y decirle que no podía moverse de su casa y, por esa circunstancia estuvo a
punto de enloquecer.
II. LA ACTUACION EN PRIMERA INSTANCIA.
Correspondió a la Juez 19 de Instrucción
Criminal radicada en Popayán asumir el conocimiento de la acción de tutela,
quien, en orden al establecimiento de la verdad, tomó declaración a varias
personas que tuvieron conocimiento de los hechos, al joven Sotelo y a los
agentes de la SIJIN del departamento de Policía del Cauca, a cuyo cargo estuvo
la investigación del hurto y luego de analizar los hechos y las pruebas decidió
negar la tutela impetrada por las siguientes consideraciones:
Señala, en primer término, que los
solicitantes carecían de legitimación para actuar, por cuanto el titular de los
derechos había declarado ser mayor de edad y podía formular la acción por sí
mismo o por conducto de apoderado.
De otra parte, precisa el fallo que los
derechos fundamentales que invocaron los memorialistas no fueron conculcados,
toda vez que el señor Sotelo en ningún momento estuvo privado de la libertad,
pues si bien fue sindicado como autor del ilícito, los agentes de la SIJIN sólo
lo condujeron a las dependencias de la Policía para interrogarlo y tampoco se
le restringió el derecho a movilizarse libremente, pues, según manifestó al
juzgado, después de los hechos estuvo trabajando.
La juez apoya su decisión, además, en que
el médico forense dictaminó que no presentaba huellas de violencia física.
La providencia de primera instancia fue
notificada personalmente a los solicitantes y al interesado. En ese momento,
el señor HENRY RUIZ TOSE impugnó el fallo, pero no sustentó la apelación. El
juzgado declaró desierto el recurso por esta razón y además advirtió que el impugnante
no era el titular de los derechos supuestamente quebrantados, ni tenía poder de
éste para actuar.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
Procede la Corte a revisar la decisión
adoptada, luego de haber sido seleccionado el caso por la Sala correspondiente
de esta Corporación, de acuerdo con lo previsto en el artículo 86 de la
Constitución Nacional y en el artículo 33 del Decreto 2591 de 1991.
El Constituyente de 1991 institucionalizó
la acción de tutela en el artículo 86 de la Carta Fundamental con el fin de que
la persona afectada en sus derechos esenciales pudiese reclamar su protección
inmediata ante el juez, acusando el acto u omisión de las autoridades, o de los
particulares causantes del agravio o amenaza de lesión, en desarrollo de los
fines del Estado Social de Derecho que lo orientan al logro de la efectividad y
prevalencia de las normas que consagran los derechos fundamentales de las
personas.
Es, entonces, titular de la acción de
tutela, la persona a quien se le han vulnerado o puesto en peligro de quebranto
sus derechos, en este caso, a la libertad física. Por consiguiente, es ella
quien puede acudir ante los jueces, según las reglas de competencia, para que
se restablezca su derecho o cesen las amenazas que pesan sobre él.
Desenvolviendo los principios ideados por
el Constituyente para la acción de tutela como instrumento de protección de los
derechos, el Decreto 2591 de 1991 dispuso que la persona a quien se han violado
o desconocido sus derechos podría actuar por sí misma, o por conducto de
apoderado judicial, según su deseo, caso en el cual, en consonancia con los
principios de celeridad y eficacia que gobiernan el trámite, la ley manda
presumir la autenticidad del poder otorgado.
Con los mismos propósitos de facilitar el
ejercicio de la acción y acrecer la capacidad de los titulares de los derechos
fundamentales, el legislador hace posible que se puedan agenciar derechos
ajenos, siempre y cuando el titular de los mismos "no esté en condiciones
de promover su propia defensa". En este supuesto, indica la norma que
deberá manifestarse al juez en la solicitud que la persona se encuentra en
dificultades para acudir directamente a demandar la protección de su derecho.
Aplicando los criterios constitucionales y
legales al caso sub-lite y teniendo en cuenta que en la etapa de revisión se
trajo al expediente el certificado de nacimiento del señor Sotelo, que confirma
la declaración rendida por éste, en el sentido de ser mayor de edad, se debe
concluir que tiene capacidad plena para el ejercicio de sus derechos y
particularmente para formular directamente la acción de tutela y para actuar en
defensa de sus derechos o constituir apoderado judicial que represente sus
intereses o impugnar las decisiones que le son adversas.
Así las cosas, tuvo razón la juez cuando
denegó la tutela y la apelación por falta de legitimidad en los solicitantes
quienes actuaron en defensa de los derechos de un menor, pues ésta afirmación
resultó desvirtuada por el propio titular quien bajo la gravedad del juramento
declaró ser mayor de edad.
De otra parte, de la actuación cumplida no
se vislumbró ningún elemento indicador de que el interesado estuviese en
condiciones de impedimento o sometimiento físico o síquico que lo
imposibilitara para actuar por sí mismo en defensa de sus derechos esenciales.
Por el contrario, analizando las distintas versiones de los hechos, se observa
que se hallaba trabajando pues los agentes de la SIJIN solo le dijeron que
estuviera pendiente en su casa, para efectos de la indagación del ilícito
penal.
Por lo demás, como anota la juez, en ningún
momento estuvo privado de la libertad, pues según la versión de su patrono, la
primera vez, los investigadores de la SIJIN lo retuvieron aproximadamente hora
y media y en la segunda ocasión lo buscaron únicamente para recibirle versión
libre y espontánea de los hechos.
Interesa destacar que el fallo fue
notificado personalmente al señor Sotelo y éste no impugnó la decisión y, en
cuanto a la apelación interpuesta por el señor RUIZ TOSE, es claro que carecía
de personería para actuar y además, la impugnación no fue debidamente
presentada.
Al respecto, es preciso señalar que la
argumentación de la juez para declarar desierto el recurso es un tanto
contradictoria, pues si bien indica que no es obligatorio sustentarlo,
fundamenta su decisión en que "al menos se debe exponer las razones que
analizaría el superior". Sin embargo, es evidente que el Decreto 2591 de
1991 exige que la impugnación sea "debidamente" formulada, lo cual
indica que debe acudirse a las normas generales de procedimiento que rigen el
trámite de la apelación, para interpretar el significado del vocablo y ellas
señalan que es indispensable sustentar el recurso ante el juez que haya
proferido la decisión correspondiente, como se estatuye para todos los procesos
civiles, penales y laborales en el artículo 57 Ley 2a. de 1984, que viene a
constituir así una importante guía de interpretación; exigencia, además, que
busca darle orden y también eficacia al proceso de tutela y que está orientada
a que el juez conozca las razones por las cuales se considera que la
providencia no se ajusta a derecho y con esos elementos de juicio, adopte la
decisión pertinente.
De tal manera, que la expresión
"debidamente" no apunta sólo a la oportunidad que concede la ley para
interponer la impugnación, sino también a la necesidad de indicar las razones
de inconformidad con el fallo. De otra forma no se explicaría cómo el artículo
32 del Decreto 2591 de 1991 puede exigir al juez que conoce de la impugnación,
que estudie el contenido de tal impugnación "cotejándolo (dicho contenido
del recurso) con el acervo probatorio y con el fallo", si la impugnación
carece por completo de sustentación.
En mérito de las consideraciones
precedentes, la Sala de Revisión No.7 de la Corte Constitucional, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO: CONFIRMAR la sentencia de marzo 25 de 1992
proferida por la Juez 19 de Instrucción Criminal de Popayán, mediante la cual
negó la acción de tutela presentada por VICTOR GABRIEL ACOSTA y otros, en favor
de GERARDO ALFONSO SOTELO.
SEGUNDO: ORDENAR que por Secretaría se comunique
esta providencia, en los términos y para los efectos previstos en el artículo
36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Magistrado
CIRO ANGARITA BARON EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
NOTA DE RELATORIA: En sentencias
posteriores, entre ellas, T-459 y T-501, se ha considerado que la impugnación
de las sentencias de tutela es informal, es decir que la expresión
"debidamente" utilizada por el art. 32 del Decreto reglamentario de
la tutela, "... debe entenderse referida al término para impugnar, único
requisito de índole formal previsto en el Decreto 2591 de 1991, al lado del
relativo a la competencia del juez, establecido por la propia
Constitución". |
85 | T-456-92
Sentencia No
Sentencia No. T-456/92
DERECHO DE
REUNION/DERECHO DE HUELGA
En adelante, sólo el legislador podrá
establecer los casos en los cuales puede limitarse el ejercicio del derecho de
reunión y manifestación. Como la Constitución no determinó en forma expresa
los valores o derechos que deben protegerse para justificar las limitaciones al
derecho de reunión y manifestación, sino que otorgó una facultad general al
legislador para determinar los casos en los cuales se puede limitar su
ejercicio, será tarea de los jueces estudiar las limitaciones
constitucionalmente aceptables, mediante la creación de fórmulas de equilibrio
que permitan conciliar el libre ejercicio del derecho y el orden público, así
como armonizar los conflictos del derecho de reunión y manifestación de ciertas
personas con el ejercicio de los derechos fundamentales de los demás.
Generalmente las limitaciones al ejercicio del derecho de reunión y
manifestación se encuentran vinculadas al mantenimiento del orden público.
ACCION DE TUTELA-Naturaleza/DAÑO CONSUMADO
La acción de tutela tiene, por regla
general, carácter primordialmente restitutorio y no resarcitorio o de
indemnización, de manera que cuando el daño ya no pueda precaverse y evitarse y
solamente puede recibir como remedio una compensación del perjuicio, ella no es
pertinente.
SALA SEPTIMA DE REVISION
REF.: EXPEDIENTE
No. T-1778
Actor: ORLANDO
HINCAPIE MORENO.
Magistrados
ponentes: JAIME SANIN GREIFFENSTEIN y EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ.
Aprobada según acta
No.4
Santafé de Bogotá, D.C., catorce (14) de
julio de mil novecientos noventa y dos (1992).
VISTOS.
El señor Juez Primero Superior de Honda,
mediante providencia de seis (6) de marzo del año cursante, despachó
desfavorablemente la solicitud de tutela que el veinticuatro (24) de febrero le
había formulado el ciudadano Orlando Hincapié Moreno y su decisión no fue
impugnada, pero llegó a esta Corporación para, previo el proceso de selección
estatuido en el artículo 33 del Decreto 2591 de 1991 y que se ha cumplido, ser
revisada por ella, conforme a los artículos 86 y 241-9 constitucionales.
Según demanda de la fecha indicada, el
petente solicitó que el juez invalidara la denegatoria que expidió el Alcalde
Municipal de Honda con relación a una autorización que se le había pedido por
el actor y otros ciudadanos para sostener un desfile político y electoral el 29
de febrero del año en curso a las 2:00 p.m. por varias calles del mentado
municipio, y que en su lugar ordénase conceder dicho permiso.
Se anota que el solicitante omitió
informar al juez que el día 19 de febrero había formulado nueva solicitud para
que el Alcalde Municipal autorizase la realización del mismo evento el día 1o.
de marzo y que tal permiso le había sido concedido el mismo día; este
comportamiento debe ser duramente criticado por la Corte y merece su
reprobación.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
a. El derecho protegido.
Conviene en primer término fijar el sentido
y alcance del derecho de reunión y manifestación de que trata esta acción.
El delegatario Diego Uribe en el
Informe-Ponencia para Primer Debate en Plenaria sobre el derecho de reunión afirmó:
"Con el criterio de extender el ámbito de las libertades, la Comisión
Primera de la Constituyente le dió un contenido menos restrictivo al derecho de
reunión, que es fundamental en la vida política y social del país. Al decir la
norma que "toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y
pacíficamente", se evita consagrar en la propia Carta, las restricciones
de policía que las prescriben. El ejercicio de los derechos debe tener
consagración tan nítida en la Carta Política, que antes de las talanqueras u
obstáculos para el ejercicio, aparezca la expresión nítida de su
contenido".
El sentido de este derecho se enmarca
dentro de la idea de la democracia participativa: "el derecho de reunión
no puede establecerse exclusivamente para la protesta. Es mucho más amplio y
supone que una democracia participativa no puede entenderse sin este derecho de
reunión, que no es solamente para la cuestión contestataria y de
protesta".
El artículo 46 de la Constitución de 1886
sólo consagraba el derecho de reunión mientras que la nueva norma incorpora el
de manifestación. En ambos casos garantiza su ejercicio público y pacífico.
La norma aprobada no establece la facultad que se otorgaba a las autoridades de
disolver toda reunión que degenerara en asonada o tumulto o que obstruyera las
vías públicas. En su lugar se establece que sólo la ley podrá señalar
expresamente los casos en los cuales puede limitarse el ejercicio de este
derecho.
En adelante, sólo el legislador podrá
establecer los casos en los cuales puede limitarse el ejercicio del derecho de
reunión y manifestación. Aunque la norma aprobada no consagre expresamente las
figuras de aviso o notificación previa para las reuniones públicas, como si lo
hacen otras constituciones europeas y latinoamericanas, la facultad otorgada
por la Constitución de 1991 al legislador le permitirá reglamentar el derecho y
establecer el aviso previo a las autoridades, determinar los casos en que se
requiere y la forma como debe presentarse para informar la fecha, hora y lugar
de la reunión o la manifestación. Es importante señalar, que la finalidad del
aviso previo, a la luz de la Constitución de 1991, no puede ser la de crear
una base para que la reunión o la manifestación sea prohibida. Tiene por
objeto informar a las autoridades para que tomen las medidas conducentes a
facilitar el ejercicio del derecho sin entorpecer de manera significativa el
desarrollo normal de las actividades comunitarias.
Como la Constitución no determinó en forma
expresa los valores o derechos que deben protegerse para justificar las
limitaciones al derecho de reunión y manifestación, sino que otorgó una
facultad general al legislador para determinar los casos en los cuales se puede
limitar su ejercicio, será tarea de los jueces estudiar las limitaciones
constitucionalmente aceptables, mediante la creación de fórmulas de equilibrio
que permitan conciliar el libre ejercicio del derecho y el orden público, así
como armonizar los conflictos del derecho de reunión y manifestación de ciertas
personas con el ejercicio de los derechos fundamentales de los demás.
Generalmente las limitaciones al ejercicio
del derecho de reunión y manifestación se encuentran vinculadas al
mantenimiento del orden público. Con el fin de evitar posibles arbitrariedades
se han establecido criterios para calificar las hipótesis de hecho en las
cuales se justifica disolver o impedir el desarrollo de una reunión. En líneas
generales estos criterios deben estar dirigidos exclusivamente a evitar
amenazas graves e inminentes. Por lo general, es insuficiente un peligro
eventual y genérico, un simple temor o una sospecha. La naturaleza del derecho
de reunión, en sí mismo conflictivo, no puede ser la causa justificativa de normas
limitativas del mismo. No se puede considerar el derecho de reunión y
manifestación como sinónimo de desorden público para restringirlo per se.
b. El daño.
La acción de tutela tiene, por regla
general, carácter primordialmente restitutorio y no resarcitorio o de
indemnización, de manera que cuando el daño ya no pueda precaverse y evitarse y
solamente puede recibir como remedio una compensación del perjuicio, ella no es
pertinente.
Es por esta razón por la que el artículo
6-4 del Decreto 2591,91 determina que "la acción de tutela no
procederá.... cuando sea evidente que la violación del derecho originó un daño
consumado...." y de la misma filosofía da fe el artículo 23 ibidem que
manda que "el fallo que conceda la tutela tendrá por objeto garantizar al
agraviado el pleno goce de su derecho, y volver al estado anterior a la
violación, cuando fuere posible", lo cual se acompasa con lo estatuido por
el artículo 25 que solamente admite que mediante este procedimiento y como
resultado esta acción pueda llegarse en muy limitados y precisos casos a una
condenación al daño emergente en abstracto, lo que no es pertinente en esta
oportunidad.
En el caso de autos, de haberse encontrado
procedente la demanda, en el momento que se tomó la decisión, que fue posterior
al de la fecha en que se deseaba hacer efectivo el derecho de manifestación,
hubiese sido aplicable el inciso 1o. del artículo 24 ibidem, que a la letra
dice:
"ARTICULO
24.- Prevención a la autoridad. Si al concederse la tutela hubieren cesado los efectos del acto
impugnado, o éste se hubiera consumado en forma que no sea posible restablecer
al solicitante en el goce de su derecho conculcado, en el fallo se prevendrá a
la autoridad pública para que en ningún caso vuelva a incurrir en las acciones
u omisiones que dieron mérito para conceder la tutela, y que, si procediere de
modo contrario, será sancionada de acuerdo con lo establecido en el artículo
correspondiente de este Decreto, todo sin perjuicio de las responsabilidades en
que ya hubiere incurrido.
El juez también
prevendrá a la autoridad en los demás casos en que lo considere adecuado para
evitar la repetición de la misma acción u omisión."
En consecuencia, no hubiese podido
accederse a la petición como fue formulada porque para entonces el daño hubiese
estado consolidado y quedado ajeno en su remedio a esta acción.
Habiéndose, pues, consumado el daño, no era
procedente la acción de tutela.
Finalmente, debe la Sala expresar su
acuerdo con el análisis de los hechos y su precisa evaluación jurídica
efectuados por el juez de instancia, -particularmente, por tratarse en este
caso de dos reuniones políticas programadas para el mismo día, a la misma hora
y en el mismo sitio- ya que no cabe duda de que la actuación atacada era legal
y estaba contenido dentro de los criterios de prudencia y respeto al orden
público que el funcionario municipal debía observar; de otro lado, no es este
el estrado para plantear y definir pretendidas parcialidades políticas.
DECISION.
En mérito de lo expuesto, la Sala Séptima
de Revisión de la Corte Constitucional, en nombre del pueblo y por mandato de
la Constitución,
RESUELVE :
PRIMERO: Confirmar en todas sus partes la providencia descrita.
SEGUNDO: Comuníquese al Juzgado de instancia por la razón y
para los efectos determinados en el artículo 36 del Decreto 2351 de 1991.
Cópiese, insértese en la Gaceta de la Corte
Constitucional y cúmplase.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Magistrado
CIRO ANGARITA BARON EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
Magistrado |
86 | T-457-92
Sentencia No
Sentencia No. T-457/92
FUNCION
PUBLICA/CARGAS PUBLICAS-Diferencias
El funcionario tiene el derecho de conocer
desde el inicio las condiciones en las que ha de desarrollar su actividad
decidiendo libremente si desea o no aceptar el cargo para el cual ha sido
designado; por supuesto, no le es dado discutir las condiciones de su
ejercicio, pues ellas están establecidas en la ley. Aquí no prima la voluntad
de la administración porque no estamos frente a una carga pública sino ante
una función pública. Tales modalidades se diferencian en sus implicaciones:
en la primera -la carga pública- la administración unilateralmente impone a
determinada persona la obligación de ejercer una actividad, cargas que por lo
mismo, son de breve duración y gratuitas, no reportan ventajas patrimoniales ni
su ejercicio requiere preparación profesional salvo contadas excepciones. En
cambio, en lo que hace a la función pública existe una relación bilateral que
no se desvirtúa por el hecho de que el ente nominador posea una facultad
legal y reglamentaria. Del acto de nombramiento se crean derechos subjetivos
para el empleado. Sin dejar de lado que por encima de tales derechos
subjetivos, está el interés colectivo, que se traduce en la necesidad y
utilidad del respectivo servicio.
EMPLEADO PUBLICO-Nombramiento/POSESION DEL CARGO
La elección o nombramiento es un
acto-condición que implica la designación que el Estado hace, por conducto del
funcionario o corporación competente, en cabeza de una persona para ejercer las
funciones, deberes y responsabilidades que el ordenamiento jurídico ha previsto
respecto de un determinado cargo. Se ha entendido que el funcionario sólo
adquiere los derechos y deberes propios del cargo en el momento en que tome
posesión del mismo, por ser el nombramiento un acto-condición que se
formaliza con el hecho de la posesión.
PERSONAL DOCENTE
DISTRITAL/DERECHO AL TRABAJO-Protección
Si los docentes habían cumplido con los
requisitos exigidos por la administración distrital en el acto de su
nombramiento y no existía ninguna causal que impidiera su posesión, la administración
no podía abstenerse de darles posesión formal de su cargo, ya que con ello
vulneraba derechos laborales fundamentales mínimos de los educadores, dentro
de los marcos de la justicia y la dignidad inherentes al derecho fundamental al
trabajo. Con la negativa de posesionarlos se les ha frustrado la posibilidad
de gozar de los beneficios y garantías que dan el ingreso a la carrera
docente, tales como estabilidad en el cargo, el derecho al ascenso, así como a
la capacitación y profesionalización. La calificación de "temporales"
ha dado lugar al desconocimiento de estos derechos. Tal calificación no fue
oportuna y claramente establecida en el acto de nombramiento. Debe darse, por
lo tanto, aplicación, en el presente caso, al principio de protección al
trabajador, principio que es fuente primigenia de toda relación laboral.
PRINCIPIO DE LA
BUENA FE
El postulado de la buena fe se realiza
plenamente cuando el ciudadano observa a cabalidad la conducta establecida por
el ordenamiento vigente como condición para acceder a un cargo o exigir un
derecho derivado de una relación jurídica con la administración. En
consecuencia, dicho postulado se viola cuando al ciudadano se le hacen
aclaraciones que constituyen, en verdad, cargas inesperadas y también cuando se
le informa la terminación de dicha relación sin ceñirse al debido proceso o por
razones que el ciudadano tenía perfecto derecho a esperar que no existiera,
como quiera que así se lo había manifestado la propia administración
formalmente.
ACCION DE TUTELA/INDEMNIZACION
DE PERJUICIOS
Sobre la existencia de los otros mecanismos
de defensa se ha establecido que éste debe ser tan eficaz como la tutela, para
lograr de esta manera la protección efectiva del derecho fundamental vulnerado.
Se hace imposible lograr la protección de los derechos fundamentales de los
docentes, a través de la acción de cumplimiento consagrada por el artículo 87
de la Carta, por cuanto no existe aún la reglamentación que la convierta en
mecanismo idóneo para la protección de derechos fundamentales vulnerados a
través del incumplimiento de un acto administrativo. Cuando se condene
al Estado como consecuencia de la conducta de uno de sus agentes a reparar
patrimonialmente los daños antijurídicos causados a una persona, el mismo Estado
por intermedio de la entidad respectiva está en la indeclinable obligación de
repetir contra el agente responsable.
Julio 14 de 1992
Ref: Expediente
T.1376
Peticionario:
Gina Silenia Cabanzo y otros ciudadanos
Procedencia:
Consejo de Estado Sala Plena
Magistrado
Ponente:
CIRO ANGARITA
BARON
La Sala Primera de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los Magistrados Ciro Angarita Barón, Eduardo
Cifuentes Muñoz y José Gregorio Hernández Galindo.
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela promovido por la
Señora Gina Cabanzo Zapata y otros ciudadanos en su condición de docentes del
D.C., contra la Secretaría de Educación de Santafé de Bogotá. D.C y de la
Alcaldía Mayor de la Ciudad, que fuera resuelto desfavorablemente en primera
instancia por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y por el Honorable
Consejo de Estado, en segunda instancia.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Nacional y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
número 2 de la Corte Constitucional seleccionó para efectos de su revisión, la
acción de tutela de la referencia.
Al suscrito Magistrado Ponente le
correspondió por reparto el presente negocio; se recibió formalmente el
expediente el seis (6) de abril del año en curso.
Puesto que se han agotado todos los
trámites constitucionales y legales, de conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, la Sala Primera de Revisión de la Corte procede a dictar
la sentencia correspondiente.
A. La acción.
El día 11 de Diciembre de 1991, la docente
Gina Silenia Cabanzo Zapata y otros 120 ciudadanos impetraron por medio de
apoderado, acción de tutela ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca.
1. Hechos
A través de la Resolución 1765 del 7 de
octubre de 1991 proferida por el Alcalde Mayor de Santafé de Bogotá, D.C se
efectuó el nombramiento de 246 docentes a cargo del Programa Ciudad Bolívar.
El artículo segundo de la referida resolución ordenaba al Secretario de
Educación posesionar a los referidos docentes tan pronto como acreditaran los
requisitos requeridos por la ley para acceder al cargo, a saber; certificado de
escalafón o título docente, exámenes médicos practicados por la Caja de
Previsión Nacional, antecedentes disciplinarios, constancias de no vinculación
como docentes en otros organismos, requisitos estos exigidos por el decreto 991
de 1974 que es el estatuto que rige al personal del distrito y por las normas
generales de vinculación al sector oficial decreto 2400 de 1968.
Previa acreditación de los requisitos
exigidos en el acto de nombramiento para tomar posesión del cargo, los
accionantes solicitaron al Secretario de Educación que les diera posesión legal
de su cargo, solicitud ésta que no fue atendida por el referido funcionario.
El 29 de Noviembre del mismo año la
Alcaldía expidió la Resolución 2202 de 1991 cuyo artículo primero aclaraba la
Resolución 1765 de 1991 en el sentido de determinar que los docentes nombrados
a través de dicha resolución tenían el carácter de temporales.
Los docentes han sido ubicados en distintos
establecimientos educativos de la ciudad, la mayoría de ellos fuera del
programa Simón Bolivar.
2. Solicitud
Los accionantes piden principalmente que
se ordene al Alcalde Mayor de Bogotá, por intermedio de su Secretario de
Educación dar posesión legal a los docentes nombrados a través de la
Resolución 1765 de 1991. Y que, como consecuencia de ello se ordene reconocer
la liquidación y el pago de los salarios y prestaciones sociales a que tienen
derecho.
3. Pruebas
a. Copia de la resolución 1765 de
1991
b. Comunicaciones de nombramiento en las
cuales se indica que aceptado el cargo, deben tomar posesión dentro de los diez
días siguientes a la fecha de recibida la respectiva comunicación.
c. Comunicaciones de ubicación en los
centros educativos de la ciudad donde se encuentran laborando actualmente los
educadores.
5. Sentencia de Primera Instancia emanada del
Tribunal Administrativo de Cundinamarca
La decisión proferida por la Sección
Segunda del Tribunal Administrativo de Cundinamarca en Sala Plena, denegó la
tutela con base en los siguientes argumentos:
1. Se hace evidente que los nombrados mediante el acto
administrativo de la Alcaldía Mayor de Santafé de Bogotá se encuentran en
ejercicio de sus funciones, si bien en todos los casos no está probado este
hecho, el escrito del peticionario lo hace deducible.
Razón suficiente para que la Sala concluya
que el derecho consagrado y garantizado por el artículo 25 de la Constitución
Nacional no ha sido desconocido, pues la posibilidad de trabajar partió desde
el mismo momento del nombramiento y ubicación en los distintos centros
educativos de la ciudad.
2. La posesión no es un acto jurídico que
haga parte de la naturaleza del nombramiento. Es una promesa que hace el
funcionario de cumplir con la Constitución y la ley en la tarea encargada; por
lo tanto, la no posesión, siempre y cuando se entre en ejercicio activo de las
funciones, no es omisión capaz de producir un perjuicio irremediable.
3. La falta de posesión pudo haber privado
a los docentes de sus sueldos. Empero este hecho no puede considerarse como un
perjuicio irremediable tal como lo exige el artículo 6 del Decreto 2591 de
1991 para ejercitar la tutela como mecanismo transitorio; por cuanto el
perjuicio puede ser resarcido a través de otros medios de defensa que le
asisten a los docentes, cuando en su momento la autoridad competente haga
posible su posesión y, en consecuencia, ordene el pago de sus sueldos .
4.
La Sala no puede, así mismo, proceder a hacer efectivo el acto administrativo
del nombramiento en lo referente a la posesión a través de la acción de
cumplimiento planteada por los accionantes, por cuanto ésta goza de una
naturaleza distinta a la de la acción de tutela.
5. Sentencia Segunda instancia emanada
del Consejo de Estado.
Al surtirse la segunda instancia ante el
Consejo de Estado, esta Corporación confirmó el fallo proferido por el Tribunal
de Cundinamarca con base en las siguientes consideraciones:
a. El derecho al trabajo a pesar de estar
consagrado como fundamental, no está enunciado en el artículo 85 de la
Constitución Nacional como de aplicación inmediata; los derechos allí
enunciados son los únicos susceptibles de ser tutelados. Será el Congreso el que
determine, si el derecho al trabajo es susceptible de ser protegido a través
del mecanismo de la tutela.
b. Puesto que la pretensión fundamental se
encamina a obtener el cumplimiento de un acto administrativo, la acción que ha
debido ejercerse es la prevista en el artículo 87 de la Constitución Nacional,
según la cual toda persona podrá acudir ante la autoridad judicial para hacer
efectivo el cumplimiento de una ley o un acto administrativo. El Consejo de
Estado, sin embargo, afirma que dicha disposición constitucional requiere
reglamentación legal en lo concerniente al procedimiento y a las autoridades
judiciales competentes.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Esta Sala estima pertinente hacer algunas
consideraciones, a manera de premisas necesarias de su decisión. Lo hará en el
orden indicado en las secciones que siguen:
A. El derecho Fundamental al trabajo
Esta Sala no entrará a profundizar sobre si
el derecho al trabajo es fundamental o no, aspecto que ya se ha analizado y
evaluado con amplitud en otros casos sometidos a nuestra revisión. En ellos se
ha dicho:
" Cuando la
constitución de 1991 decidió garantizar un orden político, económico y social
justo e hizo del trabajo requisito indispensable del Estado, quiso significar
con ello que la materia laboral, en sus diversas manifestaciones, no puede
estar ausente en la construcción de la nueva legalidad"1
" El trabajo
es un derecho fundamental que goza de especial protección del Estado y, además
es uno de los bienes que para todos pretende conseguir la organización social,
según el preámbulo, y uno de los valores fundamentales de la República,
conforme al artículo 1o ibidem ..."
" En este
momento de la cultura mundial y del sentimiento nacional, parece innecesario
destacar la importancia del trabajo y bastará decir que hace mucho dejó de ser
una mercancía sujeta a los mecanismos del que hacer económico para convertirse
en atributo de la personalidad jurídica, un valor de la existencia individual y
comunitaria y un medio de perfeccionamiento del ser humano y de la sociedad
toda, que no podría existir sin él."2
Lo anterior es suficiente para que esta
Sala no comparta el argumento del Consejo de Estado, que desconoce la
procedencia de la acción de tutela, cuando a través de cualquier acción u
omisión de autoridad pública se vulnere o desconozca el derecho fundamental
del trabajo, haciendo pender su protección de una ley del Congreso que
determine si este derecho es susceptible de ser tutelado o no.
Por cuanto respecta a los criterios para
determinar si un derecho es fundamental o no y pueda ser tutelado, basta
hacer una transcripción del pensamiento unánime de esta Sala:
" D. El
Estado Social de Derecho y los derechos fundamentales
11. La fórmula
clásica del Estado liberal, en relación con la delimitación de los derechos
fundamentales, consistía en establecer una lista de derechos pertenecientes a
esta categoría. Una de las manifestaciones de la crisis del Estado
Constitucional en la segunda mitad del siglo veinte, consiste en afirmar que
nada sirve una buena lista de derechos si no se tiene en cuenta el proceso de aplicación.
Según esta crítica, el problema fundamental de tales derechos se encuentra en
la definición de las relaciones entre ellos y no en la enunciación de los que
son. Es relativamente fácil ponerse de acuerdo en los derechos que son
fundamentales- de hecho, en los convenios internacionales existe tal acuerdo-
pero es difícil saber, a priori, como se aplican. El asunto es: en caso de
conflicto- y esto es lo más corriente- entre dos o tres derechos, cuál debe
tener prioridad?. El problema fundamental de los valores (el trabajo es uno de ellos) no es el de
la enunciación sino el de su aplicación. Para la realidad del derecho es más
importante establecer cuáles son los criterios de interpretación y aplicación
de las normas que establecer cuál es la lista de aquellas normas que pertenecen
a una determinada categoría. (Paréntesis fuera de texto).
Si lo esencial de
la definición de los derechos fundamentales, se juega en el ámbito de la
relación entre los mismos, esto trae como consecuencia: 1) que la definición a
priori de todos los que son no tiene mayor importancia; 2) que esta tarea debe
ser llevada a cabo por el juez, puesto que la relación entre los derechos es un
dato que viene de los hechos (a través de la tutela); 3) de esta manera, en la
relación texto constitucional- hecho social, se irá construyendo una nueva
interpretación de la carta de los derechos adecuada a una realidad propia del
subdesarrollo (nuevo constitucionalismo para América Latina).
12. Existe una
nueva estrategia para el logro de la efectividad de los derechos fundamentales.
La coherencia y la sabiduría de la interpretación y, sobre todo, la eficacia de
los derechos fundamentales en la Constitución de 1991, están asegurados por la
Corte Constitucional. Esta nueva relación entre derechos fundamentales y jueces
significa un cambio fundamental en relación con la Constitución anterior; dicho
cambio puede ser definido como una nueva estrategia encaminada al logro de la
eficacia de los derechos, que consiste en otorgarle de manera prioritaria al
juez, y no ya a la administración o al legislador, la responsabilidad de la
eficacia de los derechos fundamentales. En el sistema anterior la eficacia de
los derechos fundamentales terminaba reduciéndose a su fuerza simbólica. Hoy, con
la nueva Constitución, los derechos son aquellos que los jueces dicen a través
de las sentencias de tutela."3
Sin embargo, el caso de estudio plantea
otro matiz en lo relativo al derecho al trabajo.
Como en su momento lo determinó el Tribunal
Contencioso de Cundinamarca en el fallo que se revisa, los docentes nombrados a
través de la Resolución 1765 de 1991 están en el ejercicio efectivo de su
cargo, hecho éste que por si sólo haría inocuo en principio predicar una
violación de este derecho si se considera solamente como:
" el
derecho de toda persona a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un
trabajo libremente escogido o aceptado"4
En efecto, lo anterior llevaría a suponer
que sólo se garantiza la libertad que tiene toda persona de escoger o aceptar
un cargo del cual dependerá el sustento del trabajador y de su familia. Por
eso es preciso complementar la definición de ese derecho con lo enunciado en
el último inciso del artículo 25 de la Constitución Nacional:
"artículo
25: ... Toda persona tiene derecho a un trabajo en condiciones dignas y
justas "( subrayas fuera de texto)
De lo anterior, surge el siguiente
interrogante: Basta sólo la aceptación o escogencia de un cargo sin importar en
qué condiciones éste es desempeñado, -para predicar que existe el cumplimiento
del mandato constitucional?. O, por el contrario, se necesita que la actividad
sea desarrollada dentro de los parámetros señalados en el artículo 25 de la
Carta?. Ello lleva a la Sala a preguntarse cuáles son esas condiciones dignas
y justas sin las cuales la realización de una labor resultaría violatoria de
los principios que fundamentan toda relación interhumana, sobre todo aquella
donde el elemento de subordinación es el imperante.
Para la Sala esas condiciones que deben
estar presentes siempre, en toda relación laboral son las enunciadas como
principios mínimos fundamentales en el artículo 53 de la Constitución Nacional,
a saber:
" la
igualdad de oportunidades para los trabajadores; remuneración mínima vital y
móvil proporcional a la cantidad y la calidad de trabajo; estabilidad en el
empleo; irrenunciabilidad de los beneficios mínimos establecidos en las normas
laborales; facultades para transigir y conciliar sobre derechos ciertos e
indiscutibles; situación más favorable al trabajador en caso de duda en la
aplicación e interpretación de las fuentes formales del derecho; primacía de la
realidad sobre las formalidades establecidas por los sujetos de las relaciones
laborales; garantía a la seguridad social; la capacitación; el adiestramiento y
el descanso necesario; protección especial a la mujer, a la maternidad y al
trabajador menor de edad "
Sólo la aplicación de estos principios
permite que el derecho al trabajo pueda desarrollarse y garantizarse
efectivamente. En consecuencia, no se puede afirmar que se garantiza con el
acceso a determinada labor. Estos principios hacen parte de la relevancia que
dentro del Estado social de derecho se le ha dado al trabajo.
"Es
incuestionable la trascendencia del hecho de que por primera vez se hayan
incorporado en la Constitución Nacional un conjunto de principios propios del
derecho al trabajo, lo cual confiere un especial realce a esta materia y
refleja la gran importancia que el nuevo Estado Social otorga al asunto
laboral"5
La función pública y los principios
mínimos laborales
La prevalencia de estos principios debe,
así mismo, mantenerse en toda relación laboral, incluso en la que surge entre
la administración y sus servidores. Esto debe ser así, por cuanto la
administración como una de las mayores fuentes de empleo no puede desconocer
el valor del trabajo, así como la prevalencia de los principios enunciados en
el artículo 53 de la Constitución Nacional.
Si bien la administración al momento de
escoger sus funcionarios lo hace sobre presupuestos de necesidad del servicio
y utilidad pública para que determinado empleo sea desempeñado, no indica ello
que la administración imponga su voluntad sobre la persona designada, pues el
funcionario también posee intereses y derechos que, si en determinado momento
ceden por la necesidad del servicio, superviven en lo que hace a la igualdad
-en las condiciones de acceso al servicio-, la libertad y la protección
jurisdiccional de su patrimonio6 .
La administración no puede unilateralmente
entrar a variar los derechos de sus servidores. Se encuentra limitada por factores
tales como la autorregulación sobre forma de vinculación al servicio, los
derechos que a partir de ella se generan y la forma en que ha de efectuarse el
retiro. Es la misma ley la que ha establecido los derechos y deberes de que
gozan las distintas clases de servidores; ella permite a la administración
variar algunas condiciones dentro de ciertos límites en lo que hace a la
función pública.7
Dentro de este contexto el funcionario
tiene el derecho de conocer desde el inicio las condiciones en las que ha de
desarrollar su actividad decidiendo libremente si desea o no aceptar el cargo
para el cual ha sido designado; por supuesto, no le es dado discutir las condiciones
de su ejercicio, pues ellas están establecidas en la ley .
Aquí no prima la voluntad de la
administración porque no estamos frente a una carga pública sino ante
una función pública.
Tales modalidades se diferencian en sus
implicaciones:
En la primera -la carga pública- la
administración unilateralmente impone a determinada persona la obligación de
ejercer una actividad, por ejemplo, los jurados de conciencia, los jurados en
épocas electorales, etc. Designaciones éstas que se deben cumplir sin que le
sea dado al particular decidir si desea o no ejercerlas; cargas que por lo
mismo, son de breve duración y gratuitas, no reportan ventajas patrimoniales ni
su ejercicio requiere preparación profesional salvo contadas excepciones.
En cambio, en lo que hace a la función
pública existe una relación bilateral que no se desvirtúa por el hecho de que
el ente nominador posea una facultad legal y reglamentaria. Al respecto dice
Bielsa:
" ... en la
esfera de la función pública nada obliga al ciudadano a ser empleado o
funcionario. Cuando la ley obliga a ese desempeño estamos frente a las llamadas
'cargas públicas'. Pero cuando para el ciudadano no existe esa obligación es
indudable su libertad de aceptarla o no. Por lo demás no podría el funcionario
discutir con la administración pública el contenido de la relación jurídica, ya
creada y reglada por el derecho público, en consideración al interés
público"8
B. El análisis del caso
En el presente caso es necesario analizar
si se vulnera algún derecho fundamental del grupo de docentes quienes,
nombrados inicialmente sin calificativo alguno son posteriormente calificados
de temporales. Según la administración distrital, no podían posesionarse por
cuanto para esta clase de trabajadores, no se requiere esta formalidad porque
no están vinculados con la administración.
Su nombramiento se hizo en los siguientes
términos:
Resolución 1765
de 1991
"Artículo
Primero: Nómbrase a las siguientes personas como Docentes con asignación
mensual de acuerdo con el grado que acrediten en el escalafón nacional
docente, con cargo al programa Ciudad Bolivar- Subprograma Educación..."
"Artículo
Segundo: Los citados funcionarios Docentes deberán tomar posesión del cargo
ante el Secretario de Educación de Santafé de Bogotá. D.C. previo el
cumplimiento de las formalidades legales. "
En su momento el Consejo de Estado
estableció que la finalidad de un nombramiento tiende a beneficiar a la
sociedad, cuyas necesidades deben ser atendidas mediante el ejercicio de unas
funciones por parte de una persona natural e idónea, a través de la cual, se
logrará satisfacer las necesidades de la comunidad:
" Esas
necesidades permanentes de la administración pública no se refieren a otra cosa
que a la atención permanente de necesidades colectivas mediante la prestación
de un servicio público"[1]
Pero dentro del mismo contexto el Consejo
de Estado reconoció que la designación a un cargo a través del acto del
nombramiento, si bien en principio es creador de una situación impersonal y
objetiva, a su turno engendra situaciones subjetivas:
"Ahora, la
persona que trabaja en ejercicio de esas funciones dirigidas a satisfacer
necesidades colectivas debe tener una contraprestación, la cual consiste en un
salario y en unas prestaciones sociales, pero también debe gozar de otros
derechos y garantías que en buena parte buscan el mejoramiento de sus servicios
y el buen funcionamiento de la administración pública; como la capacitación, la
carrera administrativa, con sus derechos anexos de estabilidad y ascenso"
"....Como se
dijo, antes el nombramiento de una persona para ejercer un empleo público
produce también efectos jurídicos individuales, pero lo que sucede es que el
efecto que se coloca en primer orden es la creación de una situación objetiva,
impersonal de la cual se derivan situaciones subjetivas"[2]
En conclusión, podemos decir que
efectivamente del acto de nombramiento se crean derechos subjetivos para el
empleado. Sin dejar de lado que por encima de tales derechos subjetivos, está
el interés colectivo, que se traduce en la necesidad y utilidad del respectivo
servicio.
En el caso de los docentes nombrados a través
de la resolución 1765 de 1991, se observa que en su momento existía la
necesidad por parte del Distrito de llenar las vacantes de personal docente en
los distintos centros educativos de la ciudad. En efecto, tan pronto fue
comunicado el nombramiento se hizo la asignación de cada uno de ellos a los
distintos planteles educativos donde se requerían sus servicios.
De otra parte, esta Corte ha dicho ya que:
" la
elección o nombramiento es un acto-condición que implica la designación
que el Estado hace, por conducto del funcionario o corporación competente, en
cabeza de una persona para ejercer las funciones, deberes y responsabilidades
que el ordenamiento jurídico ha previsto respecto de un determinado cargo"[3]
Se ha entendido que el funcionario sólo
adquiere los derechos y deberes propios del cargo en el momento en que tome
posesión del mismo, por ser el nombramiento un acto-condición que se
formaliza con el hecho de la posesión. Lo que llevaría a pensar que los
docentes no posesionados, no podían pretender tener derechos y mucho menos
alegar su violación.
En tal caso, comunicado el acto de
nombramiento por parte de la administración, tal como ocurrió, cabe preguntarse
si existe por parte del Distrito la posibilidad de efectuar cualquier
aclaración, revocación o modificación que implicara un cambio unilateral de las
condiciones laborales, que concluyera en una eventual vulneración del derecho
al trabajo.
Al respecto se observa que el Decreto 771
de 1974 vigente para la época, prescribe:
" Artículo
diecisiete: Es potestad del Alcalde Mayor de Bogotá, el modificar, aclarar o
revocar los nombramientos que se hagan en el Distrito Especial de Bogotá."
Con todo es de señalar que el
artículo 45 del Decreto 1950 de 1973 reglamentario de los decretos 2400 y 3074
de 1968, establece las circunstancias en que la entidad nominadora podrá o
deberá, según el caso, modificar, aclarar, sustituir, revocar o derogar una
designación.
Estas son:
a. Cuando se ha
cometido error en la designación de la persona;
b. Cuando la
designación se ha hecho por acto administrativo inadecuado;
c. Cuando aún
no se ha comunicado;
d. Cuando el
nombrado no ha manifestado su aceptación o no se ha posesionado dentro de los
plazos legales;
e. Cuando la persona
designada ha manifestado que no acepta;
f. Cuando recaiga en
una persona que no reuna los requisitos señalados en el artículo 25 del
presente decreto.
g. Cuando haya error
en la denominación, clasificación o ubicación del cargo o en empleos
inexistentes.
De la enumeración anterior se observa que
una vez comunicado el acto de nombramiento, la administración no puede ejercer
ninguna de las opciones que da el artículo en comento, a menos que las personas
designadas se encuentren en cualquiera de las situaciones enumeradas en el
artículo 45. Ese no es el caso de los docentes nombrados a través de la
Resolución 1765 de 1991.
Es claro, entonces que, la administración
distrital no podía variar unilateralmente esas condiciones. Al hacerlo entró a
desconocer derechos mínimos fundamentales de los docentes. La negación de su
posesión con base en una aclaración sin motivación alguna, desconoce que los
docentes ya habían aceptado el cargo en otras condiciones más favorables que
no podían ser desconocidas por la administración.
La Secretaría de Educación arguye que:
" ... la
Resolución 2201 que aclara la Resolución 1765 de 1991 en el sentido de indicar,
que las vinculaciones para el personal docente allí contempladas son de
carácter temporal. Es precisamente en vigencia de esta resolución que se
presenta la solicitud de posesión aludida, siendo comprensible que definida su
vinculación temporal se hace improcedente el acto de posesión ya que para tal
situación, el artículo 41 del Decreto 991 de 1974 ( Estatuto de personal del
Distrito de Bogotá) no establece el requisito de la posesión, toda vez que lo
consagra para toda persona nombrada ( subrayas en texto), situación no
predicable respecto de los docentes del Programa Ciudad Bolivar" ( folio 401-402 )
Como consecuencia, los peticionarios han
sido privados del pago de sus salarios y prestaciones sociales de manera
oportuna. Pese a estar laborando desde el mismo momento de la comunicación y
ubicación en los planteles educativos (octubre de 1991), los pagos sólo
vinieron a efectuarse en Mayo de 1992, los docentes y sus familias se han
visto sometidos a un estado de necesidad que desconoce sus más mínimos
derechos.
Por otra parte, al no permitir la posesión
de los citados docentes se ha impedido que entren a gozar de los beneficios
mínimos que para esta clase de trabajadores tienen establecidas las leyes
especiales, entre ellas el Estatuto docente contenido en el Decreto 2277 de
1979.
El artículo 3 del citado decreto
establece:
" Educadores
oficiales: Los educadores que presten sus servicios en entidades oficiales
del orden nacional, departamental, distrital, intendencial comisarial y
municipal, son empleados oficiales del régimen especial que, una vez posesionados,
quedarán vinculados a la administración a través de las normas previstas en
este decreto" (Subrayas fuera de texto)
El artículo anterior indica que los
educadores constituyen una especie dentro del género de los servidores
públicos, que, manteniendo igual la forma de acceso, encuentran que sus
relaciones de trabajo se regulan por un estatuto especial.
Se viola además el Decreto 991 de 1974 que
en el parágrafo de su artículo segundo establece:
" Las
relaciones con el personal docente se regirán además por las normas especiales
vigentes"
Normas éstas que no son otras que las
consagradas en el estatuto docente. Se les niega por otra parte la posibilidad
de entrar a gozar de las garantías propias que ofrece la carrera docente, por
cuanto el requisito indispensable para ello es la posesión del cargo, tal como
lo establece el siguiente artículo del precitado decreto:
"artículo
27: Ingreso a la Carrera: Gozarán de los derechos y garantías de la carrera
docente los educadores oficiales que estén inscritos en el Escalafón Docente, sean
designados para un cargo docente en propiedad y tomen posesión del mismo."
Derechos consagrados como principios
mínimos en una relación laboral tal como lo establece el artículo 53, por
cuanto la posibilidad de acceso a la carrera otorga beneficios, descritos en
el artículo 26 del mismo estatuto así:
" La carrera
docente al ser el régimen legal que ampara el ejercicio de la profesión docente
en el sector oficial, garantiza la estabilidad de dichos educadores en el
empleo, les otorga derecho a la profesionalización, actualización y
capacitación permanente, establece el número de grados de escalafón docente y
regula las condiciones de inscripción, ascenso y permanencia dentro del mismo,
así como la promoción a los cargos directivos de carácter docente"
Si los docentes habían cumplido con los
requisitos exigidos por la administración distrital en el acto de su
nombramiento y no existía ninguna causal que impidiera su posesión, la
administración no podía abstenerse de darles posesión formal de su cargo, ya
que con ello vulneraba derechos laborales fundamentales mínimos de los
educadores, dentro de los marcos de la justicia y la dignidad inherentes al
derecho fundamental al trabajo.
La buena fe en la administración pública.
A todo lo anterior se agrega que, a la luz
de la Carta de 1991, las actuaciones de las autoridades y de los particulares
deben ceñirse al postulado de la buena fe, consagrado en su artículo 83. La
ignorancia u omisión de dicho postulado, puede vulnerar derechos
fundamentales, tal como ha tenido a bien señalarlo esta Corporación.
"El
postulado de la buena fe consagrado en el artículo 83 incorpora el valor ético
de la confianza, la cual se vería traicionada por un acto sorpresivo de la
administración que no tenga en cuenta la situación concreta del afectado."[4]
En el presente caso, la aclaración hecha
respecto del nombramiento constituye un acto sorpresivo por parte de la
administración que vulnera abiertamente la confianza de los docentes nombrados
por la resolución 1765 de 1991. Los docentes esperaban que la vinculación con
el Distrito se realizaría en un todo de acuerdo con la normalidad derivada de
la aplicación estricta del régimen vigente, como quiera que, era el único que
los obligaba, y que estaban en condiciones de conocer con debida antelación.
Este régimen alimentó pues, sus justas esperanzas y expectativas.
En estas condiciones aparece de bulto una
vez más el carácter de sorpresivo de la resolución aclaratoria y la violación
del postulado de la buena fe consagrado en el artículo 83 de la Carta vigente,
con el alcance que esta Corporación le ha dado en la providencia mencionada.
En otros términos, el postulado de la buena
fe se realiza plenamente cuando el ciudadano observa a cabalidad la conducta
establecida por el ordenamiento vigente como condición para acceder a un cargo
o exigir un derecho derivado de una relación jurídica con la administración. En
consecuencia, dicho postulado se viola cuando al ciudadano se le hacen
aclaraciones que constituyen, en verdad, cargas inesperadas y también cuando se
le informa la terminación de dicha relación sin ceñirse al debido proceso o por
razones que el ciudadano tenía perfecto derecho a esperar que no existiera,
como quiera que así se lo había manifestado la propia administración
formalmente, por ejemplo, a través de resolución o contrato.
C. La existencia de otros mecanismos de
defensa
Dentro de lo varios pronunciamientos de la
Corte sobre la existencia de los otros mecanismos de defensa se ha establecido
que éste debe ser tan eficaz como la tutela, para lograr de esta manera la
protección efectiva del derecho fundamental vulnerado. Al respecto se ha dicho:
"Es claro
entonces que el otro medio de defensa judicial a que alude el artículo 86 debe
poseer necesariamente, cuando menos, la misma eficacia en materia de protección
inmediata de derechos Constitucionales fundamentales que, por su naturaleza
tiene la acción de tutela. De no ser así se estaría haciendo una burda y
mecánica exégesis de la norma, en abierta contradicción de los principios
vigentes en materia de efectividad de los derechos y con el desconocimiento
absoluto del querer expreso del Constituyente "
"En otros
términos, en virtud de lo dispuesto por la carta del 91, no hay duda que
"el otro medio de defensa judicial" a disposición de la persona que
reclama ante los jueces la protección de sus derechos fundamentales ha de tener
una efectividad igual o superior a la de la acción de tutela para lograr
efectivamente y concretamente que la protección sea inmediata. No basta con la
existencia pues en abstracto de otro medio de defensa judicial si su eficacia
es inferior a la de la acción de tutela"[5]
Con base en lo anterior, se hace imposible
lograr la protección de los derechos fundamentales de los docentes, a través de
la acción de cumplimiento consagrada por el artículo 87 de la Carta, por
cuanto no existe aún la reglamentación que la convierta en mecanismo idóneo
para la protección de derechos fundamentales vulnerados a través del
incumplimiento de un acto administrativo. En consecuencia, no podían fundadamente
los dos falladores de instancia negar la tutela argumentando la existencia de
otro medio de defensa judicial idóneo, para proteger sus derechos
fundamentales.
Condena en abstracto a la indemnización y
repetición contra los agentes estatales:
Esta Corporación ha considerado que cuando
quiera que el peticionario sufra un perjuicio como consecuencia directa de la
omisión de la entidad pública es justo reconocerle una indemnización dineraria.[6]
Es por eso que en el presente caso se hará
una condena en abstracto al Distrito Capital de Santafé de Bogotá, la cual se
pagará a los docentes nombrados mediante la Resolución 1765 de 1991, previa
liquidación de conformidad con lo establecido en el artículo 25 del Decreto
2591 de 1991.
Así mismo, esta Corporación ha reconocido
que:
" cuando se
condene al Estado como consecuencia de la conducta de uno de sus agentes a
reparar patrimonialmente los daños antijurídicos causados a una persona, el
mismo Estado por intermedio de la entidad respectiva está en la indeclinable
obligación de repetir contra el agente responsable ( C.P art. 90 inc 2). De
otra forma, el Estado se convertiría en fortín de los inescrupolosos,
deshonestos y negligentes, comprometiéndose seriamente el buen servicio y la
responsabilidad, pilares insustituibles de la función pública en el Estado
Social de Derecho."[7]
III. CONCLUSION
En materia de trabajo no basta simplemente
con permitir al trabajador el desempeño de una actividad determinada, si de
otra parte, es realizada en condiciones de injusticia o que afecten la
dignidad humana. Por lo tanto no le es lícito en ningún caso al patrono, ya
sea un particular o la misma administración, el desconocimiento de los
principios mínimos fundamentales establecidos por el artículo 53 de la
Constitución Nacional, por ser éstos complemento indispensable del artículo 25
de la Carta.
En el caso del presente fallo está demostrado
que a los docentes nombrados a través de la Resolución 1765 de 1991 no se les
ha reconocido el derecho a un pago oportuno de sus salarios y prestaciones
sociales, como tampoco el derecho al pago de horas extras las cuales están
prohibidas por la administración distrital cuando se trate de personal
temporal.
Con la negativa de posesionarlos se les ha
frustrado la posibilidad de gozar de los beneficios y garantías que dan el
ingreso a la carrera docente, tales como estabilidad en el cargo, el derecho
al ascenso, así como a la capacitación y profesionalización consagrados en el
mismo artículo 53.
Se han desconocido así los beneficios
mínimos que consagran las normas especiales para esta clase de trabajadores.
Es una renuncia involuntaria de esos mínimos derechos a que tienen estos
docentes como trabajadores oficiales.
La calificación de "temporales"
ha dado lugar al desconocimiento de estos derechos. Tal calificación no fue
oportuna y claramente establecida en el acto de nombramiento. Debe darse, por
lo tanto, aplicación, en el presente caso, al principio de protección al
trabajador, principio que es fuente primigenia de toda relación laboral.
Reconocida la inferioridad negocial de
parte del trabajador que guiado por el estado de necesidad en la consecución
de un trabajo del que pueda derivar el sustento de la familia y del suyo
propio, en una situación como la colombiana en la cual la oferta de empleo es
mayor que la demanda, es indispensable que se impida que, el trabajador
acepte condiciones de trabajo que en ocasiones son inferiores a las mínimas a
las que tiene derecho.
Por ello esta Corte dispondrá que la
Alcaldía Mayor de Bogotá, a través de su Secretario de Educación, estudie la
documentación presentada por los docentes cuando fueron nombrados, con el fin
de establecer si cumplieron o no todos los requisitos establecidos por la ley
para acceder al cargo. En caso afirmativo, deberán ser posesionados y
vinculados a la administración distrital.
IV. DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala primera
de Revisión de la Corte Constitucional.
RESUELVE
PRIMERO.- Por las razones expuestas en la parte motiva de esta
sentencia, REVOCAR el fallo proferido por el Consejo de Estado el dos
(2) de Marzo del año en curso que confirmó la decisión del Tribunal
Contencioso Administrativo de Cundinamarca el veintidos (22) de Enero de 1992.
SEGUNDO.- En consecuencia ORDENAR al Alcalde
Mayor de Santafé Bogotá D.C, que en el término de un (1) mes, contado a partir
de la comunicación de esta sentencia, disponga lo conducente para que sean
posesionados aquellos docentes nombrados por la Resolución 1765 de 1991 que en
el momento de su expedición hubiesen cumplido con los requisitos indispensables
para acceder al cargo, siempre y cuando ellos lo soliciten expresamente,
dentro del término arriba señalado.
TERCERO- CONDENAR en abstracto al Distrito Capital de Santafé
de Bogotá, a pagar a los docentes nombrados a través de la Resolución 1765 de
1991 la indemnización del daño emergente causado, en la suma que ellos
demuestren ante las autoridades competentes, la cual se liquidará de acuerdo
con lo dispuesto en el artículo 25 del Decreto 2591 de 1991.
En caso de que el Distrito Capital de
Santafé de Bogotá fuere condenado a reparar patrimonialmente los daños
antijurídicos causados, está en el deber de repetir en contra de los agentes
responsables, en la forma establecida en el inciso 2 de la Carta Vigente.
CUARTO.- ORDENAR que por Secretaría se comunique esta
providencia al Alcalde Mayor de Santafé de Bogotá. D.C., al Secretario de
Educación del Distrito, al Consejo de Estado y el Tribunal Contencioso de
Cundinamarca, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, cópiese, comuníquese, cúmplase
e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNADEZ GALINDO
Magistrado
Sentencia aprobada por acta número 6 de la
Sala de Revisión No 1, a los catorce (14) días del mes de julio de mil
novecientos noventa y dos (1992)
1 Sentencia No 222 Corte Constitucional. Sala de Revisión No 1,Pág
12
2 Sentencias 225 a 400 . Sala Séptima de Revisión. pág 11
3 Sentencia Corte Constitucional No 406. Sala Primera de
Revisión, pág 13-14.
4 Definición del art. 6 del Pacto de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales.
5 Escobar Hernández, Francisco Los principios del dereho
laboral en la nueva constitución.Revista Actualidad Laboral No 48
Legis, pág 12
6 Cfr, Bielsa, Rafael . La función pública.Edición
Roque Depalma. 1960, pág 135
7 Cfr, Gordillo, Agustín. Tratado de derecho administrativo.
Tomo I, pág x-13. 1980
8 Bielsa Rafael , ob cit, pág 121.
[1]. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso administrativo,
sección segunda, sentencia del 13 de julio de 1982, expediente 5735. Consejero
Ponente: Dr. Joaquín Vanín Tello. Extractos del Consejo de Estado, julio
de 1982, pags 398 a 404.
[2] ibidem, Sentencia del Consejo de Estado.Mag pon: Joaquín Vanín
Tello.
[3] Sentencia No 3. Sala de revisión No 3. Mag pon: Dr. José
Gregorio Hernández.
[4].Sentencia No 427. Sala de Revisión No 2. pág 16. ponente: Eduardo
Cifuentes
[5]. Sentencia No 414. Sala de Revisión No 1. pág 15
[6] Sentencia No 426. Sala Segunda de Revisión. Mag Pon: Dr. Eduardo
Cifuentes Muñoz.
[7] Ibidem. Sentencia No 426. |
87 | T-458-92
Sentencia No
Sentencia No. T-458/92
COMPETENCIA DE
TUTELA/PRINCIPIO DE LA DOBLE INSTANCIA
Si bien conforme a la reglamentación legal,
es posible para el accionante escoger ad libitum el juez de primera instancia
para presentar su petición, es menester que la autoridad elegida tenga
jurisdicción en el lugar donde se produjo el acto u omisión lesivo del derecho
fundamental. Determinada la competencia para el trámite de la tutela en la ley,
dicha regulación es de observancia obligatoria para el juez, por ser elemento
constitutivo del debido proceso que debe regir, sin excepción, todas las
actuaciones judiciales. La acción de tutela para reclamar el derecho debe
proponerse ante el juez, para que imparta orden de inmediato cumplimiento a la
autoridad o al particular que ha vulnerado el derecho a fin de que actúe o se
abstenga de hacerlo y el fallo que contiene esa orden debe ser susceptible de
impugnarse. Como el juez de primera instancia sólo puede ser determinado por el
petente al momento de elevar su solicitud, no podría exigirse al juez que
carece de competencia para adelantar el trámite de la acción de tutela, que la
envíe al juez competente, para corregir la equivocación en que incurrió el
actor, salvo que se trate de acciones de tutela contra la prensa o los medios
de comunicación, caso en el cual, el juez de circuito del lugar, es el
competente para el conocimiento de la acción de tutela y sería entonces posible
la remisión de la solicitud para su reparto a un juez de esa categoría.
ACCION DE TUTELA-Titularidad/LEGITIMACION PROCESAL
El legislador extraordinario previó que se
pudiesen agenciar derechos ajenos, cuando el titular de los mismos no esté en
condiciones de promover su propia defensa; sin embargo, en la solicitud se debe
informar la ocurrencia de esta especial circunstancia que permite demandar el
respeto de los derechos de otras personas. Los petentes no obran en nombre
propio y carecen de la representación debida, toda vez que en el expediente no
figura ningún poder otorgado por las personas cuya inscripción se anuló y de
otra parte, tampoco se cumple la exigencia legal para agenciar derechos ajenos,
puesto que no indican las razones por las cuales los afectados con las
Resoluciones del Consejo Nacional Electoral no pueden ejercer en su propio
nombre la acción de tutela.
SALA DE REVISION No. 7
REF.: EXPEDIENTE
No. T-2169
Acción de tutela
presentada por JORGE MESA RAMIREZ y ARGIRO A. GIRALDO QUINTERO contra las
Resoluciones No. 003 y 004 de 1991 del Consejo Nacional Electoral.
Magistrado Ponente:
Dr. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN.
Aprobada según acta
No.4
Santafé de Bogotá, D.C., catorce (14) de
julio de mil novecientos noventa y dos (1992).
I. ANTECEDENTES.
En escrito dirigido al Consejo de Estado
los señores JORGE MESA RAMIREZ, en su condición de candidato a la Alcaldía
Municipal de Envigado, y ARGIRO A. GIRALDO QUINTERO, en calidad de aspirante al
Concejo de ese Municipio, interponen la acción de tutela contra las
resoluciones No. 003 y 004 de 1991, del Consejo Nacional Electoral, en virtud
de las cuales se dejaron sin efecto las inscripciones que se realizaron entre
el 8 y el 17 de enero de 1992 en los Municipios de Baraya, Circacia, Envigado,
Guateque, Mosquera, Palestina, Quipile, Villa de Leiva, Yaguará y Praderas de
Amborco, con el fin de que protejan los derechos fundamentales de los
ciudadanos que se inscribieron para votar en el Municipio de Envigado.
Consideran que las Resoluciones impugnadas
lesionan el derecho fundamental de participación política, por cuanto se les
impide el ejercicio del derecho a votar en el sitio en donde se inscribieron
según "la voluntad personal democrática y soberana" que manifestaron
al momento de realizar ese acto.
Señalan que las Resoluciones acusadas
violan el debido proceso porque el acto previo de la inscripción genera
derechos y "la modificación de tal derecho por parte de la administración
ha de ser notificada personalmente de conformidad con los artículos 74 y 28 del
Decreto 01 de 1984".
Manifiestan que ejercen la acción de tutela
como mecanismo transitorio para evitar el perjuicio irremediable que se
causaría, ante la circunstancia de que las elecciones se realizarían el 8 de
marzo.
II. LA ACTUACION EN PRIMERA INSTANCIA.
El Consejo de Estado emitió pronunciamiento
en el sentido de inadmitir la acción de tutela, con fundamento en que tanto el
artículo 86 de la C.N. como los artículo 31 a 36 del Decreto 2591 de 1991
preven que el trámite de la acción de tutela es de dos instancias y por esta
razón la decisión que recaiga sobre ella debe ser susceptible de ser impugnada,
lo cual no es posible cuando la acción se formula directamente ante el Consejo
de Estado, que por ser el Tribunal Supremo de lo Contencioso Administrativo no
tiene superior jerárquico.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE.
Procede la Corte a revisar la decisión
judicial adoptada sobre la presente acción de tutela que fue previamente
seleccionada, según las exigencias del artículo 33 del Decreto 2591 de 1991, en
armonía con el artículo 86 de la C.N.
En el caso presente la acción se formula
como mecanismo transitorio por advertir los accionantes que es clara la
existencia de medios de defensa del derecho, como son los recursos por la vía
gubernativa y la acción de nulidad contra las Resoluciones que conculcan los
derechos invocados de los ciudadanos que se inscribieron para votar en el
Municipio de Envigado.
Ante todo conviene precisar que la acción
se dirige contra actos administrativos proferidos por el Consejo Nacional
Electoral como son las Resoluciones No. 003 de 1992 en virtud de la cual se
resolvió dejar sin efecto las inscripciones que se realizaron entre el 8 y el
17 de enero de 1992 en varios Municipios, entre ellos el de Envigado y la
Resolución 004 de 1992, aclaratoria de lo anterior, en el sentido de que los
ciudadanos cuya inscripción se invalidó, podrían votar en el lugar en donde
tenían derecho a sufragar conforme al censo electoral vigente antes de la
inscripción.
Según lo expuesto se trata de un acto de
una entidad de carácter nacional con sede en la capital y por tanto la
competencia para conocer de ella es la establecida en el artículo 37 Decreto
2591 de 1991, conforme al cual las autoridades judiciales competentes son, a
prevención, los jueces o tribunales con jurisdicción donde ocurriere la
violación o la amenaza del derecho por el acto u omisión de la autoridad
pública.
De tal manera que el juez de Envigado tuvo
sólido fundamento para declararse incompetente para conocer de la acción de
tutela, porque si bien conforme a la reglamentación legal, es posible para el
accionante escoger ad libitum el juez de primera instancia para presentar su
petición, es menester que la autoridad elegida tenga jurisdicción en el lugar
donde se produjo el acto u omisión lesivo del derecho fundamental.
Determinada la competencia para el trámite
de la tutela en la ley, dicha regulación es de observancia obligatoria para el
juez, por ser elemento constitutivo del debido proceso que debe regir, sin
excepción, todas las actuaciones judiciales, según lo previene el artículo 29
de la Constitución Nacional.
No advierte la Sala que la estricta
observancia del precepto legal que determina el juez competente sea un
obstáculo o haga nugatorio el ejercicio de la acción de tutela a la persona
cuyo derecho fundamental ha sido conculcado o puesto en peligro, dado que la
acción puede presentarse sin sujeción a formalismos rigurosos y además puede
enviarse al juez por "telegrama u otro medio de comunicación que se
manifieste por escrito" y el afectado goza de franquicia para remitir su
petición.
La preceptiva está orientada a garantizar
el cumplimiento inmediato de la orden que imparta el juez de hallar probado el
quebranto del derecho, para que la autoridad o el particular lo restablezcan o
suspendan su violación, todo lo cual se facilita, si la sede del juez coincide
con la de la autoridad o del particular que con su conducta activa o pasiva
violó o puso en peligro el derecho constitucional fundamental.
La decisión del Consejo de Estado.
Según se anotó anteriormente, el Consejo de
Estado rechazó la acción de tutela por considerar que no era juez de primera
instancia para conocer de ella, pues independientemente de que se ejerza como
acción subsidiaria autónoma o como mecanismo transitorio, su trámite debe ser
de dos instancias.
Ciertamente, el Constituyente al trazar los
lineamientos generales de la acción de tutela previó que el procedimiento
preferente y sumario que debía consagrarse para su trámite tendría dos
instancias.
En efecto, la acción de tutela para
reclamar el derecho debe proponerse ante el juez, para que imparta orden de
inmediato cumplimiento a la autoridad o al particular que ha vulnerado el
derecho a fin de que actúe o se abstenga de hacerlo y el fallo que contiene esa
orden debe ser susceptible de impugnarse.
Respetando el imperativo constitucional de
las dos instancias, el Decreto 2591 de 1991 estableció las normas de
competencia para conocer de la acción de tutela, entre ellas, una de carácter
especial, referida a las sentencias y providencias judiciales que ponen fin al
proceso y otra de orden general para acusar los demás actos de las autoridades
públicas.
Así, el artículo 37 establece como norma
general de competencia: "Son competentes para conocer de la acción de
tutela, a prevención, los jueces o tribunales con jurisdicción en el lugar
donde ocurriere la violación o la amenaza que motivare la presentación de la
solicitud". A su turno el artículo 32 dispone que recibida la impugnación
en debida forma, el juez debe remitir el expediente al superior jerárquico
correspondiente.
Como los actos acusados en esta oportunidad
provienen de una autoridad administrativa, los jueces competentes para conocer
de ella son los señalados en el artículo citado y por consiguiente está
excluido el Consejo de Estado como juez de primera instancia, toda vez que
carece de superior jerárquico y sus decisiones no podrían ser impugnadas por
vía del recurso de apelación ante ninguna otra autoridad, con lo cual se
rompería sin ninguna justificación el principio de las dos instancias
instituído en la norma constitucional.
Como el juez de primera instancia sólo
puede ser determinado por el petente al momento de elevar su solicitud, no
podría exigirse al juez que carece de competencia para adelantar el trámite de
la acción de tutela, que la envíe al juez competente, para corregir la
equivocación en que incurrió el actor, salvo que se trate de acciones de tutela
contra la prensa o los medios de comunicación, caso en el cual, el juez de
circuito del lugar, es el competente para el conocimiento de la acción de tutela
y sería entonces posible la remisión de la solicitud para su reparto a un juez
de esa categoría.
Como se ve, el caso sub-examine es
claramente distinguible de otros que han juzgado diferentes salas de revisión
de esta Corporación en los cuales se ha examinado también el aspecto relativo
al superior jerárquico, pero desde el punto de vista de que el acto sometido a
tutela haya sido expedido por quien no lo tiene y se trate de una sentencia
judicial -lo que se encuadra dentro de las reglas especiales del artículo 40
del decreto 2591 de 1991- al paso que aquí se trata de que la Corporación ante
quien se presenta la demanda de tutela no puede conocer de ella en primera
instancia porque no podría surtirse la segunda que tiene rango constitucional.
Los actos del Consejo Nacional Electoral,
que son los acusados, no carecen de control en sede de tutela, ni se presenta
con relación a ellos ningún problema de superior jerárquico para tales efectos,
pues para dicho fin se siguen las normas generales de competencia del artículo
37 ibidem.
También se precisa que esta providencia
tampoco toca el tema del superior jerárquico en relación con otros actos que
pueda emitir el Consejo de Estado, no en sede de tutela sino como ejercicio de
sus competencias ordinarias, tanto jurisdiccionales como administrativas, pues
se trata de asuntos asaz distintos.
La titularidad de la acción de tutela.
De conformidad con lo dispuesto en el
artículo 86 de la Constitución Nacional, es titular de la acción de tutela toda
persona a la que la autoridad pública o los particulares, en los casos que
señala la ley, le han vulnerado o amenazado sus derechos constitucionales
fundamentales.
El Decreto 2591 de 1991 al reglamentar en
ese aspecto la acción de tutela dispuso que la persona afectada puede exigir la
protección de su derecho actuando por sí misma o a través de representante,
caso en el cual, para facilitar la formulación de la tutela, la ley ordena
presumir la autenticidad de los poderes.
Con el mismo propósito y en atención a la
importante finalidad que persigue la acción, el legislador extraordinario
previó que se pudiesen agenciar derechos ajenos, cuando el titular de los
mismos no esté en condiciones de promover su propia defensa; sin embargo, en
la solicitud se debe informar la ocurrencia de esta especial circunstancia que
permite demandar el respeto de los derechos de otras personas.
En el caso sometido a revisión, advierte la
Sala que ni los memorialistas, ni las personas que coadyuvan la petición,
fueron afectadas por las Resoluciones del Consejo Nacional Electoral, pues
formulan la petición en su calidad de candidatos a la Alcaldía y al Concejo
Municipal de Envigado y dicen actuar en nombre de las personas que inscribieron
sus cédulas para votar en las elecciones del 8 de marzo en ese municipio, por
considerar que su derecho a participar en la conformación del poder político
fue conculcado por los actos acusados.
Significa lo anterior que los petentes no
obran en nombre propio y carecen de la representación debida, toda vez que en
el expediente no figura ningún poder otorgado por las personas cuya inscripción
se anuló y de otra parte, tampoco se cumple la exigencia legal para agenciar
derechos ajenos, puesto que no indican las razones por las cuales los afectados
con las Resoluciones del Consejo Nacional Electoral no pueden ejercer en su
propio nombre la acción de tutela, según lo exige el artículo 10 del Decreto
2591 de 1991.
Por las razones anteriores, se procederá a
confirmar la decisión del Consejo de Estado.
La Corte Constitucional administrando
justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
PRIMERO.- CONFIRMAR la Sentencia del Consejo de
Estado de marzo 26 de 1992, en virtud de la cual se inadmitió la acción de
tutela interpuesta por los señores JORGE MESA RAMIREZ y ARGIRO GIRALDO
QUINTERO.
SEGUNDO.- ORDENAR que por Secretaría se comunique la
anterior decisión, en la forma y para los efectos previstos en el artículo 36
del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta Constitucional y cúmplase.
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
Magistrado
CIRO ANGARITA BARON EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
88 | T-459-92
Sentencia No
Sentencia No. T-459/92
ACCION DE TUTELA-Trámite Preferencial/EMPLEADO PUBLICO-Obligaciones
La obligación de dar trámite urgente a las
acciones de tutela no cobija tan solo a los jueces, quienes gozan del
perentorio término en referencia para proferir el fallo, sino que se extiende a
los funcionarios y organismos administrativos que por cualquier razón deban
intermediar en la tramitación de la demanda o en la práctica de las pruebas
ordenadas por el juez, ya que el objetivo de la normativa constitucional, es la
protección inmediata y eficaz de los derechos mediante un procedimiento
preferente y sumario. Así, en casos como el que se estudia, cuando se trata de
tutela interpuesta por personas privadas de su libertad, los funcionarios del
respectivo establecimiento de reclusión, de la Dirección de Prisiones y otras
dependencias del Ministerio de Justicia, están en la obligación de dar trámite
inmediato a las solicitudes de tutela y son disciplinariamente responsables por
las demoras que impidan el pronto acceso del peticionario a la administración
de justicia.
ACCION DE TUTELA-Impugnación/PREVALENCIA DEL DERECHO
SUSTANCIAL
Ninguna norma constitucional ni legal exige
que quien impugne sustente la impugnación. La expresión
"debidamente", utilizada por el artículo 32 que se acaba de citar,
debe entenderse referida al término para impugnar, único requisito de índole formal
previsto en el Decreto 2591 de 1991, al lado del relativo a la competencia del
juez, establecido por la propia Constitución. Este carácter simple de la
impugnación es concordante con la naturaleza preferente y sumaria que
la Constitución atribuye a la acción de tutela y con la informalidad que, en
consecuencia, subraya el artículo 14 del Decreto 2591 para la presentación de
la solicitud, cuando establece inclusive que al ejercitar la acción "no
será indispensable citar la norma constitucional infringida, siempre que se
determine claramente el derecho violado o amenazado". En este orden de
ideas, no es posible equiparar la impugnación del fallo de tutela con los demás
recursos consagrados en otras leyes, pues ellos tienen fines distintos y
diferente régimen, menos aún con el objeto de impedir su ejercicio haciéndole
extensivos "por analogía" requisitos expresamente indicados para los
recursos ordinarios o extraordinarios. Además, acudiendo a la interpretación teleológica
de las normas constitucionales, se halla fácilmente el sentido protector de
la acción de tutela, al igual que su inconfundible orientación hacia el
perfeccionamiento material de los derechos fundamentales, que no se obtiene
dentro de una concepción que rinda culto a las formas procesales, menos aún si
ellas no han sido expresamente consagradas. Al fin y al cabo, de lo que se
trata es de velar por la prevalencia del derecho sustancial.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/HABEAS CORPUS
El Habeas Corpus es un recurso
concebido para protección de la libertad personal cuando de ella ha sido
privada una persona ilegalmente. Esta garantía hace parte de los derechos
fundamentales reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales
sobre derechos humanos. El artículo 86 de la Carta establece que no es
procedente la acción de tutela cuando el afectado con la violación o amenaza
del derecho tenga a su alcance otro medio judicial de defensa, como lo es el
Habeas Corpus respecto de la libertad personal. El sindicado goza, dentro del
proceso en curso, de todos los medios de defensa judicial tendientes a la
garantía del debido proceso y a la aplicación correcta de las disposiciones
vigentes.
Sala Tercera de Revisión
Ref.: Expediente
T-1491
Acción de tutela
intentada por
RAMIRO DE JESUS
GOMEZ VERGARA
Magistrados:
JOSE GREGORIO
HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Aprobada mediante acta de la Sala Tercera
de Revisión, en Santafé de Bogotá, D.C., a los quince (15) días del mes de julio
de mil novecientos noventa y dos (1992).
I. INFORMACION PRELIMINAR
RAMIRO DE JESUS GOMEZ VERGARA expresa en su demanda de tutela que fue
detenido el veinte (20) de octubre de mil novecientos ochenta y nueve (1989),
recluído posteriormente en las instalaciones de la Cárcel Nacional de
Bellavista y puesto a disposición del Juzgado Quinto de Orden Público sindicado
de haber incurrido en el delito previsto por el artículo 13 del Decreto 180 de
1988 (porte ilegal de armas de uso privativo de las Fuerzas Militares). Según
el actor ese Despacho lo condenó a la pena de prisión de once (11) años pero,
habiendo apelado el condenado ante el Tribunal Superior de Orden Público, éste
revocó la condena aunque manifestó que continuaba con auto de detención vigente
para efectos de adelantar la investigación y concluír si había cometido el
delito.
El actor estima que su detención es injusta
y arbitraria, pues el arma que se le decomisó, una pistola marca Browing
Calibre 7.65 no está catalogada como de uso privativo de las F.F.M.M. (Decreto
2003 de 1982), razón por la cual se viola su derecho a la libertad y su derecho
al trabajo, pues se le impide ejercer la actividad del comercio, a la cual se
dedica.
II. LA DECISION JUDICIAL EN REVISION
Correspondió al Tribunal Superior de
Medellín, Sala de Decisión Penal, resolver sobre la acción de tutela
instaurada.
Mediante sentencia de fecha veintisiete
(27) de febrero, el Tribunal negó la tutela, por considerarla improcedente,
expresando que, como aún no se ha proferido fallo, el actor cuenta con otros
medios a través del proceso judicial, para invocar su libertad. No indicó
cuáles eran esos medios.
Agregó el Tribunal que la Procuraduría debe
conocer la queja del señor GOMEZ VERGARA en relación con el lapso
transcurrido sin llegar a la culminación del proceso y la ausencia de respuesta
por parte de las autoridades de orden público, a los memoriales que ha dirigido
en demanda de libertad.
Impugnado el fallo, el Tribunal declaró
desierta la impugnación por considerar que el solicitante interpuso tal recurso
pero no lo sustentó.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Competencia
La Corte Constitucional es competente para
efectuar la revisión de la sentencia mencionada, según lo disponen los artículos
86 y 241, numeral 9, de la Constitución Política y de acuerdo con lo previsto
en el Decreto 2591 de 1991.
2. Oportunidad de la decisión judicial
Vuelve a insistir la Corte en la necesidad
de que los jueces de tutela den exacto cumplimiento a la perentoria exigencia
del artículo 86 de la Constitución en el sentido de que ejercida la acción de
tutela, se la tramite mediante un procedimiento preferente y sumario a
fin de brindar a la persona, si hay lugar a ello, la protección inmediata
de sus derechos constitucionales fundamentales.
La inmediatez es una de las
características fundamentales de la figura, como ya lo ha subrayado esta Corte1
, y tiene su cristalización efectiva en el mandato de la propia norma
constitucional cuando establece, sin dar lugar a excepciones, que "en
ningún caso podrán transcurrir más de diez días entre la solicitud de tutela y
su resolución".
En el caso materia de examen, obra
constancia dentro del expediente en el sentido de que el escrito mediante el
cual se solicitaba la tutela tiene fecha 4 de febrero pero tan solo fue
recibido en la Secretaría de la Sala Penal del Tribunal Superior de Medellín el
día 20 de febrero. La sentencia sometida a revisión es del 27 de febrero, es
decir que se profirió dentro del término previsto por la Carta Política.
3. Injustificada demora en el trámite
administrativo previo
Observa la Corte que la obligación de dar
trámite urgente a las acciones de tutela no cobija tan solo a los jueces,
quienes gozan del perentorio término en referencia para proferir el fallo, sino
que se extiende a los funcionarios y organismos administrativos que por
cualquier razón deban intermediar en la tramitación de la demanda o en la
práctica de las pruebas ordenadas por el juez, ya que el objetivo de la
normativa constitucional, consignado de modo expreso en el artículo 86 de la
Carta es la protección inmediata y eficaz de los derechos mediante un
procedimiento preferente y sumario.
Así, en casos como el que se estudia,
cuando se trata de tutela interpuesta por personas privadas de su libertad, los
funcionarios del respectivo establecimiento de reclusión, de la Dirección de
Prisiones y otras dependencias del Ministerio de Justicia, están en la
obligación de dar trámite inmediato a las solicitudes de tutela y son
disciplinariamente responsables por las demoras que impidan el pronto acceso
del peticionario a la administración de justicia.
En esta oportunidad, fuera de la fecha que
aparece en la parte superior de la demanda (4 de febrero de 1992), no consta
en el expediente la fecha exacta de recepción del escrito por la oficina
correspondiente de la Cárcel de Bellavista o de la División de Defensoría
Pública cuyo sello se estampa en el original del escrito sin fecha alguna, pero
a juicio de la Corte, en cuanto los correspondientes funcionarios
administrativos omitieron hacer claridad al respecto, aceptaron el 4 de febrero
como día de presentación del documento ante ellos. No resulta explicable que
apenas el 20 de febrero se hubiese entregado la petición de tutela ante el
Tribunal de Medellín, con notorio desconocimiento de las normas
constitucionales y legales.
En consideración a lo anterior, se
compulsarán copias de esta sentencia y del expediente al Ministro de Justicia
para que imparta instrucciones enderezadas al trámite prioritario de esta clase
de escritos.
4. Carácter informal de la acción de
tutela
Según queda reseñado, el Tribunal Superior
de Medellín negó al petente el trámite de la impugnación que había interpuesto
contra el fallo de tutela, declarándola desierta, arguyendo falta de
sustentación. La Corte Constitucional no puede aceptar este motivo como
argumento válido para interferir el uso de un derecho que la propia
Constitución otorga, sin requisitos especiales, a quienes no estén conformes
con la resolución adoptada en la primera instancia respecto de una acción de
tutela.
Sobre el particular el artículo 86 de la
Carta dispone tan sólo que el fallo "... podrá impugnarse ante el juez
competente...", al paso que el artículo 31 del Decreto 2591 de 1991 se
limita a establecer que "dentro de los tres días siguientes a su
notificación el fallo podrá ser impugnado por el Defensor del Pueblo, el
solicitante, la autoridad pública o el representante del órgano correspondiente
sin perjuicio de su cumplimiento inmediato" y el artículo 35 Ibidem añade
que "presentada debidamente la impugnación el juez remitirá el expediente
dentro de los dos días siguientes al superior jerárquico correspondiente".
Como puede apreciarse, ninguna norma
constitucional ni legal exige que quien impugne sustente la impugnación. La
expresión "debidamente", utilizada por el artículo 32 que se acaba de
citar, debe entenderse referida al término para impugnar, único requisito de
índole formal previsto en el Decreto 2591 de 1991, al lado del relativo a la
competencia del juez, establecido por la propia Constitución. Este carácter
simple de la impugnación es concordante con la naturaleza preferente y sumaria
que la Constitución atribuye a la acción de tutela y con la informalidad
que, en consecuencia, subraya el artículo 14 del Decreto 2591 para la
presentación de la solicitud, cuando establece inclusive que al ejercitar la
acción "no será indispensable citar la norma constitucional infringida,
siempre que se determine claramente el derecho violado o amenazado".
En este orden de ideas, no es posible
equiparar la impugnación del fallo de tutela con los demás recursos consagrados
en otras leyes, pues ellos tienen fines distintos y diferente régimen, menos
aún con el objeto de impedir su ejercicio haciéndole extensivos "por
analogía" requisitos expresamente indicados para los recursos ordinarios o
extraordinarios.
Además, acudiendo a la interpretación teleológica
de las normas constitucionales, se halla fácilmente el sentido protector de
la acción de tutela, al igual que su inconfundible orientación hacia el
perfeccionamiento material de los derechos fundamentales (artículos 1, 2 , y 86
de la Constitución, entre otros), que no se obtiene dentro de una concepción
que rinda culto a las formas procesales, menos aún si ellas no han sido
expresamente consagradas. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de velar
por la prevalencia del derecho sustancial, tan nítidamente
definida por el artículo 228 de la Carta Política.
La Constitución ha conferido la acción de
tutela a todas las personas, es decir que no limita las posibilidades de
acudir a ella por razones de nacionalidad, sexo, edad, origen de raza o capacidades
intelectuales, razón por la cual es factible que la ejerzan los niños, los
indígenas, los presos, los campesinos, los analfabetas y en general todo
individuo de la especie humana que se halle dentro del territorio colombiano.
Riñe, entonces, con la naturaleza y los
propósitos que la inspiran y también con la letra y el espíritu de la Carta,
toda exigencia que pretenda limitar o dificultar su uso, su trámite o su
decisión por fuera de las muy simples condiciones determinadas en las normas
pertinentes.
En consecuencia, no era del caso declarar
desierta la impugnación, como lo hizo el Tribunal, basado quizá en
disposiciones que son válidas y aplicables a otros recursos pero que no
concuerdan con la informalidad característica de esta institución.
5. Tutela y Habeas Corpus
El objetivo fundamental del actor, según se
desprende de la demanda, radica en la recuperación de su libertad, de la cual
está privado desde el veinte (20) de octubre de mil novecientos ochenta y nueve
(1989), pues estima que esa privación es injusta y arbitraria, sin que hasta el
momento de ejercer la acción se le hubiere resuelto su situación jurídica.
En el Estado de Derecho, cada institución
está encuadrada dentro de las características y los fines señalados por la
Constitución y por las leyes, siendo necesario que se preserven los linderos
entre ellas en orden a hacer posibles los propósitos buscados por el
Constituyente al establecerlas.
En materia de derechos, el artículo 2º de
la Constitución señala la garantía de su efectividad como uno de los fines del
Estado y diferentes normas de la Carta se ocupan en la determinación de
mecanismos orientados a lograrlos.
Así, el Capítulo 4 del Título II de la
Carta enuncia, al lado de la acción de tutela, varios medios jurídicos tendientes
a alcanzar la certidumbre de los derechos, deberes y responsabilidades que se
derivan de la Constitución, aunque, desde luego no son ellos los únicos medios
constitucionales para obtener el fin buscado.
Existen vías específicamente concebidas
para la defensa de ciertos derechos, en consideración a su señalada importancia
y a sus especiales características. Tal es el caso del Habeas Corpus,
recurso concebido para protección de la libertad personal cuando de ella ha
sido privada una persona ilegalmente (artículo 30 de la Carta Política). Esta
garantía hace parte de los derechos fundamentales reconocidos en la
Constitución y en los tratados internacionales sobre derechos humanos, tales
como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículos 9 y 10,
y la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica), artículo 7 y 8, ambos aprobados por la Ley 74 del 26 de diciembre de
1978 (Diario Oficial No.32682), razón por la cual no puede ser suspendida ni
siquiera durante los estados de excepción, tal como lo señalan perentoriamente
los artículos 93 y 214 de la Constitución Política.
El artículo 86 de la Carta establece que no
es procedente la acción de tutela cuando el afectado con la violación o amenaza
del derecho tenga a su alcance otro medio judicial de defensa, como lo es el
Habeas Corpus respecto de la libertad personal. Así lo dispone también y, de
manera expresa, el artículo 6º, numeral 2º, del Decreto 2591 de 1991 que dice:
"artículo 6o. Causales de improcedencia de la tutela. La acción de
tutela no procederá:
...
2. Cuando para proteger el derecho se puede
invocar el recurso de habeas corpus."
A lo anterior se suma la circunstancia ya
en otros casos subrayada por esta Corporación, consistente en que el sindicado
goza, dentro del proceso en curso, de todos los medios de defensa judicial
tendientes a la garantía del debido proceso y a la aplicación correcta de las
disposiciones vigentes.
Habida cuenta de lo dicho, la Corte estima que
el Tribunal Superior de Medellín no podía conceder la tutela solicitada para
ordenar que GOMEZ VERGARA recuperase su libertad, razón por la cual se
confirmará la sentencia revisada.
IV. DECISION
En mérito de lo expuesto, la Corte
Constitucional de la República de Colombia -Sala Tercera de Revisión-,
administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
1o.- CONFIRMAR, por las razones consignadas, la sentencia proferida
por el Tribunal Superior de Medellín -Sala Penal- al decidir sobre la acción de
tutela instaurada por RAMIRO DE JESUS GOMEZ VERGARA.
2o.- Envíese copia del expediente y de esta Sentencia al
Ministro de Justicia para lo de su cargo, según lo dicho en la motivación.
3o.- LIBRESE comunicación al mencionado Tribunal para los fines
indicados en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, insértese en la
Gaceta de la Corte Constitucional y cúmplase.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Presidente de la Sala
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Cfr. Corte Constitucional, Sala Tercera de Revisión,
fallo Nº 1, de abril 3 de 1992. |
89 | T-460-92
Sentencia No
Sentencia No. T-460/92
ACCION DE TUTELA-Titularidad/PERSONA JURIDICA
El artículo 86 de la Constitución Política
no establece distinciones entre quienes pueden acudir a este instrumento de
protección de los derechos fundamentales y que, además, varios de tales
derechos, dos de los cuales son precisamente el del debido proceso y el de
propiedad, son susceptibles de violación o amenaza en perjuicio de personas
jurídicas sin que aparezca motivo justificable para introducir discriminación
en su contra.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/PERJUICIO IRREMEDIABLE-Improcedencia
Existiendo otro medio de defensa judicial,
en principio no era la tutela el mecanismo adecuado a la protección de los
intereses de la peticionaria, De haberse ejercitado la acción pertinente ante
la Justicia Contencioso Administrativa, la compañía podía obtener, además de la
nulidad del acto que ordenó el decomiso, la entrega de la totalidad de la
aeronave incautada, incluyendo las piezas decomisadas e igualmente el
resarcimiento por los perjuicios que se hubieren causado, tanto en relación con
el daño emergente como respecto al lucro cesante. Es evidente que no nos
encontramos ante un caso de perjuicio irremediable, al tenor de las
disposiciones legales que regulan la materia y, por ende, no era del caso que
se concediera la tutela solicitada,
DEBIDO PROCESO-Alcance/PRESUNCION DE INOCENCIA
La garantía del debido proceso, no consiste
solamente en las posibilidades de defensa o en la oportunidad para interponer
recursos, como parece entenderlo el juzgado de primera instancia, sino que
exige, además, como lo expresa el artículo 29 de la Carta, el ajuste a las
normas preexistentes al acto que se imputa; la competencia de la autoridad
judicial o administrativa que orienta el proceso; la aplicación del principio
de favorabilidad en materia penal; el derecho a una resolución que defina las
cuestiones jurídicas planteadas sin dilaciones injustificadas; la ocasión de
presentar pruebas y de controvertir las que se alleguen en contra y, desde
luego, la plena observancia de las formas propias de cada proceso según sus
características. Todo ello descansa sobre el supuesto de la presunción de
inocencia, la cual tiene que ser desvirtuada por el Estado para que se haga
posible la imposición de penas o de sanciones administrativas.
DECOMISO/CONFISCACION/DERECHO A LA PROPIEDAD-Vulneración
Mal puede concebirse una violación del
derecho de propiedad sobre la única base de un decomiso o entender que éste
representa en sí mismo una forma de confiscación. Si el afectado logra
demostrar ante la jurisdicción competente que la actuación administrativa
presentó una o varias causas de nulidad de los actos mediante los cuales se le
dió culminación y en consecuencia, se ordena el restablecimiento del derecho,
podrá pensarse que se desconoció la propiedad del actor sobre los bienes
incautados, pero no porque el comiso sea una figura prohibida por la Carta
Política, sino por la ilegalidad de la actuación administrativa en el caso
concreto.
PRINCIPIO DE LA BUENA FE
El principio es la confianza, expresada en
la presunción de buena fe, mientras que las excepciones al mismo, es decir, aquellas
ocasiones en las cuales pueda partir el Estado del supuesto contrario para
invertir la carga de la prueba, haciendo que los particulares aporten
documentos o requisitos tendientes a demostrar algo, deben estar expresa,
indudable y taxativamente señaladas en la ley. De tal modo que el servidor
público que formule exigencias adicionales a las que han sido legalmente
establecidas, vulnera abiertamente la Constitución e incurre en abuso y
extralimitación en el ejercicio de sus atribuciones. Desde luego, lo dicho
implica que el mencionado principio también tiene sus límites y
condicionamientos, derivados de otro postulado fundamental como es el de la
prevalencia del interés común.
Ref.: Expediente T-2018
Acción de tutela
instaurada por la Sociedad "AEROVUELOS Y SERVICIOS CHARTER LTDA",
contra el Subdirector Jurídico de la Dirección General de Aduanas, el
Administrador de la Aduana de Bogotá y otros funcionarios de ese organismo.
Magistrados:
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
-Ponente-
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
FABIO MORON DIAZ
Aprobada mediante acta, en Santafé de
Bogotá, D.C., a los quince (15) días del mes de julio de mil novecientos
noventa y dos (1992).
Procede la Corte Constitucional a revisar
los fallos de la Juez 16 Penal Municipal de Santafé de Bogotá, D.C., de fecha 6
de febrero de 1992 y de la Juez 13 Penal del Circuito de la misma ciudad del 11
de marzo de 1992, proferidos respecto de la acción de tutela en referencia.
I. INFORMACION PRELIMINAR
La sociedad "Aerovuelos y Servicios
Charter Ltda", por intermedio de apoderada, interpuso acción de tutela
contra algunos funcionarios de la Dirección General de Aduanas por considerar
que con sus actuaciones se habían vulnerado los derechos consagrados en los
artículos 15, 25, 29, 58 y 83 de la Constitución Nacional con base en los
siguientes hechos:
1. Mediante Escritura Pública Nº 3441 del 14 de julio de
1989 de la Notaría 25 del Círculo de Bogotá y debidamente inscrita en el
Departamento Administrativo de Aeronáutica Civil, la empresa "Aerovuelos y
Servicios Charter Ltda." adquirió la aeronave distinguida con la matrícula
HK-1094, modelo 65-B-80 Beechraft, por compra hecha al señor José Hernando
Forero.
2. En el mes de agosto de 1989 la aeronave fue retenida y
puesta a disposición del Consejo Nacional de Estupefacientes para investigar
una presunta vinculación con actividades del narcotráfico.
3. Mediante Resolución Nº 1055 del 18 de diciembre de
1989, el Consejo Nacional de Estupefacientes resolvió destinar provisionalmente
la aeronave al servicio del Ministerio de Defensa Nacional.
4. El Juzgado Tercero Especializado de Bogotá adelantó la
correspondiente averiguación decidiendo, mediante providencia del 29 de
noviembre de 1990, declararse inhibido para abrir investigación por no existir
mérito suficiente y ordenar la entrega definitiva de la aeronave al
representante legal de "Aerovuelos y Servicios Charter Ltda.".
5. El 2 de agosto de 1990 cuando aún no se había ordenado
la devolución de la aeronave y ésta se hallaba al servicio del Ministerio de
Defensa Nacional, fue retenida e inmovilizada por funcionarios de la Aduana con
el argumento de que los motores y hélices no correspondían a los que figuraban
en el manifiesto de importación, de lo cual se presumió su introducción ilegal
al país y se dedujo, en consecuencia, que se había incurrido en contrabando.
6. Cumplida la actuación administrativa, el Administrador
de la Aduana de Bogotá, por medio de la Resolución 879 del 17 de abril de 1991,
resolvió ordenar la entrega de la aeronave al señor Jorge Eduardo Lozano
Moreno, representante legal de la sociedad propietaria, e igualmente ordenó
"DECOMISAR a favor de la Nación los motores 10-720AIA, serie L-136-54 y
10-720 AIA, serie L-561-54C y las hélices marca HARTZEL modelo
HCA-A3ZVK-2A".
7. La compañía afectada interpuso recurso de reposición y
en subsidio de apelación contra el citado acto administrativo, los cuales fueron
resueltos mediante resoluciones números 1366 del 21 de junio y 3286 del 2 de
diciembre de 1991, respectivamente, confirmándose la decisión del decomiso de
los motores y hélices de la aeronave en favor de la Nación.
8. El representante legal de la sociedad accionante, en
declaración rendida ante el Juez conocedor de la presente acción de tutela en
primera instancia, afirmó que el avión fue importado en el año de 1965, fecha
en la cual se consideraba que el motor y las hélices eran partes integrantes del
avión y por esto no se encuentra el manifiesto de importación específico e
independiente para estas piezas. Agregó que a este avión se le montaron
motores de otras aeronaves que se accidentaron, respecto de las cuales no es
posible probar si se importaron o no en forma legal.
Además expresa que cuando la firma que
representa adquirió la aeronave ya ésta tenía los motores y las hélices
cambiadas.
9. La apoderada de la sociedad sostiene que en este
asunto ha sido violado el derecho al debido proceso por desconocimiento de
disposiciones especiales en materia aduanera, tales como el Decreto 1750 de
1991 que establece la prescripción de toda acción sancionatoria después de dos
años de ocurridos los hechos, circunstancia que en su entender, se configura en
el presente caso y no fue tenida en cuenta por los funcionarios de la Dirección
General de Aduanas.
10. Solicita la empresa "Aerovuelos y Servicios
Charter Ltda" la entrega inmediata de los motores y hélices de la aeronave
HK-1094, al igual que la tutela de los derechos fundamentales que se consideran
vulnerados.
II. LAS DECISIONES JUDICIALES
Correspondió resolver sobre la acción de
tutela en primera instancia a la Juez 16 Penal Municipal de Santafé de Bogotá,
quien en providencia del 6 de febrero de 1992 negó el amparo solicitado con
fundamento en las siguientes consideraciones:
1. De la inspección judicial, declaraciones tomadas y
demás diligencias practicadas por el Juzgado, éste concluye que no se violó el
derecho al debido proceso ya que la sociedad afectada gozó de oportunidad para
defenderse.
Respecto de lo afirmado por el
representante legal de la sociedad en el sentido de que le fue imposible
presentar el manifiesto de importación de los motores, hélices y radios, ya que
el avión es del año 65 y se le montaron motores de otros aviones accidentados,
afirma la Juez que "esta manifestación es de difícil credibilidad, por
cuanto si tales reparaciones se efectuaron en la forma indicada no de menos
(sic) se podría realizar sin el respectivo permiso de la autoridad
competente...".
2. Al peticionario le asiste el derecho de recurrir ante
la justicia ordinaria para efectos de proteger sus derechos, afirma la Juez, es
decir, que dispone de otro medio de defensa judicial.
3. Ante la no procedencia lícita de los motores concluye
la Juez que "mal podría el despacho entrar a proteger un derecho que en
las anteriores condiciones se considera ilegítimo...".
Impugnado este fallo por la Sociedad
"Aerovuelos y Servicios Charter Ltda" correspondió resolver al Juez
13 Penal del Circuito de Bogotá quien en providencia del 11 de marzo de 1992
confirmó la decisión de primera instancia con los siguientes argumentos:
1. Está demostrado el estricto cumplimiento que se dio al
procedimiento aduanero, razón por la cual no se vulneró el derecho al debido
proceso.
2. Respecto de la posible vulneración de derechos
fundamentales, señala el Juzgado que en ningún momento se buscó agraviar el
buen nombre de la empresa "Aerovuelos y Servicios Charter Ltda" y
que por tanto, no se desconoció el artículo 15 de la Constitución Nacional, ya
que la Aduana Interior de Bogotá actuó en cumplimiento de sus funciones.
Respecto del artículo 25 de la Carta sobre el derecho al trabajo, sostiene que
la protección a éste se da siempre y cuando se ajuste a las leyes vigentes,
circunstancia que no se predica en el caso sub examine.
Consideró la Juez de Segunda Instancia que
tampoco se vulneraron los artículos 58 y 83 de la Carta Política.
III. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Acción de tutela intentada por personas
jurídicas
Teniendo en cuenta su competencia para
proferir fallo de revisión en el presente asunto (artículo 86 de la
Constitución, 31, 32 y 33 del Decreto 2067 de 1991), entra la Corte a estudiar
las sentencias proferidas en cuanto a la presente acción de tutela, las cuales
coinciden en negar el amparo solicitado.
Sobre la posibilidad de ejercer la acción
de tutela por parte de personas jurídicas, categoría que ostenta la parte
actora, ya esta Corte se pronunció en varias sentencias1 ,
resaltando que el artículo 86 de la Constitución Política no establece
distinciones entre quienes pueden acudir a este instrumento de protección de
los derechos fundamentales y que, además, varios de tales derechos, dos de los
cuales son precisamente el del debido proceso y el de propiedad (alegados en
este caso), son susceptibles de violación o amenaza en perjuicio de personas jurídicas
sin que aparezca motivo justificable para introducir discriminación en su
contra.
Improcedencia de la acción
En torno a la procedencia de la acción, es
necesario decidir si la sociedad actora disponía de otro medio de defensa
judicial, al que alude el artículo 86 de la Constitución como suficiente para
excluir la tutela.
La presente solicitud está dirigida contra
actuaciones de la Aduana Interior de Bogotá y el Subdirector Jurídico de la
Dirección General de Aduanas, contenidas en actos administrativos -las
Resoluciones 879, 1366 y 3286 de 1991- mediante los cuales se ordenó el
decomiso a favor de la Nación de los motores y hélices de la aeronave HK-1094
objeto de la controversia y se resolvieron los recursos intentados por la
sociedad actora en la vía gubernativa, lo que dejaba el camino expedito para
que tal sociedad, si tenía fundados motivos, acudiera a la jurisdicción de lo
Contencioso Administrativo para impetrar de ella la nulidad de los actos
correspondientes y el restablecimiento de su derecho. Al parecer se utilizó
esa vía, pero ello no es seguro pues en el expediente obran apenas afirmaciones
en tal sentido.
Existiendo otro medio de defensa judicial,
en principio no era la tutela el mecanismo adecuado a la protección de los
intereses de la peticionaria, según las voces del artículo 86 de la
Constitución, a cuyo tenor "esta acción sólo procederá cuando el afectado
no disponga de otro medio de defensa judicial".
Debe entonces la Corte definir si se daba
la circunstancia de un perjuicio irremediable que permitiera el ejercicio de la
acción de tutela.
El perjuicio irremediable fue concebido por
el Decreto 2591 de 1991, artículo 6º, de la siguiente manera:
"Se entiende por irremediable el
perjuicio que solo pueda ser reparado en su integridad mediante una
indemnización".
Para resolver sobre el asunto cuestionado
basta decir que, de haberse ejercitado la acción pertinente ante la Justicia
Contencioso Administrativa, la compañía podía obtener, además de la nulidad del
acto que ordenó el decomiso, la entrega de la totalidad de la aeronave
incautada, incluyendo las piezas decomisadas e igualmente el resarcimiento por
los perjuicios que se hubieren causado, tanto en relación con el daño emergente
como respecto al lucro cesante.
De conformidad con lo dicho, es evidente
que no nos encontramos ante un caso de perjuicio irremediable, al tenor de las
disposiciones legales que regulan la materia y, por ende, no era del caso que
se concediera la tutela solicitada, razón que conducirá a la confirmación de
los fallos revisados.
El debido proceso en las actuaciones
administrativas
Lo anterior no obsta para que la Corte
formule algunas observaciones sobre los derechos que invocó la sociedad
accionante, a fin de trazar pautas sobre la recta interpretación de las normas
constitucionales que los consagran.
Así, en torno a la posible transgresión de
las disposiciones del trámite aduanero y el consiguiente desconocimiento del principio
constitucional sobre debido proceso en toda actuación administrativa (artículo
29 de la Carta Política), el Decreto 2352 de 1989, por el cual se establece el
procedimiento correspondiente a la aprehensión y decomiso de mercancías,
estableció varios términos de obligatoria observancia para actuaciones tales
como inicio de investigación, práctica de pruebas y decisión por parte de las
autoridades aduaneras, todas las cuales debieron haberse cumplido estrictamente
para que no se configurara la violación alegada por la compañía peticionaria.
Si bien no entra la Corte a determinar cuál
fue el comportamiento específico de las dependencias competentes de la
Dirección de Aduanas en este caso, por el ya indicado motivo de improcedencia
de la acción de tutela, estima necesario advertir sobre la posible pretermisión
de algunos de esos términos si se tiene en cuenta la cronología que aparece en
el expediente, razón por la cual, en caso de que la sociedad demandante haya
acudido a la jurisdicción Contencioso Administrativa, como lo anuncia en uno de
los documentos examinados, habrá de ser este aspecto uno de los relevantes en
la definición que allí se haga sobre la validez de los actos administrativos
cuestionados.
La garantía del debido proceso, plasmada en
la Constitución colombiana como derecho fundamental de aplicación inmediata
(artículo 85) y consignada, entre otras, en la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948 (artículos 10 y 11), en la Declaración Americana de
los Derechos y Deberes del Hombre proclamada el mismo año (artículo XXVI) y en
la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa
Rica, 1969, Artículos 8 y 9), no consiste solamente en las posibilidades de
defensa o en la oportunidad para interponer recursos, como parece entenderlo el
juzgado de primera instancia, sino que exige, además, como lo expresa el
artículo 29 de la Carta, el ajuste a las normas preexistentes al acto que se
imputa; la competencia de la autoridad judicial o administrativa que orienta el
proceso; la aplicación del principio de favorabilidad en materia penal; el
derecho a una resolución que defina las cuestiones jurídicas planteadas sin
dilaciones injustificadas; la ocasión de presentar pruebas y de controvertir
las que se alleguen en contra y, desde luego, la plena observancia de las
formas propias de cada proceso según sus características.
Todo ello descansa sobre el supuesto de la
presunción de inocencia, la cual tiene que ser desvirtuada por el Estado para
que se haga posible la imposición de penas o de sanciones administrativas.
Dentro del marco jurídico trazado por la
Carta de 1991, ha perdido su razón de ser la discusión acerca de si el debido
proceso es exclusivo de los trámites judiciales o si debe extenderse a los
procedimientos y actuaciones que se surten ante la administración, pues el
nítido tenor literal del artículo 29 de la Constitución no deja lugar a dudas:
"El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y
administrativas".
Es este un mandato inexcusable que no
pueden desatender las dependencias del Estado en sus distintos niveles de
jerarquía, tanto en el sector central como en el descentralizado y en todas las
ramas del poder público y organismos de control respecto de las actuaciones de
sus correspondientes órbitas de competencia, so pena de incurrir en flagrante
violación de la preceptiva constitucional y en ostensible abuso de sus
atribuciones en detrimento de los derechos fundamentales, ocasionando a la vez
la nulidad de las decisiones adoptadas con infracción de los preceptos
superiores.
Así, pues, en una actuación administrativa
como la adelantada en este caso por la Dirección de Aduanas, debieron haberse
observado de manera integral los postulados que conforman la señalada garantía
y ello tendrá que ser verificado por el tribunal competente, a fin de hacer
valer en toda su plenitud los principios constitucionales que la inspiran.
Obviamente, lo dicho no significa que se
trasladen al terreno administrativo aspectos del debido proceso que, por su
misma naturaleza, son aplicables tan solo a la materia penal propiamente dicha,
como el relativo a la asistencia del abogado de oficio o el principio de
favorabilidad, pues ello no tiene respaldo en la Constitución Política como
claramente se desprende del artículo 29 ya comentado.
De allí que no sea aceptable, por ejemplo,
una aplicación retroactiva -para el caso materia de revisión- del artículo 14
del Decreto 1750 de 1991, invocado por la compañía demandante. El citado Decreto
fue expedido el 4 de julio de 1991, fecha en la cual se había producido ya la
decisión administrativa de la Aduana, que es del 17 de abril del mismo año. Es
obvio que era imposible, en ese momento, haber reconocido la prescripción que
perseguía la sociedad peticionaria pues la disposición que consagraba tal
figura no existía en el momento de producirse la decisión aduanera.
El decomiso no equivale a la confiscación
En cuanto a la vulneración del derecho de
propiedad, alegada por la sociedad actora, es también un punto que deberá
definir el tribunal competente al confrontar la legalidad de los actos
administrativos de que se trata, pero estima la Corte que, con independencia de
lo que allí se decida, debe quedar claro, como concepto general, que el decomiso
es una figura diferente a la confiscación pues mientras ésta última implica el
despojo absoluto de la totalidad o parte de los bienes de una persona a título
de pena en favor del fisco y sin compensación alguna, aquél corresponde a una
retención por parte de la autoridad que recae de modo específico sobre bienes
relacionados con la comisión de delitos u obtenidos de manera ilícita, o
evadiendo el pago de los impuestos que deben cancelarse para su introducción al
territorio nacional.
Mal puede concebirse una violación del
derecho de propiedad sobre la única base de un decomiso o entender que éste
representa en sí mismo una forma de confiscación.
Obviamente, si el afectado logra demostrar
ante la jurisdicción competente que la actuación administrativa presentó una o
varias causas de nulidad de los actos mediante los cuales se le dio culminación
y en consecuencia, se ordena el restablecimiento del derecho, podrá pensarse
que se desconoció la propiedad del actor sobre los bienes incautados, pero no
porque el comiso sea una figura prohibida por la Carta Política, sino por la
ilegalidad de la actuación administrativa en el caso concreto.
Ahora bien, por cuanto atañe a la solicitud
de tutela materia de esta sentencia, no podía alegarse la violación del derecho
de propiedad (artículo 58 C.P.) con apoyo en el argumento de que los bienes
decomisados fueron adquiridos "con arreglo a las leyes civiles y
administrativas", pues el decomiso no es una medida que ponga
necesariamente en tela de juicio la titularidad de la propiedad sino que, en lo
tocante con el régimen aduanero, alude a elementos distintos como son los
tributarios.
El postulado de la buena fe como base de
nuestro Derecho
El principio de la buena fe se erige en
arco toral de las instituciones colombianas dado el especial énfasis que en
esta materia introdujo la Carta del 91, a tal punto que las relaciones
jurídicas que surjan a su amparo no podrán partir de supuestos que lo
desconozcan.
En el diario acontecer de la actividad
privada, las personas que negocian entre sí suponen ciertas premisas, entre las
cuales está precisamente el postulado que se enuncia, pues pensar desde el
comienzo en la mala fe del otro sería dar vida a una relación viciada.
Si este principio es fundamental en las
relaciones entre particulares, con mayor razón tiene validez cuando ellos
actúan ante las autoridades públicas, bien en demanda de sus derechos, ya en el
cumplimiento de sus deberes y obligaciones, toda vez que el Estado y quienes lo
representan deben sujetar su actividad al objetivo de realizar el bien común,
sobre la base de las previsiones trazadas por el legislador, en vez de crear
dificultades a los gobernados y entrabar innecesariamente el desenvolvimiento
de las múltiples relaciones que con ellos deben forzosamente establecerse.
Así, por ejemplo, la sola voluntad de un
servidor público no es suficiente a la luz de la Carta Política en vigor para
exigir autenticación de firmas, presentación de documentos, imposición de
sellos, trabas inoficiosas, términos no previstos en ley o reglamento, para
apenas indicar algunos de los requerimientos favoritos del burócrata, ya que
varios preceptos constitucionales remiten a la ley como única fuente de tales
exigencias.
El artículo 6º de la Constitución afirma
que "Los particulares sólo son responsables ante las autoridades por
infringir la Constitución y las leyes. Los servidores públicos lo son por la
misma causa y por omisión o extralimitación en el ejercicio de
sus funciones" (Subraya la Corte).
El artículo 122 indica que "No habrá
empleo público que no tenga funciones detalladas en ley o
reglamento...", al paso que, según el 123, "Los servidores públicos
están al servicio del Estado y de la comunidad" y
"ejercerán sus funciones en la forma prevista por la
Constitución, la ley y el reglamento" (Se subraya).
El artículo 83 dispone que "Las
actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas deberán ceñirse a
los postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas las
gestiones que aquellos adelanten ante estas", mientras el 84 es
perentorio en señalar que "cuando un derecho o una actividad hayan sido
reglamentados de manera general, las autoridades públicas no podrán
establecer ni exigir permisos, licencias o requisitos adicionales para su
ejercicio", principio refrendado en el artículo 333, relativo a la
actividad económica y a la iniciativa privada, para cuyo ejercicio "nadie
podrá exigir permisos previos ni requisitos sin autorización de la ley".
De todo lo cual se desprende sin mayores
esfuerzos del intelecto que el principio es la confianza, expresada en la
presunción de buena fe, mientras que las excepciones al mismo, es decir,
aquellas ocasiones en las cuales pueda partir el Estado del supuesto contrario
para invertir la carga de la prueba, haciendo que los particulares aporten
documentos o requisitos tendientes a demostrar algo, deben estar expresa,
indudable y taxativamente señaladas en la ley. De tal modo que el servidor
público que formule exigencias adicionales a las que han sido legalmente
establecidas, vulnera abiertamente la Constitución e incurre en abuso y
extralimitación en el ejercicio de sus atribuciones.
Desde luego, lo dicho implica que el
mencionado principio también tiene sus límites y condicionamientos, derivados
de otro postulado fundamental como es el de la prevalencia del interés común.
En modo alguno puede pensarse que el principio de la buena fe se levante como
barrera infranqueable que impida a las autoridades el cumplimiento de su
función, pues, mientras la ley las faculte para hacerlo, pueden y deben exigir
los requisitos en ella indicados para determinados fines, sin que tal actitud
se oponga a la preceptiva constitucional. En nuestro Estado de Derecho, las
leyes gozan de aptitud constitucional para imponer a la administración o a los
jueces la obligación de verificar lo manifestado por los particulares y para
establecer procedimientos con arreglo a los cuales pueda desvirtuarse en casos
concretos la presunción de la buena fe, de tal manera que si así ocurre con
sujeción a sus preceptos se haga responder al particular implicado tanto desde
el punto de vista del proceso o actuación de que se trata, como en el campo
penal, si fuere del caso.
De lo anterior puede colegirse que es
inaceptable el argumento según el cual la actuación de la autoridad aduanera,
en cuanto pone en marcha procedimientos encaminados a comprobar si en
determinado caso se configuró el contrabando, vulnera el principio de la buena
fe, toda vez que demostrado aquel con arreglo a las disposiciones legales
correspondientes y con estricta observancia del debido proceso, lo que acontece
es que se desvirtúa mas no se desconoce la presunción que en principio amparaba
a la persona.
En el caso objeto de examen, la sociedad
que se considera afectada ha alegado cabalmente que se le han hecho padecer
unas consecuencias jurídicas derivadas de actos y procedimientos cumplidos con
olvido de este trascendental aspecto.
No siendo propicio el pronunciamiento de
esta Corporación en uno u otro sentido, habida cuenta de la existencia de
medios judiciales de defensa distintos de la acción de tutela, también en esta
materia se deja la decisión en cabeza de la jurisdicción dotada de competencia
para resolver.
Por las razones expuestas, la Corte
Constitucional, en Sala de Revisión, administrando justicia, en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero.- CONFIRMANSE los fallos proferidos por los Juzgados 16
Penal Municipal y 13 Penal del Circuito de Santafé de Bogotá, los días 6 de
febrero y 11 de marzo de 1992 respectivamente, para resolver sobre la acción de
tutela instaurada por la Sociedad "Aerovuelos y Servicios Charter
Ltda.", por intermedio de apoderado.
Segundo.- LIBRENSE, por Secretaría las comunicaciones de que
trata el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991 para los efectos allí
contemplados.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado Ponente
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
FABIO MORON DIAZ
Magistrado
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión -
Sentencias números 430 de junio 24 y 443 de julio 6 de 1992. |
90 | T-462-92
Sentencia No
Sentencia No. T-462/92
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Precisión
DERECHO AL
TRABAJO/DERECHOS FUNDAMENTALES-Precisión
El derecho al trabajo, es decir, el
desempeño libre de actividad personal legítima que entraña la obtención de
estipendios económicos que sufragan necesidades de la persona y su núcleo
familiar y que debe prestarse en condiciones dignas y justas, pertenece a la
categoría de los derechos fundamentales. El hombre, entonces, como secuela de
su libertad individual puede disponer a su arbitrio de sus actividades físicas
e intelectuales en la escogencia de cualquier ocupación, arte u oficio, con
excepción de las que entrañen riesgo social. Comprende tanto el trabajo
subordinado, esto es la relación laboral de derecho privado y la legal y
reglamentaria de derecho público, como la prestación de servicios de manera
independiente, en donde se deja al contratista autonomía en la forma de cumplir
sus obligaciones.
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Concepto
Al definir los derechos fundamentales, se
destacó la nota esencial de ser ellos inherentes al ser humano, a su esencia, a
su naturaleza e inalienables y sin los cuales éste no podría subsistir como
tal. Ello sucede con el derecho del trabajo, el cual además de realizar al
hombre como tal, dignificándolo, constituye para él a la vez un medio
insustituíble para conseguir recursos económicos para su cóngrua subsistencia y
la de su progenie.
ACCION DE TUTELA-Improcedencia/DERECHOS FUNDAMENTALES-Vulneración
Cuando el texto Supremo predica la
protección del derecho de una persona porque la acción u omisión del ente
administrativo o del particular en los casos especiales, quebranta un
derecho constitucional fundamental, parte del supuesto de que el primer
derecho respecto del cual se solicita el amparo de tutela se configura
razonable y plausiblemente, para lo cual habrá de tenerse en cuenta las
particulares circunstancias del derecho sometido a juzgamiento. Y ello ha de
ser así porque si no existe el derecho o por lo menos no tiene visos desde la
óptica del juez de tutela de que quien pretende ser su titular en realidad lo
sea indiscutiblemente, porque no halle respaldo satisfactorio en la
normatividad legal (máxime cuando es materia de discrepancia irreconciliable a
primera vista), no puede consecuentemente proclamarse respecto del derecho
debatido la infracción de un precepto constitucional. No podría entonces,
frente a semejante situación fáctica y legal en que las partes ofrecen sus
propios y divergentes puntos y argumentos jurídicos, entenderse que el juez de
tutela confronta un derecho subjetivo cierto, razonable y merecedor de tutela y
no puede serle dable a él fungir de juez administrativo para reemplazarlo y
entrar a decidir en el campo jurisdiccional propio de aquél.
SALA DE REVISION No. 6
Ref.: Proceso de Tutela No.1340
Acción
de tutela contra
actuación
del Gerente de la Beneficencia del Tolima.
Tema: Derecho
al Trabajo.
Demandante:
RUBY BARRERO SAENZ.
Magistrados:
DR. SIMON RODRIGUEZ
RODRIGUEZ
Ponente
DR. JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN
DR. CIRO ANGARITA
BARON.
Santafé de Bogotá, D.C., trece (13) de
julio de mil novecientos noventa y dos (l992).
La Sala de Revisión de Tutelas de la Corte
Constitucional conformada por los Magistrados Simón Rodríguez Rodríguez, Jaime
Sanín Greiffenstein y Ciro Angarita Barón, revisa la acción de tutela decidida
en sentencia proferida el 24 de febrero de l992 por la Sala Penal del Tribunal
Superior de Ibagué, y quien remitió el expediente a esta Corporación de
conformidad con el artículo 32 del Decreto 2591 de l991.
I. ANTECEDENTES.
A. HECHOS DE LA DEMANDA.
Según el escrito de la demanda, Rubi
Barrero Sáenz suscribió el 30 de diciembre de l991 el contrato No. 062 con la
Beneficencia del Tolima, cuyo objeto es la prestación de sus servicios
personales como Administradora del Parque de la Salud, consistente en planear,
ejecutar, dirigir y coordinar las actividades del parque, supervisar todo lo
relacionado con las obras de inversión que realice la Beneficencia del Tolima,
velar por la conservación y objetivos del parque y todas las funciones
delegadas por la Gerencia de la Beneficencia. Anota que el valor del contrato
que se suscribió es de la suma de ($2.520.000.oo M/cte), Dos Millones
quinientos veinte mil pesos, lo que cubre integralmente el valor del contrato y
se pagará mensualmente mediante la presentación de la cuenta de cobro. Agrega
que suscribió una póliza matriz con una Compañía de Seguros para el
cumplimiento de sus obligaciones derivadas del contrato, por el término de un
año, contado a partir de la fecha de su perfeccionamiento, que él se subordina
al presupuesto de la Beneficencia del Tolima, la cual incluyó en su presupuesto
la partida necesaria para cubrir este gasto y que como contratista ha estado
desde el 2 de enero de l992 ejecutando el contrato.
Se señalan además como hechos que Rubi
Barrero Sáenz recibió el 23 de enero de l992 comunicación suscrita por el
Gerente de la Beneficencia del Tolima, señor Mario Echeverry Trujillo en la que
se le informaba que el aludido contrato "pretermitió normas legales u
ordenanzales en materia de contratación administrativa y por lo tanto no se
perfeccionará ni ejecutará". Se manifiesta finalmente que la
demandante recibió el 27 de enero de l992 comunicación en la que se le
anunciaba que en vista de que la actual administración de la Beneficencia del
Tolima de conformidad a instrucciones de la oficina Jurídica de la Gobernación,
dejó sin validez el contrato de prestación de servicios celebrado entre ella y
la entidad, era necesario adelantar los trámites para poderle pagar los días
trabajados en el parque de la salud, es decir, hasta el 23 de enero de l992,
día en que fue revocado el contrato en mención.
B. DERECHOS VULNERADOS.
La demandante considera que el actual
Gerente de la Beneficencia del Tolima de una parte quebranta el derecho al
trabajo y de otra, menoscaba su derecho a la vida, pues el único medio que
tiene para subsistir es ejerciendo su derecho al trabajo.
C. PETICIONES.
La actora ejerce la acción de tutela como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable y al efecto
solicita la protección inmediata de su derecho constitucional fundamental al
trabajo que está siendo vulnerado y amenazado por la acción del Gerente de
la Beneficencia del Tolima; con tal fin pretende se le ordene a éste le
permita la prestación de los servicios pactadas en el referido contrato y así recibir
la condigna remuneración.
D. ACTUACION PROCESAL.
Con el fin de dar trámite a la acción de
tutela, el Juzgado Primero de Instrucción Criminal dispuso la ratificación de
la demandante y la práctica de las pruebas conducentes.
De esta manera obran en el proceso
fotocopia de los siguientes documentos:
1. Contrato de prestación de servicios
No. 062 suscrito el 30 de diciembre de l991 entre la Gerente de la Beneficencia
del Tolima y Ruby Barrero Sáenz, consistente en que aquélla como Administradora
del Parque de la Salud, debe planear, ejecutar, dirigir y coordinar las
actividades del parque, supervisar las obras que en ese lugar se adelantaran y
vigilar los objetos que hacen parte de ese sitio de recreación, contrato por el
cual se pactó en valor de $ 2.520.000.oo, pagaderos en cuotas mensuales de $
210.000.oo con vigencia de un año. Contrato que fue firmado por las partes, se
presentó el paz y salvo por concepto de impuestos departamentales, se pagó lo
pertinente por su publicación y se constituyeron las pólizas correspondientes
para garantizar el cumplimiento del negocio jurídico.
2. Oficio del Gerente de la
Beneficencia del Tolima, señor Mario Echeverry Trujillo, dirigido a Ruby
Barreto Sáenz, de fecha 23 de enero de l992 y por medio del cual le comunica
que el contrato pretermitió normas legales u ordenanzales en materia de
contratación administrativa y por lo tanto no se perfeccionará ni se ejecutará.
3. Oficio del Gerente de la
Beneficencia del Tolima, señor Mario Echeverry Trujillo dirigido a Ruby Barrero
Sáenz, de fecha 27 de enero de l992, en el cual le manifiesta que en vista de
que la actual administración de la Beneficencia y de conformidad con
instrucciones de la Oficina Jurídica de la Gobernación, dejó sin validez el
contrato, le solicita adelantar los trámites necesarios para el pago de los
días trabajados en el parque de la salud hasta el 23 de enero de l992, día en
que fue revocado el contrato.
4. Póliza de Seguro tomada por Ruby
Barrero Sáenz y por la cual se garantiza al asegurado (Beneficencia del
Tolima), el pago de multas y cláusula penal en virtud del contrato aludido.
5. Resolución No. 001471 de 31 de
diciembre de 1991 expedida por la Gerencia de la Beneficencia del Tolima, y por
la cual se aprueban las fianzas constituídas por Ruby Barrero Sáenz.
6. Recibo expedido por la Contraloría
General del Tolima, sobre el pago de la publicación del contrato citado.
7. Paz y salvo de la Tesorería General
del Tolima para Ruby Barrero Sáenz.
8. Así mismo obra en el proceso
diligencia de inspección judicial practicada por el Juez Primero de Instrucción
Criminal de Ibagué quién se presentó el día 3 de enero de l992 a la Gerencia de
la Beneficencia del Tolima, con el fin de constatar que normas había violado
esa entidad administrativa en la celebración del contrato No. 062 del 30 de
diciembre de l991. Durante la diligencia la gerente de la entidad Martha
Cecilia Valderrama informó que se había dado por terminado el contrato porque
éste se había realizado afectando el presupuesto de l992, el cual no había sido
aprobado por la Asamblea y porque para la firma del negocio jurídico no se
había tenido en cuenta a la Contraloría; fundamentos éstos que invocó la
Oficina Jurídica de la Gobernación para recomendar la cancelación del
contrato. El Juez se trasladó a la Oficina Jurídica donde se le informó que el
concepto emitido para dar cancelado el contrato de la controversia tiene su
fundamento en el artículo 24 del Decreto 0717 de 1984 que es el Estatuto de Contratación
del Tolima y el aplicable a los institutos descentralizados de orden
departamental. Dicha norma "establece los requisitos necesarios para la
celebración de un contrato y en el caso que nos ocupa se expidió un certificado
de disponibilidad presupuestal sin existir presupuesto, pues el contrato se
celebró el 30 de diciembre de 1991 y el Presupuesto General de Rentas y Gastos
del Departamento se expidió el 10 de enero de 1992 y dentro de ese
presupuesto se incluyó el presupuesto de la Beneficencia y el Jefe de
Presupuesto de la Beneficencia al expedir esa certificación de disponibilidad
estaba comprometiendo rubros que no nacieron a la vida jurídica. Agrega que al
firmarse el contrato en esas condiciones, se violó el artículo 24 literal d),
artículos 79 y 80 del Decreto 0717 de 1984 o estatuto de contratación
departamental y por esa razón se recomendó a la nueva administración de la
beneficencia, no darle curso al mencionado contrato".
E. FALLO DE PRIMERA
INSTANCIA.
El Juzgado Primero de Instrucción Criminal
del Tolima, en providencia del 4 de febrero de l992, falló negando el amparo
del derecho con fundamento en lo siguiente: El contrato celebrado entre las
partes está viciado de nulidad porque ha sido suscrito con violación del Régimen
de Contratación Administrativa y de la misma Constitución Nacional cuando ella
expresa que el proyecto de ley de apropiaciones deberá contener la totalidad de
los gastos a realizarse en la respectiva vigencia. Y además porque la
demandante tiene a su alcance otros medios de defensa judicial para invocar la
protección de sus derechos, como lo establece el Código Contencioso
Administrativo.
F. RECURSO DE IMPUGNACION.
La actora interpuso este recurso -que
llama de apelación- contra el fallo del Juez Primero de Instrucción Criminal.
Y al respecto ofrece la siguiente
alegación:
El presupuesto de la Beneficencia del
Tolima para la vigencia fiscal de 1992 se fijó a través del Acuerdo No. 020 de
27 de noviembre de 1991 expedido por su Junta Directiva y ello de conformidad
con el Decreto 634 de 1974 que contempla los estatutos de la Beneficencia. Del
mismo modo el artículo 282 inciso d) del Código de Régimen Departamental
(Decreto Ley 1222 de 1986) previene que son funciones de las juntas directivas
de los establecimientos públicos de orden departamental aprobar el presupuesto
anual del respectivo organismo.
Cuando la actora suscribió el contrato
estaba vigente el presupuesto de la Beneficencia para 1992.
Lo que ha hecho y en la práctica le hizo a
la demandante la Beneficencia fue terminar unilateralmente el contrato de
prestación de servicios y éste en su cláusula 5a. dispone que "La
terminación unilateral del contrato se regirá por lo dispuesto en los artículos
17 y siguientes del título IV del Decreto 717 del 31 de mayo de 1984". Y
éste que es el estatuto contractual del Departamento señala que la terminación
unilateral del contrato ha de hacerse mediante resolución motivada, contra la
cual procede el recurso de reposición y basarse en consideraciones de orden
público y coyuntura económica crítica.
G. FALLO QUE SE REVISA.
Sentencia del Tribunal Superior de Ibagué,
Sala Penal, de 24 de febrero de l992.
Decisión: Confirmar el fallo proferido por el Juzgado Primero
de Instrucción Criminal de Ibagué, el cual denegó la tutela.
Consideraciones: En primer lugar se argumenta por parte de la Sala
Penal del Tribunal que el Juez de Primera Instancia durante el proceso de
tutela no tiene ni puede tener capacidad decisoria jurisdiccional para sentar
en su fallo la tesis de que el contrato que dió origen a la acción de tutela
objeto de estudio, carece de validez. Ello en razón a que ese campo solo le
está reservado a la respectiva autoridad pública que es el Tribunal Contencioso
Administrativo y se estaría entonces usurpando jurisdicción, si el Juez ipso
jure declara la invalidez o nulidad de un contrato. También se considera que
la demandante tiene otros medios de defensa judicial: Puede valerse de la vía
Contencioso Administrativa que de acuerdo con el artículo 12 del Decreto 2304
de l989 está instituída para juzgar las controversias administrativas
originadas en la actividad de las entidades públicas y de las personas privadas
que desempeñen funciones administrativas. Y de conformidad con los artículos
85 y 87 del Código Contencioso, puede ejercer la acción de nulidad y
restablecimiento del derecho. Se anota por lo demás, que no se puede predicar
un perjuicio irremediable, toda vez que la demandante por los medios judiciales
referidos puede lograr que las cosas vuelvan al estado anterior.
II. COMPETENCIA.
De conformidad con los artículos 86 inciso
2o. y 214 numeral 3o. de la Constitución Nacional y los artículos 31, 33 y 34
del Decreto 2591 de l991, por el cual se reglamenta la acción de tutela, es
competente la Corte Constitucional para conocer en revisión del fallo del
Tribunal Superior de Distrito Judicial de Ibagué.
III. CONSIDERACIONES.
a) El derecho al trabajo es un
derecho constitucional fundamental.
Así lo ha considerado la Corte
Constitucional en varias de sus sentencias.1 A la siguiente, con
ponencia del Magistrado que conduce el presente proceso, pertenecen los
siguientes apartes que ahora se prohijan como motivación de este fallo2 :
"2. El
derecho al trabajo es un derecho fundamental.
Cuestión cardinal
que debe dilucidarse es la relativa a determinar si el derecho del trabajo
es un derecho fundamental, ya que según la concepción del constituyente
colombiano, sólo esa clase de derechos amerita la acción de tutela (artículo
86).
2.1. Con la
expedición de la Carta de 1991 entró nuestro país en la era del
constitucionalismo del derecho del trabajo, es decir, de su especial
tratamiento en la Constitución, a diferencia de la parquedad con que de éste
se ocupó la Carta anterior.
En esta última el
artículo 17 establecía que el trabajo era una obligación social y gozaba de la
especial protección del Estado, el 18 garantizaba el derecho de huelga con la
excepción de los servicios públicos, el 44 autorizaba la formación de
compañías, asociaciones y fundaciones, dentro de las cuales se entendió que
estaban incluídos los sindicatos y el artículo 32 que garantizaba la libertad
de empresa y la iniciativa privada, baluartes del sistema económico
capitalista, mas precedido ello de intervencionismo estatal con el fin de
procurar el desarrollo económico y social dentro de una política de ingresos y
salarios , para beneficio integrado y armónico de la comunidad y "de las
clases proletarias en particular". Significó entonces este
intervencionismo estatal la superación del Estado gendarme, en que la suerte de
la economía se dejaba a la libre oferta y demanda del mercado.
La Constitución de
1991 da un vuelco a la normación constitucional existente sobre la cuestión
laboral y es así como se adentra en sus más representativas instituciones y
principios informadores del derecho de trabajo y de esta manera al elevar de
rango unas y otros, les otorga la debida importancia y firmeza. En efecto, en
el mismo preámbulo de la nueva Carta se expresa que el pueblo de Colombia la
sanciona y promulga para asegurar a sus integrantes, entre otros derechos,
el derecho al trabajo. El artículo 25, antes transcrito, concibe al
trabajo como un derecho y una obligación social, amparado por el Estado y
dispone que el trabajo que se preste se exija en condiciones dignas y justas.
El artículo 17 prohibe la esclavitud, la servidumbre y la trata de seres
humanos. El 26 instituye la libertad de escogencia de profesión u oficio.
Consagra el artículo 38 la garantía del derecho de libre asociación y así
sustituye al artículo 44 anterior constitucional, el artículo 39 concede a los
trabajadores y empleadores el derecho a constituir sindicatos o asociaciones
sin intervención del Estado y defiere, a la autoridad judicial la facultad de
cancelar o suprimir la personería jurídica reconociéndosele a los representantes
sindicales fuero y demás garantías para el cumplimiento de su gestión. El
artículo 48 consagra el derecho a la seguridad social. El artículo 54 hace
recaer en los empleadores y el Estado la obligación de ofrecer a los
asalariados formación y habilitación profesional y técnica, debiendo igualmente
el Estado garantizar a los minusválidos el derecho a un trabajo acorde con sus
condiciones de salud. El artículo 56 repite la norma de la Constitución
anterior que garantiza el derecho de huelga, con la salvedad de los servicios
públicos esenciales definidos por el legislador y previene la creación de
una comisión permanente conformada por el Gobierno con representación
obrero-patronal que se encargará de estimular las buenas relaciones laborales,
cooperará en la solución de los conflictos colectivos laborales y concertará
las políticas salariales y laborales. Por el artículo 55 se garantiza el
derecho de negociación colectiva para regular las relaciones laborales. El
derecho a la carrera de los servidores públicos se contempla en el artículo
125. Se preserva en los artículos 334 y 335 la libertad de empresa, mas
dejando en manos del Estado la dirección general de la economía con
intervención del mismo dirigida a racionalizar esta última a efecto de mejorar
la calidad de los habitantes, debiendo el Estado de manera especial ejercer la
intervención con el objeto de dar pleno empleo a los recursos humanos "y
asegurar que todas las personas, en particular las de menos ingresos,
tengan acceso efectivo a los bienes y servicios básicos". Merece especial
mención el artículo 53 que entrega al Congreso la facultad de expedir el
estatuto del trabajo que habrá de guiarse por estos principios mínimos
fundamentales: principio de indubio pro operario, o sea la aplicación de la
interpretación más favorable al trabajador, en caso de tener varios sentidos
la norma laboral aplicable; principio de la condición más provechosa frente a
la coexistencia de preceptos laborales; principio de la irrenunciabilidad de
derechos, principio de la continuidad de la relación laboral, principio de la
supremacía de la realidad del contrato de trabajo sobre las formalidades. Del
mismo modo se pregona la igualdad de oportunidades para los trabajadores, una
remuneración mínima y móvil para ellos y también proporcional a la
cantidad y calidad de trabajo. A los convenios internacionales del trabajo
debidamente ratificados se les imprime la categoría de legislación interna.
2.2 Los derechos
humanos fundamentales que consagra la Carta Política de 1991 y que son
susceptibles de la acción de tutela, son los que pertenecen a toda persona en
razón de su dignidad humana, pues por ser ésta una sustancia individual de
naturaleza racional posee la aptitud de entender y querer y con ello se
diferencia del animal.
El hombre tiene como
valor supremo la libertad, pues, él mismo opta por llevar a cabo los
actos que a bien tiene en su afán de perfeccionar su ser, sujetándolos a los
valores éticos que autónomamente acepta. Esta característica intrínseca del
hombre le comunica tal respetabilidad que lo hace único en el universo y por
ello se le reconocen determinados derechos que son los fundamentales y sin los
cuales no podría existir como tal, es decir, su naturaleza se vería
distorsionada o modificada. De ahí que se considere que tales derechos son
inherentes al ser humano, que han existido desde todos los tiempos antes de su
consagración en cualquier texto legal positivo y aún por encima de éste si llegare
a desconocerlos.
"Los
derechos humanos -sostiene
Angel Sánchez de la Torre- parten de un nivel por debajo del cual carecen de
sentido: la condición de persona jurídica, o sea, desde el reconocimiento de
que en el ser humano hay una dignidad que debe ser respetada en todo caso,
cualquiera que sea el ordenamiento jurídico, político, económico y social y
cualesquiera que sean los valores prevalentes en la colectividad
histórica". Y Legaz y La Cambra afirma que "hay un
derecho absolutamente fundamental para el hombre, base y condición de todos los
demás; el derecho a ser reconocido siempre como persona humana".3
La facultad de
elección antes mencionada coloca al hombre frente a distintas clases de
libertades y obviamente frente a los condignos derechos, así: a) Derechos
que amparan la libre disposición del cuerpo: derecho a la vida, a la integridad
personal, esto es, a no ser torturado ni esclavizado, derecho a la libertad
personal, a la libre circulación de un lugar a otro, derecho al respeto, a la
honra y reconocimiento de la dignidad, derecho al trabajo. b) Derecho al
goce libre de sus manifestaciones espirituales, que se traducen en las
libertades de pensamiento y expresión, conciencia, religión, asociación y
educación. c) Hay otros derechos que le permiten al ser humano realizar los
derechos antes mencionados, así, entre otros, la igualdad de las personas ante la
ley, el principio del debido proceso que incluye el principio de la
irretroactividad de la ley, el derecho a participar en la vida política de la
comunidad, etc.
3. El derecho al
trabajo se presenta bajo distintas manifestaciones: 1) La facultad que le
asiste al ser humano de utilizar su fuerza de trabajo en una
actividad lícita y que le permite obtener los recursos necesarios para
subvenir a las necesidades mínimas de él y de su familia. 2) El derecho
a ejercer libremente ocupación u oficio que no se le puede entorpecer y 3) El
derecho que tiene a conseguir un empleo.
El derecho al
trabajo, concebido en los
términos anteriores, es decir, el desempeño libre de actividad personal
legítima que entraña la obtención de estipendios económicos que sufragan
necesidades de la persona y su núcleo familiar y que debe prestarse en
condiciones dignas y justas, pertenece a la categoría de los derechos
fundamentales y a él se refieren los artículos 25 -con la excepción que se
comentará en el párrafo siguiente- y 26 de la Carta Política. La libertad de
trabajo está consagrada en el artículo 26 de la Carta. Se le reconoce ella al
trabajo, como factor de producción de la economía, al igual que se le otorga a
la empresa (art. 333). El hombre, entonces, como secuela de su libertad
individual puede disponer a su arbitrio de sus actividades físicas e
intelectuales en la escogencia de cualquier ocupación, arte u oficio, con
excepción de las que entrañen riesgo social. También la ley podrá exigir título
de idoneidad para el ejercicio de las profesiones y éstas a su vez serán
vigiladas y controladas por las autoridades.
Desde otro punto de
vista, el artículo 25 de la Carta de 1991, a imagen del artículo 17 de la
Constitución anterior, concibe el trabajo como "una obligación social"
y con ello se reconoce y exalta el protagonismo insustituible que desempeña
el trabajo en la vida social como factor de producción, porque el asalariado
aporta a ella su actividad útil y remunerativa y contribuye así a su propia
prosperidad y al crecimiento del desarrollo económico de la comunidad. De
otro lado el Estado adquiere el deber general de propiciar, facilitar y
estimular políticas, estrategias y planes de desarrollo de empleos y el mercado
de trabajo, que le permitan a la persona ingresar a la fuerza laboral. Por
Decreto 1421 de 1989 se asigna al Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA- la
función de promocionar y ejercitar la gestión e intermediación pública
y gratuita de empleo que estaba a cargo del Ministerio de Trabajo. Así mismo
Colombia ratificó el Convenio No. 88 de la Organización Internacional del
Trabajo relativo a la organización del servicio de empleo, adoptado el 17 de
junio de 1948 por su Conferencia General, ratificado por el Gobierno colombiano
y aprobado por el Congreso mediante la Ley 37 de 9 de octubre de 1967. ( Diario
oficial No. 32356).
Mas este deber del
Estado hacia el miembro de la comunidad carece de la connotación de derecho
fundamental exigible de aquél, ya que sólo pondrá los medios, dentro de los
planes de desarrollo, para crear y propulsar empleos y así coadyuvar a la
disminución de la tasa de desempleo; mas una vez creados los empleos, la
colectividad los irá absorbiendo de manera general, según las oportunidades y diligencias
de cada cual, sin que le sea dable a todo gobernado reclamarle particularmente
y con carácter compulsivo al Estado una colocación laboral porque ello en sí
sería de imposible realización.
Al definir los
derechos fundamentales en párrafos anteriores, se destacó la nota esencial de
ser ellos inherentes al ser humano, a su esencia, a su naturaleza e
inalienables y sin los cuales éste no podría subsistir como tal. Ello sucede
con el derecho del trabajo, el cual además de realizar al hombre como tal,
dignificándolo, constituye para él a la vez un medio insustituíble para
conseguir recursos económicos para su cóngrua subsistencia y la de su
progenie. Obsérvese que la tipificación del derecho al trabajo como
derecho fundamental, cual se lo concibe hoy, tuvo que atravesar por
vicisitudes sin cuento, que históricamente van desde la esclavitud, que
consideraba al hombre como un esclavo y por tanto lo igualaba a las cosas y
venía a ser la antítesis de dicho derecho; la servidumbre de la Edad
Media, en que se vinculaba el siervo a la tierra, sin que le fuera posible
abandonarla; las Corporaciones, también instituciones medievales, que
tenían como miras determinar y preservar los precios de los productos por ellas
elaborados propiciándose así el monopolio económico; excluían además a quienes
no pertenecieran a ellas, con lo cual se obstruía el trabajo de las
personas. Recuérdese que existían en ella los siguientes rangos: el aprendiz,
el compañero y el maestro, a los cuales se iba escalando según las habilidades
y experiencias que se fueran demostrando en la ejecución de las labores.
Adviene más tarde lo que se ha denominado la revolución liberal, que teniendo
como precedente la independencia de los E.E.U.U., se centra en la Revolución Francesa
que da al traste con el régimen monárquico imperante (ancien régime) y
pregona a todos los vientos los postulados de la igualdad y la libertad de
todos los hombres (Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano) y
obviamente la libertad de trabajo, todo lo cual habría de traer como lógica
conclusión la supresión de las servidumbres y las corporaciones. La aparición
de la revolución industrial dió paso al sistema económico capitalista,
que por su forma implacable de aplicarse, colocó al trabajador en condiciones
infrahumanas de subsistencia, hasta el punto de decirse que con tal sistema se
instauró la explotación del hombre por el hombre.
Dentro de este
transcurso histórico se llega, finalmente a la situación presente de los países,
de intervencionismo estatal en las relaciones obrero-patronales. Se
reconoce como tipología socio-política-económica lo que se conoce con el nombre
de la cuestión social, es decir, que la inequitativa distribución de la
riqueza en las Naciones, es factor de sobresalto e intranquilidad de la
sociedad, ya que los trabajadores ni siquiera con la remuneración que perciben
a cambio del aporte de su energía laboral, alcanzan a cubrir sus necesidades
mínimas de subsistencia.
"La cuestión
social es problema integral. No constituye simplemente un hecho económico,
aunque sus manifestaciones más chocantes se hayan mostrado en la vida
económica. Es fenómeno que abarca lo religioso, lo filosófico, lo científico,
lo moral y político. Es la forma económica del gran problema de la
humanidad; es la descomposición social saturada del sabor amargo de la
angustia económica. De la miseria que destruye los cuerpos y abona el terreno
a la disolución de las almas"4
Por ello el contrato
de trabajo ha de ser intervenido y con ello protegido. Siendo la parte débil
el asalariado, no se concibe que pueda contratar en igualdad de
condiciones con su empleador, así que deben dictarse normas que amparen al
primero y que estén por encima de la voluntad de ambos. De ahí surge toda esa
normatividad tuitiva que considera de orden público las normas laborales, la
irrenunciabilidad de éstas y su aplicación favorable en caso de dudas, el
establecimiento del salario mínimo, etc.
En el seno de la
Asamblea Nacional Constituyente, en la ponencia sobre trabajo y el trabajador
presentada por el Dr. Guillermo Guerrero Figueroa y otros, ante la Comisión
Quinta se lee:
"...Si el
problema político del nuevo constitucionalismo consiste en realizar un régimen
de garantías jurídicas de las libertades públicas y privadas, el
problema de ahora, para un constitucionalismo ajustado al ritmo
acelerado de los tiempos, consiste en hacer posible y realizable, un régimen
jurídico y social adecuado en el cual el trabajo sea una exigencia moral no
sólo económica, sino condición primordial para la dignidad de la persona".
( Gaceta No. 45).
En el ámbito
internacional cabe destacar los siguientes documentos que reafirman la
concepción humanista del derecho al trabajo: la Carta Internacional de los
Derechos Humanos de las Naciones Unidas, aprobada y proclamada el 10 de
diciembre de 1948, cuyo artículo 23 previene que toda persona tiene derecho
al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y
satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo y el artículo
24 pregona que toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración
equitativa y satisfactoria que le asegure, así como a su familia, una
existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso
necesario, por cualesquiera otros medios de protección social. La Carta de la
Organización de los Estados Americanos (Bogotá, 1948), proclama que el trabajo
es un derecho y un deber social, no se considerará como artículo de comercio y
reclama respeto a "la dignidad de quien lo presta y ha de
efectuarse en condiciones que aseguren la vida, la salud y un nivel económico
decoroso". El Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, aprobado por la Ley 74 de 1968 dice en su artículo 6o. que los
Estados partes reconocen el derecho a trabajar, que comprende el derecho de
toda persona de tener la oportunidad de ganarse la vida mediante el trabajo
libremente escogido o aceptado y tomarán las medidas adecuadas para garantizar
este derecho. Y en el artículo 7o. los Estados reconocen también que se
asegure a los trabajadores "condiciones de existencia dignas para ellos
y para sus familias". La Convención de Roma de 1950 sobre
salvaguardia de los Derechos del Hombre y de las libertades fundamentales
proscriben la esclavitud, la servidumbre y los trabajos forzados (artículo 4o.)
lo cual reitera el Pacto de San José de Costa Rica aprobado por Colombia por la
Ley 16 de 1972 (artículo 6o.).
Como colofón de lo
anteriormente expresado, ha de decirse que siendo el derecho al trabajo
parte integrante de la personalidad humana, es inconcuso su carácter de
derecho fundamental, dentro de las precisiones que respecto de aquél se han
hecho".
b) Contempla la Carta Política la
acción de tutela para reclamar ante los jueces en todo momento y lugar,
mediante un procedimiento preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe
a su nombre, la protección inmediata de sus derechos fundamentales
constitucionales, en caso de su vulneración o amenaza de vulneración, por
acción u omisión de las autoridades públicas y en ciertos casos de las personas
privadas.Así entonces, consistirá el amparo en la orden para que aquellas
actúen o se abstengan de hacerlo.
Procede la acción cuando el afectado no
disponga de otro medio de defensa judicial, a menos que ello se utilice como
mecanismo transitorio para evitar un mal irremediable. Este último, a términos
del Decreto 2591 de 1991 (art. 6o. No. 1o.), es el que sólo se puede
restablecer en su integridad mediante indemnización.
c) Pues bien, la actora invocó la acción
de tutela, como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable,
consistente en que se la priva de los estipendios que iba a recibir de la
Beneficencia del Tolima en virtud del contrato de prestación de servicios
celebrado con ella, privación que a su vez atenta contra su derecho a la vida.
Sobre el particular, esta Sala de Revisión
hace las siguientes precisiones:
El derecho al trabajo consagrado en el
Estatuto máximo como derecho fundamental, comprende tanto el trabajo
subordinado, esto es la relación laboral de derecho privado y la legal y
reglamentaria de derecho público, como la prestación de servicios de manera
independiente, en donde se deja al contratista autonomía en la forma de cumplir
sus obligaciones.
Ahora bien, cuando el texto Supremo predica
la protección del derecho de una persona porque la acción u omisión del ente
administrativo o del particular en los casos especiales, quebranta un
derecho constitucional fundamental, parte del supuesto de que el primer
derecho respecto del cual se solicita el amparo de tutela se configura
razonable y plausiblemente, para lo cual habrá de tenerse en cuenta las
particulares circunstancias del derecho sometido a juzgamiento. Y ello ha de
ser así porque si no existe el derecho o por lo menos no tiene visos desde la
óptica del juez de tutela de que quien pretende ser su titular en realidad lo
sea indiscutiblemente, porque no halle respaldo satisfactorio en la
normatividad legal (máxime cuando es materia de discrepancia irreconciliable a
primera vista), no puede consecuentemente proclamarse respecto del derecho
debatido la infracción de un precepto constitucional.
En el evento sublite lo que se advierte a
primera vista es la terminación unilateral del contrato de prestación de
servicios en el cual se ha pactado la cláusula de caducidad, convenido entre
Ruby Barrero Sáenz y la Beneficencia del Tolima, por parte de ésta, alegando
que el gasto correspondiente no estaba contemplado en el Presupuesto General
del Departamento del Tolima, que incluye el de la Beneficencia, para el año
fiscal de 1992, de conformidad con lo dispuesto en el Decreto 0717 de 1984 que
es el Estatuto de la Contratación Departamental del Tolima y que, además el
contrato no se perfecciona, según la cláusula 7a. del contrato, si no se cumple
el requisito de la disponibilidad presupuestal. De su lado, la prestataria del
servicio -actora de la acción de tutela-, sostiene que sí existía
disponibilidad presupuestal en el presupuesto anual de Ingresos y Gastos de la
Beneficencia en la fecha de celebración del contrato y que el asunto ha de
someterse al Código de Régimen Departamental o sea, el Decreto Ley 1222 de 1986
y otros ordenamientos locales.
Se establece entonces claramente de lo
antes explicado que no aparece de manera inconcusa que la actora sea titular
irrefragable del derecho al trabajo alegado, esto es, que le asista toda la
razón al reclamar de la Beneficencia el cumplimiento del contrato. Antes por
el contrario, ha surgido un desacuerdo entre las partes que sólo puede ser
dirimido por la justicia correspondiente, que lo es, la Contencioso
Administrativa a través de sus órganos competentes. Obsérvese también que ni
siquiera en la fase de los procesos de tutela, la actora acompañó ni a su
demanda, ni al escrito de impugnación al fallo de primera instancia, los
ordenamientos regionales (Código Fiscal del Tolima, el Decreto 634 de 1974 o
Estatuto de la Beneficencia del Tolima), ni la actuación cumplida por la Junta
Directiva de la Beneficencia del Tolima en relación con la partida relativa al
valor de su contrato.
Una cuestión entonces, eminentemente
controvertible, sólo puede resolverse mediante el ejercicio de las acciones
contractuales que consagra el artículo 87 del C.C.A., en armonía con los
artículos 5o. de la Ley 19 de 1982, 16-3 y 17 del Decreto Ley 222 de 1983 y los
artículos 211, 212 y 309 del Código de Régimen Departamental.
No podría entonces, frente a semejante
situación fáctica y legal en que las partes ofrecen sus propios y divergentes
puntos y argumentos jurídicos, entenderse que el juez de tutela confronta un
derecho subjetivo cierto, razonable y merecedor de tutela y no puede serle
dable a él fungir de juez administrativo para reemplazarlo y entrar a decidir
en el campo jurisdiccional propio de aquél. Es entonces la justicia
administrativa la competente para luego de establecido debidamente el
contradictorio, estimadas y analizadas las pruebas del proceso, como las
apreciaciones jurídicas de las partes y subsumido el caso subjudice en las
disposiciones que lo regulan, proferir la sentencia que dirima la contención,
efectuando y tal como lo prescribe el artículo 87 del C.C.A. antes citado, las
declaraciones, consideraciones o restituciones consecuenciales.
Luego de todos modos la alternativa que le
queda a la actora Ruby Barrero Sáenz, es ocurrir a la justicia administrativa,
la cual le definirá si es acreedora o no al derecho respecto del cual impetra
ahora salvaguarda constitucional.
Son suficientes las razones expresadas
anteriormente, para confirmar la sentencia del Tribunal Superior de Ibagué.
En mérito de lo expuesto, la Sala de
Revisión No. 6 de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
F A L L A :
Primero: Confirmar la sentencia proferida por el Tribunal
Superior de Ibagué, Sala Penal, el 24 de febrero de 1992, por las razones
expuestas en la parte motiva del presente fallo.
Segundo: Comuníquese la misma al Juzgado Primero de Instrucción
Criminal del Tolima, para que sea notificada a las partes conforme a lo
dispuesto en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991, con entrega de copia de
esta sentencia a cada uno.
Tercero: Comuníquese a la Sala Penal del Tribunal Superior de
Ibagué, y envíesele copia de esta sentencia.
COMUNIQUESE Y NOTIFIQUESE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado Ponente
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN CIRO
ANGARITA BARON
Magistrado
Magistrado
-Con
salvamento de voto-
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
Salvamento de voto a la sentencia No. T-462
DEBIDO PROCESO-Vulneración/PRINCIPIO DE LA BUENA FE (Salvamento
de voto)
Si bien en el contrato se consagró la cláusula
de caducidad y el procedimiento de rigor para hacerla efectiva, no obra en el
expediente prueba alguna de que la administración hubiera hecho uso adecuado
del mismo, por lo cual vulneró el derecho al debido proceso de la peticionaria
que, como es bien sabido, opera también en las actuaciones administrativas por
expresa disposición de la Carta vigente. Desechó la Sala considerar si la buena
fe de la peticionaria frente a la administración pública debía o no producir
algunas consecuencias jurídicas.
Ref.: Proceso de Tutela No. 1340
OTRO ESCARNIO IRREFRAGABLE
El fallo de la Sala de Revisión #6, en el
proceso de la referencia, acentúa más, si cabe, una tendencia manifiesta en
providencias anteriores1 de escarnecer abiertamente el derecho
al trabajo, negándole protección efectiva luego de proclamar sus bondades y su
claro entronque con la dignidad humana.
Pero la magia de la palabra no ha podido
cambiar en el caso sublite la escueta verdad: una persona que de muy buena fe
ha celebrado un contrato de servicios personales con la administración pública
y cumple todos los requisitos que ella misma exige y tiene, por tanto, justas
expectativas de continuar colaborándole durante el lapso convenido, se ve de
buenas a primeras sorprendida con una terminación unilateral altamente
cuestionable, para lo cual adujo la administración la omisión real de un
requisito que en su oportunidad certificó como debidamente cumplido, vale decir,
la disponibilidad presupuestal. Incurre pues en flagrante omisión la
Beneficencia del Tolima y paga todas las consecuencias injustamente la
peticionaria.
Es de señalar de otra parte, que si bien en
el contrato se consagró la cláusula de caducidad y el procedimiento de rigor
para hacerla efectiva, no obra en el expediente prueba alguna de que la
administración hubiera hecho uso adecuado del mismo, por lo cual vulneró el
derecho al debido proceso de la peticionaria que, como es bien sabido, opera
también en las actuaciones administrativas por expresa disposición de la Carta
vigente. Por eso, es cuando menos sorprendente que la decisión mayoritaria de
la Sala no haya dedicado siquiera un modesto comentario a este aspecto, como
fuera de esperar.
También desechó la Sala considerar si la
buena fe de la peticionaria frente a la administración pública debía o no
producir algunas consecuencias jurídicas, tal como lo ha venido señalando esta
Corte Constitucional. Así, por ejemplo, recientemente reiteró que:
"El postulado
de la buena fe consagrado en el artículo 83 incorpora el valor ético de la
confianza, la cual se vería traicionada por un acto sorpresivo de la
administración que no tenga en cuenta la situación concreta del afectado"2
Posteriormente, la misma Corte insistió en
que:
"... el
postulado de la buena fe se realiza plenamente cuando el ciudadano observa a
cabalidad la conducta establecida por el ordenamiento vigente como condición
para acceder a un cargo o exigir un derecho derivado de una relación jurídica
con la administración"3
En ejercicio de la acción de tutela como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable a su derecho al
trabajo amenazado por la acción del gerente de la Beneficencia del Tolima, la
peticionaria pide que se le permita continuar prestando sus servicios en las
condiciones pactadas y la Sala le responde que el instrumento adecuado no es la
tutela sino las acciones contractuales que consagra el Art. 87 del Código
Contencioso Administrativo y demás normas concordantes. Fundamenta esta
decisión en el hecho de que
"no aparece
de manera inconcusa que la autora sea titular irrefragable del derecho al
trabajo alegado, esto es, que le asista toda la razón al reclamar de la
Beneficencia el cumplimiento del contrato"
Por todo lo anterior, cuando transcurridos
algunos años de espera tal vez inútil, durante los cuales su patrimonio haya
sufrido el deterioro propio de un litigio prolongado en pos del reconocimiento
aplazado de su derecho constitucional fundamental cierto al trabajo y al debido
proceso, Ruby Barrera Sáenz comprobará con justo dolor e indignación que el
fallo del cual me separo totalmente no encarna el ideal de justicia del Estado
Social de Derecho sino, por el contrario, que lo agravia en forma, esa sí,
ostensiblemente irrefragable e inconcusa.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado
1 Sentencias
de tutelas Nos. 8, 13, 14, 224, 408, 410 y 427. Sentencia de constitucionalidad
No. 221.
2 Sentencia
de tutela No. 407.
3 Citados por
Germán J. Bidart Campos. "Teoría General de los Derechos Humanos",
pág. 73. Editorial Astrea, Buenos Aires 1988.
4 Rafael
Caldera. Derecho del trabajo. Tomo I, pág. 30. Librería El Ateneo. Editorial
1969, Buenos Aires.
1 Sentencia T-407 y T-418. Sala Sexta de Revisión. Magistrado
Ponente Simón Rodríguez
2 Sentencia T-427. Sala de Revisión No. 2 pág. 16. Ponente: Eduardo
Cifuentes Muñoz
3 Sentencia T-457. Sala de Revisión No. 1 pág. 18. Ponente: Ciro
Angarita Barón |
91 | T-463-92
Sentencia No
Sentencia No. T-463/92
ACCION DE TUTELA-Titularidad/PERSONA
JURIDICA/REPRESENTACION LEGAL/DOCTRINA CONSTITUCIONAL
El artículo 86 de la CP, no está excluyendo
a las personas jurídicas para intentar la acción de tutela, pues el precepto no
introduce distinción alguna y, por el contrario, las supone cobijadas por el
enunciado derecho cuando de modo genérico contempla la posibilidad de solicitar
el amparo por conducto de otro, sin que nada obste dentro del sistema jurídico
colombiano para que una de las especiales de ese género esté conformada
precisamente por las personas jurídicas. Sin embargo, para el ejercicio de la
acción de tutela, cuando una persona natural actúe a nombre de una jurídica es
necesario acreditar la personería correspondiente y su representación.Esta
Corporación sistemáticamente ha prohijado una doctrina contraria a la sostenida
por el juez de primera instancia, por lo cual rectificará la parte motiva de la
providencia revisada, advirtiendo a los distintos jueces y tribunales de tutela
sobre el valor de doctrina constitucional predicable de las tesis consagradas
por esta Corporación en sus sentencias.
ACCION DE TUTELA-Titularidad/PERSONA JURIDICA
PUBLICA/PERSONA JURIDICA EXTRANJERA
En principio, la acción de tutela no puede
ser ejercida por personas jurídicas de derecho público, en la medida en que
éstas desempeñan funciones públicas. El ejercicio de funciones públicas por
parte de esta clase de personas jurídicas, por regla general, no se realiza
como consecuencia del ejercicio de libertades originarias, independientes, sino
con base en competencias determinadas por la Constitución y la ley, de carácter
limitado y reglado. El tratamiento jurídico de las relaciones de derecho
público y la resolución de los conflictos que de ellas surgen no son objeto de
los derechos fundamentales por ausencia de una relación directa con la persona
humana. Sin embargo, lo anterior no significa que las personas jurídicas de
derecho público no puedan, excepcionalmente, ser titulares de derechos
fundamentales. Para establecer estos casos, es preciso indagar si la naturaleza
jurídica pública de la entidad no la coloca en una situación jurídica o fáctica
que sea contraria al ejercicio de este derecho por parte de una persona
jurídica. A las personas jurídicas extranjeras, se aplica igualmente la regla
general que rige sobre la titularidad de derechos fundamentales y la
legitimación para interponer la acción de tutela enunciada respecto de las
personas jurídicas en general. Adicionalmente, en este caso, se aplican las
normas constitucionales que, por razones de orden público, facultan al
legislador para subordinar a condiciones especiales o negar el ejercicio de
determinados derechos civiles a los extranjeros.
DERECHO A LA
PROPIEDAD-Reconocimiento
Cuando la adquisición o el reconocimiento
de un derecho depende de la decisión o resolución favorable de una autoridad
administrativa, sólo se configura el derecho de propiedad o la titularidad
respectiva una vez se expida dicho acto y finiquite así positivamente la
actuación administrativa. Mientras ello no ocurra y también en el evento de que
la decisión sea negativa o adversa al interesado, el sustento de una eventual
impugnación no podrá apoyarse en el derecho de propiedad sino en el
desconocimiento de otros derechos, principalmente - y sin pretender reducir los
vicios de una actuación administrativa a este sólo concepto - en el derecho al
debido proceso, aplicable por mandato constitucional a toda clase de
actuaciones judiciales y administrativas.
PRESUNCION DE
INOCENCIA
La presunción de inocencia se refiere a la
responsabilidad penal o administrativa del sujeto, la cual debe ser plenamente
acreditada al término de un procedimiento legal debidamente surtido antes de
sancionar a la persona sindicada o comprometida en una infracción
administrativa. Esta garantía fundamental se circunscribe al derecho penal y al
derecho administrativo sancionatorio, sin que pueda extenderse por su propia
naturaleza de garantía subjetiva a otro tipo de actuaciones administrativas.
DEBIDO PROCESO
El derecho al debido proceso es de
obligatoria aplicación a toda clase de actuaciones judiciales y
administrativas. El trámite de reconocimientos, entrega de subsidios o
devoluciones no está exento de la observancia del debido proceso. Expresión
manifiesta de ello es la existencia de diversos recursos legales - reposición y
apelación - dentro de la vía gubernativa que permite ser oído y controvertir
las decisiones de la administración cuando ellas son adversas a los intereses
del solicitante. El margen de apreciación necesaria para el desempeño de las
funciones públicas tiene como límite interno la igualdad de trato y de
oportunidades. El derecho al debido proceso garantiza la igualdad ante la ley
al exigir de la autoridad un mismo tratamiento frente a todas las personas, sin
favoritismos ni discriminaciones.
ACCION DE
TUTELA/AUTORIDAD PUBLICA-Concepto/BANCO
DE LA REPUBLICA
El Banco de la República, persona jurídica
de derecho público, en ejercicio de la función pública de fomento a las
exportaciones mediante la expedición y entrega de los Certificados de Reembolso
Tributario, es "autoridad pública" para los efectos del ejercicio de
la acción de tutela, por lo cual sus acciones u omisiones están sujetas al
control jurisdiccional cuando con ellas vulnera o amenaza los derechos
fundamentales.
SENTENCIA
JULIO 16 DE 1992
REF: Expediente
T- 1300
Actor: MAURO
CHACON TORRES
Magistrado
Ponente:
Dr. EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Segunda de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, José
Gregorio Hernández Galindo y Alejandro Martínez Caballero, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de tutela T-1300 adelantado por el señor
MAURO CHACON TORRES en representación de la sociedad CHACON DELGADO LTDA.
contra omisiones del Banco de la República.
A N T E C E
D E N T E S
1. El señor MAURO CHACON TORRES, obrando en
su condición de representante legal de la sociedad CHACON DELGADO LTDA.,
interpuso acción de tutela contra el Banco de la República por considerar
vulnerados los derechos consagrados en el artículo 29 inciso 4 y 58 inciso 1 de
la Constitución. La omisión de la entidad pública consistió, según la demanda,
en la negativa a expedir y entregarle los Certificados de Reembolso Tributario
por concepto de las exportaciones a la República de Panamá - zona libre de
Colón -, de prendas femeninas (vestidos de baño), las cuales corresponden a los
registros 017015 del 14-07-88, 017016 del 14-07-88, 019317 del 11-08-88, 019711
del 17-08-88, 026551 del 27-10-88 y 029532 del 24-11-88.
2. En concepto del accionante, "al no
existir una declaración judicial en firme que declare la ilegalidad de las
exportaciones, no puede el Banco Emisor negarse al reconocimiento de los
CERTS", por lo que solicitó al juez de tutela ordenar al Banco de la
República subsanar las omisiones en que incurrió y que vulneraron sus derechos
al debido proceso, a la presunción de inocencia y a la propiedad privada, así
como indemnizar el daño emergente causado.
3. El Banco de la República en distintos
oficios mediante los cuales se negó a expedir los certificados y resolvió
negativamente las reposiciones y apelaciones interpuestas por el peticionario,
insistió en que la obligación a su cargo de expedir y entregar al exportador los
Certificados de Reembolso Tributario sólo nacía frente a exportaciones
"legal y efectivamente" realizadas, de conformidad con el artículo
2o. del Decreto 636 de 1984.
4. Los motivos del Banco para no reconocer
los CERT a la sociedad "CHACON DELGADO LTDA" se basaron en la no
coincidencia de los datos suministrados por la sociedad y las pruebas
practicadas por el Banco. En particular, con base en un análisis efectuado por
la División de Precios Internacionales del INCOMEX, el Banco determinó la existencia
de una sobrefacturación en las diferentes exportaciones materia de la
controversia. El Banco de la República sobre el particular expresó:
"Es así como
encuentra esta oficina perfectamente ajustada a la reglamentación legal vigente
y con pleno valor probatorio, que un organismo técnico de la administración,
como es la Jefatura de la División de Control de Precios Internacionales, haya
certificado que para el periodo 1988-1989 (en el cual se verificó la
exportación), el precio de exportación oscilaba entre US$10 y US$15 la unidad,
lo cual señala claramente un desfase del 100% sobre el valor declarado por la
sociedad CHACON DELGADO LTDA., hecho que ineludiblemente obliga a concluir a
esta oficina que la solicitud de CERT elevada por la mencionada sociedad adolece
de uno de los presupuestos básicos y fundamentales para su reconocimiento: la
legalidad de la exportación" (Banco de la República, oficio No. DFV-7625
del 1o. de Abril de 1992).
5. El Señor Mauro Chacón Torres
representante legal de la sociedad, por su parte, adujo que los precios tenidos
en cuenta por el INCOMEX no involucraban los costos de exportación (fletes,
empaques, transporte, etc.) y reflejaban únicamente precios aplicables a las
importaciones llevadas a cabo desde el Departamento Archipiélago de San Andrés,
Providencia y Santa Catalina, desconociendo que sus exportaciones habían sido
realizadas a la República de Panamá.
6. El Juzgado Séptimo Civil del Circuito,
mediante providencia del 2 de marzo de 1992, denegó la tutela solicitada sosteniendo
que los derechos fundamentales "son de la esencia de la condición de SER
HUMANO", ... por lo que concluyó que "una sociedad no puede ser
destinataria de la Acción de Tutela".
7. Adicionalmente, el juez de tutela
tampoco encontró configurada la circunstancia de un perjuicio irremediable ya
que "los posibles perjuicios derivados de la omisión en la expedición de
los CERTS, tienen otros mecanismos para su resarcimiento".
8. Por no haber sido impugnada la decisión
de tutela, el expediente respectivo fue remitido a esta Corporación para la
eventual revisión de la sentencia y correspondió a esta Sala su conocimiento.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Legitimación del Solicitante
1. Sea lo primero analizar la legitimación
exigible para interponer válidamente la acción de tutela consagrada por la
Constitución en defensa de los derechos fundamentales. Según el fallador de
instancia, la incapacidad de las personas jurídicas para ser titulares y
ejercer derechos fundamentales, los cuales predica exclusivamente del SER
HUMANO, suscita la ilegitimidad correlativa para ejercer la acción de tutela.
Según su criterio, la expresión "toda
persona" empleada por el constituyente en el artículo 86 de la Carta debe
ser interpretada en un sentido literal y dentro del contexto de la misma que
"hace referencia exclusivamente a personas naturales".
En consecuencia, las personas jurídicas
carecerían de la subjetividad necesaria para invocar este mecanismo
constitucional de protección inmediata de los derechos fundamentales.
Doctrina de la Corte Constitucional
2. La Corte constitucional ya se ha
pronunciado sobre la legitimación de las personas jurídicas respecto de la
acción de tutela. En sentencia T-411 del 17 de junio de 1992 la Sala Cuarta de
Revisión consideró:
"Para los
efectos relacionados con la titularidad de la acción de tutela se debe entender
que existen derechos fundamentales que se predican exclusivamente de la persona
humana, como el derecho a la vida y la exclusión de la pena de muerte (artículo
11); prohibición de desaparición forzada, torturas, tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes (artículo 12); el derecho a la intimidad familiar
(artículo 15); entre otros.
Pero otros derechos
ya no son exclusivos de los individuos aisladamente considerados, sino también
en cuanto se encuentran insertos en grupos y organizaciones, cuya finalidad sea
específicamente la de defender determinados ámbitos de libertad o realizar los
intereses comunes.
En consecuencia, en
principio, es necesario tutelar los derechos constitucionales fundamentales de
las personas jurídicas, no per se, sino que en tanto que vehículo para
garantizar los derechos constitucionales fundamentales de las personas
naturales, en caso concreto, a criterio razonable del Juez de Tutela1
".
Posteriormente, la Sala Tercera de Revisión
reafirmó la misma doctrina constitucional en sentencia T-430, en la cual se
afirma:
"Cuando el
artículo 86 de la Constitución establece que "toda persona tendrá
acción de tutela para reclamar (...) por sí misma o por quién actúe a su
nombre, la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales, cuando quiera que éstos resulten vulnerados o amenazados por la acción
o la omisión de cualquier autoridad pública", no está excluyendo a las
personas jurídicas, pues el precepto no introduce distinción alguna y, por el
contrario, las supone cobijadas por el enunciado derecho cuando de modo
genérico contempla la posibilidad de solicitar el amparo por conducto de otro,
sin que nada obste dentro del sistema jurídico colombiano para que una de las
especies de ese género esté conformada precisamente por las personas jurídicas.
Observa la Corte,
sin embargo, que para el ejercicio de la acción de tutela, cuando una persona
natural actúe a nombre de una jurídica es necesario acreditar la personería
correspondiente y su representación; si bien, como lo dice el artículo 10 del
Decreto 2591 de 1991, los poderes se presumirán auténticos, deben presentarse2
".
Queda claro entonces que esta Corporación
sistemáticamente ha prohijado una doctrina contraria a la sostenida por el juez
de primera instancia, por lo cual rectificará la parte motiva de la providencia
revisada, advirtiendo a los distintos jueces y tribunales de tutela sobre el
valor de doctrina constitucional predicable de las tesis consagradas por esta
Corporación en sus sentencias (Decreto 2591 de 1991, art. 21 inc. 1 y 23 inc.1)
Titularidad de los derechos fundamentales
3. Por capacidad para ejercer los derechos
fundamentales o "subjetividad", se entiende la posibilidad para ser
titular de los mismos. No obstante, la pura y simple personería jurídica de una
organización no basta para reconocer la titularidad de los derechos
fundamentales. Lo determinante es si el derecho fundamental debatido sólo puede
ser ejercido en forma individual o también de manera corporativa. Este factor
objetivo permite distinguir entre aquellos derechos que por su naturaleza sólo
pueden ser ejercidos por las personas naturales (vida, integridad física y
moral, libertad de conciencia, etc.) y aquellos que también pueden serlo por
colectividades como la igualdad, la intimidad, la inviolabilidad del domicilio,
de la correspondencia y de las comunicaciones privadas, el debido proceso, etc.
Tipos diversos de personas jurídicas titulares
de derechos fundamentales
4. Afirmada la posibilidad de que las
personas jurídicas de derecho privado pueden ejercer eventualmente derechos
fundamentales y, en consecuencia, poseer la legitimación necesaria para
interponer la acción de tutela respecto de derechos fundamentales cuya
naturaleza así lo permita, surge el interrogante de si las personas jurídicas
de derecho público y las personas jurídicas extranjeras gozan de esta
titularidad y legitimación.
En principio, la acción de tutela no puede ser
ejercida por personas jurídicas de derecho público, en la medida en que éstas
desempeñan funciones públicas. El ejercicio de funciones públicas por parte de
esta clase de personas jurídicas, por regla general, no se realiza como
consecuencia del ejercicio de libertades originarias, independientes, sino con
base en competencias determinadas por la Constitución y la ley, de carácter
limitado y reglado.
El tratamiento jurídico de las relaciones
de derecho público y la resolución de los conflictos que de ellas surgen no son
objeto de los derechos fundamentales por ausencia de una relación directa con
la persona humana. Sin embargo, lo anterior no significa que las personas
jurídicas de derecho público no puedan, excepcionalmente, ser titulares de
derechos fundamentales. Para establecer estos casos, es preciso indagar si la
naturaleza jurídica pública de la entidad no la coloca en una situación
jurídica o fáctica que sea contraria al ejercicio de este derecho por parte de
una persona jurídica.
De otra parte, a las personas jurídicas
extranjeras, se aplica igualmente la regla general que rige sobre la
titularidad de derechos fundamentales y la legitimación para interponer la
acción de tutela enunciada respecto de las personas jurídicas en general.
Adicionalmente, en este caso, se aplican las normas constitucionales que, por
razones de orden público, facultan al legislador para subordinar a condiciones
especiales o negar el ejercicio de determinados derechos civiles a los
extranjeros (CP art. 100).
Necesidad de diferenciar entre derechos
fundamentales materiales y procesales
5. El principio general que condiciona el
reconocimiento y ejercicio de los derechos fundamentales de las personas
jurídicas a la naturaleza del derecho objeto de la vulneración o amenaza tiene
clara expresión en los derechos fundamentales procesales, anclados en el
principio del Estado de derecho. El carácter "procesal" de ciertos
derechos constitucionales fundamentales - derecho de defensa, derecho al debido
proceso, derecho de contradicción, derecho a la doble instancia y el derecho de
acceso a la administración de justicia (CP art. 229) -, se predica de
determinados derechos que pueden ser invocados por todo tipo de personas,
naturales o jurídicas, sean ellas privadas, públicas o extranjeras.
Mientras que el ejercicio de los derechos
fundamentales sustanciales o materiales depende de la naturaleza del derecho en
cuestión, los derechos procesales fundamentales contienen principios
objetivos de procedimiento de carácter universal, aplicables a los procesos
judiciales y administrativos, y a los cuales puede apelarse indistintamente por
parte de las personas naturales o jurídicas, públicas o privadas.
Legitimación del peticionario para
interponer la acción de tutela
6. El señor MAURO CHACON TORRES, en
representación de la sociedad CHACON DELGADO LTDA., a diferencia de lo
conceptuado por el fallador de instancia, sí gozaba de legitimación para
interponer la acción de tutela contra el Banco de la República, por razón de
estimar vulnerado el derecho al debido proceso de la sociedad comercial por él
representada. En efecto, siendo esta sociedad la persona jurídica directamente
afectada por las actuaciones administrativas del Banco de la República, la
Constitución reconoce a las personas jurídicas igualmente la titularidad de
este derecho procesal fundamental y la consiguiente legitimación para ejercer
la acción de tutela.
No vulneración o amenaza del derecho de
propiedad
7. El accionante de tutela adujo como uno
de los derechos vulnerados su derecho a la propiedad privada (CP art. 58 inciso
1). No obstante, esta Sala no encuentra que el derecho de propiedad privada sea
siquiera objeto de la presunta acción u omisión del Banco de la República.
Naturaleza y finalidad de los CERT
8. La ley 48 de 1983 al establecer el
Certificado de Reembolso Tributario CERT, se propuso promover las
exportaciones, fomentando de esta manera la producción, el empleo y el ingreso
de divisas, entre otras finalidades. El Banco de la República, de conformidad
con la ley y el contrato suscrito con la Nación, deberá expedir y entregar los
CERT a los exportadores que cumplan los requisitos y condiciones previstos en
la ley y en sus Decretos reglamentarios, para lo cual debe necesariamente
verificar la observancia cabal de los mismos.
La función confiada por la ley y el
contrato al Banco de la República es de naturaleza pública y debe, en
consecuencia, realizarse consultando el servicio de los intereses generales y
los principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad,
imparcialidad y publicidad (CP art. 209).
El estímulo que entraña el mecanismo de los
CERT, representa para el país un costo o sacrificio fiscal que incide sobre el
universo de los contribuyentes, pero que se compensa con creces gracias al
aumento de riqueza nacional que propicia. Carece de justificación otorgar los
CERT a exportaciones puramente nominales, que corresponden precisamente a las
operaciones de "sobrefacturación", pues aquí se incurriría en un
sacrificio fiscal, no para impulsar las exportaciones REALES, sino para
beneficiar a los defraudadores del Erario Público.
En el ejercicio de su función, el Banco de
la República responde - y por ello puede y debe comprobar y controlar la
realidad de los presupuestos de cuya verificación depende la expedición de los
CERT - por el fiel mantenimiento del fin estatal en esta materia consistente en
el estímulo a las exportaciones reales. El conjunto de competencias que para el
efecto se han atribuido al Banco de la República, si bien ostentan carácter
reglado, deben interpretarse a partir de este enunciado.
Los CERT, documentos al portador,
libremente negociables, utilizables para el pago de impuestos, tasas o
contribuciones, sólo se entregan al exportador a la conclusión de la actuación
administrativa desplegada por el Banco de la República y luego de que éste ha
comprobado positivamente, entre otros elementos, la realidad de la específica
operación de exportación. Antes de la efectiva expedición y entrega de los
CERT, no se configura derecho de propiedad alguno y no puede por tanto alegarse
la presunta vulneración de este derecho. Desde luego, en el curso de la
correspondiente actuación administrativa, el ente público o quien ejerza una
función de esta estirpe, puede conculcar o poner en peligro otros derechos
fundamentales de la persona interesada o involucrada en ella, en cuyo caso se
abriría por esos motivos la eventual vía de impugnación.
Por regla general, cuando la adquisición o
el reconocimiento de un derecho depende de la decisión o resolución favorable
de una autoridad administrativa, sólo se configura el derecho de propiedad o la
titularidad respectiva una vez se expida dicho acto y finiquite así
positivamente la actuación administrativa. Mientras ello no ocurra y también en
el evento de que la decisión sea negativa o adversa al interesado, el sustento
de una eventual impugnación no podrá apoyarse en el derecho de propiedad sino
en el desconocimiento de otros derechos, principalmente - y sin pretender
reducir los vicios de una actuación administrativa a este sólo concepto - en el
derecho al debido proceso, aplicable por mandato constitucional a toda clase de
actuaciones judiciales y administrativas (CP art. 28).
Presunta vulneración del debido proceso y
de la presunción de inocencia
9. El actor hace consistir la violación de
su derecho al debido proceso (CP art. 29), particularmente de la presunción de
inocencia, en la circunstancia de que el Banco de la República habría actuado
como juez al declarar la ilegalidad de la exportación.
Conviene precisar el alcance del término
"ilegalidad" en este contexto. La ilegalidad no es sinónimo de acto
criminal o de transgresión de la ley penal cuando ella se declara en el trámite
administrativo para acceder a un reconocimiento estatal. La declaratoria de
ilegalidad de la exportación, en este caso, significa el no cumplimiento de las
exigencias legales para beneficiarse de las ventajas económicas ofrecidas por
el Estado para promover y fomentar un sector de la economía.
La presunción de inocencia consagrada en el
artículo 29 inciso 4 de la Constitución, se refiere a la responsabilidad penal
o administrativa del sujeto, la cual debe ser plenamente acreditada al término
de un procedimiento legal debidamente surtido antes de sancionar a la persona
sindicada o comprometida en una infracción administrativa. Esta garantía
fundamental se circunscribe al derecho penal y al derecho administrativo
sancionatorio, sin que pueda extenderse por su propia naturaleza de garantía
subjetiva a otro tipo de actuaciones administrativas.
El rechazo de una solicitud de expedición
de CERT en un caso concreto, sustentado en una apreciable diferencia en los
precios de las mercancías exportadas respecto de las listas oficiales de
precios internacionales, es procedente si el juicio sobre dicha diferencia es
razonado y las cotizaciones oficiales reflejan adecuada y realmente las franjas
normales de precios internacionales vigentes en un momento dado.
El rechazo que se formula en estas
condiciones no significa el quebrantamiento de la presunción de inocencia del
exportador ni obliga a que el mismo deba necesariamente revestir carácter
judicial, no obstante que la "sobrefacturación" puede significar la tipificación
de una infracción administrativa y penal.
La decisión del Banco de la República no
entraña juicio alguno sobre la culpabilidad del exportador incurso en una
operación de "sobrefacturación". Lejos de controlar el "aspecto
subjetivo", la actuación del Banco de la República se contrae a la
verificación de los "aspectos objetivos" de las operaciones de
exportación con miras al cumplimiento de la misión encomendada por la ley que,
en su fachada positiva consiste en expedir los CERT en relación con las
exportaciones reales y, en su fachada negativa, abstenerse de hacerlo cuando no
se disponga de una seguridad razonada sobre su realidad.
No cabe duda que la índole misma de la
función confiada al Banco de la República lo obliga a ocuparse de los contornos
objetivos de las operaciones de exportación. El criterio administrativo
compatible con la celeridad, eficacia y economía inherentes a su competencia,
no puede ser otro que el de la SEGURIDAD RAZONADA de carácter objetivo,
conforme al cual deberá examinar cada operación de exportación y con base en
ese escrutinio conceder o denegar la expedición de los CERT.
La apreciable diferencia de precios de las
mercancías de una determinada exportación en relación con las listas oficiales
de precios actualizados de las mismas, máxime cuando ella es del orden del 100%
- como en el presente caso - satisface plenamente el criterio de SEGURIDAD
RAZONADA con base en el cual el Banco de la República podía y debía
legítimamente abstenerse de expedir los CERT, sin que por ello se desvirtuara
la presunción de inocencia que ampara al exportador y debiera requerirse por
tanto de un pronunciamiento judicial, cuando, de otra parte, sólo se asiste al
ejercicio de competencias administrativas radicadas en el Banco de la República
y éste las ha ejercido de manera objetiva sin ocuparse de la asignación o
imputación de responsabilidades como que su escrutinio se ha circunscrito a los
elementos objetivos de las exportaciones.
Debido proceso y actividad reglada de la
administración
10. El derecho al debido proceso es de
obligatoria aplicación a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas
(CP art. 29). El trámite de reconocimientos, entrega de subsidios o
devoluciones no está exento de la observancia del debido proceso. Expresión
manifiesta de ello es la existencia de diversos recursos legales - reposición y
apelación - dentro de la vía gubernativa que permite ser oído y controvertir
las decisiones de la administración cuando ellas son adversas a los intereses
del solicitante.
El margen de apreciación necesaria para el
desempeño de las funciones públicas tiene como límite interno la igualdad de
trato y de oportunidades. El derecho al debido proceso garantiza la igualdad
ante la ley al exigir de la autoridad un mismo tratamiento frente a todas las
personas, sin favoritismos ni discriminaciones.
Presunción de buena fe y diligencia debida
11. La declaratoria de ilegalidad de una
exportación por parte del Banco de la República para omitir la entrega de unos
CERT podría ser contraria a la presunción de buena fe consagrada en el artículo
83 de la Constitución para todas las gestiones que los particulares adelantan
ante las autoridades públicas. En el presente caso, la diferencia entre el
precio de la mercancía exportada declarado por el exportador y el precio
sustancialmente inferior de la misma estimado por el INCOMEX, llevó al Banco de
la República a declarar la ilegalidad de la exportación por constatarse una
"sobrefacturación".
La deducción hecha por el Banco, teniendo
en cuenta el contenido del concepto técnico en que se basó, no es irrazonable
ni desconoce la presunción de buena fe, sino que responde a la diligencia
exigida a los funcionarios a cargo de una actividad reglada de la
administración con miras a conceder ventajas, subsidios o devoluciones a
personas que cumplan con los estrictos requisitos legales que garantizan la
promoción de un específico sector de la economía nacional. Prueba de que no
existió un prejuzgamiento en contra del particular es que anteriormente se habían
encontrado legales las exportaciones realizadas por la misma firma,
procediéndose a la entrega de los CERT.
Autoridad pública para efectos de la acción
de tutela
12. El Banco de la República, persona
jurídica de derecho público (CP art. 371), en ejercicio de la función pública
de fomento a las exportaciones mediante la expedición y entrega de los
Certificados de Reembolso Tributario, es "autoridad pública" para los
efectos del ejercicio de la acción de tutela, por lo cual sus acciones u omisiones
están sujetas al control jurisdiccional cuando con ellas vulnera o amenaza los
derechos fundamentales.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda
de Revisión de la Corte Constitucional,
R E S U E L V E
PRIMERO.- CONFIRMAR la sentencia del 2 de marzo de 1992,
proferida por el JUZGADO SEPTIMO CIVIL DEL CIRCUITO, en el sentido de denegar
la tutela solicitada por el señor MAURO CHACON TORRES por las razones expuestas
en los fundamentos jurídicos de esta providencia.
SEGUNDO.- LIBRESE comunicación al mencionado Juzgado con
miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Segunda de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los dieciseis (16) días
del mes de julio de mil novecientos noventa y dos).
1 Corte Constitucional. Sala Cuarta de Revisión. Sentencia T-411
del 17 de junio de 1992.
2 Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia T-430
del 24 de junio de 1992. |
92 | T-464-92
Sentencia No
Sentencia No.
T-464/92
DERECHO DE
PETICION/ACCION DE TUTELA/SILENCIO ADMINISTRATIVO POSITIVO
La protección del derecho de petición puede
ser demandada por medio de la acción de tutela, para lo cual es presupuesto
indispensable la existencia de actos u omisiones de la autoridad que obstruyan
el ejercicio del derecho o no resuelvan oportunamente sobre lo solicitado. No
se entiende conculcado cuando la autoridad responde al peticionario, aunque la
respuesta sea negativa. El derecho a obtener una pronta resolución hace parte
del núcleo esencial del derecho de petición y de aquel depende la efectividad
de este último. El legislador al regular el derecho fundamental de petición no
puede afectar el núcleo esencial del derecho, ni la exigencia de pronta
resolución. El silencio administrativo positivo, en cuanto equivale a una
decisión administrativa favorable a la petición formulada por la persona
interesada, es una manifestación del derecho de petición de estirpe
constitucional. Es evidente que esta concreción del derecho de petición como
forma expedita de declaración de la titularidad del derecho supera en celeridad
y eficacia a la misma acción de tutela, la cual por lo tanto no procede como
medio para pretender su reconocimiento.
DOCUMENTO
PUBLICO/DERECHO A OBTENER COPIAS
Si dentro de los tres (3) días siguientes a
la consumación del silencio administrativo positivo, no se entregan las copias
del correspondiente documento, se vulnera por la autoridad el derecho
fundamental a la obtención de la copia del respectivo documento público,
derecho este derivado, como se explicó, del derecho fundamental de petición y
que necesariamente se integra, por mandato constitucional y legal, a su núcleo
esencial. Es palmario que para la defensa y efectividad del susodicho derecho
no existe en el ordenamiento ningún medio judicial diferente de la acción de
tutela que pueda garantizar en términos de eficacia y celeridad su protección
inmediata. La efectividad del derecho a obtener copias es manifestación
concreta del derecho a obtener pronta resolución a las peticiones formuladas
que también hace parte del núcleo esencial del derecho de petición. la negativa
de la autoridad pública a contestar dentro del plazo legal la solicitud de
copias de un documento público, vulnera igualmente el derecho constitucional a
acceder a los documentos públicos.
SENTENCIA JULIO 16 DE 1992
REF: Expediente
T- 1674
Actor:HERMANN
GOMEZ PIEDRAHITA
Magistrado
Ponente:
Dr. EDUARDO
CIFUENTES MUÑOZ
La Sala Segunda de Revisión de la Corte
Constitucional, integrada por los magistrados Eduardo Cifuentes Muñoz, José
Gregorio Hernández Galindo y Alejandro Martínez Caballero, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
S E N T E N C I A
En el proceso de tutela T-1674 adelantado
por el señor HERMANN GOMEZ PIEDRAHITA contra la señora Presidente del
Concejo Municipal de Roldanillo, Departamento del Valle del Cauca, MYRIAM
MEDINA DE FLOREZ.
A N T E C E D E N T E S
1. El señor HERMANN GOMEZ PIEDRAHITA
interpuso acción de tutela contra la señora MYRIAM MEDINA DE FLOREZ, en su calidad
de Presidente del Concejo Municipal de Roldanillo, Departamento del Valle del
Cauca, y solicitó al juez de tutela que le ordenara a la acusada disponer la
expedición de unas copias de actas del Concejo. Invocó como violado su derecho
de petición garantizado por el artículo 23 de la Constitución.
2. Los hechos en que se basó la acción de
tutela fueron, en síntesis, los siguientes:
a) El petente era concejal del municipio
de Roldanillo al momento en que dirigió una petición escrita a la señora
Presidente del Concejo, señora MYRIAM MEDINA FLOREZ (el 29 de noviembre de
1991).
b) El señor Gómez solicitó la expedición de
copias de las Actas aprobadas por la Corporación en su sesión del día 28 de
noviembre de 1991, en la que él intervino, así como de otros documentos que,
requería "para tramitar ante las autoridades correspondientes los juicios
de nulidad y (sic) inexequibilidad correspondientes, por violación de la Ley y
de la Constitución..."
c) Ante el silencio de la señora
Presidente, y argumentando que ya había insistido en repetidas ocasiones, el
petente acudió a la señora Personera Municipal y solicitó su intervención para
obligar a la Presidente Medina a atender su petición.
d) Finalmente, el señor Gómez afirmó que
"hasta el presente no ha sido atendida mi solicitud", razón por la
cual el 28 de enero de 1992 acudió a interponer la acción de tutela en los
términos ya esbozados.
3. El Juzgado Primero Penal del Circuito de
Roldanillo, negó la tutela solicitada mediante sentencia del 6 de febrero de
1992. El Juez, basó su decisión en el siguiente argumento:
"Si bien el
derecho de petición está consagrado en nuestra Carta como fundamental, también
lo es que conforme a los Artículos 40 y 51 del Código Contencioso
Administrativo el funcionario ante quien se solicita o eleva una petición
cuenta con tres (3) meses de plazo a partir de la presentación de la misma para
que se le resuelva, al cabo de los cuales operaría el silencio administrativo, pudiéndose
interponer los recursos pertinentes contra el acto presunto, para que con ello
quede agotada la vía gubernativa y pueda ejercerse la respectiva acción ante la
Justicia de lo Contencioso Administrativo, lo que indica que el Doctor Gómez
Piedrahita tiene otros recursos o medios de defensa para impetrar.."
Igualmente, el juzgador consideró que al no
haber demostrado el petente la calidad de irreparable del daño, no procedía la
acción de tutela como mecanismo transitorio en los términos del artículo 6o.
del Decreto 2591 de 1991.
4. El peticionario impugnó la decisión
denegatoria y en su escrito enfatizó que el silencio administrativo aludido
por el Juez de primera instancia no era aplicable para los casos de peticiones
en interés particular , toda vez que presupuesto del silencio administrativo
era la petición para que la Administración produjera un acto administrativo, a
lo cual no conducía una petición de información, como la suya.
5. La Sala Penal del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Buga confirmó, mediante sentencia del 5 de marzo de 1992,
la decisión impugnada por considerar que la tutela era improcedente al existir
otros medios de defensa a disposición del petente, como el consagrado en el
artículo 25 de la Ley 57 de 1985 cuyo texto es el siguiente:
"Las peticiones
a que se refiere el artículo 12 de la presente Ley deberán resolverse por las
autoridades correspondientes en un término máximo de diez (10) días. Si en ese
lapso no se ha dado respuesta al peticionario se entenderá, para todos los
efectos legales, que la respectiva solicitud ha sido aceptada. En consecuencia,
el correspondiente documento será entregado dentro de los tres (3) días
inmediatamente siguientes.
El Tribunal
consideró que "por razón legal, el petente obtuvo el reconocimiento del
derecho invocado, es decir, no ha habido violación del mismo y resta a éste
obtener la entrega de las copias de los documentos relacionados, quedando así
expedito el camino al denunciante para dar trámite a lo normado en el artículo
42 del Código Contencioso Administrativo, paso que el recurrente no ha
realizado, y mal podría aceptarse que en realidad se violó el derecho
invocado".
6. La anterior decisión fue enviada a esta
Corte para su eventual revisión, correspondiendo a la Sala Segunda su
conocimiento.
FUNDAMENTOS JURIDICOS
Consagración constitucional
1. A voces del artículo 23 de la
Constitución Política:
"Toda persona
tiene derecho a presentar peticiones respetuosas a las autoridades por motivos
de interés general o particular y a obtener pronta resolución. El legislador
podrá reglamentar su ejercicio ante organizaciones privadas para garantizar los
derechos fundamentales".
Se desprende del texto de la norma
transcrita que el derecho de petición, en su contorno esencial, ha sido
configurado por el mismo constituyente. El cometido de la ley a este respecto
es la de secundarlo y desarrollarlo, sin afectar su núcleo esencial, y en el
entendido de que en su ausencia es de todas maneras un derecho fundamental de
aplicación inmediata (CP art. 85).
Doctrina constitucional sobre el derecho de
petición
2. Sobre la materia, para los efectos del
presente caso, es importante reiterar los pronunciamientos de esta Corporación.
En sentencia T-12 del 25 de mayo de 1992,
la Sala Tercera de Revisión afirmó:
"es un derecho
cuya protección puede ser demandada, en casos de violación o amenaza, por medio
de la acción de tutela.
Desde luego es
presupuesto indispensable para que la acción prospere, la existencia de actos u
omisiones de la autoridad en cuya virtud se impida o se obstruya el ejercicio
del derecho o no se resuelva oportunamente sobre lo solicitado.
Pero no se entiende
conculcado el derecho de petición cuando la autoridad responde al peticionario,
aunque la respuesta sea negativa".1
Posteriormente, en sentencia T-426 del 24
de junio de 1992 la Corte Constitucional sostuvo respecto al núcleo esencial
del derecho de petición:
"El ejercicio
efectivo del derecho de petición supone el derecho a obtener una pronta
resolución. Las dilaciones indebidas en la tramitación y respuesta de una
solicitud constituyen una vulneración de este derecho fundamental.
El derecho a obtener
una pronta resolución hace parte del núcleo esencial del derecho fundamental de
petición; sin la posibilidad de exigir una respuesta rápida y oportuna
carecería de efectividad este derecho. Por otra parte, en ejercicio de su
atribución de regular los derechos fundamentales (CP art. 152), el legislador
no podrá afectar el núcleo esencial del derecho consagrado en el artículo 23 de
la Carta, en este caso, la exigencia de una pronta resolución".2
Queda claro que, a la luz en la doctrina
constitucional sentada por la Corte Constitucional, son de recibo los
siguientes enunciados:
a. Su protección puede ser demandada por
medio de la acción de tutela, para lo cual es presupuesto indispensable la
existencia de actos u omisiones de la autoridad que obstruyan el ejercicio del
derecho o no resuelvan oportunamente sobre lo solicitado.
b. No se entiende conculcado el derecho de
petición cuando la autoridad responde al peticionario, aunque la respuesta sea
negativa.
c. El derecho a obtener una pronta
resolución hace parte del núcleo esencial del derecho de petición y de aquel
depende la efectividad de este último.
d. El legislador al regular el derecho
fundamental de petición no puede afectar el núcleo esencial del derecho
consagrado en el artículo 23 de la Carta, ni la exigencia de pronta resolución.
El silencio administrativo positivo como
manifestación del derecho de petición
3. El artículo 22 del Código Contencioso
Administrativo, subrogado por el artículo 25 de la Ley 57 de 1985, consagra una
modalidad de silencio administrativo positivo para los eventos que las
autoridades no respondan las peticiones que se les formula para consultar los documentos
que se reposen en las oficinas públicas y obtener copias de los mismos.
Sobre el particular dispone el artículo 22
de la mencionada ley:
"Las peticiones
a que se refiere el artículo 12 de la presente ley deberán resolverse por las
autoridades correspondientes en un término máximo de diez (10) días. Si en ese
lapso no se ha dado respuesta al peticionario se entenderá, para todos los
efectos legales, que la respectiva solicitud ha sida aceptada. En consecuencia,
el correspondiente documento será entregado dentro de los tres (3) días
inmediatamente siguientes.
El funcionario
renuente será sancionado con la pérdida del empleo".
Declaración de titularidad del derecho de
petición
4. El silencio administrativo positivo, en
cuanto equivale a una decisión administrativa favorable a la petición formulada
por la persona interesada, es una manifestación del derecho de petición de
estirpe constitucional. Es evidente que esta concreción del derecho de petición
como forma expedita de declaración de la titularidad del derecho supera en
celeridad y eficacia a la misma acción de tutela, la cual por lo tanto no
procede como medio para pretender su reconocimiento.
Acción de tutela y efectividad del derecho
a obtener copias
5. En este orden de ideas, incorporado a la
esfera de los derechos de una determinada persona, por ministerio de la ley,
como manifestación existencial del derecho de petición, el derecho a obtener
copias de ciertos documentos que reposen en una oficina pública, su
efectividad, como momento posterior y subsiguiente al reconocimiento de su
titularidad - la cual se operó, se reitera, por ministerio de la ley -,
corresponde al ámbito del mencionado derecho de petición y, por tanto, su
vulneración o amenaza por una autoridad pública puede ser objeto de acción de
tutela.
Efectividad del derecho a obtener copias y
núcleo esencial del derecho de petición
6. Si dentro de los tres (3) días
siguientes a la consumación del silencio administrativo positivo, no se
entregan las copias del correspondiente documento - como lo ordena el artículo
25 de la Ley 57 de 1985 - se vulnera por la autoridad el derecho fundamental a
la obtención de la copia del respectivo documento público, derecho este
derivado, como se explicó, del derecho fundamental de petición y que
necesariamente se integra, por mandato constitucional y legal, a su núcleo
esencial.
Es palmario que para la defensa y
efectividad del susodicho derecho no existe en el ordenamiento ningún medio
judicial diferente de la acción de tutela que pueda garantizar en términos de
eficacia y celeridad su protección inmediata.
La efectividad del derecho a obtener copias
es manifestación concreta del derecho a obtener pronta resolución a las
peticiones formuladas que también hace parte del núcleo esencial del derecho de
petición.
También es contrario al derecho
constitucional de petición, tratándose de la protección inmediata de su núcleo
esencial, exigir luego de consumado el silencio administrativo especial a que
se refiere el artículo 25 de la Ley 57 de 1985, otros requisitos adicionales a
la simple solicitud de entrega de las copias. Su entrega debe tener lugar
dentro de los tres (3) días inmediatamente siguientes, sin necesidad -
contrariamente a lo que supone el fallador de segunda instancia - de
protocolizar la constancia de la solicitud presentada o declaraciones
juramentadas sobre la no contestación (artículo 42 C.C.A.), requisitos
contrarios al procedimiento especial y perentorio del derecho a obtener copias,
así como violatorios de la presunción de buena fe en las actuaciones ante las
autoridades (CP art. 83).
Por último, la negativa de la autoridad
pública a contestar dentro del plazo legal la solicitud de copias de un
documento público, vulnera igualmente el derecho constitucional a acceder a los
documentos públicos, consagrado en el artículo 74 de la Constitución.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Segunda
de Revisión de la Corte Constitucional,
R E S U E L V E
PRIMERO.- REVOCAR la sentencia del 5 de marzo de 1992,
proferida por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Buga
por la que se confirmó el fallo denegatorio de la tutela solicitada.
SEGUNDO.- CONCEDER al señor HERMANN GOMEZ PIEDRAHITA la tutela
de su derecho a obtener las copias por él solicitadas ante el Concejo Municipal
de Roldanillo, Departamento del Valle del Cauca.
TERCERO.- ORDENAR al actual Presidente del mencionado
Concejo entregar las copias solicitadas originalmente por el señor HERMANN
GOMEZ PIEDRAHITA si dicha entrega no se ha realizado aún a la fecha en que sea
notificada la presente providencia.
CUARTO.- ORDENAR se compulsen copias del presente proceso de
tutela a la Procuraduría General de la Nación para efectos de la investigación
disciplinaria que pueda desprenderse de la conducta omisiva de la señora MYRIAM
MEDINA DE FLOREZ, en su calidad de Presidenta del Concejo Municipal de
Roldanillo.
QUINTO.- LIBRESE comunicación al mencionado Juzgado con
miras a que se surta la notificación de esta providencia, según lo establecido
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado Ponente
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO
Magistrado
(Sentencia aprobada por la Sala Segunda de
Revisión, en la ciudad de Santafé de Bogotá, D.C., a los dieciseis (16) días
del mes de julio de mil novecientos noventa y dos).
1 Corte Constitucional. Sala Tercera de Revisión. Sentencia T-012
del 25 de mayo de 1992.
2 Corte Constitucional. Sala Segunda de Revisión. Sentencia T-426
del 24 de junio de 1992. |
93 | T-466-92
Sentencia No
Sentencia No. T-466/92
DERECHO A LA
RECREACION/DERECHO A LA TRANQUILIDAD
El conflicto entre el derecho a la
recreación y el derecho a la tranquilidad de la comunidad debe ser resuelto,
en principio mediante alternativas concretas que permitan la coexistencia y
efectividad de ambos derechos. Con todo, cuando el conflicto sea insoluble y
los titulares del derecho a la recreación sean los niños, éste habrá de
prevalecer sobre la tranquilidad, siempre que su ejercicio no esté acompañado
de abusos objetivamente intolerables, según los usos y costumbres lugareños en
materia de relaciones de vecindad.
REF:
EXPEDIENTE T-1835
PETICIONARIO:
DIEGO JOSE GARCIA MOLINA Y OTROS
PROCEDENCIA:
Juzgado Primero Civil del Circuito
de Guadalajara de Buga
MAGISTRADO
PONENTE:
CIRO
ANGARITA BARON
La Sala Primera de Revisión de la Corte Constitucional,
integrada por los Magistrados CIRO ANGARITA BARON, EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ y
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO,
En nombre del pueblo
y
por mandato de la Constitución
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela iniciado el 27 de
marzo de 1992 por el señor DIEGO JOSE GARCIA MOLINA Y OTROS contra la ALCALDIA
MUNICIPAL DE BUGA, acción de la cual conoció el Juzgado Primero Civil del
Circuito de Guadalajara de Buga, Departamento del Valle del Cauca.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala de Revisión, la cual recibió formalmente el expediente el
día 6 de Abril del año en curso.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala entra a dictar sentencia de revisión.
A. La acción.
1. Hechos.
a) La comunidad del corregimiento de
"El Porvenir", municipio de Buga, Valle del Cauca, ocupó un lote de
terreno del municipio con el propósito de destinarlo a la recreación de los
habitantes, mediante la construcción de una cancha de futbol.
b) Frente a la cancha se encuentra un
barrio que ha sido afectado en su tranquilidad por las personas que practican
dicho deporte. Se alegan lesiones y daños materiales en algunas viviendas.
c) En varias oportunidades los perjudicados
han solicitado la intervención de la administración, sin obtener respuesta
alguna.
2. Pruebas.
a) Informe del Alcalde DANIEL ALFONSO
ORTIZ MONTOYA (Folio 12). Manifiesta que el campo de micro-futbol es una
extensión muy pequeña que fue utilizada por los moradores de "El
Porvenir" sin ninguna autorización por parte de dicho despacho.
Hecha una visita por personal de una
dependencia adscrita a la Alcaldía se comprobó el beneplácito de la comunidad
por la existencia de dicho espacio para la recreación de niños y vecinos. Se
solicitó un informe sobre las personas que pudieran resultar afectados por la
práctica del deporte y así se comprobó que ninguno de los firmantes de la petición
son vecinos inmediatos de la cancha.
Sugiere al despacho llevar a cabo una
inspección judicial.
b) Inspección judicial hecha para
comprobar perjuicios y personas afectadas por la práctica del futbol (Folios
14-18).
La cancha tiene un área de 25 metros de
largo por 300 metros cuadrados. Colinda con terrenos del municipio por el
norte, con la escuela del corregimiento por el sur, con la carretera central
por el oriente y por el occidente con casas de habitación separadas de la
cancha por unos 7 metros.
De las personas firmantes de la petición de
tutela, solo dos son vecinos inmediatos de la cancha.
En dicha diligencia se tomaron las
siguientes declaraciones:
- Rosa Helena Hernández Agudelo: Dice que
los partidos de fútbol se llevan a cabo sábados y domingos; lo único que la
afecta es que en esos días la gente se hace en el jardín y pisotea y deja
demasiada basura. Pone de presente que dicha cancha también es utilizada por
los niños de la escuela en horas de recreo, pero no molestan (Folio 15).
- Rafael Omar Bram: Habita cerca a la
cancha y afirma que hicieron la cancha sin consentimiento, que le han
ocasionado daños como tejas rotas, y muchas veces estando dentro de la casa la
han golpeado con el balón. Lo único que pide es correr la cancha para dejar
libre el acceso a su casa y que la gente no invada su antejardín usándolo como
vestier en algunos casos (Folio 16).
- Gladys Cáceres: Vecina de la cancha,
dice que ella no la afecta en nada y, por el contrario, se distrae con el
campeonato que se realiza los fines de semana. Los que practican allí el
deporte son gentes muy respetuosas (Folio 16).
- Julio César Arroyave: Posee un pequeño
negocio al frente de la cancha y dice que en nada lo ha afectado a su familia;
por el contrario, sus hijos juegan allí y los pueden observar con tranquilidad.
Es una forma de diversión porque allí no hay cine (Folio 17).
El Juzgado deja en claro que el único
medio de diversión es la cancha de fútbol (Folio 17), además sirve de zona
para que los niños de la escuela puedan realizar sus clases de educación
física.
3) Decisión del Juzgado Primero Civil
del Circuito.
De la lectura de la demanda, se establece
que no se viola ningún derecho fundamental y se protegen, por el contrario,
algunos derechos colectivos. Tanto la práctica del deporte como su espectáculo
cuentan con el apoyo del Estado y son considerados de interés social, en la
respectiva ley marco (Decreto 2845 de 1984). Su única limitación está en la
moral, la salud pública y el orden legal. Así las cosas, su solo ejercicio es
una actividad legalmente permitida. Las autoridades deben proteger, por lo
tanto, la práctica del deporte.
Si los deportistas no respetan a sus
conciudadanos, mal puede decirse que el mal radica en las instalaciones deportivas
y en el permiso dado por las autoridades para su funcionamiento.
Las declaraciones de las personas que no
están de acuerdo con la cancha, ni con la práctica del deporte no presentaron
ningún argumento de peso que lleve al Juzgado a concluír que en realidad se les
está perjudicando y son tan intrascendentales que ni alcanzarían para acción
policiva.
Niega la acción por no existir vulneración
alguna de derechos constitucionales fundamentales.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
La Corte Constitucional es competente para
efectuar esta revisión según lo previsto en los artículos 86 y 241, numeral 9
de la Constitución Política y 31, 32, 33 del Decreto 2591 de 1991.
Además de observar que la providencia fue
proferida oportunamente de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 86 de la
Constitución en su inciso 4o. el cual no admite excepciones, como ha tenido a
bien señalarlo esta Corte.
A manera de premisas necesarias de su
decisión, esta Sala estima conveniente hacer algunas consideraciones acerca de
los temas que se desarrollarán en el orden indicado en los siguientes acápites.
1.- La recreación: un derecho
constitucional fundamental.
Puesto que el caso objeto del presente
fallo nació de la destinación de un lote para actividades deportivas de los
miembros de una comunidad, es pertinente hacer algunas someras
consideraciones en torno a la relevancia constitucional de la recreación.
La recreación puede ser concebida como una
forma de relacionar las diferentes actividades humanas a fin de estimular,
alegremente el desarrollo de la persona y de su condición humana1.
Con todo, esta concepción ha sido objeto de
algunos cuestionamientos desde el ángulo específico de la ética del trabajo y
la filosofía del sufrimiento las cuales
Impulsadas por la
sociedad moderna, han llevado a asumir que toda nuestra vida debe girar en
torno al trabajo y al padecimiento con resignación como únicos caminos para
alcanzar la felicidad eterna y como quiera que estos dos son cosa seria,
solamente existirá una forma de vida correcta: la seria. Como la excepción a la
regla son los niños, a quienes sí puede permitírsele momentáneamente no ser
serios, será a ellos exclusivamente a quienes está permitido recrearse, eso sí
con la salvedad que se les debe ir educando (volviéndolos serios)
extirpándoles, paulatinamente, su estructura lúdica: primero, haciéndoles
diferenciar lo productivo de lo recreativo (clase vs. recreo), y luego, si aún
quedan vestigios de esa estructura, canalizándola a través de actividades que,
si bien parecen juegos, deben abordarla seriamente (deportes competitivos,
donde lo importante es no jugar sino vencer)2
Cuando es lo cierto que, juzgada en su
esencia, la recreación permite que el hombre crezca en su humanización en la
medida en que estimule el logro de objetivos tales como
- Fomentar el
desarrollo de capacidades creativas grupales, procurando que los logros del
desarrollo de cada persona no se queden tan solo en ese nivel individual, sino
que se integren en pos del desarrollo grupal y social.
- Estimular la
cooperación y solidaridad social, ya que el alcanzar los anteriores objetivos
reviste trascendencia en la medida que se constituyan en un vehículo de
aproximación al proyecto de felicidad humana, el cual, se sustenta precisamente
en la toma de conciencia no solo de la necesidad de exigir, sino también de
participar, en la ejecución de acciones concretas para remover los obstáculos
socio-económicos que se oponen al desarrollo integral.
- Avanzar en la
construcción de un espíritu cívico a través de la participación activa de las
personas en la solución comunitaria de su problemática particular dentro de un
contexto global, lo cual presupone a su vez, perseguir que, con y por la
recreación, el recreado se inserte activamente en el proceso de análisis,
planteamiento y ejecución de soluciones a su propia problemática.
- Coadyuvar
-dadas las características del entorno- al uso sano, creativo y constructivo
del tiempo libre, convirtiendo cada evento en un canal de educación para el
ocio que confronte la utilización pasiva, y en ocasiones destructiva, de dicho
tiempo (ociosidad)3 .
De otra parte, la dimensión social y
económica del tiempo libre y de su uso constructivo aparece en toda su magnitud
cuando se le concibe como
aquel tiempo que
la sociedad posee estrictamente para sí, una vez que con su trabajo (de acuerdo
a la función y posición de cada uno de sus miembros) ha aportado a la
colectividad lo que ésta necesita para su reproducción material y espiritual.
Ello, a su vez, es premisa para una reproducción material y espiritual
superior. Desde el punto de vista del individuo, se traduce en un tiempo de
realización de actividades de opción no obligatoria, donde interviene su propia
voluntad (influida por el desarrollo espiritual de cada personalidad) aunque,
en última instancia, dichas actividades estén socialmente condicionadas4 .
Dentro de este contexto, la recreación
significa actividad o inactividad que se realiza porque uno así lo quiere. En
un sentido sicológico más profundo, se refiere a la experiencia emocional
humana e inspiradora que surge del acto mismo de la recreación. Contrasta con
trabajo, el cual se hace primordialmente para ganar dinero o para proveer a las
necesidades de la vida o lo que puede considerarse como las necesidades
personales y de la familia. También contrasta con las mecánicas de la vida
tales como comer, dormir, hacer las actividades domésticas y el cuidado
personal.
No hay una línea amplia entre recreación y
otras actividades. La misma actividad puede ser trabajo unas veces y recreación
otras; cocinar, coser, tejer, hacer muebles y otras actividades específicas
bien pueden incluírse en cualquiera de dichas clasificaciones. Aún algunos
trabajos que constituyen la principal fuente de ingreso pueden ser
esencialmente considerados recreación5 .
La característica distintiva de la
recreación no es la actividad misma sino la actitud con que ella se haga.
Cuando hay poco o ningún sentimiento de compulsión en una actividad o
inactividad ella es casi seguramente una recreación. En el moderno y complejo
mundo que vivimos donde tantos aspectos de la vida son socialmente ordenados,
la recreación es pues, la mayor oportunidad de autoexpresión6 .
Según que el hombre aparezca en el proceso
como agente creador o simple destinatario, los autores distinguen claramente
entre recreación activa y recreación pasiva a las cuales les atribuyen nociones
y naturalezas propias a saber:
Podríamos
entender por recreación activa toda actividad libre, espontánea y
desinteresada, realizada por el ser humano en forma individual o comunitaria,
con los instrumentos y bajo las pautas que la sociedad señala y ofrece en el
campo en que dicha actividad se cumpla. Delimitación dentro de la cual caben
quehaceres tan variados como los deportivos, artísticos, artesanales y
culturales en general.
Concebida de esa
manera, la recreación implica un proceso o una tarea que tiene en el hombre que
se recrea su propio e irreemplazable protagonista. En contraste con la llamada
recreación pasiva en la cual el hombre es tomado más como agente creador
o fuente de origen, y más como consumidor de un espectáculo y objeto receptor
de determinados mensajes y estímulos que como productor de su propia
satisfacción y promotor del crecimiento de su mismo ser y de su propio, único,
insustituible e intransferible potencial o suma de posibilidades humanas7 .
Después de la nutrición, salud, educación,
vivienda, trabajo y seguridad social, la recreación es considerada una
necesidad fundamental del hombre que estimula su capacidad de ascenso puesto
que lo lleva a encontrar agrado y satisfacción en lo que hace y lo rodea. En
esta medida, puede afirmarse también, que la recreación constituye un derecho
fundamental conexo con el del libre desarrollo de la personalidad, con todas
sus implicaciones y consecuencias.
En virtud de lo anterior, se considera hoy
que:
Es un deber
social proporcionar a los colombianos de menores ingresos, las posibilidades
mínimas de distensión, disfrute y desarrollo integral de sus potencialidades,
mediante el otorgamiento de medios y alternativas de recreación. Además, se
hace necesario brindar a los sectores populares las oportunidades para lograr
una mayor integración, a través de la realización de actividades
participativas de tiempo libre. Con ello se lograría estimular la organización
de las comunidades, la mutua colaboración de los asociados y la posibilidad de
acelerar el desarrollo social, mediante el trabajo y la presión conjunta por
soluciones políticas más efectivas8 .
La recreación es una actividad inherente al
ser humano y necesaria tanto para su desarrollo individual y social como para
su evolución. Consiste, en su sentido etimológico, en volver-a-crear.
Es, pues, un quehacer que involucra la
capacidad creadora del ser humano y se cristaliza a través de su virtud como
productor, como hacedor de su mundo. El hombre, en su relación inicial con la
naturaleza, se enfrenta a una naturaleza ya creada. Para poder manejar y darle
frutos a esta relación, el hombre necesita volver a crear. La recreación,
entonces, cumple una labor definitiva en la adaptación del hombre a su medio.
Pero, qué es lo que re-crea el hombre? El
orden del universo que en primera instancia se le presenta como la naturaleza
que lo rodea. El personaje humano se convierte entonces con base en una
aprehensión de la naturaleza, en productor, en creador de un orden que lo ayuda
a adaptarse y a evolucionar en su mundo.
Una de las manifestaciones más importantes
de la recreación es el juego. En él se encuentran incluidos todos los elementos
mencionados anteriormente. Se crea un orden determinado en el cual se puede
participar, tanto como jugador como espectador. Se imponen, como en cualquier
orden, unos límites determinados y unas reglas de juego. A través del juego las
personas no solo recrean un orden, sino que aprenden a moverse en ese orden, a
adaptarse a él y a respetar sus reglas.
La recreación, por lo tanto, cumple un
papel definitivo en el aprendizaje del individuo como miembro de una sociedad
que posee su propio orden. Este papel educativo tiene especial relevancia
cuando se trata de personas cuyo desarrollo es todavía muy precario. Así, la
mejor manera como puede enseñarse a un niño a socializarse es mediante el
juego. Es también mediante la recreación que se aprenden las bases de la
comunicación y las relaciones interpersonales.
En el contexto constitucional, es claro que
la recreación cumple un papel esencial en la consecución del libre desarrollo
de la personalidad dentro de un marco participativo-recreativo en el cual el
individuo revela su dignidad ante sí mismo y ante la sociedad.
La manifestación lúdica de la recreación
posee una virtud inmensa: la de resolver ansiedades, culpas, frustraciones,
inhibiciones, etc. canalizándolas a través de la participación del individuo en
ella. El hombre moderno sufre de diversas tensiones que se traducen en impulsos,
que la persona busca exteriorizar. Esta es la forma de llevar a cabo la
sublimación de ansiedades, culpas y tensiones. La recreación constituye el
medio de canalizar estos impulsos en una forma no violenta.
En un país como Colombia, es definitiva la
creación de nuevas formas de vida social, no solo para el alivio de tensiones
que conducen hacia relaciones de violencia, sino como núcleo de la producción
creativa humana, donde debe centrarse el desarrollo del individuo.
La recreación ocupa un espacio propio en
varios instrumentos de carácter internacional que destacaremos someramente.
Aparece consagrada, por ejemplo, en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Asamblea General de
Naciones Unidas, aprobada el 10 de diciembre de 1948, en los siguientes
términos:
Toda persona
tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación
razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
Igualmente, se reconoce en el artículo 15
de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del hombre así:
Toda persona
tiene derecho a descanso, a honesta recreación y a la oportunidad de emplear
útilmente el tiempo libre, en beneficio de su mejoramiento espiritual, cultural
y físico.
En el ámbito específico de los derechos
humanos al tiempo libre proclamados por algunas asociaciones internacionales el
1o. de junio de 1970, en la ciudad de Ginebra, se establece que:
Artículo 4o.-
Todo hombre tiene el derecho de conocer y participar en todo tipo de recreación
durante su tiempo libre, tales como: deportes, juegos, vida al aire libre,
viajes, teatro, baile, arte visual, música, ciencia y manualidades, sin
distinción de edad, sexo o nivel de educación.
En la conferencia de Vancouver sobre el
medio ambiente se declaró por unanimidad que la recreación es necesidad
fundamental del hombre contemporáneo.
En una publicación del Ministerio de
Trabajo acerca de su pensamiento social, aparece un escrito del General Uribe
Uribe hecho en 1904 que lo coloca entre uno de los precursores colombianos del
derecho a la recreación, tal como se desprende del siguiente texto:
Para alejar de la
taberna a los obreros, el Estado debe procurarles distracciones encaminadas a
la educación moral y estética, como teatros populares a bajo precio, museos,
bibliotecas, escuelas dominicales y nocturnas, gimnasios públicos, retretas de
las bandas oficiales y sobre todo, cafés baratos donde a tiempo que se busquen
mercados inferiores para el consumo del grano, se tenga en mira producir la
excitación de las facultades ideativas, propia del café, en vez de espolear los
instintos innobles que el alcohol despierta o en lugar de permitir el
embrutecimiento por la chicha9.
Entre los antecedentes legislativos dignos
de señalar se encuentra la ley 80 del 13 de Noviembre de 1925, la cual en su
artículo 12 dispuso que
Las asambleas
departamentales votarán año por año la partida que fuere necesaria para la
fundación de plazas de deportes en la respectiva capital y en las poblaciones
mayores de 10.000 habitantes.
Parágrafo.- En
las ciudades de más de 20.000 habitantes habrá una plaza de deportes por cada
20.000 habitantes.
Dicha ley especifica también las funciones
de las plazas de deportes o fines principales a saber:
a).- Fomento de la salud.
b).- Recreación física.
c).- Mejoramiento de la energía mental.
d).- Educación del carácter 10 .
A partir de 1951, la recreación entró a
formar parte también de los diversos planes de desarrollo, de los temas de
investigación de instituciones académicas públicas y privadas.
Por todo ello, es apenas natural que
algunos miembros de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 propusieran
fijar políticas claras y criterios en materia de recreación y deporte11 .
En así como en la Carta vigente, la
recreación se manifiesta en diversas dimensiones. Es un derecho constitucional
fundamental y prevalente de los niños (Art. 44) pero también un derecho de
todas las personas que se manifiesta en actividades tales como la práctica del
deporte y el aprovechamiento del tiempo libre (Art. 52). Igualmente, es deber
del Estado promover el acceso progresivo de los trabajadores agrarios a los
servicios de recreación (Art. 64). Por último, la educación debe formar al
colombiano en la práctica de la recreación, entre otras (Art. 67).
2.- Tranquilidad y relaciones de
vecindad.
Esta Corte no puede menos que reconocer que
la paz y la tranquilidad constituyen aspiraciones supremas de la persona
humana. Pero, de otro lado, las denominadas relaciones de vecindad imponen un
mayor o menor grado de tolerancia de actos de propietarios o no propietarios
contiguos o próximos al lugar donde ocurre el conflicto eventual, en aras no
solo de hacer posible la convivencia cotidiana sino también de la necesidad
de respetar limitaciones impuestas en favor de terceros, las cuales se enmarcan
y encuentran su fundamento en principios tradicionales como los del abuso de
derecho y la función social de la propiedad. No en vano esta última constituye
una fórmula de
armonía que intenta concordar los intereses del individuo con los de la
sociedad toda, impidiendo que el ejercicio del propietario pueda menoscabar o
afectar en forma alguna el bien común. Se funden en ella la libertad del
individuo y las facultades que la propiedad concede, con la obligación de hacer
uso de ellas de manera conveniente al interés social, absteniéndose de lo que
perjudica a éste y cumpliendo las actividades que él reclama12 .
A lo anterior se agrega que, en virtud de
lo dispuesto por la Ley Fundamental vigente, tanto la persona en general como
el ciudadano están obligados a respetar los derechos ajenos, a no abusar de los
propios, pero también a participar en la vida cívica y comunitaria (C.N.-Art.
95).
Esto es válido tanto en términos abstractos
como en términos concretos, en los cuales los derechos de los propietarios y
vecinos a la tranquilidad deben tolerar las limitaciones y cargas propias del
normal ejercicio del derecho constitucional y prevalente de los niños a una
sana recreación y a la práctica del deporte.
Por tanto, el conflicto entre el derecho a
la recreación y el derecho a la tranquilidad de la comunidad debe ser
resuelto, en principio mediante alternativas concretas que permitan la
coexistencia y efectividad de ambos derechos. Con todo, cuando el conflicto
sea insoluble y los titulares del derecho a la recreación sean los niños, éste
habrá de prevalecer sobre la tranquilidad, siempre que su ejercicio no esté
acompañado de abusos objetivamente intolerables, según los usos y costumbres
lugareños en materia de relaciones de vecindad.
III. CONCLUSION
En virtud de todo lo anterior y teniendo en
cuenta que los usuarios del campo deportivo mencionado en el presente fallo
son, en su gran mayoría, niños de una escuela con muy limitadas posibilidades
de ejercer su derecho a la recreación y al deporte en lugar distinto a dicho
campo, pues las facilidades alternativas son prácticamente inexistentes y,
además, lo vienen haciendo en forma que no supera los límites de tolerancia
impuestos por la convivencia cotidiana en "El Porvenir",
jurisdicción del municipio de Buga, esta Corte reconocerá y hará prevalecer el
derecho a la recreación de los habitantes de dicho corregimiento. En
consecuencia, confirmará la sentencia del Juzgado Primero Civil del Circuito de
Buga que negó la tutela impetrada por los peticionarios.
DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera de Revisión
de la Corte Constitucional,
RESUELVE
PRIMERO.- CONFIRMAR la providencia proferida por el Juzgado
Primero Civil del Circuito de Buga el 9 de marzo del año en curso mediante la
cual negó la tutela interpuesta por los peticionarios.
SEGUNDO.- En todos aquellos casos similares al presente por sus
hechos o circunstancias, siempre que se configure un conflicto entre la
tranquilidad de la comunidad y el derecho a la recreación y al deporte de sus
habitantes, especialmente de los niños, la doctrina constitucional enunciada en
esta sentencia tendrá CARACTER OBLIGATORIO para las autoridades, en los
términos del artículo 23 del Decreto 2067 de 1991.
TERCERO.- ENVIENSE sendas copias del presente fallo al Director
de COLDEPORTES, La Directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, a
los Consejeros Presidenciales para los derechos humanos, la juventud, la
familia y la mujer, y el desarrollo de la Constitución, así como al Despacho de
la Primera Dama de la Nación.
CUARTO.- ORDENAR que por Secretaría se comunique esta
providencia al Juzgado Primero Civil del Circuito de Buga en la forma y para
los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.
Notifíquese, cópiese, comuníquese, cúmplase
e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
Sentencia aprobada por acta número 7 de la
Sala Primera de Revisión, a los diecisiete (17) días del mes de julio de mil
novecientos noventa y dos ( 1992 )
1 Cfr. Enciso Martínez, Hernando. Rico Alvarez, Carlos Alberto Fundamentos
de la Recreación. Ediciones Cerlibre. Bogotá, 1988. p. 24.
2 Cfr. Ibídem p. 6.
3 Cfr. Ibídem p. 68.
4 Cfr. Zamora Fernández, Rolando. Sociología del tiempo libre y
consumo de la población. La Habana. Editorial de Ciencias Sociales, 1988.
pp.23, 24.
5 Marion Clawson and Jack J. Knetsch. Economic Of Outdoor
Recreation. Baltimore: Johns Hopkins Press.1966, p. 6.
6 Ibídem, p. 7.
7 Cfr. Escobar Navia, Rodrigo. Necesidad, bases, objetivos y
medios principales de una política nacional de promoción de la recreación
popular para Colombia durante el período 1982-1986. En: ANIF Carta
Financiera No. 53 Tercer trimestre de 1982, p. 34.
8 Rivas Helga, Cecilia. Recreación popular o un derecho negado.
En: ANIF. Carta Financiera No. 53, p.66.
9 "El pensamiento social de Uribe Uribe". Biblioteca del
Ministerio de Trabajo. 1960, p. 28.
10 Cfr. Ley 80 del 13 de noviembre de 1925, Artículo 16.
11 Cfr. Holguín Armando. Constancia. En: Gaceta
Constitucional No. 88 Mayo 3 de 1991.
12 Cfr. Novoa Monreal, Eduardo. El derecho de propiedad privada.
Editorial Temis. Bogotá, Colombia 1979, p. 61. |
94 | T-467-92
Sentencia No
Sentencia No. T-467/92
ACCION DE TUTELA-Naturaleza
El ejercicio de la citada acción está
condicionado, entre otras razones, por la presentación ante el Juez de una
situación concreta y específica de violación o amenaza de violación de los
derechos fundamentales, cuya autoría debe ser atribuída a cualquier autoridad
pública o, en ciertos eventos definidos por la ley, a sujetos particulares. Además,
el peticionario debe tener un interés jurídico y pedir su protección también
específica, siempre en ausencia de otro medio judicial de protección o
excepcionalmente, como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable.
DERECHO DE ASISTENCIA
SOCIAL/ACCION DE TUTELA-Improcedencia
El derecho de naturaleza legal que habilita
dentro de ciertas condiciones normativas para sustituir al padre en la
prestación social denominada pensión de jubilación, se deriva, en último
término, del Derecho al Trabajo que tiene la categoría de Derecho Fundamental,
y no es asimilable al derecho a recibir asistencia del Estado en caso de
manifiesta situación de debilidad económica, física o mental. El Derecho
Constitucional a la Asistencia Social en caso de debilidad manifiesta por
razones económicas, físicas o mentales, no es reclamable directamente por vía
de la Acción de Tutela y, además, en la situación planteada por la
representante del peticionario no aparece violación o amenaza de violación a
ningún derecho constitucional fundamental que imponga decretar la específica y
directa protección de los jueces en funciones de tutela.
SALA DE REVISION
REF:
Expediente No.T-1736
Acción de tutela
contra la Caja Nacional de Previsión -Subdirector de Prestaciones Económicas-.
Peticionario:
OSCAR MORALES LOPEZ
Magistrado Ponente:
Dr. FABIO MORON DIAZ
Santafé de Bogotá, D.C., Julio diecisiete
(17) de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión en asuntos de tutela,
integrada por los señores Magistrados Simón Rodríquez Rodríquez, Jaime Sanín
Greiffenstein y Fabio Morón Díaz, previo estudio del Magistrado Ponente,
resuelve sobre la revisión de las sentencias relacionadas con la acción de la
referencia, proferidas el doce (12) de febrero de mil novecientos noventa y dos
(1992) por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala
Laboral, y el diez (10) de marzo del mismo año por la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Laboral.
I. ANTECEDENTES
A. La Petición
1. El 27 de enero de 1992, la Abogada
Mercedes Mendoza Maldonado, en ejercicio del poder conferido por el señor
Fernando Ospina Henao, curador de Oscar Morales López a quien se le ha
declarado en interdicción judicial por demencia, presentó ante el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá un escrito en el que interpone la
acción de tutela establecida en el artículo 86 de la Constitución Política,
contra la Caja Nacional de Previsión -Subdirector de Prestaciones Económicas-
"que no ha reconocido la solicitud de traspaso de pensión de jubilación de
que gozaba la señora Emilia López de Morales...".
Además, pide que se ordene a la citada
entidad que otorgue y pague con todos los ajustes, aumentos e intereses
legales, a Oscar Morales López interdicto por demencia, el derecho a la
"sustitución pensional" de su padre Ricardo Morales Salazar, de la
cual venía gozando su madre y curadora Emilia López Vda. de Morales, fallecida
en el mes de julio de 1991.
2. Los hechos que señala la representante
del peticionario como causa de la citada acción se resumen como sigue:
a. El padre del representado en la acción
de la referencia, estuvo pensionado por jubilación desde el año de 1953 por el
Ministerio de Educación Nacional, y falleció en el año de 1973; a reclamar la
sustitución del derecho pensional se presentó su viuda Emilia López de Morales
y a ella le fue concedida, primero por dos (2) años y luego de una reclamación
se le extendió su derecho de modo vitalicio.
b. El señor Oscar Morales López, hijo de
los esposos Morales López, fue declarado en interdicción judicial por demencia
en el año de 1986; en dicha orden judicial se nombró como curador a su señora
madre Emilia López de Morales quién posteriormente solicitó que se le otorgara
a su representado afectado de incapacidad mental, la sustitución pensional
definitiva en el monto del 50%.
c. La solicitud de sustitución pensional en
favor del hijo incapacitado no fue aceptada por la Subdirección de Prestaciones
Económicas de la Caja Nacional de Previsión Social; de igual modo dicha entidad
no accedió a lo pedido en la apelación propuesta, con base en argumentos que
tienen en cuenta el transcurso del tiempo desde la muerte del pensionado y la
afirmación de su viuda en el sentido de pedir la sustitución como la única
titular del derecho.
d. Antes de su muerte, la señora López Vda.
de Morales solicitó el 27 de abril de 1989 que la entidad de previsión
designara a su hijo inválido como su beneficiario; empero, desde esta fecha no
se ha producido pronunciamiento favorable en relación con esta sustitución
pensional plena.
3. En su opinión, se ha violado el artículo
13 de la Constitución Nacional en contra del representado "...que es una
persona en estado de interdicción en razón de su condición mental y necesita la
sustitución pensional para subsistir."
4. Advierte la peticionaria que "El
transcurso del tiempo y la primera manifestación de la señora Morales de López,
no puede ser causa suficiente para desconocer un derecho sustantivo reconocido
por las normas de prestaciones sociales, y tampoco lo puede ser el cumplimiento
de unas formalidades legales para su otorgamiento, puesto que se trata de un
interdicto judicial que no tiene conciencia de su actuación".
B. Las Sentencias que se Revisan
1. La sentencia del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, Sala Laboral
a) La Decisión
El citado Despacho judicial resolvió sobre
la solicitud presentada y declaró "...improcedente la acción de tutela
interpuesta por la doctora Mercedes Mendoza Maldonado a nombre de Oscar Morales
López.
b) Las Consideraciones de Mérito
El Tribunal fundamenta su decisión en las
consideraciones que se resumen enseguida:
- Las solicitudes del peticionario pueden
reclamarse ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo, pues existen
otros medios de defensa judicial que permiten el reconocimiento del derecho que
se dice desconocido de modo individual y concreto por las resoluciones de la
Caja Nacional de Previsión.
- Como existen dichos medios, de
conformidad con lo dispuesto por el artículo 86 de la Constitución Nacional y
por el artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, la acción propuesta es
improcedente y no puede atenderse en sede de tutela.
2. La sentencia de la Corte Suprema de
Justicia Sala de Casación Laboral.
a) La Previa Impugnación
La peticionaria representante del curador
del señor Oscar López, oportunamente, impugnó la sentencia anterior y pidió su
revocatoria con fundamento en las consideraciones que se resumen así:
Es cierto que dispone la acción contencioso
administrativa de nulidad y restablecimiento del derecho; pero mientras que se
decide por esa jurisdicción el incapaz estaría privado de los recursos
económicos necesarios para su subsistencia. En este sentido pide que se tutele
el derecho del incapaz como una medida transitoria y provisional dadas las
amplias facultades del juez en estos casos.
Los artículos 3o., 6o., 7o. y 8o. del
Decreto 2591 de 1991 son aplicables al caso que motiva la petición, mucho
más cuando se debe dar prelación al derecho sustancial.
b) En fallo del 10 de marzo de 1992,
la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia resolvió confirmar
la sentencia proferida por el Tribunal Superior de Bogotá, con base en las
siguientes consideraciones:
- La Corte Suprema de Justicia, Sala
Laboral, reitera su jurisprudencia en el sentido de señalar la improcedencia de
la acción de tutela cuando quien la ejecuta persigue la pretermisión de trámites
legales o administrativos necesarios para que por la autoridad correspondiente
se produzca una determinada decisión a ella reservada. Además, consideró
aquella Corporación que para los mismos efectos no puede hacerse diferencia
entre una pensión de origen legal y una extralegal o entre la solicitud del
reconocimiento de la pensión o del derecho a su reajuste.
- De otra parte se advierte que el
"juez" a que hace referencia el último inciso del artículo 8o. del
Decreto 2591 de 1991 es necesariamente el juez contencioso-administrativo.
Agregó la Corte que:
"La acción de
tutela que la Constitución prevé de manera excepcional cuando el afectado
dispone de otros medios de defensa judicial, sólo como mecanismo transitorio
para evitar un perjuicio irremediable, puede ejercerse, de acuerdo con lo
dispuesto por el artículo 8o. del Decreto 2591, `conjuntamente con la acción
de nulidad y demás procedentes ante la jurisdicción de lo contencioso
administrativo`. En estas condiciones no aparece lógico que un juez diferente
al de lo contencioso administrativo conozca de la acción de tutela ejercida
contra un acto administrativo, al tiempo que éste necesariamente sea el que
deba conocer de la acción de nulidad o de las 'demás procedentes' contra ese
acto. Y cuando se trata de ejercitar autónomamente la tutela frente a un acto
administrativo contra el cual procedan las acciones contenciosas pertinentes,
es decir, sin que el actor promueva `conjuntamente` la acción de tutela con las
otras acciones a que se refiere la norma, también debe aquélla instaurarse ante
la Jurisdicción Contencioso-Administrativa."
Además advierte aquella Corporación que:
"...no sólo por
razón de la especialidad que disciplina el control jurisdiccional de los actos
administrativos sino por disponerlo así expresamente el artículo 238 de la
Constitución Nacional, no puede ser otro juez distinto a su propio juzgador
natural quien disponga la suspensión provisional de los efectos de los actos
administrativos."
Concluye la Corte Suprema sus consideraciones
al advertir que:
"Aplicando las
anteriores reflexiones al caso sub exámine, hay que concluir que la decisión
que se pide adoptar en el fallo de tutela supondría necesariamente la
suspensión provisional del acto administrativo contenido en las Resoluciones
5527 y 6229, por medio de las cuales se negó por la Caja Nacional de Previsión
la solicitud de Emilia López Vda. de Morales para que se sustituyera la mitad
de la pensión en su hijo. E igualmente, significaría la suspensión provisional
del acto administrativo presunto que resultó del silencio de la entidad de
previsión frente a la petición que el 27 de abril de 1989 ella misma hizo para
que se designara "a su hijo inválido como beneficiario, sin que desde esa
fecha se hubiese producido pronunciamiento favorable en relación con esta
sustitución pensional plena"(folio 4); ya que en los términos del
artículo 40 del C.C.A., por regla general y salvo los casos de silencio
administrativo positivo, se entiende negada toda petición sobre la que desde el
momento de su presentación han transcurrido más de tres meses sin que recaiga
sobre ella pronunciamiento expreso. Esto, desde luego, siempre que se trate de
actos administrativos cuyo juzgamiento compete a la jurisdicción de lo
contencioso administrativo."
II. CONSIDERACIONES DE LA SALA
Primera: La Competencia.
Esta Sala de la Corte Constitucional es
competente para conocer de la revisión de la sentencia de la referencia, en
atención a lo dispuesto por los artículos 86, inciso tercero y 241 numeral 9 de
la Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del
Decreto 2591 de 1991; además, esta competencia obedece a la selección que de
dicha sentencia practicó la Sala correspondiente y al reparto que se verificó
en la forma señalada por el reglamento de esta Corporación.
Segunda: La Acción de Tutela y El artículo
86 de la Constitución Nacional.
Como cuestión preliminar y para definir los
fundamentos de esta providencia, esta Sala estima que la Acción de Tutela
está prevista en el artículo 86 de nuestra Carta Fundamental como un mecanismo
procesal complementario, específico y directo que tiene por objeto la
protección concreta e inmediata de los derechos constitucionales
fundamentales, en una determinada situación jurídica, cuando éstos sean
violados o se presente amenaza de su violación.
Dicha acción es un medio procesal
específico porque se contrae a la protección inmediata de los derechos
constitucionales fundamentales, afectados de modo actual e inminente y no a
otros, y conduce, previa la solicitud, a la expedición de una declaración
judicial que contenga una o varias órdenes de efectivo e inmediato
cumplimiento.
Es directo, porque siempre presupone una
actuación preferente y sumaria a la que el afectado puede acudir sólo en
ausencia de cualquier otro medio de defensa judicial, salvo que se utilice
apenas y excepcionalmente como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable y, en todo caso, procura la restitución al sujeto peticionario en
el goce del derecho de rango constitucional que se demuestra lesionado.
Es necesario destacar que tanto en la norma
constitucional, como en su desarrollo legislativo, el ejercicio de la citada
acción está condicionado, entre otras razones, por la presentación ante el Juez
de una situación concreta y específica de violación o amenaza de violación de
los derechos fundamentales, cuya autoría debe ser atribuída a cualquier
autoridad pública o, en ciertos eventos definidos por la ley, a sujetos
particulares. Además, el peticionario debe tener un interés jurídico y pedir su
protección también específica, siempre en ausencia de otro medio judicial de
protección o excepcionalmente, como mecanismo transitorio para evitar un
perjuicio irremediable.
Es, en efecto, un mecanismo judicial de
origen constitucional de evidente carácter residual que está previsto para
asegurar la tutela efectiva y sustancial de los derechos constitucionales
fundamentales, pues "solo procederá cuando el afectado no disponga de
otro medio de defensa judicial, salvo que aquélla se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable". Se establece así
un sistema complementario de garantía de aquellos derechos constitucionales
fundamentales que, con determinadas características de sumariedad, preferencia
y efectividad, impida en dicho ámbito la ausencia de su protección judicial,
pues el constituyente quiso superar con sus previsiones, determinadas
deficiencias de la organización del sistema judicial que, entre otras causas,
por su carácter legislado, no garantizaba la plena, efectiva e integral
protección de los derechos constitucionales fundamentales tan caros al Estado
Social y Democrático de Derecho y al constitucionalismo en todas sus
evoluciones.
No se trata de una vía de defensa de la
Constitución en abstracto o con fines generales, que pueda dirigirse contra
todos los integrantes o agentes de una Rama del Poder Público en su conjunto, o
contra un acto con vocación general y abstracta para lo cual la Carta y la ley
establecen otras vías; ni versa sobre derechos subjetivos controvertibles
judicialmente por las vías ordinarias o especializadas, ni sobre la legalidad
de los actos administrativos de contenido individual, subjetivo y concreto, atacables
ante la jurisdicción constitucionalmente competente de lo contencioso
administrativo.
Su consagración constitucional se endereza
a establecer un procedimiento, o eventualmente un conjunto de procedimientos
judiciales autónomos, específicos y directos de garantía inmediata de muy
precisos derechos y libertades establecidos en principio en el capítulo I del
Título Segundo de la Constitución y considerados como fundamentales, cuando
quiera que, se repite, sean agraviados por la concreta acción o la omisión de
una autoridad pública o por un organismo del Estado, siempre identificable
específicamente como una autoridad responsable de la misma, o por un
particular en los términos señalados por la ley.
Tercera. La Materia de la Petición
A. Esta Sala de la Corte Constitucional
encuentra que la representante judicial del señor Oscar Morales López,
interdicto por demencia, reclama por virtud del ejercicio de la Acción de
Tutela prevista en el artículo 86 de la Constitución Nacional, que le sea
reconocido a su representado, con todos los reajustes e intereses que resulten,
el derecho a la sustitución pensional de prestación de que disfrutaron
sucesivamente el padre y la madre de aquél a cargo de la Caja Nacional de
Previsión.
Sostiene la peticionaria, como se vió en la
parte de antecedentes de este fallo, que hubo omisión en las actuaciones de la
Subdirección de Prestaciones Económicas de la Caja Nacional de Previsión, pues
no se efectuó el traspaso del 50% de la pensión de jubilación otorgada a la
señora Emilia López de Morales, lo cual fue solicitado ante la Seccional
Risaralda de aquella entidad de seguridad social el 27 de abril de 1989.
Advierte la Corte que en ninguno de los
documentos aportados al trámite de la Acción de Tutela aparece prueba o siquiera
afirmación de la peticionaria que indique que el interesado o sus
representantes legales han solicitado, después de la muerte de la señora Emilia
López de Morales, a la entidad de Previsión social contra la que se dirige la
Acción de Tutela, que le sea reconocido el Derecho a la Sustitución de la
pensión de jubilación. Todo lo contrario, lo que se destaca de las probanzas
que obran en las actuaciones de tutela, es que la madre del Señor Morales
presentó en el año de 1989 una solicitud de sustitución de una parte de sus
derechos pensionales recibidos de su difunto esposo en favor de su hijo, y que
ésta fue denegada dentro de los términos correspondientes por la autoridad
administrativa competente. La representante del Señor Morales entiende que la
denegación de su solicitud es equivalente a una forma de omisión que debe ser
reprochada ante los jueces de tutela por arbitraria y abusiva. Obviamente, la
Corte no comparte sus apreciaciones y desestima cualquier consideración al
respecto, ya que es bien claro que la administración no dejó de atender las
solicitudes de la Señora madre del Señor Morales, representado en las
actuaciones que generan los fallos en revisión.
En opinión de la peticionaria, la supuesta
omisión produce el quebrantamiento del Derecho Constitucional que garantiza el
artículo 13 de la Carta en términos de la especial protección que debe el
Estado a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se
encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta. También sostiene que con
la conducta de la entidad de seguridad social señalada, se causa la misma
violación a la Constitución por actuaciones discriminatorias y abusivas.
Así las cosas, esta Sala de la Corte
Constitucional debe señalar cuál es su criterio en relación con la situación
planteada y, en especial, sobre la improcedencia de la petición que hace la
representante del señor Morales López, teniendo en cuenta la naturaleza del
derecho que se dice reclamar, la existencia de vías judiciales para las
pretensiones correspondientes y muy precisas condiciones jurídicas de las
actuaciones que se adelantaron ante la entidad contra la que se dirige la
acción de la referencia.
B. En primer término se tiene que la
petición de sustitución pensional por el monto del 50% de aquella prestación,
fue atendida por la entidad correspondiente dentro de los términos legales, al
expedir las resoluciones números 5527 de junio 13 de 1990 y 6229 de noviembre
7 de 1991 en las que se niega acceder a la solicitud de sustitución, lo cual
despeja cualquier duda sobre la posible violación al Derecho Constitucional de
Petición (art. 23 C.N.), y al Derecho Constitucional del Debido Proceso
Administrativo (art. 29 C.N.), que son reconocidos por la Carta con carácter
de fundamentales; en efecto, de lo visto en las actuaciones administrativas
allegadas al expediente, no queda duda al respecto, pues en todas las
oportunidades documentadas, se da respuesta a las peticiones de sustitución del
50% del derecho a la pensión y se dan las oportunidades de interponer los
recursos procedentes. Además, en la última de las actuaciones administrativas
se advierte con claridad que con la notificación de la misma quedó agotada la
vía gubernativa y abierta la oportunidad para acudir ante la jurisdicción de lo
contencioso administrativo.
C. De otra parte, la petición no se
endereza a reclamar la protección directa y específica en la jurisdicción de
tutela de los mencionados derechos de rango constitucional y más bien se contrae
a reclamar el amparo del Derecho Constitucional a la Asistencia del Estado que
radica la Carta en cabeza de los individuos que por su condición económica,
física o mental se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta.
Esta última garantía de naturaleza social,
se enmarca dentro de los conceptos propios del Estado Social de Derecho y
presupone, en su especificidad, muy determinados elementos normativos
diferentes a los que configuran la noción constitucional de derechos
constitucionales fundamentales, objeto específico de la Acción de Tutela en la
ausencia de cualquiera otra vía judicial de protección; este derecho debe
entenderse como una prestación de carácter asistencial del Estado que presupone
elementos institucionales y económicos bien diversos de los que integran el
objeto de la Acción de Tutela y por tanto la presentada no debió prosperar,
como en efecto ocurrió. Corresponde al legislador, y en general a los poderes
públicos con funciones específicas de promoción del bienestar colectivo,
adelantar las acciones necesarias para asegurar recursos e instrumentos
adecuados y suficientes para garantizar la efectiva realización de estos
cometidos básicos del Constituyente, que son de fundamental trascendencia para
nuestra organización política.
D. Se plantea así, una de las condiciones
de improcedencia de la Acción de Tutela de las previstas en el artículo 86 de
la Carta y en el Decreto 2790 de 1991, pues en primer término el derecho
subjetivo reclamado tiene para su protección las vías judiciales de naturaleza
contencioso-administrativa donde se puede debatir la legalidad de las
actuaciones de la Administración y la existencia del derecho reclamado, su
monto y alcance, así como las indemnizaciones, actualizaciones y reajustes que
eventualmente procedan.
En otras palabras, el derecho de naturaleza
legal que habilita dentro de ciertas condiciones normativas para sustituir al
padre en la prestación social denominada pensión de jubilación, se deriva, en
último término, del Derecho al Trabajo que tiene la categoría de Derecho
Fundamental, y no es asimilable al derecho a recibir asistencia del Estado en
caso de manifiesta situación de debilidad económica, física o mental; ambas,
son nociones que se vinculan con los supuestos normativos del Estado Social de
Derecho, fundadas en el respeto a la dignidad humana y en la solidaridad de
las personas, pero cobijan hipótesis jurídicas bien diversas que no coinciden
necesariamente en todos los casos en los que sea necesario promoverlas.
Lo cierto es que el Derecho Constitucional
a la Asistencia Social en caso de debilidad manifiesta por razones económicas,
físicas o mentales, no es reclamable directamente por vía de la Acción de
Tutela y, además, en la situación planteada por la representante del peticionario
no aparece violación o amenaza de violación a ningún derecho constitucional
fundamental que imponga decretar la específica y directa protección de los
jueces en funciones de tutela.
También, desde otro punto de vista, se
tiene que el inciso tercero del artículo 13 de la Carta consagra un derecho
de carácter social entendido éste como una prestación que debe atender a la
capacidad fiscal y a los compromisos que impone la ley para ante los asociados,
y no supone un atributo de la persona con carácter imprescriptible e
inalienable que reclame de los jueces las órdenes necesarias e inmediatas para
asegurar su protección específica.
E. La controversia judicial sobre la
legalidad de la específica actuación administrativa de la Caja Nacional de
Previsión que se tacha, se contraería en el evento de su promoción por los
accionantes, a las causas de la petición de sustitución elevada por la viuda
del beneficiario inicial de la pensión de jubilación, pues aquellos elementos
de hecho y de derecho deben ser examinados de conformidad con las competencias
ordinarias de los jueces de lo contencioso administrativo donde se le debe dar
la solución legal que corresponda, y sólo en caso de una violación a
cualquiera de los derechos constitucionales fundamentales podría intentarse la
acción de origen constitucional; como aquel no es el caso planteado, deben
confirmarse las sentencias que negaron la tutela solicitada. Además, la
petición que se examina en las sentencias que ahora se revisan, está fundada en
hechos controvertibles a la luz de la legislación ordinaria que escapan, como
se advirtió más arriba, a la jurisdicción de tutela, pues aquella solicitud se
dirige a fundamentar probatoriamente un derecho subjetivo que requiere
dilucidarse plenamente; así, como no está en los fines del Constituyente al
consagrar la Acción de Tutela, desplazar a los jueces naturales de sus
competencias ordinarias, ni el permitir la pretermisión de los términos y las
instancias judiciales, no puede accederse a la petición formulada como en su
momento lo dispusieron el Tribunal Superior de Bogotá y la H. Corte Suprema de
Justicia. Cabe advertir que la petición elevada no se formula como mecanismo
transitorio enderezado a precaver o evitar un perjuicio irremediable sobre un
derecho constitucional fundamental, por tanto, si lo que se busca es en verdad
satisfacer una pretensión ordinaria, el interesado debe ejercer su derecho a
acudir ante las vías de defensa judicial que le ofrece el ordenamiento
jurídico.
Ahora bien, y para mayor abundamiento se
tiene que el derecho constitucional que corresponde a las personas naturales
que se encuentren en manifiestas circunstancias de debilidad por su condición
física, económica o mental y que consiste en la posibilidad de reclamar del
Estado las providencias correspondientes, debe ser un elemento sustancial en el
examen de la solicitud administrativa de sustitución de pensión y en las
actuaciones judiciales contencioso-administrativas, dada la voluntad del
constituyente de impregnar con sus principios, fines y valores toda la
actuación de los poderes públicos dentro del Estado Social de Derecho que se
erige por la Carta de 1991; empero, en el caso de que se trata en las
providencias que se revisan no existe fundamento para que los jueces de tutela
por esta vía especial, decreten el reconocimiento de un derecho subjetivo
concreto que ha sido discutido en su sede administrativa natural, ni para que
decreten una específica medida de protección social.
La primera de aquellas funciones, agotadas
debidamente las actuaciones administrativas, corresponde a los jueces
competentes de lo contencioso administrativo, mucho más, teniendo en cuenta que
dicha jurisdicción tiene razón de ser y fundamento constitucional y que la
acción de tutela es un mecanismo constitucional que no puede prosperar en
presencia de otra vía judicial ordinaria o especializada, salvo cuando se
interpone como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
Asunto bien distinto es aquel que se genera
por violación de cualquier Derecho Constitucional Fundamental radicado en
cabeza de cualquier persona, como el derecho al Debido Proceso o el Derecho
Constitucional de Petición entre otros, caso en el cual solo procede la Acción
de Tutela si no existe vía judicial para su protección pero, como se vió, no es
este el caso de que se ocupan las decisiones que se revisan.
En mérito de lo expuesto la Corte
Constitucional, en esta Sala de Revisión de Tutelas, administrando justicia en
nombre del Pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E :
Primero. CONFIRMAR las sentencias relacionadas con la acción de
la referencia, proferidas por el Tribunal Superior de Distrito Judicial de Bogotá,
Sala Laboral, el 12 febrero de 1992, y por la Corte Suprema de Justicia, Sala
Laboral, de 10 de marzo de este mismo año.
Segundo. Comuníquese la presente providencia a los anteriores
Despachos, para los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de
1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
FABIO MORON DIAZ SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
95 | T-468-92
Sentencia No
Sentencia No. T-468/92
ACCION DE TUTELA-Regulación Legal
El legislador utiliza una doble dirección
en el reglamento de la procedibilidad de la acción de tutela, al establecer los
casos de "procedencia" tanto como los de "improcedencia" de
la misma. Esta lógica reguladora acusa falta de técnica legislativa por
cuanto, de algún modo es contraria al principio liberal según el cual todo lo
que no está prohibido, está permitido. Principio no solo garantizador de la
libertad al hacer primar la facultad general sobre la facultad legislativa
expresa, sino porque además, obliga a una interpretación restrictiva en el
accionar de los particulares en el ejercicio de la libertad que genera en estos
dos órdenes de complicaciones; el primero referente a las posibles
contradicciones que pueden presentarse entre el catálogo de autorización y el
de prohibiciones, y el segundo, radica en que dicha técnica legislativa puede
dejar por fuera de las predicciones del legislador algunos casos que no están
prohibidos ni permitidos. De suerte que en esta modalidad legislativa, la
acción procede sólo cuando expresamente se señala y no procede en los casos así
indicados, de igual manera, expresamente.
ACCION DE TUTELA
Procede la acción de tutela, cuando
circunstancias que rodeen al solicitante, no le permitan poner en marcha o
hacer uso de los mecanismos judiciales. Interpretación distinta, llevaría a
reconocer a los jueces de toda la jerarquía judicial, la posibilidad de
evaluar, en cada caso, la eficacia del orden judicial, lo cual implicaría no
sólo el desquiciamiento de la seguridad y confianza que informa a esas
instituciones, sino, a otorgar un poder exorbitante al juez de tutela para
sustituir a la justicia ordinaria, cuando según su discreción sea ineficaz. La
interpretación adoptada, supone, que sólo en casos extremos o excepcionales
será procedente la acción de tutela existiendo otros medios de defensa
judicial, en atención a las circunstancias en que se encuentre el solicitante.
La causal de improcedencia surge cuando existan otros recursos o medios de
defensa judiciales para reclamar el derecho que se pretende, salvo que la
acción "se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable"
PERJUICIO IRREMEDIABLE-Concepto
Se entiende por irremediable el daño para
cuya reparación no existe medio o instrumento. Es el daño o perjuicio que una
vez se produce, no permite retrotraer las circunstancias al estado anterior a
la vulneración del derecho. El legislador abandonó la teoría del daño no
resarcible económicamente, que en oportunidades se ha sostenido, en especial
para considerar algunos elementos del perjuicio moral. Se ha considerado, por intérpretes
de la norma, que su redacción adolece de defecto al afirmar que el dicho
perjuicio irremediable sería aquél no reparable en su integridad, mediante
indemnización, interpretación equivocada porque abandona la manifestación
expresa y literal de la ley. Se trata de daños como la pérdida de la vida, o la
integridad personal, que pudiendo ser indemnizados totalmente en sus efectos
materiales y morales, no puede recuperarse por ningún medio.
DAÑO CONSUMADO
El daño como resultado de la lesión producida
en el derecho amparado puede ser de naturaleza material o moral, de suerte que
una vez se haya producido de manera total, y no parcial o progresivamente,
impide la procedencia de la acción de tutela. Lo anterior, por cuanto para
la reparación de los daños antijurídicos imputables a las autoridades públicas,
el Constituyente previó acciones distintas en los artículos 89 y 90 de la Carta
Fundamental, y los daños causados en acciones y omisiones de los particulares
hacen a estos responsables de su resarcimiento con arreglo a las leyes civiles
sobre la materia.
ACCION DE TUTELA-Naturaleza Preventiva/EXCEPCION DE
INCONSTITUCIONALIDAD
En el artículo 5o. del decreto se autoriza
la procedencia de la acción de tutela contra toda acción u omisión de las autoridades
públicas, "que haya violado", es decir que haya consumado el daño
proveniente de la violación del Derecho, con lo cual se cambia la naturaleza
preventiva de la acción, A fin de salvar la contradicción indicada, debe
inaplicarse la hipótesis del artículo 5o. "que haya violado", por
inconstitucional, toda vez que la Constitución Política en su artículo 86,
autoriza la protección de los derechos fundamentales, cuando quiera que estos
resulten vulnerados", y no cuando lo hayan sido en el pasado, y además,
el sistema de la Constitución, al otorgar vías especiales para resarcir el
"daño" como las que se han mostrado atrás, le otorga a la acción un
carácter preventivo que se vería contrariado. No queda duda sobre el carácter
preventivo de la acción de tutela, y sobre su improcedencia cuando la
violación al derecho fundamental se encuentra consumada definitivamente y el
consecuente daño se ha presentado de manera total.
ACCION DE TUTELA-Presupuestos Procesales
Los presupuestos procesales de procedencia
o improcedencia de la acción de tutela, habida consideración de la naturaleza
popular de esta acción, en el sentido de que puede ser ejercida por
"toda persona", o de que no requiere la mediación de profesional del
derecho para su ejercicio, y de la naturaleza de la misma, no pueden ser
resueltas al admitir la demanda, sino en la sentencia, para que entre uno y
otro momento procesal medie el suficiente diálogo judicial entre los
intervinientes y el juez pueda, si es del caso, llegar al convencimiento
razonado de su existencia o inexistencia.
ACCION DE TUTELA
TRANSITORIA-Improcedencia/DAÑO
CONSUMADO/REINTEGRO AL CARGO
No procede como mecanismo transitorio la
acción de tutela, cuando no sea para evitar un perjuicio irremediable, y en
este caso, según definición legal, no se considera de esa clase el perjuicio,
"cuando el interesado puede solicitar a la autoridad", como en el
caso, "que se disponga el restablecimiento o protección del derecho, mediante
la adopción de disposiciones como las siguientes: a) Orden de
reintegro...", que es justamente lo que solicita el actor. La violación
del derecho cuyo amparo se solicita, originó un daño que se encuentra
consumado, toda vez que el interesado está desvinculado de las funciones
docentes, que se pide se le permita volver a desarrollar; por lo que es también
improcedente la acción.
Sala de Revisión No. 5
Expediente No.
T-1475
Procedencia e
Improcedencia de la Acción de Tutela.
Actor:
EUDORO ENRIQUE
VELASQUEZ FUENTES
Magistrados:
Dr. FABIO MORON DIAZ
-Ponente-
Dr. SIMON RODRIGUEZ
RODRIGUEZ
Dr. JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN
Santafé de Bogotá, D.C., julio diecisiete
(17) de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Corte Constitucional, Sala de Revisión
de Tutelas, decide mediante sentencia el asunto de la referencia, en el grado
jurisdiccional de revisión, teniendo en cuenta lo siguiente:
A N T E C E D E N T E S
El señor EUDORO ENRIQUE VELASQUEZ FUENTES,
obrando en nombre propio "y asesorado legalmente por el Dr. Oscar Augusto
Beltrán F., Abogado titulado", a quien confiere poder para coadyuvar esta
acción, presentó acción de tutela contra la Universidad Tecnológica de los
Llanos Orientales, para que se le ampare su Derecho al Trabajo según el artículo
25 de la C.N., el Decreto 80 de 1980 y el Decreto 3269 de 1985, que le fuera
vulnerado mediante el acto administrativo emanado de la Rectoría de aquel
centro docente, contenido en la Resolución No. 1477 del 21 de noviembre de
1991, que ordenó su retiro del servicio docente. "Como ese acto
administrativo me lesiona, solicito, con fundamento en el artículo 7o. del
Decreto 2591 de 1991, se suspenda el acto administrativo, en el fallo o antes
si lo estima conveniente su Despacho, disponiéndose orden de reintegro al
empleo respectivo, mientras se profiere fallo por la vía contencioso
administrativa, a la cual se hará uso dentro del término del artículo 8o. del
Decreto 2591 de 1991, que regula la tutela como mecanismo transitorio para la
protección del derecho fundamental. Igualmente solicito que se señale en la
orden el reintegro como si no hubiera existido solución de continuidad, puesto
que tengo derecho al salario dejado de percibir."
Como fundamentos de su petición, expone lo
siguiente:
"1o. Desde el
7 de septiembre de 1980, me posesioné como profesor de Unillanos, adscrito a la
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, sin asimilación al escalafón
docente.
"2o. En
Febrero 9 de 1988 fue asimilado al escalafón docente de Unillanos, en la
categoría de Asociado nivel III, posesionándome.
"3o. En mayo
de 1988, según Resolución No. 0472 de 1988 la Rectoría lo notificó en el
escalafón (sic) docente en la categoría de Profesor Asociado Nivel III,
'posesionándome en el mismo mes de mayo de 1988, en acto solemne y colectivo
con otros profesores.'
"4o. Al
ingresar a Unillanos como profesor fuí de libre nombramiento y remoción solo
durante el primer año o sea hasta el 6 de septiembre de 1981,
independientemente de si estaba o no escafonado (sic), de conformidad con el
Decreto 80 de 1980, art. 97.
"5o. El
Estatuto de Unillanos que debe ser armónico con el Decreto 80 de 1980, me
confirió estabilidad en mi empleo de Profesor Asociado Nivel III, a partir de
mi posesión, por un periodo de 4 años que se extiende hasta mayo de
1992, habida cuenta de la fecha cierta y real de mi posesión, que es la que
determina la ley para contabilizar la estabilidad y no otra, según el artículo
46 del Decr. 3269 de 1985 o sea el Estatuto de Unillanos, que debe estar en armonía
con el citado Decreto 80 de 1980 que es norma marco para estatutos
específicos.
"6o.
Contrariando mandatos legales como los Decretos 80 de 1980 y el Decr. 3269 de
1985, fuí separado del empleo de Profesor Asociado Nivel III, por la
Universidad Tecnológica de los Llanos Orientales, según resolución Rectoral No.
177 de 21 de noviembre de 1991, con efectividad a partir del primero de enero
de 1992, aduciendo que mi periodo de estabilidad no se cuenta desde la fecha de
mi posesión, como lo manda el art. 46 del Decr. 3269/85.
"7o. La
resolución que me separa del empleo, pretende interpretar la norma jurídica,
en forma mal intencionada, dado que la norma es clarísima, de manera que no
admite otra interpretación, como es que la estabilidad de 4 años se cuenta
desde la fecha de la posesión y no sobre los efectos fiscales retroactivos, que
es cosa diferente. La fecha de la posesión cierta consta en un documento
público, con fecha cierta, de mayo de 1988, ya sea retroactiva o nó, para
efectos fiscales y, es la fecha de posesión la que marca el punto de partida
para la estabilidad y no otra, ....". En caso de duda, afirma, se le debe
conceder la favorabilidad propia de los asuntos laborales.
"8o. No
estando la administración pública -Unillanos- dentro del término de 30
días anteriores al vencimiento del periodo de estabilidad de 4 años que
comenzaron a contar desde mi posesión en mayo de 1988, no tenía derecho ni
facultad para mi remoción, menos para acortar un periodo legal de estabilidad
en el empleo.
9o. Agrega que
teniendo "la posibilidad de accionar por la vía contencioso
administrativa, para demandar la nulidad de la Resolución que me separa del
cargo, la acción de tutela la invoco dentro de los parámetros del art. 6o. num.
1, del Decr. 2591 de 1991 Reglamentario del art. 86 de la C. Nal., ya que el
fallo que espero de su Despacho me evita perjuicios irremediables sucesivos,
susceptibles de pararse o suspenderse, con las medidas que tome su Despacho en
protección a mi derecho fundamental y legal lesionado -mi derecho al trabajo-.
10. Igualmente,
agrega que no se adelantó investigación disciplinaria, que diera justificación
al retiro del servicio docente, que dispuso en su contra por el Claustro.
LA DECISION DE PRIMERA INSTANCIA
El Juzgado Primero Superior de
Villavicencio, en providencia de febrero (4) de mil novecientos noventa y dos
(1992), resuelve "Conceder la acción de tutela invocada por el señor
EUDORO ENRIQUE VELASQUEZ FUENTES y coadyuvada por el Dr. OSKAR BELTRAN
FIGUEREDO, contra la Universidad Tecnológica de los Llanos Orientales
"UNILLANOS", consistente en restablecer el derecho al trabajo en las
mismas condiciones y circunstancias en que se hallaba el docente y sin solución
de continuidad", luego de considerar lo siguiente:
- Que el "Decreto 455 del 26 de
febrero de 1981 en su artículo 47: "El personal docente se regirá por el
reglamento que para tal efecto sea expedido por el Consejo Superior, de
conformidad con las disposiciones establecidas en el Decreto Extraordinario No.
080 de 1980 y las disposiciones que lo reglamenten, adicionen o
modifiquen" (Estatuto General de la Universidad Tecnológica de los Llanos
Orientales). El Decreto citado en su artículo 18 señala las funciones del
Rector que en su literal f), reza: "Con arreglo a las disposiciones
pertinentes nombrar y remover al personal de la Institución". Tal
dispositivo es consagrado en el Decreto 80 de enero 22 de 1980 en su art. 61
literal f). (Estatuto para la Educación Superior), y en su art. 97 establece
que los Docentes de tiempo completo aunque son empleados públicos no son de
libre nombramiento y remoción."
- Que "Según Acta No. 711 del 23 de
febrero de 1988 cuya fotocopia reposa al fl. 28, EUDORO ENRIQUE VELASQUEZ
FUENTES tomó posesión del cargo de Docente de Tiempo Completo Categoría
Asociado Nivel III."
- Que el "decreto 80/80 en su art.
109 inciso 4o. establece: 'La calidad de profesor asociado otorga estabilidad
por periodos sucesivos de 4 años calendario'. A su vez el reglamento para el
personal docente de la Universidad Tecnológica de los Llanos, Decreto 3269/85
en su art. 31 literal c) consagra en las mismas condiciones, por el mismo
tiempo el derecho a la estabilidad, arriba transcrito."
- Que conforme "al reglamento para
el personal Docente de la Universidad Tecnológica de los Llanos -Decreto
3269/85- en el parágrafo de su art. 46 estatuye: "El reconocimiento de la
promoción en el Escalafón tendrá vigencia a partir de la fecha en que el
docente tome posesión del cargo que corresponde a la promoción que se le ha
hecho". Y el artículo 101 del mismo Estatuto, literal b) dispone la
cesación definitiva en el ejercicio de las funciones (del docente), por vencimiento
del periodo de estabilidad respectivo, debiendo comunicarse antes de un (1)
mes la terminación de la relación laboral."
- Que no obstante, el caso que se ventila,
corresponder a la órbita de la Jurisdicción Contencioso administrativa, la
acción interpuesta ha de fallarse por este Despacho en virtud a la consagración
en el Decreto Reglamentario y por haberse utilizado como mecanismo transitorio,
pudiendo ejercerse conjuntamente con la de nulidad ante la jurisdicción
especial antes indicada."
"Como se trata de una acción cautelar
no resuelve en definitiva el conflicto de intereses, sino que se limita, por
tener un procedimiento preferente y sumario, a decidir transitoriamente si se
tutela o no el derecho que se estima vulnerado."
Que el acto administrativo que retiró al
accionante del servicio, interpretó erróneamente las fechas de iniciación y
terminación del periodo de estabilidad por 4 años, "por cuanto toma la
iniciación de la misma con vigencia de enero 1o. de 1988, para terminar en
diciembre 31 de 1991", y que la comunicación sobre cesación del cargo
por vencimiento del periodo "se cursó antes de un (1) mes de la fecha que
la Rectoría consideró se perdía la estabilidad y cabía la desvinculación del
docente."
- Que la Universidad al computar el tiempo
de estabilidad (4 años), partió de lo expresado en la Resolución que incorpora
al demandante al escalafón docente, con retroactividad a partir del 1o. de
enero de 1988. Pero dicha retroactividad es sólo para efectos fiscales porque
según el artículo 46 del reglamento para el personal docente de la Universidad,
"únicamente a partir de la posesión, cobra vigencia el reconocimiento del
Escalafón"; posesión que se produjo el 23 de febrero de 1988, "y a
partir de esta fecha, como se ha reiterado comienza su periodo de estabilidad
en el escalafón que se ha mencionado, por un lapso de cuatro (4) años".
- Que no asiste razón al demandante al
solicitar que se contabilice el término estabilidad a partir del mes de mayo
de 1988, por cuanto, en ese mes se produjo un acto simplemente protocolario y
no se levantó "acta con las formalidades que tal acto representa, como es
la posesión". En esta oportunidad solo se ratificó la decisión contenida
en la primera resolución.
- Que se vulneró el derecho fundamental al
trabajo, y en consecuencia debe restablecerse el derecho "en el cargo de
docente Asociado III de la Universidad Tecnológica de los Llanos Orientales en
las mismas condiciones en que venía ejerciendo su función y desde la fecha en
que fue desvinculado de la misma, sin solución de continuidad, es decir, hasta
el vencimiento del periodo de estabilidad conforme al estatuto que lo
rige."
- Que al "ordenar el reintegro del
Dr. EUDORO ENRIQUE VELASQUEZ FUENTES a la Universidad Tecnológica de los
Llanos, como Docente Asociado III, se suspende la Resolución No. 1477, en
cuanto toca con la determinación en su parte resolutiva que dispone retirar
del servicio docente de la Universidad Tecnológica de los Llanos Orientales al
docente Eudoro Enrique Velásquez Fuentes, a partir del 1o. de enero de
1992."
La decisión judicial antes reseñada, fue impugnada dentro del término legal,
tanto por el apoderado del demandante como por el Rector (e) de la Universidad
Tecnológica de los Llanos Orientales.
LA DECISION DE SEGUNDA INSTANCIA
El Honorable Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Villavicencio -Sala de Decisión Penal- vistas las impugnaciones
interpuestas, resuelve en providencia del tres (3) de marzo de mil novecientos
noventa y dos (1992), "REVOCAR el fallo de fecha febrero 4 de 1992 por
medio del cual el Juzgado Primero Superior de Villavicencio, concedió la Acción
de Tutela invocada por el Dr. EUDORO ENRIQUE VELASQUEZ FUENTES y coadyuvada por
su apoderado el Dr. Oskar Beltrán Figueredo, contra la Universidad Tecnológica
de los Llanos Orientales", atendiendo las razones que se resumen a
continuación:
- Que antes de entrar a considerar lo
concerniente a las impugnaciones propuestas contra el fallo emitido por el
JUZGADO PRIMERO SUPERIOR, debe revisarse "la procedibilidad" de la
acción de tutela instaurada por el Dr. EUDORO ENRIQUE VELASQUEZ FUENTES.
"La improcedencia de su formulación se estipula, entre otras causales y
según el artículo 6o. (D.2591/91), numeral 1o. "cuando existen otros
recursos o medios de defensa judiciales, salvo que aquélla se utilice como
mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable...". Acude
para sustentar su argumento a concepto emitido por el Honorable Consejo de
Estado (C. de E., Sala de Consulta M.P. Dr. HUMBERTO MORA OSEJO, 5 de
diciembre de 1991).
_ Que el Decreto 306 de 1991, expresa que
no se considera irremediable el perjuicio, "cuando el interesado pueda
solicitar a la autoridad judicial competente que se disponga el restablecimiento
o protección del derecho, mediante la adopción de disposiciones como las
siguientes: "a) orden de reintegro o promoción a un empleo, cargo,
rango o condición,...".
- Que "en conclusión, por esta
instancia, ha de revocarse el fallo de primer grado emanado del Juzgado
Primero Superior de Villavicencio, disponiéndose en su lugar, rechazar la
acción de tutela instaurada a través de apoderado por el Dr. EUDORO ENRIQUE
VELASQUEZ FUENTES, por improcedente, conforme a los enunciados precedentes."
CONSIDERACIONES DE LA SALA
a. La Competencia
Es competente la Corte Constitucional -Sala
de Revisión de Tutelas- para conocer de la presente acción, con base en lo
dispuesto en los artículos 86 inciso 2o. y 241 numeral 9o. de la Constitución
Política y los artículos 33 y 34 del Decreto 2591 de 1991.
b. La Materia
Comprende la presente revisión, la
valoración de los contenidos del fallo proferido por el Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Villavicencio, el tres (3) de marzo de mil novecientos
noventa y dos (1992), en el caso de la referencia, con miras a precisar la
procedencia e improcedencia de este tipo de acciones judiciales.
Procedencia e improcedencia de
la Acción de Tutela
El tema de la procedencia de la acción de
tutela, se enmarca en el capítulo del derecho procesal, desarrollado en
nuestro país por la doctrina y la jurisprudencia de los denominados
"presupuestos procesales", es decir, del conjunto de elementos que
deben operar para que la acción o sus pretensiones, las sentencias y la
validez del proceso, permitan la existencia y definición cierta de la relación
procesal. Este importante tema, adquirió prelación desde mediados del Siglo
pasado, por la sustantiva problemática que se propone resolver, principalmente
en punto a la competencia del juez, a la distribución de los litigios entre las
distintas instancias judiciales y categorías de jueces, la capacidad para ser
parte y la capacidad para obrar procesalmente. Originariamente, la teoría de
los presupuestos procesales, fue una respuesta al casi caótico desmembramiento
que caracterizó a los "poderes judiciales", durante la Edad Media, en
la cual gran número de Tribunales eran llamados a resolver, unos al lado de
otros, los asuntos más disímiles, sin perjuicio de la existencia entre ellos de
algunas reglas que fijaban, en teoría, el reparto de las competencias.
La doctrina ha caracterizado los
presupuestos procesales como los requisitos que determinan el nacimiento
válido del proceso. Son, pues, los requisitos indispensables para la formación
y desarrollo normal del proceso y para que éste pueda ser decidido con la
sentencia.
El Nuevo Orden Constitucional y sus
desarrollos legislativos traen precisiones sobre la procedencia e improcedencia
de la acción de tutela, sobre las cuales es necesario detenerse para el
presente caso.
El artículo 86 de la Constitución Política
contempla tres (3) hipótesis sobre la procedencia de la acción de tutela: La
primera, según la cual toda persona tendrá acción de tutela para reclamar ante
los jueces la protección inmediata de sus derechos constitucionales
fundamentales, de suerte que sólo será procedente esta acción para solicitar el
amparo de derechos de esa naturaleza (inciso 1o.); la segunda, que dispone que
esta acción sólo "procederá", es decir sólo tendrá lugar la anterior
hipótesis, cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa judicial, lo
que le otorga al proceso el señalado carácter subsidiario, salvo que se utilice
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable (inciso 3o.)
y, la tercera, que defiere a la ley el establecimiento de los casos en los que
la acción de tutela "procede" contra particulares encargados de la
prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y directamente
el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado
de subordinación o indefensión (inciso 5).
La legislación que vino a reglamentar la
acción de tutela consagrada en el artículo 86 de la C.N., se encuentra
contenida en el Decreto No. 2591 de 1991, expedido con base en las facultades
extraordinarias a que se refieren los artículos 5o. y 6o. transitorios, de la
Constitución Política, y, en el Decreto No. 306 de 1992, expedido en ejercicio
de la potestad reglamentaria otorgada al Presidente de la República en el
artículo 189, numeral 11 de la Carta.
El legislador utiliza una doble dirección
en el reglamento de la procedibilidad de la acción de tutela, al establecer los
casos de "procedencia" tanto como los de "improcedencia" de
la misma. Esta lógica reguladora acusa falta de técnica legislativa por
cuanto, de algún modo es contraria al principio liberal según el cual todo lo
que no está prohibido, está permitido. Principio no solo garantizador de la
libertad al hacer primar la facultad general sobre la facultad legislativa
expresa, sino porque además, obliga a una interpretación restrictiva en el
accionar de los particulares en el ejercicio de la libertad que genera en estos
dos órdenes de complicaciones; el primero referente a las posibles
contradicciones que pueden presentarse entre el catálogo de autorización y el
de prohibiciones, y el segundo, radica en que dicha técnica legislativa puede
dejar por fuera de las predicciones del legislador algunos casos que no están
prohibidos ni permitidos. De suerte que en esta modalidad legislativa, la
acción procede sólo cuando expresamente se señala y no procede en los casos así
indicados, de igual manera, expresamente. Hubiese sido deseable que esta
acción para la libertad, se regulase en un solo sentido, bien sea positivo
(procedencia) o negativo (improcedencia), para una mayor claridad y precisión
sobre los casos en que tiene oportunidad legal.
En efecto, el artículo 5o. del Decreto 2591
de 1991 cuyo título es "Procedencia de la acción de tutela", dispone
que esta acción "procede" contra toda acción u omisión de las
autoridades públicas "que haya violado", viole o amenace violar
cualquiera de los derechos constitucionales fundamentales o derechos no
señalados expresamente por la Constitución como fundamentales, pero cuya
"naturaleza" permita su tutela para casos concretos. (Corte
Constitucional, sentencia No. T-08 de mayo 18 de 1992. M.P. Dr. Fabio Morón
Díaz).
Por su parte, el artículo 6o. del mismo
decreto establece las "causales de improcedencia", señalando que no
procederá:
1. Cuando existan otros recursos o medios
de defensa judiciales, salvo que aquélla se utilice como mecanismo transitorio
para evitar un perjuicio irremediable. Esta causal de improcedencia, le
confiere a la acción un carácter subsidiario o supletivo y no alternativo, como
se ha querido interpretar, al fijar el alcance de la última frase del numeral
1o. del artículo que dice: "La existencia de dichos medios será
apreciada en concreto, en cuanto a su eficacia, atendiendo las circunstancias
en que se encuentre el solicitante". El recto entendimiento del
precepto, lleva a tener por procedente la acción de tutela, cuando
circunstancias que rodeen al solicitante, no le permitan poner en marcha o
hacer uso de los mecanismos judiciales. Interpretación distinta, llevaría a
reconocer a los jueces de toda la jerarquía judicial, la posibilidad de
evaluar, en cada caso, la eficacia del orden judicial, lo cual implicaría no
sólo el desquiciamiento de la seguridad y confianza que informa a esas
instituciones, sino, a otorgar un poder exorbitante al juez de tutela para
sustituir a la justicia ordinaria, cuando según su discreción sea ineficaz. La
interpretación adoptada, supone, que sólo en casos extremos o excepcionales
será procedente la acción de tutela existiendo otros medios de defensa
judicial, en atención a las circunstancias en que se encuentre el solicitante.
La causal de improcedencia surge cuando existan otros recursos o medios de
defensa judiciales para reclamar el derecho que se pretende, salvo que la
acción "se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable", es decir, que como mecanismo transitorio, sólo procederá
para evitar un perjuicio irremediable que, de inmediato define la norma así
"se entiende por irremediable el perjuicio que sólo puede ser reparado en
su integridad mediante una indemnización". La noción de perjuicio que
trae el inciso 2o. del numeral 1o. del artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991 y
que en su noción básica reproduce el inciso primero del artículo 1o. del
Decreto 306 de 1992, contiene dos elementos que permiten su precisión, a fin de
que su amenaza, autorice el uso de la acción de tutela como mecanismo
transitorio; el primero, referido a su carácter "irremediable", y, el
segundo, a "que sólo pueda ser reparado en su integridad mediante
indemnización". Se entiende por irremediable el daño para cuya reparación
no existe medio o instrumento. Es el daño o perjuicio que una vez se produce,
no permite retrotraer las circunstancias al estado anterior a la vulneración
del derecho; y en este sentido debe tomarse la expresión "perjuicio
irremediable" que trae la ley. El segundo elemento así lo viene a confirmar
cuando predica que el daño, trátese de sus categorías moral o material, que
tiene bien acogidas la jurisprudencia colombiana de tiempo atrás, cuando de
considerar la eventualidad del perjuicio irremediable se trata, puede ser
indemnizado en su integridad. Lo que quiere decir, que aquí el legislador
abandonó la teoría del daño no resarcible económicamente, que en oportunidades
se ha sostenido, en especial para considerar algunos elementos del perjuicio
moral. Se ha considerado, por intérpretes de la norma, que su redacción
adolece de defecto al afirmar que el dicho perjuicio irremediable sería aquél
no reparable en su integridad, mediante indemnización, interpretación
equivocada porque abandona la manifestación expresa y literal de la ley. Pues
bien, se trata de daños como la pérdida de la vida, o la integridad personal,
que pudiendo ser indemnizados totalmente en sus efectos materiales y morales,
no puede recuperarse por ningún medio.
Completa la definición del perjuicio
irremediable, el artículo 1o. del Decreto 306 de 1992, al disponer que no tiene
el perjuicio carácter de irremediable, "cuando el interesado puede
solicitar a la autoridad judicial competente que se disponga el
restablecimiento o protección del derecho, mediante la adopción de
disposiciones como las siguientes: a) Orden de reintegro o promoción a un
empleo, cargo, rango o condición; b) Orden de dar posesión a un determinado
funcionario; c) Autorización oportuna al interesado para ejercer el derecho;
d) Orden de entrega de un bien; e) Orden de restitución o devolución de una
suma de dinero pagada por razón de una multa, un tributo, una contribución,
una tasa, una regalía o a cualquier otro título; revisión o modificación de la
determinación administrativa de una obligación de pagar una suma de dinero; o
declaración de inexistencia de esta última, y, f) Orden oportuna de actuar o
de abstenerse de hacerlo, siempre que la conducta sea distinta del pago de una
indemnización de perjuicios". El precepto, luego de reproducir
textualmente la definición de perjuicio irremediable que trae el numeral 1o.
del artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, asocia desde una perspectiva
distinta la noción del perjuicio con la posibilidad de solicitar a la autoridad
judicial que se le ampare el derecho, mediante la adopción de medidas como las
transcritas. En consecuencia, la regla general es que, es improcedente la
acción de tutela cuando existan otros recursos o medios de defensa judiciales
para hacer valer el derecho que se demanda mediante su ejercicio. Se exceptúan
de la anterior improcedencia, vale decir, procede la tutela, cuando se utilice
como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable, el cual no
existirá cuando pueda restablecerse o protegerse mediante la adopción de
decisiones judiciales como las que se enuncian en los literales del inciso 2o.
del artículo 1o. del Decreto 306 de 1992.
En este caso de procedencia de la acción,
el juez debe señalar expresamente en la sentencia que su orden permanecerá
vigente sólo durante el término que la autoridad judicial utilice para decidir
de fondo sobre la acción instaurada por el afectado en un término no mayor de 4
meses a partir del fallo de tutela, so pena de que cesen los efectos de éste
(art. 8o. ibídem), lo que muestra claramente el carácter transitorio y
subsidiario de la procedencia de la acción, según la causal expresa en comento.
2. Tampoco procederá la acción de tutela
cuando para proteger el derecho que se demanda, se pueda invocar el recurso de
Habeas Corpus. A diferencia de otras legislaciones principalmente
latinoamericanas que subsumen el recurso de Habeas Corpus en el marco general
de un recurso de amparo que sirve como mecanismo garantizador de los Derechos
Humanos de manera general, en Colombia, el Constituyente decidió hacer
consagración independiente del clásico recurso de la libertad, conocido con ese
nombre en el artículo 30 de la C.N., dejando vigente, de manera independiente
otros mecanismos de protección, además del último indicado, las acciones y
excepciones de inconstitucionalidad, las acciones administrativas de nulidad y
reparación, entre otras (art. 6o. numeral 2o. del Decreto 2591 de 1991).
3. No procede la tutela cuando se
pretenda, mediante su uso, proteger derechos colectivos como la
"paz" (art. 22 C.N.), o relacionados con el patrimonio, el espacio,
la seguridad y la salubridad públicas, la moral administrativa, el ambiente, la
libre competencia económica y otros de similar naturaleza que se definan en la
ley, para cuya garantía, el Constituyente, previó, en el artículo 88 las
denominadas "acciones populares". Sin embargo, el accionante,
"para impedir un perjuicio irremediable", podrá instaurar la acción
de tutela, en procura del amparo de sus derechos violados o amenazados "en
situaciones que comprometan intereses o derechos colectivos". Confirma
esta improcedencia el carácter particular y concreto de los intereses que está
llamada a garantizar la acción de tutela en protección de los derechos
constitucionales fundamentales, cuando éstos resulten vulnerados o amenazados
por la acción u omisión de las autoridades públicas (art. 6o. numeral 3o.
Decreto 2591/91).
4. De igual modo no procede la acción de
tutela cuando la violación de un derecho fundamental origine "un daño consumado,
salvo cuando continúe la acción u omisión violatoria del derecho". Lo que
viene a otorgarle a la acción de tutela un carácter preventivo de los daños
consumados que se produzcan con ocasión de la violación de un derecho
fundamental. El daño como resultado de la lesión producida en el derecho
amparado puede ser de naturaleza material o moral, de suerte que una vez se
haya producido de manera total, y no parcial o progresivamente, impide la
procedencia de la acción consagrada en el artículo 86 de la Constitución
Política. Lo anterior, por cuanto para la reparación de los daños
antijurídicos imputables a las autoridades públicas, el Constituyente previó
acciones distintas en los artículos 89 y 90 de la Carta Fundamental, y los
daños causados en acciones y omisiones de los particulares hacen a estos
responsables de su resarcimiento con arreglo a las leyes civiles sobre la
materia.
Como un resultado de la impropiedad
legislativa de formular posibilidades, a un tiempo, positivas y negativas de
procedencia e improcedencia de la acción de tutela, frente a esta causal se
presenta una contradicción ante dos órdenes de posibilidades que autoriza la
ley. En el artículo 5o. del decreto se autoriza la procedencia de la acción de
tutela contra toda acción u omisión de las autoridades públicas, "que haya
violado", es decir que haya consumado el daño proveniente de la violación
del Derecho, con lo cual se cambia la naturaleza preventiva de la acción, que
hemos señalado al reseñar la causal de improcedencia prevista en el numeral 4o.
del Decreto 2591 de 1991. A fin de salvar la contradicción indicada, debe
inaplicarse la hipótesis del artículo 5o. "que haya violado", por
inconstitucional, toda vez que la Constitución Política en su artículo 86, autoriza
la protección de los derechos fundamentales, cuando quiera que estos resulten
vulnerados", y no cuando lo hayan sido en el pasado, y además, el sistema
de la Constitución, al otorgar vías especiales para resarcir el
"daño" como las que se han mostrado atrás, le otorga a la acción un
carácter preventivo que se vería contrariado por el segmento del artículo 5o.
varias veces citado. Naturaleza preventiva, sobre la que se lee lo siguiente
en el "Informe-ponencia", en la Asamblea Constituyente:
"El derecho
colombiano, sobre todo en lo que hace a los derechos básicos, carecía de un
instrumento rápido, sin formalismos de fácil utilización por las gentes, capaz
de restablecer el derecho volviéndolo a su estado anterior, con la debida
eficacia para conjurar una amenaza o un peligro inminente de vulneración,
y que apunte a remediar tales situaciones, no sólo frente a actos escritos,
sino a conductas u omisiones de hecho, tanto de las autoridades como los
particulares. (Se subraya).
"Tal vacío lo
viene a suplir el artículo 86 de la Constitución Nacional cuando crea la acción
de tutela, al alcance de cualquier persona, para que en un proceso preferente y
sumario se le dé protección a los 'derechos constitucionales fundamentales,
cuando quiera que estos resulten vulnerados o amenazados por la acción u
omisión. Es precisamente la intención de llenar este vacío la que determina
la naturaleza y los alcances del novedoso mecanismo procesal. Su analogía con
algunas figuras del derecho privado, como los interdictos y las acciones
posesorias permiten explicar también esa naturaleza y alcances. Tales
acciones e interdictos se limitan a mantener la situación de hecho, o el statu
quo de la posesión; a restablecer su estado anterior; y a prevenir y eliminar
las amenazas que la comprometen o ponen en peligro. (Se subraya).
"La acción de
tutela, al igual que los interdictos posesorios tiene un carácter
preventivo, que no supone pronunciamiento de fondo. Reviste una actuación
sumaria, rápida y desprovista de formalidades y rigorismos. Su índole es de
carácter cautelatorio, casi de policía constitucional; no tiene naturaleza
declarativa." (Se subraya). (Gaceta Legislativa No. 18, pág. 6).
No queda duda sobre el carácter preventivo
de la acción de tutela, y sobre su improcedencia cuando la violación al
derecho fundamental se encuentra consumada definitivamente y el consecuente
daño se ha presentado de manera total.
5. Es improcedente la tutela cuando se
trate de actos de carácter general, impersonal y abstracto (art. 6o. numeral
5o. Decreto . 2591/91). Con el fin de impugnar la "ley" en sentido
lato, no procede pues la tutela. Para el control de esta especie de actos, el
Constituyente previó la acción pública de inconstitucionalidad (art. 242
C.N.), y las acciones de nulidad por inconstitucionalidad (art. 237 C.N.), a
fin de proteger la intangibilidad no sólo de los derechos fundamentales en ella
previstos, sino de todos sus preceptos superiores.
6. Es improcedente la acción de tutela, por
errónea interpretación judicial de la ley y para controvertir pruebas. Lo que
pone de presente, de manera fehaciente el carácter no declarativo de la acción
de tutela (artículo 4o. Decreto 2591 de 1991).
También desarrolló el legislador la
procedencia de la acción de tutela prevista en la Carta Política contra
particulares encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta
afecte grave y directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el
solicitante se halle en estado de subordinación o indefensión. En el artículo
42 del Decreto 2591 de 1991, se señalan los casos en los cuales la
"acción de tutela procederá contra acciones u omisiones de
particulares".
Finalmente, señala la Sala que los
presupuestos procesales antes expuestos, de procedencia o improcedencia de la
acción de tutela, habida consideración de la naturaleza popular de esta
acción, en el sentido de que puede ser ejercida por "toda persona",
o de que no requiere la mediación de profesional del derecho para su ejercicio,
y de la naturaleza de las mismas, no pueden ser resueltas al admitir la
demanda, sino en la sentencia, para que entre uno y otro momento procesal
medie el suficiente diálogo judicial entre los intervinientes y el juez pueda,
si es del caso, llegar al convencimiento razonado de su existencia o
inexistencia.
LA DECISION QUE SE REVISA
La sentencia del Honorable Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Villavicencio -Sala de Decisión Penal-, del
tres (3) de marzo de 1992, objeto de la presente revisión, decidió la
impugnación del fallo de primera instancia, tomando en consideración la
improcedencia de la acción de tutela, por existir, según lo estatuído en el
artículo 6o. del Decreto 2591 de 1991, "otros recursos o medios de defensa
judiciales, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar
un perjuicio irremediable". Ciertamente, existen las acciones de nulidad
y restablecimiento del derecho ante la justicia de lo contencioso
administrativo contra los actos administrativos acusados en el petitum de la
demanda, para hacer valer el derecho al trabajo que se tiene por violado, en
parecer del actor y su representante.
No procede como mecanismo transitorio la
acción de tutela, cuando no sea para evitar un perjuicio irremediable, y en
este caso, según definición legal, no se considera de esa clase el perjuicio,
"cuando el interesado puede solicitar a la autoridad", como en el
caso, "que se disponga el restablecimiento o protección del derecho, mediante
la adopción de disposiciones como las siguientes: a) Orden de
reintegro...", que es justamente lo que solicita el actor (artículo 1o.
del Decreto 306 de 1992).
De otra parte resulta evidente que la
violación del derecho cuyo amparo se solicita, originó un daño que se encuentra
consumado, toda vez que el interesado está desvinculado de las funciones
docentes, que se pide se le permita volver a desarrollar; por lo que es también
improcedente la acción, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 6o. del
numeral 4o. del decreto 2591 de 1991, según antes se ha indicado.
Por ser improcedente la acción, resulta
inocuo detenerse sobre el fondo de la litis, y en consecuencia, esta Sala, en
acuerdo con los considerandos de la providencia, administrando justicia en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
R E S U E L V E:
Primero.- CONFIRMAR el fallo de fecha tres (3) de marzo de
mil novecientos noventa y dos (1992), proferido por el Honorable Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Villavicencio -Sala de Decisión Penal-,
mediante el cual, negó por improcedente la acción de tutela de la referencia,
interpuesta por EUDORO ENRIQUE VELASQUEZ FUENTES, por las razones precedentes.
Segundo. Comuníquese la presente sentencia al Juzgado Primero
Superior de Villavicencio, para los efectos previstos en el artículo 36 del
Decreto 2591 de 1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
FABIO MORON DIAZ SIMON RODRIGUEZ
RODRIGUEZ
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
MARTHA VICTORIA SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General |
96 | T-469-92
Sentencia No
_Sentencia No. T-469/92
COMPETENCIA DE
TUTELA
El Juzgado Promiscuo no ha debido
abstenerse de conocer de la solicitud de tutela, pues, de un lado, la presunta
violación o amenaza del derecho constitucional ha tenido lugar en dicha
localidad y, de otro lado, las resoluciones del Consejo Nacional Electoral son
de orden nacional y por tanto pueden ser objeto de acción de tutela en todos
los municipios del país.
DEMOCRACIA
PARTICIPATIVA
En la Carta de 1991 se pasa de la
democracia representativa a la democracia participativa. Ello implica que los
administrados no se limitan a votar cada cierto tiempo sino que tienen una
injerencia directa en la decisión, ejecución y control de la gestión estatal en
sus diversos niveles de gobierno. En este sentido, con el fin de permitir el
tránsito de una democracia representativa a una democracia participativa, la
Constitución creó los mecanismos para que ésta se lleve a cabo, y amplió los
campos de intervención de los ciudadanos en las decisiones políticas para que
su resultado sea real y efectivo.
DERECHOS
POLITICOS/DERECHO A LA PARTICIPACION POLITICA/DERECHOS FUNDAMENTALES
El derecho político es un derecho
fundamental en una democracia representativa; es de los derechos poseen un
plus, pues deberán someterse a referendo las reformas constitucionales
aprobadas por el Congreso cuando se refieran éstas a los derechos reconocidos
en el capítulo 1, Título II y sus garantías, si así lo solicitan dentro de los
seis meses siguientes a la promulgación del Acto legislativo un cinco por
ciento de los ciudadanos que integran el censo electoral. El derecho a
participar en la vida política del país, en este caso mediante el mecanismo del
voto, es un derecho constitucional fundamental y, por tanto, es un derecho
tutelable.
DERECHO AL
VOTO/CONSEJO NACIONAL ELECTORAL-Facultades/CENSO ELECTORAL-Aumento
El acto administrativo objeto de la acción
de tutela está obligando a los ciudadanos a ejercer el derecho al voto en un
municipio en el cual les fue expedida la cédula de ciudadanía pero en el que no
residen y, de conformidad con la Constitución y la ley, les está prohibido
claramente ejercer el derecho al voto en ese otro lugar. Es necesario advertir
-Consejo Nacional Electoral-, para que en próximas oportunidades que se
presente el aumento del censo electoral tome las medidas conducentes a
garantizar cabalmente las elecciones, agotando todos los mecanismos para que
las personas que tienen el derecho lo puedan ejercer libremente, a partir de la
aplicación del principio de la buena fe.
REF.: EXPEDIENTE
No. T-1708
Peticionario:
Egoberto Alvarez Díaz y otros.
Procedencia:
Juzgado 42 Penal Municipal de Santafé de Bogotá.
Magistrado
Ponente:
ALEJANDRO
MARTINEZ CABALLERO
Santafé de Bogotá, D.C., julio diecisiete
(17) de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala Cuarta de Revisión de la Corte
Constitucional, compuesta por los Magistrados Alejandro Martínez Caballero,
Fabio Morón Díaz y Simón Rodríguez Rodríguez,
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
Ha pronunciado la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de tutela identificado con el
número de radicación T-1708, adelantado por Egoberto Alvarez Díaz y los
siguientes ciudadanos:
Maria Adela
Baracaldo Amaya con C. de C. Nro. 21.778.844 de Acacías (Meta), Luis Francisco
Moyano Ardila con C. de C. Nro. 7.837.150 de Castilla (Meta), Ana Tilde Triana
con C. de C. Nro. 41.705.662 de Bogotá, Gonzalo Márquez Ramos con C. de C. Nro.
17.415.350 de Acacías (Meta), Lisandro Francisco Sáenz con C. de C. Nro.
17.446.269 de Guamal (Meta), Vicente Huérfano con C. de C. Nro. 480.188 de San
Martín (Meta), Maria Rosalba Baracaldo Amaya C. de C. Nro. 31.031.328 de San
Carlos (Meta), Maria Estella Toledo C. de C. Nro. 40.428.537 de Acacías (Meta),
Aquilino Alfonso Bermúdez C. de C. Nro. 1.063.021 de Guateque, Leonor Vargas de
Vargas C. de C. Nro. 28.441.502 de (ilegible), Maria Hortensia Urrego Pérez C.
de C. Nro. 40.428.499 sin más datos, José Froilán Bobadilla Hernández C. de C.
Nro. 17.313.235 de Villavicencio (Meta), Maria Menza Salgado C. de C. Nro.
36.150.176 de Neiva (Huila), Marco Tulio Quintín Gutiérrez C. de C. Nro.
3.272.344 de Acacias (Meta), Nubia Alfonso Rey C. de C. Nro. 40.389.495 de Villavicencio
(Meta), Reinel Olarte Casas C. de C. Nro. 17.415.838 de Acacias (Meta). Luz
Marina Bernal Gómez C. de C. Nro. 40.420.388 San Martín (Meta), Fernando
Rodríguez Guáqueta C. de C. Nro. 17.130.357 de Bogotá, Orlando A. Rey C. de C.
Nro. 17.416.759 de Acacías (Meta), Olinda Cadena Ayala C. de C. Nro.
40.316.026 de Guamal, Blanca Mery Ardila Sabogal C. de C. Nro. 51.776.791 de
Bogotá, Gilberto Gonzalez Cubillos C. de C. Nro. 17.412.613 de Acacías (Meta),
Carlos A. Jímenez C. de C. Nro. 7.215.266 de Duitama (Boyacá), Gabriel Rey
Pérez C. de C. Nro. 17.415.099 de Acacías (Meta), Luz Mery Urrego Villalobos C.
de C. Nro. 40.428.498 de Acacías (Meta), María Ordoñez C. de C. Nro. 21.172.619
de Acacías (Meta), Isidro Quintín Nimisca C. de C. Nro. 47.1092 de Acacías
(Meta), Carlos Abel Romero Córtes C. de C. Nro. 17.410.861 de Acacías (Meta),
Cenón Daza Gutiérrez C. de C. Nro. 17.415.989 de Acacías (Meta), Alirio Muñoz
López C. de C. Nro. 16.633.282 de Cali (Valle), Jaime Ortíz Arciniegas C. de C.
Nro. 5.981.743 Purificación (Tolima), Manuel Alfredo Mora C. de C. 2.999.870
Choachí (Cundinamarca), Luis Horacio Castillo C. de C. Nro. 3.047.112 de
Girardot, Hernando Toro C. de C. Nro. 17.355.863 de San Martín (Meta), María H.
Pulido C. de C. Nro. 20.684.549 de La Mesa (Cundinamarca), Raúl Humberto
Cuervo Pulido C. de c. 17.416.459 de Acacías (Meta), Ofelia Prieto Conde C. de
C. Nro. 40.428.161 de Acacías (Meta), Leonor Gómez de Gonzalez C. de C. Nro.
21.207.218 Guamal, Mario Barbosa Sierra C. de C. Nro. 340.387 Pacundí, José
Vicente Villalobos C. de C. Nro.17.41.823 de Acacías (Meta), Luz Marina Alfonso
Alfonso C. de C. Nro. 23.415.246 de Paez, Alvaro de Jésus Orozco Ospina C. de
C. Nro. 79.459.712 de Bogotá (Cundinamarca), Alejandro Pérez Morales C. de C.
Nro. 5.937.518 (ilegible), Gildarlo Alarcón Romero C. de C. Nro. 3.264.460
Acacías (Meta), Roberto Ruíz C. de C. Nro. 17.446.325 Acacías (Meta), José
Pánfilo Moreno Gómez C. de C. Nro. 11.409.780 de Cáqueza (Cundinamarca),
Alfonso Cáceres C. de C. Nro. 6.022.610 de Venadillo, Beatriz Bernal Gómez C.
de C. Nro. 21.201.338 de San Martín, Gonzalo Novoa Maldonado C. de C. Nro.
17.411.524 Acacías (Meta), Antonio Jésus Ospina Cano C. de C. Nro. 269.6554 de
Bolivar (Valle), María del Carmen Bobadilla C. de C. Nro. 21.165.599 de Acacías
(Meta), Bertha Cecilia Rivera Salcedo C. de C. Nro. 40.315.657 de Guamal, José
Hugo Sandoval Cabezas C. de C. Nro. 93.080.921 Guamo (Tolima), Ninfa Avila
Sáchica C. de C. 21.243.476 de Puerto López, Luis Alberto Casallas C. de C.
Nro. 17.352.268 de Soatá (Boyacá), Luis Fernando Vargas Olaya C. de C. Nro.
17.412.342 de Acacías (Meta), Absalón Prieto Julián C. de C. Nro. 3.271.655 de
Acacías (Meta), Hector Julio Mesa García C. de C. Nro. 17.312.938 de
Villavicencio (Meta), Blanca Rubiela Riversalcedo C. de c. 40.315.906 Guamal
(Meta), Luis Armando Rey C. de C. 79.209.291 de Soacha (Cundinamarca), Víctor
Manuel Medina Caro C. de C. Nro. 470.182 de Acacías (Meta),Pedro Pablo
Baracaldo C. de C. Nro. 17.353.677 de San Martín (Meta), Pablo Emilio Urrego
Villalobos C. de C. Nro. 17.416.149 de Acacías (Meta), Martha Lucía Cárdenas
Riocampo C. de C. Nro. 28.741.902 de Fresno (Tolima), María Ruth Toledo Parrado
C. de C. Nro. 21.178.889 de Acacías (Meta), Rafael Antonio Pulido Sacipa C. de
C. Nro. 17.446.158 de Guamal (Meta), Helman Gilberto Léon Martínez C. de C.
Nro. 17.414.720 de Acacías (Meta), Alvaro Hernando Aguilera Aguilera C. de C.
Nro. 5.710.250 de Puente Nacional, Julio Enrique Galvis Zambrano C. de C. Nro.
17.145.097 de Bogotá, Julia Helena Barbosa de Cárdenas C. de C. Nro. 28.365.799
(sin más datos, no sabe firmar), Hilba Bertha Saenz de Sascica Nro. 21.230.319
(sin más datos, no sabe firmar), María Natividad Nomato Bejarano C. de C. Nro.
35.055.204 (sin más datos), Edelmira Vaca de Garzón C. de C. Nro. 21.171.166 de
Acacías (Meta), Jésus María Rey Jímenez C. de C. Nro. 17.307.562 de
Villavicencio (Meta), Ricardo Forero Sarmiento C. de C. 17.416.326 de Acacías
(Meta), Tobías Borda Soler C. de C. Nro. 17.412.539 de Acacías (Meta), Numa
Pumpilio Lobatón Vivas C. de C. Nro. 79.124.109 de Bogotá, Luz Marina Pinilla
C. de C. Nro. 21.012.478 de Tocaima, Eva Plata de Rivera C. de C. Nro.
23.775.614 (sin más datos), María Helena Urrego Pérez C. de C. Nro. 21.178.610
de Acacías (Meta), Rosalba Rey Pérez C. de C. Nro. 40.395.723 de Villavicencio
(Meta), María Eduviges Gutierrez de Quintín C. de C. Nro. 21.170.974 de Acacías
(Meta), Sara Gutiérrez Ortegón C. de C. Nro. 31.021.313 de Castilla La Nueva
(Meta), Anatividad Zuleta Alvarez c. de C. Nro. 25.169.421 (sin más datos),
María Alis de Yanira Poveda C. de C. Nro. 21.231.754 de Villavicencio (Meta),
Humberto Morales López C. de C. 6.667.346 de San Juan de Arama del Meta, Jóse
Eugenio Rodríguez Cantor C. de C. Nro. 2.308.714 del Guamo (Tolima), María
Eudocia Mesa C. de C. Nro. 21.202.129 de San Martín, Arquimendes Galindo Aponte
C. de C. Nro. 4.164.330 de Miraflores (Boyacá), Pedro David Chamorro Triana C.
de C. Nro. 13.819.792 Bucaramanga (Santander), Vidal González Cubides C. de C.
Nro. 17.347.459 (sin más datos), Oscar Javier Villaba Rugeles C. de C. Nro.
17.446.291 sin más datos, Reyes Belarmino Ramos Peña C. de C. Nro. 470.551 de
Acacías (Meta), José Antonio Parrado Salcedo C. de C. Nro. 17.414.035 sin más
datos, Omar Herrera Romero C. de C. Nro. 3.234.450 de Utica (C/marca), Luis
Enrique Hernández C. de C. Nro. 5.903.407 de Falan (Tolima), Maria Domitila
Corredor de Aguilera C. de C. Nro. 21.207.541 de Guamal (Meta), Esnoraldo
Pacheco Rincón C. de C. Nro. 17.416.284 de Acacías (Meta), Luz Nelly Saray Ulloa
C. de C. Nro. 21.177.777 de Acacías (Meta), Rosa Elena Borda Velasco C. de C.
Nro. 23.983.388 de Rondón, Oscar Castillo Caravalí C. de C. Nro. 76.267.825 de
Cali (Valle), Ramona Gómez de Bernal C. de C. Nro. 40.420.388 sin más datos,
Berenice Ortiz C. de C. Nro. 21.174.273 de Acacías (Meta), Gloria Nelly Alarcón
Romero C. de C. Nro. 21.177.425 de Acacías (Meta), Luis Hernando Cortés Beltrán
C. de C. Nro. 17.446.297 de Guamal, Manuel Alfonso Feo Chapetón C. de C. Nro.,
17.446.108 de Guamal, Adelaida Cubides de Acosta C. de C. Nro. 21.173.538 de
Acacías (Meta), Teobilde Duarte Moreno C. de C. Nro. 28.207.167 de Santa Elena,
Alvaro Becerra Cardozo C., de C. Nro. 17.416.695 de San Martín, Cesar Eduardo
Carrasco Quevedo C. de C. Nro. 17.340.550 de Villavicencio (Meta), María Sofía
Rey Pérez C. de C. Nro. 21.178.617 de Acacías (Meta), Vitaliano Pulido Casas C.
de C. Nro. 17.411.823 de Acacías (Meta), Efraín González González C. de C. Nro.
17.418.566 de Caloto (Cauca), Jorge Lomilla Abril C. de C. Nro. 86.004.246 de
Granada (Meta), James Morales López C. de C. Nro. 86.003.095 de Granada (Meta),
Ana Isabel González Rivera C. de C. Nro. 20.483.223 de Choachí (C/marca), Trino
Saavedra Sierra C. de C. Nro. 3.283.637 de Guamal, Luz Mary Vergara C. de C.
Nro. 40.380.053 de Villavicencio (Meta), Hernán Eugenio Rodríguez Jiménez C. de
C. Nro. 19.178.368 de Bogotá, Gustavo Rubio Galindo C. de C. Nro. 17.445.270 de
Guamal, Isaías García Aragonés C. de C. Nro. 83.088.228 de Campo Alegre
(Huila), Demetrio Bernal Reapira C. de C. Nro. 7.498.878 de Armenia, María del
Carmen Cárdenas Barbosa C. de C. Nro. 21.176.247 de Acacías (Meta), José
Antonio Reyes Salazar C. de C. Nro. 5.982.335 de Purificación (Tolima),
Egoberto Alvarez Díaz C. de C. Nro. 86.002.843 de Granada (Meta) y Everaldo
Enrique Muñoz M. C. de C. 787.340 sin más datos.
I. ANTECEDENTES
Con base en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional escogió, para efectos de su revisión,
la acción de tutela referenciada.
Por reparto le correspondió el presente
negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el expediente el día 8 de
abril del presente año.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar una
sentencia de Revisión, por cuanto las solicitudes fueron acumuladas ante el
Juzgado 42 Penal Municipal de Santafé de Bogotá y dicho despacho profirió una
sola sentencia.
1. Solicitud.
Los 128 peticionarios presentaron acción de
tutela ante el Juez Promiscuo Municipal del Municipio de Castilla la Nueva
(Meta), contra la Resolución No.006 de febrero 8 de 1992, del Consejo Nacional
Electoral, que se originó en los siguientes hechos:
Los habitantes del municipio de Castilla
la Nueva (Meta), dentro del término legal, efectuaron la inscripción de las
cédulas de ciudadanía con el objeto de ejercitar el derecho y el deber de
participar en la vida política del país a través del voto, en los comicios
electorales que se realizaron el 8 de marzo de 1992.
Debido a múltiples denuncias de violación
del artículo 316 de la Constitución Política, el Consejo Nacional Electoral
expidió la Resolución No.006 de febrero 8 de 1992, mediante la cual dejó sin
efecto las inscripciones de cédulas que se realizaron en varios municipios del
país, entre ellos el de Castilla la Nueva (Meta).
En efecto, la Registraduría Nacional del
Estado Civil detectó un aumento en el censo electoral en comparación con las
inscripciones que para la elección de Presidente de la República se celebraron
en el año de 1991. En ese año reportaron una inscripción de 396 cédulas y en
1992 de 2.366.
Ante el hecho calificado como
"notorio" por las autoridades electorales, el Consejo Nacional
Electoral expidió la Resolución 006 del 8 de febrero de 1992 mediante la cual
se dejaron sin efecto las inscripciones de cédulas de ése municipio.
Según la Resolución 006, el aumento de
población votante viola el principio de imparcialidad contemplado en el
artículo 1º del Código Electoral.
Por lo tanto la determinación tomada fue la
de dejar sin efecto todas las inscripciones que se realizaron entre el 8 y el
17 de enero de 1992.
Con la anterior medida los accionantes que
alegan ser residentes en el municipio y se habían registrado oportunamente para
sufragar (del 8 al 17 de enero de 1992), fueron afectados en sus derechos, ya
que no pudieron votar en el lugar que les correspondía, según el artículo 316
de la Constitución.
En el expediente obran como pruebas:
-La certificación de residencia en el
municipio de Castilla la Nueva de todos los accionantes, expedida por la
Alcaldía.
-La Resolución No. 124 de diciembre 21 de
1990 del Consejo Nacional Electoral, en la que se fijan las condiciones de
inscripción de ciudadanos para las elecciones de autoridades locales.
-La Resolución No. 125 de diciembre 27 de
1991 del Consejo Nacional Electoral, por la cual se modifica parcialmente la
Resolución No. 124 de diciembre 24 de 1991.
-La Resolución No.006 de febrero 8 de 1992
del Consejo Nacional Electoral, por la cual se deja sin efecto unas
inscripciones de cédulas.
Los 128 peticionarios consideran que el
acto acusado constituye violación del artículo 40 numeral 2º de la Constitución
Política de Colombia.
Es de mérito anotar que, aunque la
solicitud se presentó ante el Juez Promiscuo Municipal de Castilla la Nueva
(Meta), éste consideró que no era competente ya que el domicilio del Consejo
Nacional Electoral es la ciudad de Santafé de Bogotá. Las acciones sub-exámine
fueron enviadas a esta ciudad y acumuladas a órdenes del Juzgado 42 Penal
Municipal de Santafé de Bogotá.
2. Fallo del Juzgado 42 Penal Municipal de Santafé de
Bogotá. (Providencia de marzo 5 de 1992).
En única instancia el fallador considera
que la actuación acusada del Gobierno Nacional es eminentemente política y si
bien es cierto que ella se relaciona con la participación ciudadana en la vida
política del país, existen mecanismos diversos a la tutela para dilucidar los
aspectos reseñados en este caso.
Por tanto, se encuentra el caso en examen
en un supuesto de improcedencia fijado por el Decreto 2591 de 1991.
El Juzgado estima que si bien existe en la
tutela una excepción a lo ante citado, la cual consiste en evitar un perjuicio
irremediable, en este caso sin embargo no se presenta por la posibilidad de
recurrir a la vía administrativa.
Por lo expuesto el Juzgado 42 Penal
Municipal de Santafé de Bogotá denegó la acción de tutela de la referencia.
II. FUNDAMENTOS JURIDICOS.
1. Competencia.
Es competente esta Sala de
Revisión de la Corte Constitucional para proferir Sentencia de revisión del
fallo dictado por el Juzgado 42 Penal Municipal de Santafé de Bogotá, con
fundamento en los artículos 86, inciso tercero y 241, numeral noveno de la
Constitución Política, en concordancia con los artículos 33, 34, 35 y 36 del
Decreto 2591 de 1991; además, su examen se hace por virtud de la selección que
de dicho acto practicó la Sala correspondiente, y del reparto que se verificó
en la forma señalada por el Reglamento de esta Corporación.
Por otra parte observa esta Sala que el
Juzgado Promiscuo de Castilla la Nueva no ha debido abstenerse de conocer de la
solicitud de tutela, pues, de un lado, la presunta violación o amenaza del
derecho constitucional ha tenido lugar en dicha localidad y, de otro lado, las
resoluciones del Consejo Nacional Electoral son de orden nacional y por tanto
pueden ser objeto de acción de tutela en todos los municipios del país.
2. Los derechos políticos como derechos
fundamentales.
Los derechos políticos se encuentran
consagrados en los siguientes artículos de la Constitución:
- en el preámbulo se invoca la democracia
participativa como valor supremo de la Constitución.
- en el artículo 1o. se define a Colombia
como un Estado social de derecho que hunde sus raíces en los campos de la
democracia.
- en el artículo 3o. se establece que del
pueblo emanan los poderes constituídos.
- en el artículo 18 se consagra la libertad
de conciencia, que contiene en sí misma el respeto por las diferentes
convicciones y creencias de las personas.
- y en el artículo 40 se dispone que todo
ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control
del poder político.
Todo lo anterior se inscribe en la idea
según la cual el sujeto, razón y fin de la Constitución de 1991 es la persona
humana. La razón última de la nueva Carta no es el individuo en abstracto,
aisladamente considerado, sino precisamente el ser humano en su dimensión
social, visto en la tensión individuo comunidad, y no se podría comprender la
efectividad de los derechos humanos sin un marco ideológico establecido por la
Constitución.
En realidad, como decía Aristóteles,
"el hombre es un animal político". De allí se deriva la natural
propensión del hombre a participar en política y a trascender en los demás. Es
lo que Hegel denominaba "el reconocimiento", según el cual es
inmanente a la naturaleza humana el deseo de ser tenido en cuenta por los
demás.
Además, en la Carta de 1991 se pasa de la
democracia representativa a la democracia participativa. Ello implica que los
administrados no se limitan a votar cada cierto tiempo sino que tienen una
injerencia directa en la decisión, ejecución y control de la gestión estatal en
sus diversos niveles de gobierno.
En este sentido, con el fin de permitir el
tránsito de una democracia representativa a una democracia participativa, la
Constitución de 1991 creó los mecanismos para que ésta se lleve a cabo, y
amplió los campos de intervención de los ciudadanos en las decisiones políticas
para que su resultado sea real y efectivo.
Así, en el artículo 103 de la Carta se
reiteró y estableció -entre otros mecanismos-, el derecho a elegir y ser
elegido, constituír partidos y movimientos políticos, revocar el mandato de los
elegidos conforme a la Constitución y a la ley, tener iniciativa en las
corporaciones públicas, interponer acciones públicas en defensa de la
Constitución y la ley, participar en los cabildos abiertos, consultas
populares, referendos para aprobar determinadas reformas constitucionales y
consultas populares. Igualmente el voto programático, establecido en el
artículo 259, es otro de los mecanismos democráticos.
El artículo 40 por su parte es un derecho
de aplicación inmediata, ya que el artículo 85 de la Constitución lo considera
como un derecho que no requiere de previo desarrollo legislativo o de algún
tipo de reglamentación legal o administrativa para su eficacia directa y que no
contempla condiciones para su ejercicio en el tiempo, de modo que es exigible
de forma directa e inmediata.
Por otra parte, el derecho político es un
derecho fundamental en una democracia representativa; se encuentra ubicado en
el Capítulo 1 -De los derechos fundamentales- del Título II -De los derechos,
las garantías y los deberes-, por lo que de conformidad con el artículo 377 de
la Constitución estos derechos poseen un plus, pues deberán someterse a
referendo las reformas constitucionales aprobadas por el Congreso cuando se refieran
éstas a los derechos reconocidos en el capítulo 1, Título II y sus garantías,
si así lo solicitan dentro de los seis meses siguientes a la promulgación del
Acto legislativo un cinco por ciento de los ciudadanos que integran el censo
electoral.
Finalmente, con base en el derecho
fundamental a la igualdad -artículo 13 superior-, no puede existir
discriminación por razones de opinión política o filosófica, por lo que el
Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará
medidas en favor de grupos discriminados o marginados.
3. Condiciones para el ejercicio del
derecho constitucional.
La calidad de ciudadano colombiano en
ejercicio, es condición previa e indispensable para ejercer el derecho de
sufragio.
Los derechos políticos se reservan a los
nacionales, como lo consagra el artículo 99 de la Constitución, pero además
establece la Carta en el artículo 100, que la ley podrá conceder a los
extranjeros residentes en Colombia el derecho al voto en las elecciones y consultas
populares de carácter municipal o distrital, con lo cual este derecho político
trasciende a la órbita cívica.
Las elecciones y consultas populares de
carácter municipal y distrital permiten que éstas se desenvuelvan en un
escenario propio, no compartido con temas, preocupaciones y anhelos de otra
índole. La finalidad ha sido la de que los habitantes de esas localidades
manejen con responsabilidad sus decisiones, como así lo dispuso el artículo 316
de la Constitución.
Como lo establece el artículo 258 de la
Constitución, el voto es un derecho y un deber ciudadano y la ley podrá
implantar mecanismos de votación que otorguen más y mejores garantías para el
libre ejercicio de este derecho de los ciudadanos.
Así pues, el secreto del voto, la
independencia del elector, la autonomía de la función electoral y el compromiso
de ésta con la verdad y libertad del sufragio, constituyen el conjunto de
valores jurídicos que configuran el sistema electoral.
4. Pactos internacionales sobre derechos
humanos.
El artículo 93 de la Constitución le
confiere a los tratados internacionales sobre derechos humanos el carácter de
norma prevalente en el ordenamiento interno, si se ajustan al orden
constitucional, y les otorga la condición de criterio de interpretación constitucional
para buscar el sentido de los derechos y deberes consagrados en la Carta
Fundamental.
Tanto el artículo 2,2) del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, como el artículo 23,1),(b) de la
Convención Americana de Derechos Humanos (ratificados ambos por Colombia
mediante la Ley 74 de 1968), contemplan los derechos políticos, así:
"Todos los
ciudadanos gozarán, sin ninguna de las distinciones mencionadas en el artículo
2º, y sin restricciones indebidas, de los siguientes derechos y oportunidades:
b) Votar y ser
elegidos en las elecciones periódicas, auténticas, realizadas por sufragio
universal e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de la
voluntad de los electores".
Es de tal importancia el derecho al
sufragio que aún en los estados de excepción son vinculantes los derechos
políticos y están garantizados por el ordenamiento jurídico.
Así, en el artículo 27 de la Convención
Americana de Derechos Humanos, en el capítulo de suspensión de garantías, se
determina que:
"En caso de
guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la independencia
del Estado Parte.....
2- La disposición
precedente no autoriza la suspensión de los derechos determinados en los
siguientes artículos... 23 (derechos políticos" (subrayas fuera
del texto).
5. Elecciones para la escogencia de
autoridades locales.
Las elecciones para la escogencia de
autoridades locales están revestidas de la protección constitucional a fin de
garantizar la efectividad del derecho. Teniendo en cuenta que al otorgarle
independencia a las entidades territoriales para la elección de sus propios
representantes, éstas deben reflejar el interés general y las necesidades
particulares que pueden ser totalmente diferentes a las de otros sectores. Todo
ello de conformidad con la autonomía que la Constitución le confirió a las
entidades territoriales en el artículo 1º concordado con el numeral 1º del
artículo 287.
Así, la Constitución en el artículo 316
dispuso:
"En las
votaciones que se realicen para la elección de autoridades locales y para la
decisión de asuntos del mismo carácter, sólo podrán participar los ciudadanos
residentes en el respectivo municipio".
Con el objeto de dar aplicación inmediata
al artículo 316 de la Constitución, para los comicios del 8 de marzo de 1992 se
exigió a los votantes para la elección de autoridades locales, la atestación
bajo juramento de ser residentes en el respectivo municipio. En este sentido se
expidió la Ley 2ª de 1992 para asegurar que fueran los propios residentes y en
consecuencia los directos interesados en el municipio, quienes participaran en
la elección de sus mandatarios.
El artículo 1º de la Ley 2ª de febrero 21
de 1992 establece:
"Se entiende
que quien vote en las elecciones del 8 de marzo de 1992, declara bajo la
gravedad del juramento residir en el respectivo municipio.
Si falta a la verdad
incurre en las sanciones legales".
Lo anterior además debe inscribirse en el
hecho de que la democracia encuentra su génesis en el municipio, toda vez que
él es, según el artículo 311 de la Constitución, la entidad territorial
fundamental de la división político-administrativa del Estado.
6. Funciones del Consejo Nacional
Electoral.
El artículo 265 de la Constitución
establece como funciones del Consejo Nacional Electoral:
"1- Ejercer la
suprema inspección y vigilancia de la organización electoral.
5- Velar por el
cumplimiento de las normas sobre partidos y movimientos políticos... y por el
desarrollo de los procesos electorales en condiciones de plenas garantías"
(subrayas fuera del texto).
La ratio juris de otorgarle al Consejo
Electoral la función de ejercer la suprema inspección y vigilancia en el
desarrollo de los comicios, se desprende del artículo 2º de la Constitución,
que contempla que las autoridades de la República están instituídas para
proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra y
bienes, creencias y demás derechos y libertades.
7. Disposiciones del Código Electoral.
El Código Electoral (Decreto 2241 de 1986)
en sus normas generales contempla la organización y perfeccionamiento del
proceso electoral. Así mismo consagra que las votaciones deben traducir la
expresión libre, espontánea y auténtica de los ciudadanos y que los escrutinios
sean el reflejo exacto de la voluntad del elector.
También establece que las autoridades
protegerán el ejercicio del derecho al sufragio y otorgarán plenas garantías a
los ciudadanos en el proceso electoral.
8. del principio de la buena fe.
El artículo 83 de la Constitución
establece:
"Las
actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas deberán ceñirse a
los postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que
aquellos adelanten ante éstas".
La buena fe es considerada por el
ordenamiento jurídico con una pluralidad de matices y de consecuencias. Sin
pretender hacer una enumeración exhaustiva de las mismas, se pueden destacar
las siguientes:
a- La buena fe es una causa o creación de
especiales deberes de conducta exigibles en cada caso, de acuerdo con la
naturaleza de la relación jurídica y con la finalidad perseguida por las partes
a través de ella. Sobre esto ha dicho Franz Wieacker: "Las partes no se
deben sólo a aquello que ellas mismas han estipulado o escuetamente a aquello
que determina el texto legal, sino a todo aquello que en cada situación impone
la buena fe".1
b- La buena fe es una causa de limitación
del ejercicio de un derecho subjetivo o de cualquier otro poder jurídico.
c- La buena fe se considera como una causa
de exclusión de la culpabilidad en un acto formalmente ilícito y por
consiguiente como una causa de exoneración de la sanción o por lo menos de
atenuación de la misma.
Para Karl Larenz la buena fe no es un
concepto sino un principio, formulado con la forma exterior de una regla de
derecho. El ordenamiento jurídico protege la confianza suscitada por el
comportamiento de otro y no tiene más remedio que protegerla, porque
"...poder confiar, es condición fundamental para una pacífica vida
colectiva y una conducta de cooperación entre los hombres, y por tanto, de paz
jurídica".2
La buena fe como principio general del
derecho, informa la totalidad del ordenamiento jurídico. Las complejas
características de la vida moderna, exigen que este principio no sea
simplemente un criterio de interpretación y una limitante en el ejercicio de
los derechos. Así pues, el querer del Constituyente fue consagrarlo en el artículo
83 de la Constitución como una verdadera garantía.
En la ponencia presentada a la Asamblea
Nacional Constituyente, los ponentes consideraron que la norma (artículo 83),
tiene dos elementos fundamentales:
"Primero: que se establece el deber
genérico de obrar conforme a los postulados de la buena fe. Esto quiere decir
que tanto los particulares en el ejercicio de sus derechos o en el cumplimiento
de sus deberes, como las autoridades en el desarrollo de sus funciones, deben
sujetarse a los mandatos de honestidad, lealtad y sinceridad que integran el
principio. En el primer caso, estamos ante una barrera frente al abuso del
derecho; en el segundo ante una limitante de los excesos y la desviación del
poder.
Segundo: se presume que los particulares en
sus relaciones con el poder público actúan de buena fe. Este principio que
parecería ser de la esencia del derecho en Colombia ha sido sustituído por una
general desconfianza hacia el particular. Esta concepción negativa ha permeado
todo el sistema burocrático colombiano, el cual, so pretexto de defenderse del
asalto siempre mal intencionado de los particulares, se ha convertido en una
fortaleza inexpugnable ante la cual sucumben las pretensiones privadas,
enredadas en una maraña de requisitos y procedimientos que terminan por
aniquilar los derechos sustanciales que las autoridades están obligadas a
proteger".3
Con la constitucionalización del
principio de la buena fe, se logra que éste se convierta en eficaz instrumento
para lograr que la administración obre con el criterio rector de la efectividad
del servicio público por encima de las conductas meramente formales que han
desnaturalizado su esencia.
Vivimos en un mundo en el que se ha
olvidado el valor ético de la confianza. Y como ha dicho Larenz "una
sociedad en la que unos desconfían de otros se sumergiría en un estado de
guerra latente entre todos, y en lugar de paz dominaría la discordia; allí
donde se ha perdido la confianza, la comunicación humana está perturbada en lo
más profundo".4
Hoy en día la administración pública nos
ofrece un panorama nada alentador. A medida que se agiganta y proliferan sus
organismos y dependencias, se hace más fría, más inhumana. Por lo tanto
humanizar las relaciones es tarea de todos, actuando con la lealtad, honestidad
y confianza que los demás esperan de nosotros. Ello es, en definitiva, lo que
el principio de la buena fe comporta.
La aplicación del principio de la buena fe
ha sido mirada con desconfianza por algunos. Sin embargo, como lo ha dicho
Jesús González Pérez a propósito de la aplicación del principio de la buena fe
por parte de los jueces, él "no supone la quiebra de la seguridad
jurídica ni el imperio de la arbitrariedad ni disolver la objetividad del
derecho, que los jueces, al enfrentarse en cada caso concreto con la actuación
de la Administración pública y de los administrados, tengan siempre muy
presente, entre los principios generales aplicables, aquel que protege el valor
ético de la confianza. Interpretando las normas y actos en el sentido más
conforme al mismo, y reaccionando por los medios adecuados frente a cualquier
lesión que pueda sufrir, a fin de restablecer el orden jurídico perturbado".5
9. La efectividad de los derechos.
De conformidad con el artículo 2º de la
Constitución, es fin esencial del Estado garantizar la protección efectiva de
los derechos humanos. Se pasa así de un Estado formal de derecho a un Estado
social de derecho.
Para garantizar la efectividad de los
derechos la propia Carta ha establecido la acción de tutela en el artículo 86.
En consecuencia, el juez de tutela no agota su trabajo en el reconocimiento
formal de la violación o amenaza del derecho fundamental sino que debe aplicar
realmente los mecanismos que aseguren el goce pleno del peticionario.
10. Del caso concreto.
En primer lugar, como quedó establecido, el
derecho a participar en la vida política del país, en este caso mediante el
mecanismo del voto, es un derecho constitucional fundamental y, por tanto, es
un derecho tutelable.
No obstante es preciso anotar que los
peticionarios disponían de otro medio de defensa judicial para la protección a
sus derechos constitucionales fundamentales.
Es preciso advertir que el numeral 1º del
artículo 6º del Decreto 2591 de 1991 dispone que cuando existan otros recursos
o medios de defensa judiciales la acción de tutela no procederá, salvo que
aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable.
Como lo hizo el juez de instancia, que en
este caso existían otros medios judiciales potenciales de defensa, como el
acudir a la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo para solicitar la
nulidad del acto administrativo con el restablecimiento del derecho, incluso
acompañada de la suspensión provisional de la decisión.
Analizado el caso concreto vemos entonces
que la suspensión provisional que podían utilizar los peticionarios es un medio
judicial eficaz e idóneo por cuanto al suspender provisionalmente los efectos
del acto administrativo dejaba viva la inscripción de las cédulas de ciudadanía
de los peticionarios y por lo tanto éstos hubieran podido sufragar.
No obstante que no es procedente la tutela,
la Corte Constitucional en su función de realizar una pedagogía constitucional
considera que el Consejo Nacional Electoral, al expedir la Resolución 006 del 8
de febrero de 1992, mediante la cual se dejó sin efecto las inscripciones de
cédulas de Castilla la Nueva, quiso garantizar el derecho al voto de los
peticionarios, al establecer en el parágrafo segundo del artículo 1º de la citada
Resolución que los ciudadanos cuya inscripción fue declarada sin efecto podrían
sufragar en el lugar donde tenían derecho a votar conforme al Censo Electoral
vigente con anterioridad a la misma.
Cabe entonces preguntarse si ¿la
determinación tomada en el parágrafo segundo solucionaba realmente el problema
de los ciudadanos habitantes del municipio de Castilla La Nueva?
Para esta Corte la respuesta es negativa,
ya que al darle aplicación al parágrafo precitado, se estaría contrariando el
artículo 316 de la Constitución, como quiera que, tal como se desprende de las
constancias expedidas por el Alcalde del Municipio, las cédulas de ciudadanía
de la mayoría de los solicitantes no fueron expedidas en Castilla la Nueva,
sino en diferentes municipios del país, por ser esta localidad un sitio de
colonización.
En otras palabras, el acto administrativo
objeto de la acción de tutela está obligando a los ciudadanos a ejercer el
derecho al voto en un municipio en el cual les fue expedida la cédula de ciudadanía
pero en el que no residen y, de conformidad con la Constitución y la ley, les
está prohibido claramente ejercer el derecho al voto en ese otro lugar.
Por lo tanto si se hubieren detectado casos
de inscripción de personas no residentes, el Consejo Nacional Electoral ha
debido aumentar las medidas de vigilancia en los municipios en los que se
presentaron problemas y utilizar los medios probatorios del caso, a partir
del principio de la buena fe, establecido en el artículo 83 de la
Constitución, a fin de lograr el desarrollo de unos comicios dentro de un marco
de imparcialidad.
En consecuencia, esta Sala de Revisión de
la Corte Constitucional no entrar a tutelar efectivamente los derechos
constitucionales fundamentales de los 128 peticionarios.
De paso esta Sala considera que es
necesario advertir a la autoridad competente -Consejo Nacional Electoral-, para
que en próximas oportunidades que se presente el aumento del censo electoral
tome las medidas conducentes a garantizar cabalmente las elecciones, agotando
todos los mecanismos para que las personas que tienen el derecho lo puedan
ejercer libremente, a partir de la aplicación del principio de la buena fe.
En consecuencia, esta Sala de Revisión de
la Corte Constitucional no entra a modificar la Sentencia que se revisa, y, por
el contrario, la confirma por las razones expuestas anteriormente.
En mérito de lo expuesto, la Sala Cuarta de
Revisión de la Corte Constitucional,
RESUELVE
Primero.- Confirmar la Sentencia proferida por el Juzgado 42
Penal Municipal de Santafé de Bogotá, por las razones expuestas en esta
Sentencia.
Segundo.- Ordenarle al Juez 42 Penal Municipal de
Santafé de Bogotá que notifique el contenido de la Sentencia a través del
Juzgado promiscuo Municipal de Castilla la Nueva (Meta) a los peticionarios que
invocaron la tutela:
Maria Adela
Baracaldo Amaya con C. de C. Nro. 21.778.844 de Acacías (Meta), Luis Francisco
Moyano Ardila con C. de C. Nro. 7.837.150 de Castilla (Meta), Ana Tilde Triana
con C. de C. Nro. 41.705.662 de Bogotá, Gonzalo Márquez Ramos con C. de C. Nro.
17.415.350 de Acacías (Meta), Lisandro Francisco Sáenz con C. de C. Nro.
17.446.269 de Guamal (Meta), Vicente Huérfano con C. de C. Nro. 480.188 de San
Martín (Meta), Maria Rosalba Baracaldo Amaya C. de C. Nro. 31.031.328 de San
Carlos (Meta), Maria Estella Toledo C. de C. Nro. 40.428.537 de Acacías (Meta),
Aquilino Alfonso Bermúdez C. de C. Nro. 1.063.021 de Guateque, Leonor Vargas de
Vargas C. de C. Nro. 28.441.502 de (ilegible), Maria Hortensia Urrego Pérez C. de
C. Nro. 40.428.499 sin más datos, José Froilán Bobadilla Hernández C. de C.
Nro. 17.313.235 de Villavicencio (Meta), Maria Menza Salgado C. de C. Nro.
36.150.176 de Neiva (Huila), Marco Tulio Quintín Gutiérrez C. de C. Nro.
3.272.344 de Acacias (Meta), Nubia Alfonso Rey C. de C. Nro. 40.389.495 de
Villavicencio (Meta), Reinel Olarte Casas C. de C. Nro. 17.415.838 de Acacias
(Meta). Luz Marina Bernal Gómez C. de C. Nro. 40.420.388 San Martín (Meta),
Fernando Rodríguez Guáqueta C. de C. Nro. 17.130.357 de Bogotá, Orlando A. Rey
C. de C. Nro. 17.416.759 de Acacías (Meta), Olinda Cadena Ayala C. de C. Nro.
40.316.026 de Guamal, Blanca Mery Ardila Sabogal C. de C. Nro. 51.776.791 de
Bogotá, Gilberto Gonzalez Cubillos C. de C. Nro. 17.412.613 de Acacías (Meta),
Carlos A. Jímenez C. de C. Nro. 7.215.266 de Duitama (Boyacá), Gabriel Rey
Pérez C. de C. Nro. 17.415.099 de Acacías (Meta), Luz Mery Urrego Villalobos C.
de C. Nro. 40.428.498 de Acacías (Meta), María Ordoñez C. de C. Nro. 21.172.619
de Acacías (Meta), Isidro Quintín Nimisca C. de C. Nro. 47.1092 de Acacías
(Meta), Carlos Abel Romero Córtes C. de C. Nro. 17.410.861 de Acacías (Meta),
Cenón Daza Gutiérrez C. de C. Nro. 17.415.989 de Acacías (Meta), Alirio Muñoz
López C. de C. Nro. 16.633.282 de Cali (Valle), Jaime Ortíz Arciniegas C. de C.
Nro. 5.981.743 Purificación (Tolima), Manuel Alfredo Mora C. de C. 2.999.870
Choachí (Cundinamarca), Luis Horacio Castillo C. de C. Nro. 3.047.112 de
Girardot, Hernando Toro C. de C. Nro. 17.355.863 de San Martín (Meta), María H.
Pulido C. de C. Nro. 20.684.549 de La Mesa (Cundinamarca), Raúl Humberto
Cuervo Pulido C. de c. 17.416.459 de Acacías (Meta), Ofelia Prieto Conde C. de
C. Nro. 40.428.161 de Acacías (Meta), Leonor Gómez de Gonzalez C. de C. Nro.
21.207.218 Guamal, Mario Barbosa Sierra C. de C. Nro. 340.387 Pacundí, José
Vicente Villalobos C. de C. Nro.17.41.823 de Acacías (Meta), Luz Marina Alfonso
Alfonso C. de C. Nro. 23.415.246 de Paez, Alvaro de Jésus Orozco Ospina C. de
C. Nro. 79.459.712 de Bogotá (Cundinamarca), Alejandro Pérez Morales C. de C.
Nro. 5.937.518 (ilegible), Gildarlo Alarcón Romero C. de C. Nro. 3.264.460
Acacías (Meta), Roberto Ruíz C. de C. Nro. 17.446.325 Acacías (Meta), José
Pánfilo Moreno Gómez C. de C. Nro. 11.409.780 de Cáqueza (Cundinamarca),
Alfonso Cáceres C. de C. Nro. 6.022.610 de Venadillo, Beatriz Bernal Gómez C.
de C. Nro. 21.201.338 de San Martín, Gonzalo Novoa Maldonado C. de C. Nro.
17.411.524 Acacías (Meta), Antonio Jésus Ospina Cano C. de C. Nro. 269.6554 de
Bolivar (Valle), María del Carmen Bobadilla C. de C. Nro. 21.165.599 de Acacías
(Meta), Bertha Cecilia Rivera Salcedo C. de C. Nro. 40.315.657 de Guamal, José
Hugo Sandoval Cabezas C. de C. Nro. 93.080.921 Guamo (Tolima), Ninfa Avila
Sáchica C. de C. 21.243.476 de Puerto López, Luis Alberto Casallas C. de C.
Nro. 17.352.268 de Soatá (Boyacá), Luis Fernando Vargas Olaya C. de C. Nro.
17.412.342 de Acacías (Meta), Absalón Prieto Julián C. de C. Nro. 3.271.655 de
Acacías (Meta), Hector Julio Mesa García C. de C. Nro. 17.312.938 de
Villavicencio (Meta), Blanca Rubiela Riversalcedo C. de c. 40.315.906 Guamal
(Meta), Luis Armando Rey C. de C. 79.209.291 de Soacha (Cundinamarca), Víctor
Manuel Medina Caro C. de C. Nro. 470.182 de Acacías (Meta),Pedro Pablo
Baracaldo C. de C. Nro. 17.353.677 de San Martín (Meta), Pablo Emilio Urrego
Villalobos C. de C. Nro. 17.416.149 de Acacías (Meta), Martha Lucía Cárdenas
Riocampo C. de C. Nro. 28.741.902 de Fresno (Tolima), María Ruth Toledo Parrado
C. de C. Nro. 21.178.889 de Acacías (Meta), Rafael Antonio Pulido Sacipa C. de
C. Nro. 17.446.158 de Guamal (Meta), Helman Gilberto Léon Martínez C. de C.
Nro. 17.414.720 de Acacías (Meta), Alvaro Hernando Aguilera Aguilera C. de C.
Nro. 5.710.250 de Puente Nacional, Julio Enrique Galvis Zambrano C. de C. Nro.
17.145.097 de Bogotá, Julia Helena Barbosa de Cárdenas C. de C. Nro. 28.365.799
(sin más datos, no sabe firmar), Hilba Bertha Saenz de Sascica Nro. 21.230.319
(sin más datos, no sabe firmar), María Natividad Nomato Bejarano C. de C. Nro.
35.055.204 (sin más datos), Edelmira Vaca de Garzón C. de C. Nro. 21.171.166 de
Acacías (Meta), Jésus María Rey Jímenez C. de C. Nro. 17.307.562 de
Villavicencio (Meta), Ricardo Forero Sarmiento C. de C. 17.416.326 de Acacías
(Meta), Tobías Borda Soler C. de C. Nro. 17.412.539 de Acacías (Meta), Numa
Pumpilio Lobatón Vivas C. de C. Nro. 79.124.109 de Bogotá, Luz Marina Pinilla
C. de C. Nro. 21.012.478 de Tocaima, Eva Plata de Rivera C. de C. Nro.
23.775.614 (sin más datos), María Helena Urrego Pérez C. de C. Nro. 21.178.610
de Acacías (Meta), Rosalba Rey Pérez C. de C. Nro. 40.395.723 de Villavicencio
(Meta), María Eduviges Gutierrez de Quintín C. de C. Nro. 21.170.974 de Acacías
(Meta), Sara Gutiérrez Ortegón C. de C. Nro. 31.021.313 de Castilla La Nueva
(Meta), Anatividad Zuleta Alvarez c. de C. Nro. 25.169.421 (sin más datos),
María Alis de Yanira Poveda C. de C. Nro. 21.231.754 de Villavicencio (Meta),
Humberto Morales López C. de C. 6.667.346 de San Juan de Arama del Meta, Jóse
Eugenio Rodríguez Cantor C. de C. Nro. 2.308.714 del Guamo (Tolima), María
Eudocia Mesa C. de C. Nro. 21.202.129 de San Martín, Arquimendes Galindo Aponte
C. de C. Nro. 4.164.330 de Miraflores (Boyacá), Pedro David Chamorro Triana C.
de C. Nro. 13.819.792 Bucaramanga (Santander), Vidal González Cubides C. de C.
Nro. 17.347.459 (sin más datos), Oscar Javier Villaba Rugeles C. de C. Nro.
17.446.291 sin más datos, Reyes Belarmino Ramos Peña C. de C. Nro. 470.551 de
Acacías (Meta), José Antonio Parrado Salcedo C. de C. Nro. 17.414.035 sin más datos,
Omar Herrera Romero C. de C. Nro. 3.234.450 de Utica (C/marca), Luis Enrique
Hernández C. de C. Nro. 5.903.407 de Falan (Tolima), Maria Domitila Corredor de
Aguilera C. de C. Nro. 21.207.541 de Guamal (Meta), Esnoraldo Pacheco Rincón C.
de C. Nro. 17.416.284 de Acacías (Meta), Luz Nelly Saray Ulloa C. de C. Nro.
21.177.777 de Acacías (Meta), Rosa Elena Borda Velasco C. de C. Nro. 23.983.388
de Rondón, Oscar Castillo Caravalí C. de C. Nro. 76.267.825 de Cali (Valle),
Ramona Gómez de Bernal C. de C. Nro. 40.420.388 sin más datos, Berenice Ortiz
C. de C. Nro. 21.174.273 de Acacías (Meta), Gloria Nelly Alarcón Romero C. de
C. Nro. 21.177.425 de Acacías (Meta), Luis Hernando Cortés Beltrán C. de C.
Nro. 17.446.297 de Guamal, Manuel Alfonso Feo Chapetón C. de C. Nro.,
17.446.108 de Guamal, Adelaida Cubides de Acosta C. de C. Nro. 21.173.538 de
Acacías (Meta), Teobilde Duarte Moreno C. de C. Nro. 28.207.167 de Santa Elena,
Alvaro Becerra Cardozo C., de C. Nro. 17.416.695 de San Martín, Cesar Eduardo
Carrasco Quevedo C. de C. Nro. 17.340.550 de Villavicencio (Meta), María Sofía
Rey Pérez C. de C. Nro. 21.178.617 de Acacías (Meta), Vitaliano Pulido Casas C.
de C. Nro. 17.411.823 de Acacías (Meta), Efraín González González C. de C. Nro.
17.418.566 de Caloto (Cauca), Jorge Lomilla Abril C. de C. Nro. 86.004.246 de
Granada (Meta), James Morales López C. de C. Nro. 86.003.095 de Granada (Meta),
Ana Isabel González Rivera C. de C. Nro. 20.483.223 de Choachí (C/marca), Trino
Saavedra Sierra C. de C. Nro. 3.283.637 de Guamal, Luz Mary Vergara C. de C.
Nro. 40.380.053 de Villavicencio (Meta), Hernán Eugenio Rodríguez Jiménez C. de
C. Nro. 19.178.368 de Bogotá, Gustavo Rubio Galindo C. de C. Nro. 17.445.270 de
Guamal, Isaías García Aragonés C. de C. Nro. 83.088.228 de Campo Alegre
(Huila), Demetrio Bernal Reapira C. de C. Nro. 7.498.878 de Armenia, María del
Carmen Cárdenas Barbosa C. de C. Nro. 21.176.247 de Acacías (Meta), José
Antonio Reyes Salazar C. de C. Nro. 5.982.335 de Purificación (Tolima),
Egoberto Alvarez Díaz C. de C. Nro. 86.002.843 de Granada (Meta) y Everaldo
Enrique Muñoz M. C. de C. 787.340 sin más datos.
Tercero.- Enviar copia de esta Sentencia al Consejo
Nacional Electoral, al Registrador Nacional del Estado Civil, al Procurador
General de la Nación y al Defensor del Pueblo.
Cópiese,
comuníquese, cúmplase e insértese en la Gaceta de la Corte Constitucional,
ALEJANDRO MARTINEZ CABALLERO.
Magistrado.
FABIO MORON DIAZ.
Magistrado
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ.
Magistrado
1 WIEACKER, Franz. El principio general de la buena fe. Cuadernos
de Civitas. Editorial Civitas S.A. Madrid. 1.986.Página 19.
2 LARENZ, Karl. Derecho Justo. Fundamentos de ética jurídica.
Monografías de Civitas. Editorial Cívitas S.A. Madrid. 1.991. Página 91.
3 Cfr, Proyecto de acto reformatorio de la Constitución Política de
Colombia Nro. 24. Título: Buena Fe. Autores: Alvaro Gómez Hurtado y Juan Carlos
Esguerra Portocarrero. Gaceta Constitucional número 19, marzo 11 de 1.991.
Página 3.
4 LARENZ, Karl. Derecho Civil. Tomo I. Madrid. 1.978. Página 59.
5 GONZLEZ PEREZ, Jesús. El principio general de la buena fe en el
derecho administrativo. Monografías de Civitas. Editorial Cívitas S.A. Madrid
1.983. Página 150. |
97 | T-470-92
Sentencia No
Sentencia No. T-470/92
CONSULTA POPULAR-Ilegalidad/DERECHO AL BUEN NOMBRE-Vulneración/DERECHO
A LA HONRA
Todo el proceso de formación y trámite de
la consulta popular en cuestión adolece de vicios, por cuanto se omitieron
requisitos previstos al efecto por la Ley 42 de l989. Frente al proceso
electoral anómalo como el descrito, tanto los votos emitidos para la
construcción de obras públicas para la ciudad, como los otros denominados
espúreos y que llamaban a la revocatoria del mandato del Alcalde , están
afectados de ilegalidad. Un procedimiento torticero de revocatoria de mandato
torna a ésta ilegítima y por ello ha de presumirse que se perjudica su buen
nombre y honra, los cuales se expusieron a la opinión pública con el
señalamiento de que dicho funcionario no merecía continuar en su alta dignidad.
Cuestión distinta es el caso de la revocación de mandato propuesta dentro de
los cauces jurídicos, atendiéndose el procedimiento que la normatividad
tiene establecido para ello. Se estará entonces frente al uso legítimo por el
ciudadano de la potestad de prescindir de sus servidores públicos cuando no
correspondieran a la confianza brindada a ellos y no satisficieren sus
cometidos de proporcionar el bien común a la colectividad. Entonces no se puede
afirmar que los derechos al buen nombre y a la honra se comprometan cuando
quiera que los ciudadanos en ejercicio de su derecho fundamental constitucional
legítimo de participación política acudan al procedimiento de la consulta
popular para proponer la revocatoria del mandato del funcionario elegido,
porque a su juicio no satisfaga debidamente el encargo público que se le
confió.
DERECHO DE
PARTICIPACION POLITICA
El derecho de participación política se
desdobla en los siguientes: El derecho al sufragio activo, participación
directa o indirecta, derecho al sufragio pasivo, derecho al acceso de funciones
públicas, derecho de petición. El artículo 40 de la Carta Política consagra el
derecho de participación política como derecho fundamental, el cual, según el
artículo 85 ib. es también de aplicación inmediata.Cuando el ciudadano en
ejercicio de su derecho de participación política, accede a un cargo público de
elección popular, se coloca en un plano de responsabilidad frente a la
comunidad que con su voto contribuyó a su elección, la cual puede pedirle
cuentas de sus actuación como funcionario. No se trata entonces de que
responda por su vida privada, sino por sus actos públicos, es decir, por los
que ejecuta en virtud de la investidura que le confirió el pueblo para que
atendiera sus intereses generales.
SALA DE REVISION No. 6
Ref.: Proceso de tutela No. 1707
Tema: Derechos
de participación política.
Demandante:
FERNANDO SANDOVAL RODRIGUEZ
Alcalde
Mayor de Tunja
Magistrados:
DR. SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Ponente
DR. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
DR.
CIRO ANGARITA BARON.
Santafé de Bogotá, D.C. dieciseis (16) de
julio de mil novecientos noventa y dos (1992).
I. ANTECEDENTES.
Con fundamento en los artículos 86 de la
Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de Selección
correspondiente de la Corte Constitucional, llevó a cabo la selección de la
acción de tutela de la referencia.
Con base en el artículo 34 del Decreto 2591
de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte entra a dictar la sentencia
correspondiente.
A. HECHOS Y PETICIONES
DE LA DEMANDA.
Se fundamenta la demanda de tutela
presentada ante el Juzgado 8o. de Instrucción Criminal de Tunja, en los
siguientes hechos:
Fernando Sandoval Rodríguez, Alcalde Mayor
de Tunja, solicita que se requiera al Registrador Especial del Estado Civil de
Tunja, para que se abstenga de reconocer eficacia jurídica a unas papeletas
que no siendo oficiales y tampoco aprobadas por la Registraduría, fueron
utilizadas en la consulta popular del 15 de diciembre de 1991, en las que
premeditadamente se incluye sin alternativa alguna para el elector las
siguientes preguntas:
"NO a la ejecución de algunas obras
por el sistema de valorización" y "SI a la revocatoria del mandato
del actual Alcalde Mayor de Tunja".
Pide que se ordene a la Registraduría
Especial del Estado Civil, que se abstenga de certificar como oficiales y de
dar publicidad por cualquier medio a los votos que en forma espúrea fueron
depositados en las urnas, toda vez que ello constituye un claro engaño al
electorado de Tunja.
Solicita también que se tomen las medidas
jurídicas provisionales para evitar la violación de los derechos
constitucionales fundamentales que le asisten como ciudadano y como primera
autoridad ejecutiva del Municipio de Tunja.
Sustenta la acción de la siguientes manera:
1. El artículo 374 del Decreto Ley
1333 de 1986 prevé que: "Previo cumplimiento de los requisitos y
formalidades que la ley señala, y en los casos que esta determine, podrán
realizarse consultas populares para decidir sobre asuntos que interesen a los
habitantes del respectivo Distrito Municipal". (Art. 6o. Acto
Legislativo No. 1 de 1986).
Aduce que para el desarrollo de tal norma,
se dictó la Ley 42 de 1989, en cuyo artículo 3o. se establece la iniciativa
exclusiva de los concejos municipales para convocar consultas populares y
determinar su objeto, el cual, según lo señala el artículo 4o. ibidem, no puede
ser distinto a aquellas decisiones para cuya adopción es competente el Concejo
Municipal.
2. Como los concejos municipales no
pueden revocar el mandato de los alcaldes popularmente elegidos, es obvio que
esta decisión no puede ser objeto de consulta popular.
Esta improcedencia se establece
expresamente en el literal "e" del artículo 5o. de la misma Ley, que
enumera como uno de los asuntos "que no podían ser objeto de consulta
popular" la decisión de nombrar o remover funcionarios.
Manifiesta que acordó con el Concejo
Municipal de Tunja, mediante proposición legalmente aprobada, la realización de
una consulta popular "informal", en la que se señala como primera
proposición y con toda precisión: "Desea usted la Construcción del
Viaducto del Complejo de Servicios Públicos del Sur y el Centro Administrativo
del Norte y que su recuperación sea por el sistema de valorización. SI o
NO.".
El Alcalde Mayor aceptó la consulta, sobre
la base de que se cumpliría de buena fe el acuerdo según el cual la consulta
implicaba un pronunciamiento comunitario contraído exclusivamente a la
ejecución de algunas obras públicas, sin que en modo alguno se hubiere previsto
ni remotamente, la inclusión en el objeto de la consulta, de la llamada revocatoria
de su mandato.
Tales tarjetas no oficiales se
contabilizaron en desarrollo de los escrutinios realizados el 15 de diciembre
de 1991 por parte de la Registraduría, que impartió esa orden.
Dice que, contrariándose el objeto fijado
en la consulta por el Concejo Municipal y desconociéndose la normatividad
vigente, se indujo a la ciudadanía, con mecanismos engañosos, a equívocos en
torno a la consulta para que desconociéndose el tarjetón oficial acordado por
el Concejo y aprobado y sellado por la Registraduría, se depositaran algunas
tarjetas particularmente elaboradas por los interesados en distorsionar la
consulta. En dichas tarjetas ilegalmente se procedió a incluir el voto No
a las obras y el SI a lo que llamaron revocatoria del mandato al
actual Alcalde.
B. DERECHOS VULNERADOS.
Manifiesta el demandante la violación de
los siguientes derechos fundamentales:
1. Artículo 15 de la C.N. Derecho a la
intimidad.
Por cuanto sus opositores políticos lo han
difamado por los diferentes medios de comunicación hablados y escritos, de
los órdenes municipal, departamental y nacional, afirmando la supuesta validez
de la revocatoria de su mandato, la imputación de hechos punibles,
apropiaciones indebidas de recursos oficiales y supuestos comportamientos
arbitrarios en el ejercicio de su cargo, lo cual ha llevado a que se cree un
desconcierto en el seno de su familia, allegados y de la ciudadanía en general,
cuestionándose su buen nombre cuando se le hace objeto de viles calumnias y de
infamantes injurias.
2. Artículo 21 de la C.N. Derecho a
la honra.
Por cuanto se le lesiona en los más claros
valores que como ser humano posee, los cuales son la honradez de su conducta y
de su linaje; y ello porque su nombre es objeto por parte de sus opositores de
difamaciones que no sólo lo afectan a él, sino también a otros funcionarios que
ocupan altas dignidades en la administración municipal.
3. Artículo 22 de la C.N. Derecho a
la paz.
Por cuanto se afecta su tranquilidad, ya
que esa fraudulenta maniobra lo ha sumido en un clima de desasosiego y profunda
crisis espiritual.
4. Artículo 25 de la C.N. Derecho al
trabajo.
Porque se buscan mecanismos para removerlo
del cargo que deriva su sustento personal y familiar, los cuales comprometen
su estabilidad laboral.
5. Artículo 29 de la C.N. El derecho
al debido proceso.
Se quebranta este derecho porque implicando
la revocatoria de su mandato una sanción, al dársele efectos jurídicos a los
votos ilegales se le condena sin fórmula de juicio. Y fue así que en el
desarrollo del fraudulento procedimiento que él cuestiona no tuvo oportunidad
de defender sus ejecutorias públicas.
6. Artículo 40 de la C.N.
Dice que se viola el mandato contenido en
esta norma porque el numeral 4o. que se pretende ejercer no está
reglamentado; en consecuencia, prevalece el principio general de derecho
contenido en la Ley 53 de 1887, el cual, en caso de reforma a la Constitución
sólo se entiende insubsistente la legislación que resulte contraria al nuevo
ordenamiento, conservando plena vigencia las normas legales que no lo
contradigan.
Solicita Fernando Sandoval Rodríguez, que
el Registrador Especial del Estado Civil de Tunja se abstenga de reconocer
eficacia jurídica a las papeletas no oficiales que fueron utilizadas en la
consulta del 15 de diciembre de 1991.
C. ACTUACION PROCESAL.
Se aportaron como pruebas los siguientes
documentos:
Papeleta oficial aprobada por la
Registraduría para la consulta de 15 de diciembre de 1991; oficio remisorio del
Acta General de Escrutinios suscrito por el Registrador Especial del Estado
Civil; Acta de diligencia de escrutinios, oficio dirigido al Registrador
Especial del Estado Civil por el Presidente del Concejo Municipal de Tunja por
medio del cual le solicita que se abstenga de contabilizar papeletas distintas
al texto oficial aprobado por el H. Concejo Municipal; oficios dirigidos al
mismo Registrador suscritos por Luis Miguel Niño Ortega del Movimiento de
Participación Ciudadana por los cuales solicita ordenar el escrutinio de la
segunda papeleta denominada "no oficial"; tabla contentiva de
los resultados de la contabilización de "la papeleta no
oficial"; proposición aprobada por el Concejo Municipal para convocar
la consulta popular; oficios del Registrador al señor Niño Ortega y al
Presidente del Concejo Municipal y papeleta no oficial que se encontró en las
urnas y que fue objeto de contabilización.
De la misma manera el Juzgado Octavo de
Instrucción Criminal ordenó la práctica de las siguientes diligencias:
1. Solicitar al Alcalde Mayor de Tunja
que informara todo lo relacionado con la consulta popular efectuada el 15 de
diciembre de 1991, si existió Decreto o acto administrativo y cuál fue su
reglamentación.
Contestó aquél que el acto administrativo
lo fue la proposición del Concejo Municipal aprobado por la mayoría de sus
miembros y que a pesar de las advertencias de ilegalidad hechas por la Alcaldía
Mayor, el Concejo Municipal procedió a convocar para la consulta el 15 de
diciembre de 1991.
El Alcalde envió con antelación a tal
solicitud, memorial al Juzgado en que expresa que no hubo reglamentación
especial de la Alcaldía de Tunja, pues el procedimiento electoral se llevó a
cabo teniendo como soporte el acto emanado del Concejo Municipal de Tunja
denominado "proposición" y al efecto acompaña copia del texto
de ésta.
2. Oficiar al Presidente del Concejo
Municipal de Tunja a efecto de que se sirva informar si se presentó a esa
Corporación proyecto de acuerdo o se elevó a acuerdo, si se produjo alguna
decisión por parte de todos los miembros del cabildo, de la mayoría o de la
mesa directiva con el fin de convocar a la consulta popular efectuada el 15 de
diciembre de 1991.
El Presidente del Concejo, contestó al
juzgado el 24 de diciembre de 1991, y le informó que el Concejo sesionó en
cabildo abierto el 14 de noviembre de 1991 y aprobó mayoritariamente la
proposición No. 1 en la que se establecía que se realizaría una consulta
popular el 15 del mismo mes y año debiendo asumir la administración los gastos
correspondientes. También se buscaría la coordinación de la Registraduría
Municipal "aceptándole como mayoría la mitad más uno"(sic).
Esta proposición fue aprobada por diez
(10) concejales que emitieron voto favorable y consignaron sus firmas. En
ningún momento se ha discutido y menos aprobado proposición en la que se
solicite la revocatoria del mandato del Alcalde.
3. Oficiar al Registrador Municipal
del Estado Civil, con el objeto de que informara quién convocó la consulta
popular, si se elaboraron papeletas oficiales y qué entidad lo hizo, cuál era
el contenido de las mismas y qué persona o personas aprobaron el contexto de las
mismas.
El Registrador, en memorial de fecha 27 de
diciembre de 1991 respondió que la consulta popular fue solicitada por
intermedio del Concejo, la Alcaldía y el Comité de Participación Ciudadana.
El Alcalde y dicho Comité acordaron
solicitar al Registrador de Tunja que se timbraran 30.000 tarjetas
electorales, cuyo contenido fue redactado por ellos conforme a la proposición
aprobada y aceptada tanto por el Concejo Municipal como por el Comité de
Participación Ciudadana y el Alcalde Municipal.
E. FALLO QUE SE REVISA.
Proferido por el Juzgado Octavo de
Instrucción Criminal del Distrito Judicial de Tunja (Boyacá) el 27 de diciembre
de 1991, en primera instancia.
Decidió lo siguiente:
1. Accedió a la acción de tutela ejercida
por el Alcalde Mayor de Tunja señor Fernando Sandoval Rodríguez y fue así como
declaró no válidos preventivamente los votos encontrados en la consulta popular
del 15 de diciembre de 1991 que no se ajustaron a los requisitos de la convocatoria,
que no fueron elaborados por la Registraduría Nacional del Estado Civil de
dicha ciudad y que carecían del control correspondiente de sellos e impresiones
de dicha entidad.
2. Ordenó al Registrador del Estado Civil
de Tunja abstenerse de reconocer eficacia jurídica a tales votos, de
certificar sobre la cantidad de los mismos y de dar publicidad por cualquier
medio informativo oficial o particular sobre dicha cantidad.
Unicamente puede dar a conocer y dar
validez a los resultados de la votación que legalmente cumplió con los
requisitos que en materia electoral contempla la Constitución Nacional.
El Juzgado razonó de la siguiente manera:
1.
Entró a decidir preventivamente o
como mecanismo transitorio "teniendo en cuenta la inexistencia de un
procedimiento señalado y determinado para tramitar y decidir esta clase de
peticiones".
2.
La petición suscrita por el
Alcalde Mayor tiende a proteger y garantizar su estabilidad laboral y su buen
nombre como primera autoridad de la ciudad capital del Departamento de Boyacá.
3. El día 15 de diciembre de 1991 se
llevó a cabo en la ciudad de Tunja una consulta popular, convocada según
proposición elaborada por concejales del cabildo de la misma ciudad, de un
Comité Cívico Popular, aceptada por el señor Alcalde Mayor y con la asesoría y
actuación de la Registraduría Especial del Estado Civil de Tunja.
4. La convocatoria a consulta popular
fue propuesta y elaborada en un cabildo abierto por la entidad que tenía a su
cargo legalmente decidir sobre su realización o no.
5. En el Concejo Municipal "según
proposición", se determinó cuál era el alcance de la consulta, quién
debería asumir los gastos que ocasionara la misma, quién estaría a cargo de su
organización y coordinación y se estableció el mecanismo para la decisión de
las mayorías de la consulta.
6. El Registrador de Tunja manifestó
que la consulta fue solicitada por el Concejo Municipal, la Alcaldía de la
ciudad y el Comité de Participación Ciudadana.
7. El Registrador fue autorizado para
que timbrara 30.000 tarjetas electorales y el contenido de las mismas fue
elaborado por las entidades anotadas.
Se puede ver entonces que existió un voto
oficial timbrado especialmente para el acto de la consulta y en él se
imprimió el sello de la Registraduría y se le advierte al elector que el hecho
de marcar las dos casillas ( Si y No) ocasionaría la nulidad del voto. Contiene
igualmente una casilla en la que se debe colocar el número de la mesa
electoral con la firma del jurado correspondiente, "pudiendo el elector
decidir si se encuentra o no de acuerdo con la construcción de las obras
propuestas".
8. Consta en el expediente el voto
acusado como no legal, sin el sello de la Registraduría, que no podía ser
controlado por la misma, porque no contenía las casillas que señalaran la mesa
electoral como tampoco la firma del jurado correspondiente y en el cual
solamente se le da la posibilidad al elector de decir "no" a la
construcción de las obras y "si" a la revocatoria del mandato del
actual Alcalde Mayor de Tunja.
9. Del acervo probatorio se establece
que sí existieron votos oficiales elaborados de común acuerdo entre las
entidades encargadas de la convocatoria popular y timbrados oficialmente por la
Registraduría Municipal, en los cuales se le da al elector la facultad de estar
de acuerdo o rechazar los términos materia de la convocatoria; en cambio los
votos objeto de la controversia no dan oportunidad al elector de decidir o
escoger la opción que más le conviene.
II. COMPETENCIA.
De conformidad con los artículos 86 inciso
2o. y 214 No. 9o. de la Constitución Nacional y los artículos 31, 33 y 34 del
Decreto 2591 de 1991 "por el cual se reglamenta la acción de tutela
consagrada en el artículo 86 de la Constitución Política", es
competente la Corte para conocer en revisión de la acción de tutela incoada por
el señor Fernando Sandoval Rodríguez, Alcalde Mayor de Tunja.
III. CONSIDERACIONES.
1. Ilegalidad de la consulta popular.
A. Alega el demandante que la
segunda papeleta depositada con motivo de la consulta popular y por la
cual se contestaba afirmativamente a la revocatoria del mandato del Alcalde de
Tunja, realizada en dicha ciudad el 15 de diciembre de l991 es ilegal porque no
se ajustó a la Ley 42 de l989, en especial a su artículo 4o. de conformidad con
el cual la materia sobre que ella versa no puede ser distinta a la que el
ordenamiento jurídico atribuye los concejos municipales. Y dentro de las
prohibiciones de los temas que se pueden consultar está la de "nombrar
o remover funcionarios" ( art. 5o. literal e ibidem).
Mas observa esta Sala que todo el proceso
de formación y trámite de la consulta popular en cuestión adolece de vicios,
por cuanto se omitieron requisitos previstos al efecto por la Ley 42 de l989.
Por esta Ley se desarrolla el artículo 6o.
del Acto Legislativo No. 1 de l986 sobre consultas populares. Su artículo 1o.
define la consulta popular como una institución que garantiza la
efectiva intervención de la comunidad para que decida directamente sobre
asuntos de orden local. El artículo 2o. le concede a todo ciudadano el derecho
a expresarse en consultas populares. Según el artículo 3o. corresponde al
Concejo Municipal convocar a consultas populares a petición del Alcalde, de la
tercera parte como mínimo de los concejales del respectivo municipio, del 5% de
ciudadanos del censo electoral del respectivo municipio, de la mitad al menos
de las juntas directivas de acción comunal. El objeto de la consulta popular
será cualquier decisión que la constitución, la ley, decreto u ordenanza
atribuya al respectivo Concejo Municipal, no pudiendo utilizarse ella en
relación con varios asuntos, entre otros el nombramiento o remoción de
funcionarios ( art.4o.). La solicitud de convocatoria deberá presentarse ante
el respectivo Concejo Municipal, la cual contendrá
con claridad el texto sobre el cual tratará la consulta, motivación acerca de
antecedentes, necesidad, conveniencias y posibles beneficios que se obtendrán
con la medida sometida a pronunciamiento (art.6o.) El Concejo decidirá sobre la
legalidad y procedencia de la consulta propuesta en un lapso de ocho (8) días
(art.7o.). Dicha solicitud será aprobada por la mayoría de los miembros del
Concejo ( art. 8o.). El texto de la consulta ha de ser breve y de fácil
comprensión para los votantes, de forma tal que puedan responder SI o NO (art.
9o.). El Tribunal Administrativo correspondiente ejercerá el control
jurisdiccional sobre el acto administrativo que ordene la convocatoria a
consulta popular o la niegue, para lo cual el Concejo enviará el acto al
Tribunal al día siguiente de su expedición y si así no lo hiciera él asumirá
inmediatamente y de oficio su conocimiento. El Tribunal dentro del término
improrrogable de 15 días resolverá sobre la constitucionalidad o legalidad del
acto. En caso negativo se archivará el acto revisado (arts. 10o. y 11). El
Concejo ordenará tres (3) publicaciones con intervalos no mayores de 15 días
del texto de convocatoria en un diario de amplia circulación nacional y la
fijación de avisos en lugares públicos (art.12). Revisado favorablemente el
acto de convocatoria por el Tribunal Administrativo, se remitirá de inmediato
copia de su texto al Registrador Nacional del Estado Civil para que disponga lo
relativo a la organización de la consulta popular (art.14). La votación se
realizará por medio de papeletas que contendrán impreso el texto de la consulta
y la decisión del votante sólo podrá ser SI o NO o en blanco ( art.15). El
asunto se considerará aprobado si alcanza una votación afirmativa de la mitad
más uno de los votos depositados (art 16o.). Los delegados del Consejo Nacional
Electoral declararán oficialmente los resultados de la consulta y dispondrán su
divulgación (art.17). Las disposiciones electorales se aplicarán en cuanto no
sean incompatibles con las normas sobre procesos de consulta popular y de las
controversias sobre éstos conocerán los tribunales administrativos en primera
instancia y el Consejo de Estado en segunda siguiéndose el procedimiento del
Capítulo IV del Título XXV del Código Contencioso Administrativo o Decreto 01
de l984 (art. 18). El acto adoptado mediante decisión popular se denominará
acuerdo popular (art.20).
B. El mismo actor reconoce
que la consulta popular que acordó él con el Concejo Municipal de Tunja era "informal".
Si bien un número de 10 ediles aprobaron una proposición sobre su convocatoria
para consultar la opinión ciudadana sobre la construcción de un viaducto y un
centro administrativo y la Registraduría del Estado Civil prestó apoyo a su
realización, se soslayaron varias exigencias de las antes señaladas de la ley
42 de l989. Nótese como la más protuberante, el haber eximido la consulta del
control jurisdiccional del Tribunal Administrativo de Boyacá, cuya intervención
al respecto no aparece en el presente proceso.
Frente entonces al proceso electoral
anómalo como el descrito, tanto los votos emitidos para la construcción de
obras públicas para la ciudad, como los otros denominados espúreos y que llamaban
a la revocatoria del mandato del Alcalde Mayor de Tunja, están afectados de
ilegalidad.
2. Derechos a la intimidad y a la
honra.
Invocados por el actor de la acción de
tutela como quebrantados en su caso particular, por las difamaciones de que
han sido objeto por sus adversarios políticos, en los distintos medios de
comunicación y todo ello a propósito de las papeletas sobre revocatoria de su
mandato de Alcalde.
Sobre estos derechos ya esta corporación en
su Sala 4, ha fijado el alcance de ellos, así:
"3. Derecho de la esfera interna de la
persona.
En el inciso 2º del artículo 2º de la
Constitución se consagra que las autoridades están instituídas para proteger a
todas las personas residentes en Colombia en sus vidas, honra, bienes,
creencias y en los demás derechos y libertades.
Como quiera que existen artículos expresos
referentes al derecho a la vida, a los bienes, a la religión y creencias, y a
las libertades de la persona humana, se creyó conveniente consagrar normas
que prescriban el deber del Estado y de los particulares de proteger la esfera
interna de las personas1 .
El artículo 15 de la Constitución relativo
al derecho a la intimidad, contiene una zona de reserva para la propia persona,
de la que quedan excluídos los demás, a menos que la persona protegida decida
voluntariamente compartir dicho ámbito. Contiene dicho artículo, entre otros,
los derechos a la intimidad personal y familiar, al buen nombre, al habeas
data y a la inviolabilidad de la correspondencia y demás formas de comunicación
privada. Todos estos derechos están unidos por su finalidad, cual es la de
aislar a la persona de las injerencias de terceros, así como proteger su
imagen.
El caso a estudio de la Sala de Revisión
guarda relación directa con el derecho al buen nombre, entendiendo por ello el
derecho a la reputación, o sea el concepto que las demás personas tienen de
uno.
Ese derecho cobija tanto a las personas
naturales como a las jurídicas. En el caso de la protección de la reputación de
las personas naturales, el Constituyente consideró necesario desarrollar el
núcleo esencial del derecho al buen nombre en el artículo 21 de la
Constitución.
Pero el núcleo esencial del artículo 15
permite también proteger a las personas jurídicas, ante la difamación que le
produzcan expresiones ofensivas e injuriosas. Es la protección del denominado
"Good Will" en el derecho anglosajón, que es el derecho al buen
nombre de una persona jurídica y que puede ser estimado pecuniarimente.
Esta ha sido la interpretación que la
doctrina constitucional contemporánea le ha dado al término "buen
nombre" y que fue recogida por el Tribunal Constitucional Español en
Sentencia 137 de 1.985, en el caso Derivados de Hojalata S.A.2
Ahora bien, el artículo 21 de la
Constitución garantiza el derecho a la honra, así:
"Se garantiza el derecho a la honra.
La ley señalará la forma de su protección".
El Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos que entró en vigor el 23 de marzo de 1.976, -aprobado mediante la
Ley 74 de diciembre 26 de 1.968-, estableció en su artículo 17:
"1. Nadie será objeto de injerencias
arbitrarias e ilegales en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia ni de ataques ilegales a su honra y reputación.
2. Toda persona tiene derecho a la
protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques" (subrayas y
negrillas no originales).
Igualmente el artículo 11 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos "Pacto de San José de Costa Rica"
-aprobado mediante la Ley 74 de diciembre 26 de 1.968-, consagra:
"1. Toda persona tiene derecho al
respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad.
2. Nadie puede ser objeto de injerencias
arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su
domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra y
reputación.
3. Toda persona tiene derecho a la
protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques" (subrayas y
negrillas no originales).
El artículo 93 de la Constitución le
confiere a los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos el carácter de
norma prevalente en el orden interno si se ajusta al orden constitucional y le
otorga la condición de criterio de interpretación constitucional para buscar el
sentido de los derechos y deberes consagrados en la Carta Fundamental.
Como se podrá observar, las normas
contenidas en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos son vinculantes, pero en ésta
última el concepto de honra está más protegido que en aquél. Para interpretar
esto, se debe recurrir a los artículos 46 (Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos) y al artículo 29 (Convención Americana sobre Derechos
Humanos) que establecen que ninguna disposición del Pacto Internacional o de
la Convención puede ser interpretada en el sentido de excluír o limitar el
efecto que consagre la norma más generosa.
Con los fundamentos anteriores se concluye
que la Convención Americana sobre Derechos Humanos contiene una cláusula más
amplia titulada "Protección de la Honra y de la Dignidad" y cuyo
primer apartado se refiere en forma exclusiva a ese derecho.
La Constitución reconoce y garantiza la
honra de "todas" las personas, sin excepción alguna. El artículo
13 de la Constitución consagra expresamente el derecho a la igualdad ante la
ley, vedando cualquier discriminación. La dignidad de la persona es el soporte
y fundamento de dicha igualdad.
La ratio juris de la honra es la dignidad humana,
la cual es cualidad de la persona, razón y fin de la Constitución de 1.991. No
es pues el individuo en abstracto, aisladamente considerado, sino precisamente
el ser humano en su dimensión social, visto en la tensión individuo-comunidad,
la razón última de la nueva Carta Política.
Los derechos constitucionales fundamentales
no deben ser analizados aisladamente, sino a través de todo el sistema de
derechos que tiene como sujeto a la persona.
Es a partir del ser humano, su dignidad, su
personalidad jurídica y su desarrollo (artículos 14 y 16 de la Constitución),
que adquieren sentido los derechos, garantías y los deberes, la organización y
funcionamiento de las ramas y poderes públicos3 .
Para nuestra Constitución y para los Pactos
Internacionales sobre Derechos Humanos, la honra es un atributo esencial e
inmanente de la persona, que se deriva de su condición y dignidad. Un bien
jurídico personalísimo, de inicial raigambre "aristocrática",
experimenta un proceso de generalización, democratización o socialización,
que alcanza del mismo modo a los derechos a la intimidad, al buen nombre, al
habeas data y a la inviolabilidad de la correspondencia de todas las personas.
El concepto de honra se debe construír
desde puntos de vista valorativos y, en consecuencia, con relación a la
dignidad de la persona. Desde dicha perspectiva la honra es un derecho de la
esfera personal y se expresa en la pretensión de respeto que corresponde a
cada persona como consecuencia del reconocimiento de su dignidad.
Aunque honra y honor sean corrientemente
considerados como sinónimos, existe una diferencia muy clara entre ellos. Honor
se refiere a un valor propio que de sí mismo tiene la persona, independiente de
la opinión ajena; en cambio la honra o reputación es externa, llega desde
afuera, como ponderación o criterio que los demás tienen de uno, con
independencia de que realmente se tenga o no honor; uno es el concepto interno
-el sentimiento interno del honor-, y otro el concepto objetivo externo que se
tiene de nosotros -honra-.
Es de advertir que el derecho fundamental a
la honra es de aplicación inmediata (artículo 85 de la Constitución), por lo
tanto no requiere para su aplicación la mediación de otra norma jurídica".4
3. Derechos de participación política.
Organizado el Estado Colombiano como
democrático (art. 2o. C.N.) habrá de asegurar los derechos que preserven la
libertad de sus súbditos frente al Estado y a la vez le dará a éstos la
posibilidad de intervenir en la formación de la voluntad de aquél. Pasa
entonces el pueblo a participar como titular de la soberanía nacional en
la configuración de los poderes del Estado que serán por tanto, emanación del
mismo.
Se establece una simbiosis entre el miembro
de la comunidad y ésta, de tal forma que aquél habrá de intervenir, o mejor
"participar" en la toma de decisiones que la afecten, que es como
decir que tiene injerencia en el ámbito de sus propios intereses, apetencias y
expectativas.
Consagra entonces la nueva Constitución una
notable mutación de la soberanía ahora en cabeza del pueblo, ya que antes en la
Constitución de l986 residió "esencial y exclusivamente en la Nación
y de ella emanan los poderes públicos" (art.2 ) y consecuente con esto
disponía que "el sufragio se ejerce como función constitucional. El que
sufraga o elige no impone obligaciones al candidato ni confiere mandato al
funcionario electo" (art.179).
El derecho de participación política se
desdobla en los siguientes: El derecho al sufragio activo, participación
directa o indirecta, derecho al sufragio pasivo, derecho al acceso de funciones
públicas, derecho de petición.
El artículo 40 de la Carta Política
consagra el derecho de participación política como derecho fundamental, el
cual, según el artículo 85 ib. es también de aplicación inmediata. Dice así:
"Todo ciudadano tiene derecho a
participar en la conformación, ejercicio y control del poder político. Para
hacer efectivo este derecho puede:
1. Elegir y ser elegido.
2. Tomar parte en elecciones,
plebiscitos, referendos, consultas populares y otras formas de participación
democrática.
3. Constituir partidos, movimientos
y agrupaciones políticas sin limitación alguna; formar parte de ellos
libremente y difundir sus ideas y programas.
4. Revocar el mandato de los
elegidos en los casos y en la forma que establecen la Constitución y la ley.
5. Tener iniciativa en las
corporaciones públicas.
6. Interponer acciones públicas en
defensa de la Constitución y la ley.
7. Acceder al desempeño de funciones
y cargos públicos, salvo los colombianos, por nacimiento o por adopción, que
tengan doble nacionalidad. La ley reglamentará esta excepción y determinará
los casos a los cuales ha de aplicarse.
Las autoridades garantizarán la adecuada y
efectiva participación de la mujer en los niveles decisorios de la administración
pública".
A su vez el Título IV de la Carta
denominado "De la participación democrática y de los partidos
políticos" previene en el artículo 103 que son mecanismos de
participación del pueblo en ejercicio de su soberanía: El voto, el plebiscito,
el referendo, la consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa
legislativa y la revocatoria del mandato, los cuales reglamentará la
ley. Y que el Estado coadyuvará en la organización, promoción y capacitación
de las asociaciones profesionales, cívicas, sindicales comunitarias, juveniles,
benéficas o de utilidad común no gubernamentales. El artículo 104 da al
Presidente de la República la facultad de consultar al pueblo decisiones de
importancia nacional, con la firma de todos sus ministros y previo concepto del
Senado. También los gobernadores y alcaldes podrán efectuar consultas
populares en asuntos de su competencia (art. 105). Del mismo modo los
habitantes de las entidades territoriales podrán presentar proyectos sobre
asuntos de incumbencia de la respectiva Corporación pública (art. 106).
Con arreglo al artículo 107 se garantiza a
todos los nacionales el derecho a fundar, organizar y desarrollar partidos y
movimientos políticos y la libertad de afiliarse a ellos o de retirarse. El artículo
108 confiere al Consejo Nacional Electoral la atribución de reconocer
personería jurídica a los partidos o movimientos políticos cuando se organicen
para participar en la vida democrática del país. Permite el artículo 109 que
el Estado financie las campañas electorales de los partidos y movimientos
políticos con personería jurídica. Se prohibe a las personas que ejerzan
funciones públicas, hacer contribuciones a partidos, movimientos o candidatos,
so pena de ser removidas de su cargo o perder su investidura (art. 110), y se
les otorga a los partidos y movimientos políticos el acceso a los medios de
comunicación social del Estado (art. 111). El artículo 112 se refiere al
estatuto de la oposición y al efecto se garantiza a los partidos y movimientos
políticos que no participen en el Gobierno el libre ejercicio de la función
crítica frente a éste.
El artículo 270 que se halla en el Título X
sobre los "órganos de control" defiere a la ley la
organización de las formas y los sistemas de participación ciudadana que hagan
posible la vigilancia de la gestión pública y sus resultados, que ha de
cumplirse en los distintos niveles de la administración pública.
4. Examen del caso sublite.
Los derechos a la intimidad ( buen nombre)
y honra que el demandante estima violados, según la caracterización que de
ellos se hizo precedentemente, se mueven dentro de la órbita de relaciones de
autoaislamiento del ser humano que lo hace impermeable a que su vida privada
sea interferida en cualquier forma por otros, lo que le permite desenvolver a
su gusto su vida privada y familiar y experimentar dentro de su propio yo y el
social de sus seres allegados sus propias vivencias y emociones.
Mas cuando el ciudadano en ejercicio de su
derecho de participación política, accede a un cargo público de elección
popular, se coloca en un plano de responsabilidad frente a la comunidad que con
su voto contribuyó a su elección, la cual puede pedirle cuentas de sus actuación
como funcionario. No se trata entonces de que responda por su vida privada,
sino por sus actos públicos, es decir, por los que ejecuta en virtud de la
investidura que le confirió el pueblo para que atendiera sus intereses
generales. Adviértase en este orden de ideas que el artículo 40 al lado de los
derechos de elegir y ser elegido, de los de participación política, entre
otros, incluye el de revocar el mandato de los elegidos (numeral 4 ).
El artículo 103 contempla entre los mecanismos de participación del pueblo en
ejercicio de la soberanía el de revocatoria del mandato . El artículo
133 dice que los miembros de cuerpos colegiados de elección directa
representan al pueblo y deberán actuar consultando la justicia y el bien común
y que el elegido es responsable ante la sociedad y frente a sus electores
del cumplimiento de las obligaciones propias de su investidura. El
artículo 259 manda que quienes elijan gobernadores y alcaldes, imponen por
mandato al elegido el programa que presentó al inscribirse como candidato.
Pues bien, como antes se explicó, el
proceso electoral de la consulta popular realizada el 15 de diciembre de l991
fue ilegal, luego también lo fueron las papeletas depositadas en las urnas y
que proponían asertivamente la revocación del mandato del Alcalde Mayor de
Tunja; un procedimiento torticero de revocatoria de mandato torna a ésta
ilegítima y por ello ha de presumirse que se perjudica su buen nombre y honra,
los cuales se expusieron a la opinión pública con el señalamiento de que dicho
funcionario no merecía continuar en su alta dignidad.
Cuestión distinta es el caso de la
revocación de mandato propuesta dentro de los cauces jurídicos,
atendiéndose el procedimiento que la normatividad tiene establecido para ello.
Se estará entonces frente al uso legítimo por el ciudadano de la potestad de
prescindir de sus servidores públicos cuando no correspondieran a la confianza
brindada a ellos y no satisficieren sus cometidos de proporcionar el bien común
a la colectividad. Entonces no se puede afirmar que los derechos al buen nombre
y a la honra se comprometan cuando quiera que los ciudadanos en ejercicio de su
derecho fundamental constitucional legítimo de participación política acudan al
procedimiento de la consulta popular para proponer la revocatoria del mandato
del funcionario elegido, porque a su juicio no satisfaga debidamente el encargo
público que se le confió. Son estas eventualidades de toda democracia, a las
cuales se someten quienes apelan al favor de la comunidad para hacerse elegir
en cargos frente a los cuales hay que afrontar y evacuar las responsabilidades
inherentes a los mismos.
La violación entonces de los artículos 15 y
22 de la Carta amerita la confirmación de la sentencia del Juzgado Octavo de
Instrucción Criminal de Tunja. Y hace innecesaria la consideración de los demás
textos constitucionales señalados como infringidos.
En mérito de lo expuesto, la Sala Sexta de
Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
F A L L A :
Primero: Confirmar la sentencia del Juzgado Octavo de Instrucción
Criminal de Tunja, pronunciada el 27 de diciembre de 1991, por las razones
expuestas en la parte motiva de esta providencia.
Segundo: Comuníquese al Juzgado Octavo de Instrucción Criminal de Tunja, la
presente decisión para que sea notificada a las partes conforme a lo dispuesto
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991. Igualmente envíese copia de este
fallo al Presidente del Concejo Municipal de Tunja.
COMUNIQUESE Y NOTIFIQUESE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado ponente
CIRO ANGARITA BARON JAIME SANIN
GREIFFENSTEIN
Magistrado Magistrado
La suscrita Secretaria General de la Corte
Constitucional, HACE CONSTAR que el H. Magistrado JAIME SANIN GREIFFENSTEIN no
firma la presente sentencia T-470, por encontrarse en uso de permiso
debidamente justificado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Gaceta Constitucional número 82. Pág. 13.
2 LOPEZ GUERRA, Luis.ESPIN ,Eduardo. GARCIA MORILLO,Joaquín. PEREZ
TREMPS, Pablo. SATUSTREGUI, Miguel. derecho Constitucional. Volumen I. El
Ordenamiento Constitucional. Derechos y Dereberes de los Ciudadanos. Editorial
Tirant lo Blanch. Valencia. 1.991. Pág. 182.
3 Cfr, Sentencia de Constitucionalidad del 29 de mayo de 1.992. Sala
Plena.
4 Sentencia
de tutela No. 412 de 17 de junio de 1992. Magistrado Ponente: Dr. Alejandro
Martínez Caballero. Págs. 10 a 15. |
98 | T-471-92
Sentencia No
Sentencia No. T-471/92
DERECHO A LA
SEGURIDAD SOCIAL/DERECHOS FUNDAMENTALES/DERECHO A LA PENSION DE JUBILACION-Pago
oportuno/DERECHOS DE PERSONA DE LA TERCERA EDAD
El derecho a la seguridad social es un
derecho fundamental. Y como alternativa de la lucha de la persona por su
subsistencia surge el derecho inviolable e irrenunciable a la seguridad social
como la garantía constitucional para que la persona amenazada por alguna
enfermedad, accidentada, desprotegida, desempleada o abandonada, tenga acceso a
ese derecho y pueda cumplir dentro de los parámetros de la legalidad sus
cometidos como ser social. El derecho pensional es una especie dentro de la
generalidad del Derecho Fundamental a la seguridad social y por ello goza de
las prerrogativas de protección y amparo consagradas en el artículo 86 de la
Constitución nacional.
DEBIDO
PROCESO/PRESUNCION DE INOCENCIA/CARGA DE LA PRUEBA
La actitud de la administración viola la
institución del debido proceso al imponer una sanción previa al demandante de
tutela ya que sin haber terminado el juicio administrativo disciplinario que le
sigue al maestro jubilado éste ha sido sancionado a no recibir sus mesadas
pensionales. Cuando la lógica jurídica y la concepción que debe imperar en la
administración, es la actuación acorde con el ordenamiento y de conformidad con
los preceptos y principios generales del derecho, como el de la presunción de
inocencia de la cual están precedidas todas las personas. Es la Caja la
obligada a demostrarle al peticionario su calidad de maestro activo, porque
este supuesto fáctico es el fundamento para cuestionar su condición de
jubilado, como hecho generador de la suspensión de las mesadas pensionales. No
hay justificación para que después de casi año y medio de diligencias
investigativas no haya un pronunciamiento de fondo sobre el particular. Estas
actuaciones son las que hacen perder la confianza de la administración frente a
la sociedad, por la ineficacia y la lentitud de los funcionarios respecto de
sus obligaciones institucionales.
DERECHO A LA
PENSION-Mesadas
Pensionales/DERECHO AL TRABAJO-Vulneración
El pago de las mesadas pensionales no sólo
hace parte del derecho a la Seguridad Social, sino que también tiene relación
directa con el derecho fundamental al trabajo. Pero la forma en que se
expresa este último artículo, no deja dudas que ha sido violado este
mandamiento constitucional por la Caja de Previsión Social del Tolima, al
suspenderle el pago de sus mesadas pensionales al petente.
SALA DE REVISION No. 6
Ref.: Proceso de tutela No. 1449.
Tema: El
Derecho a la Seguridad Social como
Derecho Fundamental.
Actor: CARLOS ALBERTO ROBAYO ARANGO.
Magistrados:
DR. SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Ponente
DR. JAIME SANIN GREIFFENSTEIN
DR.
CIRO ANGARITA BARON.
Santafé de Bogotá, D.C., diecisiete (17) de
julio de mil novecientos noventa y dos (1992).
La Sala de Revisión de Tutelas de la Corte
Constitucional conformada por los Magistrados Simón Rodríguez Rodríguez, Jaime
Sanín Greiffenstein y Ciro Angarita Barón, revisa la acción de tutela decidida
en sentencia proferida el día.
I. ANTECEDENTES.
Con fundamento en los artículos 86 y 241 No.
6o. de la Constitución Política y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala de
Selección correspondiente de la Corte Constitucional llevó a cabo la selección
de la acción de tutela de la referencia.
De conformidad con el artículo 34 del
Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte, entra a dictar
sentencia de revisión.
1. Solicitud.
Carlos Alberto Robayo Arango, presentó ante
el Juzgado Laboral (reparto) de Ibagué una petición para que el juez de
conocimiento le de protección real a un derecho.
El demandante, en el cuerpo de su escrito
de petición, señala los siguientes hechos:
Que prestó sus servicios como educador en
el Departamento del Tolima desde el año de 1961 hasta el 20 de octubre de 1983,
fecha en la cual fue retirado del servicio activo, para gozar de la pensión de
jubilación.
Desde la fecha del retiro del servicio
activo, la Caja de Previsión Social de el Tolima, le venía pagando sus mesadas
pensionales, cumplidamente.
A partir del mes de marzo de 1991, fue
excluido, de la nómina de pensionados, por haber sido nombrado como maestro
para el municipio del Líbano (Tolima), según Decreto No. 139 de febrero de
1990, acto administrativo que no le fue comunicado en su oportunidad legal y al
presentarse ante el Alcalde de esa ciudad, éste se negó a darle posesión. En
estas condiciones, no le están pagando sus mesadas pensionales, ni tampoco está
laborando como profesor activo.
Ha estado haciendo todas las gestiones
posibles ante las Directivas de la Caja de Previsión del Tolima, sin que se le
haya solucionado el problema. Pide entonces que se tomen las medidas
necesarias para resolverlo.
Ha sido excluido el demandante de los
servicios médico-asistenciales y odontológicos. Pide concretamente en su
demanda: "Solicito muy comedidamente al despacho que corresponda,
intervenga ante la autoridad competente del Dpto. (Caja de Previsión del
Tolima) para que sea reintegrado nuevamente a la nómina de pensionados y me
sean pagadas las mesadas que me adeudan hasta la fecha". Acompaña al escrito
de la demanda, como anexos, los siguientes documentos:
Constancia de la Caja de Previsión
del Tolima de 25 de noviembre de 1991, en donde expresa que el reclamante
Carlos Alberto Robayo Arango, "fue excluido de la nómina de docentes
pensionados, por solicitud de la Contraloría según oficio del 11 de julio de
1991, en razón a que no ha acreditado el Decreto de retiro definitivo del
servicio activo del Magisterio. (Subrayado fuera del texto).
Constancia del Jefe de la Sección
de Personal de la Secretaría de Educación del Departamento del Tolima de 8 de
abril de 1991, sobre que Robayo Arango, prestó sus servicios al Magisterio
Oficial del Tolima, desde marzo 6 de 1961 hasta que por Decreto No. 1434 de
octubre 20 de 1983 fue suspendido de conformidad con el oficio No. 306 de
octubre 4 de 1983 del Juzgado 1o. Penal del Circuito del Municipio de Líbano.
Por Decreto No. 139 de febrero 19 de 1990 fue incorporado a la planta de
personal de este último municipio, según kárdex que se lleva en esa oficina.
Constancia de 4 de mayo de 1991
del Alcalde del Líbano (Tolima) sobre que Robayo Arango no presta servicios
como maestro activo a dicho municipio y que por ello no percibe sueldo alguno "mientras
no se le resuelva una situación jurídica pendiente".
Constancia de 26 de mayo de 1991
de la Técnica Administrativa del Fondo Educativo Regional -Fer- del Tolima
(Sección de novedades) acerca de que el actor fue suspendido del cargo de
Coordinador de Educación Secundaria por Decreto 1434 de 1983, que desde noviembre
de 1983 no ha cobrado sus salarios y que figura en la nómina del Fer.
El peticionario de la tutela, no fundamenta
su solicitud en ningún artículo de la Constitución Nacional. Simplemente
invoca en forma genérica al Decreto 2591 de 1991 como norma básica para la
reclamación de su derecho.
2. Fallo del Juzgado Segundo Laboral
del Circuito de Ibagué.
La acción de tutela fue recibida el 19 de
febrero por la Dirección Seccional de Administración Judicial del Distrito
del Ibagué y repartida en esa misma fecha al Juzgado Segundo Laboral del
Circuito de esa ciudad.
En providencia del 24 de febrero pasado, el
despacho judicial resolvió la tutela, negando la petición de la demanda. Hace
relación al contenido del artículo 86 de la Constitución Nacional y afirma que
la figura jurídica de la acción de tutela allí consagrada, va encaminada a
proteger en forma inmediata, los derechos fundamentales, constitucionales de
toda persona.
Que el demandante Carlos Alberto Robayo
Arango en su petición aduce única y exclusivamente el reintegro suyo a la
nómina de pensionados del Departamento del Tolima, el cual define como un
derecho prestacional, susceptible de ser reclamado a través de la vía
Contencioso-administrativa; dice además, que de esta situación no se deriva ningún
perjuicio irremediable al tenor de los artículos 2o., 5o., 6o. y 25 del
Decreto 2591 de 1991.
Por las consideraciones señaladas, el
Juzgado Laboral rechaza la acción de tutela por improcedente y el día 25 de
febrero pasado, la providencia es notificada al quejoso Carlos Alberto Robayo
Arango.
El fallo no fue impugnado y así fue
remitido para su revisión a la Corte Constitucional.
3. Pruebas solicitadas por la Corte.
En auto de 3 de julio pasado, esta Corte
solicita a la Caja de Previsión Social del Tolima, envíe el acto administrativo
por el cual se sacó de la nómina de pensionados al peticionante, que explicara
los motivos y fundamentos de derechos para haber tomado esta decisión y que
hiciera llegar a la Corporación otras pruebas que creyera interesaba a los
fines del proceso.
El día 9 de julio pasado, con oficio No.
617, se recibió la contestación en donde señala que el pago de Carlos Alberto
Robayo Arango "adolecía de fundamento legal en razón a que varios
docentes activos aparecían en nómina como pensionados retirados" que
desde el 12 de febrero de 1991 según oficio No. 048, se enteró a la
Procuraduría Regional de este hecho y respecto del peticionario de la tutela
señala:
"Para el caso del señor Carlos Alberto
Robayo Arango, se encontraba en situación similar a la de los docentes
investigados, motivo por el cual la Contraloría General del Departamento
mediante oficio No. 0103 de 1991, ordenó excluir de nómina de retirados al
docente citado".
Igualmente acompaña un listado del 20 de
diciembre de 1990, firmado por el jefe de Sección Administrativa de la
Secretaría de Educación de ese Departamento, en donde señala a Robayo Arango
como maestro activo, en ejercicio de sus funciones en el Municipio de el
Líbano.
II. COMPETENCIA.
Teniendo en cuenta el mandamiento contenido
en el artículo 86 inciso 2o. y 241 No. 9o. de la Constitución Nacional en
concordancia con lo que establece el artículo 2o. del Decreto 2591 de 1991,
tiene competencia esta Sala de Revisión de la Corte constitucional, para
proferir sentencia de revisión sobre el fallo de tutela dictado por el Juzgado
Segundo Laboral del Circuito de Ibagué (Tolima).
III. CONSIDERACIONES.
La acción de tutela que se revisa, fue
instaurada contra una autoridad pública del orden departamental, como lo es la
Caja de Previsión Social del Departamento de el Tolima, un instituto
descentralizado por servicios del nivel regional.
Para adoptar su decisión, la Sala de
Revisión estima procedente que se deben estudiar y evaluar los siguientes
temas, relacionados con la controversia jurídica planteada:
1. La Seguridad Social como derecho
fundamental.
2. Determinar el derecho al pago de
las mesadas de jubilación.
3. Establecer si hubo violación del
Derecho al pago de las mesadas pensionales.
Entra esta Sala de Revisión a desarrollar
el cuestionario planteado, de la siguiente manera:
1. LA SEGURIDAD SOCIAL COMO DERECHO
CONSTITUCIONAL FUNDAMENTAL.
a) Reseña histórica de la
Seguridad Social en Colombia.
Las ideas que en materia de Seguridad
Social han venido predominando en Colombia hasta hace poco, no han sido las más
afortunadas, como también es preciso señalarlo no han mejorado
satisfactoriamente el problema social de la comunidad. Esta descompensación en
detrimento del pueblo, ha generado una serie de conflictos que
desafortunadamente fueron haciendo crisis en el ámbito nacional. Por ello, a
no dudarlo, al pueblo colombiano le ha tocado vivir una época de marginamiento
de la Seguridad Social. Si no hubiera sido por el sentimiento de solidaridad
humana que lleva impresa toda sociedad, más grave hubiera sido la situación en
esta materia. El Estado y sus instituciones habían sido tan tímidos en las
definiciones sobre la seguridad social que ni siquiera se había dado el paso
para considerar este derecho de los asociados como norma constitucional que
garantizara su amparo por parte del Estado.
El artículo 19 de la anterior Constitución
Política expresaba:
"La asistencia pública es función
social del Estado. Se deberá prestar a quienes careciendo de medios de
subsistencia y de derecho para exigirla de otras personas, estén físicamente
incapacitados para trabajar.
La ley determinará la forma como se preste
la asistencia y los casos en que debe darla directamente al Estado".
Ya a comienzos del siglo pasado, el
Libertador Simón Bolivar expresaba: "El sistema de gobierno más
perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de
Seguridad Social y mayor suma de estabilidad política".1
Parece contradictorio que en los albores
del siglo pasado se hablara de Seguridad Social y que ella no haya tenido
sino hasta hace un año, en 1991, fundamento constitucional
expreso. Los establecimientos de previsión hasta esa fecha hacían simples
enunciados respecto de lo que las personas al mando de esas entidades,
consideraban lo que era la Seguridad Social. Así lo dejaban traslucir en documentos
oficiales:
"El criterio fundamental en el
propósito de una atención integral al pensionado ha de ser el criterio de
justicia y previsión social, que fundamenta a mediano o largo plazo una
política de seguridad social para la vejez en Colombia.
Se ha de partir de los derechos y riesgos
del adulto mayor, aún no reconocidos ni protegidos por la sociedad colombiana.
Su actitud tradicional, muy frecuente todavía, de conmiseración con el anciano
es inadecuada y nociva y debe, por tanto, descartarse como criterio de atención
al pensionado y a la persona de edad avanzada"2
La Seguridad Social Colombiana funcionaba
sin planificación. No había programas, no existía coordinación ni entidades que
cumplieran esos cometidos en cumplimiento de un deber del Estado, como es la
preservación y mantenimiento de su más grande y valioso recurso: El hombre.
Son casuísticas y esporádicas las
apreciaciones del Gobierno en la materia y este bajo perfil se encuentra en un
documento del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social cuando expresa:
"A la Dirección General de la
Seguridad Social corresponde la orientación de la política que en esta materia
determina el Gobierno Nacional. dentro del amplio concepto de Seguridad social
que va adoptando la sociedad contemporánea. El Estado ha delimitado su tarea al
estudio y control de las instituciones que se dedican a esta labor, a la
creación de instrumentos operativos, legales y técnicos para buscar la salud
ocupacional de la población a la divulgación de las normas y procedimientos que
se van adoptando a la capacitación laboral".3
En esta oportunidad se circunscribe la
órbita de acción de la Seguridad Social a la clase trabajadora en una abierta
contradicción con el significado amplio y general de la Seguridad Social
entendida esta como la obligación por parte del Estado para garantizar a todos
los habitantes los servicios médicos necesarios, así como asegurarle la
subsistencia en caso de pérdida o reducción importante de los medios de vida
causados por cualquier motivo o circunstancia.
En Colombia los Seguros Sociales están a
cargo del Instituto Colombiano de Seguros Sociales para los servidores
particulares, la Caja de Previsión Social para los servidores del Estado, y las
Cajas de Previsión Regionales, entes todos ellos que atienden la seguridad
social de tales asalariados y particularmente las prestaciones de salud. Mas
ello ha establecido una distinción con el resto de la población necesitada,
esto es, los paupérrimos, indigentes o hiposuficientes que deben acudir a los
hospitales del Estado en busca de caridad.
La razón de tal tratamiento discriminatorio
puede hallarse en que los trabajadores como tales perciben un ingreso, con el
cual contribuyen a la financiación mediante cotizaciones periódicas, de los
organismos de previsión social que satisfacen las necesidades de seguridad
social, lo que no ocurre respeto de las demás personas necesitadas de tales
servicios, que como se dijo, quedan de la mano de Dios y a la buena voluntad
del Estado, que para ello cuenta con un sistema nacional de salud deficiente y
además , permanentemente deficitario que no ha sido capaz de mantener su
capacidad operativa normal, pues a menudo se halla enfrentado a parálisis
porque los recursos presupuestales a ellos asignados se agotan a mitad de
camino. De ahí también que los esfuerzos del Estado por crear fuentes de
trabajo para combatir el desempleo, son a su vez oportunidades para que la
persona vinculada a la fuerza laboral como consecuencia de tal política, se
asegure automáticamente los beneficios de la seguridad social.
Es a todas luces injusto el trato desigual
que se comenta y en que a los asalariados por el hecho de serlo, tienen
asegurada sus urgencias de seguridad social. Es por ello también
que el movimiento actual en el mundo por parte de los Estados es acercar esta
institución a toda la comunidad, sin diferenciar entre que se preste o no un
servicio y teniendo en cuenta por sobre todo que el hombre como tal y por
ser miembro de una comunidad, requiere de la asistencia del Estado, cuando
carece de los recursos económicos para por sí mismo satisfacer las
contingencias de salud y demás riesgos sociales que afronta en el decurso de su
ser vital. Obsérvese al respecto que la nueva Constitución estructura un
concepto de seguridad social universal, esto es, referido a todos los
individuos de nuestro mapa colombiano, sin discriminación por su condición o no
de asalariados y ello a su vez es reforzado al conservar como sistema
complementario el de la asistencia social , cuando en el artículo 13 prescribe
que: "El Estado preservará las condiciones para que la igualdad sea
real y efectiva y adoptará medidas a favor de los grupos discriminados y
marginados. El Estado protegerá esencialmente a aquellas personas que por su
condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancias de
debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se
comentan".
b) Conceptos sobre Seguridad
Social.
En forma general se define a la Seguridad
Social así:
"La Seguridad Social es un conjunto de
medidas tomadas por la sociedad y en primer lugar por el Estado, para
garantizar todos los cuidados médicos necesarios, así como asegurarles los
medios de vida en caso de pérdida o reducción importante de los medios de
existencia, causados por circunstancias no propiamente creadas
voluntariamente".4
Esta definición trata de precisar que el
concepto de Seguridad Social no sólo interesa a los fines del Estado entendido
éste como la institución organizada para lograr sus objetivos sociales, sino
que debe comprometer a la sociedad en general, en la búsqueda de los objetivos
de brindarle al hombre la protección contra todos los riesgos de carácter
social y contra las distintas cargas familiares.
La Organización Internacional del Trabajo
O.I.T. expresa sobre la materia:
"La Seguridad Social, es un sistema
conjunto que comprende una serie de medidas oficiales, cuyo fin es proteger a
gran parte de la población contra las consecuencias de los diversos riesgos
sociales, como la enfermedad, el desempleo, los accidente de trabajo y las
enfermedades profesionales, las cargas de familia, la vejez, la invalidez y el
fallecimiento del sostén de la familia".
Desde otro lado se ha definido la Seguridad
Social, desde el punto de vista de la seguridad participativa como el derecho
del hombre a la cobertura integral de sus contingencias y a que se le
garanticen los medios para el desarrollo pleno de sus personalidad y para su
integración permanente con la comunidad".5
c) Fines de la Seguridad
Social.
Entendida así la Seguridad Social, se
precisan sus fines esenciales desde el punto de vista de la protección al
trabajador, de la siguiente manera:
1. Salvaguardar la salud del
trabajador para conservar su capacidad laboral y a la vez mantenerlo capacitado
para que pueda conservar su empleo con los nuevos conocimientos de la ciencia
aplicados en la empresa donde labora.
2. Ayudar al trabajador y a su familia
en los insucesos o calamidades tales como accidentes, enfermedades y muerte.
3. Ayudar al trabajador y a sus
familiares en sus estados de invalidez, vejez y desempleo, así como también en
su muerte.
De los diferentes conceptos reseñados sobre
la seguridad pueden establecerse unos objetivos generales, respecto de la
prestación de este servicio por parte del Estado, así:
Se busca a través de las instituciones de
Seguridad Social, de las entidades públicas y privadas y del ciudadano común,
la integración de esfuerzos para encontrar apoyo científico y solidaridad como
punto de partida determinante para la prestación de estos servicios,
para contribuir a cubrir las contingencias sociales hasta llegar a la promoción
del bienestar social.
Se pretende mejorar la calificación de los
recursos humanos a través de la provisión de empleos en el ámbito profesional y
el incremento de los puestos de trabajo.
Y por último que la persona como parte
integrante de la familia y la sociedad tengan medios adecuados de bienestar
social, para que el trabajo se convierta en un medio placentero de desarrollo
de su personalidad.
d) Postulados de la Seguridad
Social.
La Seguridad Social tiene hoy unos
postulados generalmente aceptados por la comunidad internacional y entre los
principales se señalan:
Cada ser humano debe contar con
medios suficientes para satisfacer sus necesidades en niveles adecuados con su
dignidad.
Los bienes materiales, morales y culturales nos
pertenecen a todos por igual, que nada se puede lograr sin esfuerzo propio y
se considera una acción antisocial, la falta de cumplimiento en los deberes y
obligaciones en que se fundamenta el goce de los derechos y garantías.
Todos los hombres pueden perfeccionar sus
propia capacidad y la utilidad de sus labores debe redundar en beneficio de
su familia , de su comunidad y de la nación. Se debe propiciar el ejercicio
verdadero de la libertad mediante la lucha sistemática contra la miseria, la
ignorancia, la insalubridad, la necesidad, el abandono y el desamparo.
Que la prosperidad es individualmente de
todos y compartida comúnmente, como único medio de organizar la democracia
política y economía y el disfrute de la seguridad social. Respecto del ingreso
nacional debe ser distribuido con equidad según la capacidad de las personas,
su responsabilidad individual y social y su aporte al bienestar colectivo.
Se tiene la obligación de buscar el ascenso
constante de los niveles de vida de los asociados, asegurar a cada persona la
oportunidad de un sitio en la producción con retribución adecuada para sus
necesidades individuales y familiares.
Constituir un amparo eficaz contra los
riesgos previniéndolos en la medida de lo posible y luchar con los mejores
recursos contra la enfermedad, la invalidez, el desempleo y el sub-empleo,
proteger la maternidad, la estabilidad familiar, el curso de la vejez y las
necesidades creadas por la muerte.
En síntesis, ampliar en la medida en que lo
permitan las circunstancias políticas, económicas y jurídicas, el radio de
acción de la Seguridad general, alentando los nuevos factores de bienestar que
sea dable analizar en un ambiente de paz social en aras de conseguir la
prosperidad de todos los asociados. Según estos postulados, la
seguridad social tiene un campo de acción amplio y emerge como la protectora
del derecho a la vida, tiene relación directa con el salario vital de la clase
trabajadora, tiene que ver con la prevención de las enfermedades, es parte
activa de los programas de la medicina curativa y rehabilitativa y va más allá
de la vida útil de las clases trabajadoras, porque protege a sus familias
cuando acontece la muerte del trabajador.
El concepto moderno de la Seguridad Social
tiene como fundamento no sólo cubrir el riesgo de las clases trabajadoras
activas o en uso de buen retiro. El perfil de este derecho colectivo es mas
amplio porque a través de él, se quiere llegar y es más, se debe llegar a las
clases desfavorecidas y marginadas de la población que por esa desafortunada
circunstancia, no tienen los medios de acceso a ese deber social del Estado.
Así se reconoció desde la década pasada, tal como se desprende de las
siguientes previsiones:
"La Seguridad Social pertenece, por
definición, al sector moderno de la economía, se requiere que este sistema esté
al servicio de los más vulnerables. Es decir, deben existir mecanismos que
permitan que parte de los ingresos de la seguridad social vayan hacia
la comunidad marginada, a través de programas de promoción y desarrollo de la
salud. Si así no se hace, las diferencias entre los distintos grupos de la
población aumentarían hasta el punto de crear una brecha entre la vida de unos
y de otros que pondría en peligro la estabilidad de las propias
instituciones democráticas. Se requiere la solidaridad de todos para que
exista justicia social y tranquilidad política"6
El proceso histórico de socialización que
los tiempos modernos le han impuesto al hombre, hacen que ya él no actúe
aisladamente. Es más, las instituciones le han obligado a tomar este derrotero
y le ha correspondido a las autoridades públicas, colocar las directrices en
este sentido, para que dentro del estado de civilidad y de colaboración que
viven los pueblos, conjuguen la responsabilidad y la solidaridad, como
condición indispensable para obtener resultados, cuando de integración social
se trata.
Todas las actividades de la vida nacional,
requieren de planificación. Todas las entidades creadas por el poder público o
por iniciativa privada con el fin de atender a los requerimientos de la seguridad
social, deben integrar sus acciones con una dirección y planificación afines,
con el propósito de conseguir los objetivos institucionales.
La Seguridad Social es parte vital del
desarrollo de los recursos humanos. Sin ésta no hay bienestar social para la
gran masa de la población nacional. Respecto de este tema es preciso señalar
los siguientes criterios:
"En nuestro siglo, ya no basta con
tratar a todos los hombres igualmente ante la ley. Ahora se sostiene que
el derecho a la vida implica el derecho a la alimentación y al albergue, y en
opiniones más recientes, se incluye el derecho a la asistencia médica cuando
sea necesaria. Así pues todos los derechos y libertades humanas tienen
aspectos positivos y allí donde la vida social y económica no los ofrece
automáticamente los individuos acuden con mayor insistencia ante su gobierno en
demanda de ellos. Ningún país moderno puede mantener viva la masa de su
población en otra forma que no sea mediante la acción pública cívica. Ningún
país del mundo que haya introducido en alguna forma la medicina socializada ha
dado marcha atrás jamás. Ahora hay cerca de treinta países en el mundo que
cuentan con amplia atención médica pública de bajo costo. El concepto de la
responsabilidad de un Gobierno por la salud de su pueblo se inició con
conservadores como Bismarck en Alemania y liberales como Lloyd George en
Inglaterra, pero ahora existe en todas las ideologías. Los servicios de salud
pública se han convertido en partes importantes de la responsabilidad
gubernamental". 7
La seguridad social es una necesidad
sentida del hombre. A medida que él ha evolucionado se ha dado cuenta de sus
problemas, en igual forma se ha ideado criterios para ponerle remedio a esos
problemas y satisfacer sus necesidades.
"Por todas estas circunstancias desde
tiempos inmemoriales el hombre ha ensayado diversos métodos para librarse
del temor de la necesidad y para satisfacer la necesidad vital de recibir
asistencia y protección durante su infancia y vejez, así como cuando está
enfermo o desempleado; lo que lo ha llevado a la creación de sistemas cada vez
mas perfectos, capaces de renovar los caducos. Fue la necesidad de cada
momento el primordial acicate para la implantación de los distintos sistemas
cuyas soluciones han estado siempre estrechamente ligados a la ideología
prevaleciente y a la tendencia social reinante, lo cual nos da la idea de
multiplicidad y variedad hasta llegar al nacimiento de la seguridad social que
hoy tipifica la mayoría de los sistemas implantados en distintos países del
mundo".8
La Seguridad Social es considerada una
conquista de la humanidad, una herramienta idónea para mejorar el sistema de
vida de los asociados, que propicia el bienestar de la colectividad con apoyo
en los programas que desarrollan los diferentes gobiernos del orbe encaminados
a lograr el pleno empleo, la vigencia de métodos científicos preventivos
y curativos de las enfermedades que agobian al hombre, que diversifica y
promueve la capacitación laboral, que hace partícipe a los trabajadores de las
utilidades de las empresas y en fin que le asignan al hombre y a su familia la
subsistencia, la dignidad laboral y una recreación social participativa.
Surge el derecho a la Seguridad Social como
algo inmanente al hombre y al entorno familiar, como producto de la vivencia
armónica que debe existir entre el Estado y la persona, entre el patrono y el
trabajador, entre la sociedad y el individuo, relación que no es casual sino
que se dá por la obligante necesidad de la dependencia interpersonal e
institucional que existe en toda sociedad medianamente organizada.
e) La Seguridad Social en la
Constitución.
1. El artículo 48 de la Carta Política
dice:
"La Seguridad Social es un servicio
público de carácter obligatorio que se prestará bajo la dirección, coordinación
y control del Estado, en sujeción a los principios de eficiencia,
universalidad y solidaridad, en los términos que establezca la Ley.
Se garantiza a todos los habitantes el
derecho irrenunciable a la seguridad social.
El Estado con la participación de los
particulares, ampliará progresivamente la cobertura de la seguridad social que
comprenderá la prestación de los servicios en la forma que determine la ley.
La seguridad social podrá ser prestada por
entidades públicas o privadas de conformidad con la ley.
No se podrán destinar los recursos de las
instituciones de la seguridad social para fines diferentes de ella".
Conviene precisar las connotaciones
jurídicas del artículo transcrito. El Constituyente consagró la Seguridad como
un servicio público a cargo del Estado, obligatorio para él, quien tiene el
deber de dirigir las actividades que se realicen para la prestación de este
servicio, igualmente coordinará su operatividad, y eficacia y, controlará todo
su ejercicio como garantía para que cada ser humano residente en territorio
colombiano, tenga todos los medios suficientes a su alcance para satisfacer las
mínimas necesidades cuando exija la prestación de este servicio público.
A partir de la promulgación de la
Constitución, la Seguridad Social no es privilegio de la clase trabajadora o
asalariada sino que este derecho es inmanente de toda persona dentro
del Estado Colombiano, porque la norma fundamental señala la universalidad
respecto de todos los habitantes de la República, estén o no trabajando,
concurran a la prestación de este servicio la sociedad y la familia y si así no
lo hicieren éstas, son el Estado y sus instituciones quienes deben cumplir con
este fin social, como responsable último de todo lo que le puede suceder al
hombre de su restricción o progreso social porque las condiciones de vida de
los hombres van equiparadas al grado de desarrollo político, económico y
social de los Estados.
La Constitución ha prohijado un avance en
cuanto a la seguridad social al consagrarla en sentido universal, porque hoy
día se entiende que este derecho no emana de la relación laboral o de la
dependencia del trabajador sino que es la misma condición humana, las
previsiones del riesgo, la conservación de una comunidad sana y productiva,
conceptos que la han convertido en un derecho inalienable de la persona.
Así lo entiende el Constituyente cuando
expresa que se les garantiza a todos los habitantes la seguridad social como un
derecho irrenunciable. Es irrenunciable porque hace parte de la condición
humana, va incorporado a la esencia del hombre como tal porque sólo se predica
de la existencia del ser humano y es fundamental para que él pueda
desarrollarse dentro del ámbito social.
"El hombre por el sólo hecho de su
condición, tiene el derecho de seguridad social, concebido como la cobertura
integral de sus contingencias y la garantía de los medios para el
desarrollo pleno de su personalidad y su integración permanente en la
comunidad".9
Se entiende que el derecho a la seguridad
social es un derecho fundamental. Y como alternativa de la lucha de la
persona por su subsistencia surge el derecho inviolable e irrenunciable a la
seguridad social como la garantía constitucional para que la persona amenazada
por alguna enfermedad, accidentada, desprotegida, desempleada o abandonada,
tenga acceso a ese derecho y pueda cumplir dentro de los parámetros de la
legalidad sus cometidos como ser social.
2. El artículo 53 expresa:
"El Congreso expedirá el estatuto del
trabajo. La ley correspondiente tendrá en cuenta por lo menos los siguientes
principios mínimos fundamentales:
Igualdad de oportunidades para los
trabajadores; remuneración mínima vital y móvil, proporcional a la cantidad y
calidad de trabajo; estabilidad en el empleo; irrenunciabilidad a los
beneficios mínimos establecidos en normas laborales; facultades para transigir
y conciliar sobre derechos inciertos y discutibles; situación más favorable
al trabajador en caso de duda en la aplicación e interpretación de las
fuentes formales de derecho; primacía de la realidad sobre formalidades
establecidas por los sujetos de las relaciones laborales; garantía a la
seguridad social, la capacitación, el adiestramiento y el descanso necesario;
protección especial a la mujer, a la maternidad y al trabajador menor de edad.
El Estado garantiza el derecho al pago
oportuno y al reajuste periódico de las pensiones legales.
Los convenios internacionales del trabajo
debidamente ratificados, hacen parte de la legislación interna.
La ley, los contratos, los acuerdos y
convenios de trabajo, no pueden menoscabar la libertad, la dignidad humana ni
los derechos de los trabajadores".
3. El artículo 44 de la norma
constitucional, al señalar los derechos fundamentales de los niños advierte
entre ellos el derecho a la Seguridad Social, el derecho a la vida, a la
integridad física, la salud, la alimentación equilibrada, su nombre y
nacionalidad, tener una familia y no ser separado de ella, el cuidado, el amor,
la educación y la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión.
Este artículo en lo que respecta al tema
de la Seguridad Social que debe brindársele al menor, tiene estrecha
relación con el 50 del ordenamiento constitucional cuando el dice: "Todo
niño menor de un año que no esté cubierto por ningún tipo de protección o de
seguridad social, tendrá derecho a recibir atención gratuita en todas las
instituciones de salud que reciban aportes del Estado".
Reafirma el constituyente el deber social
de proteger al niño y brindarle amparo, entendido éste tanto desde el punto
de vista de la seguridad social propiamente dicha, como de la asistencia social
para los menores de un año que carezcan de aquélla.
El artículo 46 de la Constitución Nacional
señala:
"El Estado, la sociedad y la familia
concurrirán para la protección y la asistencia de las personas de la tercera
edad y promoverán su integración a la vida activa y comunitaria. el Estado les
garantizará los servicios de seguridad social integral y el subsidio alimentario
en caso de indigencia".
Si en los artículos citados, es decir, 44 y
50, hace relación la Carta Fundamental al Derecho a la Seguridad Social para
los niños, este artículo 46 prescribe la Seguridad Social para los ancianos,
éstos y aquéllos por razones históricas conocidas, sometidos al abandono y al
olvido, con mayor frecuencia, por parte de las personas que tienen la
obligación de brindarles protección.
Se establece para otorgarle este derecho a
la comunidad de la tercera edad, una solidaridad entre el Estado, la sociedad y
la familia pero si estas dos últimas instituciones fallan, es el Estado quien
se obliga a tutelar el derecho de la Seguridad Social a los ancianos, y no de
cualquier manera sino que se ha comprometido hasta brindarle un subsidio de alimentación
en caso de abandono e indigencia.
e) El Derecho a la Pensión es parte de la
Seguridad Social.
De los conceptos sobre Seguridad Social,
sus finalidades y objetivos, la incidencia que este derecho fundamental
constitucional tiene en la vida del hombre, se concluye que su extensión y
ámbito de acción son amplios.
En el artículo 48 de la Constitución que
tiene a la Seguridad Social como un derecho irrenunciable de las personas,
aparece también señalado el derecho a la pensión. Luego si el Constituyente
trae dentro de la misma norma a la Seguridad Social y al derecho pensional es
por lo que ellos hacen parte integrante de un mismo sistema, sistema dentro del
cual la seguridad social es el género y la pensión es la especie.
Esta norma en su inciso final dice: "La
ley definirá los medios para que los recursos destinados a las pensiones
mantengan su poder adquisitivo constante".
Se entiende, entonces, que existe una
relación estrecha entre la seguridad y las pensiones y estas últimas al
ostentar un poder de compra digno, le van a reportar a su titular, beneficios
de índole económica y social.
El artículo 53 en el cual la Constitución
determina los parámetros generales sobre el derecho al trabajo, también
relaciona en su inciso tercero, lo relativo a las pensiones de la siguiente
manera: "El Estado garantiza el derecho al pago oportuno y al reajuste
periódico de las pensiones legales", en el que se consignan como se
vé, dos mandamientos: el del pago que debe ser puntual y el reajuste para que
las mesadas por concepto de jubilación estén acordes con la evolución económica
del momento.
Y otra prohibición respecto del sistema
pensional la determina el artículo 220, para la fuerza pública, a los cuales no
se les puede privar de sus grados, honores y pensiones, sino en los casos
previamente establecidos por la ley.
Para concluir ha de afirmarse que el
derecho pensional es una especie dentro de la generalidad del Derecho
Fundamental a la seguridad social y por ello goza de las prerrogativas de
protección y amparo consagradas en el artículo 86 de la Constitución nacional.
f) La Seguridad Social en los Convenios y Pactos
Internacionales.
Por estar consagrados constitucionalmente
en el artículo 93, los convenios y pactos internacionales son fuente de
interpretación de los derechos humanos. Respecto del derecho de la seguridad
social estos son los tratados que la consagran.
La Declaración Universal de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano, adoptada por la Asamblea Nacional Constituyente de
Francia el 26 de agosto de 1989, en su artículo 2o. dice:
"El objeto de toda asociación política
es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre.
Estos derechos son: La libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a
la opresión".
La Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
Adoptada y proclamada por la Asamblea
General en su Resolución No. 217A (III) de diciembre 10 de 1948 en su artículo
22 prescribe:
"Toda persona como miembro de la
sociedad, tiene derecho a la seguridad social y a obtener mediante el
esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la
organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos
económicos, sociales y culturales indispensables a su dignidad y al libre
desarrollo de su personalidad".
En la Convención acerca de la indemnización
por accidentes de trabajo en la agricultura.
Adoptada por la Conferencia Internacional
del Trabajo O.I.T. firmada el 12 de noviembre de 1921 y aprobada por la Ley 129
de 1931.
En la Convención sobre el Seguro contra
enfermedades de los trabajadores agrícolas.
Adoptada por la Conferencia Internacional
del Trabajo del 16 de junio de 1927 aprobada por la Ley 129 de 1931.
La Convención sobre igualdad en el
tratamiento a los trabajadores extranjeros y nacionales en materia de
reparación por accidente de trabajo.
Adoptada por la Conferencia Internacional
del Trabajo O.I.T., el 10 de junio de 1925 y aprobada por la Ley 129 de 23 de
noviembre de 1931.
La Convención sobre reparación de
enfermedades resultante del trabajo.
Adoptada por la Conferencia Internacional
del Trabajo O.I.T., el 10 de junio de 1925 y aprobada por la Ley 129 de
noviembre 23 de 1931.
La Convención relativa al seguro contra
enfermedades de los trabajadores de la industria, del comercio y de los
sirvientes domésticos.
Adoptada por la Conferencia Internacional
del Trabajo O.I.T., del 16 de junio de 1927 y aprobada por la Ley 129 de 23 de
noviembre de 1931.
La Convención sobre indemnización por falta
de empleo a los marinos en caso de naufragio.
Suscrita por la Conferencia Internacional
del Trabajo O.I.T., en Génova el 9 de julio de 1920 y aprobada por la Ley 129
del 23 de noviembre de 1931.
Pacto Internacional sobre los derechos
económicos, sociales y culturales.
Adoptada por la Asamblea General según
Resolución 2200A (XXI) del 16 de diciembre de 1966, convertida en Ley de la
República No. 74 de diciembre 26 de 1968, publicada en el Diario Oficial No.
32682, señala la seguridad social, en sus artículos 2o. No. 2o., 9o. y 10o. No.
2o..
El Convenio Internacional sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer.
Adoptado por la Asamblea General según
Resolución No. 34180 del 18 de diciembre de 1979 y aprobado por Colombia de
conformidad con la Ley 51 de 1981 y cuyos artículos 11 No. 1o. Literal e) y 14
No. 2o. Literal c) versan sobre el tema.
La Convención sobre los derechos del niño.
Aprobada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y convertida en la Ley 12 de enero
22 de 1991, señala la seguridad social en sus artículos 18 No. 2o. y 26.
Convenio sobre el Estatuto de los
Refugiados.
Adoptada en Ginebra por la Asamblea de las
Naciones el 28 de julio de 1951 y aprobada por Colombia de conformidad con la
Ley 35 de julio 12 de 1961, señala la seguridad social en su artículo 24.
Convenio Internacional sobre discriminación
racial.
Adoptado por la Asamblea General según
Resolución No. 2106A del 21 de diciembre de 1965, aprobado por la Ley 22 de
1981 se refiere a la seguridad social en el art. 5o. Literal e), e i).
Convención sobre la repatriación de
marinos.
Adoptada por la Conferencia General de la
Organización Internacional del Trabajo, el 24 de junio de 1926, convertida en
Ley de la República por la 129 de 1931, trata el tema en su artículo 4o.
Literal c).
Convenio relativo a la protección e
integración de las poblaciones indígenas.
Adoptado por la Conferencia General de la
Organización Internacional del Trabajo, el 5 de junio de 1957 y aprobado por la
Ley 31 de 1967, contempla la materia en sus artículos 15-2 literal c) y 19.
Convenio No. 29 relativo al trabajo forzoso
y obligatorio.
Adoptado por la Conferencia General de la
Organización Internacional del Trabajo, firmado el día 4 de julio de 1952
hoy Ley 21 de 1967 se refiere al tema en sus artículos 15, y 17 -4o.
Convenio de Ginebra IV.
Aprobado por la Asamblea de las Naciones
del 12 de agosto de 1949, relativo a la protección debida a las personas
civiles en el campo de guerra aprobado por la Ley 5 de 1960, prescribe la
seguridad social en sus artículos 40 y 95, y
Convención sobre el trabajo de las mujeres
antes y después del parto.
Aprobada por la Conferencia Internacional
del Trabajo el 29 de noviembre de 1919, aprobado por la Ley 129 de noviembre 23
de 1931 señala la seguridad social en el artículo 3o. literal c).
2. EL DERECHO AL PAGO DE LAS MESADAS
DE JUBILACION.
Entendida la Seguridad Social en la
concepción amplia y genérica que cubre todas las actividades del hombre, se le
ha considerado como se dijo, un mecanismo de defensa de la humanidad. Es por
lo tanto uno de los medios más completos dentro de las sociedades organizadas,
para mejorar el sistema de vida de la comunidad, por lo que a través de ella,
se genera el bienestar social del hombre en su entorno circundante y familiar.
Ahí radica la importancia de los gobiernos
por brindar dentro de lo posible, las mejores opciones de Seguridad Social al
hombre.
Y nuestra Constitución, afortunadamente
tiene un ámbito amplio de contenido social, de preceptos de seguridad social,
que van a servir en la medida en que contribuyan al bienestar colectivo, a
aclimatar la concordia entre los colombianos y para proyectar a nuestra
sociedad hacia metas de desarrollo integrales.
Acertados son los comentarios que al
respecto hace el Señor Presidente de la República sobre el contenido de esta
materia en la Constitución:
"Por eso la
Constitución de l991 es como es. tan extensa como democrática. Detallada para
recoger la diversidad y ofrecer garantías a todos los grupos políticos y
sociales. Redactada a muchas manos y estilos porque se hizo en un foro
pluralista donde había representantes de todos los sectores de la
sociedad. Generosa en materia de derechos; amplia participativa y democrática
en cuanto a lo político; fuerte y sólida en lo que se refiere a la justicia;
sana y responsable en lo económico; revolucionaria en lo social ".10
Se ha expresado que la Seguridad Social
significa el logro de los objetivos sociales de la persona como el pleno
empleo, la protección contra las consecuencias de los diversos riesgos
sociales, protección contra la enfermedad, el desempleo, los accidentes de
trabajo y las enfermedades profesionales, las cargas de la familia, la vejez,
la invalidez y el fallecimiento del sostén de la familia.
Se invoca en la acción de tutela ejercida
en el caso sublite, la negativa de la Caja de Previsión Social del Tolima a
pagar las mesadas por concepto del beneficio de la jubilación de Carlos Alberto
Robayo Arango. Pues bien, el status de pensionado, se adquiere de acuerdo con
la ley y la jurisprudencia, cuando el servidor público cumple los requisitos
legales, es decir, edad y tiempo de servicios y excepcionalmente solo el tiempo
en alguno de ellos, sin tener en cuenta la edad.
A partir del cumplimiento de los requisitos
de ley, el servidor público tiene el derecho a percibir sus mesadas
pensionales.
Pero la ley condiciona la percepción de las
mesadas, al retiro del servicio activo para poder cumplir el mandato
constitucional del artículo 64 anterior, 128 vigente, según el cual nadie podrá
recibir mas de una asignación que provenga del tesoro público.
Cierto es entonces, que el pago de la
pensión de jubilación a la persona que ha adquirido tal condición, por haber
llenado los requisitos de ley, hacen parte de la Seguridad Social de la
persona.
En el caso de Carlos Alberto Robayo Arango,
este adquirió su derecho pensional, mediante la Resolución No. 0560 del 15 de
junio de l982, acto administrativo de reconocimiento proferido por la Caja de
Previsión Social del Tolima.
El acto administrativo tiene su fundamento,
según los considerandos de la Resolución de Reconocimiento, en el artículo 85
de la Ordenanza No.57 de l966 que prescribe que las pensiones de jubilación de
los maestros serán decretadas tan pronto como el servidor haya cumplido veinte
(20) años de servicios contínuos o discontínuos en el ramo docente oficial. Se
le sacó de la nómina de pensionados en marzo de l991, según la entidad
previsora, porque se encuentra prestando sus servicios como maestro activo.
El Jefe de la Sección Administrativa
mediante oficio No. 273 de diciembre 20 de l990 corrobora la calidad de docente
activo de esta persona.
La Caja de Previsión Social del Tolima
ratifica la condición de Maestro activo de Carlos Alberto Robayo Arango en
oficio No. 071 del 26 de julio de l991 y lo requiere para que demuestre que no
se encuentra actualmente en servicio activo para reintegrarle sus mesadas.
Según lo menciona el peticionario en la
demanda de tutela, por Decreto 139 de febrero de l990, apareció nombrado como
maestro en El Líbano ( Tolima) y afirma que el mismo no le fue comunicado en
ningún momento y que no se posesionó del cargo, situación que comprueba con
la constancia expedida por el Alcalde de ese Municipio el 4 de mayo de l991
donde expresa que el señor Robayo Arango no es maestro de esa municipalidad y
por lo tanto no devenga ninguna clase de sueldos.
De la documentación pública atrás referida,
lo mismo que de la manifestación del actor en su escrito de tutela, puede
deducirse que pudo haber existido un Decreto de nombramiento de Arango y de
ello dan cuenta algunos de los certificados, mas de otro lado, el propio
Alcalde del Líbano hace constar que no se posesionó del cargo y que no se
desempeña como docente activo.
Por otro lado, tanto la Contraloría
Departamental como la Procuraduría Regional del Tolima, adelantan sendas
investigaciones administrativas desde el mes de febrero de l991, con el fin de
determinar la responsabilidad de 26 personas pensionadas como maestros y
entre ellas Robayo Arango, que aparecen vinculadas al servicio activo sin que
en el expediente se haga mención al rumbo que tomaron las diligencias
investigativas del caso.
Las investigaciones administrativas que
practican la Procuraduría Regional, y la Contraloría del Tolima desde el mes
de febrero de l991, cuando la Caja de Previsión les puso en conocimiento de
estas situaciones no han determinado ningún resultado por lo que no está
plenamente precisado que el pensionado Carlos Alberto Robayo Arango se
encuentre en servicio activo, con el agravante para la entidad administrativa
de que es a ella a quien le corresponde probarle al pensionado que para la
fecha se halla en dicho servicio.
3. HAY VIOLACION DEL DERECHO AL PAGO DE LA
PENSION.
a) Suspensión de hecho del derecho a
las mesadas pensionales.
El artículo 53 de la Constitución Nacional,
ampara categóricamente al trabajador en su derecho a recibir oportunamente el
pago de sus pensiones, así:
"...El Estado garantiza el derecho al
pago oportuno y al reajuste periódico de las pensiones legales...".
Ordenamiento que ha infringido la Caja de
Previsión Social del Departamento del Tolima, al retenerle al peticionario sus
mesadas pensionales desde el mes de marzo de l991, por una mera presunción que
no ha logrado comprobarle al maestro en uso del buen retiro.
Con su proceder, la administración le ha
interrumpido hasta el momento presente el derecho al pago de sus mesadas a
Carlos Alberto Robayo Arango.
b) Violación del debido proceso.
La actitud de la administración viola la
institución del debido proceso al imponer una sanción previa al demandante de
tutela ya que sin haber terminado el juicio administrativo disciplinario que le
sigue al maestro jubilado éste ha sido sancionado a no recibir sus mesadas
pensionales.
No se ha tenido en cuenta la observancia de
la plenitud de las formas propias del juicio, al sancionarse al presunto
infractor sin haber decisión al respecto que así lo declare.
Es de advertir además, que la Caja de
Previsión Social del Tolima, presume aquí la culpabilidad, al contrario de lo
que prevé el artículo 29 de la Constitución Nacional cuando expresa en su
inciso cuarto:
"Toda persona se presume inocente
mientras no se le haya declarado judicialmente culpable...",
Cuando la lógica jurídica y la concepción
que debe imperar en la administración, es la actuación acorde con el
ordenamiento y de conformidad con los preceptos y principios generales del
derecho, como el de la presunción de inocencia de la cual están precedidas
todas las personas.
c) El principio de la buena fe.
Se hace imperativo también señalar lo
normado por el artículo 83 de la Carta cuando advierte que las actuaciones de
los particulares y de las autoridades públicas deben ceñirse a los postulados
de la buena fe, precepto que se entiende como una manera de ser de la
administración para asegurar la confianza ciudadana en las instituciones y no
todo lo contrario, crean el casos y la animadversión por parte de los
asociados ante las entidades públicas, como se presume puede suceder en el
presente caso.
Si la Caja de Previsión ha señalado que
Carlos Alberto Robayo Arango, se desempeña como maestro activo, es a ella a
quien le corresponde probar esta situación, de conformidad con la aplicación
del principio de legalidad de los actos administrativos que informa todo el
derecho público y que presume que éstos, tal como se han expedido, son
acordes al ordenamiento jurídico. Es la Caja entonces la obligada a
demostrarle a Robayo Arango su calidad de maestro activo del Tolima, porque
este supuesto fáctico es el fundamento para cuestionar su condición de
jubilado, como hecho generador de la suspensión de las mesadas pensionales.
Por último, la Caja como se ha dicho le
sigue una investigación administrativa a Carlos Alberto Robayo Arango para
determinar si es viable el pago de las mesadas por concepto de jubilación,
diligencias que se vienen practicando desde el mes de febrero de l991 (casi
año y medio) sin ningún resultado, hasta la fecha. Si como consecuencia de
ellas apareciere que ha recibido sueldos por haber ejercido o ejercer otro
puesto, está la entidad entonces sí en capacidad de suspender el pago de las
mesadas, porque no se estaría cumpliendo con el requisito de separación del
servicio.
La Caja está en la obligación de respetar
el orden jurídico existente y con su comportamiento no puede ni debe violar
los derechos ciudadanos, derechos que como se vió están amparados en el caso
sublite, por normas constitucionales y legales. Este derecho violado a Carlos
Alberto Robayo Arango debe ser reparado y reconocido por la Caja de Previsión
Social del Tolima, tal como se determinará en la parte resolutiva de esta
sentencia.
Y del mismo modo se deberán restablecer los
servicios médicos, odontológicos, y otros a que tiene derecho como anejos que
son a su status de pensionado.
Se cuestiona finalmente por parte de esta
Corporación el hecho que después de investigaciones adelantadas sobre esta
situación administrativa, las entidades competentes no hayan presentado los
resultados esperados. No hay justificación para que después de casi año y
medio de diligencias investigativas no haya un pronunciamiento de fondo sobre
el particular. Estas actuaciones son las que hacen perder la confianza de la
administración frente a la sociedad, por la ineficacia y la lentitud de los
funcionarios respecto de sus obligaciones institucionales.
Ha de revocarse por tanto el fallo del
Juzgado Segundo Laboral del Circuito de Ibagué y otorgar al actor la tutela
impetrada.
IV. RECAPITULACIONES DE LAS CONSIDERACIONES
ANTERIORES.
El artículo 86 de la Constitución Nacional
trae como presupuesto esencial para que se le pueda invocar la acción de
tutela, la violación o amenaza de los derechos constitucionales fundamentales.
Entonces lo primero que hay que precisar en tratándose de esta acción, es saber
si el derecho amenazado o violado es de los que son esenciales para la
existencia de la persona. En este caso se señala la violación al derecho de la
seguridad social.
En la forma en que está consagrado el
derecho a la Seguridad Social se considera un derecho fundamental
constitucional dentro de nuestro Estado de Derecho porque hace parte de la
condición del hombre, porque le brinda protección, confianza y seguridad en
sus actividades y porque le ayuda a realizar sus aspiraciones como ser social.
En el caso que se revisa, se presentó ante
el Juzgado Segundo Laboral del Circuito de Ibagué la acción de tutela por parte
de Carlos Alberto Robayo Arango, pensionado como Maestro a quien la Caja de
Previsión Social del Tolima le suspendió el pago de sus emolumentos
correspondientes a su jubilación desde el mes de marzo de l991.
Se aduce para tomar tal decisión el hecho
de que el peticionante fue reenganchado como Maestro, situación que no ha
podido confirmar la Caja como era su obligación, debido a que esa aseveración
la ha hecho esa entidad y por lo tanto la carga de la prueba es de su
incumbencia, ya que el acto administrativo que le reconoce la pensión de
jubilación a Robayo Arango goza de la presunción de legalidad.
El fallo le fue adverso a él por
considerar el juzgador que el demandante tenía otros medios de defensa
judiciales a su alcance, como la acción de nulidad y restablecimiento del
derecho que consagra el artículo 85 del Código Contencioso Administrativo.
En concepto de la Sala, el pago de las
mesadas pensionales no sólo hace parte del derecho a la Seguridad Social, sino
que también tiene relación directa con el derecho fundamental al trabajo,
conceptos que se desprenden del contenido de los artículos 44, 46, 48, 50 y
53 de la Constitución Nacional. Pero la forma en que se expresa este último
artículo, no deja dudas que ha sido violado este mandamiento constitucional por
la Caja de Previsión Social del Tolima, al suspenderle el pago de sus mesadas
pensionales al petente. Así se observa cuando en el artículo citado en su
inciso tercero el Estado se obliga a garantizar el derecho al pago oportuno de
las pensiones, esta entidad hace todo lo contrario de lo que este precepto
constitucional, le ordena. No paga las mesadas pertinentes, con fundamento en
una presunción.
Como se expresó, también hay por parte de
la entidad una suspensión de las mesadas pensionales, pues el beneficiario no
recibe estos emolumentos, desde el mes de marzo y aún sin terminar la
investigación que han prolongado indefinidamente a juicio de la Corte, ya se le
ha sancionado.
Luego tampoco se ha dado cumplimiento a lo
normado en el artículo 29 de la Constitución, relativo al debido proceso,
flagrantemente violado por la Caja, y en igual forma, tampoco se ha observado,
el principio general de derecho que prescribe la inocencia de las
personas, que también hace parte de la institución jurídica del debido proceso,
frente a toda clase de actuaciones.
El Título II Capítulo 4 de la Constitución
indica la forma de protección y aplicación de los derechos y en el artículo 83
reviste de la presunción de buena fe las actuaciones de las autoridades
administrativas, artículo que si se mira en consonancia con el caso estudiado,
se percibe una actuación violatoria de este precepto constitucional.
Condignadamente con el restablecimiento de
las mesadas pensionales, se le seguirán suministrando al demandante los
servicios médicos, odontológicos y cualesquiera otros contemplados para los
pensionados de dicha Caja de Previsión Social.
En mérito de lo expuesto, la Sala de
Revisión de la Corte Constitucional, administrando justicia en nombre del
pueblo y por mandato de la Constitución,
F A L L A :
Primero: Revocar la Sentencia del Juzgado Segundo Laboral del Circuito de Ibagué de 24
de febrero de l992, y proceder a tutelar el derecho al pago de las mesadas
pensionales y de los servicios médicos, quirúrgicos y hospitalarios al
peticionante Carlos Alberto Robayo Arango.
Segundo: Ordenar a la Caja de Previsión Social del Tolima en
el término de cuarenta y ocho (48) horas a partir de la notificación de esta
providencia reintegrar a Carlos Alberto Robayo a la nómina de pensionados de
esa entidad, a realizar el pago de las mesadas en cuestión que se le adeudan y
seguir pagándolas y suministrarle los servicios médicos, odontológicos y demás
que estén consagrados para los empleados pensionados.
Tercero: Poner en conocimiento de la Procuraduría General de
la Nación, para lo de su competencia, la actuación administrativa de la Caja de
Previsión Social , la Contraloría Departamental y la Procuraduría Regional del
Tolima, frente al caso de Carlos Alberto Robayo Arango.
Cuarto: Comunicar al Juzgado Segundo laboral del Circuito de
Ibagué la presente decisión, para que sea notificada a las partes, conforme a
lo dispuesto en el artículo 36 del Decreto 2591 de l991, con entrega de copia
de esta sentencia.
COMUNIQUESE Y NOTIFIQUESE
SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ
Magistrado Ponente
JAIME SANIN GREIFFENSTEIN CIRO
ANGARITA BARON
Magistrado
Magistrado
MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO
Secretaria General
1 Discurso pronunciado en El Congreso de Angostura en febrero de
1819.
2 Estudio sobre El Plan Nacional de Atención al Pensionado de
I.S.S. Mayo de l984. Pág.48.
3 Memorias del Ministro de Trabajo y Seguridad Social l983-1984.
Pág.57.
4 Primer punto de las Recomendaciones de la 26a. Reunión de la
Conferecnia Internacional del Trabajo ( Filadelfia) de l944 y del Convenio
No.102 de l952.
5 Revista de la Organización Iberoamericana para la Seguridad
Social Madrid l976. Pág.10.
6 Hernando Zuleta Holguín.Intervención como Director General del
I.S.S. en el Foro de Salud Siglo XXI. Medellín julio de l984.
7 Deutsch, Karl W. Política y Gobierno. Editorial Fondo de Cultura
Económica. Madrid, l976. Págs. 243 y 244.
8 El Derecho de la Seguridad Social y El Seguro Social Colombiano.
Publicaciones de la Universidad Externado de Colombia l975. Pág.5.
9 Declaración del V Congreso Iberoamericano de Seguridad Social de
Buenos Aires l972.
10 Apartes del discurso del Presidente de la República, César
Gaviria Trujillo, al clausurar las sesiones de la Asamblea Nacional
Constituyente. |
99 | T-473-92
Sentencia No
Sentencia No. T-473/92
DOCUMENTO
PUBLICO/DERECHO DE ACCESO A DOCUMENTOS PUBLICOS/DERECHO DE PETICION
Los funcionarios están autorizados para no
permitir el acceso a aquellos documentos cuya consulta o comunicación pueda
atentar contra secretos protegidos por ley, tales como los concernientes a la
defensa y seguridad nacionales, a investigaciones relacionadas con infracciones
de carácter penal, fiscal, aduanero o cambiario así como a los secretos
comerciales e industriales. El acceso no es tampoco permitido cuando el
contenido de los documentos vulnere el derecho a la intimidad. Solo la Carta
Fundamental y la ley pueden establecer límites al ejercicio de este derecho
que, por supuesto, incluye la consulta de los documentos in-situ y no sólo,
como pudiera pensarse, la solicitud de copias de los mismos. El acceso a
documentos públicos hace parte del núcleo esencial del derecho de petición.
DERECHOS
FUNDAMENTALES-Interpretación
Los derechos constitucionales fundamentales
se determinan no sólo por la mención expresa que de ellos haga la Constitución,
sino también por su significación misma para la realización de los principios y
valores consagrados en ella y, además, por la conexión que tengan con otros
derechos fundamentales expresamente consagrados. Esa conexidad, por supuesto,
no debe valorarse en abstracto, sino en cada caso concreto, de acuerdo a las
circunstancias particulares del mismo.
DERECHO A LA
INFORMACION/DERECHO A ACCEDER A LOS DOCUMENTOS PUBLICOS
El derecho a la información no es solamente
el derecho a informar, sino también el derecho a estar informado. El artículo
74 de la Constitución Nacional, al consagrar el derecho de acceder a los
documentos públicos, hace posible el ejercicio del derecho a la información, y
de esta manera los demás derechos fundamentales ligados al mismo. El acceso a
los documentos públicos no se traduce necesariamente en una petición o en la
adquisición de nueva información. Es, pues, independiente tanto de la petición
como de la información y, como tal, plenamente autónomo y con universo propio.
ACCION DE TUTELA
El otro medio de defensa judicial y los
otros mecanismos eventualmente aplicables no son, en este caso concreto, más
eficaces que la tutela para proteger el derecho fundamental de acceso a los
documentos públicos. Derecho que, por lo demás, es tutelable, en la medida en
que posee una especificidad y autonomía propias dentro del concepto de los
derechos fundamentales y está directamente conectado con el ejercicio de otros
derechos tales como el de petición y el de información. El otro mecanismo de
defensa judicial para la defensa del derecho fundamental en el caso concreto
que se estudia debe ser igual o más eficaz que la acción de tutela para que
ésta se rechace por ese motivo. A lo cual debe agregarse que el fallador de
instancia no cumple cabalmente su misión cuando sólo se limita a señalar en
abstracto un hipotético medio judicial alternativo sin explicar a renglón
seguido su eficacia concreta frente a la tutela que se impetra.
SALA DE REVISION
NUMERO 1
TUTELA NUMERO
1815
PROCEDENCIA:
CONSEJO DE ESTADO
PETICIONARIO:
LUCIANO RIAPIRA ARDILA
MAGISTRADO
PONENTE: CIRO ANGARITA BARON
Santafé de
Bogotá,D.C. 14 de julio de 1992
La Sala Primera de
Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados Ciro
Angarita Barón, Eduardo Cifuentes Muñoz y José Gregorio Hernández Galindo, ha
pronunciado
EN NOMBRE DEL PUEBLO
Y
POR MANDATO DE LA CONSTITUCION
la siguiente
SENTENCIA
En el proceso de
acción de tutela T-1815, instaurado por Luciano Riápira Ardila contra el Jefe
del Departamento Administrativo Nacional de -cooperativas (DANCOOP), resuelto
en primera instancia por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y en
segunda instancia por la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo del
Consejo de Estado.
I. ANTECEDENTES
Con base en los
artículos 86 de la Constitución Nacional y 33 del Decreto 2591 de 1991, la Sala
de Selección correspondiente de la Corte Constitucional eligió, para efectos de
su revisión, la acción de tutela de la referencia.
Por reparto le
correspondió el presente negocio a esta Sala, la cual recibió formalmente el
expediente el día 10 de abril de 1992.
De conformidad con
el artículo 34 del Decreto 2591 de 1991, esta Sala de Revisión de la Corte
entrará a dictar sentencia de revisión.
A. Hechos
1. El 28 de enero de
1992, el periodista Luciano Riápira Ardila presentó ante el Tribunal
Contencioso Administrativo de Cundinamarca demanda de tutela contra Miguel
Adolfo Polo Solano, Jefe del Departamento Administrativo Nacional de
Cooperativas (DANCOOP). En ella, relata que el 23 de mayo de 1991 le solicitó
por escrito a dicho funcionario que se sirviera suministrar la información de
los contratos públicos adjudicados por él. Hasta la fecha de interponer la
demanda de tutela no había recibido respuesta alguna, lo cual, según dice en el
escrito, vulnera su derecho fundamental de petición y el derecho de acceder a
los documentos públicos consagrado en el Artículo 74 de la Constitución. Obra
en el expediente copia de la referida solicitud.
2. El Tribunal
Administrativo de Cundinamarca solicitó a DANCOOP explicación de las razones
por las cuales no habían dado respuesta a la solicitud del peticionario. A
folio 10 del expediente, el Secretario General de la entidad afirma que el
señor Riápira no dió cumplimiento a los requisitos mínimos esenciales exigidos
en el Código Contencioso Administrativo (Art. 5). En particular, nunca explicó
el objeto de la petición (pues pidió indistintamente copias o información, que
tienen un trámite distinto) y tampoco explicó las razones de la solicitud. Por
lo demás, afirma el funcionario de DANCOOP, la entidad, en cumplimiento del
art. 21 del C.C.A., permite que los ciudadanos consulten los documentos en
horas del despacho "de lo que se deriva que el peticionario está en
capacidad de ejercer tal derecho sin mediar autorización alguna" (Fl. 10).
B. La sentencia
de primera instancia
El Tribunal
Administrativo de Cundinamarca negó la solicitud de tutela argumentando que:
"...El artículo
32 de este Código (Contencioso Administrativo) facultó a los organismos y
entidades allí señaladas para reglamentar la tramitación interna de las
peticiones que les corresponda resolver. Este es el medio de defensa al cual
debió acudir el señor Riápira Ardila cumpliendo las formalidades requeridas. El
no ejercerlo, o intentarlo en forma deficiente, como efectivamente ocurrió, no legitima
al interesado para intentar la acción de tutela ... " (Cfr. Fl. 14).
Agrega el Tribunal que en caso de una nueva
negativa de la administración, al ciudadano le queda otro medio de defensa
judicial, que es el llamado recurso de insistencia, contemplado en la Ley 57 de
1985.
El peticionario impugnó la decisión,
argumentando que la Resolución interna de DANCOOP, que reglamenta el derecho de
petición ante ella, no puede derogar la norma constitucional que lo consagra y
que él si cumplió en su petición todos los requisitos legales.
c. La sentencia de segunda instancia
El Consejo de Estado, mediante la
providencia de la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, confirmó la
decisión del Tribunal. Considera que el derecho fundamental de petición no se
puede confundir con el derecho de acceder a los documentos públicos, consagrado
en el artículo 74, el cual no es fundamental.
Por lo tanto, tampoco es tutelable. Agrega,
además, que el peticionario tienen otra vía jurídica y procesal para hacer
defender su derecho: la consagrada en los artículos 12 y 15 de 1985. Por lo
tanto, no procede la tutela.
II. CONSIDERACIONES DE LA CORTE
CONSTITUCIONAL
En sustento de su decisión, esta Sala
estima conveniente hacer previamente algunas consideraciones en torno a temas
relevantes aludidos de manera directa o indirecta por los falladores de
instancia.
A. El acceso a los documentos públicos, un
derecho fundamental
Los hechos materia de decisión en este caso
giran en torno al alcance del artículo 74 de la Constitución Nacional, el cual
consagra el derecho de acceso a los documentos públicos, salvo en los casos que
establezca la ley. Por ello es importante analizar, en primer lugar el
contenido material del término "documento público" para efectos de
aplicar dicha norma.
Desde el punto de vista del procedimiento,
el documento es básicamente un medio de prueba. El artículo 251 del Código de
Procedimiento Civil define que son documentos los escritos, impresos, planos,
dibujos, cuadros, fotografías, cintas cinematográficas, discos, grabaciones
magnetofónicas, radiografías, talones, contraseñas, cupones, etiquetas, sellos
y, en general, todo objeto mueble que tenga carácter representativo o
declarativo, y las inscripciones en lápidas, monumentos, edificios o similares.
Pueden ser públicos o privados.
El documento público, de acuerdo con la
definición del mismo Código, es aquél otorgado por el funcionario público en
ejercicio de su cargo o con su intervención. Se denomina INSTRUMENTO PUBLICO
cuando consiste en un escrito autorizado o suscrito por el respectivo
funcionario; se denomina ESCRITURA PUBLICA cuando es otorgado por un notario o
quien haga sus veces y ha sido incorporado en el respectivo protocolo. El
documento privado es, por exclusión, todo el que no reuna los requisitos para
ser público.
Se concluye entonces que desde y para la
perspectiva procesal, el término "documento público" se define de
acuerdo a la persona que lo produce (funcionario público), y será público en la
medida en que se produzca con las formalidades legales. Tiene, por supuesto, un
mayor valor probatorio que el documento privado. Es, por tanto, una perspectiva
orgánica: el carácter público del documento lo determina la persona u órgano
donde se origina. El ámbito de producción del documento -sujeto productor y
calidad del mismo- es lo que define y determina, en últimas, su naturaleza
pública.
Por su parte, el Derecho Administrativo
amplía el contenido del término. Para el Código Contencioso Administrativo, por
ejemplo, el derecho de solicitar y obtener acceso a la información sobre la
acción de las autoridades y, en particular, a que se expida copia de sus
documentos, hace parte del derecho constitucional de petición. El concepto de
documento público se desarrolla, pues, alrededor, ya no de la persona que lo
produce (funcionario público) sino de la dependencia que lo posee, produce o
controla. En realidad, las normas de derecho administrativo no definen el
término "documento público". Se ocupan primordialmente de regular el
acceso de los ciudadanos a esos documentos oficiales y, si bien admiten que
algunos puedan ser reservados, procura que esta circunstancia sea excepcional.
El énfasis es en su utilidad, no en su origen; en el organismo que lo produce o
posee en razón a sus funciones o servicios, no en la calidad del funcionario
que lo genera. En el marco del derecho administrativo, lo que cuenta no es
tanto definir el concepto de documento público, sino regular el acceso de los
ciudadanos a él, para garantizar su efectividad.
El derecho penal, por su parte, aborda el
problema del documento público desde su propia perspectiva eminentemente
protectora de intereses jurídicamente tutelados. En efecto, el Código Penal
contempla cerca de 10 tipos penales distintos cuyo objeto material es el
documento público. Ello revela que es un elemento sujeto a especiales
protecciones penales, por cuanto su ilícita manipulación (modificación,
supresión, falsificación, etc.) constituye una vulneración al bien
jurídicamente tutelado de carácter colectivo que la misma ley denomina FE
PUBLICA.
Para el legislador penal, los usos ilícitos
del documento público vulneran la fe pública de manera más grave que las mismas
conductas sobre un documento privado; las circunstancias modales de
tipificación y la dosificación de las penas así lo revelan. En realidad, las
normas penales no entran a definir el concepto de "documento público"
pero la doctrina suele manejar este elemento del tipo penal de la misma manera
que se hace en el derecho civil: esto es, como el documento otorgado por
funcionario público o con su intervención. De todas maneras, el aporte
importante del derecho penal a la delimitación del concepto que nos ocupa, es
que determina el interés jurídicamente tutelado que puede llegar a ser
vulnerado con las manipulaciones ilícitas que del documento público se hagan:
la fe pública.
Por último, la Ley 57 de 1985, regula la
publicidad de los actos y documentos oficiales, pero no define "documento
público". Sin embargo, una interpretación sistemática de la misma ley
permite concluir que para ella, documento público es todo documento que repose
en las oficinas públicas, entendiendo por éstas las que expresamente están
enumeradas en su propio texto.
Por supuesto, ella misma contempla algunos
casos en los que esos documentos, a pesar de reposar en las oficinas públicas,
están sometidos a reserva, condición ésta que nunca podrá existir por más de
treinta años. En otras palabras, esta ley define el concepto de acuerdo al
lugar donde se encuentre el documento, pues, su ubicación más que su producción
o contenido es lo que determina el carácter público del documento.
Puesto que en los términos del artículo 74
de la Carta la noción de documento público no se circunscribe, como se ve, al
concepto restringido que consagre cualquiera de las ramas del ordenamiento y,
de consiguiente, no cuenta tanto el carácter del sujeto o entidad que lo
produce o la forma misma de su producción sino el hecho objetivo de que no
contenga datos que por expresa disposición de la ley deban ser mantenidos en
reserva, la noción cobija, por ejemplo, expedientes, informes, estudios,
cuentas, estadísticas, directivas, instrucciones, circulares, notas y
respuestas provenientes de entidades públicas acerca de la interpretación del
derecho o descripción de procedimientos administrativos, pareceres u opiniones,
previsiones y decisiones que revistan forma escrita, registros sonoros o
visuales, bancos de datos no personales, etc.
A lo anterior, se agrega el acceso a otros
documentos cuyo carácter de públicos está determinado por la conducta
manifiesta de sus titulares o por la costumbre, sin que sea requisito
indispensable la presencia o concernimiento de la administración pública.
Siempre, eso sí, que no sea contra la ley o derecho ajeno.
Es claro, por tanto, que en la anterior
situación bien pueden encontrarse documentos surgidos de relaciones entre
particulares cuyos titulares hayan decidido, formalmente o por conducta
concluyente, permitir su acceso al público.
Asímismo, el derecho de acceso tiene, como
todo derecho, algunos límites que de acuerdo con los principios de la Carta del
91 deben inspirarse claramente en una objetiva prevalencia de un verdadero
interés general construído en la forma y con los elementos que esta Corte ha
tenido ya ocasión de señalar1.
En consecuencia, los funcionarios están
autorizados para no permitir el acceso a aquellos documentos cuya consulta o
comunicación pueda atentar contra secretos protegidos por ley, tales como los
concernientes a la defensa y seguridad nacionales, a investigaciones
relacionadas con infracciones de carácter penal, fiscal, aduanero o cambiario
así como a los secretos comerciales e industriales. Por razones obvias, el
acceso no es tampoco permitido cuando el contenido de los documentos vulnere el
derecho a la intimidad consagrado en el artículo 15 de la Carta vigente,
algunas de cuyas implicaciones ha tenido a bien señalar ya esta Corte,
específicamente en cuanto concierne al habeas data.
Por todo lo anterior, el ejercicio del
derecho al acceso a documentos públicos debe, pues, ceñirse a los postulados de
la Constitución y la ley tal como lo dispone expresamente el artículo 74. Vale
decir: solo la Carta Fundamental y la ley pueden establecer límites al
ejercicio de este derecho que, por supuesto, incluye la consulta de los
documentos in-situ y no sólo, como pudiera pensarse, la solicitud de copias de
los mismos.
Es digno de señalar también que el derecho
de acceso se garantiza en la medida en que de él se haga un uso responsable y
razonable. De consiguiente, sus hondas conexiones tanto con el derecho a la
información como con el derecho de petición, exigen que el documento se use
respetando fielmente su contenido y el contexto en el cual él se produjo y sin
propósito de crear confusión o desorientación.
De otra parte, el titular del derecho debe
ejercerlo en forma que evite todo abuso en cuanto respecta tanto a su
frecuencia como a la cantidad, contenido y forma de los documentos solicitados,
de modo que el ejercicio de su facultad sea compatible con las actividades
propias de quien está llamado a permitir el acceso al documento o de sus demás
conciudadanos. La petición debe ser, desde todo punto de vista, razonable.
En las labores preparatorias de la Asamblea
Nacional Constituyente se manifestó claramente la idea de que la información
pertenece al público pero que no todo lo es técnicamente informable es ética y
jurídicamente informable. Se pone así de presente la responsabilidad de los
medios en la producción de sus mensajes, en la prevención de la anarquía y en
la práctica de la tolerancia. Todo lo cual supone un permanente sentido de
responsabilidad y objetividad en la presentación de la información.2
Fue, asimismo claro que los ciudadanos
tienen derecho a obtener información veraz y a no ser manipulados por la
información.3
En la subcomisión 0403 se propuso la
consagración del derecho al libre acceso a los medios de comunicación y la
eliminación de los monopolios informativos pero también el respeto al derecho a
la intimidad.4
Finalmente, la consulta de las Gacetas
Constitucionales revela que los constituyentes abordaron el tema del acceso a
los documentos públicos desde la perspectiva del derecho fundamental a la
información, lo cual nos lleva a estudiar el vínculo entre ambos derechos y
entre éstos y el derecho de petición.
Afirma el Consejo de Estado en el fallo que
se revisa, que el derecho de petición consagrado en el art. 23 de la
Constitución Nacional.
"no debe
confundirse con el consagrado en el artículo 74 de la Carta, que define que
todas las personas tienen derecho a acceder a los documentos públicos, salvo
los casos que establezca la ley, derecho que no es fundamental"
y en consecuencia, no es tutelable.
Esta Corte Constitucional ha venido
reiterando5 que los derechos constitucionales
fundamentales se determinan no sólo por la mención expresa que de ellos haga la
Constitución, sino también por su significación misma para la realización de
los principios y valores consagrados en ella y, además, por la conexión que
tengan con otros derechos fundamentales expresamente consagrados. Tal es el
caso, por ejemplo, del medio ambiente y la salubridad frente a la vida. Esa
conexidad, por supuesto, no debe valorarse en abstracto, sino en cada caso
concreto, de acuerdo a las circunstancias particulares del mismo.
En ocasiones, el artículo 74 de la
Constitución Nacional puede verse como una modalidad del derecho fundamental de
petición. En efecto, el "derecho a presentar peticiones respetuosas a las
autoridades por motivos de interés general o particular y a obtener pronta
resolución" (Art. 23 Constitución Nacional) incluye, por su misma
naturaleza, el derecho a acceder a los documentos públicos (Artículo 74
Constitución Nacional).
Llama ciertamente la atención que el
constituyente hubiera separado en dos artículos distintos y bajo títulos
diferentes, estas dos normas. La inclusión del artículo 74 parece obedecer al
deseo de reconocer en forma expresa expectativas de los diversos profesionales
y medios de comunicación que tanto despliegue de poder hicieron en el seno de
la Asamblea Constituyente. No obstante, es de señalar que en ausencia del
artículo 74, el derecho de acceso a los documentos públicos se entendería
implícito necesariamente en el artículo 23, que consagra el derecho fundamental
de petición.
En efecto, esta Corporación tuvo ya
oportunidad de pronunciarse al respecto, manifestando que el acceso a
documentos públicos hace parte del núcleo esencial del derecho de petición.6
Como se ve, a menudo, peticiones elevadas
ante las autoridades, tienen por objeto obtener, revisar, o acceder a un
documento público. En la gran mayoría de las ocasiones, el derecho de petición
sólo se puede ejercer mediante el conocimiento de los documentos relacionados con
el caso concreto que interesa al particular, o vinculados con asuntos de
interés general.
Dicho derecho, consagrado también en la
Constitución anterior, adquiere una nueva dimensión dentro del marco de la
democracia participativa, comoquiera que el ciudadano ya no se limita a ejercer
la función de elegir a los representantes de la Nación, sino que puede y debe
tomar parte activa en todas las decisiones y actuaciones de los órganos del
Estado. Es, por tanto, uno de los mecanismos fundamentales en la construcción
de una nueva legitimidad, más participativa, más cercana a las aspiraciones de
la persona y de la comunidad en general. Junto con el sufragio, el derecho de
petición es la forma más común y útil de lograr la presencia ciudadana en los
asuntos del Gobierno del Estado. Por eso es un derecho fundamental y así lo
consagra la Constitución, la cual, además, no solo califica su ejercicio como
una garantía para la efectividad de otros derechos fundamentales sino que
permite que la ley reglamente su ejercicio ante organizaciones privadas.
El Código Contencioso Administrativo
expresamente consagra el derecho a acceder a los documentos públicos como una
forma del derecho de petición:
Artículo 17: El
derecho de petición de que trata el artículo 45 (hoy 23) de la Constitución
Política incluye también el de solicitar y obtener acceso a la información
sobre la acción de las autoridades y, en particular, a que se expida copia de
sus documentos, en los términos que contempla este capítulo (Subrayas y
paréntesis fuera de texto).
En otras ocasiones, el acceso a los
documentos públicos se vincula con el más genérico concepto del derecho a la
información. Ese derecho del hombre a informar y a estar informado, según
algunos autores, es una "garantía de ejercicio consciente de sus derechos
políticos de participación en la cosa pública"7
El desarrollo profesional, social e incluso
vital, en la sociedad del mundo contemporáneo está íntimamente ligado a la
disponibilidad de información. A diferencia de épocas anteriores, en las cuales
la posesión de tierra y de minerales preciosos era indispensable para le
desarrollo y el progreso social, hoy en día buena parte de la actividad
económica y del ejercicio del poder se fundan en el recurso inmaterial de la
información. En consecuencia, el ejercicio de los derechos humanos, y en
especial de los derechos de libertad e igualdad política, tienen como presupuesto
indispensable el acceso a la información.8
El derecho a la información no es solamente
el derecho a informar, sino también el derecho a estar informado. De ahí la
importancia del artículo 74 de la Constitución Nacional, que al consagrar el
derecho de acceder a los documentos públicos, hace posible el ejercicio del
derecho a la información, y de esta manera los demás derechos fundamentales
ligados al mismo.
El artículo 74 de la Carta no va dirigido
exclusivamente al informador, sino, de manera principal, al que recibe la
información.
Ahora bien, si es cierto que el derecho a
acceder a los documentos públicos consagrado en el artículo 74, puede
considerarse en buena medida como una modalidad del derecho fundamental de
petición y como instrumento necesario para el ejercicio del derecho a la
información y, por lo tanto, comparte con éstos su núcleo axiológico esencial,
no lo es menos que tiene también un contenido y alcance particulares que le
otorgan especificidad y autonomía dentro del conjunto de los derechos
fundamentales.
En efecto, es claro que dentro de las
facultades del titular de este derecho se encuentra la de hacer una simple
consulta de los documentos que no culmine, si así lo estima conveniente, en la
formulación de petición alguna. Como también, la consulta de documentos con la
específica finalidad no ya de adquirir información adicional sino de aclarar o
constatar la eventual ocurrencia de una típica práctica o conducta de desinformación.
O, más aún, la simple aclaración de que toda inquietud al respecto carece por
completo de fundamento.
En estos últimos casos es claro que el
acceso a los documentos públicos no se traduce necesariamente en una petición o
en la adquisición de nueva información. Es, pues, independiente tanto de la
petición como de la información y, como tal, plenamente autónomo y con universo
propio.
B. El sistema de protección de los derechos
fundamentales
La columna vertebral de la Constitución de
1991 está formada por los principios, los valores y los derechos
constitucionales. Así se desprende del contenido del Preámbulo9 ; de la
formulación de su artículo primero10,;
de la obligación estatal establecida en su artículo segundo11; del reconocimiento de su artículo quinto12; y, por supuesto, de la extensa carta de
derechos, garantías y deberes consagrados en el Título II y en otras normas de
la Carta.
Todo ese conjunto de aspiraciones,
formulaciones, obligaciones a cargo del Estado, reconocimientos, y
enumeraciones, relativo a los derechos de las personas, carecerían de sentido
si la misma Constitución no hubiera establecido mecanismos para su protección y
efectividad. Así lo hizo en el Capítulo 4 del Título II. Esos mecanismos
permiten que los derechos dejen de ser formulaciones abstractas, para
convertirse en realidades tangibles, cuyo ejercicio está al alcance de todas
las personas. Entre esos mecanismos se encuentra:
a) La presunción de los postulados de la
buena fe en las actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas
(Art. 83 C.N.)
b) La prohibición a las autoridades de
exigir permisos, licencias o requisitos adicionales para el ejercicio de un
derecho o actividad que haya sido reglamentado de manera general (art. 84).
c) La aplicación inmediata consagrada para
algunos derechos constitucionales que no requieren de desarrollo legal (art.
85).
d) La acción de tutela, la acción de cumplimiento
y las acciones populares (Art. 86, 87 y 88 C.N.).
g) Los demás recursos, acciones y
procedimientos que la ley establecerá o tiene ya establecidos, por mandato
constitucional, para propugnar por la protección de los derechos individuales.
(Art. 89 C.N.).
h) La obligación para el Estado de
responder patrimonialmente por los daños antijurídicos que le sean imputables,
causados por la acción u omisión de las autoridades públicas (Art. 90 C.N.).
i) La fijación de responsabilidad en cabeza
del agente que infringe manifiestamente un precepto constitucional, a pesar de
la existencia de un mandato superior (Art. 91 C.N.).
j) La posibilidad para las personas
naturales o jurídicas de solicitar a las autoridades la aplicación de sanciones
penales o disciplinarias derivadas de la conducta de las autoridades públicas
(Art. 92 C.N.).
k) La prevalencia, en el orden interno, de
los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que
reconocen los derechos humanos y prohiben su limitación en los estados de
excepción (Art. 93 C.N.).
l) La afirmación de que la enunciación de
derechos y garantías en la Constitución, no niega otros que no figuran
expresamente en ella, pero que son inherentes a la persona humana (C.N.).
Todos los anteriores principios,
prohibiciones, afirmaciones, consagración de acciones y de obligaciones
estatales, criterios de interpretación, etc. conforman, en conjunto, un sistema
integrado que permite a las personas y a los ciudadanos actuar frente a las
autoridades, o hacer que éstas actúen dentro de ciertos límites, de tal manera
que su actividad no vulnere los derechos consagrados en la Carta.
C. El acceso a los documentos públicos y la
acción de tutela
El derecho a acceder a los documentos
públicos, que de rango legal (Art. 17 C.C.A.) pasó a nivel constitucional,
tiene una reglamentación especial desde la Ley 57 de 1985. En ella se regulan
todos los aspectos relativos a la publicación, divulgación y acceso a los
documentos oficiales. Es a esa ley, en concordancia con las normas del Código
Contencioso Administrativo, a la que debe remitirse la Sala para evaluar si en
el caso concreto que la ocupa es o no procedente la tutela.
Como ya se ha dicho, el derecho es de rango
constitucional y su núcleo esencial se deriva de la Constitución. Sin embargo,
es necesario acudir a su desarrollo legal, para dilucidar las modalidades de su
ejercicio y la procedencia o no de la tutela.
En primer lugar, el Código Contencioso
Administrativo, en su artículo quinto establece que las peticiones escritas a
las autoridades -incluyendo el acceso a los documentos públicos-, deben
contener, por lo menos:
"1. La
designación de la autoridad a la que se dirigen.
2. Los nombres y
apellidos completos del solicitante y de su representante o apoderado,
si es el caso, con indicación del documento de identidad y de la dirección.
3. El objeto de
la petición
4. Las razones
en que se apoya
5. La relación de
documentos que se acompañan
6. La firma del
peticionario, cuando fuere el caso"
De acuerdo a lo que obra en el expediente,
es evidente que el peticionario no cumplió en forma rigurosa con los numerales
3 y 4 subrayados por la Sala, los cuales son razonables y lógicos en el marco
de la posibilidad que tiene la ley de reglamentar un derecho fundamental.
Sin embargo, la conducta de la entidad
pública, a su vez, encaja dentro de lo preceptuado en el artículo 25 de la ley
57 de 1985, que subrogó el artículo 22 del Código Contencioso Administrativo.
En dicho artículo se establece que, si pasados 10 días de la petición de
documentos no se ha dado respuesta al peticionario, se entenderá, para todos
los efectos legales, que la respectiva solicitud ha sido aceptada. El
correspondiente documento, agrega, será entregado dentro de los 3 días
inmediatamente siguientes.
Así que, en aplicación de este artículo,
forzoso es concluír que a pesar de las carencias en la formulación inicial de
la petición, el silencio administrativo que operó, hizo nacer el derecho a
satisfacer la petición instaurada. El artículo agrega que el funcionario
renuente será sancionado con la pérdida del empleo, razón por la cual, no
siendo de competencia de esta Corporación adoptar decisión al respecto, se hará
llegar copia de esta providencia y del expediente al Procurador General de la
Nación, para lo de su cargo.
De esta manera, el peticionario, en virtud
del silencio administrativo positivo, adquirió el derecho de obtener las copias
de los documentos que, de manera imperfecta, él mismo solicitó. Como en los
tres días siguientes no le fueron entregadas, hay lugar a las sanciones
administrativas que la misma ley contempla.
Sin embargo, la sanción disciplinaria, no
garantiza la satisfacción de los derechos constitucionales infringidos
(petición, información y acceso a los documentos).
Existen algunos otros medios de defensa
que, eventualmente, podrían tener cabida en un caso como el presente. Por
ejemplo, la misma ley 57, en su artículo 21, establece un proceso rápido (10
días hábiles) para que el Tribunal de lo Contencioso Administrativo del lugar
donde se encuentren los documentos decida si se debe o no aceptar la petición.
Sin embargo, para que ese recurso de "insistencia" prospere, se
requiere que la administración haya expedido una providencia motivada en la que
niega la petición. Este no fue el caso de la petición que nos ocupa. Aquí no
hubo ni aceptación, ni negación expresa. Hubo silencio. Por ello, este
mecanismo, de ordinario más eficaz que la misma tutela, no hubiera procedido en
este caso.
Otro mecanismo de garantía que debe ser
analizado es el de la acción de cumplimiento que consagra el artículo 87 de la
Constitución Nacional y que permite a los particulares acudir a cualquier
autoridad judicial, para hacer efectivo el cumplimiento de una ley o un acto
administrativo. Muy seguramente, en el futuro ésta será la acción procedente en
casos como el que ocupa aquí a la Sala. Ahora bien, esta acción aún no está
reglamentada por la ley. Esta falta de reglamentación no excusa las autoridades
para que dejen de cumplir con el mandato constitucional que establece el
derecho. En cambio, si puede ser alegada por parte de los particulares para
optar por la acción de tutela.13
III. CONCLUSION
De todo lo anterior, se deriva que el otro
medio de defensa judicial sugerido por el Consejo de Estado y los otros
mecanismos eventualmente aplicables no son, en este caso concreto, más eficaces
que la tutela para proteger el derecho fundamental de acceso a los documentos
públicos. Derecho que, por lo demás, es tutelable, en la medida en que posee
una especificidad y autonomía propias dentro del concepto de los derechos
fundamentales y está directamente conectado con el ejercicio de otros derechos
tales como el de petición y el de información.
Es doctrina ya reiterada de esta Corte
Constitucional14,
que el otro mecanismo de defensa judicial para la defensa del derecho
fundamental en el caso concreto que se estudia debe ser igual o más eficaz que
la acción de tutela para que ésta se rechace por ese motivo. A lo cual debe
agregarse que el fallador de instancia no cumple cabalmente su misión cuando
sólo se limita a señalar en abstracto un hipotético medio judicial alternativo
sin explicar a renglón seguido su eficacia concreta frente a la tutela que se
impetra.
Por todas estas razones, es procedente aquí
la acción de tutela y en consecuencia, habrá de concederse.
IV. DECISION
En mérito de lo expuesto, la Sala Primera
de Revisión de la Corte Constitucional
RESUELVE
PRIMERO. REVOCAR la sentencia de marzo 10 de 1992, proferida
por la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, en la
cual se confirmó la sentencia del 11 de febrero de 1992, del Tribunal
Administrativo de Cundinamarca.
SEGUNDO. CONCEDER la tutela interpuesta por Luciano Riápira
Ardila contra omisiones del Departamento Administrativo Nacional de
Cooperativas.
TERCERO. ORDENAR al Director del Departamento Administrativo
Nacional de Cooperativas que expida las copias de los documentos solicitados
por el peticionario Luciano Riápira Ardila en el término de 48 horas, contado a
partir de la comunicación de esta providencia.
CUARTO. En todos aquellos casos similares al presente, por sus
hechos o circunstancias, siempre que la Administración haya omitido dar
respuesta dentro del término legal establecido para ello a la persona que
solicita el acceso a documentos públicos, la doctrina constitucional enunciada
en esta sentencia tendrá CARACTER OBLIGATORIO para las autoridades, en
los términos del artículo 23 del Decreto 2067 de 1991.
QUINTO. ORDENAR que por Secretaría, se envíen copias del presente
fallo a la Procuraduría General de la Nación, para lo de su competencia, de
acuerdo a lo establecido en la parte motiva de esta providencia.
SEXTO. ORDENAR que por Secretaría se comunique esta providencia al
Consejo de Estado y al Tribunal Contencioso Administrativo de Cundinamarca, en
la forma y para los efectos previstos en el artículo 36 del Decreto 2591 de
1991.
Cópiese, comuníquese, cúmplase e insértese
en la Gaceta de la Corte Constitucional.
CIRO ANGARITA BARON
Magistrado Ponente
EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ
Magistrado
JOSE GREGORIO HERNANDEZ GALINDO
Magistrado
1 Cfr, entre otras, sentencias T-428
2 Cfr. Subcomisión 0403: Libertad de información y medios de
comunicación, informe final. En: Presidencia de la República, propuestas de
las comisiones preparatorias, Bogotá, Colombia, enero de 1991, pp. 214-216)
3 Cfr. Ibidem p. 218
4 Cfr. Ibidem p. 227, 230, 234
5 Cfr. entre otras, Sentencias T-406 y T-414
6 "La efectividad del derecho a obtener copias es
manifestación concreta del derecho a obtener pronta resolución a las peticiones
formuladas que también hace parte del núcleo esencial del derecho de
petición" T-464. Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional.
Ponente Eduardo Cifuentes Muñoz.
7 Cfr. Fernández Areal, Manuel, Introducción al derecho a la
información A.T.E., Barcelona 1977, pág. 13.
8 Cfr, Novoa Noreal, Eduardo. Derecho a la vida privda y
libertad de información Siglo Veintiuno Editores, México, 1979, pág. 148.
9 "Con el fin de fortalecer la unidad de la Nación y asegurar
a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la
igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz..."
10 "Colombia es un Estado Social de Derecho... fundado en el
respeto a la dignidad humana..."
11 "Son fines esenciales del Estado: ...garantizar la
efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la
Constitución; ... Las autoridades de la República están instituídas para
proteger a todas las personas residentes en Colombia en su vida, honra, bienes,
creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de
los deberes sociales del Estado y de los particulares..."
12 "...El Estado reconoce, sin discriminación alguna, la
primacía de los derechos inalienables de la persona..."
13 Cfr. Art. 41 del D. 2591 de 1991
14 Cfr. entre otras, Sentencias T-03, T-414 y T-457 |